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Full text of "Geografía y geología del Ecuador; publicada por órden del supremo gobierno de la república por Teodoro Wolf"

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NOTA.      ESTA    OBRA   BS   EL   COMPLEMENTO   DE   LA   CARTA   GEOGRÁFICA  DEL   ECUADOR, 

PUBLICADA    POR   EL   MISMO   AUTOR. 


El  autor  se  reserva  el  derecho  de  traducción. 


GEOGRAFÍA/T  GEOLOGÍA 

DEL 

ECUADOR 


PUBLICADA  POR  OBDEN  DEL  SÜPEEMO   GOBIERNO 
DE  LA  REPÚBLICA 


TEODORO  WOLF, 


CON  12  LAMINAS  AUIOTIPICAS,  47  ILUSTRACIONES  EN  EL  TEXTO 
Y  2  CASTAS. 


LEIPZIG. 

TIPOGRAFÍA  DE  F.  A.  BROCKBAUS. 
1892. 


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PEOLOGO. 


von  la  satisfacción  de  haber  concluido  el  mapa  del  Ecuador  y 
el  libro  destinado  á  acompañarlo  y  á  explicarlo,  se  mezcla  el  senti- 
miento amargo,  de  que  la  obra  ha  quedado  muy  atrás  del  ideal,  que 
se  me  había  presentado  al  principiar  los  estudios  geográficos  de  este 
pais  interesante.  Pero  la  imperfección  es  una  propiedad  inherente 
á  todas  las  obras  humanas,  especialmente  á  las  intelectuales,  y  con 
este  triste  consuelo  lanzo  la  presente  al  público,  sin  mas  recomenda- 
ción que  la  de  mi  buena  voluntad  de  contribuir  en  algo  al  cono- 
cimiento del  Ecuador,  y  de  consiguiente  á  su  progeso.  Si  no  hubiera 
intervenido  un  contrato  con  el  Gobierno,  que  me  obligó  á  concluir  la 
obra  dentro  de  un  término  fijo,  talvez  habría  seguido  el  concejo  de 
Horacio:  «nonum  prematur  in  annum»,  y  quizá  ella  no  habría  visto 
jamas  la  luz  pública. 

Sin  el  apoyo  moral  y  material  del  Gobierno  ecuatoriano  me  ha- 
bría sido  muy  difícil  hacer  la  publicación  del  mapa  y  del  libro,  y 
por  esto  me  es  grato  manifestar  públicamente  mi  reconocimiento  pro- 
fundo para  con  dicho  Gobierno,  especialmente  con  los  dos  últimos 
Presidentes  de  la  República,  los  EE.  Señores  Doctores  J.  M.  Plácido 
Caamaño  y  Antonio  Flores,  que  contribuyeron  eficazmente  á  la  con- 
clusión de  la  obra.  —  Y  siendo  esta  talvez  la  última  ocasión  que  se 


VI  PBÓLOGO. 

me  ofrezca  de  dirigirme  al  pueblo  ecuatoriano,  aprovecho  de  ella  para 
despedirme  con  la  protesta  de  mi  eterna  gratitud  por  la  generosa  hos- 
pitalidad, de  que  gocé  mas  de  veinte  años  en  su  hermoso  é  inolvi- 
dable país. 


Dresde,  el  15  de  Julio  de  1892. 


T.  Wolf. 


TABLA  DE  MATERIAS. 

Introducción. 

L  La  carta  geográfica  del  Ecuador 1 

II.  Posición  astronómica  dkl  Ecuador,  límites  y  extensión  del  Ecuador. 

Posiciones  dudosas.    Innovación  necesaria.  —  Cuestión  de  límites.  —  Fronteras  de  " 
Colombia,  Brasil  y  Perú.  —  Límites  por  posiciones  astronómicas.  —  Posición 
del  Archipiélago  de  Galápagos.  —  Área  de  la  República 5 

Parte  I.    Topografía. 

Generalidades 16 

Cap.  I.   El  mar  y  las  costas. 

El  Océano  Pacífico.  Su  temperatura.  —  La  corriente  peruana.  —  El  Golfo  de 
Guayaquil  y  sus  islas.  —  Puna.  —  Canal  do  Jambelí.  Canal  del  Morro.  — 
Puntilla  y  ensenada  de  St\  Elena.  —  Cabo  de  S.  Lorenzo  y  bahía  de  Manta.  — 
Bahía  de  Caráques  y  Cabo  Pasado.  —  Cojimíes.  Cabo  de  S.  Francisco.  —  Costa 
de  Esmeraldas  y  esteros  de  Pailón 18 

Cap.  II.    La  región  central  ó  andina. 

Sección  1*.    La  región  fronteriza  al  Sur  del  nudo  de  Sabanilla. 

Una  sola  Cordillera  andina.  Sus  ramificaciones.  —  Sistema  fluvial  del  rio  Chin- 
chipe.  —  Rio  de  Huancabamba 2G 

Sección  2*.    La  región  entre  el  nudo  de  Sabanilla  y  él  rio  Jubones. 

Nudo  de  Sabanilla.  —  Cordillera  oriental.  Su  bifurcación.  Nudos  de  Caja-numa 
y  Acayana  ó  Guagra-uma.  —  La  hoya  de  Loja.  —  El  rio  Zamora.  —  Cor- 
dillera de  Chilla  y  Amboca.  —  Rio  de  Macará.  —  Sistema  fluvial  del  Cata- 
mayo.  —  Sistema  del  rio  Túmbez  y  la  hoya  de  Zaruma 29 

Sección  3a.    La  región  entre  el  rio  Jubones  y  el  nudo  del  Azuay. 

Cordillera  oriental.  —  Nudo  de  Pórtete  y  Tinajillas.  —  Sistema  fluvial  y  hoya  del 
Jubones.  —  Valle  de  Yunguilla.  —  Hoya  de  Cuenca.  —  Nudo  imperfecto  de 
Cañar.  —  Sistema  del  rio  Paute.  —  Nudo  del  Azuay.  —  Hoya  de  Cañar  y  su 

sistema  fluvial 37 

Sección  4*.    La  región  entre  el  Azuay  y  el  Chimborazo  y  Sanancajas. 

El  Azuay  y  su  conexión  con  la  Cordillera  real.  —  Nudo  de  Tiocajas.  —  Cordillera 
occidental.  —  Hoya  de  Alausí  y  sistema  del  rio  Chanchan.  —  Hoya  de  Rio- 


Vm  TABLA   DE  MATSBIA8. 

bamba.  —  Cordillera  oriental.  El  Sangay,  Altar,  Tunguragua.  —  Cordillera 
occidental.  El  Chimborazo.  Nudo  de  Sanancajas  ó  Igualata.  —  Cerros  de 
Yaruquíes.  —  Sistema  del  rio  Chambo.  —  Meseta  de  Riobamba.  —  El  valle 
de  Chimbo  y  la  Cordillera  lateral.  —  Sistema  fluvial  del  Chimbo.  —  Valle 
lateral  de  la  Chima 54 

Sección  5\    La  región  entre  Sanancajas  y  TiupuUo. 

Cordillera  oriental.  Cerros  de  Llanganate  y  Cerro  Hermoso.  —  Cordilleras  de 
Píllaro  y  de  Chalupas.  —  El  Quilindaña  y  rio  Juntas.  —  El  Cotopaxi,  Ru- 
miñahui  y  nudo  de  Tiupullo.  —  Cerros  de  Chaupi.  —  El  Iliniza.  —  Cordillera 
occidental.  —  Chimborazo  y  Carihuairazo.  Abraspungo.  Puñalica.  —  Cor- 
dillera de  Angamarca  y  Zumbagua.  —  Casaguala.  —  Cordillera  de  Guangaje, 
Chugchilan  y  Sigchos.  —  Valle  del  Toachi.  —  El  Quilotoa.  —  Sistema  del 
rio  Cutuchi  y  Patate.    Rio  y  valle  del  Pastaza 71 

Sección  6a.    La  región  entre  el  Tiupullo  y  el  Mojanda. 

Cordillera  occidental.  —  El  Corazón  y  el  Atacazo.  —  Rio  y  valle  de  Pilaton.  — 
El  Pichincha.  —  Cerros  de  Calacalí.  Pululagua.  —  Cordillera  oriental.  Coto- 
paxi. Rumiñahui.  Sincholagua.  —  Antisana.  Guamaní.  Puntas.  Pamba- 
marca.  —  Sara-urcu.  —  Cayambc.  —  El  Mojanda  y  el  Cajas.  —  El  Cusin.  — 
Sistema  fluvial  del  Guallabamba.  —  El  Haló.  —  La  meseta  de  Quito.  —  Rio 
Pisque  y  hoya  lateral  de  Cayambe 84 

Sección  7a.    La  región  entre  el  Mojanda  y  la  frontera  de  Colombia. 

.Cordillera  oriental  y  sus  rios.  —  La  Cocha  de  San  Pablo.  —  La  Cordillera 
occidental.  El  Cotacachi.  El  Yana-urcu.  Páramos  de  Piñan  y  sus  rami- 
ficaciones. —  Páramos  del  Chiltazon  y  d<*l  Ángel.  —  El  Chiles.  Cerro  negro 
de  Mayasquer.  Cúmbal.  Azufral.  —  Nudo  de  los  Altos  de  Boliche  ó  de 
Huaca.  —  El  Imbabura.  —  Cordillera  de  Angochagua.  —  Sistema  fluvial 
del  rio  Mira  y  la  hoya  de  lbarra.  —  La  hoya  de  Tulean  y  el  rio  Carchi    .     í>7 

Cap.  111.    La  reüion  occidental. 

Sección  Ia.     La  región  litoral  desde  Túmbez  hasta  Guayaquil. 

Los  rios  desde  el  de  Túmbez  hasta  el  de  Naranjal.  —  Las  diferentes  zonas  de 
esta  región.    El  rio  Guayas  y  su  delta.  —  Los  rios  de  Taura  y  Boliche.  — 

Cerros  de  Taura.  —  Característica  de  los  terrenos  de  la  región 10G 

Sección  2a.    El  sistema  fluvial  del  rio  Guayas. 

Sus  límites  y  extensión.  —  Guayaquil.  —  Rio  de  Bodegas.  —  Rio  Chimbo  y  de  Yagua- 
chi.  —  Rio  Bodegas  superior.  —  Rio  de  Caracol  y  Zapotal.  —  Rio  de  Pueblo 
viejo.  —  Rio  de  Vinces  y  Quevedo.  —  Rio  de  Baba.  —  Sistema  fluvial  del  Daule  124 
Sección  5a.    La  región  litoral  desde  Puna  hasta  Esmeraldas. 

Isla  de  Puna  y  península  de  St\  Elena.  Esteros  del  Morro  y  del  Salado.  — 
Montañas.  —  Rio  Colonche.  —  Región  de  Manglar  alto.  —  La  costa  de  Ma- 
nabí  hasta  Bahía  de  Caráques.  —  Los  rios  de  Portoviejo  y  de  Chone.  — 

Rios  y  esteros  desde  el  Cabo  Pasado  hasta  Esmeraldas lí>l 

Sección  4a.    El  sistema  fluvial  del  rio  Esmeraldas  y  de  los  demás  rios  hasta  la  fron- 
tera de  Colombia. 
Sistema  del  Esmeraldas.    Montañas   de  esta  región.  —  Sistema  del  rio  Santiago 
y  sus  montañas.  —  El  rio  Mira  y  su  delta.  —  Rios  litorales  desde  Esme- 
raldas hasta  el  Mira.  —  Conclusión 1G3 

CAP.  IV.     B08QUBJ0    HIDROGRÁFICO   DE   LA   REGIÓN   ORIENTAL. 

El  Marañon  ó  Amazonas.  —  Los  Pongos.  —  Los  rios  de  Utcubamba,  Chuchunga 
y  Nieve.  —  Los  rios  Potro,  Chahuapanas  y  Aipena.  —  El  lluallaga  y  el 
Ucayali.  —  Rio  de  Santiago.  —  El  Morona.  —  El  Pastaza  y  rio  Tigre.  — 
El  sistema  del  Ñapo.    Los  rios  de  Putumayo  y  Yapurá.  —  Conclusión  ...  183 


TABLA  DE  MATERIAS.  IX 

Apéndice  á  la  topografía.    Vías  de  comunicación.  . 

Canales  naturales.  —  Caminos  terrestres  del  litoral,  de  la  región  oriental  y  del  inte- 
rior. —  Tipo  de  los  caminos  que  van  de  la  costa  al  interior.  —  Ferrocarriles. 

—  Alturas 209 

Parte  II.    Geología. 

Generalidades 221 

Cap.  I.    Formación  del  gneis  y  de  las  esqüistas  cristalinas. 

Su  extensión.  —  Descripción  petrográfica.  —  Minerales  accesorios.  —  Lavaderos  de 

oro,  su  origen 226 

Cap.  II.    Las  bocas  graníticas  y  sieníticas. 
Granito,  sienita,  diorita.    Su  extensión  y  descripción  petrográfica 236 

Cap.  III.    La  formación  cretácea. 

Generalidades.  —  La  formación  cretácea  del  litoral  (turónica).  —  La  formación  cretácea 
en  la  hoya  de  Cuenca.  Arenisca  de  Azogues.  Wealden.  —  La  formación  cre- 
tácea de  la  Cordillera  occidental  y  su  conexión  con  las  rocas  verdes 288 

Cap.  IV.    Las  bocas  pobfídicas  y  las  bocas  verdes. 

Pórfidos.  Porfiritas.  Dioritas.  Su  constitución  petrográfica  y  los  minerales  acceso- 
rios. —  Vetas  y  filones.  —  Minas  de  oro,  plata,  cobre  y  otros  metalas.  .    .    .  258 

Cap.  V.    La  formación  tebciabia. 

Formación  terciaria  marina  del  litoral.  Su  carácter  petrográfico.  Sus  fósiles.  —  For- 
mación lacustre  de  Loja,  Malacatos  y  Vilcabamba.    Sus  fósiles.  —  Lignita. 

—  Cal 272 

Cap.  VI.    Las  formaciones  cuaternarias  y  modernas. 

La  formación  cuaternaria  marina  del  litoral.  —  Salinas.  —  Petróleo.  —  Azufre  nativo. 

—  Volcan  fangoso  y  fuentes  termales.  —  Formación  fluvio-marina.  —  Forma- 
ciones fluviales  y  terrestres.  —  Fuentes  termales  y  minerales.  Toba  caliza. 
Limonita.  Sal.  —  Los  lavaderos  de  oro  de  la  Cordillera  oriental,  de  los  ter- 
renos porfídicos  y  de  la  provincia  de  Esmeraldas.  —  Oro  y  platina 284 

Cap.  VIL    El  terreno  volcánico. 

Su  extensión.  -  Composición  petrográfica.  —  Estructura  de  los  volcanes.  Su  acti- 
vidad. —  Revista  de  los  volcanes  principales  del  Ecuador.  —  Edad  de  la  for- 
mación volcánica.    Fósiles 310 

Apéndice  al  Capítulo  VIL    Terremotos  y  temblores. 

Temblores  del  litoral.  Su  explicación.  Temblores  tectónicos.  —  Revista  de  los  terre- 
motos principales  desde  el  tiempo  de  la  conquista 374 


Parte  III.    Meteorología. 

Generalidades.  —  Vientos  alisios  y  la  corriente  antartica  del  mar.  —  Temperatura.  — 
Presión  atmosférica.  —  Humedad.  Verano  é  invierno.  Vientos.  Estaciones.  — 
Límite  de  la  nieve  perpetua.  —  Clima  del  litoral  y  de  la  sierra 383 


X  TABLA  DE  MATERIAS. 

Parte  IV.    Geografía  botánica  y  zoológica. 

Cap.  I.    La  vegetación  del  ecuadob.  á 

Begiones  y  zonas.  Carta  de  vegetación.  —  La  región  seca  de  la  costa.  —  Región 
húmeda  del  litoral.  Agricultura.  —  Los  bosques  húmedos  de  los  Andes.  — 
Región  interandina  ó  de  los  cereales.  Agricultura.  —  Región  andina  ó  de  los 
páramos 416 

Cap.  II.    La  fauna  del  ecuador. 

Mamíferos.  —  Aves.  —  Reptiles.  —  Peces.  —  Evertebrados.  —  Animales  domesticados. 

Ganadería 452 


Parte  Y.    El  Archipiélago  de  Galápagos. 

Introducción  histórica.  —  Topografía  y  Geología.  —  Formación  de  las  palagonitas. 
Formación  de  las  lavas  basálticas.  —  El  clima.  —  La  vegetación  en  las  dife- 
rentes zonas.  —  La  fauna  indígena.  —  Los  animales  introducidos.  —  Considera- 
ciones sobre  la  colonización  de  las  islas 469 

Apéndice  á  la  geografía  física  del  Ecuador. 

Resumen  de  la  geografía  histórica,  política  y  civil. 

La  República  del  Ecuador.  —  Resumen  histórico.  —  Instituciones  políticas  y  civiles. 
—  El  Gobierno.  —  Población  y  razas.  —  Religión.  —  Instrucción  pública.  — 
Industria  y  Comercio.  —  Comunicación.  —  Monedas,  pesos,  medidas.  —  Rentas 
y  deudas  públicas.  —  Ejército,  armas,  pabellón.  —  Revista  territorial  según 
provincias  y  cantones..    .•..-. 497 

Anotaciones  y  Suplementos. 563 

índice  alfabético 658 


LISTA  DE  LAS  ILUSTRACIONES. 

Láminas  separadas. 

I.    Quito  con  el  Panecillo Enfrente  del  título. 

II.    El  Chimborazo,  desde  Tot orillas de  la  pág.  05 

III.  El  Gotopaxi,  desde  los  cerros  de  Chaupi ,  81 

IV.  El  Antisana,  desde  el  Hato .,     .,     „  89 

V.    El  Pichincha,  desde  Poingasí .,  ...,.,  97 

VI.    Guayaquil,  desde  la  falda  del  cerro  de  Santa  Ana  .    .         .. 129 

VIL    Un  Cacaotal,  en  el  rio  Daule ,  ......  137 

VIII.    Vegetación  al  pié  de  la  Cordillera .,.,,.  417 

IX.    Vegetación  á  inedia  altura  de  la  Cordillera ,  441 

X.    Vegetación  del  Páramo  (Minas  de  Pilzhun) , 449 

XI.    Paisaje  de  las  islas  de  Galápagos  (I.  Indefatigable)    .         .,  ..    .,     ..  481 

XII.    Indios  de  la  provincia  del  Pichincha 529 


Ilustraciones  del  texto. 

Fig.    1.  El  Cajas  y  el  valle  superior  del  rio  Matadero pág.  45 

2.  La  llanura  de  Cuenca.    El  Hospital 41) 

3.  El  valle  de  Gualaceo 50 

4.  Trabajos  del  ferrocarril  en  el  rio  Chanchan            ,  57 

5.  El  Altar,  visto  del  lado  de  Riobamba ,  59 

0.  El  Tunguragua,  visto  del  lado  sur 00 

7.  Riobamba  con  el  Chimborazo  v  el  Carihuairazo 02 

8.  El  Chimborazo,  visto  desde  el  camino  de  San  Andrés  á  Mocha 05 

9.  El  Cotopaxi,  desde  los  páramos  del  Antisana ,  70 

10.  El  lliniza,  visto  del  lado  sureste ,  78 

11.  El  Casaguala 79 

12.  Latacunga 81 

13.  Ambato „  83 

14.  El  Rucu-Pichincha,  visto  del  arenal  del  Guagua-Pichincha .,  8G 

15.  El  Sincholagua,  visto  desde  los  páramos  del  Antisana .,  88 

10.  El  Cayambe 89 

17.  El  Mojanda,  del  lado  norto .,  90 


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LI8TA  DE  LAS  ILUSTRACIONES. 


Fig.  18.  La  plaza  mayor  de  Quito pág.    98 

19.  El  observatorio  astronómico  de  Quito ,,  94 

20.  El  Cotacachi,  visto  del  lado  de  Ibarra 98 

21.  El  Cümbal „  100 

22.  El  Imbabura,  visto  del  lado  occidental „  101 

23.  Un  estero  cerca  de  Guayaquil,  en  tiempo  de  marea  baja 117 

24.  Explicación  de  las  vegas  y  barrancos 122 

25.  Las  Peñas  de  Guayaquil  y  el  cerro  de  Santa  Ana 124 

26.  Los  baños  del  Estero  Salado „  127 

27.  Agua-clara,  cerca  del  Puente  de  Chimbo „  132 

28.  Puente  de  Yaguachi „  133 

29.  Parte  inferior  del  pueblo  de  Vincos ,.  140 

30.  El  rio  Daule  inferior 149 

31.  La  sabana  cerca  de  Pascuales ,,  150 

32.  El  pueblo  de  Puna ,.  152 

33.  Bahía  de  Caráques „  157 

34.  Bahía  y  pueblo  de  San  Francisco 162 

35.  El  volcancito  y  las  fuentes  termales  de  San  Vicente „  291 

36.  Lavadero  de  oro  en  Collay 314 

37.  Explicación  de  la  estructura  de  los  volcanes „  337 

38.  Corte  ideal  de  las  regiones  de  vegetación 441 

39.  Un  cráter  de  palagonita  en  la  isla  de  Chathum ,  473 

40.  La  Punta  de  Cormorant  en  la  isla  Floreana .,  474 

41.  Una  corriente  de  lava  basáltica  en  Chathnm 475 

42.  Indios  de  la  provincia  de  Cañar ,.  530 

43.  Indios  de  Ñapo ,,  533 

44.  Cholos  de  la  sierra 536 

45.  Plano  de  la  ciudad  de  Quito „  550 

46.  Plano  de  la  ciudad  de  Guayaquil ,.  558 

47.  La  articulación  de  los  Andes „  582 


Mapas. 

I.    Carta  geológica  del  Ecuador Al  fin  de  la  o^ra. 

II.    Carta  de  vegetación  del  Ecuador ,,     „    „    ,,      „ 


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INTRODUCCIÓN. 

i. 

La  carta  geográfica  del  Ecuador. 

Como  el  objeto  principal  y  especial  de  la  presente  obra  consiste  en 
acompañar,  explicar  y  completar  la  carta  geográfica  del  pais,  será  bueno 
adelantar  algunas  palabras  sobre  el  nacimiento  de  ella,  sobre  su  valor  rela- 
tivo y  sus  pretensiones. 

A  nadie  se  ocultará,  que  las  cartas  antiguas  que  poseemos  del  territorio 
ecuatoriano,  por  buenas  y  útiles  que  hayan  sido  en  su  tiempo,  ya  no  satis- 
facen á  las  exigencias  modernas, (1)  y  que  es  necesario  hacer  un  paso  ade- 
lante, para  no  quedar  demasiado  atrás  de  las  Repúblicas  vecinas  al  Sur  y 
al  Norte,  que  desde  algún  tiempo  han  comprendido  la  misma  necesidad  de 
reformas  cartográficas  en  sus  territorios  respectivos. (2) 

Si  la  falta  de  un  buen  mapa  se  hace  sentir  en  todas  las  clases  de  una 
sociedad  culta,  es  doblemente  dolorosa  para  el  viagero  científico  y  sobre 
todo  para  el  geólogo,  que  necesita  como  base  indispensable  para  sus  estu- 
dios el  conocimiento  topográfico  tel  terreno.  Ocupado  como  estaba  desde 
veinte  años  en  la  exploración  geológica  del  territorio  ecuatoriano,  fcomencé 
á  subsanar  esa  falta  con  planos  parciales  de  las  localidades  mas  importantes 
bajo  la  vista  geológica.  Poco  á  poco  extendí  los  estudios  geográficos  sobre 
cantones  enteros  y  aun  sobre  provincias,  y  así  me  nació  la  idea  de  formar 
sucesivamente  el  mapa  de  toda  la  República,  á  lo  menos  de  sus  partes  acce- 
sibles, refundiendo  mis  propios  estudios  y  nuevas  observaciones  con  lo  bueno 
que  encontré  en  los  trabajos  antiguos;  idea,  que  perseguí  con  constancia 
durante  los  últimos  quince  años.  No  es  este  el  lugar  de  contar  las  mil  difi- 
cultades intrínsecas  y  extrinecas  que  se  opusieron  á  tamaña  empresa  y  por 
tiempos  la  paralizaron.  Al  fin  alcancé  un  éxito  en  parte  satisfactorio,  aunque 
no  se  verificaron  mis  proyectos  en  toda  su  extensión.  Me  consuelo  con  que 
«ín  magnis  vóluisse  sai  estn!  —  Algunos  de  los  estudios  concernientes  se 
publicaron  en  mis  «Viajes  científicos  por  la  República  del  Ecuador»  (1879), 

Wolf,  Ecuador.  \ 


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*    •*•.  *  INTRODUCCIÓN. 


.cthiá'he  depositado  en  el  Mapa  de  las  provincias  del  Guayas  y  de  los  Rios 
'•/í$82).  Estos  materiales  ya  publicados  y  todos  los  inéditos  (la  mayor  parte) 
,  encontraron  su  aplicación  en  el  actual  mapa  grande  de  la  República,  junto 
con  un  gran  acopio  de  datos  ágenos  y  antiguos. 

De  la  historia  del  mapa  se  deduce  claramente,  que  no  todas  sus  partes 
pueden  tener  el  mismo  valor  intrínseco,  porque  los  diferentes  materiales,  de 
que  debia  valerme  forzosamente  en  su  composición,  no  pueden  pretender  el 
mismo  grado  de  exactidud  y  perfección.  Hay  muchas  partes  en  el  interior 
y  en  la  costa,  basadas  en  triangulaciones  exactas,  propias  y  agenas;  otras 
que  se  fundan  en  mis  apuntes  y  delincaciones  hechas  mediante  la  brújula 
en  los  viajes,  otras,  en  fin,  que  he  tenido  que  trazar  según  los  mapas  anti- 
guos y  por  cuya  precisión  naturalmente  no  puedo  asumir  la  misma  garantía 
y  responsabilidad,  por  mas  cauteloso  que  procedía  en  la  elección  de  esos 
materiales  ágenos  y  antiguos. 

Cartas  tan  exactas  y  minuciosas  hasta  en  sus  últimos  detalles,  como 
las  poseen  la  mayor  parte  de  los  Estados  de  Europa,  son  el  resultado  de  la 
colaboración  de  centenares  de  geógrafos,  astrónomos,  ingenieros,  sociedades 
científicas,  Gobiernos  ilustrados,  y  seria  injusto  medir  con  la  medida  com- 
parativa de  ellas  las  cartas  de  una  República  sudamericana,  que  apenas  sale 
de  los  pañales  de  su  infancia  política  y  tienta  los  primeros  pasos  en  el  vasto 
campo  de  las  ciencias  modernas.  Tales  cartas  quedarán  todavia  por  algún 
tiempo  un  pium  desiderium  para  los  países  sudamericanos. 

Un  solo  hombre  no  alcanzaría  en  toda  su  vida  construir  un  mapa  del 
Ecuador  (mas  dilatado  que  Francia  ó  el  Imperio  alemán),  si  quisiera  basarlo 
en  sus  propias  mediciones  geodésicas  exactas  y  estudios  topográficos  deta- 
llados. Es  indispensable  que  se  valga  de  auxilios  ágenos.  Operaciones  geo- 
désicas en  varias  partes  de  la  República,  observaciones  astronómicas  de 
diferentes  sabios  y  hechas  en  diversas  épocas,  planos  de  innumerables  loca- 
lidades separadas,  cartas  marítimas,  itinerarios  y  descripciones  geográficas, 
bosquejos  y  croquis  mas  ó  menos  completos,  mapas  antiguos  de  misioneros 
y  viajeros,  dibujos  de  paisages  y  hasta  fotografías,  ángulos  tomados  con  la 
brújula  en  los  viajes,  observaciones  barométricas  en  todas  las  alturas  etc.  etc. 
—  todos  estos  materiales  tan  heterogéneos  y  á  veces  de  tan  ambiguo  valor, 
tiene  que  amalgamar  con  prudente  crítica  y  combinar  con  sus  propios  tra- 
bajos en  un  solo  conjunto,  que  en  forma  de  una  carta  geográfica  represente 
el  estado  actual  de  los  conocimientos  geográficos  del  pais.(8) 

Considero  como  un  mérito  principal  de  mi  carta  el  haber  aclarado  la 
región  haja  del  Ecuador  occidental  entre  el  Océano  Pacífico  y  la  Cordillera 
de  los  Andes,  desde  el  rio  Túmbez  hasta  el  rio  Mira,  región  demasiado 
descuidada  anteriormente.     Desaparecieron  los  blancos  extensos  de  la  carta 


LA  CAETA  GEOGRÁFICA  DEL  ECUADOR.  Ó 

de  Maldonado  y  las  montañas  imaginarías,  con  que  Villavicencio  quería  llenar 
estos  vacíos.  Todas  esas  regiones  extensas  de  las  provincias  del  Oro,  del 
Guayas,  de  Los  Rios,  de  Bolivar,  de  Esmeraldas,  con  excepción  de  las  partes 
centrales  deManabí*),  he  visitado  y  estudiado  personalmente,  y  el  levanta- 
miento de  esta  mitad  del  mapa  sobre  bases  nuevas  es  casi  exclusivamente 
obra  mia,  como  se  verá  comparándola  con  las  cartas  antiguas. 

Las  provincias  interiores  quedaron  mejor  trazadas  en  sus  rasgos  prin- 
cipales desde  los  célebres  trabajos  de  los  Académicos  franceses  en  el  siglo 
pasado.  Sinembargo  también  en  esta  parte  hubo  que  hacer  correcciones 
considerables,  sobre  todo  en  las  regiones  que  caen  fuera  de  la  red  de 
triangulaciones  de  los  Académicos,  que  ocupa  solamente  una  zona  angosta 
entre  las  Cordilleras  grandes  desde  Mira  al  N  de  Ibarra  hasta  Tarqui  al  S 
de  Cuenca. 

La  tercera  porción  del  territorio  ecuatoriano,  allende  la  Cordillera  orien- 
tal, que  podemos  llamar  la  región  amazónica,  porque  todos  sus  rios  se  dirigen 
al  Amazonas,  es  la  menos  conocida.  Nuestros  conocimientos  geográficos  de 
la  región  oriental  se  reducen  á  algunas  cartas  antiguas,  que  los  misioneros 
levantaron  en  los  dos  siglos  pasados,  y  á  los  itinerarios  de  algunos  viajeros 
modernos,  que  se  limitan  al  curso  de  unos  pocos  rios  principales.  Todo  el 
interior  de  esta  región  vastísima  es  tierra  incógnita,  y  pasarán  muchas  gene- 
raciones hasta  poder  trazar  un  mapa  medianamente  exacto  de  ella.  Lo  que 
un  solo  geógrafo  actualmente  puede  contribuir  á  esta  obra,  es  bien  poco. 
Por  la  colaboración  de  muchos  y  por  expediciones  científicas  se  aumentarán 
poco  á  poco  los  materiales  geográficos,  conforme  que  se  abran  sucesivamente 
esos  países  á  la  civilización.  Nunca  ha  entrado  en  el  plan  de  mis  estudios 
propios  la  región  oriental,  y  solo  he  recojido  cuantos  materiales  geográficos 
existen  sobre  ella,  para  poder  bosquejarla  con  la  exactitud  posible.  Me  pa- 
reció impropio  presentar  este  bosquejo  en  la  misma  escala  grande,  en  que 
figura  la  parte  estudiada  de  la  República,  siendo  la  pequeña  en  que  lo  pongo, 
mas  que  suficiente  para  exhibir  todo  lo  que  sabemos  de  la  región  oriental. 

En  una  situación  mucho  mejor  nos  hallamos  respecto  á  las  islas  de 
Galápagos.  En  primer  lugar  tenemos  como  fundamento  muy  bueno  de  su 
mapa  las  cartas  marítimas  del  almirantazgo  ingles,  y  en  segundo  lugar  un 
estudio  de  cinco  meses  durante  dos  viajes  me  permitió  completar  su  geo- 
grafía terrestre.  Si  en  el  mapa  presento  el  Archipiélago  en  escala  reducida, 
es  porque  la  falta  de  rios  y  poblaciones  hace  la  lectura  muy  sencilla,  y  la 


*)  Deseaba  dedicar  los  últimos  meses  de  mi  permanencia  en  el  Ecuador  al  perfec- 
cionamiento del  mapa  de  Manabí,  pero  las  bandas  de  montoneros,  que  entonces  con  sus 
asesinatos  tenían  sobresaltada  toda  la  provincia,  frustraron  mis  buenos  deseos. 


4  INTRODUCCIÓN. 

escala  elegida  (la  mitad  de  la  del  mapa  grande)  permite  representar  per- 
fectamente la  configuración  orográfiea  de  las  islas. 

Por  punto  de  salida  para  contar  las  Longitudes,  he  adoptado  el  meridiano 
de  Paris,  indicando  también  en  segunda  linea  el  de  Greenwich.  Quería  en 
esto  conformarme  á  las  últimas  cartas  de  Colombia  y  del  Perú,  aunque  en 
nuestros  tiempos  el  meridiano  de  Greenwich  tenga  una  aceptación  mas  gene- 
ral y  casi  universal  entre  los  navegantes,  por  referirse  á  él  la  mayor  parte 
y  las  mejores  cartas  marítimas  del  mundo*).  Hoy  dia  felizmente  se  ha  aban- 
donado la  costumbre  (particularismo  ridículo)  de  que  cada  pais,  por  pequeño 
é  insignificante  que  sea,  cuente  con  su  propio  meridiano,  dificultando  asi  el 
estudio  de  los  mapas  á  todos  los  geógrafos  que  no  sean  nacionales.  Cual- 
quier geógrafo  del  mundo  civilizado  sabrá  sin  dificultad,  sobre  qué  punto 
del  globo  terrestre  debe  buscar  una  ciudad,  una  provincia,  indicándola  por 
las  Longitudes  de  Paris  ó  de  Greenwich,  mientras  que  designándola  con  el 
meridiano  de  Quito  no  sucederá  así;  primero  tiene  que  buscar  la  diferencia 
entre  Quito  y  Paris  ó  Greenwich,  y  después  reducirá  la  longitud  de  aquella 
ciudad  á  la  umversalmente  conocida.  Por  lo  demás  no  se  concluirá  este 
siglo,  sin  que  desaparezcan  todos  los  meridianos  particulares  y  sin  que  ten- 
gamos un  meridiano  común  y  adoptado  por  todas  las  naciones  civilizadas, 
llámese  de  Paris,  ó  de  Greenwich  ó  de  cualquier  otro  lugar  (probablemente 
no  será  el  de  Quito).  El  Congreso  internacional  de  geógrafos  trabaja  desde 
algún  tiempo  en  pro  de  la  aceptación  de  un  meridiano  universal,  y  en  su 
última  reunión,  que  tuvo  lugar  el  año  pasado  en  Berna  (Suiza),  constituyó 
una  comisión  permanente,  para  que  se  ocupe  seriamente  de  esta  cuestión. 

Por  conclusión  no  será  por  demás  repetir,  que  mi  carta  no  pretende  ser 
una  obra  perfecta  y  completa  en  todas  sus  partes,  y  que  no  será  el  último 
de  sus  méritos  el  que  sus  imperfecciones  estimularen  á  los  geógrafos  veni- 
deros, nacionales  y  estrangeros,  á  corregirla  y  á  perfeccionarla  mas  y  mas. 
Me  conformaré  con  que  tenga  alguna  utilidad  práctica  para  el  Gobierno,  con 
cuya  alta  protección  sale  á  la  luz,  y  para  los  particulares,  ingenieros,  mi- 
neros, agricultores,  comerciantes,  industriales  y  viajeros.  Para  el  geógrafo 
de  profesión  ó  puramente  teórico  señalará  un  cierto  estado  de  transición,  ó 
marcará  el  estado  de  la  geografía  del  pais  á  fines  del  siglo  XIX,  como  el 
mapa  de  Maldonado  lo  marcó  á  mediados  del  siglo  pasado.  Espero  que  este 
estado  actual  no  quedará  por  tanto  tiempo  estacionario,  como  sucedió  con 
el  de  Maldonado,  que  en  el  siglo  XX  los  adelantos  en  el  conocimiento  geo- 


*)  De  consiguiente,  todas  las  Longitudes  indicadas  en  este  libro  (omitiendo  el  «O.  de 
Par.»),  se  refieren  al  meridiano  de  Paris,  salvo  los  casos  en  que  se  cita  expresamente  el 
de  Greenwich  ú  otro. 


POSICIÓN   ASTBONÓMICA,   LÍMITES   Y  EXTENSIÓN   DEL   ECUADOB.  5 

gráfico  del  pais  serán  mas  rápidos,  y  que  por  esto  mi  mapa  será  mas  pronto 
anticuado,  porque  esto  significará  progreso,  lo  único  que  anhelo  con  mis 
trabajos  y  al  que  deseo  contribuir  en  todo  tiempo. 

Creo  que  estas  aclaraciones  previas  indicarán  suficientemente  el  punto 
de  vista,  bajo  el  cual  se  debe  juzgar  mi  carta  geográfica  y  la  obra  que  la 
acompaña.    Deseo  que  la  critica  sea  severa,  pero  á  la  vez  justa. 


II. 

Posición  astronómica,  límites  y  extensión  del  Ecuador. 

La  descripción  geográfica  de  un  pais  comienza  naturalmente  con  la  in- 
dicación de  la  posición  astronómica,  que  ocupa  sobre  el  globo  terrestre,  y 
de  su  extensión  territorial.  Respecto  á  ambos  puntos  el  Ecuador  corre  la 
suerte  de  todas  las  demás  Repúblicas  sudamericanas,  es  decir,  de  que  no 
son  conocidas  con  exactitud  ni  en  su  posición  astronómica  ni  en  su  exten- 
sión. Esta  dificultad,  con  que  el  geógrafo  tropieza  desde  el  principio  de 
sus  estudios,  proviene  no  solamente  de  la  incertidumbre  y  vaguedad  de  los 
limites  con  los  países  circunvecinos  en  todos  sus  detalles,  sino  también  de 
la  falta  de  un  número  suficiente  de  posiciones  astronómicas  y  de  la  poca 
seguridad  de  las  que  existen  actualmente.  En  cuanto  al  último  punto,  de 
todos  los  países  sudamericanos  el  Ecuador  tal  vez  se  halla  en  la  condición 
peor,  por  que  ni  un  solo  punto  de  su  territorio,  incluso  su  Observatorio 
astronómico  en  Quito,  está  determinado  astronómicamente  con  la  exactitud 
suficiente.  Esta  aserción  puede  parecer  muy  atrevida,  y  sinembargo  es 
exacta.  El  mejor  fundamento  que  hasta  ahora  tenemos  en  las  costas  Paci- 
ficas de  Sudamérica  para  las  cartas  geográficas  son,  sin  duda  alguna,  las 
posiciones  astronómicas  de  las  cartas  marítimas  del  Almirantazgo  ingles;  y 
sinembargo  estas  posiciones  han  sufrido  en  los  últimos  decenios  correcciones 
en  parte  considerables.  Tales  correcciones,  ejecutadas  al  Sur  y  al  Norte  de 
nuestra  República,  hasta  ahora  no  se  extendieron  al  territorio  ecuatoriano. 
En  lo  que  toca  al  interior  del  pais  ó  á  la  región  interandina,  prevalecieron  en 
las  geografías  modernas  los  datos  astronómicos  de  Humboldt.  Pero  estos 
datos  son  en  gran  parte  muy  erróneos,  como  se  puede  probar  hasta  la  evi- 
dencia, aun  sin  nuevas  observaciones  astronómicas  y  solo  con  mediciones 
geodésicas.  Los  errores  que  encontramos  en  las  Longitudes  de  Humboldt, 
son  de  seis  á  doce  y  aun  mas  minutos  de  arco  (2  á  4  leguas  y  mas),  y  son 
demasiado  considerables  para  poderlos  conservar  en  adelante.  Por  esto  me 
he  visto  precisado  á  colocar  todo  el  interior  de  la  República  mucho  mas  al 


6  INTRODUCCIÓN. 

Este  de  lo  que  se  encontraba  hasta  ahora  en  los  mapas,  sin  lisonjearme  con 
la  esperanza  de  haber  acertado  en  todos  los  puntos.  Quito,  la  capital  de 
la  República  se  halla  según  las  observaciones  de  Reiss  y  Stübel  lo  menos 
12  minutos  mas  al  Este  de  lo  que  supusimos  hasta  ahora,  apoyados  en  la 
autoridad  de  Humboldt.  Alausi  cae,  según  mis  propias  observaciones  y 
mediciones,  mas  de  20  minutos  hacia  el  oriente.  Una  transladacion  hacia 
el  Este  es  necesaria,  el  grado  á  que  llega  en  cada  caso  particular,  es  todavía 
dudoso.  Tiempo  seria,  que  el  Observatorio  astronómico  de  Quito,  después 
de  20  años  de  su  existencia,  contribuyera  finalmente  algo  á  la  aclaración  y 
solución  de  esta  cuestión  importante.  No  me  he  resuelto  á  una  alteración 
tan  esencial  en  el  mapa  del  pais  sin  motivos  poderosos,  y  solo  después  de 
consultar  los  resultados  de  las  observaciones  astronómicas  de  los  Señores 
Reiss  y  Stübel  me  he  tranquilizado  del  todo  sobre  la  reforma,  a  que  me 
sentia  impujado  forzosamente  por  mis  estudios  de  los  últimos  años.(4>  Hablo 
aqui  especialmente  de  la  Longitud  de  los  lugares,  pues  en  las  Latitudes  no 
reina  tanta  confusión  é  incertidumbre.  Su  determinación  es  mas  fácil  y  mas 
sencilla,  por  esto  las  diferencias  que  hay  entre  los  diversos  observadores, 
no  son  tan  grandes  y  comunmente  se  reducen  á  segundos. 

De  lo  que  antecede,  podemos  deducir,  qué  valor  tienen  las  posiciones 
que  encontramos  en  las  geografías  del  pais  (desde  Velasco  hasta  Mera)  ex- 
presadas en  grados,  minutos  y  hasta  en  segundos,  y  se  explicará  porqué  en 
este  libro  soy  muy  parco  con  indicaciones  astronómicas  y  casi  siempre  omito 
los  segundos  (¡ojalá  que  siempre  pudiéramos  indicar  los  minutos  siquiera 
con  aproximación!). 

Por  punto  do  salida  mas  seguro  debemos  tomar  por  ahora  la  costa 
ecuatoriana  desde  Túmbez  hasta  la  Punta  Mangles  en  la  desembocadura  del 
rio  Mira,  primero  para  conformarnos  con  los  mapas  modernos  de  nuestros 
vecinos  de  Colombia  y  del  Perú,  y  segundo  porque  en  este  lado  las  correc- 
ciones de  las  posiciones  astronómicas,  que  se  hagan  con  el  tiempo  en  las 
cartas  marítimas,  serán  insignificantes  en  comparación  de  las  que  se  veri- 
ficarán en  el  interior,  y  probablemente  vendrán  á  ser  uniformes  por  toda 
la  extensión  de  la  costa,  es  decir,  que  ella  toda  se  trasladará  unos  tantos 
segundos  mas  al  Este  ó  al  Oeste,  sin  que  cambie  la  configuración  que  tiene 
ahora.  Pero  antes  de  proceder  á  la  demarcación  astronómica  de  la  República 
y  al  cálculo  de  su  área,  es  necesario  adelantar  algunas  palabras  sobre 

La  cuestión  de  límites.  Esta  materia  sola  llenaría  un  grueso  volumen, 
si  quisiéramos  agotarla.  (6>  Aqui  me  limito  á  explicar  los  motivos  de  haber  tra- 
zado los  linderos  de  tal  modo  como  se  hallan  en  mi  mapa. 

El  Ecuador  linda  al  Norte  con  Colombia,  al  Este  con  Brasil  y  al  Sur 
con  el  Perú,  hallándose  al  Oeste  limitado  por  el  Océano  Pacífico. 


POSICIÓN   ASTRONÓMICA,    LIMITES   Y   EXTENSIÓN   DEL    ECUADOR.  7 

Está  vigente  un  tratado,  que  se  celebró  en  1856  entre  las  Repúblicas  del 
Ecuador  y  de  Colombia,  y  cuyo  articulo  26  dice:  «Mientras  que  por  una  con- 
vención especial  se  arregla  de  manera  que  mejor  parezca,  la  demarcación 
de  límites  territoriales  entre  las  dos  repúblicas,  ellas  continúan  reconocién- 
dose mutuamente  los  mismos,  que  conforme  a  la  ley  colombiana  de  25  de 
junio  de  1824  separaban  los  antiguos  departamentos  del  Cauca  y  del 
Ecuador.» 

Esta  convención  especial,  de  que  habla  el  articulo,  no  so  ha  celebrado 
hasta  la  fecha,  y  asi  es  claro  que  en  la  fijación  del  lindero  con  Colombia 
solo  puede  y  debe  guiarnos  la  citada  ley  de  1824,  ó  el  mapa  de  Restrepo, 
que  traza  los  linderos  de  los  departamentos,  que  ahora  forman  el  Ecuador, 
conforme  á  la  misma  ley. 

Principia  el  lindero  al  Oeste  en  la  «boca  de  Ancón»,  que  según  Restrepo 
es  á  la  vez  la  boca  meridional  del  Rio  Mira,  y  delante  de  la  cual  está  situada 
una  isla  formando  el  «Cabo  Manglares»  (aPunta  Mangles»  de  las  cartas  mo- 
dernas). Prolongando  la  puntacion  de  la  frontera  de  Restrepo  en  linea  recta, 
saldría  precisamente  en  dicho  «Cabo»  á  la  mar.  El  dibujo  de  la  ensenada 
de  Ancón  y  sus  partes  colindantes  hacia  el  Norte,  es  muy  defectuoso  en  el 
Atlas  de  Restrepo,  y  hasta  que  será  mejor  estudiado  el  complicado  delta  del 
rio  Mira  y  designado  definitivamente  el  brazo  que  debe  servir  de  límite,  me 
pareció  conveniente  salir  en  mi  mapa  de  la  Punta  Mangles  y  seguir  el  brazo 
del  Mira,  que  se  dirige  al  Este  y  que  sin  duda  corresponde  mejor  al  que 
encontramos  en  Restrepo.  —  En  seguida  el  rio  Mira  mismo  forma  la  fron- 
tera hasta  la  boca  del  rio  de  San  Juan,  que  falta  en  el  mapa  de  Restrepo, 
y  por  esto  hace  subir  la  linea  divisoria  demasiado  arriba  hacia  el  Este,  casi 
hasta  el  pueblo  de  Mira.  Pero  en  el  mapa  de  Codazzi,  que  está  muy  lejos 
de  perjudicar  los  derechos  de  Colombia,  y  quita  al  Ecuador  cuanto  puede, 
encontramos  la  linea  trazada  al  lado  del  rio  de  San  Juan  y  subiendo  á  los 
páramos  del  Chiles.  En  efecto  os  el  rio  de  San  Juan  el  lindero  que  parece 
conformarse  á  la  ley  de  1824  y  que  corresponde  también  á  la  posesión  actual. 
De  las  cabeceras  de  este  rio  pasa  la  frontera  por  las  faldas  setentrionales 
del  volcan  de  Chiles  ó  entre  este  y  el  Cumbal,  y  baja  al  Este  á  encontrarse 
con  el  rio  de  Carchi,  al  que  sigue  hasta  mas  allá  de  Tulcan.  En  con- 
tinuación sube  por  un  ramal  á  la  Cordillera  oriental  de  los  Andes,  y  vira 
por  su  cresta  hacia  el  Norte,  para  dirigirse,  casi  enfrente  de  Pasto  y 
un  poco  al  Norte  de  la  gran  laguna  de  San  Pablo  (la  Cocha),  con  un 
ángulo  fuerte  al  Sureste,  bajando  por  el  ramal  de  la  Cordillera  que  separa 
el  sistema  fluvial  del  Putumayo  del  del  rio  Guarnes,  hasta  tocar  con  el 
Putumayo  mismo.    Este  último  rio  constituye  el  lindero  hasta  la  boca  del 


8  INTRODUCCIÓN. 

rio  de  S.  Miguel  ó  de  Sucumbios*);  de  ahí  sube  la  linea  al  Norte  hasta  en- 
contrarse con  el  Caquetá  ó  Yapurá  en  un  punto  que  debe  hallarse  cerca  de 
la  confluencia  del  rio  Orteguasa  (ó  de  la  Fragua?),  en  cuanto  so  puede 
deducir  del  pequeño  mapa  de  Restrepo,  y  finalmente  sigue  al  gran  Caquetá 
hasta  la  desembocadura  del  rio  Apoporis,  en  la  frontera  del  Brasil. 

El  lindero  con  él  Brasil  es  sencillo  y  consiste  en  una  linea  recta,  tirada  desde 
la  boca  del  Apoporis  en  el  Yapurá  hasta  la  boca  del  rio  Yavari  en  el  Amazo- 
nas cerca  de  Tabatinga.  Al  lado  sur  del  Amazonas  ol  rio  Yavari  forma  el 
lindero  con  el  Brasil  desde  su  boca  hasta  cerca  de  la  desembocadura  del 
rio  Gálvez.  Este  lindero  no  es  conforme  al  tratado  de  San  Ildefonso  en  1777, 
que  celebraron  las  cortes  de  España  y  Portugal,  como  supone  Cevállos  (Res. 
de  la  Hist.  del  Ecuador,  I,  pg.  8)  y  como  se  anota  en  el  último  mapa  del 
Ecuador  de  Flemming.  También  el  doctor  Men ten  está  equivocado  diciendo: 
«Continúa  desde  ese  punto  (el  Salto  grande  del  Coqueta)  el  lindero  según 
Restrepo,  siguiendo  la  orilla  meridional  del  gran  Caquetá  hasta  dar  con  un 
punto  desde  el  cual  el  meridiano  hacia  el  Sur  sigue  directamente  la  unión 
del  Yavari  con  el  Marañon»  (Bol.  del  Obs.  astr.  1879,  N.  5,  pg.  106).  Precisa- 
monte  Restrepo  dá  en  su  carta  de  Colombia  (tengo  presento  la  edición  de 
1827)  el  verdadero  lindero  conforme  al  tratado  de  San  Ildefonso,  haciendo 
bajarlo  de  la  boca  del  Apoporis  por  el  rio  Yapurá  hasta  el  primer  canal, 
que  de  este  rio  se  dirige  al  Amazonas,  y  haciéndolo  subir  por  el  Amazonas 
hasta  la  boca  de  Yavari.  Hé  aqui  el  art.  11  del  célebre  tratado  do  San  Ilde- 
fonso: «Bajará  la  linea  (divisoria  entre  las  posesiones  españolas  y  portuguesas) 
por  las  aguas  de  estos  dos  rios  Guaporé  y  Mamoré  ya  unidos  con  el  nombre 
de  Madera,  hasta  el  paraje  situado  en  igual  distancia  del  rio  Marañon  ó 
Amazonas  y  de  la  boca  del  rio  Mamoré;  y  desde  aquel  paraje  continuará 
por  una  linea  leste-oeste  hasta  encontrar  con  la  ribera  oriental  del  rio  Yabarí, 
que  entra  en  el  Marañon  por  su  ribera  austral;  y  bajando  por  las  aguas  del 
mismo  Yabarí  hasta  donde  desemboca  en  el  Marañon  ó  Amazonas,  seguirá 
aguas  abajo  de  este  rio,  que  los  Españoles  suelen  llamar  Orcllana  y  los  Indios 
Guicna  hasta  la  boca  mas  occidental  del  Yapurá  que  desagua  en  él  por  la 
margen  septentrional.»  —  «Art.  12.  —  Continuará  la  frontera  subiendo  aguas 
arriba  de  dicha  boca  mas  occidental  del  Yapurá  y  por  en  medio  de  este  rio 
hasta  aquel  punto  en  que  puedan  quedar  abiertos  los  establecimientos  portu- 
gueses de  las  orillas  de  dicho  rio  Yapurá  y  del  Negro,  como  también  la  comu- 
nicación ó  canal  de  que  se  servían  los  mismos  Portugueses  entre  estos  dos  rios 


*)  El  rio  del  San  Miguel  desemboca  sin  duda  alguna,  y  también  según  la  explora- 
ción mas  reciente  de  Mr.  Crevaux,  en  el  rio  Putumayo,  y  no  en  el  Aguarico  (Ñapo), 
como  creen  algunos. 


POSICIÓN   ASTRONÓMICA,   LÍMITES   Y  EXTENSIÓN  DEL  ECÜADOB.  9 

al  tiempo  de  celebrarse  el  tratado  del  límites  de  13  de  enero  de  1750»  etc.  etc. 
El  resto  del  tratado  no  nos  toca  directamente.  Este  tratado  fué  modificado 
por  el  nuevo  que  se  celebró  en  1851  entre  el  Brasil  y  el  Perú,  creyéndose  el 
último  con  derecho  a  la  mayor  parte  de  la  Región  oriental  que  reclama  el 
Ecuador.  Solamente  en  esta  ocasión  se  fijó  definitivamente  como  lindero 
una  linea  recta  que  pasa  de  la  Boca  del  Yavari  á  la  del  Apoporis,  y  una 
comisión  mixta  de  peruanos  y  brasileros  fijó  en  los  años  de  1871  a  1874  los 
mojones  en  el  Amazonas,  Putumayo  y  Yapurá,  conforme  al  contrato  citado 
(Raimondi,  Perú,  III,  pg.  481).  Las  posiciones  astronómicas  encontradas  para 
los  tres  puntos  principales  de  la  linea  son  las  siguientes: 

Long.  O.  do  Greenw.   Lal.  Sur 
Mojón  enfrente  de  la  boca  del  Apoporis         6ÍT  24'  55"  Io  31'  29" 

Mojón  á  las  orillas  del  Putumayo  69°  40'  29"  2o  53'  12" 

Quebrada  do  S.  Antonio,  frontera  en  el 

rio  Amazonas  69°  54'  00"  4o  13'  21" 

Raimondi  lamenta  los  resultados  de  la  convención  brasilero -peruana, 
diciendo:  «Resulta  pues,  que  los  limites  entre  el  Perú  y  el  Brasil,  fijados  en 
1851,  son  muy  desfavorables  para  el  Perú,  pues  con  la  nueva  linea  divisoria 
ha  perdido  la  República  una  extensión  de  territorio  de  1800  leguas  cuadra- 
das, con  dos  grandes  ríos  navegables,  el  Yapurá  y  el  Putumayo;  y  lo  que 
es  peor,  ha  perdido  el  Perú,  con  este  Tratado,  la  puerta  de  entrada  al  Putu- 
mayo, esto  es,  su  boca  para  poder  entrar  y  navegar  toda  la  gran  parte  de 
este  rio,  que  todavía  le  pertenece  desde  la  nueva  linea  divisoria  con  el  Bra- 
sil hasta  el  punto  en  que  dicho  rio  por  sus  saltos  y  cataratas  no  es  nave- 
gable.» (Perú,  III,  pg.  216).  La  pérdida  que  lamenta  el  señor  Raimondi,  pro- 
piamente sufrió  el  Ecuador,  y  á  él  tocó  el  arreglo  de  límites  con  el  Brasil 
en  esa  parte.  Sinembargo  creo  que  tenemos  que  respetar  la  linea  trazada 
por  los  Peruanos  (de  buena  fé,  como  suponemos),  no  por  la  fuerza  de  este 
tratado,  sino  por  otros  motivos.  Parece  que  después  del  tratado  de  San 
Ildefonso  los  portugueses  extendieron  su  dominio  mas  hacia  el  Oeste  y  que 
esta  extensión  de  limites  fué  reconocida,  siquiera  tácitamente  por  el  Gobierno 
español;  pues  la  linea  divisoria  entre  Tabatinga  y  la  boca  del  Apoporis  ya 
se  halla  en  el  mapa  autógrafo  de  Velasco  con  la  lectura:  « Parte  de  los  nue- 
vos dominios  de  Portugal»;  ademas  se  encuentra  en  la  carta  de  Humboldt, 
que  en  la  cuestión  de  limites  es  una  autoridad  notable,  habiéndola  estu- 
diado prolijamente  según  las  mejores  fuentes.  El  Mapa  peruano  de  1826  y 
las  cartas  modernas  todas  indican  el  lindero  del  mismo  modo.  De  consi- 
guiente, si  en  mi  pequeño  mapa  de  la  Región  oriental  acompaño  la  linea 
divisoria  con  la  lectura:  «Tratado  entre  el  Perú  y  el  Brasil,  el  23  de  Oct. 
de  1851»,  de  ningua  modo  quiero  aprobar  el  hecho  de  haberlo  celebrado  el 
Perú,  sino  indicar  solamente  que  dicha  linea,  reconocida  tácitamente  mucho 


I»  •  INTRODUCCIÓN*. 

aníi^  por  el  Brasil  y  Colombia,  fu**  trazada  definitamente  en  1*31  y  deter- 
rmnada  posteriormente  su  posición  astronómica. 

E¡  lindero  del  Ecuador  hacia  •  /  Sur.  con  la  Be^áhtica  dtl  Perú  es  el  mas 
o  ■replicad"  y  ma-s  difícil  de  trazar.  Xo  dudo  que  las  dos  Repúblicas  llega- 
os r.  li  celebrar  un  tratad"  de  limites  conveniente  á  los  intereses  mutuos  v 
«¿ae  ia  linea  itivisoria  definitiva  sera  notablemente  distinta  de  la  que  figura 
•=T:  mí  mapa.  Pero  entre  tantu  que  se  verifique  ese  arreglo,  no  puedo  hacer 
r.tra  ó>sa  -ino  poner  los  limitas  según  las  pretensiones  del  Ecuador,  fundadas 
en  el  «l"ii  possidetis  ■  de  l-SK».  y  prescimliendo  de  la  Cédula  real  de  1802, 
cuv»..  valor  v  observancia  niega  el  Ecuador.*!  Para  el  trazo  de  este  lindero 
-irve  el  Atlas  de  Kestrepo  1 1*27),  la  Carta  general  de  Colombia  por  Hum- 
bold?  i  l^iói.  y  un  Mapa  físico  y  político  del  alto  y  Ivijo  Peni  publicado 
en  IsM  por  •.•rden  del  Gobierno  peruano.  El  primero  y  el  ultimo  son  docu- 
mentos oficiales,  y  Humboldt  es  en  este  punto  una  autoridad  notable,  porque 
e>tudio  la  cuestión  de  limites  al  principio  de  nuestro  siglo  y  en  las  mismas 
regiones  amazónicas  que  visito,  según  los  mejores  documentos  y  con  el  fin 
¡•anicular  de  corregir  los  linderos  de  los  mapas  antiguos. 

íegun  Restrepo  y  Humboldt  J  rio  T»\ml»,z  mismo  es  el  lindero  entre 
Colombia  i  Ecuador»  y  Peni,  desde  su  K*ca  hasta  la  quebrada  del  Casadero, 
que  «lista  de  aquella  unas  nueve  leguas,  y  este  parece  ser  el  lindtro  de 
dtr-.ck.'.  Pero  del  mapa  peruano  citado  se  ve  que  ya  en  lx2»>  existió  otro 
•l*  h**:h r.  que  coincide  casi  con  el  que  las  dos  naciones  actualmente  respetan. 
aunque  s«*a  como  interino,  y  que  comienza  en  la  h«va  de  Tapones,  entra  en 
*i  estero  d*  la  Huaquilla  hasta  la  boca  del  rio  de  Zarumilla.  y  sigue  el  curso 
de  rste  mismo  rio  hasta  cerca  de  sus  cabeceras.  De  ahi  cae  con  una  linea 
recra  *n  dirección  X-S  al  rio  Tumbez,  v  sigue  su  curso  al  iWte  hasta  la 
■Ju^brada  del  «"asadero.  El  terreno  comprendido  entre  el  lindero  primitivo 
iM  rio  Tumbez»  y  el  infierno  idel  rio  Zarumilla i  mide  unos  IXtí  Kilom.^1 
•  — 431eg.3Z».  De  la  Qu*?»rada  d<  (  aviií»  »■•»,  que  en  verano  ^iieda  seca,  vá 
el  lindero  casi  en  linea  recta  al  Sur.  atravesando  unas  montañas  bajas  hasta 
encontrarse  con  A  origen  de  la  (¿inorada  ii»  l»$  Pilar*.  >  •."■  tí»  l?~<  Parag.  que 
es  un  pequeño  tributario  del  rio  de  Alamar.  Por  el  curso  de  la  quebrada 
v  mas  abajo  del  rio  de  Alamor  llega  al  rio  Catawaii"  cerca  de  la  hacienda 
de  .>--í»iw-.i.  v  vira  rio  arriba  en  dirección  XE  hasta  la  Uva  del  rio  Macará. 
E!  ::tim-'  rio  ■  onstituve  el  lindero  por  todo  su  curso  \  hasta  su  origen  en 
la  <JH'.r-'.ida  E+i"'nd"la  v   sobre  el   M«fcí>-  d*    Sah.iKiUa.     Por  algún   trecho  la 


■"■"i.1.   -"  -rz>:    .vil    -ju».1   >o    LT-.s»;:;ía:;    i^    I:::vi:os   o:*.    *fcos    uia^is   xvrv..v;.-s    :*j-.>d-Tuos 


POSICIÓN   ASTRONÓMICA,  LÍMITES   Y  EXTENSIÓN  DEL   ECUADOR.  11 

cresta  de  la  Cordillera,  que  separa  el  sistema  fluvial  del  rio  Chinchipe  del  del 
rio  Quiroz,  es  también  el  lindero  político;  pero  muy  pronto,  desde  las  cabe- 
ceras del  rio  de  Huancabamba,  encontramos  diferencias  notables  en  los  ma- 
pas antiguos.  Según  Restrepo  sigue  el  lindero  siempre  sobre  la  misma  Cor- 
dillera principal,  que  separa  la  región  amazónica  de  la  pacífica,  hasta  el 
grado  6  de  latitud  Sur,  desde  donde  vira  al  Este  y  baja  al  Amazonas. 
Humboldt  indica  el  mismo  lindero  hasta  5o  307  Lat.  S.,  pero  de  ahi  baja  de 
la  Cordillera  al  rio  de  Huancabamba  y  sigue  el  curso  de  este  hasta  el  grado 
6o,  de  manera  que  incluye  toda  la  hoya  superior  de  Huancabamba  en  el 
territorio  colombiano  (resp.  ecuatoriano).  Finalmente,  la  Carta  peruana  de 
1826  rodea  con  su  lindero  la  hoya  superior  del  Huancabamba  por  el  lado 
oriental,  incluyéndola  en  el  territorio  peruano,  pero  después  desciende  tam- 
bién al  rio  de  Huancabamba,  tocándolo  casi  en  el  mismo  lugar  que  Humboldt 
y  siguiéndolo  hasta  el  punto  en  que  vira  al  Este  (punto  que  en  la  carta 
peruana  está  mas  al  Norte  que  en  la  de  Humboldt).  La  carta  de  Restrepo 
es  en  sus  parles  australes  demasiado  defectuosa  para  poderla  comparar  con 
las  otras  dos,  y  por  esto  indicaré  el  lindero  desde  el  Huancabamba  hasta  el 
Yavari  según  estas,  que  en  todo  lo  principal  están  acordes,  aunque  difieren 
á  veces  en  los  detalles  topográficos.  En  el  punto  indicado,  en  que  vira  el 
rio  de  II.  al  Este,  el  lindero  abandona  su  orilla  y  sigue  todavia  algunos 
minutos  al  Sur  hasta  encontrarse  con  el  rio  Chota,  quo  es  un  pequeño  tri- 
butario del  Huancabamba.  Cruzando  este  rio  se  dirige  al  oriente  y  toca 
con  el  Marañon  unas  5  leguas  al  Sur  de  la  boca  do  Chamaya  (que  es  la 
misma  que  la  del  Huancabamba).  Desde  el  Amazonas  tira  el  lindero  siempre 
con  la  dirección  general  O-E,  pero  en  un  arco  abierto,  al  rio  de  Huallaga 
de  tal  modo  que  cruza  los  rios  de  Utcubamba  y  Chuchunga,  deja  al  Sur 
lodo  el  sistema  fluvial  del  rio  Mayo  ó  de  Moyobamba,  y  coje  cerca  de  Bal- 
sapuerto  el  rio  Paranapura,  cuyo  curso  sigue  hasta  el  Huallaga  cerca  de 
Yurimaguas.  Desde  este  punto  cruza  de  O-E  una  región  montañosa  hasta 
encontrarse  con  el  rio  Ucayali  en  un  punto  que  en  el  mapa  peruano  se  llama 
« Playa  de  los  ahorcados».  Después  de  seguir  el  curso  del  Ucayali  por  el 
trecho  de  unas  15  leguas,  lo  abandona  y  vá  en  dirección  NEE  al  rio  Yavari 
con  que  se  encuentra  cerca  de  la  boca  del  rio  Gálvez.  Y  el  Yavari  forma 
el  lindero  con  el  Brasil  hasta  su  boca  en  el  Amazonas,  como  hemos  visto 
mas  arriba. 

Determinados  de  tal  modo  los  límites  de  la  tierra  firme  del  Ecuador, 
solo  debemos  agregar  que  el  Archipiélago  de  las  islas  Galápagos  forma  parte 
integrante  de  la  República,  desde  1832. 

Si  queremos  determinar  mediante  posiciones  astronómicas  los  puntos 
extremos  y  mas  salientes  del  pais,  notaremos  las  siguientes:  De  N  al  S  se 


12  INTRODUCCIÓN. 

extiende  la  República  en  la  costa  desde  la  Punta  Mangles,  al  N  de  la  boca 
de  Ancón,  en  81°  23'  Long.  O  de  Par.  y  1"  37'  Lat.  N  hasta  la  boca  del  estero 
de  Capones  en  82°  36'  Long.  O  y  3o  25'  Lat.  S.  El  punto  mas  saliente  hacia 
el  Oeste  es  la  Puntilla  de  Santa  Elena  en  83°  207  Long.  y  2o  11'  Lat.  S.  La 
diferencia  ó  la  distancia  entre  los  dos  extremos  es  de  5o  2'  Lat.  —  En  el  lin- 
dero setentrional  notaremos  como  el  punto  mas  saliente  en  la  Cordillera,  el 
ángulo  que  hace  al  Este  de  Pasto,  y  que  se  halla  aproximadamente  en  79°  25' 
Long.  y  Io  10'  Lat.  N.  —  Los  dos  puntos  extremos  del  lindero  oriental  con- 
tra el  Brasil  ya  quedan  indicados  mas  arriba.  Repetiré  las  posiciones  con 
la  reducción  al  meridiano  de  Paris:  la  boca  del  Apoporis  se  halla  en  71°  45'  4" 
Long.  y  Io  31'  29"  Lat.  S.  y  él  mojón  en  la  Quebrada  de  S.  Antonio  cerca  de 
Tabatinga  en  72°  14'  9"  Long.  y  4o  13'  21"  Lat.  S.  —  En  la  frontera  meridional 
con  el  Perú  se  halla  el  punto  mas  austral  del  lindero,  antes  de  cruzar  el  rio 
Amazonas,  aproximadamente  en  81°  15'  Long.  y  6o  6' Lat.  S.(6b)  —  La  posición 
del  Archipiélago  de  Galápagos  es  la  siguiente:  Longitud:  entre  91°  41'  y  94°  50/ 
O  de  Paris  (Extensión  de  E-0  =  3a9'),  Latitud:  entre  0o  39'  N  y  1°  37'  S 
(Extensión  de  N-S  =  2°6'). 

Área  del  terreno  de  la  República.  —  Si  el  Ecuador  reclamaría  todo 
el  terreno  á  que  se  creo  con  derecho,  conforme  á  los  límites  indicados,  el  área 
de  la  República  comprendería  aproximadamente  714,860  kilóm.  cuadrados  ó 
23,080  leguas  cuadradas.    Hé  aquí  los  cálculos  parciales : 

I.  Tierra  firme  del  Ecuador,  incluyendo  las 

islas  cercanas  á  la  costa 707430  km.  ü  =  22840  leg.  Q 

II.  Islas  de  Galápagos 7430      »       =      240     » 

714860  km.  □  =  23080  leg.  G 

De  la  tierra  firme  ocupa  actualmente  el  Perú: 

Io  en  Túmbez,  la  región  entre  el  rio  Tdmbez 

y  el  rio  de  Zarumilla 1 330  km.  Q  =        43  leg.  Q 

2o  en  Jaén,  la  región  entre  la  orilla  derecha 
del  rio  Chinchipe  y  la  izquierda  del  Ma- 
rañon '  .        8400      »        =      271      » 

3°  en  Mainas,  toda  la  región  al  lado  derecho 

del  rio  Amazonas 107200      »       =    3461      « 

Ademas  pretende  el  Perú  toda  la  región  del 
Oriente  al  lado  izquierdo  del  Amazonas, 
entre  el  rio  Chinchipe  y  la  frontera  del 
Brasil,  hasta  donde  los  rios  son  nave- 
gables, es  decir,  hasta  el  pié  de  la  Cor- 
dillera oriental,  región  que  se  calcula 
aproximadamente  en 386500      »       =  12478      » 

Área  total  ocupada  ó  pretendida  por  el  Perú    503430  km.  Q  =  16253  leg.  Q 

quiere  decir  mas  de  las  dos  terceras  partes  de  la  República,  cuya  tierra  firme  quedaria 
reducida  a  204000  km.CJ  =6587  leg.  O ! 

No  sé  de  punto  fijo,  cuales  sean  los  limites  pretendidos  por  la  Rep.  de 


POSICIÓN  ASTRONÓMICA,   LÍMITES  Y   EXTENSIÓN  DEL   ECUADOR.  13 

Colombia  (¡es  imposible  que  sean  los  del  mapa  de  Codazzü),  por  esto  no 
pude  calcular  el  terreno  que  quieren  quitar  al  Ecuador. 

¡Véase,  pues,  si  el  arreglo  definitivo  de  los  limites  es  una  cuestión 
vital  para  el  Ecuador! 

Advierto,  que  el  cálculo  de  Villavicencio,  que  dá  ú  la  República  1G000 
y  al  Archipiélago  de  Galápagos  800  leg.  □,  cálculo  que  ha  pasado  á  todas 
las  geografías  modernas  y  á  los  libros  de  enseñanza  del  pais,  carece  de  todo 
fundamento,  y  seria  falso  aun  en  el  caso  supuesto,  de  que  sus  linderos  fue- 
sen aceptables. 


PARTE  I 

TOPOG-KAFIA. 

(Hidro-  y  Orografía.) 

En  la  descripción  geográfica  de  un  pais  la  hidrografía  y  la  orografía  es 
la  parte  mas  importante  y  á  la  par  la  mas  difícil.  Los  catálogos  monótonos 
de  ríos  y  montañas,  como  los  rezan  las  antiguas  geografías,  no  pueden  dar 
una  idea  de  lo  que  es  el  pais.  Si  no  queremos  contentarnos  con  una  enu- 
meración en  orden  jerárquico  (Velaseo,  Villavicencio),  si  queremos  dar  una 
descripción  del  terreno,  es  preciso  entrar  en  muchos  y  complicados  detalles, 
aunque  sea  con  el  riesgo  de  fastidiar  al  lector  con  repeticiones  y  con  un 
lenguaje  poco  variado.  Aconsejo  que  se  estudie  esta  parte  del  libro  con  el 
mapa  á  la  vista,  método  que  se  recomienda  también  para  las  otras  partes. 
—  Antes  de  entrar  en  esos  detalles,  echemos  una  ojeada  general  sobre  el 
terreno  que  debemos  analizar. 

Generalidades. 

El  Ecuador  está  atrevesado  en  su  tercio  occidental  por  el  espinazo  del 
Continente  Sudamericano,  es  decir  por  la  gran  (Cordillera  de  los  Andes.  De 
este  fenómeno  geológico  dependen  todas  sus  condiciones  orográf icas ,  liidro- 
gráficas,  climatológicas,  biológicas  y  hasta  las  etnográficas  en  gran  parte. 
Las  montañas  del  Ecuador  forman  en  su  mayoría  partes  integrantes  de  la 
Cordillera  principal  ó  están  á  lo  menos  en  un  conexo  causal  con  el  levanta- 
miento de  los  Andes.  El  desarrollo  de  los  sistemas  fluviales  depende  directa- 
mente de  la  configuración  de  las  montañas  en  su  dirección  y  extensión.  El 
clima  y  las  condiciones  meteorológicas  del  pais  se  hallan  en  intima  depen- 
dencia de  las  altas  montañas  y  sin  ellas  serian  inexplicables;  lo  mismo  di- 
gamos de  las  zonas  vegetales  y  de  la  distribución  de  la  vida  animal,  que  á 
su  vez  dependen  del  clima.  Hasta  la  vida  del  hombre  está  en  cierto  grado 
bajo  el  influjo  de  la  Cordillera  de  los  Andes.     Ella  estableció  la  separación 


GENERALIDADES.  15 

tan  notable  entre  las  naciones  salvajes  indígenas,  cuyo  desarrollo  era  muy 
distinto  al  occidente  de  los  Andes  del  del  lado  oriental,  y  que  solo  en  las 
regiones  altas  y  montañosas  llegaron  al  grado  de  cultura  y  civilización,  que 
admiramos  en  las  naciones  andinas  de  la  época  antigua.  Asi  observamos 
que  la  Cordillera  de  los  Andes  es  en  efecto  el  prototipo  fundamental,  que 
determina  todo  el  carácter  geográfico  del  Ecuador.  Los  Andes  son  para  el 
Ecuador  lo  que  los  Alpes  para  la  Suiza.*) 

Los  Andes  dividen  el  Ecuador  en  tres  regiones  bien  marcadas  que  se 
distinguen  perfectamente  tanto  en  lo  físico,  cuánto  en  lo  político  y  civil. 

Io.  El  Ecuador  occidental,  comprende  los  países  bajos  entre  la  costa 
y  el  pió  de  la  Cordillera  occidental. 

2o.  El  Ecuador  central  ó  alto,  se  compone  de  las  provincias  andinas, 
situadas  sobre  las  Cordilleras  y  sus  faldas  exteriores  á  ambos  lados. 

3o.  El  Ecuador  oriental,  se  extiende  de  las  faldas  inferiores  de  la  Cor- 
dillera oriental  sobre  las  bajas  regiones  de  la  hoya  amazónica. 

Para  determinar  el  rumbo  general  de  los  Andes,  tomemos  la  Cordillera 
oriental  como  la  principal  y  la  mas  regular.  Una  linea  recta,  tirada  desde 
el  nudo  de  Sabanilla  cerca  de  las  cabeceras  del  rio  Macará  y  del  rio  Chinehipe 
hasta  la  cresta  de  la  cordillera  enfrente  de  Pasto,  sigue  la  dirección  S-N 
con  20°  al  E. 

Desde  la  frontera  del  Perú  hasta  las  ceranias  de  Loja  encontramos  una 
sola  Cordillera  de  los  Andes,  que  viniendo  del  Departamento  peruano  de 
Cajamarca,  es  la  continuación  directa  de  la  Cordillera  occidental  del  Perú. 
Ella  separa  los  sistemas  fluviales  occidentales  del  rio  de  Piura  y  del  rio 
Achira  de  los  orientales  del  rio  de  Huancabamba,  del  rio  Chinehipe,  y  del 
rio  Zamora.  En  el  nudo  de  Cajanuma,  pocas  leguas  al  Sur  de  Loja,  la  Cor- 
dillera se  bifurca,  y  distinguimos  una  cadena  oriental  (la  principal)  y  otra 
occidental  con  la  angosta  altiplanicie  de  Loja  en  medio.  Pero  luego  desa- 
parece de  nuevo  la  bifurcación  pronunciada,  en  las  cercanías  de  Zaraguro  y 
en  el  complicado  nudo  de  Guagra-uma,  del  cual  salen  algunas  Cordilleras 
irregulares  al  Oeste.  Solo  al  otro  lado  del  hondo  valle  del  rio  Jubones  se 
declara  la  bifurcación  ó  mejor  dicho  el  paralelismo  de  las  dos  Cordilleras 
de  un  modo  bien  claro,  y  podemos  perseguir  las  dos  cadenas  hasta  la  fron- 
tera de  Colombia,  aunque  en  algunas  partes  sus  crestas  están  cortadas  pro- 


*)  En  las  otras  Repúblicas  do  la  Sudamériea  occidental  observamos  una  dependencia 
análoga  de  la  Cordillera  de  los  Andes,  pero  en  ninguna  es  tan  pronunciada  y  sencilla, 
como  en  el  Ecuador,  sea  que  ademas  de  los  Andes  entren  otras  Cordilleras  en  su  fábrica 
geológica,  como  en  Colombia  y  una  parte  del  Peni,  sea  que  las  condiciones  climatológicas 
dependan  de  otros  agentes  mas  poderosos  (latitudes  nu\s  altas),  como  en  Chile,  que  carece 
también  de  la  región  oriental. 


1G  PARTE  I.    —   TOPOGRAFÍA. 

fundamente  por  valles  hondos  y  anchos,  por  los  cuales  desaguan  los  nos  de 
la  región  interandina. 

El  gran  valle  longitudinal  entre  la  Cordillera  oriental  y  occidental  no 
es  continuo  sino  dividido  en  unas  extensas  hoyas  por  los  nudos  transversales, 
que  enlazan  en  varios  puntos  las  dos  Cordilleras  y  se  alzan  á  alturas  muy 
considerables  sobre  las  altiplanicies.  De  tales  hoyas,  que  Humboldt  llamó 
impropiamente  «altiplanicies»  —  pues  po  son  planas  sino  muy  quebradas  y 
montañosas  — ,  distinguimos  lo  menos  seis  mayores  y  varias  secundarias 
mas  pequeñas;  las  caracterizaremos  mas  tarde  detenidamente.  La  altura 
media  de  los  Andes  podemos  poner  en  3500  metros,  y  la  altura  media  del 
pais  interandino  habitado  (de  las  «altiplanicies»)  en  2500  metros  sobre  el 
nivel  del  mar.  Desde  ahora  diré  que  la  distinción  de  dos  Cordilleras  princi- 
pales no  se  funda  solamente  en  su  presencia  exterior  y  puramente  geográfica, 
sino  igualmente  en  su  constitución  geológica,  que  en  las  dos  es  esencial- 
mente diversa,  como  lo  demostraré  en  su  lugar.  De  ambas  Cordilleras  salen 
ramales  mas  ó  menos  largos  hacia  el  Occidente  y  Oriente,  declinándose  poco 
á  poco  á  las  regiones  Pacificas  y  Amazónicas. 

La  región  central  del  Ecuador  presenta  naturalmente  un  aspecto  físico 
muy  variado  y  los  contrastes  mas  sorprendentes,  como  sucede  en  los  países 
que  llevan  el  carácter  «alpino».  Llanos  deliciosos,  regados  de  riachuelos 
mansos  y  sombreados  de  naranjos  y  mirtos,  están  cruzados  de  valles  y  que- 
bradas escarpadas,  en  cuyo  fondo  se  precipitan  los  estrepitosos  torrentes,  y 
cuyas  laderas  áridas  apenas  sostienen  algunos  espinos  y  tunas.  Por  gradas 
se  levantan  los  flancos  de  las  Cordilleras  desde  las  mesetas  alegres  con  sus 
trigales  y  maizales,  hasta  los  yermos  inhospitales  de  los  páramos,  y  final- 
mente hasta  las  elevadas  cumbres  de  los  volcanes,  coronadas  de  nieve  eterna. 

Muy  distinto  es  el  carácter  de  la  región  baja  occidental.  Esta  zona,  que 
al  Sur,  desde  Santa  Rosa  hasta  Naranjal,  por  la  entrada  del  Golfo  de  Guaya- 
quil se  estrecha  á  dos  ó  tres  leguas,  toma  desde  la  latitud  de  Guayaquil 
un  ensanche  de  210  leguas  y  mas.  No  toda  la  región  es  llana,  pues,  aunque 
existen  llanuras  muy  extensas,  especialmente  en  el  sistema  fluvial  del  rio 
Guayas,  y  en  el  curso  inferior  de  otros  rios  grandes,  es  sinembargo  el  pais 
generalmente  montañoso.  En  primer  lugar  se  prolongan  muchos  ramales  de 
los  Andes  con  sus  últimas  ramificaciones  bajas  hacia  el  occidente,  y  en 
segundo  lugar  existen  en  las  provincias  del  Guayas,  de  Manabí  y  de  Es- 
meraldas varias  montañas  aisladas  y  cordilleras  irregulares  y  bajas,  que  no 
están  en  directa  conexión  con  los  Andes.  Las  mas  altas  de  estas  cordilleras 
y  montañas  no  llegan  á  f>00  metros  de  altura  y  tienen  formas  suaves  y  re- 
dondeadas, las  colinas  componen  paisajes  undulados.  Lo  que  mas  caracteriza 
esta    zona,    es   la    multitud    de    rios   navegables,    que   en    muchas    regiones 


GENERALIDADES.  17 

cubiertas  de  bosques,  son  las  únicas  vias  de  comunicación.  Faltan  las  vistas 
grandiosas  y  salvajes  de  las  Cordilleras  altas,  y  predominan  los  paisajes 
amenos  y  los  cuadros  de  vejetacion  tropical. 

La  Región  oriental  participa  en  mucho  de  la  occidental.  Es  aun  menos 
montañosa  y  solo  en  la  cercanía  del  pié  de  los  Andes.  Mas  abajo,  desde 
donde  los  ríos  grandes  son  navegables,  forma  una  sola  llanura  inmensa, 
interrumpida  por  pequeños  trechos  de  suaves  undulaciones  del  terreno.  Las 
cordilleras  altas  que  se  hallan  en  los  mapas  antiguos,  sobre  todo  en  el  de 
Villavicencio,  y  aun  en  el  novísimo  de  Raimondi,  son  imaginarias  y  en  su 
mayor  parte  no  existen.  Los  grandes  ríos  navegables  y  las  selvas  vírgenes 
que  cubren  cual  un  océano  vegetal  toda  esa  región,  le  imprimen  su  carácter 
singular,  que  es  majestuoso  pero  á  la  vez  sombrío  y  melancólico.  Durante 
semanas  y  aun  por  meses  enteros  el  viajero  no  goza  de  un  horizonte  que 
pase  de  pocas  cuadras  en  contorno.  £1  naturalista  encontrará  mucha  variedad 
en  los  vejetales  y  animales,  pero  el  viajero  ordinario  se  cansará  muy  pronto 
de  la  eterna  monotonía  de  aquellas  selvas  de  una  exuberancia  deprimente, 
y  dará  al  diablo  su  ponderada  belleza.  «Agua  y  verdura:  nada  mas»,  como 
dice  Mr.  de  La  Condamine.  Faltan  aquí  los  llanos  abiertos  con  vejetacion 
gramínea,  que  son  tan  característicos  en  una  parte  de  Colombia  y  Venezuela; 
toda  la  región  oriental  del  Ecuador  cae  en  la  zona  vejetal  de  la  hoya  ama- 
zónica, que  Humboldt  distinguió  con  el  nombre  de  «Hylaca»  (de  OXt)  selva 
ó  de  üX^eis  cubierto  de  árboles). 


Wolf,  Ecuador. 


Capítulo  I. 
El  mar  y  las  costas. 

El  Océano  Pacifico,  llamado  por  los  antiguos  las  mas  veces  «mar  del 
Sur»),'  es  en  las  costas  ecuatorianas  un  mar  muy  tranquilo  y  justifica  su 
nombre.  Huracanes  y  tornados  son  desconocidos,  y  aunque  la  mar  á  veces 
está  «picada»  ó  «muy  brava»,  como  dicen  los  costeños,  esto  no  pasa  de  una 
agitación  mediana,  que  tiene  su  origen  en  regiones  lejanas,  y  nunca  invuelve 
peligro  para  las  embarcaciones  mayores.  También  las  nieblas,  otro  incon- 
veniente para  la  navegación  segura,  y  tan  frecuentes  en  latitudes  mas  altas, 
son  muy  raras  y  poco  densas  en  las  costas  del  Ecuador.  Los  vientos  pre- 
dominantes son  los  que  soplan  del  Sur  al  Norte;  pero  muchas  veces,  sobre 
todo  en  invierno,  reina  una  calma  completa  por  largo  tiempo. 

La  temperatura  del  mar  varia  de  23°  C.  á  28°  C,  según  la  región  en  que 
la  medimos.  La  primera  encontramos,  por  ejemplo,  en  el  Golfo  de  Guayaquil, 
afuera  de  la  isla  de  Puna,  y  en  la  Puntilla  de  Sta.  Elena,  y  la  segunda  en 
ja  costa  de  Esmeraldas.  Este  fenómeno  interesante  se  explica  de  la  manera 
siguiente. 

Si  nos  lijamos  en  un  mapa  hidrográfico,  en  que  se  hallan  indicadas  las 
corrientes  de  los  mares,  veremos  que  la  gran  corriente  llamada  del  Perú  ó 
de  Uumboldt,  que  viniendo  del  mar  antartico  baña  las  costas  de  Chile  y  del 
Peni,  abandona  desde  el  Cabo  Blanco  (4o  Lat.  S)  las  costas  y  se  dirige 
hacia  el  Noroeste,  pasando  por  el  Archipiélago  de  Galápagos.  Las  aguas 
de  esta  corriente  son  considerablemente  mas  frías  que  las  del  océano  inter- 
tropical libre  de  corrientes.  Este  último,  entre  í>°4f>'  Lat.  N  y  6o  15'  Lat.  S 
tiene  comunmente  2Sy2c  C.,  de  2  a3  grados  mas  que  la  atmósfera  ambiente. 
Ahora  bien,  en  otra  ocasión  he  demostrado,  que  no  toda  la  gran  «Corriente 
Peruana»  declina  desde  el  Cabo  Blanco  al  NO,  sino  que  allá  se  bifurca, 
siguiendo  una  rama  de  100  millas  de  ancho  la  costa  ecuatoriana  hasta  cerca 
del  Cabo  Pasado  en  Manabí  en  dirección  S-N,  y  dirigiéndose  la  otra 
principal  y  mas  ancha  directamente  hacia  NO  á  las  islas  Galápagos.     Esta 


EL   MAR   Y   LAS    COSTAS.  19 

rama  tiene  la  temperatura  baja  de  23°  C.  é  influye  en  consecuencia  de  ella 
poderosamente  en  el  clima  y  en  la  vegetación  de  las  costas  del  Guayas  y 
de  Munabi,  como  veremos  en  su  lugar.  (6> 

El  accidente  mas  notable  que  presenta  la  costa  ecuatoriana,  es  el  Golfo 
de  Guayaquil,  el  golfo  mas  grande  y  mas  hermoso  desde  Panamá  hasta  Val- 
paraíso. Su  forma  es  casi  triangular  y  sus  puntos  extremos  son  el  Cabo 
Blanco  al  Sur,  la  Puntilla  de  St*.  Elena  al  Norte,  y  la  Isla  de  Punú  al  Este. 
El  Ecuador  principia  al  Norte  de  la  bahia  ó  ensenada  de  Túmbez,  que  forma 
parte  del  golfo,  con  un  grupo  de  islas  bajas  y  cubiertas  en  gran  parte  de 
Manglares,  cuya  forma  y  extensión  en  los  mapas  antiguos  están  muy  mal 
trazadas.  Las  cuatro  islas  principales,  contadas  de  Sur  al  Norte,  son  Payana 
(propiamente  son  dos)  Tembleque,  Pongál  y  Jambeli.  De  la  tierra  firme  están 
separadas  por  un  estero  hondo  y  ancho,  que  principia  en  la  lioea  de  Capones, 
lleva  en  seguida  el  nombre  de  Estero  grande  y  sale  con  el  de  Estero  de 
Santa  Bosa  á  la  Boca  de  Jambeli  El  Estero  grande  está  sembrado  de 
islotes  pequeños  y  se  ramifica  de  un  modo  muy  complicado,  formando  un 
verdadero  laberinto,  en  cuyo  estudio  los  pescadores  de  aquellos  sitios  son 
los  únicos  guias  seguros.  Una  zona  de  dos  millas  náuticas  de  ancho  y  de 
muy  poca  profundidad  ciñe  las  islas  hacia  Oeste,  y  forma  los  peligrosos 
«Bajos  de  Payanan,  que  en  bajamar  quedan  descubiertos  en  gran  extensión 
é  impiden  la  entrada  de  embarcaciones  mayores  en  los  esteros  que  separan 
las  islas.  Pero  estos  mismos  bajos  son  célebres  por  sus  ricos  bancos  de 
ostiones,  que  proveen  el  mercado  de  Guayaquil  y  de  algunos  pueblos 
peruanos. 

Enfrente  de  los  bajos  de  Payana,  en  dirección  NO,  se  halla  el  islote 
árido  y  estéril  de  Santa  Clara  ó  del  Muerto  (por  presentar  á  la  vista  la 
figura  de  un  gigante  amortajado  y  echado  sobre  el  mar).  Dista  de  la  Punta 
Payana  14  y  de  la  Punta  Salinas  en  la  Isla  de  Puna  12  millas  náuticas,  y 
no  es  mas  que  la  cresta  angosta  de  una  roca  arenosa,  de  dos  kilómetros 
de  largo,  y  coronada  de  un  faro. 

Desde  la  Punta  de  Jambeli  la  costa  meridional  del  golfo  vira  rápida- 
mente al  Norte  y  toma  poco  á  poco  la  dirección  del  rio  Guayas.  La  costa 
setentrional ,  viniendo  de  la  Puntilla  de  Sta.  Elena  en  dirección  SE,  forma 
en  la  Punta  Arena,  cerca  del  Morro,  un  ángulo  brusco  y  toma  igualmente 
la  dirección  NNE,  prolongándose  por  el  Estero  Salado  hasta  las  cercanías 
de  Guayaquil.  Cerremos  el  Golfo  al  N  por  una  linea  tirada  de  la  boca  de 
Naranjal  (lado  Este)  hasta  la  del  estero  de  Sabana  grande  (lado  Oeste). 
Desde  esta  linea  sigue  hacia  arriba  de  un  lado  el  delta  del  rio  Guayas  y 
del  otro  el  Estero  Salado.  En  medio  de  esta  parte  del  Golfo,  encerrada 
entre  dicha  linea  y  las  Puntas  de  Jambeli  y  de  Arena,  se  halla  situada  la 

2* 


20  TOPOGRAFÍA.    —   CAPÍTULO   I. 

isla  de  Puna,  la  mas  grande  y  mas  importante  que  posee  el  Ecuador  en 
sus  costas. 

La  isla  de  Ptoiá  mide  en  su  extensión  longitudinal  (de  Punta  Mandinga 
á  Punta  Salinas)  30  millas  náuticas  (=  55  V2  kilómetros),  y  en  su  ancho 
mayor  (entre  Punta  Trinchera  y  Boca  de  Cerezal)  14  millas  náuticas 
(=  26  kilómetros).  Su  área,  incluyendo  los  esteros  de  Puna  vieja,  se 
calcula  en  919  kilómetros  cuadr.  ó  29%  leguas  cuadradas. 

La  parte  del  Golfo  que  baña  el  lado  sureste  de  la  isla,  se  llama  Canal 
de  Jamhelí;  mide  entre  la  Punta  Salinas  y  la  de  Jambeli  18  millas  náuticas, 
entre  la  Boca  de  Puna  vieja  y  la  de  Tenguel  12,  y  entre  la  Punta  Mandinga 
y  la  Boca  de  Jagua  6  millas  náuticas.  El  canal  es  algo  peligroso  para  la 
navegación  por  los  bancos  de  arena  que  se  hallan  á  lo  largo  de  ambas 
costas  y  cambian  á  veces  de  extensión  y  de  sitio;  el  mayor  y  mas  peligroso 
se  llama  el  bajo  de  Mala.  Los  buques  mayores  reciben  para  su  entrada  y 
salida  un  práctico  desde  y  hasta  la  Punta  Arenas. 

La  costa  entre  la  Boca  de  Jambeli  y  la  de  Naranjal  no  presenta  nada 
de  particular,  es  baja  y  ceñida  de  Manglares.  Solo  diré,  que  en  la  entrada 
de  Jambeli  se  escojió  un  paraje  hondo  y  tranquilo  para  la  abertura  de  un 
puerto  mayor,  que  se  llama  de  Hnaila  ú  (oficialmente)  de  Bolivar,  á  poca 
distancia  de  Máchala,  capital  de  la  provincia  del  Oro.  —  La  costa  opuesta, 
en  la  isla  de  Puna,  es  mas  accidentada.  En  la  parte  Sur,  que  es  baja, 
entran  varios  esteros  de  poca  monta,  pero  mas  al  Norte,  en  la  mitad  de  la 
isla,  se  halla  una  región  enteramente  análoga  á  la  que  conocimos  al  Norte 
de  la  bahía  de  Túmbez,  y  se  compone  de  una  red  intricadisima  de  esteros, 
que  se  comunica  con  el  Golfo  abierto  por  5  bocas  grandes.  Toda  esta  re- 
gión, que  llamamos  los  esteros  de  Puna  vieja,  está  cubierta  de  Manglares 
y  separa  las  dos  mitades  montañosas  de  la  isla  casi  completamente.  Tam- 
bién este  laberinto  acuático  figuró  por  primera  vez  en  mi  carta  de  la  prov. 
del  Guayas,  pues  los  antiguos  geógrafos  ó  no  lo  conocian,  ó  no  creian  ne- 
cesario ponerlo  en  sus  cartas.  —  Las  puntas  principales  de  este  lado  son, 
fuera  de  la  de  Salinas  al  S,  la  Punta  Arenas,  la  Punta  Española  y  la  Punta 
Mandinga,  todas  tres  coronadas  de  faros. 

Al  canal  de  Jambeli  corresponde  al  NO  de  la  isla  el  canal  del  Morro. 
Su  parte  mas  estrecha  se  halla  entre  la  Punta  Trinchera  y  la  Punta  Arena 
ó  del  Morro,  y  mide  solamente  V/2  milla  náut.  de  ancho.  De  la  Punta 
Trinchera  sale  un  arrecife  en  dirección  S-N,  cuyas  puntas  sobresalen  en 
forma  de  islotes  y  se  llaman  Farallones.  El  paso  por  este  estrecho  es  peli- 
groso y  lo  evitan  los  buques  mayores.  Aquí  se  nota  con  la  mayor  evidencia, 
que  la  isla  de  Puna  estaba  antiguamente  unida  con  la  tierra  firme  y  que  el 
canal  del  Morro  se  abrió  en  una  época   geológica  moderna.     Al  Norte  del 


EL    MAR   Y   LAS   COSTAS.  21 

paso  citado  el  Golfo  so  ensancha  de  nuevo  y  circunda  la  isla  de  Puna  con 
un  ancho  de  4  á  7  millas  náuticas,  pero  está  lleno  de  bajos  de  arena  y  lodo. 
La  punta  mas  setentrional  de  la  isla  es  la  de  Cascajal.  La  isla  Verde,  á  la 
distancia  de  2  millas  de  la  costa  setentrional  do  Puna,  ya  pertenece  por  su 
formación  mas  bien  al  delta  del  rio  Guayas,  de  que  hablaremos  en  otro 
lugar.  Por  ahora  agregaremos  que  el  Estero  Salado  es  la  continuación  di- 
recta del  Golfo  y  lleva  las  aguas  puras  del  mar  hasta  las  puertas  do  Guaya- 
quil. Otra  voz  se  repite  á  ambos  lados  de  su  canal  principal  el  fenómeno 
de  laberintos  do  canales,  cuya  descripción  es  difícil  y  que  mejor  se  estudian 
sobro  el  mapa  mismo.  El  ancho  del  Estero  Salado  es  al  principio  muy 
grande,  midiendo  entre  la  Punta  Escalante  y  la  Boca  de  Sabana  grande 
3  millas,  hacia  arriba  se  estrecha  sucesivamente;  sinembargo  unas  2  leguas 
abajo  de  Guayaquil  tiene  todavía  mas  de  un  kilómetro.  Su  canal  principal 
es  hondo  y  seguro  y  permite  la  entrada  do  buques  grandes  hasta  cerca  de 
los  Baños  del  Salado  enfrente  de  Guayaquil. 

Regresemos  á  la  costa  del  Morro.  Desde  la  Punta  Arena,  enfrente  de 
la  de  Trinchera,  se  dirige  la  costa  del  Golfo  al  Noroeste  y  se  presenta  hasta 
la  Puntilla  de  Sta.  Elena  con  un  carácter  uniforme,  pues  las  Puntas  de 
Mambra,  Ancón  y  Carnero  son  muy  poco  notables  para  variar  el  aspecto 
general  y  la  dirección.  Todo  este  lado  del  Golfo  no  presenta  ningún  fon- 
deadero bueno  y  seguro,  está  azotado  continuamente  por  los  vientos  y  olas 
del  Sur  y  se  hace  peligroso  por  los  muchos  arrecifes  y  bajos  que  se  extienden 
á  su  largo  en  zona  ancha,  y  son  conocidos  y  temidos  con  el  nombre  de 
Bajos  de  Chanduy.  Antiguamente  se  llamaba  todo  este  trecho  la  «Costa  mala». 

La  Puntilla  de  St*.  Elena  que  tiene  la  importancia  y  merece  el  nombro 
de  Cabo,  es  el  punto  mas  saliente  de  la  costa  ecuatoriana,  como  he  dicho 
en  otro  lugar,  en  que  también  indiqué  su  Longitud  y  Latitud.  Una  lengua 
de  tierra  baja  se  extiende  desde  la  villa  de  Sta.  Elena  por  3  leguas  hacia 
el  Oeste,  estrechándose  cerca  de  las  Salinas  y  de  la  estación  telegráfica, 
hasta  el  ancho  de  solo  2000  metros.  Después  de  la  llanura  de  Salinas,  que 
se  halla  casi  al  nivel  del  mar,  se  levanta  la  tierra  suavemente  y  en  la  punta 
misma  de  la  lengua  se  alza  repentinamente  un  cerro  escarpado  á  la  altura 
de  129  metros.  Se  compone  de  capas  horizontales  de  arenisca  arcillosa,  y 
su  plataforma  ancha  sirve  de  base  á  un  faro,  que  domina  un  horizonte  vastí- 
simo. De  la  Puntilla  la  costa  retrocede  derepente  al  SEE  con  un  arco  suave, 
formando  la  Bahia  de  St\  Elena,  en  cuyo  fondo  se  halla  el  Puerto  de  Baile- 
nitiu  V2  legua  distante  de  St\  Elena.  El  puerto,  abierto  á  los  nortes,  presenta 
poca  comodidad  al  embarque  y  desembarque,  aunque  no  es  peligroso  para 
los  buques  mayores  que  fondean  muy  afuera. 

La  Bahia  de  St*.  Elena  se  cierra  con  la  Punta  Centinela,  y  de  ahi  la 


22  topografía.  —  capítulo  i. 

cosía  sigue  un  rumbo  general  de  S-N  hasta  el  Cabo  de  San  Lorenzo. 
Sincmbargo  la  linea  es  bastante  irregular  y  forma  como  dos  senos  grandes 
al  Sur  y  al  Norte  de  la  Punta  de  Sálango.  Ya  antes  de  esta  última  encon- 
tramos tres  Puntas  menores :  la  de  Ayangue  con  un  islote,  el  Pelado,  á  3  millas 
do  distancia  al  NO,  la  Punta  de  Montañita,  un  poco  al  Norte  del  pueblo 
do  Manglar  alto,  y  la  Punta  de  Ayampe  con  dos  islitas  inmediatas,  que  se 
llaman  los  Ahorcados. 

Im  Punta  de  Salango  se  halla  situada  bajo  83°  14'  Long.  y  Io  35'  Lat.  S. 
Un  canal  de  1000  metros  de  ancho  separa  la  Punta  de  la  pequeña  isla  Sa- 
lango, atrás  de  la  cual  se  halla  todavía  otro  islote  aun  mas  pequeño.  Omitiré 
algunas  islitas  mas,  que  siguen  al  Norte  de  Salango,  inmediatas  á  la  tierra 
firme  y  sin  importancia  ninguna.  Lo  que  debo  apuntar  es  la  ensenada  de 
Machalilla  y  Callo,  porque  es  un  fondeadero  bastante  frecuentado  de  los 
buques  veleros,  que  reciben  la  tagua  (marfil  vegetal)  de  una  parte  de  la 
Provincia  de  Manabí. 

Casi  enfrente  de  dicha  ensenada  y  á  la  distancia  de  15  millas  de  la 
tierra  hacia  Oeste,  se  levanta  del  mar  la  isla  de  la  Plata.  Mide  5lh  kilóm. 
de  largo,  2  kilóm.  de  ancho,  y  14  kilóm.  □  de  área.  En  los  alrededores  de 
esta  isla  se  encuentra  la  concha  de  perla,  pero  su  pesca,  iniciada  en  varias 
épocas,  ha  dado  hasta  ahora  resultados  poco  satisfactorios,  y  las  empresas 
se  sostienen  mas  bien  con  el  valor  de  las  conchas  (de  la  madreperla)  y  no 
de  las  perlas  mismas. 

El  Cabo  de  San  Lorenzo,  situado  en  83°  15'  Long.  y  Io  3'  Lat.  Sur,  forma 
con  la  Punta  de  San  Mateo,  que  se  halla  un  poco  mas  al  N,  un  promon- 
torio no  muy  alto  pero  ancho,  dando  margen  á  la  formación  de  la  Bahía  da 
Manta,  que  en  todo  es  muy  análoga  á  la  de  St\  Elena.  El  seno  de  la  costa 
se  extiende  también  de  Oeste  á  Este,  y  el  Puerto  de  Manta  participa  de  las 
condiciones  poco  favorables  del  de  la  Bailen ita.  La  Bahia  se  cierra  con  la 
Punta  de  Jaramijó,  y  en  seguida  la  costa  se  dirige  otra  vez  con  algunas 
sinuosidades  al  N.  hasta  el  Cabo  Pasado.  La  desviación  mas  grande  en  este 
trecho  es  ocasionada  por  la  Bahia  de  Caráques,  que  en  forma  de  un  rio 
ancho  se  introduce  unas  8  millas  náuticas  tierra  adentro.  El  pueblo  del 
mismo  nombre,  que  es  cabecera  de  un  cantón,  se  halla  al  principio  de  la 
bahia  sobre  la  orilla  austral.  La  entrada  á  la  Bahia  mide  apenas  1  milla 
de  ancho;  hacia  adentro  se  ensancha  por  partes  algo  mas,  pero  en  general 
se  parece  mas  bien  á  un  estero  grande  que  no  á  una  bahia  en  el  sentido 
común  de  la  palabra.  Si  no  fuera  por  un  arrecife,  que  se  extiende  trans- 
vorsalmente  delante  de  su  boca,  cerrándola  para  los  buques  grandes,  la  bahia 
de  Caráques  seria  el  puerto  mas  hermoso  y  mas  seguro  de  toda  la  costa 
ecuatoriana,  porque  adentro  tiene  fondo  y  capacidad  para  los  buques  mas 


EL   MAR  Y   LAS   COSTAS.  23 

grandes  del  mundo.  Poro  ese  impedimento  obliga  los  vapores  y  otros  bu- 
ques grandes  á  fondear  afuera  del  arrecife  mencionado,  y  este  fondeadero 
no  vá  en  zaga  de  los  de  Ballenita  y  de  Manta  en  cuanto  á  su  incomodidad. 
En  el  caso  de  que  se  realice  algún  dia  el  ferrocarril  proyectado  entre  Quito 
y  Bahia  de  Caráques,  y  que  en  consecuencia  la  importación  y  exportación 
del  puerto  tome  un  vuelo  mayor,  será  indispensable  abrir  un  canal  ancho  y 
hondo  en  aquel  arrecife,  operación  que  no  será  difícil  ni  demasiado  costosa. 

Pocas  leguas  al  Norte  de  la  Bahia  encontramos  el  Cabo  Pasado  en 
#2°  50'  de  Long.  y  0o  22'  de  Lat.  Sur.  Los  antiguos  historiadores  (por  ej. 
P.  Cieza  de  León)  lo  llamaron  «Cabo  de  Passáos»  y  hablan  de  «indios  Passáos» 
en  sus  alrededores,  de  donde  algunos  infieren,  que  el  Cabo  recibió  su  nombre 
de  aquellos  indios.  Pero  me  parece  que  el  nombre  primitivo,  dado  por  los 
Españoles,  era  el  de  «Cabo  pasado»,  es  decir,  el  Cabo  primero  que  se  en- 
cuentra pasada  la  linea  equinoccial,  viniendo  de  Panamá.  Por  abreviación 
se  decia  «Cabo  pasado»  y  de  la  corrupción  del  último  vocablo  nació  el  «Cabo 
Pasao»,  como  los  pueblos  de  Engabao  y  Atravesao  en  el  Cantón  de  St\  Elena 
se  derivan  de  Engabado  y  Atravesado,  y  hasta  hoy  dia  el  pueblo  costeño 
en  su  dialecto  suele  omitir  la  d  en  los  participios  en  .  .  .  ado  (por  ej.  pasao- 
mañana  en  lugar  de  pasado- mañana).  Con  qué  los  indios  Pasaos  son  los 
que  vivían  cerca  del  Cabo  Pasado.  Asi  se  habla  también  de  indios  Esme- 
raldas, indios  Colorados,  indios  Tórtolas  etc.  que  por  cierto  en  su  lengua 
no  se  llamaban  asi.  —  Desde  algunos  años  existe  un  faro  sobre  este  Cabo. 

Desde  el  Cabo  Pasado  la  costa  toma  el  rumbo  Noreste  hasta  la  Punta 
Pedernales,  por  un  trecho  de  85  millas  náuticas.  Las  pequeñas  sinuosidades 
de  esta  linea  son  ocasionadas  por  las  Puntas  Cabuyal,  Venado  (o  Borracho) 
Ballena  (ó  Jama),  Brava  y  Palmar,  la  última  muy  cerca  al  paso  de  la  linea 
equinoccial,  y  á  poca  distancia  de  la  Punta  Pedernales.  —  Después  de  la 
pequeña  ensenada  de  Pedernales  se  dirige  la  costa  con  una  curva  suave  al 
Norte  hasta  las  cercanias  del  Cabo  de  San  Francisco.  Pero  la  regularidad 
de  la  curva  se  interrumpe  en  medio  camino  por  el  ancho  Estero  de  Cojimies 
y  por  tres  islas.  Aquí  encontramos  por  primera  vez,  después  de  la  isla  de 
Puna,  una  extensa  región  baja  en  la  costa,  que  favorece  la  formación  de 
esteros  y  manglares,  como  en  varios  lugares  del  Golfo  de  Guayaquil  (Payana, 
Puna,  Estero  Salado).  En  esta  depresión  notable  se  introduce  vi  Estero  de 
Cojimies  con  una  boca  muy  ancha  (cerca  de  8  millas)  dividida  en  dos  brazos 
por  la  larga  y  angosta  isla  de  Cojimies.  Unas  ü  millas  tierra  adentro  se 
ensancha  en  forma  de  una  poza  ó  de  un  lago  hermosísimo,  con  -4  islitas  en 
el  centro.  Este  pailón  de  forma  redonda  irregular,  tendrá  en  su  parte  mas 
ancha  de  4  á  5  millas  de  diámetro  y  se  prolonga  hacia  el  Sur  en  un  estero 
mas  angosto  hasta  las  cercanias  de  Pedernales,  dejando  entre  si  y  la  costa 


24  topografía.  —  capítulo  i. 

del  mar  una  cadcnita  de  colinas  arenosas,  cuyo  punto  mas  alto  y  mas 
saliente  se  llama  Punta  Suroncs.  Delante  de  la  Boca  de  Cojimies  se  ex- 
tienden los  inmensos  bancos  y  bajos  de  Cojimies,  que  cierran  la  entrada  al 
manso  y  hondo  estero  interior  para  las  embarcaciones  mayores,  y  en  todo 
son  iguales  á  los  bajos  de  Payana. 

Del  brazo  setentrional  del  Estero  de  Cojimies,  que  también  se  llama 
Boca  de  Daule,  salen  dos  esteros  mas  pequeños  formando  la  isla  de  Daule, 
en  que  se  halla  el  sitio  del  mismo  nombre.  Finalmante,  al  Norte  de  la  Boca 
de  Daule  entra  otro  estero,  que  se  une  con  el  de  Pórtete  y  circunda  la  isla 
de  Zapotal.  Esta  isla  es  mas  importante  que  las  dos  anteriores  y  forma  al 
occidente  la  Punta  Zapotal.*)  Inmediatamente  al  Norte  de  la  boca  del  Estero 
(ó  Rio)  de  Pórtete  sale  un  Promontorio  bastante  alto,  la  Punta  Pórtete,  que 
separa  la  región  baja  de  Cojimies  de  la  otra  igualmente  baja  de  Muisne. 
Pero  en  esta  última  la  formación  de  esteros  es  reducida  á  escala  mas  pe- 
queña y  se  manifiesta  solo  en  La  Manga  y  la  boca  ancha  del  rio  Muisne. 

Al  Norte  de  la  Punta  Pórtete  comienza,  con  la  ensenada  de  Mompiche, 
la  gran  Bahia  de  San  Francisco  que  se  cierra  con  el  cabo  del  mismo  nombre. 
La  bahia,  aunque  no  es  un  puerto  muy  bueno  y  seguro,  sirve  en  ciertas 
estaciones  del  año  á  las  balleneras  de  fondeadero. 

El  Cabo  de  San  Francisco,  situado  en  82°  28'  de  Long.  y  0o  407  de  Lat. 
Norte,  forma  con  la  Punta  Galera,  que  se  halla  un  poco  mas  al  Norte,  un 
Promontorio  ancho,  muy  parecido  al  de  San  Lorenzo;  y  desde  ahí  la  orilla 
es  franjeada  do  barrancos  altos  hasta  muy  cerca  de  la  boca  del  rio  Santiago. 
Desde  la  Punta  Galera  la  costa  cambia  considerablemente  de  rumbo,  diri- 
giéndose al  Este  con  una  pequeña  declinación  al  Norte.  La  primera  Punta 
notable  es  la  de  Sua,  tras  de  la  cual  se  halla  la  pequeña  ensenada  de  Sita 
y  Atacantes  con  un  fondeadero  poco  frecuentado.  Después  sigue  la  Punta 
Gorda,  y  5  millas  mas  adelante  se  abre  la  boca  ancha  del  Rio  Esmeraldas. 

El  Puerto  de  Esmeraldas  tiene  su  analogia  con  el  de  Bahia  de  Caráques, 
por  cuanto  los  vapores  y  buques  grandes  tienen  que  fondear  muy  afuera  de 
la  boca  del  rio,  y  por  cuanto  que  está  cerrada  por  un  arrecife  ó  banco 
transversal.  De  la  boca  de  Esmeraldas  la  orilla  corre  unas  4  millas  al  Este, 
entonces  sube  al  NE  para  formar  la  Punta  Verde,  y  en  seguida  vuelve  al 
rumbo  E,  que  conserva  hasta  el  rio  de  Vainilla,  donde  acaban  los  barrancos 
altos  y  comienza  una  inmensa  llanura,  que  se  extiende  sin  interrupción  hasta 
mas  allá  de  la  frontera  de  Colombia  en  el  rio  Mira. 


*)  Esta  punta  figura  en  los  mapas  antiguos  con  el  nombre  «Punta  Manglares»»,  que 
es  desconocido  entre  los  habitantes  del  pais,  y  ademas  impropio,  porque  en  en  ella  no 
hay  manglares. 


EL    MAR   Y   LAS   COSTAS.  25 

Desde  el  rio  Vainilla  sigue  la  playa  del  mar,  sin  accidento  notable,  en 
dirección  NE  hasta  la  boca  del  rio  Santiago  cerca  de  la  Tola;  pero  entre  esta 
boca  y  la  del  rio  Mira  encontramos  una  red  complicadísima  de  esteros  é 
islas  rodeadas  de  manglares,  que  nos  recuerda  de  nuevo  las  regiones  de 
Payana  y  del  Estero  Salado  de  Guayaquil.  Las  islas  principales  son  la  de 
la  Tola,  enfrente  del  pueblo  de  este  nombre,  la  de  Santa  Rosa  y  la  de  San 
Pedro.  Los  esteros  y  canales  que  se  ramifican  atrás  de  las  islas,  comunican 
por  3  ó  4  bocas  grandes  con  la  mar;  en  algunos  puntos  se  estrechan,  en 
otros  se  ensanchan  considerablemente.  Los  dos  ensanches  mas  grandes  se 
llaman  la  Poza  y  d  Pailón,  y  serian  fondeaderos  magníficos  y  seguros,  si 
la  entrada  á  ellos  fuese  mas  fácil.  En  el  estero  mas  setentrional,  cuya  boca 
se  llama  de  Pianguapi,  entra  el  rio  Mataje,  y  en  el  mas  meridional  desagua 
todo  el  gran  sistema  fluvial  del  rio  Santiago.  Desde  la  Boca  de  Pianguapi 
comienza  el  delta  del  Mira,  y  la  costa  vira  al  NO  para  formar  la  Punta 
Mangles  en  la  frontera  de  la  República. 

El  gran  seno  entre  Punta  Mangles  y  la  boca  del  Santiago  se  llama  la 
Bahía  de  Ancón  de  Sardinas.  Ella  está  llena  de  arrecifes  y  bajos,  que  riva- 
lizan con  los  de  Cojimies  y  de  Payana  y  dificultan  el  acceso  de  los  buques. 

Como  se  vé  en  el  mapa  á  primera  vista,  las  islas  de  Payana,  de  Cojimies 
y  las  de  que  acabamos  de  hablar,  propiamente  no  son  marinas,  sino  mas 
bien  fluviales,  como  las  que  se  forman  en  los  deltas  de  los  rios  con  los 
materiales  (arena  y  lodo)  arrastrados  por  estos  últimos.  No  importa,  si  estos 
deltas  sean  formados  de  muchos  rios  pequeños  ó  de  los  brazos  de  un  solo 
rio  grande.  Y  lo  que  confirma  este  modo  de  considerar  esas  regiones  bajas, 
es  la  circunstancia,  do  que  su  terreno  superficial  consta  de  aluviones  mo- 
dernas, y  de  que  se  hallan  precisamente  delante  de  ellas  muchos  arrecifes 
y  bajos  de  arena  y  lodo.  La  costa  todavía  no  está  bien  marcada  y  estable, 
ora  se  retira,  ora  avanza,  y  en  las  conquistas  de  la  tierra  los  manglares, 
como  vanguardias,  desempeñan  un  gran  papel. 

Del  mar  y  de  las  islas  de  Galápagos  trataremos  en  un  capítulo  separado.  <7j 


Capítulo  II. 
La  región  central  ó  andina. 

Sección  I*    La  región  fronteriza  al  Sur  del  nndo  de  Sabanilla. 

Principiemos  nuestro  estudio  al  Sur  de  la  República,  en  aquella  parte  en 
que  el  gran  Marañon,  bajando  del  alto  Perú  en  dirección  SSE-NNO,  se 
acerca  hasta  43  leguas  en  linea  recta  al  Océano  Pacífico  (bahía  de  Sechura), 
para  virar  en  seguida  con  un  arco  grande  al  Este.  En  esta  región  se  ha- 
llaba el  lindero  de  la  antigua  Presidencia  de  Quito,  pocos  minutos  al  Sur  del 
grado  6°  Lat.  austr.  y  de  la  boca  del  río  Huancabamba  ó  Chamaya.  Entre 
el  curso  de  este  último  río  y  los  desiertos  de  Sechura  se  levanta  ]a  Cor- 
dillera de  los  Andes  y  sigue  un  rumbo  casi  recto  al  Norte  hasta  cerca  de 
Loja,  con  una  altura  variable  de  3000  á  3500  metros.  En  la  Latitud  Sur 
de  6  grados  sus  vertientes  occidentales  están  completamente  bajo  el  influjo 
del  clima  seco  de  la  costa  peruana;  sus  flancos  escarpados  son  áridos  y  fal- 
tos de  vegetación  vigorosa,  los  riachuelos  que  bajan  al  occidente,  se  pierden 
pronto  al  pié  de  la  Cordillera  en  los  arenales  de  los  departamentos  de  Lam- 
bayeque  y  Piura.  Desde  el  grado  5°  ya  se  hace  notar  mayor  humedad,  que 
crece  á  medida  que  avanzamos  al  Norte;  los  ríos  son  mas  numerosos  y  mas 
caudalosos  y  se  reúnen  en  el  río  do  Piura,  el  cual  siguiendo  el  pié  de  un 
largo  ramal  de  la  Cordillera  principal,  llega  con  bastante  agua  hasta  la  ciu- 
dad de  aquel  nombre,  aunque  de  ahí  se  pierde  también  en  la  arena,  y  solo 
en  inviernos  fuertes  alcanza  á  la  bahía  de  Sechura.*) 

La  rama  occidental  que  acabo  de  mencionar,  y  que  sale  de  la  gran  Cor- 
dillera r»>el  «mírente  de  Huaneahamba  (5°  Lat.  S  aproximadamente)  corre 
al   principio   al  N  y   después  al   O   hasta  las    cercanías   do  Sullana   en  las 

i   estas  fonsidevaeioii^s  liflMu  de  una  parte   limítrofe  del  Peni,  esto;-  muy 

■  pretender  ijuc  el  Ecuador  tenga  éilgun  derecho  sobre  ella;  lo  hago  ún  ¡cara  en  I  o 

¡i  Ui'BL'i'ijiL'iuii  tibien  de  lu.s  Andes,  que  luego  entran  en  terreno  ecuatoriano. 


LA    REGIÓN   CENTRAL   Ó    ANDINA.  27 

orillas  dol  rio  Achira,  y  sopara  el  sistema  fluvial  del  rio  de  Piura  de  los  del 
rio  Quiroz  y  del  rio  Supirá,  que  ya  son  tributarios  del  Achira. 

£1  segundo  ramal  grande,  que  sale  de  la  Cordillera  principal  hacia  el 
Oeste,  nace  un  medio  grado  mas  al  Norte,  en  el  nudo  de  Sabanilla  y  se 
extiende  entre  el  rio  Quiroz  y  el  rio  Macará  hasta  muy  cerca  de  las  desem- 
bocaduras de  estos  dos  ríos  en  el  Achira,  abajándose  mucho  en  su  último 
tercio,  desde  el  pueblo  de  Suyo.  Este  ramal,  que  podemos  llamar  Cordillera 
de  Ayavaca,  aunque  cae  en  toda  su  extensión  todavía  en  terreno  peruano, 
ya  es  de  mayor  importancia  para  nosotros,  porque  en  el  ángulo  setentrional 
formado  con  la  Cordillera  real,  nace  el  rio  Macará  y  la  Quebrada  de  Espín- 
dola,  que  es  la  frontera  ecuatoriana.  De  este  punto  corre  la  linea  divisoria 
sobre  la  cresta  misma  de  la  Cordillera  real  hacia  el  Sur.(8) 

Un  poco  mas  al  Sur  del  nudo  de  Sabanilla  sale  un  ramal  grande  hacia 
SSE,  separando  las  cabeceras  del  río  Huancabamba  del  sistema  fluvial  del 
Chinchipe.  Este  ramal  baja  al  Sur  hasta  la  cercanía  de  Jaén  de  Bracamo- 
ros,  y  podríamos  llamarlo  Cordillera  de  Huancabamba,  porque  forma  con  la 
Cordillera  real  enfrente,  el  gran  valle  del  rio  de  Huancabamba.  —  Esta  Cor- 
dillera se  bifurca  en  su  primer  tercio,  emitiendo  una  rama  secundaria  al 
Este  hasta  las  orillas  del  rio  Chinchipe,  y  en  esta  bifurcación  se  halla  la 
hoya  del  rio  Tabaconas,  que  en  la  carta  de  Maldonado  y  en  casi  todas  las 
antiguas,  por  un  error  notable  se  identifica  con  el  rio  de  Huancabamba.  — 
Varios  estribos  mas  cortos,  que  salen  tanto  de  los  citados  ramales  grandes, 
cuanto  de  la  Cordillera  real  misma,  hacia  el  E  ó  SE,  separan  los  valles  de 
los  tributarios  del  Chinchipe. 

El  largo  nado  de  Sabanilla  se  extiende  y  se  prolonga  en  dirección  SSÜ- 
NNE.  De  su  vertiente  occidental  descienden,  ademas  de  las  cabeceras  del 
Macará,  también  las  del  rio  Catamayo,  estando  separadas  entre  si  por  la 
Cordillera  de  Santa  Rosa,  que  arranca  del  Nudo  al  NNO  y  flanquea  el  valle 
de  Piscobamba.  Otras  ramas  salen  en  dirección  opuesta,  al  SSE,  entre  los 
ríos  Chinchipe  (Valladolid),  Numbala,  Ayñayña  y  Loyola;  y  finalmente  sigue 
la  gran  rama  de  la  Cordillera  de  Cóndor,  que  separa  todo  el  sistema  fluvial 
del  Chinchipe  del  otro  no  menos  grande  del  rio  de  Zamora. 

Antes  de  proseguir  por  la  Cordillera  real,  volvamos  á  describir  los  rios 
de  esta  porción  mas  meridional  de  la  zona  central. 

El  rio  Chinchipe  nace  en  el  ángulo  que  forma  la  Cordillera  real  con 
la  Cordillera  de  Cóndor,  sobro  el  nudo  do  Sabanilla.  Al  principio  corre,  con 
el  nombre  de  rio  de  Valladolid,  de  NNO  al  SSE.  Cerca  del  pueblo  de  este 
mismo  nombre  se  reúne  con  el  rio  Molina,  que  desciende  del  mismo  nudo, 
y  unas  dos  leguas  mas  abajo  recibe  el  primer  tributario  algo  considerable, 
que  se  llama  rio  Palamla  y  desemboca  entre  los    sitios  de  Santa  Ana  y 


28  topografía.  —  capítulo  ii. 

Palanda.  Este  último  rio  viene  del  lado  O  y  nace  sobre  la  Cordillera  real 
cerca  de  las  cabeceras  del  rio  Macará.  Del  mismo  lado  derecho  entran  los 
dos  rios  pequeños  de  Cotoyacu  y  Yambanuma,  y  en  seguida  el  mas  grande 
de  Valanuma,  que  en  su  curso  medio  ha  recibido  el  rio  Sodacu  del  lado  N. 
—  Todos  estos  rios  corren  en  valles  separados  por  las  ramas  de  la  Cor- 
dillera, de  que  hemos  hablado  mas  arriba,  y  que  se  abaten  á  medida  que 
se  acercan  á  la  orilla  del  rio  Chinchipe. 

Un  poco  abajo  de  la  boca  del  Palanuma  entra  del  lado  izquierdo  el  rio 
Numbala,  formado  de  varios  rios  pequeños,  que  nacen  como  el  rio  de  Valla- 
dolid,  en  el  nudo  de  Sabanilla  y  corren  paralelos  con  él.  Los  principales 
son  el  rio  de  Quebrada  honda,  el  Ayñayña  y  el  rio  de  hoyóla,  separados  por 
sendas  cordilleras  longitudinales.  —  Otro  tributario  del  rio  Numbala  es  el 
Vergel,  que  viene  de  la  Cordillera  de  Cóndor  y  de  un  subramal  de  ella,  que 
se  llama  Cordillera  de  Vergel. 

Engrosado  el  Chinchipe  con  el  Numbala  ya  forma  un  rio  de  mucho  cau- 
dal y  se  declina  mas  y  mas  al  Este.  Muy  inmediato  á  la  boca  del  Num- 
bala entra  el  rio  Púnchiz  del  mismo  lado,  y  algo  mas  abajo  del  lado  opuesto 
el  Isimanchi,  á  poca  distancia  del  pueblo  de  Zumba.  Si  proseguimos  el  ca- 
mino del  lado  derecho,  llegamos  después  de  cruzar  algunas  quebradas  de 
poca  monta,  en  dos  ó  tres  leguas  (si  el  camino  fuera  recto  y  bueno)  al  rio 
Cánchis,  que  es  bastante  considerable  y  ademas  importante  por  ser  la  fron- 
tera pretendida  de  parte  del  Perú.  El  Cánchis  baja  de  la  Cordillera  real  y 
se  llama  en  su  parte  superior  también  rio  de  los  Gamalotales.  Por  él  cruza 
un  camino  de  Zumba  á  Huancabamba.  Enfrente  de  su  boca  entra  del  lado 
E  la  quebrada  de  Cliito-yacu.  en  cuyas  cabeceras  no  muy  distantes  del  Chin- 
chipe,  se  halla  el  pueblo  de  Chito.  Dos  horas  mas  adelante  encontramos  un 
tributario  mas  grande,  el  rio  de  San  Francisco,  muy  poco  conocido,  pero 
cuyas  cabeceras  deben  nacer  en  las  ramificaciones  inferiores  de  la  Cordillera 
de  Cóndor.  —  En  seguida  entran  en  ambos  lados  del  Chinchipe  una  multi- 
dud  de  pequeños  rios  que  no  enumeraremos  detalladamente.  En  sus  valles 
se  encuentran  varias  haciendas  y  pequeños  sitios,  pero  siempre  á  cierta  dis- 
tancia y  altura  sobre  las  orillas  del  rio  Chinchipe,  que  tienen  la  fama  de 
ser  malsanas.  El  lado  derecho  es  el  mas  importante,  porque  sobre  él  sigue 
el  camino  real  que  conduce  de  Zumba  (respectivamente  de  la  provincia  de 
Loja)  á  Jaén  de  Bracamoros,  por  los  pueblos  de  San  Ignacio  (5o  Lat.  S)  y 
Chirinos  (5o  15'  Lat.  S). 

Entre  tanto  el  Chinchipe  ha  tomado  otra  vez  su  rumbo  primitivo  al 
SSE  y  recibido  su  último  tributario  grande  del  lado  izquierdo,  que  se  llama 
rio  de  Chirinos,  de  que  no  sabemos  mas  que  del  rio  de  San  Francisco.  — 
Un  poco  mas  al  Sur  de  Chirinos,  cerca  de  los  sitios  de  Chinchipe  y  Juntas, 


LA   EEGION  CENTBAL   Ó  ANDINA.  29 

entra  del  lado  derecho  el  rio  Tabacunas,  que  en  las  cartas  antiguas,  como 
ya  he  dicho,  fué  confundido  con  el  rio  de  Huancabamba.  Nace  en  efecto 
muy  cerca  a  la  villa  de  este  nombre,  pero  separado  de  ella  por  la  Cordillera 
de  Huancabamba.  Es  decir,  el  sistema  del  rio  Tabaconas,  que  se  compone 
de  muchos  riachuelos  de  poca  monta,  ocupa  el  espacio  entre  la  Cordillera 
de  Huancabamba,  que  baja  á  Jaén,  y  el  subramal  de  esta  misma  Cordillera 
que  baja  á  Chirinos.  —  Desde  la  boca  del  Tabaconas  el  Chinchipe  ya  no 
recibe  ningún  rio,  se  ensancha  mucho  y  es  navegable.  Su  boca  se  halla 
según  Wertheman  en  5o  28'  Lat.  S.  y  80°  52'  12"  Long.  O  de  París. 

El  rio  de  Huancabamba,  que  abajo  y  cerca  de  su  boca  se  llama 
también  rio  Chamaya,  nace  en  la  Latitud  S  de  f>  grados  (aproximadamente) 
en  aquel  ángulo  que  forma  la  Cordillera  principal  con  el  ramal  de  Huanca- 
bamba, y  corre  en  el  valle  formado  por  estas  dos  cadenas,  con  un  rumbo 
general  de  N-S  hasta  la  Latitud  de  í>°  40'.  De  ahi  se  dirige  por  un  arco 
abierto  al  SE,  luego  al  E  y  finalmente  al  NE  hasta  su  boca  en  el  Marañon 
cerca  del  pueblo  de  Chamaya,  en  5o  48'  LaL  S.  —  Sus  tributarios  de  ambos 
lados  son  numerosos,  pero  casi  todos  pequeños  y  cortos.  En  su  tercio  su- 
perior se  halla  á  su  orilla  izquierda  la  villa  de  Huancabamba  en  5o  14'  Lat.  S 
y  1953  metros  de  altura  sobre  el  mar. 

Entre  la  boca  de  Chamaya  y  la  del  Chinchipe  entran  al  Marañon  al- 
gunos ríos  pequeños,  de  los  cuales  el  de  Jaén  es  el  mas  considerable.  Sobre 
su  orilla  izquierda  se  halla,  á  la  distancia  de  pocas  leguas  del  Marañon  y 
en  la  altura  de  740  metros  sobre  el  mar,  la  villa  de  Jaén,  que  no  es  idéntica 
con  el  antiguo  Jaén  de  Bracamoros,  cuyas  ruinas  están  cerca  de  la  boca 
del  Chinchipe  y  no  muy  lejos  de  las  ruinas  de  Tomependa. 


Sección  IIa.   La  región  entre  el  nudo  de  Sabanilla  y  el  rio  Jubones. 

La  región  en  que  entramos,  comprende  la  parte  mas  importante  de  la 
provincia  de  Loja  y  el  cantón  de  Zaruma.  —  La  Cordillera  real  de  los  Andes 
corre  desde  el  nudo  de  Sabanilla  con  bastante  regularidad  de  S  al  N  hasta 
los  páramos  de  Zaraguro,  y  no  presenta  ninguna  dificultad  á  la  explicación; 
pero  todo  el  pais  al  occidente  de  la  gran  Cordillera  tiene  una  composición 
orográfica  muy  complicada  é  irregular,  y  será  difícil  considerar  todas  sus 
montañas  como  simples  ramales  de  la  Cordillera  principal ;  se  presentan  mas 
bien  como  eslabones  disyuntos  de  una  cadena  occidental. 

Ya  hemos  dicho,  que  del  nudo  de  Sabanilla  sale  al  NO  la  Cordillera  de 
Santa  Rosa,  y  al  SE  la  Cordillera  de  Cóndor.  La  primera  es  angosta,  se 
abaja  pronto  y  tiene  ramas  cortas  é  insignificantes;  pero  la  segunda  emite 


30  topografía.  —  capítulo  n. 

varios  ramales  largos  hacia  NE  entre  los  tributarios  del  rio  de  Zamora.  Mas 
al  N  nacen  estos  ramales  divisorios  en  la  Cordillera  real  misma,  que  en  esta 
parte  (desde  el  Nudo  de  Sabanilla  hasta  la  cortadura  del  rio  de  Zamora) 
podemos  llamar  Cordillera  de  Zamora.  —  Al  otro  lado  del  hondo  valle  trans- 
versal del  rio  de  Zamora  sigue  la  Cordillera  otra  vez  con  el  mismo  rumbo 
y  sin  interrupción,  por  el  Acayana  é  Imbana  hasta  el  Yana-urcu,  ó  el  pequeño 
valle  transversal  del  rio  Shingata  (3o  34'  Lat.  S).  En  este  trecho  sale,  fuera 
de  algunas  ramas  menores  que  se  dirigen  al  rio  Zamora,  una  mas  alta  y 
mas  larga,  separando  el  sistema  fluvial  de  este  último  rio  del  del  rio 
Bomboisa. 

Desde  4o  8'  Lat.  S,  pocas  leguas  al  S  de  la  ciudad  de  Loja,  encontra- 
mos una  Cordillera  occidental,  que  corre  paralela  a  la  oriental  hasta  4o  44' 
Lat.  S  un  poco  al  N  de  San  Lúeas.  Esta  Cordillera  occidental,  que  tiene 
24  minutos  ú  ocho  leguas  de  largo,  comienza  con  el  Cerro  Achira  sobre  Mala- 
catos,  sigue  por  Clionta-cruz,  Villonaco,  las  alturas  de  Sacama,  de  Cachipiro 
y  de  Santiago  hasta  el  Guagra-uma;  ella  es  angosta  y  emite  ramas  cortas 
á  ambos  lados.  Mientras  que  la  Cordillera  oriental  se  levanta  á  3500  y  á 
mas  de  4000  metros  de  altura,  la  occidental  en  su  parte  meridional  apenas 
alcanza  la  de  3000,  y  solo  en  su  extremo  norte,  en  el  Guagra-uma,  sube  á 
4000  metros. 

La  Cordillera  occidental  está  unida  con  la  oriental  por  dos  nudos  trans- 
versales, uno  en  el  extremo  sur,  se  llama  Cajamma  y  es  bajo;  el  otro  al 
extremo  norte  podemos  llamar  el  de  Acayana  ó  de  Guagra-uma,  porque  corre 
desde  el  Acayana  en  la  Cordillera  oriental  por  el  Ramos- urcu  sobre  San 
Lúeas,  hasta  el  Guagra-uma.  Este  nudo  se  compone  de  páramos  extensos 
y  es  muy  alto.  —  La  región  comprendida  entre  las  dos  Cordilleras  y  los 
dos  nudos  es  el  valle  ó  la  hoya  de  Loja. 

Este  valle  longitudinal  se  divide  en  dos  partes  desiguales:  La  parte 
setentrional,  desde  San  Lúeas  hasta  el  sitio  de  Salapa,  es  muy  angosta, 
porque  las  faldas  interiores  de  las  dos  Cordilleras  se  acercan  mucho;  en 
partes  no  es  mas  que  una  quebrada  encajonada,  que  dá  paso  al  rio  de  Jun- 
tas y  al  rio  de  Zamora,  antes  que  se  reúna  con  aquel.  La  parte  meridional, 
que  es  la  hoya  de  Loja  propiamente  dicha,  presenta  una  forma  ovalada,  se 
extiende  longitudinalmente  desde  el  sitio  de  Salapa  hasta  el  Cajanuma  por 
tres  leguas,  y  transversalmente  desde  el  Villonaco  hasta  el  cerro  de  Yana- 
cocha  sobre  Loja,  por  dos  leguas  escasas. 

La  hoya  de  Loja  es  la  cuna  del  rio  de  Zamora,  que  abajo  en  la  región 
amazónica  se  reúne  con  el  rio  Paute  y  forma  el  caudaloso  rio  de  Santiago. 
—  De  las  faldas  de  ambas  Cordilleras  y  de  los  nudos  bajan  riachuelos; 
estos  constituyen  en  la  parte  setentrional  el  rio  de  San  Liicas  ó  de  Juntas, 


LA   REGIÓN  CENTRAL   Ó   ANDINA.  31 

que  corre  de  N  á  S.  En  la  parte  meridional  mas  ancha  nace  el  rio  de  Mala- 
cates sobre  el  nudo  de  Cajanuma  y  el  rio  de  Zamora  sobre  la  Cordillera 
oriental;  ambos  se  reúnen  cerca  de  Loja  y  llevan  de  allí  el  nombre  del  úl- 
timo. En  la  hoya  entra  todavía  del  lado  E  el  riachuelo  de  Jipira,  y  del  lado 
O  el  de  Salapa.  —  En  seguida  corre  el  Zamora,  siempre  con  el  rumbo  S— 
N,  en  una  quebrada  honda  y  angosta,  hasta  encontrarse  con  el  rio  Juntas. 
Unido  con  él  se  dirige  casi  en  ángulo  recto  al  E  y  rompe  el  dique  de  la 
Cordillera  oriental,  para  virar  luego  al  Sureste.  —  Al  otro  lado  de  la  Cor- 
dillera real  el  Zamora  recibe  varios  tributarios  de  ambos  lados;  del  derecho 
entran  el  Huacapanto,  los  ríos  de  San  Antonio  y  de  San  Francisco,  el  de 
Sabanilla  y  el  Batnbuscara,  cerca  de  cuya  desembocadura  se  halla  el  pueblo 
de  Zamora*)  Los  ríos  nombrados  bajan  de  aquella  parte  de  la  Cordillera 
oriental,  que  mas  arriba  he  llamado  Cordillera  de  Zamora,  mientras  que  los 
siguientes  que  entran  del  mismo  lado  derecho,  traen  su  origen  de  la  Cor- 
dillera de  Cóndor,  y  son  el  Jamboé,  Timbara,  Cumbaraga,  Nambija,  y  otros 
que  ya  pertenecen  á  la  baja  región  oriental.  —  Entre  los  muchos  rios  que 
engruesan  el  Zamora  del  lado  izquierdo,  nombraremos  el  Imbana  unido  con 
el  ffio  negro  y  cuyas  cabeceres  se  hallan  en  el  nudo  de  Acayana  y  en  la 
montaña  de  Imbana.  —  De  un  ramal  largo  de  la  Cordillera  bajan  el  rio 
Zurambéla,  el  rio  Janeiro  (enfrente  del  pueblo  de  Zamora)  y  muy  abajo  el 
rio  Yanazambi,  que  parece  ser  uno  de  los  tributarios  mas  poderosos  del  rio 
Zamora.  —  Reservémonos  el  resto  de  este  rio  para  la  descripción  de  la  Re- 
gión oriental,  y  regresemos  al  valle  de  Loja. 

La  hoya  interandina  de  Loja,  la  primera  que  encontramos  en  el  Ecuador 
viniendo  del  Sur,  es  la  mas  pequeña  y  á  la  vez  la  mas  baja,  puesto  que 
tiene  solamente  2200  metros  sobre  el  mar.(9)  Casi  en  su  centro  se  halla  la 
pequeña  capital  de  la  provincia,  Loja  (2220  m.)  sobre  una  reducida  llanura 
en  el  triángulo  que  forman  los  rios  de  Malacatos  y  de  Zamora  en  su  reunión, 
precisamente  bajo  4  o  Lat.  S.  —  Fuera  de  ella  la  población  de  la  hoya  se  re- 
duce á  los  dos  pueblos  de  Santiago  y  de  San  Lúeas  (2G55  m.)  al  extremo 
norte,  y  á  algunos  sitios  pequeños  cuales  son  el  Valle,  Salapa,  Juntas  y 
otros.  Con  excepción  del  pequeño  llano  en  que  se  halla  Loja,  el  terreno  de 
la  hoya  es  bastante  desigual  y  quebrado.  La  valla  de  la  Cordillera  oriental 
es  muy  alta  y  pasa  en  algunos  puntos  de  4000  metros;  por  ella  conduce 
un  camino  áspero  á  Zaruma.  La  valla  meridional  y  la  occidental  son  bajas. 
El  punto  mas  alto  del  camino  que  pasa  de  Loja  á  Malacatos  por  el  Caja- 
numa, tiene  solo  2525  metros,  el  camino  que  conduce  al  valle  de  Catamayo 

*)  No  es  idéntico  con  la  antigua  villa  de  Zamora,  cuyas  ruinas  no  se  han  encon- 
trado todavía,  pero  que  deben  hallarse  probablemente  mas  al  N  y  á  la  banda  opuesta 
del  rio. 


32  topografía.  —  capítulo  ii. 

se  halla  al  lado  del  Villonaco  en  2786  metros;  el  Villonaco  mismo  no  pasará 
mucho  de  3000.*)  La  altura  de  la  Cordillera  entre  Sacama  y  la  hacienda 
de  Taquil  es  de  2800  m.  y  de  allá  crece  hacia  el  Norte.  El  camino  que 
cruza  el  nudo  entre  San  Lúeas  y  Zaraguro,  tiene  en  su  punto  mas  alto  sobre 
el  Ramos-urcu  3259  m.  de  altura,  y  el  Guagra-uma  llega  á  4000  metros. 

El  nudo  setentrial  es  muy  ancho  y  comprende  también  los  extensos 
páramos  al  Sureste  de  Zaraguro,  entre  los  cerros  de  Acayana  ó  Imbana,  el 
Ramos-urcu  y  el  cerro  de  Pulla,  un  cono  aislado  y  empinado  sobre  el  pueblo 
de  Zaraguro.  La  altura  de  esta  meseta  es  de  3151  metros  en  el  punto  donde 
pasa  el  camino  real  al  pié  del  Pulla  y  al  lado  de  la  pequeña  laguna  de 
Zaraguro,  pero  se  levanta  á  alturas  mucho  mas  considerables.  El  pueblo 
de  Zaracfuro  ya  se  halla  en  el  declive  setentrional  de  la  meseta,  en  la  al- 
tura de  2692  metros.    Desde  ahí  principia  la  gran  hoya  del  rio  Jubones. 

Si  ahora  dirigimos  la  mirada  sobre  la  parte  occidental  de  la  provincia 
de  Loja,  llama  nuestra  atención  ante  todo  una  Cordillera  alta,  que  saliendo 
del  nudo  de  Guagra-uma  se  dirige  con  el  nombre  de  Cordillera  de  Chilla  al 
NOO  y  se  declina  después  con  el  de  Duman  al  Sur,  hasta  las  orillas  del 
rio  Túmbez,  abrazando  como  un  gancho  abierto  el  cantón  de  Zaruma  en  la 
provincia  del  Oro.  Otro  ramal  sale  del  mismo  Guagra-uma  en  dirección 
SO  con  el  nombre  de  Huaira-urcu,  mas  abajo  Cordillera  de  Amboca,  cuyas 
últimas  ramificaciones  llegan  igualmente  al  río  Túmbez,  de  suerte  que  las 
dos  Cordilleras  mencionadas  forman  la  amplia  hoya  de  Zaruma,  que  se  abre 
solo  por  el  valle  de  Túmbez  entre  Capiro  y  Congonamá  hacia  el  Oeste. 

Del  Guagra-uma  y  de  la  Cordillera  de  Chilla  salen  multitud  de  ramas 
cortas  al  N  bajando  á  las  orillas  del  rio  Jubones.  En  sus  faldas  inferiores 
se  hallan  los  pequeños  pueblos  de  Mano,  Ynlug,  Guanasang  y  Chilla.  Varios 
son  los  ramales  que  se  dirigen  al  Sur  y  al  centro  de  la  hoya,  separando 
los  valles  y  rios  de  Amboca,  Salati,  Luis,  Amarillo  etc.;  pero  la  mas  impor- 
tante es  la  de  Biscaya,  que  remata  con  el  Sesmo  sobre  Zaruma  y  separa  el 
rio  Amarillo  del  rio  Calera  y  del  de  Minas  nuevas.  Después  siguen  todavía 
las  ramas  de  Sichacay  y  de  Palto. 

La  Cordillera  de  Chilla  tiene  de  3500  á  4000  metros  de  altura,  pero 
desde  el  punto,  en  que  vira  al  Sur  (desde  Chillacocha)  empieza  á  abatirse 
considerablemente  y  se  llama  Cordillera  de  Dtwiarí.  Sobre  Ayabamba  se 
ramifica;  una  rama  baja  con  el  nombre  de  Chilchiles  entre  el  rio  de  Calera 
y  el  de  Pifias,  y  concluye  con  un  cerro  alto  llamado  Piedra  blanca,  sobre 

*)  El  Villonaco  debe  su  fama  do  ser  una  montaña  muy  alta  tan  solo  á  su  posición 
aislada  sobre  una  cordillera  relativamente  baja,  es  decir,  á  su  altura  relativa,  no  á  la 
absoluta  sobre  el  nivel  del  mar.  Colocado  en  la  Cordillera  oriental  no  llegaría  á  la 
cresta  de  ella. 


LA   REGIÓN   CENTRAL   Ó   ANDINA.  33 

el  rio  Túmbez.  Otra  rama  rodea  el  valle  de  Pinas  hacia  80  y  se  prolonga 
al  O  en  las  montañas  de  Tag'úin,  que  separan  el  valle  del  rio  Túmbez  del 
sistema  del  rio  de  Arenillas.  —  Arriba  de  Ayabamba  salen  de  la  misma 
Cordillera  varios  ramales  largos  al  O  y  NO,  uno  entre  el  rio  de  Arenillas 
y  el  de  St*.  Rosa,  otro  entre  este  último  y  el  rio  de  Calaguru.  De  los  cer- 
ros de  Chillaeocha  y  de  Angostura,  que  son  partes  de  la  Cordillera  de  Chilla, 
baja  la  rama  de  Calagnru  hacia  Santa  Rosa  y  dos  mas,  formando  el  valle 
del  rio  de  Buenavista.  En  fin,  la  Cordillera  de  Chilla  es  un  núcleo,  de  que 
nacen  muchas  cordilleras  secundarias  y  muchos  rios. 

La  Cordillera  de  Huaira-urcu  y  Amboca  tiene  al  principio  la  altura  de 
unos  de  3500  metros,  pero  entre  la  Cuesta  de  Amboca  y  el  pueblo  de  Cisne, 
donde  la  cruza  el  camino  real  de  Zaruma  á  Loja,  no  tiene  mas  que  2540  y 
en  seguida  baja  aun  mas,  al  mismo  tiempo  que  se  bifurca.  Su  prolongación 
recta  vá  por  Chihuango  á  las  orillas  del  rio  Túmbez  enfrente  del  cerro  de 
Piedra  blanca.  El  otro  ramal  declina  al  SO,  sobre  Cisne,  á  los  altos  de 
San  Bartolo.  Allá  se  divide  de  nuevo,  siguiendo  la  rama  mas  corta  el  curso 
del  Catamayo,  desde  Catacocha  hasta  el  lluato,  y  la  rama  mas  larga  y  prin- 
cipal la  dirección  al  Oeste  por  Conganamá,  (iuachanainá  y  hasta  mas  allá 
de  Alamor,  cerrando  del  lado  meridional  el  largo  valle  del  rio  Túmbez.  Pero 
cerca  de  Guachanamá  sale  otro  ramal,  la  Cordillera  de  Célica,  tirando  al 
SO,  á  la  orilla  derecho  del  Catamayo.  Entre  el  ramal  de  Catacocha  y  el 
de  Conganamá  y  de  Célica  se  halla  el  valle  de  Casanga,  y  entre  el  de  Célica 
y  el  de  Alamor  el  valle  superior  del  rio  de  Alamor. 

La  Cordillera  de  Alamor,  que  en  el  pueblo  de  este  nombre  tiene  todavía 
1512  metros,  se  abate  desde  ahí  rápidamente  y  unas  (i  leguas  al  SO,  donde 
la  cruza  el  camino  entre  los  sitios  de  Manguito  y  Casadero,  cerca  de  la 
frontera  peruana,  no  tiene  mas  que  500  metros  de  altura.  Pero  entrando 
en  los  desiertos  de  Túmbez  se  levanta  otra  vez  á  alturas  muy  considerables 
(1000  á  1200  ni.)  y  corre  hacia  la  Punta  Purina,  al  Sur  del  Cabo  Blanco, 
con  el  nombre  de  Cordillera  de  Amotape  o  de  Brea, 

Resta  decir  cuatro  palabras  de  las  montañas  que  se  hallan  en  el  trián- 
gulo formado  por  el  rio  de  Macará,  el  rio  Catamayo  y  la  Cordillera  de 
Santa  Rosa,  que  baja  del  nudo  de  Sabanilla  y  remata  en  la  cuesta  de  Má- 
tala. Estas  montañas  no  están  en  conexión  directa  con  las  Cordilleras  altas 
y  se  hallan  separadas  de  los  ramales  principales  de  ellas  por  valles  y  rios. 
Solo  entre  Mátala,  Gonzanamá  y  Numbucolu  se  halla  un  pequeño  nudo,  que 
las  une  con  el  ramal  de  Sttt.  Rosa.  Este  nudo  tiene  encima  de  la  cuesta 
de  Mátala,  en  donde  lo  cruza  el  camino  real,  la  altura  de  2GG9  metros  y 
parece  ser  el  punto  culminante  de  toda  esa  región.  Fuera  de  unos  pocos 
cerros  aislados,  como  el  cono  empinado  de  Avaca  cerca  de  Cariamanga,  las 

Woi.r,  Ecuador.  3 


34  topografía.  —  capítulo  ii. 

montabas  no  presentan  formas  características,  son  redondeadas  y  el  terreno 
es  undulado. 

Asi  como  la  orografía,  también  la  hidrografía  de  la  provincia  de 
Loja  y  del  cantón  de  Zarnma  (que  bajo  su  aspecto  físico  debemos  reunir 
con  ella)  es  muy  complicada.  —  Ya  conocemos  la  pequeña  hoya  de  Loja  y 
el  sistema  fluvial  del  Zamora.  También  ya  he  dicho,  que  las  principales 
cabeceras  del  rio  Macará  (Quebrada  de  Espindola)  nacen  en  el  nudo  de 
Sabanilla  y  descienden  hacia  NO  al  valle  de  Cairas.  Allá,  al  pié  de  la  Cor- 
dillera viene  del  lado  X  el  rio  Capilla  y  se  reúne  con  el  Macará,  que  en 
este  sitio  también  se  llama  rio  Calvas.  El  rio  Capilla  trae  su  origen  y  sus 
pequeños  tributarios  de  la  Cordillera  de  St*.  Rosa.  Desde  el  sitio  de  Calvas 
el  rio  Macará  corre  de  E  á  O  con  pocas  sinuosidades  hasta  su  desemboca- 
dura en  el  Catamavo  enfrente  del  sitio  de  Potrerillo.  De  ambos  lados  recibe 
pocos  y  pequeños  riachuelos,  que  no  merecen  ser  enumerados;  algunos  le 
vienen  de  los  páramos  de  la  Cordillera  de  Ayavaca,  la  cual  separa  su  sistema 
del  del  rio  Quiroz;  y  el  lado  derecho  (de  Cariamanga,  Zozoranga,  Macará) 
es  aun  mas  escaso  de  agua,  contándose  apenas  tres  ó  cuatro  riachuelos.  — 
El  curso  del  rio  es  rápido,  pues  del  sitio  de  Calvas  (1060  m.)  hasta  su  boca 
en  el  Catamayo  ('250  m.)  tiene  una  caida  de  XÍO  metros  en  solo  12  leguas 
de  distancia  en  linea  recta.  Tres  leguas  distante  de  la  boca  v  á  la  orilla 
derecha  se  halla  el  pueblo  de  Macará  (430  m.),  por  donde  pasa  el  camino 
real  de  Loja  á  Piura.  Xo  hay  otro  pueblo  en  la  orilla  misma  del  rio,  pues 
Sabiango,  Zozoranga,  Colaisaca,  Cariamanga  y  Gonzanamá,  todos  en  el  ca- 
mino real  de  Loja,  se  hallan  encima  del  valle  de  Macara  ó  Calvas,  sobre  las 
alturas,  que  separan  este  sistema  fluvial  del  del  Catamayo. 

El  rio  Catamayo  abruza  una  región  muy  vasta  con  sus  cabeceras, 
desde  el  nudo  de  Sabanilla  hasta  el  (íuagra-uma.  Todas  las  aguas  que  en 
esta  extensión  bajan  al  Oeste,  sea  de  la  Cordillera  real  (hasta  el  Cajanuma) 
sea  de  la  Cordillera  occidental  de  Loja,  concurren  á  formar  un  sistema  flu- 
vial muy  singular.  En  la  parte  superior  debemos  distinguir  dos  venas  prin- 
cipales: una  baja  del  Guagra-uma  por  un  hondo  valle  longitudinal  de  N  á 
S  y  se  llama  rio  Guayabal-,  la  otra  que  arriba  se  llama  rio  de  Piscobamba 
y  mas  abajo  Catamayo,  baja  del  nudo  de  Sabanilla  de  S  á  N  con  alguna 
declinación  al  0.  Ambos  rios  se  encuentran  en  dirección  opuesta  en  el 
centro  del  ancho  valle  de  Catamayo,  y  unidos  viran  repentinamente  en  un 
ángulo  recto  al  Oeste. 

Comencemos  con  la  vena  principal,  que  es  la  meridional.  Ella  nace  en 
el  ángulo  agudo  que  forma  la  Cordillera  real  con  la  de  Santa  Rosa,  no  muy 
lejos  de  las  cabeceras  del  rio  Chinchipe  y  de  las  del  rio  Macará,  y  corre 
siempre  al  pié  de  esta  última  Cordillera  hasta  Mátala.    Al  principio  el  valle 


LA  KEGION  CENTRAL  Ó  ANDINA.  35 

es  angosto  y  recibe  de  su  derecha  las  quebradas  de  Cachi-yacu,  de  Yangana 
y  de  Masanamoxa,  que  entra  enfrente  de  la  hacienda  Pálmira  (1748  m.). 
Desde  ahí  vira  el  rio  siguiendo  siempre  el  pié  de  la  Cordillera  de  Sta.  Rosa, 
al  NO  y  separándose  de  la  Cordillera  real,  para  tomar  mas  abajo  de  Mala- 
catos  otra  vez  el  rumbo  N.  Entre  este  arco,  la  Cordillera  y  el  nudo  de 
Cajanuma  se  extiende  la  ancha  hoya  de  Vilcabamba  y  Malacates,  de  forma 
casi  triangular.  En  esta  región  que  presenta  mucha  analogía  con  la  hoya 
de  Loja,  especialmente  en  su  composición  geológica,  como  veremos,  el  ter- 
reno es  suavemente  undulado  y  relativamente  bajo.  Los  rios  que  bajan  de 
la  Cordillera  alta  tienen  un  desarrollo  mayor  que  los  antecedentes.  El  rio 
Chumbo  y  el  rio  Uchina  se  reúnen  cerca  del  pueblo  de  Vilcabamba  (1753  m.) 
en  el  centro  de  la  hoya.  El  rio  Malacates  ocupa  la  parte  setentrional  del 
valle  y  desciende  del  nudo  de  Cajanuma  de  N  á  S,  para  virar  al  pié  de  los 
cerros  hacia  Oeste,  pasando  al  lado  del  pueblo  de  Malacates  (1000  ni.).*)  — 
El  rio  Uchina  se  reúne  con  el  de  Malacates  media  legua  abajo  del  pueblo 
y  al  pié  del  cerro  metalífero  de  ¡Santa  Cruz;  y  otra  media  legua  mas  adelante 
entran  unidos  en  el  rio  de  Catamayo.  Los  otros  riachuelos  que  contribuyen 
al  último,  son  insignificantes. 

La  vena  setentrional  del  rio  Catamayo  nace,  como  queda  dicho,  en  los 
páramos  del  Guagra-uma  y  en  las  quebradas  del  Huaira-urcu.  El  valle  se 
forma  por  la  prolongación  del  último  (Amboca,  altos  de  San  Bartolo)  de  un 
lado,  y  del  otro  por  las  ramificaciones  de  la  Cordillera  occidental,  que  con- 
stituyen los  cerros  de  Chuquiribamba.  Al  principio  el  rio  toma  su  nombre 
del  sitio  de  Gnalel  (2658  m.)  por  nacer  en  sus  cercanías,  pero  en  su  curso 
medio  é  inferior  se  llama  rio  de  Guayabal.  Del  lado  derecho  recibe  el  rie- 
cito  de  Cisne,  que  baja  de  las  alturas  de  Amboca  y  pasa  al  lado  del  pueblo 
de  aquel  nombre  (2390  m.).  De  la  izquierda  su  tributario  principal  es  el 
rio  de  la  Toma,  que  nace  en  las  inmediaciones  del  pueblo  de  Chuquiribamba 
(2910  m.)  y  corre  en  un  valle  hondo  y  angosto  hasta  el  sitio  de  La  Toma 
(1457  m.),  donde  entra  en  la  llanura  del  valle  de  Catamayo. 

La  llanura  de  Catamayo  es  la  mas  extensa  y  podemos  añadir  la  única 
que  existe  en  toda  la  provincia  de  Loja,  si  exceptuamos  el  pequeño  llano 
en  que  se  halla  la  ciudad  de  Loja.  Su  altura  sobre  el  mar  es  de  1400  metros 
y  tiene  un  clima  muy  fuerte  y  malsano. 

El  rio  Catamayo  toma  en  el  centro  de  la  llanura,  después  de  haberse 
unido  con  el  Guayabal,  el  rumbo  al  SOO,  que  conserva  cual  mas  cual  menos 


*)  Se  vé  que  hay  dos  rios  que  llevan  el  nombre  de  Malaeatos.  Ambos  nacen  en 
el  Cajanuma;  el  primero  se  dirige  al  Norte  y  se  reúne  cerca  de  Loja  con  el  rio  Zamora, 
y  el  segundo  tira  al  Sur  y  luego  al  Oeste,  para  entrar  en  el  Catamayo. 

3* 


36  topografía.  —  capítulo  ii. 

hasta  la  frontera  del  Perú;  pero  desde  la  confluencia  del  rio  Macará  cambia 
su  nombre  en  el  de  Achira  y  se  dirige  por  Sullana  á  la  bahía  de  Paita. 
Dentro  del  terreno  ecuatoriano  el  Catamayo  recibe  de  la  banda  izquierda 
los  pequeños  ríos  de  Jerinoma,  que  baja  de  Nambacola,  y  de  Bella  María, 
que  nace  cerca  de  Cariamanga.  Algo  mas  considerable  es  su  tributario 
derecho,  el  rio  Casanga,  que  viene  del  valle  del  mismo  nombre,  formado 
entre  las  cordilleras  de  Catacocha  y  de  Cangonamá  y  Guachanamá.  Si 
seguimos  la  orilla  derecha  del  Catamayo  hacia  abajo,  encontramos  el  sitio 
de  Potrerillo  enfrente  de  la  boca  del  Macará,  y  tres  leguas  mas  abajo  el 
pueblo  de  Zapotillo,  casi  enfrente  de  la  desembocadura  del  rio  Quiroz,  solo 
180  metros  sobre  el  nivel  del  mar.  Dos  leguas  mas  adelante  nos  encontra- 
mos con  el  rio  de  Alamor,  que  por  algunas  leguas  hacia  arriba  forma  el 
lindero  con  el  Perú.    Este  rio  nace  en  las  cercanías  de  Alamor  y  de  Célica. 

* 

En  su  curso  superior  el  rio  de  Alamor  corre  al  O  y  luego  al  SO,  pero  en 
la  parte  media  é  inferior  toma  el  rumbo  al  Sur.  A  unas  dos  leguas  arriba 
de  su  confluencia  con  el  Catamayo  le  entra  del  N  un  rio  pequeño  que  se 
conoce  con  el  nombre  de  a  Quebrada  de  Pilares  ó  de  las  Pavas  o  y  tiene  im- 
portancia, en  cuanto  se  considera  como  limite  entre  el  Ecuador  y  el  Perú, 
que  de  ahi  tira  casi  en  linea  nieta  de  S-N  al  rio  Túmbez. 

Nos  resta  hacer  la  descripción  del  sistema  fluvial  de  la  hoya  de 
Zaruma.  —  Ya  quedan  indicados  sus  contornos:  la  Cordillera  de  Chilla  y 
sus  prolongaciones  de  un  lado,  y  la  Cordillera  de  Amboca  y  sus  prolonga- 
ciones del  otro. 

El  rio  Calera  es  el  origen  del  rio  Túmbez  y  corre  en  dirección  N-S 
hacia  el  centro  de  la  hoya.  Recibe  al  principio  del  lado  derecho  el  río  Pallo 
y  el  rio  Bono,  y  en  su  curso  medio  del  lado  izquierdo  el  rio  de  Minas  nue- 
vas o  de  Sichacay  de  un  valle  hondo,  intercalado  entre  los  cerros  de  Biscaya 
y  los  de  Siehacay,  que  son  ramas  de  la  Cordillera  de  Chilla.  De  la  misma 
banda  entra  dos  leguas  mas  abajo  el  rio  Amarillo,  que  es  un  tributario  con- 
siderable y  desciende  del  lado  NE.  Entre  este  rio  y  el  de  Minas  nuevas 
se  levanta  la  Cordillera  de  Biscaya,  una  de  las  mas  metalíferas  de  toda  la 
República,  en  cuyas  faldas  occidentales  y  meridionales  se  halla  el  célebre 
distrito  aurífero  de  Zaruma,  ocupando  el  triángulo  entre  el  rio  Calera  y  el 
rio  Amarillo.  —  La  villa  de  Zaruma  está  casi  en  el  centro  de  este  distrito, 
sobre  una  grada  de  la  Cordillera  á  la  altura  de  1200  metros. 

Una  legua  mas  al  Sur  de  la  desembocadura  del  rio  Amarillo  se  halla 
la  del  río  Pindó  formado  de  los  tres  rios  Luis,  Salatí  y  Amboca,  que  des- 
cienden de  la  Cordillera  en  dirección  SOO.  Después  de  la  confluencia  del 
Pindó  con  el  Calera,  el  rio»  toma  el  nombre  de  Túmbez  y  declina  con  un 
arco  fuerte  al  Oeste,  conservando  esta  dirección  hasta  la  frontera  del  Perú. 


LA  REGIÓN  CENTRAL  Ó  ANDINA.  37 

Dicho  arco  rodea  el  pié  oriental  y  meridional  del  alto  cerro  de  Piedra  blanca, 
que  se  levanta  casi  aislado  entre  el  valle  de  Túmbez  y  el  de  Pinas,  el  úl- 
timo al  lado  occidental.  Solo  hacia  el  N  el  cerro  está  comunicado  por  un 
yugo  angosto  y  bajo  con  la  Cordillera  de  Chilchiles.  —  El  rio  de  Pinas 
corre  paralelo  al  rio  Calera,  de  N  á  S,  pero  es  mas  corto  y  nace  en  las 
alturas  de  Dumari.  Entra  por  el  lado  derecho  en  el  Túmbez  al  pié  de  la 
Piedra  blanca.  En  su  curso  medio  se  encuentra  el  pueblo  de  Pinas,  en  la 
altura  de  1000  metros.  Los  demás  rios  que  engruesan  el  Túmbez  de  este 
mismo  lado,  son  insignificantes;  mencionaremos  solo  el  de  Moromoro,  que 
desciende  de  las  alturas  de  Capiro. 

En  el  lado  izquierdo  encontramos  el  pequeño  sistema  del  rio  Yaguachi, 
entre  los  altos  de  Chihuango  y  de  Chahuarbamba.  Sus  cabeceras  nacen  en 
el  ramal  de  montañas,  que  sale  sobre  Cisne  de  la  Cordillera  de  Amboca  y 
tira  hacia  Catacocha.  El  rio  desemboca  algo  mas  abajo  de  la  boca  del  rio 
de  Pinas.  Los  demás  riachuelos  que  descienden  de  la  Cordillera  de  Con- 
gonamá  y  Alamor  al  Túmbez  son  pequeños  y  sin  importancia. 

De  las  faldas  occidentales  de  la  Cordillera  de  Dumari  nacen  los  rios  de 
Arenillas,  de  St*.Rosa,  de  Calaguru,  rio  Neyro  y  rio  de  Buenavista,  de  los 
que  hablaremos  en  otro  lugar. 

Sección  IIIa.   La  región  entre  el  rio  Jubones  y  el  nudo  del  Azuay. 

Esta  región   abraza  especialmente  las  provincias  del  Azuay  y  de  Cañar. 

La  Cordillera  real  tí  oriental,  que  en  la  provincia  de  Loja  seguía  el 
rumbo  S-N,  comienza  á  declinar  sensiblemente  al  Este  en  la  latitud  de 
Zaraguro,  desdo  los  corros  de  Acayana  é  Imbana.  La  hemos  seguido  en  la 
sección  anterior  hasta  el  cerro  de  Yana-ureu,  á  cuyo  pié  setentrional  se 
halla  una  escotadura  profunda,  que  dá  paso  al  pequeño  rio  de  Shingata.  Este 
valle  transversal,  que  no  se  encuentra  en  ningún  mapa  antiguo,  es  intere- 
sante, porque  es  el  único  lugar  desde  el  rio  Zamora  hasta  el  rio  Paute,  en 
que  la  cresta  de  la  Cordillera  presenta  una  incisión,  que  sirve  de  desagua- 
dero á  aguas  interandinas  hacia  la  región  amazónica.  Al  otro  lado  de  la 
quebrada  de  Shingata  sigue  la  Cordillera  sin  interrupción,  describiendo  un 
arco  suave  al  NE,  hasta  la  parte  que  se  llama  Matanga  y  después  otra  vez 
al  N,  hasta  el  Allcuquiru  á  las  orillas  del  rio  Paute. 

En  toda  la  extensión  desde  el  nudo  de  Sabanilla  hasta  el  Allcuquiru  la 
Cordillera  oriental  parece  no  pasar  en  ningún  punto  la  altura  de  4200  metros 
y  comunmente  queda  entre  3500  y  4000.  Pero  al  otro  lado  del  rio  Paute 
su  continuación  se  eleva  á  alturas  mayores,  á  medida  que  se  acerca  al  nudo 
del  Azuay.    Este  trecho  entro  el  Paute  y  el  Azuay  he  llamado  en  mi  cartita 


38  topografía.  —  capítulo  h. 

de  la  provincia  del  Azuay  (publicada  en  1879)  a  Cordillera  nevada»,  porque 
en  los  meses  de  Junio,  Julio  y  Agosto  siempre  su  cresta  estaba  blanqueando 
de  nievo  hasta  300  y  400  metros  hacia  abajo,  y  es  probable  que  algunos 
picos  conservan  la  nieve  todo  el  año.  Los  picos  del  Azuay,  que  llegan  á 
4500  metros,  á  la  sazón  no  tenian  nieve,  y  por  comparación  hecha  sobre 
estos  picos,  y  en  mayor  cercanía  sobro  las  montañas  atrás  de  Pindilic,  he 
juzgado  que  aquella  «Cordillera  nevada»  debe  pasar  la  altura  de  4500  metros 
en  varios  puntos.  —  En  2°  20*  Lat.  S.  la  Cordillera  real  se  confunde  con  el 
nudo  del  Azuay,  y  aquí  nos  paramos  por  ahora. 

Muchas  son  los  ramales  cortos  y  largos  que  salen  de  la  Cordillera  real 
al  oriente,  pero  hasta  el  dia  son  muy  poco  conocidos  y  estudiados.  Por  esto 
me  contentaré  con  indicar  los  principales.  —  Uno,  que  ya  mas  arriba  he 
citado,  nace  en  el  nudo  de  Acayana  y  se  extiende  entre  el  sistema  fluvial 
del  Zamora  y  el  rio  Bomboisa.  Otro  sale  de  Shingata  y  separa  el  valle  del 
Bomboisa  del  del  rio  San  Isidro.  Algunos  mas  cortos  dividen  las  quebradas, 
en  que  nacen  las  cabeceras  del  rio  de  Gualaquiza  (rio  Blanco,  rio  Rosario, 
rio  Dionisio),  que  es  tributario  del  Zamora.  Finalmente  al  N  de  Matanga 
sigue  uno  mas  considerable  y  mas  largo  que  separa  el  sistema  del  Zamora 
(resp.  del  Gualaquiza)  del  sistema  del  rio  Paute.  —  De  la  «Cordillera  nevada» 
arrancan  también  varias  ramas  cortas  al  Sur  y  Sureste,  y  una  mas  larga 
que  principia  en  el  nudo  del  Azuay  y  divide  los  sistemas  fluviales  del  Paute 
y  del  rio  Upano  (Morona);  pero  nadie  conoce  sus  nombres  y  ningún  explo- 
rador científico  ha  penetrado  en  esas  montañas  y  selvas,  que  ya  caen  en  la 
región  oriental  y  bajo  el  dominio  de  los  Jibaros  salvajes. 

Si  volvemos  la  mirada  al  lado  occidental  de  la  Cordillera  real,  obser- 
vamos, que  desde  las  cercanías  de  Zaraguro  hasta  el  nudo  de  Allparupashca 
y  Tinajillas  se  extiende  delante  de  la  cresta  angosta  una  grada  ancha,  que 
después  cae  con  laderas  escarpadas  á  los  valles  que  entre  Zaraguro  y  Na- 
bon  bajan  á  la  hoya  del  rio  Jubones  (arriba  rio  León).  Esta  meseta  ó  ante- 
grada  de  la  Cordillera  tiene  una  á  una  legua  y  media  de  ancho  y  mas  de 
diez  leguas  de  largo.  Podríamos  llamarla  también  altiplanicie,  porque  en 
efecto  su  terreno  es  por  grandes  trechos  muy  llano,  ó  se  compone  de  pára- 
mos suavemente  undulados,  á  la  altura  de  3000  á  3200  metros.  Solo  algunos 
cerritos  aislados  se  elevan  algo  mas,  y  la  cresta  de  la  Cordillera  misma  la 
sobresale  de  800  á  1000  metros.  Los  Incas  llevaron  sobre  esta  meseta  fría 
el  camino  real,  que  conducía  de  Cuzco  á  Quito,  para  evitar  el  paso  de  tantos 
valles  y  rios,  que  cruza  el  actual  camino  entre  Cuenca  y  Loja.  En  varios 
puntos,  por  ejemplo  encima  de  la  hacienda  del  Paso,  entre  ella  y  Shingata, 
se  vé  los  restos  de  esa  obra  grandiosa  del  imperio  incásico,  una  carretera 
ancha,  bien  empedrada,   en  que  hasta  hoy  dia  la  vegetación  del  páramo 


LA  REGIÓN  CENTRAL  Ó  ANDINA.  39 

poco  puedfc  arraigarse.    En  los  altos  páramos  del  Azuay  se  puede  hacer  la 
misma  observación. 

Sobre  la  meseta,  de  que  tratamos  ahora,  nacen  pequeños  arroyuelos  que 
constituyen  las  cabeceras  de  los  rios  de  Zaraguro,  Oña,  Udushapa,  Tabla- 
yacu,  Charcay  y  Nabon,  dirigiéndose  todas  al  Oeste.  Solo  el  rio  de  Shin- 
gata,  cuyas  fuentes  se  precipitan  de  los  auriferos  peñascos  de  Sliingata,  ha 
tenido  el  capricho  de  correr  hacia  el  Sur  al  pié  de  la  cresta  de  la  Cordillera, 
hasta  encontrar  el  abra  al  lado  del  Yana-urcu,  por  la  cual  busca  la  región 
oriental.  Es  muy  probable  que  el  Sliingata  sea  el  origen  del  rio  Bomboisa, 
aunque  nadie  ha  seguido  su  curso  allende  la  Cordillera. 

Las  ramas  que  salen  de  la  meseta  al  Oeste,  son  cortas,  corren  entre 
los  rios  nombrados  arriba,  y  rematan  todas  en  las  orillas  del  rio  León  (Ju- 
bones superior).  Pero  cerca  de  las  cabeceras  del  rio  Nabon  y  aproximada- 
mente en  3o  2C  Lat.  S  nace  de  la  Cordillera  un  ramal  grande  que  atraviesa 
de  E  á  0  toda  la  provincia  de  Cuenca,  y  constituye  uno  de  los  nudos  in- 
terandinos principales.  Lo  llamaremos  nudo  de  Pórtete  y  Tinajillas.  porque 
el  nombre,  que  Humboldt  le  ha  dado,  y  nudo  de  Loja»,  no  le  corresponde  de 
ningún  modo  y  seria  mas  propio  para  el  nudo  de  Cajanuma  ó  el  de  Acayana. 
En  mucho  se  parece  esta  cordillera  transversal  á  la  de  Chilla,  pero  mientras 
que  esta  hacia  el  occidente  se  ramiíica  irregularmente,  aquella  se  encuentra 
en  su  término  con  una  Cordillera  occidental  muy  bien  pronunciada.  —  El 
nudo  es  muy  ancho  al  principio,  donde  nace  casi  insensiblemente  de  la  gran 
meseta  que  acabo  de  describir,  presentándose  como  una  prolongación  occi- 
dental de  ella,  entre  Jima  y  Nabon,  donde  se  llama  también  Allparupashca. 
Mayor  undulación  é  irregularidad  en  su  terreno  se  encuentra  cruzándolo 
entre  Cumbe  y  Nabon  por  el  camino  real,  que  pasa  por  Mariviña,  Tinajillas 
y  Silvan.  El  punto  mas  alto  de  este  camino  alcanza  en  Tinajillas  3424  metros. 
Desde  Tinajillas  el  nudo  se  estrecha  y  se  rebaja  hacia  el  Oeste  considerable- 
mente, llegando  en  Pórtete,  entre  el  valle  de  Jirón  y  el  de  Tarqui,  á  su 
mayor  depresión  en  solo  2757  metros  de  altura.  Pero  luego  se  ensancha  y 
se  alza  de  nuevo  sobre  San  Fernando  á  la  altura  de  3800  y  4000  metros  y 
sigue  así,  hasta  reunirse  en  Mullepungo  con  la  Cordillera  oriental,  bajo 
3o  107  Lat.  S. 

Este  gran  nudo  de  Pórtete  y  Tinajillas  al  N,  la  alta  Cordillera  de  Chilla 
al  S,  y  la  Cordillera  real  al  fondo  oriental  limitan  netamente  el  sistema 
fluvial  y  la  hoya  de  Jubones.  Una  ojeada  sobre  el  mapa  convencerá 
al  lector  mejor  que  cualquier  otra  demostración,  de  que  esta  región  puede 
ser  considerada  como  una  verdadera  hoya  interandina,  que  solo  por  el  abra 
del  rio  Jubones  entre  Mullepungo  y  los  cerros  de  Angostura  comunica  con 
la  región  litoral  del  Ecuador. 


40  topografía.  —  capítulo  n. 

De  los  ramales  meridionales  que  emite  la  cordillera  transversal  de  Tina- 
jillas  y  Pórtete,  es  el  mas  importante  el  que  sale  de  Tinajillas  y  baja  con 
los  nombres  de  Silvan  y  Allpachaca  hasta  las  orillas  del  Jubones.  En  su 
parte  media,  donde  la  cruza  el  camino  entre  Gulac  y  la  hacienda  de  Aya- 
bamba,  tiene  3227  metros  de  altura.  Ella  separa  los  valles  del  rio  León  y 
de  Yunguilla  ó  del  Rircay.  —  Las  otras,  entre  Pórtete  y  Mullepungo,  son 
ramas  mas  cortas  que  se  abaten  pronto  entre  las  quebradas  de  los  ríos. 

La  cabecera  mas  distante  y  por  esto  principal  del  rio  Jubones  es  el 
rio  de  Nabon,  que  nace  en  los  páramos  de  Allparupashca  y  recibe  los  ria- 
chuelos de  Tinajillas  y  Silvan  del  lado  derecho.  Hasta  este  último  rio  corre 
de  E  á  O,  pero  entonces  se  dirige  al  Sur  y  toma  el  nombre  de  rio  León, 
precipitándose  en  una  quebrada  honda  á  lo  largo  del  ramal  de  Silvan  y 
Allpachaca.  Sus  tributarios  en  este  trecho  le  vienen  todos  del  lado  orien- 
tal, de  aquella  antegrada  de  la  Cordillera  que  ya  conocemos,  y  son  los 
nos  de  Charcay,  Tabla-yacu,  Udushapa  y  Oña,  muy  encañados  y  separados 
uno  dol  otro  por  mesetas  anchas  y  bien  cultivadas.  Sobre  la  primera  ha- 
llamos el  pueblo  de  Nabon  en  2765  metros  de  altura,  sobre  la  segunda 
Cochapata  en  21W6  metros,  á  la  falda  de  la  cuarta  Uña  en  2552  metros. 
Después  sigue  una  quinta  meseta  entre  el  rio  de  Oña  y  el  de  Zaragtiro;  pero 
este  último  rio  ya  recibe  una  parte  de  sus  aguas  del  nudo  de  Guagra-uma 
(por  el  rio  Hondo)  y  entra  del  lado  Sur  al  Jubones,  precisamente  en  el  gran 
codo,  que  hace  el  rio  León  cambiando  su  rumbo  hacia  Oeste  y  perdiendo 
á  la  vez  su  nombre. 

Desdi»  la  boca  del  rio  de  Zaraguro  conserva  el  rio  Jubones  la  dirección 
E-0  con  poca  inclinaccion  al  X,  hasta  el  pueblo  de  Pasaje,  donde  entra 
en  los  llanos  del  litoral.  —  En  este  su  curso  medio  recibe  del  lado  derecho 
el  rio  Rircay.  que  tiene  alguna  analogía  con  el  rio  León,  con  el  cual  por 
largo  trecho  corre  paralelo  de  N  á  S,  allende  el  ramal  de  Allpachaca.  El 
Rircay  nace  de  algunas  lagunas  sobre  aquella  parte  alta  del  nudo  de  Pór- 
tete, que  se  halla  encima  del  pueblo  de  San  Fernando  en  3800  metros  de 
altura.  De  su  origen  hasta  su  reunión  con  el  rio  de  Jirón  no  hay  mas  que 
tres  leguas  en  linea  recta,  y  en  esta  corta  distancia  tiene  la  caída  de  mas 
de  2000  metros.  San  Fernando  no  está  en  la  orilla  misma  del  Rircay,  sino 
sobre  una  meseta  encima  del  valle,  á  la  altura  de  2783  metros.  En  su 
cercanía  y  sobre  la  misma  meseta  se  halla  el  pequeño  layo  de  Busa.  —  El 
primer  tributario  del  Rircay  es  el  rio  de  Jirón  que  desciende  de  Pórtete  y 
pasa  al  lado  del  pueblo  de  Jirón  (2162  m.).  Su  curso  hasta  la  confluencia 
con  el  Rircay  os  de  N  á  S,  el  mismo  que  en  adelante  conserva  el  Rircay 
hasta  su  desembocadura.  Los  demás  afluentes  del  lado  izquierdo  son  insigni- 
ficantes; también  los  del  lado  derecho  son  pequeños  y  nacen  en  las  últimas 


LA    REGIÓN    CENTRAL    Ó    ANDINA.  41 

ramificaciones  do  la  Cordillera  secundaria,  que  saliendo  del  nudo  grande, 
baja  al  Sur,  para  rematar  en  el  cerro  de  Shiric  sobre  el  pueblo  de  Chahuar- 
urco.  Del  lado  oriental  del  Shiric  baja  el  riachuelo  de  Llanicuy,  que  reunido 
con  el  rio  Naranjo  entra  en  el  Kircay:  del  lado  occidental  desciende  el  rio 
de  Minas,  que  desemboca  directamente  en  el  Jubones,  una  legua  y  media 
al  Oeste  de  la  boca  del  Rircay.  La  región  baja  y  casi  triangular,  limitada 
de  un  lado  por  el  Rircay  desde  su  unión  con  el  rio  de  Jirón,  del  otro  por 
el  rio  Jubones,  desde  la  boca  del  Kircav  hasta  la  del  rio  de  San  Francisco, 
y  del  tercero  por  las  faldas  del  cerro  Shiric,  se  llama: 

Valle  de  Yunguilla.  Este  valle  participa  bajo  muchos  respectos,  por 
la  aridez  del  suelo,  por  la  escasa  y  singular  vegetación,  por  el  aspecto  y 
la  calidad  geológica  de  su  terreno,  por  el  calor  y  hasta  por  su  insalubridad, 
con  la  naturaleza  del  valle  de  Catamayo  en  la  provincia  de  Loja.  Solo  que 
el  valle  de  Yunguilla  el  mas  extenso,  presenta  mayor  facilidad  para  el  riego, 
y  por  esto  es  mas  cultivado  que  el  de  Catamayo.  La  población  de  Yun- 
guilla se  concentró  en  el  pueblo  de  Chahuar  arco ,  que  está  en  un  lugar 
bastante  alto  y  ventilado  (159S  ni.)  y  es  algo  menos  expuesto  al  azote  de 
este  valle,  á  las  fiebres  intermitentes,  que  son  endémicas  en  las  haciendas 
circunvecinas  y  mas  bajas.  Chahuarurco  se  fundó  recientemente  en  lugar 
del  antiguo  pueblo  de  Cañar  ¿bamba,  cuyos  restos  se  hallan  á  la  distancia 
de  media  legua  al  XO,  153U  metros  encima  del  pueblo  nuevo,  en  una  ex- 
planada al  pié  del  cerro  de  Shiric.  —  Abajo,  cerca  de  las  orillas  del  Jubones 
y  del  rio  Minas  se  encuentran  ruinas  muy  extensas  de  la  época  incásica,  y 
se  cree  que  en  este  sitio  se  hallaba  la  grande  y  afamada  ciudad  de  Tomc- 
hamba,  en  que  nació  el  Inca  Huayna-Capac,  y  que  mas  tarde  Atahuallpa 
hizo  arrasar  en  castigo  de  una  rebelión  de  los  Cañaris. 

Dos  leguas  abajo  de  la  boca  del  rio  Minas,  entra  al  Jubones  el  rio  de 
San  Francisco,  que  rivaliza  con  el  Rircay  en  lo  extenso  de  su  sistema  y  en 
cuanto  á  su  importancia.  El  tronco  principal  baja  en  dirección  N-S  de 
los  páramos  altos  del  nudo  de  Pórtete,  donde  este  se  reúne  con  la  Cordillera 
occidental.  Casi  paralelos  corren  en  su  curso  superior  los  tributarios  de 
ambos  lados,  es  decir,  el  rio  Masucay  y  el  rio  Cristal  de  lado  izquierdo,  y 
el  rio  Pelincay  del  lado  derecho  del  tronco.  Entre  todos  estos  rios  bajan 
cuchillas  angostas  y  muy  altas,  dificultando  mucho  la  comunicación  entre 
estos  valles.  El  rio  Pelincay  ya  recibe  algunos  afluentes  de  la  Cordillera 
occidental,  que  en  este  extremo  austral  se  llama  Mtdlcptiwjo.  También  de 
este  lado  noroeste  bajan  algunas  cuchillas  de  montañas,  y  la  mas  interesante 
es  la,  que  se  extiende  entre  el  rio  Pelincay  y  su  tributario  mas  meridional. 
Dos  cerros  cónicos  coronan  esta  cuchilla  en  su  parte  inferior,  el  de  Pucará 
al  X,  con  antiguas  fortificaciones  de  los  Incas  ó  Cañaris,  y  el  de  Zhalu  al 


42  TOPOGRAFÍA.   —   CAPÍTULO   II. 

S  (3268  met.),  formando  una  silla  perfecta,  en  que  se  halla  el  pequeño  y 
miserable  pueblo  de  Pucará.  Está  en  la  altura  de  3147  metros,  su  clima 
es  muy  frió  y  rígido;  cuando  no  está  envuelto  en  nieblas  y  lluvias,  las 
ráfagas  de  viento  amenazan  llevarse  las  caluchas  de  paja;  sus  producciones 
son  las  de  los  páramos,  es  decir  casi  nulas,  su  porvenir  ninguno.  Sin  duda 
el  pueblo  era  en  la  antigüedad  un  punto  estratégico  de  importancia,  porque 
hoy  dia  nadie  pensaría  fundarlo  en  aquel  paraje,  no  faltando  en  las  inmedia- 
ciones sitios  mil  veces  mejores.  De  Pucará  pasa  un  camino  fragoso  sobre 
el  Mullepungo  al  valle  de  Tenguel  y  á  Balao.  —  De  los  demás  rios  que 
entran  al  Jubones  por  el  lado  derecho,  nombraré  solo  el  de  Mullepungo,  que 
desciende  directamente  de  la  cordillera  del  mismo  nombre. 

Los  tributarios  del  lado  izquierdo  bajan  todos  de  la  Cordillera  de  Chilla, 
asi  el  rio  Uchucay,  que  cerca  del  pueblecito  de  Mano  desemboca  enfrente 
del  rio  Minas;  en  seguida  el  rio  Yulug,  cuya  boca  se  halla  cerca  de  la  del 
rio  de  San  Francisco,  abajo  del  pueblo  de  Yulug;  después  los  rios  unidos 
de  Guanasany  y  Chilla,  en  cuyas  orillas  se  hallan  dos  poblaciones  de  los 
mismos  nombres.  Finalmente  siguen  las  quebradas  menos  largas  de  Poto- 
rulos,  Cuni,  Quero  y  Casacay.  Entre  las  bocas  de  los  últimos  dos  rios  se 
encuentran  en  un  pequeño  promontorio  sobre  las  orillas  del  rio  Jubones  las 
ruinas  de  una  antigua  fortaleza,  Pitaviña  (205  met.),  que  yo  considero  como 
la  última  avanzada  de  los  Cañaris  contra  las  naciones  costeñas.  Ella  y  la 
fortaleza  de  Pucará  custodiaban  la  entrada  al  valle  de  Yunguilla.  Una  legua 
abajo  de  Pitaviña  ya  comienzan  las  llanuras  de  Pasaje  y  Máchala. 

Ahora  llegamos  á  una  de  las  hoyas  más  hermosas  y  extensas  del  Ecuador 
alto,  á  la  hoya  de  Cuenca  con  el  sistema  fluvial  del  rio  Paute,  que 
se  extiende  entre  3o  10'  y  2°  35'  Lat.  Sur.  —  Queda  descrita  la  Cordillera 
oriental  y  sus  declives  exteriores,  hasta  el  nudo,  del  Azuay.  Igualmente 
conocemos  el  nudo  de  Pórtete  y  Tinajillas,  que  limita  la  hoya  hacia  el  Sur. 
La  Cordillera  occidental  que  la  flanquea  del  lado  oeste  desde  Mullepungo 
hasta  cerca  de  Cañar,  es  algo  mas  complicada  que  la  oriental,  y  aunque  en 
general  corre  paralela  con  esta,  presenta  sinembargo  mas  sinuosidades  y 
ramificaciones.  Ambas  cordilleras  se  ensanchan  mucho,  pero  no  es  difícil 
reconocer  siempre  un  crestón  central,  formado  por  los  picos  mas  elevados. 
Si  medimos  el  ancho  de  la  hoya  de  cresta  á  cresta,  encontramos  14  leguas 
en  término  medio,  pero  su  parte  habitada  y  cultivable  entre  los  páramos  no 
llega  á  mas  de  la  mitad. 

De  los  ramales  occidentales  de  la  Cordillera  oriental  debemos  mencionar 
en  primer  lugar  aquel,  que  sale  de  Malanga  y  llena  en  forma  de  un  macizo 
casi  triangular  toda  la  región  entre  el  rio  Jima,  el  rio  Pamar  y  el  rio  de 
Sigsig.     Es  un  conjunto  irregular  de  páramos  y  cerros  con  una  altura  do 


LA   REGIÓN   CENTRAL   Ó    ANDINA.  43 

3300  á  3700  metros,  pero  la  cadena  principal  sigue  á  lo  largo  del  rio  Sigsig 
hacia  NO.  £1  segundo  ramal  grande  se  separa  de  la  Cordillera  real  un 
poco  al  Norte  de  Matanga  y  corre  con  la  misma  dirección  como  el  anterior, 
al  NO,  hasta  la  cercania  de  Chordeleg,  pero  con  sus  bifurcaciones  y  ramas 
secundarias  forma  los  valles  de  St\  Bárbara,  de  Ayon,  de  Alcacay  y  mas 
abajo  el  de  Shiu  y  de  Uuallmincay.  También  las  alturas  sobre  Sigsig  y 
las  de  IÁingasha  están  en  comunicación  con  el  mediante  el  pequeño  nudo 
de  Piedra  blanca.  Desde  el  último  punto  hasta  el  AUcuquiru  al  Norte,  en- 
contramos una  zona  ancha  de  páramos  delante  de  la  cresta  mas  alta  de  la 
Cordillera,  la  cual  podemos  comparar  con  la  meseta  de  Slúngata  sobre  Nabon. 
La  meseta  se  extiende  con  la  altura  de  3500  metros  hasta  las  inmediaciones 
del  valle  de  Gualaceo  y  de  Paute  sobro  Pan  y  Guachapala,  de  manera  que 
saliendo  de  uno  do  estos  valles,  se  gasta  un  dia  entero  en  el  viaje  por  los 
páramos,  antes  de  llegar  á  la  Cordillera  real.  En  la  meseta  nacen  los  ríos 
de  Guallmincay,  de  San  Francisco  y  de  San  José,  cuyas  valles  cortan  pro- 
fundamente sus  pendientes  occidentales;  pero  la  incisión  mas  considerable 
es  ocasionada  por  el  valle  de  Collay,  que  baja  de  S  á  N.  Desde  el  lado 
derecho  de  este  valle  hasta  el  AUcuquiru,  los  páramos  descienden  suavemente 
á  las  abrigadas  playas  del  Paute  cerca  de  Jordán  y  Santa  Rita. 

El  nudo  de  Pórtete  y  Tinajillas,  que  hacia  el  Sur  se  abate  en  formas 
abruptas,  desciende  con  mas  suavidad  á  la  hoya  de  Cuenca.  Entre  Jima, 
Marívifta  y  Cumbe  se  levantan  todavía  algunos  cerros  altos,  como  por 
ejemplo  el  Gulashi,  pero  luego  se  pierden  sus  ramas  en  las  mesetas  de  Ludo 
y  Quinjeo.  Desde  Cumbe  hasta  el  paso  del  Pórtete  las  pendientes  setentrio- 
nales  del  nudo  se  hacen  mas  y  mas  suaves  y  el  tránsito  del  llano  de  Tarqui 
hasta  la  altura  del  camino  en  Pórtete  es  tan  inperceptible,  que  uno  viniendo 
de  este  lado,  difícilmente  se  persuade  que  ha  subido  uno  de  los  nudos  inte- 
randinos principales,  hasta  que  se  le  abre  la  vista  al  otro  lado  hacia  el 
hondo  valle  de  Yunguilla. 

La  parte  alta  del  nudo,  entre  Pórtete  y  Mullepungo  presenta  la  misma 
particularidad  de  bajarse  al  N  por  ondulaciones  moderadas,  pero  siendo  el 
terreno  de  suyo  muy  alto,  se  mantiene  en  la  región  de  los  páramos  por  una 
gran  extensión. 

La  Cordillera  occidental  se  prolonga  desde  el  punto,  en  que  se  une  con 
el  nudo  de  Pórtete,  hacia  el  Sur  y  Suroeste  hasta  las  orillas  del  Jubones, 
como  hemos  visto  mas  arriba.  Esta  primera  sección  se  llama  Mtillepiingo. 
Al  Norte  ó  mejor  dicho  Noreste  sigue  muy  ancha,  confundiendo  sus  páramos 
con  los  del  Pórtete,  y  esta  región,  en  que  se  encuentran  las  cabeceras  del 
rio  Yanuncay,  se  llama  Chanchati.  Un  ramal,  que  sale  de  Chanchan  y  baja 
entre  .el  Yanuncay  y  los  afluentes  del  Matadero,  hasta  las  inmediaciones  del 


44  topografía.  —  capítulo  ii. 

pueblo  de  Baños,  es  conocido  con  el  nombro  de  Soldados,  por  ella  cruza  el 
camino  que  conduce  de  Cuenca  al  valle  del  rio  Balao.  Después  sigue  aquella 
parte  de  la  Cordillera,  que  lleva  el  nombre  de  Cajas  y  mas  adelante  de  Patul, 
y  que  emite  muchas  ramas  cortas  al  oriente  entre  las  cabeceras  del  rio 
Matadero,  y  una  mas  larga  que  separa  los  sistemas  lluviales  del  Matadero 
y  del  Machángara  y  remata  sobre  Sinincay.  Desde  Patul  declina  la  Cor- 
dillera considerablemente  al  Este,  recibiendo  el  nombre  de  Puruviny  y  final- 
mente el  de  Caucay  en  su  extremo,  donde  está  cortada  por  el  valle  del  rio 
Cañar.  En  todo  esto  trecho  entre  Patul  y  Caucay  bajan  varias  ramas  á  la 
hoya,  separando  los  valles  de  los  rios  Machángara,  Surampalte,  Burgai  y  de 
sus  tributarios  pequeños.  En  la  última  de  estos  ramales,  que  se  extiende 
entre  el  rio  de  Deleg  y  el  de  Azogues,  llama  la  atención  el  cerro  de  Coji- 
tanibo  por  su  aislada  posición  y  las  formas  escarpadas  do  sus  peñascos, 
sobre  la  meseta  de  Cojitambo,  entre  los  pueblos  de  Deleg  y  de  Chuquipata. 
Desde  Cuenca  se  presenta  como  un  pico  agudo,  desde  Chuquipata  como  una 
muralla  larga.  Su  altura  es  de  307(5  m.,  solo  14  m.  inferior  á  la  del  Gua- 
gualshuma. 

El  lado  occidental  de  esta  Cordillera  so  halla  aun  mas  cortado  que  el 
oriental,  por  un  sinnúmero  de  quebradas  y  valles,  que  descienden  desde  las 
cumbres  de  4000  metros  rápidamente  hasta  el  nivel  del  mar,  y  como  á  los 
valles  corresponden  otras  tantas  lomas  que  los  separan,  también  el  número 
de  estas  lomas  ó  ramas  de  la  Cordillera  es  muy  grande,  y  podemos  enumerar 
solamente  las  principales,  comenzando  de  nuevo  en  Mullcpungo.  El  primer 
ramal  naco  en  Mullepungo  con  el  cerro  cónico  que  se  llama  Pan  de  azúcar 
y  baja  entre  los  rios  Pagua  y  Tenguel,  acabándose  en  el  cerrito  casi  aislado 
de  Tenyuelülo.  Un  segundo  ramal  sale  del  mismo  Mullepungo,  un  poco  mas 
al  Norte,  y  corre  entre  los  valles  del  rio  Tenguel  y  del  rio  Gala,  rematando 
en  los  cerros  de  Coca  en  la  hac.  de  Tenguel.  Sobre  esta  loma  baja  el  camino 
fragoso,  que  conduce  de  Pucará  á  Balao.  La  torcera  rama  principia  en 
Chanchan  con  el  nombre  de  Berscta  y  separa  el  sistema  del  rio  Gala  del 
mayor  del  rio  Balao.  Del  Cajas  se  extiende  un  macizo  muy  alto  y  ancho 
de  páramos  hacia  el  Oeste,  hasta  cerca  de  Molleturo,  y  de  este  macizo,  que 
en  su  diferentes  partes  lleva  diversos  nombres,  salen  al  Sur  y  al  Norte  varias 
ramas  cortas,  entre  las  cuales  nacen  las  cabeceras  de  los  rios  de  Balao  y 
de  Mihuir.  Es  de  notar,  que  todos  los  rios,  que  desde  Mullepungo  hasta  el 
macizo  del  Cajas  bajan  al  occidente,  desembocan  directamente  en  el  Golfo 
de  Guayaquil,  mientras  que  los  que  siguen,  comenzando  con  el  Mihuir,  van 
á  engrosar  el  rio  de  Cañar,  que  mas  abajo  se  llama  de  Suya  y  finalmente 
de  Naranjal.  —  Al  Norte  del  Cajas  siguen  los  Cerros  de  Patul  que  forman  un 
macizo  parecido  al  que  acabamos  de  describir,  pero  sus  ramales  principales 


RKC.ION   CENTRAL    O    ANDINA. 


40  TOPOGRAFÍA.    —    CAPÍTULO   II. 

se  dirigen  al  N  y  NO  entre  los  valles  de  los  rios  Mihuir,  Norcay,  Pulucay, 
Patul  y  Tisay.  Finalmente  siguen  las  ramas  que  bajan  del  Puruving  hacia 
Gualleturo  á  las  orillas  del  rio  de  Cañar. 

Ahora  nos  falta  cerrar  la  hoya  de  Cuenca  de  la  parte  setentrional.  El 
nudo  que  aquí  une  las  dos  Cordilleras,  no  es  tan  regular  como  al  Sur  en  el 
Pórtete.  Sigamos  su  línea,  que  es  la  divisoria  entre  el  sistema  fluvial  del 
Paute  y  el  del  rio  Cañar,  comenzando  en  Caucay  al  O  de  Cañar.  Aquí  la 
Cordillera  se  une  por  una  silla  baja  con  el  cerro  de  liucran  (3806  m.)  y 
por  otra  silla,  siempre  en  dirección  O-E,  con  los  cerros  de  Molobog.  Esta 
segunda  ensillada,  por  la  cual  pasa  el  camino  de  Cañar  á  Biblian,  tiene 
3483  metros  de  altura.  Los  cerros  de  Molobog  se  dirigen  derepente  al  Sur 
hasta  encima  del  pueblo  de  Biblian,  donde  cambian  su  rumbo  en  un  ángulo 
agudo  al  NE ,  conservándolo  mas  ó  menos  hasta  los  cerros  de  Huayrapungo 
y  hasta  los  páramos  del  Azuay.  Cerca  de  aquel  ángulo,  donde  la  cruza  el 
camino  de  Azogues  á  Cañar,  esta  cordillera  tiene  su  mayor  depresión  (3373  m.). 
En  seguida  se  alza  mas  y  mas,  llegando  en  Huayrapungo  á  la  altura  de 
mas  de  4000  metros. 

Como  se  vé,  este  nudo  es  imperfecto,  es  decir,  no  se  une  directamente 
con  la  Cordillera  oriental,  sino  con  el  nudo  del  Azuay,  de  manera  que  podría 
considerarse  también  como  un  ramal  de  éste,  ramal  que  emite  varios  subra- 
males  hacia  el  Sur.  De  los  últimos  el  primero  nace  en  Huairapungo  con 
el  nombre  de  Pilzhun,  y  llena  con  sus  bifurcaciones  (Chaning,  Huaira- 
caja  etc.)  toda  la  región  entre  los  rios  de  Paute,  de  Azogues  y  de  Dudas. 
Otros  dos  ramales  bajan  al  Sur  hasta  las  orillas  del  Paute  entre  los  rios 
Dudas,  Masar  y  Jubal.  —  Atrás  de  este  último  rio  la  hoya  está  cerrada 
por  la  Cordillera  nevada,  es  decir,  por  aquella  parte  de  la  Cordillera  real, 
que  se  extiende  desde  el  Paute  hasta  el  nudo  del  Azuay.  Algunas  ramas 
cortas  salen  de  ella  en  dirección  SO,  entre  los  rios  de  Jubal,  del  Pulpito  y 
rio  Negro. 

Todas  las  montañas  de  la  hoya  de  Cuenca  están  en  alguna  comuni- 
cación con  las  dos  Cordilleras  y  los  dos  nudos,  que  la  limitan,  con  excepción 
de  una  región  reducida  entre  los  rios  de  Paute,  Tarqui  y  Gualaceo  ó  Pamar. 
Las  montañas  de  esta  región  central  forman  un  grupo  independiente  y  un 
macizo  irregular.  Su  punto  culminante  es  el  cerro  Guagualzhuma  sobre  el 
pueblo  de  Paccha,  con  la  altura  absoluta  de  3090  metros.  Fuera  de  este 
cerro  no  se  presentan  formas  características;  el  terreno  es  suavemente  undu- 
lado con  200  ó  300  metros  de  altura  relativa  sobre  el  plano  de  Cuenca;  el 
rio  de  Quinjeo,  que  divide  este  macizo  en  dos  mitades  y  corre  de  S  á  N, 
es  el  único  rio  considerable,  que  por  la  erosión  excavó  un  valle  hondo  entre 
el  Guagualzhuma  y  el  pueblo  de  Jadan. 


LA   REO  ION  CENTRAL   6   ANDINA.  47 

El  sistema  fluvial  del  rio  Paute  se  presenta  sobre  el  mapa  cual 
un  árbol  de  copa  ancha,  y  á  la  primera  vista  parece  difícil  decir,  cual  de 
los  ramos  sea  el  principal  y  la  continuación  directa  del  tronco.  Sinembargo 
debemos  dar  la  preferencia  al  rio  Matadero,  por  ser  el  mas  largo,  el  medio 
y  el  que  guarda  mejor  la  dirección  general  del  Paute.  Nace,  pues,  este  rio 
en  la  Cordillera  occidental  en  las  alturas  del  Cajas  de  algunas  pequefias 
lagunas;  comienza  su  curso  al  SE  por  el  valle  pintoresco  de  Quínuas,  lo 
cambia  desde  Sayausi  hasta  Cuenca  al  E,  y  sigue  después  al  NEE,  para 
romper  finalmente  la  Cordillera  en  dirección  E  al  lado  del  Allcuquiru.  Aquí 
haremos  la  observación,  que  ningún  otro  rio  de  la  América  meridional,  de 
los  que  dirigen  su  curso  al  océano  atlántico,  nace  en  tanta  proximidad  del 
mar  pacífico,  como  el  rio  Paute;  sus  cabeceras  no  distan  mas  que  unas 
10  leguas,  en  linea  recta,  del  Golfo  de  Guayaquil. 

El  rio  Matadero  recibe  algunos  pequeños  afluentes  de  la  misma  Cor- 
dillera occidental,  de  los  cuales  el  rio  de  Surucuehu  y  el  de  Masan,  ambos 
del  lado  derecho,  son  los  principales.  Muy  cerca  de  Cuenca  le  entra  del 
lado  Sur  el  rio  Yanuncay  unido  con  el  rio  Tarqui.  El  primero  baja  de  los 
páramos  de  Chanchan  y  de  Soldados  en  dirección  NE,  hasta  el  pueblo  de 
Baños,  después  describe  un  semicírculo  (N-NE-E)  al  rededor  del  aislado 
cerro  de  Güishil  y  recobra  su  rumbo  anterior  hasta  enfrente  de  Cuenca. 
El  rio  Tarqui  nace  en  el  nudo  de  Pórtete,  baja  al  NE  y  se  reúne  muy 
pronto,  en  medio  del  plano  de  Tarqui,  con  el  rio  Cumbo,  que  viene  de  los 
cerros  de  Mariviña,  de  SE.  En  su  curso  medio  el  rio  Tarqui  serpentea 
mansamente  por  la  llanura  perfecta  de  Tarqui,  que  se  extiende  2  leguas  de 
S  al  N  y  mide  l¡i  de  legua  de  ancho.  No  tiene  mas  que  82  metros  de 
altura  sobre  la  plaza  de  Cuenca.  Al  extremo  setentrional  de  la  llanura  se 
levanta  de  la  orilla  izquierda  del  rio  un  cerro  cónico  no  muy  alto,  pero 
memorable  en  la  historia  de  las  ciencias.  Se  llama  el  cerro  de  la  pirámide, 
por  llevar  en  su  cúspide  un  monumento  de  esta  forma,  ó  mas  bien  de  la  de 
un  obelisco.  Aquí  es  donde  en  el  siglo  pasado  los  Académicos  franceses 
pusieron  el  término  austral  á  su  célebre  triangulación  y  á  sus  observaciones 
astronómicas,  que  tenían  por  objeto  resolver  el  problema  de  la  verdadera 
figura  de  la  tierra.  — -  Al  pié  de  este  cerro  de  la  pirámide  el  rio  Tarqui  vira 
al  NO  y  entra  en  la  angostura  de  un  valle  tortuoso,  cuyas  laderas  no  son 
muy  altas  pero  escarpadas,  y  en  que  desembocan  del  lado  izquierdo  tres 
quebradas  con  los  ríos  de  San  Agustín  (al  pié  de  la  pirámide),  de  Tntupali 
y  de  Churcay,  todos  tres  cortos  y  de  poca  monta.  —  Pasado  este  valle  toma 
el  rio  su  rumbo  al  Norte  y  entra  en  la  llanura  de  Cuenca,  recibiendo  en 
este  trecho  el  riachuelo  de  Baños,  que  tiene  la  particularidad  de  nacer  de 
unas  fuentes  termales,  de  que  hablaremos  en  otro  lugar.    En  las  inmedia- 


48  topografía.  —  capítulo  ii. 

ciones  de  San  Roque,  suburbio  de  Cuenca,  se  reúne  el  Tarqui  primero  con 
el  Yanuncay  é  inmediatamente  después  con  el  Matadero,  formando  los  tres 
el  rio  Paute.  —  Al  lado  de  esta  triple  confluencia,  y  sobre  la  ribera  izquierda 
del  rio  Matadero  está  edificada  la  hermosa  Capital  de  la  provincia,  en  la 
altura  abs.  de  2580  metros. 

A  muy  corta  distancia  de  Cuenca  hallamos  la  boca  del  rio  Machángara, 
tributario  considerable  del  rio  Paute,  cuyas  cabeceras  se  encuentran  en  las 
alturas  de  la  Cordillera  de  Patul  y  del  ramal  de  Namurelte.  Entre  sus 
afluentes  se  cuenta  el  rio  de  la  Compañía,  del  lado  derecho. 

El  rio  de  Sidcay  es  insignificante  en  comparación  con  el  Machángara, 
pero  el  rio  Azogues  unido  con  el  rio  de  Deleg  es  uno  de  los  tributarios  mas 
grandes  del  Paute  de  este  lado  izquierdo.  El  rio  Deleg  se  forma  del  rio  de 
Surampaltv,  que  baja  de  las  alturas  de  Namurelte  y  del  rio  de  Ramos-huaico, 
que  viene  de  un  ramal  del  Puruving.  Los  dos  se  reúnen  cerca  del  pueblo 
de  Deleg  y  viran  hacia  SE  á  la  boca  del  rio  Azogues.  El  sistema  de  este 
último  ocupa  una  región  extensa  entre  la  Cordillera  de  Caucay  y  la  de 
Huairapungo,  y  debemos  distinguir  dos  rios  principales  que  lo  constituyen: 
el  rio  de  Biblian  y  el  rio  Tabacay,  cuya  confluencia  se  halla  muy  cerca  de 
Azogues.  El  rio  de  Biblian  á  su  vez  recibe,  un  poco  arriba  del  pueblo  de 
este  nombre,  por  tributario  el  rio  de  Burgai,  que  nace  en  la  Cordillera  occi- 
dental sobre  las  alturas  de  Puruving  y  Caucay.  Todos  los  demás  afluentes 
del  Azogues  bajan  del  nudo  de  Cañar  y  Huairapungo;  asi  el  rio  de  Biblian 
mismo,  que  desciende  de  N  á  S  entre  un  ramal  del  Bueran,  llamado  Hueste, 
y  los  cerros  de  Molobog.  El  rio  Tabacay  nace  con  el  nombre  de  Carihuaray 
en  los  cerros  de  Huairapungo,  y  su  afluente  principal,  el  rio  Nudpud  viene 
de  los  páramos  de  Pilzhun.  Desemboca  en  el  rio  de  Biblian  al  lado  seten- 
trional  del  alto  cerro  de  Abuga,  que  se  levanta  inmediatamente  sobre  la  villa 
de  Azogues. 

Desde  la  boca  del  rio  Azogues  el  Paute  vá  franjeado  de  su  lado  seten- 
trional  por  una  cordillera  bastante  alta  con  pendientes  escarpadas,  desde 
San  Cristóbal  hasta  encima  de  Huarainao,  y  no  recibe  en  este  trecho  sino 
algunos  riachuelos  cortos  en  la  cercanía  de  Paute;  pero  del  Sur  le  entra 
primero  el  rio  de  Quinjeo  ó  de  Jadan,  y  después  el  mucho  mas  grande  de 
Gualaceo  ó  Pamar.  Este  rio  nace  con  el  nombre  de  Jima  en  la  Cordillera 
oriental,  corriendo  en  dirección  de  E-ü  hasta  la  cercanía  del  pueblo  de 
Jima,  y  recibe  en  este  su  curso  superior  algunos  afluentes  del  Sur,  es  decir 
del  nudo  de  Tinajillas  (Allparupashea).  En  seguida  vira  en  ángulo  casi 
recto  al  Norte  y  conserva  este  rumbo  general  hasta  su  desembocadura  en 
el  rio  Paute.  Desde  Jima  hasta  la  boca  del  rio  Sigsig  se  llama  Pamar  y 
toma  del  lado  izquierdo  el  rio  Maranga,  único  tributario  occidental  de  alguna 


.    KEUION    CENTRAL    ü    AX1HX, 


Wolt,  Eoaulor. 


50  TOPOGRAFÍA.    —    CAPÍTULO   II. 

consideración.  Casi  en  la  mitad  del  camino  entre  Jima  y  Gualaceo  le  en- 
gruesa del  lado  derecho  el  rio  de  Sigsig.  Este  nace  de  varios  riachuelos 
en  las  alturas  de  Matanga  y  en  el  ramal,  que  baja  por  Piedra  blanca  hasta 
las  cercanías  de  Sigsig.  Los  ríos  Molong,  Minas,  St\  Bárbara  y  Áyon  son 
las  cabeceras  mas  conocidas  del  rio  Sigsig,  por  los  lavaderos  de  oro  que 
se  hallan  á  sus  orillas.  El  curso  general  de  este  rio  es  de  NOO.  —  En  las 
faldas  setentrionales  de  Piedra  blanca  toma  su  origen  el  rio  Alcacay,  que 
después  de  correr  por  un  pequeño  trecho  de  E  á  O,  vira  al  NO  y  baja  con 
el  nombre  de  rio  Shiu  al  de  Gualaceo.  Pues,  es  de  notar,  que  el  rio  Pamar 
desde  la  boca  del  de  Sigsig  generalmente  se  llama  río  de  Gualaceo.*)    En 


F1B.  S.    El 


continuación  tenemos  el  rio  de  Guallmhicay  abajo  de  Chordeleg,  y  en  fin 
los  dos  ríos  de  San  Francisco  y  de  San  José,  que  desembocan  casi  en  el 
mismo  punto  enfrente  de  Gualaceo  y  a  muy  corta  distancia  del  rio  Paute. 
Estos  últimos  tres  rios  nacen  en  los  páramos  que  forman  la  antegrada  de 
la  Cordillera  real.  Gualaceo,  la  bonita  cabecera  del  cantón,  no  se  halla  en 
la  misma  orilla  del  rio,  sino  á  cierta  distancia  y  unos  20  metros  sobre  ella 

*)  Es  una  costumbre  que  se  halla  por  toda  la  Sudamérien,  do  dar  á  un  mismo  rio 
distintos  nombres  en  diversos  trechos  do  su  eurso,  costumbre  poco  conveniente,  que  lia 
causado  muchas  equivocaciones  y  confusiones  en  las  obras  de  geografía. 


LA   REGIÓN   CENTRAL   Ó    ANDINA.  51 

(2320  m.  de  altura  absoluta)   en  una  explanada  hermosa  y  en  medio  de  un 
vergel  de  árboles  frutales. 

Si  seguimos  desde  la  boca  del  rio  de  Gualaceo  hacia  abajo,  encontra- 
mos en  el  mismo  lado  el  rio  de  Collay,  que  en  dirección  S-N  baja  de  los 
páramos  de  Maila  y  de  Collay  al  pió  de  la  Cordillera  real;  se  llama  también 
rio  de  Pan,  según  el  pueblo  de  este  nombre,  que  se  halla  á  bastante  eleva- 
ción sobre  su  ribera  izquierda  (2010  m.).  Finalmente  descienden  unos  pe- 
queños rios  de  las  faldas  extensas  del  Allcuquiru,  que  desembocan  en  el  rio 
Paute  cerca  de  los  sitios  de  Jordán  y  de  St\  Rita. 

En  el  arco  grande,  que  hace  el  rio  Paute  antes  de  romper  el  dique  de 
la  Cordillera,  le  engruesan  algunos  rios  considerables  del  lado  norte,  que 
descienden  en  parte  de  Huairapungo  y  de  los  páramos  del  Azuay,  en  parte 
de  la  Cordillera  oriental.  El  primero  es  el  rio  Dudas,  que  tiene  su  origen 
atrás  del  Pilzhun  y  Huairapungo,  recibe  en  su  curso  superior  algunos  pe- 
queños afluentes  en  el  valle  de  Pindilic,  y  en  el  curso  medio  el  rio  de  Taday 
del  lado  occidental.  En  general  guarda  el  runibo  de  NO  á  SE  hasta  su 
entrada  en  el  Paute.  Los  otros  rios  que  siguen  mas  abajo,  son  casi  inacce- 
sibles y  vienen  de  regiones  inhabitadas.  Para  averiguar  su  curso,  conviene 
subir  al  cerro  de  Yanguang  (3360  m.)  que  corona  el  ramal  entre  los  rios 
Dudas  y  Masar  entre  los  pueblos  de  Pindilic  y  de  Shoray.  Este  cerro  do- 
mina un  horizonte  inmenso,  sobre  todo  hacia  la  Cordillera  oriental  y  me  ha 
servido  mucho  para  el  trazo  de  esta  sección  del  mapa.  Al  Oeste  divisamos 
una  gran  parte  de  la  hoya  de  Cuenca  y  casi  á  nuestros  pies  los  valles  de 
Pindilic  y  de  Taday  con  el  rio  Dudas,  cuyo  curso  se  destaca  como  sobre 
un  mapa.  Al  Este  de  nuestro  mirador  tenemos  el  curso  del  majestuoso  Paute, 
en  cuya  ribera  derecha  distinguimos  el  antiguo  hospital  de  los  lázaros,  lla- 
mado Jordán  y  la  hacienda  de  Sta.  Rita,  última  avanzada  de  la  civilización 
hacia  el  Oriente.  Abajo  de  este  último  sitio  el  rio  hace  una  grandísima 
vuelta,  describiendo  tres  partes  de  un  círculo  al  rededor  de  un  promontorio 
del  Allcuquiru,  y  derepente  se  lanza  al  Este  por  la  breñosa  abra  de  la  Cor- 
dillera. Aquí  se  nota  la  extensión  enorme  del  Allcuquiru  y  lo  bizarro  de 
sus  formas :  una  selva  de  picos,  cuernos,  agujones  y  dientes  sobre  su  cresta. 
A  la  verdad  el  nombre  quichua  que  lleva,  es  el  mas  expresivo  que  se  podia 
darle,  pues  significa  diente  ó  dentadura  de  perro.  Lo  que  vemos  al  N  y  al 
NE,  es  un  mundo  desconocido  y  desierto:  cuatro  ó  cinco  cordilleras  ó  ra- 
males, que  salen  en  parte  de  las  alturas  del  Azuay  y  en  parte  de  la  Cor- 
dillera principal,  vienen  á  espirar  al  rededor  del  gran  semicírculo  que 
describe  el  rio  Paute,  y  de  los  valles  que  separan  estos  cordones  se  pre- 
cipitan otros  tantos  rios:  el  Masar,  el  Jttbal,  el  del  Pulpito  y  el  rio  Negro. 
Atrás  de  todo  esto  y  como  el  fondo  del  anfiteatro   se  divisa  la  Cordillera 

4* 


52  topografía.  —  capítulo  ti. 

real  de  los  Andes  con  su  cresta  erizada  y  nevada,  y  asi  mismo  se  distin- 
guen de  lejos  al  N  y  NO  algunos  picachos  principales  del  Azuay. 

Con  esto  concluimos  la  revista  orográfica  ó  liidrográfica  de  la  gran  hoya 
de  Cuenca.  Dirigamos  ahora  nuestra  mirada  á  la  que  sigue  al  Norte  y  que 
ocupa  una  extensión  mucho  menor,  á  la  hoya  de  Cañar.  Ella  no  llega 
hasta  la  Cordillera  oriental;  está  limitada  al  Norte  y  Este  por  el  nudo  del 
Azuay  y  sus  ramales,  al  Sur  por  el  nudo  de  Bueran,  y  al  Oeste  por  un 
eslabón  de  la  Cordillera  occidental.  El  límite  al  Sur  y  Este  queda  descrito; 
es  la  cadena  do  montañas  que  comienza  en  Caucay  al  O  de  Cañar,  sigue 
por  el  Bueran  y  los  cerros  de  Molobog,  y  concluye  en  los  de  Huairapungo. 
Solo  de  estos  últimos  se  prolonga  un  ramal  algo  considerable  hacia  el  Oeste 
á  la  hoya  de  Cañar,  separando  los  rios  de  Huairapungo  y  de  Silante.  En 
su  extremo,  cerca  de  la  confluencia  de  los  dos  rios  citados,  se  halla  sobre 
un  promontorio  la  antigua  fortaleza  de  los  incas  «Incapirca»  (31(13  m.),  cuyas 
ruinas  son  uno  de  los  monumentos  mas  interesantes  del  pais,  que  quedaron 
del  dominio  incásico. 

El  nudo  del  Azuay  es  un  deforme  macizo  de  montañas,  colocado 
bajo  2o  207  Lat.  S  en  medio  de  la  Cordillera  oriental  y  de  la  occidental,  como 
una  inmensa  araña  que  extiende  sus  patas  ó  brazos  á  todos  lados.  Algunos 
de  estos  brazos,  que  se  dirigen  al  Sur,  ya  conocemos,  la  Cordillera  de  Huaira- 
pungo es  el  principal.  Otro  brazo  ó  ramal  baja  al  SO,  separando  los  valles 
del  rio  Silante  y  del  rio  de  Culebrillas,  y  extendiéndose  hasta  el  pueblo  de 
Tambo.  Del  centro  mismo  del  nudo,  es  decir  de  Quimsa-  cruz  (4307  m.)  sale 
el  ramal  que  bajando  primero  en  la  misma  dirección  de  SO  y  virando  des- 
pués al  Oeste  reúne  el  Azuay  directamente  con  la  Cordillera  occidental  sobre 
el  pueblo  de  Suscal.  De  consiguiente  este  ramal  es  el  mas  esencial  y  la 
prolongación  directa  del  nudo,  porque  separa  la  hoya  de  Cañar  de  la  de 
Alausi.  Lo  que  toca  la  Cordillera  occidental  entre  las  dos  hoyas  que  acabo 
de  nombrar,  no  manifiesta  mucha  regularidad.  Es  mas  baja  que  en  la  pro- 
vincia de  Cuenca  y  en  la  de  Riobamba,  y  carece  de  una  cresta  central  y 
bien  marcada.  Desde  el  punto  en  que  se  reúne  con  el  nudo  del  Azuay, 
sobre  el  pueblo  de  Suscal,  una  rama  baja  al  Oeste,  franjeando  el  rio  de 
Cañar,  y  otra  se  dirige  al  Norte  para  descender  á  las  orillas  del  rio  Chan- 
chan.  De  su  lado  occidental  nacen  los  rios  de  Rircay  y  de  Bulubulu  (tri- 
butarios del  rio  de  Boliche),  entre  cuyas  cabeceras  también  se  abaten  al- 
gunas ramas  cortas  de  la  Cordillera.  Por  lo  demás  toda  esa  región  es 
inhabitada  y  poco  conocida. 

El  sistema  fluvial  de  la  pequeña  hoya  de  Cañar  es  sencillo  y  corto. 
Considerando  como  principio  del  rio  de  Cañar  el  de  Silante,  podemos  decir 
que  este  rio  en  todo    su  curso  hasta  las   llanuras   de  Naranjal  guarda  el 


LA  REGIÓN  CENTRAL  Ó  ANDINA.  53 

rumbo  general  de  E-O.  El  S liante  nace  entre  los  ramales  del  Azuay  que 
llamamos  de  Huairapungo  y  de  Paredones.  Paralelo  á  él  corre  el  rio  de 
Huairapungo,  pero  algo  mas  al  Sur,  que  manifiesta  su  origen  por  el  nombre 
mismo.  Este  último  no  entra  directamente  al  Silante,  sino  en  el  rio  de 
Molobog,  que  viene  del  Sur,  de  aquel  triángulo  que  forma  la  cadena  de  los 
cerros  de  Molobog  sobre  el  pueblo  de  Biblian.  Si  cruzamos  estos  cerros, 
viniendo  de  Azogues,  entramos  por  una  bajada  suave  y  corta  á  un  valle 
ancho  de  suelo  pantanoso,  en  que  toma  su  origen  el  rio  do  Molobog.  Una 
legua,  poco  mas  ó  menos,  sigue  este  valle  anchuroso  y  casi  horizontal,  en- 
tonces se  estrecha  derepente  y  tiene  una  caída  precipitada.  Peñascos  altos 
y  tajados  de  pórfido  se  levantan  á  ambos  lados  y  dejan  con  dificultad  paso 
al  rio  y  al  camino,  obligándolos  á  hacer  muchas  tortuosidades.  Asi  sigue 
el  valle  una  legua,  hasta  la  desembocadura  del  rio  Huairapungo,  que  viene 
del  Este  de  un  valle  semejante.  Entonces  se  abre  el  paisaje  hacia  la 
meseta  y  el  valle  de  Cañar.  El  Molobog  se  reúne  una  legua  mas  al  Norte 
con  el  Silante  y  los  dos  unidos  reciben  el  nombre  de  Cañar  ó  Hatun-Cañar, 
que  conservan  hasta  mas  abajo  de  Gualleturo.  Pasamos  en  silencio  los 
pequeños  afluentes  de  la  derecha  é  izquierda,  y  nombraremos  solo  el  tri- 
butario considerable  que  entra  al  Cañar  entre  los  pueblecitos  de  Pungal  y 
Tambo,  y  que  es  el  rio  de  Cidchrillas.  Sus  fuentes  se  hallan  en  el  centro 
del  Azuay,  al  Este  de  Quimsa-eruz,  en  el  valle  que  forma  el  ramal  principal 
del  nudo  con  el  de  Paredones.  También  de  Quimsa-cruz  baja  un  pequeño 
brazo  del  rio  en  dirección  SO.  Entre  este  brazo  y  el  rio  principal  se  halla 
la  mal  afamada  Pucaloma  (4445  m.),  una  rama  corta  del  Azuay,  por  cuya 
cresta  pasó  antiguamente  el  camino  real  y  que  fué  muy  temida  de  los  via- 
jeros, por  estar  comunmente  nevada  y  azotada  por  un  viento  furioso.  Al 
pié  de  la  cuesta  de  Pucaloma  se  reúne  el  riachuelo  de  Ouimsa-cruz  con  el 
rio  de  Culebrillas,  y  en  seguida  serpentea  con  mil  tortuosidades  por  un  valle 
angosto  y  pantanoso  hasta  entrar  en  una  hermosa  laguna,  en  cuya  cercanía 
se  hallan  los  Paredones,  es  decir,  las  ruinas  de  un  tambo  grande  del  tiempo 
de  los  Incas. (I0)  Después  de  dejar  la  laguna,  el  rio  sigue  todavia  por  largo 
trecho  la  dirección  al  Oeste,  para  bajar  finalmente  entre  Tambo  y  Pungal 
al  Hatun-Cañar.*) 

Del  lado  setentrional  del  rio  la  hoya  de  Cañar  se  cierra  por  la  Cordillera 
occidental  cerca  de  Suscal,  pero  del  lado  Sur  propiamente  acaba  con  los 
cerros  de  Caucay,  es  decir  mas  hacia  el  Este,  porque  los  sitios  de  Malal, 


*)  En  mi  primora  descripción  de  la  provincia  del  Azuay  (Guayaquil  1H79)  he  come- 
tido el  error  de  dejar  el  rio  de  Culebrillas  dirigirse  al  rio  Angas,  tributario  del  Chan- 
chan,  seducido  por  informaciones  inexactas  de  algunos  cazadores. 


54  topografía.  —  capítulo  ii. 

Ger  y  el  pueblo  de  Gualleturo  ya  se  hallan  al  Oeste  de  la  Cordillera  occi- 
dental. La  dificultad  de  cerrar  netamente  la  hoya  hacia  el  lado  oeste,  pro- 
viene de  la  irregularidad  de  la  Cordillera  entre  el  rio  de  Cañar  y  el  Chan- 
chan,  de  que  he  hablado  mas  arriba,  y  en  cuya  consecuencia  las  crestas  no 
se  corresponden  directamente  á  ambos  lados  del  rio  de  Cañar,  como  en  otras 
abras  de  la  Cordillera.  La  cabecera  del  Cantón,  la  villa  de  Cañar,  no  se 
halla  á  las  orillas  del  rio  grande,  sino  á  la  distancia  de  media  legua  y 
267  metros  sobre  él  (3140  m.  de  altura  absoluta),  en  una  hondada  de  la 
meseta  entre  dos  riachuelos.  Fuera  de  esta  meseta  entre  el  Bueran  y  el 
rio,  que  es  muy  feraz  y  bien  cultivada,  la  hoya  tiene  poco  terreno  plano. 
A  la  otra  banda  del  rio,  es  decir,  al  N,  la  meseta  es  angosta  y  solo  en  las 
inmediaciones  del  pueblo  del  Tambo  y  de  su  anejo  Pungal  algo  mas  pro- 
nunciada. Se  levantan  demasiado  cercanos  los  cerros  que  forman  como  el 
antemural  ó  la  primera  grada  del  gran  Azuay. 

Sección  IVa.   La  Región  entre  el  Azuay  y  el  Chimborazo  y  Sanancajas. 

En  esta  región  caen  las  provincias  del  Chimborazo  y  de  Bolívar,  con 
las  hoyas  de  Alausi,  Riobamba  y  Chimbo.  Comencemos,  como  de  costumbre, 
con  la  descripción  de  la' Cordillera  oriental  ó  reah  Entre  el  valle  transversal 
del  rio  Paute  (2°40'  Lat.  S)  y  el  de  rio  Pastaza  (Io  25'  Lat.  S)  sigue  ella  el 
rumbo  general  de  NNE ;  pero  desde  el  nudo  del  Azuay  (2o  20*  Lat.  S)  prin- 
cipia á  mostrar  ciertas  irregularidades,  que  hacen  su  estudio  mas  complicado 
y  difícil;  sobre  todo  se  ensancha  mucho,  y  á  veces  quedamos  en  duda,  cuales 
de  los  picos  irrogularmento  agrupados  formen  la  cresta  central  y  principal. 
Esta  complicación  sigue  por  todo  el  resto  de  la  República  hasta  las  fron- 
teras do  Colombia,  y  os  debida  á  un  elemento  trastornador  que  entra  en  la 
constitución  geológica  do  la  Cordillera  oriental.  Desde  el  nudo  de  Sabanilla 
hasta  el  Azuay  la  composición  de  esta  Cordillera  era  sencilla  y  hasta  monó- 
tona, ejerciendo  las  antiguas  rocas  cristalinas  (granito,  gneis,  esquistas  cri- 
stalinas) su  dominio  indisputado;  en  consecuencia  también  las  formas  exte- 
riores ó  geográficas  de  las  montañas  se  sujetaron  á  reglas  bastante  sencillas. 
Pero  luego  que  entra  ol  elemento  revolucionario  del  volcanismo,  también 
las  configuraciones  extornas  de  las  Cordilleras  se  modifican;  los  volcanes 
levantan  sus  soberbios  pero  peligrosos  edificios  sobre  las  bases  mas  sólidas 
de  las  rocas  antiguas,  y  cambian  la  fisonomía  de  las  Cordilleras.  El  Azuay 
es  el  primer  nudo  interandino  volcánico,  y  todos  los  demás  hacia  el  Norte 
son  de  la  misma  naturaleza. 

El  Azuay  comunica  con  la  Cordillera  oriental  por  un  anchuroso  macizo 
de  montañas,  que  se  confunde  insensiblemente  con  la  Cordillera  misma  y 


LA   BEGI0N  CENTRAL   Ó   ANDINA.  55 

lleva  diferentes  nombres  como:  páramos  de  Yuluc,  Zula,  Totora,  Ayapungo, 
Mactalan,  Yuntana,  Ozogoche,  Colai,  Hatillo  etc.  En  esta  región  alta  y  fria, 
sembrada  de  lagunas,  nacen  varios  rios  importantes,  que  se  dirigen  en  sen- 
tidos opuestos  al  Sur  y  Norte,  al  Este  y  Oeste,  y  entre  sus  cabeceras  co- 
mienzan á  individualizarse  los  ramales  de  montañas,  que  igualmente  irradian 
hacia  todos  los  vientos.  Hacia  el  oriente  bajan  las  ramas  que  separan  los 
valles  de  los  primeros  afluentes  del  rio  Upano  ó  de  Macas;  hacia  el  NNO 
sale  el  ramal  que  forma  los  páramos  sobre  Alausi  y  Tixan  hasta  Atapo,  y 
que  virando  al  O  se  prolonga  directamente  por  el  nudo  de  Tiocajas  hasta 
la  Cordillera  occidental.  El  ramal  que  principia  entre  las  cabeceras  del  rio 
Ozogoche  y  las  del  rio  Zuñac,  y  que  se  dirige  al  NNE  por  las  alturas  del 
Hatillo,  es  la  linea  divisoria  entre  las  aguas  del  Pacífico  y  del  Atlántico, 
y  debe  ser  considerada  como  la  continuación  de  la  Cordillera  real  misma. 
—  Esta  Cordillera  presenta  en  su  curso  ulterior  hacia  el  Norte,  hasta  los 
páramos  del  Quilimas,  la  particularidad  de  ser  partida  en  dos  cadenas  para- 
lelas por  un  valle  longitudinal,  en  que  nace  el  rio  de  Cebadas  ó  de  Yasipang. 
Pero  antes  de  entrar  en  una  explicación  ulterior  de  este  fenómeno,  volvamos 
la  mirada  atrás. 

El  nudo  transversal  de  Tiocajas  entre  (iuamote  y  Tixan  separa  el  valle  de 
Alausi  de  la  gran  hoya  de  Riobamba.  Este  valle  debemos  considerar  como 
una  hoya  interandina  aparte,  limitada  al  N  por  el  nudo  expresado,  al  Sur 
y  Este  por  el  Azuay  y  sus  ramales,  y  al  Oeste  por  la  Cordillera  occidental. 
La  última,  que  entre  el  rio  de  Cañar  y  el  rio  Chanchan  era  menos  pronun- 
ciada, comienza  á  desarrollarse  de  nuevo  con  mucha  regularidad  al  lado 
derecho  del  Chanchan,  sobre  el  pueble-cito  de  Linjc,  y  sigue  sin  interrupción 
con  una  cresta  angosta  y  bien  visible  hasta  el  Chimborazo.  En  su  primer 
parte,  desde  Linje  por  las  alturas  de  Sinchan  y  San  Nicolás,  hasta  el  cerro 
de  Calugüin,  es  baja  (3000  á  3300  m.)  y  su  rumbo  es  al  NE,  pero  después 
sigue  directamente  al  N,  siempre  con  el  hondo  valle  de  Chimbo  al  lado 
occidental,  y  se  levanta  á  la  altura  media  de  4300  metros.  Solo  la  primera 
parte  franjea  la  hoya  de  Alausi;  donde  se  verifica  la  declinación  al  Norte, 
cerca  del  cerro  Dañas,  se  halla  la  unión  con  el  nudo  de  Tiocajas  mediante 
una  meseta  alta  de  páramos.  Todas  las  ramas  de  la  Cordillera  occidental, 
ora  caigan  al  valle  de  Chimbo,  ora  á  la  hoya  de  Alausi,  son  relativamente 
cortas,  lo  mismo  que  las  que  vienen  del  nudo  de  Tiocajas  y  su  prolongación 
al  Este  hasta  el  Azuay.  Algo  mas  considerables  son  las  que  emite  el  nudo 
del  Azuay  al  valle  del  Chanchan,  así  por  ejemplo,  la  que  saliendo  de  Quimsa- 
cruz  vira  sobre  Pomallacta,  y  Gonzol  al  Oeste,  y  otra  que  parte  del  mismo 
punto  en  dirección  á  Chunchi.  Las  otras  ramas,  que  podemos  llamar  de 
Guabalcon,  de  Sulchan  y  de  Angas,  nacen  del  ramal  principal  del  Azuay, 


56  topografía.  —  capítulo  il 

que  baja  por  el  lado  derecho  del  rio  Culebrillas  hasta  el  pueblo  de  Suscal, 
y  separan  los  valles  de  los  rios  que  llevan  los  mismos  nombres. 

El  sistema  fluvial  de  la  hoya  de  Alausí  no  es  muy  extenso.  El 
rio  Chanclian,  que  al  principio  se  llama  rio  de  Alausí,  nace  sobre  la  ancha 
meseta  de  Tiocajas,  en  los  páramos  de  A  tapo,  y  desciende  en  la  dirección 
N-S  con  poca  declinación  al  O  por  el  valle  de  Tixan  hasta  su  confluencia 
con  el  rio  Zula,  enfrente  del  pueblo  de  Sibambe.  En  este  trecho  superior 
recibe  pocos  y  pequeños  afluentes  del  lado  izquierdo  y  algunos  mas  grandes 
del  lado  derecho,  es  decir  de  la  Cordillera  occidental.  —  La  villa  de  Alausí 
so  halla  á  su  lado  izquierdo  sobre  una  pequeña  meseta,  que  tiene  180  metros 
sobre  el  rio  y  2400  m.  de  altura  absoluta. 

El  primer  tributario  grande,  que  recibe  el  rio  de  Alausi,  el  rio  Zula,  le 
viene  del  lado  este,  de  los  páramos  de  Totoras  y  de  Zula,  y  corre  en  un 
valle  muy  hondo  y  angosto,  de  manera  que  los  pueblos  de  Achupattas,  Po- 
mallacta,  Gonzol  y  Guasuntos,  se  hallan  todos  en  alturas  considerables  sobre 
sus  riberas,  en  unas  pequeñas  mesetas.  De  la  caída  muy  fuerte,  que  tiene 
tanto  el  rio  de  Alausí,  cuanto  el  de  Zula,  podemos  formarnos  una  idea,  si 
digo  que  sus  fuentes  se  hallan  en  la  altura  de  4000  metros,  y  su  confluencia 
cerca  de  la  hacienda  de  Bugnac  en  la  de  1857  metros;  bajan  unos  2150  metros 
en  la  distancia  de  5  leguas  (en  linea  recta)  el  primero,  y  de  4  leguas  el 
segundo.  —  A  corta  distancia  de  la  boca  del  rio  Zula  entra  del  lado  opuesto 
el  pequeño  rio  de  Sibambe,  que  nace  sobre  el  pueblo  del  mismo  nombre  en 
los  cerros  de  Calugüin,  Milla  y  Allpachaca,  que  son  partes  de  la  Cordillera 
occidental.    La  plaza  del  pueblo  se  halla  en  la  altura  de  2478  metros. 

Desde  enfrente  de  Sibambe  el  rio  Chanchan  vira  mas  y  mas  al  Oeste 
y  recibe  del  lado  sureste  los  rios  de  Guataxi,  de  Guabalcon  y  de  Angas, 
que  descienden  del  Azuay  y  de  su  prolongación  occidental,  como  queda  dicho 
mas  arriba.  Sobre  la  orilla  derecha  del  primer  rio  se  halla  la  hermosa 
meseta  de  Chunchi,  cuyo  pueblo  en  la  altura  de  2316  metros  (500  m.  sobre 
el  Chanchan)  goza  de  un  temperamento  agradable.  —  Entre  las  desem- 
bocaduras de  los  rios  Guataxi  y  Guabalcon  llama  la  atención,  por  su  posi- 
ción aislada,  un  alto  cerro  volcánico,  que  se  llama  Guabalcon  y  también 
Puñay.  Su  cúspide  característica  domina  todo  el  valle  del  Chanchan,  desde 
arriba  de  Sibambe  y  es  visible  hasta  en  Guayaquil.  Es  un  punto  magnífico 
para  servir  en  operaciones  geodésicas.  —  El  rio  Angas  es  el  último  tributario 
de  consideración  que  recibe  el  Chanchan  de  la  izquierda,  y  con  el  ramal 
que  baja  por  su  banda  meridional  de  la  Cordillera  de  Chilchil,  se  cierra  la 
hoya  de  este  lado.  En  el  lado  opuesto,  y  casi  enfrente  de  la  boca  del  rio 
Angas,  se  levanta  la  Cordillera  de  Linjc,  que  es  la  valla  occidental  de  la 
hoya  de  Alausi. 


LA   REGIOS   CENTRAL   Ó   ANDINA. 


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Flg.  1.    Trabajo»  del  ferrocarril  ín  «1  valle  it\  Chano: 


58  topografía.  —  capítulo  ii. 

Si  seguimos  de  Sibambe  el  valle  del  Chanchan  por  el  lado  derecho, 
encontramos  muchos  rios,  pero  todos  pequeños,  porque  la  cercania  de  la 
Cordillera  no  les  permite  un  desarrollo  grande.  Los  principales  son  el  rio 
de  Pagma,  que  viene  de  las  alturas  de  San  Nicolás,  las  quebradas  de  Tilanje, 
Licay,  Huigra,  Sigsigpamba  y  el  rio  Chiguacay,  el  último  mas  largo  y  oriundo 
de  los  cerros  de  Sinchan.  Este  lado  del  valle  de  Chanchan  tiene  un  interés 
particular,  porque  por  él  ha  de  subir  el  primer  ferrocarril  andino  del  pais, 
que  desde  algún  tiempo  está  en  construcción. 

La  hoya  de  Riobamba  está  comprendida  entre  las  dos  Cordilleras 
principales,  el  nudo  de  Tiocajas  al  S,  y  el  de  Sanancajas  al  N.  —  La  Cor- 
dillera oriental  corre  desde  su  unión  con  el  nudo  del  Azuay  poco  mas  ó 
menos  al  Norte  hasta  el  sitio  de  Hatillo  ó  los  cerros  de  Cuscungo.  Allá  se 
encuentra  con  el  valle  transversal  del  rio  Yasipang,  y  se  bifurca,  siguiendo 
un  ramal  al  otro  lado  del  valle  en  la  misma  dirección  S-N,  entre  el  rio 
Cebadas  y  el  Yasipang  hasta  encima  del  pueblo  de  Pungalá,  y  dando  el 
otro  ramal  una  vuelta  al  E  y  NE  al  rededor  del  valle  de  Yasipang,  para 
tomar  en  seguida  el  rumbo  al  N  y  para  unirse  de  nuevo  con  el  ramal 
primero  en  los  páramos  de  Cubillin.  De  este  modo  nace  un  valle  longitudinal, 
paralelo  al  del  rio  Cebadas,  pero  en  mayor  altura  y  corriendo  las  aguas  en 
los  dos  valles  en  sentido  opuesto.  —  De  los  dos  cordones  el  segundo,  es 
decir,  el  oriental  es  el  «divortium  aquarum»  entre  el  océano  pacifico  y  el 
atlántico,  pues  en  sus  vertientes  exteriores  se  hallan  las  cabeceras  de  los 
rios  de  Macas  y  Palora.  Sinembargo  la  rama  occidental  es  la  que  limita 
hacia  el  E  la  hoya  de  Riobamba,  porque  el  valle  del  rio  Yasipang,  lo  mismo 
que  el  del  rio  Ozogoche,  propiamente  no  pertenecen  á  la  hoya,  que  comienza 
solo  desde  Ishubamba,  ó  desde  el  lugar  en  que  el  nudo  de  Tiocajas  topa  con 
la  Cordillera  oriental. 

La  rama  occidental,  la  única  visible  desde  la  hoya  de  Riobamba,  co- 
mienza, como  ya  queda  dicho,  en  la  confluencia  de  los  rios  Ozogoche  y 
Yasipang,  y  sigue  con  una  altura  de  3500  á  4000  metros  hasta  enfrente  del 
pueblo  de  Licto.  Á  ella  pertenecen  los  páramos  de  Ishubamba  y  Cebadas, 
y  especialmente  los  extensos  Páramos  de  Alao  con  el  «Mirador  del  Sangay» 
en  Calcit-pungo.  Sobre  los  pueblos  de  Pungalá  y  Chambo  la  Cordillera  se 
levanta  á  alturas  aun  mas  considerables  en  el  Cubillin  (4455  m.)  y  en  el 
Páramo  de  Quilmas  (4711  m.).  Pero  aquí  ya  está  unida  con  la  rama  oriental. 
Esta  última  cadena  comienza  en  los  páramos  de  Cuscungo  y  lleva  en  seguida 
diversos  nombres  poco  conocidos  (por  ser  toda  la  región  inhabitada).  Emite 
varias  ramas  cortas  hacia  el  Yasipang  y  algunas  mas  largas  al  lado  opuesto 
hacia  el  rio  de  Puente  hondo,  que  es  la  cabecera  principal  del  rio  Upano 
ó  de  Macas.     El  punto  mas  interesante  en  esta  cadena  es  el  llamado  Nug- 


LA   BEGION   CENTUAL   Ó    ANDINA.  59 

sagpungo,  por  donde  se  puede  pasar  del  valle  de  Yasipang  (arriba  Yaguar- 
cocha)  al  valle  del  río  del  volcan,  en  que  se  levanta  el  Sangay.  Desde 
Nagsagpungo  sale  al  oriente  una  Cordillera  que  forma  hacia  SE  y  NE  un 
semicírculo  al  rededor  del  volcan  de  Sangay  {5323  m.),  el  cual  por  lo  visto 
se  levanta  aislado  atrás  de  la  Cordillera  oriental.  En  la  ladera  S  de  Nag- 
sagpungo naco  el  rio  de  Puente  hondo,  y  en  su  ladera  N  un  afluente  del 
rio  Palora.  de  suerte  que  la  dicha  cordillera  semicircular  y  mas  al  oriente 
las  faldas  del  Sangay  mismo,  forman  la  división  entre  los  sistemas  fluviales 
del  rio  de  Macas  (Morona)  y  del  rio  Pastaza  (Palora).")  —  Si  de  Nagsag- 
pungo seguimos  al  N  la  cresta  de  la  Cordillera,  entre  el  valle  superior  del 
rio  do  Yaguar-cocha  y  el  de  un  afluente  del  rio  Palora,  llegamos  pronto  al 


de  Rinbamb» 


Hatun-urcu,  quo  forma  la  transición  a  los  páramos  de  Cubillin,  en  donde 
desaparece  la  bifurcación  de  la  Cordillera,  siguiendo  un  solo  tronco  aunque 
muy  ancho,  hasta  el  vallo  del  rio  Pastaza. 

Después  de  los  picachos  nevados  del  Quilinias  (Cerro  Lconang)  siguen 
al  N  los  páramos  de  Farturumi  (cresta  de  la  Cordillera)  y  á  su  término  el 
Cerro  Toldo  (4462  m.),  que  se  divisa  perfectamente  desde  la  llanura  de 
Riobamba.  —  Separado  del  último  por  la  ensillada  del  Fungo  de  Yuibug, 
se  levanta  el  majestuoso  Cerro  de  Colluncs  ú  Altar,  «la  obra  maestra 
de  la  creación  volcánica»,  cuyo  pico   mas  elevado  llega  á  la  altura  de 


*)  El  primero  y  hasta  ahora  el  único,  que  ha  estudiado  detenidamente  esla  región 
interesante  entre  la  hoya  de  Biohamba  y  el  Sangay,  es  el  infatigable  explorador  de  los 
páramos  ecuatorianos,  Dr.  A.  Síüoeí,  quien  me  proporcionó  graciosamente  los  materiales 
para  el  trazo  de  esla  parte  del  mapa. 


60 


TOPOGRAFÍA.    —   CAPÍTULO    II. 


5404  metros.")  —  Del  Altar  salen  muchos  ramales  de  la  Cordillera,  algunos  al 
O  y  NO,  entre  los  rios  de  Tarau,  de  Penipe  (rio  Blanco)  y  de  Puela,  otros  hacia 
el  oriente,  y  entre  estas  la  principal  es  la  del  Condorasto,  cuya  prolongación 
entre  los  sistemas  de  los  rios  Palora  y  Llusin  se  llama  Cordillera  de  Huamboya. 
Al  Norte  siguen  después  del  Altar  los  Cerros  negros,  formando  la  cresta 
de  la  Cordillera  real,  y  después  los  extensos  páramos  de  Minza.  De  ellos 
sale  como  un  promontorio  al  NO  el  volcan  de  Tunguragita  (5087  m.),  y  al 
E  un  ramal  que  desciende  pronto  á  las  orillas  derechas  del  rio  Pastaza.    Al 


pie  del  Tunguragua  principia  la  honda  y  larga  abra,  que  atraviesa  la  Cor- 
dillera oriental  de  O  á  E,  y  por  la  cual  desaguan  las  des  hoyas  interandinas 
de  Riohamha  y  de  Latacunga, 

El  nudo  de  Tiocajas  no  presenta  accidentes  memorables.  Todo  es  un 
conjunto  de  páramos  monótonos  con  diferencias  hipsométricas  que  poco 
resaltan  al  ojo,  porque  faltan  cerros  altos  y  pieos  agudos.  Mientras  que  el 
nudo  cae  rápidamente  al   valle  de  Alausi,   sus  pendientes  del  lado  opuesto 


•(  «Collaiies  no  es  palabra  quichua,  poro  en  lii  lengfi  nymará  (do  Solivia)  Ctillatia 
Hignificn  ,magníiioo,  sublime'.  El  nombre  <le  Cajiac-urcu,  con  que  Huinboldt  oyó  designar 
el  ,Alt«r',  seria  una  Iradueeion  de  la  primitiva  significación  ni  quichua;  pues  ambas 
palabras,  Capae  y  Collann,  coinciden  perfectamente  en  su  scnlido,  loque  no  será  fortuito. 
También  otros  nombres  geográficos  del  Ecuador,  que  derivan  indudablemente  de  una 
antigüedad  muy  remota,  se  encuentran  en  la  región  lingüística  ilel  aymará.  El  nombre 
de  Capac-ureu  es  actualmente  desconocido  en  el  Ecuador.»  Dr.  A.  Stiibel,  Skizzon  aus 
lidiador,  p.  '1S. 


LA  REGIÓN  CENTRAL  Ó  ANDINA.  (il 

hacia  la  hoya  de  Riobamba  descienden  suavemente  al  rio  de  Guamote  y  al 
de  Cebadas.  Su  altura  es  de  3485  metros  en  el  punto  mas  alto  del  camino 
entre  Guamote  y  Tixan.  El  pueblo  de  Guamote  se  halla  á  la  altura  de 
2980  metros,  de  consiguiente  el  descenso  llega  solo  á  505  metros,  mientras 
que  del  mismo  punto  culminante  hasta  el  rio  de  Alausi  enfrente  de  la  villa, 
cuya  distancia  no  es  mucho  mas  grande,  la  diferencia  hipsométrica  es  de 
12(55  metros.  —  En  este  nudo  tenemos  un  caso  análogo  como  en  el  nudo 
de  Pórtete,  es  decir  una  caida  rápida  al  Sur  hasta  grandes  profundidades, 
y  un  descenso  suave  al  Norte,  manteniéndose  el  terreno  por  grandes  distancias 
en  alturas  considerables.*) 

También  la  Cordillera  occidental  desde  el  cerro  Dañas,  donde  se  une 
con  el  nudo  de  Tiocajas,  hasta  el  arenal  del  Chimborazo,  presenta  la  misma 
particularidad,  de  que  la  cresta  central  se  abate  repentinamente  al  valle  de 
Chimbo,  y  muy  despacio  por  páramos  tendidos  al  oriente,  hacia  el  valle  superior 
del  rio  de  Guamote,  la  laguna  de  Colta  y  el  rio  de  San  Juan,  de  suerte  que 
á  lo  largo  de  toda  la  cresta  central  de  la  Cordillera  se  tiende  una  ancha 
zona  de  páramos,  que  en  altura  ceden  poco  á  los  de  Tiocajas.  Los  pueblos 
de  Guamote  (2981  m.),  Calumbe  (3149  m.),  Sicalpa  con  Cajabamba  (3205  m.) 
y  San  Juan,  se  hallan  á  la  orilla  inferior  de  esta  zona.  La  cresta  misma 
de  la  Cordillera  tiene  de  3800  á  4400  metros,  y  de  las  ensilladas  por  donde 
pasan  los  tres  caminos  principales,  se  halla  Navaz-cruz  en  38(58,  Puyal  en 
4308  y  el  Arenal  del  Chimborazo  en  4281  metros. 

En  l,/2°L'at.  S  se  alza  sobre  el  ancho  lomo  de  la  Cordillera  occidental 
d  Cliimborazo  á  G310  metros  de  altura  absoluta.  —  Desde  aquí  el  volcanismo 
se  apodera  también  de  la  Cordillera  occidental,  y  la  mole  inmensa  del  Chim- 
borazo y  la  de  su  vecino  al  N,  del  Carihnairazo,  ocultan  completamente  bajo 
sus  mantos  volcánicos  la  Cordillera  antigua  y  primitiva.  —  El  Chimborazo, 
aunque  ya  desde  mucho  tiempo  no  se  considera  como  el  cerro  mas  alto  del 
continente  sudamericano ,  siempre  es  la  divisa  y  el  blasón  del  Ecuador,  y 
una  de  aquellas  maravillas  de  la  naturaleza,  cuya  contemplación  imprime 
huellas  indelebles  en  el  espíritu  del  hombre.**) 

*)  El  nudo  de  Tiocajas  es  memorable  en  la  historia  del  pais,  porque  sobre  él  se 
libraron  muchas  batallas  decisivas.  Aquí  es  donde  á  mediados  del  siglo  XV  el  inca 
conquistador  Tupac-Yupanqui  derrotó  á  Ilualcopo  Duchisela  14°  Shiri  de  Quito,  ocupando 
después  todo  el  pais  hasta  Mocha.  En  el  mismo  punto  venció  el  gran  hijo  de  Tupac- 
Yupanqui,  el  inca  Iluayna-Capac,  al  hijo  de  Ilualcopo,  a  Cacha-Duchisela  unos  25  años 
mas  tarde.  En  Tiocajas  el  conquistador  Benalcazar  obtuvo,  después  de  combates  san- 
grientos una  victoria  decisiva  sobre  Rumiñahui  en  1534,  a  la  que  siguió  la  conquista 
del  reino.  Para  pasar  otros  sucesos  en  silencio,  recuerdo  finalmente  la  batalla  de  Galte, 
en  que  la  revolución  de  Veintemilla  prevaleció  contra  el  Gobierno  constitucional  en  1876. 

**)  Los  historiadores  mas  antiguos  que  tratan  del  Ecuador,  no  nombran  el  Chim- 
borazo.    Cieza  de  León,  el  mas   prolijo  en  materia  de   geografía,  lo  llama  «Urcolazo» 


(tí 


TOPOGRAFÍA.    —   CAPÍTULO   II. 


Entre  el  Chimborazo  y  el  Tunguragua,  que  se  halla  casi  bajo  la  misma 
latitud,  se  extiende  un  conjunto  de  cerros  volcánicos  formando  un  nudo 
transversal,  que  solo  al  pié  del  Tunguragua  queda  separado  de  la  Cordillera 
oriental  por  el  angosto  valle  del  rio  Chambo.  Este  os  el  nudo  de  Sanan- 
cajas  y  de  Iguálala.  El  primer  nombre  llevan  los  páramos  entre  Mocha  y 
Chuquipoquio ,  una  especie  de  ensillada  entre  Chimborazo  é  Igualata  con 
3607  metros  de  altura.  Al  Este  de  la  ensillada  se  levanta  inmediatamente 
el  tendido  cerro  de  Igualata  (4452  m.},  cuyas  faldas  meridionales  limitan  la 


hoya  de  Riobamlm,  mientras  que  las  orientales  se  confunden  con  los  páramos 
de  Itapo,  Savañac  y  Mulmul,  cuyas  escarpas  caen  precipitadamente  al  valle 
del  Chambo,  enfrente  de  Puela.  El  nudo  se  ensancha  mucho  en  su  parto 
oriental,  pues  le  pertenecen  también  los  cerros  de  Uimpi,  al  N  de  los  páramos 
de  Savañac,  cuyas  faldas  llegan  hasta  el  valle  del  rio  Patato. 

De  este  modo  tenemos  cerrada  la  hoya  de  Riobamba  por  todos  los  lados, 
con  excepción  del  angosto  valle  entre  el   promontorio  del  Tunguragua  y  el 

(=Ureu-razu,  cerro-nievo).  En  la  aCronica  del  Peni»,  cap.  43,  hablando  de  lu  provincia 
de  Jos  Purhuaes  y  después  de  citar  el  cTinguragua»  en  la  cordillera  del  levante,  pro- 
sigue: o  A  la  parte  del  poniente  está  otra  sierra  nevada,  y  en  ella  no  hay  mucha  población, 
que  llaman  Urcolazo.  Cerca  desfa  sierra  se  loma  un  camino  que  vi'i  salir  á  la  ciudad 
de  Santiago  que  llaman  Guayaquil".  —  Puede  sor  que  ot  nombre  «Chimborazo»  fué  usado 
primero  por  los  indios  de  la  antigua  provincia  de  Chimbo  (pues  su  traducción  mas  natural 
es  la  de  «nieve  do  Chimbo»),  y  que  los  de  Riobambn  lo  llamaron  Ureorazo:  mas  tarde 
se  habrá  generalizado  el  primero. 


LA  BEGION  CENTEAL  Ó  ANDINA.  63 

nudo  descrito,  que  sirve  de  desaguadero.  Pero  en  el  centro  de  la  hoya  é 
independiente  de  las  Cordilleras,  se  levanta  un  grupo  de  montañas  que  lla- 
maremos con  el  doctor  Stübel  los  cerros  de  Yaruquics,  y  cuyo  punto  culmi- 
nante, el  Chuyuj  se  eleva  a  3759  metros.  Este  grupo  irregular  y  también 
de  naturaleza  volcánica,  ocupa  el  terreno  entre  la  laguna  de  Colta,  el  rio 
de  Guamote,  el  de  Chambo  (Cebadas)  y  el  de  Chibunga;  el  camino  que  vá 
de  Riobamba  á  Guamote  por  Naute  lo  cruza  en  Salarun-loma  á  la  altura  de 
3603  metros.  —  El  cerro  de  Licto  ó  Tulabug  (3324  m.)  entre  Punin  y  Licto 
pertenece  igualmente  al  mismo  grupo. 

La  hidrografía  de  la  hoya  de  Riobamba  se  reduce  al  sistema  fluvial 
del  rio  Chambo.  Su  curso  general  es  de  S  á  N,  pero  tiene  la  particu- 
laridad de  que  sus  dos  venas  principales,  el  rio  de  Guamote  y  el  de  Ceba- 
das, corren  al  principio  por  largo  trecho  en  sentido  opuesto,  de  N  á  S.  Los 
geógrafos  antiguos  ignoraron  el  rio  Yasipang,  á  lo  menos  su  curso  superior, 
y  dejaron  nacer  el  rio  Chambo  sobre  los  páramos  de  Zula  con  el  nombre 
de  rio  Ozogoclie,  de  varias  lagunas,  que  en  aquella  región  se  encuentran  en 
gran  número;  sinembargo  la  primacía  toca  al  Yasipang,  por  ser  la  vena 
fluvial  mas  larga.  Nace  en  los  páramos  de  Cubillin  y  del  Hatun-urcu,  casi 
en  la  latitud  de  Licto,  y  desciende  al  Sur  por  el  valle  que  existe  entre  las 
dos  cadenas  de  la  Cordillera  oriental,  como  queda  descrito  mas  arriba.  Al 
principio  se  llama  rio  de  Yaguar-cocha  por  pasar  por  una  laguna  de  este 
nombre;  se  engruesa  con  varios  riachuelos,  que  con  mayor  copia  de  agua 
bajan  del  ramal  occidental,  de  Nagsagpungo,  Puca-urcu,  Sacra-urcu  etc.,  y 
depues  de  un  curso  de  mas  de  seis  leguas  vira  al  Oeste  y  toma  el  nombre 
de  Yasipang  de  un  hato  asi  llamado,  para  unirse  luego  con  el  Ozogoclxe  que 
afluye  del  Sur.  En  seguida  el  rio  de  Cebadas  —  que  así  se  llama  desde  la 
confluencia  expresada  —  sigue  por  tres  leguas  largas  al  N  sin  recibir  tri- 
butarios de  consideración,  pasando  por  la  hacienda  de  Ishabamba  (3090  m.) 
y  el  pueblecito  de  Cebadas  (2904  m.).  Á  poco  trecho  de  este  último  se  uue 
con  el  rio  de  Guamote,  que  viene  del  lado  oeste,  en  la  altura  de  2836  metros, 
y  solo  de  aquí  entra  en  la  hoya  de  Riobamba. 

El  rio  de  Guamote  se  alimenta  por  un  desaguadero  subterráneo  de  la 
laguna  de  Colta  y  nace  á  poca  distancia  de  la  orilla  sur  de  ella.  La  laguna 
es  una  de  las  mas  considerables  del  pais  interandino  y  mide  dos  kilómetros 
de  largo  y  uno  de  ancho;  pero  lo  alto  de  su  posición  (3288  m.),  lo  árido  de 
las  colinas  adyacentes,  la  falta  completa  de  vegetación  arbórea,  hacen  de 
este  paisaje  uno  de  los  cuadros  mas  tristes  y  melancólicos.  —  Desde  la 
laguna  de  Colta  el  rio  de  Guamote  corre  tres  leguas  al  Sur  entre  los  pára- 
mos de  la  Cordillera  occidental  y  los  cerros  de  Yaruquíes.  En  este  trecho 
recibe  algunos  pequeños  afluentes  de  ambos  lados,    entre  otros  el  rio  de 


64  topografía.  —  capítulo  ii. 

Columbe  y  el  de  Pulincate.  Después  se  dirige  al  oriente  y  sigue  este  rumbo 
hasta  su  desembocadura,  por  un  espacio  de  otras  tres  leguas.  Cerca  del 
pueblo  de  Guamote,  que  se  halla  á  la  mitad  de  la  distancia  expresada,  entra 
del  lado  sur  el  rio  Chiba,  que  recoje  sus  aguas  de  varias  fuentes  sobre  el  dila- 
tado nudo  de  Tiocajas,  cerca  de  las  haciendas  de  Palmira  y  Ucchaguatana. 

Desde  la  confluencia  del  rio  Guamote  con  el  de  Cebadas  damos  al  rio 
el  nombre  de  Chambo,  que  conserva  hasta  su  unión  con  el  rio  de  Patate. 
Como  siempre  corre  á  lo  largo  del  pié  de  la  Cordillera  oriental,  todos  sus 
tributarios  de  este  lado  son  cortos  y  corren tosos,  descendiendo,  en  distan- 
cias de  pocas  leguas,  de  alturas  de  4000  y  4500  á  las  de  2600  y  2200  metros. 
Tales  rios  son  el  de  Alao,  oriundo  de  los  páramos  del  mismo  nombre,  los  de 
Pungal  y  de  Qidmiac,  nacidos  en  los  páramos  de  Cubillin  y  de  Quilimas,  el 
rio  Blanco  con  el  rio  Taran,  que  nace  en  las  faldas  del  Altar  y  desemboca  al 
lado  de  Penipe,  el  rio  de  Puela,  que  viene  de  los  páramos  de  Utiñag  y  Minza. 

El  tributario  mas  grande  del  rio  Chambo  por  la  banda  occidental  es  el 
rio  Chibunga,  cuyas  cabeceras  se  alimentan  de  la  nieve  del  Chimborazo. 
Nace  en  el  valle  de  Totorillas  y  en  la  quebrada  de  Trasquilas,  y  baja  por 
el  valle  de  San  Juan  en  dirección  SE  hasta  las  cercanías  de  Calpi,  en  donde 
recibe  el  rio  de  Sicalpa  que  viene  de  los  páramos  encima  de  Cajabamba. 
Mas  abajo  toda  la  región  que  trascurre,  es  falta  de  agua  y  el  único  riachuelo 
que  merece  una  mención,  es  el  de  Punin,  que  le  viene  del  Sur  y  le  entra 
muy  cerca  á  su  propia  desembocadura  en  el  Chambo.  A  sus  orillas  se  hallan 
los  pueblos  de  Calpi,  Lican,  Yaruquíes,  San  Luis;  pero  la  ciudad  de  Rio- 
bamba,  capital  de  la  provincia,  se  encuentra  á  media  legua  de  distancia  en 
una  meseta,  140  metros  sobre  su  orilla  izquierda,  y  en  la  altura  absoluta  de 
2798  metros.  —  Desde  la  boca  del  Chibunga  el  rio  Chambo  sigue  por  dos  leguas 
muy  eorrentoso  hasta  la  boca  del  rio  de  Guano,  pasando  en  este  trecho  al 
lado  de  los  pueblos  de  Chambo  y  Químiac,  que  quedan  sobre  su  banda  derecha. 

El  rio  de  Guano  recoje  sus  aguas  en  los  páramos  del  Chimborazo  entre 
Chuquipoquio  y  el  rio  de  San  Juan.  Por  largo  trecho  sus  dos  venas  prin- 
cipales quedan  separadas  por  una  loma,  que  representa  una  antigua  cor- 
riente de  lava  del  Chimborazo,  y  viniendo  de  los  páramos  de  Chuquipoquio 
se  extira  hasta  la  cercanía  de  Guano.  El  camino  de  Riobamba  á  Mocha 
cruza  esta  corriente  de  lava  al  lado  del  pueblo  de  San  Andrés  (3076  m.). 
Abajo  del  pueblo  de  Guano  los  dos  brazos  se  reúnen  y  van  derecho  al  rio 
Chambo,  que  dista  de  ahí  una  legua  y  media.  Del  lado  norte  recibe  el  rio 
de  Guano  solo  algunos  riecitos  de  la  Igualata,  y  el  rio  que  baja  del  pueblo 
de  Ilapo  á  Elen  y  desemboca  casi  enfrente  de  Cubijies,  ya  muy  cerca  de  la 
confluencia  del  rio  Guano  con  el  Chambo.  Desde  aquí  hasta  su  unión  con 
el  rio  de  Patate  el  de  Chambo  vá  flanqueado  por  el  lado  occidental  de  las 


LA   REGIÓN    CENTRAL    Ó    ANDINA.  65 

escarpas  altas  que  limitan  el  ancho  nudo  interandino,  cuya  descripción  hemos 
dado  mas  arriba,  y  no  recibe  aguas  de  importancia. 

La  meseta  de  Biobamba  os  la  única  región  en  esta  gran  hoya  que 
merece  el  nombre  de  llanura  ó  altiplanicie;  se  halla  entre  el  rio  Chambo  y 
los  ríos  Chibunga  y  de  Guano,  y  podemos  calcular  su  área  en  unas  cuatro 
leguas  cuadradas,  si  no  somos  demasiado  rigurosos  con  el  concepto  de  lla- 
nura. La  situación  de  la  ciudad  es  libre  y  despejada  y  «presenta  quizá  el 
diorama  mas  singular  del  globo»  como  dice  Mr.  Boussingault.  Desde  nin- 
guna otra  ciudad  del  interior  se  divisan  tantos  y  tan  imponentes  cerros  y 
volcanes:  al  occidente  se  destacan  el  Chimborazo  y  el  Carihuairazo,  al  oriente 
el  Tunguragua,  el  Altar,  el  Cubilhn  y  otros.    «El  vasto  anfiteatro  de  nieve 


que  circunscribe  por  donde  quiera  el  horizonte  de  Riobamba,  ofrece  de  con- 
tinuo campo  para  las  observaciones  mas  variadas.*  Pero  la  meseta  misma 
(la  a  llanura  de  Tapin)  y  los  alrededores  de  la  ciudad,  pertenecen  á  las 
regiones  mas  áridas  y  estériles  del  país  interandino,  y  sin  el  escaso  riego 
artificial  serian  un  desierto  completo.  La  arena  movediza,  batida  por  el 
viento,  invade  los  campos  y  oscurece  á  veces  la  atmósfera.  La  cabuya 
(Agave  americana),  el  lechero  (Euphorbia  Lataei),  el  sigsig  (Artindo  nítida), 
la  chilca  (Eupatorium  chilca),  tunas  y  espinos  (Opttntia  y  Cactus,  varias 
especies)  son  las  plantas  características  do  esta  región,  que  resisten  á  la 
sequedad  y  oponen  algún  obstáculo,  no  siempre  eficaz,  al  movimiento  de  los 
médanos,  pero  no  son  capaces  de  quitar  al  paisaje  su  aspecto  liiemal  y 
melancólico. 

Volvamos  la  mirada  sobre  el  mapa.    AI  occidente  de  las  hoyas  de  Alausi 
y  de  Riobamba  observamos  un  hondo  valle  longitudinal,  que  se  extiende  á 

WOLr.  Eaoadoi.  5 


66  topografía.  —  capítulo  n. 

lo  largo  do  la  Cordillera  occidental,  desde  los  cerros  de  Linje  hasta  mas  allá 
del  Chimborazo,  y  que  de  un  lado  está  formado  por  esta  misma  Cordillera 
y  del  otro  por  una  cadena  paralela,  que  atrás  del  Chimborazo  so  reúne  con 
la  primera.  Tenemos  aqui  una  bifurcación  de  la  Cordillera  occidental  y  ella 
constituye  el  valle  de  Chimbo,  que  lleva  en  todo  y  por  todo  el  carácter 
de  una  hoya  interandina.  Políticamente  forma  la  mayor  parte  de  la  pro- 
vincia de  Bolivar. 

La  valla  oriental  de  la  hoya,  es  decir  la  Cordillera  occidental  de  los 
Andes,  ya  la  conocemos,  y  solo  añadiré  que  las  ramas  que  descienden  de 
su  cresta  al  valle,  todas  son  cortas,  porque  la  gran  cercanía  del  rio  Chimbo 
no  les  permite  mayor  desarrollo.  Desde  el  Chimborazo  esta  cordillera  cam- 
bia su  carácter  sencillo.  Así  como  al  E  el  cerro  prolonga  su  base  ancha 
en  el  nudo  de  Sanancajas,  también  hacia  el  O  y  NO  se  ensancha  la  Cor- 
dillera ó  la  base  del  Chimborazo  á  unas  dos  leguas,  formando  á  su  pié  una 
meseta  gigantesca  en  la  altura  de  3800  á  4200  metros.  Y  esta  meseta  sigue 
muy  larga  hacia  el  Norte,  para  rodear  del  mismo  modo  el  pié  del  Carihuai- 
raeo,  de  manera  que  los  dos  nevados  se  levantan  aislados  sobre  las  grandes 
llanuras  de  los  arenales  y  páramos.  Las  márgenes  de  la  meseta,  cortadas 
por  muchas  quebradas  hondas,  caen  rápidamente  hacia  el  Sur  y  Suroeste 
al  valle  de  Guaranda  y  de  Salinas,  ó  hacia  el  Noroeste  al  rio  de  Simiátug 
y  otros  tributarios  del  rio  de  Zapotal.  Casi  á  media  distancia  entre  los 
pueblos  de  Salinas  y  Simiátug  el  camino  cruza  la  meseta  en  su  prolongación 
mas  occidental,  al  lado  del  cerro  Chuquinac  y  en  la  altura  de  4011  metros, 
y  aquí  es  donde  nace  la  Cordillera  lateral  que  franjea  todo  el  valle  de  Chimbo 
por  el  lado  occidental  en  una  extensión  de  17  leguas,  y  que  por  brevedad 
llamaremos  Cordillera  de  Chimbo. 

Esta  Cordillera,  geográfica  y  geológicamente  considerada,  no  es  un  simple 
ramal  de  la  que  se  halla  al  otro  lado  del  valle,  sino  una  formación  tan  in- 
dividualizada como  aquella,  aunque  no  llega  á  las  mismas  alturas.  Es  tam- 
bién mas  angosta;  su  cresta,  siempre  bien  marcada,  no  se  aleja  mucho  del 
curso  del  rio  Chimbo  y  no  sufre  ninguna  interrupción  ó  depresión  notable. 
Por  la  circunstancia  expresada  las  ramas  que  caen  al  lado  interior,  es  decir 
al  rio  Chimbo,  son  insignificantes,  pero  las  que  emite  al  lado  opuesto  hacia 
las  llanuras  de  las  provincias  litorales,  son  tanto  mas  largas  é  importantes. 

La  Cordillera  de  Chimbo  principia  al  N,  como  hemos  dicho,  sobre  la 
meseta  occidental  del  Chimborazo,  en  Chuquinac,  con  la  altura  de  4000  metros, 
una  legua  al  N  del  pueblo  de  Salinas.  La  primera  cadena  de  cerros  que 
sale  al  SO,  para  virar  luego  al  S,  se  llama  Mullidiang  y  sobresale  al  plano 
de  Chuquinac  apenas  de  100  metros.  De  Mullidiang  bajan  hacia  NO  y  O 
las  ramas  que  separan  los  valles  de  los  tributarios  del  rio  Zapotal,  es  decir 


LA  REGIÓN   CENTRAL   Ó   ANDINA.  67 

del  Supibí  (arriba  Chuquinac),  Onccbí,  Sibimbe,  Limón,  y  que  rematan  en 
los  cerros  cónicos  de  Sibimbe  y  Oncebí.  —  Desde  Mullidiang  la  cresta  de, 
la  Cordillera,  aunque  siga  el  rumbo  general  N-S,  no  obstante  se  acomoda 
á  las  sinuosidades  del  rio  de  Salinas  y  de  Cliimbo;  de  vez  en  cuando  la 
sobresalen  algunos  picos  aislados  y  agudos,  como  los  cerros  Pumin  (3564), 
lianza,  Bayo.  Hasta  el  último  se  mantiene  en  la  región  de  los  páramos. 
Pero  mas  al  Sur,  especialmente  desde  la  parte  que  se  llama  Llullundungo 
(casi  enfrente  de  Guanujo),  se  deprime  tanto,  que  del  lado  occidental  la 
vegetación  arbórea,  y  del  lado  oriental  el  cultivo  do  los  cereales  sube  hasta 
las  cimas;  así  lo  vemos  en  Corralpamba  y  Tutapala  (3200  m.)  y  en  las. 
ramas  que  se  conocen  con  los  nombres  de  LluUuche,  Illapa,  Tanisagua  y 
Susanga  (sobre  San  José  de  Chimbo).  Desde  Tutupala  la  Cordillera  hace 
un  seno  al  Oeste,  para  virar  en  seguida  por  Pucará,  Guarguar  y  Cochapamba 
al  Tambo  del  Gobierno.  Cuatro  caminos  la  cruzan  en  este  trecho,  comuni- 
cando el  valle  de  Cliimbo  con  los  valles  occidentales.  El  primero  que  vá 
al  valle  de  San  Antonio  y  Pozuelos,  tiene  en  Pucará  3060  metros;  el  segundo 
al  valle  de  Telembela,  tiene  en  la  altura  sobre  Guarguar  (Pucará  de  Telem- 
bela)  3022  metros;  el  tercero  vá  de  Chapacoto  por  la  ensillada  de  Cocha- 
pamba  (3000  m.  aproximadamente)  al  Tambo  de  Chunchi;  y  el  cuarto  es  el 
camino  real  de  San  Miguel  á  Balsabamba,  que  en  la  portezuela  del  Tambo 
del  Gobierno  tiene  3100  metros. 

En  el  arco  que  la  Cordillera  describe  desde  Tutapala,  salen  muchos  ra- 
males al  occidente  entre  las  cabeceras  de  los  rios  de  San  Antonio  y  de 
Telembela,  pero  dos  son  mas  largos  é  importantes:  el  que  saliendo  de  Pu- 
cará separa  los  sistemas  fluviales  de  los  dos  rios  nombrados,  y  se  alarga 
hasta  los  cerros  de  Samanta  en  la  llanura  de  Babahoyo;  y  el  otro,  que  na- 
ciendo sobre  Chapacoto,  baja  entre  los  valles  de  Telembela  y  del  rio  Limón, 
para  expirar  cerca  de  Pisagua  en  la  misma  llanura. 

En  las  alturas  sobre  San  Miguel  y  en  la  cercanía  del  Tambo  del  Go- 
bierno la  Cordillera  de  Cliimbo  se  bifurca:  la  rama  principal  se  acerca  de 
nuevo  al  rio  Chimbo  con  un  giro  al  E,  entre  Tambo  del  Gobierno,  los  cer- 
ros de  Tangará  y  Pisco-urcu  sobre  Tumbuco ;  de  ahí  acompaña  el  valle  hasta 
el  punto  en  que  entra  en  las  llanuras.  La  rama  occidental,  que  con  la  an- 
terior forma  el  valle  de  la  Chima,  tira  desde  el  Tambo  del  Gobierno  directa- 
mente al  Sur  por  los  cerros  de  Alcázar  y  Aluzaría  y  por  las  alturas  de 
Bilovan;  después  vira  hacia  el  Oeste  por  Sandalan  y  emite  varias  ramifica- 
ciones (Copalillo,  Chagüil  grande,  Chagüil  chiquito)  al  valle  del  rio  Limón, 
quedando  á  su  lado  oriental  y  meridional  el  valle  y  el  rio  de  la  Chima. 

En  el  cordón  principal  de  la  Cordillera  de  Chimbo,  entre  San  Miguel 

y  Chillanes,  la  cresta  ya  no  llega  á  la  altura  de  3000  metros;  sus  secciones 

5* 


68  topografía.  —  capítulo  n. 

llevan  diferentes  nombres,  como  Pisco-urcu,  Capult-urcu,  Achupallas,  Quisa- 
coto,  Punzucama.  Desde  el  último  punto  describe  un  arco  al  rededor  de  la 
pequeña  hoya  de  ChiUanes,  pasando  por  los  cerros  Chicagua,  Pivitiang,  Ja- 
rungo,  Yana-urcu  con  alturas  do  2500  á  2700  metros.  —  De  este  arco  bajan 
al  Oeste  muchas  ramas  á  los  ríos  de  la  Chima  y  de  Juntas,  entre  las  cuales 
llaman  la  atención  los  cerros  de  Canazambi  por  lo  escarpado  y  pintoresco 
de  sus  formas;  ellos  salen  del  Yana-urcu  y  franjean  del  lado  sur  el  valle 
del  rio  Salunguiri.  —  Desde  Chillanes  hasta  Puente  de  Chimbo  la  Cordillera 
ya  no  presenta  ninguna  particularidad  notable.  Se  rebaja  muy  paulatina- 
mente a  la  altura  de  1000  metros  y  de  esta  cae  en  laderas  mas  escarpadas 
á  la  de  300  metros,  rematando  sobre  Agua-clara  y  Puente  de  Chimbo. 

El  sistema  fluvial  del  rio  Chimbo  solo  en  el  tercio  superior  de  la 
hoya  tiene  alguna  expansión;  mas  abajo  la  gran  cercania  de  las  Cordilleras 
no  permitió  un  desarrollo  largo  de  los  afluentes.  Las  fuentes  del  rio  Chimbo 
se  hallan  al  rededor  de  la  gran  mesa  que  rodea  el  Chimborazo  al  lado  occi- 
dental. Una  vena  principal,  él  rio  Llangama  ó  de  Guaranda  viene  de  las 
quebradas  meridionales  entre  el  Arenal  y  el  cerro  de  Capadla.  El  camino 
nuevo  que  vá  del  Arenal  del  Chimborazo  á  Guaranda  cruza  las  tres  quebra- 
das principales;  primero  baja  por  la  de  Panza,  una  legua  poco  mas  ó  menos, 
después  cruza  tres  ramales  de  montañas  que  se  llaman  Llangama,  Quilitagua 
y  Quinoa- corral,  y  los  dos  rios  que  se  hallan  en  medio.  El  rio  de  Panza 
recibe  algunos  pequeños  afluentes  de  aquel  ramal  de  montañas,  que  desciende 
del  Arenal  (cerro  Panza)  en  dirección  SO  hacia  Guaranda  y  que  es  muy 
conocido  por  los  viajantes,  porque  sobre  él  conduce  el  camino  viejo  y  mas 
trajinado  del  Arenal,  por  la  Ensillada  entre  los  cerros  de  Yacoto  y  Yana- 
urcu,  y  por  la  afamada  «cuesta  de  Pongo*. 

Desde  la  reunión  de  las  tres  quebradas  principales  el  rio  Llangama 
corre  al  SSO  hasta  la  confluencia  con  el  rio  de  Salinas,  que  se  verifica  una 
media  legua  al  S  de  Guaranda.  Las  cabeceras  del  rio  de  Salinas,  de  la 
segunda  vena  principal  del  Chimbo,  se  hallan  en  las  pendientes  occidentales 
de  la  meseta  del  Chimborazo,  entre  el  cerro  Capadia  y  el  de  Chuquinac. 
Todas  aquellas  quebradas  corren  al  principio  al  O  y  declinan  después  al  SO. 
Las  fuentes  mas  lejanas  nacen  en  los  extensos  y  altos  páramos  encima  del 
pueblo  de  Salinas  (3550  m.)  y  atrás  de  los  cerros  de  Gabilan  y  Chuquinac. 
Un  poco  abajo  del  pueblo,  donde  el  rio  vira  por  un  arco  al  Sur,  recibe  del 
lado  norte  el  riachuelo  Chinata  y  algunos  mas  que  descienden  de  los  cerros 
de  Mullidiang  entre  las  lomas  de  Quindemunchu ,  Zalulata  y  Zanahuana.  — 
El  primer  tributario  del  rio  Salinas  es  el  rio  Guayama,  que  nace  en  aquellos 
mismos  páramos  sobre  Salinas  y  corre  paralelo  al  rio  principal,  separado  de 
él  por  las  lomas  de  Canduanda;  desemboca  en  el  sitio  de  Apaga.    Los  tres 


LA  REGIÓN  CENTRAL  Ó  ANDINA.  69 

ríos  que  siguen  al  Sur,  Tarqui,  Moya  y  Tusua,  se  reúnen  en  un  solo  tronco 
antes  de  entrar  en  el  rio  Salinas  enfrente  del  cerro  Rayo.  Desde  este  punto 
el  rio  de  Salinas  solo  recoje  afluentes  pequeños  de  ambos  lados;  su  sistema 
está  separado  del  del  rio  Llangama  por  el  notable  cerro  de  Sinchic  y  su 
prolongación  al  Sur  (por  Pucará,  Chorro,  Guanujo  y  los  cerritos  de  Gua- 
randa  hasta  el  del  Socabon).  —  Guaranda,  la  capital  de  la  provincia  de 
Bolívar,  se  halla  situado  entre  los  dos  ríos  de  Llangama  y  de  Salinas,  mas 
cerca  del  primero  que  del  último,  en  la  altura  de  2608  metros,  que  corre- 
sponde aproximadamente  á  la  de  Ambato.  Sinembargo  su  clima  es  mas 
frío  y  mas  riguroso  que  él  de  último  lugar,  y  se  acerca  mas  al  de  Riobamba, 
sin  duda  por  la  proximidad  de  los  páramos  del  Chimborazo. 

De  la  unión  de  los  ríos  de  Salinas  y  de  Llangama  nace  el  rio  Chimbo, 
que  recibe  inmediatamente  un  tributario  notable  del  lado  este,  que  se  llama 
rio  Gradas.  El  recoje  sus  aguas  en  parte  de  la  Cordillera  de  la  Calera  (al 
Sur  del  Arenal  del  Chimborazo)  y  en  parte  de  los  cerros  de  Yacoto,  que 

r 

separan  su  valle  del  del  rio  Panza  y  Llangama.  A  su  lado  meridional  se 
encuentra  un  grupo  de  cerros  que  se  llama  Gachisagua  y  que  por  todo  su 
aspecto  y  su  composición  geológica  se  parecen  á  los  cerros  de  Yacoto  á  la 
banda  sotentrional.  Los  dos  grupos  se  hallan  separados  solamente  por  la 
profunda  abra  del  rio  Gradas  en  su  curso  medio.  De  los  cerros  de  Cachi- 
sagua  bajan  muchos  riachuelos,  que  reunidos  en  el  rio  de  Conventillo  entran 
al  Chimbo  un  poco  abajo  de  los  peñascos  de  Rumiguarcu,  que  se  levantan 
de  su  orilla  izquierda.  —  Una  legua  y  media  abajo  de  la  boca  del  rio  Gra- 
das, y  casi  enfrente  de  la  villa  cantonal  de  San  José,  encontramos  la  del 
rio  de  San  Lorenzo.  Este  nace  en  las  faldas  occidentales  del  Puyal  con 
algunas  venas  gruesas  entre  las  ramas  de  la  Cordillera,  y  recibe  muy  cerca 
de  su  desembocadura  en  el  Chimbo  el  rio  de  Santiago,  que  nace  mas  al  Sur 
y  no  es  tan  largo;  entre  los  dos  se  tiende  la  rama  de  Guapungoto  y  Guan- 
tucloma,  por  la  cual  sube  el  camino  real  á  los  páramos  del  Puyal  y  á  Rio- 
bamba. 

A  ambos  lados  de  la  boca  del  rio  de  San  Lorenzo  se  hallan  dos  pequeñas 
mesetas,  en  la  meridional  está  el  pueblo  de  Santiago  (2548  m.)  y  en  la  seten- 
trional  el  de  San  Lorenzo  casi  en  la  misma  altura.  —  Si  seguimos  el  camino 
por  la  misma  banda  oriental  del  rio  Chimbo,  cruzamos  los  riachuelos  de 
Patul,  Londoma,  Tutahuaso  y  los  dos  mas  considerables  de  Cañi  y  de  Vallo. 
Entre  sus  bocas  se  levantan  sendos  cerritos  inmediatamente  sobre  el  rio 
Chimbo,  que  dan  al  paisaje  un  carácter  singular;  el  mas  notable  es  el  cerro 
de  Cañi  entre  las  bocas  del  rio  Cañi  y  rio  Pallo,  con  la  altura  absoluta  de 
2906  metros  y  de  600  metros  sobre  el  rio  Chimbo. 

En  las  alturas  en  que  nace  el  rio  Pallo,  arranca  un  largo  ramal  de  la 


70  TOPOGRAFÍA.  —  CAPÍTULO  n. 

Cordillera  principal,  que  baja  en  dirección  SO  al  valle  de  Chimbo  y  dá  lugar 
á  la  formación  del  valle  y  del  rio  de  Pangor,  que  naciendo  en  los  páramos 
de  Navaz-cruz,  desciende  en  la  misma  dirección,  y  mas  abajo,  después  de 
recibir  el  pequeño  rio  de  Panza,  se  dirige  por  una  abra  muy  honda  entre 
Galpón  y  la  rama  de  Panza  con  rumbo  occidental  al  rio  Chimbo. 

Algunas  leguas  mas  el  Sur  de  Navaz-cruz  y  al  Este  de  Pallatanga  sale 
otro  cordón  grande  de  la  Cordillera  occidental  en  dirección  E-O,  el  cual, 
llegando  con  su  prolongación  que  se  llama  Cordillera  de  Panza,  á  la  orilla 
del  Chimbo  al  lado  meridional  de  la  boca  del  rio  de  Pangor,  vira  derepente 
con  un  ángulo  recto  al  Sur  y  sigue  orillando  el  rio  Chimbo  por  el  espacio 
de  mas  de  dos  leguas.  De  este  modo  queda  separado  el  valle  de  Pangor 
del  de  Pallatanga,  y  el  último  constituido  en  una  pequeña  hoya  lateral,  para- 
lela al  valle  de  Chimbo  y  separada  de  él  por  aquella  cordillera  longitudinal 
entre  Panza  y  la  hacienda  de  San  Jorge.  —  El  rio  que  viene  del  valle  de 
Pallatanga  se  llama  rio  de  Sardinas;  se  forma  de  algunos  riachuelos  que 
bajando  de  las  alturas  de  Panza  se  unen  cerca  del  pueblo  de  Pallatanga 
(1517  m.)  con  el  rio  de  Coco,  que  es  mas  largo  y  desciende  de  la  Cordillera 
occidental.  De  este  punto  corre  el  rio  de  Sardinas  casi  recto  de  N  á  S  por 
dos  leguas  hasta  su  confluencia  con  el  rio  Santiago,  recibiendo  en  este  trecho 
el  pequeño  rio  de  Galubi  del  lado  izquierdo,  y  pasando  por  las  haciendas 
de  caña  Ingenio,  Llanos,  Bambacagua  y  San  Nicolás.  —  El  rio  Santiago 
nace  en  la  Cordillera  de  Dañas  y  Allpachaca  con  dos  ramas  fuertes,  bajando 
por  valles  despoblados  y  poco  conocidos.  Su  curso  general  es  de  E-O,  y 
en  su  confluencia  con  el  rio  de  Sardinas  obliga  á  este  al  mismo  rumbo,  con 
el  cual  también  entra  á  corto  trecho  en  el  rio  Chimbo,  una  media  legua 
abajo  de  la  hacienda  de  San  Jorge  y  en  la  altura  de  800  metros. 

El  Chimbo  cambia  poco  á  poco  su  rumbo,  que  entre  San  Jorge  y  la 
boca  del  rio  de  Sardinas  había  sido  de  SE,  otra  vez  al  SSO,  y  lo  conserva 
asi  hasta  el  Puente  de  Chimbo.  Fuera  de  varios  afluentes  pequeños  recibe 
dos  mas  largos,  que  ambos  nacen  en  los  Cerros  de  Calugüin,  Margarita  y 
San  Nicolás  (partes  de  la  Cordillera  occidental).  El  primero  es  el  rio  de 
San  Pablo,  compuesto  de  los  ríos  de  Sacramento  y  Piñanpungo,  y  el  segundo 
el  rio  de  Chállua-yacu,  en  cuyo  valle  superior  se  halla  la  pequeña  población 
de  Guallanag.  Finalmente  haré  mención  del  rio  de  Yurac-yacu  ó  Bio  Blanco, 
que  bajando  de  las  alturas  de  Linje  entra  en  el  rio  Chimbo  precisamente 
en  el  codo,  que  hace  abajo  del  Puente  para  virar  al  Oeste. 

La  banda  occidental  del  rio  Chimbo,  desde  Guaranda  hasta  el  Puente, 
no  es  tan  rica  en  afluentes  como  la  opuesta  que  accabamos  de  estudiar. 
Pequeñas  quebradas  hay  un  sinnúmero,  no  las  enumeraremos;  el  tributario 
mas  largo  es  el  rio  que  podemos  llamar  de  San  José%  cuyas  cabeceras  se 


LA  EEGION  CENTRAL   Ó   ANDINA.  71 

hallan  en  las  alturas  sobre  Chapacoto,  especialmente  en  Cochapamba,  y  que 
en  su  curso  medio  lleva  el  nombre  de  rio  de  Huaico,  por  pasar  al  lado  de 
una  capilla  célebre  de  este  nombre.  Poco  antes  de  su  confluencia  con  el 
Chimbo  recibe  del  lado  izquierdo  el  rio  Yanayacu,  que  viene  de  un  pequeño 
valle  lateral  en  que  esta  el  pueblo  de  Ásancoto.  Entre  los  ríos  del  Huaico 
y  de  Yanayacu  se  encuentra  sobre  una  loma  angosta  la  villa  cantonal  de 
San  José  de  Chimbo  en  la  altura  de  2500  metros.  Media  legua  al  Sur  se 
halla  en  una  meseta  algo  mas  espaciosa  otra  villa  cantonal,  San  Miguel  de 
Chimbo  en  24(59  metros  de  altura.  Por  San  Miguel  pasa  un  pequeño  rio 
que  desciende  del  cerro  de  Caparrosa  y  recibe  el  riachuelo  de  Tumbucu  in- 
mediatamente antes  de  entrar  en  el  rio  Chimbo.  —  Sigue  un  intervalo  de 
casi  5  leguas  sin  rio  notable,  hasta  la  boca  del  rio  de  Chillanes  ó  del  Hato, 
y  aun  este  rio  es  pequeño,  que  después  de  recojer  sus  aguas  de  muchas 
fuentes  en  la  pequeña  y  alta  hoya  de  Chillanes  (2365  m.),  se  precipita  con 
un  curso  breve  al  valle  cercano  del  rio  Chimbo.  Mas  abajo  siguen  las  que- 
bradas de  Guacálgoto,  de  San  Antonio  (enfrente  de  San  Jorge)  y  muchas 
otras  sin  nombre  y  sin  recomendaccion.  —  El  valle  lateral  de  la  Chima  es 
angosto  y  no  presenta  otro  rio  que  el  de  mismo  nombre,  que  en  su  curso 
bastante  recto  de  N  á  S  (paralelo  al  rio  Chimbo)  se  engruesa  con  muchos 
afluentes  pequeños  de  ambos  lados.  En  el  valle  superior  se  encuentra  a  la 
banda  izquierda  el  pueblo  de  San  Pablo  (de  Atenas)  en  2458  metros  de  al- 
tura, y  mas  adelante  en  distancia  de  media  legua  de  la  orilla  derecha,  el 
viejo  y  casi  abandonado  pueblecito  de  Bilovan.  Llegado  el  rio  á  las  playas 
de  Sicoto  (2033  m.)  hace  un  arco  al  Oeste  y  baja  rápidamente  entre  los 
cerros  de  Chillanes  y  de  Sandalan  al  rio  de  Babahoyo. 

Sección  Va.    La  región  entre  Sanancajas  y  Tiupullo. 

De  la  gran  hoya  interandina  de  Latacunga  y  Ambato  participan  las 
dos  provincias  del  Tunguragua  y  de  León.  Las  condiciones  hidrográficas 
y  orográficas  son  mas  sencillas  que  en  la  región  anterior,  en  que  reina  por 
largo  trecho  una  verdadera  trifurcación  de  los  Andes,  en  lugar  de  la  bifur- 
cación ordinaria.  Sinembargo,  la  complicación  de  las  dos  Cordilleras  prin- 
cipales no  se  disminuye,  al  contrario  parece  aumentarse  en  la  oriental.  La 
hoya  se  extiende  desde  Io  30' hasta  0°37'Lat.  S,  es  decir  unas  18  leguas, 
siendo  muy  variable  su  ancho,  si  queremos  medirlo  de  cresta  á  cresta  de 
las  cordilleras ;  en  su  parte  inferior  y  media,  es  decir  en  la  región  habitada 
y  habitable,  tiene  de  5  á  6  leguas  de  ancho,  en  término  medio. 

La  parte  de  la  Cordillera  oriental  desde  el  rio  Pastaza  hasta  los  páramos 
de  Chalupas  al  Este  de  Latacunga,   pertenece  á   lo   mas   desconocido  del 


72  topografía.  —  capítulo  ii. 

pais  y  —  preciso  es  confesarlo  —  también  á  los  flacos  de  mi  mapa.  Esta 
región  se  comprende  comunmente  bajo  el  nombre  de  «Cerros  6  Cordillera 
de  los  Llanganates»  ó  de  «Llanganate».  La  única  expedición  científica,  que 
hasta  ahora  ha  penetrado  á  este  mundo  desconocido,  es  la  que  verificó  el 
señor  doctor  W.  Reiss  en  enero  de  1873,  en  tiempo  malísimo  y  bajo  condi- 
ciones poco  favorables  a  las  observaciones  geográficas.  No  puedo  hacer  cosa 
mejor  que  citar  la  descripción  que  nos  dio  este  viajero  en  su  carta  dirigida 
á  S.  E.  el  Presidente  de  la  República  y  fechada  en  Riobamba  el  8  de  julio 
del  mismo  año. 

«Los  cerros  que  se  levantan  al  Este  de  Píllaro  son  la  continuación  de 
la  cordillera  que  se  extiende  desde  el  Cotopaxi  y  Quilindaña  hasta  el  rio 
Pastaza,  formando  una  serranía  larga  sin  picachos  sobresalientes  y  con  un 
declive  corto  hacia  el  occidente;  mientras  que  en  la  dirección  al  oriente  se 
prolongan  los  ramales  á  una  distancia  considerable,  hasta  morir  en  los  llanos 
de  la  gran  hoya  del  Amazonas.  Un  número  pequeño  de  quebradas,  y  todas 
de  poca  consideración,  desciende  al  Oeste  para  reunirse  con  el  rio  Cütuche, 
la  única  excepción  hace  el  rio  Guapante  que  recibe  las  aguas  de  muchos 
páramos,  tanto  de  la  parte  del  Norte,  cerca  de  Latacunga,  como  de  la  parte 
del  Sur,  en  la  vecindad  de  Pillaro:  mientras  que  muchísimos  valles  siguen 
la  dirección  al  oriente,  llevando  copiosas  cantidades  de  agua  que,  reunién- 
dose poco  á  poco,  forman  las  cabeceras  de  los  ríos  Curaray  y  Bobonazo, 
confluentes  del  Ñapo  y  Pastaza.  Tan  antigua  y  ya  tan  destruida  por  la 
erosión  es  esta  cordillera,  que  no  se  encuentran  sino  unas  cuchillas  estrechí- 
simas entre  los  diferentes  hondones  que,  llenados  con  lagunas  y  ciénagas, 
forman  las  cabeceras  de  los  ríos.*) 

«Subiendo  desde  Píllaro  las  faldas  occidentales  de  la  serranía  se  llega 
muy  pronto  al  filo  que  separa  las  quebradas  del  Sur  de  las  del  Norte,  y 
siguiendo  esta  cuchilla,  que  corre  del  Oeste  al  Esto  entre  los  valles  pro- 
fundos de  Vagrahuaje,  Cruzsacha,  Ganacocha,  y  Pujin  puede  atravesarse  á 
caballo  todos  estos  cerros  que  son  conocidos  bajo  el  nombre  de  "Cordillera 
de  Píllaro",  hasta  el  valle  de  Jaramillo.  .  .  . 

«Con  tantos  peones  (ttO)  siempre  se  camina  despacio,  y  sinembargo  que 
hice  llevar  mis  cargas  en  bestias  hasta  Jaramillo,  gastamos  tres  dias  y 
medio  para  llegar  á  un  filo  alto  enfrente  del  nevado  (del  Cerro  Hermoso), 
caminando  unas  veces  en  las  partes  altas  de  los  páramos,  abriendo  paso  en 
medio  de  los  fucales  tupidos;  bajando  otras  veces  al  fondo  de  quebradas 

*)  Puede  ser,  que  las  cabeceras  del  rio  Huapante  en  mi  mapa  se  hallen  colocadas 
demasiado  al  Este,  y  demasiado  cercanas  al  Cerro  Hermoso,  y  que  los  orígenes  del  rio 
Curaray  y  do  algunos  tributarios  del  Ñapo  caigan  mas  al  poniente.  Toda  aquella  región 
necesita  todavía  un  estudio  topográfico  mas  exacto.  —  Wolf. 


LA   REGIÓN   CENTRAL   Ó    ANDINA.  73 

profundas,  trochando  en  los  bosques  raposos  que  cubren  las  faldas  de  los 
cerros.  Los  caminos  anchos  de  las  dantas  nos  facilitaban  mucho  el  trabajo, 
pero  el  tiempo  no  nos  era  propicio,  porque  llovía  y  nevaba  todos  los  dias, 
y  las  nubes  nos  ocultaban  la  vista  de  los  cerros  desde  las  9  de  la  mañana, 
de  tal  manera  que  me  vi  obligado  á  plantar  mis  toldas  siempre  muy  tem- 
prano, de  miedo  de  perderme  en  este  laberinto  de  quebradas  y  cerros;  y  no 
obstante  de  todas  mis  precauciones  no  faltaba  mucho  que  hubiéramos  pasado 
al  Norte  del  cerro  sin  verlo  y  buscándolo  siempre  mas  al  oriente. 

«  Seis  dias  pasamos  en  la  falda  empinada  de  un  filo  de  mica-esquista  en 
medio  de  un  fucal  casi  impenetrable,  envueltos  en  nubes,  con  lluvias  y  neva- 
zones continuas,  hasta  lograr  por  unos  pocos  momentos  la  vista  del  cerro, 
para  tomar  su  altura.  Concluido  este  trabajo  visité  con  algunos  peones  la 
parte  occidental  del  Cerro  Hermoso  hasta  el  limite  inferior  de  la  nieve,  para 
cerciorarme  de  la  naturaleza  de  las  rocas  que  forman  las  peñas  de  la 
cúspide. 

«La  vista  desde  Toldofilo  (así  llamábamos  las  peñas  de  nuestro  cam- 
pamento) abraza  toda  la  cordillera  oriental  desde  el  Antisana  y  Cotopaxi 
hasta  el  Sangay,  y  puedo  asegurar  que  no  solamente  no  existen  estos  picos 
y  volcanes  que  el  señor  Guzman  ha  pintado  en  su  mapa;  pero  también  que 
ni  hay  rocas  volcánicas  en  esta  parte  de  la  Cordillera :  todas  las  bocas  men- 
cionadas en  el  mapa  (Siete  bocas  etc.)  son  bocaminas  y  no  bocas  de  vol- 
canes. El  Antisana  y  el  Sangay  son  los  dos  cerros  volcánicos  mas  avanzados 
al  oriente,  y  las  erupciones  que  han  tenido  lugar  en  el  espacio  intermedio 
solamente  cubrieron  las  esquistas  en  una  zona  estrecha  que  so  extiende  desde 
la  cumbre  hasta  las  altiplanicies  encajonadas  entre  los  dos  ramales  princi- 
pales de  la  gran  Cordillera.  .  .  . 

a  Los  cerros  formados  por  las  esquistas  son  muy  empinados  y  principal- 
mente al  Este  del  rio  Topo  cortados  á  pico,  con  sus  faldas  desnudas, 
mostrando  las  planchas  de  las  esquistas  en  posición  casi  vertical  y  relum- 
brando bajo  los  rayos  del  sol  como  plateadas  á  causa  de  la  mica.  Pero 
estas  lomas  erizadas  no  alcanzan  á  mas  de  4200  ó  4300  metros  de  altura 
y  no  sobresalen  á  la  cumbre  de  la  Cordillera;  solamente  el  Cerro  Hermoso 
se  eleva  á  mayor  altura,  merced  á  su  composición  geológica  diferente  de 
los  otros  cerros.  La  parte  inferior  de  este  nevado  no  se  diferencia  de  las 
lomas  mencionadas;  pero  en  lugar  de  acabar  como  estas,  en  un  filo  lleno 
de  picachos  como  una  sierra,  se  ven  encima  de  las  esquistas  verticales  unas 
peñas  negras,  formadas  por  capas  horizontales,  y  si  ya  la  parte  inferior  parece 
inaccesible,  lo  es  deveras  la  cúspide,  que,  al  menos  al  lado  del  Oeste,  se 
presenta  como  una  muralla,  sobre  la  cual  desciende  una  helera  grande, 
reuniéndose  con  las  masas  de  nieve,  que  rodean  el  pié  de  las  peñas  negras. 


74  T0P0GBAFIA.  —  CAPÍTULO  H. 

Las  capas  horizontales  son  unas  esquistas  calcáreas  y  bituminosas,  tan  im- 
pregnadas con  piritas  que  donde  quiera  que  se  rompa  la  roca,  se  vé  relum- 
brar el  oro,  como  decían  mis  compañeros.  Se  reducen  talvez  las  grandes 
riquezas  de  los  Llanganates  á  depósitos  de  este  mineral,  que  ya  tanta  plata 
ha  costado  á  los  mineros  inexpertos  del  Ecuador.» 

He  copiado  este  pasaje  integro,  porque  es  la  única  descripción  científica 
que  poseemos  de  aquella  región,  y  la  carta  impresa  del  doctor  Reiss  es  tan 
rara,  que  pocas  personas  pueden  leerla.  Ademas  dá  una  idea  cabal  de  los 
grandes  trabajos  y  penalidades  que  muchas  veces  debe  pasar  el  geógrafo, 
para  estudiar  las  regiones  apartadas  de  los  Andes,  y  se  comprenderá,  porqué 
el  mapa  en  varias  partes  todavía  ha  de  quedar  mas  ó  menos  defectuoso. 

Lo  que  sacamos  en  limpio  para  nuestro  objeto  actual,  es  que  atrás  de 
la  Cordillera  de  Píllaro  (la  única  visible  desde  la  hoya  interandina)  existe 
una  región  extensísima  y  complicadísima  de  páramos,  de  que  salen  muchos 
ramales  hacia  E  y  NE  y  también  hacia  el  Sur  al  valle  del  rio  Pastaza. 
Parece  que  el  ramal  principal  es  el  que  saliendo  de  la  Cordillera  de  Píllaro 
en  dirección  SE,  sigue  por  largo  trecho  al  Este,  paralelo  al  valle  del  rio 
Pastaza,  para  abatirse  con  sus  últimas  ramificaciones  cerca  de  Canelos.  De 
las  vertientes  setentrionales  de  este  ramal  grande  nacen  las  cabeceras  del 
rio  Curaray,  uno  de  los  tributarios  mas  poderosos  del  rio  Ñapo.  Los  ramales 
mas  cortos,  que  bajan  de  la  Cordillera  de  Píllaro  directamente  al  Sur,  entre 
el  valle  del  rio  de  Patate  y  el  rio  Verde  primero,  y  que  rematan  enfrente 
del  Tunguragua,  cierran  la  hoya  del  lado  sureste. 

La  Cordillera  de  Píllaro  comunica  hacia  el  N  y  al  otro  lado  del  rio 
Huapante  con  los  páramos  de  Chalupas,  que  sobre  San  Miguel  y  Latacunga 
son  muy  anchos  y  siguen  hasta  el  pié  del  Quilindafia.  Podemos  llamar  esta 
porción  de  la  Cordillera  real  la  Cordillera  de  Chalupas.  Inmediatamente  al 
otro  lado  de  su  crestón  central  nacen  de  un  sinnúmero  de  riachuelos,  al- 
gunos tributarios  importantes  del  rio  Ñapo,  como  el  rio  Chalupas  y  el  rio 
Juntas,  y  entre  sus  sistemas  ó  valles  se  extienden  los  largos  ramales  de  la 
Cordillera  hasia  las  orillas  mismas  del  Ñapo.  En  comparación  con  ellos, 
las  ramas  que  caen  hacia  el  occidente  al  valle  de  Latacunga,  son  cortas  é 
insignificantes. 

Ahora  llegamos  á  un  punto  de  la  Cordillera  oriental ,  bajo  0o  45'  Lat.  S 
aproximativamente,  desde  el  cual  nos  hallamos  embrollados  en  la  investi- 
gación de  la  cresta  central.  Comienza  aquí  uno  de  los  grupos  volcánicos 
mas  grandes  de  la  región  andina,  que  ha  cambiado  y  ocultado  completamente 
la  configuración  primitiva  de  la  Cordillera,  y  la  linea  que  hoy  es  la  divisoria 
de  las  aguas  atlánticas  y  pacíficas,  seguramente  no  lo  ha  sido  antes  que 
habían  nacido  el  Cotopaxi,  el  Quilindaña,  el  Sincholagua  y  el  Antisana.    Asi, 


LA  REGIÓN   CENTRAL   Ó   ANDINA.  75 

por  ejemplo,  el  Cotopaxi  está  sobre  la  linea  divisoria  y  forma  parte  de  ella, 
mientras  que  geológicamente  hablando  se  halla  al  Oeste  de  la  Cordillera 
central  y  es  un  promontorio  occidental  de  ella.  Al  contrario,  el  Quilindaña 
se  halla  hoy  dia  muy  al  Este  de  la  línea  divisoria  de  las  aguas,  sinembargo 
su  posición  corresponde  mucho  mas  al  primitivo  crestón  central  de  la  Cor- 
dillera. —  La  mayor  parte  de  dicho  grupo  volcánico  cae  en  la  sección  si- 
guiente del  territorio  andino,  y  por  el  momento  extendemos  nuestra  descripción 
solo  hasta  el  Cotopaxi,  que  forma  la  esquina  noreste  de  la  hoya  de  Latacunga. 

Antes  de  llegar  al  Cotopaxi  encontramos,  si  caminamos  sobre  la  Cor- 
dillera al  N,  á  nuestra  derecha  el  Quilindaña,  en  apariencia  sobre  un  ramal 
oriental  entre  las  cabeceras  del  rio  Juntas  y  las  del  rio  Ami  que  desciende 
del  Cotopaxi.  Por  su  posición  algo  oculta  se  lo  vé  rara  vez  y  desde  pocos 
lugares  de  las  hoyas  habitadas,  y  por  esto  se  oye  hablar  poco  de  este  nevado, 
que  no  obstante  se  presenta  muy  majestuoso  y  como  un  digno  vecino  del 
Cotopaxi,  desde  los  páramos  del  Valle-vicioso.  Su  altura  es  de  4919  metros. 
Del  Quilindaña  sale  al  oriente  un  ramal  muy  alto  ó  mejor  dicho  una  meseta 
ancha  de  páramos,  que  en  la  Carrera  nueva  se  eleva  á  un  crestón  nevado, 
que  atraviesa  casi  todo  el  espacio  entre  el  rio  del  Valle-vicioso  y  el  rio 
Juntas  (que  por  otros  se  llama  también  rio  Chalupas).  —  Hay  solo  una 
legua  y  media  del  pié  del  Quilindaña  hasta  el  del  Cotopaxi.  En  este  camino 
(en  dirección  al  NO)  pasamos  por  el  cerro  del  Morro,  que  entre  los  dos 
gigantes  nevados  se  presenta  como  un  enano,  apesar  de  que  su  altura  abs. 
es  de  4304  metros.  El  Morro  ya  se  halla  sobre  la  línea  divisoria  de  las 
aguas,  y  de  su  lado  occidental  nacen  los  afluentes  del  rio  Aláques.  La 
Tanta-loma  conduce  de  este  cerro  directamente  á  las  faldas  meridionales  del 
Cotopaxi,  y  representa  en  esta  parte  el  crestón  divisorio  de  la  Cordillera. 

El  Cotopaxi  ocupa  entre  los  grandes  cerros  de  la  República  ecuatoriana 
el  segundo  lugar  en  altura,  siendo  solamente  de  367  metros  mas  bajo  que 
el  Chimborazo,  pero  entre  los  volcanes  activos  de  todo  el  globo  terrestre  el 
primero;  pues  ninguno  de  los  demás  se  eleva  á  la  considerable  altura  de 
5943  metros,  la  que  corresponde  al  Cotopaxi.  También  en  cuanto  á  su  im- 
ponente presencia  exterior  y  hermosura  pintoresca,  ninguno  de  los  volcanes 
del  Ecuador  le  aventaja  y  poquísimos  en  el  resto  del  mundo  le  igualan.*) 
Por  su  avanzada  y  aislada  posición  occidental  en  la  Cordillera  real,  parece 
levantarse  directamente  de  la  llanura  de  Latacunga,  lo  que  dá  realce  también 
á  su  altura  relativa,  como  sucede  otro  tanto  con  el  Tunguragua,  que  de 
igual  modo  surge  aislado  del  valle  de  Baños. 

*)  En  mi  «Memoria  sobre  el  Cotopaxi  y  su  última  erupción,  acaecida  el  26  de  junio 
de  1877.  Guayaquil  1878»,  se  encuentra  la  topografía  detallada  del  Cotopaxi  y  de  sus 
alrededores. 


76 


T0P00BAFIA.   —  CAPÍTULO   II. 


Mientras  que  el  Cotopaxi  con  bus  faldas  occidentales  desciende  paula- 
tinamente á  la  llanura  de  Callo  y  de  Muíalo,  que  se  halla  en  3000  metros, 
está  rodeado  al  E  y  N  de  mesetas  altas  (3800  á  4000  m.)  que  se  extienden 
entre  su  base  y  las  del  Quilindana,  Sincholagua  y  Bumiñahui,  y  se  pro- 
longan mucho  hacia  el  oriente  á  lo  largo  del  Valle-vicioso.  En  las  faldas 
orientales  del  cerro  {en  sus  «huaicos»)  y  en  los  páramos  que  lo  rodean,  nacen 
los  ríos  de  Ami  y  de  Tamboyacu,  representando  las  fuentes  mas  lejanas  y 
por  esto  principales  del  rio  Ñapo.  Unidos  los  dos  en  el  Valle-vicioso  toman 
el  nombre  de  este  último,  y  mas  abajo  entra  el  rio  que  del  Norte  trae  las 
aguas  del  Antisana.  Entre  el  rio  del  Valle-vicioso  y  el  del  Au  tisana  corre 
de  O  á  E  la  fría  Cordillera  de  Cubijan  ó  Cubillan  con  4200  á  4300  metros 
de  altura. 


una  (ludo  N). 


Al  pió  noroeste  del  Cotopaxi  se  halla  la  interesante  meseta  de  IAmpio- 
pungo  (3888  in.),  con  una  pequeña  laguna,  que  vá  desapareciendo  poco  á 
poco  con  las  frecuentes  erupciones  del  volcan,  llenándose  de  arena,  ceniza, 
piedra-pómez  y  otros  materiales  de  eyección.  De  esta  llanura  las  aguas 
descienden  hacia  el  Sur  al  valle  de  Latacunga  y  hacía  el  Norte  al  valle  de 
Chillo  ó  la  hoya  de  Quito.  Ella  representa  una  ensillada  entre  el  Cotopaxi 
y  el  Rumi&ahui,  y  es  propiamente  el  principio  del  nudo  de  Tiupullo,  porque 
desde  el  arenal  de  Limpiopungo  vá  una  cordillera  transversal  directamente 
al  pié  del  Iliniza  en  la  Cordillera  occidental.  Este  cordón  se  llama  en  su 
parte  central  Nudo  de  Tiupullo,  y  es  en  toda  su  extensión  de  naturaleza 
volcánica.  —  Se  vé  que  el  volcan  de  Bumiñahui  no  se  halla  sobre  la  Cor- 
dillera oriental,  sino  sobre  el  nudo  de  Tiupullo;  tiene  la  altura  de  4757  metros 
y  no  llega  á  la  linea  de   la  nieve  perpetua.     Este   cerro  es   uno   de   los 


LA  BEGI0N  CENTRAL   Ó   ANDINA.  77 

volcanes  mas  hermosos  y  característicos  del  pais,  y  su  aspecto  os  imponente, 
sobre  todo  del  lado  do  Machachi,  por  donde  ostenla  su  caldera  ó  cráter, 
que  tiene  800  metros  de  profundidad.  Pero  como  se  halla  entre  los  picos 
nevados  del  Cotopaxi  y  del  Iliniza,  el  viajero  ordinario  no  le  presta  la  aten- 
ción, como  cuando  estuviese  en  otro  lugar.  —  Las  aguas  del  Rumiñahui  van 
todas  al  Norte,  al  sistema  de  la  hoya  de  Quito. 

Del  pió  suroeste  de  este  volcan  vá  una  meseta  alta  y  ancha  al  occidente 
hasta  el  pié  del  Iliniza,  y  estos  son  los  páramos  de  Tiupullo,  los  que  cruza 
la  carretera  entre  el  puente  de  Jambelí  (3190  m.)  y  el  tambo  de  Santa  Ana 
(3150  m.).  El  punto  mas  alto  del  camino  en  Huinsha  alcanza  3604  metros, 
y  en  Chisinche  ó  iCruz  de  Tiupullo»  3552  metros.  —  Así  como  al  extremo 
oriental  del  nudo  hallamos  el  Rumiñahui,  sobre  su  extremo  occidental  en- 
contramos, como  avanzada  del  Iliniza,  otro  volcan,  los  «Cerritos  de  Chaupi*. 
Están  al  N  sobre  Santa  Ana.  tCasi  de  todos  lados  se  distinguen  tres  cús- 
pides, que  parecen  formar  una  cordillera  pequeña;  pero  en  verdad  son  estos 
los  puntos  mas  altos  de  las  paredes  de  una  caldera  bastante  grande,  llamada 
Hondón  de  San  Diego,  que  desagua  por  el  lado  del  Norte  reuniéndose  al  rio 
Curiquingue  con  las  aguas  que  pasan  por  el  puente  de  Jambelí.  Las  erup- 
ciones que  ha  hecho  esto  cerro,  han  causado  casi  una  reunión  entre  el  Ru- 
miñahui y  el  Iliniza,  rompiendo  de  esta  manera  la  continuación  del  valle 
profundo,  que  se  extendía  entre  las  dos  Cordilleras  antiguas»  (Reiss),  y  así 
se  ha  formado  el  nudo  de  Tiupullo.  El  mas  alto  de  los  «Cerritos  de  Chaupi» 
se  llama  Pupuntío  y  tiene  3997  metros  de  altura  abs.,  el  fondo  del  cráter 
(Hondón  de  San  Diego)  3548,  y  la  ensillada  entre  el  Iliniza  y  los  cerros  de 
Chaupi  3772  metros. 

*  El  Iliniza  se  compone  de  dos  cerros  distintos:  el  picacho  del  Norte 
parece  el  mas  antiguo,  do  manera  que  las  erupciones  do  la  cúspide  del  Sur 
han  tapado  en  gran  parte  la  falda  sur  de  dicho  picacho.  De  estas  circun- 
stancias resulta  que  entre  los  dos  cerros  so  encuentra  una  ensillada  que  ahora 
está  llenada  con  las  heleras  que  bajan  de  la  cúspide  del  Sur.  Dicha  en- 
sillada es  bastante  ancha  y  como  tiene  una  inclinación  del  oriente  al  occi- 
dente, obliga  á  la  helera  á  bajar  á  las  cabeceras  del  Hondón  de  Cutucuchu» 
(Reiss).  La  cúspide  meridional  tiene  5305  y  la  setentrional  5162  metros 
de  altura. 

El  Iliniza  ocupa  una  posición  avanzada  en  la  Cordillera  occidental,  aná- 
loga á  la  del  Cotopaxi  en  la  oriental,  con  el  cual  rivaliza  también  en  cuanto 
á  su  aspecto  majestuoso  é  imponente.  Sus  faldas  orientales,  surcadas  de 
quebradas  hondas  é  inaccesibles,  caen  rápidamente  á  las  planicies  de  Callo 
y  Machadle,  mientras  que  con  las  occidentales  y  las  meridionales  está  sen- 
tado sobre  el  ancho  lomo  de  la  Cordillera. 


78  T0F0GE4FIA.   CAPÍTULO   n. 

La  Cordillera  occidental  que  franjea  la  hoya  de  Ambato  y  Latacunga 
comienza  al  Sur  con  el  Chimboraeo  y  el  Carihuairazo.  El  primero  queda 
descrito  mas  arriba  y  el  segundo  se  halla  en  condiciones  topográficas  muy 
parecidas.  Sentado  pocas  leguas  al  N  del  Chimborazo,  está  unido  con  este 
por  una  ancha  y  alta  ensillada  que  se  llama  Abraspungo  (4392  m.).  £1 
Carihuairazo  mide  5106  metros,  1204  menos  que  el  Chimborazo;  sinembargo, 
merced  á  las  favorables  condiciones  en  que  se  halla  su  falda  occidental  en 
una  extensión  muy  grande  y  superior  al  limite  inferior  de  la  niove,  carga 
una  inmensa  cantidad  de  nievo  y  hielo,  que  según  el  doctor  Stübel  es  mayor 
que  en  ningún  otro  cerro  de  los  Andes  ecuatorianos. 


TlilD,    V¡ltO    d«l   UdO    I 


Por  el  lado  oriental  del  Carihuairazo  se  extienden  los  páramos  hasta 
Mocha  (3284  m.)  y  á  la  cercanía  de  Tisaleo  (3318  m.)  y  Pataló  (3191  m.) 
en  dirección  á  Ambato.  En  estos  páramos  es  notable  una  rama,  que  saliendo 
del  Carihuairazo  baja  al  Este  y  remata  en  el  cerro  alto  y  aislado  de  Puñalica 
(3996  m.)  sobre  el  pueblo  de  Mocha. 

El  pié  occidental  del  Carihuairazo  está  rodeado  de  arenales  parecidos 
á  los  del  Chimborazo  y  unidos  con  ellos.  Pero  las  aguas  de  estos  arenales 
se  recojen  poco  á  poco  en  un  valle  que  se  dirige  primero  al  N  y  después 
al  NE,  formando  el  rio  de  Ambato,  de  suerte  que  el  Carihuairazo  queda 
separado  de  la  antigua  Cordillera  occidental.  Esta  última  se  confunde  atrás 
del  Chimborazo  con  aquella  meseta  alta,  de  que  sale  la  Cordillera  lateral  de 
Chimbo  en  Chuquinac;  pero  mas  al  N  de  este  punto  podemos  distinguirla 
bien  entre  las  cabeceras  del  rio  de  Ambato  y  las  del  rio  de  Simiátug;  en 
el  paso  de  Buenavate  tiene  4225  metros  de  altura.  Por  largo  trecho  sale 
bien  caracterizada  hacia  el  Norte  con  el  nombre  de  Cordillera  de  Angamarca 


LA   REGIÓN    CENTRAL    Ó    ANDINA.  79 

y  Zumbagua.  Mientras  que  al  poniente  emite  sus  ramas  con  bastante  regu- 
laridad al  rio  de  Angamarca,  su  lado  oriental  tiene  una  configuración  mas 
complicada,  debida  á  los  cerros  volcánicos  que  se  levantan  por  allá  entro 
Pasa,  Quizapincha  y  Cusubamba,  y  de  los  cuales  el  Casaguala  y  el  Quis- 
picaska  son  los  principales.  Las  ramificaciones  de  estos  cerros  bajan  hasta 
el  Sagoatoa  enfrente  de  Ambato. 

Bajo  el  1°  Lat.  S,  en  los  altos  páramos  de  Tigua,  Zumbagua  y  Hataló, 
la  Cordillera  es  muy  ancha  y  se  bifurca:  la  rama  principal  sigue  derecho 
al  Norte  por  los  cerros  de  Guangaje  é  Isinlivi,  para  unirse  con  la  base  occi- 
dental y  meridional  del  Iliniza;  la  otra  rama  sale  de  la  pampa  de  Hataló 


f    )> 

y.- 

^^; 

Fig.  11.    El  CMaguaU.    {Begun  L.  A.  Martínez.) 

en  dirección  NO  y  forma  la  Cordillera  de  Chugchüan  y  Sigchos.  Entre  ambas 
cordilleras,  la  últimamente  nombrada  y  la  de  Guangaje,  se  halla  el  valle  del 
rio  Toachi,  que  se  extiende  de  S  á  N.  —  Esta  bifurcación  de  la  Cordillera 
occidental  presenta  un  caso  análogo  al  que  conocimos  en  la  Cordillera  lateral 
de  Chimbo,  solo  en  escala  mas  pequeña  y  que  la  Cordillera  de  Sigchos  lleva 
mucho  mas  el  carácter  de  un  ramal  que  no  de  una  cordillera  independiente, 
paralela  á  la  principal.  —  De  la  Cordillera  centra)  ó  de  Guangaje  bajan  al- 
gunas ramas  cortas  al  valle  del  Toachi,  otras  mas  largas  y  mas  anchas, 
pero  sin  particularidades  notables,  á  la  hoya  de  Laíacunga  hacia  Pujili,  Sa- 
quisilí  y  Toacaso. 

Desde  el  lugar  de  la  bifurcación  de  la  Cordillera  salen  al  poniente  al- 
gunos cordones  de  montanas  altas  y  largas,  uno  entre  el  sistema  del  rio  de 
Angamarca  y  el  del  rio  Pilaló,  y  otro  entre  el  ultimo  rio  y  su  tributario 
mas  grande,  el  Quindigua,  de  suerte  que  ese  nudo  de  Zumbagua  y  Hataló 


NO  TOPOGRAFÍA.    —   CAPÍTULO  II. 

om  un  punto  importante  para  la  división  de  las  aguas:  sobre  él  nacen  los 
rio*  do  Tonclii,  dn  Pílalo  y  Quindigua,  do  Angamarca  y  de  Pujilí. 

Chhí  al  principio  do  la  Cordillera  de  Chugchilan,  á  su  lado  oriental,  y 
romo  loviMittitidoMo  dol  vallo  dol  rio  Toachi,  se  halla  el  interesante  cerro  y 
voloiiu  do  Qiiihha  (ó  Qnirotoay  quo  es  lo  mismo*)),  que  en  su  cráter  aloja 
una  laguna.  Por  hu  posición  escondida  no  se  lo  vé  desde  la  altiplanicie  de 
IriitiiotuiKii,  y  do  ningún  lado  haoo  la  impresión  de  un  volcan,  solo  estudián- 
dolo do  oorott  y  soldado  sobro  ol  bordo  de  su  cráter,  se  puede  apreciarlo 
dignamente  y  admirar  sus  dimensiones  colosales.  Su  altura  es  de  4010  metros, 
y  la  laguna  so  halla  en  la  do  Jtf>70  m.  Volveremos  á  hablar  de  este  volcan 
en  la  parto  goológion, 

Bl  aiattma  fluvial  de  la  hoya  de  Lataounga  y  Ambato  es  el  del 
río  ( Wn<  A*\  que  mas  uUt\jo  so  llama  do  Patate.  Nace  en  las  faldas  occiden- 
talos  dol  Cotopnxt  y  corro  primero  do  K  á  O  hasta  el  eerrito  de  Callo,  cerca 
do  Santa  Ana  de  Tiupullo*  desde  cuyo  punto  se  dirige  al  Sur  por  en  medio 
de  una  extensa  llanura*  que  llega  hasta  las  cercanías  de  Lataounga.  Algunos 
han  eivido  y  swstionon  todavía  (t\  tionsálex  Suáres.  Hist.  gen.  de  la  Rep. 
del  Kouarior*  K  iftK  que  el  eerrito  de  Callo  sea  obra  artificial  de  los  indios 
antiguo^  un  túmulo  o  un  adoratorto»  He  examinado  este  eerrito  por  todos 
lo*  la\U^t  y  no  encontré  ningún  indicio*  que  justificara  esta  suposición:  al 
\^\tiw  su  terreno*  en  donde  esta  abierto  y  accesible  a  la  observación»  hace 
la  impresión  de  s^mt  natural*  y  apoyo  la  opinión  del  doctor  Ketss^  quien  dice: 
♦  IWce  que  el  eerrito  de  tWlo  es  la  cúspide  de  una  reventara*  parecida 
a  la  del  IVnecillo  de  víuite;  pero  ahora  esta  casi  enterrado^  —  H  eerrito 
tiene  S&V  motiva  de  altura  absoluta  y  S¿>  $*>bf*  el  plano  adyacente.  —  La 
llanura  do  i\dlo  tiene  unas  4  leguas  de  tar^e  y  l  a  í  de  aoc&x  se  inclina 
>ua\vtncntc  hacia  el  Sur*  teniendo  en  su  extremo  setentrienal  5t»X>  y  en  el 
tncrtdtcttal  i^V  mettw  vle  attura.  A  vVttsc\H*ctfce«a  ¿e  las  ftwttenws  erup» 
cKuuvft  del  iVtv^wvt  vtutante  un  s¿$ío  y  t»<?\íie.  qu**ia  muy  esceriÜ2»ia  y 
presenta  ot  a*(wtc  *iv  u«  desierto  |V\tte$ccs*\  A  su  atarwr  ecwncaí  <e 
hatUvt  tw  eucKocuos  *íe  Mu^v*  v  CfestggMtt^  a¿  Sícw  ovv¿ie«aí  to*  *<* 

tf!  w  v\t;«dV  r\v*V  ic<  \*¿c  *eí  íi*w»  i^  j*q;i*ídvs  :rfKaanu«*:  *t 
^W<.4*  ^;*c  v  en^.a  vw\»  Ae  vW,  >   oí  w  í?u*o/   «  ?*jvv  anas  Jk  >ur 


LA   EEGION    CENTRAL    < 


81 


cerca  de  la  hacienda  Ciénaga.  También  del  Cotopaxi  bajan  todavía  diversas 
quebradas,  formando  los  ríos  de  Saquimalac,  de  San  Diego  y  del  Purgatorio, 
los  que  unidos  en  un  solo  tronco  pasan  por  Rumipampa  al  Cutuchi.  —  El 
rio  de  Ataques  tiene  un  origen  parecido  en  las  quebradas  ó  «huaicos»  que 
bajan  del  Picacho  del  Cotopaxi,  pero  se  engruesa  también  con  algunos  nos 
que  nacen  de  la  Cordillera  mas  al  Sur,  como  el  Vuma-ucu  y  el  Tuluchi. 
Una  legua  al  N  de  Latacunga  desemboca  el  Aláques  en  el  rio  Cutuclii.  — 


v.  p.t£t31s3 

é             ' 

'    :     . 

De  Latacunga  abajo  hasta  San  Miguel  siguen  el  Yana-yacu,  Cunuc-yacu,  el  rio 
Illuchi  y  el  Compadre-huaico,  todos  del  lado  izquierdo  y  tributarios  cortos  y  de 
poco  caudal.  El  único  de  alguna  consideración  de  este  lado  es  el  rio  Huapante, 
que  desemboca  una  legua  abajo  de  San  Miguel,  y  que  recoje  sus  aguas  en 
los  páramos  altos  de  la  Cordillera  oriental  sobro  Latacunga,  San  Miguel  y 
Pillaro,  pero  cuyo  curso  está  todavía  poco  estudiado.  —  Después  sigue  el  rio 
de  Pillaro,  no  muy  largo,  y  algunas  quebradas  mas  cortas  cerca  de  Patate. 


82  topografía.  —  capítulo  n. 

Del  lado  derecho  ó  de  la  Cordillera  occidental  recibe  el  Cutuchi  fuera 
de  los  rios  ya  nombrados  (Cuilchi  y  Blanco)  el  rio  Pumacunchi,  cuyas  cabe- 
ceras se  hallan  en  parte  (Razo-yacu)  en  las  faldas  meridionales  del  Hiniza, 
y  en  parte  (Yana-yacu)  en  los  páramos  que  acompañan  la  Cordillera  de 
Guangaje.  En  su  curso  inferior  el  Pumacunchi  corre  por  largo  trecho  paralelo 
y  muy  próximo  al  Cutuchi,  quedando  entre  los  dos  el  llano  angosto  de  Rumi- 
pampa;  pasa  por  el  pueblo  de  San  Felipe  y  desemboca  media  legua  abajo 
de  Latacunga.  Esta  ciudad  está  en  la  altura  de  2800  metros.  —  Mas  adelante 
entra  del  mismo  lado  el  rio  de  Pujilí,  que  se  forma  en  los  páramos  sobre  el 
pueblo  del  mismo  nombre  y  el  de  Isinchi,  de  varios  riachuelos,  y  no  tiene  un 
curso  muy  largo.  Lo  mismo  dígase  del  rio  Naxichi,  que  de  igual  modo  se  recoje 
en  los  páramos  de  Cusubamba  y  desemboca  casi  enfrente  de  San  Miguel. 

El  tributario  mas  poderoso  de  todo  el  sistema  fluvial  del  Cutuchi,  y 
casi  tan  importante  •  como  este  mismo,  es  el  rio  de  Ambato  unido  con  el 
Panchalica;  el  primero  nace  en  las  faldas  occidentales  del  Chimborazo  y  del 
Carihuairazo ,  y  el  segundo  de  las  faldas  orientales  de  estos  dos  cerros.  — 
El  rio  superior  de  Ambato  separa  el  Carihuairazo  de  la  Cordillera  occidental 
y  recibe  algunos  afluentes  considerables  de  esta  misma,  del  lado  de  los 
cerros  de  Casaguala  y  de  Quispicasha.  Su  curso,  al  principio  de  S  á  N, 
declina  poco  á  poco  al  E,  y  sobre  su  orilla  derecha  se  halla  en  una  hoya 
abrigada  Ambato,  la  capital  de  la  provincia  del  Tunguragua,  en  la  altura  de 
2G00  metros.  —  El  rio  Panchalica  viene  de  los  páramos  de  Sanancajas  y 
de  Mocha.  De  sus  afluentes  nombraremos  el  rio  Salazaca,  que  baja  del 
Carihuairazo  y  desemboca  al  lado  del  cerro  Puñalica,  cerca  de  Mocha.  El 
pueblo  mismo  de  Mocha,  célebre  en  la  antigüedad  incásica  como  punto 
estratégico,  y  en  todos  tiempos  como  tambo  importante  para  los  viajeros, 
queda  á  alguna  distancia  de  la  orilla  izquierda  del  Panchalica,  sobre  una 
pequeña  meseta  y  en  la  altura  de  3284  metros,  que  indica  suficientemente 
un  clima  rígido  en  el  límite  de  la  zona  cultivada  y  cultivable.  —  Algunas 
otras  quebradas  bajan  de  las  faldas  orientales  del  Carihuairazo  y  de  los 
páramos  sobre  Tisaleo,  pero  con  muy  pequeño  caudal  de  agua,  siendo  en 
general  la  región  entre  Mocha  y  Ambato  muy  árida,  arenosa  y  falta  de 
agua.  Lo  mismo  se  puede  decir  de  la  banda  derecha  del  Panchalica,  en 
la  cual  solo  el  rio  de  Quero,  que  baja  de  la  Igualata  y  de  los  páramos 
circunvecinos,  merece  alguna  mención.  Las  otras  quebradas  son  pequeñas 
y  casi  secas.  Los  dos  rios  de  Ambato  y  de  Panchalica  se  reúnen  poco 
antes  de  su  confluencia  con  el  rio  de  Cutuchi,  que  aqui  ya  se  llama  rio  de 
Patate.  Este  corre  en  un  valle  muy  hondo  y  de  temperatura  medio  caliente 
hacia  el  Sur,  hasta  el  pié  del  Tunguragua,  en  donde  se  encuentra  con  el 
rio  Cliamlo  que  viene  del  lado  opuesto,  de  la  hoya  de  Riobamba. 


LA    REGIÓN"    CENTRAL    O   ANDINA. 


El  rio  Pastaza,  nacido  de  la  unión  de  los  dos  últimamente  nombrados, 
en  la  altura  de  1800  metros,  corta  la  Cordillera  oriental  do  0  á  E  en  un 
hondo  valle,  que  se  extiende  por  unas  8  leguas  entre  los  ramales  que  al 
lado  sur  salea  del  Tunguragua  y  al  lado  norte  de  la  Cordillera  de  los  Llan- 
ganates.  Al  principio  el  Pastaza  se  llama  también  rio  de  Agoyan,  hasta  la 
catarata  grande  de  este  nombre,  que  forma  unas  dos  leguas  abajo  de  su 
nacimiento,  es  decir  de  la  confluencia  del  Chambo.    Aquí  el  rio,  estrechado 


-  *     * 

entre  peñascos  negros,  hace  uu  salto  de  60  metros  con  un  ruido  atronador 
y  presentando  un  espectáculo  muy  grandioso,  especialmente  cuando  se  con- 
templa del  lado  de  abajo  la  inmensa  cantidad  de  agua  tranformada  en  espuma 
blanca.  Este  sitio  pertenece  á  los  mas  pintorescos  en  los  Andes,  y  su  belleza 
se  realza  también  por  la  vegetación  hermosísima,  que  aquí  en  la  altura  de 
solo  1544  metros,  ya  lleva  todo  el  carácter  tropical. 

Todos  los  afluentes  meridionales  del  rio  Pastaza  son  insignificantes.    Del 


84  topografía.  —  capítulo  n. 

Tunguragua  baja  la  quebrada  de  Vascun  cerca  del  pueblo  de  Baños  (1800  m.), 
igualmente  la  Chorrera ,  un  poco  al  Este  del  pueblo,  que  cae  de  la  altura 
de  150  metros,  y  á  cuyo  pió  brotan  varías  fuentes  termales  con  una  tem- 
peratura de  22°  á  54°  C.  Algo  mas  abajo  y  cerca  de  la  chorrera  de  Agoyan 
entra  el  rio  Ulva,  que  nace  también  sobre  el  Tunguragua;  después  siguen 
las  pequeñas  quebradas  cortas,  que  bajan  del  ramal  de  la  Cordillera  que  se 
compone  de  rocas  antiguas. 

Mucho  mas  numerosos  y  mas  considerables  son  los  tributarios  que  el 
Pastaza  recibe  del  lado  setentrional.  Los  ríos  de  Uigua  y  de  llluchi,  en- 
frente de  Baños,  son  cortos,  pero  el  que  sigue,  el  rio  Verde  Io  es  muy  largo 
y  viene  desde  los  páramos  de  la  Cordillera  de  los  Llanganates  en  los  al- 
rededores del  Cerro  Hermoso.  Abajo  de  la  chorrera  de  Agoyan  se  siguen 
los  ríos  Blanco,  Verde  2o,  Machai,  Mapoto,  Margajitas,  Topo  (largo  y  grande), 
Zuñag,  Chuloaya,  Quilluc,  Manga-yacu,  Állpa-yacu  y  Corina.  —  En  seguida 
(aproximadamente  en  la  altura  de  1000  metros)  entra  el  Pastaza  ya  en  las 
llanuras  de  la  región  oriental  y  recibe  del  lado  derecho  el  rio  Líusin  ó  Nieve, 
que  desciende  del  Altar,  y  del  lado  izquierdo  el  rio  Pintuc  (ó  Pindó),  que 
se  cruza  en  el  camino  á  Canelos. 

El  valle  del  rio  Pastaza  es  el  último,  que  corta  la  Cordillera  oriental 
en  el  territorio  ecuatoriano,  pues  las  dos  hoyas  que  siguen  al  Norte,  la  de 
Quito  y  la  de  Ibarra,  ambas  se  desaguan  por  la  Cordillera  occidental  al 
océano  pacifico. 


Sección  VI*.    La  región  entre  el  nudo  de  Tiupullo  y  el  del  Mojanda 

y  Cajas, 

La  región  en  que  vamos  á  entrar,  comprende  la  hoya  de  Quito  y  la 
parte  central  y  principal  de  la  provincia  del  Pichincha.  Se  extiende  entre 
0o  37'  Lat.  S  y  0o  8'  Lat.  N.  —  La  hoya  de  Quito,  que  aquí  tomamos  en  el 
sentido  mas  lato,  se  subdivide  en  varias  partes,  y  le  pertenecen  los  llanos 
de  Machache,  el  valle  de  Chillo,  el  de  Tumbaco,  el  de  Guallabamba  etc. 

La  Cordillera  occidental  que  limita  la  hoya  entre  el  Iliniza  y  el  Mojanda, 
es  angosta  y  baja  (no  pasa  de  3000  metros),  y  solo  los  altos  volcanes  que 
la  coronan,  le  dan  algún  realce  á  la  vista.  —  Dos  leguas  al  N  del  Iliniza 
y  unido  con  él  por  la  angosta  ensillada  de  Atatinqui  ó  Cruz-loma,  se  levanta 
el  Corazón  (cuyo  nombre  primitivo  se  ignora)  á  4816  metros.  Es  un  cerro 
hermoso  con  la  cúspide  cubierta  de  nieve  perpetua,  pero  se  necesita  de 
mucha  fantasía  para  encontrar  en  su  configuración  el  órgano  del  cuerpo 
humano  de  que  ha  tomado  su  nombre.  —  Sigue  el  Atacazo,  que  con  4539  metros 
de  altura  no  alcanza  la  región  de  la  nieve  perpetua.    El  viajero  que  pasa 


LA  BEGION  CENTRAL   Ó   ANDINA.  85 

por  la  carretera,  no  vé  ni  sospecha  siquiera,  que  los  cerros  de  Corazón  y 
A  tacazo  tienen  calderas  ó  cráteres  muy  grandes  en  sus  cumbres,  porque 
ellos  se  abren  hacia  el  poniente.  La  caldera  del  Corazón  es  mas  grande  que 
la  del  Pichincha,  y  según  el  doctor  Reiss  la  mas  grande  en  todo  el  Ecuador, 
pues,  tiene  la  profundidad  de  1200  metros  (la  del  Pichincha  770  m.).  El 
lomo  de  la  Cordillera  tiene  entre  el  Corazón  y  el  Atacazo,  sobre  el  pueblo 
de  Aloag  (en  Guagrapamba)  3138  metros.  Sobre  este  lomo  y  de  las  faldas 
occidentales  del  Corazón  y  del  Atacazo  nacen  las  cabeceras  de  los  ríos  de 
San  Lorenzo,  de  Yamboya  y  de  Sitante,  que  forman  con  otros  tributarios  el 
de  Pilaton,  que  de  su  vez  desemboca  en  el  rio  Toachi.  —  El  valle  del  Pi- 
latón  es  de  un  interés  especial,  en  cuanto  por  él  deberá  pasar  el  ferrocarril 
proyectado  de  Bahia  de  Caráques  á  Quito ;  y  en  efecto  el  pasaje  de  la  Cor- 
dillera entre  el  Corazón  y  el  Atacazo  se  presta  mejor  que  ningún  otro  á  una 
fácil  comunicación  de  la  región  interandina  con  la  baja  del  occidente.  —  Los 
estribos  occidentales  de  los  dos  cerros  nombrados  son  bastante  largos  y 
rematan  cerca  de  las  orillas  del  rio  Toachi,  mientras  que  los  orientales  son 
muy  cortos.  Del  Atacazo  se  prolonga  uno  algo  mas  al  SE,  concluyendo 
con  el  cerrito  volcánico  que  se  llama  la  Viudita  sobre  Tambillo;  y  otro  al 
E,  formando  la  a  cuesta  de  Santa  Rosa »  (3086  m.)  que  separa  los  llanos  de 
Machache  de  los  de  Turubamba. 

La  depresión  de  la  Cordillera  entre  el  Atacazo  y  el  Pichincha  cerca  de 
Lloa,  baja  á  3070  metros.  Allende  so  levanta  el  Pichincha  que  no  es  un 
cerro  aislado,  sino  compuesto  de  varios  cerros  alineados  en  dirección  SO-NE. 
Distinguimos  los  principales  con  los  nombres  de  Guagua -Pichincha  y  de 
Rucu-Pichincha.*)  El  primero  se  presenta  de  lejos  como  un  cono  truncado; 
el  punto  mas  alto  del  filo  del  cráter  tiene  4787  metros  de  altura  y  el  picacho 
que  limita  el  cráter  al  N,  tiene  4755.  La  caldera  es  muy  espaciosa  y  tiene 
la  profundidad  de  770  metros.  —  El  Rucu-Pichincha  presenta  la  forma  de 
un  picacho  agudo  y  tiene  la  altura  de  4737  metros.  Ni  él  ni  el  Guagua- 
Pichincha  éstan  cubiertos  de  nieve  perpetua.  Alguna  se  conserva  durante 
todo  el  afio  en  ciertas  quebradas,  de  donde  la  sacan  los  indios  para  venderla 
en  Quito.  —  Entre  el  Guagua-  y  el  Rucu-Pichincha  se  levantan  varios  pi- 
cachos de  4500  á  4600  metros,  como  el  cerro  de  Ladrillos,  el  Padre  encan- 
tado, el  Pico  de  Paguampa  y  otros.  —  Á  alguna  distancia  del  Rucu-Pichincha 
hacia  el  NE  encontramos  el  último  pico  notable,  que  se  llama  Cuntur- 
guachana,  con  4090  metros  de  altura,  casi  enfrente  de  Guápulo.     Todos  los 

*)  Es  de  advertir,  que  Humboldt  en  todas  sus  obras  constantemente  llama  el  Rucu- 
Pichincha  Guagua-P.  y  al  revés.  El  Guagua-P.  es  el  cerro  con  el  cráter  activo,  y  el 
Rucu-P.  es  el  cono  extinguido  mas  al  Norte.  Do  las  obras  de  Humboldt  este  error  ha 
pasado  á  todas  las  geografías  y  geologias  del  mundo. 


TOPOGRAFÍA. 


-    CAPÍTULO   II. 


cerros  nombrados,  inclusivo  los  dos  Pichinchas,  tienen  por  base  el  tendido 
macizo  común,  que  de  suyo  es  muy  alto,  y  por  esto  las  alturas  relativas  de 
aquellos,  es  decir  los  que  tienen  sobre  el  macizo,  no  son  muy  considerables. 
£1  Pichincha  en  toda  su  totalidad  se  presenta  como  una  cordillera  de  lomo 
ancho,  surcada  por  muchas  quebradas  hondas  que  forman  entre  si  estribos 
mas  ó  monos  largos,  y  coronada  de  algunos  picachos.  Véase  la  lámina,  que 
representa  todo  el  Pichincha,  con  Quito  á  su  pié,  y  que  es  copiada  de  un 
dibujo  del  señor  doctor  Stübel. 

Las  quebradas,  que  bajan  del  Guagua-Pichincha,  se  dirigen  al  valle  de 
Lloa,  lo  que  disminuye  considerablemente  el  riesgo  que  correría  la  Capital 
en  el  caso  de  una  erupción  fuerte  del  Guagua-Pichincha.     Las  «avenidas» 


Flg.  14.    El  Bnou-Plohlnol» 


dal  Ougna-Plohlnc 


del  volcan  no  podrían  llegar  á  Quito,  que  está  ediñcado  al  pié  del  Rucu- 
Pichincha.  —  El  valle  de  Lloa  está  separado  de  la  hoya  de  Quito  (plano 
de  Turubamba)  por  una  Cordillera  baja,  también  volcánica,  que  saliendo  de 
un  estribo  del  Eucu-Pichincha,  enfrente  del  Panecillo,  tira  al  Sur  sobre  los 
pueblos  de  la  Magdalena  y  de  Chillogallo,  hasta  las  faldas  del  Atacazo.  El 
punto  mas  alto  de  esta  cordillera  es  el  cerro  Ungui  con  3606  metros  do 
altura,  y  en  Huairapungo,  donde  la  cruza  el  camino  de  Lloa,  tiene  3284  met. 
—  Las  aguas  del  valle  de  Lloa  se  dirigen  por  el  rio  Cinto  entre  el  Atacazo 
y  el  Guagua-Pichincha  á  las  montanas  del  occidente,  y  forman  con  otros 
ríos  que  bajan  en  el  mismo  sentido  del  Piclúncha  (Nina-yacu,  Nambiüo, 
Yana-yacu,  Piruast)  el  rio  de  Mindo,  mas  abajo  llamado  rio  Blanco. 


LA  BEGION   CENTRAL   Ó   ANDINA.  87 

El  Panecillo  (antiguamente  Yavirac)  es  un  cerrito  que  se  levanta  al  Sur 
de  Quito  200  metros  sobre  la  plaza  mayor  y  forma  parte  integrante  del 
Pichincha,  pues  no  es  mas  que  la  cúspide  de  una  antigua  reventazón  de 
este  volcan,  cubierta  de  materiales  volcánicos  (eyecciones)  mas  modernos. 

Al  Norte  del  Pichincha  sigue  la  Cordillera  sin  interrupción  por  los  cerros 
de  CalacaK  hasta  el  Pululagua  y  hasta  el  profundo  valle  del  rio  de  Gualla- 
bamba.  Aquellos  cerros,  que  también  son  volcánicos,  y  de  los  cuales  nom- 
braré el  cerro  Mantingo  (3527  m.)  y  el  de  Condorcocha  (3681  m.),  llevan  este 
nombre  porque  separan  el  valle  de  Calacali,  que  se  extiende  á  lo  largo  do 
su  pié  occidental,  de  la  meseta  de  Quito.  En  esta  parte,  entre  el  Pichincha 
y  el  Pululagua,  la  Cordillera  occidental  se  presenta  muy  baja,  porque  su 
altura  relativa  sobre  la  meseta  de  Quito,  do  Cotocollao  y  de  Pomasqui  es 
solo  de  200  á  300  metros.  —  El  Pululagua  mismo,  enfrente  de  San  Antonio, 
no  llama  la  atención  de  lejos,  porque  su  cráter  ancho  y  profundo  no  se  halla 
sobre  un  cerro  alto,  como  acontece  en  los  demás  volcanes,  sino  como  em- 
butido en  la  cresta  de  la  Cordillera.  El  filo  del  cráter  no  llega  en  ninguna 
parte  á  3000  metros  y  el  punto  mas  alto  tiene  solamente  2940.  —  Desde 
el  Pululagua  la  Cordillera  se  abate  rápidamente  unos  1200  metros  al  hondo 
valle,  que  la  corta  de  E  á  O,  dando  paso  al  rio  de  Guallabamba.  Al  otro 
lado  nos  encontramos  con  el  nudo  del  Mojanda.  —  La  Cordillera  de  Cala- 
cali  es  angosta  y  no  emite  ramales  ni  al  Este  ni  al  Oeste.  Los  que  salen 
en  el  ultimo  sentido,  nacen  del  Rucu-Pichincha  y  del  Pululagua,  y  bajan 
entre  los  ríos  de  Mindo,  de  Nanegal,  de  Alambi  y  del  Guallabamba. 

La  Cordillera  oriental  de  Quito  es  mucho  mas  complicada  que  la  occi- 
dental, y  como  es  muy  ancha  y  cubierta  en  todas  partes  de  materiales  vol- 
cánicos, es  sumamente  difícil  y  en  partes  hasta  imposible,  encontrar  la 
primitiva  cresta  central,  como  ya  he  observado  en  otro  lugar. 

El  Cotopaxi  es  el  pilar,  que  forma  la  esquina  noreste  de  la  hoya  de 
Latacunga  y  á  la  vez  la  sudeste  de  la  de  Quito,  bajo  0o  38'  Lat.  S.  Á  su 
lado  noroeste  forma  el  Rumiñahui  el  principio  del  nudo  de  Tiupullo.  Los 
piramos  altos  al  pié  oriental  de  este  volcan  se  confunden  con  los  que  rodean 
el  pié  setentrional  del  Cotopaxi,  y  estos  á  su  vez  continúan  al  Norte  y  Esto 
hasta  el  pié  del  Sinchólagua,  que  se  levanta  á  la  distancia  de  dos  leguas  en 
dirección  NNE  del  Cotopaxi.  La  misma  distancia  mide  entre  el  Rumiñahui 
y  el  Sinchólagua,  de  manera  que  los  tres  volcanes  forman  las  puntas  de  un 
triángulo,  rellenado  de  páramos  extensos,  en  los  cuales  las  aguas  que  descien- 
den de  los  tres  cerros,  especialmente  de  las  faldas  setentrionales  del  Cotopaxi 
v  de  las  meridionales  del  Sinchólagua,  forman  los  riachuelos  de  Pedregal  v 
de  Pita,  que  después  reunidos  y  conservando  el  segundo  nombre,  descienden 
al  valle  de  Chillo.  —  También  desde  el  lado  setentrional  del  Rumiñahui  se 


88  topografía.  —  capítulo  ii. 

prolongan  los  páramos  (de  Pedregal)  muy  al  Norte  hasta  los  del  Pasockoa, 
que  es  un  volcan  en  todo  parecido  al  Rumiñahui.  Su  caldera  se  abre 
hacia  el  plano  de  Machache,  como  la  de  aquel,  pero  su  altura  llega  solo  á 
4255  metros.  Al  Norte  se  rebaja  el  pié  del  Pasochoa  al  valle  de  Chillo,  y 
al  Este  los  páramos  que  le  rodean,  no  llegan  directamente  al  pié  del  Sincho- 
lagua,  quedando  por  en  medio  el  valle  de  Pedregal  (valle  superior  de  Chillo), 
que  aquí  ya  es  bastante  hondo.  De  tal  modo  el  Pasochoa  queda  aislado  de 
tres  partes  y  mas  separado  do  la  Cordillera  oriental  que  el  Rumiñahui,  mien- 
tras que  el  Sineholagua  se  presenta  como  en  el  borde  occidental  de  la  Cor- 
dillera. El  pico  agudo  de  este  último  cerro,  siempre  nevado,  tiene  la  altura 
de  4988  metros.  Saliendo  de  su  pié  bajan  al  NO  y  N  muchas  quebradas  y 
entre  ellas  las  lomas  tendidas  hacia  el  valle  de  Chillo  y  la  quebrada  de 


Guapa!  y  Antisanilla.  Hacía  el  oriente  siguen  los  mismos  páramos,  que  le 
rodean  al  Sur,  extendiéndose  por  muchas  leguas  cuadradas  y  confundiéndose 
con  los  del  Cotopari  y  del  Antisana,  entre  el  rio  del  Valle-vicioso  y  el  del 
Antisana. 

