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9* i
<tE<k-
NOTA. ESTA OBRA BS EL COMPLEMENTO DE LA CARTA GEOGRÁFICA DEL ECUADOR,
PUBLICADA POR EL MISMO AUTOR.
El autor se reserva el derecho de traducción.
GEOGRAFÍA/T GEOLOGÍA
DEL
ECUADOR
PUBLICADA POR OBDEN DEL SÜPEEMO GOBIERNO
DE LA REPÚBLICA
TEODORO WOLF,
CON 12 LAMINAS AUIOTIPICAS, 47 ILUSTRACIONES EN EL TEXTO
Y 2 CASTAS.
LEIPZIG.
TIPOGRAFÍA DE F. A. BROCKBAUS.
1892.
pno«
09585
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PEOLOGO.
von la satisfacción de haber concluido el mapa del Ecuador y
el libro destinado á acompañarlo y á explicarlo, se mezcla el senti-
miento amargo, de que la obra ha quedado muy atrás del ideal, que
se me había presentado al principiar los estudios geográficos de este
pais interesante. Pero la imperfección es una propiedad inherente
á todas las obras humanas, especialmente á las intelectuales, y con
este triste consuelo lanzo la presente al público, sin mas recomenda-
ción que la de mi buena voluntad de contribuir en algo al cono-
cimiento del Ecuador, y de consiguiente á su progeso. Si no hubiera
intervenido un contrato con el Gobierno, que me obligó á concluir la
obra dentro de un término fijo, talvez habría seguido el concejo de
Horacio: «nonum prematur in annum», y quizá ella no habría visto
jamas la luz pública.
Sin el apoyo moral y material del Gobierno ecuatoriano me ha-
bría sido muy difícil hacer la publicación del mapa y del libro, y
por esto me es grato manifestar públicamente mi reconocimiento pro-
fundo para con dicho Gobierno, especialmente con los dos últimos
Presidentes de la República, los EE. Señores Doctores J. M. Plácido
Caamaño y Antonio Flores, que contribuyeron eficazmente á la con-
clusión de la obra. — Y siendo esta talvez la última ocasión que se
VI PBÓLOGO.
me ofrezca de dirigirme al pueblo ecuatoriano, aprovecho de ella para
despedirme con la protesta de mi eterna gratitud por la generosa hos-
pitalidad, de que gocé mas de veinte años en su hermoso é inolvi-
dable país.
Dresde, el 15 de Julio de 1892.
T. Wolf.
TABLA DE MATERIAS.
Introducción.
L La carta geográfica del Ecuador 1
II. Posición astronómica dkl Ecuador, límites y extensión del Ecuador.
Posiciones dudosas. Innovación necesaria. — Cuestión de límites. — Fronteras de "
Colombia, Brasil y Perú. — Límites por posiciones astronómicas. — Posición
del Archipiélago de Galápagos. — Área de la República 5
Parte I. Topografía.
Generalidades 16
Cap. I. El mar y las costas.
El Océano Pacífico. Su temperatura. — La corriente peruana. — El Golfo de
Guayaquil y sus islas. — Puna. — Canal do Jambelí. Canal del Morro. —
Puntilla y ensenada de St\ Elena. — Cabo de S. Lorenzo y bahía de Manta. —
Bahía de Caráques y Cabo Pasado. — Cojimíes. Cabo de S. Francisco. — Costa
de Esmeraldas y esteros de Pailón 18
Cap. II. La región central ó andina.
Sección 1*. La región fronteriza al Sur del nudo de Sabanilla.
Una sola Cordillera andina. Sus ramificaciones. — Sistema fluvial del rio Chin-
chipe. — Rio de Huancabamba 2G
Sección 2*. La región entre el nudo de Sabanilla y él rio Jubones.
Nudo de Sabanilla. — Cordillera oriental. Su bifurcación. Nudos de Caja-numa
y Acayana ó Guagra-uma. — La hoya de Loja. — El rio Zamora. — Cor-
dillera de Chilla y Amboca. — Rio de Macará. — Sistema fluvial del Cata-
mayo. — Sistema del rio Túmbez y la hoya de Zaruma 29
Sección 3a. La región entre el rio Jubones y el nudo del Azuay.
Cordillera oriental. — Nudo de Pórtete y Tinajillas. — Sistema fluvial y hoya del
Jubones. — Valle de Yunguilla. — Hoya de Cuenca. — Nudo imperfecto de
Cañar. — Sistema del rio Paute. — Nudo del Azuay. — Hoya de Cañar y su
sistema fluvial 37
Sección 4*. La región entre el Azuay y el Chimborazo y Sanancajas.
El Azuay y su conexión con la Cordillera real. — Nudo de Tiocajas. — Cordillera
occidental. — Hoya de Alausí y sistema del rio Chanchan. — Hoya de Rio-
Vm TABLA DE MATSBIA8.
bamba. — Cordillera oriental. El Sangay, Altar, Tunguragua. — Cordillera
occidental. El Chimborazo. Nudo de Sanancajas ó Igualata. — Cerros de
Yaruquíes. — Sistema del rio Chambo. — Meseta de Riobamba. — El valle
de Chimbo y la Cordillera lateral. — Sistema fluvial del Chimbo. — Valle
lateral de la Chima 54
Sección 5\ La región entre Sanancajas y TiupuUo.
Cordillera oriental. Cerros de Llanganate y Cerro Hermoso. — Cordilleras de
Píllaro y de Chalupas. — El Quilindaña y rio Juntas. — El Cotopaxi, Ru-
miñahui y nudo de Tiupullo. — Cerros de Chaupi. — El Iliniza. — Cordillera
occidental. — Chimborazo y Carihuairazo. Abraspungo. Puñalica. — Cor-
dillera de Angamarca y Zumbagua. — Casaguala. — Cordillera de Guangaje,
Chugchilan y Sigchos. — Valle del Toachi. — El Quilotoa. — Sistema del
rio Cutuchi y Patate. Rio y valle del Pastaza 71
Sección 6a. La región entre el Tiupullo y el Mojanda.
Cordillera occidental. — El Corazón y el Atacazo. — Rio y valle de Pilaton. —
El Pichincha. — Cerros de Calacalí. Pululagua. — Cordillera oriental. Coto-
paxi. Rumiñahui. Sincholagua. — Antisana. Guamaní. Puntas. Pamba-
marca. — Sara-urcu. — Cayambc. — El Mojanda y el Cajas. — El Cusin. —
Sistema fluvial del Guallabamba. — El Haló. — La meseta de Quito. — Rio
Pisque y hoya lateral de Cayambe 84
Sección 7a. La región entre el Mojanda y la frontera de Colombia.
.Cordillera oriental y sus rios. — La Cocha de San Pablo. — La Cordillera
occidental. El Cotacachi. El Yana-urcu. Páramos de Piñan y sus rami-
ficaciones. — Páramos del Chiltazon y d<*l Ángel. — El Chiles. Cerro negro
de Mayasquer. Cúmbal. Azufral. — Nudo de los Altos de Boliche ó de
Huaca. — El Imbabura. — Cordillera de Angochagua. — Sistema fluvial
del rio Mira y la hoya de lbarra. — La hoya de Tulean y el rio Carchi . í>7
Cap. 111. La reüion occidental.
Sección Ia. La región litoral desde Túmbez hasta Guayaquil.
Los rios desde el de Túmbez hasta el de Naranjal. — Las diferentes zonas de
esta región. El rio Guayas y su delta. — Los rios de Taura y Boliche. —
Cerros de Taura. — Característica de los terrenos de la región 10G
Sección 2a. El sistema fluvial del rio Guayas.
Sus límites y extensión. — Guayaquil. — Rio de Bodegas. — Rio Chimbo y de Yagua-
chi. — Rio Bodegas superior. — Rio de Caracol y Zapotal. — Rio de Pueblo
viejo. — Rio de Vinces y Quevedo. — Rio de Baba. — Sistema fluvial del Daule 124
Sección 5a. La región litoral desde Puna hasta Esmeraldas.
Isla de Puna y península de St\ Elena. Esteros del Morro y del Salado. —
Montañas. — Rio Colonche. — Región de Manglar alto. — La costa de Ma-
nabí hasta Bahía de Caráques. — Los rios de Portoviejo y de Chone. —
Rios y esteros desde el Cabo Pasado hasta Esmeraldas lí>l
Sección 4a. El sistema fluvial del rio Esmeraldas y de los demás rios hasta la fron-
tera de Colombia.
Sistema del Esmeraldas. Montañas de esta región. — Sistema del rio Santiago
y sus montañas. — El rio Mira y su delta. — Rios litorales desde Esme-
raldas hasta el Mira. — Conclusión 1G3
CAP. IV. B08QUBJ0 HIDROGRÁFICO DE LA REGIÓN ORIENTAL.
El Marañon ó Amazonas. — Los Pongos. — Los rios de Utcubamba, Chuchunga
y Nieve. — Los rios Potro, Chahuapanas y Aipena. — El lluallaga y el
Ucayali. — Rio de Santiago. — El Morona. — El Pastaza y rio Tigre. —
El sistema del Ñapo. Los rios de Putumayo y Yapurá. — Conclusión ... 183
TABLA DE MATERIAS. IX
Apéndice á la topografía. Vías de comunicación. .
Canales naturales. — Caminos terrestres del litoral, de la región oriental y del inte-
rior. — Tipo de los caminos que van de la costa al interior. — Ferrocarriles.
— Alturas 209
Parte II. Geología.
Generalidades 221
Cap. I. Formación del gneis y de las esqüistas cristalinas.
Su extensión. — Descripción petrográfica. — Minerales accesorios. — Lavaderos de
oro, su origen 226
Cap. II. Las bocas graníticas y sieníticas.
Granito, sienita, diorita. Su extensión y descripción petrográfica 236
Cap. III. La formación cretácea.
Generalidades. — La formación cretácea del litoral (turónica). — La formación cretácea
en la hoya de Cuenca. Arenisca de Azogues. Wealden. — La formación cre-
tácea de la Cordillera occidental y su conexión con las rocas verdes 288
Cap. IV. Las bocas pobfídicas y las bocas verdes.
Pórfidos. Porfiritas. Dioritas. Su constitución petrográfica y los minerales acceso-
rios. — Vetas y filones. — Minas de oro, plata, cobre y otros metalas. . . . 258
Cap. V. La formación tebciabia.
Formación terciaria marina del litoral. Su carácter petrográfico. Sus fósiles. — For-
mación lacustre de Loja, Malacatos y Vilcabamba. Sus fósiles. — Lignita.
— Cal 272
Cap. VI. Las formaciones cuaternarias y modernas.
La formación cuaternaria marina del litoral. — Salinas. — Petróleo. — Azufre nativo.
— Volcan fangoso y fuentes termales. — Formación fluvio-marina. — Forma-
ciones fluviales y terrestres. — Fuentes termales y minerales. Toba caliza.
Limonita. Sal. — Los lavaderos de oro de la Cordillera oriental, de los ter-
renos porfídicos y de la provincia de Esmeraldas. — Oro y platina 284
Cap. VIL El terreno volcánico.
Su extensión. - Composición petrográfica. — Estructura de los volcanes. Su acti-
vidad. — Revista de los volcanes principales del Ecuador. — Edad de la for-
mación volcánica. Fósiles 310
Apéndice al Capítulo VIL Terremotos y temblores.
Temblores del litoral. Su explicación. Temblores tectónicos. — Revista de los terre-
motos principales desde el tiempo de la conquista 374
Parte III. Meteorología.
Generalidades. — Vientos alisios y la corriente antartica del mar. — Temperatura. —
Presión atmosférica. — Humedad. Verano é invierno. Vientos. Estaciones. —
Límite de la nieve perpetua. — Clima del litoral y de la sierra 383
X TABLA DE MATERIAS.
Parte IV. Geografía botánica y zoológica.
Cap. I. La vegetación del ecuadob. á
Begiones y zonas. Carta de vegetación. — La región seca de la costa. — Región
húmeda del litoral. Agricultura. — Los bosques húmedos de los Andes. —
Región interandina ó de los cereales. Agricultura. — Región andina ó de los
páramos 416
Cap. II. La fauna del ecuador.
Mamíferos. — Aves. — Reptiles. — Peces. — Evertebrados. — Animales domesticados.
Ganadería 452
Parte Y. El Archipiélago de Galápagos.
Introducción histórica. — Topografía y Geología. — Formación de las palagonitas.
Formación de las lavas basálticas. — El clima. — La vegetación en las dife-
rentes zonas. — La fauna indígena. — Los animales introducidos. — Considera-
ciones sobre la colonización de las islas 469
Apéndice á la geografía física del Ecuador.
Resumen de la geografía histórica, política y civil.
La República del Ecuador. — Resumen histórico. — Instituciones políticas y civiles.
— El Gobierno. — Población y razas. — Religión. — Instrucción pública. —
Industria y Comercio. — Comunicación. — Monedas, pesos, medidas. — Rentas
y deudas públicas. — Ejército, armas, pabellón. — Revista territorial según
provincias y cantones.. .•..-. 497
Anotaciones y Suplementos. 563
índice alfabético 658
LISTA DE LAS ILUSTRACIONES.
Láminas separadas.
I. Quito con el Panecillo Enfrente del título.
II. El Chimborazo, desde Tot orillas de la pág. 05
III. El Gotopaxi, desde los cerros de Chaupi , 81
IV. El Antisana, desde el Hato ., ., „ 89
V. El Pichincha, desde Poingasí ., ...,., 97
VI. Guayaquil, desde la falda del cerro de Santa Ana . . .. 129
VIL Un Cacaotal, en el rio Daule , ...... 137
VIII. Vegetación al pié de la Cordillera .,.,,. 417
IX. Vegetación á inedia altura de la Cordillera , 441
X. Vegetación del Páramo (Minas de Pilzhun) , 449
XI. Paisaje de las islas de Galápagos (I. Indefatigable) . ., .. ., .. 481
XII. Indios de la provincia del Pichincha 529
Ilustraciones del texto.
Fig. 1. El Cajas y el valle superior del rio Matadero pág. 45
2. La llanura de Cuenca. El Hospital 41)
3. El valle de Gualaceo 50
4. Trabajos del ferrocarril en el rio Chanchan , 57
5. El Altar, visto del lado de Riobamba , 59
0. El Tunguragua, visto del lado sur 00
7. Riobamba con el Chimborazo v el Carihuairazo 02
8. El Chimborazo, visto desde el camino de San Andrés á Mocha 05
9. El Cotopaxi, desde los páramos del Antisana , 70
10. El lliniza, visto del lado sureste , 78
11. El Casaguala 79
12. Latacunga 81
13. Ambato „ 83
14. El Rucu-Pichincha, visto del arenal del Guagua-Pichincha ., 8G
15. El Sincholagua, visto desde los páramos del Antisana ., 88
10. El Cayambe 89
17. El Mojanda, del lado norto ., 90
xn
LI8TA DE LAS ILUSTRACIONES.
Fig. 18. La plaza mayor de Quito pág. 98
19. El observatorio astronómico de Quito ,, 94
20. El Cotacachi, visto del lado de Ibarra 98
21. El Cümbal „ 100
22. El Imbabura, visto del lado occidental „ 101
23. Un estero cerca de Guayaquil, en tiempo de marea baja 117
24. Explicación de las vegas y barrancos 122
25. Las Peñas de Guayaquil y el cerro de Santa Ana 124
26. Los baños del Estero Salado „ 127
27. Agua-clara, cerca del Puente de Chimbo „ 132
28. Puente de Yaguachi „ 133
29. Parte inferior del pueblo de Vincos ,. 140
30. El rio Daule inferior 149
31. La sabana cerca de Pascuales ,, 150
32. El pueblo de Puna ,. 152
33. Bahía de Caráques „ 157
34. Bahía y pueblo de San Francisco 162
35. El volcancito y las fuentes termales de San Vicente „ 291
36. Lavadero de oro en Collay 314
37. Explicación de la estructura de los volcanes „ 337
38. Corte ideal de las regiones de vegetación 441
39. Un cráter de palagonita en la isla de Chathum , 473
40. La Punta de Cormorant en la isla Floreana ., 474
41. Una corriente de lava basáltica en Chathnm 475
42. Indios de la provincia de Cañar ,. 530
43. Indios de Ñapo ,, 533
44. Cholos de la sierra 536
45. Plano de la ciudad de Quito „ 550
46. Plano de la ciudad de Guayaquil ,. 558
47. La articulación de los Andes „ 582
Mapas.
I. Carta geológica del Ecuador Al fin de la o^ra.
II. Carta de vegetación del Ecuador ,, „ „ ,, „
•• • •
• •% •
• -• •
• • • • •
•
• ••
•
•
• •
INTRODUCCIÓN.
i.
La carta geográfica del Ecuador.
Como el objeto principal y especial de la presente obra consiste en
acompañar, explicar y completar la carta geográfica del pais, será bueno
adelantar algunas palabras sobre el nacimiento de ella, sobre su valor rela-
tivo y sus pretensiones.
A nadie se ocultará, que las cartas antiguas que poseemos del territorio
ecuatoriano, por buenas y útiles que hayan sido en su tiempo, ya no satis-
facen á las exigencias modernas, (1) y que es necesario hacer un paso ade-
lante, para no quedar demasiado atrás de las Repúblicas vecinas al Sur y
al Norte, que desde algún tiempo han comprendido la misma necesidad de
reformas cartográficas en sus territorios respectivos. (2)
Si la falta de un buen mapa se hace sentir en todas las clases de una
sociedad culta, es doblemente dolorosa para el viagero científico y sobre
todo para el geólogo, que necesita como base indispensable para sus estu-
dios el conocimiento topográfico tel terreno. Ocupado como estaba desde
veinte años en la exploración geológica del territorio ecuatoriano, fcomencé
á subsanar esa falta con planos parciales de las localidades mas importantes
bajo la vista geológica. Poco á poco extendí los estudios geográficos sobre
cantones enteros y aun sobre provincias, y así me nació la idea de formar
sucesivamente el mapa de toda la República, á lo menos de sus partes acce-
sibles, refundiendo mis propios estudios y nuevas observaciones con lo bueno
que encontré en los trabajos antiguos; idea, que perseguí con constancia
durante los últimos quince años. No es este el lugar de contar las mil difi-
cultades intrínsecas y extrinecas que se opusieron á tamaña empresa y por
tiempos la paralizaron. Al fin alcancé un éxito en parte satisfactorio, aunque
no se verificaron mis proyectos en toda su extensión. Me consuelo con que
«ín magnis vóluisse sai estn! — Algunos de los estudios concernientes se
publicaron en mis «Viajes científicos por la República del Ecuador» (1879),
Wolf, Ecuador. \
• • •
•*. •
•• • • •
* •*•. * INTRODUCCIÓN.
.cthiá'he depositado en el Mapa de las provincias del Guayas y de los Rios
'•/í$82). Estos materiales ya publicados y todos los inéditos (la mayor parte)
, encontraron su aplicación en el actual mapa grande de la República, junto
con un gran acopio de datos ágenos y antiguos.
De la historia del mapa se deduce claramente, que no todas sus partes
pueden tener el mismo valor intrínseco, porque los diferentes materiales, de
que debia valerme forzosamente en su composición, no pueden pretender el
mismo grado de exactidud y perfección. Hay muchas partes en el interior
y en la costa, basadas en triangulaciones exactas, propias y agenas; otras
que se fundan en mis apuntes y delincaciones hechas mediante la brújula
en los viajes, otras, en fin, que he tenido que trazar según los mapas anti-
guos y por cuya precisión naturalmente no puedo asumir la misma garantía
y responsabilidad, por mas cauteloso que procedía en la elección de esos
materiales ágenos y antiguos.
Cartas tan exactas y minuciosas hasta en sus últimos detalles, como
las poseen la mayor parte de los Estados de Europa, son el resultado de la
colaboración de centenares de geógrafos, astrónomos, ingenieros, sociedades
científicas, Gobiernos ilustrados, y seria injusto medir con la medida com-
parativa de ellas las cartas de una República sudamericana, que apenas sale
de los pañales de su infancia política y tienta los primeros pasos en el vasto
campo de las ciencias modernas. Tales cartas quedarán todavia por algún
tiempo un pium desiderium para los países sudamericanos.
Un solo hombre no alcanzaría en toda su vida construir un mapa del
Ecuador (mas dilatado que Francia ó el Imperio alemán), si quisiera basarlo
en sus propias mediciones geodésicas exactas y estudios topográficos deta-
llados. Es indispensable que se valga de auxilios ágenos. Operaciones geo-
désicas en varias partes de la República, observaciones astronómicas de
diferentes sabios y hechas en diversas épocas, planos de innumerables loca-
lidades separadas, cartas marítimas, itinerarios y descripciones geográficas,
bosquejos y croquis mas ó menos completos, mapas antiguos de misioneros
y viajeros, dibujos de paisages y hasta fotografías, ángulos tomados con la
brújula en los viajes, observaciones barométricas en todas las alturas etc. etc.
— todos estos materiales tan heterogéneos y á veces de tan ambiguo valor,
tiene que amalgamar con prudente crítica y combinar con sus propios tra-
bajos en un solo conjunto, que en forma de una carta geográfica represente
el estado actual de los conocimientos geográficos del pais.(8)
Considero como un mérito principal de mi carta el haber aclarado la
región haja del Ecuador occidental entre el Océano Pacífico y la Cordillera
de los Andes, desde el rio Túmbez hasta el rio Mira, región demasiado
descuidada anteriormente. Desaparecieron los blancos extensos de la carta
LA CAETA GEOGRÁFICA DEL ECUADOR. Ó
de Maldonado y las montañas imaginarías, con que Villavicencio quería llenar
estos vacíos. Todas esas regiones extensas de las provincias del Oro, del
Guayas, de Los Rios, de Bolivar, de Esmeraldas, con excepción de las partes
centrales deManabí*), he visitado y estudiado personalmente, y el levanta-
miento de esta mitad del mapa sobre bases nuevas es casi exclusivamente
obra mia, como se verá comparándola con las cartas antiguas.
Las provincias interiores quedaron mejor trazadas en sus rasgos prin-
cipales desde los célebres trabajos de los Académicos franceses en el siglo
pasado. Sinembargo también en esta parte hubo que hacer correcciones
considerables, sobre todo en las regiones que caen fuera de la red de
triangulaciones de los Académicos, que ocupa solamente una zona angosta
entre las Cordilleras grandes desde Mira al N de Ibarra hasta Tarqui al S
de Cuenca.
La tercera porción del territorio ecuatoriano, allende la Cordillera orien-
tal, que podemos llamar la región amazónica, porque todos sus rios se dirigen
al Amazonas, es la menos conocida. Nuestros conocimientos geográficos de
la región oriental se reducen á algunas cartas antiguas, que los misioneros
levantaron en los dos siglos pasados, y á los itinerarios de algunos viajeros
modernos, que se limitan al curso de unos pocos rios principales. Todo el
interior de esta región vastísima es tierra incógnita, y pasarán muchas gene-
raciones hasta poder trazar un mapa medianamente exacto de ella. Lo que
un solo geógrafo actualmente puede contribuir á esta obra, es bien poco.
Por la colaboración de muchos y por expediciones científicas se aumentarán
poco á poco los materiales geográficos, conforme que se abran sucesivamente
esos países á la civilización. Nunca ha entrado en el plan de mis estudios
propios la región oriental, y solo he recojido cuantos materiales geográficos
existen sobre ella, para poder bosquejarla con la exactitud posible. Me pa-
reció impropio presentar este bosquejo en la misma escala grande, en que
figura la parte estudiada de la República, siendo la pequeña en que lo pongo,
mas que suficiente para exhibir todo lo que sabemos de la región oriental.
En una situación mucho mejor nos hallamos respecto á las islas de
Galápagos. En primer lugar tenemos como fundamento muy bueno de su
mapa las cartas marítimas del almirantazgo ingles, y en segundo lugar un
estudio de cinco meses durante dos viajes me permitió completar su geo-
grafía terrestre. Si en el mapa presento el Archipiélago en escala reducida,
es porque la falta de rios y poblaciones hace la lectura muy sencilla, y la
*) Deseaba dedicar los últimos meses de mi permanencia en el Ecuador al perfec-
cionamiento del mapa de Manabí, pero las bandas de montoneros, que entonces con sus
asesinatos tenían sobresaltada toda la provincia, frustraron mis buenos deseos.
4 INTRODUCCIÓN.
escala elegida (la mitad de la del mapa grande) permite representar per-
fectamente la configuración orográfiea de las islas.
Por punto de salida para contar las Longitudes, he adoptado el meridiano
de Paris, indicando también en segunda linea el de Greenwich. Quería en
esto conformarme á las últimas cartas de Colombia y del Perú, aunque en
nuestros tiempos el meridiano de Greenwich tenga una aceptación mas gene-
ral y casi universal entre los navegantes, por referirse á él la mayor parte
y las mejores cartas marítimas del mundo*). Hoy dia felizmente se ha aban-
donado la costumbre (particularismo ridículo) de que cada pais, por pequeño
é insignificante que sea, cuente con su propio meridiano, dificultando asi el
estudio de los mapas á todos los geógrafos que no sean nacionales. Cual-
quier geógrafo del mundo civilizado sabrá sin dificultad, sobre qué punto
del globo terrestre debe buscar una ciudad, una provincia, indicándola por
las Longitudes de Paris ó de Greenwich, mientras que designándola con el
meridiano de Quito no sucederá así; primero tiene que buscar la diferencia
entre Quito y Paris ó Greenwich, y después reducirá la longitud de aquella
ciudad á la umversalmente conocida. Por lo demás no se concluirá este
siglo, sin que desaparezcan todos los meridianos particulares y sin que ten-
gamos un meridiano común y adoptado por todas las naciones civilizadas,
llámese de Paris, ó de Greenwich ó de cualquier otro lugar (probablemente
no será el de Quito). El Congreso internacional de geógrafos trabaja desde
algún tiempo en pro de la aceptación de un meridiano universal, y en su
última reunión, que tuvo lugar el año pasado en Berna (Suiza), constituyó
una comisión permanente, para que se ocupe seriamente de esta cuestión.
Por conclusión no será por demás repetir, que mi carta no pretende ser
una obra perfecta y completa en todas sus partes, y que no será el último
de sus méritos el que sus imperfecciones estimularen á los geógrafos veni-
deros, nacionales y estrangeros, á corregirla y á perfeccionarla mas y mas.
Me conformaré con que tenga alguna utilidad práctica para el Gobierno, con
cuya alta protección sale á la luz, y para los particulares, ingenieros, mi-
neros, agricultores, comerciantes, industriales y viajeros. Para el geógrafo
de profesión ó puramente teórico señalará un cierto estado de transición, ó
marcará el estado de la geografía del pais á fines del siglo XIX, como el
mapa de Maldonado lo marcó á mediados del siglo pasado. Espero que este
estado actual no quedará por tanto tiempo estacionario, como sucedió con
el de Maldonado, que en el siglo XX los adelantos en el conocimiento geo-
*) De consiguiente, todas las Longitudes indicadas en este libro (omitiendo el «O. de
Par.»), se refieren al meridiano de Paris, salvo los casos en que se cita expresamente el
de Greenwich ú otro.
POSICIÓN ASTBONÓMICA, LÍMITES Y EXTENSIÓN DEL ECUADOB. 5
gráfico del pais serán mas rápidos, y que por esto mi mapa será mas pronto
anticuado, porque esto significará progreso, lo único que anhelo con mis
trabajos y al que deseo contribuir en todo tiempo.
Creo que estas aclaraciones previas indicarán suficientemente el punto
de vista, bajo el cual se debe juzgar mi carta geográfica y la obra que la
acompaña. Deseo que la critica sea severa, pero á la vez justa.
II.
Posición astronómica, límites y extensión del Ecuador.
La descripción geográfica de un pais comienza naturalmente con la in-
dicación de la posición astronómica, que ocupa sobre el globo terrestre, y
de su extensión territorial. Respecto á ambos puntos el Ecuador corre la
suerte de todas las demás Repúblicas sudamericanas, es decir, de que no
son conocidas con exactitud ni en su posición astronómica ni en su exten-
sión. Esta dificultad, con que el geógrafo tropieza desde el principio de
sus estudios, proviene no solamente de la incertidumbre y vaguedad de los
limites con los países circunvecinos en todos sus detalles, sino también de
la falta de un número suficiente de posiciones astronómicas y de la poca
seguridad de las que existen actualmente. En cuanto al último punto, de
todos los países sudamericanos el Ecuador tal vez se halla en la condición
peor, por que ni un solo punto de su territorio, incluso su Observatorio
astronómico en Quito, está determinado astronómicamente con la exactitud
suficiente. Esta aserción puede parecer muy atrevida, y sinembargo es
exacta. El mejor fundamento que hasta ahora tenemos en las costas Paci-
ficas de Sudamérica para las cartas geográficas son, sin duda alguna, las
posiciones astronómicas de las cartas marítimas del Almirantazgo ingles; y
sinembargo estas posiciones han sufrido en los últimos decenios correcciones
en parte considerables. Tales correcciones, ejecutadas al Sur y al Norte de
nuestra República, hasta ahora no se extendieron al territorio ecuatoriano.
En lo que toca al interior del pais ó á la región interandina, prevalecieron en
las geografías modernas los datos astronómicos de Humboldt. Pero estos
datos son en gran parte muy erróneos, como se puede probar hasta la evi-
dencia, aun sin nuevas observaciones astronómicas y solo con mediciones
geodésicas. Los errores que encontramos en las Longitudes de Humboldt,
son de seis á doce y aun mas minutos de arco (2 á 4 leguas y mas), y son
demasiado considerables para poderlos conservar en adelante. Por esto me
he visto precisado á colocar todo el interior de la República mucho mas al
6 INTRODUCCIÓN.
Este de lo que se encontraba hasta ahora en los mapas, sin lisonjearme con
la esperanza de haber acertado en todos los puntos. Quito, la capital de
la República se halla según las observaciones de Reiss y Stübel lo menos
12 minutos mas al Este de lo que supusimos hasta ahora, apoyados en la
autoridad de Humboldt. Alausi cae, según mis propias observaciones y
mediciones, mas de 20 minutos hacia el oriente. Una transladacion hacia
el Este es necesaria, el grado á que llega en cada caso particular, es todavía
dudoso. Tiempo seria, que el Observatorio astronómico de Quito, después
de 20 años de su existencia, contribuyera finalmente algo á la aclaración y
solución de esta cuestión importante. No me he resuelto á una alteración
tan esencial en el mapa del pais sin motivos poderosos, y solo después de
consultar los resultados de las observaciones astronómicas de los Señores
Reiss y Stübel me he tranquilizado del todo sobre la reforma, a que me
sentia impujado forzosamente por mis estudios de los últimos años.(4> Hablo
aqui especialmente de la Longitud de los lugares, pues en las Latitudes no
reina tanta confusión é incertidumbre. Su determinación es mas fácil y mas
sencilla, por esto las diferencias que hay entre los diversos observadores,
no son tan grandes y comunmente se reducen á segundos.
De lo que antecede, podemos deducir, qué valor tienen las posiciones
que encontramos en las geografías del pais (desde Velasco hasta Mera) ex-
presadas en grados, minutos y hasta en segundos, y se explicará porqué en
este libro soy muy parco con indicaciones astronómicas y casi siempre omito
los segundos (¡ojalá que siempre pudiéramos indicar los minutos siquiera
con aproximación!).
Por punto do salida mas seguro debemos tomar por ahora la costa
ecuatoriana desde Túmbez hasta la Punta Mangles en la desembocadura del
rio Mira, primero para conformarnos con los mapas modernos de nuestros
vecinos de Colombia y del Perú, y segundo porque en este lado las correc-
ciones de las posiciones astronómicas, que se hagan con el tiempo en las
cartas marítimas, serán insignificantes en comparación de las que se veri-
ficarán en el interior, y probablemente vendrán á ser uniformes por toda
la extensión de la costa, es decir, que ella toda se trasladará unos tantos
segundos mas al Este ó al Oeste, sin que cambie la configuración que tiene
ahora. Pero antes de proceder á la demarcación astronómica de la República
y al cálculo de su área, es necesario adelantar algunas palabras sobre
La cuestión de límites. Esta materia sola llenaría un grueso volumen,
si quisiéramos agotarla. (6> Aqui me limito á explicar los motivos de haber tra-
zado los linderos de tal modo como se hallan en mi mapa.
El Ecuador linda al Norte con Colombia, al Este con Brasil y al Sur
con el Perú, hallándose al Oeste limitado por el Océano Pacífico.
POSICIÓN ASTRONÓMICA, LIMITES Y EXTENSIÓN DEL ECUADOR. 7
Está vigente un tratado, que se celebró en 1856 entre las Repúblicas del
Ecuador y de Colombia, y cuyo articulo 26 dice: «Mientras que por una con-
vención especial se arregla de manera que mejor parezca, la demarcación
de límites territoriales entre las dos repúblicas, ellas continúan reconocién-
dose mutuamente los mismos, que conforme a la ley colombiana de 25 de
junio de 1824 separaban los antiguos departamentos del Cauca y del
Ecuador.»
Esta convención especial, de que habla el articulo, no so ha celebrado
hasta la fecha, y asi es claro que en la fijación del lindero con Colombia
solo puede y debe guiarnos la citada ley de 1824, ó el mapa de Restrepo,
que traza los linderos de los departamentos, que ahora forman el Ecuador,
conforme á la misma ley.
Principia el lindero al Oeste en la «boca de Ancón», que según Restrepo
es á la vez la boca meridional del Rio Mira, y delante de la cual está situada
una isla formando el «Cabo Manglares» (aPunta Mangles» de las cartas mo-
dernas). Prolongando la puntacion de la frontera de Restrepo en linea recta,
saldría precisamente en dicho «Cabo» á la mar. El dibujo de la ensenada
de Ancón y sus partes colindantes hacia el Norte, es muy defectuoso en el
Atlas de Restrepo, y hasta que será mejor estudiado el complicado delta del
rio Mira y designado definitivamente el brazo que debe servir de límite, me
pareció conveniente salir en mi mapa de la Punta Mangles y seguir el brazo
del Mira, que se dirige al Este y que sin duda corresponde mejor al que
encontramos en Restrepo. — En seguida el rio Mira mismo forma la fron-
tera hasta la boca del rio de San Juan, que falta en el mapa de Restrepo,
y por esto hace subir la linea divisoria demasiado arriba hacia el Este, casi
hasta el pueblo de Mira. Pero en el mapa de Codazzi, que está muy lejos
de perjudicar los derechos de Colombia, y quita al Ecuador cuanto puede,
encontramos la linea trazada al lado del rio de San Juan y subiendo á los
páramos del Chiles. En efecto os el rio de San Juan el lindero que parece
conformarse á la ley de 1824 y que corresponde también á la posesión actual.
De las cabeceras de este rio pasa la frontera por las faldas setentrionales
del volcan de Chiles ó entre este y el Cumbal, y baja al Este á encontrarse
con el rio de Carchi, al que sigue hasta mas allá de Tulcan. En con-
tinuación sube por un ramal á la Cordillera oriental de los Andes, y vira
por su cresta hacia el Norte, para dirigirse, casi enfrente de Pasto y
un poco al Norte de la gran laguna de San Pablo (la Cocha), con un
ángulo fuerte al Sureste, bajando por el ramal de la Cordillera que separa
el sistema fluvial del Putumayo del del rio Guarnes, hasta tocar con el
Putumayo mismo. Este último rio constituye el lindero hasta la boca del
8 INTRODUCCIÓN.
rio de S. Miguel ó de Sucumbios*); de ahí sube la linea al Norte hasta en-
contrarse con el Caquetá ó Yapurá en un punto que debe hallarse cerca de
la confluencia del rio Orteguasa (ó de la Fragua?), en cuanto so puede
deducir del pequeño mapa de Restrepo, y finalmente sigue al gran Caquetá
hasta la desembocadura del rio Apoporis, en la frontera del Brasil.
El lindero con él Brasil es sencillo y consiste en una linea recta, tirada desde
la boca del Apoporis en el Yapurá hasta la boca del rio Yavari en el Amazo-
nas cerca de Tabatinga. Al lado sur del Amazonas ol rio Yavari forma el
lindero con el Brasil desde su boca hasta cerca de la desembocadura del
rio Gálvez. Este lindero no es conforme al tratado de San Ildefonso en 1777,
que celebraron las cortes de España y Portugal, como supone Cevállos (Res.
de la Hist. del Ecuador, I, pg. 8) y como se anota en el último mapa del
Ecuador de Flemming. También el doctor Men ten está equivocado diciendo:
«Continúa desde ese punto (el Salto grande del Coqueta) el lindero según
Restrepo, siguiendo la orilla meridional del gran Caquetá hasta dar con un
punto desde el cual el meridiano hacia el Sur sigue directamente la unión
del Yavari con el Marañon» (Bol. del Obs. astr. 1879, N. 5, pg. 106). Precisa-
monte Restrepo dá en su carta de Colombia (tengo presento la edición de
1827) el verdadero lindero conforme al tratado de San Ildefonso, haciendo
bajarlo de la boca del Apoporis por el rio Yapurá hasta el primer canal,
que de este rio se dirige al Amazonas, y haciéndolo subir por el Amazonas
hasta la boca de Yavari. Hé aqui el art. 11 del célebre tratado do San Ilde-
fonso: «Bajará la linea (divisoria entre las posesiones españolas y portuguesas)
por las aguas de estos dos rios Guaporé y Mamoré ya unidos con el nombre
de Madera, hasta el paraje situado en igual distancia del rio Marañon ó
Amazonas y de la boca del rio Mamoré; y desde aquel paraje continuará
por una linea leste-oeste hasta encontrar con la ribera oriental del rio Yabarí,
que entra en el Marañon por su ribera austral; y bajando por las aguas del
mismo Yabarí hasta donde desemboca en el Marañon ó Amazonas, seguirá
aguas abajo de este rio, que los Españoles suelen llamar Orcllana y los Indios
Guicna hasta la boca mas occidental del Yapurá que desagua en él por la
margen septentrional.» — «Art. 12. — Continuará la frontera subiendo aguas
arriba de dicha boca mas occidental del Yapurá y por en medio de este rio
hasta aquel punto en que puedan quedar abiertos los establecimientos portu-
gueses de las orillas de dicho rio Yapurá y del Negro, como también la comu-
nicación ó canal de que se servían los mismos Portugueses entre estos dos rios
*) El rio del San Miguel desemboca sin duda alguna, y también según la explora-
ción mas reciente de Mr. Crevaux, en el rio Putumayo, y no en el Aguarico (Ñapo),
como creen algunos.
POSICIÓN ASTRONÓMICA, LÍMITES Y EXTENSIÓN DEL ECÜADOB. 9
al tiempo de celebrarse el tratado del límites de 13 de enero de 1750» etc. etc.
El resto del tratado no nos toca directamente. Este tratado fué modificado
por el nuevo que se celebró en 1851 entre el Brasil y el Perú, creyéndose el
último con derecho a la mayor parte de la Región oriental que reclama el
Ecuador. Solamente en esta ocasión se fijó definitivamente como lindero
una linea recta que pasa de la Boca del Yavari á la del Apoporis, y una
comisión mixta de peruanos y brasileros fijó en los años de 1871 a 1874 los
mojones en el Amazonas, Putumayo y Yapurá, conforme al contrato citado
(Raimondi, Perú, III, pg. 481). Las posiciones astronómicas encontradas para
los tres puntos principales de la linea son las siguientes:
Long. O. do Greenw. Lal. Sur
Mojón enfrente de la boca del Apoporis 6ÍT 24' 55" Io 31' 29"
Mojón á las orillas del Putumayo 69° 40' 29" 2o 53' 12"
Quebrada do S. Antonio, frontera en el
rio Amazonas 69° 54' 00" 4o 13' 21"
Raimondi lamenta los resultados de la convención brasilero -peruana,
diciendo: «Resulta pues, que los limites entre el Perú y el Brasil, fijados en
1851, son muy desfavorables para el Perú, pues con la nueva linea divisoria
ha perdido la República una extensión de territorio de 1800 leguas cuadra-
das, con dos grandes ríos navegables, el Yapurá y el Putumayo; y lo que
es peor, ha perdido el Perú, con este Tratado, la puerta de entrada al Putu-
mayo, esto es, su boca para poder entrar y navegar toda la gran parte de
este rio, que todavía le pertenece desde la nueva linea divisoria con el Bra-
sil hasta el punto en que dicho rio por sus saltos y cataratas no es nave-
gable.» (Perú, III, pg. 216). La pérdida que lamenta el señor Raimondi, pro-
piamente sufrió el Ecuador, y á él tocó el arreglo de límites con el Brasil
en esa parte. Sinembargo creo que tenemos que respetar la linea trazada
por los Peruanos (de buena fé, como suponemos), no por la fuerza de este
tratado, sino por otros motivos. Parece que después del tratado de San
Ildefonso los portugueses extendieron su dominio mas hacia el Oeste y que
esta extensión de limites fué reconocida, siquiera tácitamente por el Gobierno
español; pues la linea divisoria entre Tabatinga y la boca del Apoporis ya
se halla en el mapa autógrafo de Velasco con la lectura: « Parte de los nue-
vos dominios de Portugal»; ademas se encuentra en la carta de Humboldt,
que en la cuestión de limites es una autoridad notable, habiéndola estu-
diado prolijamente según las mejores fuentes. El Mapa peruano de 1826 y
las cartas modernas todas indican el lindero del mismo modo. De consi-
guiente, si en mi pequeño mapa de la Región oriental acompaño la linea
divisoria con la lectura: «Tratado entre el Perú y el Brasil, el 23 de Oct.
de 1851», de ningua modo quiero aprobar el hecho de haberlo celebrado el
Perú, sino indicar solamente que dicha linea, reconocida tácitamente mucho
I» • INTRODUCCIÓN*.
aníi^ por el Brasil y Colombia, fu** trazada definitamente en 1*31 y deter-
rmnada posteriormente su posición astronómica.
E¡ lindero del Ecuador hacia • / Sur. con la Be^áhtica dtl Perú es el mas
o ■replicad" y ma-s difícil de trazar. Xo dudo que las dos Repúblicas llega-
os r. li celebrar un tratad" de limites conveniente á los intereses mutuos v
«¿ae ia linea itivisoria definitiva sera notablemente distinta de la que figura
•=T: mí mapa. Pero entre tantu que se verifique ese arreglo, no puedo hacer
r.tra ó>sa -ino poner los limitas según las pretensiones del Ecuador, fundadas
en el «l"ii possidetis ■ de l-SK». y prescimliendo de la Cédula real de 1802,
cuv».. valor v observancia niega el Ecuador.*! Para el trazo de este lindero
-irve el Atlas de Kestrepo 1 1*27), la Carta general de Colombia por Hum-
bold? i l^iói. y un Mapa físico y político del alto y Ivijo Peni publicado
en IsM por •.•rden del Gobierno peruano. El primero y el ultimo son docu-
mentos oficiales, y Humboldt es en este punto una autoridad notable, porque
e>tudio la cuestión de limites al principio de nuestro siglo y en las mismas
regiones amazónicas que visito, según los mejores documentos y con el fin
¡•anicular de corregir los linderos de los mapas antiguos.
íegun Restrepo y Humboldt J rio T»\ml»,z mismo es el lindero entre
Colombia i Ecuador» y Peni, desde su K*ca hasta la quebrada del Casadero,
que «lista de aquella unas nueve leguas, y este parece ser el lindtro de
dtr-.ck.'. Pero del mapa peruano citado se ve que ya en lx2»> existió otro
•l* h**:h r. que coincide casi con el que las dos naciones actualmente respetan.
aunque s«*a como interino, y que comienza en la h«va de Tapones, entra en
*i estero d* la Huaquilla hasta la boca del rio de Zarumilla. y sigue el curso
de rste mismo rio hasta cerca de sus cabeceras. De ahi cae con una linea
recra *n dirección X-S al rio Tumbez, v sigue su curso al iWte hasta la
■Ju^brada del «"asadero. El terreno comprendido entre el lindero primitivo
iM rio Tumbez» y el infierno idel rio Zarumilla i mide unos IXtí Kilom.^1
• — 431eg.3Z». De la Qu*?»rada d< ( aviií» »■•», que en verano ^iieda seca, vá
el lindero casi en linea recta al Sur. atravesando unas montañas bajas hasta
encontrarse con A origen de la (¿inorada ii» l»$ Pilar*. > •."■ tí» l?~< Parag. que
es un pequeño tributario del rio de Alamar. Por el curso de la quebrada
v mas abajo del rio de Alamor llega al rio Catawaii" cerca de la hacienda
de .>--í»iw-.i. v vira rio arriba en dirección XE hasta la Uva del rio Macará.
E! ::tim-' rio ■ onstituve el lindero por todo su curso \ hasta su origen en
la <JH'.r-'.ida E+i"'nd"la v sobre el M«fcí>- d* Sah.iKiUa. Por algún trecho la
■"■"i.1. -" -rz>: .vil -ju».1 >o LT-.s»;:;ía:; i^ I:::vi:os o:*. *fcos uia^is xvrv..v;.-s :*j-.>d-Tuos
POSICIÓN ASTRONÓMICA, LÍMITES Y EXTENSIÓN DEL ECUADOR. 11
cresta de la Cordillera, que separa el sistema fluvial del rio Chinchipe del del
rio Quiroz, es también el lindero político; pero muy pronto, desde las cabe-
ceras del rio de Huancabamba, encontramos diferencias notables en los ma-
pas antiguos. Según Restrepo sigue el lindero siempre sobre la misma Cor-
dillera principal, que separa la región amazónica de la pacífica, hasta el
grado 6 de latitud Sur, desde donde vira al Este y baja al Amazonas.
Humboldt indica el mismo lindero hasta 5o 307 Lat. S., pero de ahi baja de
la Cordillera al rio de Huancabamba y sigue el curso de este hasta el grado
6o, de manera que incluye toda la hoya superior de Huancabamba en el
territorio colombiano (resp. ecuatoriano). Finalmente, la Carta peruana de
1826 rodea con su lindero la hoya superior del Huancabamba por el lado
oriental, incluyéndola en el territorio peruano, pero después desciende tam-
bién al rio de Huancabamba, tocándolo casi en el mismo lugar que Humboldt
y siguiéndolo hasta el punto en que vira al Este (punto que en la carta
peruana está mas al Norte que en la de Humboldt). La carta de Restrepo
es en sus parles australes demasiado defectuosa para poderla comparar con
las otras dos, y por esto indicaré el lindero desde el Huancabamba hasta el
Yavari según estas, que en todo lo principal están acordes, aunque difieren
á veces en los detalles topográficos. En el punto indicado, en que vira el
rio de II. al Este, el lindero abandona su orilla y sigue todavia algunos
minutos al Sur hasta encontrarse con el rio Chota, quo es un pequeño tri-
butario del Huancabamba. Cruzando este rio se dirige al oriente y toca
con el Marañon unas 5 leguas al Sur de la boca do Chamaya (que es la
misma que la del Huancabamba). Desde el Amazonas tira el lindero siempre
con la dirección general O-E, pero en un arco abierto, al rio de Huallaga
de tal modo que cruza los rios de Utcubamba y Chuchunga, deja al Sur
lodo el sistema fluvial del rio Mayo ó de Moyobamba, y coje cerca de Bal-
sapuerto el rio Paranapura, cuyo curso sigue hasta el Huallaga cerca de
Yurimaguas. Desde este punto cruza de O-E una región montañosa hasta
encontrarse con el rio Ucayali en un punto que en el mapa peruano se llama
« Playa de los ahorcados». Después de seguir el curso del Ucayali por el
trecho de unas 15 leguas, lo abandona y vá en dirección NEE al rio Yavari
con que se encuentra cerca de la boca del rio Gálvez. Y el Yavari forma
el lindero con el Brasil hasta su boca en el Amazonas, como hemos visto
mas arriba.
Determinados de tal modo los límites de la tierra firme del Ecuador,
solo debemos agregar que el Archipiélago de las islas Galápagos forma parte
integrante de la República, desde 1832.
Si queremos determinar mediante posiciones astronómicas los puntos
extremos y mas salientes del pais, notaremos las siguientes: De N al S se
12 INTRODUCCIÓN.
extiende la República en la costa desde la Punta Mangles, al N de la boca
de Ancón, en 81° 23' Long. O de Par. y 1" 37' Lat. N hasta la boca del estero
de Capones en 82° 36' Long. O y 3o 25' Lat. S. El punto mas saliente hacia
el Oeste es la Puntilla de Santa Elena en 83° 207 Long. y 2o 11' Lat. S. La
diferencia ó la distancia entre los dos extremos es de 5o 2' Lat. — En el lin-
dero setentrional notaremos como el punto mas saliente en la Cordillera, el
ángulo que hace al Este de Pasto, y que se halla aproximadamente en 79° 25'
Long. y Io 10' Lat. N. — Los dos puntos extremos del lindero oriental con-
tra el Brasil ya quedan indicados mas arriba. Repetiré las posiciones con
la reducción al meridiano de Paris: la boca del Apoporis se halla en 71° 45' 4"
Long. y Io 31' 29" Lat. S. y él mojón en la Quebrada de S. Antonio cerca de
Tabatinga en 72° 14' 9" Long. y 4o 13' 21" Lat. S. — En la frontera meridional
con el Perú se halla el punto mas austral del lindero, antes de cruzar el rio
Amazonas, aproximadamente en 81° 15' Long. y 6o 6' Lat. S.(6b) — La posición
del Archipiélago de Galápagos es la siguiente: Longitud: entre 91° 41' y 94° 50/
O de Paris (Extensión de E-0 = 3a9'), Latitud: entre 0o 39' N y 1° 37' S
(Extensión de N-S = 2°6').
Área del terreno de la República. — Si el Ecuador reclamaría todo
el terreno á que se creo con derecho, conforme á los límites indicados, el área
de la República comprendería aproximadamente 714,860 kilóm. cuadrados ó
23,080 leguas cuadradas. Hé aquí los cálculos parciales :
I. Tierra firme del Ecuador, incluyendo las
islas cercanas á la costa 707430 km. ü = 22840 leg. Q
II. Islas de Galápagos 7430 » = 240 »
714860 km. □ = 23080 leg. G
De la tierra firme ocupa actualmente el Perú:
Io en Túmbez, la región entre el rio Tdmbez
y el rio de Zarumilla 1 330 km. Q = 43 leg. Q
2o en Jaén, la región entre la orilla derecha
del rio Chinchipe y la izquierda del Ma-
rañon ' . 8400 » = 271 »
3° en Mainas, toda la región al lado derecho
del rio Amazonas 107200 » = 3461 «
Ademas pretende el Perú toda la región del
Oriente al lado izquierdo del Amazonas,
entre el rio Chinchipe y la frontera del
Brasil, hasta donde los rios son nave-
gables, es decir, hasta el pié de la Cor-
dillera oriental, región que se calcula
aproximadamente en 386500 » = 12478 »
Área total ocupada ó pretendida por el Perú 503430 km. Q = 16253 leg. Q
quiere decir mas de las dos terceras partes de la República, cuya tierra firme quedaria
reducida a 204000 km.CJ =6587 leg. O !
No sé de punto fijo, cuales sean los limites pretendidos por la Rep. de
POSICIÓN ASTRONÓMICA, LÍMITES Y EXTENSIÓN DEL ECUADOR. 13
Colombia (¡es imposible que sean los del mapa de Codazzü), por esto no
pude calcular el terreno que quieren quitar al Ecuador.
¡Véase, pues, si el arreglo definitivo de los limites es una cuestión
vital para el Ecuador!
Advierto, que el cálculo de Villavicencio, que dá ú la República 1G000
y al Archipiélago de Galápagos 800 leg. □, cálculo que ha pasado á todas
las geografías modernas y á los libros de enseñanza del pais, carece de todo
fundamento, y seria falso aun en el caso supuesto, de que sus linderos fue-
sen aceptables.
PARTE I
TOPOG-KAFIA.
(Hidro- y Orografía.)
En la descripción geográfica de un pais la hidrografía y la orografía es
la parte mas importante y á la par la mas difícil. Los catálogos monótonos
de ríos y montañas, como los rezan las antiguas geografías, no pueden dar
una idea de lo que es el pais. Si no queremos contentarnos con una enu-
meración en orden jerárquico (Velaseo, Villavicencio), si queremos dar una
descripción del terreno, es preciso entrar en muchos y complicados detalles,
aunque sea con el riesgo de fastidiar al lector con repeticiones y con un
lenguaje poco variado. Aconsejo que se estudie esta parte del libro con el
mapa á la vista, método que se recomienda también para las otras partes.
— Antes de entrar en esos detalles, echemos una ojeada general sobre el
terreno que debemos analizar.
Generalidades.
El Ecuador está atrevesado en su tercio occidental por el espinazo del
Continente Sudamericano, es decir por la gran (Cordillera de los Andes. De
este fenómeno geológico dependen todas sus condiciones orográf icas , liidro-
gráficas, climatológicas, biológicas y hasta las etnográficas en gran parte.
Las montañas del Ecuador forman en su mayoría partes integrantes de la
Cordillera principal ó están á lo menos en un conexo causal con el levanta-
miento de los Andes. El desarrollo de los sistemas fluviales depende directa-
mente de la configuración de las montañas en su dirección y extensión. El
clima y las condiciones meteorológicas del pais se hallan en intima depen-
dencia de las altas montañas y sin ellas serian inexplicables; lo mismo di-
gamos de las zonas vegetales y de la distribución de la vida animal, que á
su vez dependen del clima. Hasta la vida del hombre está en cierto grado
bajo el influjo de la Cordillera de los Andes. Ella estableció la separación
GENERALIDADES. 15
tan notable entre las naciones salvajes indígenas, cuyo desarrollo era muy
distinto al occidente de los Andes del del lado oriental, y que solo en las
regiones altas y montañosas llegaron al grado de cultura y civilización, que
admiramos en las naciones andinas de la época antigua. Asi observamos
que la Cordillera de los Andes es en efecto el prototipo fundamental, que
determina todo el carácter geográfico del Ecuador. Los Andes son para el
Ecuador lo que los Alpes para la Suiza.*)
Los Andes dividen el Ecuador en tres regiones bien marcadas que se
distinguen perfectamente tanto en lo físico, cuánto en lo político y civil.
Io. El Ecuador occidental, comprende los países bajos entre la costa
y el pió de la Cordillera occidental.
2o. El Ecuador central ó alto, se compone de las provincias andinas,
situadas sobre las Cordilleras y sus faldas exteriores á ambos lados.
3o. El Ecuador oriental, se extiende de las faldas inferiores de la Cor-
dillera oriental sobre las bajas regiones de la hoya amazónica.
Para determinar el rumbo general de los Andes, tomemos la Cordillera
oriental como la principal y la mas regular. Una linea recta, tirada desde
el nudo de Sabanilla cerca de las cabeceras del rio Macará y del rio Chinehipe
hasta la cresta de la cordillera enfrente de Pasto, sigue la dirección S-N
con 20° al E.
Desde la frontera del Perú hasta las ceranias de Loja encontramos una
sola Cordillera de los Andes, que viniendo del Departamento peruano de
Cajamarca, es la continuación directa de la Cordillera occidental del Perú.
Ella separa los sistemas fluviales occidentales del rio de Piura y del rio
Achira de los orientales del rio de Huancabamba, del rio Chinehipe, y del
rio Zamora. En el nudo de Cajanuma, pocas leguas al Sur de Loja, la Cor-
dillera se bifurca, y distinguimos una cadena oriental (la principal) y otra
occidental con la angosta altiplanicie de Loja en medio. Pero luego desa-
parece de nuevo la bifurcación pronunciada, en las cercanías de Zaraguro y
en el complicado nudo de Guagra-uma, del cual salen algunas Cordilleras
irregulares al Oeste. Solo al otro lado del hondo valle del rio Jubones se
declara la bifurcación ó mejor dicho el paralelismo de las dos Cordilleras
de un modo bien claro, y podemos perseguir las dos cadenas hasta la fron-
tera de Colombia, aunque en algunas partes sus crestas están cortadas pro-
*) En las otras Repúblicas do la Sudamériea occidental observamos una dependencia
análoga de la Cordillera de los Andes, pero en ninguna es tan pronunciada y sencilla,
como en el Ecuador, sea que ademas de los Andes entren otras Cordilleras en su fábrica
geológica, como en Colombia y una parte del Peni, sea que las condiciones climatológicas
dependan de otros agentes mas poderosos (latitudes nu\s altas), como en Chile, que carece
también de la región oriental.
1G PARTE I. — TOPOGRAFÍA.
fundamente por valles hondos y anchos, por los cuales desaguan los nos de
la región interandina.
El gran valle longitudinal entre la Cordillera oriental y occidental no
es continuo sino dividido en unas extensas hoyas por los nudos transversales,
que enlazan en varios puntos las dos Cordilleras y se alzan á alturas muy
considerables sobre las altiplanicies. De tales hoyas, que Humboldt llamó
impropiamente «altiplanicies» — pues po son planas sino muy quebradas y
montañosas — , distinguimos lo menos seis mayores y varias secundarias
mas pequeñas; las caracterizaremos mas tarde detenidamente. La altura
media de los Andes podemos poner en 3500 metros, y la altura media del
pais interandino habitado (de las «altiplanicies») en 2500 metros sobre el
nivel del mar. Desde ahora diré que la distinción de dos Cordilleras princi-
pales no se funda solamente en su presencia exterior y puramente geográfica,
sino igualmente en su constitución geológica, que en las dos es esencial-
mente diversa, como lo demostraré en su lugar. De ambas Cordilleras salen
ramales mas ó menos largos hacia el Occidente y Oriente, declinándose poco
á poco á las regiones Pacificas y Amazónicas.
La región central del Ecuador presenta naturalmente un aspecto físico
muy variado y los contrastes mas sorprendentes, como sucede en los países
que llevan el carácter «alpino». Llanos deliciosos, regados de riachuelos
mansos y sombreados de naranjos y mirtos, están cruzados de valles y que-
bradas escarpadas, en cuyo fondo se precipitan los estrepitosos torrentes, y
cuyas laderas áridas apenas sostienen algunos espinos y tunas. Por gradas
se levantan los flancos de las Cordilleras desde las mesetas alegres con sus
trigales y maizales, hasta los yermos inhospitales de los páramos, y final-
mente hasta las elevadas cumbres de los volcanes, coronadas de nieve eterna.
Muy distinto es el carácter de la región baja occidental. Esta zona, que
al Sur, desde Santa Rosa hasta Naranjal, por la entrada del Golfo de Guaya-
quil se estrecha á dos ó tres leguas, toma desde la latitud de Guayaquil
un ensanche de 210 leguas y mas. No toda la región es llana, pues, aunque
existen llanuras muy extensas, especialmente en el sistema fluvial del rio
Guayas, y en el curso inferior de otros rios grandes, es sinembargo el pais
generalmente montañoso. En primer lugar se prolongan muchos ramales de
los Andes con sus últimas ramificaciones bajas hacia el occidente, y en
segundo lugar existen en las provincias del Guayas, de Manabí y de Es-
meraldas varias montañas aisladas y cordilleras irregulares y bajas, que no
están en directa conexión con los Andes. Las mas altas de estas cordilleras
y montañas no llegan á f>00 metros de altura y tienen formas suaves y re-
dondeadas, las colinas componen paisajes undulados. Lo que mas caracteriza
esta zona, es la multitud de rios navegables, que en muchas regiones
GENERALIDADES. 17
cubiertas de bosques, son las únicas vias de comunicación. Faltan las vistas
grandiosas y salvajes de las Cordilleras altas, y predominan los paisajes
amenos y los cuadros de vejetacion tropical.
La Región oriental participa en mucho de la occidental. Es aun menos
montañosa y solo en la cercanía del pié de los Andes. Mas abajo, desde
donde los ríos grandes son navegables, forma una sola llanura inmensa,
interrumpida por pequeños trechos de suaves undulaciones del terreno. Las
cordilleras altas que se hallan en los mapas antiguos, sobre todo en el de
Villavicencio, y aun en el novísimo de Raimondi, son imaginarias y en su
mayor parte no existen. Los grandes ríos navegables y las selvas vírgenes
que cubren cual un océano vegetal toda esa región, le imprimen su carácter
singular, que es majestuoso pero á la vez sombrío y melancólico. Durante
semanas y aun por meses enteros el viajero no goza de un horizonte que
pase de pocas cuadras en contorno. £1 naturalista encontrará mucha variedad
en los vejetales y animales, pero el viajero ordinario se cansará muy pronto
de la eterna monotonía de aquellas selvas de una exuberancia deprimente,
y dará al diablo su ponderada belleza. «Agua y verdura: nada mas», como
dice Mr. de La Condamine. Faltan aquí los llanos abiertos con vejetacion
gramínea, que son tan característicos en una parte de Colombia y Venezuela;
toda la región oriental del Ecuador cae en la zona vejetal de la hoya ama-
zónica, que Humboldt distinguió con el nombre de «Hylaca» (de OXt) selva
ó de üX^eis cubierto de árboles).
Wolf, Ecuador.
Capítulo I.
El mar y las costas.
El Océano Pacifico, llamado por los antiguos las mas veces «mar del
Sur»),' es en las costas ecuatorianas un mar muy tranquilo y justifica su
nombre. Huracanes y tornados son desconocidos, y aunque la mar á veces
está «picada» ó «muy brava», como dicen los costeños, esto no pasa de una
agitación mediana, que tiene su origen en regiones lejanas, y nunca invuelve
peligro para las embarcaciones mayores. También las nieblas, otro incon-
veniente para la navegación segura, y tan frecuentes en latitudes mas altas,
son muy raras y poco densas en las costas del Ecuador. Los vientos pre-
dominantes son los que soplan del Sur al Norte; pero muchas veces, sobre
todo en invierno, reina una calma completa por largo tiempo.
La temperatura del mar varia de 23° C. á 28° C, según la región en que
la medimos. La primera encontramos, por ejemplo, en el Golfo de Guayaquil,
afuera de la isla de Puna, y en la Puntilla de Sta. Elena, y la segunda en
ja costa de Esmeraldas. Este fenómeno interesante se explica de la manera
siguiente.
Si nos lijamos en un mapa hidrográfico, en que se hallan indicadas las
corrientes de los mares, veremos que la gran corriente llamada del Perú ó
de Uumboldt, que viniendo del mar antartico baña las costas de Chile y del
Peni, abandona desde el Cabo Blanco (4o Lat. S) las costas y se dirige
hacia el Noroeste, pasando por el Archipiélago de Galápagos. Las aguas
de esta corriente son considerablemente mas frías que las del océano inter-
tropical libre de corrientes. Este último, entre í>°4f>' Lat. N y 6o 15' Lat. S
tiene comunmente 2Sy2c C., de 2 a3 grados mas que la atmósfera ambiente.
Ahora bien, en otra ocasión he demostrado, que no toda la gran «Corriente
Peruana» declina desde el Cabo Blanco al NO, sino que allá se bifurca,
siguiendo una rama de 100 millas de ancho la costa ecuatoriana hasta cerca
del Cabo Pasado en Manabí en dirección S-N, y dirigiéndose la otra
principal y mas ancha directamente hacia NO á las islas Galápagos. Esta
EL MAR Y LAS COSTAS. 19
rama tiene la temperatura baja de 23° C. é influye en consecuencia de ella
poderosamente en el clima y en la vegetación de las costas del Guayas y
de Munabi, como veremos en su lugar. (6>
El accidente mas notable que presenta la costa ecuatoriana, es el Golfo
de Guayaquil, el golfo mas grande y mas hermoso desde Panamá hasta Val-
paraíso. Su forma es casi triangular y sus puntos extremos son el Cabo
Blanco al Sur, la Puntilla de St*. Elena al Norte, y la Isla de Punú al Este.
El Ecuador principia al Norte de la bahia ó ensenada de Túmbez, que forma
parte del golfo, con un grupo de islas bajas y cubiertas en gran parte de
Manglares, cuya forma y extensión en los mapas antiguos están muy mal
trazadas. Las cuatro islas principales, contadas de Sur al Norte, son Payana
(propiamente son dos) Tembleque, Pongál y Jambeli. De la tierra firme están
separadas por un estero hondo y ancho, que principia en la lioea de Capones,
lleva en seguida el nombre de Estero grande y sale con el de Estero de
Santa Bosa á la Boca de Jambeli El Estero grande está sembrado de
islotes pequeños y se ramifica de un modo muy complicado, formando un
verdadero laberinto, en cuyo estudio los pescadores de aquellos sitios son
los únicos guias seguros. Una zona de dos millas náuticas de ancho y de
muy poca profundidad ciñe las islas hacia Oeste, y forma los peligrosos
«Bajos de Payanan, que en bajamar quedan descubiertos en gran extensión
é impiden la entrada de embarcaciones mayores en los esteros que separan
las islas. Pero estos mismos bajos son célebres por sus ricos bancos de
ostiones, que proveen el mercado de Guayaquil y de algunos pueblos
peruanos.
Enfrente de los bajos de Payana, en dirección NO, se halla el islote
árido y estéril de Santa Clara ó del Muerto (por presentar á la vista la
figura de un gigante amortajado y echado sobre el mar). Dista de la Punta
Payana 14 y de la Punta Salinas en la Isla de Puna 12 millas náuticas, y
no es mas que la cresta angosta de una roca arenosa, de dos kilómetros
de largo, y coronada de un faro.
Desde la Punta de Jambeli la costa meridional del golfo vira rápida-
mente al Norte y toma poco á poco la dirección del rio Guayas. La costa
setentrional , viniendo de la Puntilla de Sta. Elena en dirección SE, forma
en la Punta Arena, cerca del Morro, un ángulo brusco y toma igualmente
la dirección NNE, prolongándose por el Estero Salado hasta las cercanías
de Guayaquil. Cerremos el Golfo al N por una linea tirada de la boca de
Naranjal (lado Este) hasta la del estero de Sabana grande (lado Oeste).
Desde esta linea sigue hacia arriba de un lado el delta del rio Guayas y
del otro el Estero Salado. En medio de esta parte del Golfo, encerrada
entre dicha linea y las Puntas de Jambeli y de Arena, se halla situada la
2*
20 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO I.
isla de Puna, la mas grande y mas importante que posee el Ecuador en
sus costas.
La isla de Ptoiá mide en su extensión longitudinal (de Punta Mandinga
á Punta Salinas) 30 millas náuticas (= 55 V2 kilómetros), y en su ancho
mayor (entre Punta Trinchera y Boca de Cerezal) 14 millas náuticas
(= 26 kilómetros). Su área, incluyendo los esteros de Puna vieja, se
calcula en 919 kilómetros cuadr. ó 29% leguas cuadradas.
La parte del Golfo que baña el lado sureste de la isla, se llama Canal
de Jamhelí; mide entre la Punta Salinas y la de Jambeli 18 millas náuticas,
entre la Boca de Puna vieja y la de Tenguel 12, y entre la Punta Mandinga
y la Boca de Jagua 6 millas náuticas. El canal es algo peligroso para la
navegación por los bancos de arena que se hallan á lo largo de ambas
costas y cambian á veces de extensión y de sitio; el mayor y mas peligroso
se llama el bajo de Mala. Los buques mayores reciben para su entrada y
salida un práctico desde y hasta la Punta Arenas.
La costa entre la Boca de Jambeli y la de Naranjal no presenta nada
de particular, es baja y ceñida de Manglares. Solo diré, que en la entrada
de Jambeli se escojió un paraje hondo y tranquilo para la abertura de un
puerto mayor, que se llama de Hnaila ú (oficialmente) de Bolivar, á poca
distancia de Máchala, capital de la provincia del Oro. — La costa opuesta,
en la isla de Puna, es mas accidentada. En la parte Sur, que es baja,
entran varios esteros de poca monta, pero mas al Norte, en la mitad de la
isla, se halla una región enteramente análoga á la que conocimos al Norte
de la bahía de Túmbez, y se compone de una red intricadisima de esteros,
que se comunica con el Golfo abierto por 5 bocas grandes. Toda esta re-
gión, que llamamos los esteros de Puna vieja, está cubierta de Manglares
y separa las dos mitades montañosas de la isla casi completamente. Tam-
bién este laberinto acuático figuró por primera vez en mi carta de la prov.
del Guayas, pues los antiguos geógrafos ó no lo conocian, ó no creian ne-
cesario ponerlo en sus cartas. — Las puntas principales de este lado son,
fuera de la de Salinas al S, la Punta Arenas, la Punta Española y la Punta
Mandinga, todas tres coronadas de faros.
Al canal de Jambeli corresponde al NO de la isla el canal del Morro.
Su parte mas estrecha se halla entre la Punta Trinchera y la Punta Arena
ó del Morro, y mide solamente V/2 milla náut. de ancho. De la Punta
Trinchera sale un arrecife en dirección S-N, cuyas puntas sobresalen en
forma de islotes y se llaman Farallones. El paso por este estrecho es peli-
groso y lo evitan los buques mayores. Aquí se nota con la mayor evidencia,
que la isla de Puna estaba antiguamente unida con la tierra firme y que el
canal del Morro se abrió en una época geológica moderna. Al Norte del
EL MAR Y LAS COSTAS. 21
paso citado el Golfo so ensancha de nuevo y circunda la isla de Puna con
un ancho de 4 á 7 millas náuticas, pero está lleno de bajos de arena y lodo.
La punta mas setentrional de la isla es la de Cascajal. La isla Verde, á la
distancia de 2 millas de la costa setentrional do Puna, ya pertenece por su
formación mas bien al delta del rio Guayas, de que hablaremos en otro
lugar. Por ahora agregaremos que el Estero Salado es la continuación di-
recta del Golfo y lleva las aguas puras del mar hasta las puertas do Guaya-
quil. Otra voz se repite á ambos lados de su canal principal el fenómeno
de laberintos do canales, cuya descripción es difícil y que mejor se estudian
sobro el mapa mismo. El ancho del Estero Salado es al principio muy
grande, midiendo entre la Punta Escalante y la Boca de Sabana grande
3 millas, hacia arriba se estrecha sucesivamente; sinembargo unas 2 leguas
abajo de Guayaquil tiene todavía mas de un kilómetro. Su canal principal
es hondo y seguro y permite la entrada do buques grandes hasta cerca de
los Baños del Salado enfrente de Guayaquil.
Regresemos á la costa del Morro. Desde la Punta Arena, enfrente de
la de Trinchera, se dirige la costa del Golfo al Noroeste y se presenta hasta
la Puntilla de Sta. Elena con un carácter uniforme, pues las Puntas de
Mambra, Ancón y Carnero son muy poco notables para variar el aspecto
general y la dirección. Todo este lado del Golfo no presenta ningún fon-
deadero bueno y seguro, está azotado continuamente por los vientos y olas
del Sur y se hace peligroso por los muchos arrecifes y bajos que se extienden
á su largo en zona ancha, y son conocidos y temidos con el nombre de
Bajos de Chanduy. Antiguamente se llamaba todo este trecho la «Costa mala».
La Puntilla de St*. Elena que tiene la importancia y merece el nombro
de Cabo, es el punto mas saliente de la costa ecuatoriana, como he dicho
en otro lugar, en que también indiqué su Longitud y Latitud. Una lengua
de tierra baja se extiende desde la villa de Sta. Elena por 3 leguas hacia
el Oeste, estrechándose cerca de las Salinas y de la estación telegráfica,
hasta el ancho de solo 2000 metros. Después de la llanura de Salinas, que
se halla casi al nivel del mar, se levanta la tierra suavemente y en la punta
misma de la lengua se alza repentinamente un cerro escarpado á la altura
de 129 metros. Se compone de capas horizontales de arenisca arcillosa, y
su plataforma ancha sirve de base á un faro, que domina un horizonte vastí-
simo. De la Puntilla la costa retrocede derepente al SEE con un arco suave,
formando la Bahia de St\ Elena, en cuyo fondo se halla el Puerto de Baile-
nitiu V2 legua distante de St\ Elena. El puerto, abierto á los nortes, presenta
poca comodidad al embarque y desembarque, aunque no es peligroso para
los buques mayores que fondean muy afuera.
La Bahia de St*. Elena se cierra con la Punta Centinela, y de ahi la
22 topografía. — capítulo i.
cosía sigue un rumbo general de S-N hasta el Cabo de San Lorenzo.
Sincmbargo la linea es bastante irregular y forma como dos senos grandes
al Sur y al Norte de la Punta de Sálango. Ya antes de esta última encon-
tramos tres Puntas menores : la de Ayangue con un islote, el Pelado, á 3 millas
do distancia al NO, la Punta de Montañita, un poco al Norte del pueblo
do Manglar alto, y la Punta de Ayampe con dos islitas inmediatas, que se
llaman los Ahorcados.
Im Punta de Salango se halla situada bajo 83° 14' Long. y Io 35' Lat. S.
Un canal de 1000 metros de ancho separa la Punta de la pequeña isla Sa-
lango, atrás de la cual se halla todavía otro islote aun mas pequeño. Omitiré
algunas islitas mas, que siguen al Norte de Salango, inmediatas á la tierra
firme y sin importancia ninguna. Lo que debo apuntar es la ensenada de
Machalilla y Callo, porque es un fondeadero bastante frecuentado de los
buques veleros, que reciben la tagua (marfil vegetal) de una parte de la
Provincia de Manabí.
Casi enfrente de dicha ensenada y á la distancia de 15 millas de la
tierra hacia Oeste, se levanta del mar la isla de la Plata. Mide 5lh kilóm.
de largo, 2 kilóm. de ancho, y 14 kilóm. □ de área. En los alrededores de
esta isla se encuentra la concha de perla, pero su pesca, iniciada en varias
épocas, ha dado hasta ahora resultados poco satisfactorios, y las empresas
se sostienen mas bien con el valor de las conchas (de la madreperla) y no
de las perlas mismas.
El Cabo de San Lorenzo, situado en 83° 15' Long. y Io 3' Lat. Sur, forma
con la Punta de San Mateo, que se halla un poco mas al N, un promon-
torio no muy alto pero ancho, dando margen á la formación de la Bahía da
Manta, que en todo es muy análoga á la de St\ Elena. El seno de la costa
se extiende también de Oeste á Este, y el Puerto de Manta participa de las
condiciones poco favorables del de la Bailen ita. La Bahia se cierra con la
Punta de Jaramijó, y en seguida la costa se dirige otra vez con algunas
sinuosidades al N. hasta el Cabo Pasado. La desviación mas grande en este
trecho es ocasionada por la Bahia de Caráques, que en forma de un rio
ancho se introduce unas 8 millas náuticas tierra adentro. El pueblo del
mismo nombre, que es cabecera de un cantón, se halla al principio de la
bahia sobre la orilla austral. La entrada á la Bahia mide apenas 1 milla
de ancho; hacia adentro se ensancha por partes algo mas, pero en general
se parece mas bien á un estero grande que no á una bahia en el sentido
común de la palabra. Si no fuera por un arrecife, que se extiende trans-
vorsalmente delante de su boca, cerrándola para los buques grandes, la bahia
de Caráques seria el puerto mas hermoso y mas seguro de toda la costa
ecuatoriana, porque adentro tiene fondo y capacidad para los buques mas
EL MAR Y LAS COSTAS. 23
grandes del mundo. Poro ese impedimento obliga los vapores y otros bu-
ques grandes á fondear afuera del arrecife mencionado, y este fondeadero
no vá en zaga de los de Ballenita y de Manta en cuanto á su incomodidad.
En el caso de que se realice algún dia el ferrocarril proyectado entre Quito
y Bahia de Caráques, y que en consecuencia la importación y exportación
del puerto tome un vuelo mayor, será indispensable abrir un canal ancho y
hondo en aquel arrecife, operación que no será difícil ni demasiado costosa.
Pocas leguas al Norte de la Bahia encontramos el Cabo Pasado en
#2° 50' de Long. y 0o 22' de Lat. Sur. Los antiguos historiadores (por ej.
P. Cieza de León) lo llamaron «Cabo de Passáos» y hablan de «indios Passáos»
en sus alrededores, de donde algunos infieren, que el Cabo recibió su nombre
de aquellos indios. Pero me parece que el nombre primitivo, dado por los
Españoles, era el de «Cabo pasado», es decir, el Cabo primero que se en-
cuentra pasada la linea equinoccial, viniendo de Panamá. Por abreviación
se decia «Cabo pasado» y de la corrupción del último vocablo nació el «Cabo
Pasao», como los pueblos de Engabao y Atravesao en el Cantón de St\ Elena
se derivan de Engabado y Atravesado, y hasta hoy dia el pueblo costeño
en su dialecto suele omitir la d en los participios en . . . ado (por ej. pasao-
mañana en lugar de pasado- mañana). Con qué los indios Pasaos son los
que vivían cerca del Cabo Pasado. Asi se habla también de indios Esme-
raldas, indios Colorados, indios Tórtolas etc. que por cierto en su lengua
no se llamaban asi. — Desde algunos años existe un faro sobre este Cabo.
Desde el Cabo Pasado la costa toma el rumbo Noreste hasta la Punta
Pedernales, por un trecho de 85 millas náuticas. Las pequeñas sinuosidades
de esta linea son ocasionadas por las Puntas Cabuyal, Venado (o Borracho)
Ballena (ó Jama), Brava y Palmar, la última muy cerca al paso de la linea
equinoccial, y á poca distancia de la Punta Pedernales. — Después de la
pequeña ensenada de Pedernales se dirige la costa con una curva suave al
Norte hasta las cercanias del Cabo de San Francisco. Pero la regularidad
de la curva se interrumpe en medio camino por el ancho Estero de Cojimies
y por tres islas. Aquí encontramos por primera vez, después de la isla de
Puna, una extensa región baja en la costa, que favorece la formación de
esteros y manglares, como en varios lugares del Golfo de Guayaquil (Payana,
Puna, Estero Salado). En esta depresión notable se introduce vi Estero de
Cojimies con una boca muy ancha (cerca de 8 millas) dividida en dos brazos
por la larga y angosta isla de Cojimies. Unas ü millas tierra adentro se
ensancha en forma de una poza ó de un lago hermosísimo, con -4 islitas en
el centro. Este pailón de forma redonda irregular, tendrá en su parte mas
ancha de 4 á 5 millas de diámetro y se prolonga hacia el Sur en un estero
mas angosto hasta las cercanias de Pedernales, dejando entre si y la costa
24 topografía. — capítulo i.
del mar una cadcnita de colinas arenosas, cuyo punto mas alto y mas
saliente se llama Punta Suroncs. Delante de la Boca de Cojimies se ex-
tienden los inmensos bancos y bajos de Cojimies, que cierran la entrada al
manso y hondo estero interior para las embarcaciones mayores, y en todo
son iguales á los bajos de Payana.
Del brazo setentrional del Estero de Cojimies, que también se llama
Boca de Daule, salen dos esteros mas pequeños formando la isla de Daule,
en que se halla el sitio del mismo nombre. Finalmante, al Norte de la Boca
de Daule entra otro estero, que se une con el de Pórtete y circunda la isla
de Zapotal. Esta isla es mas importante que las dos anteriores y forma al
occidente la Punta Zapotal.*) Inmediatamente al Norte de la boca del Estero
(ó Rio) de Pórtete sale un Promontorio bastante alto, la Punta Pórtete, que
separa la región baja de Cojimies de la otra igualmente baja de Muisne.
Pero en esta última la formación de esteros es reducida á escala mas pe-
queña y se manifiesta solo en La Manga y la boca ancha del rio Muisne.
Al Norte de la Punta Pórtete comienza, con la ensenada de Mompiche,
la gran Bahia de San Francisco que se cierra con el cabo del mismo nombre.
La bahia, aunque no es un puerto muy bueno y seguro, sirve en ciertas
estaciones del año á las balleneras de fondeadero.
El Cabo de San Francisco, situado en 82° 28' de Long. y 0o 407 de Lat.
Norte, forma con la Punta Galera, que se halla un poco mas al Norte, un
Promontorio ancho, muy parecido al de San Lorenzo; y desde ahí la orilla
es franjeada do barrancos altos hasta muy cerca de la boca del rio Santiago.
Desde la Punta Galera la costa cambia considerablemente de rumbo, diri-
giéndose al Este con una pequeña declinación al Norte. La primera Punta
notable es la de Sua, tras de la cual se halla la pequeña ensenada de Sita
y Atacantes con un fondeadero poco frecuentado. Después sigue la Punta
Gorda, y 5 millas mas adelante se abre la boca ancha del Rio Esmeraldas.
El Puerto de Esmeraldas tiene su analogia con el de Bahia de Caráques,
por cuanto los vapores y buques grandes tienen que fondear muy afuera de
la boca del rio, y por cuanto que está cerrada por un arrecife ó banco
transversal. De la boca de Esmeraldas la orilla corre unas 4 millas al Este,
entonces sube al NE para formar la Punta Verde, y en seguida vuelve al
rumbo E, que conserva hasta el rio de Vainilla, donde acaban los barrancos
altos y comienza una inmensa llanura, que se extiende sin interrupción hasta
mas allá de la frontera de Colombia en el rio Mira.
*) Esta punta figura en los mapas antiguos con el nombre «Punta Manglares»», que
es desconocido entre los habitantes del pais, y ademas impropio, porque en en ella no
hay manglares.
EL MAR Y LAS COSTAS. 25
Desde el rio Vainilla sigue la playa del mar, sin accidento notable, en
dirección NE hasta la boca del rio Santiago cerca de la Tola; pero entre esta
boca y la del rio Mira encontramos una red complicadísima de esteros é
islas rodeadas de manglares, que nos recuerda de nuevo las regiones de
Payana y del Estero Salado de Guayaquil. Las islas principales son la de
la Tola, enfrente del pueblo de este nombre, la de Santa Rosa y la de San
Pedro. Los esteros y canales que se ramifican atrás de las islas, comunican
por 3 ó 4 bocas grandes con la mar; en algunos puntos se estrechan, en
otros se ensanchan considerablemente. Los dos ensanches mas grandes se
llaman la Poza y d Pailón, y serian fondeaderos magníficos y seguros, si
la entrada á ellos fuese mas fácil. En el estero mas setentrional, cuya boca
se llama de Pianguapi, entra el rio Mataje, y en el mas meridional desagua
todo el gran sistema fluvial del rio Santiago. Desde la Boca de Pianguapi
comienza el delta del Mira, y la costa vira al NO para formar la Punta
Mangles en la frontera de la República.
El gran seno entre Punta Mangles y la boca del Santiago se llama la
Bahía de Ancón de Sardinas. Ella está llena de arrecifes y bajos, que riva-
lizan con los de Cojimies y de Payana y dificultan el acceso de los buques.
Como se vé en el mapa á primera vista, las islas de Payana, de Cojimies
y las de que acabamos de hablar, propiamente no son marinas, sino mas
bien fluviales, como las que se forman en los deltas de los rios con los
materiales (arena y lodo) arrastrados por estos últimos. No importa, si estos
deltas sean formados de muchos rios pequeños ó de los brazos de un solo
rio grande. Y lo que confirma este modo de considerar esas regiones bajas,
es la circunstancia, do que su terreno superficial consta de aluviones mo-
dernas, y de que se hallan precisamente delante de ellas muchos arrecifes
y bajos de arena y lodo. La costa todavía no está bien marcada y estable,
ora se retira, ora avanza, y en las conquistas de la tierra los manglares,
como vanguardias, desempeñan un gran papel.
Del mar y de las islas de Galápagos trataremos en un capítulo separado. <7j
Capítulo II.
La región central ó andina.
Sección I* La región fronteriza al Sur del nndo de Sabanilla.
Principiemos nuestro estudio al Sur de la República, en aquella parte en
que el gran Marañon, bajando del alto Perú en dirección SSE-NNO, se
acerca hasta 43 leguas en linea recta al Océano Pacífico (bahía de Sechura),
para virar en seguida con un arco grande al Este. En esta región se ha-
llaba el lindero de la antigua Presidencia de Quito, pocos minutos al Sur del
grado 6° Lat. austr. y de la boca del río Huancabamba ó Chamaya. Entre
el curso de este último río y los desiertos de Sechura se levanta ]a Cor-
dillera de los Andes y sigue un rumbo casi recto al Norte hasta cerca de
Loja, con una altura variable de 3000 á 3500 metros. En la Latitud Sur
de 6 grados sus vertientes occidentales están completamente bajo el influjo
del clima seco de la costa peruana; sus flancos escarpados son áridos y fal-
tos de vegetación vigorosa, los riachuelos que bajan al occidente, se pierden
pronto al pié de la Cordillera en los arenales de los departamentos de Lam-
bayeque y Piura. Desde el grado 5° ya se hace notar mayor humedad, que
crece á medida que avanzamos al Norte; los ríos son mas numerosos y mas
caudalosos y se reúnen en el río do Piura, el cual siguiendo el pié de un
largo ramal de la Cordillera principal, llega con bastante agua hasta la ciu-
dad de aquel nombre, aunque de ahí se pierde también en la arena, y solo
en inviernos fuertes alcanza á la bahía de Sechura.*)
La rama occidental que acabo de mencionar, y que sale de la gran Cor-
dillera r»>el «mírente de Huaneahamba (5° Lat. S aproximadamente) corre
al principio al N y después al O hasta las cercanías do Sullana en las
i estas fonsidevaeioii^s liflMu de una parte limítrofe del Peni, esto;- muy
■ pretender ijuc el Ecuador tenga éilgun derecho sobre ella; lo hago ún ¡cara en I o
¡i Ui'BL'i'ijiL'iuii tibien de lu.s Andes, que luego entran en terreno ecuatoriano.
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 27
orillas dol rio Achira, y sopara el sistema fluvial del rio de Piura de los del
rio Quiroz y del rio Supirá, que ya son tributarios del Achira.
£1 segundo ramal grande, que sale de la Cordillera principal hacia el
Oeste, nace un medio grado mas al Norte, en el nudo de Sabanilla y se
extiende entre el rio Quiroz y el rio Macará hasta muy cerca de las desem-
bocaduras de estos dos ríos en el Achira, abajándose mucho en su último
tercio, desde el pueblo de Suyo. Este ramal, que podemos llamar Cordillera
de Ayavaca, aunque cae en toda su extensión todavía en terreno peruano,
ya es de mayor importancia para nosotros, porque en el ángulo setentrional
formado con la Cordillera real, nace el rio Macará y la Quebrada de Espín-
dola, que es la frontera ecuatoriana. De este punto corre la linea divisoria
sobre la cresta misma de la Cordillera real hacia el Sur.(8)
Un poco mas al Sur del nudo de Sabanilla sale un ramal grande hacia
SSE, separando las cabeceras del río Huancabamba del sistema fluvial del
Chinchipe. Este ramal baja al Sur hasta la cercanía de Jaén de Bracamo-
ros, y podríamos llamarlo Cordillera de Huancabamba, porque forma con la
Cordillera real enfrente, el gran valle del rio de Huancabamba. — Esta Cor-
dillera se bifurca en su primer tercio, emitiendo una rama secundaria al
Este hasta las orillas del rio Chinchipe, y en esta bifurcación se halla la
hoya del rio Tabaconas, que en la carta de Maldonado y en casi todas las
antiguas, por un error notable se identifica con el rio de Huancabamba. —
Varios estribos mas cortos, que salen tanto de los citados ramales grandes,
cuanto de la Cordillera real misma, hacia el E ó SE, separan los valles de
los tributarios del Chinchipe.
El largo nado de Sabanilla se extiende y se prolonga en dirección SSÜ-
NNE. De su vertiente occidental descienden, ademas de las cabeceras del
Macará, también las del rio Catamayo, estando separadas entre si por la
Cordillera de Santa Rosa, que arranca del Nudo al NNO y flanquea el valle
de Piscobamba. Otras ramas salen en dirección opuesta, al SSE, entre los
ríos Chinchipe (Valladolid), Numbala, Ayñayña y Loyola; y finalmente sigue
la gran rama de la Cordillera de Cóndor, que separa todo el sistema fluvial
del Chinchipe del otro no menos grande del rio de Zamora.
Antes de proseguir por la Cordillera real, volvamos á describir los rios
de esta porción mas meridional de la zona central.
El rio Chinchipe nace en el ángulo que forma la Cordillera real con
la Cordillera de Cóndor, sobro el nudo do Sabanilla. Al principio corre, con
el nombre de rio de Valladolid, de NNO al SSE. Cerca del pueblo de este
mismo nombre se reúne con el rio Molina, que desciende del mismo nudo,
y unas dos leguas mas abajo recibe el primer tributario algo considerable,
que se llama rio Palamla y desemboca entre los sitios de Santa Ana y
28 topografía. — capítulo ii.
Palanda. Este último rio viene del lado O y nace sobre la Cordillera real
cerca de las cabeceras del rio Macará. Del mismo lado derecho entran los
dos rios pequeños de Cotoyacu y Yambanuma, y en seguida el mas grande
de Valanuma, que en su curso medio ha recibido el rio Sodacu del lado N.
— Todos estos rios corren en valles separados por las ramas de la Cor-
dillera, de que hemos hablado mas arriba, y que se abaten á medida que
se acercan á la orilla del rio Chinchipe.
Un poco abajo de la boca del Palanuma entra del lado izquierdo el rio
Numbala, formado de varios rios pequeños, que nacen como el rio de Valla-
dolid, en el nudo de Sabanilla y corren paralelos con él. Los principales
son el rio de Quebrada honda, el Ayñayña y el rio de hoyóla, separados por
sendas cordilleras longitudinales. — Otro tributario del rio Numbala es el
Vergel, que viene de la Cordillera de Cóndor y de un subramal de ella, que
se llama Cordillera de Vergel.
Engrosado el Chinchipe con el Numbala ya forma un rio de mucho cau-
dal y se declina mas y mas al Este. Muy inmediato á la boca del Num-
bala entra el rio Púnchiz del mismo lado, y algo mas abajo del lado opuesto
el Isimanchi, á poca distancia del pueblo de Zumba. Si proseguimos el ca-
mino del lado derecho, llegamos después de cruzar algunas quebradas de
poca monta, en dos ó tres leguas (si el camino fuera recto y bueno) al rio
Cánchis, que es bastante considerable y ademas importante por ser la fron-
tera pretendida de parte del Perú. El Cánchis baja de la Cordillera real y
se llama en su parte superior también rio de los Gamalotales. Por él cruza
un camino de Zumba á Huancabamba. Enfrente de su boca entra del lado
E la quebrada de Cliito-yacu. en cuyas cabeceras no muy distantes del Chin-
chipe, se halla el pueblo de Chito. Dos horas mas adelante encontramos un
tributario mas grande, el rio de San Francisco, muy poco conocido, pero
cuyas cabeceras deben nacer en las ramificaciones inferiores de la Cordillera
de Cóndor. — En seguida entran en ambos lados del Chinchipe una multi-
dud de pequeños rios que no enumeraremos detalladamente. En sus valles
se encuentran varias haciendas y pequeños sitios, pero siempre á cierta dis-
tancia y altura sobre las orillas del rio Chinchipe, que tienen la fama de
ser malsanas. El lado derecho es el mas importante, porque sobre él sigue
el camino real que conduce de Zumba (respectivamente de la provincia de
Loja) á Jaén de Bracamoros, por los pueblos de San Ignacio (5o Lat. S) y
Chirinos (5o 15' Lat. S).
Entre tanto el Chinchipe ha tomado otra vez su rumbo primitivo al
SSE y recibido su último tributario grande del lado izquierdo, que se llama
rio de Chirinos, de que no sabemos mas que del rio de San Francisco. —
Un poco mas al Sur de Chirinos, cerca de los sitios de Chinchipe y Juntas,
LA EEGION CENTBAL Ó ANDINA. 29
entra del lado derecho el rio Tabacunas, que en las cartas antiguas, como
ya he dicho, fué confundido con el rio de Huancabamba. Nace en efecto
muy cerca a la villa de este nombre, pero separado de ella por la Cordillera
de Huancabamba. Es decir, el sistema del rio Tabaconas, que se compone
de muchos riachuelos de poca monta, ocupa el espacio entre la Cordillera
de Huancabamba, que baja á Jaén, y el subramal de esta misma Cordillera
que baja á Chirinos. — Desde la boca del Tabaconas el Chinchipe ya no
recibe ningún rio, se ensancha mucho y es navegable. Su boca se halla
según Wertheman en 5o 28' Lat. S. y 80° 52' 12" Long. O de París.
El rio de Huancabamba, que abajo y cerca de su boca se llama
también rio Chamaya, nace en la Latitud S de f> grados (aproximadamente)
en aquel ángulo que forma la Cordillera principal con el ramal de Huanca-
bamba, y corre en el valle formado por estas dos cadenas, con un rumbo
general de N-S hasta la Latitud de í>° 40'. De ahi se dirige por un arco
abierto al SE, luego al E y finalmente al NE hasta su boca en el Marañon
cerca del pueblo de Chamaya, en 5o 48' LaL S. — Sus tributarios de ambos
lados son numerosos, pero casi todos pequeños y cortos. En su tercio su-
perior se halla á su orilla izquierda la villa de Huancabamba en 5o 14' Lat. S
y 1953 metros de altura sobre el mar.
Entre la boca de Chamaya y la del Chinchipe entran al Marañon al-
gunos ríos pequeños, de los cuales el de Jaén es el mas considerable. Sobre
su orilla izquierda se halla, á la distancia de pocas leguas del Marañon y
en la altura de 740 metros sobre el mar, la villa de Jaén, que no es idéntica
con el antiguo Jaén de Bracamoros, cuyas ruinas están cerca de la boca
del Chinchipe y no muy lejos de las ruinas de Tomependa.
Sección IIa. La región entre el nudo de Sabanilla y el rio Jubones.
La región en que entramos, comprende la parte mas importante de la
provincia de Loja y el cantón de Zaruma. — La Cordillera real de los Andes
corre desde el nudo de Sabanilla con bastante regularidad de S al N hasta
los páramos de Zaraguro, y no presenta ninguna dificultad á la explicación;
pero todo el pais al occidente de la gran Cordillera tiene una composición
orográfica muy complicada é irregular, y será difícil considerar todas sus
montañas como simples ramales de la Cordillera principal ; se presentan mas
bien como eslabones disyuntos de una cadena occidental.
Ya hemos dicho, que del nudo de Sabanilla sale al NO la Cordillera de
Santa Rosa, y al SE la Cordillera de Cóndor. La primera es angosta, se
abaja pronto y tiene ramas cortas é insignificantes; pero la segunda emite
30 topografía. — capítulo n.
varios ramales largos hacia NE entre los tributarios del rio de Zamora. Mas
al N nacen estos ramales divisorios en la Cordillera real misma, que en esta
parte (desde el Nudo de Sabanilla hasta la cortadura del rio de Zamora)
podemos llamar Cordillera de Zamora. — Al otro lado del hondo valle trans-
versal del rio de Zamora sigue la Cordillera otra vez con el mismo rumbo
y sin interrupción, por el Acayana é Imbana hasta el Yana-urcu, ó el pequeño
valle transversal del rio Shingata (3o 34' Lat. S). En este trecho sale, fuera
de algunas ramas menores que se dirigen al rio Zamora, una mas alta y
mas larga, separando el sistema fluvial de este último rio del del rio
Bomboisa.
Desde 4o 8' Lat. S, pocas leguas al S de la ciudad de Loja, encontra-
mos una Cordillera occidental, que corre paralela a la oriental hasta 4o 44'
Lat. S un poco al N de San Lúeas. Esta Cordillera occidental, que tiene
24 minutos ú ocho leguas de largo, comienza con el Cerro Achira sobre Mala-
catos, sigue por Clionta-cruz, Villonaco, las alturas de Sacama, de Cachipiro
y de Santiago hasta el Guagra-uma; ella es angosta y emite ramas cortas
á ambos lados. Mientras que la Cordillera oriental se levanta á 3500 y á
mas de 4000 metros de altura, la occidental en su parte meridional apenas
alcanza la de 3000, y solo en su extremo norte, en el Guagra-uma, sube á
4000 metros.
La Cordillera occidental está unida con la oriental por dos nudos trans-
versales, uno en el extremo sur, se llama Cajamma y es bajo; el otro al
extremo norte podemos llamar el de Acayana ó de Guagra-uma, porque corre
desde el Acayana en la Cordillera oriental por el Ramos- urcu sobre San
Lúeas, hasta el Guagra-uma. Este nudo se compone de páramos extensos
y es muy alto. — La región comprendida entre las dos Cordilleras y los
dos nudos es el valle ó la hoya de Loja.
Este valle longitudinal se divide en dos partes desiguales: La parte
setentrional, desde San Lúeas hasta el sitio de Salapa, es muy angosta,
porque las faldas interiores de las dos Cordilleras se acercan mucho; en
partes no es mas que una quebrada encajonada, que dá paso al rio de Jun-
tas y al rio de Zamora, antes que se reúna con aquel. La parte meridional,
que es la hoya de Loja propiamente dicha, presenta una forma ovalada, se
extiende longitudinalmente desde el sitio de Salapa hasta el Cajanuma por
tres leguas, y transversalmente desde el Villonaco hasta el cerro de Yana-
cocha sobre Loja, por dos leguas escasas.
La hoya de Loja es la cuna del rio de Zamora, que abajo en la región
amazónica se reúne con el rio Paute y forma el caudaloso rio de Santiago.
— De las faldas de ambas Cordilleras y de los nudos bajan riachuelos;
estos constituyen en la parte setentrional el rio de San Liicas ó de Juntas,
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 31
que corre de N á S. En la parte meridional mas ancha nace el rio de Mala-
cates sobre el nudo de Cajanuma y el rio de Zamora sobre la Cordillera
oriental; ambos se reúnen cerca de Loja y llevan de allí el nombre del úl-
timo. En la hoya entra todavía del lado E el riachuelo de Jipira, y del lado
O el de Salapa. — En seguida corre el Zamora, siempre con el rumbo S—
N, en una quebrada honda y angosta, hasta encontrarse con el rio Juntas.
Unido con él se dirige casi en ángulo recto al E y rompe el dique de la
Cordillera oriental, para virar luego al Sureste. — Al otro lado de la Cor-
dillera real el Zamora recibe varios tributarios de ambos lados; del derecho
entran el Huacapanto, los ríos de San Antonio y de San Francisco, el de
Sabanilla y el Batnbuscara, cerca de cuya desembocadura se halla el pueblo
de Zamora*) Los ríos nombrados bajan de aquella parte de la Cordillera
oriental, que mas arriba he llamado Cordillera de Zamora, mientras que los
siguientes que entran del mismo lado derecho, traen su origen de la Cor-
dillera de Cóndor, y son el Jamboé, Timbara, Cumbaraga, Nambija, y otros
que ya pertenecen á la baja región oriental. — Entre los muchos rios que
engruesan el Zamora del lado izquierdo, nombraremos el Imbana unido con
el ffio negro y cuyas cabeceres se hallan en el nudo de Acayana y en la
montaña de Imbana. — De un ramal largo de la Cordillera bajan el rio
Zurambéla, el rio Janeiro (enfrente del pueblo de Zamora) y muy abajo el
rio Yanazambi, que parece ser uno de los tributarios mas poderosos del rio
Zamora. — Reservémonos el resto de este rio para la descripción de la Re-
gión oriental, y regresemos al valle de Loja.
La hoya interandina de Loja, la primera que encontramos en el Ecuador
viniendo del Sur, es la mas pequeña y á la vez la mas baja, puesto que
tiene solamente 2200 metros sobre el mar.(9) Casi en su centro se halla la
pequeña capital de la provincia, Loja (2220 m.) sobre una reducida llanura
en el triángulo que forman los rios de Malacatos y de Zamora en su reunión,
precisamente bajo 4 o Lat. S. — Fuera de ella la población de la hoya se re-
duce á los dos pueblos de Santiago y de San Lúeas (2G55 m.) al extremo
norte, y á algunos sitios pequeños cuales son el Valle, Salapa, Juntas y
otros. Con excepción del pequeño llano en que se halla Loja, el terreno de
la hoya es bastante desigual y quebrado. La valla de la Cordillera oriental
es muy alta y pasa en algunos puntos de 4000 metros; por ella conduce
un camino áspero á Zaruma. La valla meridional y la occidental son bajas.
El punto mas alto del camino que pasa de Loja á Malacatos por el Caja-
numa, tiene solo 2525 metros, el camino que conduce al valle de Catamayo
*) No es idéntico con la antigua villa de Zamora, cuyas ruinas no se han encon-
trado todavía, pero que deben hallarse probablemente mas al N y á la banda opuesta
del rio.
32 topografía. — capítulo ii.
se halla al lado del Villonaco en 2786 metros; el Villonaco mismo no pasará
mucho de 3000.*) La altura de la Cordillera entre Sacama y la hacienda
de Taquil es de 2800 m. y de allá crece hacia el Norte. El camino que
cruza el nudo entre San Lúeas y Zaraguro, tiene en su punto mas alto sobre
el Ramos-urcu 3259 m. de altura, y el Guagra-uma llega á 4000 metros.
El nudo setentrial es muy ancho y comprende también los extensos
páramos al Sureste de Zaraguro, entre los cerros de Acayana ó Imbana, el
Ramos-urcu y el cerro de Pulla, un cono aislado y empinado sobre el pueblo
de Zaraguro. La altura de esta meseta es de 3151 metros en el punto donde
pasa el camino real al pié del Pulla y al lado de la pequeña laguna de
Zaraguro, pero se levanta á alturas mucho mas considerables. El pueblo
de Zaracfuro ya se halla en el declive setentrional de la meseta, en la al-
tura de 2692 metros. Desde ahí principia la gran hoya del rio Jubones.
Si ahora dirigimos la mirada sobre la parte occidental de la provincia
de Loja, llama nuestra atención ante todo una Cordillera alta, que saliendo
del nudo de Guagra-uma se dirige con el nombre de Cordillera de Chilla al
NOO y se declina después con el de Duman al Sur, hasta las orillas del
rio Túmbez, abrazando como un gancho abierto el cantón de Zaruma en la
provincia del Oro. Otro ramal sale del mismo Guagra-uma en dirección
SO con el nombre de Huaira-urcu, mas abajo Cordillera de Amboca, cuyas
últimas ramificaciones llegan igualmente al río Túmbez, de suerte que las
dos Cordilleras mencionadas forman la amplia hoya de Zaruma, que se abre
solo por el valle de Túmbez entre Capiro y Congonamá hacia el Oeste.
Del Guagra-uma y de la Cordillera de Chilla salen multitud de ramas
cortas al N bajando á las orillas del rio Jubones. En sus faldas inferiores
se hallan los pequeños pueblos de Mano, Ynlug, Guanasang y Chilla. Varios
son los ramales que se dirigen al Sur y al centro de la hoya, separando
los valles y rios de Amboca, Salati, Luis, Amarillo etc.; pero la mas impor-
tante es la de Biscaya, que remata con el Sesmo sobre Zaruma y separa el
rio Amarillo del rio Calera y del de Minas nuevas. Después siguen todavía
las ramas de Sichacay y de Palto.
La Cordillera de Chilla tiene de 3500 á 4000 metros de altura, pero
desde el punto, en que vira al Sur (desde Chillacocha) empieza á abatirse
considerablemente y se llama Cordillera de Dtwiarí. Sobre Ayabamba se
ramifica; una rama baja con el nombre de Chilchiles entre el rio de Calera
y el de Pifias, y concluye con un cerro alto llamado Piedra blanca, sobre
*) El Villonaco debe su fama do ser una montaña muy alta tan solo á su posición
aislada sobre una cordillera relativamente baja, es decir, á su altura relativa, no á la
absoluta sobre el nivel del mar. Colocado en la Cordillera oriental no llegaría á la
cresta de ella.
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 33
el rio Túmbez. Otra rama rodea el valle de Pinas hacia 80 y se prolonga
al O en las montañas de Tag'úin, que separan el valle del rio Túmbez del
sistema del rio de Arenillas. — Arriba de Ayabamba salen de la misma
Cordillera varios ramales largos al O y NO, uno entre el rio de Arenillas
y el de St*. Rosa, otro entre este último y el rio de Calaguru. De los cer-
ros de Chillaeocha y de Angostura, que son partes de la Cordillera de Chilla,
baja la rama de Calagnru hacia Santa Rosa y dos mas, formando el valle
del rio de Buenavista. En fin, la Cordillera de Chilla es un núcleo, de que
nacen muchas cordilleras secundarias y muchos rios.
La Cordillera de Huaira-urcu y Amboca tiene al principio la altura de
unos de 3500 metros, pero entre la Cuesta de Amboca y el pueblo de Cisne,
donde la cruza el camino real de Zaruma á Loja, no tiene mas que 2540 y
en seguida baja aun mas, al mismo tiempo que se bifurca. Su prolongación
recta vá por Chihuango á las orillas del rio Túmbez enfrente del cerro de
Piedra blanca. El otro ramal declina al SO, sobre Cisne, á los altos de
San Bartolo. Allá se divide de nuevo, siguiendo la rama mas corta el curso
del Catamayo, desde Catacocha hasta el lluato, y la rama mas larga y prin-
cipal la dirección al Oeste por Conganamá, (iuachanainá y hasta mas allá
de Alamor, cerrando del lado meridional el largo valle del rio Túmbez. Pero
cerca de Guachanamá sale otro ramal, la Cordillera de Célica, tirando al
SO, á la orilla derecho del Catamayo. Entre el ramal de Catacocha y el
de Conganamá y de Célica se halla el valle de Casanga, y entre el de Célica
y el de Alamor el valle superior del rio de Alamor.
La Cordillera de Alamor, que en el pueblo de este nombre tiene todavía
1512 metros, se abate desde ahí rápidamente y unas (i leguas al SO, donde
la cruza el camino entre los sitios de Manguito y Casadero, cerca de la
frontera peruana, no tiene mas que 500 metros de altura. Pero entrando
en los desiertos de Túmbez se levanta otra vez á alturas muy considerables
(1000 á 1200 ni.) y corre hacia la Punta Purina, al Sur del Cabo Blanco,
con el nombre de Cordillera de Amotape o de Brea,
Resta decir cuatro palabras de las montañas que se hallan en el trián-
gulo formado por el rio de Macará, el rio Catamayo y la Cordillera de
Santa Rosa, que baja del nudo de Sabanilla y remata en la cuesta de Má-
tala. Estas montañas no están en conexión directa con las Cordilleras altas
y se hallan separadas de los ramales principales de ellas por valles y rios.
Solo entre Mátala, Gonzanamá y Numbucolu se halla un pequeño nudo, que
las une con el ramal de Sttt. Rosa. Este nudo tiene encima de la cuesta
de Mátala, en donde lo cruza el camino real, la altura de 2GG9 metros y
parece ser el punto culminante de toda esa región. Fuera de unos pocos
cerros aislados, como el cono empinado de Avaca cerca de Cariamanga, las
Woi.r, Ecuador. 3
34 topografía. — capítulo ii.
montabas no presentan formas características, son redondeadas y el terreno
es undulado.
Asi como la orografía, también la hidrografía de la provincia de
Loja y del cantón de Zarnma (que bajo su aspecto físico debemos reunir
con ella) es muy complicada. — Ya conocemos la pequeña hoya de Loja y
el sistema fluvial del Zamora. También ya he dicho, que las principales
cabeceras del rio Macará (Quebrada de Espindola) nacen en el nudo de
Sabanilla y descienden hacia NO al valle de Cairas. Allá, al pié de la Cor-
dillera viene del lado X el rio Capilla y se reúne con el Macará, que en
este sitio también se llama rio Calvas. El rio Capilla trae su origen y sus
pequeños tributarios de la Cordillera de St*. Rosa. Desde el sitio de Calvas
el rio Macará corre de E á O con pocas sinuosidades hasta su desemboca-
dura en el Catamavo enfrente del sitio de Potrerillo. De ambos lados recibe
pocos y pequeños riachuelos, que no merecen ser enumerados; algunos le
vienen de los páramos de la Cordillera de Ayavaca, la cual separa su sistema
del del rio Quiroz; y el lado derecho (de Cariamanga, Zozoranga, Macará)
es aun mas escaso de agua, contándose apenas tres ó cuatro riachuelos. —
El curso del rio es rápido, pues del sitio de Calvas (1060 m.) hasta su boca
en el Catamayo ('250 m.) tiene una caida de XÍO metros en solo 12 leguas
de distancia en linea recta. Tres leguas distante de la boca v á la orilla
derecha se halla el pueblo de Macará (430 m.), por donde pasa el camino
real de Loja á Piura. Xo hay otro pueblo en la orilla misma del rio, pues
Sabiango, Zozoranga, Colaisaca, Cariamanga y Gonzanamá, todos en el ca-
mino real de Loja, se hallan encima del valle de Macara ó Calvas, sobre las
alturas, que separan este sistema fluvial del del Catamayo.
El rio Catamayo abruza una región muy vasta con sus cabeceras,
desde el nudo de Sabanilla hasta el (íuagra-uma. Todas las aguas que en
esta extensión bajan al Oeste, sea de la Cordillera real (hasta el Cajanuma)
sea de la Cordillera occidental de Loja, concurren á formar un sistema flu-
vial muy singular. En la parte superior debemos distinguir dos venas prin-
cipales: una baja del Guagra-uma por un hondo valle longitudinal de N á
S y se llama rio Guayabal-, la otra que arriba se llama rio de Piscobamba
y mas abajo Catamayo, baja del nudo de Sabanilla de S á N con alguna
declinación al 0. Ambos rios se encuentran en dirección opuesta en el
centro del ancho valle de Catamayo, y unidos viran repentinamente en un
ángulo recto al Oeste.
Comencemos con la vena principal, que es la meridional. Ella nace en
el ángulo agudo que forma la Cordillera real con la de Santa Rosa, no muy
lejos de las cabeceras del rio Chinchipe y de las del rio Macará, y corre
siempre al pié de esta última Cordillera hasta Mátala. Al principio el valle
LA KEGION CENTRAL Ó ANDINA. 35
es angosto y recibe de su derecha las quebradas de Cachi-yacu, de Yangana
y de Masanamoxa, que entra enfrente de la hacienda Pálmira (1748 m.).
Desde ahí vira el rio siguiendo siempre el pié de la Cordillera de Sta. Rosa,
al NO y separándose de la Cordillera real, para tomar mas abajo de Mala-
catos otra vez el rumbo N. Entre este arco, la Cordillera y el nudo de
Cajanuma se extiende la ancha hoya de Vilcabamba y Malacates, de forma
casi triangular. En esta región que presenta mucha analogía con la hoya
de Loja, especialmente en su composición geológica, como veremos, el ter-
reno es suavemente undulado y relativamente bajo. Los rios que bajan de
la Cordillera alta tienen un desarrollo mayor que los antecedentes. El rio
Chumbo y el rio Uchina se reúnen cerca del pueblo de Vilcabamba (1753 m.)
en el centro de la hoya. El rio Malacates ocupa la parte setentrional del
valle y desciende del nudo de Cajanuma de N á S, para virar al pié de los
cerros hacia Oeste, pasando al lado del pueblo de Malacates (1000 ni.).*) —
El rio Uchina se reúne con el de Malacates media legua abajo del pueblo
y al pié del cerro metalífero de ¡Santa Cruz; y otra media legua mas adelante
entran unidos en el rio de Catamayo. Los otros riachuelos que contribuyen
al último, son insignificantes.
La vena setentrional del rio Catamayo nace, como queda dicho, en los
páramos del Guagra-uma y en las quebradas del Huaira-urcu. El valle se
forma por la prolongación del último (Amboca, altos de San Bartolo) de un
lado, y del otro por las ramificaciones de la Cordillera occidental, que con-
stituyen los cerros de Chuquiribamba. Al principio el rio toma su nombre
del sitio de Gnalel (2658 m.) por nacer en sus cercanías, pero en su curso
medio é inferior se llama rio de Guayabal. Del lado derecho recibe el rie-
cito de Cisne, que baja de las alturas de Amboca y pasa al lado del pueblo
de aquel nombre (2390 m.). De la izquierda su tributario principal es el
rio de la Toma, que nace en las inmediaciones del pueblo de Chuquiribamba
(2910 m.) y corre en un valle hondo y angosto hasta el sitio de La Toma
(1457 m.), donde entra en la llanura del valle de Catamayo.
La llanura de Catamayo es la mas extensa y podemos añadir la única
que existe en toda la provincia de Loja, si exceptuamos el pequeño llano
en que se halla la ciudad de Loja. Su altura sobre el mar es de 1400 metros
y tiene un clima muy fuerte y malsano.
El rio Catamayo toma en el centro de la llanura, después de haberse
unido con el Guayabal, el rumbo al SOO, que conserva cual mas cual menos
*) Se vé que hay dos rios que llevan el nombre de Malaeatos. Ambos nacen en
el Cajanuma; el primero se dirige al Norte y se reúne cerca de Loja con el rio Zamora,
y el segundo tira al Sur y luego al Oeste, para entrar en el Catamayo.
3*
36 topografía. — capítulo ii.
hasta la frontera del Perú; pero desde la confluencia del rio Macará cambia
su nombre en el de Achira y se dirige por Sullana á la bahía de Paita.
Dentro del terreno ecuatoriano el Catamayo recibe de la banda izquierda
los pequeños ríos de Jerinoma, que baja de Nambacola, y de Bella María,
que nace cerca de Cariamanga. Algo mas considerable es su tributario
derecho, el rio Casanga, que viene del valle del mismo nombre, formado
entre las cordilleras de Catacocha y de Cangonamá y Guachanamá. Si
seguimos la orilla derecha del Catamayo hacia abajo, encontramos el sitio
de Potrerillo enfrente de la boca del Macará, y tres leguas mas abajo el
pueblo de Zapotillo, casi enfrente de la desembocadura del rio Quiroz, solo
180 metros sobre el nivel del mar. Dos leguas mas adelante nos encontra-
mos con el rio de Alamor, que por algunas leguas hacia arriba forma el
lindero con el Perú. Este rio nace en las cercanías de Alamor y de Célica.
*
En su curso superior el rio de Alamor corre al O y luego al SO, pero en
la parte media é inferior toma el rumbo al Sur. A unas dos leguas arriba
de su confluencia con el Catamayo le entra del N un rio pequeño que se
conoce con el nombre de a Quebrada de Pilares ó de las Pavas o y tiene im-
portancia, en cuanto se considera como limite entre el Ecuador y el Perú,
que de ahi tira casi en linea nieta de S-N al rio Túmbez.
Nos resta hacer la descripción del sistema fluvial de la hoya de
Zaruma. — Ya quedan indicados sus contornos: la Cordillera de Chilla y
sus prolongaciones de un lado, y la Cordillera de Amboca y sus prolonga-
ciones del otro.
El rio Calera es el origen del rio Túmbez y corre en dirección N-S
hacia el centro de la hoya. Recibe al principio del lado derecho el río Pallo
y el rio Bono, y en su curso medio del lado izquierdo el rio de Minas nue-
vas o de Sichacay de un valle hondo, intercalado entre los cerros de Biscaya
y los de Siehacay, que son ramas de la Cordillera de Chilla. De la misma
banda entra dos leguas mas abajo el rio Amarillo, que es un tributario con-
siderable y desciende del lado NE. Entre este rio y el de Minas nuevas
se levanta la Cordillera de Biscaya, una de las mas metalíferas de toda la
República, en cuyas faldas occidentales y meridionales se halla el célebre
distrito aurífero de Zaruma, ocupando el triángulo entre el rio Calera y el
rio Amarillo. — La villa de Zaruma está casi en el centro de este distrito,
sobre una grada de la Cordillera á la altura de 1200 metros.
Una legua mas al Sur de la desembocadura del rio Amarillo se halla
la del río Pindó formado de los tres rios Luis, Salatí y Amboca, que des-
cienden de la Cordillera en dirección SOO. Después de la confluencia del
Pindó con el Calera, el rio» toma el nombre de Túmbez y declina con un
arco fuerte al Oeste, conservando esta dirección hasta la frontera del Perú.
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 37
Dicho arco rodea el pié oriental y meridional del alto cerro de Piedra blanca,
que se levanta casi aislado entre el valle de Túmbez y el de Pinas, el úl-
timo al lado occidental. Solo hacia el N el cerro está comunicado por un
yugo angosto y bajo con la Cordillera de Chilchiles. — El rio de Pinas
corre paralelo al rio Calera, de N á S, pero es mas corto y nace en las
alturas de Dumari. Entra por el lado derecho en el Túmbez al pié de la
Piedra blanca. En su curso medio se encuentra el pueblo de Pinas, en la
altura de 1000 metros. Los demás rios que engruesan el Túmbez de este
mismo lado, son insignificantes; mencionaremos solo el de Moromoro, que
desciende de las alturas de Capiro.
En el lado izquierdo encontramos el pequeño sistema del rio Yaguachi,
entre los altos de Chihuango y de Chahuarbamba. Sus cabeceras nacen en
el ramal de montañas, que sale sobre Cisne de la Cordillera de Amboca y
tira hacia Catacocha. El rio desemboca algo mas abajo de la boca del rio
de Pinas. Los demás riachuelos que descienden de la Cordillera de Con-
gonamá y Alamor al Túmbez son pequeños y sin importancia.
De las faldas occidentales de la Cordillera de Dumari nacen los rios de
Arenillas, de St*.Rosa, de Calaguru, rio Neyro y rio de Buenavista, de los
que hablaremos en otro lugar.
Sección IIIa. La región entre el rio Jubones y el nudo del Azuay.
Esta región abraza especialmente las provincias del Azuay y de Cañar.
La Cordillera real tí oriental, que en la provincia de Loja seguía el
rumbo S-N, comienza á declinar sensiblemente al Este en la latitud de
Zaraguro, desdo los corros de Acayana é Imbana. La hemos seguido en la
sección anterior hasta el cerro de Yana-ureu, á cuyo pié setentrional se
halla una escotadura profunda, que dá paso al pequeño rio de Shingata. Este
valle transversal, que no se encuentra en ningún mapa antiguo, es intere-
sante, porque es el único lugar desde el rio Zamora hasta el rio Paute, en
que la cresta de la Cordillera presenta una incisión, que sirve de desagua-
dero á aguas interandinas hacia la región amazónica. Al otro lado de la
quebrada de Shingata sigue la Cordillera sin interrupción, describiendo un
arco suave al NE, hasta la parte que se llama Matanga y después otra vez
al N, hasta el Allcuquiru á las orillas del rio Paute.
En toda la extensión desde el nudo de Sabanilla hasta el Allcuquiru la
Cordillera oriental parece no pasar en ningún punto la altura de 4200 metros
y comunmente queda entre 3500 y 4000. Pero al otro lado del rio Paute
su continuación se eleva á alturas mayores, á medida que se acerca al nudo
del Azuay. Este trecho entro el Paute y el Azuay he llamado en mi cartita
38 topografía. — capítulo h.
de la provincia del Azuay (publicada en 1879) a Cordillera nevada», porque
en los meses de Junio, Julio y Agosto siempre su cresta estaba blanqueando
de nievo hasta 300 y 400 metros hacia abajo, y es probable que algunos
picos conservan la nieve todo el año. Los picos del Azuay, que llegan á
4500 metros, á la sazón no tenian nieve, y por comparación hecha sobre
estos picos, y en mayor cercanía sobro las montañas atrás de Pindilic, he
juzgado que aquella «Cordillera nevada» debe pasar la altura de 4500 metros
en varios puntos. — En 2° 20* Lat. S. la Cordillera real se confunde con el
nudo del Azuay, y aquí nos paramos por ahora.
Muchas son los ramales cortos y largos que salen de la Cordillera real
al oriente, pero hasta el dia son muy poco conocidos y estudiados. Por esto
me contentaré con indicar los principales. — Uno, que ya mas arriba he
citado, nace en el nudo de Acayana y se extiende entre el sistema fluvial
del Zamora y el rio Bomboisa. Otro sale de Shingata y separa el valle del
Bomboisa del del rio San Isidro. Algunos mas cortos dividen las quebradas,
en que nacen las cabeceras del rio de Gualaquiza (rio Blanco, rio Rosario,
rio Dionisio), que es tributario del Zamora. Finalmente al N de Matanga
sigue uno mas considerable y mas largo que separa el sistema del Zamora
(resp. del Gualaquiza) del sistema del rio Paute. — De la «Cordillera nevada»
arrancan también varias ramas cortas al Sur y Sureste, y una mas larga
que principia en el nudo del Azuay y divide los sistemas fluviales del Paute
y del rio Upano (Morona); pero nadie conoce sus nombres y ningún explo-
rador científico ha penetrado en esas montañas y selvas, que ya caen en la
región oriental y bajo el dominio de los Jibaros salvajes.
Si volvemos la mirada al lado occidental de la Cordillera real, obser-
vamos, que desde las cercanías de Zaraguro hasta el nudo de Allparupashca
y Tinajillas se extiende delante de la cresta angosta una grada ancha, que
después cae con laderas escarpadas á los valles que entre Zaraguro y Na-
bon bajan á la hoya del rio Jubones (arriba rio León). Esta meseta ó ante-
grada de la Cordillera tiene una á una legua y media de ancho y mas de
diez leguas de largo. Podríamos llamarla también altiplanicie, porque en
efecto su terreno es por grandes trechos muy llano, ó se compone de pára-
mos suavemente undulados, á la altura de 3000 á 3200 metros. Solo algunos
cerritos aislados se elevan algo mas, y la cresta de la Cordillera misma la
sobresale de 800 á 1000 metros. Los Incas llevaron sobre esta meseta fría
el camino real, que conducía de Cuzco á Quito, para evitar el paso de tantos
valles y rios, que cruza el actual camino entre Cuenca y Loja. En varios
puntos, por ejemplo encima de la hacienda del Paso, entre ella y Shingata,
se vé los restos de esa obra grandiosa del imperio incásico, una carretera
ancha, bien empedrada, en que hasta hoy dia la vegetación del páramo
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 39
poco puedfc arraigarse. En los altos páramos del Azuay se puede hacer la
misma observación.
Sobre la meseta, de que tratamos ahora, nacen pequeños arroyuelos que
constituyen las cabeceras de los rios de Zaraguro, Oña, Udushapa, Tabla-
yacu, Charcay y Nabon, dirigiéndose todas al Oeste. Solo el rio de Shin-
gata, cuyas fuentes se precipitan de los auriferos peñascos de Sliingata, ha
tenido el capricho de correr hacia el Sur al pié de la cresta de la Cordillera,
hasta encontrar el abra al lado del Yana-urcu, por la cual busca la región
oriental. Es muy probable que el Sliingata sea el origen del rio Bomboisa,
aunque nadie ha seguido su curso allende la Cordillera.
Las ramas que salen de la meseta al Oeste, son cortas, corren entre
los rios nombrados arriba, y rematan todas en las orillas del rio León (Ju-
bones superior). Pero cerca de las cabeceras del rio Nabon y aproximada-
mente en 3o 2C Lat. S nace de la Cordillera un ramal grande que atraviesa
de E á 0 toda la provincia de Cuenca, y constituye uno de los nudos in-
terandinos principales. Lo llamaremos nudo de Pórtete y Tinajillas. porque
el nombre, que Humboldt le ha dado, y nudo de Loja», no le corresponde de
ningún modo y seria mas propio para el nudo de Cajanuma ó el de Acayana.
En mucho se parece esta cordillera transversal á la de Chilla, pero mientras
que esta hacia el occidente se ramiíica irregularmente, aquella se encuentra
en su término con una Cordillera occidental muy bien pronunciada. — El
nudo es muy ancho al principio, donde nace casi insensiblemente de la gran
meseta que acabo de describir, presentándose como una prolongación occi-
dental de ella, entre Jima y Nabon, donde se llama también Allparupashca.
Mayor undulación é irregularidad en su terreno se encuentra cruzándolo
entre Cumbe y Nabon por el camino real, que pasa por Mariviña, Tinajillas
y Silvan. El punto mas alto de este camino alcanza en Tinajillas 3424 metros.
Desde Tinajillas el nudo se estrecha y se rebaja hacia el Oeste considerable-
mente, llegando en Pórtete, entre el valle de Jirón y el de Tarqui, á su
mayor depresión en solo 2757 metros de altura. Pero luego se ensancha y
se alza de nuevo sobre San Fernando á la altura de 3800 y 4000 metros y
sigue así, hasta reunirse en Mullepungo con la Cordillera oriental, bajo
3o 107 Lat. S.
Este gran nudo de Pórtete y Tinajillas al N, la alta Cordillera de Chilla
al S, y la Cordillera real al fondo oriental limitan netamente el sistema
fluvial y la hoya de Jubones. Una ojeada sobre el mapa convencerá
al lector mejor que cualquier otra demostración, de que esta región puede
ser considerada como una verdadera hoya interandina, que solo por el abra
del rio Jubones entre Mullepungo y los cerros de Angostura comunica con
la región litoral del Ecuador.
40 topografía. — capítulo n.
De los ramales meridionales que emite la cordillera transversal de Tina-
jillas y Pórtete, es el mas importante el que sale de Tinajillas y baja con
los nombres de Silvan y Allpachaca hasta las orillas del Jubones. En su
parte media, donde la cruza el camino entre Gulac y la hacienda de Aya-
bamba, tiene 3227 metros de altura. Ella separa los valles del rio León y
de Yunguilla ó del Rircay. — Las otras, entre Pórtete y Mullepungo, son
ramas mas cortas que se abaten pronto entre las quebradas de los ríos.
La cabecera mas distante y por esto principal del rio Jubones es el
rio de Nabon, que nace en los páramos de Allparupashca y recibe los ria-
chuelos de Tinajillas y Silvan del lado derecho. Hasta este último rio corre
de E á O, pero entonces se dirige al Sur y toma el nombre de rio León,
precipitándose en una quebrada honda á lo largo del ramal de Silvan y
Allpachaca. Sus tributarios en este trecho le vienen todos del lado orien-
tal, de aquella antegrada de la Cordillera que ya conocemos, y son los
nos de Charcay, Tabla-yacu, Udushapa y Oña, muy encañados y separados
uno dol otro por mesetas anchas y bien cultivadas. Sobre la primera ha-
llamos el pueblo de Nabon en 2765 metros de altura, sobre la segunda
Cochapata en 21W6 metros, á la falda de la cuarta Uña en 2552 metros.
Después sigue una quinta meseta entre el rio de Oña y el de Zaragtiro; pero
este último rio ya recibe una parte de sus aguas del nudo de Guagra-uma
(por el rio Hondo) y entra del lado Sur al Jubones, precisamente en el gran
codo, que hace el rio León cambiando su rumbo hacia Oeste y perdiendo
á la vez su nombre.
Desdi» la boca del rio de Zaraguro conserva el rio Jubones la dirección
E-0 con poca inclinaccion al X, hasta el pueblo de Pasaje, donde entra
en los llanos del litoral. — En este su curso medio recibe del lado derecho
el rio Rircay. que tiene alguna analogía con el rio León, con el cual por
largo trecho corre paralelo de N á S, allende el ramal de Allpachaca. El
Rircay nace de algunas lagunas sobre aquella parte alta del nudo de Pór-
tete, que se halla encima del pueblo de San Fernando en 3800 metros de
altura. De su origen hasta su reunión con el rio de Jirón no hay mas que
tres leguas en linea recta, y en esta corta distancia tiene la caída de mas
de 2000 metros. San Fernando no está en la orilla misma del Rircay, sino
sobre una meseta encima del valle, á la altura de 2783 metros. En su
cercanía y sobre la misma meseta se halla el pequeño layo de Busa. — El
primer tributario del Rircay es el rio de Jirón que desciende de Pórtete y
pasa al lado del pueblo de Jirón (2162 m.). Su curso hasta la confluencia
con el Rircay os de N á S, el mismo que en adelante conserva el Rircay
hasta su desembocadura. Los demás afluentes del lado izquierdo son insigni-
ficantes; también los del lado derecho son pequeños y nacen en las últimas
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 41
ramificaciones do la Cordillera secundaria, que saliendo del nudo grande,
baja al Sur, para rematar en el cerro de Shiric sobre el pueblo de Chahuar-
urco. Del lado oriental del Shiric baja el riachuelo de Llanicuy, que reunido
con el rio Naranjo entra en el Kircay: del lado occidental desciende el rio
de Minas, que desemboca directamente en el Jubones, una legua y media
al Oeste de la boca del Rircay. La región baja y casi triangular, limitada
de un lado por el Rircay desde su unión con el rio de Jirón, del otro por
el rio Jubones, desde la boca del Kircav hasta la del rio de San Francisco,
y del tercero por las faldas del cerro Shiric, se llama:
Valle de Yunguilla. Este valle participa bajo muchos respectos, por
la aridez del suelo, por la escasa y singular vegetación, por el aspecto y
la calidad geológica de su terreno, por el calor y hasta por su insalubridad,
con la naturaleza del valle de Catamayo en la provincia de Loja. Solo que
el valle de Yunguilla el mas extenso, presenta mayor facilidad para el riego,
y por esto es mas cultivado que el de Catamayo. La población de Yun-
guilla se concentró en el pueblo de Chahuar arco , que está en un lugar
bastante alto y ventilado (159S ni.) y es algo menos expuesto al azote de
este valle, á las fiebres intermitentes, que son endémicas en las haciendas
circunvecinas y mas bajas. Chahuarurco se fundó recientemente en lugar
del antiguo pueblo de Cañar ¿bamba, cuyos restos se hallan á la distancia
de media legua al XO, 153U metros encima del pueblo nuevo, en una ex-
planada al pié del cerro de Shiric. — Abajo, cerca de las orillas del Jubones
y del rio Minas se encuentran ruinas muy extensas de la época incásica, y
se cree que en este sitio se hallaba la grande y afamada ciudad de Tomc-
hamba, en que nació el Inca Huayna-Capac, y que mas tarde Atahuallpa
hizo arrasar en castigo de una rebelión de los Cañaris.
Dos leguas abajo de la boca del rio Minas, entra al Jubones el rio de
San Francisco, que rivaliza con el Rircay en lo extenso de su sistema y en
cuanto á su importancia. El tronco principal baja en dirección N-S de
los páramos altos del nudo de Pórtete, donde este se reúne con la Cordillera
occidental. Casi paralelos corren en su curso superior los tributarios de
ambos lados, es decir, el rio Masucay y el rio Cristal de lado izquierdo, y
el rio Pelincay del lado derecho del tronco. Entre todos estos rios bajan
cuchillas angostas y muy altas, dificultando mucho la comunicación entre
estos valles. El rio Pelincay ya recibe algunos afluentes de la Cordillera
occidental, que en este extremo austral se llama Mtdlcptiwjo. También de
este lado noroeste bajan algunas cuchillas de montañas, y la mas interesante
es la, que se extiende entre el rio Pelincay y su tributario mas meridional.
Dos cerros cónicos coronan esta cuchilla en su parte inferior, el de Pucará
al X, con antiguas fortificaciones de los Incas ó Cañaris, y el de Zhalu al
42 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
S (3268 met.), formando una silla perfecta, en que se halla el pequeño y
miserable pueblo de Pucará. Está en la altura de 3147 metros, su clima
es muy frió y rígido; cuando no está envuelto en nieblas y lluvias, las
ráfagas de viento amenazan llevarse las caluchas de paja; sus producciones
son las de los páramos, es decir casi nulas, su porvenir ninguno. Sin duda
el pueblo era en la antigüedad un punto estratégico de importancia, porque
hoy dia nadie pensaría fundarlo en aquel paraje, no faltando en las inmedia-
ciones sitios mil veces mejores. De Pucará pasa un camino fragoso sobre
el Mullepungo al valle de Tenguel y á Balao. — De los demás rios que
entran al Jubones por el lado derecho, nombraré solo el de Mullepungo, que
desciende directamente de la cordillera del mismo nombre.
Los tributarios del lado izquierdo bajan todos de la Cordillera de Chilla,
asi el rio Uchucay, que cerca del pueblecito de Mano desemboca enfrente
del rio Minas; en seguida el rio Yulug, cuya boca se halla cerca de la del
rio de San Francisco, abajo del pueblo de Yulug; después los rios unidos
de Guanasany y Chilla, en cuyas orillas se hallan dos poblaciones de los
mismos nombres. Finalmente siguen las quebradas menos largas de Poto-
rulos, Cuni, Quero y Casacay. Entre las bocas de los últimos dos rios se
encuentran en un pequeño promontorio sobre las orillas del rio Jubones las
ruinas de una antigua fortaleza, Pitaviña (205 met.), que yo considero como
la última avanzada de los Cañaris contra las naciones costeñas. Ella y la
fortaleza de Pucará custodiaban la entrada al valle de Yunguilla. Una legua
abajo de Pitaviña ya comienzan las llanuras de Pasaje y Máchala.
Ahora llegamos á una de las hoyas más hermosas y extensas del Ecuador
alto, á la hoya de Cuenca con el sistema fluvial del rio Paute, que
se extiende entre 3o 10' y 2° 35' Lat. Sur. — Queda descrita la Cordillera
oriental y sus declives exteriores, hasta el nudo, del Azuay. Igualmente
conocemos el nudo de Pórtete y Tinajillas, que limita la hoya hacia el Sur.
La Cordillera occidental que la flanquea del lado oeste desde Mullepungo
hasta cerca de Cañar, es algo mas complicada que la oriental, y aunque en
general corre paralela con esta, presenta sinembargo mas sinuosidades y
ramificaciones. Ambas cordilleras se ensanchan mucho, pero no es difícil
reconocer siempre un crestón central, formado por los picos mas elevados.
Si medimos el ancho de la hoya de cresta á cresta, encontramos 14 leguas
en término medio, pero su parte habitada y cultivable entre los páramos no
llega á mas de la mitad.
De los ramales occidentales de la Cordillera oriental debemos mencionar
en primer lugar aquel, que sale de Malanga y llena en forma de un macizo
casi triangular toda la región entre el rio Jima, el rio Pamar y el rio de
Sigsig. Es un conjunto irregular de páramos y cerros con una altura do
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 43
3300 á 3700 metros, pero la cadena principal sigue á lo largo del rio Sigsig
hacia NO. £1 segundo ramal grande se separa de la Cordillera real un
poco al Norte de Matanga y corre con la misma dirección como el anterior,
al NO, hasta la cercania de Chordeleg, pero con sus bifurcaciones y ramas
secundarias forma los valles de St\ Bárbara, de Ayon, de Alcacay y mas
abajo el de Shiu y de Uuallmincay. También las alturas sobre Sigsig y
las de IÁingasha están en comunicación con el mediante el pequeño nudo
de Piedra blanca. Desde el último punto hasta el AUcuquiru al Norte, en-
contramos una zona ancha de páramos delante de la cresta mas alta de la
Cordillera, la cual podemos comparar con la meseta de Slúngata sobre Nabon.
La meseta se extiende con la altura de 3500 metros hasta las inmediaciones
del valle de Gualaceo y de Paute sobro Pan y Guachapala, de manera que
saliendo de uno do estos valles, se gasta un dia entero en el viaje por los
páramos, antes de llegar á la Cordillera real. En la meseta nacen los ríos
de Guallmincay, de San Francisco y de San José, cuyas valles cortan pro-
fundamente sus pendientes occidentales; pero la incisión mas considerable
es ocasionada por el valle de Collay, que baja de S á N. Desde el lado
derecho de este valle hasta el AUcuquiru, los páramos descienden suavemente
á las abrigadas playas del Paute cerca de Jordán y Santa Rita.
El nudo de Pórtete y Tinajillas, que hacia el Sur se abate en formas
abruptas, desciende con mas suavidad á la hoya de Cuenca. Entre Jima,
Marívifta y Cumbe se levantan todavía algunos cerros altos, como por
ejemplo el Gulashi, pero luego se pierden sus ramas en las mesetas de Ludo
y Quinjeo. Desde Cumbe hasta el paso del Pórtete las pendientes setentrio-
nales del nudo se hacen mas y mas suaves y el tránsito del llano de Tarqui
hasta la altura del camino en Pórtete es tan inperceptible, que uno viniendo
de este lado, difícilmente se persuade que ha subido uno de los nudos inte-
randinos principales, hasta que se le abre la vista al otro lado hacia el
hondo valle de Yunguilla.
La parte alta del nudo, entre Pórtete y Mullepungo presenta la misma
particularidad de bajarse al N por ondulaciones moderadas, pero siendo el
terreno de suyo muy alto, se mantiene en la región de los páramos por una
gran extensión.
La Cordillera occidental se prolonga desde el punto, en que se une con
el nudo de Pórtete, hacia el Sur y Suroeste hasta las orillas del Jubones,
como hemos visto mas arriba. Esta primera sección se llama Mtillepiingo.
Al Norte ó mejor dicho Noreste sigue muy ancha, confundiendo sus páramos
con los del Pórtete, y esta región, en que se encuentran las cabeceras del
rio Yanuncay, se llama Chanchati. Un ramal, que sale de Chanchan y baja
entre .el Yanuncay y los afluentes del Matadero, hasta las inmediaciones del
44 topografía. — capítulo ii.
pueblo de Baños, es conocido con el nombro de Soldados, por ella cruza el
camino que conduce de Cuenca al valle del rio Balao. Después sigue aquella
parte de la Cordillera, que lleva el nombre de Cajas y mas adelante de Patul,
y que emite muchas ramas cortas al oriente entre las cabeceras del rio
Matadero, y una mas larga que separa los sistemas lluviales del Matadero
y del Machángara y remata sobre Sinincay. Desde Patul declina la Cor-
dillera considerablemente al Este, recibiendo el nombre de Puruviny y final-
mente el de Caucay en su extremo, donde está cortada por el valle del rio
Cañar. En todo esto trecho entre Patul y Caucay bajan varias ramas á la
hoya, separando los valles de los rios Machángara, Surampalte, Burgai y de
sus tributarios pequeños. En la última de estos ramales, que se extiende
entre el rio de Deleg y el de Azogues, llama la atención el cerro de Coji-
tanibo por su aislada posición y las formas escarpadas do sus peñascos,
sobre la meseta de Cojitambo, entre los pueblos de Deleg y de Chuquipata.
Desde Cuenca se presenta como un pico agudo, desde Chuquipata como una
muralla larga. Su altura es de 307(5 m., solo 14 m. inferior á la del Gua-
gualshuma.
El lado occidental de esta Cordillera so halla aun mas cortado que el
oriental, por un sinnúmero de quebradas y valles, que descienden desde las
cumbres de 4000 metros rápidamente hasta el nivel del mar, y como á los
valles corresponden otras tantas lomas que los separan, también el número
de estas lomas ó ramas de la Cordillera es muy grande, y podemos enumerar
solamente las principales, comenzando de nuevo en Mullcpungo. El primer
ramal naco en Mullepungo con el cerro cónico que se llama Pan de azúcar
y baja entre los rios Pagua y Tenguel, acabándose en el cerrito casi aislado
de Tenyuelülo. Un segundo ramal sale del mismo Mullepungo, un poco mas
al Norte, y corre entre los valles del rio Tenguel y del rio Gala, rematando
en los cerros de Coca en la hac. de Tenguel. Sobre esta loma baja el camino
fragoso, que conduce de Pucará á Balao. La torcera rama principia en
Chanchan con el nombre de Berscta y separa el sistema del rio Gala del
mayor del rio Balao. Del Cajas se extiende un macizo muy alto y ancho
de páramos hacia el Oeste, hasta cerca de Molleturo, y de este macizo, que
en su diferentes partes lleva diversos nombres, salen al Sur y al Norte varias
ramas cortas, entre las cuales nacen las cabeceras de los rios de Balao y
de Mihuir. Es de notar, que todos los rios, que desde Mullepungo hasta el
macizo del Cajas bajan al occidente, desembocan directamente en el Golfo
de Guayaquil, mientras que los que siguen, comenzando con el Mihuir, van
á engrosar el rio de Cañar, que mas abajo se llama de Suya y finalmente
de Naranjal. — Al Norte del Cajas siguen los Cerros de Patul que forman un
macizo parecido al que acabamos de describir, pero sus ramales principales
RKC.ION CENTRAL O ANDINA.
40 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
se dirigen al N y NO entre los valles de los rios Mihuir, Norcay, Pulucay,
Patul y Tisay. Finalmente siguen las ramas que bajan del Puruving hacia
Gualleturo á las orillas del rio de Cañar.
Ahora nos falta cerrar la hoya de Cuenca de la parte setentrional. El
nudo que aquí une las dos Cordilleras, no es tan regular como al Sur en el
Pórtete. Sigamos su línea, que es la divisoria entre el sistema fluvial del
Paute y el del rio Cañar, comenzando en Caucay al O de Cañar. Aquí la
Cordillera se une por una silla baja con el cerro de liucran (3806 m.) y
por otra silla, siempre en dirección O-E, con los cerros de Molobog. Esta
segunda ensillada, por la cual pasa el camino de Cañar á Biblian, tiene
3483 metros de altura. Los cerros de Molobog se dirigen derepente al Sur
hasta encima del pueblo de Biblian, donde cambian su rumbo en un ángulo
agudo al NE , conservándolo mas ó menos hasta los cerros de Huayrapungo
y hasta los páramos del Azuay. Cerca de aquel ángulo, donde la cruza el
camino de Azogues á Cañar, esta cordillera tiene su mayor depresión (3373 m.).
En seguida se alza mas y mas, llegando en Huayrapungo á la altura de
mas de 4000 metros.
Como se vé, este nudo es imperfecto, es decir, no se une directamente
con la Cordillera oriental, sino con el nudo del Azuay, de manera que podría
considerarse también como un ramal de éste, ramal que emite varios subra-
males hacia el Sur. De los últimos el primero nace en Huairapungo con
el nombre de Pilzhun, y llena con sus bifurcaciones (Chaning, Huaira-
caja etc.) toda la región entre los rios de Paute, de Azogues y de Dudas.
Otros dos ramales bajan al Sur hasta las orillas del Paute entre los rios
Dudas, Masar y Jubal. — Atrás de este último rio la hoya está cerrada
por la Cordillera nevada, es decir, por aquella parte de la Cordillera real,
que se extiende desde el Paute hasta el nudo del Azuay. Algunas ramas
cortas salen de ella en dirección SO, entre los rios de Jubal, del Pulpito y
rio Negro.
Todas las montañas de la hoya de Cuenca están en alguna comuni-
cación con las dos Cordilleras y los dos nudos, que la limitan, con excepción
de una región reducida entre los rios de Paute, Tarqui y Gualaceo ó Pamar.
Las montañas de esta región central forman un grupo independiente y un
macizo irregular. Su punto culminante es el cerro Guagualzhuma sobre el
pueblo de Paccha, con la altura absoluta de 3090 metros. Fuera de este
cerro no se presentan formas características; el terreno es suavemente undu-
lado con 200 ó 300 metros de altura relativa sobre el plano de Cuenca; el
rio de Quinjeo, que divide este macizo en dos mitades y corre de S á N,
es el único rio considerable, que por la erosión excavó un valle hondo entre
el Guagualzhuma y el pueblo de Jadan.
LA REO ION CENTRAL 6 ANDINA. 47
El sistema fluvial del rio Paute se presenta sobre el mapa cual
un árbol de copa ancha, y á la primera vista parece difícil decir, cual de
los ramos sea el principal y la continuación directa del tronco. Sinembargo
debemos dar la preferencia al rio Matadero, por ser el mas largo, el medio
y el que guarda mejor la dirección general del Paute. Nace, pues, este rio
en la Cordillera occidental en las alturas del Cajas de algunas pequefias
lagunas; comienza su curso al SE por el valle pintoresco de Quínuas, lo
cambia desde Sayausi hasta Cuenca al E, y sigue después al NEE, para
romper finalmente la Cordillera en dirección E al lado del Allcuquiru. Aquí
haremos la observación, que ningún otro rio de la América meridional, de
los que dirigen su curso al océano atlántico, nace en tanta proximidad del
mar pacífico, como el rio Paute; sus cabeceras no distan mas que unas
10 leguas, en linea recta, del Golfo de Guayaquil.
El rio Matadero recibe algunos pequeños afluentes de la misma Cor-
dillera occidental, de los cuales el rio de Surucuehu y el de Masan, ambos
del lado derecho, son los principales. Muy cerca de Cuenca le entra del
lado Sur el rio Yanuncay unido con el rio Tarqui. El primero baja de los
páramos de Chanchan y de Soldados en dirección NE, hasta el pueblo de
Baños, después describe un semicírculo (N-NE-E) al rededor del aislado
cerro de Güishil y recobra su rumbo anterior hasta enfrente de Cuenca.
El rio Tarqui nace en el nudo de Pórtete, baja al NE y se reúne muy
pronto, en medio del plano de Tarqui, con el rio Cumbo, que viene de los
cerros de Mariviña, de SE. En su curso medio el rio Tarqui serpentea
mansamente por la llanura perfecta de Tarqui, que se extiende 2 leguas de
S al N y mide l¡i de legua de ancho. No tiene mas que 82 metros de
altura sobre la plaza de Cuenca. Al extremo setentrional de la llanura se
levanta de la orilla izquierda del rio un cerro cónico no muy alto, pero
memorable en la historia de las ciencias. Se llama el cerro de la pirámide,
por llevar en su cúspide un monumento de esta forma, ó mas bien de la de
un obelisco. Aquí es donde en el siglo pasado los Académicos franceses
pusieron el término austral á su célebre triangulación y á sus observaciones
astronómicas, que tenían por objeto resolver el problema de la verdadera
figura de la tierra. — - Al pié de este cerro de la pirámide el rio Tarqui vira
al NO y entra en la angostura de un valle tortuoso, cuyas laderas no son
muy altas pero escarpadas, y en que desembocan del lado izquierdo tres
quebradas con los ríos de San Agustín (al pié de la pirámide), de Tntupali
y de Churcay, todos tres cortos y de poca monta. — Pasado este valle toma
el rio su rumbo al Norte y entra en la llanura de Cuenca, recibiendo en
este trecho el riachuelo de Baños, que tiene la particularidad de nacer de
unas fuentes termales, de que hablaremos en otro lugar. En las inmedia-
48 topografía. — capítulo ii.
ciones de San Roque, suburbio de Cuenca, se reúne el Tarqui primero con
el Yanuncay é inmediatamente después con el Matadero, formando los tres
el rio Paute. — Al lado de esta triple confluencia, y sobre la ribera izquierda
del rio Matadero está edificada la hermosa Capital de la provincia, en la
altura abs. de 2580 metros.
A muy corta distancia de Cuenca hallamos la boca del rio Machángara,
tributario considerable del rio Paute, cuyas cabeceras se encuentran en las
alturas de la Cordillera de Patul y del ramal de Namurelte. Entre sus
afluentes se cuenta el rio de la Compañía, del lado derecho.
El rio de Sidcay es insignificante en comparación con el Machángara,
pero el rio Azogues unido con el rio de Deleg es uno de los tributarios mas
grandes del Paute de este lado izquierdo. El rio Deleg se forma del rio de
Surampaltv, que baja de las alturas de Namurelte y del rio de Ramos-huaico,
que viene de un ramal del Puruving. Los dos se reúnen cerca del pueblo
de Deleg y viran hacia SE á la boca del rio Azogues. El sistema de este
último ocupa una región extensa entre la Cordillera de Caucay y la de
Huairapungo, y debemos distinguir dos rios principales que lo constituyen:
el rio de Biblian y el rio Tabacay, cuya confluencia se halla muy cerca de
Azogues. El rio de Biblian á su vez recibe, un poco arriba del pueblo de
este nombre, por tributario el rio de Burgai, que nace en la Cordillera occi-
dental sobre las alturas de Puruving y Caucay. Todos los demás afluentes
del Azogues bajan del nudo de Cañar y Huairapungo; asi el rio de Biblian
mismo, que desciende de N á S entre un ramal del Bueran, llamado Hueste,
y los cerros de Molobog. El rio Tabacay nace con el nombre de Carihuaray
en los cerros de Huairapungo, y su afluente principal, el rio Nudpud viene
de los páramos de Pilzhun. Desemboca en el rio de Biblian al lado seten-
trional del alto cerro de Abuga, que se levanta inmediatamente sobre la villa
de Azogues.
Desde la boca del rio Azogues el Paute vá franjeado de su lado seten-
trional por una cordillera bastante alta con pendientes escarpadas, desde
San Cristóbal hasta encima de Huarainao, y no recibe en este trecho sino
algunos riachuelos cortos en la cercanía de Paute; pero del Sur le entra
primero el rio de Quinjeo ó de Jadan, y después el mucho mas grande de
Gualaceo ó Pamar. Este rio nace con el nombre de Jima en la Cordillera
oriental, corriendo en dirección de E-ü hasta la cercanía del pueblo de
Jima, y recibe en este su curso superior algunos afluentes del Sur, es decir
del nudo de Tinajillas (Allparupashea). En seguida vira en ángulo casi
recto al Norte y conserva este rumbo general hasta su desembocadura en
el rio Paute. Desde Jima hasta la boca del rio Sigsig se llama Pamar y
toma del lado izquierdo el rio Maranga, único tributario occidental de alguna
. KEUION CENTRAL ü AX1HX,
Wolt, Eoaulor.
50 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
consideración. Casi en la mitad del camino entre Jima y Gualaceo le en-
gruesa del lado derecho el rio de Sigsig. Este nace de varios riachuelos
en las alturas de Matanga y en el ramal, que baja por Piedra blanca hasta
las cercanías de Sigsig. Los ríos Molong, Minas, St\ Bárbara y Áyon son
las cabeceras mas conocidas del rio Sigsig, por los lavaderos de oro que
se hallan á sus orillas. El curso general de este rio es de NOO. — En las
faldas setentrionales de Piedra blanca toma su origen el rio Alcacay, que
después de correr por un pequeño trecho de E á O, vira al NO y baja con
el nombre de rio Shiu al de Gualaceo. Pues, es de notar, que el rio Pamar
desde la boca del de Sigsig generalmente se llama río de Gualaceo.*) En
F1B. S. El
continuación tenemos el rio de Guallmhicay abajo de Chordeleg, y en fin
los dos ríos de San Francisco y de San José, que desembocan casi en el
mismo punto enfrente de Gualaceo y a muy corta distancia del rio Paute.
Estos últimos tres rios nacen en los páramos que forman la antegrada de
la Cordillera real. Gualaceo, la bonita cabecera del cantón, no se halla en
la misma orilla del rio, sino á cierta distancia y unos 20 metros sobre ella
*) Es una costumbre que se halla por toda la Sudamérien, do dar á un mismo rio
distintos nombres en diversos trechos do su eurso, costumbre poco conveniente, que lia
causado muchas equivocaciones y confusiones en las obras de geografía.
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 51
(2320 m. de altura absoluta) en una explanada hermosa y en medio de un
vergel de árboles frutales.
Si seguimos desde la boca del rio de Gualaceo hacia abajo, encontra-
mos en el mismo lado el rio de Collay, que en dirección S-N baja de los
páramos de Maila y de Collay al pió de la Cordillera real; se llama también
rio de Pan, según el pueblo de este nombre, que se halla á bastante eleva-
ción sobre su ribera izquierda (2010 m.). Finalmente descienden unos pe-
queños rios de las faldas extensas del Allcuquiru, que desembocan en el rio
Paute cerca de los sitios de Jordán y de St\ Rita.
En el arco grande, que hace el rio Paute antes de romper el dique de
la Cordillera, le engruesan algunos rios considerables del lado norte, que
descienden en parte de Huairapungo y de los páramos del Azuay, en parte
de la Cordillera oriental. El primero es el rio Dudas, que tiene su origen
atrás del Pilzhun y Huairapungo, recibe en su curso superior algunos pe-
queños afluentes en el valle de Pindilic, y en el curso medio el rio de Taday
del lado occidental. En general guarda el runibo de NO á SE hasta su
entrada en el Paute. Los otros rios que siguen mas abajo, son casi inacce-
sibles y vienen de regiones inhabitadas. Para averiguar su curso, conviene
subir al cerro de Yanguang (3360 m.) que corona el ramal entre los rios
Dudas y Masar entre los pueblos de Pindilic y de Shoray. Este cerro do-
mina un horizonte inmenso, sobre todo hacia la Cordillera oriental y me ha
servido mucho para el trazo de esta sección del mapa. Al Oeste divisamos
una gran parte de la hoya de Cuenca y casi á nuestros pies los valles de
Pindilic y de Taday con el rio Dudas, cuyo curso se destaca como sobre
un mapa. Al Este de nuestro mirador tenemos el curso del majestuoso Paute,
en cuya ribera derecha distinguimos el antiguo hospital de los lázaros, lla-
mado Jordán y la hacienda de Sta. Rita, última avanzada de la civilización
hacia el Oriente. Abajo de este último sitio el rio hace una grandísima
vuelta, describiendo tres partes de un círculo al rededor de un promontorio
del Allcuquiru, y derepente se lanza al Este por la breñosa abra de la Cor-
dillera. Aquí se nota la extensión enorme del Allcuquiru y lo bizarro de
sus formas : una selva de picos, cuernos, agujones y dientes sobre su cresta.
A la verdad el nombre quichua que lleva, es el mas expresivo que se podia
darle, pues significa diente ó dentadura de perro. Lo que vemos al N y al
NE, es un mundo desconocido y desierto: cuatro ó cinco cordilleras ó ra-
males, que salen en parte de las alturas del Azuay y en parte de la Cor-
dillera principal, vienen á espirar al rededor del gran semicírculo que
describe el rio Paute, y de los valles que separan estos cordones se pre-
cipitan otros tantos rios: el Masar, el Jttbal, el del Pulpito y el rio Negro.
Atrás de todo esto y como el fondo del anfiteatro se divisa la Cordillera
4*
52 topografía. — capítulo ti.
real de los Andes con su cresta erizada y nevada, y asi mismo se distin-
guen de lejos al N y NO algunos picachos principales del Azuay.
Con esto concluimos la revista orográfica ó liidrográfica de la gran hoya
de Cuenca. Dirigamos ahora nuestra mirada á la que sigue al Norte y que
ocupa una extensión mucho menor, á la hoya de Cañar. Ella no llega
hasta la Cordillera oriental; está limitada al Norte y Este por el nudo del
Azuay y sus ramales, al Sur por el nudo de Bueran, y al Oeste por un
eslabón de la Cordillera occidental. El límite al Sur y Este queda descrito;
es la cadena do montañas que comienza en Caucay al O de Cañar, sigue
por el Bueran y los cerros de Molobog, y concluye en los de Huairapungo.
Solo de estos últimos se prolonga un ramal algo considerable hacia el Oeste
á la hoya de Cañar, separando los rios de Huairapungo y de Silante. En
su extremo, cerca de la confluencia de los dos rios citados, se halla sobre
un promontorio la antigua fortaleza de los incas «Incapirca» (31(13 m.), cuyas
ruinas son uno de los monumentos mas interesantes del pais, que quedaron
del dominio incásico.
El nudo del Azuay es un deforme macizo de montañas, colocado
bajo 2o 207 Lat. S en medio de la Cordillera oriental y de la occidental, como
una inmensa araña que extiende sus patas ó brazos á todos lados. Algunos
de estos brazos, que se dirigen al Sur, ya conocemos, la Cordillera de Huaira-
pungo es el principal. Otro brazo ó ramal baja al SO, separando los valles
del rio Silante y del rio de Culebrillas, y extendiéndose hasta el pueblo de
Tambo. Del centro mismo del nudo, es decir de Quimsa- cruz (4307 m.) sale
el ramal que bajando primero en la misma dirección de SO y virando des-
pués al Oeste reúne el Azuay directamente con la Cordillera occidental sobre
el pueblo de Suscal. De consiguiente este ramal es el mas esencial y la
prolongación directa del nudo, porque separa la hoya de Cañar de la de
Alausi. Lo que toca la Cordillera occidental entre las dos hoyas que acabo
de nombrar, no manifiesta mucha regularidad. Es mas baja que en la pro-
vincia de Cuenca y en la de Riobamba, y carece de una cresta central y
bien marcada. Desde el punto en que se reúne con el nudo del Azuay,
sobre el pueblo de Suscal, una rama baja al Oeste, franjeando el rio de
Cañar, y otra se dirige al Norte para descender á las orillas del rio Chan-
chan. De su lado occidental nacen los rios de Rircay y de Bulubulu (tri-
butarios del rio de Boliche), entre cuyas cabeceras también se abaten al-
gunas ramas cortas de la Cordillera. Por lo demás toda esa región es
inhabitada y poco conocida.
El sistema fluvial de la pequeña hoya de Cañar es sencillo y corto.
Considerando como principio del rio de Cañar el de Silante, podemos decir
que este rio en todo su curso hasta las llanuras de Naranjal guarda el
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 53
rumbo general de E-O. El S liante nace entre los ramales del Azuay que
llamamos de Huairapungo y de Paredones. Paralelo á él corre el rio de
Huairapungo, pero algo mas al Sur, que manifiesta su origen por el nombre
mismo. Este último no entra directamente al Silante, sino en el rio de
Molobog, que viene del Sur, de aquel triángulo que forma la cadena de los
cerros de Molobog sobre el pueblo de Biblian. Si cruzamos estos cerros,
viniendo de Azogues, entramos por una bajada suave y corta á un valle
ancho de suelo pantanoso, en que toma su origen el rio do Molobog. Una
legua, poco mas ó menos, sigue este valle anchuroso y casi horizontal, en-
tonces se estrecha derepente y tiene una caída precipitada. Peñascos altos
y tajados de pórfido se levantan á ambos lados y dejan con dificultad paso
al rio y al camino, obligándolos á hacer muchas tortuosidades. Asi sigue
el valle una legua, hasta la desembocadura del rio Huairapungo, que viene
del Este de un valle semejante. Entonces se abre el paisaje hacia la
meseta y el valle de Cañar. El Molobog se reúne una legua mas al Norte
con el Silante y los dos unidos reciben el nombre de Cañar ó Hatun-Cañar,
que conservan hasta mas abajo de Gualleturo. Pasamos en silencio los
pequeños afluentes de la derecha é izquierda, y nombraremos solo el tri-
butario considerable que entra al Cañar entre los pueblecitos de Pungal y
Tambo, y que es el rio de Cidchrillas. Sus fuentes se hallan en el centro
del Azuay, al Este de Quimsa-eruz, en el valle que forma el ramal principal
del nudo con el de Paredones. También de Quimsa-cruz baja un pequeño
brazo del rio en dirección SO. Entre este brazo y el rio principal se halla
la mal afamada Pucaloma (4445 m.), una rama corta del Azuay, por cuya
cresta pasó antiguamente el camino real y que fué muy temida de los via-
jeros, por estar comunmente nevada y azotada por un viento furioso. Al
pié de la cuesta de Pucaloma se reúne el riachuelo de Ouimsa-cruz con el
rio de Culebrillas, y en seguida serpentea con mil tortuosidades por un valle
angosto y pantanoso hasta entrar en una hermosa laguna, en cuya cercanía
se hallan los Paredones, es decir, las ruinas de un tambo grande del tiempo
de los Incas. (I0) Después de dejar la laguna, el rio sigue todavia por largo
trecho la dirección al Oeste, para bajar finalmente entre Tambo y Pungal
al Hatun-Cañar.*)
Del lado setentrional del rio la hoya de Cañar se cierra por la Cordillera
occidental cerca de Suscal, pero del lado Sur propiamente acaba con los
cerros de Caucay, es decir mas hacia el Este, porque los sitios de Malal,
*) En mi primora descripción de la provincia del Azuay (Guayaquil 1H79) he come-
tido el error de dejar el rio de Culebrillas dirigirse al rio Angas, tributario del Chan-
chan, seducido por informaciones inexactas de algunos cazadores.
54 topografía. — capítulo ii.
Ger y el pueblo de Gualleturo ya se hallan al Oeste de la Cordillera occi-
dental. La dificultad de cerrar netamente la hoya hacia el lado oeste, pro-
viene de la irregularidad de la Cordillera entre el rio de Cañar y el Chan-
chan, de que he hablado mas arriba, y en cuya consecuencia las crestas no
se corresponden directamente á ambos lados del rio de Cañar, como en otras
abras de la Cordillera. La cabecera del Cantón, la villa de Cañar, no se
halla á las orillas del rio grande, sino á la distancia de media legua y
267 metros sobre él (3140 m. de altura absoluta), en una hondada de la
meseta entre dos riachuelos. Fuera de esta meseta entre el Bueran y el
rio, que es muy feraz y bien cultivada, la hoya tiene poco terreno plano.
A la otra banda del rio, es decir, al N, la meseta es angosta y solo en las
inmediaciones del pueblo del Tambo y de su anejo Pungal algo mas pro-
nunciada. Se levantan demasiado cercanos los cerros que forman como el
antemural ó la primera grada del gran Azuay.
Sección IVa. La Región entre el Azuay y el Chimborazo y Sanancajas.
En esta región caen las provincias del Chimborazo y de Bolívar, con
las hoyas de Alausi, Riobamba y Chimbo. Comencemos, como de costumbre,
con la descripción de la' Cordillera oriental ó reah Entre el valle transversal
del rio Paute (2°40' Lat. S) y el de rio Pastaza (Io 25' Lat. S) sigue ella el
rumbo general de NNE ; pero desde el nudo del Azuay (2o 20* Lat. S) prin-
cipia á mostrar ciertas irregularidades, que hacen su estudio mas complicado
y difícil; sobre todo se ensancha mucho, y á veces quedamos en duda, cuales
de los picos irrogularmento agrupados formen la cresta central y principal.
Esta complicación sigue por todo el resto de la República hasta las fron-
teras do Colombia, y os debida á un elemento trastornador que entra en la
constitución geológica do la Cordillera oriental. Desde el nudo de Sabanilla
hasta el Azuay la composición de esta Cordillera era sencilla y hasta monó-
tona, ejerciendo las antiguas rocas cristalinas (granito, gneis, esquistas cri-
stalinas) su dominio indisputado; en consecuencia también las formas exte-
riores ó geográficas de las montañas se sujetaron á reglas bastante sencillas.
Pero luego que entra ol elemento revolucionario del volcanismo, también
las configuraciones extornas de las Cordilleras se modifican; los volcanes
levantan sus soberbios pero peligrosos edificios sobre las bases mas sólidas
de las rocas antiguas, y cambian la fisonomía de las Cordilleras. El Azuay
es el primer nudo interandino volcánico, y todos los demás hacia el Norte
son de la misma naturaleza.
El Azuay comunica con la Cordillera oriental por un anchuroso macizo
de montañas, que se confunde insensiblemente con la Cordillera misma y
LA BEGI0N CENTRAL Ó ANDINA. 55
lleva diferentes nombres como: páramos de Yuluc, Zula, Totora, Ayapungo,
Mactalan, Yuntana, Ozogoche, Colai, Hatillo etc. En esta región alta y fria,
sembrada de lagunas, nacen varios rios importantes, que se dirigen en sen-
tidos opuestos al Sur y Norte, al Este y Oeste, y entre sus cabeceras co-
mienzan á individualizarse los ramales de montañas, que igualmente irradian
hacia todos los vientos. Hacia el oriente bajan las ramas que separan los
valles de los primeros afluentes del rio Upano ó de Macas; hacia el NNO
sale el ramal que forma los páramos sobre Alausi y Tixan hasta Atapo, y
que virando al O se prolonga directamente por el nudo de Tiocajas hasta
la Cordillera occidental. El ramal que principia entre las cabeceras del rio
Ozogoche y las del rio Zuñac, y que se dirige al NNE por las alturas del
Hatillo, es la linea divisoria entre las aguas del Pacífico y del Atlántico,
y debe ser considerada como la continuación de la Cordillera real misma.
— Esta Cordillera presenta en su curso ulterior hacia el Norte, hasta los
páramos del Quilimas, la particularidad de ser partida en dos cadenas para-
lelas por un valle longitudinal, en que nace el rio de Cebadas ó de Yasipang.
Pero antes de entrar en una explicación ulterior de este fenómeno, volvamos
la mirada atrás.
El nudo transversal de Tiocajas entre (iuamote y Tixan separa el valle de
Alausi de la gran hoya de Riobamba. Este valle debemos considerar como
una hoya interandina aparte, limitada al N por el nudo expresado, al Sur
y Este por el Azuay y sus ramales, y al Oeste por la Cordillera occidental.
La última, que entre el rio de Cañar y el rio Chanchan era menos pronun-
ciada, comienza á desarrollarse de nuevo con mucha regularidad al lado
derecho del Chanchan, sobre el pueble-cito de Linjc, y sigue sin interrupción
con una cresta angosta y bien visible hasta el Chimborazo. En su primer
parte, desde Linje por las alturas de Sinchan y San Nicolás, hasta el cerro
de Calugüin, es baja (3000 á 3300 m.) y su rumbo es al NE, pero después
sigue directamente al N, siempre con el hondo valle de Chimbo al lado
occidental, y se levanta á la altura media de 4300 metros. Solo la primera
parte franjea la hoya de Alausi; donde se verifica la declinación al Norte,
cerca del cerro Dañas, se halla la unión con el nudo de Tiocajas mediante
una meseta alta de páramos. Todas las ramas de la Cordillera occidental,
ora caigan al valle de Chimbo, ora á la hoya de Alausi, son relativamente
cortas, lo mismo que las que vienen del nudo de Tiocajas y su prolongación
al Este hasta el Azuay. Algo mas considerables son las que emite el nudo
del Azuay al valle del Chanchan, así por ejemplo, la que saliendo de Quimsa-
cruz vira sobre Pomallacta, y Gonzol al Oeste, y otra que parte del mismo
punto en dirección á Chunchi. Las otras ramas, que podemos llamar de
Guabalcon, de Sulchan y de Angas, nacen del ramal principal del Azuay,
56 topografía. — capítulo il
que baja por el lado derecho del rio Culebrillas hasta el pueblo de Suscal,
y separan los valles de los rios que llevan los mismos nombres.
El sistema fluvial de la hoya de Alausí no es muy extenso. El
rio Chanclian, que al principio se llama rio de Alausí, nace sobre la ancha
meseta de Tiocajas, en los páramos de A tapo, y desciende en la dirección
N-S con poca declinación al O por el valle de Tixan hasta su confluencia
con el rio Zula, enfrente del pueblo de Sibambe. En este trecho superior
recibe pocos y pequeños afluentes del lado izquierdo y algunos mas grandes
del lado derecho, es decir de la Cordillera occidental. — La villa de Alausí
so halla á su lado izquierdo sobre una pequeña meseta, que tiene 180 metros
sobre el rio y 2400 m. de altura absoluta.
El primer tributario grande, que recibe el rio de Alausi, el rio Zula, le
viene del lado este, de los páramos de Totoras y de Zula, y corre en un
valle muy hondo y angosto, de manera que los pueblos de Achupattas, Po-
mallacta, Gonzol y Guasuntos, se hallan todos en alturas considerables sobre
sus riberas, en unas pequeñas mesetas. De la caída muy fuerte, que tiene
tanto el rio de Alausí, cuanto el de Zula, podemos formarnos una idea, si
digo que sus fuentes se hallan en la altura de 4000 metros, y su confluencia
cerca de la hacienda de Bugnac en la de 1857 metros; bajan unos 2150 metros
en la distancia de 5 leguas (en linea recta) el primero, y de 4 leguas el
segundo. — A corta distancia de la boca del rio Zula entra del lado opuesto
el pequeño rio de Sibambe, que nace sobre el pueblo del mismo nombre en
los cerros de Calugüin, Milla y Allpachaca, que son partes de la Cordillera
occidental. La plaza del pueblo se halla en la altura de 2478 metros.
Desde enfrente de Sibambe el rio Chanchan vira mas y mas al Oeste
y recibe del lado sureste los rios de Guataxi, de Guabalcon y de Angas,
que descienden del Azuay y de su prolongación occidental, como queda dicho
mas arriba. Sobre la orilla derecha del primer rio se halla la hermosa
meseta de Chunchi, cuyo pueblo en la altura de 2316 metros (500 m. sobre
el Chanchan) goza de un temperamento agradable. — Entre las desem-
bocaduras de los rios Guataxi y Guabalcon llama la atención, por su posi-
ción aislada, un alto cerro volcánico, que se llama Guabalcon y también
Puñay. Su cúspide característica domina todo el valle del Chanchan, desde
arriba de Sibambe y es visible hasta en Guayaquil. Es un punto magnífico
para servir en operaciones geodésicas. — El rio Angas es el último tributario
de consideración que recibe el Chanchan de la izquierda, y con el ramal
que baja por su banda meridional de la Cordillera de Chilchil, se cierra la
hoya de este lado. En el lado opuesto, y casi enfrente de la boca del rio
Angas, se levanta la Cordillera de Linjc, que es la valla occidental de la
hoya de Alausi.
LA REGIOS CENTRAL Ó ANDINA.
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Flg. 1. Trabajo» del ferrocarril ín «1 valle it\ Chano:
58 topografía. — capítulo ii.
Si seguimos de Sibambe el valle del Chanchan por el lado derecho,
encontramos muchos rios, pero todos pequeños, porque la cercania de la
Cordillera no les permite un desarrollo grande. Los principales son el rio
de Pagma, que viene de las alturas de San Nicolás, las quebradas de Tilanje,
Licay, Huigra, Sigsigpamba y el rio Chiguacay, el último mas largo y oriundo
de los cerros de Sinchan. Este lado del valle de Chanchan tiene un interés
particular, porque por él ha de subir el primer ferrocarril andino del pais,
que desde algún tiempo está en construcción.
La hoya de Riobamba está comprendida entre las dos Cordilleras
principales, el nudo de Tiocajas al S, y el de Sanancajas al N. — La Cor-
dillera oriental corre desde su unión con el nudo del Azuay poco mas ó
menos al Norte hasta el sitio de Hatillo ó los cerros de Cuscungo. Allá se
encuentra con el valle transversal del rio Yasipang, y se bifurca, siguiendo
un ramal al otro lado del valle en la misma dirección S-N, entre el rio
Cebadas y el Yasipang hasta encima del pueblo de Pungalá, y dando el
otro ramal una vuelta al E y NE al rededor del valle de Yasipang, para
tomar en seguida el rumbo al N y para unirse de nuevo con el ramal
primero en los páramos de Cubillin. De este modo nace un valle longitudinal,
paralelo al del rio Cebadas, pero en mayor altura y corriendo las aguas en
los dos valles en sentido opuesto. — De los dos cordones el segundo, es
decir, el oriental es el «divortium aquarum» entre el océano pacifico y el
atlántico, pues en sus vertientes exteriores se hallan las cabeceras de los
rios de Macas y Palora. Sinembargo la rama occidental es la que limita
hacia el E la hoya de Riobamba, porque el valle del rio Yasipang, lo mismo
que el del rio Ozogoche, propiamente no pertenecen á la hoya, que comienza
solo desde Ishubamba, ó desde el lugar en que el nudo de Tiocajas topa con
la Cordillera oriental.
La rama occidental, la única visible desde la hoya de Riobamba, co-
mienza, como ya queda dicho, en la confluencia de los rios Ozogoche y
Yasipang, y sigue con una altura de 3500 á 4000 metros hasta enfrente del
pueblo de Licto. Á ella pertenecen los páramos de Ishubamba y Cebadas,
y especialmente los extensos Páramos de Alao con el «Mirador del Sangay»
en Calcit-pungo. Sobre los pueblos de Pungalá y Chambo la Cordillera se
levanta á alturas aun mas considerables en el Cubillin (4455 m.) y en el
Páramo de Quilmas (4711 m.). Pero aquí ya está unida con la rama oriental.
Esta última cadena comienza en los páramos de Cuscungo y lleva en seguida
diversos nombres poco conocidos (por ser toda la región inhabitada). Emite
varias ramas cortas hacia el Yasipang y algunas mas largas al lado opuesto
hacia el rio de Puente hondo, que es la cabecera principal del rio Upano
ó de Macas. El punto mas interesante en esta cadena es el llamado Nug-
LA BEGION CENTUAL Ó ANDINA. 59
sagpungo, por donde se puede pasar del valle de Yasipang (arriba Yaguar-
cocha) al valle del río del volcan, en que se levanta el Sangay. Desde
Nagsagpungo sale al oriente una Cordillera que forma hacia SE y NE un
semicírculo al rededor del volcan de Sangay {5323 m.), el cual por lo visto
se levanta aislado atrás de la Cordillera oriental. En la ladera S de Nag-
sagpungo naco el rio de Puente hondo, y en su ladera N un afluente del
rio Palora. de suerte que la dicha cordillera semicircular y mas al oriente
las faldas del Sangay mismo, forman la división entre los sistemas fluviales
del rio de Macas (Morona) y del rio Pastaza (Palora).") — Si de Nagsag-
pungo seguimos al N la cresta de la Cordillera, entre el valle superior del
rio do Yaguar-cocha y el de un afluente del rio Palora, llegamos pronto al
de Rinbamb»
Hatun-urcu, quo forma la transición a los páramos de Cubillin, en donde
desaparece la bifurcación de la Cordillera, siguiendo un solo tronco aunque
muy ancho, hasta el vallo del rio Pastaza.
Después de los picachos nevados del Quilinias (Cerro Lconang) siguen
al N los páramos de Farturumi (cresta de la Cordillera) y á su término el
Cerro Toldo (4462 m.), que se divisa perfectamente desde la llanura de
Riobamba. — Separado del último por la ensillada del Fungo de Yuibug,
se levanta el majestuoso Cerro de Colluncs ú Altar, «la obra maestra
de la creación volcánica», cuyo pico mas elevado llega á la altura de
*) El primero y hasta ahora el único, que ha estudiado detenidamente esla región
interesante entre la hoya de Biohamba y el Sangay, es el infatigable explorador de los
páramos ecuatorianos, Dr. A. Síüoeí, quien me proporcionó graciosamente los materiales
para el trazo de esla parte del mapa.
60
TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
5404 metros.") — Del Altar salen muchos ramales de la Cordillera, algunos al
O y NO, entre los rios de Tarau, de Penipe (rio Blanco) y de Puela, otros hacia
el oriente, y entre estas la principal es la del Condorasto, cuya prolongación
entre los sistemas de los rios Palora y Llusin se llama Cordillera de Huamboya.
Al Norte siguen después del Altar los Cerros negros, formando la cresta
de la Cordillera real, y después los extensos páramos de Minza. De ellos
sale como un promontorio al NO el volcan de Tunguragita (5087 m.), y al
E un ramal que desciende pronto á las orillas derechas del rio Pastaza. Al
pie del Tunguragua principia la honda y larga abra, que atraviesa la Cor-
dillera oriental de O á E, y por la cual desaguan las des hoyas interandinas
de Riohamha y de Latacunga,
El nudo de Tiocajas no presenta accidentes memorables. Todo es un
conjunto de páramos monótonos con diferencias hipsométricas que poco
resaltan al ojo, porque faltan cerros altos y pieos agudos. Mientras que el
nudo cae rápidamente al valle de Alausi, sus pendientes del lado opuesto
•( «Collaiies no es palabra quichua, poro en lii lengfi nymará (do Solivia) Ctillatia
Hignificn ,magníiioo, sublime'. El nombre <le Cajiac-urcu, con que Huinboldt oyó designar
el ,Alt«r', seria una Iradueeion de la primitiva significación ni quichua; pues ambas
palabras, Capae y Collann, coinciden perfectamente en su scnlido, loque no será fortuito.
También otros nombres geográficos del Ecuador, que derivan indudablemente de una
antigüedad muy remota, se encuentran en la región lingüística ilel aymará. El nombre
de Capac-ureu es actualmente desconocido en el Ecuador.» Dr. A. Stiibel, Skizzon aus
lidiador, p. '1S.
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. (il
hacia la hoya de Riobamba descienden suavemente al rio de Guamote y al
de Cebadas. Su altura es de 3485 metros en el punto mas alto del camino
entre Guamote y Tixan. El pueblo de Guamote se halla á la altura de
2980 metros, de consiguiente el descenso llega solo á 505 metros, mientras
que del mismo punto culminante hasta el rio de Alausi enfrente de la villa,
cuya distancia no es mucho mas grande, la diferencia hipsométrica es de
12(55 metros. — En este nudo tenemos un caso análogo como en el nudo
de Pórtete, es decir una caida rápida al Sur hasta grandes profundidades,
y un descenso suave al Norte, manteniéndose el terreno por grandes distancias
en alturas considerables.*)
También la Cordillera occidental desde el cerro Dañas, donde se une
con el nudo de Tiocajas, hasta el arenal del Chimborazo, presenta la misma
particularidad, de que la cresta central se abate repentinamente al valle de
Chimbo, y muy despacio por páramos tendidos al oriente, hacia el valle superior
del rio de Guamote, la laguna de Colta y el rio de San Juan, de suerte que
á lo largo de toda la cresta central de la Cordillera se tiende una ancha
zona de páramos, que en altura ceden poco á los de Tiocajas. Los pueblos
de Guamote (2981 m.), Calumbe (3149 m.), Sicalpa con Cajabamba (3205 m.)
y San Juan, se hallan á la orilla inferior de esta zona. La cresta misma
de la Cordillera tiene de 3800 á 4400 metros, y de las ensilladas por donde
pasan los tres caminos principales, se halla Navaz-cruz en 38(58, Puyal en
4308 y el Arenal del Chimborazo en 4281 metros.
En l,/2°L'at. S se alza sobre el ancho lomo de la Cordillera occidental
d Cliimborazo á G310 metros de altura absoluta. — Desde aquí el volcanismo
se apodera también de la Cordillera occidental, y la mole inmensa del Chim-
borazo y la de su vecino al N, del Carihnairazo, ocultan completamente bajo
sus mantos volcánicos la Cordillera antigua y primitiva. — El Chimborazo,
aunque ya desde mucho tiempo no se considera como el cerro mas alto del
continente sudamericano , siempre es la divisa y el blasón del Ecuador, y
una de aquellas maravillas de la naturaleza, cuya contemplación imprime
huellas indelebles en el espíritu del hombre.**)
*) El nudo de Tiocajas es memorable en la historia del pais, porque sobre él se
libraron muchas batallas decisivas. Aquí es donde á mediados del siglo XV el inca
conquistador Tupac-Yupanqui derrotó á Ilualcopo Duchisela 14° Shiri de Quito, ocupando
después todo el pais hasta Mocha. En el mismo punto venció el gran hijo de Tupac-
Yupanqui, el inca Iluayna-Capac, al hijo de Ilualcopo, a Cacha-Duchisela unos 25 años
mas tarde. En Tiocajas el conquistador Benalcazar obtuvo, después de combates san-
grientos una victoria decisiva sobre Rumiñahui en 1534, a la que siguió la conquista
del reino. Para pasar otros sucesos en silencio, recuerdo finalmente la batalla de Galte,
en que la revolución de Veintemilla prevaleció contra el Gobierno constitucional en 1876.
**) Los historiadores mas antiguos que tratan del Ecuador, no nombran el Chim-
borazo. Cieza de León, el mas prolijo en materia de geografía, lo llama «Urcolazo»
(tí
TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
Entre el Chimborazo y el Tunguragua, que se halla casi bajo la misma
latitud, se extiende un conjunto de cerros volcánicos formando un nudo
transversal, que solo al pié del Tunguragua queda separado de la Cordillera
oriental por el angosto valle del rio Chambo. Este os el nudo de Sanan-
cajas y de Iguálala. El primer nombre llevan los páramos entre Mocha y
Chuquipoquio , una especie de ensillada entre Chimborazo é Igualata con
3607 metros de altura. Al Este de la ensillada se levanta inmediatamente
el tendido cerro de Igualata (4452 m.}, cuyas faldas meridionales limitan la
hoya de Riobamlm, mientras que las orientales se confunden con los páramos
de Itapo, Savañac y Mulmul, cuyas escarpas caen precipitadamente al valle
del Chambo, enfrente de Puela. El nudo se ensancha mucho en su parto
oriental, pues le pertenecen también los cerros de Uimpi, al N de los páramos
de Savañac, cuyas faldas llegan hasta el valle del rio Patato.
De este modo tenemos cerrada la hoya de Riobamba por todos los lados,
con excepción del angosto valle entre el promontorio del Tunguragua y el
(=Ureu-razu, cerro-nievo). En la aCronica del Peni», cap. 43, hablando de lu provincia
de Jos Purhuaes y después de citar el cTinguragua» en la cordillera del levante, pro-
sigue: o A la parte del poniente está otra sierra nevada, y en ella no hay mucha población,
que llaman Urcolazo. Cerca desfa sierra se loma un camino que vi'i salir á la ciudad
de Santiago que llaman Guayaquil". — Puede sor que ot nombre «Chimborazo» fué usado
primero por los indios de la antigua provincia de Chimbo (pues su traducción mas natural
es la de «nieve do Chimbo»), y que los de Riobambn lo llamaron Ureorazo: mas tarde
se habrá generalizado el primero.
LA BEGION CENTEAL Ó ANDINA. 63
nudo descrito, que sirve de desaguadero. Pero en el centro de la hoya é
independiente de las Cordilleras, se levanta un grupo de montañas que lla-
maremos con el doctor Stübel los cerros de Yaruquics, y cuyo punto culmi-
nante, el Chuyuj se eleva a 3759 metros. Este grupo irregular y también
de naturaleza volcánica, ocupa el terreno entre la laguna de Colta, el rio
de Guamote, el de Chambo (Cebadas) y el de Chibunga; el camino que vá
de Riobamba á Guamote por Naute lo cruza en Salarun-loma á la altura de
3603 metros. — El cerro de Licto ó Tulabug (3324 m.) entre Punin y Licto
pertenece igualmente al mismo grupo.
La hidrografía de la hoya de Riobamba se reduce al sistema fluvial
del rio Chambo. Su curso general es de S á N, pero tiene la particu-
laridad de que sus dos venas principales, el rio de Guamote y el de Ceba-
das, corren al principio por largo trecho en sentido opuesto, de N á S. Los
geógrafos antiguos ignoraron el rio Yasipang, á lo menos su curso superior,
y dejaron nacer el rio Chambo sobre los páramos de Zula con el nombre
de rio Ozogoclie, de varias lagunas, que en aquella región se encuentran en
gran número; sinembargo la primacía toca al Yasipang, por ser la vena
fluvial mas larga. Nace en los páramos de Cubillin y del Hatun-urcu, casi
en la latitud de Licto, y desciende al Sur por el valle que existe entre las
dos cadenas de la Cordillera oriental, como queda descrito mas arriba. Al
principio se llama rio de Yaguar-cocha por pasar por una laguna de este
nombre; se engruesa con varios riachuelos, que con mayor copia de agua
bajan del ramal occidental, de Nagsagpungo, Puca-urcu, Sacra-urcu etc., y
depues de un curso de mas de seis leguas vira al Oeste y toma el nombre
de Yasipang de un hato asi llamado, para unirse luego con el Ozogoclxe que
afluye del Sur. En seguida el rio de Cebadas — que así se llama desde la
confluencia expresada — sigue por tres leguas largas al N sin recibir tri-
butarios de consideración, pasando por la hacienda de Ishabamba (3090 m.)
y el pueblecito de Cebadas (2904 m.). Á poco trecho de este último se uue
con el rio de Guamote, que viene del lado oeste, en la altura de 2836 metros,
y solo de aquí entra en la hoya de Riobamba.
El rio de Guamote se alimenta por un desaguadero subterráneo de la
laguna de Colta y nace á poca distancia de la orilla sur de ella. La laguna
es una de las mas considerables del pais interandino y mide dos kilómetros
de largo y uno de ancho; pero lo alto de su posición (3288 m.), lo árido de
las colinas adyacentes, la falta completa de vegetación arbórea, hacen de
este paisaje uno de los cuadros mas tristes y melancólicos. — Desde la
laguna de Colta el rio de Guamote corre tres leguas al Sur entre los pára-
mos de la Cordillera occidental y los cerros de Yaruquíes. En este trecho
recibe algunos pequeños afluentes de ambos lados, entre otros el rio de
64 topografía. — capítulo ii.
Columbe y el de Pulincate. Después se dirige al oriente y sigue este rumbo
hasta su desembocadura, por un espacio de otras tres leguas. Cerca del
pueblo de Guamote, que se halla á la mitad de la distancia expresada, entra
del lado sur el rio Chiba, que recoje sus aguas de varias fuentes sobre el dila-
tado nudo de Tiocajas, cerca de las haciendas de Palmira y Ucchaguatana.
Desde la confluencia del rio Guamote con el de Cebadas damos al rio
el nombre de Chambo, que conserva hasta su unión con el rio de Patate.
Como siempre corre á lo largo del pié de la Cordillera oriental, todos sus
tributarios de este lado son cortos y corren tosos, descendiendo, en distan-
cias de pocas leguas, de alturas de 4000 y 4500 á las de 2600 y 2200 metros.
Tales rios son el de Alao, oriundo de los páramos del mismo nombre, los de
Pungal y de Qidmiac, nacidos en los páramos de Cubillin y de Quilimas, el
rio Blanco con el rio Taran, que nace en las faldas del Altar y desemboca al
lado de Penipe, el rio de Puela, que viene de los páramos de Utiñag y Minza.
El tributario mas grande del rio Chambo por la banda occidental es el
rio Chibunga, cuyas cabeceras se alimentan de la nieve del Chimborazo.
Nace en el valle de Totorillas y en la quebrada de Trasquilas, y baja por
el valle de San Juan en dirección SE hasta las cercanías de Calpi, en donde
recibe el rio de Sicalpa que viene de los páramos encima de Cajabamba.
Mas abajo toda la región que trascurre, es falta de agua y el único riachuelo
que merece una mención, es el de Punin, que le viene del Sur y le entra
muy cerca á su propia desembocadura en el Chambo. A sus orillas se hallan
los pueblos de Calpi, Lican, Yaruquíes, San Luis; pero la ciudad de Rio-
bamba, capital de la provincia, se encuentra á media legua de distancia en
una meseta, 140 metros sobre su orilla izquierda, y en la altura absoluta de
2798 metros. — Desde la boca del Chibunga el rio Chambo sigue por dos leguas
muy eorrentoso hasta la boca del rio de Guano, pasando en este trecho al
lado de los pueblos de Chambo y Químiac, que quedan sobre su banda derecha.
El rio de Guano recoje sus aguas en los páramos del Chimborazo entre
Chuquipoquio y el rio de San Juan. Por largo trecho sus dos venas prin-
cipales quedan separadas por una loma, que representa una antigua cor-
riente de lava del Chimborazo, y viniendo de los páramos de Chuquipoquio
se extira hasta la cercanía de Guano. El camino de Riobamba á Mocha
cruza esta corriente de lava al lado del pueblo de San Andrés (3076 m.).
Abajo del pueblo de Guano los dos brazos se reúnen y van derecho al rio
Chambo, que dista de ahí una legua y media. Del lado norte recibe el rio
de Guano solo algunos riecitos de la Igualata, y el rio que baja del pueblo
de Ilapo á Elen y desemboca casi enfrente de Cubijies, ya muy cerca de la
confluencia del rio Guano con el Chambo. Desde aquí hasta su unión con
el rio de Patate el de Chambo vá flanqueado por el lado occidental de las
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 65
escarpas altas que limitan el ancho nudo interandino, cuya descripción hemos
dado mas arriba, y no recibe aguas de importancia.
La meseta de Biobamba os la única región en esta gran hoya que
merece el nombre de llanura ó altiplanicie; se halla entre el rio Chambo y
los ríos Chibunga y de Guano, y podemos calcular su área en unas cuatro
leguas cuadradas, si no somos demasiado rigurosos con el concepto de lla-
nura. La situación de la ciudad es libre y despejada y «presenta quizá el
diorama mas singular del globo» como dice Mr. Boussingault. Desde nin-
guna otra ciudad del interior se divisan tantos y tan imponentes cerros y
volcanes: al occidente se destacan el Chimborazo y el Carihuairazo, al oriente
el Tunguragua, el Altar, el Cubilhn y otros. «El vasto anfiteatro de nieve
que circunscribe por donde quiera el horizonte de Riobamba, ofrece de con-
tinuo campo para las observaciones mas variadas.* Pero la meseta misma
(la a llanura de Tapin) y los alrededores de la ciudad, pertenecen á las
regiones mas áridas y estériles del país interandino, y sin el escaso riego
artificial serian un desierto completo. La arena movediza, batida por el
viento, invade los campos y oscurece á veces la atmósfera. La cabuya
(Agave americana), el lechero (Euphorbia Lataei), el sigsig (Artindo nítida),
la chilca (Eupatorium chilca), tunas y espinos (Opttntia y Cactus, varias
especies) son las plantas características do esta región, que resisten á la
sequedad y oponen algún obstáculo, no siempre eficaz, al movimiento de los
médanos, pero no son capaces de quitar al paisaje su aspecto liiemal y
melancólico.
Volvamos la mirada sobre el mapa. AI occidente de las hoyas de Alausi
y de Riobamba observamos un hondo valle longitudinal, que se extiende á
WOLr. Eaoadoi. 5
66 topografía. — capítulo n.
lo largo do la Cordillera occidental, desde los cerros de Linje hasta mas allá
del Chimborazo, y que de un lado está formado por esta misma Cordillera
y del otro por una cadena paralela, que atrás del Chimborazo so reúne con
la primera. Tenemos aqui una bifurcación de la Cordillera occidental y ella
constituye el valle de Chimbo, que lleva en todo y por todo el carácter
de una hoya interandina. Políticamente forma la mayor parte de la pro-
vincia de Bolivar.
La valla oriental de la hoya, es decir la Cordillera occidental de los
Andes, ya la conocemos, y solo añadiré que las ramas que descienden de
su cresta al valle, todas son cortas, porque la gran cercanía del rio Chimbo
no les permite mayor desarrollo. Desde el Chimborazo esta cordillera cam-
bia su carácter sencillo. Así como al E el cerro prolonga su base ancha
en el nudo de Sanancajas, también hacia el O y NO se ensancha la Cor-
dillera ó la base del Chimborazo á unas dos leguas, formando á su pié una
meseta gigantesca en la altura de 3800 á 4200 metros. Y esta meseta sigue
muy larga hacia el Norte, para rodear del mismo modo el pié del Carihuai-
raeo, de manera que los dos nevados se levantan aislados sobre las grandes
llanuras de los arenales y páramos. Las márgenes de la meseta, cortadas
por muchas quebradas hondas, caen rápidamente hacia el Sur y Suroeste
al valle de Guaranda y de Salinas, ó hacia el Noroeste al rio de Simiátug
y otros tributarios del rio de Zapotal. Casi á media distancia entre los
pueblos de Salinas y Simiátug el camino cruza la meseta en su prolongación
mas occidental, al lado del cerro Chuquinac y en la altura de 4011 metros,
y aquí es donde nace la Cordillera lateral que franjea todo el valle de Chimbo
por el lado occidental en una extensión de 17 leguas, y que por brevedad
llamaremos Cordillera de Chimbo.
Esta Cordillera, geográfica y geológicamente considerada, no es un simple
ramal de la que se halla al otro lado del valle, sino una formación tan in-
dividualizada como aquella, aunque no llega á las mismas alturas. Es tam-
bién mas angosta; su cresta, siempre bien marcada, no se aleja mucho del
curso del rio Chimbo y no sufre ninguna interrupción ó depresión notable.
Por la circunstancia expresada las ramas que caen al lado interior, es decir
al rio Chimbo, son insignificantes, pero las que emite al lado opuesto hacia
las llanuras de las provincias litorales, son tanto mas largas é importantes.
La Cordillera de Chimbo principia al N, como hemos dicho, sobre la
meseta occidental del Chimborazo, en Chuquinac, con la altura de 4000 metros,
una legua al N del pueblo de Salinas. La primera cadena de cerros que
sale al SO, para virar luego al S, se llama Mullidiang y sobresale al plano
de Chuquinac apenas de 100 metros. De Mullidiang bajan hacia NO y O
las ramas que separan los valles de los tributarios del rio Zapotal, es decir
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 67
del Supibí (arriba Chuquinac), Onccbí, Sibimbe, Limón, y que rematan en
los cerros cónicos de Sibimbe y Oncebí. — Desde Mullidiang la cresta de,
la Cordillera, aunque siga el rumbo general N-S, no obstante se acomoda
á las sinuosidades del rio de Salinas y de Cliimbo; de vez en cuando la
sobresalen algunos picos aislados y agudos, como los cerros Pumin (3564),
lianza, Bayo. Hasta el último se mantiene en la región de los páramos.
Pero mas al Sur, especialmente desde la parte que se llama Llullundungo
(casi enfrente de Guanujo), se deprime tanto, que del lado occidental la
vegetación arbórea, y del lado oriental el cultivo do los cereales sube hasta
las cimas; así lo vemos en Corralpamba y Tutapala (3200 m.) y en las.
ramas que se conocen con los nombres de LluUuche, Illapa, Tanisagua y
Susanga (sobre San José de Chimbo). Desde Tutupala la Cordillera hace
un seno al Oeste, para virar en seguida por Pucará, Guarguar y Cochapamba
al Tambo del Gobierno. Cuatro caminos la cruzan en este trecho, comuni-
cando el valle de Cliimbo con los valles occidentales. El primero que vá
al valle de San Antonio y Pozuelos, tiene en Pucará 3060 metros; el segundo
al valle de Telembela, tiene en la altura sobre Guarguar (Pucará de Telem-
bela) 3022 metros; el tercero vá de Chapacoto por la ensillada de Cocha-
pamba (3000 m. aproximadamente) al Tambo de Chunchi; y el cuarto es el
camino real de San Miguel á Balsabamba, que en la portezuela del Tambo
del Gobierno tiene 3100 metros.
En el arco que la Cordillera describe desde Tutapala, salen muchos ra-
males al occidente entre las cabeceras de los rios de San Antonio y de
Telembela, pero dos son mas largos é importantes: el que saliendo de Pu-
cará separa los sistemas fluviales de los dos rios nombrados, y se alarga
hasta los cerros de Samanta en la llanura de Babahoyo; y el otro, que na-
ciendo sobre Chapacoto, baja entre los valles de Telembela y del rio Limón,
para expirar cerca de Pisagua en la misma llanura.
En las alturas sobre San Miguel y en la cercanía del Tambo del Go-
bierno la Cordillera de Cliimbo se bifurca: la rama principal se acerca de
nuevo al rio Chimbo con un giro al E, entre Tambo del Gobierno, los cer-
ros de Tangará y Pisco-urcu sobre Tumbuco ; de ahí acompaña el valle hasta
el punto en que entra en las llanuras. La rama occidental, que con la an-
terior forma el valle de la Chima, tira desde el Tambo del Gobierno directa-
mente al Sur por los cerros de Alcázar y Aluzaría y por las alturas de
Bilovan; después vira hacia el Oeste por Sandalan y emite varias ramifica-
ciones (Copalillo, Chagüil grande, Chagüil chiquito) al valle del rio Limón,
quedando á su lado oriental y meridional el valle y el rio de la Chima.
En el cordón principal de la Cordillera de Chimbo, entre San Miguel
y Chillanes, la cresta ya no llega á la altura de 3000 metros; sus secciones
5*
68 topografía. — capítulo n.
llevan diferentes nombres, como Pisco-urcu, Capult-urcu, Achupallas, Quisa-
coto, Punzucama. Desde el último punto describe un arco al rededor de la
pequeña hoya de ChiUanes, pasando por los cerros Chicagua, Pivitiang, Ja-
rungo, Yana-urcu con alturas do 2500 á 2700 metros. — De este arco bajan
al Oeste muchas ramas á los ríos de la Chima y de Juntas, entre las cuales
llaman la atención los cerros de Canazambi por lo escarpado y pintoresco
de sus formas; ellos salen del Yana-urcu y franjean del lado sur el valle
del rio Salunguiri. — Desde Chillanes hasta Puente de Chimbo la Cordillera
ya no presenta ninguna particularidad notable. Se rebaja muy paulatina-
mente a la altura de 1000 metros y de esta cae en laderas mas escarpadas
á la de 300 metros, rematando sobre Agua-clara y Puente de Chimbo.
El sistema fluvial del rio Chimbo solo en el tercio superior de la
hoya tiene alguna expansión; mas abajo la gran cercania de las Cordilleras
no permitió un desarrollo largo de los afluentes. Las fuentes del rio Chimbo
se hallan al rededor de la gran mesa que rodea el Chimborazo al lado occi-
dental. Una vena principal, él rio Llangama ó de Guaranda viene de las
quebradas meridionales entre el Arenal y el cerro de Capadla. El camino
nuevo que vá del Arenal del Chimborazo á Guaranda cruza las tres quebra-
das principales; primero baja por la de Panza, una legua poco mas ó menos,
después cruza tres ramales de montañas que se llaman Llangama, Quilitagua
y Quinoa- corral, y los dos rios que se hallan en medio. El rio de Panza
recibe algunos pequeños afluentes de aquel ramal de montañas, que desciende
del Arenal (cerro Panza) en dirección SO hacia Guaranda y que es muy
conocido por los viajantes, porque sobre él conduce el camino viejo y mas
trajinado del Arenal, por la Ensillada entre los cerros de Yacoto y Yana-
urcu, y por la afamada «cuesta de Pongo*.
Desde la reunión de las tres quebradas principales el rio Llangama
corre al SSO hasta la confluencia con el rio de Salinas, que se verifica una
media legua al S de Guaranda. Las cabeceras del rio de Salinas, de la
segunda vena principal del Chimbo, se hallan en las pendientes occidentales
de la meseta del Chimborazo, entre el cerro Capadia y el de Chuquinac.
Todas aquellas quebradas corren al principio al O y declinan después al SO.
Las fuentes mas lejanas nacen en los extensos y altos páramos encima del
pueblo de Salinas (3550 m.) y atrás de los cerros de Gabilan y Chuquinac.
Un poco abajo del pueblo, donde el rio vira por un arco al Sur, recibe del
lado norte el riachuelo Chinata y algunos mas que descienden de los cerros
de Mullidiang entre las lomas de Quindemunchu , Zalulata y Zanahuana. —
El primer tributario del rio Salinas es el rio Guayama, que nace en aquellos
mismos páramos sobre Salinas y corre paralelo al rio principal, separado de
él por las lomas de Canduanda; desemboca en el sitio de Apaga. Los tres
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 69
ríos que siguen al Sur, Tarqui, Moya y Tusua, se reúnen en un solo tronco
antes de entrar en el rio Salinas enfrente del cerro Rayo. Desde este punto
el rio de Salinas solo recoje afluentes pequeños de ambos lados; su sistema
está separado del del rio Llangama por el notable cerro de Sinchic y su
prolongación al Sur (por Pucará, Chorro, Guanujo y los cerritos de Gua-
randa hasta el del Socabon). — Guaranda, la capital de la provincia de
Bolívar, se halla situado entre los dos ríos de Llangama y de Salinas, mas
cerca del primero que del último, en la altura de 2608 metros, que corre-
sponde aproximadamente á la de Ambato. Sinembargo su clima es mas
frío y mas riguroso que él de último lugar, y se acerca mas al de Riobamba,
sin duda por la proximidad de los páramos del Chimborazo.
De la unión de los ríos de Salinas y de Llangama nace el rio Chimbo,
que recibe inmediatamente un tributario notable del lado este, que se llama
rio Gradas. El recoje sus aguas en parte de la Cordillera de la Calera (al
Sur del Arenal del Chimborazo) y en parte de los cerros de Yacoto, que
r
separan su valle del del rio Panza y Llangama. A su lado meridional se
encuentra un grupo de cerros que se llama Gachisagua y que por todo su
aspecto y su composición geológica se parecen á los cerros de Yacoto á la
banda sotentrional. Los dos grupos se hallan separados solamente por la
profunda abra del rio Gradas en su curso medio. De los cerros de Cachi-
sagua bajan muchos riachuelos, que reunidos en el rio de Conventillo entran
al Chimbo un poco abajo de los peñascos de Rumiguarcu, que se levantan
de su orilla izquierda. — Una legua y media abajo de la boca del rio Gra-
das, y casi enfrente de la villa cantonal de San José, encontramos la del
rio de San Lorenzo. Este nace en las faldas occidentales del Puyal con
algunas venas gruesas entre las ramas de la Cordillera, y recibe muy cerca
de su desembocadura en el Chimbo el rio de Santiago, que nace mas al Sur
y no es tan largo; entre los dos se tiende la rama de Guapungoto y Guan-
tucloma, por la cual sube el camino real á los páramos del Puyal y á Rio-
bamba.
A ambos lados de la boca del rio de San Lorenzo se hallan dos pequeñas
mesetas, en la meridional está el pueblo de Santiago (2548 m.) y en la seten-
trional el de San Lorenzo casi en la misma altura. — Si seguimos el camino
por la misma banda oriental del rio Chimbo, cruzamos los riachuelos de
Patul, Londoma, Tutahuaso y los dos mas considerables de Cañi y de Vallo.
Entre sus bocas se levantan sendos cerritos inmediatamente sobre el rio
Chimbo, que dan al paisaje un carácter singular; el mas notable es el cerro
de Cañi entre las bocas del rio Cañi y rio Pallo, con la altura absoluta de
2906 metros y de 600 metros sobre el rio Chimbo.
En las alturas en que nace el rio Pallo, arranca un largo ramal de la
70 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO n.
Cordillera principal, que baja en dirección SO al valle de Chimbo y dá lugar
á la formación del valle y del rio de Pangor, que naciendo en los páramos
de Navaz-cruz, desciende en la misma dirección, y mas abajo, después de
recibir el pequeño rio de Panza, se dirige por una abra muy honda entre
Galpón y la rama de Panza con rumbo occidental al rio Chimbo.
Algunas leguas mas el Sur de Navaz-cruz y al Este de Pallatanga sale
otro cordón grande de la Cordillera occidental en dirección E-O, el cual,
llegando con su prolongación que se llama Cordillera de Panza, á la orilla
del Chimbo al lado meridional de la boca del rio de Pangor, vira derepente
con un ángulo recto al Sur y sigue orillando el rio Chimbo por el espacio
de mas de dos leguas. De este modo queda separado el valle de Pangor
del de Pallatanga, y el último constituido en una pequeña hoya lateral, para-
lela al valle de Chimbo y separada de él por aquella cordillera longitudinal
entre Panza y la hacienda de San Jorge. — El rio que viene del valle de
Pallatanga se llama rio de Sardinas; se forma de algunos riachuelos que
bajando de las alturas de Panza se unen cerca del pueblo de Pallatanga
(1517 m.) con el rio de Coco, que es mas largo y desciende de la Cordillera
occidental. De este punto corre el rio de Sardinas casi recto de N á S por
dos leguas hasta su confluencia con el rio Santiago, recibiendo en este trecho
el pequeño rio de Galubi del lado izquierdo, y pasando por las haciendas
de caña Ingenio, Llanos, Bambacagua y San Nicolás. — El rio Santiago
nace en la Cordillera de Dañas y Allpachaca con dos ramas fuertes, bajando
por valles despoblados y poco conocidos. Su curso general es de E-O, y
en su confluencia con el rio de Sardinas obliga á este al mismo rumbo, con
el cual también entra á corto trecho en el rio Chimbo, una media legua
abajo de la hacienda de San Jorge y en la altura de 800 metros.
El Chimbo cambia poco á poco su rumbo, que entre San Jorge y la
boca del rio de Sardinas había sido de SE, otra vez al SSO, y lo conserva
asi hasta el Puente de Chimbo. Fuera de varios afluentes pequeños recibe
dos mas largos, que ambos nacen en los Cerros de Calugüin, Margarita y
San Nicolás (partes de la Cordillera occidental). El primero es el rio de
San Pablo, compuesto de los ríos de Sacramento y Piñanpungo, y el segundo
el rio de Chállua-yacu, en cuyo valle superior se halla la pequeña población
de Guallanag. Finalmente haré mención del rio de Yurac-yacu ó Bio Blanco,
que bajando de las alturas de Linje entra en el rio Chimbo precisamente
en el codo, que hace abajo del Puente para virar al Oeste.
La banda occidental del rio Chimbo, desde Guaranda hasta el Puente,
no es tan rica en afluentes como la opuesta que accabamos de estudiar.
Pequeñas quebradas hay un sinnúmero, no las enumeraremos; el tributario
mas largo es el rio que podemos llamar de San José% cuyas cabeceras se
LA EEGION CENTRAL Ó ANDINA. 71
hallan en las alturas sobre Chapacoto, especialmente en Cochapamba, y que
en su curso medio lleva el nombre de rio de Huaico, por pasar al lado de
una capilla célebre de este nombre. Poco antes de su confluencia con el
Chimbo recibe del lado izquierdo el rio Yanayacu, que viene de un pequeño
valle lateral en que esta el pueblo de Ásancoto. Entre los ríos del Huaico
y de Yanayacu se encuentra sobre una loma angosta la villa cantonal de
San José de Chimbo en la altura de 2500 metros. Media legua al Sur se
halla en una meseta algo mas espaciosa otra villa cantonal, San Miguel de
Chimbo en 24(59 metros de altura. Por San Miguel pasa un pequeño rio
que desciende del cerro de Caparrosa y recibe el riachuelo de Tumbucu in-
mediatamente antes de entrar en el rio Chimbo. — Sigue un intervalo de
casi 5 leguas sin rio notable, hasta la boca del rio de Chillanes ó del Hato,
y aun este rio es pequeño, que después de recojer sus aguas de muchas
fuentes en la pequeña y alta hoya de Chillanes (2365 m.), se precipita con
un curso breve al valle cercano del rio Chimbo. Mas abajo siguen las que-
bradas de Guacálgoto, de San Antonio (enfrente de San Jorge) y muchas
otras sin nombre y sin recomendaccion. — El valle lateral de la Chima es
angosto y no presenta otro rio que el de mismo nombre, que en su curso
bastante recto de N á S (paralelo al rio Chimbo) se engruesa con muchos
afluentes pequeños de ambos lados. En el valle superior se encuentra a la
banda izquierda el pueblo de San Pablo (de Atenas) en 2458 metros de al-
tura, y mas adelante en distancia de media legua de la orilla derecha, el
viejo y casi abandonado pueblecito de Bilovan. Llegado el rio á las playas
de Sicoto (2033 m.) hace un arco al Oeste y baja rápidamente entre los
cerros de Chillanes y de Sandalan al rio de Babahoyo.
Sección Va. La región entre Sanancajas y Tiupullo.
De la gran hoya interandina de Latacunga y Ambato participan las
dos provincias del Tunguragua y de León. Las condiciones hidrográficas
y orográficas son mas sencillas que en la región anterior, en que reina por
largo trecho una verdadera trifurcación de los Andes, en lugar de la bifur-
cación ordinaria. Sinembargo, la complicación de las dos Cordilleras prin-
cipales no se disminuye, al contrario parece aumentarse en la oriental. La
hoya se extiende desde Io 30' hasta 0°37'Lat. S, es decir unas 18 leguas,
siendo muy variable su ancho, si queremos medirlo de cresta á cresta de
las cordilleras ; en su parte inferior y media, es decir en la región habitada
y habitable, tiene de 5 á 6 leguas de ancho, en término medio.
La parte de la Cordillera oriental desde el rio Pastaza hasta los páramos
de Chalupas al Este de Latacunga, pertenece á lo mas desconocido del
72 topografía. — capítulo ii.
pais y — preciso es confesarlo — también á los flacos de mi mapa. Esta
región se comprende comunmente bajo el nombre de «Cerros 6 Cordillera
de los Llanganates» ó de «Llanganate». La única expedición científica, que
hasta ahora ha penetrado á este mundo desconocido, es la que verificó el
señor doctor W. Reiss en enero de 1873, en tiempo malísimo y bajo condi-
ciones poco favorables a las observaciones geográficas. No puedo hacer cosa
mejor que citar la descripción que nos dio este viajero en su carta dirigida
á S. E. el Presidente de la República y fechada en Riobamba el 8 de julio
del mismo año.
«Los cerros que se levantan al Este de Píllaro son la continuación de
la cordillera que se extiende desde el Cotopaxi y Quilindaña hasta el rio
Pastaza, formando una serranía larga sin picachos sobresalientes y con un
declive corto hacia el occidente; mientras que en la dirección al oriente se
prolongan los ramales á una distancia considerable, hasta morir en los llanos
de la gran hoya del Amazonas. Un número pequeño de quebradas, y todas
de poca consideración, desciende al Oeste para reunirse con el rio Cütuche,
la única excepción hace el rio Guapante que recibe las aguas de muchos
páramos, tanto de la parte del Norte, cerca de Latacunga, como de la parte
del Sur, en la vecindad de Pillaro: mientras que muchísimos valles siguen
la dirección al oriente, llevando copiosas cantidades de agua que, reunién-
dose poco á poco, forman las cabeceras de los ríos Curaray y Bobonazo,
confluentes del Ñapo y Pastaza. Tan antigua y ya tan destruida por la
erosión es esta cordillera, que no se encuentran sino unas cuchillas estrechí-
simas entre los diferentes hondones que, llenados con lagunas y ciénagas,
forman las cabeceras de los ríos.*)
«Subiendo desde Píllaro las faldas occidentales de la serranía se llega
muy pronto al filo que separa las quebradas del Sur de las del Norte, y
siguiendo esta cuchilla, que corre del Oeste al Esto entre los valles pro-
fundos de Vagrahuaje, Cruzsacha, Ganacocha, y Pujin puede atravesarse á
caballo todos estos cerros que son conocidos bajo el nombre de "Cordillera
de Píllaro", hasta el valle de Jaramillo. . . .