Al  NEE  y  á  la  distancia  de  4  leguas  del  Sineholagua  se  levanta  sobre 
la  margen  oriental  de  la  Cordillera  el  Antisana,  uno  de  los  volcanes  mas  her- 
mosos del  pais,  á  la  altura  de  5756  metros.  Su  cúspide  cao  bajo  0°  29'  Lat.  S. 
En  esta  región  la  Cordillera  alcanza  entre  el  dicho  cerro  y  el  valle  de  Chillo 
mas  de  3  leguas  de  ancho  y  se  compone  de  un  gran  número  de  cerros  en 
parte  muy  considerables  y  todos  de  naturaleza  volcánica;  es  un  campo  clá- 
sico para  el  geólogo,  y  volveremos  á  él  en  otra  ocasión.  La  linea  divisoria 
de  las  aguas  no  pasa  por  el  Antisana  sino  muy  al  Oeste  de  él,  de  manera 
que  todas  las  quebradas  y  rios  que  nacen  en  sus  alrededores,  pertenecen  al 
sistema  del  rio  Ñapo.    Podemos  distinguir  tres  rios  principales:  todos  los 


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VI 

LA   BEQION   CENTRAL   O    ANDINA.  89 

arroyos  del  lado  occidental,  inclusivo  el  desaguadero  de  la  laguna  Micacocha 
(3951  m.)  se  reúnen  en  el  rio  de  Antisana,  que  corre  primero  al  SO  y  des- 
pués al  SE,  para  unirse  con  el  rio  del  Valle-vicioso  y  no  con  el  de  Quyos 
ó  Maspa,  como  en  el  mapa  de  Humboldt  y  otros.  —  En  el  curso  superior  de 
este  rio  y  casi  al  pié  del  cerro  se  halla  el  Hato  del  Antisana  on  4075  metros 
de  altura,  talvez  la  vivienda  mas  alta  de  pais.  —  Las  quebradas  del  lado 
sur  y  sureste  forman  el  rio  Chuspickupa  (mas  abajo  Yana-yacu)  que  desem- 
boca en  el  rio  do  Papallacta.  Los  dos  sistemas  fluviales  están  separados 
por  los  páramos  y  cerros  de  San  Joaquín  y  de  los  Cimarrones.  —  Finalmente 
las  muchas  quebradas  que  bajan  del  lado  norte  y  noreste  del  cerro,  afluyen 
también  al  rio  de  Papallacta  superior. 


Al  Norte;  del  Antisana,  pero  algo  mas  hacia  el  poniente,  y  formando  la 
linea  divisoria  de  las  aguas  siguen  los  cerros  de  Guamaní,  cuyo  punto  mas 
alto,  el  Filo  de  los  corrales,  tiene  4447  metros  de  altura.  —  Con  un  lomo 
siempre  muy  ancho  vira  la  Cordillera  en  dirección  NE  hacia  el  Cayambe, 
presentando  todavía  dos  cerros  volcánicos  á  su  lado  occidental:  el  cerro  de 
Puntas  (4462  m.)  sobre  el  pueblo  de  Pifo,  y  el  cerro  de  Pambamarca  ó 
Frances-urcu  (4093  m.)  sobre  el  pueblo  de  Quinche.  El  primero  es  notable 
por  su  hermoso  cráter,  y  el  segundo,  porque  los  Académicos  franceses  habian 
erigido  en  su  cúspide  una  de  sus  señales  trigonométricas  mas  importantes. 
—  El  Cayambe  está  muy  retirado  al  oriente  y  se  halla  al  NE  del  Pamba- 
marca.  Pero  antes  de  llegar  á  él,  debemos  mencionar  el  Sara-itrcu  al  Este 
del  Pambamarca  y  al  Sur  del  Cayambe,  muy  al  borde  oriental  de  la  Cor- 
dillera,  ó  sobre  un  ramal  de  ella.     Tiene  la  altura  de  solo  4725  metros 


90 


T0P0GBAFIA.   —    CAPÍTULO   II. 


(según  E.  Whympcr)  y  está  fuera  de  la  región  volcánica,  componiéndose  de 
las  rocas  antiguas  de  gneis  y  pizarra  micácea.*) 

El  Cayambe  se  levanta  bajo  la  linea  equinoccial  á  5840  metros  y  ocupa  el 
tercer  rango  entre  los  cerros  del  país.  El  aspecto  de  su  cúpula  anchurosa,  en- 
vuelta en  un  inmenso  manto  de  blanquísima  nieve,  es  imponente  y  rivaliza  con 
la  vista  del  Chimborazo.  Su  base  oriental  se  pierde  á  la  altura  de  4000  metros 
on  los  páramos  de  la  Cordillera,  pero  el  pié  occidental  baja  en  formas  suaves 
y  lomas  tendidas  hasta  los  pueblos  de  Cayambe  (2864  m.)  y  Cangagua  (3186  m.). 
El  Cayambe  os  el  pilar  de  la  esquina  NE  de  la  hoya  de  Quito  y  á  la  vez  el 
último  cerro  volcánico  de  la  Cordillera  oriental  dentro  del  territorio  ecuatoriano. 

El  nudo  setentrional  que  cierra  la  hoya  de  Quito,  está  formado  en  primer 


lugar  por  el  Mojanda,  que  se  levanta  inmediatamente  del  valle  del  rio  de 
Guallabamba,  que  rompe  la  Cordillera  occidental,  como  hemos  visto  mas 
arriba.  El  Mojanda  es  una  montaña  volcánica,  que -por  su  altura  no  pasa 
de  la  región  de  los  páramos,  y  tiene  una  forma  abovedada,  muy  tendida 
de  O  á  E,  pareciéndose  en  algo  al  Pichincha.  Encima  lleva  una  caldera 
muy  anchurosa,  y  al  rededor  de  ella  se  agrupan  varios  picachos  y  cerros, 
que  llevan  sus  nombres  propios.  Los  mas  altos  y  notables  son  el  Yana- 
wrcu  (4272  m.),   el  Fuyafuya  (4294  m.),   el  Golongál  (4145  m.).     El  camino 


*)  Hace  20  años  que  queda  comprobado  por  los  geólogos  competentes  señores  Reiss 
y  Stíibcl,  que  el  Sara-urcu  no  es  volcan;  yo  lo  repelí  en  varios  escritos,  y  sin  embargo 
figura  todavía  en  las  geografías  mas  modernas  del  pais  (Cateeismo  de  Geografía  por 
J.  L.  Mera  1884.  —  Geografía  del  Ecuador  por  los  Hermanos  Cristianos  18S8)  entre  los 
volcanes,  porque  así  se  halla  en  Villa vieencio. 


LA  BEGION  CBNTBAL   Ó   ANDIKA.  91 

de  Otavalo  á  Malchingui  pasa  por  medio  de  la  caldera  al  lado  de  las  lagunas 
de  Guarmicocha  (3727  m.)  que  desagua  al  Norte,  y  de  Caricocha  (3711  m.). 
El  punto  mas  alto  de  este  camino  por  los  páramos  tristes  y  en  mal  tiempo 
justamente  temidos  del  Mojanda,  llega  en  Cascacunga  á  la  altura  de  3874  metros. 
—  El  Mojanda  está  en  sus  faldas  australes  y  setentríonales  muy  surcado 
de  quebradas,  sin  alimentar  rios  de  consideración.  Impone  por  su  altura 
relativa  (2600  m.)  sobre  el  valle  del  Guallabamba,  y  también  al  lado  norte 
su  elevación  sobre  el  lago  de  San  Pablo  (2697  m.)  es  todavía  muy  con- 
siderable (1600  m.). 

Hacia  el  NE  del  Mojanda  se  encuentra  á  la  distancia  de  tres  leguas 
otro  cerro  volcánico,  él  Cusin  (4012  m.),  cuyo  pié  se  confunde  con  las  faldas 
inferiores  de  aquel,  formando  de  tal  modo  una  ancha  ensillada  entre  los  dos, 
que  se  conoce  con  el  nombre  de  Cajas.  Se  vé,  que  la  formación  de  este 
nudo  es  completamente  análoga  á  la  de  los  nudos  de  Tiupullo  y  de  Sanan- 
cajas.  Por  esta  ensillada  conduce  el  camino  ordinario  y  mas  cómodo  de  la 
hoya  de  Quito  á  la  de  Ibarra,  y  en  el  punto  mas  alto,  entre  Tabacundo  y 
San  Pablo,  tiene  la  altura  de  3099  metros.  —  El  pié  oriental  del  Cusin  pasa 
al  Este,  siempre  en  alturas  considerables,  á  los  páramos  de  Pesillo,  y  me- 
diante estos  al  pié  setentrional  del  Cayambe  sobre  la  Cordillera  oriental. 

Sistema  fluvial  de  la  hoya  de  Quito.  Ahora  que  conocemos  la  cir- 
cunvalación de  nuestra  hoya,  descendamos  á  estudiar  el  interior,  describiendo 
el  sistema  de  rios  que  la  riegan  y  las  demás  particularidades.  El  rio  que 
domina  todo,  es  el  de  Guallabamba.  Sus  fuentes  mas  lejanas  se  nutren  de 
la  nieve  del  Cotopaxi  y  del  Iliniza.  —  Mas  arriba  he  descrito,  como  entre 
el  Cotopaxi,  el  Sincholagua  y  el  Rumiñahui  se  forman  los  rios  de  Pedregal 
y  de  Pito,  y  como  unidos  descienden  al  valle  de  Chillo,  dejando  á  la  izquierda 
el  Pasochoa  y  á  la  derecha  las  faldas  del  Sincholagua.  Solo  después  de 
haber  pasado  los  últimos  dos  cerros,  se  puede  decir  que  el  rio  entra  en  la 
hoya  de  Quito,  porque  las  regiones  altas  que  deja  atrás,  mas  bien  forman 
parte  de  la  Cordillera.  —  Luego  que  entra  el  rio  Pita  en  el  valle  de  Chillo, 
recibe  del  lado  derecho  el  rio  Guapal,  que  ha  recojido  todas  las  demás  que- 
bradas del  Sincholagua  que  no  habían  entrado  en  el  Pita  superior,  es  decir 
las  del  Noreste  y  del  Norte.  Unas  pocas  y  pequeñas  quebradas  recibe  el 
Guapal  en  su  curso  superior,  donde  se  llama  rio  del  Isco,  también  de  los 
cerros  que  separan  el  sistema  fluvial  del  rio  de  Antisana  (cerros  de  Chacana 
y  de  Urcucuy).  Este  rio  de  Guapal  tiene  la  propiedad  de  correr  subterráneo 
en  su  curso  medio,  fenómeno  que  se  explica  así:  á  mediados  del  siglo  pasado 
tuvo  lugar  una  fuerte  erupción  de  lava  en  una  quebrada  lateral  del  rio  de 
Guapal  ó  del  Isco,  y  la  corriente  de  lava  rellenó  no  solamente  esta  quebrada 
lateral,  sino  también  un  gran  trecho  del  valle  principal,  reprimiendo  por 


92  topografía.  —  capítulo  n. 

algún  tiempo  las  aguas  del  riachuelo  de  la  quebrada  y  del  rio  de  Isco.  Pero 
pronto  el  agua  se  abrió  paso  por  debaja  de  la  lava  enfriada  y  muy  porosa, 
corriendo  invisible  hasta  el  fin  de  la  corriente  de  lava,  donde  brota  en 
fuentes  hermosas  al  pié  de  los  peñascos.  Como  señales  de  la  represión,  del 
agua  quedaron  la  laguna  de  Muerte  -pungo  arriba  del  cráter  de  erupción,  y 
algunas  lagunas  pequeñas  cerca  de  Antisanilla,  donde  entra  el  rio  de  Isco 
en  la  corriente  de  lava.  Esta  última  es  conocida  con  el  nombre  de  &Reven- 
tcuson  de  Pinantura  ó  de  Antisanilla».  El  camino  de  la  hacienda  Pinantura 
á  la  de  Yurac  cruza  la  quebrada  de  Guapal  en  el  punto,  en  que  brota  el 
rio  del  pié  de  la  corriente  de  lava. 

El  rio  Pita  sigue  por  algunas  leguas  con  la  dirección  S-N  en  medio  del 
ancho  valle  de  Chillo,  recibiendo  algunos  riachuelos  pequeños,  entre  ellos  el 
rio  de  San  Rafael,  que  corre  casi  paralelo  desde  el  pié  del  Pasochoa,  y 
desemboca  abajo  de  Sangolqui.  —  El  primer  rio  de  consideración,  que  le 
entra  del  lado  izquierdo,  cerca  de  Conocoto,  es  el  rio  de  San  Pedro,  que 
baja  del  valle  de  Machache.  Con  el  nombre  de  rio  Curiquingue  recoje  las 
quebradas  de  las  faldas  orientales  del  Iliniza  y  algunas  del  nudo  de  Tiupullo, 
y  entra  cerca  del  puente  de  Jambeli  en  el  plano  de  Machache  (2900  m.). 
Algunos  pequeños  afluentes  recibe  del  Rumiñahui  y  del  Pasochoa,  y  otros 
no  mucho  mas  grandes  del  lado  occidental,  de  las  faldas  del  Corazón  y  del 
Atacazo. 

La  llanura  de  Machache,  de  una  legua  de  ancho,  se  extiende  desde  el 
nudo  de  Tiupullo  hasta  el  pueblo  de  Tambillo.  Allá  se  estrecha  el  valle 
entre  la  cuesta  de  Stm.  Rosa  y  las  faldas  del  Pasochoa,  y  se  ensancha  otra 
vez  abajo  de  los  pueblos  de  Uyumbicho  y  Amaguaña,  llamándose  entonces 
valle  de  Chillo.  El  rio  de  Machache  cambia  su  nombre  en  él  de  San  Pedro, 
corre  paralelo  al  de  Pita  y  se  reúne  con  el  cerca  del  pueblo  de  Conocoto. 
Aquí  el  valle  y  la  altiplanicie  de  Chillo  tiene  casi  tres  leguas  de  ancho  y 
la  altura  media  de  2500  metros.  De  repente  se  levanta  en  la  parte  occiden- 
tal del  plano  un  cerro,  el  Haló,  mientras  que  en  su  parte  oriental  sigue  con 
una  inclinación  suave  al  Norte,  pasando  al  vaUe  de  Tumbaco  y  Pifo,  que  de 
nuevo  se  ensancha  considerablemente  como  el  de  Chillo. 

El  Haló  es  formado  por  erupciones  de  lava  y  tiene  una  copa  ancha, 
de  que  salen  lomas  tendidas  al  Norte,  Sur  y  Este;  solo  al  Oeste  cae  rápida- 
mente al  rio  de  San  Pedro,  que  se  precipita  por  una  angostura  entre  su 
pié  y  las  lomas  que  separan  el  valle  de  Chillo  de  la  pequeña  meseta  de 
Quito.  El  punto  culminante  del  Dalo  tiene  3161  metros  de  altura  absoluta 
y  600  sobre  el  valle  de  Chillo.  Á  su  pié  meridional  se  halla  el  pueblo  de 
Alangasí  (2587  m.)  y  al  pié  setentrional  el  de  Tumbaco  (2390  m.).  En  la 
quebrada  del  rio  de  San  Pedro,  en  la  empinada  falda  occidental  del  Haló 


LA   BEQION    f'ENTBAL    Ó    ANDINA.  93 

está  el  pueblo  de  Guangopolo  do  acceso  difícil.  En  todos  los  alrededores 
del  Dalo  brotan  fuentes  termales  poco  mineralizadas,  comunmente  algo  ferru- 
ginosas, lo  que  talvez  sedujo  á  VUlavicencio  á  la  creencia  y  aserción  estraña, 
de  que  la  montaña  oes  toda  un  mineral  de  fierro».  (!) 

Antes  mencioné  la  meseta  de  Quito  en  oposición  á  la  altiplanicie  de 
Chillo,  y  en  efecto  debemos  distinguirla  como  una  parte  especial  do  la 
gran  hoya  de  Quito.  Desde  la  cuesta  de  St".  Rosa,  casi  tres  leguas  al  Sur 
de  Quito,  hasta  el  valle  del  río  de  Guallabamba,  mas  allá  de  San  Antonio, 
ó  5  leguas  al  N  de  Quito,  so  extiende  á  lo  largo  de  la  Cordillera  occidental 
una  meseta  bastante  plana  con  una  suave  inclinación  hacia  el  Norte.  Su 
ancho  es  variable,  pero  no  pasa  en  ninguna  parto  do  una  media  legua,  y 


rpflPfe? 


Tin* ' 


Vlg.  IB.    L»  pUu  mayor  do  Quito. 

su  altura  sobre  los  valles  de  Chillo  y  de  Tumbaco  es  de  300  á  400  metros. 
Se  presenta  como  una  antegrada  de  la  Cordillera,  la  margen  oriental  de  la 
meseta  se  levanta  poco  y  suavemente  sobre  el  plano  y  cae  rápidamente  á 
los  valles  antedichos  de  Chillo  y  Tumbaco.  La  parte  mas  austral  de  la 
meseta  es  el  plano  de  Turubamba  con  la  altura  de  2900  metros.  Allá  se 
reúnen  algunos  riachuelos  que  bajan  de  las  faldas  del  Atacazo  y  del  lado 
de  Chillogallo  á  formar  el  rio  Machángara,  el  cual,  al  pasar  por  los  afueras 
de  Quito,  recibe  también  algunas  quebradas  del  Pichincha.  Después  se  abre 
paso  al  valle  de  Tumbaco  por  una  quebrada  honda  sobre  cuya  ladera  izquierda 
se  halla  el  pintoresco  pueblo  de  Guápulo  (2690  m.). 

Precisamente  en  el  lugar,  en  que  se  halla  fundada  la  Capital  de  la  Re- 
pública, la  meseta  no  está  bien  desarrollada;  las  quebradas  que  bajan  del 


94 


TOPOGEAFIA.   —   CAPÍTULO  EL 


Pichincha,  el  cerro  del  Panecillo,  el  valle  ya  bastante  hondo  del  Machan- 
gara  y  al  otro  lado  las  lomas  de  Poingasi  y  Lumbisi,  todo  contribuye  á 
hacer  el  plano  de  Quito  muy  desigual  y  quebrado.  Sin  conocer  el  desar- 
rollo histórico  de  la  ciudad  sobre  la  antigua  capital  de  los  Shiris  y  de  los 
Incas,  seria  difícil  explicar  los  motivos  de  haberla  fundado  en  un  sitio  nada 
ventajoso  al  parecer,  teniendo  muy  cerca  los  planos  de  Turubamba  y  de 
luaquíto  y  no  muy  distantes  los  deliciosos  y  espaoiosos  valles  de  Chillo  y 
Tumbaco.  —  La  posición  astronómica  de  Quito  cae  bajo  0o  13'  34"  Lat.  S  y 
en  la  Longitud  de  ...    ?    ¡Determínenla  los  astrónomos  del  observatorio 


de  Quito!  Debe  caer  varios  minutos  mas  al  Este  de  lo  que  indica  Hum- 
boldt.*)  —  La  plaza  mayor  de  Quito  se  halla  á  la  altura  de  2850  metros  y 
la  temperatura  media  del  año  podemos  fijar  en  13'/¡°  C."*)  —  De  las  ciudades 
que  se  hallan  en  las  hoyas  interandinas  y  dan  á  estas  sus  nombres,  Quito 
es  la  mas  alta  y  la  mas  fría.  La  vejetacion  de  sus  alrededores  es  bastante 
pobre  y  triste  y  corresponde  á  un  clima  algo  rígido;  él  será  sano  y  hasta 
agradable  para  los  que  se  han  aclimatado,  pero  honrarlo  con  los  epítetos 
de  ^delicioso,  inmejorable,  de  primavera  eterna»  etc.  me  parece  exageración, 


*}  Humboldt  dá  81°  4' 38"  O  de  Por.  - 
**)  Según  el  método  de  Boussingault. 


í  la  íinot.  Nro.  4. 


LA  BEGI0N  CENTBAL  Ó  ANDINA.  95 

perdonable  á  los  Quiteños,  que  en  su  Quito  ven  el  Edén  terrenal,  pero  no 
á  un  geógrafo  imparcial,  que  debe  ser  parco  con  los  superlativos  de  esta 
clase,  no  prodigándolos  según  la  moda,  sino  según  el  mérito.  Volveremos 
á  hablar  del  clima  de  Quito  mas  tarde;  por  ahora  sigamos  la  descripción 
hidrográfica. 

Al  Norte  de  la  Capital  la  meseta  se  llama  Iüaquito,  y  ensanchándose 
algo  mas,  pasa  á  la  llanura  de  Cotocóllao  (2802  m.).  Desde  aqui  su  caida 
es  mas  fuerte  y  llega  á  300  metros  en  la  distancia  de  2  leguas,  es  decir 
hasta  Pomasqui  (2507  m.),  y  a  100  mas,  hasta  la  cercanía  de  San  Antonio 
de  Hullutnbamba  (2423  m.),  pueblo  que  se  halla  precisamente  bajo  la  linea 
equinoccial.  Mas  allá  de  San  Antonio  se  acaba  esta  meseta  y  el  terreno  cae 
precipidadamente  de  unos  700  metros  á  la  orilla  del  rio  Guallabamba.  — 
El  riego  de  la  meseta  es  desde  Quito  muy  escaso  y  el  terreno,  en  oposición 
á  los  llanos  húmedos  de  Turubamba,  bien  seco  y  árido.  Algunos  riachuelos 
se  reúnen  en  la  cercanía  de  Cotocóllao  y  de  Pomasqui,  á  formar  uno  que, 
corriendo  de  S  á  N  por  medio  de  la  meseta,  vá  á  caer  al  Guallabamba  casi 
enfrente  de  la  hacienda  do  Alchipichí.  Toma  su  nombre  de  Cotocóllao,  Po- 
masqui ó  San  Antonio,  según  la  localidad  por  donde  pase  casualmente. 

Entre  tanto  el  rio  de  San  Pedro,  pasado  una  vez  el  cerro  de  Haló,  entró 
en  el  valle  de  Tumbaco,  siempre  siguiendo  el  pié  de  la  antegrada  ó  de  la 
meseta  que  acabamos  de  describir,  y  dejando  á  su  derecha  las  espaciosas 
llanuras  de  Tumbaco,  Puembo,  Yaruquí  etc.  De  su  lado  izquierdo  no  recibe 
ningún  afluente  desde  el  Machángara  hasta  el  rio  de  San  Antonio,  pero  del 
lado  derecho  le  engruesan  algunos  tributarios  considerables,  que  conviene 
conocer.  Es  en  primer  lugar  el  rio  de  Tumbaco,  que  en  las  cercanías  de 
Pintac  recoje  varias  quebradas  que  bajan  de  las  faldas  de  la  Cordillera 
oriental  y  otras  nacidas  en  el  valle  de  Chillo,  y  después  de  rodear  el  pié 
oriental  del  Dalo,  se  dirige  al  NO  para  desembocar  en  el  rio  de  San  Pedro, 
dos  leguas  abajo  de  Tumbaco,  que  se  halla  á  alguna  distancia  de  su  orilla 
izquierda.  —  El  rio  Guambi  es  otro  tributario  muy  parecido  al  anterior  y 
casi  paralelo  á  él.  Tiene  sus  fuentes  principales  en  la  Cordillera  de  Gua- 
mani  y  en  los  cerros  que  siguen  al  N  hasta  el  de  Puntas.  Después  de 
entrar  en  la  llanura,  pasa  al  lado  de  los  pueblos  de  Pifo  (2588  m.)  y  Puembo 
(2484  m.),  y  se  reúne  con  el  rio  de  San  Pedro  una  legua  y  media  abajo 
de  la  boca  del  rio  de  Tumbaco.  —  Inmediatamente  antes  recibe  el  rio  de 
Quinche  ó  Cartagena,  que  viene  también  de  aquella  parte  de  la  Cordillera 
oriental,  que  se  halla  entre  el  cerro  de  Puntas  y  el  de  Pambamarca.  —  A 
poca  distancia  de  la  orilla  derecha  del  rio  Guambi  se  hallan  las  pirámides 
de  Caráburo  y  Oyambaro,  que  fijan  los  extremos  de  la  base  principal  que 
sirvió  en  el  siglo  pasado  á  los  Académicos  franceses  para  sus  operaciones 


96  TOPOGKAF1A.   —    CAPITULO   H. 

geodésicas.  La  pirámide  de  Caraburo  se  halla  á  la  altura  de  2368  metros 
sobre  el  mar,  v  la  de  Ovambaro  á  la  de  2G37  metros;  la  distancia  entre 
los  dos  extremos  de  la  base  mide  12,228  metros.*) 

El  rio  de  San  Pedro,  después  de  recibir  los  de  Tumbaoo  y  Guambi, 
va  lleva  el  nombre  de  rio  de  Guallabamba  v  lo  conserva  hasta  unirse  con 
el  Blanco,  con  que  forma  el  rio  de  Esmeraldas.  Á  veces  se  llama  también 
rio  de  Perucho  en  el  trecho  en  que  pasa  por  el  pueblo  de  este  nombre. 
Después  del  Guambi  le  entra  del  mismo  lado  derecho  un  rio  pequeño  que 
nace  en  las  faldas  del  cerro  de  Pambamarca  y  pasa  por  el  pueblo  de  GuáOar 
bamba,  que  se  halla  á  mas  de  media  legua  de  distancia  del  rio  grande  de  su 
nombre.  Situada  en  la  altura  de  2100  metros  y  gozando  de  la  temperatura 
media  de  17  y*0  C.  la  llanura  de  Guallabamba  es  fértil  y  presenta  una  vegetación 
subtropical  y  un  clima  suave,  pero  la  plaga  de  las  fiebres  intermitentes,  que 
allá  son  endémicas,  la  hace  temible  é  impide  su  cultivo  en  mayor  escala. 

Un  poco  al  N  de  Guallabamba  y  precisamente  debajo  de  la  linea  equinoc- 
cial encontramos  el  último  rio  grande  de  la  hoya  de  Quito,  el  rio  Pisque. 
Sus  cabeceras  abrazan  el  cerro  Cayambe  de  tres  lados  y  recojen  las  aguas 
de  la  Cordillera  oriental  en  gran  extensión,  desde  el  Pambamarca  y  Sara- 
urcu  hasta  muy  al  Norte  del  Cayambe.  El  rio  de  Cangagua  es  la  rama  mas 
meridional  y  mas  larga,  el  rio  Granobles  es  la  mas  setentrional,  y  entre  las 
dos  baja  el  rio  Cayambe  directamente  del  cerro.  —  Una  legua  abajo  del 
pueblo  de  Cayambe  (2852  m.)  se  reúnen  los  tres  en  el  rio  Pisque,  que  en 
seguida  corre  de  E-0  en  una  quebrada  muy  honda  y  casi  inaccesible,  entre 
negros  peñascos  de  lava,  hasta  su  desembocadura  en  el  rio  de  Guallabamba. 
—  Al  lado  setentrional  del  rio  Pisque  ya  se  levantan  gradualmente  las  fal- 
das del  nudo  transversal,  compuesto  del  Mojanda,  Cajas  y  Cusin.  Sobre 
estas  faldas  se  hallan  los  pueblos  de  Málchinguí  (2878  m.),  Cochasqui,  Tocachi 
y  Tábacundo  (2889  m.). 

Desde  la  boca  del  rio  Pisque  el  Guallabamba  vira  mas  y  mas  hacia  el 
occidente,  hasta  que  mas  allá  de  Perucho  su  rumbo  es  casi  de  E  á  O.  Los 
Pueblos  de  Puéllaro  y  Perucho  (1830  m.),  situados  sobre  pequeñas  mesetas, 
unos  300  metros  encima  de  la  orilla  derecha  del  rio,  ya  no  pertenecen  á  la 
hoya  de  Quito  y  se  hallan  en  la  abra  de  la  Cordillera  occidental.  En  esta 
abra,  y  por  largo  trecho  de  su  curso  ulterior,  el  rio  de  Guallabamba  no 
recibe  sino  afluentes  pequeños  y  cortos,  porque  de  ambos  lados  su  valle 
queda  estrechado  entre  las  ramas  occidentales  de  la  Cordillera:  la  de  Intac 
luida  el  Norte  y  la  de  Cachillada  hacia  el  Sur. 


*)  Véaso  J.  U.  Monten:  «Sobre  la  expedición  de  los  Académicos  franceses»,  en  el 
Programa  de  la  Esc.  Politécn.  de  Quito.     1875. 


LA  BEOION  CENTRAL  Ó  ANDINA.  97 

De  la  descripción  orográfica  deducimos,  que  la  hoya  de  Quito  se  com- 
pone de  las  siguientes  secciones:  Io  la  llanura  de  Machache,  2o  el  valle  de 
Chillo,  3°  el  valle  de  Tumbaco  y  Guallabamba,  4o  la  meseta  de  Quito  y  de 
Cotocollao,  y  5o  la  hoya  lateral  de  Cayambe. 


Sección  VIIa.    La  región  entre  el  nudo  del  Mojanda  y  Cajas 

y  la  frontera  de  Colombia. 

Las  provincias  del  Imbabura  y  del  Carchi  son  las  que  ocupan  esta 
región,  y  la  primera  coincide  en  gran  parte  con  nuestra  ahoya  de  Ibarra». 
La  extensión  desde  el  nudo  de  Cajas,  en  0o  51'  Lat.  N,  mide  17  leguas  en 
línea  recta,  siendo  la  dirección  de  SO  á  NE. 

Con  el  cerro  de  Cayambe  se  concluyó  la  larga  serie  de  volcanes  en  la 
Cordillera  oriental.  Desde  allá  predominan  otra  vez,  como  al  Sur  del  Azuay, 
las  antiguas  rocas  cristalinas,  y  la  Cordillera,  aunque  todavía  muy  alta  y 
muy  ancha,  sigue  con  formas  mas  suaves  y  tranquilas  hasta  allende  la  fron- 
tera del  Norte,  observando  en  su  rumbo  una  declinación  fuerte  hacia  el 
levante.  —  Pocos  son  los  cerros  que  se  levantan  aislados  sobre  los  dilatados 
páramos  y  que  llamen  la  atención,  como  el  Mirador  al  E  de  la  Huaca.  Ver- 
dad es,  que  toda  esta  porción  de  la  Cordillera  oriental  entre  0o  y  Io  Lat.  N, 
es  decir  entre  el  Cayambe  y  el  lago  de  San  Pablo  ó  la  Cocha  sobre  Pasto, 
es  muy  poco  estudiada,  y  parece  que  sus  largos  y  altos  ramales,  que  extiende 
entre  los  numerosos  ríos  de  sus  pendientes  orientales,  forman  una  región 
bien  complicada.  Allá  nacen  las  cabeceras  de  los  ríos  Azuela,  Cófanes 
(Aguarico),  Chunguery  San  Miguel  y  Guarnes;  pero  los  mapas  antiguos 
no  están  de  acuerdo  en  cuanto  al  orden  y  la  dirección  de  estos  ríos,  y 
como  no  me  ha  sido  posible  visitarlos  y  estudiarlos  personalmente,  me  ab- 
stengo de  la  descripción  detallada,  basada  únicamente  en  aquellos  mapas 
antiguos. 

El  fenómeno  mas  interesante,  que  se  presenta  en  la  Cordillera  oriental, 
es  el  gran  lago  de  San  Pablo  ó  la  Cocha,  que  también  se  ha  llamado  Mar 
dulce,  pocas  leguas  al  SE  de  Pasto.  Aunque  ocupado  actualmente  por  los 
Colombianos,  cae  todavía  dentro  del  terreno  ecuatoriano,  según  el  lindero 
de  Restrepo  y  la  ley  de  1824.  La  cresta  de  la  Cordillera,  que  pasa  entre 
el  valle  de  Pasto  y  la  Cocha,  y  que  forma  el  límite,  es  angosta  y  no  parece 
exceder  mucho  á  la  altura  de  3000  metros.  La  Cocha  misma  se  halla  en 
una  bifurcación  de  la  Cordillera,  á  la  altura  de  2788  metros,  según  Reiss  y 
Stübel,  de  consiguiente  muy  inferior  á  la  región  de  los  páramos,  y  algo 
mas  bajo  que  Quito.  Es  el  lago  mas  grande  de  la  región  andina,  de  unas 
tres  leguas  de  largo  y  un  ancho  variable  de  l¡3  á  1  legua.    El  desaguadero 

WoiiF,  Ecuador.  7 


98  TOPOGEAPIA.  —  CAPÍTULO   II. 

se  halla  en  la  punta  sur  y  afluye  al  rio  Guarnes,  que  á  su  vez  es  un  tri- 
butario grande  del  rio  Putumayo. 

La  Cordillera  occidental  se  levanta  al  N  del  valle  del  rio  Guallabamba 
á  alturas  mayores,  que  en  la  provincia  de  Quito,  y  conserva  su  naturaleza 
volcánica.  Por  los  cerros  de  la  Escalera  y  de  Chanchagran  está  en  alguna 
conexión  con  los  páramos  del  Mojanda,  y  por  esta  ensillada  entre  la  Cor- 
dillera y  el  nudo  transversal  pasa  un  camino  muy  malo,  el  camino  de  la 
Escalera,  de  la  hoya  de  Ibarra  y  Otavalo  á  la  de  Quito.  Hacia  el  N  siguen 
sobre  la  Cordillera  varios  grupos  de  cerros  que  se  distinguen  con  los  nombres 
de  sierra  de  Sigsicunga  y  sierra  de  Cambuyan,  y  cuyas  alturas  son  de  3000 
á  3500  metros.    De  estos  cerros  sale  al  Oeste  un  ramal  largo  que  podemos 


llamar  Cordillera  de  Intac,  porque  separa  el  valle  de  Intac  y  del  rio  Lluri- 
magua  del  del  rio  Guallabamba. 

El  cerro  de  Cotacachi  es  el  único  nevado  que  encontramos  entre  el  valle 
del  Guallabamba  y  el  del  rio  Mira.  Es  un  volcan  muy  pintoresco  con  una 
gran  helera  sobre  la  ladera  oriental  de  su  cúspide,  y  su  pico  mas  alto  llega 
á  4966  metros.  Al  pié  sureste  del  cerro  se  halla  la  laguna  de  Cuicocha,  que 
presenta  un  antiguo  cráter  de  erupción,  lleno  de  agua  y  con  dos  islotes 
(conos  de  erupción)  en  medio.  El  nivel  de  la  laguna  se  encuentra  en 
3081  metros  de  altura. 

Unas  dos  leguas  al  N  del  Cotacachi  se  levanta  sobre  la  misma  Cor- 
dillera otro  cerro  volcánico,  el  Yana-urcu,  que  lleva  su  nombre  de  «cerro 
negro»  con  mucha  razón,  pues  al  lado  de  la  nevada  cúspide  de  su  vecino, 
sus  peñascos  negros  se  destacan  con  un  contraste  mas  notable.    La  cúspide 


LA   EEGION   CENTRAL    Ó   ANDINA.  99 

del  Yana-urcu  tiene  455G  metros  de  altura.  —  Propiamente  este  cerro  ya 
pertenece  al  Páramo  de  Finan,  con  cuyo  nombre  se  designa  la  Cordillera 
occidental  al  Norte  del  Cotacachi,  hasta  el  punto  en  que  principia  á  reba- 
jarse hacia  el  valle  del  rio  Mira.  Los  páramos  de  Pifian  emiten  varios 
ramales  no  muy  largos  hacia  el  oriente,  es  decir  á  la  hoya  de  Ibarra,  entre 
los  cuales  bajan  los  rios  que  conoceremos  después.  Hacia  el  poniente  se 
ensanchan  bastante  y  de  este  lado  salen  algunas  cordilleras  considerables: 
la  de  Toisan,  que  principiando  atrás  del  Yana-urcu,  entre  las  cabeceras  del 
rio  Intac  (Llurimagua)  y  del  rio  de  Santiago,  franjea  en  dirección  al  O  el 
valle  del  primero,  y  mas  abajo  el  del  rio  Cayapas  con  el  nombre  de  Cor- 
dillera de  Cayapas.  La  Cordillera  de  Lachas  sale  del  Páramo  de  Pifian  un 
poco  al  N  del  Yana-urcu,  y  se  tira  al  Noroeste  entre  las  cabeceras  del  rio 
Santiago  y  del  rio  Lita  y  sobre  las  del  rio  Cachabi.  Finalmente,  la  Cor- 
dillera de  Chiüuri  es  la  rama  que  sigue,  como  continuación  mas  recta  de 
la  Cordillera,  hacia  NNO,  entre  el  rio  Mira  y  el  rio  Lita.  —  Con  esto  ya 
hemos  nombrado  también  los  rios  principales  que  nacen  sobre  la  Cordillera 
y  sus  faldas  occidentales:  el  rio  Llurimagua  del  Cotacachi  y  Yana-urcu,  los 
rios  de  Santiago  y  Lita  de  los  páramos  de  Pifian. 

La  interrupción  que  sufre  la  Cordillera  por  el  valle  del  rio  Mira  es  mas 
considerable,  que  la  ocasionada  por  el  rio  Guallabamba,  es  decir,  que  el  valle 
es  mas  ancho  y  la  continuación  de  la  Cordillera  al  otro  lado  no  es  tan 
directa  ni  tan  clara.  Esto  proviene  especialmente  de  que  el  rio  Mira  no 
corta  la  Cordillera  de  E  á  O  por  una  abra  angosta,  sino  en  dirección  al  N 
y  NNO  con  una  hoya  ancha,  que  es  como  la  continuación  de  la  hoya  de 
Ibarra.  También  la  dirección  de  la  Cordillera  misma,  que  desde  el  rio  de 
Guallabamba  hasta  el  Páramo  de  Pifian  ha  sido  de  S  á  N,  se  cambia  en 
seguida,  como  la  de  la  Cordillera  oriental,  al  NE. 

Al  lado  derecho  del  rio  Mira  se  manifiesta  la  Cordillera  occidental  de 
nuevo  en  los  páramos  de  Chiltazon  y  del  Ángel,  sin  que  pudiéramos  designar 
precisamente  las  crestas  centrales  que  correspondan  á  la  continuación  directa 
de  los  páramos  de  Pifian  al  otro  lado.  Sobreviene  otra  circunstancia,  que 
ofusca  en  algo  el  paralelismo  de  las  Cordilleras  en  este  lugar,  y  es  la  de 
que  de  los  páramos  del  Ángel  sale  un  alto  y  ancho  nudo  interandino  do  O 
á  E  hasta  la  Cordillera  oriental.  Solo  al  Norte  de  este  nudo,  y  cerca  de 
la  frontera  de  Colombia,  se  manifiesta  de  nuevo  y  con  mas  claridad  el  crestón 
central  de  la  Cordillera  occidental,  entre  las  cabeceras  de  los  grandes  tri- 
butarios del  rio  Mira  y  la  hoya  de  Tulcan.  —  Al  mismo  tiempo  encontramos 
allá  un  interesante  grupo  de  volcanes,  el  último  en  la  Cordillera  occidental. 
Los    tres   mas   notables   son   el    Chiles   con   4780  metros,    el   Cúmbal   con 

4790  metros  y  el  Cerro  Negro  de  Mayasqtier  con  4470  metros  de  altura;  los 

7* 


100 


TOPOGRAFÍA.    —   CAPÍTULO    II. 


dos  primeros  con  nieve  perpiHua  y  grandes  lieleras,  y  el  tercero  sin  ella.  — 
El  Chiles,  bajo  0°52'Lat.  N,  pertenece  todavía  al  Ecuador,  á  lo  menos  por 
su  mayor  parte,  porque  la  frontera  pasa  sobre  sus  faldas  setentrionalcs ;  lo 
mismo  el  Cerro  Negro,  que  se  halla  muy  próximo  al  lado  oeste  del  Chiles. 
El  Cúnibal  que  dista  del  último  solo  unas  dos  leguas  hacia  el  N,  ya  cae 
allende  la  frontera  do  Colombia.  Todos  los  tres  volcanes  se  distinguen  por 
sus  profundas  y  espaciosas  calderas  ó  cráteres.  —  Al  N  del  Cúmbal  la 
Cordillera  sigue  con  el  nombre  de  Páramo  de  Colimbo  hasta  la  cercanía  del 
Ázufral  de  Túqueres,  que  solo  tiene  4070  metros  do  altura,  pero  do  es  menos 
interesante  que  los  precedentes. 


" 

M 

El  nudo  que  al  Sur  del  Chiles  atraviesa  de  la  Cordillera  occidental  á 
la  oriental,  podemos  llamar  de  los  Altos  de  Boliche,  porque  estos  le  consti- 
tuyen en  unión  con  los  Páramos  del  Ángel  al  poniente.  También  se  llama 
nudo  de  ¡a  Muaca,  por  el  pueblo  de  este  nombre,  que  se  halla  en  gran 
altura  (2052  m.)  sobre  su  vertiente  meridional,  casi  en  la  esquina  que  forma 
el  nudo  con  la  Cordillera  oriental,  cerca  del  cerro  Mirador.  Todo  el  nudo 
es  muy  ancho  y  cae  por  su  altura  en  la  región  de  los  páramos.  Su  valla 
es  el  limite  setentrional  de  la  hoya  de  J  barra  y  á  la  vez  la  linea  divisoria 
entre  los  sistemas  fluviales  del  rio  Mira  y  del  rio  Patía.  Gradualmente  se 
abate  al  profundo  valle  del  rio  Chota  (Mira),  mientras  que  al  Norte,  por  la 
altura  del  valle  del  río  Carchi,  su  descenso  es  corto  y  poco  notable. 

En  el  centro  de  la  hoya  de  Ibarra  se  hallan  varios  cerros  volcánicos 
alineados  de  S  á  N,  formando  de  tal  modo  como  dos  Cordilleras  secundarias 


LA    BEQION    CENTRAL    O    ANDINA.  -_■  101 

y  paralelas.  La  primera  cadena  comienza  con  el  Cusin  ó  cerro  de  Sah>Pablo, 
que  mas  arriba  conocimos  como  un  miembro  del  nudo  del  Mojanda  y  Oajiítí, 
y  sigue  al  N  con  los  picos  volcánicos  de  Cuvilche  (3882  m.),  CochálotaA  .'• 
(3494  m.),  del  Oitnru  (3338  m.)  y  otros,  hasta  concluir  con  el  alto  cerro  de-''. 
Imbábura.  Este  se  levanta  aislado  por  tres  parles  en  la  llanura,  á  4582  metros 
(2357  m.  sobro  Ibarra).  Sus  laderas  muy  empinadas  de  color  gris  y  pardo, 
la  corona  de  peñascos  negros,  que  en  la  cúspide  ciñen  el  cráter,  la  faifa 
de  nieve  perpetua,  le  comunican  un  aspecto  sombrío  y  provocan  á  una 
comparación  con  el  pico  nevado  del  Cotacachi  que  se  halla  casi  enfrente 
sobre  la  Cordillera  occidental. 


La  segunda  cadena  de  cerros  volcánicos,  que  llamaremos  Cordillera  de 
Angochagua,  principia  también  sobre  el  nudo  interandino  del  Cajas,  pero  al 
Este  del  Cusin,  en  los  páramos  de  Pesillo,  donde  estos  pasan  á  los  de  la 
Cordillera  oriental.  Do  ahí  tira  con  una  altura  media  de  3000  metros  al 
Norte,  entre  los  rios  Taguando  y  Chamachan,  y  remata  sobre  las  orillas  del 
rio  Chota  y  el  pueblo  de  Ambuqui  con  el  cerro  de  Pinllar  (2708  m.).  Las 
Ventanillas  sobre  la  laguna  de  Yaguarcocha  tienen  3066,  el  Yurac-crua 
grande  3577  metros  de  altura 

£1  sistema  fluvial  del  rio  Mira  superior  se  compone  de  los  rios 
siguientes.  El  rio  Blanco  recoje  primero  todas  las  aguas  que  nacen  sobre 
las  faldas  seten  trio  nales  del  Mojanda,  sobre  las  orientales  de  las  Cordilleras 
de  Chanchagran  y  Sigsicunga,  y  de  la  laguna  de  San  Pablo.  Todos  estos 
riecitos,  el  Ptingo-yacu  (desaguadero  del  cráter  del  Mojanda),  el  Tejar,  el 
Quichinche,  el  Peguche  (desaguadero  del  lago  de  San  Pablo)  etc.  se  reúnen 
en  la  cercanía  de  la  villa  de  Otavalo  (2581  m.),  y  el  rio  Blanco  corre  de 


m  »         - 


102  •••./"  TOPOGBAFIA.   —  CAPÍTULO   H. 


•  •    • 
»  ••    • 


ahi#.0ti:.cKreccion  S-N.    El  lago  de  San  Pablo,  que  ocupa  la  llanura  entre  el 
•  •', 

MojancLa,  el  Cusin  y  el  Imbabura,  y  cuyo  nivel   se  halla  en  la  altura  de 
. ".    • 

:J9697  metros,  es  el  lago  mas  grande  y  mas  hermoso  de  las  hoyas  inter- 

•*•    *•  *  i 

•  '¿andinas  del  pais,  con  una  media  legua  de  diámetro.    A  poca  distancia  de 

su  orilla  oriental  se  halla  el  pueblo  de  San  Pablo  (2726  m.). 

Si  seguimos  de  Otavalo  el  rio  Blanco  abajo,  encontramos  á  la  distancia 
de  una  legua  sobre  la  banda  izquierda  el  gran  pueblo  de  Cotacachi,  á  la 
altura  de  2453  metros  y  algo  distante  del  rio.  En  las  inmediaciones  de 
Cotacachi  brotan  varias  fuentes  termales  muy  cargadas  de  ácido  carbónico 
y  bicarbonato  de  hierro  y  cal  (ademas  de  otras  sustancias).  La  fuente  de 
Yana-yacu  ó  del  Tinte*)  que  es  la  mas  conocida,  tiene  la  temperatura  de 
27°  C.  —  El  rio  de  Cuicocha,  el  Alambi  y  el  Cari-yacu  son  los  afluentes 
principales,  aunque  pequeños,  que  recibe  el  rio  Blanco  de  las  faldas  del 
Cotacachi.  Desde  la  boca  del  último,  cerca  del  pueblo  de  Urcuqui  (2320  m.) 
declina  su  rumbo  al  NE ,  y  á  corto  trecho  se  une  con  el  rio  Taguando  que 
viene  del  Sureste.  Los  dos  unidos  toman  el  nombre  de  rio  Ambi,  y  este 
cae  unas  dos  leguéis  mas  al  Norte  en  el  rio  Chota. 

El  rio  Taguando  nace  sobre  los  páramos  de  Pesillo  y  de  Chuchicaranqui; 
sus  cabeceras  se  reúnen  cerca  del  pueblo  de  Angochagua  (2861  m.),  y  el 
rio  corre  de  S  á  N  entre  el  Imbabura  y  la  Cordillera  de  Angochagua,  hasta 
Ibarra,  que  está  sobre  su  orilla  izquierda  en  2225  metros  de  altura.  Sus 
afluentes  son  insignificantes  y  solo  nombraremos  el  desaguadero  del  Yaguar- 
cocha.  Esta  laguna  de  fama  histórica,**)  se  halla  una  legua  al  N  de  Ibarra 
sobre  una  pequeña  meseta  y  rodeada  de  colinas,  á  la  banda  derecha  del 
Taguando,  en  la  altura  de  2253  metros.  —  Desde  Ibarra  el  Taguando  vira 
al  NO,  para  unirse  luego  con  el  rio  Blanco,  como  queda  dicho. 

Las  llanuras  que  se  hallan  entre  el  rio  Blanco  y  el  rio  Taguando,  y  que 
forman  la  base  anchurosa  del  Imbabura  desde  el  lago  de  San  Pablo  hasta 
Ibarra,  son  la  parte  mas  plana  de  la  hoya,  la  mas  apta  para  la  agricultura, 
y  por  su  temperamento  la  mas  sana.  Ademas  de  muchas  haciendas  encon- 
tramos aqui  los  pueblos  de  Hatuntaqxii  (2407  m.),  de  San  Antonio  (2378  m.) 
y  de  Caránqui;  los  primeros  dos  al  N  del  Imbabura,  el  último  y  la  capital 
de  la  provincia  al  NE  de  él.  Ibarra  goza  de  la  temperatura  media  de  16°  C. 
y  de  un  clima  muy  agradable. 

Entre  la  Cordillera  de  Angochagua  y  la  Cordillera  real  ú  oriental  nace 


*)  Se  usa  esta  agua  para  teñir  de  negro  los  hilos  y  tejidos  de  algodón,  preparados 
antes  con  el  cocimiento  del  guarango  (Prosopis  sp.). 

**)  A  las  orillas  del  Yaguarcocha  (=  lago  de  sangre)  el  inca  Huaina-Capac  obtuvo 
una  victoria  decisiva  sobre  los  indios  Caránquis  sublevados,  y  los  hizo  arrojar  por  miles 
tí  sus  aguas,  que  se  uñieron  con  la  sangre  de  los  sacrificados. 


LA   EEGION   CENTRAL   Ó   ANDINA.  103 

el  rio  Chota,  llamado  en  su  curso  superior  rio  Chamachan.  Corre  paralelo 
al  Taguando  de  S  á  N,  y  recibe  del  lado  éste  como  primer  tributario  de 
consideración  el  rio  Pisco.  Desde  la  desembocadura  del  Pisco,  en  cuya  cer- 
canía se  halla  el  pueblo  de  Pimampiro  al  lado  izquierdo,  el  rio  comienza  á 
virar  al  NO  y  finalmente  al  O,  formando  en  su  confluencia  con  el  Ambi  un 
ángulo  recto.  Solo  esta  parte  inferior,  desde  Pimampiro  se  llama  rio  Chota, 
y  en  esta  sección  le  entra  su  tributario  mas  importante,  el  rio  Apaqui,  el 
cual,  bajando  en  dirección  al  SO  desde  los  Altos  de  Boliche,  rodea  el  pié 
meridional  del  nudo  y  recibe  todas  las  aguas  que  de  N  á  S  bajan  de  él, 
respectivamente  de  las  mesetas  de  Huaca  (2952  m.),  Tusa  (2874  m.)  y  Puntal 
(2672  m.). 

Desde  la  confluencia  del  rio  Apaqui,  en  donde  se  halla  el  caserío  de 
Caldera  (1600  m.)  hasta  la  confluencia  del  rio  Ambi  en  1500  metros  de 
altura,  se  extiende  el  hondo  y  caliente  valle  de  Chota,  célebre  por  su  fera- 
cidad en  los  puntos  que  alcanza  el  riego  artificial,  por  su  vegetación  sub- 
tropical, no  menos  que  por  su  insalubridad,  a  consecuencia  de  las  fiebres 
intermitentes  endémicas.  Aquí  en  el  centro  de  la  hoya,  en  el  valle  de  Chota 
y  en  la  llanura  de  Salinas,  que  se  halla  como  su  continuación  al  lado 
izquierdo  de  la  boca  del  Ambi,  se  manifiesta  mejor  el  carácter  singular  de 
una  gran  parte  de  esta  provincia :  un  terreno  sumamente  quebrado,  los  rios 
encañonados  entre  largas  y  arrugadas  cuestas,  por  todas  partes  peñascales 
desnudos  y  tierras  volcánicas  del  todo  calvas  ó  escasamente  revestidas  de 
espinares;  en  el  fondo  de  los  valles,  en  donde  estos  se  ensanchan,  los  oasis 
de  los  cañaverales,  cafetales,  platanales  y  frutales. 

El  rio  Chota  recibe  entre  la  boca  del  Apaqui  y  su  unión  con  el  rio 
Ambi  un  afluente  considerable,  el  rio  de  Ángel  ó  de  Mira,  que  le  entra  del  lado 
derecho  (N)  y  le  trae  las  aguas  recojidas  en  los  páramos  del  Ángel,  que 
forman  la  parte  occidental  del  nudo  interandino  y  se  extienden  hasta  las 
faldas  del  Chiles  y  del  Chiltazon.  Lleva  su  nombre  de  los  dos  pueblos  que 
se  hallan  á  sus  orillas.  El  de  Mira  tiene  celebridad  en  la  historia  geográfica 
del  pais,  porque  hasta  aquí  los  Académicos  franceses  extendieron  sus  tra- 
bajos geodésicos  en  el  siglo  pasado. 

Las  aguas  de  todos  los  rios  enumerados  hasta  ahora  y  reunidas  por  la 
confluencia  del  Ambi  con  el  Chota,  reciben  el  nombre  de  rio  Mira  y  lo  con- 
servan hasta  su  desembocadura  en  el  océano.  Su  curso  es  por  algunas 
leguas,  hasta  el  pueblo  de  la  Concepción,  ó  hasta  donde  podemos  extender 
la  hoya  de  Ibarra,  de  S  á  N;  después,  en  su  curso  al  través  de  la  Cor- 
dillera, declina  al  NNO.  Los  afluentes  que  el  rio  Mira  recibe  del  lado 
derecho,  de  los  páramos  del  Ángel  y  del  Chiltazon,  todos  son  de  poca  cuantía; 
algo   mas  largos   son  los  del  lado  izquierdo,   que  bajan   de   la  Cordillera 


104  TOPOGRAFÍA.   —  CAPÍTULO   II. 

occidental,  como  el  rio  de  Salinas,  que  primero  pasa  al  lado  del  pueblo  de 
Tumbaviro  (2118  m.)  y  después  por  él  de  Salinas  (1639  m.)  en  la  llanura 
del  mismo  nombre;  el  rio  de  Palacara,  que  nace  en  los  páramos  de  Piñan 
sobre  el  pueblo  de  Cháhuasqui  (2408  m.),  el  rio  Amarillo,  el  Salado,  el  de 
Jerónimo,  todos  de  aquellos  mismos  páramos.  —  Mas  cortos  son  los  que 
siguen  al  Norte  y  bajan  de  la  rama  de  Chilluri,  como  los  ríos  de  GuáUupi, 
de  San  Pedro,  de  Buena- Vista,  Chinambi,  Taramba  y  Cachi-yacu.  —  Al  lado 
occidental  del  mismo  ramal  de  Chilluri  se  halla  el  rio  Lita,  que  es  el  mas 
largo  y  caudaloso  de  este  lado,  y  naciendo  en  los  páramos  de  Piñan  corre 
casi  paralelo  al  rio  Mira  en  su  curso  superior,  en  que  pertenece  á  la  región 
andina.  En  su  último  tercio  y  casi  al  pié  de  la  Cordillera  occidental  vira 
al  N  y  NE,  para  unirse  con  el  Mira  en  un  punto,  que  ya  no  dista  mucho 
de  los  planos  de  la  costa. 

Al  Norte  del  nudo  de  los  Altos  de  Boliche  encontramos  la  pequeña 
hoya  interandina  de  Tulcan,  regada  por  las  cabeceras  del  rio  Guáitara, 
que  pertenece  al  gran  sistema  fluvial  del  rio  Palia.  —  La  hoya  está  limitada 
al  Oeste  por  el  volcan  de  Chiles,  al  Este  por  la  Cordillera  oriental  sobre 
Tulcan,  y  al  Norte  por  los  cerros  de  Ipiales.  Á  causa  de  su  alta  posición, 
casi  en  la  región  de  los  páramos,  podríamos  comparar  la  pequeña  hoya  de 
Tulcan  con  la  de  Cañar;  su  importancia  consiste  mas  bien  en  la  cria  de 
ganado  que  no  en  la  agricultura. 

El  rio  Cúmbal  que  viene  del  cerro  del  mismo  nombre  y  de  los  páramos 
de  Colimba,  pertenece  todo  á  la  República  de  Colombia;  el  rio  Carchi,  que 
desciende  del  cerro  Chiles  y  corre  por  medio  de  la  hoya  de  O  á  E,  forma 
el  lindero  del  Ecuador  con  Colombia  hasta  cerca  de  Ipiales,  donde  se  reúne 
con  el  Cúmbal  y  con  otros  dos  riachuelos,  el  Chana  y  el  rio  Bobo,  que  bajan 
de  los  Altos  de  Boliche.  Encima  de  esta  confluencia  de  los  ríos  y  no  muy 
lejos  de  la  frontera,  se  halla  Tulcan,  la  pequeña  capital  de  la  provincia  del 
Carchi,  á  la  altura  de  2977  metros  y  con  un  clima  bastante  rígido. 


La  región  andina  é  interandina  que  acabamos  de  describir,  es  la  mas 
variada  en  cuanto  á  sus  condiciones  orográficas  é  hidrográficas.  Difícil  seria 
caracterizarla  en  pocas  palabras,  porque  para  hacerlo,  tendríamos  que  hablar 
fuera  de  la  configuración  externa,  también  de  la  variedad  del  clima,  de  la 
vegetación  y  otros  momentos,  que  serán  objeto  de  consideraciones  posteriores. 
Sinembargo  no  quiero  privarme  del  gusto  de  intercalar  aquí  un  bello  pasaje 
concerniente,  que  debemos  á  la  pluma  maestra  del  doctor  P.  F.  Cevállos. 
Hé  aquí  lo  que  escribe  en  su  obra  muchas  veces  citada  (Resumen  de  la 
Historia  del  Ecuador,  VI,  pág.  245)  al  pasar  de  la  región  litoral  á  la  andina: 


LA  REGIÓN  CENTRAL  Ó  ANDINA.  105 

«Al  describir  esta  segunda  región  del  territorio  ecuatoriano,  es  de  ver 
que  cambian  las  decoraciones  y  su  aspecto  de  manera  tan  clara  y  distinta, 
que  mas  bien  parece  que  pasamos,  no  de  una  nación  á  otra,  sino  do  un 
continente  á  otro,  ó  hablando  con  mayor  acierto,  do  una  zona  á  otra.  El 
suelo,  producciones  y  belleza  de  las  provincias  serraniegas  son  de  diverso 
tipo  y  coloridos,  pues,  si  en  las  costeñas  la  elevación  y  cerramiento  de  los 
siempre  y  por  siempre  floridos  bosques,  la  anchura,  mansedumbre  y  majestad 
con  que  se  deslizan  los  ríos,  y  la  maravillosa  fertilidad  de  los  campos  for- 
man un  coiyunto  que  á  la  verdad  asombra;  en  las  de  lo  interior  las  tierras 
descubiertas  y  caprichosamente  vestidas  de  distintos  colores,  los  montes  de 
nieve  que  van  como  á  esconderse  entre  los  cielos,  y  los  contrastes  que  pre- 
sentan la  altura  de  estos  plateados  conos  con  la  oscura  profundidad  de  sus 
abismos,  la  furia  de  los  torrentes  y  cascadas  con  la  apacibilidad  de  las  la- 
gunas, los  agrios  y  desnudos  peñascales  con  el  verdor  de  los  valles  y  pra- 
deras, ó  el  dorado  de  las  mieses  por  los  contornos,  la  paja  de  los  páramos 
hombreándose  con  los  cañadulzales;  constituyen  panoramas  embelezadores 
para  quien,  saliendo  del  enmarañado  laberinto  de  las  selvas,  atraviesa  los 
desfiladeros  y  viene  á  dar  con  el  también  laberinto  montuoso  de  las  altas 
mesetas  de  los  Andes.» 


Capítulo  III. 
La  región  occidental 

Sirva  de  introducción  á  este  capítulo,  lo  que  he  dicho  del  carácter 
general  de  la  región  occidental  (pág.  16).  —  En  su  descripción  sistemática 
procederemos  de  nuevo  del  Sur  al  Norte,  y  como  no  podemos  fijar  siempre 
con  toda  exactidud  sus  limites  con  la  región  andina,  á  veces  tendremos 
que  subir  las  faldas  de  la  Cordillera,  para  buscar  el  origen  de  los  ríos  Uto- 
rales,  lo  que  importa  poco,  porque  hicimos  la  distinción  de  las  tres  zonas 
solo  con  el  objeto  de  facilitar  su  estudio,  sin  negar  las  transiciones  sucesivas 
de  una  á  otra.  —  En  este  capitulo  podemos  generalmente  prescindir  de  la 
indicación  de  las  alturas  de  los  lugares,  que  con  tanta  profusión  he  inser- 
tado en  el  precedente;  porque  en  el  litoral  las  alturas  absolutas,  sobre  el 
nivel  del  mar,  casi  siempre  son  insignificantes.  Notaremos  sinembargo  las 
excepciones. 

Sección  Ia.    La  región  litoral  desde  Túmbez  hasta  Guayaquil. 

Á  consecuencia  de  la  gran  ensenada,  que  hace  el  Golfo  de  Guayaquil 
en  la  tierra  firme  del  continente  sudamericano,  la  Cordillera  de  los  Andes 
se  acerca  mucho  al  Océano  pacífico,  de  manera  que  entre  el  pié  de  ella  ó 
de  sus  ramales  y  el  mar  no  queda  mas  que  una  llanura  angosta.  Solo  desde 
Túmbez  al  Sur,  y  desde  Puna  al  Norte,  donde  la  costa  retrocede  al  occi- 
dente, las  llanuras  litorales  toman  mas  ensanche  y  mayor  desarrollo. 

El  rio  Túmbez  pertence  en  su  sistema  superior  á  la  hoya  interandina 
de  Zaruma.  Después  de  salir  de  las  montañas  altas,  ó  desde  el  sitio  de 
Puyango,  en  donde  el  valle  comienza  á  ensancharse  y  las  cordilleras  á  ambos 
lados  se  retiran,  sigue  muy  correntoso  por  despoblados,  siempre  al  Oeste, 
hasta  el  sitio  peruano  de  Ricaplaya,  donde  hace  un  codo  muy  fuerte  y  vira 
al  Norte.  En  su  curso  inferior,  que  mide  hasta  Túmbez  unas  5  leguas,  el 
rio  es  algo  mas  manso  y  navegable  por  canoas  pequeñas.     Atraviesa  un 


LA  EEGION   OCCIDENTAL.  107 

terreno  suavemente  undulado,  y  sobre  sus  orillas  hay  una  serie  de  pequeños 
sitios  y  haciendas  de  ganado.  —  Esta  región  (la  recorrí  en  Marzo,  en  la 
estación  lluviosa,  cuando  estaba  cubierta  de  una  bonita  vegetación  gramínea 
y  herbácea)  me  recordó  vivamente  las  «lomas»  entre  Santa  Lucia  y  Balsar 
ó  atrás  de  Colimes.  Pero  alejándose  del  rio  Túmbez  y  penetrando  mas  al 
Sur,  pronto  desaparece  la  lozanía  de  la  vegetación  y  se  manifiesta  mas  y 
mas  el  carácter  triste  del  ^desierto  de  Tumbee*,  que  es  el  principio  del  gran 
desierto  peruano  que  acompaña  la  costa  del  Pacífico,  con  pocas  interrup- 
ciones, hasta  Chile.  —  La  villa  de  Túmbez,  capital  de  la  provincia  del  mismo 
nombre*),  se  halla  sobre  la  orilla  derecha  del  rio,  unas  3  leguas  arriba  de 
su  desembocadura.  Esta  se  verifica  por  tres  brazos  anchos  entre  espesos 
manglares  y  no  permite  la  entrada  de  embarcaciones  mayores  (vapores  y 
barcos),  ya  por  el  poco  fondo  de  los  canales,  ya  por  los  extensos  bajos  que 
se  hallan  delante  de  la  boca.  —  La  marea  sube  en  el  rio  hasta  muy  cerca 
del  pueblo. 

El  rio  de  Zarumilla,  que  desemboca  en  el  estero  de  la  Huaquilla  y  por 
él  en  la  Boca  de  Capones,  al  Sur  de  la  isla  Payana,  es  pequeño  y  nace  entre 
las  últimas  ramificaciones  bajas  de  la  Cordillera  de  Tagüin,  corre  de  S  á  N 
por  un  terreno  parecido  al  que  encontramos  en  el  curso  inferior  del  rio 
Túmbez,  y  tiene  su  importancia  por  ser  actualmente  la  linea  divisoria  entre 
la  jurisdicción  ecuatoriana  y  la  peruana.  Á  la  última  pertenece  el  pequeño 
pueblo  de  Zarumilla,  que  se  halla  no  muy  lejos  de  su  desembocadura  sobre 
la  orilla  izquierda. 

Si  de  Túmbez  tomamos  el  camino  mas  recto  á  Santa  Rosa,  que  pasa 
casi  derecho  de  O  á  E  y  cruza  el  rio  de  Zarumilla  en  los  sitios  de  Papayal 
(peruano)  y  Chacras  (ecuatoriano),  la  distancia  desde  el  rio  Túmbez  hasta 
el  de  Zarumilla  es  casi  la  misma,  4  leguas,  que  la  que  media  entre  este 
último  y  el  pueblo  y  rio  de  Arenillas.  Este  último  rio  nace  también  entre 
los  ramales  occidentales  de  la  Cordillera  (los  cerros  de  Tagüin  y  la  Cord. 
de  Sta.  Rosa),  pero  es  mas  largo  y  algo  mas  considerable,  que  el  de  Zaru- 
milla. Después  de  pasar  en  su  curso  superior  por  una  región  despoblada, 
de  E  á  O,  vira,  al  salir  de  las  montañas,  al  N  y  recibe  el  nombre  de  rio 
del  Potrero;  finalmente  entra  en  el  estero  de  Jumon  y  por  él  en  el  gran 
estero  de  Pitah 

Precisamente  en  el  punto,  en  que  abandona  el  rio  la  región  montañosa 
y  entra  en  la  llanura,  se  halla  el  pueblo  de  Arenillas,  que  es  el  primero  de 


*)  En  el  Perú  correspondo  la  «Provincia»  al  «Cantón»  ecuatoriano,  y  el  «Departa- 
mento» á  nuestra  «Provincia».  Así  Túmbez  es  una  provincia  del  departamento  de  Piura; 
en  el  Ecuador  diríamos  que  es  un  cantón  de  la  provincia  de  Piura. 


108  TOPOGBAFIA.  —  capítulo  m. 

la  jurisdicción  ecuatoriana.  Al  N  y  NO  de  este  pueblo,  es  decir,  entre  los 
ríos  de  Zarumilla  y  del  Potrero,  y  entro  las  montañas  y  el  estero  grande 
de  Pital,  se  extiende  una  región  casi  desierta  de  unas  12  leguas  cuadradas, 
en  que  distinguimos  tres  zonas  paralelas:  la  primera,  bastante  angosta,  es 
la  de  los  manglares  á  lo  largo  del  estero;  la  segunda,  mucho  mas  ancha, 
consiste  en  salitrales,  faltos  de  toda  vegetación  (salitrales  de  Cayanca),  que 
en  tiempo  de  los  aguajes  en  gran  parte  se  inundan;  la  tercera  zona  entre 
la  montaña  (ó  el  camino  real)  y  los  salitrales  lleva  el  carácter  de  las  pampas 
áridas  con  una  escasa  vegetación  gramínea  y  algarrobos  y  espinos  aislados. 
—  En  general  podemos  decir  que  toda  la  región  entre  Túmbez  y  Arenillas 
participa  todavía  en  mucho  del  clima  árido  de  los  desiertos  peruanos,  porque 
en  esta  parte  el  litoral  se  halla  todavía  bastante  lejos  de  la  Cordillera  alta, 
que  es  la  que  influye  esencialmente  en  la  humedad  del  clima.  Solo  desde 
el  rio  de  Arenillas,  ó  mejor  dicho,  desde  Sta.  Rosa,  en  donde  las  montañas 
altas  ya  se  acercan  mucho  á  las  orillas  del  Golfo,  comienza  á  desarrollarse 
el  clima  húmedo,  que  es  tan  característico  á  esta  zona  litoral  del  Ecuador 
hasta  Naranjal. 

El  primer  sistema  fluvial  algo  desarrollado,  que  encontramos  en  la  zona 
litoral,  es  el  del  rio  de  Santa  Rosa.  El  comprende  los  ríos,  que  bajan 
de  las  faldas  occidentales  de  la  Cordillera  de  Dumarí  y  de  una  parte  de  la 
de  Chilla.  Las  dos  ramas  principales  son  el  rio  de  £¿*.  Rosa  propiamente 
dicho  y  el  rio  de  Bueña-Vista.  El  primero  es  el  mas  conocido,  porque  á 
lo  largo  do  él  y  en  parte  por  su  mismo  cauce  pasa  el  camino  real  de  St*. 
Rosa  á  Zaruma  y  Loja.  Mientras  corre  entre  las  montañas,  su  curso  es  de 
E  á  (),  pero  desde  Pitapungo,  donde  entra  en  la  llanura,  vira  al  NO.  Desde  el 
puerto  de  St*.  Rosa  (llamado  también  puerto  de  Pital),  dos  leguas  arriba  de 
su  boca  en  el  estero  de  Jambelí,  el  rio  toma  la  forma  de  estero,  es  decir, 
está  sujeto  á  las  alternativas  de  la  marea  y  es  navegable  por  chatas  y  pe- 
queños vapores. 

El  rio  de  Buena-  Vista  nace  sobre  aquella  parte  de  la  Cordillera,  que  se 
llama  Chillacocha  y  Cerros  de  la  Angostura,  y  baja  en  dirección  NO  hasta 
el  pueblo  de  Buena- Vista,  en  cuya  cercanía  entra  en  los  llanos.  Luego  vira 
al  O  y  SO,  y  dá  muchísimas  vueltas,  sobre  todo  en  la  última  parte  de  su 
curso,  en  que  atraviesa  un  terreno  muy  bajo  y  pantanoso.  Su  confluencia 
con  el  rio  de  Sta.  Rosa  se  halla  al  lado  del  puerto  de  Pital.  —  El  rio  de 
Bueña-Vista  recibe  del  lado  derecho  solo  el  pequeño  afluente  del  rio  Raspa 
en  la  cercanía  del  pueblo,  pero  del  lado  izquierdo  le  entran  dos  tributarios 
de  mayor  cuantía:  el  rio  de  Caluguru,  que  viene  de  la  Cordillera  de  Dumari, 
como  el  de  Santa  Rosa,  y  corre  paralelo  con  este,  en  el  valle  de  Biron. 
Desemboca  en  el  rio  de  Bueña-Vista  muy  cerca  del  puerto  de  Pital.    El  otro 


LA  REGIÓN   OCCIDENTAL.  109 

es  el  Rio  Negro,  que  nace  mas  al  Norte  y  corre  entre  el  rio  de  Buena- Vista 
y  él  de  Caluguru.  Su  desembocadura  se  efectúa  por  varios  canales  que  lo 
entrelazan  con  las  bocas  de  los  dos  ríos  nombrados,  en  un  terreno  pantanoso 
que  lleva  el  carácter  de  las  «tembladeras».  —  Sobre  el  ramal  de  montañas, 
que  separa  el  valle  del  rio  Negro  del  del  rio  Caluguru,  se  levantan  dos  cerros 
cónicos  muy  característicos,  que  se  llaman  Caluguru  grande  y  Caluguru  chico. 
El  pico  del  primero  me  sirvió  de  punto  fijo  en  el  levantamiento  del  plano 
del  Cantón  de  Sta.  Rosa.  La  Cabecera  de  cantón  se  halla  a  la  orilla  izquierda 
del  rio  de  St*.  Rosa,  un  kilómetro  al  Sur  del  puerto  de  Pital  ó  de  la  con- 
fluencia del  rio  de  Buena- Vista.. 

Donde  el  Estero  de  Sta.  Rosa  entra  en  el  estero  grande  de  Jambelí  y 
casi  enfrente  de  la  llamada  Boca  de  Pital,  entra  del  lado  derecho  el  estero 
de  Guarumal,  que  mas  arriba  se  llama  rio  de  Motuche.  Este  rio,  que  se 
cruza  en  el  camino  de  Máchala  á  Bueña-Vista,  es  ahora  insignificante  (en 
verano  casi  seco)  y  sirve  de  desaguadero  a  unas  tembladeras,  que  se  hallan 
entre  los  pueblos  y  ríos  de  Buena- Vista  y  de  Pasaje;  pero  en  una  época  no 
muy  remota  parece  haber  sido  el  cauce  del  rio  Jubones.  —  Mas  al  Norte  y 
ya  cerca  de  la  Boca  de  Jambelí  entra  por  el  mismo  lado  derecho  el  pequeño 
y  corto  estero  de  Máchala,  que  apenas  merecería  una  mención,  si  no  fuese 
la  principal  via  de  comunicación  con  la  capital  de  la  provincia  del  Oro,  con 
Máchala.  Las  chatas  y  los  pequeños  vapores  penetran  hasta  el  fin  del  estero, 
donde  se  halla  el  Puerto  de  Pilo  en  una  llanura  salitrosa.  De  ahí  dista  el 
pueblo  apenas  una  milla.  Algunos  esteritos  mas,  que  hay  desde  la  boca 
de  Jambelí  hasta  la  del  Jubones,  se  puede  ver  en  el  mapa. 

El  rio  Jubones  nos  interesa  por  ahora  solo  en  su  curso  inferior  (de 
4  á  5  leguas),  desde  el  pueblo  de  Pasaje;  porque  todo  el  resto  cae  en  la 
región  andina  y  queda  descrito  mas  arriba.  En  su  curso  medio  llevaba  el 
rumbo  de  E  á  O,  pero  desde  su  salida  de  las  montañas  cerca  de  Pasaje, 
vira  al  Noroeste  y  lleva  el  nombre  característico  de  a  El  Rompido».  Es 
bastante  correntoso  hasta  su  desembocadura  en  el  golfo  de  Guayaquil  al  lado 
del  pueblecito  de  Bajo  alto,  de  manera  que  la  navegación  se  dificulta  aun 
para  canoas  de  pieza,  á  lo  menos  desde  el  sitio  del  Guabo  por  arriba.  En 
parte  atraviesa  terrenos  muy  bajos,  dividiéndose  en  varios  brazos  y  formando 
tembladeras,  por  las  cuales  cruza  un  brazo  al  Norte  hasta  el  rio  Chaguana, 
que  es  tributario  del  rio  Pagua. 

En  todos  los  mapas  antiguos  del  siglo  pasado  y  también  en  él  de  Villa- 
vicencio  el  Jubones  desemboca  al  Sur  de  Máchala  en  el  estero  de  Jambelí, 
mientras  que  hoy  corre  muy  al  Norte  de  este  pueblo.  Parece  que  el  cambio 
se  verificó  á  fines  del  siglo  pasado  ó  al  principio  del  nuestro,  y  consistió 
en  que  el  Jubones  se  rompió  un  cauce  nuevo  inmediatamente  abajo  del  pueblo 


110  TOPOGRAFÍA.   —   CAPÍTULO   III. 

de  Pasaje,  embancando  al  mismo  tiempo  el  antiguo,  que  se  habrá  dirigido 
al  Suroeste.  De  aqui  se  explica  su  nombre  nuevo  de  «El  Rompido».  Como 
las  cartas  antiguas  son  tan  defectuosas,  no  puedo  indicar  con  exactitud  el 
curso  antiguo  del  Jubones;  pero  basta  observar  con  alguna  atención  aquella 
región  sobre  mi  mapa  nuevo,  para  aprobar  la  conjetura  de  que  el  antiguo 
Jubones  haya  pasado  por  las  tembladeras  al  SO  de  Pasaje  y  por  el  rio 
Motuche,  para  desembocar  en  el  actual  estero  del  Guarumal.  Probablemente 
esta  no  fué  la  única  vez,  que  el  Jubones  cambió  de  curso;  pues  en  las 
pampas  que  se  extienden  entre  Máchala,  Pasaje  y  Buena- Vista,  se  encuentran 
por  todas  partes  antiguos  cauces  secos  de  ríos,  y  el  terreno  se  compone  en 
gran  parte  de  arena  muerta  y  de  cascajo,  como  lo  arrastran  los  ríos  durante 
las  crecientes.  Y  aun  parece  que  el  rio  tenia  en  una  época  dos  bocas  al 
mismo  tiempo,  la  actual  del  Rompido  y  la  antigua  por  el  Guarumal.  Lo 
deduzco  de  un  paso,  que  se  lee  en  la  obrita  otra  vez  citada  de  A.  Baleato 
del  año  1820  y  que  dice:  «En  el  limite  austral  de  la  provincia  está  el  rio 
de  la  Sabanilla  ó  de  los  Jubones,  que  baja  del  distrito  de  Cuenca,  y  pasando 
por  el  pueblo  de  Yulug,  á  poca  distancia  se  divide  en  dos  brazos;  el  del  N 
forma  el  rio  Jumar  ó  de  Máchala,  que  desagua  por  la  costa  de  este  nombre; 
y  el  del  S  es  el  rio  de  Zabanilla  que  desemboca  por  el  salto  Túmbez,  en 
los  esteros  de  la  costa  de  Payana.»  En  consecuencia  de  frecuentes  avenidas  y 
cambios  fluviales  esta  región  se  ha  esterilizado  por  partes  y  hoy  dia  es  escasa 
de  agua.  Máchala  mismo  no  goza  de  una  posición  muy  ventajosa  al  borde 
de  los  salitrales  y  manglares,  y  padece  de  carencia  de  agua.  Su  región  cul- 
tivable se  halla  lejos,  hacia  las  orillas  del  Rompido  y  del  rio  de  Bueña-Vista. 
Desde  aEl  Rompido»  hasta  el  rio  de  Naranjal  sigue  á  lo  largo  del  Golfo 
(ó  del  Canal  de  Jambeli)  una  zona  de  11  leguas  de  largo,  que  en  todas  sus 
secciones  es  muy  uniforme.  Es  aquella  región  en  que  la  Cordillera  occi- 
dental (entre  Mullepungo  y  el  Cajas)  se  acerca  mas  al  mar  que  en  ninguna 
otra  parte  de  la  República,  y  por  esto  su  vista  desde  el  golfo,  ó  desde  la 
vecina  isla  de  Puna,  pertenece  á  las  mas  grandiosas,  de  que  se  puede  gozar, 
presentándose  ella  con  su  altura  absoluta  de  4000  metros.*)  La  descripción 
de  esta  parte  de  la  Cordillera  encuentra  el  lector  en  la  pág.  44,  en  donde 
también  he  indicado  los  ríos  principales  que  bajan  de  ella  al  litoral,  y  cuyos 


*)  En  la  región  andina  el  observador,  hallándose  el  mismo  en  alturas  de  2000  metros 
y  mas,  siempre  aprecia  tan  solo  las  alturas  relativas.  Así,  por  ejemplo,  desde  la  hoya 
de  Cuenca,  la  misma  Cordillera  que  admiramos  desde  Puna  por  su  gran  elevación  y  con 
toda  su  altura  absoluta,  se  presenta  solo  con  1500  metros  y  hace  poca  impresión.  El 
Chimborazo  que  tiene  mas  de  6300  metros,  nunca  ostenta  toda  esta  altura,  sino  á  grandes 
distancias,  desde  las  llanuras  litorales,  donde  ya  no  hace  impresión;  en  la  cercanía  solo 
lo  vemos  con  3500  ó  á  lo  mas  con  4000  metros. 


LA   BEGION   OCCIDENTAL.  111 

valles  hacen  las  incisiones  profundas  en  su  mole  gigantesca.  —  Los  pies  de 
los  estribos  de  la  Cordillera  no  se  prolongan  mucho  en  la  llanura  y  todos 
acaban  á  la  distancia  de  3  ó  4  leguas  del  golfo,  con  lo  cual  queda  indicado 
el  ancho  de  esta  zona  perfectamente  llana,  cuyo  largo  es  de  once  leguas, 
como  he  dicho  mas  arriba. 

Numerosos  son  los  rios  que  riegan  y  fertilizan  esta  región.  El  primero 
al  Norte  del  Jubones  es  el  rio  de  Pagua,  que  en  su  curso  medio  recibe  como 
tributario  el  rio  Machalera,  y  cerca  de  su  boca  el  de  Chaguana.  Todos  los 
terrenos  adyacentes  á  estos  tres  rios  pertenecen  á  la  gran  hacienda  de  Pagua. 
—  Sigue  el  pequeño  rio  Siete,  que  no  nace  en  la  altura  de  la  Cordillera 
principal,  sino  entre  sus  últimas  ramificaciones  que  separan  los  rios  de  Pagua 
y  de  Tenguel,  arriba  del  cerrito  cónico  de  Tenguclillo.  Su  curso  regular  se 
pierde  por  algún  trecho  en  las  tembladeras  de  la  costa,  y  solo  entre  los 
manglares,  cerca  de  su  desembocadura,  se  declara  de  nuevo  un  cauce  re- 
gular. —  Sigue  el  rio  de  Tenguel,  que  viene  desde  la  cresta  misma  de  la 
Cordillera,  naciendo  del  lago  de  Nariviña,  y  desciende  en  dirección  al  NO 
hasta  su  entrada  á  los  llanos.  De  ahi  sale  por  muchas  tortuosidades  hacia 
el  Oeste  al  mar.  —  El  rio  de  Gala  se  parece  en  mucho  al  de  Tenguel,  pero 
tiene  un  curso  mas  recto  de  E  ú  O.  Al  entrar  en  la  llanura  se  acerca  hasta 
pocas  cuadras  al  rio  de  Tenguel  (cerca  del  sitio  de  Gala  de  arriba),  y  aun 
parece  que  en  épocas  antiguas  los  cauces  de  los  dos  rios  se  habían  con- 
fundido varias  veces  en  ese  lugar.  Mas  adelante  vira  por  un  arco  grande 
al  Oeste.  Todos  los  terrenos  comprendidos  entre  los  rios  Gala  y  Siete  y 
atravesados  por  el  Tenguel,  hasta  muy  arriba  en  las  faldas  de  la  Cordillera, 
pertenecen  á  la  hacienda  de  Tenguel,  que  es  una  de  las  mas  grandes  y  mas 
valiosas  de  la  República. 

A  poca  distancia  del  rio  Gala  sigue  el  de  Balao,  que  en  cuanto  al  caudal 
y  extensión  de  su  sistema,  es  el  mas  grande.  Los  valles  superiores  y  medios 
de  los  rios  de  Pagua,  Tenguel  y  Gala  eran  angostos  y  despoblados,  pero  el 
valle  del  rio  de  Balao  es  mas  anchuroso  y  poblado  por  haciendas  y  caseríos 
hasta  cerca  de  los  páramos.  Por  él  conduce  un  camino  bastante  frecuentado 
á  Cuenca.  Las  dos  venas  principales,  de  que  se  forma  el  rio  de  Balao,  son 
los  rios  de  Angas  y  de  Jerez.  El  primero  nace  sobre  la  parte  de  la  Cor- 
dillera que  se  llama  Hatuc-loma,  algo  al  S  del  Cajas,  y  el  segundo  en  la 
cercanía  del  cerro  Jerez,  sobre  Tarugapamba  que  pertenece  á  la  ramal  que 
sale  del  Cajas  hacia  Molleturo.  De  este  mismo  lado  bajan  el  rio  de  Canoa 
y  mas  adelante  el  rio  de  Chacay  acu,  también  tributarios  de  rio  de  Balao. 
Los  afluentes  del  lado  izquierdo  son  numerosos  pero  pequeños,  entre  ellos 
los  rios  de  Huaca,  de  Baños,  de  St°.  Domingo,  de  Siri-yacu,  de  Tuquir. 
Desde  la  boca  del  último  entra  el  rio  Balao  en  la  llanura  y  corre  primero 


112  topografía.  —  capítulo  m. 

por  casi  dos  leguas  (por  aLas  Playas*)  dividido  en  muchos  brazos  pequeños 
entrelazados,  que  frecuentamente  cambian  de  curso.  Solo  desde  el  Sitio 
Nuevo  se  recoje  en  un  cauce  mas  estable  y  sigue  muy  tortuoso  hasta  afuera, 
al  golfo.  Cerca  de  su  boca  y  casi  á  la  margen  de  los  manglares  se  halla 
el  pueblo  de  Balao  á  la  orilla  izquierda  del  rio.  Hasta  aquí  suben  con  la 
marea  las  chatas  y  los  pequeños  vapores. 

Dos  leguas  al  N  de  la  Boca  de  Balao  encontramos  la  de  Jagua.  Este 
rio  se  parece  en  su  curso  inferior  al  de  Balao,  pero  no  es  tan  largo  y  viene 
por  un  valle  despoblado  del  ramal  de  la  Cordillera,  que  se  halla  encima  de 
Molleturo.  —  Ahora  siguen  hasta  Naranjal  una  porción  de  riachuelos  cortos, 
los  de  Lainin,  del  Carmen,  de  San  Jacinto,  de  las  Piedras,  de  Minas  y  de 
Pucay,  que  todos  nacen  en  las  últimas  ramificaciones  del  ramal  de  Molleturo, 
y  atraviesan  en  su  último  tercio  una  región  pantanosa,  en  que  se  bifurcan 
y  entrelazan  varias  veces  antes  de  reunirse  de  nuevo  cerca  de  los  manglares 
en  los  esteros  de  San  Vicente,  Balao  chico  y  en  el  Estero  viejo  (Boca  de 
Cafia-yacu).  Con  el  rio  de  Naranjal  ó  de  Suya  se  acaba  la  región  angosta 
del  litoral  y  en  su  boca  también  el  golfo  de  Guayaquil,  principiando  ahí  el 
delta  del  rio  Guayas,  y  ensanchándose  las  llanuras  hacia  el  oriente. 

El  rio  de  Naranjal  ó  de  Suya,  que  en  su  curso  superior  conocimos 
con  el  nombre  de  Cañar,  entra  en  la  llanura  á  la  distancia  de  ocho  leguas 
de  su  boca,  algo  mas  arriba  de  la  hacienda  de  Suya  grande,  ó  de  la  boca 
del  rio  Patul.  De  este  punto  corre  al  SOO,  dejando  á  su  derecha  (lado 
Norte)  grandes  llanuras  pantanosas,  y  recibiendo  de  su  izquierda  (lado  Sur) 
los  afluentes  descendientes  de  la  Cordillera  de  Molleturo.  Entre  estos  hay 
que  mencionar  ante  todo  el  rio  Norcay,  que  nace  sobre  el  Cajas  de  Cuenca, 
baja  por  el  valle  de  Contra-yerba  y  del  Mihuir  de  E  á  0,  y  vira  cerca  de 
Molleturo  al  N.  Después  siguen  los  pequeños  ríos  de  Gramatal,  Pechiche 
y  de  Chacayacu,  que  en  su  curso  inferior  participan  de  la  propiedad  de  los 
ríos  que  conocimos  al  Sur  de  Naranjal,  de  ramificarse  y  entrelazarse  varias 
veces  arriba  de  sus  desembocaduras.  El  Chacayacu  es  el  mas  largo  y  mas 
importante  de  ellos.  El  recoje  las  aguas  del  ramal  de  Yerba-buena,  sobre 
la  cual  sube  el  camino  real  de  Cuenca  (r.  Shiri-yacu,  r.  Pescado,  r.  Chaca- 
yacu) y  sobre  su  brazo  izquierdo  se  halla  el  pueblo  de  Naranjal,  a  la  distancia 
de  legua  y  media  de  su  desembocadura  en  el  rio  grande  de  Suya  ó  de  Na- 
ranjal. Hasta  esta  boca  ó  el  puerto  de  la  Revesa  sube  la  marea,  y  el  rio  ó 
estero  es  navegable  y  accesible  por  los  vapores  fluviales. 

Como  la  región  litoral  entre  Máchala  y  Naranjal  constituye  uno  de  los 
distritos  de  cacao  mas  importantes  de  la  República,  conviene  completar  la 
descripción  con  algunos  datos  mas.  La  región  es  tan  uniforme,  que  basta 
estudiarla  á  lo  largo  de  un  rio,  desde  su  boca  hasta  el  pié  de  las  montañas, 


LA  BEGION   OCCIDENTAL.  113 

para  conocerla  toda.  Por  tipo  podría  servir  el  rio  de  Tenguel  ó  el  rio  de 
Gala.  Distinguimos  4  zonas  muy  características,  que  se  siguen  de  O  á  E 
en  el  orden  siguiente:  Io  La  zona  de  los  manglares  á  lo  largo  de  la  orilla 
del  Golfo,  mide  comunmente  una  milla  de  ancho  y  está  sujeta  á  las  inun- 
daciones ocasionadas  por  las  mareas  todos  los  dias,  ó  á  lo  menos  en  tiempo 
de  los  aguajes.  En  esta  zona  el  rio  dá  algunas  vueltas  largas  y  tiene  la 
forma  de  un  estero  mas  ó  menos  ancho,  que  se  vacia  y  se  llena  dos  veces 
en  24  horas.  Con  la  creciente  entran  las  embarcaciones,  que  no  pasan  del 
tamaño  de  las  achatas».  —  2o  Sigue  la  zona  de  las  sabanas  y  tembladeras 
con  un  ancho  variable  de  una  a  tres  millas.  Ella  no  se  presta  todavía  á  la 
agricultura,  pero  admirablemente  á  la  cria  de  ganado,  pues  el  pasto  natural  es 
abundante  y  exuberante.  En  tiempo  de  las  lluvias  (en  invierno)  se  inunda 
casi  todo  el  terreno,  y  en  varias  partes  las  aguas  quedan  estancadas  durante 
todo  el  afio,  formando  las  tembladeras.  En  esta  zona  el  rio  serpentea  con 
mil  tortuosidades,  cambiando  con  frecuencia  de  cauce,  bifurcándose  y  á  veces 
perdiéndose  por  trechos  en  los  pantanos  y  tembladeras.  —  3o  La  zona  del 
cultivo,  la  mas  importante  de  todas,  se  extiende  entre  la  sabana  y  el  pié  de 
las  montañas  con  un  ancho  de  una  á  tres  leguas.  Forma  un  plano  casi  in- 
sensiblemente inclinado  de  E  á  O,  y  se  compone  de  un  terreno  algo  arenoso 
pero  rico  en  tierra  vejetal,  que  á  la  entrada  en  los  valles  y  al  pié  de  las 
montañas  pasa  al  cascajoso,  pero  en  general  se  presta  especialmente  á  la 
agricultura.  En  el  estado  natural  esta  zona  está  cubierta  de  una  vegetación 
arbórea  muy  variada  y  espesa,  en  la  cual  se  encuentra  mucho  cacao  sil- 
vestre, indicando  de  antemano  el  cultivo,  á  que  el  terreno  parece  como  pre- 
destinado. En  efecto  se  reúnen  en  esta  zona  todas  las  condiciones  favorables 
al  cultivo  del  cacao:  un  clima  húmedo  y  caliente,  un  suelo  lijeramente 
arenoso  ó  cascajoso  pero  sustancioso.  Sinembargo,  los  otros  productos  tró- 
picos, especialmente  el  café,  el  plátano  y  la  caña  no  quedan  en  zaga  del 
cacao;  en  una  palabra,  es  una  de  las  regiones  mas  fértiles  del  pais  y  está 
todavía  lejos  de  ser  explotada  en  la  extensión  en  que  lo  merece.  Aquí  el 
rio  corre  por  un  cauce  mas  estable,  es  mas  correntoso  y  hace  menos  vueltas, 
ya  no  es  navegable  ni  en  canoas  pequeñas.  Las  inundaciones,  si  en  invierno 
á  veces  suceden,  son  parciales  y  transitorias,  el  terreno,  aunque  en  conse- 
cuencia de  la  mucha  humedad  del  clima  regularmente  fangoso,  no  es  pan- 
tanoso. —  4o  La  zona  de  las  montañas  comprende  las  faldas  inferiores  de 
la  Cordillera  ó  de  sus  ramales.  Podemos  extenderla  hasta  la  altura  de 
unos  mil  metros,  es  decir,  hasta  donde  se  cultivan  con  ventaja  los  productos 
de  la  tierra  caliente;  mas  arriba  ya  pasa  á  la  región  andina.  Esta  zona 
queda  en  el  distrito  de  que  hablamos,  todavía  sin  cultivo,  si  exceptuamos 
el  valle  del  rio  Balao,  en  que  se  encuentran  algunas  haciendas  en  el  límite 

Wolf,  Ecuador.  8 


114  TOPOGRAFÍA.   —   CAPÍTULO   III. 

de  la  región  andina.  Generalmente  queda  cubierta  de  las  selvas  virgenes 
con  aquella  vegetación  trópica  y  majestuosa,  que  caracteriza  el  pié  y  la 
primera  grada  de  los  Andes.  El  ancho  de  esta  zona  es  naturalmente  muy 
variable,  según  las  montañas  se  prolongan  mas  ó  menos  hacia  la  costa,  y 
según  se  abaten  rápidamente  ó  por  lomas  tendidas  á  la  llanura.  Los  ríos 
llevan  el  carácter  de  torrentes  estrepitosos  y  arrastran  con  preferencia  cas- 
cajo grueso,  esterilizando  las  playas  á  lo  largo  de  sus  orillas,  mientras  que 
en  la  zona  anterior  fertilizan  el  terreno,  depositando  á  su  largo  los  bancos 
y  vegas  de  arena  y  tierra  vejetal,  tan  favorables  al  cultivo  del  cacao,  café, 
plátano,  tabaco  etc. 

La  región  que  acabo  de  describir,  es  también  sumamente  instructiva 
para  el  geólogo,  que  quiere  estudiar  la  formación  aluvial  de  las  provincias 
litorales,  y  volveremos  á  ella  en  otro  capitulo. 

Desde  el  rio  de  Naranjal  hacia  el  Norte  se  cambia  notablemente  el 
carácter  de  la  región  litoral,  las  llanuras  se  ensanchan,  las  montañas  se 
retiran  al  Este.  En  lugar  del  Golfo  de  Guayaquil  (Canal  de  Jambeli)  tene- 
mos á  la  izquierda  el  rio  Guayas  y  su  delta. 

Echemos  una  ojeada  sobre  el  mapa,  y  observaremos  que  el  Bio  Guayas 
se  presenta  como  la  continuación  del  Golfo  hacia  el  Norte.  Desde  la  punta 
Sur  de  la  isla  de  Mondragon,  donde  propiamente  acaba  el  Golfo,  hasta  la 
ciudad  de  Guayaquil  se  miden  10  leguas.  Si  tiramos  una  •  linea  recta  de 
E  á  O,  desde  la  Revesa,  adentro  de  la  boca  de  Naranjal,  hasta  la  boca  del 
estero  de  Sabana  grande,  y  si  reunimos  estos  dos  puntos  con  un  tercero 
que  se  halla  enfrente  de  Guayaquil  en  medio  rio,  ó  en  el  «Cerrito»,  sacare- 
mos un  triángulo,  cuya  base  indicada  mide  también  10  leguas,  como  su 
altura.  Y  este  triángulo  comprende  aproximativamente  el  delta  antiguo  del 
rio  Guayas,  es  decir,  como  existió  en  una  época  geológica  no  muy  remota 
y  quizá  todavia  en  la  moderna,  cuando  el  Guayas  comunicaba  por  la  sabana 
de  Guayaquil,  y  por  varios  puntos  mas  abajo  con  el  Estero  Salado  y  sus 
ramificaciones.  La  separación  completa  que  actualmente  existe  entre  el 
Salado  y  el  Guayas,  se  ha  efectuado  por  los  aluviones  del  rio  mismo,  que 
formaban  poco  á  poco  la  sabana,  cegaban  los  canales  de  comunicación  y 
embancaban  toda  la  orilla  derecha.  Por  este  procedimiento  muy  natural, 
que  no  es  imaginario  sino  un  hecho  geológicamente  probado,  el  delta  actual 
del  rio  Guayas  se  halla  reducido  á  la  mitad  del  triángulo  descrito  arriba, 
es  decir,  á  la  porción  que  cae  al  lado  izquierdo  del  rio  principal,  y  el  Estero 
Salado  forma  un  sistema  aparte.*) 


como 


*)  Lo  que  el  rio  ha  formado  por  aluvión,  puede  también   destruir  por  la  erosión, 
sabemos  por  mil  ejemplos  en  los  cauces  de  nuestros  rios.    No  seria  imposible  que 


LA   REGIÓN   OCCIDENTAL.  115 

Inmediatamente  arriba  de  Guayaquil  el  rio  pasa  una  angostura  entre  el 
cerro  de  Santa  Ana  y  los  cerros  de  Cabra,  estrechándose  en  este  lugar  á 
1500  metros;  pero  luego  y  enfrente  de  la  ciudad  se  ensancha  mucho  y  se 
divide  en  dos  brazos  que  rodean  la  isla  de  Santay,  cuyo  largo  es  de  una 
legua.  Unido  de  nuevo  en  un  solo  tronco,  corre  casi  recto  de  N  á  S,  pre- 
sentando en  su  orilla  derecha  como  únicos  accidentes  notables  un  pequeño 
estero  que  rodea  la  isla  de  Masa,  y  mas  abajo  (5  leguas  distante  de  Guaya- 
quil) la  pequeña  colina  de  Punta  Piedra,  que  significa  para  los  navegantes 
la  mitad  del  camino  entre  Guayaquil  y  Puna,  y  recuerda  á  los  Guayaquilefios 
un  episodio  triste  de  la  historia  moderna  del  pais  (1865  Combate  de  Jam- 
belí).  —  Un  poco  arriba  de  Punta  Piedra  se  separa  el  primer  canal  grande 
del  delta  á  la  izquierda,  que  se  llama  canal  de  Matorillos,  y  una  legua  mas 
abajo  sale  en  el  mismo  sentido  el  canal  del  Callejón,  que  es  el  camino  de 
las  embarcaciones  distinadas  á  la  boca  de  Naranjal.  Entre  los  dos  canales 
expresados  se  extiende  la  angosta  pero  larga  (2l/2  leguas)  isla  de  Matorillos. 
Abajo  de  ella  el  brazo  del  rio,  formado  de  los  dos  canales,  es  mas  ancho 
que  el  rio  principal,  del  cual  esta  separado  por  la  gran  isla  de  Mondragon, 
que  tiene  casi  una  legua  de  ancho  y  4  de  largo.  Otra  mas  pequeña,  que 
se  llama  Malabrigo,  se  halla  en  medio  del  brazo  entre  Mondragon  y  la  boca 
de  Naranjal.  —  Donde  acaba  la  isla  de  Matorillos,  sale  al  oriente  la  ancha 
boca  de  Taura,  llamada  asi,  porque  de  ella  se  introduce  hacia  el  N  y  paralelo 
al  canal  de  Matorillos  el  estero  de  Taura.  Pero  otro  estero  no  menos  im- 
portante, entra  de  la  misma  boca  de  Taura  mas  al  Este  y  vira  después  igual- 
mente al  N  y  NE  con  varias  ramificaciones.  Este  es  el  estero  de  Churute 
que  está  en  comunicación  con  el  de  Churulillo  ó  un  brazo  ancho,  que  desde 
la  boca  de  Naranjal  sube  tierra  adentro  hasta  la  de  Taura,  separando  de 
tal  modo  de  la  tierra  firme  una  isla  grande.  Siempre  es  muy  difícil  dar 
una  descripción  clara  de  los  laberintos  acuáticos  tan  complicados,  y  mucho 
mejor  se  los  estudia  sobre  el  mapa. 

La  región  comprendida  entre  el  rio  Guayas  (desde  la  boca  de  Naranjal 
hasta  Guayaquil)  y  la  Cordillera  occidental  tiene  el  ancho  de  diez  á  doce 
leguas  y  es  completamente  llana,  con  excepción  de  los  cerros  de  Taura,  que 
luego  conoceremos.  Es  muy  poco  habitada  y  poco  cultivada,  porque  en  su 
mayor  parte  se  compone  de  sabanas  pantanosas  é  inundadas  (tembladeras), 
que  á  lo  mas  se  prestan  á  la  ganaderia,  pero  no  á  la  agricultura.  La  última 
se  halla  reducida  á  ciertos  lugares  alislados;  donde  el  terreno  la  favorecería, 
como  hacia  el  pió  de  la  Cordillera,  falta  la  población,  y  todo  está  cubierto 


se  restablezca  en  algún  tiempo  la  comunicación  entre  los  dos  sistemas;   pero  el  interés 
de  la  ciudad  de  Guayaquil  exige,  que  se  la  impida  en  cuanto  sea  posible. 

8* 


116  TOPOGRAFÍA.   —   CAPÍTULO   III. 

de  monte,  rico  en  maderas  valiosas  (montañas  al  Este  de  Taura  y  de  Boliche, 
montañas  de  Bulubulu). 

El  fondo  oriental  de  esta  región  forma  la  Cordillera  entre  el  rio  de 
Cañar  y  el  de  Chanchan,  de  que  hablé  en  otra  parte.  Dos  ríos  de  impor- 
tancia nacen  en  sus  faldas:  el  rio  Bircay,  mas  abajo  llamado  rio  de  Taura 
y  el  rio  de  Bulubulu,  que  abajo  se  llama  rio  de  Boliche.  Los  sistemas  de 
estos  dos  rios,  que  en  su  curso  medio  ó  inferior  comunican  entre  si,  ocupan 
casi  toda  la  región  de  que  tratamos.  Solo  en  la  parte  mas  meridional 
encontramos  entre  el  rio  de  Naranjal  y  el  de  Taura  el  pequeño  rio  de  Churute, 
que  nace  en  las  tembladeras  al  Sur  de  los  cerros  de  Taura  y  entra  pronto 
en  el  estero  grande  de  Churute. 

El  rio  Bircay  baja  de  la  Cordillera  casi  recto  de  E  á  O  por  un  angosto 
valle,  que  corre  paralelo  al  de  Cañar,  y  en  cuya  parte  media  se  hallan 
algunas  haciendas,  que  sinembargo  ya  pertenecen  á  la  región  andina.  Al 
salir  del  valle  y  de  las  montañas,  y  al  entrar  en  la  llanura,  vira  al  NO  por 
un  espacio  de  3  leguas,  hasta  el  sitio  de  Guamapungo  ó  el  cerrito  de  la 
Huaquilla.  En  este  trecho  corre  por  varias  venas  entrelazadas,  y  una  mas 
separada  que  se  llama  de  Chontapamba  vieja,  parece  indicar  el  cauce  antiguo 
del  rio.  En  Guamapungo  conserva  un  brazo  la  dirección  al  NO  y  vá  derecho 
al  rio  de  Bulubulu,  que  se  halla  á  poca  distancia  y  baja  como  el  Rircay  de 
la  Cordillera  con  el  rumbo  E-O,  pero  por  un  valle  del  todo  despoblado. 
Este  brazo  que  une  los  dos  rios,  queda  en  ciertas  épocas  casi  seco;  el  caudal 
principal  del  Rircay,  que  desde  aquí  se  llama  rio  de  Taura,  vira  al  pié  del 
cerrito  de  la  Huaquilla  al  Oeste  y  corre  por  largo  trecho  casi  paralelo  al 
rio  de  Boliche.  Del  lado  izquierdo  recibe  el  tributo  del  rio  Corojo  ó  Gua- 
rumo,  que  recoje  las  aguas  de  las  montañas  al  pié  de  la  Cordillera  entre 
el  rio  Suya  y  el  rio  Rircay.  Desde  el  pueblo  de  Taura,  que  se  halla  sobre 
su  orilla  izquierda,  cambia  el  rio  poco  á  poco  su  rumbo  al  Sur  y  entra  en 
el  estero  navegable,  que  sale  á  la  Boca  de  Taura.  En  su  curso  inferior 
recibe  el  rio  de  Taura  muchísimos  afluentes  pequeños  de  las  sabanas  y 
tembladeras.  Casi  enfrente  del  pueblo  entra  un  canal  que  le  comunica  con 
el  rio  de  Boliche,  y  q\ie  es  navegable  en  pequeñas  canoas.  Otro  canal  que 
sale  mas  abajo  del  pueblo  en  el  codo  que  hace  el  rio  para  entrar  al  estero 
grande,  es  muy  conocido  bajo  el  nombre  de  la  Zanja  y  comunica  con  el 
rio  Guayas,  desembocando  abajo  del  sitio  de  Sonó.  También  se  trafica  por 
este  canal  en  canoas,  y  es  la  via  de  comunicación  mas  corta  entre  Taura  y 
Guayaquil. 

El  rio  de  Boliche  (asi  llamamos  el  Bulubulu  desde  el  punto  en  que 
recibe  el  mencionado  brazo  de  Guamapungo)  corre  bastante  recto  de  E  á  O 
hasta  su  desembocadura  en  el  Guayas.     Primero  pasa  entre  las  haciendas 


LA    BEGION    OCCIDENTAL.  117 

de  Vainilla  y  de  Guanábano,  y  después  llega  al  pueblo  de  Boliche,  que  se 
halla  sobre  su  borde  derecho.  Media  legua  abajo  del  pueblo  se  divide  el 
rio  en  varios  brazos;  el  mas  meridional  se  dirige  a  Taura  y  es  aquel  canal 
de  comunicación  do  que  he  hablado  y  que  entra  enfronte  del  pueblo.  Los 
demás  brazos  se  pierden  pronto  en  las  extensas  tembladeras,  que  se  hallan 
entre  Boliche  y  el  rio  Guayas;  sinembargo  atravesando  esos  pantanos  en 
canoa,  se  puede  seguir  el  rio  principal  por  todas  sus  mil  tortuosidades  que 
describe,  ya  ensanchándose   como   un   lago,   en   que   apenas  se  observa  la 


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finalmente  con  un  cauce  regular  (desde  el  sitio  del  Sauce)  al  brazo  del  rio 
Guayas,  que  baña  el  lado  oriental  de  la  isla  de  Santay. 

Los  demás  riecitos  que  caen  al  rio  Guayas  en  esta  región,  como  los 
esteros  de  Zoraida,  de  Santay,  de  Cantagallo,  de  Sitio  nuevo  etc.  son  todos 
insignificantes  y  nada  mas  que  desaguaderos  de  las  tembladeras. 

Por  primera  vez  encontramos  entre  Taura  y  el  rio  de  Suya  un  grupo 
de  cerros  del  todo  independientes  de  la  Cordillera  de  los  Andes.  Son  los 
cerros  de  Taura  ó  de  Churute,  que  desde  Guayaquil  se  presentan  como  una 


118  TOPOGRAFÍA.  —  capítulo  ni. 

pequeña  cordillera.  Distan  del  pié  de  la  Cordillera  grande  unas  tres  leguas 
y  se  levantan  directamente  y  sin  transición  de  la  sabana  completamente 
llana  de  Taura,  mas  cerca  al  rio  Churute  que  al  de  Taura.  El  grupo  consta 
de  6  cerros  cónicos,  aislados,  é  irregularmente  agrupados,  y  de  una  pequeña 
cadena  que  se  extiende  algo  mas  que  una  legua  de  E  á  O.  Los  dos  puntos 
mas  altos  de  esta  cadena  son  el  cerro  Masvále  y  el  de  Baiang;  y  de  los 
cerros  aislados  son  los  principales  el  Cimálon  el  Guábito  y  el  Perequeté.  Su 
altura  es  de  300  á  400  metros.  En  las  inmediaciones  del  pueblo  de  Taura 
y  al  lado  derecho  del  rio  encontramos  una  cadenita  baja  (de  20  á  30  metros 
de  altura)  de  colinas,  los  cerritos  de  Taura,  que  no  merecerían  mención, 
como  tampoco  la  Huaquilla  de  Guamapungo  citada  mas  arriba,  si  no  llama- 
sen la  atención  en  una  llanura  tan  perfecta.  Pero  con  estos  dos  puntos  y 
los  cerros  altos  de  Taura  hemos  enumerado  todas  las  elevaciones  de  terreno 
en  la  zona  litoral  desde  Máchala  hasta  Guayaquil. 

El  delta  del  rio  Guayas  con  sus  islas  de  aluvión  está  cubierto  de  man- 
glares. Pero  mientras  que  en  el  Salado  que  contiene  agua  del  mar  casi 
pura,  el  mangle  acompaña  los  esteros  y  esteritos  hasta  sus  últimas  rami- 
ficaciones, en  el  rio  Guayas  sube  este  árbol  solo  hasta  cerca  de  la  isla  de 
Masa,  es  decir  hasta  donde  el  agua  es  muy  salobre.  Lo  mismo  se  observa 
en  los  esteros  de  Naranjal  y  Taura,  en  los  que  el  mangle  sube  hasta  el 
punto,  en  que  el  agua  salada  de  las  mareas  prevalece  sobre  el  agua  dulce 
del  rio. 


He  dicho  mas  arriba,  que  la  región  entro  el  rio  de  Naranjal  y  el  de 
Boliche  —  y  podemos  extenderla  hasta  el  rio  Chimbo  — ,  consta  por  su 
mayor  parte  de  llanuras  incultas  y  terrenos  pantanosos.  Como  tales  terrenos 
se  repiten  con  frecuencia  por  toda  la  región  litoral  del  pais,  conviene  cono- 
cer de  una  vez  su  naturaleza  y  clasificarlos  juntamente  con  otros  que  á 
cada  paso  tendremos  que  nombrar  en  nuestra  descripción.  El  costeño  y 
sobre  todo  el  «montuvio»  distingue  manglares,  salitrales,  pampas,  sabanas, 
sartenejales,  tembladeras,  pozas,  pajonales,  esteros  (secos),  playas,  vegas,  bancos, 
lomas.  Todas  estas  expresiones  se  refieren  á  terrenos  de  aluvión  y  significan 
ciertas  modificaciones  ó  ciertos  estados  de  desarrollo. 

Los  manglares  y  salitrales  se  encuentran  solo  á  lo  largo  de  la  costa 
del  mar  y  de  los  esteros,  que  llevan  agua  marina.  En  cuanto  á  la  vejeta- 
cion,  representan  dos  extremos,  pues  en  el  manglar  es  espesísima,  aunque 
consta  casi  exclusivamente  de  los  árboles  y  arbustos  del  mangle,  y  en  el 
salitral  falta  completamente.  El  manglar,  que  forma  la  orilla  misma  del 
mar  ó  del  estero,  se  inunda  cada  dia  por  las  alternativas  de  las  mareas 
diarias;  el  salitral,  que  es  una  llanura  atrás  de  los  manglares,  se  aniega 


LA   REGIÓN    OCCIDENTAL.  119 

periódicamente  en  los  tiempos  de  aguajes,  y  por  la  evaporación  del  agua  las 
sales  marinas  quedan  impregnando  la  tierra  ó  cubriéndola  con  una  costra 
blanquecina.  En  muchos  puntos,  en  que  se  hallan  pozas  naturales  en  el 
salitral,  quedando  el  agua  estancada  y  sujeta  á  una  evaporación  continua, 
se  forman  capas  gruesas  de  sal  gema,  ó  salinas  naturales,  en  todo  análogas 
á  las  artificiales  de  Santa  Elena;  así  por  ejemplo  en  la  punta  sur  de  Puna, 
en  las  islas  de  Payana,  Tembleque,  Ponga!  etc. 

Pampa,  nombre  original  de  America,  significa  propiamente  cualquier  lla- 
nura, pero  se  aplica  en  la  costa  con  preferencia  á  los  llanos  extensos  con  poca 
ó  ninguna  vegetación.  Así  los  salitrales  también  son  pampas,  lo  mismo  que  las 
sabanas  abiertas.    En  fin,  es  un  nombre  mas  bien  genérico  que  no  específico. 

lias  sabanas  son  llanuras  cubiertas  mas  ó  menos  espesamente  de  una 
vegetación  gramínea,  comunmente  con  árboles  aislados  ó  pequeños  grupos 
de  árboles,  á  veces  también  interrumpidas  por  bosques  mas  extensos.  La 
sabana  puede  inundarse  en  invierno,  pero  en  verano  queda  siempre  seca,  y 
en  esta  última  estación  es  cuando  se  forman  los  sartenejales,  que  son 
una  modificación  especial  de  la  sabana.  El  suelo  de  la  sabana  ó  es  algo 
arenoso  ó  puramente  arcilloso;  en  el  primer  caso  no  se  raja  (ó  muy  poco) 
en  tiempo  de  sequedad,  y  el  césped  de  la  vegetación  gramínea  es  espeso  é 
igual;  en  el  segundo  caso  forma  en  invierno  un  lodazal  de  los  peores  que 
se  puede  imaginar.  El  lodo  es  una  arcilla  negruzca  muy  pesada  y  pegajosa, 
que  en  verano  se  diseca  completamente  y  se  hace  dura  como  piedra.  Pero 
al  mismo  tiempo  que  se  diseca,  el  terreno  se  raja  en  todos  sentidos  por  mil 
hendiduras  finas  y  anchas,  y  mas  ó  menos  profundas,  quedando  finalmente 
una  superficie  de  irregulares  y  ásperos  terrones.  Cualquiera  de  mis  lectores 
habrá  observado  este  fenómeno  en  pequeña  escala  al  borde  de  un  pantano 
que  se  diseca,  ó  siquiera  en  una  olla  de  cola,  que  mucho  tiempo  estuvo  sin 
uso.  Las  partes  de  la  sabana  que  se  hallan  en  este  estado,  reciben  el 
nombre  singular  do  sarteneja  ó  sartenejales.  Aquí  la  vejetacion  es  rala,  se 
encuentran  las  gramas  solo  por  mechas  aisladas,  y  el  resto  son  yerbas  inú- 
tiles y  hasta  perjudiciales  al  ganado.  No  hay  cosa  mas  molesta  para  el 
vugero,  y  mas  dañosa  para  el  casco  del  caballo,  que  atravesar  sartenejales 
largos,  en  que  el  camino  todavía  no  está  trillado.  Por  lo  demás  se  forman 
sartenejales  no  solamente  en  la  sabana,  sino  también  en  los  salitrales,  cuando 
el  terreno  de  ellos  es  arcilloso  en  lugar  de  ser  arenoso.  t —  En  un  paseo  de 
Guayaquil  al  Estero  Salado  se  puede  atravesar  en  media  hora  las  cuatro 
formaciones  descritas  hasta  aquí:  La  sabana  se  presenta  ya  abierta,  ya  con 
los  arbolitos  característicos  de  los  espinos;  se  atraviesa  algunos  sartenejales, 
después  se  llega  á  una  zona  angosta  de  salitrales  y  finalmente  al  manglar, 
que  termina  el  paseo. 


120  topografía.  —  capítulo  m. 

Las  tembladeras  son  sabanas  anegadas  durante  todo  el  año,  que  se 
extienden  á  veces  sobre  algunas  leguas  cuadradas.  La  vegetación  de  ellas 
es  del  todo  distinta  de  la  de  la  sabana.  También  predominan  las  gramíneas 
y  ciperáceas,  pero  con  formas  gigantescas  y  mezcladas  con  un  grandísimo 
número  de  otras  plantas  palustres  y  acuáticas.  Los  arboles  son  con  pre- 
ferencia sauces  y  alisos,  y  se  encuentran  especialmente  á  los  bordes  de  las 
tembladeras ;  en  las  partes  centrales  ó  faltan,  ó  se-  hallan  aislados.  El  agua 
cubre  el  terreno  desigualmente,  llegando  su  profundidad  de  pocos  centí- 
metros á  algunos  metros.  Donde  no  pasa  de  Va  metro,  es  invisible  desde 
alguna  distancia,  porque  la  vegetación  cubre  todo;  pero  en  los  lugares  mas 
hondos  hay  solamente  plantas  nadadoras,  ó  se  presentan  lagunas  extensas 
del  todo  despejadas,  las  pozas.  El  revés  de  las  pozas  son  las  islas,  que  de 
vez  en  cuando  se  hallan  esparcidas  por  las  tembladeras,  y  consisten  en  que 
el  terreno  se  eleve  de  V2  metro  sobre  el  nivel  del  agua.  En  estas  islas  en- 
contramos la  vegetación  y  las  demás  condiciones  de  la  sabana.  —  En  las 
tembladeras  de  alguna  extensión  el  agua  rara  vez  queda  del  todo  estancada, 
porque  son  alimentadas  por  ríos,  que  las  atraviesan  ó  que  se  pierden  en 
ellas,  y  tienen  sus  desaguaderos.  En  verano  el  movimiento  del  agua  es 
poco  notable,  tanto  mas  en  invierno,  en  que  las  corrientes  son  fuertes  y  las 
aguas  á  veces  muy  turbias.  El  lodo  y  la  arena  fina  arrastrada  por  los  ríos 
se  deposita  entre  la  vegetación  de  las  tembladeras,  y  por  este  procidimiento, 
por  lento  que  sea,  el  terreno  bajo  se  alza  continuamente,  el  pantano  se 
reduce  cada  año,  la  tierra  firme  gana  terreno,  la  tembladera  se  convierte 
poco  á  poco  en  sabana  seca.  Las  tembladeras  ofrecen  al  ganado  un  alimento 
abundante,  sobre  todo  en  verano,  cuando  las  sabanas  cirunvecinas  quedan 
secas  bajo  los  rayos  abrasadores  del  sol.  Son  difícilmente  accesibles  al 
estudio;  pero  ahora  se  presenta  una  ocasión  magnífica  de  conocerlas  con 
toda  comodidad,  porque  el  ferrocarril  entre  Guayaquil  y  Yaguachi  atraviesa 
una  región  típica  de  tembladeras. 

Las  pozas  y  los  pajonales  no  son  mas  que  tembladeras  en  una 
escala  reducida.  Se  hallan  con  preferencia  en  el  sistema  superior  del  rio 
Guayas,  en  los  cantones  de  Vinces,  de  Baba,  de  Pueblo  viejo,  en  la  región 
del  «Cacao  de  arriba»,  cruzada  por  tantos  rios.  Están  situadas  regularmente 
entre  los  «bancos»  de  los  rios  donde  el  terreno  es  mas  bajo  y  son  los  resi- 
duos de  las  inundaciones  anuales,  que  se  verifican  durante  el  invierno. 
Cuando  la  poza  está  cubierta  de  una  planta  que  se  llama  pajón  y  que  tiene 
hoyas  anchas  como  el  platanillo,  pero  mas  pequeñas,  recibe  también  el 
nombre  de  Pajón  ó  Pajonal,  que  de  consiguiente  es  muy  distinto  del  pa- 
jonal de  la  sierra.  También  las  pozas  se  llenan  poco  á  poco,  como  las 
tembladeras,  por  los  depósitos  de  las  aguas;   «se  embancan».    Y  se  puede 


LA  REGIÓN   OCCIDENTAL.  121 

accelerar  este  embaucamiento  artificialmente,  conduciéndoles  en  invierno  por 
un  canal  una  gran  cantidad  de  agua  turbia  y  lodosa  de  un  rio  vecino.  Las 
pozas  están  casi  siempre  en  relación  con 

Los  Esteros,  y  muchas  veces  no  son  mas  que  unos  ensanches  muy 
bajos  de  estos.  De  la  palabra  a  estero»  el  costeño  hace  un  uso  ó  mejor 
dicho  abuso  muy  extenso.  Deriva  del  latin  «acstuarium*,  y  según  el  dic- 
cionario español  significa  propiamente  un  brazo  de  la  mar  ó  de  un  rio  en 
que  se  verifica  diariamente  el  juego  del  flujo  y  reflujo  de  la  marea.  Sin- 
embargo  en  todo  el  litoral  se  designa  con  ella  también  cualquier  rio  no 
demasiado  grande,  aunque  se  halle  lejos  del  mar,  fuera  del  alcance  de  la 
marea,  y  en  las  montañas  interiores.  Para  el  buen  montuvio  son  ríos  solo 
los  del  primer  rango  y  sus  tributarios  grandes,  todos  los  demás  afluentes 
«no  son  rios,  Señor,  sino  esteritos  no  mas»  como  dirá  sonriéndoso  de  nuestra 
ignorancia.  Pero  en  la  acceptacion  en  que  tomamos  la  palabra  en  este 
lugar,  el  «Estero»  ni  lleva  agua  siquiera,  es  el  cauce  seco  y  abandonado 
de  un  rio  antiguo.  Tales  esteros  abundan  en  la  región  baja  y  llana  del 
Ecuador  occidental,  en  que  los  rios  corren  en  cauces  poco  estables  y  los 
cambian  cada  rato  con  facilidad.  Algunos  quedan  secos  todo  el  año,  otros 
se  llenan  en  invierno  con  las  aguas  de  lluvia  ó  por  una  comunicación  tem- 
poral con  los  rios,  y  estos  son  principalmente  los  proveedores  de  las  Pozas 
y  Pajonales. 

Playas,  vegas  y  bancos  son  efectos  del  agua  corrida  y  se  hallan  de 
consiguiente  á  lo  largo  de  los  rios.  —  Playas  se  llaman  los  planos  casi  al 
nivel  del  agua,  cubiertos  de  arena  muerta  en  el  curso  inferior,  y  de  cascajo 
mas  ó  menos  grueso  en  el  curso  superior  y  medio  de  los  rios.  Este  material 
es  estéril  y  sujeto  á  cambios  continuos,  porque  el  rio,  cada  vez  que  crece, 
inunda  la  playa,  arrastra  los  materiales  viejos  y  deposita  nuevos.  Hay  rios 
de  cauces  superficiales,  que  poseen  playas  muy  anchas,  y  en  tales  lugares 
se  bifurcan  y  se  ramifican  con  facilidad.  Ya  conocemos  los  ejemplos  de  los 
rios  de  Balao  y  de  Rircay.  Vegas  se  forman  solo  en  los  rios  que  poseen 
cauces  algo  hondos  y  corren  con  alguna  fuerza.  Son  los  depósitos  de  tierra 
vegetal  mezclada  con  lodo  y  arena  fina,  que  se  forman  en  el  talud  del  cauce, 
siempre  al  lado  opuesto  á  la  corriente  mas  fuerte  del  rio. 

Las  vegas  son  terrenos  movedizos,  cambian  con  la  corriente  con  fre- 
cuencia de  lugar,  y  se  renuevan  casi  todos  los  años  durante  el  invierno, 
cuando  los  rios  están  llenos  y  arrastran  mucho  material  en  suspensión.  A 
la  vega  corresponde  el  barranco  al  lado  opuesto  del  rio,  es  decir  al  lado  de 
la  mayor  corriente,  que  quita  continuamente  algo  del  talud  del  cauce  y  lo 
convierte  en  un  barranco  casi  vertical.  La  alternativa  de  vegas  y  barrancos 
se  puede  observar  especialmente  en  los  rios  que  dan  muchas  vueltas,  como 


122  topografía.  —  capítulo  ni. 

p.  ej.  el  rio  Daulo.  A  cada  vuelta  corresponde  su  vega  y  su  barranco.  El 
terreno  de  las  vegas  es  sumamente  feraz  y  desempeña  un  gran  papel  en  la 
agricultura  del  pais,  aunque  se  presta  solo  al  cultivo  de  las  plantas  anuales, 
como  del  tabaco,  arroz,  mais  y  de  legumbres. 


Los  bancos  son  en  comparación  con  las  vegas  un  fenómeno  mucho 
mas  grandioso  y  aun  mas  importante  para  la  agricultura.  Sin  los  bancos 
las  provincias  del  Guayas  y  de  Los  Ríos  no  serían  lo  que  son,  el  emporio 
del  cacao  y  el  centro  de  la  agricultura  ecuatoriana. 

El  material  que  compone  los  bancos  es  parecido  al  de  las  vegas;  es 
una  tierra  arenosa  y  muy  sustanciosa,  quo  deja  las  raices  penetrar  y  expan- 
derse  con  facilidad  y  retiene  bien  la  humedad,  á  pesar  de  no  ser  muy  com- 
pacta. Este  terreno  feraz  que  también  se  llama  terreno  «de  pan  sembrar; 
forma  la  zona  próxima  al  cauce  del  rio  con  un  ancho  variable  de  pocas  á 
muchas  cuadras,  y  es  el  producto  de  aluvión  del  rio  mismo.  El  banco  es 
algo  mas  alto  (á  veces  solo  '/j  °  1  metro)  que  las  sabanas  que  siguen  á 
sus  espaldas,  y  tiene  la  tendencia  de  extenderse  hacia  ellas  por  los  nuevos 
aluviones,  que  le  vienen  sea  del  lado  de  la  sabana,  cuando  se  halla  anegada, 
sea  del  lado  del  río,  cuando  este  en  ocasiones  se  trasborda  ó  inunda  el  banco 
mismo.  Este  seguirá  creciendo  en  altura  y  ancho,  hasta  que  las  crecientes 
del  rio  ya  no  llegan  ú  inundarlo.  Pero  también  el  principio  y  la  primera 
formación  de  un  banco  no  es  difícil  de  comprender.  Supongamos  que  un 
rio  se  abra  un  nuevo  cauce  por  una  sabana  baja.  El  río  correrá  casi  al 
nivel  de  la  sabana  en  un  cauco  superficial;  con  la  menor  creciente  inundará 
todo  el  terreno  adyacente,  y  los  materiales  mas  pesados,  la  arena,  se  de- 
positará en  las  inmediaciones  de  la  orilla,  mientras  que  las  partículas  finas 
de  arcilla,  que  el  agua  lleva  en  suspensión,  formarán  un  depósito  sumamente 
delgado  en  la  sabana  mas  adentro.  Este  procedimiento  se  repite  con  fre- 
cuencia, y  en  pocos  años  tendremos  á  lo  largo  del  rio  un  banco  mas  ó  menos 
ancho,  que  disminuye  en  espesor  conforme  se  aleja  del  rio.  Tendrá  tal  vez 
dos  metros  de  altura,  cuando  la  sabana  no  se  levantó  todavia  de  un  cuarto 


LA   REGIÓN   OCCIDENTAL.  123 

de  metro,  ademas  se  compondrá  del  material  arenoso  característico  del  banco, 
y  la  sabana  recibió  el  lodo  arcilloso  propio  do  los  sartenejales.  —  Es  claro 
que  tales  bancos  no  pueden  formarse  en  todas  partes,  sino  solamente  en  la 
región  en  que  los  ríos  llevan  el  material  á  propósito,  y  donde  favorecen  las 
condiciones  topográficas,  que  es  comunmente  en  su  curso  medio.  Como 
los  bancos  rara  vez  pasan  el  ancho  de  5  ó  6  cuadras,  el  terreno  fértil  que 
constituyen,  seria  muy  reducido,  si  se  encontrasen  solo  á  lo  largo  de  los 
rios  actuales;  pero  se  hallan  también  á  lo  largo  de  todos  los  «Esteros»,  es 
decir  de  los  rios  antiguos  y  abandonados,  y  como  el  número  de  estos  es 
muy  grande,  los  bancos  cruzan  todo  el  pais  y  se  aumentan  de  año  en  año. 
Muchas  veces  sirven  para  determinar  el  curso  antiguo  de  un  rio,  aun  cuando 
el  «Estero»  haya  desaparecido  completamente  desde  mucho  tiempo. 

Las  lomas  son  un  fenómeno  de  otra  categoría  y  pertenecen  á  una  for- 
mación geológica  algo  mas  antigua,  que  los  términos  explicados  hasta  ahora, 
los  cuales  todos  se  referían  á  modificaciones  de  la  misma  formación  aluvial. 
Aunque  «loma»  significa  cualquier  altura  pequeña  prolongada  con  pendientes 
cortos,  en  las  provincias  bajas  se  entiende  con  «las  lomas»  una  región  espe- 
cial, en  oposición  á  las  tembladeras  y  sabanas.  Se  podría  decir  que  las 
lomas  son  sabanas  unduladas.  En  efecto,  aunque  la  vegetación  es  algo 
distinta,  sinembargo  en  el  aspecto  exterior,  en  su  vegetación  gramínea,  en 
los  arboles  y  grupos  de  árboles  aislados  se  parecen  las  dos  zonas,  y  en 
orden  económico  se  complementan,  pues  las  lomas  sirven  al  ganado  de  in- 
vernadero. Cuando  en  la  estación  lluviosa  las  tembladeras  son  inaccesibles, 
cuando  las  sabanas  se  hallan  anegadas,  el  ganado  se  retira  á  las  lomas  y 
encuentra  un  pasto  excelente  y  abundante.  Las  lomas  se  extienden  á  voces 
sobre  espacios  grandes,  en  que  las  crestas  de  las  ondas  tienen  aproximada- 
mente la  misma  altura  y  los  vallecitos  intermedios  la  misma  profundidad; 
también  se  observa  un  cierto  paralelismo  en  ellos  como  en  las  ondas  del  mar, 
con  que  se  puede  comparar.  El  terreno  es  comunmente  arenoso  y  hasta 
cascajoso,  por  esto  seco,  y  solo  en  invierno  se  forman  riachuelos  en  los  pe- 
queños valles,  á  cuyo  borde  se  hallan  bosquecitos  umbrosos.  La  altura  de 
las  lomas  es  variable;  en  algunos  parajes  tiene  solo  de  4  á  8  metros,  en  otros 
llega  de  15  á  20  metros. 

Las  lomas  son  la  primera  grada  en  la  escala  hipsométrica  del  pais  y  la 
penúltima  en  la  geológica,  pues  su  formación  precedió  inmediatamente  á  la 
aluvial,  y  se  verificó  en  la  época  cuaternaria,  probablemente  como  depósito 
de  un  mar  poco  profundo. 

Ya  conocimos  tales  lomas  en  la  cercanía  de  Túmbez;  pero  en  su  de- 
sarrollo típico  se  puede  estudiarlas  á  ambos  lados  del  rio  Daule  medio,  por 
ejemplo  entre  Santa  Lucia  y  Balzar,  ó  entre  el  rio  Colimes  y  el  de  Puca. 


1Ü4  TOPOGRAFÍA.    —  CAPITULO   ID. 

•Sección  II*.    El  sistema  fluvial  del  rio  Guayas. 

El  sistema  fluvial  del  rio  Guayas  es  el  mas  extenso,  el  mas  hermoso  y 
el  mas  importante  de  todo  el  Ecuador  occidental,  y  —  podemos  agregarlo  sin 
exageración  —  de  toda  la  costa  sudamericana,  desde  Panamá  hasta  Valparaíso. 
En  la  sección  anterior  hemos  conocido  el  curso  inferior  del  Guayas  y  su 
delta,  ademas  algunos  tributarios  que  recibo  on  esta  parte  del  lado  de  la 
Cordillera.  Ahora  trataremos  de  su  curso  medio  y  superior,  y  de  todos  sus 
afluentes  que  le  engruesan  desde  la  boca  el  rio  Daule  hacia  arriba.  Inmedia- 
tamente abajo  do  esta  boca  el  rio  se  estrecha  entre  los  cerros  de  Guayaquil 


y  los  de  Caira  (ó  de  Duran),  como  ya  he  dicho  en  otro  lugar,  y  esta  cadena 
de  cerros  es  la  linea  divisoria  entre  el  sistema  fluvial  inferior  y  el  medio, 
entre  las  llanuras  de  abajo  y  las  de  arriba.  Esos  cerritos,  que  al  lado  do 
Duran  y  cerca  de  Guayaquil  no  llegan  á  la  altura  de  100  metros,  son  el 
principio  de  una  Cordillera  geológica  y  geográficamente  muy  importante; 
continúan  al  Oeste  del  Estero  Salado  en  la  Cordillera  de  Chongon  y  en  la  de 
Colonche  hasta  el  mar,  levantándose  á  alturas  muy  considerables  de  600  y 
800  metros.  La  alineación  de  los  cerros  de  E  á  O  se  observa  muy  bien 
cerca  de  Guayaquil.  Al  lado  de  Duran  comienzan,  una  legua  del  rio  adentro, 
ú  levantarse  cinco  cerritos  aislados  de  la  sabana  y  tembladera;  después  se 
reúnen  varios  en  una  cadenita,  que  llega  hasta  la  orilla  del  rio  (cerca  de  la 
estación   del  ferrocarril).     Sigue  la   gran  interrupción  del   rio  Guayas   de 


LA   REGIÓN   OCCIDENTAL.  125 

1500  metros,  en  la  cual  se  levanta  solo  la  islita  del  tCem/o»,  como  la 
cúspide  de  una  colina  subfluvial,  que  es  un  eslabón  de  la  misma  cadena.*) 
Á  la  orilla  derecha  se  levantan  escarpadas  días  Peñas»  al  cerro  de  Santa 
AnOj  á  cuya  falda  meridional  se  acuesta  la  hermosa  reina  del  Guayas  en  la 
sombra  de  los  palmares.  Con  el  cerro  de  Santa  Ana  principia  otra  cadenita 
que  sigue  en  la  extensión  de  una  milla,  por  las  alturas  del  Carmen,  y  acaba 
en  el  cerro  del  Manicomio,  que  cae  precipitado  á  la  sabana.  Una  última 
interrupción  de  1000  metros  de  ancho,  separa  los  cerritos  de  Guayaquil  de 
los  del  Estero  Salado.  Por  esta  angostura  comunican  las  sabanas  del  Sur 
con  las  del  Norte,  y  por  ella  se  introduce  el  Salado  para  subir  con  sus  úl- 
timas ramificaciones  hasta  las  cercanías  de  Mapasingue,  una  legua  al  Norte 
de  Guayaquil.  Al  Oeste  del  Estero  Salado  los  cerros  so  levantan  pronto  á 
alturas  mayores  y  la  cadena  se  ensancha.  A  la  distancia  de  2  millas  del 
Salado  encontramos  todavía  una  depresión  fuerte,  que  sinembargo  no  llega 
al  nivel  de  la  sabana.  Por  ella  pasa  el  camino  de  Sta.  Elena  entre  Puente 
grande  y  Agua-piedra.  Pero  de  allí  se  alza  el  ancho  macizo  de  la  Cordillera 
de  Chongon  con  el  Cerro  a£-ul9  y  no  se  encuentran  en  adelante  interrupciones 
notables  en  la  cresta  central  de  la  cadena,  hasta  la  provincia  de  Manabi. 

Conviene  que  desde  ahora  sigamos  el  curso  ulterior  de  esta  Cordillera, 
que  es  la  mas  importante  de  todo  el  Ecuador  occidental,  y  separa  netamente 
el  sistema  fluvial  del  Guayas  de  la  región  que  sera  el  tema  de  la  sección 
siguiente.  —  Aunque  el  rumbo  general  de  la  Cordillera  es  de  E  á  O,  se 
observa,  sinembargo,  desde  Guayaquil  la  tendencia  de  una  declinación  al 
Norte,  y  esta  tendencia  es  todavía  mas  pronunciada  desde  el  sitio  de  Juntas, 
que  se  halla  á  su  pié  meridional.  Un  poco  mas  allá  de  este  punto  toma  su 
curso  al  NO,  acercándose  mas  y  mas  al  mar  y  alcanzando  al  mismo  tiempo 
su  mayor  elevación.  Aquí  se  llama  Cordillera  de  Colonche,  y  al  entrar  en 
la  Provincia  de  Manabi  sigue  el  rumbo  de  la  costa  misma,  que  es  de  S  á 
N,  hasta  Io  25'  Lat.  S,  poco  mas  ó  menos.  El  valle  ancho  del  aRio  seco», 
que  viene  de  las  llanuras  de  Jipijapa  á  salir  al  mar,  interrumpe  su  curso  y 
la  separa  de  las  montañas,  que  al  otro  lado  del  valle  siguen  hasta  las  cer- 
canías de  Montecristi  y  Manta.  Pero  al  Sur  del  valle  del  Rio  seco  se  en- 
cuentra la  Cordillera  con  la  de  los  cerros  de  Pajan  y  de  Puca,  que  tiran 
de  SO  á  NE  y  separan  la  hoya  de  Jipijapa  y  del  rio  de  Portoviejo  de  las 
cabeceras  de  los  rios  Pajan  y  Puca,  que  tributan  al  Daule.  De  tal  modo  se 
presenta  sobre  el  mapa  como  una  sola  cordillera,  que  principiando  cerca  de 

*)  El  Cerrito  es  la  única  isla  del  rio  Guayas,  que  no  consta  de  aluviones  modernos, 
sino  de  peña  viva,  y  es  el  resío  de  una  antigua  formación  geológica.  Por  esto  subsistirá, 
por  mas  pequeña  que  sea,  aun  cuando  las  otras  (como  la  de  Santa  Kosa)  desaparezcan 
ó  cambien  de  lugar. 


126  TOPOGRAFÍA.  —  CAPÍTULO  iii. 

Guayaquil  describe  casi  un  semicírculo  hacia  el  Oeste,  cuya  cuerda  es  el 
rio  Daule,  y  cuyo  extremo  setentrional  se  acerca  mucho  á  este  rio  (sin  to- 
carlo), enfrente  de  Balzar.  —  Al  Norte  del  rio  Puca  y  de  Balzar  los  cerros 
divisorios  entre  el  sistema  del  Daule  y  los  rios  de  Manabi  se  rebajan  mucho 
y  pierden  mas  y  mas  su  carácter  de  cordillera;  sin  dinstinguirse  una  pro- 
nunciada cresta  central,  la  linea  divisoria  sigue  mas  ó  menos  el  rumbo 
al  N  y  NNE,  y  pasadas  una  vez  las  cabeceras  del  rio  de  Chone,  se 
tuerce  con  irregularidad  hacia  NE  y  E  entre  las  del  rio  Daule  y  las  de  los 
tributarios  del  rio  Esmeraldas.  En  esta  región  entre  Chone  y  Santo  Domingo 
de  los  Colorados,  no  se  puede  hablar  de  una  «Cordillera»  divisoria.  Todo 
el  pais  se  parece  á  una  meseta  extensísima,  en  que  los  rios  hicieron  sus  in- 
cisiones, y  que  se  inclina  muy  suavemente  hacia  el  Oeste,  hacia  el  Norte  y 
hacia  el  Sur,  de  manera  que  forma  una  bóveda  sumamente  aplastada,  sobre 
la  cual  nacen  las  cabeceras  de  aquellos.  El  eje  longitudinal  de  la  bóveda 
corre  de  NEE  á  SOO;  sus  pendientes  setentrionales  y  orientales  pertenecen 
al  sistema  del  Esmeraldas,  las  meridionales  al  del  rio  Guayas,  y  hacia  el 
occidente  nacen  algunos  rios  litorales  de  Manabi.  Sobre  dicha  bóveda  y 
siguiendo  la  linea  divisoria  de  las  aguas,  se  ha  proyectado  el  ferrocarril  de 
Bahía  de  Caráques  a  Quito,  y  se  ha  abierto  una  trocha  provisoria.  —  Para 
circunscribir  todo  el  sistema  del  rio  Guayas,  agregaremos  que  hacia  el  oriente 
está  limitado  por  la  Cordillera  alta  desde  el  Azuay  hasta  el  Quilotoa  y  la 
Cordillera  de  Chugchilan  y  Sigchos.  Á  él  pertenecen  también  las  hoyas 
interandinas  de  Alausi  y  de  Chimbo,  que  sinembargo  están  fuera  del  campo 
de  nuestras  consideraciones  actuales.  Solo  al  lado  sur  de  la  banda  oriental 
del  Guayas  nuestro  sistema  no  tiene  un  límite  natural  por  todo  su  ancho, 
porque  desde  el  último  cerrito  al  E  de  Duran  se  confunde  con  la  región  que 
hemos  tratado  en  la  sección  anterior.  Podemos  limitarlo  con  una  linea 
imaginaria,  que  tiramos  desde  aquel  cerrito  entre  el  rio  de  Boliche  y  el  de 
Chimbo,  respectivamente  del  Chanchan,  hasta  la  Cordillera. 

El  sistema  completo  del  Guayas  (tomándolo  desde  la  boca  del  rio  Daule) 
se  extiende  sobre  una  área  de  34500  km.Q  (=1114  leg.  □),  de  los  cuales 
pertenecen  25900  km.Q  (=836  leg.  □)  á  la  región  litoral  y  8600  km.Q 
(=278  leg.  □)  á  la  región  andina. 

A  la  entrada  de  la  región,  que  vamos  á  describir  sistemáticamente,  y 
en  el  limite  entre  el  Guayas  inferior  y  su  sistema  medio,  se  halla  Guayaquil 
á  su  ribera  derecha.  Esta  ciudad,  que  es  la  capital  de  la  provincia  del 
Guayas  y  la  capital  comercial  de  toda  la  República,  ocupa  una  posición 
ventajosísima  en  su  calidad  de  Puerto  principal  del  pais,  cerca  de  la  con- 
fluencia de  tantos  rios  navegables,  y  en  un  lugar  que  es  accesible  para  los 
vapores  y  barcas  marinas  de  mayor  calado.    Los  fundadores  de  Guayaquil 


LA   REGIÓN    OCCIDENTAL. 


127 


acertaron  admirablemente  con  la  elección  del  sitio;  mas  arriba  faltaba  el 
agua  al  puerto,  mas  abajo  (p.  ej.  en'  Puna)  estaba  demasiado  lejos  de  las 
regiones  mas  ricas  en  productos  agrícolas  y  de  exportación,  se  dificultaba 
la  comunicación  con  ellas  mediante  pequeñas  embarcaciones,  que  ahora  es 
facilísima.  Por  su  posición  astronómica  he  aceptado  la  que  dan  las  cartas 
marítimas  modernas  en  82"  11' 33"  Long.  O  de  París,  y  2°12'0"  Lat-  Sur. 
—  Reclinada  con  la  parte  setentríonal,  que  se  llama  Ciudad  vieja,  á  la  colina 
de  Santa  Ana,  se  extiende  Guayaquil  á  lo  largo  del  rio  por  B%  kilómetros, 
y  hacia  la  sabana  su  mayor  ancho  (por  la  calle  del  9  de  Octubre)  mide  un 
kilómetro  y  medio.     Aquí  os  donde  el  Estero  Salado  se  acerca  mas  al  rio 


Guayas,  pues  la  distancia  entre  las  orillas  de  les  dos  no  es  mas  que  de 
2100  metros,  y  es  probable  que  en  tiempo  no  muy  lejano  la  ciudad  ocupará 
todo  este  estrecho.  El  plano  de  Guayaquil,  con  excepción  de  una  pequeña 
parte  de  Ciudad  vieja,  se  halla  casi  al  nivel  del  mar  y  por  esto  el  rio  Guayas 
y  el  Estero  Salado  están  sujetos  á  las  mareas  tan  fuertes,  como  la  costa 
misma  del  mar,  y  en  tiempo  de  los  aguajes  la  diferencia  entre  pleamar  y 
bajamar  llega  á  4  metros.  Esta  es  la  razón,  porque  el  río  lleva  agua  sa- 
lobre, es  decir  muy  mezclada  con  agua  del  mar,  y  no  es  potable  sino  en 
tiempo  del  invierno,  cuando  las  inmensas  cantidades  de  agua  dulce  que 
vienen  del  interior,  vencen  el  impuje  de  las  aguas  saladas,  y  la  mezcla  se 
verifica  mas  abajo  cerca  de  Puna,  á  la  entrada  en  el  golfo.  También  se 
explica,  que  los  alrededores  de  Guayaquil,  aunque  no  carezcan  de  ameni- 
dades, no  se  prestan  mucho  al  cultivo  sino  de  aquellas  plantas,  que  echan 


128  topografía.  —  capítulo  m. 

raices  poco  profundas  ó  prefieren  un  terreno  salobre,  como  la  palma  de  coco; 
porque  en  consecuencia  de  las  infiltraciones  del  rio  y  del  Estero  Salado  el 
terreno  está  impregnado  de  agua  salobre,  y  esta  brota  en  abundancia  do- 
quiera que  se  haga  un  hueco  de  uno  ó  dos  metros  de  profundidad.  Ademas 
los  terrenos  de  la  sabana  y  de  los  cerros  cascajosos  de  suyo  no  son  feraces, 
y  la  primera  produce  á  lo  mas  un  escaso  pasto  en  invierno. 

Aunque  bien  podemos  hablar  de  un  t sistema»  superior  del  rio  Guayas, 
el  rio  pierde  su  nombre  arriba  de  Guayaquil  desde  la  boca  del  Daule,  y  se 
llama  rio  de  Bodegas,  según  la  ciudad  de  este  nombre  que  se  halla  en  su 
curso  superior.  Para  proceder  con  orden  en  el  redaje  de  rios,  en  que  vamos 
á  entrar,  conviene  enumerar  los  tributarios  principales,  de  que  cada  uno 
forma  un  sistema  extenso  aparte,  y  de  consiguiente  una  subdivisión  de  esta 
sección.  mEl  rio  Daule  es  el  tributario  mas  importante  y  mas  largo  de  todos, 
y  forma  con  el  de  Bodegas  el  rio  Guayas.  Sigue  el  rio  de  Yaguachi,  que 
no  es  otro  que  el  Chimbo  y  entra  del  lado  oriental  al  Bodegas,  5  leguas  (en 
linea  recta)  arriba  de  Guayaquil.  En  continuación  tenemos  del  lado  derecho 
el  rio  de  Vinees  y  Quevedo  con  el  laberinto  de  sus  diferentes  desemboca- 
duras; y  finalmente  el  rio  de  Caracol  y  de  Zapotal  con  todas  sus  dependen- 
cias en  su  curso  inferior,  que  no  son  menos  enredadas,  que  las  del  rio  an- 
terior. Estos  cuatro  rios  son  los  principales  del  sistema,  y  el  Bodegas  mismo 
pierde  desde  su  confluencia  con  el  de  Caracol  su  importancia,  porque  hacia 
mas  arriba  lleva  poco  caudal  y  sus  ramificaciones  se  pierden  pronto  en  los 
valles  occidentales  de  la  Cordillera.  También  los  demás  rios  orientales  entre 
el  Bodegas  superior  y  el  rio  de  Yaguachi  son  insignificantes. 

Principiemos  con  la  descripción  del  tronco,  que  es  el  rio  de  Bodegas. 
Su  dirección  general  entre  Guayaquil  y  Babahoyo  (que  es  lo  mismo  que 
Bodegas)  es  de  SO  á  NE  (corre  naturalmente  en  dirección  opuesta,  porque 
ahora  subimos  en  el  rio),  sinembargo  hace  vueltas  tan  grandes  y  caprichosas, 
que  en  un  primer  viaje  será  difícil  orientarse.  Asi,  por  ejemplo,  navegamos 
de  Guayaquil  2  leguas  al  Norte  hasta  la  punta  de  la  isla  de  Mocolí,  en  se- 
guida V¡4  legua  al  Este,  después  otra  legua  al  Norte  hasta  la  hacienda  de 
Palo  largo,  y  finalmente  ll/4  legua  al  Este  á  la  boca  de  Yaguachi.  Hasta 
aquí  el  rio  tiene  de  2000  a  1500  metros  de  ancho,  pero  desde  la  boca  de 
Yaguachi  se  estrecha  considerablemente,  y  nos  dirigimos  de  nuevo  recto  al 
N.  A  poca  distancia  el  rio  se  bifurca,  abrazando  con  los  dos  canales  casi 
de  un  mismo  ancho  la  isla  de  Guare,  que  tiene  casi  media  legua  de  largo. 
Arriba  de  Guare  entra  del  lado  derecho  la  boca  de  Cañas,  una  de  las  bocas 
del  rio  Vinees,  y  el  rio  hace  una  vuelta  larga  hacia  Este  al  rededor  de  la 
isla  de  la  Vega,  que  está  enfrente  de  Zamborondón;  pero  nosotros  pasamos 
de  Guaní,   después  de   una  pequeña  virada  al  NE,  derecho  al  Norte  por  el 


LA  REGIÓN  OCCIDENTAL.  129 

estero  de  Chinguero,  cortando  así  aquella  vuelta  larga.  Hace  50  años,  que 
Chinguero  era  un  esterito  pequeño,  por  el  cual  traficaban  las  canoas  con  la 
marea  alta,  ahora  lo  cruzan  los  vapores  con  facilidad,  se  ensancha  diaria- 
mente y  ya  constituye  el  cauce  principal  del  rio,  embancándose  y  cerrán- 
dose mas  y  mas  el  antiguo  cauce  al  rededor  de  la  isla.  Á  la  vuelta  del 
estero  de  Chinguero  estamos  enfrente  del  pueblo  de  Zamborondón,  á  la 
distancia  de  7  leguas  (en  linea  recta)  de  Guayaquil.  Los  vapores  hacen 
este  viaje,  á  favor  de  la  marea  en  3  ó  4  horas.  Hasta  aquí  sube  con  las 
mareas  el  agua  salobre  en  verano;  mas  arriba  el  rio  siempre  lleva  agua 
dulce,  y  aunque  la  marea  suba  mas  allá  de  Bodegas,  consiste  solo  en  el  re- 
flujo de  las  aguas  dulces.  Esta  circunstancia  en  unión  con  la  diferencia  del 
terreno  explica  el  cambio  notable  del  paisaje,  que  observa  el  viajero  al  pasar 
de  Zamborondón.  Este  pueblo  marca  el  límite  de  dos  regiones  distintas: 
hacia  abajo  se  extiende  la  de  las  sabanas  con  las  haciendas  de  ganado,  hacia 
arriba  sigue  la  de  las  vegas  y  de  los  bancos  con  las  haciendas  de  cacao  y 
café;  la  primera  excluye  la  agricultura,  la  segunda  la  reúne  con  la  ganadería. 

Entre  Guayaquil  y  Zamborondón  las  orillas  del  rio  quedan  abiertas;  á 
ambos  lados  se  extienden  las  sabanas  libres,  que  mas  adentro  pasan  á  las 
tembladeras;  bancos  de  «pan  sembrar»  no  se  forman,  porque  el  rio  aquí  no 
lleva  en  suspensión  los  materiales  necesarios,  y  cuando  aniega  las  sabanas, 
sus  aguas  turbias  despositan  solamente  aquella  lama  fina,  que  endurecida  se 
parece  á  la  arcilla  y  constituye  el  terreno  de  las  sabanas  y  de  los  sartene- 
jales. Apesar  de  cierta  monotonía,  esta  región  no  carece  de  perspectivas 
pintorescas,  sobre  todo  en  invierno  cuando  la  sabana  se  presenta  cubierta 
de  una  alfombra  de  verdor  primoroso,  y  el  ganado,  que  en  verano  prefiere 
la  cercanía  de  las  tembladeras,  sale  por  millares  á  las  orillas  del  rio.  Los 
grupos  de  palmas  de  coco  y  los  arboles  sombríos  del  Mango,  que  no  faltan 
en  la  cercanía  de  las  haciendas,  completan  el  cuadro  idílico  y  nos  hacen 
olvidar  la  pobreza  relativa  de  la  flora  sabanera.  La  única  elevación  del 
terreno  que  encontramos  en  las  inmediaciones  del  rio,  es  el  cerrito  de  Calen- 
tura, que  trae  su  nombre  de  una  hacienda  del  mismo  nombre,  una  legua 
arriba  de  Guayaquil,  y  que  es  de  la  misma  naturaleza  que  los  cerros  de 
Cabra  y  de  Guayaquil.  Los  afluentes  que  recibe  el  rio  de  Bodegas  hasta 
Zamborondón  de  ambos  lados,  son,  exceptuando  los  ríos  de  Yaguachi  y  de 
Vinces,  tan  insignificantes,  que  no  merece  la  pena  enumerarlos.  Aquí  cabe 
la  expresión  que  son  «esterítos  no  mas»,  porque  todos  son  desaguaderos  de 
las  sabanas  y  tembladeras,  y  están  sujetos  á  la  alternativa  de  las  mareas. 

Sigamos  nuestro  viaje  de  Zamborondón  por  arriba.  El  rio  de  Bodegas 
se  reduce  pronto  á  menos  de  la  mitad  de  su  ancho  anterior,  y  la  dirección 
de  NE  es  mas  constante.    Dejamos  muy  pronto  á  nuestra  izquierda,  es  decir 

Wolf,  Ecuador.  9 


130  TOPOGBAPIA.   —   CAPÍTULO  HL 

en  la  orilla  derecha  del  rio,  la  boca  de  otro  brazo  del  rio  Vincos,  y  pasamos 
después  la  pequeña  isla  de  Silva,  que  se  halla  en  medio  del  rio.  Á  poco 
trecho  y  l1/*  legua  arriba  de  Zamborondón,  nos  encontramos  con  una  bifur- 
cación notable  del  rio  que  forma  algunas  islas  grandes.  £1  brazo  que  se 
separa  en  dirección  al  Este,  se  Dama  Estero  de  Chijo,  y  después  de  rodear 
dos  islitas  (la  que  se  halla  en  la  boca,  se  llama  de  Ángulo)  se  divide  de 
nuevo,  abrazando  con  sus  dos  canales  la  isla  de  Flores,  que  tiene  dos  leguas 
de  largo.  Estos  dos  brazos  con  la  isla  intermedia  se  tienden  de  SO  á  NE, 
y  después  de  unirse  de  nuevo  en  la  cercania  de  sitio  de  Jujan,  vá  el  Estero 
al  Norte  para  salir  al  rio  de  Bodegas  en  la  Boca  de  las  Peñas,  media  legua 
abajo  de  Babahoyo,  cercando  del  tal  modo  la  isla  grande  que  no  lleva  nombre 
propio.  Todo  el  brazo  del  Chijo  con  sus  ramas  lleva  bien  el  nombre  de 
«estero»,  porque  en  efecto  se  parece  mas  á  tal  que  no  á  un  rio,  quedando 
casi  seco  en  bajamar  y  llenándose  solo  durante  la  marea  creciente.  —  Entre 
tanto  navegamos  por  el  rio  principal,  conservando  todavía  el  mismo  rumbo 
desde  la  boca  de  Chijo  hasta  la  gran  vuelta  de  Cabonda.  De  ahí  nos  diri- 
gimos con  un  codo  muy  fuerte  al  O  y  NO,  hasta  la  Boca  de  Baba,  en  cuyo 
sitio,  y  pocas  cuadras  mas  arriba  (boca  del  Arenal)  desaguan  las  últimas 
venas  del  sistema  del  rio  Vinces.  Vuelve  el  rio  á  su  dirección  antigua  de 
NE,  y  seguimos  sin  novedad  hasta  la  cercania  de  Pimocha.  Algunas  cuadras 
abajo  de  este  pueblo  se  repite  el  mismo  fenómeno  que  encontramos  cerca 
de  Zamborondón,  de  que  el  rio  hace  con  su  cauce  antiguo  medio  embancado 
una  vuelta  al  Este  al  rededor  de  una  isla,  mientras  que  un  brazo,  antes  pe- 
queño, se  ensanchó  y  constituye  actualmente  el  cauce  principal. 

El  cauce  antiguo  se  llama  estero  del  Tejar,  por  salir  al  rio  grande  al 
lado  de  la  hacienda  de  este  nombre,  arriba  de  Pimocha.  Muy  cerca  de  la 
punta  inferior  de  la  isla  y  al  lado  derecho  del  rio  se  halla  el  pequeño  pueblo 
de  Pimocha  sobre  la  boca  del  rio  de  Pueblo  viejo,  que  pertenece  al  sistema 
del  rio  de  Zapo  tal,  y  antiguamente  ha  sido  su  vena  principal,  antes  de  que 
el  rio  de  Caracol  se  conquistase  esta  prerogativa.  Pimocha  dista  de  Zam- 
borondón 4  leguas,  y  dos  de  Bodegas.  —  Un  poco  arriba  del  pueblo  el  rio 
tira  al  Este  hasta  mas  allá  de  la  boca  del  Tejar,  después  al  Noreste  hasta 
la  boca  de  las  Peñas,  donde  se  reúne  con  el  estero  de  Chijo,  y  finalmente 
hacemos  una  vuelta  larga  al  N  y  NE  para  llegar  á  Babahoyo  ó  Bodegas. 

La  región  entre  Zamborondón  y  Bodegas  se  caracteriza  por  los  «bancos» 
á  lo  largo  del  rio,  que  con  su  variada  y  exuberante  vegetación  constituyen 
un  paisaje  lindísimo,  en  que  cambia  continuamente  la  decoración,  conforme 
que  avanzamos  entre  los  cacaotales,  cafetales,  cañaverales,  vegas  sembradas 
de  tabaco  y  arroz,  y  los  frutales  de  toda  clase  al  rededor  de  las  numerosas 
haciendas.    Tampoco  no  faltan  las  sabanas  abiertas,  que  de  trecho  en  trecho 


LA  REGIÓN   OCCIDENTAL.  131 

interrumpen  los  bancos  y  llegan  hasta  las  orillas  del  rio.  Pues  es  de  saber, 
que  los  bancos  componen  una  zona  angosta,  y  que  en  todas  partes  se  en- 
cuentran á  su  espalda  las  sabanas,  especialmente  al  lado  oriental,  que  á 
poca  distancia  del  rio  participa  todavía  en  mucho  de  la  región  que  dejamos 
abajo  de  Zamborondón.  La  parte  occidental,  desde  la  boca  de  Baba  por 
arriba,  está  cruzada  también  á  mayores  distancias  del  rio  por  los  bancos, 
que  acompañan  el  redaje  de  rios  y  esteros  secos,  que  por  allá  se  encuen- 
tran. —  La  región  es  absolutamente  plana;  solo  al  NO  de  Zamborondón  y 
á  la  distancia  de  media  legua  del  pueblo,  se  levanta  entre  los  dos  brazos 
principales  del  rio  Vinces  el  cerro  de  Zamborondón,  rodeado  al  O  de  tem- 
bladeras y  al  E  de  sabanas.  Es  una  montaña  cónica,  cuyo  cúspide  encontré 
en  268  metros  de  altura;  sobre  una  prolongación  oriental  de  la  base  se 
levanta  otro  cerrito  que  apenas  llega  á  la  mitad  de  aquella  altura.  En  un 
pais  montañoso  un  cerro  de  268  metros  no  merecería  mucha  atención,  pero 
por  su  aislamiento  completo  él  de  Zamborondón  la  llama  en  alto  grado  y 
parece  mucho  mas  elevado  de  lo  que  es.  El  pueblo  le  rodea  con  el  nimbo 
de  tradiciones  fabulosas,  y  para  el  geógrafo  su  cúspide  es  una  señal  trigono- 
métrica magnífica  visible  en  torno  de  6  leguas,  doblemente  apreciada  en 
esas  llanuras,  en  que  á  veces  es  el  único  punto  que  le  facilita  la  orientación.*) 

Babdhoyo  ó  Bodegas  (propiamente  Las  Bodegas  de  Babahoyo)  es  la 
capital  de  la  provincia  de  Los  Rios  y  el  puerto  principal  para  el  interior. 
Se  halla  situado  á  12  leguas  al  NE  de  Guayaquil,  sobre  la  orilla  izquierda 
del  rio  de  su  nombre,  enfrente  de  la  boca  del  rio  de  Caracol.  Una  parte 
de  la  población,  el  pueblo  viejo,  se  encuentra  á  la  orilla  opuesta  del  rio, 
entre  el  triángulo  que  forma  este  con  el  río  mencionado  de  Caracol,  pero  está 
decayendo  de  dia  en  dia,  especialmente  por  ser  su  terreno  muy  bajo  y  en 
invierno  completamente  anegado,  de  suerte,  que  en  esta  época  presenta  el 
aspecto  de  una  población  lacustre  ó  un  pueblo  flotando  en  balsas  sobre  el 
agua.  Hasta  aquí  la  marea  se  hace  muy  notable  y  los  vapores  fluviales  de 
Guayaquil  suben  á  favor  de  ella  también  en  la  estación  de  sequedad;  pero 
mas  allá  y  por  el  rio  de  Caracol  solo  en  invierno,  cuando  los  rios  se  hallan 
muy  crecidos.  En  Bodegas  principia  el  viaje  por  tierra  de  los  que  se  diri- 
gen á  las  provincias  interiores.  Los  vapores  hacen  el  viaje  de  Guayaquil  á 
Bodegas  regularmente  en  ocho  horas. 

Conozcamos  la  región  entre  el  rio  de  Bodegas  y  la  Cordillera  occidental, 
empezando  con  el  rio  Chimbo  inferior  y  el  Chanchan.  La  Cordillera  es 
desde  aquí  aquel  ramal  ó  mejor  dicho  aquella  cadena  paralela  á  la  principal, 

*)  Así  p.  ej.  el  cerro  de  Zamborondón  me  sirvió  para  extender  una  red  de  trian- 
gulaciones desde  Guayaquil  hasta  Bodegas,  que  de  otro  modo  hubiese  exigido  operaciones 
muy  complicadas  y  largas. 

9* 


132  topografía.  —  capítulo  m. 

que  mas  arriba  hemos  Humado  Cordillera  de  Chimbo,  por  formar  el  borde 
occidental  de  la  hoya  ó  del  valle  del  mismo  nombre.  El  valle  de  Chimbo 
acaba  en  Puetite  de  Chimbo,  donde  el  rio  abandona  las  montañas  y  su  rumbo 
N-S,  entrando  en  los  llanos  con  dirección  al  O.  En  este  lugar,  al  lado  del 
aislado  cerríto  de  Ctttuguai,  que  está  enfrente  de  Agua-clara,  el  río  Chanchan, 
que  desagua  la  hoya  interandina  de  Alausí,  se  acerca  mucho  al  Chimbo,  y 
parece  que  antiguamente  un  brazo  comunicaba  en  efecto  con  él,  porque  hasta 
oliera  la  región,  que  sigue  hacia  abajo  entre  los  dos  ríos  hasta  su  confluencia, 
se  llama  La  Isla.    En  general  podemos  decir,  que  el  río  Chimbo  y  el  río 


Flg.  Í7.    Agim-nl 


Chanchan  han  cambiado  con  mucha  frecuencia  sus  cauces  en  esta  región 
entre  el  pié  de  la  Cordillera  y  Yaguachi.  Por  todas  partes  encontramos  los 
antiguos  «esteros»  secos,  y  el  terreno  es  especialmente  en  la  parte  superior, 
es  decir  hasta  donde  los  ríos  arrastraron  con  facilidad  los  materiales  gruesos, 
muy  cascajoso  y  por  eslo  menos  favorable  á  la  agricultura,  aunque  existen 
también  extensos  bancos  y  llanos  con  buena  tierra  vejetal.  Unas  seis  leguas 
al  Oeste  de  Puente  de  Chimbo  los  rios  Chimbo  y  Chanchan  se  reúnen,  des- 
pués de  haber  formado  aquella  larga  lengua  de  tierra  que  se  llama  la  Isla, 
y  que  se  compone  de  playas  y  llanuras  de  cascajo,  cubiertas  de  una  espesa 
vejetacion  de  monte.  Al  Sur  linda  esta  rejion  con  las  montañas  y  el  rio 
de  Bulubulu.   —  Dospues  de  su  confluencia  con  el  Chanchan   sigue   el  rio 


LA  BEGION  OCCIDENTAL. 


133 


Chimbo  todavía  unas  dos  leguas  al  Oeste  en  un  cauce  variable,  ó  mas  bien 
sin  caude,  por  playas  extensas,  con  varios  brazos  enredados.  En  este  punto 
se  acerca  mucho  al  rio  de  Boliche  enfrente  de  las  haciendas  de  Vainilla  y 
Guanábano,  y  durante  las  cercientes  del  invierno  el  primero  transmite  una 
parte  de  sus  aguas  al  segundo.  Poco  á  poco  los  brazos  del  Chimbo  se 
recejen  de  nuevo  en  un  cauce  bien  determinado,  y  el  rio  loma  la  dirección 
constante  al  NO  hasta  su  desembocadura  en  el  rio  de  Bodegas.  —  Al  lado 
de  la  hacienda  de  Chobo  recibe  el  rio  de  Milagro  y  toma  el  nombre  del 
rio  de  Taguachi.  Desde  aquí,  tres  leguas  arriba  de  su  boca,  está  sujeto 
á  las  mareas  y  es  navegable,  aunque  los  vapores  suben  en  verano  solo  hasta 


el  pueblo  de  Yaguachi,  que  se  halla  á  media  distancia  entre  Chobo  y  la 
boca,  sobre  la  orilla  derecho  del  rio.  Una  legua  abajo  y  una  legua  arrilwi 
do  este  pueblo  encontramos  á  ambos  lados  del  rio  una  zona  angosta  de 
bancos,  por  lo  demás  atraviesa  la  región  de  las  sabanas.  —  Un  poco  arriba 
del  pueblo  de  Yaguachi  encontramos  al  lado  sur  la  boca  del  rio  antiguo  de 
Chimbo  y  podemos  seguir  el  estero,  que  solo  en  invierno  lleva  agua,  y  corro 
casi  paralelo  al  rio  actual,  unas  4  leguas  hacia  arriba,  hasta  el  punto  en 
que  este  cambia  de  rumbo,  k  la  orilla  izquierda  de  este  estero  y  una  legua 
distante  del  pueblo  nuevo,  se  hallan  los  pequeños  restos  de  Yaguachi  viejo. 
El  rio  de  Milagro,  aunque  de  poco  caudal,  tiene  sus  cabeceras  muy 
arriba  en  las  montañas  y  al  pié  de  la  Cordillera.  En  su  curso  superior  se 
acerca  mucho  al  rio  Chimbo  en  la    cercanía  del  sitio  de  Barraganetal ,  y 


134  topografía.  —  capítulo  in. 

parece  que  desde  ahí  en  alguna  época  remota  ha  servido  de  cauce  al  Chimbo 
mismo,  ó  á  lo  menos  á  un  brazo  de  él.  Asi  lo  atestiguan  los  esteros  secos 
y  cascajosos  que  cruzan  entre  los  dos  ríos.  También  en  su  curso  inferior 
el  rio  de  Milagro  se  bifurca,  una  legua  arriba  del  pueblo:  un  brazo  (el  prin- 
cipal) vá  derecho  hacia  S00  á  la  boca  de  Chobo,  y  otro,  que  se  llama  rio 
de  Chirijo,  corre  al  0  á  poca  distancia  del  primero  y  casi  paralelo  á  él,  y 
se  pierde  finalmente  en  las  pozas  y  tembladeras,  que  hay  al  N  de  Milagro 
y  de  Yaguachi.  Un  poco  abajo  de  la  bifurcación  indicada  entra  al  rio  de 
Milagro  el  de  Venecia,  que  es  de  poca  cuantía  y  recoje  las  aguas  de  varios 
riachuelos  en  la  cercanía  del  pueblo  de  Naranjito  entre  el  rio  Milagro  y  el 
Chimbo.  Media  legua  distante  de  la  boca  de  Chobo  está  el  floreciente  pueblo 
de  Milagro  sobre  la  ribera  derecha  del  rio,  rodeado  de  cafetales  y  frutales. 

Todos  los  afluentes  del  rio  de  Bodegas  y  del  Estero  de  Chijo  desde  la 
boca  de  Yaguachi  hasta  el  sitio  de  Jujan,  son  insignificantes  y  desaguaderos 
de  las  sabanas,  asi  por  ejemplo  los  esteros  de  Corrales,  de  Ñausa,  del  Con- 
vento etc.  Solo  cerca  de  la  punta  de  la  Isla  de  Flores  entra  al  Estero  de  Chijo 
un  rio  mas  grande,  el  Limonal,  que  sinembargo  lleva  este  nombre  por  pocas 
cuadras  adentro  de  su  boca,  porque  ahí  se  forma  de  dos  ramas  grandes: 
la  setentrional  es  el  rio  de  Chillintomo,  mas  arriba  Eio  blanco,  y  la  meridio- 
nal el  de  Carrizal,  ó  Chagüi  chiquito.  Ambos  nacen  en  las  faldas  inferiores 
de  la  Cordillera,  y  en  su  curso  medio  existen  buenos  bancos  y  algunas  ha- 
ciendas de  cacao. 

El  rio  de  Bodegas  superior  abraza  con  sus  cabeceras  toda  la  falda 
occidental  de  la  Cordillera,  desde  mas  al  Sur  do  Chillanes  hasta  la  latitud 
do  Chapacoto.  La  rama  principal  nace  cerca  de  los  orígenes  del  rio  Chillin- 
tomo  y  acompaña  el  pié  de  la  Cordillera  en  dirección  al  NO  hasta  la  con- 
fluencia del  rio  de  Limón,  que  baja  de  las  alturas  sobre  San  Miguel  de 
Chimbo  y  sobre  Bilovan  por  el  vallo  de  Balsabamba.  Pero  antes,  y  unas 
leguas  mas  arriba,  recibe  del  lado  de  Chillanes  el  rio  de  Chima,  cuyo  curso 
queda  descrito  en  otro  lugar.  El  sitio  en  que  los  dos  rios  se  reúnen,  so 
llama  Juntas,  y  por  esto  el  rio  superior  de  Bodegas  ó  Babahoyo  lleva  tam- 
bién el  nombre  de  rio  Juntas.  —  El  último  tributario  del  rio  de  Bodegas 
superior  es  el  rio  de  Telembela,  que  nace  en  las  alturas  de  Chapacoto  y  se 
llama  en  su  curso  inferior  (en  las  llanuras)  Embarcadero.  Desemboca  cerca 
del  pueblecito  de  la  Mona  y  enfrente  de  la  hacienda  de  San  Pablo.  Está 
enlazado  con  el  rio  do  Limón  por  el  pequeño  Eio  de  Sabaneta,  que  es  de 
formación  artificial,  según  se  dice,  y  derivado  de  aquel  por  un  canal  abierto 
cerca  de  la  hacienda  de  Playas.  Toda  esta  región  entre  Bodegas  y  el  pió 
de  la  Cordillera,  en  que  se  hallan  los  pequeños  pueblos  de  Mona  y  Sabaneta, 
es  muy  baja  y  en  invierno  anegada.    En  los  valles  superiores  de  los  rios 


LA  EEGION   OCCIDENTAL.  135 

se  hallan  plantaciones  de  café  y  caña  de  azúcar,  y  los  trapiches,  es  decir 
molinos  primitivos  de  la  caña. 

Si  ahora  regresamos  de  Bodegas  á  Guayaquil,  registrando  los  ríos  que 
vienen  del  lado  Norte,  debemos  nombrar  en  primer  lugar  el  rio  de  Cara- 
col y  Zapotal.  Este  rio  trae  su  origen  de  muy  lejos,  de  la  Cordillera  de 
Angamarca  en  la  provincia  de  León.  Su  sistema  superior,  que  se  compone 
de  los  ríos  de  Angamarca,  do  Pangua  y  del  Piñafiato,  pertenece  á  la  región 
andina  y  solo  desde  la  confluencia  de  los  últimos  dos,  es  decir  desde  el 
sitio  de  Juntas,  entra  en  la  región  baja  y  lleva  el  nombre  de  Rio  de  Juntas, 
hasta  el  pequeño  pueblo  de  Zapotal,  que  ya  se  halla  en  la  llanura.  Con- 
siderando el  rio  de  Angamarca  como  vena  principal,  podemos  decir  que  el 
rio  corre  desde  su  origen  hasta  Zapotal  de  NE  á  SO;  de  ahi  vira  decidida- 
mente al  Sur,  pero  describe  muellísimas  vueltas  grandes  y  pequeñas  hasta 
su  entrada  en  el  rio  de  Bodegas.  En  el  codo  que  hace  en  Zapotal,  recibe 
el  único  tributario  considerable  del  lado  derecho,  el  rio  de  Calabí  grande 
unido  con  el  Calabí  chico ,  que  vienen  del  Norte  de  una  región  montañosa 
entre  Quevedo  y  la  Cordillera.  El  rio  de  Lechugal,  que  entra  2  leguas  abajo 
de  Zapotal  y  del  mismo  lado  del  rio  de  Quevedo,  es  pequeño.  —  Desde  su 
confluencia  con  el  Calabí  el  rio  Juntas  cambia  su  nombre  con  él  de  Zapo- 
tal,  que  conserva  hasta  Ventanas  poco  mas  ó  menos.  En  este  trecho  no 
se  aleja  mucho  del  pió  de  las  montañas,  y  los  cerros  de  Oncebí  y  Sibimbe, 
ramales  de  la  Cordillera  alta,  llegan  hasta  su  orilla.  Del  lado  oriental  entran 
sucesivamente  el  rio  de  Azumbí,  llamado  mas  arriba  Supibí,  que  trae  su 
origen  de  los  cerros  de  Cuicoto  y  Chuquinac;  el  Oncebí,  oriundo  de  los  cer- 
ros de  Mullidiang,  que  antes  de  desembocar  en  el  Zapotal  se  bifurca  y  re- 
cibe el  riachuelo  de  Macagua;  el  rio  de  Sibimbe  unido  con  el  rio  Limón, 
que  nace  en  los  cerros  al  Oeste  de  Salinas.  Los  valles  de  los  tres  rios 
nombrados  quedan  todavía  incultos  en  su  mayor  parte.  Media  legua  abajo 
de  la  boca  del  Sibimbe  se  halla  el  pueblo  de  Ventanas.  Desde  aquí  el  rio 
se  llama  de  Catar  ama  ó  de  Caracol  según  los  dos  pueblos,  que  en  seguida 
pasa.  Media  legua  abajo  de  Ventanas,  al  lado  de  la  hacienda  Ventanillas, 
donde  el  rio  forma  un  codo  largo  y  fuerte  hacia  el  Oeste,  se  halla  pocas 
cuadras  atrás  del  banco  derecho  el  origen  del  rio  de  Pueblo  viejo  que  cono- 
ceremos después.  Desde  ahora  conviene  notar,  que  este  último  rio  es  el 
antiguo  cauce  del  rio  de  Zapotal,  y  que  en  lugar  del  banco,  entre  las  ha- 
ciendas de  Ventanillas  y  de  Elvira,  antiguamente  existia  una  boca  ancha  y 
bonda  que  daba  paso  á  casi  todas  las  aguas  del  rio,  siendo  entonces  el  rio 
de  Catarama  un  estero  insignificante.  La  dicha  boca  se  cegó  completamente 
y  se  embancó  algunas  cuadras  por  adentro,  mientras  que  el  rio  de  Caracol 
se  llevó  todo  el  caudal  de  agua  y  se  ensanchó  sucesivamente.  La  consecuencia 


136  topografía.  —  capítulo  ni. 

de  este  cambio  fué,  que  el  Pueblo  viejo,  cabecera  del  cantón,  iba  decayendo 
de  año  en  año,  y  que  á  las  orillas  del  rio  nuevo,  una  legua  larga  al  Este 
de  Pueblo  viejo,  se  levantaba  el  hoy  floreciente  pueblo  de  Catar ama',  porque 
con  las  aguas  también  el  tráfico  y  la  navegación  se  cambiaba  de  un  rio  al 
otro.  —  De  Catarama  á  Bodegas  el  rio  sigue  un  rumbo  general  de  N  á  S, 
no  obstante  las  muchas  tortuosidades  que  describe.  Del  lado  derecho  ya 
no  recibe  ningún  tributario,  solo  algunos  «esteros»  (de  Corozal,  de  Manilla) 
le  comunican  con  otros,  dependientes  del  rio  de  Pueblo  viejo.  Pero  del  lado 
de  la  sierra  le  engruesan  todavía  dos  ríos;  el  primero,  no  muy  grande  ni 
muy  largo,  es  el  de  Pijullo,  que  desciende  del  lado  de  las  cabeceras  del  rio 
Limón,  de  NE  á  SO,  y  entrando  en  los  llanos  se  dirige  al  O,  como  si  en- 
frente de  Catarama  quisiera  unirse  con  el  rio  grande.  Pero  media  legua 
antes,  en  el  sitio  de  Roblecito,  vira  de  repente  con  un  ángulo  recto  al  Sur 
y  corre  paralelo  al  rio  de  Catarama  hasta  el  pueblo  de  Caracol,  á  cuyo  lado 
desemboca.  Este  su  curso  inferior  se  llama  rio  Pita.  —  El  segundo  tribu- 
tario mas  importante  es  el  rio  de  Pozuelos,  cuyo  sistema  superior  abraza 
una  región  bastante  extensa  y  varios  valles  de  la  Cordillera,  que  domina  al 
Oeste  la  hoya  de  Guaranda.  Los  rios  de  las  Tallas,  de  Salinas,  de  San 
Antonio,  de  Oumbilf,  son  los  que  forman  el  de  Pozuelos;  después  de  entrar 
en  la  región  baja,  un  poco  mas  arriba  del  pueblecito  que  lleva  su  nombre, 
ya  no  recibe  ningún  afluente  y  corro  en  dirección  SSO  á  unirse  con  el  rio 
de  Caracol  por  dos  bocas,  una  al  lado  de  la  hacienda  de  Cacharí  y  otra 
muy  inmediata  á  Babahoyo,  enfrente  del  Salto. 

El  rio  de  Zapotal  y  Caracol  pertenece  en  su  curso  superior,  desde  Zapo- 
tal  hasta  Catarama,  á  la  región  de  los  bancos  y  del  cacao,  en  el  inferior, 
de  Catarama  á  Bodegas,  á  la  región  de  la  sabana  y  de  los  pastos.  En 
canoas  es  navegable  todo  el  año  hasta  Zapotal,  pero  los  vapores  fluviales 
pueden  subir  solo  en  invierno,  con  facilidad  hasta  Ventanas,  mas  arriba  con 
bastante  dificultad  por  las  fuertes  correntadas.  De  Bodegas  á  Caracol  hay 
tres  leguas,  de  ahí  á  Catarama  dos,  de  Catarama  á  Ventanas  otras  dos  y  de 
Ventana  á  Zapotal  unas  cuatro.  La  región  entre  Catarama  y  Bodegas,  espe- 
cialmente desdo  Caracol  por  abajo,  entre  el  rio  grande  y  el  de  Pozuelos,  es 
muy  anegadiza,  y  Caracol  corre  la  suerte  de  Bodegas,  do  parecer  en  invierno 
á  una  población  eregida  en  medio  de  un  lago.  En  verano  las  aguas  se 
retiran  á  las  tembladeras  y  pozas,  y  la  sabana  se  cubre  de  un  pasto 
abundante. 

En  estas  llanuras  tan  bajas  llama  mucho  la  atención  un  cerrito  enfrento 
de  Cacharí  al  lado  izquierdo  del  rio,  que  no  tiene  mas  de  unas  30  metros 
de  altura  y  consta  de  un  solo  peñasco  escarpado  de  sienita.  Sale  completa- 
mente aislado,  del  plano  pantanoso  como  un  islote  del  mar,  y  lo  habrá  sido 


LA  EEGION   OCCIDENTAL.  137 

en  aquella  época  en  que  las  aguas  del  golfo  de  Guayaquil  azotaron  el  pié 
de  la  Cordillera  y  de  los  cerros  do  Samama. 

El  rio  de  Pueblo  viejo,  cuyo  origen  singular  cerca  de  la  hacienda 
de  Ventanillas  ya  queda  indicado,  desemboca  en  el  de  Bodegas  al  lado  del 
pueblo  de  Pimocha,  después  de  un  curso  de  unas  10  leguas  con  el  rumbo 
general  de  NNE  á  SSO.  También  él  es  muy  tortuoso,  como  todos  los  rios 
de  la  llanura,  especialmente  en  su  curso  inferior.  Desde  Ventanillas  hasta 
Pueblo  viejo  (dos  leguas)  queda  en  verano  completamente  seco;  mas  abajo 
lleva  poca  agua  hasta  el  punto  á  que  sube  la  marea  del  rio  grande  (cerca 
de  Mapan),  porque  no  recibe  ningún  tributario  de  consideración.  Del  lado 
derecho  le  entra  el  rio  de  Chapulo  y  el  de  Guarumo,  ambos  desaguaderos 
de  las  sabanas,  y  del  lado  izquierdo  se  halla  una  multitud  de  bocas  de 
esteros,  los  cuales  forman  luego  una  red  complicadísima  entre  el  rio  de 
Pueblo  viejo  y  el  de  Caracol.  Las  bocas  y  esteros  principales  de  esta  clase 
son  los  del  Coroza!,  de  San  Juan  y  St*.  Rita,  del  Parindero,  de  Pita,  entre- 
lazados todos  entre  sí  y  con  otros  de  menor  importancia.  Muy  difícil  seria 
describir  ese  redaje  de  esteros,  sin  el  adminículo  del  mapa,  el  estudio  de 
este  suplirá  la  descripción.  Se  vé,  que  los  esteros  de  esta  región  no  comuni- 
can solo  con  los  rios  de  Caracol  y  de  Pueblo  viejo,  sino  también  directa- 
mente con  el  rio  grande  de  Bodegas  en  el  trecho  de  Pimocha  á  Babahoyo, 
tales  como  el  estero  de  la  Virginia,  y  los  de  Limón  y  San  Juan,  que  des- 
embocan en  un  mismo  punto  arriba  de  Pimocha.  Uno  so  halla  también  mas 
abajo  de  Pimocha,  enfronte  de  la  pequeña  isla  del  Caimito  y  con  el  mismo 
nombre.     Sube  á  salir  al  rio  de  Pueblo  viejo  cerca  del  sitio  de  Mapan. 

La  región  que  acabamos  de  recorrer,  pertenece  á  las  mas  ricas  del 
litoral  y  de  todo  el  país,  y  es  el  centro  del  cultivo  de  cacao.  Basta  nom- 
brar las  haciendas  de  Ventanillas,  de  San  Juan,  do  Juana  de  oro,  de  Sta.  Rita, 
del  Convento,  de  Pechiche  dulce,  que  todas  pertenecen  á  esta  región,  con 
muchísimas  otras  no  menos  feraces,  aunque  no  tan  grandes,  para  hacer 
comprender  su  importancia  á  los  que  están  al  corriente  del  comercio  de 
cacao.  Este  distrito,  con  los  cercanos  de  Baba,  Vinces  y  Daule,  produce  el 
cacao  de  arriba,  que  aventaja  en  calidad  y  precio  al  de  abajo  ó  de  Máchala 
y  Naranjal,  y  lleva  su  fama  merecida  á  los  mercados  de  Europa.  Las  huer- 
tas de  cacao  que  siguen  los  bancos  á  lo  largo  de  los  rios  y  esteros,  forman 
una  red  parecida  á  la  de  estos  mismos,  y  las  mallas  de  la  red  están  ocupadas 
por  sabanas  y  pozas,  rara  ver  por  lomas. 

El  rio  de  Vinces ,  Palenque  y  Quevedo  es  uno  de  los  mas  largos 
de  todo  el  sistema  del  Guayas.  Sus  fuentes  mas  lejanas  en  la  cercanía  do 
St°.  Domingo  de  los  Colorados  distan  de  su  boca  al  lado  de  Zamborondón 
unas  37  leguas.    Solo  una  parte  pequefía'de  su  sistema,  el  rio  de  Quevedo 


138  topografía.  —  capítulo  ni. 

superior,  ó  el  de  Pilaló,  cae  en  la  región  andina,  el  resto  pertenece  á  la 
litoral  ó  baja;  su  curso  general,  incluso  el  del  rio  Palenque,  es  de  N  á  S 
con  una  pequeña  declinación  al  Oeste.  Si  examinamos  su  origen,  podemos 
estar  dudosos,  á  cual  de  sus  dos  venas  principales  ceder  la  primacía,  al  rio 
Palenque  ó  al  de  Pilaló;  pero  por  su  dirección  y  largura  debemos  darla  al 
primero. 

El  rio  de  Palenque  nace  aproximativamente  en  0o  15'  Lat.  S,  muy  cerca 
de  Santo  Domingo  de  los  Colorados,  sobre  aquella  altiplanicie  (de  unos 
500  metros  de  altura)  que  separa  los  sistemas  del  rio  Esmeraldas,  y  del  rio 
Guayas  y  corre  hasta  el  grado  1°  de  Lat.  S,  es  decir  hasta  las  cercanias 
del  pueblo  de  Quevedo,  por  montañas  incultas  y  poco  conocidas;  solo  los 
caucheros  trafican  en  ellas.  Yo  no  he  viajado  personalmente  por  este  rio, 
pero  según  las  informaciones  que  he  tomado  sobre  él,  es  en  todo  parecido 
al  rio  Peripa  y  al  Daule  superior  (Rio  grande)  que  conozco  bien.  Sus 
afluentes  principales  son  el  Lülu  grande  y  el  Lülu  chico  del  lado  oriental  ó 
de  la  sierra,  y  el  rio  Perica  del  lado  occidental  ó  del  rio  Peripa.  El  Palenque 
es  navegable  en  canoas  hasta  el  punto,  que  se  llama  puerto  de  lio,  que  no 
dista  mucho  del  pueblo  indio  de  San  Miguel,  y  este  se  halla  unas  dos  leguas 
al  Sur  del  de  St°.  Domingo  de  los  Colorados;  esto  quiere  decir,  que  el  rio 
es  manso  y  navegable  hasta  muy  cerca  de  su  origen,  propiedad  que  tiene 
común  con  las  cabeceras  del  Daule  y  de  los  demás  ríos,  que  nacen  sobre 
la  meseta  de  St°.  Domingo.  En  todos  ellos  consiste  la  dificultad  de  penetrar 
hacia  mas  arriba  solo  en  la  escasez  de  agua,  no  en  lo  correntoso,  como  en 
los  ríos  que  descienden  de  las  montanos  altas. 

El  rio  de  Pilaló  forma  con  el  do  Palenque  casi  un  ángulo  recto  y 
desciende  de  E  á  O,  por  una  espaciosa  hoya,  de  la  Cordillera  alta  do  Zum- 
bagua,  que  se  halla  al  Oeste  de  Latacunga.  Sus  cabeceras  nacen  muy  cerca 
de  las  del  rio  Toachi,  que  vá  por  el  valle  de  Sigchos  al  N.  Los  tributarios 
de  este  sistema  abrazan  las  faldas  occidentales  de  la  Cordillera,  desde  los 
cerros  de  Angamarca  hasta  los  de  Chugchilan  y  de  Sigchos.  De  los  prime- 
ros (del  lado  SE)  bajan  los  rios  do  Poembo  y  de  Naranjal,  y  de  los  últimos 
(de  NE)  el  tributario  mas  poderoso,  que  se  llama  rio  Quindígua,  cuya  boca 
se  halla  solo  dos  leguas  al  Este  de  la  del  Palenque,  enfrente  de  la  hacienda 
de  San  Pablo.  En  la  hoya  superior,  en  que  está  el  pueblo  de  Pilaló,  y  que 
pertenece  á  la  región  andina,  le  entran  los  rio  do  Taguáló  y  de  Tilipulo  del 
lado  del  volcan  Quilotoa;  y  en  su  curso  medio  recibe  el  rio  de  Pilaló  una 
porción  de  afluentes  pequeños  del  cordón  de  montañas,  que  bajan  entre  su 
valle  y  el  del  Quindígua,  tales  como  los  rios  Negrillo,  Tilinche,  Playa-Vélez, 
Alusí  y  otros.  —  El  valle  superior  (parte  andina)  del  rio  Pilaló  está  bastante 
poblado  por  muchas  haciendas,  pero  en  la  parte  baja  de  productos  de  la 


LA  BEGION  OCCIDENTAL.  139 

tierra  caliente  escasea  la  población.  En  este  curso  inferior  el  rio  también 
se  llama  comunmente  de  Quevedo.  Es  de  notar,  que  el  camino  de  herra- 
dura (bastante  malo),  que  conduce  de  Quevedo  á  Latacunga,  es  el  último 
que  comunica  el  interior  de  la  República  con  la  región  litoral  habitada;  pues 
todos  los  demás  hacia  el  Norte,  por  las  provincias  del  Pichincha  y  del  Im- 
babura,  llegan  solo  hasta  ciertos  puntos  en  las  faldas  occidentales  de  la 
Cordillera,  y  de  ahi  hasta  la  costa  no  existen  sino  caminos  de  á  pié  malísi- 
mos y  muy  poco  traficados. 

Desde  la  confluencia  del  rio  Pilaló  con  el  de  Palenque,  que  se  verifica 
cerca  del  sitio  del  Barro,  una  legua  al  N  de  Quevedo,  toma  el  rio  otro 
carácter,  que  se  manifiesta  sobre  todo  por  las  muchísimas  vueltas  grandes 
y  pequeñas  y  las  extensas  playas,  que  le  acompañan  y  en  los  cuales  suele 
bifurcarse  y  ramificarse.  La  región  entre  Quevedo  y  Vinces,  á  ambos  lados 
del  rio,  es  una  combinación  de  lomas  y  sabanas,  predominando  las  primeras, 
pero  muchas  veces  cubiertas  de  monte,  de  manera  que  en  algunos  parajes 
recuerdan  la  región  de  la  montaña  en  el  rio  Palenque,  Peripa  y  Daule  supe- 
rior. En  las  inmediaciones  del  rio  se  hallan  también  largos  trechos  de 
bancos  sembrados  de  cacao  y  otros  frutos.  La  serie  no  interrumpida  de 
hermosas  haciendas  y  sitios  á  ambas  orillas  atestiguan  la  feracidad  del  ter- 
reno, y  en  este  respecto  el  rio  se  parece  al  Daule  entre  Balzar  y  Sta.  Lucia. 
—  El  pueblo  de  Palenque,  que  se  halla  unas  8  leguas  al  Sur  de  Quevedo, 
no  está  sobre  la  orilla  del  rio,  sino  á  la  distancia  de  una  milla  de  su  ribera 
occidental,  en  una  pampa  escasa  de  agua.  Es  un  pueblo  mucho  mas  viejo 
que  Vinces  y  Quevedo,  y  por  esto  antiguamente  todo  el  rio  se  llamó  de 
Palenque,  nombre  que  se  usa  hasta  hoy  dia  como  sinónimo  del  rio  Vinces 
ó  Quevedo.  Todos  los  afluentes  entre  Quevedo  y  Vinces  son  pequeños, 
constituyendo  solamente  desaguaderos  de  la  región  baja  de  las  sabanas  y 
lomas.  Nombraré  como  principales  los  ríos  de  Mocache,  Perdido,  Burgos  y 
Pise.  —  Mas  al  Sur  de  Palenque  no  se  encuentran  tributarios  propiamente 
dichos,  sino  una  extensa  red  de  ramificaciones  del  mismo  rio,  que  presenta 
mucha  analogía  con  la  que  hemos  conocido  entre  el  rio  de  Caracol  y  el  de 
Pueblo  viejo,  desempeñando  el  papel  del  último  los  de  Baba  y  del  Arenal. 

El  pueblo  de  Vinces,  cabecerca  del  cantón  del  mismo  nombre,  está  situado 
tres  leguas  al  Sur  de  Palenque,  á  la  orilla  oriental  del  rio  que  lo  baña,  y 
presenta  un  aspecto  muy  pintoresco  con  el  fondo  de  los  oscuros  cacaotales 
y  de  las  esbeltas  palmas  de  coco.  La  historia  de  su  fundación  está'conec- 
cionada  con  la  hidrografía  de  esta  región,  y  por  esto  merece  ser  referida, 
según  P.  F.  Cavallos  (Hist.  VI,  pg.  241).  «Como  una  legua  al  Sur  de  Vinces 
había  hasta  mediados  del  siglo  anterior  un  pueblo  llamado  San  Lorenzo, 
perteneciente  á  la  antigua  Tenencia  de  Baba,  y  un  villorrio,  San  Javier, 


140 


TOPOGRAFÍA.   —   CAPÍTULO  IH. 


anexo  al  anterior.  Residía  en  este  villorrio  un  sacerdote  de  apellido  Vinces, 
el  cual,  como  dueño  de  la  hacienda,  dicha  Balear  de  Vinces,  abrió  una  buena 
zanja  por  donde  corre  hoy  el  rio  de  tal  apellido,  con  el  objeto  al  parecer 
de  conservar  un  abrevadero  para  sus  ganados.  La  zanja,  lo  flexible  y  llano 
del  suelo,  y  las  crecientes  de  las  aguas  hicieron  dentro  de  poco  variar  el 
curso  del  rio,  y  formar  el  nuevo  actual;  de  modo  que  á  esa  causa  dejó  en 
seco  á  Baba,  que  antes  se  bañaba  con  el  de  su  nombre.  Ora  por  lo  dicho 
ó  por  el  gravísimo  incendio  que  padeció  San  Lorenzo  en  1764,  ello  es  que 
sus  moradores  se  trasladaron  al  lugar  que  ahora  ocupa  Vinces,  y  el  pueblo 


tomó  por  nombre  el  apellido  de  aquel  sacerdote.!*  —  De  esta  historia  se 
deduce  claramente  que  la  desembocadura  principal  del  rio  Vinces  ha  sido 
hasta  mediados  del  siglo  pasado  en  la  Boca  de  Baba,  y  que  los  actuales 
ríos  de  la  Bocana  y  de  la  boca  de  Canas,  arriba  y  abajo  de  Zamborondón, 
han  sido  simples  desaguaderos  de  las  sabanas  y  tembladeras.  Poro  ademas 
del  rio  seco  de  Baba,  también  otros  «  esteros »  parecen  haber  servido  suce- 
sivamente de  cauce  principal  al  rio  grande.  Asi  encontramos  dos  leguas 
arriba  de  Vinces  la  boca  del  Chujampe  y  una  legua  mas  abajo  do  ella  (cerca 
de  Banepo)  la  del  Rio  Nuevo,  que  ambos  á  alguna  distancia  se  reúnen  for- 
mando el  rio  del  Arenal,  que  es  el  mas  oriental  de  toda  esta  red  y  corre 
paralelo  al  de  Baba,  desembocando  en  el  rio  Bodegas  con  el  nombre  de  rio 
de  Garrapata,  pocas  cuadras  arriba  de  la  Boca  de  Baba.    Este  rio  recibe 


LA  BEGION   OCCIDENTAL.  141 

del  lado  de  Pueblo  viejo  el  estero  de  la  Isla,  que  en  invierno  es  navegable 
y  en  verano  casi  seco.  En  el  rio  de  Garrapata  la  marea  del  rio  de  Bode- 
gas sube  unas  dos  leguas,  y  por  esto  los  pequeños  vapores  fluviales  entran 
con  facilidad  hasta  el  puerto  del  Arenal,  de  que  el  pueblo  de  Baba  dista  sola- 
mente una  milla  al  O. 

La  boca  superior  ó  de  entrada  del  rio  de  liaba  se  halla  al  lado  norte 
del  pueblo  de  Vinces,  y  se  dirige  primero  al  SE;  después  el  estero  vira  al 
Sur,  corriendo  paralelo  al  del  Arenal  y  pasando  por  el  sitio  de  Guare.  El 
agua  se  manifiesta  en  verano  solo  desde  el  pueblo  de  Baba  por  abajo,  una 
legua  y  media  distante  de  su  Boca.  El  pueblo,  también  cabecerca  de  un 
cantón,  se  halla  á  la  orilla  oriental,  y  una  milla  al  Oeste  del  puerto  del 
Arenal,  como  queda  dicho.  Este  rio  está  orillado  de  bancos,  y  por  esto 
cultivado  de  cacao,  en  toda  su  extensión;  mientras  que  el  del  Arenal  lo  es 
solo  en  su  parte  superior. 

El  tercer  estero  grande  es  el  rio  Macul  que  se  separa  del  rio  Vinces 
por  la  boca  de  Yunguilla  una  legua  y  media  abajo  del  pueblo,  en  el  sitio  de 
California,  en  dirección  al  SE,  y  corre  después  paralelo  al  de  Baba,  con 
quien  se  reúne  pocas  cuadras  arriba  de  la  Boca  de  Baba,  enfrente  de  la 
hacienda  Tinoco.  En  su  curso  superior  atraviesa  sabanas  pantanosas  y  en 
el  inferior  está  acompañado  de  bancos  bien  cultivados.  Algunos  esteros 
secundarios  derivan  de  él,  como  arriba  el  Rio  correntoso,  y  mas  abajo  el 
rio  Roncador  que  desemboca  directamente  en  el  rio  de  Bodegas  entre  las 
haciendas  de  Delicia  y  Cabonda,  enfrente  de  la  isla  de  Ángulo  ó  de  la  boca 
del  estero  de  Chijo. 

También  hacia  el  lado  occidental  salen  desde  la  cercanía  de  Vinces  al- 
gunos derrames  á  las  sabanas,  como  por  ejemplo  el  Esteron,  que  entra  cerca 
de  las  Playas  y  en  invierno  comunica  con  el  rio  Bobo,  el  estero  de  Tintal, 
que  entra  al  lado  de  la  hacienda  Bebo  y  la  rodea,  para  salir  otra  vez  mas 
abajo  al  rio  grande.  Poro  la  división  en  dos  venas  grandes  se  verifica  un 
poco  abajo  del  pueblecito  de  Las  Ramas;  la  una  constituye  el  rio  de  la 
Bocana  y  la  otra  el  rio  de  las  Avispas.  El  primero  conserva  el  rumbo  de 
N  á  S  y  el  segundo  vira  al  Oeste  para  volver  luego  otra  vez  á  la  dirección 
del  Sur.  Una  legua  mas  abajo  se  acercan  las  dos  ramas  hasta  pocas  cua- 
dras y  aun  comunican  entre  sí  por  un  estero.  En  esta  angostura  está  situado 
el  pueblo  del  Salitre,  que  de  consiguiente  tiene  dos  puertos.  Desde  el  Salitre 
los  dos  rios  se  separan  mas  y  mas,  inclinándose  el  de  la  Bocana  un  poco 
al  Este  y  el  de  Avispas  con  un  gran  arco  al  SO  y  luego  al  Sur.  En  su 
curso  inferior,  en  que  ya  están  bajo  el  influjo  de  las  mareas,  ambos  viran 
al  Este,  especialmente  el  de  las  Avispas,  dejando  entre  sí  el  Cerro  de  Zam- 
borondón.    El  rio  de  la  Bocana  se  une  con  el  de  Bodegas  una  milla  arriba 


142  topografía.  —  capítulo  m. 

del  pueblo  de  Zamborondón  y  el  de  las  Avispas  una  media  legua  abajo  por 
la  Boca  de  las  Cañas,  como  he  dicho  en  otro  lugar.  También  en  el  trecho 
de  Salitre  á  Zamborondón  se  verifican  todavía  diferentes  derrames  por  esteros 
secundarios,  tanto  á  la  región  interfluvial,  cuanto  hacia  fuera.  Entre  los 
primeros  nombraré  el  rio  de  Sabanilla  que  corre  casi  paralelo  al  de  las 
Avispas,  y  entre  los  segundos  un  esteron  que  cruza  al  río  Pula,  tributario 
del  Daule. 

Los  bancos  llegan  en  el  río  Vinces  solo  hasta  la  California;  mas  abajo 
todo  es  un  terreno  muy  bajo  y  anegadizo,  y  especialmente  desde  Salitre 
principian  las  tembladeras,  que  ocupan  todo  el  espacio  entre  los  ríos  de  la 
Bocana  y  de  las  Avispas  y  otros  terrenos  extensos  al  Este  y  Oeste,  llegando 
hasta  el  río  Pula  y  el  pié  de  los  cerros  de  la  Estacada  y  de  Yolan.  Desde 
la  cúspide  del  cerro  de  Zamborondón  se  goza  de  una  vista  sumamente  in- 
teresante é  instructiva  sobre  toda  aquella  región,  que  en  invierno  parece  un 
mar  mediterráneo,  sembrado  de  islitas  de  sabana  y  de  bosquecitos  de  sauces 
añejos.  En  esta  estación  se  navega  con  facilidad  por  todas  partes,  aun  fuera 
de  los  cauces  ordinarios  de  los  ríos,  pero  en  verano,  apesar  de  tanta  abun- 
dancia de  agua,  la  navegación  se  dificulta.  Si  todos  los  derrames  y  esteros 
que  salen  del  rio  desde  Vinces  hasta  Zamborondón,  quedarían  reunidos  en 
un  solo  lecho,  formarían  un  rio  tan  poderoso  como  el  de  Bodegas,  que  seria 
navegable  por  vapores  aun  en  la  estación  mas  seca;  pero  la  consecuencia 
de  tanta  ramificación  es,  que  ningún  rio  queda  navegable  en  verano.  A  lo 
mas  trafican  pequeñas  canoas  por  los  de  la  Bocana  y  de  las  Avispas,  y  mas 
arriba  hasta  Quevedo.  En  invierno  los  vapores  suben  comunmente  hasta  el 
puerto  de  Palenque  y  á  veces  hasta  el  sitio  de  Moquique.  De  ahí  mas  ade- 
lante el  rio  es  muy  correntoso. 

De  lo  dicho  se  comprende  que  la  región  descrita  se  presta  solo  á  la 
ganadería  y  que  el  terreno  cultivable  es  sumamente  reducido.  Sobreviene 
el  frecuente  cambio  de  los  ríos  en  un  terreno  tan  flojo,  y  de  consiguiente 
la  instabilidad  de  los  terrenos  altos  y  bajos,  que  no  anima  á  la  agricultura. 
Bien  puede  ser,  que  la  red  de  ríos  y  esteros,  como  figura  en  mi  mapa  y  cuyo 
plano  fué  levantado  en  los  años  de  1880  á  1884,  dentro  de  50  años  presente 
un  aspecto  muy  diferente;  y  esto  vale  también  de  otros  parajes  parecidos, 
que  hemos  conocido  anteriormente. 

El  rio  Daule  ya  no  es  un  tributario  del  rio  Bodegas,  sino  que  forma 
con  este  el  rio  Guayas,  y  su  sistema  excede  en  extensión  todos  los,  que 
hemos  estudiado  hasta  ahora.  Este  rio  no  recibe  ni  una  gota  de  agua  de 
la  sierra,  y  pertenece  todo  á  la  región  baja,  que  llamamos  la  litoral.  Su 
largo  podemos  calcular  en  43  leguas,  sin  tomar  en  cuenta  las  muellísimas 
vueltas  grandes  y  pequeñas,  que  hace,  y  siguiendo  solo  su  rumbo  general, 


LA  BEGION  OCCIDENTAL.  143 

que  es  bastante  recto  de  N  á  S.  Hacia  el  Este  el  sistema  del  rio  Daule 
linda  con  el  del  rio  de  Quevedo  y  Vinces,  que  acabamos  de  describir,  y 
respecto  á  sus  linderos  occidentales  me  refiero  á  la  página  126,  en  que  he 
dado  la  reseña  de  las  montañas,  que  de  este  lado  circundan  todo  el  sistema 
del  Guayas,  desde  Guayaquil  hasta  las  montañas  de  Manabi.  Allá  he  hablado 
de  una  hinchazón  del  terreno  ó  una  bóveda  muy  aplanada,  que  atraviesa  el 
pais  desde  Chone  hasta  St°.  Domingo  de  los  Colorados  y  separa  los  sistemas 
del  Guayas  y  del  Esmeraldas.  Pues  bien,  casi  toda  la  vertiente  austral  de 
esa  llanura  suavemente  inclinada  está  ocupada  por  las  cabeceras  del  rio 
Daule ,  naciendo  las  mas  orientales  (del  rio  Peripa)  cerca  de  St°.  Domingo 
de  los  Colorados,  muy  inmediatas  á  las  del  rio  de  Palenque,  y  las  mas  occi- 
dentales (del  rio  Grande)  cerca  de  Chone  y  cerca  de  las  cabeceras  del  rio 
de  este  mismo  nombre.  Las  primeras  corren  al  principio  de  E  á  O  y  las 
segundas  de  O  al  E,  para  tomar  después  de  reunirse  el  curso  N-S.  —  No 
es  por  demás  repetir  en  esta  ocasión,  que  las  antiguas  geografías  y  cartas 
andan  en  esta  región  completamente  erradas  y  que  las  a  cordilleras  de  las 
Cruces,  de  Balzar,  de  Palenque,  el  Nudo  de  Sandomo»  etc.  etc.  (véase  el 
mapa  de  Villavicencio)  no  existen.  Probablemente  han  comprendido  mal  á 
los  que  daban  los  informes,  tomando  «las  montañas»  en  el  sentido  de  cerros, 
cuando  no  significaban  mas  que  monte  ó  selvas.  Cerros  altos  ó  cordilleras 
no  existen  en  toda  esta  región,  en  que  he  penetrado  desde  el  lado  sur  y  el 
lado  norte  hasta  cerca  de  la  linea  de  vertientes,  y  la  trocha  que  se  abrió 
sobre  ella  desde  Chone  hasta  St°.  Domingo,  tampoco  se  ha  encontrado  con 
alturas  notables.  Pero  la  mejor  prueba  de  lo  que  digo,  es  el  hecho  que 
todos  los  riachuelos  de  la  región  son  navegables  en  pequeñas  canoas  hasta 
cerca  de  su  origen,  lo  que  no  sucede  en  las  «Cordilleras». 

En  el  sistema  superior  distinguimos  dos  ríos  principales:  el  rio  Grande, 
que  es  la  continuación  directa  del  rio  de  Balzar  ó  de  Daule,  y  el  rio  Peripa. 
Este  último  nace  en  el  plano  de  St°.  Domingo  y  corre  de  NE  á  SO,  casi 
paralelo  al  rio  Palenque,  al  que  se  parece  en  mucho.  Dos  leguas  al  Sur 
de  aquel  pueblo  pasa  al  lado  del  de  San  Miguel,  y  después  de  recibir  al- 
gunos pequeños  tributarios,  como  los  ríos  de  Grüeregüere,  de  Pucalapi  y  el 
Blanco,  comienza  á  ser  navegable,  en  el  puerto  de  Cápele.  Hasta  este  punto, 
cuya  altura  determiné  en  65  metros  sobre  el  mar,  he  navegado  sin  dificultad 
en  la  estación  mas  seca;  hacia  arriba  escasea  el  agua,  y  mejor  se  hace  el 
viaje  á  San  Miguel  á  pié  (en  1  dia)  por  la  trocha  que  sale  de  Cápele.  Del 
puerto  por  abajo  el  Peripa  recibe  de  ambos  lados  un  sinnúmero  de  pequeños 
afluentes  («esteritos»)  que  pasaré  en  silencio,  para  nombrar  solo  algunos  rios 
mas  importantes.  El  primero  es  el  rio  Cocoya  del  lado  derecho,  que  nace 
en  las  inmediaciones  del  curso  del  rio  Pupusa,  tributario  del  rio  Grande; 


144  topografía.  —  capítulo  in. 

luego  sigue  á  poca  distancia,  pero  al  lado  opuesto,  el  rio  Cóngoma,  que  es 
casi  tan  grande  como  el  Peripa  mismo,  y  trae  su  origen  también  de  muy 
arriba,  del  lado  del  puerto  de  lio,  que  está  en  el  rio  Palenque.  En  su  curso 
superior  el  Cóngoma  se  llama  lio,  y  un  afluente  de  él  Sandeme.  Después 
de  un  intervalo  de  dos  leguas  y  media  entra  del  occidente  el  rio  Armadillo, 
que  igualmente  es  muy  considerable,  y  recoje  sus  aguas  en  un  terreno  espa- 
cioso que  se  extiende  en  el  triángulo  formado  por  el  rio  Grande  y  el  Pupusa. 
Una  legua  abajo  de  la  boca  del  Armadillo  hallamos  al  lado  del  oriente  la 
del  rio  Ghaune,  que  viene  de  las  cercanías  del  rio  Palenque  y  de  las  cabe- 
ceras del  rio  Perica,  y  también  es  navegable  hasta  muy  adentro.  Pasada 
la  boca  de  Chaune,  el  rio  hace  algunas  vueltas  muy  grandes,  regresando  de 
nuevo  hacia  el  N;  pero  en  seguida  se  dirige  con  muchas  vueltas  pequeñas 
al  Sur.  Los  afluentes  que  siguen  del  lado  derecho  son  el  rio  de  Damas,  el 
Gualipe,  el  Pajarito  y  el  de  Guayabo;  después  vienen  del  lado  izquierdo  el 
rio  Pocachi,  el  Quita-palanca,  el  Sal  api  grande  y  el  Sal  api  chico,  ambos  nave- 
gables; el  rio  Mono,  el  rio  Achote  y  el  Muricumba.  Desde  la  boca  del  último 
el  Peripa  vira  con  dos  codos  muy  grandes  al  Oeste  y  se  reúne  con  el  rio 
Grande  en  la  Boca  de  Peripa,  que  dista  de  su  origen  17  leguas  en  linea 
recta,  y  siguiendo  todas  las  vueltas,  lo  menos  30.  —  El  Peripa  es  manso  y 
carece  de  saltos,  pero  es  muy  monótono,  corriendo  entre  colinas  poco  ele- 
vadas y  cubiertas  de  una  vejetacion  espesa.  Conocidas  dos  ó  tres  vueltas, 
se  conoce  todo  el  rio. 

El  rio  Grande  nace  5  ó  G  leguas  al  Este  del  pueblo  de  Chone  y  al 
Norte  de  las  cabeceras  del  rio  Chone.  Corre  al  principio  por  G  leguas  al 
NE,  á  lo  largo  de  la  linea  divisoria  del  sistema  del  Jama,  y  luego  vira  re- 
pentinamente al  Sur,  cuyo  rumbo  conserva  hasta  la  Boca  de  Peripa.  En 
el  arco  que  forma  en  esta  virada,  recibe  tres  tributarios  grandes:  primero 
el  rio  de  la  Morena  del  lado  NO,  cuyas  cabeceras  se  hallan  entre  las  del 
Jama  y  del  Quinindé;  segundo  el  rio  Vaina  del  lado  NE,  nacido  entre  las 
fuentes  del  (Juinindé  y  las  del  Mache;  y  tercero  el  rio  Pupusa,  el  mas  largo, 
que  viene  del  Este  y  trae  su  origen  del  lado  de  San  Miguel  y  de  los  primeros 
afluentes  del  rio  Peripa.  La  boca  del  Pupusa  encontré  á  GO  metros  sobre 
el  nivel  del  mar.  De  este  punto  cruza  un  camino  de  á  pié  (una  trocha)  á 
St°.  Domingo  de  los  Colorados,  siguiendo  el  lado  setentrional  del  Pupusa. 
Se  hace  el  viaje  en  V/2  ó  2  dias,  caminando  casi  siempre  por  llanos,  pues 
las  colinas  se  hallan  solo  en  la  cercanía  de  los  rios  y  son  originadas  por  las 
incisiones  de  estos. 

Desde  la  boca  del  Pupusa  hasta  la  Boca  de  Peripa,  cuya  distancia  mide 
diez  leguas  en  linea  recta,  se  hace  el  viaje  por  canoa  en  12  horas  completas 
(sin  demorarse  en  ninguna  parte).     El  rio  Grande  tiene  un  lecho  mas  ancho 


LA  REGIÓN   OCCIDENTAL.  145 

que  el  Peripa;  es  mas  correntoso  (hay  algunos  saltos)  y  por  esto  mas  recto 
y  menos  tortuoso  que  este.  Corre  en  un  cauce  de  cangagua,  encajonado 
entre  barrancos  verticales  de  5  á  8  metros  de  altura,  y  de  trecho  en  trecho 
se  encuentran  playas  anchas.  Por  lo  demás  el  terreno  á  ambos  lados  se 
presenta  del  mismo  modo  suavemente  undulado,  solo  que  las  colinas  me 
parecieron  generalmente  mas  bajas  que  en  el  rio  Peripa. 

Los  afluentes  que  entran  al  rio  Grande  del  lado  oriental,  es  decir  del 
lado  del  Peripa,  todos  son  cortos  é  insignificantes  (Pasaje,  Guayabo,  Cocopí). 
Algo  mas  desarrollados  se  hallan  los  tributarios  occidentales;  hé  aquí  los 
principales:  rio  Dolores,  Mono,  Estero  limpio,  Doblones,  San  Pedro  (largo), 
de  Sancho  alto,  Pescadillo.  El  último  es  el  mas  grande  y  viene  de  las  cer- 
canías del  Pueblo  viejo  de  Chone;  por  él  se  cruza  á  veces  á  la  provincia  de 
Manabi.  Media  legua  abajo  sigue  el  rio  de  Barraganete  que  es  mediano. 
Los  saltos  principales  se  hallan:  el  primero  entre  los  ríos  Dolores  y  Mono; 
el  segundo,  llamado  de  Bodega,  entre  el  último  y  el  Estero  limpio;  el  ter- 
cero, que  se  llama  Besbalo,  y  que  es  el  mas  alto  (1  x¡2  metr.)  y  mas  peligroso, 
un  poco  arriba  de  la  boca  del  rio  de  San  Pedro. 

Desde  la  confluencia  del  rio  Grande  con  el  Peripa  hasta  Colimes,  el  rio 
se  llama  generalmente  de  Balzar,  aunque  seria  mas  propio  llamarlo  desde 
aquí  rio  Daule.  Por  el  espacio  de  6  leguas,  hasta  la  boca  del  Tigre,  corre 
á  SSO  y  vuelve  después  al  rumbo  S  hasta  Balzar.  También  en  este  trecho 
los  tributarios  principales  le  vienen  del  lado  occidental  ó  de  la  provincia  de 
Manabi.  El  primero  es  el  Conguillo,  bastante  largo,  de  NO  ó  de  las  cabe- 
ceras del  rio  Chone;  sigue  el  pequeño  rio  Taché,  ó  inmediatamente  después 
el  grande  rio  Comipaga,  que  trae  su  origen  de  las  montañas  de  Junin.  Me- 
dianos son  los  afluentes  de  Bijagual,  Solano,  Chupacáldo  y  Cuchilla.  Entonces 
sigue  el  Tigre  caudaloso  y  largo,  cuyas  fuentes  han  de  buscarse  en  la  cer- 
canía de  las  del  rio  de  Portoviejo.  Desde  el  codo,  que  hace  el  Daule  para 
virar  al  S,  ya  no  entra  ningún  rio  de  cuantía  del  lado  occidental,  hasta  el 
Puca  abajo  de  Balzar.  Los  tributarios  del  lado  izquierdo  ú  oriental  son  los 
ríos  de  Zapatilla  y  Zapata  entre  las  bocas  del  Comipaga  y  del  Bijagual,  el 
Jemu,  abajo  de  cuya  boca  se  pasa  una  correntada  larga,  llamada  Jermu;  el 
rio  del  Salto,  entre  los  sitios  de  Pasaje  y  Chichanda,  y  el  Congo,  el  mas 
largo  y  mas  importante,  que  es  navegable  en  canoas  hasta  muy  arriba. 
Todos  los  demás  son  esteros  pequeños. 

De  la  Boca  de  Peripa  á  Balzar  hay  10  leguas  en  linea  recta,  pero  las 
vueltas  del  rio  describen  á  lo  menos  15.  Se  hace  el  viaje  en  canoa  por 
arriba  en  tres  días,  navegando  de  8  á  9  horas  por  dia;  en  el  regreso  se 
gasta  solo  12  ó  14  horas.  Una  ó  dos  leguas  arriba  de  Balzar  principia  la 
montaña  inhabitada  y  ella  cubre  toda  la  región  á  ambos  lados  del  rio.    Es 

WoLr,  Ecuador.  10 


146  topografía.  —  capítulo  ni. 

la  misma  montaña  que  se  extiende  sobre  los  sistemas  fluviales  superiores 
del  Palenque,  del  Peripa  y  del  rio  Grande,  el  mismo  terreno  suavemente  un- 
dulado, con  colinas  de  20  á  40  metros  de  altura,  el  cual,  privado  de  su 
espesa  vegetación  arbórea,  debería  presentarse  muy  parecido  á  la  región  de 
las  lomas,  que  encontramos  mas  abajo  á  lo  largo  del  curso  medio  de  los  ríos. 
Se  observa,  que  la  formación  del  cauce  del  rio  es  la  misma  que  en  el  rio 
Grande,  alternando  playas  y  vegas  con  barrancos  altos. 

El  pueblo  de  Balsar ,  situado  á  la  boca  de  la  montaña,  bajo  Io  21'  Lat.  S, 
se  halla  sobre  el  barranco  de  la  orilla  izquierda  del  rio,  y  marca  el  límite 
de  una  región  nueva.  Desde  aquí  el  rio  y  paisaje  cambia  de  carácter;  el 
primero  comienza  su  curso  medio  y  con  él  una  serie  de  vueltas  tan  capri- 
chosas, como  no  se  encuentran  en  ningún  otro  rio  de  igual  caudal,  el  segundo 
cambia  cada  rato  del  modo  mas  agradable  y  sorprendente,  con  la  variación 
continua  de  playas,  vegas,  barrancos,  lomas,  bancos  y  sabanas.  Una  serie 
no  interrumpida  de  haciendas  y  caseríos  á  ambas  orillas  convierten  estas 
en  un  jardín  continuo  de  flores  y  fintas.  Si  debería  juzgar  imparcialmente 
de  la  belleza  de  los  ríos  del  Ecuador  occidental,  daría  la  primacía  al  rio 
Daule,  desde  Balzar  abajo,  y  al  viajero  que  en  pocos  dias  quisiera  formarse 
una  idea  de  la  provincia  del  Guayas,  (que  no  puede  adquirir  en  las  cercanías 
de  Guayaquil),  aconsejaría  hacer  un  viaje  á  vapor  en  invierno  por  el  rio 
Daule  hasta  Balzar;  podrá  decir,  que  ha  visto  uno  de  los  países  mas  pinto- 
rescos do  la  zona  tropical. 

Esta  región  interesante  de  que  hablo,  se  extiende  desde  Balzar  hasta 
Daule,  es  decir  10  leguas  en  linea  recta.  La  descripción  del  lado  izquierdo 
ú  oriental  del  rio  es  corta;  los  afluentes  son  tan  insignificantes,  que  no 
merecen  una  mención  especial.  Desdo  enfrente  de  Colimos,  que  está  casi 
en  medio  entre  Balzar  y  Daule,  se  encuentran  atrás  de  la  zona  angosta  do 
bancos  á  lo  largo  del  rio,  hacia  arriba  las  lomas  y  hacia  abajo  las  sabanas, 
componiendo  una  zona  de  dos  leguas  de  ancho,  en  término  medio,  entre  el 
rio  de  Daule  y  el  Macul  ó  rio  Bobo,  que  conoceremos  mas  luego.  El  pueblo 
de  St\  Inicia  se  halla  al  mismo  lado  oriental  del  rio,  como  Balzar,  tres  le- 
guas arriba  de  Daule. 

Mas  interesante  y  mas  complicada  es  la  banda  occidental  del  rio,  porque 
allá  encontramos,  ademas  de  varios  afluentes  pequeños,  tres  sistemas  fluviales 
bastante  largos  y  desarrollados,  que  tributan  al  Daule.  Pero  antes  de  entrar 
en  su  descripción,  debo  advertir,  que  la  zona  próxima  al  rio,  y  hasta  tres 
leguas  adentro,  corresponde  perfectamente  á  la  zona  de  lomas  y  sabanas  de 
la  banda  oriental. 

Dos  leguas  abajo  de  Balzar  se  halla  la  boca  del  rio  Puca.  Sus  cabe- 
ceras nacen  sobre  la  pequeña  Cordillera,  que  corriendo  de  O  á  E  separa  el 


LA  REGIÓN  OCCIDENTAL.  147 

sistema  fluvial  del  rio  de  Portoviejo  del  del  Guayas,  y  que  es  conocida  con  el 
nombre  de  cerros  de  Fajan  y  de  Puca.  La  altura  de  esta  cadena  es  de  200 
á  300  metros.  Al  vertiente  setentrional  de  la  «Cuesta  de  Puca»,  por  donde 
pasa  el  camino  á  la  provincia  de  Manabi,  se  hallan  las  fuentes  del  rio  de 
Lodana,  muy  cerca  de  las  del  Puca.  El  curso  del  rio  es  en  la  región  mon- 
tañosa de  NO  á  SE,  y  en  este  trecho  recibe  del  lado  izquierdo  el  rio  Calvo 
y  del  lado  derecho  los  ríos  de  Agua-fria  y  del  Burro.  Antes  de  dejar  las 
montañas  vira  con  un  arco  abierto  al  N,  y  después  con  un  codo  muy  fuerte 
al  NE  y  E.  En  el  dicho  codo  está  situado  el  pequeño  pueblo  de  Olmedo  á 
la  orilla  derecha  y  enfrente  de  la  boca  del  rio  Pescado,  que  desciende  tam- 
bién de  las  montañas  del  lado  NO.  Desde  Olmedo  entra  el  Puca  en  la 
región  de  las  lomas  y  la  atraviesa  hasta  su  boca,  que  dista  del  pueblo  citado 
unas  6  leguas;  en  su  curso  inferior  recibe  todavía  del  lado  norte  el  tributo 
de  los  ríos  Chicompe  y  Pucon. 

El  rio  de  Colimes,  que  en  su  curso  superior  se  llama  rio  de  Pojan, 
parece  una  imitación  exacta  del  rio  Puca,  en  cuanto  á  la  dirección  que 
describe  en  su  curso  superior,  en  cuanto  al  codo  que  hace  antes  de  entrar 
á  la  región  de  las  lomas,  y  en  cuanto  á  su  curso  inferior  por  estas  lomas, 
solo  que  su  hoya  superior  es  mas  larga  y  mas  extensa.  Nace  con  sus  tri- 
butarios principales,  que  son  los  ríos  Misoaque,  Pijio  y  Colimes,  en  los  cerros 
de  Pajan  y  en  el  ángulo  que  forman  estos  con  la  Cordillera  de  Colonche. 
En  la  confluencia  del  Colimes  se  halla  el  pueblo  de  Pajan,  á  la  altura  de 
103  metros  sobre  el  mar.  Los  afluentes  de  SO,  hacia  mas  abajo,  son  los 
ríos  Panchal,  Brocel,  Agua-fria,  de  las  Cruces  y  el  Estero  ciego;  los  del  Norte 
los  ríos  Chico,  Palma,  Tigre  y  Sapan.  Unas  nueve  leguas  abajo  de  su  naci- 
miento el  rio,  que  hasta  ahora  corría  de  NO  á  SE,  se  vé  obligado  por  los 
«Cerros  de  Iguanas»  á  virar  al  N  por  el  espacio  de  una  legua,  para  entrar 
después  en  la  región  abierta  de  las  lomas  en  dirección  al  E.  En  esa  virada 
al  N  se  encuentra  á  la  banda  izquierda  el  pequeño  pueblo  de  Iguanas,  á  la 
entrada  de  las  montañas,  como  Olmedo.  Desde  Iguanas  el  río  se  llama 
comunmente  de  Colimes,  su  curso  por  las  lomas  es  igual  al  del  Puca;  los 
ríos  de  Mura  y  de  las  Cañas  son  sus  únicos  afluentes  del  lado  Norte.  En  su 
boca  y  á  la  orilla  derecha  se  halla  el  pueblo  de  Colimes.  La  boca  de  Colimes 
dista  de  la  de  Puca  tres  leguas  en  linea  recta;  en  el  espacio  intermedio  hemos 
de  notar  el  rio  de  la  Jagua,  que  unido  con  el  de  las  Piedras  desemboca  al 
Daule  en  el  sitio  de  Perinao,  no  muy  distante  de  Colimes;  pero  ambos  son 
ríos  cortos  y  en  verano  casi  secos.  Algo  mas  grande  es  el  rio  de  Piñal,  cuya 
boca  se  halla  en  la  hacienda  del  mismo  nombre,  entre  Santa  Lucía  y  Daule; 
nace  al  pié  de  las  montañas  de  Iguanas,  cerca  del  Potrero  de  la  Virgen,  y 
atraviesa  con  algunos  pequeños  afluentes  la  región  de  las  lomas  y  sabanas 

10  • 


148  topografía.  —  capítulo  in. 

El  tercer  y  último  sistema  tributario  del  Daule,  análogo  á  los  del  Co- 
limes y  del  Puca,  es  el  del  Rio  Magro,  que  desemboca  una  vuelta  abajo  del 
pueblo  de  Daule  y  enfrente  de  la  hacienda  de  St\  Ana.  Su  hoya  superior 
comprende  la  región  montañosa  entre  la  Cordillera  de  Colonche  y  los  cerros 
de  Iguanas,  que  son  un  cordón  de  montañas  arrancado  de  aquella  misma, 
y  colocado  como  linea  divisoria  entre  las  aguas  del  rio  de  Pajan  y  las  del 
rio  Magro.*)  Muchas  son  las  quebradas  que  contribuyen  á  formar  este 
sistema,  pero  la  mayor  parte  quedan  secas  durante  el  verano,  porque  toda 
esta  región  ya  no  tiene  la  misma  humedad,  como  las  hoyas  del  Colimes  y 
del  Puca. 

El  rio  de  la  Bolsa  podemos  considerar  como  la  vena  mas  larga  y  mas 
recta  del  Magro,  que  conserva  el  rumbo  general  de  O  á  E.  En  su  curso 
medio  se  llama  rio  Nuevo,  de  una  quebrada  del  mismo  nombre  que  le  viene 
del  lado  Oeste;  y  dos  leguas  mas  abajo  recibe  el  rio  Bachillero,  que  baja 
de  SO,  y  á  cuya  orilla  derecha  se  encuentra  el  pueblo  de  Soledad.  Solo 
desde  la  boca  del  último  el  rio  lleva  el  nombre  de  Magro,  es  decir,  en  el 
corto  trecho  en  que  atraviesa  la  sabana. 

Los  tres  ríos  de  Puca,  Colimes  y  Magro  son  en.  verano  muy  escasos  de 
agua,  pero  en  invierno  son  navegables  en  canoas  y  balsas  hasta  el  principio 
de  las  montañas  (Olmedo,  Iguanas,  Rio  nuevo).  Entre  otras  propiedades 
comunes  á  todos  tres,  merece  ser  mencionada  la  de  que  en  verano  llevan 
agua  muy  salobre,  que  no  se  puede  beber  sin  hacerse  daño,  y  cuya  causa 
existe  en  el  terreno  de  su  proveniencia.  En  otro  lugar  daré  las  análisis  de 
estas  aguas. 

El  curso  inferior  del  rio  Daule,  entre  el  pueblo  de  este  nombre  y  su 
boca  cerca  de  Guayaquil,  se  distingue  del  curso  medio  por  la  mayor  anchura 
del  cauce,  por  ser  las  vueltas  mas  largas,  y  por  la  falta  de  bancos  altos  á 
lo  largo  de  las  orillas.  También  el  aspecto  del  paisaje  se  cambia  notable- 
mente, por  los  cerros  que  se  levantan  á  ambos  lados.  El  pueblo  de  Daule, 
cabecera  del  Cantón,  está  situado  7  leguas  al  N  de  Guayaquil,  á  la  orilla 
izquierda  del  rio,  en  82°  17'  Long.  O  y  Io  51'  Lat.  S.**)  Algo  mas  de  dos 
leguas,  hasta  Petrillo,  el  rio  observa  el  rumbo  N-S,  y  recibe  en  este  trecho, 
en  el  sitio  de  Nobol,  el  pequeño  rio  Bijagual  del  lado  occidental.  En  Pe- 
trillo  hace  un  fuerte  codo  al  Este,  para  bajar  luego  en  dirección  al  SE  hasta 
el  pueblecito  de  Pascuales.  En  ese  codo  entra  del  lado  oriental  el  rio  Pula, 
que  es  un  rio  muy  singular.    Para  encontrar  su  origen,  debemos  regresar  á 


*)  Los  cerros  de  Iguanas  tienen  hacia  su  término,  donde  los  cruza  el  camino  de  la 
Cuesta  del  Potrero  de  la  Virgen,  solo  163  nietr.  de  altura. 

**)  Resultado  sacado  por  triangulación,  con  referencia  á  Guayaquil. 


LA   REGIÓN    OCCIDENTAL. 


149 


las  montañas  entre  los  ríos  Palenque  y  Peripa.  Allá  nace  con  el  nombre  de 
Macul  y  atraviesa  primero  la  región  de  las  montanas,  después  la  de  las 
lomas  y  finalmente  la  de  las  sabanas,  teniéndose  casi  siempre  á  igual  di- 
stancia del  rio  de  Vinces  y  del  Daule.  Parece  que  no  recibe  ningún  afluente 
de  consideración,  pero  que  está  en  alguna  comunicación  con  el  rio  Vinces 
y  con  el  de  las  Avispas  por  medio  de  las  tembladeras.  En  su  curso  medio 
se  le  conoce  también  con  el  nombre  de  rio  Bobo,  y  finalmente  se  llama  rio 
Pula.  Ignoro  si  este  Macul  estaba  antiguamente  en  alguna  relación  con  el 
otro  Macul,  que  conocimos  como  un  brazo  del  rio  antiguo  de  Baba,  lo  que 


Flg.  90.    El  B¡o  Dmnl«  inferloi 


no  seria  sorprendente  en  una  región  tan  sujeta   á  cambios  continuos,  como 
es  la  cercanía  de  Vinces. 

Desde  la  boca  de  Pula  hasta  Guayaquil  el  Daule  carece  de  afluentes; 
en  su  lugar  nos  ocuparán  las  montañas  que  le  franjean.  Estos  cerros  no 
son  una  parte  accesoria  de  la  Cordillera  de  Chongon,  como  á  primera  vista 
del  mapa  se  podria  creer,  sino  forman  un  grupo  propio  geográfica  y  geoló- 
gicamente separado:  aquella  se  compone  de  capas  sedimentarias,  este  de 
antiguas  rocas  eruptivas,  pareciéndose  en  esto  al  cerro  de  Zamborondón. 
Primero  encontramos  algunos  cerritos  bajos  que  se  levantan  aislados  de  la 
llanura,  como  los  del  Martillo  entre  Daule  y  el  Pula  y  los  cerritos  de  Pe- 
tríUo;  después,  abajo  del  Pula  y  del  Nato,  se  forma  á  ambos  lados  una 
cadena  continua  con  algunos  picos  mas  elevados,  que  tienen  de  150  á  300  me- 
tros de  altura.     El  cordón  de  la  orilla  izquierda   se  compone  de  los  cerros 


150 


TOPOGRAFÍA.  —  capítulo  m. 


de  la  Estacada,  del  cerro  de  Yolan,  y  de  los  cerros  de  Lajas;  á  la  orilla 
derecha  se  halla  el  cordón  del  cerro  de  la  Candelaria  y  de  los  cerros  de 
Pascuales.  En  el  pueblecito  de  Pascuales  el  rio  hace  una  virada  muy  larga 
al  Este  hasta  la  Estancia  vieja,  y  después  corre  al  Sur  hasta  su  desem- 
bocadura, acompañado  todavía  de  algunos  cerritos  ú  ambos  lados  hasta 
Batan,  y  finalmente  de  los  llanos  de  la  sabana.  Entre  las  haciendas  de 
Batan  de  abajo  y  de  San  Antonio  se  acerca  el  rio  Daule  al  de  Bodegas, 
enfrente  de  la  isla  de  Mocoli,  tanto,  que  los  separa  una  faja  de  tierra  de 
pocas  cuadras  de  ancho.    El  rio  de  Daule  es  navegable  en  canoas  hasta  sus 


cabeceras,  como  hemos  visto;  por  vapores  fluviales  lo  es  en  todo  tiempo 
hasta  Daule,  y  en  invierno  hasta  la  boca  del  Congo,  dos  leguas  arriba  de 
Balzar.  La  marea  sube  hasta  cerca  de  Colimes,  pero  el  agua  salobre  en 
verano  solo  hasta  la  boca  dul  rio  Pula. 


Con  la  descripción  del  rio  Daule  hemos  concluido  la  de  todo  el  sistema 
fluvial  del  Guayas.  Me  he  detenido  mas  largamente  en  esta  sección,  no  solo 
ñor  una  cierta  predilección  que  profeso  ú  esto  pais,  sino  porque  en  efecto 
constituye  la  mas  hermosa  y  mas  rica  heredad  del  Ecuador,  que  hasta  ahora 
había  sido  demasiado  descuidada  por  los  geógrafos  antiguos,  y  que  necesi- 
taba una  descripción  detallada.1"' 


LA  BEGION   OCCIDENTAL.  151 


Sección  III*.    La  región  litoral  desde  Pnná  hasta  Esmeraldas. 

El  Ecuador  es  un  pais  de  contrastes;  grandísimo  es  él  que  existe  entre 
la  región  andina  y  la  litoral,  pero  también  en  esta  última  encontramos  di- 
ferencias tan  notables  y  sorprendentes  bajo  una  misma  latitud,  que  parece 
que  nos  transladamos  á  paises  separados  por  miles  de  leguas.  ¡Que  distinto 
es  el  paisaje,  si  de  Guayaquil  p.  ej.  nos  dirigimos  pocas  leguas  al  Este  ó 
al  Norte,  á  la  región  que  acabamos  de  describir,  del  otro  que  encontramos 
al  Oeste,  en  un  viaje  por  el  casi-desierto  del  Morro  y  de  St\  Elena!  Sinem- 
bargo,  como  todavía  no  entramos  en  distinciones  climatológicas,  y  para  no 
aumentar  el  número  de  las  subdivisiones,  limitaré  la  región  de  nuestra  con- 
sideración actual  solo  bajo  la  vista  hidrográfica,  dándole  una  gran  extensión, 
longitudinal,,  entre  el  océano  pacifico  y  los  dos  grandes  sistemas  fluviales  del 
rio  Guayas  y  del  rio  Esmeraldas.  Tiene  80  leguas  de  largo,  llegando  desde 
3o  Lat.  S  hasta  Io  Lat.  N;  su  ancho  es  variable,  entre  3  y  20  leguas,  y  los 
ríos,  donde  los  hay,  son  generalmente  cortos  y  de  poco  caudal. 

Comenzando,  como  de  costumbre,  al  Sur,  y  tomando  por  límite  oriental 
de  nuestra  región  el  rio  Guayas  y  su  prolongación  por  el  canal  de  Jambelí, 
encontramos  primero  un  pais  muy  singular,  cuyo  carácter  principal  consiste 
en  la  falta  absoluta  de  agua  dulce  (fuera  de  los  aguaceros  del  invierno)»  Si 
tiramos  una  linea  recta  de  Guayaquil  á  la  boca  del  rio  de  Colonche,  tenemos 
separada  esta  región  del  resto  de  la  República,  pues  por  todos  los  demás 
lados  está  rodeada  de  agua  salada,  formando  la  gran  península  del  Morro 
y  de  St\  Elena,  que  con  relación  á  aquel  carácter  se  podría  llamar  un  apén- 
dice anormal  del  Ecuador.  Al  Sur  de  la  linea  indicada  no  nace  ningún 
riachuelo  de  agua  dulce*),  y  debo  advertir  que  los  esteritos  que  figuran  en 
el  mapa,  todos  son  de  agua  salada  y  se  llenan  con  la  marea  del  mar  ó  del 
Estero  Salado.  Lo  mismo  vale  de  la  isla  de  Puna,  que  forma  parte  inte- 
grante de  esta  región.  Para  abastecer  á  los  habitantes  y  los  animales,  sirve 
el  agua  de  las  cisternas,  que  también  es  bastante  salobre,  pero  no  perjudi- 
cial, al  contrario,  una  vez  acostumbrado  á  su  uso,  se  lo  prefiere  al  agua 
completamente  dulce,  que  entonces  parece  insípida. 

La  isla  de  Puna,  cuya  extensión  y  configuración  he  descrito  en  otro 
lugar  (véase  pág.  20),  se  compone  en  general  de  un  terreno  irregular- 
mente undulado  de  poca  elevación;  solo  la  costa  sur  y  sureste  se  presenta 
baja  y  completamente  llana  con  extensos  salitrales  y  manglares.  Los  últimos 
cubren  también  el  laberinto  de  esteros,  que  dividen  la  isla  en  dos  mitades. 

*)  Un  trecho  pequeño  del  rio  de  Chongon  cae  al  Sur  de  la  linea. 


152 


TOPOGRAFÍA.   —   CAPÍTULO  III. 


En  la  mitad  setentiioDal  se  observa  que  el  suelo  se  ¡lincha  á  mayores  alturas 
sobre  una  linea  que  tiramos  de  £  á  O,  entre  las  Puntas  de  Centinela  y  de 
Trinchera.  Los  puntos  culminantes  son  el  cerro  de  Mala  en  la  cercanía  de 
la  costa,  al  Sur  de  la  Punta  Española,  y  el  cerro  Yansun  hacia  el  centro  de 
la  isla.  —  La  mitad  austral  so  distingue  por  una  pequeña  cordillera  longi- 
tudinal, cuyo  punto  mas  alto,  el  cerro  de  Zambo-Palo,  se  halla  hacia  el 
extremo  sur,  y  que  termina  al  Norte  con  el  bajo  cordón  de  los  cerrüos  de 
Puna  vieja,  cerca  del  sitio  y  estero  del  mismo  nombre.  —  Las  condiciones 
hidrográficas  y  climatológicas  de  Puna  son  desfavorables  á  la  agricultura, 
y  reducen  su  importancia  á  la  cria  de  ganado  y  á  la  extracción  de  las  ma- 
deras excelentes,  que  se  encuentran  en  sus  montañas.  —  El  único  pueblo  de 


¥¡g.  JS.    El  partió  de  F 


la  isla,  el  de  Puna,  está  situado  en  el  extremo  noreste,  al  lado  de  la  Punta 
Mandinga,  en  82"  13'  Long.  0  y  2°  44'  Lat.  S.  Dista  de  Guayaquil  11  leguas 
(=  33  millas  náuticas). 

Allende  el  canal  del  Morro  se  repite  en  la  tierra  firme,  en  mayor  escala, 
la  constitución  geográfica  y  geológica  de  Puna:  esteros,  salitrales  y  man- 
glares en  la  cercanía  de  la  costa,  hacia  adentro  un  pais  cruzado  de  lomas 
en  todo  sentido,  y  cadenas  ó  grupos  de  cerros  mas  altos  irregularmente 
esparcidos  sobre  toda  la  península.  —  Esteros  grandes  se  hallan  solo  á  la 
costa  oriental.  Ademas  del  Estero  Salado,  cuyo  canal  principal  he  descrito 
en  la  página  21,  encontramos  el  grupo  de  los  esteros  del  Morro  y  Ai/alan 
al  NO  de  la  isla  de  Puna.  El  primero  se  introduce  hacia  NO  por  cerca  de 
3  leguas,  es  decir  mas  allá  del  pueblo  de  San  Miguel,  donde  recibe  también 


LA  REGIÓN   OCCIDENTAL.  153 

el  nombre  de  este.  En  un  pequeño  brazo  occidental,  que  conserva  el  nombre 
del  Estero  del  Morro,  se  halla  el  Puerto,  y  una  milla  al  SO  el  pueblo  de 
este  nombre  en  una  pampa  árida.  El  estero  de  Agolan,  que  también  se  llama 
del  Seibo,  corre  á  poca  distancia  al  N  del  estero  del  Morro,  paralelo  pero 
independiente  de  él;  por  lo  demás  es  corto  é  insignificante.  —  El  segundo 
grupo  comienza  dos  leguas  mas  al  Norte,  donde  acaba  el  golfo  de  Guaya- 
quil y  principia  el  Estero  Salado,  y  se  extiende  por  4  leguas  al  NO  y  N, 
hasta  el  sitio  de  Pongal.  El  estero  principal  es  el  de  Sabana  grande,  que 
se  ramifica  varias  veces  y  finalmente  sale  por  dos  bocas,  la  de  Bajen  y  la 
de  Pongal,  al  Estero  Salado.  Ademas  de  muchas  islitas  cubiertas  de  man- 
glares, forma  dos  islas  grandes,  la  de  Palo  Santo  y  la  de  los  Chalenes,  en 
que  se  hallan  bosques  con  buenas  maderas.  Así  como  el  Morro,  tampoco 
el  pueblo  de  Sabana  grande  no  se  halla  al  lado  del  estero,  sino  2  millas  de 
su  puerto,  tierra  adentro,  en  una  pampa.  —  Enfrente  de  los  esteros  de  Sa- 
bana grande  y  al  lado  oriental  del  Salado  se  halla  aquel  laberinto  de  esteros, 
que  seria  difícil  describir,  y  cuyo  estudio  se  hace  mejor  sobre  el  mapa,  como 
he  dicho  en  otra  ocasión.  Solo  debo  advertir,  que  en  esas  islas  planas  y 
de  terreno  aluvial  se  encuentran  de  repente  unos  cerritos  cascajosos,  com- 
pletamente aislados,  de  unos  10  ó  20  metros  de  altura.  La  isla  de  San  Ignacio 
se  compone  toda  de  ellos,  y  esta  cadenita  es  algo  mas  elevada;  seria  una 
hacienda  bonita  si  no  careciese  de  agua  dulce. 

Si  seguimos  la  orilla  izquierda  del  Salado,  de  Pongal  para  arriba,  en- 
contramos las  bocas  de  varios  esteros.  El  de  Carrizal  es  corto,  tanto  mas 
largo  el  de  Chongon,  cuya  boca  se  llama  Nalay,  y  que  sube  hasta  las  cer- 
canías del  pueblo  y  sirve  de  desaguadero  al  rio  de  Chongon.  Este  último 
nace  en  la  Cordillera  del  mismo  nombre  y  tiene  un  curso  de  unas  5  leguas 
de  NO  á  SE,  aunque  en  verano  lleva  muy  poca  agua  y  por  largos  trechos 
queda  completamente  seco.  El  pueblo  de  Chongon ,  en  algún  tiempo  flore- 
ciente y  hoy  reducido  á  unas  10  casuchas,  se  halla  algo  distante  del  rio,  al 
lado  de  una  pequeña  laguna  y  al  pié  de  la  Cordillera.  —  El  estero  de  San 
Pedro  es  reducido  y  acaba  en  la  pampa  cerca  del  puerto  de  Chongon.  El 
de  Sabana  grande  (distinto  del  que  conocimos  con  el  mismo  nombre  mas 
arriba)  es  largo,  y  llega  con  sus  ramificaciones  al  pié  de  la  Cordillera  de 
Chongon,  donde  recibe  algunas  fuentes  de  agua  dulce,  como  la  de  Aguasaira 
y  la  de  Palobamba.  En  iguales  circunstancias  se  encuentra  el  estero  de 
Aguapiedra,  cuya  boca  se  halla  al  lado  de  la  del  último.  El  camino  de 
Guayaquil  á  Chongon  pasa  por  las  cabeceras  de  todos  estos  esteros.  — 
Desde  la  boca  del  estero  de  Aguapiedra  el  Salado  ya  no  se  ramifica  mas, 
hasta  los  Baños  de  Guayaquil. 

De  los  cerros  de  la  península  del  Morro  y  de  Sta.  Elena  nombraré  solo 


154  topografía.  —  capítulo  m. 

los  principales.  Á  la  orilla  misma  del  mar  (costa  SO)  se  hallan:  el  cerro 
de  Chopoya  cerca  del  sitio  de  Playas  y  2  leguas  al  O  del  Morro;  el  cerro 
Verde  á  la  distancia  de  2  leguas  de  aquel;  los  cerrítos  de  las  puntas  Ancón 
y  Carnero  al  S  de  St*.  Elena,  y  finalmente  la  Puntilla  de  St?.  Elena  (130  m.), 
tres  leguas  al  O  del  pueblo.  —  Entre  el  Morro  y  Chanduy  se  tiende,  á  la 
distancia  de  2  leguas  de  la  orilla  del  mar,  una  cadena  de  cerros  de  SE  á 
NO;  el  largo  de  esta  pequeña  cordillera  será  de  6  leguas  y  su  altura  de 
200  á  250  metros.  Las  secciones  llevan  diferentes  nombres,  como  cerros  de 
Acumbe,  de  Animas,  de  la  Estancia.  Separados  de  este  cordón  de  cerros  se 
hallan  los  Altos  de  Chanduy,  que  al  Este  del  pueblo  del  mismo  nombre  forman 
una  cadenita  de  S  á  N;  su  punto  mas  alto  es  el  cerro  de  San  Pedro  que 
mide  298  metros  de  altura,  y  de  su  cúspide  se  presenta  una  vista  magnífica 
sobre  casi  toda  la  península.  Algo  mas  al  N,  y  en  el  centro  de  la  región, 
principia  al  lado  del  sitio  de  Azúcar  la  cadena  de  los  cerros  de  Saya,  que 
tira  al  NO  y  concluye  cerca  de  Colonche.  —  Mas  aislados  se  hallan  el  cerro 
de  la  Cruz  al  E  de  Azúcar,  el  cónico  Chucuyunuri  cerca  de  Atravesao,  el 
Asajmon  al  lado  de  los  fuentes  termales  de  San  Vicente,  y  finalmente  el 
grupo  de  los  cerros  de  St*.  Elena,  todos  de  poca  elevación. 

Santa  Elena,  la  cabecera  del  Cantón,  se  halla  á  la  distancia  de  2  millas 
del  puerto  de  Ballenita,  en  pampa  rasa,  á  la  altura  de  33  metros.  Fuera 
de  los  otros  dos  pueblos  del  Morro  y  de  Chanduy,  ya  nombrados,  la  escasa 
población  se  reduce  á  pequeños  si^os,  establecidos  casi  todos  á  lo  largo  de 
los  tres  caminos  principales,  que  cruzan  la  península.  Uno  conduce  de  Guaya- 
quil á  St*.  Elena  por  Chongon,  Juntas,  Sube-y-baja,  Azúcar  y  San  Vicente, 
y  mide  (con  sus  vueltas)  20  leguas;  otro  vá  del  Morro  á  St*.  Elena  por 
Chanduy  y  tiene  15  leguas,  cruzando  los  sitios  de  Playas,  Engabao  (del  Morro), 
Engunga,  Tugaduaja,  Chanduy,  y  Engabao  (de  St*.  Elena) ;  el  tercero,  tam- 
bién del  Morro  á  St*.  Elena,  mide  18  leguas  y  hace  la  vuelta  al  N  por  San 
Miguel  á  Amen,  dirigiéndose  después  recto  al  O  por  Aguada,  Billingota,  Za- 
potal,  Atravesao  y  San  Vicente.  Por  lo  demás,  como  en  esta  región  no 
existen  los  obstáculos  de  una  vegetación  espesa,  ni  de  los  rios,  hay  muchí- 
simos caminos  en  toda  dirección,  y  aun  sin  ellos  se  puede  cruzarla  con 
facilidad. 

Unas  5  leguas  al  N  de  Sta.  Elena,  donde  acaba  su  bahía,  y  la  costa 
toma  el  rumbo  S-N,  cambia  poco  á  poco  el  carácter  del  pais,  á  consecuencia 
de  que  la  Cordillera  de  Colonche  se  acerca  á  la  costa  y  sirve  de  conden- 
sador de  las  exhalaciones  acuosas  del  mar.  El  primero  que  anuncia  este 
cambio,  es  el  rio  Jahita,  llamado  rio  Nuevo  en  su  parte  superior,  que  trae 
su  origen  de  muy  lejos,  entre  los  cerros  de  Barranca  y  las  faldas  meridio- 
nales de  la  Cordillera  de  Chongon.     En  verano    corre   el    agua  desde  las 


LA  REGIÓN  OCCIDENTAL.  155 

cercanías  del  alto  cerro  Isera,  que  se  levanta  aislado  á  la  orilla  izquierda  del 
río,  unas  4  leguas  arriba  de  su  boca;  las  quebradas  superiores  quedan  secas 
y  traen  su  tributo  solo  durante  el  invierno.  El  curso  general  de  este  rio 
es  de  E  á  O ;  una  legua  arriba  de  su  boca  en  el  Estero  Balsa  está  el  pueblo 
de  Colonche,  situado  á  su  banda  derecha,  y  un  poco  abajo  del  pueblo  recibe 
del  mismo  lado  su  único  afluente  de  consideración,  el  rio  de  la  Pampa.  — 
Las  inmediaciones  de  Colonche  y  la  costa  hasta  dos  leguas  mas  al  N,  que- 
dan todavía  bastante  secas;  pero  entonces,  y  á  medida  que  la  Cordillera  se 
acerca  mas  al  mar,  principia  una  zona  húmeda,  que  se  caracteriza  por  una 
serie  de  ríos  y  una  vegetación  vigorosa  de  las  montañas.  Desde  el  sitio  y 
el  rio  de  Valdivia  los  numerosos  ramales  tendidos  de  la  Cordillera  de  Co- 
lonche llegan  hasta  la  orilla  del  mar,  y  de  todos  los  valles  intermedios  bajan 
ríos.  La  cercanía  de  la  cresta  de  la  Cordillera  y  la  dirección  de  los  ramales 
son  las  causas,  de  que  todos  estos  ríos  sean  cortos  y  corran  de  E  á  O;  los 
principales  son  los  de  Valdivia,  de  Travesao,  de  Manglar  alto,  de  Olon,  de 
Don  Pancho,  de  Entrada  y  de  Ayampe.  En  la  desembocadura  de  cada  rio 
se  encuentra  un  pequeño  sitio  (de  pocas  casas)  del  mismo  nombre,  solo 
Manglar  alto  tiene  el  rango  de  pueblo  y  parroquia.  La  distancia  que  media 
entre  el  rio  de  Valdivia  y  la  Punta  de  Ayampe  es  de  5  leguas.  Pasando  la 
última,  ya  entramos  en  la  provincia  de  Manabi,  y  á  medida  que  la  Cor- 
dillera de  Colonche  vá  rebajándose,  desaparece  la  humedad  de  las  montañas, 
la  costa  vuelve  á  tomar  (desde  Salango)  paulatinamente  su  carácter  y  aspecto 
anterior,  y  lo  conserva  mas  ó  menos,  aunque  no  tan  pronunciado  como  en 
el  cantón  de  St\  Elena,  hasta  la  Bahía  de  Caráques. 

Por  la  razón  indicada  en  la  anotación  de  la  página  3,  acceleremos  el 
paso  por  la  provincia  de  Manabi.  —  En  la  ensenada  de  Callo  y  Machalilla 
desemboca  el  rio  Seco  de  Jipijapa,  cuyo  nombre  indica  suficientemente  su 
propiedad,  de  no  llevar  agua  en  la  estación  seca.  Su  valle  pone  término 
á  la  Cordillera  de  Colonche,  y  las  montañas  litorales  que  siguen  hacia  el 
Norte  hasta  la  Bahía  de  Caráques,  no  presentan  cadenas  largas,  sino  mas 
bien  grupos  y  macizos  irregulares.  El  primer  grupo  observamos  entre  Jipi- 
japa y  Manta,  rodeado  al  O  y  N  por  el  mar,  al  S  por  el  valle  de  Jipijapa 
y  al  E  por  el  del  rio  de  Portoviejo.  —  Esta  porción  de  tierra  se  presenta 
por  la  salida  del  Cabo  de  San  Lorenzo  y  de  la  Punta  de  San  Mateo  como 
una  pequeña  península  suavemente  abovedada.  En  las  cercanías  de  Jipijapa 
llaman  la  atención  el  cerro  Bravo  y  el  de  San  Vicente,  y  en  el  centro  del 
grupo  descuella  por  su  posición  aislada  y  su  altura  (443  m.)  el  cerro  de 
Montecristi,  á  cuyo  pié  está  el  pueblo  de  este  nombre,  dos  leguas  al  SE 
del  puerto  de  Manta.  La  parte  setentrional  se  compone  del  cordón  de  los 
Cerros  de  Hoja.  —  Al  N  de  la  Bahía  de  Manta  encontramos  el   anchuroso 


156  TOPOGBAFIA.   —   CAPÍTULO   III. 

valle  del  rio  de  Portoviejo,  que  separa  el  grupo  de  los  cerros  indicados  de 
otro  muy  parecido,  pero  menos  alto,  entre  el  rio  nombrado  y  el  de  Chone 
y  de  Tosagua.  Este  macizo  se  llama  en  los  mapas  antiguos  Cerros  de  Bál- 
samo. Ambos  grupos  caen  en  la  región  seca,  y  por  esto  no  encontramos, 
desde  Salango  hasta  la  Bahía  de  Caráques,  ningún  rio  notable,  que  nazca 
en  ella.  El  único  rio  de  Portoviejo,  que  desemboca  en  la  ensenada  de  Chara- 
potó,  trae  su  origen  y  sus  aguas  de  las  montañas  lejanas  y  húmedas,  que 
al  Sur  y  al  Este  separan  su  sistema  de  los  del  rio  Puca  y  del  rio  Daule. 
Todos  sus  tributarios  corren  al  principio  de  E  á  O  y  se  reúnen  en  el  tronco 
principal,  que  se  dirige  de  S  á  N.  El  afluente  mas  austral  es  el  rio  de 
Lodana,  que  viene  de  los  cerros  de  Puca  y  desemboca  en  el  rio  principal 
cerca  del  pueblo  de  Sta.  Ana,  casi  dos  leguas  al  Sur  de  Portoviejo.  La  capi- 
tal de  la  provincia  de  Manabí,  que  dá  al  rio  su  nombre,  se  halla  á  su  orilla 
derecha,  y  á  la  distancia  de  5  leguas  de  su  boca.  Al  lado  de  la  ciudad  el 
rio  hace  un  codo  fuerte  al  O  para  dirigirse  luego  de  nuevo  al  N,  y  sobre 
este  codo  está  el  pueblo  de  Picoasá.  Una  legua  mas  adelante  desemboca 
del  lado  derecho  el  Rio  chico,  bastante  largo,  pero  de  poco  caudal,  á  cuya 
orilla  se  encuentra  un  pequeño  pueblo  del  mismo  nombre.  En  seguida  pasa 
el  rio  todavía  al  lado  de  los  dos  pueblos  considerables  de  Rocafuerte  (antes 
Pichota)  y  Charapotó,  ensanchando  su  cauce  en  playas  extensas,  y  dividién- 
dose á  veces  en  varios  brazos.  El  rio  de  Portoviejo  no  es  navegable,  tanto 
por  la  escasez  de  agua,  cuanto  por  ser  demasiado  correntoso. 

El  rio  de  Chone,  que  desemboca  en  la  bahía  de  Caráques,  tiene  sus 
cabeceras  en  aquellas  montañas,  en  que  nacen  también  las  del  rio  Grande 
(Daule)  y  de  sus  tributarios  principales  (San  Pedro,  Pescadillo,  Conguillo). 
Al  principio  corre  unas  5  leguas  de  E  á  O,  recibiendo  de  ambos  lados 
muchos  afluentes  pequeños;  luego,  pasado  el  pueblo  de  Chone,  que  antigua- 
mente se  hallaba  en  las  montañas  cerca  de  su  origen,  vira  por  2  leguas  al 
SO,  y  finalmente  otra  vez  al  Oeste,  conservando  este  rumbo  apesar  de  las 
muchas  vueltas  pequeñas,  hasta  su  desembocadura.  Los  tributarios  prin- 
cipales, que  le  entran  del  lado  NE,  son  el  rio  Garrapata  y  el  de  San  Lo- 
renzo, llamado  en  su  curso  superior  rio  Colorado,  el  primero  un  poco  arriba 
y  el  segundo  una  legua  abajo  del  pueblo  de  Chone.  Entre  los  dos  se  abrió 
la  trocha,  que  conduce  de  Chone  á  St°.  Domingo  de  los  Colorados,  y  que 
algunos  consideran  como  el  precursor  de  un  ferrocarril  futuro.  Del  lado 
sur  recibe  el  rio  Chone  solo  el  tributo  del  rio  Tosagua,  4  leguas  arriba  del 
pueblo  de  Bahía  de  Caráques.  Nace  en  las  montañas  de  Calceta  y  Junin  y 
pasa  por  el  pueblo  de  Tosagua.  Un  poco  antes  de  entrar  en  el  rio  Chone, 
recibe  el  de  Capotillo,  sobre  cuyo  curso  superior  se  halla  el  pueblo  de 
Canuto. 


LA   REGIOS   OCCIDENTAL. 


Al  Norte  de  la  Bahía  de  Ca- 
ráques,  y  especialmente  desde 
el  Cabo  Pasado,  que  dista  solo 
4  leguas,  el  país  cambia  de 
nuevo  su  aspecto  y  carácter, 
que  se  manifiesta  claramente 
sobre  el  mapa  por  la  multi- 
dud  de  pequeños  ríos,  que 
uno  tras  otro  desembocan  en 
oí  Océano.  Es  esta  una  señal 
de  gran  humedad,  y  en  efecto, 
las  montañas  húmedas  y  espe- 
sas, que  en  las  provincias  del 
Guayas  y  de  Los  Ríos,  y  en 
la  porción  austral  de  Manabí 
encontrábamos  solo  á  mucha 
distancia  de  la  costa  y  al  pié 
de  las  Cordilleras  altas,  desde 
ahora  cubren  todo  el  pais  hasta 
las  inmediaciones  de  la  costa, 
aun  cuando  en  su  cercanía 
faltan  montañas  altas  y  en  su 
lugar  existen  llanuras  grandes. 
La  causa  de  este  fenómeno, 
que  observamos  desde  el  Cabo 
Pasado  hasta  el  rio  Mira  y 
I»r  toda  la  costa  occidental 
de  Colombia,  no  puede  ser 
local,  como  lo  es  cerca  de 
Manglar  alto  {la  inmediación 
de  la  Cordillera  de  Colonche); 
la  causa  es  mas  profunda,  y 
consiste  en  un  cambio  notable 
de  la  temperatura  del  Océano, 
como  demostraré  en  otro  ca- 
pítulo, que  trata  de  las  condi- 
ciones climatológicas  del  pais. 

Las  montañas  de  la  región, 
en  que  vamos  h  entrar,  son 
generalmente  monótonas,  y  tos 


158  topografía,  —  capítulo  m. 

cerros  rara  vez  se  distinguen  por  formas  características ;  cordilleras  de  alguna 
elevación  notable  faltan  completamente.  Esto  se  explica  de  la  gran  mono- 
tonía de  las  formaciones  geológicas.  Originalmente  el  país  se  componía  de 
planicies  de  100,  200,  lo  mas  300  metros  de  altura  sobre  el  nivel  del  mar 
y  suavemente  inclinadas  en  diverso  sentido.  Las  aguas  que  corrían  sobre 
ellas,  hicieron  sus  incisiones  y  excavaron  por  la  erosión  continua  los  valles, 
de  manera  que  las  montañas  actuales  no  son  mas  que  las  partes  de  las 
planicies  primitivas,  que  hasta  ahora  han  resistido  á  la  erosión.  Así  se 
explica,  que  todas  las  montañas  tienen  casi  la  misma  altura;  las  mas  altas, 
que  ahora  forman  la  linea  divisoria  de  los  sistemas  fluviales,  indican  la 
región  mas  elevada  de  las  planicies  originales.  Donde  los  ríos  se  hallan 
muy  cercanos  uno  á  otro,  las  montañas  intermedias  presentan  crestas  agu- 
das; donde  están  mas  separados,  las  montañas  tienen  la  forma  de  lomas 
anchas  ó  se  extienden  entre  los  valles  unas  pequeñas  altiplanicies,  restos  de 
la  planicie  primitiva  general.  Tal  es,  por  ejemplo,  la  región,  que  con  la 
anchura  de  muchas  leguas  se  extiende  desde  el  Cabo  Pasado  hasta  las  orillas 
del  rio  Toachi  cerca  de  St°.  Domingo,  y  que  llamé  mas  arriba  una  planicie 
suavemente  abovedada,  sobre  cuyas  vertientes  australes  nacen  los  tributarios 
del  Daule,  mientras  que  de  los  setentrionales  descienden  los  del  rio  Esme- 
raldas. Tal  es  también  toda  la  región  del  sistema  superior  de  los  ríos 
Daule,  Penpa  y  Palenque,  y  finalmente  todo  el  litoral  setentrional  de  la 
República,  desde  el  Cabo  Pasado,  con  los  extensos  sistemas  del  rio  Esme- 
raldas y  del  rio  Santiago.  —  Otra  propiedad  de  esta  región,  que  sinembargo 
no  tiene  nada  que  ver  con  la  orografía  ó  hidrografía,  es  la  de  ser  casi  in- 
habitada (aunque  seria  muy  habitable).  La  escasa  población  se  ha  concen- 
trado en  algunos  pueblos  á  lo  largo  de  la  costa,  todo  el  interior  es  despo- 
blado, y  de  consiguiente  falto  de  caminos;  circunstancia  que  contribuye 
mucho  á  dificultar  el  estudio  del  pais.  —  Por  ahora  seguimos  el  estudio  de 
los  pequeños  ríos  litorales,  reservándonos  el  del  sistema  de  Esmeraldas  para 
la  sección  siguiente. 

Dos  leguas  al  N  de  la  Bahía  de  Caráques  desemboca  el  rio  Briseño. 
Naciendo  en  las  cercanías  de  Chone,  se  dirige  con  un  curso  de  unas  7  leguas 
casi  recto  de  E  á  O.  Aunque  de  ordinario  de  poco  caudal,  crece  este  rio 
en  tiempo  de  las  lluvias  mucho,  hasta  ponerse  intransitable;  y  esto  vale  de 
todos  los  ríos  siguientes.  —  En  la  pequeña  ensenada  que  forma  el  Cabo 
Pasado  á  su  lado  sur,  y  en  cuyo  seno  se  halla  el  pueblo  de  Canoa,  desem- 
bocan dos  ríos  en  el  mismo  punto,  al  lado  setentrional  del  dicho  pueblo :  el 
rio  de  Canoa  y  el  rio  Tabuchila,  el  primero  viene  del  Este  con  un  curso  de 
4  leguas,  y  el  segundo,  casi  del  mismo  largo  y  engrosado  por  el  rio  Muchacho, 
del  NE.    Una  milla  al  S  de  Canoa  entra  al  mar  el  pequeño  rio  de  la  Puntilla. 


LA  REGIÓN  OCCIDENTAL.  159 

Este  y  el  rio  Brisefio  tienen  la  particularidad  de  llevar  en  tiempo  de  verano 
una  agua  salobre,  que  no  es  potable,  como  los  ríos  Puca,  Colimes  y  Magro. 
—  6  leguas  al  N  del  Cabo  Pasado  y  al  lado  de  la  Punta  Ballena  (ó  Jama) 
encontramos  la  boca  del  rio  Jama,  que  es  tan  extenso  como  el  rio  Chone. 
Sus  cabeceras  se  hallan  cerca  de  las  del  rio  Daule  y  del  rio  de  la  Morena, 
á  unas  diez  leguas  al  E  de  su  boca;  arriba  se  conoce  con  el  nombre  de  rio 
Convento.  De  sus  numerosos  tributarios  mencionaré  los  ríos  Palalache,  Ca- 
lache y  Venado,  todos  tres  del  N,  y  del  lado  opuesto  el  rio  Mariano,  que  es 
el  mas  grande  de  todos,  y  cae  en  el  Jama  una  legua  arriba  de  su  boca. 
El  rio  Mariano  trae  su  origen  del  lado  de  los  afluentes  del  rio  Chone  y  de 
las  cabeceras  del  Briseño  y  cuenta  también  con  un  número  considerable  de 
pequeños  afluentes,  como  Mocora,  Piquigua,  Canque,  Biguá. 

Un  sistema  fluvial  muy  parecido  al  de  Jama  es  el  del  rio  Cuaque,  cuya 
boca  se  encuentra  5  leguas  mas  al  N,  muy  cerca  de  la  Punta  Pedernales. 
Entre  las  dos  bocas  se  hallan  los  ríos  de  Don  Juan,  Camarón,  Tábuga,  Pal- 
mar y  algunos  otros,  todos  pequeños  y  sin  importancia.  El  Cuaque  nace 
en  las  montañas  del  mismo  nombre,  en  las  cercanías  de  algunos  tributarios 
del  rio  Quinindé.  Su  curso  superior  se  dirige  de  NE  a  SO,  y  el  inferior, 
desde  el  pié  del  cerro  Pata  de  Pájaro,  que  es  el  punto  culminante  de  la 
región,  al  occidente.  Una  legua  antes  de  entrar  al  mar,  recibe  del  lado  sur 
el  rio  de  San  José,  que  es  casi  tan  grande  como  el  Cuaque  mismo,  y  pare- 
cido á  este  en  su  curso  y  demás  condiciones.  —  Al  N  de  la  Punta  Peder- 
nales entra  en  la  pequeña  ensenada,  dominada  por  el  pueblo  de  Pedernales, 
el  riachuelo  de  Tachina,  y  después  principian  las  montañas  á  retirarse  de 
la  costa,  formando  un  gran  semicírculo  alrededor  de  los  esteros  de  Cojimies 
y  de  Pórtete.*) 

Al  Este  de  Pedernales  se  arrancan  los  cerros  de  Cojimies  (que  también 
se  llaman  deViti,  de  Beche,  de  Mache,  según  los  rios  que  nacen  en  ellos) 
de  los  de  Cuaque,  y  se  dirigen  primero  al  NE  y  después  al  N,  separando 
siempre  el  sistema  del  Esmeraldas  de  los  rios  litorales.  Sobre  las  cabeceras 
del  rio  Cojimies  sale  un  ramal  llamado  montañas  de  Mompiche  al  Oeste  hasta 
la  Punta  de  Pórtete,  cerrando  de  tal  modo  la  hoya  de  Cojimies;  pero  la 
linea  de  vertientes  principal  sigue  hacia  el  N  y  NO,  rodeando  también  la 
hoya  de  Muisne,  y  se  une  con  los  cerros  de  Atacamos,  para  espirar  final- 
mente sobre  el  pueblo  de  Esmeraldas.  —  En  el  centro  de  la  primera  hoya 
ó  de  la  llanura  comprendida  entre  la  mar  y  el  semicírculo  de  montañas,  se 

*)  Una  descripción  orográfíca  é  hidrográfica  muy  minuciosa  de  la  región  que  sigue, 
y  de  toda  la  provincia  do  Esmeraldas,  se  encuentra  en  mi  «Memoria  sobre  la  Geografía 
y  Geología  de  la  Prov.  de  Esmeraldas))  (Guayaquil  1879);  fruto  de  un  viaje  y  estudio 
largo  ejecutado  en  1877. 


160  TOPOGRAFÍA.  —  capítulo  m. 

halla  el  Estero  de  Cojimies  de  que  he  dado  noticia  en  la  descripción  de  la 
costa  (pag.  23),  y  que  es  el  receptáculo  común  para  muchos  rios  en  su  con- 
torno. Tiene  mas  bien  el  aspecto  de  un  gran  lago  que  de  un  estero,  y 
algunas  islas  contribuyen  á  hermosearlo.  Si  los  bajos  delante  de  las  dos 
bocas  no  impidiesen  la  entrada  de  los  navios,  y  no  dificultasen  aun  la  de 
las  embarcaciones  menores,  ese  lago  seria  el  puerto  mas  lindo,  mas  seguro 
y  mas  tranquilo  en  toda  la  costa  del  Ecuador.  La  observación  de  que  las 
llanuras  que  le  rodean,  ofrecen  el  terreno  mas  feraz  é  invitan  al  cultivo  de 
los  productos  mas  nobles  de  la  tierra  caliente  (cacao,  café,  caña  de  azúcar, 
tabaco  etc.)  y  que  las  selvas  están  llenas  de  maderas  finas,  de  resinas,  bál- 
samos, y  otros  productos  vejetales,  hace  mas  sensible  aquella  circunstancia 
de  que  se  dificulte  tanto  la  entrada. 

Del  término  sur  del  lago  sale  un  brazo  angosto  en  forma  de  un  rio  en 
la  dirección  meridional,  serpeando  primero  por  la  llanura  é  introduciéndose 
finalmente  entre  las  colinas  que  se  hallan  á  poca  distancia  del  pueblo  de 
Pedernales.  Allá  se  acerca  á  la  costa  hasta  á  pocas  cuadras  y  está  separado 
de  ella  solamente  por  una  loma  baja.  Todo  este  brazo  contiene  agua  salada 
y  es  un  verdadero  estero  con  mareas  regulares,  que  ofrece  una  via  de  co- 
municación muy  cómoda  y  segura  á  las  canoas,  que  trafican  entre  los  sitios 
en  la  boca  de  Cojimies  y  Pedernales.  En  este  brazo  desembocan  por  el 
lado  derecho  los  rios  de  Viti  (unido  con  el  Morocumbo) ,  de  Marcos  y  de 
Chevc.  Rodeando  el  lago  de  este  mismo  lado  encontramos  luego  las  bocas 
del  rio  Beche,  del  Mache  y  del  Cojimies,  que  es  el  mas  grande  de  todo  el 
sistema  y  recibe  los  tributarios  de  Tigua,  Pambilar  y  Balsar.  Después  si- 
guen todavía  los  rios  de  Bilsa,  de  Sálima,  de  Daule  y  de  Maldonado,  que 
ya  vienen  de  las  montañas  de  Mompiche.  El  rio  de  Maldonado  no  desem- 
boca directamente  en  el  estero  grande,  sino  en  un  brazo  que  circunda  la 
isla  de  Daule.  —  Todos  los  afluentes,  que  el  estero  de  Cojimies  recibe  de 
su  izquierda,  nacen  en  la  llanura,  que  se  extiende  entre  él  y  la  costa  del 
mar;  son  cortos  y  pequeños  y  se  llaman:  Cadial,  Jejenal,  Palancanal,  Garzal, 
Zorreál  y  Cedrál. 

Independiente  del  estero  de  Cojimies  se  halla  otro  brazo  del  mar  al 
Norte  de  él,  que  circunda  en  forma  de  una  herradura  la  isla  de  Zapotal. 
La  mitad  meridional  de  este  arco  que  se  reúne  al  lado  del  sitio  de  Zapotal 
con  la  gran  Boca  de  Daule,  no  es  tan  ancha,  como  la  mitacj  setentrional, 
que  se  llama  el  estero  de  Pórtete  y  tiene  su  boca  al  lado  de  la  Punta  del 
mismo  nombre.  Sobre  el  arco  de  la  herradura  el  estero  forma  una  poza 
grande  con  varias  islas,  y  en  ella  recibe  los  riachuelos  de  Casa  vieja, 
de  Pórtete  y  de  Naranja,  que  descienden  de  las  cercanas  alturas  de 
Mompiche. 


.     LA  REGIÓN   OCCIDENTAL.  161 

Al  Norte  del  cordón  angosto  de  las  montañas  de  Mompiche,  cuya  ele- 
vación no  pasará  de  100  metros,  se  extiende  la  llanura  y  hoya  de  Muisne, 
análoga  á  la  de  Cojimíes.  Hacia  E  está  limitada,  como  ya  queda  dicho,  por 
la  continuación  de  las  montañas  de  Cojimies,  y  hacia  N  por  las  de  Atacámes 
y  de  San  Francisco.  —  En  el  límite  meridional  desemboca  en  una  pequeña 
ensenada  el  insignificante  rio  de  Mompiche,  franjeado  de  las  montañas  de  su 
nombre.  A  la  orilla  de  su  boca  se  hallan  algunas  casitas,  representando  el 
antiguo  pueblo  de  Mompiche. 

El  rio  Muisne  tiene  un  sistema  bastante  desarrollado.  Nace  en  las 
montañas  de  Bambe,  que  franjean  el  rio  de  este  nombre  (tributario  del  Viche), 
y  desciende  muy  pronto  á  las  llanuras,  que  comienzan  á  extenderse  desde 
su  primer  afluente  izquierdo,  que  es  el  rio  Cañuto,  á  la  distancia  de  cinco 
leguas  de  la  costa.  A  la  derecha  el  terreno  montañoso  llega  algo  mas  abajo, 
hasta  el  afluente  que  llaman  Sangre  de  toro.  El  curso  del  Muisne  describe 
mil  tortuosidades  y  vueltas  grandes  desde  el  Cañuto  hasta  su  boca,  aunque 
se  observa  que  su  rumbo  general  es  de  E  á  O.  A  la  distancia  de  tres  le- 
guas arriba  del  pueblo,  que  está  situado  en  la  playa  de  la  mar,  el  rio  recibe 
del  lado  sur  un  tributario  casi  tan  caudaloso  como  el  mismo,  y  es  él  rio 
Sucio,  que  le  viene  de  las  montañas  de  Cojimíes.  En  el  mismo  lado  en- 
contramos mas  abajo  el  pequeño  rio  Gabina,  y  un  poco  arriba  del  sitio  de 
Mocoral  el  rio  Partidero,  que  es  mas  grande,  y  se  parece  al  Sucio.  Hasta 
Mocoral,  que  es  un  grupo  de  casas,  sube  la  marea  y  de  ahí  hacia  abajo  el 
rio  es  un  verdadero  estero,  muy  ancho,  con  aguas  casi  estancadas,  y  bor- 
deado de  inmensos  manglares.  Media  legua  arriba  del  pueblo  de  Muisne 
emite  un  brazo  hacia  el  Sur,  que  se  llama  la  Manga  y  llega  casi  al  Mom- 
piche, comunicando  por  dos  esteros  con  la  mar.  Los  tributarios  de  la  de- 
recha son  en  el  curso  superior  los  rios  de  Agua  clara  (del  lado  del  Tiaone), 
Sangre  de  toro,  Yarumal,  y  abajo  el  rio  de  Tortuga  enfrente  de  la  Manga, 
y  el  rio  Bilsa  enfrente  del  pueblo  mismo.  Este  último  es  el  mas  largo  y 
tiene  varios  afluentes.  —  He  navegado  el  Muisne  hasta  mas  arriba  de  la 
boca  de  Cañuto;  en  toda  esta  extensión  es  sumamente  manso  y  de  poca  caída; 
su  lecho  es  de  arena  y  barro,  y  en  ninguna  parte  lleva  guijarros  gruesos, 
que  nunca  faltan  en  el  curso  superior  de  rios  algo  correntosos.  Del  mismo 
modo  todos  sus  tributarios  son  mansos  y  navegables,  pero  se  dice  que  en 
el  verano  escasea  el  agua.  —  La  región  baja,  que  ocupa  el  sistema  fluvial 
del  Muisne,  solamente  en  su  parte  inferior  es  completamente  plana;  desde 
Mocoral  y  el  rio  Partidero  hacia  arriba  se  hallan  de  trecho  en  trecho  al- 
gunos cerritos  y  colinas  bajas,  ora  á  las  orillas  mismas,  ora  retiradas  de 
ellas,  pero  su  elevación  es  tan  insignificante,  que  no  pueden  quitar  al  paisaje 
el  carácter  de  llanura. 

Wour,  Ecuador.  \\ 


162  TOPOGRAFÍA.  —  CAPÍTULO  m. 

La  costa  desde  el  Cabo  de  San  Francisco  hasta  Atacámes  es  montañosa, 
presentándose  como  un  macizo  irregular  cortado  por  muchas  quebradas.  En 
la  ensenada  que  se  halla  al  Sur  del  Cabo,  desembocan  los  ríos  de  liunchc 
y  de  San  Francisco,  cuyo  rumbo  general  es  de  NE  á  SO,  y  que  por  sus 
muchas  vueltas  parecen  mas  largos  de  lo  que  son;  una  legua  para  arriba  son 
navegables  en  canoas.  El  pueblo  de  San  Francisco  ocupa  una  posición  muy 
pintoresca  sobre  una  loma  al  lado  oriental  de  la  desembocadura  de  su  rio. 
—  En  el  semicírculo  que  describe  el  Cabo  con  la  Punta  Galera,  entran  al 
mar  una  serie  de  riecitos  insignificantes,  como  el  de  Tóngora,  el  Caimito, 


AJÉ 

w^ 

Quingue,  Plátanos,  Galera,  Camarones.  Algo  mas  considerable  y  del  largo 
del  de  San  Francisco  es  el  rio  Tonchigüe,  mientras  que  el  de  Same  es  otra 
vez  reducido.  —  Finalmente  se  abre  la  llanura  y  pequeña  hoya  de  Atacámes, 
cuatro  leguas  al  Sur  de  Esmeraldas,  ocupada  por  los  rios  de  Atacámes  y 
de  Sua. 

El  rio  de  Atacámes  es  uno  de  los  que  parecen  muy  largos  por  sus  nume- 
rosas vueltas  y  revueltas,  aunque  en  realidad  nacen  á  distancia  de  pocas 
leguas  de  la  costa.  En  todo  su  curso  las  orillas  izquierdas  están  franjeadas 
por  una  baja  cordillera,  que  le  separa  del  valle  del  rio  Sua,  mientras  que 
las  orillas  derechas  en  los  dos  tercios  inferiores  se  explayan  mas  y  mas. 
Solamente  de  este  lado  derecho  recibe  algunos  afluentes:  el  rio  Cumba,  el 
Sálima  y  el  Taseche;  la  boca  del  último  se  ramifica  en  un  terreno  pantanoso 
como   un   delta,  ó  mejor  dicho  se  pierde   completamente  en  los  manglares, 


LA  BEGION  OCCIDENTAL.  163 

que  bordean  todo  el  curso  inferior  del  rio  Atacámes  hasta  el  pueblo.  —  El 
rio  de  Sua  es  algo  mas  corto  que  el  Atacámes,  corre  paralelo  á  este  y  pa- 
rece que  quiere  imitarlo  en  todo,  solo  que  su  valle  es  angosto  hasta  su  des- 
embocadura, que  se  halla  al  lado  de  la  Punta  de  Sua,  un  cuarto  de  legua 
al  Oeste  de  la  boca  del  Atacámes. 

Media  legua  al  N  de  Atacámes  pasamos  la  desembocadura  del  rio  Tom- 
supa,  que  serpentea  como  dormido  por  la  llanura.  —  Luego  se  acercan  las 
montañas  de  nuevo  á  la  costa,  formando  una  cresta  angosta  entre  el  mar 
y  el  rio  Tiaone  hasta  Esmeraldas.  En  este  trecho  bajan  solo  tres  riachuelos 
muy  cortos,  el  Chévele,  Cúliva  y  Balao,  perdiéndose  en  la  playa  del  mar 
sin  desembocaduras  marcadas. 


Sección  IVa.    El  sistema  fluvial  del  rio  Esmeraldas  y  de  los  demás  rios 

hasta  la  frontera  de  Colombia. 

El  artículo  presente  comprende  la  mayor  parte  de  la  provincia  de  Es- 
meraldas, ó  mas  exacto,  todo  el  Ecuador  occidental  entre  la  Cordillera  de 
los  Andes  y  el  Océano,  desde  0o  1W  Lat.  S  hasta  el  rio  Mira,  con  excepción 
de  la  pequeña  zona  litoral,  cuya  descripción  hemos  agregado  al  articulo  pre- 
cedente. El  sistema  fluvial  mas  grande  de  esta  región  presenta  algunas 
analogías  exteriores  con  el  del  rio  Guayas,  solo  que  corre  en  sentido  opuesto; 
sinembargo,  el  carácter  general  del  país  es  muy  distinto,  á  consecuencia  de 
las  condiciones  climatológicas  y  de  la  falta  de  población.  El  viajero  se  cree 
trasladado  á  las  regiones  amazónicas. 

«La  provincia  de  Esmeraldas  es  una  verdadera  joya  de  la  República  del 
Ecuador,  es  una  hermosa  esmeralda,  pero  no  labrada,  no  tallada  por  la  in- 
geniosa mano  del  hombre,  sino  tal  como  la  formó  la  naturaleza  misma;  es 
una  piedra  preciosa  en  su  estado  natural,  cuya  belleza  encanta  al  naturalista, 
pero  el  arte  humano  le  ha  de  dar  todavía  su  brillo  y  valor  superior. 

«Las  provincias  litorales  del  Ecuador  (Esmeraldas,  Manabí  y  Guayas) 
gozan  de  una  estación  lluviosa,  y  á  consecuencia  de  ella  se  distinguen  ven- 
tajosamente por  su  vegetación  vigorosa,  de  las  áridas  y  desoladas  costas 
del  Perú.  Sinembargo,  en  la  provincia  del  Guayas  y  en  una  gran  porción 
de  la  de  Manabí,  la  vegetación  pierde  durante  la  estación  sec£,  que  llama- 
mos verano,  su  lozanía  y  su  verdor,  los  árboles  botan  sus  hojas  y  las  llanuras 
se  desecan  bajo  los  rayos  abrasadores  del  sol.  No  sucede  así  en  la  pro- 
vincia de  Esmeraldas:  una  atmósfera  mas  húmeda  conserva  durante  todo  el 
año  la  vegetación  casi  en  el  mismo  estado,  un  verdor  eterno  embellece  las 
llanuras  y  las  montañas,  las  majestuosas  selvas  con  sus  corpulentos  árboles, 
con  sus  esbeltas  palmas,  con  sus  miles  de  enredaderas  y  parásitas,  extienden 

11* 


164  topografía.  —  capítulo  m. 

su  sombra  desde  las  faldas  de  la  Cordillera  de  los  Andes,  por  las  espaciosas 
planicies  hasta  las  playas  del  Océano  Pacifico. 

« La  provincia  de  Esmeraldas  rivaliza  en  cuanto  al  clima,  maderas  finas 
y  demás  productos  vejetales,  á  la  feracidad  del  suelo,  y  á  los  lavaderos  de 
oro,  con  la  provincia  del  Oriente  en  los  afluentes  del  rio  Amazonas;  pero 
aventaja  á  ella  inmensamente  por  la  vecindad  del  océano,  y  porque  sus  pro- 
ductos destinados  á  la  exportación  no  tienen  que  pasar  por  terrenos  ajenos. 
—  No  es  de  admirar,  que  los  países  allende  los  Andes,  en  el  interior  del 
vasto  continente  sudamericano,  en  donde  todo  tráfico  se  dificulta  muchisimo, 
quedasen  hasta  el  dia  despoblados  é  incultos;  pero  con  sorpresa  podríamos 
indagar  las  causas,  porqué  encontramos  la  hermosa  provincia  de  Esmeraldas 
en  un  estado  no  mucho  mas  adelantado,  por  no  decir  igual.  ¿Por  qué  una 
provincia  tan  hermosa  no  cuenta  mas  que  unos  pocos  pueblecitos  miserables 
en  la  costa  del  mar?  ¿por  qué  en  la  inmensa  área  de  mas  de  cuatrocientas 
leguas  cuadradas,  predestinada,  por  decirlo  asi,  para  la  agricultura,  re- 
suena el  bramido  del  tigre  en  lugar  del  mujido  del  ganado?  ¿por  qué  el 
indio  salvaje  anda  vagando  todavia  con  flecha  y  bodoquera  por  la  soledad 
de  los  bosques,  como  300  años  atrás,  mientras  que  casi  á  su  vista  los  va- 
pores surcan  las  olas  del  mar?  ¿por  qué  ni  la  codicia  siquiera  podía  atraer 
á  los  blancos  para  poblar  las  riberas  auríferas  de  los  ríos?»*) 

No  nos  dejemos  llevar  por  ahora  á  un  campo  ajeno,  y  sigamos  nuestro 
estudio  hidrográfico  unido  siempre  con  el  orográfico.  —  Hay  dos  grandes 
sistemas  fluviales,  cuyas  ramificaciones  llevan  el  elemento  vivificador  por 
casi  toda  la  provincia,  siendo  solamente  una  angosta  zona  litoral,  la  que  no 
participa  de  estos  dos  sistemas,  y  que  recibe  el  riego  de  los  pequeños  y  no 
muy  largos  ríos  de  la  costa.  —  El  sistema,  que  ocupa  la  mayor  parte  de 
la  mitad  meridional  de  la  provincia,  es  el  del  rio  Esmeraldas,  y  el  otro,  que 
se  extiende  sobre  la  mitad  setentrional,  llamaremos  el  del  rio  Santiago. 

El  sistema  fluvial  del  rio  Esmeraldas**)  es  el  mas  largo  de  todo 
el  Ecuador  occidental,  aunque  no  tan  extenso  como  el  del  rio  Guayas.  — 
De  la  descripción  de  la  región  andina  nos  recordaremos,  que  sus  cabeceras 


*)  Véase  mi  «Memoria  sobre  Esmeraldas »,  Introducción,  en  donde  he  contestado  á 
estas  preguntas. 

**)  El  nombre  castellano  del  rio  Esmeraldas  naturalmente  no  es  el  primitivo;  los 
indios  antiguos  lo  llamaron  Chinto.  Uno  de  los  cerros  mas  elevados  á  la  orilla  izquierda 
del  rio  Esmeraldas,  entre  las  bocas  del  Viche  y  Tavuche,  casi  enfrente  del  sitio  de  Ma- 
gua, se  llama  hasta  hoy  dia  cerro  Chinta.  Recuerdo  también,  que  una  de  las  cabeceras 
del  rio  Blanco,  que  baja  de  Lloa  y  do  las  faldas  del  Pichincha,  lleva  el  nombre  de  Cinto, 
—  En  el  mapa  que  acompaña  la  obra  de  Humboldt  «Viaje  á  las  regiones  equinocciales», 
el  Esmeraldas  se  llama  rio  Tonda;  pero  ignoro  las  razones,  que  el  ilustre  viajero  tenia 
para  darle  este  nombre. 


LA   REGIÓN   OCCIDENTAL.  165 

se  hallan  en  los  nevados  del  Cayambe,  Antisana,  Sincholagua,  Cotopaxi, 
Iliniza,  Atacazo  y  Pichincha,  que  recoje  las  aguas  de  toda  la  provincia  del 
Pichincha  y  de  toda  la  Cordillera  occidental  comprendida  entre  el  Quilotoa 
y  el  Cotacachi.  Se  entiende,  que  innumerables  ríos  y  riachuelos  han  de 
contribuir  para  recojer  las  aguas  de  una  área  tan  extensa  en  las  ramas 
gruesas  y  caudalosas,  que  por  su  reunión  constituyen  el  verdadero  rio  Es- 
meraldas. Pero  por  ahora  no  tomamos  en  consideración  especial  los  cursos 
superiores  de  esos  ríos,  sino  tan  solo  en  cuanto  tocan  á  la  región  baja.  — 
Si  hacemos  un  cómputo,  como  lo  hicimos  para  el  sistema  del  Guayas,  en- 
contramos que  el  del  Esmeraldas  ocupa  una  área  de  21060  kilómetros  Q 
(=680  leg.  □)•  De  ellos  caen  en  la  región  andina  11860  kilómetros  □ 
(=383  leg.  G),  y  en  la  litoral  solo  9200  kilómetros  Q  (=297  leg.Q),  lo 
que  demuestra  aqui  una  razón  inversa,  siendo  en  el  sistema  del  Guayas  la 
porción  litoral  mucho  mas  grande  que  la  andina. 

Limitándonos  á  la  región  baja  tendremos  que  hablar  del  rio  de  Gualla- 
bamba,  del  Blanco  y  del  rio  de  Esmeraldas  propiamente  dicho,  que  nace  de 
la  reunión  de  los  dos  primeros. 

El  rio  de  Guallabamba  es  sin  duda  la  rama  principal  de  este  sistema 
fluvial,  por  ser  el  mas  largo  de  todos.  Después  de  haberse  engrosado  con 
todas  las  aguas  del  gran  callejón  interandino  de  la  provincia  del  Pichincha, 
rompe  la  Cordillera  occidental  de  los  Andes,  unas  4  leguas  al  Norte  de  Quito, 
encajonado  entre  inmensas  murallas  en  el  valle  hondísimo  de  Puéllaro,  Pe- 
rucho y  Nieblí.  En  todo  el  trecho  que  recorre  desde  la  abra  de  la  Cordillera 
hasta  su  entrada  en  la  región  baja  de  Esmeraldas,  sus  orillas  son  casi 
inaccesibles  por  lo  escarpado  de  las  laderas  de  las  montañas,  y  su  caída  es 
tan  rápida  é  irregular,  que  imposibilita  del  todo  el  tráfico  por  agua  en  canoas. 
En  este  su  curso  medio  recibe  del  lado  derecho  el  rio  Llurimagna,  que  baja 
de  las  faldas  occidentales  del  Cotacachi  por  el  valle  de  Intac,  y  que  es  poco 
conocido.  Del  lado  izquierdo  le  engruesan  tres  afluentes  notables;  primero 
el  rio  Alarribi,  que  nace  en  las  montañas  de  Nono  y  se  engruesa  con  los 
ríos  de  Calacalí,  Nanegal  y  Cruálea;  después  el  rio  de  Tambillo  unido  con 
el  de  Bolaniguas,  que  traen  su  origen  de  las  cercanías  del  rio  Mindo  y  riegan 
una  región  montañosa  completamente  desierta;  finalmente  el  rio  Tusara,  que 
con  sus  afluentes  se  halla  en  condiciones  idénticas,  es  decir,  poco  menos 
que  ignoradas. 

El  Guallabamba  es  muy  dificultoso  para  la  navegación,  aun  en  su  curso 
inferior.  Lo  he  subido  en  canoas  desde  su  desembocadura  hasta  donde  es 
posible,  es  decir  un  poco  mas  allá  del  rio  de  Agua  clara,  que  es  un  pequeño 
tributario  de  su  lado  derecho;  y  esto  en  las  circunstancias  mas  favorables, 
cuando  el  cauce  del  rio  se  hallaba  medianamente  lleno,  pues,  según  me  han 


166  topografía.  —  capítulo  in. 

asegurado  los  prácticos,  que  me  acompañaron,  la  escasez  de  agua  en  verano 
es  un  obstáculo  no  menos  grande  que  las  crecientes  fuertes  del  invierno. 
Gastamos  dos  dias  en  subir  hasta  dicho  punto,  que  en  linea  recta  no  dista 
mas  que  4  leguas  de  la  boca.  Solamente  los  bogas  mas  diestros  y  peritos 
se  atreven  á  hacer  este  viaje,  que  no  carece  de  peligros;  en  varios  puntos 
es  necesario  tirar  la  canoa  con  sogas  por  entre  peñascos  grandes,  que  oca- 
sionan saltos  espumantes  y  remolinos  pavorosos;  y  la  bajada  es  aun  mas 
peligrosa,  porque  á  cada  rato  hay  que  evitar,  que  la  canoa,  volando  con  la 
rapidez  de  una  flecha,  no  se  estrelle  contra  los  escollos.  —  El  rio  corre  en 
una  hoya  muy  ancha,  dando  muchas  y  grandes  vueltas  y  formando  nume- 
rosos islotes  de  cascajo  grueso.  Á  ambos  lados  la  hoya  está  ceñida  de  bajas 
colinas,  ó  mejor  dicho  de  una  grada  de  10  á  20  metros  de  altura,  sobre  la 
cual  todo  el  país  parece  llano.  Los  tributarios  de  esta  región  son  pequeños 
é  insignificantes ;  nombraré  el  rio  Boncatigre  y  él  Guachála  del  lado  izquierdo 
y  el  rio  Venadera  y  el  de  Agua  clara  del  derecho.  —  No  he  navegado  otro 
rio  en  la  provincia  de  Esmeraldas,  que  tuviera  una  caida  tan  fuerte  en  una 
distancia  tan  pequeña,  es  decir  de  65  metros.  Ademas  de  ser  un  rio  tan 
indomable,  el  Guallabamba  inferior  no  tiene  orillas  halagüeñas,  que  pudiesen 
atraer  pobladores.  Me  pareció,  que  notaba  una  gran  monotonía  y  pobreza 
relativa  en  la  vegetación  y  zoología,  asi  como  en  la  configuración  de  esta 
hoya,  sin  duda  por  haber  estado  acostumbrado  desde  muchas  semanas  á 
mirar  las  escenas  mas  grandiosas  y  pintorescas  de  la  naturaleza.  No  dudo, 
que  las  riberas  del  Guallabamba,  en  las  montañas  mas  arriba,  cambiarán 
agradablemente  su  aspecto.  En  la  porción,  de  que  he  hablado,  guarda  el 
rumbo  general  de  SEE  á  NOO,  y  cerca  de  su  desembocadura  de  SE  á  NO. 

El  rio  Blanco  toma  su  origen  en  las  faldas  occidentales  del  Guagua- 
Pichincha  y  en  el  valle  de  Lloa  con  los  rios  de  Cinto,  de  Salahoyo  (del  lado 
del  Atacazo)  y  del  Nina-yacu  ó  rio  del  volcan.  Estos  se  reúnen  con  el  rio 
Mindo,  que  se  forma  del  Pircuasi  y  del  Tana-yacu  en  las  faldas  del  Rucu- 
Pichincha,  y  de  muchos  otros  afluentes.  —  El  pueblecito  de  Mindo  se  halla 
en  la  altura  de  1264  metros.  —  Dos  leguas  abajo  de  Mindo,  donde  el  rio 
ya  toma  el  nombre  de  Blanco,  este  corre  por  un  gran  trecho  al  Oeste,  para 
virar  en  seguida  otra  vez  á  su  rumbo  general  de  SE  á  NO,  hasta  su  con- 
fluencia con  el  Toaclii.  En  la  mitad  de  este  curso  recibe  del  lado  izquierdo 
un  tributario  considerable  con  el  nombre  de  Yambe,  de  cuyo  origen  y  for- 
mación no  sabemos  nada  de  seguro.  Según  las  cartas  antiguas  sus  cabe- 
ceras principales  se  hallan  en  las  cercanías  del  antiguo  (y  desaparecido) 
pueblo  de  Cocaniguas. 

El  rio  Toachi  es  el  tributario  mas  poderoso  y  el  competidor  del  rio 
Blanco.     Nace  en  los  alrededores  del  Quilotoa  y  entre  las  Cordilleras   de 


LA   REGIÓN  OCCIDENTAL.  167 

Guangaje  y  Chugchilan,  y  baja  por  el  valle  de  Sigchos  siempre  con  la  di- 
rección S-N,  hasta  su  reunión  con  el  rio  de  Pilaton,  recibiendo  en  este  camino 
algunos  afluentes  notables  del  lado  del  Iliniza  y  del  Corazón.  —  El  rio  de 
Pilaton  viene  del  Este,  de  las  alturas  de  Aloag  y  Canzacoto,  y  obliga  al 
Toachi  en  el  punto  de  su  confluencia  á  cambiar  también  su  curso  al  Oeste. 
En  el  arco  grande,  que  hace  el  Toachi  para  recobrar  su  rumbo  anterior  al 
N,  recibe  del  lado  sur  los  afluentes  de  Atturiquen,  Lelia,  T aguasa,  Tanti  é 
Imbana,  y  después,  desde  la  latitud  de  St°.  Domingo,  se  dirige  paulatinamente 
al  NNO,  sin  recibir  otros  tributarios  de  cuantía,  hasta  su  desembocadura  en  el 
río  Blanco.  El  encuentro  de  los  dos  ríos  grandes  ya  se  verifica  en  la  región 
baja,  y  de  ahí  corre  el  Blanco,  no  diré  manso  y  apacible,  pero  siquiera  menos 
feroz  que  el  Guallabamba,  de  SE  á  NO;  pero  tres  leguas  arriba  de  su  unión 
con  el  Guallabamba,  cambia  esta  dirección  en  la  de  N-S,  inclinándose  un 
poco  al  NE.  Precisamente  en  donde  describe  este  ángulo  obtuso,  recibe  un 
tributario  muy  respetable  de  su  lado  izquierdo,  que  es  el  rio  Quinindé,  rio 
tan  caudaloso,  largo  é  importante,  que  quisiera  darle  el  mismo  rango  en  el 
sistema  y  formación  del  Esmeraldas,  que  al  Guallabamba  y  al  Blanco,  y  por 
esto  hablaré  de  él  después  separadamente. 

La  hoya  del  rio  Blanco,  en  cuanto  toca  á  la  región  baja,  se  parece  mucho 
á  la  del  Guallabamba,  solo  que  es  aun  mas  anchurosa,  las  colinas  ó  gradas 
laterales  son  bajas  y  faltan  por  grandes  espacios  completamente,  de  modo 
que  la  hoya  se  pierde  en  inmensas  llanuras,  sobre  todo  desde  la  boca  del 
Quinindé  hasta  la  del  río  Caóni.  En  tales  llanuras,  que  debemos  imaginarnos 
como  suavemente  inclinadas  hacia  el  Noroeste,  se  ensancha  el  lecho  del  rio 
muchísimo,  se  separa  en  brazos,  dejando  entre  ellos  los  acostumbrados  is- 
lotes de  cascajo  con  escasa  vejetacion. 

Numerosos  son  los  tributarios,  que  recibe  el  rio  Blanco  abajo  de  su 
confluencia  con  el  Toachi,  pero  pocos  de  importancia.  Entre  estos  últimos 
tenemos  que  nombrar  el  rio  Caoni,  que  desde  su  origen  se  tiene  por  todo 
su  curso  (unas  8  leguas)  en  las  cercanías  del  rio  Blanco  y  paralelo  á  él, 
Una  legua  arriba  de  su  boca  recibe  el  rio  Silanchi,  que  es  muy  parecido  al 
Caoni,  aunque  no  tan  largo.  Ambos  son  navegables  hasta  dos  leguas  arriba 
de  la  desembocadura  en  el  Blanco.  —  Á  la  orilla  izquierda  del  Silanchi,  en 
la  confluencia  del  pequeño  rio  Chigüipe,  se  halla  a  él  puerto  de  Quito  ó  de 
Silanchi»  y  á  la  orilla  derecha  del  Caoni  se  encuentra  otro  «puerto»,  algo 
mas  distante  del  rio  Blanco  que  el  primero.  En  estos  «puertos»  no  hay 
casa,  ni  rancho,  ni  otra  señal  de  existencia  de  hombres,  y  no  quieren  decir 
mas  que  dos  puntos,  en  que  se  desembarcan  los  viajeros,  que  hacen  su  viaje 
de  Esmeraldas  á  Quito  por  las  montañas  de  Mindo,  naturalmente  á  pié  y 
sufriendo  durante  ocho  días  todas  las  incomodidades  y  plagas  de  la  mon- 


168  topografía.  —  capítulo  ni. 

taña.  El  camino  que  sale  del  puerto  de  Silanchi,  es  algo  mas  largo,  pero 
se  reúne  pronto  con  el  que  viene  del  puerto  de  Caoni.  Por  lo  demás  hay 
todaVia  un  tercer  «puerto»  en  la  orilla  derecha  del  rio  Blanco  mismo,  media 
legua  abajo  de  la  boca  del  Caoni,  en  el  lugar  que  se  llama  la  Lagartera. 
El  camino,  que  parte  de  ahi  (hoy  dia  poco  traficado)  se  reúne  con  el  camino 
general  en  el  puerto  de  Silanchi. 

Otro  tributario  considerable,  el  rio  Inca  (ó  Inga),  corre  á  engrosar  el 
rio  Blanco  del  mismo  lado  derecho,  dos  leguas  abajo  de  la  boca  del  Caoni. 
Trae  su  origen  de  muy  lejos,  de  las  cabeceras  del  Caoni,  y  recibe  en  su 
curso  inferior,  unas  dos  leguas  arriba  de  su  boca,  los  rios  Sábalo  y  Nutria; 
el  primero  viene  de  N,  de  las  cercanías  del  rio  Pitsara,  y  el  segundo  recoje 
sus  aguas  al  Oeste,  en  las  inmediaciones  del  rio  Guallabamba.  Cerca  de  la 
boca  de  estos  dos  afluentes  pasa  un  camino  antiguo,  que  se  separa  en  las 
cabeceras  del  Caoni  del  camino  ordinario,  para  bajar  á  lo  largo  del  Inca  al 
puerto  de  Guachala  en  el  rio  Guallabamba.  —  Inmediatamente  antes  de 
entrar  al  rio  Blanco,  el  Inca  recibe  todavía  el  pequeño  rio  Ipi  de  su  lado 
izquierdo.  Frente  á  la  boca  se  halla  la  pequeña  isla  del  Inca,  sin  otra  par- 
ticularidad que  la  de  haber  campeado  en  ella  por  algunos  dias  el  Señor 
Bouguer  en  el  siglo  pasado,  para  ejecutar  varias  mediciones  y  observaciones. 

El  resto  de  los  afluentes  del  rio  Blanco  del  lado  derecho  son  pequeños 
y  basta  enumerarlos :  Chipo,  Guana,  San  José,  Guispe,  Sarro  viejo  y  Malim- 
pía.  Del  lado  izquierdo  vienen:  él  Chambo,  enfrente  del  Inca,  él  Cócola  y 
el  Pasamachin.  Excepto  el  Quinindé,  de  que  hablaremos  luego,  ninguno  de 
esta  orilla  izquierda  es  importante  hasta  el  rio  Cupa,  que  desemboca  media 
legua  arriba  de  la  confluencia  del  Guallabamba,  y  en  su  curso  inferior  corre 
por  un  buen  trecho  casi  paralelo  al  Blanco. 

El  rio  Quinindé  puede  considerarse  como  el  tercer  ramo  principal  del 
Esmeraldas.  El  y  sus  tributarios  principales  nacen  sobre  aquellas  planicies 
entre  St°.  Domingo  y  Chone,  de  que  hablé  en  varias  ocasiones.  De  sus 
cabeceras  se  cruza  fácilmente  á  las  del  rio  Daule.  Este  rio  conserva  en 
toda  su  extensión,  en  que  pude  explorarlo,  es  decir,  desde  su  boca  hasta 
muy  cerca  de  su  origen,  un  carácter  igual  y  uniforme,  pero  bastante  distinto 
de  aquel  del  Guallabamba  y  del  Blanco.  Su  hoya  es  mas  angosta  y  algo 
mas  ahondada,  siendo  las  alturas  que  le  acompañan  á  ambos  lados,  general- 
mente de  30  á  40  metros.  Sus  aguas  son  apacibles  y  se  prestan  muy  bien 
á  la  navegación.  La  vejetacion,  que  embellece  sus  orillas,  es  majestuosa  y 
á  la  vez  amena,  las  selvas  son  ricas  en  maderas  finas  y  en  caucho,  y  á 
esta  última  circunstancia  se  debe  el  que  el  Quinindé,  antes  apenas  conocido 
por  su  nombre,  hoy  dia  es  uno  de  los  rios  mas  explorados  y  explotados  de 
la  provincia. 


LA   REGIÓN   OCCIDENTAL.  169 

Las  mismas  ó  semejantes  ventajas  que  las  que  acabo  de  celebrar  en  el 
Quinindé,  ofrecen  sus  tributarios  mayores,  que  son  navegables  hasta  las  in- 
mediaciones de  sus  fuentes.  —  El  Quinindé  nace  entre  las  cabeceras  del  rio 
de  la  Morena  y  del  rio  Vaina  (tributarios  del  Daule),  y  su  curso  es  bastante 
recto  de  S  á  N.  Los  afluentes  principales  son  del  lado  izquierdo  el  rio  de 
Plátano,  que  baja  de  las  montañas  de  Jama,  el  Dógola,  oriundo  de  las  al- 
turas de  Cuaque,  y  el  Arenañga,  que  viene  de  los  vertientes  orientales  de 
las  montañas  de  Cojimies.  Del  lado  derecho  se  engruesa  el  Quinindé,  dos 
leguas  arriba  de  su  boca,  con  el  rio  Mache,  que  es  casi  tan  poderoso  como 
el  mismo.  Por  él  se  navega  hasta  las  inmediaciones  de  St°.  Domingo,  donde 
nace  uno  de  sus  afluentes  con  el  nombre  de  rio  Chita.  Otros,  que  forman 
su  sistema  superior,  son  los  ríos  de  Agua- sucia,  de  Suma  y  del  Infiernito; 
mas  abajo  recibe  de  la  izquierda  el  rio  Conga,  y  de  la  derecha  los  ríos 
Sábalo  y  Cucaracha.  Paso  en  silencio  los  muchísimos  afluentes  pequeños 
de  ambos  lados.  —  El  Quinindé  se  sumerge  en  el  Blanco  tres  leguas  arriba 
de  la  confluencia  del  Guallabamba. 

El  rio  Esmeraldas.  El  Guallabamba  y  el  Blanco  pierden  sus  nombres 
en  el  punto  de  su  reunión,  y  sus  aguas  reunidas  reciben  el  del  Esmeraldas 
y  le  conservan  hasta  el  mar.  En  esta  distancia  que  no  mide  mas  que 
12  leguas  por  el  aire,  sigue  el  rio,  apesar  de  las  muchas  y  caprichosas 
vueltas,  la  dirección  general  de  SSE  á  NNO.  Es  muy  correntoso  hasta  su 
desembocadura  y  por  esto  no  se  presta  á  la  navegación  por  vapor,  aunque 
el  caudal  de  agua  seria  mas  que  suficiente  en  un  lecho  de  menor  caída. 
Las  canoas  gastan  en  invierno  en  la  subida  desde  el  pueblo  de  Esmeraldas 
hasta  la  boca  del  Guallabamba  muchas  veces  seis  á  siete  días,  y  efectúan 
su  bajada  en  otras  tantas  horas.  En  cuanto  á  la  fuerte  corriente  del  agua 
y  respecto  á  los  muchos  islotes  cascajosos,  que  frecuentemente  cambian  de 
posición  y  tamaño,  el  Esmeraldas  se  parece  mucho  al  rio  Blanco,  pero  el 
paisaje  á  sus  lados  lleva  un  carácter  enteramente  distinto.  Desde  su  naci- 
miento entra  en  un  pais  muy  montañoso;  el  valle  ó  la  hoya  del  rio  es  rela- 
tivamente angosta,  porque  las  altas  montañas,  que  la  acompañan  hasta  el 
mar,  se  levantan  por  lo  regular  de  las  mismas  orillas,  y  en  pocos  puntos 
las  dejan  explayarse.  Si  á  las  montañas  llamo  «altas»,  no  quiero  decir  que 
su  altura  absoluta  sea  muy  considerable,  pues  creo  que  en  ninguno  de  estos 
cerros  excede  de  300  metros,  pero  es  cierto  que  son  las  mas  altas  de  la 
provincia,  y  que  en  un  pais.  bajo,  como  lo  es  ella,  siempre  presentan  una 
vista  imponente,  sobre  todo  cuando  se  levantan  aislados. 

Por  esta  razón,  de  que  el  Esmeraldas  en  su  curso  inferior  serpentea 
encajonado  entre  cerros  altos,  se  distingue  de  todos  los  demás  ríos  grandes 
de  la  costa  de  la  República.    Y  si  por  lo  quebrado  del  terreno  y  por  la 


170  TOPOOBATEA.  —  CAPÍTULO  HE. 

escasez  de  llanuras  extensas  tal  vez  las  orillas  de  este  rio  no  serian  tan 
sumamente  favorables  á  la  agricultura,  como  otras  regiones  de  la  provincia, 
se  puede  decir  que  en  recompensa  de  esta  falta  ninguno  rivaliza  con  él  en 
cuanto  á  la  grandeza  y  belleza  del  paisaje;  las  perspectivas,  que  se  abren 
en  las  vueltas  de  este  río,  son  variadísimas  y  á  veces  encantadoras,  dignas 
de  ocupar  el  pincel  de  un  Glande  Lorrain. 

Al  pasar  á  la  descripción  de  los  tributarios  del  rio  Esmeraldas  hay  que 
decir,  que  la  mayor  parte  de  ellos,  aunque  casi  todos  son  navegables  en  su 
tercio  inferior,  son  pequeños  y  cortos;  una  excepción  hacen  el  Sade  y  el 
Canindé  á  la  derecha,  y  el  Viche  y  Tiaone  á  la  izquierda.  Consideremos 
primero  el  lado  derecho,  empezando  arriba  en  la  boca  del  GuaDabamba. 
Media  legua  abajo  de  ella  encontramos  la  desembocadura  del  rio  Colé,  que 
es  manso  y  viene  todavía  de  la  región  bastante  baja  y  llana  que  se  extiende 
á  lo  largo  del  GuaDabamba.  Á  poca  distancia  se  halla  la  confluencia  del 
caudaloso  Canindé,  que  tiene  un  curso  largo  y  correntoso,  naciendo  en  las 
montañas  que  separan  este  sistema  fluvial  de  aquel  del  rio  Cayapas.  De 
sus  cabeceras  cruzan  los  caucheros  con  facilidad  á  las  del  rio  Onzole  y  del 
rio  Grande.  A  su  orilla  derecha  se  levanta  la  primera  rama  de  cerros  altos. 
Por  atrás  de  estos  cerros  corre  el  rio  Sade  casi  paralelo  al  Canindé,  y  des- 
emboca una  media  legua  abajo  de  este  último.  Toma  su  origen  no  muy 
lejos  del  del  rio  Ónzole  y  en  su  curso  inferior  se  halla  encajonado  en  un 
valle  profundo,  formado  por  los  cerros  de  Canindé  al  Sur  y  los  de  Sade  al 
Norte.  Atrás  de  las  montañas  de  Sade  se  encuentra  un  terreno  pantanoso 
con  una  laguna  grande,  que  también  lleva  el  nombre  de  Sade.  Con  seguri- 
dad pude  averiguar,  que  el  río  Sade  no  nace  de  este  lago,  como  suponen 
los  mapas  antiguos,  y  que  antes  está  separado  de  él  por  unos  cerros.  Muy 
probable  es  la  opinión  de  los  que  afirman  que  este  lago  tiene  su  desagüe 
natural  hacia  el  Ónzole.  Desde  las  montañas  de  Sade  se  tiende  una  cordillera 
longitudinal  sin  interrupción  hasta  la  Punta  de  Esmeraldas  en  la  orilla  del 
mar.  Sigue  el  mismo  rumbo  que  el  río  principal,  acompañándole  á  la  dis- 
tancia de  dos  á  tres  leguas  de  su  orilla,  y  formando  la  linea  divisoria  entre 
sus  aguas  y  las  del  rio  Verde.  Todos  los  afluentes  pequeños,  que  recibe  el 
Esmeraldas  desde  el  Sade  hasta  el  mar  por  su  lado  derecho,  nacen  en  dicha 
cordillera  longitudinal,  y  se  precipitan  por  los  valles  que  forman  las  ramas 
laterales  de  ella.  Se  siguen  en  este  orden:  Taripa,  Sasa,  Chura,  Chancaría, 
Uve,  Male,  Magua,  Cáquiva,  Chíchiva,  Chinea,  Chula,  Tile,  Mutile,  Daule, 
Tachina.  Los  pobladores  de  las  orillas  del  Esmeraldas  se  han  concentrado 
con  preferencia  en  las  desembocaduras  de  estos  ríos,  porque  en  ellas  la 
hoya  general  suele  ensancharse;  en  algunas  se  encuentran  grupos  de  10  á 
lf)  casas. 


LA  REGIÓN  OCCIDENTAL.  171 

En  semejantes  condiciones  se  hallan  los  afluentes  del  lado  izquierdo  del 
rio,  solamente  que  el  sistema  montañoso  es  algo  mas  irregular  y  complicado, 
que  la  cordillera  longitudinal  no  está  tan  pronunciada,  sino  interrumpida 
por  las  hoyas  del  Viche  y  del  Tiaone.  Las  montañas  están  en  conexión  con 
las  de  Atacámes,  de  Muisne  y  de  Cojimies,  que  forman  la  divisoria  entre 
nuestro  sistema  fluvial  y  los  ríos  litorales.  En  este  lado  la  primera  cadena 
de  montañas  altas  se  encuentra  algo  mas  arriba  que  en  el  lado  opuesto,  es 
decir  enfrente  de  la  boca  del  Guallabamba,  á  la  orilla  del  río  Cupa.  De  ahí 
hasta  la  boca  del  Viche  siguen  los  afluentes  de  Chipero,  Barquito,  Calvario, 
Marube,  Quiebre,  Chiva  y  Vinsade.  Y  desde  el  rio  Viche  hasta  el  Tiaone 
desembocan  el  Tasona,  Tavuche,  Taigua,  Chigüe,  Timbre,  Tatica,  Saigüe  y 
Vinche. 

El  rio  Viche  desemboca  en  el  Esmeraldas  casi  en  la  mitad  de  su  curso, 
á  la  distancia  de  7  leguas  de  la  costa.  Es  bastante  caudaloso  y  navegable 
por  canoas  dos  días  hacia  arriba,  hasta  la  confluencia  del  rio  Bambe.  Su 
hoya,  en  el  tercio  inferior  bastante  ancha,  vá  estrechándose  mas  arriba,  é 
imita  en  cierto  modo  la  hoya  del  Esmeraldas,  por  supuesto  en  proporciones 
mas  modestas.  Las  montañas  por  ambos  lados  son  altas  y  algunos  cerros 
he  calculado  en  350  metros.  El  Viche  nace  en  las  montañas  de  Cojimies, 
no  muy  distante  de  la  costa  de  Manabi,  y  lo  mismo  sucede  con  sus  tribu- 
tarios superiores,  que  son  el  Pircusta  y  el  Bambe.  De  las  cabeceras  de  estos 
ríos  los  caucheros  cruzan  muchas  veces  á  los  ríos  litorales  de  Cojimies  y 
al  rio  Muisne.  Ademas  de  los  afluentes  que  acabo  de  nombrar,  el  Viche 
recibe  también  en  su  curso  muy  serpeado  por  su  costado  derecho  los  ríos 
de  Ouve,  Tachina  y  Caple,  y  por  su  izquierda  él  Chique  enfrente  del  Cuve, 
y  el  LaTbe  cerca  de  su  desembocadura.  —  En  algún  tiempo  se  ha  sacado 
mucho  caucho  de  los  bosques  de  Viche,  y  para  este  artículo  es  el  tributario 
mas  importante  del  Esmeraldas,  después  del  Quinindé. 

Finalmente  diremos  cuatro  palabras  del  rio  Tiaone,  que  es  el  último  de 
los  tributarios  izquierdos  que  recibe  el  Esmeraldas,  legua  y  media  arriba  de 
su  estuario.  Mucho  se  parece  este  rio  al  Viche,  en  cuanto  á  la  configura- 
ción de  su  hoya,  abajo  anchurosa  y  arriba  muy  angosta,  en  cuanto  á  su 
curso  muy  culebreado,  y  en  cuanto  á  los  valles  laterales  que  le  dan  los 
afluentes;  pero  se  distingue  de  él  ventajosamente  por  estar  sus  orillas  muy 
pobladas  y  bien  cultivadas  en  los  dos  tercios  inferiores.  En  efecto,  el  Tiaone 
es  el  rio  mas  cultivado  de  toda  la  provincia,  y  el  que  con  preferencia  provee 
la  población  de  Esmeraldas  con  los  primeros  y  mas  necesarios  artículos  de 
la  vida.  Sus  orillas  inferiores  parecen  una  huerta  continua,  en  cada  vuelta 
tiene  el  viajero  á  la  vista  una  hacienda,  un  grupo  de  casas  ó  casas  aisladas. 
El  rio  es  navegable  hasta  muy  cerca  de  su  origen,  que  tiene  en  las  montañas 


172  topografía.  —  capítulo  hl 

que  franjean  el  rio  Muisne  superior.  Desde  la  reunión  con  el  rio  Huele, 
supremo  afluente  del  lado  derecho,  corre  el  Tiaone  casi  paralelo  al  Esmeral- 
das, una  cordillera  longitudinal  divide  la  hoya  de  este  de  la  suya,  y  de  esa 
cordillera  le  vienen  los  afluentes  de  Tashile,  Mompilche,  Susuncama  y  mul- 
titud de  otros  pequeños.  Los  tributarios  del  lado  izquierdo  se  precipitan  de 
las  alturas  de  Atacámes,  y  los  principales  son  el  Taripe,  Muracumbe  y  Ta- 
viasa.  Una  legua  arriba  de  su  desembocadura  el  Tiaone  cambia  su  curso 
de  S-N  en  el  de  O-E,  formando  casi  un  ángulo  recto  consigo  mismo  y  tam- 
bién con  el  rio  de  Esmeraldas,  en  que  se  confunde.  —  Apesar  de  que  antes 
he  elogiado  el  Tiaone  como  el  rio  mas  cultivado  y  poblado,  no  puedo  negar 
que  para  el  naturalista  tiene  muy  poco  interés.  La  vejetacion  natural  y 
primitiva,  que  tiene  tantos  atractivos  para  el  botánico,  se  ha  destruido  en 
gran  parte,  y  con  ella  empobreció  la  zoologia.  En  el  curso  superior,  en 
donde  la  vejetacion  primitiva  se  ha  conservado,  es  sumamente  monótona,  y 
las  pequeñas  pero  innumerables  vueltas  del  rio  muy  encajonado,  cansan  la 
vista  con  una  perspectiva  limitada  y  siempre  igual. 

Enfrente  de  la  boca  del  Tiaone  se  ensancha  considerablemente  el  cauce 
del  rio  de  Esmeraldas,  después  de  haber  dado  su  última  vuelta  grande,  en 
cuyo  recodo  se  halla  el  *  Pueblo  viejo»  ó  la  antigua  villa  de  Esmeraldas  en 
una  posición  muy  pintoresca,  pero  según  se  dice,  menos  ventilada  y  por  esto 
menos  sana  que  la  de  la  población  nueva  (hoy  ha  quedado  reducido  al 
estado  de  un  sitio  insignificante).  Esta  parte  ancha  del  rio,  en  la  extensión 
de  dos  leguas  tierra  adentro,  podemos  llamar  su  estuario,  y  está  lleno  de 
islas,  de  las  que  algunas  son  bastante  grandes  y  en  parte  cultivadas.  El 
rio  de  Esmeraldas  no  tiene  un  delta  en  su  desembocadura  y  cae  con  una 
gran  rapidez  y  fuerza  á  la  mar,  de  suerte  que  las  fluctuaciones  regulares 
de  esta,  ó  sea  las  mareas,  se  hacen  casi  imperceptibles  en  su  boca,  y  no 
suben  mas  que  á  media  legua.  A  la  navegación  por  vapor  se  opondrían 
aquí  dificultades  invencibles,  y  con  harta  dificultad  suben  las  embarcaciones 
mayores  hasta  la  capital  de  la  provincia,  aunque  dista  menos  de  media  legua 
de  la  boca  del  rio. 

Con  esto  parece  que  queda  dilucidado  suficientemente  el  sistema  fluvial 
del  Esmeraldas  y  también  el  sistema  de  montañas  que  está  relacionado  con 
él.  Para  concluir  este  párrafo  con  una  consideración  general,  diré  que  es 
un  fenómeno  muy  singular  é  interesante  para  el  geógrafo  y  geólogo,  el  que 
los  grandes  ríos  que  forman  este  sistema,  á  saber  el  Guallabamba  y  el 
Blanco,  al  pié  de  la  Cordillera  grande  entran  en  llanuras  muy  eoctensas,  que 
llevan  casi  los  mismos  caracteres  que  las  llanuras  litorales,  para  recorrer 
en  seguida  otra  región  montañosa  hasta  la  costa  del  mar.  No  conozco  otro 
ejemplo  en  la  República,  de  que  se  hallaran  llanuras  tan  explayadas  y  tan 


LA   REGIÓN   OCCIDENTAL.  173 

bajas  á  tanta  distancia  de  la  costa  y  separadas  de  las  llanuras  marítimas 
por  un  sistema  de  montañas  altas,  cuales  son  las  que  acompañan  el  curso 
del  Esmeraldas.  Todos  los  demás  rios  grandes  del  pais,  que  bajan  de  la 
Cordillera  occidental  de  los  Andes  al  Pacífico,  efectúan  su  descenso  de  tal 
modo,  que  después  de  haber  salido  de  las  montañas,  que  se  abaten  en  sus 
orillas  por  gradación,  entran  directamente  en  las  llanuras  bajas,  que  los 
acompañan  hasta  su  desembocadura,  sin  tener  necesidad  de  romper  otro 
sistema  de  montañas.  Así  lo  observamos  en  el  rio  Mira,  en  el  Santiago,  en 
los  rios  que  forman  el  sistema  del  Guayas  (Daule,  Bodegas  y  Yaguachi),  en 
el  de  Naranjal,  en  el  Jubones  y  el  de  Túmbez.  Sorprendido  se  siente  en 
efecto  el  viajero,  que  sube  por  el  rio  Esmeraldas,  cuando  derepente,  después 
de  haber  pasado  la  boca  del  Quinindé,  se  abre  á  su  vista  un  horizonte  in- 
menso y  una  llanura  casi  ilimitada,  porque  antes  hubiera  esperado  que  los 
cerros,  que  le  habían  acompañado  abajo,  se  alzarían  mas  y  mas,  y  que  esta- 
rían en  comunicación  directa  con  los  de  la  Cordillera  de  los  Andes.  Mas 
grande  debería  ser  la  sorpresa  para  el  que  bajara  la  primera  vez  por  el  rio 
Blanco,  y  que  después  de  haber  cruzado  la  gran  llanura,  tomándola  por  una 
señal  de  la  cercanía  del  mar,  viera  levantarse  de  repente  las  altas  montañas 
de  Canindé  y  las  del  lado  opuesto,  que  parecen  cerrar  completamente  la 
gran  cuenca,  de  manera  que  al  principio  no  se  divisa  la  abra  que  dá  paso 
al  rio  Esmeraldas.  Para  las  partes  medias  de  esa  llanura,  en  donde  se  halla 
mejor  pronunciada,  es  decir  entre  los  rios  Cócola  y  Chamba,  resultó  de  las 
observaciones  barométricas  la  altura  de  70  metros  sobre  el  mar.  De  ahí  se 
divisan  en  dias  despejados  muy  bien  las  cúspides  del  Pichincha  y  otros 
picos  altos  de  la  Cordillera. 

El  sistema  del  rio  Santiago. 

Una  mirada  sobre  el  mapa  nos  manifestará  la  gran  diferencia  que  hay 
entre  este  sistema  y  el  del  rio  Esmeraldas.  Este  último  podemos  comparar 
con  un  árbol  corpulento,  cuyo  tronco  se  levanta  á  una  gran  altura  antes  de 
dividirse  en  los  ramos,  que  forman  su  anchurosa  copa,  mientras  que  el  rio 
Santiago  se  asemeja  á  un  arbusto,  que  desde  sus  raices  se  parte  en  cuatro 
ó  cinco  ramos  de  igual  grueso.  Ademas,  el  segundo  tiene  un  delta  espa- 
cioso, que  falta  al  primero. 

El  sistema  del  Santiago  se  compone  de  cuatro  rios  caudalosos  é  impor- 
tantes, con  numerosísimos  tributarios  menores,  á  saber  de  los  rios  Bogotá, 
Cachabfy  Santiago  y  Cayapas.  Los  dos  primeros  se  reúnen  con  el  tercero 
cerca  del  pueblo  de  La  Concepción,  á  la  distancia  de  seis  leguas  (en  linea 
recta)  de  la  costa  del  mar,  y  el  último,  el  mas  grande  de  todos,  unas  2  le- 
guas mas  abajo,  donde  principia  el  delta  del  Santiago. 

El  rio  Santiago  y  el  Cayapas  forman  en  su  confluencia  un  ángulo  recto, 


174  topografía.  —  capítulo  m. 

viniendo  el  primero  del  Este  y  el  segundo  del  Sur;  y  esta  última  dirección 
de  S  á  N  y  NO  siguen  los  brazos  del  delta,  desembocando  el  principal  de 
ellos,  que  conserva  el  nombre  de  Santiago,  cerca  del  pueblo  de  La  Tola, 
y  enlazándose  los  demás  con  los  esteros  de  La  Poza  y  del  Pailón  mas  al 
Norte.  Las  islas  é  isletas  que  por  los  aluviones  del  rio  se  han  formado 
entre  los  esteros,  y  que  siguen  formándose  en  ellos  diariamente,  son  nume- 
rosas, pero  la  mas  grande  y  mas  poblada  es  la  de  La  Tola  con  los  sitios 
de  Buena  vista,  La  Poza  y  Limones.  —  Desde  la  desembocadura  del  Caya- 
pas hasta  la  mar  el  rio  recibe  todavía  algunos  afluentes  del  lado  suroeste, 
entre  ellos  el  rio  Tigre,  el  Garrapata,  y  finalmente  el  de  la  Vaquería  en  el 
sitio  de  este  nombre,  casi  en  la  playa  de  la  mar. 

Los  esteros  de  este  delta  son  anchos,  profundos  y  muy  mansos,  siendo 
casi  el  único  movimiento  de  las  aguas,  que  se  percibe,  el  que  ocasionan  las 
alternativas  de  la  marea.  El  brazo  principal,  sobre  todo,  presenta  un  aspecto 
majestuoso  y  se  prestaría  á  la  navegación  con  pequeños  vapores,  no  menos 
que  el  río  Guayas.  La  vejetacion  que  ciñe  la  ría  y  las  islas,  es  lindísima: 
aquí  no  existe  aquella  monotonía  de  los  manglares,  que  en  otras  partes,  por 
ejemplo  en  una  gran  parte  en  lo  inferior  del  Guayas,  muy  pronto  cansa  la 
vista;  los  sombríos  árboles  del  Sapotillo  con  sus  grandes  y  aromáticas  flores, 
muchas  trepadoras  y  enredaderas,  los  bambudales  y  ante  todo  los  grupos 
de  una  pequeña  y  graciosísima  palma  (del  género  Euterpe)  llamada  Pal- 
micha, que  parece  ser  propia  á  esas  llanuras  bajas,  forman  las  partes  mas 
vistosas  de  estos  bosques  casi  impenetrables. 

Conozcamos  en  primer  lugar  el  rio  de  Cayapas,  subiendo  desde  la  de- 
sembocadura hacia  su  origen.  Es  el  rio  mas  caudaloso,  mas  manso  y  mas 
favorable  á  la  navegación  por  vapor  y  naturalmente  también  por  botes  y 
canoas.  Hasta  mas  arriba  del  pueblo  de  Cayapas  conserva  casi  el  mismo 
ancho,  que  tiene  en  su  desembocadura,  es  decir  entre  100  y  150  metros 
aproximadamente,  y  una  profundidad  considerable.  La  marea  sube  hasta  el 
rio  Herradura  (un  dia  y  medio  de  viaje  en  canoa,  desde  La  Tola),  y  sola- 
mente mas  arriba  de  la  boca  del  rio  de  Sapayo  grande  se  encuentran  algunos 
puntos  algo  correntosos,  los  cuales,  sinembargo,  no  ofrecen  grandes  dificul- 
tades á  los  diestros  bogas  indígenas,  de  manera  que  se  sube  en  tres  dias 
con  comodidad  hasta  las  últimas  y  mas  retiradas  habitaciones  de  los  indios, 
que  se  hallan  una  legua  arriba  de  la  boca  del  rio  Barbudo.  Pero  desde  este 
punto  la  navegación  se  hace  mas  difícil  y  peligrosa  y  muy  pronto  imposible, 
porque  el  rio  viene  precipitándose  por  saltos  y  cascadas  entre  tajados  peñas- 
cos, que  forman  angosturas  pavorosas  y  quebradas  oscuras.  Es  decir,  que 
aquí  hemos  llegado  á  los  pies  de  los  ramales  laterales  de  los  Andes. 

Para  enumerar  los  tributarios  principales  del  rio  Cayapas,  volvamos  á 


LA  REGIÓN  OCCIDENTAL.  175 

su  desembocadura.  Media  legua  arriba  de  ella  recibe  del  lado  Oeste  el  rio 
Pagota,  cuyas  cabeceras  se  hallan  cerca  de  las  de  los  ríos  litorales  de  La- 
garto y  Lagartillo.  En  sus  orillas  se  ven  las  últimas  chacras  de  los  blancos 
y  mestizos.  Media  legua  (en  linea  recta)  mas  adelante  ya  encontramos  las 
primeras  casas  de  los  indios  Cayapas  en  la  desembocadura  del  rio  anzole, 
que  es  el  mas  importante  de  los  que  engruesan  el  de  Cayapas  de  su  lado 
izquierdo.  En  la  confluencia  de  los  dos  ríos  es  difícil  decir  á  la  primera 
vista,  cual  de  ellos  lleve  mas  agua,  porque  son  casi  del  mismo  ancho  y  la 
corriente  es  tan  imperceptible,  que  parecen  aguas  de  un  lago  y  no  de  un 
rio.  Todo  el  Ónzole  está  muy  poblado  de  indios,  y  se  puede  subirlo  en 
canoas  «palanqueando»  unos  6  ú  8  dias.  Sus  tributarios  principales  del  lado 
izquierdo  son:  Anchc^yacu,  Tangaré,  Iscuandé  chico,  Iscuandé  grande.  Zan- 
cudo, Gualpicito,  Gruálpi  grande;  y  del  lado  derecho  los  ríos  de  Agua  clara 
y  de  Pambil,  el  primero  un  poco  abajo,  y  el  segundo  algo  arriba  del  Gualpi. 
Su  nacimiento  tiene  el  Ónzole  en  un  terreno  pantanoso  en  las  cercanías  de 
la  Laguna  de  Sade,  en  las  alturas  que  separan  el  sistema  fluvial  del  rio  Es- 
meraldas de  este  del  Santiago.  Varias  personas  conocedoras  de  esas  selvas 
me  han  asegurado,  que  la  laguna  de  Sade  no  desagua  por  el  rio  Sade  al 
de  Esmeraldas,  como  suponen  los  mapas  antiguos,  sino  por  el  Ónzole  al  lado 
opuesto.  <l2> 

Saliendo  de  la  boca  del  Ónzole  se  llega  después  de  tres  vueltas  al  pueblo 
de  Espíritu  Santo  de  Cayapas,  es  decir  á  un  grupo  de  veinte  casas  aban- 
donadas*), en  la  orilla  izquierda  del  rio;  y  un  poco  mas  arriba  viene  del 
mismo  lado  el  rio  Chivatillo,  que  está  en  comunicación  con  el  Ónzole  y  dá 
una  prueba  de  la  perfecta  llanura  del  terreno.  De  ahí  el  rio  Cayapas  forma 
un  gran  arco  hacia  el  Este,  en  cuyo  ápice  recibe  el  primer  tributario  de 
consideración  de  este  lado  derecho,  á  saber  el  rio  Herradura.  En  el  punto 
en  que  vuelve  á  tomar  su  primera  y  ordinaria  dirección,  se  le  incorpora  por 
la  izquierda  el  rio  Camarones,  navegable  un  día  hacia  arriba. 

Hasta  este  punto  toda  la  región,  desde  la  Tola,  es  una  llanura  perfecta, 
en  que  no  se  divisa  la  menor  elevación;  las  orillas  del  rio  tienen  uno  á  tres 
metros  de  altura  (según  la  marea  es  alta  ó  baja)  y  se  componen  de  capas 
horizontales  de  una  arcilla  rojiza  ó  amarilla,  que  está  cubierta  de  una  capa 
negra  de  tierra  vejetal,  que  manifiesta  una  feracidad  prodijiosa.  Pero  desde 
el  rio  Camarones,  ó  un  poco  antes  comienza  el  terreno  á  elevarse  en  formas 
muy  suaves   y  moderadas;    las    riberas   son   mas   altas,    á   veces    tajadas 


*)  Estas  casas  sirven  de  habitación  solamente  durante  las  fiestas  de  los  indios,  unos 
pocos  dias  cada  año;  durante  todo  el  resto  del  año  el  pueblo  queda  abandonado,  y  las 
familias  viven  esparcidas  por  los  bosques  á  las  orillas  de  los  rios. 


17'í  TOPOGRAFÍA-  —  CAFÍTTLO   Oí. 

vertícalmente,  y  se  componen  abajo  de  areniscas  y  congloméralos.  El 
cubre  de  colínas  de  30  á  70  metro*  de  altura;  la  vejetacion,  en  que  las  pal- 
ma* de  diferente*?  especies  se  distinguen  en  primer  lugar,  es  la  mas  hermosa 
que  puede  imaginarle,  los  corpulentos  y  sombrosos  tChiperos»  forman  con 
ana  ramos  pendiente*  á  lo  largo  de  ambas  orillas  unas  bóvedas  frescas  y 
tan  altas,  que  las  canoas  trafican  con  facilidad  debajo  de  ellas.  De  vez  en 
cuando  se  encuentra  una  casa  de  indios,  rodeada  de  platanales,  y  sus  habi- 
tantes, casi  desnudos,  echados  delante  de  ella,  gozando  del  «dolce  far  niente». 
Todo  el  río  presenta  á  cada  rato  las  vistas  y  escenas  mas  pintorescas  y 
riega  un  verdadero  paraíso. 

Otra  circunstancia  hay  que  notar  aqui,  aunque  sea  de  paso,  porque  mas 
tarde  volveré  á  hablar  de  ella,  á  saber,  que  el  rio  de  Cayapas  y  sus  tribu- 
tarios comienzan  á  ser  auríferos,  en  donde  empieza  la  región  montañosa.  Asi 
lo  es,  por  ejemplo,  el  primer  río  que  encontramos  arriba  del  Camarones  al 
lado  derecho  y  que  se  llama  Sapayito.  Es  navegable  hasta  cerca  de  su 
nacímíimto  de  tres  ríos  pequeños,  de  donde  conduce  un  camino  por  tierra 
al  río  Hantiago.  Sigue  el  pequeño  rio  Telembí  é  inmediatamente  el  mas  con- 
siderable de  Hapayo  grande  con  buenos  lavaderos,  ambos  del  lado  derecho. 
Al  izquierdo  merece  una  mención  el  rio  Mofa  por  ser  rico  en  oro,  y  el  Rio 
grande  por  ser  uno  de  los  mas  caudalosos.  Este  último  se  parece  mucho 
al  Ónzole  y  es  igualmente  muy  poblado  de  indios,  se  puede  subirlo  en  ca- 
noas unos  cinco  (lias  hacia  sus  cabeceras,  que  tiene  en  las  alturas  que  se- 
paran el  rio  de  Guallabamba  del  sistema  que  es  objeto  de  nuestra  actual 
consideración.  Media  legua  arriba  de  la  boca  del  Rio  grande  se  halla  sobre 
la  orilla  derecha  del  Cayapas  el  segundo  pueblecito  de  indios  (seis  casas 
abandonadas)  que  se  llama  San  Miguel  de  Cayapas;  y  finalmente,  después 
de  dos  vueltas  encontramos  el  rio  Barbudo,  último  tributario  del  Cayapas 
que  recibe  dentro  de  los  limites  de  la  provincia  de  Esmeraldas.  Por  este 
rio  Harhudo  se  llega  en  un  dia  al  llamado  Salteadero,  de  donde  principia  un 
camino  malo  de  á  pié  (traficado  solamente  por  los  indios)  el  cual,  cruzando 
al  rio  Santiago,  conduce  á  los  páramos  de  Pifian,  y  respectivamente  á  Ibarra. 

líl  origen  del  rio  Cayapas  se  halla  en  la  Cordillera  de  su  nombre  y  en 
la  de  Toisun,  entre  el  rio  de  Intac  y  el  de  Santiago;  pero  su  curso  superior 
es  cuhí  desconocido,  como  también  el  de  sus  tributarios,  del  Barbudo  y  del 
rio  (írande. 

('orno  he  dicho  arriba,  el  rio  de  Cayapas  sale  estrepitoso  y  por  saltos 
de  una  abra  al  pié  de  la  Cordillera,  pero  ya  antes  de  llegar  al  pueblo  de  San 
Migue],  es  manso,  en  consecuencia  de  la  poquísima  caida,  que  tiene  su  lecho 
do  ahí  hasta  la  desembocadura.  En  efecto,  la  diferencia  del  estado  baro- 
métrico que  he  observado  en  La  Tola  y  en  San  Miguel,  es  tan  insignificante, 


LA  EEGION   OCCIDENTAL.  177 

que  por  el  cálculo  no  resultan  mas  que  27  metros  de  elevación  para  este 
último  pueblo.  A  causa  de  las  innumerables  y  á  veces  muy  largas  vueltas 
y  revueltas,  que  el  rio  describe  por  todo  su  curso,  las  distancias  de  un  lugar 
al  otro,  calculándolas  según  el  tiempo  de  la  navegación,  parecen  mucho  mas 
grandes  de  lo  que  son  en  realidad  ó  reducidas  á  lineas  rectas.  Así  el  pueblo 
inferior  de  Cayapas  no  dista  mas  de  5  leguas,  y  San  Miguel  unas  9  leguas 
de  La  Tola. 

Un  carácter  bastante  distinto  lleva  él  rio  de  Santiago.  Es  correntoso 
por  casi  todo  su  curso,  y  lleno  de  saltos,  ora  muy  angosto  y  hondo,  ora 
sumamente  ancho  y  lleno  de  islotes  cascajosos;  sus  orillas  son  comunmente 
escarpadas  y  en  muchos  lugares  inaccesibles;  arriba  de  La  Concepción  no 
es  navegable  sino  por  canoas  pequeñas,  y  la  navegación  no  carece  de  peli- 
gros, á  lo  menos  en  la  estación  lluviosa. 

Desde  la  boca  del  rio  Cayapas  se  sube  en  dirección  al  Este  hasta  el 
pueblo  de  La  Concepción.  En  este  trecho  (2  leguas  en  línea  recta)  el  rio  es 
todavía  muy  ancho,  hondo  y  bastante  manso;  Ja  marea  sube  hasta  muy  cerca 
del  pueblo  mencionado,  es  decir  hasta  la  desembocadura  del  rio  Bogotá,  y 
hasta  este  mismo  punto  á  mi  parecer  el  rio  Santiago  seria  navegable  por 
pequeños  vapores.  La  Concepción  ocupa  una  posición  muy  singular,  pero 
pintoresca  en  una  colina  tendida  entre  el  Bogotá  y  el  Santiago.  Reserván- 
donos la  descripción  del  primero  para  después,  sigamos  el  curso  del  segundo. 

Las  vueltas  del  rio  Santiago  son  muy  grandes  y  caprichosas,  siendo  su 
rumbo  general  desde  La  Concepción  hasta  el  sitio  de  La  Angostura  al  Sur, 
en  seguida  hasta  Playa  de  oro  al  Este,  y  en  adelante  al  Sureste.  El  curso 
superior  del  Santiago  es  todavía  desconocido.  Dos  leguas  arriba  de  Playa 
de  oro,  cerca  del  sitio  de  Angostura  (superior*),  sale  espumando  de  una 
quebrada  oscura,  cuyas  paredes  perpendiculares  tendrán  cien  metros  de  al- 
tura, y  atrás  de  esta  puerta  inaccesible  se  levantan  á  poca  distancia  y  á 
entrambos  lados  del  valle  unos  cerros  altos  (los  calculo  en  (300  á  800  metros), 
sin  duda  los  ramales  de  la  gran  Cordillera  occidental  de  los  Andes.  Ni  por 
agua  ni  por  tierra  se  puede  seguir  el  cauce  del  rio  hacia  mas  arriba,  y  los 
indios  Cayapas,  que  viven  en  sus  orillas  superiores,  trafican  y  comunican 
con  las  demás  familias  de  su  tribu  por  tierra  y  por  los  rios  Sapayo  grande 
y  Barbudo;  nunca  bajan  por  el  rio  Santiago,  que  en  sus  partes  medias  ó 
inferiores  es  habitado  exclusivamente  de  la  raza  negra. 

Los  tributarios^  que  el  Santiago  recibe  en  todo  su  curso  conocido  hasta 
La  Concepción,  son  insignificantes,  excepto  el  rio  Uimbí,  que  desemboca  un 


*)  Hay  dos  rios  y  dos  sitios  de  este  nombre,  uno  mas  abajo  y  otro  mas  arriba  del 
pueblo  de  Playa  de  oro. 

WoiiF,  Ecuador.  12 


178  topografía.  —  capítulo  ni. 

cuarto  de  legua  arriba  del  dicho  pueblo  en  el  lado  derecho  del  río  principal. 
Es  navegable  hasta  el  pueblo  de  Uimbí,  y  los  bancos  de  cascajo,  que  com- 
ponen sus  orillas,  son  auríferos,  como  todo  el  terreno  á  lo  largo  del  rio  San- 
tiago. De  Uimbí  hay  un  camino  por  tierra  al  pueblo  de  Playa  de  oro,  que 
no  dista  mas  de  dos  leguas. 

El  rio  de  Cachaba,  que  una  media  legua  al  Norte  de  La  Concepción  se 
reúne  con  el  de  Bogotá,  para  incorporarse  junto  con  él  al  rio  de  Santiago, 
participa  bajo  mucho  respecto  de  la  naturaleza  de  este  último,  porque  es 
igualmente  correntoso,  lleno  de  escollos  y  peligroso  á  la  navegación,  que 
sohunento  se  practica  en  pequeñas  canoas.  Algunas  veces  es  tan  seco,  que 
so  debo  arrastrar  las  canoas  por  grandes  trechos  por  las  playas  de  arena  y 
castuyo,  otras  veces  el  cauce  no  cabe  las  aguas  que  vienen  con  una  rapidez 
y  fuerza  extraordinaria,  que  impide  todo  tráfico.  Tal  vez  no  existe  en  la 
provincia  de  Esmeraldas  otro  rio  de  tan  malas  condiciones  para  la  nave- 
gación. 

Las  colinas  que  acompañan  el  Cachabí  á  ambos  lados  hasta  el  pueblo 
del  mismo  nombre,  y  probablemente  hasta  muy  cerca  de  su  origen,  son 
bajas,  y  en  ningún  lugar  parecen  exceder  la  altura  de  GO  metros.  Nace  en 
las  montañas  entre  el  rio  Santiago  y  el  rio  Lita  (tributario  del  Mira),  al  pié 
do  la  Cordillera  alta  de  Lachas,  y  sigue  en  su  curso  sumamente  tortuoso  la 
dirección  general  de  SE  á  NO.  Los  tributarios  que  recibe  de  la  derecha  é 
izquierda,  son  numerosos,  pero  de  poca  importancia;  los  principales  se  en- 
cuentran indicados  en  el  mapa.  Todo  el  rio  es  aurífero.  —  Del  pueblo  de 
Cachabí  parte  un  camino  de  á  pié  á  la  provincia  de  Imbabura,  que  sigue 
desde  la  desembocadura  del  rio  Lita  en  el  Mira,  las  orillas  de  este  último, 
y  es  en  la  actualidad  el  mas  traficado  entre  la  costa  setentrional  de  la  Re- 
pública y  la  sierra.  El  pueblo  de  Cachabí  sobre  la  orilla  derecha  del  rio, 
consta  de  una  capilla  y  4  casas  abandonadas;  toda  la  población  (exclusiva- 
mente negra)  vive  esparcida  en  las  orillas  inferiores,  y  el  sitio  mas  poblado 
es  el  de  San  José,  una  legua  abajo  del  llamado  pueblo. 

Si  el  rio  de  Cachabí  he  comparado  con  el  de  Santiago,  con  la  misma 
razón  puedo  decir,  que  el  rio  de  Bogotá  se  parece  en  mucho  al  de  Cayapas. 
Pues,  el  Bogotá,  serpeando  por  una  región  completamente  baja  y  llana,  es 
muy  manso,  de  una  profundidad  suficiente  é  igual  hasta  muy  arriba,  casi 
hasta  la  confluencia  del  rio  Tululbí:  condiciones  que  favorecen  á  la  nave- 
gación en  canoas,  botes  y  aun  en  lanchas  mayores. 

Las  cabeceras  del  rio  Bogotá  se  hallan  en  la  cercanía  de  las  del  rio 
Mataje,  en  las  selvas  que  se  extienden  hacia  el  rio  Mira  en  la  frontera  de 
la  República.  Corre  del  Este  al  Oeste  hasta  el  sitio  de  Carondeltt,  recibiendo 
en  este  trecho  algunos  tributarios  de  poca   monta,   como  el  Guanudal,  el 


LA   REGIÓN   OCCIDENTAL.  179 

Papayal  y  el  Carainito.  A  poca  distancia  de  Carondelet  se  engruesa  con 
el  rio  Tululbí,  que  le  trae  del  Norte  un  caudal  de  agua  tal  vez  mas  con- 
siderable que  el  propio.  Y  de  este  punto  de  confluencia,  que  se  llama  Boca 
de  Carón,  cambia  el  Bogotá  su  curso  al  Suroeste  y  después  al  Sur,  hasta 
La  Concepción,  en  donde  desemboca  en  el  Santiago,  después  de  haberse 
unido  un  poco  antes  con  el  Cachabí.  —  El  Tululbí  es  navegable  hasta  mas 
arriba  del  cerro  de  la  Campana,  en  donde  recibe  el  rio  Palabí.  El  dicho 
«cerro»,  que  se  levanta  á  la  orilla  derecha  del  rio,  apenas  merece  el  nombre 
de  colina,  pues  no  tendrá  mas  de  40  á  50  metros  de  altura,  y  en  cualquiera 
región  montañosa  no  llamaría  la  atención,  pero  en  un  pais  tan  completa- 
mente llano  es  un  fenómeno  curioso.  Por  lo  demás  se  compone  de  la  misma 
arenisca  blanda,  que  suele  formar  los  bancos  inferiores  eji  las  orillas  de  los 
ríos.  —  El  Bogotá  lleva  oro  solamente  en  su  curso  superior,  desde  la  Boca 
de  Carón. 

Las  montañas  del  sistema  fluvial  del  Santiago  son,  como  en  varias  oca- 
siones he  dicho,  generalmente  bajas,  y  solamente  hacia  el  pié  de  la  serranía 
se  levantan  á  alturas  mas  considerables.  Estos  cerros  son  como  las  ante- 
gradas de  la  Cordillera  occidental,  ó  mas  bien  de  los  grandes  ramales  late- 
rales de  ella  (Cordillera  de  Toisan,  de  Cayapas,  de  Lachas),  que  se  dirigen 
de  Sureste  á  Noroeste.  Los  rios  que  nacen  en  las  faldas  superiores  de  la 
Cordillera  grande,  como  el  Santiago  y  el  Cayapas,  tienen  que  seguir  forzosa- 
mente aquel  mismo  rumbo  general,  encañados  en  los  profundos  valles  entre 
los  dichos  ramales.  Pero  poco  después  de  entrar  en  la  provincia  de  Esme- 
raldas, donde  las  proyecciones  de  la  Cordillera  se  rebajan  rápidamente,  se 
pierde  aquel  paralelismo  y  rumbo  pronunciado  de  los  rios  y  montañas,  for- 
mando estas  como  aquellos  una  red  bastante  irregular. 