«Con tantos peones (ttO) siempre se camina despacio, y sinembargo que
hice llevar mis cargas en bestias hasta Jaramillo, gastamos tres dias y
medio para llegar á un filo alto enfrente del nevado (del Cerro Hermoso),
caminando unas veces en las partes altas de los páramos, abriendo paso en
medio de los fucales tupidos; bajando otras veces al fondo de quebradas
*) Puede ser, que las cabeceras del rio Huapante en mi mapa se hallen colocadas
demasiado al Este, y demasiado cercanas al Cerro Hermoso, y que los orígenes del rio
Curaray y do algunos tributarios del Ñapo caigan mas al poniente. Toda aquella región
necesita todavía un estudio topográfico mas exacto. — Wolf.
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 73
profundas, trochando en los bosques raposos que cubren las faldas de los
cerros. Los caminos anchos de las dantas nos facilitaban mucho el trabajo,
pero el tiempo no nos era propicio, porque llovía y nevaba todos los dias,
y las nubes nos ocultaban la vista de los cerros desde las 9 de la mañana,
de tal manera que me vi obligado á plantar mis toldas siempre muy tem-
prano, de miedo de perderme en este laberinto de quebradas y cerros; y no
obstante de todas mis precauciones no faltaba mucho que hubiéramos pasado
al Norte del cerro sin verlo y buscándolo siempre mas al oriente.
« Seis dias pasamos en la falda empinada de un filo de mica-esquista en
medio de un fucal casi impenetrable, envueltos en nubes, con lluvias y neva-
zones continuas, hasta lograr por unos pocos momentos la vista del cerro,
para tomar su altura. Concluido este trabajo visité con algunos peones la
parte occidental del Cerro Hermoso hasta el limite inferior de la nieve, para
cerciorarme de la naturaleza de las rocas que forman las peñas de la
cúspide.
«La vista desde Toldofilo (así llamábamos las peñas de nuestro cam-
pamento) abraza toda la cordillera oriental desde el Antisana y Cotopaxi
hasta el Sangay, y puedo asegurar que no solamente no existen estos picos
y volcanes que el señor Guzman ha pintado en su mapa; pero también que
ni hay rocas volcánicas en esta parte de la Cordillera : todas las bocas men-
cionadas en el mapa (Siete bocas etc.) son bocaminas y no bocas de vol-
canes. El Antisana y el Sangay son los dos cerros volcánicos mas avanzados
al oriente, y las erupciones que han tenido lugar en el espacio intermedio
solamente cubrieron las esquistas en una zona estrecha que so extiende desde
la cumbre hasta las altiplanicies encajonadas entre los dos ramales princi-
pales de la gran Cordillera. . . .
a Los cerros formados por las esquistas son muy empinados y principal-
mente al Este del rio Topo cortados á pico, con sus faldas desnudas,
mostrando las planchas de las esquistas en posición casi vertical y relum-
brando bajo los rayos del sol como plateadas á causa de la mica. Pero
estas lomas erizadas no alcanzan á mas de 4200 ó 4300 metros de altura
y no sobresalen á la cumbre de la Cordillera; solamente el Cerro Hermoso
se eleva á mayor altura, merced á su composición geológica diferente de
los otros cerros. La parte inferior de este nevado no se diferencia de las
lomas mencionadas; pero en lugar de acabar como estas, en un filo lleno
de picachos como una sierra, se ven encima de las esquistas verticales unas
peñas negras, formadas por capas horizontales, y si ya la parte inferior parece
inaccesible, lo es deveras la cúspide, que, al menos al lado del Oeste, se
presenta como una muralla, sobre la cual desciende una helera grande,
reuniéndose con las masas de nieve, que rodean el pié de las peñas negras.
74 T0P0GBAFIA. — CAPÍTULO H.
Las capas horizontales son unas esquistas calcáreas y bituminosas, tan im-
pregnadas con piritas que donde quiera que se rompa la roca, se vé relum-
brar el oro, como decían mis compañeros. Se reducen talvez las grandes
riquezas de los Llanganates á depósitos de este mineral, que ya tanta plata
ha costado á los mineros inexpertos del Ecuador.»
He copiado este pasaje integro, porque es la única descripción científica
que poseemos de aquella región, y la carta impresa del doctor Reiss es tan
rara, que pocas personas pueden leerla. Ademas dá una idea cabal de los
grandes trabajos y penalidades que muchas veces debe pasar el geógrafo,
para estudiar las regiones apartadas de los Andes, y se comprenderá, porqué
el mapa en varias partes todavía ha de quedar mas ó menos defectuoso.
Lo que sacamos en limpio para nuestro objeto actual, es que atrás de
la Cordillera de Píllaro (la única visible desde la hoya interandina) existe
una región extensísima y complicadísima de páramos, de que salen muchos
ramales hacia E y NE y también hacia el Sur al valle del rio Pastaza.
Parece que el ramal principal es el que saliendo de la Cordillera de Píllaro
en dirección SE, sigue por largo trecho al Este, paralelo al valle del rio
Pastaza, para abatirse con sus últimas ramificaciones cerca de Canelos. De
las vertientes setentrionales de este ramal grande nacen las cabeceras del
rio Curaray, uno de los tributarios mas poderosos del rio Ñapo. Los ramales
mas cortos, que bajan de la Cordillera de Píllaro directamente al Sur, entre
el valle del rio de Patate y el rio Verde primero, y que rematan enfrente
del Tunguragua, cierran la hoya del lado sureste.
La Cordillera de Píllaro comunica hacia el N y al otro lado del rio
Huapante con los páramos de Chalupas, que sobre San Miguel y Latacunga
son muy anchos y siguen hasta el pié del Quilindafia. Podemos llamar esta
porción de la Cordillera real la Cordillera de Chalupas. Inmediatamente al
otro lado de su crestón central nacen de un sinnúmero de riachuelos, al-
gunos tributarios importantes del rio Ñapo, como el rio Chalupas y el rio
Juntas, y entre sus sistemas ó valles se extienden los largos ramales de la
Cordillera hasia las orillas mismas del Ñapo. En comparación con ellos,
las ramas que caen hacia el occidente al valle de Latacunga, son cortas é
insignificantes.
Ahora llegamos á un punto de la Cordillera oriental , bajo 0o 45' Lat. S
aproximativamente, desde el cual nos hallamos embrollados en la investi-
gación de la cresta central. Comienza aquí uno de los grupos volcánicos
mas grandes de la región andina, que ha cambiado y ocultado completamente
la configuración primitiva de la Cordillera, y la linea que hoy es la divisoria
de las aguas atlánticas y pacíficas, seguramente no lo ha sido antes que
habían nacido el Cotopaxi, el Quilindaña, el Sincholagua y el Antisana. Asi,
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 75
por ejemplo, el Cotopaxi está sobre la linea divisoria y forma parte de ella,
mientras que geológicamente hablando se halla al Oeste de la Cordillera
central y es un promontorio occidental de ella. Al contrario, el Quilindaña
se halla hoy dia muy al Este de la línea divisoria de las aguas, sinembargo
su posición corresponde mucho mas al primitivo crestón central de la Cor-
dillera. — La mayor parte de dicho grupo volcánico cae en la sección si-
guiente del territorio andino, y por el momento extendemos nuestra descripción
solo hasta el Cotopaxi, que forma la esquina noreste de la hoya de Latacunga.
Antes de llegar al Cotopaxi encontramos, si caminamos sobre la Cor-
dillera al N, á nuestra derecha el Quilindaña, en apariencia sobre un ramal
oriental entre las cabeceras del rio Juntas y las del rio Ami que desciende
del Cotopaxi. Por su posición algo oculta se lo vé rara vez y desde pocos
lugares de las hoyas habitadas, y por esto se oye hablar poco de este nevado,
que no obstante se presenta muy majestuoso y como un digno vecino del
Cotopaxi, desde los páramos del Valle-vicioso. Su altura es de 4919 metros.
Del Quilindaña sale al oriente un ramal muy alto ó mejor dicho una meseta
ancha de páramos, que en la Carrera nueva se eleva á un crestón nevado,
que atraviesa casi todo el espacio entre el rio del Valle-vicioso y el rio
Juntas (que por otros se llama también rio Chalupas). — Hay solo una
legua y media del pié del Quilindaña hasta el del Cotopaxi. En este camino
(en dirección al NO) pasamos por el cerro del Morro, que entre los dos
gigantes nevados se presenta como un enano, apesar de que su altura abs.
es de 4304 metros. El Morro ya se halla sobre la línea divisoria de las
aguas, y de su lado occidental nacen los afluentes del rio Aláques. La
Tanta-loma conduce de este cerro directamente á las faldas meridionales del
Cotopaxi, y representa en esta parte el crestón divisorio de la Cordillera.
El Cotopaxi ocupa entre los grandes cerros de la República ecuatoriana
el segundo lugar en altura, siendo solamente de 367 metros mas bajo que
el Chimborazo, pero entre los volcanes activos de todo el globo terrestre el
primero; pues ninguno de los demás se eleva á la considerable altura de
5943 metros, la que corresponde al Cotopaxi. También en cuanto á su im-
ponente presencia exterior y hermosura pintoresca, ninguno de los volcanes
del Ecuador le aventaja y poquísimos en el resto del mundo le igualan.*)
Por su avanzada y aislada posición occidental en la Cordillera real, parece
levantarse directamente de la llanura de Latacunga, lo que dá realce también
á su altura relativa, como sucede otro tanto con el Tunguragua, que de
igual modo surge aislado del valle de Baños.
*) En mi «Memoria sobre el Cotopaxi y su última erupción, acaecida el 26 de junio
de 1877. Guayaquil 1878», se encuentra la topografía detallada del Cotopaxi y de sus
alrededores.
76
T0P00BAFIA. — CAPÍTULO II.
Mientras que el Cotopaxi con bus faldas occidentales desciende paula-
tinamente á la llanura de Callo y de Muíalo, que se halla en 3000 metros,
está rodeado al E y N de mesetas altas (3800 á 4000 m.) que se extienden
entre su base y las del Quilindana, Sincholagua y Bumiñahui, y se pro-
longan mucho hacia el oriente á lo largo del Valle-vicioso. En las faldas
orientales del cerro {en sus «huaicos») y en los páramos que lo rodean, nacen
los ríos de Ami y de Tamboyacu, representando las fuentes mas lejanas y
por esto principales del rio Ñapo. Unidos los dos en el Valle-vicioso toman
el nombre de este último, y mas abajo entra el rio que del Norte trae las
aguas del Antisana. Entre el rio del Valle-vicioso y el del Au tisana corre
de O á E la fría Cordillera de Cubijan ó Cubillan con 4200 á 4300 metros
de altura.
una (ludo N).
Al pió noroeste del Cotopaxi se halla la interesante meseta de IAmpio-
pungo (3888 in.), con una pequeña laguna, que vá desapareciendo poco á
poco con las frecuentes erupciones del volcan, llenándose de arena, ceniza,
piedra-pómez y otros materiales de eyección. De esta llanura las aguas
descienden hacia el Sur al valle de Latacunga y hacía el Norte al valle de
Chillo ó la hoya de Quito. Ella representa una ensillada entre el Cotopaxi
y el Rumi&ahui, y es propiamente el principio del nudo de Tiupullo, porque
desde el arenal de Limpiopungo vá una cordillera transversal directamente
al pié del Iliniza en la Cordillera occidental. Este cordón se llama en su
parte central Nudo de Tiupullo, y es en toda su extensión de naturaleza
volcánica. — Se vé que el volcan de Bumiñahui no se halla sobre la Cor-
dillera oriental, sino sobre el nudo de Tiupullo; tiene la altura de 4757 metros
y no llega á la linea de la nieve perpetua. Este cerro es uno de los
LA BEGI0N CENTRAL Ó ANDINA. 77
volcanes mas hermosos y característicos del pais, y su aspecto os imponente,
sobre todo del lado do Machachi, por donde ostenla su caldera ó cráter,
que tiene 800 metros de profundidad. Pero como se halla entre los picos
nevados del Cotopaxi y del Iliniza, el viajero ordinario no le presta la aten-
ción, como cuando estuviese en otro lugar. — Las aguas del Rumiñahui van
todas al Norte, al sistema de la hoya de Quito.
Del pió suroeste de este volcan vá una meseta alta y ancha al occidente
hasta el pié del Iliniza, y estos son los páramos de Tiupullo, los que cruza
la carretera entre el puente de Jambelí (3190 m.) y el tambo de Santa Ana
(3150 m.). El punto mas alto del camino en Huinsha alcanza 3604 metros,
y en Chisinche ó iCruz de Tiupullo» 3552 metros. — Así como al extremo
oriental del nudo hallamos el Rumiñahui, sobre su extremo occidental en-
contramos, como avanzada del Iliniza, otro volcan, los «Cerritos de Chaupi*.
Están al N sobre Santa Ana. tCasi de todos lados se distinguen tres cús-
pides, que parecen formar una cordillera pequeña; pero en verdad son estos
los puntos mas altos de las paredes de una caldera bastante grande, llamada
Hondón de San Diego, que desagua por el lado del Norte reuniéndose al rio
Curiquingue con las aguas que pasan por el puente de Jambelí. Las erup-
ciones que ha hecho esto cerro, han causado casi una reunión entre el Ru-
miñahui y el Iliniza, rompiendo de esta manera la continuación del valle
profundo, que se extendía entre las dos Cordilleras antiguas» (Reiss), y así
se ha formado el nudo de Tiupullo. El mas alto de los «Cerritos de Chaupi»
se llama Pupuntío y tiene 3997 metros de altura abs., el fondo del cráter
(Hondón de San Diego) 3548, y la ensillada entre el Iliniza y los cerros de
Chaupi 3772 metros.
* El Iliniza se compone de dos cerros distintos: el picacho del Norte
parece el mas antiguo, do manera que las erupciones do la cúspide del Sur
han tapado en gran parte la falda sur de dicho picacho. De estas circun-
stancias resulta que entre los dos cerros so encuentra una ensillada que ahora
está llenada con las heleras que bajan de la cúspide del Sur. Dicha en-
sillada es bastante ancha y como tiene una inclinación del oriente al occi-
dente, obliga á la helera á bajar á las cabeceras del Hondón de Cutucuchu»
(Reiss). La cúspide meridional tiene 5305 y la setentrional 5162 metros
de altura.
El Iliniza ocupa una posición avanzada en la Cordillera occidental, aná-
loga á la del Cotopaxi en la oriental, con el cual rivaliza también en cuanto
á su aspecto majestuoso é imponente. Sus faldas orientales, surcadas de
quebradas hondas é inaccesibles, caen rápidamente á las planicies de Callo
y Machadle, mientras que con las occidentales y las meridionales está sen-
tado sobre el ancho lomo de la Cordillera.
78 T0F0GE4FIA. CAPÍTULO n.
La Cordillera occidental que franjea la hoya de Ambato y Latacunga
comienza al Sur con el Chimboraeo y el Carihuairazo. El primero queda
descrito mas arriba y el segundo se halla en condiciones topográficas muy
parecidas. Sentado pocas leguas al N del Chimborazo, está unido con este
por una ancha y alta ensillada que se llama Abraspungo (4392 m.). £1
Carihuairazo mide 5106 metros, 1204 menos que el Chimborazo; sinembargo,
merced á las favorables condiciones en que se halla su falda occidental en
una extensión muy grande y superior al limite inferior de la niove, carga
una inmensa cantidad de nievo y hielo, que según el doctor Stübel es mayor
que en ningún otro cerro de los Andes ecuatorianos.
TlilD, V¡ltO d«l UdO I
Por el lado oriental del Carihuairazo se extienden los páramos hasta
Mocha (3284 m.) y á la cercanía de Tisaleo (3318 m.) y Pataló (3191 m.)
en dirección á Ambato. En estos páramos es notable una rama, que saliendo
del Carihuairazo baja al Este y remata en el cerro alto y aislado de Puñalica
(3996 m.) sobre el pueblo de Mocha.
El pié occidental del Carihuairazo está rodeado de arenales parecidos
á los del Chimborazo y unidos con ellos. Pero las aguas de estos arenales
se recojen poco á poco en un valle que se dirige primero al N y después
al NE, formando el rio de Ambato, de suerte que el Carihuairazo queda
separado de la antigua Cordillera occidental. Esta última se confunde atrás
del Chimborazo con aquella meseta alta, de que sale la Cordillera lateral de
Chimbo en Chuquinac; pero mas al N de este punto podemos distinguirla
bien entre las cabeceras del rio de Ambato y las del rio de Simiátug; en
el paso de Buenavate tiene 4225 metros de altura. Por largo trecho sale
bien caracterizada hacia el Norte con el nombre de Cordillera de Angamarca
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 79
y Zumbagua. Mientras que al poniente emite sus ramas con bastante regu-
laridad al rio de Angamarca, su lado oriental tiene una configuración mas
complicada, debida á los cerros volcánicos que se levantan por allá entro
Pasa, Quizapincha y Cusubamba, y de los cuales el Casaguala y el Quis-
picaska son los principales. Las ramificaciones de estos cerros bajan hasta
el Sagoatoa enfrente de Ambato.
Bajo el 1° Lat. S, en los altos páramos de Tigua, Zumbagua y Hataló,
la Cordillera es muy ancha y se bifurca: la rama principal sigue derecho
al Norte por los cerros de Guangaje é Isinlivi, para unirse con la base occi-
dental y meridional del Iliniza; la otra rama sale de la pampa de Hataló
f )>
y.-
^^;
Fig. 11. El CMaguaU. {Begun L. A. Martínez.)
en dirección NO y forma la Cordillera de Chugchüan y Sigchos. Entre ambas
cordilleras, la últimamente nombrada y la de Guangaje, se halla el valle del
rio Toachi, que se extiende de S á N. — Esta bifurcación de la Cordillera
occidental presenta un caso análogo al que conocimos en la Cordillera lateral
de Chimbo, solo en escala mas pequeña y que la Cordillera de Sigchos lleva
mucho mas el carácter de un ramal que no de una cordillera independiente,
paralela á la principal. — De la Cordillera centra) ó de Guangaje bajan al-
gunas ramas cortas al valle del Toachi, otras mas largas y mas anchas,
pero sin particularidades notables, á la hoya de Laíacunga hacia Pujili, Sa-
quisilí y Toacaso.
Desde el lugar de la bifurcación de la Cordillera salen al poniente al-
gunos cordones de montanas altas y largas, uno entre el sistema del rio de
Angamarca y el del rio Pilaló, y otro entre el ultimo rio y su tributario
mas grande, el Quindigua, de suerte que ese nudo de Zumbagua y Hataló
NO TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
om un punto importante para la división de las aguas: sobre él nacen los
rio* do Tonclii, dn Pílalo y Quindigua, do Angamarca y de Pujilí.
Chhí al principio do la Cordillera de Chugchilan, á su lado oriental, y
romo loviMittitidoMo dol vallo dol rio Toachi, se halla el interesante cerro y
voloiiu do Qiiihha (ó Qnirotoay quo es lo mismo*)), que en su cráter aloja
una laguna. Por hu posición escondida no se lo vé desde la altiplanicie de
IriitiiotuiKii, y do ningún lado haoo la impresión de un volcan, solo estudián-
dolo do oorott y soldado sobro ol bordo de su cráter, se puede apreciarlo
dignamente y admirar sus dimensiones colosales. Su altura es de 4010 metros,
y la laguna so halla en la do Jtf>70 m. Volveremos á hablar de este volcan
en la parto goológion,
Bl aiattma fluvial de la hoya de Lataounga y Ambato es el del
río ( Wn< A*\ que mas uUt\jo so llama do Patate. Nace en las faldas occiden-
talos dol Cotopnxt y corro primero do K á O hasta el eerrito de Callo, cerca
do Santa Ana de Tiupullo* desde cuyo punto se dirige al Sur por en medio
de una extensa llanura* que llega hasta las cercanías de Lataounga. Algunos
han eivido y swstionon todavía (t\ tionsálex Suáres. Hist. gen. de la Rep.
del Kouarior* K iftK que el eerrito de Callo sea obra artificial de los indios
antiguo^ un túmulo o un adoratorto» He examinado este eerrito por todos
lo* la\U^t y no encontré ningún indicio* que justificara esta suposición: al
\^\tiw su terreno* en donde esta abierto y accesible a la observación» hace
la impresión de s^mt natural* y apoyo la opinión del doctor Ketss^ quien dice:
♦ IWce que el eerrito de tWlo es la cúspide de una reventara* parecida
a la del IVnecillo de víuite; pero ahora esta casi enterrado^ — H eerrito
tiene S&V motiva de altura absoluta y S¿> $*>bf* el plano adyacente. — La
llanura do i\dlo tiene unas 4 leguas de tar^e y l a í de aoc&x se inclina
>ua\vtncntc hacia el Sur* teniendo en su extremo setentrienal 5t»X> y en el
tncrtdtcttal i^V mettw vle attura. A vVttsc\H*ctfce«a ¿e las ftwttenws erup»
cKuuvft del iVtv^wvt vtutante un s¿$ío y t»<?\íie. qu**ia muy esceriÜ2»ia y
presenta ot a*(wtc *iv u« desierto |V\tte$ccs*\ A su atarwr ecwncaí <e
hatUvt tw eucKocuos *íe Mu^v* v CfestggMtt^ a¿ Sícw ovv¿ie«aí to* *<*
tf! w v\t;«dV r\v*V ic< \*¿c *eí íi*w» i^ j*q;i*ídvs :rfKaanu«*: *t
^W<.4* ^;*c v en^.a vw\» Ae vW, > oí w í?u*o/ « ?*jvv anas Jk >ur
LA EEGION CENTRAL <
81
cerca de la hacienda Ciénaga. También del Cotopaxi bajan todavía diversas
quebradas, formando los ríos de Saquimalac, de San Diego y del Purgatorio,
los que unidos en un solo tronco pasan por Rumipampa al Cutuchi. — El
rio de Ataques tiene un origen parecido en las quebradas ó «huaicos» que
bajan del Picacho del Cotopaxi, pero se engruesa también con algunos nos
que nacen de la Cordillera mas al Sur, como el Vuma-ucu y el Tuluchi.
Una legua al N de Latacunga desemboca el Aláques en el rio Cutuclii. —
v. p.t£t31s3
é '
' : .
De Latacunga abajo hasta San Miguel siguen el Yana-yacu, Cunuc-yacu, el rio
Illuchi y el Compadre-huaico, todos del lado izquierdo y tributarios cortos y de
poco caudal. El único de alguna consideración de este lado es el rio Huapante,
que desemboca una legua abajo de San Miguel, y que recoje sus aguas en
los páramos altos de la Cordillera oriental sobro Latacunga, San Miguel y
Pillaro, pero cuyo curso está todavía poco estudiado. — Después sigue el rio
de Pillaro, no muy largo, y algunas quebradas mas cortas cerca de Patate.
82 topografía. — capítulo n.
Del lado derecho ó de la Cordillera occidental recibe el Cutuchi fuera
de los rios ya nombrados (Cuilchi y Blanco) el rio Pumacunchi, cuyas cabe-
ceras se hallan en parte (Razo-yacu) en las faldas meridionales del Hiniza,
y en parte (Yana-yacu) en los páramos que acompañan la Cordillera de
Guangaje. En su curso inferior el Pumacunchi corre por largo trecho paralelo
y muy próximo al Cutuchi, quedando entre los dos el llano angosto de Rumi-
pampa; pasa por el pueblo de San Felipe y desemboca media legua abajo
de Latacunga. Esta ciudad está en la altura de 2800 metros. — Mas adelante
entra del mismo lado el rio de Pujilí, que se forma en los páramos sobre el
pueblo del mismo nombre y el de Isinchi, de varios riachuelos, y no tiene un
curso muy largo. Lo mismo dígase del rio Naxichi, que de igual modo se recoje
en los páramos de Cusubamba y desemboca casi enfrente de San Miguel.
El tributario mas poderoso de todo el sistema fluvial del Cutuchi, y
casi tan importante • como este mismo, es el rio de Ambato unido con el
Panchalica; el primero nace en las faldas occidentales del Chimborazo y del
Carihuairazo , y el segundo de las faldas orientales de estos dos cerros. —
El rio superior de Ambato separa el Carihuairazo de la Cordillera occidental
y recibe algunos afluentes considerables de esta misma, del lado de los
cerros de Casaguala y de Quispicasha. Su curso, al principio de S á N,
declina poco á poco al E, y sobre su orilla derecha se halla en una hoya
abrigada Ambato, la capital de la provincia del Tunguragua, en la altura de
2G00 metros. — El rio Panchalica viene de los páramos de Sanancajas y
de Mocha. De sus afluentes nombraremos el rio Salazaca, que baja del
Carihuairazo y desemboca al lado del cerro Puñalica, cerca de Mocha. El
pueblo mismo de Mocha, célebre en la antigüedad incásica como punto
estratégico, y en todos tiempos como tambo importante para los viajeros,
queda á alguna distancia de la orilla izquierda del Panchalica, sobre una
pequeña meseta y en la altura de 3284 metros, que indica suficientemente
un clima rígido en el límite de la zona cultivada y cultivable. — Algunas
otras quebradas bajan de las faldas orientales del Carihuairazo y de los
páramos sobre Tisaleo, pero con muy pequeño caudal de agua, siendo en
general la región entre Mocha y Ambato muy árida, arenosa y falta de
agua. Lo mismo se puede decir de la banda derecha del Panchalica, en
la cual solo el rio de Quero, que baja de la Igualata y de los páramos
circunvecinos, merece alguna mención. Las otras quebradas son pequeñas
y casi secas. Los dos rios de Ambato y de Panchalica se reúnen poco
antes de su confluencia con el rio de Cutuchi, que aqui ya se llama rio de
Patate. Este corre en un valle muy hondo y de temperatura medio caliente
hacia el Sur, hasta el pié del Tunguragua, en donde se encuentra con el
rio Cliamlo que viene del lado opuesto, de la hoya de Riobamba.
LA REGIÓN" CENTRAL O ANDINA.
El rio Pastaza, nacido de la unión de los dos últimamente nombrados,
en la altura de 1800 metros, corta la Cordillera oriental do 0 á E en un
hondo valle, que se extiende por unas 8 leguas entre los ramales que al
lado sur salea del Tunguragua y al lado norte de la Cordillera de los Llan-
ganates. Al principio el Pastaza se llama también rio de Agoyan, hasta la
catarata grande de este nombre, que forma unas dos leguas abajo de su
nacimiento, es decir de la confluencia del Chambo. Aquí el rio, estrechado
- * *
entre peñascos negros, hace uu salto de 60 metros con un ruido atronador
y presentando un espectáculo muy grandioso, especialmente cuando se con-
templa del lado de abajo la inmensa cantidad de agua tranformada en espuma
blanca. Este sitio pertenece á los mas pintorescos en los Andes, y su belleza
se realza también por la vegetación hermosísima, que aquí en la altura de
solo 1544 metros, ya lleva todo el carácter tropical.
Todos los afluentes meridionales del rio Pastaza son insignificantes. Del
84 topografía. — capítulo n.
Tunguragua baja la quebrada de Vascun cerca del pueblo de Baños (1800 m.),
igualmente la Chorrera , un poco al Este del pueblo, que cae de la altura
de 150 metros, y á cuyo pió brotan varías fuentes termales con una tem-
peratura de 22° á 54° C. Algo mas abajo y cerca de la chorrera de Agoyan
entra el rio Ulva, que nace también sobre el Tunguragua; después siguen
las pequeñas quebradas cortas, que bajan del ramal de la Cordillera que se
compone de rocas antiguas.
Mucho mas numerosos y mas considerables son los tributarios que el
Pastaza recibe del lado setentrional. Los ríos de Uigua y de llluchi, en-
frente de Baños, son cortos, pero el que sigue, el rio Verde Io es muy largo
y viene desde los páramos de la Cordillera de los Llanganates en los al-
rededores del Cerro Hermoso. Abajo de la chorrera de Agoyan se siguen
los ríos Blanco, Verde 2o, Machai, Mapoto, Margajitas, Topo (largo y grande),
Zuñag, Chuloaya, Quilluc, Manga-yacu, Állpa-yacu y Corina. — En seguida
(aproximadamente en la altura de 1000 metros) entra el Pastaza ya en las
llanuras de la región oriental y recibe del lado derecho el rio Líusin ó Nieve,
que desciende del Altar, y del lado izquierdo el rio Pintuc (ó Pindó), que
se cruza en el camino á Canelos.
El valle del rio Pastaza es el último, que corta la Cordillera oriental
en el territorio ecuatoriano, pues las dos hoyas que siguen al Norte, la de
Quito y la de Ibarra, ambas se desaguan por la Cordillera occidental al
océano pacifico.
Sección VI*. La región entre el nudo de Tiupullo y el del Mojanda
y Cajas,
La región en que vamos á entrar, comprende la hoya de Quito y la
parte central y principal de la provincia del Pichincha. Se extiende entre
0o 37' Lat. S y 0o 8' Lat. N. — La hoya de Quito, que aquí tomamos en el
sentido mas lato, se subdivide en varias partes, y le pertenecen los llanos
de Machache, el valle de Chillo, el de Tumbaco, el de Guallabamba etc.
La Cordillera occidental que limita la hoya entre el Iliniza y el Mojanda,
es angosta y baja (no pasa de 3000 metros), y solo los altos volcanes que
la coronan, le dan algún realce á la vista. — Dos leguas al N del Iliniza
y unido con él por la angosta ensillada de Atatinqui ó Cruz-loma, se levanta
el Corazón (cuyo nombre primitivo se ignora) á 4816 metros. Es un cerro
hermoso con la cúspide cubierta de nieve perpetua, pero se necesita de
mucha fantasía para encontrar en su configuración el órgano del cuerpo
humano de que ha tomado su nombre. — Sigue el Atacazo, que con 4539 metros
de altura no alcanza la región de la nieve perpetua. El viajero que pasa
LA BEGION CENTRAL Ó ANDINA. 85
por la carretera, no vé ni sospecha siquiera, que los cerros de Corazón y
A tacazo tienen calderas ó cráteres muy grandes en sus cumbres, porque
ellos se abren hacia el poniente. La caldera del Corazón es mas grande que
la del Pichincha, y según el doctor Reiss la mas grande en todo el Ecuador,
pues, tiene la profundidad de 1200 metros (la del Pichincha 770 m.). El
lomo de la Cordillera tiene entre el Corazón y el Atacazo, sobre el pueblo
de Aloag (en Guagrapamba) 3138 metros. Sobre este lomo y de las faldas
occidentales del Corazón y del Atacazo nacen las cabeceras de los ríos de
San Lorenzo, de Yamboya y de Sitante, que forman con otros tributarios el
de Pilaton, que de su vez desemboca en el rio Toachi. — El valle del Pi-
latón es de un interés especial, en cuanto por él deberá pasar el ferrocarril
proyectado de Bahia de Caráques á Quito ; y en efecto el pasaje de la Cor-
dillera entre el Corazón y el Atacazo se presta mejor que ningún otro á una
fácil comunicación de la región interandina con la baja del occidente. — Los
estribos occidentales de los dos cerros nombrados son bastante largos y
rematan cerca de las orillas del rio Toachi, mientras que los orientales son
muy cortos. Del Atacazo se prolonga uno algo mas al SE, concluyendo
con el cerrito volcánico que se llama la Viudita sobre Tambillo; y otro al
E, formando la a cuesta de Santa Rosa » (3086 m.) que separa los llanos de
Machache de los de Turubamba.
La depresión de la Cordillera entre el Atacazo y el Pichincha cerca de
Lloa, baja á 3070 metros. Allende so levanta el Pichincha que no es un
cerro aislado, sino compuesto de varios cerros alineados en dirección SO-NE.
Distinguimos los principales con los nombres de Guagua -Pichincha y de
Rucu-Pichincha.*) El primero se presenta de lejos como un cono truncado;
el punto mas alto del filo del cráter tiene 4787 metros de altura y el picacho
que limita el cráter al N, tiene 4755. La caldera es muy espaciosa y tiene
la profundidad de 770 metros. — El Rucu-Pichincha presenta la forma de
un picacho agudo y tiene la altura de 4737 metros. Ni él ni el Guagua-
Pichincha éstan cubiertos de nieve perpetua. Alguna se conserva durante
todo el afio en ciertas quebradas, de donde la sacan los indios para venderla
en Quito. — Entre el Guagua- y el Rucu-Pichincha se levantan varios pi-
cachos de 4500 á 4600 metros, como el cerro de Ladrillos, el Padre encan-
tado, el Pico de Paguampa y otros. — Á alguna distancia del Rucu-Pichincha
hacia el NE encontramos el último pico notable, que se llama Cuntur-
guachana, con 4090 metros de altura, casi enfrente de Guápulo. Todos los
*) Es de advertir, que Humboldt en todas sus obras constantemente llama el Rucu-
Pichincha Guagua-P. y al revés. El Guagua-P. es el cerro con el cráter activo, y el
Rucu-P. es el cono extinguido mas al Norte. Do las obras de Humboldt este error ha
pasado á todas las geografías y geologias del mundo.
TOPOGRAFÍA.
- CAPÍTULO II.
cerros nombrados, inclusivo los dos Pichinchas, tienen por base el tendido
macizo común, que de suyo es muy alto, y por esto las alturas relativas de
aquellos, es decir los que tienen sobre el macizo, no son muy considerables.
£1 Pichincha en toda su totalidad se presenta como una cordillera de lomo
ancho, surcada por muchas quebradas hondas que forman entre si estribos
mas ó monos largos, y coronada de algunos picachos. Véase la lámina, que
representa todo el Pichincha, con Quito á su pié, y que es copiada de un
dibujo del señor doctor Stübel.
Las quebradas, que bajan del Guagua-Pichincha, se dirigen al valle de
Lloa, lo que disminuye considerablemente el riesgo que correría la Capital
en el caso de una erupción fuerte del Guagua-Pichincha. Las «avenidas»
Flg. 14. El Bnou-Plohlnol»
dal Ougna-Plohlnc
del volcan no podrían llegar á Quito, que está ediñcado al pié del Rucu-
Pichincha. — El valle de Lloa está separado de la hoya de Quito (plano
de Turubamba) por una Cordillera baja, también volcánica, que saliendo de
un estribo del Eucu-Pichincha, enfrente del Panecillo, tira al Sur sobre los
pueblos de la Magdalena y de Chillogallo, hasta las faldas del Atacazo. El
punto mas alto de esta cordillera es el cerro Ungui con 3606 metros do
altura, y en Huairapungo, donde la cruza el camino de Lloa, tiene 3284 met.
— Las aguas del valle de Lloa se dirigen por el rio Cinto entre el Atacazo
y el Guagua-Pichincha á las montanas del occidente, y forman con otros
ríos que bajan en el mismo sentido del Piclúncha (Nina-yacu, Nambiüo,
Yana-yacu, Piruast) el rio de Mindo, mas abajo llamado rio Blanco.
LA BEGION CENTRAL Ó ANDINA. 87
El Panecillo (antiguamente Yavirac) es un cerrito que se levanta al Sur
de Quito 200 metros sobre la plaza mayor y forma parte integrante del
Pichincha, pues no es mas que la cúspide de una antigua reventazón de
este volcan, cubierta de materiales volcánicos (eyecciones) mas modernos.
Al Norte del Pichincha sigue la Cordillera sin interrupción por los cerros
de CalacaK hasta el Pululagua y hasta el profundo valle del rio de Gualla-
bamba. Aquellos cerros, que también son volcánicos, y de los cuales nom-
braré el cerro Mantingo (3527 m.) y el de Condorcocha (3681 m.), llevan este
nombre porque separan el valle de Calacali, que se extiende á lo largo do
su pié occidental, de la meseta de Quito. En esta parte, entre el Pichincha
y el Pululagua, la Cordillera occidental se presenta muy baja, porque su
altura relativa sobre la meseta de Quito, do Cotocollao y de Pomasqui es
solo de 200 á 300 metros. — El Pululagua mismo, enfrente de San Antonio,
no llama la atención de lejos, porque su cráter ancho y profundo no se halla
sobre un cerro alto, como acontece en los demás volcanes, sino como em-
butido en la cresta de la Cordillera. El filo del cráter no llega en ninguna
parte á 3000 metros y el punto mas alto tiene solamente 2940. — Desde
el Pululagua la Cordillera se abate rápidamente unos 1200 metros al hondo
valle, que la corta de E á O, dando paso al rio de Guallabamba. Al otro
lado nos encontramos con el nudo del Mojanda. — La Cordillera de Cala-
cali es angosta y no emite ramales ni al Este ni al Oeste. Los que salen
en el ultimo sentido, nacen del Rucu-Pichincha y del Pululagua, y bajan
entre los ríos de Mindo, de Nanegal, de Alambi y del Guallabamba.
La Cordillera oriental de Quito es mucho mas complicada que la occi-
dental, y como es muy ancha y cubierta en todas partes de materiales vol-
cánicos, es sumamente difícil y en partes hasta imposible, encontrar la
primitiva cresta central, como ya he observado en otro lugar.
El Cotopaxi es el pilar, que forma la esquina noreste de la hoya de
Latacunga y á la vez la sudeste de la de Quito, bajo 0o 38' Lat. S. Á su
lado noroeste forma el Rumiñahui el principio del nudo de Tiupullo. Los
piramos altos al pié oriental de este volcan se confunden con los que rodean
el pié setentrional del Cotopaxi, y estos á su vez continúan al Norte y Esto
hasta el pié del Sinchólagua, que se levanta á la distancia de dos leguas en
dirección NNE del Cotopaxi. La misma distancia mide entre el Rumiñahui
y el Sinchólagua, de manera que los tres volcanes forman las puntas de un
triángulo, rellenado de páramos extensos, en los cuales las aguas que descien-
den de los tres cerros, especialmente de las faldas setentrionales del Cotopaxi
v de las meridionales del Sinchólagua, forman los riachuelos de Pedregal v
de Pita, que después reunidos y conservando el segundo nombre, descienden
al valle de Chillo. — También desde el lado setentrional del Rumiñahui se
88 topografía. — capítulo ii.
prolongan los páramos (de Pedregal) muy al Norte hasta los del Pasockoa,
que es un volcan en todo parecido al Rumiñahui. Su caldera se abre
hacia el plano de Machache, como la de aquel, pero su altura llega solo á
4255 metros. Al Norte se rebaja el pié del Pasochoa al valle de Chillo, y
al Este los páramos que le rodean, no llegan directamente al pié del Sincho-
lagua, quedando por en medio el valle de Pedregal (valle superior de Chillo),
que aquí ya es bastante hondo. De tal modo el Pasochoa queda aislado de
tres partes y mas separado do la Cordillera oriental que el Rumiñahui, mien-
tras que el Sineholagua se presenta como en el borde occidental de la Cor-
dillera. El pico agudo de este último cerro, siempre nevado, tiene la altura
de 4988 metros. Saliendo de su pié bajan al NO y N muchas quebradas y
entre ellas las lomas tendidas hacia el valle de Chillo y la quebrada de
Guapa! y Antisanilla. Hacía el oriente siguen los mismos páramos, que le
rodean al Sur, extendiéndose por muchas leguas cuadradas y confundiéndose
con los del Cotopari y del Antisana, entre el rio del Valle-vicioso y el del
Antisana.
Al NEE y á la distancia de 4 leguas del Sineholagua se levanta sobre
la margen oriental de la Cordillera el Antisana, uno de los volcanes mas her-
mosos del pais, á la altura de 5756 metros. Su cúspide cao bajo 0° 29' Lat. S.
En esta región la Cordillera alcanza entre el dicho cerro y el valle de Chillo
mas de 3 leguas de ancho y se compone de un gran número de cerros en
parte muy considerables y todos de naturaleza volcánica; es un campo clá-
sico para el geólogo, y volveremos á él en otra ocasión. La linea divisoria
de las aguas no pasa por el Antisana sino muy al Oeste de él, de manera
que todas las quebradas y rios que nacen en sus alrededores, pertenecen al
sistema del rio Ñapo. Podemos distinguir tres rios principales: todos los
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VI
LA BEQION CENTRAL O ANDINA. 89
arroyos del lado occidental, inclusivo el desaguadero de la laguna Micacocha
(3951 m.) se reúnen en el rio de Antisana, que corre primero al SO y des-
pués al SE, para unirse con el rio del Valle-vicioso y no con el de Quyos
ó Maspa, como en el mapa de Humboldt y otros. — En el curso superior de
este rio y casi al pié del cerro se halla el Hato del Antisana on 4075 metros
de altura, talvez la vivienda mas alta de pais. — Las quebradas del lado
sur y sureste forman el rio Chuspickupa (mas abajo Yana-yacu) que desem-
boca en el rio do Papallacta. Los dos sistemas fluviales están separados
por los páramos y cerros de San Joaquín y de los Cimarrones. — Finalmente
las muchas quebradas que bajan del lado norte y noreste del cerro, afluyen
también al rio de Papallacta superior.
Al Norte; del Antisana, pero algo mas hacia el poniente, y formando la
linea divisoria de las aguas siguen los cerros de Guamaní, cuyo punto mas
alto, el Filo de los corrales, tiene 4447 metros de altura. — Con un lomo
siempre muy ancho vira la Cordillera en dirección NE hacia el Cayambe,
presentando todavía dos cerros volcánicos á su lado occidental: el cerro de
Puntas (4462 m.) sobre el pueblo de Pifo, y el cerro de Pambamarca ó
Frances-urcu (4093 m.) sobre el pueblo de Quinche. El primero es notable
por su hermoso cráter, y el segundo, porque los Académicos franceses habian
erigido en su cúspide una de sus señales trigonométricas mas importantes.
— El Cayambe está muy retirado al oriente y se halla al NE del Pamba-
marca. Pero antes de llegar á él, debemos mencionar el Sara-itrcu al Este
del Pambamarca y al Sur del Cayambe, muy al borde oriental de la Cor-
dillera, ó sobre un ramal de ella. Tiene la altura de solo 4725 metros
90
T0P0GBAFIA. — CAPÍTULO II.
(según E. Whympcr) y está fuera de la región volcánica, componiéndose de
las rocas antiguas de gneis y pizarra micácea.*)
El Cayambe se levanta bajo la linea equinoccial á 5840 metros y ocupa el
tercer rango entre los cerros del país. El aspecto de su cúpula anchurosa, en-
vuelta en un inmenso manto de blanquísima nieve, es imponente y rivaliza con
la vista del Chimborazo. Su base oriental se pierde á la altura de 4000 metros
on los páramos de la Cordillera, pero el pié occidental baja en formas suaves
y lomas tendidas hasta los pueblos de Cayambe (2864 m.) y Cangagua (3186 m.).
El Cayambe os el pilar de la esquina NE de la hoya de Quito y á la vez el
último cerro volcánico de la Cordillera oriental dentro del territorio ecuatoriano.
El nudo setentrional que cierra la hoya de Quito, está formado en primer
lugar por el Mojanda, que se levanta inmediatamente del valle del rio de
Guallabamba, que rompe la Cordillera occidental, como hemos visto mas
arriba. El Mojanda es una montaña volcánica, que -por su altura no pasa
de la región de los páramos, y tiene una forma abovedada, muy tendida
de O á E, pareciéndose en algo al Pichincha. Encima lleva una caldera
muy anchurosa, y al rededor de ella se agrupan varios picachos y cerros,
que llevan sus nombres propios. Los mas altos y notables son el Yana-
wrcu (4272 m.), el Fuyafuya (4294 m.), el Golongál (4145 m.). El camino
*) Hace 20 años que queda comprobado por los geólogos competentes señores Reiss
y Stíibcl, que el Sara-urcu no es volcan; yo lo repelí en varios escritos, y sin embargo
figura todavía en las geografías mas modernas del pais (Cateeismo de Geografía por
J. L. Mera 1884. — Geografía del Ecuador por los Hermanos Cristianos 18S8) entre los
volcanes, porque así se halla en Villa vieencio.
LA BEGION CBNTBAL Ó ANDIKA. 91
de Otavalo á Malchingui pasa por medio de la caldera al lado de las lagunas
de Guarmicocha (3727 m.) que desagua al Norte, y de Caricocha (3711 m.).
El punto mas alto de este camino por los páramos tristes y en mal tiempo
justamente temidos del Mojanda, llega en Cascacunga á la altura de 3874 metros.
— El Mojanda está en sus faldas australes y setentríonales muy surcado
de quebradas, sin alimentar rios de consideración. Impone por su altura
relativa (2600 m.) sobre el valle del Guallabamba, y también al lado norte
su elevación sobre el lago de San Pablo (2697 m.) es todavía muy con-
siderable (1600 m.).
Hacia el NE del Mojanda se encuentra á la distancia de tres leguas
otro cerro volcánico, él Cusin (4012 m.), cuyo pié se confunde con las faldas
inferiores de aquel, formando de tal modo una ancha ensillada entre los dos,
que se conoce con el nombre de Cajas. Se vé, que la formación de este
nudo es completamente análoga á la de los nudos de Tiupullo y de Sanan-
cajas. Por esta ensillada conduce el camino ordinario y mas cómodo de la
hoya de Quito á la de Ibarra, y en el punto mas alto, entre Tabacundo y
San Pablo, tiene la altura de 3099 metros. — El pié oriental del Cusin pasa
al Este, siempre en alturas considerables, á los páramos de Pesillo, y me-
diante estos al pié setentrional del Cayambe sobre la Cordillera oriental.
Sistema fluvial de la hoya de Quito. Ahora que conocemos la cir-
cunvalación de nuestra hoya, descendamos á estudiar el interior, describiendo
el sistema de rios que la riegan y las demás particularidades. El rio que
domina todo, es el de Guallabamba. Sus fuentes mas lejanas se nutren de
la nieve del Cotopaxi y del Iliniza. — Mas arriba he descrito, como entre
el Cotopaxi, el Sincholagua y el Rumiñahui se forman los rios de Pedregal
y de Pito, y como unidos descienden al valle de Chillo, dejando á la izquierda
el Pasochoa y á la derecha las faldas del Sincholagua. Solo después de
haber pasado los últimos dos cerros, se puede decir que el rio entra en la
hoya de Quito, porque las regiones altas que deja atrás, mas bien forman
parte de la Cordillera. — Luego que entra el rio Pita en el valle de Chillo,
recibe del lado derecho el rio Guapal, que ha recojido todas las demás que-
bradas del Sincholagua que no habían entrado en el Pita superior, es decir
las del Noreste y del Norte. Unas pocas y pequeñas quebradas recibe el
Guapal en su curso superior, donde se llama rio del Isco, también de los
cerros que separan el sistema fluvial del rio de Antisana (cerros de Chacana
y de Urcucuy). Este rio de Guapal tiene la propiedad de correr subterráneo
en su curso medio, fenómeno que se explica así: á mediados del siglo pasado
tuvo lugar una fuerte erupción de lava en una quebrada lateral del rio de
Guapal ó del Isco, y la corriente de lava rellenó no solamente esta quebrada
lateral, sino también un gran trecho del valle principal, reprimiendo por
92 topografía. — capítulo n.
algún tiempo las aguas del riachuelo de la quebrada y del rio de Isco. Pero
pronto el agua se abrió paso por debaja de la lava enfriada y muy porosa,
corriendo invisible hasta el fin de la corriente de lava, donde brota en
fuentes hermosas al pié de los peñascos. Como señales de la represión, del
agua quedaron la laguna de Muerte -pungo arriba del cráter de erupción, y
algunas lagunas pequeñas cerca de Antisanilla, donde entra el rio de Isco
en la corriente de lava. Esta última es conocida con el nombre de &Reven-
tcuson de Pinantura ó de Antisanilla». El camino de la hacienda Pinantura
á la de Yurac cruza la quebrada de Guapal en el punto, en que brota el
rio del pié de la corriente de lava.
El rio Pita sigue por algunas leguas con la dirección S-N en medio del
ancho valle de Chillo, recibiendo algunos riachuelos pequeños, entre ellos el
rio de San Rafael, que corre casi paralelo desde el pié del Pasochoa, y
desemboca abajo de Sangolqui. — El primer rio de consideración, que le
entra del lado izquierdo, cerca de Conocoto, es el rio de San Pedro, que
baja del valle de Machache. Con el nombre de rio Curiquingue recoje las
quebradas de las faldas orientales del Iliniza y algunas del nudo de Tiupullo,
y entra cerca del puente de Jambeli en el plano de Machache (2900 m.).
Algunos pequeños afluentes recibe del Rumiñahui y del Pasochoa, y otros
no mucho mas grandes del lado occidental, de las faldas del Corazón y del
Atacazo.
La llanura de Machache, de una legua de ancho, se extiende desde el
nudo de Tiupullo hasta el pueblo de Tambillo. Allá se estrecha el valle
entre la cuesta de Stm. Rosa y las faldas del Pasochoa, y se ensancha otra
vez abajo de los pueblos de Uyumbicho y Amaguaña, llamándose entonces
valle de Chillo. El rio de Machache cambia su nombre en él de San Pedro,
corre paralelo al de Pita y se reúne con el cerca del pueblo de Conocoto.
Aquí el valle y la altiplanicie de Chillo tiene casi tres leguas de ancho y
la altura media de 2500 metros. De repente se levanta en la parte occiden-
tal del plano un cerro, el Haló, mientras que en su parte oriental sigue con
una inclinación suave al Norte, pasando al vaUe de Tumbaco y Pifo, que de
nuevo se ensancha considerablemente como el de Chillo.
El Haló es formado por erupciones de lava y tiene una copa ancha,
de que salen lomas tendidas al Norte, Sur y Este; solo al Oeste cae rápida-
mente al rio de San Pedro, que se precipita por una angostura entre su
pié y las lomas que separan el valle de Chillo de la pequeña meseta de
Quito. El punto culminante del Dalo tiene 3161 metros de altura absoluta
y 600 sobre el valle de Chillo. Á su pié meridional se halla el pueblo de
Alangasí (2587 m.) y al pié setentrional el de Tumbaco (2390 m.). En la
quebrada del rio de San Pedro, en la empinada falda occidental del Haló
LA BEQION f'ENTBAL Ó ANDINA. 93
está el pueblo de Guangopolo do acceso difícil. En todos los alrededores
del Dalo brotan fuentes termales poco mineralizadas, comunmente algo ferru-
ginosas, lo que talvez sedujo á VUlavicencio á la creencia y aserción estraña,
de que la montaña oes toda un mineral de fierro». (!)
Antes mencioné la meseta de Quito en oposición á la altiplanicie de
Chillo, y en efecto debemos distinguirla como una parte especial do la
gran hoya de Quito. Desde la cuesta de St". Rosa, casi tres leguas al Sur
de Quito, hasta el valle del río de Guallabamba, mas allá de San Antonio,
ó 5 leguas al N de Quito, so extiende á lo largo de la Cordillera occidental
una meseta bastante plana con una suave inclinación hacia el Norte. Su
ancho es variable, pero no pasa en ninguna parto do una media legua, y
rpflPfe?
Tin* '
Vlg. IB. L» pUu mayor do Quito.
su altura sobre los valles de Chillo y de Tumbaco es de 300 á 400 metros.
Se presenta como una antegrada de la Cordillera, la margen oriental de la
meseta se levanta poco y suavemente sobre el plano y cae rápidamente á
los valles antedichos de Chillo y Tumbaco. La parte mas austral de la
meseta es el plano de Turubamba con la altura de 2900 metros. Allá se
reúnen algunos riachuelos que bajan de las faldas del Atacazo y del lado
de Chillogallo á formar el rio Machángara, el cual, al pasar por los afueras
de Quito, recibe también algunas quebradas del Pichincha. Después se abre
paso al valle de Tumbaco por una quebrada honda sobre cuya ladera izquierda
se halla el pintoresco pueblo de Guápulo (2690 m.).
Precisamente en el lugar, en que se halla fundada la Capital de la Re-
pública, la meseta no está bien desarrollada; las quebradas que bajan del
94
TOPOGEAFIA. — CAPÍTULO EL
Pichincha, el cerro del Panecillo, el valle ya bastante hondo del Machan-
gara y al otro lado las lomas de Poingasi y Lumbisi, todo contribuye á
hacer el plano de Quito muy desigual y quebrado. Sin conocer el desar-
rollo histórico de la ciudad sobre la antigua capital de los Shiris y de los
Incas, seria difícil explicar los motivos de haberla fundado en un sitio nada
ventajoso al parecer, teniendo muy cerca los planos de Turubamba y de
luaquíto y no muy distantes los deliciosos y espaoiosos valles de Chillo y
Tumbaco. — La posición astronómica de Quito cae bajo 0o 13' 34" Lat. S y
en la Longitud de ... ? ¡Determínenla los astrónomos del observatorio
de Quito! Debe caer varios minutos mas al Este de lo que indica Hum-
boldt.*) — La plaza mayor de Quito se halla á la altura de 2850 metros y
la temperatura media del año podemos fijar en 13'/¡° C."*) — De las ciudades
que se hallan en las hoyas interandinas y dan á estas sus nombres, Quito
es la mas alta y la mas fría. La vejetacion de sus alrededores es bastante
pobre y triste y corresponde á un clima algo rígido; él será sano y hasta
agradable para los que se han aclimatado, pero honrarlo con los epítetos
de ^delicioso, inmejorable, de primavera eterna» etc. me parece exageración,
*} Humboldt dá 81° 4' 38" O de Por. -
**) Según el método de Boussingault.
í la íinot. Nro. 4.
LA BEGI0N CENTBAL Ó ANDINA. 95
perdonable á los Quiteños, que en su Quito ven el Edén terrenal, pero no
á un geógrafo imparcial, que debe ser parco con los superlativos de esta
clase, no prodigándolos según la moda, sino según el mérito. Volveremos
á hablar del clima de Quito mas tarde; por ahora sigamos la descripción
hidrográfica.
Al Norte de la Capital la meseta se llama Iüaquito, y ensanchándose
algo mas, pasa á la llanura de Cotocóllao (2802 m.). Desde aqui su caida
es mas fuerte y llega á 300 metros en la distancia de 2 leguas, es decir
hasta Pomasqui (2507 m.), y a 100 mas, hasta la cercanía de San Antonio
de Hullutnbamba (2423 m.), pueblo que se halla precisamente bajo la linea
equinoccial. Mas allá de San Antonio se acaba esta meseta y el terreno cae
precipidadamente de unos 700 metros á la orilla del rio Guallabamba. —
El riego de la meseta es desde Quito muy escaso y el terreno, en oposición
á los llanos húmedos de Turubamba, bien seco y árido. Algunos riachuelos
se reúnen en la cercanía de Cotocóllao y de Pomasqui, á formar uno que,
corriendo de S á N por medio de la meseta, vá á caer al Guallabamba casi
enfrente de la hacienda do Alchipichí. Toma su nombre de Cotocóllao, Po-
masqui ó San Antonio, según la localidad por donde pase casualmente.
Entre tanto el rio de San Pedro, pasado una vez el cerro de Haló, entró
en el valle de Tumbaco, siempre siguiendo el pié de la antegrada ó de la
meseta que acabamos de describir, y dejando á su derecha las espaciosas
llanuras de Tumbaco, Puembo, Yaruquí etc. De su lado izquierdo no recibe
ningún afluente desde el Machángara hasta el rio de San Antonio, pero del
lado derecho le engruesan algunos tributarios considerables, que conviene
conocer. Es en primer lugar el rio de Tumbaco, que en las cercanías de
Pintac recoje varias quebradas que bajan de las faldas de la Cordillera
oriental y otras nacidas en el valle de Chillo, y después de rodear el pié
oriental del Dalo, se dirige al NO para desembocar en el rio de San Pedro,
dos leguas abajo de Tumbaco, que se halla á alguna distancia de su orilla
izquierda. — El rio Guambi es otro tributario muy parecido al anterior y
casi paralelo á él. Tiene sus fuentes principales en la Cordillera de Gua-
mani y en los cerros que siguen al N hasta el de Puntas. Después de
entrar en la llanura, pasa al lado de los pueblos de Pifo (2588 m.) y Puembo
(2484 m.), y se reúne con el rio de San Pedro una legua y media abajo
de la boca del rio de Tumbaco. — Inmediatamente antes recibe el rio de
Quinche ó Cartagena, que viene también de aquella parte de la Cordillera
oriental, que se halla entre el cerro de Puntas y el de Pambamarca. — A
poca distancia de la orilla derecha del rio Guambi se hallan las pirámides
de Caráburo y Oyambaro, que fijan los extremos de la base principal que
sirvió en el siglo pasado á los Académicos franceses para sus operaciones
96 TOPOGKAF1A. — CAPITULO H.
geodésicas. La pirámide de Caraburo se halla á la altura de 2368 metros
sobre el mar, v la de Ovambaro á la de 2G37 metros; la distancia entre
los dos extremos de la base mide 12,228 metros.*)
El rio de San Pedro, después de recibir los de Tumbaoo y Guambi,
va lleva el nombre de rio de Guallabamba v lo conserva hasta unirse con
el Blanco, con que forma el rio de Esmeraldas. Á veces se llama también
rio de Perucho en el trecho en que pasa por el pueblo de este nombre.
Después del Guambi le entra del mismo lado derecho un rio pequeño que
nace en las faldas del cerro de Pambamarca y pasa por el pueblo de GuáOar
bamba, que se halla á mas de media legua de distancia del rio grande de su
nombre. Situada en la altura de 2100 metros y gozando de la temperatura
media de 17 y*0 C. la llanura de Guallabamba es fértil y presenta una vegetación
subtropical y un clima suave, pero la plaga de las fiebres intermitentes, que
allá son endémicas, la hace temible é impide su cultivo en mayor escala.
Un poco al N de Guallabamba y precisamente debajo de la linea equinoc-
cial encontramos el último rio grande de la hoya de Quito, el rio Pisque.
Sus cabeceras abrazan el cerro Cayambe de tres lados y recojen las aguas
de la Cordillera oriental en gran extensión, desde el Pambamarca y Sara-
urcu hasta muy al Norte del Cayambe. El rio de Cangagua es la rama mas
meridional y mas larga, el rio Granobles es la mas setentrional, y entre las
dos baja el rio Cayambe directamente del cerro. — Una legua abajo del
pueblo de Cayambe (2852 m.) se reúnen los tres en el rio Pisque, que en
seguida corre de E-0 en una quebrada muy honda y casi inaccesible, entre
negros peñascos de lava, hasta su desembocadura en el rio de Guallabamba.
— Al lado setentrional del rio Pisque ya se levantan gradualmente las fal-
das del nudo transversal, compuesto del Mojanda, Cajas y Cusin. Sobre
estas faldas se hallan los pueblos de Málchinguí (2878 m.), Cochasqui, Tocachi
y Tábacundo (2889 m.).
Desde la boca del rio Pisque el Guallabamba vira mas y mas hacia el
occidente, hasta que mas allá de Perucho su rumbo es casi de E á O. Los
Pueblos de Puéllaro y Perucho (1830 m.), situados sobre pequeñas mesetas,
unos 300 metros encima de la orilla derecha del rio, ya no pertenecen á la
hoya de Quito y se hallan en la abra de la Cordillera occidental. En esta
abra, y por largo trecho de su curso ulterior, el rio de Guallabamba no
recibe sino afluentes pequeños y cortos, porque de ambos lados su valle
queda estrechado entre las ramas occidentales de la Cordillera: la de Intac
luida el Norte y la de Cachillada hacia el Sur.
*) Véaso J. U. Monten: «Sobre la expedición de los Académicos franceses», en el
Programa de la Esc. Politécn. de Quito. 1875.
LA BEOION CENTRAL Ó ANDINA. 97
De la descripción orográfica deducimos, que la hoya de Quito se com-
pone de las siguientes secciones: Io la llanura de Machache, 2o el valle de
Chillo, 3° el valle de Tumbaco y Guallabamba, 4o la meseta de Quito y de
Cotocollao, y 5o la hoya lateral de Cayambe.
Sección VIIa. La región entre el nudo del Mojanda y Cajas
y la frontera de Colombia.
Las provincias del Imbabura y del Carchi son las que ocupan esta
región, y la primera coincide en gran parte con nuestra ahoya de Ibarra».
La extensión desde el nudo de Cajas, en 0o 51' Lat. N, mide 17 leguas en
línea recta, siendo la dirección de SO á NE.
Con el cerro de Cayambe se concluyó la larga serie de volcanes en la
Cordillera oriental. Desde allá predominan otra vez, como al Sur del Azuay,
las antiguas rocas cristalinas, y la Cordillera, aunque todavía muy alta y
muy ancha, sigue con formas mas suaves y tranquilas hasta allende la fron-
tera del Norte, observando en su rumbo una declinación fuerte hacia el
levante. — Pocos son los cerros que se levantan aislados sobre los dilatados
páramos y que llamen la atención, como el Mirador al E de la Huaca. Ver-
dad es, que toda esta porción de la Cordillera oriental entre 0o y Io Lat. N,
es decir entre el Cayambe y el lago de San Pablo ó la Cocha sobre Pasto,
es muy poco estudiada, y parece que sus largos y altos ramales, que extiende
entre los numerosos ríos de sus pendientes orientales, forman una región
bien complicada. Allá nacen las cabeceras de los ríos Azuela, Cófanes
(Aguarico), Chunguery San Miguel y Guarnes; pero los mapas antiguos
no están de acuerdo en cuanto al orden y la dirección de estos ríos, y
como no me ha sido posible visitarlos y estudiarlos personalmente, me ab-
stengo de la descripción detallada, basada únicamente en aquellos mapas
antiguos.
El fenómeno mas interesante, que se presenta en la Cordillera oriental,
es el gran lago de San Pablo ó la Cocha, que también se ha llamado Mar
dulce, pocas leguas al SE de Pasto. Aunque ocupado actualmente por los
Colombianos, cae todavía dentro del terreno ecuatoriano, según el lindero
de Restrepo y la ley de 1824. La cresta de la Cordillera, que pasa entre
el valle de Pasto y la Cocha, y que forma el límite, es angosta y no parece
exceder mucho á la altura de 3000 metros. La Cocha misma se halla en
una bifurcación de la Cordillera, á la altura de 2788 metros, según Reiss y
Stübel, de consiguiente muy inferior á la región de los páramos, y algo
mas bajo que Quito. Es el lago mas grande de la región andina, de unas
tres leguas de largo y un ancho variable de l¡3 á 1 legua. El desaguadero
WoiiF, Ecuador. 7
98 TOPOGEAPIA. — CAPÍTULO II.
se halla en la punta sur y afluye al rio Guarnes, que á su vez es un tri-
butario grande del rio Putumayo.
La Cordillera occidental se levanta al N del valle del rio Guallabamba
á alturas mayores, que en la provincia de Quito, y conserva su naturaleza
volcánica. Por los cerros de la Escalera y de Chanchagran está en alguna
conexión con los páramos del Mojanda, y por esta ensillada entre la Cor-
dillera y el nudo transversal pasa un camino muy malo, el camino de la
Escalera, de la hoya de Ibarra y Otavalo á la de Quito. Hacia el N siguen
sobre la Cordillera varios grupos de cerros que se distinguen con los nombres
de sierra de Sigsicunga y sierra de Cambuyan, y cuyas alturas son de 3000
á 3500 metros. De estos cerros sale al Oeste un ramal largo que podemos
llamar Cordillera de Intac, porque separa el valle de Intac y del rio Lluri-
magua del del rio Guallabamba.
El cerro de Cotacachi es el único nevado que encontramos entre el valle
del Guallabamba y el del rio Mira. Es un volcan muy pintoresco con una
gran helera sobre la ladera oriental de su cúspide, y su pico mas alto llega
á 4966 metros. Al pié sureste del cerro se halla la laguna de Cuicocha, que
presenta un antiguo cráter de erupción, lleno de agua y con dos islotes
(conos de erupción) en medio. El nivel de la laguna se encuentra en
3081 metros de altura.
Unas dos leguas al N del Cotacachi se levanta sobre la misma Cor-
dillera otro cerro volcánico, el Yana-urcu, que lleva su nombre de «cerro
negro» con mucha razón, pues al lado de la nevada cúspide de su vecino,
sus peñascos negros se destacan con un contraste mas notable. La cúspide
LA EEGION CENTRAL Ó ANDINA. 99
del Yana-urcu tiene 455G metros de altura. — Propiamente este cerro ya
pertenece al Páramo de Finan, con cuyo nombre se designa la Cordillera
occidental al Norte del Cotacachi, hasta el punto en que principia á reba-
jarse hacia el valle del rio Mira. Los páramos de Pifian emiten varios
ramales no muy largos hacia el oriente, es decir á la hoya de Ibarra, entre
los cuales bajan los rios que conoceremos después. Hacia el poniente se
ensanchan bastante y de este lado salen algunas cordilleras considerables:
la de Toisan, que principiando atrás del Yana-urcu, entre las cabeceras del
rio Intac (Llurimagua) y del rio de Santiago, franjea en dirección al O el
valle del primero, y mas abajo el del rio Cayapas con el nombre de Cor-
dillera de Cayapas. La Cordillera de Lachas sale del Páramo de Pifian un
poco al N del Yana-urcu, y se tira al Noroeste entre las cabeceras del rio
Santiago y del rio Lita y sobre las del rio Cachabi. Finalmente, la Cor-
dillera de Chiüuri es la rama que sigue, como continuación mas recta de
la Cordillera, hacia NNO, entre el rio Mira y el rio Lita. — Con esto ya
hemos nombrado también los rios principales que nacen sobre la Cordillera
y sus faldas occidentales: el rio Llurimagua del Cotacachi y Yana-urcu, los
rios de Santiago y Lita de los páramos de Pifian.
La interrupción que sufre la Cordillera por el valle del rio Mira es mas
considerable, que la ocasionada por el rio Guallabamba, es decir, que el valle
es mas ancho y la continuación de la Cordillera al otro lado no es tan
directa ni tan clara. Esto proviene especialmente de que el rio Mira no
corta la Cordillera de E á O por una abra angosta, sino en dirección al N
y NNO con una hoya ancha, que es como la continuación de la hoya de
Ibarra. También la dirección de la Cordillera misma, que desde el rio de
Guallabamba hasta el Páramo de Pifian ha sido de S á N, se cambia en
seguida, como la de la Cordillera oriental, al NE.
Al lado derecho del rio Mira se manifiesta la Cordillera occidental de
nuevo en los páramos de Chiltazon y del Ángel, sin que pudiéramos designar
precisamente las crestas centrales que correspondan á la continuación directa
de los páramos de Pifian al otro lado. Sobreviene otra circunstancia, que
ofusca en algo el paralelismo de las Cordilleras en este lugar, y es la de
que de los páramos del Ángel sale un alto y ancho nudo interandino do O
á E hasta la Cordillera oriental. Solo al Norte de este nudo, y cerca de
la frontera de Colombia, se manifiesta de nuevo y con mas claridad el crestón
central de la Cordillera occidental, entre las cabeceras de los grandes tri-
butarios del rio Mira y la hoya de Tulcan. — Al mismo tiempo encontramos
allá un interesante grupo de volcanes, el último en la Cordillera occidental.
Los tres mas notables son el Chiles con 4780 metros, el Cúmbal con
4790 metros y el Cerro Negro de Mayasqtier con 4470 metros de altura; los
7*
100
TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
dos primeros con nieve perpiHua y grandes lieleras, y el tercero sin ella. —
El Chiles, bajo 0°52'Lat. N, pertenece todavía al Ecuador, á lo menos por
su mayor parte, porque la frontera pasa sobre sus faldas setentrionalcs ; lo
mismo el Cerro Negro, que se halla muy próximo al lado oeste del Chiles.
El Cúnibal que dista del último solo unas dos leguas hacia el N, ya cae
allende la frontera do Colombia. Todos los tres volcanes se distinguen por
sus profundas y espaciosas calderas ó cráteres. — Al N del Cúmbal la
Cordillera sigue con el nombre de Páramo de Colimbo hasta la cercanía del
Ázufral de Túqueres, que solo tiene 4070 metros do altura, pero do es menos
interesante que los precedentes.
"
M
El nudo que al Sur del Chiles atraviesa de la Cordillera occidental á
la oriental, podemos llamar de los Altos de Boliche, porque estos le consti-
tuyen en unión con los Páramos del Ángel al poniente. También se llama
nudo de ¡a Muaca, por el pueblo de este nombre, que se halla en gran
altura (2052 m.) sobre su vertiente meridional, casi en la esquina que forma
el nudo con la Cordillera oriental, cerca del cerro Mirador. Todo el nudo
es muy ancho y cae por su altura en la región de los páramos. Su valla
es el limite setentrional de la hoya de J barra y á la vez la linea divisoria
entre los sistemas fluviales del rio Mira y del rio Patía. Gradualmente se
abate al profundo valle del rio Chota (Mira), mientras que al Norte, por la
altura del valle del río Carchi, su descenso es corto y poco notable.
En el centro de la hoya de Ibarra se hallan varios cerros volcánicos
alineados de S á N, formando de tal modo como dos Cordilleras secundarias
LA BEQION CENTRAL O ANDINA. -_■ 101
y paralelas. La primera cadena comienza con el Cusin ó cerro de Sah>Pablo,
que mas arriba conocimos como un miembro del nudo del Mojanda y Oajiítí,
y sigue al N con los picos volcánicos de Cuvilche (3882 m.), CochálotaA .'•
(3494 m.), del Oitnru (3338 m.) y otros, hasta concluir con el alto cerro de-''.
Imbábura. Este se levanta aislado por tres parles en la llanura, á 4582 metros
(2357 m. sobro Ibarra). Sus laderas muy empinadas de color gris y pardo,
la corona de peñascos negros, que en la cúspide ciñen el cráter, la faifa
de nieve perpetua, le comunican un aspecto sombrío y provocan á una
comparación con el pico nevado del Cotacachi que se halla casi enfrente
sobre la Cordillera occidental.
La segunda cadena de cerros volcánicos, que llamaremos Cordillera de
Angochagua, principia también sobre el nudo interandino del Cajas, pero al
Este del Cusin, en los páramos de Pesillo, donde estos pasan á los de la
Cordillera oriental. Do ahí tira con una altura media de 3000 metros al
Norte, entre los rios Taguando y Chamachan, y remata sobre las orillas del
rio Chota y el pueblo de Ambuqui con el cerro de Pinllar (2708 m.). Las
Ventanillas sobre la laguna de Yaguarcocha tienen 3066, el Yurac-crua
grande 3577 metros de altura
£1 sistema fluvial del rio Mira superior se compone de los rios
siguientes. El rio Blanco recoje primero todas las aguas que nacen sobre
las faldas seten trio nales del Mojanda, sobre las orientales de las Cordilleras
de Chanchagran y Sigsicunga, y de la laguna de San Pablo. Todos estos
riecitos, el Ptingo-yacu (desaguadero del cráter del Mojanda), el Tejar, el
Quichinche, el Peguche (desaguadero del lago de San Pablo) etc. se reúnen
en la cercanía de la villa de Otavalo (2581 m.), y el rio Blanco corre de
m » -
102 •••./" TOPOGBAFIA. — CAPÍTULO H.
• • •
» •• •
ahi#.0ti:.cKreccion S-N. El lago de San Pablo, que ocupa la llanura entre el
• •',
MojancLa, el Cusin y el Imbabura, y cuyo nivel se halla en la altura de
. ". •
:J9697 metros, es el lago mas grande y mas hermoso de las hoyas inter-
•*• *• * i
• '¿andinas del pais, con una media legua de diámetro. A poca distancia de
su orilla oriental se halla el pueblo de San Pablo (2726 m.).
Si seguimos de Otavalo el rio Blanco abajo, encontramos á la distancia
de una legua sobre la banda izquierda el gran pueblo de Cotacachi, á la
altura de 2453 metros y algo distante del rio. En las inmediaciones de
Cotacachi brotan varias fuentes termales muy cargadas de ácido carbónico
y bicarbonato de hierro y cal (ademas de otras sustancias). La fuente de
Yana-yacu ó del Tinte*) que es la mas conocida, tiene la temperatura de
27° C. — El rio de Cuicocha, el Alambi y el Cari-yacu son los afluentes
principales, aunque pequeños, que recibe el rio Blanco de las faldas del
Cotacachi. Desde la boca del último, cerca del pueblo de Urcuqui (2320 m.)
declina su rumbo al NE , y á corto trecho se une con el rio Taguando que
viene del Sureste. Los dos unidos toman el nombre de rio Ambi, y este
cae unas dos leguéis mas al Norte en el rio Chota.
El rio Taguando nace sobre los páramos de Pesillo y de Chuchicaranqui;
sus cabeceras se reúnen cerca del pueblo de Angochagua (2861 m.), y el
rio corre de S á N entre el Imbabura y la Cordillera de Angochagua, hasta
Ibarra, que está sobre su orilla izquierda en 2225 metros de altura. Sus
afluentes son insignificantes y solo nombraremos el desaguadero del Yaguar-
cocha. Esta laguna de fama histórica,**) se halla una legua al N de Ibarra
sobre una pequeña meseta y rodeada de colinas, á la banda derecha del
Taguando, en la altura de 2253 metros. — Desde Ibarra el Taguando vira
al NO, para unirse luego con el rio Blanco, como queda dicho.
Las llanuras que se hallan entre el rio Blanco y el rio Taguando, y que
forman la base anchurosa del Imbabura desde el lago de San Pablo hasta
Ibarra, son la parte mas plana de la hoya, la mas apta para la agricultura,
y por su temperamento la mas sana. Ademas de muchas haciendas encon-
tramos aqui los pueblos de Hatuntaqxii (2407 m.), de San Antonio (2378 m.)
y de Caránqui; los primeros dos al N del Imbabura, el último y la capital
de la provincia al NE de él. Ibarra goza de la temperatura media de 16° C.
y de un clima muy agradable.
Entre la Cordillera de Angochagua y la Cordillera real ú oriental nace
*) Se usa esta agua para teñir de negro los hilos y tejidos de algodón, preparados
antes con el cocimiento del guarango (Prosopis sp.).
**) A las orillas del Yaguarcocha (= lago de sangre) el inca Huaina-Capac obtuvo
una victoria decisiva sobre los indios Caránquis sublevados, y los hizo arrojar por miles
tí sus aguas, que se uñieron con la sangre de los sacrificados.
LA EEGION CENTRAL Ó ANDINA. 103
el rio Chota, llamado en su curso superior rio Chamachan. Corre paralelo
al Taguando de S á N, y recibe del lado éste como primer tributario de
consideración el rio Pisco. Desde la desembocadura del Pisco, en cuya cer-
canía se halla el pueblo de Pimampiro al lado izquierdo, el rio comienza á
virar al NO y finalmente al O, formando en su confluencia con el Ambi un
ángulo recto. Solo esta parte inferior, desde Pimampiro se llama rio Chota,
y en esta sección le entra su tributario mas importante, el rio Apaqui, el
cual, bajando en dirección al SO desde los Altos de Boliche, rodea el pié
meridional del nudo y recibe todas las aguas que de N á S bajan de él,
respectivamente de las mesetas de Huaca (2952 m.), Tusa (2874 m.) y Puntal
(2672 m.).
Desde la confluencia del rio Apaqui, en donde se halla el caserío de
Caldera (1600 m.) hasta la confluencia del rio Ambi en 1500 metros de
altura, se extiende el hondo y caliente valle de Chota, célebre por su fera-
cidad en los puntos que alcanza el riego artificial, por su vegetación sub-
tropical, no menos que por su insalubridad, a consecuencia de las fiebres
intermitentes endémicas. Aquí en el centro de la hoya, en el valle de Chota
y en la llanura de Salinas, que se halla como su continuación al lado
izquierdo de la boca del Ambi, se manifiesta mejor el carácter singular de
una gran parte de esta provincia : un terreno sumamente quebrado, los rios
encañonados entre largas y arrugadas cuestas, por todas partes peñascales
desnudos y tierras volcánicas del todo calvas ó escasamente revestidas de
espinares; en el fondo de los valles, en donde estos se ensanchan, los oasis
de los cañaverales, cafetales, platanales y frutales.
El rio Chota recibe entre la boca del Apaqui y su unión con el rio
Ambi un afluente considerable, el rio de Ángel ó de Mira, que le entra del lado
derecho (N) y le trae las aguas recojidas en los páramos del Ángel, que
forman la parte occidental del nudo interandino y se extienden hasta las
faldas del Chiles y del Chiltazon. Lleva su nombre de los dos pueblos que
se hallan á sus orillas. El de Mira tiene celebridad en la historia geográfica
del pais, porque hasta aquí los Académicos franceses extendieron sus tra-
bajos geodésicos en el siglo pasado.
Las aguas de todos los rios enumerados hasta ahora y reunidas por la
confluencia del Ambi con el Chota, reciben el nombre de rio Mira y lo con-
servan hasta su desembocadura en el océano. Su curso es por algunas
leguas, hasta el pueblo de la Concepción, ó hasta donde podemos extender
la hoya de Ibarra, de S á N; después, en su curso al través de la Cor-
dillera, declina al NNO. Los afluentes que el rio Mira recibe del lado
derecho, de los páramos del Ángel y del Chiltazon, todos son de poca cuantía;
algo mas largos son los del lado izquierdo, que bajan de la Cordillera
104 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO II.
occidental, como el rio de Salinas, que primero pasa al lado del pueblo de
Tumbaviro (2118 m.) y después por él de Salinas (1639 m.) en la llanura
del mismo nombre; el rio de Palacara, que nace en los páramos de Piñan
sobre el pueblo de Cháhuasqui (2408 m.), el rio Amarillo, el Salado, el de
Jerónimo, todos de aquellos mismos páramos. — Mas cortos son los que
siguen al Norte y bajan de la rama de Chilluri, como los ríos de GuáUupi,
de San Pedro, de Buena- Vista, Chinambi, Taramba y Cachi-yacu. — Al lado
occidental del mismo ramal de Chilluri se halla el rio Lita, que es el mas
largo y caudaloso de este lado, y naciendo en los páramos de Piñan corre
casi paralelo al rio Mira en su curso superior, en que pertenece á la región
andina. En su último tercio y casi al pié de la Cordillera occidental vira
al N y NE, para unirse con el Mira en un punto, que ya no dista mucho
de los planos de la costa.
Al Norte del nudo de los Altos de Boliche encontramos la pequeña
hoya interandina de Tulcan, regada por las cabeceras del rio Guáitara,
que pertenece al gran sistema fluvial del rio Palia. — La hoya está limitada
al Oeste por el volcan de Chiles, al Este por la Cordillera oriental sobre
Tulcan, y al Norte por los cerros de Ipiales. Á causa de su alta posición,
casi en la región de los páramos, podríamos comparar la pequeña hoya de
Tulcan con la de Cañar; su importancia consiste mas bien en la cria de
ganado que no en la agricultura.
El rio Cúmbal que viene del cerro del mismo nombre y de los páramos
de Colimba, pertenece todo á la República de Colombia; el rio Carchi, que
desciende del cerro Chiles y corre por medio de la hoya de O á E, forma
el lindero del Ecuador con Colombia hasta cerca de Ipiales, donde se reúne
con el Cúmbal y con otros dos riachuelos, el Chana y el rio Bobo, que bajan
de los Altos de Boliche. Encima de esta confluencia de los ríos y no muy
lejos de la frontera, se halla Tulcan, la pequeña capital de la provincia del
Carchi, á la altura de 2977 metros y con un clima bastante rígido.
La región andina é interandina que acabamos de describir, es la mas
variada en cuanto á sus condiciones orográficas é hidrográficas. Difícil seria
caracterizarla en pocas palabras, porque para hacerlo, tendríamos que hablar
fuera de la configuración externa, también de la variedad del clima, de la
vegetación y otros momentos, que serán objeto de consideraciones posteriores.
Sinembargo no quiero privarme del gusto de intercalar aquí un bello pasaje
concerniente, que debemos á la pluma maestra del doctor P. F. Cevállos.
Hé aquí lo que escribe en su obra muchas veces citada (Resumen de la
Historia del Ecuador, VI, pág. 245) al pasar de la región litoral á la andina:
LA REGIÓN CENTRAL Ó ANDINA. 105
«Al describir esta segunda región del territorio ecuatoriano, es de ver
que cambian las decoraciones y su aspecto de manera tan clara y distinta,
que mas bien parece que pasamos, no de una nación á otra, sino do un
continente á otro, ó hablando con mayor acierto, do una zona á otra. El
suelo, producciones y belleza de las provincias serraniegas son de diverso
tipo y coloridos, pues, si en las costeñas la elevación y cerramiento de los
siempre y por siempre floridos bosques, la anchura, mansedumbre y majestad
con que se deslizan los ríos, y la maravillosa fertilidad de los campos for-
man un coiyunto que á la verdad asombra; en las de lo interior las tierras
descubiertas y caprichosamente vestidas de distintos colores, los montes de
nieve que van como á esconderse entre los cielos, y los contrastes que pre-
sentan la altura de estos plateados conos con la oscura profundidad de sus
abismos, la furia de los torrentes y cascadas con la apacibilidad de las la-
gunas, los agrios y desnudos peñascales con el verdor de los valles y pra-
deras, ó el dorado de las mieses por los contornos, la paja de los páramos
hombreándose con los cañadulzales; constituyen panoramas embelezadores
para quien, saliendo del enmarañado laberinto de las selvas, atraviesa los
desfiladeros y viene á dar con el también laberinto montuoso de las altas
mesetas de los Andes.»
Capítulo III.
La región occidental
Sirva de introducción á este capítulo, lo que he dicho del carácter
general de la región occidental (pág. 16). — En su descripción sistemática
procederemos de nuevo del Sur al Norte, y como no podemos fijar siempre
con toda exactidud sus limites con la región andina, á veces tendremos
que subir las faldas de la Cordillera, para buscar el origen de los ríos Uto-
rales, lo que importa poco, porque hicimos la distinción de las tres zonas
solo con el objeto de facilitar su estudio, sin negar las transiciones sucesivas
de una á otra. — En este capitulo podemos generalmente prescindir de la
indicación de las alturas de los lugares, que con tanta profusión he inser-
tado en el precedente; porque en el litoral las alturas absolutas, sobre el
nivel del mar, casi siempre son insignificantes. Notaremos sinembargo las
excepciones.
Sección Ia. La región litoral desde Túmbez hasta Guayaquil.
Á consecuencia de la gran ensenada, que hace el Golfo de Guayaquil
en la tierra firme del continente sudamericano, la Cordillera de los Andes
se acerca mucho al Océano pacífico, de manera que entre el pié de ella ó
de sus ramales y el mar no queda mas que una llanura angosta. Solo desde
Túmbez al Sur, y desde Puna al Norte, donde la costa retrocede al occi-
dente, las llanuras litorales toman mas ensanche y mayor desarrollo.
El rio Túmbez pertence en su sistema superior á la hoya interandina
de Zaruma. Después de salir de las montañas altas, ó desde el sitio de
Puyango, en donde el valle comienza á ensancharse y las cordilleras á ambos
lados se retiran, sigue muy correntoso por despoblados, siempre al Oeste,
hasta el sitio peruano de Ricaplaya, donde hace un codo muy fuerte y vira
al Norte. En su curso inferior, que mide hasta Túmbez unas 5 leguas, el
rio es algo mas manso y navegable por canoas pequeñas. Atraviesa un
LA EEGION OCCIDENTAL. 107
terreno suavemente undulado, y sobre sus orillas hay una serie de pequeños
sitios y haciendas de ganado. — Esta región (la recorrí en Marzo, en la
estación lluviosa, cuando estaba cubierta de una bonita vegetación gramínea
y herbácea) me recordó vivamente las «lomas» entre Santa Lucia y Balsar
ó atrás de Colimes. Pero alejándose del rio Túmbez y penetrando mas al
Sur, pronto desaparece la lozanía de la vegetación y se manifiesta mas y
mas el carácter triste del ^desierto de Tumbee*, que es el principio del gran
desierto peruano que acompaña la costa del Pacífico, con pocas interrup-
ciones, hasta Chile. — La villa de Túmbez, capital de la provincia del mismo
nombre*), se halla sobre la orilla derecha del rio, unas 3 leguas arriba de
su desembocadura. Esta se verifica por tres brazos anchos entre espesos
manglares y no permite la entrada de embarcaciones mayores (vapores y
barcos), ya por el poco fondo de los canales, ya por los extensos bajos que
se hallan delante de la boca. — La marea sube en el rio hasta muy cerca
del pueblo.
El rio de Zarumilla, que desemboca en el estero de la Huaquilla y por
él en la Boca de Capones, al Sur de la isla Payana, es pequeño y nace entre
las últimas ramificaciones bajas de la Cordillera de Tagüin, corre de S á N
por un terreno parecido al que encontramos en el curso inferior del rio
Túmbez, y tiene su importancia por ser actualmente la linea divisoria entre
la jurisdicción ecuatoriana y la peruana. Á la última pertenece el pequeño
pueblo de Zarumilla, que se halla no muy lejos de su desembocadura sobre
la orilla izquierda.
Si de Túmbez tomamos el camino mas recto á Santa Rosa, que pasa
casi derecho de O á E y cruza el rio de Zarumilla en los sitios de Papayal
(peruano) y Chacras (ecuatoriano), la distancia desde el rio Túmbez hasta
el de Zarumilla es casi la misma, 4 leguas, que la que media entre este
último y el pueblo y rio de Arenillas. Este último rio nace también entre
los ramales occidentales de la Cordillera (los cerros de Tagüin y la Cord.
de Sta. Rosa), pero es mas largo y algo mas considerable, que el de Zaru-
milla. Después de pasar en su curso superior por una región despoblada,
de E á O, vira, al salir de las montañas, al N y recibe el nombre de rio
del Potrero; finalmente entra en el estero de Jumon y por él en el gran
estero de Pitah
Precisamente en el punto, en que abandona el rio la región montañosa
y entra en la llanura, se halla el pueblo de Arenillas, que es el primero de
*) En el Perú correspondo la «Provincia» al «Cantón» ecuatoriano, y el «Departa-
mento» á nuestra «Provincia». Así Túmbez es una provincia del departamento de Piura;
en el Ecuador diríamos que es un cantón de la provincia de Piura.
108 TOPOGBAFIA. — capítulo m.
la jurisdicción ecuatoriana. Al N y NO de este pueblo, es decir, entre los
ríos de Zarumilla y del Potrero, y entro las montañas y el estero grande
de Pital, se extiende una región casi desierta de unas 12 leguas cuadradas,
en que distinguimos tres zonas paralelas: la primera, bastante angosta, es
la de los manglares á lo largo del estero; la segunda, mucho mas ancha,
consiste en salitrales, faltos de toda vegetación (salitrales de Cayanca), que
en tiempo de los aguajes en gran parte se inundan; la tercera zona entre
la montaña (ó el camino real) y los salitrales lleva el carácter de las pampas
áridas con una escasa vegetación gramínea y algarrobos y espinos aislados.
— En general podemos decir que toda la región entre Túmbez y Arenillas
participa todavía en mucho del clima árido de los desiertos peruanos, porque
en esta parte el litoral se halla todavía bastante lejos de la Cordillera alta,
que es la que influye esencialmente en la humedad del clima. Solo desde
el rio de Arenillas, ó mejor dicho, desde Sta. Rosa, en donde las montañas
altas ya se acercan mucho á las orillas del Golfo, comienza á desarrollarse
el clima húmedo, que es tan característico á esta zona litoral del Ecuador
hasta Naranjal.
El primer sistema fluvial algo desarrollado, que encontramos en la zona
litoral, es el del rio de Santa Rosa. El comprende los ríos, que bajan
de las faldas occidentales de la Cordillera de Dumarí y de una parte de la
de Chilla. Las dos ramas principales son el rio de £¿*. Rosa propiamente
dicho y el rio de Bueña-Vista. El primero es el mas conocido, porque á
lo largo do él y en parte por su mismo cauce pasa el camino real de St*.
Rosa á Zaruma y Loja. Mientras corre entre las montañas, su curso es de
E á (), pero desde Pitapungo, donde entra en la llanura, vira al NO. Desde el
puerto de St*. Rosa (llamado también puerto de Pital), dos leguas arriba de
su boca en el estero de Jambelí, el rio toma la forma de estero, es decir,
está sujeto á las alternativas de la marea y es navegable por chatas y pe-
queños vapores.
El rio de Buena- Vista nace sobre aquella parte de la Cordillera, que se
llama Chillacocha y Cerros de la Angostura, y baja en dirección NO hasta
el pueblo de Buena- Vista, en cuya cercanía entra en los llanos. Luego vira
al O y SO, y dá muchísimas vueltas, sobre todo en la última parte de su
curso, en que atraviesa un terreno muy bajo y pantanoso. Su confluencia
con el rio de Sta. Rosa se halla al lado del puerto de Pital. — El rio de
Bueña-Vista recibe del lado derecho solo el pequeño afluente del rio Raspa
en la cercanía del pueblo, pero del lado izquierdo le entran dos tributarios
de mayor cuantía: el rio de Caluguru, que viene de la Cordillera de Dumari,
como el de Santa Rosa, y corre paralelo con este, en el valle de Biron.
Desemboca en el rio de Bueña-Vista muy cerca del puerto de Pital. El otro
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 109
es el Rio Negro, que nace mas al Norte y corre entre el rio de Buena- Vista
y él de Caluguru. Su desembocadura se efectúa por varios canales que lo
entrelazan con las bocas de los dos ríos nombrados, en un terreno pantanoso
que lleva el carácter de las «tembladeras». — Sobre el ramal de montañas,
que separa el valle del rio Negro del del rio Caluguru, se levantan dos cerros
cónicos muy característicos, que se llaman Caluguru grande y Caluguru chico.
El pico del primero me sirvió de punto fijo en el levantamiento del plano
del Cantón de Sta. Rosa. La Cabecera de cantón se halla a la orilla izquierda
del rio de St*. Rosa, un kilómetro al Sur del puerto de Pital ó de la con-
fluencia del rio de Buena- Vista..
Donde el Estero de Sta. Rosa entra en el estero grande de Jambelí y
casi enfrente de la llamada Boca de Pital, entra del lado derecho el estero
de Guarumal, que mas arriba se llama rio de Motuche. Este rio, que se
cruza en el camino de Máchala á Bueña-Vista, es ahora insignificante (en
verano casi seco) y sirve de desaguadero a unas tembladeras, que se hallan
entre los pueblos y ríos de Buena- Vista y de Pasaje; pero en una época no
muy remota parece haber sido el cauce del rio Jubones. — Mas al Norte y
ya cerca de la Boca de Jambelí entra por el mismo lado derecho el pequeño
y corto estero de Máchala, que apenas merecería una mención, si no fuese
la principal via de comunicación con la capital de la provincia del Oro, con
Máchala. Las chatas y los pequeños vapores penetran hasta el fin del estero,
donde se halla el Puerto de Pilo en una llanura salitrosa. De ahí dista el
pueblo apenas una milla. Algunos esteritos mas, que hay desde la boca
de Jambelí hasta la del Jubones, se puede ver en el mapa.
El rio Jubones nos interesa por ahora solo en su curso inferior (de
4 á 5 leguas), desde el pueblo de Pasaje; porque todo el resto cae en la
región andina y queda descrito mas arriba. En su curso medio llevaba el
rumbo de E á O, pero desde su salida de las montañas cerca de Pasaje,
vira al Noroeste y lleva el nombre característico de a El Rompido». Es
bastante correntoso hasta su desembocadura en el golfo de Guayaquil al lado
del pueblecito de Bajo alto, de manera que la navegación se dificulta aun
para canoas de pieza, á lo menos desde el sitio del Guabo por arriba. En
parte atraviesa terrenos muy bajos, dividiéndose en varios brazos y formando
tembladeras, por las cuales cruza un brazo al Norte hasta el rio Chaguana,
que es tributario del rio Pagua.
En todos los mapas antiguos del siglo pasado y también en él de Villa-
vicencio el Jubones desemboca al Sur de Máchala en el estero de Jambelí,
mientras que hoy corre muy al Norte de este pueblo. Parece que el cambio
se verificó á fines del siglo pasado ó al principio del nuestro, y consistió
en que el Jubones se rompió un cauce nuevo inmediatamente abajo del pueblo
110 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO III.
de Pasaje, embancando al mismo tiempo el antiguo, que se habrá dirigido
al Suroeste. De aqui se explica su nombre nuevo de «El Rompido». Como
las cartas antiguas son tan defectuosas, no puedo indicar con exactitud el
curso antiguo del Jubones; pero basta observar con alguna atención aquella
región sobre mi mapa nuevo, para aprobar la conjetura de que el antiguo
Jubones haya pasado por las tembladeras al SO de Pasaje y por el rio
Motuche, para desembocar en el actual estero del Guarumal. Probablemente
esta no fué la única vez, que el Jubones cambió de curso; pues en las
pampas que se extienden entre Máchala, Pasaje y Buena- Vista, se encuentran
por todas partes antiguos cauces secos de ríos, y el terreno se compone en
gran parte de arena muerta y de cascajo, como lo arrastran los ríos durante
las crecientes. Y aun parece que el rio tenia en una época dos bocas al
mismo tiempo, la actual del Rompido y la antigua por el Guarumal. Lo
deduzco de un paso, que se lee en la obrita otra vez citada de A. Baleato
del año 1820 y que dice: «En el limite austral de la provincia está el rio
de la Sabanilla ó de los Jubones, que baja del distrito de Cuenca, y pasando
por el pueblo de Yulug, á poca distancia se divide en dos brazos; el del N
forma el rio Jumar ó de Máchala, que desagua por la costa de este nombre;
y el del S es el rio de Zabanilla que desemboca por el salto Túmbez, en
los esteros de la costa de Payana.» En consecuencia de frecuentes avenidas y
cambios fluviales esta región se ha esterilizado por partes y hoy dia es escasa
de agua. Máchala mismo no goza de una posición muy ventajosa al borde
de los salitrales y manglares, y padece de carencia de agua. Su región cul-
tivable se halla lejos, hacia las orillas del Rompido y del rio de Bueña-Vista.
Desde aEl Rompido» hasta el rio de Naranjal sigue á lo largo del Golfo
(ó del Canal de Jambeli) una zona de 11 leguas de largo, que en todas sus
secciones es muy uniforme. Es aquella región en que la Cordillera occi-
dental (entre Mullepungo y el Cajas) se acerca mas al mar que en ninguna
otra parte de la República, y por esto su vista desde el golfo, ó desde la
vecina isla de Puna, pertenece á las mas grandiosas, de que se puede gozar,
presentándose ella con su altura absoluta de 4000 metros.*) La descripción
de esta parte de la Cordillera encuentra el lector en la pág. 44, en donde
también he indicado los ríos principales que bajan de ella al litoral, y cuyos
*) En la región andina el observador, hallándose el mismo en alturas de 2000 metros
y mas, siempre aprecia tan solo las alturas relativas. Así, por ejemplo, desde la hoya
de Cuenca, la misma Cordillera que admiramos desde Puna por su gran elevación y con
toda su altura absoluta, se presenta solo con 1500 metros y hace poca impresión. El
Chimborazo que tiene mas de 6300 metros, nunca ostenta toda esta altura, sino á grandes
distancias, desde las llanuras litorales, donde ya no hace impresión; en la cercanía solo
lo vemos con 3500 ó á lo mas con 4000 metros.
LA BEGION OCCIDENTAL. 111
valles hacen las incisiones profundas en su mole gigantesca. — Los pies de
los estribos de la Cordillera no se prolongan mucho en la llanura y todos
acaban á la distancia de 3 ó 4 leguas del golfo, con lo cual queda indicado
el ancho de esta zona perfectamente llana, cuyo largo es de once leguas,
como he dicho mas arriba.
Numerosos son los rios que riegan y fertilizan esta región. El primero
al Norte del Jubones es el rio de Pagua, que en su curso medio recibe como
tributario el rio Machalera, y cerca de su boca el de Chaguana. Todos los
terrenos adyacentes á estos tres rios pertenecen á la gran hacienda de Pagua.
— Sigue el pequeño rio Siete, que no nace en la altura de la Cordillera
principal, sino entre sus últimas ramificaciones que separan los rios de Pagua
y de Tenguel, arriba del cerrito cónico de Tenguclillo. Su curso regular se
pierde por algún trecho en las tembladeras de la costa, y solo entre los
manglares, cerca de su desembocadura, se declara de nuevo un cauce re-
gular. — Sigue el rio de Tenguel, que viene desde la cresta misma de la
Cordillera, naciendo del lago de Nariviña, y desciende en dirección al NO
hasta su entrada á los llanos. De ahi sale por muchas tortuosidades hacia
el Oeste al mar. — El rio de Gala se parece en mucho al de Tenguel, pero
tiene un curso mas recto de E ú O. Al entrar en la llanura se acerca hasta
pocas cuadras al rio de Tenguel (cerca del sitio de Gala de arriba), y aun
parece que en épocas antiguas los cauces de los dos rios se habían con-
fundido varias veces en ese lugar. Mas adelante vira por un arco grande
al Oeste. Todos los terrenos comprendidos entre los rios Gala y Siete y
atravesados por el Tenguel, hasta muy arriba en las faldas de la Cordillera,
pertenecen á la hacienda de Tenguel, que es una de las mas grandes y mas
valiosas de la República.
A poca distancia del rio Gala sigue el de Balao, que en cuanto al caudal
y extensión de su sistema, es el mas grande. Los valles superiores y medios
de los rios de Pagua, Tenguel y Gala eran angostos y despoblados, pero el
valle del rio de Balao es mas anchuroso y poblado por haciendas y caseríos
hasta cerca de los páramos. Por él conduce un camino bastante frecuentado
á Cuenca. Las dos venas principales, de que se forma el rio de Balao, son
los rios de Angas y de Jerez. El primero nace sobre la parte de la Cor-
dillera que se llama Hatuc-loma, algo al S del Cajas, y el segundo en la
cercanía del cerro Jerez, sobre Tarugapamba que pertenece á la ramal que
sale del Cajas hacia Molleturo. De este mismo lado bajan el rio de Canoa
y mas adelante el rio de Chacay acu, también tributarios de rio de Balao.
Los afluentes del lado izquierdo son numerosos pero pequeños, entre ellos
los rios de Huaca, de Baños, de St°. Domingo, de Siri-yacu, de Tuquir.
Desde la boca del último entra el rio Balao en la llanura y corre primero
112 topografía. — capítulo m.
por casi dos leguas (por aLas Playas*) dividido en muchos brazos pequeños
entrelazados, que frecuentamente cambian de curso. Solo desde el Sitio
Nuevo se recoje en un cauce mas estable y sigue muy tortuoso hasta afuera,
al golfo. Cerca de su boca y casi á la margen de los manglares se halla
el pueblo de Balao á la orilla izquierda del rio. Hasta aquí suben con la
marea las chatas y los pequeños vapores.
Dos leguas al N de la Boca de Balao encontramos la de Jagua. Este
rio se parece en su curso inferior al de Balao, pero no es tan largo y viene
por un valle despoblado del ramal de la Cordillera, que se halla encima de
Molleturo. — Ahora siguen hasta Naranjal una porción de riachuelos cortos,
los de Lainin, del Carmen, de San Jacinto, de las Piedras, de Minas y de
Pucay, que todos nacen en las últimas ramificaciones del ramal de Molleturo,
y atraviesan en su último tercio una región pantanosa, en que se bifurcan
y entrelazan varias veces antes de reunirse de nuevo cerca de los manglares
en los esteros de San Vicente, Balao chico y en el Estero viejo (Boca de
Cafia-yacu). Con el rio de Naranjal ó de Suya se acaba la región angosta
del litoral y en su boca también el golfo de Guayaquil, principiando ahí el
delta del rio Guayas, y ensanchándose las llanuras hacia el oriente.
El rio de Naranjal ó de Suya, que en su curso superior conocimos
con el nombre de Cañar, entra en la llanura á la distancia de ocho leguas
de su boca, algo mas arriba de la hacienda de Suya grande, ó de la boca
del rio Patul. De este punto corre al SOO, dejando á su derecha (lado
Norte) grandes llanuras pantanosas, y recibiendo de su izquierda (lado Sur)
los afluentes descendientes de la Cordillera de Molleturo. Entre estos hay
que mencionar ante todo el rio Norcay, que nace sobre el Cajas de Cuenca,
baja por el valle de Contra-yerba y del Mihuir de E á 0, y vira cerca de
Molleturo al N. Después siguen los pequeños ríos de Gramatal, Pechiche
y de Chacayacu, que en su curso inferior participan de la propiedad de los
ríos que conocimos al Sur de Naranjal, de ramificarse y entrelazarse varias
veces arriba de sus desembocaduras. El Chacayacu es el mas largo y mas
importante de ellos. El recoje las aguas del ramal de Yerba-buena, sobre
la cual sube el camino real de Cuenca (r. Shiri-yacu, r. Pescado, r. Chaca-
yacu) y sobre su brazo izquierdo se halla el pueblo de Naranjal, a la distancia
de legua y media de su desembocadura en el rio grande de Suya ó de Na-
ranjal. Hasta esta boca ó el puerto de la Revesa sube la marea, y el rio ó
estero es navegable y accesible por los vapores fluviales.
Como la región litoral entre Máchala y Naranjal constituye uno de los
distritos de cacao mas importantes de la República, conviene completar la
descripción con algunos datos mas. La región es tan uniforme, que basta
estudiarla á lo largo de un rio, desde su boca hasta el pié de las montañas,
LA BEGION OCCIDENTAL. 113
para conocerla toda. Por tipo podría servir el rio de Tenguel ó el rio de
Gala. Distinguimos 4 zonas muy características, que se siguen de O á E
en el orden siguiente: Io La zona de los manglares á lo largo de la orilla
del Golfo, mide comunmente una milla de ancho y está sujeta á las inun-
daciones ocasionadas por las mareas todos los dias, ó á lo menos en tiempo
de los aguajes. En esta zona el rio dá algunas vueltas largas y tiene la
forma de un estero mas ó menos ancho, que se vacia y se llena dos veces
en 24 horas. Con la creciente entran las embarcaciones, que no pasan del
tamaño de las achatas». — 2o Sigue la zona de las sabanas y tembladeras
con un ancho variable de una a tres millas. Ella no se presta todavía á la
agricultura, pero admirablemente á la cria de ganado, pues el pasto natural es
abundante y exuberante. En tiempo de las lluvias (en invierno) se inunda
casi todo el terreno, y en varias partes las aguas quedan estancadas durante
todo el afio, formando las tembladeras. En esta zona el rio serpentea con
mil tortuosidades, cambiando con frecuencia de cauce, bifurcándose y á veces
perdiéndose por trechos en los pantanos y tembladeras. — 3o La zona del
cultivo, la mas importante de todas, se extiende entre la sabana y el pié de
las montañas con un ancho de una á tres leguas. Forma un plano casi in-
sensiblemente inclinado de E á O, y se compone de un terreno algo arenoso
pero rico en tierra vejetal, que á la entrada en los valles y al pié de las
montañas pasa al cascajoso, pero en general se presta especialmente á la
agricultura. En el estado natural esta zona está cubierta de una vegetación
arbórea muy variada y espesa, en la cual se encuentra mucho cacao sil-
vestre, indicando de antemano el cultivo, á que el terreno parece como pre-
destinado. En efecto se reúnen en esta zona todas las condiciones favorables
al cultivo del cacao: un clima húmedo y caliente, un suelo lijeramente
arenoso ó cascajoso pero sustancioso. Sinembargo, los otros productos tró-
picos, especialmente el café, el plátano y la caña no quedan en zaga del
cacao; en una palabra, es una de las regiones mas fértiles del pais y está
todavía lejos de ser explotada en la extensión en que lo merece. Aquí el
rio corre por un cauce mas estable, es mas correntoso y hace menos vueltas,
ya no es navegable ni en canoas pequeñas. Las inundaciones, si en invierno
á veces suceden, son parciales y transitorias, el terreno, aunque en conse-
cuencia de la mucha humedad del clima regularmente fangoso, no es pan-
tanoso. — 4o La zona de las montañas comprende las faldas inferiores de
la Cordillera ó de sus ramales. Podemos extenderla hasta la altura de
unos mil metros, es decir, hasta donde se cultivan con ventaja los productos
de la tierra caliente; mas arriba ya pasa á la región andina. Esta zona
queda en el distrito de que hablamos, todavía sin cultivo, si exceptuamos
el valle del rio Balao, en que se encuentran algunas haciendas en el límite
Wolf, Ecuador. 8
114 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO III.
de la región andina. Generalmente queda cubierta de las selvas virgenes
con aquella vegetación trópica y majestuosa, que caracteriza el pié y la
primera grada de los Andes. El ancho de esta zona es naturalmente muy
variable, según las montañas se prolongan mas ó menos hacia la costa, y
según se abaten rápidamente ó por lomas tendidas á la llanura. Los ríos
llevan el carácter de torrentes estrepitosos y arrastran con preferencia cas-
cajo grueso, esterilizando las playas á lo largo de sus orillas, mientras que
en la zona anterior fertilizan el terreno, depositando á su largo los bancos
y vegas de arena y tierra vejetal, tan favorables al cultivo del cacao, café,
plátano, tabaco etc.
La región que acabo de describir, es también sumamente instructiva
para el geólogo, que quiere estudiar la formación aluvial de las provincias
litorales, y volveremos á ella en otro capitulo.
Desde el rio de Naranjal hacia el Norte se cambia notablemente el
carácter de la región litoral, las llanuras se ensanchan, las montañas se
retiran al Este. En lugar del Golfo de Guayaquil (Canal de Jambeli) tene-
mos á la izquierda el rio Guayas y su delta.
Echemos una ojeada sobre el mapa, y observaremos que el Bio Guayas
se presenta como la continuación del Golfo hacia el Norte. Desde la punta
Sur de la isla de Mondragon, donde propiamente acaba el Golfo, hasta la
ciudad de Guayaquil se miden 10 leguas. Si tiramos una • linea recta de
E á O, desde la Revesa, adentro de la boca de Naranjal, hasta la boca del
estero de Sabana grande, y si reunimos estos dos puntos con un tercero
que se halla enfrente de Guayaquil en medio rio, ó en el «Cerrito», sacare-
mos un triángulo, cuya base indicada mide también 10 leguas, como su
altura. Y este triángulo comprende aproximativamente el delta antiguo del
rio Guayas, es decir, como existió en una época geológica no muy remota
y quizá todavia en la moderna, cuando el Guayas comunicaba por la sabana
de Guayaquil, y por varios puntos mas abajo con el Estero Salado y sus
ramificaciones. La separación completa que actualmente existe entre el
Salado y el Guayas, se ha efectuado por los aluviones del rio mismo, que
formaban poco á poco la sabana, cegaban los canales de comunicación y
embancaban toda la orilla derecha. Por este procedimiento muy natural,
que no es imaginario sino un hecho geológicamente probado, el delta actual
del rio Guayas se halla reducido á la mitad del triángulo descrito arriba,
es decir, á la porción que cae al lado izquierdo del rio principal, y el Estero
Salado forma un sistema aparte.*)
como
*) Lo que el rio ha formado por aluvión, puede también destruir por la erosión,
sabemos por mil ejemplos en los cauces de nuestros rios. No seria imposible que
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 115
Inmediatamente arriba de Guayaquil el rio pasa una angostura entre el
cerro de Santa Ana y los cerros de Cabra, estrechándose en este lugar á
1500 metros; pero luego y enfrente de la ciudad se ensancha mucho y se
divide en dos brazos que rodean la isla de Santay, cuyo largo es de una
legua. Unido de nuevo en un solo tronco, corre casi recto de N á S, pre-
sentando en su orilla derecha como únicos accidentes notables un pequeño
estero que rodea la isla de Masa, y mas abajo (5 leguas distante de Guaya-
quil) la pequeña colina de Punta Piedra, que significa para los navegantes
la mitad del camino entre Guayaquil y Puna, y recuerda á los Guayaquilefios
un episodio triste de la historia moderna del pais (1865 Combate de Jam-
belí). — Un poco arriba de Punta Piedra se separa el primer canal grande
del delta á la izquierda, que se llama canal de Matorillos, y una legua mas
abajo sale en el mismo sentido el canal del Callejón, que es el camino de
las embarcaciones distinadas á la boca de Naranjal. Entre los dos canales
expresados se extiende la angosta pero larga (2l/2 leguas) isla de Matorillos.
Abajo de ella el brazo del rio, formado de los dos canales, es mas ancho
que el rio principal, del cual esta separado por la gran isla de Mondragon,
que tiene casi una legua de ancho y 4 de largo. Otra mas pequeña, que
se llama Malabrigo, se halla en medio del brazo entre Mondragon y la boca
de Naranjal. — Donde acaba la isla de Matorillos, sale al oriente la ancha
boca de Taura, llamada asi, porque de ella se introduce hacia el N y paralelo
al canal de Matorillos el estero de Taura. Pero otro estero no menos im-
portante, entra de la misma boca de Taura mas al Este y vira después igual-
mente al N y NE con varias ramificaciones. Este es el estero de Churute
que está en comunicación con el de Churulillo ó un brazo ancho, que desde
la boca de Naranjal sube tierra adentro hasta la de Taura, separando de
tal modo de la tierra firme una isla grande. Siempre es muy difícil dar
una descripción clara de los laberintos acuáticos tan complicados, y mucho
mejor se los estudia sobre el mapa.
La región comprendida entre el rio Guayas (desde la boca de Naranjal
hasta Guayaquil) y la Cordillera occidental tiene el ancho de diez á doce
leguas y es completamente llana, con excepción de los cerros de Taura, que
luego conoceremos. Es muy poco habitada y poco cultivada, porque en su
mayor parte se compone de sabanas pantanosas é inundadas (tembladeras),
que á lo mas se prestan á la ganaderia, pero no á la agricultura. La última
se halla reducida á ciertos lugares alislados; donde el terreno la favorecería,
como hacia el pió de la Cordillera, falta la población, y todo está cubierto
se restablezca en algún tiempo la comunicación entre los dos sistemas; pero el interés
de la ciudad de Guayaquil exige, que se la impida en cuanto sea posible.
8*
116 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO III.
de monte, rico en maderas valiosas (montañas al Este de Taura y de Boliche,
montañas de Bulubulu).
El fondo oriental de esta región forma la Cordillera entre el rio de
Cañar y el de Chanchan, de que hablé en otra parte. Dos ríos de impor-
tancia nacen en sus faldas: el rio Bircay, mas abajo llamado rio de Taura
y el rio de Bulubulu, que abajo se llama rio de Boliche. Los sistemas de
estos dos rios, que en su curso medio ó inferior comunican entre si, ocupan
casi toda la región de que tratamos. Solo en la parte mas meridional
encontramos entre el rio de Naranjal y el de Taura el pequeño rio de Churute,
que nace en las tembladeras al Sur de los cerros de Taura y entra pronto
en el estero grande de Churute.
El rio Bircay baja de la Cordillera casi recto de E á O por un angosto
valle, que corre paralelo al de Cañar, y en cuya parte media se hallan
algunas haciendas, que sinembargo ya pertenecen á la región andina. Al
salir del valle y de las montañas, y al entrar en la llanura, vira al NO por
un espacio de 3 leguas, hasta el sitio de Guamapungo ó el cerrito de la
Huaquilla. En este trecho corre por varias venas entrelazadas, y una mas
separada que se llama de Chontapamba vieja, parece indicar el cauce antiguo
del rio. En Guamapungo conserva un brazo la dirección al NO y vá derecho
al rio de Bulubulu, que se halla á poca distancia y baja como el Rircay de
la Cordillera con el rumbo E-O, pero por un valle del todo despoblado.
Este brazo que une los dos rios, queda en ciertas épocas casi seco; el caudal
principal del Rircay, que desde aquí se llama rio de Taura, vira al pié del
cerrito de la Huaquilla al Oeste y corre por largo trecho casi paralelo al
rio de Boliche. Del lado izquierdo recibe el tributo del rio Corojo ó Gua-
rumo, que recoje las aguas de las montañas al pié de la Cordillera entre
el rio Suya y el rio Rircay. Desde el pueblo de Taura, que se halla sobre
su orilla izquierda, cambia el rio poco á poco su rumbo al Sur y entra en
el estero navegable, que sale á la Boca de Taura. En su curso inferior
recibe el rio de Taura muchísimos afluentes pequeños de las sabanas y
tembladeras. Casi enfrente del pueblo entra un canal que le comunica con
el rio de Boliche, y q\ie es navegable en pequeñas canoas. Otro canal que
sale mas abajo del pueblo en el codo que hace el rio para entrar al estero
grande, es muy conocido bajo el nombre de la Zanja y comunica con el
rio Guayas, desembocando abajo del sitio de Sonó. También se trafica por
este canal en canoas, y es la via de comunicación mas corta entre Taura y
Guayaquil.
El rio de Boliche (asi llamamos el Bulubulu desde el punto en que
recibe el mencionado brazo de Guamapungo) corre bastante recto de E á O
hasta su desembocadura en el Guayas. Primero pasa entre las haciendas
LA BEGION OCCIDENTAL. 117
de Vainilla y de Guanábano, y después llega al pueblo de Boliche, que se
halla sobre su borde derecho. Media legua abajo del pueblo se divide el
rio en varios brazos; el mas meridional se dirige a Taura y es aquel canal
de comunicación do que he hablado y que entra enfronte del pueblo. Los
demás brazos se pierden pronto en las extensas tembladeras, que se hallan
entre Boliche y el rio Guayas; sinembargo atravesando esos pantanos en
canoa, se puede seguir el rio principal por todas sus mil tortuosidades que
describe, ya ensanchándose como un lago, en que apenas se observa la
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corriente, ya estrechándose en un angostísimo hilo de agua, hasta salir
finalmente con un cauce regular (desde el sitio del Sauce) al brazo del rio
Guayas, que baña el lado oriental de la isla de Santay.
Los demás riecitos que caen al rio Guayas en esta región, como los
esteros de Zoraida, de Santay, de Cantagallo, de Sitio nuevo etc. son todos
insignificantes y nada mas que desaguaderos de las tembladeras.
Por primera vez encontramos entre Taura y el rio de Suya un grupo
de cerros del todo independientes de la Cordillera de los Andes. Son los
cerros de Taura ó de Churute, que desde Guayaquil se presentan como una
118 TOPOGRAFÍA. — capítulo ni.
pequeña cordillera. Distan del pié de la Cordillera grande unas tres leguas
y se levantan directamente y sin transición de la sabana completamente
llana de Taura, mas cerca al rio Churute que al de Taura. El grupo consta
de 6 cerros cónicos, aislados, é irregularmente agrupados, y de una pequeña
cadena que se extiende algo mas que una legua de E á O. Los dos puntos
mas altos de esta cadena son el cerro Masvále y el de Baiang; y de los
cerros aislados son los principales el Cimálon el Guábito y el Perequeté. Su
altura es de 300 á 400 metros. En las inmediaciones del pueblo de Taura
y al lado derecho del rio encontramos una cadenita baja (de 20 á 30 metros
de altura) de colinas, los cerritos de Taura, que no merecerían mención,
como tampoco la Huaquilla de Guamapungo citada mas arriba, si no llama-
sen la atención en una llanura tan perfecta. Pero con estos dos puntos y
los cerros altos de Taura hemos enumerado todas las elevaciones de terreno
en la zona litoral desde Máchala hasta Guayaquil.
El delta del rio Guayas con sus islas de aluvión está cubierto de man-
glares. Pero mientras que en el Salado que contiene agua del mar casi
pura, el mangle acompaña los esteros y esteritos hasta sus últimas rami-
ficaciones, en el rio Guayas sube este árbol solo hasta cerca de la isla de
Masa, es decir hasta donde el agua es muy salobre. Lo mismo se observa
en los esteros de Naranjal y Taura, en los que el mangle sube hasta el
punto, en que el agua salada de las mareas prevalece sobre el agua dulce
del rio.
He dicho mas arriba, que la región entro el rio de Naranjal y el de
Boliche — y podemos extenderla hasta el rio Chimbo — , consta por su
mayor parte de llanuras incultas y terrenos pantanosos. Como tales terrenos
se repiten con frecuencia por toda la región litoral del pais, conviene cono-
cer de una vez su naturaleza y clasificarlos juntamente con otros que á
cada paso tendremos que nombrar en nuestra descripción. El costeño y
sobre todo el «montuvio» distingue manglares, salitrales, pampas, sabanas,
sartenejales, tembladeras, pozas, pajonales, esteros (secos), playas, vegas, bancos,
lomas. Todas estas expresiones se refieren á terrenos de aluvión y significan
ciertas modificaciones ó ciertos estados de desarrollo.
Los manglares y salitrales se encuentran solo á lo largo de la costa
del mar y de los esteros, que llevan agua marina. En cuanto á la vejeta-
cion, representan dos extremos, pues en el manglar es espesísima, aunque
consta casi exclusivamente de los árboles y arbustos del mangle, y en el
salitral falta completamente. El manglar, que forma la orilla misma del
mar ó del estero, se inunda cada dia por las alternativas de las mareas
diarias; el salitral, que es una llanura atrás de los manglares, se aniega
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 119
periódicamente en los tiempos de aguajes, y por la evaporación del agua las
sales marinas quedan impregnando la tierra ó cubriéndola con una costra
blanquecina. En muchos puntos, en que se hallan pozas naturales en el
salitral, quedando el agua estancada y sujeta á una evaporación continua,
se forman capas gruesas de sal gema, ó salinas naturales, en todo análogas
á las artificiales de Santa Elena; así por ejemplo en la punta sur de Puna,
en las islas de Payana, Tembleque, Ponga! etc.
Pampa, nombre original de America, significa propiamente cualquier lla-
nura, pero se aplica en la costa con preferencia á los llanos extensos con poca
ó ninguna vegetación. Así los salitrales también son pampas, lo mismo que las
sabanas abiertas. En fin, es un nombre mas bien genérico que no específico.
lias sabanas son llanuras cubiertas mas ó menos espesamente de una
vegetación gramínea, comunmente con árboles aislados ó pequeños grupos
de árboles, á veces también interrumpidas por bosques mas extensos. La
sabana puede inundarse en invierno, pero en verano queda siempre seca, y
en esta última estación es cuando se forman los sartenejales, que son
una modificación especial de la sabana. El suelo de la sabana ó es algo
arenoso ó puramente arcilloso; en el primer caso no se raja (ó muy poco)
en tiempo de sequedad, y el césped de la vegetación gramínea es espeso é
igual; en el segundo caso forma en invierno un lodazal de los peores que
se puede imaginar. El lodo es una arcilla negruzca muy pesada y pegajosa,
que en verano se diseca completamente y se hace dura como piedra. Pero
al mismo tiempo que se diseca, el terreno se raja en todos sentidos por mil
hendiduras finas y anchas, y mas ó menos profundas, quedando finalmente
una superficie de irregulares y ásperos terrones. Cualquiera de mis lectores
habrá observado este fenómeno en pequeña escala al borde de un pantano
que se diseca, ó siquiera en una olla de cola, que mucho tiempo estuvo sin
uso. Las partes de la sabana que se hallan en este estado, reciben el
nombre singular do sarteneja ó sartenejales. Aquí la vejetacion es rala, se
encuentran las gramas solo por mechas aisladas, y el resto son yerbas inú-
tiles y hasta perjudiciales al ganado. No hay cosa mas molesta para el
vugero, y mas dañosa para el casco del caballo, que atravesar sartenejales
largos, en que el camino todavía no está trillado. Por lo demás se forman
sartenejales no solamente en la sabana, sino también en los salitrales, cuando
el terreno de ellos es arcilloso en lugar de ser arenoso. t — En un paseo de
Guayaquil al Estero Salado se puede atravesar en media hora las cuatro
formaciones descritas hasta aquí: La sabana se presenta ya abierta, ya con
los arbolitos característicos de los espinos; se atraviesa algunos sartenejales,
después se llega á una zona angosta de salitrales y finalmente al manglar,
que termina el paseo.
120 topografía. — capítulo m.
Las tembladeras son sabanas anegadas durante todo el año, que se
extienden á veces sobre algunas leguas cuadradas. La vegetación de ellas
es del todo distinta de la de la sabana. También predominan las gramíneas
y ciperáceas, pero con formas gigantescas y mezcladas con un grandísimo
número de otras plantas palustres y acuáticas. Los arboles son con pre-
ferencia sauces y alisos, y se encuentran especialmente á los bordes de las
tembladeras ; en las partes centrales ó faltan, ó se- hallan aislados. El agua
cubre el terreno desigualmente, llegando su profundidad de pocos centí-
metros á algunos metros. Donde no pasa de Va metro, es invisible desde
alguna distancia, porque la vegetación cubre todo; pero en los lugares mas
hondos hay solamente plantas nadadoras, ó se presentan lagunas extensas
del todo despejadas, las pozas. El revés de las pozas son las islas, que de
vez en cuando se hallan esparcidas por las tembladeras, y consisten en que
el terreno se eleve de V2 metro sobre el nivel del agua. En estas islas en-
contramos la vegetación y las demás condiciones de la sabana. — En las
tembladeras de alguna extensión el agua rara vez queda del todo estancada,
porque son alimentadas por ríos, que las atraviesan ó que se pierden en
ellas, y tienen sus desaguaderos. En verano el movimiento del agua es
poco notable, tanto mas en invierno, en que las corrientes son fuertes y las
aguas á veces muy turbias. El lodo y la arena fina arrastrada por los ríos
se deposita entre la vegetación de las tembladeras, y por este procidimiento,
por lento que sea, el terreno bajo se alza continuamente, el pantano se
reduce cada año, la tierra firme gana terreno, la tembladera se convierte
poco á poco en sabana seca. Las tembladeras ofrecen al ganado un alimento
abundante, sobre todo en verano, cuando las sabanas cirunvecinas quedan
secas bajo los rayos abrasadores del sol. Son difícilmente accesibles al
estudio; pero ahora se presenta una ocasión magnífica de conocerlas con
toda comodidad, porque el ferrocarril entre Guayaquil y Yaguachi atraviesa
una región típica de tembladeras.
Las pozas y los pajonales no son mas que tembladeras en una
escala reducida. Se hallan con preferencia en el sistema superior del rio
Guayas, en los cantones de Vinces, de Baba, de Pueblo viejo, en la región
del «Cacao de arriba», cruzada por tantos rios. Están situadas regularmente
entre los «bancos» de los rios donde el terreno es mas bajo y son los resi-
duos de las inundaciones anuales, que se verifican durante el invierno.
Cuando la poza está cubierta de una planta que se llama pajón y que tiene
hoyas anchas como el platanillo, pero mas pequeñas, recibe también el
nombre de Pajón ó Pajonal, que de consiguiente es muy distinto del pa-
jonal de la sierra. También las pozas se llenan poco á poco, como las
tembladeras, por los depósitos de las aguas; «se embancan». Y se puede
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 121
accelerar este embaucamiento artificialmente, conduciéndoles en invierno por
un canal una gran cantidad de agua turbia y lodosa de un rio vecino. Las
pozas están casi siempre en relación con
Los Esteros, y muchas veces no son mas que unos ensanches muy
bajos de estos. De la palabra a estero» el costeño hace un uso ó mejor
dicho abuso muy extenso. Deriva del latin «acstuarium*, y según el dic-
cionario español significa propiamente un brazo de la mar ó de un rio en
que se verifica diariamente el juego del flujo y reflujo de la marea. Sin-
embargo en todo el litoral se designa con ella también cualquier rio no
demasiado grande, aunque se halle lejos del mar, fuera del alcance de la
marea, y en las montañas interiores. Para el buen montuvio son ríos solo
los del primer rango y sus tributarios grandes, todos los demás afluentes
«no son rios, Señor, sino esteritos no mas» como dirá sonriéndoso de nuestra
ignorancia. Pero en la acceptacion en que tomamos la palabra en este
lugar, el «Estero» ni lleva agua siquiera, es el cauce seco y abandonado
de un rio antiguo. Tales esteros abundan en la región baja y llana del
Ecuador occidental, en que los rios corren en cauces poco estables y los
cambian cada rato con facilidad. Algunos quedan secos todo el año, otros
se llenan en invierno con las aguas de lluvia ó por una comunicación tem-
poral con los rios, y estos son principalmente los proveedores de las Pozas
y Pajonales.
Playas, vegas y bancos son efectos del agua corrida y se hallan de
consiguiente á lo largo de los rios. — Playas se llaman los planos casi al
nivel del agua, cubiertos de arena muerta en el curso inferior, y de cascajo
mas ó menos grueso en el curso superior y medio de los rios. Este material
es estéril y sujeto á cambios continuos, porque el rio, cada vez que crece,
inunda la playa, arrastra los materiales viejos y deposita nuevos. Hay rios
de cauces superficiales, que poseen playas muy anchas, y en tales lugares
se bifurcan y se ramifican con facilidad. Ya conocemos los ejemplos de los
rios de Balao y de Rircay. Vegas se forman solo en los rios que poseen
cauces algo hondos y corren con alguna fuerza. Son los depósitos de tierra
vegetal mezclada con lodo y arena fina, que se forman en el talud del cauce,
siempre al lado opuesto á la corriente mas fuerte del rio.
Las vegas son terrenos movedizos, cambian con la corriente con fre-
cuencia de lugar, y se renuevan casi todos los años durante el invierno,
cuando los rios están llenos y arrastran mucho material en suspensión. A
la vega corresponde el barranco al lado opuesto del rio, es decir al lado de
la mayor corriente, que quita continuamente algo del talud del cauce y lo
convierte en un barranco casi vertical. La alternativa de vegas y barrancos
se puede observar especialmente en los rios que dan muchas vueltas, como
122 topografía. — capítulo ni.
p. ej. el rio Daulo. A cada vuelta corresponde su vega y su barranco. El
terreno de las vegas es sumamente feraz y desempeña un gran papel en la
agricultura del pais, aunque se presta solo al cultivo de las plantas anuales,
como del tabaco, arroz, mais y de legumbres.
Los bancos son en comparación con las vegas un fenómeno mucho
mas grandioso y aun mas importante para la agricultura. Sin los bancos
las provincias del Guayas y de Los Ríos no serían lo que son, el emporio
del cacao y el centro de la agricultura ecuatoriana.
El material que compone los bancos es parecido al de las vegas; es
una tierra arenosa y muy sustanciosa, quo deja las raices penetrar y expan-
derse con facilidad y retiene bien la humedad, á pesar de no ser muy com-
pacta. Este terreno feraz que también se llama terreno «de pan sembrar;
forma la zona próxima al cauce del rio con un ancho variable de pocas á
muchas cuadras, y es el producto de aluvión del rio mismo. El banco es
algo mas alto (á veces solo '/j ° 1 metro) que las sabanas que siguen á
sus espaldas, y tiene la tendencia de extenderse hacia ellas por los nuevos
aluviones, que le vienen sea del lado de la sabana, cuando se halla anegada,
sea del lado del río, cuando este en ocasiones se trasborda ó inunda el banco
mismo. Este seguirá creciendo en altura y ancho, hasta que las crecientes
del rio ya no llegan ú inundarlo. Pero también el principio y la primera
formación de un banco no es difícil de comprender. Supongamos que un
rio se abra un nuevo cauce por una sabana baja. El río correrá casi al
nivel de la sabana en un cauco superficial; con la menor creciente inundará
todo el terreno adyacente, y los materiales mas pesados, la arena, se de-
positará en las inmediaciones de la orilla, mientras que las partículas finas
de arcilla, que el agua lleva en suspensión, formarán un depósito sumamente
delgado en la sabana mas adentro. Este procedimiento se repite con fre-
cuencia, y en pocos años tendremos á lo largo del rio un banco mas ó menos
ancho, que disminuye en espesor conforme se aleja del rio. Tendrá tal vez
dos metros de altura, cuando la sabana no se levantó todavia de un cuarto
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 123
de metro, ademas se compondrá del material arenoso característico del banco,
y la sabana recibió el lodo arcilloso propio do los sartenejales. — Es claro
que tales bancos no pueden formarse en todas partes, sino solamente en la
región en que los ríos llevan el material á propósito, y donde favorecen las
condiciones topográficas, que es comunmente en su curso medio. Como
los bancos rara vez pasan el ancho de 5 ó 6 cuadras, el terreno fértil que
constituyen, seria muy reducido, si se encontrasen solo á lo largo de los
rios actuales; pero se hallan también á lo largo de todos los «Esteros», es
decir de los rios antiguos y abandonados, y como el número de estos es
muy grande, los bancos cruzan todo el pais y se aumentan de año en año.
Muchas veces sirven para determinar el curso antiguo de un rio, aun cuando
el «Estero» haya desaparecido completamente desde mucho tiempo.
Las lomas son un fenómeno de otra categoría y pertenecen á una for-
mación geológica algo mas antigua, que los términos explicados hasta ahora,
los cuales todos se referían á modificaciones de la misma formación aluvial.
Aunque «loma» significa cualquier altura pequeña prolongada con pendientes
cortos, en las provincias bajas se entiende con «las lomas» una región espe-
cial, en oposición á las tembladeras y sabanas. Se podría decir que las
lomas son sabanas unduladas. En efecto, aunque la vegetación es algo
distinta, sinembargo en el aspecto exterior, en su vegetación gramínea, en
los arboles y grupos de árboles aislados se parecen las dos zonas, y en
orden económico se complementan, pues las lomas sirven al ganado de in-
vernadero. Cuando en la estación lluviosa las tembladeras son inaccesibles,
cuando las sabanas se hallan anegadas, el ganado se retira á las lomas y
encuentra un pasto excelente y abundante. Las lomas se extienden á voces
sobre espacios grandes, en que las crestas de las ondas tienen aproximada-
mente la misma altura y los vallecitos intermedios la misma profundidad;
también se observa un cierto paralelismo en ellos como en las ondas del mar,
con que se puede comparar. El terreno es comunmente arenoso y hasta
cascajoso, por esto seco, y solo en invierno se forman riachuelos en los pe-
queños valles, á cuyo borde se hallan bosquecitos umbrosos. La altura de
las lomas es variable; en algunos parajes tiene solo de 4 á 8 metros, en otros
llega de 15 á 20 metros.
Las lomas son la primera grada en la escala hipsométrica del pais y la
penúltima en la geológica, pues su formación precedió inmediatamente á la
aluvial, y se verificó en la época cuaternaria, probablemente como depósito
de un mar poco profundo.
Ya conocimos tales lomas en la cercanía de Túmbez; pero en su de-
sarrollo típico se puede estudiarlas á ambos lados del rio Daule medio, por
ejemplo entre Santa Lucia y Balzar, ó entre el rio Colimes y el de Puca.
1Ü4 TOPOGRAFÍA. — CAPITULO ID.
•Sección II*. El sistema fluvial del rio Guayas.
El sistema fluvial del rio Guayas es el mas extenso, el mas hermoso y
el mas importante de todo el Ecuador occidental, y — podemos agregarlo sin
exageración — de toda la costa sudamericana, desde Panamá hasta Valparaíso.
En la sección anterior hemos conocido el curso inferior del Guayas y su
delta, ademas algunos tributarios que recibo on esta parte del lado de la
Cordillera. Ahora trataremos de su curso medio y superior, y de todos sus
afluentes que le engruesan desde la boca el rio Daule hacia arriba. Inmedia-
tamente abajo do esta boca el rio se estrecha entre los cerros de Guayaquil
y los de Caira (ó de Duran), como ya he dicho en otro lugar, y esta cadena
de cerros es la linea divisoria entre el sistema fluvial inferior y el medio,
entre las llanuras de abajo y las de arriba. Esos cerritos, que al lado do
Duran y cerca de Guayaquil no llegan á la altura de 100 metros, son el
principio de una Cordillera geológica y geográficamente muy importante;
continúan al Oeste del Estero Salado en la Cordillera de Chongon y en la de
Colonche hasta el mar, levantándose á alturas muy considerables de 600 y
800 metros. La alineación de los cerros de E á O se observa muy bien
cerca de Guayaquil. Al lado de Duran comienzan, una legua del rio adentro,
ú levantarse cinco cerritos aislados de la sabana y tembladera; después se
reúnen varios en una cadenita, que llega hasta la orilla del rio (cerca de la
estación del ferrocarril). Sigue la gran interrupción del rio Guayas de
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 125
1500 metros, en la cual se levanta solo la islita del tCem/o», como la
cúspide de una colina subfluvial, que es un eslabón de la misma cadena.*)
Á la orilla derecha se levantan escarpadas días Peñas» al cerro de Santa
AnOj á cuya falda meridional se acuesta la hermosa reina del Guayas en la
sombra de los palmares. Con el cerro de Santa Ana principia otra cadenita
que sigue en la extensión de una milla, por las alturas del Carmen, y acaba
en el cerro del Manicomio, que cae precipitado á la sabana. Una última
interrupción de 1000 metros de ancho, separa los cerritos de Guayaquil de
los del Estero Salado. Por esta angostura comunican las sabanas del Sur
con las del Norte, y por ella se introduce el Salado para subir con sus úl-
timas ramificaciones hasta las cercanías de Mapasingue, una legua al Norte
de Guayaquil. Al Oeste del Estero Salado los cerros so levantan pronto á
alturas mayores y la cadena se ensancha. A la distancia de 2 millas del
Salado encontramos todavía una depresión fuerte, que sinembargo no llega
al nivel de la sabana. Por ella pasa el camino de Sta. Elena entre Puente
grande y Agua-piedra. Pero de allí se alza el ancho macizo de la Cordillera
de Chongon con el Cerro a£-ul9 y no se encuentran en adelante interrupciones
notables en la cresta central de la cadena, hasta la provincia de Manabi.
Conviene que desde ahora sigamos el curso ulterior de esta Cordillera,
que es la mas importante de todo el Ecuador occidental, y separa netamente
el sistema fluvial del Guayas de la región que sera el tema de la sección
siguiente. — Aunque el rumbo general de la Cordillera es de E á O, se
observa, sinembargo, desde Guayaquil la tendencia de una declinación al
Norte, y esta tendencia es todavía mas pronunciada desde el sitio de Juntas,
que se halla á su pié meridional. Un poco mas allá de este punto toma su
curso al NO, acercándose mas y mas al mar y alcanzando al mismo tiempo
su mayor elevación. Aquí se llama Cordillera de Colonche, y al entrar en
la Provincia de Manabi sigue el rumbo de la costa misma, que es de S á
N, hasta Io 25' Lat. S, poco mas ó menos. El valle ancho del aRio seco»,
que viene de las llanuras de Jipijapa á salir al mar, interrumpe su curso y
la separa de las montañas, que al otro lado del valle siguen hasta las cer-
canías de Montecristi y Manta. Pero al Sur del valle del Rio seco se en-
cuentra la Cordillera con la de los cerros de Pajan y de Puca, que tiran
de SO á NE y separan la hoya de Jipijapa y del rio de Portoviejo de las
cabeceras de los rios Pajan y Puca, que tributan al Daule. De tal modo se
presenta sobre el mapa como una sola cordillera, que principiando cerca de
*) El Cerrito es la única isla del rio Guayas, que no consta de aluviones modernos,
sino de peña viva, y es el resío de una antigua formación geológica. Por esto subsistirá,
por mas pequeña que sea, aun cuando las otras (como la de Santa Kosa) desaparezcan
ó cambien de lugar.
126 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO iii.
Guayaquil describe casi un semicírculo hacia el Oeste, cuya cuerda es el
rio Daule, y cuyo extremo setentrional se acerca mucho á este rio (sin to-
carlo), enfrente de Balzar. — Al Norte del rio Puca y de Balzar los cerros
divisorios entre el sistema del Daule y los rios de Manabi se rebajan mucho
y pierden mas y mas su carácter de cordillera; sin dinstinguirse una pro-
nunciada cresta central, la linea divisoria sigue mas ó menos el rumbo
al N y NNE, y pasadas una vez las cabeceras del rio de Chone, se
tuerce con irregularidad hacia NE y E entre las del rio Daule y las de los
tributarios del rio Esmeraldas. En esta región entre Chone y Santo Domingo
de los Colorados, no se puede hablar de una «Cordillera» divisoria. Todo
el pais se parece á una meseta extensísima, en que los rios hicieron sus in-
cisiones, y que se inclina muy suavemente hacia el Oeste, hacia el Norte y
hacia el Sur, de manera que forma una bóveda sumamente aplastada, sobre
la cual nacen las cabeceras de aquellos. El eje longitudinal de la bóveda
corre de NEE á SOO; sus pendientes setentrionales y orientales pertenecen
al sistema del Esmeraldas, las meridionales al del rio Guayas, y hacia el
occidente nacen algunos rios litorales de Manabi. Sobre dicha bóveda y
siguiendo la linea divisoria de las aguas, se ha proyectado el ferrocarril de
Bahía de Caráques a Quito, y se ha abierto una trocha provisoria. — Para
circunscribir todo el sistema del rio Guayas, agregaremos que hacia el oriente
está limitado por la Cordillera alta desde el Azuay hasta el Quilotoa y la
Cordillera de Chugchilan y Sigchos. Á él pertenecen también las hoyas
interandinas de Alausi y de Chimbo, que sinembargo están fuera del campo
de nuestras consideraciones actuales. Solo al lado sur de la banda oriental
del Guayas nuestro sistema no tiene un límite natural por todo su ancho,
porque desde el último cerrito al E de Duran se confunde con la región que
hemos tratado en la sección anterior. Podemos limitarlo con una linea
imaginaria, que tiramos desde aquel cerrito entre el rio de Boliche y el de
Chimbo, respectivamente del Chanchan, hasta la Cordillera.
El sistema completo del Guayas (tomándolo desde la boca del rio Daule)
se extiende sobre una área de 34500 km.Q (=1114 leg. □), de los cuales
pertenecen 25900 km.Q (=836 leg. □) á la región litoral y 8600 km.Q
(=278 leg. □) á la región andina.
A la entrada de la región, que vamos á describir sistemáticamente, y
en el limite entre el Guayas inferior y su sistema medio, se halla Guayaquil
á su ribera derecha. Esta ciudad, que es la capital de la provincia del
Guayas y la capital comercial de toda la República, ocupa una posición
ventajosísima en su calidad de Puerto principal del pais, cerca de la con-
fluencia de tantos rios navegables, y en un lugar que es accesible para los
vapores y barcas marinas de mayor calado. Los fundadores de Guayaquil
LA REGIÓN OCCIDENTAL.
127
acertaron admirablemente con la elección del sitio; mas arriba faltaba el
agua al puerto, mas abajo (p. ej. en' Puna) estaba demasiado lejos de las
regiones mas ricas en productos agrícolas y de exportación, se dificultaba
la comunicación con ellas mediante pequeñas embarcaciones, que ahora es
facilísima. Por su posición astronómica he aceptado la que dan las cartas
marítimas modernas en 82" 11' 33" Long. O de París, y 2°12'0" Lat- Sur.
— Reclinada con la parte setentríonal, que se llama Ciudad vieja, á la colina
de Santa Ana, se extiende Guayaquil á lo largo del rio por B% kilómetros,
y hacia la sabana su mayor ancho (por la calle del 9 de Octubre) mide un
kilómetro y medio. Aquí os donde el Estero Salado se acerca mas al rio
Guayas, pues la distancia entre las orillas de les dos no es mas que de
2100 metros, y es probable que en tiempo no muy lejano la ciudad ocupará
todo este estrecho. El plano de Guayaquil, con excepción de una pequeña
parte de Ciudad vieja, se halla casi al nivel del mar y por esto el rio Guayas
y el Estero Salado están sujetos á las mareas tan fuertes, como la costa
misma del mar, y en tiempo de los aguajes la diferencia entre pleamar y
bajamar llega á 4 metros. Esta es la razón, porque el río lleva agua sa-
lobre, es decir muy mezclada con agua del mar, y no es potable sino en
tiempo del invierno, cuando las inmensas cantidades de agua dulce que
vienen del interior, vencen el impuje de las aguas saladas, y la mezcla se
verifica mas abajo cerca de Puna, á la entrada en el golfo. También se
explica, que los alrededores de Guayaquil, aunque no carezcan de ameni-
dades, no se prestan mucho al cultivo sino de aquellas plantas, que echan
128 topografía. — capítulo m.
raices poco profundas ó prefieren un terreno salobre, como la palma de coco;
porque en consecuencia de las infiltraciones del rio y del Estero Salado el
terreno está impregnado de agua salobre, y esta brota en abundancia do-
quiera que se haga un hueco de uno ó dos metros de profundidad. Ademas
los terrenos de la sabana y de los cerros cascajosos de suyo no son feraces,
y la primera produce á lo mas un escaso pasto en invierno.
Aunque bien podemos hablar de un t sistema» superior del rio Guayas,
el rio pierde su nombre arriba de Guayaquil desde la boca del Daule, y se
llama rio de Bodegas, según la ciudad de este nombre que se halla en su
curso superior. Para proceder con orden en el redaje de rios, en que vamos
á entrar, conviene enumerar los tributarios principales, de que cada uno
forma un sistema extenso aparte, y de consiguiente una subdivisión de esta
sección. mEl rio Daule es el tributario mas importante y mas largo de todos,
y forma con el de Bodegas el rio Guayas. Sigue el rio de Yaguachi, que
no es otro que el Chimbo y entra del lado oriental al Bodegas, 5 leguas (en
linea recta) arriba de Guayaquil. En continuación tenemos del lado derecho
el rio de Vinees y Quevedo con el laberinto de sus diferentes desemboca-
duras; y finalmente el rio de Caracol y de Zapotal con todas sus dependen-
cias en su curso inferior, que no son menos enredadas, que las del rio an-
terior. Estos cuatro rios son los principales del sistema, y el Bodegas mismo
pierde desde su confluencia con el de Caracol su importancia, porque hacia
mas arriba lleva poco caudal y sus ramificaciones se pierden pronto en los
valles occidentales de la Cordillera. También los demás rios orientales entre
el Bodegas superior y el rio de Yaguachi son insignificantes.
Principiemos con la descripción del tronco, que es el rio de Bodegas.
Su dirección general entre Guayaquil y Babahoyo (que es lo mismo que
Bodegas) es de SO á NE (corre naturalmente en dirección opuesta, porque
ahora subimos en el rio), sinembargo hace vueltas tan grandes y caprichosas,
que en un primer viaje será difícil orientarse. Asi, por ejemplo, navegamos
de Guayaquil 2 leguas al Norte hasta la punta de la isla de Mocolí, en se-
guida V¡4 legua al Este, después otra legua al Norte hasta la hacienda de
Palo largo, y finalmente ll/4 legua al Este á la boca de Yaguachi. Hasta
aquí el rio tiene de 2000 a 1500 metros de ancho, pero desde la boca de
Yaguachi se estrecha considerablemente, y nos dirigimos de nuevo recto al
N. A poca distancia el rio se bifurca, abrazando con los dos canales casi
de un mismo ancho la isla de Guare, que tiene casi media legua de largo.
Arriba de Guare entra del lado derecho la boca de Cañas, una de las bocas
del rio Vinees, y el rio hace una vuelta larga hacia Este al rededor de la
isla de la Vega, que está enfrente de Zamborondón; pero nosotros pasamos
de Guaní, después de una pequeña virada al NE, derecho al Norte por el
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 129
estero de Chinguero, cortando así aquella vuelta larga. Hace 50 años, que
Chinguero era un esterito pequeño, por el cual traficaban las canoas con la
marea alta, ahora lo cruzan los vapores con facilidad, se ensancha diaria-
mente y ya constituye el cauce principal del rio, embancándose y cerrán-
dose mas y mas el antiguo cauce al rededor de la isla. Á la vuelta del
estero de Chinguero estamos enfrente del pueblo de Zamborondón, á la
distancia de 7 leguas (en linea recta) de Guayaquil. Los vapores hacen
este viaje, á favor de la marea en 3 ó 4 horas. Hasta aquí sube con las
mareas el agua salobre en verano; mas arriba el rio siempre lleva agua
dulce, y aunque la marea suba mas allá de Bodegas, consiste solo en el re-
flujo de las aguas dulces. Esta circunstancia en unión con la diferencia del
terreno explica el cambio notable del paisaje, que observa el viajero al pasar
de Zamborondón. Este pueblo marca el límite de dos regiones distintas:
hacia abajo se extiende la de las sabanas con las haciendas de ganado, hacia
arriba sigue la de las vegas y de los bancos con las haciendas de cacao y
café; la primera excluye la agricultura, la segunda la reúne con la ganadería.
Entre Guayaquil y Zamborondón las orillas del rio quedan abiertas; á
ambos lados se extienden las sabanas libres, que mas adentro pasan á las
tembladeras; bancos de «pan sembrar» no se forman, porque el rio aquí no
lleva en suspensión los materiales necesarios, y cuando aniega las sabanas,
sus aguas turbias despositan solamente aquella lama fina, que endurecida se
parece á la arcilla y constituye el terreno de las sabanas y de los sartene-
jales. Apesar de cierta monotonía, esta región no carece de perspectivas
pintorescas, sobre todo en invierno cuando la sabana se presenta cubierta
de una alfombra de verdor primoroso, y el ganado, que en verano prefiere
la cercanía de las tembladeras, sale por millares á las orillas del rio. Los
grupos de palmas de coco y los arboles sombríos del Mango, que no faltan
en la cercanía de las haciendas, completan el cuadro idílico y nos hacen
olvidar la pobreza relativa de la flora sabanera. La única elevación del
terreno que encontramos en las inmediaciones del rio, es el cerrito de Calen-
tura, que trae su nombre de una hacienda del mismo nombre, una legua
arriba de Guayaquil, y que es de la misma naturaleza que los cerros de
Cabra y de Guayaquil. Los afluentes que recibe el rio de Bodegas hasta
Zamborondón de ambos lados, son, exceptuando los ríos de Yaguachi y de
Vinces, tan insignificantes, que no merece la pena enumerarlos. Aquí cabe
la expresión que son «esterítos no mas», porque todos son desaguaderos de
las sabanas y tembladeras, y están sujetos á la alternativa de las mareas.
Sigamos nuestro viaje de Zamborondón por arriba. El rio de Bodegas
se reduce pronto á menos de la mitad de su ancho anterior, y la dirección
de NE es mas constante. Dejamos muy pronto á nuestra izquierda, es decir
Wolf, Ecuador. 9
130 TOPOGBAPIA. — CAPÍTULO HL
en la orilla derecha del rio, la boca de otro brazo del rio Vincos, y pasamos
después la pequeña isla de Silva, que se halla en medio del rio. Á poco
trecho y l1/* legua arriba de Zamborondón, nos encontramos con una bifur-
cación notable del rio que forma algunas islas grandes. £1 brazo que se
separa en dirección al Este, se Dama Estero de Chijo, y después de rodear
dos islitas (la que se halla en la boca, se llama de Ángulo) se divide de
nuevo, abrazando con sus dos canales la isla de Flores, que tiene dos leguas
de largo. Estos dos brazos con la isla intermedia se tienden de SO á NE,
y después de unirse de nuevo en la cercania de sitio de Jujan, vá el Estero
al Norte para salir al rio de Bodegas en la Boca de las Peñas, media legua
abajo de Babahoyo, cercando del tal modo la isla grande que no lleva nombre
propio. Todo el brazo del Chijo con sus ramas lleva bien el nombre de
«estero», porque en efecto se parece mas á tal que no á un rio, quedando
casi seco en bajamar y llenándose solo durante la marea creciente. — Entre
tanto navegamos por el rio principal, conservando todavía el mismo rumbo
desde la boca de Chijo hasta la gran vuelta de Cabonda. De ahí nos diri-
gimos con un codo muy fuerte al O y NO, hasta la Boca de Baba, en cuyo
sitio, y pocas cuadras mas arriba (boca del Arenal) desaguan las últimas
venas del sistema del rio Vinces. Vuelve el rio á su dirección antigua de
NE, y seguimos sin novedad hasta la cercania de Pimocha. Algunas cuadras
abajo de este pueblo se repite el mismo fenómeno que encontramos cerca
de Zamborondón, de que el rio hace con su cauce antiguo medio embancado
una vuelta al Este al rededor de una isla, mientras que un brazo, antes pe-
queño, se ensanchó y constituye actualmente el cauce principal.
El cauce antiguo se llama estero del Tejar, por salir al rio grande al
lado de la hacienda de este nombre, arriba de Pimocha. Muy cerca de la
punta inferior de la isla y al lado derecho del rio se halla el pequeño pueblo
de Pimocha sobre la boca del rio de Pueblo viejo, que pertenece al sistema
del rio de Zapo tal, y antiguamente ha sido su vena principal, antes de que
el rio de Caracol se conquistase esta prerogativa. Pimocha dista de Zam-
borondón 4 leguas, y dos de Bodegas. — Un poco arriba del pueblo el rio
tira al Este hasta mas allá de la boca del Tejar, después al Noreste hasta
la boca de las Peñas, donde se reúne con el estero de Chijo, y finalmente
hacemos una vuelta larga al N y NE para llegar á Babahoyo ó Bodegas.
La región entre Zamborondón y Bodegas se caracteriza por los «bancos»
á lo largo del rio, que con su variada y exuberante vegetación constituyen
un paisaje lindísimo, en que cambia continuamente la decoración, conforme
que avanzamos entre los cacaotales, cafetales, cañaverales, vegas sembradas
de tabaco y arroz, y los frutales de toda clase al rededor de las numerosas
haciendas. Tampoco no faltan las sabanas abiertas, que de trecho en trecho
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 131
interrumpen los bancos y llegan hasta las orillas del rio. Pues es de saber,
que los bancos componen una zona angosta, y que en todas partes se en-
cuentran á su espalda las sabanas, especialmente al lado oriental, que á
poca distancia del rio participa todavía en mucho de la región que dejamos
abajo de Zamborondón. La parte occidental, desde la boca de Baba por
arriba, está cruzada también á mayores distancias del rio por los bancos,
que acompañan el redaje de rios y esteros secos, que por allá se encuen-
tran. — La región es absolutamente plana; solo al NO de Zamborondón y
á la distancia de media legua del pueblo, se levanta entre los dos brazos
principales del rio Vinces el cerro de Zamborondón, rodeado al O de tem-
bladeras y al E de sabanas. Es una montaña cónica, cuyo cúspide encontré
en 268 metros de altura; sobre una prolongación oriental de la base se
levanta otro cerrito que apenas llega á la mitad de aquella altura. En un
pais montañoso un cerro de 268 metros no merecería mucha atención, pero
por su aislamiento completo él de Zamborondón la llama en alto grado y
parece mucho mas elevado de lo que es. El pueblo le rodea con el nimbo
de tradiciones fabulosas, y para el geógrafo su cúspide es una señal trigono-
métrica magnífica visible en torno de 6 leguas, doblemente apreciada en
esas llanuras, en que á veces es el único punto que le facilita la orientación.*)
Babdhoyo ó Bodegas (propiamente Las Bodegas de Babahoyo) es la
capital de la provincia de Los Rios y el puerto principal para el interior.
Se halla situado á 12 leguas al NE de Guayaquil, sobre la orilla izquierda
del rio de su nombre, enfrente de la boca del rio de Caracol. Una parte
de la población, el pueblo viejo, se encuentra á la orilla opuesta del rio,
entre el triángulo que forma este con el río mencionado de Caracol, pero está
decayendo de dia en dia, especialmente por ser su terreno muy bajo y en
invierno completamente anegado, de suerte, que en esta época presenta el
aspecto de una población lacustre ó un pueblo flotando en balsas sobre el
agua. Hasta aquí la marea se hace muy notable y los vapores fluviales de
Guayaquil suben á favor de ella también en la estación de sequedad; pero
mas allá y por el rio de Caracol solo en invierno, cuando los rios se hallan
muy crecidos. En Bodegas principia el viaje por tierra de los que se diri-
gen á las provincias interiores. Los vapores hacen el viaje de Guayaquil á
Bodegas regularmente en ocho horas.
Conozcamos la región entre el rio de Bodegas y la Cordillera occidental,
empezando con el rio Chimbo inferior y el Chanchan. La Cordillera es
desde aquí aquel ramal ó mejor dicho aquella cadena paralela á la principal,
*) Así p. ej. el cerro de Zamborondón me sirvió para extender una red de trian-
gulaciones desde Guayaquil hasta Bodegas, que de otro modo hubiese exigido operaciones
muy complicadas y largas.
9*
132 topografía. — capítulo m.
que mas arriba hemos Humado Cordillera de Chimbo, por formar el borde
occidental de la hoya ó del valle del mismo nombre. El valle de Chimbo
acaba en Puetite de Chimbo, donde el rio abandona las montañas y su rumbo
N-S, entrando en los llanos con dirección al O. En este lugar, al lado del
aislado cerríto de Ctttuguai, que está enfrente de Agua-clara, el río Chanchan,
que desagua la hoya interandina de Alausí, se acerca mucho al Chimbo, y
parece que antiguamente un brazo comunicaba en efecto con él, porque hasta
oliera la región, que sigue hacia abajo entre los dos ríos hasta su confluencia,
se llama La Isla. En general podemos decir, que el río Chimbo y el río
Flg. Í7. Agim-nl
Chanchan han cambiado con mucha frecuencia sus cauces en esta región
entre el pié de la Cordillera y Yaguachi. Por todas partes encontramos los
antiguos «esteros» secos, y el terreno es especialmente en la parte superior,
es decir hasta donde los ríos arrastraron con facilidad los materiales gruesos,
muy cascajoso y por eslo menos favorable á la agricultura, aunque existen
también extensos bancos y llanos con buena tierra vejetal. Unas seis leguas
al Oeste de Puente de Chimbo los rios Chimbo y Chanchan se reúnen, des-
pués de haber formado aquella larga lengua de tierra que se llama la Isla,
y que se compone de playas y llanuras de cascajo, cubiertas de una espesa
vejetacion de monte. Al Sur linda esta rejion con las montañas y el rio
de Bulubulu. — Dospues de su confluencia con el Chanchan sigue el rio
LA BEGION OCCIDENTAL.
133
Chimbo todavía unas dos leguas al Oeste en un cauce variable, ó mas bien
sin caude, por playas extensas, con varios brazos enredados. En este punto
se acerca mucho al rio de Boliche enfrente de las haciendas de Vainilla y
Guanábano, y durante las cercientes del invierno el primero transmite una
parte de sus aguas al segundo. Poco á poco los brazos del Chimbo se
recejen de nuevo en un cauce bien determinado, y el rio loma la dirección
constante al NO hasta su desembocadura en el rio de Bodegas. — Al lado
de la hacienda de Chobo recibe el rio de Milagro y toma el nombre del
rio de Taguachi. Desde aquí, tres leguas arriba de su boca, está sujeto
á las mareas y es navegable, aunque los vapores suben en verano solo hasta
el pueblo de Yaguachi, que se halla á media distancia entre Chobo y la
boca, sobre la orilla derecho del rio. Una legua abajo y una legua arrilwi
do este pueblo encontramos á ambos lados del rio una zona angosta de
bancos, por lo demás atraviesa la región de las sabanas. — Un poco arriba
del pueblo de Yaguachi encontramos al lado sur la boca del rio antiguo de
Chimbo y podemos seguir el estero, que solo en invierno lleva agua, y corro
casi paralelo al rio actual, unas 4 leguas hacia arriba, hasta el punto en
que este cambia de rumbo, k la orilla izquierda de este estero y una legua
distante del pueblo nuevo, se hallan los pequeños restos de Yaguachi viejo.
El rio de Milagro, aunque de poco caudal, tiene sus cabeceras muy
arriba en las montañas y al pié de la Cordillera. En su curso superior se
acerca mucho al rio Chimbo en la cercanía del sitio de Barraganetal , y
134 topografía. — capítulo in.
parece que desde ahí en alguna época remota ha servido de cauce al Chimbo
mismo, ó á lo menos á un brazo de él. Asi lo atestiguan los esteros secos
y cascajosos que cruzan entre los dos ríos. También en su curso inferior
el rio de Milagro se bifurca, una legua arriba del pueblo: un brazo (el prin-
cipal) vá derecho hacia S00 á la boca de Chobo, y otro, que se llama rio
de Chirijo, corre al 0 á poca distancia del primero y casi paralelo á él, y
se pierde finalmente en las pozas y tembladeras, que hay al N de Milagro
y de Yaguachi. Un poco abajo de la bifurcación indicada entra al rio de
Milagro el de Venecia, que es de poca cuantía y recoje las aguas de varios
riachuelos en la cercanía del pueblo de Naranjito entre el rio Milagro y el
Chimbo. Media legua distante de la boca de Chobo está el floreciente pueblo
de Milagro sobre la ribera derecha del rio, rodeado de cafetales y frutales.
Todos los afluentes del rio de Bodegas y del Estero de Chijo desde la
boca de Yaguachi hasta el sitio de Jujan, son insignificantes y desaguaderos
de las sabanas, asi por ejemplo los esteros de Corrales, de Ñausa, del Con-
vento etc. Solo cerca de la punta de la Isla de Flores entra al Estero de Chijo
un rio mas grande, el Limonal, que sinembargo lleva este nombre por pocas
cuadras adentro de su boca, porque ahí se forma de dos ramas grandes:
la setentrional es el rio de Chillintomo, mas arriba Eio blanco, y la meridio-
nal el de Carrizal, ó Chagüi chiquito. Ambos nacen en las faldas inferiores
de la Cordillera, y en su curso medio existen buenos bancos y algunas ha-
ciendas de cacao.
El rio de Bodegas superior abraza con sus cabeceras toda la falda
occidental de la Cordillera, desde mas al Sur do Chillanes hasta la latitud
do Chapacoto. La rama principal nace cerca de los orígenes del rio Chillin-
tomo y acompaña el pié de la Cordillera en dirección al NO hasta la con-
fluencia del rio de Limón, que baja de las alturas sobre San Miguel de
Chimbo y sobre Bilovan por el vallo de Balsabamba. Pero antes, y unas
leguas mas arriba, recibe del lado de Chillanes el rio de Chima, cuyo curso
queda descrito en otro lugar. El sitio en que los dos rios se reúnen, so
llama Juntas, y por esto el rio superior de Bodegas ó Babahoyo lleva tam-
bién el nombre de rio Juntas. — El último tributario del rio de Bodegas
superior es el rio de Telembela, que nace en las alturas de Chapacoto y se
llama en su curso inferior (en las llanuras) Embarcadero. Desemboca cerca
del pueblecito de la Mona y enfrente de la hacienda de San Pablo. Está
enlazado con el rio do Limón por el pequeño Eio de Sabaneta, que es de
formación artificial, según se dice, y derivado de aquel por un canal abierto
cerca de la hacienda de Playas. Toda esta región entre Bodegas y el pió
de la Cordillera, en que se hallan los pequeños pueblos de Mona y Sabaneta,
es muy baja y en invierno anegada. En los valles superiores de los rios
LA EEGION OCCIDENTAL. 135
se hallan plantaciones de café y caña de azúcar, y los trapiches, es decir
molinos primitivos de la caña.
Si ahora regresamos de Bodegas á Guayaquil, registrando los ríos que
vienen del lado Norte, debemos nombrar en primer lugar el rio de Cara-
col y Zapotal. Este rio trae su origen de muy lejos, de la Cordillera de
Angamarca en la provincia de León. Su sistema superior, que se compone
de los ríos de Angamarca, do Pangua y del Piñafiato, pertenece á la región
andina y solo desde la confluencia de los últimos dos, es decir desde el
sitio de Juntas, entra en la región baja y lleva el nombre de Rio de Juntas,
hasta el pequeño pueblo de Zapotal, que ya se halla en la llanura. Con-
siderando el rio de Angamarca como vena principal, podemos decir que el
rio corre desde su origen hasta Zapotal de NE á SO; de ahi vira decidida-
mente al Sur, pero describe muellísimas vueltas grandes y pequeñas hasta
su entrada en el rio de Bodegas. En el codo que hace en Zapotal, recibe
el único tributario considerable del lado derecho, el rio de Calabí grande
unido con el Calabí chico , que vienen del Norte de una región montañosa
entre Quevedo y la Cordillera. El rio de Lechugal, que entra 2 leguas abajo
de Zapotal y del mismo lado del rio de Quevedo, es pequeño. — Desde su
confluencia con el Calabí el rio Juntas cambia su nombre con él de Zapo-
tal, que conserva hasta Ventanas poco mas ó menos. En este trecho no
se aleja mucho del pió de las montañas, y los cerros de Oncebí y Sibimbe,
ramales de la Cordillera alta, llegan hasta su orilla. Del lado oriental entran
sucesivamente el rio de Azumbí, llamado mas arriba Supibí, que trae su
origen de los cerros de Cuicoto y Chuquinac; el Oncebí, oriundo de los cer-
ros de Mullidiang, que antes de desembocar en el Zapotal se bifurca y re-
cibe el riachuelo de Macagua; el rio de Sibimbe unido con el rio Limón,
que nace en los cerros al Oeste de Salinas. Los valles de los tres rios
nombrados quedan todavía incultos en su mayor parte. Media legua abajo
de la boca del Sibimbe se halla el pueblo de Ventanas. Desde aquí el rio
se llama de Catar ama ó de Caracol según los dos pueblos, que en seguida
pasa. Media legua abajo de Ventanas, al lado de la hacienda Ventanillas,
donde el rio forma un codo largo y fuerte hacia el Oeste, se halla pocas
cuadras atrás del banco derecho el origen del rio de Pueblo viejo que cono-
ceremos después. Desde ahora conviene notar, que este último rio es el
antiguo cauce del rio de Zapotal, y que en lugar del banco, entre las ha-
ciendas de Ventanillas y de Elvira, antiguamente existia una boca ancha y
bonda que daba paso á casi todas las aguas del rio, siendo entonces el rio
de Catarama un estero insignificante. La dicha boca se cegó completamente
y se embancó algunas cuadras por adentro, mientras que el rio de Caracol
se llevó todo el caudal de agua y se ensanchó sucesivamente. La consecuencia
136 topografía. — capítulo ni.
de este cambio fué, que el Pueblo viejo, cabecera del cantón, iba decayendo
de año en año, y que á las orillas del rio nuevo, una legua larga al Este
de Pueblo viejo, se levantaba el hoy floreciente pueblo de Catar ama', porque
con las aguas también el tráfico y la navegación se cambiaba de un rio al
otro. — De Catarama á Bodegas el rio sigue un rumbo general de N á S,
no obstante las muchas tortuosidades que describe. Del lado derecho ya
no recibe ningún tributario, solo algunos «esteros» (de Corozal, de Manilla)
le comunican con otros, dependientes del rio de Pueblo viejo. Pero del lado
de la sierra le engruesan todavía dos ríos; el primero, no muy grande ni
muy largo, es el de Pijullo, que desciende del lado de las cabeceras del rio
Limón, de NE á SO, y entrando en los llanos se dirige al O, como si en-
frente de Catarama quisiera unirse con el rio grande. Pero media legua
antes, en el sitio de Roblecito, vira de repente con un ángulo recto al Sur
y corre paralelo al rio de Catarama hasta el pueblo de Caracol, á cuyo lado
desemboca. Este su curso inferior se llama rio Pita. — El segundo tribu-
tario mas importante es el rio de Pozuelos, cuyo sistema superior abraza
una región bastante extensa y varios valles de la Cordillera, que domina al
Oeste la hoya de Guaranda. Los rios de las Tallas, de Salinas, de San
Antonio, de Oumbilf, son los que forman el de Pozuelos; después de entrar
en la región baja, un poco mas arriba del pueblecito que lleva su nombre,
ya no recibe ningún afluente y corro en dirección SSO á unirse con el rio
de Caracol por dos bocas, una al lado de la hacienda de Cacharí y otra
muy inmediata á Babahoyo, enfrente del Salto.
El rio de Zapotal y Caracol pertenece en su curso superior, desde Zapo-
tal hasta Catarama, á la región de los bancos y del cacao, en el inferior,
de Catarama á Bodegas, á la región de la sabana y de los pastos. En
canoas es navegable todo el año hasta Zapotal, pero los vapores fluviales
pueden subir solo en invierno, con facilidad hasta Ventanas, mas arriba con
bastante dificultad por las fuertes correntadas. De Bodegas á Caracol hay
tres leguas, de ahí á Catarama dos, de Catarama á Ventanas otras dos y de
Ventana á Zapotal unas cuatro. La región entre Catarama y Bodegas, espe-
cialmente desdo Caracol por abajo, entre el rio grande y el de Pozuelos, es
muy anegadiza, y Caracol corre la suerte de Bodegas, do parecer en invierno
á una población eregida en medio de un lago. En verano las aguas se
retiran á las tembladeras y pozas, y la sabana se cubre de un pasto
abundante.
En estas llanuras tan bajas llama mucho la atención un cerrito enfrento
de Cacharí al lado izquierdo del rio, que no tiene mas de unas 30 metros
de altura y consta de un solo peñasco escarpado de sienita. Sale completa-
mente aislado, del plano pantanoso como un islote del mar, y lo habrá sido
LA EEGION OCCIDENTAL. 137
en aquella época en que las aguas del golfo de Guayaquil azotaron el pié
de la Cordillera y de los cerros do Samama.
El rio de Pueblo viejo, cuyo origen singular cerca de la hacienda
de Ventanillas ya queda indicado, desemboca en el de Bodegas al lado del
pueblo de Pimocha, después de un curso de unas 10 leguas con el rumbo
general de NNE á SSO. También él es muy tortuoso, como todos los rios
de la llanura, especialmente en su curso inferior. Desde Ventanillas hasta
Pueblo viejo (dos leguas) queda en verano completamente seco; mas abajo
lleva poca agua hasta el punto á que sube la marea del rio grande (cerca
de Mapan), porque no recibe ningún tributario de consideración. Del lado
derecho le entra el rio de Chapulo y el de Guarumo, ambos desaguaderos
de las sabanas, y del lado izquierdo se halla una multitud de bocas de
esteros, los cuales forman luego una red complicadísima entre el rio de
Pueblo viejo y el de Caracol. Las bocas y esteros principales de esta clase
son los del Coroza!, de San Juan y St*. Rita, del Parindero, de Pita, entre-
lazados todos entre sí y con otros de menor importancia. Muy difícil seria
describir ese redaje de esteros, sin el adminículo del mapa, el estudio de
este suplirá la descripción. Se vé, que los esteros de esta región no comuni-
can solo con los rios de Caracol y de Pueblo viejo, sino también directa-
mente con el rio grande de Bodegas en el trecho de Pimocha á Babahoyo,
tales como el estero de la Virginia, y los de Limón y San Juan, que des-
embocan en un mismo punto arriba de Pimocha. Uno so halla también mas
abajo de Pimocha, enfronte de la pequeña isla del Caimito y con el mismo
nombre. Sube á salir al rio de Pueblo viejo cerca del sitio de Mapan.
La región que acabamos de recorrer, pertenece á las mas ricas del
litoral y de todo el país, y es el centro del cultivo de cacao. Basta nom-
brar las haciendas de Ventanillas, de San Juan, do Juana de oro, de Sta. Rita,
del Convento, de Pechiche dulce, que todas pertenecen á esta región, con
muchísimas otras no menos feraces, aunque no tan grandes, para hacer
comprender su importancia á los que están al corriente del comercio de
cacao. Este distrito, con los cercanos de Baba, Vinces y Daule, produce el
cacao de arriba, que aventaja en calidad y precio al de abajo ó de Máchala
y Naranjal, y lleva su fama merecida á los mercados de Europa. Las huer-
tas de cacao que siguen los bancos á lo largo de los rios y esteros, forman
una red parecida á la de estos mismos, y las mallas de la red están ocupadas
por sabanas y pozas, rara ver por lomas.
El rio de Vinces , Palenque y Quevedo es uno de los mas largos
de todo el sistema del Guayas. Sus fuentes mas lejanas en la cercanía do
St°. Domingo de los Colorados distan de su boca al lado de Zamborondón
unas 37 leguas. Solo una parte pequefía'de su sistema, el rio de Quevedo
138 topografía. — capítulo ni.
superior, ó el de Pilaló, cae en la región andina, el resto pertenece á la
litoral ó baja; su curso general, incluso el del rio Palenque, es de N á S
con una pequeña declinación al Oeste. Si examinamos su origen, podemos
estar dudosos, á cual de sus dos venas principales ceder la primacía, al rio
Palenque ó al de Pilaló; pero por su dirección y largura debemos darla al
primero.
El rio de Palenque nace aproximativamente en 0o 15' Lat. S, muy cerca
de Santo Domingo de los Colorados, sobre aquella altiplanicie (de unos
500 metros de altura) que separa los sistemas del rio Esmeraldas, y del rio
Guayas y corre hasta el grado 1° de Lat. S, es decir hasta las cercanias
del pueblo de Quevedo, por montañas incultas y poco conocidas; solo los
caucheros trafican en ellas. Yo no he viajado personalmente por este rio,
pero según las informaciones que he tomado sobre él, es en todo parecido
al rio Peripa y al Daule superior (Rio grande) que conozco bien. Sus
afluentes principales son el Lülu grande y el Lülu chico del lado oriental ó
de la sierra, y el rio Perica del lado occidental ó del rio Peripa. El Palenque
es navegable en canoas hasta el punto, que se llama puerto de lio, que no
dista mucho del pueblo indio de San Miguel, y este se halla unas dos leguas
al Sur del de St°. Domingo de los Colorados; esto quiere decir, que el rio
es manso y navegable hasta muy cerca de su origen, propiedad que tiene
común con las cabeceras del Daule y de los demás ríos, que nacen sobre
la meseta de St°. Domingo. En todos ellos consiste la dificultad de penetrar
hacia mas arriba solo en la escasez de agua, no en lo correntoso, como en
los ríos que descienden de las montanos altas.
El rio de Pilaló forma con el do Palenque casi un ángulo recto y
desciende de E á O, por una espaciosa hoya, de la Cordillera alta do Zum-
bagua, que se halla al Oeste de Latacunga. Sus cabeceras nacen muy cerca
de las del rio Toachi, que vá por el valle de Sigchos al N. Los tributarios
de este sistema abrazan las faldas occidentales de la Cordillera, desde los
cerros de Angamarca hasta los de Chugchilan y de Sigchos. De los prime-
ros (del lado SE) bajan los rios do Poembo y de Naranjal, y de los últimos
(de NE) el tributario mas poderoso, que se llama rio Quindígua, cuya boca
se halla solo dos leguas al Este de la del Palenque, enfrente de la hacienda
de San Pablo. En la hoya superior, en que está el pueblo de Pilaló, y que
pertenece á la región andina, le entran los rio do Taguáló y de Tilipulo del
lado del volcan Quilotoa; y en su curso medio recibe el rio de Pilaló una
porción de afluentes pequeños del cordón de montañas, que bajan entre su
valle y el del Quindígua, tales como los rios Negrillo, Tilinche, Playa-Vélez,
Alusí y otros. — El valle superior (parte andina) del rio Pilaló está bastante
poblado por muchas haciendas, pero en la parte baja de productos de la
LA BEGION OCCIDENTAL. 139
tierra caliente escasea la población. En este curso inferior el rio también
se llama comunmente de Quevedo. Es de notar, que el camino de herra-
dura (bastante malo), que conduce de Quevedo á Latacunga, es el último
que comunica el interior de la República con la región litoral habitada; pues
todos los demás hacia el Norte, por las provincias del Pichincha y del Im-
babura, llegan solo hasta ciertos puntos en las faldas occidentales de la
Cordillera, y de ahi hasta la costa no existen sino caminos de á pié malísi-
mos y muy poco traficados.
Desde la confluencia del rio Pilaló con el de Palenque, que se verifica
cerca del sitio del Barro, una legua al N de Quevedo, toma el rio otro
carácter, que se manifiesta sobre todo por las muchísimas vueltas grandes
y pequeñas y las extensas playas, que le acompañan y en los cuales suele
bifurcarse y ramificarse. La región entre Quevedo y Vinces, á ambos lados
del rio, es una combinación de lomas y sabanas, predominando las primeras,
pero muchas veces cubiertas de monte, de manera que en algunos parajes
recuerdan la región de la montaña en el rio Palenque, Peripa y Daule supe-
rior. En las inmediaciones del rio se hallan también largos trechos de
bancos sembrados de cacao y otros frutos. La serie no interrumpida de
hermosas haciendas y sitios á ambas orillas atestiguan la feracidad del ter-
reno, y en este respecto el rio se parece al Daule entre Balzar y Sta. Lucia.
— El pueblo de Palenque, que se halla unas 8 leguas al Sur de Quevedo,
no está sobre la orilla del rio, sino á la distancia de una milla de su ribera
occidental, en una pampa escasa de agua. Es un pueblo mucho mas viejo
que Vinces y Quevedo, y por esto antiguamente todo el rio se llamó de
Palenque, nombre que se usa hasta hoy dia como sinónimo del rio Vinces
ó Quevedo. Todos los afluentes entre Quevedo y Vinces son pequeños,
constituyendo solamente desaguaderos de la región baja de las sabanas y
lomas. Nombraré como principales los ríos de Mocache, Perdido, Burgos y
Pise. — Mas al Sur de Palenque no se encuentran tributarios propiamente
dichos, sino una extensa red de ramificaciones del mismo rio, que presenta
mucha analogía con la que hemos conocido entre el rio de Caracol y el de
Pueblo viejo, desempeñando el papel del último los de Baba y del Arenal.
El pueblo de Vinces, cabecerca del cantón del mismo nombre, está situado
tres leguas al Sur de Palenque, á la orilla oriental del rio que lo baña, y
presenta un aspecto muy pintoresco con el fondo de los oscuros cacaotales
y de las esbeltas palmas de coco. La historia de su fundación está'conec-
cionada con la hidrografía de esta región, y por esto merece ser referida,
según P. F. Cavallos (Hist. VI, pg. 241). «Como una legua al Sur de Vinces
había hasta mediados del siglo anterior un pueblo llamado San Lorenzo,
perteneciente á la antigua Tenencia de Baba, y un villorrio, San Javier,
140
TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO IH.
anexo al anterior. Residía en este villorrio un sacerdote de apellido Vinces,
el cual, como dueño de la hacienda, dicha Balear de Vinces, abrió una buena
zanja por donde corre hoy el rio de tal apellido, con el objeto al parecer
de conservar un abrevadero para sus ganados. La zanja, lo flexible y llano
del suelo, y las crecientes de las aguas hicieron dentro de poco variar el
curso del rio, y formar el nuevo actual; de modo que á esa causa dejó en
seco á Baba, que antes se bañaba con el de su nombre. Ora por lo dicho
ó por el gravísimo incendio que padeció San Lorenzo en 1764, ello es que
sus moradores se trasladaron al lugar que ahora ocupa Vinces, y el pueblo
tomó por nombre el apellido de aquel sacerdote.!* — De esta historia se
deduce claramente que la desembocadura principal del rio Vinces ha sido
hasta mediados del siglo pasado en la Boca de Baba, y que los actuales
ríos de la Bocana y de la boca de Canas, arriba y abajo de Zamborondón,
han sido simples desaguaderos de las sabanas y tembladeras. Poro ademas
del rio seco de Baba, también otros « esteros » parecen haber servido suce-
sivamente de cauce principal al rio grande. Asi encontramos dos leguas
arriba de Vinces la boca del Chujampe y una legua mas abajo do ella (cerca
de Banepo) la del Rio Nuevo, que ambos á alguna distancia se reúnen for-
mando el rio del Arenal, que es el mas oriental de toda esta red y corre
paralelo al de Baba, desembocando en el rio Bodegas con el nombre de rio
de Garrapata, pocas cuadras arriba de la Boca de Baba. Este rio recibe
LA BEGION OCCIDENTAL. 141
del lado de Pueblo viejo el estero de la Isla, que en invierno es navegable
y en verano casi seco. En el rio de Garrapata la marea del rio de Bode-
gas sube unas dos leguas, y por esto los pequeños vapores fluviales entran
con facilidad hasta el puerto del Arenal, de que el pueblo de Baba dista sola-
mente una milla al O.
La boca superior ó de entrada del rio de liaba se halla al lado norte
del pueblo de Vinces, y se dirige primero al SE; después el estero vira al
Sur, corriendo paralelo al del Arenal y pasando por el sitio de Guare. El
agua se manifiesta en verano solo desde el pueblo de Baba por abajo, una
legua y media distante de su Boca. El pueblo, también cabecerca de un
cantón, se halla á la orilla oriental, y una milla al Oeste del puerto del
Arenal, como queda dicho. Este rio está orillado de bancos, y por esto
cultivado de cacao, en toda su extensión; mientras que el del Arenal lo es
solo en su parte superior.
El tercer estero grande es el rio Macul que se separa del rio Vinces
por la boca de Yunguilla una legua y media abajo del pueblo, en el sitio de
California, en dirección al SE, y corre después paralelo al de Baba, con
quien se reúne pocas cuadras arriba de la Boca de Baba, enfrente de la
hacienda Tinoco. En su curso superior atraviesa sabanas pantanosas y en
el inferior está acompañado de bancos bien cultivados. Algunos esteros
secundarios derivan de él, como arriba el Rio correntoso, y mas abajo el
rio Roncador que desemboca directamente en el rio de Bodegas entre las
haciendas de Delicia y Cabonda, enfrente de la isla de Ángulo ó de la boca
del estero de Chijo.
También hacia el lado occidental salen desde la cercanía de Vinces al-
gunos derrames á las sabanas, como por ejemplo el Esteron, que entra cerca
de las Playas y en invierno comunica con el rio Bobo, el estero de Tintal,
que entra al lado de la hacienda Bebo y la rodea, para salir otra vez mas
abajo al rio grande. Poro la división en dos venas grandes se verifica un
poco abajo del pueblecito de Las Ramas; la una constituye el rio de la
Bocana y la otra el rio de las Avispas. El primero conserva el rumbo de
N á S y el segundo vira al Oeste para volver luego otra vez á la dirección
del Sur. Una legua mas abajo se acercan las dos ramas hasta pocas cua-
dras y aun comunican entre sí por un estero. En esta angostura está situado
el pueblo del Salitre, que de consiguiente tiene dos puertos. Desde el Salitre
los dos rios se separan mas y mas, inclinándose el de la Bocana un poco
al Este y el de Avispas con un gran arco al SO y luego al Sur. En su
curso inferior, en que ya están bajo el influjo de las mareas, ambos viran
al Este, especialmente el de las Avispas, dejando entre sí el Cerro de Zam-
borondón. El rio de la Bocana se une con el de Bodegas una milla arriba
142 topografía. — capítulo m.
del pueblo de Zamborondón y el de las Avispas una media legua abajo por
la Boca de las Cañas, como he dicho en otro lugar. También en el trecho
de Salitre á Zamborondón se verifican todavía diferentes derrames por esteros
secundarios, tanto á la región interfluvial, cuanto hacia fuera. Entre los
primeros nombraré el rio de Sabanilla que corre casi paralelo al de las
Avispas, y entre los segundos un esteron que cruza al río Pula, tributario
del Daule.
Los bancos llegan en el río Vinces solo hasta la California; mas abajo
todo es un terreno muy bajo y anegadizo, y especialmente desde Salitre
principian las tembladeras, que ocupan todo el espacio entre los ríos de la
Bocana y de las Avispas y otros terrenos extensos al Este y Oeste, llegando
hasta el río Pula y el pié de los cerros de la Estacada y de Yolan. Desde
la cúspide del cerro de Zamborondón se goza de una vista sumamente in-
teresante é instructiva sobre toda aquella región, que en invierno parece un
mar mediterráneo, sembrado de islitas de sabana y de bosquecitos de sauces
añejos. En esta estación se navega con facilidad por todas partes, aun fuera
de los cauces ordinarios de los ríos, pero en verano, apesar de tanta abun-
dancia de agua, la navegación se dificulta. Si todos los derrames y esteros
que salen del rio desde Vinces hasta Zamborondón, quedarían reunidos en
un solo lecho, formarían un rio tan poderoso como el de Bodegas, que seria
navegable por vapores aun en la estación mas seca; pero la consecuencia
de tanta ramificación es, que ningún rio queda navegable en verano. A lo
mas trafican pequeñas canoas por los de la Bocana y de las Avispas, y mas
arriba hasta Quevedo. En invierno los vapores suben comunmente hasta el
puerto de Palenque y á veces hasta el sitio de Moquique. De ahí mas ade-
lante el rio es muy correntoso.
De lo dicho se comprende que la región descrita se presta solo á la
ganadería y que el terreno cultivable es sumamente reducido. Sobreviene
el frecuente cambio de los ríos en un terreno tan flojo, y de consiguiente
la instabilidad de los terrenos altos y bajos, que no anima á la agricultura.
Bien puede ser, que la red de ríos y esteros, como figura en mi mapa y cuyo
plano fué levantado en los años de 1880 á 1884, dentro de 50 años presente
un aspecto muy diferente; y esto vale también de otros parajes parecidos,
que hemos conocido anteriormente.
El rio Daule ya no es un tributario del rio Bodegas, sino que forma
con este el rio Guayas, y su sistema excede en extensión todos los, que
hemos estudiado hasta ahora. Este rio no recibe ni una gota de agua de
la sierra, y pertenece todo á la región baja, que llamamos la litoral. Su
largo podemos calcular en 43 leguas, sin tomar en cuenta las muellísimas
vueltas grandes y pequeñas, que hace, y siguiendo solo su rumbo general,
LA BEGION OCCIDENTAL. 143
que es bastante recto de N á S. Hacia el Este el sistema del rio Daule
linda con el del rio de Quevedo y Vinces, que acabamos de describir, y
respecto á sus linderos occidentales me refiero á la página 126, en que he
dado la reseña de las montañas, que de este lado circundan todo el sistema
del Guayas, desde Guayaquil hasta las montañas de Manabi. Allá he hablado
de una hinchazón del terreno ó una bóveda muy aplanada, que atraviesa el
pais desde Chone hasta St°. Domingo de los Colorados y separa los sistemas
del Guayas y del Esmeraldas. Pues bien, casi toda la vertiente austral de
esa llanura suavemente inclinada está ocupada por las cabeceras del rio
Daule , naciendo las mas orientales (del rio Peripa) cerca de St°. Domingo
de los Colorados, muy inmediatas á las del rio de Palenque, y las mas occi-
dentales (del rio Grande) cerca de Chone y cerca de las cabeceras del rio
de este mismo nombre. Las primeras corren al principio de E á O y las
segundas de O al E, para tomar después de reunirse el curso N-S. — No
es por demás repetir en esta ocasión, que las antiguas geografías y cartas
andan en esta región completamente erradas y que las a cordilleras de las
Cruces, de Balzar, de Palenque, el Nudo de Sandomo» etc. etc. (véase el
mapa de Villavicencio) no existen. Probablemente han comprendido mal á
los que daban los informes, tomando «las montañas» en el sentido de cerros,
cuando no significaban mas que monte ó selvas. Cerros altos ó cordilleras
no existen en toda esta región, en que he penetrado desde el lado sur y el
lado norte hasta cerca de la linea de vertientes, y la trocha que se abrió
sobre ella desde Chone hasta St°. Domingo, tampoco se ha encontrado con
alturas notables. Pero la mejor prueba de lo que digo, es el hecho que
todos los riachuelos de la región son navegables en pequeñas canoas hasta
cerca de su origen, lo que no sucede en las «Cordilleras».
En el sistema superior distinguimos dos ríos principales: el rio Grande,
que es la continuación directa del rio de Balzar ó de Daule, y el rio Peripa.
Este último nace en el plano de St°. Domingo y corre de NE á SO, casi
paralelo al rio Palenque, al que se parece en mucho. Dos leguas al Sur
de aquel pueblo pasa al lado del de San Miguel, y después de recibir al-
gunos pequeños tributarios, como los ríos de Grüeregüere, de Pucalapi y el
Blanco, comienza á ser navegable, en el puerto de Cápele. Hasta este punto,
cuya altura determiné en 65 metros sobre el mar, he navegado sin dificultad
en la estación mas seca; hacia arriba escasea el agua, y mejor se hace el
viaje á San Miguel á pié (en 1 dia) por la trocha que sale de Cápele. Del
puerto por abajo el Peripa recibe de ambos lados un sinnúmero de pequeños
afluentes («esteritos») que pasaré en silencio, para nombrar solo algunos rios
mas importantes. El primero es el rio Cocoya del lado derecho, que nace
en las inmediaciones del curso del rio Pupusa, tributario del rio Grande;
144 topografía. — capítulo in.
luego sigue á poca distancia, pero al lado opuesto, el rio Cóngoma, que es
casi tan grande como el Peripa mismo, y trae su origen también de muy
arriba, del lado del puerto de lio, que está en el rio Palenque. En su curso
superior el Cóngoma se llama lio, y un afluente de él Sandeme. Después
de un intervalo de dos leguas y media entra del occidente el rio Armadillo,
que igualmente es muy considerable, y recoje sus aguas en un terreno espa-
cioso que se extiende en el triángulo formado por el rio Grande y el Pupusa.
Una legua abajo de la boca del Armadillo hallamos al lado del oriente la
del rio Ghaune, que viene de las cercanías del rio Palenque y de las cabe-
ceras del rio Perica, y también es navegable hasta muy adentro. Pasada
la boca de Chaune, el rio hace algunas vueltas muy grandes, regresando de
nuevo hacia el N; pero en seguida se dirige con muchas vueltas pequeñas
al Sur. Los afluentes que siguen del lado derecho son el rio de Damas, el
Gualipe, el Pajarito y el de Guayabo; después vienen del lado izquierdo el
rio Pocachi, el Quita-palanca, el Sal api grande y el Sal api chico, ambos nave-
gables; el rio Mono, el rio Achote y el Muricumba. Desde la boca del último
el Peripa vira con dos codos muy grandes al Oeste y se reúne con el rio
Grande en la Boca de Peripa, que dista de su origen 17 leguas en linea
recta, y siguiendo todas las vueltas, lo menos 30. — El Peripa es manso y
carece de saltos, pero es muy monótono, corriendo entre colinas poco ele-
vadas y cubiertas de una vejetacion espesa. Conocidas dos ó tres vueltas,
se conoce todo el rio.
El rio Grande nace 5 ó G leguas al Este del pueblo de Chone y al
Norte de las cabeceras del rio Chone. Corre al principio por G leguas al
NE, á lo largo de la linea divisoria del sistema del Jama, y luego vira re-
pentinamente al Sur, cuyo rumbo conserva hasta la Boca de Peripa. En
el arco que forma en esta virada, recibe tres tributarios grandes: primero
el rio de la Morena del lado NO, cuyas cabeceras se hallan entre las del
Jama y del Quinindé; segundo el rio Vaina del lado NE, nacido entre las
fuentes del (Juinindé y las del Mache; y tercero el rio Pupusa, el mas largo,
que viene del Este y trae su origen del lado de San Miguel y de los primeros
afluentes del rio Peripa. La boca del Pupusa encontré á GO metros sobre
el nivel del mar. De este punto cruza un camino de á pié (una trocha) á
St°. Domingo de los Colorados, siguiendo el lado setentrional del Pupusa.
Se hace el viaje en V/2 ó 2 dias, caminando casi siempre por llanos, pues
las colinas se hallan solo en la cercanía de los rios y son originadas por las
incisiones de estos.
Desde la boca del Pupusa hasta la Boca de Peripa, cuya distancia mide
diez leguas en linea recta, se hace el viaje por canoa en 12 horas completas
(sin demorarse en ninguna parte). El rio Grande tiene un lecho mas ancho
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 145
que el Peripa; es mas correntoso (hay algunos saltos) y por esto mas recto
y menos tortuoso que este. Corre en un cauce de cangagua, encajonado
entre barrancos verticales de 5 á 8 metros de altura, y de trecho en trecho
se encuentran playas anchas. Por lo demás el terreno á ambos lados se
presenta del mismo modo suavemente undulado, solo que las colinas me
parecieron generalmente mas bajas que en el rio Peripa.
Los afluentes que entran al rio Grande del lado oriental, es decir del
lado del Peripa, todos son cortos é insignificantes (Pasaje, Guayabo, Cocopí).
Algo mas desarrollados se hallan los tributarios occidentales; hé aquí los
principales: rio Dolores, Mono, Estero limpio, Doblones, San Pedro (largo),
de Sancho alto, Pescadillo. El último es el mas grande y viene de las cer-
canías del Pueblo viejo de Chone; por él se cruza á veces á la provincia de
Manabi. Media legua abajo sigue el rio de Barraganete que es mediano.
Los saltos principales se hallan: el primero entre los ríos Dolores y Mono;
el segundo, llamado de Bodega, entre el último y el Estero limpio; el ter-
cero, que se llama Besbalo, y que es el mas alto (1 x¡2 metr.) y mas peligroso,
un poco arriba de la boca del rio de San Pedro.
Desde la confluencia del rio Grande con el Peripa hasta Colimes, el rio
se llama generalmente de Balzar, aunque seria mas propio llamarlo desde
aquí rio Daule. Por el espacio de 6 leguas, hasta la boca del Tigre, corre
á SSO y vuelve después al rumbo S hasta Balzar. También en este trecho
los tributarios principales le vienen del lado occidental ó de la provincia de
Manabi. El primero es el Conguillo, bastante largo, de NO ó de las cabe-
ceras del rio Chone; sigue el pequeño rio Taché, ó inmediatamente después
el grande rio Comipaga, que trae su origen de las montañas de Junin. Me-
dianos son los afluentes de Bijagual, Solano, Chupacáldo y Cuchilla. Entonces
sigue el Tigre caudaloso y largo, cuyas fuentes han de buscarse en la cer-
canía de las del rio de Portoviejo. Desde el codo, que hace el Daule para
virar al S, ya no entra ningún rio de cuantía del lado occidental, hasta el
Puca abajo de Balzar. Los tributarios del lado izquierdo ú oriental son los
ríos de Zapatilla y Zapata entre las bocas del Comipaga y del Bijagual, el
Jemu, abajo de cuya boca se pasa una correntada larga, llamada Jermu; el
rio del Salto, entre los sitios de Pasaje y Chichanda, y el Congo, el mas
largo y mas importante, que es navegable en canoas hasta muy arriba.
Todos los demás son esteros pequeños.
De la Boca de Peripa á Balzar hay 10 leguas en linea recta, pero las
vueltas del rio describen á lo menos 15. Se hace el viaje en canoa por
arriba en tres días, navegando de 8 á 9 horas por dia; en el regreso se
gasta solo 12 ó 14 horas. Una ó dos leguas arriba de Balzar principia la
montaña inhabitada y ella cubre toda la región á ambos lados del rio. Es
WoLr, Ecuador. 10
146 topografía. — capítulo ni.
la misma montaña que se extiende sobre los sistemas fluviales superiores
del Palenque, del Peripa y del rio Grande, el mismo terreno suavemente un-
dulado, con colinas de 20 á 40 metros de altura, el cual, privado de su
espesa vegetación arbórea, debería presentarse muy parecido á la región de
las lomas, que encontramos mas abajo á lo largo del curso medio de los ríos.
Se observa, que la formación del cauce del rio es la misma que en el rio
Grande, alternando playas y vegas con barrancos altos.
El pueblo de Balsar , situado á la boca de la montaña, bajo Io 21' Lat. S,
se halla sobre el barranco de la orilla izquierda del rio, y marca el límite
de una región nueva. Desde aquí el rio y paisaje cambia de carácter; el
primero comienza su curso medio y con él una serie de vueltas tan capri-
chosas, como no se encuentran en ningún otro rio de igual caudal, el segundo
cambia cada rato del modo mas agradable y sorprendente, con la variación
continua de playas, vegas, barrancos, lomas, bancos y sabanas. Una serie
no interrumpida de haciendas y caseríos á ambas orillas convierten estas
en un jardín continuo de flores y fintas. Si debería juzgar imparcialmente
de la belleza de los ríos del Ecuador occidental, daría la primacía al rio
Daule, desde Balzar abajo, y al viajero que en pocos dias quisiera formarse
una idea de la provincia del Guayas, (que no puede adquirir en las cercanías
de Guayaquil), aconsejaría hacer un viaje á vapor en invierno por el rio
Daule hasta Balzar; podrá decir, que ha visto uno de los países mas pinto-
rescos do la zona tropical.
Esta región interesante de que hablo, se extiende desde Balzar hasta
Daule, es decir 10 leguas en linea recta. La descripción del lado izquierdo
ú oriental del rio es corta; los afluentes son tan insignificantes, que no
merecen una mención especial. Desdo enfrente de Colimos, que está casi
en medio entre Balzar y Daule, se encuentran atrás de la zona angosta do
bancos á lo largo del rio, hacia arriba las lomas y hacia abajo las sabanas,
componiendo una zona de dos leguas de ancho, en término medio, entre el
rio de Daule y el Macul ó rio Bobo, que conoceremos mas luego. El pueblo
de St\ Inicia se halla al mismo lado oriental del rio, como Balzar, tres le-
guas arriba de Daule.
Mas interesante y mas complicada es la banda occidental del rio, porque
allá encontramos, ademas de varios afluentes pequeños, tres sistemas fluviales
bastante largos y desarrollados, que tributan al Daule. Pero antes de entrar
en su descripción, debo advertir, que la zona próxima al rio, y hasta tres
leguas adentro, corresponde perfectamente á la zona de lomas y sabanas de
la banda oriental.
Dos leguas abajo de Balzar se halla la boca del rio Puca. Sus cabe-
ceras nacen sobre la pequeña Cordillera, que corriendo de O á E separa el
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 147
sistema fluvial del rio de Portoviejo del del Guayas, y que es conocida con el
nombre de cerros de Fajan y de Puca. La altura de esta cadena es de 200
á 300 metros. Al vertiente setentrional de la «Cuesta de Puca», por donde
pasa el camino á la provincia de Manabi, se hallan las fuentes del rio de
Lodana, muy cerca de las del Puca. El curso del rio es en la región mon-
tañosa de NO á SE, y en este trecho recibe del lado izquierdo el rio Calvo
y del lado derecho los ríos de Agua-fria y del Burro. Antes de dejar las
montañas vira con un arco abierto al N, y después con un codo muy fuerte
al NE y E. En el dicho codo está situado el pequeño pueblo de Olmedo á
la orilla derecha y enfrente de la boca del rio Pescado, que desciende tam-
bién de las montañas del lado NO. Desde Olmedo entra el Puca en la
región de las lomas y la atraviesa hasta su boca, que dista del pueblo citado
unas 6 leguas; en su curso inferior recibe todavía del lado norte el tributo
de los ríos Chicompe y Pucon.
El rio de Colimes, que en su curso superior se llama rio de Pojan,
parece una imitación exacta del rio Puca, en cuanto á la dirección que
describe en su curso superior, en cuanto al codo que hace antes de entrar
á la región de las lomas, y en cuanto á su curso inferior por estas lomas,
solo que su hoya superior es mas larga y mas extensa. Nace con sus tri-
butarios principales, que son los ríos Misoaque, Pijio y Colimes, en los cerros
de Pajan y en el ángulo que forman estos con la Cordillera de Colonche.
En la confluencia del Colimes se halla el pueblo de Pajan, á la altura de
103 metros sobre el mar. Los afluentes de SO, hacia mas abajo, son los
ríos Panchal, Brocel, Agua-fria, de las Cruces y el Estero ciego; los del Norte
los ríos Chico, Palma, Tigre y Sapan. Unas nueve leguas abajo de su naci-
miento el rio, que hasta ahora corría de NO á SE, se vé obligado por los
«Cerros de Iguanas» á virar al N por el espacio de una legua, para entrar
después en la región abierta de las lomas en dirección al E. En esa virada
al N se encuentra á la banda izquierda el pequeño pueblo de Iguanas, á la
entrada de las montañas, como Olmedo. Desde Iguanas el río se llama
comunmente de Colimes, su curso por las lomas es igual al del Puca; los
ríos de Mura y de las Cañas son sus únicos afluentes del lado Norte. En su
boca y á la orilla derecha se halla el pueblo de Colimes. La boca de Colimes
dista de la de Puca tres leguas en linea recta; en el espacio intermedio hemos
de notar el rio de la Jagua, que unido con el de las Piedras desemboca al
Daule en el sitio de Perinao, no muy distante de Colimes; pero ambos son
ríos cortos y en verano casi secos. Algo mas grande es el rio de Piñal, cuya
boca se halla en la hacienda del mismo nombre, entre Santa Lucía y Daule;
nace al pié de las montañas de Iguanas, cerca del Potrero de la Virgen, y
atraviesa con algunos pequeños afluentes la región de las lomas y sabanas
10 •
148 topografía. — capítulo in.
El tercer y último sistema tributario del Daule, análogo á los del Co-
limes y del Puca, es el del Rio Magro, que desemboca una vuelta abajo del
pueblo de Daule y enfrente de la hacienda de St\ Ana. Su hoya superior
comprende la región montañosa entre la Cordillera de Colonche y los cerros
de Iguanas, que son un cordón de montañas arrancado de aquella misma,
y colocado como linea divisoria entre las aguas del rio de Pajan y las del
rio Magro.*) Muchas son las quebradas que contribuyen á formar este
sistema, pero la mayor parte quedan secas durante el verano, porque toda
esta región ya no tiene la misma humedad, como las hoyas del Colimes y
del Puca.
El rio de la Bolsa podemos considerar como la vena mas larga y mas
recta del Magro, que conserva el rumbo general de O á E. En su curso
medio se llama rio Nuevo, de una quebrada del mismo nombre que le viene
del lado Oeste; y dos leguas mas abajo recibe el rio Bachillero, que baja
de SO, y á cuya orilla derecha se encuentra el pueblo de Soledad. Solo
desde la boca del último el rio lleva el nombre de Magro, es decir, en el
corto trecho en que atraviesa la sabana.
Los tres ríos de Puca, Colimes y Magro son en. verano muy escasos de
agua, pero en invierno son navegables en canoas y balsas hasta el principio
de las montañas (Olmedo, Iguanas, Rio nuevo). Entre otras propiedades
comunes á todos tres, merece ser mencionada la de que en verano llevan
agua muy salobre, que no se puede beber sin hacerse daño, y cuya causa
existe en el terreno de su proveniencia. En otro lugar daré las análisis de
estas aguas.
El curso inferior del rio Daule, entre el pueblo de este nombre y su
boca cerca de Guayaquil, se distingue del curso medio por la mayor anchura
del cauce, por ser las vueltas mas largas, y por la falta de bancos altos á
lo largo de las orillas. También el aspecto del paisaje se cambia notable-
mente, por los cerros que se levantan á ambos lados. El pueblo de Daule,
cabecera del Cantón, está situado 7 leguas al N de Guayaquil, á la orilla
izquierda del rio, en 82° 17' Long. O y Io 51' Lat. S.**) Algo mas de dos
leguas, hasta Petrillo, el rio observa el rumbo N-S, y recibe en este trecho,
en el sitio de Nobol, el pequeño rio Bijagual del lado occidental. En Pe-
trillo hace un fuerte codo al Este, para bajar luego en dirección al SE hasta
el pueblecito de Pascuales. En ese codo entra del lado oriental el rio Pula,
que es un rio muy singular. Para encontrar su origen, debemos regresar á
*) Los cerros de Iguanas tienen hacia su término, donde los cruza el camino de la
Cuesta del Potrero de la Virgen, solo 163 nietr. de altura.
**) Resultado sacado por triangulación, con referencia á Guayaquil.
LA REGIÓN OCCIDENTAL.
149
las montañas entre los ríos Palenque y Peripa. Allá nace con el nombre de
Macul y atraviesa primero la región de las montanas, después la de las
lomas y finalmente la de las sabanas, teniéndose casi siempre á igual di-
stancia del rio de Vinces y del Daule. Parece que no recibe ningún afluente
de consideración, pero que está en alguna comunicación con el rio Vinces
y con el de las Avispas por medio de las tembladeras. En su curso medio
se le conoce también con el nombre de rio Bobo, y finalmente se llama rio
Pula. Ignoro si este Macul estaba antiguamente en alguna relación con el
otro Macul, que conocimos como un brazo del rio antiguo de Baba, lo que
Flg. 90. El B¡o Dmnl« inferloi
no seria sorprendente en una región tan sujeta á cambios continuos, como
es la cercanía de Vinces.
Desde la boca de Pula hasta Guayaquil el Daule carece de afluentes;
en su lugar nos ocuparán las montañas que le franjean. Estos cerros no
son una parte accesoria de la Cordillera de Chongon, como á primera vista
del mapa se podria creer, sino forman un grupo propio geográfica y geoló-
gicamente separado: aquella se compone de capas sedimentarias, este de
antiguas rocas eruptivas, pareciéndose en esto al cerro de Zamborondón.
Primero encontramos algunos cerritos bajos que se levantan aislados de la
llanura, como los del Martillo entre Daule y el Pula y los cerritos de Pe-
tríUo; después, abajo del Pula y del Nato, se forma á ambos lados una
cadena continua con algunos picos mas elevados, que tienen de 150 á 300 me-
tros de altura. El cordón de la orilla izquierda se compone de los cerros
150
TOPOGRAFÍA. — capítulo m.
de la Estacada, del cerro de Yolan, y de los cerros de Lajas; á la orilla
derecha se halla el cordón del cerro de la Candelaria y de los cerros de
Pascuales. En el pueblecito de Pascuales el rio hace una virada muy larga
al Este hasta la Estancia vieja, y después corre al Sur hasta su desem-
bocadura, acompañado todavía de algunos cerritos ú ambos lados hasta
Batan, y finalmente de los llanos de la sabana. Entre las haciendas de
Batan de abajo y de San Antonio se acerca el rio Daule al de Bodegas,
enfrente de la isla de Mocoli, tanto, que los separa una faja de tierra de
pocas cuadras de ancho. El rio de Daule es navegable en canoas hasta sus
cabeceras, como hemos visto; por vapores fluviales lo es en todo tiempo
hasta Daule, y en invierno hasta la boca del Congo, dos leguas arriba de
Balzar. La marea sube hasta cerca de Colimes, pero el agua salobre en
verano solo hasta la boca dul rio Pula.
Con la descripción del rio Daule hemos concluido la de todo el sistema
fluvial del Guayas. Me he detenido mas largamente en esta sección, no solo
ñor una cierta predilección que profeso ú esto pais, sino porque en efecto
constituye la mas hermosa y mas rica heredad del Ecuador, que hasta ahora
había sido demasiado descuidada por los geógrafos antiguos, y que necesi-
taba una descripción detallada.1"'
LA BEGION OCCIDENTAL. 151
Sección III*. La región litoral desde Pnná hasta Esmeraldas.
El Ecuador es un pais de contrastes; grandísimo es él que existe entre
la región andina y la litoral, pero también en esta última encontramos di-
ferencias tan notables y sorprendentes bajo una misma latitud, que parece
que nos transladamos á paises separados por miles de leguas. ¡Que distinto
es el paisaje, si de Guayaquil p. ej. nos dirigimos pocas leguas al Este ó
al Norte, á la región que acabamos de describir, del otro que encontramos
al Oeste, en un viaje por el casi-desierto del Morro y de St\ Elena! Sinem-
bargo, como todavía no entramos en distinciones climatológicas, y para no
aumentar el número de las subdivisiones, limitaré la región de nuestra con-
sideración actual solo bajo la vista hidrográfica, dándole una gran extensión,
longitudinal,, entre el océano pacifico y los dos grandes sistemas fluviales del
rio Guayas y del rio Esmeraldas. Tiene 80 leguas de largo, llegando desde
3o Lat. S hasta Io Lat. N; su ancho es variable, entre 3 y 20 leguas, y los
ríos, donde los hay, son generalmente cortos y de poco caudal.
Comenzando, como de costumbre, al Sur, y tomando por límite oriental
de nuestra región el rio Guayas y su prolongación por el canal de Jambelí,
encontramos primero un pais muy singular, cuyo carácter principal consiste
en la falta absoluta de agua dulce (fuera de los aguaceros del invierno)» Si
tiramos una linea recta de Guayaquil á la boca del rio de Colonche, tenemos
separada esta región del resto de la República, pues por todos los demás
lados está rodeada de agua salada, formando la gran península del Morro
y de St\ Elena, que con relación á aquel carácter se podría llamar un apén-
dice anormal del Ecuador. Al Sur de la linea indicada no nace ningún
riachuelo de agua dulce*), y debo advertir que los esteritos que figuran en
el mapa, todos son de agua salada y se llenan con la marea del mar ó del
Estero Salado. Lo mismo vale de la isla de Puna, que forma parte inte-
grante de esta región. Para abastecer á los habitantes y los animales, sirve
el agua de las cisternas, que también es bastante salobre, pero no perjudi-
cial, al contrario, una vez acostumbrado á su uso, se lo prefiere al agua
completamente dulce, que entonces parece insípida.
La isla de Puna, cuya extensión y configuración he descrito en otro
lugar (véase pág. 20), se compone en general de un terreno irregular-
mente undulado de poca elevación; solo la costa sur y sureste se presenta
baja y completamente llana con extensos salitrales y manglares. Los últimos
cubren también el laberinto de esteros, que dividen la isla en dos mitades.
*) Un trecho pequeño del rio de Chongon cae al Sur de la linea.
152
TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO III.
En la mitad setentiioDal se observa que el suelo se ¡lincha á mayores alturas
sobre una linea que tiramos de £ á O, entre las Puntas de Centinela y de
Trinchera. Los puntos culminantes son el cerro de Mala en la cercanía de
la costa, al Sur de la Punta Española, y el cerro Yansun hacia el centro de
la isla. — La mitad austral so distingue por una pequeña cordillera longi-
tudinal, cuyo punto mas alto, el cerro de Zambo-Palo, se halla hacia el
extremo sur, y que termina al Norte con el bajo cordón de los cerrüos de
Puna vieja, cerca del sitio y estero del mismo nombre. — Las condiciones
hidrográficas y climatológicas de Puna son desfavorables á la agricultura,
y reducen su importancia á la cria de ganado y á la extracción de las ma-
deras excelentes, que se encuentran en sus montañas. — El único pueblo de
¥¡g. JS. El partió de F
la isla, el de Puna, está situado en el extremo noreste, al lado de la Punta
Mandinga, en 82" 13' Long. 0 y 2° 44' Lat. S. Dista de Guayaquil 11 leguas
(= 33 millas náuticas).
Allende el canal del Morro se repite en la tierra firme, en mayor escala,
la constitución geográfica y geológica de Puna: esteros, salitrales y man-
glares en la cercanía de la costa, hacia adentro un pais cruzado de lomas
en todo sentido, y cadenas ó grupos de cerros mas altos irregularmente
esparcidos sobre toda la península. — Esteros grandes se hallan solo á la
costa oriental. Ademas del Estero Salado, cuyo canal principal he descrito
en la página 21, encontramos el grupo de los esteros del Morro y Ai/alan
al NO de la isla de Puna. El primero se introduce hacia NO por cerca de
3 leguas, es decir mas allá del pueblo de San Miguel, donde recibe también
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 153
el nombre de este. En un pequeño brazo occidental, que conserva el nombre
del Estero del Morro, se halla el Puerto, y una milla al SO el pueblo de
este nombre en una pampa árida. El estero de Agolan, que también se llama
del Seibo, corre á poca distancia al N del estero del Morro, paralelo pero
independiente de él; por lo demás es corto é insignificante. — El segundo
grupo comienza dos leguas mas al Norte, donde acaba el golfo de Guaya-
quil y principia el Estero Salado, y se extiende por 4 leguas al NO y N,
hasta el sitio de Pongal. El estero principal es el de Sabana grande, que
se ramifica varias veces y finalmente sale por dos bocas, la de Bajen y la
de Pongal, al Estero Salado. Ademas de muchas islitas cubiertas de man-
glares, forma dos islas grandes, la de Palo Santo y la de los Chalenes, en
que se hallan bosques con buenas maderas. Así como el Morro, tampoco
el pueblo de Sabana grande no se halla al lado del estero, sino 2 millas de
su puerto, tierra adentro, en una pampa. — Enfrente de los esteros de Sa-
bana grande y al lado oriental del Salado se halla aquel laberinto de esteros,
que seria difícil describir, y cuyo estudio se hace mejor sobre el mapa, como
he dicho en otra ocasión. Solo debo advertir, que en esas islas planas y
de terreno aluvial se encuentran de repente unos cerritos cascajosos, com-
pletamente aislados, de unos 10 ó 20 metros de altura. La isla de San Ignacio
se compone toda de ellos, y esta cadenita es algo mas elevada; seria una
hacienda bonita si no careciese de agua dulce.