Así  como  en  la  región  superior  los  ríos  son  condicionados  por  las  mon- 
tañas, en  la  inferior,  al  revés,  las  montañas  se  acomodan  en  su  rumbo,  en 
sus  ramificaciones  y  demás  condiciones  á  los  cursos  de  los  rios,  y  aun  su 
origen  lo  deben  á  ellos,  es  decir,  á  la  eroision  de  las  aguas  que  excavaron 
los  valles  en  un  terreno  antiguamente  casi  llano.  —  Las  colinas  encadena- 
das (no  merecen  el  nombre  de  cordilleras),  que  forman  las  lineas  divisorias 
entre  los  valles  del  Cachabí,  del  Santiago,  del  Cayapas  y  entre  los  de  los 
tributarios  principales,  se  presentan  en  todas  partes  casi  de  la  misma  altura 
y  muy  iguales;  no  hay  cadenas  ó  puntos  aislados  que  sobresalgan  ó  pre- 
dominen á  los  demás.  La  elevación  relativa  de  todas  esas  alturas,  quiero 
decir,  sobre  los  rios  de  su  vecindad,  se  sostiene  por  lo  regular  entre  los 
límites  de  30  á  60  metros,  siendo  naturalmente  la  elevación  absoluta,  sobro 
el  nivel  del    mar,  mas  grande  hacia  el  pié  de  los  Andes,    que  hacia  las 

llanuras   marítimas.  —  Las  formas  exteriores  de  las  colinas  son  suaves  y 

12* 


180  topografía..  —  capítulo  ni. 

redondeadas;  solamente  á  lo  largo  de  los  ríos  se  encuentran  laderas  escar- 
padas y  aun  peñascos  verticales,  en  donde  el  agua  tuvo  que  cortar  unas 
capas  de  terrenos  mas  duros.  Mi  modo  de  mirar  esas  montañas,  solamente 
como  resultado  de  la  erosión  de  las  aguas  en  un  terreno  antiguamente  casi 
plano  y  suavemente  inclinado,  desde  el  pié  de  los  Andes  hacia  las  llanuras 
marítimas,  se  funda  esencialmente  en  su  constitución  geológica. 

Pocas  palabras  debo  agregar  sobre  el  rio  Mira  inferior,  que  forma  el 
lindero  con  la  República  de  Colombia.  Hemos  estudiado  en  otra  sección  su 
sistema  superior  hasta  la  desembocadura  del  rio  Lita  y  la  del  rio  de  San 
Juan.  Desde  la  última  se  inclina  mas  y  mas  al  Oeste,  aunque  sea  por 
vueltas  irregulares,  hasta  tomar  finalmente,  desde  la  boca  del  rio  Guiza  ó 
Cuaiquer  (del  lado  colombiano)  el  rumbo  bastante  recto  de  E  á  O.  Á  la 
distancia  de  algunas  leguas  del  mar  comienza  á  formar  un  espacioso  delta 
mediante  varios  brazos,  cuyo  mas  recto  sale  á  la  Punta  Mangles,  mientras 
que  otros  se  dirigen  al  N  á  la  bahia  de  Tumbaco,  y  otros  al  S  á  la  ense- 
nada de  Pianguapi.  Los  tributarios,  que  el  rio  Mira  recibe  desde  la  boca 
del  Lita  del  lado  ecuatoriano,  son  pequeños  y  se  derivan  de  las  llanuras, 
en  que  nacen  también  los  rios  de  Bogotá,  Tululbí  y  Mataje.  Tales  son  el 
CuchaU,  el  Cancha-yacu,  el  Canumbi  y  el  Puespues. 

Ahora  tenemos  que  regresar  por  la  costa,  desde  la  boca  del  Mira  hasta 
la  del  Esmeraldas,  para  conocer  los  pequeños  rios  litorales  de  esta  región, 
que  desembocan  directamente  en  la  mar,  y  son  independientes  de  los  gran- 
des sistemas,  que  acabamos  de  describir.  Por  cortos  que  sean  estos  rios, 
no  obstante  son  casi  todos  navegables  por  canoas  en  su  tercio  inferior,  al- 
gunos á  favor  de  la  marea,  que  sube  en  las  desembocaduras,  otros  porque 
llevan  aguas  casi  estancadas  y  dormidas.  Muy  pocos  se  precipitan  tan  cor- 
rentosos  a  la  mar,  que  imposibiliten  del  todo  la  navegación. 

Desde  la  boca  del  rio  Santiago  se  extienden  las  llanuras  marítimas  muy 
anchas  hasta  la  del  rio  Mira,  y  en  esta  región  baja  y  cubierta  en  gran  parte 
de  manglares,  se  ha  formado  aquel  laberinto  de  esteros,  que  debemos  con- 
siderar como  una  especie  de  delta.  Varios  rios,  que  recojen  sus  aguas  en 
aquellas  mismas  llanuras,  desembocan  en  esos  brazos  del  mar.  El  mas  con- 
siderable y  mas  largo  de  ellos  es  el  rio  Mataje,  que  se  desagua  en  la  en- 
senada de  Pianguapi.  Después  siguen  hacia  el  Sur  los  rios  Caraño,  Molina, 
Panadero,  San  Antonio  y  San  Lorenzo,  perdiéndose  este  último  en  el  gran 
estero  del  Pailón  al  lado  del  pueblo  de  San  Lorenzo. 

Al  Sur  del  pueblo  de  La  Tola,  que  está  situado  al  lado  meridional  de 
la  boca  del  rio  Santiago,  se  extiende  la  llanura  todavia  por  unas  tres  leguas 


LA  BEGION   OCCIDENTAL.  181 

entre  la  playa  del  mar  y  el  rio  Pagota  (tributario  del  Cayapas)  hasta  el 
rio  Vainillita.  El  centro  de  esta  gran  llanura  es  muy  pantanoso  y  se  con- 
vierte en  invierno  en  un  verdadero  lago,  habitado  por  millares  de  aves  acuá- 
ticas y  palustres.  Difícil  es  conjeturar,  por  qué  á  estos  pantanos  los  habi- 
tantes hayan  dado  el  nombre  de  «La  Ciudad».  De  ellos  nace  él  rio  Maja- 
gual, y  es  muy  probable  que  los  dos  pequeños  que  siguen  media  legua  mas 
adelante,  él  rio  Molina  y  el  Rompido,  traigan  su  origen  do  unas  ramifica- 
ciones de  aquel  mismo  pantano. 

Tres  leguas  al  Sur  de  La  Tola  observamos  un  cambio  pronunciado  en 
la  costa  del  mar.  Su  dirección,  que  hasta  aquí  era  de  NE  á  SO,  se  con- 
vierte derepente  en  la  de  E  á  O,  y  esta  se  conserva  hasta  Rio  Verde.  En 
este  mismo  ángulo  entrante  que  forma  la  costa,  comienza  el  terreno  á  levan- 
tarse, al  principio  en  ondulaciones  muy  suaves,  y  luego  en  colinas  mas  altas. 
Se  puede  decir,  que  desde  este  punto  hasta  el  Cabo  de  San  Francisco  toda 
la  costa  en  la  extensión  de  casi  25  leguas  está  formada  de  una  sola  escarpa 
larguísima  é  interrumpida  solamente  por  las  angostas  abras  y  barrancas  de 
los  ríos.  Entre  esta  escarpa  y  el  mar  se  tiende  la  playa  de  arena,  que  sirve 
de  camino  durante  la  marea  baja;  á  veces  es  muy  angosta  y  en  muchos 
puntos  falta  por  completo,  embistiendo  entonces  las  oleadas  directamente 
contra  la  muralla  de  peñascos,  y  lanzando  la  espuma  á  alturas  considerables. 
La  elevación  de  este  primor  talud  escarpado  varía  entre  20  y  100  metros, 
y  por  detras  de  él  siguen  las  bajas  montañas  la  tierra  adentro,  levantándose 
rara  vez  á  alturas  mas  grandes  que  las  que  acabo  de  indicar.  Los  ríos  y 
riachuelos,  que  nacen  en  este  terreno  á  la  distancia  de  dos  á  cuatro  leguas 
de  la  costa,  han  excavado  valles  angostos,  y  aquí  se  puede  observar  de 
nuevo,  que  la  erosión  de  las  aguas  ha  desnivelado  un  terreno,  que  antigua- 
mente ha  sido  mas  igual  y  mas  llano,  formando  una  especio  de  meseta  sobre 
la  mar.  Los  pequeños  ríos,  que  contribuyen  do  dicho  modo  á  la  formación 
de  un  terreno  quebrado,  se  siguen  del  Norte  al  Sur  en  este  orden:  rio  de 
Vainillita,  de  Vainillas,  de  Lagartillo,  de  Lagarto,  de  Ostiones,  de  Mates.  Entre 
los  de  Lagartillo  y  Lagarto  se  levanta  un  cerro  bastante  alto,  distante  legua 
y  media  de  la  mar,  cuyo  nombre  no  pude  averiguar. 

Después  de  cruzar  el  rio  de  Mates  y  de  doblar  la  Punta  Verde  por  un 
camino  malísimo,  encontramos  una  pequeña  ensenada  que  representa  la  boca 
del  rio  Verde.  Este  es  el  rio  mas  importante  de  los  litorales  entre  el  Es- 
meraldas y  el  Santiago.  Solamente  cerca  de  la  desembocadura  es  ancho  y 
manso;  ya  dos  leguas  mas  arriba  su  curso  comienza  á  ser  correotoso  y  así 
sigue  hasta  su  origen,  aunque  se  puede  subir  en  canoas  con  alguna  dificul- 
tad y  «palanqueando»  unos  dos  dias,  sin  adelantar  mucho  en  este  tiempo, 
á  causa  de  las  muchísimas  y  largas  vueltas.    Yo  pude  subir  solamente  á  la 


182  TOPOGRAFÍA.  —   CAPÍTULO  iii. 

distancia  do  unas  cuatro  leguas  (en  linea  recta)  de  la  costa,  y  hasta  ahí 
todos  los  afluentes  de  ambos  lados  son  pequeños;  mas  arriba  el  rio  recibe, 
según  mis  averiguaciones,  algunos  mas  grandes,  acercándose  los  de  la  de- 
recha  al  rio  Onzole  y  los  de  la  izquierda  al  Esmeraldas.  Estos  últimos  no 
pueden  ser  muy  largos,  pues  del  rio  Verde  superior  se  cruza  en  un  dia  por 
tierra  al  Esmeraldas.  Las  hoyas  de  ambos  corren  casi  paralelas  y  están 
separadas  solamente  por  la  cordillera  longitudinal,  que  comienza  con  las 
montañas  de  Sade  y  termina  en  la  Punta  de  Esmeraldas.  —  La  región  en 
que  nace  el  rio  Verde,  pertenece  á  las  mas  desconocidas  de  la  provincia. 
Algunos  me  han  asegurado,  que  este  rio  toma  su  origen  cerca  del  Gualla- 
bamba,  y  esto  no  puede  ser,  pues  asi  debería  cruzar  los  ríos  de  Sade  y  de 
Canindé.  Creo  que  las  cabeceras  del  Sade,  las  del  Onzole  y  la  laguna  de 
Sade  ocupan  en  mi  mapa  aproximadamente  su  verdadera  posición,  y  asi  las 
cabeceras  del  rio  Verde  han  de  buscarse  al  Noroeste  de  la  laguna  de  Sade, 
entre  el  Onzole  y  el  Esmeraldas,  mas  ó  menos  en  el  mismo  lugar  que  les 
he  designado  en  el  mapa.  El  pueblo  de  Rio  Verde  se  halla  al  lado  seten- 
trional  de  la  boca  del  rio. 

Desde  la  Punta  Verde  hasta  la  de  Esmeraldas  el  rumbo  de  la  costa 
declina  al  Suroeste,  sin  cambiar  su  carácter  físico.  Los  pequeños  ríos  lito- 
rales, que  desembocan  en  este  trecho,  son  los  de  Cabuyal,  de  Colope  y  de 
Camarones. 


Al  concluir  la  descripción  hidro-  y  orográfica  del  Ecuador  occidental, 
podemos  resumirla  en  pocas  palabras,  diciendo,  que  es  un  pais  dotado  de 
todas  las  condiciones  favorables,  que  se  puede  desear  en  las  regiones  inter- 
tropicales. Llanuras  fertilizadas  por  los  aluviones  de  los  ríos ,  y  montañas 
de  moderada  elevación;  costas  secas  de  un  clima  excelente,  y  selvas  húme- 
das con  una  majestuosa  vegetación;  pampas  inmensas  con  pasto  natural 
para  la  ganadería,  y  terrenos  de  pan  sembrar  en  abundancia  para  los  mas 
nobles  productos  de  la  agricultura  tropical;  y  todo  el  pais  cruzado  por  un 
soberbio  sistema  hidrográfico,  navegable  hasta  en  sus  venas  mas  pequeñas. 
A  todo  esto  sobreviene  un  clima  relativamente  sano,  como  lo  demostraré  en 
su  lugar.  —  Sin  la  menor  exageración  se  puede  afirmar,  que  el  Ecuador 
occidental  es  el  pais  mas  favorecido  por  la  naturaleza,  en  toda  la  costa 
pacifica  de  la  América  del  Sur. 


Capítulo  IV. 
Bosquejo  hidrográfico  de  la  región  oriental. 

Hasta  aquí  las  descripciones  se  fundaron  esencialmente  en  mis  propias 
observaciones  y  estudios;  en  este  capitulo  debo  limitarme  á  un  resumen  de 
trabajos  ajenos  y  en  gran  parte  antiguos:  «relata  refero ! »  Véase  lo  que  he 
dicho  sobre  esta  parte  de  mi  mapa  en  la  página  3. 

El  estudio  de  la  región  amazónica  debo  principar  con  él  del  rio  Ma- 
rañon  ó  Amazonas  mismo.*)  —  Donde  bajo  el  grado  6  de  Lat.  S  cruza 
el  lindero  del  antiguo  reino  de  Quito,  tiene  el  curso  de  SSE  á  NNO,  hasta 
enfrente  de  Jaén  (nuevo)  bajo  5o  36'  Lat.  S.  En  este  trecho  recibe  del  lado 
oeste  el  rio  de  Huancabamba  ó  Chamaya.  En  seguida  hace  un  codo  y  sigue 
el  rumbo  al  NE.  En  dicho  codo,  al  lado  del  pueblo  de  Bellavista,  el  nivel 
del  rio  tiene  441  metros  sobre  el  nivel  del  mar.  2l¡9  leguas  abajo  de  Bella- 
vista se  le  incorpora  de  la  derecha  el  rio  de  Utcubamba,  y  solo  media  legua 
mas  adelante,  de  la  izquierda,  el  poderoso  Chinchipe**),  bajando  el  Marañon 
en  el  espacio  de  3  leguas  80  metros,  lo  que  dá  una  idea  de  la  gran  rapidez 
ó  impetuosidad  en  su  curso  superior.  Esta  se  manifiesta  también  por  una 
serie  de  saltos  y  corren tadas,  que  se  siguen  desde  la  boca  del  Chinchipe 
hasta  Borja,  abajo  de  la  boca  del  rio  Santiago.  Las  correntadas  se  hallan 
encajonadas  entre  los  altos  barrancos  y  cerros  de  las  orillas,  que  estrechan 
el  cauce  del  rio,  de  manera,  que  se  forman  á  la  vez  verdaderas  angosturas 
y  estrechos,  que  en  la  lengua  del  pais  se  llaman  Pongos.  —  El  primer  Pongo 
y  el  mas  largo  es  el  de  Retema  (ó  Eentema,  según  algunos),  que  se  en- 
cuentra después  do  haber  pasado  la  boca  del  Chinchipe.     Nadie  se  había 


*)  Muchos  distinguen  entre  Marañon  y  Amazonas,  dando  el  primer  nombre  al  rio 
en  su  curso  superior  hasta  la  boca  del  rio  Huallaga,  y  reservando  el  segundo  al  curso 
medio  é  inferior  desde  el  Huallaga  hasta  Para. 

**)  Respecto  á  las  posiciones  astronómicas  de  los  lugares  principales,  que  conoceremos 
á  lo  largo  del  Marañon  y  Amazonas,  me  refiero  á  las  a  Anotaciones  y  Suplementos» 
Número  5  b. 


1^4  TOPOGRAFÍA.   —   CAPÍTULO  IT. 

atrevido  á  pasar  en  canoa  ó  balsa  este  pongo ,  ni  los  que  siguen  hasta  la 
boca  del  río  Chuchunga  (ó  Imasa),  hasta  el  año  de  1870,  en  que  el  atrevido 
ingeniero  A.  Wertheman  con  pocos  compañeros  se  propuso  y  realizó  con 
felicidad,  aunque  con  gran  peligro  de  su  vida,  la  exploración  de  todos  los 
pongos  del  alto  Marañon.*)  —  Todo  el  trecho  del  Marañon  comprendido  entre 
el  Pongo  de  Retema  y  la  desembocadura  del  río  Chuchunga,  cuya  distancia 
mide  35  millas,  no  forma  sino  un  solo  Pongo  con  38  saltos  ó  malos  pasos, 
de  los  que  algunos  son  formados  por  grandes  peñas  caídas  de  los  cerros, 
otros  por  el  curso  anguloso  del  rio,  y  los  tres  últimos  por  verdaderas  cas- 
cadas. La  diferencia  hipsométrica  entre  la  boca  del  Utcubamba  y  la  del 
Chuchunga  es  de  124  metros.  —  «En  este  trecho  del  rio  iban  los  atrevidos 
expedicionarios  de  menor  á  mayor  peligro;  á  veces  arrastrados  con  espan- 
tosa velocidad,  otras  veces  retenidos  como  en  una  trampa  por  los  remolinos, 
haciendo  los  mas  inauditos  esfuerzos  para  salir,  ó  también  arrojados  contra 
las  peñas  con  tal  fuerza,  que  solo  la  gran  solidez  de  las  balsas  los  pudo 
salvar. 

«Después  de  una  larga  serie  de  peligrosos  malos  pasos,  sin  un  solo 
momento  para  retemplar  el  entusiasmo,  que  los  habia  dirigido  á  tan  teme- 
raria empresa,  llegaron  los  expedicionarios  á  una  parte  del  rio,  adonde  la 
corriente  era  muy  suave;  pero  esta  engañosa  mansedumbre  era  la  del  león 
dormido,  y  que  pocos  instantes  después  despierta  dando  un  feroz  rugido; 
asi  nuestros  valerosos  expedicionarios,  un  minuto  después,  en  medio  de  la 
corriente  relativamente  tranquila,  oian  el  ruido  producido  por  el  agua,  que 
se  precipitaba  como  por  una  cascada.  La  corriente  poco  a  poco  aumenta; 
la  estrecha  garganta  por  la  que  corre  el  rio,  se  angosta  mas  y  mas,  tomando 
el  aspecto  de  una  inmensa  y  profunda  rajadura  de  30  metros  de  ancho,  cuyas 
paredes  verticales  amenazan  derrumbarse;  el  ruido  del  agua,  á  medida  que 
se  adelanta,  se  convierte  en  horrible  estruendo;  el  rio  todo  de  golpe  desa- 
parece de  la  vista,  y  derepente  se  encuentran  las  balsas  en  el  borde  de  un 
precipicio,  del  fondo  del  cual  se  levanta  un  denso  vapor  debido  al  agua  pul- 
verizada con  el  choque  de  esta  en  su  caida;  vapor  que  ocultando  el  peligro, 
lo  hace  aparecer  mas  grande.  Por  fin,  toda  la  masa  de  agua  de  este  gran 
rio,  corriendo  vertiginosamente,  se  precipita  en  una  cascada  de  4  á  5  metros 
de  altura;  pero  por  su  misma  espantosa  velocidad,  forma  al  caer  como  una 
gran  curva,  y  la  balsa  que  lleva  el  arrojado  explorador,  es  lanzada  por  la 
fuerza  centrífuga  ó  tangencial,  y  cae  felizmente  de  plano  al  pié  de  la  cascada. 

«Así  puede  decirse,  que  la  estremada  corriente  del  agua  fué  su  sal- 


*)  Véase  la  descripción  de  esta  expedición  memorable  en  Raimondi,  «Perú»,  III, 
pág.  415-425. 


LA  BEGION  OBIENTAL.  185 

vacion;  pues  si  esta  corriente  no  fuese  tan  fuerte,  la  balsa  habría  seguido 
el  movimiento  del  agua  y  hubiera  caído  de  punta,  ocasionando  un  seguro 
naufragio;  de  esto  se  deduce,  que  el  mejor  modo  de  salvar  este  paso  tan 
peligroso,  es  el  de  dirigir  la  balsa  precisamente  al  medio  de  la  corriente, 
donde  esta  es  mas  impetuosa.  Desgraciado  el  que  creyendo  disminuir  el 
peligro,  quisiese  tomar  la  orilla;  pues,  de  seguro  caería  en  uno  de  los  remo- 
linos, que  se  forman  al  pié  de  la  cascada  en  ambos  lados;  remolinos,  que 
con  un  espantoso  movimiento  giratorio  se  abren  como  un  embudo,  listos 
para  tragar  á  la  víctima,  que  cae  en  sus  cercanías. 

«Al  llegar  abajo,  como  el  agua  cae  perpendicularmente,  pierde  toda  su 
velocidad  en  el  sentido  de  la  corriente;  de  modo,  que  la  balsa  quedó  casi 
un  minuto  en  medio  de  un  horrible  oleaje,  que  amenazaba  arrastrar  á  los 
bogas,  los  que  por  intervalos  desaparecían  debajo  del  agua. 

«Esta  terrible  cascada  es  conocida  por  los  infieles  con  el  nombre  de 
Mayasi,  y  es  seguida  por  otras  dos  menos  peligrosas,  las  que  pasó  el  Señor 
Wertheman  con  toda  felicidad.»    (Raímondi  1.  c.) 

La  serie  de  pasos  peligrosos  acaba  cerca  de  la  Quebrada  de  Huayashanga, 
que  desemboca  del  lado  izquierdo.  Desde  este  punto  los  cerros,  que  acom- 
pañan las  orillas,  se  hacen  mas  bajos,  el  rio  se  ensancha,  y  luego  sigue  un 
terreno  llano,  formado  por  el  valle  del  rio  Chuchunga.  Aquí  es  donde  se 
embarcó  M.  de  La  Condamine  en  el  siglo  pasado.  —  Hasta  el  Pongo  del 
Manseriche  el  terreno  en  general  es  bastante  llano  y  solo  de  vez  en  cuando 
se  adelantan  pequeños  cordones  de  colinas  hacia  el  rio,  formando  unos  Pongos 
relativamente  poco  peligrosos,  que  son  los  que  ha  descrito  M.  de  La  Con- 
damine.*) 

Dos  leguas  abajo  de  la  boca  de  Chuchunga  se  pasa  el  Pongo  de  Cumbi- 
namá  ó  de  ütah,  que  es  formado  por  una  pona  á  flor  de  agua,  que  reduce 
el  ancho  del  rio  á  la  mitad,  esto  es  á  40  metros.  Cuatro  leguas  mas  abajo, 
y  pasada  la  boca  del  rio  Choropasa,  se  encuentra  el  gran  Remolino  de  Es- 
currebraga,  que  los  indígenas  llaman  Hauquichaqui.  Desde  aquí  los  cerros 
se  aproximan  de  nuevo  al  rio,  y  unas  2  leguas  mas  adelante  estrechan  su 
cauce  á  55  metros,  formando  el  Pongo  de  Guaracayo.  Este  último,  así  como 
los  de  Cumbinamá  y  de  Escurrebraga,  parecen  casi  insignificantes,  compa- 
rados con  los  peligrosos  Pongos  de  Retema  y  Mayasi.  —  «Pasada  la  an- 
gostura de  Guaracayo,  los  cerros  poco  á  poco  desaparecen,  y  se  entra  en 
una  inmensa  pampa,  que  parece  á  la  vista  ser  limitada  por  el  horizonte.    En 


*)  La  descripción  interesantísima  se  halla  en  el  «Extracto  del  Diario  de  observa- 
ciones hechas  en  el  viaje  de  la  provincia  de  Quito  al  Para  por  el  rio  de  las  Amazonas  etc. 
por  Mr.  do  La  Condamine»  (Amsterdam  1745),  pág.  15—24. 


186  topografía.  —  capítulo  iv. 

el  río  se  hallan  diseminadas  un  sinnúmero  de  islas,  que  lo  dividen  en  muchí- 
simos brazos;  la  corriente  ya  no  pasa  de  3  millas,  y  las  márgenes  son  bajas 
y  cubiertas  de  bosques  impenetrables.» 

El  rio  Marafíon  había  seguido  desde  la  boca  del  Chinchipe  el  rumbo 
general  al  NE,  si  abstraimos  de  un  codo  muy  largo,  que  hace  al  N  entre 
los  Pongos  de  Retema  y  la  cascada  de  Mayasi;  pero  pasado  el  Pongo  de 
Guaracayo,  se  dirige  al  NEE  hasta  las  cercanías  de  la  boca  del  rio  San- 
tiago, y  en  seguida,  pasando  por  el  Pongo  del  Manseríche,  se  inclina  tanto 
al  oriente,  que  podemos  señalar  su  rumbo  con  O-E. 

El  Pongo  de  Manseriche  es  la  puerta  del  alto  Marafíon,  muy  mentada 
en  las  geografías  antiguas  y  modernas.  Se  halla  entre  la  boca  del  rio  San- 
tiago y  la  destruida  población  de  Borja.  Este  Pongo,  que  apenas  tiene  una 
legua  de  largo,  corta  la  última  cadena  de  montañas,  que  atraviesa  la  hoya 
del  Amazonas.  Siempre  era  muy  temido  por  los  viajeros;  sinembargo,  des- 
pués de  haber  vencido  los  horribles  malos  pasos  de  Retema,  se  lo  pasa 
sosegadamente  y  sin  temor  ninguno,  al  decir  del  Señor  Wertheman.  Este 
mismo  explorador  intrépido  resolvió,  pocos  meses  antes  del  viaje  mencionado 
por  el  Marafíon  superior,  el  problema  de  la  navegabilidad  del  Pongo  de 
Manseriche  por  vapor,  en  el  sentido  negativo.  Formando  parte  de  una  Co- 
misión peruana,  subió  en  el  vapor  «Ñapo»  desde  Iquitos  sin  dificultad  hasta 
la  entrada  del  Pongo.  Un  poco  abajo  del  sitio,  en  que  en  otra  época  había 
existido  la  ciudad  de  Borja,  fundada  en  1619  y  destruida  por  los  salvajes 
varias  veces,  el  rio  corre  unido  en  un  solo  lecho,  con  la  velocidad  de  4  mi- 
llas, y  su  ancho  es  todavía  de  300  metros.  Los  cerros  se  acercan  mas  y 
mas  á  las  orillas  del  rio  y  forman  una  verdadera  encañada  con  barrancos 
altos.  Arriba  de  Borja  el  canal  es  un  corte  perfecto,  dado  á  la  Cordillera 
transversal,  á  una  profundidad  de  000  metros;  la  corriente  aumenta  de  6 
hasta  12  millas,  pero  esta  velocidad  resulta  mayor  por  la  reacción,  cuando 
en  las  vueltas  forzadas  y  puntas  salientes  de  peña  viva,  choca  y  tiene  que 
variar  de  dirección,  lo  que  dá  lugar  á  fuertes  remolinos.  —  La  encañada 
continúa  estrechándose,  hasta  tener  solo  unos  30  metros  de  ancho;  las  pa- 
redes laterales  de  peña  se  van  elevando,  y  por  una  ilusión  óptica  parecen 
juntarse  en  su  parte  superior;  por  otra  parte,  la  poca  luz,  que  penetra  hasta 
el  fondo  de  esta  angosta  garganta,  comunica  al  paisaje  el  aspecto  mas 
estrafio.  El  vapor  «Ñapo»  llegó  hasta  la  parte  media  del  Pongo,  donde  las 
paredes  son  mas  elevadas  y  su  ancho  solo  de  30  metros,  cuando  se  veia 
por  delante  una  gran  muralla  de  peña,  como  si  el  rio  terminase  en  aquel 
paraje.  Este  es  el  punto  mas  peligroso  para  la  navegación,  pues  parece, 
que  allí  existen  dos  corrientes  fuertes,  que  obran  en  sentido  contrario,  dando 
lugar  á  un  fuerte  remolino.     Con  increíbles  trabajos  venció  el  vapor  este 


LA  REGIÓN  ORIENTAL.  187 

mal  paso,  pero  salió  muy  averiado  de  la  lucha  con  el  indomable  elemento 
y  con  los  peñascos ;  sinembargo  hizo  un  último  esfuerzo  y  subió  por  el  canal, 
que  deja  la  gran  piedra  á  la  derecha.  Al  ver  la  célebre  peña,  que  era  como 
un  fantasma  para  el  paso  del  Pongo,  quedar  mas  abajo,  creyeron  los  explo- 
radores haber  vencido  las  dificultades  y  poder  avanzar  hasta  el  fin  de  la 
encañada;  pero  se  engañaron.  Una  milla  arriba  del  peñasco,  aunque  el 
Marañon  se  presenta  mas  ancho,  la  corriente  se  halla  mas  fuerte  que  nunca, 
llegando  su  velocidad  á  12  millas,  la  que  apesar  de  todos  los  esfuerzos  no 
pudo  vencerse.  Una  exploración  del  rio  por  canoa  hacia  mas  arriba,  con- 
venció al  Comandante  del  vapor  y  al  Señor  Wertheman,  que  de  ninguna 
manera  el  vapor  «Ñapo»  podría  superar  aquella  correntada,  diciendo  el  úl- 
timo, que  solo  un  vapor  hecho  ad  hoc,  talvez  la  venciera.  El  «Ñapo»  regresó 
con  un  andar  de  15  millas  al  paraje  de  Borja,  no  sin  peligro  de  estrellarse 
contra  las  peñas,  y  habiendo  experimentado  un  grande  movimiento  y  reci- 
bido varias  oleadas  en  la  proa. 

El  asunto  tiene  tanto  interés  general  y  práctico,  que  no  será  por  demás, 
citar  aquí  las  palabras,  en  que  el  Comandante  del  vapor  Ñapo,  Señor  M.  Car- 
bajal,  resume  el  resultado  de  la  exploración  del  Pongo. 

«El  paso  del  Pongo  de  Manseriche,  que  hemos  superado,  no  es  ni  será 
nunca  una  vía  cómoda  y  segura,  pues,  aun  en  el  caso  de  ser  el  vapor  de 
suficiente  fuerza  de  máquina  y  buen  gobierno,  tendrá  siempre  un  paso  for- 
zado en  que  correrá  peligro.  La  piedra,  que  según  opinión  general  es  el 
único  obstáculo  para  la  navegación  á  vapor,  os  el  menor  de  los  que  hemos 
encontrado  en  todo  el  Pongo,  de  modo  que,  haciéndola  volar,  no  solo  no  se 
llenaría  el  fin  de  facilitar  la  navegación,  sino  que  so  la  entorpecería,  llenando 
de  pedrones  el  resto  del  canal,  que  felizmente  es  limpio.  Para  que  este  paso 
sea  franco,  hay  que  dar  á  todo  el  cerro  un  corte  de  arriba  abajo,  á  fin  de 
destruir  las  puntas  que  estorban  el  curso  de  las  aguas,  y  esta  operación 
ademas  de  ser  casi  imposible,  tiene  que  verificarse  llenándose  de  piedras  el 
canal  actual,  lo  que  estorbaría  hasta  el  paso  de  las  canoas.  No  basta  que 
una  canoa  salve  el  Pongo,  para  decir  que  lo  pueda  hacer  un  vapor,  pues 
aquella  vá  siempre  por  la  orilla,  de  piedra  en  piedra,  y  no  tiene  que  vencer 
la  fuerza  de  la  corriente  del  medio,  como  la  vence  un  vapor,  ni  podría  ha- 
cerlo, pues  no  hay  canoa  que  surque  sobre  7  millas  do  corriente.»*) 

El  ingeniero  Wertheman  manifestó  la  misma  opinión.  Calculó  la  dife- 
rencia del  nivel  del  agua  entre  Borja  y  la  piedra  en  medio  de  la  encañada, 
en  28  pies,  lo  que,  para  la  distancia  de  solo  2  millas,  es  bastante,  para 
explicar  lo  dificultoso  del  tránsito. 

*)  Raimondi,  «Perú»,  III,  pág.  414. 


188  TOPOGBAFIA.   —   CAPÍTULO  IV. 

Del  resto  de  las  observaciones  de  esta  expedición  se  deduce,  que  en  el 
Marañon  se  puede  navegar,  sin  peligro  alguno,  al  menos  por  9  meses  del 
año,  y  con  vapores  fluviales  bastante  grandes,  desde  Iquitos  hasta  Borja;  y 
los  otros  tres  meses  (de  sequía)  hasta  Calentura  (cerca  de  la  boca  del  Mo- 
rona), pudiéndose  en  estos  3  meses  subir  hasta  Borja  con  pequeños  vapores. 
De  consiguiente  Borja  es  el  puerto  mas  occidental  y  mas  alto  del  rio  Ama- 
zonas; su  altura  sobre  el  mar  es  de  174  metros. 

Desde  Borja  hasta  Nauta,  cerca  de  la  boca  del  Ucayali,  cuya  distancia 
mido  4  grados  de  Long.  ú  80  leguas,  el  Marañon  sigue  el  rumbo  general 
de  O  a  E,  pues  los  dos  lugares  se  hallan  casi  bajo  la  misma  latitud;  pero 
en  la  primera  mitad  de  este  trecho,  es  decir,  hasta  la  boca  del  Huallaga, 
se  inclina  un  poco  al  Sur,  y  en  la  segunda  mitad,  un  poco  al  N,  hallándose 
esa  boca  (del  Huallaga)  un  medio  grado  mas  al  Sur,  que  Borja  y  Nauta.  — 
El  cauce  del  rio,  que  ya  no  está  limitado  por  cerros  ni  barrancos  altos,  es 
de  una  anchura  sumamente  variable,  porque  comunmente  está  dividido  en 
varios  brazos,  y  el  rio  se  presenta  como  sembrado  de  un  sinnúmero  de  islas 
grandes  y  pequeñas.  —  Casi  á  iguales  distancias  (de  13  leguas)  encontra- 
mos desde  el  Pongo  de  Manseriche  las  bocas  de  los  tres  rios  grandes  de 
Morona,  do  Pastaza  y  de  Huallaga,  las  primeras  dos  del  lado  setentrional, 
la  ultima  del  lado  meridional  del  Marañon.  En  el  trecho  entre  las  bocas 
del  Huallaga  y  del  Ucayali,  solo  el  rio  Tigre,  que  entra  en  el  último  tercio, 
de  la  izquierda,  os  de  mayor  importancia. 

Desde  mucho  tiempo  existia  y  aun  existe  una  disputa  entre  los  geógra- 
fos, si  el  Marañon  ó  el  Ucayali  debe  ser  considerado  como  rio  madre  del 
Amazonas,  siendo  el  curso  del  último  mucho  mas  largo,  que  el  del  primero, 
y  pareciendo  su  boca  mas  ancha  que  la  do  este.  El  Señor  A.  Raimondi 
resolvió  la  cuestión  por  un  nuevo  método  muy  ingenioso  en  favor  del  Ma- 
rañon, demostrando  que  este  lleva  un  caudal  de  agua  muy  superior  al  del 
rio  Ucayali.  <18) 

El  Marañon  vira  en  la  confluencia  del  Ucayali,  como  obligado  por  la 
fuerza  de  este  su  competidor,  al  Noreste,  hasta  la  boca  del  rio  Ñapo,  en 
donde  el  último  hace  valer  su  influencia,  declinando  el  curso  del  rio  princi- 
pal de  nuevo  al  Este.  En  este  trecho,  que  mide  unas  30  leguas,  el  rio,  ya 
engrosado  por  tributarios  tan  poderosos,  se  ensancha  mas  y  mas,  y  crece 
el  número  y  tamaño  de  sus  islas.  Enfrente  del  pueblo  de  Omaguas,  en 
donde  el  rio  está  mas  recojido,  el  Señor  de  La  Condamine  midió  su  ancho 
en  765  metros,  y  no  halló  fondo  á  mas  de  cien  brazas  de  profundidad.  El 
tributario  mas  importante  es  el  rio  Nanay,  que  entra  de  la  izquierda,  y  en 
cuya  desembocadura  se  halla  la  población  de  Iquitos,  emporio  del  comercio 
en  el  Amazonas  superior,  enfrente  de  una  gran  isla  del  mismo  nombre  y  á 


LA  REGIÓN   ORIENTAL.  189 

la  altura  de  106  metros  sobre  el  nivel  del  mar.  Iquitos  dista  de  la  boca 
del  Ñapo  todavía  14  leguas,  y  el  sistema  fluvial  se  hace  en  este  trecho  com- 
plicadísimo, merced  á  un  gran  número  de  islas  y  canales,  cuyo  redaje  no 
era  posible  expresar  con  la  escala  pequeña,  en  que  se  halla  trazada  mi  car- 
tita  de  la  región  del  oriente. 

En  la  boca  del  rio  Ñapo  midió  M.  de  La  Condamine  el  ancho  de  los 
dos  brazos  principales  del  Marañon,  que  rodean  la  isla  de  Lagartos,  y  cal- 
culó su  ancho  total  en  1840  metros,  el  de  la  boca  del  Ñapo  mismo  aproxi- 
mativamente entre  1170  y  1250  metros.*)  Desde  el  Ñapo  hasta  la  frontera 
del  Brasil  ya  no  desemboca  ningún  rio  grande.  El  Amazonas  sigue  hasta 
Loreto,  por  el  espacio  de  50  leguas,  el  curso  general  de  NOO  á  SEE,  des- 
viando de  este  rumbo  solo  en  el  arco  grande  al  N,  sobre  el  cual  se  halla 
el  pueblo  de  Pelas. 

«Mas  abajo  de  Pebas  empiezan  las  islas  grandes,  antiguamente  habita- 
das por  los  Omaguas.  Allí  llega  el  rio  a  tanta  anchura,  que  uno  de  sus 
brazos  á  veces  pasa  de  2000  varas.  Esta  dilatada  extensión  dá  lugar  á  que 
el  viento  levante  olas  y  excite  tempestades;  á  lo  menos  se  les  dá  aquel 
nombre,  y  en  efecto  las  del  Marañon  son  una  imagen  de  las  de  la  mar.» 
(M.  de  la  Condamine.) 

Un  poco  antes  de  llegar  a  Loreto,  el  rio  tira  al  SSE,  hasta  la  boca  del 
Yavarí,  donde  se  halla  la  frontera  del  Brasil.  Este  último  trecho  mide 
15  leguas  y  es  sumamente  complicado,  por  el  laberinto  de  brazos  ó  islas,  de 
que  se  compone.  —  En  la  misma  confluencia  del  Yavarí  vira  el  rio  al  NE, 
y  25  leguas  mas  allá  al  E,  hacia  la  boca  del  Iza  ó  Putumayo. 

Tal  es  el  curso  del  rio  Marañon  ó  Amazonas,  en  cuanto  baña  los  ter- 
renos ecuatorianos.  Agregaremos  algo  sobre  los  países  que  se  extienden  á 
su  derecha  é  izquierda.  —  En  otro  lugar  (pág.  11)  he  indicado  los  límites 
que  tenia  el  antiguo  reino  de  Quito  y  que  el  Ecuador  considera  como  los 
de  su  República,  mientras  que  no  se  celebre  un  arreglo  definitivo  con  el 
Perú.  Esta  linea,  cortando  el  Marañon  unas  5  leguas  al  Sur  de  la  boca  de 
Ghamaya  (Huancabamba) ,  y  en  seguida  los  ríos  Utcubamba,  Chuchunga, 
Huallaga  y  Ucayali,  y  terminando  por  el  curso  del  Yavarí  en  la  boca  de  este 
mismo  rio,  incluye  con  el  curso  del  Amazonas  una  región  de  107,200  kilóm.n 


*)  Ciertamente,  rios  con  el  ancho  de  1800  y  de  1200  metros  son  muy  respetables; 
sinembargo  me  parece  que  los  viajeros,  que  juzgan  solo  al  ojo,  exageran  á  veces  sus 
descripciones  de  aquel  «mar  dulce,  sin  límites  aparentes»  etc.  en  las  bocas  del  Pastaza, 
del  Morona  ó  del  Ñapo.  Recuerdo  á  mis  lectores,  que  también  el  rio  Guayas  enfrente 
de  Guayaquil  tiene  mas  de  2000  metros  y  todavía  muy  arriba,  cerca  de  Los  Calis,  mas 
de  1400  metros  de  ancho. 


190  TOPOGBAFIA.   —   CAPÍTULO   IV. 

(=  3461  leg.Q).  La  porción  occidental  de  este  vasto  territorio  pertenecía 
al  antiguo  Gobierno  de  Jaén,  y  la  oriental  al  antiguo  Gobierno  de  Mainas; 
hoy  dia  es  ocupado  por  los  Peruanos,  que  desde  Chachapoyas  y  Moyobamba 
avanzan  poco  á  poco  hasta  las  orillas  del  Marañon,  por  entre  los  tribus  de 
salvajes,  que  todavía  les  disputan  los  pasos.  —  Preciso  es  confesar,  que 
todos  los  conocimientos  modernos  (de  los  últimos  50  años),  que  tenemos  de 
aquellas  regiones  apartadas,  no  solamente  en  la  banda  meridional,  sino  tam- 
bién en  la  setentrional  del  Amazonas,  y  de  sus  tributarios  principales,  los 
debemos  á  los  exploradores  peruanos,  ó  á  estrangeros  bajo  la  protección 
del  Perú.  El  Ecuador  no  ha  hecho  nada,  para,  no  digo  adelantar,  sino  para 
conocer  y  conservar  lo  que  cree  suyo.  La  historia  y  descripción  de  aque- 
llas exploraciones  peruanas,  ejecutadas  ya  con  objeto  científico,  ya  con 
fines  prácticos  de  colonización,  se  encuentra  en  la  gran  obra  de  A.  Raimondi, 
«Perú»,  especialmente  en  el  tomo  DI. 

Recorramos  á  la  lijera  la  región  al  lado  derecho  ó  meridional  del  Ma- 
rafion.  Desde  Jaén  hasta  el  Pongo  de  Manseriche  encontramos  tres  ríos 
mayores,  los  de  Utcubamba  (llamado  también  de  Chachapoyas),  de  Chuchunga 
y  el  rio  Nieva.  De  los  primeros  dos  solo  el  curso  inferior  cae  en  nuestra 
región,  el  último  en  toda  su  extensión.  —  El  rio  Utcubamba  corre  de  SE 
á  NO;  desde  Jamaica  ó  su  confluencia  con  el  rio  de  San  Carlos,  es  nave- 
gable en  canoas  y  balsas,  y  sus  orillas  son  habitadas  y  cultivadas  hasta 
Bagna,  unas  5  leguas  arriba  de  su  boca.  Del  rio  Marañon  está  separado 
por  un  ramal  de  montañas  que  desciende  desde  las  cercanías  de  Cha- 
chapoyas al  NO,  y  que  se  rebaja  mas  y  mas  conforme  vá  acercándose 
al  Marañon.  La  boca  del  Utcubamba  se  halla  casi  enfrente  de  la  del 
Chincliipe. 

El  rio  Chuchunga  nace  en  las  montañas  bastante  altas  (hasta  3000  m.) 
de  Olleros,  entre  Chachapoyas  y  Moyobamba,  y  es  bien  conocido  en  sus 
cabeceras  y  curso  superior,  donde  se  llama  rio  de  Yambrasbamba ,  mientras 
que  su  mitad  inferior  es  poco  accesible,  á  causa  de  los  infieles,  que  viven 
en  sus  orillas.  Cuatro  leguas  arriba  de  su  boca  se  halla  el  «Embarcadero», 
el  sitio,  en  que  en  el  siglo  pasado  se  embarcaban  los  viajeros  de  Jaén  al 
Amazonas,  evitando  el  paso  por  los  Pongos  de  Retema.  M.  de  La  Conda- 
mine  describe  este  viaje  de  cuatro  dias,  por  un  camino  malísimo,  entre  Jaén  y 
el  Embarcadero,  y  como  dice,  que  antes  de  llegar  al  último  punto,  debia 
atrevesar  el  Chuchunga  cuatro  veces  á  muía,  podemos  deducir,  que  este  rio 
no  será  navegable  mas  arriba  de  4  ó  5  leguas  de  su  boca.  Hoy  dia  ese 
viaje  por  tierra  seria  muy  peligroso,  porque  los  infieles  que  actualmente 
viven  en  aquella  región,  parecen  ser  feroces  y  nada  amigos  de  los  blan- 
cos,   según  la   relación  del  Señor  Wertheman   y  de   otros   expedicionarios 


LA   EEGION   OBIENTAL.  191 

peruanos.*)  —  También  entre  el  rio  Chuchunga  y  el  Utcubamba  baja  una 
cordillera  con  sus  ramificaciones  hasta  las  cercanías  del  Marañon,  pero  no 
sabemos  nada  de  sus  detalles;  entre  sus  ramales  nacen  los  pequeños  ríos 
(ó  quebradas)  de  Chingariso,  Cangoriso  y  Yambrana. 

Al  Este  del  rio  Chuchunga,  cuyo  curso,  á  lo  menos  en  sus  generali- 
dades, es  conocido,  sigue  una  vasta  región  completamente  desconocida, 
hasta  allende  la  cordillera,  que  desde  las  cercanias  de  Moyobamba  baja  al 
Norte,  y  corta  el  valle  del  Amazonas  en  el  Pongo  de  Manseriche.  Esta 
hoya  grande  está  ocupada  por  el  sistema  fluvial  del  rio  Nieva,  que  conoce- 
mos solo  en  la  cercanía  de  su  boca,  hasta  la  confluencia  de  su  primer  tri- 
butario, el  rio  Cristalino,  á  la  distancia  de  unas  3  leguas  del  Marañon.  Hasta 
este  punto  el  rio  es  navegable. 

La  Cordillera  indicada,  que  esta  cortada  por  el  Pongo  de  Manseriche, 
es  el  último  ramal  de  las  montañas  peruanas,  que  llega  hasta  las  orillas  del 
Amazonas,  Nos  faltan  datos  positivos  de  su  altura  en  las  diferentes  partes 
de  su  curso;  sinembargo  parece,  que  en  las  cercanías  del  Marañon  ya  no 
es  muy  alto  (se  habla  de  alturas  de  600  metros  en  las  orillas  del  Pongo) 
y  creo  que  al  Norte  del  rio  se  rebaja  mas,  y  aun  se  pierde  en  las  llanuras, 
entre  los  ríos  Santiago  y  Morona.  No  puedo  participar  de  la  opinión  de 
los  que  consideran  este  ramal  como  la  verdadera  Cordillera  oriental  de  los 
Andes,  y  que  la  reúnen  con  los  Andes  ecuatorianos  mediante  una  cordillera 
alta,  que  trazan  en  sus  mapas  desde  el  Pongo  de  Manseriche,  entre  los  rios 
Santiago  y  Morona.**)  Una  tal  cordillera  alta,  que  suba  al  N  hasta  el  Azuay, 
no  existe,  y  la  Cordillera  oriental  de  las  provincias  del  Chimborazo,  de 
Cañar,  del  Azuay  y  de  Loja,  se  abate  á  distancias  relativamente  cortas  de 
su  cresta,  á  la  región  llana,  en  que  se  encuentran  los  grandes  y  navegables 
rios  Morona,  Paute,  Zamora  y  Santiago.  Los  conocedores  de  estos  rios 
nunca  hablan  de  cordilleras  altas,  que  separasen  sus  sistemas  en  su  curso 
medio  ó  inferior,  solo  hablan  de  las  llanuras  en  apariencia  interminables. 

La  región  al  Este  de  la  ultima  cordillera,  hasta  el  curso  inferior  del 
Huallaga  es  relativamente  bien  conocida,  merced  á  los  estudios  prolijos  del 
Señor  A.  Wertheman.  Poseemos  una  carta  preciosa  de  ella,  fundada  en 
muchas  posiciones  astronómicas,  y  publicada  en  los  anales  de  la  Sociedad 
geogr.  de  Berlín.***)  Los  primeros  dos  rios,  que  encontramos,  bajando  el 
Marañon  desde  el  Pongo  de  Manseriche,  el  Onuaga  y  el  Apaga,  son  cortos 


*)  En  1870  asesinaron  á  los  individuos  de  una  comisión,  que  habia  salido  de  Cha- 
chapoyas, para  encontrarse  con  el  Señor  Wertheman  en  el  lugar  de  Cachiyacu,  cuando 
hizo  su  famosa  exploración  de  los  Pongos  del  alto  Marañon. 

**)  Se  encuentra  esta  cordillera  también  en  la  carta  novísima  de  liaimondi. 

•*•)  Zeitschrift  d.  Ges.  f.  Erdk.,  Bd.  XV. 


192  topografía.  —  capítulo  iv. 

y  pequeños.  El  rio  de  Potro  es  de  mayor  significación.  Ademas  de  la  vena 
de  este  nombre,  hay  otras  dos,  el  Yana-yacu  y  el  Aichi-yacuf  la  última  tal 
vez  mas  grande  que  el  Potro  mismo.  Todas  tres  nacen  en  la  cordillera 
baja,  descrita  mas  arriba,  y  se  reúnen  á  corta  distancia  de  la  boca  del  rio 
Potro  enfrente  de  la  isla  del  mismo  nombre.  Los  tres  ríos  son  navegables 
hasta  el  pié  de  las  montañas.  —  Sigue  el  rio  de  Cáhuapanas,  cuyo  sistema 
en  todo  es  parecido  al  del  Potro,  siendo  sinembargo  mas  extenso.  El  rio 
principal  se  forma  cerca  del  pueblo  de  Cáhuapanas,  de  muchísimas  quebra- 
das al  pié  de  las  montañas,  corriendo  al  principio  casi  al  O,  después  por 
muchas  tortuosidades  al  N,  y  finalmente  en  su  curso  inferior  al  NEE.  Su 
tributario  principal  es  el  rio  Siüay,  cuyas  cabeceras  se  hallan  en  las  mis- 
mas montañas,  que  las  del  Cahuapana,  cerca  del  pueblo  de  Chayavitas.  Se 
reúnen  los  dos  unas  3  leguas  arriba  de  la  confluencia  del  Cáhuapanas  con 
el  Marañon,  que  tiene  lugar  un  poco  abajo  del  pueblo  de  Barranca.  —  El 
rio  Aipena,  cuyo  sistema  ocupa  el  resto  de  la  región,  tiene  un  curso  muy 
singular.  Nace  en  los  llanos  casi  desconocidos  entre  los  ríos  Marañon,  Sillay 
(Cáhuapanas),  Paranapura  y  Huallaga,  y  tiene  un  curso  general  de  O  á  E, 
paralelo  al  Marañon.  El  curso  superior  del  Aipena  es  de  S  á  N,  hasta  el 
lago  de  Papayacu,  que  se  halla  á  poca  distancia  del  Marañon,  casi  enfrente 
de  la  isla  del  Baradero  y  de  la  boca  del  Pastaza;  pasado  este  lago,  se  dirige 
al  Este.  Por  dos  canales  ó  «caños»  comunica  con  el  brazo  del  Marañon, 
que  rodea  la  isla  del  Baradero,  uno  sale  del  lago  nombrado,  y  el  otro  del 
rio  mismo,  un  poco  después  de  su  salida  del  lago.  Los  numerosos  afluentes 
del  Aipena  no  son  grandes,  y  á  las  cabeceras  de  uno  de  ellos,  casi  en  el 
centro  de  aquellas  llanuras  dilatadas,  se  halla  el  antiguo  pueblo  de  Jeberos, 
muy  nombrado  en  la  historia  de  las  misiones.  El  Aipena  desemboca  en  el 
Huallaga,  una  legua  adentro  de  su  confluencia  con  el  Marañon. 

El  rio  Huallaga  perteneció  al  antiguo  reino  de  Quito  hasta  el  pueblo 
de  Yur imaguas  ¡  que  dista  de  su  boca  en  linea  recta  unas  18  leguas.  La 
dirección  general  del  rio  es  de  NE  á  SO,  hasta  muy  cerca  del  pueblo  nom- 
brado, en  donde  hace  un  gran  codo  al  Oeste  y  luego  al  Este;  mas  allá  sigue 
por  arriba  al  SE.  En  todo  este  trecho  no  recibe  ningún  tributario  grande, 
sino  el  Aipena,  de  que  acabo  de  hablar.  Es  navegable  por  vapores  fluvia- 
les, y  los  de  Iquitos  han  establecido  una  carrera  regular  entre  aquel  puerto 
y  Yurimaguas.  —  Unas  4  leguas  adentro  de  la  boca  del  Huallaga,  y  una 
legua  de  distancia  de  su  orilla  derecha,  se  halla  el  pueblo  de  La  Laguna, 
que  hasta  fines  del  siglo  pasado  ha  sido  un  centro  importantísimo  de  las 
misiones  de  Mainas. 

Al  lado  de  la  población  de  Yurimaguas  entra  al  Huallaga,  del  lado 
occidental,  el  rio  Paranapura,  que  tiene  algún  interés,  por  haber  formado 


LA   REGIÓN    ORIENTAL.  193 

por  mucho  tiempo  la  frontera  del  antiguo  Mainas.  Sus  cabeceras  se  en- 
cuentran en  la  cercania  de  las  del  rio  Sillay  (tributario  del  Cahuapanas), 
y  su  curso  se  dirige  de  NOO  á  SEE. 

En  su  parte  media  recibe  el  tributario  mas  grande,  el  Cachi -yacu,  del 
lado  sur,  sobre  cuyas  riberas  se  halla  el  pueblo  de  Balsapuerto,  del  cual 
conduce  un  camino  á  Moyobamba. 

Desde  Yurimaguas  cruzó  el  antiguo  lindero  en  dirección  oriental  al 
Ucayali  y  al  Yavari.  Lo  que  toca  la  región  vastísima  entre  este  lindero, 
el  Marafion  y  el  Yavari,  no  conocemos  mas,  que  el  curso  de  dichos  rios; 
el  interior  es  hoy  tierra  incógnita.  El  Ucayali  observa  mas  ó  menos  el 
mismo  rumbo,  que  el  Huallaga,  es  decir,  de  SO  á  NE,  mientras  que  el  Ya- 
vari se  inclina  mas  al  E,  corriendo  en  su  curso  inferior  casi  paralelo  al 
Amazonas  y  dejando  una  zona  estrecha  entre  los  dos. 

Volvamos  á  la  banda  setentrional  del  Marañon  y  hagamos  una  reseña 
de  sus  tributarios  principales.  Como  de  los  rios  del  antiguo  Gobierno  de 
Jaén,  del  Huancabaniba,  del  Tabaconas  y  del  Chinchipe,  he  tratado  en  el 
artículo  sobre  la  región  andina  fronteriza  (pág.  27),  nos  toca  por  ahora  solo 
el  pais  al  Este  de  la  boca  del  Chinchipe.  Allá  encontramos  hasta  la  boca 
del  rio  Santiago  una  serie  de  rios  ó  «quebradas»,  que  parecen  descender 
de  las  últimas  ramificaciones  de  la  Cordillera  de  Cóndor,  que  separa  el 
sistema  fluvial  del  Chinchipe  del  del  Santiago.  Pero,  para  decir  la  verdad, 
no  se  sabe  nada  de  cierto  ni  de  su  origen,  ni  de  su  curso  ulterior,  porque 
vienen  de  una  región  inaccesible  y  habitada  por  los  Jibaros.  Algunos  de 
estos  afluentes,  al  concluir  del  caudal  considerable  de  agua,  que  llevan  en 
sus  desembocaduras,  y  que  los  hace  navegables,  parecen  ser  largos  é  im- 
portantes; tales  son  los  rios  de  Huayashanga,  Shimutasa,  Choropasa  y 
Paracuso. 

Del  rio  de  Santiago,  que  los  infieles  habitantes  en  sus  orillas  llaman 
Canusayacu,  aunque  en  su  curso  inferior  no  es  mucho  mejor  conocido  que 
las  Quebradas  nombradas,  sabemos  algo  mas  respecto  á  su  origen  y  su 
curso  superior.  Hemos  conocido  sus  dos  venas  principales,  el  rio  Paute  y 
el  rio  Zamora,  en  las  hoyas  andinas  de  Cuenca  y  de  Loja.  —  Después  de 
su  paso  por  la  Cordillera  oriental,  el  rio  Paute  sigue  su  curso  general  de 
NNO  á  SSE,  lo  menos  hasta  el  grado  4  de  Lat.  S,  donde  se  reúne  con  el 
Zamora.  El  curso  de  este  último  se  dirige  desde  la  Cordillera  al  SE,  al 
entrar  en  los  llanos  al  Este,  y  mas  luego  por  un  buen  trecho  al  Norte, 
hasta  encontrarse  con  el  rio  de  Gualaquiza,  desde  cuya  boca  vira  otra  vez 
al  SE,  para  unirse  con  el  Paute. 

Aquel  codo  al  Norte  deducimos  de  la  descripción  clara  del  Dr.  Luis  Cordero, 

Wour,  Ecuador.  13 


194  TOPOGBAFIA.   —  CAPÍTULO  IV. 

que  en  un  opúsculo  sumamente  interesante*)  nos  dio  datos  preciosos  sobre 
el  río  de  Gualaquiza  y  sus  tributarios.  En  estos  datos  se  funda  el  trazo  de 
los  ríos  respectivos  en  mi  mapa  de  la  Región  oriental.  Dice  el  expresado 
autor,  que  el  caudaloso  Zamora  al  unirse  con  el  Gualaquiza  (ó  Bomboiza) 
viene  del  Sur.  Las  aguas  que  bajan  de  la  Cordillera  alta,  entre  los  sistemas 
de  los  ríos  Paute  y  Zamora,  forman  el  del  rio  Gualaquiza,  que  es  el  tribu- 
tario mas  grande  del  Zamora.  Sus  cabeceras  se  hallan  en  las  faldas  orien- 
tales de  Matanga  (de  la  Cordillera  de  Sigsig),  y  son  conocidas  con  los 
nombres  de  rio  de  San  Dionisio,  rio  Blanco,  Tigrepungo  y  otros.  La  hoya 
superior  es  sumamente  escarpada  y  encajonada  entre  cerros  altos;  en  ella 
se  hallan  algunos  establecimientos  pequeños,  como  Granadillas,  Chigüinde  y 
Rosario,  el  último  ya  con  carácter  de  pueblo.  El  rumbo  general,  que  sigue 
el  rio  y  el  valle,  es  de  NO  á  SE.  Pasado  el  pueblo  de  Rosario  recibe  el 
rio,  que  en  su  curso  superior  comunmente  se  llama  también  de  Rosario,  un 
afluente  considerable  del  lado  occidental,  el  rio  de  San  Isidro,  y  mas  luego 
del  Este  el  de  San  José.  A  la  distancia  de  unas  10  leguas  de  la  Cordillera 
comienza  el  valle  á  explayarse  en  la  hoya  de  Gualaquiza,  que  se  puede  con- 
siderar como  el  principio  de  las  grandes  llanuras  orientales.  La  altura  del 
hoy  destruido  pueblo  de  Gualaquiza  sobre  el  mar  no  puede  ser  considerable, 
según  los  productos  tropicales,  que  se  encuentran,  y  según  su  temperatura 
que  varia  de  20°  á  26°  C.  Unas  dos  leguas  abajo  de  Gualaquiza,  el  rio  de 
este  nombre  se  junta  con  el  Bomboiza,  que  talvez  por  su  largura  y  su  cau- 
dal debería  ser  considerado  como  rio  madre  de  este  sistema.  Tiene  su  ori- 
gen en  la  Cordillera  alta  al  E  de  Nabon,  y  creo  que  su  fuente  mas  lejana 
es  el  rio  de  Shingata,  como  lo  he  explicado  en  otro  lugar.  Según  el  doctor 
Cordero,  el  Bomboiza  sobrepuja  en  el  lugar  de  su  confluencia  con  el  Guala- 
quiza,  ahrio  Paute,  comparado  con  el  caudal  que  tiene  este  en  el  pueblo 
de  su  nombre.  Desde  la  boca  del  Bomboiza  habrá  unas  5  leguas  hasta  la 
confluencia  del  rio  con  el  Zamora,  y  en  este  trayecto  le  engruesa  todavía 
el  rio  Copiambiza,  procedente  también  de  la  Cordillera  oriental  de  los  Andes. 
—  Se  nombran  todavía  varios  otros  tributarios  del  Zamora  y  del  Santiago, 
como  el  Irumbiza,  el  Iranaza,  el  Bereniza;  pero  no  sabemos  nada  de  cierto 
de  su  posición,  y  los  mapas  antiguos  difieren  mucho  en  este  punto,  como 
también  en  cuanto  al  curso  general  del  rio  Santiago.  Este  parece  que  poco 
después  de  haberse  formado  del  Zamora  y  del  Paute,  sigue  el  rumbo  al 
SEE,  á  lo  menos  se  sabe,  que  con  este  desemboca  en  el  Marafion  al  prin- 
cipio superior  del  Pongo  de  Manseriche.  Al  lado  de  la  desembocadura 
existió  en  algún  tiempo  la  ciudad  de  Santiago,   de  la  cual  hoy  dia  apenas 

*)  «Una  excursión  ú  Gualaquiza»,  por  Dr.  Luis  Cordero.    Cuenca  1875. 


LA  REGIÓN  ORIENTAL.  195 

se  encuentran  algunos  vestigios,  habiendo  corrido  la  misma  suerte,  que  la 
ciudad  de  Borja,  por  las  incursiones  de  los  bárbaros.  El  rio  de  Santiago 
debe  ser  navegable  hasta  su  origen  de  las  dos  venas  principales. 

El  rio  Morona.  Al  General  Víctor  Proaño  (ecuatoriano)  se  deben  los 
primeros  datos  importantes  sobre  el  sistema  superior  de  este  rio,  y  un  itine- 
rario desde  Macas  hasta  su  desembocadura  en  el  Marafion,  en  el  año  de 
1861.  Seis  años  mas  tarde,  en  Julio  de  1867,  subió  el  primer  vapor  por  el 
rio,  con  el  mismo  Señor  Proaño  y  una  Comisión  peruana  á  bordo.  En  1874 
penetró  otra  comisión  bajo  la  dirección  del  Señor  B.  Arana,  con  los  vapores 
«Ñapo»  y  «Mayro»  hasta  el  punto,  en  que  el  Morona  se  forma  de  los  ríos 
Cusulima  y  Mangosisa.*)  —  En  las  relaciones  de  estas  expediciones  he  fun- 
dado el  trazo  del  Morona  en  el  mapa.  Es  lástima,  que  ni  el  Señor  Proaño, 
ni  las  expediciones  peruanas  acompañaron  sus  explicaciones  con  un  plano, 
ó  croquis  siquiera,  que  hubiese  facilitado  su  entendimiento.  Según  Proaño 
no  seria  el  rio  de  Macas  ó  el  Upano  el  origen  verdadero  del  Morona,  sino 
el  rio  Miazal,  cuyas  cabeceras  se  hallan  al  NE  del  Sangay  y  hacia  las 
del  rio  Palora.  El  Miazal  se  engruesa  con  el  rio  Mutiacalii  del  mismo  lado 
NO,  y  toma  el  nombre  de  Mangosisa.  En  este  último  entran  del  lado  izquierdo 
los  rios  Mura  y  Siduchi,  y  del  lado  derecho  el  rio  Alasa  que  nace  cerca  de 
Macas.  Pasada  la  boca  del  rio  Siduchi,  y  antes  de  llegar  á  la  del  Pusaga 
(del  mismo  lado),  se  deja  á  la  banda  derecha  del  rio,  la  boca  del  Cusulima 
(ó  Cusuima).  Este  rio  en  mi  concepto  es  el  mismo  que  el  rio  de  Macas  ó 
Upano,  que  con  el  Mangosisa  forma  el  Morona.  Encuentro  en  el  itinerario 
del  Señor  Proaño  una  proposición  estraña,  con  que  no  puedo  convenir.  Dice, 
que  el  Morona  «tiene  su  origen  en  una  ramificación  oriental  de  los  Andes 
del  lado  NE  del  Upano,  no  como  han  creído  todos  los  geógrafos  hasta  el 
dia,  que  nacía  en  el  Yubal,  en  el  centro  de  los  Andes,  hacia  la  parte  meri- 
dional del  Ecuador,  ni  en  el  Sangay,  volcan  situado  pocas  leguas  al  N  del 
Yubal;  pues  es  el  Upano  que  toma  sus  aguas  en  esos  dos  puntos  y  mas 
abajo,  recibiendo  otros  tributarios,  que  vienen  desde  el  departamento  del 
Azuay,  forma  el  rio  Santiago,  que  desemboca  en  el  Marañon  cerca  del  Pongo 
de  Manseriche».  Esto  quiere  decir,  que  el  Upano  (ó  rio  de  Macas)  vá  á 
unirse  con  el  Paute  y  Zamora.  Bien  puede  ser  que  el  rio  madre  del  Mo- 
rona superior  sea  el  rio  Miazal,  pero  el  que  el  Upano  no  contribuya  igual- 
mente á  su  formación,  y  que  pertenezca  al  sistema  del  Santiago,  no  es  mas 
que  una  aserción,  una  opinión  particular,  ó  mas  bien  una  conjetura  del 
Señor  Proaño.    No  la  funda  ni  en  autoridades  ó  informes  fidedignos,  ni  en 


*)  La  relación  de  las  tres  expediciones  se  encuentra  en  Raimondi,  «Perú»,  t.  111, 
pág.  281,  309  y  518. 

13* 


196  topografía.  —  capítulo  iv. 

propias  exploraciones.  El  autor  de  esta  idea  no  ha  seguido  el  curso  del 
Upano  mas  abajo  de  Macas;  lo  ha  dejado  cerca  de  dicho  pueblo  y  cruzado 
por  tierra  al  Miazal,  donde  se  embarcó.  O  ha  pasado  por  la  boca  del  Upano 
sin  percibirla  (tal  vez  de  noche)  ó  la  boca  del  Upano  es  la  misma  que  la 
del  Cusulima.  Sostengo  la  coherencia  del  Upano  con  el  Morona,  hasta  que 
se  pruebe  por  un  viaje  directo  ó  á  lo  menos  con  argumentos  plausibles,  su 
pertenencia  al  sistema  del  Paute  y  Santiago.  Con  una  aserción  ó  conjetura 
no  se  echa  abajo  la  constante  tradición  de  algunos  siglos,  de  que  el  Upano 
es  el  Morona  superior,  especialmente  cuando  se  trata  de  una  región,  que  no 
siempre  ha  sido  tan  desconocida  como  hoy.  En  aquel  tiempo,  en  que  todo 
ese  país  estaba  cubierto  de  florecientes  Misiones,  en  que  en  lugar  del  actual 
pueblecito  de  Macas  existió  la  ciudad  de  Sevilla  de  Oro  (y  Logroño  en  el 
rio  Paute),  ¿como  sus  habitantes  pudieron  ignorar  el  curso  de  su  rio  prin- 
cipal?*) Es  de  sentir  que  la  expedición  del  año  1867  no  pudo  avanzar  con 
el  vapor  hasta  la  confluencia  del  Cusulima,  para  decidir  una  cuestión  tan 
interesante;  llegó  solo  hasta  las  cercanias  de  la  boca  del  Tuyo,  que  se  halla 
algunas  leguas  abajo  de  la  del  Cusulima.  Según  los  datos  obtenidos  por 
el  Señor  Vargas,  capitán  del  vapor,  el  rio  Morona  es  formado  por  dos  ramas 
principales,  que  son  los  ríos  Miazal  y  «Cusulini»  ó  «Cangaimi».  ¿No  será 
este  rio  el  mismo  que  el  Cusulima?  Si  no  es  el  Cusulima  de  mi  mapa, 
puede  referirse  á  otro  rio,  que  el  Señor  Proafio  llama  Cusulime  y  cuya  boca 
en  el  Miazal  (ó  Mangosisa)  se  halla  entre  las  del  Mutiacahi  y  del  Mura. 
Dicho  autor  habla  de  él  como  de  un  afluente  considerable,  y  celebra  su 
«poética  confluencia».  También  este  rio  podría  ser  el  Upano,  que  en  tal 
caso  observaría  abajo  de  Macas  un  curso  mas  inclinado  al  Este,  desde  su 
unión  con  el  Apatenonia.  —  La  comisión  de  1874,  que  subió  con  sus  vapores 
hasta  la  confluencia  de  los  ríos  Mangosisa  y  Cusulima  y  aun  penetró  algunas 
millas  en  cada  uno  de  ellos,  tampoco  no  resolvió  la  cuestión,  porque  no 
determinó  el  punto  de  la  confluencia,  ni  indica  los  tributarios,  que  siguen 
mas  abajo,  de  manera  que  no  sabemos  si  se  trata  del  Cusulima  inferior  ó 
del  Cusulime  (superior)  de  Proaño.  Del  itinerario  y  de  las  distancias  indi- 
cadas se  podría  creer,  que  llegaron  á  este  último,  porque  según  los  infieles, 
el  pueblo  de  Macas  ya  no  distaba  mas  que  6  leguas  al  occidente.  En  este 
caso  el  Upano  debería  desembocar  en  el  Mangosisa  algo  mas  arriba  que  en 
mi  mapa. 

El   Upano  toma  su  origen   sobre  la  Cordillera  alta  al  NE  del  Azuay, 

*)  El  Señor  Kitimondi  dice:  «Respetando  su  opinión  (la  del  Señor  Proaño),  yo  creo  que 
el  rio  Miazal.  donde  se  embarcó  el  Señor  Proaño,  es  un  brazo  del  Morona,  y  el  Upano  es 
otro  brazo,  pues  me  parece  imposible,  que  este  último  rio  pueda  formar  el  Santiago,  el 
que  nace  mus  al  S  y  corre  por  una  hoya  enteramente  distinta.»     Perú,  111.  pág.  283,  anot. 


LA   REGIÓN   ORIENTAL.  197 

donde  nacen  también  el  rio  de  Zula,  que  vá  al  Oeste,  y  el  rio  Ozogoche, 
que  desciende  hacia  N  á  la  hoya  de  Riobamba.  En  su  curso  superior  se 
llama  rio  de  Zuñac,  por  el  pueblo  de  este  nombre,  que  se  halla  á  su  orilla 
derecha  en  la  altura  de  2088  metros.  Una  legua  abajo  de  Zufiac  recibe  del 
lado  setentrional  un  tributario  grande,  que  se  llama  rio  de  Puente  hondo,  y 
que  baja  de  las  inmediaciones  del  Sangay.  Otro  afluente,  el  rio  Sangay, 
viene  del  mismo  lado  y  desemboca  casi  en  la  mitad  del  camino  entre  Zufiac 
y  Macas,  cerca  del  sitio  de  Paira  (1617  m.),  mientras  que  del  lado  opuesto 
entra  un  poco  mas  abajo  el  rio  Avenico,  que  nace  algo  mas  al  Sur  de  las 
fuentes  del  rio  Zufiac,  en  los  páramos  de  Yubal,  Yuluc  y  Quinoaloma.  — 
El  pueblo  de  Macas  se  halla  en  una  llanura,  á  poca  distancia  de  la  orilla 
derecha  del  rio,  que  aquí  ya  se  llama  Upano,  en  la  altura  de  10Ó1  metros 
sobre  el  mar.  —  Hasta  aquí  el  rio  siguió  un  rumbo  general  de  NOO  á 
SEE,  pero  su  curso  ulterior  hasta  la  confluencia  con  el  Miazal  ó  Mangosisa 
es  desconocido.  Solo  sabemos  que  en  este  trecho  recibe  el  rio  Apatenoma, 
de  la  Cordillera,  que  baja  del  Azuay  en  dirección  al  SE,  separando  los 
sistemas  del  Paute  y  del  Morona.  Desde  la  confluencia  del  Cusulima  entra 
el  Morona  en  los  llanos,  y  sigue  su  curso  general  al  SE  hasta  su  desem- 
bocadura en  el  Marafion.  Del  lado  derecho  recibe  los  pequeños  afluentes 
de  Tuyo  y  de  Alá,  y  muy  abajo  los  rios  Mayunaga  y  Amaga]  del  lado 
izquierdo  le  engruesan  los  rios  Pusaga  (todavía  en  la  región  montañosa), 
Chiguasa,  Puchaga  y  Apianga,  de  los  cuales  conocemos  solamente  las  bocas. 

El  Morona  es  navegable  á  vapor  (según  el  Señor  Arana)  unas  100  leguas, 
que  se  reducen  á  44,  cuando  se  mide  la  distancia  en  linea  recta,  porque  el 
rio  es  sumamente  tortuoso.  En  los  rios  Miazal  y  Cusulima  solo  se  puede 
traficar  en  canoas  pequeñas. 

El  rio  Pastaza.  Hemos  estudiado  esta  gran  arteria  del  pais  en  sus 
orígenes,  hablando  de  las  hoyas  interandinas  de  Riobamba  y  de  Latacunga. 
Sabemos,  que  nace  de  los  rios  Chambo  y  Patate,  y  que  rompe  la  Cordillera 
al  lado  setentrional  del  Tunguragua.  También  he  indicado  sus  afluentes 
hasta  el  punto,  en  que  entra  en  los  llanos  orientales.  En  el  trazo  del  curso 
ulterior  y  del  Bobonaza,  que  es  su  tributario  mas  importante,  he  seguido  el 
plano,  que  Don  Pedro  Maldonado  levantó  durante  su  viaje  al  Amazonas  en 
el  siglo  pasado,  por  ser  hasta  ahora  el  mejor,  para  no  decir  único  de  este 
rio.  Las  expediciones  modernas  han  descuidado  demasiado  el  rio  Pastaza. 
Las  correrías  del  P.  Fray  M.  Castrucci,  que  subió  en  los  años  de  1845  á 
1848  por  los  tribus  salvajes  hasta  Andoas  y  los  pueblos  en  el  rio  Bobonaza, 
cerca  de  Canelos,  no  han  dado  resultados  geográficos  nuevos.*) 

*)  Kuimondí,  «Perú»,  III,  pág.  1ÍW. 


198  topografía.  —  capítulo  rv. 

Una  sola  vez,  en  1873,  penetró  el  vapor  peruano  «Mayro»  por  la  boca 
de  este  rio,  algunas  leguas  adentro,  pero  con  resultados  poco  satisfactorios. 
El  capitán  del  vapor,  Mr.  Butt,  dice:  «El  Pastaza  es  tan  ancho  que  el  Ma- 
rafion,  pero  su  cauce  está  lleno  de  bajos,  que  en  la  estación  de  la  vaciante 
de  los  ríos  hace  impracticable  la  navegación  hasta  de  canoas.  Las  aguas 
suben  y  bajan  con  mucha  rapidez,  y  el  vapor  se  varó  muchas  veces  durante 
la  surcada,  por  cuya  razón  mandé  anclar  é  hice  sondear  al  través  del  rio 
y  hacia  adelante.  Hecha  esta  operación  regresó  al  anochecer  á  la  boca  del 
rio,  habiéndose  varado  también  varias  veces  en  esta  bajada.»  —  Con  justo 
recelo  critica  el  Sefior  Raimondi  este  fallo,  diciendo:  «He  citado  literalmente, 
lo  que  dice  el  Sefior  Butt,  relativo  al  Pastaza,  pues  me  parece  inverosímil 
el  juicio  tan  desfavorable  que  emite  sobre  su  navegabilidad;  al  saber,  que 
este  rio  tiene  un  curso  mas  largo  y  mayor  cantidad  de  agua,  que  el  Morona 
y  el  Tigre,  y  ademas,  que  ha  sido  navegado  en  toda  estación  del  año  por 
canoas,  recorriendo  en  otra  época  este  rio  el  correo  quincenal,  que  venia 
de  la  población  de  Andoas.  Con  estos  datos  realmente  parece  imposible, 
que  el  "Mayro",  que  es  una  simple  lancha  de  vapor,  no  haya  podido  surcar 
el  Pastaza  en  la  época  de  mayor  creciente.»*) 

Como  el  Sefior  Pedro  Maldonado  cruzó  del  Pastaza  (del  rio  Pintuc)  á 
Canelos,  y  se  embarcó  en  el  Bobonaza,  no  pudo  levantar  el  plano  del  pri- 
mero hasta  la  confluencia  del  segundo,  y  lo  trazó  aproximativamente  con 
un  rumbo  de  NOO  á  SEE,  casi  paralelo  al  Bobonaza.  Sabemos  solo,  que 
el  Pastaza  en  esto  trecho  desconocido  recibe  el  tributo  del  rio  Pcdora,  que 
desciende  de  las  faldas  orientales  de  la  Cordillera,  que  se  extiende  desde  el 
Altar  hasta  el  Sangay. 

El  rio  Bobonaza  nace  de  varios  arroyuelos,  muy  cerca  del  pueblo  de 
Canelos,  que  dista  del  rio  Pastaza  (boca  del  rio  Pintuc)  en  linea  recta  solo 
unas  4  ó  5  leguas  hacia  NNE.  —  La  circunstancia  de  ser  navegable  en 
canoas  desde  su  origen,  lo  manso  y  lo  sumamente  tortuoso  de  su  curso, 
comprueba  que  serpentea  por  una  región  muy  llana.  Su  curso  general  es 
de  NNO  á  SSE;  en  su  tercio  superior,  hasta  el  pueblo  indio  de  Sara-yacu, 
recibe  muchísimos  pequeños  afluentes  de  ambos  lados,  que  son  demasiado 
insignificantes  para  nombrarlos  uno  por  uno.  Canelos  dista  de  Sara-yacu 
en  linea  recta  unas  9  leguas,  y  de  este  pueblo  hasta  la  boca  del  Bobonaza 
habrá  unas  18  ó  20.  —  En  el  curso  inferior  los  tributarios  son  menos  nume- 
rosos, y  como  principales  encontramos  indicados  los  ríos  de  Eutunu  y  de 
Puca-yacu,  ambos  del  lado  norte.  —  Algunas  leguas  antes  de  entrar  al  Pas- 
taza, el  Bobonaza  vira  al  Sur,  y  en  el  lado  oriental  de  su  confluencia  se 

*)  Raimondi,  «Perú»,  III,  pág.  474. 


LA  REGIÓN   ORIENTAL.  199 

halla  el  pequeño  pueblo  de  Andoas,  que  en  la  historia  de  las  Misiones  de- 
sempeñó un  papel  mas  importante,  que  en  nuestros  dias. 

Desde  Andoas,  que  debe  hallarse  aproximadamente  bajo  2o  15'  Lat.  S, 
el  rio  Pastaza  sigue  el  rumbo  al  Sur,  inclinándose  un  poco  ya  al  oriente  ya 
al  occidente;  la  Longitud  de  su  boca  estará  unos  25  minutos  mas  al  Este, 
que  la  de  Andoas.  —  15  leguas  abajo  de  la  confluencia  con  el  Bobonaza, 
entra  del  lado  derecho  el  rio  Pinches  en  cuya  boca  se  halla  un  pueblo  mise- 
rable (de  indios)  del  mismo  nombre.  Después  de  otro  intervalo  de  10  le- 
guas, recibe  del  mismo  lado  tres  ríos,  distantes  muy  poco  uno  del  otro,  es 
decir,  el  Lobo-yacu,  el  Huasaga  y  el  Sugachi.  Cerca  de  la  boca  del  segundo, 
que  según  Maldonado  es  muy  largo  y  navegable  á  grandes  distancias,  des- 
emboca del  lado  opuesto  el  rio  Manocaro.  —  Mas  abajo  ya  no  se  conoce 
tributarios  grandes  del  Pastaza  en  la  banda  derecha,  pero  en  su  lugar  se 
hallan  algunas  lagunas  y  lagos  considerables,  no  muy  distantes  del  rio  y 
comunicados  con  él  mediante  unos  caños;  asi  la  laguna  llamada  de  tres  le- 
guas,  y  el  lago  mucho  mayor  de  Ritnachumac ,  que  según  Maldonado  tiene 
8  leguas  de  largo,  y  según  algunos  comunica  no  solamente  con  el  Pastaza, 
sino  también  con  el  Morona,  mediante  un  brazo  del  rio  Apianga.  —  Abajo 
de  la  boca  del  Rimachumac  encontramos  en  la  banda  oriental  del  Pastaza 
el  afluente  de  Huarama,  y  finalmente,  un  poco  adentro  de  su  confluencia  con 
el  Marañon,  el  rio  MaJiuaca,  que  según  la  carta  de  Maldonado  es  un  tribu- 
tario muy  grande  y  («parece  igual  al  Bobonaza». 

Entre  el  Pastaza  y  el  Tigre  se  encuentran  algunos  afluentes  menores 
del  Marañon,  de  los  cuales  no  conocemos  mas  que  sus  bocas,  y  por  esto 
bastará  enumerar  los  principales  en  el  orden  de  O  á  E.  El  rio  Nucuray, 
muy  cerca  de  la  boca  del  Huallaga,  parece  bastante  largo,  lo  mismo  el  rio 
Chambira,  que  unido  con  el  rio  Iioamainas,  desemboca  cerca  del  sitio  llamado 
Vaca  marina.  De  menor  caudal  parece  ser  el  rio  Parinari,  que  entra  al 
Marañon  casi  enfrente  del  sitio  y  puerto  del  mismo  nombre. 

El  rio  Tigre  cuenta  entre  los  tributarios  grandes  del  Amazonas,  aun- 
que su  caudal  no  puede  compararse  con  el  del  Pastaza  ó  del  Ñapo.  —  En 
el  año  de  1873  subió  el  vapor  «Mayro»,  bajo  la  dirección  del  Mr.  Butt,  por 
las  aguas  del  rio  Tigre  en  tres  dias  104  millas  (35  leguas),  y  pareció  á  este 
capitán,  que  habría  navegado  con  facilidad  unas  12  ó  15  millas  mas,  si  no 
se  hubiese  visto  obligado  á  regresar  por  falta  de  viveres.  Según  la  misma 
fuente,  el  Tigre  es  ancho  y  profundo  en  toda  estación  del  año,  y  sus  ori- 
llas son  muy  ricas  en  producciones  vegetales.  Del  largo  curso  medio  de 
este  rio  no  sabemos  nada,  y  del  superior  solo,  que  se  forma  de  algunos 
ríos  que  nacen  en  los  llanos  entre  los  rios  Bobonaza  y  Curaray  (afluente 
de  Ñapo),  especialmente  del  Callana  y  del  Piquene,  siendo  el  segundo  el 


200  topografía.  —  capítulo  iv. 

rio   madre.  —  La  boca  del  Tigre    se  halla  14  leguas   al  Oeste   de  la  del 
Ucayali. 

En  el  arco  grande,  que  hace  el  Marafíon  al  N  después  de  unirse  con 
el  Ucayali,  encontramos,  cerca  del  pueblo  de  Iquitos,  la  desembocadura  del 
rio  Nanay.  Este  rio  tiene  un  curso  y  una  posición  enteramente  distinta 
de  la  que  le  señalan  los  mapas  antiguos.  Nace  en  las  cercanías  del  Tigre 
inferior,  y  corre  en  su  mayor  extensión  de  O  á  E,  mas  abajo  al  NE,  casi 
paralelo  al  Amazonas.  También  este  rio  ha  sido  navegado  por  el  vapor 
«Mayro»  y  el  capitán  Butt,  por  195  millas,  hasta  cerca  de  su  origen.*)  — 
El  carácter  del  Nanay,  que  todo  pertenece  á  la  región  amazónica  mas  baja, 
es  muy  distinto  del  de  los  ríos,  que  bajan  de  las  Cordilleras.  Ademas  de 
ser  muy  serpenteado,  es  muy  manso,  su  cauce  ya  se  estrecha,  ya  se  en- 
sancha, y  á  veces  se  parece  á  una  serie  de  lagunas  encadenadas.  El  caudal 
de  agua,  que  tiene  el  rio  Nanay,  según  el  Señor  Butt,  es  debido  á  los  der- 
rames de  una  vasta  región,  cuyos  numerosos  lagos  y  arroyos  van  juntando 
sus  aguas,  dando  de  este  modo  origen  al  rio.  Apesar  de  tanta  abundancia 
de  agua  estancada  en  sus  cercanias,  las  orillas  mismas  del  Nanay  son  elevadas, 
y  su  clima  es  muy  sano,  siendo  casi  desconocidas  las  fiebres  intermitentes 
y  otras  enfermedades. 

El  rio  Haya  se  halla  entre  el  Marafíon  y  el  Nanay,  corriendo  paralelo 
al  último  de  SO  á  NE,  y  desembocando  al  lado  sur  de  Iquitos.  En  su  curso, 
origen  y  formación  se  parece  mucho  al  Nanay,  aunque  no  es  tan  largo  y  de 
menor  caudal;  pero  sus  orillas  son  bajas  y  anegadizas.  El  vapor  no  pudo 
penetrar  sino  unas  38  millas,  á  causa  de  las  muchas  palizadas  que  obstruyen 
el  cauce. 

Trece  leguas  al  Este  de  Iquitos  llegamos  á  la  boca  del  rio  Ñapo.  Este 
rio  célebre  es  el  primero  de  todos  los  tributarios  del  Amazonas,  que  se  des- 
cubrió, es  la  via  por  la  cual  cruzó  el  primer  Español  el  continente  sud- 
americano. La  siempre  memorable  expedición  de  Gonzalo  Pizarro  en  1541, 
de  Quito  al  pais  de  Canelos  (Ñapo),  y  la  navegación  del  Ñapo  por  Orellana, 
compañero  de  Pizarro,  como  continuación  de  aquella  expedición,  condujo  al 
descubrimiento  del  Marañon  y  Amazonas.  Por  mucho  tiempo  el  Ñapo  pasó 
por  el  rio  mas  largo  y  rio  madre  do  todo  el  sistema  fluvial  del  Amazonas. 
En  tiempo  de  las  misiones,  en  los  siglos  pasados,  se  hicieron  innumerables 
viajes  por  este  rio,  y  también  en  nuestro  siglo  muchos  viajeros  célebres 
(como  Osculati  en  1848,  Orton  en  1867)  bajaron  por  él  en  sus  viajes  de 
Quito  al  Amazonas.  En  1875  surcó  el  primer  vapor  (« Mayro»),  al  mando 
del  Señor  E.  Raygada  las  aguas  del  Ñapo,  y  llegó  hasta  la  confluencia  del 

*)  Raimondi  1.  c.  pág.  471. 


LA   REGIÓN   ORIENTAL.  201 

rio  Curaray,  distanto  do  la  boca  de  aquel  unas  210  millas  (calculando  el 
camino  del  vapor  por  todas  las  vueltas) ;  otros  vapores  siguieron  mas  tarde. 
Se  vé,  que  el  Ñapo  como  fácil  via  de  comunicación  es  conocido  desde  mucho 
tiempo. (14)  Apesar  de  todo  esto,  geográficamente  no  es  mejor  conocido,  que 
los  ríos  que  hemos  descrito  hasta  ahora;  no  poseemos  de  su  curso  un  plano 
medianamente  exacto,  mucho  menos  de  sus  afluentes  grandes,  por  ejemplo 
del  Curaray.  También  de  su  sistema  superior,  no  podemos  dar  mas  que 
las  generalidades.  Este  último  abraza  las  faldas  orientales  de  la  Cordillera 
grande,  desde  la  altura  de  Tulcan  hasta  el  Cerro  Hermoso  ó  las  montañas 
de  Llanganate,  con  las  tres  venas  principales:  Ñapo,  Coca  y  Aguarico. 

El  Ñapo  nace  de  los  riachuelos,  que  bajan  de  los  volcanes  Antisana, 
Sincholagua,  Cotopaxi  y  Quilindafía,  y  forman  por  sus  primeras  reuniones 
los  ríos  ya  mas  considerables  de  Antisana,  de  Valle-vicioso,  de  Juntas  y  de 
Chalupas.  Algo  mas  al  Sur  del  último,  desde  los  páramos  de  Chalupas  hasta 
los  de  Llanganate,  descienden  algunos  otros  ríos  monos  conocidos;  pero  todos 
ellos,  formando  una  especie  de  abanico,  se  reúnen  finalmente  al  pié  de  la 
Cordillera  alta,  en  el  tronco  general  del  Ñapo,  cuyo  rumbo  en  seguida  es 
de  NOO  á  SEE,  y  al  entrar  en  los  llanos,  al  E  directamente.  Toda  la  re- 
gión superior  del  rio,  hasta  la  primera  población  al  pió  de  la  serranía,  es 
decir  hasta  el  pueblo  de  Ñapo,  es  muy  áspera,  cubierta  de  montaña  espesa 
hasta  los  páramos,  y  despoblada.  Solo  desde  Ñapo  se  puede  navegar  por 
el  rio  en  canoas,  con  alguna  comodidad,  pues  hacia  mas  arriba  es  demasiado 
impetuoso.  De  Ñapo  hasta  la  confluencia  del  Coca,  en  cuyo  trecho  el  rio 
sigue  de  O  á  E,  y  puede  haber  unas  20  leguas  en  linea  recta,  recibe  de  su 
lado  setentrional  tres  afluentes  grandes,  el  rio  Hollín,  el  Suno  y  el  Paya- 
mino,  fuera  de  muchos  pequeños.  Del  lado  meridional  entran  el  Ansupi,  un 
poco  arriba  de  Ñapo,  que  viene  de  la  sierra,  el  Arayuno,  y  una  porción  de 
menor  cuantía.  Ademas  del  pueblo  de  Ñapo,  se  hallan  á  lo  largo  de  su  curso 
los  siguientes,  todos  sobre  la  orilla  izquierda:  Agitano,  Napotoa,  Santa  Rosa 
(el  principal)  y  Suno. 

El  rio  Coca  es  el  competidor  del  Ñapo,  y  aun  de  un  curso  mas  largo 
que  este;  se  forma  de  dos  venas  principales,  el  Coca  propiamente  dicho  y  el 
rio  Maspa.  El  primero  nace  atrás  del  Cayambe  y  del  Saraurcu,  y  baja  entre 
algunos  ramales  de  la  Cordillera  por  una  región  áspera  y  montañosa,  pero 
desconocida,  hasta  la  confluencia  del  Maspa.  —  El  último  toma  su  origen 
en  los  páramos,  que  se  extienden  desde  el  Antisana  por  el  Guamani  hasta 
las  cercanias  del  Saraurcu.  Su  fuente  mas  lejana  es  el  rio  de  Oyacachi,  que 
naciendo  arriba  del  pueblo  de  este  nombre,  al  Este  del  Pambamarca,  corre 
de  N  á  E  á  lo  largo  de  la  Cordillera  real  (de  Guamani),  hasta  el  pueblo  de 
Papallacta,  al  pié  NE  del  Antisana.     Ahí  recibe  el  riachuelo  de  Papallacta 


202  topografía.  —  capítulo  rv. 

que  desciende  del  lado  oeste  de  las  alturas  del  Tambo,  y  toma  el  nombre 
propio  de  Papallacta,  dirigiendo  al  mismo  tiempo  su  curso  al  SEE.  En  el 
trecho  que  media  entre  Papallacta  y  el  (destruido)  pueblecito  de  Maspa,  que 
tendrá  unas  5  leguas,  recibe  el  rio  de  Papallacta  cuatro  tributarios  con- 
siderables, el  Manca,  el  CJiálpi  chico,  el  Chcipi  grande  y  el  Huarmiapac,  que 
todos  vienen  del  Norte,  de  las  cabeceras  del  Coca  y  del  ramal  de  montañas, 
que  le  separan  del  Papallacta.  Del  lado  opuesto,  es  decir  del  Sur,  entran 
algunos  ríos  cortos,  que  descienden  de  las  faldas  del  Antisana  y  de  la  Cor- 
dillera de  los  Cimarrones,  como  el  Yana-yacu,  Yurac-yacu  y  Verde-yacu.  — 
Ya  antes  de  llegar  al  sitio  de  Maspa,  el  rio  que  ahora  toma  este  mismo 
nombre,  cambia  su  rumbo  al  NEE,  y  lo  conserva  con  algunas  variaciones 
hasta  su  confluencia  con  el  Coca,  en  las  cercanias  de  Baeza.  El  camino 
ordinario,  que  conduce  de  Quito  á  Ñapo  (Archidona  y  las  otras  misiones), 
y  que  ha  orillado  el  rio  hasta  Maspa,  le  abandona  en  este  sitio  y  sigue 
tierra  adentro  por  su  banda  derecha,  cruzando  entre  otros  ríos  pequeños 
también  el  rio  de  Quijos,  que  es  uno  de  los  tributarios  derechos  mas  gran- 
des del  rio  Maspa,  y  viene  de  la  nevada  Cordillera  de  los  Cimarrones.  Otro 
afluente  del  mismo  lado,  y  aun  mas  importante,  es  el  rio  Cosanga,  de  igual 
origen  que  el  Quijos,  y  paralelo  á  este  en  su  curso  superior.  En  su  parte 
media  corre  casi  al  Este  hasta  las  «playas  de  San  Javier»,  al  pié  de  cerro 
de  Guacamayo,  en  donde  vira  con  un  ángulo  recto  al  N,  para  incorporarse 
al  rio  Maspa.  Este  último  trecho,  desde  las  dichas  «playas  de  San  Javier», 
en  que  le  cruza  el  camino  de  Archidona,  hasta  la  desembocadura,  mide 
5  leguas  en  linea  recta.  En  el  triángulo  que  forma  el  Cosanga  con  el  rio 
Maspa,  pero  á  la  distancia  de  una  legua  de  ambos  rios,  se  hallan  las  ruinas 
de  la  antigua  ciudad  de  "Baeza  (hoy  dia  un  tambo). 

Después  de  haberse  formado  el  rio  Coca  un  poco  mas  allá  de  la  con- 
fluencia del  Cosanga,  se  dirige  al  Este,  á  lo  largo  de  la  Cordillera  alta  de 
Guagra-urcu  que  le  orilla  del  lado  derecho,  separando  su  hoya  de  la  del 
Ñapo.  Corre  en  este  sentido  unas  15  leguas,  hasta  el  antiguo  lugarejo  de 
San  Rafael,  entonces  vira  poco  á  poco  al  SEE,  y  luego  al  SE,  hasta  su 
confluencia  con  el  Ñapo,  enfrente  del  pueblecito  de  Coca,  fundado  en  1848 
por  el  Señor  M.  Villavicencio. 

Si  contemplamos  el  sistema  fluvial  superior  del  Ñapo  en  el  mapa,  vere- 
mos que  el  rio  Maspa  y  Coca  representan  un  gran  arco,  cuya  cuerda  forma 
el  Ñapo  mismo.  El  terreno  intermedio  entre  los  dos  rios  constituyó,  en 
tiempo  del  coloniaje,  las  dos  provincias  de  Quijos  y  de  Avila,  y  en  nuestros 
dias  forma  las  misiones  del  Ñapo,  tomando  en  cuenta  solo  el  pais  al  Este 
del  rio  Cosanga,  porque  la  porción  occidental,  los  declives  de  la  Cordillera, 
son  depoblados.     Está  regada  aquella  región  por  los  tributarios  del  Ñapo, 


LA  BEGION  ORIENTAL.  203 

nombrados  mas  arriba,  los  rios  Hollín,  Suno  y  Payamino.  Do  este  hermoso 
pais,  tanto  tiempo  conocido,  muchas  veces  visitado  por  viajeros  (botánicos, 
zoólogos),  y  de  tanta  importancia  para  el  Ecuador,  todavía  no  poseemos 
ninguna  descripción  topográfica,  ningún  plano  exacto,  que  pudiera  darnos 
una  idea  cabal  de  él.  Según  todo  parece  ser  una  región  montañosa,  en 
parte  con  cordilleras  altas  y  frías,  pero  nada  sabemos  de  su  altura  relativa 
ó  absoluta,  mucho  menos  de  su  constitución  geognóstica  y  mineralógica. 
Es  lástima,  que  el  Señor  Dr.  M.  Villavicencio,  que  tanto  tiempo  vivió  en  el 
Ñapo,  que  recorrió  todos  los  pueblos,  rios  y  parajes,  que  con  tanto  afán  re- 
cojió  datos  y  noticias  sobre  la  vegetación  y  los  habitantes  del  pais,  á  quien 
debemos  una  descripción  larga  y  muy  interesante  de  la  Región  del  Oriente 
(tal  vez  la  parte  mejor  de  su  «Geografía»),  no  pudo  sinembargo  darnos  una 
buena  y  clara  descripción  topográfica,  mucho  menos  un  plano  exacto  ó  un 
croquis  siquiera  de  las  partes  recorridas.  Le  faltó  completamente  el  sentido 
ó  talento  topográfico,  como  lo  comprueba  su  mapa.  Puede  ser,  que  existan 
la  mayor  parte  de  los  ríos  y  riachuelos,  que  nos  indica,  pero  ciertamente 
no  así  como  los  pintó  en  el  mapa.  Con  su  desgraciada  manía  de  convertir 
todos  los  rios  en  tirabuzones,  casi  del  mismo  largo  y  grueso,  no  solo  afea 
su  carta,  sino  que  la  hace  confusa  é  imposible.  Las  dos  cartas  de  las  pro- 
vincias de  Quijos  y  de  Ávila,  que  Humboldt  copió  de  los  itinerarios  del 
siglo  pasado,  difieren  muchísimo  y  en  puntos  esenciales  del  mapa  de  Villa- 
vicencio, aumentando  de  tal  modo  la  confusión  é  incertidumbre,  aunque  su 
estudio  inspira  mucho  mas  confianza.  Siendo  así,  me  veo  reducido  de  nuevo 
á  generalidades. 

El  rio  Hollín  es  el  mas  occidental  de  los  tres  tributarios  del  Ñapo,  que 
riegan  el  territorio  de  que  acabo  de  hablar.  Nace  en  las  faldas  del  cerro 
Guacamayo,  que  separa  sus  cabeceras  del  curso  inferior  del  rio  Cosanga,  y 
sigue  primeramente  un  curso  de  O  á  E,  bajo  el  nombre  de  rio  Jundachc. 
Después  de  un  curso  de  5  leguas  se  dirige  al  SE  y  Sur,  y  con  este  rumbo 
cae  en  el  Ñapo,  algunas  leguas  abajo  del  pueblo  de  este  nombre.  Todos 
sus  afluentes  le  vienen  del  lado  Oeste,  y  los  principales  son  los  rios  Misa- 
galli  y  Tena.  El  primero  es  notable,  porque  en  su  curso  medio  y  orilla 
izquierda  se  halla  Archidona,  que  actualmente  es  el  centro  de  las  misiones 
del  Ñapo.*)  El  segundo  que  corre  á  poca  distancia  del  Ñapo  y  paralelo  con 
este,  se  forma  del  Tena  y  del  Paño,  cerca  de  cuya  confluencia  estaba  anti- 
guamente el  pueblo  de  Tena.  —  Según  Villavicencio  siguen  los  rios  de 
Puzuno  y  de  Guambumo,  que  desembocan  en  el  Ñapo,  cerca  de  Aguano  el 


*)  Orton  dá  a  esto  pueblo  la  altura  de  2000  pies  (=610  metros)  sobre  el  mar,  y  la 
temperatura  media  de  25°  C. ;  al  pueblo  do  Ñapo  dá  un  grado  mas,  y  442  metros. 


204  topografía.  —  capítulo  iv. 

primero,  y  cerca  de  Napotoa  el  segundo ;  pero  ambos  parecen  insignificantes 
y  faltan  en  los  mapas  antiguos,  á  no  ser,  que  el  Puzuno  sea  el  Pucuno  ó 
Pucano,  que  sinembargo  en  estos  tiene  una  posición  muy  distinta,  como 
afluyente  del  Suno. 

El  rio  Suno  es  el  segundo  tributario  mayor.  Trae  su  origen  de  la  Cor- 
dillera del  Guagra-urcu  y  del  corro  Sumaco,  y  tiene  un  rumbo  general  de 
NO  á  SE.  En  sus  cabeceras  se  halla  el  pueblo  de  San  José,  á  las  faldas 
de  dicha  cordillera,  y  con  un  temperamento  frió,  según  so  dice;  en  su  curso 
superior  el  pueblo  de  Avila,  y  en  su  parte  media  el  de  Loreto,  no  muy 
distantes  uno  del  otro.  En  la  banda  occidental  del  Suno  existe  una  multi- 
dud  de  rios,  en  cuya  nomenclatura  y  posición  reina  la  confusión  mas  com- 
pleta; algunos,  y  entre  ellos  Villavicencio,  los  consideran  como  tributarios 
del  Suno;  otros  (p.  ej.  la  carta  de  Humboldt)  los  reúnen  en  un  rio  entera- 
mente distinto,  que  desembocaría  en  el  Ñapo  algo  mas  arriba  que  el  Suno. 
Inútil  seria  describirlos  (¿según  qué  autoridad?)  mientras  quo  no  sean  estu- 
diados. Sabemos  que  en  esta  región  confusa  se  hallan  los  pueblos  de  Cota- 
pino  y  de  la  Concepción. 

En  una  situación  análoga  nos  hallamos  respecto  al  rio  Payatnino,  de 
que  sabemos  solo,  que  nace  en  las  mismas  montañas,  en  que  toma  su  origen 
el  Suno,  y  que  en  su  curso  medio  é  inferior  corre  cerca  y  paralelo  al  Coca. 
Todos  los  detalles  faltan,  ó  están  en  contradicción  según  los  diferentes 
autores.  Lo  mismo  dígase  de  los  afluentes  menores  del  Ñapo  entre  el  Suno 
y  el  Payamino.  —  Si  esto  nos  sucede  en  la  región  mejor  conocida  del  Ñapo, 
¿qué  será,  dejando  el  pais  de  los  cristianos  y  entrando  en  el  de  los  infieles 
y  bárbaros,  que  comienza  en  la  desembocadura  del  rio  Coca? 

El  rio  Ñapo,  unido  con  el  Coca  (en  260  m.  sobre  el  mar),  sigue  el 
rumbo  general  de  este  último,  es  decir  al  SE,  hasta  su  boca,  inclinándose 
sinembargo  en  su  curso  medio  é  inferior  mas  al  E  que  al  S.  En  el  trecho 
de  unas  26  leguas,  que  hay  hasta  la  confluencia  del  Aguarico,  recibe  varios 
tributarios,  especialmente  del  lado  oeste,  sin  nombres  fijos  ó  bien  autoriza- 
dos. Pero  el  Aguarico  es  tan  largo  y  tan  poderoso,  como  el  Ñapo  mismo. 
Sus  cabeceras  mas  lejanas  encontramos  en  la  Cordillera  alta  enfrente  de 
Tulcan,  y  hasta  la  latitud  del  Cayambe.  Allá  nacen  los  rios  de  Chunquer, 
de  Cófanes,  de  Condaé,  de  Dué  y  de  Azuela,  que  todos  contribuyen  á  formar 
el  Aguarico.  Este  mismo,  que  lleva  su  nombre  desde  la  confluencia  del 
Chunquer  con  el  Cófanes,  tiene  un  curso  parecido  y  en  parte  paralelo  al  del 
rio  Coca,  y  en  la  cercanía  de  San  Rafael,  desde  donde  el  Coca  vira  mas  al 
Sur,  se  aproxima  al  último  hasta  pocas  leguas.  En  el  curso  inferior,  donde 
ya  se  inclina  hacia  el  Ñapo,  le  engruesan  algunos  rios  bastante  considerables, 
como  el  Cuyabeno  y  el  Zancudo  de  la  izquierda,  el  llena  y  el  Cavina-yacu 


LA   REGIÓN   ORIENTAL.  205 

de  la  derecha.  Sobre  la  confluencia  del  Aguarico  con  el  Ñapo  (178  m.)  se 
halló,  á  la  orilla  oriental  de  este,  el  antiguo  y  hoy  destruido  pueblo  de  San 
Pedro.  —  Quince  leguas  mas  abajo  encontramos  la  boca  del  rio  Curaray 
(152  m.),  cuya  posición  y  distancia  del  Marafíon  he  indicado  mas  arriba. 

Del  Curaray  sabemos,  que  nace  en  la  Cordillera  de  los  Llanganates,  que 
entre  el  Bobonaza  y  el  Arayuno  (tributario  del  Ñapo)  recibe,  con  otros  afluen- 
tes, los  rios  Nusino,  Solano  y  Villano,  que  corre  sobre  las  cabeceras  del  rio 
Tigre,  en  dirección  al  SEE,  y  que  desemboca  en  el  Ñapo;  nada  mas.  Este 
rio  es  bastante  caudaloso  y  parece  ser  navegable  á  vapor  hasta  muy  arriba. 
El  vapor  «Mayro»  entró  por  su  ancha  boca  y  navegó  por  un  trecho  de  dos 
millas,  hallando  un  fondo  de  tres  á  cuatro  brazas. 

En  cuanto  al  rio  Ñapo,  el  no  presenta  ninguna  dificultad  a  la  navega- 
ción á  vapor,  hasta  la  boca  del  Curaray  y  probablemente  hasta  mucho  mas 
arriba,  á  lo  menos  hasta  la  boca  del  Aguarico.*)  De  los  tributarios  del 
Ñapo  inferior  no  conocemos  mas  que  los  nombres,  como  del  Curi-yacu,  de 
Tutapiscos  y  del  Mazan  al  lado  derecho,  del  Zani-yacu  y  del  Payáguas  al 
lado  opuesto. 

Desde  la  boca  del  rio  Ñapo  hasta  la  frontera  con  el  Brasil  no  hay  nin- 
gún rio  de  importancia  mayor;  entre  los  afluentes  pequeños  podemos  designar 
los  de  Ambi-yacu,  que  desemboca  al  lado  del  pueblo  de  Pebas,  y  el  Atacuari, 
entre  Pebas  y  Loreto. 

Nos  resta  hacer  la  breve  descripción  de  dos  rios  grandes,  cuya  desem- 
bocadura en  el  Amazonas  cae  en  el  Brasil,  y  cuyos  territorios  adyacentes 
son  reclamados  en  gran  parte  por  la  República  de  Colombia,  aunque  de 
derecho  le  pertenezcan  solo  las  hoyas  superiores  en  las  faldas  de  la  Cor- 
dillera. Hablo  del  Putumayo  y  del  Y  apura.**)  Advierto  que  en  el  trazo  de 
estos  rios  he  seguido  la  carta  de  Colombia  por  Codazzi,  porque  me  pareció 
que  merece  alguna  confianza,  á  lo  menos  en  cuanto  á  los  afluentes  supe- 
riores, que  el  Señor  Codazzi  ha  estudiado  personalmente.  En  las  partes 
cercanas  á  la  frontera  brasilera  consulté  la  carta  del  Perú  por  Raimondi. 
En  cuanto  á  los  trabajos  del  Señor  Crevaux,  que  levantó  en  1879  los  planos 
del  Putumayo  y  del  Yapurá,  véase  lo  que  digo  en  el  número  3  de  las  «Ano- 
taciones y  Suplementos». 

*)  «El  Ñapo  es  navegable  para  vapores  de  poco  calado  hasta  St\  Rosa»,  dice  Orion 
(The  Andes  and  the  Ainazon,  New- York  187(>,  p.  179);  pero  talvez  no  en  todo  tiempo, 
porque  otro  observador  (Herndun,  lleport,  p.  229)  nos  cuenta,  que  <«el  Ñapo  está  lleno  de 
bancos  de  arena,  y  20  días  arriba  de  su  boca  (ó  cerca  de  la  confluencia  del  Curaray)  la 
gente  se  echó  al  agua,  para  jalar  las  canoas.» 

**)  El  Perú  también  reclama  el  Putumayo  hasta  el  punto,  en  que  comienza  á  ser 
navegable. 


206  TOPOGBAPIA.   —   CAPÍTULO  IV. 

El  rio  Putumayo,  llamado  en  su  curso  inferior  y  por  los  Brasileros 
rio  Iza,  nace  en  una  hoya  de  la  Cordillera  oriental,  enfrente  y  á  poca  dis- 
tancia de  Pasto,  y  desciende  á  las  regiones  bajas  de  NOO  á  SEE.  Sepa- 
rada de  él  por  un  ramal  de  la  Cordillera,  encontramos  la  hoya  del  rio 
Guarnes,  que  nace  en  el  lago  de  San  Pablo  ó  la  Cocha,  á  corta  distancia 
de  las  fuentes  del  Putumayo.  La  primera  hoya  pertenece  á  Colombia,  y  la 
segunda  al  Ecuador,  siendo  el  cordón  intermedio  de  montañas  la  linea  divisoria. 
Un  poco  mas  al  Sur  tenemos  la  hoya  del  rio  de  San  Miguel  ó  de  Sucumbió s, 
que  ocupa  su  lugar  entre  las  del  Guarnes  y  del  Cófanes  (Aguarico),  encajonada 
igualmente  entre  ramales  altos  de  la  Cordillera.  Todos  estos  ríos  corren  para- 
lelos en  su  curso  superior,  y  solo  después  de  salir  de  las  breñas  escarpadas 
de  los  cerros,  se  inclinan  el  rio  Guarnes  primero,  y  mas  abajo  el  de  San  Miguel, 
mas  al  Este,  para  encontrarse  con  el  Putumayo.  El  lindero  con  Colombia 
sigue,  después  de  encontrarse  cerca  de  la  boca  del  Guarnes  con  el  Putumayo, 
la  orilla  de  este,  hasta  la  desembocadura  del  rio  de  San  Miguel  ó  Sucúmbios, 
y  cruza  de  ahi  en  linea  recta  al  rio  Yapurá  ó  Caquetá,  en  la  confluencia  del  rio 
Ortegasa.  De  consiguiente,  desde  esta  linea  al  Este  y  Sureste  toda  la  hoya  del 
Putumayo  y  la  banda  derecha  del  Yapurá  pertenecen  por  derecho  al  Ecuador. 

En  el  afio  de  1874  se  organizó  en  Colombia  una  Compañía,  para  la 
explotación  de  los  productos  naturales  del  Caquetá,  y  sabiéndose  que  este 
rio  no  es  navegable  en  toda  su  extensión,  á  consecuencia  de  unos  saltos, 
que  se  hallan  en  su  curso  medio,  comisionó  al  Señor  Rafael  Reyes,  para 
que  recorriese  todo  el  curso  del  Putumayo,  con  el  objeto  de  ver,  sí  este 
rio  se  presta  á  la  navegación  por  medio  de  vapores.  Bajó  este  señor  el 
Putumayo  en  canoas  y  se  convenció  de  antemano  de  su  navegabilidad  á 
vapor.  En  Noviembre  de  1875  se  hallaban  tres  vapores  listos  para  navegar 
el  Putumayo,  hasta  donde  fuese  posible.  Estos  consistían  en  una  lancha  de 
vapor,  que  el  Gobierno  del  Brasil  puso  á  la  disposición  de  la  Comisión,  un 
vapor  de  carga,  el  «Santa  Cruz»,  y  el  vapor  «Tundama»,  de  la  propiedad 
de  la  compañía  del  Caquetá.  La  lancha  á  vapor  al  mando  del  joven  ingles 
Mr.  Alfredo  Simpson*)  abrió  la  marcha,  adelantándose  con  el  objeto  de 
preparar  el  combustible  para  los  vapores  mas  grandes,  que  siguieron  mas 
tarde  por  intervalos  de  algunos  días.  El  Señor  Simpson  llegó  con  su  lancha 
de  vapor  sin  novedad  hasta  muy  cerca  de  la  confluencia  del  Putumayo  con 
el  rio  de  San  Miguel,  donde  comenzó  á  escasear  el  agua  y  á  hacerse  el  rio 
mas  correntoso.  En  1877  publicó  en  Londres  una  relación  interesante  de 
su  viaje  de  exploración  (también  de  su  viaje  de  Guayaquil  hasta  Ñapo,  por 


*)  Conocido  en  el  Comercio  de  Guayaquil,  donde  residió  varios  años.    Se  encontró 
casualmente  con  la  Comisión  exploradora  en  su  viaje  de  Guayaquil  á  Para. 


LA  BEGION   OBIENTAL.  207 

Canelos.*)  Pero  para  la  geografía  la  expedición  quedó  sin  resultados  im- 
portantes, porque  no  se  levantaron  planos,  ni  se  hicieron  observaciones 
astronómicas,  para  determinar  los  lugares,  ni  otras  mediciones  exactas.  El 
resultado  práctico  obtenido  es  el,  de  que  el  Putumayo  es  navegable  á  vapor, 
hasta  muy  cerca  del  pié  de  los  Andes. 

De  las  descripciones  y  del  plano  del  Señor  Creveaux  se  deduce,  que  el 
rio  Putumayo  es  sumamente  tortuoso,  siguiendo  un  rumbo  general  de  NOO 
á  SEE,  hasta  la  frontera  con  el  Brasil.  En  cuanto  á  sus  afluentes  reina 
todavía  una  gran  incertidumbre,  porque  cada  viajero  y  cada  mapa  los  indica 
con  otros  nombres.  Ademas,  de  la  mayor  parte  no  se  conoce  mas  que  sus 
bocas.  Interesante  es  el  rio  Caucaya,  que  afluye  del  lado  izquierdo,  algunas 
leguas  abajo  de  la  boca  del  San  Miguel,  porque  navegando  por  él,  y  haciendo 
una  corta  travesia  por  tierra  al  rio  S encella,  se  llega  por  este  último  con 
facilidad  al  Caquetá. 

Pocas  palabras  diremos  del  rio  Yapurá,  que  en  el  terreno  colombiano  se 
llama  Caquetá,  porque  su  hoya  superior  no  toca  a  nosotros,  y  del  resto  de  su 
curso  solo  la  banda  derecha.  Podría  repetir  casi  todo  lo  que  he  dicho  del  Putu- 
mayo, con  quien  tiene  mucha  semejanza  y  corre  casi  paralelo,  solo  que  no  pa- 
rece ser  navegable  á  vapor,  sino  hasta  la  mitad  de  su  curso.  Sus  afluentes 
son  muy  numerosos,  pero  valga  de  ellos  lo  que  he  dicho  de  los  del  Putumayo. 

Aquí  repito  lo  que  he  dicho  en  otros  lugares,  que  las  «Cordilleras»  de 
Putumayo,  de  Caquetá  y  otras  que  se  pintan  en  los  mapas,**)  extendiendo 
los  ramales  de  la  Cordillera  oriental  hasta  las  orillas  del  Amazonas,  y  de 
que  se  habla  también  tratando  de  los  límites  entre  Ecuador  y  Colombia,  no 
existen.  Los  estribos  orientales  de  la  Cordillera  acaban  y  se  pierden  en  los 
llanos,  á  muy  corta  distancia  de  los  Andes  (en  el  Ñapo  se  proyectan  algo 
mas,  pero  solo  hasta  la  confluencia  del  Coca).  Á  mas  de  40  leguas  de 
distancia  de  la  cresta  de  la  Cordillera  oriental  no  se  encuentra  ninguna  cor- 
dillera, ninguna  montaña  de  elevación  considerable.  Por  la  sencilla  razón 
de  no  existir  las  «Cordilleras»  de  Yapurá  y  de  Putumayo,  jamas  podrán 
ser  el  límite  entre  las  dos  Repúblicas.  El  único  lindero  natural  será  ó  el 
Yapurá  ó  el  Putumayo,  porque  trazarlo  entre  los  dos,  ó  entre  el  último  y 
el  Ñapo,  en  un  país  tan  llano,  por  una  linea  de  vertientes  entre  las  cabe- 
ceras de  los  tributarios,  seria  sumamente  difícil  y  hoy  imposible,  siendo  así 


*«n 


*)  Proccedings  of  the  Roy  al  Geographical  Society,  Vol.  XXI,  No.  VI. 

*)  En  el  mapa  de  Villavicencio  ya  nada  puede  sorprender,  ni  la  red  de  cordilleras 
sobre  toda  la  Provincia  oriental,  que  es  tan  estraña,  como  la  de  sus  ríos;  pero  hasta  el 
Señor  Raimondi,  en  su  magnífico  mapa  del  Perú,  dejó  seducirse  y  recibió  de  mapas 
antiguos  unas  cordilleras  largísimas  entre  los  rios  Ñapo  y  Putumayo,  á  lo  largo  del 
Curaray  etc. 


208  topografía.  —  capítulo  iv. 

que  no  conocemos  esos  afluentes.  Aun  en  el  caso  de  poseer  un  plano  deta- 
llado de  toda  la  región,  saldría  sin  duda  un  lindero,  trazado  por  la  linea 
de  vertientes,  sumamente  tortuoso  y  nada  natural. 


La  tarea  de  trazar  un  bosquejo  de  la  Región  del  Oriente,  con  materiales 
tan  insuficientes,  es  muy  ardua  y  desagradable  para  el  geógrafo,  de  manera 
que  mas  de  una  vez  se  siente  tentado  á  poner  el  punto  final,  y  á  hacer  una 
raya  larga.  Si  esto  le  sucede  con  la  descripción  puramente  hidrográfica  y 
orográfica,  se  siente  todavia  mas  embarazado,  cuando  quiere  componer  un 
cuadro  general  y  característico  de  esta  región.  Hacerlo  en  pocos  renglones, 
parece  imposible,  porque  considerando  la  inmensa  extensión  del  pais,  es  de 
suponer,  que  el  carácter  varía  bastante,  según  las  regiones  y  zonas;  otro 
debe  ser  al  pié  de  la  Cordillera  oriental,  otro  en  el  curso  medio  de  los  ríos, 
y  otro  en  la  zona  anegadiza  del  curso  inferior  y  á  lo  lo  largo  del  rio  Ama- 
zonas. Nadie  nos  ha  dado  todavia  la  característica  clara  y  compendiosa  de 
esas  zonas  y  variaciones  locales.  Por  supuesto,  no  podemos  exigir  descrip- 
ciones completas,  para  esto  se  necesitaría  un  tomo,  á  lo  menos,  de  botánica, 
otro  de  zoología,  y  otro  de  etnografía,  no  hablando  de  la  topografía,  y  esto 
pasaría  los  límites  de  una  geografía;  sinembargo  si  leemos  y  estudiamos  las 
descripciones  de  los  viajeros  —  y  existen  muchísimas  —  debemos  sentar, 
que  son  demasiado  pobres  en  datos  realmente  aprovechables,  apesar  de  que 
agotan  el  tesoro  de  expresiones  hiperbólicas,  para  celebrar  la  «vegetación 
exuberante»  y  las  «riquezas  inmensas»  del  pais,  añadiendo  la  lista  estereo- 
típica de  algunas  docenas  de  maderas  y  productos  vejetales,  que  se  repite 
en  todas  ellas.  Si  pudiéramos  hacer  una  deducción  segura  de  tales  relaciones, 
deberíamos  creer,  que  toda  la  Provincia  del  Oriente  es  un  pais  sumamente 
monótono,  una  selva  sin  límite,  y  de  la  misma  composición  en  todas  partes. 
La  descripción  de  esta  selva  es  comunmente  concebida  en  términos  tan 
generales,  que  puede  cuadrar  también  á  las  selvas  de  Esmeradas  y  de  Ma- 
nabi  (si  exceptuamos  uno  que  otro  árbol).  En  fin,  yo  confieso,  que  apesar 
de  haber  leido  la  mayor  parte  de  los  libros  que  tratan  de  la  región  del 
Oriente,  no  puedo  formarme  una  idea  clara  de  ella  ó  de  sus  caracteres  di- 
stintivos, y  como  no  la  he  recorrido  personalmente,  no  puedo  aventurarme 
á  recopilar  un  artículo  largo,  que  nada  de  nuevo  contribuiría  á  su  mejor 
conocimiento.  Una  sola  avertencia  me  permito  enunciar,  antes  de  concluir. 
No  dudo,  que  una  gran  parte  de  esta  región  sea  muy  feraz  y  á  propósito  para 
el  cultivo  de  productos  tropicales,  pero  debemos  cuidarnos  de  no  generalizar 
las  observaciones  locales  y  extender  el  juicio  favorable  sobre  todo  el  pais 
sin  distinción,  como  lo   hacen  algunos  propagandistas   del  Oriente  y  de  su 


LA  REGIÓN  ORIENTAL.  209 

colonización,  mas  entusiastas  que  prudentes,  que  fundan  en  sus  suposiciones 
problemáticas  cálculos  muy  atrevidos  y  hasta  imposibles,  y  edifican  castillos 
en  el  aire.  De  la  mayor  parte  de  este  territorio  no  conocemos  mas  que  las 
orillas  de  los  ríos,  que  en  verdad  tienen  á  veces  abáneos»  magníficos;  pero 
¿cual  será  el  vastísimo  pais  intermedio?  cual  su  suelo?  cual  la  tierra  después 
de  haberla  desnudada  de  su  vegetación  primitiva,  ó  algunos  años  después 
de  haberla  explotado?  De  muy  pocas  localidades,  y  en  escala  muy  reducida, 
tenemos  la  experiencia.  Si  leemos  de  las  inmensas  áreas  inundadas,  ó  ane- 
gadas anualmente,  durante  muchos  meses,  que  no  solamente  se  hallan  en 
una  zona  ancha  á  lo  largo  del  Marañon,  sino  también  á  lo  largo  y  á  poca 
distancia  del  curso  medio  de  sus  tributarios  principales,  ¿no  debemos  con- 
cluir, que  una  porción  muy  grande  de  este  territorio  será  incultivable  y  casi 
inhabitable?  Muchas  otras  consideraciones  se  podría  agregar,  no  para  dis- 
minuir el  mérito  de  esta  bella  porción  de  la  República,  sino  tan  solo  para 
refrenar  un  poco  la  fantasía  exaltada.  En  lugar  de  cansarnos  con  exclama- 
ciones sobre  las  maravillas  de  la  región  oriental,  de  lamentar  su  estado  de 
atraso  y  abandono,  de  pintar  el  paraíso,  en  que  se  habrá  convertido  en 
tantos  y  tantos  siglos,  mejor  y  mas  útil  seria,  estudiarla  primeramente  con 
calma,  bajo  la  vista  científica  y  práctica  á  la  vez,  y  ante  todo  conservar 
lo  que  todavía  no  han  quitado  los  vecinos  del  Norte  y  del  Sur.(15) 


Apéndice  á  la  topografía. 
Vías  de  comunicación. 

Aunque  el  capítulo  sobre  las  vías  de  comunicación  propiamente  no  per- 
tenezca á  la  geografía  física,  sino  á  la  civil,  no  puedo  prescindir  de  insertar 
aquí  un  pequeño  artículo  sobre  esta  materia,  como  un  apéndice  de  la  hidro- 
grafía y  orografía  del  pais.  Pues,  en  el  Ecuador  los  caminos,  con  escasas 
excepciones,  son  tan  poco  artificiales,  que  podemos  casi  considerarlos  como 
un  fenómeno  natural,  íntimamente  enlazado  con  la  topografía. 

Las  vias  de  comunicación  ó  son  acuáticas  ó  terrestres.  De  las  primeras, 
que  se  llaman  canales,  el  Ecuador  no  posee  ni  una  sola  artificial;  feüzmente 
abundan  los  canales  naturales  ó  ríos  navegables  en  las  regiones  bajas  del 
oriente  y  del  occidente,  como  lo  he  demostrado  en  la  descripción  hidro- 
gráfica que  precede.  Vendrá  el  tiempo,  en  que  se  sentirá  la  necesidad  de 
abrir  también  canales  artificiales,  que  comuniquen  los  ríos  principales  ó  sus 

Wolv,  Ecuador.  14 


210  TOPOGRAFÍA.   —   APÉNDICE. 

tributarios  entre  si;  y  entonces  habrá  gran  facilidad  para  estas  obras,  espe- 
cialmente en  toda  la  región  litoral,  que  está  bajo  el  influjo  de  las  mareas, 
y  esta  región  favorable  es  muy  vasta.  En  la  descripción  hidrográfica  he 
indicado  los  ríos,  que  son  navegables  á  vapor,  y  los  que  lo  son  por  canoa. 
—  La  región  andina  é  interandina  carece  enteramente  de  ríos  navegables, 
porque  el  desnivel  y  la  aspereza  del  suelo  es  tan  grande,  que  ni  la  natura- 
leza, ni  los  esfuerzos  humanos  pueden  remover  los  obstáculos  que  se  oponen 
á  la  navegabilidad.  —  De  la  región  transandina  ú  oriental  he  dicho  lo  ne- 
cesario en  el  capitulo  precedente.  Allá,  si  prescindimos  de  algunas  sendas 
malísimas,  que  conducen  por  la  Cordillera  oriental  a  las  cabeceras  ó  al  curso 
superior  de  los  ríos  Ñapo,  Canelos,  Macas,  Gualaquiza,  los  ríos  son  las 
únicas  vias  de  comunicación,  y  el  viajero,  que  deja  la  canoa  para  cruzar  el 
pais  por  tierra,  siempre  debe  hacerse  un  camino  ó  una  trocha  ad  hoc,  con 
hacha  y  machete,  camino  que  desaparece  en  pocas  semanas,  tan  pronto  como 
la  huella  que  deja  su  pié  en  el  cieno.  —  Solo  de  la  región  occidental  ó 
litoral  diremos  todavia  algunas  palabras.  En  una  gran  parte  de  esta  región 
el  vapor,  la  chata,  la  balsa,  el  bote,  la  canoa  de  todo  tamaño,  reemplaza  el 
caballo  y  las  recuas  de  burros  y  muías  de  la  sierra.  Se  explica,  que  aqui 
hay  pocos  caminos  por  tierra,  y  su  mal  estado  es  hasta  cierto  punto  per- 
donable, á  lo  menos  en  donde  hay  la  facilidad  de  la  via  por  agua.  Una 
regular  canoa  manejada  por  un  hombre  ó  dos,  reemplaza  una  gran  recua 
de  muías.  Lástima  es,  que  estas  magnificas  vias  acuáticas  naturales  son 
tan  descuidadas,  como  las  terrestres  en  la  serranía;  aquellas  no  necesitan 
menos  de  conservación  y  reparación,  que  estas.  ¡Cuanto  podría  extenderse 
la  red  de  ríos  navegables,  limpiándolos  debidamente  de  las  palizadas,  for- 
madas comunmente  en  invierno,  dando  mas  profundidad  á  otros,  y  removiendo 
los  bajos  y  bancos  de  arena,  ensanchando  en  unos  y  estrechando  en  otros 
sus  riberas!  Pero  esto  demanda  trabajo  y  gastos,  y  los  pueblos  se  contentan 
todavía  con  aprovecharse  de  las  vias  fluviales,  como  las  dá  la  naturaleza. 
La  flotilla  regular  de  vapores  fluviales  de  Guayaquil,  que  cruza  el  sistema 
del  rio  Guayas  por  sus  venas  principales  (rios  de  Sta.  Ro6a,  Máchala,  Balao, 
Naranjal,  Yaguachi,  Bodegas,  Baba,  Vincos,  Daule),  y  que  en  invierno  penetra 
hasta  el  pié  de  la  Cordillera  alta,  podría  ensanchar  mucho  el  campo  de  su 
actividad  y  ganancia,  si  con  la  protección  del  Gobierno  cuidaría  mas  la 
buena  conservación  de  los  rios,  la  canalización  de  otros,  la  abertura  de  pe- 
queños canales,  para  abreviar  las  distancias  etc.  Para  llamar  la  atención  á 
un  solo  punto  (entre  tantos  que  podria  enumerar):  ¿No  seria  de  muchísima 
utilidad,  regularizar  el  curso  del  rio  Vinces,  conduciendo  el  caudal  de  su 
agua,  que  ahora  se  derrama  por  tantos  esteros,  por  un  solo  cauce  estable, 
sea   por   la   Bocana,    sea   por   la   Boca   de   Avispas,    para   hacer   este   rio 


vías  de  comunicación.  211 

accesible  á  los  vapores  durante  todo  el  año?  —  Recuerdo  que  en  los  años  de 
1883  y  1884  Guayaquil  estaba  alarmado  con  el  peligro  de  que  el  rio  Guayas 
rompiese,  abajo  de  la  ciudad,  un  cauce  al  Estero  Salado,  y  se  hicieron  bajo 
la  iniciativa  del  Señor  D.  Pedro  Carbo  algunos  estudios  y  trabajos  para  evitar 
el  acontecimiento.  También  soy  de  la  opinión,  que  un  tal  cambio  notable 
no  se  debe  dejar  verificarse  por  un  capricho  del  rio  Guayas,  pero  ¿no  con- 
vendría abrir  en  ese  estrecho  un  canal  artificial,  con  una  buena  exclusa  ó 
compuerta  en  las  orillas  del  Guayas?  El  magnifico  Estero  Salado,  que  hoy 
dia  no  sirve  de  nada,  tendría  entonces  mucho  valor  y  seria  una  vía  de  comuni- 
cación mas  segura,  mas  tranquila  y  mas  cómoda  que  el  Guayas  mismo,  sobre 
todo  en  invierno,  cuando  las  correntadas  en  el  último  son  temibles.  Con 
la  exclusa  se  evitaría  suficientemente  la  mezcla  de  las  aguas,  que  temen  los 
habitantes  de  Guayaquil.  Y  bajo  la  vista  estratégica:  ¿no  seria  en  ciertas 
circunstancias  de  muchísima  importancia,  que  un  buque  de  guerra  pueda 
cruzar  en  un  cuarto  de  hora  del  rio  al  Estero  Salado?  La  abertura  de  este 
canal  no  presentaría  absolutamente  ninguna  dificultad  técnica,  y  el  gasto 
mas  fuerte  exigiría  una  buena  exclusa  en  las  orillas  del  Guayas.  No  es  mas 
que  una  idea  que  lanzo  aquí,  y  que  me  vino  cada  vez  que  desde  el  cerro 
de  Sta.  Ana  contemplaba  el  magnífico  panorama  de  Guayaquil  y  de  sus  al- 
rededores. 

Los  caminos  terrestres  del  litoral  son  generalmente,  por  las  condiciones 
naturales  del  clima,  en  la  estación  seca  buenos,  y  en  la  estación  lluviosa  no 
malos  sino  pésimos  y  muchas  veces  intransitables,  á  consecuencia  de  las 
inundaciones.  En  verano  basta  abrir  una  trocha  por  el  monte,  para  tener 
un  camino  bueno,  porque  durante  seis  meses  no  llueve,  y  no  hay  que  vencer 
las  asperezas  de  montañas  altas.  Pero  en  el  invierno,  y  en  las  partes  en 
que  llueve  todo  el  año,  al  pié  de  la  Cordillera,  los  caminos  son  talvez  peores 
que  en  la  sierra,  porque  las  aguas  se  estancan  en  un  terreno  sin  declive, 
el  camino  se  convierte  en  una  ciénaga  hedionda  y  sin  fondo,  faltando  casi 
siempre  el  cascajo  ó  el  sustrato  sólido,  que  en  la  sierra  se  encuentra  á 
menudo.  No  me  cabe  duda,  que  en  muchas  partes  del  litoral  la  construcción 
y  conservación  de  una  carretera  sólida,  que  sirva  también  en  invierno,  seria 
mas  difícil  y  mas  costosa,  que  la  de  un  ferrocarril  de  segundo  orden. 

En  las  provincias  bien  pobladas,  como  en  las  del  Guayas,  de  Los  Rios, 
y  en  la  parte  meridional  de  la  de  Manabí,  todos  los  pueblos  y  haciendas 
están  imidas  entre  si  por  caminos  de  herradura,  que  en  verano  nada  dejan 
de  desear,  sino  á  veces  mayor  cuidado  en  tenerlos  abiertos  y  libres  del 
ramaje  en  las  partes  montuosas.  Pero  en  las  regiones,  en  que  no  hay  una 
población  estable,  como  en  las  montañas  interiores  de  Manabí  y  al  Norte 
de  Balzar  y  Quevedo,   asi  como  en  toda  la  provincia  de  Esmeraldas,  los 

14* 


212  TOPOGBAFIA.   —   APÉNDICE. 

caminos  de  herradura  faltan  completamente.  £1  único  camino,  que  encon- 
tramos al  Norte  de  Bahía  de  Caráques,  es  él  que  sigue  la  costa  del  mar, 
comunicando  los  pocos  pueblos  y  sitios  marítimos.  Este  camino  es  bueno, 
donde  es  natural,  es  decir,  donde  consiste  en  la  playa  arenosa  del  mar  (du- 
rante la  marea  baja),  pero  es  abominable,  donde  es  artificial,  y  donde  con- 
duce por  los  «deshechos»,  es  decir,  donde  se  aleja  por  trechos  de  la  playa, 
para  evitar  algunos  pasos  malos,  que  se  hallan  comunmente  al  pié  de  las 
puntas,  que  caen  perpendicularmente  al  mar,  sin  dejar  lugar  á  la  formación 
de  playas.  Los  costeños  usan  poco  esta  vía  natural,  tan  acostumbrados 
están  á  hacer  su  tráfico  en  chatas,  botes  y  canoas,  tanto  por  el  mar,  cuanto 
por  los  esteros  y  ríos.  —  Todo  el  interior  montañoso  de  este  pais  carece 
de  caminos,  pues  aunque  los  caucheros,  ú  otros  traficantes,  abren  de  vez  en 
cuando  una  trocha  ó  senda  de  á  pié,  esta  se  cierra  en  pocas  semanas  por 
una  vejetacion  indomable.  El  que  quiere  penetrar  allá  con  bestias,  aunque 
sea  por  algunas  cuadras,  provéase  con  hacha  y  machete  y  mucha  paciencia. 

Pasando  á  los  caminos  de  la  región  andina  é  interandina,  podemos  decir, 
que  no  hay  mas  que  un  camino  bueno,  que  es  la  carretera,  desde  Quito 
hasta  Sibambe,  obra  que  se  debe  al  patriotismo  y  á  la  energía  del  Presi- 
dente García  Moreno.  ¡Ojalá  que  no  se  hubiese  abandonado  jamas  el  proyecto 
primitivo  de  prolongar  la  carretera  hasta  Milagro  ó  hasta  Yaguachi!  Con 
la  idea  de  comunicar  mas  pronto  el  litoral  con  la  carretera  de  Sibambe, 
mediante  un  ferrocarril,  quedó  el  pais  sin  una  y  otro.  Me  atrevo  á  enunciar 
la  aserción  en  apariencia  paradoja,  que,  si  se  hubiese  concluido  primero  la 
carretera,  y  después  comenzado  el  ferrocarril,  este  último  hoy  estaría  mas 
adelantado  de  lo  que  es,  después  de  20  años  de  trabajo.  Respecto  á  los 
demás  caminos  dice  el  Señor  P.  F.  Cevallos  (VI,  pág.  77):  «Propiamente  no 
ha  habido  caminos  sino  en  las  provincias  ó  lugares,  en  que  la  naturaleza 
de  los  terrenos  se  ha  prestado  para  su  conservación,  sin  necesidad  del  auxilio 
del  hombre.  Asi  el  camino  ordinario  y  principal,  que  atraviesa  de  N  á  S 
toda  la  República,  desde  el  Carchi  hasta  Zumba  y  Macará,  aunque  bueno 
en  las  provincias  del  Pichincha,  León,  Tunguragua  y  Chimborazo,  como 
generalmente  lo  son  también  los  de  sus  contornos  inmediatos;  en  las  demás 
solo  puede  llamarse  regular  en  la  temporada  de  sequía,  y  no  malo  sino  pé- 
simo en  la  de  aguas.  —  Los  caminos  trasversales,  que  tenemos  para  diri- 
girnos á  la  provincia  de  Oriente  ó  á  las  occidentales,  son  caminos  para 
cabras,  principalmente  para  llegar  á  la  primera,  hay  que  andar  á  pié  por 
varios  (lias  ó  ser  llevado  á  espaldas  de  cargueros  y  expuesto  á  veces  á 
quedarse  á  las  márgenes  del  rio  ó  ríos,  que  de  súbito  crecen  y  se  ponen 
intransitables.» 

Los  caminos  del  Oriente,  ó  mejor  dicho,  los  que  conducen  al  Oriente, 


vías  de  comunicación.  213 

han  sido  descritos  muchas  veces  por  los  viajeros,  también  por  Villavicencio. 
Su  número  se  reduce  á  cinco:  Io  el  do  la  provincia  del  Pichincha  por  Pa- 
pallacta,  para  los  pueblos  del  Ñapo,  el  mas  trillado  de  todos;  2o  el  de  la 
provincia  del  Tunguragua,  por  Baños,  hasta  Canelos,  el  mas  aparente,  según 
parece,  para  mejorarlo,  pues  no  pasa  por  la  región  alta  de  los  páramos; 
3o  el  de  la  provincia  del  Chimborazo  hasta  Macas;  4o  el  de  la  del  Azuay, 
por  Sigsig  á  Gualaquiza,  y  5o  el  de  la  de  Loja,  que  vá  por  Vilcabamba  y 
el  nudo  de  Sabanilla,  para  descender  á  lo  largo  del  rio  Chinchipe  á  Zumba 
y  Chito  y  hasta  Jaén.  Algunos  agregan  un  camino  de  Imbabura  á  Pun  y 
el  rio  Cófanes  (Aguarico),  y  otro  de  Latacunga  por  las  faldas  del  Cotopaxi 
al  Ñapo;  pero  ambos  no  son  hoy  traficados. 

La  comunicación  del  callejón  interandino  con  las  provincias  litorales  es 
mala  y  casi  nula  en  la  porción  setentrional  de  la  República,  es  decir,  en 
las  provincias  de  Imbabura  y  Pichincha  de  un  lado,  y  las  de  Esmeraldas  y 
Manabi  del  otro.  —  El  camino  llamado  de  Carondeled,  que  conduce  de  Ibarra 
al  Pailón,  es  de  herradura  y  regular  hasta  las  últimas  haciendas  del  valle 
del  rio  Mira,  ó  hasta  la  cercanía  de  la  desembocadura  del  rio  Lita.  De  ahí 
se  trafica  por  una  casualidad  á  pié  al  Pailón  ó  á  Cachabi.  Los  caminos  de 
á  pié,  que  hubo  en  algunas  épocas  de  Otavalo  y  de  Quito  á  Esmeraldas,  es 
decir,  á  los  embarcaderos  del  Guallabamba,  de  Caoni  y  de  Silanchi,  están 
cerrados  y  casi  olvidados.  El  camino  de  Manabi,  á  saber,  el  de  Quito  á 
Bahía  de  Caráques  por  St°.  Domingo,  todavía  no  llega  á  este  último  pueblo, 
por  el  resto  conduce  una  trocha  recien  abierta,  que  pronto  se  cerrará  y  que- 
dará sin  objeto,  si  no  se  realiza  el  proyecto  de  ferrocarril. 

Hay  algunos  caminos  de  herradura  muy  malos,  que  cruzan  la  Cordillera 
occidental,  pero  acaban  en  las  faldas  exteriores  de  ella,  y  no  llegan  al  litoral. 
Tales  son  los  que  conducen  por  Cotacachi  y  por  Perucho  á  Intac,  los  que 
van  de  Quito  por  Cotocollao  á  Nieblí,  á  Nono,  á  Nanegal,  á  Mindo,  por  Lloa 
á  algunas  haciendas  atrás  del  Pichincha,  de  Latacunga  á  Sigchos  etc. 

La  falta  de  caminos  en  la  parte  setentrional  del  pais  se  explica  fácil- 
mente por  la  ausencia  de  población.  Es  imposible,  que  entre  los  cuatro 
pueblos  marítimos  y  el  pais  interandino  se  desarrolle  un  comercio  tan  vivo 
y  fructuoso,  que  recompense  un  viaje  largo  y  penoso  al  través  de  una  región 
tan  áspera  y  ancha,  que  separa  los  pueblos,  ó  que  costee  la  construcción 
de  caminos.  En  efecto  ¿qué  puede  enviar  la  sierra  á  los  pueblos  de  Esme- 
raldas, que  estos  no  reciban  mas  cómodamente  y  mas  barrato  por  otra  via? 
Los  pocos  artículos  de  consumo,  que  ellos  necesitan  en  un  año,  se  podría 
llevar  por  un  buen  camino  en  una  semana.  Y  vice  versa:  ¿qué  artículos 
podrían  importar  los  pueblos  de  Esmeraldas  en  los  del  interior,  que  estos 
no   reciban  á  menos  trabajo  y  costo  por  otras  vías?    De  consiguiente  el 


214  TOPOGBAFIA.   —    APÉNDICE. 

comercio  interior  solo  no  mejorará  los  caminos  en  esta  parte,  porque  la 
perspectiva  no  es  halagüeña.  Si  la  abertura  de  caminos  y  de  algunos  puer- 
tos mayores  en  la  costa,  atraería  el  comercio  exterior  (exportación  ó  impor- 
tación), es  otra  cuestión  di  tinta,  que  no  puedo  decidir,  porque  se  necesi- 
taría un  gran  acopio  de  datos  estadísticos,  sobre  la  productibilidad  y  el 
consumo  de  aquellas  provincias,  datos  que  en  realidad  nos  faltan. 

La  confirmación  de  lo  que  acabo  de  exponer,  encontramos  en  el  hecho, 
de  que  desde  el  punto,  en  que  las  provincias  litorales  son  bien  pobladas, 
se  desarolla  un  comercio  vivo  entre  ellas  y  las  serraniegas,  y  en  conse- 
cuencia hay  muchos  caminos  de  herradura,  que  las  ponen  en  comunicación. 
Indicaré  los  principales,  que  casi  todos  he  recorrido  personalmente.  El  pri- 
mero sube  por  el  valle  de  Quevedo  y  Pilaló  á  Latacunga.  Por  la  hoya  del 
rio  Zapotal  y  Juntas  entran  los  caminos  de  Angamarca  y  de  Simiátug,  que 
conducen  á  Latacunga,  Ambato  y  Guaranda.  De  Babahoyo  parten  muchos 
caminos  á  la  sierra:  uno,  que  se  llama  de  San  Antonio,  vá  por  Cacharí, 
sigue  el  rio  de  Pozuelos,  y  sube  por  las  haciendas  de  Pacana  y  San  An- 
tonio á  Pucará  y  Guaranda.  Otro,  el  mas  trillado  y  mas  antiguo,  es  el, 
que  vá  por  Sabaneta  á  Balsabamba  y  conduce  á  Guaranda,  ó  por  San  Miguel, 
ó  por  San  Sebastian,  ó  por  Chapacoto.  Ademas  se  deriva  de  él  en  Balsa- 
bamba  el  camino  antiguo,  que  vá  por  San  Jorge  al  valle  de  la  Chima.  Otro 
camino  sigue  desde  Babahoyo  el  rio  de  Bodegas  arriba  hasta  las  Juntas, 
y  sube  por  el  valle  del  rio  Limón  á  Chillanes.  Como  el  valle  de  Chimbo, 
según  mi  modo  de  ver,  pertenece  ya  á  la  región  andina,  no  hablo  aquí  de 
los  caminos  que  conducen  de  la  provincia  de  Bolivar  á  la  del  Chimborazo. 
—  Desde  Puente  de  Chimbo  (estación  del  Ferrocarril)  parten  los  caminos, 
que  van  por  el  valle  de  Chimbo  á  Guaranda,  y  por  valles  laterales  á  Sibambe 
(por  Cayandeled  ó  por  Sacramento),  á  Linje,  á  Pallatanga,  y  por  Pangor  á 
Cajabamba,  otro  vá  por  el  valle  del  Chanchan  á  Sibambe.  Por  el  valle  del 
Rircay  sube  un  camino  de  Boliche  ó  Taura  á  Suscal  y  Cañar.  Otro,  mas 
frecuentado,  conduce  á  Cañar  de  Naranjal  por  el  valle  del  rio  Suya  y  por 
Gualleturo.  Un  ramal  de  este  camino  sube  por  el  valle  del  rio  Patul  á  la 
Cordillera  de  este  nombre  y  á  Cuenca.  El  camino  real  de  Cuenca  deja 
desde  Naranjal  el  valle  principal,  y  sube  por  el  de  Chacayacu  á  Yerbabuena 
y  Molleturo,  y  en  seguida  por  el  valle  del  Mihuir  al  Cajas  y  á  Cuenca. 
Otro  camino  conduce  á  Cuenca  por  el  valle  del  rio  Balao,  cruzando  la  Cor- 
dillera mas  al  Sur  del  Cajas.  Por  el  valle  del  rio  Tenguel  se  puede  pasar 
la  Cordillera  en  Mullepungo  y  llegar  á  Pucará  en  la  hoya  del  rio  Jubones. 
A  la  misma  hoya  conduce  el  camino  de  Máchala  y  Pasaje,  que  sigue  el  rio 
Jubones  hasta  el  valle  de  Yunguilla.  Un  poco  mas  al  Sur  encontramos  el 
camino  de  Sta.  Rosa  á  Zaruma  y  Loja,  y  finalmente  hay  dos  caminos  que 


vías  de  comunicación»  215 

van  de  Túmbez  á  los  cantones  de  Célica  y  Catacocha,  uno  por  Puyango  y 
otro  por  el  Casadero. 

Todos  estos  caminos  enumerados,  y  algunos  mas  de  menor  importancia, 
se  parecen  en  muchos  puntos,  y  conociendo  uno  ó  dos,  se  tiene  una  idea 
general  de  todos.  Hé  aquí  el  tipo  de  ellos:  De  la  llanura  entra  el  camino 
en  uno  de  los  valles,  que  se  extienden  entre  los  ramales  occidentales  de  la 
Cordillera.  El  valle  al  principio  es  ancho,  el  levantamiento  del  terreno  suave, 
el  rio  bastante  manso.  Poco  á  poco  el  piso  del  camino,  antes  arenoso  y 
lodoso,  se  presenta  por  trechos  con  cascajo  mas  ó  menos  grueso,  el  rio  lleva 
guijarros  mayores,  las  montañas  se  acercan  al  curso  del  rio,  y  con  esto 
entramos  en  la  región  húmeda,  en  que  llueve  casi  todo  el  año,  á  lo  menos 
todas  las  noches.  Aquí  principian  los  trabajos:  el  valle  es  angosto,  la  gra- 
dación del  terreno  fuerte,  por  escalones  se  sube  las  mesetas  angostas  que 
á  ambos  lados  del  rio  se  siguen  una  sobre  otra,  y  se  componen  de  cascajo 
mezclado  con  enormes  pedrones;  en  medio  y  cortándolas  verticalmente,  se 
precipita  el  rio  estrepitoso  por  saltos  y  cascadas,  entre  los  negros  peñascos 
sembrados  en  su  cauce.  El  viajero  ya  se  en  tierra  con  su  cabalgadura  en 
lodazales  hediondos  y  llenos  de  sustancias  pútridas,  ya  corre  peligro  de 
resbalar  y  de  caer  en  el  precipicio  de  una  quebrada,  ó  de  quedarse  clavado 
en  una  angostura  de  las  rocas  que  cubren  el  camino  y  entre  las  cuales  las 
bestias,  torciéndose  y  jalando,  apenas  pueden  pasar  su  propio  cuerpo.  En 
donde  las  rocas  escarpadas  de  las  montañas  llegan  hasta  la  orilla  del  rio, 
el  camino  le  cruza,  ó  sigue  por  largos  trechos  dentro  del  agua,  donde  es 
posible,  y  estos  pasajes  por  el  rio,  que  no  siempre  carecen  de  peligro,  se 
repiten  en  algunos  de  tales  caminos  (p.  ej.  en  el  de  Sta.  Rosa)  diez  ó  veinte 
veces  en  pocas  horas,  pues  se  prefiere  la  via  acuática  á  las  horribles  subi- 
das y  bajadas  por  las  cuchillas  á  lo  largo  del  rio.  Á  todas  estas  lindezas 
del  camino  se  agrega  lo  cerrado  y  tupido  de  una  vejetacion  demasiado  exu- 
berante; abajo  las  raices  enredan  los  pies  de  las  bestias,  y  los  arboles  caidos 
las  obligan  á  saltos  mortales  ó  á  rodeos  largos;  de  arriba  amenazan  al  ginete 
las  mil  clases  de  enredaderas,  bejucos,  espinos,  ramas  pendientes,  árboles 
inclinados;  y  por  añadidura  todo  está  goteando  de  humedad,  porque  rara 
vez  los  rayos  del  sol  penetran  en  estas  selvas  húmedas,  y  no  hay  tiempo 
para  evaporar  tanta  agua,  que  cae  cada  noche  de  nuevo.  Un  silencio  pro- 
fundo reina  en  estos  bosques  primevos,  solo  de  vez  en  cuando  interrumpido 
por  el  bramido  de  los  monos,  ó  la  algarada  disonante  de  los  loros;  el  grito 
de  un  arriero,  que  de  lejos  anuncia  la  llegada  de  una  recua  de  burros, 
es  un  consuelo.  Rara  vez  un  viento  fresco  mueve  la  atmósfera  cálida  y 
estancada;  el  cuerpo  y  el  espíritu  del  hombre  languece,  y  deseando  salir 
cuanto  antes  de  este  valle  sombrío,  reniega  las  bellezas  decantadas  de  la 


216  TOPOGBAFIA.   —   APÉNDICE. 

vegetación    tropical,    que    oprime    su   corazón,    y   apura   sus   pasos   hacia 
arriba. 

Bañados  en  sudor  trepan  hombres  y  animales  las  primeras  gradas  de 
la  Cordillera.  En  la  altura  de  600  ó  800  metros,  comunmente  en  un  punto 
de  reunión  de  algunos  valles  y  ríos,  el  camino,  abandonando  el  fondo  del 
valle,  toma  la  ladera  de  un  estribo  de  la  Cordillera  alta,  y  sube  en  forma 
de  zigzag  sobre  su  cuchilla  ó  cresta,  que  es  la  linea  divisoria  entre  dos 
valles,  hasta  la  cima  de  la  Cordillera,  ó  hasta  el  límite  superior  de  la  vege- 
tación arbórea,  en  donde  las  montañas  alcanzan  una  altura  tan  considerable. 
Pero  con  este  cambio  de  sistema  no  se  mejora  el  camino.  En  primer  lugar 
comienza  aquí  la  verdadera  «cuesta»,  es  decir  la  subida  empinadísima,  que 
dura  muchas  horas  y  rara  vez  es  interrumpida  por  una  meseta  corta;  la 
caída  del  camino  es,  apesar  de  las  muchas  vueltas  y  girones,  demasiado 
fuerte,  y  casi  siempre  el  ángulo  de  inclinación  excede  el  máximo,  que  se 
suele  dar  á  los  caminos  de  herradura.  En  segundo  lugar,  —  y  esto  es  lo 
peor,  —  esas  laderas  inferiores  de  la  Cordillera  y  de  sus  ramales  se  com- 
ponen de  un  terreno  malísimo,  que  es  el  producto  de  una  descomposición 
rápida,  química  y  mecánica,  de  las  rocas  constituyentes.  En  esta  zona  de 
humedad  eterna  los  pórfidos  y  las  dioritas,  que  forman  el  esqueleto  de  las 
montañas,  se  hallan  trasformados  en  la  superficie  y  hasta  la  profundidad 
de  algunos  metros,  en  una  arcilla  roja  ó  amarilla,  que  con  el  agua  de  las 
lluvias  se  vuelve  sumamente  resbalosa,  y  mas  luego  se  trasforma  en  lodo 
hondo  y  casi  intransitable.  Aquí  llegan  los  «camellones»,  aunque  no  faltan 
en  los  llanos  ni  en  la  montaña  superior,  al  mayor  grado  de  perfección,  ó 
mejor  dicho,  de  perversión,  y  completan  en  mal  tiempo  la  desesperación  del 
viajero.*)  Los  camellones  son  una  cosa  esencial  é  inseparable  de  un  camino 
á  la  sierra,  y  consisten  en  unas  lomas  de  tierra,  paralelas  á  sendas  zanjas 
transversales,  que  se  forman  con  la  pisada  de  las  bestias.  Muchas  veces 
estas  zanjas  tienen  dos  ó  tres  pies  de  profundidad  y  están  llenas  de  agua 
y  lodo.  Cuando  son  hondas,  los  animales  descansan  con  la  barriga,  y  el 
ginete  con  los  pies,  sobre  la  loma,  y  cuesta  trabajo  zafarse  de  tal  posición, 
en  que  falta  un  piso  seguro.  Los  camellones  se  siguen  á  veces  por  muchas 
cuadras,  y  cuando  se  hallan  en  una  cuesta  empinada,  y  por  añadidura  llenos 
de  piedras  rodadas,  el  viaje  se  convierte  en  una  serie  no  interrumpida  de 
caídas,  resbalones,  tropezadas,  revolcadas,  de  que  hombres,  animales  y 
cargas  salen  literalmente  cubiertos  de  lodo.  Imposible  pintar  la  escena  in- 
fernal, que  se  desarolla,  cuando  en  tales  lugares  se  encuentran  varias  recuas 


*)  Ejemplos  característicos:  la  cuesta  de  St\  Rosa  con  «la  escalera»,  el  camino  de 
Cuenca  en  «el  empedrado»  y  en  Chalapud,  la  cuesta  de  Balsabamba  con  «el  torneado»  etc. 


vías  de  comunicación.  217 

de  burros  y  muías,  unas  subiendo  y  otras  descendiendo.  Los  arrieros  se 
quitan  el  ropaje  hasta  la  última  pieza,  cayendo  y  resbalándose  ellos  mismos, 
buscan  como  precaver  la  caida  de  sus  animales  de  carga,  los  sacan  de  los 
huecos,  los  impujan,  los  levantan  con  sogas,  los  animan  con  gritos,  impre- 
caciones y  golpes  de  palo,  y  con  todo  no  siempre  pueden  evitar,  que  en 
parajes  angostos  se  forme  un  ovillo  inextricable  de  gentes  y  bestias,  de  lodo 
y  carga,  de  raices  y  espinos.  Entonces  el  machete  corta  el  nudo  gordiano,  se 
suelta  la  carga,  se  la  saca  á  un  lugar  seguro,  después  se  salvan  los  ani- 
males, no  siempre  todos,  porque  uno  que  otro  sucumbe  á  las  fatigas  y  queda 
muerto  ó  moribundo  entre  los  camellones,  otros  salen  tan  estropeados,  que 
para  el  resto  del  viaje  quedan  inútiles.  —  Tales  escenas  se  repiten  diaria- 
mente en  tiempo  de  invierno;  pero  también  en  verano  rara  vez  se  seca  la 
región  inferior  de  las  montañas  hasta  el  grado,  que  el  camino  «echa  polvo», 
como  dicen  los  arrieros,  cuando  es  algo  regular. 

Por  lo  común  tendremos  el  camino  malo  hasta  la  altura  de  unos  2000  me- 
tros. En  esta  elevación  el  terreno  suele  ser  mas  sólido  y  mas  seco,  y  tam- 
bién la  temperatura  es  mas  agradable;  con  verdadero  placer  recibimos  el 
vientecito  que  sopla  de  las  alturas,  y  respiramos  el  ambiente  balsámico  del 
bosque,  que  ha  cambiado  de  carácter.  Quedan  atrás  los  gigantescos  pero 
sombríos  árboles  de  la  región  inferior,  con  su  follaje  impenetrable;  la  selva, 
aunque  todavía  tupida,  se  compone  de  otras  formas  mas  bajas,  pero  ele- 
gantes y  muy  variadas,  entre  las  cuales  se  distinguen  especialmente  los 
graciosos  heléchos  arbóreos;  solo  las  palmas  de  cera  levantan  sus  esbeltas 
columnas  y  coronas  muy  alto  sobre  las  colinas  de  verdor. 

En  la  altura  de  2000  á  3000  metros  el  bosque  ostenta  la  mayor  riqueza 
de  flores  hermosas  y  raras,  y  contribuye  mucho  á  la  expansión,  que  se  apo- 
dera espontáneamente  del  ánimo  del  viajero,  —  siempre  que  un  tiempo  bueno 
le  favorezca,  y  el  camino  quede  seco.  Porque  en  caso  contrario  le  espera 
en  estas  alturas,  y  especialmente  en  el  límite  de  la  vegetación  arbórea,  y 
al  entrar  á  la  región  del  páramo  ó  de  los  pajonales,  una  molestia  nueva. 
Sara  vez  el  camino  es  llano:  ó  sigue  subiendo  por  cuestas  empinadas,  ó 
hace  ((travesías»  por  las  laderas  de  las  montañas,  y  entonces  también  se 
compone  de  subidas  y  bajadas  rápidas.  El  terreno  superficial  es  una  tierra 
npgra  muy  compacta,  que  con  la  menor  lluvia  se  pone  resbaladiza,  como 
jabón.  Difícil  es  decir,  si  la  subida  ó  la  bajada  es  mas  peligrosa,  el  viajero 
novel  teme  mas  la  segunda,  el  experimentado  la  primera.  En  una  subida 
peligrosa  el  animal,  que  resbala  por  atrás,  fácilmente  cae  por  la  espalda 
sobre  el  ginete,  ó  á  un  precipicio,  que  no  puede  evitar  porque  no  lo  vé;  en 
la  bajada,  al  contrario,  puede  evitar  el  peligro,  y  resbala  con  una  seguridad 
admirable,  juntando  las  manos  y  medio  sentado  sobre  las  patas.    El  ginete 


218  topografía.  —  apéndice. 

que  tiene  una  bestia  medianamente  ejercitada  en  estos  caminos,  no  puede 
hacer  cosa  mejor,  sino  entregarse  al  instinto  de  ella.  A  veces  con  un  solo 
resbalón  baja  20  ó  30  metros  en  linea  recta  ó  siguiendo  los  giros  del  ca- 
mino. En  otros  puntos  tendremos  que  escalar  peñascos  tajados,  por  sendas 
de  dos  pies  de  ancho,  en  que  un  solo  paso  malo  de  la  bestia  nos  lanzaría 
á  un  abismo  horrible.  Y  así  se  siguen  las  peripecias  del  camino  sin  inter- 
rupción, hasta  llegar  á  la  carretera  ó  á  uno  de  los  caminos  interandinos 
principales.  —  En  algunos  puntos  (p.  ej.  entre  Balsabamba  y  el  valle  de 
Chimbo)  el  camino  no  llega  á  la  región  de  los  páramos,  y  el  tránsito  se 
verifica  dentro  de  la  zona  de  vegetación  arbórea;  en  otros  (p.  ej.  en  el  ca- 
mino de  Naranjal  á  Cuenca)  tenemos  que  subir  unos  1000  ó  1500  metros 
mas  por  los  pajonales,  para  cruzar  finalmente  por  un  portezuelo,  muchas 
veces  nevado,  á  la  región  interandina.  En  estas  alturas  el  camino  presenta 
nuevas  dificultades,  enlazadas  con  la  naturaleza  de  los  páramos,  de  que 
hablaré  en  otro  lugar. 

La  descripción  que  precede,  cuadra  poco  mas  ó  menos  á  todos  los  ca- 
minos, que  conducen  del  litoral  á  las  provincias  interiores,  y  también  á 
muchos  de  los  interandinos.  Ya  se  vé  que  el  Doctor  Cevallos  no  exagera, 
cuando  los  llama  «caminos  para  cabras»,  ni  Villavicencio,  diciendo  que  «en 
el  Ecuador  no  tenemos  lo  que  realmente  merece  el  nombre  de  caminos». 

No  veo  la  necesidad  de  enumerar  aquí  todos  los  caminos  del  interior, 
ni  mucho  menos  la  de  describirlos  uno  por  uno.*)  Igualmente  creo  inútil, 
repetir  las  lamentaciones  sobre  su  mal  estado  y  recordar  al  Gobierno  la 
urgente  necesidad  de  mejorarlos;  porque  estoy  seguro,  de  que  el  Gobierno 
reconoce  esta  necesidad  como  todos  los  particulares,  y  preciso  es  confesar, 
que  en  los  últimos  tiempos  ha  gastado  sumas  muy  crecidas  en  la  compos- 
tura de  los  caminos  mas  importantes.  Pero  no  debemos  olvidar,  que  la 
construcción  y  la  conservación  de  los  caminos  en  el  Ecuador  es  mas  difícil 
y  mas  costosa,  que  por  ejemplo  en  el  Perú  occidental,  en  Chile  ó  en  cual- 
quier pais  extratropical ,  á  consecuencia  de  las  inmensas  dificultades,  que  á 
estas  obras  opone  una  naturaleza  indomable,  la  aspereza  del  terreno,  y  las 
condiciones  singulares  del  clima. 

Lo  mismo  se  puede  afirmar  de  la  construcción  de  un  ferrocarril  andino, 
que  tanto  necesita  el  Ecuador,  para  poner  en  regular  comunicación  las  pro- 
vincias del  interior  con  las  del  litoral.  Mas  fácil  será  horadar  los  granitos 
y  las  andesitas  de  la  Cordillera  alta,  que  consolidar  la  linea  en  el  terreno 
deleznable  y  movedizo  en  las  faldas  inferiores  de  ella,  como  ya  lo  ha  pro- 
bado el  trabajo   entre  Puente  de  Chimbo  y  Sibambe.     Algunos  han  creido, 

*)  La  descripción  de  los  principales  véase  en  Villavicencio,  Geografía,  p.  135. 


vías  de  comunicación.  219 

que  se  debería  abondonar  la  ruta  por  el  valle  del  Chanchan  y  tomar  la  por 
el  valle  de  Chimbo.  Pero  las  dificultades  serán  poco  mas  ó  menos  las  mis- 
mas; se  encontrarán  también  en  las  provincias  de  Manabi  y  Esmeraldas  para 
ferrocarriles  futuros,  y  en  general  por  todo  el  declive  occidental  de  los  Andes. 
La  mayor  dificultad  no  consiste  en  la  configuración  topográfica  superficial, 
sino  en  la  naturaleza  interior  de  las  rocas,  y  en  las  condiciones  climatológicas. 
La  obra  gigantesca  del  ferrocarril  de  Oroya  en  Perú  era  relativamente  mas 
fácil,  que  la  comenzada  entre  Puente  de  Chimbo  y  Sibambe,  porque  se  traba- 
jaba en  terreno  sólido.  Quitemos  al  Ecuador  su  vejetacion  y  su  humedad, 
demos  á  las  montanas  el  clima  árido  del  Perú,  y  pronto  tendremos  el  mismo 
terreno  sólido;  la  descomposición  de  las  rocas  cesará,  ó  se  manifestará  por 
otro  modo  menos  perjudicial.  No  hago  esta  observación  para  desalentar,  sino 
para  estimular.  Las  dificultades  son  grandes  y  pueden  retardar  la  obra,  pero 
no  son  invenciblss  y  se  vencerán.  El  ferrocarril  es  una  obra  sumamente 
útil  para  el  Ecuador,  es  necesaria,  por  consiguiente  se  hará.  García  Moreno 
tiene  el  mérito  de  haberla  ideado  y  comenzado,  hace  20  años;  mas  mérito 
y  mas  gloria  tendrá  el  Gobierno,  que  la  lleve  á  cabo,  venciendo  tantas 
dificultades  que  aquel  patriota  no  pudo  proveer. 

El  ferrocarril  del  Sur,  es  decir,  el  que  debe  unir  la  capital  de  la  Re- 
pública con  Guayaquil,  está  concluido  en  su  primera  sección,  desde  la  estación 
de  Duran,  que  está  enfrente  y  á  la  vista  de  Guayaquil,  hasta  Puente  de 
Chimbo,  al  pié  de  la  Cordillera  occidental.  La  segunda  sección,  que  es  la 
mas  difícil  y  comprende  el  ascenso  de  la  Cordillera  pof  el  valle  del  Chanchan 
hasta  Sibambe,  en  la  cercania  de  Alausí,  está  en  construcción,  hace  algunos 
años.  La  tercera  sección,  que  debe  seguir  por  el  callejón  interandino  hasta 
Quito,  no  ha  pasado  todavia  del  estado  de  proyecto.  No  hay  duda,  que  esta 
linea,  elegida  para  el  primer  ferrocarril  del  pais,  es  la  mas  natural  y  la  mas 
ventajosa  bajo  muchos  respetos.  Pone  en  contacto  inmediato  cuatro  pro- 
vincias interandinas  (Pichincha,  León,  Tunguragua  y  Chimborazo)  con  el 
puerto  principal  de  la  República,  y  con  la  provincia  mas  poblada  del  litoral. 
Con  su  prolongación  al  Norte,  á  las  provincias  de  Imbabura  y  de  Carchi,  y 
con  un  ramal,  derivado  en  el  cantón  de  Alausí  hacia  el  Sur,  á  las  provincias 
de  Cañar,  Azuay  y  Loja,  se  completará  mas  tarde  la  comunicación  de  todas 
las  hoyas  interandinas.  Ninguna  otra  linea  serviría  tan  perfectamente  al 
interés  general  del  pais,  como  la  proyectada  (y  en  parte  ejecutada)  de  Quito 
á  Guayaquil.  Siempre  he  sido  de  la  opinión,  que  el  Gobierno  debería  por 
ahora  concentrar  todas  sus  fuerzas  morales  y  materiales  en  la  conclusión  de 
esta  obra  magna,  y  no  debilitarlas  entrando  en  otros  proyectos  mas  ó  menos 
particularistas,  que  por  ahora  son  irrealizables  ó  inútiles.  Algunos  ponen 
toda  la  felicidad  (soñeada)  de  su  provincia  en  la  comunicación  de  ella  por 


220  TOPOGBAFIA.    —    APÉNDICE. 

ferrocarril  con  un  puerto  del  mar,  aunque  se  halle  en  el  desierto  de  Pailón 
(véase  pág.  25),  y  no  piensan  en  la  utilidad  y  necesidad  talvez  mas  urgente, 
de  ponerse  en  comunicación  con  las  otras  provincias  del  interior.  Mucho 
mas  ventajosa  seria  esta  última,  p.  ej.  para  las  provincias  de  Imbabara  y  de 
Carchi,  que  un  camino  al  Pailón.  Es  un  gran  error  creer,  que  basta  que 
el  Gobierno  declare  un  punto  en  la  costa  como  puerto  mayor  y  haga  un 
camino  á  él,  para  atraer  de  un  golpe  el  comercio  exterior  é  interior  á  este 
punto,  y  una  inmigración  numerosa  a  un  pais  hasta  ahora  desierto.  Un 
sueño  utópico  es,  creer  que  con  tal  que  se  pongan  los  rieles  de  un  ferro- 
carril al  través  de  los  bosques  primevos  de  Esmeraldas  y  de  Santo  Domingo 
de  los  Colorados,  se  levantarán  como  por  encanto  pueblos  y  ciudades  á  lo 
largo  de  la  linea.  Á  menudo  se  alega  el  ejemplo  de  Norteamérica,  y  ninguno 
mas  impropio  se  podría  aducir,  porque  falta  completamente  la  analogía;  ¡la 
Sudamérica  (tropical)  no  es  Norteamérica,  y  los  Ecuatorianos  no  son  Yankees! 
Mucho,  muchísimo  se  podría  escribir  sobre  este  tema  —  porsupuesto  sin 
convencer  á  los  utopistas  exagerados  del  Ecuador  — ,  pero  ya  me  he  dejado 
alejar  demasiado  del  objeto  propio  de  mi  libro,  es  decir  de  la  geografía 
fiscia  del  país. 

He  creído  de  muchísima  utilidad  agregar  á  este  artículo  sobre  los  ca- 
minos, y  en  general  á  la  topografía  del  pais,  una  lista  estensa  de  alturas. 
La  pongo  entre  los  «Suplementos»,  y  espero  que  será  recibida  con  agrado  de 
los  hombres  de  ciencia,  topógrafos,  ingenieros  civiles  y  militares,  viageros, 
y  de  todos  los  que  necesitan  ocuparse  teórica  ó  prácticamente  con  las  con- 
diciones hipsométricas  del  Ecuador/16) 


PARTE  H 


GEOLOGÍA. 


Generalidades. 

La  configuración  exterior  del  globo  terráqueo  en  su  totalidad  y  en  sus 
partes,  no  es  otra  cosa,  sino  el  resultado  final  de  una  infinita  serie  de 
sucesos  geológicos,  ó  de  su  desarrollo  sucesivo.  La  geologia  es  la  ver- 
dadera llave  para  la  inteligencia  de  la  geografía  de  un  pais,  y  ambas  cien- 
cias están  en  intima  correlación.  Pero  como  el  estudio  geológico  sale 
siempre  de  las  condiciones  exteriores  y  superficiales  de  un  pais,  la  topo- 
grafía es  también  una  base  de  la  geologia;  esta  base  hemos  echado  en  los 
capítulos  precedentes. 

La  descripción  topográfica  de  un  pais  está  al  alcance  de  todos,  que 
poseen  una  instrucción  mediana;  no  así  la  descripción  geológica,  cuya  in- 
teligencia supone  en  el  lector  conocimientos  especiales  en  mineralogía,  quí- 
mica y  otros  ramos  auxiliares,  y  ante  todo  la  familiaridad  con  los  principios 
fundamentales  de  la  geologia  general.  —  Una  geología  completa  del  pais 
ocuparía  un  tomo  especial,  y  traspasaría  los  limites  de  esta  obra.  Lo  que 
por  ahora  me  propongo  es,  trazar  un  bosquejo  general  de  las  condiciones 
geológicas  del  Ecuador,  y  sacar  algunas  consecuencias  prácticas  de  su  estudio. 
El  uso  de  muchas  palabras  técnicas  y  específicas  será  inevitable  en  esta 
parte;  para  facilitar  su  inteligencia  á  los  lectores,  que  no  han  hecho  un 
estudio  especial  de  la  geología,  he  creido  útil,  colocar  entre  los  «Suplementos» 
un  corto  resumen  de  las  nociones  mas  generales  de  la  geología,  en  cuanto 
tocan  al  Ecuador. (17>  Algunas  discusiones  demasiado  particulares,  que  pueden 
interesar  solo  al  geólogo  de  profesión,  relegaremos  á  las  anotaciones  y 
suplementos. 


222  geología. 

En  cuanto  á  la  cartita  geológica,  que  acompaña  esta  parte  de  la  obra, 
observaré,  que  la  pequeña  escala,  en  que  está  trazada,  no  permite  una  distin- 
ción mas  detallada  de  los  terrenos,  ni  la  indicación  de  las  subdivisiones  de 
las  rocas,  pero  llena  su  objeto  de  facilitar  la  inteligencia  de  la  descripción. 
Es  la  primera  carta  geológica  del  Ecuador,  y  se  funda  en  casi  todas  sus 
partes  en  mis  propias  observaciones.  Donde  estas  no  alcanzan,  las  he  su- 
plido con  datos  ágenos,  ó  extendiendo  un  terreno,  hasta  donde  según  la  con- 
figuración topográfica  y  otros  indicios,  probablemente  alcanza.  No  hay  duda, 
que  este  primer  ensayo  es  todavía  imperfecto,  y  sufrirá  varias  modificaciones 
y  correcciones,  sobre  todo  en  las  partes  menos  conocidas  del  país,  y  en 
aquellas  en  que  no  pude  concluir  mis  estudios  geognósticos.  í18*  Pero  una 
vez  se  debe  hacer  el  principio,  y  cualquier  otro  se  hallará  con  las  mismas, 
y  talvez  con  mayores  dificultades,  que  yo. 

La  historia  de  la  geología  en  el  Ecuador  es  corta.  Á  mediados  del  siglo 
pasado,  cuando  los  Académicos  franceses  Condamine  y  Bouguer,  y  los  ofi- 
ciales españoles  Ulloa  y  Jorge  Juan,  hicieron  sus  estudios,  y  á  fines  del  mismo 
siglo,  cuando  escribió  Velasco,  la  ciencia  geológica  yacía  todavía  en  los 
pañales,  y  por  esto  no  encontramos  cosas  notables  en  sus  escritos,  sino  al- 
gunas noticias  interesantes  sobre  los  volcanes  ecuatorianos,  pero  con  expli- 
caciones á  veces  muy  desgraciadas.  —  A.  Humboldt  era  el  primero,  que 
vino  á  estudiar  el  pais,  provisto  de  suficientes  conocimientos  geognósticos, 
y  sus  trabajos  lo  hicieron  conocer  á  los  geólogos  de  Europa.  Pero  en  los 
pocos  meses,  que  pasó  en  el  Ecuador  (1802),  no  pudo  abrazar,  sino  una  pe- 
queña parte  de  él,  y  sus  estudios  casi  se  limitaron  á  algunos  volcanes  del 
pais  interandino.  —  Su  primer  sucesor  era  Mr.  Boussingault  (1831),  de  que 
podemos  decir  lo  mismo  que  de  Humboldt.  No  se  puede  negar,  que  las 
descripciones  de  los  dos  sabios  nombrados,  especialmente  del  primero,  ejer- 
cían una  atracción  especial  sobre  los  geólogos,  y  todos  los  que  vinieron  al 
Ecuador,  se  dirigían  al  pais  clásico  del  volcanismo,  es  decir  á  la  región  an- 
dina entre  Tulcan  y  el  Azuay,  siguiendo  las  huellas  de  Humboldt.  —  En 
1856  H.  Karsten  publicó  sus  estudios  geognósticos,  hechos  en  Colombia  y  en 
un  viaje  por  el  Ecuador  interandino  hasta  la  provincia  del  Tunguragua.  En 
una  edición  posterior  (1886)  extendió  la  descripción  también  sobre  la  mitad 
meridional  del  Ecuador,  fundándose  especialmente  en  los  estudios,  que  yo  entre 
tanto  habia  publicado.*)  —  Algunos  años  mas  tarde  M.  Wagner  visitó  el  pais, 
limitándose  de  nuevo  á  la  región  interandina  desde  Ibarra  hasta  Riobamba.**) 

*)  27.  Karsten,  Dio  geognostischen  Vorhaltnisso  Neugranada's  (Wicn  185(1).  —  27. 
Karsten,  Géologie  do  l'aneieniie  Colombio  Bolivarienne  (Borlin  188(>)- 

**)    M.    Wagner,    Nuturwisscnsehaftlichc    Roiscn    im    tropischen    Amerika   (Stutt- 
gurt  1870). 


GENERALIDADES.  223 

Todo  el  resto  del  pais  alto,  desde  el  Azuay  al  Sur,  y  todo  el  litoral  que- 
daba tan  desconocido,  como  antes.  El  estudio  petrográfico  se  limitó  á 
algunas  pocas  análisis  químicas  de  rocas  volcánicas,  colectadas  por  los 
viajeros  nombrados,  ó  por  otros  que,  sin  ser  geólogos,  solo  de  paso  pres- 
taron alguna  atención  al  terreno.  —  Entonces  llegaron  en  1870  los  señores 
W.  Reiss  y  A.  Stiibel,  que  después  de  haber  estudiado  los  volcanes  de 
Colombia,  se  propusieron  examinar  toda  la  región  volcánica  del  Ecuador 
sistemáticamente,  según  un  plano  muy  vasto,  y  coronaron  su  obra  des- 
pués de  cuatro  años  de  un  trabajo  ímprobo.  Conocidos  son  en  el  mundo 
científico  los  estudios  de  estos  dos  geólogos,  aunque  por  desgracia  su  gran 
obra  principal  todavía  no  está  concluida.  Sus  colecciones  mineralógicas 
y  geognósticas ,  que  cuentan  millares  de  muestras,  son  lo  mas  completo, 
que  existe  en  ramo  de  volcanologia.  Aunque  el  objeto  especial  de"  dichos 
viajeros  era  el  terreno  volcánico,  no  descuidaban  el  resto  de  las  forma- 
ciones geológicas,  en  cuanto  cayeran  en  el  rayo  de  sus  excursiones  y 
viajes,  especialmente  sus  conexiones  con  las  rocas  volcánicas.  Pero  la 
mitad  meridional  y  toda  la  parte  occidental  de  la  República,  quedaba 
siempre  desconocida. 

Al  mismo  tiempo  (1870),  que  los  doctores  Reiss  y  Stübel,  comencé  yo 
mis  estudios  geológicos  del  pais,  al  principio  en  escala  modesta  y  reducida, 
porque  la  enseñanza  de  las  ciencias  en  Quito  me  dejaba  poco  tiempo  para 
viajes  y  excursiones.  Solo  desde  el  año  de  1875,  después  de  haber  renun- 
ciado la  cátedra,  y  sido  nombrado  geólogo  del  Estado,  pude  emprender  el 
estudio  sistemático  de  las  provincias.  Se  comprenderá,  que  con  preferencia 
me  he  dedicado  al  estudio  de  aquellas  partes  de  la  República,  que  hasta 
entonces  habían  sido  descuidadas  completamente,  como  las  provincias  de 
Loja,  del  Azuay,  y  todas  las  litorales.  Aquí  todo  estaba  por  hacer;  encontró 
un  campo  inculto. 

Fuera  de  los  indicados,  no  se  han  ejecutado  otros  trabajos  geoló- 
gicos de  importancia  en  el  Ecuador,  durante  los  últimos  dos  decenios.  Han 
pasado  algunos  viajeros  científicos,  pero  sin  hacer  estudios  originales.  Solo 
un  geólogo  polaco,  el  Señor  J.  v.  Siemiradski,  que  en  1883  hizo  algunas 
excursiones  á  Alausí  y  al  valle  del  rio  Pastaza,  publicó  en  un  folleto  in- 
teresante los  resultados  de  sus  observaciones  y  las  análisis  de  algunas 
rocas  andesiticas.*)  —  Ademas  se  hicieron  otras  análisis  de  rocas  ecuato- 
rianas en  varios  laboratorios  químicos  de  Europa,  que  sinembargo  solo 
tienen  interés  para  el  petrógrafo  especialista.   —  Hé  aquí  toda  la  liistoria 


*)  J.   v.  Siemiradski ,    Ein  Boitrag    zur    Kcnntniss    dcr    typischen    Andesitgestcine 
(Durpat  1885). 


224  geología. 

de  los  estudios  geológicos  en  el  Ecuador,  que  contiene  á  la  vez  las  fuentes 
de  que  pude  valerme. 


La  Cordillera  oriental  de  los  Andes  ecuatorianos  nos  presenta  las  rocas 
mas  antiguas  de  la  costra  terráquea  conocida,  la  costa  y  el  pais  occidental, 
las  formaciones  sedimentarias  mas  modernas,  y  el  pais  interandino,  con  la 
Cordillera  occidental,  una  mezcla  complicada  de  rocas  plutónicas  y  volcáni- 
cas, predominando  en  la  mitad  austral  las  primeras,  y  en  la  setentrional  las 
segundas.  Esto  se  puede  establecer  en  general,  sin  que  una  zona  excluya 
del  todo  las  formaciones  de  las  otras. 

De  las  formaciones  geológicas,  que  se  llaman  estratificadas  (también 
neptúnicas,  acuosas,  sedimentarias)  se  han  reconocido  en  el  Ecuador  las 
siguientes: 

Io.  La  formación  de  gneis  y  esquistas  cristalinas.  —  Período 

arcaico. 

IIo.  La  formación  cretácea.  —  Periodo  mesozoico. 

IIIo.  La  formación  terciaria.  —  Periodo  kenotóico. 

IVo.  La  formación  cuaternaria  ó  diluvial.  I        ^    ,  _         , 

>  —  Período  moderno. 

Vo.  La  formación  aluvial  ó  moderna.         ) 

Se  vé,  que  falta  de  la  escala  geológica  general  (véase  Suplem.  N.  20) 
un  número  considerable  de  formaciones,  así  todas  las  del  período  paleozoico 
(la  silúrica,  devónica,  corbonífera  y  pérmica),  y  las  dos  primeras  (la  triásica 
y  la  jurásica)  del  período  mesozoico. 

Al  lado  de  las  formaciones  sedimentarias,  é  intercaladas  entre  ellas,  se 
encuentra  una  serie  de  rocas,  que  se  presentan  en  macizos  irregulares,  di- 
ques, vetas  y  filones,  y  que  manifiestan  un  origen  distinto  del  de  las  pri- 
meras. Comunmente  se  llaman  rocas  plutónicas  y  volcánicas.  —  El  origen 
ígneo  de  las  últimas  no  es  dudoso,  mientras  que  respecto  á  las  primeras, 
á  lo  menos  á  las  mas  antiguas  (graníticas),  los  geólogos  no  están  de  acuerdo. 
Esta  obra  no  es  la  palestra,  en  que  podríamos  lidiar  en  pro  ó  en  contra  de 
una  ú  otra  opinión  teórica,  y  ventilar  una  de  las  cuestiones  mas  difíciles  de 
la  geología.  Retenemos  el  antiguo  nombre  para  el  grupo  de  las  rocas  plu- 
tónicas, sin  afirmar  con  esto,  que  todas  ellas  tengan  el  mismo  origen  de  un 
magma  ígneo-fluido,  ó  que  se  hallen  en  su  estado  primitivo;  porque  admito 
para  muchas  una  metamorfosis  posterior  muy  profunda.  —  La  edad  relativa 
de  las  rocas  plutónicas  y  volcánicas  se  determina  según  la  de  las  forma- 
ciones sedimentarias,  con  las  cuales  se  hallan  en  relación.  De  su  edad  re- 
lativa resultará  también  el  orden  natural,  en  que  trataremos  de  ellas.  —  En 
el  Ecuador  podemos  distinguir  tres  grupos  grandes: 


GENERALIDADES.  225 

I#.  Las  rocas  graníticas  y  sieniticas,  que  se  hallan  íntimamente 
conexionadas  con  la  formación  del  gneis  y  de  las  esquistas  cristalinas. 

IIo.  Las  rocas  verdes  y  las  porfídicas  de  toda  clase,  que  están 
en  relación  con  la  formación  cretácea,  y  son,  á  lo  menos  en  su  mayor  parte, 
de  un  origen  mesozoico. 

IIIo.  Las  rocas  volcánicas,  que  caracterizan  especialmente  los  ter- 
renos cuaternarios  y  modernos,  aunque  algunas  de  ellas  parecen  datar  de 
la  época  terciaria. 

Trataremos  de  cada  uno  de  estos  tres  grupos  después  de  las  forma- 
ciones sedimentarias,  que  acompaña. 


Wour,  Ecuador.  15 


Capítulo  I. 
Formación  del  gneis  y  de  las  esquistas  cristalinas. 

El  fundamento  geognóstico  de  los  Andes  ecuatoriales  consta  de  antiguas 
rocas  pizarrosas  de  una  textura  cristalina,  que  solemos  llamar  gneis  y  es- 
quistas (ó  pizarras)  micáceas,  arcillosas,  amfibólicas,  cloríticas,  talcosas  etc. 
según  el  mineral,  que  predomina  en  su  composición.  Estas  rocas  son  estrati- 
ficadas y  consideradas  como  de  origen  neptúnico,  aunque  la  forma  y  los 
caracteres  petrográficos,  con  que  se  presentan  actualmente,  tal  vez  no  son 
primitivos  y  originales,  sino  efectos  del  metamorfismo  químico,  verificado  en 
el  transcurso  de  tiempos  indefinidos.  En  la  cronología  geológica  dichas 
rocas  ocupan  el  lugar  ínfimo,  es  decir,  pertenecen  á  las  formaciones  acuosas 
mas  antiguas,  que  con  los  nombres  de  la  lorenciana  y  hurónica  reunimos  en 
el  periodo  arcaico. 

El  gneis  y  las  esquistas  cristalinas  no  ocuparon  desde  el  principio  la 
posición,  en  que  las  observamos  hoy,  antes  debemos  atribuir  su  levantamiento 
hasta  las  alturas  actuales  á  unos  procedimientos  geológicos  muy  posteriores 
y  relativamente  modernos;  pues  podemos  evidenciar  con  argumentos  indis- 
putables, que  el  levantamiento  principal  de  los  Andes  se  verificó  después  de 
la  formación  cretácea,  durante  el  período  terciario,  y  esto  es,  geológicamente 
hablando,  moderno.  Este  fenómeno,  en  apariencia  paradojo,  de  que  los  le- 
vantamientos de  las  cordilleras  mas  altas  datan  de  tiempos  no  muy  remotos, 
no  es  aislado,  y  se  observa  igualmente  en  el  mundo  antiguo,  como,  por 
ejemplo,  en  el  Cáucaso  y  en  los  Alpes. 

Como  el  armazón  fundamental  de  los  Andes  estaba  sujeto  a  todas  las 
revoluciones  sucesivas  del  globo,  desde  el  periodo  arcaico  hasta  nuestros  dias, 
es  muy  natural,  que  sufrió  mil  alteraciones  tanto  en  su  constitución  interior 
ó  química,  cuanto  en  su  estructura  exterior  ó  arquitectura.  Sobre  todo  son 
las  rocas  eruptivas  las  que,  atravesando  las  estratificadas,  no  dejaron  de 
influir  poderosamente  en  su  yacimiento,  y  de  hacerlo  muy  complicado.  Ade- 
mas las  formaciones  acuosas,  que  subsiguieron  á  las  primitivas,  las  ocultaron 


FOEMACION   DEL   GNEIS.  227 

en  gran  parte  por  su  sobreposicion,  de  manera  que  su  extensión  geográfica 
en  la  superficie  no  es  tan  grande,  como  se  podría  esperar,  y  en  las  llanuras 
occidentales  conozco  muy  pocas  localidades,  al  pió  de  la  Cordillera,  en  que 
se  descubre  este  fundamento  mas  antiguo  del  pais. 

Si  estudiamos  la  extensión  superficial  del  terreno  de  gneis  y  pizarras 
cristalinas  sobre  el  mapa  geognóstico,  veremos,  que  compone  toda  la  Cor- 
dillera oriental  y  sus  faldas  exteriores  ú  orientales,  desde  la  frontera  del 
Perú,  sobre  Huancabamba,  hasta  el  lindero  con  Colombia.  En  la  provincia 
de  Loja  está  sumamente  desarrollado,  y  baja  también  por  las  faldas  occi- 
dentales de  la  Cordillera  real,  hasta  los  valles  interandinos  profundos.  Según 
el  señor  E.  Witt  de  Loja,  toda  la  hoya  superior  del  rio  Chinchipe  y  de  sus 
tributarios,  desde  el  nudo  de  Sabanilla,  hasta  Zumba  y  Chito,  consta  de 
gneis  y  granito,  estando  el  último  en  intima  conexión  con  el  primero.  El 
mismo  terreno  encontró  dicho  señor  en  las  montañas,  que  forman  la  gran 
hoya  del  rio  Zamora  al  oriente  de  Loja,  hasta  cerca  de  las  llanuras  ama- 
zónicas. —  Al  Oeste  de  Loja  y  de  la  Cordillera  real  se  hallan  algunas  como 
islas  de  gneis  y  esquista,  rodeadas  del  terreno  porfídico;  así  en  la  Cuesta 
de  Amboca,  en  el  camino  entre  Loja  y  Zaruma,  y  en  las  montañas  de  Capiro, 
entre  el  lado  derecho  del  rio  Túmbez  y  el  pueblo  de  Pifias,  que  se  componen 
en  parte  de  un  gneis  típico.  —  Avanzando  hacia  el  Norte,  por  las  provincias 
del  Azuay  y  de  Cañar,  ya  se  limita  el  gneis  y  terreno  esquistoso  á  la  Cor- 
dillera oriental  misma,  sus  laderas  interiores  están  por  algunas  partes  cu- 
biertas de  rocas  volcánicas  modernas.  Por  la  provincia  del  Chimborazo  se 
retira  nuestra  formación  todavía  mas  al  Este,  porque  la  cresta  y  el  lomo 
ancho  de  la  Cordillera  misma  queda  en  gran  parte  cubierto  de  materiales 
volcánicos  (del  Sangay,  Cubillin%  Altar,  Tunguragua).  Sinembargo  en  el 
valle  del  rio  Chambo  se  descubre  por  aquí  y  por  allá  en  las  faldas  in- 
feriores de  la  Cordillera,  en  prueba  de  que  sigue  siempre  debajo  de  los 
materiales  volcánicos.  Al  Norte  del  valle  del  rio  Pastaza  está  muy  des- 
arrollada en  la  Cordillera  de  los  Llanganates;  pero  desde  aquí,  hasta  la  pro- 
vincia del  Imbabura,  ya  no  aparece  en  ningún  punto  del  lado  interior  (occi- 
dental) de  la  gran  Cordillera,  porque  la  cubierta  de  las  lavas  y  tobas  ande- 
siticas  es  demasiado  espesa.  Desde  la  Cordillera  de  Chalupas  sobre  Lata- 
cunga,  hasta  el  Cayambe,  ya  se  debe  pasar  la  cresta  de  la  Cordillera  real, 
para  encontrar  el  gneis  y  las  esquistas  cristalinas,  la  linea,  que  las  limita, 
pasa  por  los  vertientes  orientales  á  bastante  distancia  del  Quilindafia,  Coto- 
paxi,  Sincholagua,  Antisana,  Guamaní  y  Cayambe.  El  Saraurcu  cae  al  Esto 
de  la  linea  y  consta  de  esquista  micácea.  No  conozco  bien  las  condiciones 
geognósticas  al  N  del  Cayambe;  pero  considerando,  que  allá  no  so  levantan 
volcanes  sobre  la  Cordillera,  podemos  suponer  con  fundamento,  que  el  gneis 

15* 


228  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   I. 

y  las  pizarras  cristalinas  se  acercarán  de  nuevo  á  la  hoya  interandina  de 
Ibarra,  y  probablemente  se  extenderán  también  sobre  los  vertientes  occiden- 
tales de  la  Cordillera,  hasta  el  nudo  de  los  Altos  de  Bohche. 

Desde  la  provincia  de  Loja  hasta  Colombia  no  conozco  ningún  punto 
en  la  Cordillera  occidental,  ó  en  sus  faldas,  en  que  se  descubriese  una  roca, 
que  podríamos  adjudicar  á  la  formación  del  gneis  y  de  las  pizarras  antiguas. 
Pero  al  pié  occidental  de  esta  serranía  se  encuentran  á  la  entrada  de  algu- 
nos valles,  en  las  partes  mas  hondas,  y  casi  al  nivel  de  las  llanuras.  Asi 
en  el  rio  Arenillas  y  en  los  ríos  cerca  de  St*.  Rosa,  en  el  valle  del  Jubones 
cerca  de  Pasaje,  y  en  el  rio  Balao,  donde  sale  de  la  Cordillera.  Ademas 
mencionaré  la  presencia  de  granito  y  de  sienita  en  medio  de  la  región  plana 
cerca  de  Pascuales  en  el  rio  Daule  inferior,  y  cerca  de  la  hacienda  de  Cachan 
(al  NE  de  Bodegas).  Granito  y  sienita,  aunque  no  pertenezcan  á  las  rocas 
estratificadas,  se  hallan  en  el  Ecuador  tan  enlazadas  con  el  gneis  y  las 
esquistas,  que  con  seguridad  podemos  deducir,  que  estas  últimas  se  hallarán 
á  poca  profundidad,  debajo  del  terreno  aluvial;  conclusión  á  que  nos  conduce 
también  su  presencia  en  las  localidades  antes  citadas,  casi  al  nivel  de  las  llanuras. 

Bajo  la  denominación  general  de  «esquistas  cristalinas»  comprendemos 
muchas  especies  de  rocas  de  una  estructura  pizarrosa,  y  cuyos  componentes 
son  cristales  ó  fragmentos  cristalinos  de  varios  minerales.  Las  partículas 
componentes  ó  se  distinguen  con  la  vista  Ubre,  entonces  la  roca  es  macro- 
cristalina,  ó  solo  con  ayuda  de  una  lente  ó  del  microscopio,  entonces  es 
micro-cristalina.  A  estas  rocas  pertenece  ante  todo  el  gneis,  que  no  es  mas, 
que  un  granito  esquistoso,  componiéndose  de  los  mismos  elementos  que  este, 
á  decir,  de  cuarzo,  feldespato  y  mica.  Las  esquistas  se  distinguen,  según 
el  elemento  predominante,  en  esquistas  ó  pitarras  micáceas,  clortticas,  tai- 
cosas,  anfibólicas,  grafiticas,  arcillosas  etc.  Entre  las  esquistas  verdaderas 
se  encuentran  estratos  subordinados  de  otros  materiales,  que  ya  no  caen 
bajo  aquel  nombre,  como  es  p.  ej.  la  cuarcita  y  arenisca  cuarzosa.  —  Todas 
estas  variedades  se  hallan  en  el  Ecuador  ya  separadas  según  localidades, 
ya  en  capas  alternativas  y  muy  variadas,  en  un  mismo  lugar.  En  el  último 
caso  se  observa,  que  las  variedades  pasan  á  veces  insensiblemente  una  en 
otra,  asi,  por  ejemplo,  del  gneis  sale  la  pizarra  micácea,  esta  se  hace  mas  y 
mas  fina,  hasta  que  nazca  la  arcillosa;  reemplazándose  sucesivamente  la 
mica  por  clorita  y  talco,  salen  las  untuosas  pizarras  cloríticas  y  talcosas. 
Interesantes  son  las  esquistas  grafiticas.  El  grafito  (ó  la  plombagina),  que 
es  carbono  puro,  se  halla  en  muchas  de  esas  pizarras  en  pequeñas  cantida- 
des, teniéndolas  de  un  color  gris  ó  de  plomo.  En  algunas  partes,  especial- 
mente de  la  provincia  de  Loja,  reemplaza  complemente  la  mica,  y  predomina 


FORMACIÓN  DEL   GNEIS.  229 

tanto,  que  las  piedras  se  parecen  á  una  mezcla  de  arcilla  endurecida  y  gra- 
fito; entonces  la  pizarra,  gris  oscura  ó  casi  negra,  tizna  como  lápiz.  De  tal 
modo  se  encuentra  p.  ej.  en  la  «quebrada  de  lágrimas»  en  Salapa  al  N  de 
Loja,  y  en  el  Ramos-urcu  cerca  de  San  Lúeas.  Mas  ricas  en  grafito  son 
algunas  pizarras  al  pié  de  la  Cordillera  oriental  en  la  provincia  del  Chim- 
borazo.  Sobre  el  pueblo  de  Penipe,  en  el  valle  del  rio  Blanco,  son  muy 
desarrolladas,  y  allí  encontré  en  las  pizarras  oscuras  algunas  capas  delgadas 
y  nodulos  que  constan  de  grafito  casi  puro.  Lástima,  que  esta  sustancia 
valiosa  no  se  halla  en  masas  algo  considerables  en  su  estado  puro,  pues  las 
capas  llegan  solo  á  5  ó  10  milímetros  de  espesor,  luego  que  son  mas  gruesas, 
se  mezcla  tanta  sustancia  arcillosa  con  el  grafito,  que  ya  no  sirve  para  usos 
industriales.  Sinembargo  no  sería  imposible,  que  se  encuentre  con  el  tiempo, 
y  cuando  el  terreno  esté  mas  descubierto  y  accesible,  una  que  otra  capa  mas 
espesa  de  este  mineral  útil. 

En  la  misma  localidad  de  Penipe  se  halla  en  el  terreno,  de  que  habla- 
mos, otra  sustancia  de  un  interés  aun  mas  grande,  la  villa.  En  una  quebrada 
al  SE  del  pueblo,  llamada  Penicuchu,  abrieron  el  terreno  en  busca  de  minas, 
á  la  profundidad  de  algunos  metros,  de  manera  que  en  el  corte  vertical  se 
manifiesta  bien  la  serie  de  capas  sobrepuestas.  Se  observa  tres  bancos  de 
ulla,  separados  entre  si  por  capas  de  pizarra  de  dos  á  tres  metros  de  espesor. 
El  banco  superior  tiene  unos  60  centimetros  de  potencia,  pero  la  ulla  es  de 
una  calidad  inferior  y  muy  arcillosa;  el  segundo  tiene  de  30  á  50  centimetros, 
y  ofrece  un  combustibe  mejor,  así  como  el  tercero,  que  llega  casi  á  un 
metro  de  potencia.  Los  bancos  buzan  hacia  el  interior  de  la  montaña  (al 
E)  con  25  grados;  pero  parece,  que  precisamente  en  esta  localidad,  el  terreno 
ha  sufrido  fuertes  dislocaciones.  El  carbón  pertenece  á  la  clase  que  se  llama 
antracita,  y  que  es  propio  á  las  formaciones  mas  antiguas.  Fósiles  ó  im- 
presiones de  plantas ,  que  pudieran  indicarnos  su  edad  relativa ,  no  se  han 
encontrado  hasta  ahora  en  este  terreno  carbonífero,  ni  en  otras  capas  de  las 
pizarras  cristalinas  del  Ecuador.  Sinembargo  la  presencia  de  antracita,  que 
según  la  opinión  general  de  los  geólogos  solo  puede  derivarse  de  organis- 
mos, demuestra  que  el  nombre  del  período  «azoico»  (=  «sin  vida»),  con  que 
se  llamaba  antiguamente,  y  en  que  cae  la  formación  del  gneis  y  de  las  pi- 
zarras cristalinas,  no  es  del  todo  exacto,  como  también  se  ha  comprobado 
en  otros  países,  en  que  se  han  encontrado  varios  restos  de  animales  en  las 
esquistas  cristalinas.  En  lugar  de  «azoico  o  se  usa  hoy  día  la  palabra 
«arcaico». W 

El  reconocimiento  superficial  del  terreno  de  Penipe  no  es  suficiente,  para 
decidir,  si  el  carbón  será  en  algún  tiempo  explotable  ó  no.  Para  esto  se 
necesitan  trabajos  de  exploración  seria,  y  sondeaduras. 


230  GEOLOGÍA.  —  CAPÍTULO  I. 

Observamos  que  él  rumbo  general  de  las  capas  ó  estratos  del  terreno 
esquistoso  es  el  de  los  Andes  mismos,  á  saber,  de  Norte  á  Sur.  Pero  hay 
innumerables  excepciones  y  aberraciones  locales  de  esta  regla,  sobre  todo 
en  la  cercanía  de  las  rocas  eruptivas,  en  donde  la  determinación  se  imposi- 
bilita simplemente,  sin  duda  por  los  estorbos,  que  ellas  han  ocasionado  en 
el  yacimiento  de  las  capas.  También  es  de  notar,  que  la  estratificación  falsa 
ó  transversal  comunmente  se  halla  mejor  desarrollada  que  la  vedadera,  cir- 
cunstancia que  dificulta  mucho  el  uso  de  la  brújula  geológica  y  del  cimó- 
metro. El  buzamiento,  ó  sea  la  inclinación  de  las  capas  hacia  el  horizonte, 
se  deja  expresar  aun  mucho  menos  en  términos  generales.  Lo  que  se  puede 
decir  es,  que  las  capas  se  hallan  comunmente  erigidas  con  un  ángulo  fuerte 
y  de  mas  de  45  grados.  En  muchísimos  lugares  se  presentan  verticales 
(áng.  90°)  y  hay  veces,  que  se  observa  el  fenómeno  que  designamos  en  la 
geología  con  el  nombre  de  estratificación  inversa.  Estos  fenómenos  no  sor- 
prenden al  observador,  que  toma  en  consideración,  que  en  los  Andes  tuvo 
lugar  uno  de  los  levantamientos  mas  considerables,  que  se  conocen  en  todo 
el  globo.  Cualquiera  que  haya  sido  la  fuerza  levantadora,  lo  cierto  es  que 
las  capas  ya  consolidadas  no  pudieron  alzarse  á  sus  alturas  actuales,  sin  la 
perturbación  mas  completa  en  su  yacimiento  originalmente  horizontal  y  re- 
gular, y  sin  producirse  todos  los  mil  accidentes  consecutivos  á  un  tal  levan- 
tamiento. Por  lo  demás  no  es  preciso  suponer,  que  este  se  haya  verificado 
á  la  vez  y  á  un  mismo  tiempo,  antes  bien  parece  que  ha  sucedido  poco  á 
poco  en  diversas  épocas,  aunque  los  levantamientos  principales  y  últimos 
parecen  coincidir  con  el  periodo  terciario. 

Una  de  las  consecuencias  necesarias  de  los  levantamientos  grandes  y 
sucesivos  es  la  formación  de  un  sinnúmero  de  grietas  y  hendiduras  mas  ó 
monos  anchas  en  las  rocas  en  cuestión,  y  la  consecuencia  ulterior  son  las 
vetas  y  venas  de  cuarzo,  de  espato  calizo  y  de  algunas  sustancias  metálicas; 
pues  sabido  es,  que  tales  vetas  no  son  otra  cosa  que  hendiduras,  que  se  han 
rellenado  de  dichos  minerales,  comunmente  por  vía  acuosa,  es  decir,  por  la 
precipitación  química  de  los  elementos,  que  las  aguas,  circulando  por  las 
rocas,  llevan  en  solución. 

La  mayor  parte  de  las  vetas  blancas,  que  observamos  en  las  esquistas, 
son  de  cuarzo  (sílice  pura),  comunmente  sin  otros  minerales  asociados,  ó  tan 
solo  con  un  poco  de  óxido  de  hierro  ó  de  manganeso.  En  menor  número 
se  hallan  las  venas  de  espato  calizo,  siempre  muy  delgadas  é  incapaces  do 
la  explotación,  tales  como  en  la  cuesta  que  sube  del  valle  de  Catamayo  al 
Villonaco.  En  esta  localidad  encontré,  sobre  todo  en  los  límites  con  el 
terreno  porfídico,  frecuentemente  venas  de  caolina,  ó  tierra  de  porcelana,  que 
es  un  producto  secundario  y  de  descomposición  de  rocas  feldespáticas.    Muy 


F0EMAC10N  DEL   GNEIS.  231 

bien  se  explica  la  presencia  de  esta  sustancia  en  medio  de  las  esquistas, 
aunque  no  se  deriva  de  ellas  mismas  por  secreción  lateral,  como  la  sílice  y 
la  cal.  Son  pues  las  venas  de  caolina  en  efecto  venas  de  pórfido,  que 
llenó  las  hendiduras  de  la  esquista,  y  se  ha  descompuesto  completamente. 
En  la  misma  localidad  encontramos,  como  en  prueba  de  lo  dicho,  algunas 
vetas  gruesas  y  diques  de  pórfido,  en  que  la  metamorfosis  en  caolina  no  se 
ha  efectuado  todavía,  sino  en  la  zona  inmediata  á  la  esquista. 

También  hago  mención  de  un  metal  de  hierro,  que  no  es  muy  común 
y  se  encuentra  en  dos  lugares  del  cantón  de  Loja  en  la  pizarra  micácea:  en 
el  valle  superior  de  Piscobamba  y  en  la  cercanía  del  Villonaco.  Hablo  de 
la  pirotina  ó  pirita  magnética,  que  de  la  pirita  amarilla  común  (soroche)  se 
distingue  por  un  color  mas  subido  que  se  inclina  al  amarillo  del  bronce  ó 
de  la  tumbaga,  y  por  ser  atraída  por  el  imán,  como  el  hierro  magnético  ó 
la  magnetita.  Se  compone  de  60,5  %  de  hierro  y  de  39,5  %  de  azufre  y  no 
tiene  uso  en  la  industria,  sino  para  la  fabricación  de  vitriolo.  Media  legua 
al  Sur  de  la  hacienda  de  Palmira,  en  Piscobamba,  se  encuentran  en  una 
quebrada,  llamada  Ucha-huaico,  grandes  trozos  de  pirotina,  que  derivan  de 
una  veta  3/4  metros  ancha  en  la  pizarra  micácea.  Actualmente  esta  veta  es 
invisible  por  un  derrumbo,  que  sucedió  en  la  ladera  derecha  de  la  quebrada 
y  la  cubrió.  Los  pedazos  que  vienen  del  Villonaco  cerca  de  Loja,  no  se 
distinguen  en  nada  de  los  de  Piscobamba.  Examiné  el  metal,  por  si  acaso 
era  aurífero,  como  lo  es  á  veces  la  pirita  común,  pero  el  resultado  del  aná- 
lisis fué  negativo;  tampoco  contiene  los  elementos  de  cobalto  y  nikel.*) 

Entre  los  minerales  accesorios  de  nuestro  terreno  es  la  magnetita  ó  el 
hierro  magnético  el  mas  frecuente,  pero  no  en  masas  grandes  y  coherentes, 
sino  esparcido  en  partículas  y  cristalitos  aislados.  Rara  vez  falta  del  todo 
en  un  gneis  ó  en  una  esquista.  —  También  la  pirita  común,  ó  el  hierro 
sulfuroso,  es  un  fenómeno  bastante  ordinario.  —  Algunas  veces  he  encontrado 
la  arsenopirita,  ó  pirita  arsenical.  En  la  Cordillera  de  Zamora,  al  Este  de 
Loja,  se  halla  en  las  vetas  de  cuarzo,  asociada  con  muy  poco  de  plata.  Se 
distingue  de  las  demás  piritas  por  un  color  blanco  de  plata,  y  por  el  olor  des- 
agradable de  ajo  (olor  arsenical),  que  se  dispide  al  quemarla  sobre  el  carbón. 

El  grenate  se  encuentra  con  alguna  frecuencia  en  el  gneis  y  las  esquistas 
micáceas,  pero  en  cristalitos  pequeños  sin  mérito.  Según  el  Sefior  Witt  es 
muy  común  en  todos  los  gneises  y  pizarras  micáceas  (también  en  los  gra- 
nitos) de  la  Cordillera  de  Zamora,  hasta  el  valle  superior  del  rio  Chinchipe. 

*)  Las  pirotinas  norte-americanas,  que  contienen  cobalto  y  nikel,  foraian  un  nuevo 
y  muy  lucrativo  ramo  de  la  minería  moderna.  En  donde  so  encuentra  la  pirotina,  siempre 
merece  la  pena  examinarla  por  los  dichos  dos  elementos,  pues  aunque  los  contenga  en 
pequeña  cantidad,  costea  los  trabajos  de  la  explotación. 


232  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  I, 

Anfibola  y  turmalina  forman  manchas  y  masas  cristalinas  en  la  cuarcita  y 
en  algunas  esquistas,  particularmente  en  la  anfibólica. 

Lo  que  llama  la  atención  de  cualquier  observador,  es  el  sinnúmero  de 
venas,  vetas,  nodulos  y  ríñones  de  cuarzo  en  este  terreno,  que  no  faltan  en 
ninguna  parte,  pero  en  algunos  lugares  forman  una  verdadera  red,  y  allá 
no  se  encontrará  fácilmente  un  pedazo  de  un  metro  cuadrado,  que  no  pre- 
sente dos  ó  tres  venas  del  dicho  mineral.  Comunmente  son  delgadas,  de 
dos  líneas  á  dos  pulgadas  de  diámetro,  pero  las  hay  también  de  un  pié  á 
un  metro  de  espesor.  Estas  venas  y  vetas  cruzan  y  cortan  la  roca,  asi  como 
si  mismas,  en  todos  sentidos;  en  la  descomposición  del  terreno  resisten  mas, 
que  otros  minerales,  merced  á  su  gran  dureza  y  á  su  inatacabilidad  para 
con  la  mayor  parte  de  las  influencias  químicas,  y  así  encontramos  la  super- 
ficie del  suelo  sembrada  de  piedras  mas  ó  menos  grandes  de  cuarzo  de  color 
blanco  ó  agrisado. 

Causa  admiración  la  pobreza  relativa  de  estas  vetas  en  un  terreno  pri- 
mitivo y  en  rocas  cristalinas,  pues  los  minerales  accesorios  se  reducen  casi 
á  los  que  he  indicado  para  las  esquistas  mismas,  faltando  aun  el  grenate. 
De  vez  en  cuando  se  encuentra  en  las  oquedades  de  la  piedra  un  grupo  de 
cristal  de  roca,  pero  con  cristales  pequeños,  también  algunos  nódudos  de 
caolina  ó  de  un  hidrosilicato  de  alúmina  (amorfo),  productos  de  descompo- 
sición de  las  sustancias  feldespáticas  de  las  rocas.  No  se  descubre  ningún 
metal  precioso  en  las  vetas  de  cuarto.  En  Gualaceo  me  aseguraron,  que  muy 
atrás  de  la  Cordillera  oriental  han  encontrado  un  filón  de  cuarzo  aurífero; 
no  pude  llegar  á  ese  punto  por  la  mala  estación,  y  por  consiguiente  debo 
suspender  mi  juicio  respecto  de  este  pretendido  descubrimiento;  pero  todo 
el  cuarzo  que  yo  he  visto,  ni  tenia  el  aspecto  singular,  que  suele  presentar 
el  cuarzo  aurífero  y  que  rara  vez  engaña  al  práctico. 

En  plata  las  vetas  parecen  ser  tan  pobres  como  en  oro;  á  lo  menos  en 
la  actualidad  no  se  conoce  en  el  Ecuador  ninguna  mina  de  plata,  que  arme 
en  este  terreno  primario.  En  la  provincia  de  Loja  se  hallan  algunas  antiguas 
labores  en  las  esquistas,  pero  parece  que  han  sido  abiertas  en  busca  de  oro 
y  no  de  plata. (20)  En  la  provincia  del  Chimborazo  goza  la  Cordillera  del 
Cóndor asto,  atrás  del  Altar,  de  la  fama  de  ser  rica  en  minerales  de  plata. 
El  doctor  Stübcl  no  pudo  descubrir  ningún  rastro  de  plata  en  aquellas  vetas 
de  cuarzo/21^  En  la  provincia  del  Tunguragua  son  los  cerros  de  los  Llanga- 
nates,  que  la  tradición  señala  como  metalíferos  y  ricos  en  cobre,  plata  y 
oro.  El  hecho  es,  que  nadie  de  los  vivientes  ha  sacado  ni  un  gramo  de 
dichos  minerales,  y  dicen,  que  los  deroteros  que  dejaron  los  muertos,  no  se 
puede  comprender.  El  doctor  Reiss  estudió  aquella  región  científicamente, 
y  no  encontró  ningún  indicio  de  minas,  pero  sí  tantas  piritas  (sulfuro  de 


FORMACIÓN  DEL   GNEIS.  233 

fierro)  «que  donde  quiera  que  se  rompa  la  roca,  se  vé  relumbrar  el  oro, 
como  decían  mis  compañeros.  Se  reducen  talvez  las  grandes  riquezas  de 
los  Llanganates  á  depósitos  de  este  mineral,  que  ya  tanta  plata  ha  costado 
á  los  mineros  inexpertos  del  Ecuador.»*)  En  el  año  de  1873  fui  mandado 
al  valle  de  Oyacachi,  atrás  de  la  Cordillera  oriental  (entre  el  Saraurcu  y  el 
Anüsana),  para  examinar  una  pretendida  mina  de  plata.  Después  de  trabajar 
varios  dias  en  aquella  región  inhospitalaria,  me  convencí  de  que  allá  no  hay 
plata,  y  que  el  aspecto  exterior  de  algunas  rocas  micáceas  había  engañado  á 
la  gente.  Ademas  resultó,  que  el  denunciante  era  un  embustero,  que  en 
Quito  había  presentado  un  mineral  rico  de  plata,  proveniente  de  Méjico  ó 
del  Perú,  diciendo  que  de  él  constaba  su  amina»  en  Oyacachi. 

No  obstante  la  pobreza  de  las  vetas  de  cuarzo,  la  Cordillera  oriental  es 
un  importante  distrito  aurífero  de  la  República,  por  los  lavaderos  de  oro  que 
tienen  en  ella  su  origen. 

Casi  todos  los  ríos,  que  nacen  en  el  terreno  de  las  esquistas  cristalinas 
de  la  Cordillera  oriental,  llevan  oro  en  mayor  ó  menor  cantidad.  La  mayor 
parte  de  estos  ríos  se  hallan  naturalmente  en  los  vertientes  orientales  de  la 
Cordillera,  desde  la  provincia  de  Loja  hasta  la  de  Imbabura,  porque  en  este 
lado  las  esquistas  llegan  á  su  mayor  desarrollo;  en  el  lado  opuesto  (occi- 
dental) hay  que  buscar  lavaderos  solo  en  las  provincias,  en  que  el  terreno 
esquistoso  se  extiende  hacia  las  hoyas  andinas,  sin  que  se  encuentren  siempre, 
porque  no  en  todas  partes  el  terreno  es  tan  rico,  como  en  la  provincia  de 
Cuenca.**) 

No  hay  duda,  que  el  oro  de  los  lavaderos  trae  su  origen  del  terreno 
esquistoso  mismo,  porque  los  ríos  lo  llevan  en  mayor  cantidad  y  en  partí- 
culas mas  gruesos,  mientras  atraviesan  este  terreno,  y  luego  que  entran 
en  otras  formaciones  geognósticas,  se  disminuye  este  metal,  arrastrado  do 
lejos,  mas  y  mas,  hasta  que  se  pierda  completamente.  Así  los  tributarios 
del  Ñapo,  del  Santiago  y  de  otros  ríos  grandes,  son  auríferos  en  su  curso 
superior,  mientras  no  se  alejan  demasiado  de  la  Cordillera;  en  su  curso 
medio  ó  inferior  son  estériles.  También  en  los  ríos  auríferos  de  la  provincia 
del  Azuay  el  oro  se  ha  depositado  á  lo  largo  de  su  curso  superior,  dentro 
del  terreno  esquistoso,  y  por  esto  ni  el  rio  de  Gualaceo  ni  el  Paute,  que 
reciben  todos  los  ríos  auríferos,  tienen  bastante  oro,  que  recompense  el  tra- 
bajo de  lavarlo. 

Á  la  primera  vista  se  pudiera  creer,  que  el  oro  de  los  lavaderos  pro- 


*)  Carta  del  Dr.  W.  Reiss  á  S.  E.  el  Presidente  de  la  Repúbliea,  sobre  sus  viajes 
á  las  montañas  del  S  de  la  capital  (Quito  1873),  pág.  13. 

**)  En  las  partes  occidentales  del  pais  los  lavaderos  se  derivan  del  terreno  porfídico. 


234  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  I. 

venga  con  preferencia  de  las  venas  y  vetas  de  cuarzo,  pero  me  parece  que 
debemos  abandonar  esta  opinión,  que  al  principio  de  mis  estudios  era  tam- 
bién la  mía;  pues  como  he  dicho  arriba,  ni  una  vez  he  observado  un  granillo 
de  oro  en  las  vetas,  y  en  los  miles  y  miles  de  pedazos  de  cuarzo,  que  rompi 
en  los  lavaderos  mismos  y  en  otros  puntos,  y  que  examiné  con  escrupulosidad 
con  la  lente,  no  descubrí  ni  una  chispa  del  metal  precioso.  Algunos  pedazos 
que  me  parecieron  sospechosos,  llevé  y  los  analicé  químicamente,  pero  con 
el  mismo  resultado  negativo.  En  vista  de  estos  hechos  no  me  queda  duda 
ninguna,  de  que  el  oro  se  halla  diseminado  en  las  esquistas  cristalinas  y  que 
de  ellas  llega  á  su  yacimiento  secundario  en  los  lavaderos,  por  la  descompo- 
sición química  y  mecánica  de  las  rocas.  —  Parece  excusado  advertir  aquí, 
que  el  oro  no  ose  cria»  ni  se  ha  criado  jamas  en  los  lavaderos,  sino  que  en 
ellos  siempre  es  un  mineral,  que  proviene  de  otro  lugar,  comunmente  de 
lejos,  como  los  demás  materiales  que  componen  el  lavadero,  que  por  esto 
mismo  reciben  el  nombre  de  «terreno  de  acarreo». 

En  otro  lugar  hemos  descrito  el  método  sencillo,  con  que  se  forman  los 
lavaderos,  cómo  los  ríos  atacan  y  lavan  continuamente  los  terrenos,  cómo 
las  sustancias  pesadas  se  acumulan  en  sus  lechos,  mientras  que  las  livianas 
son  llevadas,  cómo  en  un  terreno  muy  pobre  en  oro  pueden  formarse  «pla- 
ceres» ricos  etc.  (Véase  el  Suplemento  No.  23.)  Poco  se  necesita  para 
comprender  el  mecanismo  de  la  naturaleza,  solo  que  no  debemos  escatimarle 
el  tiempo,  pero  este  abunda,  pues  ¡cuantos  siglos  hace,  que  los  ríos  trabajan 
sin  intermisión !  miremos  los  valles  hondos,  que  han  excavado  por  la  erosión 
sucesiva  en  esas  cordilleras  extensas  de  gneis  y  esquistas  cristalinas! 

No  sigamos  mas  adelante  con  la  explicación  de  los  lavaderos.  Su  for- 
mación no  cae  en  el  período  primario,  de  que  tratamos  aquí,  sino  en  uno 
mucho  mas  posterior,  es  decir,  en  el  cuaternario  y  moderno.  Por  ahora 
basta  conocer  el  origen  del  oro,  que  contienen;  este  origen  nos  obliga  á 
suponer,  que  el  gneis  y  las  esquistas  cristalinas  en  varias  partes  de  la  Re- 
pública contienen  bastante  oro,  aunque  no  lo  descubrimos  en  sus  venas  y  vetas. 


Capítulo  n. 
Las  rocas  graníticas  y  sieniticas. 

El  verdadero  granito  tiene  en  el  Ecuador  una  extensión  bastante  redu- 
cida. Conozco  solamente  dos  regiones,  en  que  forma  macizos  continuos  y 
algo  considerables,  ambas  en  la  provincia  de  Loja.  Fuera  de  estas  dos 
localidades  se  halla  á  veces  en  bancos  ó  vetas  no  muy  gruesas,  entré  los 
gneises  y  las  esquistas  micáceas,  como  ya  he  dicho  en  el  capitulo  anterior; 
pero  en  estos  casos  es  á  veces  difícil  decidir,  si  el  granito  no  sea  un  gneis 
mal  desarrollado,  es  decir,  que  no  manifiesta  bien  su  estructura  característica 
(pizarrosa  y  ondulada).  Tales  intercalaciones  irregulares  de  granito  en  el 
gneis  se  encuentran  con  preferencia  en  la  Cordillera  oriental  de  toda  la 
provincia  de  Loja;  mas  al  Norte  no  faltan  tampoco,  pero  son  mas  raras. 

Algo  mas  frecuente  que  el  granito,  se  halla  la  sienita,  pero  en  iguales 
circunstancias,  y  siempre  en  porciones  pequeñas;  nunca  la  he  observado  en 
macizos  extensos.  Como  el  granito  con  el  gneis,  asi  la  sienita  está  en  rela- 
ción con  las  esquistas  anfibólicas,  y  sin  duda  esta  relación  no  es  casual, 
sino  genética:  la  mica  caracteriza  el  granito  y  el  gneis,  así  como  la  anfibola 
(hornblenda)  la  sienita  y  las  esquistas  anfibólicas. 

La  diorita  se  encuentra  en  la  provincia  de  Loja  asociada  al  granito  y 
á  la  sienita,  atravesando  en  forma  de  vetas  los  macizos  del  primero.  Puede 
ser  que  en  estos  puntos  sea  muy  antigua  y  pertenezca  al  periodo  arcaico, 
aunque  esas  vetas  también  pudieran  tener  un  origen  posterior.  Sinembargo 
la  mayor  parte  de  las  dioritas  ecuatorianas  son  seguramente  de  una  edad 
mucho  mas  moderna,  su  desarrollo  principal  coincide  con  la  época  cretácea, 
y  algunas  tal  vez  no  se  formaron  sino  en  la  terciaria. 

El  primer  macizo  granítico  se  halla  en  la  hoya  de  Loja,  intercalado  entre 
las  dos  cordilleras  de  esquistas  cristalinas;  se  puede  estudiarlo  en  el  camino 
de  Loja  á  Zaraguro.    Desde  la  estancia  de  Cachipirca  hasta  las  cercanías 


236  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   H. 

de  San  Lúeas  se  observa,  á  ambos  lados  del  hondo  valle  del  rio  Juntas, 
altas  montañas  de  granito,  que  se  extienden  hasta  muy  al  N,  hacia  el 
Guagra-uma,  donde  desaparecen  debajo  del  terreno  porfídico.  —  Diques 
gruesos  y  vetas  del  mismo  granito  se  hallan  en  el  descenso  del  Villonaco 
al  valle  del  Catamayo,  en  la  dirección  á  la  hacienda  de  Juanes,  en  donde 
atraviesa  las  esquistas  cristalinas  casi  en  el  limite  con  el  terreno  porfídico. 

El  granito  de  Juntas  puede  llamarse  típico  en  cuanto  á  su  constitución 
mineralógica,  textura  y  demás  propiedades  físicas  y  químicas.  Es  de  grano 
basto,  de  manera  que  con  facilidad  se  distinguen  los  tres  minerales  consti- 
tutivos: cuarzo,  feldespato  (ortoclasa)  y  mica.  El  primero  es  algo  agrisado, 
el  segundo  blanco,  amarillento  ó  encarnado,  y  la  última  negra  con  lustre 
nacarino.  El  feldespato  suele  predominar  sobre  el  cuarzo  y  la  mica,  y  de 
consiguiente  determina  también  el  color  de  la  roca  compuesta  en  general. 
La  mica  parece  ser  la  de  potasa  (muscovita)  y  no  de  magnesia,  apesar  de 
su  color  oscuro.  Minerales  accesorios  no  he  observado  en  esta  roca,  pero 
no  dudo,  que  se  descubriría  uno  que  otro,  al  dedicar  á  este  terreno  graní- 
tico extenso  un  estudio  petrográfico  mas  detenido. 

En  las  faldas  de  las  montañas  y  las  laderas  tajadas  de  los  valles  se 
vé  una  gran  multitud  de  vetas  y  venas  de  diferentes  clases,  que  cruzan  y 
atraviesan  el  macizo  de  granito,  siguiendo  en  general  el  rumbo  SE -NO  ó 
también  S-N.  Una  parte  de  estas  vetas,  que  tienen  el  ancho  de  pocas  líneas 
hasta  el  de  muchos  metros,  son  de  naturaleza  granítica,  es  decir,  constan 
ellas  mismas  de  granito,  que  se  distingue  y  se  destaca  del  granito  principal 
por  un  color  mas  claro  ó  mas  oscuro,  por  un  grano  mas  fino  ó  mas  grueso; 
son  pues  vetas  de  granito  en  el  granito.  Otras  vetas  y  diques  muy  gruesos 
(hasta  100  metros  de  ancho  y  mas)  pertenecen  á  las  rocas  porfídicas,  sobre 
todo  a  la  diorita,  componiéndose  su  material  esencialmente  de  anfibola  verde- 
negra  y  una  plagioclasa  blanca  (feldespato  triclínico,  probablemente  oligo- 
clasa).  Algunas  venas  delgadas  son  de  una  textura  tan  compacta  y  cripto- 
cristalina,  que  no  permiten  una  determinación  petrográfica  exacta  (son  tam- 
bién de  la  clase  de  las  «rocas  verdes»),  especialmente  cuando  ya  sufrieron 
una  metamorfosis  y  descomposición  completa.  Unas  se  convirtieron  en  una 
sustancia  blanda  terrosa,  otras  se  transformaron  en  serpentina,  transforma- 
ción que  se  observa  también  en  las  márgenes  (salbandas)  de  las  vetas  y 
diques  gruesos,  donde  están  en  contacto  con  el  granito. 

Entre  las  vetas  graníticas  hay  algunas,  cuyos  minerales  componentes 
son  de  un  tamaño  tan  grande,  que  la  roca  debe  llamarse  pegmatita.  Con 
este  nombre  designamos  el  granito,  cuando  los  individuos  minerales  en  lugar 
de  ofrecer  una  mezcla  igual  de  pequeños  granos,  tienen  un  diámetro  de 
algunas  pulgadas  y  á  veces  de  algunos  pies.    En  la  pegmatita  de  Juntas 


LA8   ROCAS   GRANÍTICAS.  237 

los  individuos  de  cuarzo  son  muy  irregulares  y  presentan  manchas  del  ta- 
maño de  un  puño,  los  del  feldespato  son  mas  grandes,  hasta  el  de  una 
cabeza,  y  hay  vetas  gruesas  que  son  feldespato  casi  puro;  la  mica  es  rara 
y  solamente  de  vez  en  cuando  se  vé  un  grupo  de  hojas. 

El  granito  se  descompone  fácilmente  en  la  superficie,  pero  el  producto 
de  la  descomposición  no  es  aquel  barro  rojizo,  que  en  el  terreno  porfídico 
daña  los  caminos,  sino  una  arena  blanca  y  hermosa,  que  hace  los  caminos 
duros  y  secos.  Cada  viajero  notará  lo  bueno  del  camino  desde  Cachi-pirca 
hasta  San  Lúeas,  y  lamentará  el  cambio  triste  al  entrar  otra  vez,  cerca  de 
este  pueblo,  en  los  camellones  y  callejones  acostumbrados.  En  caso  de  que 
se  piense  algún  día  en  hacer  un  buen  camino  de  Loja  á  la  provincia  de 
Cuenca  (¡y  ojalá  se  verifique  pronto  el  deseo  general!)  el  trecho  por  el  ter- 
reno granítico  será  el  mas  fácil,  por  el  buen  material  de  construcción,  y 
porque  no  hay  peligro  que  se  dañe  pronto  el  camino  hecho  de  él. 

El  macizo  granítico  de  Samanamaca,  en  el  valle  del  rio  Calvas,  es  muy 
parecido  al  de  Juntas,  solamente  que  la  observación  es  mas  fácil,  por  la 
escasez  ó  falta  completa  de  vejetacion,  y  que  la  variedad  de  rocas  es  aun 
mas  grande.  Para  el  petrógrafo  las  inmediaciones  de  Samanamaca  son 
interesantes;  no  conozco  otro  lugar  en  la  provincia  de  Loja,  que  en  un  terreno 
tan  reducido  presente  igual  variedad  de  rocas  y  de  accidentes  geotectónicos. 

El  granito  tiene  la  misma  composición  mineralógica  que  el  de  Juntas, 
pero  es  de  un  aspecto  mas  fresco  y  menos  descompuesto,  sin  duda,  porque 
la  acción  destructora  de  la  atmósfera  no  es  tan  enérgica  en  el  clima  seco, 
como  en  el  húmedo.  La  multitud  de  vetas  y  diques  de  otras  variedades  de 
granito,  pegmatita,  diorita  y  otras  especies  de  rocas  verdes  es  aun  mas  con- 
siderable que  en  Juntas,  y  ademas  se  observan  otras  de  sienita,  felsita  y  por- 
firíta.  Muy  lejos  nos  llevaría  la  descripción  detallada  de  todas  esas  variedades. 

La  sienita  se  halla  en  el  terreno  del  gneis  y  de  las  esquistas  siempre 
desempeñando  un  papel  subordinado,  como  ya  queda  dicho  mas  arriba.  Ais- 
lada y  rodeada  de  otros  terrenos  mas  modernos,  la  encontramos  en  unos 
pocos  puntos  de  la  hoya  de  Riobamba,  p.  ej.  al  pié  oriental  de  los  cerros 
de  Yaruquíes,  y  después  en  dos  localidades  del  litoral,  es  decir,  á  las  orillas 
del  rio  Daule  en  Pascuales,  y  en  un  cerrito  aislado  al  Este  de  la  hacienda 
Cacharí,  cerca  de  Bodegas.  La  del  litoral  es  una  sienita  tipica;  en  la  del  valle 
del  rio  Balao,  cerca  de  la  boca  del  rio  Pita,  que  se  halla  asociada  á  las  esquistas 
cristalinas,  una  parte  de  la  anfibola  está  reemplazada  por  mica  negra. 


Capítulo  m. 
La  formación  cretácea. 

En  el  Ecuador  no  se  ha  descubierto  hasta  ahora  ningún  terreno  del 
período  paleozoico,  ni  de  las  dos  primeras  formaciones  del  período  mesozoico. 
Faltan  seis  de  las  formaciones  mas  importantes  de  la  escala  geogenética,  á 
saber,  la  silúrica,  devónica,  carbonífera,  pérmica,  triásica  y  jurásica,  que 
representan  un  período  de  largísima  duración.  Donde  quiera  que  se  puede 
observar  el  contacto  de  las  rocas  arcaicas  con  otras,  se  nota,  que  descansan 
sobre  aquellas  unas  capas  modernas,  desde  las  cretáceas  para  arriba.  Pero 
como  en  Colombia  y  Perú  se  conocen  algunos  puntos,  que  constan  de  ter- 
renos jurásicos,  y  aun  mas  antiguos,  no  seria  imposible,  que  los  mismos  se 
hallen  en  el  Ecuador  en  mayores  profundidades  y  cubiertos  de  los  estratos 
modernos,  ó  que  con  el  tiempo  se  descubran  en  algunos  puntos  de  la  Cor- 
dillera, que  hasta  ahora  no  han  sido  estudiados.  Sinembargo  la  formación 
cretácea  del  litoral,  cerca  de  Guayaquil,  parece  descansar  directamente  sobre 
las  esquistas  cristalinas  y  el  granito,  según  las  muestras  que  sacó  de  la 
profundidad  la  sonda,  con  que  se  quiso  abrir  un  pozo  artesiano  al  pié  del 
cerro  de  Santa  Ana  (en  Guayaquil),  y  también  según  la  observación  hecha 
cerca  de  Pascuales  en  el  rio  Daule  inferior,  donde  la  sienita  se  halla1  cubierta 
de  capas  cretáceas. 

Las  rocas  que  componen  el  terreno  arcaico  (gneis  y  esquistas  cristalinas) 
son  fáciles  de  conocer  y  presentan  en  todas  partes  el  mismo  aspecto  petro- 
gráfico; no  así  las  que  adjudico  á  los  terrenos  cretáceos.  Preciso  es  con- 
fesar, que  la  limitación  de  esta  formación  queda  en  muchos  puntos  mal 
segura,  por  ser  imposible,  determinar  la  edad  de  ciertos  estratos,  cuando  ni 
el  yacimiento,  ni  algunos  fósiles  característicos  nos  sacan  de  la  duda.  El 
diagnóstico  mas  seguro  de  las  formaciones  sedimentarias,  los  fósiles,  falta 
en  el  Ecuador  casi  del  todo.  No  dudo,  que  existirán  en  muchos  puntos, 
pero  para  encontrarlos,  se  necesita  abril*  el  terreno  por  canteras,  cortes  ver- 
ticales en  la  construcción  de  caminos  y  ferrocarriles  etc.    Tales  puntos  son 


LA  FORMACIÓN   CRETÁCEA.  239 

sumamente  raros  en  el  Ecuador,  especialmente  en  terrenos  sedimentarios,  y 
asi  es  una  gran  casualidad  y  fortuna,  encontrar  una  que  otra  concha  mal 
conservada.  En  el  mayor  número  de  casos  nos  vemos  reducidos  á  clasificar 
las  rocas  según  su  hábito  petrográfico  y  su  yacimiento,  ó  según  la  analogía 
y  comparación  con  semejantes  rocas  en  otros  países.  —  Por  la  misma  falta 
de  fósiles  ha  sido  hasta  ahora  del  todo  imposible  determinar,  á  qué  sub- 
división de  la  formación  cretácea  pertenezcan  nuestros  terrenos,  si  á  la  in- 
ferior, media  ó  superior.  La  afácies»,  ó  el  hábito  exterior,  es  en  el  litoral 
bastante  distinta  de  la  de  las  rocas  cretáceas  de  la  sierra,  pero  como  falta 
un  contacto  directo  entre  ellas  (y  los  fósiles),  es  difícil  decir,  cual  sea  la 
sección  mas  antigua.  Debemos  limitarnos  hablar  de  la  formación  cretácea 
en  común,  y  estar  contentos  si  acertamos  siempre  en  esta  determinación 
general. 

Hechas  estas  reservas  y  restricciones,  vamos  á  conocer  la  extensión 
superficial  del  terreno  cretáceo  en  el  Ecuador. 

En  el  litoral  consta  la  Cordillera  de  Chongon  y  Colonche  de  la  forma- 
ción cretácea,  y  se  puede  estudiarla  bien  en  las  inmediaciones  de  Guayaquil. 
Esta  cordillera  comienza  al  lado  este  del  rio  con  los  cerritos  de  Duran 
(cerro  de  las  cabras),  que  faldean  el  ferrocarril  de  Yaguachi;  la  continuación 
subfluvial  del  mismo  terreno  se  manifiesta  en  la  isla  del  «Cerrito»;  después 
se  eleva  á  los  cerros  de  Stft.  Ana,  del  panteón  y  del  manicomio,  y  al  otro 
lado  de  la  interrupción  del  Estero  Salado,  á  los  cerros  de  este  nombre  (del 
Salado).  Desde  este  punto  comienza  la  cordillera  á  elevarse  á  mayores 
alturas  y  á  ensancharse  mucho  entre  la  península  del  Morro  y  de  Stft.  Elena 
y  la  hoya  del  rio  Magro,  como  lo  describimos  en  la  parte  topográfica  de 
esta  obra.  —  No  conozco  toda  la  extensión  de  esta  formación  en  la  pro- 
vincia de  Manabí,  pero  me  parece,  que  á  lo  menos  una  parte  de  las  mon- 
tañas, que  se  presentan  como  la  continuación  de  la  Cordillera  de  Colonche, 
debemos  adjudicar  á  ella,  especialmente  el  cordón,  en  que  se  hallan  el  cerro 
Bravo  y  el  cerro  de  San  Vicente  con  sus  rocas  eruptivas. 

No  hay  duda  que  la  formación  cretácea  se  extiende  á  grandes  distan- 
cias debajo  del  terreno  aluvial  y  cuaternario  de  la  provincia  del  Guayas; 
pues  como  los  cerritos  de  Duran,  hay  algunos  otros,  que  salen  de  la  llanura 
aluvial  en  forma  de  islas.  A  estos  pertenecen  los  cerritos  de  Taura,  entre 
el  pueblo  de  este  nombre  y  el  rio  Guayas,  el  cerrito  de  la  Calentura,  un 
poco  al  N  de  los  de  Duran,  el  cerrito  de  Mapasingue,  y  algunos  cerca  de 
Pascuales.  Todos  ellos  presentan  la  misma  clase  de  rocas,  como  los  cerros 
de  Guayaquil.  Hacia  el  Sur  desaparece  la  formación  cretácea  debajo  de 
las  formaciones  modernas,  hasta  que  al  Sur  del  rio  Túmbez  se  descubre  de 
nuevo  con  los  mismos  caracteres,  como  entre  Guayaquil  y  Chongon.     El 


240  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  HL 

camino  que  conduce  de  Alamor  en  la  provincia  de  Loja  á  Túmbez  por  el 
Casadero,  cruza  este  terreno,  cuyas  quebradas  secas  me  recordaron  viva- 
mente las  que  se  pasa  entre  Juntas  y  Soledad,  cruzando  la  Cordillera  de 
Chongon. 

En  las  hoyas  interandinas  la  formación  no  tiene  una  extensión  muy 
grande,  sin  duda  por  estar  cubierta  en  muchas  partes  por  las  capas  vol- 
cánicas. La  hoya  de  Cuenca  es  la  única,  en  que  se  halla  bien  desarrollada, 
especialmente  en  forma  de  la  «arenisca  de  Azóguez»,  como  veremos.  — 
Dudoso  queda,  si  las  cuarcitas  y  areniscas  cuarzosas,  que  en  la  hoya  de 
Riobamba  en  algunos  puntos  se  descubren  debajo  de  las  masas  volcánicas, 
pertenezcan  á  la  formación  cretácea  ó  nó.  En  atención  de  que  en  su  cer- 
canía también  salen  á  luz  algunas  sienitas,  que  son  mas  propias  á  la  Cor- 
dillera oriental  que  á  la  occidental,  se  podría  agregar  aquellas  rocas  cuar- 
zosas al  terreno  arcaico  de  las  esquistas  cristalinas,  en  que  forman  muchas 
veces  estratos  subordinados,  hasta  que  se  compruebe  su  pertenencia  al  ter- 
reno cretáceo. 

A  un  desarrollo  muy  grande  llega  nuestra  formación  en  la  Cordillera 
occidental,  que  se  compone  en  gran  parte  de  ella,  en  unión  de  varias  rocas 
porfídicas.  Pero  aquí  presenta  un  carácter  tan  singular,  que  me  he  visto 
obligado  á  distinguirla  en  la  carta  geológica  con  una  señal  especial,  indi- 
cando su  íntima  relación  con  dichas  rocas  porfídicas.  Vemos,  que  una  zona 
de  este  terreno  ambiguo  acompaña  toda  la  Cordillera  por  sus  vertientes 
occidentales,  y  que  ocupa  también  la  hoya  de  Chimbo  y  una  parte  del 
sistema  fluvial  del  rio  Catamayo. 

Finalmente  debo  mencionar,  que  en  pocos  puntos  de  las  faldas  inferiores 
y  exteriores  de  la  Cordillera  oriental  se  encontraron  rocas  que  tálvess  se  debe 
clasificar  entre  los  terrenos  cretáceos  (á  lo  menos  entre  los  mesozoicos). 
Así  encontró  el  doctor  Stübel  en  el  rio  Topo,  valle  del  rio  Pastaza,  una 
pizarra  blanda  y  negra  con  impresiones  de  escamas  de  peces,  que  no  se 
podrá  atribuir  al  período  arcaico.  El  doctor  Reiss  pudo  -constatar,  que  la 
cúspide  del  Cerro  hermoso,  en  cuyo  contorno  predominan  el  gneis  y  las 
esquistas  micáceas,  se  compone  de  una  piedra  caliza  estratificada  y  muy 
bituminosa,  que  también  parece  pertenecer  á  una  formación  posterior  á  la 
de  las  esquistas.  —  También  en  la  región  del  Ñapo  parece  emergir  en  al- 
gunos puntos  un  terreno  mesozoico,  cubriendo  las  esquistas  cristalinas,  y 
cubierto  de  las  capas  de  aluvión  moderno.  Así  cita  Orton*)  una  pizarra 
oscura,  con  la  inclinación  al  Este,  en  el  cauce  del  rio  cerca  del  pueblo  de 
Ñapo.    Pero  agrega,  que  mas  al  Oeste  todas  las  faldas  de  los  Andes  constan 

*)  J.  Orton,  The  Andes  and  thc  Amazon  (New -York  1876),  pág.  199. 


LA  FORMACIÓN   CRETÁCEA.  241 

de  esquista  micácea.  Villavicencio  habla  solo  de  las  espesas  capas  de  alu- 
vión, que  cubren  toda  la  región  del  Ñapo  al  Este  de  las  esquistas  crista- 
linas. De  todos  modos,  si  existe  el  terreno  cretáceo  en  uno  que  otro  punto, 
no  forma  una  zona  tan  continua  como  en  la  Cordillera  occidental.  Mas 
desarrollado  se  halla,  según  parece,  en  la  hoya  amazónica  superior,  cerca 
de  la  boca  del  Chinchipe,  en  Bagua,  en  el  Pongo  de  Manseriche,  y  hacia 
Moyobamba  en  el  Perú. 

En  seguida  trataremos  separadamente  de  las  tres  «fácies»  distintas,  que 
la  formación  cretácea  presenta  en  el  Ecuador,  en  el  litoral,  en  la  hoya  de 
Cuenca,  y  por  la  Cordillera  occidental. 

A.   La  formación  cretácea  del  litoral. 

Prodominan  capas  y  bancos  de  caliza,  caliza  silícea,  pizarra  silícea, 
sílex,  cuarcita,  areniscas  amarillas  y  verdes  (glauconíticas)  y  arcillas,  alter- 
nando dichas  rocas,  comunmente  en  estratos  delgados,  muchas  veces  de  un 
modo  muy  variado.  Un  gran  número  de  estas  variedades  se  puede  estudiar 
en  las  canteras  de  Guayaquil  (en  las  Peñas  atrás  de  la  cervecería,  cerca 
del  Manicomio,  en  el  Salado),  de  Chongon,  de  Pascuales,  de  Duran  etc.  — 
La  piedra  caliza  rara  vez  es  tan  pura,  que  sirva  para  quemar  cal;  sinem- 
bargo  se  encontraron  algunos  bancos  buenos  en  Pascuales  y  cerca  de  Chon- 
gon. Casi  siempre  la  caliza  está  impregnada  de  sílice,  y  esta  se  aumenta 
tanto,  que  finalmente  sale  una  pizarra  silícea,  que  contiene  poca  cal.  A  esta 
última  clase  pertenecen  todas  las  piedras  de  color  blanco,  amarillento  y  gris, 
que  se  sacan  de  las  canteras  de  Guayaquil  y  del  Salado.  He  analizado 
muchas  variedades,  que  me  dieron  de  5  á  40  por  ciento  de  cal.  En  las  lajas 
ordinarias,  que  sirven  en  Guayaquil  de  material  de  construcción,  ó  para 
empedrar  calles,  y  que  componen  también  una  gran  parte  del  «cascajo  del 
cerro»,  encontré: 

Cal  (carbonato  de  cal) 38,10 

Otras  sustancias  solubles  (carbonatos  y  silicatos) 29,17 

Sustancias  insoluoles  en  ácido  clorh.  (arena  y  arcilla) 32,73 

100,00 

Otras  lajas  se  componen  de  sílice  casi  pura. 

La  hermosa  piedra  blanca  y  amarillenta  de  textura  semicristahna,  que 
se  saca  desde  algunos  años  acá  de  las  canteras  entre  Chongon  y  Guayaquil, 
para  empedrar  el  Malecón,  y  que  se  halla  en  bancos  de  mucho  espesor,  se 
disuelve  casi  del  todo  en  ácido  clorhídrico,  y  se  compone  de  cal  bastante 
pura. 

No  es  imposible,  que  entre  las  calizas  silíceas  se  encuentren  algunos 
estratos,  que  presentan  la  sílice  y  arcilla  en  proporciones  tan  favorables, 
que  se  debe  considerarlas  como  cal  hidráulica. 

Wou,  Ecuador.  \Q 


242  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO   III. 

Hay  variedades  de  caliza  silícea  muy  oscuras  y  hasta  negras.  Este 
color  proviene  de  la  impregnación  de  sustancias  bituminosas,  y  desaparece 
comunmente,  cuando  se  quema  las  piedras. 

Las  capas  de  arenisca,  que  alternan  con  las  calcáreas  y  silíceas,  se 
puede  observar  bien  en  las  Peñas,  al  N  de  Guayaquil.  Su  color  es  casi 
siempre  oscurso,  inclinándose  al  verdoso  ó  al  parduzco.  Ademas  de  los 
granos  de  cuarzo,  su  componente  principal,  se  observa  muchos  de  glau- 
conita,  aquel  silicato  de  fierro,  que  comunica  á  la  arenisca  su  color  verdoso, 
cuando  el  mineral  es  fresco,  y  pardo  ó  rojizo,  cuando  es  descompuesto  y  en 
parte  trasformado  en  hidróxido  de  fierro.  —  Los  granos  de  la  arenisca  son 
por  lo  regular  pequeños,  pero  á  veces  su  tamaño  llega  al  de  arvejas  ó  de 
nueces,  de  manera  que  las  piedras  pasan  á  ser  un  verdadero  conglomerato 
con  cemento  de  sílice.  Según  mis  observaciones,  las  areniscas  se  encuen- 
tran especialmente  en  los  estratos  inferiores  y  las  calizas  en  los  superiores 
de  la  formación.  —  En  la  superficie  de  los  cerros  las  areniscas  se  descom- 
ponen muy  pronto  y  se  vuelven  desmoronadizas,  pero  en  mayores  profundi- 
dades son  sumamente  compactas.  Tuve  la  siguiente  ocasión  rara  de  estu- 
diar las  últimas. 

Hará  unos  quince  años,  que  se  trabajó  con  mucho  silencio  y  con  un 
entusiasmo  digno  de  mejor  éxito,  en  el  desentierro  de  una  pretendida 
«huaca».  Estando  ya  muy  adelantada  la  excavación,  sin  resultado  ninguno, 
los  empresarios  quisieron  oir  mi  opinión  en  el  asunto,  y  me  llevaron  al 
monte  por  sendas  extraviadas  y  cerradas,  que  nunca  hubiese  encontrado 
después;  pero  juzgo  que  el  sitio  se  halla  una  media  hora  poco  mas  ó  menos, 
al  Oeste  de  Mapasingue,  en  dirección  al  Cerro  azul  (en  la  Cordillera  de 
Chongon).  Me  hallé  sobre  un  terreno  suavemente  ondulado,  que  en  la  super- 
ficie no  presentó  nada  de  particular.  De  repente  nos  hallamos  delante  de  un 
hueco  muy  grande  de  6  metros  de  diámetro  y  de  10  metros  de  profundidad, 
excavado  en  la  peña  viva  á  fuerza  de  la  pólvora.  Me  admiré  de  un  trabajo 
tan  serio  y  costoso,  ejecutado  en  corto  tiempo,  pero  no  pude  comprender, 
qué  motivo  había  seducido  á  los  empresarios,  á  buscar  en  este  sitio  una 
«huaca».  Parece  que  algunos  cantos  irregulares  de  la  piedra  negra  cerca 
de  la  superficie,  eran  suficientes,  para  hacer  soñar  á  un  visionario  con  teso- 
ros enterrados  de  los  antiguos  indios.  Durante  la  excavación  observaban, 
que  la  roca  negra  seguía  también  en  la  profundidad  como  cuarteada,  y  esta 
estructura  natural  tomaban  por  seña  de  una  obra  ciclópica  artificial;  remo- 
vieron uno  de  estos  cantos  enormes  (algunos  tienen  un  metro  cúbico)  tras 
de  otro,  esperando  siempre  que  tras  de  alguno  se  abriese  una  bóveda  llena 
de  tesoros!  Después  de  mi  visita  el  trabajo  se  suspendió.  Un  metro  debajo 
de  la  superficie  descompuesta  comienza  la  roca  sólida,  que  es  una  arenisca 


LA  FORMACIÓN   CBETACEA.  243 

silicificada  sumamente  dura,  de  un  color  negro- verdoso  ó  negro-pardo.  El 
grano  de  esta  arenisca  es  tan  fino,  que  se  parece  á  una  roca  homogénea, 
p.  ej.  á  una  caliza  negra,  ó  también  á  ciertas  «rocas  verdes»  afaní ticas. 
Como  ya  he  dicho,  se  halla  en  bancos  gruesos  con  hendiduras  irregulares, 
de  manera  que  no  pudo  determinar  con  seguridad  su  buzamiento  y  rumbo, 
porque  faltan  los  indicios  de  estratificación.  Á  la  profundidad  de  10  metros 
la  roca  era  la  misma  como  arriba,  y  no  daba  señales  de  acabarse  pronto 
hacia  abajo.  Ademas  de  las  grietas  grandes,  que  separan  los  pedrones  y 
están  llenas  de  una  arcilla  fina,  la  roca  está  cruzada  de  centenares  de  venas 
y  filones  blancos  de  espato  calizo  y  de  brucita. 

El  yacimiento  de  los  terrenos  cretáceos  es  muy  irregular.  Nunca  se 
encuentran  las  capas  en  su  posición  primitiva,  es  decir  horizontal,  sino  ele- 
vadas é  inclinadas  bajo  diversos  ángulos;  enfrente  de  los  Baños  del  Salado 
están  casi  verticales.  En  muchos  puntos  sufrieron  durante  el  levantamiento 
torsiones  violentas,  presentándose  ahora  como  onduladas,  plegadas  y  con 
fallas  (dislocaciones).  Este  fenómeno  se  observa  muy  bien  en  las  canteras 
de  Guayaquil,  entre  el  Panteón  y  el  Manicomio.  El  buzamiento,  ó  la  incli- 
nación, se  verificó  las  mas  veces  hacia  O,  sinembargo  conozco  varias  locali- 
dades, en  que  las  capas  buzan  al  E  y  al  N.  El  rumbo  general  es  el  de  la 
Cordillera  misma,  de  SEE  á  NOO. 

Fósiles  se  han  encontrado  hasta  ahora  en  una  sola  localidad,  cerca  de 
Guayaquil.  He  visto  y  todavía  poseo  unas  lajas  calcáreo-silíceas,  que  están 
llenas  de  impresiones  y  restos  de  conchas.  En  las  calles  de  Guayaquil  con 
empedrado  viejo  se  observa  de  vez  en  cuando  tales  lajas,  y  una  parte  del 
muro  oriental  del  panteón  (hacia  la  esquina  sur)  es  construida  de  ellas.  En 
vano  he  buscado  en  todas  las  cantoras  cerca  de  Guayaquil  el  lugar  de  pro- 
veniencia de  estas  piedras  tan  ricas  en  fósiles.  Parece  que  la  cantera,  de 
donde  fueron  sacadas,  ya  no  está  en  trabajo,  ó  que  la  capa  que  las  contenia 
se  ha  agotado.  Los  restos  mas  frecuentes  pertenecen  al  genero  de  conchas, 
que  se  llama  Inoccramus,  y  que  caracteriza  precisamente  la  formación  cre- 
tácea en  todo  el  mundo.  La  mayor  parte  de  las  conchas  se  hallan  tan 
aplastadas  y  desfiguradas,  que  es  casi  imposible  determinarlas.  En  algunos 
individuos  algo  mejor  conservados  he  creído  reconocer  el  Inoceramus  Roe- 
tneri  Karst,  y  el  I.  plicatus  d'Orb.,  que  ambos  se  encuentran  también  en  los 
terrenos  cretáceos  de  Colombia.  Los  ejemplares,  en  que  se  funda  mi  clasi- 
ficación, deben  hallarse  en  el  museo  de  Quito.  Las  muestras,  que  última- 
mente he  traído  á  Europa,  fueron  examinadas  en  Dresde  por  el  profesor 
Geinitz,  talvez  el  mejor  conocedor  de  los  fósiles  cretáceos.  Según  ól  la 
especie   de   conchas,   que  las  piedras   contienen  en  gran  cantidad,   no  se 

16* 


244  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   III. 

distingue  del  Inoceramus  latus  Sow.,*)  que  se  halla  en  muchos  terrenos  cre- 
táceos de  Europa  y  caracteriza  especialmente  las  capas  turónicas  superiores. 
Con  esto  deberíamos  colocar  la  formación  del  litoral  entre  los  terrenos  me- 
dios de  la  época  cretácea. 

En  minerales  accesorios  nuestro  terreno  cretáceo  es  pobre.  Venas  de 
cuarzo  y  espato  calizo  se  hallan  con  frecuencia.  La  glauconita,  que  forma 
parte  integrante  de  muchas  areniscas,  se  encuentra  también  en  masas  mas 
grandes,  en  forma  de  ríñones  y  nodulos,  y  ha  dado  margen  á  equivocaciones, 
porque  su  color  verde  se  parece  á  veces  al  de  ciertos  minerales  de  cobre. 
—  Un  mineral,  que  es  raro  en  todas  partes  del  mundo,  se  encuentra  en 
nuestro  terreno  con  tanta  frecuencia,  que  se  podría  llamar  característico 
para  él.  Este  mineral  es  la  Brucita,  un  hidrato  de  magnesia,  y  se  halla 
esparcido  tanto  en  las  calizas  silíceas,  cuanto  en  las  areniscas,  formando 
venas  delgadas,  y  comunmente  acompañado  de  espato  calizo.  Del  último, 
con  que  tiene  común  el  color  blanco,  se  distingue  por  su  menor  dureza, 
por  su  lustre  nacarino,  y  por  no  disolverse  en  los  ácidos  con  efervescencia, 
sino  tranquilamente.  Se  halla  en  hojitas  y  láminas  delgadas,  en  masas 
compactas,  y  rara  vez  en  cristalitos  bien  formados.  En  todas  las  canteras 
de  Guayaquil  es  frecuente.  —  De  minerales  metálicos  he  observado  sola- 
mente la  pirita  de  fierro,  que  se  halla  diseminada  en  algunas  rocas  cuarzo- 
sas, especialmente  en  la  cercanía  de  las  dioritas  y  otras  arocas  verdes»,  que 
se  hallan  intercaladas  en  el  terreno  cretáceo,  y  las  que  conoceremos  mas 
tarde.  Como  tales  piedras  piritosas  me  fiíeron  entregadas  muchas  veces 
para  examinarlas  por  oro,  debo  declarar,  que  nunca  pude  descubrir  un  rastro 
de  oro,  ni  en  estas  piedras,  ni  en  otras  del  terreno  cretáceo,  y  hace  tiempo 
que  las  decantadas  «minas»  de  la  Cordillera  de  Chongon  para  mi  pertenecen 
á  las  fábulas  y  cuentos  de  viejas.  —  Del  mercurio  de  las  Peñas  hablaré  en 
otro  lugar. 

B.   La  formación  cretácea  de  la  hoya  de  Cuenca. 

Esta  formación  se  halla  descrita  en  mi  primera  Memoria  sobre  la  pro- 
vincia del  Azuay  (1879)  bajo  el  nombre  de  «Arenisca  de  Azogues».  Aunque 
no  dudaba  de  su  edad  mesozoica,  me  faltaban  sinembargo  argumentos  geo- 
lógicos, que  hubiesen  justificado  su  colocación  en  una  de  las  tres  grandes 
formaciones.  Posteriormente  he  tenido  ocasión  de  estudiar  el  desarrollo  sin- 
gular del  terreno  cretáceo  en  muchos  puntos  de  la  Cordillera  occidental  y 
encontré  tantas  analogías  entre  sus  areniscas  y  la  de  Azogues,  que  me  vi  pre- 
cisado á  tomar  también  la  última  por  un  miembro,  ó  una  «fácies»  de  la  gran 

*)  Véase :  H.  B.  Geinitz ,  Elbthalgcbirge,  ü,  p.  45.    Tab.  XIII,  fig.  4,  5. 


LA  FOBMACION  CBETACEA.  245 

formación  cretácea.  —  A  esto  se  agrega  ahora  el  argumento  paleontológico, 
como  demostraré  mas  abajo. (22)  —  Con  todo  esto  podemos  retener  el  nombre 
primitivo  que  he  dado  al  terreno,  por  hallarse  desarrollado  de  un  modo 
característico  en  el  cantón  de  Azogues.*) 

La  arenisca  de  Azogues  ocupa  la  gran  hoya  interandina  de  Cuenca  en 
su  mitad  setentrional,  y  sigue  también  por  la  parte  meridional  en  la  pro- 
fundidad, pero  allá  está  cubierta  del  terreno  cuaternario  y  de  los  materiales 
volcánicos,  manifestándose  solo  en  quebradas  hondas;  de  manera  que  sus 
límites,  como  se  presentan  en  la  superficie,  podemos  circunscribir  de  este 
modo:  al  Sur  y  Este  del  rio  Matadero  y  Paute  forma  una  banda  angosta  á 
lo  largo  del  rio,  desde  Paccha  hasta  mas  abajo  de  la  desembocadura  del 
rio  de  Collay,  la  cual  está  interrumpida  cerca  de  Gualaceo  por  materiales 
volcánicos.  La  parte  al  Oeste  y  Norte  del  Paute  comienza  en  las  cercanías 
de  Cuenca,  descubriéndose  en  todos  los  valles  debajo  de  una  cubierta  super- 
ficial de  tobas  volcánicas,  y  desde  el  rio  de  Azogues  libre  de  ella.  Sigue 
al  Este  hasta  Huarainac  y  Taday,  lindando  allá  con  las  esquistas  y  después 
con  los  pórfidos,  faldeando  al  N  el  Pilzhun,  los  cerros  encima  de  Biblian, 
el  Bueste,  y  finalmente  al  O  los  ramales  de  la  Cordillera  occidental  encima 
de  Surampalte,  Santa  Rosa  y  Sinineay. 

Esta  es  la  extensión  del  terreno  en  la  hoya  de  Cuenca  y  Azogues.  Pero 
las  areniscas  se  extienden  mas  al  N  á  la  pequeña  hoya  de  Cañar  y  hasta 
el  pié  del  Azuay.  Allá  según  Reiss**)  «se  ven  descubiertas  en  lomas  y 
quebradas  hasta  3600  y  3800  metros  de  altura».  He  creído  al  principio,  que 
las  rocas  arenosas  en  esa  región  alta,  p.  ej.  aquellas  en  que  está  edificado 
el  castillo  del  Inca-pirca,  y  excavado  el  Inca-chungana,  eran  de  distinta  edad 
y  origen,  que  nuestra  arenisca  de  Azogues,  porque  encontré  tantos  fragmen- 
tos de  rocas  plutónicas  en  ellas.  Pero  después  de  conocer  mejor  las  idén- 
ticas areniscas  y  conglomeratos  de  la  Cordillera  occidental,  no  veo  razón  de 
separarlas  ó  clasificarlas  en  otra  formación;  solo  hay  que  advertir,  que  lle- 
van mas  bien  el  carácter  de  la  tercera  fácies,  de  que  hablaremos  mas  abajo, 
que  la  de  la  arenisca  genuina  de  Azogues. 

Dos  clases  principales  de  rocas  componen  la  formación  de  Azogues: 
areniscas  y  arcillas  pizarrosas,   todas   las  demás   son   subordinadas.     Las 

*)  Es  costumbre  antigua  de  los  geólogos,  tomar  el  nombre  de  un  terreno  do  la 
localidad,  en  que  se  ha  estudiado  por  primera  vez,  ó  en  que  se  halla  desarrollado  de  un 
modo  característico,  sobre  todo  cuando  presenta  una  fácies  especial.  Así  conocemos  p.  ej. 
«la  arenisca  de  los  Vosges»,  «la  arenisca  de  Fontainebleau»,  «la  creta  de  Mastricht»  etc. 
en  el  mismo  sentido  de  miembros  de  una  formación,  en  que  tomamos  ahora  la  arenisca 
de  Azogues. 

**)  Carta  del  Doctor  \V.  Reiss  á  S.  E.  el  Presidente  de  la  Rep.  sobre  sus  viajes  á 
las  montañas  del  Sur  de  la  Capital  (Quito  1873),  pág.  15. 


246  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   III. 

areniscas  y  arcillas  van  alternando  de  tal  modo,  que  ya  estas  ya  aquellas 
predominan,  observándose  en  general,  que  en  las  capas  inferiores  las  pri- 
meras, y  en  las  superiores  las  segundas  son  las  mas  desarrolladas.  Asi  por 
ejemplo,  las  areniscas  llegan  en  el  valle  del  rio  Paute,  desde  Huarainac 
hasta  el  rio  de  Azogues,  á  una  potencia  enorme,  mientras  que  en  las  cer- 
canías de  Azogues  y  de  Déleg  se  tiene  ocasión  de  estudiar  con  preferencia 
los  mas  delgados  estratos  de  las  arcillas  pizarrozas  y  margosas. 

La  arenisca  cuarzosa  es  comunmente  de  grano  medio,  rara  vez  muy  fino, 
bastante  dura  y  tiene  una  fragmentación  irregular.  En  varios  lugares  se 
observa  el  fenómeno  que  no  es  común  en  las  rocas  sedimentarias  y  que 
llamamos  la  fragmentación  globosa  ó  esferoidal.  En  este  caso  se  vén  en  la 
arenisca,  sobre  todo  en  su  superficie  descompuesta,  unos  globos  grandes  de 
1  á  4  pies  en  diámetro,  diseminados  ó  también  acumulados  de  suerte  que 
se  tocan  mutuamente.  Constan  de  la  misma  arenisca,  solo  que  contienen 
bastante  óxido  de  hierro,  que  les  comunica  un  color  rojizo  ó  pardo.  En  la 
arenisca  fresca  se  distinguen  solamente  por  este  color,  pero  cuando  la  roca 
se  descompone  á  la  influencia  atmosférica,  se  observa  muy  bien  su  textura 
globosa,  deshojándose  ó  fracturándose  en  capas  concéntricas.  Sin  duda  es 
el  óxido  de  hierro  el  que  ocasiona  esta  textura  particular,  y  debemos  con- 
siderar los  globos  como  una  especie  de  concreciones  de  este  metal,  en  que 
entran  los  demás  elementos  de  la  arenisca.  No  seria  difícil  alegar  de  la 
mineralogía  y  geología  varios  casos  análogos.  El  fenómeno  de  que  hablo, 
está  muy  patente  cerca  del  puente  de  Paute  y  en  el  camino  de  Cuenca  á 
Paccha  cerca  del  rio.  —  Hay  lugares  en  que  la  arenisca  es  de  un  grano 
muy  basto,  y  en  algunos  puntos  se  halla  desarrollada  en  forma  de  conglo- 
merato,  teniendo  sus  elementos  componentes  el  tamaño  de  un  huevo  de 
paloma  hasta  el  de  un  puño. 

La  arcilla  pizarrosa  se  puede  considerar  como  un  barro  muy  fino  en- 
durecido. Su  color  es  variado,  pero  casi  siempre  claro,  amarillento,  gris, 
azulejo,  solamente  cuando  se  halla  impregnada  de  sustancias  bituminosas, 
se  oscurece  mas  ó  menos.  Su  textura  es  perfectamente  pizarreña,  á  veces 
hojosa,  y  su  fracturacion  tabular.  Es  de  una  consistencia  blanda,  y  por 
esto  muy  expuesta  á  la  descomposicon ;  con  las  aguas  de  la  lluvia  vuelve, 
á  lo  menos  en  la  superficie,  a  su  estado  primitivo,  por  decirlo  asi,  convir- 
tiéndose en  un  barro  finísimo  y  muy  resbaloso,  que  algunos  caminos  pen- 
dientes hace  casi  intransitables.  La  arcilla  pizarrosa  nunca  forma  capas 
tan  gruesas  como  la  arenisca,  antes  se  observa  que  sus  estratos  suelen  ser 
muy  delgados,  cambiando  cada  rato  de  color,  de  finura,  de  consistencia  etc. 
y  alternando  muchísimas  veces  con  estratos  intercalados  de  arenisca  fina. 


LA  FORMACIÓN  CRETÁCEA.  247 

Las  arcillas  pizarrosas  pasan  á  veces  á  verdaderas  margas,  recibiendo  una 
cierta  cantidad  de  cal. 

La  formación  de  la  arenisca  de  Azogues,  cuyas  rocas  constitutivas  esen- 
ciales acabamos  de  describir,  no  se  halla  en  ningún  lugar  en  su  posición 
primitiva  horizontal,  sino  siempre  dislocada  y  erigida  fuertemente.  El  buza- 
miento de  las  capas  se  verifica  generalmente  hacia  Oeste,  bajo  un  ángulo 
de  45  á  80  grados  (rara  vez  menos)  y  su  rumbo  es  exactamente  S-N.  Por 
esta  dislocación  tan  grande  es  difícil  calcular  la  potencia  total  de  la  forma- 
ción; creo  que  de  ningún  modo  sera  inferior  de  500  á  600  metros,  pero  bien 
pudiera  ser  mucho  mayor. 

Aquel  buzamiento  y  rumbo  general  de  la  formación,  aunque  no  sea  su 
posición  primitiva,  debemos  sinembargo  considerarlo  como  normal  en  su 
estado  actual,  y  es  efecto  de  una  de  las  grandes  causas,  que  han  ocasionado 
el  levantamiento  de  los  Andes.  Muy  bien  hemos  de  distinguir  de  este  fe- 
nómeno general  algunos  accidentes  particulares,  que  observamos  en  el  terreno, 
reconociendo  para  ellos  unas  causas  locales  y  posteriores  al  primer  levanta- 
miento. Así  las  erupciones  volcánicas  cerca  de  Gualaceo,  en  las  alturas 
encima  de  San  Cristóbal  y  en  el  cerro  de  Cojitambo  han  producido  algunas 
perturbaciones  en  las  capas  de  la  arsenisca  y  arcilla  pizarrosa,  aunque  estas 
son  insignificantes.  Mas  interesantes  son  ciertos  hundimientos  y  derrumbos 
en  la  cercanía  de  Paccha  y  al  pié  sureste  del  Cojitambo,  que  de  ningún 
modo  son  de  naturaleza  volcánica,  como  creen  comunmente  los  habitantes 
de  Cuenca.  Entre  el  pueblo  de  Paccha  y  el  cerro  de  Guagualzhuma  se  vé 
la  loma  que  se  extiende  de  este  último  hacia  el  Valle,  como  cortada  en  dos 
partes;  una  mitad  quedó  en  su  posición,  y  la  otra,  que  mira  al  rio  Matadero, 
se  hundió  de  unos  100  metros.  En  la  pared  tajada  que  se  formó  por  el 
hundimiento,  se  observa  que  el  terreno  fundamental  es  la  formación  de 
Azogues  y  que  este  está  cubierto  de  muchos  metros  de  conglomeratos  y 
tobas  volcánicas,  que  naturalmente  como  capas  sobrepuestas  participan  del 
hundimiento  general;  y  asi  es,  que  la  parte  derrumbada  del  terreno  presenta 
una  mezcla  y  un  verdadero  caos  de  piedras  y  trozos  grandes  de  terrenos 
de  muy  distinta  naturaleza.  Las  causas  del  hundimiento  no  han  de  buscarse 
en  el  terreno  volcánico  superficial*),  sino  en  la  profundidad  de  la  formación 
de  Azogues.  Para  comprender  esto  con  mas  facilidad,  consideremos  primero 
un  fenómeno  mas  pequeño  en  la  quebrada  del  riachuelo,  que  se  cruza  antes 
de  subir  á  Paccha,  viniendo  de  Cuenca.    Allí  nos  hallamos  en  medio  de  las 


*)  El  Guagualzhuma  mismo  no  es  un  «volcan  apagado»,  como  afirma  Villavicencio, 
sino  consta  de  areniscas  y  arcillas  pizarrosas,  y  solamente  su  copa  se  halla  cubierta  de 
conglomeratos  volcánicos,  como  las  colinas  adyacentes. 


24*  GEOLOGÍA.  —   CAPÍTULO  DI. 

arcilla*  pizarrosa*:  ««tas  son  de  color  oscuro,  impregnadas  de  sustancias 
bituminosas  y  de  varía*  sales,  como  nos  convenceremos  por  d  sabor:  también 
ae  percibe  el  desarrollo  de  algunos  gases,  sobre  todo  del  hidrosulfurico. 
Todo  indica  un  estado  de  profunda  alteración  y  descomposición  de  estas 
rocas,  y  una  transformación  ó  metamorfosis  enérgica  de  sus  elementos  con- 
stitutivos; aquí  observamos  eflorescencias  superficiales  de  vitriolo  de  hierro 
y  de  otra*  sales,  allá  se  deposita  el  ocre  en  una  agua  sucia  y  hedionda, 
allá  cruzan  venas  y  vetas  de  yeso  cristalizado  y  de  alabastro  las  capas  de 
la  arcilla;  y  en  última  consecuencia  de  todo  esto  siguen  hundimientos  y 
derrumbos  por  todas  partes  en  la  orilla  del  río  y  en  su  cauce  mismo.  Todas 
la*  sustancia*  solubles,  que  son  el  resultado  de  aquella  metamorfosis,  especial- 
mente la*  sales  de  toda  clase,  son  llevadas  por  la  lijiviacion  de  las  aguas, 
que  circulan  por  entre  las  capas  terrestres;  se  disminuye  el  volumen  de  la 
roca,  se  asienta  con  todas  las  capas  sobrepuestas,  y  como  las  sustancias, 
capaces  de  la  metamorfosis  y  de  la  lijiviacion,  no  se  encuentran  en  todas 
parte*  en  igual  cantidad,  como  la  acción  en  un  lugar  es  mas  enérgica  que 
en  otro  etc.,  es  inevitable  que  el  hundimiento  sea  designal,  y  que  se  veri- 
fique un  desorden  y  trastorno  completo  en  el  yacimiento  de  las  capas.  — 
Puoh  bien,  lo  que  observamos  de  una  manera  palpaple  en  ese  pequeño  rio, 
sucede  en  escala  grande  debajo  del  terreno  hundido  entre  Paccha  y  Curítaqui. 
Arriba,  al  pié  del  cerro  tajado,  no  es  fácil  hacer  la  observación,  porque  toda 
la  superficie  está  cubierta  de  piedras  rodadas;  pero  recorriendo  las  quebradas 
algo  mas  abajo,  se  descubren  á  cada  paso  las  arcillas  bituminosas,  las 
eflorescencias  de  los  sulfatos,  grandes  cristales  y  placas  de  yeso  (que  tam- 
bién es  un  sulfato  y  producto  de  descomposición),  una  tierra  amarilla  que 
parece  azufre  en  polvo,  pero  es  una  especie  de  ocre,  en  fin  todas  las  señales 
que  explican  suficientemente  un  hundimiento  secular  en  estos  parajes.  El 
derrumbo  nunca  se  verificó  instantáneamente  en  toda  su  extensión,  y  lo  que 
vemos  hoy  día,  es  el  resultado  de  tiempos  inmensurables;  sin  duda  alguna 
seguirá  hundiéndose  el  terreno,  mientras  que  hay  sustancias  en  las  capas, 
que  son  capaces  de  la  transformación,  y  mientras  que  duran  las  causas  del 
metamorfismo.  En  varios  puntos  de  los  sitios  entre  el  Guagualzhuma  y  el 
rio  Matadero  se  vó  con  facilidad  los  efectos  de  un  hundimiento  semejante 
en  tiempos  anteriores;  pero  allá  el  terreno  se  ha  tranquilizado,  digamos  asi, 
la  superficie  terrestre  ya  so  ha  igualado  y  así  se  borran  mas  y  mas  las 
señales  exteriores.  Lo  mismo  succedió  en  los  alrededores  del  Cojitambo,  en 
donde  las  pruebas  de  un  antiguo  hundimiento  secular  en  todo  el  lado  sureste 
son  indisputables.  El  cerro  mismo  es  una  roca  volcánica,  que  se  levanta 
en  medio  de  la  arenisca  de  Azogues.  Cuando  se  hundieron  las  capas  de  la 
formación  sedimentaria  á  su  lado,  perdió  su  apoyo  y  se  desgajó  una  gran 


LA  FORMACIÓN  CRETÁCEA.  249 

parte  de  su  cumbre,  de  manera  que  ahora  so  presenta  como  una  muralla 
tajada  de  este  lado.  Los  pedazos  de  andesita  se  acumularon  en  su  mayor 
parte  al  pié  del  cerro,  y  algunos  rodaron  sobre  las  faldas  del  terreno  adya- 
cente, encontrándose  ahora  esparcidos  por  los  campos  y  hasta  el  pueblo 
de  Chuquipata. 

Entre  las  sustancias  subordinadas  de  la  arsenisca  de  Azogues  debo 
nombrar  en  primer  lugar  las  bituminosas,  que  en  varios  puntos,  como  ya 
queda  dicho,  impregnan  las  capas,  pero  también  se  presentan  en  forma  mas 
pura  y  en  masas  individualizadas,  en  cuyo  caso  varias  veces  se  ha  pensado 
en  explotar  y  utilizarlas.  El  asfalto  no  es  raro  en  la  arenisca  y  fácilmente 
se  dá  á  conocer  por  el  color  pardo  que  comunica  á  la  roca  impregnada  de 
él  y  por  su  olor  que  despide  al  frotar  ó  calentar  las  piedras.  En  la  arenisca, 
que  atraviesa  el  camino  de  Cuenca  á  Paccha  entre  el  Matadero  y  el  arroyuelo 
de  Paccha,  tales  capas  bituminosas  llegan  al  espesor  de  algunos  metros, 
pero  el  asfalto  puro  se  ha  recojido  solamente  en  venas  muy  delgadas,  y  la 
capa  mas  ancha  que  he  encontrado,  era  solamente  de  un  centímetro.  Si  el 
asfalto  no  es  explotable  en  este  lugar,  que  es  el  mas  rico,  mucho  menos  lo 
es  en  otras  localidades,  donde  el  material  puro  es  aun  menos  abundante, 
como,  por  ejemplo,  en  las  quebradas  del  Sur  y  Sureste  del  Cojitambo. 

Una  sustancia  enteramente  distinta,  aunque  le  den  también  el  nombre 
de  asfalto,  se  encuentra  al  pié  setentrional  del  mencionado  cerro  de  Cojitambo. 
Ella  tiene  mas  bien  el  aspecto  exterior  de  la  ulla  ó  de  la  antracita,  y  se 
presenta  en  capas  delgadas,  alternando  con  las  de  la  arcilla  pizarrosa,  que 
en  este  lugar  es  negra.  La  capa  mas  gruesa  que  he  visto,  era  de  cuatro  á 
ocho  centímetros.  El  mineral  es  negro  como  azabache,  y  tiene  lustre  fuerte 
sobre  la  fractura,  que  es  concoidea,  se  deja  cortar  con  el  cuchillo,  pero  es 
algo  agrio,  saltando  fácilmente  en  pedacitos  pequeños,  por  cuanto  se  deja 
también  pulverizar.  Teniéndola  á  la  llama  de  una  vela,  arde  con  facilidad 
despidiendo  mucho  humo  y  un  olor  bituminoso  no  muy  desagradable;  se 
ablanda  mucho  en  el  calor,  sin  fundirse  del  todo,  desarrolla  en  la  retorta 
una  gran  cantidad  de  gas  y  deja  un  residuo  esponjoso  y  lyero  de  carbón 
fijo  ó  de  cok.  En  sus  propiedades  químicas  se  acerca  á  un  carbón  de  piedra 
de  Inglaterra,  que  se  llama  bituminita  (Boghead-coal),  ó  digamos  mas  bien, 
que  es  una  sustancia  intermedia  entre  el  asfalto  y  la  ulla,  que  talvez  podría 
considerarse  como  una  propia  especie  mineral.  Seria  un  combustible  magni- 
fico, y  sobre  todo  un  excellente  material  para  la  fabricación  de  gas  de  alum- 
brado, pero  la  cantidad  en  que  se  encuentra  en  la  citada  localidad,  no  es 
tal,  que  dé  esperanza  de  una  explotación  ventajosa.  —  Me  han  hablado  de  otra 
especie  de  carbón,  que  debiera  encontrarse  en  la  cercanía  de  Chuquipata  y  en 
mayor  abundancia,  pero  no  encontré  la  localidad,  y  nadie  pudo  mostrármela. 


250  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  IIL 

Cerca  de  San  Nicolás,  entre  Deleg  y  Cojitambo,  se  observa  entre  los 
estratos,  casi  verticalmente  levantados,  una  capa  de  una  composición  muy 
particular.  La  capa  tiene  un  metro  poco  mas  ó  menos  de  espesor  y  sigue 
con  gran  regularidad  entre  las  de  la  arcilla  pizarrosa  y  arenisca  de  S  á  N, 
descubierta  á  la  distancia  de  mas  de  una  media  legua.  Consta  de  un  mineral 
blanco,  algo  amarillento,  del  aspecto  de  ciertas  calizas  compactas,  y  en  su 
masa  homogénea  se  observan  muchísimos  granitos  y  fragmentos  cristalinos 
de  cuarzo  tan  puro  como  cristal  de  roca.  Toda  la  masa  de  la  capa  se  halla 
cuarteada  con  mucha  regularidad  en  pedazos  cúbicos,  de  manera  que  se  pre- 
senta en  los  lados,  que  sobresalen  el  terreno  adyacente,  como  un  muro  de 
pequeños  ladrillos.  El  examen  mineralógico  y  químico  de  esta  sustancia  me 
dio  el  resultado  sorprendente  de  constar  de  sílice  casi  pura.  Tiene  todas 
las  propiedades  de  la  sílice  amorfa  y  debe  considerarse  como  una  variedad 
del  ópalo,  que  contiene  granos  de  sílice  cristalizada  (cuarzo).  En  el  interior 
de  la  capa  la  sílice  es  compacta,  muy  dura  y  de  aspecto  fresco,  pero  hacia 
los  lados  se  vuelve  terrosa,  y  sobre  todo  en  un  lado  se  encuentra  una  su- 
stancia en  apariencia  muy  distinta,  formando  una  zona  de  casi  un  pié  de 
espesor  en  algunos  puntos.  Es  una  tierra  deleznable,  de  tacto  algo  jabonoso, 
cuando  está  húmeda,  y  de  un  hermoso  color  rosado;  pero  del  análisis  resultó 
también  sílice,  y  se  puede  observar  todos  los  tránsitos  de  esta  tierra  floja 
hasta  la  piedra  dura  en  el  centro  de  la  capa.  Los  granos  de  cuarzo  en  este 
caso  no  se  deshacen  como  la  sílice  amorfa,  y  así  se  hallan  sueltos  en  la 
tierra,  y  lavándola  pueden  separarse  fácilmente. 

Sobre  los  planos  de  fractura  y  en  las  hendiduras  de  esta  roca  silícea, 
se  encuentra  otro  mineral  interesante  en  forma  de  planchas  delgadas,  y  como 
incrustando  las  piedras.  Es  de  un  color  oscuro  entre  negro  y  pardo-gris, 
casi  del  aspecto  singular  de  la  cera  fósil;  por  ser  muy  blando  se  deja  cortar 
y  raspar  como  jabón  y  es  del  mismo  tacto  untuoso  como  este;  sobre  la 
fractura  natural  es  mate,  pero  recibe  lustre  en  la  cortadura.  Se  pega  á  la 
lengua,  pero  no  mucho;  humedecido  se  deja  sobar  entre  los  dedos  como 
cera,  y  poniéndolo  en  un  vaso  con  mucha  agua,  se  hace  mas  jabonoso  y 
resbaloso  que  el  jabón  mismo,  sin  deshacerse,  como  el  bol,  y  sin  dar  una 
masa  plástica  como  la  arcilla.  Expuesto  al  fuego  en  el  matraz  dá  mucha 
agua;  al  soplete  se  vuelve  blanco  ó  amarillo  y  se  funde  con  alguna  dificul- 
tad, tifiiéndose  de  azul  con  el  nitrato  de  cobalto.  En  el  ácido  clorhídrico 
no  se  disuelve,  pero  sí  en  gran  parte  en  el  sulfúrico.  Según  todas  estas 
propiedades  y  reacciones  el  mineral  es  un  hidrosilicato  de  alúmina  y  magnesia, 
parecido  á  la  saponita  ó  á  la  piotina.  No  es  de  una  aplicación  práctica, 
como  tampoco  toda  la  capa  silícea,  en  que  se  encuentra.  —  Al  pié  del  cerro 
de  Cojitambo  he  visto  el  mismo  mineral  en  las  grietas  y  rajaduras  de  la 


LA  FORMACIÓN  CRETÁCEA.  251 

arenisca,  y  allá  me  aseguraron  algunos  campesinos,  que  esta  sustancia  arde 
y  que  se  hacen  velas  de  ella,  confundiéndola  sin  duda  con  el  asfalto. 

La  formación  de  la  arenisca  de  Azogues  no  es  rica  en  sustancias  me- 
tálicas; oro  y  plata  no  contiene,  y  lo  que  dicen,  que  en  una  pequeña  que- 
brada al  pié  meridional  del  Cojitambo  se  han  encontrado  granos  de  oro,  me 
parece  improbable  y  una  fábula,  que  no  tiene  mas  fundamento  que  el  nombre, 
que  los  indígenas  dan  á  esa  quebrada.  Quien  sabe,  por  qué  la  llaman  Curi- 
yacu,  rio  de  oro,  pues  ni  la  arenisca,  ni  la  andesita  del  cerro  contienen  este 
metal.  —  En  la  arenisca  de  Azogues  arman  las  antiguas  minas  de  mercurio 
en  el  cerro  de  Huaizhun  cerca  de  San  Marcos  (anejo  de  Azogues).  Las  ga- 
lerías son  grandes  y  muy  bien  trabajadas,  y  no  se  puede  dudar  de  que  en 
un  tiempo  las  minas  debían  ser  buenas,  pues  tales  labores  grandiosas  no  se 
hace  por  nada;  tanto  mas  admirable  es,  que  actualmente  no  se  puede  des- 
cubrir ni  un  rastro  de  mercurio  en  ellas,  y  parece  que  se  han  agotado  comple- 
tamente. No  sabemos,  en  qué  estado  antiguamente  se  ha  explotado  el  metal, 
si  en  su  estado  nativo  ó  si  en  forma  de  sulfuro,  que  es  el  cinabrio.  Me 
parece,  que  debemos  suponer  lo  primero,  sobre  todo  que  se  dice,  que  los 
campesinos  en  los  alrededores  encuentran  á  veces  azogue  líquido  en  el  suelo; 
y  ademas,  si  hubiese  existido  una  veta  de  cinabrio,  era  casi  imposible,  que 
ahora  no  se  descubra  ni  un  indicio  de  ella  en  las  paredes  ó  en  el  tumbado 
de  los  socabones.  De  muchísimos  puntos  he  sacado  muestras  para  analizar- 
las con  exactitud;  en  todas  partes  encontré  las  piedras  muy  impregnadas  de 
óxido  de  hierro  y  de  cal,  y  algunas  veces  presentan  el  color  casi  tan  rojo 
como  el  cinabrio;  sinembargo  no  dieron  las  reacciones  características  del 
mercurio.  Mucho  menos  pude  descubrir  siquiera  una  gotita  de  azogue  nativo, 
y  así  juzgo,  que  la  empresa  de  los  que  piensan  en  renovar  los  trabajos  en 
esta  mina,  seria  á  lo  menos  de  éxito  muy  dudoso.  Para  saber,  si  la  mina 
en  la  profundidad  vuelva  á  ser  explotable,  se  necesitarían  excavaciones  cos- 
tosas, cuales  yo  no  pude  hacer.  —  Advierto  que  el  señor  doctor  Reiss,  que 
también  visitó  y  examinó  esta  mina,  llegó  al  mismo  resultado  negativo  como 
yo.  Algunas  personas  me  han  asegurado,  que  las  muestras  de  la  misma 
mina,  que  fueron  analizadas  en  Lima,  dieron  V2  Por  ciento  de  mercurio*)  — 


*)  El  Señor  Karsten,  quien  no  pierde  ocasión  de  contradecirme,  y  de  hacer  sos- 
pechosas mis  observaciones  (desde  que  me  atreví  á  atacar  en  1873  sus  disparatadas  teorías 
volcanológicas),  dice  que  yo  por  error  he  tomado  las  galerías  subterráneas  de  Huaizhun 
(que  él  nunca  ha  visto)  por  minas;  las  llama  «antiguas  canteras,  de  donde  talvez  se  ha 
sacado  materiales  de  construcción»  (!)  (H.  Karsten,  Géologie  de  Tancienne  Colombie  Boli- 
varienne,  pág.  45).  ¡Como  si  yo  no  podría  distinguir  una  cantera  de  los  antiguos  tra- 
bajos de  minería,  tan  característicos,  que  los  españoles  han  ejecutado  en  los  siglos  pa- 
sados en  las  provincias  del  Azuay  y  de  Loja  (Zarama),  y  de  que  he  visitado  muchísimos ! 
¿Porqué  el  Señor  Karsten  rechaza  aquí  la  tradición  constante,  apoyada  esta  vez  por  la 


252  GEOLOGÍA.  —  CAPÍTULO   m. 

No  hay  duda,  que  el  azogue,  que  de  vez  en  cuando  se  recoje  en  las  in- 
mediaciones de  la  villa,  en  el  terreno  superficial,  proviene  de  la  arenisca, 
porque  no  hay  otra  formación  en  la  cercanía. 

Una  vez  que  hablo  del  mercurio,  añadiré,  que  Azogues  no  es  la  única 
localidad,  en  que  se  encuentra  en  terrenos  cretáceos.  En  las  Peñas  de  Guaya- 
quil, al  pié  del  cerro  de  St*.  Ana,  y  casi  al  nivel  del  rio  Guayas,  se  ha 
recojido  en  varias  ocasiones  este  metal  en  forma  de  pequeñas  gotas,  lo 
mismo  que  en  algunos  puntos  de  la  orilla  del  rio  Daule,  al  N  de  Guayaquil, 
en  terreno  aluvial.  El  origen  de  este  mercurio  nativo  queda  aqui  tan  proble- 
mático como  en  Azogues,  pues  en  las  rocas  mismas  de  las  Peñas,  ó  de  la 
cercanía  del  Daule,  nunca  pude  descubrir  un  rastro  de  este  metal.  —  En 
1881  tuve  ocasión  de  examinar  una  piedra  singular,  proveniente  del  valle  de 
San  Antonio  (rio  de  Pozuelos) ,  al  Oeste  de  la  Cordillera  de  Guaranda.  Era 
una  especie  de  pórfido  totalmente  descompuesto,  de  manera  que  se  podia 
desmoronarlo  con  los  dedos.  Todas  las  oquedades  pequeñas  y  grietas  finas 
de  esta  piedra  estaban  llenas  de  gotitas  casi  microscópicas  de  mercurio  (las 
mas  grandes  se  podia  distinguir  con  la  lente),  y  cuando  se  lavaba  el  polvo 
obtenido  por  la  trituración  de  la  piedra,  resultó  una  canutad  tan  grande  de 
mercurio,  que  llegaba  á  30°/0  de  la  masa.  Hice  un  viaje  expreso  para  exa- 
minar la  localidad  de  este  hallazgo.  La  piedra  se  encontró  cerca  de  la 
hacienda  Pacana,  en  el  terreno  aluvial  ó  diluvial,  que  en  forma  de  colinas 
bajas  acompaña  el  rio  á  ambos  lados,  y  se  compone  de  una  arcilla  arenosa, 
mezclada  con  toda  clase  de  piedras  rodadas,  del  tamaño  de  una  nuez  hasta 
el  de  una  cabeza.  He  visto  el  hueco  en  la  pared  de  la  grada  aluvial,  de 
que  fue  sacada  la  piedra,  y  encontré  muchos  pedazos  de  pórfidos  descom- 
puestos, que  se  parecian  en  todo  á  la  piedra  examinada,  menos  en  la  pre- 
sencia de  mercurio;  ni  en  las  piedras,  ni  en  el  terreno  mismo  pude  des- 
cubrirlo. Lo  curioso  es,  que  en  el  mismo  lugar  atraviesa  una  antigua  galería 
angosta  (túnel)  y  medio  derrumbada  la  colina  aluvial.  ¿Con  qué  objeto  fué 
abierta?  —  No  cabe  duda  que  todas  esas  piedras  rodadas  del  terreno  aluvial 
y  diluvial  provienen  de  las  faldas  de  la  Cordillera  occidental,  en  cuanto  per- 
tenecen al  sistema  fluvial  del  rio  de  Pozuelos.  La  Cordillera  se  compone 
aqui  de  areniscas  y  pizarras  cretáceas  con  intercaladas  rocas  eruptivas  (por- 
firitas,  rocas  verdes).  Pero  ¿de  qué  parte  del  valle,  ó  de  qué  quebrada 
lateral  vino  aquella  piedra  con  mercurio,  casi  hasta  la  puerta  inferior  del 


existencia  de  las  minas  antiguas,  cuando  con  tanta  facilidad  cita  las  tradiciones  y  lo  que 
le  contaron  los  naturales  del  pais,  siempre  que  se  trata  de  apoyar  sus  propias  opiniones, 
por  mas  contrarias  que  sean  á  una  observación  exacta?  También  le  parece  «improbable», 
que  el  mercurio  de  Azogues  provenga  déla  arenisca.  ¿Porqué?  acaso  solamente  porque 
á  mi  me  pareció  probable? 


LA   FORMACIÓN   CRETÁCEA.  253 

valle?  Será  difícil  encontrar  el  lugar  de  su  origen,  tal  vez  la  capa  ó  el 
filón  de  que  deriva,  ya  esta  destruido  completamente.  Sinembargo,  me  pa- 
reció bien  llamar  la  atención  de  los  geólogos  y  mineros  venideros  sobre 
este  valle  y  sobre  el  hecho  curioso,  que  acabo  de  referir,  especialmente 
porque  algunos  años  mas  tarde  el  ingeniero  Señor  van  Ischot,  encontró  el 
mercurio  en  la  arena  del  mismo  rio  de  Pozuelos,  algunas  leguas  mas  abajo 
de  Pacana,  en  forma  de  globulitos  sumamente  pequeños,  y  juntamente  con 
un  poco  de  oro.  De  este  fenómeno,  igualmente  muy  curioso,  de  un  lavadero 
de  mercurio  y  oro,  trataremos  mas  tarde,  hablando  de  los  lavaderos  del 
terreno  diluvial.  De  todos  modos  debemos  suponer,  que  en  ambos  casos  el 
mercurio  de  este  valle  deriva  en  última  instancia  de  un  terreno  cretáceo. 

Distinto  debe  ser  el  origen  del  mercurio,  que  se  halla,  de  igual  modo 
asociado  con  oro,  en  los  lavaderos  de  Collay  en  la  Cordillera  de  Cuenca. 
Aquí  no  puede  derivarse  sino  del  terreno  de  las  esquistas  cristalinas,  como 
el  oro.  La  misma  proveniencia  atribuyo  al  mercurio,  que  se  halla  en  la 
llanura  aluvial,  en  que  está  edificada  la  ciudad  de  Loja. 

Volviendo  á  la  formación  de  la  arenisca  de  Azogues,  debo  decir,  que 
fuera  del  mercurio  no  contiene  otros  minerales  metálicos.  Pues  algunas 
minas  de  plata,  que  fueron  trabajadas  antiguamente  en  esa  región,  arman 
en  rocas  porfídicas  y  dioríticas,  que  atraviesan  las  areniscas,  y  no  pertenecen 
por  su  naturaleza  á  las  formaciones  sedimentarias,  aunque  nacieron  talvez 
en  el  mismo  periodo  mesozócio. 

Para  la  determinación  de  la  edad  geológica  de  la  «Arenisca  de  Azogues» 
era  de  mucha  importancia  el  hallazgo  feliz  de  fósiles  en  la  cercanía  de  Paccha. 
Encontré  en  el  cauce  del  riachuelo  de  Paccha  algunos  trozos  grandes  de  una 
roca,  que  se  compone  toda  de  conchas,  apenas  cementadas  por  una  sustancia 
calcáreo -ferruginosa.  Desgraciadamente  no  pude  encontrar  la  roca  in  situ, 
pero  no  cabe  duda,  de  que  forma  ó  formaba  una  capa  subordinada  en  las 
areniscas  de  esa  región.  Entregué  las  muestras  al  Profesor  H.  B.  Geinitz  en 
Dresde,  para  examinarlas,  y  él  reconoció  desde  luego  la  gran  semejanza  y 
analogía,  que  presentan  estos  fósiles  con  los  de  la  formación  del  Wealden 
de  Europa.  Con  seguridad  se  determinaron  los  géneros  de  Oyrena  (2  ó 
3  especies),  Óyelas  y  Paludina  (acuminata?);  y  las  especies  se  parecen  tanto 
á  algunas  europeas,  que  talvez  son  idénticas  con  ellas.  Si  agregamos  á  esta 
analogía  paleontológica  las  otras,  que  se  manifiestan  en  el  carácter  petro- 
gráfico, especialmente  la  presencia  del  carbón  y  asfalto,  no  podemos  dudar, 
de  que  aquí  tenemos  una  formación  paralela  y  contemporánea  al  Wealden 
europeo,  es  decir,  la  ínfima  y  mas  antigua  sección  de  la  formación  cretácea.*) 

*)  Algunos  geólogos  consideran  el  Wealden  como  la  grada  superior  de  la  forma- 
ción jurásica,  ó  como  una  formación  intermedia  entre  la  jurásica  y  cretácea. 


254  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  III. 

C.   La  formación  cretácea  de  la  Cordillera  occidental. 

Esta  fácies  es  la  mas  anómala  y  mas  difícil  de  estudiar,  no  solamente 
porque  el  terreno  se  halla  en  regiones  muy  cubiertas  de  vegetación  y  de 
difícil  acceso,  sino  también  por  su  combinación  singular  con  las  rocas  erup- 
tivas. Aunque  encontramos  también  estratos  de  areniscas,  margas  parecidas 
á  las  de  la  hoya  de  Cuenca,  y  pizarras  oscuras  de  naturaleza  arcillosa,  pre- 
dominan sinembargo  los  conglomeratos  gruesos  y  las  rocas  brecciformes.  En 
estas  rocas,  que  llegan  á  veces  á  una  potencia  enorme,  se  observa  muy 
bien,  que  las  rocas  eruptivas  del  período  mesozoico  han  subministrado  el 
material  principal  para  su  formación;  pues  los  fragmentos  de  los  conglome- 
ratos y  brecchas,  ya  redondeados,  ya  angulosos,  constan  de  diorita,  diabasa, 
pórfido,  porfirita,  cuarzo,  arenisca,  pizarra,  —  todo  en  mezcla  estraña,  y  ce- 
mentado por  una  sustancia  silícea  ó  ferruginosa.  Los  bancos  gruesos  mani- 
fiestan la  estratificación  imperfectamente,  y  están  fracturados  irregularmente 
en  cantos  enormes.  En  muchos  puntos  tienen  la  semejanza  mas  grande  con 
conglomeratos  y  brecchas  volcánicas  y  solo  por  un  examen  muy  detenido 
se  puede  distinguirlos  de  estas  últimas.  Se  verá  que  entre  los  fragmentos 
tan  variados  faltan  las  andesitas  verdaderas  y  las  lavas  modernas,  aunque 
se  hallen  en  la  inmediación  de  los  volcanes,  circunstancia  que  prueba  su 
mayor  edad.  Una  sefial  distintiva  exterior  consiste  en  que  por  lo  regular 
estos  conglomeratos  y  brecchas,  cuyos  fragmentos  casi  siempre  se  hallan 
mas  ó  menos  descompuestos,  presentan  un  color  verdoso  (verde-gris,  verde- 
negro,  verde-pardo,  siempre  de  un  verde-sucio),  debido  a  un  mineral  cloríüco 
ó  glauconitico.  Esta  sefial,  aunque  muy  frecuente,  no  es  infalible,  pues 
conozco  también  conglomeratos  volcánicos  verdosos,  y  otros  cretáceos  sin 
este  color.  —  Si  buscamos  en  la  petrografía  una  analogía  para  los  conglo- 
meratos descritos,  la  encontraremos  en  aquellas  rocas  singulares,  que  so 
llaman  Nagelfluhe,  y  que  pertenecen  á  los  terrenos  terciarios  de  Europa.  No 
hay  duda,  que  en  el  aspecto  exterior  se  encuentra  una  semejanza  muy  grande; 
pero  considerando  las  relaciones,  en  que  nuestros  conglomeratos  están  con 
las  diabasas,  porfiritas  y  otras  rocas  eruptivas,  quisiera  compararlas  mas  bien 
con  ciertos  terrenos  de  las  formaciones  pérmica  y  triásica,  especialmente  de 
la  primera.  Así  como  la  arenisca  pérmica  ó  dyásica  (Rothliegendes)  nació 
de  los  pórfidos  de  aquella  época,  de  igual  modo  una  gran  parte  de  los  con- 
glomeratos y  brecchas  cretáceas  del  Ecuador,  trae  su  origen  directa  ó  in- 
directamente de  las  rocas  eruptivas  del  periodo  cretáceo.  Las  «Rocas  verdes» 
(tomando  la  palabra  en  su  sentido  mas  lato)  atraviesan  el  terreno  cretáceo 
de  la  Cordillera  y  de  sus  ramales  en  puntos  innumerables,  tanto  sobre  las 
crestas,  cuanto  en  las  faldas,  ya  cubriendo  terrenos  extensos,  ya  en  forma 


LA  FORMACIÓN   CRETÁCEA.  255 

de  cúpulas,  diques,  vetas  aisladas,  ya  intercalándose  en  forma  de  estratos 
entre  las  areniscas  sedimentarias.  En  muchos  casos  no  sabemos,  si  una  roca 
es  un  pórfido  descompuesto,  ó  una  toba  porfídica,  ó  una  arenisca  nacida  de 
partículas  porfídicas.  Otras  veces  las  areniscas  finas  de  color  verde-osuro 
son  tan  compactas  y  semicristalinas  (metamorfizadas?),  que  apenas  podemos 
distinguirlas  de  una  diorita  ó  diabasa  verdadera.  Lo  que  mas  confunde,  son 
las  muchas  é  insensibles  transiciones  de  todas  estas  rocas  clásticas  y  cris- 
talinas. Observamos  p.  ej.  im  peñasco  de  diabasa  ó  porfirita  no  dudosa,  á 
la  distancia  de  10  metros  contiene  tantos  fragmentos  angulosos,  que  debe- 
mos llamarla  una  breccha  de  aquella  roca,  y  otros  10  metros  mas  allá  en- 
contraremos un  conglomerato  evidentemente  sedimentario,  ó  una  arenisca 
estratificada,  pero  siempre  con  pequeños  fragmentos  de  aquella  diabasa  ó 
porfirita;  en  ningún  punto  hallaremos  las  tres  clases  de  rocas  bien  limitadas, 
el  tránsito  es  casi  imperceptible.  —  Si  tales  dificultades  se  presentan  en 
puntos  descubiertos  y  accesibles  á  la  observación,  en  otros  lugares  que  están 
cubiertos  por  una  vegetación  tropical,  y  en  que  podemos  observar  á  lo  mas 
la  superficie  descompuesta,  se  aumentan  á  tal  grado,  que  una  exacta  deter- 
minación y  limitación  de  las  formaciones  es  enteramente  imposible.  Des- 
graciadamente la  mayor  parte  de  la  Cordillera  occidental  se  halla  en  este 
último  caso.  Por  esto  no  es  por  demás  repetir,  que  mi  carta  geológica  in- 
dica de  un  modo  bastante  vago  la  extensión  de  los  pórfidos  y  arocas  verdes» 
de  la  sierra.  El  color,  que  las  representa  en  el  mapa,  continúa  á  veces  sobre 
grandes  áreas,  en  donde  tienen  la  preponderancia,  sin  que  se  excluya  del 
todo  la  presencia  de  algunos  estratos  sedimentarios  de  aquellas  rocas  am- 
biguas de  la  formación  cretácea. 

Una  región  bastante  favorable  al  estudio  de  las  rocas  en  cuestión,  por 
ser  algo  despejada  de  la  vejetacion,  es  el  valle  de  Chimbo,  especialmente 
sus  laderas  orientales,  desde  el  Chimborazo  hasta  Palla  tanga,  y  aun  hasta 
Puente  de  Chimbo.  Los  conglomeratos  potentes  se  encuentran  muy  desar- 
rollados al  pié  suroeste  del  Chimborazo;  todos  los  cerros  entre  Guaranda  y 
el  Arenal,  por  donde  cruza  el  camino  antiguo,  constan  de  ellos,  especial- 
mente los  cerros  de  Yacoto  y  de  Yana-urcu,  cerca  de  la  Ensillada,  después 
los  peñascos  tajados  de  Panza,  abajo  de  la  última  subida  al  Arenal,  y  los 
cerros  que  componen  la  loma  de  la  Cordillera  occidental  al  Sur  del  Chim- 
borazo, hasta  el  Puyal  y  Pangor.  Allá  se  hallan  los  dichos  conglomeratos 
á  veces  con  capas  alternantes  de  pizarras  oscuras  y  cuarcitas,  en  alturas 
de  4000  á  4400  metros  sobre  el  mar.  Á  la  misma  formación,  como  los 
cerros  de  Yacoto,  pertenecen  los  muy  parecidos  de  Cachillacta,  entre  el  rio 
Gradas  y  el  de  San  Lorenzo;  la  observé  igualmente  en  todas  partes,  fal- 
deando la  Cordillera  entre  Santiago  y  Cañi,  y  después  en  los  cerros,  que 


256  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   III. 

rodean  el  valle  de  Pallatanga.  Mas  al  Sur  la  vegetación  es  muy  espesa, 
sinembargo  los  conglomeratos  salen  á  luz  en  varios  puntos  de  los  caminos, 
que  de  Puente  de  Chimbo  suben  á  Sibambe  y  a  Linje.  —  Una  ocasión 
magnífica  para  el  estudio  de  la  formación  cretácea  y  sus  relaciones  con  las 
rocas  verdes  presentarán  los  muchos  cortes,  que  los  trabajos  del  ferrocarril 
de  Puente  de  Chimbo  á  Sibambe  han  de  abrir,  especialmente  desde  San 
Roque  para  arriba  (Huigra,  Lican,  Pagma  etc.).  Allá  abundan  las  rocas  am- 
biguas y  las  transiciones  de  las  cristalinas  á  las  sedimentarias.  —  En  las 
laderas  occidentales  de  la  Cordillera  de  Chimbo  la  observación  se  dificulta 
por  la  vegetación,  pero  no  faltan  trechos,  en  que  se  observa  la  formación 
y  las  Rocas  verdes  intercaladas,  á  lo  largo  de  los  caminos,  que  del  litoral 
conducen  al  valle  de  Chimbo.  Lo  mismo  dígase  de  los  caminos  que  suben 
de  la  costa  á  las  provincias  de  Cañar,  Azuay  y  Loja.  Respecto  á  la  ex- 
tensión, que  en  el  mapa  doy  á  esta  formación  en  la  hoya  del  rio  de  Cata- 
mayo,  y  ea  el  triángulo  entre  este  rio  y  el  de  Macará  (región  de  Cariamanga), 
debo  advertir  que  no  es  bien  segura,  y  que  puede  ser,  que  algunos  terrenos 
de  aquella  región  pertenezcan  á  la  formación  terciaria,  pues  ciertas  capas 
se  parecen  mucho  á  las,  que  se  hallan  en  la  hoya  terciaria  de  Malacatos  y 
Vilcabamba.  Cierto  es,  que  la  prolongación  occidental  de  la  Cordillera  de 
Alamor  es  terreno  cretáceo,  y  que  entre  los  sitios  de  Tambillo,  Mangulco  y 
Casadero  lleva  el  carácter  de  la  fácies  litoral,  como  en  la  Cordillera  de 
Chongon.  El  estudio  geognóstico  de  los  cantones  de  Calvas  y  Paltas  queda 
todavía  muy  incompleto;  solo  de  paso  pude  hacer  algunas  observaciones, 
por  razones  que  he  explicado  en  mi  Memoria  sobre  la  provincia  de  Loja 
(pág.  11). 

En  cuanto  á  los  accidentes  tectónicos  de  este  terreno  podemos  decir, 
que  las  capas  siempre  se  hallan  muy  levantadas  hacia  el  eje  de  la  Cor- 
dillera, buzando  al  Oeste  con  ángulos  de  15  á  80  grados.  —  Ya  queda  dicho, 
que  en  muellísimos  puntos  se  hallan  atravesadas  por  diques,  vetas,  filones 
y  macizos  grandes  de  las  rocas  porfídicas  de  toda  clase.  Ademas  de  ellas, 
se  encuentran  muy  frecuentes,  como  fenómenos  secundarios  y  consecuencias 
del  metamorfismo  y  de  la  descomposición,  vetas  de  cuarzo,  espato  calizo,  y 
otras  sustancias  mas  raras.  Capas  bituminosas,  que  destilan  un  poco  de 
petróleo,  se  descubren  en  la  cercanía  de  Calacalí,  al  NO  de  Quito  y  del 
Pichincha,  otras  capas  pizarrosas,  igualmente  muy  bitumiosas,  se  han  en- 
contrado á  las  faldas  occidentales  del  Atacazo  y  del  Corazón.  Al  Oeste  del 
Chimborazo  salen  las  fuentes  cargadas  de  sal,  al  lado  del  pueblo  de  Salinas 
(al  N  de  Guaranda),  sin  duda  alguna  de  este  mismo  terreno  cretáceo,  y  son 
un  indicio  de  la  presencia  de  sal  gema  en  las  profundidades;  pues,  las 
capas  de  conglomeratos  volcánicos  de  aquella  región  de  Salinas  son  muy 


LA  FORMACIÓN   CRETÁCEA.  257 

superficiales,  y  á  poca  distancia  so  descubren  en  las  quebradas  los  estratos 
antiguos.  —  Si  en  algunas  localidades  se  ha  descubierto  un  poco  de  oro  (en 
lavaderos)  y  rastros  de  otros  minerales  metálicos,  estos  derivan  sin  duda  de 
las  rocas  porfídicas  del  terreno,  que  con  sus  fragmentos  han  contribuido  a 
la  formación  de  los  estratos  sedimentarios. 

No  faltan  del  todo  los  indicios  de  restos  orgánicos,  pero  hasta  ahora  no 
se  ha  encontrado  ninguno,  que  permitiese  una  determinación  segura  de  la 
especie  ó  del  género,  y  que  nos  sacase  de  la  incertitumbre  respecto  á  la 
edad  relativa  del  terreno.  En  las  pizarras  bituminosas  se  observa  de  vez 
en  cuando  escamas  de  peces  y  fragmentos  de  conchas.  El  señor  Reiss  en- 
contró impresiones  de  conchas  en  las  areniscas  entre  Cañar  y  Azogues  en 
el  rio  Molobog,  pero  son  mal  conservadas  é  indeterminables.  Hasta  que  un 
hallazgo  feliz  de  fósiles  mejor  conservados  nos  saque  de  las  dudas,  debemos 
limitarnos  á  decir  que  el  terreno  en  cuestión,  según  toda  la  aparencia  petro- 
gráfica y  estratigráfica,  pertenece  á  la  formación  cretácea,  y  que  probable- 
mente es  coetáneo  con  la  arenisca  de  Azogues,  es  decir  que  representa  en 
su  mayor  parte  la  grada  inferior  entre  las  secciones  de  dicha  formación.  La 
erección  de  las  capas  y  su  levantamiento  hasta  las  alturas  enormes  en  que 
las  encontramos  hoy  dia,  es  naturalmente  un  fenómeno  posterior,  y  pudo 
suceder  á  fines  del  período  mesozoico  y  coincidir  en  parte  con  el  terciario. 


Wolf,  Ecuador.  17 


Capítulo  IV. 
Las  rocas  porfídicas  y  las  rocas  verdes. 

En  el  capítulo  precedente  hemos  tenido  ocasión  de  hablar  de  las  muchas 
relaciones,  en  que  se  hallan  los  terrenos  cretáceos  con  las  rocas  porfídicas 
y  rocas  verdes,  y  hemos  sacado  la  consecuencia,  que  una  gran  parte  de  las 
últimas  son  coetáneas  con  los  primeros,  lo  que  no  excluye,  que  algunas 
hayan  existido  antes  de  la  época  cretácea,  y  algunas  nacido  después  de  ella. 
De  todos  modos  encuentran  aquí  su  lugar  mas  natural,  si  queremos  seguir 
en  nuestras  consideraciones  geológicas  un  cierto  orden  cronológico. 

Antes  de  entrar  en  la  materia,  debo  declarar,  que  esta  reunión,  que 
hago  de  rocas  tan  distintas  en  un  solo  grupo,  bajo  la  vista  puramente  petro- 
gráfica seria  inadmisible,  pero  en  esta  obra  es  excusable  y  hasta  cierto  punto 
necesaria,  por  las  razones  siguientes:  Io.  Aunque  tenemos  entre  estas  rocas 
algunas  muy  típicas,  como  por  ejemplo  pórfidos  cuarzosos,  y  dioritas  macro- 
cristalinas  y  porfiroideas,  resta  sinembargo  la  mayoría  de  ellas,  que  presentan 
una  estructura  tan  microcristalina  y  afanitica,  que  su  determinación  exacta 
no  se  puede  hacer,  sino  mediante  las  análisis  químicas  y  un  estudio  micro- 
scópico; ambos  métodos  no  se  han  empleado  todavía,  sino  en  casos  muy 
raros,  y  en  el  Ecuador  faltan  todavía  institutos,  en  que  tales  estudios  difí- 
ciles podrían  ejecutarse.  2o.  Unas  especies  pasan  por  innumerables  transi- 
ciones y  tan  insensiblemente  en  otras,  que  por  ahora  es  imposible  fijar  los 
límites  netos  de  cada  una.  3o.  Muchas  de  estas  rocas  se  hallan  en  la  super- 
ficie (que  solo  es  accesible)  y  á  bastante  profundad  tan  descompuestas  y 
metamorfizadas,  que  no  podemos  reconocer  su  estado  primitivo.  —  Bajo  tales 
circunstancias  la  distinción  de  ciertas  variedades  bien  reconocidas,  mediante 
distintos  colores  en  el  mapa,  en  medio  de  otras  «rocas  verdes»,  que  á  caso 
son  solamente  formas  afaníticus  de  aquellas,  tal  vez  hubiera  aumentado  la 
confusión,  y  pareció  mas  conveniente,  señalar  todas  esas  rocas,  por  ahora, 
con  un  mismo  color. 


LAS   BOCAS   PORFÍDICAS.  259 

El  teatro  principal  de  las  rocas  porfídicas  y  verdes  se  halla  en  las  pro- 
vincias meridionales  de  la  República,  en  las  del  Azuay,  de  Loja  y  del  Oro, 
y  por  esto  la  mayor  parte  de  los  ejemplos  por  alegar  tomaremos  de  allá. 
En  la  mitad  setentrional  del  país  quedan  muy  ocultadas  debajo  de  los  ter- 
renos volcánicos,  y  en  las  faldas  exteriores  de  la  Cordillera  occidental  son 
poco  estudiadas.  Pero  el  que  se  encuentran  también  en  esta  última  zona 
muy  desarrolladas,  y  con  gran  variedad  petrográfica,  lo  comprueban  las 
muchísimas  piedras  rodadas  y  arrastradas  por  los  ríos  occidentales.  En  todos 
los  valles  de  las  faldas  occidentales  de  los  Andes  predominan  los  guijarros 
de  pórfidos,  porfiritas,  dioritas  y  diabasas,  mezclados  con  los  de  naturaleza 
volcánica,  que  derivan  de  las  cumbres  mas  altas.  Del  terreno  cretáceo, 
destruido  por  la  erosión  de  los  rios,  se  conservaron  entre  los  guijarros  solo 
los  materiales  muy  duros,  como  el  cuarzo  de  las  vetas,  las  pizarras  silíceas 
y  areniscas  muy  duras,  mientras  que  las  margas,  areniscas  flojas  y  pizarras 
blandas  fueron  reducidas  á  polvo  y  arena.  Si  uno  estudiara  solamente  el 
terreno  de  acarreo  en  los  valles  inferiores,  sin  penetrar  mas  arriba  á  las 
faldas  superiores,  podría  concluir  de  la  abundancia  de  las  rocas  porfídicas 
y  verdes,  que  toda  la  Cordillera  se  componga  casi  exclusivamente  de  ellas. 

El  pórfido  propiamente  dicho,  que  entro  los  arquitectos  se  conoce  con 
el  nombre  de  « pórfido  rojo »  y  entre  los  geólogos  tiene  el  de  pórfido  cuar- 
zoso, compone  la  mayor  parte  del  cantón  de  Zaruma,  en  donde  llega  á  tener 
una  importancia  práctica  muy  grande,  por  cuanto  las  vetas  de  cuarzo  aurífero 
arman  en  él.  También  en  el  valle  de  Catamayo,  con  sus  laderas  áridas  y 
desprovistas  de  vegetación,  se  encuentran  hermosas  variedades  del  pórfido 
rojo.  Con  desarrollo  típico  se  halla  en  el  valle  de  Yunguilla  (prov.  del  Azuay), 
y  en  ningún  lugar  se  puede  estudiarlo  mejor,  que  en  el  puente  de  Aya- 
bamba,  donde  el  rio  Rircay  ha  surcado  una  abra  profunda  en  la  peña  viva. 
Este  pórfido  de  Ayabamba  forma  una  de  las  rocas  mas  hermosas  de  la  Re- 
pública, y  bien  labrado  y  pulido  podría  rivalizar  con  los  soberbios  pórfidos 
empleados  en  los  edificios  de  la  antigua  Roma.  Sus  elementos  constitutivos 
se  dan  á  conocer  á  primera  vista;  en  una  pasta  criptocristalina,  de  un  color 
rojo  ó  rosado,  se  destacan  los  cristales  y  fragmentos  do  cuarzo,  feldespato 
(ortoclasa),  mica  negra  y  anfibola.  Esta  hermosa  piedra,  que  á  poca  pro- 
fundidad debajo  de  la  superficie  es  muy  compacta  y  fresca,  merece  ser  uti- 
lizada en  obras  arquitectónicas. 

Las  porfiritas,  que  se  distinguen  de  los  pórfidos  propios  por  contener 
otra  especie  de  feldespato,  es  decir,  la  plagíoclasa  en  lugar  de  la  ortoclasa, 
se  encuentran  en  muchos  lugares  y  muy  bien  desarrolladas  en  el  nudo  de 
Tinajillas.  En  el  descenso  de  este  último  punto  á  la  quebrada  de  Shiña, 
valle  superior  del  rio  León,  se  puede  colectar  muchas  variedades.    En  una 

17* 


2G0  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   IV. 

masa  fundamental  que  es  rojiza,  grié,  amarillenta  ó  verdosa  y  á  la  vista 
parece  homogénea,  se  observan  los  fragmentos  cristalinos  de  plagioclasa  y 
comunmente  de  cuarzo,  rara  vez  de  mica  y  anfibola.  La  mayor  parte  de 
las  porfiritas  son  cuarzosas;  pero  las  hay  también  sin  cuarzo  visible,  y  en- 
tonces se  parecen  tanto  á  ciertas  rocas  volcánicas  (andesitas),  que  es  difícil 
distinguirlas,  especialmente  cuando  no  se  puede  estudiarlas  «in  situ»  y  en 
su  yacimiento  natural,  sino  solo  en  piedras  rodadas  y  mezcladas  con  ver- 
daderas andesitas,  como  sucede  en  algunos  puntos  de  la  provincia  del 
Azuay. 

La  variedad  hialina  del  pórfido,  que  se  llama  Piedra- pez  (Pechstein, 
Retinita)  es  un  vidrio  natural,  siendo  para  el  pórfido  lo  que  es  la  obsidiana 
y  perlita  para  la  andesita,  se  ha  encontrado  en  el  cerro  de  Molobog,  en  el 
camino  entre  Cañar  y  Azogues,  y  fué  mencionada  también  por  el  doctor 
Reiss  en  su  carta  varias  veces  citada. 

La  diorita  es  taJvez  la  «roca  verde»  mas  divulgada  en  el  Ecuador.  Se 
halla  en  todas  las  variedades,  desde  la  macrocristalina  y  porfiroídea,  hasta 
la  criptocristalina  y  afanitica,  siendo  en  el  caso  último  imposible  de  distin- 
guirla de  la  diabasa,  sin  el  examen  químico  y  microscópico.  En  la  pro- 
vincia de  Loja  y  en  el  cantón  de  Zaruma  la  he  encontrado  en  varios  puntos 
al  lado  de  los  pórfidos,  ó  intercalada  á  ellos,  pero  me  parece,  que  hacia  el 
Norte,  donde  los  verdaderos  pórfidos  se  hacen  mas  raros,  la  diorita  es  mas 
frecuente;  así  en  la  provincia  del  Azuay,  donde  compone  la  mayor  parte  de 
la  Cordillera  occidental. 

Para  el  estudio  de  la  diorita  ningún  lugar  se  adapta  mejor  que  la  car- 
retera de  Cuenca  a  Guayaquil,  desde  Sayausí  hasta  Quínoas.  La  roca  se 
conoce  con  suma  facilidad,  cuando  se  presenta  en  su  variedad  típica;  se 
compone  de  plagioclasa  (oligoclasa)  blanca  y  anfibola  verde-negra,  la  última 
en  prismas  a  veces  bastante  largos;  á  estos  dos  minerales  característicos  se 
asocia  frecuentemente  el  cuarzo.  —  En  todo  el  camino  de  Naranjal  (respec- 
tivamente desde  Chacayacu)  á  Cuenca  se  encuentran  rocas  dioríticas,  pero 
en  la  superficie  son  tan  descompuestas,  que  uno  debe  ser  minerálogo  bien 
ejercitado  para  reconocerlas.  En  la  carretera  hubo  necesidad  de  cortar  las 
peñas  y  de  romper  grandes  pedrones  mediante  la  pólvora,  y  de  este  modo 
los  peones  prepararon  al  geólogo,  por  decirlo  así,  una  colección  rica,  en  que 
puede  estudiar  todas  las  variedades  de  la  diorita  y  los  accidentes,  que  ofrece 
esta  roca,  mejor  que  en  cualquier  gabinete  de  mineralogía.  —  En  este  mismo 
lugar  se  ofrecen  al  estudio  las  rocas  fragmentarias  ó  clásticas,  que  suelen 
acompañar  las  dioritas.  Pues  es  de  saber,  que  los  antiguos  pórfidos,  por- 
firitas y  dioritas  presentan  sus  analogías  con  las  rocas  modernas  volcánicas, 
en  cuanto  que  de  los  materiales  fragmentados  y  triturados  se  formaron  tobas, 


LAS  BOCAS   PORFÍDICAS.  261 

conglomeratos,  brecchas  etc.  Como  estas  rocas,  que  podemos  llamar  secun- 
darías ó  regeneradas,  son  menos  duras  y  compactas  que  las  primitivas  de 
que  derivan,  sus  minerales  son  mas  expuestos  á  la  descomposición,  y  esta 
se  anuncia  en  las  porfídicas  con  un  color  rojizo  (óxido  de  hierro),  y  en  las 
dioríticas  con  un  color  verdoso  (silicato  de  hierro).  Muy  hermosas  son  las 
brecchas  dioríticas,  que  se  encuentran  en  la  carretera  de  Quínoas,  y  los  frag- 
mentos angulosos  de  diferente  tamaño  y  forma  y  de  varios  matices,  cemen- 
tados por  una  toba  fina,  parecen  á  veces  á  una  obra  mosaica;  también  son 
bastante  duras  para  que  pudieran  servir  de  materiales  arquitectónicos  y  ha- 
rían un  efecto  magnífico  en  la  pilastrada  de  un  edificio.  —  Otras  tobas  del 
mismo  lugar  se  componen  de  un  material  mas  fino  y  homogéneo,  y  se  pa- 
recen mas  bien  á  ciertas  areniscas  duras.  Algunas  de  un  color  gris-verdoso 
me  recordaron  vivamente  las  piedras,  de  que  se  ha  edificado  el  castillo  de 
Inca-pirca,  y  que  pertenecen  á  la  misma  clase  de  las  tobas  dioríticas;  son 
muy  ricas  en  cuarzo  y  casi  tan  duras  que  la  diorita  misma.  Se  vé  que  los 
Incas  eran  buenos  arquitectos,  hasta  en  la  elección  del  material  de  con- 
strucción, que  traían  de  lejos,  pues  no  se  encuentra  en  las  cercanías  de  Inca- 
pirca,  aunque  no  dudo,  que  la  cantera  se  descubrirá  algún  día  en  los  cerros 
de  Molobog  ó  de  Huairapungo.  La  roca  que  compone  el  cerrito  de  Inca- 
pirca  y  en  que  se  halla  excavado  el  Inca-chungana,  contiene  también  muchos 
materiales  dioríticos  y  puede  considerarse  como  una  toba  arenosa  estratifi- 
cada, que  probablemente  es  un  miembro  de  aquella  formación  cretácea  am- 
bigua, que  caracteriza  la  Cordillera  occidental,  como  hemos  visto  mas  arriba. 

En  el  litoral  se  hallan  las  dioritas  ya  al  pié  de  la  Cordillera,  represen- 
tando las  últimas  proyecciones  de  ella,  ya  en  forma  de  cúpulas  aisladas  en 
las  llanuras,  ya  interrumpiendo  las  capas  cretáceas.  En  la  provincia  del 
Guayas  constan  de  rocas  dioríticas  los  cerros  de  Taura  (Masvale,  Batang, 
Cimalon,  Perequeté,  Guabito),  el  aislado  cerro  de  Zamborondón,  los  cerros  al 
lado  izquierdo  del  rio  Daule,  entre  la  Candelaria  y  Pula,  con  el  cerro  de 
Yolan,  el  de  la  Estacada  y  otros,  los  cerritos  de  Petrillo  y  del  Martillo  en- 
frente; finalmente  varias  cúpulas  en  el  terreno  cretáceo  de  la  Cordillera  de 
Chongon  y  de  Juntas. 

En  la  provincia  de  Manabi  se  hallan  en  el  terreno  cretáceo  al  Oeste  de 
Jipijapa,  especialmente  en  el  Cerro  bravo  y  en  el  de  San  Vicente,  las  dioritas 
y  las  tobas  y  conglomeratos  dioríticos  con  un  desarrollo  muy  singular,  que 
recuerda  vivamente  las  formaciones  volcánicas.  Cuando  en  1871  visité  por 
primera  vez  este  terreno  y  entré  en  el  hondo  valle  del  rio  Seco  al  pié  del 
Cerro  bravo,  me  creí  trasladado  á  una  de  las  quebradas  en  las  faldas  de 
nuestros  volcanes  andinos.  Las  altas  paredes  de  ambos  lados  se  componen 
de  conglomeratos  y  brecchas,  que  se  parecen  á  las  tobas  volcánicas  con 


262  GEOLOGÍA.   —    CAPÍTULO   IV. 

pedazos  de  andesitas  y  lavas  de  toda  clase;  las  tobas  forman  un  manto 
grueso  casi  hasta  la  cúspide  del  cerro,  y  las  tres  puntas  mas  altas  de  este 
constituyen  un  hondón,  ó  una  especie  de  cráter  abierto  hacia  O.  Para  hacer 
mas  completa  la  analogía,  brotan,  no  muy  lejos  del  cerro,  en  la  quebrada 
de  Choctete,  unas  fuentes  cargadas  de  ácido  sulfhídrico,  y  muy  parecidas 
á  las  termales  del  Cotacachi.  En  la  quebrada  del  rio  seco,  y  al  pié  mismo 
del  Cerro  bravo,  se  encuentran  fragmentos  enormes  de  toba  caliza,  llena  de 
restos  orgánicos,  que  atestiguan,  que  aquí  todavía  en  la  época  cuaternaria 
salieron  fuentes  cargadas  de  carbonato  de  cal.  Á  esto  se  agrega,  que  las 
variedades  de  piedras,  examinadas  en  el  lugar  mismo,  no  contenían  cuarzo, 
á  lo  menos  no  lo  dejaban  conocer  á  la  vista  libre,  y  que  muchas  de  ellas 
tenían  el  aspecto  exterior  de  ciertas  andesitas.  Seducido  por  todas  estas 
apariencias,  tomé  en  efecto  aquellos  cerros  de  Jipijapa  por  antiguos  volcanes 
andesiticos  y  manifesté  esta  opinión  en  una  relación,  que  escribí  inmediata- 
mente después  del  viaje.  Pero  un  examen  mas  detenido  de  los  materiales 
llevados  á  Quito,  me  convenció  posteriormente  de  mi  error,  que  revoqué  en 
algunas  publicaciones  posteriores. (28)  —  La  mayor  parte  de  las  muestras  re- 
sultó de  naturaleza  diorítica,  ó  á  lo  menos  como  perteneciente  á  las  «rocas 
verdes»,  y  algunas  son  verdaderas  dioritas  porfiroídeas,  aunque  en  todas  el 
cuarzo  es  muy  raro  y  solo  accesorio. 

Es  muy  probable,  que  después  del  análisis  química  y  microscópica,  varias 
de  las  afanitas  del  litoral  y  de  la  sierra,  que  ahora  llamamos  dioritas,  re- 
sultarán ser  diabasas  y  meláfidos.  Asi  ya  sucedió  con  la  roca  negra,  que  se 
halla  en  la  chorrera  de  Agua-clara,  cerca  de  Puente  de  Chimbo,  intercalada 
en  el  terreno  cretáceo  de  la  Cordillera  occidental.  Según  Siemiradski*),  que 
la  analizó,  es  una  roca  que  tiene  algunas  propiedades  de  la  diabasa,  otras 
del  basalto,  mientras  que  su  hábito  exterior  recuerda  ciertos  meláfidos  an- 
tiguos; él  la  llama  rnesobasalto.  El  feldespato  se  parece  á  la  plagioclasa  do 
las  dioritas,  pero  según  la  composición  química  es  probablemente  anortita; 
los  otros  componentes  son  augita,  anfibola,  olivina  y  magnetita.  En  venas 
delgadas  se  halla  la  serpentina  (un  producto  del  metamorfismo)  y  como 
mineral  accesorio  he  observado  la  pirita  en  bastante  cantidad.  Este  último 
mineral,  que  parece  no  haberse  encontrado  en  la  muestra  analizada  por  Sie- 
miradski, porque  no  lo  menciona,  es  interesante,  por  ser  muy  característico 
para  todas  las  rocas  verdes  del  litoral.  Presentando  la  roca  de  Agua-clara 
mas  propiedades  de  las  antiguas  rocas  verdes,  que  de  las  volcánicas,  y  per- 
teneciendo según  su  yacimiento  á  la  época  cretácea,  el  señor  Siemiradski  tam- 
bién en  su  car  tita  debía  señalarla  entre  las  primeras  y  no  con  entre  las  últimas. 

*)  Ein  Beitrag  zur  Kenntniss  der  typischen  Andesitgesteine  (Dorpat  1885),  pág.  G. 


LAS  BOCAS  POBFÍDICA8.  263 

El  estudio  teórico  de  las  rocas  porfídicas  y  verdes  del  Ecuador  es  muy 
interesante  para  el  petrógrafo  y  le  abre  un  campo  muy  vasto;  pero  en  la 
práctica  tienen  mayor  interés  aquellos  accidentes  y  productos,  que  el  petró- 
grafo llamaría  secundarios  y  subordinados.  Si  exceptuamos  las  piedras  de 
cantera  ó  de  construcción,  ninguno  de  los  minerales  útiles  que  encontramos 
en  las  rocas  porfídicas,  pertenece  á  la  constitución  primitiva  de  ellas,  siendo 
todos  unos  productos  secundarios,  que  derivan  de  la  descomposición  química 
y  del  metamorfismo  de  los  constitutivos  primarios,  ó  minerales  accesorios, 
que  se  han  formado  posteriormente  en  las  vetas  y  filones  metalíferos. 

Los  minerales  principales,  que  entran  en  la  composición  de  las  rocas 
porfídicas  son:  varios  feldespatos,  anfibola,  augita,  mica,  magnetita  (hierro 
magnético)  y  á  veces  cuarzo.  Exceptuando  los  últimos  dos,  los  demás  son 
silicatos,  que  se  constituyen  de  sílice,  alúmina,  óxido  de  hierro,  cal,  mag- 
nesia, potasa,  soda  y  agua.  Ahora  bien,  en  la  descomposición  química  de 
las  rocas,  respectivamente  de  sus  minerales  constitutivos,  que  se  verifica 
especialmente  con  ayuda  del  agua  y  del  acido  carbónico,  que  contienen  las 
combinaciones  de  sílice,  se  transforman  en  las  de  ácido  carbónico,  en  otras 
palabras,  los  silicatos  en  carbonatos;  silicato  de  cal,  magnesia,  potasa  etc. 
se  convierte  en  carbonato  de  cal,  magnesia,  potasa  etc.  El  óxido  de  hierro 
queda  libre  y  el  silicato  de  alúmina,  recibiendo  una  determinada  cantidad 
de  agua,  es  la  arcilla.  Cuando  esta  descomposición  sucede  en  la  superficio 
terrestre,  los  carbonatos  serán  llevados  por  las  aguas  (en  forma  de  bicar- 
bonatos disolubles),  y  queda  como  último  resultado  y  resto  solamente  la 
arcilla  con  el  óxido  de  hierro.  lié  aquí  la  explicación  científica  del  origen 
de  la  arcilla  roja,  que  encontramos  en  todas  las  montañas  del  territorio  de 
los  pórfidos,  en  donde  no  falta  la  humedad,  y  que  es  la  causa  principal  de 
que  los  caminos  con  las  lluvias  se  ponen  tan  malos,  como  he  dicho  en  otro 
lugar.  —  El  procedimiento  de  la  descomposición  puede  modificarse  de  mil 
modos,  bajo  circunstancias  é  influjos  locales;  así  encontramos  á  veces  en 
lugar  del  carbonato  de  cal  el  sulfato,  que  es  yeso,  en  lugar  del  carbonato 
de  magnesia,  se  ha  formado  también  su  silicato  etc.  El  punto  principal  para 
la  inteligencia  del  metamorfismo  es,  que  los  elementos  que  constituyen  los 
minerales  primitivos,  salen  de  su  combinación  química,  capaces  de  entrar 
en  varias  nuevas  combinaciones,  que  son  enteramente  distintas  de  las  pri- 
meras. Lo  que  antes  estaba  reunido  y  fijado  en  un  solo  mineral,  se  presenta 
dividido  y  aislado;  y  muchas  veces  las  sustancias,  que  quedan  inútiles  en 
sus  primeras  combinaciones,  se  nos  hacen  provechosas  en  las  segundas. 

Como  hemos  dicho,  el  resultado  final  de  la  descomposición  de  los  pór- 
fidos en  la  superficie  terrestre,  suele  ser  un  depósito  de  arcilla  (caolina, 
cuando  es  muy  pura).     Pero  en  la  profundidad  y  en  el  interior  de  las  rocas 


2fi4  GEOLOGÍA.    —    CAPÍTULO   IV. 

el  procedimiento  se  modifica  algo,  en  cuanto  los  carbonatos  y  demás  sus- 
tancias no  serán  llevadas  por  las  aguas,  y  al  contrario  quedan  esparcidas 
por  la  masa,  ó  formarán  vetas  y  venas,  cuando  se  presentan  grietas  y  hen- 
diduras ú  otras  cavidades,  en  donde  pueden  precipitarse.  Así  se  explica  el 
sinnúmero  de  vetas  de  distintas  clases  en  este  terreno,  y  también  la  mayoría 
de  las  venas  de  cuarzo  (sílice),  que  pertenecen  a  esta  categoría;  pues  aun- 
que las  rocas  son  generalmente  básicas,  no  conteniendo  en  su  estado  fresco 
mucha  sílice  libre,  sinembargo  en  la  metamorfosis  de  los  silicatos  esta  se 
suelta,  y  la  que  no  entra  en  nuevas  combinaciones,  queda  supérflua  y  sirve 
para  rollenar  las  grietas  de  las  rocas. 

Hay  que  advertir,  que  la  transformación  superficial  en  arcilla  se  verifica 
solamente  en  los  lugares  húmedos,  como  en  las  montañas  cubiertas  de  bos- 
ques del  cantón  de  Zaruma,  y  en  las  alturas  en  que  llueve  frecuentemente. 
En  lugares  muy  secos,  como  en  los  valles  de  Yunguilla,  Catamayo,  de  Ca- 
sanga, de  Calvas  etc.,  aunque  el  terreno  se  compone  de  las  mismas  rocas, 
no  so  observa  esta  arcilla,  ó  solamente  por  excepción.  La  descomposición 
se  manifiesta  allá  de  otra  manera,  resquebrajándose  y  deshaciéndose  las  rocas 
en  fragmentos  y  pedacitos  irregulares,  cascajo  y  arena  (conforme  lo  hemos 
visto  también  en  el  granito  de  Juntas).  Esta  diferencia  notable  en  la  des- 
composición de  un  mismo  terreno  se  observa  muy  bien  subiendo,  por  ejem- 
plo, del  valle  de  Calvas  á  las  alturas  de  Cariamanga  ó  del  de  Catamayo  á 
Catacocha;  á  medida  que  aumenta  la  humedad,  y  por  consiguiente  la  veje- 
tacion,  vá  desapareciendo  la  arena  y  el  cascajo  seco,  y  vá  aumentándose  la 
arcilla  y  el  lodo  en  los  caminos. 

Entre  los  minerales  útiles  de  este  terreno  nombraremos  en  primer  lugar 
la  caolina  6  tierra  de  porcelana,  que  debe  su  origen  igualmente  á  la  des- 
composición química  de  los  minerales,  sobre  todo  de  los  feldespatos,  y  tiene 
tanta  afinidad  con  la  arcilla  común,  que  podemos  llamarla  arcilla  química- 
mente pura  y  libre  de  óxido  de  hierro  y  de  cal.  La  caolina  abunda  en  la 
provincia  de  Loja  y  se  conoce  allá  bajo  el  nombre  de  «creda»  ó  simplemente 
«tierra  blanca».  Por  lo  común  son  las  vetas  de  pórfido,  que  atraviesan  el 
pórfido  mismo  ó  las  esquistas  antiguas,  las  que  se  han  transformado  en  cao- 
lina;  así  por  ejemplo,  en  el  camino  de  La  Toma  al  Villonaco,  en  Sacama 
entre  Loja  y  Juntas,  cerca  de  Zaraguro  etc.  El  material  mas  puro,  blanco 
como  nieve,  que  puede  rivalizar  con  la  mejor  caolina  de  la  China,  se  halla 
en  la  falda  del  cerro  Chalalapo,  x¡i  legua  al  Sur  de  la  hacienda  Palmira  en 
el  valle  de  Tiscóbamba,  en  un  macizo  de  pórfido  descompuesto.  El  depósito 
es  abundante  y  daria  sin  duda  una  porcelana  fina  y  superior.  Las  varie- 
dades mas  impuras  (y  hay  todas  las  transiciones  hasta  la  arcilla  ordinaria) 
podrían   ser  empleadas  en  la  fabricación  de  ladrillos  refractarios,  y  cuanto 


LAS   BOCAS   PORFÍDICAS.  265 

mas  blancas  y  libres  de  óxido  de  hierro,  tanto  menos  serán  fusibles  y  tanto 
mas  refractarias.  —  Nodulos  de  caolina  muy  pura  y  pseudomórfosis  según 
feldespato  se  encuentran  en  algunas  vetas  de  cuarzo,  como  también  en  la 
mina  Porto  velo  cerca  de  Zaruma. 

Algunas  sustancias  mas  raras,  pero  mineralógicamente  interesantes  (y 
todas  ellas  son  productos  de  descomposición  de  los  pórfidos),  mencionaremos 
aquí  en  continuación  de  la  caolina.  Cerca  de  Gonzanamá  el  pórfido  aloja 
ríñones  y  venas  de  un  hidrosilicato  de  magnesia  y  alúmina,  que  según  todas 
sus  propiedades  físicas  y  reacciones  químicas  pertenece  á  la  saponita  ó  pio- 
tina  (jabón  mineral).  La  sustancia  es  amorfa,  muy  blanda  (dureza=l),  blanca 
ó  algo  agrisada,  de  tacto  untuoso  como  jabón,  y  se  pega  á  la  lengua.  Al 
soplete  se  funde  con  alguna  dificultad  en  un  vidrio  poroso,  en  el  matraz  dá 
mucha  agua  y  se  enegrece.  No  se  disuelve  en  el  ácido  clorhídrico,  pero  se 
descompone  en  el  sulfúrico.  La  saponita  es  un  mineral  bastante  raro;  en 
Inglaterra  se  usa  como  ingrediente  en  la  fabricación  de  porcelana. 

En  la  misma  región  de  Gonzanamá  se  encuentran  vetas  de  bol,  que  por 
sus  propiedades  físicas  tiene  mucha  analogía  con  el  mineral  precedente,  pero 
es  un  hidrosilicato  de  alúmina  y  hierro,  y  se  distingue  fácilmente  de  la  sa- 
ponita por  su  color  pardo  de  castaña.  Echándolo  en  agua  se  deshace  con 
chisporroteo  en  pedacitos  pequeños. 

Otro  mineral  no  frecuente  se  halla  en  Verde -rumi,  cerca  de  Paccha, 
cantón  Zaruma,  que  á  primera  vista  habia  (ornado  por  esteatita,  pero  los 
exactos  ensayos  mineralógicos  comprobaron  que  es  la  llamada  agalmatolita, 
ó  mas  bien  una  variedad  compacta  de  la  piroJUita.  Este  mineral  es  de  un 
color  hermoso  verde -manzana  ó  verde -esmeralda,  con  manchas  y  venas  de 
color  gris  y  algo  encarnado;  es  transluciente,  blando  (dureza  =  2,  ó  de  yeso), 
de  (acto  suave  y  algo  untuoso;  su  textura  es  criptocristalina,  en  apariencia 
amorfa,  y  con  una  buena  lente  se  vé,  quo  se  compone  de  hojitas  y  fibras 
muy  finas,  que  tienen  lustre  de  nácar.  En  el  matraz  dá  bastante  agua,  y 
al  soplete  se  vuelve  blanco  sin  fundirse;  en  el  ácido  clorhídrico  no  se  di- 
suelve, ni  se  descolora.  Químicamente  es  un  hidrosilicato  de  alúmina,  como 
la  caolina,  pero  con  mas  de  sílice  y  menos  de  agua.  Los  habitantes  creen 
que  es  una  mina  de  esmeralda  («esmeralda  tierna»).  El  uso,  que  se  podría 
hacer  de  ella,  es  para  fabricar  pequeñas  estatuas,  vasos  y  utensilios  de  adorno, 
como  los  chinos  usan  la  agalmatolita  y  otras  piedras  blandas  y  de  hermosos 
colores.  Pertenece  mas  bien  á  las  curiosidades  mineralógicas,  así  como  el 
mineral  que  sigue: 

La  xilotüa,  que  imita  con  su  estructura  fibrosa  y  también  con  su  color 
pardo  perfectamente  la  madera  fósil.  Se  encuentra  en  planchítas  y  tahlitas 
delgadas,  rellenando  las  grietas  de  un  pórfido  cobrizo  cerca  de  la  hacienda 


266  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  IV. 

Juanes  en  el  valle  de  Catamayo,  del  que  tendremos  que  hablar  mas  tarde. 
Es  un  hidrosilicato  de  magnesia  y  hierro,  que  sin  duda  debe  su  origen  á 
la  descomposición  de  la  anfíbola. 

Este  último  mineral,  la  anfibola,  se  halla  también  en  su  estado  fresco 
en  masas  considerables,  componiendo  algunas  vetas  en  Palto  cerca  de  Paccha. 
Es  la  variedad  que  se  llama  tremolita,  y  está  asociada  con  hierro  magnético 
y  cuarzo.  Increíble  es,  como  la  gente  puede  tomar  esta  sustancia  pesada  é 
infusible  por  el  verdadero  carbón  de  piedra,  y  aun  mas  incomprensible,  como 
algunos  a  mineros»  pudieron  fundar  sus  esperanzas  en  esas  aminas  de  carbón 
do  Palto».  —  En  toda  la  provincia  de  Leja  no  hay  carbón  de  piedra,  fuera 
de  la  poca  lignita  de  que  hablaremos  mas  tarde. 

Vetas  de  carbonato  y  sulfato  de  cal  (piedra  caliza  y  yeso)  pertenecen  á 
los  fenómenos  mas  frecuentes  en  este  terreno  y  son,  como  las  de  cuarzo, 
productos  inmediatos  de  la  metamorfosis  química  de  los  pórfidos.  No  rara 
vez  se  hallan  pedazos  de  cal  y  yeso  esparcidos  en  la  arcilla  y  en  la  arena 
y  cascajo  que  cubren  las  rocas;  pero  basta  remover  estos  materiales  y  se 
descubrirán  en  la  pefia  viva  descompuesta  las  venas,  de  que  derivan  aquellos 
fragmentos.  Rara  vez  las  vetas  son  tan  abundantes,  que  costeen  el  trabajo 
de  la  explotación,  y  como  el  fenómeno  es  demasiado  común,  no  citaremos 
muchas  localidades  especiales.  Solo  un  lugar  merece  una  atención  especial. 
Al  NO  de  Quito,  y  al  Oeste  del  Pululagua,  donde  en  la  cercanía  de  Calacali 
acaban  las  rocas  volcánicas  y  comienza  el  terreno  cretáceo,  atravesado  por 
rocas  verdes,  se  halla  en  una  de  estas  últimas  una  veta  muy  ancha  de  ala- 
bastro (yeso  granoso-cristalino)  que  desde  tiempos  inmemorables  se  explota 
en  pequeñas  cantidades  para  quemar  yeso  y  venderlo  en  Quito.  He  visto 
trozos  grandes,  blancos  como  nieve  y  enteramente  puros,  que  se  parecen  al 
marmol  de  Carrara  (pero  son  mucho  mas  blandos),  y  bien  podrían  emplearse 
también  para  pequeñas  obras  de  estatuaria.*) 

Muy  interesantes  son  las  vetas  de  baritina  (sulfato  de  baria)  que  encontró 
en  dos  localidades,  una  en  el  cantón  de  Zaruma,  y  otra  en  la  provincia  de 
Cañar.  —  En  el  cerrito  de  Zarum-urcu  cerca  de  Zaruma,  que  consta  de  pórfido 
descompuesto,  se  vé  en  la  falda  oriental  una  veta,  que  se  distingue  de  otras 
de  esta  región  por  su  posición  horizontal  y  por  su  composición  anormal. 
El  mineral,  que  la  forma,  es  espato  de  barita  ó  baritina,  teñida  exteriormentc 
de  rojo  por  el  peróxido  de  hierro,  que  la  acompaña.  Por  el  gran  peso  espe- 
cifico (4,5)  que  es  propio  á  este  mineral,  lo  tomaron  algunos  mineros  in- 


*)  Los  « alabastros »  de  Cuenca  y  de  otras  localidades,  pertenecen  á  las  tobas  calizas 
de  estructura  granoso-cristnlina,  de  consiguiente  son  carbonato  de  cal.  El  alabastro  ver- 
dadero siempre  es  sulfato  de  cal  (yeso). 


LAS   BOCAS   POEFÍDICA8.  267 

expertos  por  una  sustancia  metálica,  hablando  unos  de  una  mina  de  mercurio, 
otras  de  arsénico  etc.  La  veta  no  contiene  ningún  metal,  fuera  del  óxido 
de  fierro  ya  mencionado,  que  en  algunos  puntos  toma  un  color  rojo  tan 
subido,  que  se  parece  algo  al  cinabrio.  La  baritina  es  cristalizada,  y  forma 
los  cristales  grandes  que  le  son  propios.  De  la  disposición  entrecruzada  de 
los  cristales  nace  una  masa  reticular  y  celular,  cuyos  mallas  están  llenas  de 
ocre  (óxido  de  hierro  terroso).  La  veta  tiene  la  potencia  de  tres  cuartos  de 
un  metro,  y  sigue  la  dirección  horizontal.  Puede  ser,  que  esta  excepción 
de  la  regla  sea  solo  aparente,  y  que  por  una  fuerte  dislocación  del  terreno 
la  posición  originalmente  vertical  se  haya  cambiada  en  la  horizontal.  Precisa- 
mente en  aquellas  faldas  del  Zarum-urcu  se  observan  varias  señales  de  grandes 
derrumbos;  por  lo  demás  la  veta  es  visible  por  una  extensión  muy  pequeña. 
El  origen  de  la  baritina  del  terreno  porfídico  es  difícil  de  explicar,  porque 
los  pórfidos  no  contienen  el  sulfato  de  baria  en  cantidades  perceptibles. 

La  segunda  localidad,  en  que  se  encuentra  la  baritina,  es  el  cerro  de 
Pilzhun  al  NE  de  Azogues.  Este  es  un  cerro  alto  y  muy  extenso,  en  cuyas 
faldas  opuestas  nacen  las  cabeceras  del  rio  Tabacay  y  del  de  Taday.  Entre 
las  rocas  porfídicas  que  le  componen,  predominan  las  dioriticas,  pero  muy 
descompuestas  en  la  superficie.  En  varios  puntos  se  observa,  que  unas 
cuchillas  ó  crestas  sobresalen  como  murallas  de  1  á  3  metros  de  ancho,  la 
superficie  descompuesta,  y  atraviesan  el  cerro  de  S  á  N,  otras  de  E  á  O. 
Estas  son  vetas  de  pórfido  silicificado  y  de  cuarzo  y  baritina,  que  resisten 
mejor  á  las  influencias  atmosféricas,  que  destruyen  la  roca  adyacente.  La 
masa  principal  de  estas  vetas  se  compone  de  cuarzo,  pero  á  veces  están 
llenas  de  nodulos  y  ríñones  de  una  sustancia  blanca  y  friable,  que  es  caolina 
y  el  residuo  de  pedazos  de  pórfido  (ó  diorita)  metamorfizado.  La  baritina 
acompaña  el  cuarzo  en  hilos  y  masas  reticulares,  y  prevalece  en  algunas 
vetas  sobre  él.  Los  filones  de  Pilzhun  se  distinguen  del  de  Zarum-urcu  no 
solamente  por  la  presencia  de  cuarzo,  sino  también  y  especialmente  por  ser 
ricos  en  minerales  metálicos,  piritas,  y  combinaciones  de  cobre  y  plata  con 
antimonio  y  arsénico  (Tetraedrita,  Fahlerz).  Véase  sobre  estas  minas  el 
Suplemento  No.  24. 

Entre  los  minerales  accesorios  y  no-metálicos  de  las  rocas  porfídicas, 
merece  todavía  una  mención  el  granate,  aunque  lo  encontré  solo  en  una  lo- 
calidad, no  muy  lejos  y  al  Oeste  del  Pilzhun,  en  el  rio  Tabacay.  Este  rio 
corre  en  su  curso  inferior  por  la  arenisca  de  Azogues,  pero  sus  cabeceras 
nacen  en  el  terreno  porfídico,  y  por  esto  lleva  en  su  curso  superior  sola- 
mente guijarros  y  pedrones  de  pórfido,  porfirita  y  diorita,  arrastrados  por  el 
rio  de  Nudpud  y  el  Carihuaray.  Poco  antes  de  llegar  al  punto  de  reunión 
de  estos  dos  ríos,  que  forman  el  Tabacay,  se  pasa  un  pequeño  riachuelo, 


268  GEOLOGÍA.  —  CAPÍTULO  IV. 

que  se  precipita  de  una  quebrada  de  la  ladera  occidental  del  valle,  y  lleva 
en  su  arena  unas  piedritas  rojas  muy  brillantes.  Son  crístalitos  bien  des- 
arrollados que  desde  luego  y  especialmente  con  ayuda  de  la  lente,  dan  á 
conocer  el  dodecaedro,  forma  característica  del  grenate,  y  el  grado  de  la 
dureza  asi  como  todo  el  examen  mineralógico  prueba,  que  en  efecto  es  este 
mineral  y  no  rubí,  como  muchos  han  creído.  Es  la  variedad  del  grenate 
que  se  llama  piropo,  de  un  color  rojo  oscuro  de  sangre,  pero  los  crístalitos 
son  tan  pequeños,  que  su  diámetro  apenas  alcanza  un  milímetro  y  comun- 
mente menos,  de  manera  que  no  son  de  algún  valor  ni  mérito.  El  origen 
de  este  granate  ha  de  buscarse  en  las  rocas  porfídicas  descompuestas  de  la 
altura  de  que  viene  el  arroyuelo;  en  ellas  forma  un  mineral  accesorio,  que 
se  conserva,  como  también  el  cuarzo,  en  la  descomposición  general  que  sufren 
los  demás  constitutivos,  y  después  llega  por  el  mismo  mecanismo  del  agua 
á  la  arena  del  rio,  como  el  oro  á  los  lavaderos.  Estos  grenates  recuerdan 
los  mas  grandes,  que  se  hallan  en  el  rio  Mayo  en  la  provincia  de  Pasto, 
asociados  con  rubíes  y  zafiros,  pues  allá  se  derivan  del  mismo  modo  de  un 
pórfido  descompuesto  en  las  orillas  del  rio. 