Si seguimos la orilla izquierda del Salado, de Pongal para arriba, en-
contramos las bocas de varios esteros. El de Carrizal es corto, tanto mas
largo el de Chongon, cuya boca se llama Nalay, y que sube hasta las cer-
canías del pueblo y sirve de desaguadero al rio de Chongon. Este último
nace en la Cordillera del mismo nombre y tiene un curso de unas 5 leguas
de NO á SE, aunque en verano lleva muy poca agua y por largos trechos
queda completamente seco. El pueblo de Chongon , en algún tiempo flore-
ciente y hoy reducido á unas 10 casuchas, se halla algo distante del rio, al
lado de una pequeña laguna y al pié de la Cordillera. — El estero de San
Pedro es reducido y acaba en la pampa cerca del puerto de Chongon. El
de Sabana grande (distinto del que conocimos con el mismo nombre mas
arriba) es largo, y llega con sus ramificaciones al pié de la Cordillera de
Chongon, donde recibe algunas fuentes de agua dulce, como la de Aguasaira
y la de Palobamba. En iguales circunstancias se encuentra el estero de
Aguapiedra, cuya boca se halla al lado de la del último. El camino de
Guayaquil á Chongon pasa por las cabeceras de todos estos esteros. —
Desde la boca del estero de Aguapiedra el Salado ya no se ramifica mas,
hasta los Baños de Guayaquil.
De los cerros de la península del Morro y de Sta. Elena nombraré solo
154 topografía. — capítulo m.
los principales. Á la orilla misma del mar (costa SO) se hallan: el cerro
de Chopoya cerca del sitio de Playas y 2 leguas al O del Morro; el cerro
Verde á la distancia de 2 leguas de aquel; los cerrítos de las puntas Ancón
y Carnero al S de St*. Elena, y finalmente la Puntilla de St?. Elena (130 m.),
tres leguas al O del pueblo. — Entre el Morro y Chanduy se tiende, á la
distancia de 2 leguas de la orilla del mar, una cadena de cerros de SE á
NO; el largo de esta pequeña cordillera será de 6 leguas y su altura de
200 á 250 metros. Las secciones llevan diferentes nombres, como cerros de
Acumbe, de Animas, de la Estancia. Separados de este cordón de cerros se
hallan los Altos de Chanduy, que al Este del pueblo del mismo nombre forman
una cadenita de S á N; su punto mas alto es el cerro de San Pedro que
mide 298 metros de altura, y de su cúspide se presenta una vista magnífica
sobre casi toda la península. Algo mas al N, y en el centro de la región,
principia al lado del sitio de Azúcar la cadena de los cerros de Saya, que
tira al NO y concluye cerca de Colonche. — Mas aislados se hallan el cerro
de la Cruz al E de Azúcar, el cónico Chucuyunuri cerca de Atravesao, el
Asajmon al lado de los fuentes termales de San Vicente, y finalmente el
grupo de los cerros de St*. Elena, todos de poca elevación.
Santa Elena, la cabecera del Cantón, se halla á la distancia de 2 millas
del puerto de Ballenita, en pampa rasa, á la altura de 33 metros. Fuera
de los otros dos pueblos del Morro y de Chanduy, ya nombrados, la escasa
población se reduce á pequeños si^os, establecidos casi todos á lo largo de
los tres caminos principales, que cruzan la península. Uno conduce de Guaya-
quil á St*. Elena por Chongon, Juntas, Sube-y-baja, Azúcar y San Vicente,
y mide (con sus vueltas) 20 leguas; otro vá del Morro á St*. Elena por
Chanduy y tiene 15 leguas, cruzando los sitios de Playas, Engabao (del Morro),
Engunga, Tugaduaja, Chanduy, y Engabao (de St*. Elena) ; el tercero, tam-
bién del Morro á St*. Elena, mide 18 leguas y hace la vuelta al N por San
Miguel á Amen, dirigiéndose después recto al O por Aguada, Billingota, Za-
potal, Atravesao y San Vicente. Por lo demás, como en esta región no
existen los obstáculos de una vegetación espesa, ni de los rios, hay muchí-
simos caminos en toda dirección, y aun sin ellos se puede cruzarla con
facilidad.
Unas 5 leguas al N de Sta. Elena, donde acaba su bahía, y la costa
toma el rumbo S-N, cambia poco á poco el carácter del pais, á consecuencia
de que la Cordillera de Colonche se acerca á la costa y sirve de conden-
sador de las exhalaciones acuosas del mar. El primero que anuncia este
cambio, es el rio Jahita, llamado rio Nuevo en su parte superior, que trae
su origen de muy lejos, entre los cerros de Barranca y las faldas meridio-
nales de la Cordillera de Chongon. En verano corre el agua desde las
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 155
cercanías del alto cerro Isera, que se levanta aislado á la orilla izquierda del
río, unas 4 leguas arriba de su boca; las quebradas superiores quedan secas
y traen su tributo solo durante el invierno. El curso general de este rio
es de E á O ; una legua arriba de su boca en el Estero Balsa está el pueblo
de Colonche, situado á su banda derecha, y un poco abajo del pueblo recibe
del mismo lado su único afluente de consideración, el rio de la Pampa. —
Las inmediaciones de Colonche y la costa hasta dos leguas mas al N, que-
dan todavía bastante secas; pero entonces, y á medida que la Cordillera se
acerca mas al mar, principia una zona húmeda, que se caracteriza por una
serie de ríos y una vegetación vigorosa de las montañas. Desde el sitio y
el rio de Valdivia los numerosos ramales tendidos de la Cordillera de Co-
lonche llegan hasta la orilla del mar, y de todos los valles intermedios bajan
ríos. La cercanía de la cresta de la Cordillera y la dirección de los ramales
son las causas, de que todos estos ríos sean cortos y corran de E á O; los
principales son los de Valdivia, de Travesao, de Manglar alto, de Olon, de
Don Pancho, de Entrada y de Ayampe. En la desembocadura de cada rio
se encuentra un pequeño sitio (de pocas casas) del mismo nombre, solo
Manglar alto tiene el rango de pueblo y parroquia. La distancia que media
entre el rio de Valdivia y la Punta de Ayampe es de 5 leguas. Pasando la
última, ya entramos en la provincia de Manabi, y á medida que la Cor-
dillera de Colonche vá rebajándose, desaparece la humedad de las montañas,
la costa vuelve á tomar (desde Salango) paulatinamente su carácter y aspecto
anterior, y lo conserva mas ó menos, aunque no tan pronunciado como en
el cantón de St\ Elena, hasta la Bahía de Caráques.
Por la razón indicada en la anotación de la página 3, acceleremos el
paso por la provincia de Manabi. — En la ensenada de Callo y Machalilla
desemboca el rio Seco de Jipijapa, cuyo nombre indica suficientemente su
propiedad, de no llevar agua en la estación seca. Su valle pone término
á la Cordillera de Colonche, y las montañas litorales que siguen hacia el
Norte hasta la Bahía de Caráques, no presentan cadenas largas, sino mas
bien grupos y macizos irregulares. El primer grupo observamos entre Jipi-
japa y Manta, rodeado al O y N por el mar, al S por el valle de Jipijapa
y al E por el del rio de Portoviejo. — Esta porción de tierra se presenta
por la salida del Cabo de San Lorenzo y de la Punta de San Mateo como
una pequeña península suavemente abovedada. En las cercanías de Jipijapa
llaman la atención el cerro Bravo y el de San Vicente, y en el centro del
grupo descuella por su posición aislada y su altura (443 m.) el cerro de
Montecristi, á cuyo pié está el pueblo de este nombre, dos leguas al SE
del puerto de Manta. La parte setentrional se compone del cordón de los
Cerros de Hoja. — Al N de la Bahía de Manta encontramos el anchuroso
156 TOPOGBAFIA. — CAPÍTULO III.
valle del rio de Portoviejo, que separa el grupo de los cerros indicados de
otro muy parecido, pero menos alto, entre el rio nombrado y el de Chone
y de Tosagua. Este macizo se llama en los mapas antiguos Cerros de Bál-
samo. Ambos grupos caen en la región seca, y por esto no encontramos,
desde Salango hasta la Bahía de Caráques, ningún rio notable, que nazca
en ella. El único rio de Portoviejo, que desemboca en la ensenada de Chara-
potó, trae su origen y sus aguas de las montañas lejanas y húmedas, que
al Sur y al Este separan su sistema de los del rio Puca y del rio Daule.
Todos sus tributarios corren al principio de E á O y se reúnen en el tronco
principal, que se dirige de S á N. El afluente mas austral es el rio de
Lodana, que viene de los cerros de Puca y desemboca en el rio principal
cerca del pueblo de Sta. Ana, casi dos leguas al Sur de Portoviejo. La capi-
tal de la provincia de Manabí, que dá al rio su nombre, se halla á su orilla
derecha, y á la distancia de 5 leguas de su boca. Al lado de la ciudad el
rio hace un codo fuerte al O para dirigirse luego de nuevo al N, y sobre
este codo está el pueblo de Picoasá. Una legua mas adelante desemboca
del lado derecho el Rio chico, bastante largo, pero de poco caudal, á cuya
orilla se encuentra un pequeño pueblo del mismo nombre. En seguida pasa
el rio todavía al lado de los dos pueblos considerables de Rocafuerte (antes
Pichota) y Charapotó, ensanchando su cauce en playas extensas, y dividién-
dose á veces en varios brazos. El rio de Portoviejo no es navegable, tanto
por la escasez de agua, cuanto por ser demasiado correntoso.
El rio de Chone, que desemboca en la bahía de Caráques, tiene sus
cabeceras en aquellas montañas, en que nacen también las del rio Grande
(Daule) y de sus tributarios principales (San Pedro, Pescadillo, Conguillo).
Al principio corre unas 5 leguas de E á O, recibiendo de ambos lados
muchos afluentes pequeños; luego, pasado el pueblo de Chone, que antigua-
mente se hallaba en las montañas cerca de su origen, vira por 2 leguas al
SO, y finalmente otra vez al Oeste, conservando este rumbo apesar de las
muchas vueltas pequeñas, hasta su desembocadura. Los tributarios prin-
cipales, que le entran del lado NE, son el rio Garrapata y el de San Lo-
renzo, llamado en su curso superior rio Colorado, el primero un poco arriba
y el segundo una legua abajo del pueblo de Chone. Entre los dos se abrió
la trocha, que conduce de Chone á St°. Domingo de los Colorados, y que
algunos consideran como el precursor de un ferrocarril futuro. Del lado
sur recibe el rio Chone solo el tributo del rio Tosagua, 4 leguas arriba del
pueblo de Bahía de Caráques. Nace en las montañas de Calceta y Junin y
pasa por el pueblo de Tosagua. Un poco antes de entrar en el rio Chone,
recibe el de Capotillo, sobre cuyo curso superior se halla el pueblo de
Canuto.
LA REGIOS OCCIDENTAL.
Al Norte de la Bahía de Ca-
ráques, y especialmente desde
el Cabo Pasado, que dista solo
4 leguas, el país cambia de
nuevo su aspecto y carácter,
que se manifiesta claramente
sobre el mapa por la multi-
dud de pequeños ríos, que
uno tras otro desembocan en
oí Océano. Es esta una señal
de gran humedad, y en efecto,
las montañas húmedas y espe-
sas, que en las provincias del
Guayas y de Los Ríos, y en
la porción austral de Manabí
encontrábamos solo á mucha
distancia de la costa y al pié
de las Cordilleras altas, desde
ahora cubren todo el pais hasta
las inmediaciones de la costa,
aun cuando en su cercanía
faltan montañas altas y en su
lugar existen llanuras grandes.
La causa de este fenómeno,
que observamos desde el Cabo
Pasado hasta el rio Mira y
I»r toda la costa occidental
de Colombia, no puede ser
local, como lo es cerca de
Manglar alto {la inmediación
de la Cordillera de Colonche);
la causa es mas profunda, y
consiste en un cambio notable
de la temperatura del Océano,
como demostraré en otro ca-
pítulo, que trata de las condi-
ciones climatológicas del pais.
Las montañas de la región,
en que vamos h entrar, son
generalmente monótonas, y tos
158 topografía, — capítulo m.
cerros rara vez se distinguen por formas características ; cordilleras de alguna
elevación notable faltan completamente. Esto se explica de la gran mono-
tonía de las formaciones geológicas. Originalmente el país se componía de
planicies de 100, 200, lo mas 300 metros de altura sobre el nivel del mar
y suavemente inclinadas en diverso sentido. Las aguas que corrían sobre
ellas, hicieron sus incisiones y excavaron por la erosión continua los valles,
de manera que las montañas actuales no son mas que las partes de las
planicies primitivas, que hasta ahora han resistido á la erosión. Así se
explica, que todas las montañas tienen casi la misma altura; las mas altas,
que ahora forman la linea divisoria de los sistemas fluviales, indican la
región mas elevada de las planicies originales. Donde los ríos se hallan
muy cercanos uno á otro, las montañas intermedias presentan crestas agu-
das; donde están mas separados, las montañas tienen la forma de lomas
anchas ó se extienden entre los valles unas pequeñas altiplanicies, restos de
la planicie primitiva general. Tal es, por ejemplo, la región, que con la
anchura de muchas leguas se extiende desde el Cabo Pasado hasta las orillas
del rio Toachi cerca de St°. Domingo, y que llamé mas arriba una planicie
suavemente abovedada, sobre cuyas vertientes australes nacen los tributarios
del Daule, mientras que de los setentrionales descienden los del rio Esme-
raldas. Tal es también toda la región del sistema superior de los ríos
Daule, Penpa y Palenque, y finalmente todo el litoral setentrional de la
República, desde el Cabo Pasado, con los extensos sistemas del rio Esme-
raldas y del rio Santiago. — Otra propiedad de esta región, que sinembargo
no tiene nada que ver con la orografía ó hidrografía, es la de ser casi in-
habitada (aunque seria muy habitable). La escasa población se ha concen-
trado en algunos pueblos á lo largo de la costa, todo el interior es despo-
blado, y de consiguiente falto de caminos; circunstancia que contribuye
mucho á dificultar el estudio del pais. — Por ahora seguimos el estudio de
los pequeños ríos litorales, reservándonos el del sistema de Esmeraldas para
la sección siguiente.
Dos leguas al N de la Bahía de Caráques desemboca el rio Briseño.
Naciendo en las cercanías de Chone, se dirige con un curso de unas 7 leguas
casi recto de E á O. Aunque de ordinario de poco caudal, crece este rio
en tiempo de las lluvias mucho, hasta ponerse intransitable; y esto vale de
todos los ríos siguientes. — En la pequeña ensenada que forma el Cabo
Pasado á su lado sur, y en cuyo seno se halla el pueblo de Canoa, desem-
bocan dos ríos en el mismo punto, al lado setentrional del dicho pueblo : el
rio de Canoa y el rio Tabuchila, el primero viene del Este con un curso de
4 leguas, y el segundo, casi del mismo largo y engrosado por el rio Muchacho,
del NE. Una milla al S de Canoa entra al mar el pequeño rio de la Puntilla.
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 159
Este y el rio Brisefio tienen la particularidad de llevar en tiempo de verano
una agua salobre, que no es potable, como los ríos Puca, Colimes y Magro.
— 6 leguas al N del Cabo Pasado y al lado de la Punta Ballena (ó Jama)
encontramos la boca del rio Jama, que es tan extenso como el rio Chone.
Sus cabeceras se hallan cerca de las del rio Daule y del rio de la Morena,
á unas diez leguas al E de su boca; arriba se conoce con el nombre de rio
Convento. De sus numerosos tributarios mencionaré los ríos Palalache, Ca-
lache y Venado, todos tres del N, y del lado opuesto el rio Mariano, que es
el mas grande de todos, y cae en el Jama una legua arriba de su boca.
El rio Mariano trae su origen del lado de los afluentes del rio Chone y de
las cabeceras del Briseño y cuenta también con un número considerable de
pequeños afluentes, como Mocora, Piquigua, Canque, Biguá.
Un sistema fluvial muy parecido al de Jama es el del rio Cuaque, cuya
boca se encuentra 5 leguas mas al N, muy cerca de la Punta Pedernales.
Entre las dos bocas se hallan los ríos de Don Juan, Camarón, Tábuga, Pal-
mar y algunos otros, todos pequeños y sin importancia. El Cuaque nace
en las montañas del mismo nombre, en las cercanías de algunos tributarios
del rio Quinindé. Su curso superior se dirige de NE a SO, y el inferior,
desde el pié del cerro Pata de Pájaro, que es el punto culminante de la
región, al occidente. Una legua antes de entrar al mar, recibe del lado sur
el rio de San José, que es casi tan grande como el Cuaque mismo, y pare-
cido á este en su curso y demás condiciones. — Al N de la Punta Peder-
nales entra en la pequeña ensenada, dominada por el pueblo de Pedernales,
el riachuelo de Tachina, y después principian las montañas á retirarse de
la costa, formando un gran semicírculo alrededor de los esteros de Cojimies
y de Pórtete.*)
Al Este de Pedernales se arrancan los cerros de Cojimies (que también
se llaman deViti, de Beche, de Mache, según los rios que nacen en ellos)
de los de Cuaque, y se dirigen primero al NE y después al N, separando
siempre el sistema del Esmeraldas de los rios litorales. Sobre las cabeceras
del rio Cojimies sale un ramal llamado montañas de Mompiche al Oeste hasta
la Punta de Pórtete, cerrando de tal modo la hoya de Cojimies; pero la
linea de vertientes principal sigue hacia el N y NO, rodeando también la
hoya de Muisne, y se une con los cerros de Atacamos, para espirar final-
mente sobre el pueblo de Esmeraldas. — En el centro de la primera hoya
ó de la llanura comprendida entre la mar y el semicírculo de montañas, se
*) Una descripción orográfíca é hidrográfica muy minuciosa de la región que sigue,
y de toda la provincia do Esmeraldas, se encuentra en mi «Memoria sobre la Geografía
y Geología de la Prov. de Esmeraldas)) (Guayaquil 1879); fruto de un viaje y estudio
largo ejecutado en 1877.
160 TOPOGRAFÍA. — capítulo m.
halla el Estero de Cojimies de que he dado noticia en la descripción de la
costa (pag. 23), y que es el receptáculo común para muchos rios en su con-
torno. Tiene mas bien el aspecto de un gran lago que de un estero, y
algunas islas contribuyen á hermosearlo. Si los bajos delante de las dos
bocas no impidiesen la entrada de los navios, y no dificultasen aun la de
las embarcaciones menores, ese lago seria el puerto mas lindo, mas seguro
y mas tranquilo en toda la costa del Ecuador. La observación de que las
llanuras que le rodean, ofrecen el terreno mas feraz é invitan al cultivo de
los productos mas nobles de la tierra caliente (cacao, café, caña de azúcar,
tabaco etc.) y que las selvas están llenas de maderas finas, de resinas, bál-
samos, y otros productos vejetales, hace mas sensible aquella circunstancia
de que se dificulte tanto la entrada.
Del término sur del lago sale un brazo angosto en forma de un rio en
la dirección meridional, serpeando primero por la llanura é introduciéndose
finalmente entre las colinas que se hallan á poca distancia del pueblo de
Pedernales. Allá se acerca á la costa hasta á pocas cuadras y está separado
de ella solamente por una loma baja. Todo este brazo contiene agua salada
y es un verdadero estero con mareas regulares, que ofrece una via de co-
municación muy cómoda y segura á las canoas, que trafican entre los sitios
en la boca de Cojimies y Pedernales. En este brazo desembocan por el
lado derecho los rios de Viti (unido con el Morocumbo) , de Marcos y de
Chevc. Rodeando el lago de este mismo lado encontramos luego las bocas
del rio Beche, del Mache y del Cojimies, que es el mas grande de todo el
sistema y recibe los tributarios de Tigua, Pambilar y Balsar. Después si-
guen todavía los rios de Bilsa, de Sálima, de Daule y de Maldonado, que
ya vienen de las montañas de Mompiche. El rio de Maldonado no desem-
boca directamente en el estero grande, sino en un brazo que circunda la
isla de Daule. — Todos los afluentes, que el estero de Cojimies recibe de
su izquierda, nacen en la llanura, que se extiende entre él y la costa del
mar; son cortos y pequeños y se llaman: Cadial, Jejenal, Palancanal, Garzal,
Zorreál y Cedrál.
Independiente del estero de Cojimies se halla otro brazo del mar al
Norte de él, que circunda en forma de una herradura la isla de Zapotal.
La mitad meridional de este arco que se reúne al lado del sitio de Zapotal
con la gran Boca de Daule, no es tan ancha, como la mitacj setentrional,
que se llama el estero de Pórtete y tiene su boca al lado de la Punta del
mismo nombre. Sobre el arco de la herradura el estero forma una poza
grande con varias islas, y en ella recibe los riachuelos de Casa vieja,
de Pórtete y de Naranja, que descienden de las cercanas alturas de
Mompiche.
. LA REGIÓN OCCIDENTAL. 161
Al Norte del cordón angosto de las montañas de Mompiche, cuya ele-
vación no pasará de 100 metros, se extiende la llanura y hoya de Muisne,
análoga á la de Cojimíes. Hacia E está limitada, como ya queda dicho, por
la continuación de las montañas de Cojimies, y hacia N por las de Atacámes
y de San Francisco. — En el límite meridional desemboca en una pequeña
ensenada el insignificante rio de Mompiche, franjeado de las montañas de su
nombre. A la orilla de su boca se hallan algunas casitas, representando el
antiguo pueblo de Mompiche.
El rio Muisne tiene un sistema bastante desarrollado. Nace en las
montañas de Bambe, que franjean el rio de este nombre (tributario del Viche),
y desciende muy pronto á las llanuras, que comienzan á extenderse desde
su primer afluente izquierdo, que es el rio Cañuto, á la distancia de cinco
leguas de la costa. A la derecha el terreno montañoso llega algo mas abajo,
hasta el afluente que llaman Sangre de toro. El curso del Muisne describe
mil tortuosidades y vueltas grandes desde el Cañuto hasta su boca, aunque
se observa que su rumbo general es de E á O. A la distancia de tres le-
guas arriba del pueblo, que está situado en la playa de la mar, el rio recibe
del lado sur un tributario casi tan caudaloso como el mismo, y es él rio
Sucio, que le viene de las montañas de Cojimíes. En el mismo lado en-
contramos mas abajo el pequeño rio Gabina, y un poco arriba del sitio de
Mocoral el rio Partidero, que es mas grande, y se parece al Sucio. Hasta
Mocoral, que es un grupo de casas, sube la marea y de ahí hacia abajo el
rio es un verdadero estero, muy ancho, con aguas casi estancadas, y bor-
deado de inmensos manglares. Media legua arriba del pueblo de Muisne
emite un brazo hacia el Sur, que se llama la Manga y llega casi al Mom-
piche, comunicando por dos esteros con la mar. Los tributarios de la de-
recha son en el curso superior los rios de Agua clara (del lado del Tiaone),
Sangre de toro, Yarumal, y abajo el rio de Tortuga enfrente de la Manga,
y el rio Bilsa enfrente del pueblo mismo. Este último es el mas largo y
tiene varios afluentes. — He navegado el Muisne hasta mas arriba de la
boca de Cañuto; en toda esta extensión es sumamente manso y de poca caída;
su lecho es de arena y barro, y en ninguna parte lleva guijarros gruesos,
que nunca faltan en el curso superior de rios algo correntosos. Del mismo
modo todos sus tributarios son mansos y navegables, pero se dice que en
el verano escasea el agua. — La región baja, que ocupa el sistema fluvial
del Muisne, solamente en su parte inferior es completamente plana; desde
Mocoral y el rio Partidero hacia arriba se hallan de trecho en trecho al-
gunos cerritos y colinas bajas, ora á las orillas mismas, ora retiradas de
ellas, pero su elevación es tan insignificante, que no pueden quitar al paisaje
el carácter de llanura.
Wour, Ecuador. \\
162 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO m.
La costa desde el Cabo de San Francisco hasta Atacámes es montañosa,
presentándose como un macizo irregular cortado por muchas quebradas. En
la ensenada que se halla al Sur del Cabo, desembocan los ríos de liunchc
y de San Francisco, cuyo rumbo general es de NE á SO, y que por sus
muchas vueltas parecen mas largos de lo que son; una legua para arriba son
navegables en canoas. El pueblo de San Francisco ocupa una posición muy
pintoresca sobre una loma al lado oriental de la desembocadura de su rio.
— En el semicírculo que describe el Cabo con la Punta Galera, entran al
mar una serie de riecitos insignificantes, como el de Tóngora, el Caimito,
AJÉ
w^
Quingue, Plátanos, Galera, Camarones. Algo mas considerable y del largo
del de San Francisco es el rio Tonchigüe, mientras que el de Same es otra
vez reducido. — Finalmente se abre la llanura y pequeña hoya de Atacámes,
cuatro leguas al Sur de Esmeraldas, ocupada por los rios de Atacámes y
de Sua.
El rio de Atacámes es uno de los que parecen muy largos por sus nume-
rosas vueltas y revueltas, aunque en realidad nacen á distancia de pocas
leguas de la costa. En todo su curso las orillas izquierdas están franjeadas
por una baja cordillera, que le separa del valle del rio Sua, mientras que
las orillas derechas en los dos tercios inferiores se explayan mas y mas.
Solamente de este lado derecho recibe algunos afluentes: el rio Cumba, el
Sálima y el Taseche; la boca del último se ramifica en un terreno pantanoso
como un delta, ó mejor dicho se pierde completamente en los manglares,
LA BEGION OCCIDENTAL. 163
que bordean todo el curso inferior del rio Atacámes hasta el pueblo. — El
rio de Sua es algo mas corto que el Atacámes, corre paralelo á este y pa-
rece que quiere imitarlo en todo, solo que su valle es angosto hasta su des-
embocadura, que se halla al lado de la Punta de Sua, un cuarto de legua
al Oeste de la boca del Atacámes.
Media legua al N de Atacámes pasamos la desembocadura del rio Tom-
supa, que serpentea como dormido por la llanura. — Luego se acercan las
montañas de nuevo á la costa, formando una cresta angosta entre el mar
y el rio Tiaone hasta Esmeraldas. En este trecho bajan solo tres riachuelos
muy cortos, el Chévele, Cúliva y Balao, perdiéndose en la playa del mar
sin desembocaduras marcadas.
Sección IVa. El sistema fluvial del rio Esmeraldas y de los demás rios
hasta la frontera de Colombia.
El artículo presente comprende la mayor parte de la provincia de Es-
meraldas, ó mas exacto, todo el Ecuador occidental entre la Cordillera de
los Andes y el Océano, desde 0o 1W Lat. S hasta el rio Mira, con excepción
de la pequeña zona litoral, cuya descripción hemos agregado al articulo pre-
cedente. El sistema fluvial mas grande de esta región presenta algunas
analogías exteriores con el del rio Guayas, solo que corre en sentido opuesto;
sinembargo, el carácter general del país es muy distinto, á consecuencia de
las condiciones climatológicas y de la falta de población. El viajero se cree
trasladado á las regiones amazónicas.
«La provincia de Esmeraldas es una verdadera joya de la República del
Ecuador, es una hermosa esmeralda, pero no labrada, no tallada por la in-
geniosa mano del hombre, sino tal como la formó la naturaleza misma; es
una piedra preciosa en su estado natural, cuya belleza encanta al naturalista,
pero el arte humano le ha de dar todavía su brillo y valor superior.
«Las provincias litorales del Ecuador (Esmeraldas, Manabí y Guayas)
gozan de una estación lluviosa, y á consecuencia de ella se distinguen ven-
tajosamente por su vegetación vigorosa, de las áridas y desoladas costas
del Perú. Sinembargo, en la provincia del Guayas y en una gran porción
de la de Manabí, la vegetación pierde durante la estación sec£, que llama-
mos verano, su lozanía y su verdor, los árboles botan sus hojas y las llanuras
se desecan bajo los rayos abrasadores del sol. No sucede así en la pro-
vincia de Esmeraldas: una atmósfera mas húmeda conserva durante todo el
año la vegetación casi en el mismo estado, un verdor eterno embellece las
llanuras y las montañas, las majestuosas selvas con sus corpulentos árboles,
con sus esbeltas palmas, con sus miles de enredaderas y parásitas, extienden
11*
164 topografía. — capítulo m.
su sombra desde las faldas de la Cordillera de los Andes, por las espaciosas
planicies hasta las playas del Océano Pacifico.
« La provincia de Esmeraldas rivaliza en cuanto al clima, maderas finas
y demás productos vejetales, á la feracidad del suelo, y á los lavaderos de
oro, con la provincia del Oriente en los afluentes del rio Amazonas; pero
aventaja á ella inmensamente por la vecindad del océano, y porque sus pro-
ductos destinados á la exportación no tienen que pasar por terrenos ajenos.
— No es de admirar, que los países allende los Andes, en el interior del
vasto continente sudamericano, en donde todo tráfico se dificulta muchisimo,
quedasen hasta el dia despoblados é incultos; pero con sorpresa podríamos
indagar las causas, porqué encontramos la hermosa provincia de Esmeraldas
en un estado no mucho mas adelantado, por no decir igual. ¿Por qué una
provincia tan hermosa no cuenta mas que unos pocos pueblecitos miserables
en la costa del mar? ¿por qué en la inmensa área de mas de cuatrocientas
leguas cuadradas, predestinada, por decirlo asi, para la agricultura, re-
suena el bramido del tigre en lugar del mujido del ganado? ¿por qué el
indio salvaje anda vagando todavia con flecha y bodoquera por la soledad
de los bosques, como 300 años atrás, mientras que casi á su vista los va-
pores surcan las olas del mar? ¿por qué ni la codicia siquiera podía atraer
á los blancos para poblar las riberas auríferas de los ríos?»*)
No nos dejemos llevar por ahora á un campo ajeno, y sigamos nuestro
estudio hidrográfico unido siempre con el orográfico. — Hay dos grandes
sistemas fluviales, cuyas ramificaciones llevan el elemento vivificador por
casi toda la provincia, siendo solamente una angosta zona litoral, la que no
participa de estos dos sistemas, y que recibe el riego de los pequeños y no
muy largos ríos de la costa. — El sistema, que ocupa la mayor parte de
la mitad meridional de la provincia, es el del rio Esmeraldas, y el otro, que
se extiende sobre la mitad setentrional, llamaremos el del rio Santiago.
El sistema fluvial del rio Esmeraldas**) es el mas largo de todo
el Ecuador occidental, aunque no tan extenso como el del rio Guayas. —
De la descripción de la región andina nos recordaremos, que sus cabeceras
*) Véase mi «Memoria sobre Esmeraldas », Introducción, en donde he contestado á
estas preguntas.
**) El nombre castellano del rio Esmeraldas naturalmente no es el primitivo; los
indios antiguos lo llamaron Chinto. Uno de los cerros mas elevados á la orilla izquierda
del rio Esmeraldas, entre las bocas del Viche y Tavuche, casi enfrente del sitio de Ma-
gua, se llama hasta hoy dia cerro Chinta. Recuerdo también, que una de las cabeceras
del rio Blanco, que baja de Lloa y do las faldas del Pichincha, lleva el nombre de Cinto,
— En el mapa que acompaña la obra de Humboldt «Viaje á las regiones equinocciales»,
el Esmeraldas se llama rio Tonda; pero ignoro las razones, que el ilustre viajero tenia
para darle este nombre.
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 165
se hallan en los nevados del Cayambe, Antisana, Sincholagua, Cotopaxi,
Iliniza, Atacazo y Pichincha, que recoje las aguas de toda la provincia del
Pichincha y de toda la Cordillera occidental comprendida entre el Quilotoa
y el Cotacachi. Se entiende, que innumerables ríos y riachuelos han de
contribuir para recojer las aguas de una área tan extensa en las ramas
gruesas y caudalosas, que por su reunión constituyen el verdadero rio Es-
meraldas. Pero por ahora no tomamos en consideración especial los cursos
superiores de esos ríos, sino tan solo en cuanto tocan á la región baja. —
Si hacemos un cómputo, como lo hicimos para el sistema del Guayas, en-
contramos que el del Esmeraldas ocupa una área de 21060 kilómetros Q
(=680 leg. □)• De ellos caen en la región andina 11860 kilómetros □
(=383 leg. G), y en la litoral solo 9200 kilómetros Q (=297 leg.Q), lo
que demuestra aqui una razón inversa, siendo en el sistema del Guayas la
porción litoral mucho mas grande que la andina.
Limitándonos á la región baja tendremos que hablar del rio de Gualla-
bamba, del Blanco y del rio de Esmeraldas propiamente dicho, que nace de
la reunión de los dos primeros.
El rio de Guallabamba es sin duda la rama principal de este sistema
fluvial, por ser el mas largo de todos. Después de haberse engrosado con
todas las aguas del gran callejón interandino de la provincia del Pichincha,
rompe la Cordillera occidental de los Andes, unas 4 leguas al Norte de Quito,
encajonado entre inmensas murallas en el valle hondísimo de Puéllaro, Pe-
rucho y Nieblí. En todo el trecho que recorre desde la abra de la Cordillera
hasta su entrada en la región baja de Esmeraldas, sus orillas son casi
inaccesibles por lo escarpado de las laderas de las montañas, y su caída es
tan rápida é irregular, que imposibilita del todo el tráfico por agua en canoas.
En este su curso medio recibe del lado derecho el rio Llurimagna, que baja
de las faldas occidentales del Cotacachi por el valle de Intac, y que es poco
conocido. Del lado izquierdo le engruesan tres afluentes notables; primero
el rio Alarribi, que nace en las montañas de Nono y se engruesa con los
ríos de Calacalí, Nanegal y Cruálea; después el rio de Tambillo unido con
el de Bolaniguas, que traen su origen de las cercanías del rio Mindo y riegan
una región montañosa completamente desierta; finalmente el rio Tusara, que
con sus afluentes se halla en condiciones idénticas, es decir, poco menos
que ignoradas.
El Guallabamba es muy dificultoso para la navegación, aun en su curso
inferior. Lo he subido en canoas desde su desembocadura hasta donde es
posible, es decir un poco mas allá del rio de Agua clara, que es un pequeño
tributario de su lado derecho; y esto en las circunstancias mas favorables,
cuando el cauce del rio se hallaba medianamente lleno, pues, según me han
166 topografía. — capítulo in.
asegurado los prácticos, que me acompañaron, la escasez de agua en verano
es un obstáculo no menos grande que las crecientes fuertes del invierno.
Gastamos dos dias en subir hasta dicho punto, que en linea recta no dista
mas que 4 leguas de la boca. Solamente los bogas mas diestros y peritos
se atreven á hacer este viaje, que no carece de peligros; en varios puntos
es necesario tirar la canoa con sogas por entre peñascos grandes, que oca-
sionan saltos espumantes y remolinos pavorosos; y la bajada es aun mas
peligrosa, porque á cada rato hay que evitar, que la canoa, volando con la
rapidez de una flecha, no se estrelle contra los escollos. — El rio corre en
una hoya muy ancha, dando muchas y grandes vueltas y formando nume-
rosos islotes de cascajo grueso. Á ambos lados la hoya está ceñida de bajas
colinas, ó mejor dicho de una grada de 10 á 20 metros de altura, sobre la
cual todo el país parece llano. Los tributarios de esta región son pequeños
é insignificantes ; nombraré el rio Boncatigre y él Guachála del lado izquierdo
y el rio Venadera y el de Agua clara del derecho. — No he navegado otro
rio en la provincia de Esmeraldas, que tuviera una caida tan fuerte en una
distancia tan pequeña, es decir de 65 metros. Ademas de ser un rio tan
indomable, el Guallabamba inferior no tiene orillas halagüeñas, que pudiesen
atraer pobladores. Me pareció, que notaba una gran monotonía y pobreza
relativa en la vegetación y zoología, asi como en la configuración de esta
hoya, sin duda por haber estado acostumbrado desde muchas semanas á
mirar las escenas mas grandiosas y pintorescas de la naturaleza. No dudo,
que las riberas del Guallabamba, en las montañas mas arriba, cambiarán
agradablemente su aspecto. En la porción, de que he hablado, guarda el
rumbo general de SEE á NOO, y cerca de su desembocadura de SE á NO.
El rio Blanco toma su origen en las faldas occidentales del Guagua-
Pichincha y en el valle de Lloa con los rios de Cinto, de Salahoyo (del lado
del Atacazo) y del Nina-yacu ó rio del volcan. Estos se reúnen con el rio
Mindo, que se forma del Pircuasi y del Tana-yacu en las faldas del Rucu-
Pichincha, y de muchos otros afluentes. — El pueblecito de Mindo se halla
en la altura de 1264 metros. — Dos leguas abajo de Mindo, donde el rio
ya toma el nombre de Blanco, este corre por un gran trecho al Oeste, para
virar en seguida otra vez á su rumbo general de SE á NO, hasta su con-
fluencia con el Toaclii. En la mitad de este curso recibe del lado izquierdo
un tributario considerable con el nombre de Yambe, de cuyo origen y for-
mación no sabemos nada de seguro. Según las cartas antiguas sus cabe-
ceras principales se hallan en las cercanías del antiguo (y desaparecido)
pueblo de Cocaniguas.
El rio Toachi es el tributario mas poderoso y el competidor del rio
Blanco. Nace en los alrededores del Quilotoa y entre las Cordilleras de
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 167
Guangaje y Chugchilan, y baja por el valle de Sigchos siempre con la di-
rección S-N, hasta su reunión con el rio de Pilaton, recibiendo en este camino
algunos afluentes notables del lado del Iliniza y del Corazón. — El rio de
Pilaton viene del Este, de las alturas de Aloag y Canzacoto, y obliga al
Toachi en el punto de su confluencia á cambiar también su curso al Oeste.
En el arco grande, que hace el Toachi para recobrar su rumbo anterior al
N, recibe del lado sur los afluentes de Atturiquen, Lelia, T aguasa, Tanti é
Imbana, y después, desde la latitud de St°. Domingo, se dirige paulatinamente
al NNO, sin recibir otros tributarios de cuantía, hasta su desembocadura en el
río Blanco. El encuentro de los dos ríos grandes ya se verifica en la región
baja, y de ahí corre el Blanco, no diré manso y apacible, pero siquiera menos
feroz que el Guallabamba, de SE á NO; pero tres leguas arriba de su unión
con el Guallabamba, cambia esta dirección en la de N-S, inclinándose un
poco al NE. Precisamente en donde describe este ángulo obtuso, recibe un
tributario muy respetable de su lado izquierdo, que es el rio Quinindé, rio
tan caudaloso, largo é importante, que quisiera darle el mismo rango en el
sistema y formación del Esmeraldas, que al Guallabamba y al Blanco, y por
esto hablaré de él después separadamente.
La hoya del rio Blanco, en cuanto toca á la región baja, se parece mucho
á la del Guallabamba, solo que es aun mas anchurosa, las colinas ó gradas
laterales son bajas y faltan por grandes espacios completamente, de modo
que la hoya se pierde en inmensas llanuras, sobre todo desde la boca del
Quinindé hasta la del río Caóni. En tales llanuras, que debemos imaginarnos
como suavemente inclinadas hacia el Noroeste, se ensancha el lecho del rio
muchísimo, se separa en brazos, dejando entre ellos los acostumbrados is-
lotes de cascajo con escasa vejetacion.
Numerosos son los tributarios, que recibe el rio Blanco abajo de su
confluencia con el Toachi, pero pocos de importancia. Entre estos últimos
tenemos que nombrar el rio Caoni, que desde su origen se tiene por todo
su curso (unas 8 leguas) en las cercanías del rio Blanco y paralelo á él,
Una legua arriba de su boca recibe el rio Silanchi, que es muy parecido al
Caoni, aunque no tan largo. Ambos son navegables hasta dos leguas arriba
de la desembocadura en el Blanco. — Á la orilla izquierda del Silanchi, en
la confluencia del pequeño rio Chigüipe, se halla a él puerto de Quito ó de
Silanchi» y á la orilla derecha del Caoni se encuentra otro «puerto», algo
mas distante del rio Blanco que el primero. En estos «puertos» no hay
casa, ni rancho, ni otra señal de existencia de hombres, y no quieren decir
mas que dos puntos, en que se desembarcan los viajeros, que hacen su viaje
de Esmeraldas á Quito por las montañas de Mindo, naturalmente á pié y
sufriendo durante ocho días todas las incomodidades y plagas de la mon-
168 topografía. — capítulo ni.
taña. El camino que sale del puerto de Silanchi, es algo mas largo, pero
se reúne pronto con el que viene del puerto de Caoni. Por lo demás hay
todaVia un tercer «puerto» en la orilla derecha del rio Blanco mismo, media
legua abajo de la boca del Caoni, en el lugar que se llama la Lagartera.
El camino, que parte de ahi (hoy dia poco traficado) se reúne con el camino
general en el puerto de Silanchi.
Otro tributario considerable, el rio Inca (ó Inga), corre á engrosar el
rio Blanco del mismo lado derecho, dos leguas abajo de la boca del Caoni.
Trae su origen de muy lejos, de las cabeceras del Caoni, y recibe en su
curso inferior, unas dos leguas arriba de su boca, los rios Sábalo y Nutria;
el primero viene de N, de las cercanías del rio Pitsara, y el segundo recoje
sus aguas al Oeste, en las inmediaciones del rio Guallabamba. Cerca de la
boca de estos dos afluentes pasa un camino antiguo, que se separa en las
cabeceras del Caoni del camino ordinario, para bajar á lo largo del Inca al
puerto de Guachala en el rio Guallabamba. — Inmediatamente antes de
entrar al rio Blanco, el Inca recibe todavía el pequeño rio Ipi de su lado
izquierdo. Frente á la boca se halla la pequeña isla del Inca, sin otra par-
ticularidad que la de haber campeado en ella por algunos dias el Señor
Bouguer en el siglo pasado, para ejecutar varias mediciones y observaciones.
El resto de los afluentes del rio Blanco del lado derecho son pequeños
y basta enumerarlos : Chipo, Guana, San José, Guispe, Sarro viejo y Malim-
pía. Del lado izquierdo vienen: él Chambo, enfrente del Inca, él Cócola y
el Pasamachin. Excepto el Quinindé, de que hablaremos luego, ninguno de
esta orilla izquierda es importante hasta el rio Cupa, que desemboca media
legua arriba de la confluencia del Guallabamba, y en su curso inferior corre
por un buen trecho casi paralelo al Blanco.
El rio Quinindé puede considerarse como el tercer ramo principal del
Esmeraldas. El y sus tributarios principales nacen sobre aquellas planicies
entre St°. Domingo y Chone, de que hablé en varias ocasiones. De sus
cabeceras se cruza fácilmente á las del rio Daule. Este rio conserva en
toda su extensión, en que pude explorarlo, es decir, desde su boca hasta
muy cerca de su origen, un carácter igual y uniforme, pero bastante distinto
de aquel del Guallabamba y del Blanco. Su hoya es mas angosta y algo
mas ahondada, siendo las alturas que le acompañan á ambos lados, general-
mente de 30 á 40 metros. Sus aguas son apacibles y se prestan muy bien
á la navegación. La vejetacion, que embellece sus orillas, es majestuosa y
á la vez amena, las selvas son ricas en maderas finas y en caucho, y á
esta última circunstancia se debe el que el Quinindé, antes apenas conocido
por su nombre, hoy dia es uno de los rios mas explorados y explotados de
la provincia.
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 169
Las mismas ó semejantes ventajas que las que acabo de celebrar en el
Quinindé, ofrecen sus tributarios mayores, que son navegables hasta las in-
mediaciones de sus fuentes. — El Quinindé nace entre las cabeceras del rio
de la Morena y del rio Vaina (tributarios del Daule), y su curso es bastante
recto de S á N. Los afluentes principales son del lado izquierdo el rio de
Plátano, que baja de las montañas de Jama, el Dógola, oriundo de las al-
turas de Cuaque, y el Arenañga, que viene de los vertientes orientales de
las montañas de Cojimies. Del lado derecho se engruesa el Quinindé, dos
leguas arriba de su boca, con el rio Mache, que es casi tan poderoso como
el mismo. Por él se navega hasta las inmediaciones de St°. Domingo, donde
nace uno de sus afluentes con el nombre de rio Chita. Otros, que forman
su sistema superior, son los ríos de Agua- sucia, de Suma y del Infiernito;
mas abajo recibe de la izquierda el rio Conga, y de la derecha los ríos
Sábalo y Cucaracha. Paso en silencio los muchísimos afluentes pequeños
de ambos lados. — El Quinindé se sumerge en el Blanco tres leguas arriba
de la confluencia del Guallabamba.
El rio Esmeraldas. El Guallabamba y el Blanco pierden sus nombres
en el punto de su reunión, y sus aguas reunidas reciben el del Esmeraldas
y le conservan hasta el mar. En esta distancia que no mide mas que
12 leguas por el aire, sigue el rio, apesar de las muchas y caprichosas
vueltas, la dirección general de SSE á NNO. Es muy correntoso hasta su
desembocadura y por esto no se presta á la navegación por vapor, aunque
el caudal de agua seria mas que suficiente en un lecho de menor caída.
Las canoas gastan en invierno en la subida desde el pueblo de Esmeraldas
hasta la boca del Guallabamba muchas veces seis á siete días, y efectúan
su bajada en otras tantas horas. En cuanto á la fuerte corriente del agua
y respecto á los muchos islotes cascajosos, que frecuentemente cambian de
posición y tamaño, el Esmeraldas se parece mucho al rio Blanco, pero el
paisaje á sus lados lleva un carácter enteramente distinto. Desde su naci-
miento entra en un pais muy montañoso; el valle ó la hoya del rio es rela-
tivamente angosta, porque las altas montañas, que la acompañan hasta el
mar, se levantan por lo regular de las mismas orillas, y en pocos puntos
las dejan explayarse. Si á las montañas llamo «altas», no quiero decir que
su altura absoluta sea muy considerable, pues creo que en ninguno de estos
cerros excede de 300 metros, pero es cierto que son las mas altas de la
provincia, y que en un pais. bajo, como lo es ella, siempre presentan una
vista imponente, sobre todo cuando se levantan aislados.
Por esta razón, de que el Esmeraldas en su curso inferior serpentea
encajonado entre cerros altos, se distingue de todos los demás ríos grandes
de la costa de la República. Y si por lo quebrado del terreno y por la
170 TOPOOBATEA. — CAPÍTULO HE.
escasez de llanuras extensas tal vez las orillas de este rio no serian tan
sumamente favorables á la agricultura, como otras regiones de la provincia,
se puede decir que en recompensa de esta falta ninguno rivaliza con él en
cuanto á la grandeza y belleza del paisaje; las perspectivas, que se abren
en las vueltas de este río, son variadísimas y á veces encantadoras, dignas
de ocupar el pincel de un Glande Lorrain.
Al pasar á la descripción de los tributarios del rio Esmeraldas hay que
decir, que la mayor parte de ellos, aunque casi todos son navegables en su
tercio inferior, son pequeños y cortos; una excepción hacen el Sade y el
Canindé á la derecha, y el Viche y Tiaone á la izquierda. Consideremos
primero el lado derecho, empezando arriba en la boca del GuaDabamba.
Media legua abajo de ella encontramos la desembocadura del rio Colé, que
es manso y viene todavía de la región bastante baja y llana que se extiende
á lo largo del GuaDabamba. Á poca distancia se halla la confluencia del
caudaloso Canindé, que tiene un curso largo y correntoso, naciendo en las
montañas que separan este sistema fluvial de aquel del rio Cayapas. De
sus cabeceras cruzan los caucheros con facilidad á las del rio Onzole y del
rio Grande. A su orilla derecha se levanta la primera rama de cerros altos.
Por atrás de estos cerros corre el rio Sade casi paralelo al Canindé, y des-
emboca una media legua abajo de este último. Toma su origen no muy
lejos del del rio Ónzole y en su curso inferior se halla encajonado en un
valle profundo, formado por los cerros de Canindé al Sur y los de Sade al
Norte. Atrás de las montañas de Sade se encuentra un terreno pantanoso
con una laguna grande, que también lleva el nombre de Sade. Con seguri-
dad pude averiguar, que el río Sade no nace de este lago, como suponen
los mapas antiguos, y que antes está separado de él por unos cerros. Muy
probable es la opinión de los que afirman que este lago tiene su desagüe
natural hacia el Ónzole. Desde las montañas de Sade se tiende una cordillera
longitudinal sin interrupción hasta la Punta de Esmeraldas en la orilla del
mar. Sigue el mismo rumbo que el río principal, acompañándole á la dis-
tancia de dos á tres leguas de su orilla, y formando la linea divisoria entre
sus aguas y las del rio Verde. Todos los afluentes pequeños, que recibe el
Esmeraldas desde el Sade hasta el mar por su lado derecho, nacen en dicha
cordillera longitudinal, y se precipitan por los valles que forman las ramas
laterales de ella. Se siguen en este orden: Taripa, Sasa, Chura, Chancaría,
Uve, Male, Magua, Cáquiva, Chíchiva, Chinea, Chula, Tile, Mutile, Daule,
Tachina. Los pobladores de las orillas del Esmeraldas se han concentrado
con preferencia en las desembocaduras de estos ríos, porque en ellas la
hoya general suele ensancharse; en algunas se encuentran grupos de 10 á
lf) casas.
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 171
En semejantes condiciones se hallan los afluentes del lado izquierdo del
rio, solamente que el sistema montañoso es algo mas irregular y complicado,
que la cordillera longitudinal no está tan pronunciada, sino interrumpida
por las hoyas del Viche y del Tiaone. Las montañas están en conexión con
las de Atacámes, de Muisne y de Cojimies, que forman la divisoria entre
nuestro sistema fluvial y los ríos litorales. En este lado la primera cadena
de montañas altas se encuentra algo mas arriba que en el lado opuesto, es
decir enfrente de la boca del Guallabamba, á la orilla del río Cupa. De ahí
hasta la boca del Viche siguen los afluentes de Chipero, Barquito, Calvario,
Marube, Quiebre, Chiva y Vinsade. Y desde el rio Viche hasta el Tiaone
desembocan el Tasona, Tavuche, Taigua, Chigüe, Timbre, Tatica, Saigüe y
Vinche.
El rio Viche desemboca en el Esmeraldas casi en la mitad de su curso,
á la distancia de 7 leguas de la costa. Es bastante caudaloso y navegable
por canoas dos días hacia arriba, hasta la confluencia del rio Bambe. Su
hoya, en el tercio inferior bastante ancha, vá estrechándose mas arriba, é
imita en cierto modo la hoya del Esmeraldas, por supuesto en proporciones
mas modestas. Las montañas por ambos lados son altas y algunos cerros
he calculado en 350 metros. El Viche nace en las montañas de Cojimies,
no muy distante de la costa de Manabi, y lo mismo sucede con sus tribu-
tarios superiores, que son el Pircusta y el Bambe. De las cabeceras de estos
ríos los caucheros cruzan muchas veces á los ríos litorales de Cojimies y
al rio Muisne. Ademas de los afluentes que acabo de nombrar, el Viche
recibe también en su curso muy serpeado por su costado derecho los ríos
de Ouve, Tachina y Caple, y por su izquierda él Chique enfrente del Cuve,
y el LaTbe cerca de su desembocadura. — En algún tiempo se ha sacado
mucho caucho de los bosques de Viche, y para este artículo es el tributario
mas importante del Esmeraldas, después del Quinindé.
Finalmente diremos cuatro palabras del rio Tiaone, que es el último de
los tributarios izquierdos que recibe el Esmeraldas, legua y media arriba de
su estuario. Mucho se parece este rio al Viche, en cuanto á la configura-
ción de su hoya, abajo anchurosa y arriba muy angosta, en cuanto á su
curso muy culebreado, y en cuanto á los valles laterales que le dan los
afluentes; pero se distingue de él ventajosamente por estar sus orillas muy
pobladas y bien cultivadas en los dos tercios inferiores. En efecto, el Tiaone
es el rio mas cultivado de toda la provincia, y el que con preferencia provee
la población de Esmeraldas con los primeros y mas necesarios artículos de
la vida. Sus orillas inferiores parecen una huerta continua, en cada vuelta
tiene el viajero á la vista una hacienda, un grupo de casas ó casas aisladas.
El rio es navegable hasta muy cerca de su origen, que tiene en las montañas
172 topografía. — capítulo hl
que franjean el rio Muisne superior. Desde la reunión con el rio Huele,
supremo afluente del lado derecho, corre el Tiaone casi paralelo al Esmeral-
das, una cordillera longitudinal divide la hoya de este de la suya, y de esa
cordillera le vienen los afluentes de Tashile, Mompilche, Susuncama y mul-
titud de otros pequeños. Los tributarios del lado izquierdo se precipitan de
las alturas de Atacámes, y los principales son el Taripe, Muracumbe y Ta-
viasa. Una legua arriba de su desembocadura el Tiaone cambia su curso
de S-N en el de O-E, formando casi un ángulo recto consigo mismo y tam-
bién con el rio de Esmeraldas, en que se confunde. — Apesar de que antes
he elogiado el Tiaone como el rio mas cultivado y poblado, no puedo negar
que para el naturalista tiene muy poco interés. La vejetacion natural y
primitiva, que tiene tantos atractivos para el botánico, se ha destruido en
gran parte, y con ella empobreció la zoologia. En el curso superior, en
donde la vejetacion primitiva se ha conservado, es sumamente monótona, y
las pequeñas pero innumerables vueltas del rio muy encajonado, cansan la
vista con una perspectiva limitada y siempre igual.
Enfrente de la boca del Tiaone se ensancha considerablemente el cauce
del rio de Esmeraldas, después de haber dado su última vuelta grande, en
cuyo recodo se halla el * Pueblo viejo» ó la antigua villa de Esmeraldas en
una posición muy pintoresca, pero según se dice, menos ventilada y por esto
menos sana que la de la población nueva (hoy ha quedado reducido al
estado de un sitio insignificante). Esta parte ancha del rio, en la extensión
de dos leguas tierra adentro, podemos llamar su estuario, y está lleno de
islas, de las que algunas son bastante grandes y en parte cultivadas. El
rio de Esmeraldas no tiene un delta en su desembocadura y cae con una
gran rapidez y fuerza á la mar, de suerte que las fluctuaciones regulares
de esta, ó sea las mareas, se hacen casi imperceptibles en su boca, y no
suben mas que á media legua. A la navegación por vapor se opondrían
aquí dificultades invencibles, y con harta dificultad suben las embarcaciones
mayores hasta la capital de la provincia, aunque dista menos de media legua
de la boca del rio.
Con esto parece que queda dilucidado suficientemente el sistema fluvial
del Esmeraldas y también el sistema de montañas que está relacionado con
él. Para concluir este párrafo con una consideración general, diré que es
un fenómeno muy singular é interesante para el geógrafo y geólogo, el que
los grandes ríos que forman este sistema, á saber el Guallabamba y el
Blanco, al pié de la Cordillera grande entran en llanuras muy eoctensas, que
llevan casi los mismos caracteres que las llanuras litorales, para recorrer
en seguida otra región montañosa hasta la costa del mar. No conozco otro
ejemplo en la República, de que se hallaran llanuras tan explayadas y tan
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 173
bajas á tanta distancia de la costa y separadas de las llanuras marítimas
por un sistema de montañas altas, cuales son las que acompañan el curso
del Esmeraldas. Todos los demás rios grandes del pais, que bajan de la
Cordillera occidental de los Andes al Pacífico, efectúan su descenso de tal
modo, que después de haber salido de las montañas, que se abaten en sus
orillas por gradación, entran directamente en las llanuras bajas, que los
acompañan hasta su desembocadura, sin tener necesidad de romper otro
sistema de montañas. Así lo observamos en el rio Mira, en el Santiago, en
los rios que forman el sistema del Guayas (Daule, Bodegas y Yaguachi), en
el de Naranjal, en el Jubones y el de Túmbez. Sorprendido se siente en
efecto el viajero, que sube por el rio Esmeraldas, cuando derepente, después
de haber pasado la boca del Quinindé, se abre á su vista un horizonte in-
menso y una llanura casi ilimitada, porque antes hubiera esperado que los
cerros, que le habían acompañado abajo, se alzarían mas y mas, y que esta-
rían en comunicación directa con los de la Cordillera de los Andes. Mas
grande debería ser la sorpresa para el que bajara la primera vez por el rio
Blanco, y que después de haber cruzado la gran llanura, tomándola por una
señal de la cercanía del mar, viera levantarse de repente las altas montañas
de Canindé y las del lado opuesto, que parecen cerrar completamente la
gran cuenca, de manera que al principio no se divisa la abra que dá paso
al rio Esmeraldas. Para las partes medias de esa llanura, en donde se halla
mejor pronunciada, es decir entre los rios Cócola y Chamba, resultó de las
observaciones barométricas la altura de 70 metros sobre el mar. De ahí se
divisan en dias despejados muy bien las cúspides del Pichincha y otros
picos altos de la Cordillera.
El sistema del rio Santiago.
Una mirada sobre el mapa nos manifestará la gran diferencia que hay
entre este sistema y el del rio Esmeraldas. Este último podemos comparar
con un árbol corpulento, cuyo tronco se levanta á una gran altura antes de
dividirse en los ramos, que forman su anchurosa copa, mientras que el rio
Santiago se asemeja á un arbusto, que desde sus raices se parte en cuatro
ó cinco ramos de igual grueso. Ademas, el segundo tiene un delta espa-
cioso, que falta al primero.
El sistema del Santiago se compone de cuatro rios caudalosos é impor-
tantes, con numerosísimos tributarios menores, á saber de los rios Bogotá,
Cachabfy Santiago y Cayapas. Los dos primeros se reúnen con el tercero
cerca del pueblo de La Concepción, á la distancia de seis leguas (en linea
recta) de la costa del mar, y el último, el mas grande de todos, unas 2 le-
guas mas abajo, donde principia el delta del Santiago.
El rio Santiago y el Cayapas forman en su confluencia un ángulo recto,
174 topografía. — capítulo m.
viniendo el primero del Este y el segundo del Sur; y esta última dirección
de S á N y NO siguen los brazos del delta, desembocando el principal de
ellos, que conserva el nombre de Santiago, cerca del pueblo de La Tola,
y enlazándose los demás con los esteros de La Poza y del Pailón mas al
Norte. Las islas é isletas que por los aluviones del rio se han formado
entre los esteros, y que siguen formándose en ellos diariamente, son nume-
rosas, pero la mas grande y mas poblada es la de La Tola con los sitios
de Buena vista, La Poza y Limones. — Desde la desembocadura del Caya-
pas hasta la mar el rio recibe todavía algunos afluentes del lado suroeste,
entre ellos el rio Tigre, el Garrapata, y finalmente el de la Vaquería en el
sitio de este nombre, casi en la playa de la mar.
Los esteros de este delta son anchos, profundos y muy mansos, siendo
casi el único movimiento de las aguas, que se percibe, el que ocasionan las
alternativas de la marea. El brazo principal, sobre todo, presenta un aspecto
majestuoso y se prestaría á la navegación con pequeños vapores, no menos
que el río Guayas. La vejetacion que ciñe la ría y las islas, es lindísima:
aquí no existe aquella monotonía de los manglares, que en otras partes, por
ejemplo en una gran parte en lo inferior del Guayas, muy pronto cansa la
vista; los sombríos árboles del Sapotillo con sus grandes y aromáticas flores,
muchas trepadoras y enredaderas, los bambudales y ante todo los grupos
de una pequeña y graciosísima palma (del género Euterpe) llamada Pal-
micha, que parece ser propia á esas llanuras bajas, forman las partes mas
vistosas de estos bosques casi impenetrables.
Conozcamos en primer lugar el rio de Cayapas, subiendo desde la de-
sembocadura hacia su origen. Es el rio mas caudaloso, mas manso y mas
favorable á la navegación por vapor y naturalmente también por botes y
canoas. Hasta mas arriba del pueblo de Cayapas conserva casi el mismo
ancho, que tiene en su desembocadura, es decir entre 100 y 150 metros
aproximadamente, y una profundidad considerable. La marea sube hasta el
rio Herradura (un dia y medio de viaje en canoa, desde La Tola), y sola-
mente mas arriba de la boca del rio de Sapayo grande se encuentran algunos
puntos algo correntosos, los cuales, sinembargo, no ofrecen grandes dificul-
tades á los diestros bogas indígenas, de manera que se sube en tres dias
con comodidad hasta las últimas y mas retiradas habitaciones de los indios,
que se hallan una legua arriba de la boca del rio Barbudo. Pero desde este
punto la navegación se hace mas difícil y peligrosa y muy pronto imposible,
porque el rio viene precipitándose por saltos y cascadas entre tajados peñas-
cos, que forman angosturas pavorosas y quebradas oscuras. Es decir, que
aquí hemos llegado á los pies de los ramales laterales de los Andes.
Para enumerar los tributarios principales del rio Cayapas, volvamos á
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 175
su desembocadura. Media legua arriba de ella recibe del lado Oeste el rio
Pagota, cuyas cabeceras se hallan cerca de las de los ríos litorales de La-
garto y Lagartillo. En sus orillas se ven las últimas chacras de los blancos
y mestizos. Media legua (en linea recta) mas adelante ya encontramos las
primeras casas de los indios Cayapas en la desembocadura del rio anzole,
que es el mas importante de los que engruesan el de Cayapas de su lado
izquierdo. En la confluencia de los dos ríos es difícil decir á la primera
vista, cual de ellos lleve mas agua, porque son casi del mismo ancho y la
corriente es tan imperceptible, que parecen aguas de un lago y no de un
rio. Todo el Ónzole está muy poblado de indios, y se puede subirlo en
canoas «palanqueando» unos 6 ú 8 dias. Sus tributarios principales del lado
izquierdo son: Anchc^yacu, Tangaré, Iscuandé chico, Iscuandé grande. Zan-
cudo, Gualpicito, Gruálpi grande; y del lado derecho los ríos de Agua clara
y de Pambil, el primero un poco abajo, y el segundo algo arriba del Gualpi.
Su nacimiento tiene el Ónzole en un terreno pantanoso en las cercanías de
la Laguna de Sade, en las alturas que separan el sistema fluvial del rio Es-
meraldas de este del Santiago. Varias personas conocedoras de esas selvas
me han asegurado, que la laguna de Sade no desagua por el rio Sade al
de Esmeraldas, como suponen los mapas antiguos, sino por el Ónzole al lado
opuesto. <l2>
Saliendo de la boca del Ónzole se llega después de tres vueltas al pueblo
de Espíritu Santo de Cayapas, es decir á un grupo de veinte casas aban-
donadas*), en la orilla izquierda del rio; y un poco mas arriba viene del
mismo lado el rio Chivatillo, que está en comunicación con el Ónzole y dá
una prueba de la perfecta llanura del terreno. De ahí el rio Cayapas forma
un gran arco hacia el Este, en cuyo ápice recibe el primer tributario de
consideración de este lado derecho, á saber el rio Herradura. En el punto
en que vuelve á tomar su primera y ordinaria dirección, se le incorpora por
la izquierda el rio Camarones, navegable un día hacia arriba.
Hasta este punto toda la región, desde la Tola, es una llanura perfecta,
en que no se divisa la menor elevación; las orillas del rio tienen uno á tres
metros de altura (según la marea es alta ó baja) y se componen de capas
horizontales de una arcilla rojiza ó amarilla, que está cubierta de una capa
negra de tierra vejetal, que manifiesta una feracidad prodijiosa. Pero desde
el rio Camarones, ó un poco antes comienza el terreno á elevarse en formas
muy suaves y moderadas; las riberas son mas altas, á veces tajadas
*) Estas casas sirven de habitación solamente durante las fiestas de los indios, unos
pocos dias cada año; durante todo el resto del año el pueblo queda abandonado, y las
familias viven esparcidas por los bosques á las orillas de los rios.
17'í TOPOGRAFÍA- — CAFÍTTLO Oí.
vertícalmente, y se componen abajo de areniscas y congloméralos. El
cubre de colínas de 30 á 70 metro* de altura; la vejetacion, en que las pal-
ma* de diferente*? especies se distinguen en primer lugar, es la mas hermosa
que puede imaginarle, los corpulentos y sombrosos tChiperos» forman con
ana ramos pendiente* á lo largo de ambas orillas unas bóvedas frescas y
tan altas, que las canoas trafican con facilidad debajo de ellas. De vez en
cuando se encuentra una casa de indios, rodeada de platanales, y sus habi-
tantes, casi desnudos, echados delante de ella, gozando del «dolce far niente».
Todo el río presenta á cada rato las vistas y escenas mas pintorescas y
riega un verdadero paraíso.
Otra circunstancia hay que notar aqui, aunque sea de paso, porque mas
tarde volveré á hablar de ella, á saber, que el rio de Cayapas y sus tribu-
tarios comienzan á ser auríferos, en donde empieza la región montañosa. Asi
lo es, por ejemplo, el primer río que encontramos arriba del Camarones al
lado derecho y que se llama Sapayito. Es navegable hasta cerca de su
nacímíimto de tres ríos pequeños, de donde conduce un camino por tierra
al río Hantiago. Sigue el pequeño rio Telembí é inmediatamente el mas con-
siderable de Hapayo grande con buenos lavaderos, ambos del lado derecho.
Al izquierdo merece una mención el rio Mofa por ser rico en oro, y el Rio
grande por ser uno de los mas caudalosos. Este último se parece mucho
al Ónzole y es igualmente muy poblado de indios, se puede subirlo en ca-
noas unos cinco (lias hacia sus cabeceras, que tiene en las alturas que se-
paran el rio de Guallabamba del sistema que es objeto de nuestra actual
consideración. Media legua arriba de la boca del Rio grande se halla sobre
la orilla derecha del Cayapas el segundo pueblecito de indios (seis casas
abandonadas) que se llama San Miguel de Cayapas; y finalmente, después
de dos vueltas encontramos el rio Barbudo, último tributario del Cayapas
que recibe dentro de los limites de la provincia de Esmeraldas. Por este
rio Harhudo se llega en un dia al llamado Salteadero, de donde principia un
camino malo de á pié (traficado solamente por los indios) el cual, cruzando
al rio Santiago, conduce á los páramos de Pifian, y respectivamente á Ibarra.
líl origen del rio Cayapas se halla en la Cordillera de su nombre y en
la de Toisun, entre el rio de Intac y el de Santiago; pero su curso superior
es cuhí desconocido, como también el de sus tributarios, del Barbudo y del
rio (írande.
('orno he dicho arriba, el rio de Cayapas sale estrepitoso y por saltos
de una abra al pié de la Cordillera, pero ya antes de llegar al pueblo de San
Migue], es manso, en consecuencia de la poquísima caida, que tiene su lecho
do ahí hasta la desembocadura. En efecto, la diferencia del estado baro-
métrico que he observado en La Tola y en San Miguel, es tan insignificante,
LA EEGION OCCIDENTAL. 177
que por el cálculo no resultan mas que 27 metros de elevación para este
último pueblo. A causa de las innumerables y á veces muy largas vueltas
y revueltas, que el rio describe por todo su curso, las distancias de un lugar
al otro, calculándolas según el tiempo de la navegación, parecen mucho mas
grandes de lo que son en realidad ó reducidas á lineas rectas. Así el pueblo
inferior de Cayapas no dista mas de 5 leguas, y San Miguel unas 9 leguas
de La Tola.
Un carácter bastante distinto lleva él rio de Santiago. Es correntoso
por casi todo su curso, y lleno de saltos, ora muy angosto y hondo, ora
sumamente ancho y lleno de islotes cascajosos; sus orillas son comunmente
escarpadas y en muchos lugares inaccesibles; arriba de La Concepción no
es navegable sino por canoas pequeñas, y la navegación no carece de peli-
gros, á lo menos en la estación lluviosa.
Desde la boca del rio Cayapas se sube en dirección al Este hasta el
pueblo de La Concepción. En este trecho (2 leguas en línea recta) el rio es
todavía muy ancho, hondo y bastante manso; Ja marea sube hasta muy cerca
del pueblo mencionado, es decir hasta la desembocadura del rio Bogotá, y
hasta este mismo punto á mi parecer el rio Santiago seria navegable por
pequeños vapores. La Concepción ocupa una posición muy singular, pero
pintoresca en una colina tendida entre el Bogotá y el Santiago. Reserván-
donos la descripción del primero para después, sigamos el curso del segundo.
Las vueltas del rio Santiago son muy grandes y caprichosas, siendo su
rumbo general desde La Concepción hasta el sitio de La Angostura al Sur,
en seguida hasta Playa de oro al Este, y en adelante al Sureste. El curso
superior del Santiago es todavía desconocido. Dos leguas arriba de Playa
de oro, cerca del sitio de Angostura (superior*), sale espumando de una
quebrada oscura, cuyas paredes perpendiculares tendrán cien metros de al-
tura, y atrás de esta puerta inaccesible se levantan á poca distancia y á
entrambos lados del valle unos cerros altos (los calculo en (300 á 800 metros),
sin duda los ramales de la gran Cordillera occidental de los Andes. Ni por
agua ni por tierra se puede seguir el cauce del rio hacia mas arriba, y los
indios Cayapas, que viven en sus orillas superiores, trafican y comunican
con las demás familias de su tribu por tierra y por los rios Sapayo grande
y Barbudo; nunca bajan por el rio Santiago, que en sus partes medias ó
inferiores es habitado exclusivamente de la raza negra.
Los tributarios^ que el Santiago recibe en todo su curso conocido hasta
La Concepción, son insignificantes, excepto el rio Uimbí, que desemboca un
*) Hay dos rios y dos sitios de este nombre, uno mas abajo y otro mas arriba del
pueblo de Playa de oro.
WoiiF, Ecuador. 12
178 topografía. — capítulo ni.
cuarto de legua arriba del dicho pueblo en el lado derecho del río principal.
Es navegable hasta el pueblo de Uimbí, y los bancos de cascajo, que com-
ponen sus orillas, son auríferos, como todo el terreno á lo largo del rio San-
tiago. De Uimbí hay un camino por tierra al pueblo de Playa de oro, que
no dista mas de dos leguas.
El rio de Cachaba, que una media legua al Norte de La Concepción se
reúne con el de Bogotá, para incorporarse junto con él al rio de Santiago,
participa bajo mucho respecto de la naturaleza de este último, porque es
igualmente correntoso, lleno de escollos y peligroso á la navegación, que
sohunento se practica en pequeñas canoas. Algunas veces es tan seco, que
so debo arrastrar las canoas por grandes trechos por las playas de arena y
castuyo, otras veces el cauce no cabe las aguas que vienen con una rapidez
y fuerza extraordinaria, que impide todo tráfico. Tal vez no existe en la
provincia de Esmeraldas otro rio de tan malas condiciones para la nave-
gación.
Las colinas que acompañan el Cachabí á ambos lados hasta el pueblo
del mismo nombre, y probablemente hasta muy cerca de su origen, son
bajas, y en ningún lugar parecen exceder la altura de GO metros. Nace en
las montañas entre el rio Santiago y el rio Lita (tributario del Mira), al pié
do la Cordillera alta de Lachas, y sigue en su curso sumamente tortuoso la
dirección general de SE á NO. Los tributarios que recibe de la derecha é
izquierda, son numerosos, pero de poca importancia; los principales se en-
cuentran indicados en el mapa. Todo el rio es aurífero. — Del pueblo de
Cachabí parte un camino de á pié á la provincia de Imbabura, que sigue
desde la desembocadura del rio Lita en el Mira, las orillas de este último,
y es en la actualidad el mas traficado entre la costa setentrional de la Re-
pública y la sierra. El pueblo de Cachabí sobre la orilla derecha del rio,
consta de una capilla y 4 casas abandonadas; toda la población (exclusiva-
mente negra) vive esparcida en las orillas inferiores, y el sitio mas poblado
es el de San José, una legua abajo del llamado pueblo.
Si el rio de Cachabí he comparado con el de Santiago, con la misma
razón puedo decir, que el rio de Bogotá se parece en mucho al de Cayapas.
Pues, el Bogotá, serpeando por una región completamente baja y llana, es
muy manso, de una profundidad suficiente é igual hasta muy arriba, casi
hasta la confluencia del rio Tululbí: condiciones que favorecen á la nave-
gación en canoas, botes y aun en lanchas mayores.
Las cabeceras del rio Bogotá se hallan en la cercanía de las del rio
Mataje, en las selvas que se extienden hacia el rio Mira en la frontera de
la República. Corre del Este al Oeste hasta el sitio de Carondeltt, recibiendo
en este trecho algunos tributarios de poca monta, como el Guanudal, el
LA REGIÓN OCCIDENTAL. 179
Papayal y el Carainito. A poca distancia de Carondelet se engruesa con
el rio Tululbí, que le trae del Norte un caudal de agua tal vez mas con-
siderable que el propio. Y de este punto de confluencia, que se llama Boca
de Carón, cambia el Bogotá su curso al Suroeste y después al Sur, hasta
La Concepción, en donde desemboca en el Santiago, después de haberse
unido un poco antes con el Cachabí. — El Tululbí es navegable hasta mas
arriba del cerro de la Campana, en donde recibe el rio Palabí. El dicho
«cerro», que se levanta á la orilla derecha del rio, apenas merece el nombre
de colina, pues no tendrá mas de 40 á 50 metros de altura, y en cualquiera
región montañosa no llamaría la atención, pero en un pais tan completa-
mente llano es un fenómeno curioso. Por lo demás se compone de la misma
arenisca blanda, que suele formar los bancos inferiores eji las orillas de los
ríos. — El Bogotá lleva oro solamente en su curso superior, desde la Boca
de Carón.
Las montañas del sistema fluvial del Santiago son, como en varias oca-
siones he dicho, generalmente bajas, y solamente hacia el pié de la serranía
se levantan á alturas mas considerables. Estos cerros son como las ante-
gradas de la Cordillera occidental, ó mas bien de los grandes ramales late-
rales de ella (Cordillera de Toisan, de Cayapas, de Lachas), que se dirigen
de Sureste á Noroeste. Los rios que nacen en las faldas superiores de la
Cordillera grande, como el Santiago y el Cayapas, tienen que seguir forzosa-
mente aquel mismo rumbo general, encañados en los profundos valles entre
los dichos ramales. Pero poco después de entrar en la provincia de Esme-
raldas, donde las proyecciones de la Cordillera se rebajan rápidamente, se
pierde aquel paralelismo y rumbo pronunciado de los rios y montañas, for-
mando estas como aquellos una red bastante irregular.
Así como en la región superior los ríos son condicionados por las mon-
tañas, en la inferior, al revés, las montañas se acomodan en su rumbo, en
sus ramificaciones y demás condiciones á los cursos de los rios, y aun su
origen lo deben á ellos, es decir, á la eroision de las aguas que excavaron
los valles en un terreno antiguamente casi llano. — Las colinas encadena-
das (no merecen el nombre de cordilleras), que forman las lineas divisorias
entre los valles del Cachabí, del Santiago, del Cayapas y entre los de los
tributarios principales, se presentan en todas partes casi de la misma altura
y muy iguales; no hay cadenas ó puntos aislados que sobresalgan ó pre-
dominen á los demás. La elevación relativa de todas esas alturas, quiero
decir, sobre los rios de su vecindad, se sostiene por lo regular entre los
límites de 30 á 60 metros, siendo naturalmente la elevación absoluta, sobro
el nivel del mar, mas grande hacia el pié de los Andes, que hacia las
llanuras marítimas. — Las formas exteriores de las colinas son suaves y
12*
180 topografía.. — capítulo ni.
redondeadas; solamente á lo largo de los ríos se encuentran laderas escar-
padas y aun peñascos verticales, en donde el agua tuvo que cortar unas
capas de terrenos mas duros. Mi modo de mirar esas montañas, solamente
como resultado de la erosión de las aguas en un terreno antiguamente casi
plano y suavemente inclinado, desde el pié de los Andes hacia las llanuras
marítimas, se funda esencialmente en su constitución geológica.
Pocas palabras debo agregar sobre el rio Mira inferior, que forma el
lindero con la República de Colombia. Hemos estudiado en otra sección su
sistema superior hasta la desembocadura del rio Lita y la del rio de San
Juan. Desde la última se inclina mas y mas al Oeste, aunque sea por
vueltas irregulares, hasta tomar finalmente, desde la boca del rio Guiza ó
Cuaiquer (del lado colombiano) el rumbo bastante recto de E á O. Á la
distancia de algunas leguas del mar comienza á formar un espacioso delta
mediante varios brazos, cuyo mas recto sale á la Punta Mangles, mientras
que otros se dirigen al N á la bahia de Tumbaco, y otros al S á la ense-
nada de Pianguapi. Los tributarios, que el rio Mira recibe desde la boca
del Lita del lado ecuatoriano, son pequeños y se derivan de las llanuras,
en que nacen también los rios de Bogotá, Tululbí y Mataje. Tales son el
CuchaU, el Cancha-yacu, el Canumbi y el Puespues.
Ahora tenemos que regresar por la costa, desde la boca del Mira hasta
la del Esmeraldas, para conocer los pequeños rios litorales de esta región,
que desembocan directamente en la mar, y son independientes de los gran-
des sistemas, que acabamos de describir. Por cortos que sean estos rios,
no obstante son casi todos navegables por canoas en su tercio inferior, al-
gunos á favor de la marea, que sube en las desembocaduras, otros porque
llevan aguas casi estancadas y dormidas. Muy pocos se precipitan tan cor-
rentosos a la mar, que imposibiliten del todo la navegación.
Desde la boca del rio Santiago se extienden las llanuras marítimas muy
anchas hasta la del rio Mira, y en esta región baja y cubierta en gran parte
de manglares, se ha formado aquel laberinto de esteros, que debemos con-
siderar como una especie de delta. Varios rios, que recojen sus aguas en
aquellas mismas llanuras, desembocan en esos brazos del mar. El mas con-
siderable y mas largo de ellos es el rio Mataje, que se desagua en la en-
senada de Pianguapi. Después siguen hacia el Sur los rios Caraño, Molina,
Panadero, San Antonio y San Lorenzo, perdiéndose este último en el gran
estero del Pailón al lado del pueblo de San Lorenzo.
Al Sur del pueblo de La Tola, que está situado al lado meridional de
la boca del rio Santiago, se extiende la llanura todavia por unas tres leguas
LA BEGION OCCIDENTAL. 181
entre la playa del mar y el rio Pagota (tributario del Cayapas) hasta el
rio Vainillita. El centro de esta gran llanura es muy pantanoso y se con-
vierte en invierno en un verdadero lago, habitado por millares de aves acuá-
ticas y palustres. Difícil es conjeturar, por qué á estos pantanos los habi-
tantes hayan dado el nombre de «La Ciudad». De ellos nace él rio Maja-
gual, y es muy probable que los dos pequeños que siguen media legua mas
adelante, él rio Molina y el Rompido, traigan su origen do unas ramifica-
ciones de aquel mismo pantano.
Tres leguas al Sur de La Tola observamos un cambio pronunciado en
la costa del mar. Su dirección, que hasta aquí era de NE á SO, se con-
vierte derepente en la de E á O, y esta se conserva hasta Rio Verde. En
este mismo ángulo entrante que forma la costa, comienza el terreno á levan-
tarse, al principio en ondulaciones muy suaves, y luego en colinas mas altas.
Se puede decir, que desde este punto hasta el Cabo de San Francisco toda
la costa en la extensión de casi 25 leguas está formada de una sola escarpa
larguísima é interrumpida solamente por las angostas abras y barrancas de
los ríos. Entre esta escarpa y el mar se tiende la playa de arena, que sirve
de camino durante la marea baja; á veces es muy angosta y en muchos
puntos falta por completo, embistiendo entonces las oleadas directamente
contra la muralla de peñascos, y lanzando la espuma á alturas considerables.
La elevación de este primor talud escarpado varía entre 20 y 100 metros,
y por detras de él siguen las bajas montañas la tierra adentro, levantándose
rara vez á alturas mas grandes que las que acabo de indicar. Los ríos y
riachuelos, que nacen en este terreno á la distancia de dos á cuatro leguas
de la costa, han excavado valles angostos, y aquí se puede observar de
nuevo, que la erosión de las aguas ha desnivelado un terreno, que antigua-
mente ha sido mas igual y mas llano, formando una especio de meseta sobre
la mar. Los pequeños ríos, que contribuyen do dicho modo á la formación
de un terreno quebrado, se siguen del Norte al Sur en este orden: rio de
Vainillita, de Vainillas, de Lagartillo, de Lagarto, de Ostiones, de Mates. Entre
los de Lagartillo y Lagarto se levanta un cerro bastante alto, distante legua
y media de la mar, cuyo nombre no pude averiguar.
Después de cruzar el rio de Mates y de doblar la Punta Verde por un
camino malísimo, encontramos una pequeña ensenada que representa la boca
del rio Verde. Este es el rio mas importante de los litorales entre el Es-
meraldas y el Santiago. Solamente cerca de la desembocadura es ancho y
manso; ya dos leguas mas arriba su curso comienza á ser correotoso y así
sigue hasta su origen, aunque se puede subir en canoas con alguna dificul-
tad y «palanqueando» unos dos dias, sin adelantar mucho en este tiempo,
á causa de las muchísimas y largas vueltas. Yo pude subir solamente á la
182 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO iii.
distancia do unas cuatro leguas (en linea recta) de la costa, y hasta ahí
todos los afluentes de ambos lados son pequeños; mas arriba el rio recibe,
según mis averiguaciones, algunos mas grandes, acercándose los de la de-
recha al rio Onzole y los de la izquierda al Esmeraldas. Estos últimos no
pueden ser muy largos, pues del rio Verde superior se cruza en un dia por
tierra al Esmeraldas. Las hoyas de ambos corren casi paralelas y están
separadas solamente por la cordillera longitudinal, que comienza con las
montañas de Sade y termina en la Punta de Esmeraldas. — La región en
que nace el rio Verde, pertenece á las mas desconocidas de la provincia.
Algunos me han asegurado, que este rio toma su origen cerca del Gualla-
bamba, y esto no puede ser, pues asi debería cruzar los ríos de Sade y de
Canindé. Creo que las cabeceras del Sade, las del Onzole y la laguna de
Sade ocupan en mi mapa aproximadamente su verdadera posición, y asi las
cabeceras del rio Verde han de buscarse al Noroeste de la laguna de Sade,
entre el Onzole y el Esmeraldas, mas ó menos en el mismo lugar que les
he designado en el mapa. El pueblo de Rio Verde se halla al lado seten-
trional de la boca del rio.
Desde la Punta Verde hasta la de Esmeraldas el rumbo de la costa
declina al Suroeste, sin cambiar su carácter físico. Los pequeños ríos lito-
rales, que desembocan en este trecho, son los de Cabuyal, de Colope y de
Camarones.
Al concluir la descripción hidro- y orográfica del Ecuador occidental,
podemos resumirla en pocas palabras, diciendo, que es un pais dotado de
todas las condiciones favorables, que se puede desear en las regiones inter-
tropicales. Llanuras fertilizadas por los aluviones de los ríos , y montañas
de moderada elevación; costas secas de un clima excelente, y selvas húme-
das con una majestuosa vegetación; pampas inmensas con pasto natural
para la ganadería, y terrenos de pan sembrar en abundancia para los mas
nobles productos de la agricultura tropical; y todo el pais cruzado por un
soberbio sistema hidrográfico, navegable hasta en sus venas mas pequeñas.
A todo esto sobreviene un clima relativamente sano, como lo demostraré en
su lugar. — Sin la menor exageración se puede afirmar, que el Ecuador
occidental es el pais mas favorecido por la naturaleza, en toda la costa
pacifica de la América del Sur.
Capítulo IV.
Bosquejo hidrográfico de la región oriental.
Hasta aquí las descripciones se fundaron esencialmente en mis propias
observaciones y estudios; en este capitulo debo limitarme á un resumen de
trabajos ajenos y en gran parte antiguos: «relata refero ! » Véase lo que he
dicho sobre esta parte de mi mapa en la página 3.
El estudio de la región amazónica debo principar con él del rio Ma-
rañon ó Amazonas mismo.*) — Donde bajo el grado 6 de Lat. S cruza
el lindero del antiguo reino de Quito, tiene el curso de SSE á NNO, hasta
enfrente de Jaén (nuevo) bajo 5o 36' Lat. S. En este trecho recibe del lado
oeste el rio de Huancabamba ó Chamaya. En seguida hace un codo y sigue
el rumbo al NE. En dicho codo, al lado del pueblo de Bellavista, el nivel
del rio tiene 441 metros sobre el nivel del mar. 2l¡9 leguas abajo de Bella-
vista se le incorpora de la derecha el rio de Utcubamba, y solo media legua
mas adelante, de la izquierda, el poderoso Chinchipe**), bajando el Marañon
en el espacio de 3 leguas 80 metros, lo que dá una idea de la gran rapidez
ó impetuosidad en su curso superior. Esta se manifiesta también por una
serie de saltos y corren tadas, que se siguen desde la boca del Chinchipe
hasta Borja, abajo de la boca del rio Santiago. Las correntadas se hallan
encajonadas entre los altos barrancos y cerros de las orillas, que estrechan
el cauce del rio, de manera, que se forman á la vez verdaderas angosturas
y estrechos, que en la lengua del pais se llaman Pongos. — El primer Pongo
y el mas largo es el de Retema (ó Eentema, según algunos), que se en-
cuentra después do haber pasado la boca del Chinchipe. Nadie se había
*) Muchos distinguen entre Marañon y Amazonas, dando el primer nombre al rio
en su curso superior hasta la boca del rio Huallaga, y reservando el segundo al curso
medio é inferior desde el Huallaga hasta Para.
**) Respecto á las posiciones astronómicas de los lugares principales, que conoceremos
á lo largo del Marañon y Amazonas, me refiero á las a Anotaciones y Suplementos»
Número 5 b.
1^4 TOPOGRAFÍA. — CAPÍTULO IT.
atrevido á pasar en canoa ó balsa este pongo , ni los que siguen hasta la
boca del río Chuchunga (ó Imasa), hasta el año de 1870, en que el atrevido
ingeniero A. Wertheman con pocos compañeros se propuso y realizó con
felicidad, aunque con gran peligro de su vida, la exploración de todos los
pongos del alto Marañon.*) — Todo el trecho del Marañon comprendido entre
el Pongo de Retema y la desembocadura del río Chuchunga, cuya distancia
mide 35 millas, no forma sino un solo Pongo con 38 saltos ó malos pasos,
de los que algunos son formados por grandes peñas caídas de los cerros,
otros por el curso anguloso del rio, y los tres últimos por verdaderas cas-
cadas. La diferencia hipsométrica entre la boca del Utcubamba y la del
Chuchunga es de 124 metros. — «En este trecho del rio iban los atrevidos
expedicionarios de menor á mayor peligro; á veces arrastrados con espan-
tosa velocidad, otras veces retenidos como en una trampa por los remolinos,
haciendo los mas inauditos esfuerzos para salir, ó también arrojados contra
las peñas con tal fuerza, que solo la gran solidez de las balsas los pudo
salvar.
«Después de una larga serie de peligrosos malos pasos, sin un solo
momento para retemplar el entusiasmo, que los habia dirigido á tan teme-
raria empresa, llegaron los expedicionarios á una parte del rio, adonde la
corriente era muy suave; pero esta engañosa mansedumbre era la del león
dormido, y que pocos instantes después despierta dando un feroz rugido;
asi nuestros valerosos expedicionarios, un minuto después, en medio de la
corriente relativamente tranquila, oian el ruido producido por el agua, que
se precipitaba como por una cascada. La corriente poco a poco aumenta;
la estrecha garganta por la que corre el rio, se angosta mas y mas, tomando
el aspecto de una inmensa y profunda rajadura de 30 metros de ancho, cuyas
paredes verticales amenazan derrumbarse; el ruido del agua, á medida que
se adelanta, se convierte en horrible estruendo; el rio todo de golpe desa-
parece de la vista, y derepente se encuentran las balsas en el borde de un
precipicio, del fondo del cual se levanta un denso vapor debido al agua pul-
verizada con el choque de esta en su caida; vapor que ocultando el peligro,
lo hace aparecer mas grande. Por fin, toda la masa de agua de este gran
rio, corriendo vertiginosamente, se precipita en una cascada de 4 á 5 metros
de altura; pero por su misma espantosa velocidad, forma al caer como una
gran curva, y la balsa que lleva el arrojado explorador, es lanzada por la
fuerza centrífuga ó tangencial, y cae felizmente de plano al pié de la cascada.
«Así puede decirse, que la estremada corriente del agua fué su sal-
*) Véase la descripción de esta expedición memorable en Raimondi, «Perú», III,
pág. 415-425.
LA BEGION OBIENTAL. 185
vacion; pues si esta corriente no fuese tan fuerte, la balsa habría seguido
el movimiento del agua y hubiera caído de punta, ocasionando un seguro
naufragio; de esto se deduce, que el mejor modo de salvar este paso tan
peligroso, es el de dirigir la balsa precisamente al medio de la corriente,
donde esta es mas impetuosa. Desgraciado el que creyendo disminuir el
peligro, quisiese tomar la orilla; pues, de seguro caería en uno de los remo-
linos, que se forman al pié de la cascada en ambos lados; remolinos, que
con un espantoso movimiento giratorio se abren como un embudo, listos
para tragar á la víctima, que cae en sus cercanías.
«Al llegar abajo, como el agua cae perpendicularmente, pierde toda su
velocidad en el sentido de la corriente; de modo, que la balsa quedó casi
un minuto en medio de un horrible oleaje, que amenazaba arrastrar á los
bogas, los que por intervalos desaparecían debajo del agua.
«Esta terrible cascada es conocida por los infieles con el nombre de
Mayasi, y es seguida por otras dos menos peligrosas, las que pasó el Señor
Wertheman con toda felicidad.» (Raímondi 1. c.)
La serie de pasos peligrosos acaba cerca de la Quebrada de Huayashanga,
que desemboca del lado izquierdo. Desde este punto los cerros, que acom-
pañan las orillas, se hacen mas bajos, el rio se ensancha, y luego sigue un
terreno llano, formado por el valle del rio Chuchunga. Aquí es donde se
embarcó M. de La Condamine en el siglo pasado. — Hasta el Pongo del
Manseriche el terreno en general es bastante llano y solo de vez en cuando
se adelantan pequeños cordones de colinas hacia el rio, formando unos Pongos
relativamente poco peligrosos, que son los que ha descrito M. de La Con-
damine.*)
Dos leguas abajo de la boca de Chuchunga se pasa el Pongo de Cumbi-
namá ó de ütah, que es formado por una pona á flor de agua, que reduce
el ancho del rio á la mitad, esto es á 40 metros. Cuatro leguas mas abajo,
y pasada la boca del rio Choropasa, se encuentra el gran Remolino de Es-
currebraga, que los indígenas llaman Hauquichaqui. Desde aquí los cerros
se aproximan de nuevo al rio, y unas 2 leguas mas adelante estrechan su
cauce á 55 metros, formando el Pongo de Guaracayo. Este último, así como
los de Cumbinamá y de Escurrebraga, parecen casi insignificantes, compa-
rados con los peligrosos Pongos de Retema y Mayasi. — «Pasada la an-
gostura de Guaracayo, los cerros poco á poco desaparecen, y se entra en
una inmensa pampa, que parece á la vista ser limitada por el horizonte. En
*) La descripción interesantísima se halla en el «Extracto del Diario de observa-
ciones hechas en el viaje de la provincia de Quito al Para por el rio de las Amazonas etc.
por Mr. do La Condamine» (Amsterdam 1745), pág. 15—24.
186 topografía. — capítulo iv.
el río se hallan diseminadas un sinnúmero de islas, que lo dividen en muchí-
simos brazos; la corriente ya no pasa de 3 millas, y las márgenes son bajas
y cubiertas de bosques impenetrables.»
El rio Marafíon había seguido desde la boca del Chinchipe el rumbo
general al NE, si abstraimos de un codo muy largo, que hace al N entre
los Pongos de Retema y la cascada de Mayasi; pero pasado el Pongo de
Guaracayo, se dirige al NEE hasta las cercanías de la boca del rio San-
tiago, y en seguida, pasando por el Pongo del Manseríche, se inclina tanto
al oriente, que podemos señalar su rumbo con O-E.
El Pongo de Manseriche es la puerta del alto Marafíon, muy mentada
en las geografías antiguas y modernas. Se halla entre la boca del rio San-
tiago y la destruida población de Borja. Este Pongo, que apenas tiene una
legua de largo, corta la última cadena de montañas, que atraviesa la hoya
del Amazonas. Siempre era muy temido por los viajeros; sinembargo, des-
pués de haber vencido los horribles malos pasos de Retema, se lo pasa
sosegadamente y sin temor ninguno, al decir del Señor Wertheman. Este
mismo explorador intrépido resolvió, pocos meses antes del viaje mencionado
por el Marafíon superior, el problema de la navegabilidad del Pongo de
Manseriche por vapor, en el sentido negativo. Formando parte de una Co-
misión peruana, subió en el vapor «Ñapo» desde Iquitos sin dificultad hasta
la entrada del Pongo. Un poco abajo del sitio, en que en otra época había
existido la ciudad de Borja, fundada en 1619 y destruida por los salvajes
varias veces, el rio corre unido en un solo lecho, con la velocidad de 4 mi-
llas, y su ancho es todavía de 300 metros. Los cerros se acercan mas y
mas á las orillas del rio y forman una verdadera encañada con barrancos
altos. Arriba de Borja el canal es un corte perfecto, dado á la Cordillera
transversal, á una profundidad de 000 metros; la corriente aumenta de 6
hasta 12 millas, pero esta velocidad resulta mayor por la reacción, cuando
en las vueltas forzadas y puntas salientes de peña viva, choca y tiene que
variar de dirección, lo que dá lugar á fuertes remolinos. — La encañada
continúa estrechándose, hasta tener solo unos 30 metros de ancho; las pa-
redes laterales de peña se van elevando, y por una ilusión óptica parecen
juntarse en su parte superior; por otra parte, la poca luz, que penetra hasta
el fondo de esta angosta garganta, comunica al paisaje el aspecto mas
estrafio. El vapor «Ñapo» llegó hasta la parte media del Pongo, donde las
paredes son mas elevadas y su ancho solo de 30 metros, cuando se veia
por delante una gran muralla de peña, como si el rio terminase en aquel
paraje. Este es el punto mas peligroso para la navegación, pues parece,
que allí existen dos corrientes fuertes, que obran en sentido contrario, dando
lugar á un fuerte remolino. Con increíbles trabajos venció el vapor este
LA REGIÓN ORIENTAL. 187
mal paso, pero salió muy averiado de la lucha con el indomable elemento
y con los peñascos ; sinembargo hizo un último esfuerzo y subió por el canal,
que deja la gran piedra á la derecha. Al ver la célebre peña, que era como
un fantasma para el paso del Pongo, quedar mas abajo, creyeron los explo-
radores haber vencido las dificultades y poder avanzar hasta el fin de la
encañada; pero se engañaron. Una milla arriba del peñasco, aunque el
Marañon se presenta mas ancho, la corriente se halla mas fuerte que nunca,
llegando su velocidad á 12 millas, la que apesar de todos los esfuerzos no
pudo vencerse. Una exploración del rio por canoa hacia mas arriba, con-
venció al Comandante del vapor y al Señor Wertheman, que de ninguna
manera el vapor «Ñapo» podría superar aquella correntada, diciendo el úl-
timo, que solo un vapor hecho ad hoc, talvez la venciera. El «Ñapo» regresó
con un andar de 15 millas al paraje de Borja, no sin peligro de estrellarse
contra las peñas, y habiendo experimentado un grande movimiento y reci-
bido varias oleadas en la proa.
El asunto tiene tanto interés general y práctico, que no será por demás,
citar aquí las palabras, en que el Comandante del vapor Ñapo, Señor M. Car-
bajal, resume el resultado de la exploración del Pongo.
«El paso del Pongo de Manseriche, que hemos superado, no es ni será
nunca una vía cómoda y segura, pues, aun en el caso de ser el vapor de
suficiente fuerza de máquina y buen gobierno, tendrá siempre un paso for-
zado en que correrá peligro. La piedra, que según opinión general es el
único obstáculo para la navegación á vapor, os el menor de los que hemos
encontrado en todo el Pongo, de modo que, haciéndola volar, no solo no se
llenaría el fin de facilitar la navegación, sino que so la entorpecería, llenando
de pedrones el resto del canal, que felizmente es limpio. Para que este paso
sea franco, hay que dar á todo el cerro un corte de arriba abajo, á fin de
destruir las puntas que estorban el curso de las aguas, y esta operación
ademas de ser casi imposible, tiene que verificarse llenándose de piedras el
canal actual, lo que estorbaría hasta el paso de las canoas. No basta que
una canoa salve el Pongo, para decir que lo pueda hacer un vapor, pues
aquella vá siempre por la orilla, de piedra en piedra, y no tiene que vencer
la fuerza de la corriente del medio, como la vence un vapor, ni podría ha-
cerlo, pues no hay canoa que surque sobre 7 millas do corriente.»*)
El ingeniero Wertheman manifestó la misma opinión. Calculó la dife-
rencia del nivel del agua entre Borja y la piedra en medio de la encañada,
en 28 pies, lo que, para la distancia de solo 2 millas, es bastante, para
explicar lo dificultoso del tránsito.
*) Raimondi, «Perú», III, pág. 414.
188 TOPOGBAFIA. — CAPÍTULO IV.
Del resto de las observaciones de esta expedición se deduce, que en el
Marañon se puede navegar, sin peligro alguno, al menos por 9 meses del
año, y con vapores fluviales bastante grandes, desde Iquitos hasta Borja; y
los otros tres meses (de sequía) hasta Calentura (cerca de la boca del Mo-
rona), pudiéndose en estos 3 meses subir hasta Borja con pequeños vapores.
De consiguiente Borja es el puerto mas occidental y mas alto del rio Ama-
zonas; su altura sobre el mar es de 174 metros.
Desde Borja hasta Nauta, cerca de la boca del Ucayali, cuya distancia
mido 4 grados de Long. ú 80 leguas, el Marañon sigue el rumbo general
de O a E, pues los dos lugares se hallan casi bajo la misma latitud; pero
en la primera mitad de este trecho, es decir, hasta la boca del Huallaga,
se inclina un poco al Sur, y en la segunda mitad, un poco al N, hallándose
esa boca (del Huallaga) un medio grado mas al Sur, que Borja y Nauta. —
El cauce del rio, que ya no está limitado por cerros ni barrancos altos, es
de una anchura sumamente variable, porque comunmente está dividido en
varios brazos, y el rio se presenta como sembrado de un sinnúmero de islas
grandes y pequeñas. — Casi á iguales distancias (de 13 leguas) encontra-
mos desde el Pongo de Manseriche las bocas de los tres rios grandes de
Morona, do Pastaza y de Huallaga, las primeras dos del lado setentrional,
la ultima del lado meridional del Marañon. En el trecho entre las bocas
del Huallaga y del Ucayali, solo el rio Tigre, que entra en el último tercio,
de la izquierda, os de mayor importancia.
Desde mucho tiempo existia y aun existe una disputa entre los geógra-
fos, si el Marañon ó el Ucayali debe ser considerado como rio madre del
Amazonas, siendo el curso del último mucho mas largo, que el del primero,
y pareciendo su boca mas ancha que la do este. El Señor A. Raimondi
resolvió la cuestión por un nuevo método muy ingenioso en favor del Ma-
rañon, demostrando que este lleva un caudal de agua muy superior al del
rio Ucayali. <18)
El Marañon vira en la confluencia del Ucayali, como obligado por la
fuerza de este su competidor, al Noreste, hasta la boca del rio Ñapo, en
donde el último hace valer su influencia, declinando el curso del rio princi-
pal de nuevo al Este. En este trecho, que mide unas 30 leguas, el rio, ya
engrosado por tributarios tan poderosos, se ensancha mas y mas, y crece
el número y tamaño de sus islas. Enfrente del pueblo de Omaguas, en
donde el rio está mas recojido, el Señor de La Condamine midió su ancho
en 765 metros, y no halló fondo á mas de cien brazas de profundidad. El
tributario mas importante es el rio Nanay, que entra de la izquierda, y en
cuya desembocadura se halla la población de Iquitos, emporio del comercio
en el Amazonas superior, enfrente de una gran isla del mismo nombre y á
LA REGIÓN ORIENTAL. 189
la altura de 106 metros sobre el nivel del mar. Iquitos dista de la boca
del Ñapo todavía 14 leguas, y el sistema fluvial se hace en este trecho com-
plicadísimo, merced á un gran número de islas y canales, cuyo redaje no
era posible expresar con la escala pequeña, en que se halla trazada mi car-
tita de la región del oriente.
En la boca del rio Ñapo midió M. de La Condamine el ancho de los
dos brazos principales del Marañon, que rodean la isla de Lagartos, y cal-
culó su ancho total en 1840 metros, el de la boca del Ñapo mismo aproxi-
mativamente entre 1170 y 1250 metros.*) Desde el Ñapo hasta la frontera
del Brasil ya no desemboca ningún rio grande. El Amazonas sigue hasta
Loreto, por el espacio de 50 leguas, el curso general de NOO á SEE, des-
viando de este rumbo solo en el arco grande al N, sobre el cual se halla
el pueblo de Pelas.
«Mas abajo de Pebas empiezan las islas grandes, antiguamente habita-
das por los Omaguas. Allí llega el rio a tanta anchura, que uno de sus
brazos á veces pasa de 2000 varas. Esta dilatada extensión dá lugar á que
el viento levante olas y excite tempestades; á lo menos se les dá aquel
nombre, y en efecto las del Marañon son una imagen de las de la mar.»
(M. de la Condamine.)
Un poco antes de llegar a Loreto, el rio tira al SSE, hasta la boca del
Yavarí, donde se halla la frontera del Brasil. Este último trecho mide
15 leguas y es sumamente complicado, por el laberinto de brazos ó islas, de
que se compone. — En la misma confluencia del Yavarí vira el rio al NE,
y 25 leguas mas allá al E, hacia la boca del Iza ó Putumayo.
Tal es el curso del rio Marañon ó Amazonas, en cuanto baña los ter-
renos ecuatorianos. Agregaremos algo sobre los países que se extienden á
su derecha é izquierda. — En otro lugar (pág. 11) he indicado los límites
que tenia el antiguo reino de Quito y que el Ecuador considera como los
de su República, mientras que no se celebre un arreglo definitivo con el
Perú. Esta linea, cortando el Marañon unas 5 leguas al Sur de la boca de
Ghamaya (Huancabamba) , y en seguida los ríos Utcubamba, Chuchunga,
Huallaga y Ucayali, y terminando por el curso del Yavarí en la boca de este
mismo rio, incluye con el curso del Amazonas una región de 107,200 kilóm.n
*) Ciertamente, rios con el ancho de 1800 y de 1200 metros son muy respetables;
sinembargo me parece que los viajeros, que juzgan solo al ojo, exageran á veces sus
descripciones de aquel «mar dulce, sin límites aparentes» etc. en las bocas del Pastaza,
del Morona ó del Ñapo. Recuerdo á mis lectores, que también el rio Guayas enfrente
de Guayaquil tiene mas de 2000 metros y todavía muy arriba, cerca de Los Calis, mas
de 1400 metros de ancho.
190 TOPOGBAFIA. — CAPÍTULO IV.
(= 3461 leg.Q). La porción occidental de este vasto territorio pertenecía
al antiguo Gobierno de Jaén, y la oriental al antiguo Gobierno de Mainas;
hoy dia es ocupado por los Peruanos, que desde Chachapoyas y Moyobamba
avanzan poco á poco hasta las orillas del Marañon, por entre los tribus de
salvajes, que todavía les disputan los pasos. — Preciso es confesar, que
todos los conocimientos modernos (de los últimos 50 años), que tenemos de
aquellas regiones apartadas, no solamente en la banda meridional, sino tam-
bién en la setentrional del Amazonas, y de sus tributarios principales, los
debemos á los exploradores peruanos, ó á estrangeros bajo la protección
del Perú. El Ecuador no ha hecho nada, para, no digo adelantar, sino para
conocer y conservar lo que cree suyo. La historia y descripción de aque-
llas exploraciones peruanas, ejecutadas ya con objeto científico, ya con
fines prácticos de colonización, se encuentra en la gran obra de A. Raimondi,
«Perú», especialmente en el tomo DI.
Recorramos á la lijera la región al lado derecho ó meridional del Ma-
rafion. Desde Jaén hasta el Pongo de Manseriche encontramos tres ríos
mayores, los de Utcubamba (llamado también de Chachapoyas), de Chuchunga
y el rio Nieva. De los primeros dos solo el curso inferior cae en nuestra
región, el último en toda su extensión. — El rio Utcubamba corre de SE
á NO; desde Jamaica ó su confluencia con el rio de San Carlos, es nave-
gable en canoas y balsas, y sus orillas son habitadas y cultivadas hasta
Bagna, unas 5 leguas arriba de su boca. Del rio Marañon está separado
por un ramal de montañas que desciende desde las cercanías de Cha-
chapoyas al NO, y que se rebaja mas y mas conforme vá acercándose
al Marañon. La boca del Utcubamba se halla casi enfrente de la del
Chincliipe.
El rio Chuchunga nace en las montañas bastante altas (hasta 3000 m.)
de Olleros, entre Chachapoyas y Moyobamba, y es bien conocido en sus
cabeceras y curso superior, donde se llama rio de Yambrasbamba , mientras
que su mitad inferior es poco accesible, á causa de los infieles, que viven
en sus orillas. Cuatro leguas arriba de su boca se halla el «Embarcadero»,
el sitio, en que en el siglo pasado se embarcaban los viajeros de Jaén al
Amazonas, evitando el paso por los Pongos de Retema. M. de La Conda-
mine describe este viaje de cuatro dias, por un camino malísimo, entre Jaén y
el Embarcadero, y como dice, que antes de llegar al último punto, debia
atrevesar el Chuchunga cuatro veces á muía, podemos deducir, que este rio
no será navegable mas arriba de 4 ó 5 leguas de su boca. Hoy dia ese
viaje por tierra seria muy peligroso, porque los infieles que actualmente
viven en aquella región, parecen ser feroces y nada amigos de los blan-
cos, según la relación del Señor Wertheman y de otros expedicionarios
LA EEGION OBIENTAL. 191
peruanos.*) — También entre el rio Chuchunga y el Utcubamba baja una
cordillera con sus ramificaciones hasta las cercanías del Marañon, pero no
sabemos nada de sus detalles; entre sus ramales nacen los pequeños ríos
(ó quebradas) de Chingariso, Cangoriso y Yambrana.
Al Este del rio Chuchunga, cuyo curso, á lo menos en sus generali-
dades, es conocido, sigue una vasta región completamente desconocida,
hasta allende la cordillera, que desde las cercanias de Moyobamba baja al
Norte, y corta el valle del Amazonas en el Pongo de Manseriche. Esta
hoya grande está ocupada por el sistema fluvial del rio Nieva, que conoce-
mos solo en la cercanía de su boca, hasta la confluencia de su primer tri-
butario, el rio Cristalino, á la distancia de unas 3 leguas del Marañon. Hasta
este punto el rio es navegable.
La Cordillera indicada, que esta cortada por el Pongo de Manseriche,
es el último ramal de las montañas peruanas, que llega hasta las orillas del
Amazonas, Nos faltan datos positivos de su altura en las diferentes partes
de su curso; sinembargo parece, que en las cercanías del Marañon ya no
es muy alto (se habla de alturas de 600 metros en las orillas del Pongo)
y creo que al Norte del rio se rebaja mas, y aun se pierde en las llanuras,
entre los ríos Santiago y Morona. No puedo participar de la opinión de
los que consideran este ramal como la verdadera Cordillera oriental de los
Andes, y que la reúnen con los Andes ecuatorianos mediante una cordillera
alta, que trazan en sus mapas desde el Pongo de Manseriche, entre los rios
Santiago y Morona.**) Una tal cordillera alta, que suba al N hasta el Azuay,
no existe, y la Cordillera oriental de las provincias del Chimborazo, de
Cañar, del Azuay y de Loja, se abate á distancias relativamente cortas de
su cresta, á la región llana, en que se encuentran los grandes y navegables
rios Morona, Paute, Zamora y Santiago. Los conocedores de estos rios
nunca hablan de cordilleras altas, que separasen sus sistemas en su curso
medio ó inferior, solo hablan de las llanuras en apariencia interminables.
La región al Este de la ultima cordillera, hasta el curso inferior del
Huallaga es relativamente bien conocida, merced á los estudios prolijos del
Señor A. Wertheman. Poseemos una carta preciosa de ella, fundada en
muchas posiciones astronómicas, y publicada en los anales de la Sociedad
geogr. de Berlín.***) Los primeros dos rios, que encontramos, bajando el
Marañon desde el Pongo de Manseriche, el Onuaga y el Apaga, son cortos
*) En 1870 asesinaron á los individuos de una comisión, que habia salido de Cha-
chapoyas, para encontrarse con el Señor Wertheman en el lugar de Cachiyacu, cuando
hizo su famosa exploración de los Pongos del alto Marañon.
**) Se encuentra esta cordillera también en la carta novísima de liaimondi.
•*•) Zeitschrift d. Ges. f. Erdk., Bd. XV.
192 topografía. — capítulo iv.
y pequeños. El rio de Potro es de mayor significación. Ademas de la vena
de este nombre, hay otras dos, el Yana-yacu y el Aichi-yacuf la última tal
vez mas grande que el Potro mismo. Todas tres nacen en la cordillera
baja, descrita mas arriba, y se reúnen á corta distancia de la boca del rio
Potro enfrente de la isla del mismo nombre. Los tres ríos son navegables
hasta el pié de las montañas. — Sigue el rio de Cáhuapanas, cuyo sistema
en todo es parecido al del Potro, siendo sinembargo mas extenso. El rio
principal se forma cerca del pueblo de Cáhuapanas, de muchísimas quebra-
das al pié de las montañas, corriendo al principio casi al O, después por
muchas tortuosidades al N, y finalmente en su curso inferior al NEE. Su
tributario principal es el rio Siüay, cuyas cabeceras se hallan en las mis-
mas montañas, que las del Cahuapana, cerca del pueblo de Chayavitas. Se
reúnen los dos unas 3 leguas arriba de la confluencia del Cáhuapanas con
el Marañon, que tiene lugar un poco abajo del pueblo de Barranca. — El
rio Aipena, cuyo sistema ocupa el resto de la región, tiene un curso muy
singular. Nace en los llanos casi desconocidos entre los ríos Marañon, Sillay
(Cáhuapanas), Paranapura y Huallaga, y tiene un curso general de O á E,
paralelo al Marañon. El curso superior del Aipena es de S á N, hasta el
lago de Papayacu, que se halla á poca distancia del Marañon, casi enfrente
de la isla del Baradero y de la boca del Pastaza; pasado este lago, se dirige
al Este. Por dos canales ó «caños» comunica con el brazo del Marañon,
que rodea la isla del Baradero, uno sale del lago nombrado, y el otro del
rio mismo, un poco después de su salida del lago. Los numerosos afluentes
del Aipena no son grandes, y á las cabeceras de uno de ellos, casi en el
centro de aquellas llanuras dilatadas, se halla el antiguo pueblo de Jeberos,
muy nombrado en la historia de las misiones. El Aipena desemboca en el
Huallaga, una legua adentro de su confluencia con el Marañon.
El rio Huallaga perteneció al antiguo reino de Quito hasta el pueblo
de Yur imaguas ¡ que dista de su boca en linea recta unas 18 leguas. La
dirección general del rio es de NE á SO, hasta muy cerca del pueblo nom-
brado, en donde hace un gran codo al Oeste y luego al Este; mas allá sigue
por arriba al SE. En todo este trecho no recibe ningún tributario grande,
sino el Aipena, de que acabo de hablar. Es navegable por vapores fluvia-
les, y los de Iquitos han establecido una carrera regular entre aquel puerto
y Yurimaguas. — Unas 4 leguas adentro de la boca del Huallaga, y una
legua de distancia de su orilla derecha, se halla el pueblo de La Laguna,
que hasta fines del siglo pasado ha sido un centro importantísimo de las
misiones de Mainas.
Al lado de la población de Yurimaguas entra al Huallaga, del lado
occidental, el rio Paranapura, que tiene algún interés, por haber formado
LA REGIÓN ORIENTAL. 193
por mucho tiempo la frontera del antiguo Mainas. Sus cabeceras se en-
cuentran en la cercania de las del rio Sillay (tributario del Cahuapanas),
y su curso se dirige de NOO á SEE.
En su parte media recibe el tributario mas grande, el Cachi -yacu, del
lado sur, sobre cuyas riberas se halla el pueblo de Balsapuerto, del cual
conduce un camino á Moyobamba.
Desde Yurimaguas cruzó el antiguo lindero en dirección oriental al
Ucayali y al Yavari. Lo que toca la región vastísima entre este lindero,
el Marafion y el Yavari, no conocemos mas, que el curso de dichos rios;
el interior es hoy tierra incógnita. El Ucayali observa mas ó menos el
mismo rumbo, que el Huallaga, es decir, de SO á NE, mientras que el Ya-
vari se inclina mas al E, corriendo en su curso inferior casi paralelo al
Amazonas y dejando una zona estrecha entre los dos.
Volvamos á la banda setentrional del Marañon y hagamos una reseña
de sus tributarios principales. Como de los rios del antiguo Gobierno de
Jaén, del Huancabaniba, del Tabaconas y del Chinchipe, he tratado en el
artículo sobre la región andina fronteriza (pág. 27), nos toca por ahora solo
el pais al Este de la boca del Chinchipe. Allá encontramos hasta la boca
del rio Santiago una serie de rios ó «quebradas», que parecen descender
de las últimas ramificaciones de la Cordillera de Cóndor, que separa el
sistema fluvial del Chinchipe del del Santiago. Pero, para decir la verdad,
no se sabe nada de cierto ni de su origen, ni de su curso ulterior, porque
vienen de una región inaccesible y habitada por los Jibaros. Algunos de
estos afluentes, al concluir del caudal considerable de agua, que llevan en
sus desembocaduras, y que los hace navegables, parecen ser largos é im-
portantes; tales son los rios de Huayashanga, Shimutasa, Choropasa y
Paracuso.
Del rio de Santiago, que los infieles habitantes en sus orillas llaman
Canusayacu, aunque en su curso inferior no es mucho mejor conocido que
las Quebradas nombradas, sabemos algo mas respecto á su origen y su
curso superior. Hemos conocido sus dos venas principales, el rio Paute y
el rio Zamora, en las hoyas andinas de Cuenca y de Loja. — Después de
su paso por la Cordillera oriental, el rio Paute sigue su curso general de
NNO á SSE, lo menos hasta el grado 4 de Lat. S, donde se reúne con el
Zamora. El curso de este último se dirige desde la Cordillera al SE, al
entrar en los llanos al Este, y mas luego por un buen trecho al Norte,
hasta encontrarse con el rio de Gualaquiza, desde cuya boca vira otra vez
al SE, para unirse con el Paute.
Aquel codo al Norte deducimos de la descripción clara del Dr. Luis Cordero,
Wour, Ecuador. 13
194 TOPOGBAFIA. — CAPÍTULO IV.
que en un opúsculo sumamente interesante*) nos dio datos preciosos sobre
el río de Gualaquiza y sus tributarios. En estos datos se funda el trazo de
los ríos respectivos en mi mapa de la Región oriental. Dice el expresado
autor, que el caudaloso Zamora al unirse con el Gualaquiza (ó Bomboiza)
viene del Sur. Las aguas que bajan de la Cordillera alta, entre los sistemas
de los ríos Paute y Zamora, forman el del rio Gualaquiza, que es el tribu-
tario mas grande del Zamora. Sus cabeceras se hallan en las faldas orien-
tales de Matanga (de la Cordillera de Sigsig), y son conocidas con los
nombres de rio de San Dionisio, rio Blanco, Tigrepungo y otros. La hoya
superior es sumamente escarpada y encajonada entre cerros altos; en ella
se hallan algunos establecimientos pequeños, como Granadillas, Chigüinde y
Rosario, el último ya con carácter de pueblo. El rumbo general, que sigue
el rio y el valle, es de NO á SE. Pasado el pueblo de Rosario recibe el
rio, que en su curso superior comunmente se llama también de Rosario, un
afluente considerable del lado occidental, el rio de San Isidro, y mas luego
del Este el de San José. A la distancia de unas 10 leguas de la Cordillera
comienza el valle á explayarse en la hoya de Gualaquiza, que se puede con-
siderar como el principio de las grandes llanuras orientales. La altura del
hoy destruido pueblo de Gualaquiza sobre el mar no puede ser considerable,
según los productos tropicales, que se encuentran, y según su temperatura
que varia de 20° á 26° C. Unas dos leguas abajo de Gualaquiza, el rio de
este nombre se junta con el Bomboiza, que talvez por su largura y su cau-
dal debería ser considerado como rio madre de este sistema. Tiene su ori-
gen en la Cordillera alta al E de Nabon, y creo que su fuente mas lejana
es el rio de Shingata, como lo he explicado en otro lugar. Según el doctor
Cordero, el Bomboiza sobrepuja en el lugar de su confluencia con el Guala-
quiza, ahrio Paute, comparado con el caudal que tiene este en el pueblo
de su nombre. Desde la boca del Bomboiza habrá unas 5 leguas hasta la
confluencia del rio con el Zamora, y en este trayecto le engruesa todavía
el rio Copiambiza, procedente también de la Cordillera oriental de los Andes.
— Se nombran todavía varios otros tributarios del Zamora y del Santiago,
como el Irumbiza, el Iranaza, el Bereniza; pero no sabemos nada de cierto
de su posición, y los mapas antiguos difieren mucho en este punto, como
también en cuanto al curso general del rio Santiago. Este parece que poco
después de haberse formado del Zamora y del Paute, sigue el rumbo al
SEE, á lo menos se sabe, que con este desemboca en el Marafion al prin-
cipio superior del Pongo de Manseriche. Al lado de la desembocadura
existió en algún tiempo la ciudad de Santiago, de la cual hoy dia apenas
*) «Una excursión ú Gualaquiza», por Dr. Luis Cordero. Cuenca 1875.
LA REGIÓN ORIENTAL. 195
se encuentran algunos vestigios, habiendo corrido la misma suerte, que la
ciudad de Borja, por las incursiones de los bárbaros. El rio de Santiago
debe ser navegable hasta su origen de las dos venas principales.
El rio Morona. Al General Víctor Proaño (ecuatoriano) se deben los
primeros datos importantes sobre el sistema superior de este rio, y un itine-
rario desde Macas hasta su desembocadura en el Marafion, en el año de
1861. Seis años mas tarde, en Julio de 1867, subió el primer vapor por el
rio, con el mismo Señor Proaño y una Comisión peruana á bordo. En 1874
penetró otra comisión bajo la dirección del Señor B. Arana, con los vapores
«Ñapo» y «Mayro» hasta el punto, en que el Morona se forma de los ríos
Cusulima y Mangosisa.*) — En las relaciones de estas expediciones he fun-
dado el trazo del Morona en el mapa. Es lástima, que ni el Señor Proaño,
ni las expediciones peruanas acompañaron sus explicaciones con un plano,
ó croquis siquiera, que hubiese facilitado su entendimiento. Según Proaño
no seria el rio de Macas ó el Upano el origen verdadero del Morona, sino
el rio Miazal, cuyas cabeceras se hallan al NE del Sangay y hacia las
del rio Palora. El Miazal se engruesa con el rio Mutiacalii del mismo lado
NO, y toma el nombre de Mangosisa. En este último entran del lado izquierdo
los rios Mura y Siduchi, y del lado derecho el rio Alasa que nace cerca de
Macas. Pasada la boca del rio Siduchi, y antes de llegar á la del Pusaga
(del mismo lado), se deja á la banda derecha del rio, la boca del Cusulima
(ó Cusuima). Este rio en mi concepto es el mismo que el rio de Macas ó
Upano, que con el Mangosisa forma el Morona. Encuentro en el itinerario
del Señor Proaño una proposición estraña, con que no puedo convenir. Dice,
que el Morona «tiene su origen en una ramificación oriental de los Andes
del lado NE del Upano, no como han creído todos los geógrafos hasta el
dia, que nacía en el Yubal, en el centro de los Andes, hacia la parte meri-
dional del Ecuador, ni en el Sangay, volcan situado pocas leguas al N del
Yubal; pues es el Upano que toma sus aguas en esos dos puntos y mas
abajo, recibiendo otros tributarios, que vienen desde el departamento del
Azuay, forma el rio Santiago, que desemboca en el Marañon cerca del Pongo
de Manseriche». Esto quiere decir, que el Upano (ó rio de Macas) vá á
unirse con el Paute y Zamora. Bien puede ser que el rio madre del Mo-
rona superior sea el rio Miazal, pero el que el Upano no contribuya igual-
mente á su formación, y que pertenezca al sistema del Santiago, no es mas
que una aserción, una opinión particular, ó mas bien una conjetura del
Señor Proaño. No la funda ni en autoridades ó informes fidedignos, ni en
*) La relación de las tres expediciones se encuentra en Raimondi, «Perú», t. 111,
pág. 281, 309 y 518.
13*
196 topografía. — capítulo iv.
propias exploraciones. El autor de esta idea no ha seguido el curso del
Upano mas abajo de Macas; lo ha dejado cerca de dicho pueblo y cruzado
por tierra al Miazal, donde se embarcó. O ha pasado por la boca del Upano
sin percibirla (tal vez de noche) ó la boca del Upano es la misma que la
del Cusulima. Sostengo la coherencia del Upano con el Morona, hasta que
se pruebe por un viaje directo ó á lo menos con argumentos plausibles, su
pertenencia al sistema del Paute y Santiago. Con una aserción ó conjetura
no se echa abajo la constante tradición de algunos siglos, de que el Upano
es el Morona superior, especialmente cuando se trata de una región, que no
siempre ha sido tan desconocida como hoy. En aquel tiempo, en que todo
ese país estaba cubierto de florecientes Misiones, en que en lugar del actual
pueblecito de Macas existió la ciudad de Sevilla de Oro (y Logroño en el
rio Paute), ¿como sus habitantes pudieron ignorar el curso de su rio prin-
cipal?*) Es de sentir que la expedición del año 1867 no pudo avanzar con
el vapor hasta la confluencia del Cusulima, para decidir una cuestión tan
interesante; llegó solo hasta las cercanias de la boca del Tuyo, que se halla
algunas leguas abajo de la del Cusulima. Según los datos obtenidos por
el Señor Vargas, capitán del vapor, el rio Morona es formado por dos ramas
principales, que son los ríos Miazal y «Cusulini» ó «Cangaimi». ¿No será
este rio el mismo que el Cusulima? Si no es el Cusulima de mi mapa,
puede referirse á otro rio, que el Señor Proafio llama Cusulime y cuya boca
en el Miazal (ó Mangosisa) se halla entre las del Mutiacahi y del Mura.
Dicho autor habla de él como de un afluente considerable, y celebra su
«poética confluencia». También este rio podría ser el Upano, que en tal
caso observaría abajo de Macas un curso mas inclinado al Este, desde su
unión con el Apatenonia. — La comisión de 1874, que subió con sus vapores
hasta la confluencia de los ríos Mangosisa y Cusulima y aun penetró algunas
millas en cada uno de ellos, tampoco no resolvió la cuestión, porque no
determinó el punto de la confluencia, ni indica los tributarios, que siguen
mas abajo, de manera que no sabemos si se trata del Cusulima inferior ó
del Cusulime (superior) de Proaño. Del itinerario y de las distancias indi-
cadas se podría creer, que llegaron á este último, porque según los infieles,
el pueblo de Macas ya no distaba mas que 6 leguas al occidente. En este
caso el Upano debería desembocar en el Mangosisa algo mas arriba que en
mi mapa.
El Upano toma su origen sobre la Cordillera alta al NE del Azuay,
*) El Señor Kitimondi dice: «Respetando su opinión (la del Señor Proaño), yo creo que
el rio Miazal. donde se embarcó el Señor Proaño, es un brazo del Morona, y el Upano es
otro brazo, pues me parece imposible, que este último rio pueda formar el Santiago, el
que nace mus al S y corre por una hoya enteramente distinta.» Perú, 111. pág. 283, anot.
LA REGIÓN ORIENTAL. 197
donde nacen también el rio de Zula, que vá al Oeste, y el rio Ozogoche,
que desciende hacia N á la hoya de Riobamba. En su curso superior se
llama rio de Zuñac, por el pueblo de este nombre, que se halla á su orilla
derecha en la altura de 2088 metros. Una legua abajo de Zufiac recibe del
lado setentrional un tributario grande, que se llama rio de Puente hondo, y
que baja de las inmediaciones del Sangay. Otro afluente, el rio Sangay,
viene del mismo lado y desemboca casi en la mitad del camino entre Zufiac
y Macas, cerca del sitio de Paira (1617 m.), mientras que del lado opuesto
entra un poco mas abajo el rio Avenico, que nace algo mas al Sur de las
fuentes del rio Zufiac, en los páramos de Yubal, Yuluc y Quinoaloma. —
El pueblo de Macas se halla en una llanura, á poca distancia de la orilla
derecha del rio, que aquí ya se llama Upano, en la altura de 10Ó1 metros
sobre el mar. — Hasta aquí el rio siguió un rumbo general de NOO á
SEE, pero su curso ulterior hasta la confluencia con el Miazal ó Mangosisa
es desconocido. Solo sabemos que en este trecho recibe el rio Apatenoma,
de la Cordillera, que baja del Azuay en dirección al SE, separando los
sistemas del Paute y del Morona. Desde la confluencia del Cusulima entra
el Morona en los llanos, y sigue su curso general al SE hasta su desem-
bocadura en el Marafion. Del lado derecho recibe los pequeños afluentes
de Tuyo y de Alá, y muy abajo los rios Mayunaga y Amaga] del lado
izquierdo le engruesan los rios Pusaga (todavía en la región montañosa),
Chiguasa, Puchaga y Apianga, de los cuales conocemos solamente las bocas.
El Morona es navegable á vapor (según el Señor Arana) unas 100 leguas,
que se reducen á 44, cuando se mide la distancia en linea recta, porque el
rio es sumamente tortuoso. En los rios Miazal y Cusulima solo se puede
traficar en canoas pequeñas.
El rio Pastaza. Hemos estudiado esta gran arteria del pais en sus
orígenes, hablando de las hoyas interandinas de Riobamba y de Latacunga.
Sabemos, que nace de los rios Chambo y Patate, y que rompe la Cordillera
al lado setentrional del Tunguragua. También he indicado sus afluentes
hasta el punto, en que entra en los llanos orientales. En el trazo del curso
ulterior y del Bobonaza, que es su tributario mas importante, he seguido el
plano, que Don Pedro Maldonado levantó durante su viaje al Amazonas en
el siglo pasado, por ser hasta ahora el mejor, para no decir único de este
rio. Las expediciones modernas han descuidado demasiado el rio Pastaza.
Las correrías del P. Fray M. Castrucci, que subió en los años de 1845 á
1848 por los tribus salvajes hasta Andoas y los pueblos en el rio Bobonaza,
cerca de Canelos, no han dado resultados geográficos nuevos.*)
*) Kuimondí, «Perú», III, pág. 1ÍW.
198 topografía. — capítulo rv.
Una sola vez, en 1873, penetró el vapor peruano «Mayro» por la boca
de este rio, algunas leguas adentro, pero con resultados poco satisfactorios.
El capitán del vapor, Mr. Butt, dice: «El Pastaza es tan ancho que el Ma-
rafion, pero su cauce está lleno de bajos, que en la estación de la vaciante
de los ríos hace impracticable la navegación hasta de canoas. Las aguas
suben y bajan con mucha rapidez, y el vapor se varó muchas veces durante
la surcada, por cuya razón mandé anclar é hice sondear al través del rio
y hacia adelante. Hecha esta operación regresó al anochecer á la boca del
rio, habiéndose varado también varias veces en esta bajada.» — Con justo
recelo critica el Sefior Raimondi este fallo, diciendo: «He citado literalmente,
lo que dice el Sefior Butt, relativo al Pastaza, pues me parece inverosímil
el juicio tan desfavorable que emite sobre su navegabilidad; al saber, que
este rio tiene un curso mas largo y mayor cantidad de agua, que el Morona
y el Tigre, y ademas, que ha sido navegado en toda estación del año por
canoas, recorriendo en otra época este rio el correo quincenal, que venia
de la población de Andoas. Con estos datos realmente parece imposible,
que el "Mayro", que es una simple lancha de vapor, no haya podido surcar
el Pastaza en la época de mayor creciente.»*)
Como el Sefior Pedro Maldonado cruzó del Pastaza (del rio Pintuc) á
Canelos, y se embarcó en el Bobonaza, no pudo levantar el plano del pri-
mero hasta la confluencia del segundo, y lo trazó aproximativamente con
un rumbo de NOO á SEE, casi paralelo al Bobonaza. Sabemos solo, que
el Pastaza en esto trecho desconocido recibe el tributo del rio Pcdora, que
desciende de las faldas orientales de la Cordillera, que se extiende desde el
Altar hasta el Sangay.
El rio Bobonaza nace de varios arroyuelos, muy cerca del pueblo de
Canelos, que dista del rio Pastaza (boca del rio Pintuc) en linea recta solo
unas 4 ó 5 leguas hacia NNE. — La circunstancia de ser navegable en
canoas desde su origen, lo manso y lo sumamente tortuoso de su curso,
comprueba que serpentea por una región muy llana. Su curso general es
de NNO á SSE; en su tercio superior, hasta el pueblo indio de Sara-yacu,
recibe muchísimos pequeños afluentes de ambos lados, que son demasiado
insignificantes para nombrarlos uno por uno. Canelos dista de Sara-yacu
en linea recta unas 9 leguas, y de este pueblo hasta la boca del Bobonaza
habrá unas 18 ó 20. — En el curso inferior los tributarios son menos nume-
rosos, y como principales encontramos indicados los ríos de Eutunu y de
Puca-yacu, ambos del lado norte. — Algunas leguas antes de entrar al Pas-
taza, el Bobonaza vira al Sur, y en el lado oriental de su confluencia se
*) Raimondi, «Perú», III, pág. 474.
LA REGIÓN ORIENTAL. 199
halla el pequeño pueblo de Andoas, que en la historia de las Misiones de-
sempeñó un papel mas importante, que en nuestros dias.
Desde Andoas, que debe hallarse aproximadamente bajo 2o 15' Lat. S,
el rio Pastaza sigue el rumbo al Sur, inclinándose un poco ya al oriente ya
al occidente; la Longitud de su boca estará unos 25 minutos mas al Este,
que la de Andoas. — 15 leguas abajo de la confluencia con el Bobonaza,
entra del lado derecho el rio Pinches en cuya boca se halla un pueblo mise-
rable (de indios) del mismo nombre. Después de otro intervalo de 10 le-
guas, recibe del mismo lado tres ríos, distantes muy poco uno del otro, es
decir, el Lobo-yacu, el Huasaga y el Sugachi. Cerca de la boca del segundo,
que según Maldonado es muy largo y navegable á grandes distancias, des-
emboca del lado opuesto el rio Manocaro. — Mas abajo ya no se conoce
tributarios grandes del Pastaza en la banda derecha, pero en su lugar se
hallan algunas lagunas y lagos considerables, no muy distantes del rio y
comunicados con él mediante unos caños; asi la laguna llamada de tres le-
guas, y el lago mucho mayor de Ritnachumac , que según Maldonado tiene
8 leguas de largo, y según algunos comunica no solamente con el Pastaza,
sino también con el Morona, mediante un brazo del rio Apianga. — Abajo
de la boca del Rimachumac encontramos en la banda oriental del Pastaza
el afluente de Huarama, y finalmente, un poco adentro de su confluencia con
el Marañon, el rio MaJiuaca, que según la carta de Maldonado es un tribu-
tario muy grande y («parece igual al Bobonaza».
Entre el Pastaza y el Tigre se encuentran algunos afluentes menores
del Marañon, de los cuales no conocemos mas que sus bocas, y por esto
bastará enumerar los principales en el orden de O á E. El rio Nucuray,
muy cerca de la boca del Huallaga, parece bastante largo, lo mismo el rio
Chambira, que unido con el rio Iioamainas, desemboca cerca del sitio llamado
Vaca marina. De menor caudal parece ser el rio Parinari, que entra al
Marañon casi enfrente del sitio y puerto del mismo nombre.
El rio Tigre cuenta entre los tributarios grandes del Amazonas, aun-
que su caudal no puede compararse con el del Pastaza ó del Ñapo. — En
el año de 1873 subió el vapor «Mayro», bajo la dirección del Mr. Butt, por
las aguas del rio Tigre en tres dias 104 millas (35 leguas), y pareció á este
capitán, que habría navegado con facilidad unas 12 ó 15 millas mas, si no
se hubiese visto obligado á regresar por falta de viveres. Según la misma
fuente, el Tigre es ancho y profundo en toda estación del año, y sus ori-
llas son muy ricas en producciones vegetales. Del largo curso medio de
este rio no sabemos nada, y del superior solo, que se forma de algunos
ríos que nacen en los llanos entre los rios Bobonaza y Curaray (afluente
de Ñapo), especialmente del Callana y del Piquene, siendo el segundo el
200 topografía. — capítulo iv.
rio madre. — La boca del Tigre se halla 14 leguas al Oeste de la del
Ucayali.
En el arco grande, que hace el Marafíon al N después de unirse con
el Ucayali, encontramos, cerca del pueblo de Iquitos, la desembocadura del
rio Nanay. Este rio tiene un curso y una posición enteramente distinta
de la que le señalan los mapas antiguos. Nace en las cercanías del Tigre
inferior, y corre en su mayor extensión de O á E, mas abajo al NE, casi
paralelo al Amazonas. También este rio ha sido navegado por el vapor
«Mayro» y el capitán Butt, por 195 millas, hasta cerca de su origen.*) —
El carácter del Nanay, que todo pertenece á la región amazónica mas baja,
es muy distinto del de los ríos, que bajan de las Cordilleras. Ademas de
ser muy serpenteado, es muy manso, su cauce ya se estrecha, ya se en-
sancha, y á veces se parece á una serie de lagunas encadenadas. El caudal
de agua, que tiene el rio Nanay, según el Señor Butt, es debido á los der-
rames de una vasta región, cuyos numerosos lagos y arroyos van juntando
sus aguas, dando de este modo origen al rio. Apesar de tanta abundancia
de agua estancada en sus cercanias, las orillas mismas del Nanay son elevadas,
y su clima es muy sano, siendo casi desconocidas las fiebres intermitentes
y otras enfermedades.
El rio Haya se halla entre el Marafíon y el Nanay, corriendo paralelo
al último de SO á NE, y desembocando al lado sur de Iquitos. En su curso,
origen y formación se parece mucho al Nanay, aunque no es tan largo y de
menor caudal; pero sus orillas son bajas y anegadizas. El vapor no pudo
penetrar sino unas 38 millas, á causa de las muchas palizadas que obstruyen
el cauce.
Trece leguas al Este de Iquitos llegamos á la boca del rio Ñapo. Este
rio célebre es el primero de todos los tributarios del Amazonas, que se des-
cubrió, es la via por la cual cruzó el primer Español el continente sud-
americano. La siempre memorable expedición de Gonzalo Pizarro en 1541,
de Quito al pais de Canelos (Ñapo), y la navegación del Ñapo por Orellana,
compañero de Pizarro, como continuación de aquella expedición, condujo al
descubrimiento del Marañon y Amazonas. Por mucho tiempo el Ñapo pasó
por el rio mas largo y rio madre do todo el sistema fluvial del Amazonas.
En tiempo de las misiones, en los siglos pasados, se hicieron innumerables
viajes por este rio, y también en nuestro siglo muchos viajeros célebres
(como Osculati en 1848, Orton en 1867) bajaron por él en sus viajes de
Quito al Amazonas. En 1875 surcó el primer vapor (« Mayro»), al mando
del Señor E. Raygada las aguas del Ñapo, y llegó hasta la confluencia del
*) Raimondi 1. c. pág. 471.
LA REGIÓN ORIENTAL. 201
rio Curaray, distanto do la boca de aquel unas 210 millas (calculando el
camino del vapor por todas las vueltas) ; otros vapores siguieron mas tarde.
Se vé, que el Ñapo como fácil via de comunicación es conocido desde mucho
tiempo. (14) Apesar de todo esto, geográficamente no es mejor conocido, que
los ríos que hemos descrito hasta ahora; no poseemos de su curso un plano
medianamente exacto, mucho menos de sus afluentes grandes, por ejemplo
del Curaray. También de su sistema superior, no podemos dar mas que
las generalidades. Este último abraza las faldas orientales de la Cordillera
grande, desde la altura de Tulcan hasta el Cerro Hermoso ó las montañas
de Llanganate, con las tres venas principales: Ñapo, Coca y Aguarico.
El Ñapo nace de los riachuelos, que bajan de los volcanes Antisana,
Sincholagua, Cotopaxi y Quilindafía, y forman por sus primeras reuniones
los ríos ya mas considerables de Antisana, de Valle-vicioso, de Juntas y de
Chalupas. Algo mas al Sur del último, desde los páramos de Chalupas hasta
los de Llanganate, descienden algunos otros ríos monos conocidos; pero todos
ellos, formando una especie de abanico, se reúnen finalmente al pié de la
Cordillera alta, en el tronco general del Ñapo, cuyo rumbo en seguida es
de NOO á SEE, y al entrar en los llanos, al E directamente. Toda la re-
gión superior del rio, hasta la primera población al pió de la serranía, es
decir hasta el pueblo de Ñapo, es muy áspera, cubierta de montaña espesa
hasta los páramos, y despoblada. Solo desde Ñapo se puede navegar por
el rio en canoas, con alguna comodidad, pues hacia mas arriba es demasiado
impetuoso. De Ñapo hasta la confluencia del Coca, en cuyo trecho el rio
sigue de O á E, y puede haber unas 20 leguas en linea recta, recibe de su
lado setentrional tres afluentes grandes, el rio Hollín, el Suno y el Paya-
mino, fuera de muchos pequeños. Del lado meridional entran el Ansupi, un
poco arriba de Ñapo, que viene de la sierra, el Arayuno, y una porción de
menor cuantía. Ademas del pueblo de Ñapo, se hallan á lo largo de su curso
los siguientes, todos sobre la orilla izquierda: Agitano, Napotoa, Santa Rosa
(el principal) y Suno.
El rio Coca es el competidor del Ñapo, y aun de un curso mas largo
que este; se forma de dos venas principales, el Coca propiamente dicho y el
rio Maspa. El primero nace atrás del Cayambe y del Saraurcu, y baja entre
algunos ramales de la Cordillera por una región áspera y montañosa, pero
desconocida, hasta la confluencia del Maspa. — El último toma su origen
en los páramos, que se extienden desde el Antisana por el Guamani hasta
las cercanias del Saraurcu. Su fuente mas lejana es el rio de Oyacachi, que
naciendo arriba del pueblo de este nombre, al Este del Pambamarca, corre
de N á E á lo largo de la Cordillera real (de Guamani), hasta el pueblo de
Papallacta, al pié NE del Antisana. Ahí recibe el riachuelo de Papallacta
202 topografía. — capítulo rv.
que desciende del lado oeste de las alturas del Tambo, y toma el nombre
propio de Papallacta, dirigiendo al mismo tiempo su curso al SEE. En el
trecho que media entre Papallacta y el (destruido) pueblecito de Maspa, que
tendrá unas 5 leguas, recibe el rio de Papallacta cuatro tributarios con-
siderables, el Manca, el CJiálpi chico, el Chcipi grande y el Huarmiapac, que
todos vienen del Norte, de las cabeceras del Coca y del ramal de montañas,
que le separan del Papallacta. Del lado opuesto, es decir del Sur, entran
algunos ríos cortos, que descienden de las faldas del Antisana y de la Cor-
dillera de los Cimarrones, como el Yana-yacu, Yurac-yacu y Verde-yacu. —
Ya antes de llegar al sitio de Maspa, el rio que ahora toma este mismo
nombre, cambia su rumbo al NEE, y lo conserva con algunas variaciones
hasta su confluencia con el Coca, en las cercanias de Baeza. El camino
ordinario, que conduce de Quito á Ñapo (Archidona y las otras misiones),
y que ha orillado el rio hasta Maspa, le abandona en este sitio y sigue
tierra adentro por su banda derecha, cruzando entre otros ríos pequeños
también el rio de Quijos, que es uno de los tributarios derechos mas gran-
des del rio Maspa, y viene de la nevada Cordillera de los Cimarrones. Otro
afluente del mismo lado, y aun mas importante, es el rio Cosanga, de igual
origen que el Quijos, y paralelo á este en su curso superior. En su parte
media corre casi al Este hasta las «playas de San Javier», al pié de cerro
de Guacamayo, en donde vira con un ángulo recto al N, para incorporarse
al rio Maspa. Este último trecho, desde las dichas «playas de San Javier»,
en que le cruza el camino de Archidona, hasta la desembocadura, mide
5 leguas en linea recta. En el triángulo que forma el Cosanga con el rio
Maspa, pero á la distancia de una legua de ambos rios, se hallan las ruinas
de la antigua ciudad de "Baeza (hoy dia un tambo).
Después de haberse formado el rio Coca un poco mas allá de la con-
fluencia del Cosanga, se dirige al Este, á lo largo de la Cordillera alta de
Guagra-urcu que le orilla del lado derecho, separando su hoya de la del
Ñapo. Corre en este sentido unas 15 leguas, hasta el antiguo lugarejo de
San Rafael, entonces vira poco á poco al SEE, y luego al SE, hasta su
confluencia con el Ñapo, enfrente del pueblecito de Coca, fundado en 1848
por el Señor M. Villavicencio.
Si contemplamos el sistema fluvial superior del Ñapo en el mapa, vere-
mos que el rio Maspa y Coca representan un gran arco, cuya cuerda forma
el Ñapo mismo. El terreno intermedio entre los dos rios constituyó, en
tiempo del coloniaje, las dos provincias de Quijos y de Avila, y en nuestros
dias forma las misiones del Ñapo, tomando en cuenta solo el pais al Este
del rio Cosanga, porque la porción occidental, los declives de la Cordillera,
son depoblados. Está regada aquella región por los tributarios del Ñapo,
LA BEGION ORIENTAL. 203
nombrados mas arriba, los rios Hollín, Suno y Payamino. Do este hermoso
pais, tanto tiempo conocido, muchas veces visitado por viajeros (botánicos,
zoólogos), y de tanta importancia para el Ecuador, todavía no poseemos
ninguna descripción topográfica, ningún plano exacto, que pudiera darnos
una idea cabal de él. Según todo parece ser una región montañosa, en
parte con cordilleras altas y frías, pero nada sabemos de su altura relativa
ó absoluta, mucho menos de su constitución geognóstica y mineralógica.
Es lástima, que el Señor Dr. M. Villavicencio, que tanto tiempo vivió en el
Ñapo, que recorrió todos los pueblos, rios y parajes, que con tanto afán re-
cojió datos y noticias sobre la vegetación y los habitantes del pais, á quien
debemos una descripción larga y muy interesante de la Región del Oriente
(tal vez la parte mejor de su «Geografía»), no pudo sinembargo darnos una
buena y clara descripción topográfica, mucho menos un plano exacto ó un
croquis siquiera de las partes recorridas. Le faltó completamente el sentido
ó talento topográfico, como lo comprueba su mapa. Puede ser, que existan
la mayor parte de los ríos y riachuelos, que nos indica, pero ciertamente
no así como los pintó en el mapa. Con su desgraciada manía de convertir
todos los rios en tirabuzones, casi del mismo largo y grueso, no solo afea
su carta, sino que la hace confusa é imposible. Las dos cartas de las pro-
vincias de Quijos y de Ávila, que Humboldt copió de los itinerarios del
siglo pasado, difieren muchísimo y en puntos esenciales del mapa de Villa-
vicencio, aumentando de tal modo la confusión é incertidumbre, aunque su
estudio inspira mucho mas confianza. Siendo así, me veo reducido de nuevo
á generalidades.
El rio Hollín es el mas occidental de los tres tributarios del Ñapo, que
riegan el territorio de que acabo de hablar. Nace en las faldas del cerro
Guacamayo, que separa sus cabeceras del curso inferior del rio Cosanga, y
sigue primeramente un curso de O á E, bajo el nombre de rio Jundachc.
Después de un curso de 5 leguas se dirige al SE y Sur, y con este rumbo
cae en el Ñapo, algunas leguas abajo del pueblo de este nombre. Todos
sus afluentes le vienen del lado Oeste, y los principales son los rios Misa-
galli y Tena. El primero es notable, porque en su curso medio y orilla
izquierda se halla Archidona, que actualmente es el centro de las misiones
del Ñapo.*) El segundo que corre á poca distancia del Ñapo y paralelo con
este, se forma del Tena y del Paño, cerca de cuya confluencia estaba anti-
guamente el pueblo de Tena. — Según Villavicencio siguen los rios de
Puzuno y de Guambumo, que desembocan en el Ñapo, cerca de Aguano el
*) Orton dá a esto pueblo la altura de 2000 pies (=610 metros) sobre el mar, y la
temperatura media de 25° C. ; al pueblo do Ñapo dá un grado mas, y 442 metros.
204 topografía. — capítulo iv.
primero, y cerca de Napotoa el segundo ; pero ambos parecen insignificantes
y faltan en los mapas antiguos, á no ser, que el Puzuno sea el Pucuno ó
Pucano, que sinembargo en estos tiene una posición muy distinta, como
afluyente del Suno.
El rio Suno es el segundo tributario mayor. Trae su origen de la Cor-
dillera del Guagra-urcu y del corro Sumaco, y tiene un rumbo general de
NO á SE. En sus cabeceras se halla el pueblo de San José, á las faldas
de dicha cordillera, y con un temperamento frió, según so dice; en su curso
superior el pueblo de Avila, y en su parte media el de Loreto, no muy
distantes uno del otro. En la banda occidental del Suno existe una multi-
dud de rios, en cuya nomenclatura y posición reina la confusión mas com-
pleta; algunos, y entre ellos Villavicencio, los consideran como tributarios
del Suno; otros (p. ej. la carta de Humboldt) los reúnen en un rio entera-
mente distinto, que desembocaría en el Ñapo algo mas arriba que el Suno.
Inútil seria describirlos (¿según qué autoridad?) mientras quo no sean estu-
diados. Sabemos que en esta región confusa se hallan los pueblos de Cota-
pino y de la Concepción.
En una situación análoga nos hallamos respecto al rio Payatnino, de
que sabemos solo, que nace en las mismas montañas, en que toma su origen
el Suno, y que en su curso medio é inferior corre cerca y paralelo al Coca.
Todos los detalles faltan, ó están en contradicción según los diferentes
autores. Lo mismo dígase de los afluentes menores del Ñapo entre el Suno
y el Payamino. — Si esto nos sucede en la región mejor conocida del Ñapo,
¿qué será, dejando el pais de los cristianos y entrando en el de los infieles
y bárbaros, que comienza en la desembocadura del rio Coca?
El rio Ñapo, unido con el Coca (en 260 m. sobre el mar), sigue el
rumbo general de este último, es decir al SE, hasta su boca, inclinándose
sinembargo en su curso medio é inferior mas al E que al S. En el trecho
de unas 26 leguas, que hay hasta la confluencia del Aguarico, recibe varios
tributarios, especialmente del lado oeste, sin nombres fijos ó bien autoriza-
dos. Pero el Aguarico es tan largo y tan poderoso, como el Ñapo mismo.
Sus cabeceras mas lejanas encontramos en la Cordillera alta enfrente de
Tulcan, y hasta la latitud del Cayambe. Allá nacen los rios de Chunquer,
de Cófanes, de Condaé, de Dué y de Azuela, que todos contribuyen á formar
el Aguarico. Este mismo, que lleva su nombre desde la confluencia del
Chunquer con el Cófanes, tiene un curso parecido y en parte paralelo al del
rio Coca, y en la cercanía de San Rafael, desde donde el Coca vira mas al
Sur, se aproxima al último hasta pocas leguas. En el curso inferior, donde
ya se inclina hacia el Ñapo, le engruesan algunos rios bastante considerables,
como el Cuyabeno y el Zancudo de la izquierda, el llena y el Cavina-yacu
LA REGIÓN ORIENTAL. 205
de la derecha. Sobre la confluencia del Aguarico con el Ñapo (178 m.) se
halló, á la orilla oriental de este, el antiguo y hoy destruido pueblo de San
Pedro. — Quince leguas mas abajo encontramos la boca del rio Curaray
(152 m.), cuya posición y distancia del Marafíon he indicado mas arriba.
Del Curaray sabemos, que nace en la Cordillera de los Llanganates, que
entre el Bobonaza y el Arayuno (tributario del Ñapo) recibe, con otros afluen-
tes, los rios Nusino, Solano y Villano, que corre sobre las cabeceras del rio
Tigre, en dirección al SEE, y que desemboca en el Ñapo; nada mas. Este
rio es bastante caudaloso y parece ser navegable á vapor hasta muy arriba.
El vapor «Mayro» entró por su ancha boca y navegó por un trecho de dos
millas, hallando un fondo de tres á cuatro brazas.
En cuanto al rio Ñapo, el no presenta ninguna dificultad a la navega-
ción á vapor, hasta la boca del Curaray y probablemente hasta mucho mas
arriba, á lo menos hasta la boca del Aguarico.*) De los tributarios del
Ñapo inferior no conocemos mas que los nombres, como del Curi-yacu, de
Tutapiscos y del Mazan al lado derecho, del Zani-yacu y del Payáguas al
lado opuesto.
Desde la boca del rio Ñapo hasta la frontera con el Brasil no hay nin-
gún rio de importancia mayor; entre los afluentes pequeños podemos designar
los de Ambi-yacu, que desemboca al lado del pueblo de Pebas, y el Atacuari,
entre Pebas y Loreto.
Nos resta hacer la breve descripción de dos rios grandes, cuya desem-
bocadura en el Amazonas cae en el Brasil, y cuyos territorios adyacentes
son reclamados en gran parte por la República de Colombia, aunque de
derecho le pertenezcan solo las hoyas superiores en las faldas de la Cor-
dillera. Hablo del Putumayo y del Y apura.**) Advierto que en el trazo de
estos rios he seguido la carta de Colombia por Codazzi, porque me pareció
que merece alguna confianza, á lo menos en cuanto á los afluentes supe-
riores, que el Señor Codazzi ha estudiado personalmente. En las partes
cercanas á la frontera brasilera consulté la carta del Perú por Raimondi.
En cuanto á los trabajos del Señor Crevaux, que levantó en 1879 los planos
del Putumayo y del Yapurá, véase lo que digo en el número 3 de las «Ano-
taciones y Suplementos».
*) «El Ñapo es navegable para vapores de poco calado hasta St\ Rosa», dice Orion
(The Andes and the Ainazon, New- York 187(>, p. 179); pero talvez no en todo tiempo,
porque otro observador (Herndun, lleport, p. 229) nos cuenta, que <«el Ñapo está lleno de
bancos de arena, y 20 días arriba de su boca (ó cerca de la confluencia del Curaray) la
gente se echó al agua, para jalar las canoas.»
**) El Perú también reclama el Putumayo hasta el punto, en que comienza á ser
navegable.
206 TOPOGBAPIA. — CAPÍTULO IV.
El rio Putumayo, llamado en su curso inferior y por los Brasileros
rio Iza, nace en una hoya de la Cordillera oriental, enfrente y á poca dis-
tancia de Pasto, y desciende á las regiones bajas de NOO á SEE. Sepa-
rada de él por un ramal de la Cordillera, encontramos la hoya del rio
Guarnes, que nace en el lago de San Pablo ó la Cocha, á corta distancia
de las fuentes del Putumayo. La primera hoya pertenece á Colombia, y la
segunda al Ecuador, siendo el cordón intermedio de montañas la linea divisoria.
Un poco mas al Sur tenemos la hoya del rio de San Miguel ó de Sucumbió s,
que ocupa su lugar entre las del Guarnes y del Cófanes (Aguarico), encajonada
igualmente entre ramales altos de la Cordillera. Todos estos ríos corren para-
lelos en su curso superior, y solo después de salir de las breñas escarpadas
de los cerros, se inclinan el rio Guarnes primero, y mas abajo el de San Miguel,
mas al Este, para encontrarse con el Putumayo. El lindero con Colombia
sigue, después de encontrarse cerca de la boca del Guarnes con el Putumayo,
la orilla de este, hasta la desembocadura del rio de San Miguel ó Sucúmbios,
y cruza de ahi en linea recta al rio Yapurá ó Caquetá, en la confluencia del rio
Ortegasa. De consiguiente, desde esta linea al Este y Sureste toda la hoya del
Putumayo y la banda derecha del Yapurá pertenecen por derecho al Ecuador.
En el afio de 1874 se organizó en Colombia una Compañía, para la
explotación de los productos naturales del Caquetá, y sabiéndose que este
rio no es navegable en toda su extensión, á consecuencia de unos saltos,
que se hallan en su curso medio, comisionó al Señor Rafael Reyes, para
que recorriese todo el curso del Putumayo, con el objeto de ver, sí este
rio se presta á la navegación por medio de vapores. Bajó este señor el
Putumayo en canoas y se convenció de antemano de su navegabilidad á
vapor. En Noviembre de 1875 se hallaban tres vapores listos para navegar
el Putumayo, hasta donde fuese posible. Estos consistían en una lancha de
vapor, que el Gobierno del Brasil puso á la disposición de la Comisión, un
vapor de carga, el «Santa Cruz», y el vapor «Tundama», de la propiedad
de la compañía del Caquetá. La lancha á vapor al mando del joven ingles
Mr. Alfredo Simpson*) abrió la marcha, adelantándose con el objeto de
preparar el combustible para los vapores mas grandes, que siguieron mas
tarde por intervalos de algunos días. El Señor Simpson llegó con su lancha
de vapor sin novedad hasta muy cerca de la confluencia del Putumayo con
el rio de San Miguel, donde comenzó á escasear el agua y á hacerse el rio
mas correntoso. En 1877 publicó en Londres una relación interesante de
su viaje de exploración (también de su viaje de Guayaquil hasta Ñapo, por
*) Conocido en el Comercio de Guayaquil, donde residió varios años. Se encontró
casualmente con la Comisión exploradora en su viaje de Guayaquil á Para.
LA BEGION OBIENTAL. 207
Canelos.*) Pero para la geografía la expedición quedó sin resultados im-
portantes, porque no se levantaron planos, ni se hicieron observaciones
astronómicas, para determinar los lugares, ni otras mediciones exactas. El
resultado práctico obtenido es el, de que el Putumayo es navegable á vapor,
hasta muy cerca del pié de los Andes.
De las descripciones y del plano del Señor Creveaux se deduce, que el
rio Putumayo es sumamente tortuoso, siguiendo un rumbo general de NOO
á SEE, hasta la frontera con el Brasil. En cuanto á sus afluentes reina
todavía una gran incertidumbre, porque cada viajero y cada mapa los indica
con otros nombres. Ademas, de la mayor parte no se conoce mas que sus
bocas. Interesante es el rio Caucaya, que afluye del lado izquierdo, algunas
leguas abajo de la boca del San Miguel, porque navegando por él, y haciendo
una corta travesia por tierra al rio S encella, se llega por este último con
facilidad al Caquetá.
Pocas palabras diremos del rio Yapurá, que en el terreno colombiano se
llama Caquetá, porque su hoya superior no toca a nosotros, y del resto de su
curso solo la banda derecha. Podría repetir casi todo lo que he dicho del Putu-
mayo, con quien tiene mucha semejanza y corre casi paralelo, solo que no pa-
rece ser navegable á vapor, sino hasta la mitad de su curso. Sus afluentes
son muy numerosos, pero valga de ellos lo que he dicho de los del Putumayo.
Aquí repito lo que he dicho en otros lugares, que las «Cordilleras» de
Putumayo, de Caquetá y otras que se pintan en los mapas,**) extendiendo
los ramales de la Cordillera oriental hasta las orillas del Amazonas, y de
que se habla también tratando de los límites entre Ecuador y Colombia, no
existen. Los estribos orientales de la Cordillera acaban y se pierden en los
llanos, á muy corta distancia de los Andes (en el Ñapo se proyectan algo
mas, pero solo hasta la confluencia del Coca). Á mas de 40 leguas de
distancia de la cresta de la Cordillera oriental no se encuentra ninguna cor-
dillera, ninguna montaña de elevación considerable. Por la sencilla razón
de no existir las «Cordilleras» de Yapurá y de Putumayo, jamas podrán
ser el límite entre las dos Repúblicas. El único lindero natural será ó el
Yapurá ó el Putumayo, porque trazarlo entre los dos, ó entre el último y
el Ñapo, en un país tan llano, por una linea de vertientes entre las cabe-
ceras de los tributarios, seria sumamente difícil y hoy imposible, siendo así
*«n
*) Proccedings of the Roy al Geographical Society, Vol. XXI, No. VI.
*) En el mapa de Villavicencio ya nada puede sorprender, ni la red de cordilleras
sobre toda la Provincia oriental, que es tan estraña, como la de sus ríos; pero hasta el
Señor Raimondi, en su magnífico mapa del Perú, dejó seducirse y recibió de mapas
antiguos unas cordilleras largísimas entre los rios Ñapo y Putumayo, á lo largo del
Curaray etc.
208 topografía. — capítulo iv.
que no conocemos esos afluentes. Aun en el caso de poseer un plano deta-
llado de toda la región, saldría sin duda un lindero, trazado por la linea
de vertientes, sumamente tortuoso y nada natural.
La tarea de trazar un bosquejo de la Región del Oriente, con materiales
tan insuficientes, es muy ardua y desagradable para el geógrafo, de manera
que mas de una vez se siente tentado á poner el punto final, y á hacer una
raya larga. Si esto le sucede con la descripción puramente hidrográfica y
orográfica, se siente todavia mas embarazado, cuando quiere componer un
cuadro general y característico de esta región. Hacerlo en pocos renglones,
parece imposible, porque considerando la inmensa extensión del pais, es de
suponer, que el carácter varía bastante, según las regiones y zonas; otro
debe ser al pié de la Cordillera oriental, otro en el curso medio de los ríos,
y otro en la zona anegadiza del curso inferior y á lo lo largo del rio Ama-
zonas. Nadie nos ha dado todavia la característica clara y compendiosa de
esas zonas y variaciones locales. Por supuesto, no podemos exigir descrip-
ciones completas, para esto se necesitaría un tomo, á lo menos, de botánica,
otro de zoología, y otro de etnografía, no hablando de la topografía, y esto
pasaría los límites de una geografía; sinembargo si leemos y estudiamos las
descripciones de los viajeros — y existen muchísimas — debemos sentar,
que son demasiado pobres en datos realmente aprovechables, apesar de que
agotan el tesoro de expresiones hiperbólicas, para celebrar la «vegetación
exuberante» y las «riquezas inmensas» del pais, añadiendo la lista estereo-
típica de algunas docenas de maderas y productos vejetales, que se repite
en todas ellas. Si pudiéramos hacer una deducción segura de tales relaciones,
deberíamos creer, que toda la Provincia del Oriente es un pais sumamente
monótono, una selva sin límite, y de la misma composición en todas partes.
La descripción de esta selva es comunmente concebida en términos tan
generales, que puede cuadrar también á las selvas de Esmeradas y de Ma-
nabi (si exceptuamos uno que otro árbol). En fin, yo confieso, que apesar
de haber leido la mayor parte de los libros que tratan de la región del
Oriente, no puedo formarme una idea clara de ella ó de sus caracteres di-
stintivos, y como no la he recorrido personalmente, no puedo aventurarme
á recopilar un artículo largo, que nada de nuevo contribuiría á su mejor
conocimiento. Una sola avertencia me permito enunciar, antes de concluir.
No dudo, que una gran parte de esta región sea muy feraz y á propósito para
el cultivo de productos tropicales, pero debemos cuidarnos de no generalizar
las observaciones locales y extender el juicio favorable sobre todo el pais
sin distinción, como lo hacen algunos propagandistas del Oriente y de su
LA REGIÓN ORIENTAL. 209
colonización, mas entusiastas que prudentes, que fundan en sus suposiciones
problemáticas cálculos muy atrevidos y hasta imposibles, y edifican castillos
en el aire. De la mayor parte de este territorio no conocemos mas que las
orillas de los ríos, que en verdad tienen á veces abáneos» magníficos; pero
¿cual será el vastísimo pais intermedio? cual su suelo? cual la tierra después
de haberla desnudada de su vegetación primitiva, ó algunos años después
de haberla explotado? De muy pocas localidades, y en escala muy reducida,
tenemos la experiencia. Si leemos de las inmensas áreas inundadas, ó ane-
gadas anualmente, durante muchos meses, que no solamente se hallan en
una zona ancha á lo largo del Marañon, sino también á lo largo y á poca
distancia del curso medio de sus tributarios principales, ¿no debemos con-
cluir, que una porción muy grande de este territorio será incultivable y casi
inhabitable? Muchas otras consideraciones se podría agregar, no para dis-
minuir el mérito de esta bella porción de la República, sino tan solo para
refrenar un poco la fantasía exaltada. En lugar de cansarnos con exclama-
ciones sobre las maravillas de la región oriental, de lamentar su estado de
atraso y abandono, de pintar el paraíso, en que se habrá convertido en
tantos y tantos siglos, mejor y mas útil seria, estudiarla primeramente con
calma, bajo la vista científica y práctica á la vez, y ante todo conservar
lo que todavía no han quitado los vecinos del Norte y del Sur.(15)
Apéndice á la topografía.
Vías de comunicación.
Aunque el capítulo sobre las vías de comunicación propiamente no per-
tenezca á la geografía física, sino á la civil, no puedo prescindir de insertar
aquí un pequeño artículo sobre esta materia, como un apéndice de la hidro-
grafía y orografía del pais. Pues, en el Ecuador los caminos, con escasas
excepciones, son tan poco artificiales, que podemos casi considerarlos como
un fenómeno natural, íntimamente enlazado con la topografía.
Las vias de comunicación ó son acuáticas ó terrestres. De las primeras,
que se llaman canales, el Ecuador no posee ni una sola artificial; feüzmente
abundan los canales naturales ó ríos navegables en las regiones bajas del
oriente y del occidente, como lo he demostrado en la descripción hidro-
gráfica que precede. Vendrá el tiempo, en que se sentirá la necesidad de
abrir también canales artificiales, que comuniquen los ríos principales ó sus
Wolv, Ecuador. 14
210 TOPOGRAFÍA. — APÉNDICE.
tributarios entre si; y entonces habrá gran facilidad para estas obras, espe-
cialmente en toda la región litoral, que está bajo el influjo de las mareas,
y esta región favorable es muy vasta. En la descripción hidrográfica he
indicado los ríos, que son navegables á vapor, y los que lo son por canoa.
— La región andina é interandina carece enteramente de ríos navegables,
porque el desnivel y la aspereza del suelo es tan grande, que ni la natura-
leza, ni los esfuerzos humanos pueden remover los obstáculos que se oponen
á la navegabilidad. — De la región transandina ú oriental he dicho lo ne-
cesario en el capitulo precedente. Allá, si prescindimos de algunas sendas
malísimas, que conducen por la Cordillera oriental a las cabeceras ó al curso
superior de los ríos Ñapo, Canelos, Macas, Gualaquiza, los ríos son las
únicas vias de comunicación, y el viajero, que deja la canoa para cruzar el
pais por tierra, siempre debe hacerse un camino ó una trocha ad hoc, con
hacha y machete, camino que desaparece en pocas semanas, tan pronto como
la huella que deja su pié en el cieno. — Solo de la región occidental ó
litoral diremos todavia algunas palabras. En una gran parte de esta región
el vapor, la chata, la balsa, el bote, la canoa de todo tamaño, reemplaza el
caballo y las recuas de burros y muías de la sierra. Se explica, que aqui
hay pocos caminos por tierra, y su mal estado es hasta cierto punto per-
donable, á lo menos en donde hay la facilidad de la via por agua. Una
regular canoa manejada por un hombre ó dos, reemplaza una gran recua
de muías. Lástima es, que estas magnificas vias acuáticas naturales son
tan descuidadas, como las terrestres en la serranía; aquellas no necesitan
menos de conservación y reparación, que estas. ¡Cuanto podría extenderse
la red de ríos navegables, limpiándolos debidamente de las palizadas, for-
madas comunmente en invierno, dando mas profundidad á otros, y removiendo
los bajos y bancos de arena, ensanchando en unos y estrechando en otros
sus riberas! Pero esto demanda trabajo y gastos, y los pueblos se contentan
todavía con aprovecharse de las vias fluviales, como las dá la naturaleza.
La flotilla regular de vapores fluviales de Guayaquil, que cruza el sistema
del rio Guayas por sus venas principales (rios de Sta. Ro6a, Máchala, Balao,
Naranjal, Yaguachi, Bodegas, Baba, Vincos, Daule), y que en invierno penetra
hasta el pié de la Cordillera alta, podría ensanchar mucho el campo de su
actividad y ganancia, si con la protección del Gobierno cuidaría mas la
buena conservación de los rios, la canalización de otros, la abertura de pe-
queños canales, para abreviar las distancias etc. Para llamar la atención á
un solo punto (entre tantos que podria enumerar): ¿No seria de muchísima
utilidad, regularizar el curso del rio Vinces, conduciendo el caudal de su
agua, que ahora se derrama por tantos esteros, por un solo cauce estable,
sea por la Bocana, sea por la Boca de Avispas, para hacer este rio
vías de comunicación. 211
accesible á los vapores durante todo el año? — Recuerdo que en los años de
1883 y 1884 Guayaquil estaba alarmado con el peligro de que el rio Guayas
rompiese, abajo de la ciudad, un cauce al Estero Salado, y se hicieron bajo
la iniciativa del Señor D. Pedro Carbo algunos estudios y trabajos para evitar
el acontecimiento. También soy de la opinión, que un tal cambio notable
no se debe dejar verificarse por un capricho del rio Guayas, pero ¿no con-
vendría abrir en ese estrecho un canal artificial, con una buena exclusa ó
compuerta en las orillas del Guayas? El magnifico Estero Salado, que hoy
dia no sirve de nada, tendría entonces mucho valor y seria una vía de comuni-
cación mas segura, mas tranquila y mas cómoda que el Guayas mismo, sobre
todo en invierno, cuando las correntadas en el último son temibles. Con
la exclusa se evitaría suficientemente la mezcla de las aguas, que temen los
habitantes de Guayaquil. Y bajo la vista estratégica: ¿no seria en ciertas
circunstancias de muchísima importancia, que un buque de guerra pueda
cruzar en un cuarto de hora del rio al Estero Salado? La abertura de este
canal no presentaría absolutamente ninguna dificultad técnica, y el gasto
mas fuerte exigiría una buena exclusa en las orillas del Guayas. No es mas
que una idea que lanzo aquí, y que me vino cada vez que desde el cerro
de Sta. Ana contemplaba el magnífico panorama de Guayaquil y de sus al-
rededores.
Los caminos terrestres del litoral son generalmente, por las condiciones
naturales del clima, en la estación seca buenos, y en la estación lluviosa no
malos sino pésimos y muchas veces intransitables, á consecuencia de las
inundaciones. En verano basta abrir una trocha por el monte, para tener
un camino bueno, porque durante seis meses no llueve, y no hay que vencer
las asperezas de montañas altas. Pero en el invierno, y en las partes en
que llueve todo el año, al pié de la Cordillera, los caminos son talvez peores
que en la sierra, porque las aguas se estancan en un terreno sin declive,
el camino se convierte en una ciénaga hedionda y sin fondo, faltando casi
siempre el cascajo ó el sustrato sólido, que en la sierra se encuentra á
menudo. No me cabe duda, que en muchas partes del litoral la construcción
y conservación de una carretera sólida, que sirva también en invierno, seria
mas difícil y mas costosa, que la de un ferrocarril de segundo orden.
En las provincias bien pobladas, como en las del Guayas, de Los Rios,
y en la parte meridional de la de Manabí, todos los pueblos y haciendas
están imidas entre si por caminos de herradura, que en verano nada dejan
de desear, sino á veces mayor cuidado en tenerlos abiertos y libres del
ramaje en las partes montuosas. Pero en las regiones, en que no hay una
población estable, como en las montañas interiores de Manabí y al Norte
de Balzar y Quevedo, asi como en toda la provincia de Esmeraldas, los
14*
212 TOPOGBAFIA. — APÉNDICE.
caminos de herradura faltan completamente. £1 único camino, que encon-
tramos al Norte de Bahía de Caráques, es él que sigue la costa del mar,
comunicando los pocos pueblos y sitios marítimos. Este camino es bueno,
donde es natural, es decir, donde consiste en la playa arenosa del mar (du-
rante la marea baja), pero es abominable, donde es artificial, y donde con-
duce por los «deshechos», es decir, donde se aleja por trechos de la playa,
para evitar algunos pasos malos, que se hallan comunmente al pié de las
puntas, que caen perpendicularmente al mar, sin dejar lugar á la formación
de playas. Los costeños usan poco esta vía natural, tan acostumbrados
están á hacer su tráfico en chatas, botes y canoas, tanto por el mar, cuanto
por los esteros y ríos. — Todo el interior montañoso de este pais carece
de caminos, pues aunque los caucheros, ú otros traficantes, abren de vez en
cuando una trocha ó senda de á pié, esta se cierra en pocas semanas por
una vejetacion indomable. El que quiere penetrar allá con bestias, aunque
sea por algunas cuadras, provéase con hacha y machete y mucha paciencia.
Pasando á los caminos de la región andina é interandina, podemos decir,
que no hay mas que un camino bueno, que es la carretera, desde Quito
hasta Sibambe, obra que se debe al patriotismo y á la energía del Presi-
dente García Moreno. ¡Ojalá que no se hubiese abandonado jamas el proyecto
primitivo de prolongar la carretera hasta Milagro ó hasta Yaguachi! Con
la idea de comunicar mas pronto el litoral con la carretera de Sibambe,
mediante un ferrocarril, quedó el pais sin una y otro. Me atrevo á enunciar
la aserción en apariencia paradoja, que, si se hubiese concluido primero la
carretera, y después comenzado el ferrocarril, este último hoy estaría mas
adelantado de lo que es, después de 20 años de trabajo. Respecto á los
demás caminos dice el Señor P. F. Cevallos (VI, pág. 77): «Propiamente no
ha habido caminos sino en las provincias ó lugares, en que la naturaleza
de los terrenos se ha prestado para su conservación, sin necesidad del auxilio
del hombre. Asi el camino ordinario y principal, que atraviesa de N á S
toda la República, desde el Carchi hasta Zumba y Macará, aunque bueno
en las provincias del Pichincha, León, Tunguragua y Chimborazo, como
generalmente lo son también los de sus contornos inmediatos; en las demás
solo puede llamarse regular en la temporada de sequía, y no malo sino pé-
simo en la de aguas. — Los caminos trasversales, que tenemos para diri-
girnos á la provincia de Oriente ó á las occidentales, son caminos para
cabras, principalmente para llegar á la primera, hay que andar á pié por
varios (lias ó ser llevado á espaldas de cargueros y expuesto á veces á
quedarse á las márgenes del rio ó ríos, que de súbito crecen y se ponen
intransitables.»
Los caminos del Oriente, ó mejor dicho, los que conducen al Oriente,
vías de comunicación. 213
han sido descritos muchas veces por los viajeros, también por Villavicencio.
Su número se reduce á cinco: Io el do la provincia del Pichincha por Pa-
pallacta, para los pueblos del Ñapo, el mas trillado de todos; 2o el de la
provincia del Tunguragua, por Baños, hasta Canelos, el mas aparente, según
parece, para mejorarlo, pues no pasa por la región alta de los páramos;
3o el de la provincia del Chimborazo hasta Macas; 4o el de la del Azuay,
por Sigsig á Gualaquiza, y 5o el de la de Loja, que vá por Vilcabamba y
el nudo de Sabanilla, para descender á lo largo del rio Chinchipe á Zumba
y Chito y hasta Jaén. Algunos agregan un camino de Imbabura á Pun y
el rio Cófanes (Aguarico), y otro de Latacunga por las faldas del Cotopaxi
al Ñapo; pero ambos no son hoy traficados.
La comunicación del callejón interandino con las provincias litorales es
mala y casi nula en la porción setentrional de la República, es decir, en
las provincias de Imbabura y Pichincha de un lado, y las de Esmeraldas y
Manabi del otro. — El camino llamado de Carondeled, que conduce de Ibarra
al Pailón, es de herradura y regular hasta las últimas haciendas del valle
del rio Mira, ó hasta la cercanía de la desembocadura del rio Lita. De ahí
se trafica por una casualidad á pié al Pailón ó á Cachabi. Los caminos de
á pié, que hubo en algunas épocas de Otavalo y de Quito á Esmeraldas, es
decir, á los embarcaderos del Guallabamba, de Caoni y de Silanchi, están
cerrados y casi olvidados. El camino de Manabi, á saber, el de Quito á
Bahía de Caráques por St°. Domingo, todavía no llega á este último pueblo,
por el resto conduce una trocha recien abierta, que pronto se cerrará y que-
dará sin objeto, si no se realiza el proyecto de ferrocarril.
Hay algunos caminos de herradura muy malos, que cruzan la Cordillera
occidental, pero acaban en las faldas exteriores de ella, y no llegan al litoral.
Tales son los que conducen por Cotacachi y por Perucho á Intac, los que
van de Quito por Cotocollao á Nieblí, á Nono, á Nanegal, á Mindo, por Lloa
á algunas haciendas atrás del Pichincha, de Latacunga á Sigchos etc.
La falta de caminos en la parte setentrional del pais se explica fácil-
mente por la ausencia de población. Es imposible, que entre los cuatro
pueblos marítimos y el pais interandino se desarrolle un comercio tan vivo
y fructuoso, que recompense un viaje largo y penoso al través de una región
tan áspera y ancha, que separa los pueblos, ó que costee la construcción
de caminos. En efecto ¿qué puede enviar la sierra á los pueblos de Esme-
raldas, que estos no reciban mas cómodamente y mas barrato por otra via?
Los pocos artículos de consumo, que ellos necesitan en un año, se podría
llevar por un buen camino en una semana. Y vice versa: ¿qué artículos
podrían importar los pueblos de Esmeraldas en los del interior, que estos
no reciban á menos trabajo y costo por otras vías? De consiguiente el
214 TOPOGBAFIA. — APÉNDICE.
comercio interior solo no mejorará los caminos en esta parte, porque la
perspectiva no es halagüeña. Si la abertura de caminos y de algunos puer-
tos mayores en la costa, atraería el comercio exterior (exportación ó impor-
tación), es otra cuestión di tinta, que no puedo decidir, porque se necesi-
taría un gran acopio de datos estadísticos, sobre la productibilidad y el
consumo de aquellas provincias, datos que en realidad nos faltan.
La confirmación de lo que acabo de exponer, encontramos en el hecho,
de que desde el punto, en que las provincias litorales son bien pobladas,
se desarolla un comercio vivo entre ellas y las serraniegas, y en conse-
cuencia hay muchos caminos de herradura, que las ponen en comunicación.
Indicaré los principales, que casi todos he recorrido personalmente. El pri-
mero sube por el valle de Quevedo y Pilaló á Latacunga. Por la hoya del
rio Zapotal y Juntas entran los caminos de Angamarca y de Simiátug, que
conducen á Latacunga, Ambato y Guaranda. De Babahoyo parten muchos
caminos á la sierra: uno, que se llama de San Antonio, vá por Cacharí,
sigue el rio de Pozuelos, y sube por las haciendas de Pacana y San An-
tonio á Pucará y Guaranda. Otro, el mas trillado y mas antiguo, es el,
que vá por Sabaneta á Balsabamba y conduce á Guaranda, ó por San Miguel,
ó por San Sebastian, ó por Chapacoto. Ademas se deriva de él en Balsa-
bamba el camino antiguo, que vá por San Jorge al valle de la Chima. Otro
camino sigue desde Babahoyo el rio de Bodegas arriba hasta las Juntas,
y sube por el valle del rio Limón á Chillanes. Como el valle de Chimbo,
según mi modo de ver, pertenece ya á la región andina, no hablo aquí de
los caminos que conducen de la provincia de Bolivar á la del Chimborazo.
— Desde Puente de Chimbo (estación del Ferrocarril) parten los caminos,
que van por el valle de Chimbo á Guaranda, y por valles laterales á Sibambe
(por Cayandeled ó por Sacramento), á Linje, á Pallatanga, y por Pangor á
Cajabamba, otro vá por el valle del Chanchan á Sibambe. Por el valle del
Rircay sube un camino de Boliche ó Taura á Suscal y Cañar. Otro, mas
frecuentado, conduce á Cañar de Naranjal por el valle del rio Suya y por
Gualleturo. Un ramal de este camino sube por el valle del rio Patul á la
Cordillera de este nombre y á Cuenca. El camino real de Cuenca deja
desde Naranjal el valle principal, y sube por el de Chacayacu á Yerbabuena
y Molleturo, y en seguida por el valle del Mihuir al Cajas y á Cuenca.
Otro camino conduce á Cuenca por el valle del rio Balao, cruzando la Cor-
dillera mas al Sur del Cajas. Por el valle del rio Tenguel se puede pasar
la Cordillera en Mullepungo y llegar á Pucará en la hoya del rio Jubones.
A la misma hoya conduce el camino de Máchala y Pasaje, que sigue el rio
Jubones hasta el valle de Yunguilla. Un poco mas al Sur encontramos el
camino de Sta. Rosa á Zaruma y Loja, y finalmente hay dos caminos que
vías de comunicación» 215
van de Túmbez á los cantones de Célica y Catacocha, uno por Puyango y
otro por el Casadero.
Todos estos caminos enumerados, y algunos mas de menor importancia,
se parecen en muchos puntos, y conociendo uno ó dos, se tiene una idea
general de todos. Hé aquí el tipo de ellos: De la llanura entra el camino
en uno de los valles, que se extienden entre los ramales occidentales de la
Cordillera. El valle al principio es ancho, el levantamiento del terreno suave,
el rio bastante manso. Poco á poco el piso del camino, antes arenoso y
lodoso, se presenta por trechos con cascajo mas ó menos grueso, el rio lleva
guijarros mayores, las montañas se acercan al curso del rio, y con esto
entramos en la región húmeda, en que llueve casi todo el año, á lo menos
todas las noches. Aquí principian los trabajos: el valle es angosto, la gra-
dación del terreno fuerte, por escalones se sube las mesetas angostas que
á ambos lados del rio se siguen una sobre otra, y se componen de cascajo
mezclado con enormes pedrones; en medio y cortándolas verticalmente, se
precipita el rio estrepitoso por saltos y cascadas, entre los negros peñascos
sembrados en su cauce. El viajero ya se en tierra con su cabalgadura en
lodazales hediondos y llenos de sustancias pútridas, ya corre peligro de
resbalar y de caer en el precipicio de una quebrada, ó de quedarse clavado
en una angostura de las rocas que cubren el camino y entre las cuales las
bestias, torciéndose y jalando, apenas pueden pasar su propio cuerpo. En
donde las rocas escarpadas de las montañas llegan hasta la orilla del rio,
el camino le cruza, ó sigue por largos trechos dentro del agua, donde es
posible, y estos pasajes por el rio, que no siempre carecen de peligro, se
repiten en algunos de tales caminos (p. ej. en el de Sta. Rosa) diez ó veinte
veces en pocas horas, pues se prefiere la via acuática á las horribles subi-
das y bajadas por las cuchillas á lo largo del rio. Á todas estas lindezas
del camino se agrega lo cerrado y tupido de una vejetacion demasiado exu-
berante; abajo las raices enredan los pies de las bestias, y los arboles caidos
las obligan á saltos mortales ó á rodeos largos; de arriba amenazan al ginete
las mil clases de enredaderas, bejucos, espinos, ramas pendientes, árboles
inclinados; y por añadidura todo está goteando de humedad, porque rara
vez los rayos del sol penetran en estas selvas húmedas, y no hay tiempo
para evaporar tanta agua, que cae cada noche de nuevo. Un silencio pro-
fundo reina en estos bosques primevos, solo de vez en cuando interrumpido
por el bramido de los monos, ó la algarada disonante de los loros; el grito
de un arriero, que de lejos anuncia la llegada de una recua de burros,
es un consuelo. Rara vez un viento fresco mueve la atmósfera cálida y
estancada; el cuerpo y el espíritu del hombre languece, y deseando salir
cuanto antes de este valle sombrío, reniega las bellezas decantadas de la
216 TOPOGBAFIA. — APÉNDICE.
vegetación tropical, que oprime su corazón, y apura sus pasos hacia
arriba.
Bañados en sudor trepan hombres y animales las primeras gradas de
la Cordillera. En la altura de 600 ó 800 metros, comunmente en un punto
de reunión de algunos valles y ríos, el camino, abandonando el fondo del
valle, toma la ladera de un estribo de la Cordillera alta, y sube en forma
de zigzag sobre su cuchilla ó cresta, que es la linea divisoria entre dos
valles, hasta la cima de la Cordillera, ó hasta el límite superior de la vege-
tación arbórea, en donde las montañas alcanzan una altura tan considerable.
Pero con este cambio de sistema no se mejora el camino. En primer lugar
comienza aquí la verdadera «cuesta», es decir la subida empinadísima, que
dura muchas horas y rara vez es interrumpida por una meseta corta; la
caída del camino es, apesar de las muchas vueltas y girones, demasiado
fuerte, y casi siempre el ángulo de inclinación excede el máximo, que se
suele dar á los caminos de herradura. En segundo lugar, — y esto es lo
peor, — esas laderas inferiores de la Cordillera y de sus ramales se com-
ponen de un terreno malísimo, que es el producto de una descomposición
rápida, química y mecánica, de las rocas constituyentes. En esta zona de
humedad eterna los pórfidos y las dioritas, que forman el esqueleto de las
montañas, se hallan trasformados en la superficie y hasta la profundidad
de algunos metros, en una arcilla roja ó amarilla, que con el agua de las
lluvias se vuelve sumamente resbalosa, y mas luego se trasforma en lodo
hondo y casi intransitable. Aquí llegan los «camellones», aunque no faltan
en los llanos ni en la montaña superior, al mayor grado de perfección, ó
mejor dicho, de perversión, y completan en mal tiempo la desesperación del
viajero.*) Los camellones son una cosa esencial é inseparable de un camino
á la sierra, y consisten en unas lomas de tierra, paralelas á sendas zanjas
transversales, que se forman con la pisada de las bestias. Muchas veces
estas zanjas tienen dos ó tres pies de profundidad y están llenas de agua
y lodo. Cuando son hondas, los animales descansan con la barriga, y el
ginete con los pies, sobre la loma, y cuesta trabajo zafarse de tal posición,
en que falta un piso seguro. Los camellones se siguen á veces por muchas
cuadras, y cuando se hallan en una cuesta empinada, y por añadidura llenos
de piedras rodadas, el viaje se convierte en una serie no interrumpida de
caídas, resbalones, tropezadas, revolcadas, de que hombres, animales y
cargas salen literalmente cubiertos de lodo. Imposible pintar la escena in-
fernal, que se desarolla, cuando en tales lugares se encuentran varias recuas
*) Ejemplos característicos: la cuesta de St\ Rosa con «la escalera», el camino de
Cuenca en «el empedrado» y en Chalapud, la cuesta de Balsabamba con «el torneado» etc.
vías de comunicación. 217
de burros y muías, unas subiendo y otras descendiendo. Los arrieros se
quitan el ropaje hasta la última pieza, cayendo y resbalándose ellos mismos,
buscan como precaver la caida de sus animales de carga, los sacan de los
huecos, los impujan, los levantan con sogas, los animan con gritos, impre-
caciones y golpes de palo, y con todo no siempre pueden evitar, que en
parajes angostos se forme un ovillo inextricable de gentes y bestias, de lodo
y carga, de raices y espinos. Entonces el machete corta el nudo gordiano, se
suelta la carga, se la saca á un lugar seguro, después se salvan los ani-
males, no siempre todos, porque uno que otro sucumbe á las fatigas y queda
muerto ó moribundo entre los camellones, otros salen tan estropeados, que
para el resto del viaje quedan inútiles. — Tales escenas se repiten diaria-
mente en tiempo de invierno; pero también en verano rara vez se seca la
región inferior de las montañas hasta el grado, que el camino «echa polvo»,
como dicen los arrieros, cuando es algo regular.
Por lo común tendremos el camino malo hasta la altura de unos 2000 me-
tros. En esta elevación el terreno suele ser mas sólido y mas seco, y tam-
bién la temperatura es mas agradable; con verdadero placer recibimos el
vientecito que sopla de las alturas, y respiramos el ambiente balsámico del
bosque, que ha cambiado de carácter. Quedan atrás los gigantescos pero
sombríos árboles de la región inferior, con su follaje impenetrable; la selva,
aunque todavía tupida, se compone de otras formas mas bajas, pero ele-
gantes y muy variadas, entre las cuales se distinguen especialmente los
graciosos heléchos arbóreos; solo las palmas de cera levantan sus esbeltas
columnas y coronas muy alto sobre las colinas de verdor.
En la altura de 2000 á 3000 metros el bosque ostenta la mayor riqueza
de flores hermosas y raras, y contribuye mucho á la expansión, que se apo-
dera espontáneamente del ánimo del viajero, — siempre que un tiempo bueno
le favorezca, y el camino quede seco. Porque en caso contrario le espera
en estas alturas, y especialmente en el límite de la vegetación arbórea, y
al entrar á la región del páramo ó de los pajonales, una molestia nueva.
Sara vez el camino es llano: ó sigue subiendo por cuestas empinadas, ó
hace ((travesías» por las laderas de las montañas, y entonces también se
compone de subidas y bajadas rápidas. El terreno superficial es una tierra
npgra muy compacta, que con la menor lluvia se pone resbaladiza, como
jabón. Difícil es decir, si la subida ó la bajada es mas peligrosa, el viajero
novel teme mas la segunda, el experimentado la primera. En una subida
peligrosa el animal, que resbala por atrás, fácilmente cae por la espalda
sobre el ginete, ó á un precipicio, que no puede evitar porque no lo vé; en
la bajada, al contrario, puede evitar el peligro, y resbala con una seguridad
admirable, juntando las manos y medio sentado sobre las patas. El ginete
218 topografía. — apéndice.
que tiene una bestia medianamente ejercitada en estos caminos, no puede
hacer cosa mejor, sino entregarse al instinto de ella. A veces con un solo
resbalón baja 20 ó 30 metros en linea recta ó siguiendo los giros del ca-
mino. En otros puntos tendremos que escalar peñascos tajados, por sendas
de dos pies de ancho, en que un solo paso malo de la bestia nos lanzaría
á un abismo horrible. Y así se siguen las peripecias del camino sin inter-
rupción, hasta llegar á la carretera ó á uno de los caminos interandinos
principales. — En algunos puntos (p. ej. entre Balsabamba y el valle de
Chimbo) el camino no llega á la región de los páramos, y el tránsito se
verifica dentro de la zona de vegetación arbórea; en otros (p. ej. en el ca-
mino de Naranjal á Cuenca) tenemos que subir unos 1000 ó 1500 metros
mas por los pajonales, para cruzar finalmente por un portezuelo, muchas
veces nevado, á la región interandina. En estas alturas el camino presenta
nuevas dificultades, enlazadas con la naturaleza de los páramos, de que
hablaré en otro lugar.
La descripción que precede, cuadra poco mas ó menos á todos los ca-
minos, que conducen del litoral á las provincias interiores, y también á
muchos de los interandinos. Ya se vé que el Doctor Cevallos no exagera,
cuando los llama «caminos para cabras», ni Villavicencio, diciendo que «en
el Ecuador no tenemos lo que realmente merece el nombre de caminos».
No veo la necesidad de enumerar aquí todos los caminos del interior,
ni mucho menos la de describirlos uno por uno.*) Igualmente creo inútil,
repetir las lamentaciones sobre su mal estado y recordar al Gobierno la
urgente necesidad de mejorarlos; porque estoy seguro, de que el Gobierno
reconoce esta necesidad como todos los particulares, y preciso es confesar,
que en los últimos tiempos ha gastado sumas muy crecidas en la compos-
tura de los caminos mas importantes. Pero no debemos olvidar, que la
construcción y la conservación de los caminos en el Ecuador es mas difícil
y mas costosa, que por ejemplo en el Perú occidental, en Chile ó en cual-
quier pais extratropical , á consecuencia de las inmensas dificultades, que á
estas obras opone una naturaleza indomable, la aspereza del terreno, y las
condiciones singulares del clima.
Lo mismo se puede afirmar de la construcción de un ferrocarril andino,
que tanto necesita el Ecuador, para poner en regular comunicación las pro-
vincias del interior con las del litoral. Mas fácil será horadar los granitos
y las andesitas de la Cordillera alta, que consolidar la linea en el terreno
deleznable y movedizo en las faldas inferiores de ella, como ya lo ha pro-
bado el trabajo entre Puente de Chimbo y Sibambe. Algunos han creido,
*) La descripción de los principales véase en Villavicencio, Geografía, p. 135.
vías de comunicación. 219
que se debería abondonar la ruta por el valle del Chanchan y tomar la por
el valle de Chimbo. Pero las dificultades serán poco mas ó menos las mis-
mas; se encontrarán también en las provincias de Manabi y Esmeraldas para
ferrocarriles futuros, y en general por todo el declive occidental de los Andes.
La mayor dificultad no consiste en la configuración topográfica superficial,
sino en la naturaleza interior de las rocas, y en las condiciones climatológicas.
La obra gigantesca del ferrocarril de Oroya en Perú era relativamente mas
fácil, que la comenzada entre Puente de Chimbo y Sibambe, porque se traba-
jaba en terreno sólido. Quitemos al Ecuador su vejetacion y su humedad,
demos á las montanas el clima árido del Perú, y pronto tendremos el mismo
terreno sólido; la descomposición de las rocas cesará, ó se manifestará por
otro modo menos perjudicial. No hago esta observación para desalentar, sino
para estimular. Las dificultades son grandes y pueden retardar la obra, pero
no son invenciblss y se vencerán. El ferrocarril es una obra sumamente
útil para el Ecuador, es necesaria, por consiguiente se hará. García Moreno
tiene el mérito de haberla ideado y comenzado, hace 20 años; mas mérito
y mas gloria tendrá el Gobierno, que la lleve á cabo, venciendo tantas
dificultades que aquel patriota no pudo proveer.
El ferrocarril del Sur, es decir, el que debe unir la capital de la Re-
pública con Guayaquil, está concluido en su primera sección, desde la estación
de Duran, que está enfrente y á la vista de Guayaquil, hasta Puente de
Chimbo, al pié de la Cordillera occidental. La segunda sección, que es la
mas difícil y comprende el ascenso de la Cordillera pof el valle del Chanchan
hasta Sibambe, en la cercania de Alausí, está en construcción, hace algunos
años. La tercera sección, que debe seguir por el callejón interandino hasta
Quito, no ha pasado todavia del estado de proyecto. No hay duda, que esta
linea, elegida para el primer ferrocarril del pais, es la mas natural y la mas
ventajosa bajo muchos respetos. Pone en contacto inmediato cuatro pro-
vincias interandinas (Pichincha, León, Tunguragua y Chimborazo) con el
puerto principal de la República, y con la provincia mas poblada del litoral.
Con su prolongación al Norte, á las provincias de Imbabura y de Carchi, y
con un ramal, derivado en el cantón de Alausí hacia el Sur, á las provincias
de Cañar, Azuay y Loja, se completará mas tarde la comunicación de todas
las hoyas interandinas. Ninguna otra linea serviría tan perfectamente al
interés general del pais, como la proyectada (y en parte ejecutada) de Quito
á Guayaquil. Siempre he sido de la opinión, que el Gobierno debería por
ahora concentrar todas sus fuerzas morales y materiales en la conclusión de
esta obra magna, y no debilitarlas entrando en otros proyectos mas ó menos
particularistas, que por ahora son irrealizables ó inútiles. Algunos ponen
toda la felicidad (soñeada) de su provincia en la comunicación de ella por
220 TOPOGBAFIA. — APÉNDICE.
ferrocarril con un puerto del mar, aunque se halle en el desierto de Pailón
(véase pág. 25), y no piensan en la utilidad y necesidad talvez mas urgente,
de ponerse en comunicación con las otras provincias del interior. Mucho
mas ventajosa seria esta última, p. ej. para las provincias de Imbabara y de
Carchi, que un camino al Pailón. Es un gran error creer, que basta que
el Gobierno declare un punto en la costa como puerto mayor y haga un
camino á él, para atraer de un golpe el comercio exterior é interior á este
punto, y una inmigración numerosa a un pais hasta ahora desierto. Un
sueño utópico es, creer que con tal que se pongan los rieles de un ferro-
carril al través de los bosques primevos de Esmeraldas y de Santo Domingo
de los Colorados, se levantarán como por encanto pueblos y ciudades á lo
largo de la linea. Á menudo se alega el ejemplo de Norteamérica, y ninguno
mas impropio se podría aducir, porque falta completamente la analogía; ¡la
Sudamérica (tropical) no es Norteamérica, y los Ecuatorianos no son Yankees!
Mucho, muchísimo se podría escribir sobre este tema — porsupuesto sin
convencer á los utopistas exagerados del Ecuador — , pero ya me he dejado
alejar demasiado del objeto propio de mi libro, es decir de la geografía
fiscia del país.
He creído de muchísima utilidad agregar á este artículo sobre los ca-
minos, y en general á la topografía del pais, una lista estensa de alturas.
La pongo entre los «Suplementos», y espero que será recibida con agrado de
los hombres de ciencia, topógrafos, ingenieros civiles y militares, viageros,
y de todos los que necesitan ocuparse teórica ó prácticamente con las con-
diciones hipsométricas del Ecuador/16)
PARTE H
GEOLOGÍA.
Generalidades.
La configuración exterior del globo terráqueo en su totalidad y en sus
partes, no es otra cosa, sino el resultado final de una infinita serie de
sucesos geológicos, ó de su desarrollo sucesivo. La geologia es la ver-
dadera llave para la inteligencia de la geografía de un pais, y ambas cien-
cias están en intima correlación. Pero como el estudio geológico sale
siempre de las condiciones exteriores y superficiales de un pais, la topo-
grafía es también una base de la geologia; esta base hemos echado en los
capítulos precedentes.
La descripción topográfica de un pais está al alcance de todos, que
poseen una instrucción mediana; no así la descripción geológica, cuya in-
teligencia supone en el lector conocimientos especiales en mineralogía, quí-
mica y otros ramos auxiliares, y ante todo la familiaridad con los principios
fundamentales de la geologia general. — Una geología completa del pais
ocuparía un tomo especial, y traspasaría los limites de esta obra. Lo que
por ahora me propongo es, trazar un bosquejo general de las condiciones
geológicas del Ecuador, y sacar algunas consecuencias prácticas de su estudio.
El uso de muchas palabras técnicas y específicas será inevitable en esta
parte; para facilitar su inteligencia á los lectores, que no han hecho un
estudio especial de la geología, he creido útil, colocar entre los «Suplementos»
un corto resumen de las nociones mas generales de la geología, en cuanto
tocan al Ecuador. (17> Algunas discusiones demasiado particulares, que pueden
interesar solo al geólogo de profesión, relegaremos á las anotaciones y
suplementos.
222 geología.
En cuanto á la cartita geológica, que acompaña esta parte de la obra,
observaré, que la pequeña escala, en que está trazada, no permite una distin-
ción mas detallada de los terrenos, ni la indicación de las subdivisiones de
las rocas, pero llena su objeto de facilitar la inteligencia de la descripción.
Es la primera carta geológica del Ecuador, y se funda en casi todas sus
partes en mis propias observaciones. Donde estas no alcanzan, las he su-
plido con datos ágenos, ó extendiendo un terreno, hasta donde según la con-
figuración topográfica y otros indicios, probablemente alcanza. No hay duda,
que este primer ensayo es todavía imperfecto, y sufrirá varias modificaciones
y correcciones, sobre todo en las partes menos conocidas del país, y en
aquellas en que no pude concluir mis estudios geognósticos. í18* Pero una
vez se debe hacer el principio, y cualquier otro se hallará con las mismas,
y talvez con mayores dificultades, que yo.
La historia de la geología en el Ecuador es corta. Á mediados del siglo
pasado, cuando los Académicos franceses Condamine y Bouguer, y los ofi-
ciales españoles Ulloa y Jorge Juan, hicieron sus estudios, y á fines del mismo
siglo, cuando escribió Velasco, la ciencia geológica yacía todavía en los
pañales, y por esto no encontramos cosas notables en sus escritos, sino al-
gunas noticias interesantes sobre los volcanes ecuatorianos, pero con expli-
caciones á veces muy desgraciadas. — A. Humboldt era el primero, que
vino á estudiar el pais, provisto de suficientes conocimientos geognósticos,
y sus trabajos lo hicieron conocer á los geólogos de Europa. Pero en los
pocos meses, que pasó en el Ecuador (1802), no pudo abrazar, sino una pe-
queña parte de él, y sus estudios casi se limitaron á algunos volcanes del
pais interandino. — Su primer sucesor era Mr. Boussingault (1831), de que
podemos decir lo mismo que de Humboldt. No se puede negar, que las
descripciones de los dos sabios nombrados, especialmente del primero, ejer-
cían una atracción especial sobre los geólogos, y todos los que vinieron al
Ecuador, se dirigían al pais clásico del volcanismo, es decir á la región an-
dina entre Tulcan y el Azuay, siguiendo las huellas de Humboldt. — En
1856 H. Karsten publicó sus estudios geognósticos, hechos en Colombia y en
un viaje por el Ecuador interandino hasta la provincia del Tunguragua. En
una edición posterior (1886) extendió la descripción también sobre la mitad
meridional del Ecuador, fundándose especialmente en los estudios, que yo entre
tanto habia publicado.*) — Algunos años mas tarde M. Wagner visitó el pais,
limitándose de nuevo á la región interandina desde Ibarra hasta Riobamba.**)
*) 27. Karsten, Dio geognostischen Vorhaltnisso Neugranada's (Wicn 185(1). — 27.
Karsten, Géologie do l'aneieniie Colombio Bolivarienne (Borlin 188(>)-
**) M. Wagner, Nuturwisscnsehaftlichc Roiscn im tropischen Amerika (Stutt-
gurt 1870).
GENERALIDADES. 223
Todo el resto del pais alto, desde el Azuay al Sur, y todo el litoral que-
daba tan desconocido, como antes. El estudio petrográfico se limitó á
algunas pocas análisis químicas de rocas volcánicas, colectadas por los
viajeros nombrados, ó por otros que, sin ser geólogos, solo de paso pres-
taron alguna atención al terreno. — Entonces llegaron en 1870 los señores
W. Reiss y A. Stiibel, que después de haber estudiado los volcanes de
Colombia, se propusieron examinar toda la región volcánica del Ecuador
sistemáticamente, según un plano muy vasto, y coronaron su obra des-
pués de cuatro años de un trabajo ímprobo. Conocidos son en el mundo
científico los estudios de estos dos geólogos, aunque por desgracia su gran
obra principal todavía no está concluida. Sus colecciones mineralógicas
y geognósticas , que cuentan millares de muestras, son lo mas completo,
que existe en ramo de volcanologia. Aunque el objeto especial de" dichos
viajeros era el terreno volcánico, no descuidaban el resto de las forma-
ciones geológicas, en cuanto cayeran en el rayo de sus excursiones y
viajes, especialmente sus conexiones con las rocas volcánicas. Pero la
mitad meridional y toda la parte occidental de la República, quedaba
siempre desconocida.
Al mismo tiempo (1870), que los doctores Reiss y Stübel, comencé yo
mis estudios geológicos del pais, al principio en escala modesta y reducida,
porque la enseñanza de las ciencias en Quito me dejaba poco tiempo para
viajes y excursiones. Solo desde el año de 1875, después de haber renun-
ciado la cátedra, y sido nombrado geólogo del Estado, pude emprender el
estudio sistemático de las provincias. Se comprenderá, que con preferencia
me he dedicado al estudio de aquellas partes de la República, que hasta
entonces habían sido descuidadas completamente, como las provincias de
Loja, del Azuay, y todas las litorales. Aquí todo estaba por hacer; encontró
un campo inculto.
Fuera de los indicados, no se han ejecutado otros trabajos geoló-
gicos de importancia en el Ecuador, durante los últimos dos decenios. Han
pasado algunos viajeros científicos, pero sin hacer estudios originales. Solo
un geólogo polaco, el Señor J. v. Siemiradski, que en 1883 hizo algunas
excursiones á Alausí y al valle del rio Pastaza, publicó en un folleto in-
teresante los resultados de sus observaciones y las análisis de algunas
rocas andesiticas.*) — Ademas se hicieron otras análisis de rocas ecuato-
rianas en varios laboratorios químicos de Europa, que sinembargo solo
tienen interés para el petrógrafo especialista. — Hé aquí toda la liistoria
*) J. v. Siemiradski , Ein Boitrag zur Kcnntniss dcr typischen Andesitgestcine
(Durpat 1885).
224 geología.
de los estudios geológicos en el Ecuador, que contiene á la vez las fuentes
de que pude valerme.
La Cordillera oriental de los Andes ecuatorianos nos presenta las rocas
mas antiguas de la costra terráquea conocida, la costa y el pais occidental,
las formaciones sedimentarias mas modernas, y el pais interandino, con la
Cordillera occidental, una mezcla complicada de rocas plutónicas y volcáni-
cas, predominando en la mitad austral las primeras, y en la setentrional las
segundas. Esto se puede establecer en general, sin que una zona excluya
del todo las formaciones de las otras.
De las formaciones geológicas, que se llaman estratificadas (también
neptúnicas, acuosas, sedimentarias) se han reconocido en el Ecuador las
siguientes:
Io. La formación de gneis y esquistas cristalinas. — Período
arcaico.
IIo. La formación cretácea. — Periodo mesozoico.
IIIo. La formación terciaria. — Periodo kenotóico.
IVo. La formación cuaternaria ó diluvial. I ^ , _ ,
> — Período moderno.
Vo. La formación aluvial ó moderna. )
Se vé, que falta de la escala geológica general (véase Suplem. N. 20)
un número considerable de formaciones, así todas las del período paleozoico
(la silúrica, devónica, corbonífera y pérmica), y las dos primeras (la triásica
y la jurásica) del período mesozoico.
Al lado de las formaciones sedimentarias, é intercaladas entre ellas, se
encuentra una serie de rocas, que se presentan en macizos irregulares, di-
ques, vetas y filones, y que manifiestan un origen distinto del de las pri-
meras. Comunmente se llaman rocas plutónicas y volcánicas. — El origen
ígneo de las últimas no es dudoso, mientras que respecto á las primeras,
á lo menos á las mas antiguas (graníticas), los geólogos no están de acuerdo.
Esta obra no es la palestra, en que podríamos lidiar en pro ó en contra de
una ú otra opinión teórica, y ventilar una de las cuestiones mas difíciles de
la geología. Retenemos el antiguo nombre para el grupo de las rocas plu-
tónicas, sin afirmar con esto, que todas ellas tengan el mismo origen de un
magma ígneo-fluido, ó que se hallen en su estado primitivo; porque admito
para muchas una metamorfosis posterior muy profunda. — La edad relativa
de las rocas plutónicas y volcánicas se determina según la de las forma-
ciones sedimentarias, con las cuales se hallan en relación. De su edad re-
lativa resultará también el orden natural, en que trataremos de ellas. — En
el Ecuador podemos distinguir tres grupos grandes:
GENERALIDADES. 225
I#. Las rocas graníticas y sieniticas, que se hallan íntimamente
conexionadas con la formación del gneis y de las esquistas cristalinas.
IIo. Las rocas verdes y las porfídicas de toda clase, que están
en relación con la formación cretácea, y son, á lo menos en su mayor parte,
de un origen mesozoico.
IIIo. Las rocas volcánicas, que caracterizan especialmente los ter-
renos cuaternarios y modernos, aunque algunas de ellas parecen datar de
la época terciaria.
Trataremos de cada uno de estos tres grupos después de las forma-
ciones sedimentarias, que acompaña.
Wour, Ecuador. 15
Capítulo I.
Formación del gneis y de las esquistas cristalinas.
El fundamento geognóstico de los Andes ecuatoriales consta de antiguas
rocas pizarrosas de una textura cristalina, que solemos llamar gneis y es-
quistas (ó pizarras) micáceas, arcillosas, amfibólicas, cloríticas, talcosas etc.
según el mineral, que predomina en su composición. Estas rocas son estrati-
ficadas y consideradas como de origen neptúnico, aunque la forma y los
caracteres petrográficos, con que se presentan actualmente, tal vez no son
primitivos y originales, sino efectos del metamorfismo químico, verificado en
el transcurso de tiempos indefinidos. En la cronología geológica dichas
rocas ocupan el lugar ínfimo, es decir, pertenecen á las formaciones acuosas
mas antiguas, que con los nombres de la lorenciana y hurónica reunimos en
el periodo arcaico.
El gneis y las esquistas cristalinas no ocuparon desde el principio la
posición, en que las observamos hoy, antes debemos atribuir su levantamiento
hasta las alturas actuales á unos procedimientos geológicos muy posteriores
y relativamente modernos; pues podemos evidenciar con argumentos indis-
putables, que el levantamiento principal de los Andes se verificó después de
la formación cretácea, durante el período terciario, y esto es, geológicamente
hablando, moderno. Este fenómeno, en apariencia paradojo, de que los le-
vantamientos de las cordilleras mas altas datan de tiempos no muy remotos,
no es aislado, y se observa igualmente en el mundo antiguo, como, por
ejemplo, en el Cáucaso y en los Alpes.
Como el armazón fundamental de los Andes estaba sujeto a todas las
revoluciones sucesivas del globo, desde el periodo arcaico hasta nuestros dias,
es muy natural, que sufrió mil alteraciones tanto en su constitución interior
ó química, cuanto en su estructura exterior ó arquitectura. Sobre todo son
las rocas eruptivas las que, atravesando las estratificadas, no dejaron de
influir poderosamente en su yacimiento, y de hacerlo muy complicado. Ade-
mas las formaciones acuosas, que subsiguieron á las primitivas, las ocultaron
FOEMACION DEL GNEIS. 227
en gran parte por su sobreposicion, de manera que su extensión geográfica
en la superficie no es tan grande, como se podría esperar, y en las llanuras
occidentales conozco muy pocas localidades, al pió de la Cordillera, en que
se descubre este fundamento mas antiguo del pais.