Los  minerales  de  que  hemos  hablado  hasta  ahora,  pertenecen  á  la  clase 
de  los  no-metálicos.  Por  su  origen  análogo  añadiremos  á  ellos  el  hierro. 
Algunos  silicatos  constitutivos  de  los  pórfidos  contienen  algo  de  hierro,  y 
la  magnetita  (hierro  magnético)  que  nunca  falta,  es  un  compuesto  de  su  pro- 
tóxido  y  peróxido.  Ademas  la  pirita  (sulfuro  de  hierro)  es  un  mineral 
accesorio  tan  frecuente  en  estas  rocas,  que  rarísimas  son  las  piedras,  que 
no  presenten  algunas  partículas  de  ella,  mientras  no  están  demasiado  des- 
compuestas. De  todos  estos  minerales  se  forma  durante  la  metamorfosis  de 
las  rocas  el  peróxido  hidratado  de  hierro  ó,  en  casos  mas  raros,  el  peróxido 
anhidro.  El  primero  se  presenta  ya  en  forma  cristalina  compacta  (limonita), 
ya  en  el  estado  terroso  (ocre),  y  es  ha  sustancia  ubiquitaria,  por  decirlo  asi, 
que  á  las  arcillas,  al  cuarzo  y  á  los  demás  minerales  de  las  vetas,  y  en  fin 
á  todo  el  terreno  comunica  el  color  amarillo  rojizo,  rojo  oscuro,  y  pardo,  ade- 
mas de  formar  por  sí  solo  vetas  y  depósitos  gruesos.  Pero,  aunque  no  faltan 
lugares,  en  donde  el  hierro  se  encuentra  en  cantidades  explotables,  sinem- 
bargo  por  razones  demasiado  patentes  no  hay  que  esperar  que  la  industria 
minera  se  dirigirá  jamas  á  este  metal,  que  podría  explotarse  en  varios  otros 
puntos  de  la  República  bajo  circunstancias  mucho  mas  favorables.  La  trans- 
formación del  sulfuro  de  hierro  en  el  peróxido  es  un  hecho  geológico,  y 
puede  observarse  en  todos  sus  estados  sucesivos,  hasta  la  pseudomórfosis 
completa.  En  este  procedimiento  se  suelta  el  azufre  y  entra  inmediatamente 
en  nuevas  combinaciones  químicas  con  otros  elementos,  las  cuales  pueden 
explicarnos  algunos  fenómenos.     Así  sabemos  pues,  de  donde  proviene  el 


LAS   BOCAS  PORFÍDICAS.  2G9 

ácido  sulfúrico,  que  ocasiona  la  formación  del  sulfato  de  cal  (yeso),  y  también 
la  de  la  caparrosa  (sulfato  de  hierro),  que  eflorece  de  vez  en  cuando  en  las 
rocas  descompuestas.  Igualmente  podemos  derivar,  sin  temor  de  padecer 
una  equivocación,  el  hidrógeno  sulfurado  de  algunas  fuentes  de  la  misma 
descomposición  de  la  pirita.  Hé  aquí  un  solo  ejemplo:  media  legua  al  Sur 
de  Ayabamba,  en  el  valle  del  riachuelo  de  Ayabamba,  no  lejos  del  lugar  de 
la  confluencia  de  este  con  el  rio  Bono,  se  halla  una  fuente  termal.  En  todas 
sus  inmediaciones  se  percibe  el  fuerte  y  desagradable  olor  de  hidrógeno  sul- 
furado, y  el  sabor  del  agua  indica  que  está  cargada  de  él  y  de  ácido  car- 
bónico. La  temperatura  del  agua  es  en  el  punto  de  su  salida  de  3572°  centí- 
grados. Esta  fuente  nace  de  una  veta  de  cuarzo  en  un  pórfido  descompuesto, 
que  está  llena  de  pirita  y  contiene  un  poco  de  oro,  como  casi  todas  las  vetas 
de  aquella  región. 

Los  minerales  descritos  hasta  ahora,  traen  su  origen  del  terreno  porfí- 
dico mismo,  siendo  partes  esenciales  ó  accesorias  de  él,  ó  derivando  á  lo 
menos  de  ellas  por  una  simple  transformación  química  que  llamamos  meta- 
morfosis. Las  sustancias  de  que  trataremos  en  seguida,  son  mas  bien  ajenas 
á  este  terreno  y  heterogéneas,  y  geológicamente  consideradas  deben  llamarse 
puramente  accidentales,  aunque  en  el  campo  de  la  práctica  son  muy  princi- 
pales. Para  no  perdernos  en  el  laberinto  de  las  teorías  científicas  respecto 
á  su  origen,  no  hablaremos  ahora  del  cómo  y  cuando  dichas  sustancias  han 
llegado  á  su  actual  yacimiento  y  posición,  y  nos  ocuparemos  de  ellas  como 
dadas,  y  según  sus  actuales  relaciones.  Esta  categoría  se  constituye  de 
sustancias  metálicas,  á  saber  de  los  diferentes  minerales  de  oro,  plata,  pla- 
tina, cobre,  plomo,  einJc,  antimonio  y  arsénico. 

El  oro  se  halla  en  estado  nativo,  y  solamente  ligado  con  plata;  otros 
minerales  de  oro  no  se  conocen  en  nuestro  terreno  porfídico.  La  plata  se 
encuentra  rara  vez  en  estado  nativo,  y  entonces  comunmente  ligada  al  oro; 
las  mas  veces  se  halla  en  forma  de  sulfuro  de  plata  en  la  galena  (sulfuro 
de  plomo),  y  en  combinación  con  cobre,  antimonio  y  arsénico,  constituyendo 
la  tetraedrita  (Fahlerz,  cobre  gris).  El  cobre  ofrece  la  mayor  variedad  de 
minerales,  hallándose  nativo,  en  forma  de  óxido,  sulfuro,  cloruro,  carbonato, 
y  en  la  tetraedrita.  El  plomo  se  presenta  con  mas  frecuencia  en  forma  de 
sulfuro  de  plomo  (galena),  rara  vez  en  la  del  carbonato  y  como  cloro-carbo- 
natado. Del  zink  encontré  hasta  ahora  solamente  el  sulfuro  (la  blenda). 
Finalmente  el  antimonio  y  arsénico  entran  en  la  composición  de  la  tetrae- 
drita, como  ya  queda  dicho;  pero  ambos  metales  no  son  frecuentes  en 
nuestras  minas.  —  La  platina  no  se  ha  observado  todavía  en  el  terreno 
porfídico  mismo,  sino  solo  en  los  lavaderos  de  oro  de  la  provincia  de  Es- 
meraldas.   Pero  como  el  material  de  estos  lavaderos  se  deriva  de  la  Cor- 


270  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  IV. 

dillera  occidental,  tan  rica  en  rocas  verdes  y  profídicas,  la  platina  debe 
hallarse  en  ellas  de  algún  modo,  como  el  oro. 

Los  metales  enumerados  se  hallan  en  vetas  y  filones  (casi  siempre  con 
cuarzo),  que  atraviesan  los  terrenos  porfídicos.  El  rumbo  general  de  las 
vetas  es  con  pocas  excepciones  el  de  S  á  N,  quiere  decir,  que  siguen  el 
rumbo  general  de  las  Cordilleras  principales  de  los  Andes,  aun  cuando  se 
hallan  en  ramales  ó  nudos  transversales,  cuyos  ejes  tienen  otro  rumbo. 
Muchos  de  los  filones  son  verticales,  pero  regularmente  se  hallan  con  una 
inclinación  de  pocos  á  muchos  grados  al  Este  (rara  vez  al  Oeste).  Su  espe- 
sor ó  potencia  llega  de  algunos  centímetros  á  3  ó  4  metros.  Las  vetas  y 
filones  se  llaman  minas,  cuando  contienen  uno  que  otro  metal  en  cantidades 
explotables.  Según  nuestro  conocimiento  de  las  minas  del  terreno  porfídico, 
solo  las  de  oro  y  de  plata  son  de  importancia  práctica  en  las  circunstancias 
actuales  del  Ecuador;  el  cobre  se  puede  explotar,  cuando  esta  asociado  con 
oro  y  plata;  los  demás  metales,  menos  valiosos,  por  ahora  no  se  prestan  ú 
una  explotación  ventajosa,  ya  porque  los  depósitos,  descubiertos  hasta  ahora, 
son  poco  abundantes,  ya  por  la  dificultad  y  lo  costoso  de  la  explotación, 
que  en  dichas  circunstancias  actuales  del  pais  (especialmente  por  la  falta 
de  buenas  vias  do  comunicación)  no  recompensaría  los  gastos.  —  Creo  haber 
observado,  que  el  oro  se  halla  con  preferencia  en  el  terreno  de  los  pórfidos 
verdaderos  (pórfido  cuarzoso),  y  la  plata  prefiere  las  rocas  verdes  y  dioríti- 
cas;  así  p.  ej.  arman  en  el  primero  las  mejores  minas  de  oro  de  Zaruma,  y 
en  las  segundas  todas  las  minas  antiguas  de  plata  en  las  provincias  de 
Cañar  y  del  Azuay,  entre  ellas  la  afamada  de  Pilzhun,  y  varias  otras  de  la 
provincia  de  Loja. 

Es  sumamente  difícil,  ó  mejor  dicho,  por  ahora  imposible,  dar  una  des- 
cripción algo  completa  de  las  minas  del  Ecuador.  No  se  puede  estudiar  y 
describir  las  minas,  sino  cuando  ya  están  abiertas  y  por  algún  tiempo  en 
explotación,  es  decir,  cuando  por  pozos  y  galerías  subterráneas  son  acce- 
sibles al  estudio  mineralógico,  químico  y  estatigráfico.  Esta  condición  falta 
en  las  minas  del  Ecuador,  que  con  pocas  excepciones  no  conocemos,  sino 
por  sus  afloramientos  en  la  superficie,  ó  por  los  derrumbados  y  aguados 
trabajos  de  siglos  pasados.  Cuando  en  1876  comencé  el  estudio  de  las  minas, 
ni  una  sola  en  toda  la  República  estaba  en  explotación,  y  los  trabajos  de 
exploración  hechos  en  unas  pocas,  eran  superficiales  y  del  todo  insuficientes. 
Verdad  es,  que  desde  entonces  acá  se  han  hecho  estudios  serios  y  formales 
en  algunos  puntos  de  las  provincias  meridionales,  que  aclararon  mucho  la 
situación,  y  aun  entraron  algunas  minas  en  el  estado  de  explotación.  Pero 
con  todo  esto,  las  observaciones  y  resultados  son  todavía  muy  locales,  para 
sacar  de  ellos  deducciones  generales.    Para  referir  esos  estudios  deberíamos 


LAS   ROCAS   PORFÍDICAS.  271 

entrar  en  las  particularidades  de  cada  mina  examinada,  lo  que  excedería  los 
limites  de  la  parte  general  de  esta  obra;  pero  siendo  ellos  del  otro  lado  de 
mucho  interés  para  los  mineros  y  hombres  de  ciencia,  me  he  decidido  á 
ofrecerles  en  los  «Suplementos»  una  serie  de  observaciones  importantes. (24) 

No  cabe  duda,  que  los  distritos  mineros  mas  importantes  se  hallan  en 
la  mitad  meridional  de  la  República,  al  S  del  Azuay,  siendo  las  minas  muy 
raras  en  la  parte  setentrional,  por  la  misma  razón  indicada  mas  arriba,  por 
la  cual  las  rocas  porfídicas  y  verdes  aqui  tienen  menor  extensión  superficial 
(están  cubiertas  por  el  terreno  volcánico).  Se  habla  de  antiguas  minas  de 
plata  (y  de  oro  y  cobre?)  en  las  cercanías  de  Simiátug,  Sigchos,  Tagualó, 
Angamarca,  Macuchi  etc.,  pero  no  las  conocemos,  nadie  las  ha  estudiado  en 
este  siglo.  Por  ahora  los  distritos  mas  importantes  son  el  aurífero  de  Za- 
ruma,  y  el  argentífero  de  Pilzhun  en  la  provincia  de  Cañar. 


Capítulo  V. 
La  formación  terciaria. 

Los  terrenos  terciarios  encontramos  en  el  Ecuador  desarrollados  de  dos 
modos  distintos:  en  las  provincias  litorales  constan  de  capas  sedimentarias 
marinas,  y  en  algunas  hoyas  del  pais  interandino  de  depósitos  de  agua  dulce, 
ó  de  capas  lacustres.  Estas  dos  clases  de  terrenos  se  diferencian  mucho 
entre  si,  y  debemos  tratarlas  separadamente. 

A.    La  formación  terciaria  marina. 

Esta  puede  llamarse  la  formación  fundamental  de  las  provincias  de  Es- 
meraldas y  Manabí,  puesto  que  las  mas  antiguas,  que  probablemente  existen 
en  mayores  profundidades,  se  ocultan  á  nuestra  vista;  solo  la  cretácea  se 
observa  en  la  superficie  en  la  parte  meridional  de  la  provincia  de  Manabi. 
—  La  demarcación  del  terreno  terciario  en  el  mapa  geognóstico  se  dificulta 
mucho,  porque  los  materiales,  que  lo  componen,  apenas  se  distinguen  de  los 
de  la  formación  cuaternaria  marina.  Cuando  faltan  los  fósiles  característi- 
cos —  y  esto  es  lo  mas  común  — ,  y  cuando  no  encontramos  las  capas  con 
yacimiento  discordante  debajo  de  las  sobrepuestas  modernas,  algunas  veces 
la  distinción  es  imposible.  Por  esto  sea  advertido,  que  talvez  algunos  de 
los  terrenos,  que  en  el  mapa  he  señalado  como  terciarios,  resultarán,  con 
un  estudio  ulterior,  ser  cuaternarios,  y  al  revés,  que  algunas  capas,  que 
hoy  considero  como  cuaternarias,  serán  terciarias.  He  aplicado  el  color  ter- 
ciario á  aquellas  regiones,  donde  con  mas  frecuencia  encontré  en  los  valles 
y  barrancos  de  los  rios  las  capas  marinas  con  fuerte  inclinación,  aunque  las 
lomas  intermedias  se  hallan  muchas  veces  en  la  superficie  cubiertas  de  ca- 
pas evidentemente  mas  modernas. 

En  la  costa  de  la  provincia  del  Guayas  (cantón  de  Sta.  Elena)  existe  la 
formación  terciaria  debajo  de  la  cuaternaria,  y  se  descubre  solamente  en 
pocos  puntos  bajos,  á  la  orilla  del  mar  y  en   algunas  quebradas  hondas. 


LA  FORMACIÓN  TERCIARIA.  273 

Así,  por  ejemplo,  cerca  de  la  Punta  de  Cangrejo,  al  NE  de  la  bahía  de 
St*.  Elena,  se  observan  «las  cabezas»  ó  extremidades  de  capas  areniscas 
levantadas  casi  verticalmente.  Como  las  capas  cuaternarias  cubren  estas 
cabezas  en  posición  discordante,  casi  horizontal,  se  sigue  que  dichas  arenis- 
cas pertenecen  á  una  época  anterior,  puesto  que  al  tiempo  en  que  se  depo- 
sitaron las  cuaternarias,  ya  se  hallaban  en  el  estado  levantado.  La  arenisca 
de  que  hablamos,  es  mas  compacta  y  dura,  que  la  cuaternaria,  y  vá  alter- 
nando con  arcillas  arenosas  de  un  color  gris  ó  azulado,  igualmente  con  unas 
capas  muy  delgadas  de  sustancias  bituminosas  (lignita).  No  pude  encontrar 
ningún  fósil,  que  me  hubiera  aclarado  la  posición  y  la  edad  geológica  de 
estas  capas.  Las  adjudico  á  la  formación  terciaria,  porque  llevan  un  carácter 
petrográfico  muy  distinto  del  de  la  formación  cretácea  del  litoral,  y  en  todo 
recuerdan  los  terrenos  terciarios. 

Las  mismas  capas  descritas  se  encuentran  unas  4  leguas  al  E  de  St*. 
Elena,  en  el  fondo  de  una  quebrada  ancha,  en  que  surgen  las  fuentes  ter- 
males y  el  a  volcancito»  de  San  Vicente,  que  conocermos  mas  tarde.  — 
Ademas  me  inclino  á  creer,  que  ciertas  capas  arenosas  fuertemente  inclinadas, 
que  se  hallan  hacia  el  pié  de  la  Cordillera  de  Colonche,  pertenezcan  al  mismo 
sistema  terciario. 

Un  campo  mejor  para  su  estudio  nos  ofrece  la  provincia  de  Esmeraldas. 
Doquiera  que  las  aguas  han  removido  la  tierra  vejeta!  de  las  laderas  de  las 
montañas,  y  donde  los  ríos  han  surcado  los  terrenos  aluviales  hasta  cierta 
profundidad,  siempre  se  descubre  la  misma  formación  marina,  con  los  mismos 
caracteres  petrográficos,  desde  la  costa  marina  hasta  los  pies  de  los  Andes, 
desde  el  nivel  del  mar  hasta  la  altura  de  mas  de  300  metros.  Todas  las 
montañas  y  todas  las  colinas  se  componen  de  ella,  aunque  en  su  superficie 
muchas  veces  estén  cubiertas  de  capas  mas  recientes;  y  la  formación  marina 
desempeña  este  mismo  papel  por  una  gran  parte  de  la  provincia  de  Manabi 
hacia  el  Sur.  Su  estudio  se  facilita  mas  en  las  cercanías  de  la  costa,  en 
donde  las  posteriores  formaciones  fluviales  se  hallan  menos  desarrolladas,  y 
en  donde  se  encuentran  con  mas  frecuencia  perfiles  instructivos  en  las  bar- 
rancas profundas. 

El  carácter  petrográfico  de  esta  formación  es  bastante  sencillo  y  monó- 
tono, y  donde  se  manifiesta  mas  variado,  los  cambios  se  refieren  casi  siempre 
al  desarrollo  físico  y  exterior  de  los  materiales,  y  no  á  su  composición  qui- 
mica.  Podemos  establecer  dos  clases  de  rocas  constituyentes:  areniscas  y 
arcillas  pizarrosas.  Aunque  ambas  se  distinguen  muy  bien  en  su  desarrollo 
típico,  existen  sinembargo  tantas  formas  intermedias  y  transiciones,  que  seria 
imposible  fijar  con  exactitud  sus  limites;  pues  las  areniscas  se  vuelven  á 
veces  muy  arcillosas  y  margosas,  y  las  arcillas  á  su  vez  arenosas. 

Woup,  Ecuador.  18 


274  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   V. 

Las  areniscas  son  generalmente  muy  cuarzosas,  de  grano  grueso,  y  en 
este  caso  muy  duras;  á  veces  se  convierten  en  verdaderos  conglomerados, 
llegando  las  partes  constituyentes  al  tamaño  de  una  nuez  ó  de  un  pufio.  En 
el  caso  contrario,  es  decir,  cuando  el  grano  es  muy  fino,  las  areniscas  son 
comunmente  arcillosas  y  margosas,  ora  duras,  ora  blandas,  y  se  dejan  hen- 
der como  las  pizarras,  en  lajas  mas  ó  menos  delgadas.  El  color  de  las 
areniscas  varia  desde  el  gris  claro  hasta  el  pardo  oscuro,  y  depende  no 
solamente  del  color  de  los  granos,  sino  también  del  del  cemento,  que  los 
conglutina,  y  que  muchas  veces  es  ferruginoso. 

Las  arcillas  suelen  tener  un  color  mas  claro  que  las  areniscas,  y  en  la 
costa  se  ven  á  veces  capas  casi  blancas;  sin  embargo  algunas  se  encuentran 
tan  impregnadas  del  hidróxido  de  fierro,  que  se  vuelven  rojas  y  pardas.  Su 
material  no  se  distingue  químicamente  del  de  las  areniscas,  solo  que  las 
partículas  constitutivas  son  sumamente  finas  y  casi  imperceptibles.  Si  á  las 
areniscas  podemos  llamar  arena  cementada,  las  arcillas  son  barro  endure- 
cido. Entrando  en  la  composición  de  la  arcilla  mucha  arena  fina,  salen  esas 
formas  intermedias,  que  con  igual  razón  podemos  llamar  arenisca  arcillosa 
ó  arcilla  arenosa,  y  que  son  sumamente  frecuentes.*) 

Estas  dos  clases  de  rocas,  las  areniscas  y  las  arcillas  pizarrosas,  acom- 
pañan al  geólogo  con  desesperada  monotonía  por  todas  partes,  y  es  muy 
raro  que  se  observe  entre  ellas  otro  material  subordinado  y  accidental,  ex- 
cepto el  yeso,  que  es  frecuente  en  las  barrancas  de  la  costa,  en  donde  suele 
llenar  las  hendiduras  que  atraviesan  las  capas.  Cuando  estas,  por  la  acción 
de  las  aguas  y  de  la  atmósfera,  se  descomponen  y  se  disuelven  en  la  super- 
ficie, las  placas  de  yeso  cristalino  y  trasparente  se  encuentran  diseminadas 
en  las  laderas  y  en  las  playas  del  mar.  Pero  en  ningún  lugar  se  halla  el 
yeso  en  cantidad  suficiente,  que  consienta  pensar  en  su  explotación;  pues 
las  venas  son  aisladas,  irregulares  y  comunmente  no  tienen  mas  que  algu- 
nas líneas  ó  una  pulgada  de  espesor. 

En  algunos  lugares  las  capas  de  esta  formación  son  bituminosas,  lo  que 
se  manifiesta  por  un  color  negrusco,  y  en  la  cercanía  de  tales  localidades 
se  encuentran  en  la  arenisca  ó  arcilla  algunos  troncos  de  árboles  carboniza- 
dos, es  decir,  transformados  en  lignita.  Aislados  se  encuentran  estos  troncos 
en  muellísimos  lugares,  por  ejemplo,  inmediatamente  arriba  de  Esmeraldas, 
en  el  primer  cerro,  al  lado  izquierdo  del  rio,  donde  casi  al  nivel  del  agua  se 
halla  un  hermoso  perfil  de  la  formación  marina.     Pero  despósitos  mayores 

*)  Las  piedras  de  esta  clase,  que  tienen  un  grano  fino  6  igual,  que  no  son  dema- 
siado duras  ni  demasiado  blandas,  sirvieron  con  preferencia  á  los  indios  antiguos  del 
litoral  para  sus  pequeñas  esculturas  (figuras  de  ídolos,  hombres,  animales,  y  varios  uten- 
silios), como  lo  comprueban  los  hallazgos  en  las  huacas. 


LA   FORMACIÓN   TERCIARIA.  27f) 

y  explotables  de  lignita  no  he  encontrado.  La  acumulación  mas  considerable 
de  tales  palos  carbonizados,  que  he  visto,  existe  cerca  de  Pedernales,  un 
poco  al  Norte  de  la  Punta  Surones,  en  la  barranca  de  la  costa;  pero  ni  en 
esta  localidad  el  material  es  explotable,  porque  la  lignita  no  forma  capas 
continuas  y  regulares  de  algún  espesor,  sino  manchas  irregulares  y  pequeñas. 
—  La  presencia  de  palos  carbonizados  en  la  formación  marina  no  tiene  nada 
de  extraordinario.  Todos  los  que  han  viajado  en  las  playas  del  mar,  habrán 
visto  los  muchos  palos,  que  las  olas  botan  á  la  orilla,  sobre  todo  en  las 
ensenadas.  Algunos  se  pudren  y  se  deshacen,  pero  otros  se  entierran  en  la 
arena  y  se  conservan,  merced  á  la  lenta  transformación  química  que  sufren, 
y  que  es  una  verdadera  combustión  ó  carbonización.  No  falta  sino  que  la 
arena  suelta  se  consolide  por  la  intervención  de  un  cimiento,  para  tener  una 
arenisca  moderna  con  lignita,  que  no  se  distingue  de  la  antigua,  de  que 
tratamos  ahora. 

Un  accidente,  que  mas  bien  se  refiere  á  la  forma  exterior  que  á  la  con- 
stitución química  del  material,  consiste  en  enormes  ríñones,  que  unas  veces 
se  encuentran  aislados,  otras  y  las  mas  veces  acumulados  en  ciertos  estra- 
tos  de  la  formación  marina.  Estas  concreciones  son  grandes,  midiendo 
comunmente  uno  á  dos  metros  de  diámetro;  su  forma  es  elíptica,  algo 
aplastada,  su  estructura  y  fragmentación  concéntrica.  La  sustancia  de  que 
se  componen,  es  idéntica  con  la  que  las  rodea,  es  decir,  una  arenisca  arci- 
llosa y  margosa;  pero  lo  curioso  es,  que  el  material  de  los  estratos  que 
contienen  muchos  ríñones,  suele  ser  muy  fofo  y  suelto,  como  si  todo  el 
cimiento  hubiese  servido  solamente  para  formar  esas  concreciones  duras.  El 
núcleo  y  el  centro  de  ellas  no  tiene  otra  composición  que  las  cortezas  exte- 
riores, y  es  difícil  decir,  cual  haya  sido  el  primer  motivo  de  la  atracción 
concéntrica  de  esta  formación  particular.  El  cimiento  es  muy  ferruginoso, 
lo  que  se  manifiesta  por  el  color,  sobre  todo  cuando  los  ríñones  principian 
á  descomponerse.  —  Este  fenómeno  se  puede  observar  en  escala  grande  en 
la  costa  entre  Esmeraldas  y  Atacámes,  especialmente  en  la  Punta  Gorda, 
en  donde  se  halla  un  estrato  horizontal  de  3  metros  de  potencia  con  muchí- 
simas y  muy  grandes  concreciones,  unos  20  pies  sobre  la  playa.  Un  perfil 
casi  igual  al  de  la  Punta  Gorda  encontré  en  el  valle  del  Esmeraldas,  en  la 
cercanía  de  la  boca  del  Guallabamba. 

La  estratificación  de  la  formación  marina  se  puede  estudiar  mejor  en  un 
viaje  á  lo  largo  de  la  costa,  pues  desde  el  rio  de  Vainillas  al  Norte,  hasta 
el  Cabo  Pasado,  tenemos  á  la  izquierda  un  perfil  casi  vertical  de  7  hasta 
100  metros  de  altura,  que  solamente  por  las  quebradas  de  los  ríos  litorales 
se  halla  interrumpido.  Se  observa  primero,  que  las  capas  de  las  areniscas  y 
de  las  arcillas  se  repiten  indistintamente  en  todos  los  horizontes,  alternando 

18* 


276  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO   V. 

infinitas  veces  estas  con  aquellas,  ya  en  bancos  gruesos,  ya  en  fajas  del- 
gadísimas, sin  regla  alguna.  El  yacimiento  de  las  capas  es  generalmente 
horizontal,  sobre  todo  en  las  regiones  bajas,  y  cuando  se  hallan  inclinadas, 
buzan  casi  siempre  hacia  el  Oeste  con  un  ángulo  moderado  (de  10  á  30  gra- 
dos); muy  raras  son  las  excepciones,  en  que  el  buzamiento  es  mas  rápido. 
Seducido  por  ciertas  consideraciones  teóricas  se  podría  creer,  que  la  incli- 
nación será  tanto  mas  fuerte,  cuanto  mas  alto  es  el  terreno  y  cuanto  mas 
se  acerca  al  pié  de  la  gran  Cordillera  de  los  Andes;  sinembargo  la  expe- 
riencia y  observación  directa  no  ha  confirmado  esta  suposición,  pues  en  los 
valles  superiores  de  los  ríos  las  dislocaciones  no  son  mas  frecuentes  que  en 
la  costa,  y  en  el  punto  mas  lejano,  en  que  pude  observar  la  formación  ma- 
rina, es  decir,  en  los  lechos  del  Silanchi  y  del  Caoni,  encontré  las  capas 
enteramente  horizontales,  así  como  también  en  el  Cachabi  superior  y  en  el 
Quinindé.  La  mayor  parte  de  los  ríos  han  excavado  sus  cauces,  á  lo  menos 
en  sus  cursos  superiores,  en  esta  formación;  pero  como  las  diferentes  capas 
no  son  de  la  misma  dureza  y  no  oponen  la  misma  resistencia  á  la  erosión 
del  agua,  la  excavación  procede  con  desigualdad  en  los  diferentes  puntos, 
y  de  aquí  se  derivan  los  muchos  raudales  y  saltos  que  caracterizan  la  mayor 
parte  de  los  ríos  de  la  provincia.  —  Con  el  mismo  principio  se  explican  las 
lajas  en  las  playas  del  mar,  en  la  zona  que  está  expuesta  á  las  alternativas 
de  las  mareas,  esas  lajas  que  son  el  obstáculo  mas  grande  para  los  viajan- 
tes á  caballo,  cuando  no  están  cubiertas  de  arena,  porque  son  sumamente 
resbalosas  á  consecuencia  de  la  mucosidad  que  las  plantas  y  animales  ma- 
rinos depositan  sobre  ellas. 

No  conocemos  la  potencia  total  de  la  formación  marina,  porque  en  nin- 
gún lugar  se  descubre  la  base  de  ella  y  no  sabemos  á  qué  profundidades 
baja.  En  algunos  perfiles  altos  de  capas  horizontales  he  calculado  la  po- 
tencia en  mas  de  100  metros;  pero  atendida  la  altura  considerable  de  al- 
gunas montañas  que  se  componen  de  esta  formación,  debemos  suponer,  que 
su  potencia  total  en  término  medio  no  podrá  tener  menos  de  200  metros,  y 
probablemente  tiene  mucho  mas. 

Del  carácter  paleontológico  tengo  poco  que  decir  por  la  gran  escasez  de 
fósiles,  lo  que  es  tanto  mas  sensible,  cuanto  que  de  él  depende  en  primer 
lugar  la  determinación  de  la  edad  geológica  de  una  formación.  —  Muy  rara 
vez  se  encuentra  en  las  areniscas  una  concha,  un  caracol  ú  otro  resto  ani- 
mal, y  aun  entonces  en  un  estado  tan  fragmentario  y  tan  mal  conservado, 
que  no  es  posible  determinar  las  especies.  Las  arcillas  esquistosas  parecen 
ser  todavía  mas  escasas  de  fósiles.  Sinembargo,  por  imperfectos  que  sean 
los  restos  encontrados,  se  puede  evidenciar  con  ellos,  que  toda  esta  formación 
es  marina,  que  se  ha  depositado  en  el  fondo  de  un  mar.  —  En  una  sola 


LA  FORMACIÓN  TERCIARIA.  277 

localidad  encontré  los  fósiles  mas  frecuentes  y  mejor  conservados,  y  este 
lugar  se  halla  al  lado  del  pueblecillo  de  Uimbí,  unas  siete  leguas  distante 
de  la  costa,  y  30  metros  sobre  el  actual  nivel  del  mar.  Allí  debajo  de  los 
bancos  diluviales  auríferos  sigue  la  arenisca  marina  con  yacimiento  discor- 
dante y  algo  inclinado,  es  de  un  grano  muy  fino  y  contiene  muchas  hojitas 
de  mica,  su  color  es  gris  claro  tirando  al  verdoso,  y  su  consistencia  es  tan 
blanda  que  deja  cortarse  con  el  cuchillo  y  triturarse  entre  los  dedos.  En 
esta  arenisca  los  conquilios  marinos  han  conservado  perfectamente  toda  su 
forma,  pero  han  perdido  sus  colores  y  en  gran  parte  su  consistencia,  hallán- 
dose como  calcinados  y  muy  quebradizos,  excepto  las  conchas  del  género 
Anomia,  que  tienen  todavía  su  primitiva  dureza  y  hasta  el  lustre  nacarino. 
El  modo,  como  las  conchas  se  hallan  acumuladas  en  esa  capa  de  arenisca, 
no  deja  duda  ninguna,  de  que  aquí  tenemos  el  depósito  de  una  orilla  ó  pe- 
queña ensenada  del  antiguo  océano  terciario.  Millares  de  pequeños  fragmentos 
se  hallan  apenas  cimentadas  por  un  poco  de  arena,  é  individuos  enteros, 
sobre  todo  de  las  conchas  mayores,  son  raros,  exactamente  como  lo  obser- 
vamos en  las  acumulaciones  de  conchas,  que  botan  las  olas  del  océano  actual 
en  las  playas. 

Hé  aquí  los  géneros  principales,  que  pude  determinar  en  la  arenisca 
de  Uimbí: 


Turritélla 

Vermetus 

Leda 

Natica 

Dentalium 

Mactra 

Fusus 

Anomia 

Téllina 

Tritonium 

Chama 

Cardium 

Pileopsis 

Arca 

Solen 

Turbonitta 

Corbula. 

Dientes  de  tiburones,  muy  bien  conservados,  que  encontró  entre  los  frag- 
mentos de  las  conchas,  son  hasta  ahora  los  únicos  restos  de  animales  verte- 
brados en  esta  formación. 

Si  atribuyo  la  formación  marina  al  período  terciario,  me  apoya  primero 
en  su  estratificación,  que  en  todas  partes,  en  que  las  capas  se  hallan  in- 
clinadas, es  discordante  con  la  del  terreno  cuaternario  ó  diluvial  que  la  cubre. 
La  formación  terciaria  no  solamente  se  había  levantado,  sino  en  gran  parte 
destruido  por  la  erosión  de  las  aguas,  cuando  vinieron  las  capas  cuaternarias 
á  depositarse  sobre  ella.  A  este  argumento  estratigráfico,  que  de  suyo 
no  es  convincente  ( —  la  formación  siempre  podría  ser  mas  antigua  — ), 
accede  el  argumento  paleontológico.  Con  toda  seguridad  puedo  decir,  que 
los  fósiles  no  llevan  el  carácter  mesozócico,  es  decir,  que  la  formación  no 
puede  pertencer  á  una  de  las  que  preceden  al  período  terciario,  por  ejemplo, 


278  GEOLOGÍA.    —    CAPÍTULO   V. 

á  la  cretácea.  —  No  con  la  misma  seguridad  quisiera  afirmar  que  la  fauna  de 
Uimbí  no  pueda  pertenecer  tampoco  al  período  cuaternario  mas  antiguo. 
Para  esta  aserción  no  tenía  hasta  ahora  mas  que  argumentos  de  probabilidad. 
No  hay  duda,  que  cualquier  geólogo,  que  esté  algo  familiarizado  con  los 
fósiles  de  los  terrenos  terciarios  de  Europa,  á  primera  vista  dirá,  que  los  de 
Uimbí  presentan  una  fácies  terciaria;  pero  sabido  es  también,  cuan  difícil  es 
clasificar  un  terreno  terciario,  cuyos  fósiles  pertenecen  casi  exclusivamente 
á  las  clases  inferiores  del  reino  animal,  habiendo  sido  los  organismos  in- 
feriores y  marinos  en  aquella  época  remota  en  gran  parte  los  mismos  que 
ahora  (á  lo  menos  los  géneros).  Para  hacer  un  estudio  profundo  de  los 
fósiles  de  Uimbí,  me  faltaban  en  el  Ecuador  los  recursos,  de  decir,  las  obras 
especiales  de  paleontología  y  las  grandes  colecciones,  que  subministren  el 
material  de  comparación.  Comparándolos  con  las  actuales  especies  del  Océano 
Pacifico,  he  notado  algunas  diferencias  ó  algún  cambio  de  los  organismos 
marinos  desde  la  sedimentación  de  la  arenisca  marina  hasta  nuestros  tiempos; 
pues,  precisamente  las  especies  mas  frecuentes  en  Uimbí,  una  Turritdla 
grande  y  una  Leda  muy  pequeña  (ambas  se  puede  recojer  por  centenares), 
así  como  también  una  hermosa  especie  de  Arca,  no  encontré  entre  los  mo- 
luscos vivos  de  nuestras  costas. (25) 

Aunque  según  esta  fácies  general,  á  la  que  se  une  el  argumento  estrati- 
gráfico,  es  casi  seguro,  que  nuestra  formación  pertenezca  á  los  terrenos 
terciarios,  es  sinembargo  hasta  la  fecha  del  todo  imposible,  paralelizarla  con 
otras  de  la  misma  edad  y  de  otros  países,  ó  distinguir  en  ella  ciertas  sub- 
divisiones y  horizontes  geognósticos.  En  el  caso  de  que  se  descubriesen 
muchas  otras  localidades  ricas  en  fósiles,  podríamos  abrigar  la  esperanza  de 
llegar  á  un  conocimiento  mas  perfecto  de  esta  formación,  y  aun  asi  habría 
que  vencer  grandísimas  dificultades,  porque  sin  duda  alguna  las  formaciones 
terciarias  en  la  América  tropical  contienen  otros  fósiles  muy  distintos  de  los 
de  las  correspondientes  en  Europa,  y  así  siempre  nos  faltarán  los  términos 
de  comparación  y  de  paral elizacion. 

B.   La  formación  terciaria  lacustre. 

En  el  pais  interandino  reconocí  los  terrenos  terciarios  con  seguridad  solo 
en  la  provincia  do  Loja.  Puede  ser  y  es  probable,  que  también  en  otras 
hoyas  se  hayan  depositado  algunos,  pero  quedan  cubiertos  por  aluviones 
modernos  y  especialmente  por  los   materiales   volcánicos.*)     La   extensión 

*)  Así  sospecho,  que  existe  un  terreno  terciario  en  la  hoya  del  rio  León,  entre  Nabon 
y  Oña,  cubierto  superíicialmente  do  materiales  volcánicos.  En  la  cuesta  de  Tabla-yacu 
se  descubren  capas  do  arcillas  pizarrosas  con  impresiones  de  hojas  de  plantas,  que  se 
parecen  mucho  á  las  que  encontré  en  Loja. 


LA  FORMACIÓN   TERCIARIA.  279 

limitada,  su  posición  topográfica,  su  carácter  petrográfico  y  paleontológico, 
dan  á  conocer  que  los  estratos  se  han  formado  debajo  de  agua  dulce,  en 
unos  lagos  independientes  del  mar.  Uno  de  estos  lagos  ocupaba  todo  el 
ancho  valle  de  Loja,  y  otro  mas  grande  se  extendía  al  Sur  del  nudo  de 
Cajanuma,  sobre  los  tres  valles  actuales  de  Malacatos,  Vilcabamba  y  Pisco- 
bamba.  El  primero  estaba  rodeado  exclusivamente  de  terrenos  antiguos  de 
las  esquistas  cristalinas,  el  segundo  al  lado  oriental  por  un  semicírculo  de 
las  mismas  rocas,  y  al  occidental  por  otro  de  rocas  porfídicas  y  verdes.  Se 
entiende,  que  en  aquella  época  los  valles  estaban  cerrados  en  su  contorno 
y  si  tenían  algún  desagüe,  este  ocupaba  un  nivel  superior  al  actual;  quiero 
decir,  que  las  abras  del  rio  Zamora  cerca  de  Salapa,  y  del  Catamayo  abajo 
de  Malacatos,  fueron  excavadas  por  las  aguas  hasta  su  profundidad  actual, 
mucho  después  de  la  estratificación  de  las  capas  terciarias. 

En  el  valle  de  Loja  se  compone  el  terreno  terciario  de  dos  clases 
principales  de  rocas,  que  sinembargo  se  presentan  cada  cual  en  muchas 
variedades. 

La  primera  clase  comprende  las  rocas  de  naturaleza  arcillosa,  que  comun- 
mente son  pizarrosas  y  hasta  hojosas,  pero  de  una  textura  mucho  mas  suelta 
que  las  esquistas  antiguas.  También  por  el  color  se  distinguen  de  estas 
últimas,  ademas  de  no  ser  cristalinas  sino  clásticas  ó  políticas.  Su  color  es 
siempre  claro,  blanco,,  amarillento  ó  algo  agrisado,  y  solamente  en  la  cer- 
canía de  capas  bituminosas  y  de  carbón  se  vuelven  mas  oscuras.  Según 
su  composición  química  son,  como  queda  dicho,  con  preferencia  arcillosas, 
unas  veces  casi  sin  vestigio  de  cal,  otras  tan  impregnadas  de  esta  sustancia, 
que  llega  á  60  y  70  por  c,  y  hay  capas  delgadas  intermedias  de  piedra 
caliza  casi  pura.  Otro  tanto  sucede  con  la  sílice,  que  entra  en  la  compo- 
sición de  estas  rocas  ya  sola,  ya  juntamente  con  la  cal.  Con  la  sílice  comun- 
mente vá  aumentando  la  dureza  y  solidez  de  las  lajas,  y  hay  algunas  que 
son  pedernal  casi  puro.  —  En  la  distancia  de  pocas  cuadras  de  la  ciudad 
de  Loja,  al  otro  lado  del  rio  Zamora  se  observa  magníficamente  estas  capas 
de  que  hablamos,  en  una  posición  casi  vertical,  y  aquí  se  descubren  entre 
las  placas  delgadas  de  la  pizarra  algunos  restos  orgánicos  ó  fósiles.  Son 
impresiones  de  hojas  de  plantas  dicotiledóneas,  que  me  dieron  las  primeras 
luces  sobre  la  edad  del  terreno  en  cuestión. (M)  Con  seguridad  deducimos 
de  estos  restos  vejetales,  que  las  capas  se  han  formado  después  del  período 
secundario,  y  que  no  pueden  pertenecer,  por  ejemplo,  á  la  formación  cretácea 
ú  otra  mas  antigua.  De  argumentos  de  estratificación  deduzco,  que  son  mas 
antiguas  que  las  formaciones  cuaternarias,  y  así  resulta  y  queda  sentada  su 
edad  terciaria.  Ya  antes  de  conocer  los  argumentos  geológicos  para  la  clasi- 
ficación de  este  terreno,  su  aspecto  general,  su  fisonomía,  por  decirlo  así, 


280  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  V. 

me  habia  anunciado  este  resultado  y  me  había  recordado  varios  terrenos 
terciarios  análogos  de  Europa. 

La  segunda  clase  de  rocas  terciarias  se  formó  de  materiales  mas  gruesos 
y  comprende  las  areniscas  y  congloméralos.  El  cemento  que  reúne  y  dá  co- 
hesión á  las  partes  constitutivas,  es  generalmente  arcilloso,  rara  vez  silíceo 
ó  calizo,  y  hay  veces  que  falta  por  completo,  presentándose  entonces  capas 
de  arena  suelta  y  de  guijarros.  Examinando  con  atención  estos  materiales 
se  vé,  que  provienen  todos  de  las  cordilleras  vecinas,  del  terreno  de  las  es- 
quistas cristalinas,  y  de  las  vetas  de  cuarzo  que  las  cruzan.  La  estratifi- 
cación de  las  areniscas  y  conglomeratos  es  en  bancos  gruesos  y  hay  lugares 
en  donde  estos  llegan  al  espesor  considerable  de  50  y  60  metros,  así  por  ejemplo, 
en  las  colinas  que  ciñen  al  lado  oeste  la  ciudad  de  Loja.  En  tales  lugares, 
y  sobre  todo  cuando  las  capas  se  presentan  mas  ó  menos  horizontales,  se 
podría  tomarlas  por  otro  terreno  mas  moderno  que  el  terciario,  talvez  por 
el  cuaternario  ó  diluvial;  pero  un  estudio  mas  detenido  en  varias  localidades 
nos  enseña  su  verdadera  naturaleza  y  edad  geológica.  Son  pues  estas  rocas 
contemporáneas  con  las  pizarrosas,  que  describimos  arriba  como  de  naturaleza 
arcillosa  y  margosa;  se  encuentran  en  todos  los  niveles  del  terreno  terciario, 
aunque  en  los  superiores  suelen  ser  mas  frecuentes  y  de  mayor  potencia;  y 
en  donde  las  areniscas  y  los  conglomeratos  van  alternando  oon  las  rocas 
de  la  primera  clase,  se  echa  de  ver,  que  su  yaciqíiento  es  enteramente 
concordante,  e6  decir,  que  siguen  siempre  el  mismo  rumbo  y  buzamiento 
que  estas. 

Para  dar  en  pocas  palabras  la  explicación  sencilla  de  este  fenómeno,  dire- 
mos, que  en  la  época  terciaria,  cuando  un  lago  grande  ocupaba  todo  el  vallo 
de  Loja,  en  la  extensión  actual  del  terreno  terciario,  los  rios  que  bajaban 
de  las  cordilleras  circunvecinas,  llevaban  los  materiales  ya  muy  finos  y  en 
suspensión,  ya  en  forma  de  arena  y  guijarros  (en  las  avenidas  mayores), 
precisamente  como  sucede  hoy  dia  con  los  rios  de  las  montañas.  En  el 
primer  caso  las  partículas  casi  miscroscópicas,  flotando  en  el  agua  del  lago, 
se  depositaban  en  capas  horizontales  y  delgadas  de  arcilla,  marga,  sílice  etc. 
que  consolidándose  daban  margen  á  aquellas  lajas  y  placas  regulares.  En 
el  segundo  caso  se  formaban  bancos  de  arena  y  acumulaciones  locales  de 
guijarros,  sobro  todo  en  las  desembocaduras  de  los  rios  y  quebradas,  y  estos 
materiales  también  llegaban  á  consolidarse,  interviniendo  un  cemento  químico, 
como  cal  y  sílice,  ó  mecánico  como  arcilla.  Tal  explicación  no  es  hipoté- 
tica, sino  muy  natural,  y  conforme  á  lo  que  observamos  aun  todos  los  días 
en  los  rios,  lagos  y  costas  del  mar. 

Si  el  lago  de  Loja  se  hubiese  desaguado  tranquilamente,  abriéndose  las 
aguas  el  paso  por  el  actual  rio  de  Zamora  por  una  erosión  lenta  y  sucesiva 


LA  FORMACIÓN   TERCIARIA.  281 

en  el  terreno  de  las  esquistas  antiguas,  entre  Salapa  y  Juntas,  encontra- 
ríamos ahora  las  capas  terciarias  todavía  en  su  posición  primitiva,  es  decir 
mas  ó  menos  horizontales,  y  la  denudación  continuada  de  las  aguas  solamente 
nos  habría  descubierto  algunos  perfiles  verticales,  pero  poco  hondos,  en  los 
cauces  de  los  ríos  y  en  algunas  quebradas;  en  otros  términos,  tendríamos 
en  el  valle  de  Loja  una  llanura  nivelada  por  el  lago  antiguo,  y  solamente 
surcada  por  algunos  riachuelos.  Pero  no  sucedió  así,  antes  al  revés  encon- 
tramos el  terreno  terciario  completamente  dislocado  y  revuelto,  y  este  es  el 
argumento  principal  de  que  en  una  época  relativamente  moderna,  talvez  al 
fin  del  periodo  terciario,  en  los  Andes  acontecieron  movimientos  grandes. 
Entonces  se  alzaron  ambas  Cordilleras,  la  oriental  y  la  occidental,  á  sus  alturas 
actuales,  y  levantaron  consigo  las  capas  terciarias  depositadas  entre  ellas. 

Sin  que  se  pudiese  indicar  un  rumbo  ó  buzamiento  constante  de  dichas 
capas,  podemos  sinembargo  decir,  que  el  primero  generalmente  es  de  E  á 
O,  luego  en  el  sentido  perpendicular  al  de  las  Cordilleras  principales,  y  que 
el  segundo  suele  ser  tanto  mas  fuerte,  cuanto  mas  nos  alejamos  del  centro 
del  valle  hacia  sus  laderas.  Esto  por  regla  general,  que  no  obstante  sufre 
muchas  excepciones.  Asi,  por  ejemplo,  en  las  inmediaciones  de  Loja  obser- 
vamos unas  capas  verticalmente  erigidas  y  otras  casi  horizontales;  y  en  esta 
última  posición  vemos  también  algunos  trozos  del  terreno  terciario,  que 
sufrieron  un  levantamiento  á  lo  menos  de  500  metros. 

En  el  valle  de  Malacates,  Vilcabamba  y  Piscobamba  las  condi- 
ciones petrográficas  y  estratigráficas  del  terreno  terciario  son  tan  iguales  ó 
análogas  á  las  del  valle  de  Loja,  que  no  es  menester  detenernos  mucho  en 
su  descripción,  y  bastarán  pocas  advertencias.  Todo  se  encuentra  allí  en 
escala  mas  grande,  y  aunque  todas  las  capas  se  habrán  depositado  sin  duda 
en  un  solo  lago  extenso,  con  el  levantamiento  se  formaron  tres  valles  sepa- 
rados, levantándose  entre  ellos  dos  pequeñas  cordilleras  trasversales,  que  se 
componen  de  las  mismas  capas  terciarias,  una  entre  los  valles  actuales  de 
Malacates  y  Vilcabamba,  y  otro  entre  los  de  Vilcabamba  y  Piscobamba. 

Una  diferencia  notable  óonsiste  en  que,  mientras  en  el  valle  de  Loja  no 
se  encuentra  ningún  fragmento  de  una  roca  eruptiva,  al  contrario  en  el 
terreno  terciario,  de  que  hablamos  ahora,  materiales  eruptivos  desempeñan 
un  gran  papel,  en  cuanto  contribuyeron  esencialmente  á  la  formación  de  las 
capas,  sobre  todo  de  las  de  arenisca  y  conglomeratos.  Pues,  juntamente  con 
los  fragmentos  de  las  antiguas  esquistas  (que  vinieron  del  lado  este),  y 
mezclados  con  ellos,  observamos  otros  de  pórfidos,  dioritas,  porfiritas  etc., 
cuyo  origen  no  puede  quedar  dudoso,  ciñendo  al  Oeste  montañas  enteras  de 
dichas  rocas  el  terreno  terciario  y  respectivamente  el  lago  antiguo.  Seme- 
jante mezcla  de  materiales  sedimentarios  y  eruptivos  se  nota  especialmente 


282  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  V. 

en  la  porción  occidental  del  territorio  terciario,  y  es  interesante  observar, 
cómo  predomina  ó  la  primera,  ó  la  segunda  clase  de  fragmentos,  según  nos 
acercamos  ó  á  las  cordilleras  de  las  esquistas  ó  á  las  montañas  porfídicas. 

Á  veces  se  oye  afirmar,  que  Loja  es  un  país  muy  rico  en  carbón  de 
piedra,  y  es  una  equivocación  vulgar,  pues  no  existe  verdadero  carbón  de 
piedra  ó  ulla  en  toda  aquella  provincia.  Lo  que  hay  en  varios  puntos  del 
terreno  terciario,  es  algo  de  lignita,  que  en  efecto  pertenece  también  á  los 
carbones  fósiles  en  un  sentido  lato,  pero  es  un  combustible  muy  inferior  y 
distinto  de  la  ulla,  ni  aplicable  á  los  mismos  usos  que  esta.  Ya  eñ  lo  exterior 
se  distingue  fácilmente  de  la  ulla,  siendo  de  un  color  pardo,  de  una  textura 
menos  compacta,  muchas  veces  leñosa  y  hojosa.  De  las  impurezas  frecuentes 
que  la  acompañan,  nombraremos  la  arcilla,  que  la  hace  terrosa  y  desmoro- 
nadiza, cristalitos  y  hojitas  de  yeso,  azufre,  sulfuro  de  hierro  (pirita  rómbica 
que  se  llama  marcasita),  que  al  contacto  de  la  atmósfera  húmeda  se  des- 
compone pronto,  formando  vitriolo  ó  caparrosa,  la  cuál  desde  luego  se  mani- 
fiesta por  el  sabor  astringente.  Todas  estas  propiedades  y  accidentes  de  la 
lignita  están  patentes  en  las  capas  que  se  hallan  muy  cerca  de  la  ciudad 
de  Loja,  al  otro  lado  del  rio  Zamora.  Allá  se  observa  también  la  arcilla 
gris  ó  azuleja  que  suele  acompañar  las  mantas  de  este  combustible  también 
en  otros  países.  El  carbón , fósil  de  otras  localidades  del  conton  de  Loja, 
como  por  ejemplo  el  de  Malacatos,  no  se  distingue  en  nada  del  que  acaba- 
mos de  describir.  El  uso  de  la  lignita  es  actualmente  muy  reducido,  y  creo 
que  no  se  extenderá  mucho  mas.  La  emplean  especialmente  para  quemar 
cal;  para  el  uso  doméstico,  en  lugar  de  la  leña,  no  servirá,  á  lo  menos  con 
la  usual  construcción  de  los  hogares,  por  el  olor  desagradable  que  suele 
despedir.  Ensayos  ulteriores  deberán  enseñar,  si  esta  lignita  acaso  se  pre- 
staría á  la  fabricación  de  gas  de  alumbrado,  ó  á  la  destilación  de  kerosina; 
pero  lo  dudo  mucho. 

Vamos  á  conocer  los  demás  minerales  útiles  del  terreno  terciario.  Las 
placas  y  lajas  de  naturaleza  arcillosa,  sobre  todo  cuando  son  calizas  ó  silíceas, 
que  describimos  al  principio,  sirven  de  materiales  de  construcción  y  para 
empedrar  y  embaldosar  las  calles,  aunque  para  este  último  objeto  se  debería 
excojer  solamente  las  placas  de  una  composición  muy  igual  y  uniforme, 
porque  si  no,  se  gastan  en  unos  puntos  mas  pronto  que  en  otros,  se  forman 
huecos,  y  en  fin  el  embaldosado  se  vuelve  pésimo,  de  lo  que  cada  uno  puede 
convencerse  suficientemente  en  las  calles  de  Loja.  Las  piedras  frescas  y 
recien  sacadas  de  la  cantera  son  blandas  y  fáciles  para  labrar,  pero  tienen 
la  propiedad  de  endurecerse  mucho  al  contacto  de  la  atmósfera.  Un  lugar 
muy  á  propósito  para  estudiar  estos  materiales  según  toda  su  variedad,  y 
en  donde  las  canteras  presentan  algunos  perfiles  interesantes  también  para 


LA  FORMACIÓN   TERCIARIA.  283 

el  estudio  geológico,  es  la  colina  llamada  «el  Plateado»  cerca  de  Lqja,  en 
donde  se  han  encontrado  también  algunos  fósiles. 

Algunas  venas  de  yeso  son  demasiado  insignificantes,  para  que  mereciesen 
atención,  y  los  terrenos  porfídicos  de  la  provincia  lo  contienen  mas  puro  y 
en  mas  cantidad. 

La  cal  es  de  mayor  importancia,  y  casi  toda  la  que  se  consume  en  Lqja, 
proviene  de  las  capas  terciarias  calizas  de  las  inmediaciones.  Como  he  dicho 
arriba,  algunas  capas  arcillosas  están  muy  impregnadas  de  cal  y  otras  mas 
delgadas  intercaladas  se  componen  de  cal  casi  pura.  Buscando  estas  últimas 
y  separando  con  mas  cuidado  las  placas  arcillosas,  que  propiamente  son 
margas,  se  conseguiría  una  cal  de  calidad  muy  superior  á  la  que  se  usa 
actualmente,  al  no  tener  el  debido  esmero  en  la  separación  del  material  bueno 
y  malo.  La  cal  mas  fina  se  obtendría  quemando  la  toba  caliza  del  terreno 
cuaternario. 


Capítulo  VI. 

Las  formaciones  cuaternarias  y  modernas, 

ó  diluviales  y  aluviales. 

Resumo  en  un  solo  capitulo  las  formaciones  de  dos  épocas,  de  la  cuater- 
naria y  de  la  moderna  ó  actual,  porque  una  separación  neta  de  ellas  no  es 
practicable  sino  en  pocas  localidades  reducidas.  Comunmente  los  depósitos 
de  aluvión  moderno  son  la  directa  continuación  de  los  cuaternarios,  sin 
cambio  notable,  ni  en  el  material,  ni  en  el  yacimiento,  y  en  estos  casos  seria 
un  arbitrariedad  fijar  el  limite  entre  ellos,  si  á  esto  no  nos  obligan  los  restos 
fósiles  que  encierran,  —  caso  sumamente  raro  en  el  Ecuador.  —  De  nuevo 
debemos  distinguir  depósitos  marinos  y  aluviones  terrestres  y  fluviales;  los 
primeros  se  limitan  al  litoral,  y  tienen  bastante  extensión  superficial;  los 
segundos  se  hallan  en  todas  las  zonas  de  la  República,  pero  son  locales,  re- 
duciéndose comunmente  á  los  valles  y  á  llanos  poco  extensos.  No  hay  valle, 
en  que  no  se  encuentren  tales  depósitos  en  el  cauce  del  rio  ó  á  lo  largo  de 
él,  sinembargo  las  fajas  suelen  ser  tan  angostas,  que  en  la  escala  pequeña 
del  mapa  geognóstico  no  se  podia  señalarlas,  sin  ofuscar  la  perspicuidad. 
Basta  advertir,  que  debemos  suponerlas  á  lo  largo  de  todos  los  ríos.  Otra 
observación  haré  desde  ahora,  y  es  que  todo  el  terreno,  que  en  el  mapa  se 
distingue  como  volcánico,  es  contemporáneo  y  paralelo  á  la  formaciones 
cuaternarias  y  modernas,  y  muchos  materiales  volcánicos  no  son  mas  que 
aluviones  fluviales  y  lacustres.  Pero  en  atención  á  su  proveniencia  y  co- 
nexión con  las  rocas  eruptivas,  convenia  separarlos  de  los  aluviones  ordinarios. 

A.    La  formación  cuaternaria  marina. 

En  1874  he  publicado  la  primera  descripción  de  este  terreno*),  después 
de  haberlo  estudiado  en  el  cantón  de  Santa  Elena,  donde  se  halla  desar- 
rollado de  un  modo  tipico.    Del  mismo  modo  se  encuentra  en  una  gran  parte 

*)  Relación  de  un  viaje  geognóstico  por  la  provincia  del  Guayas  (Quito  1874). 


LAS  FORMACIONES  CUATERNARIAS.  285 

de  la  provincia  de  Manabi,  donde  en  muchos  lugares  se  distingue  difícil- 
mente del  terciario ;  después  en  la  isla  de  Puna,  y  al  Sur  del  Golfo  de  Guaya- 
quil, en  la  provincia  de  Túmbez.  En  la  gran  hoya  del  Guayas  queda  cubierto 
por  los  aluviones  mas  modernos  que  forman  las  llanuras;  su  presencia  se 
manifiesta  sinembargo  en  algunas  colinas  bajas,  que  salen  de  repente  como 
islotes  en  medio  de  los  planos,  p.  ej.  los  cernios  de  la  isla  de  San  Ignacio, 
entre  los  canales  del  Estero  Salado,  la  colina  de  Punta  Piedra  al  lado  del 
rio  Guayas.  —  Hacia  el  Norte,  donde  acaban  las  llanuras  bajas  y  comienza 
la  región  de  las  lomas  (cerca  de  Colimes,  Vinces,  Pueblo  viejo),  los  aluviones 
modernos  se  limitan  á  fajas  angostas  á  lo  largo  de  los  ríos  (que  en  el  mapa 
geognóstico  no  se  distinguen),  y  á  llanos  pequeños  en  medio  de  las  lomas. 
El  resto  se  compone  de  un  terreno  cuaternario,  enteramente  análogo  al  de 
la  península  de  St\  Elena,  solo  con  la  diferencia,  que  aquí  por  la  mayor 
humedad  del  clima  está  cubierto  de  vegetación.  Las  capas,  que  componen 
este  terreno,  se  observan  bien  en  los  barrancos  altos  de  los  ríos  que  lo  cor- 
tan, por  ejemplo  en  el  rio  Daule,  desde  Colimes  hasta  Balsar  y  mas  arriba. 
En  primer  lugar  se  vé,  que  la  ondulación,  que  caracteriza  la  región  de  las 
lomas,  es  solamente  superficial  y  que  los  estratos  del  terreno  son  del  todo 
ó  casi  horizontales,  es  decir  en  su  posición  primitiva.  Segundo  se  nota,  que 
capas  de  arena,  arenisca  floja  y  conglomeratos  están  alternando  con  otras 
de  creda,  arcilla,  pizarra  arcillosa  blanda,  ó  bastante  dura  (cangagua *). 
Los  mismos  bancos  horizontales  de  arenisca  y  cangagua  he  observado  por 
todo  el  sistema  superior  del  rio  Daule,  hasta  las  cabeceras  del  rio  Peripa  y 
del  rio  Grande,  y  lo  mismo  por  el  sistema  superior  del  rio  Quinindé.  Aquí 
en  ninguna  parte  se  descubre  aquella  arenisca  marina  antigua  de  capas  le- 
vantadas, que  describí  en  la  provincia  de  Esmeraldas,  y  que  creo  ser  ter- 
ciaria. Ya  en  la  parte  hidrográfica  he  dicho,  que  toda  esa  región  entre  el 
Palenque  y  rio  Grande  (Balzar)  se  presentaría  como  la  de  las  t lomas»,  si 
estuviese  desprovista  de  la  espesa  vegetación  arbórea,  que  ahora  la  cubre. 
Pues  bien,  la  misma  identidad  se  observa  en  su  composición  geognóstica, 
y  creo  que  debemos  considerar  toda  como  una  formación  marina  cuaternaria, 
igual  y  contemporánea  á  la  de  la  costa.  Superficialmente  se  extiende  tam- 
bién sobre  una  parte  de  aquel  terreno,  que  en  las  provincias  de  Manabi  y 
Esmeraldas  he  señalado  como  terciario. 

Para  el  estudio  de  esta  formación  marina  es  muy  á  propósito  el  cantón 
de  St\  Elena,  y  en  general  todo  el  litoral  hasta  el  Morro.  Si,  viniendo  del 
Norte,  salimos  del  terreno  cretáceo  (cerca  de  Juntas),  de  repente  se  cambia 


*)  La  «cangagua»  del  litoral  es  muy  distinta,  en  cuanto  su  naturaleza  y  origen,  de 
la  cangagua  de  la  sierra,  que  conoceremos  después. 


28G  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO   VL 

el  carácter  del  terreno  de  una  manera  notable,  y  este  cambio  se  dá  á  conocer 
también  en  la  vegetación.  Por  muchas  señales  entiende  el  geólogo,  que 
entra  en  una  formación  relativamente  muy  moderna.  El  terreno  que  pisamos, 
consta  de  capas  casi  horizontales,  rara  vez  algo  inclinadas,  de  areniscas  y 
arenas  sueltas.  De  vez  en  cuando  se  vé,  que  con  dichas  capas  van  alter- 
nando otros  estratos  mas  delgados  de  arcilla  y  de  un  material  blanco  y  fino, 
muy  parecido  á  algunas  tobas  volcánicas  (cangagua),  el  cual  sinembargo 
es  de  naturaleza  caliza  y  deriva  su  origen  de  la  trituración  de  conchas  y 
de  otras  restos  marinos.  Este  carácter  petrográfico  sumamente  monótono 
nos  persigue  por  toda  la  península,  y  se  repite  también  en  otros  lugares  de 
la  costa.  Según  la  fisonomia  exterior  del  paisaje,  se  podría  esperar  á  primera 
vista  una  variedad  mas  grande  de  las  rocas  constitutivas;  pues  los  alrede- 
dores de  St*.  Elena  son  bastante  desiguales  y  quebrados,  la  región  hacia  el 
N,  que  linda  con  el  terreno  cretáceo,  se  puede  llamar  montañosa,  de  la  ancha 
planicie  litoral  se  levanta  una  cordillera  por  lo  menos  de  10  leguas  de  largo, 
desde  Zapotal  hasta  las  cercanías  del  Morro;  ademas  se  levantan  entre  dicha 
cordillera  y  la  costa,  muy  inmediatos  al  mar,  dos  grupos  aislados  de  mon- 
tañas altas,  los  cerros  de  Chanduy  y  el  Cerro  verde.  Ahora  bien,  apesar 
de  esta  variedad  en  el  relieve  del  pais,  sinembargo  no  varían  las  rocas:  todas 
las  montañas  están  compuestas  de  la  misma  arenisca,  desde  su  pié  hasta 
la  cumbre;  á  lo  mas  varia  un  poco  el  grano,  presentándose  mas  fino  ó  mas 
basto,  y  vez  hay  en  que  la  arenisca  se  convierte  en  un  verdadero  conglo- 
merato,  compuesto  de  guijarros  gruesos,  como  en  los  peñascos  bajos  pero 
pintorescos  del  Morro,  cuya  cúspide  mas  alta  se  eleva  solamente  á  60  metros 
sobre  el  mar.  Es  de  notar,  que  las  capas  areniscas  se  hallan  también  sobre 
las  montañas  altas  en  la  posición  horizontal,  y  no  sufrieron  ningún  trastorno 
en  su  estratificación.  Donde  se  hallan  inclinadas,  encontraremos  causas  lo- 
cales (p.  ej.  derrumbos)  en  la  cercanía,  y  el  fenómeno  se  presenta  también 
en  los  lugares  bajas  de  la  costa,  por  ejemplo  cerca  de  Ballenita.  La  arenisca 
de  las  montañas  altas  por  lo  común  es  algo  mas  compacta,  que  la  de  las 
llanuras,  pero  todo  este  material  geognóstico  pertenece  á  la  misma  formación 
cuaternaria. 

En  muchísimos  lugares,  sobre  todo  en  las  inmediaciones  de  Sta.  Elena, 
las  capas  se  hallan  llenas  de  restos  de  organismos  marinos.  La  mayor 
parte  parece  pertenecer  á  especies  actuales  y  son  bastante  frescos  ó  un  poco 
calcinados.  —  En  las  cercanías  de  Sta.  Elena  se  encuentran,  no  rara  vez,  en 
las  capas  superficiales  los  grandes  huesos  y  las  muelas  del  Mastodonte  y 
de  otros  animales  extinguidos  de  la  época  cuaternaria,  que  han  dado  margen 
á  la  fábula  de  los  gigantes  de  la  costa  de  Sta.  Elena.  Algunos  restos  se 
han  encontrado  también  entre  Sta.  Lucía  y  Balzar.     El  Mastodonte   es    el 


LAS  FORMACIONES  CUADERNARIAS.  287 

Mastodon  Andium,  é  idéntico  con  el,  que  se  halla  en  las  tobas  volcánicas 
del  pais  interandino.  Lo  mismo  creo,  que  el  caballo  de  la  costa,  cuyas  mue- 
las se  hallan  juntas  con  los  restos  del  Mastodonte,  sea  el  mismo  que  el 
cuaternario  de  la  sierra,  llamado  por  Wagner  y  Branco  Equus  Andium.  Aquí 
tenemos  la  rara  ocasión  de  poder  paralelizar  dos  terrenos  lejanos  y  muy 
distintos  en  cuanto  al  material  y  origen:  ciertas  tobas  volcánicas  de  la 
sierra,  y  las  capas  marinas  de  la  costa.  Ambos  se  han  formado  en  la 
misma  época  geológica,  porque  encierran  los  mismos  animales  extinguidos 
cuaternarios. 

La  isla  de  Puna  geológicamente  pertenece  á  la  península  del  Morro  y 
de  St\  Elena,  porque  tiene  la  misma  composición  y  estructura  geognóstica, 
y  es  la  continuación  de  la  tierra  firme,  que  probablemente  después  del  primer 
levantamiento  estaba  en  conexión  directa  con  ella,  no  existiendo  entonces 
el  estrecho  canal  del  Morro. 

La  formación  cuaternaria  marina  en  algunos  lugares,  especialmente  en 
las  planicies  poco  elevadas  sobre  el  nivel  del  mar,  es  rica  en  sal  y  betún. 
—  Cuando  el  fondo  marino  se  levanta  y  se  convierte  en  tierra  firme,  este 
terreno  nuevo  es  salífero  ó  salobre  por  mucho  tiempo,  es  decir,  hasta  que 
las  sales  solubles  poco  á  poco  sean  extraídas  y  llevadas  por  los  precipitados 
atmosféricos,  por  fuentes  y  ríos.  El  terreno  de  la  península  del  Morro  y  de 
St*.  Elena  es  geológicamente  hablando  muy  moderno,  es  la  porción  del  Ecua- 
dor mas  nueva,  que  como  última  se  levantó  del  seno  del  océano.  Si  por 
allá  lloviese  tanto,  como  en  los  declives  de  los  Andes,  aquel  terreno  ya  se 
hubiera  dulcificado,  es  flecir,  purificado  de  las  sales,  hace  tiempo;  pero  sabe- 
mos, que  en  aquella  región  llueve  muy  poco,  que  carece  completamente  de 
ríos  y  fuentes  permanentes.  Así  es,  que  la  lijiviacion  del  suelo  se  verifica 
con  suma  lentidud,  como  en  los  desiertos  del  África,  del  Asia,  ó  en  las 
regiones  litorales  del  Perú  y  de  Chile;  las  sales  marinas  permanecen  en  el 
suelo.  De  aquí  el  fenómeno,  que  en  todo  el  distrito  de  la  formación  cua- 
ternaria de  la  costa  el  agua  de  las  cisternas  y  pozos,  que  sirve  al  uso  de 
hombres  y  animales,  es  amargo -salada  ó  salobre,  como  se  dice  allá.  En 
muchos  lugares,  sobre  todo  en  algunas  llanuras  bajas  y  hoyas  llanas,  la 
tierra  es  mas  rica  en  sales  que  en  otros,  sea  que  allí  después  del  levanta- 
miento del  pais  se  evaporaban  lagunas  de  agua  marina,  sea  que  en  dichos 
puntos  durante  los  inviernos  el  agua  salobre  se  recoje  y  poco  á  poco  por 
la  evaporación  hace  aumentar  la  cantidad  de  sal.  Estos  lugares  se  dan  ú 
conocer  por  las  eflorescencias  blancas  de  sal  en  la  superficie,  por  la  falta 
completa  de^ vegetación,  ó  por  ciertas  plantas  marítimas,  propias  á  los  ter- 
renos salinos.  Tales  llanuras  se  encuentran  algunas  muy  cerca  de  St*.  Elena, 
pero  la  mas  extensa,  en  la  cual  se  trabajan  las  salinas,  se  halla  cuatro  leguas 


288  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO   VI. 

mas  al  Oeste,  hacia  la  Puntilla;  á  pocos  metros  sobre  el  nivel  del  mar  se 
extiende  de  una  costa  á  otra  de  aquella  angosta  lengua  de  tierra.  Es  como 
un  inmenso  desierto  de  arena,  cuya  superficie  tiene  una  vislumbre  gris- 
blanquizca,  producida  por  las  eflorescencias  de  sales;  desierto  que  no  pro- 
duce sino  algunos  arbustos  espinosos.  En  medio  de  la  llanura  se  abren  «los 
pozos»,  es  decir  hoyos  cuadrados  ú  oblongos  (hasta  20  metros  de  largo  y 
10  de  ancho),  que  tienen  de  1  á  2  metros  de  profundidad,  y  en  que  el  agua 
filtrada  concentra  por  evaporación  su  contenido  de  sal.  Cuando  sobre  el 
fondo  se  ha  depositado  una  costra  mas  ó  menos  gruesa  de  sal  cristalizada, 
se  la  saca  en  pedazos  grandes  (piedras),  ó  en  forma  granosa,  según  la  con- 
sistencia que  ha  adquerido. 

Se  comprende,  que  en  estos  pozos,  aunque  se  abren  en  un  terreno  cua- 
ternario, no  se  saca  la  sal  de  esa  época  antigua,  sino  la  que  se  renueve 
constantemente  por  la  actual  infiltración  y  evaporación  del  agua  marina. 
Tales  pozos  se  podrían  abrir  en  muchísimos  lugares  de  la  costa  ecuatoriana, 
aun  en  las  llanuras  marítimas  pos t- cuaternarias  y  muy  modernas;  y  en 
efecto  existen  pozos  y  salinas  naturales,  en  que  la  sal  se  deposita  del  mismo 
modo,  como  en  los  pozos  artificiales  de  St».  Elena,  por  ejemplo,  en  la  parte 
meridional  y  baja  de  Puna,  en  las  islas  de  Payana  y  Tembleque  etc.  Pero 
siendo  la  venta  de  sal  monopolio  del  Gobierno,  no  se  permite  la  explotación 
de  las  otras  salinas,  fuera  de  las  de  la  Puntilla  de  St».  Elena.*) 

En  muchos  puntos  del  terreno  cuaternario  se  encuentran  indicios  de 
sustancias  bituminosas,  pero  en  ninguna  parte  se  hallan  en  tanta  cantidad, 
como  en  la  lengua  de  tierra  desde  St».  Elena  hasta  la  llamada  Puntilla, 
donde  se  recoje  el  betún  liquido  ó  petróleo  crudo  (copé).  Es  una  cuestión 
difícil  y  hasta  ahora  todavía  no  aclarada,  si  este  petróleo  de  las  capas  cua- 
ternarias se  haya  formado  en  ellas  mismas,  si  se  halle  en  su  yacimiento 
primitivo,  ó  si  derive  de  un  terreno  mas  antiguo,  por  ejemplo  del  terciario, 
que  se  encuentra  en  la  profundidad,  también  impregnado  de  sustancias  bitu- 
minosas, como  hemos  visto  mas  arriba,  hablando  de  la  Punta  Centinela  y 
de  las  fuentes  termales  de  San  Vicente.  En  atención  de  que  las  últimas 
llevan  también  petróleo  en  pequeña  cantidad,  y  de  que  el  petróleo  de  Mán- 
cora  en  la  vecina  provincia  peruana  de  Túmbez  se  encuentra  en  mayores 
profundidades  y  asociado  con  capas  potentes  de  lignita,  me  inclino  á  creer, 
que  el  petróleo  de  St».  Elena  proviene  de  la  formación  terciaria.  Sinembargo 
ahora  las  capas  explotables  se  hallan  en  el  terreno  cuaternario  indisputable, 
pues  precisamente  en   ellas  se  presentan  las   muelas  y  los  huesos  de  los 


*)  Sobre   las   Salinas  y  su  explotación,   véase  mi  Viaje  geogn.  por  la   prov.  del 
Guayas,  pág.  13. 


LAS.  FORMACIONES   CUATERNARIAS.  •  289 

mastodontes  (Mastodon  Andium)  y  de  otros  mamíferos  de  la  época  cuaternaria. 
Las  sondeaduras  practicadas  en  St*.  Elena  hasta  grandes  profundidades,  no 
han  manifestado,  ni  petróleo,  ni  lignita. 

La  capa  impregnada  de  copé  (petróleo  crudo)  en  algunos  puntos  es 
enteramente  superficial,  y  se  manifiesta  en  este  caso  aun  de  lejos  por  el  color 
negro;  en  otros  lugares  esta  cubierta  de  una  capa  delgada  de  detrito  marino. 
La  capa  bituminosa  en  un  principio  sin  duda  fué  mas  continua  que  ahora; 
en  muchos  lugares  fué  llevada  por  las  aguas,  en  otros  fué  despedazada  y 
surcada  por  quebradas  hondas.  Doquiera  que  se  pueda  observar  un  perfil 
del  terreno,  se  vé  que  la  capa  negra  y  fofa  descansa  sobre  otra  muy  com- 
pacta y  dura  de  una  especie  de  arenisca,  que  es  impermeable  y  no  deja 
filtrar  el  petróleo,  y  a  esta  circunstancia  se  debe  la  conservación  de  aquella 
sustancia  en  la  capa  bituminosa.  La  práctica  ha  enseñado,  que  al  hacer 
los  pozos  para  recojer  el  copé,  no  se  puede  perforar  este  fundamento  duro, 
sin  que  se  pierda  en  la  profundidad. 

La  capa  rica  en  petróleo  se  extiende  casi  horizontal,  es  de  un  espesor 
variable,  teniendo  por  término  medio  un  metro,  poco  mas  ó  menos,  y  consta 
de  una  sustancia  terrosa  pardo-negruzca,  que  está  completamente  impregnada 
de  agua  salada  y  de  petróleo,  como  una  esponja,  dejándose  exprimir  como 
esta  misma.  Para  reojer  el  petróleo  se  hacen  zanjas  ó  pozos  redondos  poco 
profundos  (hasta  la  capa  impermeable),  de  cuyas  paredes  vá  goteando  jun- 
tamente con  el  agua  salada,  formando  luego  una  capa  superficial  sobre  el 
agua.  Solo  en  un  lugar,  á  poca  distancia  del  lado  occidental  de  St*.  Elena, 
brota  del  suelo  una  como  pequeña  fuente,  y  aqui  es  donde  (precisamente 
por  esta  razón)  se  practicó  la  sondeadura.  Sinembargo  esta  fuente  tampoco 
no  viene  de  la  profundidad,  sino  de  una  colina  cercana,  en  donde  por  casuali- 
dad las  capas  están  un  poco  inclinadas  y  en  cuyo  pié  rematan,  de  suerte 
que  allí  se  ha  formado  un  pequeño  pantano  de  agua  y  petróleo,  que  vienen 
de  la  colina;  y  este  pantano  nutre  la  dicha  fuente. 

El  petróleo  fresco,  como  sale  de  la  tierra,  es  perfectamente  liquido,  de 
un  color  verde  oscuro  en  la  luz  refleja,  y  pardo  en  la  luz  trasmitida,  en  una 
palabra,  tiene  todas  las  propiedades  físicas  del  petróleo  natural  genuino; 
pero  como  contiene  una  gran  cantidad  de  sustancias  volátiles,  expuesto  al 
aire  libre  y  al  calor  del  sol,  se  espesa  muy  pronto  y  se  convierte  en  betún 
viscoso;  mas  tarde  espesándose  mas  y  mas,  en  brea  mineral  (pez  mineral), 
y  finalmente  en  una  sustancia  sólida  parecida  al  asfalto.  Hasta  ahora  el 
petróleo  de  St*.  Elena  fué  recojido  especialmente  para  la  extracción  de  brea, 
mediante  un  fuerte  cocimiento,  y  en  este  caso  poco  importa  que  se  hayan 
volatilizado  muchas  sustancias;  pero  si  debería  servir  para  otros  usos,  p.  ej. 
en  la  fabricación  del  gas  de  alumbrado,  ó  para  la  destilación  de  petróleo 

Woli-,  Ecuador.  19 


290  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   VI. 

refinado  (kerosina),  convendría  usarlo  en  el  estado  mas  fresco  posible,  y 
evitar  la  evaporación  espontánea  en  los  pozos.  —  Para  ambas  fabricaciones 
indicadas  el  copé  de  Sta.  Elena  se  presta  muy  bien,  como  se  puede  ver  de 
los  ensayos  practicados.  (*7) 

Cuando  dirigía  la  fábrica  de  gas  en  Guayaquil,  hice  algunos  ensayos 
en  escala  mayor  con  resultados  satisfactorios,  consiguiendo  un  gas  de  luz 
muy  blanca.  Me  he  convencido  de  que  el  copé  de  Sta.  Elena  podrá  reemplazar 
ventajosamente  el  uso  del  caro  carbón  de  «canel»  de  Escocia,  sirviéndose 
para  su  destilación  de  retortas  especiales. 

Después  del  petróleo  merecen  una  mención  especial  las  capas  de  azufre 
nativo,  que  se  hallan  en  algunos  puntos  del  terreno  cuaternario,  y  precisa- 
mente en  la  cercanía  de  las  capas  bituminosas  del  cantón  de  St*.  Elena. 
Pero  parece,  que  la  formación  del  azufre  sigue  también  en  la  época  actual, 
porque  se  encuentra  á  muy  poca  profundidad  en  las  pampas  salitrosas,  que 
se  hallan  casi  al  nivel  del  mar,  y  se  inundan  en  los  tiempos  del  aguaje. 
Una  pampa  muy  extensa  de  esta  clase  encontramos,  por  ejemplo,  al  Sur  de 
St\  Elena  y  al  Oeste  de  la  Punta  Carnero;  es  un  asalitral»,  es  decir,  el  ter- 
reno consiste  hasta  un  medio  metro  de  profundidad  de  un  terreno  muy  fofo 
(arena  sumamente  fina  y  polvo),  completamente  impregnado  de  las  sales  del 
mar,  que  en  la  superficie  forman  una  cubierta  de  eflorescencias  blancas. 
Debajo  de  la  capa  superficial  salitrosa  encontramos  á  la  profundidad  de  í¡i  á 
1  metro  otra  mas  compacta,  que  llega  también  á  1  ó  2  metros  de  espesor 
y  consta  de  adufre  cristalizado  mezclado  con  arena  fina  ó  polvo.  La  masa 
no  es  muy  dura  y  se  deja  triturar  con  facilidad,  contiene  muchas  hendi- 
duras y  oquedades  llenas  de  cristalitos  amarillos  de  azufre,  y  con  la  lente 
ó  quemando  el  azufre,  se  nota  que  la  piedra  consta  solo  de  la  misma  arena 
(¡na  del  salitral,  cementada  por  el  azufre.  La  cantidad  del  último  he  deter- 
minado en  varias  muestras  en  64  hasta  70%.  —  Hasta  ahora  el  azufre  de 
la  costa  se  explota  en  muy  pequeñas  cantidades,  es  decir,  que  los  habitantes 
del  cantón  de  Sta.  Elena  sacan  de  vez  en  cuando  algunas  arrobas,  que  nece- 
sitan para  la  industria  de  los  sombreros  de  paja.  —  En  el  interior  del  pais 
conocemos  el  azufre  como  un  producto  de  sublimación  de  los  volcanes  (p.  ej. 
del  Pichincha).  En  la  costa  no  hay  que  pensar  en  un  origen  volcánico  del 
azufre;  su  presencia  entre  las  capas  salitrosas  no  puede  explicarse  sino  por 
una  reducción  de  los  sulfatos  del  mar  mediante  sustancias  orgánicas  en 
descomposición.  Estas  últimas  nunca  faltan  en  las  playas  del  mar  y  en  las 
llanuras  periódicamente  inundadas. 

En  las  costas  del  Perú  se  encuentra  el  azufre  en  iguales  circunstancias. 
De  la   costa   de  Sechura  he  visto  muestras,  que  se  distinguen  de  las  de 


LAS   FORMACIONES    CUATERNARIAS.  291 

Sl\  Elena  solo  por  ser  mas  compactas  y  por  el  grano  <ie  la  arena  mas 
basto;  se  parecen  mas  bien  ú  las  areniscas  cuaternarias,  pero  el  cimiento 
es  azufre  puro  y  llega  á  51°/„.  Aseguran  que  en  la  costa  de  Sechura  se 
encuentra  este  azufre  en  grandes  cantidades;  no  conozco  su  yacimiento, 
pero  según  el  aspecto  y  la  dureza  de  las  piedras  parece  su  formación  algo 
mas  antigua  (cuaternaria),  que  en  Sí'.  Elena. 


En  el  cantón  de  St*.  Elena  existe  un  fenómeno  muy  singular,  de  que 
trataremos  mejor  en  este  lugar,  aunque  no  tenga  su  origen  en  la  formación 
cuaternaria  misma,   de  que  está  rodeado,  sino   en  un  terreno  mas  antiguo, 


que  se  sustrae  a  nuestra  observación  directa.  Hablo  de  las  fuentes  termales 
y  del  volcancito  ó  volcan  fangoso  de  San  Vicente,*)  que  se  bailan  unas  4  leguas 
al  Este  de  St'.  Elena,  no  muy  lejos  del  camino  de  Guayaquil,  que  queda  al 
lado  austral,  á  75  metros  sobre  el  nivel  del  mar. 

En  una  quebrada  poco  honda  pero  muy  ancha,  que  baja  del  lado  del 
cerro  de  Asajmon,  el  suelo  está  formado  por  las  capas  casi  verticales  de 
arenisca  terciaria,  completamente  como  en  la  playa  del  mar  cerca  de  Can- 
grejo, alternando  también  aquí  las  areniscas  con  otras  capas  de  arcilla  azu- 
leja y  en  parte  bituminosa.  De  estas  capas  surgen  en  medio  de  la  quebrada 
tres  grandes  borbollones  de  agua,  dos  calientes  (38° — 40°  C.)  y  uno  tibio 
(32°  C.)  y  ademas  una  multitud  de  fuentes  mas  pequeñas.    Hacia  la  margen 


*)  Los  volcónos  fangoso» 
Mridena). 


i  llnmíin  también    MacahthaR  (en  Sicilia)  ú  Saines  (en 


292  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  VI. 

setentrional  del  plano,  que  forma  el  fondo  de  la  quebrada,  á  corta  distancia 
de  las  fuentes,  se  halla  el  «volcancito».  Es  un  cono  muy  truncado,  que 
tendrá  dos  metros  de  altura  y  seis  de  diámetro  en  su  parte  inferior.  Consta 
de  fango  endurecido  y  se  puede  subir  sin  peligro  á  su  margen  inferior.  En 
el  centro  de  la  pequeña  meseta  se  halla  el  cráter  principal,  un  embudo  de 
1  metro  de  ancho  y  lleno  de  lodo,  del  cual  brotan  sin  intermisión  grandes 
burbujas  de  gas,  ocasionando  un  ruido  sordo  gutural.  Al  rededor  del  cráter 
la  planicie  fangosa  está  cubierta  de  muchísimos  pequeños  conos,  solo  de 
f)  á  30  centímetros  de  altura,  cada  cual  con  su  pequeño  cráter  terminal,  que 
arroja  lodo  y  gases  con  un  sonido  silbante.  Pueden  compararse  estos  coni- 
tos  encima  del  cono  principal  con  los  conos  y  cráteres  de  erupción  (laterales) 
de  los  volcanes  verdaderos.  El  fango  arrojado  es  muy  salado  y  en  la  super- 
ficie cristaliza  la  sal  bajo  la  influencia  de  los  rayos  del  sol.  Colocados  sobre 
la  margen  del  cono,  percibimos  un  olor  fuerte  de  petróleo,  y  en  efecto  se 
deposita  esta  sustancia  en  bastante  cantidad  al  rededor  de  los  respiraderos 
de  gas,  comunicando  al  fango  arcilloso,  que  al  principio  es  gris  claro,  un 
color  pardo.  Igualmente  se  siente  un  olor  débil  á  hidrógeno  sulfurado. 
Azufre  nativo  terroso  se  ha  depositado  en  corta  cantidad  en  el  fango,  y 
ademas  en  algunos  puntos  mucho  hidróxido  (ocre)  de  hierro.  —  De  los  pro- 
ductos depositados  deducimos,  que  los  gases  principales  que  se  desprenden, 
serán:  el  ácido  carbónico,  el  gas  sulfhídrico  y  el  hidrocarbúrico,  los  mismos 
pues,  que  se  han  observado  en  los  volcancitos  fangosos  de  otros  países. 

Las  cercanas  fuentes  termales  están  en  intima  conexión  con  el  volcan 
de  fango,  y  en  el  fondo  son  efecto  del  mismo  fenómeno,  solo  que  en  lugar 
de  un  poco  de  lodo  arcilloso  arrojan  en  gran  cantidad  agua  limpia.  El  des- 
prendimiento de  gases  en  las  fuentes  es  tan  considerable,  ó  aun  mas  enér- 
gico, que  en  el  volcancito;  también  aquí  se  percibe  el  olor  de  petróleo  y  de 
hidrógeno  sulfurado,  y  hay  igualmente  sedimentos  de  ocre,  de  sal,  de  azufre, 
de  nafta;  pero  estos  productos  con  mayor  facilidad  son  llevados  por  el  agua 
y  no  pueden  acumularse  en  gran  cantidad. 

El  agua  cristalina  de  las  fuentes  está  muy  cargada  de  sales,  mucho 
mas  que  el  agua  del  mar,  conteniendo  en  un  litro  mas  de  13  gramos  de 
sales  fijas.  Predominan  los  cloruros  de  sodio,  potasio  y  calcio,  y  después  sigue 
el  bromuro  y  yoduro  de  calcio  en  cantidades  muy  considerables. (28)  Tanta 
riqueza  de  sales  en  el  agua  indica  la  existencia  de  un  gran  depósito  de  estas 
sustancias  en  la  profundidad.  Un  hecho  curioso  es  el  de  que  en  el  agua 
salada  y  caliente  (40°  C.)  de  las  fuentes  viven  centenares  de  pescaditos 
muy  pequeños,  y  el  talud  del  cono  caliente  del  volcancito  está  vestido 
espesamente  de  una  planta  ciperácea  singular,  que  no  observé  en  otro 
lugar  de  esa  región.     En  cuanto  á  los  pescaditos,  recuerdo  que  las  fuentes 


LAS  FORMACIONES  CUATERNARIAS.  293 

se  hallan  á  la  distancia  de  3  leguas  del  mar  y  en  la  altura  de  75  metros 
sobre  su  nivel. 

Las  fuentes  termales  de  San  Vicente  tan  ricamente  mineralizadas  tienen 
alta  importancia  para  medicaciones  hidrológicas,  especialmente  por  la  canti- 
dad considerable  de  yodo  y  bromo  que  contienen.  ¡Lástima,  que  los  médi- 
cos del  pais  son  tan  indiferentes  con  este  ramo  de  la  medicina,  y  que  en 
general  no  estudian  los  recursos  que  les  brinda  el  suelo  nativo! 

Añadiremos  algunas  palabras  sobre  la  naturaleza  del  voloancito  y  de  las 
fuentes  que  le  acompañan,  diciendo  ante  todo,  que  de  ningún  modo  está  en  re- 
lación con  los  verdaderos  volcanes  ignívomos.  La  semejanza  se  limita  única- 
mente al  aspecto  exterior,  y  por  lo  propio  los  geólogos  cuentan  estos  volcancitos 
de  lodo  entre  los  fenómenos  séudo-volcánicos.  Su  origen  se  deriva  de  la  des- 
composición subterránea  de  sustancias  orgánicas,  lo  mismo  que  el  de  las 
fuentes  de  gas  (hidrocarbúrico,  sulfhidrio,  carbónico).  Los  gases  exhalados 
son  los  productos  de  destilación  de  restos  vegetales  ó  también  animales, 
que  debajo  de  la  tierra  sufren  una  lenta  combustión  química  ó  carboniza- 
ción. La  exhalación  de  los  gases  generalmente  vá  acompañada  del  derra- 
mamiento de  hidrocarburos  liquidos  (nafta  y  petróleo).  De  vez  en  cuando 
se  aumenta  el  desarrollo  de  gases  tanto,  que  se  producen  explosiones  y 
erupciones  violentas,  las  cuales  lanzan  al  aire  agua,  lodo  y  piedras,  hasta 
la  altura  de  30  metros,  y  ocasionan  un  ruido  fuerte,  semejante  al  trueno. 
Tales  periodos  de  excitación  extraordinaria  son  raros;  sinembargo  se  han 
verificado  mas  de  una  vez  en  el  volcancito  de  St\  Elena,  según  me  asegu- 
raron los  habitantes  de  San  Vicente,  que  habian  oído  los  truenos  subterrá- 
neos á  la  distancia  de  mas  de  2  leguas.  —  Difícil  es  decir,  si  el  origen  de 
nuestro  volcancito  haya  de  buscarse  en  el  terreno  terciario,  ó  mas  bien  en 
una  formación  mas  antigua  y  mas  profunda  (cretácea?);  atendiendo  á  la 
temperatura  alta  de  las  fuentes  termales,  parece  mas  probable  lo  segundo. 

En  una  llanura  que  dista  de  St\  Elena  una  legua  hacia  el  Norte,  no 
muy  lejos  de  la  Punta  Centinela,  me  mostraron  dos  montones  de  tierra  ar- 
cillosa, que  al  decir  de  algunos  testigos  oculares,  fueron  volcancitos  no 
mucho  tiempo  hace.  Se  dice,  que  también  cerca  de  Zaruma  existieron  en 
algún  tiempo;  pero  después  de  haber  estudiado  en  varias  ocasiones  el  ter- 
reno del  cantón  de  Zaruma,  dudo  mucho  que  haya  sido  el  mismo  fenómeno. 

El  volcancito  fangoso  de  St*.  Elena  es  el  único,  que  se  conoce  hasta 
ahora  en  la  costa  occidental  de  Sudamérica;  en  la  costa  setentrional  se  los 
encuentra  cerca  de  Cartagena  y  en  la  isla  de  Trinidad.  También  en  el 
mundo  antiguo  el  fenómeno  no  es  muy  frecuente;  se  lo  cita  de  Sicilia,  Mó- 
dena,  Irlanda,  de  la  Crimea,  de  las  regiones  del  Cáucaso  y  del  Mar  Caspio, 
y  finalmente   de   la  isla  de  Java.    No  carece  de  interés  científico   el  que 


21)4  GEOLOGÍA.    —    CAPÍTULO  VI. 

(odas  las  regiones  enumeradas  con  volcancitos  de  lodo  presentan  tantas 
analogías  en  su  constitución  geológica:  formaciones  modernas,  riqueza  de 
sal  y  petróleo,  comunmente  un  carácter  exterior  de  desiertos  y  una  posición 
no  lejos  del  mar,  sobre  todo  en  islas  y  penínsulas. 

B.    La  formación  fluvio-marina. 

Con  este  nombre  designaremos  los  aluviones  cuaternarios  y  modernos, 
que  so  han  depositado  en  los  deltas  y  á  lo  largo  de  los  cursos  inferiores  de 
grandes  ríos,  por  acción  simultánea  de  los  últimos  y  del  mar.  Exteriormente 
se  caracterizan  los  terrenos  de  esta  formación  por  su  llanura  perfecta  y  por 
la  ninguna  ó  muy  pequeña  elevación  sobre  el  nivel  del  mar  durante  la 
marea  alta.  Esta  es  la  región  preferida  de  las  sabanas,  sartenejas,  tembla- 
deras, que  describimos  en  la  parte  topográfica  de  esta  obra.  Hasta  hoy  dia 
la  mayor  parte  de  ella  está  dentro  del  alcance  de  la  marea,  como  se  vé  en 
la  carta  geognóstica,  en  que  quedó  en  blanco;  hacia  adentro  está  limitada 
casi  siempre  por  las  capas  mas  elevadas  de  la  formación  cuaternaria  marina 
(por  las  «lomas»)  ó  por  la  diluvial  fluviátil  al  pié  de  la  sierra. 

Encontramos  el  terreno  fluvio- marino  muy  desarrollado  en  los  deltas 
del  rio  Mira  y  del  rio  Santiago,  al  rededor  de  los  esteros  de  Pailón,  después 
en  escala  menor  en  las  hoyas  del  rio  Muisne  y  de  Cojimies ;  pero  á  su  exten- 
sión ó  importancia  mas  grande  llega  en  el  sistema  del  rio  Guayas  y  al  rede- 
dor del  Golfo  de  Guayaquil,  hasta  Túmbez,  y  en  esta  región  vamos  á  estu- 
diarla un  poco  mas  de  cerca.  —  La  formación  de  la  gran  llanura  aluvial 
probablemente  comenzó  ya  en  la  época  cuaternaria  ó  hacia  fines  de  ella, 
pero  continuaba  por  toda  la  época  moderna  y  sin  duda  seguirá  desarrollán- 
dose mas  y  mas  en  los  siglos  venideros.  Herodoto  llamó  las  fértiles  llanu- 
ras del  Egipto  inferior  un  regalo  del  Nilo;  con  la  misma  razón  podemos 
decir,  que  los  llanos  de  las  provincias  del  Guayas  y  de  Los  Rios  son  un 
regalo  del  rio  Guayas  y  de  sus  tributarios. 

El  Golfo  de  Guayaquil  se  extendió  á  fines  de  la  época  cuaternaria  mucho 
mas  tierra  adentro  que  ahora,  occupando  toda  la  planicie  aluvial.  Podemos 
reconstruir  su  forma  antigua,  dándole  exactamente  la  extensión,  que  en  nuestro 
mapa  geognóstico  ocupa  el  terreno  aluvial  (sin  color).  En  medio  del  golfo 
se  levantaban  algunas  islas  de  rocas  verdes  (cerros  de  Potrillo,  de  Yolan, 
de  Zamborondón,  de  Taura),  ó  de  rocas  cretáceas  (como  los  cerros  de  la 
Cabra  etc.).  El  rio  de  Daule  desembocaba  cerca  de  Colimes,  el  de  Vinces 
cerca  del  pueblo  de  este  nombre,  el  de  Zapotal  cerca  de  Catarama,  y  los  rios 
que  bajan  de  la  Cordillera  occidental,  al  pie  misino  de  ella.  Las  orillas  de 
este  golfo  antiguo  habrán  presentado  el  mismo  aspecto  como  el  golfo  que 
conocemos  ahora  en  su  forma  reducida,  es  decir,  estaban  rodeadas  de  manglares 


LAS   FORMACIONES   CUATERNARIAS.  295 

y  sujetas  á  las  inundaciones  periódicas  de  las  mareas.  —  Para  comprender 
el  modo  sencillo,  como  poco  á  poco  se  pudo  rellenar  toda  aquella  bahía 
extensa  y  formarse  en  su  lugar  las  llanuras,  basta  observar  con  atención, 
lo  que  sucede  diariamente  en  el  delta  actual  del  rio. 

Como  sabemos,  todos  los  rios,  que  entran  en  el  mar  (en  nuestro  caso 
especial  el  rio  Guayas),  llevan  una  inmensa  cantidad  de  materiales  en  sus- 
pensión, ó  arrastrándolos  sobre  el  fondo  de  su  cauce.  Donde  los  rios  entran 
con  una  caida  fuerte  directamente  en  un  mar  profundo,  con  costas  escarpadas 
y  embestidas  por  el  oleaje  del  mar,  como  sucede  con  el  rio  de  Esmeraldas, 
los  materiales  arrastrados  se  depositan  en  el  fondo  del  océano  y  son  llevados 
á  grandes  distancias;  no  contribuyen  nada  ó  muy  poco  al  aumento  de  la 
tierra  firme.  No  sucede  asi  en  los  rios  con  deltas  de  caida  suave,  ó  cuando 
desembocan  en  bahias  tranquilas.  Aunque  una  parte  del  material  llegue 
afuera  al  océano,  y  se  pierda  en  su  inmensidad,  otra  y  muy  considerable 
queda  depositada  en  medio  de  las  anchas  desembocaduras  de  corriente  suave, 
ó  á  lo  largo  de  las  orillas,  retrocediendo  varias  veces  hacia  la  tierra,  y  pene- 
trando con  las  mareas  altas  en  todos  los  esteros,  en  que  se  deposita  en  forma 
de  una  lama  lina,  retenida  por  la  vejetacion  de  la  orilla,  especialmente  entre 
las  raices  de  los  mangles.  ¡  Hé  aquí  la  grandísima  importancia  de  los  manglares 
como  conservadores  y  aumentadores  de  la  tierra!  Los  bancos  de  arena  y 
lama  en  medio  del  rio,  y  también  cerca  de  las  orillas,  cambian  frecuente- 
mente de  sitio,  mientras  quedan  descubiertos  de  vegetación;  pero  luego  que 
los  mangles  se  apoderan  de  ellos,  se  hacen  mas  estables  y  aumentan  en 
altura  y  circunferencia.  Tales  bancos  cubiertos  de  manglares  son,  por  ejemplo, 
las  islas  de  Matorillos,  de  Mondragon,  isla  Verde  y  otras  del  golfo  y  rio. 
El  manglar  en  todas  partes  tiende  á  ganar  terreno,  y  aunque  algunas  veces 
es  vencido  en  la  lucha  con  las  olas  y  correntadas  fuertes,  en  general  se 
puede  decir  que  avanza.  El  progreso  de  los  manglares  y  de  la  tierra  ganada 
es  seguro  pero  lento,  y  en  pocos  años  no  se  manifestará  sino  á  la  obser- 
vación y  comparación  muy  exacta.  Cuando  examiné  la  costa  del  golfo,  entre 
el  rio  de  Naranjal  y  Jambeli,  con  el  gran  mapa  marítimo  en  la  mano,  que 
los  oficiales  ingleses  habían  levantado  del  golfo  unos  40  años  antes,  observé 
varios  cambios  notables,  que  no  pueden  explicarse  por  una  inexactidud  de 
aquel  mapa  minucioso,  sino  por  cambios  del  terreno,  que  se  habían  realizado 
durante  la  época  trascurrida.  Estos  cambios  consisten  casi  siempre  en  el 
avance  de  la  tierra  firme  y  de  los  bajos  en  la  cercanía  de  las  bocas  de  los 
rios  hacia  el  golfo.  Si  tuviéramos  planos  exactos  del  golfo  de  los  primeros 
años  de  la  Conquista,  podríamos  notar,  sin  duda,  un  aumento  muy  notable 
de  la  tierra,  efectuado  en  tres  siglos.  Esto  no  impide,  que  en  uno  ú  otro 
punto  desaparezca  un  manglar  ó  un  pedazo  de  terreno  muy  expuesto  á  las 


296  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  VI. 

ola»  ó  corrientes,  que  también  cambian  de  rumbo;  pero  en  general  se  debe 
decir,  que  la  tierra  crece  y  avanza  contra  el  mar. 

Los  mangles  son  verdaderos  anfibios  vegetales,  y  prosperan  solo  mientras 
que  duran  las  condiciones  favorables  de  sü  existencia.  Desempeñado  su 
papel,  que  consiste  en  ganar  tierra,  desaparecen  y  ceden  el  terreno  á  otras 
formas  vegetales  mas  terrestres.  Entrando  en  cualquiera  de  los  numerosos 
esteros  de  la  costa,  podemos  estudiar  el  interesante  procedimiento  de  esta 
conquista  pacifica.  En  la  margen  exterior  del  manglar  observamos  la  gene- 
ración nueva  de  los  árboles,  que  por  el  mayor  espacio  de  tiempo  están 
cubiertos  de  agua  hasta  la  altura  de  las  primeras  ramificaciones,  descubrién- 
dose sus  raices  estribiformes  solo  en  la  marea  muy  baja,  durante  pocas 
horas  del  (lia.  La  lama  entre  las  raices  es  blanda  y  movediza,  pero  vá 
espesándose  mas  y  mas,  por  la  sedimentación  del  lodo  en  el  agua  tranquila. 
Un  poco  mas  adentro,  donde  naturalmente  el  agua  queda  todavía  mas  libre 
del  movimiento  fuerte  del  rio,  los  depósitos  ya  son  mas  altos  y  mejor  con- 
solidados, solo  las  raices  principales  sobresalen  el  lodo  y  estriban  los  árboles, 
el  terreno  queda  descubierto  desde  la  media  vaciante,  y  de  consiguiente 
durante  muchas  horas  cada  dia;  una  que  otra  planta  ciperácea,  ó  un  helécho 

w 

palustre,  ocupa  los  puntos  mas  altos  del  terreno  todavía  muy  blando.  A 
medida  que  avanzamos  hacia  adentro,  aumenta  la  vegetación  herbácea  y 
gramínea,  el  terreno  gana  en  solidez  y  altura,  estamos  en  el  manglar  viejo, 
en  que  las  raices  de  los  arboles  están  aun  mas  enterrados,  otros  árboles, 
que  no  temen  la  humedad,  especialmente  las  Avicenias  y  algunas  palmitas 
(la  palmicha)  se  mezclan  con  los  mangles,  igualmente  algunos  arbustos  y 
lianas.  La  vegetación  baja  de  las  gramíneas,  ciperáceas  y  heléchos  ya  es 
muy  espesa  y  sirve  como  un  filtro,  reteniendo  entre  sus  hojas  y  raices  las 
partículas  de  lodo  que  el  agua  lleva  en  suspensión.  De  este  modo  crece  el 
suelo  rápidamente  en  esta  zona,  aunque  se  inunda  solamente  durante  las 
horas  de  la  marea  mas  alta  y  en  tiempo  del  aguaje.  Se  observa,  que  los 
mangles  ya  no  se  hallan  en  su  elemento;  hacia  la  espalda  del  manglar  no 
nacen  árboles  nuevos  y  los  viejos  mueren  y  caen  al  suelo. 

Atrás  del  manglar,  ó  á  sú  espalda,  el  desarrollo  ulterior  del  terreno  se 
verifica  de  dos  modos,  según  nos  hallamas  en  una  región  húmeda  y  rica  en 
rios  de  agua  dulce,  ó  en  una  región  seca.  En  el  primer  caso,  que  podemos 
estudiar  en  los  manglares  de  la  costa  desde  el  rio  de  Naranjal  hasta  el  de 
Pagua  (Balao,  Gala,  Tenguel),  pasa  el  manglar  directamente  á  una  sabana 
húmeda  y  anegadiza,  ó  en  verdaderas  tembladeras.  Aquí  las  inundaciones 
de  los  rios  contribuyen  del  mismo  modo  al  alzamiento  sucesivo  del  terreno, 
como  las  del  agua  salobre  en  el  manglar.  Parece  excusado  repetir,  lo  qué 
he  dicho  en  otro  lugar  (pag.  111.))  de  la  formación  de  las  tembladeras,  sabanas, 


LAS  FORMACIONES  CUATERNARIAS.  297 

bancos  etc.  En  esos  lugares  húmedos  él  manglar  muere  hacia  la  espalda, 
no  solamente  por  el  alzamiento  y  la  consolidación  del  terreno,  sino  también 
por  la  abundancia  de  agua  dulce  de  la  sabana  ó  tembladera,  que  avanza 
contra  él. 

En  regiones  secas,  que  encontramos,  por  ejemplo,  al  rededor  de  los 
manglares  del  Estero  Salado,  en  la  isla  de  Puna  etc.,  el  manglar  se  forma 
del  mismo  modo  ya  indicado,  pero  muere  á  la  espalda  por  la  sequedad,  es 
decir,  cuando  el  terreno  ya  es  tan  alto,  que  las  inundaciones  diarias  de  la 
marea  no  lo  alcanzan  mas.  Atrás  del  manglar  se  forma  una  llanura  abierta, 
que  solo  se  cubre  de  agua  durante  los  aguajes  mensuales,  depositando  en 
estas  ocasiones  una  arena  fina  ó  un  lodo  salado  —  los  salitrales.  Por  lo 
salobre  de  la  tierra  crecen  aqui  pocas  especies  de  plantas,  propias  á  este 
terreno.  Aunque  aqui  la  sedimentación  de  las  sustancias  suspensas  en  el 
agua,  se  verifica  con  mucha  lentidud,  es  sinembargo  un  hecho  comprobado, 
y  la  sabana  cubierta  de  vegetación  gramínea  avanza  contra  los  salitrales, 
conforme  que  estas  se  alzan  hacia  su  margen.  Otra  circunstancia  contribuye 
á  que  en  los  lugares  citados  la  sedimentación,  y  en  consecuencia  el  adelanto 
de  los  manglares,  suceda  con  mayor  lentidud.  Desde  la  época,  en  que  el 
Estero  Salado  queda  incomunicado  con  el  rio  Guayas,  lleva  una  agua  muy 
pura  y  pocas  sustancias  en  suspensión.  Es  natural  que  un  depósito  de  esta 
agua  no  llega  á  la  centésima  parte  del  del  agua  turbia  del  rio  Guayas  y 
del  golfo. 

La  lijiviacion  ó  dulcificación  del  terreno  salobre,  depositado  por  los 
manglares,  é  invadido  después  por  la  sabana,  se  verifica  mas  pronto  en  las 
regiones  húmedas,  con  las  inundaciones  de  los  ríos  de  agua  dulce,  que  en 
las  regiones  secas,  donde  la  naturaleza  dispone  solamente  de  las  lluvias  del 
invierno.  Sinembargo  se  efectúa  lentamente,  á  lo  menos  hasta  cierta  pro- 
fundidad, como  lo  observamos  en  la  sabana  de  Guayaquil  y  en  el  centro  de 
las  islas  de  mangles  del  Estero  Salado. 

Una  prueba  evidente  de  lo  que  he  dicho  del  avance  de  los  manglares 
y  de  la  tierra,  suministran  las  raices  y  troncos  de  mangles  que  algunas  veces 
encontramos  no  solamente  en  los  salitrales  sino  á  distancia  de  muchas  cuadras 
de  la  actual  espalda  del  manglar,  en  medio  de  la  sabana,  donde  hoy  no 
podrían  crecer.  El  manglar  roba  el  terreno  al  rio  y  al  mar,  el  salitral  ó  la 
tembladera  lo  quita  al  manglar,  la  sabana  se  forma  de  esta  ó  de  aquel,  se 
alza  mas  y  mas  y  se  «embanca».  Hé  aqui  el  procedimiento  que  se  verifica 
sin  intermisión  al  rededor  de  todo  el  golfo  dé  Guayaquil,  ya  en  mayor  ya 
en  menor  escala,  y  por  el  cual  se  ha  formado  en  el  curso  de  los  siglos  toda 
la  llanura  aluvial  del  litoral.  —  En  la  cartita  geológica  he  indicado  la  actual 
zona  de  los  manglares;  esta  zona  se  hallaba  á  fines  de  la  época  cuaternaria 


298  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  VI. 

en  los  limites,  que  mas  arriba  he  indicado  para  el  antiguo  golfo,  al  pié  de 
la  Cordillera  y  de  la  región  de  las  «lomas». 

Todo  el  material  fino  y  grueso,  que  arrastran  nuestros  ríos,  se  deriva 
en  última  instancia  de  las  montañas  del  interior,  aunque  en  parte  proviene 
también  del  terreno  aluvial  ya  depositado.  En  su  camino  largo,  que  los  rios 
hoy  dia  tienen  que  hacer  por  las  llanuras,  para  alcanzar  el  golfo,  ya  pierden 
mucho  de  este  material,  depositándolo  á  lo  largo  de  su  curso,  ó  esparcién- 
dolo sobre  las  sabanas  inundadas,  de  manera  que  solo  una  parte  y  la  mas 
fina  llega  al  golfo;  y  aun  de  esta  parte  una  fracción  pequeña  se  deposita 
definitivamente  en  los  manglares.  De  esto  se  explica  que  la  formación  de 
terreno  nuevo  actualmente  sucede  con  lentitud,  y  que  antiguamente,  mas 
arriba  debia  ser  mucho  mas  enérgica.  Entonces  también  los  guijarros  y  la 
arena  gruesa,  que  ahora  se  depositan  al  pié  de  la  sierra,  entraban  en  el 
golfo  y  se  depositaban  en  capas  espesas,  alternando  con  las  de  arcilla  y 
creda  fina,  de  manera  que  las  llanuras  podian  avanzar  con  rapidez  relativa, 
especialmente  en  dirección  del  curso  de  los  rios  principales.  Cuanto  mas 
se  alargaba  el  curso  de  un  rio  por  la  llanura  creada  por  el  mismo,  tanto 
mas  finos  eran  los  materiales  que  llegaban  al  golfo,  y  este  resultado  necesario 
y  tan  natural  encontramos  en  efecto  confirmado  por  el  estudio  de  las  capas 
aluviales:  En  la  cercanía  del  golfo  actual  se  halla  solo  arena  muy  fina  ó 
lama  arcillosa,  cuanto  mas  nos  alejamos  de  él  y  nos  acercamos  á  las  orillas 
del  golfo  antiguo,  ó  al  pié  de  las  montañas,  tanto  mas  grueso  es  el  material, 
que  compone  las  llanuras. 

En  los  llanos  recien  formados  y  muy  bajos,  el  curso  de  los  rios  no 
habrá  sido  tan  estable  como  ahora,  con  frecuencia  habrán  cambiado  de 
dirección,  y  canales  y  esteros  habrán  existido  en  gran  cantidad.  Hay  todavía 
algunas  regiones  bajas,  en  que  hasta  nuestros  dias  reina  esta  inconstancia, 
y  en  que  solo  por  el  embancamiento  ulterior  de  las  orillas  los  rios  llegarán 
á  regularizarse.  —  A  medida  que  el  golfo  antiguo  se  iba  rellenando  y  á  ser 
reemplazado  por  la  llanura,  se  formaba  también  paulatinamente  el  actual 
sistema  del  rio  Guayas,  cuyos  tributarios  antiguamente  tenían  sus  desembo- 
caduras separadas.  En  un  estado  ya  bastante  adelantado  desembocaban  las 
aguas  en  el  golfo  por  las  dos  aberturas  que  existen  entre  los  cerritos  del 
Salado  y  de  Guayaquil,  y  entre  estos  y  los  de  Duran.  La  primera  se  cerró 
y  la  corriente  principal  tomó  la  dirección  del  actual  rio  Guayas,  el  cual, 
llevando  mayor  parte  del  material  en  suspensión,  podia  embancar  sus 
orillas  con  mas  rapidez  que  el  canal  cegado  al  Oeste,  que  constituye  ahora 
el  Estero  Salado.  La  separación  del  Guayas  y  del  Salado  se  hacia  mas 
completa,  á  medida  que  el  primero  avanzaba  su  boca  hacia  mas  afuera 
ó  mejor  dicho  hacia  mas  adentro  del  golfo.    La  razón  porque  el  embanca- 


LAS   FORMACIONES   CUATERNARIAS.  299 

miento  se  verifica  muy  despacio  en  del  Estero  Salado,  queda  explicada 
mas  arriba. 

La  historia  de  la  formación  aluvial  del  Guayas  es  un  pequeño  episodio 
del  largo  desarrollo  geogenético  del  Ecuador.  No  es  un  juego  de  fantasía, 
sino  un  hecho  geológico  comprobado  por  argumentos  de  inducción  y  ab- 
straídos de  la  observación  directa.  ¡  Ojalá,  que  la  historia  de  las  épocas  mas 
antiguas  fuese  tan  clara  y  segura,  como  la  de  este  periodo  mas  moderno!  — 
La  formación  aluvial  debia  principiar  á  fines  de  la  época  cuaternaria,  cuando 
esta  ocupaba  poco  mas  ó  menos  su  posición  actual;  duraba  por  la  época 
reciente  ó  moderna,  con  cuyo  nombre  designamos  la,  en  que  ya  no  se 
hallan  organismos  extinguidos  y  la  creación  tenia  el  aspecto  actual;  y 
seguirá  todavía  por  mucho  tiempo.  Por  supuesto  no  podemos  indicar  un 
cierto  número  de  años,  que  duraba  la  formación  aluvial,  para  llegar  á  su 
estado  actual;  la  geología  no  mide  sus  épocas  con  la  escala  mezquina  de 
la  historia  humana,  sino  con  la  medida  del  Creador,  para  quien  los  miles 
ó  millones  de  años  son  como  un  dia.  —  Y  ¿cual  será  el  resultado  final  de 
ese  proceso  geológico  continuado?  Sin  duda  es  la  disminución  sucesiva  del 
golfo  de  Guayaquil  y  de  sus  esteros,  la  regularizacion  de  los  rios  y  la 
extensión  de  la  llanura  aluvial.  Si  sigue  el  período  actual  con  su  desarrollo 
tranquilo  y  regular  por  largo  tiempo,  llegará  la  época  geológica,  en  que 
habrá  desaparecido  el  golfo  de  Guayaquil,  con  todos  sus  esteros,  en  que  la 
isla  de  Puna  con  su  mitad  setentrional  hasta  el  estrecho  canal  del  Morro 
estará  unida  con  la  tierra  firme,  en  que  la  costa  desde  Naranjal  hasta  Túmbez 
se  habrá  ensanchado  tanto  que  entre  ella  y  la  isla  de  Puna  quedará  solo  el 
estrecho  paso  para  el  rio  Guayas,  en  que  la  desembocadura  de  este  se  hallará 
cerca  del  islote  de  St*.  Clara,  en  que  el  Ecuador  habrá  ganado  por  aluvión 
natural  unos  7000  kilómetros  cuadrados.  Es  probable  que  el  género  humano 
no  existia  todavía  en  la  América  del  Sur,  cuando  principiaba  la  formación 
aluvial.  ¿Alcanzará  á  ver  ese  estado  de  su  adelanto,  como  acabo  de  pin- 
tarlo? La  época  que  necesitamos  para  producirlo,  no  será  inferior  á  laque 
trascurrió  desde  su  principio,  y  talvez  mas  larga,  porque  el  desarrollo  se 
verifica  ahora  con  mas  lentitud,  por  las  razones  indicadas. 

Las  mismas  observaciones  que  hemos  hecho  en  los  llanos  de  la  provincia 
del  Guayas,  podemos  hacer,  en  menor  escala,  en  la  hoya  del  estero  de  Co- 
jimies,  en  la  del  rio  Muisne,  y  en  la  región  baja  entre  el  rio  de  Santiago 
y  el  rio  Mira,  en  fin  en  todas  partes,  en  que  la  costa  está  ceñida  de  manglares. 
Estos  últimos  son  la  mejor  defensa  de  una  costa  contra  el  mar.  Doquiera 
que  las  olas  tengan  acceso  libre  á  un  terreno,  lo  comen  poco  á  poco  por 
mas  duro  que  sea.  Toda  costa  que  consta  de  barrancos,  retrocede,  y  la  que 
está  cubierta  de  manglares,  avanza. 


300  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  VI. 

Si  la  formación  aluvial  de  la  cosía  hemos  llamado  fluvior  marina,  se 
comprende,  que  este  nombre  le  cuadra  solo  durante  el  tiempo,  en  que  el 
mar  toma  parte  en  ella  por  las  mareas,  es  decir,  mientras  que  se  verifica  la 
sedimentación  entre  los  manglares  ó  en  su  cercanía.  Su  desarrollo  ulterior, 
tierra  adentro,  el  relleno  de  las  tembladeras,  el  crecimiento  de  las  sabanas, 
la  formación  de  los  bancos  á  lo  largo  de  los  ríos  etc.  son  fenómenos  debidos 
únicamente  á  la  acción  de  los  ríos,  es  decir,  que  la  formación  es  entonces 
puramente  fluvial. 

La  composición  petrográfica  de  esta  formación  es  sumamente  monótona 
é  igual  en  todas  partes,  como  ya  podemos  deducir  de  la  descripción  que 
precede.  Toda  ella  se  compone  de  capas  horizontales  de  barro  endurecido 
y  de  arena,  mezclada  mas  ó  menos  de  tierra  vegetal.  Hacia  el  curso  superior 
de  los  rios,  donde  ya  se  acercan  á  la  Cordillera,  se  encuentran  también  los 
estratos  de  arena  gruesa  y  de  guijarros  (cascajo),  alternando  con  otros  de 
material  mas  fino.  En  los  parajes,  en  que  tales  capas  son  muy  potentes  y 
se  hallan  cerca  de  la  superficie,  el  terreno  es  estéril,  y  se  presta  mal  á  la 
agricultura. 

Minerales  subordinados  de  alguna  importancia  apenas  se  encuentran  en 
la  formación  fluvio-marina.  Algunas  gotas  de  mercurio,  que  manan  de  vez 
en  cuando  de  sus  capas  á  las  orillas  del  rio  Daule  cerca  de  Guayaquil,  pro- 
venien  evidentemente  de  la  cercana  formación  cretácea  de  los  cerros.  —  Una 
sustancia  muy  singular,  que  se  halla  en  pedazos  irregulares  en  las  capas 
aluviales  cerca  de  Daule,  podría  ser  explotada  y  utilizada,  si  formara  masas 
mas  grandes  ó  depósitos  continuos.  Pero  por  desgracia  su  yacimiento  es 
irregular,  hallándose  diseminada  en  la  profundidad  de  2  á  3  metros  en  pe- 
dazos del  tamaño  de  un  puño  ó  de  una  cabeza.  Pertenece  á  las  resinas 
fósiles  y  tiene  el  aspecto  de  una  cera  impura.  La  fractura  recien  hecha 
tiene  un  color  amarillo,  pero  se  oscurece  y  se  ennegrece  con  el  tiempo.  La 
sustancia  es  blanda  y  se  deja  rayar  con  la  uña;  en  el  calor  se  ablanda 
mucho,  y  con  70°  C.  comienza  á  derretirse.  Á  la  llama  arde  como  tina 
resina,  desarrollando  un  olor  singular  pero  no  desagradable;  frotándola  des- 
pide un  olor  bituminoso.  En  alcohol,  éter,  benzol  y  trementina,  se  disuelve 
en  parte,  quedando  un  residuo  insoluble,  lo  que  hace  sospechar,  que  no 
tenemos  una  sustancia  mineral  sencilla,  sino  compuesta.  Por  todas  estas 
propiedades  se  acerca  nuestro  mineral  al  que  Johnston  analizó  en  1838  y 
que  llamó  Guayaquilita*),  por  hallarse  «cerca  de  Guayaquil».  El  calculó  su 
composición  en: 

*)  Johnston,  Phil.  Mag.  XIII,  ¡J29.  1838.  —  Véase  también:  Baña,  Mincralogy,  ed.  ó* 
(New- York  1882),  pág.  745.  —  Johnston  y  Dana  escriben  equivocadamente  «Guyaquillite» 
en  lugar  de  «Guayaquilite». 


LAS  FORMACIONES   CUATERNARIAS.  301 

Ca  :H:02  =  40 :  52 :  6 -=  Carbono   .    .   m  7í»,66T» 

Hidrógeno  .    .     8,174 
Oxígeno  .    .    .   15,161 

100,000  -  Peso  espec.  =,  1,092. 

Para  ver,  si  el  mineral  de  Daule  es  la  misma  Guayaquilita  de  Johnston, 
lo  hice  analizar  últimamente  en  Dresde  por  el  profesor  Dr.  Filsinger.    El 

resultado  es: 

Carbono G9,01 

Hidrógeno 8,98 

Oxígeno 20,15 

Sustancia  mineral  extraña.    .    .    .     1,80 

100,00  -  Peso  espec.  1,1005. 

Aunque  este  análisis,  ejecutada  con  todo  esmero,  difiere  bastante  de  la 
de  Johnston,  ó  mejor  dicho  de  su  cálculo  teórico,  no  encuentro  dificultad 
de  identificar  nuestro  mineral  de  Daule  con  la  Guayaquilita,  porque  no  se, 
trata  de  un  mineral  simple,  de  composición  química  constante,  sino  de  un 
mineral  compuesto  de  dos  ó  tres  resinas  diferentes.  Asi  se  explica,  que  la 
composición  de  un  pedazo  puede  diferir  de  la  de  otro. 

Según  el  modo,  como  los  ríñones  de  Guayaquilita  se  presentan  disemi- 
nados en  el  terreno  aluvial,  no  es  probable  que  existan  depósitos  grandes 
y  explotables. 

C.   Las  formaciones  fluviales  y  terrestres  (diluvial  y  aluvial). 

No  hay  que  perder  tiempo  con  una  larga  descripción  y  explicación  de 
los  depósitos  fluviales  de  nuestra  época  y  de  la  que  precedió  inmediatamente. 
En  parte  hemos  tocado  este  tema  en  el  párafo  anterior,  y  por  lo  demás  el 
fenómeno  está  patente  á  todos  los  que  quieren  observarlo.  Desde  la  época, 
en  que  el  pais  habia  adquirido  su  configuración  actual  (en  sus  rasgos  prin- 
cipales), en  que  existían  las  Cordilleras  de  los  Andes  y  demás  montañas 
altas,  digamos  desde  fines  de  la  época  terciaria,  comenzaban  las  aguas,  ya 
en  forma  de  los  precipitados  atmosféricos,  ya  reunidas  en  rios,  su  obra 
destructora,  por  via  mecánica  y  por  via  química,  descomponiendo  la  super- 
ficie de  las  rocas,  y  llevando  las  partículas  á  otras  partes.  La  acción  del 
agua  no  es  solamente  destructora,  sino  también  regeneradora;  porque  lo  que 
quita  de  un  lugar,  deposita  en  otro,  su  tendencia  es  nivelar  poco  á  poco 
toda  la  superficie  terrestre,  y  sin  duda  lograría  en  algún  tiempo  su  objeto, 
si  no  existiesen  otros  agentes  geológicos  (p.  ej.  los  volcánicos),  que  se  oponen 
á  esa  nivelación,  y  siempre  de  nuevo  subministran  materiales  que  el  agua 
puede  atacar.  No  hay  una  ladera  de  montaña,  no  hay  un  valle,  no  hay 
quebrada,  en  que  no  pudiésemos  estudiar  el  mecanismo  de  la  destrucción 
y  regeneración;   hasta   el  indio  comprende,   que  las  piedras  rodadas,  que 


302  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO   VI. 

componen  los  torrados  y  las  mesetas  de  un  valle,  derivan  de  las  montañas 
circunvecinas.  —  Todos  estos  depósitos  en  el  interior  del  pais  son  contem- 
poráneos con  los  marinos  y  fluvio- marinos  de  la  costa,  y  también  con  la 
mayor  parte  de  los  productos  volcánicos  interandinos.  Los  llamamos  dilu- 
viales, cuando  se  encuentran  en  ellos  restos  de  animales  extinguidos  (cuater- 
narios) ó  cuando  por  su  yacimiento  deducimos  una  edad  grande;  y  aluviales 
ó  modernos,  cuando  parecen  haberse  formado  en  tiempos  de  nuestra  época 
actual,  sin  que  pudiéramos  fijar  limites  seguros,  porque  sin  duda  no  existió 
entre  las  dos  épocas  ningún  tiempo  de  interrupción  ó  de  inactividad.  —  En 
la  carta  geológica  comunmente  no  se  ha  indicado  la  zona  angosta  del  terreno 
diluvial  y  aluvial  en  los  valles,  solo  á  lo  largo  del  pié  de  la  Cordillera  occi- 
dental y  en  algunas  llanuras  mas  extensas,  como  en  la  de  Cuenca  y  en  la 
de  Catamayo,  está  señalada. 

Esta  formación  tiene,  ademas  de  su  interés  teórico  para  la  geología,  y 
de  su  importancia  práctica  para  la  agricultura,  otro  especial  para  la  minera- 
logía y  la  minería.  Encontramos  en  ella  varios  minerales  útiles  y  ante  todo 
comprende  el  terreno  de  los  lavaderos. 

Existe  en  el  Ecuador  ué  gran  número  de  fuentes  minerales  (se  llaman 
también  termales,  cuando  tienen  una  temperatura  elevada),  que  depositan  al 
rededor  de  sus  bocas  durante  la  evaporación  del  agua  y  el  desprendimiento 
de  los  gases,  especialmente  del  carbónico,  varios  minerales  en  forma  terrosa 
ó  compacta  y  cristalizada.  Las  sustancias  mas  comunes  son  el  carbonato 
de  cal  y  el  óxido  de  hierro.  El  origen  de  estas  fuentes  se  encuentra  siempre 
en  formaciones  mas  antiguas,  pero  sus  depósitos  pertenecen  á  la  formación 
actual  y  diluvial.  Citaremos  uno  de  los  ejemplos  mas  hermosos  de  la  llanura 
diluvial  y  aluvial  de  Cuenca. 

En  Baños,  dos  leguas  al  SO  de  Cuenca,  salen  las  fuentes  twmales  sobre 
unas  cinco  ó  seis  grietas  de  la  tierra,  cuya  dirección  está  indicada  por  las 
colinas  de  caliza,  que  se  han  formado  sobre  ellas.  Estas  grietas  no  corren 
paralelas  y  se  cruzan  en  distintos  ángulos;  las  principales  ocupan  un  pe- 
queño plano  al  Este  del  pueblo.  El  agua  de  las  fuentes,  que  tendrá  la 
temperatura  de  unos  00°  C,  está  muy  cargada  de  bicarbonato  de  cal,  y  des- 
prende mucho  ácido  carbónico  libre,  con  un  poco  de  gas  hidrosulfúrico.  Luego 
que  sale  al  aire  libre,  deposita  el  carbonato  de  cal  en  forma  de  incrusta- 
ciones y  de  toba,  al  rededor  de  la  boca  de  la  fuente  y  á  lo  largo  de  su 
curso,  y  así  nace  una  colina  de  piedra  caliza  por  la  sobreposicion  sucesiva 
de  muchísimas  capas  concéntricas,  que  se  distinguen  muchas  veces  por  dife- 
rentes colores,  alternando  capas  blancas,  amarillas,  rojas  etc.,  las  últimas 
debidas  al  óxido  de  hierro  que  se  deposita  junto  con  la  cal.  Como  el  con- 
ducto y  las  bocas  de  las  fuentes  se  obstruyen   poco  á  poco  por  la  misma 


LAS   FORMACIONES   CUATERNARIAS.  303 

cal,  estas  cambian  frecuentemente  de  lugar,  prorumpiendo  sobre  la  misma 
grieta  terrestre  en  los  lugares  de  la  menor  resistencia.  Actualmente  existen 
cuatro  ó  cinco  fuentes  caudalosas  en  Baños,  siendo  los  manantiales  pequeños 
innumerables;  las  colinas  de  toba  caliza  que  han  formado,  tienen  de  4  á 
8  metros  de  altura  y  hasta  200  de  largo,  siendo  su  ancho  en  la  base  de 
unos  10  y  en  la  cima  solamente  de  2  metros.  Fuera  de  estas  colinas,  que 
se  presentan  precisamente  como  las  vallas  de  una  fortificación,  en  toda  la 
cercanía  del  pueblo  el  suelo  está  cubierto  de  una  costra  mas  ó  menos  gruesa 
de  caliza  incrustante.  —  Las  capas  superficiales  y  mas  modernas  de  la  toba 
son  muy  porosas  y  esponjosas  (por  esto  lijeras),  como  la  piedra  pómez  y 
no  sirven  ni  para  quemar  cal,  ni  para  material  de  construcción,  mientras 
que  las  capas  inferiores  y  mas  antiguas  ya  se  han  consolidado  por  el  peso 
de  las  capas  sobrepuestas  y  por  la  filtración  continua  del  agua,  que  sigue 
depositando  las  partículas  de  cal  en  los  poros  de  la  toba  y  la  convierte  poco 
á  poco  en  una  masa  dura  y  cristalino-granosa,  que  entonces  no  se  distingue 
en  nada  del  «mármol»  del  Tejar.  Las  variedades  muy  compactas  y  duras 
de  las  tobas  se  conocen  en  Cuenca  con  el  nombre  de  «mármoles*,  y  pueden 
llamarse  asi,  entendiendo  con  este  nombre  todas  las  especies  cristalino- 
granosas  de  caliza.  A  lo  menos  tienen  la  textura  fánero-crist aliña  las  tobas 
calizas  mas  antiguas  del  Tejar  entre  Cuenca  y  Sayausi,  las  que  se  encuen- 
tran entre  Cuenca  y  Sinincay  y  las  de  Pórtete;  otras  son  mas  sueltas  y 
fofas,  conservando  el  carácter  propio  de  las  tobas  ó  tufos,  como  las  de 
Baños,  de  Quinoas  y  de  Guapan  cerca  de  Azogues.  Un  estudio  superficial 
de  las  rocas  de  Tejar  basta  para  convencerse  de  que  este  mármol  no  es  otra 
cosa  que  una  toba  antigua  muy  bien  consolidada  y  endurecida,  y  de  que  las 
colinas  en  que  se  encuentran  las  canteras,  son  el  producto  de  fuentes,  pre- 
cisamente como  las  de  Baños.  Otro  tanto  digase  del  mármol  blanco  del 
Pórtete,  que  es  el  mas  hermoso  de  todos  y  tiene  á  veces  el  aspecto  de  ala- 
bastro. Las  fuentes  han  desaparecido  de  estos  lugares.  Las  tobas  de  Qui- 
noas y  de  Azogues  no  son  tan  compactas  y  se  parecen  á  las  de  Baños.  — 
En  varios  puntos  de  las  inmediaciones  de  Azogues  se  encuentran  pequeños 
depósitos  de  caliza  incrustante,  como  por  ejemplo,  cerca  de  San  Marcos, 
pero  los  principales  se  hallan  en  el  anejo  de  Guapan,  donde  se  repite  exac- 
tamente el  fenómeno  de  Baños,  solo  que  las  colinas  no  se  han  formado  con 
tanta  regularidad.  La  fuente  principal  al  lado  de  la  capilla  tiene  la  tem- 
peratura de  unos  30°  C.,  no  se  percibe  el  olor  característico  del  gas  lúdro- 
sulfúrico,  pero  el  agua  está  cargada  de  cloruro  de  sodio  (sal  común),  distin- 
guiéndose de  tal  modo  de  las  aguas  de  Baños,  con  las  cuales  conviene  en 
el  contenido  de  ácido  carbónico  y  bicarbonato  de  cal.  Estas  fuentes  nacen 
de  la  arenisca  de  Azogues,  las  de  Baños  superficialmente  del  terreno  cuater- 


304  GEOLOGÍA.   —    CAPÍTULO   VI. 

nario,  las  tobass  caliza  de  Pórtete  y  de  Quinoas  {en  el  valle  superior  del 
Matadero,  al  lado  derecho  del  rio,  %  de  legua  abajo  del  tambo)  descansan 
directamente  sobre  los  pórfidos,  y  los  antiguos  mármoles  del  Tejar  y  de 
Racar  se  hallan,  como  las  tobas  de  Baños,  en  el  terreno  cuaternario.  No 
hay  que  perder  muchas  palabras  sobre  el  uso  y  la  aplicación  de  estas  tobas 
calizas,  que  es  generalmente  conocida;  los  «mármoles»  de  Cuenca  y  Pórtete 
subministran  un  excelente  material  de  construcción  y  se  adaptan  muy  bien 
para  adornos  arquitectónicos;  es  de  desear  que  su  uso  se  generalice  mas  y 
mas.  Las  variedades  ordinarias  sirven  para  quemar  cal;  son  la  «licamancha» 
de  los  indios. 

Iguales  a  mármoles»  y  tobas  calizas  se  encuentran  en  la  provincia  de 
Loja.  A  la  distancia  de  2  leguas  al  N  de  Loja  hay  un  depósito  de  este 
mineral  de  bastante  espesor  y  mas  fino  que  el  «mármol»  de  Pifo,  y  es  de 
desear  que  se  haga  mas  uso  de  esta  hermosa  piedra,  que  cuando  pulida  se 
acerca  en  su  aspecto  al  alabastro.  La  grande  ara  en  la  Catedral  de  Loja  y 
la  pila  bautismal  en  la  iglesia  de  San  Agustín  son  labradas  de  ella,  y  sirven 
de  prueba  para  observar,  cuan  bien  se  presta  á   tales  y  semejantes  obras. 

En  las  provincias  interandinas  del  Norte  se  hallan  los  mármoles  y  tobas 
entre  ó  sobre  el  terreno  volcánico  moderno,  pero  su  origen  es  el  mismo;  en 
algunos  puntos  las  fuentes  existen  todavía,  en  otros  han  desaparecido.  No 
podemos  enumerar  todas  las  localidades,  pero  repetiremos  que  el  célebre 
marmol  de  Pifo  en  la  provincia  del  Pichincha  pertenece  también  á  la  misma 
formación.  —  En  el  litoral  tales  fuentes  y  depósitos  calcáreos  son  mas  raros, 
sinembargo  no  faltan  del  todo,  como  ya  he  citado  un  ejemplo  de  la  que- 
brada del  rio  Seco  cerca  de  Jipijapa. 

Otra  sustancia  que  se  deposita  en  las  fuentes  del  mismo  modo,  como 
la  cal,  y  aun  con  mas  frecuencia,  aunque  no  en  cantidades  tan  considerables, 
es  el  hidróxido  de  fierro  ó  el  ocre,  que  se  llama  limonita,  cuando  es  muy 
compacto.  Se  distinguen  estos  depósitos  por  su  color  amarillo  ó  rojo,  y  los 
encontramos  en  pequeña  cantidad  alrededor  de  todas  las  fuentes,  que  des- 
piden ácido  carbónico,  y  que  se  llaman  acidulas  ó  aciduladas.  Por  lo  re- 
gular la  cantidad  de  ocre  depositado  es  tan  pequeña,  que  no  merece  aten- 
ción; pero  hay  lugares  pantanosos,  en  que  se  forman  capas  espesas  de 
limonita,  el  llamado  hierro  palustre  ó  pantanoso,  en  masas  tan  extensas  que 
son  explotables,  puesto  que  este  mineral  de  hierro  es  un  magnifico  material 
de  fundición.  El  primer  depósito  de  esta  clase,  que  tuve  ocasión  de  estudiar, 
se  halla  en  la  serranía  de  Sigsicunga  al  Oeste  de  Otavalo.  Cerca  de  la 
hacienda  de  Sigsicunga  se  encuentra  un  espacioso  valle  circular,  cuyas 
laderas  constan  de  potentes  tobas  volcánicas;  el  fondo  plano  es  un  pantano 
cubierto  de  vegetación   gramínea,  en   que  brotan  muchas  fuentes  cargadas 


LAS  FORMACIONES   CUATERNARIAS.  30& 

de  ácido  carbónico  y  de  carbonato  de  fierro,  depositándose  el  último  tras- 
formado  en  ocre,  después  del  desprendimiento  del  primero. 

Esta  formación  ya  debe  durar  mucho  tiempo,  porque  en  todo  aquel 
paraje  se  encuentra  debajo  de  la  tierra  vejetal,  que  tiene  l/-j  á  1  nietro  de 
espesor,  una  capa  de  limonita  ó  hierro  palustre  de  mucha  potencia.  En  otras 
regiones  se  hallan  capas  análogas  de  hierro,  que  sin  duda  alguna  tienen  el 
mismo  origen,  aunque  hoy  dialas  fuentes  hayan  desaparecido;  asi,  por  ejemplo, 
en  las  inmediaciones  de  Cuenca,  y  hasta  en  el  subsuelo  de  la  ciudad  misma. 

El  que  las  fuentes  termales  no  depositan  alrededor  de  sus  bocas  las 
sales  que  son  disolubles  en  el  agua,  se  explica  fácilmente,  porque  son  lle- 
vadas por  el  rio  y  por  las  lluvias.  Asi,  por  ejemplo,  las  fuentes  muy  saladas 
de  Salinas,  al  Norte  de  Guaranda,  forman  solamente  espesas  capas  de  toba 
caliza,  pero  no  de  sal,  y  lo  mismo  sucede  con  las  fuentes  saladas  de  Guapan 
cerca  de  Azogues.  Sinembargo  encontramos  en  algunas  llanuras  del  interior 
eflorescencias  de  sales  en  las  capas  superficiales  y  de  formación  muy  moderna 
ó  actual,  cuyo  origen  queda  todavía  dudoso.  Podrían  ser  los  residuos  de 
las  impregnaciones  de  fuentes,  que  han  desaparecido,  pero  también  podrían 
formarse  y  regenerarse  continuamente  por  la  descomposición  de  los  mine- 
rales del  suelo.  Pasando  en  silencio  muchos  parajes  muy  circunscritos, 
mencionaré  solo  las  dos  llanuras,  en  que  el  fenómeno  se  manifiesta  en  mayor 
escala,  la  de  Salinas  en  la  provincia  de  Imbabura  y  la  de  Latacunga.  La  primera 
brinda  la  sal  de  comercio  á  algunas  provincias,  y  en  la  segunda  se  extrae  el 
salitre,  que  abasteció  por  mucho  tiempo  una  fábrica  de  pólvora  en  Latacunga. 
En  ambos  casos  los  sales  son  superficiales  y  se  recojen  en  forma  de  eflores- 
cencias. Mr.  Boussingault  es  de  la  opinión  que  derivan  de  antiguas  fuentes. (f9) 

Ya  que  tratamos  de  los  depósitos  de  algunas  fuentes  en  el  terreno  diluvial 
y  aluvial,  mencionaremos  también  las  otras  aguas  minerales  del  pais,  aunque 
á  veces  no  dejan  rastros  visibles  de  su  contenido  en  la  superficie  terrestre. 
—  Es  un  error  vulgar,  considerar  todas  las  fuentes  termales  como  fenómenos 
volcánicos,  ó  á  lo  menos  como  conexionadas  con  tales.  Puede  ser  que  algunas, 
que  nacen  en  la  proximidad  de  volcanes  activos,  deban  su  temperatura  ele- 
vada y  su  fuerte  mineralizacion  á  la  influencia  directa  del  foco  volcánico, 
que  se  halla  en  su  cercanía,  pero  por  lo  regular  están  independientes  de  la 
actividad  volcánica,  y  por  esto  nacen  en  toda  clase  de  terrenos  y  formaciones 
geológicas.  Su  temperatura  comunmente  (no  siempre)  elevada  deben  á  la 
profundidad  de  que  nacen*),  y  su  mineralizacion  á  procesos  químicos,  que 

*)  Sabido  es  que  la  temperatura  natural  de  la  tierra  vá  aumentándose,  eonforme  se 
baja  á  la  profundidad.  Comunmente  se  admite  que  ú  cada  33  metros  la  temperatura  crece 
de  Io  C.  El  agua  circulando  en  las  capas  terrestres,  toma  la  temperatura  de  estas,  según 
la  profundidad. 

WOLf,  Ecuador.  20 


30G  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  VI. 

so  verifican  en  aquellas  profundidades  con  los  minerales  de  las  rocas,  bajo 
una  fuerte  presión.  Por  lo  demás  convendría  distinguir  entre  aguas  minerales 
y  aguas  termales.  El  último  nombre  conviene  solo  á  las  fuentes,  cuya  tem- 
peratura es  considerablemente  mas  alta,  que  la  media  del  lugar  en  que 
brotan.  Aunque  la  mayor  parte  de  las  aguas  minerales  son  á  la  vez  ter- 
males, no  faltan,  sinembargo,  termales  con  agua  muy  pura  y  nada  mineralizada, 
y  al  revés  aguas  minerales  muy  ricas,  con  la  temperatura  ordinaria  del  país. 

El  Ecuador  es  muy  rico  en  aguas  termales  y  minerales  de  toda  clase, 
especialmente  en  las  regiones  andinas  é  interandinas;  pero  el  uso  que  se  hace 
de  ellas  es  casi  nulo.  Sabido  es,  cuantos  progresos  ha  hecho  en  el  mundo 
civilizado  la  hidrología  medicinal,  cuan  preciosos  remedios  poseemos  en  ciertas 
aguas  minerales  para  ciertas  enfermedades.  Pues,  el  Ecuador  posee  tales  aguas 
en  abundancia,  pero  sus  médicos  no  las  conocen,  dejan  su  aplicación  á  la  gente 
pobre  é  ignorante,  y  las  tratan  con  el  mismo  desprecio  como  los  remedios 
vegetales  del  país.  Estos  no  se  hallan  en  las  farmacopeas  de  Europa,  ergo: 
no  valen;  nuestras  aguas  no  se  recomiendan  en  los  periódicos,  como  las  de 
Vichy,  Karlsbad,  Selters  etc.,  ergo:  vengan  estas,  cuesten  lo  que  cuestan!  — 
Pero:  «no  conocemos  las  aguas  del  Ecuador,  ni  sus  virtudes  medicinales.» 
Pues,  su  propia  culpa  es;  ¿porque  no  las  estudian  ó  las  hacen  estudiar? 
Ademas  la  disculpa  no  vale;  existe  desde  1876  un  mangnifico  trabajo  sobre 
las  aguas  minerales  del  Ecuador  por  L.  Dressel  S.  J.,  debidamente  apreciado 
en  Europa,  pero  olvidado  é  ignorado  por  los  ecuatorianos,  aunque  se  im- 
primió en  Quito.  Esta  obrita  meritoria  contiene  las  análisis  científicas  de  28 
aguas  minerales,  entre  ellas  las  mas  afamadas  del  pais,  y  una  discusión  sobre 
su  aplicación  terapéutica.     Entre  las  aguas  analisadas  tenemos: 

Io.  Aguas  alcalinas,  por  ejemplo,  las  fuentes  de  Machachi,  de  la  hacienda 
Chimborazo. 

2o.  Aguas  ferruginosas,  p.  ej.  Alangasi,  Badcung  cerca  de  Baños,  Te- 
salia cerca  de  Machachi,  Pomasqui,  Yana-yacu  cerca  de  Co- 
tacachi. 

3o.    Aguas  aciduladas,  p.  ej.  Hervidero  de  Tesalia  cerca  de  Machachi. 

4o.  Aguas  de  sal  de  Glauber,  p.  ej.  Fuente  de  la  Virgen  de  Agua  Santa 
en  Baños. 

f>°.    Aguas  amargas,  p.  ej.  algunas  fuentes  en  Baños  (Cangrejo,  Badcung). 

0°.  Aguas  saladas,  p.  ej.  termales  de  San  Vicente  en  el  cantón  de  Sta. 
Elena,  fuentes  de  Tomavela  cerca  de  Salinas  al  N  de  Gua- 
randa. 

7o.    Agitas  sulfuradas,  p.  ej.  Cachihuaico  en  la  hac.  Chimborazo,  Quisaya. 

8a.    Aguas  termales  indiferentes,  p.  ej.  Cunuc-yacu  cerca  de  Tumbaco. 

No  se  puede  recomendar  bastante,  sobre  todo  á  los  médicos  del  pais,  el 


JiAR   FORMACIONES   CUATERNARIAS.  307 

estudio  del  librito  del  P.  L.  Dressel;  pero  como  se  ha  hecho  muy  raro  y 
no  está  al  alcance  de  todos,  he  creido  muy  útil  insertar  entre  los  suple- 
mentos de  esta  obra  las  análisis  principales  que  contiene,  con  las  obser- 
vaciones mas  interesantes.  (*0) 

Todas  las  aguas  naturales,  excepto  la  de  lluvia,  contienen  una  cierta 
cantidad  de  sustancias  minerales  en  solución;  de  consiguiente  el  distintivo 
entre  aguas  comunes  y  aguas  minerales  no  consiste  en  que  estas  tengan 
sustancias  minerales  y  aquellas  no.  Agua  mineral  se  llama  la,  que  tiene 
una  cantidad  notablemente  mayor  de  sustancias  disueltas,  que  las  aguas 
potables  ordinarias.  Difícil  es  establecer  un  límite  fijo,  aunque  se  dice 
generalmente,  que  el  agua  potable  no  debe  contener  mas  de  0,5  gr.  de 
sustancias  fijas  por  litro.  Depende  mucho  de  la  naturaleza  de  las  sales, 
siendo  unas  mas  nocivas  que  otras.  Lo  que  mas  perjudica  es  la  presencia 
de  sustancias  orgánicas  (ya  en  disolución,  ya  en  forma  de  micro-organismos, 
como  bacterios  y  algas),  cuya  cantidad  jamas  debería  pasar  de  0,05  gr.  por 
litro,  si  se  trata  de  sustancias  disueltas,  y  reducirse  á  cero  respecto  á  las 
sustancias  organizadas.  En  nuestras  costas,  que  carecen  de  ríos,  se  bebe 
el  agua  salobre  de  los  pozos,  en  que  las  sales  pasan  de  un  gramo  por  litro, 
sin  perjuicio  notable  en  la  salud.  Hay  también  algunos  ríos  considerables 
en  el  litoral  que  en  verano  llevan  una  agua  tan  salobre,  que  no  se  puede 
bebería,  así  p.  ej.  en  la  provincia  de  Manabi  el  riecito  de  la  Puntilla  y  el 
rio  Bríseño,  en  la  provincia  del  Guayas  los  ríos  de  Puca,  Colimes  y  Magro, 
tributarios  del  Daule.  Interesante  es  también  el  hecho,  de  que  todos  los 
ríos  de  la  provincia  del  Guayas  contienen  manganeso  y  varios  de  ellos  también 
fosfatos  de  cal  y  magnesia  en  bastante  cantidad,  sustancias  que  no  se  hallan 
de  ordinario  en  las  aguas  potables,  pero  que  tampoco  no  son  perjudiciales; 
al  contrario  una  pequeña  cantidad  de  fosfato  de  cal  es  muy  provechosa  al 
organismo  humano.481) 


Después  de  la  digresión  sobre  las  aguas  minerales  y  potables  volvamos 
al  terreno  diluvial  y  aluvial,  para  tratar  todavía  de  uno  de  sus  accidentes  mas 
importantes,  de  los  lavaderos.  Por  demás  es  repetir,  que  los  metales  de  los 
lavaderos  no  se  crian  en  el  terreno  diluvial  y  aluvial,  sino  que  se  derivan 
de  terrenos  antiguos  preexistentes,  del  mismo  modo  que  la  arena,  los  gui- 
jarros, la  arcilla  con  que  se  hallan  asociados.  Por  esto  las  capas  diluviales 
y  aluviales  dependen  en  cuanto  á  su  composición  petrográfica  y  mineralógica, 
y  en  cuanto  á  los  metales  que  llevan,  siempre  de  la  naturaleza  de  los  terrenos, 
de  que  han  nacido  por  la  destrucción  mecánica,  no  conteniendo  otros  ele- 
mentos que  estos,  aunque  agrupados  de  distinta  manera  y  á  veces  concen- 

20* 


308  GEOLOOÍA.    —   CAPÍTULO    VI. 

trados.  Otro  será  el  terreno  diluvial  en  la  región  (Uj  las  esquistas  cristalinas, 
otro  en  la  de  los  pórfidos.  —  De  la  concentración  de  los  metales  en  el 
terreno  de  acarreo,  véase  lo  que  hemos  dicho  en  la  página  234  tratando  de 
las  formaciones  arcaicas.  Aquí  nos  incumbe  conocer  los  lavaderos  princi- 
pales des  pais. 

Lavaderos  de  la  Cordillera  oriental  ó  de  de  las  esquistas  cristalinas. 
Parece  que  la  Cordillera  oriental  de  los  Andes  en  toda  su  extensión,  y  en 
cuanto  se  compone  de  las  antiguas  esquistas,  es  aurífera,  en  unos  puntos 
mas,  en  otros  menos.  Los  mejores  lavaderos  y  explotados  desde  la  anti- 
güedad, se  hallan  en  la  provincia  del  Aeuay  desde  el  AUcuquiru  hasta  el 
Yana-urcu  en  los  confines  de  la  provincia  de  Loja.  Ahora  se  los  conoce 
solamente  en  las  vertientes  occidentales  de  la  Cordillera  real,  pero  no  hay 
motivo  para  no  suponerlos  también  en  las  faldas  orientales,  en  las  cabeceras 
de  varios  tributarios  del  rio  Paute.  —  Atendido  el  origen  y  la  formación 
de  los  lavaderos  (ó  del  terreno  de  acarreo),  no  sorprende  encontrarlos  siempre 
á  lo  largo  del  curso  de  los  rios,  y  en  ninguna  otra  parte.  Las  excepciones 
de  esta  regla  existen  solamente  en  apariencia,  pues  entonces  siempre  en- 
contraremos las  señales  indisputables  del  antiguo  cauce  de  un  rio,  de  que 
por  cualquier  causa  local  habrá  desaparecido  el  caudal  de  agua.  Tampoco 
los  lavaderos  no  siempre  se  hallan  inmediatamente  sobre  las  riberas  del  rio, 
antes  los  veremos  muchas  veces  bastante  arriba  en  las  laderas  de  los  valles 
(Collay,  Ayon),  é  indican  entonces  el  nivel  antiguo  de  las  aguas,  cuando  el 
rio  todavía  no  habia  profundizado  tanto  el  valle. 

Nada  mas  fácil,  que  conocer  el  terreno  de  acarreo  en  los  valles  y  las 
quebradas  de  la  Cordillera  oriental;  el  geólogo  ejercitado  lo  distingue  ya 
de  lejos  por  la  configuración  superficial  del  terreno,  y  puede  designar  de 
este  modo  su  extensión;  pero  también  cualquier  otro  hombre  lo  encontrará 
con  facilidad,  buscándolo  sobre  todo,  en  donde  los  valles  angostos,  después 
de  una  caída  rápida,  se  ensanchan  algo  y  tienen  un  declive  mas  suave.  Una 
señal  casi  segura  es,  cuando  en  tales  parajes  el  terreno  á  los  lados  del  rio 
ó  en  alguna  distancia  de  él  se  levanta  como  por  gradas  ó  por  pequeñas 
mesetas.  Remuévase  en  los  lados  de  estas  gradas  el  césped  y  la  tierra 
vejetal  con  la  barreta  ó  pala,  y  muy  pronto  aparecerán  bancos  de  piedras 
y  de  guijarros  rodados,  mezclados  con  arena  y  arcilla,  que  á  la  primera 
vista  declaran  ser  terreno  de  acarreo  de  las  aguas.  —  Otra  cuestión  es,  si 
dichos  bancos  siempre  contengan  oro. 

Aunque  el  carácter  general  y  exterior  de  los  lavaderos  en  todas  partes 
de  la  Cordillera  es  bastante  igual,  existen  sinembargo  diferencias  interiores, 
por  decirlo  asi,  á  saber  en  cuanto  al  grosor  de  los  materiales  y  en  cuanto 
á  su  composición  mineralógica,  y  tales  diferencias  se  refieren  no  solamente» 


LAS  FORMACIONES   CUATERNARIAS.  309 

á  diversas  localidades,  sino  también  á  los  diversos  bancos  del  mismo  lugar. 
Hay  algunos  depósitos,  que  constan  de  arena  mezclada  con  arcilla,  con  pocos 
y  pequeños  guijarros,  otros  se  puede  decir  que  son  acumulaciones  de  grandes 
pedrones  apenas  aglutinados  entre  si  por  un  poco  de  arcilla  arenosa,  otros 
en  fin  se  componen  por  la  mitad  de  arcilla,  arena  y  cascajo  y  por  la  otra 
mitad  de  piedras  redondas  del  tamaño  de  un  puño  al  de  una  cabeza,  y  estos, 
en  tesis  general,  parecen  ser  los  mas  favorables.  El  origen  de  estas  diferen- 
cias es  demasiado  natural  y  no  necesita  explicación  alguna;  basta  observar 
un  poco,  como  los  ríos  en  la  actualidad  forman  los  bancos  de  arena  y  gui- 
jarros en  su  cauce  ó  á  los  bordes  de  él. 

En  algunos  lugares  existen  solo  dos  ó  tres  bancos,  en  otros  su  número 
es  creído,  y  van  alternando  con  los  materiales  gruesos  los  de  arena  y  arcilla. 
Su  potencia  ó  espesor  es  sumamente  variable;  los  hay  de  muchos  metros 
(en  Collay),  mientras  que  algunos  estratos  intermedios  apenas  tendrán  algunas 
pulgadas.  Muy  frecuentes  y  regulares  son  bancos  de  1  a  2  metros.  Siempre 
son  horizontales,  nivelando  las  pequeñas  desigualdades  del  terreno  primitivo 
sobre  que  descansan,  y  solamente  cuando  la  inclinación  de  este  es  muy 
suave,  suelen  seguirla.  Pero  nunca  se  observan  grandes  dislocaciones,  fallas, 
saltos  y  otros  accidentes,  que  son  señales  de  levantamientos  y  hundimientos 
en  las  antiguas  épocas  geológicas.  De  esta  circunstancia  sola  se  puede  in- 
ferir, que  los  lavaderos  son  una  formación  moderna,  que  data  de  un  tiempo 
posterior  al  levantamiento  de  las  montañas;  y  en  efecto  pertenecen,  compu- 
tando según  la  cronología  geológica,  á  la  última  época,  que  se  llama  cua- 
ternaria ó  diluvial,  en  conformidad  de  casi  todos  los  lavaderos  de  oro  en  el 
mundo  antiguo  y  nuevo. 

Para  saber  si  un  lavadero  ó  un  banco  determinado  de  él  es  aurífero  ó 
no,  no  hay  ninguna  señal  exterior  segura.  Creo  que  todos  tienen  algo  de 
oro,  cuando  se  los  ensaya  con  la  debida  exactitud.  Pero  es  natural  que  so 
quiera  saber,  cuales  sean  los  bancos  mas  ricos.  Por  mucho  que  me  he 
fijado  en  todas  las  circunstancias  y  hasta  en  las  mas  minuciosas,  no  encontré 
un  distintivo  científico  seguro,  que  indique  desde  luego  la  riqueza  ó  pobreza 
relativa  de  los  lavaderos,  por  la  naturaleza  de  los  minerales  componentes. 
Ni  la  presencia  de  mucho  ó  poco  cuarzo,  ni  la  preponderancia  de  esta  ú 
otra  clase  de  esquista,  ni  la  abundancia  de  hierro  magnético  (arenilla),  ni 
la  de  la  pirita,  parecen  influir  en  la  riqueza  del  lavadero.  También  he  oído 
de  algunos  mineros,  que  toman  por  una  buena  señal  una  cierta  tierra  blanca 
jabonosa,  que  en  ríñones  se  encuentra  entre  los  pedrones  de  los  bancos, 
y  que  en  la  determinación  mineralógica  resultó  ser  un  hidrosilicato  de 
alúmina  y  magnesia  (saponita).  En  los  lavaderos  de  Nabon  parece  que  pre- 
cisamente en  los  bancos  auríferos  abunda  este  mineral,  pero  en  otras  locali- 


310  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO   VI. 

dades  la  señal  se  ha  mostrado  engañosa,  presentándose  los  estratos  con 
mucha  saponita,  pobres  y  casi  estériles.  —  Lo  que  he  observado  en  general, 
es  que  bancos  de  materiales  muy  finos  (arena  y  arcilla),  sobre  todo  cuando 
son  de  alguna  potencia,  suelen  ser  tan  pobres  que  podemos  calificarlos  de 
estériles.  Sin  contender  que  esta  regla  no  sufra  ninguna  excepción,  creo 
que  el  hecho  se  explica  de  una  manera  satisfactoria,  diciendo  que  aquellos 
materiales  finos  se  han  depositado  en  los  ríos,  cuando  el  agua  no  corría 
con  tanta  fuerza,  que  podía  llevar  el  oro,  mientras  que  los  depósitos  de  los 
guijarros  y  piedras  gruesas  son  los  resultados  de  las  grandes  avenidas,  en 
que  las  aguas  podían  arrastrar  también  las  pepas  pesadas  de  oro.  De  aqui, 
que  estas  se  hallan  comunmente  entre  los  grandes  pedrones  de  los  lavade- 
ros. —  Pero,  en  última  instancia,  para  saber  que  un  banco  es  rico  en  oro, 
no  hay  otro  medio  que  hacer  ensayos  directos,  es  decir,  que  lavar  en  uno 
y  otro  punto;  y  estos  ensayos  no  deberían  ser  superficiales  y  á  la  lijera, 
no  contentándose  si  resultan  algunas  chispas  de  oro  en  la  batea,  cuando  se 
trata  de  establecer  un  trabajo  serio  en  un  lugar,  y  cuando  en  estos  ensayos 
-se  deben  fundar  los  cálculos  que  se  hacen  sobre  los  resultados  y  ganancias 
futuras  de  la  empresa.*) 

Aunque  todos  los  ríos  de  la  Cordillera  oriental  son  auríferos,  en  donde 
corren  por  el  terreno  esquistoso,  no  por  esto  en  todas  las  localidades  se 
costearía  el  trabajo  de  explotación,  sea  que  el  terreno  de  acarreo  á  los  lados 
de  los  ríos  no  es  bastante  extenso,  sea  que  es  demasiado  pobre.  Tales  lava- 
deros pobres  se  encuentran,  por  ejemplo,  en  las  cabeceras  del  rio  de  Gua- 
laceo  al  Este  de  Jima,  en  las  del  rio  Alcacay  y  rio  Shiu,  en  el  curso  superior 
de  los  rios  Guallmincay  y  de  San  Francisco.  —  Los  puntos  principales  se 
han  descubierto  desde  la  antigüedad  por  la  experiencia,  y  se  llaman  lavaderos 
de  Shitigata,  de  Matavga,  de  Ayon  y  Santa  Bárbara  y  de  Collay. 

En  la  Cordillera  de  Nabon  ocupa  el  terreno  de  acarreo  un  espacio  mas 
extenso,  que  en  algún  otro  punto,  y  sigue  casi  sin  interrupción  unas  dos 
leguas  el  curso  del  rio  Shinyata,  desde  su  principio  hasta  al  lado  del  Yana- 
urcu,  donde  rompe  la  Cordillera.  El  ancho  de  esta  zona  en  ambas  riberas 
es  muy  variable,  según  el  valle  se  ensancha  ó  se  estrecha,  aquí  tiene  pocos 
metros,  allá  tres,  cuatro  cuadras.  En  el  curso  superior,  donde  propiamente 
el  rio  Shingata  se  forma  de  tres  ó  cuatro  torrentes,  que  se  precipitan  de 
encima  de  los  peñascos  altos  de  la  Cordillera,  encontramos  una  llanura, 
rodeada  inmediatamente  de  altas  montañas,  en  la  cual  el  terreno  de  acarreo 

*)  Kn  mis  viajes  no  pude  dedicarme  á  ensayos  ó  exploraciones  en  gran  escala,  que 
necesitan  mucho  tiempo  y  mucha  plata.  VA  ingeniero  Ch.  can  hachot  ejecutó  en  1HÍM), 
comisionado  por  la  («Compañía  Exploradora»)  de  Guayaquil,  tales  trabajos  serios  en  los 
lavaderos  de  Collav. 


LAS  FORMACIONES  CUATERNARIAS.  311 

llega  á  su  mayor  desarrollo.  No  dudo  que  aquí  existió  antes  un  lago,  en 
el  que  los  materiales  arrastrados  por  los  ríos,  se  han  depositado,  hasta  que 
poco  á  poco  se  llenó.  En  este  lugar  se  han  encontrado  en  varios  tiempos 
bancos  muy  ricos  en  oro,  y  las  excavaciones  antiguas,  que  se  ven  en  todas 
partes,  manifiestan  bastantemente  la  importancia  de  este  sitio.  Todavía 
queda  intacto  un  terreno  espacioso.  Mas  abajo,  en  todo  el  curso  del  rio  se 
observa  también  de  vez  en  cuando  los  grandes  huecos,  que  hicieron  los  an- 
tiguos españoles,  y  probablemente  ya  mucho  antes  los  indios. 

Casi  en  la  mitad  entre  el  Yana-urcu  y  el  sitio  de  Shingata,  donde  en 
tiempo  no  lejano  el  doctor  Izquierdo  de  Cuenca  trabajaba  con  algunos  peo- 
nes, los  lavaderos  al  lado  derecho  del  rio  llevan  el  nombre  de  Bestión.  Se 
vé  las  mismas  excavaciones  antiguas,  como  arriba,  y  en  la  cercanía  los 
cimientos  de  una  casa,  que  sin  duda  los  empresarios  habían  edificado  para 
su  mayor  comodidad  en  estos  parajes  tan  rígidos  (Bestión  se  halla  en  la 
altura  de  3000  metros).  Aquí  los  bancos  son  muy  regulares,  no  tan  gruesos 
como  en  Shingata,  pero  extensos  y  en  gran  parte  intactos.  El  trabajo  en 
Shingata  y  Bestión  es  menos  difícil  y  menos  peligroso,  que  en  Ayon  y  Collay, 
porque  el  sitio  de  los  lavaderos  es  mas  plano. 

Los  prácticos  que  me  acompañaron  en  esté  sitio  y  que  por  algún  tiempo 
han  lavado  en  Bestión,  aseguraron  que  entre  cuatro  no  sacan  mas  de  un 
castellano  de  oro  (==4,6  gramos)  por  dia.  Esto  seria  bien  poco,  aun  aten- 
diendo al  modo  rudo  é  imperfecto  de  los  trabajos.  En  mi  presencia  hice 
lavar  en  la  batea  cosa  de  Vio  metro  cúbico  de  arena  y  cascajo;  un  hombre 
gastó  en  este  trabajo  una  media  hora  y  sacó  0,260  gr.  de  oro,  lo  que  daría 
por  el  metro  cúbico  2,6  gramos.  Pero  antes  de  hacer  estudios  mas  extensos 
sobre  1*  potencia  de  estos  bancos  y  su  riqueza  relativa  en  muchos  puntos, 
no  se  puede  formar  un  juicio  cabal  de  la  rentabilidad  de  una  empresa  en 
gran  escala. 

El  oro  de  Shingata  y  Bestión  se  halla  comunmente  en  polvo  muy  fino, 
casi  como  la  arenilla,  y  rara  vez  se  vé  una  hojita  mas  ancha,  aunque  me 
han  asegurado,  que  mas  arriba  en  los  lavaderos  se  han  encontrado  pepitas 
mas  gruesas.  Su  color  es  de  un  amarillo  muy  subido,  inclinándose  al  rojizo. 
He  analizado  el  de  Bestión  y  encuentro: 

Oro 89,49 

Plata 10,38 

Un  rastro  de  cobre  y  demás  impurezas  00,13 

100,00 

De  consiguiente  este  oro  es  de  buena  ley,  teniendo  21  Va  quilates. 
En  Ayon  y  Santa  Bárbara  los  lavaderos  se  hallan  en  valles  muy  an- 
gostos, que  no  les  permitieron  una  gran  extensión  horizontal,  y  por  esto  se 


312  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  VI. 

encuentran  en  las  laderas  muy  pendientes,  y  los  bancos  son  de  bastante 
potencia.  Como  están  rodeados  por  todas  partes  de  cordilleras  altísimas  en 
la  próxima  inmediación,  y  los  riachuelos,  que  forman  el  río  de  A  yon,  nacen 
muy  cerca  en  las  alturas,  es  evidente,  que  los  materiales  de  los  lavaderos 
y  por  consiguiente  también  el  oro,  no  pueden  venir  de  lejos,  sino  casi  del 
mismo  sitio.  Por  esto  las  piedras  en  los  bancos  son  á  veces  tan  enormes, 
son  menos  despedazadas  y  menos  redondeadas  por  las  aguas.  El  trabajo 
en  estos  lavaderos  es  algo  difícil  y  hasta  peligroso,  cuando  no  se  hace  con 
mucha  precaución,  y  si  en  cualquier  otro  lugar,  con  mucha  mas  razón  en 
este,  convendría  dirigir  los  trabajos  según  un  plan  determinado,  para  no 
arruinar  los  lavaderos  ó  á  lo  menos  dificultar  sumamente  los  trabajos  poste- 
riores. En  estos  sitios  tan  quebrados  y  tajados  es  de  suma  importancia 
tener  el  debido  cuidado,  de  que  siempre  se  pueda  llevar  un  arroyo  de  agua 
ó  una  pequeña  acequia  al  lugar  del  trabajo. 

El  oro  de  Ayon  se  halla  en  granos  bastos  del  tamaño  de  la  munición 
que  llaman  mostacilla,  en  término  medio,  encontrándose  naturalmente  tam- 
bién granillos  mas  pequeños  y  pepas  mas  grandes,  las  de  un  medio  ó  de 
un  castellano  no  son  muy  raros.  La  forma  de  los  granos  es  irregular, 
comunmente  aplastada,  la  superficie  algo  áspera  y  poco  lustrosa.  Su  color 
es  oscuro  y  mas  rojizo  que  el  del  oro  de  Shingata.  Químicamente  se 
compone  de 

Oro 84,27 

Plata 14,71 

Cobre  y  demás  impurezas  .    .    .    .     1,02 

100,00 

de  lo  que  se  calcula,  que  tiene  un  poco  mas  de  20  quilates. 

Los  lavaderos  de  Matanga  se  hallan  á  poca  distancia  al  Sur  de  los  de 
Ayon,  pero  en  mayor  altura  (son  los  mas  altos  de  todos  los  que  conozco 
en  la  Cordillera  oriental).  La  configuración  exterior  del  terreno  recuerda 
los  lavaderos  de  Shingata,  pues  los  bancos  se  extienden  horizontales  en  un 
ensanche  del  valle,  en  que  dos  ríos  se  reúnen  en  el  de  Minas.  Se  observa 
los  indicios  de  algunas  antiguas  excavaciones,  pero  la  mayor  parte  del  ter- 
reno de  acarreo  queda  todavía  intacto.  En  este  lugar  hay  la  ventaja  no 
despreciable,  de  que  es  mas  accesible  y  tiene  un  camino  de  herradura  hasta 
sus  inmediaciones.  —  El  oro  se  parece  en  su  aspecto  y  en  sus  calidades  al 
de  Ayon. 

En  1890  el  señor  van  Isschot  ensayó  los  bancos  de  Matanga  y  encontró 
2,0t)  gramos  de  oro  en  un  metro  cúbico,  en  término  medio.  El  terreno  de 
acarreo  le  pareció  bastante  superficial  y  de  poca  extensión  horizontal,  dise- 
minado por  las  orillas  del  rio. 

En  el  rio  de  San  Francisco,  enfrente  de  Gualaceo,  los  lavaderos  ocupan 


LAS  F0RMACI0NE8  CUATERNARIAS.  313 

un  territorio  reducido.  El  oro  no  es  lan  abundante,  como  en  Ayon  y  Shin- 
gata,  pero  se  distingue  por  un  color  muy  oscuro  y  es  casi  de  22  quilates, 
pues  de  la  prueba  que  he  sacado,  resultó: 

Oro 91,05 

Plata 7,73 

Cobre  é  impureza» 1,22 

100,00 

Colluy  parece  haber  sido  la  mina  de  oro  mas  afamada  de  la  provincia 
en  la  antigüedad  india,  como  lo  atestinguan  las  labores  grandes,  en  que 
todavía  se  encuentran  algunas  veces  las  herramientas  de  cobre  y  de  chonta, 
que  usaban  los  antiguos.  En  ningún  otro  lugar  he  visto  el  terreno  de  acar- 
reo llegar  á  una  potencia  tan  considerable,  y  también  los  bancos  que  lo 
componen,  son  generalmente  muy  gruesos.  Estos  materiales  inmensos  se 
han  acumulado  en  el  punto  en  que  tres  torrentes,  que  se  precipitan  de  las 
alturas  de  la  Cordillera,  se  reúnen  al  pié  de  los  dos  cerros  de  Cari-Collay 
y  Guarmi-Collay,  conforme  á  la  regla  general,  que  he  indicado  mas  arriba, 
diciendo  que  los  lavaderos  se  forman  con  preferencia  en  las  explanadas  de 
los  valles,  en  que  estos  pierden  su  inclinación  rápida.  Bajo  este  punto  de 
vista  hay  analogía  con  los  lavaderos  de  Shingata  y  de  Matanga,  pero  los 
de  Collay  se  diferencian,  por  hallarse  en  una  encañada  mas  honda  y  mas 
angosta  (casi  como  los  de  Ayon)  y  por  lo  que  el  rio  ha  surcado  una  que- 
brada muy  profunda  en  el  terreno  de  acarreo  mismo,  de  suerte,  que  el  tra- 
bajo aquí  seria  mas  difícil  y  se  asemejaría  al  de  Ayon  y  de  Santa  Bárbara. 
La  ventaja  que  tienen  estas  minas  es  la  de  estar  en  un  clima  mas  abrigado, 
pues  se  hallan  solamente  en  la  altura  de  2,720  metros,  que  es  menor  que 
la  de  los  pueblos  de  Baños  y  de  Sinincay  cerca  de  Cuenca,  aunque  la  tem- 
peratura será  algo  mas  rígida  que  en  dichos  pueblos,  por  la  proximidad  de 
los  páramos.  —  Mucho  se  ha  trabajado  en  este  lugar,  no  hay  duda,  y  en 
algunos  puntos  se  han  dañado  los  bancos  auríferos  por  grandes  derrumbos; 
pero  queda  todavía  trabajo  para  muchas  generaciones.  Los  bancos  mas 
ricos  están  á  veces  cubiertos  de  otros  menos  ricos  ó  estériles  y  de  mucha 
potencia.  En  este  caso  los  antiguos  indios,  en  lugar  de  tumbar  todo  el  ter- 
reno estéril,  socavaron  galerías  subterráneas,  de  las  cuales  se  conservan 
todavía  algunas. 

El  Señor  van  Isschot  hizo  en  1890  estudios  largos  sobre  el  terreno 
aurífero  de  Collay,  su  extensión,  potencia  y  riqueza  en  oro.  El  distingue 
tres  zonas  ó  épocas  de  la  formación,  alcanzando  en  cada  una  las  capas  de 
acarreo  la  potencia  de  G  á  12  metros,  según  la  localidad.  La  zona  inferior 
es  la  mas  trabajada  por  los  antiguos,  en  ella  se  encuentran  las  galerías 
abandonadas  y  aguadas. 


314  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  VI. 

Los  minerales  mas  notables  que  observó  en  el  producto  de  concentra- 
ción por  lavado  de  las  arenas,  son:  pirita  de  hierro,  hierro  magnético,  gre- 
ña (es  muy  pequeños,  anfibola  y  turmalina  verde.  De  metales  preciosos: 
Oro  en  estado  nativo,  de  color  amarillo  subido,  á  veces  negruzco,  en  granos 
aplastados  ó  redondeados,  en  hojitas  é  hilos  menudos,  siendo  mayores  sus 
dimensiones  y  la  proporción  en  que  se  hallan,  á  medida  que  se  aproxima 
al  yaciente,  es  decir  al  terreno  esquistoso.  £1  oro  falta  en  las  capas  de 
arcilla  y  de  arenas  finas.  —  Amalgama  de  oro,  presentándose  en  las  mismas 
dimensiones  y  condiciones  que  el  oro.  En  algunos  granos  se  observa,  que 
estos  han  conservado  en  parte  su  color  de  oro  y  estado  puro,  y  en  parte 
son  amalgamadas,  habiendo  sido  insuficiente  la  proporción  de  mercurio  para 
la  amalgamación  total.  También  se  halla  el  amalgama  semiliquido  ó  pella, 
en  la  que  predomina  el  mercurio.  —  Mercurio  metálico.  Diseminado  en  toda 
la  masa  del  terreno  de  acarreo  en  pequeñas  proporciones,  se  halla  entera- 
mente pulverizado  al  estado  de  globulitos  casi  microscópicos  y  cubierto  de 
una  capa  de  óxido,  que  le  impide  juntarse,  siendo  para  ello  menester  emplear 
la  acción  de  un  enérgico  reductor. 

Respecto  á  la  proveniencia  del  oro  del  terreno  de  las  esquistas  crista- 
linas el  Señor  van  Isschot  está  de  acuerdo  con  mi  explicación  dada  mas 
arriba.  £1  mercurio  debe  tener  el  mismo  origen.  En  cuanto  al  amalgama, 
dice  que  su  formación  es  posterior  á  la  formación  aluvial,  y  ha  tenido  lugar 
en  los  mismos  bancos  al  contacto  de  ambos  metales.  La  primera  parte  de 
esta  aserción  es  sumamente  probable,  pero  respecto  á  la  segunda,  se  podría 
preguntar  ¿si  el  mercurio  no  se  habrá  aleado  en  parte  con  el  oro  durante 
las  operaciones  del  lavado? 

La  presencia  de  mercurio  en  estos  lavaderos  es  un  fenómeno  sumamente 
interesante,  que  el  mismo  Señor  van  Isschot  observó  mas  tarde  también  en 
un  lavadero  de  la  provincia  de  Los  Rios. 

Citaremos  algunos  resultados  de  los  ensayos. 

Por  metro  cúbico: 
Mercurio  Oro 


En  un  hunco  superior  de  la  3*  formación  se  halló 0,522  gr.        0,1:10  gr. 

En  un  banco  interior  de  la  2*  formación  se  hall»  en  un  corte        O.TtiO     »  0,5*>o     » 

id.  id.  en  otro  corte       o,ó7ó     »  0.:W.">     » 

Concluye  el  Señor  van  Isschot  diciendo:  «Apesar  de  la  pobreza  rela- 
tiva de  los  bancos  auríferos  de  Collay,  consideramos  que  su  explotación 
podría  ser  ventajosa,  si  se  pudiera  ejecutar  el  lavado  en  gran  escala.»  Pero 
en  esto  consiste  una  gran  dificultad  por  razón  de  las  condiciones  topográficas 
de  Collav. 


LAS   FORMACIONES   CUATKKNABIA5. 


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316  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  VI. 

El  oro  de  Collay  se  parece  en  el  exterior  al  de  Ayon,  y  es  como  (odo 
el  oro  de  osla  cordillera  do  buena  ley,  puesto  que  tiene  iy3/3  quilates,  según 
la  composición: 

Oro 82,16 

Plato 17,24 

Cobre  ó  impurezas    ......   .     0,60 

100,00 

No  soy  de  la  opinión  de  algunos,  que  creen  que  los  lavaderos  de  oro, 
y  en  general  las  minas  de  oro  del  pais  se  hallen  agotadas.  Lo  que  falta 
para  hacerlas  productivas,  como  en  la  antigüedad,  es  el  espiritu  emprendedor 
y  la  constancia.  (,í> 


El  lavadero  de  oro  de  Samanamaca  en  la  provincia  de  Loja  pertenece 
también  á  los  de  la  Cordillera  oriental,  por  la  proveniencia  de  su  oro.  —  El 
rio  Calvas,  que  es  el  Macará  superior,  ha  excavado  un  valle  angosto  en  las 
rocas  porfídicas  y  graníticas;  solo  en  algunos  puntos  el  valle  se  ensancha 
formando  pequeñas  llanuras,  y  allí  es  donde  se  han  depositado  capas  dilu- 
viales y  aluviales  de  un  espesor  considerable.  Tales  planos  existen,  ]>or 
ejemplo,  en  el  sitio  que  se  llama  Calvas,  donde  cruza  el  camino  de  Caria- 
manga  á  Ayavaca  el  rio,  y  mas  abajo  cerca  de  la  hacienda  de  Samanamaca. 

Las  capas  aluviales  consisten  de  guijarros  y  arena  mas  ó  menos  gruesa, 
y  son  de  una  potencia  variable  de  pocos  á  muchos  metros.  No  todo  el 
aluvión  es  aurifero,  pues  las  capas  gruesas  superiores  parecen  ser  muy  pobres 
ó  faltas  de  oro,  y  solamente  una  capa  delgada  de  las  inferiores  contiene  el 
metal  precioso  en  bastante  cantidad.  Esta  capa  no  tiene  mas  que  un  pié 
de  espesor  y  es  algo  arcillosa,  es  decir,  los  guijarros  y  elementos  arenosos 
se  hallan  cementados  por  una  arcilla  gris  ó  azuleja.  Estudios  ulteriores  y 
ensayos  en  gran  escala  enseñarán,  si  el  terreno  aurífero  se  halle  en  cantidad 
suficiente,  y  si  haya  facilidad  de  atraer  el  agua  necesaria  para  el  lavado, 
para  pensar  en  una  empresa  de  explotación. 

El  oro  de  Samanamaca  tiene  la  forma  de  hojitas  y  lentejas  desde  el 
tamaño  apenas  visible  hasta  el  de  6  milímetros  de  diámetro.  Es  de  un  color 
amarillo  subido  y  se  compone  de 

Oro !>3,5<> 

Plata 06,2ó 

Resto 00, 1!» 

100,00. 

De  consiguiente  este  oro  tiene  22 1/2  quilates  y  es  de  superior  calidad. 
Es  mucho  mas  lino  que  el  de  Zaruma  y  se  acerca  en  su  composición  al  oro 
de  la  Cordillera  oriental  del  Azuay,  por  esto  no  hay  duda,  que  proviene  del 


LAS   FORMACIONES   CUATERNARIAS.  317 

terreno  de  las  esquistas  cristalinas,  que  componen  la  Cordillera  (nudo  de 
Sabanilla)  en  las  cabeceras  del  rio  Calvas. 

Los  lavaderos  de  oro  de  las  vertientes  orientales  de  la  gran  Cordillera  casi 
no  conocemos,  sino  por  tradición.  Algunos  han  sido  visitados  en  nuestros 
tiempos  en  excursiones  pasajeras  por  uno  que  otro  minero,  asi  p.  ej.  los  del 
rio  Zamora  y  los  del  rio  Chinchipe  por  el  Señor  E.  Wítt  de  Loja.  Los  del 
rio  Ñapo  y  de  algunos  de  sus  afluentes  son  explotados  en  escala  muy  pe- 
queña por  los  indios  del  Ñapo.  Sinembargo,  con  los  depósitos  principales, 
que  en  el  siglo  16  enriquecieron  los  conquistadores  del  pais  y  la  corona  de 
España,  y  que  dieron  margen  á  la  fundación  de  las  ciudades  hoy  destruidas 
de  Logroño,  Valladolid,  Sevilla  de  oro  y  otras,  no  se  ha  dado  de  nuevo.  No 
hay  duda,  que  la  mayor  parte  de  las  inmensas  cantidades  de  oro,  que  se 
ha  sacado  de  las  provincias  del  Oriente,  provenían  de  lavaderos,  y  no  de 
vetas  auríferas.  —  Los  rios  del  Oriente  son  auríferos  solo  en  su  curso  supe- 
rior, cercano  á  la  Cordillera,  es  decir,  hasta  donde  arrastran  los  guyarros  y 
la  arena  gruesa;  luego  que  comienza  la  arena  fina,  desaparece  el  oro,  lo  que 
es  muy  natural  en  atención  del  mecanismo  con  que  se  forman  los  depósitos 
auríferos.*) 

Los  lavaderos  oriundos  de  terrenos  porfídicos  y  dioríticos. 

Casi  todos  los  rios,  que  nacen  en  dichos  terrenos  ó  los  atraviesan  en  una 
parte  de  su  curso,  llevan  un  poco  de  oro,  de  lo  que  debemos  concluir  que 
los  pórfidos  y  rocas  verdes  generalmente  son  auríferas.  Sinembargo  en  pocos 
lugares  se  costearía  el  trabajo  de  lavar  el  oro,  sea  que  los  bancos  aluviales 
tengan  poca  extensión,  sea  que  el  oro  se  halle  en  ellos  en  un  estado  casi 
invisible,  en  partículas  microscópicas.  Solo  en  los  distritos  que  son  también 
ricos  en  filones  metálicos,  como  el  de  Zaruma,  los  lavaderos  prometen  una 
cosecha  mas  abundante,  porque  en  estos  lugares  las  vetas  de  cuarzo  aurí- 
fero han  dado  un  buen  contingente  á  los  lavaderos. 

El  oro  de  toda  la  hoya  de  Zaruma,  arrastrado  por  los  rios,  se  concentra 
finalmente  en  los  aluviones  del  rio  de  Túmbez,  desde  la  unión  del  Calera 
con  el  rio  Amarillo,  hasta  el  sitio  de  Puyango,  donde  el  rio  abandona  Ui 
región  montañosa  y  entra  en  el  terreno  cuaternario.  Desde  los  primeros 
tiempos  de  la  conquista  hasta  nuestros  dias  se  ha  sacado  un  poco  de  oro 


*)  Villaviceneio  <iá  en  su  Geografía  (pág.  383)  algunas  buenas  observaciones  sobre 
los  lavaderos  de  Ñapo,  que  comprueban  de  nuevo  el  origen  del  oro  del  terreno  esquistoso 
de  la  Cordillera.  Su  juicio  es  en  este  punto  muy  correcto  y  excopcionalmente  sano,  re- 
duciendo las  minas  del  Llanganate  á  lavaderos. 


318  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  VI. 

en  esta  región  aluvial,  pero  los  trabajos  se  ejecutaban  con  irregularidad  y 
en  muy  pequeña  escala,  limitándose  á  las  arenas  superficiales  del  rio.  Solo 
desde  1885  algunos  mineros  estudiaron  los  bancos  auríferos  con  mas  aten- 
ción y  comprendieron  su  gran  importancia.  Denunciaron  y  recibieron  en 
propiedad  el  terreno  aluvial  ú  ambos  lados  del  rio,  desde  su  formación  de 
los  ríos  Calera  y  Amarillo,  hasta  la  boca  del  rio  Yaguachi,  terreno  que  mide 
unos  1G  kilómetros  de  longitud  por  2  de  latitud  ó  sea  una  área  de  32  millones 
de  metros  cuadrados.  Falta  todavía  hacer  los  estudios  y  las  excavaciones, 
para  reconocer  la  potencia  de  los  bancos  y  para  apreciar  su  riqueza  ó  po- 
breza relativa  en  diferentes  puntos.  El  señor  Saenz  Tejada,  suponiendo  un 
promedio  de  dos  metros  de  espesor  de  bancos  explotables,  y  un  valor  de 
oro  contenido  en  un  metro  cúbico  de  3  sucres,  calcula  que  el  terreno  de- 
nunciado podría  contener  una  cantidad  de  oro  equivalente  á  unos  200  millones 
de  sucres.*) 

El  oro  de  los  lavaderos  de  Zaruma  es  —  como  también  el  de  las  vetas 
—  de  una  ley  baja  y  su  color  de  un  amarillo  muy  claro,  blanquizco. 

El  análisis  me  dio: 

Oro 72,93 

Plata 26,34 

Un  indicio  de  cobre  y  otras  impurezas    .    .    .  00,73 

100,00. 

Considerando  el  cobre  y  las  demás  impurezas  como  accidentales,  este 
oro  de  Zaruma  se  compone  teóricamente  de 


3  átomos  de  oro 73,4 

1  átomo  de  plata 


26,0  / 


Au3  Ag. 


100,0 

y  es  de  ÍT1^  quilates.  Por  esta  composición  se  acerca  á  las  variedades  de 
oro  de  Marmato,  Titiribí,  Guano  y  de  algunas  otras  localidades  de  Colombia, 
analizadas  por  Boussingault.**) 

Por  toda  la  Cordillera  occidental  se  encuentran  en  la  región  de  las  rocas 
verdes  algunos  riachuelos  auríferos.  Así  p.  ej.  encontré  algunas  chispas  de 
oro  en  una  quebrada,  que  baja  del  cerro  de  Calaguru  y  entra  en  el  rio  del 
mismo  nombre  cerca  de  Biron,  algunas  leguas  al  E  de  Santa  Rosa.  —  Oro 
se  encontró  en  los  rios  que  bajan  de  la  Cordillera  entre  Alan-si  y  el  ralle  del 
rio  Chimbo.  Algunos  afirman  haberlo  encontrado  también  en  la  poza  que 
forma  la  cascada  del  rio  de  Ayita-clara,  cerca  del  Puente  de  Chimbo;  pero 


*)  T.  G.  Saenz  de  Tejada,  El  distrito  aurífero  de  Zaruma.     En   «La   Nación»  de 
Guayaquil,  Enero  1891. 

**)  «Viajes  á  los  Andes  ecuat.»    Memoria  sobre  la  composición  del  oro  nativo  de  las 
diferentes  minas  de  la  Nueva  Granada,  pá#.  4.'J. 


LAS   FORMACIONES   CUATERNARIAS.  1H9 

yo  encontró  en  las  arenas  de  ella  solo  las  partículas  de  pirita.  —  El  rio  de 
Pozuelos  lleva  oro  en  su  arena  cerca  de  la  hacienda  de  la  Clementina;  y 
aquí  descubrió  el  señor  van  Isschot  el  mercurio  y  amalgama  asociado  al  oro, 
como  en  los  lavaderos  de  Collay,  con  una  circunstancia  muy  notable.  El 
rio  lleva  oro  y  amalgama  solo  desde  el  punto,  en  que  recibe  las  quebradas 
de  los  cerros  diorí ticos  de  Samama,  que  se  hallan  á  su  lado  meridional; 
hacia  mas  arriba  se  encuentra  solo  el  mercurio  en  las  arenas,  sin  oro.  Esto 
comprueba  evidentemente,  que  el  mercurio  deriva  de  la  Cordillera  alta  y  el 
oro  del  ramal  b^jo  de  Samama.  Véase  también  lo  que  he  dicho  de  un  ha- 
llazgo muy  singular  de  mercurio  en  el  mismo  valle,  cerca  de  la  hacienda 
Pacana,  en  el  capitulo  que  trata  de  la' formación  cretácea,  pág.  252. 

En  este  lugar  debo  mencionar  también  el  mercurio  que  se  encuentra  en 
el  terreno  aluvial,  en  que  está  edificada  la  ciudad  de  Loja.  Al  abrir  zanjas, 
ó  pozos,  ó  cimientos  para  edificios,  se  recejen  á  veces  gotitas  de  azogue  en 
mayor  ó  menor  cantidad,  sin  que  se  diese  á  conocer  una  regularidad  en  la 
distribución  de  este  metal  por  las  capas  de  acarreo;  el  hallazgo  de  mercurio 
es  una  mera  casualidad.  Es  difícil  conjeturar  algo  sobre  el  origen  de  este 
mercurio,  que  aquí  sin  duda  alguna  se  halla  en  su  yacimiento  secundario. 
Ni  el  terreno  de  las  esquistas,  ni  el  terreno  terciario  circunvecino  contienen 
actualmente  indicios  de  metales  de  mercurio,  y  es  probable,  que  el  criadero 
primario  está  destruido  desde  mucho  tiempo. 

Todos  los  lavaderos  nombrados  últimamente,  son  pobres  y  muy  redu- 
cidos; á  mayor  extensión  é  importancia  llegan  en  la  provincia  de  Esmeraldas, 
y  sobre  ellos  debemos  extendernos  algo  mas  largo,  tomando  por  fundamento 
mi  «Memoria  sobre  la  geografía  y  geología  de  la  provincia  de  Esmeraldas» 
(Guayaquil  1879). 

Lavaderos  de  la  Provincia  de  Esmeraldas.  —  Es  necesario  ade- 
lantar algunas  palabras  sobre  el  terreno  cuaternario  ó  diluvial  de  esta  pro- 
vincia en  general. 

En  el  periodo  cuaternario  ó  diluvial  ya  existia  toda  la  parte  montañosa 
de  la  provincia  como  tierra  firme,  mientras  que  las  llanuras  quedaban  to- 
davía cubiertas  por  el  mar,  hasta  que  poco  á  poco  el  fondo  marino  se  alzó 
igualmente  en  aquellas  partes,  por  los  continuos  aluviones  de  los  ríos.  Asi 
es  que  dichas  llanuras  están  cubiertas  de  capas  aluviales  muy  modernas,  y 
el  terreno  diluvial  se  halla  desarrollado  tierra  adentro,  qn  los  valles  y  en  las 
cuencas  de  las  montañas  terciarias,  y  sobre  todo  al  pié  de  la  gran  Cor- 
dillera, donde  los  altos  ramales  ya  se  abaten  notablemente  y  el  curso  de  las 
aguas  comienza  á  ser  menos  rápido. 

El  carácter  petrográfico  del  terreno  diluvial  es  el  mismo  que  en  todas 


320  GEOLOGÍA.    —    CAPÍTULO  VI. 

partes :  congloméralos,  arenas  y  arcillas  constituyen  los  bancos.  Examinando 
bien  los  materiales  constituyentes,  se  observa  que  no  son  mas  que  fragmentos 
mas  ó  menos  gruesos  de  las  mismas  rocas,  que  componen  la  Cordillera  occi- 
dental de  los  Andes,  con  excepción  de  las  rocas  volcánicas,  que  en  vuestra 
época  actual  coronan  dicha  cordillera.  Esta  última  circunstancia  no  deja  de 
ser  importante  para  la  historia  geológica  del  pais.  Las  especies  principales 
que  se  observa  en  los  conglomeratos  son :  dioritas  porfiroideas  muy  hermosas, 
dioritas  compactas,  microcristalinas  y  afaniticas,  diabasas,  sienitas,  anfibolitas, 
pórfidos  cuarzosos,  porfiritas  en  gran  variedad,  cuarcitas  y  pedazos  de  cuarzo 
crisialino,  que  se  derivan  de  vetas. 

Algunos  bancos  se  componen  de  materiales  casi  sueltos,  en  otros  se 
hallan  cementados  los  guijarros  y  las  arenas,  regularmente  por  un  cemento 
ferruginoso  (hidróxido  de  hierro),   y  en  este  caso  forman  rocas  muy  duras. 

La  extensión  superficial  de  la  formación  diluvial  en  la  provincia  de  Es- 
meraldas es  muy  grande,  ocupa  una  zona  ancha,  que  se  extiende  á  lo  largo 
de  la  gran  Cordillera  andina,  entre  los  pies  de  ella  y  las  llanuras  marítimas. 
Sinembargo,  no  forma  una  capa  continua  sobre  la  dicha  zona:  en  las  regiones 
de  montañas  altas  está  reducida  á  los  valles  del  terreno  terciario,  y  en  las 
regiones  bajas  se  halla  en  parte  cubierta  por  aluviones  mas  modernos.  En 
el  último  caso  se  descubre  el  terreno  diluvial  debajo  del  aluvial  en  los  cortes 
y  perfiles  verticales  á  lo  largo  de  los  ríos.  —  La  potencia  de  la  formación 
diluvial  varía  mucho,  pero  vá  disminuyéndose  á  medida  que  nos  alejamos 
del  pié  de  la  Cordillera  y  nos  acercamos  á  la  costa;  en  la  zona  litoral  de 
un  ancho  de  6  á  7  leguas  apenas  se  encuentran  vestigios  de  ella,  y  en  los 
cortos  ríos  litorales  parece  faltar  también;  ellos  cortan  directamente  la  are- 
nisca terciaria,  y  los  aluviones  á  lo  largo  de  sus  orillas  parecen  ser  todos 
muy  modernos. 

Se  puede  decir,  que  la  formación  diluvial  ocupa  los  dos  grandes  sistemas 
fluviales  de  la  provincia,  el  del  rio  Esmeraldas  y  el  del  rio  Santiago,  desde 
la  distancia  de  t>  ó  7  leguas  de  sus  desembocaduras  hasta  el  principio  de 
las  faldas  de  la  Cordillera,  hallándose  mas  desarrollada  en  el  segundo  sis- 
tema, que  en  el  primero. 

Las  capas  diluviales  se  encuentran  en  muy  distintas  alturas  sobre  el 
nivel  del  mar  y  sobre  el  de  los  rios  adyacentes.  Así  por  ejemplo,  en  una 
£ran  parte  del  rio  Esmeraldas,  en  el  Silanchi  y  Caoni,  en  el  Quinindé,  en 
el  Bogotá  superior,  en  el  medio  curso  del  Cachabi,  se  hallan  casi  al  nivel 
de  los  rios;  en  las  minas  del  rio  Sapayito,  en  l'imbí,  en  el  Santiago  arriba 
de  Playa  de  oro,  en  el  Cachabi  superior  y  otros  puntos,  se  hallan  de  0  á 
2f>  metros  sobre  los  rios.  En  fin,  la  distribución  y  el  yacimiento  de  las  capas 
es  tal,  que  no  puede  explicarse  con  los  actuales  cursos  de  los  rios.     Aunque 


LAS   FORMACIONES   CUATERNARIAS.  321 

en  la  época  diluvial  la  parte  montañosa  de  la  provincia  ya  habrá  tenido  un 
aspecto  parecido  al  actual  en  sus  rasgos  principales,  debemos  sinembargo 
suponer  Io  que  muchos  valles  todavía  no  fueron  tan  profundos,  y  2o  que 
los  cursos  de  algunos  rios  principales  siguieron  otro  rumbo  en  aquella  época. 
Así,  por  ejemplo,  es  imposible  que  el  rio  de  Santiago  hubiese  depositado  las 
capas  diluviales  encima  de  Uimbi,  que  se  hallan  á  la  altura  de  22  metros 
sobre  su  nivel  y  á  la  distancia  de  dos  leguas,  en  un  angosto  valle  lateral; 
el  rio  de  Uimbí  no  pudo  depositarlas  tampoco,  porque  en  todo  su  curso  no 
toca  terrenos  dioríticos,  que  hubiesen  podido  subministrar  el  material.  En 
las  mismas  condiciones  encontramos  el  terreno  diluvial  en  las  minas  de  Sa- 
payito  (tributario  del  Cayapas).  En  el  rio  de  Cachabi  y  en  el  de  Bogotá 
(superior)  se  hallan  muy  desarrolladas  las  capas  diluviales,  pero  ni  uno  ni 
otro  de  los  dos  rios  pudo  depositarlas,  por  la  misma  razón  que  indiqué  para 
el  Uimbi,  pues  tampoco  no  nacen  en  las  montañas  diori ticas.  Es  preciso 
suponer  que  las  aguas  que  bajan  de  la  Cordillera,  y  que  hoy  dia  se  dirigen 
por  el  rio  Mira  hacia  el  N  y  NO,  en  la  época  diluvial  se  precipitaban  direc- 
tamente hacia  el  Oeste,  por  las  regiones  que  actualmente  ocupan  los  sistemas 
fluviales  del  Cachabi  y  Bogotá. 

Un  caso  análogo  y  muy  interesante  se  observa  en  la  provincia  de  Ma- 
nabi,  en  el  sistema  superior  del  rio  Daule.  Las  condiciones  hidrográficas 
de  esa  región  son  actualmente  tales,  que  ni  una  gota  de  agua,  mucho  menos 
piedras  rodadas  y  arena  podría  llegar  de  la  Cordillera  occidental  á  las  ca- 
beceras de  los  rios  Palenque,  Peripa,  rio  Grande,  ni  á  las  del  rio  Quinindé, 
porque  en  medio  está  el  valle  y  rio  de  Toachi,  que  recibe  todos  esos  ma- 
teriales y  los  lleva  directamente  al  rio  Esmaráldas.  Y  sinembargo  las  capas 
diluviales  que  se  hallan  á  lo  largo  del  curso  superior  de  dichos  rios  y  sus 
tributarios,  se  componen  de  los  mismos  materiales  como  en  el  sistema  del 
rio  Santiago,  es  decir,  que  derivan  sin  duda  alguna  de  la  Cordillera  grande, 
y  no  pudieron  ser  depositados  sino  por  aguas  que  descendieron  de  esta 
última.  En  los  aluviones  superiores  de  esta  región  y  en  las  playas  de  sus 
rios  se  encuentran  también  muchas  piedras  volcánicas  (andesitas  y  lavas 
andesiticas) ,  redondeadas  por  el  trasporte  en  las  aguas.  Todo  esto  com- 
prueba, que  los  sistemas  hidrográficos  del  litoral  han  sufrido  cambios  bastante 
notables  en  una  época  geológica  muy  moderna,  probablemente  durante  la 
segunda  mitad  de  la  formación  cuaternaria. 

Como  todas  las  épocas  geológicas,  también  la  cuaternaria  ha  sido  muy 
larga,  y  los  terrenos  de  ella  se  distinguen  comunmente  con  los  nombres 
del  cuaternario  inferior  y  superior,  ó,  lo  que  es  lo  mismo,  diluvial  in- 
ferior y  superior.  En  la  provincia  de  Esmeraldas  seria  difícil  hacer  esta 
división,  ya  por  la  falta  completa  de  fósiles  característicos,  ya  por  no  en- 

Wolf,  Ecuador.  21 


322  oEw,onÍA.  —  capítulo  vi. 

contrarsu  diferencia»  esenciales  en  la  estratificación.  En  general  me  parece, 
que  esas  capas,  de  que  hablamos,  pertenecen  al  terreno  diluvial  inferior  ó 
mas  antiguo. 

Esta  opinión  se  apoya  1°  en  los  cambios  considerables,  que  desde  su 
formación  ha  sufrido  el  sislemu  hidrográfico  de  la  provincia,  y  2°  en  la 
circunstancia  interesante,  de  que  en  este  terreno  diluvial  faltan  completa- 
mente fragmentos  de  rocas  volcánicas.  Si  consideramos  por  una  parte  esta 
circunstancia,  y  por  otra  la  inmensa  cantidad  de  piedras  volcánicas  en  los 
aluviones  modernos,  que  arrastran  todos  los  ríos,  que  tienen  su  origen  arriba 
en  la  Cordillera  volcánica,  como  el  Guallabamba,  el  rio  Blanco  y  sus  tribu- 
tarios etc.,  debemos  suponer  que  en  los  tiempos,  en  que  se  depositaron  las 
capas  diluviales,  no  existieron  todavía  volcanes,  á  lo  menos  sobre  la  Cor- 
dillera occidendal.  —  Es  muy  probable,  que  nuestros  volcanes  son  relativa- 
mente modernos.  No  quisiera  negar  simplemente,  que  en  la  época  terciaría 
ya  nacieron  algunos  de  ellos,  aunque  no  conozco  ningún  argumento,  que  nos 
obligase  a  suponerlo;  pero  me  parece  seguro,  que  la  actividad  principal  de 
los  volcanes  andinos  coincidió  con  la  época  cuaternaria.  Como  esta  época 
fué  larguísima,  bien  puede  ser,  que  la  formación  de  los  volcanes  sucediera 
en  la  segunda  mitad  de  ella,  y  que  los  terrenos  diluviales  de  la  provincia 
de  Esmeraldas  daten  de  la  primera  y  mas  antigua  mitad,  en  que  no  existían 
todavía  los  volcanes  de  la  Cordillera  occidental,  á  lo  menos  no  en  su  exten- 
sión actual,  y  en  que  tampoco  la  provincia  de  Quito  todavía  no  se  desaguaba 
por  la  gran  abra  de  la  Cordillera  cerca  de  Perucho  y  Puéllaro.  Pues,  si 
entonces  hubiesen  existido  los  volcanes  de  Cotacachi,  Mojanda,  Pululagua, 
Pichincha,  Atucazo,  Corazón  etc.,  seria  del  todo  inexplicable,  por  qué  los 
ríos  diluviales,  que  atacaron  tan  enérgicamente  todas  los  rocas  antiguas 
(dioritas,  pórfidos,  porfirítas  etc.)  de  la  Cordillera,  formando  de  sus  frag- 
mentos esas  capas  de  congloméralos,  arenas  y  arcillas,  y  surcando  los  valles 
profundos,  por  qué,  digo,  no  hubieran  traído  siquiera  algunos  pedazos  de 
rocas  volcánicas,  como  sucede  ahora.  Seguramente  la  Cordillera  occidental 
se  compuso  en  aquellos  tiempos  solamente  de  las  rocas  de  la  formación 
cretácea  y  de  los  pórfidos  y  rocas  verdes  intercaladas.  Mi  opinión,  que  co- 
loca el  terreno  diluvial  de  la  provincia  de  Esmeraldas  en  el  periodo  cuaternario 
antiguo,  encuentra  un  apoyo  nuevo  en  la  formación  singular  de  tobas  volcá- 
nicas en  la  hoya  del  rio  Esmeráldus,  que  conoceremos  en  su  lugar. 

Después  de  esta  discusión  científica  del  terreno  diluvia],  vamos  á 
tratar  de   su  importancia  práctica,   que  consiste   en   sus   lavaderos   de   oro 

atina. 

Auuqut-  se  puede  decir,  que  el  terreno  diluvial  de  la  provincia  de  Es- 
todn  su  extensión  es  aurífero,  observamos  sinembargo,  que  en 


LAS  FORMACIONES  CUATERNARIAS.  323 

el  sistema  del  rio  Esmeraldas  es  menos  rico,  que  en  el  del  rio  Santiago,  ya 

por  estar  menos  desarrollado,  ya  por  hallarse  cubierto  de  aluviones  modernos 

# 

muy  espesos,  y  en  partes  destruido.  A  las  orillas  del  Esmeraldas  mismo, 
aunque  de  trecho  en  trecho  se  descubren  los  bancos  diluviales,  casi  al  nivel 
del  agua,  no  encontré  ninguna  localidad,  en  que  se  pudiera  comenzar  un 
trabajo  con  alguna  esperanza  de  buen  éxito.  Algo  mas  favorables  son  las 
condiciones  en  el  rio  Blanco  superior  (desde  el  rio  Inga)  y  en  algunos  de 
sus  tributarios,  como  en  el  Caoni  y  Silanchi,  porque  los  bancos  allá  son  mas 
accesibles  y  mejor  desarrollados.  Constan  de  los  conglomeratos  descritos 
arriba,  que  son  muy  ferruginosos  y  duros;  sinembargo,  los  ensayos  no  dieron 
resultados  satisfactorios.  Algunos  granillos  de  oro,  que  he  sacado  con  harto 
trabajo,  me  sirvieron  únicamente  para  comprobar  la  presencia  de  este  metal, 
y  no  fueron  suficientes  para  hacer  siquiera  un  exacto  análisis  de  él.  Creo 
que  no  seria  oportuno  por  ahora,  seguir  esos  pequeños  rastros  de  oro  en 
localidades,  que  por  ser  muy  retiradas  é  inhabitadas,  dificultarían  muchísimo 
las  empresas,  mientras  que  tantos  otros  puntos  de  la  provincia  ofrecen  mas 
ventajas.  Igual  opinión  tengo  respecto  al  terreno  diluvial  en  las  orillas  del 
Quinindé  inferior  y  medio,  que  en  todo  es  parecido  al  del  rio  Blanco,  á  lo 
menos  en  cuanto  pertenece  á  la  provincia  de  Esmeraldas.  Podría  ser,  que 
mas  arriba  hacia  sus  cabeceras,  que  tiene  en  las  montañas  de  los  Colorados 
de  Santo  Domingo,  fuese  mas  aurífero.  Asi  me  consta  por  personas  fide- 
dignas, que  un  negro  viejo  ha  vendido  algunas  veces  oro,  que  lavaba  en  el 
rio  Negrito,  que  es  un  pequeño  tributario  del  Quinindé  y  desemboca  mas 
arriba  del  rio  de  Plátano,  en  la  provincia  de  Manabí.*) 

La  riqueza  mineral  de  la  provincia  siempre  ha  de  buscarse  en  la  porción 
setentrional,  ocupada  por  el  sistema  fluvial  del  rio  Santiago.  Allá  el  terreno 
diluvial  se  halla  desarrollado  con  mas  igualdad  y  potencia,  es  mas  accesible 
á  la  explotación  y  mas  rico  en  oro.  Todos  los  cuatro  ríos  principales,  que 
componen  este  sistema  (Cayapas,  Santiago,  Cachabí,  Bogotá)  son  auríferos, 
á  lo  menos  en  sus  cursos  superiores,  desde  los  puntos  en  que  se  descubren 
las  capas  diluviales;  pues  estas  en  las  planicies  bajas  ó  faltan,  ó  están  cu- 
biertas de  espesos  aluviones. 

Una  particularidad  notable  de  estos  lavaderos  es  la,  que  al  lado  del  oro 
contienen  la  platina  con  sus  compañeros  inseparables,  es  decir,  con  los  me- 
tales de  osmio,  iridio,  páladio  y  rodio.  —  Parece  que  todo  el  terreno  aurífero 
del  distrito  participa  de  esta  propiedad.    A  veces  la  cantidad  de  la  platina 

*)  También  en  las  cabeceras  del  rio  Daule,  que  no  distan  mucho  de  las  del  Quinindé, 
se  encontró  un  poco  de  oro  en  los  pequeños  afluentes  cerca  de  la  boca  del  rio  Pupusa. 
Confieso  que  no  pude  descubrir  el  oro  durante  ini  viaje  por  esa  región,  por  mas  que  la- 
vaba en  el  terreno  diluvial,  que  por  lo  demás  allá  es  muy  reducido. 

21* 


324  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   VL 

es  tan  insignificante,  que  no  merece  mucha  atención  en  la  práctica;  sinem- 
bargo  hay  lugares,  en  que  se  halla  en  una  proporción  mas  considerable,  y 
en  que  puede  formar,  al  lado  del  oro,  un  objeto  principal  de  la  explotación. 
El  descubrimiento  de  la  platina  en  los  lavaderos  de  oro  en  la  provincia  de 
Esmeraldas  no  me  sorprendió  mucho,  puesto  que  en  las  minas  de  la  vecina 
Colombia,  es  decir  en  Barbacoas  y  Chocó,  este  metal  es  conocido  tiempo 
hace,  y  forma  un  articulo  de  explotación  y  comercio;  y  siempre  he  con- 
siderado nuestro  terreno  aurífero  como  la  directa  continuación  del  distrito 
minero  colombiano,  á  las  orillas  del  Patia  y  de  sus  tributarios;  opinión, 
que  se  confirma  también  por  las  análisis  del  oro  y  de  la  platina,  que  están 
conformes  con  las  que  se  han  practicado  de  los  mismos  metales  de  Bar- 
bacoas. (88) 

Muchísimos  son  los  lugares  de  nuestro  distrito,  en  que  se  puede  layar 
oro,  y  es  preciso  limitarnos  á  la  enumeración  de  los  principales,  que  una 
larga  experiencia,  ó  los  ensayos  recien  hechos  han  demostrado  como  mas 
ricos  y  favorables.  —  Comencemos  con  él  rio  de  Cayapas.  Los  bancos  aurí- 
feros principales  se  hallan  en  los  dos  afluentes  de  la  derecha,  Sapayo  grande 
y  Sapayito,  y  en  el  cauce  del  rio  principal  no  se  descubren,  sino  desde  la 
boca  del  rio  Mafa  (lado  izquierdo)  hasta  mas  arriba  del  pueblo  de  San  Miguel 
de  los  Cayapas.  En  la  desembocadura  del  rio  Mafa  los  bancos  tienen  uno 
ó  dos  metros  de  potencia,  se  hallan  casi  al  nivel  del  rio  y  se  componen  de 
los  materiales  ordinarios,  es  decir,  de  guijarros  de  las  rocas  dioriticas  y 
porfiriticas,  cementados  por  una  arcilla  ferruginosa.  Los  ensayos  me  dieron 
un  resultado  satisfactorio,  y  creo  que  en  este  lugar  un  trabajo  bien  estable- 
cido rendiría  buenos  intereses.  —  Iguales  son  los  bancos  mas  arriba  en  el 
rio  principal  á  ambas  orillas,  ya  mas  ya  menos  gruesos  y  todos  intactos. 
En  ningún  lugar  encontré  las  señales  de  antiguas  excavaciones  en  este 
rio,  lo  que  me  hizo  creer,  que  los  indios  Cayapas  nunca  han  explotado 
estas  minas,  y  si  es  verdad  lo  que  dice  Velasco,  que  antiguamente  se  ha 
sacado  algún  oro  del  rio  San  Miguel  (que  es  el  mismo  Cayapas),  probable- 
mente era  el  oro  que  se  halla  en  la  arena  aluvial  de  su  lecho,  derivándose 
de  los  bancos  diluviales,  que  el  rio  destruye  poco  á  poco  mediante  la  erosión. 
Cierto  es,  que  los  indios  hoy  dia  no  lavan  oro,  ni  permiten  á  otros  lavarlo, 
y  por  esto  debía  hacer  mis  ensayos  escondido  de  ellos;  eran  imperfectos,  no 
hay  duda,  pero  suficientes  para  convencerme  de  que  el  rio  Cayapas  no  es 
menos  rico  en  oro,  que  el  Santiago  ó  el  Cachabú  llevando  sobre  estos  la  ven- 
taja de  que  sus  terrenos  todavía  están  intactos. 

En  el  rio  Sapayito  superior  las  condiciones  exteriores  son  mas  favo- 
rables, que  en  el  Cayapas  mismo,  porque  parece  que  los  indios  consideran 
aquella  región  ya  como  fuera  de  su  territorio,  a  lo  menos  no  estorban  á  al- 


LAS  FORMACIONES  CUATERNARIAS.  325 

gunas  familias  negras,  que  allá  se  ocupan  en  los  lavaderos.  Los  bancos 
principales  en  dicho  rio  se  hallan  unas  tres  leguas  arriba  de  su  desemboca- 
dura, no  muy  distantes  del  lugar,  en  que  se  forma  de  tres  riachuelos,  y  en 
que  parte  el  camino  de  á  pié  que  conduce  á  Playa  de  Oro.  En  ambas  orillas 
se  presentan  las  potentes  capas  diluviales,  á  la  altura  do  algunos  metros 
sobre  el  nivel  del  rio;  son  conglomeratos  con  mucha  arcilla  ferruginosa.  El 
oro  que  se  saca  de  allí,  es  generalmente  de  grano  medio  ó  fino,  pero  tam- 
bién he  visto  pedazos  de  media  pulgada  de  diámetro ;  es  de  buena  ley,  como 
todo  el  oro  de  este  distrito  y  como  lo  veremos  mas  abajo.  Los  lavaderos 
de  Sapayito  son  los  mas  ricos  en  platina,  de  todos  los  que  he  conocido  y 
examinado.  La  platina  se  encuentra  en  granitos,  laminitas  y  hojitas,  como 
el  oro,  pero  regularmente  menos  gruesas;  su  color  es  gris  de  acero.  Como 
no  me  era  posible  hacer  los  ensayos  en  escala  tan  grande,  que  yo  mismo 
hubiese  lavado  suficiente  metal,  para  determinar  con  exactitud  la  proporción 
en  que  se  halla  el  oro  y  la  platina,  compré  de  los  negros  algún  oro  lavado, 
para  hacer  un  cálculo  aproximado;  y  de  315  centigramos  he  separado  55  centi- 
gramos de  platina  en  granos  finos;  quiere  decir  que  el  oro  de  Sapayito,  como 
se  vende,  contiene  en  cien  partes 

Oro  (con  plata).   .  82,54 
Platina 17,46, 

y  esto  hay  que  tomar  en  consideración  en  los  negocios,  porque  el  valor  de 
la  platina  es  solamente  un  tercio  del  del  oro,  ó  cinco  veces  el  de  la  plata. 
Estoy  seguro,  de  que  en  las  minas  hay  mucho  mas  platina  de  la  que  se 
expresa  en  aquella  proporción,  porque  los  negros  que  lavan  oro,  la  separan 
y  la  botan  como  inútil,  no  conociendo  su  valor.  Si  no  obstante  encontra- 
mos todavía  17  por  ciento  en  el  oro  lavado,  esta  puede  llamarse  una  mera 
casualidad,  ó  un  descuido  de  los  negros,  porque  teniendo  la  platina  casi  el 
mismo  peso  especifico  que  el  oro,  es  difícil  separar  ambos  metales  mecánica- 
mente por  el  rudo  método  de  lavar,  que  siguen  en  aquellas  regiones,  y  asi 
queda  bastante  platina  entre  el  polvo  fino  del  oro.  De  esta  manera  se  ex- 
plica también,  porque  no  se  hallan  granos  gruesos  de  platina  en  este  oro 
del  comercio,  pues  los  lavadores  separan  y  botan  estos  granos.  Resulta 
igualmente,  que  el  contenido  de  platina  varia  mucho,  según  se  compra  el 
oro  de  un  trabajador  que  lava  bien,  ó  de  otro  que  lava  mal.  Asi,  por  ejemplo, 
el  oro  que  conseguí  en  Playa  de  Oro,  ya  contenia  menos  platina,  aunque  el 
terreno  es  el  mismo  que  en  Sapayito,  y  en  el  de  Uimbi  encontré  solamente 
pocos  granos  menudos.  En  el  último  lugar  me  aseguraron,  que  hay  bas- 
tante de  ese  «oro  prieto»,  pero  que  lo  botan.  Creo  que  la  platina  lavándola 
toda  con  el  oro,  no  bajará  de  25  por  ciento  en   estas  localidades,  y  de 


326  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  VI. 

todos  modos  conviene  no  desatenderla  en  una  empresa  futura,  sino  bene- 
ficiarla, como  lo  merece  el  metal,  que  ocupa  el  segundo  lugar  entre  los 
preciosos. 

Análogos  y  aun  mejores,  según  dicen,  son  los  lavaderos  en  el  rio  de 
Sapayo  grande,  que  no  he  visitado  personalmente,  porque  se  hallan  en  el 
territorio  de  los  indios  Cayapas,  que  no  permiten  explorarlos. 

En  el  rio  Santiago  el  terreno  diluvial  es  sumamente  desarrollado,  y  los 
bancos  mas  potentes  se  hallan  á  ambas  orillas  desde  el  sitio  de  Angostura, 
hasta  mas  arriba  de  la  boca  del  río  Angostura  superior.  Generalmente  se 
encuentran  en  mayores  alturas  sobre  el  nivel  del  río,  que  en  el  Cayapas, 
hasta  en  la  de  30  y  40  metros.  Como  en  varios  puntos  son  trabajados,  se 
puede  estudiar  bien  sus  perfiles  verticales,  se  observa,  que  los  gruesos  bancos 
auríferos  de  conglomerato  (3  á  15  metros)  descansan  directamente  sobre  la 
arenisca  marina  y  están  cubiertos  de  una  espesa  capa  de  arcilla  arenosa, 
sobre  la  cual  en  algunos  lugares  sigue  otro  banco  de  conglomerato  mas 
moderno  y  sin  oro,  y  finalmente  una  capa  de  tierra  vegetal.  Los  elementos 
de  los  conglomeratos  auríferos  son  con  preferencia  las  piedras  redondeadas 
de  rocas  verdes,  de  sienita  y  pocas  de  cuarzo  blanco,  cementadas  todas  por 
la  arcilla  ferruginosa.  Los  bancos  delgados  se  componen  de  una  mezcla 
bastante  igual  en  todas  sus  partes,  pero  en  los  de  8  á  15  metros  de  potencia 
se  observan  varías  capas,  en  que  los  guijarros  tienen  diferente  tamaño,  y 
solamente  las  capas  inferiores  son  ricas  en  oro,  mientras  que  las  superiores 
no  costean  el  trabajo  de  lavar,  á  lo  menos  según  los  métodos  usados  hasta 
ahora.  La  arcilla  roja  que  cubre  los  bancos  auríferos,  es  estéril,  pero  en 
varios  puntos  encierra  muchos  troncos  de  árboles  trasformados  en  lignita. 
—  El  oro  de  las  cercanías  del  pueblo  de  Playa  de  Oro,  tiene  exactamente 
el  mismo  aspecto,  como  el  de  las  minas  de  Sapayito  (que  no  distan  mas 
que  dos  leguas),  solo  que  contiene  menos  platina,  probablemente  por  las 
razones  indicadas  arriba.  La  platina  de  una  prueba,  que  compré,  no  pasó 
de  11  por  ciento. 

En  el  rio  Uimbt,  tributario  del  Santiago,  las  condiciones  exteriores  de 
los  bancos  auríferos  son  tan  iguales  á  las  que  acabo  de  describir,  que  no  es 
necesario  repetirlas.  Pero  en  el  oro  noté  alguna  diferencia,  encerrando  las 
pepitas  y  hojitas  mayores  muchas  impurezas  mecánicas,  es  decir  arenilla 
(hierro  magnético)  y  granos  de  cuarzo.  Por  lo  demás  el  oro  tiene  la  misma 
composición  química.  Las  minas  principales  se  hallan  en  la  cercanía  del 
pueblo. 

El  rio  Cachabi  no  es  menos  rico  en  terreno  aurífero,  que  el  Santiago. 
En  el  rio  inferior  y  medio,  hasta  San  José,  los  bancos  diluviales  se  hallan 
casi  al  nivel  del  agua  ó  á  muy  poca  elevación,  y  se  componen  de  conglo- 


LAS   FORMACIONES  CUATERNARIAS.  327 

meratos  ferruginosos  sumamente  duros,  por  cuanto  los  negros  no  los  trabajan, 
y  se  contentan  con  lavar  el  oro  en  la  arena  aluvial  del  rio,  que  la  erosión 
del  agua  saca  de  aquellos  bancos.  Mas  arriba,  cerca  del  pueblo  de  Cachabi, 
los  bancos  auríferos  se  hallan  en  mayores  alturas  y  á  veces  bastante  retirados 
de  las  orillas  del  rio,  y  presentan  en  todo  las  mismas  condiciones,  que  los 
de  Playa  de  Oro. 

El  rio  Bogotá  posee  bancos  diluviales  auríferos  solamente  en  su  curso 
superior,  hacia  sus  cabeceras.  Los  que  he  visto,  no  son  muy  potentes  ni 
muy  ricos  en  oro;  pero  en  Carondelet  me  han  asegurado,  que  muy  arriba 
en  un  sitio  que  llaman  Mentóte,  las  minas  son  buenas,  y  que  un  peón  saca 
4  á  6  pesos  diarios.  Sospecho  que  esa  noticia  es  bastante  exagerada,  si  nó, 
los  lavaderos  del  Bogotá  serian  los  mejores  de  todo  el  distrito,  porque  en 
ningún  otro  rio  los  negros  sacan  esta  ganancia,  lavando  con  su  método 
acostumbrado,  fuera  de  los  casos  excepcionales,  cuando  encuentran  pepas 
muy  gruesas.  —  Mas  abajo  de  Carondelet  desaparece  el  terreno  diluvial,  y 
el  rio  lleva  solamente  un  poco  de  oro  en  la  arena  aluvial,  que  no  costea  los 
trabajos  de  lavar. 

Resta  por  conocer  la  ley  ó  composición  química  del  oro  de  la  provincia  de 
Esmeraldas.  Lo  he  analizado  de  seis  localidades,  y  los  resultados  se  hallan 
expresados  en  el  cuadro  siguiente,  que  no  necesita  de  explicación  ulterior. 
Solo  advierto  que  la  «platina  y  metales  asociados»  fueron  separados  mecáni- 
camente del  material  destinado  para  el  análisis,  excojiendo  con  cuidado  todas 
las  partículas  visibles  de  ellos.  Respecto  á  la  gran  desigualdad  de  las  cifras 
que  indican  la  platina  en  los  diferentes  lugares,  remito  á  la  explicación  dada 
mas  arriba.  En  el  tercer  renglón  indican  los  números  los  residuos,  que 
quedaron  después  de  la  disolución  del  oro  en  agua  regia,  y  las  pequeñas 
«pérdidas».  Los  primeros  constan  en  su  mayor  parte  de  arena  ouarzosa,  y 
á  las  segundas  pertenece  principalmente  una  pequeña  cantidad  de  cobre, 
que  no  falta  en  ningún  oro;  pero  era  tan  insignificante,  que  bien  pude  desa- 
tenderla en  la  calculación  del  oro  argentífero.  También  advierto  que  casi 
siempre,  después  de  precipitar  el  oro  metálico  de  su  clorido  (medíante  el 
ácido  oxálico),  se  descubre  en  el  liquido  filtrado  un  rastro  de  platina.  Podría 
ser,  que  el  oro,  aunque  siempre  lo  he  excojido  con  mucho  cuidado,  todavía 
hubiese  retenido  algunas  partículas  de  platina  mecánicamente  mezcladas; 
pero  igualmente  podría  ser,  que  el  oro  contenga  un  poco  de  platina  química- 
mente ligada,  y  esto  me  parece  mas  verosímil.  Sinembargo,  esta  es  una 
cuestión  puramente  teórica,  que  podemos  desatender  en  la  práctica.  El  oro 
de  Esmeraldas  es  de  buena  ley,  teniendo  21  quilates. 


328 


GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  VI. 


Localidad : 


Rio 

Cayapas 

(Mafa) 


Rio 
Sapayito 


Playa  de 

Oro 

(R.  San- 

tiago) 


Rio 
Uimbi 


Rio 
Cachabí 


Rio 
Bogotá 


Oro  argentífero I     98,26 

Platina  y  metales  asociados  — 

Arena  y  otras  impurezas    .  1,74 


El  oro  argentífero  contiene: 

Oro  puro  .    .   . 
Plata  aleada.    . 

(¿uñates : 


87,39 
12,61 

21 


81,17 

17,46 

1,37 

87,05 

10,91 

2,04 

92,99 
3,15 
3,86 

96,68 
1,19 
2,13 

85,71 
14,29 

86,98 
13,02 

86,88 
13,12 

85,68 
14,32 

20% 

21 

21 

20% 

97,84 
2,16 


86,73 
13,27 

21 


£1  análisis  completo  de  la  platina  y  de  los  metales,  que  suelen  acom- 
pañarla en  mezcla  mecánica  y  combinación  química  (paladio,  iridosmio, 
osmio,  iridio,  rodio),  es  una  operación  difícil  y  bastante  circunstanciada.  No 
pude  hacerla  hasta  en  sus  últimos  detalles  en  mi  pequeño  laboratorio  de 
Guayaquil;  pero  las  determinaciones  principales,  que  hice,  serán  suficientes 
para  los  fines  particulares  de  esta  obra.  —  La  prueba  analizada  fué  de  los 
lavaderos  de  Sapayito,  y  constó  de  granos  finos,  de  los  que  algunos  fueron 
atraídos  por  el  imán  y  otros  nó.  La  arena  y  arenilla  (hierro  magnético) 
fueron  separadas  con  escrupulosidad,  antes  de  pesar  la  prueba,  y  por  esto 
resultó  su  cantidad  en  el  análisis  tan  pequeña,  siendo  naturalmente  mucho 
mayor  en  el  material  bruto,  que  se  vende  por  los  lavadores.  —  La  cantidad 
unida  del  paladio,  iridio  y  rodio  fué  calculada  indirectamente  de  la  pérdida, 
todas  las  demás  sustancias  son  determinadas  directemente  por  su  peso. 


Porción  soluble  en  agua 
regia  concentrada. 


Residuo  insoluble. 


Platina 84,95 

Paladio  ] 

Rodio     i 4,64 

Iridio     J 

Hierro 6,94 

Oro 1,12 

Cobre ) 

Plata  |    

Osmiridio 1,54 

Arena 0,81 


rastros 


100.00 


Aunque  no  dudo,  que  los  lavaderos  de  la  provincia  de  Esmeraldas  sean 
explotables  con  ventaja  en  varios  puntos,  no  podría  indicar  estos  con  seguridad, 
porque  al  establecimiento  de  una  explotación  en  gran  escala,  deben  preceder 
trabajos  de  exploración  muy  detallados  y  costosos,  que  yo  no  podia  ni  debia 
ejecutar  en  mis  viajes  científicos.    Naturalmente  no  se  pensará  en  seguir  el 


LAS  FORMACIONES   CUATERNARIAS.  329 

sistema  antiguo  de  lavar  el  oro  en  bateas,  como  lo  practican  hasta  hoy  dia 
los  negros  de  aquellas  comarcas,  sino  en  la  explotación  mediante  máquinas. 
Habrá  que  estudiar  en  cada  punto  particular,  no  solamente  la  riqueza  de 
las  capas  auríferas,  sino  también  la  clase  de  maquinaria,  que  se  debe  aplicar, 
en  atención  de  la  cantidad  de  agua  disponible  etc.  etc.  Una  sociedad  for- 
mada en  Guayaquil  llamó  en  1891  algunos  ingenieros  nortamericanos ,  para 
que  practiquen  estas  diligencias  en  algunos  de  los  rios  auríferos  de  Esmeraldas, 
especialmente  en  el  Cachabi.     Ignoro  los  resultados  de  esta  expedición. 

Para  concluir  el  articulo  ya  muy  largo  sobre  los  lavaderos  de  Esmeraldas, 
añadiré  la  advertencia,  que  las  piedras  preciosas,  llamadas  esmeraldas,  que 
según  la  tradición  han  dado  el  nombre  á  la  provincia,  no  se  hallan  en  el  terretio 
de  aearreo,  ni  en  otra  formación  de  estas  regiones.  Sospecho  que  esa  o  tra- 
dición» tiene  su  origen  en  una  equivocación  muy  antigua.  (34> 


Capítulo  VII. 
El  terreno  volcánico. 

Los  volcanes  del  Ecuador  le  han  dado  su  fama  universal  entre  los  geó- 
logos del  mundo.  Ellos  eran  el  terror  de  los  indios,  la  admiración  de  los 
conquistadores,  el  estudio  de  los  naturalistas  y  la  plaga  de  los  habitantes 
de  sus  alrededores.  Si  escribiera  esta  geología  solo  para  los  geólogos  de 
profesión,  el  capitulo  sobre  el  terreno  volcánico  debería  ser  el  mas  largo, 
porque  no  hay  duda,  que  esta  materia  pertenece  á  las,  que  excitan  la  curio- 
sidad humana  en  el  grado  mas  alto  y  ofrecen  al  estudio  un  aliciente  parti- 
cular; ademas  el  Ecuador  es  el  pais  clásico  para  la  volcanologia,  el  que  se 
presta  mas  que  ningún  otro  á  la  solución  de  varias  cuestiones  teóricas  y 
disputadas  entre  los  sabios.  A.  de  Humboldt  era  el  primero,  que  compren- 
dió esta  importancia,  y  no  sin  razón  eligieron  dos  de  los  volcanólogos  mas 
eminentes  de  nuestros  tiempos,  los  doctores  Reiss  y  Stübel,  los  volcanes  del 
Ecuador  por  objeto  de  sus  estudios  durante  cuatro  años  (1870  - 1874).  — 
Del  otro  lado  debemos  confesar,  que  este  mismo  terreno  en  el  campo  de  la 
práctica,  ó  geología  aplicada,  especialmente  para  el  minero,  es  el  menos 
interesante,  porque  no  solamente  no  contiene  metales  explotables,  sino  que 
nos  cubre  una  gran  parte  de  los  terrenos  antiguos,  que  pueden  contener  vetas 
metálicas  y  las  contienen  en  efecto,  como  lo  prueban  las  provincias  inter- 
andinas, libres  de  la  cubierta  de  productos  volcánicos. 

Extensión  del  terreno  volcánico. 

El  terreno  volcánico  se  extiende  en  el  Ecuador  desde  la  frontera  de 
Colombia  cerca  del  grado  Io  de  Lat.  N,  hasta  los  confines  de  la  provincia 
de  Loja  con  la  del  Azuay  entre  Oña  y  Zaraguro,  bajo  3o  35'  Lat.  S,  quiere 
decir,  sobre  mas  de  4  grados  y  medio  de  latitud,  que  son  90  leguas.  Hacia 
el  Norte  continúa  el  mismo  terreno  por  la  República  de  Colombia,  con  los 
volcanes  de  Cúmbal,  de  Túqueres  y  de  Pasto.    Desde  la  frontera  hasta  el 


EL   TEBBENO   VOLCÁNICO.  331 

Azuay  forma  una  cubierta  continua  en  el  callejón  interandino,  por  las  pro- 
vincias de  Carchi,  Imbabura,  Pichincha,  León,  Tunguragua,  Chimborazo  y 
Cañar.  Su  limite  hacia  el  Oeste  es  la  Cordillera  occidental,  en  cuyas  faldas 
exteriores  desaparece  pronto  y  en  alturas  considerables;  desde  el  Chimborazo 
al  Sur  no  traspasa  la  cresta  de  la  Cordillera,  y  hay  puntos  en  que  ni  al- 
canza á  ella.  En  los  dos  valles  principales  que  cortan  la  Cordillera  occi- 
dental, en  el  del  Mira  y  en  el  del  rio  Guallabamba,  se  prolonga  el  terreno 
volcánico  algo  mas  al  poniente,  pero  solo  en  forma  de  tobas  y  conglomera- 
tos,  ó  como  terreno  de  acarreo.  A  esta  clase  pertenecen  también  las  tobas 
y  brecchas  singulares,  que  encontramos  en  el  valle  del  rio  Esmeraldas,  hasta 
muy  cerca  al  mar.  Los  materiales  que  las  componen,  derivan  del  pais  inter- 
andino y  se  hallan  en  un  yacimiento  secundario.  —  Hacia  el  levante  el  ter- 
reno volcánico  ocupa  la  Cordillera  oriental  desde  el  Cayambe  hasta  el  San- 
gay,  cubriendo  todas  sus  laderas  interiores  ú  occidentales  y  su  cresta  central, 
hasta  el  valle  del  rio  Pastaza.  En  la  provincia  del  Chimborazo,  desde  el 
Tunguragua,  la  cubierta  ya  no  es  tan  continua  y  se  limita  á  los  arededores 
de  los  centros  de  las  erupciones  principales,  es  decir,  á  los  del  Tunguragua, 
del  Altar  y  del  Sangay.  En  todas  partes  de  este  trecho  se  observa  en  los 
valles  y  quebradas  debajo  de  las  tobas  volcánicas  la  antigua  formación  de 
las  esquistas  cristalinas,  y  ella  misma  forma  también  la  superficie  á  alguna 
distancia  de  dichos  volcanes,  llegando  hasta  el  valle  del  rio  Chambo.  — 
DelSangay  al  Sur  toda  la  Cordillera  oriental  queda  libre  de  los  efectos  del 
volcanismo,  y  este  se  restringió  al  algunos  puntos  del  pais  interandino. 

El  Azuay  es  el  principal  de  estos  puntos;  su  centro  y  sus  faldas  occi- 
dentales presentan  materiales  volcánicos  y  ellos  están  en  coneccion,  á  lo 
menos  superficial,  con  los  de  la  hoya  de  Alausí.  Hacia  el  Sur  se  extienden 
hasta  mas  allá  de  Cañar.  —  En  la  hoya  de  Cuenca  ocupa  el  terreno  vol- 
cánico superficial  una  extensión  bastante  grande,  aunque  faltan  los  volcanes 
activos,  asi  como  en  el  grupo  del  Azuay;  se  encuentran  solamente  andesitas 
antiguas,  pero  ningunas  lavas  modernas.  Esta  observación  vale  también 
respecto  al  último  grupo,  que  encontramos  en  la  hoya  superior  del  río  Ju- 
bones, á  lo  largo  del  rio  León,  entre  Nabon  y  Oña.  Este  pequeño  grupo 
con  rocas  muy  singulares,  está  completamente  separado  del  de  Cuenca  por 
el  ancho  nudo  de  Tinajillas.  En  la  provincia  de  Loja  no  encontré  ningún 
vestigio  del  volcanismo;  este  renace  solo  á  muchos  grados  de  Latitud  mas 
al  Sur,  en  el  alto  Perú. 

Fuera  de  la  región  andina  del  Ecuador  parece  existir  un  pequeño  ter- 
reno volcánico,  ó  talvez  un  solo  volcan  aislado,  en  la  ¡provincia  del  Oriente, 
en  la  hoya  superior  del  rio  Ñapo;  pero  ningún  geólogo  lo  ha  estudiado 
todavía,  y  solo  puedo  referir  lo  que  tse  dice».    Hasta  la  posición  de  este 


332  GEOLOGÍA.    —    CAPÍTULO  VII. 

volcan  no  es  muy  segura;  unos  lo  llaman  Guacamayo,  otros  Sumaco.    Según 
algunas  cartas  geográficas  con  estos  nombres  se  distinguen  dos  cerros,  según 
otras  serian  sinónimos  del  mismo  cerro.    En  la  carta  de  Humboldt  el  «Gua- 
camayo» es  un  cerro  aislado,  por  cuyas  faldas  pasa  el  camino  de  Baeza  á 
Archidona,  entre  el  rio  Cosanga  y  las  cabeceras  del  rio  Hollín,  que  nace 
en  esta  montaña.    En  el  mapa  de  Villavicencio  se  halla  en  este  lugar  una 
t Cordillera  de  Guacamayo»  y  el  volcan  de  Sumaco  se  encuentra  á  grandísima 
distancia  hacia  NE  al  lado  del  pueblo  de  San  José  y  cerca  de  las  cabeceras 
del  rio  Suno.    Sinembargo,  en  su  Geografía  (pág.  402)  habla  del  último  como 
de  una  parte  de  la  primera:  «San  José  es  la  población  mas  avanzada  al 
interior;  está  situada  alas  faldas  del  Sumaco  en  una  gran  altura,  de  lo  que 
viene  ser  en  extremo  fría  su  temperatura,  lo  que  se  nota  mas,  cuando  se 
sube  de  los  hondos  valles  de  Avila  y  Loreto  á  la  Cordillera  de  Guacamayos 
á  cuyas  faldas  existe.»    Villavicencio  dá  al  Sumaco  la  altura  de  3660  varas 
( =  3060  metros),  pero  sin  indicar  la  fuente  de  que  la  tomó,  y  como  las  de- 
mas  alturas  dadas  por  este  autor  casi  siempre  son  muy  erróneas,  no  pode- 
mos confiar  en  la  indicada.  —  P.  F.  Cevallos,  en  su  «Resumen  de  la  Historia 
del  Ecuador»  VI,   pág.  363,  dice:    «La  cordillera  desprendida  del   costado 
oriental  del  An tisana,  conocida  con  el  nombre  de  Guacamayos,  vá  de  O  á 
E,  separando  primero  los  grandes  rios  que  componen  el  Coca  de  los  tribu- 
tarios del  Ñapo  en  sus  alturas.    Después,  dividiéndose  hacia  los  orígenes 
de  los  rios  Misigalli  y  Hollin,  tira  el  un  ramal  de  N  á  S  hasta  abatirse 
entre  Archidona  y  Tena,  y  el  otro  de  SO  á  NE,  pasados  los  desfiladeros  del 
Rui-urcu,  á  formar  el  móntemelo  Sumaco,  volcan  en  cuya  cumbre  se  distingue 
una  gran  abertura.     Vésele  á  veces  con  cierta  neblina  que  mas  bien  parece 
humo,  por  lo  transparente  de  ella;  se  le  oye  bramar  con  alguna  frecuencia 
y  se  le  atribuyen  los  cortos  temblores  de  tierra  que  sienten  los  pueblos  in- 
mediatos.»   El  señor  Cevallos  se  olvidó  decirnos,  quien  ha  visto  en  la  cumbre 
la  «gran  abertura»  ó  el  cráter  y  el  humo.  —  Es  singular,  que  á  ninguno 
de  los  viajeros  científicos,  que  han  pasado  por  las  faldas  del  Sumaco  ó  del 
Guacamayo,  se  ocurrió  la  idea  de  recojer  algunas  muestras  de  las  rocas, 
que  componen  el  cerro,  con  cuyo  estudio  se  habría  resuelto  el  problema,  si 
es  terreno  volcánico  ó  no.     El  señor  Orton,  uno  de  los  mejores  naturalistas 
que  visitaron  la  región  del  Ñapo,  se  limita  en  su  descripción  del  paso  por 
el  Guacamayo,  á  decirnos  en  una  anotación:   «Humboldt  habla  de  él  como 
de  un  volcan  activo,  , cuyas  detonaciones  se  oye  casi  diariamente*.    Nosotros 
no  oimos  nada.    Es  posible  que  se  refiere  al  Guamani.»*)    Lo  último  no  me 
parece  probable,    porque   Humboldt    creyó  en  la   existencia  del  volcan  de 

*)  Orion,  The  Andes  and  thc  Araazon,  pág.  1ÍK). 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  333 

Guacamayo  en  la  región  del  Ñapo,  y  lo  designa  especialmente  en  su  mapa. 
Por  lo  demás  hablan  de  este  mismo  volcan  ya  los  historiadores  primitivos 
del  pais,  pocos  años  después  de  la  conquista.  Así  Garcilaso  de  la  Vega  y 
Agustin  de  Zarate,  describiendo  la  expedición  de  Gonzalo  Pizarro  al  pais  de 
Canelos  en  1541,  y  después  de  referir  el  terremoto,  que  los  aventureros  ex- 
perimentaron en  la  provincia  de  Quijos,  dicen,  que  llegaron  después  á  un 
pueblo  llamado  Zumaco,  el  cual  se  hallaba  á  las  faldas  de  un  alto  volcan. 
A  Velasco,  que  ignoraba  tal  volcan,  la  relación  pareció  sospechosa  y  por 
esto  escribió  en  lugar  de  «alto  volcan»,  solamente  a  al  tí  simo  monte».  Pero 
los  españoles  ya  habían  visto  entonces  bastantes  volcanes,  para  poder 
distinguirlos  de  otras  montañas  comunes.  Probablemente  este  «alto  volcan» 
es  el  mismo  que  se  llama  hoy  dia  Guacamayo  (y  también  Sumaco),  y  que 
se  distingue,  si  el  dia  es  claro,  desde  los  páramos  próximos  al  An tisana. 
Puede  ser,  que  del  mismo  provino  la  lluvia  de  ceniza,  que  el  7  de  Diciembre 
de  1843  asustó  á  toda  la  provincia  de  Quito,  y  que  se  atribuyó  equivocada- 
mente al  Sara-urcu  (que  no  es  volcan),  porque  vino  del  oriente  por  encima 
de  este  cerro. 

He  reunido  aquí  todo  lo  que  sabemos  de  este  volcan  problemático  de 
la  provincia  del  Oriente,  para  no  volver  á  él  en  este  capítulo,  porque,  como 
ya  he  dicho,  ignoramos  completamente  su  composición  geológica. 

Finalmente  debo  mencionar  una  acumulación  de  materiales  volcánicos 
muy  singular,  que  en  1881  descubrí  en  un  punto,  en  que  menos  lo  hubiese 
esperado,  en  la  isla  de  Puna.  El  punto  es  muy  reducido  y  se  encuentra  en 
la  costa  oriental  de  la  isla,  una  milla  al  Oeste»  de  la  hacienda  de  Punta 
Española,  pocas  cuadras  distante  de  «la  casa  del  cerro»,  donde  se  acaba  la 
playa  de  la  ensenada  y  principia  la  orilla  á  ser  escarpada.  En  este  sitio  se 
hallan  peñascos  de  una  lava  andesitica,  igual  á  las  lavas  de  los  volcanes 
andinos.  La  roca  consta  de  grandes  pedazos  de  lava  compacta  y  en  parte 
porosa,  cementados  á  manera  de  un  conglomerato,  ó  mejor  dicho  de  una 
breccha,  por  un  material  volcánico  mas  suelto.  Es  imposible  suponer,  que 
los  grandes  pedazos  de  lava,  con  esquinas  y  cantos  no  redondeados,  hubie- 
sen sido  arrastrados  por  las  aguas  y  venido  de  grandes  distancias.  De  la 
sierra  llegan  los  materiales  de  acarreo  hasta  la  isla  de  Puna  solo  en  forma 
de  arena  muy  fina  y  de  lama,  y  en  todo  el  litoral  no  existe  ninguna  región 
volcánica,  de  que  podrían  derivarse  esas  lavas  de  Puna.  Todo  el  modo  de 
presentarse  ellas  nos  obliga  á  admitir,  que  en  el  lugar  mismo  ha  sucedido 
una  erupción  volcánica,  probablemente  submarina  en  la  época  cuaternaria. 
A  fines  de  esta  época  salieron  las  rocas  volcánicas  del  mar  al  mismo  tiempo 
que  se  levantó  la  isla  de  Puna  y  toda  la  costa  cuaternaria  del  Morro  y  de 
Santa  Elena.    En  su  nivel  actual  aquellas  rocas  quedan  inferiores  al  terreno 


334  GEOLOGÍA.  —  CAPÍTULO   VH. 

cuaternario  adyacente,  y  sobresalen  solamente  por  unos  20  metros  el  nivel 
del  golfo.*) 

Composición  petrográfica  del  terreno  volcánico. 

En  cuanto  al  aspecto  físico  debemos  distinguir  dos  grupos  principales 
de  terrenos  volcánicos:  Io  los  primitivos,  compactos,  que  se  han  formado  en  el 
lugar  mismo,  en  que  se  hallan  actualmente,  de  un  magma  semilíquido  ó 
pastoso,  que  salió  del  interior  de  la  tierra  en  gran  cantidad  y  se  consolidó 
al  mismo  tiempo  á  que  se  enfrió.  A  este  grupo  pertenecen  las  rocas  maci- 
zas de  andesita,  que  componen  el  esqueleto  de  la  mayor  parte  de  nuestros 
volcanes,  y  todas  las  lavas  que  forman  masas  continuas  (corrientes  de  lava). 
—  2o  los  fragmentarios  ó  clásticos,  que  se  componen  de  pedazos  grandes  y 
pequeños  del  mismo  material  volcánico,  que  los  anteriores,  pero  que  en  su 
posición  actual,  formando  capas  y  bancos  gruesos,  se  hallan  en  yacimiento 
secundario  y  á  veces  terciario,  habiendo  sufrido  una  translación  del  lugar 
de  su  nacimiento,  y  después  de  su  fracturacion.  Una  parte  de  este  material 
clástico  se  origina  de  las  andesitas  y  lavas  compactas,  por  la  descomposición 
y  destrucción  parcial  de  ellas,  y  por  la  subsiguiente  acción  del  agua,  que 
lo  arrastra  y  lo  deposita  del  mismo  modo,  como  el  terreno  de  acarreo  oriundo 
de  otras  formaciones.  Pero  la  mayor  parte  se  deriva  directamente  de  los 
volcanes,  que  lo  lanzan  durante  sus  erupciones  del  cráter  al  aire,  y  lo  depo- 
sitan de  este  modo  en  sus  alrededores  y  á  veces  en  distancias  considerables. 
f 

A  esta  clase  pertenecen  los  fragmentos  de  lava  y  andesita,  proyectados  por 
el  volcan  en  forma  de  bombas,  los  pedazos  de  piedra-pómez,  que  no  es  mas 
que  una  lava  esponjosa,  la  arena  y  la  ceniza  volcánica,  nacida  por  la  tritu- 
ración y  la  pulverización  de  materiales  líquidos  y  sólidos  contenidos  en  el 
cráter  y  en  el  canal  de  erupción.  Las  cantidades  del  material  clástico  ó 
fragmentario,  que  arrojan  los  volcanes,  son  á  veces  fabulosas,  y  constituyen 
en  el  Ecuador  alto  la  masa  principal  del  terreno  volcánico,  cubriendo  en 
forma  de  brecchas,  de  tobas  gruesas  y  finas,  de  arena  pumicea  etc.  las  rocas 

antiguas  y  también  las  andesitas  y  lavas  primitivas  con  estratos,  que  miden 

f 

centenares  de  metros  de  espesor.  —  A  la  segunda  clase  de  las  rocas  vol- 
cánicas fragmentarias  pertenece  también  la  cangagua,  aquella  toba  fina  de 
color  blanco  ó  amarillento,  que  cubre  con  un  manto  mas  ó  menos  grueso 
las  faldas  de  las  montañas  bajas  y  los  llanos  de  las  hoyas,  siguiendo  las 
undulaciones  del  terreno.  No  se  presenta  como  un  sedimento  ordinario  de 
agua,  ni  podemos  derivarla  directamente  de  cenizas  volcánicas,  llovidas  del 


*)  Todo  el  Archipiélago  de  los  Galápagos  se  compone  de  terrenos  volcánicos,  pero 
de  él  trataremos  después  aparte. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  335 

aire,  porque  á  esta  última  suposición  se  opondría  su  uniformidad  en  espesor 
y  material,  y  su  gran  extensión  por  todo  el  pais  volcánico,  casi  siempre  en 
la  superficie.  La  cangagua  parece  ser  el  producto  de  la  sucesiva  descom- 
posición de  las  andesitas,  lavas  y  tobas,  cuyas  partículas  sumamente  finas, 
llevadas  por  las  aguas  de  las  lluvias  y  especialmente  por  los  vientos,  se  de- 
positan en  las  desigualdades  de  la  superficie  terrestre,  retenidas  también  por 
la  vegetación  gramínea  y  herbácea.*)  Asi  como  en  las  laderas  inferiores 
de  las  montañas,  en  otras  regiones,  que  subministran  por  la  descomposición 
sustancias  arcillosas,  se  forman  las  capas  de  la  arcilla  que  se  llama  «Loss», 
del  mismo  modo  nace  por  una  acción  subaérea,  de  los  materiales  andesiticos 
la  cangagua.  Podemos  añadir  otra  analogía  entre  las  dos  formaciones:  asi 
como  en  Europa  el  «Loss o  aloja  los  huesos  de  los  grandes  mamíferos 
antediluvianos  (Mamut,  Rinoceronte  etc.),  también  la  cangagua  del  Ecuador 
alto  es  la  formación,  en  que  se  encuentra  la  mayor  parte  de  los  huesos 
de  mamíferos  extinguidos  de  la  época  cuaternaria  (Mastodonte,  Protau- 
chenia  etc.). 

En  el  estado  seco  la  cangagua  se  deja  reducir  en  un  polvo  fino  como 
harina,  pero  mojada  se  vuleve  muy  tenaz  y  el  agua  penetra  con  dificultad; 
la  superficie  se  pone  resbalosa  como  jabón,  y  los  caminos,  que  pasan  por 
cangagua  en  terreno  inclinado,  son  los  mas  peligrosos  en  tiempo  de  lluvias. 
—  Aunque  la  cangagua  por  lo  regular  es  superficial,  no  faltan  sinembargo 
capas  mas  antiguas  entre  y  debajo  de  las  otras  tobas,  indicando  probable- 
mente unas  largas  épocas  de  tranquilidad  en  los  lugares  respectivos. 

Según  la  composición  mineralógica  y  química  todos  los  materiales  vol- 
cánicos del  Ecuador  alto  pertenecen  al  grupo  de  las  rocas  andesiticos,  que 
traen  su  nombre  precisamente  de  los  Andes,  y  se  caracterizan  por  la  pre- 
sencia de  la  andesina,  una  especie  de  feldespato.  En  los  tiempos  de  Hum- 
boldt  y  de  Boussingault  se  llamaban  todavía  «traquita»,  hasta  que  Abich 
demostró,  que  el  feldespato  (plagioclasa)  de  las  rocas  volcánicas  de  Sud- 
américa  es  otro  que  el  de  las  traquitas  ordinarias,  denominándolo  «andesina». 
Mas  tarde  se  llamó  «andesita»  todas  las  traquitas,  en  que  predomina  la  an- 
desina ó  una  plagioclasa  parecida,  en  lugar  de  la  sanidina,  que  es  el  distin- 
tivo para  las  traquitas  verdaderas.  —  Anteriormente  se  hablaba  también  de 
«basalto»  y  «lavas  basálticas»  en  e)  Ecuador,  apoyándose  en  el  color  oscuro 
y  casi  negro  de  ciertas  rocas.  Aunque  es  cierto,  que  las  traquitas  y 
andesitas   se   distinguen   comunmente   por   colores   mas   claros,    no   faltan 


*)  La  capa  de  cangagua  parece  formarse  con  lentitud,  y  por  esto  se  halla  con  pre- 
ferencia en  el  terreno  volcánico  antiguo;  no  he  visto  que  cubra  las  tobas  volcánicas  muy 
modernas  al  rededor  de  los  volcanes  activos,  p.  ej.  del  Cotopaxi. 


33G  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  VII. 

excepciones,   y  para  las  lavas   negras    del  Ecuador  está   comprobado    que 
pertenecen  á  la  familia  de  la  andesita.*) 

Los  minerales  esenciales,  que  entran  en  la  composición  mineralógica  de 
la  andesita  y  de  sus  lavas  son:  andesina  ú  otra  plagioclasa  análoga,  anftbola, 
augita,  hiperstena,  magnetita,  mica  negra  (biotita)  y  cuarzo.  No  todos  entran  en 
todas  las  variedades,  al  contrario,  estas  distinguimos  según  la  presencia  ó  el 
predominio  de  uno  ú  otro.  Así  se  habla  de  andesitas  anfibólicas,  augíticas,  mi- 
cáceas,  cuarzosas.  £1  primer  mineral,  la  plagioclasa  ó  andesina,  no  falta 
jamas,  lo  mismo  que  la  magnetita,  aunque  á  veces  en  partículas  micro- 
scópicas; la  augita,  anfíbola  y  mica  ó  se  encuentran  á  la  vez,  ó  se  reem- 
plazan mutuamente;  ademas  entra  en  ciertas  variedades  la  hiperstena  en 
lugar  de  la  augita  (andesita  hipersténica).  La  última  clase,  que  llamamos 
andesita  y  lava  cuarzosa  ú  cuarcí/era,  es  la  mas  interesante  para  el  petró- 
grafo,  aunque  no  es  tan  común,  como  las  demás.  —  Entre  los  minerales 
accesorios  de  las  andesitas  se  halla  con  alguna  frecuencia  la  olivina  y  á 
veces  la  sanidina;  en  las  oquedades  y  hendiduras  de  las  rocas  se  han  for- 
mado también  otros  mas  raros,  sea  por  la  segregación  primitiva,  como  la 
tridimita,  sea  por  la  descomposición  posterior,  como  ópalo,  espato  calizo, 
yeso,  pirita  etc.  etc.(85) 

La  distinción  entre  andesitas  y  lavas  andesiticas  es  algo  artificial,  y  no 
se  funda  tanto  en  diferencias  mineralógicas  ó  quimicas,  cuanto  en  el  aspecto 
exterior.  Ambas  son  eruptivas,  ambas  de  naturaleza  volcánica;  pero  con  el 
primer  nombre  se  acostumbra  designar  aquellas  rocas,  que  se  presentan  en 
masas  muy  grandes  (á  veces  montañas  enteras),  con  una  estructura  igual, 
comunmente  porfiroídea,  en  que  los  minerales  constituyentes  llegan  á  un 
tamaño  regular,  y  que  se  considera  como  nacidas  en  la  época  cuaternaria 
ó  terciaria  bajo  condiciones  algo  diferentes  de  las  observadas  en  los  volcanes 
modernos.  Lavas  andesiticas  se  llaman  aquellas  variedades,  que  ocupan 
terrenos  mas  circunscritos,  en  forma  de  corrientes  mas  ó  menos  largas,  ó 
de  cubiertas  de  poco  espesor,  en  directa  conexión  con  volcanes  activos  ó 
extinguidos;  su  estructura  suele  ser  mas  porosa,  microcistalina  y  á  veces 
homogénea  (cuando  á  la  vista  libre  no  se  distingue  ninguno  de  los  mine- 
rales constituyentes,  como  en  la  obsidiana);  para  ellas  la  estructura  esco- 
riácea es  muy  característica,  sobre  todo  en  las  partes  superiores  de  las  cor- 
rientes. Las  lavas  andesiticas  son  productos  volcánicos  de  la  época  geológica 
moderna,  y  las  vemos  salir  de  los  cráteres  en  el  estado  liquido  ó  pastoso, 
para  consolidarse  luego  en  las  faldas  ó  al  pié  de  los  volcanes. 


*)  Las  islas  de  Galápagos,  al  contrario,  so  componen  exclusivamente  de  laras  basál- 
ticas, como  veremos  en  su  lugar. 


EL   TERBENO  VOLCÁNICO.  337 

Nada  se  puede  objetar  contra  el  uso  distintivo  de  los  dos  conceptos 
explicados  en  general,  solo  debemos  advertir,  que  ninguno  de  los  caracteres 
indicados  es  exclusivo  para  una  clase  de  rocas,  ni  la  estructura,  ni  el  yaci- 
miento, ni  la  edad,  y  en  cuanto  a  su  composición  mineralógica  y  química, 
ya  queda  dicho  que  son  idénticas.  En  las  pequeñas  muestras,  que  se  guar- 
dan en  las  colecciones  geológicas,  depende  muchas  veces  únicamente  de  la 
opinión  sujetiva  del  colector,  que  conoce  su  yacimiento  y  proveniencia,  si 
quiere  llamarlas  «andesita»  ó  «lava  andesítica». 

Hay  lavas  muy  modernas,  que  son  tan  macrocrístaltnas  y  claras,  como 
las  andesitas  antiguas,  y  al  revés  se  hallan  entre  las  últimas  unas  varie- 
dades tan  oscuras  y  microcrístalinas ,  como  las  lavas  mas  recientes.  Tam- 
bién se  encuentran  verdaderas  escorias  entre  los  productos  volcánicos  mas 
antiguos  del  pais. 

Estructura  de  los  volcanes. 
En  el  Ecuador  la  distinción  entre  andesitas  y  lavas  es  talvez  mas  difícil, 
que  en  otros  países,  porque  andesitas  típicas  se  hallan  formando  el  esqueleto 
de  verdaderos  volcanes  estratificados  ó  compuestos,  que  mas  tarde  dieron  á 


Flg.  17.    Corle  Ideal  ■)  pot 


luz  lavas  escoriáceas  no  menos  típicas,  y  en  este  caso  aquellas  no  son  mas 
que  las  lavas  antiguas  del  mismo  volcan.  Las  genuinas  traquítas  y  ande- 
sitas constituyen  en  otras  partes  del  mundo  montañas  homogéneas,  que  for- 
man un  solo  macizo  uniforme,  y  que  nunca  han  tenido  un  cráter  en  su 
cúspide;  sus  cúpulas  se  presentan  como  el  efecto  de  una  sola  efusión  gran- 
diosa, con  la  cual  se  cerró  para  siempre  la  comunicación  con  el  interior  de 
la  tierra.  Tales  montañas  de  material  volcánico  se  ha  convenido  en  llamar 
volcanes  homogéneos,  en  oposición  á  los  estratificados  ó  compuestos,  que  son 
el  resultado  de  muchas  erupciones  sucesivas,  acumulándose  alternativamente 
bancos  de  lava  (ó  andesita),  arena  volcánica,  ceniza  etc.,  y  que  manifiestan 
un  cráter  en  su  cúspide,  aunque  á  veces  en  un  estado  ruinoso. 

Si  examinamos  una  cúpula  de  basalto,  traquita,  ó  andesita  (un  volcan 
homogéneo),  encontraremos  en  todas  las  partes  accesibles  á  la  observación 

Wolt,  Eso*dor.  22 


338  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO   VII. 

la  misma  roca,  sin  notables  variaciones  locales,  en  dos  ó  tres  pedazos  tendre- 
mos representado  su  uniforme  desarrollo  petrográfico.  No  sucede  así  con 
los  volcanes  compuestos  de  los  Andes  ecuatorianos:  con  facilidad  colectare- 
mos en  la  falda  de  un  solo  volcan  30  ó  40  variedades,  que  se  distinguen 
por  el  grano,  por  el  color,  por  la  porosidad,  en  fin  por  sus  caracteres  petro- 
gráficos exteriores,  tanto,  que  no  es  posible  derivarlas  todas  de  un  solo  acto 
de  erupción  ó  de  una  masa  andesitica  coherente.  No  conozco  ninguno  de 
nuestros  volcanes  grandes,  en  que  no  se  pudiera  observar  este  fenómeno, 
no  solamente  en  las  lavas  modernas,  sino  también  en  las  andesitas  antiguas 
y  fundamentales  de  ellos.  Si  trepamos  de  sus  bases  á  las  cúspides,  si  los 
rodeamos  en  cualquier  altura,  encontraremos  casi  en  todas  las  crestas  y  en 
los  diferentes  bancos  sobrepuestos,  distintas  variedades  de  andesitas,  separa- 
das á  veces  por  un  espacio  de  pocos  metros.  Esta  me  parece  ser  una 
prueba  clara,  de  que  los  cerros  se  han  edificado  por  erupciones  sucesivas, 
por  la  acumulación  de  muchos  bancos   de  lava  andesitica,  y  no  por  una 

erupción  sola,  que  hubiese  dado  de  una  vez  todo  el  material  enorme  de  que 

f 

se  componen.  A  esta  clase  de  los  volcanes  compuestos  pertenecen  no  sola- 
mente los  activos,  como  el  Cotopaxi,  el  Tunguragua,  el  Sangay,  sino  tam- 
bién los  extinguidos,  que  en  su  mayor  parte  conservan  todavía  sus  cráteres 
ó  calderas,  como  el  Altar,  el  Carihuairazo,  el  Rumiñahui,  el  Antisana  y  tantos 
otros,  ó  en  que  ya  no  se  dejan  distinguir  las  formas  exteriores  del  cráter, 
como  en  el  Chimborazo,  en  el  Iliniza,  en  el  Cayambe  etc.  Acusaría  una 
gran  ignorancia  en  materia  de  geología,  negar  al  Chimborazo,  por  ejemplo, 
la  naturaleza  volcánica,  porque  en  la  actualidad  no  ostenta  un  cráter  abierto; 
se  compone  de  las  mismas  andesitas  y  lavas  andesiticas,  como  el  Cotopaxi, 
el  Antisana  y  otros,  y  en  su  base  oriental  no  faltan  corrientes  de  lava 
escoriácea  bastante  modernas.  El  cráter  ó  está  lleno  de  nieve  ó  se  ha 
destruido  de  otro  modo,  por  derrumbos  y  descomposición  de  las  rocas  que  lo 
habian  formado.  No  hay  motivo  ninguno  de  suponer  para  este  cerro  otro  modo 
de  formación ,  que  para  los  domas  de  la  misma  composición  y  estructura. 

Como  anticuadas  podemos  considerar  las  opiniones  fundadas  en  estudios 
superficiales,  de  que  las  montañas  andesiticas  del  Ecuador  sean  homogéneas 
y  cerradas,  como  las  cúpulas  traquiticas  («domes»)  de  la  Auvernia  en  Fran- 
cia, ó  de  los  cerros  Euganeos  en  la  Italia  superior,  y  de  que  sus  volcanes 
modernos  no  arrojen  corrientes  de  lava,  sino  tan  solo  materiales  de  tritura- 
ción (bombas,  arena,  ceniza),  vapores  acuosos  y  gases.  Un  estudio  detenido 
saca  resultados  muy  distintos. 

No  quiero  negar,  que  en  el  Ecuador  falten  por  completo  los  volcanes 
«homogéneos»,  al  contrario  me  inclino  á  tomar  por  tales  algunas  montañas 
pequeñas,  como,  por  ejemplo,  el  cerro  de  Cojitambo,  que  cerca  de  Azogues 


EL   TERRENO  VOLCÁNICO.  339 

se  levanta  aislado  de  la  arenisca  cretácea,  formando  un  macizo  bastante 
homogéneo  de  andesita  antibélica,  igualmente  el  cerro  tendido  entre  Udu- 
shapa  y  Ofía,  que  es  un  macizo  de  andesita  cuarcífera.  Sinembargo,  nuestros 
cerros  principales,  y  precisamente  las  cúpulas  y  «domos  campaniformes»,  en 
que  Humboldt  fundó  su  hipótesis  de  levantamiento,  como  el  Chimborazo,  el 
Cayambe  etc.  son  volcanes  compuestos,  acumulados  sucesivamente,  y  no 
levantados  de  un  golpe,  sea  en  estado  pastoso,  sea  en  estado  ya  consolidado. 
Después  de  la  gran  erupción  del  Cotopaxi  el  26  de  junio  de  1877  dediqué 
algunas  semanas  al  estudio  de  este  volcan.*)  Las  muchas  quebradas  y 
«huaicos»,  que  en  todo  su  contorno  forman  abras  profundas  y  un  sinnúmero 
de  cortes  verticales,  á  veces  de  mas  de  100  metros  de  altura,  ofrecen  una 
ocasión  excelente  para  estudiar  la  estructura  del  volcan.  Esta  es  sencilla  ó 
complicada,  según  el  punto  de  vista,  de  que  queramos  considerarla.  Es 
sencilla,  componiéndose  todo  el  cerro  en  todos  los  lugares  accesibles  á  la 
observación,  exclusivamente  de  los  mismos  y  semejantes  materiales,  que 
^también  han  sido  los  productos  de  las  erupciones  históricas;  del  otro  lado 
es  complicada,  presentándose  dichos  materiales  infinitamente  variados  en  su 
desarrollo  ñsico  y  en  su  yacimiento,  ó  en  sus  relaciones  estratigráficas,  desde 
la  arena  pumicea  mas  fina  hasta  la  andesita  mas  compacta,  desde  las  capas 
delgadísimas  de  ceniza  hasta  los  gruesos  bancos  de  andesita  y  corrientes  de 
lava.  Precisamente  durante  esa  erupción  de  1877  las  inmensas  avenidas 
acuosas,  que  se  precipitaron  por  las  quebradas,  lavaron  bien  las  altas  paredes 
de  ellas,  preparando  de  este  modo  para  el  observador  unos  perfiles  muy 
hermosos  é  instructivos  en  la  escala  mas  grande.  Por  mas  profundas  que 
sean  estas  quebradas,  no  se  descubren  jamas,  ni  aun  en  su  fondo,  aquellas 
masas  grandes  y  homogéneas  de  andesita,  cuales  supone  la  teoría  del  «le- 
vantamiento de  las  montañas  andesiticas».  El  material  compacto  y  coherente 
del  Cotopaxi  consta  solo  de  bancos  de  lava  de  potencia  variable,  los  que 
siempre  manifiestan  en  su  superficie  las  señales  evidentes  de  haberse  encon- 
trado en  estado  de  liquidez  y  de  haberse  consolidado  en  su  sitio  actual,  en 
otra  palabra,  de  no  ser  sino  verdaderas  corrientes  de  lava,  que  mas  tarde 
fueron  cubiertas  y  enterradas  por  productos  volcánicos  mas  modernos.  Estos 
bancos  suelen  ser  en  la  superficie  de  una  textura  porosa  y  escoriácea,  que 
pasa  poco  á  poco  hacia  abajo  á  la  compacta  y  mas  cristalina;  en  donde 
falta  la  cubierta  de  escorias,  se  hallan  los  indicios  de  una  destrucción  posterior 
de  ella.  El  espesor  de  los  bancos  se  acomoda  al  declive  del  terreno  y  al 
grado  primitivo  de  liquidez  de  la  lava. 


*)  «Memoria  sobre  el  Cotopaxi  y  su  última  erupción»;  con  una  lámina  y  una  carta 
topográfica  (Guayaquil  1878). 

22* 


340  GEOLOGÍA.    —    CAPÍTULO  VII. 

Rara  vez  se  siguen  dos  ó  tres  bancos  de  lava  inmediatamente  uno  sobre 
otro,  antes  suelen  alternar  con  algunas  capas  de  materiales  eruptivos  sueltos. 
Estos  son  bastante  variados,  constando  ora  de  grandes  terrones  y  trozos  de 
lava  escoriácea,  ora  de  blanquísima  arena  pumicea,  ora  de  erapilli»  mas 
oscuros,  ora  de  ceniza  volcánica  convertida  en  toba,  ora  de  una  mezcla  con- 
fusa de  todas  estas  sustancias.  Hay  ocasiones,  que  se  encuentran  capas 
intercaladas  comunmente  irregulares  de  escombros,  que  encierran  pedazos 
angulosos  de  lava  de  toda  clase  y  tamaño.  Tales  capas  son  el  resultado 
de  derrumbamientos  y  de  avenidas  acuosas  durante  las  erupciones  antiguas, 
y  quiso  la  suerte  que  precisamente  en  la  espantosa  catástrofe  del  26  de 
Junio  de  1877,  se  pudiese  observar  en  grande  escala  la  formación  y  acu- 
mulación de  tales  escombros.  También  en  los  materiales  sueltos,  los  que 
alternando  con  las  lavas  compactas  componen  la  mole  del  Cotopaxi,  se  vé 
claramente,  como  su  yacimiento  siempre  se  conforma  al  talud  y  á  la  con- 
figuración del  terreno  en  que  se  han  despositado.  Los  pocos  casos  excepcio- 
nales, en  que  las  capas  de  toba  y  los  bancos  de  lava  no  se  presentan  en  sil 
posición  primitiva,  sino  con  mayor  inclinación  ó  como  levantados  vertical- 
mente,  dejan  explicarse  fácilmente  por  unos  derrumbos  locales,  como  suelen 
acontecer  durante  todas  las  erupciones  y  son  ocasionados  con  mas  frecuencia 
por  la  erosión  del  agua  en  las  quebradas,  sobre  todo  debajo  de  la  linea  de 
la  nieve  perpetua.  No  se  encuentra  ningún  vestigio  y  ninguna  prueba  de  un 
levantamiento  del  Cotopaxi  ó  de  algunas  partes  de  él  en  el  estado  ya  consoli- 
dado. Con  mucha  razón  desaparecen  mas  y  mas  de  los  libros  modernos  de 
geología  los  «cráteres  y  volcanes  de  levantamiento»,  que  se  han  buscado 
por  algún  tiempo  en  todas  las  regiones  volcánicas.  Por  las  innumerables  y 
muy  exactas  observaciones,  que  los  geólogos  de  nuestra  edad  hacen  en  todas 
las  partes  del  mundo,  nos  vemos  precisados  á  restringir  á  limites  muy 
estrechos  los  levantamientos  de  partes  sólidas  de  la  costra  terrestre  por  las 
fuerzas  volcánicas,  y  á  atribuir  á  la  mayoría  de  los  voléanos  un  origen  mas 
sencillo,  á  saber  por  una  simple  acumulación  de  los  materiales  arrojados  ya 
líquidos,  ya  sólidos ,  al  rededor  de  la  boca  del  canal  que  conduce  al  foco  vol- 
cánico, ó  del  cráter,  en  términos  mas  cortos:  por  grandes  y  repetidas  erupciones 
en  él  trascurso  de  los  siglos. 

La  hipótesis  de  Mr.  Boussingault,  que  quiere  explicar  la  formación  de 
los  volcanes  ecuatorianos  por  un  levantamiento  de  aenormes  fragmentos 
angulares  amontonados  confusamente»*),  no  encuentra  en  el  Cotopaxi  ningún 


*)  Mr.  Boussingault  necesitaba  de  esta  hipótesis  para  tener  un  fundamento  de  la 
otra,  que  establece  respecto  al  origen  de  los  terremotos.  «Paréceme  que  la  mayor  parte 
de  los  terremotos  tiene  su  origen  en  los  derrumbamientos  subterráneos  de  las  montañas, 


EL   TERRENO    VOLCÁNICO.  341 

apoyo,  sino  mas  bien  su  refutación  directa,  y  me  atrevo  á  afirmar,  que  lo 
mismo  se  podría  demostrar  tratándose  de  los  demás  volcanes  activos  y 
extinguidos  del  Ecuador,  pues  los  conozco  casi  todos.  Sea  lo  que  fuere  del 
levantamiento  de  la  Cordillera  andina  en  general,  él  no  toca  á  los  altos 
volcanes  que  la  coronan,  y  éstos  en  un  tiempo  posterior  no  so  han  levantado 
sino  acumulado  sobre  ella. 

íntimamente  enlazado  con  la  hipótesis  de  Boussingault  y,  según  parece, 
nacido  de  ella,  anda  otro  error,  sostenido  con  mas  porfía  por  este  mismo 
viajero,  y  es  el  que  los  volcanes  andinos  nunca  hubiesen  arrojado  lava  ver- 
dadera ó  corrientes  de  lava  ígneo -fluida.*)  También  este  error  encuentra 
su  refutación  directa  en  el  Cotopaxi.  —  Ya  queda  dicho,  que  los  bancos  de 
lava,  cuyos  cortes  verticales  se  presentan  en  las  laderas  de  las  quebradas 
entre  las  capas  de  toba,  no  son  sino  antiguas  corrientes  de  lava;  pero  ahora, 
dejando  estas  aparte,  hablaremos  solamente  de  las  corrientes  superficiales 
de  un  aspecto  muy  fresco  y  en  parte  de  un  origen  histórico,  que  en  todo 
el  contorno  del  Cotopaxi  se  hallan  en  sus  faldas  y  en  su  base  ancha.  Su 
número  pasa  de  20,  si  también  se  toman  en  cuenta  las  que  ya  se  han  cu- 
bierto en  su  parte  superior  de  escombros  y  en  la  inferior  de  una  escasa 
vegetación.  Dice  el  señor  Reiss:  «Todas  estas  corrientes  de  lava  son  de 
una  naturaleza  tan  igual,  que  la  descripción  de  una  deja  trasladarse  á  todas 
las  demás,  añadiendo  algunas  diferencias  insignificantes  relacionadas  con  las 
del  terreno.»     La  gran  corriente,  que  se  ramifica   encima  del  Manzana-y 


es  decir  en  el  hundimiento  interior  de  la  Cordillera  de  los  Andes,  el  cual  es  consecuencia 
natural  de  su  levantamiento,  que,  según  yo  lo  concibo,  no  se  efectuó  estando  fundidas  ó 
semiderretidas  las  materias  que  la  constituyen,  pues  por  el  contrario  todo  hace  creer  que 
este  levantamiento  no  sucedió  sino  cuando  ya  las  rocas  estaban  sólidas,  porque  la  masa 
traquítica  que  forma  cerca  del  Ecuador  la  base  de  las  cordilleras,  se  compone  de  enormes 
fragmentos  angulares  amontonados  confusamente.»  Viajes  científicos  á  los  Andes  ecua- 
toriales, por  M.  Boussingault,  traducidos  por  I.  Acosta  (Paris  1849),  pág.  56. 

*)  «En  algunos  puntos,  como  en  el  Tunguragua,  esta  roca  (la  traquita)  partió  y 
levantó  los  lechos  de  esquisto  arcilloso  al  salir  á  la  superficie  de  la  tierra  en  un  estado 
fragmentario,  impelida  por  las  fuerzas  subterráneas,  en  otras  obró  del  mismo  modo  que- 
brantando el  mica-esquisto  cuarzoso,  como  en  el  Antisana,  pero  en  ninguna  se  halla  la 
roca  eruptiva  derramada  sobre  la  roca  superficial,  como  habría  acontecido  y  actualmente 
sucede  cuando  aquella  ha  salido  en  un  estado  blando».  Mr.  Boussingault,  en  el  lugar 
citado. 

Es  casi  incomprensible,  cómo  este  ilustre  viajero  pudo  desconocer  completamente 
la  naturaleza  de  las  hermosas  corrientes  de  lava  en  el  Tunguragua  y  Antisana,  que  son 
de  las  mas  típicas  en  el  mundo  y  ya  reconocidas  como  tales  por  Humboldt.  Pero  sabido 
es,  que  á  veces  una  preocupación,  una  idea  errónea  absorven  tanto  toda  la  atención  de 
los  observadores,  aun  de  los  mas  célebres,  que  en  todos  los  fenómenos  buscan  argu- 
mentos en  pro  de  su  hipótesis,  y  así  sufre  la  objectividad  pura  de  la  observación.  ¿Quién 
no  comprende,  que  la  existencia  de  corrientes  de  lava,  nuevas  y  antiguas,  en  nuestros 
volcanes,  debia  ser  peligrosa  á  las  hipótesis  de  Boussingault? 


342  GEOLOGÍA.  —   CAPÍTULO   VII. 

Puca-huaieo  fué  descrita  con  exactitud  por  el  citado  observador  y  la  atribuye 
con  mucha  probabilidad  á  la  erupción  del  año  de  1853.  Ella  le  sirvió  de 
camino  en  su  ascensión  al  Cotopaxi  hasta  la  cercanía  del  cráter.  No  todas  las 
corrientes  llegan  hacia  arriba  á  una  altura  tan  grande;  por  lo  común  parecen 
nacer  al  pié  del  cono,  ó  no  muy  arriba  de  los  limites  de  la  nieve,  en  donde 
el  declive  de  la  montaña  comienza  á  suavizarse.  Digo  que  lo  parecen,  pues 
algunas,  de  ellas  se  pierden  en  su  parte  superior  paulatinamente  debajo  de 
espesas  capas  de  arena  y  ceniza  y  finalmente  debajo  del  grueso  manto  de 
nieve;  en  este  caso  es  muy  probable,  que  la  cuchilla  ó  loma  nevada,  que 
se  extiende  como  la  continuación  directa  de  la  corriente  hacia  las  partes 
superiores  del  cerro,  no  es  otra  cosa  que  la  misma  corriente  de  lava  cubierta. 
Pero  aun  en  el  caso  de  que  una  corriente  parece  nacer  como  de  súbito  de 
una  acumulación  abultada  en  la  ladera  ó  en  la  base  del  volcan,  no  por  esto 
podemos  tomarla  por  efecto  de  una  erupción  lateral,  sin  las  pruebas  mas 
evidentes  de  un  cráter  lateral,  y  creo  al  contrario,  que  todas  esas  corrientes 
han  tomado  su  salida  por  el  cráter  principal  y  grande,  que  el  Cotopaxi  tiene 
en  su  cúspide.  El  señor  doctor  Stübel  ha  comprobado  con  argumentos  irre- 
cusables, que  la  grande  corriente  de  lava,  que  hacia  ñnes  del  siglo  pasado 
salió  al  parecer  de  la  base  del  Tunguragua,  tuvo  en  realidad  su  origen  en 
el  cráter  de  la  cumbre  de  este  volcan,  que  la  lava  ignea  se  precipitó  por  sus 
empinadas  faldas,  dejando  en  tal  cual  punto  algunos  trozos,  y  que  solamente  en 
la  profundidad  se  abultó  y  se  encaminó  lentamente,  formando  de  tal  manera 
aquella  larga  y  ancha  valla,  que  hoy  se  llama  « Juivi  grande».*)  Una  opinión 
igual  manifiesta  el  mismo  observador  respecto  á  la  corriente  de  1853,  que 
parece  principiar  debajo  de  la  cúspide  del  Cotopaxi.  En  mi  viaje  y  ascensión 
al  Cotopaxi,  después  de  una  de  sus  mas  formidables  erupciones,  he  visto 
cosas,  que  confirman  de  un  modo  espléndido  la  opinión  del  doctor  Stübel  y 
me  inclinan  á  extender  la  misma  explicación  á  la  mayoria  de  los  casos,  en 
que  las  corrientes  de  lava  en  los  volcanes  muy  empinados,  y  particularmente 
en  el  Cotopaxi,  parecen  nacer  en  la  media  altura  ó  en  la  base  del  cerro. 

Las  corrientes  de  lava  frescas,  que  en  sus  laderas  tajadas  y  en  su  super- 
ficie están  cubiertas  de  grandes  é  irregulares  trozos  de  lava  escoriácea,  se 
llaman  en  el  lenguaje  del  pueblo  de  la  sierra  «reventazones»,  y  con  mas 
frecuencia  «volcanes»,  y  reciben  su  nombre  propio  por  lo  regular  de  los 
huaicos  y  quebradas,  por  las  cuales  ó  entre  las  cuales  descienden  del  cerro. 
Así    tenemos    en   el    Cotopaxi    un   Yanasache- volcan,    Tauripamba- volcan, 


*)  Durante  la  erupción  del  Tunguragua  en  1881»  se  formaron  del  mismo  modo 
explicado,  algunas  corrientes  de  lava  muy  grandes  al  pié  del  cerro,  después  de  haberse 
precipitado  del  cráter,  casi  sin  dejar  rastro  en  las  faldas  superiores. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  343 

Chirimachay-volcan,  Hornohuaico-volcan  etc.  Una  de  las  mas  hermosas  é  in- 
structivas es  sin  duda  la  corriente  de  Yanasache,  que  según  su  aspecto  muy 
fresco  parece  datar  de  los  tiempos  históricos,  aunque  no  me  ha  sido  posible 
averiguar  el  tiempo  cierto  de  su  formación.  En  todo  se  parece  á  la  cor- 
riente de  Manzanahuaico,  descrita  por  el  señor  Reiss,  pero  no  se  extiende 
hacia  arriba  á  tanta  altura,  sino  tan  solo  hasta  el  limite  de  la  nieve  (4680  me- 
tros), en  donde  se  oculta  debajo  de  ceniza  y  arena.  En  su  término  inferior 
(4070  metros),  donde  se  ensancha  mucho  y  se  bifurca,  la  han  destrozado  y 
destruido  las  últimas  avenidas  de  agua  y  lodo.  Otro  tanto  sucedió  con  las 
demás  corrientes  situadas  en  quebradas  hondas;  abiertas  sus  entrañas  mani- 
fiestan componerse,  debajo  de  una  costra  glebosa  y  escoriácea,  de  andesita 
compacta  y  mas  cristalina,  que  no  rara  vez  se  halla  dividida  en  prismas 
gruesos  y  pilares  poligonales  (fragmentación  prismática).  El  «Yanasache- 
volcan»  descansa  sobre  una  corriente  mas  antigua  y  mucho  mas  grande, 
que  para  mejor  decir  debería  llamarse  un  dilatado  campo  ó  lago  de  lava, 
que  ciñe  la  llanura  de  Limpiopungo  hacia  el  Cotopaxi  y  se  extiende  al  SO, 
hasta  muy  cerca  del  Millihuaico.  Pero  esta  lava  se  deriva  sin  duda  de  una 
erupción  prehistórica,  puesto  que  la  superficie  está  muy  descompuesta  y  cu- 
bierta de  vejetacion  graminea  en  sus  partes  inferiores  y  de  arenales  gruesos 
en  las  superiores.  —  Las  corrientes  modernas  y  frescas  son  tan  caracteri- 
zadas y  de  un  desarrollo  tan  típico,  que  no  es  preciso  ser  geólogo  para  re- 
conocerlas con  facilidad.  Generalmente  bajan  por  una  de  las  quebradas 
hondas  ó  forman  lomas  sumamente  ásperas  entredós  quebradas  vecinas;  se 
extienden  en  sentido  longitudinal  ya  mas  ya  menos  largas  por  los  arenales 
suavemente  inclinados  á  la  base  del  volcan,  según  la  pasta  de  la  lava  era 
mas  liquida  ó  mas  espesa. 

No  puede  ser  mi  intención  hablar  de  todas  las  corrientes  de  lava  en 
particular,  lo  dicho  bastará  para  demostrar,  cual  sea  la  parte  que  ellas  toman 
en  la  constitución  geognóstica  del  Cotopaxi.  En  mi  Memoria  ya  citada,  de 
que  he  tomado  estos  apuntes,  describí  también  las  corrientes  mas  recientes, 
que  en  1877  bajaron  del  cráter  por  las  faldas  del  volcan  y  que  pude  ob- 
servar todavía  en  su  estado  caliente. 

He  elejido  por  ejemplo  el  Cotopaxi,  pero  del  mismo  modo  podía  demos- 
trar numerosas  comentes  de  lava  moderna  en  los  alrededores  del  Antisana, 
en  que  se  halla  entre  otras  la  célebre  a  reventazón  de  Antisanilla»  ó  corriente 
de  Pinantura;  ó  al  pié  del  Tunguragua.  Ahora  bien,  el  mismo  fenómeno  de 
corrientes  de  lava  escoriácea  observamos  do  igual  modo  en  las  cúspides,  en 
las  faldas,  y  á  los  pies  de  los  volcanes  extinguidos,  con  la  sola  diferencia 
de  que  en  ellos  se  hallan  mas  ocultas,  sea  por  la  vegetación  que  cubre  su 
superficie  descompuesta,  sea  por  los  estratos  de  las  tobas  volcánicas,  que 


344  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  TIL 

la*  taparon  posteriormente.  Y  no  solamente  en  las  inmediaciones  de  los 
cerro**,  sino  á  grandes  distancias  de  ellos,  y  en  medio  de  las  hoyas  interan- 
dinas, encontramos  en  abundancia  tales  erupciones  de  lava  escoriácea,  inter- 
caladas entre  las  tobas  en  bancos  á  veces  muy  gruesos,  como  también  la 
lava  de  Antisanilla  hizo  en  el  siglo  pasado  su  erupción  muy  lejos  del  An- 
t i  sana.  Para  alegar  ejemplos,  debería  citar  todo  el  país  interandino  en  cuanto 
es  volcánico,  pues  apenas  habrá  un  valle  ó  un  quebrada  algo  honda  con 
un  alto  perfil  de  tobas,  en  que  no  se  pudiese  reconocer  uno  ó  algunos  bancos 
de  lava,  y  esto  desde  los  estratos  mas  hondos  y  antiguos  hasta  los  mas 
modernos.  Asi  en  el  valle  del  rio  Chota,  en  el  del  Taguando  cerca  del 
Yaguar -cocha,  en  el  del  río  Pisque  y  del  río  de  GuaUabamba.  El  cerro 
Haló  no  es  mas  que  una  acumulación  de  lavas  escoriáceas,  ó  el  producto 
de  una  serie  de  corrientes  de  lava,  sobrepuestas  una  á  otra.  La  carretera 
del  Sur  presenta  muchísimos  ejemplos;  recuerdo  solo  los  hermosos  cortes  en 
las  corrientes  de  lava  cerca  de  Mocha  y  por  los  páramos  del  Ghimborazo. 
Desde  el  pié  del  último  y  principiando  cerca  de  la  hacienda  de  Chuquipo- 
quio,  baja  una  corriente  inmensa  por  San  Andrés  hasta  el  pueblo  de  Guano, 
otras  iguales  siguen  mas  al  Sur.  Y  asi  resulta,  que  todo  el  país  desde  el 
Cúmbal  y  Chiles  hasta  el  Azuay  no  es  mas  que  un  tnixtum  compositum  de 
capas  alternativas  de  lavas,  andesitas  y  tobas,  predominando  las  primeras 
en  los  cerros  y  sus  alrededores,  como  es  natural,  y  las  últimas  en  los  es- 
pacios intermedios. 

I^as  observaciones  que  hizo  Mr.  Whymper  en  las  cúspides  del  Chimborazo, 
Antisana,  Cayambe,  Cotacachi  y  otros  cerros  altos,  que  antes  de  él  nadie 
había  subido,  destruyen  completamente  la  antigua  hipótesis  del  levantamiento 
de  las  andesitas  y  de  las  enormes  masas  «homogéneas»  de  nuestros  cerros.*) 
Así,  por  ejemplo,  encontró  la  cúspide  del  Chimborazo  compuesta  de  las 
mismas  capas  alternativas  de  andesitas  compactas  y  lavas  escoriáceas,  como 
las  describí  del  Cotopaxi,  y  hasta  en  los  dibujos  y  láminas,  que  adornan  su 
obra,  se  reconoce  esos  bancos  y  la  naturaleza  de  un  volcan  compuesto.  La 
muestra,  que  recojió  en  el  peñasco  mas  alto  descubierto  de  nieve,  en  la  al- 
tura de  5920  metros,  es  una  ulava  escoriácea».  El  aspecto  de  los  últimos 
peñascos,  que  se  hallan  debajo  de  la  cúspide,  y  que  salen  de  la  helera  como 
arrecifes,  describe  de  este  modo:  «La  frente  de  estos  precipicios  presenta  un 
gran  número  de  fajas  paralelas  (casi  horizontales  en  la  serie  inferior  de  las 
rocas,  y  torcidas  en  la  superior)  que  tienen  colores  vivos,  y  en  las  raras 

*)  Edward  Whymper,  Travels  amongst  the  great  Andes  of  thc  Equator  (London 
1HÍI2).  -  Las  muestras  geognósticas  colectadas  por  Mr.  Whymper  fueron  determinadas 
y  descritas  por  el  profesor  T.  G.  Bonney  (en  una  serie  de  artículos,  en  Proceedings 
of  the  Koyal  Soe,   1884). 


EL    TERBENO    VOLCÁNICO.  345 

ocasiones,  en  que  los  arrecifes  son  iluminados  por  el  sol,  ofrecen  una  vista 
alegre  y  atractiva.  Los  supremos  estratos  de  la  serie  superior  son  negros, 
alternando  con  fajas  cenicientas,  do  un  color  gris-claro  pasando  al  rojo  os- 
curo; después  negros  cambiándose  enlistas  amarillas;  de  nuevo  cenicientas 
con  transición  al  rojo  oscuro;  y  á  la  base  grises,  alternando  con  estratos 
delgados  de  varios  colores  demasiado  numerosos  para  recapitularlos.  La 
serie  del  arrecife  inferior  comienza  arriba  con  un  banco  gris-rojizo  tan  espeso 
que  llega  hasta  la  mitad  de  la  pared;  entonces  viene  un  estrato  ceniciento, 
seguido  de  una  faja  negra  y  otras  coloradas;  finalmente  termina  en  la  base 
con  una  capa  de  unos  200  pies  de  espesor  y  de  un  color  rojo  oscuro. 

a  Con  excepción  de  las  rocas  Ínfimas  de  la  serie  inferior,  es  imposible 
procurarse  muestras  de  estos  estratos  in  situ,  siendo  las  paredes  casi  ver- 
ticales, pero  se  puede  conseguir  las  de  todas  esas  capas  de  la  serie  superior 
(arrancadas  durante  las  caídas  de  hielo)  en  la  superficie  de  la  ,helera  de 
Débris',  y  se  encuentra  que  son  exclusivamente  productos  volcánicos,  princi- 
palmente lavas  andesíticas.  Entre  estos  fragmentos  sobre  la  helera  encontré 
azufre  nativo»  (1.  c.  pág.  338). 

Un  poco  mas  arriba  dice  Mr.  Whymper:  «De  los  volcanes  extinguidos, 
el  Cayambe,  el  Antisana  y  el  Chimborazo  son  los  mas  importantes.  Hay 
corrientes  de  lava  sobre  los  flancos  de  todas  tres  montañas,  y  no  puedo  dudar 
de  que  tenían  cráteres  de  un  considerable  tamaño,  aunque  ahora  no  son 
visibles»  etc.  Aquí  hace  la  anotación  siguiente:  «En  la  cuestión  de  las 
corrientes  de  lava  difiero  de  Boussingault,  quien  afirma,  que  no  se  puede 
ver  ninguna  en  los  volcanes  de  la  America  tropical»;  y  después  de  citar 
las  palabras  de  él*),  agrega:  «Difícilmente  puedo  comprender  esto,  habiendo 
visitado  Boussingault  el  Cotopaxi  y  la  hacienda  de  Antisana.» 

Pero  basta  de  polémica;  con  excepción  del  señor  Karsten(86)  apenas  habrá 
un  geólogo  moderno,  que  después  de  visitar  y  estudiar  los  volcanes  del 
Ecuador,  les  niegue  las  corrientes  de  lava,  antiguas  é  históricas. 

Actividad  de  los  volcanes. 

De  lo  que  hemos  dicho  de  la  estructura  del  terreno  volcánico  en  su 
totalidad  y  en  cada  cerro  particular,  podemos  deducir,  que  la  actividad  de 
los  volcanes  en  todos  los  tiempos,  desde  la  época  de  su  primer  nacimiento, 


*)  «La  masse  du  Chimborazo  est  forméc  par  l'accumulaüon  de  débris  trachytiques, 
amonedes  sans  aueun  ordre.  Ces  fragmens  trachytiques,  d'un  volume  souvent  enorme, 
ont  oté  soulevés  á  Tétat  solide;  leurs  angles  sont  toujours  tranchans;  ríen  n'indique  qu'il 
y  ait  en  fusión  ou  méme  un  simple  état  de  mollesse.  Nulle  part,  datis  aucunc  des  vol- 
caría de  Téqtuiteur,  on  ri observe  ricn  qui  puisse  faire  présumer  une  coulée  de  laves,»  —  An 
nales  de  Chimie  et  de  Physique,  t.  58,  2*  ser.,  pág.  175  (París  1835). 


346  GEOLOGÍA.   —    CAPÍTULO   VII. 

habrá  sido  en  el  fondo  igual.  La  única  diferencia  que  podemos  admitir, 
consiste  en  que  al  principio  las  corrientes  y  bancos  de  lava  (andesita)  pa- 
recen haberse  formado  en  mayor  escala  y  con  mas  potencia,  mientras  que 
después  y  en  nuestros  días  predomina  en  las  erupciones  la  eyección  de 
materiales  fracturados. 

Vuelvo  á  advertir,  que  la  diferencia  entre  lava  y  andesita  es  mas  bien 
aparente  que  real,  y  si  la  última  se  presenta  con  una  estructura  mas  crista- 
lina (casi  «holocristalina»),  esto  puede  provenir  de  diferentes  causas.  Habién- 
dose verificado  la  efusión  de  la  andesita  antigua  en  masas  mas  considerables, 
el  enfriamiento  sucedió  mas  despacio,  y  pudieron  formarse  cristales  mas 
grandes  en  el  magma  liquido  ó  pastoso.  Asi  observamos  también  en  las 
corrientes  mas  modernas,  que  la  textura  de  la  lava  es  mucho  mas  cristalina 
y  compacta  en  el  centro,  ó  en  las  capas  inferiores,  que  en  la  superficie  es- 
coriácea y  porosa,  enfriada  con  rapidez.  No  debemos  olvidar,  que  las  an- 
tiguas corrientes  de  andesita  rara  vez  podemos  observar  en  su  estado  primitivo 
y  en  toda  su  extensión.  Hay  casos  en  que  se  ha  conservado  la  superficie, 
y  entonces  es  escoriácea,  como  la  lava  moderna*);  pero  por  lo  regular  los 
bancos  potentes,  que  encontramos  en  las  crestas  de  los  cerros,  ó  en  las 
laderas  de  las  quebradas,  nos  presentan  solo  las  partes  interiores  y  por  esto 
mas  cristalinas  de  las  corrientes  antiguas ;  las  exteriores  ó  quedan  ocultas  de- 
bajo las  tobas,  ó  fueron  destruidas  por  la  descomposición  química  y  mecánica 
por  el  influjo  de  los  atmosferilios,  como  sucede  en  las  cúspides  de  los  cerros. 

Después  de  haber  estudiado  la  gran  erupción  del  Cotopaxi  en  1877  en 
todos  sus  fenómenos  y  fases,  recapitulé  mis  observaciones  en  las  palabras 
siguientes:  «Esta  erupción  coloca  el  Cotopaxi  en  la  lista  de  los  volcanes  or- 
dinarios, con  una  actividad,  aunque  grandiosa,  pero  en  el  fondo  muy  sen- 
cilla: erupción  de  arena  y  ceniza,  efusión  de  lava  ignea,  repetidas  erupciones 
de  ceniza,  y  finalmente,  exhalación  mas  enérgica  de  gases  volcánicos  ¡hé 
aqui  todo  lo  esencial!  Las  avenidas  acuosas  son  un  fenómeno  secundario, 
en  consecuencia  del  derrame  de  la  lava  sobre  masas  de  hielo  y  nieve».  (Mi 
Memoria  citada,  pág.  48.)  Esta  es  la  historia  sucinta  no  solamente  de  aquella 
erupción  memorable  del  Cotopaxi,  sino  también  la  de  todas  las  demás  erup- 
ciones del  mismo  y  de  los  otros  volcanes  del  pais,  desde  la  épcoca  cuater- 
naria hasta  nuestros  dias.  El  Sangay  lo  enseña  todos  los  dias;  el  Tungu- 
ragua  lo  ha  comprobado  con  su  erupción  formidable  de  1886  y  las  sub- 
siguientes, que  en  todo  eran  parecidas  á  las  del  Cotopaxi;  un  examen  crítico 


*)  Las  muy  antiguas  y  muy  cristalinas  andesitas  cuarzosas  de  Achupallas  y  Huaira- 
pungo,  cerca  de  Antisanilla,  que  tienen  la  textura  macro-porfiroídea  y  son  andesitas  tí- 
picas, pasan,  no  obstante,  en  la  superficie  de  los  bancos  á  verdaderas  escorias. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  347 

de  las  relaciones  históricas  sobre  las  erupciones  de  los  últimos  tres  siglos 
demuestra  lo  mismo,  y  el  resto  nos  dice  el  estudio  geognóstico  del  pais  y 
de  sus  volcanes  apagados. 

Los  actos  de  una  erupción  no  se  siguen  siempre  eri  el  mismo  orden  y 
hay  veces,  que  uno  ú  otro  falta  completamente.  Asi  puede  suceder,  que  se 
verifica  solamente  una  efusión  copiosa  de  lava,  sin  el  aparato  formidable  de 
las  eyecciones  de  bombas,  arena  y  ceniza.  Este  caso  es  raro  en  nuestra 
época,  pero  me  parece  haber  sucedido  en  la  formación  de  la  gran  corriente 
de  lava  de  Pinantura,  á  mediados  del  siglo  pasado.  Mas  frecuente  es  el 
caso  contrario,  de  que  un  volcan  arroje  una  gran  cantidad  de  materiales 
triturados,  vapores  y  gases,  sin  que  efluya  la  lava  en  corrientes  continuas, 
especialmente  cuando  la  erupción  se  verifica  por  el  cráter  central  en  la 
cúspide. 

No  puede  ser  el  objeto  de  este  libro,  describir  minuciosamente  los  dife- 
rentes actos  de  las  erupciones,  su  mecanismo,  sus  efectos,  y  la  variedad  de 
sus  productos;  debo  remitir  al  lector  á  tratados  especiales  sobre  volcano- 
logia,  y  á  las  Memorias  que  se  han  publicado  sobre  las  erupciones  de  nues- 
tros volcanes.*)  Pero  no  puedo  prescindir  de  tocar  algunos  puntos  contro- 
versos,  que  por  mucho  tiempo  dieron  á  los  volcanes  ecuatorianos  una  apa- 
riencia de  extraordinario  y  excepcional. 

Ya  queda  refutada  la  aserción,  de  que  no  se  encuentren  corrientes  de 
lava  en  los  volcanes  ecuatorianos.  —  Otra  preocupación  cundió  entre  los 
geólogos  por  la  autoridad  de  Humboldt,  es  decir,  que  estos  mismos  volcanes 
no  exhalaran  cloro  ni  ácido-  clorhídrico,  sino  en  su  lugar  grandes  cantidades 
de  ácido  carbónico,  y  comunmente  algo  de  ácido  hidrosulfúrico  y  sulfuroso. 
Boussingault  afirma  lo  mismo  y  niega  igualmente  el  cloro  á  nuestros  vol- 
canes. Pero  se  debe  advertir,  que  estos  sabios  hicieron  sus  observaciones 
enfumarolas  de  volcanes  extinguidos  ó  en  completa  tanquüidad  (en  «solfataras»). 
Emprendí  mi  viaje  al  Cotopaxi  en  1877  con  la  esperanza  de  encontrar  gases 
sulfurosos  en  su  cúspide,  especialmente  cuando  en  sus  faldas  inferiores  y 
medias  habia  percebido  varias  veces  el  olor  característico  de  ellos.  ¿Cual 
no  era  mi  sorpresa,  cuando  acercándome  al  cráter,  esos  gases  desaparecieron 
completamente,  y  en  su  lugar  salieron  de  todas  las  rajaduras  y  grietas 
del  cerro  inmensas  cantidades  de  gas  clorhidrico?  La  exhalación  era  tan 
fuerte,  que  con  dificultad  pude  acercarme  á  las  hendiduras  con  el  termómetro, 
para  medir  su  temperatura,  porque  el  ácido  atacaba  enérgicamente  los  ór- 

*)  Muchas  descripciones  se  encuentran  en  mi  «Crónica  de  los  fenómenos  volcánicos 
y  terremotos  en  el  Ecuador»  (Quito  1873);  ademas  en  mi  «Memoria  sobre  el  Cotopaxi» 
ya  citada. 


348  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO   VII. 

ganos  de  respiración  y  hasta  los  vestidos.  En  tiempo  de  calma  perfecta  tai- 
vez  no  hubiese  resistido  mucho  tiempo  á  la  influencia  de  estos  vapores,  y 
su  presencia  en  el  cráter  era  una  de  las  razones,  por  qué  no  pude  pensar 
en  bajar  á  el.  A  veces  el  gas  era  tan  punzante,  que  me  pareció  que  al  lado 
del  ácido  clorhídrico  se  desprendía  también  cloro  libre.  —  La  temperatura 
de  las  fumarolas  no  era  igual  en  todas  partes:  unas  tenian  solamente  96°, 
otras  150°,  otras  160°  C.  de  calor.  La  lava  de  las  paredes  y  de  las  raja- 
duras,  por  donde  salia  el  ácido  clorhídrico,  estaba  completamente  descom- 
puesta é  incrustada  de  una  sustancia  blanca,  amarilla  ó  anaranjada,  que  se 
distinguía  á  grande  distancia.  Del  análisis  de  las  muestras  recojidas  resulta, 
que  en  las  fumarolas  no  existia  otro  ácido  sino  el  clorhídrico,  y  en  particular 
hay  que  notar  la  completa  falta  de  azufre,  ácido  sulfuroso  é  hidrosulfúrico. 
Debemos  suponer  que  estos  últimos  gases,  cuyos  olores  había  percebido  mas 
abajo  en  el  cerro,  salían  en  las  faldas  inferiores  y  medias  de  unas  grietas, 
que  casualmente  no  he  descubierto,  tal  vez  por  hallarse  en  lugares  inacce- 
sibles. Seguro  es,  que  no  se  desprendían  de  la  lava  caliente,  pues  ella  des- 
pedía solamente  vapores  de  agua  pura,  mezclados  con  aire  atmosférico.  — 
Acido  carbónico  no  he  observado  en  esta  ocasión,  á  lo  menos  no  se  mani- 
festaba en  una  cantidad  perceptible. 

Era  esta  la  primera  vez,  que  en  un  volcan  sud-americano  se  ha  obser- 
vado de  una  manera  tan  directa  y  en  escala  tan  grande  la  exhalación  del 
ácido  clorhídrico.  Cuando  el  doctor  Reiss  en  Noviembre  de  1872  visitó  el 
cráter  del  Cotopaxi,  el  volcan  se  hallaba  en  perfecta  tranquilidad  desde 
muchos  años;  él  no  encontró  sino  fumarolas  con  vapores  calientes  (68°  C), 
que  despedían  un  olor  fuerte  de  ácido  sulfuroso;  sinembargo  ya  en  aquella 
ocasión  se  descubrió  el  cloro  por  via  analítica  en  el  laboratorio  químico  de 
Quito,  pues  en  los  productos  de  los  fumarolas  se  encontraron  junto  con  un 
sulfato  (yeso)  también  algunos  cloruros.  También  el  fierro  oligisto,  que  el 
mismo  observador  había  encontrado  en  el  An tisana  y  yo  en  el  cráter  extin- 
guido del  Imbabura,  es  una  prueba  indirecta  para  la  presencia  del  cloro  en 
nuestros  volcanes  (pues,  se  forma  del  cloruro  de  hierro).  Pero  la  erupción 
del  Cotopaxi  en  1877  aclaró  de  repente  la  cuestión  por  completo,  y  confirmó 
de  un  modo  espléndido  las  observaciones  de  Deville  en  el  Vesuvio  y  la 
teoría  de  Bunsen,  según  la  cual  seria  inexacto  decir,  que  unos  volcanes 
exhalan  ácido  carbónico,  otros  clorhídrico,  otros  hidrosulfúrico  etc.,  siendo 
así,  que  todos  los  volcanes  pueden  dar  todas  estas  sustancias  según  el  estado 
de  actividad  en  que  se  excuentran.  El  cloro  señala  el  estado  de  la  actividad 
mas  intensa,  durante  ó  inmediatamente  después  de  las  erupciones;  el  gas 
sulfuroso  ó  hidrosulfúrico  se  despide  con  preferencia,  cuando  los  volcanes 
están  tranquilos,  ó  comienzan  á  apagarse  (estado  de  las  «solfataras»);  y  en 


EL   TERRENO  VOLCÁNICO.  349 

las  regiones  de  los  volcanes  completamente  extinguidos  predominan  las  ex- 
halaciones del  ácido  carbónico  (estado  de  «mofetas»).  —  Hay  todavía  mas, 
pues  el  Cotopaxi  quiso  también  corroborar  aquella  opinión  de  Deville,  según 
la  cual  los  gases  de  las  fumarolas  varían  según  la  distancia  del  cráter  cen- 
tral; en  la  cúspide  del  Cotopaxi  y  en  la  inmediación  de  la  boca  central  no 
había  mas,  que  cloro  y  ácido  clorhídrico,  en  las  faldas  medias  é  inferiores 
se  sentían  las  exhalaciones  de  los  gases  de  azufre.  —  No  deja  de  ser 
interesante,  que  el  Barón  de  Thielmann,  que  visitó  cuatro  meses  mas  tarde 
el  cráter  del  Cotopaxi,  subiendo  por  el  mismo  camino,  que  yo  había  indicado, 
encontró  la  actividad  de  las  fumarolas  ya  muy  reducida,  y  percibió  sobre 
el  borde  del  cráter  solo  el  olor  del  ácido  hidrosulf úrico  y  sulfuroso.*)  —  La 
causa  fundamental  de  esta  variabilidad  de  las  exhalaciones  gaseosas  es  to- 
davía desconocida. 

Otro  error,  muy  divulgado  entre  los  habitantes  del  país,  y  también  entre 
los  geólogos  hasta  poco  hace,  consiste  en  la  creencia,  de  que  los  volcanes 
sudamericanos  arrojen,  durante  sus  erupciones,  grandes  cantidades  de  lodo 
caliente  por  sus  bocas.  Es  especialmente  el  historiador  P.  Velasco,  quien 
dearrolló  esta  idea  errónea,  alegando  en  su  favor  muchos  ejemplos;  y  de 
nuevo  es  Humboldt,  quien  la  generalizó,  adoptando  con  poca  critica  las  re- 
laciones de  Velasco  y  de  ciertas  personas,  que  á  las  «avenidas  de  lodo» 
atribuyeron  un  origen,  que  en  realidad  no  tienen  ni  pueden  tener.  —  Velasco 
cuenta  del  Imbabura,  que  «ha  hecho  varias  erupciones  medianas  de  agua, 
tan  llena  de  este  peje»  (de  preñadillas),  «que  apestan  las  llanuras  de  Ibarra, 
con  los  bancos  que  quedan  de  aquel  peje  muerto;  y  yo  me  he  visto  en 
peligro  de  morir  ahogado  en  una  de  estas  erupciones,  en  la  parte  media  del 
monte».**)  Este  acontecimiento  debía  tener  lugar  en  1765  ó  1766,  cuando 
Velasco  estaba  estacionado  en  el  colegio  de  Ibarra.  Según  Humboldt***)  el 
Imbabura  habría  hecho  en  1691  una  gran  erupción  de  lodo,  con  tantas 
preñadillas,  que  pudriéndose  habrían  apestado  el  aire  y  ocasionado  fiebres 
malignas  entre  los  habitantes  de  los  alrededores  de  aquel  volcan.  Esta 
relación  no  se  funda  en  documentos  escritos,  sino  tan  solo  en  una  comuni- 
cación verbal  por  Juan  de  Larrea  (¡mas  de  100  afíos  después  del  suceso!). 

Wagner  ha  demostrado  lo  inverosímil  y  lo  imposible  de  tales  «erupciones» 
de  lodo  con  peces,  de  la  boca  de  un  volcan.f)  Es  seguro,  que  el  cráter 
del  Imbabura  en  los  tiempos  históricos  jamas  ha  hecho  una  erupción,  ni  de 

*)  M.  von  Thielmann,  Vier  Wege  durch  Amerika  (Leipzig  1879),  pag.  458. 
**)  Velasco,  Hist.  del  reino  de  Quito,  I,  11. 

***)  Humboldt,  Ansichten  der  Natur,  II,  p.  276,  y  Kosmos,  V,  p.  32. 
t)  M.  Wagner,  Naturw.  Reisen  im  trop.  Amerika  (Stuttgart  1870),  pág.  411— 421. 


350  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  VH. 

fuego.  El  interior  del  cráter,  que  visité  en  1871,  hace  la  impresión  de  un 
volcan  extinguido  muchos  siglos  hace.  Está  abierto  por  una  profunda  abra 
hacia  el  oriente;  un  lago  no  pudo  formarse  en  él,  y  si  hubiese  existido  en 
algún  tiempo,  no  pudo  contener  preñadillas,  que  no  viven  en  esta  altura  de 
mas  de  4000  metros;  ademas  el  lodo  debía  vaciarse  por  el  lado  opuesto  al 
que  se  supone  como  teatro  de  las  inundaciones  lodosas  con  preñadillas.  En 
los  lagos  subterráneos,  de  que  algunos  quisieron  derivar  las  inundaciones  y 
las  preñadillas,  no  podemos  creer,  hasta  que  se  compruebe  su  existencia  en 
nuestros  volcanes.  —  Lo  que  se  observa  en  el  Imbabura  no  rara  vez  y  sobre 
todo  durante  un  terremoto,  son  derrumbos  y  resbalamientos  de  sus  faldas 
muy  pendientes.  Si  la  tierra,  arena  y  las  piedras  se  mezclan  con  el  agua 
de  los  ríos,  en  los  cuales  viven  las  preñadillas,  entonces,  si,  pueden  formarse 
avenidas  de  lodo,  que  sofoquen  y  arrastren  muchos  de  esos  pejecitos.  Tales 
avenidas  se  verificaron  también  durante  el  gran  terremoto  de  1868,  en  el 
Imbabura  y  en  el  Cotacachi,  en  donde  sus  vestigios  quedaban  visibles  por 
muchos  años.  El  que  las  preñadillas,  cuya  frecuencia  por  lo  demás  no  es 
tan  grande  como  se  supone,  y  que  desaparecen  casi  del  todo  en  la  masa 
inmensa  del  lodo,  ocasionaron,  al  pudrirse,  fiebres  malignas  ú  otras  enferme- 
dades, me  parece  de  todo  punto  increíble. 

No  es  raro,  que  el  pueblo  denomine  los  derrumbos  en  las  montañas 
oerupciones  ó  reventazones»,  —  así  p.  ej.  en  Otavalo  se  habló  frecuente- 
mente de  la  «erupción»  del  Cotacachi  en  el  año  de  1868,  que  no  fué  mas, 
que  un  gran  derrumbo;  de  aquí,  que  algunos  viajeros  estranjeros,  no 
familiarizados  con  aquel  lenguaje  del  pueblo,  al  oir  hablar  de  esas  reventa- 
zones, se  imaginaron  erupciones  verdaderamente  volcánicas  de  los  cráteres 
mismos. 

También  durante  el  gran  terremoto,  que  el  20  de  junio  de  1698  destruyó 
la  ciudad  de  Ambato,  bajaron,  según  los  documentos  de  aquella  época,  de 
los  páramos,  que  rodean  el  Carihuairazo,  grandes  cantidades  de  un  lodo  muy 
hediondo,  no  de  uno  sino  de  muchos  lugares,  por  las  quebradas  y  los  cauces 
de  los  ríos.  Los  muchos  riachuelos,  dé  los  cuales  cada  uno  hizo  muchos 
estragos,  se  reunieron  en  el  de  Ambato,  y  este,  no  pudiendo  contener  en  su 
cauce  la  inmensa  masa  de  lodo,  la  derramó  sobre  ambas  orillas,  sepultando 
una  gran  parte  de  las  frescas  ruinas  de  Ambato.  —  Los  documentos  antiguos 
no  hablan  de  preñadillas  en  esta  ocasión,  aunque  no  dudo,  que  muchos  de 
estos  animalitos  habrán  perecido  en  aquellas  aguas  fangosas;  pero  Humboldt 
afirma,  que  lodo  y  peces  cubrieron  todos  los  campos  al  rededor  de  Ambato. 
Esta  será  probablemente  una  de  las  noticias,  que  Humboldt  apuntó  «según 
las  antiguas  tradiciones  de  los  indios».  Se  atribuyó  el  terremoto  al  hundi- 
miento del  Carihuairazo,  y  se  derivó  á  la  vez  las  avenidas  de  agua  y  lodo 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  351 

del  interior  de  esta  montaña.  En  otra  ocasión*)  he  demostrado,  que  aquel 
hundimiento,  asi  como  el  del  Altar,  es  una  fábula  geológica,  igualmente,  que 
los  derrumbos  en  el  Carihuairazo  eran  las  consecuencias  y  no  las  causas  del 
terremoto.  Las  avenidas  de  agua  y  lodo  sucedidas  poco  tiempo  después  del 
terremoto,  no  pudieron  salir  de  la  caldera  de  aquel  volcan  extinguido,  porque 
en  este  caso  hubiesen  tomado  otro  camino,  hacia  Mocha;  talvez  podemos 
explicarlas  diciendo,  que  algunas  lagunas  de  los  páramos  del  Carihuairazo 
se  vaciaron  por  grietas  ó  de  cualquier  modo. 

Un  origen  parecido,  como  este  lodo,  habrá  tenido  la  «moya»  de  Pelileo 
y  de  otros  lugares,  cuya  naturaleza  desconoció  Humboldt  completamente. 
La  palabra  de  moya,  introducida  en  la  geología  para  designar  un  lodo  en- 
durecido de  origen  volcánico  (por  verdaderas  erupciones)  tiene  que  des- 
aparecer de  los  libros,  porque  en  el  sentido  de  Humboldt  no  existe. 

Derivar  las  avenidas  de  lodo  de  unos  lagos  en  los  cráteres  apagados, 
ó  de  reservatorios  subterráneos,  por  unas  rajaduras  ocasionadas  durante  los 
terremotos,  aunque  no  es  sostenible,  sinembargo  en  teoría  no  es  tan  absurdo, 
como  la  otra  creencia,  sostenida  igualmente  por  Humboldt,  de  que  también 
los  volcanes  activos,  como  el  Cotopaxi,  vomiten  el  lodo  muy  caliente  (lava 
acuosa,  la  «moya)))  y  con  preñadillas  muy  poco  alteradas  por  el  color,  de  sus 
bocas  ignívomas.  —  En  una  ocasión,  en  que  Humboldt  habla  del  diseño, 
que  él  mismo  dio  del  Cotopaxi,  y  el  cual,  de  paso  sea  dicho,  corresponde 
muy  poco  á  la  realidad,  dice:  «La  altura  del  humo  que  despide  el  cráter, 
no  está  figurada  arbitrariamente  en  el  diseño.  Para  calcularlo,  me  he  con- 
formado con  el  cómputo  hecho  por  Mr.  de  La  Condamine,  que  juzgó,  que 
las  llamas  en  1738  se  elevaron  á  mas  de  900  metros  sobre  el  vértice  del 
volcan.  Entonces  fué,  cuando  el  Cotopaxi  arrojó,  como  otros  volcanes  del 
reino  de  Quito,  inmensa  cantidad  de  aguas  cargadas  de  hidrógeno  sulfurado 
y  de  arcilla  carburada,  mezclada  con  azufre  y  peces  muy  poco  alterados  por 
el  calor,  y  que  forman  una  especie  nueva  del  género  Pimelodus  (P.  Cyclo- 
pum).»**)  —  Humboldt  no  presenció  ni  una  sola  erupción  volcánica  en  el 
Ecuador,  de  otro  modo  hubiera  sido  imposible,  que  escribiese  estas  palabras. 
Hoy  dia  sabemos,  que  el  Cotopaxi  arroja  de  su  cráter,  en  lugar  de  aquella 
mezcla  extraña,  lava  verdadera,  y  que  las  avenidas  de  lodo  tienen  un  origen 
muy  distinto,  pero  bien  natural. 

Ya  en  1873,  en  su  carta  muchas  veces  citada  (pág.  9) ,  el  Señor  Reiss 
explicó  de  una  manera  correcta  la  formación  de  las   «avenidas  de  lodo», 


*)  Crónica  de  los  fenómenos  volcán,  y  terrem.  en  el  Ecuador,  pág.  30. 
**)  Humboldt,  Essai  sur  la  géographie  des  plantes  et  Tableau  physique  de  l'Amérique, 
I,  pág.  142. 


352  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  VII. 

diciendo:  «.  ...  y  las  avenidas  de  lodo  eran  causadas  por  la  nieve  derretida 
por  el  calor  de  la  misma  lava.  El  agua  producida  repentinamente  en  gran- 
des cantidades,  debia  causar  destrucciones  en  las  partes  empinadas  del  cerro, 
y  mezclada  con  ceniza  y  piedras  bajar  como  lodo  á  las  planicies  en  el  pié 
del  cerro.  Pedrones  todavía  candentes  de  la  lava  fueron  llevados  por  estas 
avenidas;  asi  que  el  rio  Cutuchi  pareció,  todavía  cerca  de  Callo,  un  río  de 
fuego;  y  se  asegura,  que  piedras  calientes  han  llegado  hasta  Latacunga.  Asi 
como  en  esta  reventazón  (de  1853)  sucedió  en  todas  las  otras:  las  avenidas, 
que  son  el  terror  de  los  habitantes  del  pié  del  cerro,  son  causadas  siempre 
por  corrientes  de  lava,  que  bajan  candentes  sobre  la  nieve  de  las  faldas,  y 
nunca  por  reventazones  de  agua;  tampoco  se  derrite  la  nieve  de  todo  el 
cerro  por  el  calor  interior,  como  generalmente  se  cree;  porque,  si  alguna 
vez  hubiera  sucedido  esto,  se  encontrarían  avenidas  en  todas  las  quebradas; 
mas  no  sucede  asi,  y  las  avenidas  se  encuentran  solamente  en  las  quebra- 
das que  bajan  de  una  de  las  muchas  corrientes  modernas  de  lava,  que  hay 
en  la  circunferencia  del  Cotopaxi.  Si  algunas  veces  parece  negro  todo  el 
cerro,  no  proviene  de  la  falta  de  nieve,  sino  de  la  ceniza  negra,  que  ha 
caído  encima  de  esta.» 

De  igual  modo  expliqué  en  mi  «Crónica  de  los  fenómenos  volcánicos  en 
el  Ecuador»,  publicada  en  1873  (pág.  38),  las  avenidas  de  lodo,  de  que  hablan 
los  historiadores  y  documentos  antiguos,  apoyándome  en  gran  parte  en  las 
descripciones  mismas,  por  ejemplo,  en  la  de  Velasco,  que  dá  con  ocasión  de 
la  erupción  del  Cotopaxi  en  1744.('7)  Pero  la  explicación  verdadera  de  esas 
avenidas,  que  hasta  entonces  habíamos  deducido  ya  de  las  antiguas  descrip- 
ciones, ya  del  estudio  de  los  volcanes  y  de  sus  corrientes  de  lava,  se  con- 
firmó de  una  manera  directa  y  espléndida  durante  la  gran  erupción  del 
Cotopaxi  en  1877,  que  tuve  la  fortuna  de  estudiar  en  sus  efectos  inmediatos. 
Largo  seria  insertar  aquí  todas  las  observaciones  concernientes;  algunas  se 
encuentran  citadas  en  los  Suplementos  (88>,  y  por  lo  demás  remito  al  lector 
á  mi  opúsculo,  varias  veces  citado,  sobre  el  Cptopaxi.  Concluí  entonces  mis 
estudios  diciendo:  «Podemos  considerar  la  cuestión  del  origen  de  las  avenidas 
de  agua  y  lodo,  como  definitivamente  resuelta.»  —  Lo  que  hemos  observado 
en  el  Cotopaxi,  habrá  sucedido  y  sucede,  sin  duda  alguna,  en  todos  los 
volcanes,  cubiertos  de  nieve,  cuando  durante  sus  erupciones  arrojan  corrien- 
tes de  lava  ígneo-flúida. 

Algunas  noticias  particulares  sobre  los  volcanes  y  grupos  de 

volcanes  mas  interesantes. 

Sobre  cada  uno  de  nuestros  volcanes  grandes  se  podría  escribir  una 
monografía  voluminosa,  si  se  quisiera  completar  su  descripción  bajo  todos 


.  EL   TERRENO  VOLCÁNICO.  353 

los  punios  de  vista,  topográfica,  petrográfica,  genética  etc.  Aquí  debemos 
contentarnos  con  algunos  apuntes  lijeros.  Suponemos  el  conocimiento  de 
su  posición  topográfica  general,  porque  ya  queda  indicada  en  la  parte  pri- 
mera de  este  obra. 

Comencemos  esta  vez  al  Norte,  en  la  frontera  de  Colombia,  donde  en- 
contramos el  Cúmbal  y  el  Chiles  (pág.  99).  Ambos  volcanes  se  hallan 
actualmente  en  el  estado  de  tranquilidad,  pero  no  quisiera  afirmar,  que  están 
apagados  del  todo  y  para  siempre.  Tienen  calderas  espaciosas.  Aunque  no 
sabemos  nada  de  erupciones  históricas  (¡la  historia  es  en  América  tan  corta!), 
las  corrientes  de  lava  bastante  frescas  á  sus  pies  atestiguan,  que  su  activi- 
dad llegó  á  una  época  muy  moderna  y  post-cuaternaría.  Ademas  el  Cúmbal 
conserva  todavia  la  actividad  débil  de  las  solfataras,  exhalando  de  su  cráter 
vapores  acuosos,  impregnados  de  azufre  (ácido  sulfuroso?),  y  depositando 
azufre  nativo  al  rededor  de  las  bocas,  como  el  Pichincha.  Los  gases  son 
calientes,  y  el  azufre  se  enciende  muchas  veces  espontáneamente.  Ademas 
sale  ácido  carbónico  y  gas  hidrosulfurico.  (Boussingault.)  —  Este  grupo  de 
volcanes,  á  que  pertenece  también  el  Azufral  de  Túqueres,  y  el  vecino  occi- 
dental del  Chiles,  el  Cerro  negro  de  Mayasquer,  y  que  cae  por  su  mayor 
parte  en  el  territorio  colombiano,  se  distingue  por  sus  andesitas  y  lavas 
cuarzosas,  que  estudió  por  primera  vez  R.  Küch,  en  las  colecciones  de  Reiss 
y  Stübel.*) 

£1  grupo  del  Cotacachi  y  del  Yana-urcu  (pág.  98),  con  el  Páramo 
de  Piñan  al  Norte,  y  los  cerros  de  Cambugan,  Sigsicunga  y  de  Chancha- 
gran  al  Sur,  se  compone  de  volcanes  extinguidos,  hace  mucho  tiempo.  En 
el  Cotacachi  apenas  se  descubre  la  forma  de  un  cráter  en  su  cúspide;  pero 
á  su  pié  austral  está  el  hermoso  cráter  de  Cuycocha,  hoy  convertido  en  una 
laguna  de  agua  cristalina,  con  dos  islotes,  que  representan  acumulaciones 
de  lava  ó  conos  de  erupción.  El  primero  y  hasta  ahora  el  único,  que  subió 
al  Cotacachi,  es  el  Señor  Whymper,  que  alcanzó  la  cúspide  mas  alta  el 
24  de  Abril  de  1880.**)  —  Los  alrededores  de  este  volcan  se  distinguen  por 
muchas  fuentes  termales. 

Otro  grupo  de  volcanes  completamente  extinguidos  y  muy  antiguos,  es 
el  interandino  del  Imbabura  y  Mojanda,  con  los  miembros  intermedios 
del  Cunru,  Cuvilche  y  Cusin  (pág.  101).  Todo  lo  que  se  cuenta  de  erupcio- 
nes históricas  del  Imbabura,  se  reduce  á  la  mala  interpretación  de  otros 
fenómenos.  Su  hermosa  caldera  es  bien  conservada,  y  también  los  cráteres 
de  los  demás  cerros  nombrados  son  reconocibles.  —  No  sé,  si  alguien  ha 


*)  N.  Jahrb.  f.  Mineralogie  etc.,  1886,  pág.  39. 
♦*)  Whymper,  Obra  cit.,  pág.  262. 

Wolf,  Ecuador.  23 


354  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  VII. 

trepado  hasta  la  cima  de  los  peñascos  negros,  que  ciñen  el  cráter  del  Imba- 
bura  (imposible  no  es,  especialmente  desde  el  interior  del  cráter).  Pero  es 
relativamente  fácil,  subir  y  entrar  á  la  caldera,  del  lado  oeste,  por  donde 
está  abierta.  Reiss  y  Stübel  y  yo  mismo  la  hemos  visitado.  —  En  general 
se  puede  decir,  que  ninguno  de  los  cerros  ecuatorianos  al  Norte  de  la  linea 
equinoccial  ha  manifestado  una  actividad  volcánica  en  tiempos  históricos.  — 
La  base  meridional  y  occidental  del  Mojanda  es  interesante  para  el  petró- 
grafo:  aqui  descubrimos  por  primera  vez,  cerca  del  pueblo  de  Puóllaro,  las 
hermosas  andcsitas  cuarcíferas,  que  después  se  encontraron  en  varias  otras 
localidades.  El  Mojanda  es  un  volcan  algo  complicado,  cuya  cúspide  sé 
compone  de  varios  cerros,  que  ciñen  una  caldera  muy  espaciosa  con  dos 
lagunas. 

Tan  antiguos,  como  los  del  grupo  anterior,  son  los  volcanes  que  se 
siguen  en  la  Cordillera  occidental  al  Sur  del  Mojanda,  por  el  Pululagua  y 
los  cerros  de  Calacali,  hasta  el  Rucu-Pichincha.  El  Pululagua  se  distingue 
por  las  hermosas  variedades  de  andesita  que  componen  su  esqueleto  y  por 
su  vastísimo  cráter,  que  está  abierto  hacia  el  occidente,  en  dirección  á 
Niebli.  El  camino  que  conduce  á  esta  hacienda,  pasa  por  el  fondo  del 
cráter  mismo. 

El  Pichincha  (pág.  85)  es  el  primer  volcan  de  actividad  histórica,  y 
á  la  vez  el  único  en  la  Cordillera  occidental.  Hoy  está  dormido,  pero  no 
apagado  del  todo,  y  no  hace  muchos  años  que  dio  señales  de  despertarse 
de  nuevo.  Es  probable,  que  al  tiempo  de  la  conquista  se  hallaba  en  un 
estado  semejante  de  tranquilidad.  Por  primera  vez  asustó  á  los  habitantes 
de  Quito,  32  años  después  de  la  fundación  de  esta  ciudad,  con  una  erup- 
ción fuerte,  el  17  y  18  de  Octubre  de  1566,  y  el  16  de  Noviembre  del  mismo 
año.  El  8  de  Setiembre  de  1575  se  repitió  el  mismo  acontecimiento  con 
mas  fuerza,  y  otra  vez  el  14  de  junio  y  desde  el  11  hasta  el  14  de  julio  de 
1582.  Este  último  año  falta  en  mi  «Crónica»,  así  como  en  todos  los  histo- 
riadores antiguos,  y  sinembargo  la  fecha  es  segura,  según  un  documento 
descubierto  y  publicado  últimamente  por  el  señor  Jiménez  de  la  Espada,  en 
Madrid,  1888.  (89J  Después  de  una  actividad  enérgica  de  16  años,  el  Pichincha 
se  tranquilizó  y  no  molestó  á  los  Quiteños  durante  78  años.  Pero  entonces, 
el  27  de  Octubre  de  1660,  se  despertó  de  repente  é  hizo  la  erupción  mas 
espantosa,  que  recuerda  la  historia.  Existen  en  Quito  muchos  documentos 
auténticos  sobre  este  acontecimiento,  y  según  ellos  lo  describí  en  mi  Crónica.*) 

*)  Respecto  á  toda  la  actividad  histórica  de  nuestros  volcanes,  de  la  cual  por  ahora 
puedo  dar  solamente  un  resumen  muy  sucinto,  remito  al  lector,  que  quisiera  informarse 
de  los  detalles,  á  mi  «Crónica  de  los  fenómenos  volcánicos  y  terremotos  en  el  Ecuador", 
varias  veces  citada. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  355 

Es  uno  de  los  fenómenos  volcánicos  mas  grandes,  que  presenta  la  historia 
del  Ecuador;  y  como  si  el  Pichincha  hubiese  agotado  con  esta  erupción 
todas  sus  fuerzas,  recayó  en  un  letargo  profundo,  sin  levantarse  desde  en- 
tonces á  una  actividad  algo  considerable.  El  cráter  se  halla  en  el  estado 
de  solfatara,  exhalando  vapores  acuosos  y  gases  sulfurosos;  algunas  veces 
se  levanta  una  columna  de  humo  mas  densa  sobre  la  cúspide  del  volcan,  y 
es  probable,  que  también  en  nuestro  siglo  hizo  algunas  erupciones  débiles, 
que  pasaron  casi  desapercebidas  en  la  Capital,  como,  por  ejemplo,  hacia  el 
año  de  1830  (según  B.  Hall),  y  el  10  de  Marzo  de  1881.  De  las  relaciones 
antiguas  podemos  deducir,  que  las  erupciones  del  Pichincha  consistían  espe- 
cialmente en  eyecciones  de  materiales  triturados,  como  son  ceniza,  arena, 
«lapilli»,  piedra  pómez,  bombas  de  toda  clase  y  fragmentos  de  lava  y  an- 
desita.  Corrientes  de  lava  fresca  (histórica),  no  conocemos  en  este  volcan, 
á  lo  menos  no  en  sus  lados  orientales  y  meridionales.  Si  existen  algunas, 
deben  buscarse  en  las  faldas  occidentales  casi  inaccesibles,  hacia  donde  el 
cráter  está  abierto.  —  Es  claro,  que  aquí  hablamos  solo  del  Guagua-Pichincha, 
que  es  el  único  activo;  pues  el  Rucu-Pichincha  y  los  demás  picos  en  sus 
alrededores  pertenecen  á  los  volcanes  prehistóricos  y  muy  antiguos,  en  que 
apenas  se  puede  distinguir  ó  conjeturar  la  forma  de  los  cráteres  primitivos. 
—  La  subida  á  ambos  Pichinchas  es  fácil,  y  la  ascensión  al  borde  del  cráter 
ya  pertenece  á  los  paseos  de  los  Quiteños,  se  la  hace  á  caballo  hasta  el  pié 
del  último  y  mas  empinado  cono,  que  mide  solo  400  metros  de  altura  y  que 
se  sube  á  pié  sin  dificultad.*)  Pero  también  la  bajada  al  cráter,  que  tiene 
la  profundidad  de  770  metros,  no  es  una  empresa  tan  ardua  y  arrojada,  como 
se  la  pinta  algunas  veces,  y  fué  ejecutada  por  varios  exploradores  científicos. 
Los  primeros  que  bajaron  al  cráter  del  Pichincha  en  1845,  fueron  el  ingeniero 
S.  Wisse  y  el  señor  García  Moreno;  en  1857  el  último  repitió  la  descensión 
con  el  joven  Jameson ;  en  1862  un  pintor  norte-americano,  señor  C.  Farrand, 
pasó  una  semana  en  el  cráter,  para  sacar  vistas;  en  1867  el  Señor  Orton**) 
pernoctó  en  este  abismo ;  en  el  año  de  1870  los  doctores  Reiss  y  Stübel  cam- 
pearon muchos  dias  con  una  numerosa  comitiva  en  la  caldera,  y  pocas  se- 
manas después  pasé  también  un  dia  y  una  noche  en  el  fondo  del  cráter, 
acompañado  de  un  solo  indio.  No  sé,  si  después  otros  han  verificado  la 
bajada,  pero  se  puede  hacerla  sin  gran  riesgo,  cuando  el  tiempo  es  favorable. 
Los  volcanes,  que  siguen  al  Sur  del  Pichincha,  el  Atacas  o,  el  Corazón 
y  el  lliniza,  así  como  los  interandinos,  Haló,  Pasochoa  y  Rumiftaktti,  por 

*)  El  primer  europeo,  que  impulsado  por  la  curiosidad,  subió  al  cráter,  fué  Toribio 
de  Ortiguera,  pocos  dias  después  de  la  gran  erupción  de  1582.  Vea  los  Suplementos, 
Nro.  39. 

**)  Orton,  The  Andes  and  the  Araazon,  pág.  139. 

23* 


35G  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTÜIiO   VII. 

interesantes  que  sean  para  el  geólogo,  no  tienen  un  interés  tan  alto  para  el 
público,  por  estar  apagados  (pág.  89).  Los  dos  primeros  y  los  dos  últimos 
se  distinguen  por  sus  grandes  y  hermosas  calderas,  todas  accesibles  y  abiertas 
hacia  el  lado  del  poniente.  A  las  cúspides  del  A  tacazo,  Haló,  Pasochoa  y 
Rumiñahui  se  puede  subir  con  facilidad,  no  asi  á  las  del  Corazón  y  del 
Iliniza;  en  aquel  llegó  Mr.  ^Whymper  hasta  la  cima  (en  Febrero  de  1880), 
en  este  no  la  alcanzó,  y  tenia  que  desistir  de  su  empresa  en  la  altura  de 
5200  metros.    (Obra  cit.  pág.  132.) 

Si  pasamos  á  los  volcanes  que  ciñen  al  lado  oriental  la  gran  hoya  de 
Quito,  encontramos  primero  el  majestuoso  Cayambe,  que  conserva  ya  desde 
muchos  siglos  su  tranquilidad  interior  debajo  de  su  plateada  cúpula,  y  hasta 
la  forma  del  cráter  está  borrada  (pág.  89).  En  la  cumbre  se  distinguen 
tres  picos  redondeados  y  alineados  en  dirección  N-S;  el  mas  alto  tiene 
5840  metros,  y  fué  trepado  por  Whymper  en  Abril  de  1880.  (Obra  cit. 
pág.  232.) 

Al  Sur  del  Cayambe,  y  pasado  el  cerro  de  Pamba  marca,  principia  con 
el  Guamaní  el  interesante  grupo  del  Antisana  (pág.  88).  El  Antisana 
tiene  una  actividad  histórica,  y  no  podemos  considerarlo  como  apagado  del 
todo,  aunque  actualmente  apenas  se  manifesta  una  débil  acción  en  la  caldera 
misma.  Las  erupciones  de  lava  modernas  se  verificaron  al  pié  y  en  los  al- 
rededores del  cerro.  En  1871  el  doctor  Stübel  llegó  hasta  el  último  peñasco 
negro,  que  sale  de  la  nieve,  muy  cerca  de  la  cúspide  del  cerro.  Pero  10  años 
antes  el  señor  M.  Jiménez  de  la  Espada,  miembro  de  una  comisión  científica 
española,  habia  trepado  hasta  la  cima,  según  el  testimonio  del  urcu-cama 
(mayordomo  indio)  del  hato  de  Antisana,  quien  de  abajo  observó  la  ascen- 
sión y  le  vio  sentado  arriba  «como  un  gallinazo».  El  señor  Whymper  logró 
á  subir  hasta  la  cúspide  en  Marzo  de  1880  (1.  c.  pág.  190).  Pero  es  singular 
que  este  viajero  no  pudo  reconocer  la  caldera  de  este  volcan,  que  es  muy 
espaciosa,  y  en  que  se  puede  entrar  del  lado  este.  —  Humboldt  cita  (refi- 
riéndose á  Condamine)  erupciones  del  Antisana  en  los  años  de  1590  y  al 
principo  del  siglo  pasado,  «probablemente  1728»;  ademas  afirma,  que  en  1801 
se  veía  durante  muchos  dias  levantarse  una  negra  columna  de  humo,  desde 
una  acumulación  de  pedrones  negros,  que  se  hallaba  debajo  de  la  cúspide 
setentrional  del  cerro.  —  Tres  grandes  corrientes  de  lava  al  pié  occidental 
del  Antisana,  que  en  apariencia  nacen  cerca  del  limite  de  la  nieve  perpetua, 
y  de  que  la  mas  larga  llega  hasta  el  hato  de  Antisana,  presentan  un  aspecto 
tan  fresco,  que  no  pueden  haber  pasado  muchos  siglos  desde  su  erupción. 
Pero  dos  otras,  que  salieron  á  mayor  distancia  del  cono  central,  y  á  la  margen 
de  la  extensa  meseta,  datan  del  siglo  pasado.  Una  es  muy  conocida  bajo 
el   nombre  de  la   «reventazón  de  Pinantura  ó  de  Antisanilla»,  y  la  otra  es 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  357 

la  de  Potrerillos,  encima  de  Papallacta.  La  primera  nació  en  un  valle  al 
lado  de  la  hacienda  de  Antisanilla,  y  rellenó  una  gran  parte  de  la  Quebrada 
Guapal,  haciendo  un  camino  de  unos  6  kilómetros,  y  bajando  en  este  trecho 
mas  de  1000  metros.  La  superficie  y  los  taludes  de  esta  corriente  están 
cubiertos  de  grandes  pedrones  de  lava  escoriácea,  todavia  muy  fresca  y  de 
un  color  pardo-rojizo,  de  manera  que  es  difícil  andar  sobre  ellos.  Según 
un  documento,  encontrado  en  Quito,  la  hacienda  de  Yurac  cedió  á  la  de 
Pinantura,  hacia  el  afio  de  1760,  una  parte  de  su  terreno,  situado  en  la  banda 
meridional  del  valle,  porque  el  ganado  ya  no  pudo  atravesarlo  á  causa  de 
esta  «reventazón».  De  este  hecho  podemos  concluir  que  la  erupción  tuvo 
lugar  á  mediados  del  siglo  pasado.  —  La  corriente  de  Papallacta  (Potre- 
rillos), en  todo  muy  parecida  á  la  de  Antisanilla,  nació  según  el  doctor  Reiss 
en   1773.*) 

Ademas  del  interés,  que  el  Antisana  tiene  como  volcan  histórico,  ofrece 
su  grupo  (en  sentido  mas  lato)  otro  especial  para  el  geólogo,  por  la  gran 
variedad  de  sus  rocas.  La  extensa  base  del  Antisana,  que  forma  una  meseta 
ancha  desde  el  Guamani  hasta  las  faldas  del  Sincholagua,  al  Este  de  los 
valles  de  Tumbaco  y  Chillo,  se  compone  esencialmente  de  antiguas  andesitas 
cuarzosas,  con  una  textura  macro-porfiroidea,  á  veces  en  unión  con  la  es- 
coriácea; son  estas  rocas  muy  parecidas  á  las  de  Puéllaro  y  Perucho  al  pie 
del  Mojanda.  En  la  región  indicada,  que  está  cubierta  de  antiguos  cráteres 
de  erupción  y  de  otros  cerros,  que  ya  perdieron  la  forma  de  cráteres,  las  en- 
contré, por  ejemplo,  en  el  Guamani  mismo  (donde  contienen  también  olivina), 
en  el  Guachifili,  Tablarumi,  Chacana,  Fr anees-Loma,  ür cucuy,  Huairapungo, 
AchupaUas.  En  el  último  cerro,  sobre  la  hacienda  de  Yurac,  se  hallan  con 
un  desarrollo  típico.  Al  examinar  las  lavas  modernas  del  Antisana,  encontré 
el  cuarzo  también  en  varias  de  ellas,  y  especialmente  en  las  dos  corrientes 
históricas  de  Antisanilla  y  Potrerillos  en  gran  abundancia,  no  como  mineral 
accesorio  en  pedacitos  aislados,  sino  como  un  elemento  constituyente  esen- 
cial; son  lavas  cuarzosas.  Este  hallazgo  importante  ensanchó  nuestro  cono- 
cimiento petrográfico  de  las  rocas  volcánicas;  porque,  hasta  poco  hace,  era 
admitido  como  un  axioma,  el  que  las  lavas  de  los  volcanes  modernos  nunca 
sean  cuarzosas  ó  cuarciferas.  No  dudo,  que  el  estudio  ulterior,  especialmente 
el  microscópico,  descubrirá  todavia  otras  lavas  de  esta  clase,  no  solamente 
en  la  región  del  Antisana,  sino  también  en  otros  volcanes  ecuatorianos.**) 


*)  «Eine  fossile  Sáugethierfauna  von  Punin»,  pág.  14.  —  Como  dice,  que  la  corriente 
de  1773  «descansa  en  su  parte  inferior  sobre  la  esquista  micácea»,  no  puede  ser  otra,  que 
la  de  Potrerillos ;  porque  todas  las  demás  corren  sobre  terreno  volcánico. 

**)  Wolf,  Ueber  das  Vorkommen  von  Quarz-Andesit  im  Hochland  von  Quito.    Neues 
Jahrbuch  íur  Mineralogic,  1874. 


358  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO  Vil. 

No  menos  interesantes  son  las  corrientes  de  lava,  que  se  componen  de 
materiales  hialinos  y  semi-hialinos,  es  decir,  de  obsidiana,  perlita  y  piedra 
pómcs,  y  que  se  encuentran  en  la  misma  región.  Los  bancos  ya  constan 
de  obsidiana  ó  perlita  pura,  ya  de  las  dos  mezcladas,  y  la  piedra  pómez 
(lava  espumosa)  se  halla  comunmente  en  las  capas  superiores,  ó  en  la  super- 
ficie. La  obsidiana  mas  hermosa  se  encuentra  en  el  Guamani,  en  el  cerro 
que  se  llama  Filocorrales ;  una  muy  potente  y  larga  corriente  de  perlita  (en 
parte  mezclada  con  obsidiana)  se  puede  estudiar  en  el  Tablón  de  Itulcachi, 
á  lo  largo  del  camino  que  conduce  á  Papallacta.  Otra  localidad  se  encuentra 
mas  al  Sur,  en  el  cerro,  á  cuyo  pié  se  halla  el  hato  del  Isco  y  mas  arriba 
en  el  Urcucuy,  por  donde  pasa  el  camino  al  hato  del  Antisana.  Allá  existe 
en  el  páramo  una  gran  corriente  do  obsidiana,  llena  de  nodulos  de  perlita, 
y  pasando  en  la  superficie  en  piedra  pómez  muy  liviana  y  torcida  en  formas 
caprichosas.  —  Así  es  el  Antisana  para  el  petrógrafo  talvez  el  volcan  mas 
interesante  de  todo  el  Ecuador  alto. 

La  obsidiana  del  Guamani  sirvió  en  la  antigüedad  á  los  indios  para  la 
fabricación  de  muchos  instrumentos  y  utensilios  (como  la  usaron  también 
los  indios  de  Méjico).  En  todo  el  país  interandino  se  encuentran  puntas  de 
flechas,  cuchillos  y  fragmentos  de  este  mineral,  que  los  indios  llaman  aya- 
collqai,  es  decir,  plata  de  los  muertos.  Pero  su  uso  se  extendió  por  el  comercio 
también  sobre  las  provincias  del  litoral.  En  las  orillas  del  Daule,  especial- 
mente cerca  de  Balzar,  se  encuentran  multidad  de  las  mismas  flechas  de 
obsidiana,  como  en  Quito,  en  la  inmediación  de  Colonche  encontré  un  pequeño 
espejo  redondo  de  este  mineral,  y  el  ara  de  la  iglesia  de  Chongon  está 
labrada  de  una  piedra,  que  se  halló  en  la  montaña  cercana  y  en  que  reconocí 
á  la  primera  vista  la  obsidiana  mas  hermosa  del  Antisana  (respectivamente 
del  Guamani). 

Progresando  con  nuestra  revista  en  la  Cordillera  oriental,  no  nos  deten- 
gamos con  los  vecinos  del  Cotopaxi  al  Norte  y  al  Sur,  con  el  Sincholagua 
y  con  el  Quilindaña\  porque  ambos  pertenecen  á  los  volcanes  extinguidos 
y  no  presentan  cosas  de  interés  general.  A  la  cúspide  del  Sincholagua  subió 
Whymper  en  Febrero  de  1880  (1.  c.  pág.  160). 

El  Cotopaxi  reclama  mayor  atención,  porque  es,  sin  duda  alguna,  el 
volcan  mas  temible  y  mas  peligroso  de  todo  el  Ecuador.  Ya  en  otras  oca- 
siones he  hablado  bastante  de  este  cerro,  de  su  constitución  y  de  su  activi- 
dad; por  ahora  nos  resta  dar  la  historia  sucinta  de  la  última,  que  comprende 
un  periodo  de  tres  siglos  y  medio. 

El  Cotopaxi  era  el  primer  volcan,  cuyas  desastrosas  operaciones  experi- 
mentaron los  conquistadores  al  entrar  en  el  antiguo  reino  de  Quito.  Sinem- 
bargo,  su  primera  erupción,  en  el  año  de  1534,  les  fué  provechosa,  en  cuanto 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  359 

amedrentó  y  desalentó  á  los  Indios  en  la  resistencia,  que  oponían  á  los 
Españoles,  pues  aquellos  creyeron  ver  en  este  fenómeno  una  manifestación 
de  la  naturaleza  en  contra  de  su  causa.  Hay  razones  graves  para  creer, 
que  esta  erupción  aconteció  en  el  mes  de  junio  ó  julio  del  año  citado,  y  que 
de  ella  misma  provino  la  lluvia  de  ceniza,  mencionada  con  frecuencia  por 
los  historiadores  de  la  conquista,  que  molestaba  é  inquietaba  durante  dos 
ó  tres  días  al  pequeño  ejército  de  Alvarado,  cuando  ya  habia  llegado  al  pié 
de  la  Cordillera  occidental.  Después  de  este  suceso  descansaba  el  Cotopaxi 
mas  de  200  años,  hasta  que  el  15  de  junio  de  1742  despertó  de  repente  de 
su  letargo  con  una  fuerza  extraordinaria,  y  fué  durante  26  años  el  terror  y 
azote  de  los  distritos  de  Latacunga  y  Quito.  En  esta  triste  época  comenzó 
la  devastación  y  el  empobrecimiento  de  la  actual  provincia  de  León  ó  Lata- 
cunga, que  en  tiempos  anteriores  habia  sido  una  de  las  mas  hermosas  y 
fértiles,  y  hay  que  temer  que  mientras  no  se  apague  por  completo  eso  terrible 
volcan,  la  desolación  se  extienda  mas  y  mas,  como  las  últimas  erupciones 
han  confirmado  este  temor  de  la  manera  mas  funesta.  También  algunas  de 
las  frescas  corrientes  de  lava,  de  que  he  hablado  en  otro  lugar,  datan  de 
esta  misma  época.  Según  las  antiguas  relaciones,  que  existen  en  los  archivos, 
se  parecen  todas  las  erupciones  unas  á  otras  tanto,  que  no  es  necesario 
describirlas  una  por  una.  El  primer  acto  consistía  regularmente  en  una 
enorme  lluvia  de  arena  y  ceniza,  se  seguían  las  grandes  avenidas  de  agua 
y  lodo,  ocasionadas  por  el  derrame  de  la  lava  ígnea,  las  que  precipitándose 
á  las  llanuras  y  valles,  arrebataban  y  devastaban  cuanto  encontraban  á  su 
paso,  y  finalmente  continuaba  el  Cotopaxi  todavía  algunos  días  echando 
nubes  de  humo  y  ceniza,  hasta  que  volvía  á  sosegarse.  Hé  aquí  las  fechas 
de  las  siete  erupciones  principales  de  esta  época: 

Año  de  1742,  15  de  junio. 

„  „  1742,    9  de  diciembre. 

„  „  1743,  27  de  setiembre  hasta  el  4  de  octubre. 

„  „  1744,  30  á  31  do  noviembre. 

„  „  1744,    2  de  diciembre. 

„  „  1766,  10  de  febrero. 

„  „  1768,    4  de  abril. 

Como  una  circunstancia  notable  hay  que  advertir,  que  ninguna  erupción 
del  Cotopaxi  fué  acompañada  de  un  terremoto ;  solamente  el  2  y  el  4  de  abril 
de  1768  se  sintieron,  como  precursores  de  la  erupción,  algunos  temblores  en 
las  cercanías  del  volcan. 

Después  de  la  horrorosa  catástrofe  de  1768  reposó  el  Cotopaxi  unos 
35  años,  y  entró  el  4  de  enero  de  1803  en  una  actividad  transitoria  y  según 
parece  no  muy  intensiva.  Humboldt  oyó  entonces  las  detonaciones,  que 
acompañaron  la  erupción,  en  el  golfo  de  Guayaquil,  cuando  comenzaba  su 


360  GEOLOGÍA.    —    CAPÍTULO   VII. 

viaje  á  Lima.  —  Sobre  las  erupciones  de  este  siglo  faltan  casi  completa- 
mente documentos  manuscritos  é  impresos,  y  es  cosa  bien  ardua  y  poco 
segura  averiguar  por  la  tradición,  no  digo  los  pormenores,  pero  siquiera  las 
fechas  de  las  erupciones.  Ningún  escritor  ecuatoriano  se  ha  tomado  el  tra- 
bajo de  ocuparse  un  poco  con  esta  materia  tan  interesante,  y  casi  todo  lo 
que  se  sabe  de  la  historia  moderna  del  Cotopaxi,  lo  debemos  á  unos  viajeros 
extrangeros,  que  casualmente  se  hallaron  en  el  pais,  cuándo  acontecieron  las 
erupciones.  Tales  erupciones  poco  conocidas  sucedieron:  en  abril  de  1845 
(Humb.  Cosmos  IV,  según  Ida  Pfeiffer)  y  en  1851  (Villavicencio)  ó  1852 
(Wagner).  De  la  del  13  á  15  de  setiembre  de  1853  se  sabe  algo  mas,  mer- 
ced á  la  descripción  que  de  ella  hizo  H.  Karsten,  viajero  alemán,  que  la 
presenció  en  Latacunga;  fué  muy  considerable  y  dio  una  grande  corriente 
de  lava,  descrita  por  el  señor  Reiss.  De  menor  importancia  parecen  haber 
sido  las  erupciones  de  1855  y  de  1856.  Desde  entonces  se  observó  con 
frecuencia,  que  el  Cotopaxi  lanzaba  á  los  aires  espesas  nubes  de  vapor  y 
humo,  también  se  ennegrecía  á  veces  su  nevada  cumbre,  de  ceniza  y  otros 
materiales  arrojados,  y  aun  no  es  improbable,  que  derramaba  un  poco  de 
lava  liquescente  en  los  años  de  1863  (según  el  doctor  Stübel)  y  de  1866 
(16,  18,  21  de  setiembre);  pero  lo  cierto  es,  que  no  hizo  ninguna  erupción 
grande  hasta  el  año  de  1877. 

Desde  esta  erupción  memorable,  que  describí  largamente,  el  volcan  no 
se  tranquilizó  nunca  del  todo,  hasta  nuestros  días.  Hizo  varias  erupciones 
considerables,  que  solo  después  de  la  de  1877  parecieron  menos  importantes; 
asi  durante  los  años  de  1878  y  1879,  y  una  muy  fuerte  el  3  de  Julio  de 
1880.  Desde  que  el  Tunguragua  entró  en  nuevo  estado  de  acción,  la  del 
Cotopaxi  parece  ser  menos  enérgica. 

No  faltaron  viajeros,  desde  el  siglo  pasado,  que  tentaron  la  ascensión  al 
Cotopaxi,  pero  siempre  sin  el  éxito  deseado,  hasta  que  los  señores  Reiss  y 
Stübel  en  1872  la  realizaron  y  sentaron  sus  pies  sobre  el  borde  occidental 
del  cráter.*)  El  9  de  Setiembre  1877,  poco  tiempo  después  de  la  gran 
erupción,  subimos  yo  y  el  señor  Alejandro  Sandoval  de  Latacunga  á  la 
cúspide  norte  del  cerro;  y  cuatro  meses  mas  tarde,  el  15  de  Enero  de  1878 


*)  En  paseos  ordinarios,  en  que  cada  noche  se  quisiera  regresar  á  los  pueblos  ó  á 
las  haciendas  (como  hicieron  Huraboldt,  Boussingault  etc.),  no  se  puede  hacer  la  ascensión 
al  Cotopaxi,  ni  á  los  demás  nevados,  porque  las  distancias  son  mas  largas  de  lo  que 
parecen  de  lejos.  La  mala  é  insuficiente  preparación  de  los  viajes,  la  poca  experiencia, 
y  el  poco  tiempo,  que  se  han  tomado,  ha  sido  la  causa  principal,  de  que  anteriormente 
las  empresas  de  ascensión  han  fracasado,  hasta  el  punto  do  haberse  arraigado  entre  los 
habitantes  del  Ecuador  alto  la  convicción,  de  ser  imposible  trepar  á  la  cúspide  del  Coto- 
paxi ó  del  Chimborazo.  —  Las  muchas  ascensiones  citadas  en  este  capítulo,  y  sobre  todo 
las  de  Whymper,  han  echado  abajo  esa  convicción  errónea. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  361 

siguió  el  barón  de  Thielmann  nuestras  huellas,  con  el  mismo  éxito  feliz.  El 
Señor  Whymper  quiso  hacer  mas  que  sus  antecesores,  y  pasó  en  Febrero 
de  1880  una  noche  sobre  el  borde  del  cráter  (1.  c.  145). 

El  Quilotoa  es  un  volcan  extinguido  en  la  Cordillera  occidental  de 
Latacunga,  á  las  cabeceras  del  rio  Toachi  (pág.  80).  No  tiene  el  prestigio 
hacinador  como  el  Cotopaxi,  pues  no  llega  á  la  región  de  las  nieves,  ni 
tiene  un  cráter  visible  de  lejos.  Si  lo  menciono  entre  los  volcanes  notables, 
es  para  quitarle  la  sombra  misteriosa,  en  que  la  tradición  lo  ha  envuelto. 
El  Quilotoa  encierra,  como  el  Mojanda,  y  como  el  Cuycocha  al  pié  del  Cota- 
cachi,  una  laguna  considerable  en  su  cráter,  pero  con  agua  salada,  que  según 
Dressel  contiene  37a  °/0  de  cloruro  de  sodio  y  2°/0  ¿e  cloruro  de  magnesio 
(vea  el  Suplem.  No.  30),  y  es  algo  tibia,  es  decir,  conserva  la  temperatura 
de  16°  C,  mientras  que  la  media  de  este  paraje  no  puede  pasar  de  8o  C.  — 
Velasco  menciona  por  primera  vez  para  el  año  de  1725  unos  fenómenos  muy 
particulares  en  este  lago,  que  después  se  han  repetido,  según  se  dice.  Afirma, 
que  el  agua  subió  70  varas  y  cubrió  la  isla,  que  habia  existido  antes,  y  que 
y  arrojó  llamas  de  fuego  de  en  medio  de  las  aguas»  (Vel.  I,  pág.  12).  Ya 
á  Mr.  de  La  Condamine  habian  contado  cosas  semejantes,  pero  él  se  mostró 
muy  incrédulo,  tomando  la  noticia  por  un  cuento  de  los  indios  (Voy.,  pág.  62). 
No  quisiera  rechazar  todo  como  fábula,  y  creo  que  la  relación  de  Velasco 
tiene  por  fundamento  algún  fenómeno  físico;  pero  sin  duda  M.  Wagner 
exagera  demasiado  la  importancia  del  acontecimiento,  interpretando  las  pa- 
labras de  Velasco  en  sentido  de  una  gran  erupción  volcánica:  a  La  isla,  que 
se  cubrió  de  agua,  de  repente  se  convirtió  en  un  cráter,  arrojando  escorias 
encendidas  y  vapores»  (Reisen  im  trop.  Am.,  pág.  455).  Si  consideramos, 
que  Velasco  conoció  muy  bien  lo  que  es  una  erupción  volcánica,  y  que  en 
su  pluma  por  lo  regular  los  sucesos  volcánicos  se  aumentan  y  se  exageran, 
debemos  concluir  de  sus  palabras  sencillas,  que  el  referido  suceso  en  el 
Quilotoa  fué  de  poca  importancia. 

En  1751  se  halló  el  Marques  de  Maenza,  propietario  de  la  hacienda 
Ciénaga  cerca  de  Latacunga,  en  París  é  informó  á  Mr.  de  la  Condamine,  de  que 
en  Diciembre  de  1740  ardió  de  nuevo  el  lago  del  Quilotoa.  Las  llamas  habrían 
quemado  todos  los  arbustos  alrededor  del  lago  y  matado  el  ganado,  que  pacía 
en  sus  cercanías.  En  términos  semejantes  se  expresa  Velasco,  que  aquí  pa- 
rece seguir  á  Condamine;  solamente  que  según  él  apareció  de  nuevo  la  isla 
hundida,  que  se  quemaron  hasta  las  rocas,  y  que  se  esterilizaron  los  campos. 
Es  singular,  que  Condamine,  quien  en  Diciembre  de  1740  se  halló  en  las 
cercanías  del  Quilotoa,  recibió  esta  noticia  solo  11  años  después  en  París. 
Wagner  de  nuevo  dá  á  este  acontecimiento  un  colorido  «mas  interesante», 
diciendo:   «Una  segunda  erupción  fuerte   de  aquella  isla  sucedió  en  1740. 


362  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   VII. 

Todo  el  lago  apareció  en  una  iluminación  maravillosa  de  llamas,  como  refiere 
el  historiador  citado  (Velasco);  pero  sin  duda  fué  solamente  el  reflejo  de  los 
proyectiles  encendidos,  el  que  iluminó  el  lago»  (1.  c.  pág.  455). 

Las  escasas  noticias  citadas,  que  tienen  algo  de  misterioso,  no  son  á 
propósito  para  dilucidar  la  naturaleza  del  fenómeno  en  cuestión,  que,  según 
es  fama,  se  repitió  varias  veces  después,  por  ejemplo  en  1859.  —  El  doctor 
W.  Reiss  es  el  primer  geólogo,  que  en  1872  estudió  detenidamente  este  vol- 
can, y  á  quien  debemos  las  primeras  noticias  exactas.  Según  él  no  se  ob- 
serva ningún  indicio  de  una  actividad  histórica  del  Quilotoa;  el  desprendi- 
miento de  burbujas  de  gas  en  el  agua  es  el  único  resto  débil  de  su  actividad 
prehistórica  y  muy  antigua.  Debemos  á  este  observador  una  descripción 
detallada  del  Quilotoa,  de  la  formación  do  su  cráter  y  del  lago,  asi  como 
la  explicación  sencilla  y  natural  de  los  fenómenos  mencionados,  pero  des- 
provistos de  toda  exageración.*)  En  mi  «Crónica))  (pág.  34)  he  adoptado 
las  explicaciones  del  señor  Reiss,  que  ya  me  había  comunicado  en  una  carta 
particular.  —  El  cráter  tiene  paredes  muy  escarpadas  de  mas  de  300  metros 
de  altura  y  el  fondo  está  ocupado  por  el  lago.  Al  lado  oeste  de  su  borde 
baja  una  loma  menos  pendiente  hasta  el  agua,  formando  una  pequeña  penín- 
sula. Esta  prominencia  es  el  efecto  de  un  gran  derrumbo,  y  se  extendió 
algún  día  mucho  mas  que  ahora  por  el  lago  adentro,  de  manera  que  cabían 
allí  algunas  chozas  y  podía  pacer  el  ganado.  Pero  el  agua,  que  penetra 
con  facilidad  la  toba  volcánica,  y  el  oleaje,  aunque  débil,  sinembargo  con- 
tinuo del  lago  profundo,  desmoronaron  y  socabaron  poco  á  poco  el  terreno 
derrumbado,  y  asi  la  península  se  disminuyó  cada  dia  mas  y  se  redigo 
finalmente  al  resto  pequeño,  que  aun  se  conserva.  Fácil  es,  que  de  estos 
sucesos  naciera  el  cuento  de  la  isla  y  hacienda  hundida,  porque  el  pueblo 
siempre  se  inclina  á  atribuir  los  efectos  de  los  lentos  procedimientos  natu- 
rales á  unas  causas  violentas  é  instantáneas.  —  El  gas  que  se  desprende 
del  lago,  es  el  ácido  carbónico,  con  un  olor  débil  de  hidrógeno  sulfurado. 
Este  gas  no  se  enciende  ni  arde;  para  suponer  otros  gases  en  otros  tiempos, 
nos  falta  el  fundamento.  Pero  el  señor  Reiss  se  inclina  á  negar  la  existencia 
de  llamas,  y  explica  el  fenómeno  de  la  manera  siguiente.  Cuando  por  épocas 
vá  aumentándose  el  desprendimiento  de  gas,  el  agua  parece  hervir  y  se  tifie 
de  amarillo  por  el  lodo  removido.  Por  la  gran  cantidad  de  ácido  carbónico, 
los  animales  en  la  cercanía  tienen  que  padecer  y  hasta  morir  á  veces;  los 
arbustos  en  las  orillas  se  secarán  y  aparecerán  como  quemados.  El  pueblo 
no  podrá  explicarse  estos  fenómenos  sin  suponer  la  existencia  de  fuego,  que 
haga  hervir  el  agua  y  ennegrecer  los  animales  y  las  plantas. 

*)  Carta  del  doctor  Reiss,  muchas  veces  citada,  pág.  4—8. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  363 

Las  rocas  andesiticas,  que  loman  parte  en  la  arquitectura  del  Quilotoa, 
pertenecen  á  las  mas  hermosas  y  mas  variadas  del  Ecuador  alto,  y  ofrecen 
al  petrógrafo  un  campo  muy  vasto. 

Para  concluir  con  los  volcanes  de  la  Cordillera  occidental,  diremos  to- 
davía cuatro  palabras  del  Carihuairazo  y  del  Chimborazo.  Ambos  son 
volcanes  prehistóricos,  el  primero  con  una  caldera  muy  grande,  el  segundo 
sin  ella,  pero  con  grandes  y  largas  corrientes  do  lava  á  su  pié  oriental 
(pág.  61  y  62).  Lo  que  cuenta  Velasco  de  la  antigua  grandeza  del  Cari- 
huairazo, «competidor  en  la  desmedida  elevación  del  Chimborazo,  de  manera, 
que  no  se  podia  distinguir,  cual  fuese  mas  alto»,  es  una  fábula  y  un  juego 
de  fantasía,  que  se  funda  probablemente  en  la  figura  exterior  del  cerro,  y 
que  recuerda  la  misma  fábula  respecto  al  Altar,  el  cual  en  efecto  tiene  una 
forma  muy  parecida.  La  figura  actual  de  ambos  volcanes  es  la  primitiva, 
como  quedó  después  de  su  última  erupción,  y  de  ningún  modo  ocasionada 
por  hundimientos;  las  calderas  de  los  volcanes  se  han  formado  por  las 
muchas  erupciones  y  explosiones.  —  La  cúspide  del  Carihuairazo  visitó 
Mr.  Whymper  en  Junio  de  1880;  á  la  cumbre  del  Chimborazo,  de  que  hablé 
en  otra  ocasión,  subió  dos  veces,  en  Enero  y  en  Julio  de  1880. 

El  Tunguragua,  este  competidor  moderno  del  Cotopaxi,  se  halla  en- 
frente del  Chimborazo,  en  la  Cordillera  oriental  (pág.  60).  Las  hermosas 
corrientes  de  lava  antiguas  y  modernas,  á  su  pié,  fueron  visitadas  por  todos 
los  geólogos,  que  han  venido  al  Ecuador,  desde  Humboldt,  que  aquí  por 
primera  vez  observó  el  contacto  directo  de  la  lava  con  las  esquistas  crista- 
linas, cerca  de  la  chorrera  de  Agoyan.  Apesar  de  algunas  tradiciones  de 
erupciones  á  fines  del  siglo  pasado,  nos  habíamos  acostumbrado  á  considerar 
el  Tunguragua  como  volcan  extinguido,  por  la  gran  tranquilidad,  en  que 
reposaba  desde  mucho  tiempo,  hasta  que  la  espantosa  erupción  de  1886  nos 
sacó  de  nuestra  seguridad.  —  En  mi  a  Crónica»  pude  reunir  muy  pocas 
noticias  sobre  la  actividad  histórica  de  este  volcan.  Condamine  cita  la 
erupción  mas  antigua  para  el  año  de  1641  («vers  1641»),  según  lo  que  le 
contó  un  indio  viejísimo  de  la  provincia  de  Riobamba,  que  tenia  mas  de 
100  años  y  se  recordaba  de  varios  pormenores  de  ese  acontecimiento.  Des- 
pués faltan  noticias  por  mas  de  un  siglo.  Una  erupción  muy  fuerte,  durante 
la  cual  se  formó  la  interesante  corriente  del  Juivi  grande,  se  verificó  en 
1773,  según  un  documento,  que  encontré  en  Quito,  algún  tiempo  después 
de  la  publicación  de  mi  «Crónica»,  en  la  cual,  por  consiguiente,  falta  este 
año.*)    Desde  entonces  echaba  el  Tunguragua   con  frecuencia  de  su  boca 


*)  Es  el  borrador  de  una  carta  autógrafa,  que  el  Presidente  de  Quito  dirigió  al  Conde 
de  A  randa,  y  que  literalmente  dice  así: 


364  GEOLOGÍA..   —    CAPÍTULO   VIL 

espesas  columnas  de  humo  y  vapores,  asi  en  1776,  cuando  se  las  veia  desde 
Canelos.  Wagner  pone  una  gran  erupción  en  el  año  de  1777,  sin  indicar 
su  fuente,  y  cree  que  de  esta  podría  derivarse  la  corriente  de  lava  de  Juivi 
grande.  Del  mismo  dictamen  es  Karsten,  el  cual,  sinembargo,  deja  nacer 
esta  lava  por  un  levantamiento  del  suelo,  en  estado  sólido  (lo  que  está 
refutado  por  Reiss  y  Stübel).  Mas  probable  me  parece,  que  aquella  lava  ya 
corrió  en  1773,  y  la  erupción  de  77  no  está  bien  probada.  Pero  con  mayor 
fundamento  podemos  admitir  una  erupción  fuerte  durante  el  año  de  1781; 
porque  en  una  relación  de  la  Municipalidad  de  Riobamba,  que  existe  todavía 
en  el  archivo  de  la  Presidencia  de  Quito,  se  dice,  que  «desde  el  año  de 
1781,  en  que  el  Tungurayua  habia  hecha  una  reventazón,  cesaron  los  temblo- 
res.» Esta  es  la  última  noticia  que  tenemos  de  este  volcan.  Quedó  sin 
señales  de  vida  durante  mas  de  un  siglo.  Pero  el  11  de  Enero  de  1886 
despertó  repentinamente  de  su  sueño  con  gran  furia,  y  devastó  horrible- 
mente el  valle  de  Baños  y  todos  sus  alrededores.  El  Señor  Augusto  N.  Mar- 
tínez describió  esta  erupción  en  algunos  artículos,  publicados  en  «La  Nación» 
de  Guayaquil  en  el  año  citado.  En  lo  esencial  no  se  distinguió  de  las  gran- 
des erupciones  del  Cotopaxi,  y  de  nuevo  dio  al  suelo  con  la  teoría  de  Karsten 
y  con  la  opinión,  de  que  los  volcanes  modernos  del  Ecuador  no  arrojen  lava 
líquida.  Pues,  las  cantidades  de  lava,  que  en  esta  ocasión  salieron,  durante 
algunos  meses,  del  cráter  del  Tunguragua,  son  fabulosas,  formaron  corrientes 
inmensas,  que  en  todo  son  parecidas  á  las  de  Juivi  y  otras  antiguas,  y 
obstruyeron  los  cauces  de  los  ríos  de  Patate  y  Chambo,  reprimiendo  sus 
aguas  en  un  lago  extenso,  que  solo  pudo  desaguarse  despacio,  á  medida 
que  se  formaba  el  nuevo  cauce  en  la  lava,  mediante  la  erosión  del  agua.(l0) 


Excmo.  Sor. 
Señor 

Habiendo  acahecido  la  erupción  del  Volcan  de  Tunguragua  conformidable 
(error  de  los  habitadores,  y  considerable  estrago  de  Ganado,  y  Mieses  en  una 
larga  extensión  de  Pais,  me  ha  parecido  conveniente  imponer  á  la  Superioridad 
de  V.  E.  por  medio  de  la  adjunta  Relación,  y  dos  representaciones  del  Volcan  y 
Pais  perjudicado  que  acompaño,  en  el  que  han  sido  comprehendidas  algunas 
Haciendas  de  Temporalidades. 

Dios  ge.  á  VE.  mu8,  a8.  Quito  13  de  Julio  de  1773. 

J.  D. 
El  Presidente  de  Quito  Dn.  Jph.  Diguja  incluie  á  VEx.  la  Relación,  y  dos 
representaciones  de  la  erupción  del  Volcan  de  Tunguragua. 

Excmo.  Sr.  Conde  de  Aranda. 

Gran  lástima  e^,  que  se  ha  perdido  la  relación,  de  que  habla  la  carta,  porque  sin 
duda  contenia  muchos  pormenores  interesantes,  como  la,  que  el  mismo  Presidente  Joseph 
Diguja  habia  dirigido  al  rei  de  España,  sobre  la  erupción  del  Cotopaxi  en  1768,  y  cuya 
copia  se  encuentra  en  el  apéndice  de  mi  « Crónica »,  pág.  58. 


EL   TERRENO  VOLCÁNICO.  365 

Erupciones  mas  pequeñas  se  verificaron  en  los  años  subsiguientes,  y  no 
sabemos  todavía,  cuándo  el  volcan  recaerá  en  su  letargía.  —  El  primero  que 
subió  al  cráter  del  Tunguragua,  es  el  doctor  Stübel,  quien  lo  estudió  en 
Febrero  de  1873,  y  observó  un  desprendimiento  muy  débil  de  vapores  vol- 
cánicos en  la  pared  del  Norte.  Pocos  meses  después  siguió  Mr.  Farrand, 
un  pintor  y  fotógrafo  norteamericano,  las  huellas  del  Dr.  Stübel,  y  pasó  una 
noche  sentado  sobre  el  borde  del  cráter,  esperando  el  buen  tiempo  de  la 
madrugada  para  sacar  vistas  fotográficas.  Diez  años  mas  tarde,  en  Diciembre 
de  1883,  también  el  señor  A.  N.  Martínez,  acompañado  de  su  hermano  y  un 
amigo,  sentaron  sus  plantas  sobre  el  borde  del  cráter. 

Solo  unas  cuatro  leguas  al  S  del  Tunguragua  encontramos  el  Altar 
ó  cerro  de  Coüanes  (pág.  59).  Es  un  volcan  muy  antiguo,  en  cuya  cercanía 
no  se  descubren  indicios  de  una  actividad  moderna.  Humboldt  afirma  (en 
la  parte  IV*  del  Kosmos),  que  entre  los  indígenas  de  la  provincia  de  Rio- 
bamba  se  ha  conservado  la  tradición  general,  de  que  14  años  antes  de  la 
invasión  del  inca  Huayna-Capac  (cerca  de  1460)  la  cumbre  del  Altar  se 
había  hundido  á  consecuencia  de  unas  erupciones  seténales.  Actualmente 
no  existe  tal  tradición;  ninguno  de  los  historiadores  antiguos,  ni  Velasco, 
tan  familiarizado  con  las  tradiciones  de  los  indios,  la  menciona,  y  parece, 
que  Humboldt  confió  con  demasiada  credulidad  en  las  palabras  de  un  solo 
individuo,  del  indio  Zefla  en  Riobamba.  (Véase  toda  esta  historia  en  M.Wagner, 
Reisen  im  trop.  Am.,  pág.  486.)  Los  autores  modernos,  entre  ellos  Villavi- 
cencio,  tomaron  dicha  tradición  de  Humboldt,  de  manera  que  propiamente 
él  es  el  autor  de  ella.  —  «La  suposición,  de  que  el  Altar  haya  sido  antigua- 
mente un  cerro  cónico  de  la  altura  del  Chimborazo,  y  de  que  haya  recibido 
su  forma  actual  por  un  derrumbamiento  en  tiempos  históricos,  carece  de 
fundamento  científico;  ella  contradice  á  las  observaciones,  que  se  puede  hacer 
en  el  cerro  mismo,  así  como  á  las  deducciones  que  sacamos  de  la  analogía 
con  cerros  volcánicos  semejantes.»    (A.  Stübel,  Skizzen  aus  Ecuador,  pág.  44). 

El  Sangay  es  el  volcan  mas  meridional  del  Ecuador  con  actividad 
moderna,  y  á  la  vez  es  uno  de  los  volcanes  mas  activos  del  mundo.  Feliz- 
mente se  halla  tan  retirado  de  la  región  poblada,  que  no  causa  mucho  daño 
á  los  habitantes  (pág.  59). 

Según  Mr.  de  La  Condamine  comenzó  su  actividad  moderna  en  el  año 
de  1728.  Sin  duda  hizo  ya  antes  sus  erupciones,  pero  desde  el  año  citado 
hasta  nuestros  días  no  ha  interrumpido  jamas  del  todo  su  actividad,  antes 
bien  la  ha  aumentado  en  ciertas  épocas,  como,  por  ejemplo,  en  el  año  de 
1739,  en  que  Condamine  le  observó  desde  el  páramo  de  Zula:  «Todo  el  monte 
pareció  arder,  así  como  el  cráter  mismo.  Sobre  el  cono  se  derramó  un  rio 
de  azufre  y  betún  encendido  y  se  formó  su  cauce  por  medio  de  la  nieve, 


366  GEOLOGÍA.   —  CAPÍTULO  Vil. 

de  la  cual  la  cumbre  siempre  está  cubierta»  (Voy.,  pág.  77).  Parece  ex- 
cusado decir,  que  dicho  rio  no  se  formó  de  azufre  ni  de  betún,  sino  de  lava 
enrojecida.  —  «Desde  4  años,  y  hasta  hoy  dia,  se  derrama  sin  intermisión 
una  lava  encandesente  por  la  falda  oriental  del  Sangay»,  dice  el  doctor  Reiss 
en  1874,  en  su  carta  polémica  contra  II.  Karsten.*)  En  Diciembre  de  1849 
se  halló  el  ingeniero  S.  Wisse  en  la  cercanía  del  Sangay,  y  contó  en  una 
hora  267  explosiones  fuertes.  Los  bramidos  del  volcan  se  oyen  con  frecuencia 
en  Guayaquil,  y  la  ceniza  que  lanza  al  aire,  a  veces  llega  á  caer  en  el  océano 
pacifico  (como  la  del  Cotopaxi  y  del  Tunguragua). 

Desde  el  Azuay  al  Sur,  el  terreno  volcánico  es  muy  antiguo,  y  se  ne- 
cesita ser  geólogo,  para  reconocerlo;  las  formas  exteriores  de  las  montañas 
no  lo  recuerdan,  solo  la  existencia  de  andesitas  y  lavas  muy  antiguas  lo 
manifiesta.  El  doctor  Reiss  es  el  primero,  que  habla  de  tobas  volcánicas 
superficiales  cerca  de  Cuenca**),  y  yo  descubrí  en  mi  viaje  de  1876  las  an- 
desitas y  sus  tobas  hasta  el  limite  de  la  provincia  de  Loja.  Siendo  estos 
descubrimientos  tan  modernos  y  todavía  poco  conocidos  por  los  geólogos, 
diré  algo  sobre  los  grupos  principales  de  ese  terreno  volcánico.  Podemos 
distinguir  tres  grupos;  el  primero  es  el  del  Azuay,  ocupando  el  centro  del 
nudo  de  este  nombre,  y  extendiéndose  al  S  sobre  la  provincia  de  Cañar 
hasta  el  Bueste.  Al  segundo  grupo  podemos  dar  el  nombre  de  Gualaceo, 
por  hallarse  muy  desarrollado  en  el  valle  del  río  de  Gualaceo,  hasta  las 
cercanías  de  Jima,  pero  se  extiende  al  Oeste  hasta  el  rio  Tarqui.  Los 
materiales  volcánicos  superficiales  cerca  de  Cuenca,  Sidcay,  Deleg  etc.  pueden 
derivarse  del  primer  grupo  ó  del  segundo.  El  tercero  comienza  al  Sur  del 
nudo  de  Tinajillas,  en  el  rio  de  Nabon,  y  llena  los  valles  del  rio  León  y  de 
sus  tributarios  hasta  mas  allá  de  Oña. 

El  grupo  del  Azuay.  El  camino  real  de  Quito  á  Cuenca  atraviesa 
el  centro  del  nudo  del  Azuay.  Cerca  de  Achupallas  se  observa  en  los  valles 
el  terreno  fundamental,  las  esquistas  primitivas,  y  una  media  legua  arriba 
del  pueblo,  siguiendo  el  rio  Azuay,  se  tiene  la  ocasión  bastante  rara  de  es- 
tudiar el  contacto  inmediato  de  la  andesita  eruptiva  con  aquellas  rocas  estra- 
tificadas. Desde  allá  desaparecen  las  esquistas  y  quedan  cubiertas  de  la  roca 
volcánica,  pues  todo  ese  mundo  de  cerros,  picos  y  cuchillas,  hasta  los  Pare- 
dones, constan  de  andesita,  es  decir  de  lava  antigua,  en  otras  palabras:  son 
volcanes  extinguidos.  Al  Oeste  el  Azuay  está  bordeado  de  «rocas  verdes» 
y  de  la  formación  cretácea,  pero  algunos  cerros  volcánicos  avanzan  hasta 


*)  Zeitschrift  der  deutsehen  geologischen  üescllschaft,  XXVI,  pág.  \):Í3. 
**)  Carta  á  S.  E.  el  Presid.  de  la  Rep.,  1873,  pag.  15. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  3G7 

las  orillas  del  río  Quinchan,  como  el  cono  del  Guabatew  ó  Rpftay;  Hacia 
el  Este  el  terreno  volcánico  queda  limitado  por  las  esquistas  cristalinas  de 
la  Cordillera  oriental. 

Desde  los  Paredones  comienzan  á  ocultarse  las  andesitas  debajo  de  las 
tobas  y  los  conglomeratos  volcánicos,  que  llegan  á  un  desarrollo  enorme  en 
la  meseta  de  Cañar;  como  se  vé  con  particularidad  en  el  valle  qngr  ef  río 
grande  ha  excavado  en  ellos.  Las  últimas  lavas  macizas  sobresalen  en  forma 
de  crestas  y  pequeños  picos  de  los  conglomeratos  enfrente  de  Cañar  cerca 
de  los  pueblos  de  Sigsid  y  Tambo.  £1  Bueran,  al  Sur  de  Cañar,  se  com- 
pone hasta  su  cumbre  (380G  metros)  solamente  de  conglomeratos  gruesos  y 
estos  se  extienden  hasta  el  Bueste.  Me  parece  que  al  Sur  del  río  de  Cañar 
no  se  verificaron  erupciones  de  lava,  sino  que  allá  los  materiales  volcánicos 
cubren  solamente  en  capas  gruesas  el  terreno  cretáceo  y  porfídico,  que  se 
descubre  hacia  el  oriente  desde  Inca-pirca,  Huaira-pungo  y  Molobog,  para 
reunirse  directamente  con  las  esquistas  cristalinas  de  la  Cordillera  oriental. 

La  variedad  petrográfica  de  las  andesitas  del  Azuay  es  grande,  sobre 
todo  en  los  conglomeratos  en  que  encontramos  una  colección  de  muestras 
que  derivan  de  puntos  diferentes  y  distantes.  En  lo  esencial  no  se  distin- 
guen de  las  andesitas  de  la  provincia  de  Quito;  predominan  las  variedades 
de  una  textura  microcristalina  y  de  color  oscuro,  pero  tampoco  faltan  las 
macrocristalinas,  y  cerros  enteros  se  componen  de  ellas,  por  ejemplo  los  que 
están  al  lado  de  Quimsa-cruz.  La  variedad  esponjosa,  que  se  llama  piedra 
pómez,  no  es  rara  en  las  tobas  y  brecchas,  pero  la  obsidiana  parece  faltar. 

El  grupo  de  Gualaceo.  Las  erupciones  principales  de  este  grupo 
tuvieron  lugar  en  el  valle  del  rio  Gualaceo,  desde  el  Paute  hasta  la  desem- 
bocadura del  rio  Shiu.  Allá  se  encuentran  á  cada  paso  las  lavas  antiguas, 
que  sobresalen  en  forma  de  bancos  ó  de  cuchillas  las  tobas  y  brecchas. 
Igualmente  encontré  la  peña  viva  de  andesita  en  los  páramos  entre  Jima  y 
Sigsig  en  una  altura  considerable.  En  el  valle  del  rio  Paute  se  observa 
bien  la  sobreposicion  de  la  formación  volcánica  sobre  la  de  la  arenisca  de 
Azogues,  y  al  Norte  del  dicho  rio,  entre  Paute  y  San  Cristóbal,  existe  un 
pequeño  grupo  de  vetas  y  diques  de  lava  andcsítica,  que  rompieron  aquella 
formación  sedimentaria,  así  como  también  el  cerro  de  Cojitambo,  que  todo 
se  compone  de  una  andesita  muy  hermosa  y  se  levanta  aislado  en  medio 
de  la  arenisca,  sin  alterar  mucho  el  rumbo  general  de  las  capas  de  ella. 
Fuera  de  estos  puntos  no  enoontré  la  andesita  «in  si  tu»,  pero  sus  tobas  y 
conglomeratos  tienen  una  extensión  mucho  mas  grande:  en  la  Cordillera 
oriental  de  Sigsig  ^uben  hasta  los  páramos  y  al  Oeste  se  extienden  por 
Quinjeo  á  las  cercanías  de  Cumbe,  rodean  los  planos  de  Tarqui,  componen 
los  cerjp*  de  Turi  y  Valle,  y  cubren,  á  lo  menos  superficialmente,  los  de 


368  GEOLOGÍA.  —  CAPÍTULO   VII. 

Paeeha  y  aun  la  cumbre  del  Guagualzhuma.  También  al  Norte  de  Cuenca 
las  capas  dé  materiales  volcánicos  formaron  antiguamente  una  cubierta  super- 
ficial sobre  la  arenisca  de  Azogues  hasta  Deleg,  pero  los  ríos  que  vienen 
del  Oeste,  el  Machángara,  el  de  Sidcay  y  el  de  Deleg,  destruyeron  esta 
cubierta  en  gran  parte,  excavando  sus  cauces  hasta  la  profundidad  de  la 
arenisca;  y  asi  es  que  se  han  conservado  solamente  algunos  trozos  del  ter- 
reno volcánico  sobre  las  lomas  que  separan  los  valles  de  dichos  ríos.  Esta 
observación  se  puede  hacer  mejor  en  el  camino  de  Cuenca  á  Deleg,  que 
cruza  todos  esos  valles  y  lomas:  sobre  estas  se  pisa  los  conglomeratos  vol- 
cánicos (muy  desarrollados  en  Habzhun),  y  en  aquellos  las  capas  levantadas 
de  la  arenisca  de  Azogues. 

En  cuanto  á  las  variedades  de  la  andesita  se  puede  decir  que  son  las 
mismas  que  en  el  grupo  del  Azuay.  El  cerro  de  Cojitambo  presenta  una 
variedad  tipica  y  hermosa  de  la  andesita  antibélica :  en  la  masa  fundamental 
microcristalina  de  un  color  gris  claro  se  distinguen  perfectamente  bien  los 
crístalitos  de  anfibola,  mica  negra  y  los  fragmentos  mas  grandes  de  la 
plagioclasa  (andesina)  blanca;  con  la  aguja  magnética  se  comprueba  también 
la  presencia  de  la  magnetita,  que  no  falta  en  casi  ninguna  variedad. 

El  grupo  de  Nabon  y  Oña.  Como  hemos  dicho  mas  arriba,  se  ex- 
tiende sobre  los  valles  del  rio  León  y  de  sus  tributarios  desde  el  de  Nabon 
hasta  el  de  Oña.  Al  Este  sube  hasta  los  páramos  del  terreno  esquistoso  y 
al  Oeste  se  limita  al  lado  derecho  del  rio  León  con  una  zona  angosta  que 
faldea  las  montañas  porfídicas  de  Allpachaca.  Predominan  en  este  territorio 
las  rocas  clásticas,  tobas  y  conglomeratos.  Algunas  tobas  se  hallan  muy 
impregnadas  de  hidróxido  de  hierro,  que  les  comunica  un  color  rojo  y  las 
dá  á  conocer  en  mucha  distancia;  fenómeno  que  se  observa  también  en  el 
grupo  de  Gualaceo,  en  las  cercanías  de  Quinjeo.  Por  esta  cubierta  gruesa 
de  tobas  y  conglomeratos  se  han  ocultado  bastante  los  lugares  de  erupción 
de  andesita  y  lava,  y  es  algo  difícil  descubrirlos.  La  mejor  ocasión  para 
observar  las  rocas  vivas  se  ofrece  en  las  laderas  escarpadas  del  valle  del 
rio  León  en  el  lado  izquierdo,  por  ejemplo  en  la  bajada  de  Nabon  al  dicho 
rio,  pero  son  generalmente  muy  descompuestas. 

También  cerca  de  Udushapa  y  Oña  existen  montañas  de  peña  viva,  pero 
estas  necesitan  una  explicación  especial,  porque  presentan  una  de  las  rocas 
mas  interesantes  bajo  la  vista  científica,  es  decir  la  andesita  cuarzosa.  De 
ella  se  compone  la  pequeña  cordillera  ó  mas  bien  una  sola  montaña  tendida 
entre  Oña  y  el  rio  de  Udushapa,  igualmente  la  montaña  entre  este  mismo 
rio  y  el  de  Tablayacu.  El  camino  real  pasa  por  ambas  localidades,  y  fuera 
de  ellas  no  he  visto  esta  roca  particular  en  toda  la  provincia,  y  puedo  añadir 
ni  en  toda  la  República;  pues  las  andesitas  cuarzosas  de  la  provincia  de 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  3G9 

Quito  se  han  desarrollado  de  una  manera  distinta.  En  efecto,  el  aspecto 
exterior  de  la  roca  es  tan  singular,  que  es  capaz  de  engañar  á  cualquiera, 
y  por  mucho  tiempo  la  tomé  por  una  roca  granítica  muy  alterada  y  descom- 
puesta. En  la  superficie  es  desmoronadiza  y  se  parece  á  las  areniscas  cuar- 
zosas, pero  también  en  alguna  profundidad  es  todavía  bastante  blanda,  de 
manera  que  es  difícil  aderezar  con  el  martillo  muestras  regulares.  El  detenido 
examen  mineralógico  dio  los  resultados  siguientes:  la  roca  consta  casi  por  la 
mitad  de  cuarzo  cristalino  en  granos  y  fragmentos  de  1  á  4  milímetros  de  diá- 
metro; estos  granos  son  por  lo  común  irregularmente  angulosos  ó  redondeados, 
pero  examinando  bien  los  aislados,  que  se  hallan  por  millares  en  la  superficie 
descompuesta  del  terreno  en  el  camino  y  en  las  pequeñas  quebradas,  se  vé 
muchos  que  son  cristalitos  bastante  perfectos  y  presentan  el  dihexaedro, 
como  el  cuarzo  de  ciertos  pórfidos  (fenómeno  que  se  observa  igualmente  en 
la  andesita  cuarzosa  de  Perucho  y  Puéllaro).  El  cuarzo  es  sin  color,  pelú- 
cido como  cristal  de  roca,  ó  algo  ahumado,  no  descompuesto.  El  segundo 
mineral  constitutivo  es  un  feldespato  triclínico,  la  andesina,  en  pequeños 
fragmentos  cristalinos,  de  aspecto  bastante  fresco,  pero  de  contornos  algo 
confusos  y  no  bien  limitados;  rara  vez  es  pelúcido  como  vidrio,  comunmente 
blanco  y  turbio;  su  cantidad  apenas  llegará  á  la  mitad  de  la  del  cuarzo. 
Fuera  de  estos  dos  no  se  vé  otro  mineral  individualizado,  ni  mica,  ni  anfibola, 
ni  magnetita,  y  todo  el  resto  de  la  roca  consta  de  una  masa  fina  porosa  que  se 
parece  á  la  piedra  pómez,  y  forma  como  un  cemento  para  el  cuarzo  y  feldespato. 

Un  accidente  secundario  de  esta  roca  merece  ser  mencionado,  y  es  el 
que  en  sus  grietas  y  hendiduras  se  han  formado  vetas  de  ópalo  de  */*  hasta 
6  pulgadas  de  ancho.  Estas  vetas  son  frecuentes  en  el  camino  de  Udushapa 
ó  Ofia,  mientras  que  no  las  observé  en  el  lado  opuesto  del  rio  Udushapa. 
El  ópalo  es  bastante  hermoso  y  de  diferentes  colores,  en  algunas  vetas  se 
acerca  al  ópalo  fino,  en  otras  al  ópalo  de  fuego.  La  presencia  del  ópalo  en 
estas  vetas  es  una  señal  segura,  de  que  la  andesita  cuarzosa  ya  no  se  en- 
cuentra en  su  estado  fresco,  sino  en  el  de  la  metamorfosis,  en  que  se  forman 
estas  secreciones  de  sílice  amorfa  á  costa  de  los  minerales  constitutivos. 

Dudo  que  en  otra  parte  del  mundo  se  haya  encontrado  una  roca  vol- 
cánica tan  rica  en  cuarzo,  como  la  andesita  cuarzosa  de  Oña.  Algo  parecida 
á  ella,  pero  no  con  tanto  cuarzo,  es  una  andesita  cuarzosa  muy  porosa,  ó 
una  piedra  pómez,  que  el  doctor  Stübel  encontró  en  Bolivia,  cerca  del  Sajama, 
en  el  camino  que  conduce  de  Tomarape  a  Carahuara,  y  que  fué  descrita 
por  Fr.  Rudolph.*) 


*)  «Beitrag  zur  Petrographie  der  Anden  von  Perú  und  Bolivia.»     En:  Mineral,  u. 
Petrogr.  Mittheil.  von  Tsehermak,  IX,  pág.  309. 

Wolf,  Ecuador.  24 


¿J70  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   VII. 

Por  su  posición  singular  y  excepcional  en  la  costa,  debo  decir  todavía 
cuatro  palabras  de  las  tobas  volcánicas  de  Esmeraldas.  He  dicho 
anteriormente,  que  los  materiales  volcánicos  del  pais  andino  acaban  muy 
arriba  en  las  faldas  exteriores  de  la  Cordillera  occidental,  y  que  en  general 
no  ejercieron  ninguna  influencia  en  el  desarrollo  de  las  regiones  litorales. 
La  presencia  de  esas  tobas  en  Esmeraldas  al  principio  parece  muy  estraua, 
sinembargo  deja  explicarse  de  un  modo  natural  y  sencillo. 

La  formación  está  limitada  al  sistema  del  rio  Esmeraldas,  y  se  halla 
como  intercalada  entre  la  diluvial  y  la  aluvial,  pero  donde  falta  la  primera, 
descansa  directamente  sobre  la  arenisca  marina.  Consta  de  una  toba  volcánica 
muy  compacta  y  dura,  de  color  blanquizco  ó  ceniciento,  mezclada  con  arapilli», 
piedra  pómez  y  pedazos  mayores  y  menores  de  andesita  y  lavas  andesiticas. 
En  muchos  lugares  estos  fragmentos  angulosos  predominan  tanto,  que  la 
toba  merece  mas  bien  el  nombre  de  una  breccha  volcánica.  Algunas  piedras 
diori ticas,  que  también  se  hallan  en  la  toba,  se  distinguen  desde  luego  por 
su  figura  redondeada,  y  no  cabe  duda,  que  estos  guijarros  se  derivan  de  las 
capas  diluviales,  que  durante  la  invasión  de  las  masas  volcánicas  fueron  en 
parte  destruidas. 

Toda  la  anchurosa  hoya  del  rio  Esmeraldas  se  llenó  de  toba  volcánica; 
esta  descendió  del  callejón  interandino  de  Quito  por  el  valle  del  Guallabamba, 
rebosó  al  cauce  del  rio  Blanco  hasta  la  boca  del  Quinindé,  y  se  introdujo 
en  todos  los  valles  laterales,  algunas  leguas  adentro.  Sinembargo,  parece 
que  no  llegó  hasta  el  mar,  pues  á  unas  tres  ó  cuatro  leguas  arriba  de  la 
villa  de  Esmeraldas  se  pierden  sus  vestigios,  y  el  valle  del  rio  Tiaone  quedó 
libre  de  la  invasión,  lo  que  no  hubiera  sucedido,  si  la  corriente  hubiese 
llegado  hasta  abajo.  El  valle  del  Viche,  mucho  mas  angosto  que  el  del 
Tiaone,  se  llenó  de  la  toba  en  la  extensión  de  dos  leguas,  hasta  la  desem- 
bocadura del  Caple.  En  la  confluencia  del  Guallabamba  con  el  Blanco  la 
toba  alcanza  la  potencia  de  80  metros,  en  otros  lugares,  sobre  todo  en  que- 
bradas angostas,  en  que  rebosó,  es  aun  mas  considerable.  Pero  la  erosión 
del  agua  ya  destruyó  de  nuevo  enormes  masas  de  la  toba,  excavando  los 
valles  hasta  su  profundidad  anterior  y  aun  algunos  metros  mas  en  la  arenisca 
marina.  Asi,  por  ejemplo,  quedaron  en  el  valle  del  rio  Viche  solamente 
trozos  aislados  de  la  toba  como  colgados  en  los  flancos  á  la  altura  de  10  y 
lf>  metros.  Las  condiciones  topográficas  de  la  región  antes  del  aconteci- 
miento, debían  ser  mas  ó  menos  iguales  á  las  de  hoy,  es  decir,  ya  existieron 
las  mismas  montañas  y  los  mismos  rios,  y  estos  últimos  habían  excavado 
sus  cauces  casi  á  la  profundidad  actual.  Cuando  sucedió  la  gran  avenida 
volcánica  y  la  toba  obstruyó  la  angosta  abra,  por  la  cual  el  Guallabamba 
unido  con  el  Blanco  se  dirije  al  mar,  las  aguas  de  esos  rios  grandes  quedaron 


EL  TERRENO  VOLCÁNICO.  371 

por  algún  tiempo  represadas  é  inundaron  las  extensas  llanuras,  que  existen 
entre  las  montañas  de  Canindé  y  el  pié  de  los  Andes.  Poco  á  poco  el  agua 
se  abrió  de  nuevo  el  paso  por  el  antiguo  valle,  royendo  la  toba  ya  endurecida, 
y  las  llanuras  se  desaguaron.  A  esta  erosión  debemos  los  altos  y  hermosos 
perfiles  del  terreno,  que  en  las  angosturas  del  valle  forman  el  cajón  del  rio. 

La  toba  volcánica  no  manifiesta  ningún  indicio  de  estratificación  ó  de 
sedimentación  sucesiva,  al  contrario,  todo  se  presenta  como  el  producto  de 
una  sola  avenida,  y  como  el  resultado  de  un  solo  acontecimiento  grande. 
Talvez  no  seria  muy  aventurada  la  conjetura,  de  que  la  catástrofe  esté  en 
conexión  directa  con  la  abertura  violenta  de  la  cordillera  occidental  por  el 
valle  de  Perucho,  con  la  cual  todas  las  aguas  de  la  provincia  del  Pichincha 
se  precipitaron  hacia  este  lado,  formando  el  actual. rio  Guaüabamba.  Esta 
opinión  á  lo  menos  está  muy  conforme  con  el  hecho  bien  observado,  de  que 
el  terreno  cuaternario  debajo  de  la  toba  no  encierra  ningún  producto  vol- 
cánico, mientras  que  todas  las  capas  encima  de  ella,  ó  mas  modernas,  abundan 
en  lavas  y  andesitas  rodadas;  pues  esto,  me  parece,  quiere  decir,  que  sola- 
mente desde  la  formación  de  la  toba  volcánica  existe  una  comunicación 
directa  del  sistema  fluvial  del  Esmeraldas  con  el  callejón  interandino,  ocu- 
pado por  materiales  volcánicos.  —  La  catástrofe  sucedió  en  la  segunda  mitad 
ó  hacia  el  fin  de  la  época  cuaternaria. 

En  el  rio  Blanco,  mas  arriba  de  la  boca  del  Quinindé,  se  observan  tam- 
bién de  vez  en  cuando  algunos  trozos  considerables  de  una  breccha  volcá- 
nica, la  cual,  sinembargo,  se  destingue  á  primera  vista  de  la  del  rio  Gualla- 
bamba,  que  acabo  de  describir.  Son  aglomeraciones  de  trozos  de  lava  oscura 
y  de  rapilli,  y  parecen  provenir  del  Pichincha.  Cerca  de  la  desembocadura 
del  rio  de  San  José  los  bancos  de  esta  breccha  forman  un  islote  y  un  salto 
del  rio  Blanco;  por  lo  demás  el  fenómeno  es  insignificante  en  comparación 
con  las  tobas  del  Guallabamba,  y  también  parece  mas  reciente. 

La  edad  de  la  formación  volcánica. 

En  varias  ocasiones  he  dicho  que  el  terreno  volcánico  del  Ecuador  es 
contemporáneo  con  los  sedimentarios  de  la  época  cuaternaria  y  moderna. 
No  conocemos  ni  un  solo  lugar,  en  que  materiales  andesiticas  (primitivas  ó 
clásticas)  se  hallasen  intercaladas  á  las  capas  terciarias  ó  debajo  de  ellas. 
Es  verdad,  que  este  argumento  no  es  del  todo  concluyente;  porque  en  el 
pais  interandina  volcánico  tampoco  no  conocemos  capas  terciarias  debajo 
de  los  materiales  andesiticos*),  y  las  del  litoral  están  muy  lejos  de  la  sierra 

*)  Solo  en  la  hoya  del  rio  León,  entre  Nabon  y  Oña,  las  pizarras  margosas  de  Tabla- 
yaeu,  con  impresiones  de  plantas  dicotiledóneas,  que  se  encuentran  debajo  de  antiguos 
conglomeratos  volcánicos,  pertenecen  talcez  á  la  formación  terciaria. 

24* 


372  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO   VII. 

y  no  llegaron  en  contacto  con  los  volcanes.  Siempre  es  curioso  y  digno 
de  atención,  que  el  terreno  terciario  de  la  costa,  en  que  se  hallan  tantos 
fragmentos  de  dioritas  y  porfiritas  de  la  Cordillera  occidental,  nunca 
encierran  pedazos  de  andesita  ni  lava  andesitica.  Y  esto  vale  también 
de  las  capas  cuaternarias  ó  diluviales  inferiores,  solo  las  superiores  y 
las  aluviales  contienen  esos  materiales  recientes  en  abundancia,  no  solo 
al  pié  de  la  Cordillera,  sino  en  los  cauces  de  los  ríos  hasta  la  orilla  del 
Océano. 

Los  huesos  de  animales  extinguidos,  que  se  hallan  en  las  tobas  volcá- 
nicas de  la  sierra,  atestiguan  la  edad  cuaternaria  de  las  capas  en  que  se 
encuentran.  Fósiles  terciarios  jamas  se  han  descubierto  en  ellas.  Los  mamí- 
feros cuaternarios  se  han  encontrado  hasta  ahora  con  mas  frecuencia  en  las 
capas  superiores  de  las  tobas  (en  la  cangagua),  porque  estas  son  mas  acce- 
sibles á  la  observación;  pero  no  faltan  mas  abajo,  como  en  la  quebrada  de 
Chalang,  cerca  de  Punin  (prov.  Chimborazo),  donde  he  hallan  en  gran  cantidad 
en  las  capas  ínfimas  de  aquella  región,  que  descansan  directamente  sobre 
una  formación  antigua  no  volcánica.  Cierto  es,  que  no  podemos  probar,  que 
esta-  capa  de  Punin  pertenezca  á  las  volcánicas  mas  antiguas  de  todo  el 
país,  porque  al  tiempo  de  su  formación  ya  pudieron  existir  mas  antiguas  en 
otras  partes,  como  bien  observa  el  doctor  Reiss,  pero  tampoco  se  puede  eviden- 
ciar que  sea  tan  moderna  como  la  cangagua,  p.  ej.  de  Alangasi,  solo  porque  en- 
cierra la  misma  fauna.  Alguna  duración  habrá  tenido  la  edad  del  mastodonte, 
y  no  veo  un  inconveniente  porqué  no  puedan  encontrarse  sus  restos  á  la 
vez  en  las  capas  inferiores  y  superiores  del  terreno  cuaternario  en  el  Ecuador 
alto.  Nunca  he  negado,  al  contrario  afirmado  en  varias  ocasiones*),  que 
talvez  —  pero  solo  talvez,  no  teniendo  pruebas  —  la  erupción  de  las  andesitas 
ó  la  actividad  volcánica  haya  comenzado  en  la  época  terciaria,  ó  á  fines  de 
ella;  pero  insistí  siempre,  en  que  la  actividad  principal  se  desarrolló  en  la 
cuaternaria  y  siguió  por  la  moderna.  Y  asi  creo  estar  enteramente  de  acuerdo 
con  el  doctor  Reiss,  que  en  el  fondo  no  dice  otra  cosa,  cuando,  en  atención 
á  los  efectos  enormes  que  produjo  la  erosión  del  agua  en  los  terrenos  vol- 
cánicos y  que  suponen  un  largo  período  de  acción,  concluye  diciendo,  que 
uno  «se  inclina  á  suponer,  que  también  aqui  en  el  Ecuador  la  actividad 
volcánica  remonte  talvez  («moglicherweise»)  hasta  el  tiempo  terciario»**). 
En  la  impugnación  de  la  teoría  de  Karsten,  que  coloca  la  actividad  principal 
de  los  volcanes  en  la  época  teriaria,  y  atribuye  al  terreno  volcánico  un  origen 


*)  N.  Jahrb.  f.  Min.,  1875,  pag.  157. 

**)  Palaeont.  Abhandl.  v.  Dames  u.  Kaiser.    I.    líeft  2.    Ueber  cinc  fossile  Saugethier- 
tauria  von  Punin,  pág.  13. 


EL   TERRENO   VOLCÁNICO.  .373 

submarino,  el  Señor  Reiss  es  muy  enérgico  y  hace  desvanecer  los  argumentos 
de  aquel  observador  superfical.*) 

Los  huesos  de  mamíferos  cuaternarios  se  han  encontrado  en  varios  puntos; 
asi  en  la  cercanía  de  los*  pueblos  de  Malchingui,  Cotocollao  y  Alangasí,  en 
los  alrededores  del  Imbabura,  y  al  pié  oriental  del  Chimborazo;  pero  el  lugar 
mas  interesante  y  mas  rico  es  la  quebrada  de  Chalang  cerca  de  Punin,  citada 
mas  arriba.  De  ella  saqué  en  1871  tantos  huesos,  que  pude  llevar  dos  cajones 
grandes  al  museo  de  Quito,  donde  deben  existir  todavía.  Reconocí  entro 
ellos  el  «Mastodon  Andium»,  un  caballo  extinguido  («Equus  Quitonsis»  m.), 
dos  especies  de  venado  («Cervus  Chimborazi»  y  «C.  Riobambensis»  m.),  y 
un  armadillo  muy  grande,  que  llamé  «Dasypus  magnus»  (lo  menos  dos  veces 
mas  grande,  que  el  armadillo  actual).  Del  último,  asi  como  del  caballo, 
encontré  esqueletos  casi  completos ;  pero  por  lo  común  los  huesos  se  hallan 
disyuntos  y  esparcidos  por  la  toba.  Una  descripción  de  esta  fauna  interesante 
comenzada  y  ya  muy  adelantada,  quedó  inconclusa  por  mi  separación  de 
la  universidad  de  Quito.  Después  visitaron  la  localidad  de  Chalang  los 
señores  Reiss  y  Stübel  y  colectaron  también  un  material  abundante,  que 
sirvió  al  señor  \V.  Branco  para  su  trabajo  sobre  «Una  fauna  de  mamíferos 
fósiles  de  Punin  cerca  de  Riobamba  en  el  Ecuador»  (Berlín  1883)**).  Branco 
encontró  en  esta  colección  los  huesos  y  muelas  de  «Mastodon  Andium»  Cuv.; 
los  del  caballo,  que  llama  con  Wagner  a  Equus  Andium»  y  que  es  el  mismo 
que  mi  «E.  Quitensis»;  los  de  un  animal  parecido  á  la  llama,  a  que  dio  el 
nombre  de  aProtauchenia  Reissi»;  los  de  varias  especies  de  venado,  para 
cuya  clasificación  exacta  el  material  no  era  suficiente;  y  finalmente  el  cráneo 
de  un  carnívoro  extinguido  (entre  hiena  y  tigre)  con  colmillos  formidables, 
que  se  acerca  mucho  al  uMachairodus  neogaeus»  Burm.  Restos  del  armadillo 
grande  (Dasypus)  no  se  hallaron  en  la  colección  (yo  también  encontré  un 
solo  esqueleto),  pero  los  de  otro  animal  grande  de  la  misma  clase  de  los 
Edentados,  que  es  tal  vez  idéntico  con  «Mylodon  robustusp  Ow.  Este  último 
animal  no  se  encontró  en  Punin,  sino  cerca  de  la  hacienda  de  St*.  Rita  en 
el  rio  Daule. 

Entre  los  huesos  predominan  los  del  caballo  diluvial  (muy  distinto  del 
actual),  y  era  la  primera  ocasión,  en  que  se  pudo  estudiar  un  caballo  fósil 
de  Sudamérica  en  todas  las  partes  del  esqueleto.  Muelas  se  habían  encontrado 
en  varias  partes  de  Sudamérica,  y  en  ellas  se  habian  fundado  unas  7  especies 
distintas,  pero  sin  razón,  como  Branco  lo  ha  comprobado.  El  «Equus  An- 
dium»   es   hasta   ahora   la  única   especie   bien  estudiado  y  segura.  —  Es 


*)  Zeitschr.  d.  deutsch.  gcol.  Ges.  XXVI,  1874,  pág.  925. 
**)  Palaeontol.  Abhandl.  1.  c. 


374  GEOLOGÍA..   —   CAPÍTULO   VII. 

sumamente  interesante,  que  el  género  del  caballo,  que  en  la  época  cuaternaria 
habia  poblado  por  millares  este  continente,  se  extinguió  completamente  con 
los  demás  animales  cuaternarios.  Pues  sabido  es,  que  el  caballo  actual,  asi 
como  el  burro,  ha  sido  introducido  por  los  conquistadores  del  siglo  16. 

Do  un  estudio  comparativo  do  otras  faunas  cuaternarias  de  Europa  y 
de  Sudamérica,  el  señor  Branco  saca  los  resultados:  Io  que  la  de  Punin  es 
equivalente  y  contemporánea  con  la  de  Tarija  en  Bolivia  y  con  la  inferior 
de  las  Pampas  argentinas;  2o  que  estas  tres  faunas  americanas  son  equi- 
valentes (no  contemporáneas)  con  las  pliocenas  superiores  de  Europa;  y 
3o  que  es  muy  probable,  que  las  faunas  americanas  indicadas  no  son  con- 
temporáneas con  las  pliocenas  de  Europa,  sino  con  las  pleistocenas,  es  decir, 
que  son  cuaternarias.  —  Esta  última  deducción  no  solo  me  parece  probable, 
sino  segura  en  cuanto  al  Ecuador,  si  considero  el  modo  del  yacimiento  de 
esos  restos  (de  Mastodon,  Equus  Ándium,  Mylodon)  en  las  capas  del  litoral, 
que  son  indudablemente  cuaternarias. 


Apéndice  al  Capítulo  VIIo. 
Terremotos  y  temblores. 

Tratados  sobre  la  teoría  de  los  terremotos,  su  origen,  causas  y  efectos, 
han  de  buscarse  en  los  compendios  de  geología  general.  Aquí  trataremos 
este  tema  con  toda  brevedad,  y  solo  con  relación  á  las  observaciones  hechas 
en  el  Ecuador.  —  No  he  hablado  de  los  terremotos  en  el  capitulo  que  pre- 
cede, en  conexión  con  los  volcanes  activos  del  pais,  porque,  en  efecto,  no 
puedo  encontrar  aquella  conexión  directa  entre  los  dos  fenómenos,  cual 
suponen  muchos  geólogos  y  la  mayor  parte  de  los  habitantes  del  pais;  y 
ademas  no  todos  los  terremotos  tienen  un  origen  volcánico. 

Cuando  en  1873  en  mi  «Crónica  de  los  fenómenos  volcánicos  y  terre- 
motos del  Ecuador»  traté  de  volcanes  y  terremotos  á  la  vez,  lo  hice  precisa- 
mente para  averiguar,  si  exista  una  intima  correlación  entre  ellos  ó  no,  pero 
no  para  afirmarla  de  antemano.  Me  he  convencido  de  que  todo  lo  que  se 
asegura  con  este  respecto,  atribuyendo  un  terremoto  á  tal  ó  cual  volcan 
determinado,  no  pasa  de  meras  conjeturas  sin  fundamento  sólido.  Ninguno 
de  los  grandes  terremotos  históricos  coincidió  con   una  fuerte  erupción  vol- 

r 

canica  ni  la  precedió.  A  este  hecho  curioso  ya  llamé  la  atención  hablando 
de  las  erupciones  del  Cotopaxi.  A  lo  mas  se  sienten  en  la  cercanía  de  un 
volcan  activo  temblores  débiles.    Se  me  dirá,  que  precisamente  asi  debe  ser 


APÉNDICE.  —  TERREMOTOS.  375 


según  la  teoría,  defendida  también  por  Humboldt,  de  que  los  volcanes  son 
«válvulas  de  seguridad»,  que  impiden  los  terremotos  cuando  están  abiertas; 
y  se  citan  algunos  ejemplos,  de  que  los  temblores  en  una  región  cesaron, 
después  que  un  volcan  vecino  entró  en  estado  de  actividad.  La  teoría  es 
bonita  y  parece  plausible  á  primera  vista,  pero  no  pasa  de  ser  una  hipótesis, 
que  falta  probar.  En  cuanto  á  los  pocos  ejemplos  alegados,  pueden  sor 
meras  casualidades,  en  un  país,  en  que  temblores  y  erupciones  son  fenó- 
menos tan  frecuentes,  que  seria  estraño,  si  no  se  sucedieran  de  vez  en  cuando 
en  el  orden,  en  que  se  los  desea  para  corroborar  aquella  hipótesis. 

Estoy  muy  lejos  de  negar  la  naturaleza  volcánica  de  muchos  terremotos, 
es  decir,  admito  para  muchos  una  misma  causa  fundamental  en  el  interior 
de  la  tierra,  como  para  los  volcanes;  pero  creo  que  no  están  en  aquella 
correlación  directa.  La  gran  frecuencia  de  los  terremotos  y  temblores  en 
los  distritos  volcánicos  en  todo  el  mundo,  casi  nos  obliga  á  suponer,  que  en 
tales  regiones  existen  con  preferencia  las  condiciones  que  favorecen  el  naci- 
miento de  ellos.  Pero  también  aquí  no  es  necesario,  que  siempre  sean  cau- 
sados por  explosiones  subterráneas  de  gases  volcánicos;  pues  nada  se  opone 
á  que  nazcan  de  vez  en  cuando  á  consecuencia  de  derrumbos  grandes  en 
el  interior  de  la  costra  terrestre,  como  en  países  no  volcánicos,  en  que  este 
origen  de  los  terremotos  está  comprobado  con  bastante  evidencia,  por  ejem- 
plo, en  los  Alpes  de  la  Suiza.  En  este  caso  el  volcanismo  podría  ser  la 
causa  indirecta  de  los  temblores,  predisponiendo  el  terreno  de  un  modo 
mecánico  ó  químico  para  los  terremotos. 

La  observación  y  experiencia  de  muchos  afios  en  las  provincias  litorales 
del  Ecuador  me  han  convencido,  de  que  los  frecuentes  temblores  en  la  costa, 
sobre  todo  en  ciertas  estaciones,  no  están  en  relación  con  los  de  la  sierra, 
y  que  en  general  no  tienen  nada  que  ver  con  el  volcanismo.  Cuando  en 
Marzo  de  1889  todo  el  litoral  ecuatoriano  estaba  muy  asustado  con  los  fre- 
cuentes y  fuertes  temblores  de  aquella  época,  y  la  gente  temía  un  cataclismo 
general,  tuve  ocasión  de  emitir  mi  opinión  sobre  las  causas  generadoras  de 
estos  fenómenos,  en  un  articulo,  que  se  publicó  en  los  periódicos  de  Guaya- 
quil.*) Indiqué  la  diferencia  entre  los  temblores  volcánicos  y  los  tectónicos, 
diciendo  que  los  últimos  se  llaman  así,  por  tener  su  origen  en  ciertos  cam- 
bios, que  sufre  el  globo  terráqueo  en  la  arquitectura  de  su  costra,  especial- 
mente por  resbalamientos,  hundimientos  y  otras  dislocaciones  de  las  capas 
sedimentarias,  por  derrumbos  de  cavernas  subterráneas  etc.  En  muchos 
casos  es  imposible  decir,  á  qué  clase  pertenezca  un  temblor,  porque  los 
efectos  superficiales  en  ambos  casos  serán  casi  los  mismos,  y  ademas  pueden 

*)  Véase,  por  ejemplo,  «El  Globo»  del  27  de  Marzo  de  1880. 


376  GEOLOGÍA..   —   CAPÍTULO   VII. 

coincidir  las  dos  clases,  pudiendo  por  ejemplo  un  pequeño  choque  volcánico 
ocasionar  una  serie  de  temblores  tectónicos  muy  fuertes,  cuando  encuentra 
en  una  región   las  capas  predispuestas  á  dislocaciones.     Sinembargo    hay 
veces,  en  que  queda  poca  duda  respecto  á  la  naturaleza  y  las  causas  de  un 
temblor,  y  en  la  costa  ecuatoriana  nos  hallamos  por  lo  regular  enfrenté  de 
movimientos  y  temblores  puramente  tectónicos.     En  los   capítulos  5o  y  6o 
conocimos  la  constitución  geológica  de  las  provincias  del  Guayas,  de  Manabi 
y  de  Esmeraldas,  y  nos  recordaremos,  que  se  componen  con  preferencia  de 
capas  terciarias  y  cuaternarias  (ademas  de  las  aluviales  superficiales),   en 
parte   horizontales,   y  en   parte   eregidas  fuertemente.     No   repetiremos   su 
descripción.    Una  circunstancia  muy  importante  para   el  caso  es  la,  que 
ambas  formaciones   contienen   una  gran   cantidad  de   sustancias  sujetas  á 
alteraciones  mecánicas  y  químicas.    Las  arcillas  se  ablandan  con  facilidad 
por  los  precipitados  atmosféricos;  la  cal,  el  yeso,  las  sales,  las  sustancias 
bituminosas  son  en  parte  disolubles,  en  parte  sujetas  á  considerables  trans- 
formaciones químicas,  que  no  quedan  indiferentes  para  el  volumen,  la  densi- 
dad, la  coherencia  de  las  capas,  en  que  se  verifican,  antes  al  contrario  traen 
consigo  forzosamente  alteraciones  tectónicas  muy  considerables,  las  cuales 
pasarán  desapercebidas,  si  suceden  lentamente  (movimientos  seculares),  pero 
nos  asustarán  cuando  acontecen  instantáneamente  y  con  violencia.    He  de- 
mostrado en  otro  lugar,  que  el  terreno  de  la  península  de  St*.  Elena  y  del 
Morro  así  como  el  de  otras  regiones  de  la  costa,  está  todavía  impregnado 
de  sales.    La  lijiviacion  ó  dulcificación  del  terreno  no  puede  verificarse,  sin 
que  se  reduzca  el  volumen  de  las  capas  salitrosas.    El  que  la  disolución  y 
ablación  de  las  sales  suceda  también,  y  en  gran  escala,  en  mayores  pro- 
fundidades, lo  atestiguan,  por  ejemplo,  las  fuentes  termales  de  San  Vicente, 
en  el  cantón  de   Sta.  Elena.     Si  calculamos  la   cantidad  de  agua  de  esas 
fuentes  en  solo  un  litro  por  segundo  (en  verdad  producen  mucho  mas)  y 
tomamos  por  otra  base  los  13 1/2  gramos  de  sales  por  un  litro,  que  dá  el 
análisis,  sacamos  el  resultado,  de  que  en  este  punto  se  extraen  anualmente,  con 
31  Va  millones  de  metros  cúbicos  de  agua,  unos  8500000  quintales  de  sal  de  un 
terreno  relativamente  reducido.     Este  ejemplo  puede  darnos  una  idea  de  las 
enormes  cantidades  de  sustancias  solubles  que  desaparecen  anualmente  de  las 
capas  cretáceas,  terciarias  y  cuaternarias  en  toda  la  extensión  de  sus  forma- 
ciones.   Pues,  no  se  puede  dudar  de  que  la  lijiviacion  se  verifique  con  mayor  ó 
menor  energía  en  las  profundidades,  hasta  donde  las  capas  tienen  una  idéntica 
constitución  mineralógica,  aunque  los  productos  de  este  trabajo  químico  y 
mecánico  no  siempre  salgan  á  la  superficie,  como  en  las  fuentes  citadas,  sino 
que  en  su  mayor  parte  sean  llevadas  por  corrientes  y  filtraciones  subterráneas. 
Ahora  bien,  las  sustancias   disolubles  no  pueden  desaparecer  sin  dejar 


APÉNDICE.  —  TERREMOTOS.  377 

vacíos  en  las  capas  respectivas,  sea  que  estas  se  hagan  porosas,  si  aquellas 
se  hallaban  diseminadas,  sea  que  se  formen  cavedades  mayores,  si  las  sales 
se  habian  hallado  en  masas  compactas  ó  en  capas  continuas.  —  En  el  estado 
normal  de  las  cosas,  la  descomposición  y  lijiviacion  lenta  de  las  capas  será 
acompañada  de  una  compresión  igualmente  lenta  y  sucesiva  de  ellas  por  el 
terreno  sobrepuesto  ó  por  su  propio  peso,  y  el  hundimiento  consecutivo  del 
suelo  será  imperceptible  por  mucho  tiempo.  Pero  si  por  causas  accidentales 
la  descomposición  se  verifica  con  mucha  desigualdad  en  diferentes  lugares 
cercanos,  ó  con  mayor  energía,  por  ejemplo,  durante  fuertes  y  continuas  lluvias, 
que  proporcionan  una  abundancia  del  medio  disolvente,  entonces  los  vacíos 
y  cavedades  se  forman  con  mayor  rapidez  y  en  mayor  escala,  el  movimiento 
del  suelo,  desigual  en  diferentes  lugares,  se  hace  perceptible  en  la  super- 
ficie, sea  por  resbalamientos  suaves,  sea  por  choques  repentinos,  que  hacen 
temblar  la  tierra  á  grandes  distancias.  —  Tales  hundimientos  parciales  y 
locales  no  pueden  verificarse  sin  fractura  de  las  capas,  en  que  se  verifican, 
y  sin  la  formación  de  grietas.  Si  la  fractura  sucede  en  grandes  profundi- 
dades, las  grietas  no  se  manifiestan  en  la  superficie,  sobre  todo  cuando  esta 
se  compone  de  los  materiales  sueltos  de  arena  ó  tierra  vegetal;  pero  si  la 
dislocación  se  verifica  en  capas  superficiales,  las  hendiduras  son  notables, 
y  por  ellas  brota  á  veces  agua  y  lodo,  á  consecuencia  de  la  presión,  que 
los  estratos  superficiales  ejercen  sobre  las  capas  inferiores  ablandadas.  Este 
mismo  lodo  comunmente  hediondo  (por  el  hidrógeno  sulfurado  que  contiene) 
es  una  prueba  nueva  de  enérgicas  alteraciones  químicas  y  mecánicas,  que 
sufre  el  terreno  en  la  profundidad. 

r 

A  todos  estos  movimientos  ayuda  poderosamente  el  ablandamiento  me- 
cánico de  las  capas  arcillosas,  á  consecuencia  de  filtraciones  copiosas,  espe- 
cialmente en  aquellas  comarcas  en  que  el  yacimiento  de  esas  capas  no  es 
horizontal  sino  oblicuo.  Si  unas  capas  duras,  por  ejemplo,  de  arenisca,  van 
alternando  con  otras  de  arcilla,  si  estas  últimas  por  la  filtración  del  agua 
se  ablandan,  si  ademas  se  hallan  suficientemente  inclinadas,  como  sucede 
en  muchísimos  lugares  de  la  costa,  entonces  las  primeras  (duras)  fácilmente 
se  resbalan  sobre  las  segundas,  ocasionando  derrumbos  mas  ó  menos  ex- 
tensos en  las  montañas.  Es  este  un  fenómeno  muy  frecuente,  y  un  caso 
curioso  sucedió  en  1871  en  la  costa  de  Manabí,  entre  el  Cabo  Pasado  y 
Pedernales,  que  describí  en  su  tiempo.  —  Cuando  los  resbalamientos  y  der- 
rumbos son  superficiales,  como  en  el  caso  citado,  el  sacudimiento  de  la  tierra 
no  se  sentirá,  sino  en  la  proximidad  del  acontecimiento.  Pero  si  suceden 
en  mayores  profundidades,  el  choque  se  comunicará  á  las  capas  adyacentes 
y  se  propagará  en  forma  de  un  temblor  fuerte  á  grandes  distancias;  el  efecto 
será  casi  el  mismo,  como  si  proviniese  de  una  explosión  volcánica. 


378  GEOLOGÍA.   —   CAPÍTULO   VII. 

Los  levantamientos  del  suelo,  que  á  veces  se  observan  en  tales  ocasiones, 
son  una  consecuencia  de  los  hundimientos.  En  la  costa  las  capas  ter- 
ciarias de  los  barrancos  altos  buzan  con  20  á  30  grados  de  inclinación  hasta 
el  mar  y  se  pierden  en  la  playa  debajo  de  las  capas  horizontales,  que  actual- 
mente deposita  el  mar  á  su  pié  y  sobre  ellas  mismas.  Al  resbalarse  aquellas 
á  la  profundidad,  ejercen  una  presión  inmensa  sobre  las  capas  modernas 
sobrepuestas  y  las  empujan  hacia  arriba,  ocasionando  en  la  costa  el  origen 
de  islas  ó  penínsulas,  y  cuando  el  fenómeno  suceda  tierra  adentro,  el  de 
colinas,  cuya  elevación  estará  en  proporción  con  el  hundimiento  de  las  capas 
resbaladas.  En  1871  los  islotes  que  se  levantaron  en  la  costa  de  Manabi  á 
consecuencia  de  derrumbos,  llegaron  á  la  altura  de  10  y  de  30  metros.  En 
1889  se  anunciaron  nuevos  levantamientos  de  la  misma  costa  de  Manabi, 
y  no  dudo  que  hayan  tenido  un  origen  análogo.  Se  vé,  que  todos  estos 
movimientos  no  tienen  nada  que  ver  con  el  volcanismo,  aunque  sus  efectos 
superficiales  se  parezcan  á  veces  á  los  de  los  terremotos  volcánicos. 

Si  después  de  esta  exposición  general  volvemos  á  los  temblores,  que  en 
Marzo  de  1889  inquietaron  el  litoral  con  tanta  frecuencia,  veremos  que  varias 
observaciones  corroboran  la  opinión,  de  que  son  fenómenos  tectónicos  y  no 
volcánicos.  La  estación  lluviosa,  que  en  aquel  afio  atravesó  todo  el  litoral 
desde  Diciembre  hasta  Marzo,  era  sumamente  rigurosa,  y  la  inmensa  can- 
tidad de  las  lluvias  habrá  contribuido  poderosamente  á  la  lijiviacion  química 
y  al  ablandamiento  mecánico  de  las  capas;  (igual  cosa  sucedió  en  1871). 
Los  temblores  de  Marzo  se  han  limitado  al  litoral  y  se  han  sentido  con 
mayor  fuerza  precisamente  en  las  regiones,  en  que  las  formaciones  cuater- 
narias y  terciarias  llegan  á  su  mayor  desarrollo,  es  decir,  en  el  cantón  de 
St\  Elena  y  en  la  provincia  de  Manabi,  mientras  que  el  interior  de  la  Re- 
pública no  manifestó  ninguna  conmoción.  El  choque  principal  del  terremoto 
no  se  experimentó  en  todo  el  litoral  al  mismo  tiempo,  ni  siquiera  al  mismo 
dia;  en  Guayaquil  y  en  St*.  Elena  el  2  de  Marzo  á  las  11  de  la  noche,  en 
Manabi  el  7  de  Marzo  á  la  una  de  la  noche.  Aquí  no  se  puede  hablar  de 
un  centro  común,  que  casi  siempre  hay  en  los  grandes  terremotos  volcánicos; 
al  contrario  los  frecuentes  temblores  de  la  primera  quincena  de  Marzo  sa- 
lieron de  diferentes  puntos,  fueron  locales,  en  cuanto  á  la  extensión  y  la 
sucesión  cronológica.  Y  esto  se  explica  perfectamente  con  la  teoría  expuesta, 
l'n  movimiento  local,  por  pequeño  que  fuese,  pudo  ocasionar  una  serie  de 
temblores  en  una  región,  cuyas  capas  terrestres  en  diferentes  lugares  se 
hallaban  predispuestas  á  dislocaciones  violentas,  derrumbes,  resbalamien- 
tos etc.  Un  choque  fuerte  que  conmueve  una  comarca  entera  (p.  ej.  el  2  de 
Marzo  en  Sta.  Elena)  puede  mover  por  las  ondulaciones  terrestres  las  capas 
de  otra  comarca  mas  lejana  (p.  ej.  Manabi),  en  que  por  el  derrumbe  de  unas 


APÉNDICE.   —    TERHEMOTOS.  379 

capas  mal  apoyadas  se  origina  un  choque  igual  ó  mas  fuerte  que  el  primero, 
y  con  un  nuevo  centro  de  temblores.  —  Como  rara  vez  un  complejo  de 
capas,  una  vez  en  movimiento,  se  asienta  y  se  acomoda  bien  con  el  primer 
golpe,  es  natural,  que  por  intervalos  sigan  movimientos  y  temblores  secun- 
darios, comunmente  menos  violentos  que  el  primero,  hasta  que  poco  á  poco 
se  establezca  el  equilibrio  en  las  capas  dislocadas.  Así  sucedió  en  Marzo 
de  1889,  durante  algunos  dias  después  del  tiempo  de  mayor  conmoción;  los 
últimos  retoques  se  manifestaban  por  oscilaciones  apenas  perceptibles.  — 
Iguales  observaciones  he  hecho  en  1888  y  en  otros  años,  que  se  distinguieron 
por  la  frecuencia  de  los  temblores.  Con  esta  teoría  se  explica  también  de 
algún  modo  el  hecho,  que  los  movimientos  de  tierra  se  observan  en  el  litoral 
con  mayor  frecuencia  hacia  fines  del  invierno,  especialmente  cuando  este  ha 
sido  muy  fuerte;  otra  correlación  meteorológica,  por  ejemplo,  con  el  estado 
del  barómetro,  no  pude  descubrir. 

No  quiero  extender  la  teoría,  que  acabo  de  exponer,  y  que  en  mi  opinión 
tiene  su  aplicación  para  los  fenómenos  seísmicos  del  litoral,  á  los  terremotos 
y  temblores  de  todo  el  país,  especialmente  de  la  región  volcánica.  Dejo  en 
tela  de  juicio  el  si  los  terremotos  del  interior  todos  sean  volcánicos,  ó  si 
algunos  también  mejor  se  atribuyeran  á  movimientos  tectónicos.  Pero  sea 
lo  que  fuera  de  su  naturaleza  en  cada  caso  particular,  los  temblores  son 
fenómenos  tan  naturales  y  necesarios,  como  las  tempestades  del  aire,  que 
se  forman  y  se  descargan,  cuando  la  atmósfera  está  cargada  de  electricidad. 
No  podemos  impedirlos,  ni  evitar  sus  efectos,  ni  predecirlos  siquiera  (¿qué 
ha  sido  de  las  predicciones  del  célebre  Falb?);  y  preciso  es  confesar  con 
ingenuidad,  que  de  la  geología  ó  de  los  geólogos  no  hay  que  esperar  pro- 
nósticos seguros,  ni  mucho  menos  remedios  contra  los  temblores,  como  cree 
todavía  alguna  gente  sencilla. 

La  "historia  de  los  terremotos  principales,  que  han  azotado  el  Ecuador  desde 
los  tiempos  de  la  conquista,  se  encuentra  en  mi  o  Crónica»  muchas  veces  ci- 
tada.   Aquí  nos  limitaremos  á  un  resumen  brevísimo  en  orden  cronológico. 

1641.  En  la  primavera  de  este  afio  sucedió  un  terremoto  muy  fuerte 
en  la  provincia  de  Quijos  y  en  las  cercanías  del  Antisana,  que  asustó  gran- 
demente á  Gonzalo  Pizarro  y  sus  compañeros,  que  se  hallaban  á  la  sazón 
en  camino  al  pais  de  Canelos  (región  del  Ñapo). 

1587.  Primera  destrucción  parcial  de  Quito  por  terremoto.  «El  Domingo 
postrero  de  Agosto  28  del  mes,  á  las  8  de  la  noche  fué  aquel  espantoso 
temblor  de  tierra,  que  asoló  hartas  casas  con  muertes  desastradas  asi  en 
esta  ciudad,  como  veinte  leguas  en  contorno,  y  en  Otavalo  se  vino  toda  la 
casa  á  plomo,  donde  mató  al  Capitán  Alonzo  de  Cabrera»  etc.  (Manuscrito 
de  M.  Sánchez  Solmiron,  deán  de  la  Catedral  de  Quito,  1645.) 


380  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO  VII. 

1628.  En  este  año  se  sintieron  en  Quito  temblores  tan  fuertes  y  fre- 
cuentes, que  el  12  de  Setiembre  el  Cabildo  tuvo  á  bien  elegir  á  Santa  Teresa 
patrona  especial  de  la  ciudad  contra  esta  plaga.    (Libro  de  Cabildo.) 

1646.  Primera  destrucción  parcial  de  Riobamba.  Al  principio  de  este 
año  se  sintieron  muchos  temblores  en  Quito  y  en  Riobamba;  en  Febrero 
hubo  en  la  última  ciudad  un  sacudimiento  tan  fuerte,  que  en  toda  la  co- 
marca hizo  muchos  estragos,  deterioró  los  edificios  de  la  ciudad  y  sepultó 
á  muchos  habitantes  debajo  de  los  escombros. 

1651.  A  fines  de  este  año  los  temblores  fueron  en  Quito  tan  fuertes, 
que  el  15  de  Diciembre  resolvió  el  Cabildo  traer  en  procesión  la  imagen  de 
N.  Señora  de  Guadalupe  (de  Guápulo),  como  era  costumbre  en  tiempos  de 
grandes  calamidades.     (Lib.  de  Cab.) 

1656.  Siguieron  los  temblores  fuertes  en  Quito,  y  se  eligió  á  otro  pa- 
trono contra  ellos,  esta  vez  á  San  Miguel  Arcángel.    (Lib.  de  Cab.) 

1660.  Después  de  la  gran  erupción  del  Pichincha,  que  aconteció  el  27 
de  Octubre,  se  derrumbó  un  pedazo  considerable  del  Sincholagua  del  lado 
occidental,  y  «al  desgajarse  aquel  pedazo  de  monte  de  Sincholagua,  causó 
en  Quito  el  mas  terrible  temblor  de  tierra  de  todos  que  padeció  aquellos 
dias  tan  aflijida  ciudad».  (Rodríguez,  Marañon  pág.  235.)  Difícil  es  decir, 
si  el  derrumbo  ocasionó  el  terremoto  ó  al  revés. 

1661  y  1662.  Durante  todos  estos  dos  años  no  cesaron  los  temblores 
en  Quito,  y  deterioraron  mucho  algunas  iglesias  y  otros  edificios.  Algunos 
eran  verdaderos  terremotos  y  la  memoria  del  de  23  de  Nov.  de  1662  se  con- 
servó por  una  inscripción  en  la  fachada  de  la  iglesia  de  San  Agustín,  que 
existe  todavía. 

1678.  El  5  de  Enero  hubo  en  Quito  un  terremoto  tan  fuerte,  que  se 
temió  la  ruina  de  los  edificios.     (Lib.  de  Cab.) 

1687.  El  22  de  Nov.  Gran  terremoto  en  Ambato,  Latacunga  y  Pelileo. 
El  hecho  es  seguro,  pero  faltan  pormenores. 

1698.  20  de  Junio.  Terremoto  espantoso  en  las  provincias  de  Ambato, 
Riobamba  y  Latacunga,  en  que  se  destruyó  completamente  la  ciudad  de 
Ambato  y  varios  pueblos.  Según  una  Cédula  real,  existente  todavía,  mu- 
rieron en  Latacunga  2000,  en  Ambato  cerca  de  3000,  y  en  los  pueblos  cer- 
canos á  Ambato  y  Latacunga  1500  personas  (Velasco  dá  la  cifra  exagerada 
de  22000).     Riobamba  sufrió  menos  en  esta  ocasión. 

1703.  Terremoto  en  Latacunga,  que  causó  bastantes  estragos,  aunque 
no  tan  grandes,  como  el  de  cinco  años  antes.  (Cedulario  en  el  arch.  de 
Latacunga.) 

1736.  El  5  de  Diciembre  hubo  un  terremoto  en  la  provincia  de  Lata- 
cunga,  con  el  cual  la  ciudad  sufrió   menos,    que  algunos   pueblos  circun- 


APÉNDICE.   —   TERREMOTOS.  381 

vecinos.  Así  se  hundieron  las  iglesias  de  Pujilí,  Toacaso  y  Saquisilí.  (Ced. 
de  Lat.) 

1741.  Para  este  año  indican  Condamine  y  Bouguer  varios  temblores  en 
las  provincias  de  Quito  y  de  Cuenca,  que  ellos  mismos  observaron.  Pero 
parece,  que  fueron  de  los  que  suceden  casi  en  todos  los  años,  y  que  no 
podemos  enumerar  aqui. 

1749.  El  20  de  Enero  padeció  Loja  un  terremoto  fuerte,  según  Velasco 
(III,  pág.  100).  No  conocemos  los  pormenores  del  suceso;  y  es  el  único 
terremoto,  que  la  historia  antigua  indica  para  la  provincia  de  Loja,  que 
nunca  parece  haber  estado  muy  expuesta  á  temblores. 

1755.  El  26  de  Abril  experimentó  la  provincia  de  Quito  un  terremoto, 
de  que  hacen  mención  dos  Cédulas  reales  y  varios  historiadores.  Muchos 
edificios  de  la  ciudad  se  hundieron  ó  se  inutilizaron,  y  dos  años  no  bastaron 
para  reparar  los  detrimentos.  Parece  que  este  terremoto  es  el  mas  con- 
siderable, que  hasta  entonces  habia  acaecido  en  Quito. 

1757.  El  22  de  Febrero  un  terremoto  espantoso  arruinó  la  ciudad  de 
Latacunga.  Todas  las  iglesias  y  casi  todas  las  casas  vinieron  al  suelo. 
Sinembargo,  el  número  de  muertos  según  Velasco  no  pasó  de  400  (Villa- 
vicencio  convierte  esta  cifra  en  4000).  Continuaron  los  temblores  en  la  pro- 
vincia de  Latacunga  por  seis  meses.  El  terremoto  fué  bastante  circunscrito, 
no  extendiéndose  hasta  Quito. 

1786.  Desde  Abril  hasta  Junio  se  sintieron  en  Riobamba  muchos  y 
fuertes  temblores  (se  contaron  mas  de  110  sacudimientos),  que  deterioraron 
mucho  los  edificios.     (Relac.  de  la  Municip.  de  Riobamba.) 

1797.  El  4  de  Febrero.  Gran  terremoto  y  ruina  completa  de  Riobamba. 
Humboldt,  que  visitó  las  ruinas  unos  f>  años  después,  recojió  muchos  detalles 
sobre  el  acontecimiento,  que  sinembargo  no  todos  son  fidedignos.  Asi. por 
ejemplo  asegura,  que  en  esta  ocasión  perecieron  40000  personas,  número 
que  según  documentos  auténticos  de  aquel  tiempo,  que  pude  examinar,  se 
reduce  á  cinco  ó  seis  mil.  6000  es  el  tanteo  mas  alto  para  toda  la  provincia 
de  Riobamba,  pero  solamente  2036  muertos  (877  para  la  ciudad  de  Riobamba) 
se  hallan  en  la  lista  oficial,  que  existe  en  el  archivo  de  la  Presidencia  de 
Quito,  y  que  lleva  la  fecha  de  10  de  Octubre  de  1797. 

El  catálogo  de  temblores  y  terremotos,  que  hice  para  nuestro  siglo,  y 
que  ya  no  entró  en  mi  «Crónica»  antigua,  es  muy  largo,  porque  poseemos 
apuntes  mas  minuciosos  para  algunos  lugares ;  sinembargo  pasaré  en  silencio 
todos  los  temblores  y  mencionaré  solo  los  pocos  terremotos  grandes,  como 
en  los  siglos  pasados. 

1802.  Un  terremoto  regular  se  experimentó  en  Latacunga,  pero  sin 
estragos  notables. 


382  GEOLOGÍA.    —   CAPÍTULO   VII. 

1803.  Riobamba  (nuevo)  fué  inquietado  por  tantos  y  tan  fuertes  tem- 
blores, que  los  habitantes  pensaron  en  abandonar  la  ciudad  recien  fundada. 

1840.  Este  afio  era  muy  inquieto,  y  se  contaron  muchísimos  temblores 
en  todo  el  pais  interandino,  desde  Pasto  hasta  el  Azuay,  algunos  tan  fuertes, 
que  ya  merecieron  el  nombre  de  terremotos,  como,  por  ejemplo,  el  del  9  de 
Octubre  en  Patate  y  Pelileo.  —  También  para  los  años  de  1843  y  185C  se 
registran  temblores  muy  violentos. 

1859.  El  22  de  Marzo  arruinó  un  terremoto  la  ciudad  de  Quito.  Es 
el  mas  fuerte  de  este  siglo  en  la  provincia  del  Pichincha.  En  esta  ocasión 
perdieron  casi  todas  las  iglesias  de  Quito  sus  torres  y  muchos  edificios  vi- 
nieron al  suelo;  el  número  de  muertos  no  fué  considerable. 

1868.  El  15  de  Agosto  sucedió  el  terremoto  de  Tul  can,  que  ocasionó 
en  los  pueblos  de  la  actual  provincia  de  Carchi  grandes  estragos  y  la  pér- 
dida de  muchas  vidas,  y  era  como  el  precursor  de  un  acontecimiento  mucho 
mas  fatal. 

El  16  de  Agosto,  á  la  1  !/s  de  la  noche,  siguió  al  terremoto  del  día  pre- 
cedente la  horrorosa  catástrofe,  que  asoló  toda  la  provincia  de  Imbabura. 
La  capital  Ibarra,  Otavalo  y  varios  pueblos  florecientes  se  convirtieron  en 
un  minuto  en  montones  de  escombros,  y  millares  de  seres  humanos  que- 
daron aplastados  debajo  de  las  ruinas.  Desde  el  terremoto  de  Riobamba 
en  1797,  la  historia  del  pais  no  conoce  un  cataclismo  igual,  y  en  cuanto  á 
las  victimas  humanas,  este  último,  sin  duda,  fué  mucho  mas  funesto,  que 
aquel.  No  existe  un  censo  exacto  de  los  muertos;  García  Moreno,  que  en 
aquella  ocasión  organizó  y  dirigió  la  comisión  salvadora,  calculó  el  número 
de  los  cadáveres  entre  15000  y  20000.  —  En  comparación  con  este  acon- 
tecimiento todos  los  temblores,  que  el  pais  ha  experimentado  desde  186S, 
parecen  insignificantes,  y  ninguno  llegó  al  grado  de  violencia  que  podríamos 
darle  el  nombre  de  terremoto  en  el  sentido,  en  que  se  usa  esta  palabra 
en  el  pais. 

En  este  resumen  no  hemos  enumerado  los  terremotos  acaecidos  en  la 
costa  ecuatoriana,  porque  los  historiadores  no  los  mencionan,  sin  duda,  por- 
que allá  no  hacen  muchos  estragos,  á  consecuencia  de  la  fábrica  singular 
de  las  casas  de  madera;  tampoco  no  existen  archivos  en  Guayaquil  y  otras 
ciudades  del  litoral,  en  que  pudiéramos  buscar  tales  sucesos  de  los  siglos  pa- 
sados. Por  lo  demás  parece  cierto,  que  el  litoral  del  Ecuador  siempre  ha  sido 
el  teatro  de  frecuentes  temblores,  pero  rarísima  vez  de  un  terremoto  grande. 


PARTE  HE. 

METEOEOLOGlA. 

(Clima  y  estaciones.) 

Hallándose  el  Ecuador  comprendido  entre  el  2o  grado  de  Lat.  N  y  el 
i>°  de  Lat.  S,  de  consiguiente  atravesado  por  la  linea  equinoccial,  pertenece 
en  toda  su  extensión  á  la  zona  trópica,  es  un  pais  tropical  en  superlativo. 
Apesar  de  esto,  habrá  pocos  países  en  el  mundo,  que  presenten  igual  varie- 
dad de  climas  y  de  condiciones  meteorológicas.  Con  razón  se  dice,  que  el 
Ecuador  reúne  en  un  espacio  relativamente  pequeño,  todos  los  climas  y 
todas  las  zonas  terrestres,  desde  la  tórrida  hasta  la  glacial.  —  Desde  luego 
salta  á  la  vista,  que  esta  variedad  grande  no  se  explica  por  la  posición 
astronómica,  es  decir  por  la  latitud,  en  que  se  hallan  las  diferentes  partes 
del  pais,  porque  algunos  grados  al  Norte  ó  al  Sur  de  la  linea,  de  suyo  pro- 
ducirían, caeteris  paribus,  una  diferencia  climatológica  tan  exigua,  que  pasaría 
desapercebída  en  los  organismos,  como  lo  observamos,  en  efecto,  en  las 
grandes  llanuras  amazónicas  á  ambos  lados  de  la  linea,  que  se  hallan  en 
unas  mismas  condiciones  ñsicas.  En  el  Ecuador  todas  las  variaciones  de 
la  temperatura,  de  la  humedad,  del  clima  en  general,  son  consecuencias  de 
agentes  locales.*)  El  primer  papel  desempeña  su  configuración  orográfica, 
el  segundo,  menos  poderoso,  la  naturaleza  del  mar,  que  baña  sus  costas.  — 
Para  comprender  y  explicar  nuestros  climas,  es  necesario  conocer  aquellos 
agentes  y  su  modo  de  obrar.  Me  tendré  dentro  de  los  limites  de  la  breve- 
dad posible;  sinembargo  no  podré  evitar,  que  ensanchemos  la  vista  al  prin- 
cipio un  poco  fuera  de  los  limites  de  nuestra  República. 


*)  Digo  agentes  locales,  en  oposición  á  los  generales,  que  son  comunes  á  todos  los 
países  trópicos;  los  primeros  anulan  ó  modifican  los  segundos. 


384  METEOROLOGÍA. 

Por  todo  Sudamérica  se  distingue  un  clima  oriental  y  un  clima  occiden- 
tal, el  primero  al  Este  y  el  segundo  al  Oeste  de  la  alta  Cordillera  de  los 
Andes.  En  ninguna  parte  el  contraste  es  mas  sorprendente  que  en  el  Perú 
y  Chile  setentrional.  Esta  diferencia,  que  se  observa  desde  Colombia  hasta 
Chile,  se  explica  de  la  circunstancia,  de  que  solo  las  vertientes  orientales 
de  los  Andes  están  expuestas  á  la  acción  de  los  vientos  alisios,  que 
siempre  soplan  del  Este,  y  cargados  de  vapores  acuosos  (que  traen  de  mares 
lejanos)  condensan  y  descargan  las  nubes  en  las  faldas  de  la  Cordillera, 
mientras  que  al  lado  opuesto  ú  occidental  de  las  montañas  no  se  observa 
este  influjo.  La  resistencia  mecánica,  que  opone  el  dique  de  los  Andes  al 
movimiento  general  de  la  atmósfera,  ó  á  los  vientos  alisios,  interrumpién- 
dolos ó  desviándolos  á  los  estratos  atmosféricos  mas  altos,  es  tan  grande, 
que  los  navegantes  los  reencuentran  solo  á  grandes  distancias  de  las  costas 
del  Pacifico.  A  lo  largo  de  la  costa  misma,  reinan  vientos  del  Sur  y  del 
Norte,  paralelos  á  la  cadena  de  los  Andes,  y  otros  agentes  muy  distintos 
de  los  del  lado  oriental.  —  La  gran  elevación  de  los  Andes,  que  sustrae  la 
región  occidental  á  la  acción  de  los  vientos  alisios  y  á  la  humedad  que 
llevan,  explica  suficientemente,  que  debe  haber  una  diferencia  climatológica 
en  los  lados  opuestos,  pero  no  explica  todo.  ¿Porqué  existe  en  la  zona  occi- 
dental al  Norte  de  la  linea  equinoccial  una  estación  lluviosa,  y  falta  desde 
el  4o  Lat.  S  hacia  el  Sur?  porqué  llueve  en  el  Ecuador  mucho,  y  en  el  Perú 
jamas?  Hé  aquí  un  problema  plantado  desde  mucho  tiempo,  y  cuya  solu- 
ción satisfactoria  se  ha  dado  solo  en  los  últimos  decenios.*) 

La  vegetación  arbórea,  tan  hermosa  y  abundante  en  el  Ecuador,  acaba 
un  poco  mas  al  Sur  de  Túmbez  ó  cerca  del  Cabo  Blanco  (4o  Lat.  S),  pre- 
cisamente donde  la  costa  peruana  vira  al  Sureste,  y  no  vuelve  á  aparecer 
sino  al  Sur  de  Valparaíso  en  Chile  (33°  Lat.  S),  en  donde  principian  aquellos 
bosques  espesos,  que  corresponden  al  clima  húmedo  de  Valdivia  y  Chiloe. 
Todo  el  espacio  extenso  de  29  grados  de  latitud,  entre  el  Cabo  Blanco  y 
Valparaíso,  carece  de  bosques  á  consecuencia  de  la  arridez  del  clima;  y  esta 
arridez  determina  el  carácter  singular  de  la  naturaleza  y  de  las  producciones 
del  Perú,  de  Bolivia  y  de  Chile.  —  Muchos  creen,  que  en  esta  región  no 
llueve  porque  no  hay  vegetación;  pero  si  preguntamos  ¿porqué  no  hay 
vegetación?  no  encontramos  otro  motivo  plausible,  sino  porque  no  llueve, 
y  así  nos  movemos  en  un  circulo  vicioso.  No  negando  una  influencia  limi- 
tada y  local  de  los  bosques  sobre  la  frecuencia  ó  escasez  de  las  lluvias,  es, 
sinembargo,  el  motivo  indicado  ó  la  aserción  que  la  falta  de  bosques  no 
seria  la  consecuencia  sino  la  causa  de  la  falta  de  lluvia,  inadmisible,  cuando 

*)  Véase  üriesebaeh,   Dio  Vegetation  der  Erde  (Leipzig,  1872),  t.  II,  241. 


VIENTOS.    —    TORMENTE   ANTARTICA.  385 

se  trata  de  desiertos  inmensos,  como  la  Sahara  en  África,  el  Gobi  en  Asia, 
los  del  Perú  y  Chile,  cuya  existencia  evidentemente  depende  de  las  grandes 
corrientes  de  la  atmósfera  y  del  mar.  El  primero  que  se  ocupó  con  el 
interesante  problema  del  desierto  peruano,  y  que  buscó  una  explicación 
científica,  era  Bouguer  á  mediados  del  siglo  pasado;  pero,  por  mas  inte- 
resante que  sea  su  exposición  y  sus  observaciones  sobre  la  formación  de  la 
lluvia  en  general,  no  pudo  indicar  otra  causa  fundamental  de  la  falta  de 
ella,  sino  la  falta  de  bosques.  A  mediados  de  nuestro  siglo  Raimondi*)  se 
ocupó  con  la  cuestión.  Dice,  que  en  el  Perú  (occidental)  los  movimientos 
de  la  atmósfera  impiden  la  formación  de  nubes,  y  que  faltan  los  vientos 
húmedos  ó  lluviosos,  que  deberían  chocar  verticalmente  contra  la  Cordillera, 
para  causar  precipitados  atmosféricos.  Pero  observando,  que  en  el  Ecuador 
soplan  los  mismos  vientos,  busca  otra  causa  de  la  sequedad  del  litoral  pe- 
ruano, y  cree  haberla  encontrado  en  la  naturaleza  arenosa  de  su  terreno, 
sobre  cuya  superficie  calentada  los  vapores  acuosos  no  pudiesen  conden- 
sarse. De  consiguiente,  la  causa  fundamental  sería  según  Raimondi  tam- 
bien  la  falta  de  vegetación.  A  su  explicación  podemos  objetar,  que  el 
litoral  ecuatoriano,  no  obstante  su  densa  vegetación,  se  calienta  mucho 
mas  que  el  litoral  peruano,  sin  que  este  calor  impida  la  condensación  de 
los  vapores.  Ademas,  en  ninguna  parte  del  mundo  la  formación  de  los 
desiertos  depende  de  las  propiedades  físicas  del  suelo.  En  otros  con- 
tinentes tienen  su  causa  fundamental  en  los  vientos  disecantes  que  no 
permiten  la  condensación  de  los  vapores;  pero  en  nuestro  caso  el  océano, 
la  fuente  inagotable  de  humedad  atmosférica,  baña  directamente  el  litoral 
árido.  El  vapor  existe,  pero  no  se  condensa,  ó  solamente  en  nieblas  y  garúas 
durante  el  invierno. 

Para  que  se  formen  nubes  de  los  vientos  cargados  de  vapor,  que  soplan 
del  mar,  es  preciso  que  lleguen  en  contacto  con  cuerpos  mas  fríos,  y  tales 
cuerpos  se  presentan  por  lo  regular  en  las  montañas  litorales  ó  también  en 
cordilleras  altas  algo  retiradas.  Pero  en  el  Perú  la  temperatura  de  la  tierra 
firme,  hasta  alturas  considerables,  es  mas  alta,  que  la  del  mar  que  baña  la 
costa.  Humboldt  encontró  en  Noviembre  de  1802  la  temperatura  del  mar 
en  Callao  de  15,5°  C.  y  la  del  aire  de  23°  C,  de  consiguiente  de  7,5°  C. 
mas  alta/*)  Hé  aquí  la  grande  importancia  de  la  corriente  antartica 
peruana  (llamada  también  corriente  de  Humboldt),  que  continuamente  trae 


*)  Raimondi,  en  Paz  Soldán,  Geografía  del  Perú,  pág.  150,  595. 

**)  Humboldt  era  el  primero  que  estudió  la  temperatura  baja  y  la  dirección  de  la 

corriente  del  mar  que  baña  las  costas  del  Perú,  y  que  reconoció  un  influjo  mareado  de» 

ella  sobre  la  temperatura  baja  del  litoral:  pero  no  sacó  las  últimas  consecuencias  de  su 

descubrimiento,  no  explicando  la  arridez  del  clima  directamente  de  la  corriente  antartica. 

Wou,  Ecuador.  25 


386  METEOROLOGÍA. 

aguas  frías  de  las  latitudes  altas,  y  ejerce   su  acción  enfriante   sobre  las 
áridas  costas  del  Perú.    Aqui  el  mar  mismo  es  el  cuerpo  mas  frío,  en  el 
cual  los  vapores  acuosos  se  condensan,  y  que  sustrae  á  los  vientos  del  mar 
su  humedad,  no  dejando  llevarla  hasta  las  montañas.     Y  la  prueba   mas 
evidente  de  la  exactitud  de  nuestra  explicación  es  el  hecho,  que  la  fría  cor- 
riente antartica  baña  el  continente  en  la  misma  extensión,  en  que  su  clima 
litoral  es  árido.    Corriendo  un  poco  al  Oeste  de  Valparaíso,  toca  cerca  de 
Coquimbo  (30°  Lat.  S)   el   litoral  de  Chile  y  acompaña  la   costa  hasta   el 
Cabo  Blanco  (4o  Lat.  S),  es  decir  hasta  la  latitud,  en  que   comienzan  las 
lluvias  tropicales.    Desde  el  Cabo  Blanco  la  corriente  vira  (no  toda,  pero  en 
su  mayor  parte,  como  veremos)  al  NO  y  O,  y  pasa  por  las  islas  de  (Jala- 
pagos,  cuyo  clima  presenta  mucha  analogía  con  el  peruano.  —  En  el  Ecua- 
dor, sobre  todo  en  su  mitad  setentríonal,  desde  el  Cabo  Pasado,  y  por  la 
costa  de  Colombia  tenemos  el  caso  inverso:  el  mar  es  mas  caliente  (de  28° 
á  29°  C.)  que  la  tierra,  y  por  esto  puedo  llover,  y  llueve  en  efecto  mas  de 
lo  necesario.  —  La  precipitación  de  los  vapores  acuosos  sobre  el  mar  frió 
no  es  fácil  de  observar,  porque  no  se  efectúa  por  gotas  como  en  los  cuer- 
pos sólidos;  sinembargo  existe  sobre  la  superficie  fría  y  debe  verificarse  en 
forma  de   un   rocío  imperceptible.     Por  su   temperatura  baja  la  corriente 
antartica  obra  como  una  superficie  que  atrae  y  colecta  los  vapores  acuosos, 
no  solo  de  la  atmósfera  sobrepuesta,  sino  también  de  la  del  litoral  vecino. 
Solamente  cuando  en  invierno  disminuye  el  calor  solar  en  la  tierra,  y  cuando 
en  consecuencia  de  vientos  refrescantes  se  traspasa  el  punto  de  saturación 
del  vapor,  se  forman  las  lijeras  garúas  en  la  costa,  y  algunos  precipitados 
mas  fuertes  en  las  faldas  superiores  de  la  Cordillera  occidental.    Esta  hume- 
dad  pasajera   no    es    suficiente   para   producir    una   vegetación  vigorosa  y 
arbórea;  á  lo  mas  se  cubren  las  faldas  de  las  montañas  y  las  colinas  con 
un  verdor  lijero  de  algunas  gramas  y  yerbas,  que  desaparece  muy  pronto. 
Cuanto  mayor  es  la  diferencia  entre  la  temperatura  del  mar  y  del  aire 
en  tierra,  tanto  mas  despejado  y  puro   se  tiende  el  firmamento  sobre  estas 
costas.     Por  esto  la   estación  de  las  garúas    coincide   con  el  invierno  del 
hemisferio  austral  (Mayo  hasta  Setiembre),  cuando  el  sol  se  aleja  del  zenit, 
y  las  dos  temperaturas  extremas  se  acercan  y  se  ponen  en  equilibrio.  — 
Lo  que  produce  en  la  costa  el  invierno,  es  decir,  la  baja  de  la  temperatura 
de  la  atmósfera,  se  efectúa  también  por  la  elevación  del  terreno,  y  como 
este  agente  no  depende  de  la  estación  del  año,  encontramos  nubes  y  lluvias 
en  las  Cordilleras  altas  también  en  verano;  y  precisamente  entonces,  cuando 
en  la  costa  reina  la  temperatura  mas  alta  y  el  cielo  queda  mas  puro,  en  la 
Cordillera  fria  se  desencadenan  las  tempestades  mas  fuertes  y  mas  frecuentes. 
Sinembargo,  siendo  también  en  la  región  superior  el  vapor  de  la  atmósfera 


CORRIENTE  ANTARTICA.  387 

casi  tan  escaso  como  en  la  inferior,  el  producto  de  los  precipitados  tampoco 
no  es  suficiente,  para  dar  á  la  vegetación  mas  vigor;  el  aspecto  triste  del 
pais  queda  el  mismo,  aunque  se  hallen  algunos  árboles  raquíticos  y  aislados 
en  alturas  muy  grandes  (4000  m.);  y  en  donde  faltan  los  contrastes  de  picos 
altos,  gargantas  y  valles  trasversales,  que  favorecen  la  formación  de  nubes, 
como  sucede  en  las  altiplanicies  de  Atacama,  el  desierto  se  extiende  también 
sobre  las  regiones  mas  altas.  Y  así  es,  que  solo  allende  la  corriente  antar- 
tica, desde  el  grado  4o  de  Lat.  S,  encontramos  en  el  Ecuador,  bajo  el  influjo 
de  las  regulares  lluvias  solsticiales,  una  vegetación  arbórea  muy  robusta  en 
el  mismo  nivel  alto,  en  que  en  el  Perú  apenas  encontramos  uno  que  otro 
árbol  raquítico.  La  influencia  del  mar  en  el  clima  litoral  es  tan  grande, 
que  sin  hesitación  afirmo:  extended  la  corriente  antartica  con  su  tempera- 
tura baja,  hasta  el  golfo  de  Panamá  y  pronto  se  convertirá  la  costa  del 
Ecuador  y  Colombia  en  un  desierto  parecido  al  peruano;  y  al  revés:  dad  á 
las  costas  peruanas  el  mar  trópico  con  su  temperatura  normal,  y  pronto  se 
cambiará  el  aspecto  de  su  litoral  y  Cordillera  occidental,  cubriéndose  con 
una  vegetación  vigorosa,  en  consecuencia  de  las  lluvias  solsticiales  regu- 
lares. —  Pero  basta  de  generalidades,  y  volvamos  al  clima  del  Ecuador, 
cuyas  particularidades  ahora  comprenderemos  mejor. 

Antes  de  entrar  en  la  materia,  debo  adelantar  una  advertencia.  En  todo 
el  Ecuador  no  existe  ninguna  estación  meteorológica,  fuera  de  la  de  Quito, 
anexa  al  observatorio  astronómico,  que  funciona  (con  algunas  interrupciones) 
desde  unos  18  ó  20  años.  Pero  ni  las  observaciones  de  Quito  se  han  publi- 
cado con  regularidad,  y  poseo  solo  las  comprendidas  entre  Octubre  de  1878 
y  Marzo  de  1881.*)  Cuando  se  pensaba  alguna  vez  fundar  estaciones  en 
otras  ciudades,  siempre  faltó  ó  un  observador  idóneo,  ó  el  interés  científico, 
ó  la  constancia.  Casi  todas  las  observaciones  científicas  sobre  el  clima  del 
Ecuador  debemos  á  los  viajeros  extranjeros  (Condamine,  Bouguer,  Ulloa, 
Humboldt,  Boussingault,  Wisse,  Reiss  y  Stübel  etc.).  Pero  el  viajero  rara 
vez  puede  quedarse  por  mucho  tiempo  en  la  misma  localidad,  sus  observa- 
ciones abrazan  el  espacio  de  pocas  horas,  de  pocos  días,  á  lo  mas  de  al- 
gunas semanas,  y  asi  quedan  aisladas.  Lo  mismo  puedo  decir  de  mis  pro- 
pias observaciones,  que  hice  en  todos  mis  viajes  y  que  son  innumerables, 
pero  también  aisladas.  Hasta  en  Guayaquil,  mi  residencia  ordinaria,  rara 
vez  las  observaciones  meteorológicas  se  extendieron  sin  interrupción  á  mas 
de  un  mes.    La  falta  de  material  estadístico  impide  entrar  en  discusiones 

*)  Publicadas  en  el  «Boletín  del  Observatorio  astronómico»  por  J.  B.  Menten.  —  Un 
«Boletín  meteorológico»,  que  contiene  las  observaciones  hechas  en  el  Colegio  nacional 
de  Quito  en  1863  y  1864  y  fué  publicado  en  1865,  queda  sin  valor  por  los  errores  garra- 
fales de  que  adolece. 

25* 


388  METEOROLOGÍA. 

largas  y  en   comparaciones,  y  nos   obliga  á  limitarnos  á  observaciones  y 
descripciones  bastante  generales. 

La  temperatura  es  el  primer  coeficiente  del  clima.  En  un  país,  cuyas 
diferencias  hipsométricas  se  mueven  entre  0  y  0310  metros  sobre  el  mar, 
forzosamente  debe  ser  muy  variada,  y  es  necesario  que  hablemos  separada- 
mente de  las  zonas  y  regiones.  Principiemos  esta  vez  con  la  región  occi- 
dental entre  el  mar  y  la  Cordillera  occidental. 

Esta  región,  en  cuanto  no  se  levanta  á  mas  de  150  metros,  tiene   la 
temperatura  media  de  28°  C;  sus  extremos  son  19°  C.  y  35°  C.   Esto  hablando 
en  general  y  en  circunstancias   normales.     Pero   encontramos   excepciones 
locales  y  podemos  explicarlas.    La  excepción  mas  notable  es  sin  duda   la 
temperatura  fresca  de  la  costa,  desde  Puna  hasta  Manabi.    Coincide  la  zona 
fresca  exactamente  con  aquella  región  árida  de  la  península  del  Morro  y  de 
Sta.  Elena  y  de  una  parte  de  Manabi,  que  describí  en  la  parte  orográfica 
(pág.  151),  como  un  apéndice  abnorme  del  Ecuador.    La  causa  verdadera 
de  este  fenómeno  descubrí  en  1875  durante  un  viaje  á  las  islas  de  Galá- 
pagos*), y  consiste  en  la  temperatura  baja  del  mar  á  lo  largo  de  la  costa 
ecuatoriana  hasta  la  cercanía  del  Cabo  Pasado.    He  demostrado,  que  no  toda 
la  corriente  antartica  abandona  en  el  Cabo  Blanco  la  costa  peruana,  y  que 
un  brazo  angosto  (de  100  millas  de  ancho)  sigue  por  el  golfo  de  Guayaquil 
y  á  lo  largo  de  la  costa  de  Sta.  Elena  y  de  Manabi  hasta  allende  el  grado 
1°  de  Lat.  S.    En  el  golfo  de  Guayaquil  y  en  toda  la  costa  hasta  la  exten- 
sión indicada  la  temperatura  del  mar  es  de  23°  C,  mientras  que  la  tem- 
peratura regular  del  océano  mas  al  Norte  (en  la  costa  de  Esmeraldas)  y  al 
Oeste   de   la    corriente    fría   es   de  28°  C,  es  decir  5o  C.  mas  alta.  —  Si 
recordamos  lo  que  he  dicho  de  la  acción  refrigerante  y  disecante  de  la  gran 
corriente  antartica  sobre  la  costa  del  Perú,  fácilmente  nos  explicaremos  una 
acción  análoga  de  una  ramificación  de  aquella  corriente  sobre  la  costa  ecua- 
toriana, y  el  clima  fresco  y  seco  de  nuestro  litoral,  en  cuanto  está  bañado 
por  ella.**)     Digo  una  acción  a  análoga»,  pues  una  semajanza  perfecta  no 
podemos  esperar,  porque  Io  la  temperatura  de  nuestra  corriente  ya  no  es 
tan  baja  como  en  el  Perú,  y  el  equilibrio  con  la  temperatura  terrestre  se 
establece  con  mas  facilidad;  2o  nuestra  rama  es  muy  angosta  en  compara- 
ción con  la  corriente  principal,  y  su  acción   se  limita  á  una  zona  angosta 


*)  Véase  el  capítulo  sobre  el  mar  y  las  costas,  y  el  Suplemento  N.  6. 
**)  Las  lajas  húmedas  cutre  Máchala  y  Naranjal  y  entre  Colonche  y  Salando  forman 
una   excepción,   poique   están  ha  jo    el    influjo   directo   de   las   altas   cordilleras   en   su  in- 
mediación. 


T  KM  PER ATU  KA.  380 

del  litoral,  no  llegando  hasta  la  Cordillera  alta;  y  3o  sospecho  que  en  ciertos 
meses  (Enero  hasta  Mayo)  el  ramal  ecuatoriano  se  desvia  mas  pronto  de  la 
costa,  obligado  por  una  contra-corriente  de  N  á  S,  que  trae  naturalmente 
las  aguas  cálidas  de  la  costa  sctentrional.  Sobre  el  último  punto  no  pude 
concluir  mis  observaciones,  pero  según  las  pocas  que  tengo  hechas,  lo  creo 
muy  probable. 

La  temperatura  media  de  la  costa  de  Chanduy,  de  St\  Elena  y  de  Manta 
calculo  en  23°  ó  24°  C,  pero  á  medida  que  nos  alejamos  del  mar,  crece 
pronto.  En  Puna  será  de  25°  C.  (aqui  ya  influye  el  agua  mas  caliente  del 
rio  Guayas),  y  en  Guayaquil,  la  temperatura  media  del  año  es  de  27°  C. 
Saco  este  resultado  final  de  una  larga  serie  de  observaciones  que  hice 
durante  muchos  años  y  en  todas  las  épocas  del  año.  El  mes  de  Abril, 
cuando  ya  se  ha  quebrado  el  rigor  del  invierno  caluroso,  pero  todavia  no 
reinan  los  vientos  frescos  del  Oeste,  se  acerca  mas  que  ningún  otro  al  tér- 
mino medio  de  27°  C.  Asi  por  ejemplo  en  1882,  de  que  poseo  una  serie 
muy  completa  de  observaciones  diarias  (4  cada  dia)  resultó  para  Abril  la 
temperatura  media  de  26,98°  C;  minimo  del  mes  21,10°  C,  y  máximo  31°  C. 
—  Á  los  meses  mas  fríos  (Junio,  Julio,  Agosto)  doy  25l/3°  á  26°  C.  y  á  los 
mas  calientes  (Diciembre,  Enero,  Febrero)  28°  á  28V20  C.  En  Guayaquil 
nunca  he  visto  bajar  el  termómetro  á  mas  que  19°  C.  y  esto  rarísima  vez, 
entre  las  5  y  6  de  la  mañana,  comunmente  se  sostiene  sobre  20°  C;  y  del 
otro  lado  no  he  observado  un  calor  mas  alto  que  35°  C,  pero  aun  en  la 
estación  calurosa  sube  rara  vez  y  solo  por  pocas  horas  á  33°  ó  34°  C.*)  El 
máximo  diario  se  observa  en  Guayaquil  siempre  entre  las  3  y  4  de  la  tarde, 
y  el  minimo  entre  las  5  y  6  de  la  mañana.  El  agua  del  rio  Guayas  en- 
frente de  Guayaquil  tiene  comunmente  27°  C.  en  verano  y  28°  C.  en  invierno.  — 
Guayaquil  está  todavia  bajo  el  influjo  de  la  temperatura  moderada  del  mar, 
y  este  se  manifiesta  especialmente  por  las  brisas  frescas,  que  recibe  durante 
el  verano  y  que  son  conocidas  con  el  nombre  de  «vientos  de  Chanduy», 
porque  soplan  del  lado  del  pueblo  que  lleva  el  mismo  nombre.  Estos  vien- 
tos son  fríos,  porque  vienen  del  mar  frío,  no  porque  se  enfriasen  al  pasar 
sobre  la  a  Cordillera  alta  de  Chanduy»  como  algunos  han  creído.  Los  cerros 
poco  elevados  de  Chanduy  no  contribuyen  nada  á  este  enfriamiento,  al  contrario 
son  mas  calientes  que  aquellos  vientos,  y  por  esto  no  condensan  su  vapor. 

Si  de  Guayaquil  avanzamos  mas  al  N  y  NE  en  las  llanuras  del  sistema 
fluvial  del  Guayas,  se  aumenta  todavia  el  calor  ó  la  temperatura  media  hasta 

*)  Algunas  personas  á  veces  me  aseguraron  que  han  observado  temperaturas  mas 
altas.  Pero  una  observación  exacta  no  se  puede  hacer  con  un  termómetro  cualquiera, 
que  no  sea  corregido,  y  ademas  no  en  cualquier  lugar,  sujeto  talvez  á  influencias  locales. 
Supérfiuo  parece  agregar,  que  todas  las  temperaturas  se  refieren  á  la  sombra. 


390  METEOROLOGÍA. 

28°  y  28y2°  C,  sobre  todo  en  aquellas  partes,  en  que  escasea  la  vegetación 
arbórea.  Así,  por  ejemplo,  Daule  es  mas  caliente  que  Guayaquil,  porque  allá 
ya  no  se  hace  sentir  el  influjo  del  mar;  lo  mismo  Babahoyo,  donde  sinem- 
bargo  ya  se  manifiesta  mayor  humedad  por  una  vegetación  mas  espesa  y 
la  cercanía  de  la  Cordillera  alta,  cirunstancias  que  modifican  el  temperamento. 

En  la  costa  de  Esmeraldas  hacemos  la  observación  contraria  á  la  que 
precede.  Un  mar  de  28°  C.  baña  la  tierra,  y  los  lugares  mas  calurosos  con 
una  temperatura  media  de  27°  y  28°  C,  encontramos  en  la  cercanía  de  la 
costa.  Luego  que  nos  internamos  en  los  bosques  y  nos  alejamos  del  mar, 
la  temperatura  disminuye  y  baja  á  26  y  25  grados  C.  Aquí  la  disminución 
es  debida  á  la  gran  humedad  de  aquella  vegetación  vigorosa,  que  cubre  todo 
el  país,  ó  mejor  dicho  á  la  evaporación  continua  de  esa  humedad,  que  nece- 
sariamente deprime  el  grado  del  color  atmosférico. 

En  cuanto  á  la  temperatura  media,  que  reina  sobre  las  montañas  del 
litoral  (que  por  lo  demás  no  son  muy  elevados)  no  poseo  datos.  Ninguna 
población  se  halla  sobre  ellas,  y  cuando  los  caminos  las  cruzan,  y  el  via- 
jero las  sube  con  el  objeto  de  estudiar  su  constitución  geológica,  de  paso 
hace  una  ó  dos  observaciones  del  termómetro,  al  tiempo  que  observa  el 
barómetro,  para  culcular  las  alturas.  De  tales  observaciones  pasajeras  no 
se  saca  nada  para  la  temperatura  media. 

Muy  escasos  son  también  los  datos  termométricos,  que  poseemos  de  las 
faldas  exteriores  de  la  Cordillera  alta,  hasta  la  altura  de  1500  ó  2000  metros, 
por  la  misma  razón,  que  acabo  de  indicar  para  las  montañas  litorales.  La 
zona  entre  200  á  2000  metros  es  muy  despoblada,  y  fuera  de  los  tambos  á 
lo  largo  de  los  caminos  malos,  que  conducen  á  la  sierra,  rara  vez  se  halla 
una  habitación.  —  Establecer  una  escala  termométrica  exacta  según  las 
alturas,  es  imposible,  porque,  aunque  la  elevación  del  terreno  influya  en 
primer  lugar  en  la  disminución  de  la  temperatura,  sinembargo  tantos  agen- 
tes locales  modifican  su  graduación,  que  en  dos  lugares  de  una  misma  altura 
la  temperatura  media  puede  variar  de  3  ó  4  grados. 

La  escala  que  correspondería  en  general  mas  á  la  realidad,  seria  la  de 
VC.  de  temperatura  por  200  metros  de  elevación.  Comenzando  con  26°  C. 
en  las  llanuras  al  pié  de  la  Cordillera,  llegaríamos  en  la  altura  de  4000  metros 
á  la  temperatura  media  de  6o  C;  y  la  escala  seria  la  siguiente: 

Altura.     Temp.  media.       Altura.     Tem¡>.  media.       Altura.     Temp.  media. 


0  mot. 

2<>°  C. 

1400  mel. 

lí)   c. 

28O0 

inet. 

12° 

C. 

200     „ 

25°   „ 

líiOO 

?* 

18°   ,. 

3000 

•  * 

11° 

•  * 

■loo    „ 

1800 

55 

17°  ., 

3200 

55 

10° 

?5 

im   „ 

23°   „ 

2000 

•^ 

16°   ., 

3400 

?? 

9o 

•  • 

800      .. 

22°   .. 

2200 

•1 

15°   .. 

3«00 

•  * 

8- 

«* 

1000     ., 

2400 

m  m 

14     .. 

3800 

•  • 

«• 

1200     „ 

20°   „ 

2600 

Í5 

13     „ 

4000 

Í5 

G° 

J5 

TEMPERATURA.  391 

La  interpolación  so  hace,  poniendo  para  cado  20  metros  de  diferencia, 
Vio  de  grado;  por  ejemplo  2522  m.  —  13,4°  C. 

Hay  muchos  lugares,  en  que  la  temperatura  observada  coincide  del  todo, 

ó  muy  aproximativamente  con  la  de  la  escala  teórica,  por  ejemplo: 

Altura.  Temp.  observada.  Tetnp.  según  la  escala. 

Hacienda  Chaupi  (Tiupullo)  3365  m.  9,2°  9,2° 

Tablón  (Guamaní)  3380   „  9,2°  9,1° 

Frutillas  (al  NO  del  Pichincha)   3133   „  10,2°  10,3° 

„         Alao  (prov.  del  Chimborazo)         3097   „  10,5°  10,5° 

Una  coincidencia  completa,  hasta  la  fracción  decimal,  rara  vez  se  en- 
contrará, Io  porque  las  temperaturas  medias,  de  que  dispongo,  casi  todas  son 
tomadas  por  el  método  de  Boussingault,  y  por  esto  solamente  aproxitnativas, 
y  2o  porque  es  imposible,  calcular  y  eliminar  todo  influjo  de  circunstancias 
locales,  que  pueden  modificar  la  temperatura  normal. 

He  observado,  que  la  escala  funciona  con  mas  regularidad  en  alturas 
grandes,  sobre  3000  metros,  en  la  región  de  los  páramos,  en  donde  hay 
pocos  influjos  locales;  y  cuando  encontramos  un  exceso  de  calor,  casi  siempre 
veremos,  que  el  lugar  de  observación  se  halla  en  un  sitio  muy  abrigado 
(como  generalmente  los  hatos).  Donde  la  temperatura  observada  quede  in- 
ferior á  la  calculada  con  la  escala,  se  manifestará  por  lo  regular  un  exceso 
de  humedad;  este  caso  es  frecuente,  por  ejemplo,  en  los  bosques  occiden- 
tales entre  las  provincias  del  Pichincha  y  de  Manabi.  El  caso  contrario, 
de  que  la  temperatura  observada  es  de  1  á  2  grados  mas  alta,  que  la  teórica, 
es  mas  frecuente,  y  en  el  callejón  interandino  casi  la  regla,  porque  allí  la 
sequedad  del  clima,  la  escasez  de  vegetación  y  mil  circunstancias  locales 
contribuyen  á  aumentar  la  temperatura  media.  Algunos  ejemplos  nos  ex- 
plicarán mejor  estas  diferencias.  La  hacienda  de  Sta.  Inés  (valle  del  Pastaza) 
se  halla  á  1244  m.  de  altura  y  la  de  Mindo  (atrás  del  Pichincha)  á  1264  m., 
á  estas  alturas  correspondería,  según  la  escala,  la  temperatura  de  19,7°  C; 
sinembargo  encontramos  en  ambos  lugares  la  de  18,3°  C.  (=  1,4°  menos), 
pero  ambos  se  hallan  en  regiones  sumamente  húmedas,  el  primero  en  la 
Cordillera  oriental  y  el  segundo  en  los  bosques  de  la  Cordillera  occidental. 
—  En  la  altura  de  2800  metros  se  hallan  entre  otros  lugares  Riobamba, 
Latacunga  y  Calacalí;  la  temperatura  normal  seria  de  12°  C,  pero  Riobamba 
tiene  la  de  13,7°  C.  y  Latacunga  la  de  14,2°  (=  1,7°  y  2,2°  demás),  porque 
ambas  ciudades  están  rodeadas  de  llanuras  áridas,  en  que  la  insolación  es 
muy  fuerte.  Solo  Calacalí  se  acerca  mucho,  con  un  exceso  de  solo  0,4°, 
pero  este  pueblo  se  halla  fuera  del  callejón  interandino  y  á  la  entrada  de 
la  región  húmeda  del  occidente.  —  Igualmente:  á  la  altura  de  3000  metros, 
á  que  corresponde  la  temperatura  de  11°  C,  se  hallan  Angamarca,  Gua- 
mo te  y  Muíalo,  el  primero  con  11,2°,  el  segundo  con  12,2°  y  el  tercero  con 


392  METEOROLOGÍA. 

13,0°  C.  Angamarca  se  halla  en  la  condición  de  Calacalí,  y  corresponde  bien 
á  la  temperatura  normal;  üuamote  se  halla  en  el  callejón  interandino,  pero 
rodeado  de  páramos  fríos,  la  temperatura  excede  la  normal  solo  de  1,2*'; 
Muíalo  se  halla  en  el  caso  de  Laíacunga  y  está  rodeado  de  arenales  secos, 
por  esto  encontramos  un  exceso  de  2o  C.(4I) 

Con  un  poco  de  práctica  y  conociendo  bien  las  circunstancias  locales 
de  un  sitio,  podemos  derivar  de  su  altura  con  bastante  acierto  su  tempera- 
tura media,  como  me  consta  por  experiencia,  y  al  revés,  conociendo  la  última, 
se  deriva  aproximativamente  la  primera.  Para  la  determinación  de  la  tem- 
peratura media  de  un  lugar  sirve  mejor  el  método  introducido  por  Boussin- 
gault,  que  en  media  hora  conduce  á  un  resultado  casi  tan  seguro,  como 
largas  series  de  observaciones  durante  meses  y  años.(42) 

Con  las  exposiciones  que  preceden  ya  hemos  llegado  á  la  región  interan- 
dina, que  en  cuanto  al  temperamento  presenta  la  mayor  variedad,  y  también 
las  mas  anomalías,  consecuencias  de  lo  quebrado  é  irregular  de  su  terreno.  — 
Las  hoyas  interandinas,  situadas  entre  alturas  de  1800  á  3300  metros,  gozan 
de  una  temperatura  media  de  18°  C.  á  10°  C.  La  primera  encontramos  en 
muchas  partes  de  las  hoyas  de  Ibarra,  de  Loja  y  de  Zaruma,  que  son  las 
mas  bajas,  pero  también  en  algunos  valles  de  las  hoyas  que  tienen  mayor 
altura  media,  como  en  los  valles  de  Guallabamba  y  de  Yunguilla.  La  segunda 
(de  10°  C.)  es  propia  á  los  pueblos  y  parajes  próximos  á  los  páramos.  Entre 
los  dos  extremos  se  halla  la  mayor  parte  de  las  poblaciones  interandinas, 
con  la  altura  media  de  2200  á  2800  metros  y  con  la  temperatura  de  16°  á 
13°  C.  Rarísima  vez  y  solo  en  el  limite  superior  de  esta  zona  (2800  m.)  el 
termómetro  baja  de  noche  á  0o  C. 

Las  localidades,  que  tienen  un  temperamento  medio  mas  bajo  que  10°  C, 
pertenecen  á  la  región  de  los  páramos  y  no  permiten  la  cultura  de  los  cereales; 
el  termómetro  deciende  con  frecuencia  uno  ó  algunos  grados  abajo  de  0o  O. 
llumboldt  admite  para  los  páramos  en  general  la  altura  media  de  3500 
metros  y  la  temperatura  media  de  8,5°  C,  la  que  coincide  exactamente  con 
nuestra  escala.  En  el  Ecuador  se  encuentran  algunas  plantas  encima  de  la 
linea  de  la  nieve  perpetua,  en  las  laderas  de  los  peñascos;  sinembargo  pode- 
mos decir,  que  la  vegetación  compacta  del  páramo  acaba  en  la  altura  de 
4200  metros  con  una  temperatura  media  de  4C  ó  5°  C;  de  ahí  principian 
los  arenales  con  algunos  representantes  aislados  de  la  llora. 

Las  localidades,  de  que  poseemos  datos  aproximadamente  exactos  de  su 
temperatura  media,  no  son  muy  numerosas  en  el  Ecuador,  por  esto  daré  en 
los  Suplementos  una  lista  completa  de  ellas. *4:l) 

Las  variaciones  diarias  (extremos  entre  máximo  y  mínimo)  son  mas 
grandes  en  las  regiones  altas  que  en  las  bajas,  y  mayores  en  lugares  secos 


TEMPERATURA.  393 

ó  en  la  estación  seca,  que  en  lugares  húmedos  y  al  tiempo  de  las  lluvias.  — 
En  la  cosía,  por  ejemplo  en  Guayaquil,  casi  nunca  pasa  la  variación  diaria 
de  <S  grados,  mientras  que  en  las  hoyas  interandinas,  por  ejemplo  en  Quilo, 
llega  á  18  grados.*) 

La  variación  mensual  (diferencia  de  la  temperatura  media  en  el  mes 
mas  frió  y  el  mas  caliente)  es  en  todas  nuestras  regiones  muy  pequeña,  de 
lo  que  resulta  que  el  clima,  en  cuanto  á  la  temperatura  media,  es  bástanle 
igual  en  todo  el  año.  En  Guayaquil  los  meses  fríos  difieren  de  los  calientes 
en  3  grados;  en  regiones  húmedas  del  litoral  (p.  ej.  Esmeraldas)  la  diferencia 
será  aun  menor.  En  la  sierra  llega  la  diferencia  entre  el  mes  mas  frío  y 
el  mas  caliente  apenas  á  2  grados. 

Mayor  todavía  resulta  la  igualdad,  si  comparamos  un  año  con  otro»  Las 
pequeñas  diferencias  resultarán  mas  bien  de  la  imperfección  del  método  de 
observación,  que  de  un  cambio  real.  —  Sinembargo,  podemos  preguntar,  ¿si 
no  exista  una  variación  secular,  por  decirlo  asi,  de  la  temperatura  media 
de  un  lugar,  á  saber,  que  suba  ó  baje  durante  un  período  largo?  Para  de- 
cidir esta  cuestión  interesante,  seria  necesario  poseer  observaciones  exactas, 
que  se  extiendan  á  muchas  localidades  y  á  un  siglo  siquiera.  Desgraciada- 
mente nos  faltan  tales  observaciones.  Solo  para  Quito  tenemos  un  mayor 
número  de  datos,  y  estos  son  precisamente  los  que  me  han  inducido  á  poner 
aquella  pregunta.  Hé  aquí  los  hechos:  Los  Académicos  franceses,  Conda- 
mine  y  Bouguer,  y  los  españoles  Ulloa  y  Jorge  Juan  hicieron  en  el  siglo 
pasado  muchas  observaciones  termométricas ,  pero  sin  método,  de  manera 
que  no  podemos  deducir  de  ellas  la  temperatura  media  de  entonces.  Á 
Humboldt,  que  en  1802  se  detuvo  algunos  meses   en  Quito,  debemos  las 

* 

primeras  observaciones  metódicas.  El  dá  la  temperatura  media  de  Quito  en 
15,6°  C.  Mr.  Boussingault  se  halló  en  1831  en  esta  ciudad,  y  se  ocupó  con 
mucha  prolijidad  con  esta  cuestión,  porque  recojió  entonces  los  materiales 
para  comprobar  la  exactitud  de  su  nuevo  método  recien  inventado.  En  la 
tabla  sinóptica  dá  para  Quito  la  temperatura  media  de  15,2°  C;  pero  en 
otro  lugar**)  dice:  «Las  observaciones  termométricas  hechas  en  Quito  con 
excelentes  instrumentos  (cuya  exactitud  me  consta)  y  con  el  mayor  cuidado 
por  los  coroneles  Ilall  y  Salaza,  establecidos  en  aquella  ciudad,  le  dan  una 
temperatura  media  de  15,55°.  El  termómetro  se  observaba  al  nacer  el  sol 
y  dos  horas  después  de  mediodía». 


*)  Los  extremos  diarios  no  han  do  confundirse  con  los  extremos  que  se  observan 
durante  un  mes  entero  ó  durante  un  año.  Estos  ext remos  son  naturalmente  mucho  mas 
notables,  y  llegan,  por  ejemplo,  en  Guayaquil  á  lf>  grados  (19°  C.  —  35°  C). 

**)  Mr.  Houssingault,  Viajes  científicos  á  los  Andes  ecuatoriales.    Trad.  por  J.  AcosUi 
iParis  1849),  pág.  186. 


394 


METEOROLOGÍA. 


Observaciones  de  Hall. 

Temp.  media. 

1825.  Julio 16,5° 

Agosto 


Observaciones  de  Salaza. 

Temp.  media. 


Octubre 

1826.  Febrero 
Marzo . 
Abril  . 
Mayo  . 
Junio . 
Agosto 
Setiembre 
Octubre . 
Noviembre 
Diciembre 

1827.  Enero.    . 
Febrero . 
Marzo 
Abril .    . 


16,7 
15,1 
15,9 
15,7 
15,5 
15,4 
H,l 
16,0 
16,4 
15,7 
15,7 
14,8 
15,3 
16,5 
15,2 
15,2 


1827.  Julio  .    . 
Agosto   . 
Setiembre 
Octubre . 
Noviembre 
Diciembre 

1828.  Enero. 
Febrero 
Marzo. 
Abril  . 
Mayo  . 
Junio  . 


13,7C 

15,5 

16,2 

15,8 

15,0 

16,9 

14,4 

15,9 

15,8 

15,7 

16,4 

15,9 


«Estando  en  Quito,  M.  Salaza  á  mis  instancias  continuó  sus  observa- 
ciones, introduciendo  el  termómetro  á  un  pié  de  profundidad  en  la  tierra  de 
una  sala  baja,  y  su  resultado  es  consignado  en  el  adjunto  cuadro:» 


Fechas. 

Termómetro. 

Meses. 

ala*  7  man. 

á  las  11. 

á  las  2  tarde. 

alas  4  tarde 

Setiembre  1831. 

.   .  26 

15,5° 

15,5° 

15,5° 

15,5° 

27 

15,5 

15,5 

15,3 

15,5 

28 

15,3 

15,5 

15,5 

15,5 

29 

15,5 

15,5 

15,5 

15,5 

30 

15,5 

15,5 

15,5 

15,5 

Octubre   .... 

1 

15,3 
15,5 

15,5 
15,3 

15,5 
15,5 

15,5 

2 

15,5 

3 

15,4 

15,5 

15,4 

15,5 

4 

15/) 

15,5 

15,5 

15,5 

5 

15,5 

15,4 

15,5 

15,5 

6 

15,5 

15.5 

15,5 

15,5 

7 

15,4 

15,5 

15,5 

15,5 

Parece  que  estas  observaciones  no  dejan  nada  de  desear,  en  cuanto  á 
la  exactitud  y  la  concordancia  de  los  resultados  obtenidos  por  dos  métodos 
muy  distintos;  es  tan  perfecta,  que  con  razón  Mr.  Boussingault  la  considera 
como  una  prueba  nueva  y  muy  concluyente  en  favor  de  su  método.  —  Pero 
en  los  años  de  1870  á  1874  los  bien  conocidos  viajeros  geólogos  Reiss  y 
Stübel,  que  en  varias  ocasiones  y  por  muchos  meses  fijaron  su  residencia 
en  Quito,  obtuvieron  con  el  mismo  método  de  Boussingault  un  resultado  muy 
distinto,  es  decir,  la  temperatura  media  de  13,2°  C.  —  Tratándose  de  natura- 
listas tan  experimentados,  no  podemos  dudar  de  la  exactitud  de  la  obser- 
vación, ni  de  la  de  los  instrumentos  usados;  y  la  mejor  prueba  es,  que  las 
observaciones  hechas  en  el  observatorio  de  Quito,  que  comprenden  el  espacio 


TEMPERATURA. 


395 


de  2  años  (Octubre  1878 — Marzo  1881)  y  fueron  ejecutadas  por  un  método 
muy  distinto,  al  aire  libre,  dan  un  resultado,  que  se  acerca  muchisimo  al 
precedente,  es  decir  13,5°  C,  como  se  vé  de  la  tabla  siguiente.*) 

Termómetro  en  Quito* 


Año: 

1878- 

-1879 

1879- 

-1880 

1880- 

-1881 

Término 

Término 

Término 

Término 

Término 

Término 

medio  del 

medio  de 

medio  del 

medio  de 

medio  del 

medio  de 

Meses 

máx.  y  mín. 

3  observ. 

máx.  y  mín. 

3  observ. 

máx.  y  mín. 

3  observ. 

diario 

diarias 

diario 

diarias 

diario 

diarias 

Octubre  .    .    . 

14,03°  C. 

13^8°  C. 

13,47°  C. 

12,65°  C. 

13,18°  C. 

12,79°  C. 

Noviembre 

13,86 

13,65 

13,80 

13,23 

13,61 

13,42 

Diciembre .   . 

13,44 

13,28 

14,19 

13,44 

13,43 

13,28 

Enero .... 

13,19 

12,95 

15,10 

14,37 

13,38 

13,40 

Febrero  .   .   . 

13,60 

13,89 

13,74 

14,14 

12,61 

13,08 

Marzo.   .    .    . 

12,83 

12,86 

13,94 

13,90 

13,47 

13,66 

Abril  .... 

12,84 

12,92 

14,00 

13,41 

— 

— 

Mayo  .... 

14,13 

13,46 

14,55 

13,71 

— 

— 

Junio  .... 

13,79 

12,68 

14,46 

13,82 

— 

— 

Julio   .... 

13,02 

12,46 

14,57 

13,54 

— 

— 

Agosto  .    .   . 

13,91 

13,18 

13,20 

13,03 

— 

— 

Setiembre  .    . 

13,74 

13,05 

13,79 

13,22 

— 

— 

Término  ined. 

anual  .   .   . 

13,53 

13,19 

14,07 

13,63 

13,26 

13,27 

Término  medio  general:  13,47°  C.  (=  13,5°  C). 

Si  no  podemos  suponer,  que  en  los  años  de  1825  á  1831  todos  los  termó- 
metros de  Hall,  Salaza  y  Boussingault  eran  defectuosos,  indicando  dos  grados 
mas  de  lo  que  debían,  ó  que  lo  eran  en  los  años  de  1870  á  1881  todos  los  de 
Reiss,  de  Stübel  y  del  observatorio  astronómico  de  Quito  en  sentido  inverso,  no 
veo  otro  modo  de  explicar  la  diferencia  notable  de  dos  grados,  sino  admitiendo 
que  en  efecto  la  temperatura  media  de  Quito  haya  disminuido  en  esa  cantidad 
desde  los  primeros  decenios  de  nuestro  siglo.  Es  lástima,  que  no  tenemos  ob- 
servaciones tan  exactas  y  largas  también  de  otros  lugares;  sinembargo,  en  al- 
gunos, en  que  se  hicieron  de  paso,  notamos  diferencias  análogas,  por  ejemplo: 


Beiss  y  Stübel. 

Boussingault. 

(1870-1874) 

(1831) 

.   .  16,0°  C. 

17,2°  C. 

Ambato  .    . 

.    .  15,3 

16,1 

Latacunga . 

.   .  14,2 

15,5 

Riobamba  . 

.    .  13,7 

16,4 
UumboldL 
(1802) 

Cuenca  .   . 

.   .   14,6 

15,6. 

*)  Véase  también  el  «Boletín  del  Observ.  astr.  de  Quilo»,  1878—1881.    Tablas  sinóp- 
ticas al  fin  de  todos  los  números. 


396  METEOROLOGÍA. 

Me  pareció  bueno,  llamar  la  atención  de  los  físicos  venideros  sobre  un 
tema  tan  interesante;  pero  antes  que  se  confirme  el  hecho  por  observaciones 
ulteriores,  parece  del  todo  inútil  discutir  las  causas  posibles  ó  probables, 
que  podrían  ocasionar  aquella  disminución  de  la  temperatura  media  en  algunos 
puntos  de  la  región  andina. 

De  la  presión  atmosférica,  ó  del  estado  del  barómetro  solo  diremos 
pocas  palabras,  porque  en  el  Ecuador  parece  depender  tínicamente  de  la 
altura;  en  otros  términos:  el  estado  del  barómetro  en  una  altura  dada  es 
estable,  y  la  variación  diaria  es  regular  c  independiente  de  los  cambios 
atmosféricos.  Esta  ley,  cuya  explicación  dejemos  á  los  físicos,  se  conoce 
desde  mucho  tiempo,  y  es  tan  segura,  que  con  pocas  observaciones  hechas 
durante  algunos  dias,  se  puede  determinar  muy  aproximativamente  la  posición 
media  del  barómetro,  en  cualquier  lugar  del  pais.  Igualmente  la  variación 
horaria  marcha  con  tanta  regularidad,  que  habiéndola  observado  por  algún 
tiempo,  se  puede  calcular  el  estado  medio  de  barómetro  á  cualquier  hora  de 
dia  ó  de  noche,  añadiendo  ó  quitando  un  tanto,  según  la  tabla  horaria,  quo 
uno  se  construya.  La  monotonía  del  movimiento  diario  es  tan  grande,  que 
se  necesita  paciencia  y  constancia,  para  extender  las  observaciones  á  algunos 
meses  ó  años,  repitiéndolas  cada  dia  3  ó  4  veces,  y  haciendo  después  para 
cada  observación  las  correcciones  necesarias  (por  la  temperatura  del  instru- 
mento, la  capilaridad  del  tubo,  la  latitud  geográfica  del  lugar),  cuando  ya 
de  antemano  casi  se  puede  predecir  el  resultado. 

Solo  para  dos  lugares  de  la  República  tenemos  series  largas  y  constantes 
de  observaciones :  para  Quito  las  del  observatorio  astr.,  hechas  con  las  demás 
observaciones  meteorológicas,  y  para  Guayaquil,  en  donde  el  señor  Mali- 
nowski  y  yo  en  1882  nos  dedicamos  algunos  meses  al  estudio  del  estado 
barométrico,  con  un  buen  instrumento  de  Fortin. 

Del  conjunto  de  las  observaciones  resulta  para  el  estado  medio  del 
barómetro  corregido  y  reducido  á  cero: 

en  Quito  (2850  m.  alt.  abs.)  en  Guayaquil  (7  m.  sobre  el  mar) 

547,00  milímetros  757,15  milímetros*) 

La  amplitud  diaria,  es  decir,  la  diferencia  entre  el  máximo  y  el  mínimo 
del  dia,  suele  ser  en  Guayaquil  de  4  milímetros:  en  Quito  parece  ser  menos 

*)  Este  resultado  difiere  en  menos  de  un  milímetro  del  teórico,  que  calculó  Kaemtz. 
Según  este  meteorologista  célebre,  se  puede  admitir,  que  el  término  medio  de  la  presión 
atmosférica  al  nivel  del  mar  y  bajo  el  ecuador  terrestre,  es  de  758  milímetros.  —  M. 
Wagner  dá  para  Guayaquil  (en  Diciembre  y  Enero)  la  presión  media  de  7o'2,00,  la  que 
sin  duda  es  demasiado  alta.  ¿A  caso  era  este  el  estado  del  barómetro  -no  reducido?  El 
mió  daba  sin  las  correcciones  necesarias  7b'l,4b\  lo  que  convendría  bien  con  el  resultado 
de  Wagner. 


ESTACIONES.  397 

fuerte.  —  El  máximo  se  observa  entre  las  8  y  9  de  la  mañana,  el  mínimo  cerca 
de  las  4  de  la  tarde,  y  el  estado  medio  entre  las  12  y  la  1  de  la  tarde.  De  noche 
hay  una  oscilación  semejante,  pero  los  extremos  no  son  tan  fuertes  como  de 
dia.  —  Si  comparamos  el  estado  medio  del  barómetro  de  los  diferentes  dias, 
de  los  meses,  ó  de  periodos  mas  largos,  las  diferencias  no  pasan  de  dos  mili- 
metros,  teniéndose  regularmente  dentro  de  limites  todavía  mas  estrechos.*) 
De  lo  que  acabo  de  exponer  sobre  la  estabilidad  y  regularidad  de  la 
presión  atmosférica  ó  del  estado  del  barómetro,  sacamos  dos  consecuencias: 
Io  que  en  el  Ecuador  este  instrumento  no  sirve  para  indicar  el  cambio  del 
tiempo  (de  lluvia  ó  sequedad  etc.),  como  en  los  países  fuera  de  los  trópicos, 
y  2o  que  en  el  Ecuador  el  barómetro  es  un  instrumento  magnifico  para  el 
cálculo  de  las  alturas,  porque  conociendo  su  marcha  regular  en  la  costa  y 
en  las  montañas,  que  no  se  estorba  por  los  influjos  atmosféricos,  se  puede 
hacer  el  cálculo  sin  observaciones  correspondientes  en  lugares  distintos,  las 
que  se  necesitan  en  países  extra-tropicales. 


El  segundo  coeficiente  poderoso  del  clima  es  al  lado  de  la  temperatura 
la  humedad  relativa  de  una  región.  Ella  está  en  íntima  conexión  con 
los  vientos  reinantes,  de  manera  que  debemos  tratar  al  mismo  tiempo  de 
estos  dos  agentes,  que  ocasionan  en  el  Ecuador  también  la  alternativa  de 
las  estaciones,  que  llamamos  verano  é  invierno.  Conservo  aquí  estas  dos 
palabras  en  el  sentido,  en  que  los  ecuatorianos  las  usan,  aunque  no  coincidan 
con  el  verano  é  invierno  astronómico.  En  el  resto  del  mundo  verano  se 
llama  la  estación  del  calor,  é  invierno  la  del  frió,  pero  en  el  Ecuador  (y 
creo  que  también  en  una  parte  de  Colombia)  es  al  revés,  el  verano  es  la 
estación  mas  fresca,  y  no  quiere  decir  otra  cosa  sino  estación  seca,  é  in- 
vierno es  el  tiempo  mas  caluroso,  y  quiere  decir  que  llueve.  Esta  adver- 
tencia es  necesaria  para  evitar  confusiones. 

Sobre  la  teoría  general  de  los  vientos  y  de  las  lluvias  puede  instruirse 
el  lector  en  los  libros  especiales  que  tratan  de  la  meteorología**);  aquí  ex- 
pondré solo  lo  que  sabemos  por  experiencia  respecto  al  Ecuador,  y  esto  será 
bien  poco,  faltándonos  para  discusiones  detalladas  el  material  estadístico. 
Solo  en  Quito  se  lucieron  observaciones  regulares  del  estado  higrométrico 
de  la  atmósfera,  de  la  cantidad  de  las  lluvias,  de  la  evaporación,  de  la  dirección 
y  fuerza  de  los  vientos. 


*)  En  las  zonas  extra-tropicales  cambios  de  20  ó  30  milímetros,  que  se  verifican 
bruscamente  dentro  de  pocas  horas  y  sin  regularidad,  son  fenómenos  muy  frecuentes. 

**)  Algunos  artículos  interesantes  sobre  este  tema  encontrará  también  en  el  «Boletín 
del  Observatorio  astron.  de  Quito»,  1879—1881. 


398  METEOROLOGÍA. 

Todas  las  regiones  del  Ecuador  gozan  de  una  estación  seca  y  de  otra 
húmeda,  ó  de  verano  y  de  invierno,  pero  el  reparto  y  la  fuerza  de  ellos  es 
muy  distinto.  Reteniendo  siempre  la  división  natural  del  país  en  tres  zonas, 
la  baja  oriental,  la  baja  occidental,  y  la  alta  intermedia  ó  la  andina,  encon- 
tramos desde  luego  la  diferencia  notable,  que  en  la  primera  es  verano,  cuando 
en  las  otras  dos  es  invierno  y  al  revés.  El  dique  de  la  Cordillera  oriental 
forma  la  linea  de  división.  Ademas  de  las  tres  zonas  principales  tenemos 
dos  angostas  é  intermedias,  en  que  las  estaciones  no  se  hallan  bien  pronun- 
ciadas, y  en  que  llueve  casi  todo  el  año.  Estas  dos  zonas  intermedias  son 
los  declives  inferiores  de  las  Cordilleras  hasta  la  altura  de  unos  1500  metros, 
á  ambos  lados  de  los  Andes;  ellas  participan  en  un  grado  muy  débil  del 
verano  de  la  zona  baja  adyacente,  pero  con  tanta  mayor  fuerza  de  su  in- 
vierno. —  La  causa  de  que  toda  la  región  interandina  participa  del  verano 
é  invierno  de  la  occidental  y  no  de  la  oriental,  consiste  en  que  la  Cor- 
dillera oriental  es  mas  alta  y  mas  ancha  que  la  occidental,  y  no  presenta 
tantas  gargantas  como  esta.  El  influjo  de  la  estación  oriental  se  limita  á 
los  páramos  altos  de  la  Cordillera  real,  y  se  extiende  rara  vez  por  los  declives 
interiores  hasta  el  fondo  de  los  valles;  solo  en  dos  brechas  grandes,  es  decir, 
en  la  garganta  del  río  Paute  y  en  la  del  rio  Pastaza,  avanza  algo  mas,  como 
lo  he  observado,  en  la  primera  hasta  el  pueblo  de  Pan,  y  en  la  segunda 
hasta  el  de  Baños.  En  este  último  se  puede  ver,  cómo  el  clima  oriental 
lucha  con  el  andino  ú  occidental,  los  dos  se  disputan  la  preponderancia. 

En  las  regiones  amazónicas  las  estaciones  son  bastante  variables  y  á 
veces  opuestas,  según  se  encuentran  á  mayor  ó  menor  distancia  de  los 
Andes.  Asi,  por  ejemplo,  el  Brasil  desde  la  boca  del  rio  Negro  hacia  el  Este, 
goza  de  estaciones  enteramente  distintas,  que  la  hoya  del  Amazonas  desde 
dicha  boca  del  rio  Negro  hasta  el  pié  de  los  Andes.  Las  causas  de  tales 
diferencias  parecen  ser  bastante  complicadas  y  todavía  no  bien  aclaradas.*) 
En  cuanto  la  región  oriental  pertenece  al  Ecuador,  podemos  decir  que  se 
distinguen  dos  periodos  húmedos  (aunque  ningún  mes  quede  exento  de 
lluvias),  que  están  en  cierta  relación  con  los  solsticios.  La  estación  lluviosa 
principal  dura  desde  fines  de  Febrero  hasta  mediados  de  Junio,  la  mas  débil 
desde  mediados  de  Octubre  hasta  principios  de  Enero.  La  primera  ocasiona 
la  crecida  del  Amazonas  hasta  su  estado  mas  alto,  la  segunda  una  crecida 
tres  veces  menor.**)  Esta  descripción  cuadra  á  las  partes  mas  bajas  y  mas 
cercanas  al  Marañon  y  Amazonas,  y  á  los  cursos  inferiores  de  los  tributarios 
grandes.    Pero  en  las  hoyas  superiores  de  ellos,  y  en  mayor  cercanía  de  los 


** 


)  (Jriesebach,  Dio  Yegetation  der  Erde,  II,  pág.  370. 
)  Batos,  The  Naturalist  un  thi1  River  Amazon. 


ESTACIONES.  399 

Andes,  asi  como  sobre  la  Cordillera  oriental  misma,  la  distribución  de  las 
estaciones  es  distinta.  Aqui  tenemos  una  sola  estación  seca  ó  de  verano 
desde  Noviembre  hasta  Abril.  Esta  es  la  época  mas  favorable  á  los  natura- 
listas, para  hacer  excursiones  á  la  Cordillera  real  y  á  los  bosques  orientales. 
Hablando  Villavicencio  del  clima  de  Ñapo  dice:  «Los  planos  de  este  país 
son  tan  húmedos  como  la  cordillera,  y  se  puede  asegurar,  que  la  época  de 
las  lluvias  dura  todo  el  año;  no  obstante  desde  Noviembre  hasta  Abril  el 
cielo  está  mas  despejado  y  las  lluvias  son  menos  frecuentes».  (Geogr.  del 
Ecuador,  pág.  347.)  En  cuanto  a  los  vientos  reinantes,  dice  el  mismo  autor: 
«En  la  parte  oriental  corre  el  viento  N  bastante  débil,  contrariado  por  los 
vientos  S,  que  soplan  en  invierno;  pero  sucede  con  bastante  frecuencia  que, 
bajando  á  nivel  los  vientos  de  levante,  toman  una  fuerza  extraordinaria  y 
forman  tempestades  de  viento,  que  deríban  en  su  marcha  los  árboles  mas 
corpulentos,  dejando  desmontado  un  largo  callejón,  y  algunas  veces  lleván- 
dose los  ranchos  y  sembrados  que  encuentran  al  paso;  este  mismo  viento 
trae  las  nubes  cargadas  de  agua  del  Amazonas  y  de  los  bosques  circun- 
vecinos, para  precipitarlas  en  el  descenso  oriental  de  los  Andes»  (1.  c.  pág. 
134).  Tales  huracanes,  como  los  describe  Villavicencio,  suceden  en  la  región 
occidental  con  simia  rareza;  durante  los  20  años  de  mi  permanecencia  en 
el  Ecuador  he  observado  uno  solo  en  Marzo  de  1877,  y  según  los  viejos  de 
la  costa,  el  fenómeno  se  repite  á  lo  mas  cada  30  ó  40  años. 

Muy  distintas  se  manifiestan  las  dos  estaciones  del  año  en  el  Ecuador 
occidental.  En  general  podemos  decir,  que  es  verano  desde  mediados  de 
Mayo  hasta  mediados  de  Diciembre,  y  el  resto  del  año  es  invierno,  no 
obstante  que  en  algunos  años  la  «entrada  ó  la  salida  de  las  aguas»,  es 
decir,  el  principio  de  las  estaciones,  se  adelanta  ó  se  retarda  algunas  semanas. 
Se  vé,  que  nuestra  estación  seca  y  fresca  coincide  con  el  invierno  (astro- 
nómico) del  hemisferio  austral,  que  extiende  su  acción  hasta  las  partes 
meridionales  del  Ecuador,  manifestándose  por  unas  garúas  comunmente  dé- 
biles y  mas  frecuentes  en  la  cercanía  de  la  costa  («garúas  de  San  Juan, 
lágrimas  de  San  Pedro»).  Este  influjo  del  clima  peruano,  por  decirlo 
así,  se  acentúa  en  algunas  partes  de  la  costa,  donde  la  cercanía  de  las 
montañas  favorece  la  condensación  de  los  vapores  tanto,  que  se  puede  decir, 
que  en  verano  llueve  (garúa)  mas  que  en  invierno,  así  por  ejemplo,  en  la 
región  entre  Máchala  y  Naranjal,  en  las  montañas  de  Manglar  alto,  y  en 
algunas  partes  de  Manabi.  Hacia  el  centro  de  la  región,  p.  ej.  en  Guayaquil, 
sobre  todo  en  las  partes  que  no  tienen  una  vegetación  arbórea  demasiado 
espesa,  como  las  sabanas  y  lomas,  muy  rara  vez  llueve  en  verano,  aunque 
el  cielo  á  veces  por  semanas  quede  cubierto  de  nubes.  Pero  cuanto  mas 
nos  acercamos  al  pié  de  la  Cordillera,  tanto  mas  corto  es  el  verano,  tanto 


400  METEOROLOGÍA. 

mas  pronto  comienza  el  invierno  y  tanto  mas  tarde  se  retira.  Finalmente 
en  la  zona  de  300  á  1500  metros  de  altura  apenas  se  puede  hablar  de  una 
estación  seca,  lo  único  que  se  nota  es,  que  en  los  meses  de  Junio  hasta 
Noviembre  de  dia  no  llueve  con  tanta  frecuencia,  como  en  los  demás,  aunque 
también  en  esa  época  mas  seca  rara  vez  pasa  una  noche  sin  lluvia  ó  garúa. 
Se  puede  decir,  que  el  invierno  principia  en  las  faldas  de  la  Cordillera  y 
avanza  poco  á  poco  al  Oeste  hacia  la  costa,  y  su  retirada  se  efectúa  en 
sentido  inverso,  igualmente  despacio.  Por  esto  en  la  costa  (Morro,  Chanduy, 
St*.  Elena,  una  parte  de  Manabi)  principia  el  invierno  muy  tarde  (en  Febrero) 
y  se  retira  después  de  6  semanas,  en  que  caen  cuatro  ó  seis  aguaceros  muy 
fuertes  y  algunas  lluvias  débiles;  hay  años  en  que  falta  casi  por  completo. 
Véase  lo  que  he  dicho  mas  arriba  de  la  influencia  de  la  corriente  antartica 
del  mar  y  de  su  rama,  que  baña  las  costas  del  Ecuador  hasta  Manabi.  *)  — 
El  viento  que  reina  en  el  litoral  durante  el  verano,  es  el  de  S  y  SO.  Regular- 
mente empieza  á  soplar  al  mediodía  y  dura  hasta  las  cinco  de  la  mañana 
siguiente.  Afuera  en  la  costa  sopla  por  la  madrugada  y  las  primeras  horas 
del  dia  el  «terral»,  un  viento  débil  y  contrario  al  anterior,  es  decir,  de  E 
a  O.  —  En  invierno  la  dirección  de  los  vientos  es  contraria;  entóneos  soplan 
de  N  y  NO,  cargados  de  vapores  acuosos  que  se  levantan  de  un  mar  tibio 
y  de  los  bosques  espesos  del  litoral  setentrional.**)  Pero  los  vientos  del 
invierno  son  mucho  mas  débiles  que  los  del  verano,  y  los  estratos  inferiores 
de  la  atmósfera  quedan  á  veces  por  muchos  dias  como  estancados.  Este 
estado  higrométrico  es  el  que  hace  el  calor  del  invierno  tan  molestoso,  aunque 
de  suyo  no  llega  á  grados  mucho  mas  altos  que  en  verano.  —  Huracanes 
son  casi  desconocidos  en  el  Ecuador  occidental,  sinembargo  he  alegado  mas 
arriba  una  excepción  sumamente  rara,  en  el  año  de  1877.  En  este  caso  sus 
destrucciones  en  la  vegetación  arbórea  son  tanto  mas  grandes,  cuanto  los 
árboles  no  están  prevenidos  contra  un   tal  acontecimiento,    como  en  otros 


*)  Villaviceneio  tome,  que  el  Ecuador  occidental  se  convierta  poco  á  poco  en  un 
desierto:  «De  algunos  años  á  esta  parte  se  observa,  que  en  los  países  litorales  va  des- 
apareciendo lentamente  la  estación  de  las  lluvias,  y  de  presumir  es,  que  llegará  el  dia, 
en  que  las  costas  del  Ecuador  sean  tan  secas  y  estériles,  como  lo  son  las  del  Perú.  La 
causa  de  este  fenómeno  es,  sin  duda,  la  variación  de  la  oblicuidad  de  la  elíptica,  la  cual, 
siendo  cada  dia  menor,  va  haciendo  desaparecer  poco  á  poco  la  diferencia  de  las  esta- 
ciones.» (Geogr.,  pág.  133.)  Este  temor  es  infundado,  como  lo  demuestra  la  experiencia 
de  los  últimos  decenios,  en  que  hemos  tenido  inviernos  muy  fuertes.  La  razón  alegada 
no  merece  refutación.  —  Mientras  que  no  cambien  las  corrientes  del  mar  su  curso,  se 
conservará  en  la  costa  ecuatoriana  el  estado  actual  respecto  á  las  estaciones. 

**)  Incomprensible  y  falsísimo  es  lo  que  dice  Villaviceneio  de  estos  vientos:  «En  el 
litoral  en  invierno  sopla  el  viento  bóreas.  Este  es  generalmente  helado  por  venir  rozán- 
dose con  las  nieves  de  las  alturas  (!).  Este  mismo  viento,  que  viene  desde  las  Antillas  (!), 
corre  en  dirección  XXO»  etc. 


ESTACIONES.  401 

paises,  en  que  desde  su  juventud  se  arraigan  mucho  mas  en  la  lucha  perpetua 
con  los  vientos. 

En  la  mitad  setentríonal  del  litoral,  especialmente  en  la  provincia  de 
Esmeraldas,  las  estaciones  sufren  alguna  modificación,  en  cuanto  también 
durante  el  verano  hay  mas  humedad  y  llueve  con  mas  frecuencia.  La  causa 
de  esta  modificación  há  de  buscarse  en  el  estado  del  mar,  que  difiere  bastante 
en  su  temperatura  del  que  baña  la  mitad  austral,  como  lo  he  demostrado 
en  otro  lugar. 

En  el  litoral  la  atmósfera  está  muy  cargada  de  electricidad  en  tiempo 
del  invierno,  y  se  desencadenan  tempestades  muy  fuertes.  Sinembargo,  en 
este  punto  se  nota  mucha  variedad.  Hay  inviernos  en  que  casi  todos  los 
dias  se  forma  una  ó  algunas  tempestades,  con  descargas  tremendas  de  rayos 
y  truenos  (como  p.  ej.  en  1888  y  1889),  y  otros  en  que  faltan  completamente 
(p.  ej.  1890)  ó  son  muy  raras  (p.  ej.  1891).*)  Por  lo  regular  la  tempestad 
se  forma  desde  las  cuatro  de  la  tarde  y  comienza  á  descargar  á  las  5  ó  G 
con  aguaceros  torrenciales,  que  duran  una  ó  dos  horas;  después  sigue  una 
lluvia  menos  fuerte  hasta  la  mañana  siguiente.  También  cuando  no  hay 
tempestades  (con  rayos  y  truenos),  es  este  el  tiempo  y  la  marcha  de  los 
aguaceros  fuertes,  y  creo  que  su  formación  es  la  misma,  aunque  falten  las 
descargas  eléctricas,  porque  en  todo  lo  demás  llevan  el  carácter  de  verda- 
deras tempestades.  En  general  se  puede  decir,  que  no  hay  tanta  regulari- 
dad en  la  marcha  de  las  estaciones,  como  los  libros  teóricos  las  describen 
para  los  paises  tropicales,  ni  hay  aquellos  aguaceros  sin  intermisión  durante 
G  meses,  que  imaginan  los  extrangeros  ó  que  pintan  algunos  viajeros  poco 
concienzudos.  Verdad  es,  que  hay  años,  en  que  llueve  durante  algunas 
semanas  con  muy  cortas  interrupciones  (p.  ej.  1891),  pero  estos  son  casos 
excepcionales;  mas  frecuentes  son  las  excepciones  contrarias,  que  en  medio 
invierno  cesan  las  lluvias  completamente  durante  algunas  semanas.  Pero 
la  regla  es,  que  llueve  las  mas  veces  de  noche  y  que  los  dias  son  serenos, 
ó  que  á  algunos  dias  lluviosos  siguen  otros  tantos  despejados.  —  Ya  he 
dicho  mas  arriba,  que  la  entrada  y  salida  del  invierno  es  irregular,  y  los 
ecuatorianos  recordarán  el  año  de  1877,  en  que  el  verano  duró  apenas  dos 
meses,  acabando  el  invierno  muy  tarde  y  entrando  de  nuevo  en  el  mes  de 
Setiembre  con  toda  fuerza,  de  manera  que  entonces  se  habló  generalmente 
de  «los  tres  inviernos  seguidos».     Así  se  podría  aumentar  el  número  de 


*)  Siendo  muy  frecuentes  los  casos,  que  el  rayo  caiga  en  los  edificios  (de  madera) 
de  Guayaquil,  no  conozco  ni  uno,  en  que  hubiese  ocasionado  un  incendio,  mientras  que 
en  Europa  esto  es  casi  la  regla,  siempre  que  encuentre  materias  combustibles.  Confieso 
que  no  puedo  explicarme  esta  diferencia. 

Wolf,  Ecuador.  26 


402  METEOROLOGÍA. 

excepciones,  que  hacen  vacilar  la  decantada  regularidad  de  las   estaciones 
tropicales. 

Pasando  á  la  región  andina,  encontramos,  no  obstante  la  coincidencia 
de  las  estaciones  con  las  litorales,  algunas  particularidades  que  las  distin- 
guen.    Propiamente  se  debería  admitir  dos  estaciones  lluviosas,   una  larga 
y  otra  corta,  y  lo  mismo  un  verano  grande  y  otro  chico.     Pero  podemos 
también  considerar  las  estaciones  cortas  como  pequeñas  interrupciones  de 
las  largas,  que  de  vez  en  cuando  faltan  casi  completamente;  y  asi  fijamos 
el  verano  desde  Junio  hasta  Noviembre,  y  el  invierno  desde  el  último  término 
hasta  fines  de  Mayo.     La   interrupción    del  verano  por  el  «inviernillo  de 
Octubre»  acaece  después  del  equinoccio  de  Setiembre,  y  la  interrupción  del 
invierno  por  a  el  veranillo  de  Natividad»  después  del  solsticio  de  Diciembre. 
Por  la  mayor  variedad  de  la  configuración  del  terreno  y  de  las  circunstan- 
cias locales,  sufren  las  estaciones  en  la  sierra  mayores  y  mas  frecuentes 
excepciones,  que  en  el  litoral.    Asi  se  puede  decir,  que  en  la  región  inter- 
andina ningún  mes  es  completamente  libre  de  lluvias,  y  precisamente  en 
verano  se  experimentan  en  las  cimas  y  mesas  altas   de   los  Andes  fuertes 
granizadas  y  nevadas.    Al  mismo  tiempo  se  sienten  en  los  lugares,  cuya 
altura  excede  de  2800  metros,  las  temibles  heladas,  que  destruyen  á  veces 
los  sembrados  tiernos.  —  Las  tempestades  que  en  la  sierra  se  desarollan 
comunmente  entre  la  1  y  las  3  de  la  tarde,  son  mas  frecuentes  en  verano 
que  en  invierno,  y  especialmente   al   tiempo  del   equinoccio  de  Setiembre 
(«cordonazos  de  San  Francisco»),  que  corresponde  al  invierno  chico.     En 
este  tiempo  según  Ulloa: 

«Los  dias  son  regularmente  apacibles  hasta  la  una  ó  dos  de  la  tarde, 
manteniéndose  el  cielo  alegre,  el  sol  hermoso  y  toda  la  atmósfera  despejada; 
pero  desde  esta  hora  empiezan  á  levantarse  vapores,  se  entolda  el  cielo  con 
renegridas  nubes,  las  que  se  convierten  en  tempestades  furiosas  de  relám- 
pagos, truenos  y  rayos,  que  hacen  estremecer  los  cerros  vecinos,  y  por 
último,  se  precipitan  las  nubes  deshaciéndose  en  tan  copiosa  lluvia,  que  las 
calles  se  convierten  en  ríos,  y  las  plazas  en  lagunas,  no  obstante  su  pen- 
diente. Así  se  suele  mantener  hasta  que,  estando  el  sol  inmediato  á  ter- 
minar su  carrera,  vuelve  a  serenarse  el  tiempo  y  á  descubrirse  el  cielo  con 
la  misma  apacibilidad  que  antes.» 

Esta  descripción  cuadra  perfectamente  á  las  tempestades  de  Quito,  pero 
el  fenómeno  se  restringe  casi  á  la  época  indicada,  y  el  proverbio  de  que 
«en  Quito  llueve  trece  meses  en  el  año»  es  muy  exagerado,  como  lo  com- 
prueban los  cuadros  sinópticos,  que  acompañan  el  «Boletín  del  Obs.  astr.». 
Hé  aquí  un  extracto  de  ellos: 


ESTACIONES. 


Cantidad  de  lluvia  en  Quito. 


403 


Año: 

1878—1879             1             1879-1880 

1880—1881 

Meses 

Cantidad 

de 

lluvia 

Dias 

de 

lluvia 

Tem- 
pes- 
tades 

Cantidad 

de 

lluvia 

Dias 

de 

lluvia 

Tem- 
pes- 
tades 

Cantidad 

de 

lluvia 

Dias 

de 

lluvia 

Tem- 
pes- 
tades 

Oct. .    .    . 
Nov.    .    . 
Dio. .    .    . 
Enero . 
Pebr.  .    . 
Marzo . 
Abril  . 
Mayo  . 
Junio  .    . 
Julio   . 
Agosto   . 
Set..    . 

m. 

0,1356 
0,0823 
0,0538 
0,0943 
0,0668 
0,0630 
0,1945 
0,1312 
0,0630 
0,0328 
0,0460 
0,0470 

11 

5 

6 

18 

8 

17 

28 

19 

11 

7 

8 

9 

8 

5 

5 

10 

8 

14 

21 

18 

11 

4 

3 

4 

m. 

0,0881 
0,1349 
0,0859 
0,0694 
0,1195 
0,1512 
0,1138 
0,0975 
0,0198 
0,0066 
0,0853 
0,0478 

18 
17 
16 
11 
17 
23 
22 
22 
9 
5 
14 
10 

16 

9 

7 

8 

5 

14 

17 

12 

3 

3 

10 

4 

m. 

0,0878 
0,0666 
0,0984 
0,0698 
0,0648 
0,1075 

19 
10 
21 
12 
14 
11 

16 
8 

14 
7 

10 
3 

Suma  . 

1,0103 

147 

111 

1,0198 

184 

108 

0,4949 

87 

58 

Este  cuadro  solo  nos  instruye  de  la  cantidad  de  lluvia  en  Quito,  pero 
de  ningún  modo  podríamos  generalizarlo  para  todo  el  país  interandino,  por- 
que las  diferencias  entre  los  lugares,  á  veces  muy  vecinos,  son  enormes, 
según  su  posición  y  los  vientos  reinantes. 

Asi  como  se  interrumpe  el  verano  por  el  inviernillo  de  Octubre,  también 
el  invierno  cesa  con  sus  rigores  por  algunas  semanas  á  fines  de  Diciembre. 
Esta  época  del  veranillo  del  Niño  es  sin  duda  el  tiempo  mas  hermoso  en  la 
sierra,  porque  la  vegetación  se  ha  desarrollado  con  vigor  con  las  lluvias 
precedentes  desde  Octubre,  y  la  temperatura  es  entonces  mas  suave  y  mas 
igual;  es  el  Mayo  ó  mes  de  flores  para  las  hoyas  interandinas. 

Se  dice,  que  los  vientos  dominantes  del  callejón  interandino,  entre  2000 
y  3000  metros  de  altura,  soplan  del  Sur.  Según  Villavicencio  la  dirección 
seria  algunas  veces  en  invierno  la  contraria.  Pero  de  los  cuadros  sinópticos 
del  Boletín  del  Observatorio  astronómico  se  deduce  otra  ley,  á  lo  menos 
para  la  hoya  de  Quito.  Por  la  mañana  sopla  el  viento  sin  excepción  alguna 
de  S  á  N,  y  por  la  tarde  casi  con  la  misma  regularidad  de  N  á  S,  ó  (mas 
veces)  de  NE  á  SO.  Durante  la  noche  reina  mayor  irregularidad.  —  En 
los  lugares  de  posiciones  excepcionales,  especialmente  cuando  se  hallan  en 
las  inmediaciones  de  los  páramos,  de  nevados,  ó  de  las  gargantas  profundas 
de  la  Cordillera,  los  vientos  y  sus  cambios  son  distintos,  pero  no  podemos 
entrar  en  la  descripción  de  los  casos  particulares. 

Lo  mismo  debo  advertir,  que  en  la  región  alta  (sobre  3500  m.)  de  los 
páramos  y  nevados  los  vientos  obedecen  á  otras  leyes  que  en  el  callejón 

26* 


404  METEOROLOGÍA. 

interandino.    En  la  Cordillera  oriental  están  bajo  el  influjo  de  las  corrientes 
de  levante  (vientos  alisios),  y  en  la  occidental  bajo  el  influjo  de  las   cor- 
rientes de  poniente.    Pero  la  formación  de  lluvia  y  granizo,  y  en   general 
todo  el  clima  del  páramo  depende  de  circunstancias  locales  particulares,  que 
describe  muy  bien  el  Señor  Doctor  A.  Stübel.*)    «El  carácter  fundamental 
del  páramo  consiste  en  la  rigidez  é  inconstancia  del  clima,  especialmente 
en  la  alternativa  brusca  y  frecuente  de  los  extremos.  —  Aunque  la  palabra 
c páramo»  tiene  un  significado  topográfico,   el  pueblo    también  la  toma   en 
sentido  metafórico  para  expresar  el  estado  meteorológico  muy  singular,  que 
caracteriza  aquella  zona  alta.    Si  el  serrano  dice  «el  tiempo  está  parameando», 
debemos  imaginarnos  un  tiempo  que  corresponde  mas  ó  menos  al  Abril  de 
la  Europa  central,  pero  de  la  peor  clase,  cuando  en  cortos  intervalos  y  bajo 
la  vislumbre  de  momentáneos  rayos  solares  la  lluvia,  la  nieve  ó  el  granizo 
se  precipitan  agitados  por  un  viento  furioso.  —  En  particular  se  entiende 
con  la  palabra  «paramear»  una  formación  especifica  de  la  niebla.    Sentado 
sobre  el  páramo  se  vé  con  frecuencia  el  paisaje  al  rededor  como  envuelto 
en    un    velo   uniforme  de   neblina,   pero  de   transparencia   suficiente,    para 
distinguir  al  través  los  contornos  de  las  montañas,  especialmente  de  sus 
partes  superiores,  á  distancias  considerables.     Se  presentan  entonces  todos 
los  objetos,  también  los  menos  lejanos,  como  peñascos,  animales,  arbustos, 
con  un  aumento  fantástico;  el  viento  mas  fuerte  no  es  capaz  de  romper  la 
tela  de  la  neblina,  que  en  apariencia  queda  inmóvil.  —  Esta  inmovilidad 
de  la  niebla  se  explica  de  su  origen.    Pues  no  consta  de  nubes,  que  el 
viento  hubiese  traído  de  lejos,  al  contrario  se  forma  in  hco,  dentro  de  la 
zona  misma  del  páramo.     Se  verifica  una  segregación  de  la  humedad  en 
forma  de  burbujitas,  ocasionada  por  la  equilibracion  de  la  temperatura  de 
los  vientos  dominantes.     Esta  reproducción  de  las   burbujitas  continúa  sin 
interrupción,  mientras  que  al  mismo  tiempo  y  en  la  misma  razón  se  disuel- 
ven las  masas  de  la  niebla  hacia  su  periferia.    Este  fenómeno  local  se  ob- 
serva con  preferencia  en  los  meses,  en  que  el  cielo  sobre  las  hoyas  bajas 
queda  las  mas  veces  despejado,  es  decir  en  tiempo  de  verano.    Desde  puntos 
mas  bajos  se  puede  observar  con  frecuencia  este  juego  de  la  formación  y 
disolución  de  la  niebla,  la  ondulación  de  las  nieblas,  iluminadas  por  el  sol, 
sobre  el  lomo  de  las  Cordilleras  bajo  el  influjo  del  viento.    Pero  muchas  veces 
sucede,  que  algunas  partes  de  la  niebla,  separadas  y  agitadas  por  el  viento, 
descienden  por  las  laderas  de  las  montañas  hasta  las  llanuras  anchas  del  valle. 
Estas  lloviznas,  acompañadas  del  sol  mas  espléndido,  se  llaman  ,paramitos'.» 
—  «También  en  otras  épocas  del  año  las  lomas  de  las  Cordilleras  y  sus 

*)  «Skizzen  aus  Kciindor»,  piig.  2S. 


CLIMA    ANDINO. 


405 


cumbres  altas  quedan  comunmente  tapadas ;  pero  entonces  la  cubierta  consta 
mas  bien  de  nubes  verdaderas,  las  cuales  acumuladas  espesamente  parecen 
descansar  sobre  las  montañas,  sitiándolas,  por  decirlo  asi,  con  obstinacia,  ó 
volteándose  lajeramente  alrededor  de  ellas.» 

En  verano  el  ascenso  á  los  páramos  y  nevados  no  carece  de  peligro. 
«Entonces  el  viento  aumenta  su  fuerza  muchas  veces  hasta  el  grado  del 
huracán,  de  manera  que  la  paja  silbando  se  dobla  al  suelo  y  parece  expuesta 
á  ser  arrancada.  En  vano  se  busca  abrigo  en  un  hondón  ó  atrás  de  una 
peña,  pues  el  viento  parece  soplar  y  rabiar  de  todas  direcciones,  sin  mitigar 
su  furia  por  un  momento.  El  termómetro  señala  talvez  todavía  algunos 
grados  sobre  cero.  Sinembargo,  la  sensación  del  frío,  ocasionada  por  este 
viento  en  unión  de  la  humedad  de  la  niebla,  es  tan  fuerte  que  penetra  hasta 
la  médula  de  los  huesos,  y  debilita  la  energía  de  la  voluntad.  Para  aumen- 
tar su  tormento,  el  viajero  en  tales  circunstancias  debe  renunciar  al  calor 
del  fuego  y  al  abrigo  del  toldo.» 

El  límite  de  la  nieve  perpetua  no  se  halla  en  todos  los  nevados  del 
Ecuador  en  la  misma  altura,  porque  no  depende  únicamente  de  la  elevación 
de  un  lugar  sobre  el  nivel  del  mar  y  de  su  latitud  geográfica,  sino  también 
de  circunstancias  locales,  especialmente  de  la  sequedad  del  clima.  Esto  es 
tan  seguro,  que  la  linea  de  nieve  varia  en  un  mismo  cerro,  según  la  posición 
del  lado  al  E,  O,  N  ó  S.  En  Perú  y  Bolivia,  donde  por  la  mayor  latitud 
podríamos  esperar,  que  la  linea  de  nieve  se  halle  mas  baja,  que  en  el  Ecua- 
dor, la  encontramos  al  contrario  en  mayores  alturas,  en  consecuencia  del 
clima  árido  de  esas  altiplanicies.  Esta  linea  corresponde  siempre  á  la  altura, 
en  que  la  cantidad  de  nieve  que  cae  anualmente,  se  equilibra  con  la  que 
en  el  mismo  tiempo  se  disuelve  en  gotas  ó  vapores.  Así  se  comprende,  que 
su  altura  no  depende  únicamente  de  la  temperatura  media,  sino  también  de 
la  sequedad  del  aire. 

Si  desatendemos  algunos  puntos  aislados  y  muy  reducidos  sobre  las 
crestas  mas  altas  de  la  Cordillera  oriental,  en  que  se  conserva  la  nieve  du- 
rante todo  el  año,  contamos  en  el  Ecuador  16  cerros  nevados: 


En  la  Cordillera  occidental: 

AUur  a: 
Chiles 4780  mct. 

Cotaeachi    ....  4966    „ 

Corazón 4816    „ 

Iliniza 5305    „ 

Carihuairazo  .    .    .  5106 

Chimborazo    .   .    .  6310 


?j 


55 


En  la  Cordillera  oriental: 

Altura : 
Cayambc 5840  met. 

Saraurcu 4725 

Antisana 5756 

Sincholagua ...  4988 

Cotopaxi 5943 

Quilindaña    ....  4919 

Cerro  hermoso.    .    .  4576 

Tunguragua.    .    .    .  5087 

Altar 5404 

Sangay 5323 


55 


55 


55 


55 


55 


55 


55 


55 


406  METEOEOLOGÍA. 

Con  excepción  del  Saraurcu  y  del  Cerro  hermoso,  todos  son  volcanes 
activos  ó  extinguidos;  y  de  todos,  con  excepción  del  Sangay,  tenemos  ob- 
servaciones respecto  á  la  altura  de  la  linea  de  la  nieve  perpetua,  gracias  á  los 
trabajos  improbos  de  los  doctores  Reiss  y  Stübel.*)  También  Ulloa,  Bouguer, 
Humboldt,  Boussingault  y  Wagner  se  han  ocupado  con  el  tema,  pero  sus  ob- 
servaciones se  limitaron  á  pocos  cerros,  y  por  esto  los  resultados  generales 
que  sacan  de  ellas,  difieren  bastante;  generalmente  colocan  la  linea  dema- 
siado alta.  Si  de  las  observaciones  de  Reiss  y  Stübel  sacamos  los  términos 
medios,  encontramos  para  el  limite  de  la  nieve  perpetua  en  la  Cordillera  occi- 
dental la  altura  de  4742  mct.  (14  localidades),  y  en  la  Cordillera  oriental  la 
de  45(54  met.  (19  localidades),  lo  que  daría  en  general  4653  metros.**) 

Do  la  linea  de  la  nieve  perpetua  debemos  distinguir  la  otra,  á  que  dc- 
cienden  las  heleros  de  los  nevados.  Ellas  son  un  fenómeno  local,  y  bajan 
por  su  movimiento  particular  á  regiones  que  quedan  muy  inferiores  á  la 
cubierta  general  de  nieve.  Asi  por  ejemplo,  en  el  Antisana  la  nieve  eterna 
comienza  con  4700  metros,  pero  la  helera  de  su  cráter  baja  á  4216  metros. 
Las  once  heleras  observadas  en  la  Cordillera  occidental,  bajan  en  término 
medio  á  4542  met.,  y  las  nueve,  medidas  en  la  Cordillera  oriental,  á  4295  met. 
(la  que  baja  mas  de  todas,  es  una  del  Cayambe,  llegando  á  4134  met., 
después  sigue  la  del  Saraurcu,  cuyo  pié  se  halla  en  4176  metros). 

De  las  cifras  indicadas  se  deduce,  que  tanto  la  linea  de  la  nieve  per- 
petua, cuanto  la  de  las  heleras  sube  en  la  Cordillera  occidental  mucho  mas 
que  en  la  oriental,  y  en  la  última  observamos  las  bajas  mas  fuertes  en  los 
cerros,  que  están  muy  expuestos  al  clima  húmedo,  como  en  el  Cerro  her- 
moso y  en  el  Saraurcu.  En  el  primero  baja  la  linea  de  nieve  á  4242  y  en 
el  segundo  á  4364  metros.  La  linea  de  nieve  mas  alta  encontramos  en  el 
Chimborazo,  cuyo  clima  es  muy  seco;  se  halla  entre  4800  y  5000  metros. 
El  influjo  del  clima  húmedo  se  manifiesta  también  por  el  hecho,  que  general- 
mente la  linea  sube  en  el  lado  del  cerro,  que  mira  al  callejón  interandino 
(seco),  y  baja  en  el  lado  opuesto  que  cae  hacia  los  declives  exteriores  (húme- 
dos) de  los  Andes;  asi  p.  ej.  en  el  Cotopaxi  sube  en  el  lado  oeste  á  4700  y 
en  el  lado  este  solo  á  4500  metros. 


Hasta  aqui  hemos  tratado  de  los  componentes  principales  del   clima  ó 


*)  Do   los  «lomas  voléanos  altos  del  Ecuador,  el  Pichincha,  el  Kumiñahui  ty  el  Im- 
habura  conservan  la  nieve  solo  algunos  meses  del  año. 

**)  G.  Schwarze  calculó  en  mi  trabajo  «Dio  Firngrenzo  in  Anierika»  (Wissenschaf'tl. 
dahresberieht  d.  Ver.  1*.  Krdk.  z.  Leipzig,  1NÍN)|  la  altura  de  la  linea  de  la  nieve  perpetua 
en  el  Ecuador  en  1750  metros.  Pero  él  mezcló  con  las  alturas  de  Koiss  y  Stübel,  tam- 
bién las  de  los  observadores  antiguos,  411c  en  general  son  exageradas,  como  ya  he  dicho. 


CLIMA   OCCIDENTAL.  407 

de  los  climas  ecuatorianos;  resta  decir  algunas  palabras  de  la  acción,  que 
los  agentes  ejercen  en  su  conjunto  sobre  el  hombre.  No  hay  duda,  que 
lodos  los  climas  del  Ecuador  son  buenos  y  los  mejores  que  pueden  imagi- 
narse para  los  organismos  indígenas  del  pais,  por  la  ley  de  acomodación, 
ó,  como  dirán  otros,  porque  ellos  son  creados  expresamente  para  estos  climas. 
Pero  aquí  preguntamos,  si  estos  mismos  climas  son  también  favorables  á  la 
existencia  de  los  hombres,  sobre  todo  de  los,  que  habiendo  nacido  y  adole- 
cido en  otros  países,  deben  acomodarse  á  las  nuevas  condiciones  climato- 
lógicas. —  Si  abstraemos  del  clima  inhospitalario  de  los  páramos  altos,  que 
en  efecto,  aunque  no  puede  llamarse  malsano,  es  muy  desagradable,  y  no 
conviene  al  hombre  en  circunstancias  normales,  en  que  busca  cierta  como- 
didad, caen  en  tela  de  juicio  el  clima  del  pais  interandino  y  el  de  las  re- 
giones bajas,  especialmente  de  las  occidentales. 

Es  muy  difícil  escribir  sobre  este  tema  con  pura  objetividad  é  impar- 
cialidad, porque  en  el  juzgamiento  del  clima  influye  involuntariamente  la 
constitución  corporal  del  observador:  á  uno  puede  parecer  insoportable  el 
calor  ó  el  frío,  que  al  otro  parece  nada  desagradable;  uno  sufre  por  la  hume- 
dad, otro  mas  bien  por  la  sequedad  de  la  atmósfera;  y  hasta  el  bienestar 
intelectual  y  la  disposición  moral  influye  en  nuestro  juicio:  uno  está  incli- 
nado á  celebrar  hasta  el  clima  del  lugar,  en  que  nació  y  vive  contento, 
cuyos  moradores  le  agradan,  en  que  marchan  bien  sus  negocios  ó  estu- 
dios etc.;  al  contrarío,  una  enfermedad  tal  vez  del  todo  independiente  del 
clima,  la  falta  de  amigos,  ó  el  fracazo  de  un  negocio,  á  veces  basta  para 
detestar  el  mejor  clima  del  mundo.  —  Si  hojeamos  los  libros  de  los  via- 
jeros, que  han  visitado  el  Ecuador,  encontramos  respecto  al  clima  las  opi- 
niones mas  variadas  y  contradictorias.  Pero  los  viajantes  pasajeros,  que 
demasiadas  veces  dejan  dominarse  por  impresiones  momentáneas,  no  son 
jueces  competentes  en  la  materia.  El  clima  de  Guayaquil,  por  ejemplo,  se 
conoce  en  Europa  casi  exclusivamente  por  la  relación  de  tales  viajeros,  que 
llegan  de  paises  frescos,  talvez  en  medio  invierno,  ya  prevenidos  por  la 
mala  fama,  de  que  goza  esta  ciudad  inmerecidamente,  pasan  una  ó  dos 
noches  con  la  plaga  de  los  mosquitos  en  un  cuarto  sucio  de  una  casa  po- 
sada, huyen  cuanto  antes  á  la  sierra  ó  á  otros  paises,  y  escriben,  que  Guaya- 
quil es  un  infierno.  Hacen  un  viaje  rápido  á  la  sierra,  encuentran  por 
casualidad  los  caminos  secos  y  buenos,  gozan  del  mejor  tiempo  y  de  vistas 
magníficas,  son  bien  recibidos  por  sus  amigos  en  Quito,  y  hacen  una  excur- 
sión á  Chillo  ó  á  Guápulo,  y  ya  está  comprobado,  que  el  clima  de  la  sierra 
es  el  mejor  del  mundo,  Quito  es  un  paraíso  terrenal,  los  jardines  hespérides 
no  valen  un  comino  en  comparación  de  esta  «primavera  eterna».  Si  uno  que 
otro  encuentra  algunos  aperos»  en  este  clima,  no  se  atreve  á  manifestarlos, 


408  METEOROLOGÍA. 

ó  se  le  hace  callar,  porque  liumholdt,  «el  gran  Humboldt»  lo  ha  celebrado 
\*Magistcr  cfaríí»!  Sinembargo,  no  fallan  viajeros  que  manifestaron  con 
franqueza  una  opinión  contraria;  asi  Ulloa  en  el  siglo  pasado,  el  Barón 
de  Thielmann  en  el  nuestro,  y  algunos  mas,  que  no  se  hallaban  nada  edifica- 
dos por  el  clima  de  Quito.  También  en  los  escritores  nacionales,  que  en 
su  mayor  parte  son  hijos  de  la  sierra,  se  encuentra  una  preocupación  en 
favor  del  clima  andino  y  en  mengua  del  del  litoral.  Celebrar  el  clima  de 
Quito  y  difamar  el  de  Guayaquil  llegó  á  ser  de  moda.  Creo,  que  ni  Quilo 
es  un  paraíso,  ni  Guayaquil  un  infierno,  y  vamos  á  proceder  con  la  impar- 
cialidad posible.  He  vivido  4  años  en  Quito  y  16  en  Guayaquil,  y  he  hecho 
muchísimos  viajes  en  todas  las  zonas  y  regiones  de  la  República,  de  manera 
que  puedo  hablar  con  mas  experiencia,  que  la  mayor  parte  de  los  viajeros 
y  aun  de  los  ecuatorianos  mismos;  ademas  no  tengo  el  menor  motivo  de 
preferir  una  región  á  otra;  todas  están  ahora  lejos  de  mi,  y  á  todas  conservo 
un  recuerdo  grato. 

Ante  todo  siempre  debemos  tener  presente   en   nuestras  apreciaciones 
que  se  trata  de  un  país  y  clima  intertropical;  compararlo  con  el  de  países 
extra- tropicales  es  inútil  y  conduce  á  conclusiones  erróneas.    Asi  p.  ej.  seria 
del  todo  falso,  comparar  las  ciudades  del  interior  con  las  de  Norteamérica 
ó  de  Europa,  que  tengan  la  misma  temperatura  media,  p.  ej.  Quito  y  Cuenca 
con  Constantinopla  y  Marsella.    De  este  modo  coincidiría  también  el  clima 
de  nuestros  páramos  (8o  á  9o)  con  los  de  las  ciudades  mas  hermosas  y  de 
las  regiones  vinícolas  de  la  Europa  central,  y  el  del  hato  del  Antisana  con 
el  de  Cristiania,  que  en  verano  señala  la  temperatura  media  de  15,6°  C. 
Palermo  en  Sicilia  tiene  la  temperatura  media  de  Baños  (Tunguragua),  pero 
en  Diciembre  la  de  Quito  y  en  Agosto  la  de  Guayaquil.     La  constancia  ó 
la   muy  pequeña  variación    de  la  temperatura    media  de  todos   los    meses 
caracteriza  precisamente  el  clima  tropical,  sea  en  el  litoral,  sea  en  las  ma- 
yores alturas. 

No  hay  clima  que  no  tenga  sus  inconvenientes.  Algunos  de  estos  vicios 
son  inherentes  á  todos  los  climas  extra- tropicales  y  otros  á  todos  los  tro- 
picales en  conjunto;  no  se  puede  eliminarlos,  y  llamamos  buenos  aquellos 
climas,  que  presentan  el  menor  numero  ó  el  menor  grado  de  esos  incon- 
venientes propios  de  su  clase.  —  Si  consideramos  la  cuestión  bajo  este 
punto  de  vista,  y  debemos  considerarla  asi,  entonces  podemos  decir  sin 
exageración,  i\\\r  habrá  pocos  países  trópicos  en  el  mundo,  que  tengan  un  clima 
tan  bueno  y  sano  como  el  Ecuador;  y  nótese»  bien,  que  extiendo  mi  aserción 
también  al  litoral  ecuatoriano.  Puntos  malsanos  hay  muy  pocos  en  com- 
paración con  la  inmensa  extensión  del  territorio,  y  ellos  se  hallan  tanto  en 
el  litoral  como  en  el  interior. 


CLIMA   OCCIDENTAL.  409 

Si  comenzamos  la  revista  con  la  costa,  encontramos  allá  un  clima  muy 
sano,  fresco  y  agradable,  mitigado  por  la  mar,  y  en  los  pueblos  costaneros 
las  enfermedades  talvez  son  mas  raras,  que  en  los  mejores  lugares  de  la 
sierra.  La  longevidad  es  un  fenómeno  ordinario  y  la  regla.  Y  esto  vale 
no  solamente  para  las  regiones  muy  secas,  como  Puna,  Chanduy,  Morro, 
St*.  Elena,  Colonche,  Manta  y  otros  pueblos  de  Manabi,  que  son  tan  sanas 
como  las  costas  peruanas,  sino  también  para  regiones  mas  húmedas  y  ca- 
lientes, como  la  desde  Máchala  á  Naranjal,  la  de  Manglar  alto,  y  la  provincia 
de  Esmeraldas,  como  lo  he  comprobado  en  mi  Memoria  sobre  la  última.  Es 
verdad  que  en  algunas  localidades  húmedas,  p.  ej.  en  el  valle  del  río  Es- 
meraldas, no  faltan  calenturas  y  fiebres  intermitentes,  pero  no  suelen  ser  de 
un  carácter  pernicioso,  ni  son  endémicas.  La  humedad  de  suyo  no  empeora 
el  estado  sanitario,  porque  allí  las  aguas  no  quedan  estancadas,  ni  expuestas 
á  los  rayos  abrasadores  del  sol,  que  produzcan  miasmas  mortíferos  y  con- 
viertan los  pantanos  en  focos  de  infección.  El  invierno  en  la  costa  influye 
poco  ó  nada  en  el  estado  sanitario  de  la  población.  He  observado,  que  los 
manglares  y  los  pantanos  de  agua  marina  atrás  de  ellos  ó  á  lo  largo  del 
mar,  no  ejercen  un  influjo  malo  en  la  salubridad  del  clima. 

Avanzando  de  la  costa  hacia  el  Este,  llegamos  á  las  llanuras  centrales 
de  la  región  litoral,  y  en  primer  lugar  á  Guayaquil  y  el  sistema  fluvial  del 
Guayas.  En  toda  la  estación  seca  el  clima,  no  obstante  una  temperatura 
mas  alta  que  en  la  costa,  es  bueno  y  sano  y  hasta  agradable.  La  mortandad 
no  es  mayor  que  en  la  sierra  ó  en  los  paises  extra-tropicales.  Las  listas  de 
los  entierros  mensuales  no  prueban  nada  respecto  á  la  mortandad  entre  los 
habitantes  regulares  de  Guayaquil;  porque  una  cuota  muy  fuerte  toca  á  los 
transeúntes  que  llegan  ya  enfermos  á  la  ciudad,  y  otra  cuota  no  menos  con- 
siderable á  la  gente  del  campo,  que  comunmente  viene  á  la  ciudad  en  busca 
del  médico,  cuando  ya  está  desahuciada.  —  En  el  invierno  se  cambia  muy 
poco  el  estado  sanitario  en  el  campo  y  en  los  pueblos  pequeños,  solo  en  las 
ciudades  y  en  pueblos  grandes,  sobre  todo  en  los  de  tránsito  (Bodegas, 
Yaguachi),  se  observa  un  aumento  de  las  enfermedades,  circunstancia  que 
comprueba,  que  la  causa  principal  de  ellas  no  há  de  buscarse  en  el  clima 
mismo,  sino  en  el  estado  particular  en  que  se  hallan  estas  localidades,  y  en 
el  modo  de  vivir  en  ellas.  Concedo,  que  el  calor  y  en  algunos  puntos  la 
abundancia  de  mosquitos  en  invierno  no  hacen  agradable  el  clima,  pero  esta 
molestia  de  suya  no  lo  hace  malo  y  malsano,  como  tampoco  no  lo  hace  el 
frío  desagradable  de  Mocha  y  demás  pueblos  paramales  con  sus  pulgas  y 
oíros  insectitos  mas  asquerosos  (en  la  gente  baja).  En  el  campo  las  inunda- 
ciones del  invierno  y  la  existencia  de  los  pantanos,  pozas  y  tembladeras 
extensas   durante   todo   el   año,   no  hacen   el   clima   mortífero,    ni   siquera 


410  METEOROLOGÍA. 

malsano,  con  la  evaporación  del  agua;  pero  en  Guayaquil  y  en  los  pueblos 
se  forman  por  el  descuido  del  hombre  los  charcos  mas  inmundos,  llenos  de 
sustancias  vegetales  y  animales  pútridas,  que  exhalan  olores  y  miasmas 
pestíferos.  El  que  en  invierno  ha  visitado  los  afueras  de  aquella  ciudad  y 
sus  calles  algo  apartadas,  se  admirará  que  no  muera  mas  gente,  ó  que  al- 
gunos puedan  quedar  vivos  en  medio  de  estos  muladares;  solo  se  puede 
atribuirlo  á  la  bondad  del  clima.  Se  explica,  que  á  la  entrada  y  á  la  salida 
del  invierno  las  enfermedades  son  mas  frecuentes,  porque  entonces  aquellos 
charcos  inmundos  son  mas  espesos  y  la  evaporación  miasmática  mas  enérgica. 
Cuando  una  inundación  diluvial  limpia  algún  tanto  las  calles,  y  los  agua- 
ceros torrenciales  diluyen  las  masas  inmundas  tanto,  que  prevalece  la  eva- 
poración puramente  acuosa,  las  enfermedades  se  disminuyen  ó  cesan;  de 
consiguiente  no  es  la  humedad  sino  el  desaseo,  lo  que  hace  el  clima  malsano. 
A  esto  se  agrega,  que  el  desaseo  se  introduce  también  en  las  casas  parti- 
culares, especialmente  en  los  patios  y  en  las  habitaciones  de  la  plebe.  Ade- 
mas existe  el  mayor  descuido  en  la  observación  de  las  reglas  higiéncias  mas 
triviales,  que  exige  un  clima  tropical  y  muy  caliente.  Sobre  todo  la  gente 
pobre  del  interior,  que  abunda  en  Guayaquil,  creen  que  en  este  lugar  pueden 
seguir  impunamente  las  mismas  costumbres  que  en  la  sierra,  y  es  natural 
que  las  enfermedades  se  ceben  con  preferencia  en  ellos.  Pero  en  lugar  de 
acusar  su  propio  desduido,  se  atribuye  todos  los  males  al  clima.  Este  nunca 
se  acomodará  á  los  caprichos  del  hombre,  el  hombre  debe  acomodarse  al 
clima;  asi  es  en  todo  el  mundo.  Lo  que  he  dicho  de  Guayaquil,  vale  de 
Bodegas  y  otras  poblaciones  grandes  en  circunstancias  iguales.  Estoy  intima- 
mente convencido,  de  que  Guayaquil  con  la  empedracion  y  canalización  de 
sus  calles,  y  con  la  observancia  de  un  sistema  higiénico  racional,  podría  ser 
una  de  las  ciudades  mas  sanas  de  los  paises  intertropicales.  El  principio 
está  hecho,  y  en  los  últimos  dos  decenios  la  ciudad  ha  progresado  mucho  en 
este  sentido.  La  mayor  parte  queda  por  hacer,  pero  no  hay  que  desmayar,  y 
solo  cuando  la  obra  se  concluya,  Guayaquil  será  también  respecto  de  su 
estado  higiénico  lo  que  pretenden  sus  poetas,  «la  perla  del  Pacifico»,  y 
gozará  de  un  clima  tan  bueno  y  sano,  como  cuando  constaba  de  pocas  ca- 
suchas  en  las  faldas  del  cerro  de  St*.  Ana. 

Aun  en  el  estado  actual,  que  muchísimo  deja  de  desear,  Guayaquil  no 
es  tan  malsano  como  se  cree  generalmente.  El  número  del  enfermedades 
es  menor  que  en  las  ciudades  de  Europa,  y  varias,  que  en  estas  son  muy 
frecuentes,  faltan  en  el  Ecuador,  ó  son  sumamente  raras.  Unas  pocas,  propias 
á  todos  los  paises  tropicales,  nunca  podremos  eliminar,  y  el  que  por  miedo 
de  ellas  no  se  atreve  á  venir  á  Guayaquil,  no  podría  visitar  ningún  pais 
tropical.     La  fiebre  amarilla,  la  enfermedad  mas  temible,  ó  á  lo  menos  la 


CLIMA   OCCIDENTAL.  411 

mas  temida,  no  es  endémica  en  el  Ecuador  según  mi  opinión.  Se  puede 
decir  que  es  limitada  á  la  ciudad  de  Guayaquil,  y  aqui,  cuando  se  manifestó 
de  vez  en  cuando  con  mayor  fuerza,  casi  siempre  se  pudo  demostrar  su 
inmigración  del  lado  norte  (de  Panamá).  No  se  engendra  jamas  en  el  campo, 
ó  en  los  pueblos,  ni  en  la  mayor  cercanía  de  Guayaquil ;  cuando  uno  muere 
en  el  campo  de  liebre  amarilla,  con  seguridad  se  podrá  demostrar,  que  la 
ha  traido  de  la  ciudad,  y  la  enfermedad  no  se  propaga.  Solo  cuando  en- 
cuentra un  campo  muy  favorable,  como  p.  cj.  en  Bodegas  entro  la  gente 
serraniega,  se  sostiene  algunas  veces  por  poco  tiempo.  En  Guayaquil  mismo 
hubo  años,  en  que  no  se  contaba  ni  un  solo  caso  de  fiebre  amarilla,  y  es 
casi  seguro,  que  no  reaparecería,  si  no  fuese  importada  siempre  de  nuevo. 
Un  sistema  mas  severo  de  cuarentena  y  mejoras  higiénicas  locales  sustaerán 
á  este  enemigo  mas  y  mas  el  campo  de  operación.  Por  lo  demás,  los  estragos 
que  esta  enfermedad  hace  en  Guayaquil,  exceptuando  una  ó  dos  épocas 
históricas,  no  son  comparables  ni  de  lejos  con  los,  que  el  cólera  morbus  y 
otras  epidemias  hacen  en  las  grandes  ciudades  de  Europa,  que  no  obstante 
esto,  gozan  de  un  buen  clima.  —  En  general  se  puede  decir,  y  la  experiencia 
lo  demuestra,  que  los  extranjeros  (y  mucho  mas  los  hijos  del  pais  mismo) 
en  Guayaquil  no  corren  mas  riesgo  por  su  vida  y  salud,  que  en  cualquier 
otro  pais,  con  tal  que  lleven  una  vida  arreglada  y  acomodada  á  las  circun- 
stancias del  clima  tropical.  Siempre  me  he  admirado  del  gran  número  de 
personas,  que  pasan  el  año  90  de  su  vida,  y  creo  que  es  mayor  que  en  las 
ciudades  de  Europa,  en  proporción  con  el  número  de  habitantes. 

Se  dice,  que  el  clima  del  litoral  (especialmente  de  Guayaquil)  conduce 
á  la  languidez  y  pereza  corporal  y  mental,  que  impide  un  trabajo  formal. 
Esta  es  otra  preocupación  que  no  tiene  apoyo  en  la  experiencia.  Es  verdad 
que  los  recien  llegados  sufren  con  el  calor,  y  les  parece  que  no  podrían 
aguantar  el  trabajo  por  mucho  tiempo.  Pero  esto  se  cambia  pronto  con  la 
aclimatación  y  la  costumbre.  El  hecho  es,  que  el  pueblo  de  Guayaquil  es 
tan  robusto  como  el  de  cualquiera  ciudad  de  la  sierra,  pero  mas  trabajador. 
Muchas  veces  he  visto  y  oido  que  los  interioranos,  que  por  primera  vez 
visitan  Guayaquil,  se  admiran  de  la  gran  actividad,  que  aqui  se  despliega 
por  todas  partes,  no  solamente  en  el  pueblo  bajo,  sino  también  entre  las 
clases  superiores,  especialmente  en  el  comercio,  que  exige  un  trabajo  inte- 
lectual improbo.  En  ninguna  ciudad  del  Ecuador  se  trabaja  tanto,  como  en 
Guayaquil,  y  si  del  número  de  flojos  y  ociosos  se  pudiera  inducir  un  clima 
malo,  este  debería  hallarse  en  la  sierra  y  no  en  Guayaquil. 

Me  he  detenido  un  poco  en  la  vindicación  del  clima  de  Guayaquil,  porque 
me  parece  muy  injusta  la  mala  fama,  de  que  goza,  no  solamente  en  el  extran- 
gero,  sino  también  en  el  interior  de  la  República  misma.    Sin  desconocer  sus 


412  METEOROLOGÍA . 

desventajas  —  ¿y  qué  clima  no  Meno  las  suyas?  —  he  buscado  reducirlas  á 
la  medida  justa,  guiado  por  una  experiencia  larga.  Es  de  sentir,  que  en  el 
Ecuador  no  tenemos  datos  estatis ticos  seguros  sobre  las  enfermedades  y  la 
mortandad  en  las  diferentes  ciudades  del  pais  (á  lo  menos  no  se  encuentran 
publicados);  un  estudio  estadístico  confirmará  en  algún  tiempo  mis  aserciones. 

Estoy  lejos  de  creer  ó  afirmar,  que  en  el  Ecuador  no  haya  localidades 
con  un  clima  malsano  y  de  suyo  peligroso  para  la  existencia  del  hombre. 
Estas  localidades  encuentro  especialmente  en  la  zona  húmeda,  que  se  extiende 
al  pié  de  la  Cordillera  y  en  sus  faldas  inferiores  entre  200  y  1000  metros 
de  altura,  poco  mas  ó  menos.  Esta  región  es  casi  despoblada;  solo  en  los 
valles,  por  donde  suben  los  caminos  del  litoral  á  la  sierra,  se  hallan  algunas 
viviendas  y  trapiches.  Todo  está  cubierto  de  una  vegetación  gigantesca  y 
espesa,  pocos  son  los  dias  del  año,  en  que  no  llueva,  á  lo  menos  de  noche, 
la  humedad  es  excesiva,  rara  vez  penetra  un  rayo  solar  en  la  oscuridad  del 
bosque,  mas  rara  vez  mueve  un  viento  débil  la  atmósfera  estancada  y  caliente. 
Este  clima  enerva  pronto  el  cuerpo  y  el  espíritu,  y  la  mayor  parte  de  los 
hombres  que  están  obligados  á  vivir  mucho  tiempo  en  esta  región,  se  parecen 
á  esqueletos  caminantes,  consumidos  por  la  disenteria,  fiebre,  languidez  é 
indolencia.  Aquí  la  naturaleza  con  una  mano  brinda  sus  dones  mas  ricos, 
y  con  la  otra  quita  la  sulud  y  la  vida.  Puede  ser,  que  por  el  desmonte  en 
gran  escala  se  mejoren  con  el  tiempo  las  condiciones  climatológicas  (algún 
cambio  favorable  se  cree  haber  observado  por  esta  causa  en  la  estación 
ferrocarrilera  de  Puente  de  Chimbo);  pero  entre  tanto  estos  valles  profundos 
pertenecen  á  los  lugares  mas  malsanos  del  pais.  Se  engendran  con  facilidad 
la  disenteria,  las  fiebres  intermitentes  de  mal  carácter,  la  fiebre  perniciosa, 
la  ictericia,  la  hepatitis,  y  otras  enfermedades,  sobre  todo  en  los  individuos 
que  se  suyo  están  predispuestos  á  ellas. 

Una  vez  que  hablamos  de  los  climas  malos,  nombremos  también  los  del 
pais  interandino.  Allá  las  localidades  malsanas  son  muy  raras  y  se  limitan 
casi  á  algunos  valles  profundos  de  un  clima  seco  y  ardiente.  Los  mas 
conocidos  y  temidos  son  los  valles  de  Catamayo  (Prov.  Loja),  de  YunguiUa 
(Prov.  Azuay),  de  Guállabamba  (Prov.  Pichincha)  y  de  Chota  (Prov.  Imbabura). 
Su  altura  se  halla  entre  1200  y  2000  metros  y  su  temperatura  media  entre 
17°  y  20°  C.  Los  caracteres  comunes  consisten  en  la  sequedad  de  la  atmós- 
fera y  en  la  aridez  del  suelo,  en  cuya  consecuencia  la  vegetación  es  escasa 
y  la  arbórea  falta  (con  excepción  de  los  pocos  árboles  cultivados).  Las 
llanuras  arenosas,  y  mucho  mas  las  laderas  desnudas  y  cascajosas  de  las 
montañas  circunvecinas,  se  calientan  de  dia  bajo  los  rayos  de  un  sol  abra- 
sador tanto,  que  el  termómetro  sube  (en  la  sombra)  á  28°  y  30°  C,  mientras 
que  de  noche  puede  bajar  á  0°  ó  7o  C.  —  Aunque  el  cambio  brusco  de  la 


CLIMA    INTERANDINO.  413 

temperatura  puede  contribuir  algo  á  la  insalubridad  de  estos  valles,  sinem- 
bargo,  me  parece  que  no  será  la  única  causa;  la  verdadera  no  se  ha  aclarado 
todavía,  y  seria  un  objeto  digno  de  estudios  serios  para  los  médicos  del  pais. 

Ni  los  blancos  ni  los  indios  resisten  por  mucho  tiempo  á  los  continuos 
ataques  de  las  calenturas  y  fiebres  malignas,  que  son  endémicas  en  estos 
valles;  y  aun  los  habitantes  negros  ó  mulatos,  que  son  peones  de  las 
haciendas,  sufren  inmensamente  bajo  la  influencia  perniciosa  del  clima.  Las 
personas  algo  predispuestas  á  veces  vuelven  con  calenturas  muy  obstinaces, 
después  de  haber  pasado  una  sola  noche  en  uno  de  esos  valles,  y  aun  después 
de  haberlo  cruzado  en  un  viaje  rápido.  El  viajero,  que  debe  pasar  por  estas 
localidades  ó  demorarse  algunos  días  en  ellas,  hará  bien  de  usar  de  la 
quinina  como  remedio  preventivo.  Según  mi  propia  experiencia  es  un  preser- 
vativo excelente,  tomado  en  muy  pequeñas  cantidades  que  son  inofensivas 
(una  pildora  cada  mañana);  pues  una  vez  inficionado  de  la  fiebre  terciana 
ú  otra,  tendría  que  tragar  la  quinina  en  cantidades  enormes,  sin  estar  seguro 
de  curarse  dentro  de  algunos  meses. 

Fuera  de  los  valles  nombrados  y  algunos  mas,  que  participan  del  carácter 
y  de  la  insalubridad  de  ellos,  pero  en  menor  grado,  el  resto  del  pais  inter- 
andino goza  de  un  clima  muy  sano  y  en  muchos  puntos  también  agradable. 
No  hay  enfermedades  propias  á  esta  región*),  y  las  comunes  de  todos  los 
paises  rara  vez  toman  el  carácter  epidémico  (con  excepción  talvez  de  la 
viruela).  Las  fiebres  propias  á  los  paises  calientes  son  sumamente  raras,  y 
la  tisis  en  todas  sus  formas  falta  completamente.  La  sierra  sirve  de  curatorio 
á  los  tísicos  de  la  costa,  pero  solo  cuando  la  enfermedad  se  halla  en  su 
primer  estado,  hay  esperanza  de  una  curación  completa;  al  contrario,  cuando 
está  muy  avanzada,  los  enfermos  mueren  tanto  mas  pronto  en  el  aire  atenuado 
de  la  sierra,  á  veces  ya  en  el  camino.  Las  enfermedades  mas  frecuentes, 
que  están  en  alguna  conexión  con  el  clima,  son  los  resfríos,  flucciones,  ca- 
tarros, reumatismos,  y  ellas,  en  unión  con  el  frió  muy  sensible  de  noche  y  por 
la  madrugada,  hacen  el  clima  desagradable  en  los  lugares,  cuya  temperatura 
media  baja  de  15°  C,  sobre  todo  para  los  que  llevan  una  vida  sedentaria. 

Puede  ser,  que  los  que  han  nacido  ó  permanecido  muchos  años  en  Quito, 
Riobamba,  Cuenca,  ú  otros  pueblos  de  una  temperatura  media  de  13°  á  14°  C, 
encuentren  su  temperamento  agradable  —  la  costumbre  hace  mucho,  como 
lo  vemos  también  en  paises  calientes  — ,  pero  la  mayor  parte  de  los  viajeros 
y  conocedores  de  la  sierra,  serán  de  otra  opinión.     En  el  Ecuador  el  clima 

*)  La  enfermedad  mas  tremenda  é  incurable,  que  en  los  pueblos  de  la  sierra  se 
encuentra  con  alguna  frecuencia,  es  la  lepra  ó  elefancía;  pero  se  propaga  únicamente 
por  el  contagio  y  no  tiene  su  origen  en  el  clima,  aunque  este  podria  talvez  favorecer  su 
desarrollo. 


414  METEOROLOGÍA. 

debe  tener  la  temperatura  de  1GG  á  18°  C.  para  ser  agradable  (no  hablo  ahora 
de  la  salubridad,  sino  de  las  sensaciones  agradables).  Lugares  que  gozan 
de  este  clima  suave  y  verdaderamente  delicioso,  son,  por  ejemplo,  I  barra, 
algunos  puntos  en  los  valles  de  Tumbaco  y  Chillo,  Baños  (al  pié  del  Tungu- 
ragua),  el  valle  de  Gualaceo,  Paute,  Loja,  Malaca  tos  y  otros  hacia  el  limite 
superior  del  guineo  y  de  las  palmas. 

Muchos  celebran  como  una  ventaja  especial  del  clima  interandino  su 
constancia  é  in variabilidad,  la  « primavera  eterna*.  También  con  esta  moda 
no  puedo  conformarme.  Lo  eterno  no  cuadra  á  las  cosas  temporales;  el 
hombre,  mientras  que  demora  en  esta  tierra,  busca  la  variedad  y  el  cambio, 
y  se  cansa  y  se  fastidia  pronto  de  todo  lo  que  nunca  se  acaba.  Parece 
que  los  escritores  que  celebran  la  primavera  (ú  otoño,  según  Hassaurek) 
«eterna»,  nunca  han  experimentado  las  delicias  inherentes  al  cambio  de 
las  4  estaciones.  Para  mi  el  clima  de  la  sierra  seria  mucho  mas  agradable, 
si  no  fuese  tan  sumamente  monótono.  Pero  —  *de  gustibus  non  est  dispu- 
tandum!» 

Concluyamos  repitiendo  el  principio  de  este  párafo  y  diciendo,  que  el 
clima  de  todo  el  Ecuador  es  para  un  clima  tropical  muy  bueno  y  sano,  con 
excepción  de  pocas  y  restringidas  localidades. 


PARTE  IV. 

GEOGRAFÍA  BOTÁNICA  Y  ZOOLÓGICA. 

Asunto  de  la  historia  natural  es,  describir  las  plantas  y  los  animales 
de  un  pais  sistemáticamente,  en  obras  especiales,  que  se  llaman  floras  y 
fuunas.  El  Ecuador  no  posee  todavía  tales  obras  descriptivas,  que  diesen  ú 
conocer  las  grandes  riquezas,  que  encierra  su  territorio  en  los  reinos  vegetal 
y  animal,  y  pasará  mucho  tiempo,  hasta  que  se  pueda  escribirlas  de  un  modo 
algo  completo.  Esto  es  un  inconveniente  grande  para  la  geografía  botánica 
y  zoológica,  que  supone  esas  obras  ó  el  conocimiento  de  la  flora  y  fauna, 
y  se  ocupa  solamente  con  la  distribución  de  las  plantas  y  de  los  animales 
en  las  diferentes  regiones  de  un  pais.  Sinembargo,  por  mas  incompleto  que 
sea  en  sus  detalles  el  material  botánico  y  zoológico,  que  está  á  nuestra  dis- 
posición, siempre  es  suficiente,  para  trazar  á  grandes  rasgos  el  cuadro  de 
la  creación  orgánica  del  Ecuador. 


Capítulo  I. 
La  Vegetación  del  Ecuador. 

Es  muy  natural,  que  un  país,  que  se  extiende  sobre  pocos  grados  de 
latitud  á  ambos  lados  de  la  linea  equinoccial,  presente  en  su  vegetación  un 
carácter  esencialmente  tropical.  Cuando  se  dice,  que  el  Ecuador  posee  todas 
las  zonas  vegetales  del  mundo,  esta  aserción  se  debe  tomar  acum  grano 
salís»  y  bajo  reserva;  pues,  aun  en  las  regiones  mas  altas,  cercanas  á  la 
nieve  perpetua,  en  donde  la  vegetación  tiene  un  aspecto  hiemal  y  casi  boreal, 
las  formas  y  tipos  principales  que  componen  la  flora,  siempre  se  acercan  mas 
á  la  flora  subtrópica  que  á  la  ártica;  una  cierta  semejanza  con  la  última  es 
exterior  y  superficial,  y  la  interior  se  manifiesta  solo  en  pocas  formas. 

Las  divisiones  y  subdivisiones  de  la  vegetación  se  puede  hacer  bajo  tres 
puntos  de  vista:  Io  según  reinos  ó  provincias  geográficas  (asi  se  habla  de  una 
flora  de  la  Europa  central,  de  la  Sudamérica  tropical,  de  Australia,  de  una 
flora  antartica  etc.);  2o  según  las  formaciones  fisonómicas  fpor  ejemplo,  flora 
de  las  sabanas,  flora  de  los  bosques  siempre  verdes,  flora  de  los  páramos  etc.); 
»>°  según  los  grupos  naturales  de  las  plantas  (por  ejemplo,  grupo  de  las  Palmas, 
de  las  Coniferas,  de  las  plantas  mirtáceas,  lauríneas  etc.). 

Bajo  la  vista  geográfica  el  Ecuador  pertenece  á  dos  reinos  floristicos, 
al  de  la  Sudamérica  tropical,  que  se  extiende  al  través  del  Continente,  desde 
mas  allá  del  istmo  de  Panamá,  hasta  el  grado  32  de  Latitud  sur,  poco  mas 
ó  menos  (en  el  lado  del  atlántico),  y  al  reino  subtrópico  de  los  Andes,  ó  á 
la  flora  andina,  que  se  puede  unir  con  la  flora  subtropical  de  la  Sudamérica 
austral.  En  el  Ecuador  el  segundo  reino  se  halla  como  una  isla,  rodeada 
del  primero,  en  las  alturas  que  exceden  de  2O0O  metros.  Desde  Túmbez  al 
Sur,  la  flora  tropical  (en  el  sentido  de  un  reino  especial)  se  halla  solo  á 
las  vertientes  orientales  de  la  Cordillera  de  los  Andes,  las  occidentales 
pertenecen  por  todo  el  Perú  á  la  flora  subtrópica  austral  y  á  la  andina. 

Los  reinos  se  dividen  en  provincias.  El  reino  tropical  se  divide  en  el 
Ecuador  en  la  provincia  occidental,  cuya  flora  es  esencialmente  la  misma 


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VEGETACIÓN  AL  PIÉ  DE  LA  CORDILLERA. 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  417 

que  la  del  istmo  de  Panamá  y  del  Chocó,  y  se  extiende  hasta  Túmbez,  y 
en  la  provincia  oriental  ó  amazónica,  cuya  flora  participa  en  mucho  con  la 
del  Brasil  (la  «Hylaea»  de  Humboldt).  —  Entre  estas  dos  provincias  grandes 
y  bajas  se  extienden  longitudinalmente  los  Andes,  con  la  flora  subtropical 
en  sus  faldas  y  la  andina  en  sus  montañas  altas,  formando  dos  provincias 
del  segundo  reino. 

La  división  geográfica  que  precede,  tiene  su  valor  especialmente  para  el 
botánico  de  profesión  y  para  consideraciones  teóricas;  pero  para  nuestro 
objeto  mas  práctico,  es  preferible  una  división  según  las  formaciones  fiso- 
nómicas,  y  ella  sirve  también  de  base  á  la  a  Carta  de  vegetación»  que 
acompaña  esta  obra.  He  distinguido  cinco  regiones  ó  zonas  principales: 
Io  la  región  árida  de  la  costa,  en  que  la  mayor  parte  de  los  árboles  pierde 
sus  hojas  durante  la  estación  del  verano  (de  sequia);  2  o  la  región  húmeda 
de  las  montañas  bajas  y  del  litoral,  en  que  la  mayor  parte  de  los  árboles 
conserva  sus  hojas  durante  todo  el  año,  aunque  existe  una  estación  seca, 
pero  no  tan  larga  ni  tan  escasa  de  agua,  como  en  la  región  primera;  3o  la 
región  de  los  bosques  siempre  húmedos  y  siempre  verdes  en  las  faldas  exteriores 
de  las  Cordilleras  altas,  desde  sus  pies  hasta  el  limite  de  la  vegetación 
arbórea.  Esta  zona  se  compone  en  las  partes  inferiores  de  una  flora  tropical, 
y  en  las  superiores  de  la  subtropical,  pasando  poco  á  poco  á  la  andina; 
4o  la  región  interandina  de  los  cereales,  que  ocupa  las  hoyas  interandinas, 
y  cuya  flora  primitiva  subandina  y  subtropical,  se  halla  muy  alterada  y 
en  parte  destruida  por  la  acción  del  hombre;  5o  la  región  andina  ó  de  los 
páramos,  que  se  extiende  desde  el  límite  de  la  vegetación  arbórea  hasta  él 
de  la  nieve  perpetua,  y  cuya  flora  consta  con  preferencia  de  formas  andinas. 
—  Encima  de  la  región  de  los  páramos  sigue  todavía  otra,  muy  circunscrita 
y  limitada  á  los  nevados  de  la  Cordillera,  que  ya  no  contamos  entre  las 
zonas  de  vejetacion,  porque  carece  de  ella;  es  la  región  de  la  nieve  eterna.  — 
Parece  casi  supérfluo  advertir,  que  ninguna  de  las  zonas  indicadas  pasa 
repentinamente  á  la  siguiente,  sino  que  el  cambio  de  la  flora  se  verifica 
poco  á  poco,  como  el  cambio  del  clima  de  las  regiones,  del  cual  depende 
aquel  en  primera  instancia. 

Io.  La  región  seca  de  la  costa. 

En  el  capitulo  precedente  hemos  tratado  de  las  condiciones  climato- 
lógicas del  litoral  y  de  las  casi  excepcionales  de  una  parte  de  la  costa. 
Inviernos  cortos  y  á  veces  escasos  de  agua,  y  veranos  muy  largos  y  secos 
caracterizan  esta  zona;  la  costa  desde  Puna  hasta  Santa  Elena  y  la  de 
Manta  está  todavia  bajo  el  influjo  del  clima  peruano,  ó  mejor  dicho,  de  la 
corriente  antartica  del  mar.    La  zona  seca  se  extiende  desde  Túmbez  hasta 

Wou,  Ecuador.  27 


418  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.   —  CAPÍTULO  I. 

la  bahía  de  Caráques,  y  es  interrumpida  solamente  por  la  faja  húmeda  entre 
Máchala  y  Naranjal  y  por  la  otra  entre  Ayangue  y  Salango,  cuya  dependencia 
de  las  montañas  altas  queda  comprobada.  En  la  hoya  del  río  Guayas  se 
extiende  bastante  tierra  adentro  por  las  sabanas  y  lomas.  —  Lo  que 
caracteriza  la  región  seca,  es  la  interrupción  larga  del  periodo  de  vegetación, 
que  sufren  las  plantas  durante  el  verano,  y  en  cuya  consecuencia  pierden 
sus  hojas.  Los  pocos  árboles  y  arbustos  que  conservan  el  follaje,  están 
provistos  de  hojas  gruesas  y  coriáceas,  que  impiden  la  evaporación  del  jugo 
en  lo  posible  y  resisten  á  la  sequedad.  Solo  las  plantas,  que  crecen  á  las 
orillas  de  los  ríos  (y  pertenecen  mas  bien  á  la  zona  húmeda)  ó  que  con- 
stituyen las  formaciones  acuáticas  (la  flora  palustre  de  las  tembladeras,  la 
flora  de  los  manglares),  hacen  una  excepción. 

Inspeccionando  mas  de  cerca  las  formaciones  vegetales  de  la  región,  en- 
contramos dos,  que  no  se  limitan  á  ella,  y  que  se  hallan  á  las  orillas  de 
todos  los  mares  tropicales,  caigan  en  regiones  secas  ó  húmedas,  estas  son 
los  manglares  y  las  plantas  halóíitas.  —  De  los  manglares,  de  su  origen,  su 
extensión  y  su  desaparición  he  hablado  difusamente  en  otro  lugar  (pág.  295). 
Aqui  repetiré  solamente,  que  se  componen  de  muy  pocas  especies  de  árboles, 
entre  los  cuales  predomina  el  Mangle  ordinario  (Bhitophora  Mangle),  y  talvez 
una  que  otra  especie  mas  del  mismo  género.  En  los  manglares  viejos  y 
especialmente  hacia  sus  espaldas,  se  mezclan  también  algunos  otros  árboles, 
como  el  Mangle  prieto  (Avicennia  nítida,  tomentosa),  Conocarpus,  Lagun- 
cularia  etc.  —  El  Mangle  es  uno  de  los  árboles  mas  útiles  del  litoral 
ecuatoriano;  sus  troncos,  que  se  elevan  hasta  10  metros,  dan  una  madera 
muy  pesada  y  dura,  que  se  aprecia  en  la ' construcción  de  casas  y  en  las 
obras  acuáticas  (puentes,  diques  etc.) ;  forma  también  un  articulo  considerable 
de  exportación. 

La  formación  de  las  halófilas,  es  decir,  de  aquellas  plantas  que  crecen 
solamente  en  un  terreno  muy  salobre,  tienen  en  el  Ecuador  poca  extensión 
y  poca  importancia.  Se  hallan  en  la  orilla  del  mar,  y  en  los  salitrales  atrás 
de  los  manglares.  Son  por  su  mayor  parte  plantas  herbáceas  que  componen 
esta  formación,  Chenopodium,  Salsola,  PorttUaca,  Ipomoea  pes  caprae  etc.,  y 
algunos  arbustos  espinosos.  —  A  la  margen  de  los  salitrales  se  encuentra 
con  frecuencia  el  árbol  venenoso  del  Manzanillo  (Hippomane  Mancincüa)  con 
frutas  hermosas  en  forma  de  prequeñas  manzanas.  Como  la  mayor  parte 
de  las  Euforbiáceas,  contiene  una  leche  venenosa;  pero  se  exagera  su 
venenosidad  diciendo,  que  hasta  su  aliento  mata;  en  las  islas  de  Galápagos 
he  dormido  dos  noches  debajo  de  un  árbol  de  Manzanilla  sin  perjuicio  de 
mi  salud. 

También  la  Palma  de  coco  (Cocos  nucífera)  es  una  planta  halófita,  que 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  419 

prefiere  la  cercanía  del  mar  con  un  terreno  salitroso  á  cualquier  otro,  y 
sabido  es,  que  tierra  adentro  (se  halla  hasta  el  pié  de  la  Cordillera)  se  la 
cultiva  abonándola  con  sal,  á  lo  menos  en  los  primeros  años.  En  la  costa 
se  halla  en  su  elemento  y  en  su  pais  propio,  pues  los  botánicos  son  ahora 
de  la  opinión,  que  esta  palma,  repartida  actualmente  por  toda  la  zona 
tropical  del  mundo,  tiene  su  patria  original  en  las  costas  de  la  América 
central  y  meridional  (desde  Méjico  hasta  Ecuador).  Nada  diré  de  la  utilidad 
de  la  Palma  de  coco,  que  es  generalmente  conocida,  pero  estraña  ver,  que 
no  se  cultiva  en  mayor  escala.  En  la  costa  de  las  provincias  del  Guayas, 
de  Manabi  y  de  Esmeraldas,  hay  pampas  arenosas  muy  extensas,  que  no 
se  prestan  á  ningún  otro  cultivo,  pero  en  las  cuales  se  podría  sembrar  con 
poco  costo  millares  de  palmas  de  coco,  que  dentro  de  10  afíos  rendirían 
intereses  crecidos.  ¿Porqué  no  se  podría  exportar  del  Ecuador  «la  copra» 
(las  nueces  machucadas  del  coco),  como  de  las  islas  de  Polinesia? 

La  península  del  Morro  y  de  Santa  Elena,  y  el  cantón  de  Manta  se 
componen  en  gran  parte  de  pampas  y  colinas  pedregosas,  con  una  formación 
ó  flora  escasa,  pero  singular,  que  recuerda  los  desiertos  y  casi-desiertos  del 
Perú  setentrional,  mientras  que  los  bosques,  que  interrumpen  las  pampas  y 
cubren  los  cerros,  ya  se  componen  de  las  mismas  formas,  como  los  de  las 
sabanas  y  las  colinas  del  cantón  de  Guayaquil.  Lo  que  imprime  su  carácter 
singular  á  aquellas  pampas,  son  los  grandes  Espinos  y  Tunas  (Cactus, 
Opuntia)  y  los  Algarrobos  con  sus  parientes  (varias  especies  de  Prosopis  y 
Mimosa).  Los  árboles  se  encuentran  aislados  ó  en  pequeños  grupos.  El 
algarrobo  y  cascol  subministran  una  madera  casi  incorruptible,  muy  apre- 
ciada para  las  partes  inferiores  de  los  edificios,  á  donde  penetra  la  humedad ; 
ademas  dan  un  combustible  excelente;  sus  hojas  y  frutas  sirven  también  de 
pasto  al  ganado.  Entre  los  algarrobos  se  encuentra  de  vez  en  cuando  un 
Palo  santo  (una  Tercbintácea) ,  ó  un  Guasango,  también  de  buena  madera. 
Propia  á  esta  región  es  la  urchilla  (Boccella  sp.),  un  liquen  de  color  ceni- 
ciento ó  blanquizco,  que  crece  en  las  piedras  y  sobre  los  troncos  y  ramos 
de  los  arbustos.  En  tiempos  anteriores  fué  rocojida  y  exportada  en  alguna 
cantidad,  para  la  fabricación  de  colores;  pero  sucumbió  en  la  concurrencia 
de  los  modernos  colores  de  anilina.  —  La  vegetación  gramínea  y  herbácea 
es  muy  escasa,  aunque  el  botánico  encontrará  varias  especies  propias  á  este 
distrito. 

La  mayor  parte  de  la  región  seca  del  litoral  está  ocupada  por  la  for- 
mación ó  flora  sabanera,  comprendiendo  con  este  nombre  no  solamente  la 
de  la  sabana  abierta,  sino  también  la  de  los  bosques  con  follaje  anual. 

Las  sabanas  alñertas  no  son  muy  numerosas  ni  muy  extensas,  y  no 
pueden  compararse  de  ningún  modo  con  las  de  Venezuela,  por  ejemplo,  ó 

27* 


43C»  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.    —    CAPÍTULO  I. 

del  Brasil.    En  mucho  se  parecen  á  las  pampas  de  la  cosía,  que  acabo  de 
caracterizar,  pero  tienen  una  vegetación  gramínea  mas  densa  y  mas  variada, 
las  Cácteas  son  raras  y  se  reducen  á  pequeñas  especies  epífitas  ó  trepaderas, 
como  la  Pitaya  (Cereus  pitahaya);  á  los  algarrobos  se  asocian  muchos  otros 
árboles  y  arbustos,  que  se  encuentran  también  en  los  bosques  cerrados.  — 
Los  bosques  de  esta  región  no  pueden  competir,  en  cuanto  á  lo  gigantesco 
de  las  formas,  con  las  selvas  vírgenes  de  la  región  húmeda  en  los  pies  y 
faldas  de  los  Andes,   y   en  verano  presentan  en  su  desnudez  un  aspecto 
nada  tropical;  sinembargo,  no  carecen  de  formas  interesantes,  y  especial- 
mente    brindan    maderas    excelentes.      A    esta  formación   pertenecen,    por 
ejemplo,  los  bosques  de  Puna,  los  de  Chongon  y  todos  entre  Guayaquil  y 
Santa  Elena,  los  de  los  cerrítos  de  Guayaquil,  del  Estero  Salado,  de  Duran, 
á  lo  largo  del  río  Daule  hasta  Colimes,  á  lo  largo  del  rio  de  Bodegas  hasta 
Boca  de  Baba  etc.  etc.    Para  principiar  con  las  formas  mas  características 
y  á  la  vez  con  los  gigantes  de  estos  bosques,  debo  nombrar  en  primer  lugar 
los  corpulentos  Ceibos  (Bombax  Ceiba  y  Eriodendrum),  cuya  lana  vejetal  se 
recoje  para  usos  domésticos  é  industriales,  y  cuyas  grandes  flores  amarillas 
anuncian  á  fines  de  la  estación  seca  la  proximidad  de  las  lluvias.    Flores 
vistosas  (coloradas)  despliegan  también,  y  casi  al  mismo  tiempo,  algunas 
especies  de  Erythrina,  á  que  pertenece  el  Potorillo  ó  Palo  prieto,  tan  frecuente 
en  los  potreros  y  en  la  sabana.    De  las  maderas  finas  son  las  principales: 
el   Guayacan   (Guajacum  qficinale),  la   Madera   negra,   el  Pechiche  (Vitex 
gigantea),   el   Ébano   (Caesálpinia   sp.),   el  Roble  (Tecoma  ó  Jacaranda?), 
Figueroa,  Laurel,  Ma  tasar  na,  Quiebra -hacha  etc.    Todas  estas  maderas,  y 
algunas  mas,  llegan  en  esta  región  á  su  mejor  desarrollo,  aunque  pasan 
también  á  la  región  mas  húmeda;  cuanto  mas  seco  el  clima,  tanto  mejor  es 
la  madera,  y  por  esto  se  aprecia,  por  ejemplo,  mas  el  Guayacan  de  Puna, 
que  el  que  viene  de  la  Cordillera  de  Chongon.  —  Entre  los  árboles  resinosos 
de  esta  región  se  halla  el  Bálsamo  del  Perú  (JHyrospermum  peruiferum),  que 
encontré  con  frecuencia  en  las  cercanías  de  Arenillas,  cantón  de  Sta.  Rosa. 
Entre   los   pocos   árboles   siempre   verdes   de   esta  flora   nombraremos 
algunas  especies  de  Anona,  como  A.  muricata  (Guanábano),  A.  uliginosa  (A. 
de  lagarto),  que  prefiere  las  orillas  de  los  rios  y  esteros,  A.  bonplandiana  y 
otras;  después  el  Barbasco  (Jacquinia  armillaris),  un  arbolito  muy  elegante 
con  hojas  punzantes,  flores  muy  aromáticas,  y  frutas  venenosas,  que  usan 
á   veces   los    pescadores  en  la  pesca.     El  Basbasco  se  encuentra  también 
aislado   en    las   sabanas   entre   los   algarrabos   y  mimosas.    El   Tamarindo 
(Tamarindus  occidentales),  aunque  nativo  de  Sudamérica,  me  parece  encon- 
trase solo  cultivado  en  el  litoral  ecuatoriano,  siempre  en  la  cercanía  de  las 
poblaciones,   pero   es   sin    duda   uno   de   los   árboles    mas  grandes  y   mas 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOE.  421 

hermosos  de  la  región  seca;  reemplaza  los  tilos  y  olmos  seculares  de  los 
pueblos  de  Europa. 

Pasando  de  los  árboles  grandes  del  monte  á  los  arbustos  y  frútices,  en- 
contramos una  gran  variedad  de  Euforbiáceas  (varias  especies  de  Crotón), 
Rhamneas  (Bhamnus  guayaquilcnsis ,  Zizyphus  thyrsiflora  etc.),  Malváceas 
(Malva,  Sida,  Hibiscus,  Gossypium  ó  Algodón  silvestre),  Büttneriáceas, 
Rubiáceas,  Leguminosas  y  Mimosas.  A  la  margen  de  los  bosques  y  en  la 
sabana  se  halla  el  Cerezo,  que  es  una  Malpighia,  y  muy  distinto  del  cerezo 
de  Europa,  varias  especies  de  Añil  (índigo/era),  la  Lantana  Cámara,  la 
Adormidera  venenosa  (Echites  hirtiflora),  que  pertenece  á  las  Apocináceas, 
asi  como  también  el  Suche  silvestre  de  flores  amarillas  (Tkevetia  ficreifolia),*) 
la  Stemmadenia  mollis  y  el  Haemadictyon  totnentéttum,  todas  frecuentes  en  la 
cercanía  de  Guayaquil.  —  No  debemos  olvidar  los  Ciruelos  colorados  y 
amarillos  (Spondias  purpurea  y  lútea),  que  son  muy  característicos  para  esta 
región,  aunque  casi  siempre  cultivados  y,  según  se  cree,  introducidos  de 
las  Antillas,  como  varias  otras  especies  de  Jobo.  Para  cercas  vivas  o  «na- 
cederas» no  hay  otro  árbol  mejor  en  la  región  seca,  que  el  Ciruelo  y  el 
Jobo,  á  quienes  se  asocia  á  veces  el  Jaboncillo  (Sapindus  saponaria),  cuyas 
frutas  reemplazan  de  algún  modo  el  jabón. 

En  plena  conformidad  con  la  sequedad  del  clima  está  la  falta  casi  com- 
pleta de  los  heléchos,  y  la  escasez  de  las  plantas  parásitas  y  epífitas.  Dos 
ó  tres  pequeñas  especies  de  los  primeros  se  encuentran  en  invierno  en  los 
bosques.  De  las  parásitas  llaman  la  atención  las  Lorantáceas,  algunas  con 
flores  vistosas,  que  cubren  á  veces  los  árboles,  especialmente  de  las  sabanas, 
en  tanta  abundancia,  que  los  matan.  Las  especies  mas  comunes  son 
Oryctanthus  ruficaulis,  Psitacanthus  mexicanas  y  Phtyrusa  Magdalenas.  Entre 
las  epífitas  predominan  las  pequeñas  especies  de  Bromélia  y  TiUandsia,  y 
la  mas  común  y  mas  conocida  es  la  Barba  salvaje  (TiUandsia  usneoides), 
que  se  receje  á  veces  para  usarla  como  la  lana  del  Ceibo.  La  interesante 
familia  de  las  Orquídeas  epífitas  está  representada  por  pocas  especies,  que 
resisten  á  la  larga  sequía  y  huyen  de  las  regiones  húmedas,  asi  la  flor  de 
Natividad  (Epidendrum  asperum),  la  flor  de  San  Francisco  (Epidendrum  sp.), 
la  Mariposa  (Oncidium  Papilio),  dos  ó  tres  otras  especies  de  Oncidium  con 
flores  amarillas  en  racimos  largos,  la  pequeña  LocJchartia  serra,  y  la  esplén- 
dida Cattleya  máxima,  que  se  encuentra  en  varias  zonas,  hasta  la  altura  de 
1500  metros. 

*)  El  Suche  colorado,  amarillo  y  blanco  de  los  jardines,  que  tiene  hojas  mas  anonas, 
pertenece  á  la  misma  familia,  y  es  la  Plumería  rubra  y  bicolor  de  los  botánicos.  No 
es  silvestre,  sino  introducido  do  las  regiones  orientales  de  Sudamérica,  pero  lo  conviene 
muy  bien  el  clima  seco  del  litoral. 


422  GEOGBAFÍA   BOTÁNICA   Y   ZOOLÓGICA.   —   CAPÍTULO  I. 

Las  lianas  (bejucos)  y  enredaderas  no  faltan  en  nuestra  región  seca, 
pero  son  distintas  do  las  de  la  región  húmeda,  y  pierden  también  sus  hojas 
en  el  verano.  La  mayor  parte  son  plantas  endebles,  y  muchas  anuales,  de 
las  familias  de  las  Convolvuláceas,  Passifloras,  Menispérmeas,  Cucurbitáceas, 
Apocyneas  y  Papilionáceas;  las  pocas  leñosas  pertenecen  con  preferencia  á 
la  familia  de  las  Bignoniáceas. 

La  región  seca  del  litoral  se  distingue  de  todas  las  demás  zonas  vege- 
tales del  Ecuador  por  ser  la  única,  en  que  se  verifica  periódicamente  un 
cambio  tan  completo  y  visible  en  la  vegetación,  que  podemos  compararlo 
con  la  renovación  primaveral  de  la  flora  en  los  países  extra-tropicales.  — 
Durante  los  últimos  meses  del  año  la  sequedad  del  aire  y  del  suelo  llega 
á  su  extremo,  el  calor  aumenta,  la  sabana  está  abrasada  por  los  rayos  del 
sol,  el  bosque  queda  sin  hojas,  muchos  animales  (los  anfibios)  caen  en  letargo 
y  no  se  mueven  de  sus  escondrijos,  hasta  el  hombre  gime  bajo  la  presión 
que  grava  sobre  toda  la  naturaleza.  A  fines  de  Diciembre  ó  á  principios 
de  Enero  se  condensan  las  nubes  mas  y  mas,  de  vez  en  cuando  se  vé  y  se 
oye  por  la  tarde  descargas  eléctricas  en  dirección  á  la  sierra;  las  amenazas 
siguen  por  algún  tiempo,  pero  finalmente  cae  el  primer  aguacero  resfrescante, 
y  el  hombre  y  los  animales  respiran  con  verdadero  placer  el  ambiente 
húmedo.  Dos  ó  tres  lluvias  abundantes  bastan  para  cambiar  el  aspecto  del 
paisaje  como  por  encanto.  En  pocos  dias  se  cubre  la  sabana  de  una  al* 
fombra  de  verdor  primoroso,  el  bosque  no  le  vá  en  zaga  y  despliega  su  rico 
follaje  y  sus  flores  olorosas,  los  animales  salen  de  sus  escondrijos,  insectos 
vistosos  cruzan  el  aire,  los  pájaros  cantan  alegres  y  piensan  en  fundar 
nuevos  hogares,  toda  la  naturaleza  orgánica  celebra  la  fiesta  anual  de  su 
resurrección.  En  ninguna  época  del  afio  el  paseo  al  campo  y  al  monte  es 
tan  agradable,  como  en  estos  dias  de  primavera,  después  de  los  primeros 
aguaceros;  la  mayor  parte  de  los  árboles  y  arbustos  se  hallan  con  flores  y 
muchjas  de  ellas  exhalan  olores  embriagantes.  Entonces  es  de  ver,  como 
dentro  de  pocas  semanas  el  bosque,  antes  tan  transparente,  se  espesa,  como 
las  enredaderas  trepan  con  una  rapidez  admirable  sobre  los  arbustos  y  hasta 
las  copas  de  los  árboles,  cubriendo  á  veces  con  una  red  inextribable  grandes 
superficies,  de  manera  que  muy  pronto  el  bosque  es  tan  impenetrable  como 
el  de  las  regiones  húmedas.  Aquí  la  vegetación  es  tanto  mas  rápida  y 
enérgica,  cuanto  mayor  es  el  calor  que  se  asocia  á  la  humedad.  Es  in- 
creíble, cuánto  avanza  en  el  corto  periodo  de  4  ó  5  meses,  hasta  fines  de 
Mayo.  Pues,  en  este  mes  ó  en  Junio  la  mayor  parte  de  las  plantas  ya 
comienzan  á  reposar,  en  Julio  y  Agosto  botan  sus  hojas,  en  Setiembre  el 
bosque  presenta  su  aspecto  hiemal  y  la  sabana  parece  á  un  desierto  amarillo, 
y  todo  recae  en  el  estado  de  letargo. 


LA   VEGETACIÓN   DEL    ECUADOR.  423 

En  la  descripción  de  la  región  seca  hemos  omitido  muchos  árboles,  que  se 
hallan  á  lo  largo  de  los  ríos  ó  cultivados,  porque  no  son  propios  á  esta 
zona  y  se  sostienen  mas  bien  por  la  humedad  de  las  orillas  en  un  terreno 
muy  reducido,  ó  por  el  cuidado  del  hombre,  como  algunos  árboles  frutales 
(p.  ej.  los  Guabos,  el  Sapan,  la  Guadua,  algunos  Plátanos,  el  Mango  etc.). 
Mejor  trataremos  de  estos  en  la  sección  siguiente.  Una  separación  com- 
pleta no  se  deja  establecer,  porque  la  naturaleza  misma  no  la  quiso  hacer, 
como  ya  queda  dicho  mas  arriba.  Aqui  el  objeto  principal  es,  enumerar 
aquellas  formas  que  imprimen  á  la  región  su  carácter  especial,  no  las  acci- 
dentales. 

Una  formación  ó  flora  palustre  y  acuática  colocaremos  mejor  aquí, 
aunque  se  halla  también  con  caracteres  casi  idénticos  en  la  siguiente  región 
húmeda,  porque  en  la  seca  se  encuentra  muy  desarrollada  en  las  tembladeras. 
Es  muy  interesante  para  el  botánico,  pero  en  la  práctica  tiene  poca  im- 
portancia, sino  en  cuanto  sirve  al  ganado  de  pasto  en  el  tiempo  de  la  mayor 
sequedad  de  las  sabanas  y  lomas. 

En  las  lagunas  y  «pozas»  de  agua  estancada  son  las  plantas  nadadoras 
principales :  la  Lechuga  del  rio  (Pistia  óbcordata)^  la  Lentejilla  (Lcmna  sp.), 
la  Salvinia  hispida,  la  Trapa  natans,  la  Maravilla  (Nytnphaea  sp.)}  que  des- 
pide un  olor  muy  singular,  algo  parecido  al  del  éter  sulfúrico,  y  que  es 
conocida  en  Guayaquil  como  juguete  de  los  muchachos.  Del  agua  se  le- 
vantan, de  uno  á  tres  metros,  muchas  especies  de  Juncos  y  la  Typha  tru- 
xillcnsis,  el  Cyperus  giganteus,  arti&datus  y  nodosus,  muchísimas  otras 
Cyperáceas  y  Gramíneas,  mezcladas  con  Alismáceas,  Lythrárias,  Oenothéreas, 
Hydrocharídcas ,  Heléchos  palustres,  Amaryllidoas  (Amancay)  etc.  etc.  — 
De  los  pocos  árboles  y  frútices  es  el  mas  común  el  Sauce  (Salix  Hum- 
boldtiana),  que  por  lo  demás  se  halla  en  muchas  regiones  y  hasta  la  altura  de 
2800  metros.  También  el  Laurel  de  cera  (Myrica  policarpa)  ha  penetrado 
de  los  valles  subandínos  á  las  tembladeras  de  los  llanos. 

2o.    La  región  húmeda  del  litoral. 

La  región  en  que  vamos  á  entrar,  se  distingue  de  la  anterior  por  un 
grado  mas  alto  de  humedad  atmosférica,  que  se  manifiesta  directamente  en 
la  vegetación.  Los  inviernos  principian  mas  temprano  y  acaban  mas  tarde, 
que  en  la  costa  seca;  durante  los  meses  de  verano  las  frecuentes  garúas  y 
un  rocío  abundante  de  noche  reemplazan  en  gran  parte  la  evaporación 
diurna.  Aunque  existe  un  intersticio  marcado  en  la  vegetación  de  muchas 
plantas,  no  se  hace  muy  notable  por  el  aspecto  exterior,  porque  casi  todas 
conservan  sus  hojas,  el  bosque  es  siempre  verde  y  tupido,  en  fin  la  zona 
lleva  el  carácter  tropical  puro:  es  la  patria  del  Cacao,  de  la  Palma  real,  del 


424  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.   —    CAPÍTULO  I. 

Bijao,  del  Cadi  (Tagua),  de  la  Vainilla,  del  Matapalo,  del  Guarumo,  de  la 
Guadua,  del  Palo  de  balsa.  Estos  pocos  nombres  indicarán  al  ecuatoriano, 
algún  tanto  familiarizado  con  la  vegetación  de  su  país,  lo  que  entiendo  con 
la  región  húmeda  del  litoral.  Ella  tiene  una  gran  extensión  superficial.  En 
la  parte  setentrional  de  la  República,  desde  el  Cabo  Pasado,  llega  hasta  el 
mar,  en  la  meridional  linda  al  occidente  con  la  zona  seca,  introduciéndose 
en  ella,  donde  montañas  altas  favorecen  la  humedad  necesaria;  hacia  el 
oriente  se  confunde,  al  pié  de  la  Cordillera  alta,  con  la  región  siempre 
húmeda  de  las  faldas  inferiores  de  ella.  Su  desarrollo  típico  se  estudia 
mejor  en  las  partes  centrales,  porque  hacia  las  márgenes  recibe  muchos 
elementos  de  las  zonas  adyacentes,  sea  de  la  seca  del  lado  oeste,  sea  de  la 
andina  tropical  del  lado  este. 

Casi  toda  esta  región,  con  excepción  de  la  pequeña  parte  cultivada,  está 
cubierta  de  bosques;  las  sabanas  naturales  son  muy  reducidas,  y  aun  mas 
las  tembladeras  y  pozas.  De  las  últimas  ya  no  hablaremos,  porque  su  flora 
es  casi  idéntica  con  la  que  conocimos  en  la  sección  anterior.  —  Las  sabanas, 
si,  tienen  aquí  un  carácter  distinto  que  en  la  región  seca,  porque  las  Gra- 
míneas y  Cyperáceas  siempre  verdes  son  otras  especies  que  allá,  comun- 
mente de  formas  gigantescas.  Como  ejemplos  recuerdo  las  pampas  en  los 
cantones  de  Baba,  Babahoyo  y  Pueblo  viejo.  Domina  en  estas  pampas  el 
gamalote  de  varias  especies  (Paspalum  fasciculatum  y  Pánicum  sp.),  que  es 
un  buen  pasto,  especialmente  para  el  ganado  caballar,  y  forma  verdaderos 
bosques  gramíneos,  por  decirlo  así,  casi  impenetrables  y  de  2  ó  3  metros 
de  altura.  Pampas  con  gramas  bajas  son  casi  siempre  artificiales  (potreros) 
y  difíciles  de  conservar,  por  la  invasión  del  gamalote.  En  lugar  del  al- 
garrobo de  la  región  seca,  tenemos  aquí  otros  arbolitos  y  frútices  espinosos, 
especialmente  las  Mimosas  (algunas  de  ellas  sensitivas),  y  varias  Papilioná- 
ceas  y  Caesalpinias ,  como  el  Abejón  (Cassia  sp.),  Piperáceas,  Compuestas 
arbóreas,  y  muchos  arboles  esporádicos  de  diferentes  familias,  por  ejemplo, 
un  Cochlospermum ,  la  Cratacva  tapioides  etc.  La  margen  de  estas  sabanas, 
donde  se  verifica  el  tránsito  al  bosque,  es  una  muralla  viva  impenetrable, 
de  5  á  6  metros  de  altura,  que  se  compone  de  un  redaje  tupidísimo  de 
Carrizo,  Caña  brava,  Cortaderas,  Espinos  (Mimosa),  Platanillo,  Uña  de  gato, 
Pica-pica  (Mucuna  pruricns),  y  enredaderas  de  toda  clase.  Solo  abriendo 
túneles  con  el  machete  se  puede  penetrar  en  estas  fortalezas  naturales.  Las 
mismas  ó  semejantes  murallas  acompañan  las  riberas  de  los  rios  y  las 
márgenes  de  los  esteros  secos;  en  los  últimos,  que  solo  en  invierno  llevan 
agua,  ocupan  á  veces  todo  el  ancho  del  cauce.  Esta  formación,  que  pode- 
mos llamar  la  ribereña,  corresponde  perfectamente  al  «Igapo»  de  la  hoya 
amazónica  y  del  Brasil. 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  425 

La  formación  y  flora  del  bosque  es  tan  variada  y  complicada,  que  debe- 
mos restringirnos  á  la  elección  de  pocos  representantes,  advirtiendo  que  es 
tanto  mas  rica,  cuanto  mas  nos  aceramos  al  pié  de  la  Cordillera,  y  cuanto 
mas  húmedo  es  el  distrito.  Comencemos  con  las  palmas  y  demos  la  pre- 
ferencia á  la  Palma  real  (Cocos  butyracea),  que  sin  duda  es  la  reina  de 
nuestras  palmas  y  de  la  montaña  en  general.  Se  levanta  á  la  altura  del 
Coco,  pero  su  tronco  es  mas  recto  y  mas  grueso  y  su  copa  mas  llena  y 
mas  anchurosa.  No  se  encuentra  en  todas  partes,  pero  una  vez  que  elige 
un  distrito,  es  social  y  predomina  á  grandes  distancias  sobre  todos  los  demás 
árboles  del  bosque;  asi,  por  ejemplo,  en  el  interior  de  la  provincia  de  Es- 
meraldas, á  las  orillas  del  Quinindé.  En  la  misma  región  y  en  muchas 
otras  partes  se  halla  el  Pambil  (Iriartea  sp.),  que  es  una  palma  mucho  mas 
pequeña,  que  la  real,  pero  muy  elegante,  con  un  tronco  esbelto  y  un  follaje 
parecido  al  de  las  chontas,  solo  mas  ancho.  Los  troncos  se  usan  mucho 
en  la  construcción  de  las  casas  de  montaña  (p.  ej.  entre  los  indios  Cayapas), 
ya  enteros  para  el  enmaderado,  ya  picadas  en  forma  de  tablas  para  pisos 
y  paredes,  de  manera  que  reemplaza  muy  bien  la  caña  ó  guadua,  y  es  mas 
duradera  que  esta.  Después  siguen  varias  especies  mas  pequeñas,  que  se 
llaman  Chontas  y  Chontillas,  algunas  con  espinas  (Bactris  sp.),  otras  sin 
ellas  (Euterpe  sp.).  Espinas  muy  largas  tiene  la  Mocora,  cuyas  hojas  se 
usan  para  tejer  sombreros  y  hamacas.  La  Chontaruru  (Guiltehna  speciosa), 
del  tamaño  del  Pambil  ó  de  una  Chonta  espinosa,  se  distingue  por  sus 
hermosísimas  frutas  comestibles,  parecidas  al  albaricoque  y  agrupadas  en 
grandes  racimos  pendientes  de  á  50  hasta  70.  Es  de  mucho  uso  entre  los 
indios  Cayapas  en  los  meses  de  Marzo  y  Abril,  cuando  carga  las  frutas 
maduras.  Estas  se  comen  cocidas  y  tienen  el  aspecto  de  la  yema  del  huevo 
cocido  y  el  gusto  de  una  papa  harinosa;  el  núcleo  sabe  al  del  coco.  —  Dos 
plantas  útilísimas  y  muy  características  de  esta  región,  el  Cadi  y  la  Toquilla, 
se  acercan  en  su  aspecto  exterior  mucho  á  las  palmas,  aunque  pertenezcan 
á  otra  familia  (Cyclantháceas).  Del  primero  (Phytclephas  macrocarpa)  se 
usan  las  hojas  gigantescas,  el  cadi,  para  el  techado  de  las  casas  en  los 
pueblos  y  en  el  campo,  y  las  frutas,  que  se  llaman  tagua,  corozo  ó  marfil 
vegetal,  forman  un  importante  articulo  de  exportación.  Aunque  la  patria 
propia  del  Cadi  son  las  colinas  de  la  región  baja,  sube  sinembargo  en  al- 
gunos valles  andinos  hasta  la  altura  de  800  metros.  —  La  Toquilla  (Carlu- 
dovica  palmata),  que  se  parece  á  una  palmita  sin  tronco,  cuyas  hojas  en 
forma  de  abanico  se  levantan  directamente  del  suelo  sobre  un  peciolo  largo, 
subministra  la  paja  de  sombreros,  y  se  encuentra  en  gran  abundancia  en 
toda  la  región  baja  y  húmeda.  —  También  la  Palma  mulata  (Cycas  sp.), 
que  desarrolla  sus  hojas  en  espiral,  como  los  heléchos,  se  parece  á  una 


426  GEOGRAFÍA  BOTÁNICA  Y  ZOOLÓGICA.  —  CAPÍTULO  I. 

palma  graciosa  de  (ronco  bajo,  y  es.propria  á  la  región  de  que  hablamos, 
prefiriendo  las  colinas  no  demasiado  húmedas. 

Maderas  hay  muchas  y  muy  buenas  en  estos  bosques,  pero  comumente 
ya  no  son  tan  duras  é  incorruptibles,  como  las  do  la  zona  seca,  y  aun 
aquellas  especies,  que  de  esta  avanzan  á  la  región  húmeda,  por  ejemplo  el 
Guayacan,  el  Roble  etc.,  pierden  en  calidad.  El  Pechiche  es  todavía  fre- 
cuente, lo  mismo  que  el  Laurel,  la  Cañafístola  (Cassia  fistula),  el  Guachapelí 
y  varias  Caesalpinias ,  el  Amarillo,  el  Moral,  el  Cedro  (Cedrda  odorata), 
varios  Guayabos  (Psidium  sp.)  con  otras  Mirtáceas,  el  Palo  de  balsa 
(Ochroma  piscatoria),  cuya  madera,  mas  liviana  que  el  corcho,  es  tan  suma- 
mente útil  para  la  construcción  de  las  balsas.  —  Otros  árboles  se  estiman 
menos  por  su  madera,  que  por  sus  frutas  ú  otras  cualidades  útiles,  como 
los  gigantescos  Matapalos  (Ficus  dendrocida),  que  dan  buena  sombra  á  los 
cacaotales,  lo  mismo  que  varias  especies  de  Guabos  (Inga  sp.)  que  á  la  vez 
dan  frutas  agradables,  como  el  Guabo  de  bejuco,  G.  de  machete,  G.  de  mono; 
el  Sapan,  el  Nigüito,  el  Guasmo,  el  Guarumo  (Cecropia  péltata),  que  podemos 
llamar  la  zizaña  del  monte,  el  Higueron  (Ficus  sp.),  que  busca  las  orillas 
de  los  ríos  y  es  lechoso,  como  también  el  Palo  de  vaca  (Galactodendron  sp.). 
Varios  otros  árboles  dan  leche,  pero  pobre  en  caucho,  con  excepción  del 
Caucho  legítimo  ó  Jeve,  que  es  indígena  en  estas  montañas,  y  se  encontró 
antes  en  cantidades  grandes.  Ahora,  en  consecuencia  del  sistema  irracional 
de  explotación  del  articulo  valioso,  los  árboles  de  Caucho  son  muy  raros,  y 
solo  en  regiones  muy  retiradas  se  encuentran  todavía  en  ejemplares  corpu- 
lentos y  asociados  en  «manchas».  Sabido  es,  que  el  caucho  ó  jeve  proviene 
de  árboles  de  diferentes  especies  y  aun  de  diferentes  familias.  El  árbol  de 
Caucho  que  tenemos  en  el  Ecuador  occidental,  es  muy  distinto  del  de  la 
región  amazónica;  el  último  es  la  Siphonia  elástica  (fam.  Euphorbiáceas),  y 
el  primero  pertenece  según  su  flores  y  frutas  á  la  familia  de  las  Urticáceas, 
siendo  pariente  del  Higueron  y  del  Palo  de  leche,  probablemente  la  Castilloa 
elástica,  que  crece  también  en  la  América  central.  La  Tamajagua  (ó  Dama- 
jagua) es  un  árbol  corpulento,  de  cuya  corteza  interior  los  indios  Cayapas 
hacen  mucho  uso;  bien  preparada  se  parece  á  un  paño  tupido  y  sirve  ya 
para  vestido  ya  para  esteras  de  cama.  Entre  los  frutales  cultivados  debemos 
todavía  nombrar  el  Aguacate  (Persea  gratissima),  el  Mamey  de  Cartagena 
(Mammca  americana),  Mamey  colorado  (Achras  mammosa),  el  Níspero  (Achras 
Sapota),  el  Sapote  (Matisia  cordata),  el  Caimito  (ChrysophyUum  Caimito), 
el  Mango  (Mangi/era  indica)  introducido  de  la  India  oriental,  y  el  Árbol  de 
pan  (Artocarpus  incisa)  proveniente  de  la  Polinesia.  Las  Naranjas  y  los 
Limones  (Citrus  sp.),  aunque  se  dan  todavía  en  alturas  de  2500  metros,  son, 
sinembargo,  mas  propios  á  la  zona  caliente  y  se  encuentran  como  natura- 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECÜADOE.  427 

lizados  en  los  bosques,  de  manera  que  algunos  creen  que  existió,  á  lo  menos 
el  limonero,  ya  antes  de  la  conquista  en  la  América  del  Sur.  A  la  familia 
de  los  Guayabos  pertenece  también  la  aromática  Pomarosa  (Jambosa  vul- 
garis).  En  la  cercanía  de  las  casas  encontramos  con  frecuencia  entre  el 
Laurel  (Nerium  oleander),  el  Grenate  (Puntea  Granatum)  y  el  Jasmin  del 
Cabo  (Gardenia  fragrans),  que  todos  son  introducidos,  un  arbusto  americano 
muy  hermoso,  que  se  distingue  por  la  estructura  singular  de  su  fruta 
comestible,  teniendo  el  núcleo  fuera  y  encima  de  la  carne,  y  que  se  llama 
Marañon  (Anacardium  occidentale).  Un  arbolito  muy  característico  de  esta 
región  es  también  el  Mate  (Crcscentia  Cujetc),  cuyas  frutas  grandes,  vaciadas 
de  la  pulpa,  en  las  familias  del  campo  sirven  de  vasijas  de  toda  clase,  y 
hacen  en  unión  con  las  calabazas,  una  concurrencia  tremenda  á  los  alfareros. 
Á  los  botánicos  aconsejo,  que  registren  siempre  bien  los  árboles  de  mate, 
porque  su  corteza  áspera  tiene  la  propiedad  de  atraer  de  un  modo  especial 
las  plantas  parásitas  y  epífitas;  comunmente  encontrarán  sobre  ellos  una 
colonia  interesante  de  Bromeliáceas  y  Orquídeas.  En  la  cercanía  de  las 
casas  del  campo  falta  rara  vez  un  árbol  de  Achiote  (Bixa  orettana),  cuya 
fruta  colorada  reemplaza  muy  imperfectamente  el  azafrán  en  las  comidas. 
Igualmente  se  cultiva  mucho  la  Papaya  (Carica  papaya)  con  frutas  grandes 
y  sabrosas.  La  silvestre,  que  abunda  en  los  bosques,  tiene  frutas  mas 
pequeñas.  —  Estamos  en  el  pais  del  Cacao.  Queda  dudoso,  si  el  Cacao 
legitimo  (Theobroma  cacao),  que  en  el  Ecuador  se  cultiva  en  gran  escala, 
sea  indígena  de  aquí,  ó  introducido  de  la  América  central.  Porque  el  mucho 
cacao  silvestre,  que  se  encuentra  en  nuestras  montañas,  y  que  no  se 
distingue  del  cultivado ,  podría  provenir  de  antiguas  y  abandonadas  planta- 
ciones, ó  en  parte  ser  diseminado  por  monos,  ardillas  y  otros  animales.  Pero 
lo  cierto  es,  que  el  Ecuador  bajo,  por  sus  condiciones  naturales  conviene  á 
este  árbol  como  pocos  países  del  mundo,  y  ademas  poseemos  algunas 
especies  indudablemente  silvestres  é  indígenas,  como  el  Cacao  blanco 
(Theobroma  bicolor)  y  el  Muricumbe.  —  Otras  plantas,  que  contribuyen 
esencialmente  al  carácter  singular  de  la  flora  y  del  paisaje,  son  las  Bam- 
busáceas  y  las  Musáceas,  en  su  estado  silvestre  no  menos  que  en  el  culti- 
vado. La  Caña  de  Guayaquil,  y  especialmente  la  Caña  brava  (Guadua 
latifolia  y  G.  angustifólia)  forman  manchas  extensas  en  los  bosques  (los 
cañaverales),  porque  son  plantas  sociales,  que  no  admiten  fácilmente  otros 
árboles.  Estos  gigantes  de  las  Gramíneas  admiran  no  menos  por  lo  grueso 
y  alto  de  sus  tallos  (hasta  30  metros),  que  por  lo  gracioso  y  elegante  de 
su  follaje.  Siendo  tan  útiles  en  los  países  tropicales  y  casi  indispensables 
en  la  vida  del  campo,  se  cultivan  también  en  la  cercanía  de  las  haciendas, 
y  los  grupos  aislados  á  lo  largo  de  los  ríos  ó  en  medio  de  las  sabanas  y 


428  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.    —   CAPÍTULO   I. 

potreros  contribuyen  mucho  á  hermosear  el  paisaje.  La  «Caña  de  Guaya- 
quil» es  un  articulo  importante  de  exportación  para  toda  la  costa  árida  del 
Pacifico,  hasta  Chile.  Parientes  mas  humildes  de  las  Guaduas  son  los 
Carrizos  de  diversas  especies  (Saccliarutn  contractum,  Gynerium  saccharoidcs 
etc.)  que  llegan  á  la  altura  de  7  metros,  y  prefieren  también  las  orillas  de 
los  ríos  y  terrenos  inundados  en  invierno,  excluyendo  entonces  también 
todas  las  demás  plantas  de  su  sociedad  á  grandes  distancias.  —  £1  Plátano 
y  el  Guineo  (Musa  paradisiaca  y  M.  sapientum)  se  hallan  hoy  dia,  cultivados 
en  muchas  variedades,  por  todos  los  países  tropicales  del  mundo.  En  los 
bosques  del  Ecuador  occidental  (y  creo  que  también  en  la  hoya  amazónica) 
se  han  naturalizado  completamente  y  se  encuentran  platanales  á  veces  en 
medio  de  la  montaña,  donde  no  hay  ni  vestigio  de  antiguas  habitaciones, 
ni  tradición  de  su  introducción,  asi,  por  ejemplo,  en  el  interior  de  toda  la 
provincia  de  Esmeraldas.  No  faltan,  quienes  opinan,  que  el  plátano,  si  no 
es  indigna  de  la  América  tropical,  á  lo  menos  había  sido  introducido  y  cono- 
cido antes  de  la  conquista  europea;  pero  otros  y  la  mayor  parte  de  los 
botánicos  lo  dudan,  y  de  algún  peso  me  parece  en  esta  cuestión  el  dictamen 
de  Oviedo  y  Valdez,  que  pocos  afios  después  de  la  conquista,  en  1535, 
escribió:  «Estos  plátanos  los  hay  en  todo  tiempo  del  año,  pero  no  son  por 
su  origen  naturales  de  aquellas  partes,  porque  de  España  fueron  llevados 
los  primeros,  y  hanse  multiplicado  tanto,  que  es  cosa  de  maravilla  ver  la 
abundancia  que  hay  de  ellos  en  las  islas  y  en  Tierra-firme.»  Un  pariente 
próximo  del  Plátano,  una  Urania  muy  hermosa,  con  hojas  grandísimas,  se 
encuentra  en  el  bosque  húmedo  al  pié  de  la  Cordillera,  pero  no  en  todas 
partes;  tanto  mas  común  es  el  Bijao  (Héliconia  bihai  y  H.  latispatha),  de  la 
misma  familia,  cuyas  hojas  sirven  para  techados  y  para  preservar  las  cargas 
contra  la  humedad  de  la  montaña.  El  Platanillo  y  otras  Marantáceas  y 
Zingiberáceas  de  hojas  anchas,  acompañan  en  todas  partes  el  bijao  y  forman 
una  gran  parte  de  la  flora  terrestre  del  bosque.  —  La  flora  aérea  de  esta 
región  es  igualmente  riquísima,  especialmente  en  Heléchos,  Piperáceas, 
Aroídeas,  Bromeliáceas  y  Orquídeas,  que  cubren  los  troncos  y  las  ramas  de 
los  árboles  hasta  las  copas  mas  elevadas.  Largas  saldrían  las  listas,  si 
quisiéramos  enumerar  las  especies  de  cada  una  de  las  familias  nombradas; 
solo  diré  que  esta  es  la  patria  de  varias  Orquídeas  valiosas,  por  ejemplo,  de 
las  Stanhúpeas  (3  ó  4  especies),  de  Catasetum,  de  Cycnoches,  de  varias  Maxi- 
larias,  de  la  magnifica  Sobralea  rosea,  de  dos  Gongoras,  de  una  nueva  y 
espléndida  especie  de  Coryanthes  (en  Ventanillas),  de  la  olorosa  Pescatoria 
lioetfii,  de  la  Aspasia  epidendroides  (común  sobre  los  árboles  de  Cacao),  de 
la  Brassia  y  de  una  infinidad  de  especies  pequeñas  menos  conspicuas. 
También  es  esta  la  patria  de  la  Vainilla,  la  única  Orquídea  trepadora,  en 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  429 

dos  especies:  la  Vainilla  fina  (V anilla  aromática)  con  hojas  angostas  y 
vainas  largas  y  delgadas,  y  la  Vainilla  ordinaria  (V anilla  planifólia)  con 
hojas  mas  anchas  y  vainas  gruesas  y  cortas.  La  segunda  especie  es  la 
mas  común  y  se  halla,  por  ejemplo,  en  gran  cantidad  entre  Barraganetal  y 
Puente  de  Chimbo  (en  Vuelta  del  rio).  —  La  Vainilla  nos  lleva  á  las  demás 
enredaderas  y  lianas,  que  en  esta  región  son  comunmente  leñosas  y  se 
llaman  bejucos.  Las  especies  son  numerosas  (especialmente  Bignoni uceas), 
y  algunas  se  recojen  en  cantidades,  porque  reemplazan  en  muchas  ocasiones 
las  sogas,  los  clavos  y  aun  las  cadenas  de  fierro  (en  la  formación  de  cer- 
cas y  balsas,  y  en  la  construcción  de  las  casas  del  campo).  La  Zarza- 
parílla  (Smilax  officinaiis)  también  es  un  bejuco  endeble  y  crece  en  abun- 
dancia en  nuestras  montañas;  cuenta  entre  las  plantas  medicinales,  y  sus 
raices  se  exportan  en  alguna  cantidad.  Sube  la  zarzaparilla  de  la  zona 
baja  hasta  la  subtropical  andina.  Hay  muchas  otras  plantas  medicinales 
en  la  región,  de  que  tratamos,  como  el  Guaco  (Mikania  guaco),  la  Ratania 
(Krameria  Mandria)  y  otras,  pero  se  hace  poco  uso  de  ellas  sino  entre  la 
gente  del  campo. 

Plantas  cultivadas.  —  En  la  zona  seca  del  litoral  apenas  se  puede 
hablar  de  agricultura;  el  cultivo  se  limita  á  algunos  árboles  frutales,  unas 
pocas  hortalizas  y  legumbres  durante  el  invierno  en  los  jardines,  pequeños 
platanales,  y  talvez  uno  que  otro  potrero  á  lo  largo  del  rio;  la  sequedad  de 
los  largos  veranos  hace  el  suelo  ingrato  para  todas  las  plantas,  que  no  sean 
hechas  para  este  clima.  Tanto  mayor  es  la  feracidad  en  toda  la  región 
húmeda,  y  á  costo  de  poco  trabajo  se  puede  hacer  plantaciones  de  todos  los 
productos  de  la  zona  tropical.  Esta  región  constituye  la  verdadera  é  inago- 
table riqueza  del  Ecuador. 

La  agricultura  de  los  países  tropicales  difiere  mucho  de  la  de  otros 
países;  el  arado  es  desconocido;  aquí  el  hacha  y  el  machete  (un  cuchillo 
largo  y  ancho  con  la  punta  encorvada)  son  los  principales  y  casi  los  únicos 
instrumentos.  Para  hacer  cualquiera  plantación  (potrero,  cafetal,  cacaotal  etc.) 
se  desmonta  el  bosque  ó  un  antiguo  rastroja],  que  en  dos  años  se  convierte 
en  monte  espeso.  En  la  selva  virgen  el  primer  trabajo  es  de  «zocolar»,  es 
decir,  se  corta  todos  los  arbustos,  enredaderas  y  árboles  pequeños,  dejando  en 
pié  solo  los  grandes;  se  amontona  el  ramaje,  y  después  de  que  se  ha  se- 
cado, se  lo  quema.  Entonces  se  procede  á  tumbar  los  árboles  gruesos,  y 
después  de  haber  separado  los  troncos  de  buena  madera,  que  uno  quiera 
aprovechar,  se  reduce  el  resto  y  el  ramaje  también  á  ceniza.  Las  raices 
quedan  en  el  suelo  y  se  pudren  poco  á  poco,  asi  como  también  muchos 
troncos  gruesos,  que  no  se  han  quemado  del  todo.  Con  esto  el  terreno  ya 
está  listo,  y  sin  otra  preparación  se  procede  al  sembrado,  haciendo  huecos 


430  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.    —   CAPÍTULO  I. 

en  el  suelo  con  el  machete,  para  las  mechas  de  paja,  si  se  trata  de  un  po- 
trero, ó  para  las  semillas  de  cacao,  de  arroz,  de  mais  etc.  ó  para  los  retoños 
del  plátano,  de  la  caña  de  azúcar,  de  la  yuca  ú  otras  plantas.  En  adelante 
todo  el  trabajo  consiste  en  tener  limpia  la  plantación,  rozando  de  vez  en 
cuando  con  el  machete;  porque  si  esto  se  descuida,  en  pocos  meses  todo  el 
trabajo  anterior  está  perdido.  —  No  se  conoce  el  abono;  cuando  un  terreno 
con  los  años  parece  agotado,  se  lo  abandona  y  se  hace  un  nuevo  desmonte. 
£1  rastrojal  se  convierte  en  pocos  años  en  monte  espeso,  lo  mismo  cual- 
quier desmonte,  en  que  no  se  ha  sembrado.  Y  es  curioso  observar,  que 
la  flora  silvestre,  que  se  apodera  de  un  terreno  abandonado,  al  principio  no 
es  la  misma,  que  existió  antes,  sino  otra  singular,  que  todavía  después  de 
20  ó  30  años  deja  distinguir  en  la  montaña  los  lugares,  en  que  hubo  en 
algún  tiempo  desmontes.  Fuera  de  algunas  plantas  terrestres,  que  retoñan 
inmediatamente  cuando  no  se  roza  un  terreno,  como  el  Bijao,  el  Carrizo,  el 
Platanillo  etc.  nace  un  bosque  de  Guarumoé,  de  Papayas,  de  algunos  arbo- 
litos  de  Syngynesias,  de  Nigüito  ó  Sapan,  de  Piperáceas  y  otras  plantas, 
que  en  el  bosque  adyacente  ó  faltan  ó  son  muy  subordinadas.  Es  increíble, 
con  qué  rapidez  se  levanta  esta  flora  nueva,  disputando  una  especie  el  terreno 
á  las  otras,  y  todas  al  bosque  viejo,  que  por  esto  avanza  con  sus  árboles 
propios  muy  despacio  contra  el  desmonte. 

El  ganado  vacuno  y  yeguar  ó  pace  en  los  pastos  naturales  del  monte, 
de  las  sabanas,  tembladeras  y  lomas,  ó  es  tenido  en  potreros  cercados. 
Estos  son  naturales  ó  artificiales.  Para  formar  los  primeros,  se  cerca  unas 
tantas  cuadras  de  la  sabana  y  se  quita  de  vez  en  cuando  con  el  machete 
los  arbustos,  espinos  y  especialmente  las  plantas  nocivas,  para  que  las  gramas, 
entre  las  cuales  el  Gamalote  ocupa  el  primer  lugar,  puedan  desarrollarse 
libremente.  Se  deja  algunos  árboles  grandes  aislados  ó  en  grupos,  para  que 
sirvan  al  ganado  de  sombra.  Para  formar  potreros  artificiales,  se  usa  actual- 
mente casi  sin  excepción  el  Janeiro,  un  Taspalum  introducido  del  Brasil,  que 
prospera  admirablemente  y  se  ha  naturalizado.  En  Manabi  se  siembra  tam- 
bién el  Cauca,  llamado  asi  por  ser  introducido  del  Estado  de  Colombia  del 
mismo  nombre;  pero  es  grueso  y  se  parece  mas  al  Gamalote,  mientras  que 
el  Janeiro  es  rastrero  y  muy  tierno.  Para  formar  un  potrero  de  Janeiro, 
mejor  se  hace  un  desmonte  nuevo,  desprovisto  de  vegetación  gramínea,  por- 
que en  las  sabanas  de  Gamalote  la  lucha  del  Janeiro  con  las  gramas  indí- 
genas es  desigual  y  generalmente  sucumbe.  En  muy  pequeña  escala  se 
siembra  hasta  ahora  la  Paja  de  la  Virgen ,  que  es  una  grama  rastrera  y 
baja,  formando  un  césped  muy  tupido,  y  muy  propia  para  revestir  terrenos 
cascajosos  en  la  cercanía  de  los  rios,  igualmente  para  las  pequeñas  mangas 
en  los  alrededores  de  las  haciendas,  en  que  se  suele  mantener  los  caballos  de 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  431 

silla;  porque  ademas  de  ser  de  agrado  á  las  bestias,  sirve  de  verdadero 
adorno  á  las  haciendas,  pareciéndose  mas  que  ninguna  otra  grama  á  las 
pequeñas  especies,  que  se  usan  para  los  céspedes  de  los  jardines  y  alamedas. 

La  Caña  de  azúcar  (Saccharum  officinarum) ,  aunque  se  cultiva  en  al- 
gunos valles  andinos  hasta  la  altura  de  2000  metros,  es,  sinembargo,  mas 
propia  á  la  región  baja,  donde  se  desarrolla  dentro  de  pocos  meses  en  di- 
mensiones enormes.  Su  cultivo  ha  tomado  un  gran  incremento  durante  los 
últimos  decenios.  Antes  se  usaba  la  Caña  solamente  para  la  destilación  del 
aguardiente  y  la  fabricación  de  o  raspadura»;  pero  hoy  dia  ya  tenemos  varios 
grandes  ingenios  de  azúcar,  cuyos  productos  no  solo  abastecen  el  mercado 
del  país,  sino  que  comienzan  á  ser  exportados,  y  en  caso  de  salir  lucidos 
en  la  lucha  internacional,  se  abrirá  un  campo  vasto  á  la  industria  azucarera 
del  Ecuador,  porque  son  inmensos  los  terrenos,  propios  al  cultivo  de  la  Caña, 
en  todas  las  provincias  litorales;  hasta  ahora  se  limita  á  pocos  puntos  de 
las  provincias  del  Guayas  y  de  Los  Ríos,  quedando  intactos  los  bosques  de 
Manabi  y  de  Esmeraldas. 

El  Arroz  (Oryza  sativa),  aunque  se  dá  bien  en  muchas  partes,  se  cul- 
tiva en  pequeña  escala,  sea  en  desmontes  nuevos  que  se  hacen  en  las  llanuras 
húmedas,  sea  en  las  vegas  á  lo  largo  de  los  ríos.  La  mayor  parte  proviene 
de  las  cercanías  de  Milagro,  pero  no  es  suficiente  ni  de  lejos,  para  abastecer 
el  mercado  de  Guayaquil,  mucho  menos  todo  el  pais.  —  Casi  lo  mismo  vale 
del  cultivo  del  Mais  (Zea  mais),  cuya  cultura  es  parecida  á  la  del  Arroz. 
En  el  campo  cada  uno  siembra  la  cantidad,  que  necesita  para  su  propio  uso ; 
como  articulo  de  comercio  sirve  mejor  el  mais  de  la  sierra. 

El  Tabaco  (Nicotiana  sp.)  se  cultiva  con  preferencia  en  las  vegas  de 
los  ríos  ó  en  los  llanos  fértiles  en  su  cercanía.  Es  de  muy  buena  calidad, 
pero  poco  conocido  en  el  exterior,  porque  el  pais  produce  apenas  lo  nece- 
sario para  el  propio  consumo.  Las  mejores  clases  son  las  de  Daule,  de  Es- 
meraldas y  de  Santa  Rosa,  distinguiéndose  el  tabaco  de  Daule  por  su  fuerza, 
y  el  de  Esmeraldas  por  su  aroma  agradable.  El  primero,  debidamente  bene- 
ficiado y  bien  labrado,  puede  rivalizar  con  el  tabaco  de  la  llábana,  del  cual 
desciende  en  linea  recta;  pues  los  labradores  tienen  el  cuidado  de  traer  de 
vez  en  cuando  semillas  frescas  de  la  isla  de  Cuba,  para  conservar  la  raza  pura. 

De  las  plantas  anuales,  que  se  cultivan,  y  que  constituyen  plantaciones 
mas  ó  menos  pasajeras,  nombraremos  todavía  los  Zapallos,  Calabazas,  Me- 
lones, Sandias,  Jiquimas  (Pachyrhizus  tuberosus),  Camotes  (Convolvulus  batatas), 
Frijoles  y  Ajíes  de  varias  clases,  Tomates  (Lycopersicum  esculentum)  y  otras 
legumbres.  La  Yuca  (Manihot  Aipi)  es  un  articulo  indispensable  en  la  co- 
cina del  litoral,  y  se  cultiva  también  en  gran  escala  para  la  fabricación  del 
almidón.    La  Pina  (Ananassa  sativa)  es  abundante  y  de  excelente  calidad; 


432         GEOGRAFÍA  BOTÁNICA  Y  ZOOLÓGICA.  —  CAPÍTULO  I. 

se  exporta  en  cantidades  a]  Perú.  La  Badea  es  otra  fruta  delicada,  se  puede 
decir  que  es  una  Granadilla  del  tamaño  de  una  cabeza,  y  proviene  de  la 
Passiflora  quadrangularis ,  que  enreda  las  barbacoas.  —  La  mayor  parte  de 
los  árboles  frutales  ya  hemos  nombrado  mas  arriba;  á  ellos  podemos  agregar 
todavía  el  Grenate  (Púnica  granatum)  de  origen  europeo.  Pero  es  imposible 
enumerar  todos  los  vegetales  útiles  de  esta  región  riquísima;  solo  á  las  plan- 
taciones grandes  dedicaremos  todavía  algunos  renglones. 

Los  Platanales  cubren  á  veces  muchas  cuadras,  y  proveen  no  solamente 
los  distritos  en  que  crecen,  sino  también  la  sierra,  la  costa  árida  del  Ecuador 
y  el  litoral  peruano,  á  donde  se  exportan  en  cantidades  enormes.  El  Plátano 
es  el  pan  cotidiano  del  pueblo;  se  lo  come  verde  (cocido  ó  asado),  «pintón», 
es  decir  medio  maduro  (asado),  ó  maduro  (frito  y  crudo).  En  el  primer  estado 
sabe  al  pan,  en  el  último  á  una  fruta  delicada;  pero  para  comerlo  crudo,  se 
prefiere  las  especies  aromáticas,  como  el  Plátano  de  seda,  ó  las  muchas 
especies  de  Guineo  igualmente  aromáticas.  El  cultivo  del  Plátano  y  Guineo 
es  sumamente  fácil  y  sencillo;  una  vez  sembrado,  no  necesita  ningún  cui- 
dado, basta  por  un  tiempo  indefinido  cosechar  los  racimos,  que  se  dan  todo 
el  año,  retoñando  continuamente  nuevas  matas  en  lugar  de  las  cortadas.  El 
Plátano  pertenece  con  la  Guadua  á  aquellas  plantas  providenciales,  con  que 
regala  la  zona  tropical  á  sus  hijos  mimados,  para  favorecer  su  pereza  na- 
tural. ¡Qué  seria  de  este  pais  sin  plátano  y  caña!  El  exterminio  de  los 
platanales  y  bambudales  equivaldría  á  una  revolución  social. 

El  Café  (Coffea  arábica)  es  también  un  producto  casi  ubiquitario  de  los 
países  tropicales  y  subtropicales  del  mundo.  En  el  Ecuador  se  cultiva  hasta 
la  altura  de  unos  1500  metros,  pero  solo  en  la  zona  baja  las  plantaciones 
tienen  mayores  extensiones  y  es  un  artículo  de  exportación.  Siendo  el  Café 
ecuatoriano  de  muy  buena  calidad  (mejor  que,  por  ejemplo,  el  Café  del 
Brasil),  merecería  ser  cultivado  y  exportado  en  mayores  cantidades. 

El  cultivo  y  la  exportación  del  Algodón  (Gossypium  sp.)  se  ha  disminuido 
en  el  Ecuador  desde  algún  tiempo  acá,  aunque  no  falterian  terrenos  muy 
adecuados,  especialmente  en  las  regiones  no  demasiado  húmedas,  en  los 
limites  con  la  región  seca.  La  causa  de  este  retroceso  consiste  talvez  en 
la  falta  de  brazos  para  la  cosecha,  que  es  algo  circunstanciada,  falta  que 
también  en  la  cosecha  del  café  se  hace  sentir  muchas  veces. 

Las  pocas  y  pequeñas  plantaciones  de  Caucho  se  puede  llamar  unos 
ensayos,  de  cuyos  resultados  no  se  puede  juzgar  todavía,  porque  son  de- 
masiado nuevas.  El  Caucho  es  un  árbol  que  crece  muy  despacio.  De  todos 
modos  es  digno  de  celebrarse  la  idea  de  precaver  mediante  nuevas  planta- 
ciones el  exterminio  completo  de  este  árbol  tan  valioso.  —  En  Manabí  he 
visto  también  plantaciones  de  Tagua  (Cadi),  pero  creo  que  no  se  extenderán 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  433 

mucho,  desdo  que  el  precio  de  este  articulo  ha  bajado  bastante.  Por  lo 
demás  no  hay  que  temer,  que  la  Tagua  desaparezca  de  nuestras  montañas, 
porque  para  recojer  esta  fruta  no  se  tumba  ni  se  daña  el  árbol,  como  sucede 
con  la  Cascarilla  y  con  el  Caucho. 

Para  el  último  me  he  reservado  el  Cacao,  el  producto  mas  noble,  mas 
valioso  y  mas  abundante  de  la  agricultura  ecuatoriana.  Su  cultivo  vá  en 
aumento  de  afio  en  afio,  y  su  cosecha  es  el  barómetro  para  el  comercio  de 
Guayaquil,  quiere  decir,  de  todo  el  pais.  En  la  carta  de  vegetación  he  in- 
dicado los  principales  distritos  cacaoteros,  y  se  vé,  cuan  reducido  es  todavía 
el  terreno  cultivado,  en  comparación  con  toda  la  región  que  favorece  su 
cultivo. 

En  el  Ecuador  hay  dos  modos  de  levantar  cacaotales,  de  los  cuales  el 
primero  es  muy  sencillo.  En  donde  se  encuentra  mucho  cacao  silvestre  en 
el  monte,  se  corta  todos  los  demás  árboles  y  arbustos,  dejando  solo  algunos 
árboles  altos  y  coposos  para  sombrear  el  cacao,  y  el  cacaotal  está  hecho; 
no  falta  mas  que  rozarlo  todos  los  años  y  cosecharlo.  Estas  plantaciones 
naturales,  en  que  los  árboles  de  cacao  se  hallan  diseminados  irregularmente, 
ya  muy  aislados,  ya  en  grupos,  se  llaman  almacigóles,  en  oposición  á  las 
huertas  regulares,  que  resultan  del  segundo  modo.  Se  levantan  estas  últimas, 
preparando  un  terreno  apto,  especialmente  en  los  bancos,  por  el  desmonte 
acostumbrado,  dejando  en  pié,  si  los  hay,  algunos  árboles  de  sombra.  Se 
siembra  los  arboles  en  orden  quincuncial,  haciendo  los  huecos  á  la  distancia 
de  2  á  3  varas,  y  metiendo  en  cado  uno  4  ó  5  semillas  frescas  de  cacao,  que 
no  tardan  en  nacer.  Al  mismo  tiempo  se  siembra  entre  las  series  regulares 
las  plantas,  que  deben  servir  de  sombra  á  las  tiernas  plantas  del  cacao,  que 
no  aguantan  el  sol.  En  los  primeros  dos  años  el  mais  ó  la  yuca  llenan 
este  objeto;  pero  las  mas  veces  se  forman  platanales,  que  quedan  hasta  que 
el  cacao  tenga  2  ó  3  metros  de  altura,  ó  á  veces  hasta  que  comience  á  cargar, 
que  es  en  el  sexto  ó  séptimo  año.  Hasta  entonces  también  los  arbolitos  de 
sombra  (Guabo,  Potorillo,  que  se  llama  también  Palo  prieto,  ó  Guachapelí), 
que  se  ha  sembrado  desde  el  principio  á  ciertas  distancias,  han  tomado 
cuerpo,  y  proporcionan  la  sombra  necesaria  para  poder  tumbar  los  plátanos. 
A  este  tiempo  la  huerta  «moza»  pasa  á  ser  huerta  «cargadora»,  y  lo  queda 
hasta  un  tiempo  indefinido.  Pues,  aunque  el  árbol  de  Cacao  muera  después 
de  (50  ó  80  años,  siempre  brotan  cerca  de  las  raices  tantos  retoños,  que  son 
mas  que  suficientes,  para  reemplazar  las  matas  viejas,  que  se  debe  cortar, 
ó  que  caen  por  si  mismas.  El  único  cuidado  que  recibe  la  huerta  cargadora 
en  adelante,  es  el  de  rozarla,  á  lo  menos  una  vez  por  año  (comunmente  en 
la  estación  del  verano),  y  en  esta  ocasión  se  cortan  también  los  muchos 
retoños  inútiles  y  algunas  ramas  supérfluas,  asi  como  las  plantas  parásitas 

Wou,  Ecuador.  28 


434  GEOGRAFÍA  BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.    —   CAPÍTULO  I. 

y  epífitas,  cuando  amenazan  de  sofocar  el  árbol.  Aunque  el  Cacao  cargue 
lodo  el  año  flores  y  frutas,  coincide,  sinembargo,  la  enflorecencia  principal 
con  la  entrada  del  invierno  (Diciembre),  y  la  cosecha  principal  con  los  meses 
de  Marzo  y  Abril.  Las  cosechas  parciales,  que  se  repiten  cada  mes,  se 
llaman  «rebuscos»,  y  son  á  veces,  sobre  todo  en  Noviembre  y  Diciembre, 
muy  abundantes.  La  fruta  tumbada,  de  forma  de  un  melón  oblongo,  se 
abre  en  la  huerta  misma,  los  granos  con  la  pulpa  adherente  se  llevan  en 
las  «agollas»  (sacos  de  cuero)  á  las  haciendas,  donde  se  los  seca  sobre  los 
«tendales»  con  mucho  cuidado,  para  llevarlos  en  seguida  al  mercado  de 
Guayaquil,  donde  se  apodera  de  ellos  el  comercio  internacional. (44) 

Las  cosechas  de  Cacao  son  muy  desiguales  é  irregulares,  repitiéndose 
las  muy  buenas  solo  cada  5  ó  6  años.  No  hay  duda,  que  las  condiciones 
climatológicas  del  año,  sobre  todo  el  reparto  desigual  de  la  humedad,  influye 
mucho,  como  en  todas  partes  del  mundo;  sinembargo,  podemos  preguntar, 
si  no  seria  posible,  mejorar  las  cosechas  por  un  cultivo  racional,  es  decir, 
contribuir  artificialmente,  para  que  las  cosechas  opimas  se  repitan  con  mas 
frecuencia,  y  que  las  malas  sean  menos  malas.  En  todo  el  mundo  se  cultiva 
los  árboles  frutales,  se  los  abona,  se  los  poda,  se  les  dá  acceso  libre  del 
aire  y  de  la  luz,  se  los  limpia  de  insectos  nocivos,  en  fin  se  estudia  por 
ensayos  el  mejor  modo  de  criarlos,  para  ponerlos  en  las  mejores  condiciones 
de  su  existencia,  y  son  grandiosos  los  triunfos,  que  ha  conseguido  la  arbori- 
cultura.  En  el  Ecuador  no  se  practica  nada  de  esto  ó  muy  poco,  creyendo 
que  la  naturaleza,  que  ya  hace  tanto,  debería  hacer  todo.  Es  una  feliz 
casualidad,  que  en  el  momento,  en  que  escribo  estos  renglones,  llega  á  mis 
manos  una  reciente  publicación  del  ilustrado  profesor  de  botánica  en 
Quito,  P.  Luis  Sodiro,  sobre  el  cultivo  del  cacao  y  en  particular  sobre 
la  enfermedad  de  ala  mancha».*)  Aunque  no  puedo  estar  de  acuerdo  con 
el  autor,  respecto  á  la  causa  próxima  de  la  enfermedad,  que  él  busca  en  la 
falta  de  la  suficiente  cantidad  de  sustancias  nitrogenadas  en  el  suelo,  pues 
todavía  me  parece  probable,  que  proviene  de  un  organismo  parasítico  (sea 
animal,  sea  vegetal);  sinembargo  los  resultados,  que  saca  de  sus  estudios 
respecto  al  cultivo  del  Cacao  en  general,  coinciden  en  el  fondo  con  mis 
propias  ideas,  que  expuse  á  mis  amigos  agricultores  de  Guayaquil  desde 
muchos  años,  y  que  se  dejan  resumir  en  las  palabras:  luz  y  aire,  por  esto 
mayor  distancia  entre  los  árboles;  poda,  para  evitar  el  desperdicio  de  la 
savia  y  concentrarla  á  las  frutas;  y  abono,  sobre  todo  con  sustancias  nitro- 


*)  «Observaciones  sobre  la  enfermedad  del  Cacao,  llamada  «la  mancha»,  y  medios 
para  preservarla.»  El  folleto  fué  reproducido  en  «La  Nación»  de  Guayaquil,  No.  3781,  el 
18  de  Febr.  de  1892. 


LA   VEGETACIÓN   DEL   ECUADOE.  435 

gemidas,  para  restablecer  al  suelo  exhausto  sus  fuerzas.  Para  conseguir 
resultados  satisfactorios,  no  basta,  que  se  haga  uno  que  otro  ensayo  super- 
ficial, que  tal  vez  ni  se  hace  con  las  debidas  precauciones;  una  estación 
agronómica,  fundada  en  la  región  del  Cacao,  sea  por  iniciativa  de  parti- 
culares, sea  por  la  del  Gobierno,  y  en  que  se  instituyan  los  ensayos  en  gran 
escala  y  por  muchos  años,  uniendo  la  ciencia  con  la  práctica,  daria  sin  duda 
alguna  resultados  muy  importantes. 

3o.   Los  bosques  húmedos  de  los  Andes. 

A  esta  región  he  dado  en  la  carta  de  vegetación  un  extensión  vertical 
muy  grande  en  las  faldas  exteriores  de  las  Cordilleras,  desde  el  pié  de  ellas 
en  200  ó  300  metros,  hasta  cerca  de  3000  metros  de  altura.  Bajo  el  punto 
de  vista  puramente  científico  ó  botánico,  esto  no  es  admisible,  pues  las 
plantas  del  limite  inferior  son  enteramente  distintas  de  las  del  limite  superior, 
y  debemos  distinguir  á  lo  menos  dos  zonas,  una  tropical  y  otra  subtropical 
ó  templada,  y  aun  podríamos  subdividir  cada  una  en  fajas.  La  zona  tropical, 
que  podemos  llamar  la  de  las  palmas  y  heléchos  arbóreos,  llega  á  la  altura 
de  1600  metros,  y  la  subtropical  desde  este  término  al  de  3000  metros  aproxi- 
mativamente. De  esto  ya  podemos  deducir,  que  nuestra  región  tendrá  una 
flora  muy  mista,  pues,  ademas  de  confundirse  las  dos  zonas  nombradas,  la 
inferior  ó  tropical  recibe  muchísimas  formas  de  la  región  húmeda  de  los 
llanos,  y  en  la  superior  ó  subtropical  entran  multitud  de  formas  subandinas 
ó  interandinas.  Lo  que  tienen  común  las  dos  zonas,  es  la  abundancia  de 
humedad  durante  todo  el  año,  porque  en  ellas  se  condensan  las  nubes,  que 
viniendo  del  Oeste  ó  Este,  chocan  verticalmente  con  las  Cordilleras.  Aquí 
apenas  se  puede  hablar  de  verano  é  invierno,  porque  el  último  reina  todo 
el  año,  especialmente  en  la  baja,  y  en  la  superior  las  nieblas  densas  reemplazan 
en  verano  los  aguaceros  del  invierno. 

Si  comenzamos  la  revista  en  las  partes  inferiores,  encontraremos  que 
hasta  la  altura  de  1000  metros  predominan  todavía  las  Palmas,  las  Scita- 
mineas,  y  las  Musáceas,  aunque  en  otras  especies,  que  en  la  región  prece- 
dente. Entre  los  árboles  grandes  se  lucen  las  Clusiáceas.  Se  aumenta  mas 
y  mas  la  cantidad  de  las  plantas  epífitas,  entre  las  cuales  las  Aroídeas  se 
distinguen  por  lo  gigantesco  y  grotesco,  y  los  Helchos  por  lo  tierno  y  ele- 
gante del  follaje.  Las  Orquídeas  no  son  tan  frecuentes,  á  lo  menos  no 
llaman  la  atención ,  porque,  faltándoles  la  luz  y  el  aire  fresco  en  la  sombra 
densa  del  bosque,  buscan  las  copas  mas  altas  de  los  árboles,  y  así  quedan 
inaccesibles  y  casi  siempre  invisibles.  Las  maderas  útiles  en  parte  son  las 
mismas  como  en  los  llanos,  pero  parece  que  no  son  ni  tan  buenas  ni  tan 
variadas  como  en  estas,  porque,  como  ya  he  dicho  mas  arriba,  la  demasiada 

28* 


430  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y   ZOOLÓGICA.   —   CAPÍTULO   I. 

humedad  no  es  favorable  ú  la  calidad  de  las  maderas.  Por  lo  demás  se 
aprovecha  muy  poco  de  los  productos  vegetales  de  esta  zona  inhabitada,  ya 
por  la  dificultad  del  trabajo  en  esas  montañas,  ya  por  la  gran  distancia  de 
los  lugares  en  que  se  podría  venderlos;  asi  es  que  ella  está  cubierta  completa- 
mente de  la  montaña  primeva  y  virgen. 

Aunque  se  encuentren  unos  pocos  Heléchos  arbóreos  en  los  llanos  y 
debajo  de  300  metros,  su  desarrollo  principal  cae  en  la  faja  superior  de  la 
zona  tropical,  entre  800  y  1(300  metros,  donde  predominan  tanto  por  el 
número  de  especies,  cuanto  por  el  de  individuos.  Con  esto  estoy  lejos  de 
fijar  á  los  Heléchos  arbóreos  el  límite  superior  en  1600  metros,  como  lo 
hace  Humboldt;  al  contrario  sabemos,  que  el  gran  sabio  en  este  punto  se 
ha  equivocado  mucho,  como  lo  ha  demostrado  Sodiro*)  por  muchos  ejemplos. 
En  la  altura  de  2600  y  2800  metros  son  todavia  muy  comunes,  y  se  usa 
sus  troncos  para  estantes  de  las  casas  en  las  montañas;  en  el  Corazón  crece 
la  Dicksonia  Sellowiana  (arbórea)  en  3470  metros;  yo  encontré  árboles  de 
Heléchos  de  6  metros  de  altura  en  la  Cordillera  oriental  de  Cuenca  en 
3403  metros.*») 

Á  medida  que  subimos  en  la  montaña,  las  Palmas  y  otras  formas  pura- 
mente tropicales  se  hacen  mas  raras  y  ceden  el  lugar  á  otras,  que  se  lia 
convenido  en  llamar  subtropicales,  porque  prefieren  un  clima  mas  mitigado 
con  la  temperatura  de  18°  á  14°  C.  La  faja  media,  en  que  la  flora  sub- 
tropical llega  á  su  desarrollo  típico,  y  que  se  halla  entre  2000  y  2600  metros, 
es  la  de  las  Cinchonas  ó  de  la  Cascarrilla.  Pero  con  esta  faja  ó  zona  sucede 
otro  tanto,  que  con  la  de  los  Heléchos  arbóreos :  se  ha  observado  Cinchonas 
hasta  la  altura  de  2900  y  en  la  de  600  metros;  y  Mr.  R.  Spruce,  quien  en  los 
años  de  1858  á  1861  estudió  las  Quinas  (Cascarrillas)  de  nuestros  Andes 
occidentales,  fija  el  limite  de  la  Cascarilla  roja  (Cinchona  succirubra),  que 
es  la  mejor,  entre  610  y  1520  metros,  lo  que  coincidiría  todavia  con  nuestra 
región  tropical  caliente. 

Las  Cinchonas  son  árboles  propios  de  los  Andes  sudamericanos,  y  crecen 
ú  ambos  lados  de  las  Cordilleras,  desde  Colombia  hasta  Bolivia.***)  El  Ecua- 
dor posee  el  mayor  número  de  especies  y  entre  ellas  la  mas  valiosa,  la  C. 
succirnhra,  que  es  la  Cascarilla  roja  genuina.  —  Introducida  la  Cascarilla 
en  Europa  desdi»  1640,  no  se  conoció  el  árbol,  que  la  produce,  hasta  que  en 


*)  «Apuntes  sohre  la  vegetación  ecuatoriana»  (Programa  de  la  Escuela  Politécnica. 
Quito  1*74),  pág.  21. 

**)  «Reí.  de  un  viaje  geogn.  por  la  Prov.  del  Aznay»  (Guayaquil  1879),  pág.  24. 
***)  La  Cascarilla  ó  Quinquina  del  Brasil  y  de  las  Antillas,  proviene  de  otros  árboles 
{Remija  y  Eroxtemma)  de  la  misma   familia,   pero  no   de   las  mismas  propiedades  medi- 
cinales. 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOK.  437 

1738  el  célebre  Mr.  de  La  Condamine  lo  describió  por  primera  vez,  y  en  su 
honor  Humboldt  y  Bonpland  lo  llamaron  Uinchona  Condaminca;  es  la  especie 
mas  antigua,  que  creció  en  abundancia  en  las  montañas  de  la  provincia  de 
Loja,  especialmente  en  el  valle  superior  del  rio  de  Piscobamba  cerca  del 
pueblo  de  Yangana  (montañas  de  Uritosinga).  En  la  misma  provincia  se 
hallan,  ademas  de  la  citada,  la  C.  pubcscens  (llamada  «Quina  ahumada»),  la 
C.  rotundifolia,  la  C.  lucumaefolia  (llamada  «Hoja  de  Lucma»).  Después  se 
descubrieron  diferentes  Quinas  en  todas  la  provincias  interioranas,  al  lado 
occidental,  como  al  oriental  de  las  Cordilleras.  La  C.  succirubra  y  la  C. 
magnifolia  (Cascarilla  macho)  parecen  acompañar  las  montañas  occidentales, 
desde  el  valle  del  rio  de  Cañar  hasta  la  provincia  de  Imbabura.  La  que  so 
llama  «Cascarilla  cuchicara»  y  se  encuentra  especialmente  sobre  el  valle  del 
rio  Chanchan,  es  solo  una  variedad  de  la  C.  succirubra  (ó  talvez  de  la  Con- 
daminea),  y  la  aPata  de  Gallinazo»  tampoco  no  parece  distinguirse  esencial- 
mente de  ella  en  sus  caracteres  botánicos. 

Sabido  es,  que  la  Cascarilla  forma  uno  de  los  artículos  de  exportación 
mas  importantes  del  Ecuador.  Pero  sucedió  con  esta  corteza  preciosa  lo 
mismo  que  con  el  Caucho,  es  decir,  que  los  árboles  de  quina  se  han  destruido 
casi  completamente,  y  con  ellos  se  ha  agotado  una  fuente  de  riqueza  del 
pais.  Nadie  ha  pensado  en  resembrar  nuevos  árboles*),  y  ahora  es  difícil 
encontrar  uno  que  otro  tronco  añejo  de  la  Cascarilla  roja.  La  exportación 
se  halla  reducida  á  pequeñas  cantidades  y  á  las  clases  inferiores.  La  quinina, 
este  articulo  tan  indispensable  en  las  farmacopeas  modernas,  muy  pronto 
faltaría  en  el  mundo,  si  otras  naciones  no  hubiesen  sido  mas  próvidas  é 
introducido  el  cultivo  racional  de  las  Cinchonas.  Los  Holandeses  las  llevaron 
en  1852  á  sus  posesiones  en  la  isla  de  Java,  y  en  1861  fueron  llevadas  las 
primeras  semillas  y  637  plantitas  de  la  Cascarilla  roja,  sacadas  de  las  mon- 
tañas de  Guaranda,  á  la  India  oriental.  Hoy  existen  en  esos  paises  y  en 
la  isla  de  Ceilan  plantaciones  con  muchos  millones  de  árboles  en  estado 
de  producción,  y  constituyen  riquezas  nacionales.  Cuando  en  1860  Mr. 
Spruce,  comisionado  por  el  Gobierno  ingles,  compró  en  Guaranda  la  licencia 
de  sacar  semillas  con  400  pesos  (al  principio  se  quería  regalarlas  como  cosa 
sin  valor),  muchos  se  reían  del  «gringo  esplénico»;  ¡ojalá  que  entonces  los 
ecuatorianos  hubiesen  imitado  á  los  gringos!  ojalá,  que  siquiera  ahora  pen- 
saran en  sembrar  y  cultivar  las  mejores  clases  de  las  Quinas,  que  en  su 
suelo  nativo  sin  duda  prosperarían  todavía  mejor  y  con  menos  trabajo,  que 
en  aquellas  regiones  apartadas  del  Asia! 

*)  Jamas  se  ha  observado  el  decreto  del  Gobierno  (publicado  el  1  de  Mayo  de  1861) 
que  manda,  que  los  cascarilleros  por  cada  árbol  cortado  siembren  en  su  lugar  seis  nuevos. 


438  GEOGRAFÍA    BOTÁNICA    Y   ZOOLÓGICA.    —   CAPÍTULO   I. 

Las  Pinchonas  son  demasiado  raras,  para  imprimer  á  la  zona,  que  lleva 
su  nombro,  un  carácter  especial,  como  lo  hacen  en  la  zona  inferior,  por 
ejemplo,  las  Palmas  ó  las  Musáceas;  y  en  general  seria  difícil,  caracterizar 
las  zonas  superiores  con  una  ó  dos  clases  de  plantas;  es  mas  bien  el  con- 
junto de  muchas,  el  que  las  distingue.  —  Á  medida  que  nos  levantamos  en 
las  montañas,  los  árboles  pierden  en  altura  y  grosor,  el  bosque  toma  otro 
aspecto  menos  tupido  y  menos  sombrío,  las  lianas  ó  bejucos  se  hacen  mas 
raros,  pero  las  epífitas  y  los  musgos  adornan  en  gran  número  y  variedad 
los  troncos  y  ramas.  En  la  altura  de  2000  á  3000  metros  el  bosque  es 
mucho  mas  rico  en  flores,  que  mas  abajo;  hay  una  multitud  de  arbolitos 
y  arbustos,  que  ya  con  su  elegante  follaje,  ya  con  sus  magnificas  flores 
hermosean  las  orillas  de  los  caminos,  ó  las  faldas  empinadas  de  los  cerros, 
por  ejemplo,  las  Fuchsias  (F.  longiflora,  silvestris,  ampliata),  las  Miconias, 
las  Buddleias,  las  Syngynesias  y  Solanáceas  arborescentes  (Vernonia,  Senecio, 
Mil-anta,  Eupatorium;  Solanum,  Cestrum),  las  Mutisias,  y  entre  las  yerbas 
bajas  las  espléndidas  Gesneráceas  (Gloxinia,  Achimenes)  y  Lobeliáceas 
( Siphocampylus).  —  Entre  las  muchísimas  Orquídeas  epífitas  hay  formas  muy 
hermosas  y  valiosas,  especialmente  de  los  géneros  Odontoglossum  (O.  ramo- 
sissimum,  cirrhosum  etc.),  Masdevallia  (M.  chimaera,  rosea,  angulata  etc.) 
Mcsospiniílium,  Epidendrum,  Maxillaria  y  Lycastc.  —  Entre  las  maderas 
útiles  do  esta  región  subtropical  se  distinguen  las  finas  y  duras  de  diferentes 
especies  de  Arrayan  (Eugenia  ó  Myrtus  Arrayan  y  otras).  Notable  es  también 
un  árbol  grande,  que  se  llama  Ajo  (Cordia  alliodora),  que  indica  con  su 
nombre  el  olor  singular  que  despide.  —  He  dicho  mas  arriba,  que  las  Palmas 
escasean  y  están  representadas  por  algunas  especies  pequeñas  de  Chontas. 
Tanto  mas  llama  la  atención  la  hermosísima  Palma  de  cera,  que  es  propia 
á  la  región  alta  de  2500  metros.  Sus  troncos  esbeltos  se  levantan  á  30  ó 
35  metros  y  sobresalen  el  bosque  circunvecino.  No  se  encuentra  en  todas 
partes,  pero  en  algunos  distritos  es  social  (como  la  Palma  real  de  la  región 
baja).  Me  parece  que  hay  varias  especies  de  Palma  de  cera,  unas  muy 
altas  del  género  Ceroxylon  (C.  andicólum  ó  ferrugineum),  y  otras  mas  bajas,  que 
pertenecen  talvez  á  la  Oreodoxa  frígida.  La  última  forma  bosques  extensos  en 
las  montañas  de  Chillanes;  allá  se  llama  «Tambal»,  y  se  usa  como  el  Pambil 
del  litoral.  —  En  la  familia  de  las  Bambusáceas,  las  Guaduas  del  litoral  están 
reemplazadas  por  las  Chasqueas,  que  no  presentan  formas  tan  giganteas,  pero, 
siendo  plantas  sociales,  también  componen  matorrales  impenetrables  y  cubren 
á  veces  grandes  trechos  en  las  faldas  de  los  cerros.  Por  lo  demás  algunas 
especies  de  Chúsqueas  suben  en  la  región  paramal  hasta  la  altura  de  4000  me- 
tros. Los  tallos  sólidos  pero  livianos  de  las  Chúsqueas  sirven  para  muchos 
objetos,  para  los  cuales  en  la  región  baja  se  emplea  la  Guadua  y  el  Carrizo. 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  439 

Llegando  á  la  altura  de  3000  metros,  en  unos  puntos  un  poco  mas  abajo, 
en  otros  algo  mas  arriba,  observamos,  que  la  flora  subtropical  ya  se  mezcla 
mucho  con  los  elementos  de  la  subandina.  La  vegetación  arbórea  se  hace 
mas  baja  y  mas  rala,  y  cede  finalmente,  en  «la  ceja  de  la  montaña»  el 
terreno  á  la  de  los  arbustos  y  frútices  de  Tliibaudia,  Escallonia,  Drimys, 
Barnadcsia  y  otros,  que  conoceremos  después. 

Por  mas  rica  y  variada  que  sea  la  región  de  los  bosques  exteriores  de 
los  Andes,  que  acabamos  de  recorrer  desde  los  llanos  hasta  cerca  de  los 
páramos,  es  sinembargo  muy  pobre  en  plantas  de  cultivo,  que  le  fuesen 
propias.  Ya  he  dicho  en  otro  lugar,  que  la  región  es  muy  poco  poblada. 
En  los  valles  andinos,  en  que  se  hallan  viviendas  humanas,  se  cultivan  los 
productos  de  la  tierra  caliente  y  de  los  llanos,  hasta  donde  sea  posible,  asi 
el  café,  la  caña  de  azúcar,  el  plátano  y  guineo,  y  algunos  mas  en  pequeña 
escala.  Lo  mismo  vale  de  los  árboles  frutales,  de  los  cuales  prosperan  mejor 
la  naranja  y  el  limón.  Mas  arriba,  donde  ya  no  se  dan  los  productos  tropi- 
cales, comienza  el  cultivo  de  las  plantas  que  son  propias  á  la  región  inter- 
andina de  los  cereales;  de  manera  que  la  intermedia  intertropical  queda  sin 
agricultura  especifica.  De  los  árboles  frutales  quisiera  agregar  á  esta  región 
la  Chirimoya  (Anona  Cherimolia),  aunque  se  cultiva  también  en  los  llanos 
(p.  ej.  en  la  isla  de  Puna),  y  en  la  región  interandina.  En  estado  silvestre 
y  formando  bosques  enteros  encontré  la  Chirimoya  en  las  montañas  de  la 
provincia  de  Loja,  por  ejemplo,  entre  Loja  y  Malacatos,  en  la  altura  do  1800 
á  2000  metros.  Pero  en  general  se  puede  decir,  que  la  región  de  esas  mon- 
tañas es  mucho  mas  pobre  en  frutas  comestibles  silvestres,  que  la  de  los 
llanos  tropicales  y  la  interandina;  será  un  paraiso  para  los  botánicos,  pero 
no  para  la  pobre  gente,  que  debe  vivir  en  ella. 

Ahora  deberíamos  pasar  al  lado  oriental  de  los  Andes,  y  describir  la 
misma  región  tropical  y  subtropical,  que  cubre  las  faldas  orientales  de  la 
Cordillera  real  desde  300  á  3000  metros  de  altura.  Pero  aquí  no  nos  exten- 
deremos mucho,  porque  el  hábito  ó  la  fisonomía  de  la  vegetación  es  esencial- 
mente la  misma,  que  al  lado  occidental,  distinguiéndose  las  mismas  zonas 
y  fajas.  Muchas  especies  son  idénticas  ó  pertenecen  á  lo  menos  al  mismo 
género.  Cierto  es,  que  hay  también  algunas  formas,  que  son  propias  á  la 
región  oriental  y  faltan  á  la  occidental,  como,  por  ejemplo,  el  árbol  de  Canela 
(Candía  alba);  pero,  conociendo  por  propia  experiencia  muy  poco  de  esa 
flora  del  oriente,  no  me  atrevo  á  exponer  sus  diferencias  características.  Falta 
todavía  el  estudio  científico  de  ella,  y  las  listas  de  plantas  orientales,  que 
dan  Velasco  y  Villavicencio,  no  sirven  de  nada,  porque  no  indican  los  nombres 
botánicos  (los  indígenas  varían  mucho  según  las  regiones),  ni  las  zonas,  ni 


440  GEOGRAFÍA    BOTÁNICA    Y   ZOOLÓGICA.    —    CAPÍTULO    I. 

las  alturas  en  que  se  hallan;  asi  quedan  para  la  geografía  botánica  sin  valor. 
El  señor  Orton  insertó  á  su  obra  varias  veces  citada  (The  Andes  and  the 
Amazons),  algunos  capítulos  muy  interesantes  sobre  la  flora  de  la  hoya 
amazónica,  pero  se  refiere  mas  bien  á  las  partes  medias  é  inferiores  de  ella 
(del  Brasil),  que  al  Marañon  superior  y  á  los  declives  orientales  de  los 
Andes,  que  nos  interesan  en  primer  lugar.  Sinembargo  indicaré  algunas 
plantas  notables.  Al  lado  occidental  de  los  Andes  no  conozco  ninguna  palma 
de  hojas  en  forma  de  abanico  (como  la  Toquilla),  pero  en  el  lado  oriental 
se  encuentran  varias  especies  de  ellas,  sobre  todo  las  Mauritias;  la  M. 
flexuosa  sube  en  el  Ñapo  y  demás  tributarios  del  Marañon  hasta  la  altura 
de  1000  metros  hacia  el  pié  de  la  Cordillera.  Las  palmas  de  hojas  pluma- 
das son  muy  abundantes,  entre  otras  la  que  se  llama  Chatribira.  La  Palma 
de  cera  del  Marañon  es  la  Copernicia  cerífera;  pero  en  las  montañas  sobre 
Canelos  crece  también  la  legitima  Palma  de  cera,  el  Ceroxylon  andicólum.  — 
La  lana  de  algunos  Eriodendros  gigantescos  reemplaza  la  de  los  Ceibos  "de 
nuestra  región  litoral.  —  El  Mahagoni  legitimo  del  Brasil  (Smdcnia  maJta- 
goni)  sube  hasta  la  región  del  Ñapo  y  se  encuentra  al  lado  del  Cedro  (Ce 
drcla  odor  ata),  cuya  madera  le  parece  en  algo.  —  Algunos  árboles  de 
diferentes  géneros  dan  una  goma  parecida  á  la  Gutta-percha  de  la  India 
oriental.  El  Caucho  proviene  aquí  de  la  Siphonia  elástica  (en  las  vertientes 
occidentales  de  la  Castilloa  clástica),  el  Copal  de  una  especie  gigantesca  de 
Hymenaca,  y  el  bálsamo  de  Copaiba  de  varias  especies  de  Copaifera.  El 
aceite  de  Sasafras  proviene  probablemente  del  Laurus  Pucheri,  y  el  Sangre 
de  drago  del  Crotón  sanguifluum,  que  crece  también  en  las  provincias  occi- 
dentales. —  Una  planta  sumamente  venenosa  es  la  Strychnos  toxifera,  de 
que  los  indios  preparan  el  veneno  para  sus  flechas,  el  «Urari»,  que  es  pro- 
bablemente distinto  de  «Curare»  del  Orinoco.*)  Una  planta  muy  narcótica 
es  también  la  Aya-huasa  (Banisteria  caapi),  cuya  infusión  toman  los  indios 
salvajes  para  producir  un  estado  singular  de  embriaguez,  en  que  suelen 
tener  las  visiones  mas  extrañas.  Parece  procudir  un  efecto  semejante  al  del 
opio.  Mas  provechosa  es  la  Guayusa  (llex  sp.),  que  reemplaza  el  té,  y  se 
parece  mucho  al  Mate  de  Paraguai.  —  De  las  montañas  de  Canelos  sacan 
los  indios  á  la  plaza  de  Baños  y  de  Riobamba  una  fruta  deliciosa,  que  se 
llama  Granadilla  de  Quijos  (Passiflora  sp.),  que  es  la  mejor  de  cuantas 
Granadillas  crecen  en  nuestro  territorio.  Las  demás  frutas  peculiares  del 
Oriente  son  poco  conocidas,  porque  no  vienen  á  nuestros  mercados. 


*)  Los  indios  Cayapas  envenenan  sus  flechas  con  el  cocimiento  de  un  Solanum,  que 
talvcz  no  se  distingue  del  S.  melancholicum  (el  Yencnillo),  y  se  parece  en  algo  al  Sola- 
num  quítense  (Naranjilla). 


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VEGETACIÓN  A  MEDIA  ALTURA  DE  LA  CORDILLERA. 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOB.  441 

4°.    La  región  interandina  de  los  cereales  (subandina). 

Con  este  nombre  designamos  aquella  región  vegetal,  que  se  extiende 
entre  las  dos  Cordilleras  altas  de  los  Andes  sobre  las  hoyas  interandinas  en 
la  altura  de  2000  á  3400  metros  y  que  se  distingue  especialmente  por  el 
cultivo  de  los  cereales.  Se  vé  que,  en  cuanto  á  las  alturas,  no  se  sigue 
directamente  á  la  subtropical  húmeda  de  las  faldas  exteriores  de  la  Cordillera; 
está  mas  bien  intercalada  lateralmente  entre  ella  y  la  región  andina.  En 
las  vertientes  interiores  de  las  Cordilleras  baja  hasta  1800  metros  y  se 
mezcla  con  la  subtropical,  donde  esta  puede  entrar  por  los  valles  trans- 
versales de  los  rios  (Catamayo,  Jubones,  Chimbo  y  Chanchan,  Pastaza, 
Guallabamba,  Mira).  En  las  vertientes  exteriores  suben  los  bosques  húmedos, 
como  hemos  visto,  hasta  mas  do  3000  metros,  y  solo  de  allí  (desde  la  «ceja 
de  la  montaña»)  se  mezclan  con  ellos  las  formas  de  la  flora  interandina  ó 
subandina,  formando  una  faja  de  unos  400  metros,  hasta  la  altura  de  3400, 
y  rodeando  los  cerros  de  todos  los  lados. 

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Fig.  39.    Corte  ideal  de  las  reglones  de  vegetación. 
2.  Llanos.    3.  Montañas  tropicales  y  subtropicales  de  los  Andes.    4.  Begion  interandina  (subandina). 

5.  Región  andina.    6.  Nieve  perpetua. 

El  limite  superior  de  la  región  subandina  podemos  fijar  en  la  altura 
indicada  de  3400  metros,  que  coincide  casi  con  aquel,  hasta  el  cual  se  puede 
cultivar  la  cebada. 

El  clima  del  pais  interandino  es  muy  diferente  del  de  las  regiones,  que 
hemos  considerado  hasta  ahora,  se  distingue  por  un  temperamento  templado 
y  hasta  frió,  y  sobre  todo  por  la  mayor  sequedad.  Al  clima  se  adapta 
naturalmente  la  vegetación,  y  en  efecto,  desaparecen  de  ella  casi  todas  las 
formas,  que  nos  recuerden  la  zona  intertropical;  su  aspecto  complexivo  es 
monótono  y  triste.  A  esto  contribuye  mucho  la  escasez  ó  falta  casi  com- 
pleta de  bosques;  la  vegetación  arbórea,  que  poseía  sin  duda  en  su  estado 
natural,  se  ha  reducido  á  campiñas  rasas  y  á  dehesas.  El  monte  se  ha 
refugiado  á  algunas  quebradas  inaccesibles  de  los  valles  y  de  los  páramos, 
y  aun  en  estos  lugares  merece  mas  bien  el  nombre  de  matorral  que  no  de 
selva.    La  población  humana  se  ha  concentrado  desde  tiempos  remotos  en 


442  GEOGRAFÍA    BOTÁNICA   Y   ZOOLÓGICA.    —   CAPÍTULO  L 

las  hoyas  andinas,  y  ella  ha  alterado  la  fisonomía  de  la  vegetación,  especial- 
mente desde  el  tiempo  de  la  conquista  europea,  cuando  comenzó  el  cultivo 
de  los  cereales  en  gran  escala;  pero,  para  decir  la  verdad,  aquí  la  ingerencia 
del  hombre  no  ha  ennoblecido  y  amenizado  la  naturaleza,  como  en  otros 
paises  agrícolas,  aqui  generalmente  la  ha  dañado  y  esterilizado  con  su 
miserable  sistema  de  agricultura. 

Como  tipo  de  nuestra  región  podemos  considerar  los  planos  de  las  hoyas 
de  Riobamba,  Latacunga,  Quito,  que  se  hallan  en  la  altura  de  unos  2800  me- 
tros, con  una  temperatura  media  de  13°  ó  14°  C.  Pero  baja  en  algunos  valles 
(Catamayo,  Yunguilla,  Guallabamba,  Chota)  hasta  1500  metros  con  17°  ó 
18°  C.  de  temperatura,  sin  cambiar  esencialmente  el  carácter  del  aspecto 
exterior,  si  exceptuamos  algunos  cañaverales  y  cafetales,  ó  uno  que  otro 
árbol  frutal;  al  contrario,  la  gran  sequedad  que  reina  en  estos  valles,  hace 
el  contraste  con  la  región  húmeda  en  las  montañas  exteriores  en  la  misma 
altura,  tanto  mas  notable.  —  Pero  ya  examinemos  la  flora  un  poco  mas 
de  cerca. 

Lo  caracteristico  de  la  flora  interandina  ha  de  buscarse  especialmente 
en  los  arbustos,  frútices  y  yerbas,  desempeñando  los  árboles  un  papel  muy 
subordinado;  sinembargo  comenzaremos  con  ellos. 

El  Capulí  (Prunus  salicifolius)  señala  con  tanta  seguridad  la  sierra,  como 
la  Palma  de  coco  la  cercanía  del  mar.  No  dudo,  que  sea  indígena,  pero 
comunmente  se  halla  cultivado  en  los  campos,  huertas,  y  al  rededor  de  las 
cabanas  de  los  indios.  Su  porte  recuerda  el  cerezo  de  Europa,  con  el  cual 
se  iguala  también  por  su  madera  fina,  pero  no  por  su  fruta,  que  es  bastante 
acerba,  y  se  puede  comer  solo  en  un  pais,  en  que  otras  frutas  mejores 
escasean.  —  El  Sauce  (Salix  Huwboldtiana),  que  encontramos  en  las  tem- 
bladeras del  litoral,  crece  también  á  lo  largo  de  los  arroyos  y  de  las  acequias 
de  la  sierra.  Mas  frecuente  es  todavía  el  Aliso  (Betula  acuminata),  que  en 
el  rio  Pastaza  baja  hasta  cerca  de  los  llanos  de  Pintuc  (1000  m.).  —  Al- 
gunos árboles  frutales  se  cultivan  en  las  haciendas  de  los  valles  abrigados, 
como  de  Chillo  y  Tumbaco,  de  Guallabamba  é  Ibarra,  de  las  provincias  del 
Azuay  y  de  Loja.  En  estas  huertas  prospera  el  Naranjo,  Limón,  la  Vid,  el 
Peral,  Durazno,  Albaricoque,  Membrillo,  la  Chirimoya,  el  Mirto  y  Arrayan, 
algunas  especies  de  Guabo  (Inga  sp.)  y  el  Tóete  (Juglans  sp.).  Este  último 
árbol,  que  dá  una  madera  fina,  como  la  Juglans  regia  de  Europa,  parece  ser 
indígena,  aunque  nunca  lo  he  encontrado  en  el  estado  silvestre;  Orton  lo 
considera  como  propio  de  los  Andes  ecuatorianos  y  peruanos,  y  dice  que  es 
una  especie  de  Juglans  todavia  no  descrita.  Por  su  fruta  so  acerca  mucho 
á  algunas  especies  norteamericanas  (J.  nigra,  cinérea). 

Entre  los  arbustos  de  la  región  interandina  predominan  indudablemente 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  443 

as  Chucas  y  sus  congéneros  (Bochar is  y  Eupatorium  sp.),  en  general  las 
Syngyncsias  ó  Compuestas.  En  gran  variedad  se  puede  estudiarlas  en  las 
cercas  vivas,  que  separan  los  campos,  y  comunmente  so  encontrarán  entre 
ellas  también  otros  arbolitos  característicos  de  esta  región,  como  el  Guantuc 
(Datura  sanguínea)*),  el  Lechoso  (Euphorbia  Latazi),  el  Saúco  (Ccstrum), 
algunas  Miconias,  la  Dalca  Mutisii,  uno  que  otro  Solanum  arborecente,  y 
talvez  un  Chamburo  (Carica  digitata),  que  es  la  Papaya  de  la  sierra,  y  se 
cultiva  mucho  en  las  haciendas  y  cerca  de  las  casas  do  los  indios.  —  Cuanto 
mas  seca  y  árida  es  la  región,  con  tanto  mayor  frecuencia  se  presentan  los 
Espinos  (Cercus  septum,  que  es  el  mayor,  y  otras  especies  menores),  las 
Tunas  (Opuntia  tuna),  las  Cabuyas  (Agave  americana  y  Fourcroya  sp.  que 
es  la  «Cabuya  blanca»).  Las  últimas  son  de  mucha  utilidad,  reemplazando 
sus  tallos  livianos,  cuando  secos,  en  parte  las  cañas  del  litoral,  y  sub- 
ministrando sus  hojas  la  valiosa  fibra  de  la  pita.  Las  dos  especies  de  Ca- 
buya se  usa  para  formar  cercas  vivas  impenetrables,  á  veces  en  unión  de 
los  Espinos  y  Tunas,  pero  se  cultivan  también  en  matas  aisladas  sobre 
campos  arenosos,  que  no  producen  otra  cosa.  Las  Cabuyas  y  las  Cácteas 
son  las  formas  mas  grotescas  de  la  flora  interandina.  —  En  algunos  planos 
estériles  (p.  ej.  entre  Latacunga  y  Ambato)  y  sobre  todo  en  las  laderas  ári- 
das de  los  valles  profundos  (Catamayo,  Yunguilla,  Guallabamba  etc.)  prospera 
el  árbol  resinoso  del  Molle  (Schinus  mollis),  una  de  las  formas  mas  elegantes 
de  esta  región.  Pero  á  su  lado  y  en  esas  mismas  laderas  abruptas,  crecen 
otros  arbustos  y  yerbas,  que  son  como  emblemas  de  la  sequedad  y  del 
desierto.  Aquí  se  repite  de  cierto  modo  la  flora  de  la  costa  árida,  solo  en 
otras  especies.  Para  citar  un  solo  ejemplo,  nombraré  la  bajada  de  San  An- 
tonio al  puente  de  Alchipichi  en  el  valle  de  Guallabamba,  que  será  conocida 
por  muchos  de  mis  lectores.  Algunos  arbustos  cenicientos  de  Crotón,  algunas 
Mimosas,  por  aquí  por  allá  un  raquítico  algarrobo  (Prosopis  hórrida),  de 
cuyas  ramas  se  cuelgan  las  barbas  largas  de  las  Tillandsias,  agitadas  por 
un  viento  seco  y  caliente  como  el  siroco  de  la  Sahara.  Hé  aquí  esta  flora 
tristísima,  cuyo  solo  aspecto  es  capaz  de  provocar  la  sed  y  el  cansancio. 

Muy  distinto  y  mas  ameno  es  el  aspecto  de  la  flora,  si  de  las  altiplani- 
cies subimos  en  las  montañas  hacia  el  límite  superior  de  la  región,  es  decir, 
hacia  el  principio  de  los  páramos,  por  ejemplo  en  las  faldas  del  Pichincha 
sobre  Quito.  Entre  3000  y  3400  metros  do  elevación  los  bosquecillos  se 
componen  de  los  arbustos  siempre  floridos  de  la  Barnadesia  spinosa,  Mico- 
nía  quitensis,  Thibaudia  acuminata,  Fuchsia  ampliata,  Vattea  stipularis,  Es- 


*)  El  Floripondio  (Datura  arbórea)  se  cultiva  también  en  las  huertas,  pero  silvestre 
se  encuentra  en  zonas  mas  bajas  y  calientes,  también  en  el  litoral. 


444  GEOGRAFÍA  BOTÁNICA  Y  ZOOLÓGICA.  —  CAPÍTULO  I. 

callonia  myrtilloides,  Gaulthieria  Pichinchcnsis,  Siphocampylus  giganteas,  varias 
Gynoxis,  Baccharis  y  Eupatorium,  Mutisia  PichincJiensis ,  Ribes  parviflorum, 
Rubus  gluucus,  stipularis,  glabratus  etc.  etc.  En  algunas  partes  predominan 
las  Chasqueas  sobre  los  arbustos  nombrados.  —  Estos  bosquecitos  represen- 
tan tal  vez  con  mas  fidelidad  la  flora  interandina  primitiva,  que  las  planicies 
cultivadas,  en  que  fué  en  gran  parte  destruida.  Ellos  se  encuentran  igual- 
mente, en  las  mismas  alturas,  á  los  lados  exteriores  de  los  cerros,  donde 
descienden  poco  á  poco  á  la  región  húmeda,  como  queda  dicho  mas  arriba. 
—  También  la  flora  herbácea  es  bastante  rica,  llamando  la  atención  las 
elegantes  Calceolarias,  que  pertenecen  á  las  formas  mas  características  de 
la  región  (C.  serrata,  hyssopifólia,  amplexicaule,  crenata,  son  las  mas  comu- 
nes, pero  hay  muchas  otras,  mas  raras)*);  las  Salvias  con  sus  corolas  azules 
y  coloradas  (S.  macrostachya,  quitensis,  tortuosa,  phoenicea  etc.);  las  Gardo- 
quias;  la  Argemone  mexicana,  especialmente  en  los  campos  áridos;  algunas 
especies  de  Hypcricum,  que  parecen  preferir  el  terreno  de  la  cangagua;  los 
géneros  Chenopodium,  Plantago,  Rubia,  Senecio,  Gnaphálium,  Solanum,  Vale- 
riana, una  multidud  de  Gramíneas,  entre  las  cuales  descuella  el  género 
Paspálum  en  los  potreros,  y  el  Sigsig  (Arundo  nítida),  á  la  margen  de  las 
pampas  arenosas  y  en  las  faldas  de  los  cerros.  Una  planta  muy  singular 
y  á  la  vez  muy  común,  que  sube  hasta  los  páramos,  es  la  Bromeliácea  lla- 
mada Achupalla  (Pouretia  pyramidata),  cuyos  troncos  negros  y  escamosos 
serpean  como  culebras  y  enormes  gusanos  por  las  laderas,  formando  mator- 
rales espesos.  En  su  cercanía  y  en  parajes  semejantes  se  encontrarán  tam- 
bién los  pequeños  frútices  de  la  Moruna  (Vaecinium  mortinia)  con  frutos 
comestibles,  y  del  Ckanchc  (Coriaria  thymifolia),  cuyas  uvillas  dan  una  tinta 
muy  buena.  —  Entre  las  frutas  espontáneas  de  la  región  debemos  nombrar 
también  la  agradable  Naranjilla  (Solanum  quítense)  y  el  Taxo  (Taxonia 
mixta).  El  último  se  encuentra  silvestre  y  ademad  cultivado  en  las  huertas 
en  algunas  variedades;  su  fruta  es  agradable,  pero  inferior  á  la  de  su  pró- 
xima pariente,  la  Granadilla.  Por  sus  hermosísimas  flores  escarlatas  la 
Taxonia  manicata  es  un  adorno  especial  del  valle  de  Guaranda  y  Chimbo, 
donde  crece  en  abundancia  enredando  los  arbustos  en  los  bordes  de  los 
caminos.  Fuera  de  los  taxos,  la  región  es  bastante  pobre  en  enredaderas, 
y  ellas  se  limitan  casi  á  algunas  plantas  herbáceas. 

Los  Heléchos  desempeñan  un  papel  muy  subordinado;  aunque  hay  nume- 
rosas especies,  no  influyen  en  la  fisonomía  general  de  la  flora,  como  en  las 


*)  Las  Calceolarias  se  encuentran  en  todo  el  pais  interandino,  hasta  Colombia,  y  no 
comprendo,  como  Uumholdt  pudo  afirmar,  que  faltan  desde  Quito  y  el  Pichincha  hacia 
el  Norte.    (Ans.  d.  Nal.,  II,  pág.  101.) 


LA   VEGETACIÓN   DEL   ECUADOR.  44f> 

zonas  húmedas;  son  pequeños  y  adaptados  al  clima  seco,  con  excepción  de 
algunos  arbóreos,  que  se  hallan  en  regiones  muy  altas,  y  sobre  todo  en  las 
vertientes  exteriores  de  las  Cordilleras,  donde  reina  mas  humedad  atmos- 
férica. La  cosmopolita  Pteris  aquilina  forma  á  veces  matorrales  extensos.*) 
Igual  carácter  seco  llevan  las  epífitas,  aunque  entre  las  Orquideas  hay  todavía 
algunas  muy  notables  y  graciosas.  El  Oncidium  nubigetmm  cubre  los  arbo- 
litos  raquíticos  hasta  los  limites  superiores  de  nuestra  región. 

Los  árboles  frutales  ya  quedan  indicados,  igualmente  algunas  otras  fru- 
tas  cultivadas  en  las  huertas.  A  estas  debemos  agregar  el  Pepino  (Solanum 
muricatum)  y  la  Frutilla  (Fragaria  chiloensis?),  que  prospera  especialmente 
en  las  cercanías  de  Ambato.  —  Todas  las  hortalizas  europeas  se  dan  muy 
bien,  como  las  Lechugas,  Cebollas,  Ajos,  Coles,  Rábanos,  Nabos,  Remolachas, 
Zanahorias  (Daucus  carota)  etc.,  al  lado  de  las  indígenas,  entre  las  cuales 
se  cuenta  la  Arracacha  esculenta  (Zanahoria  del  pais),  y  varias  especies  de 
Calabazas.  Es  de  notar,  que  en  los  jardines  prosperan  también  la  mayor 
parte  de  las  flores  de  adorno  de  Europa,  que  en  el  litoral  ardiente  ó  mueren 
ó  quedan  raquíticas,  como  las  Violetas  (Viola  odor  ata),  los  Pensamientos 
(Viola  tricolor  grandiflora),  los  Claveles  (Dianthus  caryophyllus)  y  otras. 

La  agricultura  de  la  región  interandina  tiene  un  aspecto  europeo.  Ya 
no  hablaremos  de  las  pequeñas  plantaciones  de  caña  de  azúcar,  de  café  y 
de  plátano,  que  se  introducen  por  los  profundos  valles  interandinos  de  la 
zona  subtropical,  sino  tan  solo  de  aquellas,  que  prosperan  en  el  clima  sub- 
andino.  —  Fuera  de  los  potreros  naturales,  el  pasto  general  de  la  sierra  es 
la  Alfalfa  (Medicago  sativa),  que  se  cultiva  en  todas  partes,  donde  hay  que 
mantener  caballos  y  muías.  Tiene  felizmente  esta  planta  útilísima,  de  origen 
europeo,  una  extensión  vertical  muy  grande,  desde  los  valles  ardientes  (con 
riego  artificial)  hasta  cerca  de  los  páramos.  El  que  ha  viajado  en  el  Ecua- 
dor alto,  sabrá  apreciarla,  pues  antes  puede  pasar  una  semana  sin  pan,  que 
un  dia  sin  alfalfa  (para  sus  bestias,  por  supuesto).  En  caso  de  necesidad 
las  hojas  de  mais  son  el  sustituto  de  la  alfalfa. 

De  los  cereales  europeos  se  cultiva  en  el  Ecuador  solamente  el  Trigo 
(Triticum  sp.)  y  la  Cebada  (Hordeum  sativum),  mientras  que  el  Centeno  y 
la  Avena  son  casi  desconocidos.  El  Trigo  dá  bien  hasta  la  altura  de  3000, 
y  la  Cebada  todavía  en  la  de  3400  metros.  Ambos  productos  apenas  abas- 
tecen las  provincias  del  interior,  las  litorales  reciben  la  harina  de  California 
y  de  Cliile.  —  El  cultivo  del  Mais  (Zea  mais)  es  bastante  general,  pero 
solo  en  las  partes  fértiles  y  abrigadas  de  la  región  produce  bien,  mientras 
que  en  las  altiplanicies  áridas,  por  ejemplo,  de  Riobamba,  Ambato,  Lata- 

*)  De  igual  modo  la  encontré  en  las  pampas  altas  de  las  islas  de  Galápagos. 


446  GEOGRAFÍA   BffTÍTlCJL   Y  ZOOLÓGICA.   —  CAPÍTULO  L 

cunga.  queda  mezquino  y  es  muy  tardío.    El  mais  forma  hoy  día,  como  en 
la  remota  antigüedad,  uno  de  los  alimentos  principales  de  la  población  in- 
diana.   La  mazorca  tierna  cocida,  que  es  el  choclo,  viene  también  á  la  mesa 
de  los  rico*:  el  mai.s  tostado  ó  cocido  (el  motel  es  el  fiambre  ordinario  de 
la  gente  pobre  en  la  sierra,  y  reemplaza  el  pan?  como  en  la  costa  el  ¡da- 
taño  tostado.    Una  inmensa  cantidad  de  mais  se  usa  en  la  fabricación  de 
la  chicha,  que  llaman  de  jora,  esa  bebida  predilecta  de  los  indios,  que  les 
reemplaza  la  cerveza  y  el  vino.    El  tratamiento  del  mais  es  casi  el  mismo 
que  el  de  la  cebada  en  la  fabricación  de  la  cerveza,  y  la  chicha  tiene  varias 
propiedades  de  la  última,  menos  el  sabor  que  es  distinto.  —  Al  lado  del 
mai.s,  la  Quínua  (Chenopodium  quinua)  era  el  grano  principal  de  los  indios 
antiguos.     Hoy  dia  su  cultivo  está  muy  reducido  por  el  uso  de  k>6  otros 
cereales,  y  casi  limitado  á  las  regiones  superiores,  próximas  a  loe  páramos. 
En  los  mismos  parajes  frios  prosperan  tres  plantas  con  raices  tuberculosas, 
también  cultivadas  desde  la  antigüedad  india,  la  Oca  (Oxalis  erenata)r  el 
Melloco  (Uttucus  tuberosas)  y  la  Maskua  (Tropaeclnm  tuberos***).    Todas  tres 
no  llegan,  ni  de  lejos,  á  la  importancia  de  la  Papa  (Solanum  tuberos***), 
esta  panacea  universal,  que  en  el  Ecuador  alto  desempeña  el  mismo  papel 
importante  como  en  otros  paises  del  mundo,  que  permiten  su  cultivo.     La 
papa  es  para  la  sierra,  lo  que  el  plátano  para  el  litoral.    Prospera  desde  la 
cercanía  de  los  páramos  hasta  los  valles  con  un  temperamento  medio  de 
18  grados,  pero  no  desciende  á  los  llanos  mas  calientes.    Se  dice,  que  Chile 
es  la  patria  de  la  papa,  pero  se  ha  encontrado  también  en  algunos  puntos 
de  las  Cordilleras  ecuatorianas  en  estado  silvestre.    Su  cultivo  data  de  la 
remota  antigüedad  india,  á  lo  menos  en  el  imperio  de  los  meas.    La  papa 
y  el  mais  son  los  dos  productos  mas  valiosos,  que  el  mundo  nuevo  dio  al 
antiguo,  en  recompensa  de  los  cereales  europeos.  —  De  legumbres  se  cul- 
tivan en  cantidades  algo  considerables,  la  Arveja  (Pisum  sativum),  la  Lenteja 
(Ervum  Icnsj,  el  Garbanzo  (Cicer  arietinum).  Habas  (Vicia  faba)  y  Frijoles 
(Vhnscólus  vulgaris,  nanus,  mnltiflorus):  con  excepción  de  los  últimos,  las 
demás  son  introducidas  de  Europa. 

La  Vid  produce  bien  en  algunos  valles  abrigados,  y  hace  unos  lo  años, 
que  en  los  valles  de  Tumbaco  y  de  Patate  se  ha  comenzado  con  bastante 
entusiasmo  ú  sembrar  algunas  viñas,  al  parecer  con  buenos  resultados.  Sin- 
embargo  este  cultivo  quedó  limitado  á  pocas  haciendas  y  no  ha  tomado 
mayor  incremento. 