Si estudiamos la extensión superficial del terreno de gneis y pizarras
cristalinas sobre el mapa geognóstico, veremos, que compone toda la Cor-
dillera oriental y sus faldas exteriores ú orientales, desde la frontera del
Perú, sobre Huancabamba, hasta el lindero con Colombia. En la provincia
de Loja está sumamente desarrollado, y baja también por las faldas occi-
dentales de la Cordillera real, hasta los valles interandinos profundos. Según
el señor E. Witt de Loja, toda la hoya superior del rio Chinchipe y de sus
tributarios, desde el nudo de Sabanilla, hasta Zumba y Chito, consta de
gneis y granito, estando el último en intima conexión con el primero. El
mismo terreno encontró dicho señor en las montañas, que forman la gran
hoya del rio Zamora al oriente de Loja, hasta cerca de las llanuras ama-
zónicas. — Al Oeste de Loja y de la Cordillera real se hallan algunas como
islas de gneis y esquista, rodeadas del terreno porfídico; así en la Cuesta
de Amboca, en el camino entre Loja y Zaruma, y en las montañas de Capiro,
entre el lado derecho del rio Túmbez y el pueblo de Pifias, que se componen
en parte de un gneis típico. — Avanzando hacia el Norte, por las provincias
del Azuay y de Cañar, ya se limita el gneis y terreno esquistoso á la Cor-
dillera oriental misma, sus laderas interiores están por algunas partes cu-
biertas de rocas volcánicas modernas. Por la provincia del Chimborazo se
retira nuestra formación todavía mas al Este, porque la cresta y el lomo
ancho de la Cordillera misma queda en gran parte cubierto de materiales
volcánicos (del Sangay, Cubillin% Altar, Tunguragua). Sinembargo en el
valle del rio Chambo se descubre por aquí y por allá en las faldas in-
feriores de la Cordillera, en prueba de que sigue siempre debajo de los
materiales volcánicos. Al Norte del valle del rio Pastaza está muy des-
arrollada en la Cordillera de los Llanganates; pero desde aquí, hasta la pro-
vincia del Imbabura, ya no aparece en ningún punto del lado interior (occi-
dental) de la gran Cordillera, porque la cubierta de las lavas y tobas ande-
siticas es demasiado espesa. Desde la Cordillera de Chalupas sobre Lata-
cunga, hasta el Cayambe, ya se debe pasar la cresta de la Cordillera real,
para encontrar el gneis y las esquistas cristalinas, la linea, que las limita,
pasa por los vertientes orientales á bastante distancia del Quilindafia, Coto-
paxi, Sincholagua, Antisana, Guamaní y Cayambe. El Saraurcu cae al Esto
de la linea y consta de esquista micácea. No conozco bien las condiciones
geognósticas al N del Cayambe; pero considerando, que allá no so levantan
volcanes sobre la Cordillera, podemos suponer con fundamento, que el gneis
15*
228 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO I.
y las pizarras cristalinas se acercarán de nuevo á la hoya interandina de
Ibarra, y probablemente se extenderán también sobre los vertientes occiden-
tales de la Cordillera, hasta el nudo de los Altos de Bohche.
Desde la provincia de Loja hasta Colombia no conozco ningún punto
en la Cordillera occidental, ó en sus faldas, en que se descubriese una roca,
que podríamos adjudicar á la formación del gneis y de las pizarras antiguas.
Pero al pié occidental de esta serranía se encuentran á la entrada de algu-
nos valles, en las partes mas hondas, y casi al nivel de las llanuras. Asi
en el rio Arenillas y en los ríos cerca de St*. Rosa, en el valle del Jubones
cerca de Pasaje, y en el rio Balao, donde sale de la Cordillera. Ademas
mencionaré la presencia de granito y de sienita en medio de la región plana
cerca de Pascuales en el rio Daule inferior, y cerca de la hacienda de Cachan
(al NE de Bodegas). Granito y sienita, aunque no pertenezcan á las rocas
estratificadas, se hallan en el Ecuador tan enlazadas con el gneis y las
esquistas, que con seguridad podemos deducir, que estas últimas se hallarán
á poca profundidad, debajo del terreno aluvial; conclusión á que nos conduce
también su presencia en las localidades antes citadas, casi al nivel de las llanuras.
Bajo la denominación general de «esquistas cristalinas» comprendemos
muchas especies de rocas de una estructura pizarrosa, y cuyos componentes
son cristales ó fragmentos cristalinos de varios minerales. Las partículas
componentes ó se distinguen con la vista Ubre, entonces la roca es macro-
cristalina, ó solo con ayuda de una lente ó del microscopio, entonces es
micro-cristalina. A estas rocas pertenece ante todo el gneis, que no es mas,
que un granito esquistoso, componiéndose de los mismos elementos que este,
á decir, de cuarzo, feldespato y mica. Las esquistas se distinguen, según
el elemento predominante, en esquistas ó pitarras micáceas, clortticas, tai-
cosas, anfibólicas, grafiticas, arcillosas etc. Entre las esquistas verdaderas
se encuentran estratos subordinados de otros materiales, que ya no caen
bajo aquel nombre, como es p. ej. la cuarcita y arenisca cuarzosa. — Todas
estas variedades se hallan en el Ecuador ya separadas según localidades,
ya en capas alternativas y muy variadas, en un mismo lugar. En el último
caso se observa, que las variedades pasan á veces insensiblemente una en
otra, asi, por ejemplo, del gneis sale la pizarra micácea, esta se hace mas y
mas fina, hasta que nazca la arcillosa; reemplazándose sucesivamente la
mica por clorita y talco, salen las untuosas pizarras cloríticas y talcosas.
Interesantes son las esquistas grafiticas. El grafito (ó la plombagina), que
es carbono puro, se halla en muchas de esas pizarras en pequeñas cantida-
des, teniéndolas de un color gris ó de plomo. En algunas partes, especial-
mente de la provincia de Loja, reemplaza complemente la mica, y predomina
FORMACIÓN DEL GNEIS. 229
tanto, que las piedras se parecen á una mezcla de arcilla endurecida y gra-
fito; entonces la pizarra, gris oscura ó casi negra, tizna como lápiz. De tal
modo se encuentra p. ej. en la «quebrada de lágrimas» en Salapa al N de
Loja, y en el Ramos-urcu cerca de San Lúeas. Mas ricas en grafito son
algunas pizarras al pié de la Cordillera oriental en la provincia del Chim-
borazo. Sobre el pueblo de Penipe, en el valle del rio Blanco, son muy
desarrolladas, y allí encontré en las pizarras oscuras algunas capas delgadas
y nodulos que constan de grafito casi puro. Lástima, que esta sustancia
valiosa no se halla en masas algo considerables en su estado puro, pues las
capas llegan solo á 5 ó 10 milímetros de espesor, luego que son mas gruesas,
se mezcla tanta sustancia arcillosa con el grafito, que ya no sirve para usos
industriales. Sinembargo no sería imposible, que se encuentre con el tiempo,
y cuando el terreno esté mas descubierto y accesible, una que otra capa mas
espesa de este mineral útil.
En la misma localidad de Penipe se halla en el terreno, de que habla-
mos, otra sustancia de un interés aun mas grande, la villa. En una quebrada
al SE del pueblo, llamada Penicuchu, abrieron el terreno en busca de minas,
á la profundidad de algunos metros, de manera que en el corte vertical se
manifiesta bien la serie de capas sobrepuestas. Se observa tres bancos de
ulla, separados entre si por capas de pizarra de dos á tres metros de espesor.
El banco superior tiene unos 60 centimetros de potencia, pero la ulla es de
una calidad inferior y muy arcillosa; el segundo tiene de 30 á 50 centimetros,
y ofrece un combustibe mejor, así como el tercero, que llega casi á un
metro de potencia. Los bancos buzan hacia el interior de la montaña (al
E) con 25 grados; pero parece, que precisamente en esta localidad, el terreno
ha sufrido fuertes dislocaciones. El carbón pertenece á la clase que se llama
antracita, y que es propio á las formaciones mas antiguas. Fósiles ó im-
presiones de plantas , que pudieran indicarnos su edad relativa , no se han
encontrado hasta ahora en este terreno carbonífero, ni en otras capas de las
pizarras cristalinas del Ecuador. Sinembargo la presencia de antracita, que
según la opinión general de los geólogos solo puede derivarse de organis-
mos, demuestra que el nombre del período «azoico» (= «sin vida»), con que
se llamaba antiguamente, y en que cae la formación del gneis y de las pi-
zarras cristalinas, no es del todo exacto, como también se ha comprobado
en otros países, en que se han encontrado varios restos de animales en las
esquistas cristalinas. En lugar de «azoico o se usa hoy día la palabra
«arcaico». W
El reconocimiento superficial del terreno de Penipe no es suficiente, para
decidir, si el carbón será en algún tiempo explotable ó no. Para esto se
necesitan trabajos de exploración seria, y sondeaduras.
230 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO I.
Observamos que él rumbo general de las capas ó estratos del terreno
esquistoso es el de los Andes mismos, á saber, de Norte á Sur. Pero hay
innumerables excepciones y aberraciones locales de esta regla, sobre todo
en la cercanía de las rocas eruptivas, en donde la determinación se imposi-
bilita simplemente, sin duda por los estorbos, que ellas han ocasionado en
el yacimiento de las capas. También es de notar, que la estratificación falsa
ó transversal comunmente se halla mejor desarrollada que la vedadera, cir-
cunstancia que dificulta mucho el uso de la brújula geológica y del cimó-
metro. El buzamiento, ó sea la inclinación de las capas hacia el horizonte,
se deja expresar aun mucho menos en términos generales. Lo que se puede
decir es, que las capas se hallan comunmente erigidas con un ángulo fuerte
y de mas de 45 grados. En muchísimos lugares se presentan verticales
(áng. 90°) y hay veces, que se observa el fenómeno que designamos en la
geología con el nombre de estratificación inversa. Estos fenómenos no sor-
prenden al observador, que toma en consideración, que en los Andes tuvo
lugar uno de los levantamientos mas considerables, que se conocen en todo
el globo. Cualquiera que haya sido la fuerza levantadora, lo cierto es que
las capas ya consolidadas no pudieron alzarse á sus alturas actuales, sin la
perturbación mas completa en su yacimiento originalmente horizontal y re-
gular, y sin producirse todos los mil accidentes consecutivos á un tal levan-
tamiento. Por lo demás no es preciso suponer, que este se haya verificado
á la vez y á un mismo tiempo, antes bien parece que ha sucedido poco á
poco en diversas épocas, aunque los levantamientos principales y últimos
parecen coincidir con el periodo terciario.
Una de las consecuencias necesarias de los levantamientos grandes y
sucesivos es la formación de un sinnúmero de grietas y hendiduras mas ó
monos anchas en las rocas en cuestión, y la consecuencia ulterior son las
vetas y venas de cuarzo, de espato calizo y de algunas sustancias metálicas;
pues sabido es, que tales vetas no son otra cosa que hendiduras, que se han
rellenado de dichos minerales, comunmente por vía acuosa, es decir, por la
precipitación química de los elementos, que las aguas, circulando por las
rocas, llevan en solución.
La mayor parte de las vetas blancas, que observamos en las esquistas,
son de cuarzo (sílice pura), comunmente sin otros minerales asociados, ó tan
solo con un poco de óxido de hierro ó de manganeso. En menor número
se hallan las venas de espato calizo, siempre muy delgadas é incapaces do
la explotación, tales como en la cuesta que sube del valle de Catamayo al
Villonaco. En esta localidad encontré, sobre todo en los límites con el
terreno porfídico, frecuentemente venas de caolina, ó tierra de porcelana, que
es un producto secundario y de descomposición de rocas feldespáticas. Muy
F0EMAC10N DEL GNEIS. 231
bien se explica la presencia de esta sustancia en medio de las esquistas,
aunque no se deriva de ellas mismas por secreción lateral, como la sílice y
la cal. Son pues las venas de caolina en efecto venas de pórfido, que
llenó las hendiduras de la esquista, y se ha descompuesto completamente.
En la misma localidad encontramos, como en prueba de lo dicho, algunas
vetas gruesas y diques de pórfido, en que la metamorfosis en caolina no se
ha efectuado todavía, sino en la zona inmediata á la esquista.
También hago mención de un metal de hierro, que no es muy común
y se encuentra en dos lugares del cantón de Loja en la pizarra micácea: en
el valle superior de Piscobamba y en la cercanía del Villonaco. Hablo de
la pirotina ó pirita magnética, que de la pirita amarilla común (soroche) se
distingue por un color mas subido que se inclina al amarillo del bronce ó
de la tumbaga, y por ser atraída por el imán, como el hierro magnético ó
la magnetita. Se compone de 60,5 % de hierro y de 39,5 % de azufre y no
tiene uso en la industria, sino para la fabricación de vitriolo. Media legua
al Sur de la hacienda de Palmira, en Piscobamba, se encuentran en una
quebrada, llamada Ucha-huaico, grandes trozos de pirotina, que derivan de
una veta 3/4 metros ancha en la pizarra micácea. Actualmente esta veta es
invisible por un derrumbo, que sucedió en la ladera derecha de la quebrada
y la cubrió. Los pedazos que vienen del Villonaco cerca de Loja, no se
distinguen en nada de los de Piscobamba. Examiné el metal, por si acaso
era aurífero, como lo es á veces la pirita común, pero el resultado del aná-
lisis fué negativo; tampoco contiene los elementos de cobalto y nikel.*)
Entre los minerales accesorios de nuestro terreno es la magnetita ó el
hierro magnético el mas frecuente, pero no en masas grandes y coherentes,
sino esparcido en partículas y cristalitos aislados. Rara vez falta del todo
en un gneis ó en una esquista. — También la pirita común, ó el hierro
sulfuroso, es un fenómeno bastante ordinario. — Algunas veces he encontrado
la arsenopirita, ó pirita arsenical. En la Cordillera de Zamora, al Este de
Loja, se halla en las vetas de cuarzo, asociada con muy poco de plata. Se
distingue de las demás piritas por un color blanco de plata, y por el olor des-
agradable de ajo (olor arsenical), que se dispide al quemarla sobre el carbón.
El grenate se encuentra con alguna frecuencia en el gneis y las esquistas
micáceas, pero en cristalitos pequeños sin mérito. Según el Sefior Witt es
muy común en todos los gneises y pizarras micáceas (también en los gra-
nitos) de la Cordillera de Zamora, hasta el valle superior del rio Chinchipe.
*) Las pirotinas norte-americanas, que contienen cobalto y nikel, foraian un nuevo
y muy lucrativo ramo de la minería moderna. En donde so encuentra la pirotina, siempre
merece la pena examinarla por los dichos dos elementos, pues aunque los contenga en
pequeña cantidad, costea los trabajos de la explotación.
232 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO I,
Anfibola y turmalina forman manchas y masas cristalinas en la cuarcita y
en algunas esquistas, particularmente en la anfibólica.
Lo que llama la atención de cualquier observador, es el sinnúmero de
venas, vetas, nodulos y ríñones de cuarzo en este terreno, que no faltan en
ninguna parte, pero en algunos lugares forman una verdadera red, y allá
no se encontrará fácilmente un pedazo de un metro cuadrado, que no pre-
sente dos ó tres venas del dicho mineral. Comunmente son delgadas, de
dos líneas á dos pulgadas de diámetro, pero las hay también de un pié á
un metro de espesor. Estas venas y vetas cruzan y cortan la roca, asi como
si mismas, en todos sentidos; en la descomposición del terreno resisten mas,
que otros minerales, merced á su gran dureza y á su inatacabilidad para
con la mayor parte de las influencias químicas, y así encontramos la super-
ficie del suelo sembrada de piedras mas ó menos grandes de cuarzo de color
blanco ó agrisado.
Causa admiración la pobreza relativa de estas vetas en un terreno pri-
mitivo y en rocas cristalinas, pues los minerales accesorios se reducen casi
á los que he indicado para las esquistas mismas, faltando aun el grenate.
De vez en cuando se encuentra en las oquedades de la piedra un grupo de
cristal de roca, pero con cristales pequeños, también algunos nódudos de
caolina ó de un hidrosilicato de alúmina (amorfo), productos de descompo-
sición de las sustancias feldespáticas de las rocas. No se descubre ningún
metal precioso en las vetas de cuarto. En Gualaceo me aseguraron, que muy
atrás de la Cordillera oriental han encontrado un filón de cuarzo aurífero;
no pude llegar á ese punto por la mala estación, y por consiguiente debo
suspender mi juicio respecto de este pretendido descubrimiento; pero todo
el cuarzo que yo he visto, ni tenia el aspecto singular, que suele presentar
el cuarzo aurífero y que rara vez engaña al práctico.
En plata las vetas parecen ser tan pobres como en oro; á lo menos en
la actualidad no se conoce en el Ecuador ninguna mina de plata, que arme
en este terreno primario. En la provincia de Loja se hallan algunas antiguas
labores en las esquistas, pero parece que han sido abiertas en busca de oro
y no de plata. (20) En la provincia del Chimborazo goza la Cordillera del
Cóndor asto, atrás del Altar, de la fama de ser rica en minerales de plata.
El doctor Stübcl no pudo descubrir ningún rastro de plata en aquellas vetas
de cuarzo/21^ En la provincia del Tunguragua son los cerros de los Llanga-
nates, que la tradición señala como metalíferos y ricos en cobre, plata y
oro. El hecho es, que nadie de los vivientes ha sacado ni un gramo de
dichos minerales, y dicen, que los deroteros que dejaron los muertos, no se
puede comprender. El doctor Reiss estudió aquella región científicamente,
y no encontró ningún indicio de minas, pero sí tantas piritas (sulfuro de
FORMACIÓN DEL GNEIS. 233
fierro) «que donde quiera que se rompa la roca, se vé relumbrar el oro,
como decían mis compañeros. Se reducen talvez las grandes riquezas de
los Llanganates á depósitos de este mineral, que ya tanta plata ha costado
á los mineros inexpertos del Ecuador.»*) En el año de 1873 fui mandado
al valle de Oyacachi, atrás de la Cordillera oriental (entre el Saraurcu y el
Anüsana), para examinar una pretendida mina de plata. Después de trabajar
varios dias en aquella región inhospitalaria, me convencí de que allá no hay
plata, y que el aspecto exterior de algunas rocas micáceas había engañado á
la gente. Ademas resultó, que el denunciante era un embustero, que en
Quito había presentado un mineral rico de plata, proveniente de Méjico ó
del Perú, diciendo que de él constaba su amina» en Oyacachi.
No obstante la pobreza de las vetas de cuarzo, la Cordillera oriental es
un importante distrito aurífero de la República, por los lavaderos de oro que
tienen en ella su origen.
Casi todos los ríos, que nacen en el terreno de las esquistas cristalinas
de la Cordillera oriental, llevan oro en mayor ó menor cantidad. La mayor
parte de estos ríos se hallan naturalmente en los vertientes orientales de la
Cordillera, desde la provincia de Loja hasta la de Imbabura, porque en este
lado las esquistas llegan á su mayor desarrollo; en el lado opuesto (occi-
dental) hay que buscar lavaderos solo en las provincias, en que el terreno
esquistoso se extiende hacia las hoyas andinas, sin que se encuentren siempre,
porque no en todas partes el terreno es tan rico, como en la provincia de
Cuenca.**)
No hay duda, que el oro de los lavaderos trae su origen del terreno
esquistoso mismo, porque los ríos lo llevan en mayor cantidad y en partí-
culas mas gruesos, mientras atraviesan este terreno, y luego que entran
en otras formaciones geognósticas, se disminuye este metal, arrastrado do
lejos, mas y mas, hasta que se pierda completamente. Así los tributarios
del Ñapo, del Santiago y de otros ríos grandes, son auríferos en su curso
superior, mientras no se alejan demasiado de la Cordillera; en su curso
medio ó inferior son estériles. También en los ríos auríferos de la provincia
del Azuay el oro se ha depositado á lo largo de su curso superior, dentro
del terreno esquistoso, y por esto ni el rio de Gualaceo ni el Paute, que
reciben todos los ríos auríferos, tienen bastante oro, que recompense el tra-
bajo de lavarlo.
Á la primera vista se pudiera creer, que el oro de los lavaderos pro-
*) Carta del Dr. W. Reiss á S. E. el Presidente de la Repúbliea, sobre sus viajes
á las montañas del S de la capital (Quito 1873), pág. 13.
**) En las partes occidentales del pais los lavaderos se derivan del terreno porfídico.
234 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO I.
venga con preferencia de las venas y vetas de cuarzo, pero me parece que
debemos abandonar esta opinión, que al principio de mis estudios era tam-
bién la mía; pues como he dicho arriba, ni una vez he observado un granillo
de oro en las vetas, y en los miles y miles de pedazos de cuarzo, que rompi
en los lavaderos mismos y en otros puntos, y que examiné con escrupulosidad
con la lente, no descubrí ni una chispa del metal precioso. Algunos pedazos
que me parecieron sospechosos, llevé y los analicé químicamente, pero con
el mismo resultado negativo. En vista de estos hechos no me queda duda
ninguna, de que el oro se halla diseminado en las esquistas cristalinas y que
de ellas llega á su yacimiento secundario en los lavaderos, por la descompo-
sición química y mecánica de las rocas. — Parece excusado advertir aquí,
que el oro no ose cria» ni se ha criado jamas en los lavaderos, sino que en
ellos siempre es un mineral, que proviene de otro lugar, comunmente de
lejos, como los demás materiales que componen el lavadero, que por esto
mismo reciben el nombre de «terreno de acarreo».
En otro lugar hemos descrito el método sencillo, con que se forman los
lavaderos, cómo los ríos atacan y lavan continuamente los terrenos, cómo
las sustancias pesadas se acumulan en sus lechos, mientras que las livianas
son llevadas, cómo en un terreno muy pobre en oro pueden formarse «pla-
ceres» ricos etc. (Véase el Suplemento No. 23.) Poco se necesita para
comprender el mecanismo de la naturaleza, solo que no debemos escatimarle
el tiempo, pero este abunda, pues ¡cuantos siglos hace, que los ríos trabajan
sin intermisión ! miremos los valles hondos, que han excavado por la erosión
sucesiva en esas cordilleras extensas de gneis y esquistas cristalinas!
No sigamos mas adelante con la explicación de los lavaderos. Su for-
mación no cae en el período primario, de que tratamos aquí, sino en uno
mucho mas posterior, es decir, en el cuaternario y moderno. Por ahora
basta conocer el origen del oro, que contienen; este origen nos obliga á
suponer, que el gneis y las esquistas cristalinas en varias partes de la Re-
pública contienen bastante oro, aunque no lo descubrimos en sus venas y vetas.
Capítulo n.
Las rocas graníticas y sieniticas.
El verdadero granito tiene en el Ecuador una extensión bastante redu-
cida. Conozco solamente dos regiones, en que forma macizos continuos y
algo considerables, ambas en la provincia de Loja. Fuera de estas dos
localidades se halla á veces en bancos ó vetas no muy gruesas, entré los
gneises y las esquistas micáceas, como ya he dicho en el capitulo anterior;
pero en estos casos es á veces difícil decidir, si el granito no sea un gneis
mal desarrollado, es decir, que no manifiesta bien su estructura característica
(pizarrosa y ondulada). Tales intercalaciones irregulares de granito en el
gneis se encuentran con preferencia en la Cordillera oriental de toda la
provincia de Loja; mas al Norte no faltan tampoco, pero son mas raras.
Algo mas frecuente que el granito, se halla la sienita, pero en iguales
circunstancias, y siempre en porciones pequeñas; nunca la he observado en
macizos extensos. Como el granito con el gneis, asi la sienita está en rela-
ción con las esquistas anfibólicas, y sin duda esta relación no es casual,
sino genética: la mica caracteriza el granito y el gneis, así como la anfibola
(hornblenda) la sienita y las esquistas anfibólicas.
La diorita se encuentra en la provincia de Loja asociada al granito y
á la sienita, atravesando en forma de vetas los macizos del primero. Puede
ser que en estos puntos sea muy antigua y pertenezca al periodo arcaico,
aunque esas vetas también pudieran tener un origen posterior. Sinembargo
la mayor parte de las dioritas ecuatorianas son seguramente de una edad
mucho mas moderna, su desarrollo principal coincide con la época cretácea,
y algunas tal vez no se formaron sino en la terciaria.
El primer macizo granítico se halla en la hoya de Loja, intercalado entre
las dos cordilleras de esquistas cristalinas; se puede estudiarlo en el camino
de Loja á Zaraguro. Desde la estancia de Cachipirca hasta las cercanías
236 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO H.
de San Lúeas se observa, á ambos lados del hondo valle del rio Juntas,
altas montañas de granito, que se extienden hasta muy al N, hacia el
Guagra-uma, donde desaparecen debajo del terreno porfídico. — Diques
gruesos y vetas del mismo granito se hallan en el descenso del Villonaco
al valle del Catamayo, en la dirección á la hacienda de Juanes, en donde
atraviesa las esquistas cristalinas casi en el limite con el terreno porfídico.
El granito de Juntas puede llamarse típico en cuanto á su constitución
mineralógica, textura y demás propiedades físicas y químicas. Es de grano
basto, de manera que con facilidad se distinguen los tres minerales consti-
tutivos: cuarzo, feldespato (ortoclasa) y mica. El primero es algo agrisado,
el segundo blanco, amarillento ó encarnado, y la última negra con lustre
nacarino. El feldespato suele predominar sobre el cuarzo y la mica, y de
consiguiente determina también el color de la roca compuesta en general.
La mica parece ser la de potasa (muscovita) y no de magnesia, apesar de
su color oscuro. Minerales accesorios no he observado en esta roca, pero
no dudo, que se descubriría uno que otro, al dedicar á este terreno graní-
tico extenso un estudio petrográfico mas detenido.
En las faldas de las montañas y las laderas tajadas de los valles se
vé una gran multitud de vetas y venas de diferentes clases, que cruzan y
atraviesan el macizo de granito, siguiendo en general el rumbo SE -NO ó
también S-N. Una parte de estas vetas, que tienen el ancho de pocas líneas
hasta el de muchos metros, son de naturaleza granítica, es decir, constan
ellas mismas de granito, que se distingue y se destaca del granito principal
por un color mas claro ó mas oscuro, por un grano mas fino ó mas grueso;
son pues vetas de granito en el granito. Otras vetas y diques muy gruesos
(hasta 100 metros de ancho y mas) pertenecen á las rocas porfídicas, sobre
todo a la diorita, componiéndose su material esencialmente de anfibola verde-
negra y una plagioclasa blanca (feldespato triclínico, probablemente oligo-
clasa). Algunas venas delgadas son de una textura tan compacta y cripto-
cristalina, que no permiten una determinación petrográfica exacta (son tam-
bién de la clase de las «rocas verdes»), especialmente cuando ya sufrieron
una metamorfosis y descomposición completa. Unas se convirtieron en una
sustancia blanda terrosa, otras se transformaron en serpentina, transforma-
ción que se observa también en las márgenes (salbandas) de las vetas y
diques gruesos, donde están en contacto con el granito.
Entre las vetas graníticas hay algunas, cuyos minerales componentes
son de un tamaño tan grande, que la roca debe llamarse pegmatita. Con
este nombre designamos el granito, cuando los individuos minerales en lugar
de ofrecer una mezcla igual de pequeños granos, tienen un diámetro de
algunas pulgadas y á veces de algunos pies. En la pegmatita de Juntas
LA8 ROCAS GRANÍTICAS. 237
los individuos de cuarzo son muy irregulares y presentan manchas del ta-
maño de un puño, los del feldespato son mas grandes, hasta el de una
cabeza, y hay vetas gruesas que son feldespato casi puro; la mica es rara
y solamente de vez en cuando se vé un grupo de hojas.
El granito se descompone fácilmente en la superficie, pero el producto
de la descomposición no es aquel barro rojizo, que en el terreno porfídico
daña los caminos, sino una arena blanca y hermosa, que hace los caminos
duros y secos. Cada viajero notará lo bueno del camino desde Cachi-pirca
hasta San Lúeas, y lamentará el cambio triste al entrar otra vez, cerca de
este pueblo, en los camellones y callejones acostumbrados. En caso de que
se piense algún día en hacer un buen camino de Loja á la provincia de
Cuenca (¡y ojalá se verifique pronto el deseo general!) el trecho por el ter-
reno granítico será el mas fácil, por el buen material de construcción, y
porque no hay peligro que se dañe pronto el camino hecho de él.
El macizo granítico de Samanamaca, en el valle del rio Calvas, es muy
parecido al de Juntas, solamente que la observación es mas fácil, por la
escasez ó falta completa de vejetacion, y que la variedad de rocas es aun
mas grande. Para el petrógrafo las inmediaciones de Samanamaca son
interesantes; no conozco otro lugar en la provincia de Loja, que en un terreno
tan reducido presente igual variedad de rocas y de accidentes geotectónicos.
El granito tiene la misma composición mineralógica que el de Juntas,
pero es de un aspecto mas fresco y menos descompuesto, sin duda, porque
la acción destructora de la atmósfera no es tan enérgica en el clima seco,
como en el húmedo. La multitud de vetas y diques de otras variedades de
granito, pegmatita, diorita y otras especies de rocas verdes es aun mas con-
siderable que en Juntas, y ademas se observan otras de sienita, felsita y por-
firíta. Muy lejos nos llevaría la descripción detallada de todas esas variedades.
La sienita se halla en el terreno del gneis y de las esquistas siempre
desempeñando un papel subordinado, como ya queda dicho mas arriba. Ais-
lada y rodeada de otros terrenos mas modernos, la encontramos en unos
pocos puntos de la hoya de Riobamba, p. ej. al pié oriental de los cerros
de Yaruquíes, y después en dos localidades del litoral, es decir, á las orillas
del rio Daule en Pascuales, y en un cerrito aislado al Este de la hacienda
Cacharí, cerca de Bodegas. La del litoral es una sienita tipica; en la del valle
del rio Balao, cerca de la boca del rio Pita, que se halla asociada á las esquistas
cristalinas, una parte de la anfibola está reemplazada por mica negra.
Capítulo m.
La formación cretácea.
En el Ecuador no se ha descubierto hasta ahora ningún terreno del
período paleozoico, ni de las dos primeras formaciones del período mesozoico.
Faltan seis de las formaciones mas importantes de la escala geogenética, á
saber, la silúrica, devónica, carbonífera, pérmica, triásica y jurásica, que
representan un período de largísima duración. Donde quiera que se puede
observar el contacto de las rocas arcaicas con otras, se nota, que descansan
sobre aquellas unas capas modernas, desde las cretáceas para arriba. Pero
como en Colombia y Perú se conocen algunos puntos, que constan de ter-
renos jurásicos, y aun mas antiguos, no seria imposible, que los mismos se
hallen en el Ecuador en mayores profundidades y cubiertos de los estratos
modernos, ó que con el tiempo se descubran en algunos puntos de la Cor-
dillera, que hasta ahora no han sido estudiados. Sinembargo la formación
cretácea del litoral, cerca de Guayaquil, parece descansar directamente sobre
las esquistas cristalinas y el granito, según las muestras que sacó de la
profundidad la sonda, con que se quiso abrir un pozo artesiano al pié del
cerro de Santa Ana (en Guayaquil), y también según la observación hecha
cerca de Pascuales en el rio Daule inferior, donde la sienita se halla1 cubierta
de capas cretáceas.
Las rocas que componen el terreno arcaico (gneis y esquistas cristalinas)
son fáciles de conocer y presentan en todas partes el mismo aspecto petro-
gráfico; no así las que adjudico á los terrenos cretáceos. Preciso es con-
fesar, que la limitación de esta formación queda en muchos puntos mal
segura, por ser imposible, determinar la edad de ciertos estratos, cuando ni
el yacimiento, ni algunos fósiles característicos nos sacan de la duda. El
diagnóstico mas seguro de las formaciones sedimentarias, los fósiles, falta
en el Ecuador casi del todo. No dudo, que existirán en muchos puntos,
pero para encontrarlos, se necesita abril* el terreno por canteras, cortes ver-
ticales en la construcción de caminos y ferrocarriles etc. Tales puntos son
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 239
sumamente raros en el Ecuador, especialmente en terrenos sedimentarios, y
asi es una gran casualidad y fortuna, encontrar una que otra concha mal
conservada. En el mayor número de casos nos vemos reducidos á clasificar
las rocas según su hábito petrográfico y su yacimiento, ó según la analogía
y comparación con semejantes rocas en otros países. — Por la misma falta
de fósiles ha sido hasta ahora del todo imposible determinar, á qué sub-
división de la formación cretácea pertenezcan nuestros terrenos, si á la in-
ferior, media ó superior. La afácies», ó el hábito exterior, es en el litoral
bastante distinta de la de las rocas cretáceas de la sierra, pero como falta
un contacto directo entre ellas (y los fósiles), es difícil decir, cual sea la
sección mas antigua. Debemos limitarnos hablar de la formación cretácea
en común, y estar contentos si acertamos siempre en esta determinación
general.
Hechas estas reservas y restricciones, vamos á conocer la extensión
superficial del terreno cretáceo en el Ecuador.
En el litoral consta la Cordillera de Chongon y Colonche de la forma-
ción cretácea, y se puede estudiarla bien en las inmediaciones de Guayaquil.
Esta cordillera comienza al lado este del rio con los cerritos de Duran
(cerro de las cabras), que faldean el ferrocarril de Yaguachi; la continuación
subfluvial del mismo terreno se manifiesta en la isla del «Cerrito»; después
se eleva á los cerros de Stft. Ana, del panteón y del manicomio, y al otro
lado de la interrupción del Estero Salado, á los cerros de este nombre (del
Salado). Desde este punto comienza la cordillera á elevarse á mayores
alturas y á ensancharse mucho entre la península del Morro y de Stft. Elena
y la hoya del rio Magro, como lo describimos en la parte topográfica de
esta obra. — No conozco toda la extensión de esta formación en la pro-
vincia de Manabí, pero me parece, que á lo menos una parte de las mon-
tañas, que se presentan como la continuación de la Cordillera de Colonche,
debemos adjudicar á ella, especialmente el cordón, en que se hallan el cerro
Bravo y el cerro de San Vicente con sus rocas eruptivas.
No hay duda que la formación cretácea se extiende á grandes distan-
cias debajo del terreno aluvial y cuaternario de la provincia del Guayas;
pues como los cerritos de Duran, hay algunos otros, que salen de la llanura
aluvial en forma de islas. A estos pertenecen los cerritos de Taura, entre
el pueblo de este nombre y el rio Guayas, el cerrito de la Calentura, un
poco al N de los de Duran, el cerrito de Mapasingue, y algunos cerca de
Pascuales. Todos ellos presentan la misma clase de rocas, como los cerros
de Guayaquil. Hacia el Sur desaparece la formación cretácea debajo de
las formaciones modernas, hasta que al Sur del rio Túmbez se descubre de
nuevo con los mismos caracteres, como entre Guayaquil y Chongon. El
240 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO HL
camino que conduce de Alamor en la provincia de Loja á Túmbez por el
Casadero, cruza este terreno, cuyas quebradas secas me recordaron viva-
mente las que se pasa entre Juntas y Soledad, cruzando la Cordillera de
Chongon.
En las hoyas interandinas la formación no tiene una extensión muy
grande, sin duda por estar cubierta en muchas partes por las capas vol-
cánicas. La hoya de Cuenca es la única, en que se halla bien desarrollada,
especialmente en forma de la «arenisca de Azóguez», como veremos. —
Dudoso queda, si las cuarcitas y areniscas cuarzosas, que en la hoya de
Riobamba en algunos puntos se descubren debajo de las masas volcánicas,
pertenezcan á la formación cretácea ó nó. En atención de que en su cer-
canía también salen á luz algunas sienitas, que son mas propias á la Cor-
dillera oriental que á la occidental, se podría agregar aquellas rocas cuar-
zosas al terreno arcaico de las esquistas cristalinas, en que forman muchas
veces estratos subordinados, hasta que se compruebe su pertenencia al ter-
reno cretáceo.
A un desarrollo muy grande llega nuestra formación en la Cordillera
occidental, que se compone en gran parte de ella, en unión de varias rocas
porfídicas. Pero aquí presenta un carácter tan singular, que me he visto
obligado á distinguirla en la carta geológica con una señal especial, indi-
cando su íntima relación con dichas rocas porfídicas. Vemos, que una zona
de este terreno ambiguo acompaña toda la Cordillera por sus vertientes
occidentales, y que ocupa también la hoya de Chimbo y una parte del
sistema fluvial del rio Catamayo.
Finalmente debo mencionar, que en pocos puntos de las faldas inferiores
y exteriores de la Cordillera oriental se encontraron rocas que tálvess se debe
clasificar entre los terrenos cretáceos (á lo menos entre los mesozoicos).
Así encontró el doctor Stübel en el rio Topo, valle del rio Pastaza, una
pizarra blanda y negra con impresiones de escamas de peces, que no se
podrá atribuir al período arcaico. El doctor Reiss pudo -constatar, que la
cúspide del Cerro hermoso, en cuyo contorno predominan el gneis y las
esquistas micáceas, se compone de una piedra caliza estratificada y muy
bituminosa, que también parece pertenecer á una formación posterior á la
de las esquistas. — También en la región del Ñapo parece emergir en al-
gunos puntos un terreno mesozoico, cubriendo las esquistas cristalinas, y
cubierto de las capas de aluvión moderno. Así cita Orton*) una pizarra
oscura, con la inclinación al Este, en el cauce del rio cerca del pueblo de
Ñapo. Pero agrega, que mas al Oeste todas las faldas de los Andes constan
*) J. Orton, The Andes and thc Amazon (New -York 1876), pág. 199.
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 241
de esquista micácea. Villavicencio habla solo de las espesas capas de alu-
vión, que cubren toda la región del Ñapo al Este de las esquistas crista-
linas. De todos modos, si existe el terreno cretáceo en uno que otro punto,
no forma una zona tan continua como en la Cordillera occidental. Mas
desarrollado se halla, según parece, en la hoya amazónica superior, cerca
de la boca del Chinchipe, en Bagua, en el Pongo de Manseriche, y hacia
Moyobamba en el Perú.
En seguida trataremos separadamente de las tres «fácies» distintas, que
la formación cretácea presenta en el Ecuador, en el litoral, en la hoya de
Cuenca, y por la Cordillera occidental.
A. La formación cretácea del litoral.
Prodominan capas y bancos de caliza, caliza silícea, pizarra silícea,
sílex, cuarcita, areniscas amarillas y verdes (glauconíticas) y arcillas, alter-
nando dichas rocas, comunmente en estratos delgados, muchas veces de un
modo muy variado. Un gran número de estas variedades se puede estudiar
en las canteras de Guayaquil (en las Peñas atrás de la cervecería, cerca
del Manicomio, en el Salado), de Chongon, de Pascuales, de Duran etc. —
La piedra caliza rara vez es tan pura, que sirva para quemar cal; sinem-
bargo se encontraron algunos bancos buenos en Pascuales y cerca de Chon-
gon. Casi siempre la caliza está impregnada de sílice, y esta se aumenta
tanto, que finalmente sale una pizarra silícea, que contiene poca cal. A esta
última clase pertenecen todas las piedras de color blanco, amarillento y gris,
que se sacan de las canteras de Guayaquil y del Salado. He analizado
muchas variedades, que me dieron de 5 á 40 por ciento de cal. En las lajas
ordinarias, que sirven en Guayaquil de material de construcción, ó para
empedrar calles, y que componen también una gran parte del «cascajo del
cerro», encontré:
Cal (carbonato de cal) 38,10
Otras sustancias solubles (carbonatos y silicatos) 29,17
Sustancias insoluoles en ácido clorh. (arena y arcilla) 32,73
100,00
Otras lajas se componen de sílice casi pura.
La hermosa piedra blanca y amarillenta de textura semicristahna, que
se saca desde algunos años acá de las canteras entre Chongon y Guayaquil,
para empedrar el Malecón, y que se halla en bancos de mucho espesor, se
disuelve casi del todo en ácido clorhídrico, y se compone de cal bastante
pura.
No es imposible, que entre las calizas silíceas se encuentren algunos
estratos, que presentan la sílice y arcilla en proporciones tan favorables,
que se debe considerarlas como cal hidráulica.
Wou, Ecuador. \Q
242 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO III.
Hay variedades de caliza silícea muy oscuras y hasta negras. Este
color proviene de la impregnación de sustancias bituminosas, y desaparece
comunmente, cuando se quema las piedras.
Las capas de arenisca, que alternan con las calcáreas y silíceas, se
puede observar bien en las Peñas, al N de Guayaquil. Su color es casi
siempre oscurso, inclinándose al verdoso ó al parduzco. Ademas de los
granos de cuarzo, su componente principal, se observa muchos de glau-
conita, aquel silicato de fierro, que comunica á la arenisca su color verdoso,
cuando el mineral es fresco, y pardo ó rojizo, cuando es descompuesto y en
parte trasformado en hidróxido de fierro. — Los granos de la arenisca son
por lo regular pequeños, pero á veces su tamaño llega al de arvejas ó de
nueces, de manera que las piedras pasan á ser un verdadero conglomerato
con cemento de sílice. Según mis observaciones, las areniscas se encuen-
tran especialmente en los estratos inferiores y las calizas en los superiores
de la formación. — En la superficie de los cerros las areniscas se descom-
ponen muy pronto y se vuelven desmoronadizas, pero en mayores profundi-
dades son sumamente compactas. Tuve la siguiente ocasión rara de estu-
diar las últimas.
Hará unos quince años, que se trabajó con mucho silencio y con un
entusiasmo digno de mejor éxito, en el desentierro de una pretendida
«huaca». Estando ya muy adelantada la excavación, sin resultado ninguno,
los empresarios quisieron oir mi opinión en el asunto, y me llevaron al
monte por sendas extraviadas y cerradas, que nunca hubiese encontrado
después; pero juzgo que el sitio se halla una media hora poco mas ó menos,
al Oeste de Mapasingue, en dirección al Cerro azul (en la Cordillera de
Chongon). Me hallé sobre un terreno suavemente ondulado, que en la super-
ficie no presentó nada de particular. De repente nos hallamos delante de un
hueco muy grande de 6 metros de diámetro y de 10 metros de profundidad,
excavado en la peña viva á fuerza de la pólvora. Me admiré de un trabajo
tan serio y costoso, ejecutado en corto tiempo, pero no pude comprender,
qué motivo había seducido á los empresarios, á buscar en este sitio una
«huaca». Parece que algunos cantos irregulares de la piedra negra cerca
de la superficie, eran suficientes, para hacer soñar á un visionario con teso-
ros enterrados de los antiguos indios. Durante la excavación observaban,
que la roca negra seguía también en la profundidad como cuarteada, y esta
estructura natural tomaban por seña de una obra ciclópica artificial; remo-
vieron uno de estos cantos enormes (algunos tienen un metro cúbico) tras
de otro, esperando siempre que tras de alguno se abriese una bóveda llena
de tesoros! Después de mi visita el trabajo se suspendió. Un metro debajo
de la superficie descompuesta comienza la roca sólida, que es una arenisca
LA FORMACIÓN CBETACEA. 243
silicificada sumamente dura, de un color negro- verdoso ó negro-pardo. El
grano de esta arenisca es tan fino, que se parece á una roca homogénea,
p. ej. á una caliza negra, ó también á ciertas «rocas verdes» afaní ticas.
Como ya he dicho, se halla en bancos gruesos con hendiduras irregulares,
de manera que no pudo determinar con seguridad su buzamiento y rumbo,
porque faltan los indicios de estratificación. Á la profundidad de 10 metros
la roca era la misma como arriba, y no daba señales de acabarse pronto
hacia abajo. Ademas de las grietas grandes, que separan los pedrones y
están llenas de una arcilla fina, la roca está cruzada de centenares de venas
y filones blancos de espato calizo y de brucita.
El yacimiento de los terrenos cretáceos es muy irregular. Nunca se
encuentran las capas en su posición primitiva, es decir horizontal, sino ele-
vadas é inclinadas bajo diversos ángulos; enfrente de los Baños del Salado
están casi verticales. En muchos puntos sufrieron durante el levantamiento
torsiones violentas, presentándose ahora como onduladas, plegadas y con
fallas (dislocaciones). Este fenómeno se observa muy bien en las canteras
de Guayaquil, entre el Panteón y el Manicomio. El buzamiento, ó la incli-
nación, se verificó las mas veces hacia O, sinembargo conozco varias locali-
dades, en que las capas buzan al E y al N. El rumbo general es el de la
Cordillera misma, de SEE á NOO.
Fósiles se han encontrado hasta ahora en una sola localidad, cerca de
Guayaquil. He visto y todavía poseo unas lajas calcáreo-silíceas, que están
llenas de impresiones y restos de conchas. En las calles de Guayaquil con
empedrado viejo se observa de vez en cuando tales lajas, y una parte del
muro oriental del panteón (hacia la esquina sur) es construida de ellas. En
vano he buscado en todas las cantoras cerca de Guayaquil el lugar de pro-
veniencia de estas piedras tan ricas en fósiles. Parece que la cantera, de
donde fueron sacadas, ya no está en trabajo, ó que la capa que las contenia
se ha agotado. Los restos mas frecuentes pertenecen al genero de conchas,
que se llama Inoccramus, y que caracteriza precisamente la formación cre-
tácea en todo el mundo. La mayor parte de las conchas se hallan tan
aplastadas y desfiguradas, que es casi imposible determinarlas. En algunos
individuos algo mejor conservados he creído reconocer el Inoceramus Roe-
tneri Karst, y el I. plicatus d'Orb., que ambos se encuentran también en los
terrenos cretáceos de Colombia. Los ejemplares, en que se funda mi clasi-
ficación, deben hallarse en el museo de Quito. Las muestras, que última-
mente he traído á Europa, fueron examinadas en Dresde por el profesor
Geinitz, talvez el mejor conocedor de los fósiles cretáceos. Según ól la
especie de conchas, que las piedras contienen en gran cantidad, no se
16*
244 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO III.
distingue del Inoceramus latus Sow.,*) que se halla en muchos terrenos cre-
táceos de Europa y caracteriza especialmente las capas turónicas superiores.
Con esto deberíamos colocar la formación del litoral entre los terrenos me-
dios de la época cretácea.
En minerales accesorios nuestro terreno cretáceo es pobre. Venas de
cuarzo y espato calizo se hallan con frecuencia. La glauconita, que forma
parte integrante de muchas areniscas, se encuentra también en masas mas
grandes, en forma de ríñones y nodulos, y ha dado margen á equivocaciones,
porque su color verde se parece á veces al de ciertos minerales de cobre.
— Un mineral, que es raro en todas partes del mundo, se encuentra en
nuestro terreno con tanta frecuencia, que se podría llamar característico
para él. Este mineral es la Brucita, un hidrato de magnesia, y se halla
esparcido tanto en las calizas silíceas, cuanto en las areniscas, formando
venas delgadas, y comunmente acompañado de espato calizo. Del último,
con que tiene común el color blanco, se distingue por su menor dureza,
por su lustre nacarino, y por no disolverse en los ácidos con efervescencia,
sino tranquilamente. Se halla en hojitas y láminas delgadas, en masas
compactas, y rara vez en cristalitos bien formados. En todas las canteras
de Guayaquil es frecuente. — De minerales metálicos he observado sola-
mente la pirita de fierro, que se halla diseminada en algunas rocas cuarzo-
sas, especialmente en la cercanía de las dioritas y otras arocas verdes», que
se hallan intercaladas en el terreno cretáceo, y las que conoceremos mas
tarde. Como tales piedras piritosas me fiíeron entregadas muchas veces
para examinarlas por oro, debo declarar, que nunca pude descubrir un rastro
de oro, ni en estas piedras, ni en otras del terreno cretáceo, y hace tiempo
que las decantadas «minas» de la Cordillera de Chongon para mi pertenecen
á las fábulas y cuentos de viejas. — Del mercurio de las Peñas hablaré en
otro lugar.
B. La formación cretácea de la hoya de Cuenca.
Esta formación se halla descrita en mi primera Memoria sobre la pro-
vincia del Azuay (1879) bajo el nombre de «Arenisca de Azogues». Aunque
no dudaba de su edad mesozoica, me faltaban sinembargo argumentos geo-
lógicos, que hubiesen justificado su colocación en una de las tres grandes
formaciones. Posteriormente he tenido ocasión de estudiar el desarrollo sin-
gular del terreno cretáceo en muchos puntos de la Cordillera occidental y
encontré tantas analogías entre sus areniscas y la de Azogues, que me vi pre-
cisado á tomar también la última por un miembro, ó una «fácies» de la gran
*) Véase : H. B. Geinitz , Elbthalgcbirge, ü, p. 45. Tab. XIII, fig. 4, 5.
LA FOBMACION CBETACEA. 245
formación cretácea. — A esto se agrega ahora el argumento paleontológico,
como demostraré mas abajo. (22) — Con todo esto podemos retener el nombre
primitivo que he dado al terreno, por hallarse desarrollado de un modo
característico en el cantón de Azogues.*)
La arenisca de Azogues ocupa la gran hoya interandina de Cuenca en
su mitad setentrional, y sigue también por la parte meridional en la pro-
fundidad, pero allá está cubierta del terreno cuaternario y de los materiales
volcánicos, manifestándose solo en quebradas hondas; de manera que sus
límites, como se presentan en la superficie, podemos circunscribir de este
modo: al Sur y Este del rio Matadero y Paute forma una banda angosta á
lo largo del rio, desde Paccha hasta mas abajo de la desembocadura del
rio de Collay, la cual está interrumpida cerca de Gualaceo por materiales
volcánicos. La parte al Oeste y Norte del Paute comienza en las cercanías
de Cuenca, descubriéndose en todos los valles debajo de una cubierta super-
ficial de tobas volcánicas, y desde el rio de Azogues libre de ella. Sigue
al Este hasta Huarainac y Taday, lindando allá con las esquistas y después
con los pórfidos, faldeando al N el Pilzhun, los cerros encima de Biblian,
el Bueste, y finalmente al O los ramales de la Cordillera occidental encima
de Surampalte, Santa Rosa y Sinineay.
Esta es la extensión del terreno en la hoya de Cuenca y Azogues. Pero
las areniscas se extienden mas al N á la pequeña hoya de Cañar y hasta
el pié del Azuay. Allá según Reiss**) «se ven descubiertas en lomas y
quebradas hasta 3600 y 3800 metros de altura». He creído al principio, que
las rocas arenosas en esa región alta, p. ej. aquellas en que está edificado
el castillo del Inca-pirca, y excavado el Inca-chungana, eran de distinta edad
y origen, que nuestra arenisca de Azogues, porque encontré tantos fragmen-
tos de rocas plutónicas en ellas. Pero después de conocer mejor las idén-
ticas areniscas y conglomeratos de la Cordillera occidental, no veo razón de
separarlas ó clasificarlas en otra formación; solo hay que advertir, que lle-
van mas bien el carácter de la tercera fácies, de que hablaremos mas abajo,
que la de la arenisca genuina de Azogues.
Dos clases principales de rocas componen la formación de Azogues:
areniscas y arcillas pizarrosas, todas las demás son subordinadas. Las
*) Es costumbre antigua de los geólogos, tomar el nombre de un terreno do la
localidad, en que se ha estudiado por primera vez, ó en que se halla desarrollado de un
modo característico, sobre todo cuando presenta una fácies especial. Así conocemos p. ej.
«la arenisca de los Vosges», «la arenisca de Fontainebleau», «la creta de Mastricht» etc.
en el mismo sentido de miembros de una formación, en que tomamos ahora la arenisca
de Azogues.
**) Carta del Doctor \V. Reiss á S. E. el Presidente de la Rep. sobre sus viajes á
las montañas del Sur de la Capital (Quito 1873), pág. 15.
246 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO III.
areniscas y arcillas van alternando de tal modo, que ya estas ya aquellas
predominan, observándose en general, que en las capas inferiores las pri-
meras, y en las superiores las segundas son las mas desarrolladas. Asi por
ejemplo, las areniscas llegan en el valle del rio Paute, desde Huarainac
hasta el rio de Azogues, á una potencia enorme, mientras que en las cer-
canías de Azogues y de Déleg se tiene ocasión de estudiar con preferencia
los mas delgados estratos de las arcillas pizarrozas y margosas.
La arenisca cuarzosa es comunmente de grano medio, rara vez muy fino,
bastante dura y tiene una fragmentación irregular. En varios lugares se
observa el fenómeno que no es común en las rocas sedimentarias y que
llamamos la fragmentación globosa ó esferoidal. En este caso se vén en la
arenisca, sobre todo en su superficie descompuesta, unos globos grandes de
1 á 4 pies en diámetro, diseminados ó también acumulados de suerte que
se tocan mutuamente. Constan de la misma arenisca, solo que contienen
bastante óxido de hierro, que les comunica un color rojizo ó pardo. En la
arenisca fresca se distinguen solamente por este color, pero cuando la roca
se descompone á la influencia atmosférica, se observa muy bien su textura
globosa, deshojándose ó fracturándose en capas concéntricas. Sin duda es
el óxido de hierro el que ocasiona esta textura particular, y debemos con-
siderar los globos como una especie de concreciones de este metal, en que
entran los demás elementos de la arenisca. No seria difícil alegar de la
mineralogía y geología varios casos análogos. El fenómeno de que hablo,
está muy patente cerca del puente de Paute y en el camino de Cuenca á
Paccha cerca del rio. — Hay lugares en que la arenisca es de un grano
muy basto, y en algunos puntos se halla desarrollada en forma de conglo-
merato, teniendo sus elementos componentes el tamaño de un huevo de
paloma hasta el de un puño.
La arcilla pizarrosa se puede considerar como un barro muy fino en-
durecido. Su color es variado, pero casi siempre claro, amarillento, gris,
azulejo, solamente cuando se halla impregnada de sustancias bituminosas,
se oscurece mas ó menos. Su textura es perfectamente pizarreña, á veces
hojosa, y su fracturacion tabular. Es de una consistencia blanda, y por
esto muy expuesta á la descomposicon ; con las aguas de la lluvia vuelve,
á lo menos en la superficie, a su estado primitivo, por decirlo asi, convir-
tiéndose en un barro finísimo y muy resbaloso, que algunos caminos pen-
dientes hace casi intransitables. La arcilla pizarrosa nunca forma capas
tan gruesas como la arenisca, antes se observa que sus estratos suelen ser
muy delgados, cambiando cada rato de color, de finura, de consistencia etc.
y alternando muchísimas veces con estratos intercalados de arenisca fina.
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 247
Las arcillas pizarrosas pasan á veces á verdaderas margas, recibiendo una
cierta cantidad de cal.
La formación de la arenisca de Azogues, cuyas rocas constitutivas esen-
ciales acabamos de describir, no se halla en ningún lugar en su posición
primitiva horizontal, sino siempre dislocada y erigida fuertemente. El buza-
miento de las capas se verifica generalmente hacia Oeste, bajo un ángulo
de 45 á 80 grados (rara vez menos) y su rumbo es exactamente S-N. Por
esta dislocación tan grande es difícil calcular la potencia total de la forma-
ción; creo que de ningún modo sera inferior de 500 á 600 metros, pero bien
pudiera ser mucho mayor.
Aquel buzamiento y rumbo general de la formación, aunque no sea su
posición primitiva, debemos sinembargo considerarlo como normal en su
estado actual, y es efecto de una de las grandes causas, que han ocasionado
el levantamiento de los Andes. Muy bien hemos de distinguir de este fe-
nómeno general algunos accidentes particulares, que observamos en el terreno,
reconociendo para ellos unas causas locales y posteriores al primer levanta-
miento. Así las erupciones volcánicas cerca de Gualaceo, en las alturas
encima de San Cristóbal y en el cerro de Cojitambo han producido algunas
perturbaciones en las capas de la arsenisca y arcilla pizarrosa, aunque estas
son insignificantes. Mas interesantes son ciertos hundimientos y derrumbos
en la cercanía de Paccha y al pié sureste del Cojitambo, que de ningún
modo son de naturaleza volcánica, como creen comunmente los habitantes
de Cuenca. Entre el pueblo de Paccha y el cerro de Guagualzhuma se vé
la loma que se extiende de este último hacia el Valle, como cortada en dos
partes; una mitad quedó en su posición, y la otra, que mira al rio Matadero,
se hundió de unos 100 metros. En la pared tajada que se formó por el
hundimiento, se observa que el terreno fundamental es la formación de
Azogues y que este está cubierto de muchos metros de conglomeratos y
tobas volcánicas, que naturalmente como capas sobrepuestas participan del
hundimiento general; y asi es, que la parte derrumbada del terreno presenta
una mezcla y un verdadero caos de piedras y trozos grandes de terrenos
de muy distinta naturaleza. Las causas del hundimiento no han de buscarse
en el terreno volcánico superficial*), sino en la profundidad de la formación
de Azogues. Para comprender esto con mas facilidad, consideremos primero
un fenómeno mas pequeño en la quebrada del riachuelo, que se cruza antes
de subir á Paccha, viniendo de Cuenca. Allí nos hallamos en medio de las
*) El Guagualzhuma mismo no es un «volcan apagado», como afirma Villavicencio,
sino consta de areniscas y arcillas pizarrosas, y solamente su copa se halla cubierta de
conglomeratos volcánicos, como las colinas adyacentes.
24* GEOLOGÍA. — CAPÍTULO DI.
arcilla* pizarrosa*: ««tas son de color oscuro, impregnadas de sustancias
bituminosas y de varía* sales, como nos convenceremos por d sabor: también
ae percibe el desarrollo de algunos gases, sobre todo del hidrosulfurico.
Todo indica un estado de profunda alteración y descomposición de estas
rocas, y una transformación ó metamorfosis enérgica de sus elementos con-
stitutivos; aquí observamos eflorescencias superficiales de vitriolo de hierro
y de otra* sales, allá se deposita el ocre en una agua sucia y hedionda,
allá cruzan venas y vetas de yeso cristalizado y de alabastro las capas de
la arcilla; y en última consecuencia de todo esto siguen hundimientos y
derrumbos por todas partes en la orilla del río y en su cauce mismo. Todas
la* sustancia* solubles, que son el resultado de aquella metamorfosis, especial-
mente la* sales de toda clase, son llevadas por la lijiviacion de las aguas,
que circulan por entre las capas terrestres; se disminuye el volumen de la
roca, se asienta con todas las capas sobrepuestas, y como las sustancias,
capaces de la metamorfosis y de la lijiviacion, no se encuentran en todas
parte* en igual cantidad, como la acción en un lugar es mas enérgica que
en otro etc., es inevitable que el hundimiento sea designal, y que se veri-
fique un desorden y trastorno completo en el yacimiento de las capas. —
Puoh bien, lo que observamos de una manera palpaple en ese pequeño rio,
sucede en escala grande debajo del terreno hundido entre Paccha y Curítaqui.
Arriba, al pié del cerro tajado, no es fácil hacer la observación, porque toda
la superficie está cubierta de piedras rodadas; pero recorriendo las quebradas
algo mas abajo, se descubren á cada paso las arcillas bituminosas, las
eflorescencias de los sulfatos, grandes cristales y placas de yeso (que tam-
bién es un sulfato y producto de descomposición), una tierra amarilla que
parece azufre en polvo, pero es una especie de ocre, en fin todas las señales
que explican suficientemente un hundimiento secular en estos parajes. El
derrumbo nunca se verificó instantáneamente en toda su extensión, y lo que
vemos hoy día, es el resultado de tiempos inmensurables; sin duda alguna
seguirá hundiéndose el terreno, mientras que hay sustancias en las capas,
que son capaces de la transformación, y mientras que duran las causas del
metamorfismo. En varios puntos de los sitios entre el Guagualzhuma y el
rio Matadero se vó con facilidad los efectos de un hundimiento semejante
en tiempos anteriores; pero allá el terreno se ha tranquilizado, digamos asi,
la superficie terrestre ya so ha igualado y así se borran mas y mas las
señales exteriores. Lo mismo succedió en los alrededores del Cojitambo, en
donde las pruebas de un antiguo hundimiento secular en todo el lado sureste
son indisputables. El cerro mismo es una roca volcánica, que se levanta
en medio de la arenisca de Azogues. Cuando se hundieron las capas de la
formación sedimentaria á su lado, perdió su apoyo y se desgajó una gran
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 249
parte de su cumbre, de manera que ahora so presenta como una muralla
tajada de este lado. Los pedazos de andesita se acumularon en su mayor
parte al pié del cerro, y algunos rodaron sobre las faldas del terreno adya-
cente, encontrándose ahora esparcidos por los campos y hasta el pueblo
de Chuquipata.
Entre las sustancias subordinadas de la arsenisca de Azogues debo
nombrar en primer lugar las bituminosas, que en varios puntos, como ya
queda dicho, impregnan las capas, pero también se presentan en forma mas
pura y en masas individualizadas, en cuyo caso varias veces se ha pensado
en explotar y utilizarlas. El asfalto no es raro en la arenisca y fácilmente
se dá á conocer por el color pardo que comunica á la roca impregnada de
él y por su olor que despide al frotar ó calentar las piedras. En la arenisca,
que atraviesa el camino de Cuenca á Paccha entre el Matadero y el arroyuelo
de Paccha, tales capas bituminosas llegan al espesor de algunos metros,
pero el asfalto puro se ha recojido solamente en venas muy delgadas, y la
capa mas ancha que he encontrado, era solamente de un centímetro. Si el
asfalto no es explotable en este lugar, que es el mas rico, mucho menos lo
es en otras localidades, donde el material puro es aun menos abundante,
como, por ejemplo, en las quebradas del Sur y Sureste del Cojitambo.
Una sustancia enteramente distinta, aunque le den también el nombre
de asfalto, se encuentra al pié setentrional del mencionado cerro de Cojitambo.
Ella tiene mas bien el aspecto exterior de la ulla ó de la antracita, y se
presenta en capas delgadas, alternando con las de la arcilla pizarrosa, que
en este lugar es negra. La capa mas gruesa que he visto, era de cuatro á
ocho centímetros. El mineral es negro como azabache, y tiene lustre fuerte
sobre la fractura, que es concoidea, se deja cortar con el cuchillo, pero es
algo agrio, saltando fácilmente en pedacitos pequeños, por cuanto se deja
también pulverizar. Teniéndola á la llama de una vela, arde con facilidad
despidiendo mucho humo y un olor bituminoso no muy desagradable; se
ablanda mucho en el calor, sin fundirse del todo, desarrolla en la retorta
una gran cantidad de gas y deja un residuo esponjoso y lyero de carbón
fijo ó de cok. En sus propiedades químicas se acerca á un carbón de piedra
de Inglaterra, que se llama bituminita (Boghead-coal), ó digamos mas bien,
que es una sustancia intermedia entre el asfalto y la ulla, que talvez podría
considerarse como una propia especie mineral. Seria un combustible magni-
fico, y sobre todo un excellente material para la fabricación de gas de alum-
brado, pero la cantidad en que se encuentra en la citada localidad, no es
tal, que dé esperanza de una explotación ventajosa. — Me han hablado de otra
especie de carbón, que debiera encontrarse en la cercanía de Chuquipata y en
mayor abundancia, pero no encontré la localidad, y nadie pudo mostrármela.
250 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO IIL
Cerca de San Nicolás, entre Deleg y Cojitambo, se observa entre los
estratos, casi verticalmente levantados, una capa de una composición muy
particular. La capa tiene un metro poco mas ó menos de espesor y sigue
con gran regularidad entre las de la arcilla pizarrosa y arenisca de S á N,
descubierta á la distancia de mas de una media legua. Consta de un mineral
blanco, algo amarillento, del aspecto de ciertas calizas compactas, y en su
masa homogénea se observan muchísimos granitos y fragmentos cristalinos
de cuarzo tan puro como cristal de roca. Toda la masa de la capa se halla
cuarteada con mucha regularidad en pedazos cúbicos, de manera que se pre-
senta en los lados, que sobresalen el terreno adyacente, como un muro de
pequeños ladrillos. El examen mineralógico y químico de esta sustancia me
dio el resultado sorprendente de constar de sílice casi pura. Tiene todas
las propiedades de la sílice amorfa y debe considerarse como una variedad
del ópalo, que contiene granos de sílice cristalizada (cuarzo). En el interior
de la capa la sílice es compacta, muy dura y de aspecto fresco, pero hacia
los lados se vuelve terrosa, y sobre todo en un lado se encuentra una su-
stancia en apariencia muy distinta, formando una zona de casi un pié de
espesor en algunos puntos. Es una tierra deleznable, de tacto algo jabonoso,
cuando está húmeda, y de un hermoso color rosado; pero del análisis resultó
también sílice, y se puede observar todos los tránsitos de esta tierra floja
hasta la piedra dura en el centro de la capa. Los granos de cuarzo en este
caso no se deshacen como la sílice amorfa, y así se hallan sueltos en la
tierra, y lavándola pueden separarse fácilmente.
Sobre los planos de fractura y en las hendiduras de esta roca silícea,
se encuentra otro mineral interesante en forma de planchas delgadas, y como
incrustando las piedras. Es de un color oscuro entre negro y pardo-gris,
casi del aspecto singular de la cera fósil; por ser muy blando se deja cortar
y raspar como jabón y es del mismo tacto untuoso como este; sobre la
fractura natural es mate, pero recibe lustre en la cortadura. Se pega á la
lengua, pero no mucho; humedecido se deja sobar entre los dedos como
cera, y poniéndolo en un vaso con mucha agua, se hace mas jabonoso y
resbaloso que el jabón mismo, sin deshacerse, como el bol, y sin dar una
masa plástica como la arcilla. Expuesto al fuego en el matraz dá mucha
agua; al soplete se vuelve blanco ó amarillo y se funde con alguna dificul-
tad, tifiiéndose de azul con el nitrato de cobalto. En el ácido clorhídrico
no se disuelve, pero sí en gran parte en el sulfúrico. Según todas estas
propiedades y reacciones el mineral es un hidrosilicato de alúmina y magnesia,
parecido á la saponita ó á la piotina. No es de una aplicación práctica,
como tampoco toda la capa silícea, en que se encuentra. — Al pié del cerro
de Cojitambo he visto el mismo mineral en las grietas y rajaduras de la
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 251
arenisca, y allá me aseguraron algunos campesinos, que esta sustancia arde
y que se hacen velas de ella, confundiéndola sin duda con el asfalto.
La formación de la arenisca de Azogues no es rica en sustancias me-
tálicas; oro y plata no contiene, y lo que dicen, que en una pequeña que-
brada al pié meridional del Cojitambo se han encontrado granos de oro, me
parece improbable y una fábula, que no tiene mas fundamento que el nombre,
que los indígenas dan á esa quebrada. Quien sabe, por qué la llaman Curi-
yacu, rio de oro, pues ni la arenisca, ni la andesita del cerro contienen este
metal. — En la arenisca de Azogues arman las antiguas minas de mercurio
en el cerro de Huaizhun cerca de San Marcos (anejo de Azogues). Las ga-
lerías son grandes y muy bien trabajadas, y no se puede dudar de que en
un tiempo las minas debían ser buenas, pues tales labores grandiosas no se
hace por nada; tanto mas admirable es, que actualmente no se puede des-
cubrir ni un rastro de mercurio en ellas, y parece que se han agotado comple-
tamente. No sabemos, en qué estado antiguamente se ha explotado el metal,
si en su estado nativo ó si en forma de sulfuro, que es el cinabrio. Me
parece, que debemos suponer lo primero, sobre todo que se dice, que los
campesinos en los alrededores encuentran á veces azogue líquido en el suelo;
y ademas, si hubiese existido una veta de cinabrio, era casi imposible, que
ahora no se descubra ni un indicio de ella en las paredes ó en el tumbado
de los socabones. De muchísimos puntos he sacado muestras para analizar-
las con exactitud; en todas partes encontré las piedras muy impregnadas de
óxido de hierro y de cal, y algunas veces presentan el color casi tan rojo
como el cinabrio; sinembargo no dieron las reacciones características del
mercurio. Mucho menos pude descubrir siquiera una gotita de azogue nativo,
y así juzgo, que la empresa de los que piensan en renovar los trabajos en
esta mina, seria á lo menos de éxito muy dudoso. Para saber, si la mina
en la profundidad vuelva á ser explotable, se necesitarían excavaciones cos-
tosas, cuales yo no pude hacer. — Advierto que el señor doctor Reiss, que
también visitó y examinó esta mina, llegó al mismo resultado negativo como
yo. Algunas personas me han asegurado, que las muestras de la misma
mina, que fueron analizadas en Lima, dieron V2 Por ciento de mercurio*) —
*) El Señor Karsten, quien no pierde ocasión de contradecirme, y de hacer sos-
pechosas mis observaciones (desde que me atreví á atacar en 1873 sus disparatadas teorías
volcanológicas), dice que yo por error he tomado las galerías subterráneas de Huaizhun
(que él nunca ha visto) por minas; las llama «antiguas canteras, de donde talvez se ha
sacado materiales de construcción» (!) (H. Karsten, Géologie de Tancienne Colombie Boli-
varienne, pág. 45). ¡Como si yo no podría distinguir una cantera de los antiguos tra-
bajos de minería, tan característicos, que los españoles han ejecutado en los siglos pa-
sados en las provincias del Azuay y de Loja (Zarama), y de que he visitado muchísimos !
¿Porqué el Señor Karsten rechaza aquí la tradición constante, apoyada esta vez por la
252 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO m.
No hay duda, que el azogue, que de vez en cuando se recoje en las in-
mediaciones de la villa, en el terreno superficial, proviene de la arenisca,
porque no hay otra formación en la cercanía.
Una vez que hablo del mercurio, añadiré, que Azogues no es la única
localidad, en que se encuentra en terrenos cretáceos. En las Peñas de Guaya-
quil, al pié del cerro de St*. Ana, y casi al nivel del rio Guayas, se ha
recojido en varias ocasiones este metal en forma de pequeñas gotas, lo
mismo que en algunos puntos de la orilla del rio Daule, al N de Guayaquil,
en terreno aluvial. El origen de este mercurio nativo queda aqui tan proble-
mático como en Azogues, pues en las rocas mismas de las Peñas, ó de la
cercanía del Daule, nunca pude descubrir un rastro de este metal. — En
1881 tuve ocasión de examinar una piedra singular, proveniente del valle de
San Antonio (rio de Pozuelos) , al Oeste de la Cordillera de Guaranda. Era
una especie de pórfido totalmente descompuesto, de manera que se podia
desmoronarlo con los dedos. Todas las oquedades pequeñas y grietas finas
de esta piedra estaban llenas de gotitas casi microscópicas de mercurio (las
mas grandes se podia distinguir con la lente), y cuando se lavaba el polvo
obtenido por la trituración de la piedra, resultó una canutad tan grande de
mercurio, que llegaba á 30°/0 de la masa. Hice un viaje expreso para exa-
minar la localidad de este hallazgo. La piedra se encontró cerca de la
hacienda Pacana, en el terreno aluvial ó diluvial, que en forma de colinas
bajas acompaña el rio á ambos lados, y se compone de una arcilla arenosa,
mezclada con toda clase de piedras rodadas, del tamaño de una nuez hasta
el de una cabeza. He visto el hueco en la pared de la grada aluvial, de
que fue sacada la piedra, y encontré muchos pedazos de pórfidos descom-
puestos, que se parecian en todo á la piedra examinada, menos en la pre-
sencia de mercurio; ni en las piedras, ni en el terreno mismo pude des-
cubrirlo. Lo curioso es, que en el mismo lugar atraviesa una antigua galería
angosta (túnel) y medio derrumbada la colina aluvial. ¿Con qué objeto fué
abierta? — No cabe duda que todas esas piedras rodadas del terreno aluvial
y diluvial provienen de las faldas de la Cordillera occidental, en cuanto per-
tenecen al sistema fluvial del rio de Pozuelos. La Cordillera se compone
aqui de areniscas y pizarras cretáceas con intercaladas rocas eruptivas (por-
firitas, rocas verdes). Pero ¿de qué parte del valle, ó de qué quebrada
lateral vino aquella piedra con mercurio, casi hasta la puerta inferior del
existencia de las minas antiguas, cuando con tanta facilidad cita las tradiciones y lo que
le contaron los naturales del pais, siempre que se trata de apoyar sus propias opiniones,
por mas contrarias que sean á una observación exacta? También le parece «improbable»,
que el mercurio de Azogues provenga déla arenisca. ¿Porqué? acaso solamente porque
á mi me pareció probable?
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 253
valle? Será difícil encontrar el lugar de su origen, tal vez la capa ó el
filón de que deriva, ya esta destruido completamente. Sinembargo, me pa-
reció bien llamar la atención de los geólogos y mineros venideros sobre
este valle y sobre el hecho curioso, que acabo de referir, especialmente
porque algunos años mas tarde el ingeniero Señor van Ischot, encontró el
mercurio en la arena del mismo rio de Pozuelos, algunas leguas mas abajo
de Pacana, en forma de globulitos sumamente pequeños, y juntamente con
un poco de oro. De este fenómeno, igualmente muy curioso, de un lavadero
de mercurio y oro, trataremos mas tarde, hablando de los lavaderos del
terreno diluvial. De todos modos debemos suponer, que en ambos casos el
mercurio de este valle deriva en última instancia de un terreno cretáceo.
Distinto debe ser el origen del mercurio, que se halla, de igual modo
asociado con oro, en los lavaderos de Collay en la Cordillera de Cuenca.
Aquí no puede derivarse sino del terreno de las esquistas cristalinas, como
el oro. La misma proveniencia atribuyo al mercurio, que se halla en la
llanura aluvial, en que está edificada la ciudad de Loja.
Volviendo á la formación de la arenisca de Azogues, debo decir, que
fuera del mercurio no contiene otros minerales metálicos. Pues algunas
minas de plata, que fueron trabajadas antiguamente en esa región, arman
en rocas porfídicas y dioríticas, que atraviesan las areniscas, y no pertenecen
por su naturaleza á las formaciones sedimentarias, aunque nacieron talvez
en el mismo periodo mesozócio.
Para la determinación de la edad geológica de la «Arenisca de Azogues»
era de mucha importancia el hallazgo feliz de fósiles en la cercanía de Paccha.
Encontré en el cauce del riachuelo de Paccha algunos trozos grandes de una
roca, que se compone toda de conchas, apenas cementadas por una sustancia
calcáreo -ferruginosa. Desgraciadamente no pude encontrar la roca in situ,
pero no cabe duda, de que forma ó formaba una capa subordinada en las
areniscas de esa región. Entregué las muestras al Profesor H. B. Geinitz en
Dresde, para examinarlas, y él reconoció desde luego la gran semejanza y
analogía, que presentan estos fósiles con los de la formación del Wealden
de Europa. Con seguridad se determinaron los géneros de Oyrena (2 ó
3 especies), Óyelas y Paludina (acuminata?); y las especies se parecen tanto
á algunas europeas, que talvez son idénticas con ellas. Si agregamos á esta
analogía paleontológica las otras, que se manifiestan en el carácter petro-
gráfico, especialmente la presencia del carbón y asfalto, no podemos dudar,
de que aquí tenemos una formación paralela y contemporánea al Wealden
europeo, es decir, la ínfima y mas antigua sección de la formación cretácea.*)
*) Algunos geólogos consideran el Wealden como la grada superior de la forma-
ción jurásica, ó como una formación intermedia entre la jurásica y cretácea.
254 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO III.
C. La formación cretácea de la Cordillera occidental.
Esta fácies es la mas anómala y mas difícil de estudiar, no solamente
porque el terreno se halla en regiones muy cubiertas de vegetación y de
difícil acceso, sino también por su combinación singular con las rocas erup-
tivas. Aunque encontramos también estratos de areniscas, margas parecidas
á las de la hoya de Cuenca, y pizarras oscuras de naturaleza arcillosa, pre-
dominan sinembargo los conglomeratos gruesos y las rocas brecciformes. En
estas rocas, que llegan á veces á una potencia enorme, se observa muy
bien, que las rocas eruptivas del período mesozoico han subministrado el
material principal para su formación; pues los fragmentos de los conglome-
ratos y brecchas, ya redondeados, ya angulosos, constan de diorita, diabasa,
pórfido, porfirita, cuarzo, arenisca, pizarra, — todo en mezcla estraña, y ce-
mentado por una sustancia silícea ó ferruginosa. Los bancos gruesos mani-
fiestan la estratificación imperfectamente, y están fracturados irregularmente
en cantos enormes. En muchos puntos tienen la semejanza mas grande con
conglomeratos y brecchas volcánicas y solo por un examen muy detenido
se puede distinguirlos de estas últimas. Se verá que entre los fragmentos
tan variados faltan las andesitas verdaderas y las lavas modernas, aunque
se hallen en la inmediación de los volcanes, circunstancia que prueba su
mayor edad. Una sefial distintiva exterior consiste en que por lo regular
estos conglomeratos y brecchas, cuyos fragmentos casi siempre se hallan
mas ó menos descompuestos, presentan un color verdoso (verde-gris, verde-
negro, verde-pardo, siempre de un verde-sucio), debido a un mineral cloríüco
ó glauconitico. Esta sefial, aunque muy frecuente, no es infalible, pues
conozco también conglomeratos volcánicos verdosos, y otros cretáceos sin
este color. — Si buscamos en la petrografía una analogía para los conglo-
meratos descritos, la encontraremos en aquellas rocas singulares, que so
llaman Nagelfluhe, y que pertenecen á los terrenos terciarios de Europa. No
hay duda, que en el aspecto exterior se encuentra una semejanza muy grande;
pero considerando las relaciones, en que nuestros conglomeratos están con
las diabasas, porfiritas y otras rocas eruptivas, quisiera compararlas mas bien
con ciertos terrenos de las formaciones pérmica y triásica, especialmente de
la primera. Así como la arenisca pérmica ó dyásica (Rothliegendes) nació
de los pórfidos de aquella época, de igual modo una gran parte de los con-
glomeratos y brecchas cretáceas del Ecuador, trae su origen directa ó in-
directamente de las rocas eruptivas del periodo cretáceo. Las «Rocas verdes»
(tomando la palabra en su sentido mas lato) atraviesan el terreno cretáceo
de la Cordillera y de sus ramales en puntos innumerables, tanto sobre las
crestas, cuanto en las faldas, ya cubriendo terrenos extensos, ya en forma
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 255
de cúpulas, diques, vetas aisladas, ya intercalándose en forma de estratos
entre las areniscas sedimentarias. En muchos casos no sabemos, si una roca
es un pórfido descompuesto, ó una toba porfídica, ó una arenisca nacida de
partículas porfídicas. Otras veces las areniscas finas de color verde-osuro
son tan compactas y semicristalinas (metamorfizadas?), que apenas podemos
distinguirlas de una diorita ó diabasa verdadera. Lo que mas confunde, son
las muchas é insensibles transiciones de todas estas rocas clásticas y cris-
talinas. Observamos p. ej. im peñasco de diabasa ó porfirita no dudosa, á
la distancia de 10 metros contiene tantos fragmentos angulosos, que debe-
mos llamarla una breccha de aquella roca, y otros 10 metros mas allá en-
contraremos un conglomerato evidentemente sedimentario, ó una arenisca
estratificada, pero siempre con pequeños fragmentos de aquella diabasa ó
porfirita; en ningún punto hallaremos las tres clases de rocas bien limitadas,
el tránsito es casi imperceptible. — Si tales dificultades se presentan en
puntos descubiertos y accesibles á la observación, en otros lugares que están
cubiertos por una vegetación tropical, y en que podemos observar á lo mas
la superficie descompuesta, se aumentan á tal grado, que una exacta deter-
minación y limitación de las formaciones es enteramente imposible. Des-
graciadamente la mayor parte de la Cordillera occidental se halla en este
último caso. Por esto no es por demás repetir, que mi carta geológica in-
dica de un modo bastante vago la extensión de los pórfidos y arocas verdes»
de la sierra. El color, que las representa en el mapa, continúa á veces sobre
grandes áreas, en donde tienen la preponderancia, sin que se excluya del
todo la presencia de algunos estratos sedimentarios de aquellas rocas am-
biguas de la formación cretácea.
Una región bastante favorable al estudio de las rocas en cuestión, por
ser algo despejada de la vejetacion, es el valle de Chimbo, especialmente
sus laderas orientales, desde el Chimborazo hasta Palla tanga, y aun hasta
Puente de Chimbo. Los conglomeratos potentes se encuentran muy desar-
rollados al pié suroeste del Chimborazo; todos los cerros entre Guaranda y
el Arenal, por donde cruza el camino antiguo, constan de ellos, especial-
mente los cerros de Yacoto y de Yana-urcu, cerca de la Ensillada, después
los peñascos tajados de Panza, abajo de la última subida al Arenal, y los
cerros que componen la loma de la Cordillera occidental al Sur del Chim-
borazo, hasta el Puyal y Pangor. Allá se hallan los dichos conglomeratos
á veces con capas alternantes de pizarras oscuras y cuarcitas, en alturas
de 4000 á 4400 metros sobre el mar. Á la misma formación, como los
cerros de Yacoto, pertenecen los muy parecidos de Cachillacta, entre el rio
Gradas y el de San Lorenzo; la observé igualmente en todas partes, fal-
deando la Cordillera entre Santiago y Cañi, y después en los cerros, que
256 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO III.
rodean el valle de Pallatanga. Mas al Sur la vegetación es muy espesa,
sinembargo los conglomeratos salen á luz en varios puntos de los caminos,
que de Puente de Chimbo suben á Sibambe y a Linje. — Una ocasión
magnífica para el estudio de la formación cretácea y sus relaciones con las
rocas verdes presentarán los muchos cortes, que los trabajos del ferrocarril
de Puente de Chimbo á Sibambe han de abrir, especialmente desde San
Roque para arriba (Huigra, Lican, Pagma etc.). Allá abundan las rocas am-
biguas y las transiciones de las cristalinas á las sedimentarias. — En las
laderas occidentales de la Cordillera de Chimbo la observación se dificulta
por la vegetación, pero no faltan trechos, en que se observa la formación
y las Rocas verdes intercaladas, á lo largo de los caminos, que del litoral
conducen al valle de Chimbo. Lo mismo dígase de los caminos que suben
de la costa á las provincias de Cañar, Azuay y Loja. Respecto á la ex-
tensión, que en el mapa doy á esta formación en la hoya del rio de Cata-
mayo, y ea el triángulo entre este rio y el de Macará (región de Cariamanga),
debo advertir que no es bien segura, y que puede ser, que algunos terrenos
de aquella región pertenezcan á la formación terciaria, pues ciertas capas
se parecen mucho á las, que se hallan en la hoya terciaria de Malacatos y
Vilcabamba. Cierto es, que la prolongación occidental de la Cordillera de
Alamor es terreno cretáceo, y que entre los sitios de Tambillo, Mangulco y
Casadero lleva el carácter de la fácies litoral, como en la Cordillera de
Chongon. El estudio geognóstico de los cantones de Calvas y Paltas queda
todavía muy incompleto; solo de paso pude hacer algunas observaciones,
por razones que he explicado en mi Memoria sobre la provincia de Loja
(pág. 11).
En cuanto á los accidentes tectónicos de este terreno podemos decir,
que las capas siempre se hallan muy levantadas hacia el eje de la Cor-
dillera, buzando al Oeste con ángulos de 15 á 80 grados. — Ya queda dicho,
que en muellísimos puntos se hallan atravesadas por diques, vetas, filones
y macizos grandes de las rocas porfídicas de toda clase. Ademas de ellas,
se encuentran muy frecuentes, como fenómenos secundarios y consecuencias
del metamorfismo y de la descomposición, vetas de cuarzo, espato calizo, y
otras sustancias mas raras. Capas bituminosas, que destilan un poco de
petróleo, se descubren en la cercanía de Calacalí, al NO de Quito y del
Pichincha, otras capas pizarrosas, igualmente muy bitumiosas, se han en-
contrado á las faldas occidentales del Atacazo y del Corazón. Al Oeste del
Chimborazo salen las fuentes cargadas de sal, al lado del pueblo de Salinas
(al N de Guaranda), sin duda alguna de este mismo terreno cretáceo, y son
un indicio de la presencia de sal gema en las profundidades; pues, las
capas de conglomeratos volcánicos de aquella región de Salinas son muy
LA FORMACIÓN CRETÁCEA. 257
superficiales, y á poca distancia so descubren en las quebradas los estratos
antiguos. — Si en algunas localidades se ha descubierto un poco de oro (en
lavaderos) y rastros de otros minerales metálicos, estos derivan sin duda de
las rocas porfídicas del terreno, que con sus fragmentos han contribuido a
la formación de los estratos sedimentarios.
No faltan del todo los indicios de restos orgánicos, pero hasta ahora no
se ha encontrado ninguno, que permitiese una determinación segura de la
especie ó del género, y que nos sacase de la incertitumbre respecto á la
edad relativa del terreno. En las pizarras bituminosas se observa de vez
en cuando escamas de peces y fragmentos de conchas. El señor Reiss en-
contró impresiones de conchas en las areniscas entre Cañar y Azogues en
el rio Molobog, pero son mal conservadas é indeterminables. Hasta que un
hallazgo feliz de fósiles mejor conservados nos saque de las dudas, debemos
limitarnos á decir que el terreno en cuestión, según toda la aparencia petro-
gráfica y estratigráfica, pertenece á la formación cretácea, y que probable-
mente es coetáneo con la arenisca de Azogues, es decir que representa en
su mayor parte la grada inferior entre las secciones de dicha formación. La
erección de las capas y su levantamiento hasta las alturas enormes en que
las encontramos hoy dia, es naturalmente un fenómeno posterior, y pudo
suceder á fines del período mesozoico y coincidir en parte con el terciario.
Wolf, Ecuador. 17
Capítulo IV.
Las rocas porfídicas y las rocas verdes.
En el capítulo precedente hemos tenido ocasión de hablar de las muchas
relaciones, en que se hallan los terrenos cretáceos con las rocas porfídicas
y rocas verdes, y hemos sacado la consecuencia, que una gran parte de las
últimas son coetáneas con los primeros, lo que no excluye, que algunas
hayan existido antes de la época cretácea, y algunas nacido después de ella.
De todos modos encuentran aquí su lugar mas natural, si queremos seguir
en nuestras consideraciones geológicas un cierto orden cronológico.
Antes de entrar en la materia, debo declarar, que esta reunión, que
hago de rocas tan distintas en un solo grupo, bajo la vista puramente petro-
gráfica seria inadmisible, pero en esta obra es excusable y hasta cierto punto
necesaria, por las razones siguientes: Io. Aunque tenemos entre estas rocas
algunas muy típicas, como por ejemplo pórfidos cuarzosos, y dioritas macro-
cristalinas y porfiroideas, resta sinembargo la mayoría de ellas, que presentan
una estructura tan microcristalina y afanitica, que su determinación exacta
no se puede hacer, sino mediante las análisis químicas y un estudio micro-
scópico; ambos métodos no se han empleado todavía, sino en casos muy
raros, y en el Ecuador faltan todavía institutos, en que tales estudios difí-
ciles podrían ejecutarse. 2o. Unas especies pasan por innumerables transi-
ciones y tan insensiblemente en otras, que por ahora es imposible fijar los
límites netos de cada una. 3o. Muchas de estas rocas se hallan en la super-
ficie (que solo es accesible) y á bastante profundad tan descompuestas y
metamorfizadas, que no podemos reconocer su estado primitivo. — Bajo tales
circunstancias la distinción de ciertas variedades bien reconocidas, mediante
distintos colores en el mapa, en medio de otras «rocas verdes», que á caso
son solamente formas afaníticus de aquellas, tal vez hubiera aumentado la
confusión, y pareció mas conveniente, señalar todas esas rocas, por ahora,
con un mismo color.
LAS BOCAS PORFÍDICAS. 259
El teatro principal de las rocas porfídicas y verdes se halla en las pro-
vincias meridionales de la República, en las del Azuay, de Loja y del Oro,
y por esto la mayor parte de los ejemplos por alegar tomaremos de allá.
En la mitad setentrional del país quedan muy ocultadas debajo de los ter-
renos volcánicos, y en las faldas exteriores de la Cordillera occidental son
poco estudiadas. Pero el que se encuentran también en esta última zona
muy desarrolladas, y con gran variedad petrográfica, lo comprueban las
muchísimas piedras rodadas y arrastradas por los ríos occidentales. En todos
los valles de las faldas occidentales de los Andes predominan los guijarros
de pórfidos, porfiritas, dioritas y diabasas, mezclados con los de naturaleza
volcánica, que derivan de las cumbres mas altas. Del terreno cretáceo,
destruido por la erosión de los rios, se conservaron entre los guijarros solo
los materiales muy duros, como el cuarzo de las vetas, las pizarras silíceas
y areniscas muy duras, mientras que las margas, areniscas flojas y pizarras
blandas fueron reducidas á polvo y arena. Si uno estudiara solamente el
terreno de acarreo en los valles inferiores, sin penetrar mas arriba á las
faldas superiores, podría concluir de la abundancia de las rocas porfídicas
y verdes, que toda la Cordillera se componga casi exclusivamente de ellas.
El pórfido propiamente dicho, que entro los arquitectos se conoce con
el nombre de « pórfido rojo » y entre los geólogos tiene el de pórfido cuar-
zoso, compone la mayor parte del cantón de Zaruma, en donde llega á tener
una importancia práctica muy grande, por cuanto las vetas de cuarzo aurífero
arman en él. También en el valle de Catamayo, con sus laderas áridas y
desprovistas de vegetación, se encuentran hermosas variedades del pórfido
rojo. Con desarrollo típico se halla en el valle de Yunguilla (prov. del Azuay),
y en ningún lugar se puede estudiarlo mejor, que en el puente de Aya-
bamba, donde el rio Rircay ha surcado una abra profunda en la peña viva.
Este pórfido de Ayabamba forma una de las rocas mas hermosas de la Re-
pública, y bien labrado y pulido podría rivalizar con los soberbios pórfidos
empleados en los edificios de la antigua Roma. Sus elementos constitutivos
se dan á conocer á primera vista; en una pasta criptocristalina, de un color
rojo ó rosado, se destacan los cristales y fragmentos do cuarzo, feldespato
(ortoclasa), mica negra y anfibola. Esta hermosa piedra, que á poca pro-
fundidad debajo de la superficie es muy compacta y fresca, merece ser uti-
lizada en obras arquitectónicas.
Las porfiritas, que se distinguen de los pórfidos propios por contener
otra especie de feldespato, es decir, la plagíoclasa en lugar de la ortoclasa,
se encuentran en muchos lugares y muy bien desarrolladas en el nudo de
Tinajillas. En el descenso de este último punto á la quebrada de Shiña,
valle superior del rio León, se puede colectar muchas variedades. En una
17*
2G0 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO IV.
masa fundamental que es rojiza, grié, amarillenta ó verdosa y á la vista
parece homogénea, se observan los fragmentos cristalinos de plagioclasa y
comunmente de cuarzo, rara vez de mica y anfibola. La mayor parte de
las porfiritas son cuarzosas; pero las hay también sin cuarzo visible, y en-
tonces se parecen tanto á ciertas rocas volcánicas (andesitas), que es difícil
distinguirlas, especialmente cuando no se puede estudiarlas «in situ» y en
su yacimiento natural, sino solo en piedras rodadas y mezcladas con ver-
daderas andesitas, como sucede en algunos puntos de la provincia del
Azuay.
La variedad hialina del pórfido, que se llama Piedra- pez (Pechstein,
Retinita) es un vidrio natural, siendo para el pórfido lo que es la obsidiana
y perlita para la andesita, se ha encontrado en el cerro de Molobog, en el
camino entre Cañar y Azogues, y fué mencionada también por el doctor
Reiss en su carta varias veces citada.
La diorita es taJvez la «roca verde» mas divulgada en el Ecuador. Se
halla en todas las variedades, desde la macrocristalina y porfiroídea, hasta
la criptocristalina y afanitica, siendo en el caso último imposible de distin-
guirla de la diabasa, sin el examen químico y microscópico. En la pro-
vincia de Loja y en el cantón de Zaruma la he encontrado en varios puntos
al lado de los pórfidos, ó intercalada á ellos, pero me parece, que hacia el
Norte, donde los verdaderos pórfidos se hacen mas raros, la diorita es mas
frecuente; así en la provincia del Azuay, donde compone la mayor parte de
la Cordillera occidental.
Para el estudio de la diorita ningún lugar se adapta mejor que la car-
retera de Cuenca a Guayaquil, desde Sayausí hasta Quínoas. La roca se
conoce con suma facilidad, cuando se presenta en su variedad típica; se
compone de plagioclasa (oligoclasa) blanca y anfibola verde-negra, la última
en prismas a veces bastante largos; á estos dos minerales característicos se
asocia frecuentemente el cuarzo. — En todo el camino de Naranjal (respec-
tivamente desde Chacayacu) á Cuenca se encuentran rocas dioríticas, pero
en la superficie son tan descompuestas, que uno debe ser minerálogo bien
ejercitado para reconocerlas. En la carretera hubo necesidad de cortar las
peñas y de romper grandes pedrones mediante la pólvora, y de este modo
los peones prepararon al geólogo, por decirlo así, una colección rica, en que
puede estudiar todas las variedades de la diorita y los accidentes, que ofrece
esta roca, mejor que en cualquier gabinete de mineralogía. — En este mismo
lugar se ofrecen al estudio las rocas fragmentarias ó clásticas, que suelen
acompañar las dioritas. Pues es de saber, que los antiguos pórfidos, por-
firitas y dioritas presentan sus analogías con las rocas modernas volcánicas,
en cuanto que de los materiales fragmentados y triturados se formaron tobas,
LAS BOCAS PORFÍDICAS. 261
conglomeratos, brecchas etc. Como estas rocas, que podemos llamar secun-
darías ó regeneradas, son menos duras y compactas que las primitivas de
que derivan, sus minerales son mas expuestos á la descomposición, y esta
se anuncia en las porfídicas con un color rojizo (óxido de hierro), y en las
dioríticas con un color verdoso (silicato de hierro). Muy hermosas son las
brecchas dioríticas, que se encuentran en la carretera de Quínoas, y los frag-
mentos angulosos de diferente tamaño y forma y de varios matices, cemen-
tados por una toba fina, parecen á veces á una obra mosaica; también son
bastante duras para que pudieran servir de materiales arquitectónicos y ha-
rían un efecto magnífico en la pilastrada de un edificio. — Otras tobas del
mismo lugar se componen de un material mas fino y homogéneo, y se pa-
recen mas bien á ciertas areniscas duras. Algunas de un color gris-verdoso
me recordaron vivamente las piedras, de que se ha edificado el castillo de
Inca-pirca, y que pertenecen á la misma clase de las tobas dioríticas; son
muy ricas en cuarzo y casi tan duras que la diorita misma. Se vé que los
Incas eran buenos arquitectos, hasta en la elección del material de con-
strucción, que traían de lejos, pues no se encuentra en las cercanías de Inca-
pirca, aunque no dudo, que la cantera se descubrirá algún día en los cerros
de Molobog ó de Huairapungo. La roca que compone el cerrito de Inca-
pirca y en que se halla excavado el Inca-chungana, contiene también muchos
materiales dioríticos y puede considerarse como una toba arenosa estratifi-
cada, que probablemente es un miembro de aquella formación cretácea am-
bigua, que caracteriza la Cordillera occidental, como hemos visto mas arriba.
En el litoral se hallan las dioritas ya al pié de la Cordillera, represen-
tando las últimas proyecciones de ella, ya en forma de cúpulas aisladas en
las llanuras, ya interrumpiendo las capas cretáceas. En la provincia del
Guayas constan de rocas dioríticas los cerros de Taura (Masvale, Batang,
Cimalon, Perequeté, Guabito), el aislado cerro de Zamborondón, los cerros al
lado izquierdo del rio Daule, entre la Candelaria y Pula, con el cerro de
Yolan, el de la Estacada y otros, los cerritos de Petrillo y del Martillo en-
frente; finalmente varias cúpulas en el terreno cretáceo de la Cordillera de
Chongon y de Juntas.
En la provincia de Manabi se hallan en el terreno cretáceo al Oeste de
Jipijapa, especialmente en el Cerro bravo y en el de San Vicente, las dioritas
y las tobas y conglomeratos dioríticos con un desarrollo muy singular, que
recuerda vivamente las formaciones volcánicas. Cuando en 1871 visité por
primera vez este terreno y entré en el hondo valle del rio Seco al pié del
Cerro bravo, me creí trasladado á una de las quebradas en las faldas de
nuestros volcanes andinos. Las altas paredes de ambos lados se componen
de conglomeratos y brecchas, que se parecen á las tobas volcánicas con
262 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO IV.
pedazos de andesitas y lavas de toda clase; las tobas forman un manto
grueso casi hasta la cúspide del cerro, y las tres puntas mas altas de este
constituyen un hondón, ó una especie de cráter abierto hacia O. Para hacer
mas completa la analogía, brotan, no muy lejos del cerro, en la quebrada
de Choctete, unas fuentes cargadas de ácido sulfhídrico, y muy parecidas
á las termales del Cotacachi. En la quebrada del rio seco, y al pié mismo
del Cerro bravo, se encuentran fragmentos enormes de toba caliza, llena de
restos orgánicos, que atestiguan, que aquí todavía en la época cuaternaria
salieron fuentes cargadas de carbonato de cal. Á esto se agrega, que las
variedades de piedras, examinadas en el lugar mismo, no contenían cuarzo,
á lo menos no lo dejaban conocer á la vista libre, y que muchas de ellas
tenían el aspecto exterior de ciertas andesitas. Seducido por todas estas
apariencias, tomé en efecto aquellos cerros de Jipijapa por antiguos volcanes
andesiticos y manifesté esta opinión en una relación, que escribí inmediata-
mente después del viaje. Pero un examen mas detenido de los materiales
llevados á Quito, me convenció posteriormente de mi error, que revoqué en
algunas publicaciones posteriores. (28) — La mayor parte de las muestras re-
sultó de naturaleza diorítica, ó á lo menos como perteneciente á las «rocas
verdes», y algunas son verdaderas dioritas porfiroídeas, aunque en todas el
cuarzo es muy raro y solo accesorio.
Es muy probable, que después del análisis química y microscópica, varias
de las afanitas del litoral y de la sierra, que ahora llamamos dioritas, re-
sultarán ser diabasas y meláfidos. Asi ya sucedió con la roca negra, que se
halla en la chorrera de Agua-clara, cerca de Puente de Chimbo, intercalada
en el terreno cretáceo de la Cordillera occidental. Según Siemiradski*), que
la analizó, es una roca que tiene algunas propiedades de la diabasa, otras
del basalto, mientras que su hábito exterior recuerda ciertos meláfidos an-
tiguos; él la llama rnesobasalto. El feldespato se parece á la plagioclasa do
las dioritas, pero según la composición química es probablemente anortita;
los otros componentes son augita, anfibola, olivina y magnetita. En venas
delgadas se halla la serpentina (un producto del metamorfismo) y como
mineral accesorio he observado la pirita en bastante cantidad. Este último
mineral, que parece no haberse encontrado en la muestra analizada por Sie-
miradski, porque no lo menciona, es interesante, por ser muy característico
para todas las rocas verdes del litoral. Presentando la roca de Agua-clara
mas propiedades de las antiguas rocas verdes, que de las volcánicas, y per-
teneciendo según su yacimiento á la época cretácea, el señor Siemiradski tam-
bién en su car tita debía señalarla entre las primeras y no con entre las últimas.
*) Ein Beitrag zur Kenntniss der typischen Andesitgesteine (Dorpat 1885), pág. G.
LAS BOCAS POBFÍDICA8. 263
El estudio teórico de las rocas porfídicas y verdes del Ecuador es muy
interesante para el petrógrafo y le abre un campo muy vasto; pero en la
práctica tienen mayor interés aquellos accidentes y productos, que el petró-
grafo llamaría secundarios y subordinados. Si exceptuamos las piedras de
cantera ó de construcción, ninguno de los minerales útiles que encontramos
en las rocas porfídicas, pertenece á la constitución primitiva de ellas, siendo
todos unos productos secundarios, que derivan de la descomposición química
y del metamorfismo de los constitutivos primarios, ó minerales accesorios,
que se han formado posteriormente en las vetas y filones metalíferos.
Los minerales principales, que entran en la composición de las rocas
porfídicas son: varios feldespatos, anfibola, augita, mica, magnetita (hierro
magnético) y á veces cuarzo. Exceptuando los últimos dos, los demás son
silicatos, que se constituyen de sílice, alúmina, óxido de hierro, cal, mag-
nesia, potasa, soda y agua. Ahora bien, en la descomposición química de
las rocas, respectivamente de sus minerales constitutivos, que se verifica
especialmente con ayuda del agua y del acido carbónico, que contienen las
combinaciones de sílice, se transforman en las de ácido carbónico, en otras
palabras, los silicatos en carbonatos; silicato de cal, magnesia, potasa etc.
se convierte en carbonato de cal, magnesia, potasa etc. El óxido de hierro
queda libre y el silicato de alúmina, recibiendo una determinada cantidad
de agua, es la arcilla. Cuando esta descomposición sucede en la superficio
terrestre, los carbonatos serán llevados por las aguas (en forma de bicar-
bonatos disolubles), y queda como último resultado y resto solamente la
arcilla con el óxido de hierro. lié aquí la explicación científica del origen
de la arcilla roja, que encontramos en todas las montañas del territorio de
los pórfidos, en donde no falta la humedad, y que es la causa principal de
que los caminos con las lluvias se ponen tan malos, como he dicho en otro
lugar. — El procedimiento de la descomposición puede modificarse de mil
modos, bajo circunstancias é influjos locales; así encontramos á veces en
lugar del carbonato de cal el sulfato, que es yeso, en lugar del carbonato
de magnesia, se ha formado también su silicato etc. El punto principal para
la inteligencia del metamorfismo es, que los elementos que constituyen los
minerales primitivos, salen de su combinación química, capaces de entrar
en varias nuevas combinaciones, que son enteramente distintas de las pri-
meras. Lo que antes estaba reunido y fijado en un solo mineral, se presenta
dividido y aislado; y muchas veces las sustancias, que quedan inútiles en
sus primeras combinaciones, se nos hacen provechosas en las segundas.
Como hemos dicho, el resultado final de la descomposición de los pór-
fidos en la superficie terrestre, suele ser un depósito de arcilla (caolina,
cuando es muy pura). Pero en la profundidad y en el interior de las rocas
2fi4 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO IV.
el procedimiento se modifica algo, en cuanto los carbonatos y demás sus-
tancias no serán llevadas por las aguas, y al contrario quedan esparcidas
por la masa, ó formarán vetas y venas, cuando se presentan grietas y hen-
diduras ú otras cavidades, en donde pueden precipitarse. Así se explica el
sinnúmero de vetas de distintas clases en este terreno, y también la mayoría
de las venas de cuarzo (sílice), que pertenecen a esta categoría; pues aun-
que las rocas son generalmente básicas, no conteniendo en su estado fresco
mucha sílice libre, sinembargo en la metamorfosis de los silicatos esta se
suelta, y la que no entra en nuevas combinaciones, queda supérflua y sirve
para rollenar las grietas de las rocas.
Hay que advertir, que la transformación superficial en arcilla se verifica
solamente en los lugares húmedos, como en las montañas cubiertas de bos-
ques del cantón de Zaruma, y en las alturas en que llueve frecuentemente.
En lugares muy secos, como en los valles de Yunguilla, Catamayo, de Ca-
sanga, de Calvas etc., aunque el terreno se compone de las mismas rocas,
no so observa esta arcilla, ó solamente por excepción. La descomposición
se manifiesta allá de otra manera, resquebrajándose y deshaciéndose las rocas
en fragmentos y pedacitos irregulares, cascajo y arena (conforme lo hemos
visto también en el granito de Juntas). Esta diferencia notable en la des-
composición de un mismo terreno se observa muy bien subiendo, por ejem-
plo, del valle de Calvas á las alturas de Cariamanga ó del de Catamayo á
Catacocha; á medida que aumenta la humedad, y por consiguiente la veje-
tacion, vá desapareciendo la arena y el cascajo seco, y vá aumentándose la
arcilla y el lodo en los caminos.
Entre los minerales útiles de este terreno nombraremos en primer lugar
la caolina 6 tierra de porcelana, que debe su origen igualmente á la des-
composición química de los minerales, sobre todo de los feldespatos, y tiene
tanta afinidad con la arcilla común, que podemos llamarla arcilla química-
mente pura y libre de óxido de hierro y de cal. La caolina abunda en la
provincia de Loja y se conoce allá bajo el nombre de «creda» ó simplemente
«tierra blanca». Por lo común son las vetas de pórfido, que atraviesan el
pórfido mismo ó las esquistas antiguas, las que se han transformado en cao-
lina; así por ejemplo, en el camino de La Toma al Villonaco, en Sacama
entre Loja y Juntas, cerca de Zaraguro etc. El material mas puro, blanco
como nieve, que puede rivalizar con la mejor caolina de la China, se halla
en la falda del cerro Chalalapo, x¡i legua al Sur de la hacienda Palmira en
el valle de Tiscóbamba, en un macizo de pórfido descompuesto. El depósito
es abundante y daria sin duda una porcelana fina y superior. Las varie-
dades mas impuras (y hay todas las transiciones hasta la arcilla ordinaria)
podrían ser empleadas en la fabricación de ladrillos refractarios, y cuanto
LAS BOCAS PORFÍDICAS. 265
mas blancas y libres de óxido de hierro, tanto menos serán fusibles y tanto
mas refractarias. — Nodulos de caolina muy pura y pseudomórfosis según
feldespato se encuentran en algunas vetas de cuarzo, como también en la
mina Porto velo cerca de Zaruma.