En  las  consideraciones  generales  sobre  la  agricultura  de  la  región  inter- 
andina, siento  no  poder  estar  de  acuerdo  con  algunos  escritores,  que  pintau 
este  puis  como  uno  de  los  mas  fértiles  del  mundo.  El  Ecuador  interandino 
produce  lo  que  necesita,  y  en  atención  á  su  población  rala,   mas  de  lo  que 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  447 

necesita;  también  es  cierto,  que  puede  extender  todavía  su  agricultura  con- 
siderablemente. Pero  con  esto  esta  todavía  lejos  de  contar  entre  los  países 
agrícolas  mas  productivos,  es  decir,  entre  los  que  pueden  exportar  su  abun- 
dancia en  gran  escala;  para  esto  le  falta  el  terreno.  En  la  carta  de  vege- 
tación se  observa,  que  la  región  interandina,  que  he  llamado  la  de  los 
cereales,  de  suyo  es  bastante  reducida;  pero  mas  de  la  mitad  de  ella  es  in- 
cultivable, sea  por  lo  alto  y  frío,  sea  por  lo  escarpado  y  quebrado,  sea  por 
lo  estéril  del  terreno.  Casi  la  mitad  de  esta  región  consta  de  páramos,  y 
¿qué  queda?  un  pais  quebradísimo,  cascajoso,  arenoso,  en  general,  y  fértil 
solo  por  partes.  Estas  partes  son,  en  comparación  con  el  todo,  muy  redu- 
cidas, y  comparables  con  los  oasis  del  desierto.  Rara  vez  se  encontrará  un 
terreno  apto  de  algunos  kilómetros  cuadrados  continuos.  El  que  llama  las 
altiplanicies  de  Riobamba,  de  Ambato  (con  excepción  del  valle  mismo),  de 
Latacunga,  de  Quito,  «fértiles»,  ó  no  ha  visto  jamas  en  su  vida  un  pais 
fértil,  ó  se  engaña  á  si  mismo  y  á  otros.  ¿Quien  puede  negar,  que  hay 
terrenos  magníficos,  por  ejemplo,  en  una  parte  de  la  provincia  de  Imbabura, 
en  los  valles  de  Tumbaco,  Chillo,  Machachi,  en  las  provincias  de  Cuenca  y 
de  Loja,  en  que  un  clima  suave,  un  riego  suficiente  y  un  suelo  feraz  dan 
cosechas  abundantes,  en  que  las  haciendas,  rodeadas  de  mirtos  y  naranjos 
y  otros  árboles  frutales,  constituyen  sitios  deliciosos?  Pero  tales  localidades 
forman  por  desgracia  casi  las  excepciones,  y  seria  un  gran  error  generalizar 
esta  feracidad  para  todo  el  pais  interandino.  Para  probar  la  gran  fertilidad 
de  las  provincias  del  interior,  se  suele  enumerar  una  lista  larga  de  productos 
vegetales,  que  se  encuentran  allá.  Pero  si  todos  ellos  crecen  en  ciertos 
puntos  de  la  sierra,  ¿á  caso  está  probado,  que  se  puede  cultivarlos  en  gran 
escala?  En  un  pais,  en  que  no  hay  invierno  (es  decir,  una  estación  de  frió 
intenso),  es  natural  que  debe  haber  mayor  variedad  de  productos  agrícolas, 
que  en  países  boreales,  por  esto  todavía  no  se  puede  decir  que  es  mas 
feraz.  —  No  hay  duda,  que  el  estado  primitivo  de  la  agricultura  que  es 
poco  mas  ó  menos  el  mismo,  que  han  introducido  los  conquistadores  espa- 
ñoles, hace  tres  siglos  y  medio,  contribuye  mucho  á  los  resultados  mezqui- 
nos, que  se  consigue  actualmente  (siempre  exceptuando  algunas  localidades 
privilegiadas),  y  que  un  sistema  mas  racional  de  la  labranza,  el  empleo  de 
abonos  convenientes,  y  la  regularizacion  del  riego  artificial,  podrían  producir 
un  cambio  muy  notable,  y  duplicar  ó  triplicar  el  rendimiento  del  suelo;  pero 
un  impedimiento  grande  consiste  también  en  la  naturaleza  del  suelo,  y  en 
la  escasez  de  terrenos  verdaderamente  ricos,  á  lo  menos  en  las  provincias 
centrales  desde  el  Azuay  hacia  el  Norte.  La  cangagua,  por  ejemplo,  que 
cubre  terrenos  inmensos,  y  ciertas  otras  tobas  volcánicas,  jamas  serán  fa- 
vorables á  la  agricultura.     Si  el  Ecuador  alto  fuese  tan  poblado  como  la 


448  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y   ZOOLÓGICA.   —   CAPÍTULO   I. 

Europa  central,  el  suelo  no  podría  alimentar  la  población  con  sus  productos 
agrícolas,  mucho  menos  proveer  las  demás  provincias.  —  Es  posible  y  aun 
probable,  que  mi  opinión  se  halle  en  oposición  con  la  de  muchos  ecuatoria- 
nos, que  esperan  que  con  el  impulso  de  un  ferrocarril  andino  el  interior  se 
convertirá  en  un  pais  esencialmente  agrícola  y  exportador  de  cereales.  Creo 
que  las  esperanzas  en  este  punto  son  exageradas,  y  que  la  utilidad  de  la 
via  férrea  se  manifestará  por  otros  efectos;  mas  bien  quisiera  pronosticar 
para  el  Ecuador  alto  un  gran  desarrollo  de  la  ganadería,  á  la  cual  se  prestan 
muy  bien  sus  extensos  terrenos  incultos  é  incultivables,  especialmente  en  la 
región  de  los  páramos.  Con  mi  opinión  sobre  la  feracidad  limitada  del  suelo 
interandino  no  estoy  enteramente  aislado,  observadores  exactos  é  imparciales 
se  han  expresado  en  el  mismo  sentido. (46)  Para  mi  el  centro  de  gravedad 
de  la  agricultura  ecuatoriana  ha  de  buscarse  en  las  provincias  litorales  (mas 
tarde  talvez  también  en  las  orientales)  y  no  en  las  interandinas. 

6o.   La  región  andina,  ó  de  los  páramos. 

La  extensión  de  esta  última  región  vegetal  es  grandísima;  pues  ocupa 
los  anchos  lomos  de  las  dos  Cordilleras  grandes,  los  nudos  interandinos,  y 
muchas  montañas  intermedias  mas  ó  menos  aisladas,  que  exceden  á  la  al- 
tura de  3000  ó  3400  metros.  Sus  condiciones  climatológicas  singulares  he 
expuesto  en  otro  lugar,  y  no  falta  mas,  que  completar  el  cuadro  con  algu- 
nos detalles  botánicos.  Sus  limites  verticales  podemos  poner  entre  3400  y 
4600  metros  de  altura;  su  flora  se  desarrolla  poco  á  poco  de  la  subandina 
y  se  pierde  finalmente  entre  las  nieves  eternas  de  los  cerros  mas  altos. 

En  el  límite  superior  de  los  bosquecitos  subandinos,  descritos  en  la 
sección  precedente,  desaparecen  poco  á  poco  ciertos  géneros  de  arbustos,  y 
aun  familias  enteras,  como  las  Mirtáceas,  Melastomáceas,  Mirsíneas,  Piperá- 
ceas, Araliáceas  etc.,  y  en  su  lugar  se  presentan  otras  plantas,  que  con  toda 
seguridad  anuncian  el  páramo  y  una  altura  de  mas  de  3400  metros,  por 
ejemplo,  la  Chuquiragua  (Cliuqniragtia  microphylla  é  insigáis,  aunque  la  última 
baja  algo  mas),  Calceolaria  ericoides,  Valeriana  rígida,  Werncria  disticha, 
Potrníilla  andina.  La  paja  del  Ishu  (Stipa  lchii)  ya  principia  en  la  zona 
subandina,  pero  solo  en  esta  región  superior  llega  á  su  dominio  indisputado. 
Con  algunos  de  sus  congéneros  (Andropogon,  Tuspahim  etc.)  forma  los  pa- 
jonales, que  con  desesperada  monotonía  cubren  centenares  de  leguas  en  las 
Cordilleras  de  los  Andes.  Las  Gramíneas,  y  especialmente  la  Stipa  Ichu, 
constituyen  el  elemento  esencial  de  la  flora  andina,  y  le  imprimen  su  carác- 
ter singular;  las  demás  plantas  «alpinas»  casi  desaparecen  entre  los  altos 
y  densos  mechones  de  la  paja,  y  solo  hacia  el  límite  de  la  nieve,  donde 
aquellos  se  hacen  mas  ralos  y  bajos,  pueden  desarrollarse  con  mayor  libertad. 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  449 

Apesar  de  mucha  semejanza  y  analogía  entre  los  elementos  botánicos  de 
la  flora  andina  y  de  la  alpina  de  Europa,  existe  sinembargo  una  diferen- 
cia inmensa  en  el  aspecto  complexivo  ó  general  de  las  dos,  y  bajo  este 
punto  de  vista  la  flora  alpina  lleva  la  ventaja  indisputable.  lié  aquí,  como 
se  expresa  el  mejor  conocedor  de  la  flora  ecuatoriana,  que  en  tiempos  ante- 
riores ha  estudiado  también  la  alpina:  «El  aspecto  de  los  pajonales  está 
muy  lejos  de  poderse  comparar  con  el  tan  profundamente  simpático,  alegre 
y  amenísimo  de  los  Alpes.  En  ellos  se  puede  decir  que  la  naturaleza  se 
despierta  casi  improvisamente  del  profundo  letargo  invernal,  y  rebosa  de 
nueva  vida.  El  espectador  casi  no  dá  crédito  á  sus  propios  ojos  al  ver 
cambiada  de  repente  y  como  por  incanto  la  faz  de  aquellos  parajes,  poco 
antes  tan  escuálida  y  triste,  en  otra  tan  alegre  y  risueña.  Parece  que  á 
los  suaves  calores  de  Mayo  y  de  Junio  la  vida  se  reviste  allí  de  todo  lo  mas 
hermoso  y  brillante,  como  para  el  tiempo  de  sus  fiestas,  sabiendo  los  dias 
de  luto  y  desolación  que  le  han  de  llegar  mas  tarde.  El  rigor  invernal  de 
esas  regiones  destruye  enteramente  sus  tallos  jugosos  é  inmaduros,  y  así  es 
que  en  primavera  la  nueva  vegetación  puede  mostrarse  con  todo  el  fausto 
de  sus  tiernos  retoños,  no  ofuscados  por  los  restos  escuálidos  de  la  pasada. 
Por  el  contrario,  en  los  pajonales  de  los  Andes  el  período  mas  largo  de 
vegetación  permite  á  los  tallos  consolidarse  mas,  y  muertos  resisten  mas  á 
las  causas  destructoras,  esperando  del  tiempo,  lo  que  no  puede  sobre  ellos 
la  inclemencia  demasiado  mitigada  de  las  estaciones,  y  entre  tanto  ofuscan 
y  afean  con  sus  despojos  fúnebres  el  brillo  de  las  recientes  generaciones.»*) 
¡Este  es  el  efecto  necesario  de  la  «primavera  eterna»!  expresión  del  todo 
inadecuada  tanto  para  el  clima,  cuanto  para  la  vegetación.  En  el  páramo 
no  hay  ni  primavera,  ni  otoño,  ni  verano,  ni  invierno,  solo  hay  eternamente 
lo  mismo.  Dos  terceras  partes  de  las  hojas  de  la  paja  siempre  están  secas 
con  un  color  parduzco  ó  amarillento,  las  nuevas  de  un  verde  azulejo  pro- 
ducen con  aquellas  ese  manto  aceitunado,  que  se  llama  pajonal  y  cubre 
todas  las  montañas.  Un  desierto  completo  no  hace  en  el  viajero  las  im- 
presiones tan  tristes  y  melancólicas,  como  el  yermo  de  los  pajonales. 

Aquí  tratamos  solamente  de  la  fisonomía  general  del  páramo  y  de  sus 
rasgos  característicos;  pero  debemos  agregar,  que  la  flora  de  esta  región, 
analizada  por  el  botánico  de  profesión,  no  deja  de  ser  muy  interesante. 
Provoca  espontáneamente  á  una  comparación  con  las  floras  árticas  y  alpinas, 
con  las  cuales  presenta  tanta  analogía,  y  excita  al  pensador  á  considera- 
ciones profundas  sobre  la  migración  de  los  vegetales,  sobre  el  endemismo, 


*)  P.  L.  Sodiro,  Apuntes  sobre  la  vegetación  ecuatoriana.    Progr.  de  la  Esc.  Polit. 
de  Quito,  1874. 

Wolf,  Ecuador.  29 


450  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.   —   CAPÍTULO   I. 

el  origen  de  los  especies  y  otras  cuestiones  semejantes,  cuya  discusión  nos 
alejaría  demasiado  de  nuestro  objeto.  Algunas  particularidades  de  la  flora 
andina  encontrará  el  lector  en  los  Suplementos. (4f) 

Bajo  el  punto  de  vista  económico  los  páramos  son  un  país  de  pasto,  y 
como  tal  tienen  una  importancia  muy  grande  para  el  Ecuador.  La  riqueza 
de  muchas  haciendas  consiste  únicamente  en  tantas  leguas  de  páramo,  ó 
mejor  dicho,  en  tantos  miles  de  cabezas  de  ganado  vacuno,  caballar  y  ove- 
juno, que  pacen  en  esos  páramos;  y  el  pobre  indio,  que  talvez  no  posee 
una  gleba  de  terreno  en  propiedad,  mantiene  sus  animales  en  el  páramo 
comunero;  de  suerte  que  la  existencia  de  millares  de  animales  y  de  cente- 
nares de  propietarios  está  intimamente  conexionada  con  esta  suprema  y  fría 
región  de  los  Andes. 

La  vegetación  arbórea  y  fruticosa  cesa  generalmente  con  la  altura  de 
3500  metros,  sinembargo,  en  algunas  quebradas  abrigadas  sube  algo  mas. 
En  el  Antisana  se  hallan  matorrales  espesísimos  de  2  metros  de  altura  de 
la  Chasquea  aristata  en  mas  de  4000  metros,  y  los  tortuosos  árboles  de 
Quénua  (Polylepis  sp.)  forman  en  el  Chimborazo  (camino  de  Guaranda)  y 
en  otros  cerros,  bosquecillos  en  la  altura  de  4200  metros;  pero  siempre  son 
fenómenos  aislados.  Algunas  plantas  fruticosas  y  leñosas  que  se  hallan 
hasta  cerca  de  la  nieve  perpetua,  apenas  se  levantan  del  suelo  sobre  las 
yerbas  bajas  en  su  cercanía,  y  por  esto  no  hacen  la  impresión  de  arbustos, 
así,  por  ejemplo,  Baccharis  alpina  y  humifusa,  Hedyotis  ericoides,  la  Gaul- 
thieria,  Bubus  nubigenus,  Chuquiraga  microphylla  y  otros.  —  En  4500  metros 
de  elevación,  poco  mas  ó  menos,  la  paja  del  páramo  y  *en  general  las  gramas 
ya  no  son  tan  tupidas,  se  hallan  en  mechas  aisladas  y  esparcidas  y  desa- 
parecen finalmente  casi  por  completo,  de  suerte  que  la  faja  suprema  se 
compone  con  preferencia  de  otras  yerbas  andinas,  algunas  con  flores  grandes 
y  vistosas,  y  la  flora  toma  un  aspecto  mucho  mas  alegre  y  mas  parecido 
al  de  la  flora  alpina.  Como  en  un  jardín  botánico,  y  separados  por  caminos 
y  plazuelas  arenosas,  se  encuentran  vistosos  grupos  de  Gentianas,  Acaenas, 
Malvastros,  Valerianas,  las  lanuginosas  especies  de  Culcitium  (frailejones)  y 
el  grotesco  Lupinus  alopecuroides  (Gonda,  cola  de  caballo).  Las  Wemerias 
y  una  pequeña  Umbellifera,  Pcctophytum,  forman  céspedes  densísimos  ó  al- 
mohadillas de  un  verdor  primoroso,  entre  ellas  se  levantan  los  colorados  y 
cilindricos  tallos  del  Lycopodium  crassum  y  L.  erythraeum  (Tarugo-cacho), 
asi  como  las  enrolladas  hojas  de  un  helécho  singular  (Jamesonia  cinnamomea). 
—  En  4<í00  metros  de  altura  la  vegetación  herbácea  ya  es  muy  rala,  y  los 
arenales  se  cubren  por  grandes  trechos  con  liqúenes  cenicientos  ó  blanque- 
cinos (  Stereocatdon  sp.).  Sinembargo  no  faltan  del  todo  las  fanerógamas, 
y  algunas,  como  el  Culcitium  nirale  y  rufescens,  la  Valeriana  alypifclta,  la 


LA  VEGETACIÓN  DEL  ECUADOR.  451 

Pernettya  angustifolta,  trepan  entre  las  mancha»  de  nieve  hasta  alturas,  que 
exceden  de  la  linea  ordinaria  de  la  nieve  perpetua.  —  Pero  aquí  pongamos 
el  punto  final  á  nuestra  revista  sumaria  de  la  vegetación  ecuatoriana. 

La  distancia  desde  la  palma  de  Coco  hasta  los  liqúenes  del  Chimborazo 
es  corta;  subiendo  del  Golfo  de  Guayaquil  al  Cajas  de  Cuenca,  podemos 
recorrer  todas  las  zonas,  desde  la  ardiente  del  litoral  hasta  la  andina  superior, 
en  un  solo  dia;  pero,  ¡qué  inmensa  variedad,  qué  riqueza  sorprendente  de 
esta  vegetación,  acumulada  en  un  pequeño  espacio!  Pocos  países  habrá  en 
el  mundo,  que  abran  á  la  ciencia  botánica  y  á  la  especulación  humana  un 
campo  tan  vasto  y  grato,  como  el  Ecuador.*47' 


29 


Capítulo  n. 
La  Fauna  del  Ecuador. 

En  cuanto  á  la  fauna  descriptiva  del  país  nos  hallamos  talvez  en  peores 
condiciones,  que  con  la  flora,  pues  existen  muy  pocos  trabajos  especialistas 
sobre  ella,  y  estos  incompletos.  Las  observaciones  sobre  la  distribución 
geográfica  de  los  animales  no  son  tan  obvias,  como  las  que  se  refieren  á 
la  vegetación,  y  en  mis  viajes  pude  dispensar  solo  de  paso  alguna  atención 
á  esta  materia.  Por  estos  motivos  nuestra  revista  zoológica  será  bastante 
corta,  y  en  lugar  de  hacerla  por  regiones  y  zonas,  he  preferido  seguir  el 
orden  sistemático  del  reino  animal,  haciendo  algunas  observaciones  de  las 
clases  principales  que  lo  constituyen. 

I.  Mamíferos. 

1°.  Los  monos,  limitados  á  las  zonas  calientes,  se  encuentran  con  mas 
frecuencia  y  mayor  variedad  en  la  región  oriental  (amazónica)  que  en  la 
occidental.  Los  mas  comunes  son  los  Micos  de  dos  ó  tres  especies  (Cehus), 
que  á  veces  causan  un  daño  considerable  en  los  maisales  y  cacaotales  y 
por  esto  son  perseguidos.  Mas  grandes  son  los  Monos  negros  (Mycetes), 
que  por  la  madrugada  y  al  ponerse  el  sol  acostumbran  congregarse  en  las 
copas  mas  altas  de  los  árboles,  á  veces  en  la  cercanía  de  las  haciendas,  y 
cantar  en  coro  con  sus  voces  estentóreas,  que  hacen  resonar  la  selva  en 
contorno.  Otro  mono  frecuente  en  los  bosques  occidentales  es  el  Brazo- 
largo  (Áteles),  con  extremidades  muy  largas  y  solo  cuatro  dedos  en  las 
manos;  su  carne  es  buena  para  comer.  De  las  regiones  del  Ñapo  se  trae 
algunos  monitos  muy  graciosos  (CaUithri.i ,  Midas,  Hapale  sj).),  que  se  do- 
mestican con  facilidad,  pero  generalmente  mueren  pronto  en  un  clima,  que 
no  sea  igual  al  de  sus  bosques  húmedos  y  calientes.  En  el  Ecuador  viven 
cerca  de  40  especies  de  monos. 

2o.  Murciélagos  hay  en  abundancia  y  en  cuatro  ó  cinco  especies;  son 
mas  propios  á  las  regiones  calientes  que,  á  las  frias.    Aunque  son  animales 


LA    FAUNA   DEL    ECUADOR.  453 

útiles  por  devorar  una  multitud  de  insectos  nocivos,  son  sinembargo  hués- 
pedes malquistos  y  molestosos,  cuando  eligen  por  centenares  los  techados 
de  las  casas,  como  sucede  en  el  litoral.  Una  especie  grande  (Phyllos(oma) 
visita  de  noche  los  rebaños  de  ganado  y  sangra  los  animales,  con  preferencia 
los  mulares.  Una  sola  sangría  no  importa  mucho,  pero  cuando  se  repite 
cada  noche,  debilita  y  arruina  los  animales.  Hay  épocas,  ea  que  este  mur- 
ciélago se  aumenta  tanto,  que  llega  á  ser  una  plaga  terrible  y  una  amenaza 
seria  para  las  haciendas  de  ganado,  como  sucedió,  por  ejemplo,  hará  unos 
diez  años,  en  la  isla  de  Puna. 

3o.  Los  Carnívoros  forman  un  contingente  respetable  de  la  fauna  ecua- 
toriana. De  la  familia  felina  tenemos  cinco  ó  seis  especies.  El  Yaguar  ó 
tigre  americano  (Fdis  onca)  es  propio  de  la  región  caliente  de  toda  la 
América  tropical  y  es  la  fiera  mas  grande  y  mas  temible  de  este  continente. 
Rara  vez  acomete  al  hombro  sin  ser  provocado  ó  herido,  pero  en  las  ha- 
ciendas de  ganado  á  veces  hace  destrozos  entre  los  terneros  y  potros.  No 
es  raro  en  nuestras  montañas,  y  con  frecuencia  se  puede  observar  sus  pisa- 
das frescas  en  el  suelo,  ú  oir  su  bramido,  y  sinembargo  rarísima  vez  el 
viajero  tiene  ocasión  de  verlo;  en  veinte  años  y  en  mis  muchísimos  viajes 
solo  dos  tigres  se  me  presentaron,  en  distancias  considerables  y  por  un 
momento.  —  El  Puma  ó  león  americano  (Félis  concolor)  es  algo  mas  pe- 
queño que  el  Yaguar  y  menos  peligroso.  Se  halla  desde  el  litoral  hasta  la 
zona  superior  de  los  páramos.  Su  caza  no  es  peligrosa,  y  á  los  indios  de 
Papallacta  he  visto  cojerlo  con  el  lazo.  Al  lado  de  las  dos  especies  grandes, 
tenemos  las  pequeñas  que  se  llaman  Tigrillos  (Fclis  pardalis,  tigrina,  ma- 
croura),  que  en  el  campo  son  los  peores  enemigos  de  las  gallineras,  dispu- 
tando las  presas  á  los  zorros;  también  roban  otros  animales  domésticos,  por 
ejemplo,  puercos.  En  el  litoral  he  visto  con  alguna  frecuencia  un  Gato  montes, 
de  color  gris  y  del  tamaño  de  un  gato  grande,  muy  parecido  á  Fclis  Catus 
de  Europa  y  probablemente  una  especie  nueva,  es  decir,  todavía  no  descrita. 

La  familia  canina  está  representada  por  una  hermosa  especie  de  Zorro, 
que  en  el  pais  se  llama  lobo*)  (Canis  Aearae)  y  que  vive  en  las  regiones 
altas,  especialmente  en  los  páramos.  En  toda  su  forma  y  en  sus  costumbres 
se  parece  mucho  al  zorro  europeo  (Canis  vulpes).  —  América  tenia  al  tiempo 
de  la  conquista  sus  propias  especies  de  perros,  pero  ninguna  se  halla  en 
el  Ecuador  en  estado  silvestre;  las  razas  domesticadas  que  tenían  los  indios, 
están  hoy  dia  tan  cruzadas  con  las  europeas,  que  ya  no  se  puede  hablar 
de  perros  indígenas. 


*)  En  el  Ecuador  se  llaman  «zorros»)  animales  de  distintas  familias,  los  Didelphys 
y  los  Mephitis;  el  único  zorro  verdadero  llaman  «lobo». 


454  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y   ZOOLÓGICA.   —  CAPÍTULO   II. 

Mas  numerosa  que  la  canina,  es  la  familia  ursina  en  nuestro  pais.  Un 
Oso  de  regular  porte  (Ursus  aJbifrons)  se  halla  en  -la  zona  subtropical  y 
sube  hasta  los  páramos.  En  la  región  baja  vive  el  Cuchuche  (Nasua  so- 
cialis),  que  es  estimado  por  su  carne  y  se  domestica  fácilmente,  como  un 
perro.  A  las  orillas  de  los  ríos  se  encuentra  el  Procyon  cancrivorus,  que  se 
parece  mas  bien  á  un  perro  que  al  oso,  y  se  alimenta  especialmente  de 
cangrejos  y  camarones.  Un  animalito  muy  gracioso  de  esta  misma  familia 
es  el  Cercoleptes  caudivolvtdus.  En  su  figura  y  por  el  modo  de  vivir  en  los 
árboles,  se  acerca  á  los  monos;  lleva  una  vida  nocturna  y  duerme  durante 
todo  el  dia,  enrollado  en  su  larga  y  lanuda  cola.  Vive  solamente  al  pié  de 
la  Cordillera  occidental,  donde  hace  algún  daño  en  los  cacaotales.  En 
Guayaquil  se  lo  vé  á  veces  domesticado,  y  se  llama  Cusumbe. 

Á  la  familia  de  los  tejones  pertenecen  los  zorros  de  la  sierra  (Mephitis  vit- 
tata),  animales  de  bonito  pellejo,  que  se  defienden  contra  sus  perseguidores, 
arrojándoles  un  liquido  sumamente  hediondo,  preparado  en  glándulas  especiales. 
El  objeto  que  llega  en  contacto  con  esta  materia,  conserva  el  olor  nauseabundo 
por  muchos  meses.  —  Algunas  especies  de  Comadrejas  son  comunes  en  las 
huertas  del  litoral,  y  una  hermosa  Nutria  vive  en  los  ríos  de  la  pesca. 

4o.  Marsupiales  hay  pocos  en  el  Ecuador.  Una  especie  (Didélphys)  es 
generalmente  conocida,  sobre  todo  en  el  litoral,  donde  se  llama  «Zorro». 
Vive  en  las  casas  á  manera  de  las  ratas,  á  las  cuales  se  parece  en  algo, 
especialmente  en  el  rabo;  pero  se  distingue  por  parir  sus  hijos  en  un  estado 
embrional  y  por  criarlos  en  una  bolsa  que  carga  en  el  vientre. 

5o.  Los  Roedores  son  muy  numerosos;  al  lado  de  los  mas  pequeños  (los 
ratoncitos),  poseemos  uno  de  los  mas  grandes  del  mundo,  que  es  la  Guanta 
(Coelogcnys  paca)  con  una  carne  exquisita.  Vive  en  la  región  tropical  y 
subtropical,  como  su  pariente  próxima,  la  Guatusa  (Basyproda  Agutí).  El 
Cui  (Cavia  Cobaya)  es  mas  cosmopolita,  y  se  propaga  con  la  misma  rapidez 
en  la  cobacha  del  litoral  como  en  la  choza  del  páramo,  pero  se  halla  solo 
en  el  estado  domesticado.  Su  carne  no  es  menos  sabrosa  que  la  de  la 
Guatusa,  y  Cui  asado  con  papas  y  salsa  de  mani,  forma  uno  de  los  mejores 
platos  de  la  sierra.  Conejos  (Lepus  sp.)  se  encuentran  desde  el  litoral  hasta 
la  zona  paramal,  pero  no  sé  si  pertenecen  á  una  sola  ó  á  varias  especies. 
Ardillas  (Sciurus  sp.)  son  muy  comunes  en  los  bosques,  y  en  las  huertas 
de  cacao  forman  á  veces  una  verdadera  plaga,  por  cuyo  exterminio  se  paga 
premios  á  los  peones.  —  No  enumeraremos  las  muchas  especies  pequeñas, 
que  se  comprende  comunmente  con  el  nombre  genérico  de  ratones,  solo  ob- 
servaremos, que  algunas,  que  son  plagas  domésticas,  como  el  ratoncito 
ordinario  (Mus  tnusculus)  y  las  ratas  (Mus  rattus  y  M.  dectwianus)  son  de 
origen  europeo  é  introducidas  casualmente  por  los  buques.  —  De  la  extra- 


LA   FAUNA   DEL   ECUADOB.  455 

vagante  familia  del  Puerco-espin  tenemos  una  especie,  bastante  rara,  de  Cerco- 
labes,  que  vive  sobre  los  árboles  y  se  agarra  con  el  rabo  como  los  monos. 

t>°.  Entre  los  Edentados  contamos  nuestras  dos  especies  de  Perezosos,  ó 
«Perico  ligero»,  una  con  dos  uñas  en  las  manos  (Cholopus  didactylus)  y 
otra  con  tres  (Bradypus  tridaciylus);  ambas  se  encuentran  con  frecuencia 
en  las  selvas  del  litoral.  En  la  misma  región  y  en  la  subtropical  se  hallan 
los  Armadillos  (Dasypus  sp.)  que  en  lugar  de  cerdas  llevan  capachos  sólidos 
por  cubierta,  y  los  Osos  hormigueros  (Myrmecophaga  júbata)  con  sus  hocicos 
extremadamente  largos  y  bocas  muy  chicas.  Según  las  muchas  pieles,  que 
se  venden  en  Guayaquil,  se  debe  suponer,  que  el  oso  hormiguero  es  un 
animal  frecuente  en  el  litoral. 

7o.  De  los  Multúngulos,  cuyo  representante  principal  era  en  la  época 
cuaternaria  el  Mastodonte  de  los  Andes  (Mastodon  Andium),  nos  quedaron 
dos  especies  de  Tapiro  (Danta,  Gran  bestia).  Este  animal  singular,  que 
parece  compuesto  del  burro,  del  elefante  y  del  puerco,  es  el  mamifero  in- 
dígena mas  grande  del  continente  sudamericano,  del  porte  de  un  burro.  La 
especie  mas  común,  casi  pelada,  como  el  elefante,  es  el  Tapirus  americanas, 
y  vive  en  la  región  amazónica,  siempre  en  la  cercanía  de  los  rios  y  pan- 
tanos. Nunca  la  encontré  al  lado  occidental  de  los  Andes.  La  segunda 
especie,  algo  mas  pequeña  y  de  piel  lanuda,  es  el  Tapirus  villosus,  y  se 
encuentra  en  los  páramos  del  Ecuador  alto.  La  carne  del  Tapiro  se  come. 
A  la  misma  clase  de  los  Multúngulos  pertenecen  también,  fuera  del  puerco 
domesticado,  dos  puercos  indigenas  y%  silvestres,  que  se  llaman  Jabalí  y 
Saino  (Dicotyles  lábiatus  y  D.  torquatus).  Se  distinguen  por  una  glándula 
llena  de  una  sustancia  hedionda,  que  llevan  sobre  el  lomo  y  que  algunos 
toman  equivocadamente  por  un  segundo  ombligo.  Andan  en  manadas  y 
ocasionan  mucho  daño  en  las  plantaciones  de  las  provincias  litorales.  El 
Saino  se  domestica  fácilmente,  y  la  carne  de  ambas  especies  es  sabrosa. 

8o.  La  clase  de  los  Solidúrtgulos  se  extinguió  en  Sudamérica  en  la  época 
cuaternaria,  y  sus  dos  representantes  actuales,  el  Caballo  (Equus  caballas) 
y  el  Burro  (Equus  asintts)  son  introducidos  de  Europa. 

9o.  Los  Iluminantes  indigenas  tampoco  no  son  numerosos.  La  Llama 
(Auchenia  lama)  probablemente  ya  no  he  halla  en  ningún  punto  del  Ecuador 
alto  en  el  estado  silvestre,  y  también  su  cria  no  tiene  la  misma  importancia 
como  en  el  Perú  y  en  Bolivia.  Solo  en  las  provincias  del  Chimborazo,  del 
Tunguragua  y  de  León  so  encuentra  en  manadas  algo  considerables.  —  De 
los  Venados  son  los  mas  comunes  el  Cervus  chilensis  (llamado  también  an/i- 
sanensis)  en  las  regiones  altas,  especialmente  en  los  páramos,  y  el  Cervus 
virginianas  en  todo  el  litoral.  Todos  los  demás  Ruminantes  del  Ecuador, 
como  la  cabra,  la  oveja,  la  res,  son  introducidos  de  Europa. 


456  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y   ZOOLÓGICA.   —   CAPÍTULO   II. 

10°.  De  las  Focas  el  Lobo  marino  (Otaria  jubata)  visita  por  una  casua- 
lidad nuestras  cosías,  mientras  que  en  las  islas  de  Galápagos  es  muy  común. 
Allá  se  encuentra  también  otra  especie  algo  mas  rara  y  mas  pequeña,  el 
Lobo  de  doble  pelo  (Arctocephálus  australis  ú  Otaria  falklandica).  A  los 
animales  de  esta  clase  convienen  mas  bien  los  mares  de  agua  fria. 

11°.  Los  Cetáceos  son  igualmente  propios  á  las  zonas  árticas,  y  en  los 
mares  tropicales  se  hallan  muy  pocas  especies.  La  Ballena  austral  (Bcdaena 
australis  ó  antárctica),  distinta  de  la  de  Groenlandia,  es  frecuente  en  el 
Archipiélago  do  Galápagos  y  objeto  de  una  pesca  lucrativa.  En  ciertas 
épocas,  especialmente  cuando  tiene  cria,  visita  también  las  aguas  tibias  de 
la  costa  ecuatoriana.  —  De  los  Delfines  el  mas  conocido  y  mas  común  es 
el  Bufeo,  este  payaso  del  mar,  que  acompaña  los  buques  en  grandes  manadas, 
y  divierte  á  los  pasajeros  con  sus  saltos  caprichosos.  Probablemente  es  la 
misma  especie  (Delphinm  delphis),  que  vive  también  en  el  Atlántico  y  en 
el  Mediterráneo,  y  que  desempeña  un  papel  en  la  mitología  griega  y  romana. 
—  Un  Cetáceo  muy  interesante,  que  vive  no  solamente  en  el  mar,  sino  tam- 
bién en  el  agua  dulce  del  Marañon  y  do  sus  grandes  tributarios  (rio  Ñapo  etc.) 
es  la  Vaca  marina  (Manatus  americanus),  de  que  se  aprovecha  la  carne  y 
la  grasa. 

II.  Aves. 

Si  la  América  del  Sur  no  puede  competir  con  los  otros  continentes  en 
el  número  y  la  magnitud  de  los  mamíferos,  en  la  clase  de  las  aves  los 
aventaja  mucho.  Estableciendo  una  proporción  entre  la  extensión  territorial 
y  el  número  de  aves,  que  contiene  cada  una  de  las  Repúblicas  sudameri- 
canas, resulta  que  el  Ecuador  es  el  pais  mas  rico  en  esta  clase,  lo  que  es 
una  consecuencia  de  su  posición  geográfica  y  de  la  gran  variedad  de  su 
territorio. 

Io.  Aves  de  rapiña.  El  rey  de  las  aves  americanas  es  él  Cóndor  (  Vultur 
ó  Sarcorhamphus  gryphus),  que  domina  la  Cordillera  de  los  Andes  desde  el 
estrecho  de  Magallanes  hasta  el  istmo  de  Panamá.  En  el  Ecuador  es  muy 
frecuente,  sobre  todo  desde  el  Azuay  hasta  Colombia,  en  la  cercanía  de 
nuestros  grandes  nevados.  El  macho  adulto  mide  tres  metros  con  las  alas 
extendidas.  Mientras  que  el  Cóndor  en  latitudes  mayores  (Chile)  visita  la 
cosía  del  mar,  en  el  Ecuador  nunca  abandona  la  región  fria;  pero  si,  se  levanta 
á  veces  á  mas  de  <>000  metros,  girando  sobre  las  cimas  nevadas  de  los 
volcanes.  En  las  provincias  del  litoral  se  encuentra  una  especie  mas  pe- 
queña de  buitre,  que  llaman  «liey  de  los  gallinazos»  (Vultur  ó  Sarcorhamphus 
papa),  que  tiene  un  plumaje  mas  vistoso  que  el  Cóndor  y  la  cabeza  colorada 
con  listas  azules.  —  Los  buitres  mas  comunes  son  los  Gallinazos,  especial- 


LA   FAUNA    DEL    ECUADOR.  457 

mente  el  de  cabeza  negra  (Cathartes  atratus  ó  foetetts),  que  no  deja  de  ser 
úül,  por  devorar  cuantas  inmundicias  encuentra  en  la  cercanía  de  las  vi- 
viendas humanas,  sobre  todo  animales  muertos  que  comienzan  á  podrirse. 
Cumple  mejor  con  su  oficio  que  muchos  empresarios  del  aseo  público,  y  con 
razón  goza  del  privilegio  de  inmunidad.  Con  el  anterior,  pero  no  con  tanta 
frecuencia,  se  encuentra  el  Gallinazo  de  cabeza  colorada  (Garthates  aura), 
de  las  mismas  costumbres.  Ambas  especies  suben  hasta  la  zona  fria,  pero 
parecen  preferir  la  caliente.  —  Águilas  verdaderas  no  hay  en  Sudamérica, 
pero  (enemos  una  serie  de  Halcones  (Falco  sp.)  grandes  y  pequeños,  especial- 
mente en  la  sierra,  y  de  Curiquingues  (Polyborus  sp.),  que  por  su  cara  des- 
nuda se  parecen  todavía  en  algo  á  los  buitres.  Se  dice,  que  el  curiquingue 
era  el  ave  sagrada  de  los  Incas.  También  la  Valdivia  del  litoral  pertenece 
á  la  familia  de  los  Halcones  y  se  distingue  ventajosamente  de  sus  parientes, 
por  perseguir,  en  lugar  de  los  pajaritos  inocentes,  las  culebras  venenosas  y 
otros  reptiles.  Con  su  canto  lastimero,  que  deja  oir  de  noche  en  el  bosque 
solitario,  ha  dado  ocasión  á  que  la  gente  la  tome  por  un  mal  agüero,  como 
las  lechuzas.  —  La  lechuza  mas  grande  que  tenemos,  es  el  Buho  (Bubo  sp.), 
que  vive  solitario  en  las  selvas  del  litoral  y  en  las  cuevas  de  los  páramos, 
donde  los  indios  le  llaman  a  cuscungo».  Tal  vez  se  deben  distinguir  varias 
especies.  De  la  lechuzas  pequeñas,  la  mas  ordinaria,  que  se  halla  en  todas 
las  regiones,  es  la  Strix  fiammea,  á  lo  menos  no  puedo  distinguirla  de  esta,  que 
vive  en  toda  la  Europa,  África  y  Asia.  En  las  costas  secas  de  Sta.  Elena 
y  de  Manabi  se  encuentra  una  pequeña  lechuza  que  llama  la  atención,  por 
vivir  en  cuevas  pequeñas,  que  ella  misma  escarba  en  la  tierra,  como  un 
conejo  ó  un  armadillo.  Lleva  una  vida  diurna,  contraria  á  la  de  sus  her- 
manas, pues  durante  todo  el  dia  y  en  el  sol  mas  fuerte  está  sentada  delante 
de  la  puerta  de  su  cueva,  como  una  centinela,  ó  persigue  los  pájaros  como 
un  halcón.  Esta  es  la  Strix  cunicularia,  que  se  halla  por  toda  la  Sud- 
américa en  parajes  semejantes,  por  ejemplo,  en  las  pampas  de  Buenos- Aires. 
2o.  Entre  las  Aves  trepadoras  pongamos  en  primera  linea  los  Papagayos 
de  toda  clase,  que  son  tan  numerosos  y  variados  en  nuestro  pais,  desde  los 
grandes  y  vistosos  Guacamayos  ó  Aras  (Ara  ararauna,  A.  hyacinthinus  etc.), 
hasta  los  graciosos  Pericos  y  Periquitos  (Psittacúla  sp.).  En  medio  están 
los  Loros  (Psittacus  sp.)  de  distintas  clases  con  el  Ghericles  (ó  Chelicres), 
que  es  el  ave  mas  dócil  del  mundo.  Toda  esta  familia  existe  solamente  en 
las  regiones  mas  calientes,  algunas  especies  suben  á  la  subtropical;  también 
en  este  punto,  como  en  otros  tantos,  los  Papagayos  dejan  compararse  con 
los  monos.  —  Las  demás  familias  de  las  trepadoras  se  distinguen  igual- 
mente por  un  plumaje  muy  vistoso,  por  ejemplo,  las  especies  de  Trogon,  que 
no  ceden  al  pavo  real,  y  los  Tucanes,  ó  Predicadores,  ó  Diostedées  (Rham- 


4.'y<  GEOGRAFÍA    BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.   —  CAFÍTCLO  O. 

phusto*  y  Pterojfiossus  *p.)  que  á  la  vez  imponen  por  sos  picos  enormes.  — 
I»*  Carpintero*  (Picus  y  Picumnu*  sp.j  ya  son  de  facciones  mas  modestas; 
¡joseemos  unas  5  ó  0  especies  en  todas  las  zonas.  Finalmente  nombraré  el 
Garrapatero  íCrotopkaga  ani  y  C.  smlcirostris),  que  hace  al  ganado  el  servicio 
de  limpiarlo  de  las  larvas  de  insectos,  y  por  esto  se  encuentra  siempre  en 
los  potreros.  —  La  pequeña  familia  de  los  Martines  ó  Pescadores  (Alcedo  y 
Ccrylc  sp.j  cuenta  algunos  miembros  interesantes  á  hs  orillas  de  nuestros 
rio»  y  esteros. 

:V\  El  orden  de  los  Pájaros  (Passeres)  ó  Cantores  es  muy  grande,  y 
cada  una  de  sus  familias  numerosísima,  de  manera,  que  aquí  ya  no  podemos 
detallar  las  especies,  ni  los  géneros.  A  este  orden  pertenecen  los  Tordos, 
Mirlos,  Cucubes,  Caciques,  Colimbos,  Chirotes,  Olleros,  Brujos,  Sicckas,  Plata- 
neros, Cotingas,  Chagüies,  Ánditos,  Jilgueros,  Gorriones,  Solitarios,  (rallos  de 
peña,  Picaflores  ó  Quindes,  Golondrinas,  Bujtos  etc.  etc.  (el  número  de  las 
especies  pasará  de  400).  —  En  los  pájaros  ecuatorianos  (y  de  Sudamérica 
en  general)  se  observa,  que  liay  entre  ellos  relativamente  muy  pocos  can- 
tores, es  decir,  que  agraden  con  un  canto  melodioso.  Esta  circunstancia 
llama  la  atención  de  todos  los  viajeros,  que  vienen  de  países  Crios  ó  templa- 
dos, donde  los  pájaros  cantan  mucho  mas  y  mejor.  Los  bosques  tropicales 
quedan  silenciosos,  y  no  manifiestan  la  animación,  que  podría  esperarse  de 
la  multitud  de  sus  habitantes  alados.  Como  en  recompensa  de  esta  falta 
ostenta  la  mayor  parte  de  ellos  un  plumaje  espléndido  y  encantador.  Los 
colores  mas  vivos,  muchas  veces  con  visos  metálicos,  se  combinan  del  modo 
mas  caprichoso  y  variado,  para  producir  efectos  sorprendentes.  Unos  se 
visten  de  escarlato  puro  ó  de  verde  y  azul,  otros  andan  en  traje  mas  austero 
de  terciopelo  negro  con  adornos  amarillos,  otros  de  siete  colores  como  arle- 
quines; estos  ponen  todo  su  lujo  en  la  cola,  aquellos  en  la  crestilla  de  la 
cabeza,  y  los  mas  elegantes  y  chicos  (los  colibríes)  llevan  collares  de  zafiros, 
topacios  y  rubíes.  Otra  circunstancia  es  digna  de  reparo:  cuanto  mas  caliente 
es  el  pais,  tanto  mas  vivo  y  hermoso  es  el  plumaje.  La  misma  observación 
se  hace  también  en  otras  clases  des  animales,  especialmente  en  los  insectos. 
Los  pájaros  mas  hermosos  provienen  de  la  región  tropical  y  subtropical ;  en 
la  suhandina  é  interandina  el  vestido  ya  es  mas  modesto,  todavía  con  tal 
cual  adorno  sencillo,  y  en  la  andina  de  los  páramos  se  visten  generalmente 
de  un  ceniciento  ó  pardo  uniforme,  en  plena  armonía  con  los  pajonales 
tristes.  De  esta  regla  general  hacen  una  excepción  los  Picaflores  ó  Quindes, 
que  precisamente  en  la  región  subandina  y  andina  despliegan  todo  su  brillo, 
siendo  en  la  zona  litoral  representados  por  pocas  y  menos  brillantes  especies. 
Kn  las  ásperas  breñas  de  los  Andes  cruzan  sin  descanso  con  vuelo  rapi- 
dísimo el  aire,   lanzando  como  chispas  eléctricas  de  varios  colores,  ó  están 


LA  FAUNA    DEL    ECUADOR.  459 

cerniéndose  sobre  las  llores  de  las  Fuchsias,  Barnadesias,  Thibaudias,  para 
chupar,  no  la  miel  de  ellas,  sino  los  insectitos  que  se  esconden  en  las 
corolas.  Cerca  de  la  nieve  perpetua  encontramos  hermosísimos  Quindes 
(Oreotrochtlus  Pichincha,  O.  Chiwhorazo  etc.)  zumbando  alrededor  de  la 
Chuquiragua  y  de  otras  flores  andinas. 

4o.  De  las  Aves  columbinas  tenemos  una  escala  perfecta  de  unas  20 
especies  desde  la  Torcasa,  que  es  del  tamaño  de  la  paloma  doméstica,  hasta 
la  Tórtola  mas  pequeña  del  porte  de  un  gorrión  (Columba  passerina).  Todas 
las  especies  son  una  caza  buena,  y  algunas  se  amanzan  en  jaulas,  como  la 
paloma  de  la  Cruz,  el  Cuculí,  las  Tórtolas. 

5o.  Aves  gallináceas  hay  de  muchas  especies.  Muy  comunes  y  conoci- 
dos son  los  Faisanes  del  monte  y  las  Pacharracas  (Penelope  sj).  Crax  sp.); 
mas  grande  pero  mas  raro  es  el  Pauji  (Urax  pauxi).  Bajo  el  nombre  de 
Perdices  se  comprenden  diferentes  especies,  y  aun  diferentes  géneros,  en  las 
regiones  litorales  y  andinas  (Attagis,  Crypturus).  Todas  las  gallináceas  son 
perseguidas  por  su  buena  carne. 

6o.  Las  Aves  zancudas  viven  siempre  en  la  cercanía  de  las  aguas,  á  las 
orillas  del  mar  y  de  los  rios,  y  especialmente  en  los  pantanos  y  lagunas. 
Del  gran  numero,  que  forman  este  orden,  nombraremos  las  Garzas,  de  las 
cuales  la  blanca  (Árdea  egretta)  es  la  mas  común,  y  la  A.  candidissima  la 
mas  elegante;  las  garzas  de  cuellos  mas  cortos,  de  porte  mediano  y  plumaje 
oscuro,  llaman  en  el  litoral  Guacos.  El  Clanclon  (Mycteria  americana),  es 
parecido  á  la  cigüeña,  y  se  encuentra  en  las  pozas  y  tembladeras  del 
litoral;  es  la  zancuda  mas  grande  de  Sudamérica;  los  Flamengos  (Phoeni- 
copterus)  visitan  por  casualidad  nuestras  costas,  pero  anidan  en  las  islas  de 
Galápagos.  Los  Cangrejeros  (Ibis  sp.)  abundan  en  los  manglares  y  esteros 
de  la  costa,  y  son  buena  caza.  Otras  especies  de  Ibis  viven  en  las  regiones 
pantanosas  del  interior,  y  á  su  parentela  pertenece  también  la  Bandurria 
de  los  páramos  (Theristicus  caudatus).  Grande  es  la  variedad  entre  las  zan- 
cudas menores,  Gallinetas  y  Zarapicos  (liattus,  Gallinago,  Fúlica,  Gallínula, 
Tringa  etc.),  de  las  cuales  algunas  son  aves  migratorias,  como  el  Veranero, 
que  en  verano  viene  por  millares  á  los  páramos.  A  esta  familia  pertenece 
también  la  Parra  jazana,  que  se  distingue  por  las  espuelas  en  el  codo  de 
las  alas,  y  se  encuentra  por  la  mayor  parte  de  Sudamérica. 

7o.  Aves  palmípedas  ó  nadadoras.  En  este  orden  cuenta  un  gran  número 
de  aves  marinas,  como  el  Alcatraz  (Pelecanus),  el  Piquero  (Sula),  la  Tijereta 
ó  Fragata  (Tachypetes  águila),  las  Gaviotas  (Larus,  Lestris,  Procellaria),  y 
las  graciosas  Golondrinas  del  mar  (Stcrna  sp.).  En  las  islas  de  Galápagos 
se  encuentra  también  el  Albatros  (Diomedca  chlororhynchos)  y  el  Pingüin 
ó  Pájaro-niño  (Aptenodytcs  sp.).     El  Alcatraz,  la  Tijereta  y  el  Cuervo  de 


460  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.    —   CAPÍTULO   H. 

agua  (Garbo  sp.)  suben  en  los  grandes  ríos  litorales  hasta  al  pié  de  la  Cor- 
dillera; y  algunas  especies  de  Gaviotas  viven  también  en  las  lagunas  del 
interior  y  hasta  en  los  páramos.  Pero  las  palmípedas  mas  propias  del  agua 
dulce  son  los  Patos  y  Palillos,  de  los  cuales  poseemos  diferentes  especies, 
entre  ellas  la  Anas  moschata,  en  estado  silvestre  y  domesticado. 

m.  Anfibios  ó  Reptiles. 

Viven  en  abundancia  en  las  zonas  calientes,  algunos  se  encuentran  en 
la  región  subandina,  y  muy  pocos  (batraquios)  suben  á  la  andina.  —  En 
las  costas  del  mar  se  pescan  las  dos  especies  grandes  de  Tortugas,  que  se 
encuentran  en  todo  el  Pacifico  entre  América  y  Asia,  es  decir,  Chélonia 
Mydas  y  Ch.  imbricata,  la  primera  especialmente  por  la  carne,  y  la  segunda 
por  su  concha  valiosa,  que  dá  el  carey.  Las  especies  terrestres  y  palustres 
todas  son  mas  pequeñas,  excepto  el  Galápago  (Testudo  elephantopus),  que 
no  vive  en  el  Continente,  sino  en  las  islas  de  su  nombre.  En  el  litoral 
distinguimos  las  Tortuguillas  (Chélys  sp.)  y  las  Icoteas  (Trionyx?),  las  últi- 
mas viven  mas  en  el  monte  que  en  el  agua,  y  se  mueven  con  mayor 
lijereza  que  sus  congéneros.  En  el  Marañon  y  sus  grandes  tributarios 
(Ñapo,  Pastaza  etc.)  se  encuentran  por  millares  las  tortugas,  que  se  llaman 
Charapas  (Podocnemis,  varias  especies),  y  que  son  un  gran  recurso  para  los 
habitantes  de  aquellas  regiones,  ya  por  su  sabrosa  carne,  ya  por  el  aceite 
que  se  saca  de  sus  huevos,  y  que  se  usa  como  manteca. 

Para  el  orden  de  los  Saurios  tenemos  un  magnifico  representante  en 
nuestro  Lagarto,  que  vive  por  millares  en  los  ríos  del  litoral,  especialmente 
en  el  sistema  del  rio  Guayas,  y  alcanza  el  largo  de  6  metros.  Sabido  es 
que  la  mayor  parte  de  las  especies  americanas  de  Caimanes  y  Aligadores 
son  genéricamente  distintas  del  Cocodrilo  del  África,  constituyendo  el  género 
Alligator.  Pero  de  un  estudio  anatómico  exacto,  practicado  en  los  lagartos 
del  rio  Guayas  y  del  rio  Túmbez,  resultó,  que  ellos  son  verdaderos  Coco- 
drilos, y  se  los  ha  llamado  Crocodilus  occidentales.*)  Después  de  los  largartos 
siguen  en  tamaño  las  Iguanas,  de  3  á  5  pies  de  largo.  La  Iguana  tuber- 
cttlata  es  muy  común  á  las  orillas  de  los  rios  litorales,  y  su  carne  es  tan 
sabrosa,  que  el  montuvio  la  llama  chistosamente  «gallina  del  monte».  No 
es  raro  encontrar  en  el  bosque  el  Basilisco  (Anolis  sp.)  de  un  color  verde 
muy  hermoso  y  del  porte  de  una  pequeña  iguana.  La  gente  tiene  miedo 
de  este  animal,  así  como  de  algunos  otros  de  esta  familia,  porque  los  supone 
venenosos,  pero  sin  razón;  pues  ni  el  Basilisco  lo  es,  ni  las  largartijas  y 
los  camaleones  del  monte,  ni  la  Salamanquesa  de  las  casas,  ni  mucho  menos 

*)  En  el  Orinoco  vive  el  Crocodilus  acutun,  y  en  Méjico  el  Crocodihus  rhomhifer. 


LA   FAUNA   DEL   ECUADOR.  461 

las  graciosas  lagartijas  negras  con  puntos  azules  y  amarillos  (Amciva  vul- 
gar i  s),  que  también  andan  en  las  viviendas  humanas.  La  Salamanquesa 
(Platydadylus  sp.)  trasuda  un  humor  fuerte  de  las  glándulas  de  sus  dedos, 
que  le  ayuda  á  andar  en  las  paredes;  por  lo  demás  es  un  animalito  inofen- 
sivo y  hasta  útil,  porque  devora  una  multitud  de  insectos  nocivos.  No  se 
conoce  ningún  reptil  con  patas  y  párpados,  que  sea  venenoso  (las  culebras 
carecen  de  los  miembros  nombrados). 

El  orden  de  los  Ofidios  ó  de  las  Serpientes  es  desgradiadamente  en  el 
Ecuador  muy  numeroso,  y  constituye  para  las  regiones  calientes  una  de  las 
plagas  mas  grandes.  La  familia  de  las  Boas,  que  comprende  los  magnates 
de  las  culebras,  no  es  venenosa.  A  ella  pertenecen  en  las  regiones  ama- 
zónicas la  Boa  constrictor  y  la  Boa  murina  ó  scytale;  aquella  vive  en  la 
tierra  y  mide  5  metros,  esta,  llamada  Anaconda  y  Mama-yacu,  se  halla 
comunmente  en  el  agua  y  llega  hasta  7  metros  de  largo.  Muchas  fábulas 
se  cuentan  de  las  Boas,  y  sobre  todo  de  la  acuática;  la  primera  nunca 
acomete  al  hombre,  y  la  segunda  rarisima  vez,  ambas  le  huyen,  como 
generalmente  todas  las  culebras,  cuando  no  se  las  irrita.  Al  lado  occidental 
tenemos  otras  especies  de  Boas,  algo  menores,  como  la  Sobrecama  y  la 
Tigre.*)  —  Del  todo  inofensiva  es  la  familia  de  las  Colubrinas  (Coluber  sp.), 
á  que  pertenecen  las  acaseras»  y  las  «tobas»,  que  hay  también  en  la  sierra, 
asi  como  algunas  Corales  (Erythrólampus).  Con  las  últimas  hay  que  andar 
con  cuidado,  porque  por  sus  colores  hermosos  (anillos  negros  y  colorados) 
difícilmente  se  distinguen  de  las  Carales  venenosas  (Elaps  sp.),  que  son 
miembros  de  otra  familia.  De  un  lindo  color  verde  es  la  que  llaman  Papa^ 
gayo  (Dryophis  sp.)  y  que  anda  mucho  por  los  árboles;  pero  también  es 
venenosa,  como  todas  las  siguientes,  la  Estrella,  la  Cascabel,  la  Equis. 
Todavía  no  se  ha  estudiado  bien  las  víboras  del  Ecuador,  pero  me  parece, 
que  con  el  nombre  de  Equis  se  comprende  varias  especies  grandes  y  pe- 
quenas  y  todas  muy  venenosas.  Algunas,  como  la  Equis  «de  rabo  de  hueso» 
y  la  Cascabel  son  Crotalus,  otras  pertenecen  á  los  géneros  Lachesis  y  2W- 
gonocephalus.  —  Una  culebra  venenosa,  la  Pelamys  bicolor,  vive  en  el  mar, 
y  se  halla  con  alguna  frecuencia  en  la  costa  de  Santa  Elena. 

Concluye  la  clase  de  anfibios  con  el  orden  de  los  Batraquios,  á  saber, 
de  las  ranas  y  sapos,  de  que  poco  tenemos  que  decir,  si  no  querimos  entrar 
en  su  descripción  particular.  Para  la  geografía  zoológica  tienen  algún 
interés,  por  ser  los  anfibios,  que  suben  á  la  región  andina,  pues  el  grito 
nocturno  de  los  sapos  nos  persigue  desde  las  calles  inundadas  de  Guayaquil 


r 

*)  Algunos    dan   el   nombro    de   Tigre   también    á   una    especie   grande   de   Equis 
(Lachesis),  y  ella  es  naturalmente  muy  venenosa. 


402  GEOGRAFÍA  BOTÁNICA   Y  ZOOLÓGICA.   —  CAPÍTULO  II. 

hasta  los  páramos  del  Chimborazo,  por  supuesto  con  variaciones,  porque  los 
sapos  serranos  son  distintos  de  los  costeños.  Una  pequeña  rana,  que  vive 
cerca  de  Totorillas  en  mas  de  4100  metros  de  altura,  y  que  Mr.  Boulenger 
ha  llamado  Hylodes  Whymperi,  es  probablemente  el  anfibio,  que  alcanza  la 
mayor  altura  en  el  Ecuador  y  talvez  en  todo  el  continente  sudamericano. 

IV.  Peces. 

En  esta  clase  la  diferencia  entre  la  sierra  y  el  litoral  es  aun  mas 
notable  que  en  los  anfibios;  pues,  en  la  región  interandina  ó  subandina  vive 
una  sola  especie  pequeña,  la  PreñadiUa  (Pimelodus  cyclopum),  y  á  la  andina, 
á  mas  de  3000  metros,  no  sube  ninguna,  mientras  que  en  las  regiones 
calientes  las  especies  de  peces  son  numerosísimas.  —  No  puedo  fijar  exacta- 
mente el  limite,  hasta  donde  suben  algunos  pescaditos  de  la  zona  inferior 
por  los  ríos  en  los  valles  subandinos,  pero  creo  que  ninguno  pasa  el  de 
2000  metros.  De  ahí  hasta  3000  metros  vive  solamente  la  Prefiadilla,  que 
es  propia  á  la  sierra,  y  por  mas  variada  que  sea  en  tamaño  y  figura,  con- 
stituye una  sola  especie,  como  Putnam  y  Day  lo  han  demostrado.*)  Jamas 
se  ha  comprobado,  que  la  Prefiadilla  viva  también  en  aguas  subterráneas, 
ni  que  carezca  de  la  vista.  No  volveremos  aquí  al  mito  geológico,  que  le 
valió  su  nombre  de  Pimelodus  Cyclopum  (véase  pág.  349). 

En  las  provincias  litorales  el  pescado  forma  uno  de  los  alimentos  prin- 
cipales y  mejores  de  la  problacion.  Hay  pejes  que  viven  solo  en  el  mar  ó 
en  los  esteros  de  agua  salada,  otros  que  se  encuentran  solo  en  agua  dulce, 
y  otros  que  prefieren  el  agua  salobre  ó  viven  indistintamente  en  la  salada 
y  en  la  dulce.  En  el  último  caso,  en  que  se  hallan,  por  ejemplo,  la  Corbina, 
el  Robalo,  la  Liza,  los  individuos  que  se  pescan  en  agua  marina,  son  mucho 
mas  sabrosos  que  los  del  agua  dulce.  Es  muy  notable,  que  algunos  de  los 
pejes  grandes  del  mar,  como  el  Tiburón  y  el  Pez-espada,  suben  en  los  ríos 
hasta  las  montañas.  De  la  última  especie  se  cojieron  en  Daule  y  en  Bo- 
degas algunos,  cuyas  espadas,  ó  mejor  dicho  sierras,  midieron  mas  de  un 
metro  de  largo;  yo  mismo  encontré  uno  mediano  en  el  rio  Peripa,  20  leguas 
arriba  de  Balzar.  Sabido  es,  cuanto  abunda  la  cria  del  Tiburón  en  el  rio 
Guayas,  donde  se  llama  Cazón  de  leche  y  se  come.  Ademas  de  los  nom- 
brados se  venden  en  la  plaza  de  Guayaquil  los  siguientes:  Ciego,  Barbudo, 
Bagre,  Dama,  Vieja,  Bocachico,  Lenguado,  Sábalo  y  otros  mas  raros,  no 
hablando  de  las  muchas  clases  que  se  cojen  afuera  en  la  costa  del  mar  y 
en  las  islas  de  Galápagos,  que  son  riquísimas  en  pescado  exquisito.     Hasta 


*)  E.  Whymper,  Trav.  nm.  thc  great   Andes   of  the   Equntor.  pág.  251 — fif>;  y   el 
Apéndice  suplementario  de  la  misma  ol>ra,  pág.  137. 


LA   FAUNA   BEL   ECUADOR.  •  4<)3 

ahora  no  se  ha  hecho  un  estudio  científico  de  los  peces  del  Ecuador  occi- 
dental; el  zoólogo  que  algún  dia  lo  emprenda,  tendrá  una  cosecha  abun- 
dante y  encontrará  probablemente  muchas  especies  nuevas.  —  Mas  rica  en 
peces  es  todavía  la  región  del  Oriente,  donde  el  Marañon  comunica  su 
abundancia  á  los  tributarios  grandes.  Según  Agassiz  el  Amazonas  alberga 
mas  especies  de  peces,  que  ningún  otro  rio  del  mundo. 

V.  Animales  Evertebrados. 

Cuanto  mas  bajamos  en  la  escala  zoológica,  tanto  mas  numerosas  son 
las  clases  y  los  órdenes,  y  si  quisiéramos  entrar  en  la  revista  de  todas  las 
familias,  esto  seria  para  no  acabar  nunca. 

Io.  La  clase  de  los  insectos  por  si  sola  es  tan  grande,  que  su  de- 
scripción llenaría  un  tomo  grueso.  £1  Ecuador  reúne  de  todos  los  órdenes 
los  representantes  mas  grandes  y  brillantes,  pero  al  mismo  tiempo  los  mas 
nocivos  y  venenosos.  De  ellos  vale  lo  que  hemos  advertido  respecto  á  los 
pájaros  y  reptiles:  cuanto  mas  caliente  es  la  región,  tanto  mas  grandes, 
frecuentes  y  hermosos  son  los  insectos;  en  las  zonas  altas  y  frías  llevan 
vestidos  mas  modestos  y  se  acercan  á  sus  parientes  de  los  países  extra- 
tropicales.  Muy  pocas  especies  viven  en  todas  las  zonas,  y  la  mayor  parte 
tienen  una  extensión  vertical  muy  limitada,  como  ciertas  plantas,  de  manera 
que  el  observador  puede  formarse  con  tales  especies  localizadas  una  escala 
hipsométrica  bastante  exacta,  sobre  todo  si  agrega  algunas  plantas  carac- 
terísticas, que  se  hallan  siempre  juntas  con  ellas.  Una  determinada  distri- 
bución geográfica  se  manifiesta  en  todos  los  órdenes  de  insectos,  pero  en 
ninguno  es  mas  fácil  de  observar  que  en  él  de  los  Lepidópteros  diurnos 
(Mariposas).  De  mas  de  500  especies,  que  poco  á  poco  recojí  en  mis  viajes 
(sin  contrar  las  nocturnas  y  crepuscularias),  unas  dos  docenas  me  servían 
como  de  barómetro,  y  me  divertía  adivinando  de  su  aparición  las  alturas 
aproximativas  en  que  me  hallaba.  —  En  algunos  años  ciertas  especies  de 
mariposas  se  aumantan  tanto  que  llegan  á  ser  una  verdadera  plaga  para  la 
agricultura,  no  en  su  estado  perfecto  sino  en  el  de  larva.  Asi  observé  en 
Febrero  de  1883  una  migración  de  mariposas  en  la  costa  de  Manabi,  cerca 
del  Cabo  Pasado.  Durante  mas  de  ocho  días  pasaron  nubes  de  mariposas 
desde  las  7  de  la  mañana  hasta  las  5  de  la  tarde  del  Sur  al  Norte;  de 
noche  descansaron  sobre  la  tierra,  poniendo  al  mismo  tiempo  sus  huevillos. 
De  estos  no  tardaron  de  salir  las  pequeñas  orugas,  que  en  pocos  dias  con- 
virtieron los  potreros,  especialmente  los  de  Janeiro,  en  pampa  rasa,  é  inva- 
dieron hasta  las  plantaciones  de  caña  de  azúcar.  Los  enjambres  se  com- 
pusieron solo  de  dos  especies,  de  una  mariposa  grande  blanca  (Picris  sp.), 


4fi4  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA   Y   ZOOLÓGICA.   —   CAPÍTULO   II. 

que  siempre  es  común,  y  de  la  Libythaea  Carinenta,  que  en  otros  años  no 
es  frecuente. 

Del  orden  de  los  Coleópteros  (Escarabajos)  también  hay  algunos  muy 
nocivos,  como,  por  ejemplo,  la  Calandra  pálmarum,  cuya  larva  grande  y 
gruesa  como  un  dedo,  llamada  gusano  de  las  palmas,  destruye  los  palmares 
de  coco,  comiendo  la  médula  tierna  debajo  de  los  cogollos.  Otros  llaman 
la  atención  por  lo  gigantesco  ó  estrafio  de  sus  formas,  como  el  Dynastes 
Hercules,  con  sus  formidables  tenazas,  cuyo  cuerpo  mide  5  pulgadas;  otros 
por  lo  brillante  de  sus  alas,  de  que  los  salvajes  hacen  adornos  primorosos, 
p.  ej.  Buprestis  gigantea;  otros  por  la  suave  luz  fosforecente  que  despiden 
de  noche,  como  los  Cucuyes  y  las  Candelillas.  Se  conocen  en  el  mundo  mas 
de  90,000  especies  de  Coleópteros,  y  de  ellos  existen  en  el  Ecuador  á  lo 
menos  8000. 

El  orden  de  los  Hymenópteros  se  distingue  mas  bien  por  el  gran  número  de 
individuos  que  por  el  de  especies.  Al  lado  de  algunas  muy  molestosas,  como 
son  las  Avispas,  Moquiñañas,  Cubos,  Abejones  etc.  tenemos  también  algunas 
útiles,  es  decir,  varias  especies  de  Abejas  silvestres,  que  dan  buena  cera  y 
buena  miel.  Se  puede  criarlas  cerca  de  las  casas  en  colmenas,  como  las 
abejas  domésticas  de  Europa.  Son  algo  mas  pequeñas  que  estas,  y  llevan 
la  ventaja  de  que  pican  rara  vez  y  no  tan  duro.  Al  mismo  orden  pertene- 
cen las  Hormigas.  Poco  numerosas  en  la  sierra,  llegan  á  ser  una  plaga 
grande  en  las  regiones  calientes,  desde  las  especies  pequeñas  (locas)  que 
invaden  las  casas,  hasta  las  grandes  (cargaderos)  que  devastan  los  jardines 
y  los  campos.  Sinembargo,  haciéndoles  justicia  debemos  decir,  que  estos 
ejércitos  de  hormigas  limpian  las  casas  y  destruyen  una  multitud  de  ani- 
males nocivos  mucho  mas  grandes  que  ellas  mismas,  y  si  conociéramos  bien 
su  vida  y  sus  costumbres,  tal  vez  resultaría  ser  mayor  la  utilidad  que  el 
daño  que  ocasionan. 

Los  Dípteros  constituyen  el  orden  mas  odioso  de  los  insectos,  á  lo  menos 
según  nuestro  corto  entendimiento;  pues  aquí  se  reúnen  cuantos  bichos  nos 
quitan  el  sueño  y  la  tranquilidad:  Tábanos,  Moscas,  Zancudos,  Jejenes,  Manta- 
blancas,  Mosquitos  de  toda  clase,  y  por  añadidura  Pulgas  y  Niguas.  La  plaga 
de  los  mosquitos  se  considera  comunmente,  no  sin  razón,  por  los  viajeros 
y  los  indigenas  como  una  de  las  plagas  mas  grandes  y  mas  insoportables 
de  las  regiones  tropicales.  Sinembargo  se  debe  decir,  que  el  Ecuador  bajo 
este  punto  de  vista  no  pertenece  ú  los  países  peores  del  mundo.  La  mayor 
parte  de  los  mosquitos  molestosos  ya  desaparecen  á  la  altura  de  300  ó 
400  metros,  en  la  región  subtropical  son  muy  raros,  y  en  la  interandina 
faltan  completamente.  En  las  costas  frescas  de  Stft.  Elena  y  de  Manabi 
escasean    igualmente,    de    manera  que  la  plaga  queda    reducida   casi  á  la 


LA  FAUNA   DEL   ECUADOR.  4G5 

región  baja  y  húmeda.  Los  manglares,  las  tembladeras  y  las  montañas  en 
la  estación  de  las  lluvias,  son  los  sitios  mas  expuestos  y  verdaderamente 
temibles.  Aquí  no  sirve  otra  cosa  sino  paciencia  y  resignación  de  dia,  y 
un  buen  mosquitero  de  noche. 

El  pequeño  orden  de  los  Neurópteros  contiene  animalitos  innocuos  y 
hasta  útiles,  como  las  graciosas  Libélulas  (vulgarmente  Chapuletas),  que 
cazan  mosquitos.  Solo  los  Termitos  ó  Comejenes  (Termes  sp.)  son  fatales. 
En  tamaño  y  forma  parecen  á  las  hormigas  y  viven  también  sociales  como 
estas.  Á  la  entrada  del  invierno  dejan  los  insectos  recien  desarrollados  sus 
escondrijos,  y  por  las  tardes  y  noches  cruzan  por  millardos  la  atmósfera 
formando  enjambres  densos  y  molestando  á  la  gente  en  las  casas.  Después 
de  pocas  horas  de  fandango  botan  sus  alas,  y  huyendo  en  adelante  de  la 
luz,  se  esconden  entre  los  muebles,  libros,  ropa  etc.  y  comienzan  luego  su 
oficio  funesto  de  corroer  y  destruir  todo  cuanto  encuentran,  desde  la  madera 
mas  dura  hasta  el  papel  de  seda.  Los  Comejenes  son  los  enemigos  mortales 
de  los  bibliófilos,  de  los  anticuarios,  de  los  archivarios  y  escribanos,  de  los 
coleccionistas;  ellos  son  la  causa  principal,  de  que  en  todo  el  litoral  no 
existen  archivos  antiguos  ni  documentos  históricos.  En  poco  tiempo  pueden 
destruir  el  mueblaje  lujoso  de  una  casa,  y  aun  la  casa  entera,  minando  y 
excavando  todas  las  maderas  de  tal  modo,  que  queda  finalmente  un  pellejo 
delgadísimo  superficial,  que  cede  á  la  presión  de  un  dedo.  —  En  la  destruc- 
ción de  la  ropa  el  comején  tiene  algunos  asociados,  especialmente  la  Polilla, 
con  cuyo  nombre  se  designa  las  larvas  de  una  pequeña  mariposa  nocturna 
(Tinea  sp.),  y  también,  sobre  todo  en  el  litoral,  otro  animalito,  parecido  á 
un  pejecito  muy  chico,  con  escamitas  lustrosas,  que  es  el  Lepisma,  y  ya 
pertenece  al  orden  siguiente. 

Los  Ortópteros  mas  notables  podemos  dividir  en  saltadores  y  corredores. 
A  los  primeros  pertenecen  las  muchas  especies  de  Langostos  (Caballitos)  y 
Grillos.  Aquellas  llegan  á  veces  en  el  litoral  y  en  algunas  partes  templa- 
das de  la  región  interandina  á  ser  una  plaga  temible  para  la  agricultura. 
Pero  felizmente  las  invasiones  de  la  langosta  no  se  repite  con  tanta  frecuen- 
cia,  como  en  algunas  partes  del  África  y  de  la  Europa  meridional.  —  De 
Cucarr ochas  tenemos  varias  especies  indígenas.  La  grande,  que  ocasiona 
tanta  molestia  en  las  casas,  es  la  Periplaneta  americana,  que  desempeña 
exactamente  el  mismo  papel  que  la  P.  orientalis  en  las  Indias  orientales. 
Ambas  especies  fueron  introducidas  por  los  buques  en  Europa,  y  se  aclima- 
taron  por  desgracia  muy  bien.  A  los  ortópteros  corredores  pertenecen  al- 
gunos insectos  del  monte  con  formas  muy  extravagantes,  algunos  con  alas, 
como  el  Phyllium  que  parece  á  una  hoja  seca,  y  las  especies  de  M antis  y 
Empusa;  otros  sin  alas,  Bacteria  y  Phasma,  pareciéndose  á  palitos  delgados 

Wolf,  Ecuador.  30 


46G  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA  Y  ZOOLÓGICA.   —   CAPÍTULO  II. 

con  seis  palas  largas.    Una  especie,  bastante  común  en  el  litoral,  llega  á 
G  pulgadas  de  largo. 

Los  Henrípteros  forman  el  último  y  mas  asqueroso  orden  de  los  insectos. 
Los  Chinches  y  Piojos  no  son  animales  simpáticos,  y  aunque  entre  los  pri- 
meros hay  algunas  especies  grandes  en  el  monte,  y  de  brillantes  colores, 
siempre  ofenden  el  olfato,  mientras  que  halagan  la  vista.  Tenemos  en 
el  Ecuador,  en  aguas  estancadas,  la  mCucarracha  de  agua»,  Nepa  granáis^ 
que  es  el  Hemiptero  mas  grande  del  mundo,  y  mide  4  pulgadas  de 
largo.  —  En  cuanto  á  los  piojos,  sus  variedades  y  costumbres  —  ¡mejor  no 
menearlo! 

2o.  La  clase  de  los  Aracnoídeos  comprende,  ademas  de  las  Arañas, 
los  Alacranes.  De  los  últimos  hay  varías  especies  (Scorpio  y  Buikus  sp.) 
grandes  y  pequeñas;  su  picadura  generalmente  no  es  mas  doloroso  ni  mas 
peligrosa,  que  la  de  una  avispa  grande,  y  el  mejor  remedio  es  el  amoniaco 
(álcali).  Se  ha  observado,  que  los  alacranes  suelen  ser  tanto  mas  veneno- 
sos, cuanto  mas  seca  es  la  región  en  que  viven,  por  esto  son  mas  temidos 
los  de  Puna  y  de  la  costa.  —  Entre  las  arañas  hay  muy  pocas  venenosas; 
solo  las  grandes  especies  de  Mygale,  que  viven  en  el  monte,  son  de  temer, 
y  su  mordedura  puede  ser  fatal.  La  M.  avicuíaria  tiene  un  cuerpo  peludo 
de  iy2,  y  brazos  de  21/*  pulgadas,  y  se  dice  que  mata  y  chupa  hasta  pe- 
queños pájaros.  Otras  especies  no  mucho  mas  pequeñas  viven  en  huecos 
de  la  tierra  en  parajes  secos,  también  en  las  provincias  del  interior.  — 
Finalmente  mencionaré  un  animahto  muy  molesto  de  esta  clase,  que  en  al- 
gunas partes  del  litoral  se  llama  Celemba  y  en  otras  ColoradiUa  (Trotnbi- 
dium  sp.).  Vive  originalmente  en  las  plantas  del  monte  y  pasa  á  los  ani- 
males y  ú  la  gente,  ocasionando  en  las  pantorillas  y  piernas  una  comezón 
terrible,  porque  se  introduce  debajo  la  piel,  minándola  como  un  gusanillo. 
Se  remedia  esta  plaga  con  frotaciones  de  alcohol  ó  de  limón  ó  de  amoniaco. 
Parientes  mas  grandes  de  la  Celemba  son  las  Garrapatas  (Amblyomma 
americanum),  que  igualmente  pasan  de  las  plantas  silvestres  á  los  animales 
y  hombres.  Una  especie  abunda  en  las  islas  de  Galápagos  (isla  de  Albe- 
marle),  donde  atormenta  esos  reptiles  grandes,  cubriendo  á  veces  literalmente 
toda  su  piel;  y  los  aceiteros,  que  se  ocupan  en  la  caza  de  los  galápagos, 
después  de  cada  jornada  tienen  que  emplear  una  hora  en  quitarse  las  garra- 
palas,  que  han  pasado  á  sus  cuerpos. 

3o.  Lia  clase  de  los  Crustáceos  es  muy  numerosa  en  la  costa  y  en 
el  agua  salada,  viviendo  en  la  dulce  muy  pocos  representantes  pequeños. 
Aquí  tenemos  los  sabrosos  Cangrejos,  Jaibas  y  Camarones  de  varias  especies, 
y  las  grandes  Langostas  del  mar  (Palinuros  frontalis),  que  abundan  especial- 
mente en  las  islas  de  Galápagos.     La  playa  del  mar  es  el  sitio,  donde  se 


LA  FAUNA  DEL  ECUADOR.  4P>7 

puede  estudiar  la  gran  variedad  y  las  costumbres  curiosas  de  estos  anima- 
les astutos. 

Inmenso  es  el  campo,  que  ofrece  el  Ecuador  y  su  mar  al  zoólogo  en 
las  clases  inferiores  de  animales,  es  decir,  de  los  Vermes,  Moluscos,  Radia- 
tos,  Pólipos  y  Protozoos.  Pero  ni  superficialmente  podemos  tratarlas  una 
por  una.  Solo  añadiremos,  que  el  hombre  aprovecha  también  de  algunos 
de  esos  mariscos  inferiores,  especialmente  de  los  Moluscos.  Al  lado  de 
buenos  Ostiones,  que  abundan  en  la  costa  y  en  los  manglares,  se  comen 
varias  otras  Bivalvas,  como  la  Almeja,  la  Pata  de  burro  y  algunas  mas;  de 
los  Cefalópodos  se  aprecia  el  Pulpo  y  el  Calamar  (Sepia  y  Loligo  sp.),  y  de 
los  caracoles  terrestres  se  come  á  veces  el  Churo  grande  (Bulimus  Popn- 
lairianus),  que  vive  en  las  montañas  del  litoral  y  de  la  región  subtropical 
hasta  1800  metros  de  altura,  y  es  la  especie  mas  grande  del  pais.  —  En 
la  costa  de  Manabi  se  encuentra  la  Concha  de  perla,  pero  su  pesca  hasta 
ahora  no  ha  sido  muy  lucrativa.  <48> 

Animales  domesticados. 

La  fauna  indígena  del  Ecuador  se  ha  modificado  por  la  intervención 
del  hombre,  especialmente  con  la  introducción  de  un  gran  número  de  ani- 
males domésticos,  desde  los  tiempos  de  la  conquista.  Los  indios  antiguos 
criaron  solamente  las  llamas,  como  animales  de  carga,  los  cuyes  por  la  carne, 
y  en  pequeña  escala  algunas  aves;  ademas  tenían  el  perro,  este  fiel  com- 
pañero del  hombre  en  todas  las  zonas  de  la  tierra.  Hoy  posee  el  Ecuador, 
como  toda  la  América  del  Sur,  los  siguientes  animales  introducidos  de 
Europa:  el  caballo  y  el  asno,  con  sus  bastardos  los  mulares,  el  ganado  va- 
cuno, el  carnero,  la  cabra,  el  cerdo,  nuevas  razas  del  perro,  el  gato,  la  gallina, 
el  pavo  real,  el  pavo  ordinario,  la  paloma,  el  pato  y  el  ganso.  La  última 
ave  y  algunas  otras  mas  raras,  se  encuentran  por  casualidad,  y  mas  bien 
como  objetos  de  curiosidad,  como  también  algunos  pájaros  de  canto. 

Todos  los  animales  nombrados  se  encuentran  tanto  en  las  regiones  bajas 
y  calientes,  como  en  las  altas  y  frías;  pero  mientras  que  el  ganado  yeguar 
y  vacuno,  asi  como  el  cerdo,  parece  indiferente  con  el  clima,  el  carnero 
prefiere  las  alturas  del  interior  y  sufre  mucho  en  los  llanos,  y  la  cabra 
prospera  mejor  en  las  costas  secas  del  litoral. 

De  la  ganadería  ecuatoriana  se  debe  decir  casi  lo  mismo  que  de  la 
agricultura:  se  halla  en  un  estado  muy  primitivo,  y  si  apesar  de  esto  da 
buenos  resultados,  es  una  señal  de  que  este  pais  se  presta  de  suyo  muy 
bien  á  la  cria  de  ganado.  En  la  cria  de  caballos  de  silla  se  observa  toda- 
vía algún  cuidado  para  conservar  ó  mejorar  las  razas,  pero  casi  ninguno  en 
la  elección  de  los  toros  y  carneros.    La  lana  criada  en  los  páramos  es  de 

30* 


4fift  GEOGRAFÍA   BOTÁNICA  T  ZOOLÓGICA.  —  CAPÍTULO  II. 

calidad  inferior,  pero  no  hay  duda,  que  con  la  introducción  de  las  razas  de 
merinos  podría  adquirir  mucho  mas  valor.  Los  pastos  son  excelentes  y  la 
leche  de  las  vacas  magnifica,  pero  los  quesos  que  se  hacen  de  ella,  son  con 
pocas  excepciones  de  muy  mediana,  para  no  decir  de  mala  calidad,  y  esto 
depende  únicamente  del  modo  de  prepararlos.  La  fabricación  de  queso  ne- 
cesita de  una  reforma  completa;  con  un  material  tan  bueno  el  interior  debe- 
ría producir  quesos  iguales  á  los  chilenos. 

Una  gran  remora  para  la  mayor  extensión  de  la  cria  de  ganado  existe 
en  la  dificultad  del  trasporte  de  los  animales  á  la  costa.  Por  mas  gordos 
que  salgan  de  los  potreros  de  Quito  y  Machachi,  llegan  estropeados  y  enfla- 
quecidos á  los  puertos  de  embarque,  después  de  un  penoso  viaje  de  quince 
dias.  En  este  punto  el  ferrocarril  andino  podrá  producir  efectos  magníficos, 
y  mediante  él  el  Ecuador  entrará  en  competencia  con  otros  países  exporta- 
dores de  ganado,  pues  puede  producir  diez  veces  mas  de  lo  que  necesita 
para  el  consumo  interior. 


PARTE  V. 

EL  ARCHIPIÉLAGO  DE  GALÁPAGOS. 

Los  Españoles  descubrieron  las  islas  de  Galápagos  en  el  siglo  XVI,  pero 
como  estaban  despobladas,  no  hicieron  mucho  caso  de  ellas.  Fueron  visi- 
tadas frecuentamente  por  filibusteros  y  balleneros,  y  nadie  pensó  en  coloni- 
zarlas hasta  el  año  de  1832.  El  12  de  Febrero  de  este  año  el  Gobierno 
ecuatoriano,  por  iniciativa  del  General  José  Villamil,  tomó  posesión  formal 
de  las  islas,  y  ejerció  desde  entonces  su  jurisdicción  sobre  ellas  pacifica- 
mente y  sin  interrupción.  —  Villamil  comenzó  con  mucho  entusiasmo  á  colo- 
nizar la  isla  de  San  Carlos  (Charles  Island),  que  llamó  en  honor  del  General 
Flores  aisla  Floreana»,  y  Darwin  encontró  al  tiempo  de  su  viaje,  en  Se- 
tiembre de  1835,  en  esta  isla  un  pequeño  pueblo  con  200  ó  300  almas.  Pero 
tiempo  hace  que  de  esta  colonia  ya  no  existen  ni  rastros,  y  su  decadencia 
rápida  se  atribuye  en  primer  lugar  á  la  circunstancia,  de  que  el  Gobierno 
hizo  de  las  islas  de  Galápagos  un  lugar  de  deportación  para  los  criminales, 
por  lo  cual  la  existencia  de  la  gente  honrada  pronto  se  hizo  imposible. 
Posteriormente  las  islas  quedaban,  como  antes,  solo  el  objeto  de  especula- 
ciones transitorias,  como  del  negocio  de  la  orchilla,  de  la  pesca  de  lobos  y 
ballenas  etc.  —  Los  señores  José  Valdizan  y  Manuel  Cobos,  los  principales 
comerciantes  de  orchilla,  fundaron  hacia  el  año  1870  dos  pequeñas  hacien- 
das, el  primero  en  Floreana  y  el  segundo  en  Chatham.  Aquella  recayó  á  la 
nada,  después  de  la  desastrosa  muerte  de  su  dueño  en  1878,  pero  esta  tomó 
mas  incremento,  desde  que  el  señor  Cobos  en  1879  llevó  unos  cien  traba- 
jadores y  comenzó  á  entablar  grandes  plantíos  de  caña  de  azúcar,  que  pros- 
pera en  aquel  clima  admirablemente.  En  1885  también  el  Congreso  Nacional 
del  Ecuador  se  ocupó  con  las  islas  de  Galápagos,  las  agregó  á  la  provincia 
del  Guayas,  y  estableció  autoridades  con  residencia  fija  en  la  isla  de  Chatham, 
de  manera  que  la  colonia  ya  vive  bajo  un  régimen  mas  ordenado  que  antes, 
y  promete  seguir  el  camino  de  prosperidad. 


470  EL   ARCHIPIÉLAGO  DE   GALÁPAGOS. 

Se  puede  decir,  que  en  el  mundo  científico  fueron  introducidas  estas  islas 
por  Darwin,  cuyas  noticias  de  su  flora,  fauna  y  geología  llamaron  en  alto 
grado  la  atención  de  los  naturalistas.  ¿Quien  no  lee  con  interés  sus  des- 
cripciones de  aquellas  islas  volcánicas,  en  que  miles  de  cráteres  se  han  acu- 
mulado en  un  espacio  relativamente  pequeño,  de  los  interesantes  géneros  de 
plantas  y  animales,  que  no  se  encuentran  en  ninguna  otra  parte  del  mundo, 
y  de  que  algunos  recuerdan  las  antiguas  épocas  geológicas?  Varios  natura- 
listas han  visitado  después  de  Darwin  las  islas  de  Galápagos,  á  lo  menos 
una  que  otra  de  ellas,  pero  una  exploración  sistemática  de  todas  y  bajo  todos 
los  puntos  de  vista  científicos,  falta  todavía.  Yo  he  tenido  la  fortuna  de 
conocerlas  casi  todas  en  dos  viajes  que  emprendí  en  1875  (Agosto — No- 
viembre) y  en  1878  (Mayo — Julio),  de  manera  que  puedo  hacer  la  descrip- 
ción según  mis  propias  observaciones. 

Topografía  y  geología. 

El  Archipiélago  de  los  Galápagos  se  halla  á  nueve  grados,  ó  de  500  á 
600  millas  náuticas  al  Oeste  de  las  costas  ecuatorianas,  y  está  atravesado  por 
la  linea  equinoccial.  La  masa  principal  de  las  islas  y  las  cinco  mayores, 
es  decir  Albemarle,  Inde/atigable,  Narborough,  James  y  Chatham,  se  hallan 
entredicha  linea  y  el  primer  grado  de  latitud  austral;  solólas  tres  pequeñas 
de  Abingdon,  Bindloe  y  Toiver  caen  al  Norte  de  la  linea,  y  dos  no  mucho 
mas  grandes,  Citarles  (Floreana)  y  Hood,  al  Sur  del  primer  grado  austral. 
—  Comunmente  se  cuentan  trece  islas,  añadiendo  á  las  que  acabo  de  nom- 
brar, las  de  Barrington,  Duncan  y  Jervis.  Ademas  existen  numerosos  is- 
lotes menores  rodeando  las  islas  grandes,  y  dos  de  ellos,  llamados  Wenman 
y  Culpepper,  se  hallan  27  leguas  al  NO  de  Abingdon  (ya  no  son  visibles  en 
mi  mapa). 

El  diámetro  longitudinal  del  Archipiélago,  desde  Chatham  hasta  Nar- 
borough, mide  53  leguas,  y  el  latitudinal  desde  Floreana  hasta  Abingdon, 
41  leguas;  de  manera  que  estas  islas  se  hallan  esparcidas  sobre  una  área 
del  Océano  Pacífico  de  mas  de  2000  leguas  cuadradas;  sinembargo,  reunidas 
todas  en  un  solo  cuerpo  formarían  apenas  240  leguas  cuadradas  de  tierra 
firme.  Se  vé,  cuan  exagerado  era  el  cálculo  de  los  que  daban  al  archipié- 
lago 800  leguas  cuadradas  de  tierra.  Albemarle  mide  138  leguas  cuadradas, 
Indefatigable  33,  Narborough  21,  James  (Santiago)  18  72,  Chatham  14,  Flo- 
reana 41  o,  y  todas  las  demás  islas  é  islotes  juntos  unas  11  leguas  cuadradas.*) 

Uno  de  los  últimos  Congresos  Nacionales  del  Ecuador  ha  cambiado  los 
nombres  de  las  islas,  que  se  encuentran  en  los  mapas  marítimos,  renovando 

*)  Véase  también  pág.  12  y  13. 


TOPOGRAFÍA   Y   GEOLOGÍA.  471 

en  parte  los  antiguos,  que  los  españoles  les  habían  dado.  He  agregado  en 
mi  mapa  esta  nomenclatura,  pero  aquí  en  el  texto,  para  ser  comprendido 
mejor,  he  preferido  usar  de  los  nombres  (ya  ingleses,  ya  castellanos)  que 
mas  se  usan,  también  entre  los  ecuatorianos. 

En  otra  ocasión*)  he  demostrado,  que  el  Archipiélago  de  los  Galápagos 
se  halla  situado  en  la  gran  corriente  antartica,  llamada  de  Perú  ó  de  Hum- 
boldt,  que  abandona  en  el  Cabo  Blanco  la  costa  y  pasa  al  NO.  A  conse- 
cuencia de  esta  posición  las  corrientes  del  mar  entre  las  islas  y  en  su  ve- 
cindad son  muy  fuertes  y  siguen  constantaniente  la  dirección  de  SE  á  NO, 
con  pocas  excepciones  locales,  que  se  explican  por  la  configuración  de  las 
islas  y  pueden  considerarse  como  remolinos.  Dichas  corrientes  son  un  gran 
obstáculo  para  la  navegación  á  vela,  especialmente  en  los  meses  de  calma 
(Enero  hasta  fines  de  Mayo),  y  para  marineros  menos  familiarizados  con 
esta  región.  Hay  ejemplos  de  que  un  buque  gastó  30  ó  40  dias  para  cruzar 
de  una  isla  á  otra  vecina,  cuando  falta  el  viento,  mientras  que  en  otras 
ocasiones  y  con  viento  favorable  hace  el  viaje  en  pocas  horas.  Recuerdo, 
que  en  un  viaje  con  el  Señor  Valdizan  gastamos  en  1878  cinco  dias  en 
doblar  la  Punta  norte  de  Albemarle,  lo  que  se  hace  con  viento  favorable  en 
una  hora.  Buques  y  lanchas  á  vapor  son  los  vehículos  mas  á  propósito, 
tanto  para  la  comunicación  con  la  costa,  cuanto  para  la  de  las  islas  entre 
si.  No  es  necesario  que  los  vapores  sean  muy  grandes,  porque  la  mar  es 
regularmente  mansa,  raras  son  las  ocasiones,  en  que  no  se  pudiera  cruzarla 
en  botes  abiertos. 

Una  consecuencia  natural  de  la  dirección  de  las  corrientes  del  mar  y 
de  los  vientos  reinantes  de  SE  á  NO,  es  que  todas  las  costas  orieplales  de 
las  islas  son  escarpadas,  peñascosas,  llenas  de  arrecifes,  y  casi  inaccesibles 
para  los  buques,  y  que  los  puertos  seguros  y  bahías  mansas  se  encuentran 
al  lado  opuesto,  es  decir,  al  occidental.  Esto  se  observa  en  todas  las  islas 
mayores,  principalmente  en  Chatham,  Floreana,  Santiago  y  Albemarle.  Sor- 
prende agradablemente,  cuando  un  buque  entra  del  mar  agitado,  por  ejemplo, 
al  puerto  de  Post-office-Bay  en  Floreana,  que  parece  una  taza  de  leche,  y 
es  sin  duda  el  mejor  y  mas  hermoso  puerto  en  todo  el  Archipiélago. 

Estas  islas  ofrecen  uno  de  los  ejemplos  mas  hermosos  de  una  formación 
exclusivamente  volcánica.  No  se  han  formado  por  el  despedazamiento  de 
un  terreno  mas  extenso,  ni  por  separación  del  continente  sudamericano,  ni  por 
levantamiento  del  fondo  marino,  sino  simplemente  por  acumulación  sucesiva 


•)  Véase  pág.  18,  y  el  Supl.  No.  6. 


472  EL   ARCHIPIÉLAGO   DE   GALÁPAGOS. 

de  materiales  eruptivos,  ó  sea  por  erupciones  volcánicas,  que  al  principio 
eran  submarinas  y  mas  tarde  se  efectuaron  encima  del  nivel  del  mar.  <*•> 
En  ninguna  parte  se  descubre  un  vestigio  de  terrenos  fundamentales  levan- 
tados, ni  argumentos  para  suponer  grandes  hundimientos  ó  levantamientos. 
Casi  todas  las  islas  manifiestan  hasta  la  evidencia,  que  se  agrandaron  desde 
un  punto  central,  comunmente  un  cráter  principal,  por  derramamiento  de 
lava,  extendiendo  su  periferia  hacia  todos  los  lados  á  la  vez,  ó  en  un  sen- 
tido con  preferencia,  y  creciendo  al  mismo  tiempo  en  altura.  Poco  á  poco 
se  formaron  muchos  cráteres  laterales  y  secundarios  al  lado  del  central  y 
principal.  Este  procedimiento  se  manifiesta  con  mucha  claridad  en  la  isla 
de  Indefatigable  (Chaves)  y  todavia  mejor  en  la  de  Narborough,  cuyo  enorme 
cráter  central  aun  no  está  apagado  del  todo.  En  otros  casos  dos  islas,  for- 
madas del  modo  explicado,  se  reunieron  en  una  por  confluencia  de  sus  costas, 
la  cual  recibió  de  esta  manera  una  figura  oblonga.  Esto  sucedió  con  se- 
guridad en  las  islas  de  Albemarle  y  Chatham,  en  que  las  mitades  meridio- 
nales están  separadas  de  las  setentrionalos  por  istmos  bajos.  A  su  vez  la 
mitad  norte  de  Albemarle  se  formó  de  tres  islas,  cada  una  con  un  enorme 
cráter  central.  En  el  mapa  se  puede  distinguir  muy  bien  estas  condiciones 
orográíicas  tan  singulares  de  las  islas,  que  están  intimamente  relacionadas 
con  su  origen  volcánico. 

Geológicamente  hablando,  las  islas  de  Galápagos  son  de  una  formación 
bastante  moderna,  y  su  edad  seguramente  no  recula  mas  allá  de  la  época 
terciaria,  siendo  muchas  partes  todavia  mas  modernas  y  pertenecientes  á  la 
formación  geológica  actual.  Darwin  no  exagera  diciendo,  que  hay  mas  de 
2000  cráteres  volcánicos  en  las  islas,  pero  casi  todas  se  hallan  extinguidos. 
Solo  en  la  parte  occidental  del  Archipiélago,  en  Albemarle  y  Narborough  se 
manifestaba  en  tiempos  históricos  de  vez  en  cuando  la  actividad  volcánica 
por  erupciones.  Los  cráteres  centrales  se  elevan  hasta  la  altura  de  1400  me- 
tros, mientras  que  los  laterales  y  secundarios  á  veces  alcanzan  solo  la  de 
30  ó  50  metros.  Algunos  parajes  están  sembrados  de  estos  últimos,  como 
la  piel  de  uno  que  ha  tenido  las  viruelas,  y  presentan  el  aspecto  mas  sin- 
gular y  grotesco  que  la  fantasía  puede  imaginar:  centenares  de  fraguas  ci- 
clópicas edificadas  de  enormes  trozos  de  la  lava  mas  áspera  y  negra;  entre 
las  rocas  quemadas  tal  cual  tronco  corpulento  de  un  espino  ó  de  una  tuna; 
por  aquí  un  monstruo  de  galápago,  que  mueve  sus  miembros  deformes  con 
un  flema  admirable,  por  allá  un  grupo  de  las  feas  y  extrañas  iguanas  ma- 
rinas, que  se  asolean.  Todo  en  esta  naturaleza  es  extravagante  y  raro,  pero 
las  partes  inorgánicas  y  orgánicas  del  cuadro  están  en  perfecta  armonía  entre 
si,  y  á  veces  recuerdan  vivamente  los  paisajes  antediluvianos,  cuales  los 
geólogos  suelen  pintar  en  sus  descripciones  de  los  fósiles. 


TOPOGRAFÍA  Y   GEOLOGÍA.  473 

La  formación  volcánica  del  Archipiélago  no  está  en  ninguna  relación 
con  la  mucho  mas  grandiosa,  que  bajo  la  misma  latitud,  pero  doce  grados 
mas  al  Este,  forma  los  Andes  de  Quito.  Las  dos  se  distinguen  completa- 
mente por  sus  caracteres  petrográficos:  la  última  consta  de  materiales  an- 
dcsificas,  como  hemos  visto  en  su  lugar,  y  las  islas  do  Galápagos  se  com- 
ponen en  su  totalidad  de  rocas  basálticas. 

8e  puede  distinguir  una  formación  mas  antigua  y  otra  mas  moderna. 
La  primera  consta  de  tobas  y  areniscas  volcánicas,  que  so  llaman  Palago- 
nitas,  y  so  limita  á  la  región  baja  de  las  islas.  —  Hasta  el  lego  en  geología 
notará,  al  acercarse  á  las  islas,  una  diferencia  en  el  aspecto  exterior  de  las 
montañas:  de  en  medio  de  los  campos  de  lava  negra,  que  se  extienden  á 
lo  largo  de  las  costas,  se  levantan  cerros  con  la  forma  de  herradura  ó  media- 


vis^nSfci'^fi 

%$&  J"  -'nÜ 

t'lB.  39.    Un  ciátci  ■amiolioulai  de  pnlugimiu  innndmlu  de  livi  btiilllo».     UU  d»  Chatham,  ludo  NO. 


luna,  y  de  colores  claros,  que  ya  de  lejos  dan  á  conocer  una  especie  de 
estratificación.  Al  examinarlos  de  cerca,  resultan  ser  cráteres  de  toba  vol- 
cánica ó  fragmentos  de  ellos.  Muy  típicos  se  presentan  tales  cerros  sobre 
la  mitad  setentrional  de  Chatham;  ademas  se  encuentran  al  lado  norte  y 
este  de  la  isla  Floreana,  donde  componen  la  Punía  de  Cormorant  y  los  is- 
lotes Ettderby,  Caldwelt  y  Gardner;  en  varios  puntos  de  las  costas  do  Inde- 
fatigable  y  do  Santiago;  pero  en  la  escala  mas  grande  en  la  costa  occidental 
de  Albemarle,  especialmente  en  la  ensenada  de  Tagtis,  enfrente  de  Narborough, 
y  en  el  Cabo  de  Berkeley.  —  No  so  puede  dudar  de  que  los  puntos  aislados 
de  la  formación  de  tobas  palagoniticas  estén  en  conexión  entre  si  debajo  de 
la  cubierta  de  lavas  recientes,  ó  debajo  del  mar.  Ella  es  el  fundamento 
mas  antiguo  de  las  islas,  hoy  dia  visible  en  pocos  puntos  y  en  parte  des- 
truido por  la  acción  del  mar. 

Aunque  en  general  se  puede  decir,  que  la  formación  de  las  palagomtas 


474  EL    ARCHIPIÉLAGO   DE  GALÁPAGOS. 

era  la  precursora  de  la  formación  moderna  de  las  lavas  basálticas,  no  por 
esto  su  conexión  es  tan  intima,  que  los  antiguos  cráteres  de  toba  hubiesen 
servido  de  camino  á  las  erupciones  modernas.  Al  contrarío,  estas  se  han 
verificado  en  apariencia  del  todo  independientes.  Conozco  solamente  dos 
puntos,  en  que  conos  de  erupción  de  lava  escoriácea  se  encuentran  en  los 
cráteres  antiguos  de  toba;  uno  es  la  Punta  de  Cormorant  en  la  isla  de 
Floreana,  y  el  otro  se  halla  en  una  punta  del  Cabo  de  Berkeley  en  Albe- 
marle.  Pero  en  ambas  localidades  hay  tantos  filones  de  lava  y  puntos  de 
erupción,  que  seria  de  admirar  si  no  hubiese  caido  uno  que  otro  dentro  de 
un  cráter  antiguo.  Hay  algunos  cuyo  interior  está  inundado  por  lava  es- 
coriácea, asi  en  Chatham  (véase  la  figura  39)  y  cerca  de  la  ensenada  de 
Tagus;  pero  se  observa,  que  esta  lava  no  salió  de  los  cráteres,  sino  que 


Fíg.  4D.     Lm  Punta  de  Cnnounnl  ln  U  lili  Florean»,  «lata  da  NO. 


entró  en  ellos  por  aberturas  laterales,  desdo  los  campos  extensos  de  lava 
que  los  rodean. 

Por  mas  interesante  que  sea  la  formación  antigua  de  las  palagonitas 
para  el  geólogo,  hallándose  en  escala  tan  reducida  tiene  poco  ínteres  en  el 
campo  de  la  práctica.  La  inmensa  mayoría  del  terreno  del  Archipiélago  se 
compone  de  la  formación  segunda  ó  moderna  de  las  lavas  basálticas.  Ver- 
dad es,  que  el  terreno  de  la  zona  inferior  de  las  islas  presenta  un  aspecto 
muy  diferente  del  de  la  zona  superior;  pero  la  observación  exacta  y  algunas 
reflexiones  sencillas  nos  convencen,  de  que  toda  la  diferencia  aparente  y 
exterior  es  debida  únicamente  á  las  diferentes  condiciones  climatológicas  en 
que  se  hallan  las  dos  zimas  verticales.  En  la  región  árida,  en  que  la  in- 
fluencia  destructora  de  la  atmósfera  por  la  falta  de  humedad  es  casi  nula 
ó  á  lo  menos  muy  insignificante,  las  rocas  quedan  por  millares  de  años  tan 
frescas  é  intactas,  como  en  el  dia  de  su  erupción.    De  aquí  esos  inmensos 


TOPOGRAFÍA  Y   GEOLOGÍA. 


475 


campos  de  lava  negra  con  la  superficie  sumamente  áspera  y  de  naturaleza 
vidriosa  y  escoriácea,  que  dificulta  tanto  la  comunicación  entre  los  lugares 
mas  cercanos,  hasta  hacerla  á  veces  imposible;  de  aquí  esos  centenares  de 
pequeños  cráteres  de  erupción,  que  conservan  los  picos,  agujas  y  demás 
formas  caprichosas  de  sus  bordes  tan  frescas,  como  si  ayer  hubiesen  nacido, 
y  que  recuerdan  los  volcanes  de  la  luna,  cuyos  contornos  afilados  suelen 
explicarse  también  por  la  falta  de  influjos  atmosféricos  sobre  aquel  astro.  — 
Pero  en  la  zona  superior  los  mismos  materiales  volcánicos  se  descomponen 
rápidamente  por  la  gran  humedad  que  reina  allá  merced  á  las  continuas 
nieblas,  garúas  y  lluvias.  Los  contornos  irregulares  y  ásperos  de  los  vol- 
canes se  redondean,  los  cráteres  se  borran  y  se  rellenan,  de  la  lava  basál- 
tica se  forma  por  la  descomposición  química  una  tierra  arcillosa  rojiza,  la 


cual,  mezclada  con  los  restos  podridos  de  la  vegetación,  dá  un  terreno  ex- 
celente para  los  pastos  naturales  y  capaz  del  cultivo.  La  vegetación  misma 
contribuye  en  la  región  superior  á  la  pronta  descomposición  de  las  rocas 
por  la  influencia  química  y  mecánica  de  sus  raices  sobre  ellas.  Algunas 
veces  he  seguido  el  camino  de  corrientes  de  lava  muy  largas,  que  de  la 
región  superior  llegan  á  la  inferior,  y  pude  convencerme  hasta  la  evidencia, 
de  que  únicamente  la  humedad  produce  la  diferencia  del  suelo  en  las  dos 
zonas:  sobre  la  misma  corriente  de  lava  se  podría  cultivar  un  jardín  arriba, 
y  abajo  se  trepa  con  dificultad  sobre  sus  frescos  pedregones.  Observando 
las  islas  de  lejos,  se  vé  que  de  los  volcanes  altos  salen,  como  radios  de  un 
centro,  largas  y  anchas  fajas  negras  hacia  las  playas  del  mar;  estas  son 
las  corrientes  de  lava.  Todas  son  frescas  en  sus  partes  inferiores,  pero 
muchas  parecen  perderse  hacia  arriba,  porque  allí  ya  están  cubiertas  de 


476  EL   ABCHIPIELAGO   DE  GALÁPAGOS. 

vegetación,  y  las  que  siguen  con  la  misma  frescura  hasta  la  cumbre  del 
volcan,  son  seguramente  muy  modernas,  de  manera  que  la  humedad  todavía 
no  tenia  bastante  tiempo  para  atacar  y  descomponerlas.  En  efecto,  se  en- 
cuentran tales  corrientes  frescas  especialmente  en  Albemarle  y  en  Narborough, 
donde  hay  todavía  volcanes  activos.  —  Cuando  en  la  zona  inferior  encontra- 
mos una  lava  en  estado  de  descomposición  (que  por  lo  demás  nunca  es  tan 
perfecta  como  en  la  superior),  podemos  concluir  que  es  antiguisima  y  de 
las  primitivas  de  las  islas. 

En  relación  directa  con  la  formación  volcánica  de  las  islas  está  la 
escasez  de  agua  dulce  en  ellas.  —  La  lava  porosa  y  llena  de  grietas  traga 
inmediatamente  los  precipitados  atmosféricos  en  la  zona  inferior,  y  solo  en 
la  superior,  en  donde  se  ha  transformado  en  una  tierra  arcillosa,  las  aguas 
superficiales  pueden  recojerse  en  lagunas  y  pantanos  ó  correr  en  riachuelos. 
Ninguna  de  las  islas  tiene  un  rio  verdadero,  que  merezca  este  nombre.  Un 
arroyo  muy  corto  (de  pocas  cuadras),  que  he  visto  en  Floreana  cerca  de  la 
antigua  hacienda,  y  otro  en  la  parte  superior  de  Chatham  son  insignificantes 
y  se  secan,  cuando  en  un  año  escasean  las  lluvias.  Lo  mismo  sucede  con 
las  pequeñas  lagunas  de  las  altiplanicies,  de  manera  que  en  ciertas  épocas 
de  sequía  el  ganado  padece  mucho  por  la  escasez  de  agua. 

En  la  región  baja  y  árida  se  conocen  muy  pocos  y  escasos  manantiales, 
que  tienen  su  origen  subterráneo  en  la  zona  alta;  ademas  hay  algunos  pozos 
hechos  en  las  cercanías  de  las  orillas  del  mar,  que  subministran  una  agua 
muy  salobre.  —  El  inconveniente  de  la  escasez  de  agua  dulce  se  podría 
remediar  haciendo  albarradas  espaciosas  en  la  región  alta,  donde  la  natu- 
raleza del  terreno  y  su  configuración  lo  permiten,  y  aumentando  los  pozos 
en  la  región  baja  y  media.  Los  ya  conocidos  se  podría  ensanchar  y  pro- 
fundizar, otros  nuevos  se  debería  buscar  y  abrir  en  lugares  convenientes, 
donde  según  los  principios  de  la  geología  hay  esperanza  de  encontrarlos. 

De  la  descripción  geológica  de  las  islas  ya  se  puede  deducir,  que  en 
ellas  no  hay  que  buscar  tesoros  minerales;  pues  las  regiones  volcánicas  en 
todo  el  mundo  son  escasas  en  minerales  explotables.  Debo  contradecir 
expresamente  á  los  rumores,  de  que  existan  allá  depósitos  de  carbón  de 
piedra  y  hasta  metales.  Mi  segundo  viaje  tenia  el  objeto  particular  de  bus- 
car el  guano  de  las  islas,  de  que  se  hablaba  tanto  en  aquella  época  (1878). 
En  ninguna  de  las  islas  encontré  guano,  ni  fosfatos,  y  no  me  sorprendió 
este  resultado  negativo,  que  había  esperado  de  antemano,  en  atención  del 
clima  y  de  las  fuertes  lluvias  de  invierno.  En  la  costa  occidental  de  Cha- 
tham se  halla  una  formación  pequeña  y  superficial  de  carbonato  de  cal 
(piedra  caliza),  que  en  los  últimos  tiempos  fué  objeto  de  explotación;  pues 


EL   CLIMA.  477 

el  mineral  quemado  dá  una  cal  regular,  que  se  exporta  á  Guayaquil.  —  Sal 
marina  hay  mucha  en  las  islas  y  se  podría  explotar  las  salinas  naturales  y 
las  artificiales  que  se  abriesen  en  las  playas  del  mar,  si  este  artículo  no 
fuera  tan  abundante  en  nuestras  costas  continentales.  De  todos  modos  se 
podrá  aprovechar  de  la  sal  de  las  islas  en  la  industria  de  la  pesquería, 
cuando  esta  tome  mayor  incremento,  como  es  de  desearlo. 

El  clima. 

El  clima  de  las  islas  de  Galápagos  es  uno  de  los  mas  sanos  y  agradables 
del  mundo.  —  No  volveré  en  este  lugar  á  tratar  del  gran  influjo  que  ejerce 
la  corriente  antartica  del  mar  sobre  el  clima  de  las  costas  de  Chile  y  del 
Perú  y  aun  de  las  costas  meridionales  del  Ecuador  en  los  cantones  de 
Santa  Elena  y  de  Montecrísti.  Si  esta  influencia  en  los  lugares  últimamente 
nombrados  es  todavía  tan  notable,  apesar  de  la  preponderancia  de  un  fuerte 
clima  continental,  ¿  cuan  poderosa  no  será  en  unas  islas  oceánicas,  rodeadas 
de  todas  partes  del  elemento  refrigerante? 

Dos  causas  bajan  la  temperatura  en  las  islas  de  Galápagos :  la  primera 
es  general  y  común  á  todas  las  islas  oceánicas,  es  decir  su  posición  aislada 
en  medio  de  una  inmensa  superficie  de  agua.  Un  clima  insular  siempre  es 
mas  mitigado  que  un  clima  continental  bajo  la  misma  latitud.  En  los  países 
polares  el  mar  sube  la  temperatura  de  las  islas,  y  en  las  regiones  inter- 
tropicales refresca  su  clima.  Pero  en  nuestro  Archipiélago  sobreviene  la 
segunda  causa  puramente  local,  es  decir,  su  posición  en  medio  de  una  gran 
corriente  de  aguas  frías. 

El  mar  de  las  islas  tiene  la  temperatura  de  23°  C.*),  y  la  atmósfera 
sobre  el  mar  la  de  21°  á  23°,  en  término  medio  la  de  22°  C,  quiere  decir, 
un  grado  menos  que  el  agua.  La  misma  temperatura  de  22°  C.  es  la  media 
de  las  regiones  bajas  de  las  islas,  hasta  unos  100  metros  de  altura  aproxi- 
mativamente. Verdad  es,  que  en  tierra  la  variación  diaria  del  termómetro 
es  mas  considerable  que  sobre  el  mar,  siendo  los  días  mas  calurosos  y  las 
noches  mas  frías.  —  En  la  casa  de  Valdizan,  que  se  hallaba  en  la  isla 
Floreana  á  la  altura  de  133  metros,  hice  durante  muchos  días  una  serie  de 
observaciones  termométrícas,  y  resultó  para  esta  localidad  la  temperatura 
media  de  solo  20°  C.  En  la  hacienda  del  mismo  señor,  que  se  hallaba  mas 
arriba  en  una  altiplanicie,  á  la  altura  de  277  metros,  el  termómetro  variaba 
entre  18  y  19  grados.  El  agua  del  manantial  al  lado  de  la  casa  inferior 
(133  met.)  tiene   18°  C.  de  temperatura,   que  manifiesta  su   origen  de  los 


*)  Solo  al  Oeste  de  Albemarle  y  cerca  de  Narborough  encontré  la  temperatura  de 
22°  C,  y  en  la  bahía  de  St\  Isabel  (Elizabeth  Bay)  medí  la  de  21°  C. 


478  EL   ARCHIPIÉLAGO   DE   GALÁPAGOS. 

cerros  altos  de  la  isla.  —  En  la  hacienda  de  la  isla  de  Chatham  que  se  halla 
á  la  altura  de  288  metros,  observé  durante  10  días  una  temperatura  media 
de  19  grados;  en  las  pampas  de  la  misma  isla,  que  tienen  entre  300  y  400 
metros  de  altura,  reina  la  temperatura  media  de  18°  C,  y  sobre  el  cerro  de 
San  Joaquín,  que  es  el  punto  mas  alto  de  la  isla  de  Chatham,  con  la  altura 
de  712  metros,  vi  bajar  el  termómetro,  á  mediodía,  hasta  14°  C.  (fuerte 
viento  monzón  de  SE,  niebla  densa  en  la  copa  del  cerro). 

Las  observaciones  termométricas,  que  hice  en  todas  las  islas  y  en 
diferentes  alturas,  son  demasiado  aisladas,  para  poder  deducir  de  ellas  con 
toda  exactidud  la  temperatura  media  de  los  lugares  respectivos,  pero  están 
acordes  con  las  indicadas  y  creo  que  no  me  equivocaré  mucho,  atribuyendo 
á  la  zona  litoral  de  las  islas  (de  0  á  200  m.  de  alt.)  la  temperatura  media 
de  21  á  22°  C,  y  á  la  región  montañosa  (de  200  á  1000  m.  de  alt.)  la  de 
20  á  17°  C.  —  Ciertamente,  atendiendo  á  la  posición  geográfica  de  estas 
islas  debajo  de  la  linea  equinoccial,  se  debe  decir,  que  su  temperatura  es 
muy  baja,  y  ademas  se  observa  que  decrece  pronto  con  la  altura,  disminuyén- 
dose á  cada  100  metros  de  elevación  de  1  á  2  grados,  según  las  circun- 
stancias locales  mas  menos  rápidamente. 

Después  de  la  temperatura,  es  la  humedad  relativa  de  la  atmósfera,  en 
conexión  con  el  cambio  de  las  estaciones  seca  y  húmeda,  la  que  determina 
el  carácter  de  un  clima  en  las  regiones  tropicales.  Respecto  á  este  punto, 
desde  luego  tenemos  que  distinguir  en  las  islas  de  Galápagos  dos  zonas  bien 
marcadas:  una  baja  y  seca,  y  otra  alta  y  húmeda.  Esta  notable  diferencia 
es  la  consecuencia  de  las  condiciones  físicas  y  climatológicas  muy  parti- 
culares que  reinan  en  las  islas,  y  por  las  cuales  en  las  regiones  bajas  no 
se  forman  precipitados  atmosféricos  sino  rara  vez  y  en  corta  cantidad,  entre 
tanto  que  abundan  en  las  regiones  altas. 

La  zona  seca  se  extiende  entre  el  nivel  del  mar  y  la  altura  de  220 
metros,  poco  más  ó  menos,  y  ocupa  la  mayor  parte  del  terreno  del  Archi- 
piélago: solamente  las  islas  más  grandes  de  Albemarle,  Indefatigable,  Ja- 
mes, Chatham  y  Floreana  poseen  montanas  y  altiplanicies,  que  llegan  á  las 
alturas,  en  que  reina  el  clima  húmedo.  El  invierno,  ó  la  estación  lluviosa, 
cae  en  las  islas  al  mismo  tiempo  que  en  nuestras  costas,  desde  Febrero 
hasta  principios  de  Junio;  pero  suele  ser  más  irregular,  más  corto  y  más 
escaso  de  agua,  y  aun  hay  años,  en  los  que  falta  completamente.  Este  es 
el  único  tiempo  en  que  algunos  aguaceros  humedecen  el  árido  terreno  de  la 
región  baja,  y  en  que  la  escasa  vegetación  de  ella  puede  proveer  sus  órga- 
nos de  la  humedad  necesaria;  pues  la  porosidad  de  las  rocas  volcánicas, 
que  forman  casi  exclusivamente  esta  región,  deja  filtrar  el  agua  de  las 
lluvias  en  muy  poco  tiempo,  é  impide  la  formación  de  manantiales  y  de 


LA   VEGETACIÓN.  479 

lagunas.  Estas  se  encuentran  solamente  en  la  región  alta,  en  que  las  lluvias 
del  invierno  son  más  copiosas  y  un  terreno  arcilloso  favorece  su  formación 
en  muchos  lugares.  Ademas  se  puede  decir  que  en  esa  zona  alta  llueve 
más  en  el  verano  que  en  el  invierno,  pues  entonces  las  garúas  son  continuas 
y  muy  fuertes.  En  el  mes  de  Agosto  no  pasaba  un  dia,  en  Floreana,  sin 
cuatro  ó  cinco  garúas,  y  eran  tan  fuertes  en  la  altiplanicie  (270  metr.),  que 
el  camino  á  la  hacienda  se  dañaba  considerablemente  y  estaba  lleno  de  lodo. 
Rara  vez  bajaban  estas  lluvias  hasta  la  casa  del  señor  Valdizan  (133  metr.), 
eran  muy  pasajeras  y  cinco  minutos  después  el  suelo  estaba  tan  seco  como 
antes.*)  Más  abajo,  hacia  la  playa  del  mar,  no  caia  gota.  Durante  todo 
el  tiempo  de  nuestro  viaje,  desde  Agosto  hasta  Noviembre,  las  montañas  de 
todas  las  islas  altas  estaban  continuamente  envueltas  en  nubes  y  nieblas; 
en  alto-Chatham  no  hemos  visto  el  sol  en  10  dias  y  hemos  sufrido  mucho 
por  las  continuas  lluvias,  mientras  que  en  la  mitad  setentríonal  de  esta  isla, 
que  pertenece  á  la  región  baja,  no  caia  ni  una  gota  de  agua. 

El  viento  (monzón)  sopla  casi  siempre  del  Sureste,  y  como  trae  los 
vapores  acuosos  que  se  condensan  en  las  montañas  mas  altas,  este  lado  de 
las  islas  es  el  mas  húmedo,  y  la  zona  húmeda  suele  extenderse  en  él  hasta 
40  y  70  metros  mas  abajo  que  en  el  opuesto. 

La  vegetación. 

Las  plantas  de  un  pais  cualquiera  están  en  intima  relación  con  su  clima. 
Así  sucede  también  en  las  islas  de  Galápagos.  La  vegetación  es  totalmente 
distinta  en  las  dos  zonas  verticales  que  hemos  distinguido,  y  no  es  preciso 
ser  botánico,  para  advertir  desde  luego  esta  diferencia  esencial  entre  las 
plantas  de  la  zona  baja  y  seca  y  las  de  la  región  alta  y  húmeda;  apenas 
se  encontrará  una  docena  de  especies  vegetales  (indígenas),  que  sean  co- 
munes á  ambas  zonas.  La  diferencia  hipsométríca  entre  ellas  es  tan  in- 
significante, como  hemos  visto,  que  por  ella  sola,  ó  por  la  temperatura 
disminuida,  no  puede  explicarse  un  cambio  tan  completo  en  la  vegetación; 
pero  la  falta  ó  la  abundancia  de  humedad  es,  si,  una  circunstancia  suma- 
mente poderosa.  Con  algunos  rasgos  ligeros  caracterizaremos  las  dos  zonas, 
sin  entrar  en  muchas  particularidades  botánicas. 

En  la  zona  inferior  (0 — 200  metr.)  la  vegetación  cubre  el  suelo  imper- 
fectamente; por  todas  partes  se  descubren  las  ásperas  lavas  de  color  negro, 
pardo  ó  rojizo  entre  los  raquíticos  arbustos,  que  reemplazan  la  vegetación 


*)  En  varias  noches  claras,  que  precedieron  al  plenilunio,  observaba  durante  las 
garúas  el  fenómeno  del  arco-iris  (lunar)  con  una  rara  perfección  y  hermosura;  pero  de 
los  siete  colores  solamente  el  amarillo,  verde  y  rosado  se  distinguían  bien. 


480  EL   ARCHIPIÉLAGO   DE   GALÁPAGOS. 

arbórea.  Todos  esos  arbustos  se  distinguen  por  la  escasez  de  su  follaje,  y 
las  hojas  son  menudas  y  tienen,  como  también  las  ramas,  un  color  ceni- 
ciento ó  blanquizco;  sus  flores  pequeñas  no  son  nada  vistosas.  Al  principio 
se  podría  creer,  que  los  arbustos  habian  perdido  sus  hojas  por  la  sequedad 
del  verano,  como  sucede  en  los  bosques  de  nuestras  costas,  pero  no  es  asi; 
inspeccionándolos  bien,  se  observa  que  la  mayor  parte  de  ellos  no  solamente 
poseen  hojas,  sino  también  flores,  y  en  el  invierno  no  cambian  mucho  de 
aspecto.  Esta  menudencia  y  escasez  de  los  órganos  vegetativos  pertenece 
á  su  carácter  esencial  y  es  una  próvida  acomodación  al  clima  árido,  en  que 
las  plantas  no  pueden  prodigar  la  sabia  en  grandes  y  suculentas  hojas. 
Una  Lantana,  dos  ó  tres  especies  de  Crotón ,  otras  tantas  de  Euphorbia  y 
algunas  Syngynesias:  hé  aquí  los  representantes  principales  de  esta  pobre 
flora.  Entre  los  arbustos  se  levanta  por  aqui  y  por  allá  un  Algarrobo  ó  un 
Palo  santo  á  20  ó  30  pies.  La  misma  altura  alcanzan  los  Espinos  (Céreus) 
y  las  Tunas  (Opuntia),  que  prefieren  los  lugares  más  secos  y  estériles,  en 
donde  ningún  otro  vegetal  podría  sustentarse,  coronando  muchas  veces  las 
caprichosas  y  erizadas  márgenes  de  los  cráteres.  La  vegetación  herbácea 
no  es  menos  pobre,  y  se  reduce  á  algunos  mechones  de  p«ya  seca  (Gramí- 
neas y  Cyperáceas)  y  una  que  otra  yerbecita  malograda.  Pero  hay  extensos 
parajes  (p.  ej.  en  Albemarle  de  muchas  leguas  cuadradas)  completamente 
desiertos,  en  que  el  suelo  se  presenta  como  pavimentado  de  enormes  pedrones 
de  lava,  y  no  se  descubre  ninguna  planta,  excepto  algunos  Espinos  aislados, 
que  sin  duda  atraen  la  humedad  de  la  atmósfera,  pues  no  se  comprende, 
cómo  podrían  recibirla  suficientemente  por  sus  raices,  clavadas  entre  las 
rajaduras  de  la  lava  desnuda,  que  durante  el  dia  en  los  soles  se  calienta 
como  un  horno.  Los  suculentos  troncos  y  ramas  de  los  citados  Espinos  son 
verdaderos  depósitos  de  agua  en  estos  desiertos;  sus  hermosas  frutas  colora- 
das son  muy  agradables,  mientras  que  las  de  las  Tunas  son  insípidas;  pero 
mas  que  una  vez  apagué  la  sed  con  el  jugo  de  sus  hojas  tiernas.  —  La 
urchilla  (un  liquen  del  género  Roccella),  que  en  estas  islas  por  muchos  afios 
formaba  el  artículo  de  exportación  mas  interesante,  se  encuentra  exclusiva- 
mente en  la  región  inferior  de  que  hablamos,  hasta  á  100  metros  de  altura. 
Este  vegetal  crece  con  preferencia  en  las  rocas  y  en  los  arbustos,  que  están 
expuestos  á  los  vientos  marinos,  y  se  puede  decir,  que  vive  del  aliento  del 
océano. 

En  la  altura  de  200  metros  la  vegetación  conserva  todavía  el  carácter 
general  que  acabamos  de  describir,  haciéndose  solamente  algo  mas  robusta 
y  espesa;  los  Espinos  y  las  Tunas  desaparecen  poco  á  poco,  y  algunas 
otras  plantas  ocupan  su  lugar:  los  árboles  del  Algarrobo  y  del  Palo  santo 
son  mas  altos,  y  de  sus  ramos  cuelgan  las  largas  barbas  de  la  Usnea  (una 


LA   VEGETACIÓN.  481 

especie  de  liquen),  indicando  un  grado  más  alto  de  humedad  atmosférica. 
Esta  Usnea  se  distingue  por  su  frecuencia  y  su  color  blanco  á  grandes 
distancias,  y  caracteriza  muy  bien  la  angosta  zona  de  transición  entre  la 
seca  y  húmeda,  que  podemos  poner  entre  200  y  240  metros  de  altura. 
Encima  de  ella  se  cambia  de  repente  y  como  por  encanto  todo  el  aspecto 
de  la  vegetación. 

En  la  región  superior  el  suelo  húmedo  está  cubierto  de  un  césped  siempre 
verde  de  gramas  y  otras  yerbas,  los  bosques  ofrecen  bastante  variedad  de 
árboles  y  arbustos,  igualmente  de  un  hermoso  y  eterno  verdor.  Los  árboles 
no  son  muy  altos  ni  corpulentos,  pero  si  coposos;  á  los  mas  frecuentes  y 
mas  interesantes  pertenece  una  Guayabita  (Psidium),  cuyas  frutas,  del  tamaño 
de  una  cereza,  son  comestibles  aunque  algo  agrias;  dos  especies  de  «Lechoso» 
(Syngynesias)  de  una  talla  muy  esbelta  y  lozana,  de  cuyos  troncos  destila 
una  resina  ó  un  bálsamo  muy  recomendado  en  las  cortaduras  y  otras  heri- 
das; ademas  un  árbol  muy  interesante  de  la  familia  de  las  Sanguisorbáceas, 
que  recuerda  las  Polylepis  de  la  región  andina  del  Continente.  No  enumera- 
remos más  especies,  y  diremos  solamente,  que  cualquiera  que  conozca  la 
flora  ecuatoriana,  advertirá  la  gran  analogía  que  presenta  esta  vegetación 
con  la  de  los  bosques  en  los  páramos,  analogía  que  resalta  todavía  más  á 
los  ojos  al  contemplar  los  musgos  y  liqúenes  que  cubren  los  troncos  y  ra- 
mos de  los  árboles,  y  los  heléchos.  De  estos  últimos  he  recogido  seis 
especies,  que  se  encuentran  también  en  las  faldas  del  Pichincha.  El  bo- 
tánico se  podría  creer  más  bien  en  la  altura  de  3000  que  en  la  de  300 
metros.  También  las  pampas  extensas,  cubiertas  de  paja  gruesa,  que  en  las 
islas  se  encuentran  de  600  á  700  metros  de  elevación,  recuerdan  bajo  muchos 
respectos  los  pajonales  y  páramos  de  los  Andes. 

No  se  oculta  al  observador  atento,  que  la  flora  de  las  islas  de  Galá- 
pagos lleva  en  general  el  tipo  americano,  tanto  respecto  á  la  afinidad  botá- 
nica de  los  géneros  y  de  las  especies,  cuanto  en  su  hábito  exterior.  Las 
particularidades  que  la  distinguen  á  primera  vista  de  la  flora  del  Continente, 
consisten  en  la  pequenez  de  los  órganos  foliáceos,  en  la  falta  de  hermosas 
flores,  en  la  escasez  de  epífitas  y  parásitas,  y  en  la  ausencia  de  las  lianas 
y  enredaderas.  La  hermosura  de  los  bosques  sudamericanos  consiste  en 
gran  parte  en  el  primeroso  y  gigantesco  follaje  de  las  Monocotyledóneas, 
por  ejemplo,  de  las  Palmas,  Musáceas,  Zingiberáceas,  Aroideas  etc.;  todas 
estas  familias  faltan.  Relativamente  al  punto  segundo  puedo  asegurar,  que 
en  todo  el  Archipiélago  no  he  encontrado  ninguna  flor,  que  por  su  hermo- 
sura ó  forma  particular  llamara  la  atención.  Las  epífitas,  adorno  especial 
de  nuestros  bosques,  están  representadas  por  dos  Bromeliáceas  y  dos  Or- 
quídeas insignificantes.  —  Cierto  es,  que  aun  los  páramos  del  Continente 

WoLr,  Ecuador.  31 


482  EL   ARCHIPIÉLAGO   DE   GALÁPAGOS. 

presentan  mayor  número  de  formas  «tropicales»,  que  esas  islas,  y  que  la 
primera  impresión  que  se  recibe  á  la  llegada  y  contemplándolas  desde  alguna 
distancia,  es  la  de  un  pais  extra-tropical,  para  no  decir  ártico.  Y  esta  par- 
ticularidad no  se  explica  suficientemente  por  el  clima  solo,  sobre  todo,  si 
añadimos,  que  la  mayor  parte  de  las  plantas  fanerógamas  son  endémicas  ó 
propias  de  este  Archipiélago,  es  decir,  que  no  se  encuentran  en  ningún  otro 
pais  del  mundo.  Estamos  todavía  lejos  de  conocer  todas  las  plantas  de  las 
islas  de  Galápagos.  Mis  colecciones  bastante  completas,  contenían  mas  de 
400  especies.  Anteriormente  se  han  ocupado  con  esta  flora  J.  Hooker  y 
Anderson ;  este  último  cuenta  en  las  5  islas  mayores  374  plantas  vasculares, 
y  de  ellas  mas  de  la  mitad,  es  decir,  190  son  endémicas  ó  propias  al  Archi- 
piélago. Las  no  endémicas  son  inmigradas  del  Continente,  pues  se  encuentran 
todas  también  en  las  costas  ecuatorianas  y  colombianas  entre  Guayaquil  y 
Panamá.  Lo  curioso  es,  que  cada  isla  tiene  sus  especies  endémicas  propias, 
que  no  pasan  á  las  otras,  por  mas  cercanas  que  se  hallen.  Es  el  mismo 
fenómeno  que  se  observa  en  algunas  clases  de  animales. 

En  donde  quiera  que  el  suelo  no  es  demasiado  pedregoso,  y  que  no  le 
falta  la  humedad  necesaria,  es  muy  feraz  y  se  presta  al  cultivo  de  los  pro- 
ductos mas  variados.  Es  lástima,  que  estas  condiciones  favorables  se  hallan 
en  regiones  tan  reducidas,  y  que  la  árida  zona  inferior  carece  completa- 
mente de  ellas.  Propiamente  solo  la  zona  mas  arriba  de  250  metros  se 
presta  á  la  horticultura  y  agricultura,  y  toda  la  inferior  se  debe  calificar 
como  incultivable. 

Hoy  dia  se  cultiva  solamente  una  parte  del  alto  Chatham,  en  que  existe 
la  hacienda  del  señor  M.  Cobos,  á  288  metros  de  elevación.  En  tiempo  de 
mis  viajes  floreció  también  la  pequeña  hacienda  del  señor  J.  Valdizan  en  la 
isla  Floreana,  á  la  altura  de  277  metros,  que  he  visitado  varias  veces  y  que 
proveyó  en  aquella  época  el  campamento  de  los  orchilleros.  Algunas  cuadras 
de  tierra  se  hallaban  cercadas  con  cercas  vivas  y  espesas  de  limones,  para 
defenderlas  contra  el  ganado  cimarrón  de  la  isla,  y  caminos  limpios  las 
dividían  en  cuarteles  regulares,  como  un  jardín.  Me  sorprendió  la  gran 
fertilidad  de  este  terreno  y  la  facilidad,  con  que  se  habían  aclimatado  los 
vegetales  de  las  zonas  templadas  al  lado  de  los  de  la  zona  cálida.  Con 
muchas  plantas  se  experimentaba  entonces  en  pequeña  escala,  otras  ya  se 
cultivaban  en  grande.  Al  lado  de  la  caña  de  azúcar  mas  hermosa,  al  lado 
de  la  yuca  y  del  camote,  producia  la  papa  sus  tubérculos  tan  grandes  y 
harinosos  como  en  la  sierra;  entre  matas  de  algodón  y  añil  se  ostentaban 
grandes  cabezas  de  lechuga  y  col;  rábanos,  zanahorias,  betarragas,  al- 
cachofas crecían  en  la  sombra  de  los  plátanos  y  guineos  africanos;  la  vid 
se    enredaba  en    las    ramas    del    aguacate;    magníficos   naranjos  y  limones 


LOS   ANIMALES.  483 

estaban  cargados  de  doradas  frutas;  en  ninguna  parte  del  mundo  he  visto 
higueras  mas  hermosas;  ya  se  levantaban  también  algunas  palmas  recien 
introducidas.  En  una  palabra,  de  cada  planta  cultivada  se  podia  decir,  que 
se  hallaba  en  su  propio  suelo  y  clima.  ¡Ah,  si  las  islas  en  toda  su  ex- 
tensión fuesen  tan  favorecidas  por  la  naturaleza,  como  en  este  punto  privi- 
legiado, en  que  se  hallaba  la  hacienda,  podrían  transformarse  en  un  verdadero 
paraíso  terrenal !  Pero,  por  desgracia  el  terreno  cultivable  del  Arcliipiélago 
es  reducido.  Después  de  la  desgraciada  muerte  de  mi  amigo  Valdizan*),  la 
hacienda  y  toda  la  isla  fué  abandonada.  —  En  Chatham  la  gente  se  dedicaba 
al  tiempo  de  mi  viaje  con  preferencia  con  la  cria  de  ganado ;  pero  las  con- 
diciones en  que  se  halla  el  terreno  de  la  hacienda,  son  análogas  á  las  de 
Floreana,  y  creo  que  será  igualmente  feraz.  Hoy  dia  el  propietario  de  la 
hacienda  se  dedica  especialmente  al  cultivo  de  la  caña  de  azúcar  en  gran 
escala,  para  la  cual  el  terreno  y  el  clima  parecen  ser  inmejorables. 

Los  animales. 

La  fauna  indigena  de  las  islas  de  Galápagos  es  tan  pobre,  ó  talvez 
mas  pobre  que  la  flora,  y  esto  se  explica  por  la  intima  correlación  en  que 
se  hallan  los  dos  reinos,  el  vegetal  y  el  animal.  Creo  que  á  esta  circun- 
stancia debemos  atribuir,  que  las  plantas  y  los  animales  recien  introducidos 
se  aclimatan  y  se  propagan  con  tanta  facilidad,  porque  no  tienen  que  luchar 
por  su  existencia  y  casi  no  encuentran  enemigos.  Parece  que  la  naturaleza 
en  estas  islas  relativamente  nuevas  todavía  no  haya  ocupado  todos  los 
lugares  con  especies  endémicas,  y  estos  lugares  desocupados  llenan  los 
géneros  importados,  sin  que  sea  necesario  que  los  endémicos  les  cedan.  Si 
comparamos  las  antiguas  relaciones  de  viajes,  y  aun  la  de  Darwin,  con  el 
status  quo  actual,  encontramos  que  ciertos  animales  se  han  hecho  mas  raros, 
ó  que  han  desaparecido  en  algunas  islas,  por  ejemplo,  los  grandes  galápagos, 
que  al  Archipiélago  dieron  el  nombre.  Pero  tales  cambios  hay  que  atribuir 
á  la  directa  influencia  destructora  del  hombre. 

Cuando  llamé  la  fauna  de  las  islas  « pobre»,  me  referia  tan  solo  á  los 
animales  terrestres,  pues  la  fauna  del  mar  es  riquísima  como  en  pocos  re- 
giones del  mundo.  Jamas  he  visto  tanta  abundancia  de  pejes  de  distintas 
clases,  y  algunos  muy  delicados,  de  langostas  y  de  toda  clase  de  mariscos. 
Abundan  las  gigantescas  tortugas  del  mar  (Chelonia  Mydas),  y  la  pesca  de 
la  ballena  es  tan  ventajosa  y  mas  fácil  que  en  los  mares  árticos,  por  lo 
cual  nunca  faltan  buques  balleneros  en  la  cercanía  de  las  islas.    De  otra 


*)  Fué  asesinado  alevosamente  en  Julio  de  1878  por  sus  propios  peones,  tres  dias 
después  de  mi  salida  de  Floreana. 

31* 


484  EL    ARCHIPIÉLAGO   DE    GALÁPAGOS. 

pesca  abundante  son  objetos  los  lobos  marinos,  de  los  cuales  hay  dos 
especies:  una,  Otaria  jubata,  alcanza  el  tamaño  de  un  toro  y  es  muy  fre- 
cuente en  todas  las  islas  é  islotes;  la  otra,  Otaria  fáíklandica  (ó  Arctocc- 
phalus  australis,  que  es  lo  mismo),  es  mas  pequeña,  llegando  solo  al  tamaño 
de  5  ó  G  pies,  pero  su  piel  es  mas  fina  y  mas  apreciada.  Esta  última  se 
halla  especialmente  en  la  mitad  norte  del  Archipiélago,  no  encontrándose 
en  las  islas  australes  sino  por  una  gran  casualidad.  —  La  pesca  de  perlas 
hasta  ahora  no  ha  dado  resultados  satisfactorios,  sea  que  las  conchas  de 
perla,  de  las  que  he  visto  algunas  muy  hermosas,  son  demasiado  raras,  sea 
que  no  se  ha  dado  tadavia  con  el  buen  método  de  pescarlas. 

Volvamos  del  mar  á  la  tierra.  No  habrá  una  región  del  mundo  de 
igual  extensión  como  el  Archipiélago,  que  sea  tan  pobre  en  mamíferos  in- 
dígenas. Hasta  ahora  no  se  conoce  sino  uno  solo,  un  pequeño  roedor  del 
tamaño  de  una  rata  (Oryeomys  galapagoensis).  Esta  única  especie  indígena 
es  á  la  vez  endémica,  es  decir,  limitada  á  las  islas;  por  lo  demás  hoy  dia 
ya  es  sumamente  rara.  —  Ratas  y  ratones  se  han  propagado  demasiado, 
desde  que  el  hombre  visita  las  islas,  pero  son  importados  por  los  buques. 

Las  aves  de  las  islas  son  muy  numerosas,  tanto  en  géneros  y  especies, 
cuanto  en  individuos.  Las  acuáticas  y  las  que  viven  á  las  orillas  del  mar 
de  mariscos,  son  con  pocas  excepciones  las  mismas  que  en  las  costas  del 
continente  y  ofrecen  poco  interés.  En  algunas  isletas  bajas  sus  nidos 
cubren  literalmente  el  suelo  v  los  excrementos  de  los  millones  formarían 
sin  duda  considerables  depósitos  de  guano,  si  en  las  islas  no  lloviera  por 
muchos  años.  Pero  las  lluvias  anuales  del  invierno  hacen  inútiles  los  es- 
fuerzos y  buenas  intenciones  de  estos  pájaros.  En  la  isla  mas  austral,  en 
Iíood,  se  encuentra  el  magnate  de  las  aves  acuáticas,  el  Albatros  ó  «Tájaro 
carnero»  (Diomedca  chlororhynchvs),  que  habita  el  Cabo  de  Hornos  y  viene 
hasta  nuestras  regiones  tropicales  siguiendo  la  corriente  antartica.  De  la 
abundancia  de  esta  ave  en  Hood  podremos  formarnos  una  idea,  si  digo,  que 
en  una  ocasión  un  campamento  de  60  orchilleros,  escasos  de  víveres,  se 
mantenían  durante  algunas  semanas  casi  exclusivamente  de  los  huevos 
del  Albatros,  aunque  cada  hembra  no  pono  mas  que  uno  por  año.  —  Otro 
huésped  de  las  regiones  australes  y  frías  en  las  islas  de  nuestro  Archi- 
piélago, es  el  curioso  «Pájaro  niño»  ó  Pingüin  (Aptenodytes  sp.),  que  tiene 
alas  sin  plumas  y  las  usa  como  los  peces  las  aletas. 

De  un  alto  interés  zoológico  son  los  pájaros  terrestres,  porque  ellos  son 
en  su  mayor  parte  endémicos,  y  se  repite  aquí  el  fenómeno  observado  en 
las  plantas,  de  que  cada  isla  mayor  tiene  sus  especies  propias  y  exclusivas. 
No  hay  pájaros  de  colores  brillantes  y  vivos,  todos  llevan  un  hábito  modesto 
y   no  pueden   ocultar  su  analogía   con  los  de  las  costas  del  continente,  de 


LOS   ANIMALES.  485 

los  cuales  probablemente  derivan  por  una  transformación  y  acomodación 
sucesiva.  La  colección  de  Darwin  contenia  2<)  especies  de  aves  terrestres; 
dice:  «con  excepción  de  una,  todas  eran  nuevas  y  desconocidas,  habitan 
exclusivamente  estas  islas  y  ninguna  otra  parte  del  mundo».  Mi  propia 
colección  contenia  mas  de  30  especies  (ademas  unas  20  de  acuáticas  y 
zancudas)  y  estoy  seguro  de  que  todavía  no  estaba  completa.  —  Aquí  debo 
mencionar  un  fenómeno,  que  llama  la  atención  de  cuantos  visitan  las  islas 
do  los  Galápagos.  Todos  los  pájaros  terrestres  son  sumamente  mansos  y 
no  temen  al  hombre,  su  peor  enemigo.  El  colector  casi  no  necesita  de  la 
escopeta  y  puede  cojerlos  con  una  varita  y  á  veces  con  la  mano  (muchos 
he  cojido  con  una  red  como  las  mariposas).  Por  lo  demás  se  observa,  que 
los  pájaros  de  las  islas  de  Floreana  y  de  Chatham,  las  mas  frecuentadas 
por  el  hombre,  ya  son  mas  ariscos,  que  los  de  las  islas  poco  visitadas,  como 
Albemarle.  En  esta  última  maté  varios  halcones  grandes  con  un  bastón, 
mientras  se  acercaron  á  robarme  los  pájaros  chicos  que  había  colocado  á 
mi  lado  para  prepararlos.  Un  Cucube  (Mimus)  se  sentó  sobre  mi  sombrero 
y  sobre  mis  hombros.  De  las  tórtolas  no  es  difícil  de  procurarse  en  poco 
tiempo  un  almuerzo  mediante  un  bastoncito.  Las  aves  acuáticas  y  litorales, 
que  no  son  endémicas,  son  tan  ariscas  y  difíciles  de  cojer,  como  las  de  las 
costas  del  continente.  Parece  que  las  aves  se  acostumbran  con  dificultad 
y  muy  despacio  á  temer  y  á  huir  al  hombre  por  instinto;  pero  una  vez 
adquirido  este  instinto,  queda  hereditario  y  lo  conservan  por  muchas  gene- 
raciones. Las  aves  terrestres  de  las  islas  son  perseguidas  con  frecuencia 
ya  por  algunos  siglos,  y  sinembargo  tadavia  no  han  ganado  mucho  en 
prudencia,  mientras  que  al  revés  las  acuáticas  son  todavía  tan  cautelosas 
como  sus  antepasados  emigrados  del  continente,  aunque  de  la  generación 
actual  la  mayor  parte  nunca  ha  visto  la  tierre  firme  y  en  muchas  islas 
nunca  á  un  hombre.  En  el  Archipiélago  se  puede  deducir  casi  con  se- 
guridad, si  un  pájaro  es  endémico  ó  no,  según  se  manifiesta  manso  ó  arisco. 
La  clase  mas  interesante  de  animales,  que  viven  en  estas  islas,  son  los 
reptiles,  y  para  no  repetirlo  cada  vez,  diré  que  todos  son  endémicos;  las 
tortugas  terrestres,  llamados  galápagos,  las  iguanas,  las  lagartijas,  las  cule- 
bras, todas  son  propias  al  Archipiélago.  Justo  es,  que  comenzamos  con 
aquel  animal,  que  á  las  islas  dio  su  nombre,  con  el  Galápago  (Testudo  ele- 
phantopus).  Al  tiempo  del  descubrimiento  de  las  islas  se  halló  en  abun- 
dancia en  todas  ellas,  pero  hoy  día  escasea  mucho  en  algunas  y  en  otras 
ha  desaparecido  completamente,  como,  por  ejemplo,  en  Floreana.  El 
hombre  lo  persigue  por  el  excelente  aceite  que  se  saca  de  la  grasa,  así 
como  por  la  carne  y  los  huevos  que  proporcionan  un  alimento  agradable  y 
sano.  En  Albemarle  he  vivido  tres  semanas  casi  exclusivamente  de  la  carne 


486  EL   ARCHIPIÉLAGO   DE   GALÁPAGOS. 

de  galápago,  preparada  de  distintas  maneras,  y  de  panquecas  hechas  de 
sus  huevos,  sin  fastidiarme  de  esta  comida.  —  En  las  islas  pequeñas  y  bajas 
los  galápagos  viven  con  preferencia  de  los  tallos  y  ramas  de  las  tunas  y 
espinos,  pero  en  las  islas  grandes,  que  poseen  la  región  alta  y  húmeda, 
prefieren  esta  y  pacen  en  las  altiplanicies  y  pampas  gramosas,  á  veces 
reunidos  en  manadas  grandes,  como  el  ganado.  Tales  manadas  encontré 
en  las  altas  regiones  de  la  parte  austral  de  Albemarle,  que  es  la  isla  mas 
rica  en  galápagos  y  la  mas  visitada  por  los  «aceiteros».  Las  pampas  están 
cruzadas  en  toda  dirección  por  caminos  anchos,  hechos  por  estos  animales 
y  tan  trillados  que  parecen  caminos  de  herradura  abiertos  por  el  hombre. 
Cuando  se  sigue  los  caminos  principales,  á  cada  rato  se  encuentra  un  in- 
dividuo que  vá  ó  viene,  y  con  seguridad  la  senda  conduce  á  un  bebedero, 
una  lagunita  ó  un  pequeño  manantial.  Como  los  bebederos  son  muy  raros, 
sucede  que  los  caminos  reales  convergen  á  ellos  desde  grandes  distancias 
en  contorno.  El  bebedero  está  comumente  sitiado  por  15  ó  20  galápagos. 
Este  animal  bebe  solamente  cada  3  ó  4  meses,  pero  entonces  con  exceso, 
metiendo  toda  la  cabeza  en  el  agua  y  sorbiéndola  con  las  narices.  Un  viaje 
al  bebedero  desde  las  pampas  superiores  cuesta  al  galápago  tres  ó  cuatro 
semanas;  he  observado  algunos,  que  durante  un  dia  no  hicieron  mas  que 
60  metros  de  camino.  No  pueden  huir  ni  defenderse;  cuando  un  hombre  se 
acerca,  se  retiran  bajo  sus  conchas,  quedando  inmobles  aun  al  herirlos  y 
matarlos.  Los  individuos,  que  en  los  buques  llegan  á  Guayaquil,  son  pe- 
queños, pesando  de  algunas  arrobas  á  dos  quintales  lo  mas.  Pero  en  las 
montañas  altas  y  retiradas  se  encuentran  galápagos  enormes  y  añejos  (se 
dice  que  viven  mas  de  cien  años),  que  pesan  hasta  seis  quintales,  cuyo  tras- 
porte en  esas  islas  sin  caminos  y  á  largas  distancias  seria  sumamente  difícil 
y  hasta  imposible.  —  Los  galápagos  de  las  islas  del  Norte,  sobre  todo  de 
Abingdon  y  Bindloe,  son  algo  distintos  de  los  del  Sur,  y  puede  ser  que  sean 
varias  especies  zoológicas.*)  —  Con  la  colonización  del  Archipiélago  estos 
animales  indefensos  tendrían  que  desaparecer  rápidamente,  á  no  ser  que  se 
tomen  medidas  para  su  conservación  y  explotación  racional,  prohibiendo,  por 
ejemplo,  matar  los  individuos  jóvenes  que  no  hayan  llegado  á  cierto  tamaño. 
Ademas  de  muchas  largartijas  pequeñas  (Tropidurus  sj).),  viven  en  las 
islas  dos  grandes  especies  de  iguanas.  Se  les  dá  este  nombre  por  la  seme- 
janza exterior  que  presentan  con  las  iguanas  del  continente,  pero  por  sus 
caracteres  zoológicos  se  distinguen  esencialmente  de  ellas,  formando  el  nuevo 
género  Amblyrhynchus.    La  que  vive  en  el  mar,  es  la  mas  interesante,  por- 


*)  Los  trabajos   del  señor  Dr.  G.  Baur,  que   el   año   pasado  (de  181)1)  colectó  con 
mucho  cuidado  los  galápagos  de  las  diferentes  islas,  para  estudiarlos,  aclarará  este  punto. 


LOS   ANIMALES.  487 

que  en  la  creación  actual  del  mundo  es  el  único  representante  de  los  saurios 
marinos,  es  como  el  último  resto  de  aquellos  gigantescos  saurios,  que  en 
las  épocas  primitivas  de  nuestro  planeta  desempeñaron  un  papel  tan  impor- 
tante. La  iguana  del  mar,  Amblyrhynchus  ¿ristatus,  es  un  animal  de  aspecto 
feo  y  repugnante,  que  recuerda  mas  bien  la  salamandra  que  la  largartija. 
Las  mas  grandes  que  he  visto,  tenían  4  pies  de  largo;  su  color  es  por  ar- 
riba pardo-negruzco,  y  por  debajo  entre  rojizo  y  amarillento.  Viven  en  las 
costas  de  todas  las  islas,  donde  prefieren  los  escollos  mas  ásperos.  Su  ali- 
mento son  algas  marinas  que  pacen  en  el  fondo  del  mar,  pero  con  frecuen- 
cia salen  á  fuera  y  se  asolean  con  los  miembros  tendidos  sobre  las  rocas 
de  la  lava.  Su  carne  no  se  come  y  el  hombre  las  aborrece,  no  utilizando 
nada  de  ellas,  lo  que  no  sucede  con  la  iguana  terrestre  cuya  carne  y  huevos 
son  tan  delicados  y  apetecidos  como  los  del  galápago.  —  Esta  segunda 
especie  (Amblyrhynchus  subcristatus)  es  también  muy  fea,  su  color  es  mas 
claro  y  su  tamaño  mas  pequeño  que  el  de  la  iguana  marina.  Nunca  vá  al 
agua*  y  v*ve  en  'a  región  árida  en  cuevas,  que  busca  entre  los  pedrones 
ásperos  de  las  lavas,  ó  que  excava  con  sus  uñas  en  donde  el  suelo  es  mas 
blando.  Se  nutre  de  las  hojas  de  varios  arbustos.  Ademas  de  su  carne  se 
utiliza  el  aceite  sacado  de  la  grasa,  y  este  se  recomienda  como  un  remedio 
muy  eficaz  contra  las  almorranas. 

lie  colectado  cuatro  especies  de  culebras  en  cuatro  islas  distintas  y 
parece  que  cada  isla  mayor  tiene  su  especie  propia;  pero  ninguna  de  ellas 
es  venenosa.  —  El  orden  de  los  batraquios  franas  y  sapos)  falta  completa- 
monte  en  nuestro  Archipiélago. 

La  clase  de  los  insectos  se  halla  muy  mal  representada,  y  en  esta  sec- 
ción la  fauna  es  sumamente  pobre.  Apesar  de  buscar  y  colectar  con  mucho 
afán,  no  pude  reunir  mas  que  4  especies  de  mariposas  diurnas,  y  unos  16 
de  coleópteros  (escarabajos),  que  todos  son  pequeños  y  nada  vistosos.  La 
misma  pobreza  se  observa  en  los  dípteros,  hemípteros  é  himenópteros.  No 
falta  la  plaga  de  las  cucarrachas,  grillos  y  otros  bichos,  pero  estos  son  im- 
portados por  los  buques,  como  también  algunas  arañas,  aunque  de  las  últi- 
mas se  encuentran  varias  especies  indígenas.  Zancudos  y  mosquitos  hay 
muy  pocos,  pero  en  su  lugar  se  multiplica  en  ciertas  épocas  una  especie 
de  mosca  grande  con  tanta  abundancia,  que  llega  á  ser  una  plaga  suma- 
mente fastidiosa.  La  observé  especialmente  donde  se  mata  muchos  galápa- 
gos ó  reses  cimarronas,  cuya  carne  queda  abandonada  á  la  pudredumbre.  — 
Un  pequeño  alacrán  parece  ser  indígena  y  propio  á  las  islas,  pues  lo  en- 
contré por  donde  quiera  debajo  de  las  piedras ,  aun  en  los  islotes  mas  desier- 
tos y  nunca  habitados;  lo  mismo  vale  de  un  cientopies  muy  grande  con 
tenazas  enormes,   cuya  mordedura  es  muy  venenosa.     Llega  á  un  pié  de 


488  EL   ARCHIPIÉLAGO   DE   GALÁPAGOS. 

largo  y  se  parece  á  la  Scolojwndra  gigantea;  sus  escondrijos  preferidos  se 
hallan  en  las  grietas  de  la  lava,  y  con  mas  frecuencia  se  encuentra  en  Cha- 
tham. El  alacrán  y  el  cientopies  grande  parecen  ser  los  únicos  animales 
venenosos  de  las  islas,  que  el  hopibre  tiene  motivo  de  recelar. 

Los  caracoles  terrestres  del  Archipiélago  son  todos  pequeños,  pero  no 
menos  interesantes  que  las  otras  clases,  por  su  distribución  geográfica.  Mi 
amigo,  el  señor  P.  Reibisch,  se  ocupa  actualmente  con  la  monografía  de  los 
moluscos  terrestres  de  las  islas,  basada  en  mis  colecciones.  Antes  fueron 
conocidas  solo  17  especies,  yo  he  colectado  33,  y  entre  ellas  resultaron  23 
nuevas,  de  manera  que  hoy  llegan  las  especies  conocidas  á  40. 

Desde  la  primera  tentativa  de  colonización  por  el  General  J.  Villamil, 
la  fauna  de  las  islas  ha  recibido  un  incremento  por  muchos  animales  intro- 
ducidos y  hoy  dia  perfectamente  aclimatados.  Parece  que  al  tiempo  del 
viaje  de  Darwin  (1835)  los  animales  domésticos  todavía  no  se  habian  espar- 
cido y  naturalizado  en  las  islas,  porque  este  observador  exacto  no  hubiese 
pasado  en  silencio  sobre  un  hecho  tan  interesante,  al  que  vamos  á  dedicar 
algunos  renglones.  Completamente  naturalizados  y  en  estado  silvestre  viven 
en  el  Archipiélago  los  animales  siguientes:  lares,  la  cabra,  el  asno,  el  perro, 
el  gato  y  la  gallina.  —  Hablaré  de  estos  animales  como  los  encontré  al 
tiempo  de  mis  viajes  (1875  y  1878),  ignorando  lo  que  se  haya  cambiado  en 
este  respecto  en  los  últimos  años. 

El  ganado  vacuno  vivía  en  grandes  manadas  en  las  altiplanicies  y  mon- 
tañas de  Floreana  y  de  Chatham,  y  desde  pocos  años  acá  se  habian  encon- 
trado algunas  cabezas  en  las  montañas  de  Albemarle  (austral),  sin  que  se 
supiese,  cómo  habian  llegado  allá.  En  Floreana  he  calculado  su  número 
aproximado  en  800  ó  900,  en  Chatham  entre  2000  y  3000  cabezas.  Es  una 
raza  hermosa  y  grande,  cuyos  toros  muchas  veces  embisten  y  persiguen  al 
hombre.  En  Chatham  se  habia  comenzado  á  domesticar  de  nuevo  algunas 
vacas  y  á  formar  potreros.  Por  lo  demás,  bastaba  cojer  los  terneros  y 
tenerlos  encerrados  en  el  corral,  las  vacas,  que  durante  el  dia  suben  á  las 
pampas,  fraternizando  con  el  ganado  cimarrón,  vuelven  de  noche  á  los  cor- 
rales y  se  dejan  ordeñar  sin  dificultad.  Al  ganado  cimarrón  se  tiraba  con 
balas,  aprovechando  la  piel  y  de  la  carne  tan  solo  cuanto  se  necesitaba  para 
la  poca  gente  de  las  haciendas  de  Floreana  y  de  Chatham.  También  los 
buques  balleneros  y  otros  que  tocaban  en  las  islas,  Inician  sus  provisiones 
del  mismo  modo.  Hoy,  según  se  dice,  el  ganado  se  halla  casi  extinguido 
en  Floreana  y  muy  reducido  en  Chatham. 

En  1875  hubo  en  Floreana  algunos  caballos  cimarrones,  pero  el  señor 
Valdizan  los  cojió  y  los  domesticó  todos. 


DEDUCCIONES  Y   CONCLUSIÓN.  489 

Abundantes  eran  en  la  época  de  mis  viajes  los  burros  silvestres  en 
Floreana,  Chatham,  Indefatigable,  Santiago  y  Albemarle.  Los  orchilleros  y 
aceiteros  cojian  muchos  y  los  domesticaban  con  facilidad. 

Las  cabras  han  disminuido  mucho,  apesar  de  que  el  clima  y  terreno 
parece  muy  á  propósito  para  ellas.  lie  visto  una  pequeña  manada  en  Flo- 
reana, otra  en  Chatham  y  algunas  aisladas  en  la  estéril  isla  de  Barrington. 
Se  cree,  y  con  razón,  que  los  perros  silvestres  acaban  con  ellas. 

Puercos  cimarrones  hay  en  todas  las  islas  mayores,  pero  mas  numero- 
sos son  en  Santiago  (James  L).  Se  dice,  que  su  caza  no  carece  de  peligro 
y  que  embisten  al  hombro  por  manadas.  Unos  pocos  que  he  visto  ya 
domesticados,  no  se  diferenciaban  de  la  raza  ordinaria  de  la  costa. 

Igualmente  repartido  se  halla  el  perro,  viviendo  en  familias  ó  pequeños 
grupos.  Aunque  pertenezca  á  una  raza  grande  y  robusta,  es  bastante  co- 
barde, no  acomete  al  hombre,  huyéndole  mas  bien,  y  se  domestica  pronto. 
Pero  se  dice  que  hace  estragos  entre  los  terneros  del  ganado  cimarrón. 

Todos  los  gatos  silvestres,  que  he  visto  en  Floreana  y  en  Chatham,  eran 
negros,  lo  que  me  llamó  tanto  mas  la  atención,  cuanto  que  este  color  es  su- 
mamente raro  en  los  gatos  de  Guayaquil  y  de  toda  la  costa.  Son  animales 
hermosos  y  grandes,  que  viven  en  las  cuevas  de  la  lava  mas  áspera  cerca 
de  las  orillas  del  mar.  Supongo  que  se  mantienen  con  preferencia  con  los 
mariscos  de  la  playa;  por  lo  demás,  las  ratas  y  ratones  importados  y  los 
mansos  pájaros  terrestres  les  subministran  un  alimento  abundante. 

Gallinas  se  encontraron  hasta  ahora  solamente  en  las  montañas  y  bos- 
ques mas  retirados  de  la  isla  Floreana. 

Todos  estos  animales  domésticos,  que  acabo  de  enumerar,  prosperan, 
entregados  al  estado  de  libertad  y  silvestre,  perfectamente,  merced  á  la 
ausencia  de  enemigos  y  á  la  benignidad  del  clima,  que  también  favorece  á 
la  salud  de  los  hombres;  pues  enfermedades  endémicas  son  desconocidas  en 
el  Archipiélago. 

Deducciones  y  conclusión. 

De  las  descripciones  que  preceden,  el  lector  se  habrá  formado  una  ¡dea 
bastante  clara  de  las  islas  de  Galápagos.  He  bosquejado  este  cuadro  con 
la  fidelidad,  que  solo  permite  la  observación  propia.  Con  imparcialidad  he 
referido  las  condiciones  ventajosas,  en  que  se  halla  el  Archipiélago,  y  no  he 
ocultado  las  desfavorables.  Cada  uno  podrá  sacar  de  mis  exposiciones  las 
deducciones  prácticas  que  quisiera,  según  el  punto  de  vista  en  que  se  colo- 
que. Si  yo  mismo  en  seguida  agrego  algunas  indicaciones,  lo  hago  especial- 
mente porque  desde  algunos  años  acá  se  ha  movido  de  nuevo  la  cuestión 
de  la  colonización  del  Archipiélago  en  mayor  escala.    Pero,  como  luego  entran 


490  EL   AUCH1PIÉLAG0   DE   GALÁPAGOS. 

en  la  discusión  las  apreciaciones  personales  ó  sujetivas,  como  á  veces 
tenemos  que  abandonar  el  campo  sólido  de  los  hechos  puros  é  indiscu- 
tibles, y  avanzar  al  campo  resbaladizo  de  las  conjeturas  y  suposiciones, 
es  muy  natural,  que  los  renglones  siguientes  no  pretenden  sino  un  valor 
relativo,  como  expresión  de  mis  propias  ideas  sobre  un  asunto  de  tanta 
importancia. 

No  hay  duda,  que  el  Archipiélago  de  Galápagos  ocupa  en  el  mapa  ter- 
restre una  posición  muy  ventajosa,  como  único  grupo  grande  de  islas  entre 
el  continente  sudamericano  y  Polinesia,  asi  como  entre  la  América  del  Norte 
y  la  del  Sur.  Esta  ventaja  de  su  posición  geográfica  llegará  á  su  mayor 
importancia  con  la  abertura  del  Canal  de  Panamá,  cuya  realización  es  solo 
una  cuestión  de  tiempo.  La  corriente  principal  del  comercio  entro  Norte- 
américa y  Europa  de  un  lado,  y  Polinesia  y  Australia  del  otro,  pasará  por 
el  istmo  de  Panamá,  y  el  mar  de  las  islas  de  Galápagos  y  ellas  mismas  se 
hallarán  en  una  de  las  mas  frecuentadas  encrucijadas  de  los  mares;  hoy  dia 
tan  aisladas  y  solitarias,  estarán  entonces  en  una  comunicación  rápida  y 
continua  con  todo  el  mundo.  Por  lo  demás,  desde  ahora  mismo  la  comuni- 
cación con  la  costa  del  continente  es  fácil  y  rápida,  si  se  introduce  algunos 
vapores  de  servicio,  que  harán  el  viaje  en  dos  ó  tres  dias. 

Al  aliciente  de  una  ventajosa  posición  geográfica  se  añade  para  los 
colonos  el  otro  de  un  clima  inmejorable.  Seria  difícil  encontrar  en  otra 
parte  del  mundo  bajo  la  linea  equinoccial  un  clima  mas  mitigado,  mas  sano 
y  mas  agradable,  Ubre  de  los  extremos  de  un  clima  continental,  y  libre  de 
casi  todas  las  plagas.  Enfermedades  endémicas  no  se  conocen  allá,  y  no 
dudo  que  estas  islas  con  el  tiempo,  cuando  tengan  una  población  mas 
numerosa  y  cuando  la  comunicación  con  la  costa  será  mas  rápida  y  regular, 
formarán  un  lugar  de  reconvalescencia  muy  frecuentado  por  los  habitantes 
del  continente. 

Ahora  podemos  preguntar:  ¿cuales  son  las  perspectivas  de  los  inmi- 
grantes? cual  su  porvenir?  con  qué  se  ocuparán?  —  No  soy  de  la  opinión 
de  los  que  ponen  la  agricultura  como  primer  y  casi  único  objeto  de  la 
colonización.  He  demostrado,  que  toda  la  región  baja  y  árida  por  la  natura- 
leza de  su  terreno  es  del  todo  incultivable,  pero  esto  quiere  decir,  que  lo 
son  nueve  décimas  de  su  territorio,  á  lo  menos.  Hay  islas  considerables, 
por  ejemplo,  Hood,  Barrington,  Bindloe,  que  no  participan  de  la  región 
húmeda  y  fértil,  por  ser  demasiado  bajas.  La  gran  isla  de  Xarborough, 
aunque  posee  un  altísimo  volcan  central,  es  toda  incultivable,  por  razones 
especiales,  que  han  de  buscarse  en  lo  moderno  de  sus  lavas.  Solo  en  cinco 
islas  encontramos  algún  terreno  de  cultivo,  que  se  presta  á  la  agricultura 


DEDUCCIONES   Y   CONCLUSIÓN.  491 

y  á  la  cria  de  ganado:  en  Floreana  no  ocupa  mucho  mas  de  una  legua 
cuadrada;  en  la  mitad  meridional  de  Chatham  unas  tres  leguas  cuadradas, 
toda  la  mitad  setentrional  es  baja  y  estéril;  en  Indefatigable  (Chaves)  y 
Santiago  (James)  otras  tantas,  y  en  la  isla  de  Albemarle,  que  se  extiende 
sobre  138  leguas  cuadradas,  se  halla  solamente  en  las  montañas  del  Sur 
algún  terreno  capaz  de  cultivo,  cuya  área  se  puede  calcular  en  6  ó  7  leguas 
cuadradas,  todo  el  resto  de  la  isla  se  parece  á  la  de  Narborough.  Creo  que 
de  las  240  leguas  cuadradas,  que  constituyen  el  terreno  del  Archipiélago, 
apenas  20  serán  cultivables.  —  Ahora  pregunto:  ¿es  posible,  que  en  estas 
islas  se  sustente  una  numerosa  población  solo  de  sus  productos  indígenas 
y  de  la  agricultura?  Floreana  y  Chatham  son  las  islas  mas  conocidas  y 
favorables,  en  cuya  colonización  se  ha  pensado  algunas  veces.  Concedida 
una  gran  feracidad  del  terreno,  ¿cómo  puede  prosperar  y  extenderse  una 
población  aunque  sea  de  400  ó  500  habitantes  sobre  una  legua  cuadrada  de 
terreno,  en  medio  de  un  desierto,  si  quiere  vivir  solo  de  la  agricultura  y  de 
la  cria  de  ganado?  —  ¿cuan  miserables  y  estrechos  serán  las  condiciones 
de  los  propietarios?  cual  su  porvenir?  En  Floreana  cabe  muy  bien  una 
hacienda,  en  Chatham  tal  vez  dos  ó  tres,  lo  mismo  en  las  otras  islas  con 
terreno  cultivable;  pero  pensar  en  una  numerosa  inmigración  de  agricultores, 
seria  en  mi  concepto  un  sueño  utópico.  El  colono,  que  viene  de  tierras 
lejanas  en  busca  de  una  nueva  patria,  talvez  acompañado  de  su  familia,  no 
se  contentará  con  trabajar  como  peón  en  una  hacienda,  él  buscará  su  for- 
tuna y  una  posición  que  le  dé  esperanza  de  conseguirla.  ¿Donde  en  las 
islas  hay  el  terreno  cultivable  necesario,  para  darlo  á  numerosos  agricultores 
libres  y  propietarios,  á  cada  uno  un  lote  suficiente,  no  solo  para  el  sustento 
de  su  familia,  sino  para  producir  algo  sobrante  que  podría  exportar?  —  Temo 
que  muchos  ecuatorianos  tengan  una  idea  muy  errónea  de  la  colonización 
agrícola  de  las  islas,  creyendo  que  consista  en  que  algunos  señores  ricos  se 
apoderen  del  terreno  cultivable  de  una  isla,  establezcan  allá  sus  haciendas 
y  las  manejen  como  régulos  independientes  con  una  numerosa  peonada, 
según  el  maldito  sistema  de  los  peones  conciertos,  que  apenas  se  distingue 
de  la  esclavitud.  Dudo,  que  con  este  sistema  habrá  muchos  colonos  volun- 
tarios. Para  llevar  esta  vida  de  privación  y  sin  esperanza,  los  peones  no 
necesitan  desterrarse  á  las  islas,  la  encuentran  mejor  en  las  haciendas  de 
la  tierra  firme,  en  que  escasean  los  brazos.  Y  creer,  que  venga  una  in- 
migración extrangera,  para  servir  á  algunos  hacendados  de  las  islas  de 
peones,  seria  el  colmo  de  sencillez,  para  no  decir  otra  cosa. 

No  dudo,  que  las  islas  podrían  producir  lo  necesario  para  el  sustento 
de  una  regular  población  ó  colonia.  Para  esto  no  es  necesario  que  todos 
sean  agricultores,  al  contrario,  conviene  que  un  número  reducido  se  dedique 


492  EL    ARCHIPIÉLAGO  DE   GALAPAG08. 

á  este  ramo,  para  poder  sacar  el  provecho  conveniente,  vendiendo  lo  sobrante 
de  las  cosechas  á  los  demás  habitantes  ocupados  en  otras  faenas.  Otro 
tanto  se  podría  decir  de  la  ganadería,  que  regularmente  está  anexa  á  la 
agricultura  propiamente  dicha.  De  lo  que  expuse  mas  arriba  de  las  plantas 
cultivadas,  fácilmente  se  puede  deducir,  cuáles  serian  los  productos  á  que 
se  presta  el  terreno  con  preferencia.  —  Creo  que  se  haría  con  buen  resul- 
tado ensayos  con  la  vinicultura  en  la  zona  media  de  las  islas  (en  la  altura 
de  100  á  200  metros),  donde  la  vid,  al  parecer,  en  el  terreno  pedregoso 
debía  prosperar  mejor,  que  en  la  zona  alta  y  húmeda.  —  Un  buen  resultado 
se  conseguiría  también  con  la  cria  de  ganado  lanar  y  cabruno,  y  con  el 
último  se  aprovecharía  también  de  algún  modo  la  región  baja  y  árida, 
que  las  cabras,  al  revés  del  ganado  vacuno,  prefieren  á  las  altiplanicies 
húmedas. 

La  horticultura  promete  en  las  islas  grandes  ventajas,  y  como  no  nece- 
sita de  terrenos  tan  extensos,  como  la  agricultura,  mucha  gente  podría  ocu- 
parse con  ella.  Con  una  comunicación  regular  á  vapor  con  la  costa,  los 
productos  de  las  huertas  encontrarían  en  Guayaquil  un  buen  mercado,  llegán- 
donos mas  frescos  que  los  del  Perú,  que  actualmente  compramos  á  precios 
muy  subidos.  Muchos  de  ellos  se  venderán  en  los  buques,  que  tocan  y 
tocarán  mas  tarde  con  mayor  frecuencia  en  el  Archipiélago. 

No  hablo  de  la  pesca  de  ballenas  y  lobos  marinos,  porque  con  ella  suelen 
ocuparse  buques  especiales  de  todas  las  naciones  y  en  todos  los  mares;  pero 
la  pesquería  ordinaria  en  las  costas  de  las  islas  podría  elevarse  á  una  ver- 
dadera importancia  y  ser  una  fuente  de  riqueza  para  los  colonos;  ella  puede 
dar  ocupación  á  una  población  numerosa.  Ya  he  hablado  de  la  abundancia 
y  variedad  de  los  pejes  en  el  Archipiélago,  y  de  la  facilidad  de  conseguir 
la  sal  necesaria  para  preparar  y  consérvalos. 

Largo  seria  enumerar  todas  las  industrias  subordinadas  á  que  dan  lugar 
las  islas,  por  ejemplo,  recojer  la  orchilla  que  se  reproduce  cada  4  6  5  años, 
sacar  el  aceite  de  galápagos  é  iguanas  terrestres,  y  otras  que  se  deducen 
de  mis  descripciones  anteriores.  —  Es  claro,  que  una  colonia  regular  nece- 
sita fomentar  en  su  seno  también  toda  clase  de  oficios,  como  carpinteros, 
herreros,  zapateros,  sastres  etc.,  y  ademas  un  número  adecuado  de  comer- 
ciantes, pero  estos  serán  los  primeros  que  acuden,  en  donde  quiera  que  se 
formen  nuevas  poblaciones. 

Lo  (|iie  dará  á  la  Colonia  un  realce  especial  y  contribuirá  mucho  á  su 
prosperidad,  es  la  circunstancia  de  que  en  el  Archipiélago  se  formará,  sin 
duda  alguna,  después  de  la  abertura  del  Canal  de  Panamá  (ó  de  cualquier 
otro)  una  importante  estación  naval  para  buques  veleros  y  vapores  de  todas 
las  naciones,  con  depósitos  de  carbón,  almacenes  de  víveres  y  todo  cuanto 


DEDUCCIONES   Y   CONCLUSIÓN.  403 

se  relaciona  con  este  servicio.  ¡A  cuanta  gente  una  tal  estación  dará  lucrosa 
ocupación!  Será  un  nuevo  aliciente  para  el  comercio  y  la  especulación.  El 
puerto  mas  cómodo  para  una  estación  naval  seria  el  de  Post-oflíice-Bay  en 
la  isla  Floreana,  porque  es  el  mas  seguro  y  mas  hermoso  del  Archipiélago 
y  bastante  capaz  para  recibir  un  número  considerable  de  buques. 

En  las  islas  de  Galápagos  puede  prosperar  y  florecer  una  Colonia  nume- 
rosa, si  se  procedo  con  tino  en  la  elección  de  los  colonos,  no  admitiendo  sino 
gente  honrada  y  laboriosa,  y  si  el  Gobierno  de  la  República  dicta  sabias 
leyes  especiales,  adaptadas  á  las  circunstancias  particulares  del  territorio, 
favoreciendo  á  los  inmigrantes  con  generosas  concesiones  y  excenciones. 


APÉNDICE. 

Resumen  de  la  geografía  histórica,  política  y  civil 

del  Ecuador. 

Este  apéndice  debia  formar  el  segundo  tomo  de  la  geografía  general; 
pero  como  las  materias,  que  lo  constituyen,  eran  siempre  un  objeto  muy 
subalterno  de  mis  estudios,  el  tomo  habría  salido  demasiado  desproporcionado 
en  cuanto  a  la  extensión  y  á  su  valor  intrínseco.  No  podría  presentar  ex- 
tensos estudios  originales,  sino  tan  solo  un  trabajo  de  compilación.  Escri- 
tores nacionales  han  tratado  y  tratarán  la  geografía  histórica,  política  y 
civil  del  pais  con  conocimientos  mas  profundos  y  con  mas  acierto.  Recuerdo 
el  tomo  VI  de  la  nueva  edición  del  «Resumen  de  la  Historia  del  Ecuador, 
por  él  doctor  P.  F.  Cevallos.  Guayaquil  1889.»  Recuerdo  también  la  magní- 
fica obra  del  doctor  F.  González  Suárez,  «Historia  general  de  la  República  del 
Ecuador»,  que  está  en  prensa  (el  primer  tomo  salió  en  Quito  en  1890),  y 
que  sin  duda  tratará  la  parte  histórica  de  la  geografía  con  la  vasta  erudi- 
ción que  caracteriza  al  autor.  —  Si  apesar  de  esto  me  resolví  á  escribir  un 
«Resumen»,  lo  hice  especialmente  para  los  extrangeros,  que  no  tienen  á  la 
mano  las  fuentes  nacionales  ó  no  las  conocen,  y  que,  sinembargo,  desean 
adquirir  también  algunas  nociones  generales  de  la  constitución  política  del 
pais,  cuya  geografía  física  talvez  ha  excitado  su  curiosidad. 


La  República  del  Ecuador,  como  entidad  política  independiente  y 
noción  geográfica,  existe  solamente  02  años,  es  decir,  desde  Mayo  de  1830, 
cuando  se  separó  de  la  gran  República  de  Colombia,  imitando  el  ejemplo 
de  Venezuela. 

El  nombre  mismo  del  a  Ecuador»,  tan  significativo  y  propio  para  un  pais 
situado  á  ambos  lados  de  la  linea  equinoccial  ó  del  ecuador  terrestre,  es 
muy  moderno,  y  aparece  por  primera  vez  en  la  división  territorial  de  la 

WoLTf  Ecuador.  32 


498  GEOGRAFÍA   POLÍTICA   Y   CIVIL. 

gran  Colombia.  El  «Departamento  del  Ecuador*  comprendía  las  actuales 
provincias  del  interior  desde  Tulcan  hasta  el  Azuay,  una  parte  de  la  de 
Esmeraldas  y  otra  del  Oriente  (Ñapo,  Canelos,  Macas).  En  la  constitución 
de  la  nueva  República  de  1830  se  aceptó  y  se  extendió  este  nombre  á  todo 
el  territorio  que  la  constituye  actualmente. 


Resumen  histórico. 


Sabido  es,  que  el  tiempo  histórico  en  ambas  Amóricas  es  muy  corto, 
comparándolo  con  el  del  mundo  antiguo,  no  precisamente  porque  el  género 
humano  se  hubiese  repartido  mucho  mas  tarde  sobre  América,  que  sobre 
los  continentes  antiguos,  sino  especialmente,  porque  todas  las  naciones  ameri- 
canas  carecían  de  una  escritura,  que  con  precisión  hubiese  trasmitido  los 
hechos  y  las  fechas  liistóricas.  Si  uno  que  otro  pueblo  usaba  de  jeroglífi- 
cos, estos  por  ahora  no  nos  sirven  de  nada,  porque  faltan  quienes  nos  inter- 
preten su  significación.  Asi  es  que  en  América  con  400  años  atrás  comien- 
zan los  tiempos  prehistóricos;  las  tradiciones  mas  ó  menos  probables  llegan, 
aun  entre  las  naciones  mas  adelantadas,  como  entre  los  Mejicanos  y  Perua- 
nos, apenas  hasta  el  año  1000  de  nuestra  era,  y  todo  lo  que  es  mas  antiguo, 
pertenece  al  mito  y  á  la  fábula. 

Otra  dificultad  se  presenta  al  historiador  y  geógrafo  en  el  territorio 
americano,  y  consiste  en  la  increíble  desmembración  de  la  raza  humana, 
que  invadió  este  continente,  y  para  la  cual  buscaríamos  en  vano  un  ejemplo 
entre  las  demás  razas  humanas.  Conservando  la  raza  americana  un  tipo 
general  en  cuanto  á  los  caracteres  antropológicos  principales,  y  aun  en 
cuanto  á  la  construcción  gramatical  de  su  lengua,  se  ha  dividido  casi  hasta 
al  infinito  en  sus  caracteres  secundarios,  en  sus  costumbres,  y  sobre  todo 
en  sus  idiomas,  formando  innumerables  pequeñas  tribus  y  rara  vez  naciones 
algo  mas  numerosas.  Así  como  el  indio  salvaje  es  antisocial,  también  lo 
son  las  tribus,  inclinándose  siempre  mas  á  la  separación  que  á  la  reunión, 
cuando  no  las  obliga  una  fuerza  superior  ó  una  civilización  mas  adelantada 
á  unirse  hasta  cierto  grado.  Esta  particularidad  de  la  raza  americana  ofrece 
á  los  historiadores,  lingüistas,  antropólogos,  etnógrafos  y  geógrafos  obstá- 
culos casi  insuperables,  y  estamos  todavía  lejos  del  alumbramiento  satis- 
factorio de  la  historia  antigua.  Conjeturas  ingeniosas  é  hipótesis  mas  ó 
menos  atrevidas  sobre  las  migraciones  de  las  naciones  americanas,  sobre  sus 
afinidades  y  ramificaciones  genealógicas,  reemplazarán  todavía  por  mucho 
tiempo,  y  quizá  para  siempre,  los  datos  históricos. 

También  encontramos  el  país  del  Ecuador  desde  el  principio  de  su 
emersión  de  la  oscuridad  prehistórica,  cubierto  de  un  sinnúmero  de  tribus 


RESUMEN  HISTÓRICO.  499 

y  naciones  con  diferentes  grados  de  cultura,  con  diferentes  costumbres,  con 
diferentes  idiomas;  y  si  quisiéramos  ó  pudiéramos  construir  un  mapa  geo- 
gráfico del  Ecuador  de  aquella  época  remota,  en  el  cual  todos  los  reinados 
ó  cacicazgos  figuraran  con  distintos  colores,  saldría  mas  abigarrado  que  la 
botarga  del  arlequín.  Velasco,  el  historiador  y  geógrafo  principal  del  reino 
de  Quito,  de  cuya  fuente  han  tomado  casi  todos  los  modernos,  nos  dá  un 
cuadro  de  esas  naciones  y  tribus  primitivas,  y  Villavicencio  lo  ha  copiado, 
desfigurando  indebidamente  y  mucho  mas  que  Velasco  los  nombres  antiguos, 
cambiando  todas  las  o  en  u  y  todas  las  e  en  ?'.*)  —  Velasco  distingue  «na- 
ciones ó  estados  independientes»  y  como  partes  componentes  de  ellos  «tri- 
bus ó  provincias  principales».  No  voy  á  reproducir  todo  el  cuadro  extenso, 
sino  tan  solo  la  lista  de  los  a  estados  independientes»,  porque  su  catálogo 
de  las  «tribus»  ó  «provincias»  no  es  otra  cosa  que  la  enumeración  de  los 
pueblos  que  existen  ó  existieron  en  cada  «estado».  Sigo  aqui  la  ortografía 
de  Velasco  y  solo  cambio  el  orden,  comenzando  al  Norte  en  la  actual  pro- 
vincia de  Carchi  y  siguiendo  hasta  los  confines  de  la  provincia  de  Loja  con 
el  Perú,  con  omisión  de  las  tribus  que  hoy  dia  pertenecen  á  esta  última 
República,  como  las  de  Huancabamba,  Paita,  Piura  y  otras. 

A.   Naciones  ó  estados  del  Ecuador  alto. 

Huaca,     \  m  k   ,  .    t  „  Latacunga,  grande  (15  trib.). 

Behuaca,  \  Tpes  ?stados  P^™*08  «*  tnbus  Am^marca%  med¡ano  (Colorados  v  Yungas). 

Tusa,        J  °  con  muy  Peq«*»  Hambato,  pequeño  (4  trib.). 

Pimampiro,  mediano  (4  tribus).  Mocha,  mediano  (5  trib.). 

Irnbayá  (después  Car  anquí),  grande  (8  trib.).  Puruhá,  grande  (30  trib.). 

Otaralo,  grande  (7  trib.).  Chimbo,  mediano  (5  trib.). 

Oayambi,  grande  (3  trib.  y  muchas  extin-  Tiquizambi  (hoy  Tixan),  pequeño  (3  trib.). 

guidas).  Lausí  ó  Alausí,  mediano  (8  trib.). 

Poritaco,     |   Tres  pequeños ,  inmediatos  á  Cañar,  grande  (25  trib.). 

CoUahuaso,  >       Quito,  con  pocas  tribus  ex-  Paltas,  pequeño  (3  trib.). 

Lingachi,     J       tinguidas  y  esparcidas.  Zarza,  grande  (13  trib.). 
Quito,  grande  (34  trib.). 

B.    Naciones  ó  estados  de  las  costas  marítimas. 

Tumbez.       i   ,  .  «  ,       ,  Ouancavücas,  grande  (17  trib.). 

„         .;       }  dos  pequeños  confederados.  „     ,  ;°  ,«rt  .  .¿ . 

Mayavxlca,  )  r  n  Manta,  grande  (10  trib.). 

Póceos,    i  ,  .  Cara,  grande  (8  trib.). 

Máchala,  i   °  r°*     °S  ^u  n°' '  Tacames  ó  Atacantes  (13  trib.). 

Lapuna,  en  la  isla  de  este  nombre. 

En  otro  lugar  (tom.  III,  pág.  17f>)  Velasco  dá  una  *Tabla  alfabética  de 
las  naciones  de  Quito»,  aumentando  todavía  el  número  de  tribus  de  algunas 
naciones,  sobre  todo  de  las  costeñas,   y  añadiendo  ú  las  enumeradas  las 

*)  Velasco,  Hist.  del  reino  de  Quito,  II,  pág.  2—5.  —  Villavicencio,  Geografía  de  la 
Kep.  del  Ecuador,  pág.  203-210. 

32* 


500 


GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 


naciones,  que  al  oriente  de  la  gran  Cordillera  formaban  los  cinco  gobiernos 
del  «Quito  impropio»,  y  son  las  siguientes: 


Jaénes,  con  10  tribus. 
Pacamores,  con  12  tribus. 
Yaguatzongos,  con  12  tribus. 
Jibaros,  con  13  tribus. 
Huamboyas,  con  2  tribus. 


Macas,  con  8  tribus. 
Quijos  6  Canelos,  con  12  tribus. 
Cófanes,  con  5  tribus. 
Sucumbió 8,  con  5  tribus. 
Moeoas,  con  5  tribus. 


Finalmente,  en  la  «.Tabla  de  las  naciones  indianas  de  las  misiones  del 
Marañan»  (tom.  III,  pág.  251)  enumera  43  naciones  con  unas  130  tribus,  y 
unas  20  naciones  algo  dudosas,  ad virtiendo,  que  cada  nación  hablaba  su 
idioma  propio  y  las  tribus  distintos  dialectos.  —  Con  esto  tendríamos,  según 
Velasco,  en  el  Ecuador  antiguo  mas  de  100  naciones  indígenas  con  otras 
tantas  lenguas,  y  mas  de  430  tribus  (fuera  de  las  desconocidas)  con  sus 
variados  dialectos.  ¡Un  verdadero  Babel!  un  caos  etnológico  y  lingüístico! 
una  confusión  geográfica  sin  igual! 

Ahora  bien,  si  sujetamos  las  tablas  etnográficas  y  geográficas  del  his- 
toriador del  reino  de  Quito  á  un  examen  riguroso,  no  podemos  menos  que 
dudar  de  su  exactitud.  —  Abstraigamos  de  los  catálogos  de  las  naciones 
del  Oriente,  que  evidentemente  no  nos  dan  ni  pueden  dar  el  estado  de  la 
población  en  la  época  primitiva,  que  nos  ocupa  en  este  momento.  Ellos  se 
han  formado  en  su  mayor  parte  de  las  relaciones  de  los  misioneros  del 
siglo  XVI  y  XVII,  y  no  valen  ni  para  nuestra  época  actual,  ni  para  una 
mas  antigua,  siendo  asi  que  esas  naciones  salvajes,  en  gran  parte  nómadas, 
de  un  dia  al  otro  cambian  sus  asientos,  unas  desaparecen  y  otras  nuevas 
ocupan  su  lugar,  en  fin  nada  de  estable  hay  entre  ellas.  —  Consideremos 
algo  mas  de  cerca  el  primer  cuadro  que  según  Velasco  representa  la  distri- 
bución geográfica  de  las  tribus  en  la  antigüedad,  quiere  decir,  antes  de  la 
dominación  de  los  Caras,  ó  á  lo  menos  antes  de  la  de  los  Incas. 

Es  de  sentir  que  Velasco  no  nos  indica  las  fuentes,  de  que  ha  tomado 
esas  noticias  de  la  geografía  antigua,  para  poder  distinguir  lo  que  hay  de 
positivo  de  lo  que  él  añadió  de  su  propia  fantasía,  á  la  cual  en  su  Historia 
dio  riendas  sueltas  demasiadas  veces,  como  se  sabe.  Los  historiadores  pri- 
mitivos de  las  Indias,  aun  los  mas  prolijos  en  la  etnografía  y  la  geografía, 
como  por  ejemplo,  Cieza  de  León,  son  muy  parcos  é  insuficientes  en  esta 
materia,  probablemente  porque  ya  en  su  tiempo  era  imposible  sacar  á  la 
luz  algo  de  seguro,  de  lo  que  se  quejan  ellos  mismos  repetidas  veces,  di- 
ciendo que  las  tradiciones  de  los  indios  eran  muchas  veces  contradictorias 
y  llenas  de  fábulas. 

Es  mas  que  probable,  que  antes  de  la  época  de  los  Incas  no  se  hablaba 
el  quichua  en  ninguna  parte  del  Ecuador  actual,  porque  lo  que  dice  Velasco, 


KESÚMEN   HISTÓRICO.  501 

que  los  Caras  introdujeron  un  dialecto  del  quichua  en  Quito,  no  pasa  de  ser 
una  conjetura  mal  fundada.  Pero  dado  el  caso  de  que  la  conjetura  de 
Velasco  tenga  su  valor,  siempre  quedan  las  demás  naciones  exclusas  del 
uso  de  este  idioma,  hablando  ellas  sus  idiomas  propios  según  el  mismo 
autor.  ¿Como  es  entonces,  que  entre  los  nombres  geográficos  antiguos  en- 
contramos tantos  de  origen  quichua  y  algunos  hasta  de  origen  español? 
¿Tenían  estas  tribus  ó  pueblos  otros  nombres  en  la  antigüedad,  ó  son  fun- 
dados posteriormente  por  los  incas  ó  en  tiempo  de  los  españoles?  Ambos 
casos  pueden  tener  lugar,  solo  nos  falta  saber,  cuando  es  aplicable  uno  y 
otro.  Velasco  mismo  dice,  que  muchos  pueblos  han  cambiado  su  nombre 
antiguo,  tomando  el  de  un  Santo,  y  del  otro  lado  es  probable,  que  bajo  la 
dominación  activa  de  los  incas  se  lucieron  muchas  nuevas  fundaciones  con 
nombres  quichuas,  mientras  que  algunos  pueblos  antiguos  habrán  desapare- 
cido. En  fin,  el  catálogo  de  Velasco  se  reduce  casi  á  la  enumeración  de 
los  pueblos,  que  existían  en  el  tiempo  de  la  conquista  española,  y  en  su 
mayor  parte  todavía  en  tiempo  del  mencionado  escritor,  á  fines  del  siglo 
pasado,  pero  de  ningún  modo  nos  dá  una  idea  exacta  de  la  población  del 
pais  en  los  tiempos  de  los  Quitus  ó  Caras.  ¿Es  probable,  que  cada  pueblo 
formaba  una  «nación»  ó  una  «tribu»?  Esto  seria  llevar  al  extremo  la  diso- 
ciación americana  ya  de  suya  muy  grande. 

Algunos  pueblos  ó  tribus  figuran  dos  veces  en  el  mencionado  catálogo, 
ya  bajo  distintos  nombres  en  la  misma  nación,  ya  bajo  el  mismo  nombre 
en  distintas  naciones.  Los  Tocachis  se  nombran  una  vez  en  la  nación  de 
Cayambi,  y  otra  en  la  de  Otavalo;  Poritaco  es  según  el  primer  cuadro  un 
estado  independiente,  asi  como  Dehuaca  y  Tusa,  pero  según  el  otro  catálogo 
estos  tres  pueblas  serian  tribus  de  la  nación  Huaca;  Mindo,  Nono,  Gualea 
se  hallan  una  vez  entre  las  tribus  de  Quito,  y  otra  vez  entre  las  de  Esme- 
raldas (ó  de  Atacámes,  según  la  lista  primera);  en  un  lugar  (III,  pág.  175) 
eleva  los  Caranquis  á  una  nación  propia  con  8  tribus,  igual  casi  á  los  Caras, 
y  en  otro  (II,  pág.  8)  dice  que  los  Caranquis  eran  una  pequeña  colonia  de 
los  Caras  de  Quito,  que  no  duraba  mucho.  —  Tales  y  muchas  otras  lyerezas 
prueban,  que  Velasco  procedió  con  bastante  arbitrariedad  y  que  su  clasifica- 
ción etnológica  no  tiene  fundamentos  sólidos. 

Respecto  á  la  ortografía  de  los  nombres,  el  Padre  Velasco  los  escribe 
generalmente  bien,  dejando  la  o  antigua  en  todos  los  que  no  derivan  del 
quichua.  El  dice,  que  esos  nombres  se  pronunciaron  antiguamente  con  u, 
distinguiéndose  los  Quitus  de  todas  las  naciones  del  mundo  por  la  carencia 
de  la  letra  o,  y  que  esta  fué  introducida  por  los  caras.  Pero  ¿cómo  pode- 
mos conocer  la  pronunciación  del  idioma  quiteño,  extinguido  hace  mas  de 
800  años?    Del  otro   lado   dice,   que  los  Caras  hablaban   un  dialecto  del 


502  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 

quichua,  pero  en  este  caso  no  tenían  motivo  de  cambiar  la  u  en  o,  porque 
precisamente  en  la  lengua  quichua  y  sus  dialectos  la  letra  o  es  sumamente 
rara  y  falta  casi  por  completo,  predominando  casi  siempre  la  u.  —  Sinem- 
bargo  estamos  seguros,  que  ni  los  Quitus  carecían  de  la  o,  ni  los  Caras 
hablaban  quichua,  y  que,  si  hay  adulteración  en  los  nombres,  es  en  el 
sentido  contrarío,  á  saber,  que  el  quichua  de  los  incas  convirtió  algunas 
o  en  u. 

Villavicencio  no  anda  menos  equivocado,  cuando  cree  que  las  muchas 
ó  y  las  6  en  lugar  de  ¿,  fuesen  introducidas  después  de  la  conquista  española, 
y  cuando  atribuye  la  frecuencia  de  la  u  no  al  primitivo  idioma  de  Quito, 
sino  al  quichua,  siguiendo  por  lo  domas  la  opinión  de  Velasco,  y  diciendo 
que  los  Caras  hablaban  un  dialecto  de  este  idioma  (Geogr.  pág.  166  y  211). 
Conforme  á  esta  idea  quiere  dar  á  su  cuadro  de  las  naciones  ecuatorianas 
un  colorido  mas  antiguo,  eliminando  todas  las  o  y  e  y  reemplazándolas  con 
u  é  t.  Pero  por  este  celo  de  purista  cae  en  un  error  notable.  Que  tras- 
forme  en  buena  hora  en  quichua  los  pueblos  de  la  nación  Quitu,  aunque  no 
me  parece  corriente;  pero  ¿con  qué  derecho  procede  del  mismo  modo  con 
las  naciones,  que  jamas  conocieron  el  quichua,  y  que  según  el  autor  mismo 
hablaban  sus  lenguas  propias,  por  ejemplo,  todas  las  marítimas?  porque  no 
deja  á  estos  pueblos  los  nombres  que  ellos  mismos  se  han  dado?  porqué 
llamó  álos  de  Chongon  Colonche,  Charapoto:  aChungunis,  Gtdunchis,  Chara- 
putus»  etc.?  ¿quien  reconoce  en  «Utaballus»  Otavalo?  Pero  la  exageración 
raya  al  ridiculo,  cuando  convierte  hasta  la  terminación  castellana  (del  plural) 
de  es  en  is:  «Chungunis,  Azóguis,  Pungalais»  etc. 

Me  he  detenido  talvez  demiado  con  estas  observaciones  sobre  una  materia 
lingüistica;  pero  es  preciso  que  finalmente  desaparezca  un  error  todavía  muy 
divulgado*),  es  decir,  la  creencia  de  que  todo  el  Ecuador  ó  su  mayor  parte 
hubiese  participado  de  la  cultura,  de  las  costumbres  y  del  idioma  de  la 
nación  quichua,  cuando  al  contrario  solamente  las  provincias  del  interior 
recibieron  este  barniz  durante  una  época  corta,  poco  antes  de  la  Conquista 
española,    un   barniz  que   no  borra  y  apenas    tapa   ligeramente   el  cuadro 

*)  Notables  escritores  modernos  pecan  con  el  afán  de  restituir  los  nombres  antiguos, 
porque  no  distinguen  entre  los  nombres  quichuas  genuinos  y  los  otros  que  no  lo  son. 
Así,  por  ejemplo,  es  falso  escribir  Tungurahua  Sinchulahua,  en  lugar  de  Tunguragua, 
Sincholagua  etc.,  porque  los  nombres  geográficos  en  .  .  .  ragua  y  .  .  .  lagua,  que  se  hallan 
por  toda  la  Sudamérica  y  parecen  ser  antiguísimos,  nada  tienen  que  ver  con  el  quichua. 
Pero  ni  me  parece  conveniente,  cambiar  los  nombres  acomodados  al  castellano  y  ya  in- 
troducidos en  la  geografía  política  y  civil  del  pais.  ¿Cómo  podremos  escribir,  por  ejem- 
plo, Huallapampa  en  lugar  de  Guallabainba?  ¿qué  seria  de  nuestra  geografía,  si  quisié- 
ramos eliminar  todas  las  o,  e,  b,  d,  g,  f,  1,  en  fin  las  letras  de  que  carece  el  quichua? 
entonces  introduzcamos  también  las  de  que  carece  el  castellano  y  que  posee  el  quichua 
(;  unas  10  consonantes  nuevas !). 


EESÚMBN   HISTÓRICO.  503 

geográfico-etnológico  antiguo  del  pais.    El  quichua  se  generalizó  mucho  mas 
por  los  españoles  después  de  la  conquista,  que  antes  por  los  incas. 

La  construcción  de  un  cuadro  etnográfico  completo  de  la  época  primi- 
tiva es  imposible.  No  sabemos,  y  probablemente  nunca  sabremos  á  punto 
fijo,  cuantas  eran  las  naciones,  que  poblaban  entonces  el  territorio  ecuato- 
riano, ni  cómo  se  llamaban,  ni  qué  lenguas  hablaban,  ni  donde  tenian  sus 
asientos  principales.  Cierto  es  solamente,  que  eran  muchas  y  muy  distintas; 
y  de  algunas  podemos  conjeturar  aproximativamente  su  antigua  extensión 
geográfica,  siguiendo  sus  vestigios  ya  por  un  minucioso  estudio  arqueológico, 
ya  por  comparaciones  lingüisticas  de  los  últimos  restos  de  las  lenguas  ex- 
tinguidas. Tales  restos  se  encuentran  en  las  denominaciones  geográficas 
de  los  cerros,  ríos,  sitios  y  pueblos,  separando,  por  supuesto,  con  sana  cri- 
tica lo  moderno  (quichua  y  castellano)  del  mas  antiguo.  En  efecto,  no  hay 
duda,  que  esas  denominaciones  en  ciertas  regiones,  sobre  todo  cuando  la 
nación  y  su  lengua  tenian  bastante  extensión,  llevan  un  sello  nacional,  que 
ningún  cambio  posterior,  ninguna  conquista  pudo  borrar.  Los  nombres  geo- 
gráficos de  los  indios  siempre  son  muy  significativos,  componiéndose  de 
vocablos  verdaderos  del  idioma,  y  una  lista  de  ellos  es  la  única  prueba  del 
idioma  extinguido,  que  podemos  procurarnos.  ¡Que  distinta  fisonomía  lin- 
güistica llevan,  para  citar  pocos  ejemplos,  los  siguientes  grupos  de  nombres 
geográficos,  que  corresponden  á  distintas  naciones  antiguas! 

Al  Sur  de  Loja:        Gonzanamá,   Guachanamá,   Conganamá,   Samanamaca, 
(Palta  y  Zarza)  Masanamaca,  Colaisaca,  Numbiaranga,  Zozoranga,  Nam- 

bacola,  Ñángara,  Macara,  Cariamanga  etc. 

Por  Cuenca  y  Cañar:  Ayancay,  Sinincay,  Sitincay,  Sidcay,  Yanuncay,  Ma- 

sucay,  Tabacay,  Rircay,  Charcay,  Pelincay,  Collay, 
Taday,  Burgay,  Deleg,  Chordeleg,  Guapdondeleg,  Sede- 
leg,  Pindilic,  Molobog,  Molong,  Pilzhun,  Yanguang, 
Nudpud  etc. 

Por   Biobamba:  Licto,  Lican,  Calpi,  Sicalpa,  Chambo,  Quimiac,  Penipe, 

(Puruhá)  Guamote,  Columbe,  Pulucate,  Galte,  Puela,  Puyal,  Punin, 

Pangor  Cacha,  Cunduana,  Tulabug,  Aulabug,  Yuibug, 
Chuyuj,  Catuj,  Salarun  etc. 

Por  Latacunga:  Saquisili,  Isinlivi,  Pujili,  Muíalo,  Pualó,  Hataló,  Pilaló, 

Tagualó,  Quilualó,  Tanicuchi,  Cutuchi,  Salachi,  Naxichi, 
Illuchi  etc. 

Por  Quito:  Cansacoto,  Conocoto,  Cotocollao,  Calacali,  Sangolqui, 

Yaruqui,  Alangasi,  Pomasqui,  Aloasi,  Aloac,  Lloa,  Guá- 
pulo,  Pintac,  Pifo,  Puembo  Cumbayá  etc. 


504  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y   CIVIL. 

Por  Pasto:  Cuaiquer,  Yaguanquer,  Mayasquer,  Pupusquer,  Piquer, 

Chunquer,  Túqueres,  Ipiales,  Pupiales,  Imues,  Supuyes, 
Funes,  lies,  Males  etc. 
Cayapas  y  Colorados:  Cachabi,  Uimbi,  Tululbí,  Palabi,  Canumbi,  Tulpi,  Te- 

lembí,  Guallupi,  Panguapi,  Calabi,  Gualpi  etc. 
Por  Esmeraldas:        Tachina,  Tachira,  Tavuche,  Tachigua,  Tabuga,  Taripe, 
(hasta  el  Cabo  Pasado)     Taviasa,  Chura,  Chiva,  Chinea,  Chula,  Cúquiva,  Sasa, 

Magua,  Biguá,  Piquigua,  Uve,  Cuve,   Sade,  Vinsade, 
Saigüe,  Viche,  Vinche,  Mache,  Bechc,  Chique,  Quingue, 
Quinindé,  Canindé,  Tiaone  etc. 
El  lector  que  se  interese  en  esta  clase  de  comparaciones,  podrá  formarse 
otros  grupos  provinciales  con  ayuda  del  mapa. 

Aunque  no  sabemos,  hasta  qué  punto  los  escritores  españoles  hayan 
cambiado  la  pronunciación  primitiva  de  los  nombres,  quedó  sinembargo  la 
diferencia  geográfica  entre  ellos  tan  marcada,  que  no  se  oculta  á  ningún 
observador.  —  He  agregado  el  grupo  de  la  provincia  de  los  Pastos,  aunque 
hoy  dia  pertenezca  en  su  mayor  parte  á  la  República  de  Colombia,  porque 
presenta  un  buen  ejemplo  de  una  antigua  demarcación  geográfica.  —  Los 
dos  últimos  grupos  contienen  solamente  nombres  de  ríos,  porque  en  esas 
regiones  no  existen  pueblos;  pero  contribuyen  igualmente  á  nuestro  pro- 
pósito. En  mi  viaje  por  la  provincia  de  Esmeraldas  aprendí  algo  del  idioma 
de  los  Cayapas  y  conoci,  que  la  terminación  tan  frecuente  en  M  ó  pí  signi- 
fica agua  y  rio,  que  de  consiguiente  corresponde  exactamente  á  la  termina- 
ción quichua  en  yacu.  Cuando  mas  tarde  encontré  la  misma  terminación 
de  los  rios  en  otras  regiones,  sospeché,  que  en  ellas  vivían  tribus  con  el 
idioma  cayapas  ó  con  dialectos  de  él.  En  efecto,  resultó  que  el  idioma  casi 
extinguido  de  los  indios  de  los  Colorados  de  Santo  Domingo  y  de  San  Miguel 
no  es  mas  que  un  dialecto  del  cayapas,  y  es  casi  seguro,  que  el  mismo 
idioma  se  hablaba  antiguamente  en  Angamarca  y  por  una  gran  extensión 
en  las  faldas  de  la  Cordillera  occidental  hasta  el  rio  Patia  en  Colombia,  es 
decir,  hasta  donde  encontramos  los  mismos  ó  análogos  nombres  geográficos. 
¿Será  muy  aventurado  suponer,  que  entre  los  antiguos  Cañaris  la  silaba  cay 
desempeñaba  el  mismo  papel,  como  la  de  pí  entre  los  Cayapas  y  la  palabra 
yacu  entre  los  Quichuas?  —  Muchos  de  los  nombres  tan  singulares  que  se 
hallan  desde  la  hoya  de  Esmeraldas  hasta  el  Cabo  Pasado  pude  interpretar 
del  idioma  antiguo  de  los  indios  de  esa  región,  que  hoy  dia  ya  no  hablan 
ni  entienden  sino  muy  pocos  indios  viejos  en  el  Esmeraldas  superior,  y  que 
dentro  de  una  generación  mas  pertenecerá  á  los  idiomas  extinguidos.(50) 

Sea,  pues,  lo  que  fuese  del  número  y  de  las  condiciones  de  las  primi- 
tivas naciones  del  Ecuador,   parece  que  hasta  el  siglo  X  de   nuestra   era 


RESUMEN   HISTÓRICO.  505 

ninguna  de  ellas  ha  desempeñado  un  papel  grande  en  la  historia  del  pais, ' 
ni  ejercido  una  influencia  preponderante  sobre  las  demás.  En  general,  las 
naciones  que  vivian  en  el  clima  mitigado  de  las  regiones  altas  interandinas, 
como  los  Imbayas,  Quitus,  Puruhacs  y  Cañaris  eran  mas  civilizadas,  de 
costumbres  mas  suaves  ó  menos  bárbaras,  que  las  de  las  costas  marítimas 
de  un  clima  ardiente,  ó  que  las  tribus  salvajes  y  errantes  allende  la  Cor- 
dillera oriental. 

La  nación  de  los  Quitus  no  se  distinguía  en  la  antigüedad  de  las  demás 
que  la  rodeaban,  ni  por  un  espíritu  emprendedor  ó  conquistador,  ni  por  una 
civilización  mas  adelantada.  Pertenecia,  si,  á  las  mas  numerosas,  pero  es 
probable  que  otras,  por  ejemplo,  la  de  los  antiguos  Cañaris ,  les  aventajaban 
en  muchas  cosas,  si  hemos  de  juzgar  del  estudio  comparativo  do  los  hallaz- 
gos arqueológicos.*)  —  Para  que  Quito  fuera  el  centro  de  atracción  de  los 
estados  vecinos,  y  para  plantar  el  fundamento  de  su  futura  grandeza,  nece- 
sitaba de  un  impulso  externo,  y  este  impulso  le  vino  con  la  conquista  de 
los  Caras. 


Entre  las  naciones  de  la  costa  marítima  se  distinguió  una  de  todas  las 
demás  por  muchas  señales:  la  nación  de  Cara.  Si  las  otras  se  consideraban 
como  indígenas  desde  tiempos  inmemoriales,  esta  fué  extrangera,  venida  por 
el  mar  en  una  época  no  muy  lejana,  talvez  corriendo  el  siglo  VI  ó  VII  de 
nuestra  era;  fué  belicosa,  conquistadora,  y  en  toda  su  cultura  muy  superior 
á  las  tribus  bárbaras,  sobre  cuyas  tierras  se  extendió  poco  á  poco.  El  primer 
teatro  de  los  Caras,  después  de  su  llegada,  fué  Manabi,  desde  la  Bahía  de 
Caráques  hasta  Manta,  y  se  dice  que  á  la  orilla  de  aquella  fundaron  una 
ciudad.  Mas,  la  historia  de  sus  hazañas,  migraciones  y  conquistas  en  la 
costa  queda  envuelta  en  la  mas  completa  oscuridad,  y  se  dice  solamente, 
que  poco  á  poco  abandonaron  completamente  las  costas  de  Manabi,  exten- 
diéndose hacia  el  Norte  por  Atacámes  y  Esmeraldas,  é  internándose  por  los 
ríos  hasta  las  cercanías  de  Quito.  Como  el  motivo  mas  plausible  de  estas 
constantes  migraciones  presentan  Velasco  y  otros  historiadores  la  circun- 
stancia de  haber  sido  malsana  aquella  primera  comarca.  Pero  no  podemos 
convenir  en  esto,  porque  precisamente  emigraron  de  las  costas  muy  sanas 
á  los  bosques  húmedos  y  malsanos;  antes  nos  parece  que  se  debe  buscar 
el  motivo  en  el  mismo  carácter  de  la  raza,  que  se  presenta  nómada,  instable, 
aventurera,  conquistadora.  —  Tampoco  sabemos,  si  toda  la  nación  participó 
en  esas  migraciones,  ó  solamente  una  parte,  quedando  el  resto  en  Manabi 
en  sus  primeras  fundaciones.    Velasco  afirma,  que  otras  tribus  circunvecinas 

*)  Véase:  F.  González  Suárez,  Estudio  histórico  sobre  los  Cañaris  (Quito  1878). 


506  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  T  CIVIL. 

ocuparon  mas  tarde  el  territorio  abandonado  y  se  llamaron  también  Caras 
(impropiamente).  Pero  los  rastros  mas  seguros  han  de  buscarse  en  los 
nombres  geográficos  que  restan.  Antes  de  haberlos  encontrado  en  la  ar- 
queología y  la  lingüistica  comparativa,  no  será  posible  señalar  el  camino 
que  los  Caras  han  tomado  para  llegar  á  Quito.  Aunque  Velasco  dice,  que 
subieron  ]>or  el  valle  del  rio  Esmeraldas,  esto  no  pasa  de  ser  una  conjetura, 
y  ¿cómo  le  creeremos1  cuando  anda  tan  equivocado  en  la  descripción  de  la 
ruta  que  siguieron  los  Españoles  (Alvarado  con  su  ejército)  desde  la  costa 
al  interior,  cinco  siglos  mas  tarde,  haciéndoles  también  subir  de  Esmeraldas 
á  Quito. 

Hacia  el  año  mil  encontramos  los  Caras  en  la  posesión  de  la  provincia 
ó  del  reino  de  Quito,  y  desde  entonces  se  destaca  éste  entre  la  muchedumbre 
caótica  de  las  demás  tribus,  como  el  núcleo  resplandeciente  de  una  estrella 
nebulosa,  que  vá  creciendo  y  condensándose  á  costa  de  las  informes  masas 
cósmicas  que  le  rodean.  Verdad  es,  que  nos  faltan  datos  seguros  y  fechas 
cronológicas  positivas  de  los  primeros  tres  siglos  de  este  reino  nuevo  ó  re- 
formado, hasta  el  año  de  1300.  Los  reyes  de  Quito  llevaban  el  titulo  general 
de  Caran-Shiri,  los  nombres  propios  de  los  primeros  10  ó  11  se  han  perdido, 
y  se  sabe  solamente,  que  poco  á  poco  extendieron  su  dominio  sobre  un  es- 
pacio considerable,  es  decir,  sobre  todas  las  regiones  interandinas  desde  los 
actuales  limites  de  Colombia  (provincia  de  los  Pastos)  hasta  los  confines  de 
la  provincia  de  Puruhá  (Riobamba)  en  las  cercanías  de  Mocha. 

Las  tradiciones  de  la  última  y  mas  espléndida  época  de  los  Shiris,  que 
duraba  unos  150  años,  comenzando  con  la  conquista  pacifica  de  la  gran  pro- 
vincia de  Puruhá,  ganan  mas  y  mas  de  seguridad  y  precisión,  y  podemos 
decir,  que  la  historia  y  geografía  política  del  Ecuador  comienza  propiamente 
con  esta  época. 

Con  el  undécimo  Slúri  se  extinguió  la  linea  masculina  de  Cara.  Según 
la  ley  la  hija  única  que  tenia,  no  podía  heredar  el  reino,  y  para  perpetuar 
su  dinastía,  el  Shiri  tenia  que  derogar  y  derogó  en  efecto  la  ley  antigua, 
estableciendo  la  nueva,  de  que  por  falta  de  hijos  varones  y  sobrinos  de  parte 
de  la  hermana,  pudiese  heredar  la  hija,  reinando  juntamente  con  aquel  prin- 
cipe, que  olla  libremente  eligiese  por  esposo  y  sucesor.  Esta  innovación 
fué  bien  acojida  por  las  provincias  y  los  estados  confederados,  y  poco  des- 
pués se  casó  la  princesa  Toa  con  Duchisela,  hijo  mayor  del  régulo  de  Purhuá. 
El  anciano  Shiri  de  Quito  logró  de  esta  manera  una  doble  ventaja:  primero 
aseguró  el  trono  á  su  posteridad,  y  segundo  engrandeció  el  reino  con  la  im- 
portante y  belicosa  provincia  de  Purhuá,  que  hasta  entonces  había  resistido 
á  todas  las  tentativas  de  una  conquista  violenta. 

En  efecto,  muerto  el  undécimo  Shiri,  por  el  año  1300,  subieron  al  trono 


BESÚMEN  HISTÓRICO.  507 

su  hija  Toa  y  su  esposo  Duchisda  12°  Shiri.  Este  reinó  pacificamente  70 
años,  según  es  fama,  pues  murió  en  la  edad  avanzada  de  mas  de  100  años. 
Bajo  él  y  bajo  el  reinado  no  menos  pacífico  de  su  hijo  y  sucesor  Autachi 
Duchisda  1<T  Shiri,  que  según  la  tradición  duraba  60  años,  se  dilató  el  reino 
de  Quito  hacia  el  Sur  mas  allá  de  los  actuales  limites  del  Ecuador,  hasta 
Huancabamba,  Piura  y  Paita,  por  medio  de  confederaciones  y  pactos  de 
alianza.  Los  Cañaris,  los  Paltas  y  Zarzas,  y  aun  algunos  estados  marítimos 
se  incorporaron  voluntarios  en  el  gran  reino.  Puede  ser,  que  los  estados 
pequeños  buscaran  en  esta  adhesión  una  seguridad  y  un  apoyo  contra  los 
Incas  del  Perú,  contra  aquellos  poderosos  conquistadores  del  Sur,  cuya  fama 
en  esa  época  ya  se  había  extendido  sobre  una  gran  parte  del  Continente 
sudamericano,  alarmando  las  pequeñas  naciones  independientes,  que  tenían 
que  arimarse  á  las  mas  poderosas,  si  querían  conservar  su  libertad.  Pues 
el  sistema  de  conquista  de  los  Shiris  era  muy  distinto  del  de  los  Incas. 
Mientras  que  estos  últimos  seguían  el  sistema  de  centralización  y  se  con- 
solidaban introduciendo  en  todas  partes  su  religión,  sus  leyes,  costumbres 
y  hasta  su  idioma,  poniendo  en  las  provincias  conquistadas  autoridades  civiles 
y  militares  de  su  nación;  se  contentaron  los  primeros  regularmente  con  un 
simple  pacto  de  alianza,  con  un  módico  tributo,  con  una  confederación,  en 
que  cada  estado  quedaba  con  sus  gobernadores  nativos,  con  sus  idiomas  y 
costumbres  particulares.  —  Este  último  sistema,  que  ciertamente  era  mas 
acomodado  al  carácter  poco  social  de  los  americanos,  y  que  por  su  suavedad 
hacia  mas  felices  las  naciones  en  tiempo  de  paz,  no  dejaba  de  presentar  sus 
grandes  inconvenientes  en  tiempo  de  una  guerra  extranjera,  como  ya  el  su- 
cesor de  Autachi,  su  hyo  Hualcopo  Duchisda  14°  Shiri  tuvo  que  experimentar. 
—  Este  subió  al  trono  por  1430  y  reinó  33  años,  pero  solamente  los  primeros 
20  con  felicidad. 

Unos  150  años  todo  el  dilatado  reino  de  Quito  había  gozado  de  una 
paz  octaviana.  Su  extensión  geográfica  era  casi  la  misma  que  tiene  el  Ecua- 
dor moderno,  si  desatendemos  las  regiones  ultra-andinas  (orientales),  que 
hoy  no  tienen  mucho  mas  importancia  histórico-politica  que  en  aquella  época 
remota.  Las  naciones  al  Oeste  de  los  Andes  se  hallaban  en  parte  aliadas 
al  gran  reino,  en  parte  tenidas  en  el  debido  respecto.  Esta  monarquía  era 
la  única  en  Sudaméríca,  que  rivalizaba  con  la  de  los  Incas  peruanos  en 
cuanto  á  su  extensión,  el  número  de  sus  habitantes  y  el  grado  de  su  civi- 
lización. 

Investigar,  de  qué  modo  los  Shiris  llegaron  al  alto  grado  de  cultura, 
en  que  los  hallaron  los  Incas,  cuanto  de  ella  han  traido  desde  otras  regiones 
lejanas,  cuanto  han  adquirido  en  virtud  de  su  propio  desarollo,  y  cuanto 
han  adoptado  de  las  naciones  conquistadas  ó  confederadas  circunvecinas,  es 


508  GEOGRAFÍA   POLÍTICA   Y  CIVIL. 

un  trabajo  arduo  y  es  mas  bien  objeto  de  la  historia  y  arqueología,  que  de 
la  geografía,  por  cuanto  no  entraremos  en  el  campo  de  la  discusión.  Solo 
diremos,  que  no  nos  parece  necesario,  buscar  las  causas  en  un  poderoso  in- 
flujo externo,  y  que  la  civilización  de  los  Shiris  nos  parece  una  adquisición 
propia  de  la  nación.  Los  Caras  aventajaban  en  mucho  á  las  otras  naciones 
indígenas  al  tiempo  de  su  llegada.  Superiores  en  la  forma  de  gobierno,  asi 
como  en  las  artes  do  la  guerra  y  de  la  paz,  eran  de  un  carácter  noble,  y 
de  un  genio  abierto  y  bien  dispuesto.  Siempre  en  movimiento,  siempre  bus- 
cando como  mejorar  las  condiciones  materiales  de  su  existencia  y  como 
aumentar  su  bienestar,  y  favorecidos  por  una  serie  no  interrumpida  de  buenos 
sucesos,  no  pudo  faltar  que  también  el  desarollo  intelectual  y  espiritual  se- 
guía en  una  medida  proporcionada.  —  Conquistado  una  vez  el  pequeño  reino 
de  Quito,  cayeron  los  Caras  como  un  fermento  en  la  inerte  masa  de  esas 
tribus  antiguas  de  las  altiplanicies,  y  encontraban  en  la  misión  de  conquistar 
y  civilizarlas  un  nuevo  aliciente  para  su  rápido  desarrollo  ulterior,  que  desde 
entonces  se  verificó  en  una  proporción  geométrica,  ayudado  por  nuevas  cir- 
cunstancias favorables,  entre  las  cuales  ciertamente  no  hay  que  olvidar  el 
poderoso  influjo  de  un  clima  benigno  y  sano,  de  un  cielo  sereno,  y  do  un 
suelo  que  invitaba  á  la  agricultura  y  á  asientos  estables.  Las  condiciones 
físicas  y  morales  en  que  se  hallaban  los  Shiris  durante  mas  de  400  años, 
eran  muy  análogas  á  las  que  favorecían  el  desarollo  de  los  Incas  en  el  Perú 
durante  la  misma  época,  y  por  esto  no  hay  que  admirarse  mucho,  que  el 
resultado  final,  es  decir,  las  dos  monarquías  al  tiempo  de  su  mayor  grandeza, 
presentan  tantas  analogías.  No  es  necesario  recorrer  para  una  explicación 
satisfactoria  á  la  infundada  hipótesis  de  un  origen  común  y  de  un  paren- 
tesco muy  cercano  de  las  dos  naciones  Cara  y  Quichua. 


Durante  la  segunda  mitad  del  reino  de  Hualcopo  Duchisela,  la  estrella 
de  los  Shiris  comenzó  á  eclipsarse.  Los  Incas  del  Perú,  mas  ambiciosos 
todavía  que  los  Shiris  de  Quito,  no  miraban  con  indiferencia  la  floreciente 
monarquía  vecina,  y  pensaban  «rectificar»  sus  fronteras  hacia  el  Norte.  El 
primero  que  realizó  esta  idea,  fué  Tupac-Yupanqui ,  12°  Inca,  hacia  el  año 
de  1450. 

Desde  luego  se  manifestó  el  flaco  del  sistema  de  gobierno  que  llevaban 
los  Shiris  y  la  falta  de  centralización.  Las  provincias  al  Sur  del  Azuay, 
que  fueron  conquistadas  sin  efusión  de  sangre  y  tan  solo  por  pactos  de 
alianza  y  amistad,  se  perdieron  del  mismo  modo  y  en  brevísimo  tiempo; 
pues  el  interés  y  el  vinculo  que  las  ligaba  con  Quito,  era  demasiado  débil, 
para  oponer  un  obstáculo  serio  á  las  armas  victoriosas  del  Inca  ó  mejor 


RESUMEN  HISTÓRICO.  f)09 

dicho  á  sus  promesas  seductoras,  con  que  solía  intimar  la  sujeción  á  las 
naciones. 

La  primera  noticia  de  la  invasión  peruana  llegó  al  Shiri  juntamente  con 
la  de  la  defección  y  pérdida  de  las  provincias  fronterizas  y  de  varias  marí- 
timas, que  espontáneamente  habían  enviado  embajadores  á  Huancabamba, 
ofreciendo  al  Inca  su  amistad  y  alianza,  el  que  mandó  inmediatamente  sus 
gobernadores,  capitanes  y  sacerdotes,  para  instruir  los  pueblos  novicios  y 
darles  la  nueva  forma  de  gobierno.  —  Siguió  el  Inca  con  espantosa  rapidez 
su  marcha  triunfal  por  las  grandes  provincias  de  Zarza,  Paltas  y  Cañar,  y 
no  se  detuvo  sino  al  pié  meridional  del  Azuay,  es  decir,  delante  de  la  puerta 
del  antiguo  patrimonio  de  los  Shiris.     «Hanrribal  ante  2>orlas*\ 

Para  explicarnos  el  suceso  rápido  en  esta  primera,  asi  como  en  las  pos- 
teriores conquistas  de  los  Incas,  no  debemos  olvidar,  que  ellos  contaban  con 
un  elemento  mas,  con  el  fanatismo  religioso.  Hijos  del  Sol,  eran  los  en- 
viados del  cielo  para  dilatar  sobre  la  tierra  el  culto  de  su  padre,  el  Sol,  á 
fuego  y  sangre  si  fuese  necesario.  Su  religión  y  gobierno  era  el  Islam  de 
América,  y  ellos  eran  mas  que  el  profeta  Mahoma,  pues  eran  descendientes 
de  Dios,  eran  Dioses-hombres;  desobedecer  y  ofender  á  ellos,  era  ofender 
á  la  Deidad  misma. 

El  susto  del  rey  de  Quito  era  grande.  Se  hallaba  sin  armas  y  material 
de  guerra,  sin  ejército  aguerrido,  sin  ninguna  preparación  para  un  caso  tan 
inesperado,  y  de  consiguiente  no  pensaba  en  reconquistar  lo  perdido,  sino 
solamente  en  defender  lo  que  le  quedaba.  Tupac-Yupanqui  se  detuvo  cerca 
de  2  años  en  la  provincia  de  Cañar,  levantando  en  todas  partes  palacios, 
templos  y  fortalezas  para  asegurar  sus  conquistas  y  tener  un  nuevo  centro 
de  operaciones,  y  completando  su  ejército  con  las  reclutas  de  las  nuevas 
provincias,  sobre  todo  de  los  Cañaris;  porque  habia  comprendido,  que  la 
guerra  cambiará  de  especie  al  otro  lado  del  Azuay,  en  los  antiguos  dominios 
de  los  Shiris  y  con  vasallos  fieles  á  ellos. 

La  demora  del  Inca  dio  lugar  á  Hualcopo  para  fortificarse  de  su  parte 
en  la  provincia  de  Puruhá  y  en  los  pequeños  estados  de  Tiquizambi  y  Alausi, 
que  al  Sur  de  ella  se  extendieron  hasta  el  pié  se  t  en  tr  ion  al  del  Azuay.  Des- 
pués que  Tupac-Yupanqui  habia  pasado  con  su  ejército  esta  montaña,  Hual- 
copo le  disputó  con  el  suyo  el  paso,  rechazando  con  indignación  las  pro- 
puestas de  paz  y  amistad  de  parte  del  Inca.  Sinembargo  nada  le  valió  su 
valor  personal,  nada  la  tenaz  resistencia  de  sus  tropas  bajo  la  inteligente 
dirección  del  general  en  jefe  Epiclachima,  hermano  del  Shiri,  contra  la  mayor 
experiencia  y  contra  la  mejor  disciplina  de  las  tropas  veteranas  del  Inca. 
Después  de  varias  refriegas  sangrientas  se  perdieron  los  estados  de  Alausi 
y  Tiquizambi,  y  los  de  Quito  se  retiraron  á  los  dilatados  páramos  del  nudo 


510  GEOGRAFÍA   POLÍTICA  T  CIVIL. 

de  Tiocájaa  entre  Tixan  y  Guamote,  para  prepararse  á  una  batalla  general 
y  decisiva.  Esta  se  libró  después  de  tres  meses  de  escaramuzas  diarias  al 
rededor  de  las  fortificaciones,  que  poco  á  poco  se  habían  rendido,  fué  por 
largo  tiempo  sostenida  y  sangrienta,  pero  con  la  muerte  del  valiente  Epic- 
lachima  y  de  16  mil  de  los  suyos,  se  decidió  la  victoria  por  el  Inca. 

Hualcopo,  derrotado  completamente,  se  retiró  á  Liribamba,  capital  de 
Puruhá,  y  no  encontrando  allá  el  apoyo  y  refuerzo  necesario,  siguió  con  las 
tropas  deshechas  su  derrotero  hasta  Mocha,  dejando  toda  la  provincia  de 
Puruhá  en  las  manos  del  victorioso  Tupac-Yupanqui.  En  la  fortaleza  de 
Mocha  se  detuvo,  por  hallarse  en  un  punto  estratégico  muy  ventajoso  y  por 
haber  llegado  los  refuerzos  de  Quito.  Reorganizó  su  ejército  poniéndolo  bajo 
el  comando  de  Calicuchima,  hijo  del  general  Epiclachima  y  sobrino  del  rey, 
que  era  un  joven  muy  experto  y  aun  superior  en  todo  a  su  padre.  Pre- 
parado de  este  modo  concibió  nuevas  esperanzas  y  rechazó  de  nuevo  y  con 
mas  energía  las  reiteradas  promesas  y  propuestas  de  Tupac-Yupanqui,  que 
venia  en  seguimiento  del  Shiri.  Por  mucho  tiempo  se  siguieron  los  ataques 
bien  dispuestos,  pero  siempre  fueron  rechazados  con  valor  y  con  gran  pér- 
dida de  los  peruanos.  Finalmente  Tupac-Yupanqui,  viendo  sus  tropas  diez- 
marse cada  dia,  y  conociendo  las  dificultades  por  ahora  insuperables  de  ex- 
pugnar la  fortaleza,  levantó  el  sitio  y  se  contentó  con  asegurar  la  posesión 
de  las  provincias  ya  conquistadas,  construyendo,  según  su  oostumbre,  al- 
gunas fortalezas  en  los  lugares  mas  á  propósito,  asentando  en  ellas  una  gran 
parte  de  sus  veteranos,  y  poniendo  nuevos  gobernadores  y  demás  autoridades. 
Hecho  todo  esto  se  volvió,  corriendo  el  año  de  1460,  triunfante  y  lleno  de 
gloria  al  Cuzco,  capital  de  su  imperio.*)  —  Hualcopo  no  sobrevivió  mucho  á 
sus  desgracias  y  agobiado  de  pesadumbre  murió  unos  3  años  después. 

Por  los  sucesos  historíeos,  que  acabamos  de  referir  en  resumen  breví- 
simo, el  aspecto  geográfico -politico  del  reino  de  Quito  se  había  cambiado 
completamente  en  menos  de  10  años.  Este  gran  reino  perdió  mas  de  la 
mitad  de  su  territorio  y  fué  reducido  á  los  limites  que  tenia  en  1300,  antes 
de  la  unión  con  Puruhá  y  antes  que  el  abuelo  de  Hualcopo  lo  hubiera  en- 
grandecido. Todo  el  Ecuador  meridional  desde  Mocha,  y  casi  todas  las  pro- 
vincias occidentales  (marítimas)  se  han  convertido  en  provincias  del  imperio 
incásico.  La  reconquista  de  Puruhá  que  sucedió  3  años  después  de  la  reti- 
rada de  Tupac-Yupanqui,  como  veremos,  fué  de  poca  duración,  y  siempre 
se  puede  decir,  que  este  célebre  Inca  dio  la  herida  mortal  á  la  dinastía  de 
los  Shiris,  y  que  su  hijo  Huayna-Capac  solamente  acabó  la  obra  por  un 
último  golpe. 

*)  Según  algunos  historiadores,  como  Balboa,  Cieza  do  León  y  Montesinos,  Tupac- 
Yupanqui  había  llegado  hasta  Quito,  y  regrosado  de  allá. 


RESUMEN   HISTÓRICO.  511 

Muerto  Hualcopo  en  el  año  de  1463,  fué  coronado  su  primogénito  Cacha 
Duchisda  Í5°  y  último  Shiri  de  Quito.  Desde  luego  emprendió  la  reivindi- 
cación de  los  estados,  que  su  padre  habia  perdido,  y  la  fortuna  le  favoreció 
de  manera,  que  en  poco  tiempo  se  hizo  dueño  de  la  provincia  de  Puruhá  y 
de  los  dos  estados  anexos  de  Tiquizambi  y  Alausi,  arrasando  las  fortalezas 
del  Inca  y  pasando  á  cuchillo  todas  sus  tropas.  Asi  llevó  de  nuevo  los 
limites  de  su  reino  al  pié  del  Azuay,  pero  no  logró  nunca  extenderlos  al 
otro  lado  de  esta  montaña,  porque  todos  sus  esfuerzos  de  reconquistar  los 
Cañaris  fueron  inútiles.  Pues  estos,  fieles  y  decididos  por  el  gobierno  de 
los  Incas,  le  pusieron  obstinada  resistencia  por  largos  años,  hasta  que  obli- 
gado por  las  bajas  continuas  de  sus  tropas  y  por  la  notable  decadencia  de 
su  salud,  finalmente  desistió  de  su  empresa. 


El  Inca  Tupac-Yupanqui,  aunque  muy  irritado  por  las  acciones  crueles 
de  Cacha  y  por  la  pérdida  de  las  provincias  que  habia  creído  bien  asegura- 
das, no  pudo  realizar  sus  deseos  de  venganza,  porque  la  muerte  se  lo  im- 
pidió. Pero  su  hijo  y  sucesor  Huaina-Capac,  llamado  por  sus  contemporáneos 
el  Grande  y  el  Conquistador,  heredó  las  ideas  de  su  padre,  y  preparó  desde 
luego  cuantos  elementos  eran  necesarios  para  una  guerra  magna  contra  el 
reino  de  Quito,  decidido  de  acabar  con  la  dinastía  de  los  Shiris. 

Salió  del  Cuzco  por  el  año  de  1475  y  vino  por  el  camino  de  la  Cor- 
dillera hasta  la  provincia  de  Huancabamba.  De  allí  bajo  á  Tumbes:  y  co- 
menzó la  conquista  en  gran  parte  pacifica  de  las  naciones  marítimas  del 
Ecuador,  que  hasta  entonces  habían  quedado  independientes  ó  flojamente 
aliadas  sea  con  el  imperio  incásico  durante  la  primera  conquista  de  su  padre, 
sea  con  el  reino  de  Quito.  Pocas  veces  tenia  que  proceder  con  severidad, 
como  con  los  isleños  de  Puna,  á  consecuencia  de  una  negra  y  alevosa  trai- 
ción de  su  régulo  Túmbala,  que  costó  al  Inca  lo  mas  florido  de  su  ejército. 
Huaina-Capac,  irritado  justamente,  resolvió  escarmentar  las  naciones  circun- 
vecinas con  un  castigo  ejemplar,  y  arrasó  la  isla  á  sangre  y  fuego,  no  per- 
donando sino  á  las  mujeres  y  á  los  niños.  Otro  ejemplo  de  su  zelo  esta- 
bleció en  una  tribu  de  Manabi,  que  por  sus  costumbres  sumamente  corrom- 
pidas y  por  sus  vicios  abominables  (sodomiticos)  era  el  escándalo  de  las 
demás.  El  Inca  creyó  que  no  debía  quedar  ni  la  memoria  de  ella,  y  se 
cumplió  su  orden  de  matar  á  cuantos  la  componían.  Por  lo  demás  redujo 
amistosamente  y  con  delicada  maña  casi  todas  las  tribus  desde  el  rio  de 
Guayaquil  hasta  Cuaques  y  Colima  en  el  Norte  de  la  actual  provincia  de 
Manabi.  —  Regresando  al  camino  de  la  Cordillera  quiso  de  paso  conquistar 


512  GEOGRAFÍA   POLÍTICA  Y   CIVIL. 

la  provincia  de  los  Pacamores,  que  habitaban  las  selvas  de  Jaén  y  confina- 
ban con  la  provincia  de  Huancabamba.  Pero  cuando  conoció,  que  esta 
gente  era  muy  aguerrida  y  destrísima  en  el  manejo  de  las  armas,  y  que 
esta  conquista  le  costaría  mucho  tiempo  y  mucha  sangre,  desistió  por  en- 
tonces de  su  plan  y  cambiando  de  rumbo  tomó  el  camino  para  Tomebamba 
en  la  provincia  de  Cañar. 

Afirman  algunos  historiadores,  que  Huaina-Capac  había  nacido  en  Tome- 
bamba  durante  la  primera  expedición  de  su  padre  en  esta  provincia.  Sea 
de  esto  lo  que  fuera,  cierto  es,  que  siempre  mostró  una  decidida  y  singular 
preferencia  á  esta  ciudad,  la  que  durante  su  larga  demora  en  ella  embelleció 
con  ricos  templos  y  suntuosos  edificios.  Pero  en  estas  pacificas  tareas  no 
se  olvidó  un  momento  del  objeto  principal  de  su  venida,  que  era  la  guerra 
contra  el  rey  de  Quito.  Conforme  al  sistema  incásico  hizo  construir  en 
varios  puntos  de  la  provincia  de  Cañar  nuevas  fortalezas,  mejorando  y 
extendiendo  á  la  vez  las  que  ya  existían,  y  asi  llegó  á  las  fronteras  de  los 
estados  de  su  enemigo  principal,  en  las  alturas  del  Azuay. 

Entre  tanto  la  salud  de  Cacha  Duchisela  iba  dia  á  dia  en  decadencia, 
y  estaba  en  desproporción  lamentable  con  el  vigor  de  su  espíritu  y  con  su 
carácter  soberbio,  que  le  llevaba  al  campo  de  batalla.  Aunque  él  personal- 
mente daba  todas  las  importantes  disposiciones  y  se  consideraba  como 
director  supremo  de  la  guerra,  dejaba  sinembargo  al  general  Cküicuchima  la 
organización  del  ejército,  la  fortificación  de  los  puntos  mas  importantes  y 
la  ejecución  directa  de  sus  órdenes.  Las  vanguardias  de  los  Puruháes 
estaban  á  las  orillas  del  río  de  Achupallas,  que  desciende  de  las  cumbres 
del  Azuay,  y  detenían  por  largo  tiempo  los  pasos  del  Inca  en  esas  incómo- 
das y  nevadas  alturas.  Finalmente  abrieron  los  Cañaris,  muy  baqueanos  en 
aquellos  páramos,  el  camino,  después  de  vencer  á  los  Puruháes  en  una 
sangrienta  batalla.  Sin  otra  resistencia  seria  se  posesionaron  los  peruanos 
de  Alausí  y  Tiquizambi,  y  siguieron  su  marcha  hasta  Tiocájas,  en  donde 
lidiaron  años  antes  los  padres  de  los  actuales  contendientes.  Volvió  á  darse 
en  estos  páramos  tristes  por  segunda  vez  el  combate  entre  las  dos  naciones 
rivales  y  con  el  mismo  fatal  éxito  para  el  partido  del  Shiri.  Derrotado 
completamente  Cacha,  se  retiró  á  su  fortaleza  de  Mocha,  «orno  lo  había 
hecho  su  padre  Hualcopo,  pero  mas  desgraciado  todavía  que  este,  ya  no 
podia  oponerse  á  los  pasos  victoriosos  de  Huaina-Capac.  Después  de  haber 
perdido  casi  todo  su  ejército,  no  tanto  por  la  muerte  cuanto  por  la  traición 
y  deserción,  y  viéndose  abandonado  de  la  mayor  parte  de  sus  vasallos, 
abrazó  el  dictamen  de  los  caciques  de  Otavalo,  Cayambe  y  Caránqui,  que 
le  aconsejaron,  que  abandonando  las  provincias  de  Mocha,  Ambato,  Lata- 
cunga  y  Quito,  las  cuales  parecían  sobornadas  y  mal   seguras,  pasase  de 


RESUMEN    HISTÓRICO.  513 

largo  á  las  provincias  setentríonalos,  donde  le  sería  fácil  reclutar  soldados 
fieles,  y  donde  le  defenderían  hasta  el  último  suspiro.  Cacha  trasladó  su 
cuartel  general  á  Cochasqui  y  comenzó  á  fortificarse.*)  El  Inca  le  siguió, 
se  apoderó  con  harta  dificultad  y,  según  parece,  solamente  por  la  traición 
de  los  Cochasquies,  de  las  fortificaciones  y  poco  después  de  Guallabamba, 
obligando  á  Cacha  y  los  suyos  á  retirarse  hasta  Otavalo.  Pero  desde  en- 
tonces los  Caránquis  que  siempre  eran  los  vasallos  mas  fieles  del  Shirí, 
pelearon  con  tanto  denuedo  y  valor,  que  muy  pronto  comenzaron  á  pasar 
de  la  defensiva  á  la  ofensiva,  y  que  el  Inca,  escapando  de  un  peligro  emi- 
nente en  un  ataque,  se  vio  precisado  á  levantar  el  sitio  de  la  fortaleza  de 
los  Caránquis,  y  á  suspender  la  conquista.  Mandó  construir  una  fortaleza 
en  Pesillo  y  volvió  atrás  hasta  Tomebamba,  para  hacer  venir  del  Cuzco  y 
las  demás  provincias  del  imperio  nuevas  tropas,  con  que  reparar  sus  pérdidas. 

El  Inca  se  detuvo  bastante  tiempo  en  Tomebamba,  festejando  á  sus 
tropas  con  todo  género  de  agazajos.  También  tuvo  que  suprimir  en  su 
origen  la  sublevación  de  una  parte  descontenta  de  su  ejército,  y  cuando 
finalmente  llegaron  los  refuerzos  pedidos  del  Cuzco,  se  alistó  sin  demora  á 
la  nueva  campaña.  Pues  ya  habia  recibido  la  noticia,  de  que  los  Caránquis 
habían  asaltado  la  fortaleza  de  Pesillo  y  acabado  con  cuantos  la  guarnecían. 
Destacó  inmediatamente  á  su  hermano  Auqui-Toma  con  un  grueso  cuerpo 
de  tropas,  mientras  que  el  mismo  seguía  mas  despacio  con  el  resto  del 
ejército. 

Auqui-Toma  no  encontró  resistencia  ninguna  hasta  dar  con  la  inex- 
pugnable fortaleza  de  los  Caránquis  en  Otavalo,  pero  en  el  primer  ataque 
serio  perdió  desgraciadamente  su  vida  con  muchos  de  su  gente.  Con  la 
muerte  de  su  jefe  se  desalentaron  los  Cuzquefios,  mientras  que  los  Carán- 
quis concibieron  nuevas  esperanzas  y  aumentaron  los  bríos  hasta  poner  á 
sus  enemigos  en  completa  derrota.  —  Huaina-Capac  se  aflijió  mucho  con  la 
noticia  de  este  nuevo  desastre  y  sobre  todo  de  la  muerte  de  su  hermano, 
é  hizo  cuanto  pudo  para  reparar  las  pérdidas,  resuelto  á  castigar  á  los 
Caránquis,  los  mas  constantes  y  dignos  de  sus  enemigos. 

Con  la  llegada  del  Inca  se  renovaron  los  ataques  á  la  fortaleza  de  los 
Caránquis,  muchos  dias  sin  resultado.  Finalmente  venció  la  astucia  al  valor; 
pues  Huaina-Capac,  fingiendo  después  de  un  nuevo  asalto  la  huida,  se  retiró 
bastante  de  la  fortaleza  y  los  Caránquis  salieron  de  ella  pensando  solamente 
en  la  persecución  del  enemigo.    Entre  tanto  unas  tropas  peruanas  hábilmente 


*)  Según  Velasco  el  Shiri  se  hubiese  retirado  inmediatamente  á  la  llanura  de 
Hatuntaqui  y  dado  pocos  dias  después  la  batalla  decisiva,  en  que  perdió  la  vida.  Nos- 
otros seguiremos  desde  aquí  con  Cevallos  á  otros  autores,  que  parecen  mas  fidedignos. 

Wolf,  Ecuador.  33 


514  GEOGRAFÍA   POLÍTICA   Y  CIVIL. 

emboscadas  se  apoderaron  de  la  fortaleza  descuidada  casi  sin  obstáculo,  y 
pasaron  a  sangre  y  fuego  á  los  pocos  que  habian  quedado.  Los  Caránquis 
al  ver  á  sus  espaldas  el  incendio  de  su  fortaleza,  y  comprendiendo  tarde  la 
estratagema  del  Inca,  que  luego  volvió  cara  con  los  suyos,  perdieron  com- 
pletamente su  valor  y  se  abatieron  tanto,  que  para  los  peruanos  filé  fácil 
acabar  con  casi  todos.  Solo  un  famoso  capitán,  que  se  llamaba  Pintac,  se 
escapó  del  furor  de  los  vencedores  y  logró  refugiarse  con  un  millar  de 
hombres  en  las  montañas  al  Sureste  del  valle  de  Chillo  (en  la  actual  parro- 
quia de  Pintac),  en  donde  causó  todavía  por  mucho  tiempo  graves  daños  á 
las  tropas  de  Huaina-Capac,  aun  después  de  la  espléndida  victoria  de 
Hatuntaqui. 

A  Cacha  ya  no  quedó  otro  refujio  que  la  afamada  fortaleza  de  Hatunta- 
qui, última  esperanza  de  los  pueblos,  que  aun  se  mantenían  fieles.  Al  rede- 
dor de  ella  concentró  todas  sus  tropas,  y  despreciando  el  consejo  de  reti- 
rarse al  centro  de  las  fortificaciones,  se  hizo  llevar  en  silla  el  día  de  com- 
bate, en  el  puesto  de  mayor  peligro. 

El  Inca  dirigió  al  Shirí  la  última  invitaccion,  de  que  se  sometiese,  para 
evitar  el  derramamiento  de  tanta  sangre.  Cacha  le  contestó  lo  que  siempre, 
diciendo  que  él  no  buscaba  la  guerra  y  no  hacia  sino  defenderse,  y  que  por 
esto  prefería  morir  antes  que  someterse.  Recibida  esta  contestación  dio  el 
Inca  la  orden  del  combate  y  la  de  no  tener  misericordia  con  ningún  ene- 
migo. Las  primeras  escaramuzas  duraron  muchos  dias,  hasta  que  al  fin 
vinieron  a  una  batalla  general,  que  se  mantuvo  mucho  tiempo  muy  obstinada 
y  aun  parecía  inclinarse  la  victoria  al  Shiri;  mas,  después  que  éste  había 
caído  de  su  silla  mortalmente  herido  con  una  lanza,  que  atravesó  su  cuerpo, 
decayó  también  el  ánimo  y  valor  de  sus  vasallos.  Rindieron  pues  las  armas, 
pero  con  una  especie  de  protesta,  aclamando  por  Shiri,  en  el  mismo  campo 
de  batalla,  á  Paccha,  única  hija  y  heredera  del  rey  difunto.  No  obstante  se 
debe  decir,  que  con  la  batalla  de  Hatuntaqui  se  acabó  la  dinastía  de  los 
Shiris  y  el  reino  de  Quito,  formando  su  territorio  en  adelante  una  parte  del 
gran  imperio  de  los  Incas.  En  la  llanura  de  Hatuntaqui,  que  habia  servido 
de  campo  de  batalla,  el  viajero  moderno  admira  como  un  enorme  mausoleo 
los  muchos  túmulos  (tolas)  de  diferente  tamaño,  bajo  los  cuales  yacen  los 
restos  del  soberbio  reino  de  Quito. 

Inmediatamente  después  de  la  batalla  de  Hatuntaqui,  Huayna-Capac  se 
casó  con  Paccha,  la  hija  del  difunto  Shiri,  y  por  esta  acción  política  con- 
tentó de  algún  modo  á  los  Quiteños  y  pacificó,  después  de  la  supresión  de 
una  rebellón  de  los  Caránquis,  todo  el  pais.  Sentó  sus  reales  en  Quito,  é 
introdujo  en  las  provincias  conquistadas  la  religión,  la  lengua  y  las  institu- 
ciones políticas  y  civiles  de  los  Incas.     Se  celebra  en  este  gran  monarca 


RESUMEN'  HI8TÓRIC0.  515 

su  justicia,  discreción  y  tolerancia,  con  que  supo  amalgamar  los  dos  pueblos, 
el  vencido  y  el  vencedor,  como  si  hubieran  sido  hermanos.  Después  de  un 
reinado  feliz  y  largo  (de  38  años,  según  se  dice)  murió  á  fines  del  afio  de 
1525,  y  su  cadáver  fué  llevado  á  Cuzco. 


El  esplendor  de  los  Incas  había  llegado  á  su  cumbre;  su  imperio  abrazó 
los  territorios  de  las  actuales  Repúblicas  de  Chile,  Bolivia,  Perú  y  Ecuador. 
Pero,  —  suerte  de  todas  las  cosas  humanas,  que  apenas  llegadas  á  su  cul- 
minación, comienzan  á  declinar  — ,  Huaina-Capac  mismo,  el  fundador  del 
soberbio  edificio  de  la  gran  monarquía,  puso  en  su  testamento  el  germen  de 
su  destrucción.  Sintiendo  acercarse  el  fin  de  sus  dias,  dividió  el  imperio 
entre  sus  dos  hijos,  legando  á  Huáscar,  el  primogénito,  el  Perú  con  todas 
las  partes  meridionales  hasta  Chile,  y  á  Atahuallpa  su  hijo  que  tenia  de 
Paccha,  el  antiguo  reino  de  Quito,  como  lo  habían  poseído  sus  abuelos 
maternos  (los  Shiris).  Con  esta  división  se  restableció  el  Ecuador,  casi  con 
sus  limites  actuales,  en  una  entidad  política  independiente;  pero  al  mismo 
tiempo  comenzó  la  «cuestión  de  límites»  entre  el  Perú  y  el  Ecuador,  que 
para  ambas  partes  litigantes  tenia  consecuencias  tan  fatales,  excitando  una 
guerra  entre  los  hermanos,  que  debilitaba  sus  fuerzas  y  ayudaba  poderosa- 
mente la  conquista  española  de  Sudamérica.  Huáscar  y  Atahuallpa  se  dis- 
putaban las  actuales  provincias  de  Cañar,  Cuenca  y  Loja;  el  primero  con- 
sideraba el  nudo  del  Azuay  como  lindero  entre  los  dos  imperios,  y  el  segundo 
reclamaba  todo  el  terreno,  que  habían  poseído  sus  antepasados  maternos, 
hasta  Paita.  —  La  suerte  favoreció  á  Atahuallpa,  y  ya  se  halló  en  Cuzco, 
considerándose  como  único  dueño  de  los  dos  reinos  nuevamente  unidos, 
cuando  un  suceso  inesperado  acabó  con  toda  su  gloria  y  cambió  la  faz 
política  de  Sudamérica.  El  golpe  atrevido  de  un  aventurero  español  con- 
virtió la  monarquía  incásica  en  una  colonia  europea.  Conocida  es  la  historia 
de  la  Conquista  del  Perú  por  Pizarro,  de  la  prisión  y  muerte  de  Atahuallpa 
y  de  las  guerras  fratricidas  entre  los  primeros  Conquistadores.  Me  limitaré 
en  este  brevísimo  resumen  á  los  sucesos  que  se  refieren  á  la  transformación 
y  al  desarrollo  sucesivo  de  las  tierras,  que  componen  la  moderna  República 
del  Ecuador. 


Los  verdaderos  conquistadores  del  Ecuador  son  Diego  de  Almagro  y 
Sebastian  de  Benalcázar,  por  orden  y  autorización  de  Francisco  Pizarro,  los 
cuales  durante  el  año  de  1534  penetraron  desde  San  Miguel  de  Piura  por 
las  provincias  de  Loja,   Cuenca  y  las  demás  del  pais   alto,   hasta  Quito, 

33* 


516  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 

librando  varías  batallas  sangrientas  é  innumerables  combates  menores  con 
los  indios,  que  obstinadamente  les  disputaban  el  paso,  bajo  la  dirección  de 
algunos  capitanes  antiguos  de  Atahuallpa.  Solo  con  la  muerte  de  estos 
caudillos  valientes  y  con  la  toma  de  Quito  el  6  de  Diciembre  de  1534  se 
concluyó  la  guerra  y  quedó  subyugado  á  los  españoles  el  antiguo  reino  de 
Quito,  casi  en  la  misma  extensión,  en  que  Atahuallpa  lo  habia  heredado  de 
Huaina-Capac.  Almagro  regresó  desde  Riobamba  al  Perú,  y  Benalcázar, 
después  de  consolidar  la  fundación  de  la  nueva  ciudad  de  Quito,  emprendió 
desde  luego  la  conquista  de  las  provincias  de  Quillacinga  (Pasto)  y  del 
Cauca,  mientras  que  otros  capitanes  por  sus  órdenes  fundaron  poblaciones 
en  la  costa  desde  Esmeraldas  hasta  Guayaquil,  y  trataron  de  ir  al  descubri- 
miento y  conquista  de  Canelos  y  Ñapo,  aunque  con  éxito  menos  feliz. 

Después  de  que  Benalcázar  en  Abril  de  1538  se  habia  ido  definitiva- 
mente en  busca  de  su  soñado  Dorado  de  Cundinamarca,  nombró  Francisco 
Pizarro  á  su  hermano  Gonzalo  (¿gobernador  y  capitán  general  de  Quito,  QuiUa- 
cinga,  Popayan  y  de  todo  cuanto  se  descubriese»  por  aquel  lado,  cometiendo 
con  este  nombramiento  una  gran  injusticia  contra  Benalcázar,  á  quien  poco 
antes  habia  dado  ó  prometido  lo  mismo.  —  Gonzalo  Pizarro  se  hizo  notable 
por  su  desgraciada  expedición  al  pais  de  los  Quijos,  que  sinembargo  tuvo 
por  resultado  el  descubrimiento  del  rio  Ñapo,  de  otros  rios  caudalosos  de 
la  región  oriental,  y  la  memorable  primera  navegación  del  rio  Amazonas 
por  Orellana,  desertor  de  Pizarro,  en  1542. 

Ya  durante  su  ausencia  en  Quijos,  Gonzalo  Pizarro  fué  destituido  de  su 
Gobierno.  El  26  de  Junio  de  1541  murió  su  hermano  Francisco,  gobernador 
general  del  Perú,  asesinado  en  la  ciudad  de  Lima.  El  2(5  de  Setiembre  del 
mismo  año  Vaca  de  Castro  presentó  al  Cabildo  de  Quito  sus  credenciales 
del  rey  de  España,  como  gobernador  general  del  Perú,  y  como  tal  nombró 
por  su  teniente  en  el  reino  de  Quito  á  Fernando  Sarmiento,  dejando  y  con- 
firmando al  mismo  tiempo  á  Benalcázar  en  su  Gobierno  de  Popayan.  —  Muy 
poco  duró  la  dominación  de  Vaca  de  Castro,  el  rey  mandó  en  su  lugar  á 
Blasco  Nuñez  Vela  con  el  titulo  de  Virey  del  Perú  y  Presidente  de  su  Real 
Audiencia.  Con  su  llegada  (1544)  comienza  la  serie  larga  de  los  Vireyes 
del  Perú  y  el  régimen  colonial  de  España,  según  las  leyes  especiales  llama- 
das de  las  Indias. 

Todas  las  colonias  españolas  denominadas  «Tierra firme,  Nuevo  reino  de 
Granada,  Nuevo  reino  de  Castilla,  Nuevo  reino  de  Toledo,  Tucuman,  Paraguay 
y  Buenos  Aires»  fueron  rejidas  hasta  el  año  de  1717  por  un  solo  virey,  que 
residía  en  Lima,  capital  del  Nuevo  reino  de  Castilla.  Este  dilatado  vireinato 
se  componía  de  las  Audiencias  de  Panamá,  Caracas,  Santafé,  Quito,  Lima, 


RESUMEN  HI8TÓRIC0.  517 

Cuzco,  Charcas,  Santiago  y  Buenos  Aires.  Lo  que  hoy  forma  la  República 
del  Ecuador  fué  constituido  en  1564  con  el  nombre  Presidencia  de  Quito, 
que  llamaban  también  Reino  de  Quito,  pero  su  jurisdicción  se  extendía  en- 
tonces á  mucho  mayor  espacio  que  en  la  actualidad.  Su  primer  Presidente 
fué  Don  Fernando  de  Santillan,  oidor  de  la  real  audiencia  de  Lima.  Junta- 
mente con  la  Presidencia  fué  establecida  la  Real  Audiencia,  la  cual,  sinem- 
bargo,  llegó  á  suprimirse,  como  la  de  Panamá,  con  motivo  de  la  erección  del 
vireinato  del  Nuevo  reino  de  Granada,  que  tuvo  lugar  el  27  de  Mayo  de  1717. 

Sea  para  moderar  el  poder  de  los  vireyes,  sea  para  facilitar  la  adminis- 
tración de  tan  dilatados  reinos,  determinó  el  monarca  de  España  erigir  el 
segundo  vireinato,  que  acabamos  de  nombrar,  dándole  por  capital  á  Santafé 
(hoy  Bogotá).  Á  él  perteneció  en  adelante  la  Presidencia  de  Quito.  —  Por 
motivos  no  bien  claros  se  suprimió  el  nuevo  vireinato  en  1723,  volviendo  á 
concentrarse  el  gobierno  superior  en  el  de  Lima  y  restableciéndose  también 
la  Real  Audiencia  de  Quito.  Pero  las  mismas  razones  que  motivaron  la 
primera  separación  en  1717,  imperaron  de  nuevo  con  mayor  fuerza,  y  en  1739 
se  restableció  definitivamente  el  vireinato  del  Nuevo  reino  de  Granada,  con- 
servando esta  vez  también  la  Real  Audiencia  de  Quito. 

La  Presidencia  de  Quito  comprendía  en  aquella  época,  según  la  «Reco- 
pilación de  Indias»,  por  el  Norte,  á  Pasto,  Popayan,  Cali,  Buga,  Chapandica 
y  Guarchicona,  extendiéndose  por  la  costa  setentrional  hasta  el  Puerto  de 
Buenaventura  inclusivamente;  por  el  Sur  hasta  Paita,  también  con  inclusión 
de  este  puerto,  y  por  el  interior  hasta  Jaén;  por  el  Este,  á  los  pueblos  de 
Canelos  y  Quijos  con  los  demás  que  se  descubriesen  por  el  mismo  lado. 
Estos  descubrimientos  hechos  especialmente  por  los  misioneros  de  Quito, 
pasaron  de  la  desembocadura  del  Yavarí  en  el  Amazonas.  —  La  Presidencia 
contenia  siete  Gobiernos  menores  bajo  su  dependencia:  Popayan,  Guayaquil, 
Cuenca,  Macas,  Quijos,  Jaén  de  Bracamoros  yMáinas;  cinco  corregimientos: 
Ibarra,  Otavalo,  Latacunga,  Riobamba,  Chimbo  y  Loja;  y  las  tenencias  de 
Ambato  y  Barbacoas.  Al  Gobierno  de  Cuenca  pertenecia  la  tenencia  de 
Alausí,  y  al  de  Guayaquil  las  de  Babahoyo,  Baba,  Daule,  Portoviejo,  Santa 
Elena,  Puna,  Naranjal  y  Yaguachi. 

El  Gobierno  eclesiástico  se  dividió  en  Sudamérica  en  tres  iglesias  metro- 
politanas, que  fueron  las  del  Nuevo  reino  de  Granada,  Perú  y  Charcas.  — 
Quito,  que  en  lo  político  y  militar  estaba  bajo  el  virey  de  Santafé,  en  lo 
eclesiástico  dependía  del  metropolitano  de  Lima.  De  las  demás  iglesias  dentro 
de  la  Presidencia,  unas  se  hallaban  bajo  el  mismo  gobierno  del  arzobispo 
de  Lima,  y  otras  bajo  el  de  Santafé. 

Con  la  indicada  división  política  quedó  el  Reino  de  Quito  hasta  el  prin- 
cipio de  nuestro  siglo,  y  la  historia  del  largo  período  de  unos  250  años  tiene 


518  GEOGRAFÍA   POLÍTICA   Y   CIVIL. 

para  la  geografía  muy  poco  ó  ningún  interés.  —  Llegó  finalícente  el  tiempo 
de  la  independencia  y  con  él  se  verificaron  cambios  geográficos  muy  no- 
tables. Después  del  fracaso  de  la  primera  revolución  en  Quito,  iniciada  el 
10  de  Agosto  de  1809,  se  siguieron  muchas  otras  tentativas  de  proclamar 
la  independencia  sin  resultados  duraderos,  hasta  que  finalmente  el  9  de  Oc- 
tubre de  1820  Guayaquil  obtuvo  su  libertad  definitiva.  El  año  siguiente 
comenzó  el  general  venezolano  Antonio  José  de  Sucre  su  campaña  contra 
las  tropas  realistas  de  la  sierra,  y  el  22  de  Mayo  de  1822  obtuvo  una  vic- 
toria decisiva  en  la  batalla  del  Pichincha,  llamada  asi,  porque  fué  librada 
sobre  las  faldas  de  este  volcan,  á  la  vista  de  la  capital.  Dos  dias  después 
firmó  Aimerich,  último  Presidente  español  de  Quito,  una  capitulación,  con 
la  cual  quedó  sellada  la  independencia  de  todo  el  antiguo  reino  de  Quito, 
á  los  288  años,  después  que  Benalcázar  lo  sujetó  al  dominio  de  España.  — 
La  Presidencia  de  Quito  aceptó  la  constitución  de  Colombia  y  se  incorporó 
á  esta  gran  República.  Simón  Bolivar,  el  Libertador,  vino  en  este  mismo 
año  de  1822  á  Quito,  y  pasó  á  Guayaquil,  donde  necesitó  todo  el  influjo  de 
su  autoridad  para  que  este  departamento  se  adheriera  á  la  República  de  Co- 
lombia, y  no  al  Perú,  como  deseaban  muchos  de  sus  habitantes.  La  incor- 
poración de  las  provincias  de  Cuenca  y  Loja  se  realizó  por  los  mismos  dias 
sin  dificultad;  y  asi  la  bandera  de  Colombia  flameaba  desde  las  bocas  del 
Orinoco,  en  el  Atlántico,  hasta  la  desembocadura  del  Túmbez  en  el  Pacifico, 
comprendiendo  esta  república  poco  mas  ó  menos  la  misma  extensión  terri- 
torial, como  el  antiguo  vireinato  de  Santafé. 

La  gran  República  de  Colombia  no  duró  mas  que  ocho  años,  sin  poder 
consolidarse  ni  tranquilizarse  por  un  solo  año;  pues,  no  bien  concluida  la 
guerra  de  la  independencia,  comenzaron  las  guerras  civiles  y  las  disensiones 
de  los  pueblos  libertados.  —  Por  una  acta  firmada  en  Caracas  el  24  de  No- 
viembre de  1829,  Venezuela  se  declaró  independiente  del  Gobierno  central 
y  sancionó  la  erección  de  la  nueva  República  en  el  Congreso  constituyente 
el  f>  de  Mayo  de  1830.  Casi  al  mismo  tiempo,  por  acta  del  13  de  Mayo,  se 
resolvió  en  Quito  la  separación  del  Ecuador,  acta,  á  la  cual  se  adhirieron 
luego  Guayaquil,  Cuenca  y  los  demás  pueblos.  El  primer  Congreso  con- 
stituyente se  reunió  el  14  de  Agosto  de  1830  en  la  ciudad  de  Riobamba,  y 
eligió  por  primer  Presidente  de  la  República  al  General  Juan  José  Flores. 

Las  ciudades  de  Pasto,  Buenaventura  y  Popayan,  que  siempre  habían 
dependido  de  la  Presidencia  de  Quito,  se  incorporaron  desde  el  principio  y 
voluntariamente  al  Estado  del  Ecuador,  y  todas  las  provincias  del  Cauca 
fueron  representadas  por  sus  disputados  en  el  primer  Congreso  constitucional 
de  esta  República  en  1831.  Pero  Colombia  no  quiso  reconocer  esta  incor- 
paracion  y  reclamó  todas  las  provincias  del  antiguo  Gobierno  de  Popayan, 


RE8ÚMEN   HISTÓRICO.  519 

sin  oir  las  resoluciones  libres  de  los  pueblos,  ni  las  observaciones  juiciosas 
y  moderadas  del  Gobierno  ecuatoriano.  La  guerra  que  se  suscitó  por  esta 
cuestión,  salió  fatal  para  el  Ecuador,  á  consecuencia  de  la  traición  del  General 
López  en  Popayan  y  del  Coronel  Saenz  en  Pasto.  El  8  de  Diciembre  de 
1831  se  firmó  en  la  ciudad  últimamente  nombrada  un  tratado  de  paz,  en 
que  se  fijó  el  rio  Carchi  como  límite  divisorio  entre  las  dos  Repúblicas,  con 
arreglo  á  lo  dispuesto  por  el  articulo  22  do  la  ley  colombiana  de  25  de  Junio 
de  1824.  El  arreglo  definitivo  de  limites  está  pendiente  hasta  hoy  dia,  por- 
que una  de  las  bases  con  que  el  Congreso  de  1832  acordó  el  tratado,  fué 
la  de  salvar  los  derechos  del  Ecuador.  Así  lo  aprobó  el  Gobierno  ecuato- 
riano y  asi  lo  aceptó  el  de  Nueva  Granada. 

Fuera  de  la  referida  cuestión  de  limites  al  Norte  y  de  algunas  tenta- 
tivas frustradas  de  arreglar  los  linderos  con  el  Perú,  la  historia  del  Ecuador, 
que  ahora  cuenta  62  años,  no  ofrece  ningún  interés  geográfico. 

La  República  ha  tenido: 

10  Constituciones: 

La  de  Riobamba  1830—1835.  La  de  Guayaquil  1852—1859. 

»     »    Ambato  1835—1843.  »     »    Quito  1861—1869. 

»     »    Quito  1843—1845.  »     »    Quito  1869—1876. 

»     »    Cuenca  1845—1850.  »     »    Ambato  1877—1883. 

»     »    Quito  1850,  pocos  meses.  »     »    Quito  1883,  vigente. 

16  Presidencias  constitucionales: 

Juan  José  Flores  1830—1834.  Jerónimo  Carrion  1865—1867. 

Vicente  Rocafuerte  1835—1839.  Javier  Espinosa  1868—1869. 

J.  José  Flores  (2a  vez)  1839—1844.  G.  García  Moreno  (2*  vez)  1869-1875. 

V.  Ramón  Roca  1845—1849.  Antonio  Borrero  1875—1876. 

Diego  Noboa  1851,  pocos  meses.  Ignacio  Vein ternilla  1878—1882. 

J.  M.  Urvina  1852—1856.  J.  M.  Plácido  Caamaño  1883—1888. 

Francisco  Robles  1856—1859.  Antonio  Flores  1888—1892. 

Gabriel  García  Moreno  1861  —  1865.  Luis  Cordero,  desde  Junio  de  1892. 


Instituciones  políticas  y  civiles. 

El  Gobierno  del  Ecuador  es  republicano  democrático;  en  otros  tér- 
minos, es  popular,  representativo,  electivo,  alternativo  y  responsable.  El  Poder 
Supremo  está  dividido  en  legislativo,  ejecutivo  y  judicial. 

El  Poder  Legislativo  consiste  en  el  Congreso,  compuesto  de  las  dos 
Cámaras  del  Senado  y  de  los  Diputados,  sin  diferenciarse  las  dos  por  pre- 
rogativas,  sino  tan  solo  por  la  diversidad  de  algunas  cortas  atribuciones  que 
les  corresponden  separadamente.  —  El  Congreso  se  reúne,  según  la  ley  de 
1887,  cada  dos  afios  en  Junio  y  sus  sesiones  duran  dos  meses.  Puede 
reunirse  extraordinariamente  cuando   el  Poder  Ejecutivo  lo  convoca,  para 


520  '  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 

ocuparse  puramente  en  los  asuntos  para  los  cuales  ha  sido  convocado.  La 
Cámara  del  Senado  se  compone  de  30  Senadores,  dos  por  cada  provincia,  y 
la  de  Diputados  de  uno  por  cada  30000  habitantes  (por  ahora  son  35  Dipu- 
tados). Senadores  y  Diputados  son  eligidos  directamente  por  los  ciudadanos 
no  inhabilitados;  los  primeros  duran  cuatro  años  y  los  últimos  solo  dos  en 
sus  funciones,  pero  unos  y  otros  pueden  ser  reelegidos  indefinidamente. 
Para  ser  Sendador  se  requiere  que  el  nombrado  sea  ecuatoriano  en  ejercicio 
de  la  ciudadanía  y  tenga  35  años  de  edad;  para  ser  Diputado  basta  la 
primera  condición.  Los  miembros  del  Congreso  durante  el  desempeño  de 
su  cargo  no  pueden  aceptar  ningún  empleo  del  Poder  Ejecutivo,  y  los  em- 
pleados de  libre  nombramiento  del  Poder  Ejecutivo  no  pueden  ser  elegidos 
Senadores  ni  Diputados. 

El  Poder  Ejecutivo  se  ejerce  por  el  Presidente  de  la  República,  por  falta 
de  este  por  el  Vicepresidente,  y  á  falta  de  ambos  por  el  último  Presidente 
de  la  Cámara  del  Senado  ó  por  él  de  la  de  Diputados.  —  Presidente  y 
Vicepresidente  son  elegidos  por  votación  directa  y  secreta  de  todos  los  ciu- 
dadanos habilitados,  y  corresponde  al  Congreso  hacer  el  escrutinio  de  los 
votos  y  declarar  al  que  haya  obtenido  la  mayoría  absoluta  ó  relativa.  En 
caso  de  igualdad  de  votos,  lo  decide  la  mayoría  absoluta  de  los  del  Con- 
greso por  votación  secreta,  y  en  el  de  haber  empate  en  el  Congreso,  se 
recorre  á  la  suerte.  —  El  Presidente  y  el  Vicepresidente  son  elegidos  por 
cuatro  años  y  deben  ser  ecuatorianos  por  nacimiento,  ciudadanos  en  ejerci- 
cio, y  de  35  años  de  edad;  no  pueden  ser  reelegidos  sino  después  de  dos 
períodos  (8  años);  y  tampoco  durante  estos  mismos,  puede  el  que  ha  sido 
Presidente,  ser  nombrado  Vicepresidente  ó  vice  versa,  ni  sus  próximos 
parientes. 

El  Presidente,  para  el  ejercicio  de  sus  atribuciones  y  despacho  de  los 
negocios  públicos,  elige  libremente  cuatro  Ministros  Secretarios  de  Estado, 
uno  para  los  negocios  del  interior,  obras  públicas  y  relaciones  exteriores, 
otro  para  los  del  culto,  instrucción  pública,  justicia,  beneficencia  y  estadística, 
otro  para  los  de  hacienda  y  crédito  público,  y  otro  para  los  de  guerra  y 
marina.  Los  Ministros  duran,  si  el  Presidente  lo  tiene  á  bien,  cuatro  años 
en  sus  funciones. 

Hay  también  un  Consejo  de  Estado,  que  se  compone  del  Vicepresidente 
de  la  República,  los  Ministros  Secretarios,  el  Ministro  Fiscal  de  la  Corte 
Suprema,  dos  Senadores,  un  Diputado,  un  eclesiástico  y  tres  ciudadanos 
que  reúnan  los  requisitos  para  ser  Senadores.  Los  siete  últimos  son  nom- 
brados por  el  Congreso. 

El  Presidente  de  la  República  tiene,  entre  otras  facultades,  la  de  per- 
donar, rebajar  ó  conmutar,  con  ciertas  limitaciones  prescritas  por  la  ley, 


GOBIERNO.  521 

las  penas  impuestas  á  los  condenados  por  crímenes  ó  delitos,  previo  informe 
del  tribunal  y  previo  acuerdo  del  Consejo  de  Estado.  —  El  Presidente  no 
puede  violar  las  garantías  determinadas  por  la  Constitución,  detener  el  curso 
de  los  procedimientos  judiciales,  atentar  contra  la  independencia  de  los  jue- 
ces, impedir  ó  coarctar  las  elecciones,  disolver  el  Congreso  ni  suspender 
sus  sesiones,  ejercer  el  Poder  Ejecutivo  cuando  se  ausente  de  la  Capital 
hasta  mas  de  cinco  kilómetros,  ni  admitir  extrangeros  en  el  ejército  como 
jefes  ú  oficiales  sin  permiso  del  Congreso.  Es  responsable  por  traición  ó 
conspiración  contra  la  República  y  por  infringir  la  Constitución  ó  atentar 
contra  los  otros  Poderes;  por  negar  la  sanción  á  las  leyes  y  decretos  expe- 
didos por  el  Congreso;  por  ejercer  facultades  extraordinarias  sin  permiso 
del  Congreso  ó  del  Consejo  de  Estado;  por  provocar  una  guerra  injusta; 
por  quitar  el  sueldo  á  los  empleados  públicos. 

En  los  mismos  casos,  como  el  Presidente,  están  responsables  sus  Mi- 
nistros  Secretarios,  y  ademas:  por  infracción  de  ley,  soborno,  concusión  y 
malversación  de  los  caudales  públicos;  por  autorizar  decretos  ó  resoluciones 
del  Presidente,  expedidos  sin  el  acuerdo  del  Consejo  de  Estado,  cuando  la 
Constitución  lo  prescribe;  por  retardar  la  ejecución  de  estos  decretos  ó  no 
haber  velado  sobre  su  cumplimiento.  No  les  exoneran  ni  las  órdenes  verbales 
ó  escritas  del  Presidente.  Cualquier  ciudadano  puede  acusar  al  Presidente 
y  á  sus  Ministros  ante  eL  Congreso,  si  han  infringido  la  Constitución  ó  las 
leyes,  y  el  Congreso  está  en  el  deber  de  oir  la  acusación,  juzgar  y  fallar. 

En  el  caso.de  una  invasión  exterior  ó  de  una  conmoción  interior,  el 
Congreso,  ó  por  su  falta  el  Consejo  de  Estado  puede  revestir  al  Presidente 
con  facultades  extraordinarias.  Ellas  se  limitan  al  tiempo,  lugar  y  objetos 
indispensables,  para  restablecer  el  orden  público,  y  del  uso  que  el  Presidente 
hiciere  de  ellas,  tiene  que  dar  cuenta  al  próximo  Congreso  durante  los  pri- 
meros ocho  dias  de  su  congregación.  Tales  facultades  extraordinarias  son, 
por  ejemplo,  aumentar  el  ejército  y  la  marina;  anticipar  el  cobro  de  las 
contribuciones  de  un  afio;  negociar  empréstitos  de  acuerdo  con  el  Consejo 
de  Estado;  trasladar  á  otro  punto  la  Capital  de  la  República;  confinar  ó 
expatriar  á  los  indiciados  de  favorecer  una  guerra  internacional  ó  una  revolu- 
ción interior;  disponer  de  los  caudales  públicos  etc.  etc.  —  Corresponde  al 
Congreso,  ó  cuando  este  no  está  reunido,  al  Consejo  de  Estado,  retirar  las 
facultades  extraordinarias  inmediatamente  como  cesare  el  peligro,  que  motivó 
su  concesión. 

El  Poder  Judicial  se  ejerce  Io  por  una  Corte  Suprema,  residente  en 
Quito  y  compuesta  de  seis  Ministros  jueces  y  de  un  Ministro  fiscal;  2o  por 
un  Tribunal  de  Cuentas,  compuesto  de  cuatro  miembros,  residentes  también 
en  Quito,  3o  por  seis  Cortes  Superiores,  en  las  ciudades  de  Quito,  Riobamba, 


522  GEOGRAFÍA   POLÍTICA   Y   CIVIL. 

Cuenca,  Loja,  Guayaquil  y  Porto  viejo;  4o  por  tribunales  de  segunda  y  ter- 
cera instancia  para  las  causas  mercantiles,  establecidos  en  Guayaquil,  y  por 
jueces  consulares  de  comercio  en  Quito,  Riobamba,  Cuenca,  Guayaquil  y 
Montecristi;  5o  por  Jueces  letrados  en  cada  una  de  las  capitales  de  pro- 
vincia; 6o  por  Alcaldes  Municipales  en  todas  las  cabeceras  de  cantón;  7o  por 
Jueces  civiles  en  todas  las  parroquias.  —  Ademas  hay  juzgados  eclesiásticos, 
ejercidos  por  los  Obispos  ó  sus  Provisores,  y  por  los  Vicarios  de  cantón. 

Existen  Tribunales  de  Jurados  en  I  barra,  Quito,  Latacunga,  Ambato, 
Riobamba,  Cuenca,  Loja  y  Guayaquil,  para  que  conozcan  de  las  causas  cri- 
minales, que  la  ley  pone  bajo  su  competencia. 

Hay  tres  Cortes  Marciales,  en  Quito,  Cuenca  y  Guayaquil,  y  se  forman 
de  cierto  número  de  Jefes  que  funcionan  en  calidad  de  Ministros  jueces. 
El  Consejo  de  guerra  se  compone  de  cinco  Vocales  y  un  Fiscal. 

El  Congreso  nombra  por  mayoria  absoluta  de  votos  los  Ministros  de  la 
Corte  Suprema,  los  del  Tribunal  de  Cuentas  y  los  de  los  Cortes  Superiores; 
la  Corte  Suprema  elije  los  Jueces  letrados  á  propuesta  de  los  Cortes  Supe- 
riores; los  Alcaldes  municipales  y  Jueces  parroquiales  son  nombrados  por 
los  Cabildos  cantonales,  y  los  miembros  de  estos  elegidos  por  votación 
popular. 

Para  el  régimen  y  la  gobernación  interior,  las  provincias  están  rejidas 
por  Gobernadores  (nombrados  por  el  Presidente  de  la  República),  los  can- 
tones por  Jefes  políticos,  y  las  parroquias  por  Tenientes  políticos.  —  En 
cada  provincia  hay  un  Intendente  de  Policía,  y  en  cada  cantón  uno  ó  mas 
Comisarios. 

La  Constitución  del  Ecuador  se  puede  llamar  buena  y  liberal  en  el  mejor 
sentido  de  la  palabra.  —  Ecuatorianos  son  los  nacidos  en  el  Ecuador  de 
padres  ecuatorianos  y  los  que  nacidos  en  territorio  extranjero  de  ecuatoria- 
nos, vienen  á  residir  en  la  República;  los  extrangeros  que  adquieren  carta 
de  naturalización,  y  los  nacidos  en  el  Ecuador  por  padres  extrangeros,  si 
residieren  en  él.  Para  gozar  de  los  derechos  de  ciudadano,  se  necesita  tener 
21  años  de  edad  ó  ser  casado,  saber  leer  y  escribir  y  no  haber  perdido  los 
derechos  de  ciudadanía.  —  Nadie  nace  esclavo  en  la  República  (desde  el 
año  de  1^54,  en  que  fué  abolida  la  esclavitud),  y  aun  el  que  fuere  esclavo, 
queda  libre  al  pisar  el  pais.  —  Hay  completa  igualdad  ante  la  ley;  todos 
los  ciudadanos  pueden  elegir  y  ser  elegidos  para  los  destinos  públicos,  con 
tal  que  tengan  las  aptitudes  que  requieren  las  leyes;  está  garantizada  la 
libertad  de  cambiar  de  domicilio,  la  de  adquirir,  conservar  y  manejar  cuales- 
quiera clase  de  bienes,  el  derecho  de  expresar  el  pensamiento  libremente  de 
palabra  ó  por  escrito,  siempre  que  se  respete  la  religión,  moral  y  decencia, 


CONSTITUCIÓN.  —  POBLACIÓN.  523 

el  de  asociarse  para  cualquier  objeto  lícito,  el  de  conservar  su  buena  repu- 
tación, mientras  que  el  individuo  no  sea  juzgado  y  condenado  por  su  juez 
propio  por  algún  delito  ó  crimen.  Son  inviolables  los  hogares  y  la  corre- 
spondencia epistolar;  están  vedadas  las  penas  de  azotes  y  de  confiscación 
de  bienes,  la  fundación  de  mayorazgos  ú  otras  vinculaciones  y  el  que  haya 
bienes  que  no  puedan  enajenarse.  Tienen  derecho  los  ecuatorianos  á  no  ser 
reclutados  por  fuerza,  á  no  ser  desterrados,  á  elevar  peticiones  á  cualquier 
autoridad,  á  no  ser  distraídos  do  sus  jueces  naturales,  y  á  muchos  otros 
que  se  enumeran  en  todas  las  constituciones  republicanas.  Respecto  á  la 
pena  de  muerte,  la  Constitución  de  1884  estableció  que  «no  se  impondrá 
pena  de  muerte  por  crímenes  políticos  ni  por  crimines  comunes,  exceptuados 
el  asesinato  y  el  parricidio»,  mitigando  con  esto  considerablemente  la  ley 
anterior  mas  severa.  Pero  las  tristes  experiencias  que  hizo  el  Gobierno 
durante  las  sublevaciones  de  los  montoneros  en  los  años  subsiguientes,  obli- 
garon á  los  legisladores  de  1887  á  derogar  ese  articulo,  sustituyéndolo  con 
los  términos  siguientes:  «No  habrá  pena  de  muerte  por  los  delitos  pura- 
mente políticos,  excepto  el  de  los  que,  armados  y  organizados  como  mili- 
tares, alteren  por  la  fuerza  el  orden  constitucional.  —  No  son  delitos  políticos, 
aunque  se  amparen  con  un  fin  político,  la  traición  á  la  patria,  el  parricidio, 
el  asesinato,  el  incendio,  el  saqueo,  la  piratería,  ni  los  de  los  militares  en 
servicio  activo.» 

Los  extranjeros  gozan  de  las  mismas  garantías  que  los  ecuatorianos, 
con  tal  que  se  sujeten  á  la  Constitución  y  á  las  leyes  de  la  República. 

Población  y  Bazas.  —  El  Ecuador  tiene  algo  mas  de  un  millón  de 
habitantes.  No  existe  un  censo  exacto,  ni  para  las  poblaciones  principales 
del  pais,  y  respecto  á  las  dilatadas  regiones  del  Oriente  será  imposible 
hacerlo  todavía  por  mucho  tiempo.  El  señor  doctor  P.  F.  Cevallos,  quien  ha 
recojido  con  prolijidad  todos  los  datos  posibles,  y  examinado  todas  las  Me- 
morias, que  los  Ministros  han  presentado  á  los  Congresos  desdo  1830  hasta 
1887,  indica  los  guarismos  siguientes:*) 

Prov.  Carchi 36000  Prov.  Loja 66500 

»  Imbabura    ...  68000  »  Bolívar    ....  43000 

»  Pichincha    ...  205000  »  Oro 32600 

»  León 109600  »  Guayas    ....  í»8100 

»  Tunguragua  .    .  103000  »  Kios 32800 

»  Chiraborazo    .    .  122300  »  Manabí    ....  61100 

»  Cañar 64000  »  Esmeraldas    .    .  14600 

»  Azuay 132400  »  Oriente    ....  80000 

Suma  total:  1272000  habitantes. 

*)  Como  siempre  son  cálculos  apróxiinativos,  nos  hemos  permitido  redondear  un  poco 
las  cifras.  —  Véase  P.  F.  Cevallos,  Resumen  de  la  Historia  del  Ecuador  (Guayaquil  1889), 
VI,  pág.  32. 


524  GEOGRAFÍA   POLÍTICA   Y   CIVIL. 

Si  quitamos  de  esta  cifra  los  indios  salvajes  de  la  Región  oriental,  cuyo 
número  es  del  iodo  incierto  (Villavicencio  los  calcula  en  200000),  restan 
para  el  Ecuador  civilizado  1192000  habitantes.  Entre  ellos  se  distinguen: 
Blancos,  descendientes  de  europeos,  Indios  puros,  Negros  puros,  Mestizos 
(blancos  X  indios),  Cholos  (mestizos  X  blancos),  Mulatos  (blancos  X  ne- 
gros) ,  Zambos  (indios  X  negros).  Con  el  último  nombre  de  zambos  se 
designa  en  el  litoral  también  la  mezcla  de  blancos  y  mulatos,  como  en 
general  el  pueblo  en  sus  expresiones  no  sigue  estrictamente  esa  clasificación 
antropológica. 

En  la  distribución  de  los  habitantes  entre  las  diferentes  razas,  proceden 
los  autores  con  mucha  arbitrariedad.  Villavicencio  cuenta  601219  Blancos 
descendientes  de  europeos,  462400  Indios  descendientes  de  los  conquistados, 
7831  Negros  sin  mezcla  y  36592  de  raza  mezclada  de  la  blanca,  negra  é 
india.  A  esto  observa  el  Señor  Hassaurek  (que  por  cuatro  años  era  Ministro 
Norteamericano  en  Quito  y  es  un  buen  observador)  que  el  Señor  Villavi- 
cencio anda  seguramente  muy  equivocado  en  sus  cálculos,  y  que  se  habría 
acercado  mas  á  la  realidad,  si  hubiese  asignado  á  la  raza  mezclada  600000 
y  á  la  blanca  30000.  Estos  son  dos  extremos.  El  Señor  León  Mera  (Cate- 
cismo de  geografía)  dice:  «Puede  computarse  una  tercera  parte  (de  la  pobla- 
ción total)  de  raza  pura  americana;  menos  de  otra  tercera  parte  de  raza 
española  ú  europea;  y  mas  del  último  tercio  de  la  mestiza.  La  africana 
puede  decirse  que  apenas  está  representada  en  la  Nación  por  un  0,08  sobre 
todo  el  número  de  habitantes.»  Según  esto  resultarían  irnos  424000  indios, 
400000  blancos  y  448000  mestizos  y  africanos;  aunque  para  los  dos  últimos 
guarismos  el  Señor  Mera  con  su  «menos»  y  «mas»  nos  deja  bastante  liber- 
tad. Sin  aducir  las  opiniones  de  otros  escritores  nacionales  y  extrangeros, 
citaré  la  del  doctor  P.  F.  Cevallos  (Resumen,  VI,  pág.  81),  que  se  acerca  mas 
á  mi  propia  convicción  en  este  asunto.  «Hablando  en  rigor,  no  hay  en  la 
República  otra  raza  que  la  perteneciente  á  cuantos  conservan  puro  su  origen 
primitivo,  y  tal  pureza,  de  cierto,  solo  se  halla  entre  los  indios,  y  no  tam- 
poco en  todos  sino  en  la  generalidad  de  ellos.  Fuera  de  estos,  solo  halla- 
mos mestizos  procedentes  de  blancos  y  bronceados,  de  blancos  y  negros, 
mas  ó  menos  cruzados  ó  de  origen  mas  ó  menos  antiguo,  que  perpetúan  la 
nueva  clase  mestiza,  mejorándola,  según  predominan  los  blancos,  los  bron- 
ceados ó  los  negros.  Bolívar,  en  su  discurso  que  dirigió  al  primer  Congreso 
de  Colombia,  dijo:  ,Tengamos  presente,  que  nuestro  pueblo  no  es  el  europeo 
ni  el  americano  del  Norte:  mas  bien  es  un  compuesto  de  África  y  América, 
que  una  emanación  de  Europa'  etc.  Acaso  Bolívar  se  explicó  asi,  porque 
en  los  primeros  días  de  la  independencia  dominaban  todavía  las  pasiones; 
lo  cierto  es,  sinembargo,  que  en  América,  por  lo  general,  prepondera  la  clase 


POBLACIÓN.  —  RAZAS.  525 

mestiza,  y  que,  sinembargo,  se  ha  establecido  en  sus  pueblos  una  aristocracia 
de  raza,  formada  de  procedencias  europeas.»  —  Aunque  parezca  algo  exage- 
rada la  opinión  del  señor  Cevallos,  apoyada  con  la  de  Bolívar,  siempre  es 
cierto,  que  el  número  de  los  ecuatorianos  de  raza  blanca  pura  es  muy  redu- 
cido; entre  los  habitantes  de  los  pueblos  y  del  campo  apenas  llegará  á  una 
centésima  parte,  pero  en  las  ciudades  mayores,  como  Quito,  Cuenca,  Guaya- 
quil, podemos  calcularlo  en  la  octava  parte  de  la  población. 


La  raza  negra  pura  desaparece  mas  y  mas,  desde  la  abolición  de  la 
esclavitud  en  1854;  en  su  lugar  aumenta  el  número  de  mulatos  y  zambos. 
Solo  en  algunos  distritos  apartados  de  la  provincia  de  Esmeraldas  existen 
todavía -pueblos,  que  se  componen  casi  exclusivamente  de  negros  puros, 
como  los  describí  en  mi  Memoria  sobre  aquella  provincia  (pág.  49).  Son 
los  que  se  formaron  especialmente  de  los  esclavos  emancipados  de  las  hacien- 
das de  Imbabura,  á  las  orillas  de  los  ríos  de  Santiago,  Cachabi,  Uimbi  etc., 
en  regiones,  en  que  no  hay  mucha  ocasión  de  cruzamiento  con  blancos,  y 
sus  vecinos  próximos,  los  indios  Cayapas,  abhorrecen  á  la  raza  negra  mas 
que  á  la  blanca. 

La  raza  mas  interesante  para  el  geógrafo  y  etnógrafo  es,  sin  duda,  la 
indígena  de  los  indios,  que  todavía  en  gran  parte  se  conserva  pura,  y  consti- 
tuye talvez  la  mitad  de  la  población  total  del  Ecuador.  Como  en  la  anti- 
güedad, también  en  nuestros  tiempos  se  distinguen  diversas  tribus  y  fami- 
lias, ya  por  su  facciones  exteriores,  ya  por  sus  costumbres  é  idiomas.  Así, 
por  ejemplo,  los  indios  interandinos  son  muy  distintos  de  los  de  la  costa  y 
de  los  de  la  región  oriental. 

No  cabe  duda,  que  en  los  tiempos  de  la  conquista  española  existia  una 
numerosísima  población  indígena  en  todo  el  litoral,  entre  las  faldas  de  la 
Cordillera  occidental  y  la  costa  del  Pacífico.  Esto  se  deduce  de  las  tradi- 
ciones, de  la  historia  escrita  y  de  las  antigüedades  que  se  sacan  de  las 
«huacas»  desde  Túmbez  hasta  Tumaco.  No  hay  pruebas  suficientes  para 
decir,  que  todos  estos  indios  occidentales  pertenecían  á  una  sola  nación 
grande;  lo  contrario  parece  mas  probable,  y  seguro  es,  que  se  diferenciaban 
en  muchas  tribus  y  familias,  que  se  distinguían  entre  si  por  el  diferente 
grado  de  civilización  y  por  variados  idiomas.  En  general  parece,  que  los 
indios  inmediatos  á  la  costa  eran  mas  civilizados,  que  los  que  vivían  en  el 
interior  de  las  montañas,  á  las  faldas  de  la  Cordillera.  Por  los  últimos  In- 
cas y  en  las  guerras  con  los  españoles  esos  pueblos  litorales  fueron  diez- 
mados varias  veces,  y  algunas  tribus  fueron  exterminadas  completamente. 


526  GEOGRAFÍA  POLÍTICA    Y  CIVIL. 

El  resto  débil  ya  no  formó  una  masa  compacta,  como  los  indios  del  interior, 
y  se  confundió  pronto  entre   los  blancos  y  negros   de    los  pueblos   recien 
fundados.    Aun  los  indios  del  campo,  que  en  algunas  partes  de  la  costa, 
como,  por  ejemplo,  en  los  sitios  de  la  península  del  Morro  y  de  St*.  Elena 
y  en  la  provincia  de  Manabí,  son  todavía  algo  numerosos,  han  perdido  sus 
idiomas  y  sus  costumbres,  hace  mucho  tiempo,  de  manera  que  hoy  dia  sería 
imposible  reconocer  entre  ellos  las  tribus  originales.    La  misma  suerte  cupo 
á  los  indios  de  la  provincia  de  Loja,  con  excepción  de  la  parte  mas  seten- 
trional  (Cantón  de  Zaraguro).     Solo  en  la  provincia  litoral  de  Esmeraldas, 
que  desde  el  principio  quedó  mas  libre  de  la  invasión  española,  y  hasta  hoy 
dia  es  la  menos  poblada  por  blancos,  se  pudieron  conservar  algunos  restos 
de  los  indios  indígenas  casi  intactos,  y  conservando  sus  costumbres  y  su 
idioma.    Estos  son  los  indios  Cayapas,  que  hice  conocer  por  primera  vez 
en  mi  Memoria  sobre  la  provincia  de  Esmeraldas.    Viven  esparcidos  á  las 
orillas  del  rio  Cayapas,  del  Ónzole,  del  rio  Grande  y  de  otros  tributarios  del 
Cayapas;  su  número  no  pasará  mucho  de  2000  cabezas.     Son  de  estatura 
mediana,  de  constitución  robusta,  de  color  cobrizo  claro,  que  tira  al  ama- 
rillo, de  cabellera  larga  y  de  fisonomía  nada  desagradable.     Se  pintan  las 
caras,  brazos,  piernas,  pechos  etc.  de  listas  rojas,  azules  y  negras;  el  ber- 
mellón parece  gustarles  mas,  lo  preparan  de  la  fruta  del  achiote,  y  he  visto 
á  algunos  individuos  que  habían  untado  todo  el  cuerpo  con  este  cosmético 
singular.    Llevan  una  vida  parecida  á  la  de  los  indios  orientales  (del  Ñapo) ; 
viven  con  preferencia  de  la  caza  y  pesca,  siembran  platanales  y  yucales,  y 
de  los  animales  domésticos  crian  solo  cerdos,  perros  y  gallinas.    Usan  la 
bodoquera  y  flecha  (á  veces  envenenada),  aunque  algunos  ya  conocen  tam- 
bién la  escopeta;  sus  utensilios  domésticos  son  muy  primitivos.    Su  vestido 
ordinario  se  reduce  ú  una  especie  de  calzoncillo  corto  en  los  hombres  y  á 
una  faja  ancha  en  las  mujeres,   que  les  cubre  el  cuerpo  desde   el  ombligo 
hasta  las  rodillas.     Usan  para  el  vestido  y  la  cama  el  librillo  de  un  árbol 
llamado  Tamajagua,  pero  también  el  lienzo  y  liencillo,  que  cambian  en  La 
Tola   o  en   San  Lorenzo   por   algunos   objetos    de   la   industria   (canaletes, 
canoas,  canastillas),  ó  por  productos  naturales  (caucho,  achiote,  frutas).    Sus 
habitaciones,   hechas  de  pambil,   son   generalmente   espaciosas   y  aseadas. 
Antisociales,  como  la  raza  americana  en  general,  no  se  reúnen  en  pueblos, 
sino  una  ó  dos  veces  por  año,  para  celebrar  sus  fiestas,  sus  casas  se  hallan 
muy  esparcidas  por  el   monte.     No  les   gusta  ponerse  en  contacto  con  los 
blancos  y  mucho   menos  con  los  negros,  solo  en  caso  de  alguna  necesidad 
salen  á  los   pueblos   de   la  costa,   quedándose  en  ellos  el   tiempo  absoluta- 
mente necesario  para  concluir  sus  negocios.     De  este  modo  se  han  conser- 
vado hasta  el  dia  puros  y  de  cierto  modo  independientes,  reconociendo  solo 


POBLACIÓN.  —  BAZAS.  527 

la  autoridad  de  su  propio  cacique,  que  llaman  gobernador,  el  cual,  recono- 
cido por  el  Gobernador  de  Esmeraldas,  forma  el  vínculo  político  muy  flojo, 
que  les  reúne  con  los  demás  habitantes  de  la  provincia.  Estos  indios,  ape- 
sar  de  parecer  taciturnos,  antisociales  y  desconfiados,  son  de  una  índole 
suave  y  dócil,  son  afables  y  hospitalarios  con  los  viajeros  que  no  les  mo- 

r 

lestan,  y  con  un  pequeño  regalo  se  puede  conseguir  todo  de  ellos.  A  los 
blancos  de  La  Tola  he  oido  celebrar  su  honradez,  y  dicen  que  el  robo  es 
desconocido  entre  ellos.  Siempre  recuerdo  con  gusto  los  dias  que  he  via- 
jado entre  ellos.  —  Los  Cayapas  también  son  cristianos;  el  cura  de  Rio 
Verde  les  visita  comunmente  una  vez  al  afio,  para  bautizar  los  niños  y  para 
bendecir  los  nuevos  matrimonios;  á  mucho  mas  no  podrá  extenderse  su 
oficio  sin  el  conocimiento  del  idioma.  Estos  indios  aprenden  con  dificultad 
la  lengua  castellana;  aunque  todos  los  hombres  adultos  entiendan  algunas 
palabras,  pocos  saben  hablar,  y  á  las  mujeres  prohiben  aprender  la  lengua 
de  los  blancos.  Entre  sí  se  sirven  exclusivamente  de  su  propio  idioma,  que 
es  muy  distinto  del  quichua,  que  se  habla  en  la  sierra.  La  lengua  de  los 
Cayapas  tiene  un  alto  interés  para  los  lingüistas,  por  ser  el  último  en  el 
Ecuador  occidental,  que  se  ha  conservado  puro  y  no  adulterado  con  pala- 
bras castellanas  y  quichuas.  He  reunido  un  pequeño  vocabulario  de  ella, 
y  hasta  ahora  no  pude  descubrir  ninguna  semejanza  ó  parentela  próxima 
con  otras  lenguas  sudamericanas  conocidas,  sino  con  la,  que  los  indios 
Colorados  de  Santo  Domingo,  hoy  dia  enteramente  separados  de  los  Caya- 
pas, han  hablado  y  hablan  todavía.  Esta  no  es  mas  que  un  dialecto  del 
idioma  Cayapas,  según  una  lista  de  palabras,  que  el  Señor  A.  N.  Martínez 
tuvo  la  bondad  de  recojer  y  de  remitirme,  y  según  un  pequeño  vocabulario 
de  los  Colorados,  publicado  por  E.  Seler,  quien  lo  habia  recibido  del  señor 
Obispo  Thiel  (hoy  en  Costa  Rica,  antes  en  el  Ecuador).*)  Para  demostrar 
el  parentesco  entre  el  idioma  de  los  Cayapas  y  el  de  los  Colorados,  y  la 
gran  diferencia  del  de  los  indios  Esmeraldas,  de  que  hablaré  en  seguida, 
sirva  la  siguiente  lista  comparativa  de  algunas  palabras,  en  la  cual  la  pro- 
nunciación há  de  arreglarse  al  alfabeto  castellano. 


*)  Original-Mittheilungen  aus  der  Ethnologischen  Abtheilung  der  koniglíchen  Musiten 
zu  Berlín.     Erster  Jahrgang,  Heft  I.    (Berlín,  1885.) 


528 


GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 


Castellano 


Indios 
Colorados 


Indios 
Esmeraldas 


Hombre 

Mujer 

Padre 

Madre 

Hijo 

Hija 

Hermano 

Hermana 

Cabeza 

Cabella 

Ojo 

Nariz 

Boca 

Pecho 

Barriga 

Brazo 

Mano 

Pierna 

Pié 

Tierra 

Aire,  viento 

Fuego 

Agua 

Rio 

Lluvia 

Cielo 

Sol 

Luna 

Estrella 

Dia 

Noche 

Piedra 

Árbol 

Casa 

Anzuelo 

Bodoquera 

Canoa 

Uno 

Dos 

Tres 

Cuatro 

Cinco 

Seis 

Siete 

Ocho 

Nueve 

Diez 


ombréla,  ombére 

supú  la 

apa 

yána,  mamá 

igna,  nao 

ignalfala(?) 

onzúque 

mishbúca 

achóa 

capúea 

quijo 

fíbáqui 

tembápu 

ajea 

pójpej 

temíshu 

népa 

neájca 

tu 

íshua 

ningoma 

pi,  pijúle,  avémpi 
shúa 

pájta 

pupájta 

macara 

chátuish 

quepéto 

shúpuga 

shi 

yá 

véngula 

pichúra 

cúle 

man,  main 

pallo 

péma 

talpállo 

manda 

mándish  main 

mándish  pallo 

mándish  péma 

mándish  talpállo 

pal  tía 


í 


unüla 

ilo 

sóna 

tiauna,  tiona 

apa 

tete 

aya 

api,  paup(sá) 

nao 

ilimi(usá) 

namá 

tini(u8á) 

acó 

yar(sá) 

soque 

na(sá) 

mishu 

murápa 

apíshu 

rarápo,  rarapsá 

cacó,  caca 

múla 

quiñi 

reausá 

íiquíforo 

basa,  viltosá 

cu 

mutansá 

pecólo 

cobinsá,  cobrirá 

táqui 

tadisá,  díra 

teda 

disa 

nedé,  bosta 

mutasá 

nebopá 

taha,  tahasá 

to 

dula 

quishi 

quiséra 

ni 

muchíte 

Pi 

úvi,  uívi 

Pi 

— 

shua,  shuáptana 

una,  uúna 

yóquido 

mutébele 

yó 

mucála 

Pe 

híme,  jíme 

macara,  tzabó 

muchábla 

ma 

mupíne 

quepé 

dárra 

shu 

mucama 

shida,  shitué 

tácte 

yá 

quiáma 

beni 

raquivili 

pichúra 

soportáne 

cúle 

diála 

manga 

bashini 

paluyá 

■ 

paiman 

humba  lulo 

ínaiifft 

Se  han  olvidado 

llllvll  VC4 

los  numerales  y 

desde  seis  usan 

cuentan  con  los 

de  los  numerales 

castellanos. 

quichuas,  algo 

alterados 

Del  idioma  de  los  indios  Esmeraldas,  de  que  hasta  ahora  nadie  se  habia 
ocupado,  pude  reunir  mas  de  450  palabras  y  frases,  que  próximamente  serán 


Va?,  i,  «na  fetegrafla. 


INDIOS  DE  LA  PROVINCIA  DEL  PICHINCHA, 


BAZAS.  529 

estudiadas  por  un  lingüista  competente,  para  ver,  si  se  descubra  algún  paren- 
tesco ó  una  analogía  con  otra  lengua  americana.  Se  puede  decir,  que  esta 
lengua  ya  pertenece  á  las  muertas;  pues  en  el  año  de  1877  el  Señor  J.  M. 
Pallares  en  Esmeraldas,  á  quien  debo  el  favor  de  haber  corrido  para  mi  las 
diligencias  de  recojer  los  materiales,  tenia  harta  dificultad  de  encontrar  al- 
gunos indios  viejos,  que  todavía  entendieron  y  hablaron  el  idioma;  tiempo 
era  de  salvar  siquiera  algunos  débiles  restos  de  él.  De  las  denominaciones 
geográficas  podemos  deducir,  que  esta  lengua,  que  últimamente  se  restringía 
á  la  hoya  media  del  Esmeraldas,  antiguamente  se  hablaba  hasta  el  Cabo 
Pasado,  y  talvez  hasta  mas  al  Sur. 

Los  indios  del  interior  son  muy  distintos  de  los  de  la  costa,  y  se  dife- 
rencian de  estos,  ademas  de  las  facciones  exteriores,  también  por  su  idioma. 
Forman  una  población  compacta,  y  se  puede  decir  la  predominante,  en  las 
provincias  interandinas,  desde  la  de  Imbabura  hasta  el  cantón  de  Zaraguro 
en  la  provincia  de  Loja.  Como  actualmente  todos  hablan  el  quichua,  se  les 
reúne  por  lo  común  bajo  el  nombre  muy  impropio  de  o  raza  quichua»;  pues, 
de  ella  no  tienen  mas  que  el  idioma  y  ciertas  costumbres,  que  se  han  gene- 
ralizado después  de  la  conquista  de  los  Incas.  Son  los  descendientes  de  los 
antiguos  subditos  del  reino  de  los  Shiris,  mezclados,  esto  si,  con  algunos 
colonos  (mitimaes)  que  los  Incas  han  introducido  del  Perú.  Como  he  dicho 
en  otro  lugar  (pág.  502),  los  monarcas  peruanos,  durante  los  40  ó  50  años 
de  su  dominación,  no  pudieron  borrar  la  antigua  diferencia  entre  las  naciones, 
ni  generalizar  siquiera  su  idioma;  y  esto  es  tan  cierto,  que  pocos  años  des- 
pués de  la  conquista  española  se  había  perdido  casi  la  influencia  peruana. 
En  la  segunda  mitad  del  siglo  XVI  no  era  posible  catequizar  á  estos  indios 
en  quichua,  porque  muchos  pueblos  no  lo  entendían,  y  el  primer  sínodo 
diocesano,  celebrado  en  Quito  en  1583,  dispuso  que  se  compusieran  cate- 
cismos en  las  lenguas  maternas  de  los  indios,  porque  no  entendían  la  lengua 
del  inca.  Designó  á  las  personas  aptas,  que  debían  escribir  estos  catecis- 
mos en  la  lengua  de  Cañar,  de  Puruhay,  de  los  Pastos,  de  Quillacinga  y 
otras.  En  aquel  tiempo  era  un  mérito  especial  para  ser  agraciado  con  bene- 
ficios parroquiales  el  entender  y  hablar,  ademas  de  la  lengua  general  del 
inca,  la  lengua  materna  de  los  Cañaris,  de  los  Puruhaes  etc.*)  El  quichua 
fué  generalizado  poco  á  poco  por  los  europeos,  especialmente  por  los  hacen- 
dados y  misioneros,  quienes  obligaron  á  sus  peones  y  feligreses  á  aprender 
el  idioma  general,  siendo  para  estos  mas  fácil  aprender  una,  que  para  aquellos 


*)  Véase  F.  González  Suárez,  Hist.  gen.  de  la  Rep.  del  Ecuador  (Quito  1890),  tom.  I, 
pág.  170. 

WOLf,  Ecuador.  34 


:m 


GEOGRAFÍA    POLÍTICA    T   CITU. 


tres  ó  cuatro  lenguas  americanas  diferentes.  De  este  modo,  es  decir,  por 
lo»  misioneros  se  extendió  el  quichua  también  sobre  las  regiones  del  Ñapo, 
de  Canelos  y  hasta  á  las  misiones  de  Máinas.  Se  ha  logrado  el  objeto  en 
cuanto  á  las  provincias  interandinas,  en  que  hoy  dia  se  habla  solo  el  quichua, 
sin  que  hubiese  quedado  un  rastro  de  las  lenguas  antiguas,  con  excepción 
de  algunas  palabras  geográficas.  Apesar  de  todo  esto  y  no  obstante  las 
grandes  mudanzas  que  hubo  durante  tres  siglos,  no  es  difícil  reconocer  to- 
davía diferencias  notables  entre  los  habitantes  de  las  diversas  provincias,  y 
hasta  de  ciertos  pueblos  en  su  carácter  físico  y  moral.    El  indio  imbabureño 


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se  distingue  ú  primera  vista  del  quiteño,  este  del  latacungueño,  riobambefio, 
a/.uayo,  zaragureño  etc. 

Los  indios  <lc  la  sierra  son  de  color  cobrizo,  pelo  terso,  largo  y  lustroso, 
barba  ninguna  ó  muy  escasa,  de  ojos  negros  y  generalmente  chicos,  pómulos 
prominentes  y  por  esto  de  cara  ancha,  de  nariz  bien  formada,  boca  grande, 
dientes  blancos  y  parejos,  pechos  y  espaldas  anchas,  estatura  mediana  ó 
baja,  y  pié  bastante  pequeño.  Su  temperamento  es  flemático,  el  carácter 
melancólico,  desidioso,  taciturno  y  muy  desconfiado.  Son  fuertes  y  vigo- 
rosos para  llevar  cargas  muy  pesadas  á  sus  lomos,  y  ligeros  é  infatigables 
para  vencer  á  pié  largas  jomadas,  pero  también  son  débiles  y  lerdos  para 
oíros  I  raba  jos  y  ejercicios.  En  su  estado  actual  son  tan  cobardes  que  se 
dejan   dominar    hasta  de   los   mas    despreciables    de   las  otras   razas.     Solo 


BAZAS.  531 

cuando  están  ebrios,  cambian  de  aspecto,  pues  entonces  se  hacen  habladores 
y  jactanciosos,  y  antes  se  dejan  matar  que  ceder  lo  que  no  quieren.  —  El 
vestido  ordinario  del  indio  consiste  en  calzoncillos  cortos  de  lienzo,  una 
camisa,  un  poncho  de  lana,  y  en  un  sombrero  viejo  de  fieltro.  Las  mujeres 
visten  el  anaco,  es  decir,  un  paño  que  les  cubre  el  cuerpo  desde  la  cintura 
hasta  abajo  de  las  rodillas,  ademas  otro  paño  que  tapa  el  pecho  y  la  es- 
palda, dejando  libres  los  brazos,  y  finalmente  una  especie  de  manta  ó  la 
macana,  que  envuelve  toda  la  mitad  superior  del  cuerpo  y  sirve  también 
para  cargar  sus  hijos  tiernos  (guaguas)  ó  cualquier  otra  cosa.  Estos  vesti- 
dos mujeriles  así  como  el  poncho  de  los  hombres  son  de  un  paño  grueso, 
fabricado  en  el  pais  mismo.  Los  indios  del  campo  viven  en  chozas  pe- 
queñas de  paja  ó  de  paja  y  tierra,  cuya  única  pieza  carece  de  toda  como- 
didad y  contiene,  ademas  de  algunas  pieles  de  oveja  que  sirven  de  cama 
á  toda  la  familia  y  á  cuatro  ó  cinco  perros,  unos  pocos  utensilios  culinarios 
de  los  mas  rudimentarios. 

La  condición  actual  de  los  indios  es  por  demás  humilde  y  abyecta;  la 
raza  ha  degenerado  desde  los  tiempos  de  la  conquista;  el  roce  con  los  blancos 
no  ha  mejorado,  sino  empeorado  su  carácter,  menos  por  su  propia  culpa  que 
por  la  de  aquellos.  Para  comprender  esto,  seria  necesario  describir  las  in- 
justicias, atropellos,  inhumanidades,  esclavitud,  que  han  sufrido  durante  tres 
siglos  de  parte  de  sus  opresores.  No  es  posible  extendernos  sobre  la  ma- 
teria, y  remitimos  al  lector  especialmente  á  la  obra  interesante  de  los  es- 
pañoles Juan  y  Ulloa  a  Noticias  secretas » ,  en  que  han  tachado  la  conducta 
de  sus  compatriotas  con  imparcialidad  y  franqueza,  y  mejor  que  cualquier 
otro  escritor  nacional  ó  extrangero.  «No  podemos  tratar  de  los  indios»,  dicen, 
«sin  quedar  el  ánimo  conmovido,  ni  es  posible  detenerse  en  el  asunto  sin 
dejar  de  llorar  con  lástima  la  miserable,  infeliz  y  desventurada  suerte  de 
una  nación,  que  sin  otro  delito  que  el  de  la  simplicidad,  ni  mas  motivo  que 
el  de  una  ignorancia  natural,  han  venido  á  ser  esclavos  y  de  una  esclavitud 
tan  oprobiosa,  que  comparativamente  pueden  llamarse  dichosos  aquellos  afri- 
canos, á  quienes  la  fuerza  y  razón  de  colonias  han  condenado  á  la  opresión 
servil;  la  suerte  de  estos  es  invidiada  con  justa  razón  por  aquellos,  que  se 
llaman  Ubres,  y  que  los  reyes  han  recomendado  tanto  para  que  sean  mirados 
como  tales,  pues  es  mucho  peor  su  estado  de  sujeción  y  miseria,  que  la  de 
aquellos  ».*)  La  opresión  de  los  indios  ha  dado  margen  á  algunas  suble- 
vaciones serias  de  ellos  en  el  siglo  pasado  y  también  en  el  nuestro,  que 


*)  Extractos  largos  y  muy  interesantes  de  esta  obra  se  encuentran  en  la  de  P.  F. 
Ce  valles,  tom.  II,  pág.  08—82.  Sobre  las  costumbres  de  los  indios  véase  el  mismo  autor, 
tom.  VI,  pág.  139-160. 

34* 


532  GEOGRAFÍA  POLÍTICA   Y   CIVIL. 

fueron  suprimidas  con  harta  dificultad,  y  solo  merced  á  la  mala  organización 
de  las  muchedumbres.  No  hay  duda,  que  la  condición  de  los  pobres  indios 
ha  mejorado  un  poco  en  nuestro  siglo,  especialmente  desde  el  establecimiento 
de  la  República,  á  lo  menos  en  cuanto  á  los  indios  Ubres;  sinembargo,  están 
todavia  muy  lejos  de  ocupar  la  posición,  á  que  tienen  derecho  y  que  les 
señalan  también  las  leyes  del  Estado.  Desgraciadamente  las  benéficas  dis- 
posiciones del  Gobierno  no  se  observan  mejor,  que  en  tiempo  del  coloniaje 
las  de  los  monarcas  españoles,  y  los  indios  «conciertos»,  que  en  el  interior 
forman  talvez  la  porción  mas  grande  de  su  raza,  todavia  gimen  bajo  el  yugo 
de  una  verdadera  esclavitud  (aunque  se  evita  este  nombre),  que  no  se  di- 
ferencia de  la  que  nos  describe  Ulloa.  Dice  el  señor  Villavicencio  (Geogr. 
pág.  167):  a  Si  se  atiende  al  estado  de  abyección  en  que  viven  estos  des- 
graciados; si  se  les  vé  desde  la  mas  tierna  infancia  servir  de  cuidadores  de 
rebaños,  ya  á  la  acción  del  sol  abrasador  de  los  trópicos,  ya  á  la  intem- 
perie, de  dia  y  noche,  del  frió  glacial  de  los  páramos,  añadiendo  á  esto  que 
viven  casi  desnudos,  no  se  extrañará  que  los  indios  conciertos,  tanto  los 
pastores  como  los  labradores,  hayan  sufrido  tan  notable  transformación». 

Los  indios  de  la  Begion  oriental  son  del  todo  distintos  de  los  que  aca- 
bamos de  describir,  y  el  señor  Villavicencio  no  debia  unir  los  del  Ñapo  y 
de  Canelos  con  ala  familia  de  los  Quitus»,  solo  porque  hablan  el  quichua 
(Geogr.  pág.  108);  pues,  como  he  dicho  en  otro  lugar,  han  recibido  este 
idioma  muy  tarde  por  los  misioneros.  —  Si  quisiéramos  enumerar  todas  las 
naciones,  tribus  y  familias  de  salvajes,  que  viven  dentro  de  los  limites  del 
Ecuador,  la  lista  saldría  larga;  pero  una  descripción  etnográfica  de  ellas 
seria  imposible,  porque  de  su  mayor  parte  sabemos  muy  poco.  Diremos 
solo  algunas  palabras  de  las  que  viven  mas  cercanas  á  la  Cordillera  oriental. 

Muchas  de  las  naciones  del  oriente  fueron  catequizadas  por  los  misio- 
neros de  los  siglos  XV11  y  XVIII,  pero  con  la  decadencia  de  las  misiones, 
especialmente  con  la  expulsión  de  los  jesuítas,  á  fines  del  siglo  pasado,  re- 
cayeron en  la  idolatría  y  en  el  salvajismo.  Solo  en  la  región  del  Ñapo  y 
en  Canelos  se  conservan  hasta  hoy  dia  las  misiones;  los  habitantes  son 
cristianos  y  salen  á  veces  á  los  pueblos  interandinos  (Quito,  Riobamba).  Son 
de  un  carácter  suave  y  humilde,  y  se  puede  decir  que  carecen  de  vicios 
mayores,  con  excepción  de  la  embriaguez,  el  achaque  general  de  la  raza 
india.  Fuera  de  las  creencias  religiosas,  se  distinguen  los  indios  del  Ñapo 
muy  poco  ó  nada  de  las  tribus  infieles,  en  cuanto  á  sus  costumbres  y  usos. 
La  mejor  y  mas  detallada  descripción  de  ellos,  asi  como  de  los  demás  pueblos 
de  la  región  oriental,  se  encuentra  en  la  Geografía  de  Villavicencio  (pág.  109, 
yfX)),  de  cuya  fuente  ha  tomado  también  el  señor  Cevallos  (VI,  pág.  1G0— 174). 


BAZAS.  533 

De  todas  las  naciones  infieles  del  Ecuador,  la  de  tos  Jibaros  es  la  mas 
numerosa,  la  mas  civilizada  (si  cabe  la  expresión  para  salvajes) ,  pero  al 
mismo  tiempo  la  mas  aguerrida  y  temible,  que  parece  guardar  un  odio  inex- 
tinguible á  la  raza  blanca,  el  cual  no  carece  de  fundamento.  Los  españoles 
habían  logrado  reducirles  y  fundaron  ciudades  populosas  en  su  territorio, 


como  Logroño,  Mendoza,  Sevilla  de  Oro,  Huamboya.  La  opresión  y  la  in- 
saciable sed  de  oro  de  los  colonos,  especialmente  del  gobernador  de  Macas, 
irritó  á  los  indos  á  tal  punto,  que  en  1599  se  levantaron  en  masa,  acau- 
dillados por  el  cacique  Quiruba,  arrasaron  las  dichas  ciudades  y  mataron  á 
cuantos  blancos  se  hallaban  en  ellas,  llevándose  solo  las  mujeres  jóvenes  á 
la  esclavitud.  Desde  entonces  fué  imposible  reconquistarlos  ni  por  fuerza 
ni  por  medio  de  misiones.  —  Los  Jíbaros,  divididos  en  numerosas  tribus, 


534  GEOGRAFÍA    POLÍTICA  Y   CIVIL. 

que  toman  sus  nombres  de  los  ríos  á  cuyas  orillas  viven,  ocupan  el  terreno 
muy  extenso  al  pié  de  la  Cordillera  oriental  desde  el  rio  Chinchipe  hasta 
el  rio  Pastaza.     En  lo  físico  se  distinguen  por  un  cuerpo  esbelto  y   bien 
musculado,  ojos  negros  muy  animados,  con  una  mirada  imponente,  faz  er- 
guida, frente  despejada,  nariz  aguileña,  labios  delgados,  dientes  ebúrneos; 
algunos  son  bastante  blancos  y  barbados,  lo  que  se  atribuye  á  la  mezcla 
con   las   prisioneras   blancas   de    1599.     Los   Jibaros   son   muy  racionales, 
amantes  de  su  libertad  é  .incapaces  de  tolerar  ningún  yugo;  belicosos,   va- 
lientes, sumamente  ágiles  y  de  una  destreza  admirable  para  el  manejo  de 
la  lanza  y  escudo.     Son  muy  vengativos  y  como  se  hallan  por  sus  institu- 
ciones en  la  imprescindible  necesidad  de  vengar  la  muerte  de  un  pariente 
con  otra  muerte,  no  acaban  jamas  las  guerras  intestinas  entre  las  tribus  y 
familias;  solo  en  una  guerra  extrangera  se  reúnen  todos  y  pelean  como  her- 
manos contra  el  enemigo  común.  —  Viven  en  poligamia,  en  casas  muy  es- 
paciosas, aseadas,  y  fortificadas  contra  el  asalto  de  los  enemigos.    Se  visten 
mejor  y  con  mas  lujo  que  las  otras  naciones  del  Oriente;  cultivan  é  hilan 
el  algodón,  y  no  carecen  de  todo  de  la  agricultura  é  industria,  aunque  la 
ocupación  principal  de  los   hombres  consiste   en   la  caza.     Algunas  tribus 
menos  feroces,  que  están  en  contacto  con  los  indios  de  Ñapo  y  Canelos  y 
con  la  población  de  Macas,  mantienen  algún  comercio  con  los  blancos;  pero 
el  asalto  y  la  destrucción  de  los  entables  y  de  la  misión  de  Gualaquiza, 
acaecida  unos  veinte  años  acá,  enseña  que  se  debe  andar  con  mucha  cautela 
con  estos  huéspedes.     Es  probable  que  los  diferentes  idiomas,  que  hablan 
las  tribus  jibaras,  sean  solo  dialectos  de  una  misma  lengua  madre,  que  to- 
davía  es   muy  poco   conocida.     De  las   pocas  palabras   de  los  Jibaros  de 
Gualaquiza,  que  debo  al  favor  del  señor  doctor  Luis  Cordero,  no  se  puede 
deducir  otra  cosa  sino  que  su  idioma  es  muy  distinto  de  todos  los  demás, 
que  se  conocen  en  esta  República. 

Entre  los  ríos  Pastaza  y  Ñapo  viven  los  Záparos.  Según  Villavicencio, 
que  les  ha  tratado  de  cerca,  serian  los  indios  mas  dispuestos  á  aceptar  la 
civilización  de  los  blancos.  Dice,  que  la  nación,  apesar  de  no  ser  muy 
numerosa,  se  divide  en  muchas  tribus,  que  hablan  un  solo  idioma,  muy  nasal. 
El  viajero  italiano  Osculati  recojió  un  vocabulario  bastante  copioso  de  él.*) 
Lo  que  llama  la  atención  en  esta  lengua,  es  el  gran  número  de  vocablos 
que  pasan  de  tres  sílabas;  para  decir  siete,  es  preciso  pronunciar  la  palabra 
compuesta  haimucumaraqui-caramaitaca-tiucuaqui,  quiere  decir,  tres  pares  y 
uno.     Para  operaciones  matemáticas  esta  lengua  evidentemente  está  perdida, 


*)  Explorazioiu'  delle  rogioni  eipiatoriali  lungo  il  Xapu  ed  il  íiume  delle  Amazzoni  etc. 
da  Gaetano  Osculati  (Milano  1850). 


BAJÍAS.  535 

por  felicidad  su  sistema  numeral  no  pasa  de  siete,  todo  número  mas  alto  es 
cuma,  á  saber,  mucho.  —  Los  Záparos  son  dóciles  y  poco  feroces,  adictos 
á  los  blancos,  hospitalarios  y  serviciales.  Siempre  risueños  y  festivos,  acojen 
al  viajero  con  bondad  y  le  acompañan  en  sus  navegaciones.  Con  los  cris- 
tianos del  Ñapo  están  en  relaciones  amistosas  y  de  comercio.  En  el  grado 
de  cultura  el  Záparo  es  inferior  al  Jibaro,  pues  lleva  una  vida  nómada,  es 
perezoso  y  no  cultiva  la  tierra  ni  usa  vestidos  de  tela.  Es  de  cuerpo  me- 
diano, pero  robusto  y  muy  ágil,  de  cara  redonda,  ojos  chicos  algo  oblicuos, 
nariz  chata  y  ancha,  labios  gruesos.  El  color  es  cobrizo  claro,  pero  algunos 
lo  tienen  casi  blanco,  especialmente  las  mujeres,  que  pinta  el  señor  Villa- 
vicencio  de  fisonomía  agradable,  expresiva  y  risueña,  y  como  muy  cariñosas 
y  liberales  con  los  forasteros.  Según  este  autor  los  Záparos  son  los  únicos 
indios  que  no  son  celosos. 

Al  Norte  del  Ñapo,  en  las  cabeceras  del  Aguarico  y  al  oriente  del 
Cayambe  viven  las  tribus  de  los  indios  Cófanes  con  su  propia  lengua  y  sus 
propias  costumbres.  Esta  nación,  tan  temible  en  otros  tiempos,  vá  dis- 
minuyendo en  número  y  extinguiéndose  poco  á  poco.  Desde  el  año  de  1611, 
en  que  los  Cófanes  sacudieron  el  yugo  de  los  españoles  y  de  los  misioneros 
(pocos  años  después  de  la  sublevación  de  los  Jíbaros),  quedó  arruinado  el 
«gobierno  de  Mocoa  y  Sucumbios»,  y  hoy  dia  se  sabe  muy  poco  de  ellos. 

Entre  los  indios  salvajes,  que  viven  á  mayor  distancia  de  la  Cordillera 
oriental,  nombra  Villavicencio  entre  otros  los  Anguteros  á  las  orillas  del 
Aguarico  inferior,  y  después  á  ambos  lados  del  Ñapo  medio  é  inferior  los 
Encabettados,  Orejones  y  Avijaros. 

Volvamos  al  pais  interandino  y  digamos  todavía  cuatro  palabras  de  las 
castas  mestizas.  Estas  carecen  de  fisonomía  é  índoles  particulares,  y  parti- 
cipan mas  ó  menos  del  aspecto  y  carácter  de  sus  padres,  según  su  origen 
y  cruzamientos.  Asi  el  hijo  de  un  blanco  y  de  una  india  se  acercará  mas 
á  la  raza  americana,  que  el  hijo  que  un  blanco  tiene  en  una  mestiza.  De 
los  cruzamientos  de  la  raza  americana  y  europea  salen,  después  de  tres  ó 
cuatro  generaciones,  y  no  habiendo  nueva  mezcla  de  sangre  india,  formas 
perfectas  y  hermosas,  que  poco  se  distinguen  de  las  europeas  puras,  y  lo 
mismo  se  puede  decir  de  los  cruzamientos  de  blancos  y  negros,  si  no  en 
cuanto  al  color,  á  lo  menos  en  cuanto  á  los  contornos  perfectos  del  cuerpo. 
Resultados  menos  felices  dan  los  cruzamientos  de  la  raza  negra  con  la  india ; 
la  prole  se  sostiene  por  mas  tiempo  aferrada  á  las  toscas  formas  de  la 
primera,  aunque  los  zambos  son  generalmente  de  una  robustez  y  fortaleza 
admirable.  Ya  hemos  advertido  mas  arriba,  que  en  la  sierra  acostumbran 
llamar  á  los  mestizos  y  sus  descendientes  «cholos»,  y  en  el  litoral  á  los 


:.:n; 


1ÍE0(¡BAFJA    POLÍTICA    Y    CIVIL. 


mulatos  y  sus  descendientes  «zambos».  Estas  castas  cruzadas  ocupan  en 
ia  jerarquía  social  una  posición  media  entre  los  indios  ó  negros  y  los  blan- 
cos, pero  los  matices  de  la  posición  social  son  tan  variados  como  los  de  la 
piel,  y  no  siempre  es  el  color  de  esta  el  que  determina  aquella;  el  resplan- 
dor del  oro  y  de  la  plata  hace  á  veces  la  retina  muy  insensible  é  indiferente 
para  con  iodos  los  demás  colores. 


Exirangcros  hay  muy  pocos  en  el  Ecuador.  No  existen  colonias  com- 
pactas de  ellos,  como,  por  ejemplo,  en  Chile  ó  en  la  República  argentina. 
Creo  que  su  número  no  pasará  de  6000.    De  ellos  la  inmensa  mayoría  son 


sudamericanos,  especialmente  peruanos  y  colombianos,  que  por  su  parentesco 
desaparecen  casi  entre  los  ecuatorianos.  De  todas  las  demás  nacionalidades 
del  mundo,  inclusive  unos  300  chinos,  se  contarán  apenas  1200,  que  se 
bullan  con  preferencia  en  el  litoral,   sobre  todo  en   el  puerto  de  Guayaquil. 


Cuando  se  considera  la  gran  heterogenidad  de  la  población  ecuatoriana, 
se  comprende  que  es  muy  difícil,  componer  un  cuadro  general  de  tas  costum- 
bres púHicas  y  dar  un  fallo  justo  sobre  su  estado  social,  aun  para  los  escri- 
tores nacionales  y  los  que  han  vivido  largos  años  en  el  pais.  Lo  conceptúo 
imposible  para  los  viajeros,  que  cruzan  rápidamente  el  Ecuador,  casi  sin 
llegar  en  contacto  con  sus  habitantes,  con  excepción  de  algunos  arrieros, 
sin  conocer  á  veces  la  lengua  del  pais;  y  sinembargo,  en  el  exterior  se 
conoce  el  Ecuador,  en  cuanto  á  su  estado  social,  casi  solo  por  las  relaciones 


CONDICIONES   SOCIALES.  537 

de  tales  viajeros.  ¡Cuantos  disparates,  cuantas  injusticias  contienen  estos 
libros!  Unos  pintan  sus  hazañas  y  aventuras  de  tal  modo,  que  el  lector 
debe  creer  que  el  héroe  ha  vivido  entre  antropófagos;  otros  generalizan 
ciertas  costumbres  malas  ó  ridiculas  de  la  plebe  de  manera  que  se  debería 
suponer,  que  en  el  Ecuador  no  existe  ninguna  sociedad  culta;  otros  ridicu- 
lizan las  costumbres  solo  porque  no  son  las  mismas  que  las  de  su  país,  sin 
reparar,  que  examinadas  de  cerca  son  talvez  mucho  mejores.  ¡Cuantas  cosas 
chocan  al  principio,  que  mas  tarde  gustan  y  parecen  muy  naturales!  ¡Oh, 
la  ignorancia  que  reina  en  Europa  respecto  á  los  paises  sudamericanos  en 
general  y  al  Ecuador  en  particular,  es  talvez  mas  grande,  que  la  del  pueblo 
americano  respecto  á  los  Estados  de  Europa!  —  Considerando  el  asunto 
bajo  el  punto  de  vista  filosófico,  se  puede  afirmar,  que  los  pueblos  sud- 
americanos viven  mas  conformes  á  la  naturaleza  humana,  y  por  esto  mas 
felices,  que  la  mayor  parte  de  las  naciones  super- civilizad  as  de  Europa. 
Todos  los  pueblos  del  mundo  tienen  sus  vicios  y  sus  virtudes  morales  y 
sociales;  ¿quien  sabe,  á  qué  lado  se  inclinaría  el  fiel  de  la  balanza,  si  contra- 
pesaríamos las  de  un  continente  con  las  del  otro? 

La  sociedad  culta  del  Ecuador,  á  que  pertenece  la  raza  blanca  y  una 
gran  parte  de  la  mestiza,  conserva  los  hábitos  y  las  costumbres  generales 
de  toda  la  raza  hispano -americana,  en  las  cuales  no  se  oculta  la  descen- 
dencia de  la  raza  española.  Los  vestidos,  alimentos,  gustos,  son  mas  ó 
menos  los  mismos  que  los  de  todos  los  pueblos  cultos,  y  en  los  salones  de 
la  sociedad  alta  de  Quito  y  Guayaquil  el  extrangero  encontrará  poca  dife- 
rencia de  los  de  las  ciudades  grandes  europeas,  y  si  la  hay,  es  para  sor- 
prenderle agradablemente,  pues  esta  cortesía  (hasta  el  exceso),  tanta  fran- 
queza y  amabilidad  con  que  reciben  al  forastero,  no  es  común  en  los  paises 
del  mundo  viejo.  Muchas  personas  de  las  mejores  familias  han  recibido  su 
educación,  ó  á  lo  menos  viajado  por  algunos  añoé,  en  el  extrangero,  hablan 
varías  lenguas,  y  llevan  ideas  nada  mezquinas.  —  Es  verdad,  que  á  las 
masas  grandes  del  pueblo  falta  todavía  la  educación  social.  Pero  en  el 
fondo  el  pueblo  ecuatoriano  es  de  una  índole  buena,  dócil,  comunicativa. 
En  su  carácter  se  nota  mucha  inconstancia  y  debilidad,  es  poco  cumplido 
con  sus  promesas  y  anda  con  poca  escrupulosidad  en  decir  la  verdad.  Cri- 
mines atroces,  como  el  asesinato,  son  muy  raros  entre  el  pueblo,  pero  abun- 
dan vicios  menores,  especialmente  la  afición  á  las  bebidas  alcohólicas  (que 
muchas  veces  pasa  de  menor).  —  Habrá  pocos  paises  en  el  mundo,  en  que 
se  pueda  viajar  con  mayor  seguridad,  excepto  los  tiempos  de  conmociones 
políticas,  y  lo  que  á  todos  los  viajeros  deja  agradecidos,  es  la  hospitalidad 
sin  igual,  que  se  encuentra  en  todo  el  Ecuador,  en  la  cabana  del  pobre  cholo 
no  menos,  que  en  la  hacienda  del  rico  propietario.  —  Uno  de  los  achaques 


538  GEOGRAFÍA   POLÍTICA   Y   CIVIL. 

mas  graves  del  pueblo  ecuatoriano,  y  se  puede  añadir  casi  de  todas  las 
naciones  sudamericanas,  es  la  pasión  política.  Cuando  ella  se  excita,  se 
cambia  su  carácter,  se  desenfrenan  todas  las  demás  pasiones  y  hasta  el 
fanatismo  religioso,  á  que  se  siente  ocultamente  inclinado.  Aunque  las 
revoluciones  en  el  Ecuador  regularmente  no  hayan  sido  tan  cruentas  como 
en  muchas  otras  Repúblicas,  han,  sinembargo,  retardado  su  desarrollo  y  pro- 
greso. Solo  cuando  los  pueblos  se  sanen  de  esta  enfermedad  crónica,  se 
cambiará  la  faz  política  nada  halagüeña  de  este  Continente. 

En  el  presente  «Resumen»  debemos  tenernos  dentro  de  límites  muy  estre- 
chos, y  no  es  posible  ensanchar  mas  la  descripción  del  estado  social  de  la  pobla- 
ción ecuatoriana,  mucho  menos  entrar  en  la  descripción  y  critica  de  todas  sus 
costumbres  públicas.  Séame  permitido  recomendar  á  los  ecuatorianos  la 
lectura  de  un  capitulo  sobre  «Costumbres  publicas»,  que  encuentran  en  la 
obra  de  P.  F.  Cevallos,  muchas  veces  citada,  tom.  VI,  pág.  112.  Este  escritor 
patriota  critica  y  condena  con  tanta  severidad  ciertas  costumbres  y  vicios 
inveterados,  como  yo  no  me  atrevería  hacerlo.  Ciertas  verdades  se  aceptan 
con  menos  enfado  de  la  boca  ó  pluma  de  un  paisano  que  de  la  de  un 
extrangero.  Sinembargo,  para  conocerse  mejor,  cada  nación  debería  desear 
verse  de  vez  en  cuando  en  el  espejo  de  las  otras,  es  decir,  saber  cómo  la 
miran  las  otras  naciones.  Y  asi  recomiendo  á  los  ecuatorianos  y  á  todos 
mis  lectores  el  interesante  libro  de  Hassaurek  «Cuatro  años  entre  los  Hispano- 
americanos*,  que  en  mi  concepto  con  mas  imparcialidad  y  con  mas  acierto 
ha  escrito  sobre  el  estado  civil  y  social  del  Ecuador,  que  ningún  otro  extran- 
gero. El  pinta  con  preferencia  el  interior  de  la  República,  donde  ha  vivido 
cuatro  años  (como  Ministro  Residente  de  los  Estados  Unidos  de  Norte- 
américa), y  lo  pinta  tal  cual  es  (prescindiendo  de  unas  pocas  inexactitudes 
involuntarias);  no  exagera  en  donde  tiene  que  censurar,  y  elogia  cuanto 
encuentra  digno  de  encomio.  Cada  página  revela  una  deferencia  particular 
para  con  el  pais,  y  en  muchas  ocasiones  el  autor  busca  como  disculpar  los 
defectos,  encontrando  su  origen  en  causas  independientes  de  la  actual  pobla- 
ción del  Ecuador.*) 

*)  Four  years  among  Spanish-Americans,  by  F.  Hassaurek.  Late  United  States  Mi- 
nister  Resident  to  the  Kepublic  of  Ecuador.  New  York  1867.  —  Está  traducido  también 
en  alemán,  Dresden,  1887.  —  El  autor,  conociendo  el  flaco  de  los  ecuatorianos,  que  á 
cualquier  extrangero  que  no  les  lisonjea  en  todo,  suelen  tachar  de  «ingrato»,  dice  en  el 
prefacio:  «Temo,  que  muchos  de  mis  buenos  amigos  que  dejé  en  el  Ecuador,  no  estarán 
de  acuerdo  con  ciertos  párafos  de  este  libro,  considerándolos  como  un  retorno  odioso  á 
su  hospitalidad.  Pero,  para  obrar  el  bien,  se  debe  decir  la  verdad Nada  he  adu- 
lado, poro  tampoco  nada  he  desfigurado  de  mala  le.  Tengo  afición  á  estos  países,  y  el 
recuerdo  de  mis  amigos  que  deje  allá,  siempre  será  caro  á  mi  corazón.  Si  este  libro 
pretende  tener  algún  valor,  debia  pintar  la  América  del  Sur  tal  como  la  encontré,  y  no 
tal  como  hubiese  deseado  encontrarla.» 


RELIGIÓN.  .         539 

«La  Religión  del  Ecuador  es  la  católica,  apostólica,  romana,  con  ex- 
clusión de  toda  otra.»  «El  artículo  de  la  Constitución  que  asi  lo  declara», 
dice  Cevallos,  «se  ha  fundado  en  la  unidad  religiosa  de  todos  nuestros 
pueblos,  donde  no  se  conocen  nacionales  que  pertenezcan  á  otras  comu- 
niones. Debidamente  considerado  un  fundamento  de  tanto  peso,  habría  sido 
absurda  la  libertad  de  cultos,  por  mas  que  ya  esté  generalizada  casi  en 
todas  las  naciones,  y  habría  sido,  sobre  todo,  crear  un  nuevo  elemento  de 
discordia  con  que  mantener  firme  el  espíritu  revolucionario  de  los  dados  á 
la  política.» 

En  efecto,  piénsese  como  quiera  de  la  libertad  de  cultos  en  abstracto, 
en  la  práctica  el  Ecuador,  bajo  las  circunstancias  actuales,  no  la  necesita. 
Los  extrangeros  disidentes  no  son  molestados  por  nadie,  y  ademas  se  hallan 
en  tan  reducida  proporción  (no  pasarán  de  300),  que  no  sienten  todavía  la 
necesidad  de  reunirse  en  comunidades  religiosas  con  sus  fueros  respectivos 
ó  con  la  tolerancia  oficial  del  Gobierno.  Cuando  llegare  el  caso,  estamos 
seguros  de  que  el  Ecuador  en  la  materia  de  tolerancia  ó  libertad  de  cultos 
no  quedará,  no  podrá  quedarse  atrás  de  las  otras  naciones  civilizadas,  en 
que  reina  esa  libertad  á  consecuencia  necesaria  de  lo  heterogéneo  y  misto 
de  su  población.  Observamos,  que  en  los  últimos  tiempos  ya  se  celebran 
en  el  país  con  alguna  frecuencia  matrimonios  mistos,  sin  que  se  obligue  á 
la  parte  extrangera  disidente  á  pasar  á  la  religión  católica  y  hacerse  bau- 
tizar de  nuevo  (!),  como  sucedió  antes.  —  El  pueblo  del  Ecuador  tiene  en  el 
extrangero  la  fama  de  ser  intolerante  y  fanático.  No  sé,  porqué  se  hace  esta 
excepción,  pues,  no  lo  es  ni  mas  ni  menos  que  todas  las  naciones  hispano- 
americanas. Tal  vez  se  lo  deduce  de  la  circunstancia,  de  que  actualmente 
una  gran  parte  de  la  instrucción  pública  y  educación  está  en  manos  del 
clero  y  de  las  monjas.  Intolerantes  y  fanáticos  hay  en  todos  los  pueblos 
y  en  todas  las  comunidades  religiosas,  especialmente  en  la  clase  inculta  de 
la  sociedad  (á  que  pertenecen  también  ciertos  curas  de  aldea),  y  así  los 
habrá  también  en  el  Ecuador.  Pero  tildar  á  la  sociedad  culta  del  Ecuador 
de  intolerante,  seria  una  calumnia.  Pensemos  como  filósofos  y  seamos 
justos:  no  podemos  esperar  ni  exigir,  que  un  ecuatoriano  católico  de  convic- 
ción sea  tolerante  con  los  dogmas  de  un  judio  ó  de  un  protestante,  basta 
que  lo  sea  con  la  persona  disidente,  y  no  trasfiera  el  «odium  teológicum» 
de  la  creencia,  en  sus  ojos  falsa,  al  creyente.  —  Es  singular,  que  el  fana- 
tismo del  pueblo  no  suele  dirigirse  contra  los  extrangeros  disidentes,  sino 
contra  sus  propios  hermanos  católicos,  que  llama  herejes  y  ateístas,  cuando 
pertenecen  al  partido  político  «liberal»  y  no  piensan  en  todo  como  los  «con- 
servadores». La  mezcla  de  la  religión  con  la  política  hace  las  revoluciones 
mas  temibles  »y  mas  odiosas. 


540         .  GEOGRAFÍA   POLÍTICA    Y   CIVIL. 

Las  relaciones  oficiales  entre  la  Iglesia  y  el  Estado  son  arregladas  por 
un  Concordato,  celebrado  con  la  Curia  romana  en  1862  y  renovado  con  al- 
gunas modificaciones  en  1881.  —  El  Poder  eclesiástico  se  halla  distribuido 
entre  la  Arquidiócesis  de  Quito  y  las  Diócesis  de  Ibarra,  Riobamba,  Cuenca, 
Loja,  Guayaquil  y  Portoviejo.  —  El  culto  de  la  Iglesia  se  sostenía  hasta 
poco  hace,  con  parte  del  producto  de  los  diezmos  que  gravaban  sobre  la 
agricultura,  conforme  al  Concordato;  pero  en  1890  se  celebró  con  la  Santa 
Sede  un  convenio  adicional  al  Concordato,  según  el  cual  la  gabela  odiosa 
del  diezmo  fué  conmutada  en  la  otra  mas  equitativa  de  la  a  contribución 
territorial  del  tres  por  mil»,  que  el  Estado  garantiza  á  la  Iglesia. 

El  clero  de  la  República  no  es  muy  numeroso  y  no  suficiente  para 
proveer  de  curas  á  todas  las  parroquias,  mucho  menos  á  las  misiones  del 
oriente.  De  órdenes  y  congregaciones  religiosas  existen  en  el  pais  los  Do- 
minicanos, Franciscanos,  Agustinos,  Mercenarios,  Jesuítas,  Reden toristas, 
Lazaristas,  Salesianos,  Oblatos  y  Hermanos  Cristianos.  —  Monjas  de  vida  con- 
templativa existen  solo  en  la  sierra,  y  las  hay  en  los  monasterios  que  se  llaman 
la  Concepción,  Carmen  ó  de  las  Descalzas,  Santa  Clara,  Santa  Catalina  y 
Encarnación.  Congregaciones  de  vida  activa  son  las  de  las  Hermanas  de 
la  Caridad,  HH.  de  los  Sagrados  Corazones,  HH.  de  la  Providencia,  HH.  del 
Buen  Pastor,  HH.  de  la  Beata  Mariana  de  Jesús  y  las  Betlemitas. 

Instrucción  pública.  En  Quito  existe  la  Universidad  central,  y  en 
Guayaquil  y  Cuenca  hay  dos  Universidades  ó  ^Corporaciones  universitarias» 
menos  completas.  —  Según  la  vigente  ley  orgánica  de  instrucción  pública 
se  tienen  establecidas  las  Facultades  siguientes:  la  de  Filosofía  y  Literatura, 
en  que  se  enseña  religión,  latinidad,  geografía,  historia,  aritmética,  retórica, 
filosofía  racional,  el  francés*);  la  de  Jurisprudencia,  con  los  ramos  de  derecho 
civil,  el  práctico  ecuatoriano,  el  penal,  el  canónico,  el  internacional,  economía 
política,  ciencia  administrativa;  la  de  Medicina  y  Farmacia,  que  comprende 
los  cursos  de  anatomía,  fisiología,  higiene  pública  y  privada,  patología  gene- 
ral, terapéutica,  clínica,  materia  médica,  cirugía,  obstetricia,  medicina  legal 
y  farmacia;  la  de  Ciencias,  que  abraza  las  matemáticas  puras  y  aplicadas 
(agrimensura,  ingeniatura  etc.),  física,  química,  geología,  mineralogía,  botánica 
y  zoología.  La  facultad  de  Ciencias,  que  hoy  dia  se  llama  Instituto  de  Cien- 
cias, nació  de  la  Escuela  Politécnica,  fundada  en  1870  con  profesores  euro- 
peos y  trasformada  después  del  regreso  de  estos  en  1K75.    Hoy  es  regentada, 

*)  Ya  se  vé.  que  esta  «Facultad  de  filosofía  o  no  correspondí*  á  lo  que  en  las  Uni- 
versidades europeas  se  entiende  con  el  mismo  nombre.  Las  materias  de  enseñanza  son 
las  de  un  Colegio  ó  fíininasio. 


INSTRUCCIÓN  PÚBLICA.  541 

como  las  demás  facultades,  por  profesores  nacionales.  Como  anexo  á  ella 
podemos  considerar  el  Observatorio  astronómico  de  Quito  con  un  director 
extrangero.  —  La  teología  se  enseña  en  los  Seminarios,  destinados  especial- 
mente á  la  educación  del  clero.  Hay  tres  en  la  arquidiócesis  de  Quito  y 
uno  en  cada  una  de  las  diócesis  sufragáneas.  Ademas  de  la  teología  dog- 
mática y  moral  se  enseña  en  los  Seminarios  humanidades,  retórica,  filosofía, 
latin,  (en  algunos  griego  y  francés),  historia  profana  y  eclesiástica,  mate- 
máticas, geografía,  física,  liturgia,  música  religiosa.  —  Exceptuando  las  cien- 
cias eclesiásticas,  las  demás  entran  también  en  el  plan  de  estudio  de  los 
Colegios  Nacionales,  de  los  cuales  se  cuentan  ocho,  en  Quito,  Ibarra,  Lata- 
cunga,  Ambato,  Kiobamba,  Cuenca,  Loja  y  Guayaquil.  —  Colegios  de  seño- 
ritas existen  en  Quito,  Guayaquil,  Cuenca,  Latacunga  y  Loja,  regentados 
por  Hermanas  de  Congregaciones  religiosas,  y  arreglados  á  la  enseñanza, 
que  acostumbran  estas  Hermanas  en  sus  colegios  en  todas  las  partes  del 
mundo. 

La  enseñanza  primaria  está  hoy  dia  muy  generalizada  en  el  Ecuador, 
y  en  este  punto  ya  no  queda  atrás  de  las  otras  naciones  americanas,  á  lo 
menos  en  cuanto  al  número  de  las  escuelas  públicas.  Tengamos  presente, 
que  el  Ecuador  no  tiene  mucho  mas  de  un  millón  de  habitantes,  de  los  cuales 
casi  la  mitad  son  indios  puros.  En  unas  350  parroquias,  que  comprende  el 
territorio  ecuatoriano,  existen  ahora  cerca  de  500  escuelas  primarias  con 
mas  de  60000  discípulos.  En  1867  se  contaban  solo  16400  escolares  (la 
inmensa  mayoría  del  sexo  masculino),  en  1875  hubo  31 800;  durante  la  dicta- 
tura de  Vein ternilla  bajó  este  número  á  29000,  porque  muchos  maestros 
abandonaron  las  escuelas  por  la  falta  de  paga  de  sueldos  ó  por  lo  mezquino 
de  sus  rentas,  que  no  alcanzaban  ni  para  el  diario  alimento.  En  las  dos 
presidencias  subsiguientes  á  ese  período  de  abatimiento  se  ha  duplicado  el 
número  de  escuelas  y  escolares,  y  este  es  un  mérito,  que  no  pueden  dispu- 
tarles ni  sus  enemigos  mas  aforados.  —  La  enseñanza  primaria  es  en  las 
ciudades  y  poblaciones  mayores  muy  completa,  y  abraza  los  mismos  ramos 
que  en  las  demás  naciones  civilizadas;  en  los  pueblos  pequeños  es  natural- 
mente mas  sencilla  y  se  restringe  á  lo  necesario,  porque  no  es  tan  fácil 
encontrar  500  maestros  y  maestras  idóneas,  en  un  pais  en  que  no  existe 
ninguna  escuela  normal.  Ahora  que  el  Gobierno  ha  logrado  erigir  escuelas 
hasta  en  los  últimos  rincones  de  la  República,  su  cuidado  principal  debería 
dirigirse  á  la  educación  de  buenos  maestros  y  á  mejorar  la  suerte  de  ellos. 
Para  hablar  con  franqueza,  es  preciso  decir,  que  la  enseñanza  se  resiente 
todavía  de  la  falta  de  método.  ¿De  qué  sirve  que  vayan  á  la  escuela  tantos 
y  tantos  miles  de  niños  y  niñas,  cuando  faltan  maestros  y  maestras  que 
merezcan  este  nombre?    Hay  naturalmente  muchísimas  excepciones  honrosas, 


542  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 

y  hablamos  de  la  generalidad.  Pero  ¿qué  hombre  de  talento  y  capacidad 
se  dedicará  con  entusiasmo  al  laborioso  oficio  de  maestro  por  un  sueldo 
mensual  de  25  ó  30  sucres?  y  cómo  se  puede  exigir  de  un  profesor  de 
Colegio  ó  de  Universidad,  que  se  dedique  exclusivamente  á  sus  estudios  y 
á  la  enseñanza,  como  debería  ser,  cuando  no  gana  mas  de  40  á  80  sucres 
mensuales?  si  no  es  rico  de  familia  ó  no  ejerce  otra  profesión,  muere  de 
hambre  en  su  cátedra.  ¿Porqué  los  escolares  de  los  Hermanos  Cristianos 
son  los  mas  aprovechados?  Por  él  método  de  enseñanza,  pues  estos  maestros 
son  educados  ad  hoc,  y  se  dedican  exclusivamente  á  su  profesión,  no  teniendo 
la  necesidad  de  lidiar  por  su  subsistencia  corporal.  Para  levantar  la  instruc- 
ción pública,  especialmente  la  primaria,  á  un  grado  mas  alto  de  perfección, 
influirá  poderosamente  aumentar  los  sueldos  de  los  maestros  y  profesores,  y 
ante  todo  la  instalación  de  una  ó  algunas  escuelas  normales  para  su  edu- 
cación.   En  ambos  puntos  sirve  de  luminoso  ejemplo  la  República  de  Chile. 

Los  ecuatorianos  son  mas  adictos  á  las  bellas  letras  que  á  los  estudios 
serios;  la  República  ha  producido  algunos  poetas  y  literatos  notables,  pero 
ningún  físico,  quimico,  geógrafo,  naturalista,  en  fin,  ninguno  que  sobresalga 
en  las  ciencias  exactas,  que  necesitan  largos  estudios  y  mucha  paciencia. 
Por  la  misma  razón,  de  trabajar  mas  con  la  fantasía  y  el  corazón,  que  con 
el  entendimiento  y  la  cabeza,  son  muy  aficionados  á  la  música  y  á  la  pin- 
tura y  escultura,  y  para  estas  artes  manifiestan  mucho  talento.  Hay  obras 
muy  notables  que  llaman  también  la  atención  en  el  exterior,  y  son  tanto 
mas  apreciables,  cuando  consideramos,  que  son  producciones  de  autodidactas, 
los  cuales  no  han  conocido  otra  escuela  que  el  taller  de  su  maestro,  ni  otras 
colecciones  artísticas,  que  talvez  los  grabados  de  un  periódico.  Desde  algún 
tiempo  acá  existe  en  Quito  una  «Escuela  de  artes  y  oficios»,  dirigida  por 
maestros  europeos  y  costeada  por  el  Gobierno,  en  la  cual  se  enseñan  car- 
pintería, herrería,  zapatería,  sastrería  y  otros  oficios  mecánicos,  no  porque 
no  hubiese  habido  antes  estos  oficios,  sino  para  introducir  en  ellos  las 
modernas  invenciones  y  mejoramientos. 


Industria  y  Comercio.  De  la  industria  agrícola  y  de  la  ganadería 
anexa  á  ella  ya  no  volveremos  á  hablar,  las  observaciones  concernientes 
encuentra  el  lector  en  los  capítulos  que  tratan  de  la  vegetación  y  fauna  del 
Ecuador,  respectivamente  de  las  plantas  cultivadas  y  de  los  animales  domesti- 
cados. Para  informarse  del  estado  embrionario  de  la  industria  minera,  le 
remitimos  á  aquellos  párafos  de  la  geología  ecuatoriana,  en  que  hemos  ha- 
blado de  las  minas  del  pais.  —  La  industria  que  depende  directamente  de 


INDUSTRIA  Y   COMERCIO.  543 

la  agricultura,  es  la  azucarera,  que  sobre  todo  en  las  provincias  del  litoral 
ha  tomado  gran  incremento  y  se  ejerce  con  máquinas  de  vapor,  mientras 
que  en  los  valles  del  interior,  en  los  trapiches,  los  propietarios  se  sirven  de 
ruedas  hidráulicas,  ó  todavía  de  bueyes,  para  la  molienda  de  las  cañas  de 
azúcar.  Por  desgracia  en  estos  trapiches  prevalece  la  fabricación  del  aguar- 
diente sobre  la  de  azúcar  y  raspaduras.  Los  antiguos  y  pesados  molinos 
de  trigo  van  á  ser  sustituidos  poco  ó  poco  por  otros  de  sistemas  modernos, 
con  lo  cual  se  mejorará  sin  duda  la  calidad  de  la  harina  y  del  pan.  —  La 
ciudad  en  que  las  máquinas  de  vapor  se  han  introducido  en  mayor  número 
y  para  varias  industrias,  es  naturalmente  Guayaquil,  que  también  es  la  única 
ciudad  que  posee  una  fábrica  de  gas  y  una  fábrica  de  hielo;  ademas  existen 
allá  fundiciones  de  fierro,  talleres  de  mecánicos,  máquinas  de  aserrar  ma- 
deras, de  moler  cacao,  chocolaterías  etc.  Pero  también  al  interior  se  han 
introducido  en  los  últimos  tiempos  grandes  máquinas  á  vapor  para  hilar  y 
para  tejidos  de  algodón  y  lana;  pues,  la  industria  textil  está  bien  desarro- 
llada en  las  provincias  de  Imbabura,  Pichincha  y  Azuay,  desde  el  telar  en 
la  cabana  del  indio,  hasta  la  suntuosa  y  costosa  maquinaria  á  la  europea 
en  los  grandes  obrajes.  Se  fabrican  liencillos,  ponchos,  frazadas,  mantas, 
fajas,  chales  de  algodón  y  lana,  bayetas  finas  y  ordinarias,  casimires  y  otros 
tejidos  de  lana,  jergas  y  jerguetas,  sacos  y  costales,  encauchados  etc.  — 
La  industria  del  tejido  de  sombreros  de  paja  es  una  fuente  de  prosperidad  para 
la  provincia  de  Manabi  y  el  Cantón  de  Santa  Elena.  Los  célebres  «som- 
breros de  Panamá»  solo  pasan  por  Panamá  en  su  viaje  á  las  Antillas  y  á 
Europa,  pero  provienen  del  Ecuador,  y  los  mas  finos  de  Jipijapa  y  Monte- 
cristi.  Los  sombreros  de  la  provincia  del  Azuay  son  ordinarios.  También 
las  hermosas  hamacas  de  paja  de  Mocora  se  tejen  en  las  provincias  litorales. 
En  el  interior  las  mujeres  fabrican  muy  buenos  encajes  y  bordados  de  seda, 
lana  y  algodón ;  de  allá  vienen  también  petates,  canastas,  tapetes,  alpargatas 
y  sogas  de  cabuya,  cueros  crudos  y  curtidos.  En  varias  provincias  se  de- 
dican también  á  la  fabricación  de  quesos,  jamones,  dulces  delicados,  jabones, 
loza  ordinaria,  juguetes  finos  de  corozo  (Quito),  y  á  otras  industrias  menos 
importantes  y  en  pequeña  escala.  Hay  algunas  cervecerías  en  el  interior  y 
una  en  Guayaquil,  cuyos  productos,  sinembargo,  son  capaces  de  un  mejora- 
miento considerable.  —  De  los  productos  naturales  que  se  extraen  ó  recojen 
del  reino  animal  y  vegetal,  como  caucho,  tagua,  cascarilla,  etc.  hemos  tra- 
tado en  otro  lugar. 

El  comercio  exterior  de  la  República  se  efectúa  por  los  puertos  de 
Guayaquil,  Ballenita,  Manta,  Bahía  de  Caráques  y  Esmeraldas,  y  ademas 
por  los  puertos  secos  ó  aduanillas  de  Tulcan  y  de  Macará  en  las  fronteras 


544  GEOGRAFÍA  POLÍTICA   Y   CIVIL. 

de  Colombia  y  del  Perú.  Por  demás  largo  y  sin  objeto  seria  dar  el  padrón 
de  todos  los  articulos  que  se  importan  y  exportan.  De  los  primeros  el 
Ecuador  recibe  de  las  naciones  extrangeras  muchos  de  primera  necesidad, 
que  no  produce  el  pais  ó  no  en  cantidad  suficiente,  como  harina,  arroz  etc., 
pero  especialmente  todas  las  mercaderías  que  constituyen  la  comodidad  y 
el  lujo  de  la  vida  humana.  Entre  los  articulos  de  exportación  cuentan  en 
primer  lugar  las  producciones  naturales  y  agrícolas,  y  en  segundo  las  fabriles 
é  industriales.  En  el  orden  de  importancia  ó  del  valor  anual  de  las  canti- 
dades exportadas,  los  principales  se  siguen  de  este  modo:  Cacao,  Sombreros, 
Cascarilla,  Caucho,  Café,  Cueros  y  Suelas,  Maderas  y  Caña,  Frutas,  especial- 
mente Pinas  y  Plátanos,  Azúcar  blanco,  Zarza,  Algodón.  El  cacao  descuella 
entre  todos  en  cantidad  y  valor,  y  sin  este  articulo  el  comercio  extrangero 
seria  por  demás  reducido  y  mezquino.  Véase  el  Suplemento  Nro.  44,  en  que 
se  encuentra  una  tabla  comparativa,  que  demuestra  el  desarrollo  continuo 
del  cultivo  y  comercio  de  cacao. 

Es  sumamente  difícil,  cuando  no  imposible,  avaluar  el  movimiento  comer- 
cial del  Ecuador.  Por  falta  de  otros  datos  estadísticos  es  preciso  recurrir 
á  los  que  subministran  las  aduanas  del  pais  y  deducir  de  ellos  el  valor  de 
los  artículos  importados  y  exportados.  Pero  los  resultados  obtenidos  de  este 
modo  apenas  se  pueden  llamar  apróximativas  por  varias  razones:  Io  en  las 
facturas  se  avalúan  los  efectos  muchas  veces  según  el  capricho  de  los  im- 
portadores, 2°  en  las  listas  de  las  aduanas  no  se  apunta  el  valor  de  los 
objetos  que  se  introducen  libres  de  derecho,  3o  no  figuran  en  estas  listas 
los  contrabandos,  que  apesar  de  la  vigilancia  del  Gobierno  son  numerosos. 
Asi  el  Señor  P.  F.  Cevallos  dá  para  el  valor  de  los  objetos  introducidos  y 
exportados  en  el  año  de  1887  los  guarismos  siguientes: 

Importación:  S.  0312293  —  Exportación:  S.  10108478; 

pero  el  mismo  advierte,  que  el  valor  de  la  importación  debe  ser  mucho 
mayor,  por  las  razones  indicadas,  especialmente  por  la  última. 

Casi  todo  el  comercio  exterior  se  hace  por  el  puerto  de  Guayaquil,  los 
demás  son  de  una  significación  muy  subordinada.  En  Guayaquil  tocan  cada 
semana  á  lo  menos  dos  de  los  vapores  de  las  dos  Compañías  (inglesa  y 
americana)  que  hacen  el  servicio  regular  de  correo  en  la  costa  occidental 
de  Sudamérica;  ademas  entran  muchos  vapores  destinados  únicamente  á 
llevar  carga,  y  buques  de  vela  de  todo  calado  y  tamaño.  Así,  por  ejemplo, 
en  el  año  de  1890  entraron  en  el  puerto  de  Guayaquil  198  vapores  y 
47  buques  de  vela,  no  contando  los  nacionales,  que  hacen  el  servicio  de 
cabotaje  en  la  costa  ecuatoriana.  El  comercio  mas  vivo,  á  lo  menos  en 
cuanto  ú  los   artículos  principales  de  exportación   6  importación,    se   hace 


COMUNICACIÓN.    —   MEDIDAS.    —   EENTA8.  545 

con  Inglaterra,  Francia,  Alemania,  España  y  los  Estados  Unidos  de  Norte- 
américa. 

«El  comercio  interior  es  lento  y  de  poca  ó  ninguna  importancia,  pues 
se  halla  reducido  al  cambio  reciproco  de  sus  producciones  naturales  y  al 
de  sus  artefactos,  mas  no  por  mayor,  sino  limitado  á  las  necesidades  del 
consumo»  (Cevallos).  Excusado  sera  explayarnos  sobre  este  tema  poco 
interesante. 

Comunicación.  —  De  las  vias  de  comunicación  hemos  tratado  en  el 
apéndice  á  la  Topografía  (pág.  209).  Añadiremos  ahora,  que  existe  un  ser- 
vicio de  correos  regular  entre  todas  las  ciudades  del  pais,  y  que  el  Ecuador 
se  adhirió  temprano  á  la  Union  postal  universal.  Ademas  están  en  comuni- 
cación telegráfica  todas  las  capitales  de  las  provincias  y  muchas  otras  pobla- 
ciones importantes.  El  cable  pone  el  pais  en  comunicación  rápida  con  todo 
el  mundo  civilizado.  El  teléfono  está  establecido  en  algunas  ciudades,  pero 
en  la  de  Guayaquil  su  uso  se  ha  generalizado  tanto  como  en  las  grandes 
ciudades  de  Europa. 

Monedas,  pesos,  medidas.  —  Circulan  en  la  República  monedas  de 
varías  naciones,  con  tal  que  sean  de  buena  ley  y  correspondan  á  la  nacional. 
La  unidad  de  esta  es  el  mere  de  90  milésimos  de  fino.  Se  divide  el  sucre 
en  100  centavos,  que  están  representados  en  monedas  de  cobre  y  níquel. 
Las  otras  monedas  de  plata  son:  el  medio  sucre  de  50  centavos,  la  peseta 
de  20,  el  real  de  10  y  el  medio  de  5  centavos.  Monedas  de  oro  nacionales 
no  hay  todavía.  Se  hace  un  uso  muy  extenso  de  los  billetes  de  banco,  que 
felizmente  siempre  supieron  conservar  su  crédito  y  lleno  valor. 

En  los  pesos  y  medidas  está  introducido  oficialmente  el  sistema  decimal 
(francés),  aunque  el  pueblo  se  sirva  todavía  con  frecuencia  del  sistema  an- 
tiguo español  y  colonial,  que  seria  largo  explicar  en  este  lugar. 

Rentas  y  deuda  pública.  —  Las  rentas  anuales  de  la  Nación  se  puede 
calcular  en  la  actualidad  en  5  millones  de  sucres  aproximativamente,  no 
habiendo  ascendido  antes  del  año  de  1884  nunca  á  mas  de  2l/2  millones. 
Este  aumento  tan  notable  se  debe  atribuir  en  primer  lugar  al  mejorado  sis- 
tema aduanero  desde  la  época  indicada.  Pues,  es  de  saber  que  la  fuente 
principal  de  las  rentas  públicas  se  encuentra  en  la  aduana  de  Guayaquil, 
mejor  dicho,  en  los  derechos  impuestos  á  la  importación.  En  comparación 
con  esta  vena  de  riqueza  todas  las  demás  son  secundarias,  y  consisten  en 
los  productos  de  la  alcabala  que  causan  las  ventas  de  bienes  raices;  en  el 
cobro  del  tres  por  mil  que  grava  (en  lugar  del  diezmo  abrogado)  sobre  los 

Wour,  Ecuador.  35 


646  qboobaf/a  política  t  civil. 

predios  rurales;  en  los  derechos  de  anotación  y  registro  en  varias  tran- 
sacciones comerciales  y  judiciales;  en  el  estanco  de  las  aguardientes,  de  la 
pólvora  y  de  la  sal;  en  la  venta  de  papel  sellado  y  en  los  productos  de 
varios  otros  ramos  de  menor  monta.  —  Las  Municipalidades  tienen  sus 
rentas  especiales,  que  por  lo  demás  no  son  pingües,  si  exceptuamos  la  de 
Guayaquil,  en  que  ascienden  á  unos  160000  sucres,  es  decir  á  mas  de  la 
tercera  parte  de  la  suma  en  que  se  puede  avaluar  las  entradas  de  todas  las 
municipalidades  de  la  República  (370000  sucres).  Estas  rentas  provienen 
de  varios  impuestos  llamados  municipales,  de  la  contribución  subsidiaria,  de 
las  multas  de  policía  y  del  arrendamiento  de  los  bienes  raices  de  los 
municipios. 

La  deuda  interior  del  Estado,  procedente  de  préstamos  de  dinero,  de 
sueldos,  pensiones,  subvenciones  que  no  se  han  pagado,  de  billetes  de  cré- 
dito público  que  están  por  amortizarse  etc.  no  es  muy  exagerada  y  no  pasará 
mucho  de  3  millones  de  sucres.  Mas  grave  es  la  deuda  extrangera,  que 
ahora  ascenderá  con  los  intereses  vencidos  á  mas  de  11  millones  de  sucres. 
Esta  deuda  viene  de  la  contraída  cuando  el  Ecuador  formaba  la  tercera 
parte  de  la  antigua  Colombia;  por  el  arreglo  celebrado  con  las  otras  dos 
partes  (Nueva  Granada  y  Venezuela)  tocó  al  Ecuador  reconocer  las  21  Vt  uni- 
dades del  monto  total  que  debía  Colombia.  El  señor  Dr.  A.  flores,  último 
Presidente  de  la  República,  entró  en  negociaciones  con  el  representante  de 
los  Tenedores  de  Bonos  ecuatorianos,  con  el  fin  de  llegar  á  un  arreglo  de- 
finitivo y  satisfactorio  sobre  la  amortización  ó  oanoelacion  de  la  deuda,  y 
es  de  desear  que  este  fin  se  consiga  pronto,  para  afianzar  mas  y  mas  el 
crédito  moral  y  económico  del  país. 


Ejército,  Armas  y  Pabellón.  —  El  ejército  se  compone  de  infantería, 
caballería  y  artillería.  La  primera  cuenta  en  tiempo  de  paz  cuatro  batallones, 
de  cuatro  compañías  cada  uno,  la  segunda  se  compone  de  dos  regimientos 
de  á  tres  escuadrones,  y  la  tercera  de  tres  brigadas,  cada  cual  con  cuatro 
baterías,  si  es  de  plaza,  y  con  dos,  si  es  de  campaña.  Una  compañía  tiene 
80  soldados,  un  escuadrón  78  y  una  batería  114,  fuera  de  la  oficialidad. 
En  tiempo  de  guerra  se  aumenta  el  ejército  conforme  á  la  ley.  —  La  guardia 
nacional  se  compone  de  cuantos  ecuatorianos  son  hábiles  para  tomar  las 
armas  y  se  divide  en  activa  y  pasiva.  De  la  primera  se  sacan  los  reem- 
plazos para  el  ejército  permanente,  y  en  tiempo  de  guerra  puede  ser  llamada 
al  servicio  activo  formando  los  cuerpos  veteranos.  Se  compone  de  sesenta 
y  un  batallones  de  infantería  y  de  siete  regimientos  de  caballería.  La  guardia 
nacional  pasiva  no  se  ha  organizado  nunca,  sino  en  tiempo  de  un  conllicto 


REVISTA   TERRITORIAL.  547 

y  transitoriamente.  —  La  Marina  consta  de  tres  pequeños  vapores  armados 
en  guerra,  con  cañones  de  Krupp  y  Armstrong. 

Las  Arma£  de  la  República  están  representadas  por  un  escudo,  con  un 
sol  en  la  mitad  superior,  cortando  en  partes  iguales  un  segmento  del  zo- 
diaco; en  la  inferior  y  a  la  izquierda  hay  un  monte,  que  dá  origen  á  un  rio, 
en  cuyas  aquas  voltejea  un  vapor.  Sobre  el  escudo  está  sentado  un  cóndor 
con  alas  desplegadas,  y  el  todo  reposa  sobre  un  has  de  armas,  de  cuyos 
lados  se  desprenden  banderas  y  ramas  de  palma  y  laurel. 

El  Pabellón  ecuatoriano  es  el  mismo  de  la  antigua  Colombia,  en  cuanto 
se  compone  de  tres  fajas  transversales  al  asta;  la  primera,  algo  mas  ancha 
que  las  siguientes,  amarilla,  la  del  centro  azul  y  la  última  colorada.  Al 
centro  lleva  el  escudo  de  armas  y  sobre  él  tantas  estrellas,  cuantas  son  las 
provincias  de  la  República. 


Revista  territorial 

Seguiremos  el  orden  que  se  ha  observado  en  el  decreto  de  la  Conven- 
cional Nacional,  dado  en  Quito  el  17  de  Abril  de  1884.  —  El  cálculo  del 
área  de  las  provincias  puede  ser  solo  apróximativo  porque  la  ley  dá  la  di- 
visión territorial  no  según  limites  físicos,  sino  según  parroquias,  cuya  ex- 
tensión á  veces  es  desconocida  por  sus  mismos  habitantes.  Ademas,  en  las 
provincias  andinas,  que  se  extienden  hasta  allende  la  Cordillera  oriental,  la 
he  calculado  solamente  hasta  las  faldas  exteriores  de  esta  última,  porque  la 
ley  no  indica  con  precisión  sus  linderos  orientales.  Lo  mismo  debemos  decir 
de  las  cifras,  que  indican  el  número  de  habitantes  en  las  provincias  y  pob- 
laciones; todas  se  basan  en  avalúos  y  no  en  un  censo  exacto,  que  falta 
absolutamente. 

I.    Provincia  del  Carchi. 

Área  3872  kilóm.a  (=125  leg.Q).  Habitantes  36000.  Parroquias  10. 
Linda  al  N  con  la  República  de  Colombia  (Rio  Carchi  y  rio  de  San  Juan, 
tributario  del  Mira),  al  S  y  SO  con  la  provincia  de  Imbabura  por  los  rios 
Chota  y  Mira,  y  al  E  con  las  montañas  del  oriente  en  las  cabeceras  del  rio 
Cófanes  y  Aguarico.  Toda  la  provincia  es  muy  montañosa  y  atrevesada 
por  el  alto  y  ancho  nudo  que  se  forma  de  los  Altos  de  Boliche  (nudo  de 
la  Huaca)  y  los  Páramos  del  Ángel.  Rios  principales,  fuera  de  los  nom- 
brados en  los  limites:  Rio  Apaqui  y  rio  del  Ángel  ó  de  Mira.  Recursos 
principales :  cría  de  ganado  en  los  excelentes  pastos  de  la  región  alta,  cultivo 
de  los  cereales  en  las  partes  templadas,  y  el  de  la  caña  y  de  productos 

35* 


549  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 

subtropicales  en  las  calientes  del  Chota.    Poca  industria,  poco  comercio  y. 
casi  solo  de  tránsito  (entre  Pasto  y  Quito).    Arriería, 

Cantón  único  de  Tuloan.  Cabecera  del  mismo  nombre,  de  poco  caserío,  con  unos 
4000  habitantes,  á  la  distancia  de  unas  dos  millas  de  la  orilla  derecha  del  rio  Carchi; 
con  una  casa  consistorial  y  una  aduanilla.  —  Parroquias:  Los  pueblos  de  Httaca,  IWa, 
Puntal,  Mira,  Ángel,  Piquer,  S.  Isidro,  La  Concepción,  todos  son  pequeños  y  sin  parti- 
cularidades notables;  solo  Mira  tiene  fama  histórica,  por  formar  el  término  setentrional 
de  los  trabajos  geodésicos  de  los  Académicos  franceses  en  el  siglo  anterior. 

n.   Provincia  de  Imbabura. 

Área  6256  küóm.  Q  (=202  leg.  D).  Habitantes  68000.  Parroquias  20. 
Confina  al  N  con  la  del  Carchi,  al  S  con  la  del  Pichincha,  al  0  con  la  de 
Esmeraldas  y  al  E  con  la  del  Oriente.  Su  territorio  muy  quebrado  com- 
prende la  mayor  parte  de  la  hoya  interandina  de  Ibarra  y  las  cordilleras 
que  la  ciñen.  Montañas  notables:  Imbabura,  Cusin,  Mojanda  (en  parte),  Cota- 
cachi,  Yana-urcu,  Cerros  de  Angochagua.  Lagunas  de  San  Pablo  y  de 
Yaguarcocha.  Rios  principales :  Blanco  (Ambi),  Taguando,  Chamaohan,  Pisco, 
Chota,  Mira.  En  las  vertientes  occidentales  de  la  Cordillera,  rio  lita,  Lluri- 
magua  y  cabeceras  del  rio  Santiago.  Recursos  principales:  Agricultura 
(cereales,  caña  de  azúcar,  algodón),  ganadería,  industria  textil,  extracción 
de  sal.    Comercio  bastante  vivo  con  Pasto  y  Quito. 

Oanton  de  Ibarra.  Ibarra,  capital  de  provincia  y  cabecera  de  cantón,  es  una  bonita 
ciudad,  fundada  en  1606  y  llamada  en  memoria  del  Presidente  de  entonces,  D.  Miguel 
Ibarra.  Tiene  cosa  de  5000  habitantes,  calles  y  edificios  regulares,  y  está  rodeada  de 
hermosas  huertas.  Es  residencia  de  un  obispo;  tiene  conventos  de  Sto.  Domingo,  S.  Fran- 
cisco, S.  Agustín,  de  la  Merced  con  sus  respectivas  iglesias,  una  catedral  y  algunos 
templos  mas,  un  convento  de  monjas  del  Carmen,  un  Colegio  de  las  HH.  de  la  Provi- 
dencia. Un  Seminario  episcopal,  al  lado  del  hermoso  templo  de  la  Compañía  hoy  destruido; 
un  Hospital  muy  bueno  y  otros  edificios  públicos  del  Gobierno  y  del  Ayuntamiento.  La 
ciudad  fué  destruida  completamente  por  el  gran  terremoto  en  1868,  pero  se  halla  restable- 
cida casi  en  todas  sus  partes.  Parroquias:  En  Ibarra  el  Sagrario.  —  Salinas  en  una 
llanura  árida  y  malsana,  notable  por  el  comercio  de  sal.  Tumbaviro,  rodeado  de  algodo- 
nales y  frutales.  Urcuquí,  cuyos  habitantes  se  dan  especialmente  á  la  fabricación  de 
obras  de  calderería.  Cahuasqui,  San  Antonio,  Hatuntáqui,  pueblo  grande  con  una  raza 
de  indios  muy  laboriosos,  Caranqui,  presumida  cuna  de  Atahuallpa,  Ambuqui,  Pimampiro 
y  Angochagua,  todos  tres  pueblos  pequeños  y  miserables,  y  finalmente  Carolina,  uno  de 
los  sitios  que  se  hallan  á  las  orillas  del  Mira  á  la  entrada  de  los  tasques  occidentales. 

Cantón  de  Otavalo.  Cabecera:  Otavalo,  en  tiempos  anteriores  una  villa  bonita  con 
buenos  edificios,  hoy  reedificado  medianamente  sobre  las  ruinas,  que  ocasionó  el  terre- 
moto de  1868,  no  tendrá  mas  de  4000  habitantes.  Tiene  un  clima  agradable  y  sano  y 
alrededores  amenos.  Tiene  algunos  obrajes  de  lana  y  algodón.  —  Parroquias:  En  Otavalo 
la  Matriz  (Jordán)  y  San  Luis.  —  San  Pablo  á  la  orilla  oriental  del  lago  de  su  nombre, 
y  San  Rafael  de  la  laguna,  sin  recomendación. 

Cantón  de  Cotacachi.  Cabecera:  Cotacachi,  al  pié  del  volcan  des  mismo  nombre, 
es  un  pueblo  grande  y  talvez  mas  populoso  que  Otavalo.  Sus  habitantes  son  muy  in- 
dustriosos y  dados  á  la  manufactura  de  tejidos.  Otros  parroquias :  San  Francisco,  Inuwtac 
é  Intac,  el  último  es  un  poeblo  miserable  en  las  montañas  occidentales. 


REVISTA    TERRITORIAL.  549 

HE.    Provincia  del  Pichincha. 

Área  16106  kilóm.Q  (=:520  leg.D).  Habitantes  205000.  Parroquias  48. 
Linda  al  N  con  la  provincia  de  Imbabura,  al  S  con  la  de  León,  al  O  con  las 
de  Esmeraldas  y  Manabi,  y  al  E  con  la  Región  oriental.  Se  extiende  sobre 
la  gran  hoya  interandina  de  Quito  con  las  cordilleras  adyacentes.  Al  occi- 
dente so  prolonga  hasta  la  confluencia  del  rio  Peripa  con  el  rio  Daule  y 
hasta  muy  cerca  de  la  unión  de  los  ríos  Guallabamba  y  Blanco.  Es  muy 
montañosa  y  posee  solo  en  el  centro  algunas  llanuras  bastante  reducidas. 
Montañas  principales:  Pichincha,  Pululagua,  Atacazo,  Corazón;  Rumiñahui, 
Pasochoa,  Sincholagua,  Antisana,  Guamaní,  Puntas,  Pambamarca,  Sara-urcu, 
Cayambe,  Mojanda  (en  parte).  Rios:  el  Guallabamba  con  todos  sus  tribu- 
tarios interandinos,  todo  el  sistema  del  rio  Blanco  y  la  mayor  porción  del 
del  rio  Toachi.  Rio  Peripa  y  Palenque.  Recursos  principales:  Agricultura 
y  ganadería;  comercio  activo  con  las  demás  provincias;  arriería;  industria 
tejera  y  otras  en  menor  escala. 

Cantón  de  Quito.  Quito,  la  antigua  capital  de  los  Shiris  é  Incas,  es  hoydia  la 
capital  de  la  República,  la  de  la  provincia  y  la  cabecera  del  cantón.  Su  posición  topo- 
gráfica véase  en  la  página  94  y  en  el  plano  adjunto.  El  aspecto  de  la  ciudad,  vista 
desde  las  faldas  del  Pichincha,  ó  de  la  cumbre  del  Panecillo,  ó  de.  las  lomas  de  Poingasí 
y  Lumbisí  (véase  la  lámina  que  representa  el  Pichincha  con  la  ciudad),  ó  de  las  que  se 
levantan  al  Norte  (véase  la  lámina  copiada  de  una  fotografía),  es  pintoresco  y  recuerda 
las  ciudades  de  tercer  orden  de  Europa.  Sus  calles  son,  apesar  de  lo  quebrado  del 
terreno,  casi  todas  muy  rectas,  y  las  principales  bien  anchas  y  empedradas.  Los  templos, 
especialmente  los  de  los  conventos,  constituyen  el  principal  ornato  de  la  ciudad,  aunque 
no  se  puede  llamarlos  monumentos  de  gran  valor  arquitectónico,  con  excepción  talvez 
del  de  la  Compañía,  que  es  el  mejor  y  mas  lujoso  de  todos,  en  el  estilo  particular,  que 
muestran  casi  todas  las  iglesias  antiguas  de  esta  orden  y  que  se  ha  llamado  el  de  los 
jesuítas.  Lástima,  que  la  mayor  parte  de  los  templos  han  perdido  sus  torres  en  el  gran 
terremoto  de  1859.  Quito  tiene  muchos  y  espaciosos  conventos,  así  los  muy  antiguos 
de  San  Francisco,  de  Santo  Domingo,  do  La  Merced,  de  San  Agustín,  de  la  Concepción, 
del  Carmen  antiguo  y  moderno,  de  Santa  Catalina,  de  Santa  Clara  etc.,  después  los 
Celegios  y  casas  de  las  órdenes  y  congregaciones  modernas;  un  hermoso  palacio  arzo- 
bispal, tres  hospitales,  un  manicomio,  una  casa  de  huérfanos  y  otras  de  beneficencia  y 
caridad.  De  los  demás  edificios  públicos  nombraremos  el  Palacio  de  Gobierno  en  la  plaza 
mayor,  la  Municipalidad,  un  magnífico  Panóptico  para  los  condenados  á  reclusión,  el  casi 
palacio  de  la  Escuela  de  artes  y  oficios  (antes  Protectorado),  el  palacio  de  justicia,  el 
Seminario  mayor  en  los  afueras  de  la  ciudad,  el  hermoso  Observatorio  astronómico, 
rodeado  de  la  Alameda,  un  sólido  y  grande  teatro  concluido  no  hace  mucho,  la  Univer- 
sidad y  el  Instituto  de  ciencias,  con  los  laboratorios  y  museos  de  historia  natural  en  el 
antiguo  colegio  de  los  jesuítas.  En  el  mismo  existe  la  Biblioteca  Nacional  bastante  rica, 
especialmente  en  obras  antiguas.  En  las  calles  principales  se  ostentan  también  muy 
hermosas  algunas  casas  particulares.  Las  muchas  plazas  y  plazuelas  de  la  ciudad  están 
provistas  casi  todas  de  pilas  de  agua  y  en  la  plaza  mayor  se  halla  un  hermoso  jardín; 
la  de  San  Francisco  sirve  de  mercado,  y  la  de  Santo  Domingo  está  reservada  para  la 
estatua  de  Sucre.  —  Difícilmente  se  comprenderá  en  el  extrangero,  que  para  la  capital  ; 
de  la  República  no  existe  todavía  ningún  censo  medianamente  exacto.  Enorme  es  la 
diferencia  de  las  cifras,  que  los  autores  dan  para  el  número  de  los  habitantes.  Villa- 
vicencio   sueña   con  80000  y  también   el    señor  Mera  anda   sin   duda   muy  equivocado 


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REVISTA    TERRITORIAL.  551 

diciendo  que  «la  población  pasa  do  70000  almas».  En  1735  Hlloa  la  avaluó  entre  50000 
y  60000:  al  principio  de  nuestro  siglo  Caldas  la  calculó  entre  35000  y  40000;  el  censo 
levantado  en  1882  dio  solamente  &5000,  el  de  1871  ó  1872  ni  tantos;  el  doctor  Stübel  no 
calculó  mas  que  25000  á  30000.  De  lodos  modos  me  parece  que  Hassaurek  tiene  razón 
diciendo,  que  el  número  do  los  habitantes  de  Quito  no  pasa  de  40000;  en  cuanto  quede 
inferior  á  esta  cifra,  no  lo  sabemos.  Me  parece  que  Quito  actualmente  tiene  menos  que 
al  tiempo  del  coloniaje,  de  ningún  modo  ha  crecido  en  este  siglo. 

Parroquias:  8  en  Quilo  y  suburbios:  Sagrario,  St.  Bárbara,  San  Blas,  Sta.  Frisca, 
San  Marcos,  San  Roque,  San  Sebastian,  Chimb acalle.  —  Las  rurales  son:  Magdalena  y 
GhiUogallo  con  los  buenos  pastos  de  Turubamba;  Lina  al  pió  del  Guagua -Pichincha, 
Conocoto,  Sangolquí,  Alan g así,  Amaguaña  y  Píntac,  todos  en  el  hermoso  valle  de  Chillo, 
Guápalo,  á  poca  distancia  de  Quito,  con  un  hermoso  templo ;  Cumbayá,  Tumbaco,  Puembo, 
Pifo,  Yaruqui,  en  el  anchuroso  valle  de  Tumbaco;  Quinche  con  el  célebre  santuario  de 
la  «Virgen  del  Quinche»;  Guallabamba  de  mala  fama  por  su  temperamento  caliente  y 
malsano:  al  N  de  Quito:  CotocoUao,  Pomasqui,  Calacalí,  Zámbisa,  San  Antonio  de 
Llullumbamba,  Puéttaro  y  Perucho,  San  José  de  Minas;  en  las  montañas  occidentales: 
Nanegal,  Guatea,  Mindo  y  Nono;  en  la  entrada  á  las  montañas  del  Ñapo:  Papaüacta,  al 
pié  del  Antisana. 

Cantón  de  Cayambe.  Cabecera  del  mismo  nombre,  al  pié  occidental  del  gigantesco 
volcan  Cayambe,  con  unos  3000  habitantes.  Parroquias:  Malchingui,  Tocachi  y  Taba- 
cundo,  todos  tres  á  las  faldas  inferiores  del  Mojanda,  y  Cangagua  á  poca  distancia  do 
Cayambe. 

Cantón  de  Mejía.  Cabecera:  Machachi  en  la  hermosa  llanura  de  su  nombre,  con 
magníficos  potreros.  Parroquias:  ademas  de  la  Matriz,  el  pueblo  de  Tambülo  al  pié  de 
la  cuesta  de  St*.  Rosa,  formado  por  el  trajin  de  los  viajantes,  Aloag  y  Aloasi  al  pié  del 
cerro  Corazón,  Uyumbicho  hacia  el  valle  de  Chillo,  y  Sto.  Domingo  de  los  Colorados, 
metido  en  las  montañas  occidentales. 


IV.    Provincia  de  León. 

Área  6722  kilóm.  D  (=218  leg.D).  Habitantes  109600.  Parroquias  26. 
Colinda  al  N  con  la  del  Pichincha,  al  S  con  las  del  Tunguragua  y  de  Bo- 
lívar, al  O  con  la  de  Los  Ríos  y  al  E  con  la  Región  del  oriente.  Es  en 
todas  partes  muy  montañosa  y  comprende  la  porción  setentrional  de  la  gran 
hoya  interandina  que  hemos  llamado  de  Latacunga.  Sus  montañas  princi- 
pales son  el  Cotopaxi,  Quilindaña,  Iliniza  y  Quilotoa;  su  rio  principal  el 
Cutuchi;  al  occidente  caen  en  su  territorio  los  sistemas  superiores  de  los 
rios  Toachi,  de  Pilaló  (Quevedo)  y  de  Angamarca,  al  oriental  las  cabeceras 
del  rio  Ñapo.  Recursos  principales:  Agricultura  y  ganadería,  manufactura 
de  tejidos,  comercio  y  arriería,  trapiches  en  los  calientes. 

Cantón  de  Latacunga.  Latacunga  es  la  capital  de  provincia  y  cabecera  de  can- 
tón; es  una  ciudad  regular  de  unos  12,000  habitantes  y  con  casas  construidas  en  su 
mayor  parte  de  piedra  pómez,  lo  que  le  dá  un  aspecto  algo  triste.  Tiene  5  iglesias,  un 
Colegio  particular,  fundado  por  un  Latacungueño  patriota,  el  señor  Vicente  León,  en  cuya 
memoria  la  provincia  recibió  su  nombre,  un  Colegio  de  niñas,  buena  casa  Municipal,  un 
Hospital.  La  ciudad  se  halla  en  una  posición  bastante  expuesta,  pues,  las  avenidas  lodosas, 
que  suelen  acompañar  á  las  erupciones  del  Cotopaxi,  en  varias  ocasiones  la  han  destruido 
parcialmente.  —  Parroquias:  la  Matriz  y  San  Sebastian;  Muíalo  en  una  llanura  arenosa 
al  pié  del  Cotopaxi,  San  Felipe  con  las  interesantes  canteras  de  piedra  pómez;  Aloques, 


552  GEOGRAFÍA  POLÍTICA  Y  CIVIL. 

San  Miguel,  pueblo  grande  con  tierras  fértiles,  Guaitacama,  Saguisüi,  Tanicuchi,  Toacaso, 
San  Juan  de  Paetocaüe,  Cusubamba  y  Pansaleo  (Mulalillo);  metido  en  el  valle  occidental 
del  Toachi  se  halla  Sigchos.  ' 

Oanton  dé  Pnjilí.  Cabecera  del  mismo  nombre,  sin  recomendación  especial,  á  corta 
distancia  de  Latacunga.  Las  otras  parroquias  del  cantón  constan  de  pueblos  miserables 
ó  sitios  de  poco  caserío,  metidos  algunos  en  las  montañas  occidentales:  San  Vicente, 
San  Juan,  PoaJó,  IsinlM,  Ovan  gaje,  Chugchilan,  Püaló,  Tingo,  Zumbagua,  Angamarca* 
Pangua. 

V.  Provincia  del  Tunguragua. 

Área  4367  kilóm.Q  (=141  leg.Q)-  Habitantes  103000.  Parroquias  24. 
Tiene  por  limites  al  N  la  de  León,  al  S  la  del  Chimborazo,  al  O  la  de  Bo- 
lívar y  al  E  los  bosques  orientales.  Su  terreno  en  todo  montañoso  com- 
prende la  parte  meridional  de  la  hoya  de  Latacunga;  el  Carihuairazo,  Casa- 
guala,  Cerro  hermoso  y  el  formidable  Tunguragua  son  sus  montañas  mas 
notables,  y  sus  ríos  principales  el  de  Ambato,  el  Panchalico,  el  Patato  y  el 
Pastaza.  Recursos  principales:  Agricultura  y  ganadería,  vinicultura,  arriería, 
varias  industrias  en  pequeña  escala,  y  comercio. 

Oanton  de  Ambato.  Ambato,  capital  de  la  provincia  y  cabecera  del  cantón,  con 
unos  8000  habitantes ;  tiene  4  iglesias,  un  Hospital,  una  regular  casa  de  Gobierno  y  otra 
Municipal;  un  Seminario  y  un  Colegio  nacional.  La  feria  de  todos  los  lunes  es  muy 
concurrida.  El  clima  de  Ambato  es  abrigado  y  suave;  la  ciudad  está  rodeada  de  her- 
mosas huertas  y  quintas.  Otras  parroquias:  Lsamba,  S.  Bartolomé,  Quifapincha,  Pasa, 
Püagüin  en  los  desfiladeros  del  Carihuairazo,  Santa  Rosa,  Tisaleo,  Quero,  Totoras,  Ft- 
caigua,  Mocha,  añonado  en  la  antigüedad  india  y  hoy  un  importante  pueblo  dedicado  á 
la  arriería,  Guachi  y  Atocha,  la  última  muy  cerca  de  Ambato,  á  las  orillas  de  su  rio. 

Oanton  de  Pelileo.  Cabecera:  Pelüeo,  pueblo  bonito  y  grande  con  cerca  de 
8000  habitantes.  Otras  parroquias:  Chumaqui,  Bumichaca,  Guambaló,  Cotaló,  todas  pe- 
queñas, Patate,  grande,  de  clima  muy  mitigado  y  sano,  con  vinicultura,  Baños  al  pié  del 
Tunguragua,  con  fuentes  termales,  cañaverales  y  platanales. 

Cantón  de  Pillaro.  Cabecera:  Pifiar  o,  un  pueblo  de  bastante  caserío  con  unos 
3000  habitantes,  en  la  falda  occidental  de  la  Cordillera  oriental.  Fuera  de  Pillaro  el  pe- 
queño cantón  tiene  solamente  las  dos  parroquias  mezquinas  de  San  Miguelito  y  San 
Andrés  (Yachil),  asentadas  á  la  misma  falda  de  la  Cordillera. 

VI.  Provincia  del  Chimborazo. 

Área  7743  kilóm.  Q  (=250  leg.  □)•  Habitantes  122000.  Parroquias  37. 
Sus  linderos  son  al  N  la  del  Tunguragua,  al  S  la  de  Cañar,  al  O  la  de  Bo- 
lívar y  al  E  la  del  Oriente.  Es  montañosa,  como  todas  las  provincias  inter- 
andinas, con  la  llanura  de  Riobamba  en  medio.  Comprende  la  gran  hoya 
de  Riobamba  y  la  mas  pequeña  de  Alausi.  Sus  montañas  principales  se 
llaman:  Chimborazo,  Igualata,  Altar,  Cubillin,  Sangay.  Sus  ríos  forman  el 
sistema  del  rio  Chambo,  tributario  del  Pastaza  y  el  sistema  superior  del  rio 
Chanchan.  Recursos  principales:  Agricultura,  ganadería,  comercio,  extracción 
de  quinas,  arriería. 


REVISTA   TERRITORIAL.  553 

Cantón  de  Riobamba.  Biobamba,  capital  do  la  provincia  y  cabecera  del  cantón, 
tiene  12000  habitantes  aproximadamente.  Está  edificado  en  medio  de  una  llanura  arenosa, 
con  calles  rectas  y  anchas,  y  casas  bajas.  Ademas  de  la  Catedral  posee  6  iglesias,  entre 
ellas  la  nueva  y  muy  hermosa  de  San  Alfonso.  Los  otros  edificios  públicos  no  tienen 
mérito.  Es  residencia  de  un  obispo,  tiene  un  Seminario,  un  Colegio  nacional.  Excepto 
el  dia  de  la  feria  semanal,  que  es  muy  concurrida,  hay  poca  animación  en  las  calles  y 
la  ciudad  presenta  im  aspecto  bastante  triste.  Riobamba  existe  en  el  lugar  actual  solo 
í)0  años,  antes  del  terremoto  de  1799  se  hallaba  en  el  sitio  que  ahora  ocupan  los  pueblos 
de  Cajabamba  y  Sicalpa.  Parroquias:  La  Matriz,  San  Luis,  Chambo,  Punin,  Licto,  Fún- 
gala, Cebadas,  Lican,  San  Juan,  Calpi,  todos  pueblos  sin  recomendación  especial;  Yaru- 
guíes  con  el  anejo  de  Cacha,  que  parece  haber  sido  la  residencia  de  los  antiguos  régulos 
de  Purhuá. 

Cantón  de  Guano.  Cabecera:  Guano  con  una  población  muy  industriosa,  dada 
especialmente  á  la  manufactura  de  hilar,  tejer  y  tinturar;  puede  tener  entre  4000  y 
5000  habitantes.  Las  otras  parroquias  son:  Rosario,  San  Andrés,  Cubijíes,  Químiac, 
Penipe,  Puela,  Guanango  ó  llapo,  rodeado  de  páramos  frios. 

Cantón  de  Colta.  Cabecera:  ViUa  de  la  Union,  nombre  oficial,  pero  poco  usado, 
para  los  dos  pueblos  unidos  de  Cajabamba  y  Sicalpa,  que  tienen  la  particularidad  de 
estar  asentados  sobre  las  ruinas  del  Riobamba  viejo.  Una  legua  al  S  se  halla  la  laguna 
de  Colta,  una  de  las  mas  grandes  del  pais  interandino.  Otras  parroquias  del  cantón: 
Columbe,  Gruamote,  Palmira,  todas  tres  rodeadas  de  páramos,  Pangor  á  las  vertientes 
occidentales  de  la  Cordillera,  y  Palla  tanga  con  productos  tropicales,  en  un  pequeño  valle 
lateral  y  paralelo  al  del  rio  Chimbo. 

Cantón  de  Alauaí.  Este  cantón  ocupa  el  sistema  fluvial  y  la  hoya  del  rio  de 
Alausí,  llamado  mas  abajo  rio  Chanchan.  Cabecera:  Alausi,  una  villa  de  cerca  de 
4000  habitantes,  con  un  clima  suave  y  sano,  y  en  una  posición  pintoresca.  Parroquias: 
La  Matriz,  Tixan,  con  minas  de  alumbre  y  azufre,  Guasuntos,  Achupallas,  Pomállacta, 
Gonzol,  Chunchi  con  un  clima  suave  á  la  falda  occidental  del  Azuay,  y  Sibambe,  notable 
como  término  del  ferrocarril  que  actualmente  está  en  construcción. 

Cantón  de  Sangay.  El  terreno  de  este  cantón  se  extiende  sobre  las  vertientes 
orientales  de  la  Cordillera  real,  sin  límites  fijos  hacia  el  Este.  Cabecera:  Macas,  un 
pequeño  pueblo  sobre  las  orillas  del  rio  Upano,  á  1000  metros  de  altura  abs.  La  otra 
parroquia  se  llama  Zuñac  y  se  encuentra  mas  arriba  en  las  faldas  de  la  Cordillera. 
Ademas  pertenecen  á  este  cantón  « las  misiones  de  Alapicos,  Barahona,  Mendena,  Guam- 
binina,  y  todas  las  tribus  y  terrenos  comprendidos  en  el  antiguo  gobierno  de  Macas». 
(Convención  Nac.  de  1884).  ¿No  sería  mas  acertado,  agregar  estos  territorios  (misiones 
hoydia  no  existen)  á  la  Provincia  ó  Región  del  Oriente,  como  los  de  Ñapo,  Canelos  y 
Zamora? 

VE.    Provincia  de  Bolívar. 

Área  3004  kilóm.  Q  (=97  leg.  □)•  Habitantes  43000.  Parroquias  18. 
Linda  al  N  con  la  provincia  de  León,  al  S  con  la  del  Guayas,  al  O  con  la 
de  Los  Ríos  y  al  E  con  la  del  Chimborazo.  Su  territorio  comprende  lo  que 
en  la  topografía  hemos  llamado  hoya  ó  valle  de  Chimbo  con  una  parte  de 
las  Cordilleras  adyacentes.  Es  toda  muy  montañosa,  sin  tener  montañas  de 
nombradía;  su  único  rio  de  importancia  es  el  de  Chimbo.  Recursos  prin- 
cipales: Agricultura  y  ganadería,  extracción  de  quinas  y  algo  de  sal,  comercio 
de  tránsito  y  especialmente  la  arriería. 

Cantón  de  Guaranda.  Guaranda,  capital  de  provincia  y  cabecera  de  cantón,  es 
una  villa  bonita  con  unos  4000  habitantes,  la  mayor  parte  dados  á  la  arriería.    Tiene 


564  QBOOBAífjl   POLÍTICA   Y   CIVIL 

bastante   importancia   desde  la  antigüedad   por  «atar  situado  ventajosamente    sabré  el 

camino  principal,  que  reúne  la  sierra  eon  el  litoral.    Existen  u 

regulares  para  la  comodidad  de  los  viajeros.    Los  edificios  públicos  son  muy  ti 

Hay  un  Colegio  de  niños  y  otro  de  ninas.     Otras  parroquias:   Qwtnnjo, 

fuentes  saladas,  Simiatue,  Santa/i,  rocoto,  San  Lorento. 

Oanton  de  Chimbo.  Cabecera:  San  Jote  con  una  población  de  3000 almas  aproxi- 
madamente y  sin  recomendación  especial.  Al  oanton  pertenecen  ademas  las  parroquias 
de  Asaneato,  Chápatelo,  Tdembüa  y  San  Antonio,  las  dos  últimas  metidas  en  loa  basquea 
occidentales,  con  trapichea. 

Oanton  da  San  Miguel-  Cabecera:  San  Miguel,  parecido  en  todo  á  San  José  do 
Chimbo.  Las  otras  parroquias  son:  Santiago,  á  la  banda  izquierda  del  rio  Chimbo,  y  á 
la  derecha:  San  Palito  (de  Atenas),  Biiovan,  ChiOanes;  finalmente  al  pié  de  la  Cordillera 
occidental  y  en  el  camino  de  Bodegas,  se  halla  Baleabamba. 

VHI.    Provínola  de  Cañar. 

Área  3933  küóm.LJ  (=  127  lag.  Q).  Habitantes  64000.  Parroquias  12. 
Confina  por  el  N  con  la  del  Chimborazo,  por  el  S  con  la  del  Azuay,  al  O 
con  la  del  Guayas  y  al  E  con  los  bosques  orientales.  Es  sumamente  mon- 
tañosa y  comprende  la  pequeña  hoya  interandina  de  Ganar.  Sus  montanas 
principales  dependen  del  gran  nudo  del  Azuay  y  en  parte  de  la  Cordillera 
occidental.  El  rio  central  es  el  de  Cañar,  ademas  le  toca  el  sistema  del 
rio  de  Azogues  y  algunos  otros  tributarios  del  Paute.  Recursos  principales: 
Agricultura  y  ganadería,  algo  de  minería  (Pilzhun). 

Oanton  da  Asógues.  Atoónos  es  la  capital  de  la  provincia  y  del  cantón,  y  tiene 
ocrea  de  4000  habitantes.  La  villa  es  de  regular  caserío.  En  su  cercanía  se  hallan  las 
antiguas  minas  de  azogue,  que  le  han  dado  el  nombre,  pero  parecen  agotadas.  Parroquias: 
La  Motril,  Siblian,  ludan,  Pindüic,  DtUg,  San  Miguel,  Chwptipata  y  Cojitambo,  célebre 
por  la  multitud  de  huecas  que  se  han  encontrado  en  su  cercanía. 

Oanton  de  Cañar.  La  Cabecera  del  mismo  nombre,  casi  tan  populosa  como  Azogues, 
es  de  temperamento  mas  frío  (11°  C.)  pero  rodeado  de  terrenos  feraces.  Á.  la  distancia 
de  2  leguas  al  E  se  hallan  los  hermosos  restos  de  un  castillo  del  tiempo  de  los  incas, 
llamado  Inca-pirca.  Fuera  de  la  Matriz  el  cantón  cuenta  solo  con  las  tres  pequeñas 
parroquias  de  Suteal,  Tambo  y  Oualleturo. 

IX.   Provincia  del  Azuay. 

Arca  10034  kilóm.a  (=324  leg.D).  Habitantes  132400.  Parroquias  44. 
Colinda  al  N  con  la  de  Cañar,  al  S  con  la  de  Loja,  al  SO  con  la  del  Oro, 
al  O  con  la  del  Guayas  y  al  E  con  la  del  Oriente.  Ocupa  lo  principal  de 
las  hoyas  interandinas  de  Cuenca  y  del  Jubones,  con  las  cordilleras  que  las 
rodean,  y  está  regada  por  los  ríos  que  forman  el  Paute  hasta  el  Allcuquiru, 
y  por  muchos  que  entran  al  Jubones,  también  por  las  cabeceras  de  algunos 
ríos  occidentales.  Recursos  principales:  Agricultura,  ganadería,  comercio, 
algo  de  minería  {lavaderos  de  oro),  industria  de  tejer  sombreros,  extracción 
de  Quinas. 


REVISTA    TERRITORIAL.  555 

Cantón  de  Cuenca.  Cuenca,  capital  do  la  provincia  y  del  cantón,  ocupa  el  segundo 
lugar  entre  las  ciudades  del  interior  y  el  tercero  entro  las  de  la  República.  Su  población 
se  puedo  calcular  en  20,000  á  25,000.  Sus  alrededores  son  mas  cultivados  y  mas  amenos 
«pie  los  de  Quito,  y  su  temperamento  mejor  (mas  de  Io  C.  mas  alto).  La  ciudad  hace 
una  impresión  agradable,  aunque  no  posee  edificios  públicos  ni  privados  notables  ó  de 
valor  arquitectónico.  Es  residencia  de  un  Obispo.  Tiene,  fuera  do  la  Catedral,  7  iglesias, 
todas  anexas  á  conventos;  un  Seminario,  un  Colegio  Nacional,  una  Universidad  (incom- 
pleta), un  Colegio  de  niñas,  un  grande  y  hermoso  Lazareto,  un  Hospital,  una  Casa  do 
huérfanos,  una  Casa  de  temperancia  para  los  beodos.  En  la  plaza  mayor  hay  una  fuente 
y  un  jardín.  Parroquias  urbanas:  Sagrario,  San  Blas,  San  Sebastian,  San  Boque,  Chi* 
quintad;  rurales:  Sayausí  con  canteras  de  mármol,  Baños  con  fuentes  termales,  Turi, 
Cumbe,  Valle,  Qtiinjeo,  Sta.  Ana,  P  aecha,  Nulte,  Llacao,  Sta.  Bosa,  Sidcay,  Sinincay, 
Molleturo,  el  último  pueblo  se  halla  allende  la  Cordillera  occidental,  en  el  camino  á 
Naranjal. 

Cantón  de  Gualaceo.  Cabecera:  Gualaceo,  situado  en  un  valle  delicioso,  á  poca 
distancia  de  la  desembocadura  del  rio  de  su  nombre  en  el  Paute,  puede  tener  3000  habi- 
tantes, y  es  una  villa  bonita  con  un  clima  muy  agradable  y  rodeada  de  frutales.  Las 
demás  parroquias  del  cantón  se  llaman:  San  Juan,  Jadan,  Pan  y  Chordelegf  la  última 
afamada,  por  haberse  encontrado  en  ella  varias  huacas  ricas  y  de  alto  interés  arqueológico. 

Cantón  de  Paute.  Cabecera:  Paute,  con  un  clima  y  una  situación  análoga  á  la 
de  Gualaceo,  á  las  orillas  del  rio  que  lleva  su  nombre,  tiene  una  población  bastante  re- 
ducida y  no  ofrece  otra  cosa  digna  de  ser  apuntada.  Cuenta  el  cantón  con  las  parroquias 
de  San  Cristóbal,  Guachapala,  Huarainac  y  Palmas. 

Cantón  de  Jirón.  Este  cantón  abraza  la  porción  de  la  provincia,  que  cae  al  Sur 
del  nudo  de  Tinajillas  y  Pórtete.  Su  cabecera  es  Jirón,  un  pueblo  que  no  tiene  otra  re- 
comendación,  que  la  de  haberse  celebrado  en  él  los  tratados  de  1829  entre  Colombia  y 
Perú,  después  de  la  batalla  de  Tarqui.  Las  domas  parroquias  agregadas  al  cantón  se 
llaman:  San  Fernando,  Asunción,  Chahuarurcu  (Cañaribamba),  Pucará,  Zhaglli,  Nabon, 
Cochapata  y  Oña. 

Cantón  de  Gualaquiza.  Mejor  se  llamaría  de  Sigsig,  que  de  un  sitio  abandonado 
en  los  bosques  orientales.  Cabecera:  Sigsig,  con  lavaderos  de  oro  en  su  jurisdicción,  es 
un  pueblo  de  temperamento  frió,  habitado  con  preferencia  de  indios.  Otras  parroquias: 
Jima,  igualmente  frió,  Ludo  y  S.  Bartolomé  con  un  clima  mas  abrigado,  y  Bosario  y 
Gualaquiza  metidas  en  las  selvas  orientales  y  con  la  mala  vecindad  de  los  Jíbaros.  A 
este  cantón  agrega  la  Convención  Nac.  oíos  demás  territorios  orientales  pertenecientes 
á  la  provincia  del  Azuay».  Pero  ¿cuales  son  estos  terrenos?  Dudo  que  haya  una  nación 
en  el  mundo,  en  que  se  hace  la  división  territorial  de  un  modo  tan  vago,  como  en  el 
Ecuador. 

X.    Provincia  de  Loja. 

Área  9600  kilóm.D  (=310  leg.D)«  En  este  cálculo  del  área  entra  so- 
lamente la  porción  de  la  provincia,  que  se  halla  al  Oeste  de  la  Cordillera 
real.  Otras  tantas  leguas,  y  talvez  mas  habrá  al  Este  en  la  hoya  del  Za- 
mora y  al  Sureste  en  la  del  rio  Chinchipe.  El  avalúo  de  esta  provincia  se 
podrá  hacer  solo  después  de  un  arreglo  definitivo  de  los  limites  con  el  Perú. 
Habitantes  66000.  Parroquias  29.  Sus  linderos  son  al  N  la  provincia  del 
Azuay,  al  O  la  del  Oro,  al  S  y  E  la  República  del  Perú  y  la  Región  oriental. 
Su  terreno  es  montañoso,  pero  sumamente  variado,  comprendiendo  regiones 
muy  frias,  otras  de  clima  templado  y  otras  muy  calientes.  Los  ríos  prin- 
cipales son:  en  el  centro  el  Catamayo  con  todos  sus  tributarios,  al  oriente 


556  OROGRAFÍA  POLÍTICA  T  CIVIL. 

el  rio  Zamora,  y  al  Sur  el  Chinchipe.    Recursos  principales:  Agricultura  y 
ganadería,  especialmente  cria  de  mulares,  extracción  de  quinas,  comercio. 

Cantón  de  Xioja.  Leja,  capital  do  la  provincia  y  cabecera  del  cantón,  tiene  el 
aspecto  de  una  pequeña  villa  con  regular  caserío,  pero  falta  de  edificios  notables.  Al- 
gunos lo  dan  10,000  habitantes,  pero  creo  que  la  cifra  es  muy  exagerada.  Su  clima  es 
suave  y  bastante  sano.  Es  residencia  de  un  obispo,  tiene  ademas  de  la  Catedral  4  iglesias 
de  conventos,  un  hospital,  un  Seminario  y  un  Colegio.  Parroquias:  Sagrario,  San  Se- 
bastian, Valle,  Chuquiríbamba,  Santiago,  San  Pedro,  Gontanamá,  la  Pom,  Malacatos  (que 
no  se  encuentra  en  la  lista  oficial  de  la  Convención),  Vilcabamba;  en  el  curso  superior 
del  rio  Chinchipe:  VaVadolid,  Chito  y  Zumba. 

Cantón  de  Zaxaguro.  Cabecera:  Zaraguro,  pueblo  grande  al  pié  del  cerro  de  Pulla, 
con  una  población  robusta  y  laboriosa  de  indios,  que  casi  todos  se  visten  de  negro. 
Pertenecen  al  cantón  las  parroquias  de  Paquishapa,  San  Pablo  de  Tenia  y  Mano. 

Cantón  de  Paltas.  Cabecera:  Catacocha,  sobre  la  cordillera  que  separa  los  valles 
del  Catamayo  y  del  Casanga,  con  un  temperamento  suave,  parecido  al  de  Loja.  Parro- 
quias: Chahuarbamba,  Cangonamá,  Guachanamá. 

Cantón  de  Célica.  Cabecera:  Célica,  de  bastante  actividad  y  comercio  y  con  una 
célebre  feria  anual  (de  San  Pedro).  Las  otras  parroquias  agregadas  al  cantón  son  Alamor 
y  Zapotillo. 

Cantón  de  Cálraa.  Cabecera:  Cariamanga,  un  pueblo  grande  al  pié  del  cerro  de 
A  vaca,  que  parece  haber  sido  en  la  antigüedad  la  capital  de  la  provincia  de  Zana.  Hoy 
no  presenta  nada  de  particular.  Otras  parroquias:  Amaluea,  Colaisaea,  Zosoranga  y 
Macará.  El  último  pueblo  se  halla  á  las  orillas  del  rio  de  su  nombre  y  es  el  término 
sur  del  camino  real,  que  atraviesa  la  República  longitudinalmente  desde  Tulcan  en  la 
frontera  de  Colombia.    Aquí  se  halla  la  aduanilla  establecida  en  el  límite  con  el  Perú. 


XX   Provincia  del  Oro. 

Área  6060  küóm.Q  (=196  leg.D)-  Habitantes  32600.  Parroquias  15. 
Tiene  por  limites  al  N  las  provincias  del  Guayas  y  del  Azuay,  al  S  y  E  la 
de  Loja  y  al  O  el  Océano  y  el  Perú.  La  mitad  oriental  de  su  terreno  es 
montañosa  comprendiendo  la  hoya  de  Zaruma,  y  la  mitad  occidental  consta 
en  gran  parte  de  llanuras  litorales,  cruzadas  de  esteros  y  del  rio  Jubones. 
Recursos  principales:  industria  minera  en  el  pais  alto,  azucarera  en  los  valles 
templados,  y  agricultura  (cacao)  en  el  litoral ;  en  la  costa  pesquería,  extrac- 
ción de  madera;  comercio. 

Cantón  de  Máchala.  Máchala  es  la  capital  de  la  provincia  y  la  cabecera  de  can- 
tón. No  se  distingue  por  otra  cosa  notable  de  los  demás  pueblos  de  la  costa.  Tiene  una 
población  de  cerca  de  3200  almas.  Clima  ardiente  pero  no  malsano.  Otras  parroquias 
del  cantón:  Guabo,  Pasaje  y  Buena  Vista.  Estos  tres  son  los  pueblos  que  producen  el 
«cacao  de  Máchala»,  pues  en  las  inmediaciones  arenosas  y  cascajosas  de  la  villa  no  crece. 

Cantón  de  Santa  Rosa.  Cabecera:  Santa  Rosa,  un  pueblo  parecido  á  Máchala  y 
sin  particularidades  notables,  sino  la  de  ser  el  puerto  para  los  viajeros  y  cargas  desti- 
nadas al  Cantón  do  Zaruma  y  á  la  provincia  de  Loja.  Por  esto  se  observa  mas  anima- 
ción en  Santa  Rosa  que  en  Máchala.  Su  población  no  pasa  mucho  de  2500.  Otras  parro- 
quias: Arenillas  de  regular  caserío  y  los  sitios  de  Jambelí  y  Chacras,  el  último  en  la 
actual  frontera  del  Perú  á  la  orilla  derecha  del  rio  do  Zarumilla. 

Cantón  de  Zaruma.  Cabecera:  Zaruma.  que  on  lo  material  tiene  poco  mérito,  es 
de  importancia  como  centro  del  distrito  minero  mas  rico  do  la  República.    Es  el  único 


BEVISTA    TERRITORIAL.  557 

pueblo  en  que  la  industria  minera  se  ha  arraigado  desde  mucho  tiempo,  tomando  mas  y 
mas  incremento  en  nuestros  tiempos.  Los  alrededores  de  la  villa  son  sumamente 
quebrados,  el  clima  es  agradable  y  sano.  En  Zaruma  residen  muchos  extrangeros, 
atraídos  por  las  minas  de  oro.  Su  población  puede  ascender  a  1000  almas.  Otras  parro- 
quias: Malvas,  Piños,  Ayabamba,  Paccha,  Guanazan  y  Vishagüiña. 

XII.    Provincia  del  Guayas. 

Área  21 278  kilóm.  Q  (=  G87  leg.  Q).  Habitantes  98 100.  Parroquias  25. 
Linda  al  N  con  la  provincia  de  Manabi,  al  E  con  las  de  Los  Rios,  de  Cañar 
y  del  Azuay,  al  S  con  la  del  Oro  y  al  O  con  el  Golfo  de  Guayaquil  y  el 
Océano  Pacifico.  Sus  terrenos  son  planos  ó  suavemente  undulados,  inter- 
rumpidos por  aquí  y  por  allá  por  cerros  aislados  ó  agrupados,  pero  no 
muy  altos.  La  única  cordillera  algo  considerable  es  la  de  Chongon  y  Co- 
lonche. Está  cruzada  por  el  complicado  sistema  fluvial  del  Guayas  inferior 
y  medio  y  por  el  Daule  hasta  donde  este  se  forma  de  la  reunión  del  rio 
Grande  y  del  Peripa.  Recursos  principales:  Agricultura  y  ganadería,  comercio 
muy  activo  con  el  exterior  é  interior,  industria  azucarera  y  muchas  otras, 
extracción  de  maderas  y  de  otros  productos  vegetales,  industria  de  tejer 
sombreros  finos  de  paja,  pesquería,  navegación.  Es  la  provincia  que  tiene 
los  recursos  mas  ricos  y  mas  variados. 

Cantón  de  Guayaquil.  Guayaquil,  la  capital  de  la  provincia  y  cabecera  del  cantón, 
es  sin  disputa  alguna  la  principal  y  mas  importante  ciudad  del  pais,  bajo  todo  respecto. 
Quito  le  aventaja  solo  por  ser  capital  de  la  República  y  residencia  del  Supremo  Gobierno. 
El  censo  levantado  en  1890,  el  cual,  si  no  en  todo  perfecto,  es  sinembargo  el  mas  exacto 
de  cuantos  se  han  practicado  hasta  ahora,  arrojó  la  cifra  de  44,772  habitantes,  de  los 
cuales  4378  eran  extrangeros.  Atendiendo  al  continuo  y  rápido  aumento  de  la  población, 
no  exageramos  fijándola  para  el  presente  año  de  1892  en  el  número  redondo  de  45,000. 
Así  como  la  población  en  los  últimos  20  años  casi  se  ha  duplicado,  también  el  caserío 
de  la  ciudad  se  ha  extendido  sobre  mas  que  el  doble  de  su  recinto  primitivo,  lo  que  se 
observa  comparando,  por  ejemplo,  el  plano  que  se  halla  en  la  Geografía  de  Villavicencio 
con  el  actual.  El  cambio  y  mejoramiento  de  Guayaquil  es  tan  considerable,  que  él  que 
ha  visto  la  ciudad  unos  25  años  atrás,  hoy  á  su  regreso  apenas  la  conocerá ;  es  una  gran 
ciudad  en  formación,  y  será  dentro  de  poco,  especialmente  concluidas  algún  dia  las  obras 
grandes  de  canalización  y  agua  potable,  una  de  las  mejores  de  Sudamérica.  Las  calles 
de  Guayaquil  son  rectas  y  anchas,  las  principales  bien  empedradas.  Los  edificios  todos 
son  de  madera  y  la  mayor  parte  de  dos,  algunos  de  tres  pisos  (contando  el  «entresuelo» 
por  piso);  aunque  no  tienen  valor  arquitectónico,  no  carecen  por  esto  de  mérito.  El  ex- 
trangero  que  por  primera  vez  mira  estas  fachadas  de  las  iglesias,  de  los  edificios  públicos 
y  de  las  hermosas  casas  particulares  con  sus  balcones  y  ricamente  adornadas,  apenas 
puede  convencerse  de  que  todo  esto  es  hecho  de  madera,  por  carpinteros  que  nunca 
han  estudiado  teóricamente  la  arquitectura,  y  con  los  instrumentos  mas  sencillos  del 
mundo.  El  gremio  de  los  carpinteros  de  Guayaquil  es  digno  de  todo  elogio  por  sus 
aptitudes  y  su  laboriosidad.  Fuera  de  la  Catedral  que  tiene  dos  torres  elegantes  y  una 
hermosa  fachada,  cuenta  Guayaquil  con  7  iglesias  mas,  todas  muy  regulares.  Hay  un 
lujoso  palacio  de  Gobierno,  recien  construido,  una  muy  espaciosa  aduana  á  las  orillas 
del  rio,  el  casi-palacio  de  la  Comandancia  general,  anexo  al  cuartel  de  la  artillería,  el 
palacio  del  Obispo,  el  Seminario,  el  gran  Colegio  de  San  Vicente,  en  que  se  halla  tam- 
bién la  (incompleta)  Universidad,  el  Colegio  de  los  Hermanos  Cristianos,  un  hermoso 


REVISTA    TERRITORIAL.  f)59 

Colegio  de  señoritas  regentado  por  las  1IH.  de  los  Sagrados  Corazones,  un  gran  Hospital 
civil  administrado  por  las  HH.  de  Caridad,  otro  militar  igualmente  grande  á  media  altura 
del  cerro  de  Sta  Ana,  el  espacioso  Manicomio  Vélez  en  los  afueras  de  la  ciudad,  la  casa 
de  Beneficencia  de  Señoras,  un  bonito  teatro.  Las  demás  casas  públicas  son  menos 
notables.  Hay  una  gran  fábrica  de  gas,  calculada  para  un  aumento  considerable  de  la 
población,  una  fábrica  de  hielo,  otra  de  cerveza,  otras  de  chocolate,  fundiciones  de  hierro, 
talleres  de  mecánicos  etc.,  un  Astillero,  en  que  se  construyen  buques  de  vapor  y  de  vela. 
Como  lugar  de  recreo  podemos  considerar  los  espaciosos  Baños  del  Estero  Salado,  un 
kilómetro  al  O  de  la  ciudad.  También  el  hermoso  y  ancho  Malecón,  que  orilla  la  ria  en 
la  extensión  de  casi  2  kilómetros,  sirve  de  paseo,  especialmente  en  las  frescas  noches  de 
verano,  cuando  soplan  las  brisas  de  Chanduy.  En  la  plaza  mayor  se  levanta  sobre  un 
pedestal  de  mármol  la  estatua  ecuestre  de  Bolívar,  y  la  de  Rocafuerte  está  adornada  con 
la  estatua  pedestre  del  gran  patriota  cuyo  nombre  lleva  la  plaza  (antes  de  San  Fran- 
cisco). Próximamente  Guayaquil  honrará  con  otra  estatua  (que  está  por  concluirse)  la 
memoria  de  su  mejor  poeta,  Olmedo.  Como  puerto  principal  de  la  República,  visitado 
continuamente  por  buques  de  todas  las  naciones  navegantes,  y  como  emporio  del  comercio 
ecuatoriano,  la  ciudad  naturalmente  lleva  una  vida  muy  distinta  de  la  de  las  ciudades 
del  interior;  todo  respira  animación  y  alegría,  y  se  han  implantado  muchas  costumbres 
cosmopolitas  en  la  sociedad  culta  y  hasta  en  el  pueblo  bajo.  Se  halla  recorrida  en  todas 
las  direcciones  por  lineas  de  Carros  Urbanos  (tramvías)  é  igualmente  cruzada  por  alambres 
de  teléfonos.  En  estos  dos  puntos  Guayaquil  no  se  queda  en  zaga  de  las  grandes  ciu- 
dades de  Europa,  en  comparación  del  numero  de  sus  habitantes. 

Parroquias  urbanas:  Sagrario,  Concepción,  San  Alejo;  rurales:  Chongon,  reducido  á 
pocas  casuchas,  Taura,  Zamborondón,  Morro,  Puna,  Jesús  Marta,  Naranjal  y  Balao,  las 
dos  últimas  en  un  importante  distrito  cacaotero. 

Cantón  de  Yaguachi.  Cabecera:  Yaguachi  (nuevo),  llamado  también  Pueblo  nuevo, 
célebre  por  la  fiesta  de  San  Jacinto  y  las  romerías  á  este  Santo,  y  por  nada  mas. 
Otras  parroquias :  Milagro,  un  floreciente  pueblo,  en  medio  de  magníficos  cafetales,  y  cé- 
lebre por  sus  pinas,  que  son  las  mejores  del  pais,  Yaguachi  viejo,  Naranjito,  y  el  Cármett, 
últimamente  fundado  en  la  estación  ferrocarrilera  de  Puente  de  Chimbo. 

Cantón  de  Daule.  Cabecera:  Daule,  sobre  la  orilla  del  rio  de  su  nombre,  es  un 
pueblo  bastante  grande,  de  un  clima  ardiente  pero  sano,  produce  las  mejores  naranjas  y 
buen  tabaco.  Otros  parroquias:  Santa  Lucia,  Colimes,  Balzar,  con  mejor  tabaco  que 
Daule,  Soledad,  Las  Ramas. 

Cantón  de  Santa  Elena.  Cabecera:  St\  Elena,  pueblo  regular,  aunque  hoy  no  tan 
floreciente  como  en  tiempos  pasados,  goza  de  un  temperamento  muy  sano  por  estar  cerca 
del  mar,  y  es  lugar  de  reconvalecencia;  sostiene  un  comercio  activo  con  sombreros  de 
paja;  elabora  las  sales  de  la  Puntilla  que  abastecen  toda  la  República;  trabaja  en  los 
pozos  de  copé.  Terreno  árido  y  escaso  de  agua.  Las  demás  parroquias  son:  Chanduy, 
Colonche  y  Manglar  alto. 


XTTT.    Provincia  de  Los  Bios. 

Área  5947  kilóm.G  (=  192  leg.D).  Habitantes  32800.  Parroquias  15. 
Confina  al  N  con  las  de  León  y  Pichincha,  al  E  con  la  de  Bolívar  y  al  S 
y  O  con  la  del  Guayas.  Su  terreno  es  plano  y  cruzado  por  numerosos  rios 
(de  donde  le  vine  su  nombre),  todos  ellos  tributarios  del  Guayas  ó  rio  de 
Bodegas.  Recursos  principales:  Agricultura,  especialmente  el  cultivo  de 
cacao,  cria  de  ganado,  particularmente  del  yeguar,  extracción  de  maderas, 
comercio  activo  con  el  interior. 


¿ÍGO  GEOGRAFÍA  POLÍTICA   Y  CIVIL. 

Cantón  de  Babahoyo.  Capital  de  la  provincia  y  cabecera  del  cantón:  Babahoyo, 
llamado  comunmente  Bodegas ,  tiene,  como  pueblo  de  tránsito,  una  población  fluctuante, 
pero  por  lo  regular  no  pasará  de  3000  almas.  La  mayor  parte  se  hallan  en  la  parte 
nueva  de  la  ciudad  (si  se  puede  darle  este  nombre)  que  está  edificada  sobre  los  barrancos 
altos  del  lado  izquierdo  del  rio  con  casas  de  mejor  construcción  que  las  de  la  parte  an- 
tigua, que  se  halla  al  lado  derecho  en  un  terreno  anegadizo.  Tiene  dos  iglesias,  y  una 
regular  casa  de  Gobierno;  los  demás  edificios  públicos  no  merecen  la  atención.  En 
verano  se  nota  alguna  animación  en  las  calles  y  en  el  comercio  por  los  muchos  viajeros, 
que  diaramente  pasan  al  interior  ó  vienen  de  allá;  pues  Bodegas  es  el  puerto  lluvial  en 
la  ruta  principal  entre  Quito  y  Guayaquil.  Las  otras  parroquias  del  cantón  son  insig- 
nificantes: Pimocha,  Caracol  y  Sabaneta. 

Cantón  de  Baba.  Cabecera:  Baba,  un  pueblo  de  bastante  caserío,  rodeado  de 
huertas  de  cacao,  pero  sin  otras  particularidades.  Menos  todavía  tenemos  que  decir  de 
las  otras  dos  parroquias  del  cantón,  que  se  llaman  Guare  é  Isla  de  Bejucal,  que  en  lo 
físico  no  son  mas  que  pequeños  sitios  de  pocas  casas. 

Cantón  de  Pueblo  viejo.  La  Cabecera  del  mismo  nombre,  también  rodeado  de 
cacaotales,  no  es  mejor  que  Baba,  y  vá  decayendo  mas  y  mas,  en  la  misma  escala  que 
está  levantándose  la  población  de  Catarama  en  mejor  posición.  Se  hallan  agregadas  al 
cantón  las  parroquias  de  Zapotal,  Ventanas,  Catarama  y  San  Juan. 

Los  dos  cantones  que  preceden,  y  también  una  parte  del  que  sigue,  forman  el  distrito 
cacaotero  mas  importante  de  la  República  y  producen  el  afamado  «Cacao  de  arriba».  Los 
pueblos,  es  verdad,  presentan  un  aspecto  miserable,  pero  las  haciendas  son  valiosas,  y 
muchas  de  ellas  manifiestan  también  en  lo  exterior  la  opulencia. 

Cantón  de  Vinces.  Cabecera:  Vinces,  en  posición  pintoresca  á  las  orillas  del  rio 
que  lleva  el  misino  nombre,  y  con  el  fondo  de  las  palmeras  y  cacaotales,  es  poco  mas 
ó  menos  del  mismo  tamaño  que  Baba  y  Pueblo  viejo,  y  sin  otro  movimiento  que  el  de 
la  industria  cacaotera  y  algo  de  comercio  por  el  rio.  Parroquias:  Palenque  en  pampa 
rasa,  y  Quevedo  metido  en  las  montañas. 

XIV.    Provincia  de  Manabi. 

Área  20442  kilóm.  □  (=  660  leg.  D).  Habitantes  64 100.  Parroquias  22. 
Colinda  al  N  con  la  de  Esmeraldas,  al  S  con  la  del  Guayas,  al  E  con  la 
misma  y  con  la  del  Pichincha,  y  al  O  con  el  Océano.  Su  terreno  es  media- 
namente montañoso,  pero  sin  cerros  altos.  Carece  de  rios  caudalosos,  los 
principales  son  el  de  Portoviejo,  el  Chone,  el  Jama,  el  Cuaque;  en  las  mon- 
tañas interiores  participa  también  de  los  sistemas  fluviales  del  Daule  y  Qui- 
nindé.  Recursos  principales:  industria  del  tijido  de  sombreros  finos  de  paja, 
extracción  de  maderas,  de  tagua  y  caucho,  algo  de  agricultura  y  comercio. 

Esta  provincia  de  dilatados  terrenos,  pero  de-  escasa  población,  tiene  G  cantones, 
mas  que  ninguna  otra,  ni  las  mas  populosas.  Y  lo  singular  es,  que  las  cabeceras  de 
estos  seis  cantones  se  hallan  acumuladas  en  un  pequeño  espacio,  distando  una  de  la  otra 
solo  unas  pocas  leguas.  Las  parroquias  se  hallan  distribuidas  del  modo  mas  caprichoso. 
Así,  por  ejemplo,  Charapotó  que  está  inmediato  á  la  cabecera  de  Rocafuerte,  pertenece 
á  Monteeristi,  que  dista  cinco  veces  mas;  Chone  debería  agregarse  por  su  posición  natural 
á  Caráques  y  no  á  Rocafuerte  vte.    Tres  cantones  serian  mas  que  suficientes. 

Cantón  de  Portoviejo.  Capital  de  la  provincia  y  cabecera  del  cantón:  Portoviejo, 
una  ciudad,  de  cerca  de  5000  habitantes,  que  por  su  aspecto  de  pueblo  apenas  merece 
tal  nombre.  Es,  sinembargo,  residencia  de  un  Obispo  y  tiene  un  Seminario.  Fuera  dé- 
la Matriz  pertenecen  al  cantón  las  parroquias  de  Biochico  y  Picoasá. 


BEVI8TA   TERRITORIAL.  561 

Cantón  de  Montecristi.  Cabecera:  Montecristi,  al  pié  del  cerro  del  mismo  nombre, 
con  unos  2000  habitantes,  y  sin  recomendación  particular.  Se  adjudicaron  al  cantón  las 
parroquias  de  Manta  (puerto  habilitado)  y  de  Charapotó. 

Cantón  de  Jipijapa.  Cabecera:  Jipijapa,  el  pueblo  mas  grande  y  mas  importante 
de  toda  la  provincia,  con  6000  habitantes,  conocido  por  la  industria  de  tejido  de  som- 
breros de  paja  toquilla  (los  afamados  «sombreros  de  Jipijapa»)  y  por  el  comercio  anexo 
á  la  dicha  industria.  Agréganse  al  cantón  las  parroquias  de  Pojan,  Julcuy,  Machalilla 
y  Salango,  los  últimos  tres  son  sitios  de  pocas  casas. 

Cantón  de  Santa  Ana.  La  Cabecera  del  mismo  nombre,  que  es  un  pequeño  pueblo, 
y  Olmedo,  otro  mas  pequeño,  constituyen  todo  el  cantón,  cuya  existencia  difícilmente  se 
comprende. 

Cantón  de  Rocafuerte.  Cabecera:  Eocafuerte  (antes  Pichota),  pequeño,  pero  de 
bonito  aspecto  y  de  buen  clima.  Parroquias:  Tosagua,  Chone,  Calceta  y  Junin,  pueblos 
muy  retirados  hacia  el  interior  de  las  montañas. 

Cantón  de  Sucre.  Cabecera:  Bahía  de  Caráques  á  la  orilla  de  la  hermosa  ense- 
nada de  su  nombre,  con  un  caserío  no  muy  numeroso  pero  de  buena  construcción  y 
bonito  aspecto.    Otras  parroquias:  Canoa  y  Pedernales. 

XV.    Provincia  de  Esmeraldas. 

Área  14 1  í)í>  kilóm.[J  (=457  leg.Q).  Habitantes  14600.  Parroquias  8. 
Está  limitada  al  N  por  la  República  de  Colombia,  al  E  por  las  provincias 
de  Imbabura  y  de  Pichincha,  al  S  por  la  de  Manabi  y  al  O  por  el  Océano. 
Su  territorio  es  montañoso,  pero  careciendo  de  cerros  altos;  todo  está  cu- 
bierto de  montañas  espesas.  Sus  ríos  principales  son  el  de  Esmeraldas  con 
sus  tributarios,  todos  los  del  sistema  del  Santiago  y  el  rio  Verde.  Recursos 
principales:  extracción  de  caucho,  de  maderas  finas  y  de  otros  productos 
vegetales,  lavaderos  de  oro,  un  poco  de  comercio  y  agricultura  en  pequeña 
escala. 

Cantón  único  de  Esmeraldas.  Capital  de  la  provincia  y  cabecera  del  cantón :  Es- 
meraldas, un  pequeño  pueblo  de  unos  G00  habitantes,  no  tiene  otra  importancia  que  la  de 
ser  un  puerto  habilitado,  pero  con  poco  movimiento  comercial.  Las  otras  parroquias  son 
también  muy  pequeños:  Atacámes,  San  Francisco,  Muisne  (con  Moni  piche),  líio  Verde, 
La  Tola  (con  Cayapas),  Concepción,  San  Lorenzo. 

XVI.    La  Región  oriental. 

Las  cifras  que  podríamos  indicar  para  el  área  y  los  habitantes,  así  como 
los  linderos  serian  demasiado  vagos,  para  que  merezcan  ser  colocados  aquí. 
Lo  concerniente  se  encuentra  en  la  parte  topográfica  de  esta  obra.  La  divi- 
sión política  de  esta  región  es  todavía  muy  imperfecta,  y  lo  será,  mientras 
que  no  se  arreglen  definitivamente  los  límites  con  las  naciones  vecinas. 
Entre  tanto  no  podemos  hacer  otra  cosa  que  citar  el  artículo  respectivo  de 
la  Convención  Nacional  de  1884. 

«  Territorios  de  Ñapo,  Canelos  y  Zamora.  El  territorio  de  Ñapo  encierra  los  pueblos 
de  Ñapo,  Archidona,  Tena,  A  guano,  Napotoa,  Sta  Rosa,  Simo,  Coca,  Payamino,  Avila, 

Wolf,  Ecuador.  3(J 


562  GEOGBAPÍA  POLÍTICA  T  OVIL. 

Loroto,  Concepción,  Cotapino,  S.  Rafael,  S.  Miguel  de  Agoaríco,  las  tenencias  de  Sinchi- 
chicta ,  Asumy,  Maran  y  demás  tribus  y  territorios,  que  componían  el  antiguo  Gobierno 
de  Quyos  hasta  el  Amazonas.  —  £1  territorio  de  Canelos  se  compone  de  los  puebles  de 
Canelos,  Zarayacu,  Pacay acu,  Lliquino,  Andoas,  las  tribus  de  Záparos  y  Jíbaros,  los 
demás  que  componían  las  misiones  de  Canelos  y  los  territorios  adyacentes  del  reino  de 
Quito,  cuyos  limites  deben  fijarse  conforme  á  los  tratados.» 

XVIL   El  Archipiélago  de  Galápagos. 

Área  7430  kilóm.Q  (=240  leg.Q).  Población  fluctuante;  permanente 
solo  en  la  isla  de  Chatham,  con  unas  200  almas.  Respecto  á  todas  las  demás 
particularidades,  véase  la  parte  V*  de  la  obra,  que  es  dedicada  á  este  Archi- 
piélago interesante. 


ANOTACIONES  Y  SUPLEMENTOS. 


86 


1.  (Página  1.) 

Mapa**  del  Ecuador.  —  Por  ahora  citaremos  solo  aquellas  cartas  geográficas  que 
comprenden  todo  el  territorio  de  la  República,  y  que  han  sido  publicadas. 

El  mapa  mas  antiguo  y  algo  detallado,  que  poseemos  del  territorio  de  la  actual 
República  del  Ecuador,  es  el  del  Padre  Samuel  Fritz,  jesuita  alemán,  que  á  fines  del 
siglo  XVII  viajaba  mucho  por  las  misiones  del  Marañon,  haciendo  en  todas  partes  ob- 
servaciones geográficas  sobre  aquellas  regiones.  Recojiendo  sus  trabajos  propios  y  los 
de  sus  antecesores,  compuso  el  mapa  de  una  gran  parte  de  Sudamérica,  comprendida 
entre  el  grado  2  de  Lat.  N  hasta  el  12  de  Lat.  S,  y  entre  las  costas  del  Pacífico  y  la  boca 
del  rio  Amazonas,  con  el  objeto  especial  de  aclarar  el  curso  de  este  último  rio  y  de  sus 
fuentes  principales.  Este  mapa  fué  impreso  en  Quito  en  1707,  y  se  publicó  una  copia 
en  el  tomo  12°  de  la  edición  francesa  de  las  «Cartas  edificantes  y  curiosas,  escritas  de 
las  misiones  estrangenis  y  de  levante,  por  algunos  misioneros  de  la  Compañía  de  Jesús». 
Esta  copia,  que  tengo  presente,  lleva  el  título:  «Cours  du  fleuve  Maragnon,  autrement 
dit  des  Amazones  par  le  P.  Samuel  Fritz,  Missionnaire  de  la  Compagnie  de  Jesús»,  y  es 
ejecutada  en  la  escala  de  1:15000000.  —  Es  admirable,  como  este  ilustrado  Misionero 
pudo  hacer  lo  que  hizo  con  los  insignificantes  y  desperfectos  instrumentos,  que  tenia  á 
su  disposición,  y  en  las  difíciles  circunstancias,  en  que  se  hallaba  durante  sus  viajes. 
Mr.  de  La  Condamine,  quien  examinó  el  diario  de  viaje  del  P.  Fritz,  depositado  en  los 
archivos  del  Colegio  de  Quito,  dice:  «No  se  necesita  mas  que  leer  su  diario,  del  cual 
tengo  una  copia,  para  convencerse  de  que  este  Misionero,  enfermo  cuando  bajó  por  el  rio 
para  buscar  auxilios  al  Para,  molesto  y  vigilado  á  su  regreso,  no  podia  ciertamente  hacer 
las  observaciones  necesarias,  para  que  su  mapa  saliese  tan  exacto  como  era  posible.  Por 
otra  parte,  sin  péndulo  y  sin  anteojo  no  ha  podido  determinar  ninguna  longitud;  y  no 
tenia  para  las  latitudes  sino  un  pequeño  semicírculo  de  madera,  de  tres  pulgadas  de 
radio.  Con  tan  pocas  comodidades,  es  sorprendente  que  haya  podido  hacer  una  obra  tan 
digna  de  estimación.  Con  mas  facilidades  que  dicho  Padre,  yo  siento  que  mi  mapa  esté 
tan  lejos  de  la  perfección.» 

Las  últimas  palabras  del  sabio  francés  nos  conducen  al  segundo  mapa,  que  tene- 
mos sobre  el  Ecuador,  y  que  es  del  mismo  Mr.  de  La  Condamine.  Está  trazado  en  una 
escala  algo  mayor  (l :  11500000)  que  el  del  Padre  Fritz,  pero  con  el  mismo  objeto  espe- 
cial, de  precisar  el  curso  del  rio  Amazonas  desde  Jaén  de  Bracamoros  hasta  su  boca, 
aunque  se  extiende  hasta  el  Pacífico  entre  los  grados  6  Lat.  S  y  5  Lat.  N.  Esta  carta 
que  lleva  el  título :  «  Carte  du  cours  du  Maragnon  ou  de  la  grande  ritiere  des  Amazones, 
dans  sa  partie  navigable  depuis  Jaén  de  Bracamoros  jusqu'á  son  embouchure,  et  qui  com- 
pren d  la  Province  de  Quito  et  la  Cote  de  la  Guiane  depuis  le  Cap  de  Nord  jusqu'á  Esse- 
quebe;  levée  en  1743  et  1744 1  et  assujettie  aux  Observations  Astronomiques  par  Mr.  de 
La  Condamine  de  VAc.  R.  des  5c»,  acompaña  al  «Extracto  del  Diario  de  observaciones 
hechas  en  el  viaje  de  la  Provincia  de  Quito  al  Para  por  el  rio  de  las  Amazonas  etc. 
destinado  por  ser  leido  en  la  Asamblea  pública  de  la  Academia  real  de  las  Ciencias  de 
París.  Por  Mr.  de  La  Condamine.  Traducido  del  francés  en  castellano.  Amsterdam  1745.» 
Este  librito  en  pequeño  8o  y  de  121  páginas  es  sumamente  raro  y  poco  conocido. 


566  ANOTACIONES  Y   SUPLEMENTOS. 

Pocos  años  después  del  pequeño  mapa,  de  que  acabo  de  hablar,  salió  á  luz  el  grande 
de  Maldonado,  que  con  buena  razón  se  podría  llamar  también  de  Condamine,  obra  fun- 
damental para  la  geografía  moderna  del  Ecuador,  que  lleva  el  título  siguiente :  «  Carta 
de  la  Provincia  de  Quito  y  de  sus  adyacentes.  Obra  postuma  de  Don  Pedro  Maldonado, 
Gentilhombre  de  la  Camera  de  S.  Mag.  y  Gobernador  de  la  Provincia  de  Esmeraldas. 
Hecha  sobre  las  observaciones  astronómicas  y  geográficas  de  los  Académicos  reales  de 
las  ciencias  de  Paris  y  de  las  Guardas  Mar.  de  Cádiz,  y  también  de  los  RR.  PP.  Misio- 
neros de  Mainas.  En  que  la  costa  desde  la  boca  de  Esmeraldas  hasta  Tumbaco,  con  la 
Derrota  de  Quito  al  Marañon  por  una  senda  de  á  pié  de  Baños  á  Canelos,  y  el  curso  de 
los  rios  Bobonaza  y  Pastaza  van  delineados  sobre  las  propias  demarcaciones  del  difunto 
autor.  Por  el  S.  D'Anville,  Geógrafo  de  S.  Mag.  Christma  de  la  Acad.  Imp.  de  Peters- 
burg.  Sacada  á  la  luz  por  D.  G.  D.  Z.  C.  Paris  MDCCL.»  —  La  escala  es  de  1 :  856 154 
aproximativamente,  en  cuanto  se  puede  deducirla  de  una  copia  del  mapa. 

El  mapa  de  Maldonado  no  difiere  del  de  La  Condamine,  excepto  que  en  el  último 
se  encuentra  todo  el  sistema  de  triángulos  que  ha  servido  á  los  Académicos  franceses 
para  medir  un  arco  de  meridiano  debajo  del  ecuador.  La  identidad  de  los  dos  mapas 
resulta  también,  si  comparamos  el  título  del  de  Maldonado,  citado  arriba,  t con  la  explica- 
ción, que  dá  Condamine  sobre  el  suyo,  en  el  «Journal  du  voyage  a  TEquateur»,  y  la 
cual  citaremos,  porque  nos  dá  á  la  vez  una  idea  del  distinto  valor  de  las  diferentes  partes 
del  mapa. 

«Mi  nueva  carta  de  la  provincia  de  Quito  abraza  cerca  de  7  grados  en  latitud  y 
cerca  de  4  grados  en  longitud.  Toda  la  parte  que  corresponde  á  los  triángulos  de  nuestro 
meridiano,  y  está  comprendida  entre  las  dos  Cordilleras,  desde  medio  grado  al  Norte  del 
ecuador  hasta  tres  grados  al  Sur  del  mismo,  está  copiada  del  mapa  levantado  por  M.  Ver- 
guin,  y  esta  es  la  parte  mas  detallada.  El  mapa  de  la  costa,  que  abraza  casi  un  grado 
en  latitud  entre  el  cabo  de  San  Lorenzo  y  el  rio  Jama,  fué  levantado  por  M.  Bouguer  y 
por  mí,  cuando  desembarcamos  en  Manta  en  el  año  de  1736.  Lo  he  copiado  del  mapa 
que  mandé  á  la  Academia  el  mismo  año.    Todo  el  resto  de  la  nueva  carta  se  ha  sacado 

«Io.  De  mis  propias  observaciones  en  mis  diferentes  viajes  particulares  á  las  pro- 
vineias  de  Esmeraldas,  Guayaquil,  Loja,  Zaruma,  Piura,  Paita,  Jaén,  Borja  etc. 

« 2°.  De  lo  que  ya  dije  haber  tomado  de  D.  Pedro  Maldonado,  en  cuanto  á  la  parte 
setentrional  de  la  costa,  que  arreglé  conforme  á  los  levantamientos,  caminos  y  distancias 
desde  la  embocadura  del  Rio  verde  hasta  la  del  rio  Mira.  Lo  mismo  hice  respecto  al 
curso  de  los  rios  de  Santiago  de  la  Tola,  del  Bobonaza  y  del  Pastaza,  que  M.  Maldonado 
habia  recorrido.  El  curso  de  los  dos  últimos  se  ha  dibujado  según  las  observaciones  de 
Maldonado,  por  M.  d'Anville. 

«3o.  De  diferentes  memorias  é  informaciones  que  he  reunido  do  todas  partes,  y  las 
que  debo  principalmente  al  R.  P.  Magnin,  Jesuita  de  Friburgo,  antes  misionero,  después 
cura  de  Borja,  hoy  profesor  de  derecho  canónico  en  Quito  y  miembro  correspondiente  de 
la,  Academia.  A  él  lo  debo  todos  los  pormenores  que  contiene  la  carta  del  oriente  de 
las  cordilleras;  pero  he  rectificado  todas  las  posiciones  con  una  determinación  exacta  de 
los  vértices  de  las  montañas  de  la  cordillera  oriental,  de  donde  los  rios  toman  su  curso 
hasta  el  de  las  Amazonas.  Los  pormenores  del  Ñapo  y  de  sus  afluentes  se  han  tomado 
de  un  dibujo  hecho  por  el  Padre  Pablo  Maroni,  Jesuíta  italiano,  otro  misionero  de  Mainas. 
El  golfo  de  Guayaquil  ha  sido  tomado  de  un  plano  levantado  con  mucho  cuidado  y  que 
recibí  de  un  hábil  piloto  francés,  oriundo  de  Cádiz. 

«La  parte  de  la  costa,  desde  el  cabo  San  Lorenzo  hasta  la  punta  de  Santa  Elena, 
lie  tomado  de  rutas  antiguas  y  cartas  manuscritas  por  falta  de  mejores  datos.  Con  todos 
estos  materiales,  que  di  á  M.  Maldonado,  este  hizo  arreglar  por  M.  d'Anville  un  mapa 
español  de  la  provincia  de  Quito  en  cuatro  hojas,  añadiendo  sus  propios  trabajos.  Los 
pormenores  de  la  región  noreste  del  país  son  en  parte  de  M.  Bouguer  quien  tomó  á  la 
vuelta  ese  camino,  y  en  parte  de  un  interesante  diario  del  teniente  coronel  Don  Miguel 
de  Santistévan.» 

De  la  precedente  explicación  de  Mr.  de  La  Condamine  se  deduce,  que  la  parte  mas 
meritoria  y  de  duradero  valor  de  su  mapa  (y  del  de  Maldonado)  se  halla  en  la  zona  inter- 
andina desde  Mira  hasta  Tarqui ,  por  razón  de  la  triangulación,  que  le  sirvió  de  base. 
Las  demás  partes  en  conjunto  no  tienen  tanto  valor,  y  comparadas  entro  sí  son  tan 
heterogéneas,  que  es  difícil  avaluarlas  en  globo. 

La  carta  de  Maldonado  se  hizo  muy  rara,  y  en  toda  la  República  del  Ecuador  no 
existen  mas  que  uno  ó  dos  ejemplares  de  ella.    Será  por  esto,  que  Maldonado  queda  casi 


MAPAS  DEL  ECUADOR.  567 

olvidado  de  sus  mismos  paisanos  y  no  será  inútil  repetir  aquí  lo  que  escribí  en  mi 
«Memoria  sobre  la  provincia  de  Esmeraldas»  en  1871),  tributando  un  homenaje  á  la  me- 
moria de  este  gran  hombre. 

Nació  Don  Pedro  Vicente  Maldonado  en  Riobamba  hacia  el  año  de  1710  é  hizo  sus 
primeros  estudios  en  el  colegio  de  Quito,  sobresaliendo  especialmente  en  las  ciencias 
matemáticas,  bajo  la  dirección  de  su  hermano  mayor,  Don  José  Maldonado,  canónigo  de 
la  Catedral  de  Quito  y  «geómetra  y  astrónomo  no  vulgar»  según  Mr.  de  La  Condamine. 
Desde  luego  que  se  habia  encargado  de  la  gobernación  de  Atacámes,  concibió  grandes 
planes  c  ideas  concernientes  á  su  nuevo  gobierno.  Primeramente  pensó  establecer  nuevas 
poblaciones  á  cada  cinco  leguas  en  el  camino  que  abrió,  para  la  comodidad  de  los  trafi- 
cantes y  para  la  conservación  de  la  obra  en  buen  estado.  Su  idea  principal  fué  construir 
la  capital  del  gobierno  en  San  Mateo  do  Esmeraldas  sobre  la  desembocadura  del  rio  de 
este  nombre.  En  el  mismo  lugar  quiso  establecer  un  astillero  y  á  este  fin  hizo  construir 
en  Londres  y  trasladar  á  Guayaquil  los  instrumentos  necesarios.  —  Con  el  fin  de  evitar 
injustas  vejaciones  y  prohibiciones  de  parte  de  la  corte  de  Madrid,  que  en  otras  ocasiones 
habian  frustrado  las  buenas  intenciones  de  los  empresarios,  y  para  pedir  la  confirmación 
del  gobierno  conferido  por  la  real  Audiencia  de  Quito,  se  encontró  en  la  necesidad  de 
pasar  personalmente  á  España,  y  verificó  su  viaje  por  el  Marañon  en  compañía  del  señor 
de  La  Condamine.  Felipe  V  le  recibió  con  benevolencia,  le  dio  por  cédula  real  de  1746, 
el  gobierno  de  Atacamos  y  Esmeraldas  por  dos  vidas,  le  adjudicó  también  el  confinante 
gobierno  de  Cara,  que  se  hallaba  entonces  en  total  abandono,  y  le  adornó  finalmente  con 
el  título  de  «Gentil  hombre  de  Cámara  de  Su  Majestad».  Pero  Maldonado  no  era  el 
hombre  que  se  dejaba  impresionar  por  la  vida  ociosa  de  la  corte  de  Madrid ;  tenia  aspira- 
ciones mas  nobles  y  no  perdia  de  vista  su  objeto  principal,  al  que  pareció  haber  dedicado 
su  vida  y  todas  sus  fuerzas  intelectuales. 

Mr.  de  La  Condamine  dice,  que  la  pasión  de  Don  Pedro  Maldonado  por  instruirse 
abrazaba  todo  género  de  ciencias  y  que  su  facilidad  en  concebir  suplia  la  imposibilidad 
en  que  habia  estado  de  cultivarlas  todas  desde  su  primera  infancia.  Siguiendo  pues  su 
natural  inclinación,  voló  de  Madrid  á  Paris,  estudió  con  afán  todo  cuanto  pudiera  serle 
útil  mas  tarde  en  su  querida  patria,  asistió  con  frecuencia  á  las  sesiones  de  la  Academia 
de  Ciencias,  recorrió  los  Paises  Bajos  en  1747,  relacionándose  en  todas  partes  con  los 
sabios  mas  afamados,  y  se  trasladó  á  Londres  en  Agosto  de  1748.  Allá  fué  nombrado 
individuo  de  la  Sociedad  Real,  pero  poco  tiempo  después  le  acometieron  una  fiebre  ardiente 
y  una  afección  del  pecho  tan  violentas,  que  sucumbió  á  ellas  el  17  de  Noviembre  del 
mismo  año,  en  la  flor  de  su  vida.  Lamentaron  su  pérdida  los  miembros  de  ese  ilustre 
Cuerpo,  los  miembros  de  la  Academia  de  Ciencias  en  Paris,  y  todos  cuantos  le  habian 
conocido.  —  Las  memorias  escritas  por  Maldonado  y  sus  apuntamientos  sobre  la  historia 
natural,  fueron  recojidas  y  llevadas  á  Madrid  por  el  embajador  de  España  en  Francia, 
pero  parece  que  allá  quedaron  sepultados  en  el  polvo  de  los  archivos;  por  lo  menos  no 
hay  noticia  de  que  se  hubiesen  publicado.  Con  mucha  razón  dice  Caldas,  hablando  de 
Maldonado:  «Jamas  lloraremos  dignamente  la  pérdida  de  este  hombre  grande,  que  pro- 
yectaba nuestra  felicidad.  Si  conocemos  una  parte  de  sus  acciones,  lo  debemos  á  una 
pluma  extrangera  (la  de  La  Condamine).  ¡Ingratos,  casi  hemos  olvidado  su  memoria! 
Las  mas  célebres  academias  de  Europa  han  pronunciado  sus  elogios,  y  sus  compatriotas 
apenas  le  conocen.  El  Quiteño  se  afana  por  pasar  á  la  posteridad  el  nombre  de  un  juez, 
que  le  compuso  una  calle,  y  ha  olvidado  erijir  un  monumento  al  hombre  mas  grande 
que  ha  producido  ese  suelo.»*) 

El  monumento  mas  duradero,  que  Maldonado  mismo  se  ha  erigido  y  que  vale  mas 
que  una  estatua,  es  su  mapa  grande  del  reino  de  Quito,  que  ha  servido  de  fundamento 
á  todos  los  trabajos  posteriores  y  sobre  el  cual  Humboldt  formó  un  alto  concepto,  elo- 
giándolo como  uno  de  los  mejores,  que  en  su  tiempo  existieron  de  paises  no-europeos. 

Carta  general  de  Colombia.  —  La  foja  22  del  gran  *  Atlas  geográfico  y  físico  del 
Nuevo  Continente  •  por  A.  de  Humboldt  contieno  la  «  Carta  general  de  Colombia »  (grabada 
en  Paris  en  1825),  en  la  escala  de  1:7675862.  No  contribuye  mucho  de  nuevo  á  la 
geografía  física  del  Ecuador;  pues  en  las  regiones,  que  comprenden  nuestra  actual  Re- 
pública, siguió  á  Condamine  y  á  Maldonado,  salvo  la  corrección  de  algunas  posiciones 

*)  Véase  también  el  «Ensayo  sobre  la  historia  de  la  literatura  ecuatoriana,  por  el  doctor 
Pablo  Herrera»)  (Quito,  1860). 


568  ANOTACIONES   Y    8ÜPLEMBNTOS. 

astronómicas.    Sinembargo  es  do  importancia,  por  cuanto  Humboldt  indica    con   mucha 
exactitud  los  límites  de  Colombia  con  el  Perú,  como  existieron  en  su  tiempo. 

a  Mapa  físico  y  político   del  alto  y  bajo  Perú.*    Con  este  título  se  publicó  en  1826 
en  París  una  carta  muy  interesante  en  dos  secciones,  cuya  setentrional  abraza  también 
una  parte  de  la  actual  República  del  Ecuador.    Está  grabada  con  esmero  y  hasta  con 
elegancia,  en  la  escala  de  1 :  3403670.    Debajo  del  título  se  léela  Nota  siguiente :  «Este 
mapa   está   corregido  con   presencia  de  las  observaciones  ó  itinerarios  de  los   oficiales 
facultativos,  que  han  acompañado  á  los  ejércitos   en  sus  diferentes  operaciones,  cuyos 
trabajos   se   reunieron  á   consecuencia   de   los   últimos   acontecimientos,   por    orden   del 
Gobierno.    Año  de  1826».  —  En  la  composición  de  este  mapa  se  nota  la  influencia  del 
trabajo   de  Humboldt,   publicado   un    año   antes.    Pero  su  importancia  especial   para   el 
Ecuador  consiste   en  que  señala  los  misinos  límites  entre  Perú  y  Colombia,  como  Hum- 
boldt.    Es  un  documento  claro  de  que  el  Gobierno  peruano,  á  lo  menos  hasta  el  año  de 
1826  no  pensaba  en   despojar  á  Colombia  de  las  provincias  de  Jaén  y  de  Mainas  y  de 
muchos  otros  terrenos.    La  invención   de  la  observancia  de  la  Cédula  real  de  1802  es 
bastante   moderna.     A  cualquier  observador  imparcial  ocurre  la  pregunta:   ¿porqué   el 
Perú  no  disputó  esos  terrenos  desde  el  principio  ?  y  porqué  se  convenció  de  la  observancia 
de  la  célebre  Cédula  real  muchos  años  mas  tarde,  después  de  haber  ocupado  poco  á  }kx*o 
el  territorio  ecuatoriano? 

De  la  Carta  de  Colombia  por  José  Manuel  Restrepo,  publicada  en  Paris  en  1827,  en 
la  escala  de  1:5000000  (el  Atlas  contiene  los  departamentos  en  la  de  1:2700000)  pode- 
mos decir  lo  mismo  que  de  la  de  Humboldt,  es  decir,  que  contiene  pocos  datos  físicos 
nuevos,  pero  es  de  importancia  en  la  cuestión  de  límites. 

El  Ecuador  formaba  entonces  parte  de  la  gran  República  de  Colombia,  con  los  tres 
departamentos  de  Guayaquil,  del  Ecuador  y  del  Azuay.  Respecto  á  esta  sección  de  la 
carta  el  mismo  Restrepo  dice:  «En  los  departamentos  de  la  antigua  presidencia  de  Quito 
se  ha  copiado  el  mapa  de  Don  Pedro  Maldonado,  que  se  considera  bien  exacto».  Aunque 
el  mapa  de  Restrepo  no  contenga  nuevos  materiales  geográficos  en  esta  parte,  es  sinem- 
bargo para  nosotros  de  mucha  importancia,  por  señalar  «las  divisiones  políticas  de  la 
República,  en  departamentos  y  provincias,  arregladas  á  la  última  ley  de  25  de  Junio  de 
1824,  dada  por  el  Congreso ».  Ley,  que  invoca  el  Ecuador  con  justa  razón  en  el  arreglo 
de  sus  límites  con  la  Colombia  moderna,  y  que  he  observado  también  en  el  trazo  de  la 
linea  divisoria  sobre  mi  mapa. 

Después  de  su  independencia  (1830)  el  Ecuador  siguió  sin  carta  propia  hasta  el  año 
de  1858.  en  que  salió  á  luz  la  «Carta  corof/ráfica  de  la  República  del  Ecuador y  por  el 
Dr.  Manuel  Villar. ¡cencío,  destinada  á  servir  de  complemento  á  la  obra  de  Geografía  del 
Ecuador,  publicada  del  mismo  autor».  Lit.  é  imp.  de  F.  Mayer  y  Cu.,  Nueva-York.  Es- 
cala 1  :  1350C00  (apróxim.). 

El  mapa  de  Villavicencio  es  bien  conocido  en  el  pais,  y  fué  censurado  en  varias 
ocasiones  por  nacionales  y  extranjeros.  Puedo  limitarme  á  pocas  observaciones,  pues  el 
juicio  crítico  sobre  este  trabajo  es  unánime.  Loable  era  el  deseo  de  dar  al  pais  una 
carta  nueva,  después  de  haberse  escaseado  el  mapa  de  Maldonado,  y  el  señor  Villavi- 
cencio hubiera  prestado  un  gran  servicio  al  Ecuador  y  á  la  ciencia  geográfica,  si  hubiese 
recopilado  los  materiales  existentes  en  su  época,  es  decir,  si  su  carta  estuviese  «delineada 
en  vista  de  las  cartas  de  Don  Pedro  Maldonado,  el  liaron  de  Humboldt,  Mr.  Wisse,  la  de 
las  sondas  de  las  costas  por  M.  Fritz  Rov  vil.  Kcllct».  como  dice  el  título,  v  si  hubiese 
dejado  aparte  «las  particulares  del  autor».  En  efecto,  Villavicencio  no  supo  aprovecharse 
de  aquellos  materiales.  Desfiguró  completamente  las  costas  ecuatorianas  y  hasta  las 
partes  mejor  conocidas  del  interior.  La  provincia  del  Oriente  es  un  mamarracho  fan- 
tástico, y  en  donde  quiera  que  quiso  corregir  el  mapa  de  Maldonado.  lo  sembró  de  errores 
enormes.  Esta  carta  no  habría  merecido  ninguna  atención,  si  desgraciadamente  no  hubiese 
sido  la  única,  que  el  Ecuador  hasta  nuestros  dias  ha  poseído  para  la  instrucción  pública. 
Villavicencio  no  era  el  hombre  llamado  á  reformar  «'1  mapa  del  Ecuador,  porque  no 
poseía  ni  los  principios  mas  elementales  de  geografía,  y  el  señor  R.  Spruce  no  exagera 
diciendo:  «Parece  que  el  autor  no  tiene  idea  clara  entre  Norte  y  Sur,  Este  y  Oeste, 
puesto  que  emplea  muchas  veces  uno  de  estos  términos  en  lugar  del  opuesto.  En  el  mapa 
muestra  el  autor  su  ignorancia  de  los  primeros  principios  de  geografía  por  la  numeración 


MAPAS   DEL   ECUADOR.  569 

errónea  de  los  minutos  de  longitud  y  latitud;  y  los  nombres  están  muchas  veces  tan 
equivocados  en  sus  posiciones,  como  si  los  hubiera  escrito  sobre  pedazos  de  papel  y  reci- 
bido sobre  el  mapa  después  de  lanzarlos  al  aire,  fijando  así  su  posición  respectiva. »  (Re- 
port  on  the  expedition  to  procure  seeds  and  plañís  of  tho  Cinchona  succirubra  or  red 
bark  tree,  by  Richard  Spruce  Esq.  London  1861.)  —  Véase  también  el  Bol.  del  Obs.  astr. 
de  Quito,  1879,  pág.  44.  —  Wolf,  Viajes  cient.  por  la  Rep.  del  Ecuador  (Guayaquil  1879), 
111,  pág.  9. 

Pasaron  26  años  sin  publicarse  otra  carta  general  de  la  República.  Entonces,  por 
escasearse  ya  mucho  la  de  Villavicencio,  salió  el  «Mapa  del  Ecuador  por  Santiago  M. 
Basurco»,  en  1884.  Grabado  é  impreso  por  G.  W.  y  C.  B.  Colton  y  Co.,  Nueva- York. 
Escala  1:1000000.  Dice  una  nota,  que  «este  mapa  ha  sido  trazado  en  vista  de  los  tra- 
bajos de  los  doctores  Villavicencio,  Wolf  y  los  particulares  del  autor»».  Estos  últimos  no 
pueden  ser  considerables,  porque  el  señor  Basurco  compuso  su  carta  en  Guayaquil, 
pocas  semanas  después  de  su  llegada  del  Perú  y  sin  conocer  el  pais.  Aprovechó  de  mis» 
trabajos  publicados  hasta  entonces,  en  cuanto  cabian  sobre  el  mapa  de  Villavicencio.  Es 
lástima,  que  el  señor  Basurco  no  haya  consultado  otros  materiales  antiguos,  en  partí* 
muy  buenos,  por  ejemplo,  las  cartas  marítimas  del  Almirantazgo  ingles.  Así  su  obra  no 
es  mas  que  una  copia  de  Villavicencio  en  escala  algo  mas  grande,  á  quien  pudo  reem- 
plazar, si  no  hubiese  cometido  un  error  en  la  división  política,  poniendo  una  gran  parte 
de  la  provincia  del  Oriento,  á  que  el  Ecuador  se  cree  con  todo  derecho,  como  «terreno 
disputado  por  el  Perú  y  Ecuador»,  razón,  por  la  cual  el  Gobierno  ecuatoriano  prohibió  la 
introducción  de  este  mapa  en  las  escuelas  del  pais. 

Otra  carta  del  Ecuador,  con  el  mismo  fundamento  de  Villavicencio ,  publicaron  los 
Hermanos  de  las  Escuelas  Cristianas,  poco  tiempo  después.  No  la  tengo  á  la  mano  y  por 
esto  no  puedo  indicar  la  escala,  ni  la  casa  editora  de  Paris.  Poco  mas  ó  menos  tiene  el 
tamaño  de  la  carta  de  Basurco.  Parece  que  este  mapa  está  destinado  á  la  enseñanza  de 
sus  alumnos  en  las  clases  inferiores,  pues,  sin  entrar  en  detalles,  dá  en  dibujo  tosco  solo 
los  rasgos  principales  de  la  configuración  geográfica  de  la  República  y  la  división  polí- 
tica. Está  viciado  de  los  errores  de  Villavicencio,  y  no  tiene  mérito  científico,  como 
tampoco  la  anterior  de  Basurco. 

Finalmente  debo  hablar  del  mapa  mas  reciente  de  la  República,  que  en  el  año  pa- 
sado de  1891  se  publicó  en  Berlín ,  en  el  instituto  geográfico  de  Otto  Herkt,  y  lleva  el 
título:  «  Mapa  general  del  Ecuador  por  Bernardo  FlemnXing».  Escala  1:1800000.  —  La 
ejecución  técnica  de  esta  carta  es  mejor  que  la  de  todas  las  precedentes,  aunque  el  dibujo 
de  las  montañas  deja  mucho  que  desear.  Su  mérito  principal  consiste  en  haber  abando- 
nado el  camino  trillado  de  copiar  á  Villavicencio,  regresando  el  autor  mas  bien  á  Maldo- 
nado,  en  donde  no  pudo  conseguir  mejores  materiales  modernos.  La  costa  y  las  islas 
de  Galápagos  están  trazadas  conforme  á  las  cartas  marítimas  inglesas,  las  provincias  de 
Esmeraldas,  Manabí  (en  parte),  Guayas,  Los  Rios,  Bolívar,  Oro,  Loja,  Cuenca  y  Cañar, 
son  copiadas  de  mis  cartas  ya  publicadas,  y  el  resto  del  mapa  se  funda  principalmente 
en  Maldonado,  á  lo  menos  no  se  nota  mucho  influjo  de  otros  materiales  modernos,  aunque 
existieron,  por  ejemplo,  para  la  región  amazónica,  que  salió  muy  pobre  y  en  parte 
errónea.  —  El  viejo  plano  de  Guayaquil  debia  ser  reemplazado  por  el  nuevo,  que  existe 
impreso  desde  1887.  —  En  la  lista  de  los  materiales,  que  sirvieron  á  la  compilación  del 
mapa,  el  autor  cita  nombres,  que  no  han  contribuido  nada  á  la  geografía  del  pais.  Se 
cita  también  á  si  mismo,  pero  en  vano  he  buscado  algo  de  nuevo  que  se  pudiera  atribuir 
á  él,  á  no  ser  la  indicación  de  tres  ferrocarriles  proyectados.  En  el  proyecto  de  Pailón 
se  nota  la  circunstancia  singular,  de  que  el  ferrocarril  saliendo  de  San  Lorenzo  no  pasa 
hasta  Ibarra,  sino  que  acaba  en  Paramba,  hacienda  del  señor  Flemming.  Poco  importa, 
porque  el  proyecto  no  se  realizará  tan  pronto.  Parece  que  sus  autores  nunca  han  pen- 
sado en  la  dificultad  de  habilitar  el  puerto  de  Pailón.  Este  puerto  es  inaccesible  para 
buques  mayores,  y  la  abertura  de  un  canal  seguro  por  los  bajos  extensos  de  la  Bahía  de 
Sardinas  de  Ancón,  y  otros  trabajos  preparativos  costarían  talvez  mas  que  todo  el  ferro- 
carril desde  San  Lorenzo  á  Ibarra.  Los  límites  de  la  República  trazó  el  señor  Flem- 
ming arbitrariamente,  no  siendo  ahora  el  rio  Amazonas  el  lindero  entre  Ecuador  y  Perú, 
ni  la  linea  suya  la  que  divide  el  Ecuador  y  Colombia.  El  lindero  con  el  Brasil  no  está 
conforme  al  tratado  de  San  Ildefonso  en  1777,  como  dice  la  lectura,  sino  al  que  el  Perú 


570  ANOTACIONES   Y   SUPLEMENTOS. 

celebró  con  el  Brasil  en  1851,  considerándose  dueño  del  terreno  ecuatoriano.  —  Es  lástima 
que  el  señor  Flemming  no  excojiera  con  mejor  crítica  el  material  que  le  sirvió.  Así 
figuran,  por  ejemplo,  en  su  mapa  unos  sitios  insignificantes  (á  veces  casas  aisladas),  que 
yo  bien  pude  colocar  en  mi  carta  grande  de  la  provincia  del  Guayas,  pero  que  no  caben 
en  la  suya  de  escala  pequeña,  mientras  que  faltan  del  otro  lado  poblaciones  considerables, 
por  ejemplo,  Manglar  alto  en  la  costa  y  muchísimas  en  la  sierra.  Valdivia,  un  sitio  de 
cuatro  casuchas  miserables,  figura  con  la  señal  de  cabecera  de  cantón.  Otro  tanto  vale 
respecto  á  los  rios  y  demás  particularidades.  Me  abstengo  de  una  crítica  completa  del 
mapa,  porque  no  conozco  el  objeto  especial,  que  con  su  composición  y  publicación  se 
propuso  el  autor.  En  la  escala  pequeña  en  que  se  halla,  no  puede  servir  bien  ni  á  la 
instrucción  pública,  ni  al  viajero  científico,  ni  al  Gobierno,  ni  á  otros  fines  particulares. 

2.  (Pág.  i.) 

Mapas  de  Colombia  y  del  Perú,  —  Las  Repúblicas  de  Colombia  y  del  Perú 
deben  sus  mejores  mapas  generales  á  dos  italianos  célebres,  á  Codazzi  y  á  Raimondi. 

« Carta  geográfica  de  los  Estados  Unidos  de  Colombia,  antigua  Nueva  Granada,  con- 
struida de  orden  del  Gobierno  general,  con  arreglo  de  los  trabajos  corográficos  del  Ge- 
neral A.  Codazzi,  y  á  otros  documentos  oficiales,  por  Manuel  Ponce  de  León,  ingeniero, 
miembro  de  la  Soc.  geogr.  de  París,  y  Manuel  Maria  Paz.  Bogotá  18G4.»  Grabada  en 
Paris,  en  la  escala  de  1 :  1350000.  —  Todo  el  mérito  de  esta  carta  recae  sobre  Codazzi, 
quien  al  morir  dejó  los  materiales  listos  para  la  publicación.  Según  el  testimonio  de 
viajeros  competentes  es  bien  exacta  y  muy  buena  en  todas  las  regiones,  en  donde  Co- 
dazzi mismo  ha  trabajado;  en  otras,  en  que  debia  sevirse  de  materiales  ajenos  y  antiguos 
se  resiente  naturalmente  de  los  errores  é  imperfecciones  de  estos,  así,  por  ejemplo,  en  la 
región  limítrofe  del  Ecuador,  que  copió  de  Villavicencio.  —  Al  ecuatoriano  debe  sor- 
prender el  lindero  que  en  este  mapa  se  señala  para  las  dos  Repúblicas,  y  que  de  ningún 
modo  está  conforme  al  Atlas  de  Restrepo,  ni  á  la  ley  do  1824,  sobre  todo  en  la  parte 
oriental.  Sube  este  lindero  cerca  de  Tulcan  á  la  Cordillera  oriental  y  vira  sobre  la  cresta 
de  ella  al  Sur  hasta  el  Cayambe;  en  seguida  baja  por  el  rio  Coca  y  el  rio  Ñapo  hasta 
la  desembocadura  de  este  en  el  Amazonas.  ¡Frescos  quedamos!  Colombia  baja  al  Sur 
hasta  el  Ñapo,  Perú  sube  al  Norte,  reclamando  los  terrenos  del  Ñapo  y  Putumayo  hasta 
el  Yapurá,  disputándose  las  dos  Repúblicas  un  inmenso  terreno  ecuatoriano! 

«Mapa  del  Perú,  por  A.  Raimondi.*  —  El  gran  naturalista,  que  el  Perú  con  justo 
orgullo  puede  considerar  como  uno  de  los  suyos,  ha  trabajado  40  años,  desde  1850  hasta  su 
muerte  en  1890,  al  lado  de  sus  estudios  sobre  botánica,  zoología  y  mineralogía,  también  en 
el  perfeccionamiento  del  mapa  de  esta  República.  Recojió  tantos  materiales  geográficos,  que 
ya  pudo  pensar  en  la  construcción  de  una  carta  general  del  Perú  en  gran  escala  y  sobre 
bases  sólidas.  Bajo  la  protección  y  á  costo  del  Gobierno  han  salido  en  los  últimos 
3  años  (hasta  Mayo  de  este  año  de  1892)  13  secciones,  de  las  34  que  deben  formar  la 
carta  completa.  ¡Ojalá,  que  con  la  muerte  prematura  del  señor  A.  Raimondi  no  se  para- 
lice esta  gran  obra,  la  cual  honra  á  su  autor  y  al  Gobierno  peruano,  y  que  los  mate- 
riales inéditos  caigan  en  manos  competentes,  para  que  la  conclusión  corresponda  al  prin- 
cipio! —  La  escala  de  este  mapa  es  de  1:500000,  y  la  ejecución  técnica  correcta  v 
esmerada.  «Grabado  y  Imp.  por  Erhard  Fre8,  Calle  Denfert-Rochereau  35b,s,  Paris.»  Las 
secciones  publicadas  comprenden  la  parte  mas  setentrional  del  Perú,  de  suerte  que  pude 
aprovecharme  do  ellas  para  el  trazo  de  las  regiones  limítrofes  al  Ecuador,  con  el  expreso 
permiso  del  autor. 

Naturalmente  indica  el  mapa  de  Raimondi  los  linderos  con  el  Ecuador  según  las 
pretensiones  del  Perú.  He  oido  á  algunas  personas  emitir  la  opinión,  de  que  el  señor 
Raimondi  hubiese  escrito  sobre  los  límites  solo  en  servicio  del  Perú,  sin  verdadera  con- 
vicción. Contra  esta  sospecha  protesto  en  nombre  de  mi  malogrado  amigo,  á  quien 
conocí  bastante,  para  poder  afirmar  que  era  incapaz  de  un  procedimiento  equívoco.  En 
primer  lugar  es  claro,  que  como  geógrafo  del  Perú  debia  indicar  en  el  mapa  los  límites 
que  el  Gobierno  peruano  considera  como  legítimos,  aun  en  el  caso  de  que  personalmente 
hubiese  seguido  otra  opinión,  porque  pudo  prescindir  de  la  cuestión  del  derecho,  como 
yo  lo  hago  con  los  linderos  del  Ecuador.  Los  pongo  como  el  Gobierno  ecuatoriano  los 
desea;  —  ucideant  cónsules!»    Pero  hay  mas;  el  señor  Raimondi  vivió  y  murió  con  la 


MATERIALES   GEOGRÁFICOS.  571 

convicción,  de  que  la  Cédula  real  de  1802  fué  obedecida,  y  en  esta  convicción  debia 
poner  los  límites  del  Perú  así  como  los  puso.  Con  Colombia  la  cuestión  es  muy  distinta ; 
á  ella  no  asiste  ni  la  sombra  de  derecho  para  la  pretensión  de  extenderse  hasta  el 
Cayambe  y  el  rio  Ñapo.    Esta  pretensión  es  simplemente  absurda. 

3.  (Pág.  2.) 

Materiales  usados.  —  Aunque  no  es  posible,  enumerar  aquí  todos  los  materiales 
ajenos,  de  que  me  he  servido  en  mis  estudios  y  en  la  composición  del  mapa,  ni  mucho 
menos  indicar  todos  los  casos  especiales,  en  que  inñuian,  es  sinembargo  necesario  y  un 
deber  de  gratitud  y  justicia,  dar  una  revista  de  los  principales.  Por  supuesto  cuentan 
entre  ellos  en  primer  lugar  las  cartas  geográficas  de  la  República,  que  he  citado  en  la 
primera  anotación,  y  entre  las  cuales  la  carta  de  Maldonado  sobrepuja  las  demás  en 
importancia  científica. 

De  cartas  parciales,  que  tratan  solamente  una  parte  de  la  República,  debo  men- 
cionar la  de  la  Triangulación  ejecutada  por  los  Académicos  franceses,  que  forma  el  funda- 
mento de  la  carta  geográfica  de  la  región  interandina  desde  Mira  hasta  Tarqui.  Este 
documento  importantísimo  se  halla  en  la  obra  de  Mr.  de  La  Condamine:  «Mesure  des 
trois  premiers  degrés  du  méridien».  —  Mientras  que  Condamine  dá  solamente  el  esqueleto 
de  los  triángulos,  Mr.  Bouguer,  en  su  obra  «La  figure  de  la  terre»,  lo  acompaña  con  los 
detalles  topográficos.  También  D.  Jorge  Juan  lo  insertó  en  sus  « Observaciones  atronó- 
micas  y  físicas  hechas  de  orden  de  su  Majestad  en  los  reinos  del  Perú».  Finalmente  se 
halla  una  copia  mal  dibujada  en  el  programa  de  la  Escuela  Politécnica  de  Quito  en  1875, 
en  la  «Relación  sobre  la  expedición  de  los  Académicos  franceses»  por  J.  B.  Menten. 

Una  carta  de  Don  Atanasio  Guzman,  cuya  copia  reducida  Mr.  R.  Spruce  publicó 
en  Londres  en  1862,  apenas  podemos  enumerar  entre  los  materiales  geográficos,  porque 
es  del  todo  inservible.  Representa,  ó  pretende  representar  las  montañas  de  Llanganate, 
el  rio  Patato  desde  Latacunga,  una  parte  del  Pastaza,  y  la  parte  superior  del  rio  Curaray 
Si  nos  fijamos  en  las  partes  bien  conocidas  y  en  lo  poco  que  sabemos  de  cierto  sobre 
las  montañas  de  Llanganate,  resulta  que  el  dibujo  de  Guzman  es  completamente  falso,  y 
que  este  señor  no  tenia  la  menor  idea  de  cartografía.  Si  en  efecto  existiesen  algunos 
de  tantos  rios,  lagunas,  cerros  etc.  que  pinta  detalladamente,  no  sabríamos  donde  colo- 
carlos, pues  de  seguro  no  pueden  ocupar  las  posiciones,  en  que  se  hallan  sobre  el  mapa. 

En  Quito  he  visto  el  manuscrito  de  la  «Historia  del  Reino  de  Quito»  por  el  Padre 
Velasco,  acompañada  de  la  «Carta  general  de  las  provincias  del  Quito  propio,  de  las  orien- 
tales adjuntas,  y  de  las  Misiones  del  Marañon,  Ñapo,  Pastaza,  Guallaga  y  Ucayale, 
delineada  según  las  mexores  cartas  modernas  y  observaciones  de  los  Académicos  y  Misio- 
neros, por  el  Presb°.  D.  Juan  de  Velasco ,  para  seirir  á  su  Historia  del  Reino  de  Quito. 
Año  de  1789.»  La  escala  es  do  1 :  4600000,  aproximativamente,  en  cuanto  se  puede  de- 
ducir del  dibujo  algo  desigual  de  los  grados.  En  el  prefacio  á  la  tercera  parte  de  su 
Historia,  dice  el  Padre  Velasco,  que  ha  formada  su  carta  « según  las  cuatro  mejores,  que 
son  las  de  los  SS.  Maldonado  y  Condamine,  y  de  los  PP.  Fritz  y  Magnin,  solo  añadiendo 
tal  cual  cosa  de  propia  observación».  —  Este  documento  interesante  debe  existir  todavía 
en  la  Biblioteca  Nacional  de  Quito  con  el  manuscrito  de  la  obra,  y  merece  ser  conser- 
vado como  documento  histórico  para  la  cartografía  del  pais,  así  como  su  Historia,  por 
mas  errores  que  contenga,  siempre  conservará  el  mérito  c  interés  de  haber  sido  la  pri- 
mera de  su  género,  que  ha  servido  de  fundamento  á  las  obras  posteriores  de  Villavi- 
cencio,  Cevallos  etc. 

Existe  una  « Carta  esférica,  que  comprende  la  costa  occidental  de  América,  desde 
7  grados  de  Latitud  sur  hasta  0  grados  de  Latitud  norte,  levantada  de  orden  del  Rey 
N.  S.,  en  1791  por  varios  oficiales  de  su  real  armada.  Presentada  á  S.  M.  por  mano  del 
Eaf»°.  D.  Antonio  Coronel,  Secretario  del  Estado  etc.  Año  de  1800.»  Escala  1 :  2200000 
(según  puedo  deducir  de  una  copia  que  tengo  presente).  —  Este  mapa,  poco  conocido,  es 
muy  interesante,  por  presentar  por  primera  vez  la  verdadera  configuración  de  la  costa 
ecuatoriana,  de  la  isla  de  Puna,  del  Golfo  de  Guayaquil,  y  de  los  esteros  que  desembocan 
en  él.  En  efecto,  ya  difiere  muy  poco  de  las  cartas  marítimas  inglesas  posteriores,  re- 
specto á  las  posiciones  relativas,  aunque  en  cuanto  á  las  absolutas  (Long.  de  Greenw.) 
la  diferencia  es  todavía  considerable  y  llega  de  7  á  10  minutos. 

El  «Atlas  geográfico  y  físico  del  Nuevo  Continente»  de  Humbóldt  contiene  algunos 


572  ANOTACIONES   Y   SUPLEMENTOS. 

mapas  parciales  muy  interesantes.  Así  la  hoja  10  representa  la  «  Carta  de  la  provincia 
de  Quijos  f  arreglada  sobre  las  memorias  é  itinerarios  de  los  Gobernadores  de  Quijos  y 
de  Avila,  y  en  su  parte  mas  occidental  según  las  observaciones  astronómicas  y  geodésicas 
de  Alej.  de  Humboldt».  —  La  hoja  11  nos  dá  el  «Bosquejo  de  una  carta  de  la  provincia 
de  Avila,  trazado  según  los  itinerarios  del  Gobernador  Don  Miguel  Hernández  Bello, 
y  según  una  carta  manuscrita  de  Don  Apolinario  Diaz  de  la  Fuente,  geógrafo  de  la 
Comisión  real  de  límites  al  Marañon,  por  A.  de  Humboldt».  Ambas  cartas  se  hallan  en 
la  escala  grande  de  1 :  500000,  y  Humboldt  las  dibujó  en  Quito  en  1802.  —  Á  la  primera 
vista  se  conoce,  que  tienen  diferente  mérito,  lo  que  se  expresa  también  por  el  título; 
pues  la  segunda  (prov.  de  Avila)  es  solo  un  «bosquejo»,  que  contiene  pocos  detalles, 
mientras  que  la  primera  (prov.  de  Quijos)  se  funda  en  trabajos  mas  serios,  no  solamente 
en  las  partes  cercanas  al  Antisana,  donde  Humboldt  mismo  trabajó,  sino  también  mas 
abajo  y  en  el  centro  do  la  provincia.  Llama  la  atención  el  trazo  de  un  camino,  que 
actualmente  ya  no  existe,  pero  que  era  mas  corto  que  el  camino  por  Papa  11  acta.  Este 
camino  dejó  el  Antisana  á  la  izquierda.  Del  Hato  y  de  la  Micacocha  se  dirigió  á  aquella 
parte  de  la  Cordillera  oriental,  que  se  llama  Cimarronas  de  San  Joaquin,  y  después  de 
atravesarla,  cojió  luego  las  cabeceras  del  rio  Cosanga,  siguiéndolo  por  el  lado  izquierdo 
hasta  un  punto  que  se  llama  «Ángel  de  la  Guardia».  Aquí  cruza  el  rio  y  lo  acompaña 
á  la  derecha  hasta  los  «Planos  do  San  Javier»,  donde  al  pié  del  cerro  de  Guacamayo 
se  reúne  con  el  otro  camino,  que  vine  de  Papallacta  por  Maspa  y  Baeza.  El  camino  in- 
dicado es  mucho  mas  corto  que  el  actual  y  evita  el  pnso  de  muchísimos  rios.  También 
bajo  otros  puntos  de  vista  este  mapa  es  importante  y  merecería  ser  reproducido,  porque 
el  Atlas  de  Humboldt,  en  que  se  encuentra,  solo  se  halla  en  las  bibliotecas  mas  grandes 
de  Europa  y  no  es  accesible  á  todos.  —  En  el  mismo  Atlas  encontramos  dos  otros  planos 
de  Humboldt,  concernientes  al  Ecuador :  uno  (hoja  26)  del  Antisana  y  sus  alrededores,  y 
el  otro  (hoja  27)  del  Pichincha  y  sus  cercanías.  Ambos  se  fundan  en  las  mediciones 
geodésicas  del  gran  explorador  del  Nuevo  Continente. 

En  el  quinto  decenio  de  nuestro  siglo  el  ingeniero  francés  Sebastian  Wisse  hizo,  al 
lado  de  sus  trabajos  prácticos,  unos  estudios  importantísimos  sobre  la  geografía  del  pais, 
y  comenzó  á  componer  una  carta  con  el  fundamento  del  de  Maldonado,  en  la  escala  de 
1:700000.  Es  gran  lástima,  que  el  señor  Wisse  no  pudo  concluir  su  trabajo  antes  de 
su  muerte.  Sus  manuscritos  quedan  perdidos  para  el  Ecuador,  porque  todos  fueron  remi- 
tidos á  Francia.  El  señor  doctor  Mentón  tuvo  la  fortuna  de  conseguir,  mediante  el  señor 
A.  Gehin  en  Quito,  una  copia  de  la  carta  manuscrita  de  Wisse,  y  me  ha  proporcionado 
la  copia  de  una  parta  de  esta  copia.  Las  regiones  que  el  señor  Wisse  fundó  en  sus  pro- 
pios estudios  é  itinerarios,  son  bien  trazadas,  como  pude  convencerme  en  varias  ocasiones. 
—  AI  señor  doctor  A.  Destruge  d<ibo  un  Plano  grande  (130x50  Ctm.)  probablemente 
autógrafo  «levantado  en  1846  por  Sebastian  Wisse»  en  la  escala  de  1:210000,  que  com- 
prende sus  viajes  de  Latacunga  á  Sigchos,  de  Latacunga  por  Pílalo  á  Quevedo,  por  el 
rio  de  este  nombre  á  Palenque,  de  ahí  á  Balzar,  de  Balzar  por  el  rio  Puca  á  Olmedo 
Portoviejo,  Chara  potó,  Bahía  de  Caráques  y  á  Chonos.  En  todas  partes  se  trasluce  el 
observador  perspicaz  y  escrupuloso,  y  se  conoce  el  talento  topográfico  aun  en  las  partes, 
que  trazó  solo  á  la  vista,  sin  instrumentos.  Lo  mismo  he  observado  en  su  plano  del  rio 
Esmeraldas,  que  coincide  casi  en  todos  los  detalles  con  el  mió  levantado  en  1877. 

En  1847  publicó  el  Almirantazgo  ingles  las  cartas  marítimas  relativas  á  las  costas 
ecuatorianas,  levantadas  en  183(i  por  los  capitanes  Fitzroy  y  Kellet.  En  varias  ediciones 
posteriores  se  agregaron  las  correcciones,  que  de  vez  en  cuando  se  hacen  necesarias, 
por  ejemplo,  de  la  declinación  magnética  etc.  --  Elogiar  estas  magníficas  cartas,  seria 
bien  superfino,  su  mérito  está  reconocido  en  todo  el  mundo;  solo  diré  que  para  los  países 
sudamericanos  son  de  doble  valor,  porque  forman  también  para  las  cartas  terrestres  el 
mejor  ó  casi  el  único  fundamento  sólido,  siendo  tan  escasas  y  tan  dudosas  las  posiciones 
astronómicas,  que  poseemos  de  los  lugares  del  interior  de  este  continente.  Por  demás 
es  decir,  que  aproveché  abundantemente  de  estos  planos  preciosos,  haciendo  solo  las 
correcciones  necesarias  en  los  lugares,  en  que  desde  el  tiempo  de  su  levantamiento  se 
habian  verificado  algunos  cambios  notables,  como  en  el  delta  y  en  la  desembocadura  del 
rio  Guayas  y  en  el  Golfo  de  Guayaquil. 

Tengo  presente  una  «Carta  topográfica  de  la  provincia  de  Imbabura»,  sin  indicación 
del  autor,  ni  del  año,  ni  del  lugar  en  que  se  hizo  la  litografía.  Dice  una  nota,  que  la 
escala  es  de  1:427340.  Su  publicación  cae  de  todos  modos  después  de  1852,  pues  se 
halla  indicada  la  batalla  de  Cajas  que  aconteció  en  este  año.    A  primera  vista  se  conoce, 


MATERIALES    GEOGRÁFICOS.  573 

que  este  mapa  no  se  funda  en  -estudios  topográficos  originales,  pues  contiene  errores  muy 
gordos  aun  en  las  regiones  mejor  conocidas ;  pero  del  otro  lado  tampoco  no  es  una  simple 
copia  de  otra  carta  conocida.  Me  parece  que  el  autor  tuvo  presente  la  carta  de  Maído- 
nado,  que  queria  corregir  á  la  simple  memoria,  con  lo  cual  acertó  en  unos  pocos  puntos, 
dañándola  en  los  mas.     Se  debe  negarle  un  mérito  científico. 

Mr,  B.  Spruce  acompañó  su  Memoria  sobre  la  región  de  la  Cascarilla  roja  (London 
18G1)  con  un  pequeño  mapa  de  los  lugares  explorados,  en  el  cual  corrige  muchos  errores 
del  de  Villavicencio,  que  tomó  por  base,  por  falta  de  otro. 

Mr.  J.  Wilson  levantó,  en  escala  muy  grande,  el  plano  de  los  terrenos,  que  la 
«Compañía  inglesa  limitada  del  Ecuador»  posee  en  Pailón,  entre  el  rio  Santiago  y  el  rio 
Mataje.  Este  plano,  cuya  exactitud  pude  examinar  en  varios  puntos,  me  sirvió  para  el 
trazo  de  aquella  región  y  del  laberinto  de  esteros  en  la  bahía  del  Ancón  de  Sardinas,  al 
Norte  de  La  Tola. 

El  señor  doctor  Pedro  Fermín  Cevallos,  que  escribió  el  mejor  o  Resumen  de  la 
Historia  del  Ecuador»,  que  poseemos  hasta  ahora,  se  ocupó  también  por  muchos  años  y 
con  mucho  interés  de  la  geografía  del  pais,  recojiendo  materiales  para  un  mapa.  Con 
tal  objeto  dibujó  sobre  hojas  aisladas  las  provincias  de  la  República,  con  el  fundamento 
del  mapa  de  Maldonado,  corrigiendo  y  completándolo  con  sus  propias  observaciones  y 
con  las  de  los  geógrafos  modernos.  El  señor  doctor  Cevallos  tuvo  la  amabilidad  de 
poner  todo  este  material  valioso  á  mi  disposición.  Agradeciéndole  su  fineza  y  desinterés, 
debo  declarar  que  me  prestó  un  gran  servicio,  en  cuanto  sus  planos  me  sacaban  en 
muchas  ocasiones  de  la  duda  y  me  servian  para  completar  en  muchos  puntos  las  pro- 
vincias del  interior. 

Desde  18G8  el  ingeniero  suizo  A.  Wertheman  se  había  ocupado  por  algunos  años  de 
estudios  geográficos  muy  serios  en  las  regiones  del  Amazonas  superior,  entre  los  rios 
Marañon ,  Ucayali  y  Huallaga,  y  en  1873  presentó  al  Supremo  Gobierno  del  Perú  los 
planos  y  la  Memoria  respectiva  á  estos  trabajos.  Mas  tarde  el  señor  Wertheman  publicó 
en  la  Sociedad  geográfica  de  Berlín  un  resumen  de  los  resultados  de  sus  importantes 
estudios,  acompañado  de  un  mapa  en  la  escala  de  1  :  GOOOOO  (Zeitschr.  d.  Ges.  f.  Erdk., 
Bd.  XV).  Esta  carta,  basada  en  una  multitud  de  observaciones  astronómicas  exactas,  y 
ejecutada  con  gran  esmero,  es  lo  mejor  que  poseemos  sobre  la  región  del  Amazonas 
superior,  y  me  guió  en  el  trazo  de  la  porción  respectiva  de  mi  cartita  de  «La  Región 
oriental  del  Ecuador».  También  Raimondi  elogia  mucho  los  trabajos  de  Wertheman, 
como  lo  merecen.     (A.  Raimondi,  Peni,  III,  pág.  47b*.) 

Algunos  pianitos,  que  publicó  el  señor  B,  Flemming  sobre  una  parte  de  la  provincia 
de  Imbabura  y  de  la  cosía  de  Esmeraldas,  son  copiados  de  las  cartas  marítimas  inglesas 
y  de  Villavicencio  (aunque  dice  que  son  hechos  «según  sus  propios  croquis»)  y  carecen 
de  interés  científico. 

En  el  año  de  1871  ó  1872  los  ingenieros  Bogers  y  Millet  trazon  un  plano  para  el 
camino  de  Manabí,  desde  las  faldas  del  Aíacazo  hasta  Bahía  de  Caráques.  Pude  consul- 
tar una  copia  del  plano. 

En  los  últimos  años  el  ingeniero  Guálberto  Pérez  hizo  estudios  y  mediciones  mas 
prolijas  por  el  mismo  camino  y  especialmente  por  la  trocha  que  se  abrió  para  el  ferro- 
carril proyectado  eníre  Santo  Domingo  de  los  Colorados  y  el  pueblo  de  Chone.  El  plano 
del  señor  Pérez  se  halla  litografiado  y  fué  debidamente  aprovechado  en  mi  mapa. 

Es  natural,  que  para  las  regiones,  que  atraviesa  el  ferrocarril  del  Sur,  desde 
Guayaquil  hasta  Sibambe,  consulté  los  estudios  de  los  ingenieros,  que  siempre  con  gene- 
rosidad pusieron  sus  planos  á  mi  disposición. 

El  señor  Capitán  Boss  en  Esmeraldas,  muy  conocedor  de  las  montañas  de  Manabí, 
me  mandó  croquis  muy  interesantes,  que  levantó,  brújula  en  mano,  en  sus  frecuentes  ex- 
cursiones por  los  rios  de  Jama,  Cuaque  y  oíros  en  la  región  del  caucho. 

Muy  agradecido  quedo  íambien  al  señor  Ernesto  Witt  en  Loja,  quien  me  remitió  en 
varias  ocasiones  sus  itinerarios  y  croquis,  levantados  con  la  brújula  en  las  regiones 
menos  conocidas  de  aquella  provincia,  por  ejemplo,  en  el  curso  superior  de  los  rios  Chin- 
chipe  y  Zamora,  por  la  Cordillera  oriental  y  en  otras  paríes. 

El  señor  Crevaux  levantó  en  1879  el  plano  del  curso  de  los  rios  Putumayo  y  Yapurá 
desde  sus  deseml)ocaduras  en  el  Amazonas  hasta  el  pié  de  la  Cordillera  cerca  de  Mocoa. 
El  plano  fué  publicado  en  1881  por  la  Sociedad  geográfica  de  Paris,  pero  no  llegó  á  mi 
noticia  hasta  unas  pocas  semanas  hace,  cuando  ya  estaba  grabada  mi  carta  de  la  Región 
oriental  del  Ecuador,  de  manera  que  ya  no  pude  aprovechar  de  este  trabajo.     Al  estudiar 


574  ANOTACIONES  T  BüPLBlOnrTOS. 

el  plano  de  Crevanx,  resulta  que  difiere  bastante  en  la  parte  inferior  de  la  carta  de 
Raimondi  y  en  la  superior  de  la  carta  de  Codazzi.  El  primero  dispuso  en  el  trazo  de 
aquella  región  entre  Tabatinga  y  la  desembocadura  del  Apoporis  en  el  Yapurá,  de  los 
trabajos  minuciosos  de  las  comisiones  hidrográficas  brasileras  y  peruanas,  que  fajaron  los 
linderos  entre  los  dos  países,  y  el  segundo  (Codazzi)  viajó  por  largo  tiempo  en  la  región 
de  Mocoa  por  agua  y  par  tierra,  mientras  que  el  señor  Crevauz  levantó  su  plano  de  los 
dos  ríos  solo  con  la  brújula  y  sentado  en  la  canoa.  Este  último  modo  de  vúgar  y  tra- 
bajar, á  veces  el  único  posible,  es  magnífico  y  da  buenos  resultados,  en  donde  se  trata 
de  pequeñas  distancias  entre  puntos,  cuya  posición  es  conocida,  pero  cuando  se  trata  de 
distancias  sumamente  largas,  como  en  los  ríos  mencionados,  el  levantamiento  con  la 
brújula  sola  es  mal  seguro,  las  pequeñas  desviaciones  se  suman  y  pueden  llegar  á  ser 
enormes,  y  lo  mismo  vale  del  cálculo  de  las  distancias.  El  punto  final  del  viaje  del 
señor  Crevaux,  al  pié  do  la  Cordillera,  se  halla  casi  un  grado  (20  leguas)  demasiado  al 
Oeste,  y  Mocoa  caería  en  la  oercanía  de  Pasto.  No  dudo,  que  los  detalles  del  plano,  es 
decir,  el  dibujo  de  las  muchas  vueltas  y  revueltas  generalmente  será  exacto,  pero  sus 
posiciones  absolutas  y  las  distancias  serán  dudosas,  hasta  que  observaciones  atronómicas 
en  diferentes  partes  de  los  ríos  permitan  su  reducción  verdadera.  Hechas  una  vex  tales 
observaciones,  el  plano  de  Crevaux  será  importantísimo. 

Finalmente  debo  mencionar  varios  materiales  geográfico»  inéditos  de  los  señores  doc- 
tores Beiss  y  Sttibel,  quienes  á  mi  regreso  á  Europa  con  la  mayor  generosidad  pusieron 
á  mi  disposición  cuanto  podia  contribuir  al  perfeccionamiento  de  mi  carta.  Muchas  veces 
tendré  ocasión  de  referirme  á  estos  celebres  viajeros  y  mejores  conocedores  de  la  región 
andina  y  volcánica  del  Ecuador,  y  me  limito  por  ahora  á  darles  un  testimonio  público 
de  mi  agradecimiento. 

Con  esto  he  enumerado  todo  el  material  cartográfico  sobre  el  Ecuador,  que  llegó 
á  mi  noticia  y  de  que  pude  aprovecharme.    De  la  carta  geológica  hablaré  en  otro  lugar. 

Los  libros,  que  tratan  de  la  geografía  y  geología  del  Ecuador,  serán  citados  en  el 
discurso  de  esta  obra. 

4.  (Pág.  6.) 

Posiciones  astronómicas.  —  Supongamos  por  un  momento  las  posiciones  de 
Humboldt  para  Guayaquil  en  Long.  82°  18;  10"  O.  de  Par., 
y  para  Alausí  en  Long.  .  81°  2C  38"  «     «      « 

tendremos  la  diferencia  de    0°  57'  32" 

Ahora  bien,  según  los  planos  exactos  y  las  mediciones  directas  del  ferrocarril,  la 
diferencia  de  Longitud  entre  Guayaquil  y  Puente  de  Chimbo  es  á  lo  menos  de  0o  46'  53*, 
y  según  mis  triangulaciones  hechas  en  1880  entre  Alausí  y  Puente  de  Chimbo,  ó  igual- 
mente según  los  planos  do  los  ingenieros  del  ferrocarril,  levantados  en  los  últimos  años 
entre  Puente  de  Chimbo  y  Sibambe,  la  diferencia  de  Longitud  entre  Alausí  y  Puente  de 
Chimbo  por  lo  menos  es  de  0o  24'  37";  do  consiguiente  la  distancia  de  Guayaquil  á  Alausí 
es  Io  11'  30".  —  Probablemente  la  distancia  es  algo  mayor,  porque  he  tomado  para  am- 
bos trechos  el  mínimo  de  los  cálculos.  Aun  así  resulta,  que  la  diferencia  6  distancia 
dada  por  Humboldt  es  casi  de  14  minutos  (0o  13'  58")  demasiado  pequeña.  Pero  Hum- 
boldt está  equivocado  también  respecto  á  la  Longitud  de  Guayaquil,  poniéndola  de  casi 
7  minutos  demasiado  al  Oeste.  Si  adoptamos,  como  debemos  adoptar  la  Longitud  de 
Guayaquil  según  las  cartas  marítimas  en  82°  11'  33"  (Humboldt  la  pone  en  82°  18*  10*), 
el  espacio  entre  esta  ciudad  y  Alausí  (según  H.)  se  reduciría  á  51  minutos,  y  la  dife- 
rencia calculada  arriba  en  14  minutos,  se  aumenta  a  20%.  Es  decir,  que  Alausí  cae  en 
efecto  de  unos  20 Vi  minutos  mas  al  Este  de  lo  que  indica  Humboldt. 

Este  resultado  sorprendente  me  confirmó  en  la  desconfianza  que  tenia  desde  mucho 
antes  en  las  posiciones  astronómicas  de  Humboldt;  pues  en  varias  otras  ocasiones  me 
sucedió,  que  mis  medidas  y  cálculos  no  cabían  en  el  espacio  entro  la  costa  y  la  Cor- 
dillera, que  debia  suponer  según  esa  autoridad;  solo  que  no  siempre  era  tan  fácil  de 
demostrar  el  error  y  su  grado.  —  Si  examinamos  las  observaciones  que  Humboldt  hizo 
en  la  costa  sudamericana,  resulta  que  ellas  difieren  bastante  de  las  que  encontramos  en 
las  modernas  cartas  marítimas  del  Almirantazgo  ingles,  y  el  error  cae,  con  pocas  ex- 
cepciones, casi  siempre  al  mismo  lado,  es  decir,  sus  posiciones  se  hallan  al  Oeste  de  las 
inglesas,  así  por  ejemplo: 


POSICIONES  ASTRONÓMICAS.  575 

Punta  Aguja  de  4'  10" 

Punta  Pariña  de  4'  39" 

Cabo  Blanco  de .  3'  16" 

Guayaquil  de  .  .  6'  37" 

Callao  de  ....  5'  21"  (según  Fleuriais). 
Por  esto  es  de  suponer,  que  los  errores  de  Humboldt  en  el  interior  del  pais  caerán 
en  el  mismo  sentido,  al  lado  oeste.  En  efecto,  Wertheman  encontró,  que  Humboldt  puso 
la  boca  del  rio  Chinchipo  en  el  Amazonas  de  4'  25"  demasiado  al  occidente.  El  mismo 
ingeniero  determinó  la  Longitud  do  Cajamarca  con  el  mayor  esmero  por  mas  de  cien 
observaciones  circunmeridianas  y  otras  tantas  distancias  lunares,  y  encontró  esta  ciudad 
de  6'  35"  mas  al  Este  que  Humboldt.  Raimondi  adoptó  en  su  mapa  del  Perú,  como  era 
natural,  en  la  costa  las  cartas  marítimas  modernas,  y  en  la  región  amazónica  las  posi- 
ciones de  Wertheman ,  por  lo  cual  cae  también  todo  el  Perú  sententrional  unos  4%  mi- 
nutos mas  al  Este  que  antes ;  pero  cometió  la  inconsecuencia  de  conservar  para  la  región 
intermedia  entre  la  costa  y  el  Amazonas,  las  posiciones  de  Humboldt,  en  Ayavaca  y 
Huancabamba  (por  falta  de  otras),  mientras  que  hace  una  corrección  de  4  minutos  para 
Loja,  refiriéndolo  á  la  Longitud  de  Tomependa  indicada  por  Wertheman.  Otro  tanto,  me 
parece,  debía  hacer  con  Ayavaca  y  con  Huancabamba,  especialmente  cuando  la  última 
villa  se  halla  tan  cerca  á  Tomependa.  En  las  partes  del  Ecuador,  en  que  nos  faltan 
todavía  los  datos  necesarios  para  hacer  la  corrección  exacta,  como  en  la  provincia  de 
Loja  y  una  gran  parte  de  la  del  Azuay,  podemos  entre  tanto  suponer  un  error  á  lo 
menos  tan  grande  como  en  la  costa  de  Guayaquil,  y  trasladar  esa  región  interandina 
de  6  á  7  minutos  al  oriente.  Si  no  lo  hiciéramos,  nos  sucedería  lo  que  entre  Guayaquil 
y  Alausí,  es  decir  nos  faltaría  tierra  entre  el  Golfo  de  Guayaquil  y  Cuenca,  para  trazar 
la  topografía  de  esa  región.  Con  las  exactas  observaciones  astronómicas  ó  triangulaciones 
este  espacio  se  ensanchará  probablemente  algo  mas,  pues  en  la  parte  setentrional  de  la 
República  los  errores  de  Humboldt  llegan  á  mucho  mas  de  7  minutos. 

Parece  que  Codazzi  se  encontró  con  el  mapa  do  Colombia  en  los  mismos  apuros  que 
Raimondi  y  yo,  pues  en  la  provincia  de  Pasto  se  nota  que  con  la  costa  trasladó  también 
una  gran  parte  del  interior  al  Este. 

Los  señores  DDrea  Reiss  y  Stübel  tuvieron  la  bondad  de  comunicarme  algunos  re- 
sultados de  sus  observaciones  astronómicas,  calculadas  por  el  astrónomo  Dr.  Peter  en 
Leipzig.  Ellos  encontraron  Bogotá  de  14'  15",  Pasto  de  6;  15"  y  Quito  de  16'  44"  mas 
al  Este  que  Humboldt.  Para  Quito  el  doctor  Peter,  sacando  el  promedio  de  las  observa- 
ciones de  Stübel,  Humboldt  y  Ulloa,  ha  calculado  la  Longitud  de  80°  51'  45"  O.  París 
(=12'  44"  mas  oriental  que  Humboldt),  la  que  he  adoptado  en  mi  mapa  hasta  que  ob- 
servaciones ulteriores  y  ejecutadas  por  mucho  tiempo  nos  den  un  resultado  seguro  y 
definitivo. 

Para  demostrar,  cuanta  es  la  inseguridad  en  que  nos  hallamos  respecto  á  las 
Longitudes  del  pais,  pongo  en  seguida  los  datos  que  poseemos  para  las  dos  ciudades  prin- 
cipales, Quito  y  Guayaquil: 

Quito.  Long.  O  de  París. 

Según  Jorge  Juan  a) 80°  45' 

„      b) 80°  40'  25" 

„      La  Condamine  a) 80°  30 

„        „  „  b) 81*  22' 

„      Velasco 80°  47'  15" 

.,      Humboldt 81°    4'  38" 

„      Stübel 80°  47'  54". 

„      Peter 80°  51'  544 

Guayaquil. 
Según  los  Académicos  franceses  ....  82°  27'  38" 

„      Humboldt 82°  18'  10" 

„      Inman 82°  16'    9" 

„      Rapper 82°  12'  16" 

„       Arrowsmith 82°  10'    9" 

„       Carta  del  Almirantazgo  ingles    .  82°  11'  33" 

r,      Wisse 82°  21'  38" 

„      Villavicencio 82°  27' 


5»  J» 


576  ANOTACIONES   Y   SUPLEMENTOS. 

Si  así  estamos  con  la  Capital  y  con  el  Puerto  principal  del  pais,  ¿qué  será  de  las 
posiciones  de  lugares  menos  importantes?  á  quien  creeremos?  qué  autoridad  invocaremos? 
qué  confianza  pondremos  en  aisladas  observaciones  astronómicas  de  los  viajeros  por  mas 
competentes  que  sean?  —  En  vista  de  tanta  confusión  y  tan  poca  seguridad  debemos 
consentir  con  Raimondi,  cuando  dice:  «He  llegado  á  perder  completamente  la  fe  en  todas 
las  observaciones  de  longitud,  que  no  sean  hechas  por  astrónomos  eminentes  que  hayan 
permanecido  algún  tiempo  en  el  lugar. 

«Con  efecto :  ¿qué  confianza  podrán  merecer  unas  observaciones  de  longitud  tomadas 
de  paso,  cuando  vemos  las  enormes  diferencias  que  dan  distintos  y  hábiles  observadores 
en  la  longitud  de  un  mismo  punto?  Así  tomando,  por  ejemplo,  la  longitud  de  la  ciudad 
de  Arequipa,  determinada  por  tres  observadores,  los  señores  Curson,  Pentland,  que  la 
observó  en  dos  ocasiones,  y  D.  Mateo  Paz-Soldan,  tenemos  los  siguientes  resultados: 

Curson  (1812)  Arequipa  ...  73°    C  13"  Long.  O  de  París 

Pentland  (1827) 74°  14'  12" 

id.        (1837)      „  ...  73°  55'  36"      „ 

Paz-Soldan  „  ...  74°  21'    0"      „ 

aHé  aquí  pues,  que  entre  las  longitudes  tomadas  por  los  citados  observadores  hay 
una  diferencia  de  Io  20*  47",  que  equivale  á  808/4  millas  marinas  ó  casi  27  leguas.  Ahora 
pregunto  yo:  ¿Será  posible,  saliendo  de  un  punto  conocido  de  la  costa  de  Islay,  por 
ejemplo,  llevando  un  itinerario  con  un  poco  de  cuidado,  cometer  tamaño  error  en  30  le- 
guas de  camino? 

«Aun  haciendo  abstracción  de  las  observaciones  de  los  señores  Curson  y  Paz-Soldan, 
que  son  los  dos  extremos,  y  comparando  las  dos  hechas  por  el  señor  Pentland,  vemos 
una  diferencia  de  18'  36",  esto  es  un  poco  mas  de  6  leguas  geográficas,  error  que  será 
imposible  cometer  llevando  un  itinerario  desde  la  orilla  del  mar  hasta  Arequipa;  puesto 
que  para  recorrer  al  paso  llano  de  una  bestia  la  distancia  de  6  leguas  geográficas,  se 
necesitan  unas  4  horas;  y  bastaría  observar  un  reloj  al  momento  de  salir  y  á  la  llegada, 
para  pi  rcebir  el  equívoco.  Si  se  tiene  el  cuidado  de  medir  antes  el  camino,  que  recorre 
una  bestia  al  paso  llano  en  un  tiempo  dado,  como  he  hecho  yo  con  todas  las  que  he  em- 
pleado, y  anotar  así  mismo  todas  las  variaciones  de  dirección  del  camino,  es  casi  im- 
posible en  una  distancia  como  la  que  media  entre  Islay  y  Arequipa,  cometer  el  error  de 
una  legua  .... 

.  .  .  «aun  la  posición  geográfica  del  primer  puerto  de  la  República,  esto  es  la  lon- 
gitud de  Callao,  es  discutible,  á  pesar  de  haber  sido  determinada  por  célebres  obser- 
vadores .... 

.  .  .  « las  dos  últimas  y  mas  recientes  observaciones  (de  Moesta  y  Fleuriais)  difieren 
casi  5'  ó  millas  geográficas  de  la  de  Humboldt  y  un  poco  mas  de  4  de  las  que  dan  Du- 
perrey  y  Fitz  Hoy.  ¿Cual  será  la  mas  exacta?  .  .  .  desgraciadamente  se  tiene  demasiada 
confianza  en  las  engañadoras  cifras  que  llevan  el  signo  de  grados,  minutos  y  segundos 
(°  '  "),  que  se  ven  sembradas  con  profusión  en  varios  libros.»    (Raimondi,  Perú,  I,  pág.  (55). 

He  citado  este  pasaje  de  Raimondi,  para  que  se  vea.  que  en  todas  partes  de  Sud- 
américa  el  geógrafo  se  encuentra  con  las  mismas  dificultades  por  ahora  insuperables, 
con  que  tropezamos  en  el  Ecuador.  ¡Oue  campo  tan  vasto  para  un  observatorio  astro- 
nómico, que  en  primer  lugar  parece  llamado  á  allanar  las  dificultades  y  á  proporcionar 
al  topógrafo  los  datos  concernientes  á  las  posiciones  principales!  ¡Ojalá  que  tuviéramos 
siquiera  15  ó  20  puntos  bien  determinados  y  situados  á  distancias  convenientes  en  la  ex- 
tensión longitudinal  del  pais  sobre  la  Cordillera  occidental  ó  entre  ella  y  la  oriental! 
Con  estos  puntos  seguros  y  con  los  que  tenemos  en  la  costa,  un  geógrafo  práctico  y 
bien  ejercitado  podría  construir  un  mapa  muy  exacto  sin  mas  materiales  astronómicos, 
y  apoyándose  en  sus  trinngulacioiys  y  demás  operaciones  geodésicas,  y  en  sus  itinera- 
rios. —  ^o,  desprovisto  de  los  instrumentos  v  aun  de  los  conocimientos  astronómicos 
necesarios  para  observaciones  difíciles,  como  es  la  de  la  longitud,  insistí  hace  muchos 
años  en  la  importancia  de  que  se  ejecute  este  trabajo  de  determinar  aquellos  puntos 
cardinales  por  parte  del  Observatorio  astronómico  de  Ouito,  —  pero  en  vano.  El  año 
antepasado  volví  á  interesar  al  director  del  observatorio  en  el  asunto,  exponiéndole  mis 
«ludas  bien  fundadas  respecto  á  las  Longitudes  de  Humboldt.  Me  prometió  hacer  la  re- 
visión de  la  longitud  de  Ouito  mediante  las  observaciones  con  estrellas,  y  también  se 
ofreció  á  determinar  la  diferencia  de  longitud  entre  Ouito  y  (.¡uayaquil  mediante  obser- 
vaciones correspondientes  en  ambos   lugares  y  el   telégrafo  (método  fácil,   muy  seguro  v 


LÍMITES.  577 

usado  en  nuestros  tiempos).  Me  entusiasmé  con  la  esperanza  de  que  se  efectúe  siquiera 
esta  última  determinación.  Pero  después  de  tener  todo  preparado  en  Guayaquil  para  las 
observaciones  correspondientes  y  cuando  le  escribí  al  señor  director,  que  el  cronómetro, 
el  teodolito  y  el  telégrafo  (merced  al  ofrecimiento  del  señor  Gobernador)  estaban  listos, 
y  que  se  sirva  señalar  el  dia  do  la  observación,  quedé  sin  contestación  —  y  emprendí 
mi  viaje  á  Europa  con  un  nuevo  desengaño.  Hasta  la  fecha  (después  de  un  año  y  medio) 
tampoco  no  tuvo  á  bien  comunicarme  los  resultados  de  sus  observaciones  con  las  es- 
trellas; por  lo  deinas  ahora  vendrían  tarde,  porque  el  mapa  ya  se  halla  impreso.  —  Per- 
dóneme el  lector  esta  exposición,  que  no  hago  por  odiosidad  ó  resentimiento  (á  que  no 
tengo  motivo),  sino  tan  solo  para  que  se  sepa  á  que  atenerse,  por  si  acaso  mi  mapa  será 
examinado  y  criticado  por  los  astrónomos  en  sus  fundamentos  astronómicos.  Sin  duda 
el  Observatorio  astronómico  de  Quito,  aunque  ya  existe  unos  20  años,  no  se  halla  todavía 
en  la  posibilidad  de  ejecutar  las  observaciones  que  deseaba.  Me  contento  con  haber  ini- 
ciado una  reforma  en  el  mapa,  que  tarde  ó  temprano  se  llevará  á  cabo,  con  ó  sin  la 
cooperación  del  Observatorio  astronómico  de  Quito. 

5.  (Pág-  6.) 

Cuestión  de  límites.  —  Consúltese:  Pedro  Moncayo,  Colombia  y  el  Brasil;  Co- 
lombia y  el  Perú.    Cuestión  de  límites.    Valparaíso  1862. 

M.  Villavicencio ;  Apéndice  á  la  Geografía  del  Ecuador  y  defensa  de  los  terrenos 
baldíos.    Con  una  carta  de  límites.    Valparaíso  1860. 

J.  B.  Menten,  en  el  Boletín  del  Observatorio  astronómico  de  Quito ,  1878.  Nro.  5, 
pág.  99. 

P.  F.  Cevallos,  Resumen  de  la  Historia  del  Ecuador,  1889.    VJ,  176-179. 

A.  Raimondi,  Perú  (Lima  1879),  III,  pág.  2  trata  difusamente  de  la  célebre  aCédula 
real»  de  1802,  de  cuya  observancia  ó  no  -  observancia  depende,  como  se  sabe,  el  aUti 
possidetis»,  que  debía  arreglar  los  límites  de  las  nuevas  Repúblicas  al  tiempo  de  su  in- 
dependencia. Raimondi  aboga  naturalmente  en  favor  del  Perú,  queriendo  comprobar,  que 
la  Cédula  real  fué  obedecida,  y  en  el  mismo  tomo  (pág.  390)  inserta  un  pequeño  mapa, 
en  que  señala  el  lindero  entre  el  Ecuador  y  el  Perú  conforme  á  dicha  Cédula.  —  En  la 
presente  obra,  que  tiene  por  objeto  la  geografía  física  del  Ecuador,  he  evitado  de  entrar 
en  la  discusión  de  esta  grave  cuestión  histórica,  que  necesita  largos  y  profundos  estudios. 
He  trazado  los  límites  de  la  República  según  las  indicaciones  del  Gobierno. 

Como  es  mas  que  probable,  que  las  tres  Repúblicas  de  Perú,  Ecuador  y  Colombia 
llegarán  á  arreglar  sus  linderos  de  un  modo  amigable,  cediendo  algo  do  las  preten- 
siones, á  que  cada  una  se  cree  con  derecho,  y  haciéndose  mutuas  concesiones,  según  la 
conveniencia  de  cada  pais,  me  permito  hacer  una  observación  general.  En  el  estudio  de 
los  límites  naturales,  que  se  han  de  fijar  y  que  en  muchos  puntos  serán  diferentes  de 
los  antiguos  artificiales,  se  debe  tomar  en  consideración,  que  en  regiones  montañosas  es 
preferible  una  linea  divisoria,  que  pase  por  las  crestas  de  las  montañas  y  colinas  que 
separan  un  sistema  fluvial  de  otro,  y  no  por  los  ríos  mismos,  porque  es  conveniente  que 
toda  la  hoya  de  un  sistema  fluvial  (pequeño)  ó  un  valle  pertenezca  á  un  solo  pais.  Las 
altas  montañas  separan  las  naciones  mucho  mejor  que  los  pequeños  rios.  Otra  cosa 
distinta  es,  cuando  se  trata  de  rios  muy  grandes  y  navegables,  como  el  Amazonas  y  los 
demás  rios  grandes  del  Oriente,  que  son  límites  muy  naturales  y  sirven  á  la  vez  de  vias 
de  comunicación  á  dos  naciones  limítrofes.  En  paises  muy  llanos,  faltos  de  montañas, 
y  sobre  todo  cuando  están  cubiertos  de  selvas  y  son  poco  poblados,  también  unos  rios 
mas  pequeños  pueden  servir  de  linderos  políticos.  —  Así,  por  ejemplo,  en  la  región  an- 
dina, entre  Túmbez  y  el  valle  del  Amazonas,  la  frontera  del  Ecuador  y  Perú  deberia 
pasar  por  las  crestas  de  las  cordilleras  altas  y  sus  ramales  (por  el  •divortium  aquarunm) 
mejor  que  por  rios,  mientras  que  mas  abajo  el  Amazonas  seria  un  lindero  magnífico. 
Igualmente  el  Putumayo  ó  el  Yapurá  serian  linderos  mucho  mas  naturales,  que  una  «Cor- 
dillera de  Putumayo»  entre  ambos,  la  cual,  de  paso  sea  dicho,  no  existe.  Por  supuesto, 
en  donde  ya  por  mucho  tiempo  se  ha  adoptado  rios  pequeños  por  linderos  (rio  Carchi, 
rio  Macará  etc.),  el  cambio  seria  difícil,  y  mi  indicación  se  refiere  especialmente  á  las 
regiones,  en  que  so  fijarán  los  linderos  de  nuevo  con  alteración  de  los  actuales,  ó  con 
mutuas  concesiones.  Disputar  al  vecino  un  pedacito  de  terreno  en  la  vasta  é  inculta 
región  del  Oriente,  por  mas  incómoda  que  fuese  en  lo  futuro  su  administración  política 
Wolf,  Ecuador.  37 


578 


AN0TACI0NK8  Y  8UPLEKKNTO8. 


y  civil,  no  es  patriotismo  sensato;  este  se  manifiesta  mejor  por  el  arreglo  de  límites 
naturales  y  convenientes  al  desarrollo  del  país ,  aun  dejando  al  vecino  poroionee  mayores 
de  tierra,  si  él  las  necesita  6  si  puede  cultivar  y  oiviliiarlas  con  mas  farilMail  Solo 
con  miras  elevadas  de  los  Plenipotenciarios  y  de  las  comisiones  topográficas,  las  tres 
Repúblicas  tendrán  límites  naturales  y  por  esto  estables. 


5b.  (Pág.  12.) 


Posiciones  astronómicas  en  el  rio  Amazonas*  —  Como  taires  en  un  arreglo 

definitivo  del  lindero  peruano -ecuatoriano  el  rio  Amazonas  desempeñará  un  gran  papel, 
no  estará  demás  insertar  aquí  una  serie  de  posiciones  astronómicas,  detenninadas  á  lo 
largo  de  su  curso  por  el  ingeniero  Señor  A.  Wertheman,  sea  que  algún  día  señalaren 
la  misma  frontera  definitiva,  sea  que  sirvieren  de  puntos  fijos  para  determinar  con  mas 
facilidad  otros  en  su  cercanía.  Entre  las  observaciones  astronómicas  hechas  por  varios 
viajeros  y  por  comisiones  peruanas,  he  eligido  las  del  Señor  Wertheman,  porque  según 
mi  parecer,  y  también  en  la  opinión  de  Raimondi,  son  las  mas  exactas  y  fidedignas. 
(Véase  A.  Raimondi,  Perú,  DI,  477  y  677). 

Lugar.  Lat.Sur.        Long.OdePar.      AUureu 

Roca  del  rio  Utcubamba 6°  W  20"  90»  58*  84f  '  869  met. 

„      „     „    Chinchipe 5280  80  52  14  — 

Quebrada  Huayashanga 5    10  58  80  44  44  249     „ 

Roca  del  rio  Chuchunga  (Imasa).    .550  808859  246     „ 

Isla  Pati-Huashani 4420  80  21  49  — 

Rorja  (ruinas) 4  28  80  79  50  49  174     „ 

Roca  del  rio  Apaga 4   46  40  79  27  49  — 

„      „     „    Morona 44680  79  2054  — 

„      „     „    Potro 4   52  40  79  12  29  — 

Pueblo  de  Barranca 4   49  25  78  59  29  182     „ 

„   S.  Antonio .  4  58  55  78  47  54  - 

Roca  del  rio  Pastaza 45340  78  4249  — 

Raradero  de  S.  Antonio 4   59  80  78  37  54  — 

Isla  Cedro  (punta  oeste) 4  59  21  78  5  14  - 

Roca  del  rio  Huallaga 5620  77  551  — 

Pueblo  de  Fontivera 45436  77  4629  — 

„   Urarinas 4   49     6  77  30  44  — 

„         „    Vaca-marina 4   33     0  77  7   16  — 

Puerto  nuevo  de  Parinari 4   42     0  76  40   59  — 

Nauta  (fondeadero) 4   31  30  75  52  49  — 

Boca  del  rio  Ucayali 4   30     0  75  47   29  112     ., 

Puerto  de  Iquitos 3    44   20  75  31   34  107      „ 

Boca  del  rio  Ñapo 3    19   30  75  0  39  — 

Puerto  de  Pebas 3    19  30  74  9     9  — 

Mauca-Llacta 3   44   18  73  45  39  - 

Loreto 3   49   30  72  32  24  — 

Boca  del  rio  Yavarí 4   22   27  72  19  57  — 


6.  (Pág.  19.) 

Véase:  T.  Wolf,  Aj/untes  sobre  el  clima  de  las  islas  Galápagos.  Bol.  del  Obs.  astr. 
de  Quito  1879,  Nro.  3,  pág.  49.  —  Copiaré  el  paso  siguiente,  que  nos  interesa  en  este 
lugar : 

«En  Agosto,  al  tiempo  de  nuestra  partida,  el  agua  de  la  ria  de  Guayaquil  tenia  la 
temperatura  de  27°  C,  enfrente  de  la  ciudad ;  10  millas  mas  abajo,  al  lado  de  la  isla  Mon- 
dragon,  25°;  cinco  millas  mas  adelante,  enfrente  del  pueblo  de  Puna,  24°;  y  cerca  de 
Punta  Arena,  al  término  austral  de  la  isla  de  Puna,  23°  centígrados.  El  agua  del  rio 
se  enfria  á  medida  que  vá  mezclándose  con  el  agua  del  mar.    En  toda  la  travesía,  desde 


CORRIENTE   ANTARTICA.    —   COSTA.  f>79 

Puna  hasta  el  puerto  de  Santa  Elena,  se  conservaba  la  temperatura  del  agua  constante, 
es  decir  de  23°  C.  —  Después  de  salir  de  dicho  puerto,  el  termómetro  indicó  siempre  la 
misma  temperatura  del  mar,  durante  todo  el  primer  dia  de  la  navegación.  Pero  el  se- 
gundo dia,  el  7  de  Agosto,  á  las  doce,  cuando  nos  hallamos  bajo  Io  1C  Lat.  S  y  85°  6'  Long. 
0  de  París,  110  millas  náuticas  distantes  de  la  costa,  la  temperatura  del  agua  subió  á 
24°;  á  las  cuatro  de  la  tarde  á  24%°,  y  á  las  nueve  de  la  noche  á  25°  C.  La  otra  ma- 
ñana á  las  6,  el  agua  tenia  ya  26°  centígrados,  y  esta  temperatura  conservaba  hasta  el 
9  de  Agosto,  cuando  ya  estuvimos  cerca  de  las  islas  (el  cielo  cubierto  no  permitió  en 
este  dia  la  determinación  exacta  de  nuestra  posición).  Al  medio  dia  de  esta  fecha  bajó 
la  temperatura  del  agua  de  26°  á  25°,  y  á  las  6  de  la  tarde,  en  el  momento  en  que  di- 
visamos por  primera  vez  los  picos  mas  altos  de  la  isla  Chatham  (calculamos  la  distancia 
á  40  millas)  fué  de  24°  C.  Durante  la  noche  un  fuerte  temporal  desvió  nuestro  buque 
de  su  rumbo,  y  nos  llevó  hacia  el  Sur.  Amanecimos  al  lado  de  la  isla  Hood  (la  mas 
austral  del  Archipiélago),  y  observamos  que  la  temperatura  del  agua  era  de  23°,  exacta- 
mente como  en  la  costa  de  Santa  Elena.  Esta  temperatura  se  mantenía  constante  entre 
todas  las  islas,  desde  Chatham  hasta  Albemarle.  Pero  atrás  de  esta  última,  es  decir,  en 
su  costa  occidental,  especialmente  en  la  bahía  de  Santa  Isabel,  bajó  á  21°  centígrados.  — 
Advertimos  que  las  observaciones  hechas  en  Noviembre,  durante  nuestro  regreso  á  Guaya- 
quil, concuerdan  exactamente  con  las  que  acabamos  de  copiar  de  nuestro  itinerario. 
Ademas  nos  resta  decir,  que  en  la  costa  de  Santa  Elena,  y  hasta  100  millas  hacia  Oeste, 
la  corriente  de  las  aguas  se  encamina  directamente  de  S  á  N,  y  que  desde  allí,  mas  al 
Oeste,  corre  de  SE  á  NO.  En  el  Archipiélago  mismo  las  corrientes  con  el  rumbo  in- 
dicado son  tan  fuertes,  que  á  veces  hacen  peligrosa  la  navegación,  ó  á  lo  menos  forman 
uno  de  los  mayores  obstáculos  en  tiempos  de  calma. 

«De  nuestras  observaciones  se  sigue: 

«Io.  Que  en  las  costas  de  la  provincia  del  Guayas  (y  probablemente  también  en 
las  de  Manabí  hasta  el  Cabo  Pasado)  el  mar  tiene  la  misma  temperatura  baja,  de  23°  C, 
que  en  el  Archipiélago  de  los  Galápagos,  en  donde  se  la  atribuye  á  la  corriente  antartica; 

«2°.  Que  estas  dos  corrientes  de  agua  fria  están  separadas  entre  sí  por  una  zona 
ancha  del  mar,  cuyas  aguas  tienen  una  temperatura  mas  elevada  en  3  grados,  es  decir 
de  26°  C. ; 

«3o.  Que  el  tránsito  de  las  zonas  frias  á  la  zona  caliente  no  es  tan  repentino,  como 
se  ha  observado  en  los  límites  de  otras  corrientes  del  océano,  sino  que  se  verifica  poco 
á  poco; 

«4o.  Que  las  dos  zonas  frias  tienen  una  temperatura  inferior  en  bl/t°  centígrados  á 
la  que  corresponde  á  los  mares  situados  bajo  la  linea  equinoccial,  y  que  la  zona  mas 
caliente,  que  las  separa,  tampoco  llega  á  tener  la  temperatura  normal  de  28%°  C; 

«5°.  Que  la  corriente,  que  pasa  por  el  Archipiélago  de  los  Galápagos,  parece  mas 
fria  (de  21°  C.)  en  sus  partes  occidentales,  que  bañan  las  costas  de  Narborough  y  de 
Albemarle.  Sinembargo,  como  no  nos  era  posible,  extender  nuestras  observaciones  mas 
allá  de  la  Longitud  de  Narborough,  y  como  las  que  hicimos  al  Oeste  de  Albemarle  son 
pocas  (pero  constantemente  con  el  mismo  resultado),  no  queremos  sostener  que  esta  quinta 
deducción  sea  absolutamente  exacta,  aunque  no  podríamos  excogitar  una  causa  local,  que 
nos  explicase  la  temperatura  tan  baja  en  la  bahía  de  Santa  Isabel  (Elizabeth-Bay).» 

7.  Pág.  25.) 

La  Costa.  —  Como  la  costa  es  la  región  del  Ecuador,  en  que  poseemos  una  serie 
de  puntos  astronómicamente  bien  determinados,  daré  la  lista  de  los  principales  desde 
Túmbez  hasta  Tumbaco,  apoyándome  especialmente  en  los  datos  y  mapas  del  Almiran- 
tazgo ingles. 

Lugar.  Lat.  Sur.    Long.  O  de  París. 

Punta  Malpelo  en  la  boca  del  rio  Túmbez    .    .  3°  31'  82°  49* 

Punta  de  la  isla  Payana 3    24  82    36 

Punta  norte  de  la  isla  Jambelí 3    14  82   20 

Boca  de  Pagua 3     4  82    11 

Boca  de  Naranjal 238  82     4 

Punta  sur  de  la  isla  Mondragon 2     0  82     9 

Pueblo  de  Puna 2    44  82    13 


37 


* 


580  ANOTACIONES   Y   SUPLEMENTOS. 

Lugar.  Lat.  Sur.    Long.  O  de  París. 

Punta  Arenas  en  la  isla  de  Puna 3°    2*  82°  25* 

Punta  Salinas        „        „         „        3     4  82  34 

Paro  en  la  isla  de  Santa  Clara 3    11  82  44 

Punta  del  Morro  (cerca  de  Data) 2   45  82  33 

Chanduy  (pueblo) 2    26  83  2 

Puntilla  de  Santa  Elena 2    11  83  20 

Puerto  de  Ballenita 2    11  83  12 

Punta  de  Ayangue 1    59  83  6 

Manglar  alto 1    51  83  4 

Punta  Ayampe 1    41  83  9 

Punta  Salango  (aguada) 1    35  83  11 

Punta  de  Callo 1    21  83  6 

Punta  SE  de  la  isla  de  la  Plata 1    19  83  21 

Cabo  de  San  Lorenzo 1     3  83  15 

Punta  de  San  Mateo 0   56  83  11 

Puerta  de  Manta 056  83  3 

Punta  de  Jaramijó 054  83  0 

Punta  de  Charapotó 0   44  82  51 

Punta  Bellaca,  al  lado  de  la  Babia  de  Caráques  0    34  82  45 

Cabo  Pasado 0    21  82  50 

Punta  Ballena  (de  Jama) 0    10  82  40 

Lat.  Norte. 

Punta  Pedernales 0o    5'  82°  27' 

Boca  de  Cojimíes 0    22  82  23 

Punta  Pórtete 0    29  82  25 

Cabo  de  San  Francisco 040  8228 

Punta  Galera 0    51  82  25 

Atacámes 0    53  82  12 

Punta  Gorda 0   59  82  6 

Esmeraldas  (villa) 0   59  82  2 

Punta  Verde 1      6  81  46 

La  Tola  (pueblo) 1    12  81  26 

Pianguapi  (sitio) 1    26  81  16 

Punta  Mangles 1    37  81  23 

Tumaco  (pueblo  colombiano) 1    49  81  6 


De  los  historiadores  primitivos,  que  nos  dejaron  descripciones  geográficas  del  an- 
tiguo Perú,  el  mas  prolijo  y  exacto  es  Pedro  Cieza  de  León.  Es  el  primero,  que  dá  una 
descripción  detallada  de  la  costa  del  Ecuador,  en  su  •Crónica  del  Perú»  (Sevilla  1553), 
especialmente  en  los  capítulos  III  y  IV.  Es  admirable,  como  los  españoles  solo  20  años 
después  de  su  primera  llegada  á  estas  costas,  ya  tenian  noticias  tan  exactas  de  ellas. 

Existe  una  obrita  interesantísima,  pero  poco  conocida,  la  «Monografía  de  Guayaquil, 
escrita  por  Andrés  Boleato,  en  Lima,  el  año  de  1820»;  reimpresa  á  costo  de  la  Munici- 
palidad de  Guayaquil  en  1887 ,  á  instancia  del  que  entonces  fué  su  Presidente,  Señor  Dr. 
Francisco  Campos.  Esta  Monografía  trata  de  la  provincia  y  sus  productos  en  general, 
pero  parece  escrita  á  propósito  para  los  navegantes  de  la  costa  y  del  rio  Guayas,  pues 
contiene  una  descripción  minuciosísima  de  toda  la  costa  y  sus  islas,  del  golfo  y  del  rio 
de  Guayaquil,  indicando  los  bajos,  las  mareas,  los  vientos,  y  cuanto  puede  interesar  á 
un  piloto.  Esta  parte  hidrográfica,  que  comprende  mas  de  la  mitad  de  la  obrita,  es  muy 
recomendable,  mientras  que  las  otras  partes,  recopiladas  sin  orden,  no  tienen  mucho  valor. 

8.  (Pág.  27.) 

En  la  nueva  carta  de  Raimondi  corre  la  linea  divisoria  desde  el  Macará  casi  rec- 
tamente al  Este,  para  encontrarse  con  el  rio  Cánchis,  tributario  del  Chinchipe.  Pero  en 
esta    parte  de  su  mapa,   y  en    tudo   el   sistema  superior  del  Chinchipe,    que  pertenece  al 


ARTICULACIÓN  DE  LOS  ANDES.  581 

Ecuador,  y  que  sin  duda  trazó  según  materiales  antiguos  é  insuficientes,  el  autor  parece 
estar  equivocado.  Es  imposible,  que  el  rio  Cánchis  nazca  mas  al  Norte  de  las  cabeceras 
del  Macará,  como  en  el  mapa  citado. 

9.  (Pág.  31.) 

La  articulación  de  los  Andes.  —  Humboldt  distingue  solamente  cinco  hoyas 
ó  altiplanicies:  las  de  Cuenca,  de  Lat  acutí  ga,  de  (¿tato,  de  los  Pastos  y  de  Almaguer. 
De  la  última  el  Ecuador  participa  muy  poco  en  las  cercanías  de  Tulcan  ó  de  las  cabe- 
ceras del  rio  Guáitara,  la  porción  mayor  de  ella  pertenece  á  Colombia. 

La  división  de  Humboldt  no  me  parece  muy  natural.  En  primer  lugar  omite  la 
hoya  de  Loja.  Según  él  la  bifurcación  de  los  Andes  comienza  solo  en  3o  15'  Lat.  S,  es 
decir  en  el  nudo  de  Pórtete  y  Tinajillas,  que  muy  impropiamente  llama  «nudo  de  Loja». 
Pero  basta  una  ojeada  sobre  la  carta  geográfica  para  convencernos,  de  que  la  bifurca- 
ción empieza  mucho  mas  al  Sur,  en  el  nudo  de  Cajanuma  (4o  6'  Lat.  S)  y  que  podemos 
considerar  el  valle  de  Loja  como  una  hoya  interandina  con  el  mismo  derecho,  como  la 
de  Cuenca,  aunque  su  ancho  sea  mas  reducido.  Ademas,  si  las  montañas  al  Oeste  de 
Loja,  es  decir,  las  cordilleras  de  Chilla,  Dumarí,  Amboca,  Catacocha  y  otras,  pueden  ser 
consideradas  como  los  eslabones  de  una  cadena  disyunta,  no  andaremos  muy  equivocados 
al  tomar  también  los  valles  del  rio  Jubones  y  del  rio  Túmbez  superior  (región  de  Zaruma) 
por  dos  hoyas  interandinas. 

La  división  de  Humboldt  omite  las  dos  pequeñas,  pero  bien  pronunciadas  hoyas  de 
Cañar  y  de  Alausí;  la  grande  de  Riobamba  reúne  con  la  de  Latacunga.  aunque  está  per- 
fectamente separada  de  ella  por  el  nudo  de  Sanancajas  é  Iguala ta.  No  importa  que  haya 
una  comunicación  entre  las  dos  por  el  angosto  valle  del  rio  Chambo  y  del  rio  Patate 
cerca  de  Baños;  pues  todas  las  hoyas  interandinas  tienen  tales  desaguaderos.  Humboldt 
omite  también  la  hoya  de  Ibarra,  y  en  su  lugar  pone  «la  altiplanicie  de  los  Pastos»  que 
yo  considero,  según  parece  con  mas  razón,  como  un  nudo  muy  extenso,  los  «Altos  de 
Boliche».  —  Ademas  el  valle  de  Guaranda  y  Chimbo  lleva  en  todo  y  por  todo  el  carácter 
de  los  valles  y  hoyas  interandinas,  de  manera  que  no  podemos  separarlo  de  la  zona  cen- 
tral 6  andina. 

Me  ha  parecido  útil  representar  en  el  dibujo  adjunto  (véase  la  página  siguiente) 
la  verdadera  articulación  de  los  Andes  ecuatorianos,  porque  con  este  trazo  sencillo  de  las 
cordilleras  principales  resalta  mejor  á  los  ojos,  que  en  el  mapa  grande,  donde  se  oculta 
debajo  de  mil  particularidades  accesorios. 

10.  (Pág-  53.) 

Obras  de  los  lucas.  —  No  me  parece  supérfluo,  repetir  en  este  lugar,  lo  que 
escribí  en  mi  Memoria  sobre  la  provincia  del  Azuay  (Viajes  científicos.  II.  Prov.  del 
Azuay,  pág.  31): 

«Asi  como  muchas  veces  se  ha  desconocido  la  verdadera  importancia  de  las  anti- 
güedades, sobre  todo  de  los  artefactos  que  se  han  sacado  de  las  huacas,  tampoco  no  han 
faltado  quienes  (siguiendo  el  ejemplo  del  Padre  Velasco)  exageraban  mucho  el  elogio  de 
algunos  restos  de  edificios  y  vias  artificiales,  viendo  en  cada  trozo  de  muralla  un  palacio, 
una  fortaleza,  ó  un  templo  soberbio,  y  hasta  jardines  en  una  ciénaga  y  totoral  de  los 
páramos.  El  castillo  y  la  fortaleza  de  Inca-pirca,  sí,  es  cosa  digna  de  verse  y  el  monu- 
mento de  la  antigüedad  india  mas  hermoso  y  mejor  conservado  de  cuantos  he  visto  en 
la  República.  Pero  los  Paredones  ciertamente  no  han  sido  ni  fortaleza,  ni  palacio  ni  la- 
berinto, sino  un  tambo  para  los  viajeros  de  una  construcción  muy  ordinaria  y  tosca  aunque 
de  mucha  extensión.  Tampoco  pude  ver  maravillas  en  la  calzada  de  los  Incas,  y  suscribo 
y  confirmo  las  palabras  del  señor  doctor  Reiss:*)  «El  piso  del  camino  en  esta  parte  está 
formado  por  la  superficie  irregular  de  las  lavas  antiguas  y  no  hay  ni  vestigios  de  empe- 
drado ó  de  cimiento  de  cal  y  betún.  Grande  é  ingeniosa  es  la  obra  ejecutada  por  los 
indios;  pero  no  comprendo,  cómo  se  ha  podido  comparar  á  los  mas  bellos  caminos  de  los 

*)  «Carta  del  doctor  W.  Reiss  a  S.  E.  el  Presidente  de  la  República,  sobre  sus  viajes  a  las 
montañas  del  Sur  de  la  capital»  (Quito  1873),  pág.  19, 


PROVINCIAS    GUAYAS    Y    ESMERALDAS.  583 

romanos ».  -  Muy  á  propósito  me  vienen  también  los  reglones  que  preceden  inmediata- 
mente: «La  laguna  y  el  rio  Culebrillas,  á  cuyo  lado  están  los  Paredones,  se  han  tomado 
también  como  obras  de  los  Incas,  y  este  es  un  error:  no  son  artificiales.  Lagunas  se 
forman  muy  continuamente  en  los  valles  de  las  serranías  volcánicas  que  ya  están  bas- 
tante destruidas  por  la  acción  de  las  aguas,  y  las  muchas  vueltas  y  revueltas  que  dá  el 
riachuelo,  son  una  consecuencia  de  su  curso  manso  en  un  llano  cenagoso».  ¡Hé  aquí,  á 
qué  se  reducen  los  jardines  celebrados  mas  que  los  de  las  Hespérides!  Y  en  efecto,  es 
incomprensible,  cómo  se  podia  atribuir  á  los  Incas  un  gusto  tan  malo  ó  mas  bien  un 
capricho  tan  loco  de  pasearse  y  de  bañarse  en  la  altura  de  casi  4000  metros,  en  un  paraje, 
donde  no  rara  vez  caen  nevadas  fuertes  y  donde  Eolo,  el  dios  de  los  vientos,  parece  tener 
su  almacén  principal.  No  dudo,  que  los  Incas  se  habrán  apresurado  en  sus  viajes  á 
pasar  lo  mas  pronto  posible  el  nudo  del  Azuay,  como  nosotros,  pero  en  mal  tiempo  en- 
contraban amparo  y  abrigo  en  el  tambo  grande,  ventaja  que  nosotros  no  tenemos  en 
medio  de  la  civilización  moderna  y  en  el  siglo  del  progreso.» 

11.  (Pág.  150.) 

La  obrita  mas  interesante,  que  poseemos  de  la  provincia  de  Guayaquil,  siempre  es 
la  Monografía  de  Baleato,  del  año  de  1820,  de  que  hablé  en  la  Anotación  Nro.  7. 

En  1879  el  Señor  Don  Pedro  Garbo  hizo  reimprimir  en  Guayaquil  el  a  Compendio 
histórico  de  la  Provincia,  partidos,  ciudades,  astilleros,  rios  y  puerto  de  Guayaquil,  en 
las  costas  del  mar  del  Sur,  por  Don  Dionisio  de  Álsedo  y  Herrera,  Presidente  que  fué 
de  la  Real  Audiencia  de  Quito,  Gobernador  y  Capitán  General  de  las  Provincias  de  su 
Distrito.  Madrid,  1741.»  —  Esta  obrita  (de  unas  100  páginas)  tiene  mas  bien  un  valor 
histórico  que  geográfico,  y  el  plano  que  lo  acompaña  es  un  objeto  de  pura  curiosidad. 

En  1877  el  señor  Dr.  Francisco  Campos  publicó  un  a  Viaje  por  la  provincia  de 
Guayaquil».  El  viaje  (imaginario)  es  descrito  en  forma  novelesca  y  contiene  noticias 
históricas,  estadísticas  y  algunas  geográficas.  Las  últimas  no  siempre  son  exactas,  por- 
que al  viaje  ó  al  itinerario  sirvió  de  fundamento  el  antiguo  mapa  de  Villavicencio ,  por 
falta  de  otro. 

En  1882  he  publicado  en  Lima  mi  primer  a  Mapa  de  las  provincias  del  Guayas  y  de 
Los  Rios»,  en  la  misma  escala  grande,  en  que  sale  ahora  el  mapa  general  de  la  Re- 
pública. Pero  en  aquel  tiempo  de  revoluciones  quedó  inédita  la  Memoria  que  debía 
acompañarlo. 


12.  (Pág.  175.) 


Lagos  no  hay  en  la  provincia  de  Esmeraldas,  fuera  del  de  Sade,  que  mas  bien 
merece  el  nombre  de  laguna  y  pantano.  El  señor  Villavicencio  pinta  en  su  mapa  entre 
el  rio  de  Esmeraldas  y  el  de  Cayapas  un  lago  de  Tórtolas  de  3l/i  leguas  de  diámetro, 
á  uno  de  sus  lados  se  vé  un  rio  de  Tórtolas  y  al  otro  una  cordillera  de  Tórtolas,  y  en 
sus  alrededores  viven  los  indios  Tórtolas.  Como  de  todo  esto  no  se  encuentra  nada  en 
mi  mapa  nuevo,  debo  hacer  la  explicación  de  estas  omisiones.  No  quiero  negar  absoluta- 
mente, que  talvez  en  un  tiempo  haya  existido  una  tribu  de  indígenas,  que  los  españoles 
llamaron  «indios  ó  yumbos  Tórtolas»,  pero  cierto  es  que  en  la  actualidad,  y  mucho 
tiempo  hace,  han  dejado  de  existir.*)  —  En  cuanto  al  lago,  rio  y  cordillera  del  mismo 
nombre,  es  seguro  que  no  han  existido  jamas  en  esos  lugares,  pues,  siendo  fenómenos 
topográficos,  serian  permanentes ;  á  lo  menos  en  tiempos  históricos  aquella  región  no  ha 
sufrido  ningún  cambio  geográfico.  Buscando  el  origen  del  error,  creo  haber  encontrado 
una  explicación,  después  de  haber  leido  lo  que  dice  Villavicencio  (siguiendo  á  Velasco) 
en  la  página  244  de  su  Geografía: 

*)  Tampoco  existen  los  « yumbos  Moláguas»  al  Norte  de  La  Tola.  La  única  tribu  que  se  ha 
conservado  en  su  estado  primitivo  y  silvestre,  la  de  los  Cayapas,  la  omitió  el  señor  Villavicencio 
en  su  mapa.  —  Este  autor  ha  observado  en  todo  su  mapa  y  especialmente  en  la  región  oriental,  la 
misma  costumbre  de  copiar  de  las  cartas  antiguas  de  los  misioneros  una  multitud  de  pueblos  y  tri- 
bus indígenas  que  han  desaparecido  ó  á  lo  menos  cambiado  de  lngar.  Esto  está  bien  en  una  geo- 
grafía antigua  y  en  un  mapa  histórico,  pero  no  cabe  en  nn  mapa  que  pretende  representar  la  geografía 
moderna  del  Ecuador,  dondo  ocasiona  solamente  confusiones. 


584  AMOTACIOHBS  T  I 

«En  el  Gobierno  de  Atecámes,  Ib  mejor  pi>bl¡t<-i<in  mu  buba,  fué  Bu  Ittnnwt,  sobre 
la  ribera  de  su  nombre.  Sus  minas  de  Abo  tro  atrajeron  mucha  gente  español»,  varias 
familias  nobles,  y  mucha  plebe,  que  hacian  gran  comercio.  Los  indios  Tórtolas,  que  n» 
fueron  conquistados  y  eran  algo  bárbaros,  habitaban  las  cabeceras  del  rio  San  Miguel. 
sin  comercio  ni  comunicación;  en  el  tiempo  monos  pensado  estos  Tórtolas  se  armaron 
y  dieron  un  asalto  casi  súbito  á  la  población:  las  familias  do  respeto  se  aseguraron  d>- 
las  barcas  que  tenia  el  rio  y  huyeron  precipil  (idamente;  lo»  otros,  parte  se  refiyiurun  en 
los  bosques  y  siguieron  el  rio,  y  el  resto,  que  por  asegurar  «as  intereses  se  qued"  en 
la  población,  fué  sacrificado  á  manos  de  los  bárbaros,  que  redujeron  la  poblaoJon  á  ceni- 
zas.» —  Esta  no  es  mas  que  una  copia  algo  abreviada  de  1»  relación,  que  hace  Velase" 
en  su  Historia  del  reino  de  Quito,  parte  III,  pág.  1(18. 

El  error  proviene  sin  duda  en  gran  parle  de  ln  ínula  costumbre  sudamericana,  de 
dar  al  mismo  rio  diferentes  nombres  en  diferentes  lugares  de  sa  curso,  i  El  rio  de  Sao 
Miguel*,  que  en  el  mapa  de  Villavioenoio  corre  paralelo  al  Cayapas  y  desemboo*.  al  Sur 
de  La  Tola,  no  es  otro  que  el  CayápaB  misino,  nombrado  antiguamente  t,y  ahora  r«ra 
vez)  rio  de  San  Miguel  en  su  curso  superior,  en  donde  baste  hoy  din  existe  el  pueblo 
de  San  Miguel  de  Cayapas.  Esta  conjetura  es  tente  mas  verosímil,  cuando  el  mTfltWisiln 
geógrafo  deja  desembocar  en  su  San  Miguel  un  rio  •SopaUosi  y  un  rio  nOwqÍM»,  teniendo 
en  efecto  el  Cayapas,  como  hemos  visto  en  su  lugar,  entre  mis  tributarias  los  ríos  Sapavo 
grande,  Sapayito  y  Ónzole,  y  cuando  dice  que  el  rio  do  San  Miguel  tenia  «minas  de 
fino  oro»,  lo  que  igualmente  corresponde  al  Cayapas  superior.  Para  zafarse  de  una  difi- 
cultad invente  oteo  rio  «Onzolesa,  como  afluente  de  su  verdadera  Cayapas.  También  el 
lago  de  Tórtolas  deja  explicarse,  y  creo  que  es  idéntico  con  la  laguna  de  Sade.  Se 
sabia  talvez  por  las  relaciones  de  los  indios,  que  el  Ónzole  nace  en  1a  cercanía  de  una 
laguna  grande,  pero  nadie  conjeturaba  que  esta  laguna  era  la  misma  que  se  conocía 
arriba  de  la  hoya  del  rio  Esmeraldas  con  el  nombre  de  la  de  Sude,  y  así  nacieron  ños 
en  lugar  de  una.  En  electo  en  el  dicho  mapa  el  «On/oles»  (inferior)  toma  su  origen  muv 
cerca  del  «lago  de  Tórtolas*,  y  he  demostrado,  que  la  laguna  de  Sade  desagua  al 
Ónzole  y  no  al  rio  Sade.  —  De  este  exposición  se  vé,  que  los  objetes  geográficos  (lago. 
rio,  cordillera  de  Tórtolas),  de  los  que  he  afirmado  que  no  existen  en  realidad,  no  eran, 
sinembargo,  del  todo  imaginarios,  y  se  puede  decir  que  el  error  proviso  de  una  confusión 
de  noticias  topográficas  vagas  é  imperfectas,  adquiridas  por  tradiciones  y  descripciones 
de  los  indígenas  y  no  por  intuición  propia  de  los  objetos.  Algo  sospechoso  nie  parece 
el  que  la  tribu  de  los  indios  Tórtolas  nunca  se  nombra,  ni  en  la  Geografía  de  Villavi- 
cencio,  ni  en  la  Historia  deVelasoo,  entre  los  numerosas  tribus  que  poblaron  el  antiguo 
«Gobierno  de  Atecámes*  (respectivamente  Esmeraldas),  sino  como  de  peso  en  esa  única 
ocasión,  en  que  cuenten  la  destrucción  del  pueblo  de  San  Miguel;  y  mucho  me  inclino 
á  creer,  que  los  indios  Tórtolas  eran  los  mismos  Cayapas,  talvez  los  mas  retirados  de  la 
Iribú  y  por  este  mas  bárbaros,  porque  se  dice  que  «habitaron  las  cabeceras  del  rio  San 
Miguel»,  que  no  puede  ser  otro  que  el  rio  Cayapas  con  su  tributario  el  rio  Grande,  en 
cuyas  riberas  hasta  ahora  vive  una  población  numerosa  de  indios  Cayapas.  Pero  tales 
investigaciones  y  conjeturas  pertenecientes  á  la  historia,  ya  traspasan  los  límites  do  mi 
descripción  geográfica,  y  baste  haber  hecho  la  corrección  del  mapa  en  un  punto  ten 
sustancial. 

13.  (Pág.  188.) 

Para  resolver  el  problema:  ¿cual  de  los  do»  ríos  que  forman  el  AmatonaB,  se  pueda 
reputar  como  el  río  tnadre?  el  señor  A.  Raimondi  salió  de  los  principios  siguientes.*) 

Si  el  agua  do  un  rio  fuese  enteramente  pura,  esto  cb,  si  no  tuviese  la  menor  can- 
tidad de  sales  en  disolución,  y  si  se  reuniese  con  otro,  cuya  agua  contenga,  por  ejemplo, 
100  miligramos  de  sales  ó  materias  fijas  por  cada  litro;  es  natural  que  el  agua  del  rio 
formado  por  la  reunión  de  los  dos,  contendrá  una  porción  de  sales  menor  de  100  mili- 
gramos por  cada  litro,  por  la  mezcla  de  agua  pora  del  otro  rio.  Si  los  dos  ríos  contienen 
igual  cantidad  de  agua,  el  agua  del  rio  formado  por  su  reunión  tendrá  50  miligramos 
por  litro,  pero  en  el  caso  de  que  uno  sen  mas  caudaloso  que  el  otro,  el  agua  que  resulta 


•)  Perú,  III,  pte.  577— oM. 


MARAÑON   Y   UCAYALI.  585 

de  su  reunión,  tendrá  mas  de  50  miligramos  de  sales,  si  el  rio  mas  grande  es  el  que 
contenia  100  miligramos,  y  al  revés,  tendrá  menos  de  50  miligramos  de  sales  por  litro, 
si  el  rio  mas  grande  era  el  de  agua  pura.  Ahora  supongamos,  que  la  evaporación  de 
un  litro  de  agua  del  rio  reunido  nos  dé  80  miligramos  de  sustancias  fijas,  entonces 
sacaremos  por  un  cálculo  sencillo,  que  la  cantidad  del  agua  del  rio  puro  se  halla  con 
la  del  rio  cargado  de  sales  en  la  proporción  de  0,25  : 1 ;  en  otros  términos,  que  el  segundo 
lleva  cuatro  veces  mas  agua  que  el  primero.  —  Este  principio  vale  también  en  los  casos, 
en  que  los  dos  rios,  que  se  reúnen,  contengan  una  cierta  cantidad  de  sales;  pues  es  un 
caso  análogo,  como  en  una  mezcla  de  dos  ligas  de  cobre  y  plata,  con  diferente  ley  de 
este  último  metal,  pudiéndose  deducir  por  la  ley  de  plata  de  la  masa  total  la  proporción 
relativa  de  las  dos  ligas  empleadas.  —  Por  lo  demás  parece  supérfluo  advertir,  que  en 
la  determinación  de  sustancias  fijas  deben  entrar  solo  las  sales  solubles,  no  las  materias 
terrosas  que  los  rios  llevan  en  suspensión,  y  las  cuales  se  debe  separar  por  filtración, 
antes  de  evaporar  el  agua,  cuyas  sustancias  fijas  se  buscan. 

Al  señor  Raimondi  se  le  ocurrió  este  método  ingenioso  de  determinar  la  cantidad 
de  agua  de  un  confluente,  cuando  analizó  las  aguas  del  Ucayali  y  del  Amazonas,  que  el 
señor  Dr.  Reiss  le  habia  remitido  desde  el  Para.  Encontró  en  el  agua  del  Ucayali 
220  miligramos  de  materias  fijas  por  litro,  y  en  la  del  Amazonas  solo  130  miligramos. 
Desde  luego  dedujo  de  este  hecho,  que  el  otro  brazo  del  Amazonas,  es  decir,  el  Marañon, 
debia  tener  una  proporción  de  sales  todavía  menor  que  la  del  mismo  Amazonas,  y  que 
la  cantidad  de  agua  que  lleva  el  Marañon,  debia  ser  seguramente  muy  superior  á  la  del 
Ucayali,  para  que  mezclándose  con  la  de*  este  rio,  hiciese  disminuir  de  una  manera  tan 
notable  la  proporción  de  materias  fijas. 

Deseando  el  señor  Raimondi  comprobar  por  la  práctica  la  exactidud  de  su  método, 
hizo  traer  las  aguas  de  los  rios  Ucayali  y  Marañon  un  poco  arriba  de  su  confluencia,  y 
del  Amazonas  abajo  de  la  boca  del  Ucayali,  y  obtuvo  el  resultado  siguiente: 

Materias  fijas  contenidas  en  un  litro: 

Agua  del  Ucayali  ....  gramos  0,160 
„  „  Marañon  ...  „  0,045 
„        „   Amazonas ...        „        0,065. 

Estos  resultados,  aunque  den  una  proporción  de  materias  fijas  muy  distintas  de  las 
obtenidas  anteriormente,  confirman  la  deducción  general,  es  decir,  que  el  rio  Marañon 
trae  un  caudal  de  agua  muy  superior  al  del  rio  Ucayali.  De  las  cifras  indicadas  resulta, 
que  la  cantidad  de  agua  del  Ucayali  es  á  la  del  Marañon  como  1 : 4,75,  ó  que  el  Marañon 
en  la  época  en  que  se  recojió  el  agua,  llevaba  una  cantidad  del  agua  casi  5  veces  mayor 
que  la  del  Ucayali.  —  Las  diferencias  se  explican  por  las  distintas  estaciones,  en  que  las 
aguas  fueron  recojidas.  El  Dr.  Reiss  recojió  el  agua  del  Amazonas  en  Setiembre,  cuando 
el  rio  estaba  escaso  de  agua,  y  el  señor  Herrera,  quien  mandó  el  material  para  los  se- 
gundos ensayos,  á  principios  de  Junio,  cuando  estaba  crecido.  Pero  como  el  Señor  última- 
mente nombrado  no  habia  recojido  el  agua  del  Amazonas  un  poco  abajo  de  la  confluencia 
del  Ucayali  con  el  Marañon,  sino  enfrente  del  pueblo  de  Iquitos,  en  donde  ya  pudo  mani- 
festarse la  influencia  de  otros  tributarios,  encargó  el  señor  Raimondi  de  nuevo  al  Señor 
Wertheman,  que  le  remitiera  pruebas  de  los  tres  rios,  recojidas  en  lugares  mas  apa- 
rentes. En  estos  nuevos  ensayos  resultó  la  proporción  de  las  materias  fijas  en  un  litro, 
come  sigue: 

Agua  del  Ucayali ....  gramos  0,140 
„  Marañon  ...  „  0,080 
„    Amazonas.    .    .         „       0,096. 

De  estas  cifras  se  saca,  que  el  agua  del  Ucayali,  al  reunirse  con  la  del  Marañon, 
para  formar  el  Amazonas,  en  la  época  en  que  el  señor  Wertheman  recojió  las  muestras 
(Noviembre),  se  hallaba  en  la  proporción  relativamente  á  la  del  Marañon  como  1 : 2,75, 
ó  que  el  Marañon  llevaba  una  cantidad  de  agua  casi   tres  veces  mayor  que  el  Ucayali. 

El  Señor  Raimondi  concluye  este  artículo  diciendo: 

«De  lo  dicho  se  viene  en  conocimiento:  Io  que  el  agua  del  Ucayali  es  mas  cargada 
de  sales  que  la  del  Marañon;  y  2o  que,  apesar  de  que  la  cantidad  relativa  de  agua  de 
estos  dos  rios  puede  variar,  según  que  uno  ú  otro  esté  mas  crecido,  el  Marañon  lleva 
siempre  una  mayor  cantidad  de  agua  que  el  Ucayali;  y  con  justa  razón  se  ha  considerado 
por  la  mayor  parte  de  los  geógrafos  como  el  rio  madre  del  Amazonas,  apesar  de  que  el 
Ucayali  tiene  su  origen  mas  lejano.» 


5» 


586  ANOTAU1UNB8   Y   SUPLEMENTOS. 

Este  método  se  podría  aplicar  en  el  Ecuador,  por  ejemplo,  para  saber,  cual  sea  el 
rio  madre  del  Esmeraldas,  el  Guallabamba  ó  el  Blanco,  ó  cual  sea  la  vena  principal  del 
rio  Daule,  si  el  Peripa  ó  el  rio  Grande  ete. ;  pero  no  sirve  en  los  rios  que  están  sujetos 
á  las  mareas,  por  ejemplo,  para  fijar  las  relaciones  entre  el  rio  Bodegas,  Daule  y  Guayas. 

14.  (Pág.  201.) 

Rio  Ñapo.  —  Es  incomprensible,  como  el  Señor  Charles  Wiener,  que  hizo  en  1879 
ó  1880  un  viaje  de  Quito  al  Amazonas  por  el  antiguo  y  bien  conocido  camino  de  Papa- 
llacta  y  por  el  Ñapo,  pudo  reclamarse  el  mérito  de  haber  descubierto  una  nueva  via 
comercial  para  Sudamérica,  y  pintar  este  su  viaje  como  una  aventura  sin  igual,  que 
hasta  entonces  nadie  habia  realizado.  Bajo  el  epígrafe  a  Descubrimiento  de  una  nueva 
via  comercial  para  Sudamérica  por  el  Prof.  Charles  Wiener»,  publicó  el  período  «Export» 
el  15  de  Marzo  de  1881  un  artículo,  sacado  de  otro  periódico  francés  «L'Exploration», 
que  no  solamente  en  Francia,  sino  también  en  otros  paises  llamó  mucho  la  atención.  Los 
comerciantes  se  alarmaban,  los  geógrafos,  mas  familiarizados  con  la  historia  do  los 
descubrimientos  en  Sudamérica,  se  reian  del  «descubrimiento»  del  Señor  Wiener.  Hé 
aquí  un  solo  paso  de  este  artículo: 

«Aidé  de  ees  braves  compagnons,  Mr.  Charles  Wiener,  arrivé  le  6  octobre  au  Para 
a  l'embouchure  do  l'Amazonc,  avait  en  six  mois  mené  a  bonne  fin  un  travail  qui  n' avait 
jamáis  Hé  entrepris.  II  avait  parcouru  et  mesuré  l'Amérique  méridionale  dans  sa  plus 
grande  largeur;  il  avait  completé  l'immense  voie  commerciale  naturelle  tracée  par  le 
plus  grand  fleuve  du  monde.  Entreprenant  sur  le  Ñapo  une  expédition  que  les  gen 8  du 
paye  jugeaient  entierement  impraticable ,  il  a  hissé  avant  tout  autre  le  drapeau  franjáis 
sur  ees  eaux,  dont  la  prise  de  possession  idéale  était  jusqu*  alors  inscrite  seulement  dans 
les  chartes  et  constitutions  politiques.»  L'Exploration,  tom.  XI,  Nro.  213  (17  Pebr.  1881), 
pág.  409. 

El  señor  Wiener  ó  ignoraba  todos  los  hechos  relativos  al  Ñapo,  que  he  indicado  con 
toda  brevedad  (pág.  200),  ó  suponía  en  sus  lectores  una  ignorancia  grande.  El  Dr.  A.  Stübel 
ha  criticado  debidamente  el  artículo  citado  en  otro,  que  se  publicó  en  «Pctermann's  Mit- 
theilungen»,  el  mismo  año  de  1881. 

15.  (Pág.  209.) 

Provincia  del  Oriente.  —  De  los  autores  nacionales,  que  han  tratado  este  tema, 
el  mas  recomendable  es  el  señor  M.  Villavicencio.  Su  artículo  sobre  la  provincia  del 
Oriente  (Geografía,  pág.  344)  es  de  lo  mejor  que  contiene  su  libro.  Aunque  adolece  tam- 
bién de  cierta  vaguedad  y  falta  de  precisión  en  los  datos  geográficos,  hay  sinembargo 
muchas  observaciones  buenas,  que  arrojan  una  vislumbre  sobre  la  variedad  de  los  ter- 
renos y  su  carácter  general.  Copiaré  algunos  de  los  pasos  mas  interesantes ;  por  supuesto 
sin  asumir  la  responsabilidad  por  todo  lo  que  dice  el  autor. 

«La  Cordillera  de  los  Andes  forma  la  elevada  barrera  do  la  provincia  oriental  por 
el  Oeste:  su  descenso  es  rápido  y  profundo;  está  cubierto  de  arbustos  y  chaparros  im- 
penetrables, los  cuales  van  convirtiéndose  en  una  vejetaeion  mas  gigantesca  á  proporción 
que  desciende.  Aquí  y  allá  se  vé  pendientes  descarnadas  de  piedra  viva,  donde  las 
plantas  no  han  podido  arraigarse,  ó  cavidades  causadas  por  los  derrumbes  que  precaria- 
mente presentan  precipicios  desnudos  de  toda  vegetación,  pero  que  en  poco  tiempo  vuel- 
ven á  cubrirse  de  arbustos  y  malezas.  Por  el  descenso  de  esta  cordillera  se  precipitan 
los  torrentes  mas  ó  menos  caudalosos,  que  manan  desde  la  cima  y  forman  quebradas 
profundas  en  un  lecho  de  pedrones  monstruosos;  en  estos  mismos  quebradones  se  en- 
cuentra cascadas  elevadísimas,  cuyos  contornos  son  inaccesibles  para  el  hombre.  El  des- 
censo oriental,  pues,  presenta  el  aspecto  de  un  mundo  que  se  ha  desplomado,  dejando  un 
hacinamiento  de  picachos  elevados,  crestas,  precipicios  y  grietas  profundas,  todo  cubierto 
de  un  verdor  eterno,  bajo  un  clima  húmedo,  que  mide  gradualmente  todas  las  tempera- 
turas, desde  la  templada  que  está  en  la  cima,  hasta  el  calor  agradable  que  se  siente  en 
sus  faldas. 

« Desde  las  faldas  de  la  Cordillera,  la  vista  del  viajero  descubre  un  plano  que  forma 
límite  con  el  horizonte,  interrumpido  alguna  vez  por  sistemas  de  cordilleras  poco  elevadas, 


PROVINCIA   DEL    ORIENTE.  587 

ó  por  cintas  de  plata  que  serpentean  en  la  llanura:  por  lo  demás,  su  aspecto  es  el  de 
un  mar  de  esmeralda,  formado  por  las  copas  siempre  verdes  de  los  robustos  árboles  que 
constituyen  un  bosque  no  interrumpido.  Es  verdad,  que  este  sublime  panorama  pocas 
veces  se  presenta  á  la  vista  del  viajero,  pues,  con  frecuencia  hay  una  neblina  baja ,  que 
posa  sobre  la  superficie  de  los  bosques;  ó  cuando  no,  se  descubre  montañas  que  ocultan 
al  observador  grandes  extensiones  del  terreno. 

«Los  planos  de  este  pais  son  tan  húmedos  como  la  cordillera,  y  se  puede  asegurar, 
que  la  época  de  las  lluvias  dura  todo  el  año:  no  obstante,  desde  Noviembre  hasta  Abril 
el  cielo  está  mas  despejado  y  las  lluvias  son  menos  frecuentes.  Durante  estos  meses  se 
hace  con  mas  facilidad  la  entrada  á  los  bosques  orientales,  ya  por  la  causa  que  acaba- 
mos de  decir,  ya  porque  los  rios  caudalosos,  que  cortan  el  camino,  están  inénos  crecidos 
y  es  mas  fácil  vadearlos.  —  Parecerá  extraño,  que  en  este  tiempo  estén  menos  crecidos 
los  rios  que  vienen  de  la  Cordillera,  siendo  así  que  en  ella  es  la  época  del  invierno,  y 
que  los  aguaceros  son  mas  frecuentes  durante  esta  estación  en  la  cima  de  los  Andes; 
pero  recuérdese  lo  que  ya  se  ha  dicho  con  respecto  á  esto,  al  hablar  de  los  caminos  del 
Quijos,  y  se  hallará  la  razón.  En  efecto,  durante  el  verano  la  escarcha,  las  nevadas  y 
el  granizo  cubren  con  frecuencia  las  extensas  mesetas  de  los  Andes,  y  su  deshielo  pro- 
duce la  gran  cantidad  de  agua,  que  hace  salir  de  madre  los  torrentes  orientales. 

«Hemos  dicho  también,  que  en  estas  llanuras  se  desencadenan  algunas  veces  los 
vientos  que  vienen  desde  el  Amazonas,  con  tanta  furia  como  en  el  mar  de  las  Antillas, 
y  que  arrancan  de  raiz  los  árboles  mas  robustos,  dejando  tras  de  sí  una  ancha  calle  que 
marca  su  dirección.  En  cuanto  al  clima,  vá  subiendo  su  temperatura  gradualmente  desde 
el  pié  de  la  Cordillera  hasta  las  orillas  del  Amazonas,  en  donde  se  siente  el  máximum 
de  calor.  De  este  fenómeno  resulta  otro  no  menos  importante,  y  es  que  los  mismos 
frutos  maduran  sucesivamente,  viniendo  primero  la  sazón  de  los  que  están  cerca  del 
Amazonas,  y  por  gradas  van  madurando  tanto  mas  tarde,  cuanto  mas  dista  el  pais  de 
las  orillas  del  gran  rio;  de  forma  que  cuando  los  árboles  de  las  faldas  de  la  Cordillera 
han  dado  ya  su  tributo  á  los  animales,  el  Amazonas  les  convida  con  una  nueva  cosecha. 
Esto  mismo  produce  no  solo  la  vida  nómade  de  los  animales,  sino  aun  la  de  los  sal- 
vajes: aquellos  van  sucesivamente  recorriendo  el  pais  á  proporción  que  maduran  los 
frutos,  y  los  salvajes  siguen  la  misma  marcha  para  proporcionarse  igualmente  frutos 
y  cacería.  Los  animales  que  no  pueden  subir  hasta  las  elevadas  ramas  para  proporcio- 
narse el  alimento,  siguen  sinembargo  la  comitiva,  porque  cuando  el  viento  no  sacuda  los 
árboles  y  haga  desprender  los  frutos,  las  bandadas  de  aves,  las  ardillas  y  las  tropas 
de  monos  dejan  caer  gran  cantidad  de  frutos,  que  sirven  de  pasto  á  los  animales  que 
rastrean.  .  .  . 

«El  terreno  oriental  es  formado  por  una  capa  de  aluvión  antiguo  de  dos  á  tres  varas 
de  espesor,  con  otra  capa  superficial  de  aluvión  moderno  con  mas  de  media  vara  de  sus- 
tancias vejetales  descompuestas:  si  á  esto  se  añade  la  humedad  del  suelo  y  el  influjo 
del  clima,  fácil  es  deducir  la  fuerza  vegetativa  de  estos  terrenos.  Los  rios  que  le  ser- 
pentean, corren  con  bastante  precipitación  hasta  cierta  distancia  de  la  Cordillera  sobre 
un  lecho  de  piedras  y  guijarros;  pero  á  proporción  que  se  separan  de  la  Cordillera,  son 
cada  vez  mas  pequeñas  las  piedras,  hasta  que  en  cierto  límite,  cuando  la  corriente  es 
mas  dormida,  el  lecho  es  de  arena,  y  sus  riberas  dejan  igualmente  playas  arenosas.  Este 
límite  dista  unas  treinta  y  cinco  leguas  de  la  Cordillera,  y  en  él  debemos  notar  algunas 
cosas  especiales,  pues  sirve  de  línea  de  demarcación  para  distinguir  la  naturaleza  del 
terreno,  variación  de  vejetacion,  distinción  de  playas,  pérdida  de  aluvión  antiguo  y  clase 
de  civilización  de  habitantes. 

«Ya  hemos  dicho  que  desde  las  faldas  de  la  Cordillera  la  vegetación  es  corpulenta, 
el  terreno  de  aluvión  de  antigua  formación  con  capa  de  vegetal,  y  que  los  rios  corren 
con  alguna  rapidez  en  un  lecho  de  piedras;  falta  solo  añadir,  que  en  ella  viven  los  in- 
dios catequizados  que  se  llaman  cristianos,  y  que  así  mismo  este  es  el  límite  del  terreno 
que  contiene  lavaderos  de  oro.  Desde  aquí,  esto  es  35  leguas  lejos  de  la  Cordillera, 
hasta  el  Marañon,  el  terreno  es  de  aluvión  moderno,  la  vegetación  es  mas  gigantesca, 
el  lecho  de  los  rios  y  playas  es  de  arena,  los  lavaderos  de  oro  desaparecen,  el  curso  de 
los  rios  es  mas  remanso,  las  charapas  (tortugas)  depositan  en  sus  playas  grandes  can- 
tidades de  huevos,  y  la  pesca  y  cacería  son  mas  abundantes.  De  este  límite  para  abajo 
es  donde  con  mas  frecuencia  vagan  los  salvajes  del  Oriente.» 


cuando  entran 


ANOTACIOMBS  T 


16.  (Pag.  220.) 
Altaras  arregladas  legua  los  caminos  principales  de  1»  Btapuhllca. 

Los  listas  aiguientoa  son  tomadas,  por  una  parte  de  loe  catálogos  de  los 
DDr.  Reina  y  Stfibel  (-  R8)  publicados  en  1871—73  en  Quito,  y  por  otra  de  los  "" 
del  autor  (=  W).  A  los  primeros  pertenecen  todas  las  alturas  del  país 
rio  Carchi  hasta  el  Azuay,  y  al  segundo  las  del  resto  de  la  República; 
otros  observadores,  se  lo  indicará.  Las  alturas  de  los  señores  Reías  y  Stfibel  se 
exclusivamente  en  observaciones  exactas  del  barómetro  de  mercurio  (las 
gonométricas  de  los  cerros  mas  altos  no  entran  en  estas  listas).  Para  evitar 
posteriores  debo  advertir,  que  las  listas,  extractadas  con  anuencia  de  los  autores, 
sufrirán  pequeñas  modificaciones  después  de  la  ultima  revisión  de  los  cáleulue,  qi 
tualmenle  están  preparando  para  bu  obra  grande.  Ellos  mismos  adelantaron  á  en 
licacion  primera  la  nota  siguiente:  (Como  este  trabajo  se  considera  de  carácter  ] 
friona],  se  reserva  para  mas  tarde  hacer  reotiftcaciones,  que  serán  insignificantes».  ■ 
cuanto  á  mis  propias  observaciones,  debo  advertir,  que  son  hechas  en  su  mayor 
con  barómetros  cmeroidet,  los  cuales,  por  mas  buenos  que  sean,  nunca  permiten  la  i 
exnctidud  que  el  barómetro  de  mercurio.  Por  un  estudio  largo  y  minucioso  de  m 
strumentos  llegué  á  conocerlos  suficientemente,  para  hacer  las  correcciones 
y  por  la  comparación  continua  con  el  barómetro  de  mercurio  y  con  los  pantos 
terminados  mediante  él,  creo  haber  conseguido  el  grado  de  exactidud  que 
aneroides. 

Las  alturas  se  expresan  siempre  es  sufro*  tobre  ú  nivel  del  ñor. 


I.  Camino  real  por  el  callejón  Interandino  desde  el  rio  Carchi 
hasta  el  Macará. 


Hombre  del  lugar.  Altura. 

Rumichaca  de  Ipiales 2757 

Tulean,  plaza      2977 

Páramo  de  Boliche,  punto  mas  alto  del 

camino 3405 

Orejuela,  caserío 2929 

Busca,  plaza 2958 

Tuza,  plaza 2874 

Llanos  de  Tuza  en  el  camino  de  Ru- 
michaca   2800 

Pistu,  San  Blas  de  Puntal 2672 

Alto  de  Pucará,  punte  mas  alto  del 

camino 3122 

Filo  del  Valle  del  Chota 3044 

Loma  de  Tulean,  casas 2546 

El  Tuno,  casas 2395 

Puente  del  Chota 1532 

Las  casas  del  Chota 1550 

Aluburo 2548 

Yaguarcocha 2253 

Rio  Taguando,  puente  nuevo  de  Ibarra  2145 

Ibarra,  plaza 2225 

La  Esperanza,  plaza .  2344 

Juanguarin    , 2382 

San  Antonio,  camino  real  para  San 

Pablo 2378 

Human,  camino  real  para  Sun  Pablo  2632 

Peguche,  hacienda 2556 

Laguna  de  San  Pablo 2697 

San  Pablo,  plaza 2726 


Nombre  del  tasar.  AHwra. 

Alto  de  Cajas 8099 

Tambo  de  la  Compañía,  Tupigaohl    .  2800 

Tabacundo «8» 

Cachipamba 3860 

Puente  del  rio  Pisque  .......  3086 

Ouallabambe,  pueblo 3106 

Puente  de  Guaillabamba 1881 

Carapungo,  pueblo 2664 

Tablón  de  la  cuesta,  Chinguiltina     .  2635 

Quite 2850 

Puente  del  Machángara 2776 

„    Calzado     .......  2840 

Arcadia,  hacienda 2954 

Puente  de  Guamaní 3050 

„        „  Cutuclagua   . 3056 

Santa  Rosa,  altura  del  camino  entre 

Quito  y  Machachi 3086 

Tambillo 2802 

Maehachi,  tambo 2935 

Puente  de  Jambeli 3190 

Quebrada  Union 3472 

Huinzha,  altura  del  camino  cnTiupullo  3604 

Chisinche,  cruz  de  Tiupullo 3552 

Santa  Ana,  tambo 3150 

Pié  del  Corrito  de  Callo,  carretera    .  3123 

Puente  del  Rio  Cuilche 3069 

„       „     Blanco 2984 

Rumipamba,  hacienda 2848 

Latacunga,  plaza 2801 


ALTURAS   DEL    PAÍS. 


589 


Nombre  del  lugar.  Altura. 

Rio  Dluchi,  puente  de  la  Concordia  .  2730 
San  Miguel  de  Latacunga,  pueblo.  .  2700 
Rio  Cutucbi,  puente  de  Pansaleo   .    .  2668 

Pucarumi,  hacienda 2745 

Unamunchu,  altura  del  camino  entre 

Latacunga  y  Ambato 2792 

Rio  de  Ambato,  puente  de  Liria    .    .  2509 

Ambato,  plaza 2608 

Puente  de  Palagua 3040 

Mocha,  pueblo 3284 

Sanancajas,  altura  del  camino  .  .  .  3607 
Tambo  de  Chuquiboquio  (pocos  metros 

encima  de  la  carretera) 3604 

Plano  de  Luisa 3265 

Rio  San  José,  puente 3114 

Cajabamba  (Riobamba  viejo)  ....  3205 
Laguna  de  Colta,  capilla  Balbaneda  .  3288 
Altura  del  camino  entre  Cajabamba  y 

Guamote 3332 

San  Martin,  hacienda 3163 

Columbe,  pueblo,  el  puente 3149 

Guamote,  pueblo 2981 

Puente  de  Chibu,  carretera 3114 

Incapamba,  ruinas  de  los  Incas  .    .    .  3201 

Cuncunbamba 3252 

Rio  Pumachaca,  paso 3158 

Hacanang,  principio  de  la  bajada  áTixan  3342 

Tixan,  pueblo 2925 

Alausí,  pueblo 2390 

Confluencia  de  los  Rios  Zula  y  Chan- 

chan  (caña  de  azúcar) 1857 

Bugnac,  hacienda 1987 

Gonzol  (W.) 2828 

San  Pablo,  capilla  (W.) 3120 

Pomallacta  (W.) 2937 

Achupallas  (R.) 3317 

Quimsa-cruz,  punto  mas  alto  del  ca- 
mino nuevo  en  el  Azuay  (R.) .  .  4347 
Puca-loma,  punto  mas  alto  del  camino 

antiguo  (R.) 4445 

Puente  Espantóla  (R.) 3947 

Paredones,  ruinas  (R.) 4051 

Travesía  de  Paredones  (R.) 4084 

Puente  por  el  rio  Cañar  (R.)  ....  2833 

Cañar,  villa  (R.) 3176 

Altura  del  camino  del  Bueste  entre 

Cañar  y  Biblian  (W.) 3483 

Burgai,  hacienda  (W.) 2815 

Deleg  (R.) 2678 


Nombre  del  lugar.  Altura. 

Paso  por  el  rio  Deleg  (R.) 2623 

Altura  en  Habshun  (R.) 2818 

Sidcay  (R.) 2582 

Puente  de  Machángara  (R.) 2493 

Cuenca,  plaza  (R.) 2581 

(En  adelante  según  W.) 
Confluencia  del  Narancay  con  el  Tarqui  2587 
„  „  Tutupali    „   „       „       2646 

Llano  de  Tarqui  al  pié  del  cerro  de 

la  pirámide 2658 

Cumbe,  plaza 2704 

Altura  de  la  Cuesta  de  Cumbe  .    .    .  3080 

Mariviña,  tambo 3163 

Altura  del  camino  en  Tinajillas.   .   .  3424 
Quebrada  de  Shiña,  paso  por  el  rio 

Silvan 2783 

Yuquish,  sitio 2875 

Nabon,  plaza 2765 

Rio  Charcay,  paso      2599 

Quebrada  de  Llapqui 2634 

Cochapata,  plaza 2696 

Quebr.  de  Tablayacu 2495 

Udushapa,  hacienda 2312 

Puente  de  Udushapa 2273 

Altura  del  camino  entre  Udushapa  y 

Oña 2637 

Oña,  plaza 2452 

Zaraguro,  plaza 2692 

Camino  al  lado  de  la  laguna  de  Pulla  3151 
Cuesta  sobre  la  « Quebrada  honda  »  al 

lado  de  la  cruz 3052 

«Quebrada  honda»,  paso  por  el  rio  .  2862 
Ramos  -urcu,   camino  al  lado  de  la 

boca-mina 3259 

San  Lúeas,  plaza 2655 

Tambo  de  Juntas 2212 

Estancia  de  Cachipirca 2549 

Cajatambo 2803 

Sacama,  altura  del  camino 2797 

Loja,  plaza 2220 

Altura  del  camino  al  lado  del  Villo- 

naco 2786 

Hacienda  Juanes 1614 

Altura    del    camino   entre  Mátala   y 

Gonzanamá 2669 

Gonzanamá,  plaza 2243 

Cariamanga,  plaza 2165 

Macará 430 


II.  Yarios  caminos  del  país  interandino. 

Camino  real  deade  el  rio  Chota  por  Nombre  del  lugar.                      Altura. 

Salinas,    Cotacachi   y  Páramo  de  Salinas,  plaza 1639 

Mojanda  á  Quito.    (RS.)  Puente  del  Cabuyal  en  el  rio  Ambi .  1803 

Nombre  del  lugar.  Altura.        Cabuyal,  casas 2017 

Puente  de  Santa  Rosa  en  el  valle  del  Ibarra,  plaza 2225 

rio  Chota 1520        San  Antonio,  plaza 2378 


090 


AK0TAC30NXB  T  RUPLHfXNTM. 


Nombre  del  lugar.  Aítmra. 

Hattmtaqui,  plaza 2407 

Rio  Ambi,  paso  entre  Hatuntaqui  y 

Cotacachi 2297 

Cotacachi,  plaza 2463 

Rio  Blanco  en  la  hacienda  de  Peru- 

gacfai 8568 

Otavalo.  iiliim 2681 

Desaguadero  da  Gnarmieoeba  en  el 

páramo  di'  afojanda 8781 

Caricoeha  n  ti  paramo  de  Mojnnda.  S7I1 

Cascacunga             „          „        „        .  8874 

Malchinguí,  pía» .  8878 

Principio  de  la  bajada  de  Malchingui 

i  Alchipichí 2660 

Alchipichí,  hacienda 2101 

Puente   de    Alchipichí,  rio  Guailla- 

baraba 1719 

San  Antonio  de  Llulhimbamba  .  .   .  2428 

Pomasqui,  plaza 2507 

Rio  Chifahuaieo,  camino  real  ...   .  2616 

Rio  Cotocollao 2689 

Cotocollao,  plaza 2802 

Quito 2860 

De  Salinas  a  Quito  por  1*  Socalen. 
(RS.) 

Salinas,  placa 1638 

Hacienda  del  Pogyo 1702 

Tumbaviro,  plaza 2118 

San  Carlos,  hacienda 1981 

Quebrada  de  Pigunchiiela 1602 

Ürcuqui,  plaza 2820 

El  Tablón  del  molino 2628 

El  Hospital,  hacienda       2460 

Rio  Cari-yaca,  paso  del  Hospital   .   .  2817 
Rio  Alambi,  paso  cutía  Peribuela  é 

Imantá 2200 

Imantú,  plaza 2422 

Yana-yocu,  en  el  paso  á  Cotacachi  .  2256 

Cotacachi,  plaza 2453 

Perugachi,  hacienda -    ■    ■  2615 

Camino  sobre  ln  Pena  blanca.    .    .    .  3189 

Ensillada  de  la  Escalera 3196 

Pié  de  la  tísculera             2754 

Paso  del  rio  Taurichupa 2403 

Cochapatnha.  primera  casa 2382 

Paso  del  rio  Cubi 1762 

Tintal,  hacienda 2075 

P«nicho,  plaza 1830 

Puente  de  Perucho,  rio  Guaillabamba  1565 

Tanlagua,  hacienda    .......  2559 

San  Antonio  de  Llulhimbamba  .    .    .  2423 

Quito 2850 

De   Ibarra   á   Quito   por  Cayambe. 
(HS.) 

Ibarra,  plaza 2225 

Cacho,  casorio 2516 


Nombre  4*1  htoor.                        AHura. 
Quebrada  seca,  Rumihuaioo  en  el  ca- 
mino real 9665 

La  Magdalena,  hacienda 2703 

San  ProiicWu-mcha.    Pié  del  cerro 

Cunru  8835 

Zule ti>  ó  Ciicbiciiranqiii.  hacienda  .    ,  8866 

Cangagua!.  81S1 

Pesillo,  hacienda 8106 

Hacienda  de  Muyurcu        8054 

Kio  Granobles,  paso  cerca  de  la  ha- 

cienda  de  San  José 8771 

Cayambe,  pueblo 88GB 

Puente  de  Guachalá 3788 

Hacienda  de  Guachalá 9801 

Pambamarca,  altara  mayor  del  camino  8648 

Quinche,  plaza 9664 

Quebrada  Uravia,  paso  de  arriba  .   .  8084 
n              »           n     de  abajo  y  ha- 
cienda  8884 

Plun  de  Chilpe 9488 

iguiftaro,  hacienda 8689 

Yaruquí,  plaza 8885 

Kio  Guumbi,  paso 9928 

Pncmbu,  plaza 9484 

Rio  Chichi,  paso 2967 

Tumbueo,  plaza 2890 

Rio  Sun  Pedro,     icabon 9801 

Cumbayá 8400 

Puente  de  Guápulo 8545 

Guápulo,  iglesia 9690 

Quito 8850 

De  Quito  a  Mindo  y  repjraao  por 

Moa.    (RS.) 

Quito 8850 

Cotocollao 8809 

Cunuc-corral 8671 

Tablahuasi 3645 

Frutillas 8183 

Rio  Verdecuchu 8761 

El  Puxe 3024 

Punta  de  Playa,  rio  Purasi 8193 

Mindo,  ■■■■     Vicente 1264 

Rio  Miiido  cérea  de  San  Vicente  .   .  1226 
Llano  de  Non  loma  entre  el  Rio 

Mindo  y  el  Rio  Blanco 1366 

Rio  Blanco 1163 

Reunión  de     Rio   Blanco  con  el   Rio 

del  Volcan,  pié  del  Pichincha.   .  2078 
Reunios  del  Rio  Blanco  con  el  Rio 

del  Cinto 2225 

Loma  de  los  Osos 2582 

Chinquil 2769 

Rio  del  Cinto  en  Pnlmira 2667 

Capillapamba  en  Llou 3070 

iluairapungo 3284 

Quito 285U 


ALTURAS   DEL   PAÍS. 


591 


De  Quito  al  camino  de  Manabí.  (RS.) 
Nombre  del  lugar.  Altura. 

Quito 2850 

Tambillo    .    .    .    .* 2802 

Aloag,  pueblo 2922 

Paguangalli,  punto  mas  alto  del  ca- 
mino      3469 

El  Pungu,  límite  superior  de  los  he- 
lechos  arborescentes 3279 

Ligue 2850 

Garretas,  máquina  de  cortar  tablas  .  2477 

Rio  Silante 2150 

Rio  San  Lorenzo,  puente  de  Naranjal  1787 

Canzacoto,  casas 2005 

Rio  Yamboya,  puente 1849 

Límite  superior  de  los  platanillos .    .  1630 

San  Florencio,  hacienda 1459 

Rio  Calulo 1291 

Pié  del  Cerro  Guanaza,  fin  del  camino 

en  Setiembre  1873 1245 

De  Quito  á  Papallacta.    (RS.) 

Quito 2850 

Tumbaco 2390 

Itulcachi  hac 2668 

„      el  tablón 3097 

Paso  por  el  Guamaní 4173 

Tambo  de  Papallacta 3505 

Laguna  de  Papallacta 3341 

Iglesia    „  „ 3156 

De  Quito  al  Antisana.    (RS.) 

Poingasí 3104 

Conocoto 2594 

Rio  de  San  Pedro,  puente 2512 

Quebrada  Incachaca,  paso 2602 

„  Chángala,      „       2708 

Chángala,  hacienda 2785 

San  José  de  Guamoburo 2812 

Píntac,  pueblo 2900 

Corral  de  Yanacompañía 3090 

Canalpata 3173 

Quebrada  Guapal,  paso 3047 

Pinantura,  hacienda 3142 

Mauca-estancia 3262 

Santo  Domingo,  principio  del  pajonal  3499 

Puerta  de  Guamaní 3549 

Secas,  casitas 3465 

El  Isco,  hacienda 3459 

Maucarodeo-pampa 4007 

Guamaní  de  Maucarodeo 4115 

Hatuc-pampa 4066 

Antisana,  hato 4075 

De  Latacunga  á  Sigchos.   (RS.) 

Latacunga 2801 

Toacaso,  pueblo 3261 

Razuyacu  y  Cutupilaló,  haciendas.    .  3382 

Llanos  de  Curiquingue 3551 


Nombre  del  lugar.  Altura. 

Portada  de  Huinzha 3621 

La  Moya,  hacienda 3338 

Quebrada  Chisoche,  paso 3119 

Chisaló,  hacienda 3043 

Quebrada  Chisaló 2943 

Paso  de  Pucará 3281 

Rio  Toachi,  puente 2497 

Sigchos,  plaza 2928 

De  Latacunga  á  Angamarca.  (RS.) 

Pujilí,  pueblo 3061 

Isinchi,  hacienda 3045 

Límite  superior  de  la  cebada  en  Tunlin  3732 

Mulacorral,  hato 3774 

Curiquingue-pampa 4049 

Muru-urcu,  cúspide 4317 

Filo  de  Mi  chacal  á 4345 

Hondón  de  Michacalá 3919 

Filo  Tixan 4496 

Hondón  de  Pigua 4075 

Principio  de  las  peñas  de  rocas  no- 
volcánicas  4074 

Angamarca,  pueblo 2998 

De  Axnbato  á  Angamarca.   (RS.) 

Ambato 2608 

Santa  Rosa,  pueblo 3099 

Pataló,  pueblo 3191 

Quebrada  Chibuleo,  paso 3245 

Pilahuin,  hacienda 3406 

Quebrada  Pucachaclla,  paso 3239 

Rio  Minas,  paso 3283 

Chiquicagua,  hacienda 3419 

Rio  Yatzaputzan,  paso 3596 

Altura  del  camino  entre  Llangagua  y 

Ambato 3868 

Loma  Yatzaputzan 3780 

Rio  Puca-yacu,  puente 3360 

Llangagua,  hacienda 3398 

Peñas    de   cuarcita   encima  de  Llan- 
gagua  3638 

Pusuhuaico 3866 

Lozan  perfecto,  paso 4381 

Vaquería  de  Lozan 3889 

Altura   del  camino   entre    Zarripo  y 

Milni 3951 

Corral  de  Chini 8545 

Confluencia  de  los  Rios  Panza  y  Guam- 

beña 2829 

Angamarca 2998 

De  Biobamba  al  Valle  del 
Pastaza.    (RS.) 

Riobamba,  plaza 2798 

Elen,  rio  de  Guano,  paso  de  abajo    .  2540 

Cuesta  de  Chijang 2910 

Puente  de  Penipe 2364 

Penipe,  pueblo 2470 


ÁNOTAOIOHBB  T  ftrpMíMRNTOa. 


Nombre  áét  lugar.  Altura. 

Puente  de  Puela 2293 

Puelft,  puebla 8896 

Chontiipniíipíi,  hacienda 2278 

Juivi  grande-,  hacienda     90fi8 

Camino  sobre  las  piedras  de  Ib  revena 

üuon  de  Juivi 8069 

Juiví  chiquito,  hacienda 1868 

Huiioa,  pueblo 1800 

Sao  Vicente,  hacienda   .        1786 

Quebrada  ülvu,  puente 1700 

Agujan,  puente  nuevo  de)  rio  Pastazs  1668 

Agoyan,  hacienda 1640 

Rioblanco,  puente 1619 

Antombos,  hacienda 1588 

Antombos.  trapiche  en  la  playa     .   .  1457 

Rioverdc  grande,    acienda 1497 

Machai,  hacienda 1681 

El  Mirador  1688 

Maputo,  hacienda 1387 

Santa  Inés,  hacienda 1844 

Rio    Topo,  paso  cenia  del  punto  de 

reunión  con  el  rio  Pastaza  .    .    .  1296 

Rio  Zuifiag,  paso 1280 

Rio  Chuloaya,  paso 1248 

Tumbo  de  Cutkfttira,  pié  oeste  del 

cerro  Abitngua 1806 

Rio  Quilluc  pié  Mte  del  cerro  Abi- 

tagua 1096 

Allpayocu,  vado 1067 

Principio  de  los  llanos  inclinados  de 

Aluvión 1806 

Jibaría  del  Píntue,  chacras  de  los  In- 
dios Jibaros 981 

Da  Biobamba  á  Haoaa.    (R6.) 

Kiobamba 2798 

San  Luis 2658 

Puca-yacu,  paso  cerca  de  Punin    .   .  2710 

Tunchi,  hacienda 2706 

Chuyucuchu,  caserío  ........  2778 

Lucero-loma 2853 

Confluencia  del  Cebadas  con  el  Gua- 

mote 2886 

Cebadas,  pueblo 2904 

Iehañag  hato 3100 

Ishubambu,  hacienda 3090 

Afilio,  caserío 3462 

Paso  de  la  Cordillera 3548 

Zuñac,  pueblo 2688 

Paira,  caserío 1617 

Macas,  pueblo 1051 

De  Biobamba  &  Guamote.   (RS.) 

Riobaraba 2798 

San  Luis 2653 

Tunchi  de  Boslang,  hacienda      ...  2775 

Nautc,  caserío 3279 

Salarun-luma 3G03 


Nombre  dti  lugar.  Altura. 

Pulueate,  capilla 3337 

Tunuui,  hacienda 
Uuamote,  pueblo. 

Se  Biobamba  á  Pallatanga.  (RR) 

Riobamba 27;** 

Cajabamba 3205 

Navas-cruz,       *>  de  la  Cordillera      .  .1868 

Gtiungnpulo,      cieñan    .....  3603 

Pungor,   pueblo Sllli 

Yerba-buena,  hacienda ¡¡(i7s 

Quebrada  del  i  ¡ardiñal,  puso    ....  3886 

Quebrada  4a  Pansa,  paso 8186 

Punza,  casita 3689 

Pallatanga 16» 

De  Biobamba  4  Chimbo. 

Riobamba  .    .       2798 

Cajabamba 
Guallaló,  " 

Huacpalag,  loma .  4069 

Chorrera,    en    el    páramo    de    Gua- 
llaló     8807 

Tres  cruces  de  Puyal,  punto  mas  alto 

dri  camino    .   .  . 4806 

Purcu,  paso  por  el  rio  (W.) 8668 

i. l-i  ,nl;i  Cliaqui-yacu  (W.)    ....  8487 

Lomada  mortiños,  principio  del  pajo- 
nal (W.) 8817 

Guantuc-lomu.  cúspide  (W.)     ....   8870 

Guupuiigoto  tumbo  (W.) 8880 

Santiago  pueblo  (W.) 8648 

Paso  del  rio  Chimbo  (\V.) 8846 

San  José  de  Chimbo  (RS.) 3489 

Da  atocha  4  Guarnida,    (RS.) 

Mocha 8284 

Tambo  de  Chuquiboquio 8604 

Tambo  de  Culebrillas  (pié  sureste  del 

Chimborazo) S663 

Valle  de  Trasquilas,  paso 8776 

Tambo  de  Totorillae 8910 

El  Arenal,  punto  mas  alto  del  camino  4281 

a.    El  comino  antiguo. 
Panza,  pié  del  Arenal,  reunión  de  los 

dus  caminos         4124 

La  Ensillada,  tambe 3746 

Yaim-uri.il,  tumbo 8680 

Chibticu,  parte  inferior 3344 

El  Pungo,  hacienda 3002 

Casipainba,  caserío 2794 

Rio  Lian  gama,  puente  de  Guaranda  .  2538 
Guaranda,  fonda  de  la  Maravilla    .    .  2668 
b.    £1  comino  nuevo. 

Panza,  pié  del  Arenal 4124 

Quebrada  Panza,  paso 8333 

Loma  Llanguma 3450 


ALTURAS   DEL   PAÍS. 


593 


Nombre  del  lugar.  Altura. 

Rio  Llangama,  paso 8008 

Chinibamba       3298 

Quebrada  Quinoacorral,  paso  ....  3084 

Quinoacorral,  hacienda 3184 

Tambo  del  Pucará,  Llillucu 3024 

Guanujo,  pueblo 2923 

Guaranda 2668 

De  Guaranda  á  Simiátug.   (RS.) 

Guaranda 2668 

Guanujo 2923 

Tambo  de  Pucará 3024 

Sinchic,  hacienda 3237 

Rio  Moya,  paso 3235 

Salinas,  pueblo.    . 3549 

Loma  de  Chuquinac 4011 

Rayobamba 3821 

Simiátug 3238 

De  Guaranda  á  Chillanes.    (RS.) 

Guaranda 2608 

Puente  del  Socabon 2575 

San  José  de  Chimbo 2499 

San  Miguel  de  Chimbo 2469 

Tumbucu 2429 


Nombre  del  lugar.  Altura. 

Pisco-urcu 2907 

Panteón  de  la  Chima 2587 

San  Pablo  (Atenas)  (W.) 2458 

Playas  de  Sicoto 2033 

Puyuchuray 2528 

Urcu-corral  (W.) 2414 

Chillanes 2344 

De  Alausi  á  Cañar  por  Chunchi. 

(RS.) 

Alausi 2930 

Bugnac,  hacienda 1987 

Tolte,  caserío  (W.) 2350 

Lluquillay,  caserío  (W.) 2180 

Chunchi 2273 

Guataxi,  hacienda 1902 

Rio  Guabalcon 1885 

Pacchabamba 2277 

Ayapanti 2681 

Hoyaxí,  hato 2829 

Shical,  hato 3037 

Punto  mas  alto  entre  Lama  i  y  Guai- 

llaganga 3444 

Tambo,  pueblo 2975 

Rio  Cañar,  paso 2833 

Cañar 3176 


III.    Algunos  caminos  del  litoral  á  la  sierra.    (W.) 


De  Bodegas  á  Guaranda  por 
Pozuelos. 

Nombre  del  lugar.  Altura. 

Bodegas 5 

Pozuelos,  pueblo 146 

Pacana  (San  Rafael),  hacienda    .    .    .     475 

Agua  santa,  hacienda 795 

Confluencia  de  los  rios  de   San   An- 
tonio y  Cumbilí 877 

San  Antonio,  casas  superiores  del  sitio, 

límite  de  los  platanales 1478 

Yana-allpa,  casita  al  pié  de  la  cuesta 

de  Cascajal 2277 

Tambo  de  Pucará 3060 

Altura  del  camnio  en  Tutapala      .    .  3200 

Verdepampa,  hacienda 2898 

Pimbulo,  hacienda 2805 

Illapa,  hacienda 2705 

Santa  Fé,  caserío 2693 

Puente  del  Socabon 2575 

Guaranda 2668 

De  Bodegas  á  Chimbo  por  Balsa- 
bamba. 

Bodegas apróx.  5 

Sabaneta „  10 

Playas „  30 

Limón  de  abajo 119 

Limón  de  arriba  . 163 

Wolf,  Ecuador. 


Nombre  del  lugar.  Altura. 

Balsabamba 708 

San  Cristóbal,  tambo 1075 

Putzo,  tambo 1151 

Tambo-loma 1866 

Las  Palmas,  tambo 2193 

Ensillada  de  Gualashay 2599 

Chuchi,  tambo 2967 

Tambo  del  Gobierno 3100 

San  Miguel  de  Chimbo 2469 

San  José  de  Chimbo 2499 

Guaranda * 2668 


De  Puente  de  Chimbo  á  Alausi. 

Puente  de  Chimbo,  estación  del  Ierro- 
carril     

San  Palbo,  hacienda 

Juntas,  coníl.  del  Piñampungo  con  el 

rio  del  Sacramento 

Placer,  hacienda 

Cayandeled,  hacienda 

Chahuarpata,  dormida 

Tribulpata,  dormida 

Las  Chorreras 

Margarita,  paso  de  la  Cordillera    .    . 
Rumipungo,  paso  de  la  Cordillera.    . 

All pachaca,  hacienda 

Paso  de  la  Cordillera  sobre  Allpachaca 

Paso  por  el  rio  de  Alausi 

Alausi,  villa 

38 


345 
636 


745 
961 
1377 
1833 
2194 
2818 
3131 
3080 
3059 
3136 
2248 
2390 


694 


AK0TACI0NE8  T  8UPLBKKNT08. 


De  Naranjal  a  Ouonoa. 

Nombre  del  Jugar.  Altura. 

Naranjal apróx.  20 

£1  Entable    .   . 187 

Chaca-yacu,  pié  de  la  cuesta  ....  477 

Yerba-buena,  tambo 2776 

Altura  del  camino  en  Canelapata  .   .  3094 

Llamacancba,  tambo 3081 

Altura  de  la  cuesta  sobre  Molleturo.  2894 

Molleturo,  plaza 2557 

Yunguilla-huaico,  tambo 2735 

Huasi-huaico,  tambo 3167 

Contra-yerba,  hacienda 8592 

Cajas,  paso  de  la  Cordillera 4185 

Quínoas,  tambo    .  \ 3681 

Puente  de  Llulluchas 3253 

Surucuchu,  hacienda 3022 


Nombre  del  lujar.  Altura. 

Sayausi,  pueblo 9757 

Cuenca,  plaza 2581 

De  Santa  Rosa  á  gamma  y  IéOJsw 

Santa  Rosa apróx.       10 

Guayabo,  casa 199 

La  Chonta,  pié  de  la  cuesta    ....     515 

Tambo  grande 1412 

Ayabamba 1596 

Zaruma,  plaza 1900 

Cuesta  de  Amboca 

Cisne,  pueblo 

Valle  del  Catamayo,  paso  del  camino 

por  el  rio  de  la  Toma 1457 

Altura  del  camino  al  lado  del  VUlonaco  2786 
Leja 9220 


17.  (Pág.  221.) 

Clasificación  petrográfica  de  las  rocas. 

I.  Rocas  cristalinas,  llamadas  también  protégenos  6  primitivas. 

Io.  Bocas  cristalinas  simples. 

a.  Rocas  haloideas:  Sal  gema,  Espato  flúor,  Criolita.  —  Caliza,  Dolomita,  Marga.  — 
Yeso,  Anhidrita,  Fosforita,  Barita. 

b.  Bocas  silíceas:  Cuarcita,  Esquista  silícea,  Jaspe,  ópalo  y  otras  variedades 
del  cuarzo  cristalino  y  amorfo. 

c.  Silicatos.  Hay  algunos,  que  por  sí  solos  y  sin  mezcla  de  otros  minerales 
componen  rocas,  pero  siempre  subordinadas,  así:  Augita,  Malacolita,  Anfibola, 
Epidota  etc.  —  A  esta  clase  pertenecen  también  la  Serpentina,  la  Esquista 
talcosa  y  la  clorítica. 

d.  Bocas  metálicas:  Hierro  oligista,  Limonita,  Hierro  oolítico  y  pisolítico,  Espato 
de  hierro,  Magnetita. 

c.  Bocas  de  origen  orgánico  (carbónicas):  Antracita,  Ulla,  Lignita,  Turba,  As- 
falto, Guano. 

2°.  Bocas  cristalinas  compuestas. 

A.  De  estructura  granulosa  y  porfiroidea. 

a.  Con  ortoclasa:  Granito,  Sienita,  Pórfido  rojo  (cuarzoso),  P.  felsítico,  Piedra- 
pez.  —  Traquita,  Liparita,  Riolita,  una  parte  de  la  Obsidiana,  Perlita  y 
Piedra -pómez. 

b.  Con  oligoclasa:  Diorita,  Porfirita,  Meláfído.  —  Andesita,  Daeita  (Andesita 
cuarzosa),  una  parte  de  la  Obsidiana,  Perlita  y  Piedra-pómez. 

c.  Con  anortita  (rara  vez  labradorita):  Diabasa,  Hiperstenita ,  Gabbro,  Pórfido 
augítico.  —  Dolerita,  Basalto. 

d.  Con  nefelina  y  leucita:  Nefelinita,  Leueitóiido. 

B.  De  estructura  esquistosa. 

Gneis,  Granulita,  Esquistos  micáceas  y  arcillosas. 

II.  ltocas  clásticas  (fragmentarias). 

Io.  Conglomeratos,  Bre echas,  Tobas,  que  pueden  derivarse  de  todas  las  rocas 
precedentes,  neptúnicas,  pintón  i  cas  y  volcánicas,  y  reciben  sus  nombres  espe- 
cíficos según  los  materiales  que  las  eoinponeii. 


CLASIFICACIÓN  GEOLÓGICA.  595 

2o.  Areniscas  y  pizarras  sedimentarias,   que  se  repiten  con  muchas  variedades 

en  todas  las  formaciones  geológicas. 
3o.  Arcillas  y  otras  rocas  lunáticas,  como  Caolina,  que  derivan  especialmente 

de  la  descomposición  de  los  silicatos. 


Escala  completa  de  las  formaciones  sedimentarias. 

I.  Período  arcaico. 

Form.  lorenciana.     Primeros  vestigios  de  animales  y  plantas  marinas. 
Form.  hurónica,        Radiatos,  Crinoídeos,  Anélidos. 

II.  Período  paleozoico. 

F.  silúrica.  Predominan  los  Graptolites  y  Trilobites.     Aparecen  los  Braquípodos  y 

los  primeros  peces. 

F.  devónica.         Predominan  los  Braquípodos  (Spirifer,  Calceola,   Stringocephalus  etc.), 

Corales  (Calamopora,  Cyathophyllum) ,  Goniatites.  —  Aparecen  las  pri- 
meras plantas  terrestres. 

F.  carbonífera.    En  los  estratos  inferiores  (Caliza  carbonífera  y  Culm)  muchos  Crinoídeos 

y  Corales.  Posidonomya,  Pleurotomaria.  Peces  ganoídeos.  En  las  divi- 
siones superiores  con  capas  de  ulla  predominan  las  plantas  terrestres, 
todas  criptógamas:  Calamites,  Asterophyllites,  Annularia,  Heléchos, 
Sigillaria,  Lepidodendron.  —  Primeros  Anfibios  é  Insectos. 

F.  dyáaica.  Braquípodos  (Spirifer,  Productus),  Pectén.    Peces  (Palaeoniscus),  Saurios 

(pérmica)  ( Archaegosaurus ,  Amblypterus).     Heléchos,  Coniferas,  Walchia. 

III.  Período  mesozoico. 

F.  triasica.    a.  inferior  (Arenisca  abigarrada).    Terebratula,  Ceratites.    Labirintodontes 

(Chirotherium).     Equisetum,  Coniferas,  Voltzia  heterophylla. 

b.  media  (Caliza  conchífera).  Notosaurus  mirabilis,  Encrinus,  Terebratula 
vulgaris. 

c.  superior  (Keuper).  Mastodonsaurus.  Peces:  Ceratodus,  Semionotus.  Pri- 
mer mamífero :  Microlestes  antiquus.  —  Equisetum,  Zamias,  Coniferas. 

F.  jurásica,   a.  Oolita  inferior  (Lias).     Saurios:   Ichthyosaurus   comunis,   Plesiosaurus, 
(oolítica)  Mystriosaurus,  Teleosaurus.    Peces  ganoídeos.    Loligo,  Ammonitcs,  Pen- 

tacrinus.    Cycadineas,  Coniferas. 

b.  Oolita  media.  Saurios.  Mamíferos  marsupiales.  Peces  placoideos.  Tere- 
bratula, Ostrea,  Trigonia.     Heléchos,  Zamias,  Coniferas. 

c.  Oolita  superior  ó  blanca.  Corales  y  Espongios,  Equinodermos,  Crinoídeos. 
Trigonia,  Diceras,  Ammonites.  Pterodactylus,  Geosaurus,  Chelidonidcs, 
Emys.    Archaeopterix.    Cycadineas. 

F.  cretácea,  a.  Form.  wealdica.     Peces:   Lepidotus,    Sphaerodus.     Saurios:   Iguanodon, 

Pholidosaurus.  Moluscos  lacustres  y  lluviales:  Unió,  Cyrena,  Cyclas, 
Pisidium,  Corbula,  Paludina,  Melania,  Nerita,  Limnaeus,  Planorbis,  Cy- 
pris  etc.  Cycadineas,  Heléchos, 
b.  Neo  comió,  c.  Ganlt,  d.  Creda  cloritica  (Turónico  y  Cenománico),  e.  Creda 
blanca  (Senónico).  Poraminíferos  y  Corales,  Equinodermos  en  abundancia, 
Hippurites  y  Caprotina,  los  últimos  Belemnites  y  Ammonites.  Baculites, 
Ha  mi  tes,  Scaphites.  Peces  cicloideos  y  ectenoídeos.  Saurios  terrestres, 
Crocodilus,  Iguanodon,  Mosasaurus.  Mamíferos  inferiores.  Primeras 
plantas  dicotiledóneas.    Palmas,  Cycadineas,  Coniferas. 

IV.  Período  kenozóico. 

F.  tertiaria.  a.  Eoceno.  Moluscos  casi  todos  extinguidos.  Numulites.  Algunos  mamí- 
feros :  Palaeotherium,  Lophiodon,  Arctocyon.  Flora  tropical  en  Europa. 
Palmas.  Amentáceas, 
b.  Oligoceno.  Moluscos  en  su  mayor  parte  extinguidos,  pero  muchos 
géneros  vivos.  Halianassa.  Mamíferos:  Anoplotherium ,  Lophiodon, 
Marsupiales.     Aves.     Crocodilus.     Emys. 

38* 


■7 


V 


596  ANOTACIONES   Y  SUPLEMENTOS. 

c.  Mioceno.  Muchos  moluscos  marinos  vivos.  Peces  extinguidos.  Mo- 
luscos terrestres  extinguidos.  Dinotherium.  Hippotherium.  Plora 
subtropical  en  Europa.    Palmas,  Coniferas. 

d.  Pliocetw.  Abundancia  de  Moluscos  y  zoófitos  en  gran  parte  pertene- 
cientes á  especies  vivas.  Mamíferos  todos  extinguidos.  Elephas 
meridional  is,  Mastodon  angustidens. 

F.  cuaternaria,  inferior  y  superior.    Moluscos  casi  todos  de  especies  vivas.    Cetáceos. 
(diluvial)        Mamíferos  extinguidos  y  vivos:  Mamut,  Mastodon  giganteum  y  Andium, 
Equus,  Megatherium,  Glyptodon,  Ursus,  Felis,  Hyaena,  Bos,  Cervus  etc. 
—  Restos  del  hombre. 
F.  moderna.       Flora  y  fauna  actual. 

18.  (Pág.  222.) 

Existen  algunas  cartas  geológicas,  que  comprenden  toda  la  América  del  Sur,  pero 
en  escalas  tan  pequeñas,  que  son  casi  inservibles  para  el  estudio  de  un  pais  particular. 
A  estas  pertenece,  por  ejemplo,  la  antigua  de  Foetterle,  que  comprende  el  continente 
sudamericano  entre  los  grados  5  de  Lat.  N  y  35  de  Lat.  S,  y  que  lleva  el  título:  Golpe 
de  vista  geológico  do  Brazil  e  de  algumas  outras  partes  centraes  de  America  do  Sul>  por 
Pr.  Foetterle.  Vienna  1854.  —  La  última  y  mejor  carta  geológica  de  Sudamérica  es  la, 
que  el  profesor  Steimnann  trabajó  el  año  pasado  (1891)  para  la  nueva  edición  del  Atlas 
físico  de  Berghaus  (Nro  14),  la  cual  está  basada  en  los  trabajos  geognósticos ,  que  se 
ejecutaron  en  los  últimos  decenios.  Pero  desgraciadamente  se  halla  en  una  escala  aun 
mas  pequeña,  que  la  anterior,  es  decir,  en  la  de  1 : 30000000. 

H.  Karsten  publicó  en  1856  una  carta  geognóstica  de  las  Repúblicas  de  Venezuela, 
Colombia  y  Ecuador  en  pequeña  escala.  Pero  esta  carta  es,  con  excepción,  talvez,  de 
pocos  puntos  que  el  autor  mismo  ha  visitado,  un  mero  juego  de  fantasía,  á  lo  menos  en 
las  partes  que  tocan  al  Ecuador.  La  mejor  prueba  de  esta  aserción  es,  que  el  mismo  en 
188(5  elaboró  una  segunda  edición,  enteramente  distinta  de  la  primera,  no  según  sus 
propias  observaciones  (pues  nunca  volvió  á  América),  sino  según  las  publicaciones  que 
varios  geólogos  hicieron  posteriormente.  El  Ecuador  queda  corregido  según  algunas 
observaciones  de  Reiss  y  Stübel,  y  toda  la  mitad  meridional  según  mis  Memorias  sobre 
las  provincias  respectivas.  Pero  aun  en  esta  forma  nueva  el  mapa  de  Karsten  queda 
muy  defectuoso  y  en  gran  parte  imaginario.  Véase:  H.  Karsten,  Die  geognostischen 
Verhaeltnisse  Neugranadas.  Wien  185G.  —  Id.,  Géologie  de  l'ancienne  Colombio  jBoli- 
varienne.    Berlín  1886. 

También  la  cartita  geológica,  que  acompaña  el  folleto  de  J.  Siemiradski  (Ein  Bei- 
trag  zur  Kenntniss  der  typischen  Andesitgesteine.  Dorpat  1885)  se  funda  esencialmente 
en  mis  cartas  y  trabajos  sobre  las  provincias  del  Azuay  y  del  Guayas;  pero  contiene 
modificaciones,  con  que  no  puedo  convenir,  y  precisamente  en  regiones,  que  ni  el  señor 
Siemiradski  ni  otro  geólogo  entre  tanto  ha  visitado.  Así,  por  ejemplo,  no  comprendo, 
cómo  pudo  rellenar  la  hoya  de  Cuenca  con  terrenos  terciarios,  ni  cómo  pudo  señalar 
la  formación  cretácea  en  Puna  y  en  los  cerros  de  Chanduy.  Estos  y  otros  errores  copió 
Karsten  de  Siemiradski. 

19.  (Pág-  229.) 

Los  geólogos  distinguen  dos  clases  de  gneis  y  esquistas  cristalinas.  La  primera 
clase  comprende  los  gneises  y  esquistas  mas  antiguas  ó  las  primitivas,  que  están  en 
mucha  relación  genética  con  los  granitos  y  sienitas,  y  son  verdaderamente  azoicas^  es 
decir,  sin  vestigio  de  organismos.  Algunos  pretenden,  que  estas  rocas  constituyen  la 
primitiva  costra  de  la  tierra.  La  segunda  clase  se  compone  de  gneises  y  esquistas 
cristalinas  menos  antiguas,  á  que  se  atribuye  un  origen  neptúnico  (depósitos  del  mar), 
aunque  se  admita,  que  en  su  mayor  parte  no  se  hallan  en  el  estado  original,  sino  en  el 
metamóríico.  En  estas  rocas  de  la  segunda  clase  se  encuentran  de  vez  en  cuando  los 
restos  de  organismos  (ínfimas  clases  zoológicas)  y  de  antracita,  que  también  es  de  origen 
orgánico.  Para  ellas  se  establecieron  en  el  sistema  geológico  las  formaciones  lorenciana 
y  lumínica  (muy  desarrolladas  en  Norteamérica),   que   de  consiguiente  se  deben  separar 


MINAS.  597 

de  los  terrenos  azóteos,  llamándolos  ahora  arcaicos.  Por  lo  demás  se  hallan  gneises  y 
esquistas  metamórficas  también,  aunque  rara  vez,  en  los  terrenos  paleozoicos  y  hasta  en 
los  mesozoicos.  —  La  distinción  puramente  petrográfica  de  los  gneises  y  esquistas  de  las 
dos  clases  os  muy  difícil  y  muchas  veces  imposible.  En  el  Ecuador  nos  faltan  completa- 
mente los  fósiles,  como  queda  dicho,  pero  la  presencia  de  la  antracita  y  la  gran  abun- 
dancia de  grafito  me  hacen  suponer,  que  la  mayor  parte  de  nuestros  gneises  y  esquistas 
cristalinas  pertenecen  al  grupo  de  las  formaciones  lorenciana  y  huróniea,  ó  á  lo  menos 
á  las  esquistas  metamórficas.  Digo  «la  mayor  parte»,  porque  no  quisiera  excluir  del 
todo  la  primera  clase,  sobre  todo  en  las  regiones  en  que  el  gneis  se  encuentra  enlazado 
con  el  granito,  como  en  la  provincia  de  Loja.  La  ventilación  de  esta  cuestión  es  dema- 
siado teórica,  para  caber  en  nuestro  resumen  de  la  geología  ecuatoriana. 

20.  (Pág.  232.) 

Minas  antiguas  en  el  terreno  esquistoso. 

a  Una  legua  al  Este  de  Loja,  atrás  de  los  ,cerritos  del  Calvario',  en  el  sitio  que 
llaman  , Estancia  de  los  palacios',  se  hallan  antiguas  labores  de  minas,  y  no  existe  nin- 
guna tradición  sobro  el  cuándo  ó  con  qué  objeto  fueron  explotadas.  Las  labores  son 
muy  considerables  y  no  cabe  duda  que  en  un  tiempo  rindieron  buenos  intereses.  En  las 
galerías  subterráneas,  que  según  las  entradas  deben  ser  espaciosas,  no  se  puede  entrar 
muy  adentro,  porque  están  aguadas  y  por  consiguiente  no  conocemos  su  extensión.  Pero 
al  lado  de  las  bocas  se  halla  una  labor  grande  ,á  cielo  abierto',  excepción  rara  en  las 
antiguas  minas  del  pais;  hicieron  un  corte  vertical  que  atraviesa  el  terreno  en  la  direc- 
ción SO-NE  y  tiene  unos  10  metros  de  alto  y  2  de  ancho.  La  planta  de  esta  galería 
abierta  es  muy  pendiente  hacia  la  salida,  siguiendo  mas  ó  menos  el  talud  mismo  de  la 
montaña  en  que  arma. 

«También  bajo  este  respecto  es  una  excepción  en  las  antiguas  labores  de  esta  pro- 
vincia, que  casi  siempre  entran  inclinándose  hacia  abajo,  razón  por  la  cual  casi  todas 
están  aguadas.  Por  el  diferente  sistema  de  trabajo  y  por  la  antigüedad  indisputable  de 
estas  labores  podria  ser  que  á  lo  menos  una  parte  de  ellas  data  del  tiempo  de  los  Incas. 
Ahora  bien,  examinando  la  naturaleza  de  los  minerales  que  componen  las  cajas  de  dichas 
minas,  el  pendiente  y  las  cabezas  de  las  galerías,  no  se  observa  con  la  vista  libre  nin- 
guna sustancia  metálica,  fuera  de  la  arsenopirita  de  que  acabo  de  hablar  arriba.  Se  vé 
que  el  objeto  de  la  explotación  sin  duda  eran  las  venas  de  cuarzo,  que  allá  cruzan  en 
abundancia  y  en  todos  sentidos  las  esquistas  arcillosas,  y  en  las  labores  principales  se 
echa  de  ver  que  algunas  de  las  vetas  tienen  uno  á  dos  metros  de  ancho.  El  cuarzo  es 
muy  compacto,  rara  vez  blanco  y  puro,  comunmente  gris,  amarillento,  rojizo,  pardo,  en 
fin  de  colores  sucios,  y  en  apariencia  no  presenta  nada  de  particular.  No  me  quedó  la 
menor  duda  de  que  estas  minas  han  sido  trabajadas  por  el  oro,  y  que  el  cuarzo  es  el 
que  aloja  este  metal  precioso  en  partículas  microscópicas  é  invisibles,  las  que  solamente 
por  ensayos  químicos  se  descubren,  como  sucede  en  otros  distritos  auríferos  y  también 
en  Zaruma.  De  las  muestras,  que  he  sacado  de  diferentes  puntos  de  las  galerías  y  que 
he  traido  con  el  fin  de  analizarlas,  algunas  no  contenían  ningún  rastro  de  metal  precioso, 
otras  tres  me  dieron  diferentes  resultados: 

Muestra  primera:      Oro  0.  —  Un  indicio  de  plata. 

„        segunda:        „    00002. 
„        tercera:  „    00046. 

«Suponiendo  que  una  veta  de  cuarzo  tuviera  en  término  medio  la  composición  de 
la  tercera  muestra,  rendiría  V/%  onzas  por  cajón.  Unas  vetas  serán  mas  pobres,  pero 
fácilmente  podría  ser,  que  se  encuentren  otras  mas  ricas.  El  indicio  de  plata  (sin  oro) 
que  me  dio  la  primera  muestra,  proviene  sin  duda  de  un  poco  de  arsenopirita  que  no 
dejó  separarse  completamente  del  cuarzo  y  que  es  argentífera,  como  he  dicho  arriba. 

«Lo  que  las  rocas  de  la  cordillera  oriental  de  Loja  son  auríferas  es  indudable,  y  la 
prueba  mas  evidente  tenemos  en  los  lavaderos  de  oro  del  rio  Zamora  y  de  sus  tributa- 
rios. Ademas  la  cordillera  oriental  de  Loja  es  la  directa  continuación  de  la  de  Cuenca 
que  es  muy  aurífera  hasta  el  lindero  de  la  provincia  cerca  de  Zaraguro.  No  podemos 
atribuir  al  oro  de  estos  lavaderos  otro  origen  que  el  de  las  rocas  cuarzosas  de  la  cordillera, 


598  ANOTACIONES  Y   SUPLEMENTOS. 

do  donde  lo  arrastran  aquellos  ríos.  Pero  no  debemos  olvidar,  que  á  veces  unos  lava- 
deros pueden  ser  muy  buenos  y  ríeos,  y  las  rocas  y  vetas,  de  las  que  traen  su  origen, 
al  mismo  tiempo  tan  pobres  que  no  costearian  los  trabajos  de  su  explotación.  En  los 
rios  se  recojo  y  se  concentra  en  un  lugar  reducido  el  oro  que  antes  había  estado  espar- 
cido por  una  área  grande1,  tal  vez  de  muchas  leguas  cuadradas.  Los  rios  son  las  máqui- 
nas de  la  naturaleza  que  hacen  lo  mismo  en  grande  que  el  hombre  en  escala  muy  redu- 
cida con  sus  máquinas  artificiales:  primero  despedazan  y  muelen  los  terrenos  auríferos 
y  después  lavan  los  materiales  reducidos  á  polvo  y  arena,  depositándolas  según  su  peso 
específico  en  los  , placeres'.  Kl  hombre  tiene  solamente  que  seguir  el  mismo  sistema 
natural  y  perfeccionarlo,  para  que  goce  de  estos  , placeres'. 

«Hay  todavía  otro  lugar  en  el  terreno  antiguo  de  gneis  y  de  pizarras  cristalinas, 
en  que  se  han  trabajado  minas  de  oro,  es  decir  en  Masan  ama  ca,  al  Este  del  valle  de 
Piseobamba.  Allá  existen  unas  quince  bocas  de  antiguas  minas,  y  no  hace  mas  de  40  años 
que  las  últimas  fueron  abandonadas.  Como  al  tiempo  de  mi  viaje  á  Piseobamba  el  in- 
vierno me  prohibió  hacer  la  inspección  de  esas  minas  de  Masanamaca,  quise  procurarme 
á  lo  menos  materiales  suficientes  del  interior  de  ellas,  para  hacer  las  análisis  del  cuarzo, 
pero  los  vaquéanos  de  aquella  región,  que  fueron  encargados  con  esta  comisión,  no  pu- 
dieron ó  mas  bien  no  quisieron  hacer  el  viaje  á  las  montañas,  y  así  no  pude  formarme 
un  concepto  adecuado  de  la  riqueza  ó  pobreza  de  dichas  minas. 

«Hemos  dicho,  que  en  Salapa,  pocas  leguas  al  Norte  de  Loja  se  acaba  el  terreno 
de  las  esquistas.  Mas  exacto  seria  decir,  que  desde  allá  hasta  la  provincia  de  Cuenca 
está  cubierto  de  rocas  eruptivas  en  la  cordillera  occidental.  Solamente  en  un  lugar  queda 
descubierto  y  forma  como  un  islote,  semejante  al  que  encontramos  entre  Amboca  y  Cisne, 
pero  mas  pequeño.  Este  lugar  es  el  Ramos-urcu  cerca  de  San  Lúeas,  por  cuya  cima 
conduce  el  camino  á  Zaraguro.  Allá  se  pueden  observar  todas  las  variedades  posibles 
de  esquistas,  ante  todo  las  micáceas,  y  también  las  grafiticas.  Ademas  se  presentan 
muchísimas  vetas  de  cuarzo  blanco  y  algunas  de  pórfido  descompuesto.  Corre  la  fama, 
que  el  Ramos-urcu  es  muy  rico  en  plata,  sin  duda  por  la  abundancia  de  mica  que  brilla 
mucho;  yo  no  pude  descubrir  ninguna  sustancia  metálica  fuera  de  un  poco  de  soroche 
(pirita  de  hierro),  y  la  montaña  no  tiene  nada  de  particular.  En  la  altura  del  camino 
se  vé  una  boca -mina  medio  derrumbada  sobre  vetas  de  cuarzo.  Parece  que  abrieron 
esta  boca,  que  apenas  tiene  dos  metros  de  profundidad,  mas  bien  por  hacer  un  ensayo, 
y  que  la  abandonaron,  cuando  experimentaban  lo  infructuoso  do  sus  trabajos.  Puede  ser, 
que  el  cuarzo  contenga  un  poquito  de  oro,  pero  plata  se  buscará  en  vano  en  aquel  lugar.» 
(Wolf,  Viajes  científicos,  I,  Provincia  de  Loja,  pág.  20—22.) 

21.  (Pág-  232.) 

<i  El  Condorasto  ha  atraído  varias  veces  por  la  fama  de  su  riqueza  de  metales, 
tanto  ecuatorianos  como  extranjeros;  pero  todos  los  trabajos  penosos  siempre  han  sido 
enteramente  vanos.  Las  peñas  desnudas  que  llevan  aquel  nombre,  forman  una  parte  de 
la  base  del  Altar,  y  se  componen  de  rocas  antiguas  (mica  esquista),  en  las  cuales  no 
fuera  una  imposibilidad  encontrar  vetas  metalíferas.  Yo  expreso  esta  circunstancia  espe- 
cialmente, porque  en  los  mas  de  los  puntos  que  corren  con  la  fama  de  ser  minas  muy 
ricas,  se  ha  buscado  el  oro  y  la  plata  en  las  rocas  volcánicas  (lava),  contrariando  la 
experiencia,  aparte  de  las  reglas  de  la  ciencia.  Cuando  he  mencionado,  que  fuera  posible 
encontrar  vetas  metalíferas  en  la  roca  del  Condorasto,  estoy  lejos  de  decir  que  haya;  por 
el  contrario  tengo  que  manifestar,  que  las  vetas  de  cuarzo  solo,  como  las  que  he  obser- 
vado en  el  Condorasto,  se  hallan  en  todas  partes  muy  frecuentemente,  y  no  es  indicio 
alguno  para  los  metales.  La  nievo  todavía  ocultaba  los  puntos  del  trabajo  principal,  que 
están  situados  en  un  rincón  estrecho,  de  modo  que  no  he  podido  ver  todas  las  vetas, 
pero  basta  saber  para  formarse  un  juicio  del  trabajo  desesperado,  que  con  frecuencia  han 
picado  la  durísima  peña  en  otra  parte.  Se  vé  muy  bien,  que  la  empresa  ha  sido  dirigida 
por  personas  poco  instruidas  en  la  materia,  cuyo  único  ínteres  ha  sido  aprovechar  del 
ansia  ciega  de  los  empresarios,  prolongando  un  trabajo  finjido  que  les  daba  una  miserable 
ganancia.  La  localidad  ha  sido  indudablemente  la  mas  desfavorable,  que  se  hubiera 
oxcojitlo  en  todo  el  mundo  para  hacer  el  ensayo  de  una  mina.  No  quiero  creer,  como 
me  han  referido,  que  muchos  de  los  infelices  conciertos,  traidos  del  arado  y  de  la  manada 
de  ovejas,  hayan  muerto  con  el  trabajo  forzado  y  desacostumbrado  de  minas,  pero  sí,  es 


FORMACIÓN   CRETÁCEA.   —   BIORITA.  599 

probable  que  algunos  de  estos  pobres  indios  hayan  sido  víctimas  de  tal  crueldad,  que  en 
verdad  hace  poco  honor  á  los  dueños.» 

Carta  del  Dr.  A.  Stübel  á  S.  E.  el  Presidente  de  la  República  sobre  sus  viajes  á 
las  montañas  Chimborazo,  Altar  etc.  (Quito  1873),  pág.  5. 

22.  (Pág.  245.) 

Arenisca  de  Azogues.  —  Últimamente  he  visto,  que  también  Humboldt  (Kleinere 
Schriften,  pág.  131)  se  inclina  a  la  opinión  de  que  las  areniscas  de  Cuenca  pertenezcan  á  la 
formación  cretácea.  Las  cita  como  de  paso  entre  los  terrenos  sedimentarios  de  Colombia 
y  del  Perú,  que  el  mismo  y  todos  los  autores  antiguos  habian  considerado  como  miem- 
bros de  formaciones  mas  antiguas  (carbonífera,  pérmica,  triásica),  y  que  sinembargo  por 
los  fósiles  entonces  (en  los  años  de  1840  á  1850)  recien  encontrados  y  determinados  por 
Lcop.  de  Buch,  se  debia  agregar  á  la  formación  cretácea.  «  Según  los  fósiles  hasta  ahora 
examinados»,  dice  L.  de  Buch,  «parece  comprobado,  que  todas  las  formaciones  sedimen- 
tarias de  los  Andes  desde  el  Méjico  setentrional  hasta  el  Cuzco  y  muy  abajo  en  el  hemi- 
sferio austral,  pertenecen  al  grupo  de  los  terrenos  cretáceos.  En  este  grupo  cuentan  las 
ullas  cerca  de  Zipaquira,  de  Tausa,  del  Cerro  de  los  Tunjos,  y  de  Chipo  cerca  de  Canoas 
en  la  altiplanicie  de  Bogotá;  la  sal  gema  y  los  yesos  de  la  Mina  de  Rute  en  Zipaquira, 
los  potentes  estratos  de  arenisca  de  Cuenca,  las  pizarras  de  Vi  lleta  que  alternan  con  ca- 
lizas, las  montañas  calcáreas  de  Gualgayoc  y  Chota,  que  están  atravesadas  por  ricos 
filones  argentíferos,  de  Montan  y  Guambos,  donde  en  la  altura  de  12000  pies  sobre  el 
mar  se  encontraron  Amonites  de  14  pulgadas  de  diámetro,  Isocardias  y  Exogyra  polygona ; 
finalmente  la  enigmática  formación  peruana  de  euarzitas  (probablemente  «Quadersand- 
stein»)  del  Páramo  de  Yanaguanga  y  de  toda  la  vertiente  occidental  de  los  Andes  entre 
Ñamas,  Magdalena  y  Chala»  etc.  etc. 

23.  (Pág.  262.) 

Véase:  Neues  Jahrbuch  für  Mineralogie,  1874;  Wolf,  Geognostische  Mittheilungen 
aus  Ecuador,  2o  Geogn.  Skizze  der  Provinz  Guayaquil;  donde  digo,  que  «en  la  provincia 
de  Manabí  se  hallan  hermosas  dioritas  porfiroídeas ,  mientras  que  á  su  lado  otras  rocas 
(verdes)  se  aproximan  mucho  á  las  andesitas  cuarcíferas  del  pais  andino,  componiendo 
con  sus  tobas  volcanes  formales.»  —  Mi  amigo,  Sr.  J.  Siemiradski,  cita  en  su  obrita  (pág.  5) 
una  comunicación  verbal  mia  sobre  esos  antiguos  «volcanes»  de  Manabí,  en  la  cual  in- 
sistí de  nuevo  en  la  naturaleza  diorítica  de  las  rocas  y  su  conexión  con  la  formación 
cretácea.  Estos  dos  motivos  me  parecen  suficientes  para  señalar  aquellas  rocas  en  el 
mapa  con  el  color  de  las  «rocas  verdes»,  apesar  de  las  semejanzas  exteriores  con  los 
volcanes  modernos.  Soy  de  la  opinión,  que  en  los  Andes  las  rocas  verdes  y  las  poríiri- 
tas  son  eruptivas  y  que  fueron  los  precursores  de  las  andesitas  y  lavas  andesíticas.  No 
sabemos  de  punto  fijo,  en  qué  época  acabaron  las  primeras  y  comenzaron  las  segundas. 
El  nacimiento  de  rocas  eruptivas  antiguas  habrá  sido  acompañado  de  fenómenos  muy 
parecidos  á  los  que  observamos  en  las  formaciones  volcánicas.  Si  queremos  distinguir 
las  dos  clases  de  rocas  con  dos  colores  distintos,  no  nos  queda  otro  medio  de  hacerlo 
sino  por  su  carácter  petrográfico,  en  los  lugares  en  que  el  yacimiento  mismo  no  nos 
revela  su  edad  relativa  con  toda  seguridad.  Si  colocamos  las  dioritas  de  Jipijapa  entre 
los  terrenos  volcánicos,  no  veo  motivo  porque  no  lo  hagamos  con  otras  rocas  verdes, 
que,  por  ejemplo,  se  levantan  aisladas  de  las  llanuras  aluviales,  siendo  así  que  la  forma 
exterior  de  la  montaña  es  muy  accidental  y  no  decide  nada  respecto  á  la  edad.  —  En  el 
mismo  caso  nos  hallamos  respecto  al  meláfido  ó  mesobasalto  de  Agua-clara,  de  que  hablo 
en  la  página  262,  y  que  según  su  composición  mineralógica  (también  por  la  presencia 
de  la  serpentina  y  de  la  pirita)  y  según  su  yacimiento,  es  sin  duda  anterior  á  las  ande- 
sitas y  rocas  eruptivas  modernas.  —  El  señor  Siemiradski  indica  en  su  obrita  y  cartita 
geognóstica  todavía  otra  roca  «volcánica»,  algunas  leguas  mas  arriba  de  Agua-clara  en 
el  valle  del  rio  Chimbo,  cerca  de  la  hacienda  de  San  Pablo.  La  describe  como  un  con- 
glomerato  ó  una  breccha  muy  singular  de  un  color  gris -verdoso,  cuyos  elementos  se 
hallan  cementados  por  un  mineral  parecido  á  la  «piedra  córnea»  (Hornstein,  que  es  una 
variedad  de  cuarzo),  y  que  contiene  en  gran  cantidad  un  mineral  cloritico  de  un  color 


600  ANOTACIONES   Y    SUPLEMENTOS. 

verde.  Conozco  la  localidad  y  la  roca,  pero  yo  la  he  considerado  como  perteneciente  á 
aquellas  rocas  ambiguas  de  la  formación  cretácea,  que  describí  en  otro  lugar.  Actual- 
mente no  tengo  á  la  mano  muestras  de  la  roca  en  cuestión,  para  decidirme  en  favor  de 
la  opinión  del  Señor  Siemiradski.  La  descripción  que  dá  de  la  composición  microscópica, 
no  me  convence  del  todo,  y  el  análisis  químico  aun  menos,  porque  puede  cuadrar  igual- 
mente á  rocas  eruptivas  antiguas.  Con  esta  duda  solo  quería  excitar  á  un  nuevo  examen 
de  la  roca  interesante,  no  negando  la  posibilidad  de  que  sea  una  breccha  volcánica  mo- 
derna. Conozco  una  lava  andesítica  genuina  á  mucho  mayor  distancia  de  los  volcanes 
andinos,  en  un  punto  muy  reducido  de  la  isla  de  Puna. 

24.  (Pág.  271.) 

Minas  de  los  terrenos  porfídicos.  —  Sobre  muchos  pormenores  de  estas 
minas  puede  consultarse  el  lector  interesado  en  las  relaciones  siguientes: 

T.  Wolf  Viajes  científicos  por  la  Bepública  del  Ecuador.  I.  La  provincia  de  Loja.  ü.  La 
provincia  del  Azuay.    Guayaquil  1879. 

T.  Wolf,  Informe  sobre  las  minas  de  Zaruma,  dirigido  á  S.  E.  el  Presidente  de  la  Re- 
pública.   Publicado  en  «La  Nación»  de  Guayaquil,  el  3  de  Agosto  de  1886. 

F.  G.  Saenz  de  Tejada,  El  distrito  aurífero  de  Zaruma.  Publicado  en  forma  de  folletín 
en  «La  Nación»  de  Guayaquil,  Enero  1891. 

Como  las  publicaciones  citadas  no  son  accesibles  á  todos,  y  las  que  se  hacen  en 
periódicos,  se  pierden  con  facilidad,  daremos  algunos  extractos  de  ellas,  juntamente  con 
otras  observaciones  todavía  no  publicadas.  Son  materiales  sueltos,  que  pueden  servir 
para  estudios  ulteriores  y  para  la  historia  de  la  minería  ecuatoriana.  Ademas  me  parece 
de  importancia,  que  el  conocimiento  de  nuestras  minas  se  difunda  mas  y  mas  no  sola- 
mente en  los  círculos  estrechos  de  las  empresas  nacionales,  sino  también  en  el  exterior. 

La  historia  de  la*  minas  de  Zaruma  resume  el  Señor  Tejada  en  los  párafos 
siguientes : 

Durante  la  época  del  coloniaje,  y  desde  los  primeros  años  de  la  conquista  de  los 
españoles,  con  el  espíritu  aventurero  y  emprendedor  y  con  la  admirable  constancia  que 
en  aquella  época  supieron  desplegar,  así  con  su  afán  por  descubrir  y  explotar  las  minas 
del  Nuevo  Mundo,  no  podían  olvidar  esta  labor  en  el  Ecuador. 

Así  vemos  que,  remontando  el  rio  Túmbez,  y  siguiendo  el  origen  de  las  arenas 
auríferas  que  en  sus  cabeceras  arrastra  dicho  rio,  llega  el  Capitán  Mercadillo  al  actual 
Distrito  Aurífero  de  Zaruma ;  y  en  1549,  —  cincuenta  y  siete  años  después  de  la  partida 
de  Colon  del  puerto  de  Palos  á  descubrir  el  continente  americano,  —  funda  la  villa  de 
Zaruma  y  el  Real  de  Minas  de  ese  nombre.  —  El  mismo  año  penetran  los  españoles  en 
los  bosques  orientales  de  Loja,  fundan  la  famosa  ciudad  de  Zamora,  una  de  las  mas  bellas 
y  populosas  del  antiguo  Reino  de  Quito;  y  en  sus  cercanías  establecen  otros  dos  Reales 
de  Minas,  el  de  Cangasa  y  el  de  Yacuambí.  —  Ocho  años  antes,  en  1541,  habían  ya  ex- 
plotado las  mismas  comarcas  mas  al  Sur,  en  las  selvas  vírgenes  del  Oriente;  y  hallando 
también  ricas  minas  y  lavaderos  de  oro,  hicieron  las  fundaciones  de  las  ciudades  de  Valla- 
dolid  y  de  Loyola  en  las  riberas  del  Chinchipe,  estableciendo  el  célebre  Real  de  Minas 
de  San  José  en  sus  inmediaciones. 

Siguieron  adelante  sus  exploraciones  aquellos  audaces  mineros:  y  los  vemos  ya, 
poco  tiempo  después,  en  1552,  introducidos  en  las  regiones  orientales  al  E  de  Cuenca  y 
Riobamba,  fundando  las  importantes  poblaciones  de  Logroño  del  Oro  y  Sevilla  del  Oro 
en  las  márgenes  del  Paute  y  del  Upano  respectivamente. 

Tal  fué  la  fama  de  las  riquezas,  que  empezaron  á  extraer  en  seguida  de  aquella 
California  del  siglo  XVI,  que  afluyó  de  todas  partes  á  estos  privilegiados  lugares  una 
numerosa  inmigración,  siendo  de  notar  la  circunstancia  de  que  muchos  en  el  Peni,  aban- 
donando sus  minas,  vinieron  á  establecerse  y  á  explotar  los  nuevos  Reales  descubiertos 
en  el  Ecuador;  llegando  las  ciudades  mencionadas  á  un  alto  grado  de  prosperidad,  extraño 
en  aquella  época  y  en  el  corto  tiempo  trascurrido. 

La  codicia  de  las  autoridades  españolas  de  aquellas  comarcas,  principalmente  la  del 
Gobernador  de  Macas  residente  en  Sevilla  del  Oro,  fué  la  causa  de  la  repentina  ruina 
de  esos  florecientes  países.  El  año  1599  los  indios  Jíbaros,  acaudillados  por  Quimba, 
concertaron  un  plan  de  insurrección,  tan  secreta  y  hábilmente  conducido,  que  destruyeron 


MINAS    DE   ZAHUMA.  601 

hasta  los  cimientos  las  ciudades  de  Logroño  y  de  Sevilla  del  Oro,  pasando  á  cuchillo  á 
sus  moradores  y  dando  muerte  al  codicioso  Gobernador.  La  sublevación  cundió  hasta 
Zamora  y  Valladolid,  cuyos  habitantes  atemorizados  huyeron  á  la  aproximación  de  los 
indios. 

La  corona  de  España  perdió  así  los  florecientes  gobiernos  de  Macas  y  Yahuarzongo; 
y  aquella  catástrofe  fué  la  causa  de  que  desaparecieran  los  importantes  Reales  ó  Asientos 
de  Minas,  que  tan  brillante  porvenir  ofrecían,  á  los  47  años  de  su  fundación,  cuando 
comenzaban  á  prosperar  de  un  modo  inesperado.  Desde  entonces  se  encuentran  aquellas 
vígenes  comarcas  abandonadas  y  en  estado  salvage,  hasta  que  el  espíritu  industrial,  con 
los  grandes  elementos  modernos,  vaya  á  despertarlas  de  su  letargo,  y  a  poner  en  circu- 
lación las  riquezas  que  encierran  hoy  improductivas  y  muertas. 

Después  de  la  caida  de  dichos  gobiernos,  la  explotación  de  minas  en  el  Ecuador 
quedó  concretada  á  los  placeres  ó  lavaderos  de  la  Provincia  de  Esmeraldas,  y  á  los  pilones 
de  cuarzo  de  Zaruma.  El  Alcalde  Mayor  de  las  Minas  de  San  José  quedó  con  el  nombre 
de  Alcalde  Mayor  de  las  Minas  de  Zaruma, 

La  explotación  en  este  lugar  no  fué  sinembargo  tan  activa  como  debiera.  La  ca- 
rencia de  los  elementos  necesarios  para  la  extracción  y  beneficio  de  los  cuarzos  auríferos, 
y  la  falta  de  los  suficientes  conocimientos  metalúrgicos  en  aquella  época,  en  la  cual  des- 
preciaban los  minerales  sulfurados,  por  no  poder  beneficiarlos  por  amalgamación,  ó  por- 
que creían  que  las  piritas  no  contenían  oro,  —  siendo  así  que  dichos  minerales  sobre 
todo  á  cierta  hondura,  son  mas  abundantes  y  ricos,  —  hizo  que  en  Zaruma  la  explota- 
ción de  las  minas  no  adquiriera  el  debido  desarrollo.  Las  trabajaban  sin  plan  ni  método 
alguno;  y  careciendo  de  los  poderosos  auxilios  de  la  mecánica  moderna  para  el  desagüe 
y  ventilación  de  las  minas  y  para  la  extracción  y  beneficio  de  los  minerales,  al  llegar 
á  cierta  profundidad  se  les  dificultaba  la  explotación,  tocaban  con  el  agua  interior  ó  con 
la  región  de  los  minerales  sulfurados,  y  abandonaban  la  mina;  yendo  á  excavar  la  super- 
ficie de  otro  filón,  hasta  que  volvían  á  tropezar  con  los  mismos  inconvenientes.  El  bene- 
ficio de  los  cuarzos  auríferos  no  podía  ser  tampoco  mas  rústico  y  primitivo;  debiendo 
contentarse  con  moler  unos  pocos  quintales  por  dia,  y  perdiendo  ademas  gran  parte  del 
oro  contenido  en  el  mineral.  —  Admira  que,  apesar  de  tantos  obstáculos,  se  dedicasen 
sinembargo  al  laboreo  de  sus  minas,  y  que  Zaruma,  que  hoy  no  cuenta  en  el  casco  de 
la  población  mas  de  700  á  800  habitantes,  llegara  á  tener  de  5000  á  6000  en  aquella 
época,  sin  otra  industria  que  la  minería  y  la  producción  de  oro.*) 

A  principios  de  este  siglo  fué  enviado  el  Bachiller  Loayza  á  estudiar  las  Minas  de 
Zaruma.  Pasó  en  1815  al  Gobierno  de  España  su  informe,  en  el  cual  hace  grandes  elo- 
gios de  las  riquezas  auríferas  de  este  Distrito,  y  aconseja  el  establecimiento  de  un  Banco 
de  Avíos  para  la  compra  del  oro  por  el  Estado,  y  para  proporcionar  á  los  mineros  los 
adelantos  y  recursos  indispensables  para  sus  trabajos. 

La  mina  que,  según  la  tradición,  fué  mas  activamente  explotada  en  aquella  época, 
y  de  la  que  se  extrajeron  grandes  cantidades  de  oro,  fué  la  celebrada  «Sesmo»,  junto  á 
la  misma  población  de  Zaruma.  Se  cuentan  cosas  increíbles,  por  lo  evidentemente  exa- 
gerado, de  las  riquezas  de  ese  filón.  Hoy  esta  mina  se  encuentra  llena  de  agua  y  aban- 
donada, esperando  su  rehabilitación. 

Al  Norte  de  la  anterior  fueron  también  muy  trabajadas  las  minas,  conocidas  hoy 
con  el  nombre  de  «Leonor»  y  «Los  Amoquillados»,  y  que  parecen  ser  la  continuación  de 
la  misma  «Sesmo».  —  Tienen  un  extenso  laboreo  de  mas  de  500  metros  en  longitud. 

Desde  Zaruma  hacia  el  rio  «Amarillo»  baja  una  cadena  de  cerros  conocida  con  el 
nombre  de  «El  Castillo»,  en  la  que  se  trabajan  también  varias  minas.  Se  vén  todavía 
las  ruinas  de  muchos  molinos,  situados  unos  debajo  de  otros  en  toda  la  falda,  de  modo 
que  las  aguas  del  uno  servían  para  el  otro.  Los  mismos  vestigios  se  encuentran  en  la 
quebrada  llamada  de  «Vizcaya*,  á  una  hora  de  distancia  al  Norte  de  Zaruma.  —  En  este 
lugar  se  han  descubierto  trabajos  antiguos  en  la  mina  «Toscon  Blanco»,  en  la  «Bomba 
de  Vizcaya»  y  en  la  que  hoy  se  llama  «Inmaculada";  todas  ellas  ricas  en  oro  según  la 
tradición.  No  lejos  de  estas  existió  asimismo  según  noticias  una  importante  mina  lla- 
mada del  «Derrumbe»,  que  no  ha  podido  ser  descubierta  hasta  ahora.     Lo  mismo  sucede 

*)  Ya  en  tiempo  de  M.  de  La  Condamine,  que  visitó  Zaruma  en  Mayo  de  1743,  las  minas  se 
hallaban  en  decadencia.  Dice:  «La  villa  de  Zaruma  debió  alguna  celebridad,  en  algún  tiempo,  á  sus 
minas  de  oro  bajo  con  mezcla  de  plomo  y  plata,  pero  muy  dócil  al  martillo,  y  al  presente  casi  del 
todo  abandonadas»  (Extracto  de  diario  etc.,  pág.  8).  —  Wolf. 


602  ANOTACIONES   Y   SUPLEMENTOS. 

con  otra  mina  también  famosa,  «El  Doblado»,  que  se  dice  estaba  situada  en  «El  Tablón», 
al  Sur  del  Rio  Amarillo.  Cerca  de  ese  sitio  se  han  hallado  los  trabajos  antiguos  de  la 
mina  Favorita,  muy  importante  por  la  alta  ley  de  sus  cuarzos.  Al  Norte  de  esta  siguen 
las  labores  aterradas  y  abandonadas  de  otra  célebre  mina,  «La  Cusipamba»,  y  á  continua- 
ción ó  en  sus  cercanías  «La  Tostada»,  «La  Bichilinga»,  «La  Jorupe»,  la  «Mina  grande  ó 
Portovelo»  hoy  trabajada  por  una  Compañía  Inglesa;  y  «La  Quebrada»,  muy  interesante 
y  digna  de  atención  por  su  rico  mineral. 

Extendióse  por  último  la  explotación  en  aquella  época  hasta  tener  lugar  al  Norte 
de  Z anima  en  el  sitio  conocido  desde  entonces  con  el  nombre  de  Minas  Nuevas,  donde 
la  «Compañía  Exploradora»  ha  descubierto  últimamente  los  trabajos  antiguos  sobre  el 
importante  filón  Zancudo. 

Estos  datos  demuestran  que,  aunque  no  adquirió  la  minería  un  gran  desarrollo  en 
este  Distrito,  fueron  sinembargo  bastante  explotadas  las  minas,  y  que  daban  una  regu- 
lar producción  de  oro. 

Después  de  la  guerra  de  la  Independencia  la  industria  minera  en  Zaruma  quedó 
postrada;  y  fué  enlanguideciendo  de  dia  en  día,  hasta  que  la  explotación  de  sus  minas 
quedó  solo  como  un  recuerdo  histórico. 

En  1876  el  Gobierno  del  Ecuador  encomendó  al  Dr.  T.  Wolf,  Geólogo  del  Estado,  la 
misión  de  examinar  la  Provincia  de  Loja  y  de  pasar  un  informe  sobre  sus  estudios  y 
observaciones.  Fué  publicado  dicho  informe  con  el  título  de  «Viaje  Geognóstico  por  la 
Provincia  de  Loja».  Su  ilustrado  autor,  después  de  hacer  una  descripción  del  Distrito  de 
Zaruma,  de  las  minas  que  visitó,  aunque  todas  ellas  abandonadas  entonces,  y  del  resul- 
tado de  algunos  de  su  ensayos,  dice  en  un  párrafo  final,  sintetizando  sus  observaciones: 
a  Zaruma  desempeñará  algún  dia  un  gran  papel  en  la  industria  minera.  Pero  considerando 
su  situación  actual,  difícil  es  pronosticar  cuando  se  realizarán  tales  esperanzas.  Espíritu 
emprendedor,  capitales  suficientes,  é  ingenieros  inteligentes:  hé  aquí  tres  requisitos  in- 
dispensables para  que  la  minería  tome  vuelo  y  sea  benéfica  para  el  país.» 

El  pronóstico  del  Dr.  Wolf  está  realizándose.  De  entonces  acá  han  visitado  el  Dis- 
trito de  Zaruma  varios  ingenieros  y  mineros  inteligentes,  todos  los  cuales  sin  excepción, 
han  informado  favorablemente,  confirmando  las  apreciaciones  del  Dr.  Wolf.  —  Se  han 
formado  también  algunas  Compañías  para  explorar  y  explotar  las  minas  de  aquella  región; 
y  si  no  han  obtenido  todas  desde  el  primer  momento  un  feliz  éxito,  esto  ha  sido  debido, 
no  á  falta  de  riqueza  de  las  vetas  que  han  empezado  á  trabajar,  sino  á  causas  extrínsecas, 
y  á  defectos  de  administración  y  dirección  que  seria  largo  puntualizar,  y  de  las  que  nos 
ocuparemos  en  otro  capítulo  al  hacer  la  historia  de  la  formación  y  marcha  de  esas  com- 
pañías. En  el  dia,  aprovechando  las  lecciones  de  la  experiencia,  van  corrigiéndose 
aquellos  defectos  y  desapareciendo  aquellas  causas;  de  modo  que  no  se  harán  esperar 
los  buenos  resultados  de  las  explotaciones  emprendidas. 

La  hora  de?  la  rehabilitación  de  Zaruma  ha  sonado  ya:  y  no  dudamos  de  que  muy 
pronto  su  nombre  será  conocido  y  apreciado  como  se  merece  en  el  mundo  minero,  y  ci- 
tado como  uno  de  los  centros  mas  importantes   entre  los  productores  del  metal  precioso. 

L>c  la  naturaleza  de  las  minas  auríferas  de  Zaruma  deduce  el  Señor  Tejada, 
según  las  observaciones  hechas  por  diferentes  exploradores,  lo  siguiente: 

Inmediatamente  debajo  del  humus  ó  tierra  vegetal  que  cubre  el  suelo,  se  encuentra 
el  terreno  que  en  el  pais  se  conoce  vulgarmente  con  el  nombre  de  toscon.  Es  una  masa 
oxidada  y  arcillosa,  de  coloración  variable,  generalmente  azulada  ó  rojiza,  atravesada  de 
hilos  y  venas;  blanda  cerca  de  la  superficie,  arraneándose  fácilmente  con  el  pico,  pero 
que,  á  medida  que  se  acerca  el  pórfido  no  alterado,  vá  endureciéndose  en  profundidad 
hasta  necesitar  ya  de  la  pólvora  para  su  arranque.  El  toscon  no  es  otra  cosa  que  el 
pórfido  completamente  descompuesto. 

La  capa  de  toscon,  según  puedo  verse  en  los  cortes  de  algunos  trabajos  de  minas, 
suele  llegar  hasta  la  profundidad  de  unos  21)  á  25  metros,  de  la  que  rara  vez  pasa.  En 
esa  zona  superficial  es  donde  existen  la  mayor  parte  de  las  explotaciones  antiguas,  in- 
dudablemente por  su  menor  dureza;  y  casi  nunca  han  pasado  de  esa  hondura. 

Los  filones  del  Distrito  de  Zaruma  arman  todos,  como  hemos  dicho,  en  la  roca  por- 
fídica. En  otros  distritos  mineros  los  afloramientos  ó  crestones  de  las  vetas  asoman  sobre 
la  superficie  á  largas  distancias,  dando  al  terreno  un  aspecto  y  relieve  particular  y  carac- 
terístico.    No  sucede  así  en  Zaruma,  donde  parece  que  la  mayor  parte  de  los  afloramientos 


MINAS    DE   ZAHUMA.  603 

han  sido  lavados  y  arrastrados  por  las  aguas.  Adornas,  la  capa  de  tierra  y  do  toscon, 
así  como  la  vegetación  abundante,  hacen  que  no  se  descubran  á  primera  vista,  sino  muy 
rara  vez,  los  afloramientos. 

Sinembargo  las  vetas  de  Zaruma  son  potentes  y  bien  formadas,  verdaderos  filones 
de  abertura  ó  eruptivos,  que  corren  con  toda  regularidad;  algunos  en  una  longitud  de 
varios  kilómetros. 

Su  anchura  ó  potencia  es  variable:  unas  solo  tienen  de  50  á  <>0  centímetros,  mien- 
tras que  la  potencia  de  otras  llega  á  tres  y  cuatro  metros.  Puede  establecerse  un  metro 
como  promedio  general  de  su  anchura. 

Su  rumbo,  casi  fijo  y  muy  poco  ondulado,  es  de  Sur  á  Norte  magnético;  con  pe- 
queñas desviaciones  de  algunos  grados  al  Oeste. 

Su  recuesto  ó  buzamiento  varía  considerablemente:  muy  poco  notable  en  algunas 
que  bajan  casi  vert ¡cálmente,  llega  en  otras  á  inclinarse  hasta  45  grados  y  casi  siempre 
al  Este.  Se  nota  también  una  marcada  tendencia  á  enderezarse,  acercándose  en  profun- 
didad á  la  vertical. 

Todos  estos  filones  tienen  mas  ó  menos  los  mismos  caracteres  v  el  mismo  rumbo 
con  un  paralelismo  muy  marcado,  pudiendo  por  lo  tanto  afirmarse  que  es  un  solo  sistema 
de  vetas.  No  se  conoce  hasta  ahora  crucero  alguno  que  produzca  fallas,  diques,  ni  dis- 
locaciones, que  podrían  afectar  la  continuidad  y  marcha  regular  de  los  filones. 

El  campo  de  fractura  no  ha  podido  aun  determinarse  de  un  modo  exacto;  pero  se 
extiende  por  lo  menos,  según  los  reconocimientos  hechos  hasta  el  dia,  mas  de  seis  le- 
guas de  Sur  á  Norte,  desde  el  Tablón  al  Sur  del  rio  Amarillo  hasta  las  laderas  de  Paccha 
al  Nort«  de  Minas  Nuevas;  y  de  Este  a  Oeste  no  menos  de  cuatro  leguas  desde  las  faldas 
de  Roma  y  margen  izquierda  del  Amarillo  hasta  las  vertientes  de  la  cordillera  de  Chil- 
chiles  en  la  orilla  derecha  del  Calera ;  abrazando  así  toda  la  región  comprendida  entre 
esos  dos  caudalosos  rios,  cuyas  respectivas  cuencas  hidrográficas  están  divididas  por  las 
cadenas  de  Vizcaya  y  de  Sichacav,  que  van  al  NE  á  unirse  con  la  alta  cordillera  de 
Chilla. 

Formando  una  zona  central  de  Sur  á  Norte  en  esta  región,  han  sido  reconocidos 
los  filones  de  cuarzo  aurífero  desde  el  Tablón,  siguiendo  por  el  Castillo,  Zaruma,  el  Cal- 
vario, Yuquillas,  Vizcaya,  Malvas,  Botoneros,  Muluncay,  Arcapamba  y  Minas  Nuevas. 
Algo  al  Oriente  corren  las  vetas  por  Sansón,  Roma,  Sinsao,  Pacay-Urcu  y  Poroto-Urcu 
hacia  las  altas  cimas  de  la  cordillera;  y  al  Occidente  corren  igualmente  por  el  Salto 
hasta  Ayabamba;  y  por  Zarum-Urcu,  Laritaca  y  Buza  hasta  Paccha. 

Las  exploraciones  posteriores  extenderán  indudablemente  mucho  esos  límites;  y 
creemos  que  este  importante  campo  de  fractura  seguirá  prolongándose,  al  Norte  hacia  la 
falda  setentrional  de  la  cordillera  de  Chilla  en  su  descenso  hacia  el  rio  Jubones;  y  al 
Sur  hacia  Catacocha,  pueblo  situado  en  la  Provincia  de  Loja  á  mas  de  70  kilómetros  al 
mediodía  de  Zaruma,  donde  se  ha  reconocido  ya  la  existencia  de  varios  filones. 

Numerosísimas  son  las  vetas  auríferas  de  Zaruma,  y  tan  cercanas  entre  sí,  que 
muchas  veces  solo  están  separadas  por  una  distancia  de  tres  ó  cuatro  metros;  no  siendo 
raro  encontrar  cuatro  ó  cinco  filones  de  mas  de  un  metro  de  potencia  cada  uno,  bien  for- 
mados y  de  regular  ley  de  oro,  en  una  anchura  de  terreno  de  solo  cien  metros. 

La  matriz  ó  rellenamiento  de  todas  estas  vetas  es  el  cuarzo.  Siendo  todas  de  un 
mismo  sistema  y  de  idéntica  formación,  presentan  grandes  analogías  entre  sí;  así  es  que 
el  aspecto  del  cuarzo  es  muy  parecido  en  todas  ellas,  sin  que  por  lo  general  se  distinga 
sino  por  su  mayor  ó  menor  grado  de  mineralizacion. 

De  grano  sacaroideo  fino;  de  color  á  veces  blanco,  otras  algo  rosado  ó  morado  ro- 
jizo, y  en  ocasiones  con  manchas  negruzcas,  azuladas  ó  verdosas;  compacto -y  de  fractura 
concoidea,  ó  frágil  y  de  aspecto  poroso  y  celular;  sin  rastro  ó  solamente  con  una  corta 
cantidad  de  piritas  y  oxidaciones,  cargado  de  súlfuros,  ó  por  último  profundamente  oxi- 
dado y  descompuesto;  el  cuarzo  de  las  vetas  de  este  Distrito  es  siempre  mas  ó  menos 
aurífero.  Generalmente  no  se  distingue  el  oro  á  la  simple  vista,  y  no  obstante  arroja  el 
mineral  una  alta  ley  al  ensaye;  pero  en  ocasiones  el  oro  aparece  visible,  bien  en  medio 
de  las  oxidaciones,  bien  en  puntillas  de  color  subido  en  la  misma  masa  del  cuarzo. 

Por  lo  común,  el  cuarzo  no  se  presenta  completamente  sulfurado  desde  la  super- 
ficie. Sinembargo,  hemos  podido  observar  una  excepción  notable  á  este  respecto.  En 
las  minas  «Peralbillo»  y  «Nudo»  al  Sur  del  Distrito,  en  la  «Bomba  de  Vizcaya»  hacia  la 
parte  central  del  mismo,  y  en  la  «Zancudo»  al  Norte,  hemos  notado  los  mismos  carac- 
teres y  la  misma  composición  mineralógica,  presentándose  en  todas  estas  minas  el  cuarzo 


604  ANOTACIONE8  Y   SUPLEMENTOS. 

desde  la  superficie  —  contra  lo  que  sucede  en  las  demás  —  sumamente  cargado  de  sül- 
furos;  con  pirita  de  hierro,  pirita  de  cobre,  galena  y  algo  de  blenda,  y  con  una  regular 
ley  de  oro,  plata,  cobre  y  plomo. 

En  vista  de  estas  circunstancias  nos  atrevemos  á  aventurar  la  hipótesis  de  que 
puede  ser  el  mismo  filón  el  reconocido  en  esas  diversas  minas.  Pero  siendo  tan  grande 
la  distancia  (como  20  kilómetros  de  S  á  N)  desde  la  •Peralbillo»  á  la  «Zancudo»,  solo 
detenidos  trabajos  ulteriores  podrían  comprobar  nuestra  hipótesis. 

Dos  son  las  zonas  ó  regiones  bien  caracterizadas  que  los  filones  auríferos  presentan 
por  lo  general;  y  dos  igualmente  las  especies  minerales  en  ellas  contenidas  y  que  cor- 
responden á  cada  zona  respectivamente ;  la  región  descompuesta  con  minerales  blandos  y 
oxidados;  y  la  zona  ó  región  firme  con  minerales  duros  y  sulfurados.  Estas  dos  especies 
suelen  denominarse  vulgarmente  metales  de  color  ó  podridos  los  primeros;  y  metales  de 
bronce  ó  piritosos  los  segundos. 

Las  dos  clases  se  encuentran  en  las  mismas  vetas;  la  primera  en  la  parte  super- 
ficial de  estas,  y  la  segunda  á  cierta  hondura  variable.  —  Esto  se  explica  fácilmente; 
porque  el  mineral,  que  en  la  profundidad  es  un  sulfuro  —  combinación  del  metal  con  el 
azufre  —  en  las  partes  próximas  á  la  superficie  se  ha  ido  modificando  poco  á  poco  por 
la  prolongada  acción  de  los  agentes  atmosféricos  y  de  las  lluvias  en  particular;  y  ha 
pasado  al  estado  de  óxido,  carbonato,  sulfato  etc. ;  presentando  un  depósito  de  color  ocre, 
rojizo  ó  negruzco,  y  descompuesto,  escoriáceo  ó  terroso.  A  los  minerales,  que  presentan 
estos  caracteres  por  efecto  de  la  descomposición,  llaman  generalmente  en  Chile,  en  Mé- 
jico y  en  el  Perú,  colorados,  pacos,  negrillos  y  aladriUados. 

En  la  profundidad  se  encuentra  ya  el  cuarzo  no  descompuesto,  y  casi  siempre  con 
mineralizacion  abundante;  impregnado  de  piritas  de  hierro  y  de  cobre,  de  galena  con  algo 
de  blenda  y  algunas  veces  de  compuestos  arsenicales  ó  antimoniales;  constituyendo  los 
minerales  rebeldes,  conocidos  con  los  nombres  de  súlfuros,  arseniuros  y  antimoniuros. 
La  riqueza  en  los  minerales  sulfurados  es,  por  regla  genera],  mas  constante  que  en  los 
oxidados,  y  continúan  ya  sin  modificarse  y  con  la  misma  composición  media  hasta  las 
mas  grandes  profundidades;  de  donde  ha  tenido  origen  sin  duda  la  creencia  de  que  en 
muchos  filones  la  riqueza  aumenta  á  medida  que  se  desciende  á  mayor  hondura.  Estos 
caracteres  que  son  comunes  á  todas  las  vetas,  se  presentan  igualmente  en  las  de  Zaruma. 

En  la  región  oxidada  se  encuentra  el  filón  descompuesto  y  es  donde,  por  lo  general 
(en  las  vetas  ricas  se  entiende),  se  presenta  el  oro  visible  en  forma  de  pequeños  granos, 
hilos,  láminas  y  dendritas;  y  aun  el  oro,  que  no  puede  distinguirse  á  la  simple  vista,  se 
encuentra  también  al  estado  nativo  y  libre.  —  El  oro  aparece  mas  comunmente  en  las 
cavidades  revestidas  de  óxido  de  hierro,  y  está  aleado  con  una  cierta  proporción  de  plata; 
pero  el  valor  de  esta  no  forma  sino  una  mínima  parte  del  valor  del  mineral.  Dicha  alea- 
ción tiene  por  lo  general  tres  átomos  de  oro  por  uno  de  plata,  ó  sea  18  quilates.  —  El 
mas  común  de  los  minerales  oxidados  es  un  mineral  de  hidróxido  de  hierro  con  criadero 
de  cuarzo  y  hojillas  de  oro;  ó  bien  un  cuarzo  poroso,  escoriáceo  ó  celular,  de  poco  peso, 
mezclado  con  una  arcilla  ocrácea,  amarilla  ó  rojiza,  y  con  pequeños  granitos  de  oro.  Se 
observa  que,  en  general,  un  cuarzo  compacto,  denso,  macizo,  con  poco  hierro,  es  estéril  ó 
forma  minerales  muy  pobres;  mientras  que  un  cuarzo  heterogéneo,  poroso  y  mezclado 
con  mucho  óxido  ó  hidróxido  de  hierro,  contiene  mas  oro.  —  Por  muy  oxidado  que  sea  el 
cuarzo,  siempre  contiene,  aunque  invisibles,  cierta  cantidad  de  piritas  menudas,  como 
puede  verse  lavando  una  regular  cantidad.  Hay  también  para  estos  minerales  oxidados 
una  regla  práctica  que  la  experiencia  confirma:  siempre  que  en  ellos  pase  la  ley  de  cinco 
onzas  de  oro  por  tonelada,  debe  el  cuarzo  tener  oro  á  la  vista;  y  esto  se  comprende,  por- 
que el  oro  en  esta  clase  de  cuarzos  se  halla  en  granitos,  diseminados  muy  desigualmente. 

En  la  región  sulfurada,  situada  á  cierta  hondura  variable  inmediatamente  después 
de  la  anterior,  el  cuarzo  es  duro  y  compacto,  de  fractura  concoidea,  generalmente  con 
manchas  de  un  color  oscuro,  azulado  ó  verdoso,  y  con  masó  menos  proporción  de jtiritas 
de  hierro,  que,  como  en  todos  los  distritos  auríferos  del  mundo,  son  las  mas  abundantes; 
de  chalcopiritu  (sulfuro  doble  de  cobre  y  hierro):  de  galena  (sulfuro  de  plomo);  y  á  veces 
de  blenda  (sulfuro  de  zinc).  —  En  estos  minerales  el  oro  existe,  invisible  casi  siempre 
aun  con  la  lente,  y  finamente  diseminado,  ya  en  estado  libre  en  la  misma  masa  de  los 
súlfuros  según  suele  estarlo  en  el  cuarzo,  ya  en  un  estado  de  combinación  especial  con 
los  mismos  y  que  todavía  no  ha  podido  ser  bien  determinada  .—  ya  por  último  diseminado 
en  partículas  microscópicas  en  el  mismo  cuarzo. 

Estos  súlfuros  tienen  ademas  una  proporción  variable  de  plata;  parte  aleada  con  el 


MINAS   DE  ZAHUMA. 


605 


oro  como  en  los  minerales  oxidados;  parte  independiente;  y  parte,  en  fin,  combinada  con 
los  otros  metales  en  sus  compuestos  sulfurados. 

En  todos  los  distritos  auríferos  los  minerales  sulfurados  ó  piritosos  son  los  mas 
abundantes;  y  en  general  forman  el  objeto  principal  de  la  explotación  de  los  filones  de 
oro.  No  se  exceptúa  de  esta  regla  el  Distrito  de  Zaruina,  en  donde  raras  son  las  vetas 
en  que  á  corta  profundidad  no  aparezcan  las  piritas  en  mayor  ó  menor  cantidad. 

Advertiremos  en  este  lugar  que  un  cuarzo  blanco,  duro,  compacto,  sin  súlfuros  ni 
oxidaciones,  que  no  tiene  ni  ha  tenido  mineralizacion  alguna,  es  por  lo  general  comple- 
tamente estéril;  de  lo  cual  parece  deducirse  que  las  piritas  de  hierro  y  de  cobre  —  y 
creemos  que  las  últimas  principalmente  —  han  sido  el  vehículo  del  oro  al  formarse  este 
en  las  vetas;  y  que  la  emersión  del  metal  precioso  se  verificó  conjuntamente  con  la  de 
esos  minerales.  Se  nota  en  la  región  sulfurada  de  las  vetas  de  Zaruma  una  íntima  re- 
lación entre  la  proporción  de  oro  y  la  de  cobre,  aumentando  ó  disminuyendo  la  ley  de 
oro  á  medida  que  aumenta  ó  disminuye  también  la  proporción  de  cobre  contenido  en  el 
mineral. 

Para  concluir,  llamaremos  la  atención  sobre  dos  hechos  que  hemos  podido  observar, 
examinando  detenidamente  varios  de  los  filones  de  Zaruma:  Io.  que  estos  cambian  brus- 
camente de  riqueza  en  dirección,  concentrándose  el  oro  en  ciertos  tramos  de  longitud 
variable,  pero  cuya  riqueza  continúa  en  profundidad,  formando  así  verdaderas  columnas 
ricas,  en  las  cuales  suele  alcanzarse  una  muy  elevada  ley  de  oro  al  ensaye;  2o.  que,  aun 
en  esas  mismas  columnas  ó  tramos,  se  observa  que  se  ha  concentrado  de  preferencia  el 
metal  precioso  en  la  parte  de  la  veta  que  toca  con  la  caja  del  Este,  ó  sea  hacia  el  techo, 
ocupando  esa  zona  rica  la  mitad  mas  ó  menos  de  todo  el  ancho  del  filón. 

Para  dar  una  idea  aproximada  de  la  extraordinaria  riqueza,  que  encierran  algunos 
de  esos  tramos  ó  columnas  en  las  vetas  de  Zaruma,  anotamos  á  continuación  los  resul- 
tados de  algunos  ensayes  hechos  sobre  mineral  extraído  de  ellos: 


Nombres  de  las  Minas 


Onzas  por  tonelada 
Oro  Plata 


Mina  «La  Quebrada».  —  Tramo  rico.     Cuarzos  blancos,  con  manchas 

negruzcas  y  pirita  muy  menuda ;  con  puntillas  de  oro  á  la  vista 

La  misma  clase  de  cuarzos,  sin  oro  á  la  vista 

Mina  •  Teléfono»  de  Pacay-Urcu.  —  Cuarzos  oxidados,  blandos,  con 
mucho  óxido  é  hidrato  de  hierro,  y  con  bastante  oro  á  la  vista 
en  hilitos  y  granos 

Los  mismos  cuarzos,  sin  oro  á  la  vista 

id.  id.  id.  id.  

id.  id.  id.  id.  

Mina  «Zancudo»  del  grupo  Fénix.  —  Cuarzos  duros,  con  manchas 
verdosas,  con  algo  de  pirita  de  hierro  y  galena,  y  con  mucha 
pirita  de  cobre.    Sin  rastro  de  oro  á  la  vista 

La  misma  clase  de  cuarzo;  otro  ensaye 

id.         id.  análisis  de  Mr.  Drouin  en  Paris 

id.  id.  otra  análisis  del  mismo 

id.         id.  id.  id.  

Mina  «Favorita».  —  Cuarzos  porosos,  blandos  y  de  poco  peso,  con 
óxido  de  manganeso;  sin  oro  á  la  vista 

Mina  «Inmaculada».  —  Cuarzos  duros,  con  pocas  oxidaciones,  y  con 
piritas  de  hierro  y  cobre;  sin  oro  á  la  vista 


3ÍI 


3<; 

f> 
4 
2 


19% 
25 

22 

21% 


3% 


47 
12 


21 
4 
3 


1% 


40 
47 

2<;% 

40% 
42% 


Los  cuarzos  de  la  mina  Zancudo,  que  provienen  de  trabajos  recientes  en  galerías 
situadas  á  100  pies  verticales  de  profundidad,  contienen  ademas  de  f>  á  G%  de  cobre.  — 
Los   ensayes  de  los  cuarzos  de  esta  mina,  que  dejamos  anotados,  son  dignos  de  llamar 


606  ANOTACIONES  Y  SUPLEMENTOS, 

la  atención  por  la  circunstancia  de  arrojar  una  ley  tan  elevada,  #t*  tener  abeobrtamemt* 
oro  visible  m  aun  con  la  lente. 

Las  cifras  del  cuadro  precedente  son  por  sí  tan  elocuentes,  que  nos  ahorran  todo 
comentario;  y  bastan  para  probar  la  gran  importancia  de  las  vetas  auríferas  de  Zaruma. 

No  por  esto  se  crea  que  pretendemos  que  los  resultados  de  esos  ensayes  se  tomen 
como  un  término  medio  del  producto  de  los  cuarzos  en  la  explotación  industrial  en  gran 
escala.  Los  hemos  presentado  como  datos,  que  sirven  para  formarse  una  idea  de  la  ri- 
queza de  los  filones  mencionados,  en  los  tramos  de  donde  proceden  dichos  minerales. 

Podemos,  sinembargo,  asegurar,  sin  temor  de  equivocarnos,  que  el  prowudio  del 
cuarzo,  que  se  extraiga  de  dichos  tramos  ó  columnas,  no  bajará  en  su  rendimiento  de 
cuatro  onzas  de  oro  por  tonelada;  y  esto  —  si  se  toma  en  cuenta  que  una  de  esas  co- 
lumnas ricas,  continuando  en  profundidad  y  corriendo  un  trecho  de  80  á  40  metros  en 
dirección,  puede  abastecer  á  una  gran  explotación  durante  largos  años  —  constituye  in- 
dudablemente una  riqueza  inmensa,  y  significa  grandes  ganancias  para  las  Compañías 
que  emprendan  su  explotación  con  tino,  método  y  constancia,  y  con  los  capitales  y  re- 
cursos suficientes. 

Nos  parece  también,  que  en  las  minas  citadas,  aun  fuera  de  sus  columnas  ó  tramos 
ricos,  el  producto  medio  no  bajará  de  una  y  media  á  dos  onzas  de  oro  por  tonelada, 
según  lo  prueban  los  numerosos  ensayes  que  se  han  hecho.  En  la  explotación  de  la 
mina  «Portovelo»  por  la  Compañía  Inglesa  «Zaruma  Gold»,  los  cuarzos  del  filón  «Abun- 
dancia», beneficiados  en  un  molino  de  20  pisones,  arrojan  un  producto  de  muy  cerca  de 
una  onza  por  tonelada;  advirtiendo  que  dicha  Compañía  solo  saca  el  oro  libre,  pues  no 
usa  concentradoras  para  salvar  el  oro  de  los  súlfuros,  que  se  vá  en  los  taümg*  6  re- 
labes por  la  falta  de  dichos  aparatos;  y  que  ademas  no  trabaja  sobre  un  tramo  recono- 
cido como  rico,  sino  tumbando  sistemáticamente  toda  la  veta  en  longitud  y  profundidad. 

Resumiendo  nuestras  observaciones  con  respecto  á  las  vetas  de  Zaruma,  podemos 
establecer  las  conclusiones  siguientes: 

1*.  En  ciertos  sitios,  en  la  superficie,  estos  filones  presentan  transitoriamente  con- 
centraciones ricas  en  oro  en  el  crestón  oxidado,  como  ha  sucedido  en  Pacay-Urcu;  pero 
es  raro.  Generalmente  esas  concentraciones  no  se  encuentran,  por  haber  sido  extraídas 
sin  duda  por  los  antiguos  españoles;  y  los  afloramientos  ó  no  se  descubren  ó  son  esté- 
riles ó  muy  pobres. 

2a.  En  la  zona  que  sigue  en  profundidad,  ó  sea  en  el  tostón,  las  vetas  se  presentan 
descompuestas,  con  las  cajas  deshechas  ó  rotas  y  con  cuarzo  pobre  y  poco  mineralizado. 

3*.  Pasada  esa  zona,  que  generalmente  no  alcanza  á  20  metros  de  hondura,  se  llega 
á  la  región  firme,  el  filón  arma  entre  cajas  sólidas  y  duras,  y  adquiere  ya  su  verdadera 
riqueza,  sea  que  el  cuarzo  continúe  oxidado,  sea  que  aparezcan  los  minerales  sulfurados. 

4a.  Existen  en  las  vetas  ciertos  tramos  ó  columnas  mas  ricas  que  el  resto,  y  que 
se  prolongan  algún  trecho  en  dirección,  continuando  en  profundidad  indefinidamente. 

5a.  El  mineral  de  mas  alta  ley  parece  existir  de  preferencia  hacia  la  caja  del 
Este,  formando  una  faja  mas  rica  que  ocupa  como  la  mitad  de  la  anchura  de  toda  la  veta. 

6a.  La  anchura  normal  de  las  vetas  es  de  un  metro;  facilitándose  así  la  apertura 
de  galerías,  sin  necesidad  de  extraer  desmontes  ó  roca  estéril;  y  permitiendo  una  ex- 
tracción económica  y  abundante  de  cuarzo  aurífero. 

7a.  La  ley  en  metales  preciosos  sube  á  una  cifra  elevada  en  ciertas  vetas  y  en  al- 
gunos tramos  ricos,  cuyo  laboreo  puede  dejar  enormes  utilidades;  y  aun  fuera  de  ellos 
la  explotación  será  siempre  muy  provechosa,  si  se  emplea  el  capital  necesario,  una  di- 
rección inteligente,  y  apropiados  aparatos  para  el  beneficio. 

8a.  A  medida  que  se  baja  en  profundidad,  parecen  abundar  mas  los  minerales  sul- 
furados ;  y  al  aumentar  estos,  sobre  todo  la  pirita  de  cobre,  aumenta  también  en  propor- 
ción la  ley  de  oro. 

Sr\  El  oro  libre  de  estas  vetas  no  pasa  de  15  á  18  quilates.  Ademas  de  la  plata 
contenida  en  esta  aleación,  todos  los  cuarzos  de  Zaruma  contienen  una  fuerte  proporción 
de  plata  independiente,  que  puede  fijarse  por  término  medio  en  dos  partes  de  plata  por 
una  de  oro. 

10a.  Las  vetas  de  Zaruma  son  numerosísimas  y  forman  un  solo  sistema,  sin  que 
se  conozca  crucero  alguno,  ni  por  lo  tanto  fallas  ó  dislocaciones;  y  continúan  sin  alte- 
rarse hasta  las  mas  grandes  profundidades. 

11a.  Por  último,  el  Distrito  Aurífero  de  Zaruma  es  un  campo  minero  importantísimo, 
que  merece  la  mas  seria  atención ,  y  que  por  sus  ventajosas  y  excepcionales  condiciones 


MINAS  DE  ZABÜMA.  607 

está  llamado  á  ser  el  asiento  de  poderosas  Compañías  Mineras,  que  dedicadas  á  la  pro- 
ducción del  oro,  acarrearán,  juntamente  con  su  propia  prosperidad,  el  bienestar  y  el 
adelanto  del  pais  entero. 

Las  minas  principales.  —  Después  de  la  descripción  general,  que  acabo  de  co- 
piar, el  señor  Saenz  Tejada  entra  en  la  particular  de  las  minas  principales,  que  hasta 
ahora  fueron  estudiadas  mas  detenidamente.  —  De  este  capítulo  largo  sacaremos  solo  los 
trozos  mas  importantes,  dejando  aparte  las  relaciones  puramente  históricas  ó  particulares. 

Mina  «Teléfono»  de  Paoay-Urcu.  —  El  año  1881  el  propietario  del  terreno,  donde 
hoy  se  encuentra  dicha  mina,  halló  por  casualidad  en  una  quebrada,  en  medio  de  un 
espeso  bosque,  un  montón  de  cuarzo,  casi  completamente  cubierto  por  la  tierra  y  la  vege- 
tación exuberante  del  lugar.  Examinando  el  cuarzo  atentamente  encontró  que  contenía 
gran  cantidad  de  oro  á  la  vista. 

Dio  parte  de  su  hallazgo  á  algunos  amigos ;  y  estos  con  él  formaron  una  Sociedad, 
después  de  denunciar  la  mina,  para  trabajar  el  filón  que  supusieron  existía  allí.  En  poco 
tiempo  extrajeron  18  toneladas  de  cuarzo,  todo  él  con  oro  á  la  vista,  y  que  manifestaba 
una  inmensa  riqueza.  Se  repartieron  profusamente  pedazos  de  aquel  rico  cuarzo;  y  el 
entusiasmo  del  descubrimiento  llegó  á  su  colmo.  El  señor  Gustavo  Wilczynski,  empleado 
superior  entonces  de  la  Compañía  Inglesa,  se  entendió  con  los  propietarios,  con  los  cuales 
hizo  un  contrato,  por  el  que  se  le  daba  el  plazo  de  un  año  para  negociar  la  mina  en  el 
extrangero ;  y  en  caso  de  negociarla  se  comprometía  á  dar  á  los  propietarios  la  suma  de 
£  100000  por  la  compra  de  su  mina.  Desde  entonces  los  dueños  consideraron  dividida 
su  propiedad  en  cien  mil  partes  con  el  valor  nominal  de  £  1;  y  formaron  la  Sociedad 
llamada  «La  Merced  de  Pacay-Urcu  »,  cuyo  Gerente  fué  nombrado  el  señor  Ramón  Rio- 
frio.  Por  conducto  del  mismo  señor  Wilczynski  enviaron  á  Londres  7%  toneladas  del  cuarzo 
extaido,  que  arrojó  la  enorme  ley  media  de  36  onzas  troy  (1  kilogramo)  de  oro  por  tonelada. 

Desgraciadamente  se  agoto  el  montón  de  cuarzo,  y  se  vio  que  no  había  veta  alguna 
en  aquel  lugar.  Las  gestiones  del  señor  Wilczynski  en  Londres  no  pudieron,  en  conse- 
cuencia, tener  éxito;  espiró  el  año,  y  no  habiendo  resultado  alguno,  ni  pareciendo  tam- 
poco la  veta  de  donde  podía  provenir  aquel  rico  mineral,  decayó  el  entusiasmo  del 
principio. » 

En  los  años  de  1883,  1886  y  1888  los  propietarios  ejecutaron  algunos  trabajos  de 
exploración  bajo  la  dirección  del  Gerente  de  la  Compañía,  el  señor  R.  Riofrio,  para  en- 
contrar la  veta  rica  de  que  pedia  derivarse  aquel  montón  de  cuarzo  aurífero,  pero  sin 
resultados  satisfactorios. 

«El  Sr.  Riofrio  se  constituyó  entonces,  en  Noviembre  de  1889,  en  el  lugar,  y  empleó 
un  sistema  distinto,  que  lo  llevó  al  descubrimiento  de  la  tan  buscada  veta.  Sacó  de  la 
quebrada  de  Muluncay  una  acequia  de  agua,  construyó  un  depósito  en  la  parte  superior 
del  terreno  pesquisado,  y  por  medio  de  compuertas,  lanzó  el  agua  con  violencia  para  que 
arrastrara  por  la  quebrada  la  parte  superior  del  suelo.  Apareció  entonces  la  cabeza  del 
filón.  Lo  atacó  en  seguida  con  una  galería  de  9  metros,  á  cuyo  extremo  le  dio  un  primer 
corte.  Siguió  otros  nueve  metros  al  lado  de  la  veta,  á  la  que  dio  en  esa  distancia  otros 
dos  cortes.» 

En  aquella  época  se  hallaban  en  Zarunia,  ocupados  con  trabajos  de  exploración,  dos 
inteligentes  ingenieros  franceses,  los  señores  H.  Ancarani  y  R.  Tenré  que  reconocieron 
los  trabajos  del  señor  Riofrio  en  Pacay-urcu,  y  el  primero  dio  un  informe  muy  halagüeño, 
de  que  tomamos  lo  siguiente: 

«El  rumbo  de  la  veta  es  Sur  á  Norte  con  2o  á  3°  al  Oeste. 

«Su  buzamiento,  apenas  marcado,  es  al  Oeste. 

«Su  potencia  es  de  1,10  m.  á  1,20  m.  —  Su  rellenamiento,  del  muro  al  techo,  ó  sea 
de  Este  á  Oeste,  se  compone  Io.  en  una  anchura  de  20  á  25  centímetros,  de  cuarzo 
cariado  y  fisurado,  de  color  negruzco,  gris  de  hierro,  rojizo  y  amarillento,  á  causa  de  la 
presencia  de  diversos  óxidos  de  hierro  en  cantidad  notable.  Las  cavidades  de  que  está 
traspasado,  están  en  parte  llenas  de  óxido  de  hierro  rojo  ó  amarillo,  y  con  numerosas 
chispas  de  oro  de  formas  distintas:  filamentos,  pajitas  y  granos,  fácilmente  discernióles 
á  la  simple  vista.  —  Las  chispas  de  oro  son  numerosas  en  las  fisuras  del  cuarzo,  así 
como  en  las  partes  compactas  de  éste,  como  se  puede  reconocer  al  quebrarlo.  Esta  pri- 
mera zona  es,  pues,  muy  rica.  —  2o.  De  50  á  60  centímetros  de  cuarzo  mas  compacto, 
también  de  color  oscuro;  pero  en  el  cual  se  encuentran  menos  cavidades  de  óxido  de 
hierro  y  está  menos  usurado.    Sinembargo,  después  de  quebrar  algunos  pedazos,  se  llega, 


608  ANOTACIONES  Y   8UPLEMENTOS. 

con  la  ayuda  do  la  lento,  n  notar  la  presencia  del  oro  en  la  misma  masa  del  cuarzo,  que 
es  en  esta  segunda  zona  mas  cristalino.  —  3o.  Finalmente,  de  30  á  40  centímetros,  for- 
mando una  mezcla  de  venas  de  cuarzo  aurífero  de  algunos  centímetros,  y  de  roca  porfí- 
dica piritosa  intercalada  entre  dichas  venas.  Esta  tercera  zona  termina  el  filón  por  el 
costado  Oeste,  no  de  un  modo  muy  neto;  pues  los  hilos  de  cuarzo  se  pierden  en  la  roca, 
impidiendo  que  la  caja  sea  bien  marcada.» 

Refiriéndose  luego  á  la  ley  de  oro  de  estos  minerales,  continúa  diciendo  el  señor 
Ancarani : 

«No  pudimos  en  nuestras  visitas  ú  la  mina  tomar  muestras  que  representaran  la 
riqueza  media  de  los  diferentes  cortes ;  pero  los  datos  siguientes  bastan  para  hacer  com- 
prender que  estamos  en  presencia  de  una  columna  de  mineral  excesivamente  rico. 

a  Cuando  nuestra  primera  visita  á  la  mina,  el  primer  corte  no  habia  aun  atravesado 
el  filón,  y  los  otros  dos  cortes  no  existían  todavía.  El  vacío  del  corte  tenia  la  forma  de 
un  nicho  de  1,(50  m.  de  alto,  1  m.  de  ancho  y  1  m.  de  profundidad;  esto  es  un  volumen 
correspondiente  á  un  peso  de  4200  kilos  de  cuarzo.  El  mineral  extraído  se  había  divi- 
dido en  dos  clases,  rico  y  pobre:  y  este  último  abandonado  á  la  entrada  de  la  mina,  donde 
lo  hemos  visto. 

•  El  mineral  rico,  cuidadosamente  separado  y  excojido,  con  un  peso  de  30  arrobas, 
ó  sea  750  libras,  sin  contar  las  numerosas  piedras  ricas,  dadas  como  muestras  á  los 
interesados  y  amigos,  fué  pulverizado  y  amalgamado  por  el  señor  Riofrio  en  Loja;  y 
produjo  13  !/j  onzas  españolas  de  oro  de  20  quilates. 

«  Pesando  la  libra  española  460  gramos  y  equivaliendo  á  16  onzas  españolas,  resulta 
de  lo  que  precede: 

«  Que  345  kilos  de  mineral,  proveniente  de  la  separación  ó  apartado  de  4200  kilos  de 
cuarzo  del  corte,  han  dado  en  un  tratamiento  industrial  muy  primitivo  =  oro  323  gramos, 
y  plata  65  gramos:  lo  que  corresponde  á  una  ley  por  tonelada  de  936  gramos  de  oro  y 
188  gramos  de  plata;  y  que  admitiendo  que  las  13 %  onzas  de  oro,  producidas  por  el 
tratamiento  de  las  30  arrobas,  sea  todo  el  metal  precioso  que  contenían  los  4200  kilos 
de  cuarzo  del  corte  (lo  que  no  es  admisible,  puesto  que  hemos  después  ensayado  el  resto 
como  lo  diremos  mas  adelante),  aun  en  ese  caso  la  ley  media  sería  todavía  de  setenta 
y  siete  gramos  de  oro  y  quince  de  plata,  ó  sea  dos  y  media  onzas  de  oro  y  media  onza  áe 
plata  por  tonelada,  ley  ya  muy  satisfactoria.» 

Los  anteriores  datos  se  refieren  al  mineral  rico  con  oro  á  la  vista.  Veamos  ahora 
los  resultados  de  los  ensayes  del  señor  Ancarani  sobre  los  cuarzos  pobres  de  segunda 
clase;  esto  es,  sobre  los  que  no  tienen  oro  á  la  vista,  y  que  habian  quedado  en  la  puerta 
de  la  mina  «Teléfono». 

«Muestras  de  cuarzo  sin  oro  á  la  vista  procedentes  de  los  tres  cortes: 

Onzas  por  tonelada 
Oro  Plata 

a)  del  corte  Nro.  1° 5  3% 

b)  del     id.        „      Io 2Vt  2 

e)  del     id.        „      2° %  1 

d)  del     id.        „      3° 4  3 

«  Estos  resultados  son  de  lo  mas  satisfactorios,  pues  representan  la  ley  de  los  mine- 
rales nías  pobres. 

«Podemos  deducir  de  todo  lo  que  antecede,  que  en  el  filón  , Teléfono'  debe  existir 
una  columna  de  mineral  aurífero  muy  rico,  de  una  extensión  horizontal  bastante  grande; 
y  (pie  la  explotación  de  esta  columna,  así  como  la  de  una  parto  importante  del  mismo 
filón,  podrá  hacerse  del  modo  mas  económico,  gracias  á  las  muy  ventajosas  condiciones 
de  la  localidad.».    .  . 

Hace  mas  luego  el  señor  Ancarani  sus  cálculos  sobre  el  costo  probable  de  la  ex- 
ploración definitiva  de  esta  mina  y  también  sobre  el  de  una  explotación  futura.  Citaremos 
sus  palabras  respecto  al  último  punto,  porque  tienen  un  interés  general  y  el  cálculo  puede 
servir  en  casos  análogos. 

«Terminaremos  esta  nota  diciendo  que  actualmente  es  imposible  calcular  los  bene- 
ficios que  se  pueden  esperar  de  una  futura  explotación  de  esta  mina.  La  exploración, 
haciendo  conocer  la  verdadera  ley  media  de  los  cuarzos,  permitirá  solamente  hacer  ese 
cálculo.  Sinembargo,  tenemos  ya  un  dato  precioso,  el  precio  de  costo  máximum  por  tone- 
lada extraída   v  beneficiada. 


MINAS   DE   ZAHUMA.  G09 

«En  efecto,  existe  ya  en  el  Distrito  de  Z  a  ruma  una  mina  en  explotación  regular 
desde  hace  algunos  años;  la  mina  ,Portovelok,  perteneciente  á  una  Compañía  Inglesa. 
Su  mineral  es  también  cuarzo  aurífero  con  muy  poca  cantidad  de  piritas  y  otros  súlfuros, 
y  es  beneficiado  en  un  molino  de  20  pisones,  como  probablemente  deberá  ser  el  de  la 
mina  , Teléfono'.  Pero  la  extracción  y  el  desagüe  se  hace  por  un  pozo  provisto  de  un 
motor  hidráulico;  mientras  que  en  la  Teléfono  estas  dos  operaciones  se  harán  simplemente 
por  galerías. 

«Ahora  bien;  gracias  á  datos  de  lo  mas  precisos,  sabemos  que  en  Portovelo  el  gasto 
total  por  tonelada  de  mineral,  comprendidos  gastos  de  extracción,  de  beneficio,  gastos 
generales  de  explotación  y  de  administración,  no  llega  A  50  francos.  Podemos,  pues,  desde 
ahora  afirmar,  que  para  la  mina  , Teléfono*  la  suma  total  de  estos  gastos  será  sensible- 
mente inferior  á  50  francos,  y  que  en  ningún  caso,  por  lo  tanto,  absorverán  del  oro  pro- 
ducido, sino  quince  gramos  (media  onza)  cuando  mas,  por  tonelada.» 

Los  señores  Ancarani  y  Tenré  hicieron  un  contrato  con  el  Sr.  Riofrio  para  la  ex- 
ploración formal  de  la  mina,  y  el  segundo  de  dichos  Señores  se  fué  á  Paris  á  gestionar 
la  formación  de  una  sociedad  con  este  objeto.  En  la  circular  que  el  señor  Tenré  se 
apresuró  á  pasar  á  sus  amigos  en  aquella  capital,  manifiesta  las  mismas  opiniones  que 
el  señor  Ancarani.  En  Agosto  de  1890  se  formó  en  Paris  la  «Compañía  de  Exploración 
de  las  Minas  de  oro  de  Pacay-urcu»  con  un  cupital  efectivo  de  150000  francos.  Tenré 
regresó  en  Octubre  á  Zaruma  y  sin  pérdida  de  tiempo  puso  trabajo  en  la  mina  «Telé- 
fono». —  Como  á  principios  de  1891  salí  del  Ecuador,  no  puedo  referir  de  los  resultados 
ulteriores. 


Grupo  de  minas  de  la  «Compañía  Minera  Nacional  Fénix».  —  De  este 
grupo  muy  interesante,  el  señor  S.  Tejada  dá  las  noticias  siguientes: 

Está  situado  á  tres  horas  de  distancia  al  N  de  Zaruma,  en  el  barrio  llamado  «Minas 
Nuevas»,  nombre  puesto  al  lugar  por  los  españoles  cuando,  prosiguiendo  estos  sus  ex- 
ploraciones, descubrieron  y  trabajaron  las  vetas  de  dicha  región. 

Conservábase  la  tradición  de  antiguas  explotaciones  en  ese  sitio,  pero  las  minas  eran 
desconocidas;  hasta  que  el  año  de  1887  fueron  descubiertas  en  la  exploración  que  del 
Distrito  de  Zaruma  hicieron  el  laborioso  ingeniero  señor  van  Isschot  y  el  autor  de  estos 
«Apuntes»,  por  cuenta  de  la  «Compañía  Exploradora»,  de  Guayaquil.  A  consecuencia  de 
este  descubrimiento  la  Compañía  obtuvo  la  propiedad  de  ese  importante  grupo,  con  el 
nombre  de  «  Concesión  Fénix  ». 

Esta  se  compone  de  ocho  minas:  u Cristina»,  ««Mercedes»,  «Francesa»,  «Zancudo», 
«Caridad»,  «Fénix»,  «Leonor»  y  «California»;  todas  ellas  unidas  y  tocándose  en  sus  linderos. 

La  extensión  superficial  de  la  Concesión  es  de  linos  2000  metros  de  longitud  por 
unos  360  de  latitud;  ó  sea  como  de  720000  metros  cuadrados,  siendo  la  duración  de  esta 
propiedad  indefinida. 

El  clima  es  mas  agradable  y  sano  aun  que  en  Zaruma,  por  su  mayor  altura  y  por 
su  mejor  situación  en  las  faldas  occidentales  de  la  cordillera  de  Sichacay.  La  tempera- 
tura media  es  de  19°  á  20°  centígrados.  La  altura  absoluta  sobre  el  nivel  del  mar  es  de 
1400  metros. 

Tiene  la  Concesión  abundantes  aguas  de  su  propiedad  para  el  movimiento  de  má- 
quinas tanto  de  extracción  como  de  beneficio  y  para  el  uso  de  las  perforadoras,  evitando 
así  los  crecidos  gastos  del  empleo  del  vapor.  Las  aguas  del  rio  Huairapungo  al  NE, 
y  las  del  rio  Calera  al  0,  ambos  muy  cercanos,  pueden  mover  mas  de  200  pisones. 

En  el  mismo  lugar  hay  extensos  bosques  vírgenes  con  madera  de  toda  clase  y  di- 
mensiones, abundando  el  cedro,  tan  adecuado  por  su  incorruptibilidad  para  los  trabajos 
subterráneos  de  las  minas  y  para  construcciones.  Dichos  bosques  pueden  ademas  sumi- 
nistrar por  muchos  años  combustible  barato  para  las  necesidades  de  la  explotación  y  para 
el  beneficio  de  los  minerales.  Abundan  asimismo  tierras  refractarias  y  mantos  de  cal  en 
las  inmediaciones. 

Dentro  de  la  Concesión  corren  varios  filones  paralelos  y  á  muy  corta  distancia  entre 
sí.  Los  que  han  sido  mas  reconocidos  son  «Zancudo»,  «Cristina»,  «Caridad»  y  «Fénix», 
con  trabajos  de  exploración  de  bastante  importancia. 

En  la  mina  a  Zancudo»  se  abrió  un  pozo  vertical  de  100  pies  de  profundidad.  A  su 
remate  se  dio  una  estocada  como  de  40  pies  que  cortó  la  veta  en  virgen. 

Se  hizo  este  pozo,  porque  los  trabajos  antiguos  habian  sido  reconocidos  mas  al  Sur 

WoLr,  Ecuador.  3J) 


I 


610 

á  ana  profundidad  de  60  pies,   dond«  1 

longitud  sobre  la  vete,  constituyendo  un  í         .   i. 

A  los  100  piee  de  hondura  ha  sido  abierto  el  segando  nivel,  partiendo  del  plan  del 
pozo,  en  una  galeria  corrida  sobre  la  veta,  de  mía  extensión  de  naos  60  pies  al  Sor  y 
que  se  vi  actualmente  á  prolongar  otros  60  pies  mas. 

En  el  piso  de  esta  galana,  y  sobre  la  misma  veta,  Be  esta  perforando  un  segundo 

de  80  á  40  piee,  para  correr  un  tercer  nivel  a  esa  profundidad,  <í  sea  á  140  fies 
hondura. 

La  veta  arma  en  la  roca  porfídica,  entra  cajas  de  lo  mas  tersas,  sólidas  y  firmes, 
con  una  anchura  ó  potencia  de  6  pies  mas  ó  menos.  8a  nimbo  u  Sur  ú  Norte,  con  una 
ligera  desviación  al  Oeste;  y  recuesta  inclinándose  algunos  ajadin  at  Este. 

El  reHenamiento  ó  matriz  es  un  cuarzo  duro,  compacto,  blanco  con  algunas  manchas 
verdosas,  sumamente  mineralizado,  oon  pirita  de  hierro,  mttchu  chalcopirita  ó  pirita  cob- 
riza, y  bastante  galena,  con  algo  de  hiendo;  formando  estos  sútfuros  vaoka  é  hilos  en  la 
masa  del  enano  aurífero. 

Se  han  verificado  numerosos  ensayes  de  toda  la  veta  en  sus  diversos  sitios  toaba- 
jados,  tomando  el  enano  de  todo  el  ancho  del  filón  sin  separar  nada,  para  formar  asá 
verdaderos  comunes. 

Los  resultados  han  sido  siempre  satisfactorios. 

fin  loe  trabajos  antiguos  (nivel  1°),  repetidos  ensayes  dieron  da  do*  á  cuatro  anata 
de  oro,  y  cinco  á  diex  da  plata  por  tonelada. 

El  poso  se  labró  al  Norte  de  estos  trabajos  antiguos;  á  su  remate  se  cortó  la  veta 
por  una  estocada  en  un  tramo  algo  mas  pobre;  y  aútembargo  los  numerosos  ensayes 
hechos  dieron  el  promedio  siguiente:  l1/,  onzas  de  oro  y  5  de  plata  por  tonelada,  oon 
4  á  SU  do  cobre  y  7  á  8%  de  plomo. 

Al  continuar  la  galería  al  Sur  (nivel  2"),  esta  ha  entrado  debajo  de  los  trabajos 
antiguos,  sin  recorrer  todavía  toda  la  longitud  correspondiente  á  estos.  Se  ha  encontrado 
en  ese  lugar  una  columna  de  mineral  muy  rico  de  bastante  extensión  (todavía  no  conocida 
en  su  totalidad,  pues  falta  prolongar  la  galería);  y  que  continua  en  profundidad.  La  an- 
chura de  la  veta  es  la  misma;  el  enano  es  mas  duro,  y  las  cajas  mas  firmes;  la  galena, 
la  blenda  y  la  pirita  de  hierro  disminuyen  notablemente,  aumentando  en  cambio  el  cuarzo 
y  la  pirita  de  cobre.  Varias  muestras  tomadas  del  frontón  en  dicha  galería  del  8*  nivel, 
y  ensayadas  en  Paria  por  Jír.  Drouin,  han  dado: 

a)  Oro 19'/,  onzas  por  tonelada. 


Plata 

b)  Oro  . 
Plata 

c)  Oro  . 
Plata 


.  »ev» 


■  «%      „        „ 

■  21%      „        „ 

■  42%      „        ,, 

Fueron  también  ensayados  dichos  cuarzos  en  Zamma  y  en  Guayaquil,  y  dieron: 

Ensaye  en  Z anima       Oro  .    .    .  19%  onzas  por  tonelada. 

„       en  Zaruma       Oro   ...   25  „  „  „ 

„       en  Guayaquil  Oro  ...  18  „         „  „ 

„       en  Guayaquil  Oro   .    ,    .    17%       „  „  „ 

con  una  proporción  de  8  á  10 "i  de  cobre. 

Es  de  admirar  este  resultado,  verdaderamente  inesperado  y  halagador;  porque  esos 
cuarzos  no  contentan,  como  los  de  Pacay  Urcu,  oro  á  la  vista,  sin  poder  divisarse  rastro 
del  metal  precioso  ni  aun  con  la  lente;  por  lo  cual  no  fueron  tomados  como  cuarzos  ex- 
cepcionalmente  ricos,  ni  podían  tampoco  haber  sido  excogidos,  desde  que  no  tenían  ningún 
indicio  exterior  de  su  riqueza. 

Puedo  desde  ahora  asegurarse  que  en  ese  trecho  ó  columna  del  filón  Zancudo,  el 
mineral  no  bajará  en  su  común  de  cinco  onzas  de  oro  y  diez  de  plata  por  tonelada,  con 
(j'%  de  cobre;  y  que  hay  mineral  de  esa  clase  para  una  explotación  de  muchos  años. 

El  costo  total  —  según  hemos  anotado  en  la  descripción  do  la  «Teléfono»  —  no  pasa 
en  Zaruma  de  media  onza  de  oro  por  tonelada. 

La  pérdida  total  en  el  beneficio  no  llega  á  20%  sobre  la  ley  del  ensaye;  siempre 
que  se  establezca  el  man  adecuado  sistema  de  beneficio,  con  los  aparatos  y  material  do 
tratamiento  necesario;  y  que  se  ponga  la  explotación  y  beneficio  en  manos  de  personas 
hábiles  y  expertas. 


MINAS   DE   ZAHUMA.  Gil 

La  producción,  en  el  estado  actual  de  las  minas,  puede  muy  bien  alcanzar  á  50  tone- 
ladas diarias;  y  podría  aumentarse,  según  el  número  de  trabajadores  y  según  el  capital 
que  se  quisiera  emplear.  La  extracción  puede  calcularse,  una  vez  formados  los  bancos, 
en  una  tonelada  de  cuarzo  por  cada  operario  minero  en  trabajo  sobre  la  veta. 

El  filón  «Caridad»  corre  á  75  pies  mas  ó  menos  al  Oeste  de  «Zancudo»,  y  el  filón  «Cris- 
tina» a  unos  150  pies  al  Este.    El  filón  «Fénix»  corre  como  a  180  pies  al  Este  de  «Cristina». 

Los  caracteres  y  formación  de  estas  vetas  son  análogos  á  los  de  «Zancudo».  Prin- 
cipalmente el  filón  «Cristina»,  en  el  que  se  ha  labrado  una  galería  en  dirección,  sobre  la 
veta,  de  120  pies  de  longitud,  la  cual  está  prolongándose  80  pies  mas,  tiene  un  mineral 
absolutamente  idéntico  al  de  «Zancudo»,  con  la  misma  ley  de  oro,  plata,  cobre  y  plomo, 
y  también  con  la  misma  anchura  de  seis  pies  entre  cajas  sumamente  duras  y  firmes. 

En  un  punto  bajo  de  la  Concesión  está  siguiéndose  un  socavón  O  á  E,  que  ha  cor- 
tado los  filones  «Caridad»  y  «Zancudo»,  y  que,  prolongado  otros  cien  metros,  cortará  las 
vetas  «Cristina»  y  «Fénix»  en  gran  profundidad. 

Fácilmente  puede  comprenderse  que  los  cuatro  filones  mencionados  pueden  ser  ex- 
plotados simultáneamente  por  la  misma  Administración,  y  beneficiados  sus  cuarzos  en  el 
mismo  molino,  por  su  gran  proximidad  recíproca. 

Por  la  misma  razón,  y  por  los  trabajos  ya  hechos,  la  reserva  de  mineral  para  lo 
futuro  está  del  todo  asegurada ;  pudiendo  afirmarse  que  la  producción  del  mineral  ya  re- 
conocido reembolsará  totalmente  el  capital  que  se  emplee  en  establecer  la  explotación, 
de  modo  que  este  no  corre  el  menor  riesgo;  y  que,  dadas  la  potencia  de  las  vetas  explo- 
radas, la  regularidad  de  su  marcha,  la  composición  mineralógica  de  sus  cuarzos  y  su 
ley,  así  como  la  extensión  de  la  Concesión,  su  explotación  será  provechosa  y  constante 
por  muchas  generaciones. 

Siguen  cálculos  sobre  el  beneficio  probable  bajo  ciertas  suposiciones,  concejos  res- 
pecto al  modo  de  explotación,  y  otras  consideraciones  que  interesan  solo  á  los  socios  de 
la  Compañía. 

Minan  de  la  «Compañía  Exploradora».  —  Después  de  haber  vendido  á  la 
«Compañía  Fénix»  su  grupo  de  Minas  Nuevas,  que  acabamos  de  describir,  ha  quedado  la 
«Compañía  Exploradora»  con  la  propiedad  de  otros  dos  grupos  de  minas,  el  de  Muluncay 
y  el  de  Malvas. 

El  grupo  de  Muluncay  se  halla  muy  ventajosamente  situado,  pues  lo  atraviesa  el  rio 
de  ese  nombre,  con  caudal  suficiente  de  agua  en  toda  estación  para  mover  una  poderosa 
maquinaria.  Este  rio  forma  una  quebrada  profunda,  que  corre  de  Este  á  Oeste;  de  modo 
que  los  filones  de  que  se  compone  el  grupo,  y  cuyo  rumbo  es  aproximadamente  de  Sur 
á  Norte,  cortan  casi  en  ángulo  recto  el  rio  y  la  quebrada,  y  suben  por  las  dos  pendientes 
laderas  de  esta,  por  ambos  lados.  Esta  conformación  topográfica  permite  verificar  con 
la  mayor  comodidad,  rapidez  y  economía,  importantes  trabajos  de  exploración  sobre  las 
vetas;  y  en  el  caso  de  una  explotación  las  facilidades  de  trabajo  aumentarían  notable- 
mente. Baste  decir  que  la  boca  de  una  galería  iniciada  sobre  el  filón  «América»  en  la 
mina  «Borgoña»  de  este  grupo,  está  en  la  misma  orilla  del  rio,  y  que,  elevándose  el  ter- 
reno en  una  pendiente  de  mucho  mas  de  45  grados,  dicha  galería,  á  poco  que  se  pro- 
longara, tomaría  gran  cuerpo  de  cerro  y  una  regular  profundidad. 

Las  minas  de  que  se  compone  este  grupo  —  situado  á  hora  y  media  de  distancia 
al  N  de  Zaruma  —  son  seis:  «América»,  «Borgoña»  y  «San  Antonio»  sobre  el  mismo  filón, 
y  algo  mas  al  Este,  «Carmen»,  «Rosario»  y  «Santa  Lucía». 

La  extensión  superficial  de  la  Concesión  «Muluncay»  es  como  de  600000  metros 
cuadrados. 

La  mina,  que  creemos  merece  una  atención  especial,  es  la  *  Santa  Lucia».  El  filón 
tiene  como  1,60  m.  de  anchura;  y  su  cuarzo  está  completamente  oxidado,  podrido  y  pul- 
verulento, de  fractura  esquillosa  y  muy  blando  y  deleznable.  —  Algunas  muestras  ais- 
ladas de  esta  veta  han  dado  al  ensaye  hasta  5  onzas  de  oro,  con  solo  2%  onzas  de  plata 
por  tonelada.  —  Pero,  tomado  un  común  de  varias  toneladas,  la  ley  obtenida  fué  insigni- 
ficante; lo  que  demuestra  que  el  oro  está  muy  desigualmente  repartido. 

Sinembargo,  aquella  ley  elevada,  y  la  circunstancia  de  creerse  que  esta  veta  sea 
la  continuación  de  la  «Teléfono»  de  Pacay-Urcu  al  Norte,  son  motivos  suficientes  para 
que  emprendan  los  propietarios  una  exploración  formal  sobre  ella;  pues  los  trabajos 
hechos  son  de  poca  importancia,  y  es  muy  probable  que  un  detenido  reconocimiento  daría 
buenos  resultados.     Por  su  proximidad  al  rio,  por  su  anchura  y  por  la  calidad  de  sus 

39* 


612  ANOTAOIONEB    Y    RtTPLEMKNTOR. 

enanos,  que  por  su  blandura  ofrecerian  una  infracción  abundante  y  barata  y  U-ndrinn 
un  beneficio  fáoil  y  económico,  una  ley  d  mino*  de  una  amn  de  oro  por  tonelada  bas- 
taría para  una  explotación  provechosa. 

Otra  de  las  vetas  interesantes  de  est  grupo  na  la  «América'.  Este  filón,  tanto  en 
la  mina  •Borgofia»,  como  en  las  dos  opues  laderas  do  la  quebrada,  ha  manifestado  ¡n- 
dioins  favorables;  pues  se  han  hallado  cuai  con  algún  ora  visible  ■  sus  afloramientos. 
Sinembargo,  puede  decirse  que  esto  inter  ■  ;■  liluu  apenan  ha  sido  reconocido,  siendo 
de  poca  consideración  los  trabajos  Indios  con  aaa  objeto.  La  veta  lUuie  sana  metro  y 
medio  de  potencia  con  un  cuanto  aurífei..  ib-  basa  npvoloj  está  muy  bien  formada,  y 
corre  con  toda  regularidad  á  larga  distan*       |mn»  la  ajow  metros). 

La  veta  «Cdraw**  está  pooo  mas  ó  métu*  en  las  mismas  condiciones  que  la  «Amerita". 

La  veta  *Jtosario*  no  la  juzgamos  mu  ...  ..  do  aisnajan,  y  motóos  que  no  ami 
que  se  gaste  tiempo  y  dinero  en  su  reconj : ... 

En  resumen,  el  grupo  de  ■Muluncay*  neeeeita  de  una  exploración  detenida,  ove  no 
dudamos  alcanzaría  un  buen  éxito,  sobre  todo  en  loe  filones  •América*  y  «Santa  Lucio»; 
en  cuyo  caso,  su  situación  excepcionalraente  ventajosa  haría  da  este  grano  nao  de  loa 
mas  importantes  del  Distrito. 

Lo  que  hemos  dicho  de  este  grupo  puede  aplicarse  igualmente  al  otro  que  posee 
algo  mas  al  Sur  la  «Compañía  Exploradora*;  el  de  Malva». 

Este  se  encuentra  situado  en  el  cerro  de  La  Jara,  en  las  cabeceras  de  la 
del  Guijarro,  al  N  de  Vizcaya,  y  ana  hora  distante  de  Zaruma. 

Se  compone  de  cuatro  minas:  ■Primavera*,  ■Porvenir»,  ■Exploradora*  y 
todas  ellas  con  labores  antiguas,  algunas  bastante  extensas.    Para  poder  for 
de  la  importancia  de  estas  minas,  es  de  todo  punto  indispensable  verificar  antes 
ellas  algunos  trabajos  de  reconocimiento. 

El  grupo  (Fénix*  en  Minas  Nuevas  fué  objeto  de  una  sería  exploración  de  parte  de 
la  «Compañía  Exploradora» ;  la  cual,  comprendiendo  su  importancia,  concentró  en  61  de 
preferencia  sus  labores.  Sobre  sus  otros  dos  grupos  de  uMuluncay*  y  de  «Malvas*  labró 
los  pozos  de  ordenanza  para  tomar  su  posesión  legal,  y  después  se  redujo  á  efectuar  pe- 
queños trabajos,  de  modo  que  no  pudo  hacer  sino  un  estudio  ligero  de  sus  vetas,  dejando 
para  mas  adelante  y  para  mejor  ocasión,  conducir  el  formal  reconocimiento  que  necesitan. 

Mina  de  «La  Quebrada*.  —  Entre  las  mas  ricas  minas  de  Zaruma,  ésta  ocupa 
uno  de  los  primeros  lugares,  como  fácilmente  se  comprenderá  por  la  descripción  que 
vamos  á  hacer  de  ella. 

Conservánbase  en  Zaruma  tradiciones  de  trabajos  verificados  á  principios  de  este 
siglo  en  dicha  veta.  Decíase  que  era  un  tanto  angosta;  pero  que  había  quedado  en  sus 
planes  el  cuarzo  salpicado  de  oro  visible,  y  con  una  muy  alta  ley.  Dichos  trabajos  an- 
tiguos estaban  aterrados  y  aguados,  y  eran  por  lo  tanto  inaccesibles. 

Sabedor  de  estas  tradiciones  el  señor  Joaquín  A.  González,  minero  chileno  muy 
práctico  y  experimentado,  y  que  hacía  algún  tiempo  residía  en  Zaruma,  se  asoció  con 
el  ingeniero  señor  E.  C.  Dougherty,  y  en  1883  adquirieron  la  propiedad  de  esta  mina. 
Después  de  mil  czfuerzos  lograron  desaguar  y  limpiar  las  antiguas  labores,  en  las  que 
pudieron  penetrar,  encontrando  confirmadas  las  tradiciones  de  que  hemos  hecho  mención. 

Aunque  no  muy  ancha  la  veta,  se  presentó  esta  bien  formada,  entre  cojas  firmes, 
y  con  un  cuarzo  cristalino,  duro,  casi  sin  oxidaciones,  blanco,  azucarado,  con  algunas 
manchas  de  color  oscuro  negruzco  provenientes  de  una  mincralízacion  no  bien  definida, 
y  con  bastantes  granitos  y  puntillas  de  oro  á  la  vista. 

Ante  este  satisfactorio  resultado,  sacaron  los  propietarios  algunos  quintales  de  mi- 
neral, que  remitieron  á  Guayaquil,  para  que  los  ensayara  el  Dr.  Wolf.  Hé  aquí  el  cer- 
tificado de  ensaye,  dirigido  al  señor  Dougherty. 

■He  analizado  el  mineral  de  la  mina  que  U.  posee  en  Zaruma,  y  me  apresuro  á 
darle  el  resultado  de  la  análisis. 

«El  cuarzo  aurífero  de  esta  veta  es  bastante  puro,  y  fuera  del  oro  diseminado  en 
partículas  casi  microscópicas,  no  presenta  á  la  vista  libre  otro  metal  sino  un  poco  de 
pirita  amarilla.  El  imán  extrae  del  polvo  una  que  otra  partícula  de  hierro  magnético. 
Las  manchas  oscuras  en  el  cuarzo  blanco,  que  son  las  partes  mas  ricas  en  oro  y  también 
las  mas  abundantes  en  pirita,  traen  su  color  de  un  mineral  negro-verdoso  ó  gris  de 
naturaleza  nu  metálica. 


MINAS   DE   ZAHUMA.  613 

«La  veta  no  contiene  ningún  metal  de  plata;  es  puramente  una  mina  de  oro,  y  la 
plata  que  resulta  de  la  análisis  hay  que  atribuirla  á  la  liga  del  oro.*) 

«El  oro  es  bien  visible  en  casi  todas  las  piedras  para  un  ojo  ejercitado,  que  no  lo 
confundirá  con  la  pirita. 

«Después  do  procurar  un  verdadero  común  de  un  saco  de  piedras  (de  un  quintal 
poco  mas  ó  menos),  sin  excojer  las  mejores  y  sin  separar  las  malas,  he  obtenido: 

Oro  argentífero:  0,04%  (=  0,0004  en  un  gramo),  ó  13,905  onzas  por  tonelada,  ó 
41,715  onzas  por  cajón  (tiO  quint.). 

«Esta  es  una  riqueza  extraordinaria  en  un  filón  de  cuarzo  aurífero,  y  no  puedo 
menos  de  felicitar  á  U.  por  el  descubrimiento  y  la  adquisición  de  esta  mina  valiosísima, 
(leseando  á  la  vez  que  la  veta  siga  por  mucho  tiempo  y  á  gran  distancia  con  la  misma 
ley  que  manifiesta  ahora.  —  Soy  de  U.  atto.  S.  S.  Teodoro  Wolf.» 

Careciendo  los  señores  Dougherty  y  González  de  los  recursos  suficientes  para  pro- 
seguir la  explotación  de  la  importante  veta  descubierta,  y  mucho  menos  para  ponerla  en 
explotación  con  todos  los  elementos  necesarios,  proyectaron  establecer,  con  el  menor  gasto 
posible,  una  arrastra  para  el  beneficio  de  los  cuarzos  auríferos,  á  fin  de  poder  con  sus 
productos  llevar  adelante  el  reconocimiento  y  apertura  de  la  mina.  La  arrastra  fué  de 
lo  mas  imperfecta  y  de  poder  insuficiente  para  pulverizar  debidamente  los  duros  cuarzos 
de  «La  Quebrada»;  faltaron  los  recursos  mas  indispensables  y  el  trabajo  de  la  arrastra 
fué  abandonado. 

Sinembargo,  durante  ese  tiempo  habian  seguido  la  veta  en  cierta  extensión,  aunque 
corta,  y  pudieron  continuar  manteniendo  su  desagüe,  hasta  que  en  Mayo  de  1886  tuvo 
lugar  la  segunda  visita  del  Dr.  Wolf  al  mineral  de  Zaruma,  enviado  por  el  Supremo  Go- 
bierno á  inspeccionar  aquel  Distrito.  Examinó  el  ilustrado  geólogo  la  mina  de  «La  Que- 
brada», de  la  que  extrajo  él  personalmente  algunos  cuarzos  para  ensayarlos. 

Copiamos  a  continuación  la  carta  que  con  ese  motivo  dirigió  al  Señor  T.  C.  Wright, 
que  habia  tomado  gran  interés  para  que  dicha  mina  se  levantara  y  se  pusiera  en  fruto. 

«Guayaquil,  Agosto  Io  de  1886.  —  Señor  D.  Tomas  Carlos  Wright.    Presente. 

«Muy  señor  mió:  Usted  me  pide  mi  opinión  respecto  á  la  mina  de  ,La  Quebrada' 
cerca  de  Zaruma,  y  voy  á  manifestársela  con  toda  franqueza. 

«Siempre  he  creido  que  ,La  Quebrada'  merece  una  atención  especial,  y  que  per- 
tenece á  las  mejores  vetas  auríferas  de  Zaruma;  y  en  mi  último  viaje  me  convencí  de 
nuevo  de  su  importancia.  En  mi  informe  oficial  he  mencionado  esta  mina  en  términos 
favorables,  pero  como  de  paso;  pues  no  era  el  objeto  de  ese  informe  hablar  extensamente 
de  cada  mina  en  particular;  pero  ahora  me  extenderé  algo  mas  sobre  la  materia. 

«La  mina  de  ,La  Quebrada4  se  halla  en  la  zona  central  del  distrito  minero  de  Za- 
ruma, que  se  extiende  del  , Sesmo'  al  lado  de  la  villa  de  Zaruma  hacia  la  ,Portovelo', 
en  la  ladera  del  estribo  de  la  cordillera  que  llaman  ,el  Castillo'  y  que  aloja  tantas  minas 
antiguas  de  gran  fama.  Es  muy  probable  que  esté  en  alguna  relación  con  la  veta  ,Por- 
tovelo'  ó  con  la  del  ,Sesmo';  pues  se  halla  casi  en  el  mismo  meridiano,  y  sigue  poco  mas 
ó  menos  el  mismo  rumbo  como  estas. 

«La  mina  consiste  en  un  filón  de  cuarzo  aurífero  bien  pronunciado,  aunque  angosto. 
Por  la  ley  muy  subida  de  oro,  algunos  creyeron  que  era  bolsón  aislado  que  no  seguiría 
con  constancia;  pero  basta  examinar  con  atención  el  mineral  para  convencerse  de  que 
este  cuarzo  aurífero  es  de  una  verdadera  veta,  y  muy  distinto  del  cuarzo  de  los  bolsones. 
Ademas,  la  inspección  ocular  de  la  veta  no  deja  duda  ninguna  de  su  naturaleza.  No 
solo  las  vetas  anchas  son  vetas,  sino  también  las  angostas  cuando  se  presentan  con  los 
caracteres  de  ellas;  y  hay  muchos  ejemplos  de  que  vetillas  muy  angostas  siguen  con 
gran  constancia  á  largas  distancias.  No  niego  que  una  veta,  sea  ancha,  sea  angosta, 
puede  cortarse,  trastornarse  y  hasta  perderse  completamente;  pero  este  riesgo  no  es 
mayor  en  la  ,La  Quebrada'  que  en  cualquier  otra  veta,  por  ejemplo,  en  la  ,Portovelo'. 

«Hasta  ahora  todos  los  auspicios  son  favorables  en  la  mina  de  ,La  Quebrada'.  La 
veta  que  el  señor  Dougherty  ha  seguido  con  constancia   en  una  extencion  considerable, 


*)  «Nosotros  sinembargo  creemos  que  en  los  minerales  sulfurados  de  las  vetas  auríferas  de 
Zaruma,  la  plata,  ademas  de  la  contenida  en  la  aleación  con  el  oro,  existe  parte  en  estado  indepen- 
diente, y  parte  combinada  con  otros  metales  en  sus  compuestos  sulfurados.  Los  ensayes  hechos 
posteriormente  sobre  los  cuarzos  de  ,La  Quebrada'  lo  prueban  también».  —  Estoy  de  acuerdo  con 
esta  observación  del  señor  S.  Tejada.  —  Wolf. 


614  AXOTACIOXES    Y   SUPLEMENTOS. 

sigue  con  regularidad,  y  en  vez  do  estrecharse,  se  ha  ensanchado  (do  un  pié  á  tres  pies 
de  aneho)  sin  perder  su  ley  de  oro;  el  mineral  no  ha  cambiado  en  su  carácter  físico  y 
químico. 

«Es  verdad  que  seria  de  desear  que  cuanto  antes  se  reconozca  la  veta  en  algunos 
puntos  mas,  sea  por  piques,  sea  por  galerías  horizontales,  trabajo  que  no  podrá  costar 
mucho;  pero  de  todos  modos  hay  que  ponerse  al  trabajo  inmediatamente,  una  vez  que 
la  mina  está  casi  en  el  estado  de  explotación.  Si  alguna  mina  de  Zaruma  merece  ser 
trabajada,  es  la  de  ,La  Quebrada*.  El  riesgo  que  corre  el  capital  en  las  minas  de  cual- 
quiera clase,  se  reduce  aquí  al  mínimo,  y  si  los  trabajos  se  ejecutan  con  inteligencia  y 
con  una  economía  prudente,  el  buen  resultado  no  puede  faltar. 

•El  mineral  de  la  mina  está  suficientemente  ensayado  dentro  y  fuera  del  pais  para 
juzgar  de  su  naturaleza.  Es  un  cuarzo  compacto  con  pequeñas  cantidades  de  piritas  y 
con  oro  á  la  vista,  ademas  del  oro  microscópicamente  diseminado. 

«Cuando  el  señor  E.  C.  Dougherty  trajo  por  primera  vez  unos  seis  sacos  de  este 
mineral  á  Guayaquil,  analicé  el  común  de  ellos,  que  me  dio  14  onzas  de  oro  por  tone- 
lada. Era  este  un  material  excogido,  y  se  cree  que  la  veta  en  término  medio  no  dará 
mas  que  8  onzas,  que  todavía  es  una  ley  extraordinaria. 

«Cuando  el  2*5  de  Mayo  último  visité  la  mina,  tomé  personalmente  algunas  muestras 
del  frontón  de  la  veta,  y  las  analicé  por  curiosidad.  Saqué  el  oro  por  amalgamación*), 
imitando  en  cuanto  era  posible  el  procedimiento  que  se  emplea  en  grande,  el  cual  por 
supuesto  dá  un  resultado  menos  exacto  que  el  análisis  químico  completo  y  siempre  memos 
oro  que  este  último,  y  obtuve  de  180  gramos  de  las  muestras  pulverizadas  189  miligramos 
de  oro,  que  corresponde  á  la  ley  enorme  de  38,ui  onzas  por  tonelada. 

«También  analicé  la  liga  de  oro  y  plata  como  sale  de  la  amalgama,  para  conocer 
su  ley;  y  encontré  en  cien  partes: 

Oro 72,41 

Plata 27,59 

100,00 

«De  consiguiente  el  oro  de  ,La  Quebrada*  es  de  17 l/,  quilates. 

«Seria  imprudente  basar  los  cálculos  sobre  el  rendimiento  de  la  mina  en  las  análisis 
de  muestras  excogidas;  pero  creo  que  con  seguridad  puede  Usted  poner  como  base  de 
ellos  la  ley  de  cinco  onzas  por  tonelada  al  mínimo,  y  así  la  mina  pertenece  todavía  á  las 
mas  ricas  que  se  conocen  en  el  mundo. 

«Su  explotación  es  sencilla,  y  lo  que  se  necesita  para  ponerla  en  fruto  es  un  sen- 
cillo y  pequeño  aparato  de  amalgamación,  que  no  necesita  un  capital  tan  grande  que  sea 
necesario  buscarlo  fuera  del  pais. 

a  Aunque  hasta  ahora  me  he  negado  constantemente  á  tomar  parte  directa  en  las 
minas  de  Zaruma,  seré  el  primero  que  tomara  acciones  en  la  mina  de  ,  La  Quebrada',  si 
veo  que  la  Compañía  vá  formándose  de  un  modo  serio  y  seguro,  tanta  es  mi  confianza  en 
el  buen  resultado  de  la  empresa.  De  todos  modos  cuente  Usted  con  mi  cooperación  inte- 
lectual en  una  obra  que,  á  no  dudar,  será  de  mucha  importancia  para  el  adelanto  de  la 
industria  minera  en  el  pais. 

«Autorizo  á  Usted  para  que  de  esta  carta  haga  el  uso  que  le  convenga.  —  Con 
sentimientos  de  respeto  etc.  T.  Wolf.» 

En  vista  de  esta  carta,  que  tanto  por  los  datos  en  ella  consignados,  como  por  la 
reputación  de  su  autor,  no  puede  ser  mas  interesante,  se  procedió  en  el  acto,  en  26  de 
Noviembre  de  1886  á  formar  en  Guayaquil  la  Compañía  de  la  Mina  de  Oro  de  «Xa  Que- 
brada», en  cuya  formación  tomó  especial  empeño  el  señor  Wright. 

Apesar  de  elevarse  el  capital  nominal  de  esta  Compañía  á  240  (MH)  sucres,  el  capital 
disponible  en  dinero  efectivo  fué  solo  de  40000;  pues  las  acciones  se  distribuyeron  en 
esta  forma: 

Á  los  propietarios  y  dueños  de  barras S.  180000 

Á  los  suscritores  por  valor  de  su  erogación  en  efectivo  .    .    .    „     40000 

Á  los  mismos,  prima  de  50% „     20000 

S.  240000. 

*)  No  habiendo  verificado  el  doctor  Wolf  este  ensaye  por  copelación,  separando  después  y  pe- 
sando todo  el  uro  químicamente  puro  contenido  en  el  mineral,  tanto  en  estado  libre  como  en  los  aúl- 


MINAS   DE  ZABÜMA.  615 

Creyóse  sin  duda  que  la  suma  de  S.  40000  en  efectivo  bastaría  para  reconocer  debi- 
damente la  mina,  instalar  un  molino  de  cinco  pisones  con  sus  accesorios,  y  establecer  la 
explotación  con  una  producción  constante  y  provechosa. 

Hé  ahí,  en  nuestro  concepto,  el  error  de  origen,  que  ha  sido,  entre  otras,  la  causa 
principal  de  que  la  rica  mina  de  «La  Quebrada»  no  haya  seguido  desarrollándose  próspe- 
ramente, y  que  antes  bien  haya  quedado  paralizada;  en  vez  de  ser,  como  podia  y  debia 
serlo,  una  de  las  primeras  y  mas  importantes  minas  en  actual  producción  en  Zaruma. 

Cuando  vemos  que  la  exploración  de  las  minas  del  grupo  «Fénix»  ha  costado  ya 
muy  cerca  de  S.  60000;  que  en  la  apertura  solamente  de  la  mina  «Portovelo»  de  la  Com- 
pañía Inglesa  se  han  invertido  sumas  aun  mucho  mas  considerables;  que  para  solo  el 
reconocimiento  de  la  veta  «Teléfono»  do  Pacay-Urcu,  cuyas  condiciones  de  trabajo  son 
muy  favorables,  se  ha  presupuestado  la  suma  de  150000  francos,  ó  sea  S.  39000;  se  com- 
prende fácilmente  que  un  capital  de  S.  40000  para  abrir  la  mina  de  «La  Quebrada»,  traer 
é  instalar  una  maquinaria  y  establecer  una  explotación  en  forma,  tenia  que  ser  del  todo 
insuficiente. 

Los  resultados  lo  han  demostrado  así. 

Apenas  constituida  la  Sociedad,  y  nombrado  su  Gerente  el  señor  Daugherty,  partió 
este  para  Estados  Unidos  por  cuenta  de  la  Compañía.  Llevó  consigo  algunos  quintales 
del  común  del  cuarzo  de  «La  Quebrada»,  para  hacerlo  examinar  detenidamente  en  aquel 
pais;  y  para,  en  vista  de  su  composición  mineralógica  y  de  los  resultados  que  arrojara 
su  beneficio,  elegir  la  maquinaria  mas  adecuada.  Fué  esta  medida  muy  acertada  y  debo 
ser  imitada  en  casos  análogos ;  porque,  siendo  el  material  de  tratamiento  el  renglón  mas 
costoso  entre  los  gastos  de  una  explotación  y  el  asunto  que  deba  ser  estudiado  mas  cuida- 
dosamente, es  preciso  tomar  todas  las  medidas  á  fin  de  que  sea  acertadamente  excogido 
el  apropiado  para  el  beneficio  de  los  cuarzos,  que  después  deba  producir  la  mina. 

Efectuóse  el  examen  y  tratamiento  de  dicho  común  de  minerales  en  la  oficina  me- 
talúrgica especial  de  W.  Me.  Dermott ,  que  al  efecto  tiene  en  2  Wall  Street  la  gran  casa 
constructora  Fraser  y  Chalmers  de  Nueva  York.  El  resultado  fue  muy  satisfactorio.  El 
cuarzo  dio  al  ensaye  41/,  onzas  de  oro  y  10  de  plata  por  tonelada. 

En  el  certificado  de  W.  Me.  Dermott  dando  cuenta  de  estos  resultados,  se  califica 
á  los  cuarzos  de  «La  Quebrada»  como  muy  ricos;  y  se  aconseja  el  siguiente  método  de 
tratamiento,  que  dio  prácticamente  en  la  oficina  de  Wall  Street  tan  buen  rendimiento: 
trituración  y  pulverización  del  cuarzo  en  pisones;  amalgamación  en  planchas  de  cobre; 
y  concentración  de  la  pirita  rica  en  Frue  Vanners ,  para  ó  exportar  el  producto  de  esta 
concentración,  ó  beneficiarlo  y  extraer  el  oro  en  el  lugar,  por  medio  de  otro  procedimiento 
ulterior  (cloruracion ,  fusión  etc.),  según  fuera  mas  conveniente;  habiendo  arrojado  la 
cloruracion  en  la  prueba  muy  buen  resultado. 

Siguiendo  los  consejos  anteriores,  y  consultando  el  exiguo  capital  de  la  Compañía, 
compró  el  señor  Dougherty  una  maquinaria,  aunque  pequeña,  bastante  completa  para  el 
beneficio  de  los  cuarzos  auríferos  de  «La  Quebrada»;  compuesta  de  una  batería  de  cinco 
pisones  del  peso  de  600  libras  cada  uno;  planchas  interiores ;  cribas  metálicas  de  40  m esh, 
ó  sea  de  1600  agujeros  por  pulgada  cuadrada;  el  correspondiente  quebrador  (crusher)  y 
alimentador  automático;  planchas  exteriores  de  cobre  de  4  pies  de  ancho  por  8  pies  do 
largo  para  la  amalgamación;  dos  concentradoras  Frue  Vanners  (de  Fraser  y  Chalmers) 
para  recoger  los  súlfuros  ricos;  y  una  bomba  de  gran  poder  para  sostener  el  desagüe 
de  la  mina;  todo  ello  movido  por  una  turbina  Leffel  de  10  pulgadas  con  su  tubería 
correspondiente,  que  solo  ocupa  un  espacio  de  nueve  pies  cuadrados,  y  que,  con  la  caida 
de  agua  con  que  se  cuenta,  desarrolla  una  fuerza  de  36  caballos,  suficiente  para  mover 
cuadruplo  número  de  pisones. 

Se  trajo  esta  maquinaria  en  secciones  para  su  mas  fácil  trasporte  en  muías ;  y  con 
el  señor  Dougherty  fué  á  Zaruma  en  Julio  do  1887  á  armarla  el  inteligente  y  laborioso 
mecánico  Mr.  A.  Mann,  el  cual ,  en  poco  tiempo ,  y  apesar  de  las  dificultades  con  que  se 
lucha  en  Zaruma,  la  dejó  instalada  en  Enero  de  1888  y  en  aptitud  de  funcionar  per- 
fectamente. 

Al  mismo  tiempo  se  levantaron  en  el  molino  las  construcciones  necesarias  con  techos 

furos;  resalta  que  solo  aseó  el  oro  nativo  libre  (fre*  gold),  y  que  no  obtuvo  el  que,  contenido  en  la 
pirita,  no  en  amaigamabif,  Blondo  asi,  que  abunda  en  el  cuarzo  de  «La  Quebrada»,  como  se  ha  probado 
en  otros  ensayes.  La  verdadera  ley  de  oro  debió  ser,  pues,  muy  *up*r¡or  ¿  la  que  el  doctor  Wolf 
señala,  como  él  mismo  lo  observa. 


A |6  ANOTACIONES   T 

de  ntfH'i  y  w  edificó  además  una  casa  para  ti  rasnlefKM  d 
para  almacenes,  laboratorio  etc. 

Comenzóse  también  al  lado  mismo  del  molino  la  perforación  de  un  pique  ó  poso  io- 
i'Hiitulo,  á  unos  26  metros  de  distancia  al  Norte  del  tramo  rico,  descubierto  en  los  tra- 
bajos antiguos;  el  cual  bajó  á  una  profundidad  de  86  metros.  En  él  y  á  los  26  metros 
«o  principió  á  formar  un  primer  nivel;  y  además  se  corrió  una  galería  de  O  á  E  en  on» 
extensión  de  88  metros;  can  cuya  estocada  se  cortaron  otras  dos  vetas  próximas,  la  son 
á  los  24  metros,  y  la  segunda,  muy  interesante,  á  los  86  metros.  Trabajóse  también  en 
la  composición  y  apertura  de  una  larga  acequia  para  traer  las  aguas  de  la  quebrada  de 
*  Muluncay. 

Desgraciadamente,  pero  como  era  muy  natural,  el  capital  de  S.  40000  no  pudo  al- 
canzar á  cubrir  tanto  gasto  y  trabajo  tanto;  se  pasó  de  esa  suma,  contrayendo  por  con- 
siguiente la  Compañía  algunas  deudas;  y  aunque  la  maquinaria  estaba  lista  para  el  tra- 
bajo, Ib  mina  no  había  sido  convenientemente  abierta  y  reconocida;  no  había  niveles 
corridos,  ni  bancos  formados  para  la  extracción ;  y  para  hacer  la  situación  mas  critica,  el 
tramo  rico  visitado  por  el  doctor  Wolf,  inaccesible  entonces  por  estar  escombrado  y  aguado, 
y  en  el  cual  se  habia  comprobado  la  existencia  de  enanos  con  oro  á  la  vista  y  de  ele- 
vanísima  ley  de  oro,  quedaba  como  á  20  metros  de  distancia  al  Sur;  cuando  de  haber 
sido  alcanzado  y  tomado  en  mano  desde  el  principio,  hubiera  con  su  producción  de  oro 
salvado  el  difícil  estado  de  la  Compañía. 

Hubo  que  emplear  el  último  recurso,  y  ochar  al  molino  los  cuarzos  extraídos  del 
pozo;  que  por  desgracia  eran  de  una  ley  muy  inferior.  Agregóse  i  esto  que,  por  ]s> 
misma  estrechez  de  recursos,  no  pudo  traerse  de  Estados  Unidos,  como  se  habia  proyec- 
tado, un  amalgamador  {miUman)  práctico;  y  la  falta  de  este  hizo  que  el  beneficio  no  fuera 
debidamente  conducido,  y  que  las  perdidas  en  todo  sentido  fueran  considerables. 

En  Hayo  de  1888  principió  á  trabajar  el  molino;  y  hé  aquí  los  resultados  obtenidos: 
So  molieron  como  360  toneladas  de  cuarzo.  El  producto  de  oro  en  barra,  resultado  de 
la  amalgamación,  fué  de  150  onzas.  Es  de  advertir  que  este  oro  fué  casi  en  su  totalidad 
recogido  solo  de  las  planchas  interiores  de  la  batería,  y  apenas  una  parte  insignificante 
se  obtuvo  de  las  exteriores;  cuando  es  sabido  que  en  estas  se  recoge  aproximadamente 
oda  cantidad  de  oro  igual  á  la  contenida  en  las  planchas  interiores.  Esto  basta  para 
comprender  la  fuerte  pérdida  que  hubo  de  metal  precioso. 

La  pérdida  de  mercurio  ascendió  á  185  libra*,  siendo  así  que  no  debía  haber  pasado 
de  150  onzas;  porque  la  pérdida  máxima  en  esta  clase  de  beneficios  no  debe  exceder  de 
una  onza  de  azogue  por  onza  de  oro  producido. 

Loa  súlfuros  concentrados  fueron  remitidos  i  Freiberg  (Sajonia)  en  cantidad  de 
91  quintales,  y  su  ley  no  pasó  de  cuatro  onzas  de  oro  por  tonelada;  lo  cual  no  puede 
explicarse,  dada  la  ley  de  estos  cuarzos  aunque  pobres,  sino  atribuyéndolo  á  que  no  se 
manejaron  los  Frue  Vanners  convenientemente. 

La  enorme,  inusitada  ó  indebida  pérdida  de  mercurio,  que,  al  ser  arrastrado  por  el 
agua,  se  llevó  consigo,  como  era  natural,  gran  cantidad  de  oro;  y  la  imperfecta  concen- 
tración de  las  piritas,  que  se  fueron  también  en  el  agua,  explican  suficientemente  el  fra- 
caso que  de  otro  modo  y  con  un  amalgamador  experimentado  no  hubiera  tenido  lugar, 
aun  beneficiando  los  cuarzos  pobres  que  se  extraian,  mientras  se  hubiera  alcanzado  el  rico 
tramo  que  estaba  próximo. 

El  costo  de  la  exportación  de  los  súlfuros  desde  Zaruma  á  Freiberg  no  baja  de  cien 
sucres  por  tonelada,  de  modo  que  su  envío  dejaba  una  fuerte  pérdida.  La  molienda  se 
paralizó  en  Noviembre  de  1888. 

Los  fondos  de  la  Compañía  se  habían  agotado;  y  se  habían  contraído  deudas,  por 
haberse  gastado  de  S.  15000  á  S.  30000  mas  del  capital. 

El  Directorio,  conociendo  las  causas  que  habían  acarreado  la  critica  situación  de  la 
Compañía,  y  que,  como  acabamos  de  ver,  no  eran  debidas  a  falta  de  riqueza  de  la  mina 
sino  principalmente  á  la  deficiencia  del  capital,  procuró  allegar  recursos  para  seguir  vigo- 
rosamente el  trabajo  comenzado;  sobre  todo  cuando  lo  mas  difícil  se  había  ya  vencido; 
la  maquinaria  estaba  instalada  y  funcionando;  los  trabajos  interiores  de  la  mina  adelan- 
tados; el  almacén  provisto  de  las  existencias  y  materiales  necesarios;  y  solo  se  necesitaba 
un  pequeño  esfuerzo  mas  para  llegar  al  anhelado  éxito,  y  ti  la  realización  de  las  espe- 
ranzan, que  las  cartas  del  doctor  Wolf  y  el  ensaye  de  Nueva  York  habían  justamente 
inspirado. 

Inútil  tentativa,  —  La  mayoría  de  loe  accionista*  ni  *e  reunieron,  ni  procuraron 


MINAS   DE   ZAHUMA.  617 

conocer  siquiera  las  causas  que  habían  producido  la  crisis  por  la  que  atravesaba  la  Com- 
pañía, demostrando  una  culpable  indiferencia,  que  refluía  en  su  propio  daño;  y  que  solo 
puedo  explicarse  por  la  falta  casi  general  de  conocimientos  en  el  pais  para  empresas 
mineras  de  esta  índole,  que  han  sido  realmente  una  verdadera  novedad  introducida  de 
poco  tiempo  á  esta  parte.  Siempre  es  difícil  abrir  nuevas  sendas;  y  como  la  industria 
minera  empieza  recientemente  á  dar  señales  de  vida  en  el  Ecuador,  es  natural  que  sus 
primeros  pasos  sean  vacilantes  y  tímidos.  Un  poco  mas  de  energía  y  de  constancia,  y 
algo  menos  de  indiferencia  de  parte  de  los  accionistas,  y  la  mina  de  «La  Quebrada» 
estaría  hoy  en  fruto,  con  una  constante  y  normal  producción  de  oro,  y  dando  buenos 
dividendos  á  los  interesados.  La  marcha  próspera  de  esta  mina  hubiera  ademas  influido 
poderosamente  para  dar  crédito  y  renombre  al  Mineral  de  Zaruina;  y  entonces  no  hubiera 
sido  difícil  la  formación  sucesiva  de  otras  Compañías,  asi  como  la  oferta  de  capitales  para 
la  explotación  de  los  numerosos  filones  de  aquel  Distrito;  echando  así  raices  en  el  pais 
la  industria  minera  con  el  éxito  obtenido. 

Nada  de  esto  sucedió  desgraciadamente.  Agotado  el  capital,  la  Compañía  no  arbitró 
recursos  para  proseguir  sus  labores. 

Resultado:  en  la  actualidad  la  mina  está  llena  de  agua;  la  maquinaria,  que  tanto 
trabajo  costó,  se  está  destruyendo  con  el  abandono;  y  el  tramo  rico  de  la  veta,  con 
cuarzos  que ,  ensayados  por  el  doctor  Wolf ,  dieron ,  según  hemos  visto ,  treinta  y  nueve 
onzos  de  oro  libre  por  tonelada,  se  encuentra  á  pocos  metros  de  distancia  al  Sur  de  las 
actuales  galerías,  aguardando  el  instante  en  que,  á  costa  de  un  pequeño  capital,  se  llegue 
á  él,  para  entregar  entonces  las  riquezas  que  encierra,  y  que  han  sido  ya  reconocidas  y 
palpadas  antes.»*) 

Mina  «Favorita».  —  Esta  importante  mina  se  halla  situada  como  á  una  horade 
distancia  al  Sur  de  Zaruma,  en  la  margen  izquierda  del  rio  Amarillo,  y  en  el  sitio  cono- 
cido con  el  nombre  de  el  Tablón. 

Las  mismas  causas  que  llevaron  al  descubrimiento  de  «La  Quebrada»  fueron  tam- 
bién las  que  influyeron  para  emprender  trabajos  en  esta  veta. 

Existia  la  tradición  de  haber  sido  explotada  hasta  los  últimos  tiempos  la  mina  con 
grandes  provechos;  y  se  aseguraba  que  en  los  planes  de  los  trabajos  antiguos  había 
quedado  el  filón  con  una  gran  anchura,  y  con  un  cuarzo  de  fácil  extracción  y  beneficio, 
con  oro  á  la  vista  en  cantidad. 

No  se  descubría  afloramiento  alguno,  ni  podían  distinguirse  los  trabajos  antiguos. 
Conocíase,  sinembargo,  el  lugar  donde  había  existido  la  explotación ;  y  guiados  por  estos 
datos,  los  propietarios  abrieron  en  1886  un  pozo  vertical,  para  alcanzar  los  planos  de  las 
antiguas  labores. 

Bajó  el  pozo  hasta  la  profundidad  de  50  metros;  y  no  encontrando  la  veta,  se  dio 
á  esa  hondura  una  estocada  al  Oeste,  que  la  cortó  á  poca  distancia,  cayendo  precisamente 
en  medio  de  los  trabajos  antiguos  que  se  buscaban. 

Las  galerías  antiguas,  tortuosas  y  mal  hechas,  como  lo  son  todas  las  de  aquella 
época,  se  hallaban  escombradas  por  la  poca  solidez  del  terreno  y  continuaban  todavía  á 
mayor  profundidad. 

Púdose,  aunque  con  dificultad,  recorrer  algún  trecho  de  la  veta  al  Norte,  y  se  ob- 
servó que  eran  ciertas  las  tradiciones  de  que  hemos  hablado.  Aunque  todavía  no  se 
llegaba  á  los  planes,  se  notaba  que  no  podían  estos  hallarse  á  mucha  mayor  hondura; 
y  aun  en  los  trabajos  superiores  descubiertos,  la  veta  se  presentaba  con  un  excelente 
aspecto. 

El  rumbo  de  esta  es  Sur  á  Norte  magnético,  casi  fijo.  Su  buzamiento  no  tiene,  al 
parecer,  inclinación  alguna;  la  veta  está,  por  decirlo  así,  clavada  y  baja  verticalmente. 
Su  anchura  es  de  1,50  m.  á  1,60  m. 

El  cuarzo  se  presenta  en  las  mejores  condiciones  para  una  extracción  económica  y 
abundante;  pues  para  su  arranque  apenas  se  necesita  del  empleo  de  la  dinamita;  y  esto 
confirma  lo  que  la  tradición  asegura,  de  que  se  extraía  el  mineral  de  esta  veta  usando 

*)  Últimamente  he  sabido,  que  la  mina  de  «La  Quebrada»  con  bu  maquinaria  ha  pasado  por 
una  especie  de  arrendamiento  á  la  «Compañía  Exploradora  de  Guayaquil».  —  He  ha  parecido  bien 
copiar  del  señor  S.  Tejada  toda  la  historia  verídica  de  esta  mina ,  para  hacer  conocer  las  cansas  de 
su  decadencia ;  porque  estoy  todavía  convencido  de  que  justificará  algún  (lia  las  esperanzas  fundadas 
en  ella.  —  W. 


61K  ANmTACT'iSF-    T    SCTLKMKVTOS. 

para  rtli»  ««Uiamlo  palo*  aginado*  de  «**al«  t  madera  dara).  El  ranrw  r*  rrü4*Jin", 
frágil,  4*-  pnco  peno,  muy  cariado  y  ron  mu  i-ai  idadf-s  lí-ñidn.-  »l«!ii"innU-iB»-ni<'  de  pol%» 
negro,  prnTi-aw-ale  ik-1  iiiiil»  de  tnonmini.  I'artf  iW  ruare)  tirar  Umbwn  rnid»rion« 
4r  hirrr»  y  prtM*ta  alymuu  (hnfüt,  ¡mmtitU*  y  grano»  de  ora  A  Ut  «ata,  W«  t-atrr-  U* 

Ififhfl  Mil  dcx*ul>nni¡iit<i,  y  »iitv(tK-  faltaba  iiajar  h  raay..r  ii  "«dura  para  Nrgar  á 
lm  antiguo*  plañe*,  se  Kinp^iMliÁ  H  iwoaoct  miento  para  runsegniT  fonik*  con  rl  otarlo 
de  continuar  1*  cxpUirarion ,  '<  de  emprender  trabajo"  de  formal  rxplotarioo  de  la  mina, 
fomentaron  lan  gestiones  para  ello;  pero  pawi  i-I  tiempo,  y  mientra*  tanto  el  paro,  n» 
atendido  ni  reparado  con*  enícn  teniente,  w  devtruyii  rn  partí'  porhahrrsr  podrida  algunas 

Apenar  de  «ate  contraaerapo  ae  había  logrado  fwonooer  la  vete,  y  kaftáa  oíd»  «aa- 


Kn  el  viaje  que  el  autor  de  eetoo  «Apunte*»  biso  lÜt  ¡mamante  á  Zn  naia  tai  Agosto 
de  1890  —  apenar  de  que  en  ¿poca  anterior  visitó'  loa  trabajos  de  i  «niamniíaif— tn  ana» 
hemos  mencionado,  y  que  en  esta  ocasión  eran  inaocesiblea  por  la  destrucción  del  pono  — 
tomó  del  montón  de  enano*  que  existían  abandonados  en  canana,  una  muestra  pan  anali- 
zarla por  oariosidad.  EL  enano  no  presentaba  absolutamente  oro  á  la  vista,  y  iiiuiananj.il 
dio  freí  onta*  de  ora  por  tonelada. 

Núes  ti  a  opinión  es  que  la  mina  Favorita  es  mía  de  las  mas  importante»  del  Distrito 
de  Zaruma;  y  creemos  que,  i  muy  poco  costo,  puede  rehabilitarse  él  peso  y  bajar  anos 
90  ó  96  metros  mas,  para  alcanzar  los  planes  y  tomar  la  vete  en  virgen. 

La  alta  ley  de  oro  obtenida  ya  en  los  trabajos  hechos,  y  que  es  un  indicio  de  la. 
que  puede  obteneros  una  vei  llegados  i  los  famosos  planes  antiguos;  la  anchura  y  cali- 
dad de  la  vete,  que  permite  una  extracción  enorme  de  mineral  coa  poco  gasto;  la  proxi- 
midad al  rio  Amarillo,  situado  solo  a  400  metros  al  Norte,  y-  cuyo  caudal  de  agua  puede 
mover  la  mas  poderosa  maquinaria;  y  par  último  la  facilidad  del  beneficio,  puesto  que 
el  oro  contenido  se  halla  en  su  mayor  parte  al  estado  nativo  y  libre,  sin  eómiros  ni  otros 
compuestos  rebeldes,  pudiendo  tratarse  el  mineral  por  simple  amalgamación  directa;  todo 
ello  hace  que  esta  mina  —  aunque  no  se  encontraran  los  planes  tan  ricos  de  que  la 
tradición  habla,  y  solo  diera  el  cuarzo  en  su  beneficio,  como  es  indudable,  un  producto 
normal  de  17,  a  2  onzas  de  oro  por  tonelada  —  sea  una  de  las  mas  ricas  del  Distrito, 
y  de  las  que  tienen  delante  de  sí  un  brillante  porvenir. 

Mina  «Cantabria».  —  Entre  la  «Portovrln»  y  la  <Sesmo>,  algo  al  Este  de  la 
t Perslbillo »  y  de  «La  Quebrada*,  en  la  ladera  conocida  con  el  nombre  de  el  Castillo,  se 
encuentra  la  mina  (Cantabria*. 

Fué  explotada  por  los  antiguos  españoles,  y  los  trabajos  de  estos  sobre  la  veta 
alcanzan  á  una  profundidad  como  de  30  metros. 

El  filón  tiene  mas  de  un  metro  de  anchura,  su  rumbo  es  de  Sur  á  Norte,  y  buza 
con  algunos  grados  si  Este,  como  casi  todas  las  vetas  del  Distrito.  Arma  en  la  región 
descompuesta  del  pórfido;  el  cuarzo  está  completamente  oxidado  y  podrido,  frágil,  de 
fractura  esquilloso,  de  eolor  amarillo -rojizo,  sin  rastro  de  piritas  ú  otros  sulfures,  y  de 
abundante  y  fácil  extracción. 

A  la  vista  no  presenta  oro,  el  cual  está  diseminado  en  partículas  imperceptibles  en 
toda  la  masa  del  cuarzo;  pero  todo  él  al  estado  nativo  y  libre,  como  puede  verse  laván- 
dolo con  cuidado,  pues  con  esta  operación  deja  una  ceja  de  oro  menudo,  perfectamente 
visible. 

La  ley  de  la  aleación  es  do  18  á  19  quilates. 

Los  ensayes  hechos  sobre  los  cuarzos  de  esta  veta  lian  dado  un  promedio  de  1  y 
media  á  2  onzas  de  oro  por  tonelada. 


MINAS   DE   ZARUMA.  619 

Por  las  ventajas  de  su  situación,  por  la  extracción  barata  y  abundante  de  cuarzo 
que  ofrece,  y  por  la  facilidad  de  su  beneficio  por  oro  libre,  la  mina  «Cantabria»  es  tam- 
bién muy  digna  de  atención  entre  las  importantes  que  tiene  el  Distrito;  y  creemos  que 
su  explotación  en  gran  escala  dejaría  buenas  utilidades. 

Minas  ele  Vizcaya.  —  «La  Inmaculada.»  -  En  los  alrededores  de  la  que- 
brada de  Vizcaya,  existen  varias  minas  antiguas  abandonadas.  Este  lugar,  situado  á 
media  hora  escasa  ai  Norte  de  Zaruma,  es  interesante,  por  las  tradiciones  que  aun  se 
conservan  de  explotaciones  antiguas;  lo  cual  se  confirma  por  los  vestigios  de  algunos 
molinos  para  beneficiar  oro  que  so  encuentran  en  aquella  región. 

Ademas  de  la  «Bomba  de  Vizcaya»,  perteneciente  á  la  Compañía  inglesa,  que  no 
se  trabaja,  y  de  la  que  nos  ocuparemos  mas  adelante,  hay  otras  minas  bastante  trabaja- 
das por  los  antiguos.  Los  filones,  después  de  atravesar  la  quebrada  de  Vizcaya,  suben 
por  las  faldas  de  ios  cerros  de  La  Sara  y  de  Yuquillas ,  y  corren  luego  á  largas  distan- 
cias cerca  de  los  lugares  llamados  «Las  Chinchas»  y  el  «Derrumbo  de  Malvas»,  en 
cuyos  sitios,  según  la  tradición,  existieron  dos  ricas  minas,  que  hasta  hoy  no  han  podido 
ser  halladas. 

El  rumbo  es  en  todas  ellas  igual  al  de  las  demás;  Sur  á  Norte  con  pequeñas  des- 
viaciones. 

La  falta  de  reconocimientos  detenidos  ha  impedido  hasta  ahora  poder  determinar  la 
importancia  de  estas  vetas. 

Sinembargo  hay  una  entre  ellas  que  merece  mencionarse:  «La  Inmaculada».  Esta 
mina  fué  bastante  explotada  por  los  antiguos,  y  tiene  en  su  corrida  varios  trabajos  de 
significación,  separados  por  trechos  de  80  á  100  metros  y  con  alguna  profundidad,  sobre 
la  veta  misma. 

En  uno  de  ellos,  que  ha  llegado  á  una  hondura  como  de  25  metros  verticales,  el 
filón  se  presenta  en  buenas  condiciones.  Su  anchura  media  es  de  1,50  m. ;  las  cajas  están 
rotas  por  no  haber  alcanzado  aun  la  región  firme.  El  cuarzo  es  bastante  compacto  y 
duro,  de  color  blanco  con  ciertas  manchas  oscuras,  en  parte  con  ligeras  oxidaciones  de 
color  amarillo  ocre,  y  en  parte  con  piritas  de  hierro  y  cobre,  presentándose  en  algunas 
piedras  oxidadas  el  oro  libre  á  la  simple  vista  en  granitos  y  puntillas. 

La  ley  de  oro  de  sus  minerales  sin  oro  á  la  vista  ha  llegado  en  varios  ensayes  á 
tres  y  cuatro  onzas  por  tonelada;  y  creemos  que  el  promedio  general  no  bajará  de  una 
y  media  á  dos  onzas. 

La  situación  de  esta  veta,  que  permite  una  explotación  fácil  por  medio  de  galerías 
en  dirección,  principiadas  desde  el  exterior  sobre  el  filón  en  la  falda  del  cerro  á  diferentes 
niveles,  su  potencia,  la  alta  ley  de  sus  minerales,  que  en  parte  contienen  oro  libre  á  la 
vista,  y  por  último,  la  circunstancia  de  haber  sido  bastante  explotada  por  los  antiguos, 
nos  hacen  considerar  también  á  la  mina  Inmaculada  entre  las  importantes  del  Distrito. 

Grupo  ele  la  «Trinidad».  —  Esto  se  compone  de  las  minas  «Salvadora»,  «Leo- 
nor» y  «Amoquil lados*,  que  corren  de  Sur  á  Norte  en  ese  orden,  una  inmediatamente 
después  de  otra,  á  continuación  de  la  célebre  «Sesmo»,  teniendo  algo  mas  al  Norte  la 
«Teléfono»  de  Pacay-Urcu. 

Los  trabajos  hechos  por  los  antiguos  sobre  estas  minas  llaman  la  atención  por  lo 
extenso  del  laboreo.  Cierto  es  que  este  forma  un  solo  nivel  bastante  próximo  á  la  super- 
ficie ;  pero  se  prolonga  en  una  galería  que  tiene  como  500  metros  de  longitud. 

La  veta  tiene  una  potencia  de  unos  dos  metros;  y  el  cuarzo  es  blanco,  á  veces  algo 
rosado  con  algunas  oxidaciones  y  poca  pirita.  Por  su  aspecto  exterior  se  asemeja  bas- 
tante al  de  la  «Sesmo»  y  ai  de  la  «Pacay-Urcu». 

No  hemos  tenido  ocasión  de  practicar  ensayes  de  este  mineral;  ni  sabemos  tampoco 
que  otros  los  hayan  efectuado.  Si  el  resultado  que  arrojaran  fuera  favorable,  podria  este 
filón  ser  fácilmente  atacado  por  medio  de  un  corto  socabon  de  atravieso  E  á  O,  trazado 
desde  el  punto  mas  bajo  de  una  quebrada  que  hay  muy  cerca  al  Este. 

Minas  diversas.  —  Con  excepción  de  las  de  la  Compañía  inglesa,  que  vamos  á 
describir  en  el  párrafo  siguiente,  hemos  ya  pasado  revista  á  las  principales  minas  del 
Distrito  de  Zaruma. 


ANOTACIONES   T   BUPLKMXNT 


Hay  ademas  algunos  oItm,  cuya  descripción  hemos  emttMfl,  **iit*je  generalmente 
no  se  han  hecho  sobre  ellas  las  debidas  exploraciones  par»  éuaatót  na  (amia  UwaJio  <-l 
filón.  Tales  aon,  por  ejemplo,  «La  Fraternidad^  á  la  már¡-  ■  i/nincrda  del  rin  Amarillo, 
y  que  parece  ser  la  prolongación  de  la  Portovelo  al  Sur;  la  aNudo*,  de  regular  ley  do 
plata  al  decir  de  algunos;  la  (Soroche*  y  la  aPeralbillo*  de  cuarzos  sulfurados;  la  ■Tañra», 
la  «Banco*,  la  ■Gobernadora*,  y  algunas  otras  mas  que  no  recordamos. 

No  se  crea  que  hemos  citado  todas  las  minas  de  Zaruma,  porque  la  tare*  seria  muy 
larga  y  enojosa.  Pasan  de  600  las  denunciadas  en  los  últimos  años  en  el  Distrito,  sin 
que  -en  realidad  haya  trabajos  de  explotación  mas  que  en  la  «Portovelo*  de  la  Compañía 
inglesa,  y  de  reconocimiento  en  las  que  hornos  dejado  anotadas. 

Esta  fiebre  de  denunciar  minas,  para  no  trabajarlas  ni  reconocerlas  siquier»,  ata 
desaparecido  felizmente  con  la  acertada  ley  reformatoria  de  1887,  que  impuso  la  contri- 
bucion  semestral  de  diez  sucres  por  mina,  como  requisito  indispensable  para  conservar 
su  propiedad.  Apesar  de  no  estar  reglamentado  como  debiera  el  pago  de  dicho  impuesto, 
ha  bastado  sinembargo,  para  que  desaparezca  la  afición  k  denunoiar  por  docenas  Im 
minas;  y  ha  hecho  que  muchos  las  abandonen,  dejando  así  libre  el  campo  á  los  que  ten- 
gan recursos  suficientes  para  llevar  adelante  el  trabajo  de  una  mina.  Si  les  era  gravoso 
-  el  pago  de  veinte  sucre»  oattale*  por  cada  mina  ¿cómo  era  posible  que  emprendieran  labor 
alguna  en  las  vetas,  que  por  solo  el  placer  de  llamarse  sus  propietarios,  denunciaban  sin 
provecho  alguno  ni  para  la  industria  minera,  ni  para  el  pais?* 

Minas  de  la  Compañía  inglesa  «Zaruma  Gold».  Esta  Compañía  es  la  única 
que  en  la  actualidad  explota  formalmente  una  mina  de  su  propiedad,  la  de  Perfórelo,  con 
resultados  satisfactorios.  Mucho  se  puede  aprender  de  la  historia  de  esta  Compañía,  que 
comprueba  de  nuevo,  que  el  fracaso  de  las  compañías  mineras  en  Zaruma  no  proviene 
de  causas  intrisecas,  es  decir,  de  la  pobreza  de  los  minerales,  sino  únicamente  de  las 
extrínsecas,  sobre  todo  de  la  administración.  En  un  pais  en  que  la  industria  minera 
yace  en  los  pañales,  merece  ser  conocida  esta  historia,  que  referiremos  según  el  señor 
Saenz  Tejada. 

■  Hedíante  las  gestiones  que  el  señor  M.  P.  Muñoz  hizo  en  Londres  formóse  la 
,Great  Zaruma  Gold  Mining  Ca.  Limited',  con  un  capital  de  £  250000. 

Las  minas  negociadas  por  el  señor  Muñoz  fueron  Sesmo,  Portovelo  ó  Mina  Grande, 
Jorupe,  Bomba  de  Vizcaya,  Bomba  de  Pacchapamba,  Toscon  Blanco  y  Guripamba.  Tenían 
estas  minas  gran  fama  de  haber  sido  explotadas  en  tiempos  antiguos  con  buen  éxito; 
pero  cuando  las  compró  la  Compañía  inglesa  ningún  detenido  reconocimiento  se  habia  hedió 
sobre  ellas  que  pudiera  comprobar  su  riqueza.  Y  lo  que  es  mas  de  extrañar,  se  llevó  á 
cabo  en  Londres  la  negociación,  sin  que  nadie  viniera  ánteb  á  examinar  dichas  minas, 
y  guiándose  tan  solo  de  referencias  mas  ó  menos  exageradas.  No  debe,  pues,  admirar 
que  un  negocio,  iniciado  y  formado  en  tales  condiciones,  encontrara  muy  pronto  desen- 
gaños, en  vez  de  alcanzar  desde  sus  principios  buenos  resultados. 

Se  formó  la  Compañía  en  1880  en  Londres  sin  mas  preliminares  y  sin  los  necesa- 
rios estudios  y  reconocimientos  previos.  Se  envió  para  la  dirección  de  los  trabtgos  con 
amplias  facultades,  y  en  calidad  de  Gerente,  al  ingeniero  húngaro  Mr.  Raimundo  de 
Peiger. 

AI  encontrar  que  las  minas  adquiridas  por  la  Compañía  no  tenían  el  menor  trabajo 
de  reconocimiento,  sin  poderse  por  lo  tanto  apreciar  su  importancia,  lo  natural  era  pro- 
ceder metódicamente  y  con  la  mayor  economía  posible  á  la  exploración  detenida  de  cada 
una  de  ellas,  para,  en  vista  de  los  resultados,  emprender  formales  explotaciones  sobro 
una  ó  varias  de  dichas  minas,  eligiendo  de  preferencia  las  que  ofrecieran  mayores  pro- 
babüidadcfl  de  una  remuneración  al  capital  de  la  Compañía.  Abiertas  así  y  ampliamente 
reconocidas  una  ó  mas  minas  de  manera  que  existiera  visible  cantidad  suficiente  de  cuarzo 
de  buena  ley  para  abastecer  á  una  explotación  provechosa  de  muchos  años,  se  hubiera 
podido  proceder  sin  riesgo  alguno  á  traer  é  instalar  maquinarias  de  beneficio;  el  laboreo 
de  las  minas  hubiera  podido  emprenderse  en  gran  escala  con  la  seguridad  del  buen  éxito; 
y  con  el  fuerte  capital  de  la  Compañía  se  hubiera  hecho  frente  á  todos  los  gastos  nece- 
sarios hastu  que  principiara  una  vasta  producción. 

Pero  no  si-  procedió  así.  —  Las  minos  no  fueron  reconocidas  seriamente;  y  en  vez 
de  ese  trabajo  indispensable,  que  debía  ser  base  de  los  demás,  se  estudió  el  trazo  para 
la  apertura  de  un  ferrocarril;   se   comenzó  ú  construir  una  carretera  desde  Zaruma  á 


MINAS   DE   ZAHUMA.  G21 

Santa  Rosa  haciéndose  solo  unos  pocos  kilómetros  y  gastando  como  S.  150000;  se  trajo 
de  Estados  Unidos  una  gran  maquinaria  de  beneficio,  que  costó  mas  de  S.  240000  y  que 
hasta  ahora  está  abandonada  en  el  puerto  de  Santa  Rosa,  porque  en  vez  de  haber  venido 
en  secciones  para  ser  trasportada  en  muías,  sus  piezas  solo  pueden  ser  conducidas  por 
ferrocarril;  existia  ademas  en  Zaruma  un  gran  cuerpo  de  empleados,  cuando  no  habia 
aun  mina  alguna  en  explotación;  los  gastos  generales  y  de  administración  eran  de  lo 
mas  exagerados  y  dispendiosos;  y,  en  una  palabra,  el  capital  de  la  Compañía  Inglesa  se 
agotó  lastimosamente  sin  tener  una  sola  de  sus  minas  abierta  y  reconocida  siquiera. 

Sobrevino  la  revolución  contra  la  dictadura  de  Veintemilla,  y  Mr.  de  Peiger,  olvi- 
dando la  neutralidad  que  debia  observar,  se  incorporó  á  las  lilas  de  los  restauradores  en 
Loja,  presentándose  al  General  Salazar  comandando  una  columna  equipada  á  sus  expensas 
y  que  tomó  su  nombre.  Ai  frente  de  ella  hizo  la  campaña  hasta  que  halló  la  muerte 
en  el  asalto  y  toma  de  Quito  el  10  de  Enero. 

La  Compañía  inglesa  con  todos  estos  sucesos  pasó,  como  era  natural,  una  época 
de  crisis. 

En  vista  de  lo  ocurrido  envió  como  Gerente  á  Mr.  Nicholls.  Al  llegar  este  á  Za- 
ruma, y  al  ver  que  ningún  trabajo  formal  habia  en  realidad  sobre  las  minas,  viendo  que 
el  capital  se  habia  ya  perdido  infructosamente ,  aconsejó  al  Directorio  la  liquidación,  in- 
formando del  modo  mas  desfavorable,  y  fundándose  principalmente  en  que,  después  de 
tanto  gasto,  no  veia  ninguna  mina  abierta  y  preparada  para  una  explotación. 

La  Compañía,  con  recomendable  constancia,  lejos  de  aceptar  el  consejo,  ordenó  á 
Mr.  Nicholls  que  procediera  á  explorar  las  minas  que  le  parecieran  de  mas  esperanzas. 
El  Gerente  entonces  acometió  vigorosamente,  aunque  con  la  mayor  prudencia  y  economía, 
la  explotación  de  la  «Sesmo»  y  de  la  « Porto  velo »,  abriendo  un  pozo  vertical  de  recono- 
cimiento en  cada  una  de  dichas  minas. 

No  pasó  mucho  tiempo  sin  que  alcanzara  á  cortar  en  profundidad  la  veta  «Porto- 
velo»,  hallándola  con  regular  anchura  y  buena  ley  de  oro  en  un  nivel  inferior  á  los  tra- 
bajos antiguos.  Suspendió  entonces  la  exploración  de  la  «Sesmo»,  y  aun  quitó  la  madera 
empleada  en  esta  mina,  lo  que  ocasionó  la  destrucción  del  pozo ;  y  concentró  su  atención 
y  todas  sus  labores  en  el  filón  alcanzado  y  reconocido  en  «Portovelo». 

Arrojando  este  buenos  resultados,  pasó  en  seguida  Mr.  Nicholls  á  Londres  á  con- 
ferenciar con  el  Directorio. 

Faltaban  fondos.  Necesitábase  seguir  los  trabajos  de  la  mina,  levantar  una  maqui- 
naria y  proceder  á  la  explotación  en  forma.  La  Compañía  levantó  un  empréstito  de 
i  30000  y  la  maquinaria  vino.  Regresó  Mr.  Nicholls,  instaló  el  molino  con  20  pisones 
en  cuatro  baterías  con  todos  los  aceecorios  para  moler  de  20  á  30  toneladas  diarias,  co- 
locó bombas  y  los  necesarios  aparatos  de  extracción,  y  la  explotación  comenzó,  envián- 
dose  por  fin,  después  de  tantos  contratiempos,  la  primera  remesa  de  oro  á  Londres 
en  1886. 

Se  tropezaba  con  otro  inconveniente,  la  escasez  de  operarios;  y  ademas,  el  filón  se 
estrechaba  y  bajaba  de  ley  al  Norte;  al  Sur  se  encontraba  á  corta  distancia  el  rio  Ama- 
rillo y  el  límite  de  la  pertenencia,  por  lo  que  Mr.  Nicholls  bajó  á  profundidad  las  labores; 
sin  caminar  ni  reconocer  en  dirección  la  veta. 

La  Compañía  inglesa  habia  logrado  conjurar  un  tanto  la  crisis;  pero  no  la  habia 
vencido.  Su  porvenir  no  estaba  asegurado.  Mr.  Nicholls  se  desalentó  en  presencia  de 
tantas  contrariedades  y  comunicó  sus  impresiones  al  Directorio.  Este  envió  entonces  á 
Zaruma  al  distinguido  ingeniero  de  minas  Mr.  Thomas  Provis  para  que  examinara  los 
trabajos  y  diera  su  opinión  sobre  el  futuro  de  la  Compañía. 

Su  informe  ofreció  conclusiones  tan  favorables,  que  se  decidió  en  Londres  la  con- 
tinuación de  los  trabajos.  Pero  para  ello  fué  preciso  arbitrar  recursos,  y  no  hubo  mas 
remedio  que  trasformar  la  primitiva  compañía  en  otra  con  el  nombre  de  «Zaruma  Gold 
Mining  C*.  Limited  ». 

Se  retiró  Mr.  Nicholls  y  vino  en  su  lugar  como  Gerente  Mr.  Kirby.  Por  consejo 
de  Mr.  Provis  se  habia  suspendido  el  beneficio  de  los  cuarzos  y  paralizado  el  molino, 
concretando  todos  los  trabajos  y  dedicando  toda  su  atención  á  un  reconocimiento  mas 
completo  de  la  veta  en  dirección  y  en  profundidad,  el  cual  empezó  á  dar  buenos  resultados. 

Á  su  llegada  á  Londres,  indicó  Mr.  Nicholls  al  Directorio  la  conveniencia  de  reparar 
con  nueva  enmaderación  el  pozo  principal,  que  sin  esto  corria  mucho  peligro.  Consultado 
por  el  Directorio  Mr.  Kirby  al  respecto ,  contestó  que  el  riesgo  no  era  inminente  y  que 
la  reparación  podría  efectuarse  mas  tarde. 


623  ANOTACIONES  Y  SÜPidUOUfTOS. 

No  anduvo  en  ello  muy  acertado  el  nuevo  Gerente;  porque  no  paso  mucho  tiempo 
sin  que  sucediera  lo  previsto  por  Mr.  NiehoUs.  El  poso  principal  se  hundió,  destruyen* 
doee  la  bomba  y  damas  aparatos;  y  produciendo  este  accidente  nueva  perturbación  en  la> 
marcha  de  la  Compañía. 

Mr.  Kirby  saho  en  el  acto  para  Londres.  Mientras  tanto  el  Directorio  llamé  nueva- 
mente á  Mr.  NiohoDs  y  le  envió  á  Zaruma  con  amplias  instrucciones  y  facultades  para 
proceder  como  creyera  mas  conveniente  en  vista  de  la  situación.  Llegó  este  i  Zaruma 
inclinado  su  ánimo  de  nuevo  á  aconsejar  la  liquidación  de  la  Compañía.  Trajo  una  bomba 
de  gran  poder,  y  por  un  poso  auxiliar  que  tenia  la  mina,  pudo  desaguar  y  deooooombrar 
esta,  penetrando  á  las  labores  de  reconocimiento  dejadas  por  Mr.  Kirby.  No  contento 
con  el  aspecto  y  condiciones  del  filón  «Portovelo»,  dio  una  estocada  al  Este,  y  á  la  día- 
tanda  de  solo  seis  metros  tuvo  la  felicidad  de  cortar  el  filón  «Abundancia»,  con  una 
potencia  ó  anchura  de  cuatro  metros,  con  cuarzos  oxidados,  de  fácil  beneficio  y  de  una 
ley  de  mas  de  una  onza  de  oro  por  tonelada.  Dióse  en  seguida  principio  á  la  extrac- 
ción y  beneficio  del  mineral  de  ese  filón  con  muy  buenos  resultados.  El  molino  principió 
nuevamente  á  andar  y  la  molienda  de  cuartos  á  producir  buenas  remesas  de  oro. 

Concluido  su  contrato  regresó  Mr.  Nicholls  á  Europa  y  quedó  provisionalmente 
Mr.  Pope  encargado  de  la  Gerencia.  La  mina  continuó  siendo  reconocida  y  la  molienda 
seguia  dando  constante  producción. 

El  Directorio  envió  entonces  como  Gerente  á  Mr.  John  Bryant  que  había  adquirido 
gran  práctica  en  esta  clase  de  trabajos,  por  haber  estado  encargado  de  explotaciones 
análogas  en  el  Brasil  y  en  otros  puntos. 

Llegado  el  nuevo  Gerente  á  Zaruma  en  Enero  de  1889,  y  apenas  hecho  cargo  de 
la  administración,  introdujo  varias  reformas  muy  convenientes,  arregló  el  molino  y  sin 
descuidar  la  extracción  y  beneficio,  impulsó  los  trabajos  de  reconocimiento  del  filón  «Abun- 
dancia» en  profundidad,  y  sobre  todo  en  dirección  hacia  el  Norte  con  galerías  abiertas 
en  diferentes  niveles.  Este  reconocimiento  ha  dado  excelentes  resultados,  y  ha  servido 
para  probar  la  continuidad  de  la  veta  sin  alteración  en  largos  trechos,  y  para  formar 
gruesos  bancos  con  grandes  reservas  de  mineral  ya  reconocido  y  preparado  para  la 
extracción,  de  ley  conocida,  y  que  puede  abastecer  á  una  larga  y  provechosa  explotación. 

El  porvenir  de  esta  Compañía  está  asegurado,  por  haber  hecho  al  fin  Mr.  Bryant 
lo  que  desde  un  principio  debió  hacerse,  cuando  se  contaba  integramente  con  el  fuerte 
capital  de  la  Compañía. 

La  mina  «Portovelo»,  en  la  veta  de  este  nombre  y  en  la  «Abundancia»,  tiene  mine- 
ral para  alimentar  mas  de  sesenta  pisones  constantemente;  esto  es,  puede  extraer  y  bene- 
ficiar como  80  toneladas  diarias.  El  costo  total,  incluyendo  todo  gasto,  no  excede  de 
media  onza  de  oro  por  tonelada.  El  producto  medio  actual  de  los  cuarzos  es  de  una 
onza  de  oro  por  tonelada;  de  modo  que,  trabajando  la  maquinaria  con  60  pisones  y  bene- 
ficiando 80  toneladas  por  dia,  con  ese  costo  y  esa  ley,  la  ganancia  liquida  üegará  á  unas 
40  onzas  de  oro  diarias,  esto  es  doce  mil  onzas,  6  sean  doscientos  cuarenta  mil  sucres 
al  año. 

Sabemos  que  no  tardarán  en  añadirse  los  40  pisones  á  los  20  que  hay  en  la  actuali- 
dad, y  que  para  ello  se  espera  únicamente  que  avancen  mas  los  trabajos  de  reconoci- 
miento, y  que  se  construya  el  camino  entre  Zaruma  y  Santa  Rosa  por  la  garganta  de 
Pinas,  de  modo  que  puedan  conducirse  cargas  pesadas. 

Los  cálculos  anteriores  se  refieren  solamente  á  la  explotación  de  la  mina  «Porto- 
velo».  —  Si  se  advierte  ademas,  que  la  «Zaruma  Gold»  posee  otras  seis  minas,  entre 
ellas  la  célebre  «Sesmo»,  las  cuales  —  aunque  su  importancia  no  puede  aun  determinarse 
por  no  haber  sido  reconocidas  en  lo  absoluto  —  son  á  cual  mas  interesantes,  y  sin  duda 
alguna  tarde  ó  temprano,  so  pondrán  en  fruto,  se  comprenderá  fácilmente  que  esa  Com- 
pañía tiene  ante  sí  un  ancho  campo  de  explotación  y  un  brillante  porvenir;  y,  si  hasta 
ahora  sus  acciones  han  estado  depreciadas,  es  debido  única  y  exclusivamente  á  las  causas 
que  dejamos  enumeradas,  y  que  felizmente  en  la  actualidad  han  desaparecido.  ¡Lástima 
grande,  que  el  capital  de  la  Compañía  no  hubiera  sido  empleado  con  el  debido  discerni- 
miento! Otra  muy  distinta  seria  su  situación  en  Zaruma,  los  provechos  de  sus  accionis- 
tas y  su  crédito  en  Europa! 


Sobre  el  progreso  del  Mineral  de  Zaruma  en  los  últimos  anos,  el  señor  S.  Tejada 
dá  esta  reseña: 

«Para  que  pueda  apreciarse  al  primer  golpe  de  vista  el  progreso  que  ha  tenido  el 


MINAS   DE   ZAHUMA.  623 

Mineral  de  Zaruma  en  estos  últimos  años,  y  se  abrace  de  una  ojeada  y  en  conjunto  su 
marcha,  nos  ha  parecido  conveniente  poner  á  continuación  el  siguiente  cuadro  de  fechas 
con  los  sucesos  mas  importantes  relacionados  con  los  trabajos  de  sus  minas. 

1876.  Primer  viage  del  Dr.  T.  Wolf,  Geólogo  del  Estado,  á  la  provincia  de  Loja 
por  cuenta  del  Gobierno;  y  su  visita  á  Zaruma. 

1878.  Primeras  exploraciones  y  denuncios  en  Zaruma  por  los  señores  M.  F.  Muñoz, 
Joaquín  A.  González,  P.  Garmendia  etc. 

1879.  Publicación  del  folleto  del  Dr.  Wolf:  «Viaje  gcognóstico  por  la  provincia 
de  Loja. 9 

1880.  Formación  en  Londres  de  la  Compañía  minera  «Great  Zaruma  Gold  Mining 
CA>  —  Venida  de  Mr.  Raymundo  de  Peiger  como  Gerente.  —  Primeros  trabajos. 

1881.  Hallazgo  de  un  montón  de  cuarzos  saplicados  de  oro  en  la  quebrada  de  Pacay- 
Urcu.  Pesquisas  infructuosas  por  una  Sociedad  lojana  para  descubrir  el  filón  de  donde 
hubiera  podido  provenir  tan  rico  mineral. 

Grandes  gastos  y  despilfarros  del  capital  de  la  Compañía  inglesa. 

1889.  Mr.  de  Peiger,  sin  previamente  abrir  las  minas  y  dedicarse  á  su  exploración, 
gasta  mas  de  S.  100000  en  procurar  construir  una  carretera  de  Zaruma  á  la  costa,  que 
no  llego  á  terminarse.  —  Trae  de  Estados  Unidos  una  gran  maquinaria,  que  costó  mas 
de  S.  250000,  y  que  queda  inútil  y  abandonada  en  Santa  Rosa,  por  no  poder  ser  tras- 
pordada  al  Mineral. 

Revolución  en  el  Ecuador  contra  la  dictadura  de  Veintemilla.  El  General  Salazar 
al  frente  de  los  restauradores  invade  Loja,  y  Mr.  de  Peiger  se  incorpora,  comandando 
una  columna,  á  sus  íilas,  abandonando  el  trabajo  de  la  Compañía  inglesa. 

1883.  Trágica  muerte  de  Mr.  de  Peiger  en  el  asalto  y  toma  de  Quito  el  10  de 
Enero.  —  Venida  de  Mr.  Nicholls  como  Gerente.  Apesar  de  hallarse  casi  agotado  el 
capital  de  la  Compañía,  emprende  vigorosamente  la  exploración  de  la  «Sesmo»  y  de  la 
«  Portovelo  ». 

1884.  Se  descubren  los  planos  de  la  «Portovelo»;  se  concentran  en  esta  mina  los 
trabajos;  y  se  abandona  la  exploración  de  la  «Sesmo».  —  Viage  de  Mr.  Nicholls  á  Lon- 
dres á  dar  cuenta  al  Directorio  de  los  resultados  obtenidos. 

1885.  Regreso  de  Mr.  Nicholls.  La  Compañía  inglesa,  agotado  su  capital,  arbitra 
recursos  con  un  empréstito,  envia  una  maquinaria  de  20  pisones,  que  se  instala  en  «Por- 
tovelo», y  se  activan  los  trabajos.  —  Se  denuncian  los  lavaderos  del  rio  Grande. 

1886.  Primera  remesa  de  oro.  El  ingeniero  Mr.  Provis  viene  á  Zaruma  á  inspec- 
cionar las  minas,  enviado  por  la  Compañía  inglesa.  Su  favorable  informe  respecto  á  su 
porvenir. 

El  Gobierno  envia  también  al  Distrito  al  Dr.  Wolf,  el  cual  informa  así  mismo  favo- 
rablemente sobre  el  mineral  zarumeño. 

Primer  viage  á  Zaruma  del  autor  de  estos  Apuntes,  quien  proyecta  la  formación 
de  la  «Compañía  Exploradora». 

El  Dr.  Wolf  dirige  su  brillante  informe  sobre  la  mina  de  «La  Quebrada».  —  Forma- 
ción de  esta  Compañía. 

Trabajos  de  exploración  en  la  mina  «Favorita».  —  Se  constituye  en  Guayaquil  la 
«Compañía  Exploradora»;  y  se  llama  del  Perú  al  ingeniero  Sr.  Carlos  van  Isschot. 

1887.  Viene  del  Perú,  con  cateadores  del  Distrito  Mineral  de  llnalgayoc,  el  Sr. 
van  Isschot.  Reconocimiento  y  exploración  del  mineral  de  Zaruma  por  el  Sr.  van  Isschot 
y  por  el  autor  de  estos  Apuntes,  por  cuenta  de  la  «Compañía  Exploradora».  Descubri- 
miento de  la  mina  «Zancudo». 

Retírase  Mr.  Nicholls  y  viene  á  reemplazarle  Mr.  Kirby.  La  «Great  Zaruma» 
liquida,  y  se  trasforma  en  la  Compañía  «Zaruma  Gold». 

Construcción  del  molino  de  «La  Quebrada»  con  cinco  pisones  y  dos  concentra- 
doras Frue. 

1888.  Marcha  del  señor  C.  van  Isschot  á  Europa  por  cuenta  de  la  Compañía  Ex- 
ploradora.   Sus  gestiones  en  unión  del  doctor  A.  L.  Yerovi  en  Paris  y  en  Londres. 

Molienda  en  «La  Quebrada»,  y  su  paralización  por  falta  de  capital. 
Derrúmbase  el  pozo  principal  de  la  mina  «Portovelo».    Nueva  crisis  en  la  Compañía 
inglesa.    Retírase  Mr.  Kirby  y  la  Compañía  envia  de  nuevo  á  Mr.  Nicholls. 

1889.  Mr.  Nicholls  penetra  en  los  trabajos  derrumbados.  Profundiza  el  nuevo  pozo 
y  corta  la  veta  «Abundancia».    Principia  otra  vez  la  molienda  en  la  Compañía  inglesa 


624  ANOTACIONES  T  SUPLEMENTOS. 

con  buen  éxito.   Retírase  Mr.  Nicholls  y  queda  provisionalmente  Mr.  Pope  con  la  geren- 
cia.   Remesas  de  oro. 

Fírmase  en  París  el  contrato  de  la  «Sociedad  de  Estudios»  entre  la  Compañía  Ex* 
ploradora  y  el  Banco  Franco-Egipcio. 

Venida  de  Mr.  Ancarani  y  de  Mr.  Tenré. 

1890.  Regresa  á  Europa  Mr.  Pope  y  llega  Mr.  Bryant  actual  Gerente  de  la  Com- 
pañía inglesa.  Acertado  impulso  con  la  nueva  administración  á  los  trabajos  de  la  mina 
«Portovelo».  Nuevos  reconocimientos  con  resultados  favorables  sobre  la  veta  «Abundan- 
cia» por  Mr.  Bryant.  Buenas  remesas  mensuales  de  oro.  El  porvenir  de  la  Compañía 
inglesa  queda  asegurado. 

Descubrimiento  de  la  veta  «Teléfono»  en  Pacay-Urcu  por  el  señor  Ramón  Riofrio, 
con  gran  riqueza.  Hacen  la  negociación  de  esta  mina  los  señores  Ancarani  y  Tenré. 
Viaje  de  este  á  Europa. 

El  Banco  francés  desiste,  y  se  disuelve  la  «Sociedad  de  Estudios».  Marcha  del 
señor  Ancarani  á  Europa.  Regreso  de  Mr.  Tenré,  después  de  formar  en  París  la  «Com- 
pañía de  Exploración  de  las  minas  de  oro  de  Pacay-Urcu». 

Principia  el  reconocimiento  de  la  veta  «Teléfono». 

Visita  del  Gobernador  de  la  Provincia  del  Oro,  señor  Cordero,  al  Distrito  Mineral. 

Viaje  del  autor  de  estos  «Apuntes»  á  Zaruma,  á  causa  de  la  disolución  de  la  «Socie- 
dad de  Estudios»;  y  descubrimiento  de  cuarzos  sumamente  ricos  en  oro  en  la  mina 
«Zancudo». 

Formación  de  la  «Compañía  Minera  Nacional  Fénix»  en  Guayaquil;  la  cual  compra 
á  la  «Exploradora»  el  grupo  de  que  forma  parte  la  mina  «Zancudo». 

La  precedente  reseña  manifiesta  el  desarrollo  que  ha  tenido  el  Mineral  de  Zaruma. 
Muy  lento  y  difícil  ba  sido  este  indudablemente  y  lleno  de  alternativas,  pero  desde  el 
año  1880,  en  que  se  formaba  la  primera  Compañía  en  Londres,  la  situación  ba  cambiado 
en  sentido  favorable.  Los  diez  años  trascurridos  han  sido,  puede  decirse,  el  período  de 
gestación  de  nuestra  industria  minera. 

En  la  actualidad,  y  á  consecuencia  de  los  trabajos  de  reconocimiento,  que  sobre  este 
Distrito  se  han  venido  verificando,  puede  afirmarse  que  Zaruma  es  un  campo  minero 
importantísimo;  no  es  posible  dudar  ya  de  su  riqueza  aurífera  y  es  evidente  que  los 
capitales  que  se  inviertan  juiciosamente  en  su  explotación  obtendrán  grandes  utilidades. 

Pero  para  que  estos  capitales  acudan,  es  preciso  antes  poner  de  manifiesto  las  ven- 
tajas que  reportarán ;  y  esto  solo  puede  lograrse  haciendo  que  sea  debidamente  apreciado 
en  todos  los  grandes  centros  mineros  el  Distrito  de  Zaruma,  cuyo  nombre  no  es  cono- 
cido hasta  ahora  sino  por  los  quebrantos  sufridos  por  la  Compama  inglesa. 

Sin  la  dispendiosa  administración  Peiger  no  hubiera  esto  tenido  lugar.  Dicha  Com- 
pañía, con  el  fuerte  capital  de  que  dispuso  en  un  principio,  si  hubiera  sido  invertido  con 
prudencia,  se  hallaría  hoy  en  una  situación  de  lo  mas  próspera,  explotando  provechosa- 
mente, no  solo  la  «Portovelo»,  sino  varias  otras  de  las  ricas  minas  que  posee;  y  produ- 
ciendo grandes  cantidades  de  oro. 

Y  no  puede  esto  ponerse  en  duda;  pues  vemos  que  —  apesar  de  haberse  derrochado 
del  modo  mas  lastimoso  todo  su  capital,  sin  llegar  á  ningún  resultado  —  cuando  después 
se  tomó  otra  senda  y  se  principiaron  á  verificar  reconocimientos  previos  en  las  minas, 
instalando  la  maquinaria  al  tener  ya  suficiente  mineral  reconocido,  la  Compañía  inglesa, 
sin  capital  y  allegando  fondos  por  medio  de  un  empréstito,  ha  logrado  levantarse;  y, 
gracias  á  su  energía  y  constancia,  ha  podido  llegar  á  la  situación  actual,  en  que,  como 
hemos  visto,  la  explotación  de  la  miua  «Portovelo»  está  dejando  buenas  utilidades.  Ha 
asegurado  también  su  porvenir,  puesto  que  los  reconocimientos  hechos  en  la  mina  for- 
mando bancos  de  extracción,  han  puesto  á  la  vista  mineral  de  buena  ley,  suficiente  para 
abastecer  largos  años  de  explotación.  Al  mismo  tiempo  que  ese  mineral  se  extrae  y 
beneficia,  se  prosigue  el  reconocimiento  y  la  formación  de  bancos;  de  modo  que  la  pro- 
ducción durará  indefinidamente  por  la  gran  extensión  de  las  pertenencias. 

Sabemos  que  la  Compañía  vá  á  aumentar  en  breve  su  maquinaria,  elevando  á  60 
el  número  de  sus  pisones;  lo  que  triplicará  la  producción  actual  y  por  consiguiente  las 
utilidades.  Si  á  esto  se  agrega  que  la  citada  Compañía  posee  en  el  Distrito  otras  seis 
importantes  minas,  puede  fácilmente  comprenderse  el  anchuroso  campo  de  explotación 
que  tiene  y  el  gran  porvenir  que  se  le  presenta. 

¡Cuan  distinta  hubiera  sido  la  actual  situación  de  Zaruma  si  desde  un  principio  se 


MINAS   DE  COBRE.  625 

hubiera  seguido  esta  prudente  conducta,  y  si  el  capital  de  la  Compañía  inglesa  hubiera 
sido  invertido  convenientemente !».... 

Minas  de  cobre.  —  En  muchas  minas  de  Zaruma  existe  el  cobre  en  cantidades 
tan  considerables,  que  al  lado  de  oro  y  plata  dará  un  rendimiento  nada  despreciable.  En 
la  mina  «Zancudo»  se  halla  en  la  proporción  de  4  á  5  porciento.  Ya  antes  que  se  abrió 
esta  mina,  habia  analizado  (en  1876)  un  mineral  proveniente  del  mismo  sitio  que  me  dio : 

Oro 0,005 

Plata 0,007 

Cobre 1,507 

Plomo 3,145 

Zink 2,795. 

Una  muestra  rica  y  excojida  de  la  mina  «Bomba  de  Biscaya»  rindió: 

Oro 0,006 

Plata 0,004 

Cobre 6,747 

Plomo 2,354 

Zink 2,056. 

En  la  mina  «Chorrera  de  Biscaya»,  que  se  halla  á  poca  distancia  sobre  la  primera, 
y  cuyo  filón  consta  de  algunas  venas  paralelas  de  cuarzo  aurífero  y  piritífero,  encontró, 
ademas  de  la  Chalcosina,  la  Atacamita.  Este  último  mineral,  que  recibió  su  nombre  de 
Atacama  en  Chile,  donde  se  encuentra  frecuentemente  en  las  minas  de  cobre,  es  de  mucho 
interés  y  hallándose  en  mayor  cantidad  seria  un  material  excelente  para  beneficiarlo, 
pues  es  una  combinación  química  de  cloruro  y  óxido  de  cobre,  y  como  tal  tiene  59,4  porc. 
de  cobre  puro.  Por  su  aspecto  exterior,  sobre  todo  por  su  hermoso  color  verde,  fácil- 
mente puede  confundirse  con  el  carbonato  (malaquita).  En  algunos  puntos  las  paredes 
de  la  galería  se  hallan  incrustadas  de  una  costra  verde  ó  verde-azul  que  tiene  algunas 
lineas  de  espesor  y  es  un  precipitado  de  las  aguas  que  proveniendo  de  las  grietas  de  la 
caja,  están  goteando  en  las  paredes  (producto  de  la  secreción  lateral).  El  análisis  de 
esta  sustancia  dio: 

Atacamita  soluble  en  los  ácidos    ....  58,3 
Sñice  amorfa  indisoluble 41,7 

"Too¿> 

Muy  interesante  es  la  mina  de  Jorupe,  cerca  de  Zaruma,  que  queda  todavía  intacta, 
pues  los  antiguos  no  hicieron  mas  que  desnudar  la  veta  y  excavarla  de  pocos  metros, 
después  la  abandonaron  sin  que  se  sepa  las  razones.  No  conocemos  todo  el  ancho  del 
filón,  pero  según  lo  que  se  puede  ver,  los  minerales  explotables  tienen,  á  lo  menos,  3  ó 
4  metros  de  potencia.  La  veta  es  vertical  y  sigue  el  rumbo  S-N;  se  compone  de  muchas 
fajas  ó  zonas  paralelas,  cuyo  espesor  varía  de  1  pulgada  hasta  1  pié.  La  mitad  ocupa 
un  filón  de  cuarzo  blanco  que  contiene  bastante  cobre  nativo  en  chapas  delgadas  y 
formas  dendríticas;  á  ambos  lados  siguen  fajas  de  chalcosina,  pirita,  blenda  de  zink, 
galena,  alternando  siempre  con  otras  de  cuarzo.  Hacia  los  astiales  ó  salbandas,  los  súl- 
furos  de  los  metales  se  hallan  descompuestos  y  predomina  sobre  todo  el  vitriolo  de  cobre 
con  un  poco  de  carbonato  de  cobre  (malaquita),  ambos  minerales  con  un  color  verde  muy 
vivo.  Como  los  metales  están  distribuidos  con  tanta  desigualdad  por  la  ganga,  una  aná- 
lisis que  no  se  haga  con  grandes  cantidades,  no  puede  dar  resultados  exactos  sobre  las 
relaciones  cuantitativas  de  los  metales.  Las  análisis-  cualitativas  verificadas  con  pequeñas 
pruebas  demostraron,  que  unas  zonas  contienen  oro  y  otras  no,  y  que  la  galena  contiene 
muy  poco  de  plata.  El  metal  mas  abundante  es  el  zink,  igualmente  con  indicios  de  plata, 
y  el  cobre  se  halla  en  una  cantidad  que  según  mi  parecer  bien  costearía  la  explotación. 
La  mina  goza  de  la  fama  de  ser  muy  rica  en  plata,  pero  creo  sin  fundamento;  pues, 
minerales  de  plata  no  se  vén  ni  con  la  vista  libre  ni  con  la  lente;  y  la  poca  plata  que 
resulta  de  las  análisis,  hay  que  atribuirla  al  oro  que  siempre  la  contiene,  ó  á  la  galena. 

Muy  singular  es  el  modo,  como  el  cobre  se  presenta  en  el  pórfido  cobrizo  de  Juanes. 
Cerca  de  la  hacienda  Juanes  en  el  valle  de  Catamayo,  en  un  sitio  que  se  llama  San 
Miguel,  existe  un  pórfido  mas  cobrizo  que  en  algún  otro  punto.  Pedacitos  de  cuprita 
(cobre  rojo)  que  contienen  también  un  poco  de  malaquita  verde,  se  encuentran  disemi- 
nados en  la  superficie  y  dieron  margen  á  un  denuncio  de  la  mina  y  á  algunos  trabajos 

Wou,  Ecuador.  40 


626  ANOTACIÓN»  Y  SUPLEMENTOS. 

preparatorios,  ó  mas  bien  á  la  busca  del  metal  (pues  en  la  provincia  de  Loja  es  costumbre 
denunciar  minas  que  todavía  están  por  descubrirse).  El  que  dirigió  los  trabajos,  des- 
conoció evidentemente  la  naturaleza  de  aquel  terreno,  así  como  la  de  los  minerales  que 
lo  componen,  buscando  en  una  mina  de  cobre  otra  que  no  existe,  y  todo  su  procedimiento 
manifiesta  la  mas  completa  ignorancia  en  geología  y  minería.  ÉL  terreno  de  aquel  lugar 
no  se  halla  revuelto  como  él  creyó,  sino  en  su  yacimiento  primitivo,  pero  en  la  super- 
ficie está  tan  descompuesto,  que  no  es  fácil  reconocerlo,  y  los  restos  mas  duros  en  la 
masa  desmoronadiza  fácilmente  pueden  tomarse  por  piedras  que  derivan  de  otro  lugar. 
Los  pedacitos  de  cuprita  no  son  una  señal  de  que  existe  una  veta  mas  gruesa  de  este 
metal  en  la  profundidad  y  se  explican  del  mismo  modo  como  los  pedazos  de  yeso  que 
se  encuentran  diseminados  en  la  superficie  de  aquella  misma  región.  Gomo  he  dicho  en 
otro  lugar,  derivan  de  las  venas  en  las  rocas,  que  por  la  denudación  sucesiva  sobresalen 
en  la  superficie  y  se  rompen  después.  La  explicación  de  la  mina  de  Juanes  es  simple- 
mente como  sigue:  Toda  la  masa  del  pórfido  está  impregnada  de  protóxido  de  cobre;  en 
las  grietas  finas  y  otras  cavidades  se  recojió  y  se  •concentró  este  óxido  en  mayor  can- 
tidad juntamente  con  cuarzo,  formando  las  venas  delgadas  de  2  á  8  lineas  de  espesor. 
Durante  la  descomposición  de  la  roca,  el  óxido  de  cobre  se  transforma  en  carbonato  verde, 
de  manera  que  las  piedras  aparecen  como  salpicadas  de  este  color,  y  también  las  venas 
del  óxido  están  sujetas  á  esta  metamorfosis  en  sus  partes  exteriores,  que  por  esto  se 
presentan  verdes.  Nada  justifica  la  suposición  de  que  existe  en  la  profundidad  una  veta 
mas  gruesa  del  metal,  esta  seria  una  mera  casualidad,  y  considerando  las  condiciones 
locales  me  parece  improbable.  Las  venas  delgadas  siguen  en  todas  direcciones  y  por 
lo  común  no  á  mucha  profundidad,  unas  acaban,  otras  comienzan  sin  regla  alguna,  como 
es  muy  conforme  á  la  naturaleza  de  las  grietas  que  las  han  ocasionado.  De  consiguiente, 
toda  la  masa  del  pórfido  constituye  la  mina,  y  en  caso  de  que  se  pensara  en  su  explo- 
tación, se  debería  aprovechar  de  todo  el  material,  inclusive  las  venas  de  cuprita. 

La  cuprita  (Cu1  O)  es  un  excelente  metal  que  da  88,8  poro,  de  cobre,  y  la  mala- 
quita, que  nace  de  ella,  rinde  58  pora  Gomo  estos  minerales  en  las  venas  se  hallan 
mezclados  con  cuarzo  en  diversas  proporciones,  naturalmente  las  análisis  de  los  peda- 
citos dan  resultados  diferentes;  en  un  caso  encontré  20  y  en  otro  87  poro,  de  sílice,  con- 
stando el  resto  de  óxido  y  un  poco  de  carbonato  de  cobre.  Para  conocer  la  cantidad  de 
metal,  que  contiene  el  criadero  general,  hice  moler  unas  tres  arrobas  del  pórfido  des- 
compuesto, sacado  de  un  punto,  donde  no  contiene  venas  de  óxido.  Este  polvo  bien  mez- 
clado debía  dar  un  resultado  seguro,  porque  representa  toda  la  masa  del  pórfido.  El 
análisis  dio  1,72%  de  cobre. 

Esto  es  mucho  para  un  criadero  general  (que  no  es  filón)  y  la  cifra  saldría  mayor,  si 
entraran  en  el  análisis  también  las  venas  sobredichas;  sinembargo,  como  son  bastante  es- 
casas, creo  que  el  contenido  de  cobre  no  pasaría  mucho  de  2  por  ciento.  —  Por  ahora  la  ex- 
tracción del  cobre  del  material  molido  por  vía  húmeda  y  mediante  los  ácidos  saldría  dema- 
siado costosa  en  este  pais,  y  un  beneficio  metalúrgico  por  via  seca,  es  decir,  por  fundición, 
tropezaría  talvez  aun  con  mayores  dificultades.    Se  reservará  la  mina  para  lo  futuro. 

En  la  cercanía  de  Catacocha,  hacia  el  Catamayo,  hay  también  pórfidos  cobrizos,  y 
en  ellos  parecen  existir  algunas  vetas  mas  anchas  de  metales  de  cobre,  que  prometen 
grandes  ventajas,  si  son  constantes.  Muestras  de  estas  minas,  que  he  visto  en  Loja,  se 
componen  esencialmente  de  sulfuro,  un  poco  de  óxido  y  cloruro  verde  de  cobre;  otras 
contienen  también  malaquita.  Por  razones  explicadas  en  mi  Memoria,  no  puedo  decir 
mas  de  las  minas  de  esta  región,  que  no  dejarían  de  tener  interés  é  importancia;  pero 
en  Catacocha  pareció  la  minería  monopolizada  en  tiempo  de  mi  viaje,  por  un  tal  doctor 
Peña,  Venezolano,  uno  de  los  mas  grandes  charlatanes  y  embusteros  que  han  visitado 
la  provincia  de  Loja! 

Galena  de  Malacatos.  —  La  galena  (sulfuro  de  plomo)  es  un  metal  subordinado 
en  varias  minas  de  Z anima,  como  hemos  visto;  pero  cerca  de  Malacatos  compone  filones 
propios  y  se  halla  en  mayor  abundancia.  El  cerro  de  Santa  Cruz  y  sus  inmediaciones, 
en  donde  se  encuentran  tales  vetas,  puede  considerarse  como  un  distrito  metalífero  aparte. 
No  es  tanto  el  plomo  que  dá  la  importancia  á  este  distrito,  cuanto  la  plata,  que  vá  acom- 
pañando el  plomo  y  por  la  cual  antiguamente  fueron  explotadas  algunas  minas  de  aquella 
región.  La  mina  principal  se  halla  en  la  falda  NE  del  cerro  de  Santa  Cruz,  unos  90  me- 
tros sobre  el  rio  que  baña  su  pié.    La  galería  que  se  introduce  en  la  montaña  en  la 


MINAS  DE  PLATA.  627 

dirección  SO  con  una  fuerte  inclinación  hacia  abajo,  tendrá  15  metros  de  largo,  y  des- 
pués sigue  agua  que  prohibe  entrar  mas  adentro  y  es  la  causa,  según  se  dice,  porqué 
la  mina  fué  abandonada.  En  la  parte  accesible  de  la  labor  no  se  vé  nada  de  una  veta 
principal,  lo  mas  una  que  otra  partícula  de  galena,  y  mientras  la  mina  no  sea  desaguada, 
es  imposible  venir  á  las  claras  respecto  del  rumbo,  buzamiento,  espesor  y  demás  rela- 
ciones de  la  veta.  Entre  tanto  debemos  atenernos  á  los  materiales  que  se  encuentran 
delante  de  la  boca,  y  que  sin  duda  fueron  echados  por  ser  inútiles  ó  demasiado  pobres. 
Del  estudio  de  estos  pedazos  deducimos  que  la  ganga  del  filón  es  cuarzo,  y  el  metal 
predominante  galena.  Ademas  se  presenta  el  plomo  en  el  estado  cloro-carbonatado,  que 
es  el  mineral  Kerasina,  y  se  halla  en  muy  pocos  lugares  del  mundo.  El  cuarzo  vá 
acompañado  de  un  poco  de  espato -flúor,  y  es  también  la  primera  vez,  que  he  visto  este 
mineral  en  el  Ecuador.  Pirita  y  blenda  de  zink  están  diseminadas  en  corta  canti- 
dad. Minerales  propios  de  plata  no  se  descubren,  y  no  dudo  que  este  metal,  que  era  el 
objeto  de  la  explotación,  está  contenido  en  la  galena.  La  que  he  analizado,  dio  sola- 
mente 0,0035%,  que  es  poco,  pero  puede  ser  que  la  galena  del  filón  principal  sea  mas 
rica.  —  No  mereció  la  pena  gastar  mucho  tiempo  en  analizar  muchas  de  estas  piedras, 
de  las  que  no  sabemos  nada  respecto  de  su  yacimiento  en  el  filón  mismo;  tales  análisis 
serian  casi  inútiles. 

Algo  mas  arriba  en  el  cerro  se  descubrió  otra  veta  de  cuarzo  y  galena,  que  no 
parece  estar  en  comunicación  con  la  inferior,  porque  en  ella  falta  el  espato-fluor  y  la 
blenda,  y  todo  el  aspecto  del  mineral  es  algo  diferente.  La  galena  se  encuentra  en  bas- 
tante cantidad,  aunque  distribuida  con  alguna  irregularidad  en  venas,  nodulos  y  ríñones. 
Este  metal  rindió  tan  solo  0,0027  %  de  plata. 

En  otros  países  tales  minas  siempre  serian  explotables,  pero  dejo  al  cálculo  de  los 
prácticos  resolver  la  cuestión,  si  se  podria  trabajarlas  con  ventaja  en  un  país  tan  falto 
de  todos  recursos,  como  lo  es  la  provincia  de  Loja. 

Minas  de  plata  de  las  provlneias  de  Cañar  y  del  Azuay.  —  Las  minas 
mas  importantes  se  hallan  en  el  cerro  de  Pilzhun,  cuya  descripción  he  dado  en  la  pá- 
gina 267.  En  mi  viaje  que  en  1876  he  practicado  por  las  provincias  nombradas,  llamé 
la  atención  sobro  este  Mineral,  que  en  aquella  ocasión  pude  examinar  solo  superficial- 
mente, estando  aguadas  las  galerías  antiguas.  Analicé  algunas  muestras  argentíferas, 
encontradas  delante  las  bocas-minas.  Naturalmente  eran  pobres  (0,0019 — 0,0020  de  plata), 
y  aunque  hubiesen  sido  muy  ricas,  no  se  pudo  deducir  nada  respecto  á  la  riqueza  de 
los  filones  subterráneos,  antes  de  practicar  trabajos  serios  de  exploración.  Tales  trabajos 
se  han  realizado  en  los  últimos  años  y  con  el  mejor  éxito.  En  un  artículo,  publicado 
en  «La  Nación»  de  Guayaquil  el  18  de  Febrero  de  1891  leemos  lo  siguiente: 

«En  la  exploración  que  por  cuenta  de  un  Sindicato  emprendió  el  señor  C.  van 
Isschot  en  el  antiguo  departamento  del  Azuay,  pudo,  al  llegar  á  la  ciudad  de  Cuenca, 
con  el  apoyo  de  los  señores  doctor  Antonio  Borrero,  ex -Presidente  de  la  República,  y 
el  notable  estadista  doctor  Luis  Cordero,  hallar  documentos  fehacientes  que  probaban  la 
riqueza  de  ios  minerales  de  plata  explotadas  en  tiempo  de  los  españoles  en  Azogues  y 
sus  inmediaciones.  No  solo  encontró  los  denuncios  hechos  de  distintas  minas,  sino  los 
certificados  de  Tesorería  por  los  cuales  está  probado  que  los  minerales  extraídos,  parti- 
cularmente de  Pilzhun,  tenían  una  ley  bastante  elevada  de  plata. 

«Con  estos  datos,  procedió  el  experto  minero  á  visitar  todos  los  lugares  indicados 
en  ios  documentos,  y  lo  llamó  en  particular  la  atención  el  cerro  del  Pilzhun,  en  donde 
durante  la  época  colonial  se  han  hecho  trabajos  solo  en  superficie  para  la  extracción  de 
los  minerales  oxidados. 

«En  el  periódico  oficial  correspondiente  al  año  1835,  consta  el  envío  á  la  casa  de 
moneda  de  mas  de  7000  marcos  de  plata,  para  su  acuñación,  lo  que  motivó  que  el  Con- 
greso de  la  República  sancionara  una  ley  especial,  libérrima  en  cuanto  al  favor  dado  al 
desarrollo  de  la  industria  minera  en  esa  porción  de  la  República;  pues  se  ordenaba  en 
ella,  no  solo  que  no  se  cobrara  contribución  ninguna  sobre  las  minas  y  que  se  propor- 
cionaran á  precio  de  costo  la  sal  y  la  pólvora  necesarias  para  esa  industria,  sino  tam- 
bién, que  las  Municipalidades  Cantonales,  con  sus  fondos  propios,  construyeran  caminos 
para  facilitar  el  transporte  de  los  materiales  de  explotación  y  los  minerales.  En  esa  ley 
se  autoriza  ademas  al  Ejecutivo  para  la  creación  de  Bancos  de  avíos,  se  previene  que 
las  maquinarias,  herramientas  y  demás  útiles  indispensables  á  la  minería  podrán  impor- 

40* 


628  ANOTACIONES  T  8UPI1BMBNTO8. 

taro»  libres  de  derechos  de  aduana  y  se  declara  exentos  las  caballerías  y  peones  mineros 
de  toda  ttquita  ó  servicio  militar. 

« Por  lo  dicho  se  vé,  que  presidia  los  destinos  de  la  República  un  hombre  como 
Rocafuerte,  tan  ilustrado  como  progesista,  tan  patriota  como  práctico  en  su  manera  de  serlo. 

«Se  ha  cumplido  esa  ley?    N6. 

«Ahí  está  el  Azuay  con  sus  ricas  minas,  pobre,  ^nisérrimo  sobre  la  abundancia  de 
riqueza9  y  son  los  lujos  de  otras  Provincias  y  los  extranjeros  avecindados  en  la  Costa, 
los  que  han  ido  á  remover  las  entrañas  del  Pilzhun,  aun  sin  poder  contar  ya  con  los 
apoyos  de  la  citada  ley,  para  estudiar  si  es  posible  la  explotación  de  esos  veneros  de 
riqueza.» 

£1  señor  van  Isschot  presentó  el  22  de  Enero  de  1891  al  Sindicato  de  Exploración 
una  *Betaeion  de  loe  trábelos  de  explorada»  ejecutado»  en  la  mina  BeperanMa  (PiUhim); 
en  cuya  consecuencia  el  Sindicato  resolvió  constituirse  definitivamente  en  Coiflpafiia  anó- 
nima, elevando  el  capital  de  esta  á  la  suma  de  60000  sucres,  á  fin  de  establecer  una  ex- 
ploración en  la  mayor  escala  posible. 

En  su  informe  describe  el  señor  van  Isschot  los  trabajos  antiguos  que  encontró  con 
una  extensión  de  178  metros,  los  nuevos  que  se  han  hecho  para  descubrir  los  filones  rióos, 
y  los  que  están  por  hacerse  para  poner  la  mina  en  el  estado  de  una  explotación  en  gran 
escala;  después  sigue: 

«El  número  considerable  de  filones  ya  paralelos  y  ya  cruceros,  la  ley  de  los  mine- 
rales alcanzados  en  la  exploración  del  filón  Esperanza  y  la  potencia  de  este;  la  enorme 
mineralizacion  de  las  rocas  adyacentes  al  filón;  en  fin,  el  conjunto  de  datos  que  hemos 
adquirido,  nos  prueba  de  la  manera  mas  evidente,  que  nos  hallamos  en  presencia  de  un 
asiento  mineral  sumamente  rico,  cuya  explotación  debe  reportar  inmensas  utilidades. 

«En  los  asientos  minerales  de  la  vecina  República  del  Perú,  Hualgayoc,  Chota, 
Recuay,  Huallanca  y  Huaraz,  la  ley  general  de  las  minas  no  pasa  de  25  mareos  por 
cajón,  siendo  en  el  Cerro  de  Paseo  considerada  como  muy  buena  la  de  12  marcos  por 
cajón  ó  sea  1  kilo  por  tonelada. 

« El  mineral  de  Pilzhun  se  presenta  con  caracteres  idénticos  á  los  de  la  famosa  mina 
jPulacayo*  de  Huanchaca,  en  Bolivia,  tanto  en  sus  criaderos  como  en  su  especie  mineral. 
La  Compañía  de  Huanchaca,  cuyo  capital  de  explotación  se  elevó  últimamente  i  6D0000 
bolivianos,  ocupa  hoy  1600  operarios  y  obtiene  anualmente  5  4  6  millones  de  bolivianos 
de  ganancia  liquida;  ha  construido  para  la  exportación  de  sus  minerales  una  via  férrea 
de  460  kilómetros;  y  sinembargo,  la  ley  de  sus  minerales  no  puede  considerarse  como 
de  las  mas  elevadas;  siendo  solo  de  115  marcos  por  cajón.» 

En  una  galería  auxiliar,  que  van  Isschot  abrió  al  Este  del  filón  principal  de  la  . 
mina,  encontró  un  hilo  de  metal,  separado  del  filón,  y  el  mineral  extraído  le  dio  el  re- 
sultado siguiente: 

39  y,  Kilos  de  plata  por  tonelada  ó  sean  474  marcos  por  cajón  (de  60  quiñi)  y  ade- 
mas 11  grms.  de  oro  por  ton. 

Mi  amigo  van  Isschot  tuvo  la  amabilidad  de  poner  á  mi  disposición  su  libro  de 
apuntes  con  el  permiso  de  hacer  uso  de  ellos  para  mis  publicaciones.  Aprovechando  de 
este  permiso  generoso,  voy  á  extractar  algunos  pasos  interesantes.    De  Pilzhun  dice: 

«En  el  reconocimiento  superficial,  que  hice  del  cerro  de  Pilzhun,  he  notado  la 
existencia  de  23  filones,  cuyos  afloramientos  son  visibles  en  varios  trechos.  Hallé  18  minas, 
algunas  con  socavones  de  desagüe,  pero  todas  ellas  se  hallan  en  mal  estado,  aguadas  y 
aterradas.»  v.  I.  observó  dos  sistemas  de  vetas,  el  uno  con  dirección  S-N  y  el  otro 
con  la  de  E-O,  con  idéntica  composición  mineralógica.  Hasta  ahora  no  puede  decir,  cual 
sea  el  sistema  cruzado  ó  mas  antiguo.  —  Hablando  del  filón  denunciado  y  explorado  (de 
la  mina  Esperanza)  prosigue: 

«Este  filón,  cuya  dirección  S-N  se  puede  seguir  en  una  extensión  que  no  baja  de 
300  metros,  ianto  por  sus  efloramientos ,  como  por  las  numerosas  catas  abiertas  en  él, 
se  compone  en  su  mayor  parte  de  una  roca  cuarzosa  en  la  que  se  observan  pequeñas 
manchas  de  caolina.  El  cuarzo  se  halla  atravezado  y  á  veces  completamente  reempla- 
zado por  hilos  de  baritina,  la  que  se  encuentra  en  hermosos  cristales  en  las  oquedades 
y  grietas  de  la  roca.  En  unos  puntos  domina  el  sulfato  de  barita,  en  otros  el  cuarzo, 
ambos  acompañados  de  pirita  de  hierro  arsénica!  en  cristales  menudos.  El  mineral  de 
plata,  que  creo  ser  un  cobre  gris  (Fahlerz)  se  halla  especialmente  acompañada  á  la  bari- 
tina y  diseminado  en  manchas  y  pegaduras  de  color  gris  de  hierro,  tomado  de  azulejo 
(el  Pavonado  de  los  mineros  del  Perú  y  Bolivia).» 


MINAS  DB   PLATA. 


629 


« Los  minerales  en  la  parte  superior  del  ñlon-  han  participado  de  la  descomposición 
que  ha  sufrido  la  diorita;  esta  se  ha  trasformado  en  arcilla;  los  minerales  se  han  oxi- 
dado; la  pirita  se  ha  trasformado  en  óxido  de  hierro,  que  comunica  á  todo  el  filón  el 
color  de  ocre,  que  caracteriza  los  minerales  conocidos  en  Sud- América  con  el  nombre 
de  ,pacos'  y  ,colorados\  Esta  descomposición  y  estos  caracteres  no  se  observan  igual- 
mente en  todos  los  filones,  y  la  zona  de  oxidación  en  la  profundidad  parece  estar  en 
relación  directa  de  la  cantidad  de  materias  minerales  contenidas  en  el  filón. 

«Resultado  de  los  ensayes  de  este  ñlon: 


Cobre. 


«  Cuarzo  compacto  con  manchas  de  caolina  y  pirita  de  hierro, 
sin  partículas  visibles  de  cobre  gris 

«Id.  otra  muestra 

«Hilos  de  baritina  cristalizada  con  manchas  de  cobre  gris 
y  pirita 

«Id.  id.  otra  muestra 

»     j»      »  »        


8 

0,500 

10 

1,200 

10 

5,000 

10 

5,850 

10 

7,600 

5 

6% 
7 


£1  señor  van  Isschot  me  regaló  algunas  muestras,  sacadas  del  filón  principal,  que 
son  muy  ricas  en  cobre  gris  (tetraedrita).  Para  conocer  la  composición  química  de  este 
mineral  saqué  un  pedazo  de  una  mancha  que  pareció  bastante  pura,  y  lo  hice  analizar 
en  el  laboratorio  químico  del  doctor  Filsinger  en  Dresde.  Resulta  ser  un  Fahlerz  (cobre 
gris)  arsénico-antimonial,  que  contiene: 

2,15  %  de  plata, 
11,00  %   „  cobre. 

Hay  que  advertir,  que  en  el  mineral  enteramente  puro,  la  proporción  de  plata  y 
cobre  seria  algo  mayor,  porque  de  la  sustancia  analizada  quedó  todavía  un  residuo  con- 
siderable de  cuarzo  y  baritina,  que  se  hallaban  íntimamente  mezclados  con  el  cobre  gris. 
Del  análisis  resulta  que  una  tonelada  de  este  cobre  gris,  separado  de  la  ganga,  daria 
á  lo  menos  22  kilogr.  de  plata  y  110  kilogr.  de  cobre!  —  Oro  no  se  ha  encontrado  en  el 
cobre  gris,  aunque  expresamente  se  ha  ensayado  por  él.  El  que  se  encontró  en  otros  en- 
sayos, debe  resultar  del  cuarzo  y  de  la  pirita  del  filón. 

Desde  mi  regreso  á  Europa  no  pude  seguir  la  marcha  de  la  exploración  ulterior  de 
esta  mina  interesante;  pero  de  algunos  periódicos  de  Guayaquil  me  he  informado,  de 
que  la  esperanza  de  los  empresarios  no  les  ha  engañado,  que  los  resultados  siguen  ser 
halagüeños  y  que  la  mina  está  en  fruto.  Los  minerales  ricos  se  exportan  directa- 
mente á  Preiberg  (Sajonia),  para  beneficiarlos  en  el  afamado  establecimiento  metalúrgico 
de  Muldenhütten. 


En  Cuenca  encontró  el  señor  van  Isschot  un  antiguo  documento  del  año  de  1805, 
que  contiene  el  denuncio  de  la  mina  de  Zhuya,  y  en  que  se  afirma  que  esta  mina  ya 
fué  explotada  á  principios  del  siglo  pasado.  —  En  sus  apuntes  dice  el  señor  van  Isschot: 

«Lia  mina  de  Zhuya  está  situada  en  el  anejo  del  mismo  nombre  á  una  distancia  de 
5  leguas  (al  O)  de  Cañar,  entre  las  haciendas  de  Malal  y  Ger.  El  filón  que  fué  explotado, 
arma  en  una  diorita  compacta  y  corre  con  rumbo  N  80°  O,  y  su  potencia  parece  ser  de 
0,80  á  1  metro.  —  Los  antiguos  trabajos  de  esta  mina  parecen  haber  tenido  bastante 
desarrollo,  al  juzgar  por  la  gran  cantidad  de  desmontes  que  aun  quedan  en  varios  puntos 
en  la  falda  del  cerro,  á  pesar  del  gran  número  de  años  trascurridos  desde  el  abandono 
del  trabajo.  Varias  minas  fueron  abiertas  sobre  el  mismo  filón,  y  un  corte  ó  galería 
destinada  al  desagüe  fué  iniciada  á  unos  60  metros  debajo  de  la  mina  principal. 

«Hallé  las  minas  enteramente  obstruidas,  unas  por  derrumbos  del  terreno  superior, 
otras  por  el  desplome  de  la  caja  izquierda  de  la  veta,  la  que  sobresale  afuera  del  terreno 
á  una  altura  de  12  metros,  y  en  fin  la  mina  principal  aterrada,  según  noticias,  de 
propósito. 


690  ANOTACIOHB8  Y  8VK1XMSMTO8. 

«Dediqué  especial  cuidado  en  conseguir  muestras  del  mineral  escarbando  en  los 
desmontes,  y  no  pude  hallar  sino  una  pequeña  muestra  de  enano  oon  manchas  de  un 
mineral  de  plata  y  cobre  (cobre  gris),  acompañadas  de  pirita  y  galena  menuda  de  grano 
muy  fino. 

«Á  distancia  de  unos  800  metros  de  la  mina  y  en  terrenos  hoy  sembrados,  se  hallaba 
en  otro  tiempo  la  oficina  de  beneficio.  Haciendo  excavar  en  diferentes  puntos,  pude  re- 
construir la  disposición  de  la  oficina,  el  sitio  que  ocupaba  el  molino,  el  horno  par*  la 
tuesta  del  mineral,  el  patio  y  en  fin  el  depósito  de  los  relaves  ó  minerales  benenciadoa. 
«En  el  sitio  del  horno  y  debajo  de  una  capa  de  tierra  vegetal  de  0,80  m.  i  1  m. 
hallé  una  pequeña  capa  de  mineral,  del  cual  recojí  muestra  para  el  ensaye.  Del  deposito 
de  los  relaves  recojí  varias  muestras,  formando  un  común  del  total. 
«Resultado  del  ensaye: 

Küo$  de  jálate  par  fon. 

1°.  Muestra  del  mineral  hallado  en  los  desmontes 2£8S 

2o.  Mineral  calcinado,  hallado  en  el  sitio  del  horno 3J0OO 

3o.  Común  de  los  relaves  (mineral  beneficiado) 1¿8S 

«Del  examen  de  los  desmontes  y  de  los  ensayes  se  puede  deducir:  1°  que  el  mi- 
neral de  Zhuya  se  componía  principalmente  de  cuarzo  oon  galena,  blenda  y  de  un  oobre 
gris  antimonial  mas  ó*  menos  rico  en  plata.  —  2o  que  siendo  estas  especies  minerales 
rebeldes  á  la  amalgamación,  el  tratamiento  del  mineral  por  este  procedimiento  debe  haber 
producido  en  las  mejores  condiciones  de  beneficio  el  70  á  76  %  del  contenido  en  pinta  en 
el  mineral,  siendo  así  que  puede  calcularse  la  ley  de  las  menas  extraídas  y  beneficiadas 
con  un  tenor  aproximado  de  5  i  6  kilogramos  por  tonelada»» 

«Mina  de  Ger.  —  En  el  mismo  cerro  de  Zhuya,  en  su  falda  Oeste  y  terreno  de 
la  hacienda  de  Ger,  existe  gran  cantidad  de  desmontes  próximos  i  una  mina  que  hallé 
enteramente  sollanada  y  aterrada.  Ni  en  los  desmontes,  ni  en  la  cancha  y  sus  alrede- 
dores, he  podido  conseguir  una  sola  muestra  de  mineral  En  las  oficinas,  cuyo  sitio  está 
hoy  cubierto  de  un  monte  espeso,  pude  descubrir  los  pozos  de  decantación  y  lavado  del 
mineral  amalgamado,  y  en  ellos,  debajo  de  la  tierra  vegetal,  una  pequeña  capa  de  relave. 
El  común  de  estas  tierras  ensayado,  dio  por  resultado  2,833  kilos  de  plata  por  tonelada. 

«Teniendo  en  cuenta  la  situación  de  esta  mina,  la  ley  de  los  relaves  y  la  impor- 
tancia que  parece  haber  tenido  la  oficina,  debemos  suponer,  que  la  mina  de  Ger  producía 
minerales  muy  parecidos  á  los  de  la  mina  de  Zhuya.  Todo  tiende  i  probar  que  el  mi- 
neral alcanzó  una  ley  de  plata  bastante  crecida.  —  La  rehabilitación  de  estas  minas 
pediría  un  capital  considerable,  atendiendo  al  estado  ruinoso  en  que  se  hallan.» 

«Mina  de  Malal.  —  En  la  hacienda  de  Malal  adquirí  noticias  acerca  de  la 
existencia  de  antiguas  minas  en  las  alturas  de  la  cordillera,  á  una  legua  de  distancia 
aproximadamente  de  la  casa  Hacienda  de  Malal.  No  pudiendo  ir  personalmente  á  visitar 
las  citadas  minas,  hice  traer  muestras  sacadas  del  desmonte.  El  ensayo  fué  practicado 
sobre  una  muestra  de  mineral  compuesto  de  cuarzo  poroso  con  limonita  rellenando  las 
grietas;  —  mineral  ,paco'.    Resultó:  ley  de  plata:  kilos  1,700  por  tonelada.» 

«Minas  de  Sayausí.  —  En  los  altos  cerros  que  dominan  el  pueblo  de  Sayausí 
(al  O  de  Cuenca)  se  emprendieron  á  principios  del  siglo  pasado  algunos  trabajos  de  ex- 
plotación en  unos  filones  de  cuarzo,  que  arman  en  la  diorita,  de  que  se  compone  el  cerro. 
Visitamos  las  antiguas  labores  y  ensayamos  los  minerales  extraídos.  Constan  de  una 
roca  cuarzosa  con  pirita  de  hierro  muy  menuda.  No  se  halla  visible  ninguna  especie  de 
mineral  de  plata.    Resultado  del  ensaye:  1,200  kilos  de  plata  por  tonelada.» 

Hé  aquí  un  resumen  casi  completo  de  lo  que  hasta  ahora  sabemos  de  las  minas 
metálicas  del  Ecuador.    De  los  lavaderos  trataremos  en  otro  lugar. 

25.  (Pág.  278.) 

Fósiles  de  Uimbí.  —  Entre  tanto  que  la  parte  general  de  esta  obra  estaba  en 
prensa,  el  señor  G.  Schacko  en  Berlín  estudiaba  prolijamente  y  con  el  microscopio,  el 


FÓSILES  TEBCIARI08. 


631 


material  que  he  traído  de  Uimbí,  y  que  le  había  entregado  como  á  un  excelente  cono- 
cedor de  la  fauna  terciaria,  especialmente  de  los  foraminíferos  y  otros  animales  inferiores. 
Como  hasta  ahora  conocemos  tan  pocos  terrenos  terciarios  de  Sudamérica,  he  creído  de 
ínteres  general  para  los  paleontólogos,  insertar  en  este  lugar  los  resultados  principales 
obtenidos  por  el  señor  Schacko,  esperando  que  el  mismo  publicará  mas  tarde  un  trabajo 
mas  extenso  sobre  la  materia,  describiendo  y  bautizando  las  especies  nuevas.  Con  fecha 
9  de  Junio  de  1892  me  comunica  de  Berlín,  que  hasta  ahora  ha  descubierto  en  la  arenisca 
terciaria  (pliocena)  de  Uimbí  las  formas  siguientes: 

Foraniinifera.  Y  ademas   algunas   formas   dudosas, 

Fam.  Miliolidae.  que  hasta  ahora  no  pudieron  clasificarse. 

1 .  Quinqueloculina  venusta  Karr.,  á  lo  me- 


nos muy  parecida  á  esta  especie. 

Fam.  Textilaridae. 

2.  Textilaria  folium  P.  &  Jones.,  parecida 
á  una  forma  que  vive  todavía  cerca  de 
Panamá. 

3.  T.  agglutinans  d'Orb. 

Fam.  Buliminae. 

4.  Bulimina  punctata  d'Orb.,  existe  tam- 
bién viva  en  el  Océano  Pacífico. 

5.  Virgulina  Schreibersi  Czjz.,  en  algunos 
caracteres  se  acerca  á  la  V.  squamosa 
d'Orb. 

6.  Bolivina  nobilis  Hantk. 

Fam.  Lagenidae. 

7.  Lagena  Villar  deboati  a  d'Orb.  (form.  re- 
ciente y  miocena). 

8.  Nodosaria  sp.?  (fragmentaria). 

9.  CristeUaria  n.  sp.  cercana  á  C.  inter- 
media. 

Fam.  Polymorphininae. 

10.  Uvigerina  raricostata  d'Orb. 

Fam.  Globigerinidae. 

11.  Globig crina    buUoides    d'Orb.   (también 
reciente). 

12.  G.  triloba  Reuss  (también  miocena). 

13.  Orbulina  universa  d'Orb. 

Fam.  Botalinae. 

14.  Discorbina  rosacea  d'Orb. 

15.  Planorbülina  vulgaris  d'Orb. 
1G.  Truncatulina  lobata  W.  J. 

Fam.  Numulinidae. 

17.  Nonionina  communis  d'Orb. 

18.  N.  auris  d'Orb. 

Fam.  Numulitidae. 

19.  Amphistegina  Haueri  d'Orb. 

Ostracoda. 

1.  OythereUa  cingulata  Brady. 

2.  C.  compressa  Münst. 

3.  C.  nodosa  Brady. 

4.  CythereUa  n.  sp. 

5.  Cythere  modiclaris  Rs. 
G.  C.  Jonesii  Baird.  var. 

7.  C.  polytrema  Brady. 

8.  C.  Alderi  Brady. 

9.  Cytheropteron  n.  sp. 


Bryozoa. 

1.  Membranipora  munita  Mars. 

2.  Eschara  élegans  d'Orb. 

Mollusca. 

Lamellibranchiata. 

1.  Arca  (Scapharca)  coneinna  Sow.  A  lo 
menos  se  parece  mucho  á  esta  especie, 
que  vive  actualmente  en  la  costa  occi- 
dental de  Costarica. 

2.  Crenella  (Limopsis)  sp.?  —  parecida  á 
la  Limopsis  retifera  Semp.  que  es 
miocena. 

3.  Astarte  sp.? 

4.  Hemicardium  sp.  ?  parecido  al  H.  plani- 
costatum. 

5.  Leda  amata  d'Orb.  —  Se  dice  que 
existe  también  viva  en  el  Pacífico  cerca 
de  Paita. 

6.  Leda  sp.?  Se  parece  á  Leda  crenifera 
Sow. 

7.  Corbula  sp.?  —  muy  parecida  á  C.  Pata- 
gónica d'Orb. 

8.  Venus  sp.  (muy  fragmentaria). 

9.  Lucina  sp.,  sumamente  pequeña. 

Gaateropoda. 

10.  Crepidula,  probablemente  idéntica  con 
la  Crepidula  peruviana  d'Orb. 

11.  Cerithium  vulgatum  Brug. 

12.  Nassa?  Talvez  es  un  nuevo  género, 
porque  por  ciertos  caracteres  se  aleja 
de  todos  los  conocidos. 

13.  Scalaria  mitraeformis  (?)  Sow. 

14.  TurbonMa  ornata  d'Orb. 

15.  Pleurotoma  oxytropis  Sow.,  á  lo  menos 
muy  parecida  á  esta  especie. 

1G.  TurriteUa  n.  sp.  Esta  especie  nueva 
es  muy  grande  y  hermosa,  y  se  en- 
cuentra en  numerosos  ejemplares. 

17.  T.  Archimedis  Brong.  Var. 

18.  Natica  sp.  —  muy  pequeña  y  elegante. 

19.  Dentalium  hexagonum  Gld. 

Ademas  fragmentos  de  especies  gran- 
des de  Cardium,  Cancellaria  y  Ostrea. 

Vertebrata. 

Otolitos  y  vértebras  de  diferentes  espe- 
cies de  peces.    Dientes  de  tiburones. 


AVOTA&OVn  T  SUFLMHXMT08. 

Estas  mo  mas  de  50  especies  de  animales,  encontradas  en  tres  pedantea  de 
ene  unidos  miden  apenas  mi  decímetro  cúbico.   La  edad  terciaria  de  la 
queda  Ibera  de  teda  dada,  y  el  seto  Sehaeko  la  adjudica  á  las 
es  decir,  á  la  lormacion  jrffecane,  la  cual,  smembargo,  no 
orgánicas  con  la  pliocena  de  Enrona.  La  fauna  mail  de  Uimbí 
con  la  actual  del  Océano  Pacifico;  y  asi  debía  ser,  así  era  de 

26.  (Ptg.  279.) 

Planta*  terciarias  de  Laja»  —  Mientras  que  la  flora  terciaria  de  Europa  y»  es 
bastante  conocida,  no  sabemos  casi  nada  de  la  correspondiente  de  Sudamérica.  Muy 
pocos  son  los  restos  vegetales  que  se  han  encontrado  en  capas  terciarias  de  este  conti- 
nente y  que  llegaron  á  los  museos  de  Europa.  El  primer  y  único  trabajo  serio  se  pu- 
blicó el  año  pasado,  sobre  la  flora  terciaria  de  Chile  por  el  señor  jff.  EmpXkmrdt  de 
Dresde:  •  Ueber  Ttrúárpflansc*  von  Chut»  (Frankíurt  a.  M.  1891).  Describió  100  especies 
y  dibujó  las  principales  sobre  14  tablas.  Casi  todas  provienen  del  terreno  terciario  (con 
lignitas)  de  Coronel  y  Lota,  algunas  de  Punta  Arenas  en  el  estrecho  de  Magallanes,  y 
fueron  colectadas  por  el  Dr.  Ochscniu*.  —  Á  mi  regreso  del  Ecuador  ensené  al  señor 
Engelhardt  mis  plantas  terciarias  de  Loja  (colectadas  en  parte  por  mi  mismo,  en  parte 
por  mi  amigo,  el  conocido  botánico  F.  C.  Lehmtum),  y  en  el  momento  se  ofreció  á  estu- 
diar y  á  describirlas.  Pero  siendo  mi  colección  muy  pequeña  (unas  90  planchitas),  me 
dirigí  al  señor  Emttto  Wiit  en  Loja,  suplicándole  me  mandara  mas  material  de  las 
localidades  que  él  conocía  (me  habia  acompañado  en  mi  viaje  por  la  provincia  de  Loja 
en  1676).  Éste  buen  amigo  correspondió  á  mis  expectaciones  y  remitió  últimamente  dos 
cajones  con  impresiones  de  vegetales  sobre  las  planchas  de  la  marga  arcillosa  de  Loja, 
todas  en  excelente  estado  de  conservación.  El  señor  H.  Engelhardt  se  puso  luego  al 
trabajo,  y  pronto  tendremos  una  taomografta  de  la  /lora  terciaria  de  Loja,  ilustrada  por 
tablas  litografiadas.  Este  será  el  segundo  trabajo  sobre  la  flora  fósil  de  Sudamérica,  y 
Loja  alcanzará  una  fama  paleontológica,  que  nunca  ha  soñado.  Antes  de  que  se  concluya 
el  trabajo,  no  podemos  sacar  deducciones  generales,  pero  desde  ahora  ya  se  revela  y  se 
confirma  la  circunstancia  singular,  observada  en  la  flora  terciaria  de  Chile,  de  que  en 
Sudamérica  la  vegetación  no  ha  sufrido  un  cambio  tan  radical  desde  la  época  terciara 
acá,  como  en  Europa.  Allá  muchas  especies  terciarias  parecen  ser  idénticas  con  las 
actuales,  aquí  apenas  se  encontrará  una  que  otra.  La  causa  de  este  Jenómeno  consiste 
probablemente  en  que  el  clima  sudamericano  no  ha  sufrido  un  cambio  tan  completo 
durante  la  época  indicada,  como  el  de  Europa,  que  en  la  época  terciaria  era  todavía  sub- 
tropical y  hoy  es  templado  y  en  parte  subártico. 

Algunas  de  las  planchas,  mandadas  por  el  señor  Witt,  están  llenas  de  las  impre- 
siones de  pequeños  caracoles  lacustres,  que  pertenecen  á  dos  especies  del  género  Pyrgmla, 
y  que  forman  también  una  novedad  zoológica  para  Sudamérica,  en  donde  este  género 
hasta  ahora  no  se  habia  descubierto. 

27.  (Pág.  290.) 

Petróleo  de  St*.  Elena.  —  En  1873  llevé  algunas  botellas  de  este  petróleo  á 
Quito,  donde  fué  examinado  por  el  profesor  y  director  del  laboratorio  químico,  P.  L.  Dressel. 
La  sustancia  bruta  se  separa  por  la  destilación  en  dos  porciones:  una  perfectamente 
líquida,  transparente  y  casi  sin  color  ó  poco  amarillenta,  que  tiene  todas  las  propiedades 
del  petróleo  refinado  del  comercio,  excepto  el  olor,  que  es  algo  mas  fuerte  y  desagra- 
dable; y  otra  espesa,  que  por  destilación  continuada  dá  cantidades  abundantes  de  un 
excelente  gas  de  alumbrado,  mucho  mejor  que  el  que  se  saca  de  la  ulla.  La  cantidad 
de  ambos  productos  varía  según  el  método  de  la  preparación.  Verificándose  la  destila- 
ción en  retortas  de  vidrio,  no  ha  sido  posible  sacar  mas  que  12%  de  petróleo  refinado, 
por  espesarse  tanto  el  contenido  en  la  retorta,  que  esta  se  rompería  infaliblemente  al 
continuar  la  operación.  Pero  valiéndose  de  retortas  de  hierro  colado  ó  de  otro  metal,  y 
dando  mucho  mas  calor,  de  100  centímetros  cúbicos  del  material  bruto  pasaron  primero 
al  recipiente  5%,  y  luego  empezó  un  desprendimiento  abundantísimo  de  gas  de  alum- 
brado, que  es  muy  rico  en  carbono  y  por  lo  propio  de  mucho  poder  luminoso,  y  que 


AGUAS   MINERALES.  633 

consta  esencialmente  de  etileno  (gas  oleífico  C,H4)  y  de  acetileno  (C,H,);  pero  al  mismo 
tiempo  continuó  la  destilación  de  otra  parte  del  líquido  ya  no  tan  puro  como  en  la  por- 
ción primera.  Obtuviéronse  en  esta  segunda  parte  de  la  destilación  59  centímetros  cúbi- 
cos de  petróleo  y  5925  centímetros  cúbicos  de  gas  de  alumbrado.  —  Cuando  se  expone 
el  petróleo  natural  inmediatamente  á  un  fuego  fuerte  en  retortas  de  hierro,  se  logra 
menos  de  destilado  líquido,  pero  mas  de  gas.  Así  dieron  100  centímetros  cúbicos  en  un 
segundo  experimento  19  centímetros  cúbicos  de  destilado  claro,  antes  de  principiar  el 
desarrollo  de  gas,  pero  solamente  24  centímetros  cúbicos  de  otra  porción  líquida.  —  En 
la  retorta  de  hierro  se  encuentra  siempre  después  de  la  destilación  un  corto  residuo  de 
carbón  amorfo.  —  Es  de  advertir,  que  el  petróleo  natural,  examinado  en  estos  ensayos, 
seguramente  ya  no  contenia  toda  la  cantidad  de  aceites  volátiles,  con  que  fluye  de  la 
tierra;  pues  fué  recojido  de  un  pequeño  pozo,  en  donde  estaba  expuesto  por  mucho  tiempo 
al  aire  libre.  Los  números  arriba  indicados  para  el  destilado  claro  y  transparente  se 
aumentarían  notablemente  al  someter  á  la  destilación  la  sustancia  enteramente  fresca, 
cuando  aun  no  ha  estado  expuesta  mucho  tiempo  al  contacto  del  aire  libre. 

28.  (Pág.  292.) 

Aguas  termales  de  San  Vicente*  —  En  1876  analizó  el  profesor  P.  L.  Dressel 
en  Quito  una  botella  de  esta  agua,  que  yo  habia  traído  de  St\  Elena,  constatando  por 
primera  vez  su  composición  singular  y  la  presencia  de  yodo  y  bromo.*)  Él  dá  la  aná- 
lisis siguiente: 

Un  litro  contiene: 

Cloruro  de  potasio gramos  0,6781 

Cloruro  de  sodio „  4,7881 

Cloruro  de  calcio „  4,2175 

Bromuro  de  sodio „  3,2479 

Bromuro  de  calcio „  0,7265 

Yoduro  de  calcio „  0,0861 

Bicarbonato  de  hierro    ....  „  0,0168 

Cloruro  de  aluminio „  0,0215 

Sílice „  0,0233 

13,8058. 

La  cantidad  de  bromuro  indicada  en  esta  análisis,  era  sorprendente  y  movió  en  1881 
al  señor  E.  Malinowski  y  á  mi  á  hacer  algunos  estudios  serios,  para  ver,  si  era  posible 
pensar  en*  la  extracción  industrial  de  los  yoduros  y  bromuros  de  esas  fuentes.  Volví  á 
Santa  Elena  para  estudiar  mas  detenidamente  las  fuentes,  su  caudal  de  agua  y  otras 
circunstancias,  y  llevé  á  Guayaquil  4  barriles  de  agua,  con  que  hicimos  ensayos  en  gran 
escala,  notando  desde  luego,  que  el  bromo  no  se  hallaba  en  tanta  cantidad  como  la  aná- 
lisis indicaba.**)  Pero  no  pudiendo  practicar  en  Guayaquil  (por  falta  de  un  buen  labora- 
torio) una  análisis  completa  y  exacta,  rogamos  al  señor  A.  Raimondi  en  Lima  que  haga 
este  trabajo,  quien  lo  ejecutó  escrupulosamente  y  con  una  gran  cantidad  de  agua  que 
mandamos.  —  Nuestro  trabajo  quedó  sin  resultado  práctico,  porque  en  aquella  misma 
época  habia  bajado  el  valor  comercial  de  los  yoduros  y  bromuros  muchísimo,  por  haberse 
hallado  en  grandes  cantidades  en  algunas  salinas  de  Alemania  y  en  el  salitre  de  Chile, 
de  manera  que  una  empresa  establecida  en  Santa  Elena  bajo  circunstancias  difíciles,  no 
podia  entrar  en  competencia,  aunque  la  cantidad  de  bromuro  según  las  nuevas  análisis 
quedaba  todavía  bastante  considerable.  El  resultado  científico  de  nuestro  empeño  es  la 
análisis  exacta  de  Raimondi,  que  comunicamos  aquí. 

*)  «Estadio  sobre  algunas  aguas  minerales  del  Ecuador»  (Quito,  1876),  pág.  86. 
*•)  El  error  que  existe  en  la  análisis  de  Quito,  se  explica  por  la  advertencia  que  la  acompaña: 
« Advirtiéndose  durante  la  anáiut*  la  presencia  de  bromo  y  yodo  en  el  agua,  y  resultando  la  suma  de 
los  ingredientes  calculada  bajo  la  suposioion  de  que  el  precipitado  obtenido  por  el  nitrato  de  plata 
era  solo  clorido,  notablemente  inferior  á  la  cantidad  del  residuo  de  la  epavoraciou:  se  volvió  á  re- 
petir la  determinación  de  todos  los  tres  halógenos  con  la  cantidad  cortUima  de  agua  que  habia  todavía 
sobrado.» 


634 


ANOTACIONES  Y  StTPLHMBNTOB. 


í°.  Análisis  elemental 

En  un  litro  de  agua  filtrada  hay: 
Yodo gramos  0,07400 


Bromo 
Cloro  .  . 
Calcio.  . 
Sodio  .  . 
Potasio  . 
Aluminio 


w 


0,25694 

7,95166 

2,40000 
2,39900 

0,27995 
0,00878 


2°.  Celado  de  loe  eombmmedonss. 

En  un  litro  de  agua  existe: 
Yoduro  de  calcio gramos  0,08665 


Bromuro  de  calcio . 

Cloruro  de  calcio    . 

Cloruro  de  sodio.   . 

Cloruro  de  potasio . 

Cloruro  de  aluminio 

Áesto  se  agrega  el  depó- 
sito obtenido  en  la  fil- 
tración del  agua: 

Carbonato  de  cal    .  •  .  . 

Carbonato  de  magnesia    . 

Oxido  de  fierro   .  .  .  .  . 

Sílice 


0,81992 
6,44547 
5,87262 
0£S380 
0,01829 


n 

•9 


<M>*60 
0,0057 
0,0110 

ofim 

18,86615 


29.  (Pág.  305.) 

Sal  de  Ibarra.  —  Salitre  de  Liatacunga.  —  Sal  de  Tomavela,  —  En  su 

«Memoria  sobre  las  salinas  yodíferas  de  los  Andes»  (Viajes  científicos  £  los  Andes  ecua- 
toriales, pág.  121)  dice  el  señor  Boussingault: 

«EL  terreno  arenoso  que  rodea  el  Cotacachi,  se  impregna  de  sal  hasta  la  profun- 
didad de  algunas  pulgadas.  Esta  arena  se  reooje,  se  lava,  y  luego  se  amontona  de 
nuevo,  hasta  que  la  superficie  se  cubre  otra  vez  de  saL  Entonces  se  somete  á  la  misma 
operación,  y  así  sucesivamente.  Generalmente  se  cree  en  Mira,  que  la  sal  se  forma  es- 
pontáneamente por  la  acción  atmosférica.  Fúndanse  en  que  solo  la  superficie  del  suelo 
está  salada,  y  en  que  la  tierra  lavada  produce  de  nuevo  sal,  luego  que  se  deja  expuesta 
al  aire  por  algún  tiempo,  y  en  que,  apesar  de  haber  sido  trabajadas  largo  tiempo  estas 
antiguas  salinas,  sus  productos  no  disminuyen.  Considero  estas  ideas  generalmente  ad- 
mitidas como  inexactas,  y  los  hechos  que  sirven  de  fundamento  para  creer  que  la  sal 
se  forma  en  virtud  de  acción  atmosférica,  me  parecen  insuficientes  del  todo.  Es  cierto 
que  la  superficie  del  suelo  aparece  muy  salada,  pero  también  lo  es  que  basta  una  ex- 
periencia muy  sencilla,  para  reconocer  que  el  terreno  contiene  cloruro  de  sodio  hasta  una 
profundidad  de  5  á  6  pulgadas,  y  no  tengo  duda  que  todo  este  terreno  aluvial  de  Mira 
está  penetrado  de  una  tijera  cantidad  de  sal,  y  es  muy  natural,  que  á  causa  de  la  pro- 
piedad trepadora  (grimpante)  de  las  sustancias  salinas,  la  sal  suba  á  cristalizar  y  se 
concentre,  por  decirlo  así,  en  la  superficie  del  suelo  en  la  parte  mas  cerca  de*  la  arena. 
Por  lo  que  hace  la  reproducción  de  sal  en  las  tierras  ya  lavadas,  ella  prueba  únicamente 
que  estas  tierras  no  fueron  despojadas  la  primera  vez  de  toda  la  sal  que  contenían,  como 
es  fácil  manifestarlo  examinando  las  arenas  que  acaban  de  lavarse,  y  de  sacarse  de  las 
pipas  y  especie  de  odres  grandes  que  sirven  de  filtros.  He  insistido  en  la  necesidad  de 
refutar  la  opinión  adoptada  sobre  la  formación  de  la  sal  de  mar  en  Mira,  porque  del  otro 
lado  del  Ecuador  explican  del  mismo  modo,  fundándose  sobre  hechos  igualmente  mal  ob- 
servados, la  formación  del  nitrato  de  potasa,  que  se  vé  en  las  llanuras  que  rodean  la 
villa  de  Latacunga.  Es  en  verdad  difícil  de  explicar  la  formación  del  nitrato  de  potasa, 
de  que  está  impregnado  el  suelo  en  estas  llanuras,  pero  ciertamente  no  es  menos  extra- 
ordinario ver  esta  arena  de  piedra  pómez  mezclada  íntimamente  al  nitrato  de  potasa,  que 
encontrar,  como  sucede  en  Tarapaca  en  el  Perú,  un  criadero  considerable  de  nitrato  de 
sosa  en  la  arcilla  6  un  producto  tan  cargado  de  ázoe,  como  lo  es  la  sal  amoníaco  que 
sale  de  algunos  volcanes.  El  terreno  salífero  de  Mira  ofrece  la  particularidad  de  ocupar 
una  extensión  circunscripta  en  medio  de  la  llanura  inmensa  de  Cotacachi,  apesar  de  ser 
el  terreno  que  la  rodea,  absolutamente  de  la  misma  naturaleza.» 

«Hallé  que  la  aluvión  salada  del  Mira  descansa  sobre  una  traquita  de  pasta  piro- 
xénica  y  cristales  de  feldespato  vidrioso,  como  puede  observarse  distintamente  en  el  álveo 
profundo  del  torrente  de  Ambi.  Como  de  las  traquitas  del  Puracé  y  de  Pasto  manan 
fuentes  de  agua  salada  yodífera,  idéntica  á  la  que  produce  en  Mira,  nada  de  aventurado 
tendría  la  hipótesis,  que  atribuiría  el  origen  de  la  sal  de  Mira  á  fuentes  saladas  que  na- 
cerían en  la  roca  tr  aquí  tica,  que  sirve  de  base  al  terreno  aluvial  que  se  beneficia.    Al 


SALINAS.  635 

uso  continuo  de  esta  sal  deben  los  habitantes  de  la  provincia  de  los  Pastos  el  privilegio 
de  carecer  del  coto,  que  á  la  altura  considerable  (cerca  de  3000  metros)  de  esta  comarca, 
llamada  por  M.  de  Humboldt  el  Thibet  de  la  América  meridional,  es  endémico  cuando 
no  se  usa  de  la  sal  yodífera.  En  los  alrededores  de  Quito  comienzan  ya  á  verse  cotos, 
justamente  en  donde  á  la  sal  de  Mira  se  sustituye  la  de  Punta  Santa  Elena.  Esta  sal, 
que  como  todas  las  de  mar,  es  yodífera,  pierde  esta  cualidad  luego  que  se  trasporta  á 
grandes  distancias  en  el  interior,  porque  las  sales  delicuescentes,  que  son  precisamente 
las  que  contienen  el  yodo,  se  eliminan  en  el  trasporte.  El  terreno  de  Quito  no  carece 
de  salinas  yodíferas,  pero  el  bajo  precio  de  la  sal  de  la  mar  del  Sur  no  permite  traba- 
jarlas con  provecho,  y  solo  cuando  el  coto  hace  progresos  muy  rápidos,  en  que  los  en- 
fermos hacen  uso  de  la  salina  yodífera  de  Tomabela,  ceroa  de  Guaranda,  que  está  si- 
tuada justamente  á  la  base  del  Chimborazo.» 

Las  salinas  de  «Tomabela» ,  de  que  habla  el  señor  Boussingault,  no  son  otras  que 
las  del  pueblo  de  Salinas  (anejo  de  Simiátug)  al  N  de  Guaranda.  La  sal  extraída  de  las 
fuentes  saladas  contiene  en  efecto  yodo,  pero  en  cantidades  tan  pequeñas  que  en  las  aná- 
lisis ordinarias  no  puede  determinarse.  Por  lo  demás  la  composición  de  esta  sal  es  según 
el  P.  L.  Dressel  la  siguiente: 

Cloruro  de  sodio 88,0834 

Cloruro  de  calcio 1,5408 

Cloruro  de  magnesio 0,5326 

Sulfato  de  sodio 3,3031 

Sulfato  de  potasio '.    0,0013 

Agua 7,2171 

100,6783. 

El  mismo  profesor  dá  también  otro  cálculo  de  la  análisis  elemental,  considerando  la 
magnesia  como  unida  con  ácido  sulfúrico  (sulfato  de  magnesia)  y  considera  esta  segunda 
combinación  como  la  mas  probable: 

«He  calculado  las  sales  que  componen  la  sal  de  Tomavela,  de  dos  maneras,  por  no 
saber,  á  qué  temperatura  se  haya  verificado  la  evaporación.  Pues,  si  esta  se  ejecutó 
en  calor  menor  de  15°,  habrá  sulfato  de  magnesio  y  se  ha  de  tomar  la  primera  lista  por 
la  expresión  verdadera  de  la  sal;  mas  si  la  temperatura  era  mayor  de  15°  los  ingre- 
dientes serán  los  de  la  segunda  serie  (con  cloruro  de  magnesio).  Siendo  la  temperatura 
media  de  Salinas  de  solo  7,5°  C,  la  primera  suposición  tiene  mayor  probabilidad.»  (Es- 
tudio sobre  algunas  aguas  minerales  del  Ecuador,  pág.  16.) 

A  esto  hay  que  advertir,  que  la  evoparacion  se  hace  en  Salinas  sobre  el  fuego  ar- 
tificial, de  consiguiente  con  una  temperatura  mucho  mayor  de  15°  C.  —  He  medido  la 
temperatura  de  las  fuentes  principales  de  Salinas,  y  encontré: 

Fuente  principal 14°  C. 

Cando  grande 20°  „ 

Chaupi-cando 20°  „ 

Cando  de  abajo 15° 

Sigsig-cando 11 

Casa-huaico-cando  ....  11° 


» 

o 


Como  en  otro  lugar  he  dicho,  según  mi  opinión  nacen  estas  fuentes  en  el  terreno 
cretáceo. 

30.  (Pág.  307.) 

Aguas  niiiieraleg.  —  Extracto  del  *  Estudio  sobre  algunas  aguas  minerales  del 
Ecuador*,  por  Luis  Dressel  S.  J.    Quito  1876. 

Nota.  La  cantidad  de  las  sustancias  se  expresa  en  gramos,  contenidos  en  un  litro 
de  agua.    Se  guarda  el  orden  alfabético  como  en  la  obrita  citada. 

Alang'así.  Al  pié  del  cerro  volcánico  de  Haló.  Agua  de  sabor  agradable,  tem- 
peratura de  la  fuente  35°  C. 


636  AK0TACI01TB8  T  8UFLBM8HT0B. 

Cloruro  de  potasio 0,0006 

„        „    sodio 0,0067 

Bicarbonato  de  sodio 0,8122 

„  „   calcio 0,1766 

„  „  magnesio  .  .  .  0,3164 
„  „    hierro QflUb 

Alúmina 0,0076 

Sflice 0,2025 


1,5457. 
Baños.    Al  pié  del  Tunguragua.    Hay  varias  fuentes  de  diferente  temperatura  y 
de  diferente  composición. 

_1°.  Fuente  de  la  Virgen  de  Agua  Santa,  al  extremo  SO  del  pueblo;  nace  de  una 
pe7¡fi&na  cueva  de  la  roca  volcánica,  con  la  temperatura  de  64l/t0  C.  y  con  un  despren- 
dimiento fuerte  de  ácido  carbónico.    El  agua  tiene  reacción  alcalina  y  un  sabor  salobre. 

Sulfato  de  potasio 0,0273 

„       „    sodio 215670 

Cloruro  de  sodio 0,7188 

Bicarbonato  de  sodio (¿3183 

„  „   calcio 0Í8164 

„  „   magnesio.    .  .   .  2,5466 

„  „   hierro 0,0466 

Alúmina 0,0090 

Sílice 04900 

7,4400. 

2°.    El  Salado  de  Badcung.    £1  agua  de  la  fuente  tiene  un  sabor  á  tinta  (ferru- 
ginoso), y  la  temperatura  de  35%°  C. 

Sulfato  de  potasio 0,0887 

Cloruro  de  sodio. 0,0006 

Bicarbonato  de  sodio 0,8223 

„  „   calcio 0,1360 

„  „   magnesio.   .   .      0,2618 

„  „   hierro 0,1167 

Alúmina 0,0118 

Sílice 0,0863 

1,4664. 
3o.    una  fuente  en  el  vaüe  superior  de  Badcung.    Temp.  44°  C. 

Sulfato  de  potasio 0,0061 

„        „    sodio 1,1174 

„       „   calcio 1,4168 

„        „   magnesio 2,1987 

Cloruro  de  magnesio 0,0084 

Bicarbonato  de  magnesio  ....  1,4709 
Alúmina  y  óxido  de  hierro  .   .   .  0,0207 

Sílice 0,0128 

6,2518. 
Chimborazo.    Al  pié  sureste  de  este  cerro  y  en  terreno  de  la  hacienda  del  mismo 
nombre  se  hallan  dos  fuentes  minerales  de  distinta  composición  química.    La  temperatura 
de  ambas  fuentes  es  de  17°  C. 

1°.  Fuente  superior  (alcalina).  2o.  Fuente  inferior  («Cachi-huaico»). 

Cloruro  de  potasio 0,0005        Sulfato  de  potasio 0,0065 

„    sodio 0,7064  „         „    sodio 0,0222 

Bicarbonato  de  sodio 2,5405        Cloruro  de  sodio 0,0332 

calcio 0,6754       Bicarbonato  de  sodio 1,8954 

„    magnesio 0,2266  ,,  „    calcio 0,2699 

„    hierro 0,0199  „            „    magnesio    ....  0,0165 

Fosfato  de  aluminio 0,0027        Alúmina  é  hierro rastros 

Sílice 0,0360        Sílice 0,0470 

4,2080  2,2907. 


5J  J> 


AGUAS  MINEBALE8. 


637 


» 


»> 


Cotacachi.  Fuente  de  Yana-yacu,  con  una  temperatura  de  19,3°  C.  (según  Dressel; 
yo  la  encontré  en  27°  C). 

Sulfato  de  potasio 0,0048 

„        „    sodio 0,0236 

Cloruro  de  sodio 0,0394 

Bicarbonato  de  sodio 0,4219 

calcio 1,0821 

magnesio.    .    .    .  0,8544 

„  „    hierro 0,1463 

Fosfato  de  aluminio rastros 

Sílice 0,1613 

2,7338. 

Machachi,  En  la  cercanía  de  este  pueblo  existen  muchas  fuertes  minerales,  es- 
pecialmente á  las  orillas  del  rio  de  San  Pedro.  De  estas  fueron  alalizadas  4  de  la  ha- 
cienda «Calera»  y  dos  de  la  hacienda  «Tesalia». 

Io.  Fuentes  de  la  hacienda  Calera.  I.  Baño  de  la  Marquesa,  temperatura  de  26,2°  C; 
II.  Fuente  de  Juan.  Temp.  25,6°  C;  III.  Fuente  del  Salado  superior.  Temp.  20,7°  C; 
IV.  Fuente  del  Salado  inferior.    Temp.  23°  C. 

I. 

Sulfato  de  potasio 0,0850 

„        „    sodio 0,0852 

Cloruro  de  sodio 0,9454 

Bicarbonato  de  sodio 2,7234 

calcio 0,4872 

magnesio     .    .   .  0,9486 

„            „    hierro rastros 

Süice — 


j» 


j» 


» 


5J 


5,2748 


n. 

0,0010 
0,0289 
0,2236 
3,3987 
0,5388 
1,5823 
0,0054 
0,1130 
5,8917 


m. 

0,0013 
0,0735 
0,6227 
2,2746 
0,3793 
1,1684 
rastros 


IV. 
0,0007 
0,0665 
0,5092 
1,4664 
0,5629 
1,0037 
rastros 


4,5198 


3,6094. 


2o.    Fuentes  de  la  hacienda  Tesalia.    I.   El  hervidero  de  «Timpuc».    Temp.  22°  C. 
II.   Fuente  ferruginosa.    Temp.  24,3°  C. 

I. 
Sulfato  de  potasio   .   .       .  0,0035 

„   sodio 0,0623 

Cloruro  do  potasio  ....       — 

„        „   sodio 0,3144 

Bicarbonato  de  potasio  .  .  — 
„  „  sodio  .  .  .  0,3010 
„  „  calcio.  .  .  0,2556 
„  „  magnesio  .  1,7071 
„  „  hierro.  .  .  — 
Fosfato  de  aluminio  .  .  .  0,0455 
Sílice  .   * 0,0210 


II. 


0,0080 

0,0013 
0,4556 
0,1475 
0,8979 
0,0311 
0,0053 
0,0750 


2,7104 


1,6217. 


Nono*     I.    Fuente   de  la  quebrada   Caparrosa.    Temp.  28,7°  C. 
Potrero.    Temp.  25°  C. 

I.  n. 

Sulfato  de  potasio    ....      -  0,0226 

„        „   sodio —  0,0007 

Cloruro  de  potasio  ....  0,0052  — 

„        „   sodio 0,9042  0,6304 

Bicarbonato  de  sodio  .   .    .  0,4894  0,5300 

calcio.   .   .  1,4067  0,8203 

magnesio  .  0,6885  0,4518 

„  „  hierro    .   .  0,0773  0,0336 

Fosfato  de  aluminio    .   .    .  rastros  0,0090 

Süice 0,1570  0,1320 

3,7283  2,6804. 


II.    Fuente   del 


M 


»> 


» 


638  ANOTACIONES  Y  8UPLEMENT08. 

Otavalo.    1.   Fuente  de  Yana-yacu  en  San  Juan.    Temp.  26,2°  C.    II.   Fuente  del 
Salado,  á  la  orilla  del  río  Blanco  entre  Otavalo  y  Cotacachi.    Temp.  90,6°  C. 

I.  U. 

Sulfato  de  potasio   ....  0,0047  0,0016 

„        „   sodio 0,0026  0,0175 

Cloruro  do  sodio 0,0383  0,6413 

Bicarbonato  de  sodio  .   .    .  0,5300  2,0404 

„  „  calcio.   .   .  0,4537  0,8289 

„  „  magnesio  .  0,8697  1,6826 

„  „  hierro    .   .  0,0358  0,0807 

Fosfato  de  aluminio    .   .   .  0,0015  — 

Sílice 0,0207  0,1812 

1,9570  5,4742. 

Quilotoa.    Agua  de  la  laguna  en  el  cráter.    Temp.  16°  C. 

Sulfato  de  potasio 0,0479 

„        „  calcio 0,5634 

Cloruro  de  potasio 0,0068 

„        „   sodio 3,4910 

„        „   magnesio 2,0443 

Bicarbonato  de  magnesio ....  0,5803 

„  „  hierro 0,0275 

Alúmina 0,0538 

Sílice 0,0918 

6,9068. 

Quisaya.  Fuente  en  la  quebrada  «Asnac-paccha»  cerca  de  la  hacienda  de  Quisaya 
superior.    Temp.  18,7°  C. 

Sulfato  de  potasio 0,0081 

„        „  sodio 0,2188 

Cloruro  de  sodio 0,7010 

Bicarbonato  de  sodio 0,1870 

„  „  calcio 0,0810 

„  „  magnesio ....  0,1084 

„  „  hierro 0,0044 

Alúmina 0,0112 

Sílice 0,0373 

1,3572. 

San  Antonio.  Una  fuente  al  lado  izquierdo  del  rio  Pomasqui,  con  la  temperatura 
de  20°  C.  es  poco  mineralizada,  conteniendo  su  agua  solo  0,8889  gr.  de  sales.  Es  débil- 
mente ferruginoso-alcalina. 

Santa  Elena.    Fuentes  term.  de  San  Vicente.    Véase  el  análisis  en  el  Supl.  No.  28. 

Tumbaco.  Fuente  de  «Cunuc-yacu».  Temp.  27°  C.  El  agua  pertenece  á  las  indife- 
rentes termales,  conteniendo  solo  0,4357  sustancias  minerales ;  es  una  agua  potable  tibia. 

31.  (Pág.  307.) 

Aguas  de  la  provincia  del  Guayas.  —  Cuando  en  los  años  de  1882  y  1883 
me  ocupaba  con  la  cuestión  «Agua  potable  para  Guayaquil»,  estudié  muchas  fuentes  y 
rios  de  la  provincia.  Entre  otras  cosas  quería  saber,  si  las  aguas  salobres  de  los  ríos 
Puca,  Colimes  y  Magro  influyeran  considerablemente  en  la  potabilidad  del  rio  Daule. 
Recojí  el  agua  de  cada  uno  de  los  tres  tributarios  nombrados,  y  la  del  rio  Daule  en 
diferentes  puntos  desde  su  unión  con  el  rio  Peripa  hasta  Petrillo.  Creyendo  que  este  estudio 
no  careciese  de  interés  práctico,  voy  á  publicar  las  análisis,  que  á  mi  instancia  ejecutó 
mi  amigo  A.  Raimondi,  muy  versado  en  esta  materia,  en  su  laboratorio  en  Lima.  (V.  p.  640.) 
I.  Rio  grande  (Balzar),  arriba  do  su  confluencia  con  el  rio  Peripa.  Rio  de  agua 
cristalina,  correntoso.    Junio  1882. 


LAVADEBOS  DE   ORO.  639 

II.  Bio  Peripa,  algunas  cuadras  arriba  de  su  unión  con  el  rio  Grande.  Agua  crista- 
lina, correntosa.    Junio  1882. 

III.  Bio  de  Bálzar  (Daule),  enfrente  de  Balzar.    Junio  1882. 

IV.  Bio  Puca,  cerca  su  desembocadura  en  el  Daule.    El  rio  estaba  á  la  sazón  muy 
seco,  solo  canoas  pequeñas  traficaban  en  él.    Junio  1882. 

V.  Uto  Daule,  unido  con  el  rio  Puca,  media  legua  arriba  de  Colimes.    Junio  1882. 
VI.  Bio  de  Colimes,  algunas  cuadras  arriba  de  su  boca.    Estado  del  rio  como  el  del 

Puca.    Junio  1882. 
VII.  Bio  Daule,  unido  con  el  de  Colimes,  un  poco  arriba  de  Daule.    Junio  1882. 
VIII.  Bio  Magro.    La  boca  misma  estaba  completamente  seca;  algunas  cuadras  mas 

adentro  se  encontró  el  agua  estancada  en  pozos.    Junio  1882. 
IX.  Bio  nuevo,  tributario  principal  del  rio  Magro,  cerca  del  sitio  de  Zaruma.   El  rio 

llevaba  poca  agua.    Junio  1882. 
X.  Bio  Daule,  cerca  de  Petrillo  (en  el  Ñato).    Diciembre  1881. 
XI.  Bio  de  Boliche,  después  de  atravesar  las  tembladeras  y  sabanas.  Diciembre  1881. 
En  la  tabla  (p.  640)  las  cifras  expresan  el  contenido  de  las  sustancias  en  gramos  por  litro. 

32.  (Pág.  316.) 

Lavaderos  de  la  provincia  del  Azuay.  —  Hé  aquí  lo  que  escribí  en  1876 
sobre  el  empobrecimiento  aparente  de  las  minas  do  oro: 

«Se  oye  á  veces  la  queja  de  que  los  lavaderos  se  han  agotado,  y  de  que  ya  no  son 
tan  ricos  como  en  los  tiempos  de  los  indios  y  de  los  españoles.  Esta  queja  y  esta  opi- 
nión está  mal  fundada,  y  lo  cierto  es  solamente,  que  se  ha  acabado  el  espíritu  emprende- 
dor y  la  constancia  de  los  antiguos.  —  ¿Quién  ha  establecido  en  los  últimos  decenios 
un  trabajo  regular  en  los  lavaderos,  con  la  gente  necesaria,  en  bastante  extensión,  con 
los  auxilios  y  recursos  convenientes,  y  ademas  con  la  constancia  debida?  Nadie!  Si 
los  antiguos  sacaban  mucho  oro  de  los  lavaderos,  era  porque  trabajaban,  y  no  porque 
esos  eran  mas  ricos;  y  podría  decirse  lo  mismo  respecto  á  las  demás  minas.  —  Muchas 
veces  oia  preguntar:  ¿de  donde  tenian  los  indios  su  oro?  donde  existen  ó  existieron  las 
minas  tan  ricas,  que  dieron  esas  cantidades  de  oro  ¿  á  caso  se  habrán  agotado  ó  perdido  ? 
Yo  no  reparo  en  opinar,  que  la  mayor  parte  del  oro,  que  se  encontró  en  Cojitambo,  en 
Chordeleg  y  en  otras  huacas,  y  que  los  conquistadores  encontraron  entre  los  indígenas 
de  esta  provincia,  provenia  de  los  lavaderos  de  Nabon,  Sigsig  y  Collay,  sin  suponer  que 
estos  entonces  hubiesen  sido  mucho  mas  ricos  que  ahora,  y  sin  recurrir  á  la  hipótesis  y 
á  las  fábulas  de  las  , minas  tapadas'  etc.  Reflexionemos  un  poco  y  desaparecerá  lo  extra- 
ordinario de  la  antigua  riqueza  de  los  indios.  El  oro  no  salió  en  aquellos  tiempos  del 
pais  en  forma  de  moneda,  como  hoy  dia,  quedaba  comunmente  en  la  misma  provincia  ó 
á  lo  menos  en  la  corte  del  monarca,  y  servia  casi  exclusivamente  para  los  adornos. 
Ahora  bien,  aunque  cada  año  se  sacaba  una  pequeña  cantidad  del  metal  precioso  de  la 
tierra,  debia  aumentarse  muy  pronto  en  el  transcurso  del  tiempo,  y  en  las  cantidades 
crecidas,  que  encontraron  los  conquistadores,  debemos  ver  el  resultado  de  una  larga 
época.  Ademas  el  Inca  podia  disponer  arbitrariamente  sobre  un  número  cualquiera  de 
trabajadores  que  le  obedecían  con  gana  y  alegría,  y  aunque  cada  uno  diariamente  no  la- 
vase mas  oro  que  los  indios  actuales  de  Sigsig,  muy  pronto  un  ejército  de  indios  podia 
reunirlo  por  arrobas.  La  circunstancia  de  que  enterraban  tanto  oro  con  los  muertos  (en 
los  lugares  donde  lo  tenian)  comprueba  tan  solo,  que  para  ellos  el  oro  no  tenia  el  mismo 
valor  que  para  nosotros,  no  era  mas  que  un  adorno,  y  entre  ellos  este  sacrificio  no  era 
mayor  que  cuando  ahora  enterramos  al  difunto  con  un  hermoso  vestido.  —  Supongamos, 
que  los  indios  de  Sigsig  durante  algunos  años  todo  el  oro,  que  sacan  en  Ayon  y  Santa 
Bárbara,  en  lugar  de  convertirlo  en  plata  y  pan,  lo  guarden  y  lo  usen  solamente  entre 
si  como  los  antiguos,  en  forma  de  adornos  y  pequeños  utensilios  etc.,  en  poco  tiempo 
parecerán  tan  ricos  como  los  antiguos  habitantes  de  Chordeleg.  Y  si  todo  el  oro,  que 
desde  la  conquista  dieron  los  lavaderos,  hubiese  quedado  en  el  pais,  ¡qué  cantidad  fabu- 
losa existiría  ahora,  sin  que  haya  que  suponer,  que  las  minas  y  los  lavaderos  eran  mas 
ricos!  —  En  fin,  con  todo  esto  no  quiero  mas  que  sostener  mi  opinión,  de  que  los  lava- 
deros de  oro  en  la  Cordillera  oriental  probablemente  no  eran  mas  ricos  en  la  antigüedad 
que  ahora,  y  que  no  están  agotados,  excepto  naturalmente  los  lugares  escarbados,  que 
por  demás  no  hacen  ni  la  mitad  de  todo  el  terreno  aurífero.» 


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PLATINA.   —   ESMERALDAS.  641 

33.  (Pág.  324.) 

Platina*  —  La  platina  fué  descubierta  en  el  siglo  pasado  en  Sudamérica.  La 
primera  noticia  sobre  ella  llegó  á  Europa  en  1736  por  el  matemático  español  Antonio  de 
Ulloa,  que  la  encontró  en  la  arena  aurífera  del  rio  Pinto  en  Chocó.  El  químico  inglés 
Wat-son  analizó  en  1750  esos  granos  blancos  del  rio  Pinto,  y  descubrió  en  ellos  un  nuevo 
metal.  Por  lo  demás,  los  metalurgistas  sudamericanos  ya  se  habian  fijado  antes  en  esta 
sustancia  y  le  habian  dado  el  nombre  de  « Platina  del  Pinto  •  (diminutivo  de  plata) ;  pero 
no  conocían  ninguna  de  sus  propiedades,  excepto  el  gran  peso  específico,  la  creían  entera- 
mente inútil  y  aun  la  botaban  á  los  ríos  mas  hondos,  para  evitar  la  adulteración  del  oro. 
Los  antiguos  indios  de  la  costa,  mucho  antes  de  la  conquista,  no  solamente  conocieron 
la  platina,  sino  la  emplearon  en  las  aleaciones  con  oro  y  plata.  —  Solamente  desde  el 
tercer  decenio  de  nuestro  siglo  se  ha  generalizado  el  uso  de  la  platina,  sobre  todo  en  las 
fábricas  y  laboratorios  químicos,  en  que  ya  se  hizo  indispensable.  La  platina  es  mucho 
mas  rara  que  el  oro,  y  la  producción  anual  de  todo  el  inundo  no  pasará  de  50  quintales, 
á  los  que  la  Rusia  sola  (montes  Urales)  contribuyo  con  unos  40  y  la  América  del  Sur 
(el  Brasil  y  Colombia)  con  unos  5  quintales. 

34.  (Pág.  329.) 

Esmeraldas.  —  No  se  puede  poner  en  duda  lo  que  todos  los  antiguos  historia- 
dores refieren  sobre  las  muchas  y  grandes  esmeraldas,  que  se  encontraron  entre  las  tribus 
indígenas  de  estas  regiones  litorales,  como  también  en  el  tesoro  de  los  incas.  Así,  por 
ejemplo,  todos  están  conformes  en  contar  que  los  soldados  de  Al  varado,  cuando  pasaban 
en  1534  de  la  costa  al  interior,  recibieron  mucho  oro  y  muchas  esmeraldas  de  los  habi- 
tantes del  pais.  El  historiador  Vclasco  supone,  que  esto  sucedió  en  el  rio  Esmeraldas, 
no  duda  que  esas  piedras  fueron  productos  de  la  misma  comarca,  y  cree  que  desde 
entonces  el  rio  recibió  el  nombre  que  tiene  ahora.  Mas,  está  comprobado  por  documentos 
indisputables*),  que  el  pequeño  ejército  do  Al  varado  nunca  pisó  el  territorio  de  la  actual 
provincia  de  Esmeraldas,  que  se  desembarcó  en  la  bahía  de  Caráques,  se  dirijió  de  ahí 
á  Daule  y  «Chionana»  (hoy  hacienda  de  Chonana),  cruzando  la  provincia  de  Manabí,  y 
después  salió  por  despoblados  montes  y  por  los  páramos  nevados  de  Casalagua  al  gran 
camino  de  los  incas,  cerca  de  Ambato.  De  consiguiente,  aquellas  esmeraldas  fueron  de 
los  habitantes  de  las  actuales  provincias  de  Manabí,  Guayas  y  Los  Rios.  Pero  así  como 
nadie  dirá  que  las  esmeraldas  que  se  encontraron  entre  los  habitantes  de  Quito,  fueron 
sacadas  en  aquella  misma  provincia  del  terreno  volcánico  (que  no  puede  contenerlas), 
tampoco  no  se  puede  afirmar  que  en  las  provincias  litorales  haya  minas  de  esmeraldas, 
apoyándose  únicamente  en  que  los  habitantes  poseian  tales  piedras.  No  quiero  negar, 
que  ciertas  rocas  antiguas  (esquistosas)  de  la  cordillera  oriental  pudieran  alojar  esme- 
raldas, pero  no  existe  singuna  prueba  de  que  hasta  ahora  el  terreno  ecuatoriano  hubiese 
dado  una  sola  de  estas  piedras  preciosas.  Todo  cuanto  se  afirma  de  «minas  de  esme- 
raldas »,  se  reduce  á  suposiciones  y  conjeturas  sin  fundamento  positivo :  «  se  dice,  se  cree, 
se  supone»,  pero  nadie  comprueba,  y  finalmente  se  corta  el  nudo  gordiano  con  «las  minas 
tapadas  y  ocultadas  por  los  indios».  —  En  toda  la  provincia  de  Esmeraldas  (y  lo  que 
diré,  se  refiere  igualmente  á  las  demás  provincias  litorales)  no  existe  ninguna  formación, 
ninguna  roca,  que  pudiese  contener  minas  de  esmeraldas.  La  única  posibilidad,  que  puede 
imaginarme,  sería  que  tales  piedras  se  encontraren,  como  el  oro  corrido,  en  el  terreno 
de  acarreo,  es  decir,  arrastradas  y  traídas  de  lejos  y  de  otras  formaciones.  Pero  en  primer 
lugar,  los  rios  de  esos  sistemas  fluviales  no  atraviesan,  ni  en  su  curso  superior,  forma- 
ciones que  pudiésemos  considerar  como  criaderos  de  esmeraldas;  y  segundo  ¿porqué  ni 
una  sola  vez  se  encuentra  una  esmeralda  en  el  terreno  de  acarreo,  en  el  cascajo  de  los 
rios,  ó  en  los  lavaderos  de  oro?  Ciertamente,  en  este  caso  no  seria  posible  tapar  ú 
ocultar  las  minas,  siendo  el  terreno  tan  superficial  y  extenso,  como  tampoco  no  se  podría 
tapar  los  lavaderos  de  oro. 

Para  mi  la  mayor  parte  de  las  esmeraldas  que  tenían  los  indígenas  de  este  pais, 
provenían  de  las  minas  de  Colombia,  donde  se  explotan  hasta  el  día;  algunas  fueron  intro- 

*)  Véase:  «Apuntes  para  la  Historia  de  Quito,  por  P.  Herrera »  (Quito  1874),  pág.  22. 
Woi*F,  Eeuador.  41 


642  AYOTAGIOnS  T  SUSUDODROI. 

ducidas  taires  por  los  Incas  del  Sor,  cuyo  origen  ignoramos.  Existen  muchas  pruebas 
de  que  los  antiguos  indios  mantenían  un  vivo  comercio  y  cambio  de  producios  entre  sos 
tribus,  y  á  veces  con  las  muy  remotas.  Así  se  encuentran  en  las  buscas  de  lifiitnn  re- 
giones objetos  de  oro,  aunque  este  metal  no  se  baile  en  tomo  de  cien  leguas;  y  de  igual 
modo  pudieron  introducirse  piedras  preciosas  de  un  país  lejano  á  otro,  en  que  el  teiicao 
no  las  daba.  Los  indios  de  nuestras  costas  recibieron  de  los  de  Quito  la  obsidiana,  tuna 
especie  de  vidrio  natural  de  los  volcanes,  que  en  quichua  llaman  aya-eollqui  (plata  de 
los  muertos);  ¿por  qué  no  pudieron  recibir  de  tribus  del  Norte  las  esmeraldas?  —  Es 
muy  natural,  que  los  primeros  conquistadores,  al  encontrar  muchas  cismen  sidas  en  TfftiinW. 
supusieron  que  eran  productos  de  esta  misma  región,  y  cuando,  al  averiguar  por  su 
origen,  los  indios  les  indicaron  un  país  mas  al  Norte  (Colombia),  talves  ellos  entendiesen 
equivocadamente  la  provincia  mas  cercana  y  la  llamaron  la  de  Esmeraldas,  oon  cuyo 
nombre  se  ba  quedado  basta  ahora,  aunque  después  la  experiencia  no  haya  confinando  tal 
suposición.  Posteriormente  se  inventaron,  como  suele  suceder  en  casos  nfnqjantf>nL  «las 
tradiciones»  para  dar  una  explicación  plausible  al  nombre.  Pero  sea  lo  que  rucee  del 
origen  de  este  nombre,  lo  cierto  es  que  hasta  hace  poco  ha  dado  margen  4  conjetaras 
infundadas,  no  existiendo  como  no  existen  allí  minas  de  esmeraldas, 

En  la  parte  hidrográfica  de  esta  obra  he  demostrado  que  el  rio  de  Esmeraldas  se 
llamaba  en  la  antigüedad  india  rio  Chinto. 

35.  (Pág.  336.) 

Composición  mineralógica  y  química  de  las  andesttas.  —  No  siendo  po- 
sible entrar  en  esta  obra  general  en  estudios  petrográficos  detallados,  voy  £  indicar  los 
trabajos  especiales,  que  existen  sobre  la  constitución  petrográfica  y  química  de  las  rocas 
volcánicas  del  Ecuador,  para  que  los  interesados  puedan  consultarlos,  8i  cito  con  prefe- 
rencia trabajos  alemanes,  no  es  por  parcialidad,  sino  porque  con  pocas  excepciones  lucran 
petrógrafos  alemanes  los  que  se  ocuparon  con  estas  rocas. 

Abich,  JELf  Ueber  die  Natur  und  den  E««»wiinAiib«ig  der  vulkaniechen  Büdungen. 
Braunschweig  1841.  —  En  esta  obra  se  encuentran  las  primeras  — ^Huitr  de 
rocas  ecuatorianas,  colectadas  especialmente  por  Humboldi.  AMch  estudió  las 
andesitas  del  Chimborazo,  Cotopaxi,  Pichincha,  Tunguragua,  Píedra-pómei  de 
Latacunga  etc. 

Artopé,  G.  J.  A.,  Ueber  augithaltige  Trachyte  der  Anden.    Gottingen  1879. 

Bota,  G.  vom,  Einige  Gesteine  aus  dem  Hochland  von  Quito.  Ndrrh.  Ges.  £  Nat. 
u.  Heilk.  1873.  —  Análisis  de  los  feldespatos  del  Mojanda,  Puhüagua  y 
Pichincha. 

Boíh,  J.y  Ueber  die  Obsidian-  und  Perlitstrome  des  Guamaní  en  Ecuador.  Monatsber. 
d.  Kgl.  Ak.  d.  Wiss.  zu  Berlín.  1874. 

Bath,  G.  rom,  Beitrage  zur  Petrographie.  1.  Ueber  einige  Andesgesteine.  Zeitschr. 
d.  deutsch.  Geol.  Ges.  1875.  —  Estudios  sobre  los  feldespatos  de  las  ande- 
sitas ecuatorianas  (de  las  colecciones  de  Wolf). 

Gümbcl,  C.  W.j  Xachtrage  zu  den  Mittheilungen  über  die  Wassergesteine  von  Uru- 
guay, und  über  einige  süd-  und  mittelamerikanische  sog.  Andesite.  Sita.  d. 
raath.-phys.  Classe  d.  Kgl.  bayr.  Ak.  d.  Wiss.  1881. 

Bonney,  T.  G.t  Notes  on  the  microscopio  structure  of  some  rocks  firom  the  Andes  of 
Ecuador,  collected  by  E.  Whymper.    Proc.  Roy.  Soc.  1884. 

¿uyovic,  J.  M.y  Les  roches  des  Cordilléres.  París  1884.  —  Especialmente  según  las 
colecciones  de  Boussingault. 

Siemiraáski,  J.,  Ein  Beitrag  zur  Kenntniss  der  typischen  Andesitgesteine.  Dorpat 
1885.    También  se  halla  en:  X.  Jahrb.  f.  Min.  1886. 

Beiss,  W.,  und  A.  StÜbel,  Reisen  in  Südamerika.  —  De  esta  gran  obra  acaban  de 
salir  á  la  luz: 
Geologische  Studien  in  der  BepubKk  Colombia.  I.  Petrographie.  Io.  Die  vulca- 
nischen  Gesteine,  bearbeitet  von  Bichará  Küch.  Berlín  1892.  —  De  esta 
parte  tocan  al  Ecuador  solo  el  Chiles  y  el  Cerro  negro  de  Mayasquer. 
Das  Hochgebirge  der  Rcpublilc  Ecuador.  I.  Petrographische  Untersuchungen. 
Io.  West-Cordillore.  Die  Gesteine  vora  Pululagua  bis  Guagua-Pichincha,  be- 
arbeitet von  Bichará  Herz.    Berlín  1892. 


AVENIDAS  DE  LODO.  643 

36.  (Pág.  345.) 

H.  Kar8tenf  Die  geognostischen  Verhaitnisse  Neu- Granada  8.  Wien  1856.  —  Géo- 
logie  de  l'ancienne  Colombie  Bolivarienne ,  Venezuela,  Nou vello -Grenade  et 
Ecuador.    Berlín  1886. 

El  profesor  de  botánica,  doctor  H.  Karsten,  sostiene  en  su  segundo  trabajo ,  que  no 
es  mas  que  el  primero  algo  ampliado  con  materiales  ágenos,  con  mas  porfía  sus  ideas 
volcanológicas.  Refutarle  do  nuevo,  seria  trabajo  perdido,  á  lo  menos  respecto  á  él.  — 
La  polémica  sobre  las  corrientes  de  lava  se  encuentra  en  Zeitschrift  der  deutschen  geo- 
logischen  GeseUschaft  1872,  pág.  102  (carta  de  Wolf);  1873,  pág.  568  (carta  do  Karsten); 
el  mismo  año,  pág.  605  (carta  de  Reiss);  1874,  pág.  907  (carta  de  Reiss).  —  La  carta  última- 
mente citada  es  la  mas  importante,  cuyos  argumentos  el  señor  Karsten  jamas  ha  refu- 
tado ni  desvirtuado. 

37.  (Pág.  352.) 

Avenidas  de  lodo*  —  «¿De  dónde,  podemos  preguntar,  esas  inmensas  masas  de 
agua  y  lodo  en  las  erupciones?  —  Es  este  un  problema,  que  ya  en  tiempos  anteriores 
ocupó  á  varios  escritores,  y  hasta  hoy  dia  ocupa  á  muchos  geólogos  que  han  intentado 
resolverlo  de  diversos  modos.  En  Velasco  se  encuentra  un  pasaje  concerniente  á  esta 
cuestión,  el  cual  merece  ser  citado  entero,  porque  este  historiador  parece  uno  de  los  pri- 
meros, que  se  opuso  á  la  opinión  hasta  ahora  muy  general  en  la  América,  así  como  en 
la  Europa,  de  que  de  vez  en  cuando  toda  la  cubierta  de  nieve  de  un  volcan  en  pocas 
horas  pueda  convertirse  en  agua  por  el  calor  interior  de  la  montaña.  Es  verdad,  que 
Velasco  exponiendo  su  propia  teoría,  cae  en  otro  error,  talvez  aun  mas  grande.  Dice  así: 
«La  portentosa  é  increíble  inundación  de  agua,  que  arrojó  (el  Cotopaxi)  continuamente 
toda  la  noche,  creyeron  á  los  principios  que  fuese  de  toda  la  nieve  deshecha  con  haberse 
caldeado  el  monte,  porque  se  dejó  ver  al  otro  dia  todo  limpio  de  ella.  Discurso  no  de 
filósofos  sino  de  algunos  ignorantes ;  pues,  ni  toda  la  nieve  deshecha  era  capaz  de  hacer 
una  milésima  parte  de  las  aguas  que  arrojó,  ni  estas  se  hubieran  derramado  por  una  sola 
parte  como  lo  hicieron,  sino  en  circunferencia  por  todas.  Salieron  del  error,  cuando  sobre- 
viniendo las  aguas,  se  lavó  el  monte  de  la  ceniza  y  arena  que  lo  cubrian,  y  descubrió 
toda  su  nieve  empedernida,  á  excepción  de  la  gran  calle  que  abrió  desde  la  boca  en  la 
cumbre  hasta  su  pié.  Era  este  cauce  abierto  muy  profundo,  y  ancho  mas  de  una  legua, 
el  cual  no  se  vistió  de  nieve  en  algunos  años,  como  lo  observé  yo  mismo,  andándolo  hasta 
cerca  de  la  mitad.» 

Hablando  de  una  erupción  posterior,  vuelve  Velasco  al  mismo  toma,  para  proferir 
finalmente  su  propia  opinión:  «Es  cierto,  que  apesar  de  ser  uno  de  los  mayores  y  mas 
elevados  montes  americanos,  no  seria  capaz  de  contener  una  centésima  parte  del  agua 
que  arrojó  en  una  sola  erupción;  y  es  también  cierto,  que  todo  su  hielo  deshecho  no 
podría  causar  este  efecto ».  —  «Yo  fui  y  seré  siempre  del  dictamen,  de  que  aquellas  fueron 
aguas  del  mar  atraídas  por  los  anchurosos  conductos  subterráneos,  con  poca  filtración, 
según  lo  muestran  el  color  y  gusto;  y  que  la  causa  de  esta  atracción  violenta  no  es  otra 
que  la  rarefacción  del  aire  en  la  oquedad  del  monte.  Poca  filosofía  se  requiere  para  com- 
prender este  mecanismo  de  la  naturaleza  »  etc.  ¡  pero  una  fé  grande !  podríamos  exclamar.  — 
Velasco  explica  muy  bien  el  desaparecimiento  de  la  nieve  en  toda  la  montaña  por  una 

cubierta  de  ceniza  y  rapilli Las  cenizas  por  lo  común  no  son  llevadas  por  las 

lluvias,  como  supone  V.,  sino  antes  bien  sepultadas  debajo  de  la  nieve,  como  lo  han  no- 
tado algunos  observadores  perspicaces.  —  Si  V.  ademas  es  del  dictamen  que  toda  la  nieve 
y  hielo  del  Cotopaxi  no  bastaría  para  causar  inundaciones  tan  grandes,  en  esto  está  muy 
equivocado.  La  calle  profunda  y  ancha  que  describe  Velasco,  sin  duda  no  era  otra  cosa, 
que  una  corriente  de  lava,  que  excavó  su  cauce  en  la  nievo  y  en  el  hielo,  « y  la  cual  no 
se  vistió  de  nieve  en  algunos  años»,  porque  el  calor  se  conservó  tanto  tiempo  en  su 
interior.  Ahora  bien ,  reduzcamos  la  anchura  de  la  corriente  indicada  por  Velasco  (su- 
poniendo que  sea  exagerada),  á  la  mitad,  pongamos  para  el  largo  de  su  camino  por  la 
nieve  6000  pies,  y  para  las  capas  fundidas  de  hielo  y  nieve  solamente  el  espesor  de  30  pies, 
en  ese  caso  la  corriente  de  lava  debia  producir  una  cantidad  de  agua  que  pudo  inundar 
un  terreno  extenso,  y  reuniéndose  en  el  angosto  cauce  de  un  rio,  aun  arrebatar  un  buen 

41* 


644  AN0TACI0HB8  T  8üP£maHT08. 

trozo  de  Latacunga.  Con  todo  esto  no  hemos  tomado  en  cuenta  el  que  dicha  agua  puede 
convertirse  en  una  avenida  de  lodo  mucho  mas  voluminosa,  mezclándose  con  el  agua  las 
cenizas,  arenas,  rapilli,  escorias,  trozos  de  rocas  y  de  hielo  en  gran  cantidad,  como  en 
efecto  ha  sucedido  mas  de  una  vez.  ¡Qué  seria  de  la  provincia  de  Latacunga,  si  toda  la 
masa  de  hielo  y  nieve  que  cubre  el  Cotopaxi,  se  fundiera  en  una  sola  noche!»  —  Crónica 
de  los  fen.  volc.  y  terrem.  en  el  Ecuador  (Quito  1873),  pág.  38. 

88.  (Pág.  362.) 

Avenidas  de  agua  y  lodo.  —  Extracto  de  mi  t  Memoria  sobré  d  Cotopaxi  y  me 
última  erupción,  acaecida  el  26  de  junio  de  ¡877*.  (Guayaquil  1878),  pág.  21-36  y  29—38. 

t  La  efusión  repentina  de  una  enorme  cantidad  de  lava  candente  sobre  el  cono  del 
volcan  cubierto  de  espesas  capas  de  hielo  y  nieve,  no  pudo  verificarse,  sin  que  se  derri- 
tiese una  gran  parte  de  esas  capas.  En  un  mismo  momento  se  producían  en  todo  el  con- 
torno del  Cotopaxi  grandes  cantidades  de  agua,  que  como  torrentes  ó  cataratas  se  pre- 
cipitaban de  sus  empinadas  faldas.  Pocos  puntos  en  las  partes  medias  é  inferíoree  del 
nevado  quedaron  exentos  del  contacto  de  la  lava,  y  de  consiguiente  no  tomaban  parte  en 
la  formación  de  las  avenidas.  Pero  también  en  los  demás  lugares  el  derretimiento  de  la 
nieve  fué  muy  desigual,  según  la  cantidad  de  la  lava  que  la  tocaba,  y  según  que  esta 
se  excurria  ligeramente  en  los  declives  muy  pendientes,  ó  se  demoraba  en  un  terreno 

menos  inclinado En  el  último  caso»  excavaba  muy  anchas  y  profundas  calles  en  la 

nieve,  y  asi  producía  los  grandes  torrentes  de  agua.  La  observación  me  ha  demostrado 
claramente,  que  las  avenidas  en  cada  quebrada  están  en  razón  directa  con  la  magnitud 
de  las  calles  surcadas  en  el  hielo,  y  ademas,  que  la  calle  á  su  ve»  guarda  proporción 
con  la  masa  de  lava  ígnea,  que  por  ella  se  ha  escurrido.  Esta  observación  es  de  im- 
portancia para  la  explicación  del  origen  de  las  avenidas.  Solamente  una  ó  dos  quebradas 
pequeñas  en  el  lado  noreste  del  Cotopaxi  quedaron  en  esta  ocasión  libres  de  las  avenidas, 
todas  las  demás  participaron  de  la  inundación,  y  en  grado  mas  alto  las  que  se  dirigen 
directamente  al  Oeste  y  al  Este.  Las  aguas  duplicaron  su  volumen  y  fuerza  por  las 
sustancias  sólidas  que  recibieron,  cuales  son  peñascos  y  trozos  de  hielo,  pedazos  de  la 
lava  nueva,  piedra-pómez,  escorias  menores,  arena,  ceniza  etc. 

«La  quebrada  de  Manzanahuaico  tiene  en  su  parte  inferior  la  profundidad  de  unos 
cien  y  el  ancho  de  unos  sesenta  metros,  y  apesar  de  este  espacioso  cauce  no  cabía  la 
avenida  inmensa  de  lodo  y  piedras  que  se  precipitó  por  él;  se  desbordó  de  la  quebrada, 
una  parte  se  lanzó  al  Pucahuaico,  atravesando  la  loma  interpuesta,  otra  parte  llenó  toda 
la  quebrada  de  Manzanahuaico  hasta  el  Chanchungahuaioo,  del  que  venia  una  avenida 
semejante,  y  sinembargo  sobró  material  para  inundar  todo  el  arenal,  que  baja  á  los  llanos 
de  Planchas,  en  la  extensión  de  una  legua  cuadrada.  El  Manzanahuaico  es  solamente  una 
de  las  ocho  ó  nueve  quebradas  grandes,  que  bajan  á  las  llanuras  de  Latacunga,  y  que 
han  contribuido  en  proporciones  semejantes  á  la  inundación  general.  En  las  regiones 
superiores  la  mayor  parte  de  las  quebradas,  aunque  angostas,  tenían  profundidad  bastante, 
para  contener  las  avenidas,  pero  donde  entraban  en  las  llanuras  suavemente  inclinadas 
y  las  riberas  eran  bajas,  se  difundían  desenfrenadamente  sobre  campos,  potreros,  hacien- 
das, carreteras,  destruyendo  y  arrasando  todo  cuanto  encontraban  en  su  impetuoso  curso. 
La  vasta  planicie  entre  Callo  y  Latacunga  ofrecía  el  aspecto  de  un  gran  lago  conmovido 

por  una  borrasca  hasta  en  su  ínfimo  fondo» (Sigue  la  descripción  de  la  extensión 

de  la  avenida.)  «Este  lodo  no  podia  extenderse  tanto  en  sentido  lateral,  ya  por  la  incon- 
cebible rapidez  con  que  avanzaba,  ya  por  la  breve  duración  del  acontecimiento,  y  así 
corria,  á  manera  de  las  corrientes  de  lava,  limitado  lateralmente  como  de  una  muralla  ó 
de  un  alto  dique.  Según  las  averiguaciones  del  tiempo  en  que  la  avenida  llegaba  á  dife- 
rentes lugares,  se  puede  calcular,  que  desde  su  entrada  en  las  llanuras  de  Callo  y  Muíalo, 
por  término  medio  recorría  10  metros  por  segundo.  Tres  horas  después  de  su  llegada  á 
Muíalo  ya  destruyó  el  puente  por  el  rio  Pastaza  al  pié  del  Tunguragua,   que  dista  del 

pueblo  nombrado  unas  20  leguas  » (Sigue  la  descripción,  como  la  avenida  inundó  la 

ciudad  de  Latacunga  y  de  los  daños  causados.) 

« Muy  parecida,  aunque  no  tan  funesta  fué  la  avenida  que  del  Cotopaxi  se  dirigió  al 
Norte.  Verdad  es,  que  por  las  quebradas  del  lado  norte  y  noreste  bajaron  cantidades  de 
agua,  lodo  y  piedras  tan  considerables  y  aun  mas  grandes,  que  por  las  del  lado  de  Lata- 
cunga, pero  la  mayor  parte  de  los  materiales  y  los  mas  gruesos  se  depositaron  en  la 


AVENIDAS   DE  LODO.  645 

altura  de  los  páramos,  en  las  llanuras  de  Limpiopungo,  de  Saltopamba  y  del  Mutadero  » 

(Sigue  la  descripción  de  los  daños  causados  en  el  valle  de  Chillo.) 

« Las  avenidas  del  lado  oriental  no  pudieron  causar  estragos  tan  grandes  por  hallarse 
encajonadas  desde  su  principio  en  valles  angostos  y  hondos.  Después  de  su  reunión  en 
el  Vallevicioso  se  encaminaron  por  las  solitarias  selvas  del  Oriente,  y  muy  abajo  se  en- 
contraron con  el  pueblo  de  Ñapo.  Allí  perecieron  unos  veinte  indios,  y  muchas  casas  y 
las  chacras  de  los  indígenas  fueron  arrebatadas. 

«Muy  diferentes  y  en  parte  contradictorias  son  las  noticias  que  he  recojido  sobre 
las  calidades  que  tenian  las  avenidas  de  agua  y  lodo  durante  su  movimiento.  Unos  afir- 
man que  eran  frías,  otros  que  eran  muy  calientes,  los  primeros  alegan  en  su  favor  los 
muchos  trozos  de  hielo  llevados  á  la  distancia  de  10  leguas,  los  últimos  al  contrario  pa- 
los y  árboles  carbonizados.  Unos  dicen  que  el  agua  no  tenia  ni  sabor  ni  olor  particular, 
otros  que  era  muy  hedionda.  Creo  que,  fuera  de  los  árboles  carbonizados,  todas  las  demás 
observaciones  pueden  ser  exactas,  según  el  lugar  en  que  se  hicieron.  Lo  que  yo  mismo 
he  observado  en  los  depósitos  de  lodo  y  escombros  en  diferentes  puntos,  y  lo  que  deduzco 
de  mis  observaciones,  es  lo  siguiente.  En  todos  los  lugares,  que  se  hallan  encima  de  los 
límites  de  la  vegetación,  los  depósitos  no  contienen  ninguna  sustancia  orgánica,  compo- 
niéndose ellos  exclusivamente  de  los  materiales  que  se  encuentran  en  las  faldas  del  vol- 
can, especialmente  de  los  grandes  trozos  de  las  destruidas  corrientes  y  bancos  de  lava 
de  diversa  edad,  ademas  de  lava  nueva,  de  piedra  pómez,  de  arena  etc.  Solamente  desde 
los  puntos,  en  que  las  avenidas  entran  en  las  regiones  cubiertas  de  vejetacion,  se  mez- 
clan con  los  depósitos  restos  orgánicos  y  tierra  vejetal,  al  principio  en  escasa  cantidad, 
después  en  proporciones  mas  grandes,  y  con  particularidad  en  los  parajes  en  que  la  ave- 
nida removió  un  terreno  pantanoso,  como,  por  ejemplo,  en  varios  puntos  de  la  llanura 
entre  Callo  y  Latacunga.  Las  sustancias  hediondas  (despidiendo  hidrógeno  sulfurado)  no 
provenían  del  Cotopaxi,  sino  de  los  pantanos  que  la  avenida  cruzaba  y  removía  en  su 
curso.  Si  en  algunos  lugares  el  agua  ó  el  lodo  eran  muy  calientes,  se  explica  este  fenó- 
meno por  una  acumulación  local  de  calientes  trozos  de  lava  nueva,  los  cuales  por  su 
porosidad  y  por  el  aire  muy  caliente  en  sus  poros  eran  relativamente  livianos  y  por  esto 
se  depositaron  (como  la  espuma)  con  preferencia  á  lo  largo  de  las  márgenes  de  la  ave- 
nida, mientras  que  los  peñascos  de  las  lavas  antiguas,  compactas  y  pesadas  se  han  es- 
parcido con  mas  igualdad  sobre  todo  el  campo  del  aluvión.  Sinembargo,  en  general  el 
lodo  no  pudo  haber  sido  muy  caliente,  pues  en  primer  lugar  la  avenida  llevaba  una 
enorme  cantidad  de  trozos  de  hielo,  que  al  derretirse  la  enfriaban  continuamente.  Ade- 
mas las  personas  que  fueron  arrebatadas  por  la  corriente  y  escaparon  con  vida,  aseguran 
mas  bien,  que  el  agua  que  les  impelía  era  cuando  mas  lijeramente  tibia.  Por  lo  que  toca 
á  los  palos  carbonizados,  puedo  decir  que  los  pedazos  que  yo  he  visto,  se  hallaban  en 
un  estado  parecido  al  de  la  turba  ó  de  la  lignita,  y  es  indudable  que  provienen  de  un 
pantano  ó  de  una  ciénaga  en  que  mucho  antes  habian  sufrido  paulatinamente  esa  trans- 
formación. Muchas  plantas  arrancadas  de  raices  volvieron  á  retoñar  en  el  lugar  de  su 
deposición,  sobre  todo  la  cabuya  (Agave  americana) ;  es  así  pues,  que  ellas  no  pudieron 
ser  escaldadas  ni  mucho  menos  haber  flotado  en  una  masa  lodosa  que  fuese  capaz  de 
carbonizar  árboles!» 

«En  nuestro  campamento  (en  Planchas)  la  arena  volcánica,  ceniza  y  rapilli  medía 
un  medio  metro  poco  mas  ó  menos,  pero  ya  en  el  límite  de  las  nieves  tenia  esta  capa, 
que  cubrió  todo  el  cerro  uniformemente,  mas  de  un  metro,  y  hacia  mas  arriba  su  espesor 
iba  aumentándose  rápidamente,  saliendo  al  mismo  tiempo  la  arena  cada  vez  mas  gruesa 
y  convirtiéndose  los  ,rapilli'  en  trozos  grandes  de  lava  escoriácea  y  porosa.  Pues  bien, 
debajo  de  esta  capa  de  proyectiles  volcánicos  se  encubría  el  antiguo  manto  de  hielo  del 
volcan.  Solamente  en  las  calles  anchas,  excavadas  por  la  lava  ígnea,  se  ha  derretido  la 
nieve  y  el  hielo  granuloso,  y  aun  en  ellas,  según  parece,  no  siempre  hasta  la  peña  viva. 
Las  paredes  laterales  de  estas  calles  presentan  perfiles  verticales  de  hielo  de  10  á  15  me- 
tros. Pero  como  dichas  calles  se  hallan  medio  rellenadas  de  pedazos  de  lava,  de  arena 
y  ceniza,  de  trozos  de  hielo  recien  derrumbados,  en  fin,  de  escombros  de  toda  clase, 
aquellas  cifras  no  dan  el  verdadero  espesor  del  hielo.  En  algunos  puntos  favorables  de 
observación  al  lado  este  del  volcan,  calculamos  su  potencia  en  40  y  50  metros. 

« Muy  pronto  quedamos  convencidos  de  que  las  calles  encima  de  las  quebradas  pro- 
porcionaron las  grandes  cantidades  de  agua  que  formaron  las  avenidas,  y  de  que  las 
demás  partes  del  cerro  no  contribuyeron  á  ellas  sino  muy  poco.   Verdad  es  que  la  ceniza 


646  AHOTAClOinB  T  BUMJOfEHTOB. 

y  arena  eaKenU  y  los  demás  proyectiles  que  llovían  sobre  todas  las  partas  del  volean, 
pudieron  derretir  un  poco  de  nieve  en  la  superficie,  pero  esto  en  insignificante  y  sucedió 
en  parte  muchos  dias  antes  de  la  erupción  principal  (desde  Abril),  sin  que  por  salo  se 
hubiese  notado  una  creciente  de  los  ríos.    Cuando  finalmente  aconteció  la  nftinjim  de  lama 
ígnea,  esta  se  precipitó,  disolviéndose  en  grandes  terrones  y  podases,  por  toda*  las  Al- 
das del  cerro;  sinembargo,  en  donde  resbalaba  con  rapidez  sobre  la  capa  de  ceniza  ja 
depositada,  no  tenia  tiempo  de  derretir  la  nieve  debajo  de  ella.  Como  ya  queda  lupinoln 
mas  arriba,  las  grandes  masas  de  ella  se  reoojian  en  las  quebradas  y  en  los  hondones  y 
allá  excavaban  anchas  y  profundas  calles.  Ademas  debemos  tener  en  cuenta  que  las  ave- 
nidas no  se  producían  únicamente  por  el  calor  de  la  lava,  sino  que  el  agua  misma,  que 
se  había  formado  al  principio,  desde  luego  penetrando  en  las  hendiduras  y  j¿i  jolas  del 
hielo  desgajaba  grandes  pedasos  de  él  y  de  esta  manera  ayudaba  poderosamente  la  acción 
del  fuego.    Solamente  así  se  explica  la  posibilidad  de  que  grandes  trosos  de  hielo  pautaren 
ser  arrastrados  á  la  distancia  de  ocho  y  diex  leguas.  En  donde  algunos  terrones  «Minaba 
de  lava  de  un  metro  de  diámetro  quedaban  y  se  enfriaban  sobre  la  capa  de  arena,   no 
eran  capaces  de  derretir  la  nieve  debajo  de  ella  á  mas  de  medio  metro  de  profundidad, 
que  es  la  misma  que  tienen  los  hoyos  en  que  los  terrones  se  hallan  ahondados.    En 
donde  el  cerro  no  se  encuentra  surcado  de  las  calles  ya  muchas  veces  irimimnadas,  of- 
rece, también  encima  de  la  linea  de  las  nieves  perpetuas,  el  aspecto  oscuro  de  loe  are- 
nales inferiores  merced  á  la  cubierta  de  arena  y  ceniza,  y  á  primera  vista  el  viajero 
apenas  podría  creer,  que  está  sobre  bancos  de  hielo  de  40  metros  de  potencia.    Cuando 
después  de  algún  tiempo  el  Cotopaxi  se  cubra  de  nuevo  de  nieve  permanente,  se  con- 
servará la  capa  de  arena  entre  las  de  hielo,  como  un  monumento  duradero  de  la  erupción 
del  28  de  junio. 

t  En  Latacunga  era  opinión  general,  que  el  Cotopaxi  habia  perdido  toda  su  nieve  é 
hielo,  y  sinembargo  la  gente  creia  que  no  era  suficiente  para  causar  la  avenida  acuosa 
y  lodosa,  y  que  el  volcan  debía  haber  arrojado  necesariamente  agua  por  su  boca.  Muy 
distinta  se  formaba  nuestra  opinión  y  convicción  durante  nuestro  vüye  al  Cotopaxi.  —  No 
entraré  en  una  larga  discusión,  en  la  cuestión  del  origen  de  las  avenidas,  me  ceñiré  tan 
solo  á  pocas  advertencias. 

«Primeramente  se  tasa  en  menos  la  cantidad  de  hielo  que  cubre  el  Cotopaxi  y  que 
por  lo  regular  se  conoce  solamente  de  grandes  distancias  (¿cuántas  personas  han  subido 
hasta  ahora  al  cerro  no  á  uno  sino  á  diferentes  puntos,  para  hacer  el  estudio  exacto  de 
este  objeto  tan  esencial  en  la  cuestión  que  tratamos?);  ademas  muchas  veces  no  se  toma 
en  cuenta,  que  mas  de  la  mitad  de  las  avenidas  no  consta  de  agua,  sino  de  materiales 
sólidos  recibidos  por  ella;  finalmente  se  olvida,  que  el  aluvión  no  duraba  mas  que  una 
hora  (según  los  habitantes  de  Pedregal  solamente  una  media  hora).  —  Las  /Miles9  en  la 
nieve,  examinadas  de  cerca,  se  presentan  como  un  fenómeno  tan  grandioso,  que  ni  un 
momento  se  puede  dudar  de  que  ellas  solas  debían  proporcionar  agua  mas  que  suficiente 
para  formar  las  avenidas  é  inundaciones;  y  considerando  su  gran  número  y  sus  dimen- 
siones colosales,  hay  que  admirar  mas  bien,  que  sus  efectos  en  los  valles  no  hayan  sido 
mas  grandes,  y  se  explica  esto  solamente  por  la  circunstancia  de  que  tan  inmensas  masas 
de  arena,  piedras  y  escombros  quedaran  depositadas  en  las  altas  regiones  á  la  base  del 
volcan ;  circunstancia  á  que  sin  duda  se  debe  la  conservación  de  Latacunga  y  de  muchas 
haciendas  en  Chillo.  £1  Padre  Sodiro  ha  demostrado  matemáticamente,  que  la  tercera 
parte  de  la  nieve  que  cubrió  el  Cotopaxi,  bastaba  para  ocasionar  las  avenidas  acuosas 
del  26  de  Junio.  Las  suposiciones,  en  que  debía  fundar  su  cálculo,  son  en  parte  hipoté- 
ticas y  no  muy  seguras,  pero  casi  todas  hechas  en  su  desfavor,  especialmente  parece 
también  él  suponer  la  cantidad  del  hielo  menos  considerable  de  lo  que  es  en  realidad. 
Estoy  seguro  que  cualquiera,  por  mas  escéptico  que  sea  en  esta  materia,  estudiando  con 
nosotros  el  cerro  en  la  cercanía  y  por  todos  sus  lados,  convendría  en  que  el  hielo  que 
llenaba  antes  aquellas  calles,  bastaba  sobradamente  para  causar  por  su  derretimiento  casi 
instantáneo  las  avenidas  y  sus  efectos,  y  en  que  las  masas  de  hielo  que  se  han  conser- 
vado todavía,  serian  suficientes  para  ocasionar  á  lo  menos  diez  inundaciones  iguales  á  la 
del  2f>  de  junio. 

« Después  de  esta  exposición,  enteramente  conforme  á  los  resultados  de  otros  obser- 
vadores modernos,  parece  que  la  anticuada  opinión  ó  hipótesis,  según  la  cual  las  avenidas 
lodosas,  la  ,Moya'  de  Humboldt,  se  hubiesen  derramado  del  cráter  ó  de  unas  rajaduras 
laterales  del  cerro,  ya  no  necesita  de  una  refutación  ulterior.  Felizmente  en  esta  ocasión 
no  hubo  disputa  sobre  las  ,rajaduras'  en  el  cerro,  ni  entre  el  pueblo  ignorante,  porque 


ERUPCIONES  VOLCÁNICAS.  647 

esta  vez  no  quedaron  largas  y  coherentes  corrientes  de  lava  en  las  faldas  del  volcan,  que 
en  otras  ocasiones  daban  margen  al  cuento  del  ,cerro  rajado  de  arriba  á  bajo'.  Segura- 
mente del  cráter  mismo  no  salió  ni  una  sola  gota  de  agua  liquida.  La  nieve,  que  allí 
podia  haberse  acumulado,  debia  despedirse  en  forma  de  vapor  ya  desde  la  primera  erup- 
ción de  ceniza  en  Abril.  Aun  menos  concebible  seria  la  idea  de  que  las  aguas  hubiesen 
provenido  de  la  profundidad  del  canal  de  erupción ;  pues  todos  los  fenómenos,  que  prece- 
dieron la  erupción,  que  la  acompañaron  y  la  siguieron,  atestiguan  un  elevadísimo  grado 
de  calor  (al  menos  de  2,000°  C.)  en  el  foco  volcánico  y  en  el  canal  de  erupción,  de  ma- 
nera que  seria  del  todo  incomprensible,  cómo  el  agua  líquida,  aun  en  una  mezcla  pastosa, 
pudiera  llegar  de  la  profundidad  sobre  los  bordes  del  cráter,  sin  convertirse  instantánea- 
mente en  vapor  y  gas,  como  en  efecto  sucede  con  los  vapores  acuosos  lanzados  junta- 
mente con  la  ceniza  en  una  cantidad  fabulosa.*) 

« Cuando  se  tiene  ocasión  de  estudiar  las  avenidas  del  Cotopaxi  frescas  é  inmediata- 
mente después  de  una  erupción,  entonces  su  origen  y  desarrollo  y  todos  los  fenómenos 
que  las  acompañan  parecen  tan  sencillos  y  naturales,  que  uno  se  admira,  cómo  pudieron 
divulgarse  opiniones  tan  singulares  y  fantásticas  sobre  ellas.  En  mil  ocasiones  he  visto, 
que  en  cuanto  á  los  fenómenos  naturales  el  vulgo,  rechazando  las  explicaciones  naturales 
y  sencillas,  siempre  cree  y  cuenta  con  mas  facilidad  lo  mas  increíble  y  lo  mas  estraño, 
sobre  todo  cuando  ,1o  dice  el  Padre  Velasco'.  Pero  tiempo  es  que  á  lo  menos  las  perso- 
nas que  se  dan  por  ilustradas,  se  acuerden  que  las  ciencias  físicas  y  naturales  no  han 
quedado  estacionarias  en  mas  de  un  siglo,  y  que  tampoco  la  autoridad  de  Humboldt,  in- 
vocada hasta  el  abuso  tantas  veces,  no  es  infalible.  También  desde  el  viaje  de  Humboldt 
han  transcurrido  unos  80  años;  cada  hombre  por  grande  que  sea,  participa  en  algo  de 
los  errores  y  preocupaciones  de  su  tiempo,  y  se  sabe  que  Humboldt  desgraciadamente  ha 
eternizado  mas  que  una  fábula  de  Velasco  y  que  ha  recibido  en  sus  obras  con  nimia 
credulidad  varios  ,cuentos'  de  los  indígenas.**)  Muy  seguro  estoy,  de  que  Humboldt,  si 
hubiese  tenido  ocasión  de  presenciar  como  testigo  ocular  una  erupción  del  Cotopaxi  ó  la 
formación  de  una  avenida  acuosa,  nunca  habria  caido  en  la  idea  y  explicación  desgra- 
ciada de  la  ,Moya',  de  las  Reventazones  con  Preñadillas'  y  todo  lo  que  está  conexionado 
con  ellas;  ya  se  habria  dejado  mucho  antes  de  llamar  al  Cotopaxi  un  ,volcan  de  agua' 
y  de  derivar  el  lodo  de  su  cráter. 

«De  nuevo  debemos  ceder  al  señor  doctor  Reiss  el  honor  y  mérito  de  haber  acla- 
rado por  primera  vez  la  cuestión  sobre  el  origen  de  las  avenidas.  Lo  que  él  en  el  Coto- 
paxi sacó  mas  bien  por  conjeturas  y  combinaciones  acertadas  que  por  observaciones 
directas,  se  ha  confirmado  por  la  erupción  del  26  de  junio  de  la  manera  mas  espléndida. 
Podemos  considerar  la  cuestión  del  origen  de  las  avenidas  de  agua  y  lodo,  como  definitiva- 
mente resuelta.» 

39.  (Pág.  354.) 

Erupción  del  Pichincha  en  1582.  —  De  esta  erupción  no  existe  ningún  do- 
cumento, según  parece,  en  la  República  del  Ecuador,  ni  la  mencionan  los  historiadores. 
La  noticia  debemos  al  señor  Marcos  Jiménez  de  la  Espada,  quien  en  el  Boletín  de  la 
Sociedad  geográfica  de  Madrid,  tom.  XXIV  (1888)  publicó  un  artículo  bajo  el  epígrafe 
«(/tía  ascensión  al  Pichincha  en  J582».  Este  artículo  muy  interesante  contiene  noticias 
biográficas  sobre  Toribio  de  Ortiguera  y  un  extracto  de  su  obra  inédita,  intitulada:  «Jor- 
nada del  rio  Marañon,  con  todo  lo  acaescido  en  ella  y  otras  cosas  notables  dignas  de 
ser  sabidas,  acaescidas  en  las  Indias  occidentales  del  Perú,  dirigida  al  felicísimo  D.  Fe- 
lipe 3o,  Príncipe  Nuestro  Señor».  El  manuscrito  es  firmado  en  Sevilla  no  mucho  des- 
pués del  año  1585,  en  que  su  autor  regresó  de  las  Indias  á  España. 

Dicho  T.  de  Ortiguera  formó  parte  de  una  comisión  exploradora,  que  subió  al  cráter 
del  Pichincha  en  los  dias  28  y  29  de  Julio  del  mismo  año  de  1582,  pocos  dias  después 

*)  «Muy  bien  se  puede  concebir  la  existencia  de  agua  liquida  en  grandes  profundidades  junta- 
mente con  materiales  fundidos,  bajo  to  inmensa  pretion  de  mucha*  atmót/tra*]  pero  al  subir  esas  sustan- 
cias por  el  conducto  al  cráter,  cesa  mas  y  mas  la  presión,  y  finalmente  llegan  al  punto  en  que 
repentinamente  toda  el  agua  se  convierte  en  vapor,  y  á  su  fuerza  irresistible  se  atribuye  en  gran 
parte  la  trituración  de  la  ceniza  y  su  violenta  expulsión.» 

**)  «No  soy  yo  el  único  ni  el  primero,  quien  denota  estas  faltas  del  gran  viajero;  tiempo  hace 
que  otros  escritores  mas  competentes  las  lamentaban,  no  obstante  la  reverencia  que  le  tributan  con 
mucha  razón.» 


AXQVAXBDWm  t  nvun  - 


de  1»  erupción.    La  relación,  que  O.  di  de  esta  exoori  ion,  fumín  1111  agniuiiblc  luulrastc 
oon  1»  del  doctor  J.  Homaro,  emita  en  1660,  y  la  <n¡tl  be  publicado  en  el  apéndice  de 
mi  ■Crónica*.    Ortiguen  es  un  observador  perspicaz  y  describe  en  su  precioso  documenta 
el  Pichincha  y  bu  cráter  oon  mu  sencillez  y  precisión,  que  no  auliiiitaiiii»  *  ca*ooat- 
trar  en  loe  escritores,  de  aquella  época.   Lo  curioso  es,  que  el  cráter  del  vafea*  y  ea 
fondo  presento  en  1588  exactamente  las  ananaes  formas  y  aooádentos  que  noy, 
describen  loe  geólogos,  que  sn  nuestro  siglo  han  bajado  al  cráter.    De  rimáis; 
erupciones  posteriores,  inclusa  la  mas  grande  de  1660,  no  han  alterado  assaaaaa 
forma  de  la  boca  volcánica. 


40.  (P*g.  364.) 


Erupción  del  Tung-uragua  en  1880.  - 

N.  Martínez,  publicada  en  .La  Nación,  de  Guayaquil,  el  17  de  afano  os  1886  (tira.  1900). 

■  La  cantidad  de  lava  que  arroja  diariamente  el  Tunguragus  ea  n  n  iTaniasimplii  fa- 
bulosa; al  chocar  con  el  contrafuerte,  del  que  hablé  en  mi  primer  i 

parto  sigue  la  vía  de  Chonta-pamba:  lo  contrario  de  lo  que  sucedía  al  j 

vis  tiene  también  sn  ramificación:  el  un  brazo  cae,  siguiendo  ana  linea 

rio,  al  antiguo  puente  de  Cusua,  y  rellena  los  planos  que  están  sobre  el  barranco,  TJáanav- 

dos,  según  creo,  ,Chaca-ucu';  el  otro,  formando  una  curva  algo  extensa  desde  el  ponto 

de  bifurcación,  vi  a  depositarse  en  las  llanuras  de  la  hacienda  de  Chonta-pamba. 

■  Desde  el  26  del  pasado  basta  el  Ia  de  esto,  esta  vía  estaba  ocupada  por  una  cor- 
riente continua,  establecida  desde  el  cráter.  Este  cordón  de  fuego,  digámosla  así,  de  día 
era  visible  por  el  rastro  ó  reguero  de  vapores,  y  de  noche  por  aa  iluminación. 

■  La  lava  corre  muy  despacio  por  los  declivios  del  monto,  pasa  aunque  es  verdad 
qne  emplea  solo  de  cinco  á  siete  segundos  en  caer  i  plomo  del  filo  del  cráter  al  ponfo 
de  bifurcación,  de  aquí  hasta  Chonta-pamba  tarda  de  veinte  á  treinta  y  cinco  minntoa. 
Esto  lo  observé  el  12  del  pasado  en  varias  erupciones  que  se  sucedieron  por  la  moche. 

■  Tres  han  sido  las  emisiones  de  lava  mas  grandes  que  he  observado,  y  para  coya 
descripción  me  faltan  colores  bastante  vivos,  que  pudieran  dar  ligera  idea  de  lo  qne 
fueron.  ¡Espectáculos  grandiosos,  que  no  se  borraran  jamas  de  mi  memoria!  Acaecie- 
ron, la  una,  el  13  del  pasado,  á  las  7  y  SO  de  la  noche;  y  las  otras  el  88,  i  las  1  y  80 
de  la  tarde  y  á  las  9  de  la  noche. 

■  Algo  como  llamas  qne  se  levantaron  i  mucha  altura,  fué  el  j 
erupciones.    Las  bombas  se  formaron  en  cantidad  incalculable,  y  e 
creíble  rapidez,  cruzando  el  espacio  en  todas  sus  direcciones;  después  oaían  en  forma  de 
lluvia  en  todas  las  faldas  del  cono. 

"La  lava  después  de  cien  detonaciones  se  derramó  cubriendo  la  cima  del  cerro,  vi- 
sible desde  el  valle  de  Fatuto,  con  un  baño  incandescente,  que  al  bajar  formaba  ríos  de 
fuego,  que  serpenteando  iban  á  perderse  en  las  grietas  profundas  qne  surcan  la  mole 
del  gigante. 

■  El  mirador  del  Tunguragua  por  excelencia,  es  el  punto  denominado  la  , Chonta': 
célebre  ya  entre  los  innumerables  turistas  y  viajeros  que  han  visitado  el  volcan  y  lot 
lago»  formados  por  la  latía  en  los  ños  Patate  ¡/  Chambo.» 

41.  (Pág.  892.) 

Escala  tenuométrlca  de  Humboldt  y  Boussliigauít.  —  Humboldt,  á  quien 
sigue  Boussingault,  admite  para  la  zona  ecuatorial  {entre  los  seis  primeros  grados  de 
Latitud)  la  disminución  de  1'  B.  por  cada  90  toaos  de  elevación,  lo  que  corresponde  á 
1"  C.  por  219  metros.    Según  esta  fórmula  climatérica  la  escala  seria  la  siguiente: 


Altura. 
0  met. 


Temp.  media 


Altura 

Temp.  media.          Altura. 

Tnnp.  media 

1633  met.  ...  19°  C 

3066  met. 

.   .  12"  C. 

1752     , 

...  18" 

3286     „ 

11*  » 

1971     , 

...  17° 

3504     „ 

10°  „ 

2190     , 

...  16° 

3723     „ 

9°    n 

2409     , 

...  15° 

3942     „ 

8"  » 

2628     , 

...  14" 

4161      „ 

7°  » 

2847     , 

...  13° 

4380     „ 

*>"  » 

TEMPERATURA  MEDIA.  649 

Me  he  tomado  el  trabajo,  de  comparar  todas  las  temperaturas  medias,  que  cono- 
cemos en  el  Ecuador  en  diferentes  alturas,  con  esta  escala,  y  encontré  que  la  nuestra 
(Io  C.  por  200  metros)  en  general  coincide  mejor  con  las  observaciones.  En  la  región 
media  (2000—3000  metros  de  altura)  talvez  la  de  Humboldt  y  Boussingault  sirve  algo 
mejor,  pero  para  las  alturas  hasta  1000  y  sobre  3000  metros  es  menos  exacta  que  aquella- 
Si  debiera  establecer  la  escala  tan  solo  para  la  región  húmeda  hasta  1000  metros,  tomaría 
la  fórmula  de  Io  C.  por  150  metros,  que  correspondería  mejor.  —  Por  lo  demás,  Hum- 
boldt mismo  ya  reconoció,  que  no  se  podía  establecer  una  escala  general  y  válida  para 
todas  las  zonas  hipsométricas  y  que  no  existe  una  progresión  estrictamente  aritmética. 
«En  las  Cordilleras  de  los  Andes  se  vé  —  y  este  es  un  fenómeno  muy  curioso  —  que 
la  disminución  de  la  temperatura  se  retarda  entre  1000  y  3000  metros,  especialmente 
entre  1000  y  2500  metros  de  altura,  y  después  se  acelera  desde  3000  hasta  4000  metros.  . . . 
¿Deben  atribuirse  estos  fenómenos  únicamente  á  la  configuración  de  los  Andes,  ó  son  la 
consecuencia  de  la  acumulación  de  las  nubes  en  el  océano  atmosférico?»  (Klein.  Schr., 
Stuttgart  1853,  pág.  305). 

42.  (Pág-  392.) 

Método  de  Boussingault.  —  Véase  la  «Memoria  sobre  la  profundidad,  á  la 
cual  se  halla  bajo  la  tierra  la  capa  de  temperatura  invariable  entre  los  trópicos»,  que 
se  encuentra  en  los  «Viajes  científicos  á  los  Andes  ecuatoriales,  por  M.  Boussingault» 
(Paris  1849,  pág.  181). 

La  superficie  de  la  tierra  está  bajo  el  influjo  del  sol,  calentando  sus  rayos  el  suelo 
hasta  cierta  profundidad;  pues  la  temperatura  de  la  tierra,  bajo  esta  influencia,  se  cambia 
de  continuo  según  la  intensidad  de  los  rayos.  Los  períodos  de  este  cambio  se  distinguen 
en  unos  diarios  y  unos  anuales,  á  saber,  del  mínimo  de  la  temperatura  de  la  noche  al 
máximo  del  día,  y  del  máximo  frió  del  invierno  al  máximo  calor  del  verano.  La  vici- 
situd de  estos  períodos  decrece  hacia  lo  interior  de  la  tierra,  desapareciendo  finalmente 
en  la  profundidad. 

En  las  zonas  trópicas  cada  diferencia  desaparece  ya  en  la  corta  profundidad  de 
2—3  pies  bajo  la  superficie,  mientras  que  en  las  regiones  templadas  y  frias,  allende  los 
trópicos,  las  vicisitudes  diarias  desaparecen  en  la  profundidad  de  4— 7  pies  y  las  anuales 
en  la  de  40 — 80  pies.  Pues  la  profundidad  de  esta  región  ó  capa  llamada  variable,  de- 
pende de  la  altura  polar  ó  latitud,  ademas  de  la  diferente  conductibilidad  de  las  rocas,  y 
de  la  diferencia  termométrica  entre  las  estaciones  extremas.  Cuanto  mayor  es  esta  dife- 
rencia, tanto  mayor  profundidad  se  requiere,  para  mantener  constante  el  termómetro. 

El  calor  así  como  el  frió  hajan  muy  despacio  en  las  capas  de  la  tierra,  en  tanto 
que,  por  ejemplo,  en  la  zona  templada  el  máximum  del  calor  del  estío  (Julio)  no  llega 
á  la  profundidad  de  70  pies,  sino  en  el  mes  de  Diciembre,  y  el  mínimum  de  la  tempe- 
ratura del  invierno  (Enero)  no  tiene  lugar  sino  en  el  de  Junio.  Debajo  de  esta  capa  no 
se  siente  ningún  influjo  del  sol,  y  por  esta  razón  á  las  capas  mas  profundas  se  les  dá 
el  nombre  de  capas  de  temperatura  invariable  ó  constante,  por  no  sufrir  el  termómetro 
ninguna  alteración.  Este  instrumento  indica  la  temperatura  media  de  un  lugar  en  aquel 
punto  en  que  comienza  á  ser  constante.  He  aquí  un  método  muy  fácil  de  medir  la  tem- 
peratura media  de  cualquier  lugar  en  toda  la  República  del  Ecuador,  sea  en  la  costa 
ardiente  de  Guayaquil,  sea  en  las  mesetas  altas  y  frías  de  la  región  andina.  En  todos 
los  paises,  que  están  situados  entre  el  grado  10  del  Norte  y  el  10  del  Sur  á  entrambos 
lados  de  la  linea,  basta  observar  el  termómetro  enterrado  á  la  profundidad  de  un  pié, 
en  un  lugar  cubierto.  En  las  diversas  horas  y  diferentes  estaciones  la  temperatura  cam- 
biará apenas  de  */10  de  un  grado,  y  dentro  de  los  mismos  límites  será  idéntica  con  la 
temperatura  media  del  aire  en  el  lugar  respectivo.  —  Como  el  señor  Boussingault  era 
el  primero,  que  comprobaba  y  practicaba  este  método  en  gran  escala  en  la  América 
tropical,  se  le  dio  el  nombre  de  «método  de  Boussingault». 

43.  (Pág.  392.) 

Temperatura  media  del  año  de  algunos  puntos  de  la  República,  tomada  según 
él  método  de  Boussingault,  y  expresada  en  grados  del  termómetro  centígrado.  Según  los 
doctores  Beiss  y  Stübel. 


ANOTACIONES  Y   8UPLEHSNT08. 


1.  Ciudades. 
Nombre  del  Ivgur.        TlmPfr- 

Quito,  prov.  del  Pichincha  13,2° 
Esperanza,  lharra,  prov.  de 

Imbabura 16,0 

Latacunga,  prov.  de  Loon  .  14,2 
Atnbato,  „     del    Tun- 

guragua 15,3 

Kiobamba,  prov.  del  Chim- 

horazo 13,7 

Cuenca,  prov.  del  Azuay    .  14,6 

2.  Pueblo». 
Achiipallas ,     camino     de] 

Azuay 10,8 

Alone,  pié  del  Corazón  .  .  10,8 
Angainarca  tiu  (inauíbefia, 

prov.  de  León  ....  11,2 
Antonio  (San)  de  Llullum- 

baiiilja,al  norte  di.1  Quilo  16,0 
Alagues,  prov.  de  Cañar  .  15,5 
Hunos,  valle  del  rio  Pastaza  17,5 
Biblian,  prov.  de  Caflar  14,5 
i'jijüliiirnliiHliiikimtuí  viejo)  10,8 
Oalaealí,  ul  nwte  de  Quito  12,2 
Cañar.  pTOV  de  Cañar  .  .  114! 
Ochadas,  cerca  de  tí  ¡(bínuba  13,7 
Ohiigehilan.  piéuelQuilittoa, 

valle  del  rio  Toachi.  .  11,2 
Chunehi ,  pié  oeeidental  del 

Azuay 15,7 

Colaeaehi,  prov.de  Imbabura  15,2 
Ouaillabamba,  al  norte  de 

Quito 17,6 

Guamote,  prov.  del  Chim- 

borazo      12,2 

I, loa.     Cnpillahamba,     pié 

oriental  del  Pichincha.  11,5 
Muíalo,  pié  sur  del  Cotopaxi  13,0 
Pangor,  páramo  del  l'uyul  9,9 
Pallaianga,   lado   oecid.  del 

páramo  del  l'uyal .  .  .  17,4 
l*a|)allaeta,  camino  ú  Ñapo  9,U 
Perucho,  pié  del  Mojanda  .  19,11 
Pillare, prov.  delTiinguraguu  14,0 
Píntae,  pié  de  la  Cnrdillera 

oriental 13,0 

l'uemhii,  al  Xti  de  Quito  .  16,8 
Quinche,  pié  del  Pamba- 
marca   14,2 

Salinas,  prov.  de  Imbabura  19,7 
Salinas,  cerca  de  (iuaranda, 

prov.  de  lÍLdívaí'  7,5 

Sigch.is,  valle  del  río  Toachi   l;t,0 


2423 

1800 
2639 
3205 
2792 
3176 
2904 


3156 
L830 

2ií 17 


3549 
2928 
3238 
2925 
2874 


3.   Hacienda»  y 
¿fotuto  del  lugar.       T£¡J¡£' 

Alao,  hac.,  cerca  de  Fúngala  10,5° 
Alchipichí,  hac,  pié  del  Mo- 
janda     16,6 

Ana   (Santa)    de  Tiupullo, 

tambo 12,2 

Aullo,  -rea  de  Mocha     9,0 

Oaguaji,  hae..  valle  del  rio 

Chambo 15,0 

Ohánlag,  hac.,  cerca  de  Pifo  13,8 
Cha  palay,     hac,   cérea    de 

Riobamba 10,8 

Chaupi,  hac,  pié  del  lliniza  'J¿>. 
Chínalo,  hac,  al  Oeste  del 

Ilinmi  11,7 

i'hiii|iiilw"¡iii.i.|iuc,piéor¡en- 

tal  del  i'liimborazo  .  .  10,1 
Cocha  (La),   hac,  pié  del 

Baló ibfl 

Cocual  tamba,  caserío,  cerca 

do  Perucho  .    .    .  15,0 

Ciicliicaranuuni  Zúlela,  hac, 

prov.  de  Imbabura  .  .  13,4 
Curiburu,  cnaax,   cerca  de 

Guachalá        10,0 

Elias  (San),  hac.  pie  sur  del 

Colopaxi 9,7 

Florencio  hac,  camino 

de  Manabí 17,1 

Frutillas,  cusas,  falda  norte 

<M  Pichincha 10,2 

GarretaK    casan,  camino  de 

Manabí 12,2 

Guachalá,    hac,    cerca   de 

Tayanihe 13,7 

tiiiüilliilianiba,    hac,    cerca 

de  Kiobamba 11,5 

Guallaló,  caserío,  al  Oeste 

de  G.llaeochn  .  ,  .  .  8,9 
Igiñaro,     hac,     cerca     del 

Quinche 12,2 

Inca   (El),    hac,   cerca  de 

Puembo 12,8 

Inés  (Santa),  hac,  en  el  valle 

del  rio  Pastaza  ....  18,3 
Ingenio,  hac,  cerca  de  Ca- 

huasquí 19,2 

Ishubamba,    hac,  cerca  de 

Cebados 10,8 

I  tagua,  casas,  en  el  Pulul- 

agua. 12,8 

Jorge  |  San  |,  hac.  valle  del 

rio  Chimbo 18,6 

Lloa,    Sun    José,    hac,    pié 

sureste  del  Pichincha  .  12,3 
MiiLMhilciia,   hac,   cerca   de 

llwrrn 13.2 

Mindo,  hac.  de  San  Vicente  18,3 


Aliara* 

en  metros. 

3097 


3043 
334;'. 


2879 
3273 
3165 
1459 
3133 
2477 
2801 
2957 
3550 
2689 
■JHf.H 
1344 
2094 
3090 
2944 
1043 
27(13 


TEMPERATURA   MEDIA. 


G51 


Nombre  del  lugar.       TemPer- 

9  medta. 

Monjas,  hac,  Coltacocha    .  10,8° 
Orejuela,  caserío,  cerca  de 

Tuza 11,4 

Paluquillo,   hac,   cerca    de 

Pifo 11,3 

Pedregal,  hac.,  pié  del  Ru- 

miñahui 8,0 

Peguche,  hac.,  cerca  de  Ota- 

valo 17,5 

Perugachi,    hac,  cerca   de 

Otavalo 14,2 

Pesillo,   hac,   pió   del    Ca- 

yambe 10,7 

Pilahuin,  hac,  pié  norte  del 

Carihuairazo 10,5 

Pinantura,  hac,  pié  del  Sin- 

cholagua 10,0 

Pitaña,  hac,  faldas  occiden- 
tales del  Guamaní    .    .     8,8 
Playa   (La),   hac,   páramo 

del  Azuay 11,6 

Pucará  de  Reyes,  hato,  pá- 
ramo de  Piñan  ....     8,2 
Pucará  (Tambo  de)  ó  Llu- 

llucho,  cerca  de  Gua- 

randa 11,8 

Pululagua,    hac,   al   N   de 

Quito 14,3 

Tablón  de  Chiriboga,  hac, 

faldas  del  Guamaní  .    .     9,2 
Tambillo,  tambo  entre  Quito 

y  Machachi 13,8 

Tigua,  hac,  cabeceras  del 

rio  Toachi 11,0 

Tilicuchu,  hac,  pié  del  Ata- 
cazo  12,3 

Tubicachi,  hac,  pié  del  Mo- 

janda 13,4 

Tuno  (El),  casas,  cuesta  del 

rio  Chota 18,0 

Zobol,  hac,  pié  sur  del  Chim- 

borazo 9,8 

Zula,  hac,  cerca  de  Achu- 

pallas 7,9 


Alturas 
en  metros. 

3288 

2929 
2970 
3531 
255(5 
2645 
3156 
3406 
3142 
3360 
3044 
3331 

3024 
2508 
3380 
2802 
3466 
3152 
2800 
2395 
3278 
3568 


4.  Hatos,  tambos  y  puntos  inhabitados. 

(Sin  agricultura.) 

Nombre  d.l  lugar.       TemPer-  ^"J" 

medta.  en  metros. 

Antisana,  hato 5,1°        4075 

Antisanilla,  hato,  vaquería    7,7         3797 

Chalupas,  hato,  pié  sur  del 

Quilindaña 6,9         3664 

Corredormachai,  cueva,  fren- 
te al  Saraurcu  ....     7,0         3895 

Cunucyacu,    ovejerías,   pié 

norte  del  Carihuairazo.     7,8         3670 


Nombre  del  lugar.       TemPfr- 

*  media. 

Dormida  (La),  chozas  al  pié 

sur  del  Cayambe  .    .    .     8,0° 

Hornoloma ,  ovejería ,  pié 
norte  del  Cotopaxi    .    .    .     7,0 

Isco  (Kl),  Antisana  ....     9,2 

Leigua,  ovejería,  Cordillera 

al  Oeste  del  Chimborazo    4,9 

Llavepungo,  hato,  pié  norte 

del  Cotopaxi 8,0 

Mulacorral,  hato,  cerca  de 
Pujilí  (límite  superior 
de  la  cebada) 7,7 

Muyumcuchu  ó  Baños,  hato, 

Sur  del  Cotopaxi  ...     7,4 

Papallacta,  hato  y  tambo  .     6,9 

Quinchucajas,  hato,  Pamba- 
marca  8,9 

Rumipungo,  choza,  pié  este 

del  Quilindaña  ....     7,1 

Savañag,  hato,  pié  del  Iguá- 
lala          tj) 

Sesgon,  tambo,  pié  sur  del 

Chimborazo 8,0 

Totorillas,    tambo,    camino 

real  del  Chimborazo.    .     6,5 

Vallevieioso,  hato 8,0 

Yasipang,  choza,  camino  al 

Sangay 7,4 

Los  bosques  del  oriente. 

La  Jibaría  del  Píntuc,  cerca 

de  Canelos 20,4 

El  suelo  del  bosque ....   19,5 


Alturas 
en  metros. 

&581 

3784 
3459 

4007 

3430 

3774 

3596 
3505 

3560 

3<>08 

3443 

3520 

3910 
3608 

3358 


981 
1017 


Algunas  observaciones  antiguas  de 
Humboldt,  Boussingault  y  Hall. 

Temp.  AUura   o&serr. 
medta. 

Alausí 15°  C.  2430  m.  Humb. 


Ambato 16,1  2679 

Antisana,  hato  ...     4,4  4072 

Antisana,  nevado  .    .     1,7  5460 
Baños,  pié  del  Tun- 

guragua  .    .    .       16,7  1909 
Callo,  ruinas,  hac,  pié 

del  Cotopaxi  .   .   12,2  3160 

Cuenca 15,6  2632 

Esmeraldas 27,6  0 

Guaranda 15,0  2722 

Guayaquil 26,0  0 

Ibarra 17,2  2276 

Latacunga 15/)  2861 

Límite  de  la  nieve 
perpetua  en  ge- 
neral     1,6  4800 

Loja 18,0  2090 


Bouss. 
Humb. 
Bouss. 


»» 


5> 

Humb. 
Hall. 

Bouss. 


j» 


»» 


Humb. 


>» 


652 


ANOTACIONES  Y  SUPLEMENTOS. 


Nombre  del  lugar,  Tem*'  Altura. 

mea. 

Páramos  en  general    8,5  3500 

Pasto  (Colombia)  .    .   14,7  2616 

Pinantura,  hacienda.  11,1  3155 

Quito 15,2  2910 

Id ¡lie*)2908 

Riobamba 16,4     2870 


Observ. 

Humb. 
Bouss. 

5> 

Humb. 
Bouss. 


Nombre  del  lugar.  T™*'  Altura. 

Tomependa,  boca  del 

Chinchipe    .    .   .  25,8  390 
Tulcan,  provincia  de 

Carchi 12,9  3019 

Tumaco  (Colombia)  .  26,1  0 

Tusa,  prov.  de  Carchi  11,0  2943 


Observ. 

Humb. 
Bouss. 


44.  (Pág.  434.) 

Cacao.  —  Para  formarse  una  idea  del  aumento  sucesivo  del  cultivo  de  cacao  y  de 
la  desigualdad  de  las  cosechas,  sirva  la  tabla  siguiente,  que  hemos  sacado  de  la  a  Revista 
del  Mercado  de  Guayaquil»,  de  la  casa  de  Martin  Reinberg  y  Co. 


Entradas  de  todas  clases  de  Cacao  & 

Año.  Quintales. 

1840 142669 

1841 114102 

1842 67090 

1843 154634 

1844 85741 

1845 97290 

1846 112020 

1847 120736 

1848 210074 

1849 142347 

1850 110660 

1851 95670 

1852 139655 

1853 132430 

1854 109921 

1855 150897 

1856 133736 

1857 147659 

1858 198187 

1859 136187 

1860 167617 

1861  186781 

1862 160261 

1863 164011 

1864  114506 

1865 142671 


Guayaquil  durante  los  últimos  52  años. 

Año.  Quintales. 

1866 225077 

1867 197260 

1868 212355 

1869 173492 

1870 233144 

1871 172422 

1872 187238 

1873 245969 

1874 247493 

1875 103500 

1876 220993 

1877 205307 

1878 103309 

1879 315341 

1880 338802 

1881 223082 

1882 189046 

1883 150145 

1884 180100 

1885 244588 

1886 .  384760 

1887 334170 

1888 276721 

1889 246373 

1890 363917 

1891 210806 


45.  (Pág.  448.) 

ltegioii  interandina.  —  «Apuntes  sobre  la  vegetación  ecuatoriana»,  por  L.  Sodiro 
((Juitu  1874),  pág.  26. 

««La  zona  subandina  no  presenta  el  mismo  interés  que  las  anteriores,  ya  sea  con 
respectu  á  la  riqueza  y  variedad,  ó  ya  se  considere  el  aspecto  fisonómico  de  su  vege- 
tación. Esta  carece  al  mismo  tiempo  de  las  proporciones  aventajadas  y  lozanas,  que  se 
admiran  en  la  de  las  inferiores  y  de  las  formas  elegantes  que  se  presentan  en  la  superior. 
Su  aspecto  complexivo  es  monótono,  innoble  y  triste.  Es,  por  decirlo  así,  una  zona  de 
transición  de  la  tropical  á  la  alpina,  y  como  tal  participa  ó  mas  bien  resulta  de  lo  menos 


*)  Las  mas  veces  indica  H.   la  temperatura   de  14,4°  C. ;  el  segundo  dato  (15,6°)  se  baila  en 
las  tablas  isotérmicas,  que  acompañan  su  obra  «Kleinere  Scbriften»  (tab.  IV,  Nro.  384). 


FLOEA  ECUATORIANA.  653 

interesante  y  halagüeño  así  de  la  una  como  de  la  otra.  De  la  primera  recibe  los  ele- 
mentos raquíticos  y  casi  abortivos,  de  la  segunda  las  formas  mas  groseras  y  casi  mon- 
struosas. Este  estado  proviene  de  un  doble  orden  de  causas:  las  naturales  y  las  que 
llamaremos  accidentales  ó  arbitrarias.  Pertenece  á  las  primeras  su  considerable  altura, 
ya  que  asignándole  como  límite  inferior  la  elevación  de  la  altiplanicie,  que  se  extiende 
entre  Riobamba  y  Quito,  esta  seria  de  2800  m.,  elevación  que  excede  el  limite  inferior 
de  las  nieves  permanentes  en  la  cadena  de  los  Alpes.*)  En  consecuencia  de  esto  la 
temperatura  media  es  de  14°  C.  ó  poco  mas ,  demasiado  débil  para  fomentar  en  las  pre- 
sentes circunstancias  una  vegetación  mas  vigorosa.  Ademas  por  haber  sido  esta  (como 
lo  es  aun  al  presente)  la  zona  mas  habitada,  se  la  despojó  poco  á  poco  de  la  vegetación 
arbórea  que  antes  poseía,  se  la  redujo  á  campiñas  y  á  dehesas.  Los  vestigios  de  esto 
se  manifiestan  en  todas  partes,  y  se  debe  atribuir  á  la  circunstancia  de  que  los  dueños 
se  descuidaron  de  recompensar  el  suelo  de  las  sucesivas  pérdidas  sufridas,  el  que  ago- 
tándose en  él  paulatinamente  los  elementos  productivos,  se  haya  vuelto  inútil  para  el 
cultivo,  por  lo  que  finalmente  se  lo  abandonó  del  todo  en  muchos  puntos  de  esta  vasta 
llanura.  De  este  modo  se  originaron  esas  pampas  estériles,  cubiertas  de  pocas  gramas, 
que  vemos  entre  Ambato  y  Latacunga,  cuyo  producto  apenas  basta  para  alimentar  los 
rebaños  lanares  que  vagan  por  ellas.  Añádese  también,  que  el  terreno  pumíceo  de  este 
paraje,  parto  infeliz  del  vecino  Cotopaxi,  con  la  misma  facilidad  con  que  absorbe  el  agua 
llovediza,  la  evapora,  siendo  al  mismo  tiempo  poquísimo  apropiado  para  determinar  el 
rocío  nocturno,  y  la  toba  volcánica  «Cangagua»  compacta,  que  constituye  lo  demás  de 
esta  zona,  la  deja  fluir  toda,  quedando  en  ambos  casos  el  suelo  siempre  árido  ó  infecundo. 
Solamente  una  densa  vegetación  arbórea  (á  falta  de  un  esmerado  cultivo)  podria  obviar 
estos  inconvenientes,  que  se  origenan  de  la  naturaleza  del  suelo,  impidiendo  la  evapora- 
ción demasiado  activa  y  subministrando  al  suelo  nuevos  elementos  orgánicos  etc.,  pero 
una  vez  destruida  esta,  no  hay  que  extrañar,  que  toda  esta  grande  llanura  se  halla  en 
tal  estado.  —  Hay,  sinembargo,  algunos  puntos  que  es  preciso  exceptuar  de  estas  gene- 
ralidades. Los  valles  de  Chillo,  Turubamba  y  Machachi,  provistos  de  mejor  terreno  y 
abundantes  de  agua,  poseen  quintas  apreciables  por  su  fertilidad  en  Mais ,  Trigo  y  otros 
cereales,  que  forman  el  principal  recurso  de  la  capital,  y  excelentes  potreros  que  alimentan 
numerosos  rebaños  de  ganado  vacuno,  cuyas  aventajadas  proporciones  dejan  entrever  los 
felices  resultados,  que  se  podria  conseguir,  si  se  pusiera  el  debido  cuidado  en  la  mejora 
de  las  razas.  Los  alrededores  de  Ambato,  cuya  fertilidad  ha  sido  mejor  fomentada  por 
la  agricultura,  forman  el  jardín  de  nuestros  Andes  y  como  el  oasis  de  la  altiplanicie  de 
Quito.  Allí  prospera  el  Naranjo,  la  Vid,  el  Peral  y  el  Durazno,  que  son  casi  los  únicos 
árboles  frutales  aclimatados  en  en  suelo  ecuatoriano.» 

46.  (Pág.  450.) 

La  flora  andina.  —  Extracto  de  los  «Apuntes  sobre  la  vegetación  ecuatoriana» 
por  L.  Sodiro  (Quito  1874),  pág.  31-33. 

«Ademas  de  la  identidad  de  los  grupos  concuerdan  entre  si  las  dos  regiones  (alpina 
y  andina)  en  la  analogía  de  las  formas,  de  la  que  se  deriva  la  del  aspecto  complexivo 
de  la  vegetación.  Esto  se  podria  deducir  aun  de  la  sola  consideración  del  gran  número 
de  grupos  naturales  que,  como  queda  dicho,  son  comunes  á  las  dos  regiones.  Para  citar 
algún  ejemplo,  casi  todas  las  especies  de  Alchemiüa  tienen  el  mismo  aspecto  que  las  de 
los  Alpes;  el  Geum  magellanicum,  el  Rubus  nubigenus  y  el  glabratus,  las  varias  especies 
de  Bartsia  etc.  imitan  fielmente  sus  respectivos  congéneres  europeos.  Las  Acaenas  por 
el  contrario  recuerdan  las  Agrimonias  y  las  Dryas ;  la  Calceolaria  y  el  Hedyotis  ericoides 
las  Ericas  y  la  Calluna;  la  Pernettya  los  Empetrum  y  la  Andrómeda]  la  GauXthieria  los 
Arctostaphylos.  Los  Sauces  alpinos,  que  faltan  en  nuestros  Andes,  están  sustituidos  por 
la  Baccharis  alpina  y  humifusa  y  por  la  Mühlenbekia  volcánica.  Las  Wernerias,  la 
Plantago  rígida  y  fragosa,  el  Pectophytum  etc.  imitan  en  los  Andes  las  elegantes  almo- 
hadillas que  forman  en  los  Alpes  varias  especies  de  Saxífraga;  las  Brabas  y  las  Are- 
narias las  de  sus  congéneres.  De  estas  y  otras  muchas  comparaciones,  que  podríamos 
hacer,  queda  manifiesto,  que  la  analogía  de  la  vegetación  entre  dos  territorios  tan  diversos 
y  lejanos  no  se  limita  solamente  á  los  grupos,  sino  que  se  extiende  también  al  hábito 

*)  Se  vé,  que  Sodiro  estrecha  esta  zona  algo  mas  que  yo,  hacia  sus  limites  inferiores.  —  W. 


fí¡A  AJÍOTACIOJÍES   T  SUPLEMENTOS. 


exterior  y  al  conjunto  <kd  organismo  vegetativo,  que  parece  mas  sensible  que  el  repro- 
ductivo al  influjo  de  la»  causas  exteriores.  Lo  mas  digno  de  consideración  es  que  la 
analogía  de  esta  organisacion  se  encuentra  tan  frec-nenteniente  en  grupos  tan  diversos, 
como  son  Ja»  Compuestas  y  las  Salicíneas,  las  Viciarías  y  las  Saxífraga*  *  las  Lobeham 
(LÁsipoma  montioides  y  Ttnif(rrmt)  y  las  Primuláceas  íSoldaneUaj  etc.,  plantas  que  por 
e*ta*  mutuas  relacione*  *e  llaman  ,espeeies  sustituyentes\ 

vÁ  los  breve*  rasgos,  con  que  hemos  procurado  manifestar  la  analogía  entre  la 
vegetación  de  nuestros  Andes  y  la  de  los  Alpes  europeos,  no  será  inútil  añadir  también 
algunos  dHalle*,  que  hagan  comprender  las  diferencias,  que  existen  entre  las  mismas 
regione*,  Es  cosa  digna  de  consideración  el  ver  que  de  los  cuatro  elementos,  á  que  la 
vegetación  de  lo*  Alpes  debe  principalmente  su  elegancia  y  hermosura,  á  saber,  las 
Ranunculáceas,  las  Cario fXineas ,  las  Saxífragas  y  las  Primuláceas,  haya  tanta  escasez 
<-n  nuestro*  Andes.  De  las  primeras  el  solo  género  Banunculms  está  aquí  suficientemente 
representado  por  el  U.  peruvianus  y  Guzwumi  (que  son  las  especies  mas  elegantes)  y 
algunas  otras,  pero  estas  no  bastan  para  equilibrar  el  B.  alpestres,  Tkora,  jiarmamr- 
foUus  y  tanto*  otros  de  los  Alpes.  Ademas  las  elegantes  Anemones,  los  Thaliciros.  los 
Acónitos,  las  Aquilegias  etc.  quedan  casi  sin  correspondientes  en  nuestros  páramos.  Los 
géneros  andinos  de  las  Caríofilíneas  son  particularmente  tres:  El  Melandrium,  que  se 
limita  á  la  sola  especie  thysanodes  y  se  puede  contraponer  á  alguna  Lucknis;  la  Arenaria 
y  el  Cerastium  son  aquí  bastante  numerosos  y  algunas  de  sus  especies  son  acaso  mas 
origínale*  é  interesantes  que  las  europeas,  pero  nada  tenemos  que  oponer  á  los  Diantos, 
á  la*  Suenes,  á  las  Gipsófilas,  á  tantas  otras  Ahincas  de  allá.  Las  muchas  especies  de 
Saxífraga  de  las  rocas  y  de  los  riachuelos  de  los  Alpes,  se  ven  aquí  representadas  úni- 
camente por  dos  variedades  de  la  Saxífraga  caespiiosa,  a)  andícola,  f)  brachuphuUa  y 
por  la  S.  Boussingaultii ;  pero  esta  última  no  se  ha  encontrado  hasta  el  dia  mas  que  en 
el  Chimborazo.  De  las  Primuláceas  no  se  conocen  todavía  en  nuestro  pais  mas  que  dos 
especie*  de  Centuncuhis  y  una  de  Anagáüis,  probablemente  introducida,  en  las  regiones 
inferiores;  en  la  andina  una  sola  Androsace  todavía  dudosa.  Las  elegantes  Prímulas, 
las  Soldanelas,  las  Lisimáquias  nos  son  completamente  desconocidas.  Mejor  represen- 
tada* *on  las  Personadas  y  las  Genciáneas.  Verdad  es  que  de  las  Pedicularia  hay  una 
sola  e*pecie  y  aun  esta  rarísima;  una  así  mismo  de  Verónica,  la  cual  ni  siquiera  le  es 
propia,  pero  á  estas  podemos  oponer  las  Ourtsias  tan  elegantes  por  sus  flores  purpúreas 
como  por  su*  hojas;  las  Sibthorpias,  las  Castülejas,  y  especialmente  el  grupo  tan  rico 
como  original  y  elegante  de  las  Calceolarias.  Ademas  el  núcleo  de  esta  familia  prefiere 
la*  localidade*  algo  mas  templadas.  De  las  Gencianas  tenemos  ya  como  20  especies, 
en*i  toda*  andina*.  El  importante  grupo  de  las  Compuestas  se  presenta  bajo  formas  mas 
interesante*  en  los  Andes  que  en  los  Alpes.  El  género  Mutisia  cuenta  especies  que  no 
tienen  en  toda  esta  familia,  á  no  ser  en  las  Dahlias,  otras  que  las  puedan  aventajar  en 
hermosura,  y  alguna  de  estas  llega  hasta  penetrar  en  los  límites  que  nosostros  hemos 
señalado  á  la  flora  andina.  Las  Baccharis,  poco  apreciadles  bajo  este  punto  de  vista,  se 
señalan  por  su  polimorfismo  y  por  el  aspecto  singular,  especialmente  de  algún  grupo 
andino.  Hasta  mencionar  el  de  la  B.  thyoides  y  genistelloides.  Las  Wernerias  son  de 
las  mas  elegante*  y  aun  de  la*s  mas  atrevidas,  pues  penetran  hasta  la  región  que  Hum- 
boldt  llamaría  ,de  los  Liqúenes'.  La  Andromachia  (Liabum)  acaulis  y  el  Senecio  twbi- 
gcnwt  y  pimpinellaefoliuH  recuerdan  la  Árnica  y  los  Dórameos  de  los  Alpes,  mientras 
que  otras  especies  de  este  último  género,  como  también  las  Chuquiraguas  se  distinguen 
ya  por  la  hermosura  de  sus  flores,  ya  por  su  aspecto  singular.  Los  Cúlcicios,  tan  afines 
al  Senecio,  forman  un  grupo  muy  interesante  de  nuestros  Andes.  Sus  grandes  flores  y 
su  vello  denso  y  sedoso  les  imprimen  un  aspecto  muy  característico  y  original.  El 
(hmphalinm  Leontopodium  los  representa  en  algún  modo  en  los  Alpes  bajo  formas  pig- 
meas. KI  Cttlcitium  ruf escena  y  el  C.  tiivale,  al  mismo  tiempo  que  son  los  mas  inter- 
esantes entre  sus  congéneres  de  nuestros  cerros,  se  distinguen  también  por  la  enorme 
altura  á  que  suben.  La  Kspeletitu  género  todavía  mas  singular  que  el  anterior,  es  pro- 
pio de  la  Nueva  (i ranada  y  de  Bolivia,  llegando  del  lado  del  Norte  hasta  los  últimos 
cernís  que  separan  nuestro  territorio  del  de  Colombia.  El  Astragaltis  geminiflorus  es  la 
única  especie,  que  representa  en  nuestros  cerros  así  sus  congéneres  como  las  Oxylropis 
de  los  Alpes  y  de  los  Pirencos.  Por  otra  parte  se  hace  sensible  el  crecido  número  de 
nuestros  ] Alpinos,  de  que  carecen  los  Alpes,  distinguiéndose  entre  ellos  el  Lupinas  alo- 
pecHroidett,  tan  original  por  su  racimo  casi  radical,  grueso  3—4  centímetros  y  largo 
hasta  70     7f>  centímetros,  todo  cubierto,  como  también  las  hojas,  de  un  largo  vello  blanco 


FLOBA   ECUATORIANA.  655 

sedoso.  Las  Malváceas  prefieren  decididamente  los  climas  calientes  y  huyen  de  los  fríos. 
Solamente  tres  ó  cuatro  especies  llegan  hasta  la  altura  de  Quito :  por  consiguiente  causa 
mucha  admiración  hallar  en  la  cumbre  del  Rucu-Pichincha ,  en  la  elevación  de  4737  m., 
juntamente  con  la  Calandrina  acaulis  el  Malvastrum  (Sida)  pichinchense,  en  donde  parecen 
colocados  para  alegrar,  la  primera  con  sus  flores  rosadas,  la  segunda  con  azules,  al  via- 
jero anhelante  y  agobiado  por  el  trabajo  de  tan  difícil  subida.  Allí  mismo  crece  también 
la  Valeriana  alypifolia,  que  representa  las  Globularias  de  los  Alpes.» 

47.  (Pág.  451.) 

Flora  ecuatoriana.  —  Las  plantas  colectadas  por  Humboldt  y  Bonpland  se  en- 
cuentran descritas  en:  Humboldt,  Bonpland,  Kunth,  Nova  genera  et  species  plantarum 
0rbt8  Novi  etc.,  7  tomos,  1815—1825.  Las  descripciones  de  los  vegetales  que  descubrieron 
los  viajeros  posteriores,  se  hallan  esparcidas  en  varias  obras  botánicas,  especialmente 
en  las  periódicas.  La  primera  tentativa  de  escribir  una  flora  del  Ecuador,  hizo  \V.  Jame- 
son,  un  médico  ingles,  que  vivió,  si  recuerdo  bien,  mas  de  30  años  en  Quito  é  hizo  gran- 
des colecciones  de  plantas.  De  su  aSynopsis  plantarum  aequatoriensium»  salieron  en 
1865  dos  pequeños  tomos  (Ranunculáceas  hasta  Labiatas),  cortándose  la  obra  precisa- 
mente con  la  misma  familia,  con  la  cual  se  agotó  la  fuente  de  Jameson,  es  decir,  la 
obra  de  que  habia  compilado  la  suya,  copiando  literalmente  las  diagnosis  latinas.  De 
su  propia  cosecha  encontramos  muy  poco  en  este  libro;  hasta  las  observaciones  gene- 
rales, que  hace  sobre  las  familias,  son  traducciones  de  obras  europeas  y  se  refieren 
especialmente  á  plantas  que  no  existen  en  el  Ecuador,  de  las  indígenas  se  busca  en  vano 
observaciones  originales.  Muchas  de  las  plantas  mas  comunes,  que  habrá  visto  con  fre- 
cuencia en  las  cercanías  de  Quito  y  que  existen  en  su  propio  herbario,  faltan  en  su  flora, 
porque  no  las  encontró  en  su  autor  usado.  Jameson  era  un  colector  entusiasta,  pero  de 
ningún  modo  un  botánico  científico.  Mandó  sus  colecciones  á  Inglaterra,  donde  los  botá- 
nicos, especialmente  Hooker,  las  determinaron  y  descubrieron  las  nuevas  especies  que 
contenían.  Parece  que  J.  mismo  no  sabia  determinar  una  especie  con  seguridad,  mucho 
menos  describir  una  nueva. 

Observaciones  muy  interesantes  sobre  la  flora  del  Ecuador  encontramos  en  la  obrita 
de  R.  Spruce:  Report  on  the  expedition  to  procure  seeds  and  plants  of  the  Cinchona  suc- 
cirubra  or  Red  Bark  tree.    London  1861. 

Desde  1870  se  ocupa  con  la  flora  ecuatoriana  el  actual  profesor  de  botánica  en 
Quito,  P.  Luis  Sodiro.  Él  seria  el  hombre  llamado  á  escribir  la  flora  del  Ecuador, 
apoyándose  en  sus  largos  estudios  y  grandes  colecciones.  Creemos  que  se  lleva  con 
este  pensamiento  y  tenemos  noticia  de  que  actualmente  está  elaborando  la  primera  parte 
de  la  obra,  que  comprenderá  las  plantas  criptógamas  vasculares.  Publicaciones  menores 
del  mismo  autor  son: 

Apuntes  sobre  la  vegetación  ecuatoriana.    Quito  1874. 

Nuevas  especies  de  Heléchos  de  los  Andes  de  Quito  (colectadas  por  Sodiro  y  descritas 

por  J.  G.  Baker).    En  el  Bol.  del  Obs.  astr.  de  Quito  1879. 
Una  excursión  botánica.    Quito  1881. 

Recensio  Cryptogamarum  vascularium  provinciae  quitensis.    Quito  1883. 
Observaciones  sobre  los  pastos  y  las  plantas  forrajieras.    Quito  1888. 
Gramíneas  ecuatorianas  de  la  provincia  de  Quito.    Año  de? 

Con  las  Orquídeas  ecuatorianas  se  ocupó  especialmente  el  infatigable  viajero 
F.  C.  Lehmann.  Una  parte  de  sus  colecciones  llegó  á  manos  del  profesor  Reichenbach 
en  Hamburgo  y  fué  descrita  en:  Henrici  G.  Reichenbach  fil.  Otia  botánica  Hamburgensia. 
I.    Orchideae  F.  C.  Lehmannianae  ecuadorenses.    Año  de  1877.  (?) 

La  obra  del  señor  E.  Whymper,  varias  veces  citada  Travels  am.  the  Great  Andes  of 
the  Equator  (London  1882),  contiene  notas  interesantes  sobre  la  vegetación  andina,  bajo 
el  punto  de  vista  de  su  distribución  geográfica.  Se  encuentran  las  listas  de  las  plantas, 
que  fueron  colectadas  alrededor  de  los  volcanes  grandes  que  visitó  el  autor.  Las  colec- 
ciones fueron  examinadas  y  determinadas  en  el  «British  Museum»  bajo  la  dirección  de 
Mr.  W.  Carruthers. 


666  AHOTACIOmSS  T  scplbmbmtos. 

48.  (Pág.  467.) 

Fáuua  ecuatoriana*  —  Muy  pocos  trabajos  especiales  existen  sobre  la  fauna 
del  Ecuador.  W.  C.  Hewitson  describió  las  mariposas,  que  el  coleccionista  Buckley,  bien 
conocido  en  el  Ecuador,  recojió  en  sus  viajes :  Descr.  of  neto  spec,  of  Lepid.  coJL  by 
BuckUy  in  Ecuador.  4  parte.  London  1869—1870.  —  O.  Weymer  y  P.  Maassen  descri- 
bieron las  especies  colectadas  por  el  doctor  A.  SttíbeL  Esta  colección  tiene  un  interés 
especial  para  la  geografía  zoológica,  porque  las  especies  se  hallan  agrupadas  según  las 
regiones  en  que  se  encuentran.  El  trabajo  de  los  nombrados  entomologistas  forma  una 
parte  de  la  gran  obra  *W.  Beiss  und  A.  Sttíbel,  Beisen  in  Süd-Amerika*,  y  lleva  el 
título:  Lepidopteren,  gesamméH  aufeiner  Base  dureh  Colombia,  Ecuador,  Perú,  BrasQiem, 
Argentmien  und  Bolivien,  in  den  Jahrcn  1868— 1877,  von  A.  Stübel.  Berlín  1890.  —  Los 
Coleópteros  nuevos  del  Ecuador,  colectados  por  el  mismo  viajero,  Dr.  A.  Stubtl,  fueron 
descritos  por  Th\  Kirsch  en  BerUner  Entomolog.  Zeitschr.,  Bd.  27  und  28  (1884). 

La  única  clase  de  animales,  de  que  poseemos  monografías  completas,  son  los  Mo- 
luscos terrestres  y  fluviales  del  Ecuador.  La  primera  es  del  Dr.  C.  MiUer:  *Die  Bkme»- 
moUusken  von  Ecuador»,  que  se  encuentra  en  Malakologische  Bláiter,  XXVI,  1879. 

La  segunda  monografía  mas  completa  se  encuentra  en  el  «Buttctin  de  la  Société 
soologique  de  France»,  i.  XII,  1887,  bajo  el  epígrafe:  *Fau*e  malacologique  de  la  Bé- 
publique  de  VÉquateur,  par  Augusie  Cousin».  El  autor,  que  vive  desde  largos  años  en 
el  Ecuador,  ha  descubierto  muchas  especies  nuevas.  En  el  mismo  tomo  y  año  del 
«Bulletin»  se  halla  un  suplemento  al  trabajo  del  Señor  Cousin :  *Moüusques  nouveaux  de 
la  Bépublique  de  VÉquateur,  par  le  Docteur  F.  Jousseaume»,  en  el  cual  se  describen  las 
especies  últimamente  descubiertas  y  remitidas  por  Mr.  Cousin.  Se  puede  decir,  que  estos 
dos  folletos  contienen  todo  cuanto  se  conoce  hasta  ahora  de  la  fauna  malacológica  (ter- 
restre y  fluvial)  del  Ecuador. 

Sobre  las  aves  del  Ecuador  consúltese  « Proceedings  of  the  Zoological  Society  of 
London»,  Febr.  8,  1885:  On  birds  from  Ecuador.  Es  un  artículo  sumamente  interesante 
escrito  en  francés:  Troisüme  liste  des  Oiseaux  recueülis  par  M.  Stolsmann  dans  VÉqua- 
teur.   Par  L.  TacManowski  et  Comité  H.  v.  Berlepsch. 

Interesantes  noticias,  ilustradas  por  magníficos  grabados,  sobre  la  fauna  andina,  se 
hallan  en  el  tomo  suplementario  de  la  obra  de  Whymper:  *SuppUmentary  Appendix  to 
Tratéis  amongst  the  Oreat  Andes  of  the  Equator,  by  E.  Whymper»  (London  1891).  Zoó- 
logos de  renombre,  como  Bates,  Salvin,  Day,  Miers,  Boulenger  y  otros  se  han  dedicado 
á  la  determinación  de  las  colecciones  de  Whymper  y  á  la  descripción  de  las  especies 
nuevas. 

49.  (Pág-  472.) 

Origen  de  las  islas  de'  Galápagos.  —  En  este  punto  no  estoy  de  acuerdo  con 
el  señor  Dr.  G.  Baur,  último  viajero  científico  quo  en  1891  visitó  el  Archipiélago.  EL 
supone  que  las  islas  se  formaron  por  la  sumersión  de  una  parte  del  Continente  ameri- 
cano, representando  ahora  las  montañas  mas  altas  de  esta  porción  sumergida.  No  se 
apoya  en  ningún  argumento  geológico  para  su  hipótesis  y  dice  solamente,  que  á  ella  no 
se  opone  nada  de  parte  de  la  geología.  Del  otro  lado  afirma,  que  necesita  de  esta  hipó- 
tesis para  explicarse  el  origen  y  la  distribución  de  los  actuales  organismos  en  las  islas 
según  la  teoría  darwiniana,  porque  de  otro  modo  (por  inmigración)  no  seria  posible  ex- 
plicarla. —  De  parte  de  la  geología,  que  el  señor  Baur  parece  haber  descuidado  en  su 
viaje,  talvez  se  podrá  hacer  mas  objeciones  de  lo  que  piensa,  y  las  haré  á  su  tiempo. 
Ademas  me  parece  que  con  su  hipótesis  (de  una  separación  y  sumersión  sucesiva  de  las 
islas)  la  explicación  del  origen  y  de  la  distribución  de  las  epecies,  admitiendo  con  él 
un  desarrollo  natural  según  la  teoría  de  descensión,  no  se  facilita,  y  talvez  se  dificulta 
mas  la  de  ciertos  fenómenos.  Hasta  ahora  he  leido  solo  una  serie  de  artículos,  que  el 
señor  Dr.  Baur  hizo  publicar  en  «Beilage  zur  Allgemeinen  Zeitung»  de  Munic,  1892. 
Nro.  32—35,  bajo  el  título  «Ein  Besuch  der  Galapo gos-Inseln».  Esta  lectura  no  me  ha 
convencido  de  la  probabilidad  de  su  hipótesis.  No  encontré  ningún  hecho  nuevo,  que  yo 
mismo  no  hubiese  observado  en  mis  viajes  y  en  parte  descrito  del  mismo  modo  como 
el  señor  Baur,  en  una  relación  (fragmentaria)  de  viaje,  publicada  en  Heidelberg  1879,  en 
«Samnüung  von  Vortrágen*,  herausgegeben  con  W.  Frommel  und  Fr.  Pfaff»,  bajo  el  mismo 


ETNOGRAFÍA.  G57 

epígrafe  «Ein  Besuch  der  Galápagos-Inséln».  Pero  me  abstengo  de  una  discusión  deta- 
llada, hasta  haber  visto  en  su  obra  mas  completa,  que  está  preparando,  la  argumenta- 
ción científica  de  sus  afirmaciones  y  de  su  hipótesis  geológica. 

50.  (Pág-  504.) 

Hubiera  deseado  insertar  en  esta  obra,  después  de  la  Geografía  botánica  y  zooló- 
gica, una  parte  etnográfica.  Muchos  son  los  materiales  que  he  recojido,  especialmente 
sobre  los  antiguos  habitantes  de  las  provincias  litorales.  Pero  el  corto  tiempo  que  me 
quedaba  para  redactar  este  libro,  no  me  permitió  la  elaboración  de  esos  materiales,  y 
así  quedan  reservados  para  otra  ocasión.  —  Llamo  la  atención  de  los  etnógrafos  á  la 
obra  varias  veces  citada  de  F.  González  Suárez,  «Historia  general  de  la  República  del 
Ecuador»,  cuyo  primer  tomo  (Quito  1890)  trata  de  los  tiempos  prehistóricos,  y  que  con- 
tiene casi  todo  lo  que  sabemos  hasta  ahora  sobre  la  época  mas  remota,  según  los  es- 
critores antiguos.  El  autor  no  es  un  compilador  de  cosechas  agenas;  al  contrario,  hizo 
muchos  estudios  interesantes  y  originales  y  descubrió  varios  documentos  nuevos.  En 
1878  publicó  un  importante  «Estudio  histórico  sobre  los  Cañaris»,  con  5  láminas,  y  actual- 
mente está  preparando  un  «Atlas  arqueológico»,  que  formará  el  complemento  del  primer 
tomo  de  su  obra. 


Wolt,  Ecuador.  42 


ÍNDICE  ALFABÉTICO. 


Abreviaciones:  a— cerro,  cerros,  montaña;  cord. «-cordillera;  est.— estero;  h.«hacienda; 

i.— isla;  r.— rio;  p.=pueb!o;  8.= sitio;  v.— volcan. 


Abich,  H.  886,  642. 

Abingdon,  i.  470. 

Abraspungo  78. 

Abusa,  c.  48. 

Académicos  franceses  571. 

Acayana,  c.  v  nudo  90. 

Aoumbe,  c.  154. 

Achira,  c.  90;  r.  86.  • 

Achote,  r.  144. 

Achupallas,  p.  56;  c.  68. 

Agalmatolita  265. 

Agovan,  r.  y  chorrera  83. 

Agricultura  del  litoral,  429;  de  la  sierra  446. 

Agua-clara,  r.  138,  161.  —  166.  —  175. 

Agua-fria,  r.  147. 

Aguas  minerales  y  termales  305—306,  635 

638. 
Aguas  de  la  prov.  del  Guayas  307,  638,  640. 
Aguano,  p.  201. 
Aguapiedra,  fuentes  153. 
Aguaríco,  r.  204. 
Aguasaira,  fuentes  153. 
Agua-sucia,  r.  169. 
Ahorcados,  i.  22. 
Aichi-yacu  192. 
Aipena,  r.  192. 
Ala,  r.  197. 

Alamor,  r.  p.  36;  cord.  33. 
Alambí  r.  102,  165. 
Alangasí  p.  92;  fuentes  635. 
Alao  r.  64;  páramo  58. 
Alausí,  valle,  r.  p.  5G,  553. 
Albemarle,  i.  470. 
Alcaeay,  r.  50. 
Alcázar,  c.  67. 
Algodón  432. 

Alsedo  y  Herrera,  1).  583. 
Alusí  r.  138. 
Aluzana,  c.  67. 
Allcuquiru,  c.  37,  51. 
Allpachaca,  s.  40,  56. 


Allpa-yacu  84. 

AUuriquen  r.  167. 

Amalgama  315,  819. 

Amarillo,  r.  36,  104. 

Amaya,  r.  197. 

Amazonas,  r.  188—189,  584. 

Ambato,  villa,  r.  82,  88,  502. 

Ambi,  r.  102. 

Ambi-yacu,  206. 

Amboca,  cord.,  r.  82,  88,  36. 

Ami,  r.  76. 

Amotape,  cord.  33. 

Anearan*  H.  607. 

Ancón,  punta  21,  164. 

Ancón  de  Sardinas,  bahía  25. 

Ancha-yacu  175. 

Andesina  335. 

Andesita  335,  368,  642. 

Andoas,  p.  199. 

Anfibios  460. 

Angamarca,  cord.  78. 

Angas,  r.  56,  111. 

Ángel,  par.  99;  r.  p.  103. 

Angochagua,  cord.,  p.  101,  102. 

Angostura,  c.  33;  r.  177. 

Animales  domést.  467. 

Animas,  c.  154. 

Anotaciones  y  suplementos  563. 

Ansupi,  r.  201. 

Antimonio  269. 

Antisana,  c.  v.  88,  356;  r.  y  hato  89. 

Antisanilla,  h.  92;  lava  de,  92,  357. 

Antracita  229. 

Apaga,  r.  68,  191. 

Apatenoma,  r.  197. 

Apianga,  r.  197. 

Aracnoídeos  466. 

Arayuno,  r.  201. 

Arcilla  pizarrosa  246,  273. 

Archidona,  p.  203. 

Archipiélago  de  Galápagos  468,  562. 


ÍNDICE   ALFABÉTICO. 


659 


Área  del  Ecuador  12. 
Arenal,  r.  140;  puerto  141. 
Arenal  del  Chimborazo  61. 
Arenillas,  p.  r.  107. 
Arenisca  de  Azogues  244,  599. 
-  cretácea  442. 
—  terciaria  273. 
Armadillo,  r.  144. 
Armas,  escudo  de,  547. 
Arroz  431. 
Arsénico  269. 
Arsenopirita  231. 
Articulación  de  los  Andes  581. 
Artopé,  G.  J.  A.  642. 
Asajmon,  c.  154. 
Asancoto,  p.  71. 
Asfalto  249. 

Atacámes,  ens.  24;  hoya,  r.,  p.  162. 
Atacamita  625. 
A  tacazo,  c.  v.  84. 
Atacuari,  r.  205. 
Atatinqui,  ensillada  84. 
Avaca,  c.  33. 
Avenico,  r.  197. 

Avenidas  de  agua  y  lodo,  319,  643,  644. 
Aves  456,  656. 
Ávila,  p.  204. 
Avispas,  r.  141. 
Aya-collqui  358. 
Ayalan,  est.  153. 
Ayampe,  punta  22;  r.,  s.  155. 
Ayangue,  punta  22. 
Ayavaca,  cord.  27. 
Ayñayña,  r.  28. 
Ayon,  r.  50;  lavad.  308. 
Azogue  =  Mercurio. 
Azogues,  villa  48,  554. 
Azuay,  nudo  46,  52,  54,  55;  terr.  volc.  del 

A.  366;  prov.  554. 
Azuela,  r.  204. 
Azufral  de  Túqueres  100. 
Azufre  290. 
Azumbí,  r.  135. 


Baba,  r.  p.  141;  cant.  560. 

Babahoyo,  r.  128,  134;  villa  131,  560. 

Bachillero,  r.  148. 

Baeza,  s.  202. 

Bahía  de  Caráques  157,  561. 

Bajen,  est.  153. 

Baio  alto,  p.  109. 

Balao,  r.  p.  111,  112. 

Balao  chico,  r.  112. 

Baleato,  A.  580. 

Balsamo  c.  de,  156. 

Balsapuerto,  p.  193. 

Balzar,  r.  145,  160;  p.  146. 

Ballena,  punta  23. 

Ballenita,  puerto  21. 

Bambe,  r.  171. 

Bam buscara,  r.  31. 

Bancos  122. 

Baños  (Tung.)  p.  84:  fuentes  635. 

—  íCuenca)  302. 

Barbudo,  r.  176. 

Baritina  267. 

Barómetro  396. 


Barquito,  r.  171. 

Barraganete,  r.  145. 

Barrington,  i.  470. 

Barro  viejo,  r.  168. 

Bascung,  Badcung  =  Vaseun. 

B asurco,  S.  569. 

Batang,  c.  118. 

Baur,  Dr.  G.  656. 

Bebo,  h.  141. 

Beche,  r.  160. 

Bella  Maria,  r.,  s.  36. 

Bereniza,  r.  194. 

Berseta,  cord.  44. 

Biblian,  p.  r.  48. 

Biguá,  r.  159. 

Bijagual,  r.  145,  148. 

Bilovan,  p.  r.  67,  71. 

Bilsa,  r.  160,  161. 

Bindloe,  i.  470. 

Biscaya,  cord.  32,  36;  minas  de  625. 

Blanco,  r.  64.   -  80.  -  84.  -  101,  166. 

Bobo,  r.  105,  149. 

Bobo naza,  r.  198. 

Boca  de  Baba  130. 

Boca  de  Cañas  142. 

Boca  de  Carón  179. 

Boca  de  las  Peñas  130. 

Bocana,  r.  141. 

Bodegas,  r.  128,  134;  villa  131,  560. 

Bogotá,  r.  178;  lavad.  327. 

Bolaniguas,  r.  165. 

Boletin  del  Obs.  astr.  387,  395,  403. 

Boliche,  r.  p.  116,  117. 

Bolívar,  prov.  553. 

Bolsa,  r.  148. 

Bomboiza,  r.  194. 

Bonney,  T.  G.  642. 

Bono,  r.  36. 

Borracho,  punta  23. 

Bougutr,  M.  385. 

Boussingault,  M.  65,  222,  340,  393,  648. 

Branco,  Dr.  W.  373. 

Brava,  punta  23. 

Bravo,  cerro  155. 

Briseño,  r.  158. 

Brocel,  r.  147. 

Brucita  244. 

Buchy  Leop.  v.  599. 

Buenavate,  paso  78. 

Bueran,  c.  46. 

Bueste,  cuesta  48. 

Bulubulu,  r.  116. 

Bunche,  r.  s.  162. 

Burgai,  p.  r.  48. 

Burgos,  r.  139. 

Burro,  r.  147. 

Busa,  lag.  40. 


Cabonda,  vuelta  de  130. 
Cabra,  c.  124. 
Cabuyal,  punta  23;  r.  182. 
Cacao  427,  433,  652. 
Cachabí,  r.  178;  lavad.  326. 
Cachan,  h.  c.  136. 
Cachillacta,  cord.  96. 
Caehipiro.  s.  30. 
Cachisagua,  c.  69. 

42 


660 

Cachi-yaca,  104,  -  18*. 
Cali-  482. 

Cali  na  pana-,  r.  192. 
Caimito,  i.  «4.  r.     17,  163. 
Caiabamba,  p.  til,   68. 

" h  .  nudo  80. 

,  ri,rd.  44,  46.  —  nud 
\  r.  m. 

'  L  treno»  dv  87;  r.  166. 
-__.  r,  1N. 
UIsKuru,  c.  r.  88,  108,  100. 

GdB&uM»,  o.  58, 

LUdera,  s.  IOS. 
Calentura,  oerrito  19». 
Güera,  r.  86. 
California,  i.  141. 
Caliae  841.  983. 
CdsgOln      " " 


ÍMOIOM   AT.lFArtnOO. 


n. 


Calví 
Cálv,    , 


.171. 

L  84;  cent.  566. 


188. 


.._,._.  -  .  116. 
Callo,  mt  ». 
Callo,  o.  80. 
Cunaran,  r.  169. 
Camarones,  r.  168.  — 
Cuinbuyun,  cord.  98. 
Cainiuo  real  de  loa  Incas  88,  681. 
Caminoa  dal  litoral  811. 

-  de  la  «ierra  818,  688. 
■a,  o.  179. 
,  Dr.  Fr.  888. 


Canduanda,  o.  68, 


Canoa,  r.  111.  -  p.  168. 
Cauque,  r.  169. 
Cantagallo,  est.  117. 
Canumbi,  r.  180. 


Cañar,  r.  52;  villa  y  prov.  54,  554. 

Cañari  bamba,  p.  41. 

Cana-yacu  112. 

Cañi,  r.  c.  69. 

Canuto,  r.  161. 

Caolín»  282,  264. 

Cao  ni,  r.  puerto  167. 

Capadia,  o.  68. 

Cápele,  puerto  148, 

Capilla,  r.  84. 

Capiro,  c.  37. 

Caple,  r.  171. 

Caponen,  est.  19. 

Capotillo,  r.  156. 

Capul  í-urcu  68. 

Caqui'tá,  r.  2()7. 

Caraburo,  h.  95. 

Caracol,  r.  185. 

Caránqui,  p.  102. 

Carafto,  r.  180. 


Cariquea,  bahía  88   167. 

Caras,  nación  506. 

Carchi,  r.  104;  prov.  647. 

Cario  man  gn,  p.  668. 

Carioocha,  lag.  9L 

'  ¡ir ihuairaao,  o.  v.  81,  68,  78,  868. 

<  'arihuaray,  r.  48. 

Cari -yaca  102. 

Carmen,  r.  118. 

Carnívoros  468. 

Carnero,  punto  21,  154. 

Carondelet,  s.  178. 

Cunta  nueva,  cord.  76. 

Carrizal,  est.  153. 

Cartagena,  r.  95. 

Cartas  geológicas  ¡Jít6, 

i.'o»iii.íij,  r.  42. 

Ceeaguela,  o.  79. 

Casanga,  r.  valle  88,  36. 

Cascacunga,  párainu  91. 

Cascajal,  punta  '21. 

LWarüla  436. 

Cataoooha,  eant  666. 

Caiamayo,  r.  valle  84,  85. 

Caterama,  r.  p.  186,  186. 

Caucay,  cerros  44. 

Caucayo,  r.  201. 

Caucho  426. 

CaynmhV.  ¡ü  v.  89,  90,  866;  r.  96;  p.  90, 661. 

Cayanca,  salitral  108. 

Cayapas,  cord.  99;  r.  174-176;  indios  683. 

Cebadas,  p.  t.  68. 
Célica,  cord.  88;  oant  666. 
Centinela,  punta  81. 
Cerrito,  i.  125. 
Corro  Aiul  125. 

—  Bravo  155. 

—  Hermoeo  78. 

—  Negro  de  Mayasquer,  v.  99,  868. 
Curros  di-  Hojit  165. 

Cetáceos  466. 

Cetaütu,  Dr.  P.  F.  80,  104,  139,  497,  573. 

GUta  de  León,  P.  61,  680. 

Cimalon,  c.  118. 

Cimarrones,  c.  89. 

Cinchónos  486. 

Cinto,  r.  166. 


Clima  del  Ecuador  363,  407. 

-  del  litoral  407. 

--  de  loa  bosques  húmedos  432. 

-  interandino  412. 

-  do  los  Galápagos  477. 
Cobre  269,  625,  629. 
Coca,  r.  201. 
Cocaniguae,  p.  166. 
Coco,  r.  70. 

Cócola,  r.  168. 
Cocoya,  r.  148. 
Cocha,  lag.  97. 
Cochaloma,  c.  100. 
Cochapainba  67. 
Cu  chapa  tu,  p.  40. 
Cochasqui,  p.  96. 
Codatti,  A.  570. 
Cófanee,  r.  204;  indios  585. 


ÍNDICE   ALFABÉTICO. 


Cojimies,  i.  esl.  23;  bajos  24 

;  cerros  y  esl. 

Corrientes  de  lava  341,  475,  648. 

159,  160. 

Cosanga,  r.  202. 
Costa  del  Ecuador  18. 

Cojitambo,  c.  45,  367. 

Colé,  r.  170. 

Costa  mala  21. 

Colimbo,  páramo  100. 

Cotacachi,  c.  v.  98,  353;  p.  102,  548; 

Colimes,  p.  r.  146,  147. 

tes  637. 

Colonche,  eord.  124,  125;  p. 

155. 

Cotapino,  p.  204. 

Colonización  de  loe  Galápag 

)s  489. 

Cotoeollao,  p.  96. 

Colope,  r.  182. 

Cotopaxi,  c.  v.  75,  78,  841,  351,  358,  643 

-647 

Colorado,  r.  156. 

Coto-yacu  28. 

Colorados  de  St°.  Domingo 

)27. 

i'imsin,  A.  656. 

Colta,  lag.  63;  cant.  553. 

Crerait.r,  Dr.  J.  573. 

Columbe,  p.  61. 

Cristal,  r.  4 

Collanes,  c.  v.  59,  60,  365. 

Crustáceos  466. 

Collay,  r.  51;  lavad.  308,  313. 

Cuaque,  r.  159. 
Cubijan,  cord.  76. 
Cubil  Jan,  cord.  76. 

Comercio  542. 

Comipaga,  r.  145. 
Compadre-huaico,  r.  81. 

Cubillin,  c.  58. 

Compañía,  r.  48. 

Cucarracha,  r.  169. 

1  'ijimmicacion  545. 

Cuchabí,  r.  180. 

ConcepcioD,  p.  177.  —  204. 
Condamine,  de  La  361,  363, 

Cuchilla,  r.  145. 

365,  565. 

Cuenca,  hoya  42;  ciudad  48,  555. 

Cóndor,  cord.  27. 

Cuicocha,  lag.  98,  363;  r.  102. 

Condorasto,  o.  60,  232. 

Cnilchi,  r.  80. 

i'onilnr-i'ocha,  e.  87. 

Culebrillas,  r.  53. 

Condué,  r.  204. 

Culpepper,  i.  470. 

Conga,  r.  169. 

Cumba,  r.  162. 

Congo,  r.  145. 

Cúmbal,  e.  v.  99,  100,  353;  r.  104 

Cóngoma,  r.  144. 

Cumbaraga,  r.  31. 

Conguillo,  r.  145. 

Cumbe,  r.  p.  47. 

Conquista  del  Ecuador  515. 

Cumbilí,  r.  136. 

Constitución  del  Ecuador  519,  522. 

dimbiiinmá,  pongo  185. 

Convento,  r.  159. 

Cuni.  r.  42. 

Conventillo,  r.  69. 

Cauro,  e.  100. 

Copalillo,  c.  67. 

1 'unturguacliana,  c.  85. 

Copé  288. 

Cunue-yaeu  81. 

Copiambiza,  r.  194. 

Cúquiva,  r.  170. 

Corazón,  c.  v,  84. 

Curaray,  r.  74,  206. 

Cordero,  Dr.  L.  193,  194. 

Curi-v;icu  205. 

Cordillera  dr  los  Andes  15, 

26,  581. 

( 'uriinimgiie.  r.  92. 

-  oriental  ¿9,  37  42,  54,  58, 

71,87,  97.227. 

Cuscungo,  c.  57. 

-    occidental  30,  43,  52,  55 

61,  78,  84,  98. 

Cu  si  guango,  p.  80 

-     de  Alamor  33. 

Cusin,  c.  91. 

-    de  Amboca  32,  33. 

CuBulima.  r.  195. 

-   de  Amotape  33. 

Cusulime,  r.  196. 

—  de  Angamarca  78. 

Cutuchi,  r.  80. 

-    de  Angochagua  101. 

Cutuguai,  o.  132. 

—  de  Avavaca  27. 

Cuve,  r.  171. 

de  Biscaya  32,  36. 

Cuvilche,  c.  100. 

—  de  Célica  33. 

Cuvabeno.  r.  lag.  204. 

-     de  Cóndor  27. 

Cyclas  253. 

-  de  Chilla  32. 

Cyrena  253. 

-    de  Dumarí  32. 

-  de  Huaira-urcu  33. 

—  de  Huamboya  60. 

Chacana,  c.  357. 

—  de  Huancabamba  21, 

Chaca-yacu  112. 

-  de  Intac  98. 

Chacras,  s.  107. 

de  Píllaro  74. 

Chaguana,  r.  111. 

—  de  8t\  liosa  27. 

Chugüil,  c.  67. 
Chanuar-urco,  p.  41. 

—  de  Zamora  30. 

—  nevada  38. 

<"'huliuíi'?qn¡,  ¡>.  104. 
Chalenes,  i.  153. 

Carina,  r.  84. 

Cormorant,  punta  474. 
Coronel,  A.  571. 

Chalpi,  r.  202. 
Chalupas,  cord.,  r.  74. 

Coroza!,  est.  137. 

Challua-yacu,  r.  70. 

Corozo,  r.  116. 

Ch amachan,  r.  103. 

Correntoso,  r.  141. 

Chama  va,  r.  29. 
Chambra,  r.  199, 

Corriente  antartica  385,  471 

578. 

ÍNDICE  alfabético. 


Chambo,  r.  63,  IbX 
('han  ti,  r.   101. 
Chancana,  r.  170. 
(!■*»■  Bwd.  í«. 
Chanehaii,  «trt.  43.    -  r.  v  valle  56. 
Chandiiy.  bnjr,,  2;  Altos  de,  p.  151. 
(hapacotn,  p.  TI. 
Chapuln.  r.  137. 
Charapotó,  p.  156. 
Charcay,  r.  40. 
Charle*,  i.  170. 
Chalham.  i.  47o. 
nhamif.  r.  144. 
Chaupi,  c.  77. 
Cheve,  r.  16o. 
f'liibu.  r.  til. 
Chibunga,  r.  61. 
Chicagua,  c.  68. 
Chíchiva,  r.  170. 
Chiguacay.  r.  58. 
Oh  i  guana,  r.  197. 
Chipüe,  r.  171. 
Chi  huango,  x.  33. 
A  130. 


CU 


lio,  e*t.  : 
¡la.  r.  Iti 


I,  Inl 


32. 


Chili 

Cbiltazon,  c.  99. 

Chilla,  cord.  32:  p.  42. 

rhilliipn-hn.  «-orí.  33. 

Chillan**,  hoya,  p.  6». 

fhilÜTiti.mo.  r.  184. 

Chillo,  valle  92. 

Chilhiri,  cord.  99. 

Chima,  valle,  r.  «7,  71,  134. 

Chimbo,  valle,  cord.  r.  66,  68.  131;  cant. 

p.  554. 
Chimborazo.  c.   v.   61,   66,  344,  363;   pTOV. 

662;  fuentes  636. 
Chinambi,  r.  104. 
Chinea,  r.  170. 
Chinchipc,  r.  27. 
Ohingnriso,  r.  191. 
Chínguere,  t-frt.  12». 
Chipen»,  r.  171. 
Chipo,  r.  168. 
Chique,  r.  171. 
Chirijo.  r.  134. 
Chirinos,  p.  r.  28. 
ChÍHincho,  nudo  77. 
Chito,  p.  28. 
Chito-yacu  28. 
Chiva,  r.  171. 
Chivatillo,  r.  175. 
Chobo.  h.  134. 
Cholos  535. 
Ohone,  p.  r.  166. 

Chongon,  cord.  124,  125;  est.  r.  153. 
Chonta-cruz,  e.  30. 
Chopoya,  c.  154. 
Chota,  r.  valle  IOS. 
Cliiir-uviinurL  O.  154. 
Chuch'unga,  r.  190. 
Chugehilan,  eorii.  79. 
Chiyampe,  r.  140. 
Chula,  r.  170. 
Chuloaga,  r.  84. 
Chumbo,  r.  35. 


Chunehi.  p.  56.   —  tan 
Chunquer,  r.  204. 
Chupacaldn.  r.   145. 
Chuquinae.  f.  66,  6». 
Chuquiríbaraba,  p.  36. 
Chura,  r    '"" 


Ch.ir 


r.  47. 


Churute,  «tt.  115;  r. 
Chumtillo.  etf.  115. 
C'hiiHpichupa,  r.  89. 
Chuyiy.  c.  63. 


Damas,  r.   144. 

Dañas,  e.  56. 

Ilauie.i-.eM.24.       r.  142. 148.149.170;  aguas 

riel  638-640;  cant.,  p.  669. 
Delpg.  p.  r.  48. 
Dcutla  pública  516. 
Diahasa  262. 
Digiya,  J.  364. 
Dioríta  235,  260,  599. 
Doblones,  r.  145. 
Dógola,  r.  169. 
Dolores,  r.  146. 
Don  Juan,  r.  159. 
Don  Pancho,  r.  s.  155. 
Dreutt,  P.  L.  306,  632,  633,  «35. 
Dudas,  r.  51. 
Dué,  r.  204. 
Dumarí,  cord.  32. 
Duncan,  i.  470. 


Edentados  455. 

Ejército  del  Ecuador  516. 

Elefancía  413. 


l:;l. 


i:n;.U„,,.!t,    II.    632. 

Krwlla.hi.  tumbo  6.S. 

Entrada,  r.  s.  155. 

Erupciones  de  lodo  3411.  613,  641. 

volcánicas  345. 


la  g<?< 


'.•!.'). 


i.  98. 

Escudo  da  amas  H7. 
Eseurrt1  braga,  remolino  185. 
Esmeralda,  piedra  329,  641. 
Esmeraldas,  puerto,  r.  24,  164,  I6Ü;  prov. 
163,  561. 

—  viejo  172. 

Esquistas  cristalinas  226,  596. 

Estacada,  c.  150. 

l^lí..-1-.iies  397 

Estancia  vieja.  150.   —   C.  de  154. 

Estero  limpio   145. 

—  Saludo  21.  126,  153. 

—  viejo  112. 
Esteren,  r.  141. 
Exportación  544. 
Extrangeros  536. 


Fahlerz  267. 

Farallones,  i.  20. 

Farrand,  C.  356,  365. 

Fartarumi,  c.  69. 

Fauna  del  Ecuador  462,  656. 


índice  alfabético. 


MB 


Fauna  de  los  Galápagos  Jfi3, 

Ferrocarriles  i)  18. 
Fiebre  Amarilla  410. 
Filo-corrales,  e.  «9,  358. 
Fitiroy  d-  KcUtt  572. 
Flmmma,  /f.  569,  573. 
Flora  del  Ecuador  4IS,  «55. 
do  los  Galápagos  479. 

—  andina  4+8,  653. 

—  costanera  417 
interandina  4-11,  652. 

-  oriental  439. 
palustre  423. 
sabanera  419. 
subtropical  423. 

—  tropical  436. 
Florean»,  i.  470. 
Flores,  i.  130. 
Focas  456,  484. 
Foetterk,   Ft   69(5. 

Formaciones  gi^lñ^ina!*  del   Ecuador  224. 
-■  en  general  595. 

—  aluvial  2*4.  :jol. 

—  cretácea  23ÍI.  599. 

—  cuaternaria  281. 

-  del  gneis  220. 

—  de  los  pórfidos  258. 

—  del  Wealden  £13. 

—  diluvial   2S4.  301. 

—  Alivio-marina  294. 

—  terciaría  272. 

—  volcánica  310. 

Fósiles  cuaternarios  286,  373. 

terciarios  277   279,  630,  632. 
Franees-ureu,  c.  89. 
Fritó,  P.  S.  565. 
Fuentes  minerales  y  termales  269,  293,  302. 

306,  633,  635. 
Fuyafuya,  c.  90. 

(¡ahilan,  e.  68. 

Gabina,  r.  161. 

Gala,  r.  111. 

Galápagos,  Arebip.  de  los  3,  12.  469.  562, 

656. 
Galena  626. 

Galera,  punta  24;  r.  162. 
Galubí,  r.  70. 
Gamalolales,  r.  28. 
García  Moreno,  O.  356. 
Garrapata,  r.  140.  —  166. 
Gases  volcánicos  347. 
Gtinitz,  Dr.  E.  B.  244,  253. 
Geografía  botánica  y  zoológica  415. 

—  política  y  civil  ¿97. 
Geología  del  Ecuador  221. 

de  los  Galápagos  470. 
Ger,  minas  de  630. 
Gneis  226,  596. 
Gobierno  del  Ecuador  519. 
Golfo  de  Guayaquil  19. 
Golongal,  c.  90. 

GoatáUe  Suártz,  Dr.  F.  80,  497,  656. 
Consol,  p.  56. 
Gorda,  punta  24. 
Gradas,  r.  69. 
Grafito  228. 


Gnrnifttal.  r.  112. 
Granito  235. 
Granohles,  r.  96. 
Granate  231.  267. 
Guabalcon,  r.  c.  56. 
Guabito,  c.   118. 
Guabo,  p.  109. 
Guacalgoto,  quebr.  71. 
Guacamayo,  c.  202;  v.  332. 
Guachalá.  r.  166. 
Guachifili,  c.  357. 
Gtiagra-nma.  c.  y  nudo  30. 
Guagra-ttren.  cord.  202. 
"¡nagus  Inhuma,  e.  46,  247. 
iuaitaoama,  p.  80. 
Guáitara.  r.  104. 
Gualaeeo,  r.  48,  50;  p.  50,  555;  terr.  volc. 

de  367. 
Gualaquiza,  r.  194;  canl.  555. 
Gualea,  r.  165. 
Gualel,  r.  s.  35. 
Gualipc,  r.  144. 
Gunlpi,  r.  175. 

Guallabainba,  r.  91,  96,  165,  p.  96. 
iiiiilEniiiic,  p.  70. 
<;iinll,rinio¡iv,  r.  50. 
Guallupi.  r.  104. 
Guamaní,  c.  89,  358. 
.mapungo,  s.  116. 
üuambí,  r.  95. 
Guarnes,  r.  206. 
Guamote,  p.  r.  61,  63, 
Guana,  r.  168. 
Guanábano,  h.  117. 
Guanasang,  p.  42. 
'¡utiiigitji'.  cord.  79. 
<  itiitu^iipolo,  p.  93. 
íinantiic  loma.  c.  69. 
Guano,  p.  r.  64. 
Guapa  I .  r.  91. 
Gnapiiri,  fuentes  de  303. 
Guapantc  (Huapanle)  r.  72. 
Guápuln,  p.  93. 
Gujipmi  froto,  c.  69. 
Guaracayo,  pongo  185. 
Guarand'a.  villa  68,  69,  553. 
Guare,  i.  128. 
Guarguar,  s.  67. 
GimrniH'oi'ha,  lag.  91. 
Guarumal,  est.  109. 
Guarumo,  r.  116.-137. 
Guasuntos,  p.  56. 
Guata  xi,  r.  56. 
Guayabal,  r.  34. 
Guayabo,  r.  144. 
(Juayama,  r.  68. 
Guayaquil,  cerritos  de  124;  ciudad  126,  567, 

clima  de  409. 
Guayaquilita  300. 
Guayas,  su  delta  114,  r.  115;  sist.  fluv.  124, 

126;  -  prov.  557,  583. 
Gíicri'giifre,  r.  143. 
Guispe,  r.  168. 
Culashi,  c.  43. 
Gümbel,  C.   W.,  642. 
Guzman,  A.,  571. 


664 


ÍNDICE  ALFABÉTICO. 


Halófilas,  418. 

HaB,  £.894. 

Hatun-Cañar,  r.  58. 

Hatimtáqui,  p.  102. 

Hato,  r.  h.  71. 

Hanquich&qtii,  pongo  185. 

Helaras  406. 

Hena  r.  204. 

Herradura,  r.  175. 

HerM.  Dr.  &  642. 

Hewttom,  W.  C.  656. 

Hierro  palustre  804. 

Hiperstena  886. 

Historia  del  Ecuador  498. 

Hollín,  r.  208. 

Hondón  de  San  Diego  77. 

Hood,  i.  47a 

Huaea,  nudo  de  la  100,  108;  r.  111. 

Huacapanto,  r.  81. 

Huaico,  r.  cap.  71. 

Huaila,  puerto  20. 

Huaira-pungo,  r.  c.  68,  857. 

Huaira-urcu,  o.  82. 

Huallaga,  r.  192. 

Huamboya,  oord.  60. 

Huancabamba,  oord.  27;  r.  p.  29. 

Huapante  (Guapante),  r.  72. 

Huaquilla,  o.  116,  118. 

Huarama,  r.  199. 

Huarmiapac,  r.  202. 

Huasaga,  r.  199. 

Huele,  r.  172. 

Huigra,  quebr.  h.  58. 

Huinsha,  altura  77. 

Humboldt.  A.  9.  5,  9,  10,  85,  222,  849,  865, 

885,  567,  572,  574,  581,  599.  64a 
Humedad  y  lluvia  897. 
Huracanes  899,  400. 


Ibarra,  boya  de  97;  villa  102,  548;  terre- 
moto de  382. 
Igualata,  c.  y  nudo  62. 
Iguanas,  p.  147;  cerros  de  148. 
Dalo,  c.  92,  344. 
Iliniza,  c.  v.  77. 
Ho,  puerto  138,  r.  144. 
IUapa,  c.  67. 
Illuchi,  r.  81.  —  84. 

Imbabura,  c.  v.  101,  349,  358;  prov.  548. 
Imbana,  c.  30,  r.  31,  167. 
Importación  544. 
Inca,  r.  i.  168. 
Incapirca,  ruinas  52. 
Incas  509;  obras  de  los  581. 
Indefatigable,  i.  470. 
Independencia  del  Ecuador  518. 
Industria  542. 
Indios  Cayapas  526,  583. 

—  del  interior  529. 

—  del  litoral  525. 

—  del  oriente  532. 

—  de  Esmeraldas  528. 
Infiernito,  r.  169. 
Inoceramus  243. 
Insectos  463,  656. 
Instituciones  polit.  y  civiles  519. 
Instrucción  publica  540, 


Iñaquito,  plano  94. 
Ipi,  r.  168. 
Iquitos,  p.  188. 
Irambiza,  r.  194. 
Iranaza,  r.  194. 
Isoo,  r.  91. 
Iscuandé,  r.  175. 
Ishubamba,  h.  68. 
leerá,  o.  165. 
Isimanohi,  r.  28. 
Isinlivi,  oord  79. 
Iudkrt,  C.  van  627—680. 
Itaya,  r.  200. 
Itapo,  páramo,  p.  62. 
Isa,  r.  206. 


Jabita,  r.  154. 

Jaén  de  Braoamoros  28,  29. 

Jagua,  r.  112.  —  147. 

Jama,  r.  159. 

Jambelí,  L,  esi,  canal  19,  20. 

Jamboé.  r.  81. 

James,  i.  470. 

Jamuim,  W.  655. 

Janeiro,  r.  81. 

Japan,  r.  147. 

Jaranujd,  punta  22. 

Jarungo,  o.  68. 

Jeberos,  p.  192. 

Jerez,  r.  o.  111. 

Jerinoma,  r.  86. 

Jervis,  i.  470. 

Jima,  p.  r.  48. 

JimétUM  de  la  Espada,  M.  854,  856,  647. 

Jipijapa,  oanl  p.  561. 

Jirón,  p.  r.  40,  555. 

Jordán,  lazareto  51. 

Jorupe,  mina  625. 

Jou88eaume,  Dr.  F.  656. 

Jubal,  r.  51. 

Jubones,  boya,  r.  39,  109,  110. 

Juivi  grande  363. 

Jiyan,  s.  130. 

Jumon,  est.  107. 

Jundache,  r.  203. 

Juntas,  r.  30.  -  74.  —  134.  -  135. 

-  Granito  de  236. 


Karstm,  Dr.  H.  222, 251,  864,  872,  596,  648. 
Kirsch,  Th.  656. 
Küch,  Dr.  B.  353,  642. 


Lachas,  cord.  99. 

Ladrillos,  cerro  de  85. 

Lagartera,  puerto  168. 

Lagartillo,  r.  181. 

Lagarto,  r.  s.  181. 

Lainin,  r.  112. 

La  Laguna,  p.  192. 

Lalbe,  r.  171. 

Lanza,  c.  67. 

Latacunga,  81,  82,  551. 

Lava,  corrientes  de  64,  341,  474,  648. 

—  cuarcífera,  357. 

—  basáltica  473. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO. 


665 


Lavaderos  de  oro  233,  308,  319,  639. 

Lechugal,  r.  135. 

Lehmann,  F.  C.  655. 

Lelia,  r.  167. 

León,  r.  40;  —  prov.  551. 

Leonang,  c.  59. 

Licay,  quebr.,  h.  58. 

Licto,  c.  de  63. 

Lignito  282. 

Límite  de  la  nieve  perpetua  405. 

Límites  del  Ecuador  6,  577. 

con  Colombia  7. 
—  con  Brasil  8. 
-  con  Perú  10,  577,  580. 
Limonal,  r.  134. 
Limonita  304. 

Limpiopungo,  meseta  y  lag.  76. 
Linje,  p.  55. 
Lita,  r.  99,  104. 
Lo  dan  a,  p.  156. 
Loia,  hoya  de  30,  31;  ciudad  31,  555,  556; 

formación  geológica  de  279. 
Loias,  h.  c.  150. 
Lolo-yacu  199. 
Lomas  123. 
Londoma,  r.  69. 
Loreto,  p.  204. 
Los  Ríos,  prov.  de  559. 
Loyola,  r.  28. 
Luis,  r.  36. 
Lulu,  r.  138. 


Llangame,  r.  58. 
Llanganate,  cord.  72. 
Llamcay,  r.  41. 
Lligua,  r.  84. 
Llimpi,  c.  62. 
Llingasha,  c.  43. 
Lloa,  valle  86. 
Llulluche,  c.  67. 
Llullundungo,  c.  67. 
Llurimagua,  r.  99,  165. 
Llusin,  r.  84. 
Lluvia,  cantidad  de  403. 


Maassen,  P.  656. 

Macagua,  r.  125. 

Macará,  r.  p.  34,  556. 

Macas,  p.  r.  195,  197,  553. 

Macul,  r.  141.  -  149. 

Machachi,  p.  92,  551;  fuentes  637. 

Machai,  r.  n.  84. 

Máchala,  est.  p.  109,  110;  cant.  556. 

Maehalera,  r.  111. 

Machalilla,  ensen.  22. 

Maehángara,  r.  48,  93. 

Mache,  r.  160,  169. 

Mafa,  r.  676;  lavad.  324. 

Magnetita  268. 

Magro,  r.  148. 

Magua,  r.  170. 

Manuaca,  r.  199. 

Majagual,  r.  181. 

Mala,  bajos  20;  c.  151. 

Mal  abrigo,  i.  115. 

Malacates,  r.  31.  —  35. 


Mal  al,  minas  de  630. 

Malchinguí,  p.  96. 

Maldonado,  r.  160. 

Maldonado,  P.  198,  566. 

Male,  r.  170. 

Malimpia,  r.  168. 

Mambra,  punta  21. 

Mamíferos  452. 

Manabí,  prov.  560. 

Manga,  est.  24,  161. 

Manga-yacu  84. 

Manglar-alto,  r.  p.  155. 

Manglares  118,  418. 

Mangles,  punto  25. 

Mangosisa,  r.  195. 

Manocaro,  r.  199. 

Manseriche,  pongo  186. 

Manta,  bahía  y  puerto  22. 

Mantingo,  c.  87. 

Mapas  geográficos   del  Ecuador  1,  565. 

—  geológicos  222,  596. 

—  del  Perú  570. 

—  de  Colombia  570. 
Mapoto,  r.  h.  84. 
Marañon,  r.  183,  189,  584. 
Marcos,  r.  160. 
Margajitas,  r.  84. 
Mariano,  r.  159. 
Mármol,  303.  ^ 
Marsupiales  454. 
Martínez,  A.  N.  364,  648. 
Marube,  r.  171. 

Masa,  i.  115. 

Masan,  r.  47. 

Masanamaca,  r.  35;  minas  de  598. 

Masar,  r.  51. 

Maspa,  r.  202. 

Masucay,  r.  41. 

Matadero,  r.  47. 

Mataje,  r.  180. 

Matanga,  r.  37;  lavad.  312. 

Mates,  r.  181. 

Matorillos,  i.  115. 

Mauca,  r.  202. 

May  así,  pongo  185. 

Mayunaga,  r.  197. 

Mazan,  r.  205. 

Medidas  545. 

Mejia,  cantón  de  551. 

Meláfido  262,  599. 

Menten,  J.  B.  387,  571,  572,  577.     Véase 

también  el  Boletín  del  Obs.  astr. 
Mercurio  251,  252,  315,  319. 
Mesobasalto  262,  599. 
Mestizos  535. 
Meteorología  383. 
Miazal,  r.  185. 
Micacocha,  lag.  89. 
Mihuir,  r.  112. 
Milagro,  r.  p.  133,  134. 
Müler,  Dr.  C.  656. 
Milla,  c.  56. 

Minas,  270;  de  Loja  597;  de  Zaruma  600. 
Minas,  r.  41.  -  51.  -  112. 
Minas  nuevas,  r.  36. 
Mindo,  r.  p.  86,  166. 
Minza,  páramo  60. 
Mira,  r.  101,  103,  180;  p.  103. 


fsniOt  ALFABÉTICO. 


or,  c.  97. 

Miaagalli,  r.  303. 
Misoaque,  r.  147. 
Moeaehe,  r.  189. 
Moooli,  i.  188. 


Ho> 


r.  lñ! 


Mocornt, 
Mncha.  p,  78,  *2. 
Hojuda  nudo,  v.  v.  90,  861 
Molina,  r    .•:         1N).  181 
Molobog  c.  r.  46,  58. 
Molong,  r.  60. 
Moluscos,  467,  666. 
Molleturo,  p.  113. 


Mo 


I1"' 


Mompilche,  r.  17: 
MoiKatjo,  P.  677, 
M oii dragón,  i.  llí 
Monedas  Hfi, 
Mono.  r.  144. 
Moi 


146. 


Montaflita,  punta  33. 

Monteeristi,  o.  p.  166,  661. 

Morena,  r.  144. 

Moroeumbo,  r.  160. 

Horomoro,  r.  87. 

Morona,  r.  196. 

Horro,  &  76;  canal  163;  esi.  1 

y  p.  151,  163. 
Moluche,  t.  109. 
Moya,  r.  69. 
Utudúeho,  r.  158. 
Muerli-puiico,  lag.  93. 

Muisne,  p.  r.  161. 
Muíalo,  p.  80. 
Mnlraul.  c.  62. 
MuIlúiiguloH  4"i5. 
Mvllepnogo^  oord.  41,  48,  t.  4 
Mullidiang,  cord.  66. 
Mura,  r.   147.   -  196. 
M'mi'iimlH'.  r.   1T2. 


Mutile,  r.  170. 


Habón,  p.  r.  40. 

Naciones  indígenas  499. 

Nagsagpungo,  e.  58. 

Nambija,  r.  31. 

Nanay,  r.  300. 

Nanegal,  r.  165. 

Ñapo,  r.  p.  200,  303,  204,  586. 

N"ii["'t"íi.  p.  201. 

Xnruujiíl,  r.  112,  138;  p.  112. 

Naranjito,  p.  134. 

Naranjo,  r.  41. 

Nfirti'irough,  i.  470. 

Xiirivifia,  lag.  111. 

Xávaz-cruz,  paso  61. 

Naxichi,  r.  82. 

Negrillo,  r.  138. 

Negro,  r.  31.  -  51.  —  109. 

Nevados  405. 

Nieva,  r.  191. 

Nieve,  r.  84. 

Nieve  perpetua  405. 


;  península 


-ya* 


Nono,  fuentes  637. 
Norcay,  r.  112. 
Niieuray.  r.  l!f¡), 
Nudpiuf,  r.  48. 
Numbala,  r.  28. 
Nusino,  r.  205. 
Nutria,  r.  168. 


Océano  Pacífloo  18. 
Olivina  886. 
Olmedo,  p.  147. 
Olon.  r.  s.  166. 
Onoebí,  t.  186. 


Qnuaga,  r 
Ornóle,  r. 


191. 


¡é,  r.  176. 
Una.  p-  r.  40;  lerr.  voló,  de  368 
Ópalo  369. 

Oro  368,  269,  808,  818,  837. 
Oro,  prov.  del  666. 
Ortíptcra,  T.  &*  647. 
Orto*,  J.  866. 
Ostiones,  r.  181. 

Otavalo,  villa  101,  548;  fuentes  fi 
Ovneai-lii,  r.  p.  201,  388. 
Oyambaro,  s.  95. 
Oiogoche,  r.  63. 


Pabellón  del  Ecuador  467. 
Pacay-urca,  minas  de  607. 
Padre  encantado,  o.  86. 
Pagma,  r.  h.  68. 
Pagóla,  r.  176. 
Pagua,  r.  h.  68,  111. 
Paguampa,  o.  86. 
Pailón,  eet  26. 
Paira,  a.  197. 
Pajan,  eord.  135; 
Pajarito,  r.  144. 
PajonalOB  120. 
Palabí,  r.  179. 
Palagonita  473. 
Palaiachc,  r.  169. 
Palanda,  r.  27. 
Palannma,  r.  28. 
Palenque,  r   13?,  188;  p. 
Palmar,  punta  23;  r.  159. 
Palmas  425. 
Palmira,  h.  36. 
Palobamba,  fuentes  153. 
Palo  santo,  i.  de  153. 
1'alüis,  i'üiit.  656. 
Palto,  e.  32;  r.  36. 
Paludina  253. 
Pallatanga,  hoy 
Pallo,  r.  69. 


147. 


,  p.  70. 


I'itinkmiiu'oa.  e.  89. 
l'oml.il.  r.   175. 
Pambilar,  r.  160. 
Pampa,  r.  de  la  155. 
Pampas  119. 
Pan,  r.  p.  51 
Pan  de  azúct 


44. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO. 


Panadero,  r.  180. 

Pimaraniro,  p.  103. 
Pimelodus  Cyclopum  319. 

Pancha],  r.  147. 

Panohalica,  r.  «2. 

Pi  mocha,  p.  130. 

Panecillo,  c  87. 

Pinantura,  li..  ci>rr.  de  lava  92. 

Pangar,  r.  70. 

Pinches,  r.  199. 

Paño,  r.  ¡JOS. 

Pindilic,  p.  61. 

Panza,  c.  «8;  rtird.  70. 

Pindó,  r.  311. 

Papallacla,  r.  p.  89,  2i)l. 

Pinllar,  c.   101. 

Papa-yacu.  lago,  102. 

Pfnluc,  r.  84. 

Caramba,  r.  104. 

Piñal,  r.  147. 

['«rumos,  eondio.  metcornl.  103. 

Piñan.  páramos  99. 

Psranapura,  r.  192. 

Piíianpuiífío,  r   70. 

Paredones,  minas  53. 

J'jñas.  r.  p.  37. 
Piotina  2(15. 

Paritiari,  r.  199. 

Parindero,  nst.   137. 

Piquene,  r.  19». 

Parlidpro,  r.  161. 

Piquigiia,  r.  159. 

Pasado,  rabo  23. 

Pircuasi.  r.  166, 

Pasamachin,  r.  168. 

Pircusta.  r.  171. 

Pascuales,  s.  148. 

Pirita  231,  268. 

Pnsorhoii,  c.  88. 

Pirofilila  265. 

Pastaza,  r.  83,  197. 

Pirotina  231. 

Pata  do  pájaro,  e.  15¡l. 

Pataló,  p.  78. 

Piscobaniha,  valle,  r.  31. 

Patato,  r.  82. 

Piscn-urcu.  0.  67,  68. 

Palia,  r.  104. 

Piso,  r.  139. 

Palul,  c.  44;  r.  69 

Pisque,  r.  96. 

Paute,  r.  47;  p.  555. 

Pita,  r.  91.   -   136.   -   est.  137. 

Pavas,  qucbr.  do  las  36. 

Pital,  est.  107. 

Payaguas,  r.  205. 

Pitaviña,  ruinas  42. 

Payamino,  r.  204. 

Pitsara,  r.  165. 

Payana,  i.  19. 

Pivitiang,  eord.  68. 

Pocos  462. 

Plantas  cultivadas  429. 

Pechiche,  r.  112. 

Plata  269:  minas  de  627. 

Pedernales,  punta  22 ;  p.  159. 

Plata,  i.  de  la  22. 

Pedregal,  r.  91, 
Pegttche,  r.  101. 
Pelado,  i.  22. 

Plátano  (planta)  428,  432. 

Plátano,  r.  169. 

Plátanos,  r.  162. 

Pelileo,  p.  cant.  502. 

Platina  269,  323,  327,  641. 

Pclinoay,  r.  41. 

Peñas  (le  Guayaquil  124,  125. 

Playa  do  Oro.  p.  177, 

Playas  120. 

Perdido,  r.  139. 

Playa-Vólez  138. 

Perequeté,  e.  148. 

Plomo  269. 

Perica,  r.  138. 

Población  «lol  Ecuador  523. 

Perinao,  s.  147. 

Pocachi,  r.  144. 

Pcripa,  r.  143. 

Poembo,  r.  138. 

Perlita  358. 

Pomallacta,  p.  56. 

Perucho,  r.  p.  96. 

Pumasqui,  p.  95. 
Pongal,  i.  19,  153. 

Pescadilío,  r.  145. 

Pescado,  r.  147. 

Pongos  del  Marañon,  183-188. 
Pórfido,  259;  cobrizo  625. 

Pesos  545. 

Potrillo,  s.  148. 

Porfirita  259. 

Petróleo  256,  288,  632. 

Pórtele,  cst.  punta,  r.  24,  160.  — 

Pianguapi,  ensen.,  cst.  25. 

Portoviejo,  r.  156,  ciudad  560. 

Picoasá,  p.  156. 

Posiciones  astronómicas  5,  574, 

Pichincha,  c.  v.  85,  86,  364.  647 ;  prov.  549. 

Potorillos.  r.  42. 

Pichota,  p.  156. 

Piedra  Manca,  o.  32,  37.   -  cord.  43. 

Potrerillo,  s.  36. 

Potrerillos,  lava  de  357. 

Piedra-pez  259. 

Potrero,  r.  107. 

Piedras,  r.  112.  -  147. 

Potrero  de  la  Virgen  147. 

Pifo,  valle,  p.  95. 

Potreros  430. 

Pyio,  r.  147. 

Potro,  r.  192. 

Pijullo,  t.  136. 
Pilaló,  r.  p.  138. 

Poza,  cst.  25. 

Pozas  120. 

Pilares,  quehr.  36. 

Pozuelos,  r.  p.  136. 

Pilaton,  valle,  r.  85,  167. 

Proñadillas  349. 

Pilo,  puerto  109. 

Presidencia  de  Quito  517. 

Pilzhun,  c.  46;  minas  de  267,  627. 

Presidentes  de  la  Reo.  519,  520 
Presión  atmosférica  396. 

Pillaro,  cord.  do  72,  74;  p.  cant.  502. 

668 


ÍNDICE   ALFABÉTICO. 


Proaño,  V.  195. 

Puca,  cord.  de  125;  r.  146. 

Pucalapi,  r.  143. 

Pucaloma  53. 

Pucará,  c.  p.  41,  42.  —  67. 

Pucay,  r.  112. 

Pucon,  r.  147. 

Puchaga,  r.  197. 

Pueblo  viejo,  r.  135,  137;  cant.  560. 

Puela,  r,  p.  64. 

Puéllaro,  p.  96. 

Puembo,  p.  95. 

Puente  de  Chimbo  132. 

Puente  hondo,  r.  de  58,  197. 

Puesnues,  r.  180. 

Pujih,  p.  r.  82;  cant.  552. 

Pula,  r.  148,  149. 

Pulpito,  c.  r.  51. 

Pululagua,  c.  v.  87,  354. 

Pulla,  c.  32. 

Pumacunchi  r.  82. 

Puma-ucu,  r.  81. 

Pumin,  c.  67. 

Puna,  i.  p.  20,  151;  terr.  volc.  333. 

—  vieja,  est.  20;  c.  151. 

Púnchis,  r.  28. 

Pungal,  r.  p.  54,  64. 

Pungo-yacu  101. 

Punin,  p.  r.  64;  fósiles  de  373. 

Punta  Piedra  115. 

Puntal,  p.  103. 

Puntas,  c.  v.  89. 

Puntilla  de  Sta.  Elena,  21,  154. 

Puntilla,  r.  de  la  158. 

Punzucama,  c.  68. 

Puñalica,  c.  78. 

Puñay,  c.  56. 

Pupusa,  r.  144. 

Puruving,  cord.  44. 

Pusaga,  r.  195. 

Putumayo,  r.  206. 

Puyal,  páramo,  paso,  61. 

Puyango,  s.  107. 


Quebrada  honda,  r.  28. 

fuero,  r.  42.  -  82. 

iuevedo,  r.  p.  137,  139. 
Quichinche,  r.  101. 

fuiebre,  r.  171. 

hiiios,  r.  202. 

fuilimas,  c.  58. 

íuilindaña,  c.  v.  75,  358. 
Quilitagua,  c.  68. 

Quilotoa,  c.  v.  80,  361:  agua  del  638. 
Quílluc,  r.  84. 
Qiumiac,  p.  r.  64. 
Quimsa-cruz  52. 
Quindemunchu,  <•.  6x. 
Quindigua,  r.  138. 
Quingue,  r.  162. 
Quinjndé,  r.  167,  168. 
Quiñi oo,  r.  48. 
(Juinoa-corral  68. 
Quirotoa  =  Quilotoa. 
Ouisacoto,  c.  68,  79. 
(Juisaya,  h.,  fuentes  638. 
Ouispicasha,  c.  79. 


Kiita-palanca,  r.  144. 
íuito  93,  94,  395,  549. 
tuitus,  nación  505. 


Raimondi,  A.  9,  385,  570,  576,  584,  633,  638 

Ramas,  p.  141. 

Ramos-huaico,  r.  48. 

Ramos-urcu  32;  minas  de  598. 

Rancho  alto,  r.  145. 

Raranga,  r.  48. 

Raspa,  r.  108. 

Bath,  G.  vom  642. 

Rayo,  c.  67. 

Razas  del  Ecuador  524. 

Razu-yacu  82. 

Regiones  del  Ecuador,  15,  398. 

-  botánicas  417. 

-  central  16,  26,  402,  412. 

-  litoral  16,  106,  399,  407. 

-  oriental  17,  183,  398,  561,  586. 
Reino  de  Quito  517. 

Reüs,  Dr.  W.  72,  77,  80,  342,  348,  362,  372, 

581. 
Reiss  é  Stúbel  222,  355,  360,  394,  406,  574, 

575,  588,  642. 
Religión  del  Ecuador  539. 
Rentas  del  Estado  545. 
Reptiles  460. 

República  del  Ecuador  497,  518. 
Bestrepo,  M.  7,  568. 
Resumen  histórico  498. 
Retema,  pongo  183. 
Reventazones  350. 
Revesa,  puerto  112. 
Revista  territorial  547. 
Rimachumac,  lag.  199. 
Rio  Chico  156. 

-  Grande  144,  176. 

-  Nuevo  148. 

-  Seco  155. 

Verde,  p.  r.  181,  182. 
Riobamba.  hoya  58;  meseta  65;  ciudad  64,553. 
Biofrio,  B.  607. 
Rircay,  r.  40,  116. 
Roamainas,  r.  199. 
Rocafuerte,  p.  156:  cant.  561. 
Rocas,  su  clasific.  petrogr.  594. 
Rocas  verdes  258. 
Roedores  454. 
Bogcrs  á  Millet  573. 
Rompido,  r.  109,  110,  181. 
Roncador,  r.  141. 
Ronca-tigre,  r.  166. 
Boss,  W.  573. 
Both?  Dr.  J.  im. 
Rumiguarcu,  c.  69. 
Ruminantes  455. 
Rumiñahui,  c.  v.  77,  87. 


Sábalo,  r.  168.  —  169. 

Sabana  grande,  est.  p.  153. 

Sabanas  119. 

Sabaneta,  r.  134. 

Sabanilla,  nudo  27:  r.  31,  142. 

Sacama,  s.  30. 

Sacramento,  r.  70. 


ÍNDICE    ALFABÉTICO. 


Sade,  r 


,  r.,  lag.,  c.  170. 

z  de  Tejada,  T.  G.  600. 
Sagoatoa,  c.  79. 
Saígfle,  r.  171. 

Salado,  r.  104;  eat.  =.  Estero  Salado. 

Solahoyo,  r.  166. 

Salango,  i.,  punta  22. 

Solapa,  s.  31. 

Salapí,  r.  144. 

Salar  un -loma  68. 

Salatí,  r.  36. 

Solaza,  M.  394. 

Salazaea,  r.  82. 

Sálima,  r.  162. 

Salinas  (minas)  287,  305,  634. 

Salinas,  p.  r.  104.  -  136. 

Salitrales  118. 

Salitre,  p.  141. 

-  mina  de  305,  634. 
Salto,  r.  145. 
Samama,  c.  67. 

Samanamaea,  h.  237;  lavad.  316. 
Same,  r.  162. 

Sil  II    Agustín,  r.  47. 

-  Andrés,  p.  64. 

-  Antonio,  r.  31.  -  136.  -  180;  p.  102;  de 
Llullumb.  95. 

Fernando,  p.  40. 

Francisco,  cabo  y  bahía  24,  162.  --  r. 
28,31.  -41.  -  50. 

-  Ignacio,  p.  28.  -  i.  153. 

-  Isidro,  r.  194. 

-  Jacinto,  r.  112. 

-  Joaquin,  c.  89. 

-  Jorge,  h.  70. 


—  José, 
71,554. 

—  Juan,  p.  61. 

—  Lorenzo,  cabo  22.  -  p.  r.  69,  180. 


204; 


r.  85. 


-  Lucas,  r.  p.  30,  31. 

-  Mateo,  punta  22. 

-  Miguel  di'  Cayapas  176. 
de  Chimbo  71,  554. 

-  —  de  Latacunga  552. 

-  —  de  los  Colorados  138. 

-  —  de  Sutiumbios  206. 
—  del  Morro  152. 

-  Pablo,  lag.  p.  91,  102;  r.  70,  71.  -  lag.  97. 

-  Pedro,  i.  25.  -  est.  123.  -  r.  92,  95.  —  104. 
-  145.  -  c.  154. 

-  Rafael,  r.  92. 

-  Vicente,  est.  112.  -  c.  155. 
Sanancajas,  nudo  62,  71. 
Sóndeme,  r.  144. 
Sandoval,  A.  361. 
Sangay,  c.  v.  69,  365;  r.  197;  cant.  553 


.  161. 


-  Clai 


.  19. 


-  Cruz, 

-  Elena,  Puntilla  de  21,  154;  bahía  de  21; 
villa  154,  659. 

-  Lucía,  p.  146. 

-  Bita,  h.  51;  est.  137. 

-  Rosa,  est.  19;  i.  25;  eord.  27;  r.  p.  108. 
-201;  cant.  566. 


Santay,  i.  115;  est.  117. 

Santiago,  r.  25;  p.  31.  -  r.  p.  69,  70.  -  sist. 

fluv.  173,  177.  -  193.  -  Lavad.  326. 
Santo  Domingo,  r.  111. 
—  de  los  Colorados  138. 
Sapayito,  r.  176;  lavad.  324. 
Sapayu  grande,  r.  176. 
Sora-ureu,  c.  89. 
Sardinas,  r.  70. 
Sartenejales  119. 
Sosa,  r.  170. 
Savañac,  p.  62. 
Saya,  c.  154. 
Sayausí,  minas  de  630. 
Schacko,  G.  630. 

Schwarse,  G.  406.  ■  .  -    ■ 

Seibo,  est.  163. 
Sesmo,  c.  32. 

Shingata,  r.  37,  39;  lavad.  311. 
Shiric,  c.  41. 
Shiris  506. 
Shiu,  r.  50. 
Shoray,  b.  51. 
Sibambe,  r.  p.  66. 
Sibimbe,  r.  135. 
Sicalpa,  p.  61,  553;  r.  64. 
Sicote,  r.  s.  71. 
Sichacay,  c.  32;  r.  36. 
Sidc-ay,  r.  48. 
Siduchi,  r.  195. 

Simiradtki  J.  de  222,  596,  599,  642. 
Sienitu  235. 
Siete,  r.  111. 
Sigchos,  cord.  do  79. 
Sigsig,  r.  .'«i.   [p.  555. 
Siiísk'iingii,  cord.  98. 

Si^Jii^liiiiiiba,  r.  58. 

Silanchi,  r.   167. 

Siltinl.',  r.  53.-85. 

Sílice  amorfa  250. 

Silva,  i.  130. 

Silvan,  cerros  40. 

Sillay,  r.  192. 

Simpsm,  A.  206. 

Sinchic,  c.  69. 

Sincholagua,  c.  v.  87,  88,  358. 

Siri-yaou  111. 

Sitio  nuevo  112. 

Sodacu,  r.  28. 

Sodiro,  P-  L,  449,  652-655. 


Sol  ai 


.  145. 


Soldados,  cord.  43. 

Soledad,  p.  148. 

Soluno,  r.  205. 

Spruce,  J¡.  573,  655. 

Steitunatut,  Dr.  G.  596. 

StoUmann,  M.  656. 

Stúbel,  Dr.  A.  59,  60,  342,  365,  404,  656. 

Sucre,  cant.  561. 

Sucumbios,  r.  206. 

Sugachi,  r.  199. 

Suma,  r.  169. 

Sumaco,  c.  204,  332. 

Suno,  r.  204. 

Supibi,  r.  135. 

Suram  paite,  r.  48. 

Su  ron  es,  punta  24. 

Surueuchu,  r.  47. 


ÍNDICE   ALFABÉTICO. 


Susunga,  c.  ti7. 
Huacal,  p.  62. 

Tinajillas,  nudo  39,  43. 

Tinoco,  h.  141. 

Susuncama,  r.  172. 

Tintal,  r.  141. 

Suya,  r.  112. 

Tiocajas,  nudo  55,  60. 

Suya  grande,  h.  112. 

Tí.miI ii.  78. 

Tiupullu,  nudo  71,  76,  77. 

Toachi.  valle,  r.  79,  166. 

Tabacay,  r.  48. 

Tcba  voleúiúea  :t34,  370. 

Tabaco  431. 

TueudiL  p.  %. 

Tabaconas,  r.  29. 

i'oisan,  cord.  99. 

Tabaoundo,  p.  96. 

Tola,  i.  25. 

Tulil  uní  ni  i,  c  357. 

Toldo,  e.  59. 

Tablaa,  r.  136. 

Toma,  h.  35. 

Tabla-yaeu  40. 
Tabuchila,  r.  108. 

Tu  me  bamba  41. 

Tomsupe,  r.  163. 
Tonehigüe,  r.  162. 

Tabuga,  r.  159. 

VuciHHHwstt,  Dr.  L.  65«¡. 

Tóngora,  r.  102. 

Taché,  r.  145. 

Topo,  r.  84. 

Tachina,  r.  159,  170. 

Topografía  del  Ecuador  14. 

Taday,  r.  p.  61. 

—  du  los  Galápagos  470. 

Tagualó.  r.  138. 

Tórtolas,  r.,  cord.,  indios  583. 

Taguando,  r.  lo2. 

Tortuga,  r.  161. 

Taguasa,  r.  107. 

Toeagua,  r.  p.  156. 

Tagüin,  c.  33.  107. 

Tower,  i.  470. 

Tiiifíu»,  r.  171. 

Traveseo,  r.  s.  155. 

Tamhillu.  r.  165. 

Tremolita  266. 

Tambo,  p.  54. 

—  del  Gobierno  67. 

Tribus  inUlg'  lias  499. 

Trinchera,  punta  20. 

Tambu-yacu  76. 

Tulcun  hoyu,  p.  104:  eant.  548. 

Tanga  ra,  e.  67. 

Tuliil.iii;,  e.  68. 

Tangán',  r.  176. 

Tuluchí,  r.  81. 

Tanicuchi,  p.  80. 

Tululbí,  r.  179. 

Tanisagua,  a.  157. 

Tumbaco,  valle,  r.  p.  92,  95:  Cuentos  (38. 

Tanti,  r.  167. 

Tumbaviro,  p.  104. 

Tarau,  r.  64. 

Túmbez,  r.  p.  106,  107. 

Taripa,  r.  170. 

Tumbueu,  r.  s.  71. 

Taripe,  r.  172. 

Tunguragua,  c.  v.  60,  363,  648;  prov.  55' 

Tarqui,  r.  47,  69;  —  pirámide  di'  47. 

Tu.juir.  r.   111. 

Taseche,  r.  162. 

Turubamba.  planu  de  93. 

Tashile,  r.  172. 

Tusa,  p.  103. 

Tasona,  r.  171. 

Turnia,  r.  69. 

Tatica,  r.  171. 

Tutahuaso.  r.  69. 

Taura,  est.  r.  p.  115, 116;  eemw  do  117,  118. 

Tutapalu,  s.  67. 

Taviasa,  r.  172. 

Tulapali,  r.  47. 

Tavucho,  r.  171. 

Tuyo,  r.   179. 

Tejar,  r.  101. 

Telembela,  r.  67.  134. 

Telembí,  r.  176. 

ücaynli,  r.   193.  5K4. 

Tembladeras  120. 

('china,  r.  35. 

Teiiihlequo,  i.  19. 

l'ehiieuv,  r.  42. 

Temblores  374. 

Udusliupa,  r.  40. 

Temperatura  media  3H8,  1148—  662. 

Uinibí.  r.  p.  177,  178:  fósiles  de  277,  630 

Tempestades  401. 

lavad.  326. 

Tena,  r.  p.  203. 

i:iva,  r.  84. 

Tenguel.  r.  h.  111. 

Ulla  249. 

Tenguelillo,  <■.  44,  111. 

UVoa,  A.  de  402. 

T>TT>ui-l-«   'J't 

L'ngui,  e.  86. 

Tctracdrlto  'Mil. 

Unión,  villa  de  la  fiiW. 

Thitlmann,  M,  r.  361. 

Tiaum-,  r.   171. 

Urcueuv.  e.  358. 

Tigre,  r.  145.  -  147.  -  199. 

LTreuqui.  p.   llü. 

Tigua,  r.  160. 

Utttll.    pnug,.    |85. 

Tilunje.  r.  b.  58. 

l/lcubii.iitm,    r.    1¡H). 

Tile,  r.  170. 

Tve.  r.   170. 

Tilinohe,  r.   138. 

Tilipulu.  i.   138, 

Vaina,  r.  111. 

Timbrv.  r.  171. 

Vainilla,  h.  117. 

ÍNDICE   ALFABÉTICO. 


07 1 


Vainillas,  r.  181. 

Vainülita,  r.  181. 

Valdivia,  r.  s.  155. 

Valladolid,  r.  27. 

Valle,  s.  31. 

Variación  termoméiriea  392. 

—  barométrica  396. 
Vascun,  quebr.  84. 
Vega,  i.  128. 
Vegas  121,  122. 
Vegetación  del  Ecuador  416. 

—  de  los  Galápagos  479. 

Vclasco,  P.  /.  9,  349,  361,  499,  571,  643. 
Venadera,  r.  166. 
Venado,  punta  23.  —  r.  159. 
Venecia,  h.  r.  124. 
Ventanas,  p.  135. 
Ventanillas,  h.  135.  -  101. 
Verde,  i.  21.  —  punta  24.  —  r.  84.  —  e.  154. 
Verde-yacu  202. 
Vergel,  r.  cord.  28. 
Vias  de  comunicación  209. 
Viche,  r.  171. 
Vientos  alisios  384. 
Vilcabamba,  p.  35. 
Villano,  r.  205. 

Vittavicencio,  Dr.  M.  13,  399,  400,  499,  568, 

577,  583,  586. 
Villonaco,  c.  30,  32. 
Vinces,  r.  p.  137,  139,  140,  560. 
Vinche,  r.  171. 
Vinsade,  r.  171. 
Viti,  r.  160. 
Viudita,  c.  85. 
Viscaya,  Vizcava  -=-  Biscaya. 
Volcancito  de  lodo  291. 
Volcanes  337,  345. 

—  de  los  Galápagos  473. 

Wagner,  Dr.  M.  222,  361,  364. 

Wealden,  form.  geol.  253. 

Wenman,  i.  470. 

Werthemann,  A.  184,  191,  573,  578. 

Weymer,  G.  656. 

Whymper,  E.  344,  353,  356,  361,  363,  655, 

656. 
Wiener,  Prof.  Ch.  586. 
Wilson,  J.  573. 
Wisse,  8,  355,  366,  572. 
Witt,  E.  573,  632. 

Yacoto,  c.  68. 

Yaguachi,  r.  p.  133;  cant.  559.  -  r.  37. 

Yaguachi  viejo,  133. 


Yaguarcocha,  r.  de  63.  —  lag.  102. 

Yambanuma,  r.  28. 

Yambe,  r.  166. 

Yamboya,  r.  85. 

Yambrana,  r.  191. 

Yana-urcu,  c.  30,  37.  -  68.  -  90.  -  98. 

Yana-yacu,  r.  81,  82.  -  102.  -    166.  -  192. 

202. 
Yanazambi,  r.  31. 
Yangana,  r.  p.  35. 
Yanguang,  c.  51. 
Yansun,  c.  151. 
Yanuncay,  r.  47. 
Yapurá,  r.  207. 
Yarumal,  r.  161. 
Yaruquíes,  cord.  63. 
Y  as  i  pan  g,  r.  63. 
Yavarí,  r.  193. 
Yavirac,  c.  87. 
Yerba-buena,  tambo  112. 
Yolan,  e.  150. 
Yuibug,  paso  59. 
Yulug,  p.  r.  42. 

Yunguilla,  valle  41.  —  boca  de  141. 
Yurac-cruz,  c.  101. 
Yurac-yacu  202. 
Yurimaguas,  p.  192. 
Yutapiscos,  r.  205. 


Zalulata,  c.  68. 

Zamborondón,  p.  c.  129,  131. 

Zambo-palo,  c.  151. 

Zamora,  cord.,  r.  p.  30,  31. 

Zanahuana,  c.  68. 

Zancudo,  r.  175.  —  204. 

Zani-yacu  205. 

Zanja,  est.  116. 

Zapata,  r.  145. 

Zapatilla,  r.  145. 

Zapotal,  est.  i.  24.  —  r.  135. 

Zapotillo,  p.  36. 

Zaraguro,  r.  40;  p.  32,  556. 

Zaruma,  hoya  de  32,  36;  villa  36;  cant.  556. 

Zarumilla,  r.  p.  107. 

Zarum-urcu,  c.  266. 

Zhalu,  c.  41. 

Zhuya,  minas  629. 

Zink  269. 

Zoraida,  est.  117. 

Zumba,  p.  28. 

Zumbagua,  cord.  79. 

Zuñac,  r.  84. 

Zurambela,  r.  31. 

¿uyovic,  J.  M.  642. 


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Geografía  y  geología  del  Ecuad 
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