Algunas sustancias mas raras, pero mineralógicamente interesantes (y
todas ellas son productos de descomposición de los pórfidos), mencionaremos
aquí en continuación de la caolina. Cerca de Gonzanamá el pórfido aloja
ríñones y venas de un hidrosilicato de magnesia y alúmina, que según todas
sus propiedades físicas y reacciones químicas pertenece á la saponita ó pio-
tina (jabón mineral). La sustancia es amorfa, muy blanda (dureza=l), blanca
ó algo agrisada, de tacto untuoso como jabón, y se pega á la lengua. Al
soplete se funde con alguna dificultad en un vidrio poroso, en el matraz dá
mucha agua y se enegrece. No se disuelve en el ácido clorhídrico, pero se
descompone en el sulfúrico. La saponita es un mineral bastante raro; en
Inglaterra se usa como ingrediente en la fabricación de porcelana.
En la misma región de Gonzanamá se encuentran vetas de bol, que por
sus propiedades físicas tiene mucha analogía con el mineral precedente, pero
es un hidrosilicato de alúmina y hierro, y se distingue fácilmente de la sa-
ponita por su color pardo de castaña. Echándolo en agua se deshace con
chisporroteo en pedacitos pequeños.
Otro mineral no frecuente se halla en Verde -rumi, cerca de Paccha,
cantón Zaruma, que á primera vista habia (ornado por esteatita, pero los
exactos ensayos mineralógicos comprobaron que es la llamada agalmatolita,
ó mas bien una variedad compacta de la piroJUita. Este mineral es de un
color hermoso verde -manzana ó verde -esmeralda, con manchas y venas de
color gris y algo encarnado; es transluciente, blando (dureza = 2, ó de yeso),
de (acto suave y algo untuoso; su textura es criptocristalina, en apariencia
amorfa, y con una buena lente se vé, quo se compone de hojitas y fibras
muy finas, que tienen lustre de nácar. En el matraz dá bastante agua, y
al soplete se vuelve blanco sin fundirse; en el ácido clorhídrico no se di-
suelve, ni se descolora. Químicamente es un hidrosilicato de alúmina, como
la caolina, pero con mas de sílice y menos de agua. Los habitantes creen
que es una mina de esmeralda («esmeralda tierna»). El uso, que se podría
hacer de ella, es para fabricar pequeñas estatuas, vasos y utensilios de adorno,
como los chinos usan la agalmatolita y otras piedras blandas y de hermosos
colores. Pertenece mas bien á las curiosidades mineralógicas, así como el
mineral que sigue:
La xilotüa, que imita con su estructura fibrosa y también con su color
pardo perfectamente la madera fósil. Se encuentra en planchítas y tahlitas
delgadas, rellenando las grietas de un pórfido cobrizo cerca de la hacienda
266 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO IV.
Juanes en el valle de Catamayo, del que tendremos que hablar mas tarde.
Es un hidrosilicato de magnesia y hierro, que sin duda debe su origen á
la descomposición de la anfíbola.
Este último mineral, la anfibola, se halla también en su estado fresco
en masas considerables, componiendo algunas vetas en Palto cerca de Paccha.
Es la variedad que se llama tremolita, y está asociada con hierro magnético
y cuarzo. Increíble es, como la gente puede tomar esta sustancia pesada é
infusible por el verdadero carbón de piedra, y aun mas incomprensible, como
algunos a mineros» pudieron fundar sus esperanzas en esas aminas de carbón
do Palto». — En toda la provincia de Leja no hay carbón de piedra, fuera
de la poca lignita de que hablaremos mas tarde.
Vetas de carbonato y sulfato de cal (piedra caliza y yeso) pertenecen á
los fenómenos mas frecuentes en este terreno y son, como las de cuarzo,
productos inmediatos de la metamorfosis química de los pórfidos. No rara
vez se hallan pedazos de cal y yeso esparcidos en la arcilla y en la arena
y cascajo que cubren las rocas; pero basta remover estos materiales y se
descubrirán en la pefia viva descompuesta las venas, de que derivan aquellos
fragmentos. Rara vez las vetas son tan abundantes, que costeen el trabajo
de la explotación, y como el fenómeno es demasiado común, no citaremos
muchas localidades especiales. Solo un lugar merece una atención especial.
Al NO de Quito, y al Oeste del Pululagua, donde en la cercanía de Calacali
acaban las rocas volcánicas y comienza el terreno cretáceo, atravesado por
rocas verdes, se halla en una de estas últimas una veta muy ancha de ala-
bastro (yeso granoso-cristalino) que desde tiempos inmemorables se explota
en pequeñas cantidades para quemar yeso y venderlo en Quito. He visto
trozos grandes, blancos como nieve y enteramente puros, que se parecen al
marmol de Carrara (pero son mucho mas blandos), y bien podrían emplearse
también para pequeñas obras de estatuaria.*)
Muy interesantes son las vetas de baritina (sulfato de baria) que encontró
en dos localidades, una en el cantón de Zaruma, y otra en la provincia de
Cañar. — En el cerrito de Zarum-urcu cerca de Zaruma, que consta de pórfido
descompuesto, se vé en la falda oriental una veta, que se distingue de otras
de esta región por su posición horizontal y por su composición anormal.
El mineral, que la forma, es espato de barita ó baritina, teñida exteriormentc
de rojo por el peróxido de hierro, que la acompaña. Por el gran peso espe-
cifico (4,5) que es propio á este mineral, lo tomaron algunos mineros in-
*) Los « alabastros » de Cuenca y de otras localidades, pertenecen á las tobas calizas
de estructura granoso-cristnlina, de consiguiente son carbonato de cal. El alabastro ver-
dadero siempre es sulfato de cal (yeso).
LAS BOCAS POEFÍDICA8. 267
expertos por una sustancia metálica, hablando unos de una mina de mercurio,
otras de arsénico etc. La veta no contiene ningún metal, fuera del óxido
de fierro ya mencionado, que en algunos puntos toma un color rojo tan
subido, que se parece algo al cinabrio. La baritina es cristalizada, y forma
los cristales grandes que le son propios. De la disposición entrecruzada de
los cristales nace una masa reticular y celular, cuyos mallas están llenas de
ocre (óxido de hierro terroso). La veta tiene la potencia de tres cuartos de
un metro, y sigue la dirección horizontal. Puede ser, que esta excepción
de la regla sea solo aparente, y que por una fuerte dislocación del terreno
la posición originalmente vertical se haya cambiada en la horizontal. Precisa-
mente en aquellas faldas del Zarum-urcu se observan varias señales de grandes
derrumbos; por lo demás la veta es visible por una extensión muy pequeña.
El origen de la baritina del terreno porfídico es difícil de explicar, porque
los pórfidos no contienen el sulfato de baria en cantidades perceptibles.
La segunda localidad, en que se encuentra la baritina, es el cerro de
Pilzhun al NE de Azogues. Este es un cerro alto y muy extenso, en cuyas
faldas opuestas nacen las cabeceras del rio Tabacay y del de Taday. Entre
las rocas porfídicas que le componen, predominan las dioriticas, pero muy
descompuestas en la superficie. En varios puntos se observa, que unas
cuchillas ó crestas sobresalen como murallas de 1 á 3 metros de ancho, la
superficie descompuesta, y atraviesan el cerro de S á N, otras de E á O.
Estas son vetas de pórfido silicificado y de cuarzo y baritina, que resisten
mejor á las influencias atmosféricas, que destruyen la roca adyacente. La
masa principal de estas vetas se compone de cuarzo, pero á veces están
llenas de nodulos y ríñones de una sustancia blanca y friable, que es caolina
y el residuo de pedazos de pórfido (ó diorita) metamorfizado. La baritina
acompaña el cuarzo en hilos y masas reticulares, y prevalece en algunas
vetas sobre él. Los filones de Pilzhun se distinguen del de Zarum-urcu no
solamente por la presencia de cuarzo, sino también y especialmente por ser
ricos en minerales metálicos, piritas, y combinaciones de cobre y plata con
antimonio y arsénico (Tetraedrita, Fahlerz). Véase sobre estas minas el
Suplemento No. 24.
Entre los minerales accesorios y no-metálicos de las rocas porfídicas,
merece todavía una mención el granate, aunque lo encontré solo en una lo-
calidad, no muy lejos y al Oeste del Pilzhun, en el rio Tabacay. Este rio
corre en su curso inferior por la arenisca de Azogues, pero sus cabeceras
nacen en el terreno porfídico, y por esto lleva en su curso superior sola-
mente guijarros y pedrones de pórfido, porfirita y diorita, arrastrados por el
rio de Nudpud y el Carihuaray. Poco antes de llegar al punto de reunión
de estos dos ríos, que forman el Tabacay, se pasa un pequeño riachuelo,
268 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO IV.
que se precipita de una quebrada de la ladera occidental del valle, y lleva
en su arena unas piedritas rojas muy brillantes. Son crístalitos bien des-
arrollados que desde luego y especialmente con ayuda de la lente, dan á
conocer el dodecaedro, forma característica del grenate, y el grado de la
dureza asi como todo el examen mineralógico prueba, que en efecto es este
mineral y no rubí, como muchos han creído. Es la variedad del grenate
que se llama piropo, de un color rojo oscuro de sangre, pero los crístalitos
son tan pequeños, que su diámetro apenas alcanza un milímetro y comun-
mente menos, de manera que no son de algún valor ni mérito. El origen
de este granate ha de buscarse en las rocas porfídicas descompuestas de la
altura de que viene el arroyuelo; en ellas forma un mineral accesorio, que
se conserva, como también el cuarzo, en la descomposición general que sufren
los demás constitutivos, y después llega por el mismo mecanismo del agua
á la arena del rio, como el oro á los lavaderos. Estos grenates recuerdan
los mas grandes, que se hallan en el rio Mayo en la provincia de Pasto,
asociados con rubíes y zafiros, pues allá se derivan del mismo modo de un
pórfido descompuesto en las orillas del rio.
Los minerales de que hemos hablado hasta ahora, pertenecen á la clase
de los no-metálicos. Por su origen análogo añadiremos á ellos el hierro.
Algunos silicatos constitutivos de los pórfidos contienen algo de hierro, y
la magnetita (hierro magnético) que nunca falta, es un compuesto de su pro-
tóxido y peróxido. Ademas la pirita (sulfuro de hierro) es un mineral
accesorio tan frecuente en estas rocas, que rarísimas son las piedras, que
no presenten algunas partículas de ella, mientras no están demasiado des-
compuestas. De todos estos minerales se forma durante la metamorfosis de
las rocas el peróxido hidratado de hierro ó, en casos mas raros, el peróxido
anhidro. El primero se presenta ya en forma cristalina compacta (limonita),
ya en el estado terroso (ocre), y es ha sustancia ubiquitaria, por decirlo asi,
que á las arcillas, al cuarzo y á los demás minerales de las vetas, y en fin
á todo el terreno comunica el color amarillo rojizo, rojo oscuro, y pardo, ade-
mas de formar por sí solo vetas y depósitos gruesos. Pero, aunque no faltan
lugares, en donde el hierro se encuentra en cantidades explotables, sinem-
bargo por razones demasiado patentes no hay que esperar que la industria
minera se dirigirá jamas á este metal, que podría explotarse en varios otros
puntos de la República bajo circunstancias mucho mas favorables. La trans-
formación del sulfuro de hierro en el peróxido es un hecho geológico, y
puede observarse en todos sus estados sucesivos, hasta la pseudomórfosis
completa. En este procedimiento se suelta el azufre y entra inmediatamente
en nuevas combinaciones químicas con otros elementos, las cuales pueden
explicarnos algunos fenómenos. Así sabemos pues, de donde proviene el
LAS BOCAS PORFÍDICAS. 2G9
ácido sulfúrico, que ocasiona la formación del sulfato de cal (yeso), y también
la de la caparrosa (sulfato de hierro), que eflorece de vez en cuando en las
rocas descompuestas. Igualmente podemos derivar, sin temor de padecer
una equivocación, el hidrógeno sulfurado de algunas fuentes de la misma
descomposición de la pirita. Hé aquí un solo ejemplo: media legua al Sur
de Ayabamba, en el valle del riachuelo de Ayabamba, no lejos del lugar de
la confluencia de este con el rio Bono, se halla una fuente termal. En todas
sus inmediaciones se percibe el fuerte y desagradable olor de hidrógeno sul-
furado, y el sabor del agua indica que está cargada de él y de ácido car-
bónico. La temperatura del agua es en el punto de su salida de 3572° centí-
grados. Esta fuente nace de una veta de cuarzo en un pórfido descompuesto,
que está llena de pirita y contiene un poco de oro, como casi todas las vetas
de aquella región.
Los minerales descritos hasta ahora, traen su origen del terreno porfí-
dico mismo, siendo partes esenciales ó accesorias de él, ó derivando á lo
menos de ellas por una simple transformación química que llamamos meta-
morfosis. Las sustancias de que trataremos en seguida, son mas bien ajenas
á este terreno y heterogéneas, y geológicamente consideradas deben llamarse
puramente accidentales, aunque en el campo de la práctica son muy princi-
pales. Para no perdernos en el laberinto de las teorías científicas respecto
á su origen, no hablaremos ahora del cómo y cuando dichas sustancias han
llegado á su actual yacimiento y posición, y nos ocuparemos de ellas como
dadas, y según sus actuales relaciones. Esta categoría se constituye de
sustancias metálicas, á saber de los diferentes minerales de oro, plata, pla-
tina, cobre, plomo, einJc, antimonio y arsénico.
El oro se halla en estado nativo, y solamente ligado con plata; otros
minerales de oro no se conocen en nuestro terreno porfídico. La plata se
encuentra rara vez en estado nativo, y entonces comunmente ligada al oro;
las mas veces se halla en forma de sulfuro de plata en la galena (sulfuro
de plomo), y en combinación con cobre, antimonio y arsénico, constituyendo
la tetraedrita (Fahlerz, cobre gris). El cobre ofrece la mayor variedad de
minerales, hallándose nativo, en forma de óxido, sulfuro, cloruro, carbonato,
y en la tetraedrita. El plomo se presenta con mas frecuencia en forma de
sulfuro de plomo (galena), rara vez en la del carbonato y como cloro-carbo-
natado. Del zink encontré hasta ahora solamente el sulfuro (la blenda).
Finalmente el antimonio y arsénico entran en la composición de la tetrae-
drita, como ya queda dicho; pero ambos metales no son frecuentes en
nuestras minas. — La platina no se ha observado todavía en el terreno
porfídico mismo, sino solo en los lavaderos de oro de la provincia de Es-
meraldas. Pero como el material de estos lavaderos se deriva de la Cor-
270 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO IV.
dillera occidental, tan rica en rocas verdes y profídicas, la platina debe
hallarse en ellas de algún modo, como el oro.
Los metales enumerados se hallan en vetas y filones (casi siempre con
cuarzo), que atraviesan los terrenos porfídicos. El rumbo general de las
vetas es con pocas excepciones el de S á N, quiere decir, que siguen el
rumbo general de las Cordilleras principales de los Andes, aun cuando se
hallan en ramales ó nudos transversales, cuyos ejes tienen otro rumbo.
Muchos de los filones son verticales, pero regularmente se hallan con una
inclinación de pocos á muchos grados al Este (rara vez al Oeste). Su espe-
sor ó potencia llega de algunos centímetros á 3 ó 4 metros. Las vetas y
filones se llaman minas, cuando contienen uno que otro metal en cantidades
explotables. Según nuestro conocimiento de las minas del terreno porfídico,
solo las de oro y de plata son de importancia práctica en las circunstancias
actuales del Ecuador; el cobre se puede explotar, cuando esta asociado con
oro y plata; los demás metales, menos valiosos, por ahora no se prestan ú
una explotación ventajosa, ya porque los depósitos, descubiertos hasta ahora,
son poco abundantes, ya por la dificultad y lo costoso de la explotación,
que en dichas circunstancias actuales del pais (especialmente por la falta
de buenas vias do comunicación) no recompensaría los gastos. — Creo haber
observado, que el oro se halla con preferencia en el terreno de los pórfidos
verdaderos (pórfido cuarzoso), y la plata prefiere las rocas verdes y dioríti-
cas; así p. ej. arman en el primero las mejores minas de oro de Zaruma, y
en las segundas todas las minas antiguas de plata en las provincias de
Cañar y del Azuay, entre ellas la afamada de Pilzhun, y varias otras de la
provincia de Loja.
Es sumamente difícil, ó mejor dicho, por ahora imposible, dar una des-
cripción algo completa de las minas del Ecuador. No se puede estudiar y
describir las minas, sino cuando ya están abiertas y por algún tiempo en
explotación, es decir, cuando por pozos y galerías subterráneas son acce-
sibles al estudio mineralógico, químico y estatigráfico. Esta condición falta
en las minas del Ecuador, que con pocas excepciones no conocemos, sino
por sus afloramientos en la superficie, ó por los derrumbados y aguados
trabajos de siglos pasados. Cuando en 1876 comencé el estudio de las minas,
ni una sola en toda la República estaba en explotación, y los trabajos de
exploración hechos en unas pocas, eran superficiales y del todo insuficientes.
Verdad es, que desde entonces acá se han hecho estudios serios y formales
en algunos puntos de las provincias meridionales, que aclararon mucho la
situación, y aun entraron algunas minas en el estado de explotación. Pero
con todo esto, las observaciones y resultados son todavía muy locales, para
sacar de ellos deducciones generales. Para referir esos estudios deberíamos
LAS ROCAS PORFÍDICAS. 271
entrar en las particularidades de cada mina examinada, lo que excedería los
limites de la parte general de esta obra; pero siendo ellos del otro lado de
mucho interés para los mineros y hombres de ciencia, me he decidido á
ofrecerles en los «Suplementos» una serie de observaciones importantes. (24)
No cabe duda, que los distritos mineros mas importantes se hallan en
la mitad meridional de la República, al S del Azuay, siendo las minas muy
raras en la parte setentrional, por la misma razón indicada mas arriba, por
la cual las rocas porfídicas y verdes aqui tienen menor extensión superficial
(están cubiertas por el terreno volcánico). Se habla de antiguas minas de
plata (y de oro y cobre?) en las cercanías de Simiátug, Sigchos, Tagualó,
Angamarca, Macuchi etc., pero no las conocemos, nadie las ha estudiado en
este siglo. Por ahora los distritos mas importantes son el aurífero de Za-
ruma, y el argentífero de Pilzhun en la provincia de Cañar.
Capítulo V.
La formación terciaria.
Los terrenos terciarios encontramos en el Ecuador desarrollados de dos
modos distintos: en las provincias litorales constan de capas sedimentarias
marinas, y en algunas hoyas del pais interandino de depósitos de agua dulce,
ó de capas lacustres. Estas dos clases de terrenos se diferencian mucho
entre si, y debemos tratarlas separadamente.
A. La formación terciaria marina.
Esta puede llamarse la formación fundamental de las provincias de Es-
meraldas y Manabí, puesto que las mas antiguas, que probablemente existen
en mayores profundidades, se ocultan á nuestra vista; solo la cretácea se
observa en la superficie en la parte meridional de la provincia de Manabi.
— La demarcación del terreno terciario en el mapa geognóstico se dificulta
mucho, porque los materiales, que lo componen, apenas se distinguen de los
de la formación cuaternaria marina. Cuando faltan los fósiles característi-
cos — y esto es lo mas común — , y cuando no encontramos las capas con
yacimiento discordante debajo de las sobrepuestas modernas, algunas veces
la distinción es imposible. Por esto sea advertido, que talvez algunos de
los terrenos, que en el mapa he señalado como terciarios, resultarán, con
un estudio ulterior, ser cuaternarios, y al revés, que algunas capas, que
hoy considero como cuaternarias, serán terciarias. He aplicado el color ter-
ciario á aquellas regiones, donde con mas frecuencia encontré en los valles
y barrancos de los rios las capas marinas con fuerte inclinación, aunque las
lomas intermedias se hallan muchas veces en la superficie cubiertas de ca-
pas evidentemente mas modernas.
En la costa de la provincia del Guayas (cantón de Sta. Elena) existe la
formación terciaria debajo de la cuaternaria, y se descubre solamente en
pocos puntos bajos, á la orilla del mar y en algunas quebradas hondas.
LA FORMACIÓN TERCIARIA. 273
Así, por ejemplo, cerca de la Punta de Cangrejo, al NE de la bahía de
St*. Elena, se observan «las cabezas» ó extremidades de capas areniscas
levantadas casi verticalmente. Como las capas cuaternarias cubren estas
cabezas en posición discordante, casi horizontal, se sigue que dichas arenis-
cas pertenecen á una época anterior, puesto que al tiempo en que se depo-
sitaron las cuaternarias, ya se hallaban en el estado levantado. La arenisca
de que hablamos, es mas compacta y dura, que la cuaternaria, y vá alter-
nando con arcillas arenosas de un color gris ó azulado, igualmente con unas
capas muy delgadas de sustancias bituminosas (lignita). No pude encontrar
ningún fósil, que me hubiera aclarado la posición y la edad geológica de
estas capas. Las adjudico á la formación terciaria, porque llevan un carácter
petrográfico muy distinto del de la formación cretácea del litoral, y en todo
recuerdan los terrenos terciarios.
Las mismas capas descritas se encuentran unas 4 leguas al E de St*.
Elena, en el fondo de una quebrada ancha, en que surgen las fuentes ter-
males y el a volcancito» de San Vicente, que conocermos mas tarde. —
Ademas me inclino á creer, que ciertas capas arenosas fuertemente inclinadas,
que se hallan hacia el pié de la Cordillera de Colonche, pertenezcan al mismo
sistema terciario.
Un campo mejor para su estudio nos ofrece la provincia de Esmeraldas.
Doquiera que las aguas han removido la tierra vejeta! de las laderas de las
montañas, y donde los ríos han surcado los terrenos aluviales hasta cierta
profundidad, siempre se descubre la misma formación marina, con los mismos
caracteres petrográficos, desde la costa marina hasta los pies de los Andes,
desde el nivel del mar hasta la altura de mas de 300 metros. Todas las
montañas y todas las colinas se componen de ella, aunque en su superficie
muchas veces estén cubiertas de capas mas recientes; y la formación marina
desempeña este mismo papel por una gran parte de la provincia de Manabi
hacia el Sur. Su estudio se facilita mas en las cercanías de la costa, en
donde las posteriores formaciones fluviales se hallan menos desarrolladas, y
en donde se encuentran con mas frecuencia perfiles instructivos en las bar-
rancas profundas.
El carácter petrográfico de esta formación es bastante sencillo y monó-
tono, y donde se manifiesta mas variado, los cambios se refieren casi siempre
al desarrollo físico y exterior de los materiales, y no á su composición qui-
mica. Podemos establecer dos clases de rocas constituyentes: areniscas y
arcillas pizarrosas. Aunque ambas se distinguen muy bien en su desarrollo
típico, existen sinembargo tantas formas intermedias y transiciones, que seria
imposible fijar con exactitud sus limites; pues las areniscas se vuelven á
veces muy arcillosas y margosas, y las arcillas á su vez arenosas.
Woup, Ecuador. 18
274 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO V.
Las areniscas son generalmente muy cuarzosas, de grano grueso, y en
este caso muy duras; á veces se convierten en verdaderos conglomerados,
llegando las partes constituyentes al tamaño de una nuez ó de un pufio. En
el caso contrario, es decir, cuando el grano es muy fino, las areniscas son
comunmente arcillosas y margosas, ora duras, ora blandas, y se dejan hen-
der como las pizarras, en lajas mas ó menos delgadas. El color de las
areniscas varia desde el gris claro hasta el pardo oscuro, y depende no
solamente del color de los granos, sino también del del cemento, que los
conglutina, y que muchas veces es ferruginoso.
Las arcillas suelen tener un color mas claro que las areniscas, y en la
costa se ven á veces capas casi blancas; sin embargo algunas se encuentran
tan impregnadas del hidróxido de fierro, que se vuelven rojas y pardas. Su
material no se distingue químicamente del de las areniscas, solo que las
partículas constitutivas son sumamente finas y casi imperceptibles. Si á las
areniscas podemos llamar arena cementada, las arcillas son barro endure-
cido. Entrando en la composición de la arcilla mucha arena fina, salen esas
formas intermedias, que con igual razón podemos llamar arenisca arcillosa
ó arcilla arenosa, y que son sumamente frecuentes.*)
Estas dos clases de rocas, las areniscas y las arcillas pizarrosas, acom-
pañan al geólogo con desesperada monotonía por todas partes, y es muy
raro que se observe entre ellas otro material subordinado y accidental, ex-
cepto el yeso, que es frecuente en las barrancas de la costa, en donde suele
llenar las hendiduras que atraviesan las capas. Cuando estas, por la acción
de las aguas y de la atmósfera, se descomponen y se disuelven en la super-
ficie, las placas de yeso cristalino y trasparente se encuentran diseminadas
en las laderas y en las playas del mar. Pero en ningún lugar se halla el
yeso en cantidad suficiente, que consienta pensar en su explotación; pues
las venas son aisladas, irregulares y comunmente no tienen mas que algu-
nas líneas ó una pulgada de espesor.
En algunos lugares las capas de esta formación son bituminosas, lo que
se manifiesta por un color negrusco, y en la cercanía de tales localidades
se encuentran en la arenisca ó arcilla algunos troncos de árboles carboniza-
dos, es decir, transformados en lignita. Aislados se encuentran estos troncos
en muellísimos lugares, por ejemplo, inmediatamente arriba de Esmeraldas,
en el primer cerro, al lado izquierdo del rio, donde casi al nivel del agua se
halla un hermoso perfil de la formación marina. Pero despósitos mayores
*) Las piedras de esta clase, que tienen un grano fino 6 igual, que no son dema-
siado duras ni demasiado blandas, sirvieron con preferencia á los indios antiguos del
litoral para sus pequeñas esculturas (figuras de ídolos, hombres, animales, y varios uten-
silios), como lo comprueban los hallazgos en las huacas.
LA FORMACIÓN TERCIARIA. 27f)
y explotables de lignita no he encontrado. La acumulación mas considerable
de tales palos carbonizados, que he visto, existe cerca de Pedernales, un
poco al Norte de la Punta Surones, en la barranca de la costa; pero ni en
esta localidad el material es explotable, porque la lignita no forma capas
continuas y regulares de algún espesor, sino manchas irregulares y pequeñas.
— La presencia de palos carbonizados en la formación marina no tiene nada
de extraordinario. Todos los que han viajado en las playas del mar, habrán
visto los muchos palos, que las olas botan á la orilla, sobre todo en las
ensenadas. Algunos se pudren y se deshacen, pero otros se entierran en la
arena y se conservan, merced á la lenta transformación química que sufren,
y que es una verdadera combustión ó carbonización. No falta sino que la
arena suelta se consolide por la intervención de un cimiento, para tener una
arenisca moderna con lignita, que no se distingue de la antigua, de que
tratamos ahora.
Un accidente, que mas bien se refiere á la forma exterior que á la con-
stitución química del material, consiste en enormes ríñones, que unas veces
se encuentran aislados, otras y las mas veces acumulados en ciertos estra-
tos de la formación marina. Estas concreciones son grandes, midiendo
comunmente uno á dos metros de diámetro; su forma es elíptica, algo
aplastada, su estructura y fragmentación concéntrica. La sustancia de que
se componen, es idéntica con la que las rodea, es decir, una arenisca arci-
llosa y margosa; pero lo curioso es, que el material de los estratos que
contienen muchos ríñones, suele ser muy fofo y suelto, como si todo el
cimiento hubiese servido solamente para formar esas concreciones duras. El
núcleo y el centro de ellas no tiene otra composición que las cortezas exte-
riores, y es difícil decir, cual haya sido el primer motivo de la atracción
concéntrica de esta formación particular. El cimiento es muy ferruginoso,
lo que se manifiesta por el color, sobre todo cuando los ríñones principian
á descomponerse. — Este fenómeno se puede observar en escala grande en
la costa entre Esmeraldas y Atacámes, especialmente en la Punta Gorda,
en donde se halla un estrato horizontal de 3 metros de potencia con muchí-
simas y muy grandes concreciones, unos 20 pies sobre la playa. Un perfil
casi igual al de la Punta Gorda encontré en el valle del Esmeraldas, en la
cercanía de la boca del Guallabamba.
La estratificación de la formación marina se puede estudiar mejor en un
viaje á lo largo de la costa, pues desde el rio de Vainillas al Norte, hasta
el Cabo Pasado, tenemos á la izquierda un perfil casi vertical de 7 hasta
100 metros de altura, que solamente por las quebradas de los ríos litorales
se halla interrumpido. Se observa primero, que las capas de las areniscas y
de las arcillas se repiten indistintamente en todos los horizontes, alternando
18*
276 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO V.
infinitas veces estas con aquellas, ya en bancos gruesos, ya en fajas del-
gadísimas, sin regla alguna. El yacimiento de las capas es generalmente
horizontal, sobre todo en las regiones bajas, y cuando se hallan inclinadas,
buzan casi siempre hacia el Oeste con un ángulo moderado (de 10 á 30 gra-
dos); muy raras son las excepciones, en que el buzamiento es mas rápido.
Seducido por ciertas consideraciones teóricas se podría creer, que la incli-
nación será tanto mas fuerte, cuanto mas alto es el terreno y cuanto mas
se acerca al pié de la gran Cordillera de los Andes; sinembargo la expe-
riencia y observación directa no ha confirmado esta suposición, pues en los
valles superiores de los ríos las dislocaciones no son mas frecuentes que en
la costa, y en el punto mas lejano, en que pude observar la formación ma-
rina, es decir, en los lechos del Silanchi y del Caoni, encontré las capas
enteramente horizontales, así como también en el Cachabi superior y en el
Quinindé. La mayor parte de los ríos han excavado sus cauces, á lo menos
en sus cursos superiores, en esta formación; pero como las diferentes capas
no son de la misma dureza y no oponen la misma resistencia á la erosión
del agua, la excavación procede con desigualdad en los diferentes puntos,
y de aquí se derivan los muchos raudales y saltos que caracterizan la mayor
parte de los ríos de la provincia. — Con el mismo principio se explican las
lajas en las playas del mar, en la zona que está expuesta á las alternativas
de las mareas, esas lajas que son el obstáculo mas grande para los viajan-
tes á caballo, cuando no están cubiertas de arena, porque son sumamente
resbalosas á consecuencia de la mucosidad que las plantas y animales ma-
rinos depositan sobre ellas.
No conocemos la potencia total de la formación marina, porque en nin-
gún lugar se descubre la base de ella y no sabemos á qué profundidades
baja. En algunos perfiles altos de capas horizontales he calculado la po-
tencia en mas de 100 metros; pero atendida la altura considerable de al-
gunas montañas que se componen de esta formación, debemos suponer, que
su potencia total en término medio no podrá tener menos de 200 metros, y
probablemente tiene mucho mas.
Del carácter paleontológico tengo poco que decir por la gran escasez de
fósiles, lo que es tanto mas sensible, cuanto que de él depende en primer
lugar la determinación de la edad geológica de una formación. — Muy rara
vez se encuentra en las areniscas una concha, un caracol ú otro resto ani-
mal, y aun entonces en un estado tan fragmentario y tan mal conservado,
que no es posible determinar las especies. Las arcillas esquistosas parecen
ser todavía mas escasas de fósiles. Sinembargo, por imperfectos que sean
los restos encontrados, se puede evidenciar con ellos, que toda esta formación
es marina, que se ha depositado en el fondo de un mar. — En una sola
LA FORMACIÓN TERCIARIA. 277
localidad encontré los fósiles mas frecuentes y mejor conservados, y este
lugar se halla al lado del pueblecillo de Uimbí, unas siete leguas distante
de la costa, y 30 metros sobre el actual nivel del mar. Allí debajo de los
bancos diluviales auríferos sigue la arenisca marina con yacimiento discor-
dante y algo inclinado, es de un grano muy fino y contiene muchas hojitas
de mica, su color es gris claro tirando al verdoso, y su consistencia es tan
blanda que deja cortarse con el cuchillo y triturarse entre los dedos. En
esta arenisca los conquilios marinos han conservado perfectamente toda su
forma, pero han perdido sus colores y en gran parte su consistencia, hallán-
dose como calcinados y muy quebradizos, excepto las conchas del género
Anomia, que tienen todavía su primitiva dureza y hasta el lustre nacarino.
El modo, como las conchas se hallan acumuladas en esa capa de arenisca,
no deja duda ninguna, de que aquí tenemos el depósito de una orilla ó pe-
queña ensenada del antiguo océano terciario. Millares de pequeños fragmentos
se hallan apenas cimentadas por un poco de arena, é individuos enteros,
sobre todo de las conchas mayores, son raros, exactamente como lo obser-
vamos en las acumulaciones de conchas, que botan las olas del océano actual
en las playas.
Hé aquí los géneros principales, que pude determinar en la arenisca
de Uimbí:
Turritélla
Vermetus
Leda
Natica
Dentalium
Mactra
Fusus
Anomia
Téllina
Tritonium
Chama
Cardium
Pileopsis
Arca
Solen
Turbonitta
Corbula.
Dientes de tiburones, muy bien conservados, que encontró entre los frag-
mentos de las conchas, son hasta ahora los únicos restos de animales verte-
brados en esta formación.
Si atribuyo la formación marina al período terciario, me apoya primero
en su estratificación, que en todas partes, en que las capas se hallan in-
clinadas, es discordante con la del terreno cuaternario ó diluvial que la cubre.
La formación terciaria no solamente se había levantado, sino en gran parte
destruido por la erosión de las aguas, cuando vinieron las capas cuaternarias
á depositarse sobre ella. A este argumento estratigráfico, que de suyo
no es convincente ( — la formación siempre podría ser mas antigua — ),
accede el argumento paleontológico. Con toda seguridad puedo decir, que
los fósiles no llevan el carácter mesozócico, es decir, que la formación no
puede pertencer á una de las que preceden al período terciario, por ejemplo,
278 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO V.
á la cretácea. — No con la misma seguridad quisiera afirmar que la fauna de
Uimbí no pueda pertenecer tampoco al período cuaternario mas antiguo.
Para esta aserción no tenía hasta ahora mas que argumentos de probabilidad.
No hay duda, que cualquier geólogo, que esté algo familiarizado con los
fósiles de los terrenos terciarios de Europa, á primera vista dirá, que los de
Uimbí presentan una fácies terciaria; pero sabido es también, cuan difícil es
clasificar un terreno terciario, cuyos fósiles pertenecen casi exclusivamente
á las clases inferiores del reino animal, habiendo sido los organismos in-
feriores y marinos en aquella época remota en gran parte los mismos que
ahora (á lo menos los géneros). Para hacer un estudio profundo de los
fósiles de Uimbí, me faltaban en el Ecuador los recursos, de decir, las obras
especiales de paleontología y las grandes colecciones, que subministren el
material de comparación. Comparándolos con las actuales especies del Océano
Pacifico, he notado algunas diferencias ó algún cambio de los organismos
marinos desde la sedimentación de la arenisca marina hasta nuestros tiempos;
pues, precisamente las especies mas frecuentes en Uimbí, una Turritdla
grande y una Leda muy pequeña (ambas se puede recojer por centenares),
así como también una hermosa especie de Arca, no encontré entre los mo-
luscos vivos de nuestras costas. (25)
Aunque según esta fácies general, á la que se une el argumento estrati-
gráfico, es casi seguro, que nuestra formación pertenezca á los terrenos
terciarios, es sinembargo hasta la fecha del todo imposible, paralelizarla con
otras de la misma edad y de otros países, ó distinguir en ella ciertas sub-
divisiones y horizontes geognósticos. En el caso de que se descubriesen
muchas otras localidades ricas en fósiles, podríamos abrigar la esperanza de
llegar á un conocimiento mas perfecto de esta formación, y aun asi habría
que vencer grandísimas dificultades, porque sin duda alguna las formaciones
terciarias en la América tropical contienen otros fósiles muy distintos de los
de las correspondientes en Europa, y así siempre nos faltarán los términos
de comparación y de paral elizacion.
B. La formación terciaria lacustre.
En el pais interandino reconocí los terrenos terciarios con seguridad solo
en la provincia do Loja. Puede ser y es probable, que también en otras
hoyas se hayan depositado algunos, pero quedan cubiertos por aluviones
modernos y especialmente por los materiales volcánicos.*) La extensión
*) Así sospecho, que existe un terreno terciario en la hoya del rio León, entre Nabon
y Oña, cubierto superíicialmente do materiales volcánicos. En la cuesta de Tabla-yacu
se descubren capas do arcillas pizarrosas con impresiones de hojas de plantas, que se
parecen mucho á las que encontré en Loja.
LA FORMACIÓN TERCIARIA. 279
limitada, su posición topográfica, su carácter petrográfico y paleontológico,
dan á conocer que los estratos se han formado debajo de agua dulce, en
unos lagos independientes del mar. Uno de estos lagos ocupaba todo el
ancho valle de Loja, y otro mas grande se extendía al Sur del nudo de
Cajanuma, sobre los tres valles actuales de Malacatos, Vilcabamba y Pisco-
bamba. El primero estaba rodeado exclusivamente de terrenos antiguos de
las esquistas cristalinas, el segundo al lado oriental por un semicírculo de
las mismas rocas, y al occidental por otro de rocas porfídicas y verdes. Se
entiende, que en aquella época los valles estaban cerrados en su contorno
y si tenían algún desagüe, este ocupaba un nivel superior al actual; quiero
decir, que las abras del rio Zamora cerca de Salapa, y del Catamayo abajo
de Malacatos, fueron excavadas por las aguas hasta su profundidad actual,
mucho después de la estratificación de las capas terciarias.
En el valle de Loja se compone el terreno terciario de dos clases
principales de rocas, que sinembargo se presentan cada cual en muchas
variedades.
La primera clase comprende las rocas de naturaleza arcillosa, que comun-
mente son pizarrosas y hasta hojosas, pero de una textura mucho mas suelta
que las esquistas antiguas. También por el color se distinguen de estas
últimas, ademas de no ser cristalinas sino clásticas ó políticas. Su color es
siempre claro, blanco,, amarillento ó algo agrisado, y solamente en la cer-
canía de capas bituminosas y de carbón se vuelven mas oscuras. Según
su composición química son, como queda dicho, con preferencia arcillosas,
unas veces casi sin vestigio de cal, otras tan impregnadas de esta sustancia,
que llega á 60 y 70 por c, y hay capas delgadas intermedias de piedra
caliza casi pura. Otro tanto sucede con la sílice, que entra en la compo-
sición de estas rocas ya sola, ya juntamente con la cal. Con la sílice comun-
mente vá aumentando la dureza y solidez de las lajas, y hay algunas que
son pedernal casi puro. — En la distancia de pocas cuadras de la ciudad
de Loja, al otro lado del rio Zamora se observa magníficamente estas capas
de que hablamos, en una posición casi vertical, y aquí se descubren entre
las placas delgadas de la pizarra algunos restos orgánicos ó fósiles. Son
impresiones de hojas de plantas dicotiledóneas, que me dieron las primeras
luces sobre la edad del terreno en cuestión. (M) Con seguridad deducimos
de estos restos vejetales, que las capas se han formado después del período
secundario, y que no pueden pertenecer, por ejemplo, á la formación cretácea
ú otra mas antigua. De argumentos de estratificación deduzco, que son mas
antiguas que las formaciones cuaternarias, y así resulta y queda sentada su
edad terciaria. Ya antes de conocer los argumentos geológicos para la clasi-
ficación de este terreno, su aspecto general, su fisonomía, por decirlo así,
280 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO V.
me habia anunciado este resultado y me había recordado varios terrenos
terciarios análogos de Europa.
La segunda clase de rocas terciarias se formó de materiales mas gruesos
y comprende las areniscas y congloméralos. El cemento que reúne y dá co-
hesión á las partes constitutivas, es generalmente arcilloso, rara vez silíceo
ó calizo, y hay veces que falta por completo, presentándose entonces capas
de arena suelta y de guijarros. Examinando con atención estos materiales
se vé, que provienen todos de las cordilleras vecinas, del terreno de las es-
quistas cristalinas, y de las vetas de cuarzo que las cruzan. La estratifi-
cación de las areniscas y conglomeratos es en bancos gruesos y hay lugares
en donde estos llegan al espesor considerable de 50 y 60 metros, así por ejemplo,
en las colinas que ciñen al lado oeste la ciudad de Loja. En tales lugares,
y sobre todo cuando las capas se presentan mas ó menos horizontales, se
podría tomarlas por otro terreno mas moderno que el terciario, talvez por
el cuaternario ó diluvial; pero un estudio mas detenido en varias localidades
nos enseña su verdadera naturaleza y edad geológica. Son pues estas rocas
contemporáneas con las pizarrosas, que describimos arriba como de naturaleza
arcillosa y margosa; se encuentran en todos los niveles del terreno terciario,
aunque en los superiores suelen ser mas frecuentes y de mayor potencia; y
en donde las areniscas y los conglomeratos van alternando oon las rocas
de la primera clase, se echa de ver, que su yaciqíiento es enteramente
concordante, e6 decir, que siguen siempre el mismo rumbo y buzamiento
que estas.
Para dar en pocas palabras la explicación sencilla de este fenómeno, dire-
mos, que en la época terciaria, cuando un lago grande ocupaba todo el vallo
de Loja, en la extensión actual del terreno terciario, los rios que bajaban
de las cordilleras circunvecinas, llevaban los materiales ya muy finos y en
suspensión, ya en forma de arena y guijarros (en las avenidas mayores),
precisamente como sucede hoy dia con los rios de las montañas. En el
primer caso las partículas casi miscroscópicas, flotando en el agua del lago,
se depositaban en capas horizontales y delgadas de arcilla, marga, sílice etc.
que consolidándose daban margen á aquellas lajas y placas regulares. En
el segundo caso se formaban bancos de arena y acumulaciones locales de
guijarros, sobro todo en las desembocaduras de los rios y quebradas, y estos
materiales también llegaban á consolidarse, interviniendo un cemento químico,
como cal y sílice, ó mecánico como arcilla. Tal explicación no es hipoté-
tica, sino muy natural, y conforme á lo que observamos aun todos los días
en los rios, lagos y costas del mar.
Si el lago de Loja se hubiese desaguado tranquilamente, abriéndose las
aguas el paso por el actual rio de Zamora por una erosión lenta y sucesiva
LA FORMACIÓN TERCIARIA. 281
en el terreno de las esquistas antiguas, entre Salapa y Juntas, encontra-
ríamos ahora las capas terciarias todavía en su posición primitiva, es decir
mas ó menos horizontales, y la denudación continuada de las aguas solamente
nos habría descubierto algunos perfiles verticales, pero poco hondos, en los
cauces de los ríos y en algunas quebradas; en otros términos, tendríamos
en el valle de Loja una llanura nivelada por el lago antiguo, y solamente
surcada por algunos riachuelos. Pero no sucedió así, antes al revés encon-
tramos el terreno terciario completamente dislocado y revuelto, y este es el
argumento principal de que en una época relativamente moderna, talvez al
fin del periodo terciario, en los Andes acontecieron movimientos grandes.
Entonces se alzaron ambas Cordilleras, la oriental y la occidental, á sus alturas
actuales, y levantaron consigo las capas terciarias depositadas entre ellas.
Sin que se pudiese indicar un rumbo ó buzamiento constante de dichas
capas, podemos sinembargo decir, que el primero generalmente es de E á
O, luego en el sentido perpendicular al de las Cordilleras principales, y que
el segundo suele ser tanto mas fuerte, cuanto mas nos alejamos del centro
del valle hacia sus laderas. Esto por regla general, que no obstante sufre
muchas excepciones. Asi, por ejemplo, en las inmediaciones de Loja obser-
vamos unas capas verticalmente erigidas y otras casi horizontales; y en esta
última posición vemos también algunos trozos del terreno terciario, que
sufrieron un levantamiento á lo menos de 500 metros.
En el valle de Malacates, Vilcabamba y Piscobamba las condi-
ciones petrográficas y estratigráficas del terreno terciario son tan iguales ó
análogas á las del valle de Loja, que no es menester detenernos mucho en
su descripción, y bastarán pocas advertencias. Todo se encuentra allí en
escala mas grande, y aunque todas las capas se habrán depositado sin duda
en un solo lago extenso, con el levantamiento se formaron tres valles sepa-
rados, levantándose entre ellos dos pequeñas cordilleras trasversales, que se
componen de las mismas capas terciarias, una entre los valles actuales de
Malacates y Vilcabamba, y otro entre los de Vilcabamba y Piscobamba.
Una diferencia notable óonsiste en que, mientras en el valle de Loja no
se encuentra ningún fragmento de una roca eruptiva, al contrario en el
terreno terciario, de que hablamos ahora, materiales eruptivos desempeñan
un gran papel, en cuanto contribuyeron esencialmente á la formación de las
capas, sobre todo de las de arenisca y conglomeratos. Pues, juntamente con
los fragmentos de las antiguas esquistas (que vinieron del lado este), y
mezclados con ellos, observamos otros de pórfidos, dioritas, porfiritas etc.,
cuyo origen no puede quedar dudoso, ciñendo al Oeste montañas enteras de
dichas rocas el terreno terciario y respectivamente el lago antiguo. Seme-
jante mezcla de materiales sedimentarios y eruptivos se nota especialmente
282 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO V.
en la porción occidental del territorio terciario, y es interesante observar,
cómo predomina ó la primera, ó la segunda clase de fragmentos, según nos
acercamos ó á las cordilleras de las esquistas ó á las montañas porfídicas.
Á veces se oye afirmar, que Loja es un país muy rico en carbón de
piedra, y es una equivocación vulgar, pues no existe verdadero carbón de
piedra ó ulla en toda aquella provincia. Lo que hay en varios puntos del
terreno terciario, es algo de lignita, que en efecto pertenece también á los
carbones fósiles en un sentido lato, pero es un combustible muy inferior y
distinto de la ulla, ni aplicable á los mismos usos que esta. Ya eñ lo exterior
se distingue fácilmente de la ulla, siendo de un color pardo, de una textura
menos compacta, muchas veces leñosa y hojosa. De las impurezas frecuentes
que la acompañan, nombraremos la arcilla, que la hace terrosa y desmoro-
nadiza, cristalitos y hojitas de yeso, azufre, sulfuro de hierro (pirita rómbica
que se llama marcasita), que al contacto de la atmósfera húmeda se des-
compone pronto, formando vitriolo ó caparrosa, la cuál desde luego se mani-
fiesta por el sabor astringente. Todas estas propiedades y accidentes de la
lignita están patentes en las capas que se hallan muy cerca de la ciudad
de Loja, al otro lado del rio Zamora. Allá se observa también la arcilla
gris ó azuleja que suele acompañar las mantas de este combustible también
en otros países. El carbón , fósil de otras localidades del conton de Loja,
como por ejemplo el de Malacatos, no se distingue en nada del que acaba-
mos de describir. El uso de la lignita es actualmente muy reducido, y creo
que no se extenderá mucho mas. La emplean especialmente para quemar
cal; para el uso doméstico, en lugar de la leña, no servirá, á lo menos con
la usual construcción de los hogares, por el olor desagradable que suele
despedir. Ensayos ulteriores deberán enseñar, si esta lignita acaso se pre-
staría á la fabricación de gas de alumbrado, ó á la destilación de kerosina;
pero lo dudo mucho.
Vamos á conocer los demás minerales útiles del terreno terciario. Las
placas y lajas de naturaleza arcillosa, sobre todo cuando son calizas ó silíceas,
que describimos al principio, sirven de materiales de construcción y para
empedrar y embaldosar las calles, aunque para este último objeto se debería
excojer solamente las placas de una composición muy igual y uniforme,
porque si no, se gastan en unos puntos mas pronto que en otros, se forman
huecos, y en fin el embaldosado se vuelve pésimo, de lo que cada uno puede
convencerse suficientemente en las calles de Loja. Las piedras frescas y
recien sacadas de la cantera son blandas y fáciles para labrar, pero tienen
la propiedad de endurecerse mucho al contacto de la atmósfera. Un lugar
muy á propósito para estudiar estos materiales según toda su variedad, y
en donde las canteras presentan algunos perfiles interesantes también para
LA FORMACIÓN TERCIARIA. 283
el estudio geológico, es la colina llamada «el Plateado» cerca de Lqja, en
donde se han encontrado también algunos fósiles.
Algunas venas de yeso son demasiado insignificantes, para que mereciesen
atención, y los terrenos porfídicos de la provincia lo contienen mas puro y
en mas cantidad.
La cal es de mayor importancia, y casi toda la que se consume en Lqja,
proviene de las capas terciarias calizas de las inmediaciones. Como he dicho
arriba, algunas capas arcillosas están muy impregnadas de cal y otras mas
delgadas intercaladas se componen de cal casi pura. Buscando estas últimas
y separando con mas cuidado las placas arcillosas, que propiamente son
margas, se conseguiría una cal de calidad muy superior á la que se usa
actualmente, al no tener el debido esmero en la separación del material bueno
y malo. La cal mas fina se obtendría quemando la toba caliza del terreno
cuaternario.
Capítulo VI.
Las formaciones cuaternarias y modernas,
ó diluviales y aluviales.
Resumo en un solo capitulo las formaciones de dos épocas, de la cuater-
naria y de la moderna ó actual, porque una separación neta de ellas no es
practicable sino en pocas localidades reducidas. Comunmente los depósitos
de aluvión moderno son la directa continuación de los cuaternarios, sin
cambio notable, ni en el material, ni en el yacimiento, y en estos casos seria
un arbitrariedad fijar el limite entre ellos, si á esto no nos obligan los restos
fósiles que encierran, — caso sumamente raro en el Ecuador. — De nuevo
debemos distinguir depósitos marinos y aluviones terrestres y fluviales; los
primeros se limitan al litoral, y tienen bastante extensión superficial; los
segundos se hallan en todas las zonas de la República, pero son locales, re-
duciéndose comunmente á los valles y á llanos poco extensos. No hay valle,
en que no se encuentren tales depósitos en el cauce del rio ó á lo largo de
él, sinembargo las fajas suelen ser tan angostas, que en la escala pequeña
del mapa geognóstico no se podia señalarlas, sin ofuscar la perspicuidad.
Basta advertir, que debemos suponerlas á lo largo de todos los ríos. Otra
observación haré desde ahora, y es que todo el terreno, que en el mapa se
distingue como volcánico, es contemporáneo y paralelo á la formaciones
cuaternarias y modernas, y muchos materiales volcánicos no son mas que
aluviones fluviales y lacustres. Pero en atención á su proveniencia y co-
nexión con las rocas eruptivas, convenia separarlos de los aluviones ordinarios.
A. La formación cuaternaria marina.
En 1874 he publicado la primera descripción de este terreno*), después
de haberlo estudiado en el cantón de Santa Elena, donde se halla desar-
rollado de un modo tipico. Del mismo modo se encuentra en una gran parte
*) Relación de un viaje geognóstico por la provincia del Guayas (Quito 1874).
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 285
de la provincia de Manabi, donde en muchos lugares se distingue difícil-
mente del terciario ; después en la isla de Puna, y al Sur del Golfo de Guaya-
quil, en la provincia de Túmbez. En la gran hoya del Guayas queda cubierto
por los aluviones mas modernos que forman las llanuras; su presencia se
manifiesta sinembargo en algunas colinas bajas, que salen de repente como
islotes en medio de los planos, p. ej. los cernios de la isla de San Ignacio,
entre los canales del Estero Salado, la colina de Punta Piedra al lado del
rio Guayas. — Hacia el Norte, donde acaban las llanuras bajas y comienza
la región de las lomas (cerca de Colimes, Vinces, Pueblo viejo), los aluviones
modernos se limitan á fajas angostas á lo largo de los ríos (que en el mapa
geognóstico no se distinguen), y á llanos pequeños en medio de las lomas.
El resto se compone de un terreno cuaternario, enteramente análogo al de
la península de St\ Elena, solo con la diferencia, que aquí por la mayor
humedad del clima está cubierto de vegetación. Las capas, que componen
este terreno, se observan bien en los barrancos altos de los ríos que lo cor-
tan, por ejemplo en el rio Daule, desde Colimes hasta Balsar y mas arriba.
En primer lugar se vé, que la ondulación, que caracteriza la región de las
lomas, es solamente superficial y que los estratos del terreno son del todo
ó casi horizontales, es decir en su posición primitiva. Segundo se nota, que
capas de arena, arenisca floja y conglomeratos están alternando con otras
de creda, arcilla, pizarra arcillosa blanda, ó bastante dura (cangagua *).
Los mismos bancos horizontales de arenisca y cangagua he observado por
todo el sistema superior del rio Daule, hasta las cabeceras del rio Peripa y
del rio Grande, y lo mismo por el sistema superior del rio Quinindé. Aquí
en ninguna parte se descubre aquella arenisca marina antigua de capas le-
vantadas, que describí en la provincia de Esmeraldas, y que creo ser ter-
ciaria. Ya en la parte hidrográfica he dicho, que toda esa región entre el
Palenque y rio Grande (Balzar) se presentaría como la de las t lomas», si
estuviese desprovista de la espesa vegetación arbórea, que ahora la cubre.
Pues bien, la misma identidad se observa en su composición geognóstica,
y creo que debemos considerar toda como una formación marina cuaternaria,
igual y contemporánea á la de la costa. Superficialmente se extiende tam-
bién sobre una parte de aquel terreno, que en las provincias de Manabi y
Esmeraldas he señalado como terciario.
Para el estudio de esta formación marina es muy á propósito el cantón
de St\ Elena, y en general todo el litoral hasta el Morro. Si, viniendo del
Norte, salimos del terreno cretáceo (cerca de Juntas), de repente se cambia
*) La «cangagua» del litoral es muy distinta, en cuanto su naturaleza y origen, de
la cangagua de la sierra, que conoceremos después.
28G GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VL
el carácter del terreno de una manera notable, y este cambio se dá á conocer
también en la vegetación. Por muchas señales entiende el geólogo, que
entra en una formación relativamente muy moderna. El terreno que pisamos,
consta de capas casi horizontales, rara vez algo inclinadas, de areniscas y
arenas sueltas. De vez en cuando se vé, que con dichas capas van alter-
nando otros estratos mas delgados de arcilla y de un material blanco y fino,
muy parecido á algunas tobas volcánicas (cangagua), el cual sinembargo
es de naturaleza caliza y deriva su origen de la trituración de conchas y
de otras restos marinos. Este carácter petrográfico sumamente monótono
nos persigue por toda la península, y se repite también en otros lugares de
la costa. Según la fisonomia exterior del paisaje, se podría esperar á primera
vista una variedad mas grande de las rocas constitutivas; pues los alrede-
dores de St*. Elena son bastante desiguales y quebrados, la región hacia el
N, que linda con el terreno cretáceo, se puede llamar montañosa, de la ancha
planicie litoral se levanta una cordillera por lo menos de 10 leguas de largo,
desde Zapotal hasta las cercanías del Morro; ademas se levantan entre dicha
cordillera y la costa, muy inmediatos al mar, dos grupos aislados de mon-
tañas altas, los cerros de Chanduy y el Cerro verde. Ahora bien, apesar
de esta variedad en el relieve del pais, sinembargo no varían las rocas: todas
las montañas están compuestas de la misma arenisca, desde su pié hasta
la cumbre; á lo mas varia un poco el grano, presentándose mas fino ó mas
basto, y vez hay en que la arenisca se convierte en un verdadero conglo-
merato, compuesto de guijarros gruesos, como en los peñascos bajos pero
pintorescos del Morro, cuya cúspide mas alta se eleva solamente á 60 metros
sobre el mar. Es de notar, que las capas areniscas se hallan también sobre
las montañas altas en la posición horizontal, y no sufrieron ningún trastorno
en su estratificación. Donde se hallan inclinadas, encontraremos causas lo-
cales (p. ej. derrumbos) en la cercanía, y el fenómeno se presenta también
en los lugares bajas de la costa, por ejemplo cerca de Ballenita. La arenisca
de las montañas altas por lo común es algo mas compacta, que la de las
llanuras, pero todo este material geognóstico pertenece á la misma formación
cuaternaria.
En muchísimos lugares, sobre todo en las inmediaciones de Sta. Elena,
las capas se hallan llenas de restos de organismos marinos. La mayor
parte parece pertenecer á especies actuales y son bastante frescos ó un poco
calcinados. — En las cercanías de Sta. Elena se encuentran, no rara vez, en
las capas superficiales los grandes huesos y las muelas del Mastodonte y
de otros animales extinguidos de la época cuaternaria, que han dado margen
á la fábula de los gigantes de la costa de Sta. Elena. Algunos restos se
han encontrado también entre Sta. Lucía y Balzar. El Mastodonte es el
LAS FORMACIONES CUADERNARIAS. 287
Mastodon Andium, é idéntico con el, que se halla en las tobas volcánicas
del pais interandino. Lo mismo creo, que el caballo de la costa, cuyas mue-
las se hallan juntas con los restos del Mastodonte, sea el mismo que el
cuaternario de la sierra, llamado por Wagner y Branco Equus Andium. Aquí
tenemos la rara ocasión de poder paralelizar dos terrenos lejanos y muy
distintos en cuanto al material y origen: ciertas tobas volcánicas de la
sierra, y las capas marinas de la costa. Ambos se han formado en la
misma época geológica, porque encierran los mismos animales extinguidos
cuaternarios.
La isla de Puna geológicamente pertenece á la península del Morro y
de St\ Elena, porque tiene la misma composición y estructura geognóstica,
y es la continuación de la tierra firme, que probablemente después del primer
levantamiento estaba en conexión directa con ella, no existiendo entonces
el estrecho canal del Morro.
La formación cuaternaria marina en algunos lugares, especialmente en
las planicies poco elevadas sobre el nivel del mar, es rica en sal y betún.
— Cuando el fondo marino se levanta y se convierte en tierra firme, este
terreno nuevo es salífero ó salobre por mucho tiempo, es decir, hasta que
las sales solubles poco á poco sean extraídas y llevadas por los precipitados
atmosféricos, por fuentes y ríos. El terreno de la península del Morro y de
St*. Elena es geológicamente hablando muy moderno, es la porción del Ecua-
dor mas nueva, que como última se levantó del seno del océano. Si por
allá lloviese tanto, como en los declives de los Andes, aquel terreno ya se
hubiera dulcificado, es flecir, purificado de las sales, hace tiempo; pero sabe-
mos, que en aquella región llueve muy poco, que carece completamente de
ríos y fuentes permanentes. Así es, que la lijiviacion del suelo se verifica
con suma lentidud, como en los desiertos del África, del Asia, ó en las
regiones litorales del Perú y de Chile; las sales marinas permanecen en el
suelo. De aquí el fenómeno, que en todo el distrito de la formación cua-
ternaria de la costa el agua de las cisternas y pozos, que sirve al uso de
hombres y animales, es amargo -salada ó salobre, como se dice allá. En
muchos lugares, sobre todo en algunas llanuras bajas y hoyas llanas, la
tierra es mas rica en sales que en otros, sea que allí después del levanta-
miento del pais se evaporaban lagunas de agua marina, sea que en dichos
puntos durante los inviernos el agua salobre se recoje y poco á poco por
la evaporación hace aumentar la cantidad de sal. Estos lugares se dan ú
conocer por las eflorescencias blancas de sal en la superficie, por la falta
completa de^ vegetación, ó por ciertas plantas marítimas, propias á los ter-
renos salinos. Tales llanuras se encuentran algunas muy cerca de St*. Elena,
pero la mas extensa, en la cual se trabajan las salinas, se halla cuatro leguas
288 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
mas al Oeste, hacia la Puntilla; á pocos metros sobre el nivel del mar se
extiende de una costa á otra de aquella angosta lengua de tierra. Es como
un inmenso desierto de arena, cuya superficie tiene una vislumbre gris-
blanquizca, producida por las eflorescencias de sales; desierto que no pro-
duce sino algunos arbustos espinosos. En medio de la llanura se abren «los
pozos», es decir hoyos cuadrados ú oblongos (hasta 20 metros de largo y
10 de ancho), que tienen de 1 á 2 metros de profundidad, y en que el agua
filtrada concentra por evaporación su contenido de sal. Cuando sobre el
fondo se ha depositado una costra mas ó menos gruesa de sal cristalizada,
se la saca en pedazos grandes (piedras), ó en forma granosa, según la con-
sistencia que ha adquerido.
Se comprende, que en estos pozos, aunque se abren en un terreno cua-
ternario, no se saca la sal de esa época antigua, sino la que se renueve
constantemente por la actual infiltración y evaporación del agua marina.
Tales pozos se podrían abrir en muchísimos lugares de la costa ecuatoriana,
aun en las llanuras marítimas pos t- cuaternarias y muy modernas; y en
efecto existen pozos y salinas naturales, en que la sal se deposita del mismo
modo, como en los pozos artificiales de St». Elena, por ejemplo, en la parte
meridional y baja de Puna, en las islas de Payana y Tembleque etc. Pero
siendo la venta de sal monopolio del Gobierno, no se permite la explotación
de las otras salinas, fuera de las de la Puntilla de St». Elena.*)
En muchos puntos del terreno cuaternario se encuentran indicios de
sustancias bituminosas, pero en ninguna parte se hallan en tanta cantidad,
como en la lengua de tierra desde St». Elena hasta la llamada Puntilla,
donde se recoje el betún liquido ó petróleo crudo (copé). Es una cuestión
difícil y hasta ahora todavía no aclarada, si este petróleo de las capas cua-
ternarias se haya formado en ellas mismas, si se halle en su yacimiento
primitivo, ó si derive de un terreno mas antiguo, por ejemplo del terciario,
que se encuentra en la profundidad, también impregnado de sustancias bitu-
minosas, como hemos visto mas arriba, hablando de la Punta Centinela y
de las fuentes termales de San Vicente. En atención de que las últimas
llevan también petróleo en pequeña cantidad, y de que el petróleo de Mán-
cora en la vecina provincia peruana de Túmbez se encuentra en mayores
profundidades y asociado con capas potentes de lignita, me inclino á creer,
que el petróleo de St». Elena proviene de la formación terciaria. Sinembargo
ahora las capas explotables se hallan en el terreno cuaternario indisputable,
pues precisamente en ellas se presentan las muelas y los huesos de los
*) Sobre las Salinas y su explotación, véase mi Viaje geogn. por la prov. del
Guayas, pág. 13.
LAS. FORMACIONES CUATERNARIAS. • 289
mastodontes (Mastodon Andium) y de otros mamíferos de la época cuaternaria.
Las sondeaduras practicadas en St*. Elena hasta grandes profundidades, no
han manifestado, ni petróleo, ni lignita.
La capa impregnada de copé (petróleo crudo) en algunos puntos es
enteramente superficial, y se manifiesta en este caso aun de lejos por el color
negro; en otros lugares esta cubierta de una capa delgada de detrito marino.
La capa bituminosa en un principio sin duda fué mas continua que ahora;
en muchos lugares fué llevada por las aguas, en otros fué despedazada y
surcada por quebradas hondas. Doquiera que se pueda observar un perfil
del terreno, se vé que la capa negra y fofa descansa sobre otra muy com-
pacta y dura de una especie de arenisca, que es impermeable y no deja
filtrar el petróleo, y a esta circunstancia se debe la conservación de aquella
sustancia en la capa bituminosa. La práctica ha enseñado, que al hacer
los pozos para recojer el copé, no se puede perforar este fundamento duro,
sin que se pierda en la profundidad.
La capa rica en petróleo se extiende casi horizontal, es de un espesor
variable, teniendo por término medio un metro, poco mas ó menos, y consta
de una sustancia terrosa pardo-negruzca, que está completamente impregnada
de agua salada y de petróleo, como una esponja, dejándose exprimir como
esta misma. Para reojer el petróleo se hacen zanjas ó pozos redondos poco
profundos (hasta la capa impermeable), de cuyas paredes vá goteando jun-
tamente con el agua salada, formando luego una capa superficial sobre el
agua. Solo en un lugar, á poca distancia del lado occidental de St*. Elena,
brota del suelo una como pequeña fuente, y aqui es donde (precisamente
por esta razón) se practicó la sondeadura. Sinembargo esta fuente tampoco
no viene de la profundidad, sino de una colina cercana, en donde por casuali-
dad las capas están un poco inclinadas y en cuyo pié rematan, de suerte
que allí se ha formado un pequeño pantano de agua y petróleo, que vienen
de la colina; y este pantano nutre la dicha fuente.
El petróleo fresco, como sale de la tierra, es perfectamente liquido, de
un color verde oscuro en la luz refleja, y pardo en la luz trasmitida, en una
palabra, tiene todas las propiedades físicas del petróleo natural genuino;
pero como contiene una gran cantidad de sustancias volátiles, expuesto al
aire libre y al calor del sol, se espesa muy pronto y se convierte en betún
viscoso; mas tarde espesándose mas y mas, en brea mineral (pez mineral),
y finalmente en una sustancia sólida parecida al asfalto. Hasta ahora el
petróleo de St*. Elena fué recojido especialmente para la extracción de brea,
mediante un fuerte cocimiento, y en este caso poco importa que se hayan
volatilizado muchas sustancias; pero si debería servir para otros usos, p. ej.
en la fabricación del gas de alumbrado, ó para la destilación de petróleo
Woli-, Ecuador. 19
290 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
refinado (kerosina), convendría usarlo en el estado mas fresco posible, y
evitar la evaporación espontánea en los pozos. — Para ambas fabricaciones
indicadas el copé de Sta. Elena se presta muy bien, como se puede ver de
los ensayos practicados. (*7)
Cuando dirigía la fábrica de gas en Guayaquil, hice algunos ensayos
en escala mayor con resultados satisfactorios, consiguiendo un gas de luz
muy blanca. Me he convencido de que el copé de Sta. Elena podrá reemplazar
ventajosamente el uso del caro carbón de «canel» de Escocia, sirviéndose
para su destilación de retortas especiales.
Después del petróleo merecen una mención especial las capas de azufre
nativo, que se hallan en algunos puntos del terreno cuaternario, y precisa-
mente en la cercanía de las capas bituminosas del cantón de St*. Elena.
Pero parece, que la formación del azufre sigue también en la época actual,
porque se encuentra á muy poca profundidad en las pampas salitrosas, que
se hallan casi al nivel del mar, y se inundan en los tiempos del aguaje.
Una pampa muy extensa de esta clase encontramos, por ejemplo, al Sur de
St\ Elena y al Oeste de la Punta Carnero; es un asalitral», es decir, el ter-
reno consiste hasta un medio metro de profundidad de un terreno muy fofo
(arena sumamente fina y polvo), completamente impregnado de las sales del
mar, que en la superficie forman una cubierta de eflorescencias blancas.
Debajo de la capa superficial salitrosa encontramos á la profundidad de í¡i á
1 metro otra mas compacta, que llega también á 1 ó 2 metros de espesor
y consta de adufre cristalizado mezclado con arena fina ó polvo. La masa
no es muy dura y se deja triturar con facilidad, contiene muchas hendi-
duras y oquedades llenas de cristalitos amarillos de azufre, y con la lente
ó quemando el azufre, se nota que la piedra consta solo de la misma arena
(¡na del salitral, cementada por el azufre. La cantidad del último he deter-
minado en varias muestras en 64 hasta 70%. — Hasta ahora el azufre de
la costa se explota en muy pequeñas cantidades, es decir, que los habitantes
del cantón de Sta. Elena sacan de vez en cuando algunas arrobas, que nece-
sitan para la industria de los sombreros de paja. — En el interior del pais
conocemos el azufre como un producto de sublimación de los volcanes (p. ej.
del Pichincha). En la costa no hay que pensar en un origen volcánico del
azufre; su presencia entre las capas salitrosas no puede explicarse sino por
una reducción de los sulfatos del mar mediante sustancias orgánicas en
descomposición. Estas últimas nunca faltan en las playas del mar y en las
llanuras periódicamente inundadas.
En las costas del Perú se encuentra el azufre en iguales circunstancias.
De la costa de Sechura he visto muestras, que se distinguen de las de
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 291
Sl\ Elena solo por ser mas compactas y por el grano <ie la arena mas
basto; se parecen mas bien ú las areniscas cuaternarias, pero el cimiento
es azufre puro y llega á 51°/„. Aseguran que en la costa de Sechura se
encuentra este azufre en grandes cantidades; no conozco su yacimiento,
pero según el aspecto y la dureza de las piedras parece su formación algo
mas antigua (cuaternaria), que en Sí'. Elena.
En el cantón de St*. Elena existe un fenómeno muy singular, de que
trataremos mejor en este lugar, aunque no tenga su origen en la formación
cuaternaria misma, de que está rodeado, sino en un terreno mas antiguo,
que se sustrae a nuestra observación directa. Hablo de las fuentes termales
y del volcancito ó volcan fangoso de San Vicente,*) que se bailan unas 4 leguas
al Este de St'. Elena, no muy lejos del camino de Guayaquil, que queda al
lado austral, á 75 metros sobre el nivel del mar.
En una quebrada poco honda pero muy ancha, que baja del lado del
cerro de Asajmon, el suelo está formado por las capas casi verticales de
arenisca terciaria, completamente como en la playa del mar cerca de Can-
grejo, alternando también aquí las areniscas con otras capas de arcilla azu-
leja y en parte bituminosa. De estas capas surgen en medio de la quebrada
tres grandes borbollones de agua, dos calientes (38° — 40° C.) y uno tibio
(32° C.) y ademas una multitud de fuentes mas pequeñas. Hacia la margen
*) Los volcónos fangoso»
Mridena).
i llnmíin también MacahthaR (en Sicilia) ú Saines (en
292 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
setentrional del plano, que forma el fondo de la quebrada, á corta distancia
de las fuentes, se halla el «volcancito». Es un cono muy truncado, que
tendrá dos metros de altura y seis de diámetro en su parte inferior. Consta
de fango endurecido y se puede subir sin peligro á su margen inferior. En
el centro de la pequeña meseta se halla el cráter principal, un embudo de
1 metro de ancho y lleno de lodo, del cual brotan sin intermisión grandes
burbujas de gas, ocasionando un ruido sordo gutural. Al rededor del cráter
la planicie fangosa está cubierta de muchísimos pequeños conos, solo de
f) á 30 centímetros de altura, cada cual con su pequeño cráter terminal, que
arroja lodo y gases con un sonido silbante. Pueden compararse estos coni-
tos encima del cono principal con los conos y cráteres de erupción (laterales)
de los volcanes verdaderos. El fango arrojado es muy salado y en la super-
ficie cristaliza la sal bajo la influencia de los rayos del sol. Colocados sobre
la margen del cono, percibimos un olor fuerte de petróleo, y en efecto se
deposita esta sustancia en bastante cantidad al rededor de los respiraderos
de gas, comunicando al fango arcilloso, que al principio es gris claro, un
color pardo. Igualmente se siente un olor débil á hidrógeno sulfurado.
Azufre nativo terroso se ha depositado en corta cantidad en el fango, y
ademas en algunos puntos mucho hidróxido (ocre) de hierro. — De los pro-
ductos depositados deducimos, que los gases principales que se desprenden,
serán: el ácido carbónico, el gas sulfhídrico y el hidrocarbúrico, los mismos
pues, que se han observado en los volcancitos fangosos de otros países.
Las cercanas fuentes termales están en intima conexión con el volcan
de fango, y en el fondo son efecto del mismo fenómeno, solo que en lugar
de un poco de lodo arcilloso arrojan en gran cantidad agua limpia. El des-
prendimiento de gases en las fuentes es tan considerable, ó aun mas enér-
gico, que en el volcancito; también aquí se percibe el olor de petróleo y de
hidrógeno sulfurado, y hay igualmente sedimentos de ocre, de sal, de azufre,
de nafta; pero estos productos con mayor facilidad son llevados por el agua
y no pueden acumularse en gran cantidad.
El agua cristalina de las fuentes está muy cargada de sales, mucho
mas que el agua del mar, conteniendo en un litro mas de 13 gramos de
sales fijas. Predominan los cloruros de sodio, potasio y calcio, y después sigue
el bromuro y yoduro de calcio en cantidades muy considerables. (28) Tanta
riqueza de sales en el agua indica la existencia de un gran depósito de estas
sustancias en la profundidad. Un hecho curioso es el de que en el agua
salada y caliente (40° C.) de las fuentes viven centenares de pescaditos
muy pequeños, y el talud del cono caliente del volcancito está vestido
espesamente de una planta ciperácea singular, que no observé en otro
lugar de esa región. En cuanto á los pescaditos, recuerdo que las fuentes
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 293
se hallan á la distancia de 3 leguas del mar y en la altura de 75 metros
sobre su nivel.
Las fuentes termales de San Vicente tan ricamente mineralizadas tienen
alta importancia para medicaciones hidrológicas, especialmente por la canti-
dad considerable de yodo y bromo que contienen. ¡Lástima, que los médi-
cos del pais son tan indiferentes con este ramo de la medicina, y que en
general no estudian los recursos que les brinda el suelo nativo!
Añadiremos algunas palabras sobre la naturaleza del voloancito y de las
fuentes que le acompañan, diciendo ante todo, que de ningún modo está en re-
lación con los verdaderos volcanes ignívomos. La semejanza se limita única-
mente al aspecto exterior, y por lo propio los geólogos cuentan estos volcancitos
de lodo entre los fenómenos séudo-volcánicos. Su origen se deriva de la des-
composición subterránea de sustancias orgánicas, lo mismo que el de las
fuentes de gas (hidrocarbúrico, sulfhidrio, carbónico). Los gases exhalados
son los productos de destilación de restos vegetales ó también animales,
que debajo de la tierra sufren una lenta combustión química ó carboniza-
ción. La exhalación de los gases generalmente vá acompañada del derra-
mamiento de hidrocarburos liquidos (nafta y petróleo). De vez en cuando
se aumenta el desarrollo de gases tanto, que se producen explosiones y
erupciones violentas, las cuales lanzan al aire agua, lodo y piedras, hasta
la altura de 30 metros, y ocasionan un ruido fuerte, semejante al trueno.
Tales periodos de excitación extraordinaria son raros; sinembargo se han
verificado mas de una vez en el volcancito de St\ Elena, según me asegu-
raron los habitantes de San Vicente, que habian oído los truenos subterrá-
neos á la distancia de mas de 2 leguas. — Difícil es decir, si el origen de
nuestro volcancito haya de buscarse en el terreno terciario, ó mas bien en
una formación mas antigua y mas profunda (cretácea?); atendiendo á la
temperatura alta de las fuentes termales, parece mas probable lo segundo.
En una llanura que dista de St\ Elena una legua hacia el Norte, no
muy lejos de la Punta Centinela, me mostraron dos montones de tierra ar-
cillosa, que al decir de algunos testigos oculares, fueron volcancitos no
mucho tiempo hace. Se dice, que también cerca de Zaruma existieron en
algún tiempo; pero después de haber estudiado en varias ocasiones el ter-
reno del cantón de Zaruma, dudo mucho que haya sido el mismo fenómeno.
El volcancito fangoso de St*. Elena es el único, que se conoce hasta
ahora en la costa occidental de Sudamérica; en la costa setentrional se los
encuentra cerca de Cartagena y en la isla de Trinidad. También en el
mundo antiguo el fenómeno no es muy frecuente; se lo cita de Sicilia, Mó-
dena, Irlanda, de la Crimea, de las regiones del Cáucaso y del Mar Caspio,
y finalmente de la isla de Java. No carece de interés científico el que
21)4 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
(odas las regiones enumeradas con volcancitos de lodo presentan tantas
analogías en su constitución geológica: formaciones modernas, riqueza de
sal y petróleo, comunmente un carácter exterior de desiertos y una posición
no lejos del mar, sobre todo en islas y penínsulas.
B. La formación fluvio-marina.
Con este nombre designaremos los aluviones cuaternarios y modernos,
que so han depositado en los deltas y á lo largo de los cursos inferiores de
grandes ríos, por acción simultánea de los últimos y del mar. Exteriormente
se caracterizan los terrenos de esta formación por su llanura perfecta y por
la ninguna ó muy pequeña elevación sobre el nivel del mar durante la
marea alta. Esta es la región preferida de las sabanas, sartenejas, tembla-
deras, que describimos en la parte topográfica de esta obra. Hasta hoy dia
la mayor parte de ella está dentro del alcance de la marea, como se vé en
la carta geognóstica, en que quedó en blanco; hacia adentro está limitada
casi siempre por las capas mas elevadas de la formación cuaternaria marina
(por las «lomas») ó por la diluvial fluviátil al pié de la sierra.
Encontramos el terreno fluvio- marino muy desarrollado en los deltas
del rio Mira y del rio Santiago, al rededor de los esteros de Pailón, después
en escala menor en las hoyas del rio Muisne y de Cojimies ; pero á su exten-
sión ó importancia mas grande llega en el sistema del rio Guayas y al rede-
dor del Golfo de Guayaquil, hasta Túmbez, y en esta región vamos á estu-
diarla un poco mas de cerca. — La formación de la gran llanura aluvial
probablemente comenzó ya en la época cuaternaria ó hacia fines de ella,
pero continuaba por toda la época moderna y sin duda seguirá desarrollán-
dose mas y mas en los siglos venideros. Herodoto llamó las fértiles llanu-
ras del Egipto inferior un regalo del Nilo; con la misma razón podemos
decir, que los llanos de las provincias del Guayas y de Los Rios son un
regalo del rio Guayas y de sus tributarios.
El Golfo de Guayaquil se extendió á fines de la época cuaternaria mucho
mas tierra adentro que ahora, occupando toda la planicie aluvial. Podemos
reconstruir su forma antigua, dándole exactamente la extensión, que en nuestro
mapa geognóstico ocupa el terreno aluvial (sin color). En medio del golfo
se levantaban algunas islas de rocas verdes (cerros de Potrillo, de Yolan,
de Zamborondón, de Taura), ó de rocas cretáceas (como los cerros de la
Cabra etc.). El rio de Daule desembocaba cerca de Colimes, el de Vinces
cerca del pueblo de este nombre, el de Zapotal cerca de Catarama, y los rios
que bajan de la Cordillera occidental, al pie misino de ella. Las orillas de
este golfo antiguo habrán presentado el mismo aspecto como el golfo que
conocemos ahora en su forma reducida, es decir, estaban rodeadas de manglares
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 295
y sujetas á las inundaciones periódicas de las mareas. — Para comprender
el modo sencillo, como poco á poco se pudo rellenar toda aquella bahía
extensa y formarse en su lugar las llanuras, basta observar con atención,
lo que sucede diariamente en el delta actual del rio.
Como sabemos, todos los rios, que entran en el mar (en nuestro caso
especial el rio Guayas), llevan una inmensa cantidad de materiales en sus-
pensión, ó arrastrándolos sobre el fondo de su cauce. Donde los rios entran
con una caida fuerte directamente en un mar profundo, con costas escarpadas
y embestidas por el oleaje del mar, como sucede con el rio de Esmeraldas,
los materiales arrastrados se depositan en el fondo del océano y son llevados
á grandes distancias; no contribuyen nada ó muy poco al aumento de la
tierra firme. No sucede asi en los rios con deltas de caida suave, ó cuando
desembocan en bahias tranquilas. Aunque una parte del material llegue
afuera al océano, y se pierda en su inmensidad, otra y muy considerable
queda depositada en medio de las anchas desembocaduras de corriente suave,
ó á lo largo de las orillas, retrocediendo varias veces hacia la tierra, y pene-
trando con las mareas altas en todos los esteros, en que se deposita en forma
de una lama lina, retenida por la vejetacion de la orilla, especialmente entre
las raices de los mangles. ¡ Hé aquí la grandísima importancia de los manglares
como conservadores y aumentadores de la tierra! Los bancos de arena y
lama en medio del rio, y también cerca de las orillas, cambian frecuente-
mente de sitio, mientras quedan descubiertos de vegetación; pero luego que
los mangles se apoderan de ellos, se hacen mas estables y aumentan en
altura y circunferencia. Tales bancos cubiertos de manglares son, por ejemplo,
las islas de Matorillos, de Mondragon, isla Verde y otras del golfo y rio.
El manglar en todas partes tiende á ganar terreno, y aunque algunas veces
es vencido en la lucha con las olas y correntadas fuertes, en general se
puede decir que avanza. El progreso de los manglares y de la tierra ganada
es seguro pero lento, y en pocos años no se manifestará sino á la obser-
vación y comparación muy exacta. Cuando examiné la costa del golfo, entre
el rio de Naranjal y Jambeli, con el gran mapa marítimo en la mano, que
los oficiales ingleses habían levantado del golfo unos 40 años antes, observé
varios cambios notables, que no pueden explicarse por una inexactidud de
aquel mapa minucioso, sino por cambios del terreno, que se habían realizado
durante la época trascurrida. Estos cambios consisten casi siempre en el
avance de la tierra firme y de los bajos en la cercanía de las bocas de los
rios hacia el golfo. Si tuviéramos planos exactos del golfo de los primeros
años de la Conquista, podríamos notar, sin duda, un aumento muy notable
de la tierra, efectuado en tres siglos. Esto no impide, que en uno ú otro
punto desaparezca un manglar ó un pedazo de terreno muy expuesto á las
296 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
ola» ó corrientes, que también cambian de rumbo; pero en general se debe
decir, que la tierra crece y avanza contra el mar.
Los mangles son verdaderos anfibios vegetales, y prosperan solo mientras
que duran las condiciones favorables de sü existencia. Desempeñado su
papel, que consiste en ganar tierra, desaparecen y ceden el terreno á otras
formas vegetales mas terrestres. Entrando en cualquiera de los numerosos
esteros de la costa, podemos estudiar el interesante procedimiento de esta
conquista pacifica. En la margen exterior del manglar observamos la gene-
ración nueva de los árboles, que por el mayor espacio de tiempo están
cubiertos de agua hasta la altura de las primeras ramificaciones, descubrién-
dose sus raices estribiformes solo en la marea muy baja, durante pocas
horas del (lia. La lama entre las raices es blanda y movediza, pero vá
espesándose mas y mas, por la sedimentación del lodo en el agua tranquila.
Un poco mas adentro, donde naturalmente el agua queda todavía mas libre
del movimiento fuerte del rio, los depósitos ya son mas altos y mejor con-
solidados, solo las raices principales sobresalen el lodo y estriban los árboles,
el terreno queda descubierto desde la media vaciante, y de consiguiente
durante muchas horas cada dia; una que otra planta ciperácea, ó un helécho
w
palustre, ocupa los puntos mas altos del terreno todavía muy blando. A
medida que avanzamos hacia adentro, aumenta la vegetación herbácea y
gramínea, el terreno gana en solidez y altura, estamos en el manglar viejo,
en que las raices de los arboles están aun mas enterrados, otros árboles,
que no temen la humedad, especialmente las Avicenias y algunas palmitas
(la palmicha) se mezclan con los mangles, igualmente algunos arbustos y
lianas. La vegetación baja de las gramíneas, ciperáceas y heléchos ya es
muy espesa y sirve como un filtro, reteniendo entre sus hojas y raices las
partículas de lodo que el agua lleva en suspensión. De este modo crece el
suelo rápidamente en esta zona, aunque se inunda solamente durante las
horas de la marea mas alta y en tiempo del aguaje. Se observa, que los
mangles ya no se hallan en su elemento; hacia la espalda del manglar no
nacen árboles nuevos y los viejos mueren y caen al suelo.
Atrás del manglar, ó á sú espalda, el desarrollo ulterior del terreno se
verifica de dos modos, según nos hallamas en una región húmeda y rica en
rios de agua dulce, ó en una región seca. En el primer caso, que podemos
estudiar en los manglares de la costa desde el rio de Naranjal hasta el de
Pagua (Balao, Gala, Tenguel), pasa el manglar directamente á una sabana
húmeda y anegadiza, ó en verdaderas tembladeras. Aquí las inundaciones
de los rios contribuyen del mismo modo al alzamiento sucesivo del terreno,
como las del agua salobre en el manglar. Parece excusado repetir, lo qué
he dicho en otro lugar (pag. 111.)) de la formación de las tembladeras, sabanas,
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 297
bancos etc. En esos lugares húmedos él manglar muere hacia la espalda,
no solamente por el alzamiento y la consolidación del terreno, sino también
por la abundancia de agua dulce de la sabana ó tembladera, que avanza
contra él.
En regiones secas, que encontramos, por ejemplo, al rededor de los
manglares del Estero Salado, en la isla de Puna etc., el manglar se forma
del mismo modo ya indicado, pero muere á la espalda por la sequedad, es
decir, cuando el terreno ya es tan alto, que las inundaciones diarias de la
marea no lo alcanzan mas. Atrás del manglar se forma una llanura abierta,
que solo se cubre de agua durante los aguajes mensuales, depositando en
estas ocasiones una arena fina ó un lodo salado — los salitrales. Por lo
salobre de la tierra crecen aqui pocas especies de plantas, propias á este
terreno. Aunque aqui la sedimentación de las sustancias suspensas en el
agua, se verifica con mucha lentidud, es sinembargo un hecho comprobado,
y la sabana cubierta de vegetación gramínea avanza contra los salitrales,
conforme que estas se alzan hacia su margen. Otra circunstancia contribuye
á que en los lugares citados la sedimentación, y en consecuencia el adelanto
de los manglares, suceda con mayor lentidud. Desde la época, en que el
Estero Salado queda incomunicado con el rio Guayas, lleva una agua muy
pura y pocas sustancias en suspensión. Es natural que un depósito de esta
agua no llega á la centésima parte del del agua turbia del rio Guayas y
del golfo.
La lijiviacion ó dulcificación del terreno salobre, depositado por los
manglares, é invadido después por la sabana, se verifica mas pronto en las
regiones húmedas, con las inundaciones de los ríos de agua dulce, que en
las regiones secas, donde la naturaleza dispone solamente de las lluvias del
invierno. Sinembargo se efectúa lentamente, á lo menos hasta cierta pro-
fundidad, como lo observamos en la sabana de Guayaquil y en el centro de
las islas de mangles del Estero Salado.
Una prueba evidente de lo que he dicho del avance de los manglares
y de la tierra, suministran las raices y troncos de mangles que algunas veces
encontramos no solamente en los salitrales sino á distancia de muchas cuadras
de la actual espalda del manglar, en medio de la sabana, donde hoy no
podrían crecer. El manglar roba el terreno al rio y al mar, el salitral ó la
tembladera lo quita al manglar, la sabana se forma de esta ó de aquel, se
alza mas y mas y se «embanca». Hé aqui el procedimiento que se verifica
sin intermisión al rededor de todo el golfo dé Guayaquil, ya en mayor ya
en menor escala, y por el cual se ha formado en el curso de los siglos toda
la llanura aluvial del litoral. — En la cartita geológica he indicado la actual
zona de los manglares; esta zona se hallaba á fines de la época cuaternaria
298 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
en los limites, que mas arriba he indicado para el antiguo golfo, al pié de
la Cordillera y de la región de las «lomas».
Todo el material fino y grueso, que arrastran nuestros ríos, se deriva
en última instancia de las montañas del interior, aunque en parte proviene
también del terreno aluvial ya depositado. En su camino largo, que los rios
hoy dia tienen que hacer por las llanuras, para alcanzar el golfo, ya pierden
mucho de este material, depositándolo á lo largo de su curso, ó esparcién-
dolo sobre las sabanas inundadas, de manera que solo una parte y la mas
fina llega al golfo; y aun de esta parte una fracción pequeña se deposita
definitivamente en los manglares. De esto se explica que la formación de
terreno nuevo actualmente sucede con lentitud, y que antiguamente, mas
arriba debia ser mucho mas enérgica. Entonces también los guijarros y la
arena gruesa, que ahora se depositan al pié de la sierra, entraban en el
golfo y se depositaban en capas espesas, alternando con las de arcilla y
creda fina, de manera que las llanuras podian avanzar con rapidez relativa,
especialmente en dirección del curso de los rios principales. Cuanto mas
se alargaba el curso de un rio por la llanura creada por el mismo, tanto
mas finos eran los materiales que llegaban al golfo, y este resultado necesario
y tan natural encontramos en efecto confirmado por el estudio de las capas
aluviales: En la cercanía del golfo actual se halla solo arena muy fina ó
lama arcillosa, cuanto mas nos alejamos de él y nos acercamos á las orillas
del golfo antiguo, ó al pié de las montañas, tanto mas grueso es el material,
que compone las llanuras.
En los llanos recien formados y muy bajos, el curso de los rios no
habrá sido tan estable como ahora, con frecuencia habrán cambiado de
dirección, y canales y esteros habrán existido en gran cantidad. Hay todavía
algunas regiones bajas, en que hasta nuestros dias reina esta inconstancia,
y en que solo por el embancamiento ulterior de las orillas los rios llegarán
á regularizarse. — A medida que el golfo antiguo se iba rellenando y á ser
reemplazado por la llanura, se formaba también paulatinamente el actual
sistema del rio Guayas, cuyos tributarios antiguamente tenían sus desembo-
caduras separadas. En un estado ya bastante adelantado desembocaban las
aguas en el golfo por las dos aberturas que existen entre los cerritos del
Salado y de Guayaquil, y entre estos y los de Duran. La primera se cerró
y la corriente principal tomó la dirección del actual rio Guayas, el cual,
llevando mayor parte del material en suspensión, podia embancar sus
orillas con mas rapidez que el canal cegado al Oeste, que constituye ahora
el Estero Salado. La separación del Guayas y del Salado se hacia mas
completa, á medida que el primero avanzaba su boca hacia mas afuera
ó mejor dicho hacia mas adentro del golfo. La razón porque el embanca-
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 299
miento se verifica muy despacio en del Estero Salado, queda explicada
mas arriba.
La historia de la formación aluvial del Guayas es un pequeño episodio
del largo desarrollo geogenético del Ecuador. No es un juego de fantasía,
sino un hecho geológico comprobado por argumentos de inducción y ab-
straídos de la observación directa. ¡ Ojalá, que la historia de las épocas mas
antiguas fuese tan clara y segura, como la de este periodo mas moderno! —
La formación aluvial debia principiar á fines de la época cuaternaria, cuando
esta ocupaba poco mas ó menos su posición actual; duraba por la época
reciente ó moderna, con cuyo nombre designamos la, en que ya no se
hallan organismos extinguidos y la creación tenia el aspecto actual; y
seguirá todavía por mucho tiempo. Por supuesto no podemos indicar un
cierto número de años, que duraba la formación aluvial, para llegar á su
estado actual; la geología no mide sus épocas con la escala mezquina de
la historia humana, sino con la medida del Creador, para quien los miles
ó millones de años son como un dia. — Y ¿cual será el resultado final de
ese proceso geológico continuado? Sin duda es la disminución sucesiva del
golfo de Guayaquil y de sus esteros, la regularizacion de los rios y la
extensión de la llanura aluvial. Si sigue el período actual con su desarrollo
tranquilo y regular por largo tiempo, llegará la época geológica, en que
habrá desaparecido el golfo de Guayaquil, con todos sus esteros, en que la
isla de Puna con su mitad setentrional hasta el estrecho canal del Morro
estará unida con la tierra firme, en que la costa desde Naranjal hasta Túmbez
se habrá ensanchado tanto que entre ella y la isla de Puna quedará solo el
estrecho paso para el rio Guayas, en que la desembocadura de este se hallará
cerca del islote de St*. Clara, en que el Ecuador habrá ganado por aluvión
natural unos 7000 kilómetros cuadrados. Es probable que el género humano
no existia todavía en la América del Sur, cuando principiaba la formación
aluvial. ¿Alcanzará á ver ese estado de su adelanto, como acabo de pin-
tarlo? La época que necesitamos para producirlo, no será inferior á laque
trascurrió desde su principio, y talvez mas larga, porque el desarrollo se
verifica ahora con mas lentitud, por las razones indicadas.
Las mismas observaciones que hemos hecho en los llanos de la provincia
del Guayas, podemos hacer, en menor escala, en la hoya del estero de Co-
jimies, en la del rio Muisne, y en la región baja entre el rio de Santiago
y el rio Mira, en fin en todas partes, en que la costa está ceñida de manglares.
Estos últimos son la mejor defensa de una costa contra el mar. Doquiera
que las olas tengan acceso libre á un terreno, lo comen poco á poco por
mas duro que sea. Toda costa que consta de barrancos, retrocede, y la que
está cubierta de manglares, avanza.
300 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
Si la formación aluvial de la cosía hemos llamado fluvior marina, se
comprende, que este nombre le cuadra solo durante el tiempo, en que el
mar toma parte en ella por las mareas, es decir, mientras que se verifica la
sedimentación entre los manglares ó en su cercanía. Su desarrollo ulterior,
tierra adentro, el relleno de las tembladeras, el crecimiento de las sabanas,
la formación de los bancos á lo largo de los ríos etc. son fenómenos debidos
únicamente á la acción de los ríos, es decir, que la formación es entonces
puramente fluvial.
La composición petrográfica de esta formación es sumamente monótona
é igual en todas partes, como ya podemos deducir de la descripción que
precede. Toda ella se compone de capas horizontales de barro endurecido
y de arena, mezclada mas ó menos de tierra vegetal. Hacia el curso superior
de los rios, donde ya se acercan á la Cordillera, se encuentran también los
estratos de arena gruesa y de guijarros (cascajo), alternando con otros de
material mas fino. En los parajes, en que tales capas son muy potentes y
se hallan cerca de la superficie, el terreno es estéril, y se presta mal á la
agricultura.
Minerales subordinados de alguna importancia apenas se encuentran en
la formación fluvio-marina. Algunas gotas de mercurio, que manan de vez
en cuando de sus capas á las orillas del rio Daule cerca de Guayaquil, pro-
venien evidentemente de la cercana formación cretácea de los cerros. — Una
sustancia muy singular, que se halla en pedazos irregulares en las capas
aluviales cerca de Daule, podría ser explotada y utilizada, si formara masas
mas grandes ó depósitos continuos. Pero por desgracia su yacimiento es
irregular, hallándose diseminada en la profundidad de 2 á 3 metros en pe-
dazos del tamaño de un puño ó de una cabeza. Pertenece á las resinas
fósiles y tiene el aspecto de una cera impura. La fractura recien hecha
tiene un color amarillo, pero se oscurece y se ennegrece con el tiempo. La
sustancia es blanda y se deja rayar con la uña; en el calor se ablanda
mucho, y con 70° C. comienza á derretirse. Á la llama arde como tina
resina, desarrollando un olor singular pero no desagradable; frotándola des-
pide un olor bituminoso. En alcohol, éter, benzol y trementina, se disuelve
en parte, quedando un residuo insoluble, lo que hace sospechar, que no
tenemos una sustancia mineral sencilla, sino compuesta. Por todas estas
propiedades se acerca nuestro mineral al que Johnston analizó en 1838 y
que llamó Guayaquilita*), por hallarse «cerca de Guayaquil». El calculó su
composición en:
*) Johnston, Phil. Mag. XIII, ¡J29. 1838. — Véase también: Baña, Mincralogy, ed. ó*
(New- York 1882), pág. 745. — Johnston y Dana escriben equivocadamente «Guyaquillite»
en lugar de «Guayaquilite».
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 301
Ca :H:02 = 40 : 52 : 6 -= Carbono . . m 7í»,66T»
Hidrógeno . . 8,174
Oxígeno . . . 15,161
100,000 - Peso espec. =, 1,092.
Para ver, si el mineral de Daule es la misma Guayaquilita de Johnston,
lo hice analizar últimamente en Dresde por el profesor Dr. Filsinger. El
resultado es:
Carbono G9,01
Hidrógeno 8,98
Oxígeno 20,15
Sustancia mineral extraña. . . . 1,80
100,00 - Peso espec. 1,1005.
Aunque este análisis, ejecutada con todo esmero, difiere bastante de la
de Johnston, ó mejor dicho de su cálculo teórico, no encuentro dificultad
de identificar nuestro mineral de Daule con la Guayaquilita, porque no se,
trata de un mineral simple, de composición química constante, sino de un
mineral compuesto de dos ó tres resinas diferentes. Asi se explica, que la
composición de un pedazo puede diferir de la de otro.
Según el modo, como los ríñones de Guayaquilita se presentan disemi-
nados en el terreno aluvial, no es probable que existan depósitos grandes
y explotables.
C. Las formaciones fluviales y terrestres (diluvial y aluvial).
No hay que perder tiempo con una larga descripción y explicación de
los depósitos fluviales de nuestra época y de la que precedió inmediatamente.
En parte hemos tocado este tema en el párafo anterior, y por lo demás el
fenómeno está patente á todos los que quieren observarlo. Desde la época,
en que el pais habia adquirido su configuración actual (en sus rasgos prin-
cipales), en que existían las Cordilleras de los Andes y demás montañas
altas, digamos desde fines de la época terciaria, comenzaban las aguas, ya
en forma de los precipitados atmosféricos, ya reunidas en rios, su obra
destructora, por via mecánica y por via química, descomponiendo la super-
ficie de las rocas, y llevando las partículas á otras partes. La acción del
agua no es solamente destructora, sino también regeneradora; porque lo que
quita de un lugar, deposita en otro, su tendencia es nivelar poco á poco
toda la superficie terrestre, y sin duda lograría en algún tiempo su objeto,
si no existiesen otros agentes geológicos (p. ej. los volcánicos), que se oponen
á esa nivelación, y siempre de nuevo subministran materiales que el agua
puede atacar. No hay una ladera de montaña, no hay un valle, no hay
quebrada, en que no pudiésemos estudiar el mecanismo de la destrucción
y regeneración; hasta el indio comprende, que las piedras rodadas, que
302 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
componen los torrados y las mesetas de un valle, derivan de las montañas
circunvecinas. — Todos estos depósitos en el interior del pais son contem-
poráneos con los marinos y fluvio- marinos de la costa, y también con la
mayor parte de los productos volcánicos interandinos. Los llamamos dilu-
viales, cuando se encuentran en ellos restos de animales extinguidos (cuater-
narios) ó cuando por su yacimiento deducimos una edad grande; y aluviales
ó modernos, cuando parecen haberse formado en tiempos de nuestra época
actual, sin que pudiéramos fijar limites seguros, porque sin duda no existió
entre las dos épocas ningún tiempo de interrupción ó de inactividad. — En
la carta geológica comunmente no se ha indicado la zona angosta del terreno
diluvial y aluvial en los valles, solo á lo largo del pié de la Cordillera occi-
dental y en algunas llanuras mas extensas, como en la de Cuenca y en la
de Catamayo, está señalada.
Esta formación tiene, ademas de su interés teórico para la geología, y
de su importancia práctica para la agricultura, otro especial para la minera-
logía y la minería. Encontramos en ella varios minerales útiles y ante todo
comprende el terreno de los lavaderos.
Existe en el Ecuador ué gran número de fuentes minerales (se llaman
también termales, cuando tienen una temperatura elevada), que depositan al
rededor de sus bocas durante la evaporación del agua y el desprendimiento
de los gases, especialmente del carbónico, varios minerales en forma terrosa
ó compacta y cristalizada. Las sustancias mas comunes son el carbonato
de cal y el óxido de hierro. El origen de estas fuentes se encuentra siempre
en formaciones mas antiguas, pero sus depósitos pertenecen á la formación
actual y diluvial. Citaremos uno de los ejemplos mas hermosos de la llanura
diluvial y aluvial de Cuenca.
En Baños, dos leguas al SO de Cuenca, salen las fuentes twmales sobre
unas cinco ó seis grietas de la tierra, cuya dirección está indicada por las
colinas de caliza, que se han formado sobre ellas. Estas grietas no corren
paralelas y se cruzan en distintos ángulos; las principales ocupan un pe-
queño plano al Este del pueblo. El agua de las fuentes, que tendrá la
temperatura de unos 00° C, está muy cargada de bicarbonato de cal, y des-
prende mucho ácido carbónico libre, con un poco de gas hidrosulfúrico. Luego
que sale al aire libre, deposita el carbonato de cal en forma de incrusta-
ciones y de toba, al rededor de la boca de la fuente y á lo largo de su
curso, y así nace una colina de piedra caliza por la sobreposicion sucesiva
de muchísimas capas concéntricas, que se distinguen muchas veces por dife-
rentes colores, alternando capas blancas, amarillas, rojas etc., las últimas
debidas al óxido de hierro que se deposita junto con la cal. Como el con-
ducto y las bocas de las fuentes se obstruyen poco á poco por la misma
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 303
cal, estas cambian frecuentemente de lugar, prorumpiendo sobre la misma
grieta terrestre en los lugares de la menor resistencia. Actualmente existen
cuatro ó cinco fuentes caudalosas en Baños, siendo los manantiales pequeños
innumerables; las colinas de toba caliza que han formado, tienen de 4 á
8 metros de altura y hasta 200 de largo, siendo su ancho en la base de
unos 10 y en la cima solamente de 2 metros. Fuera de estas colinas, que
se presentan precisamente como las vallas de una fortificación, en toda la
cercanía del pueblo el suelo está cubierto de una costra mas ó menos gruesa
de caliza incrustante. — Las capas superficiales y mas modernas de la toba
son muy porosas y esponjosas (por esto lijeras), como la piedra pómez y
no sirven ni para quemar cal, ni para material de construcción, mientras
que las capas inferiores y mas antiguas ya se han consolidado por el peso
de las capas sobrepuestas y por la filtración continua del agua, que sigue
depositando las partículas de cal en los poros de la toba y la convierte poco
á poco en una masa dura y cristalino-granosa, que entonces no se distingue
en nada del «mármol» del Tejar. Las variedades muy compactas y duras
de las tobas se conocen en Cuenca con el nombre de «mármoles*, y pueden
llamarse asi, entendiendo con este nombre todas las especies cristalino-
granosas de caliza. A lo menos tienen la textura fánero-crist aliña las tobas
calizas mas antiguas del Tejar entre Cuenca y Sayausi, las que se encuen-
tran entre Cuenca y Sinincay y las de Pórtete; otras son mas sueltas y
fofas, conservando el carácter propio de las tobas ó tufos, como las de
Baños, de Quinoas y de Guapan cerca de Azogues. Un estudio superficial
de las rocas de Tejar basta para convencerse de que este mármol no es otra
cosa que una toba antigua muy bien consolidada y endurecida, y de que las
colinas en que se encuentran las canteras, son el producto de fuentes, pre-
cisamente como las de Baños. Otro tanto digase del mármol blanco del
Pórtete, que es el mas hermoso de todos y tiene á veces el aspecto de ala-
bastro. Las fuentes han desaparecido de estos lugares. Las tobas de Qui-
noas y de Azogues no son tan compactas y se parecen á las de Baños. —
En varios puntos de las inmediaciones de Azogues se encuentran pequeños
depósitos de caliza incrustante, como por ejemplo, cerca de San Marcos,
pero los principales se hallan en el anejo de Guapan, donde se repite exac-
tamente el fenómeno de Baños, solo que las colinas no se han formado con
tanta regularidad. La fuente principal al lado de la capilla tiene la tem-
peratura de unos 30° C., no se percibe el olor característico del gas lúdro-
sulfúrico, pero el agua está cargada de cloruro de sodio (sal común), distin-
guiéndose de tal modo de las aguas de Baños, con las cuales conviene en
el contenido de ácido carbónico y bicarbonato de cal. Estas fuentes nacen
de la arenisca de Azogues, las de Baños superficialmente del terreno cuater-
304 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
nario, las tobass caliza de Pórtete y de Quinoas {en el valle superior del
Matadero, al lado derecho del rio, % de legua abajo del tambo) descansan
directamente sobre los pórfidos, y los antiguos mármoles del Tejar y de
Racar se hallan, como las tobas de Baños, en el terreno cuaternario. No
hay que perder muchas palabras sobre el uso y la aplicación de estas tobas
calizas, que es generalmente conocida; los «mármoles» de Cuenca y Pórtete
subministran un excelente material de construcción y se adaptan muy bien
para adornos arquitectónicos; es de desear que su uso se generalice mas y
mas. Las variedades ordinarias sirven para quemar cal; son la «licamancha»
de los indios.
Iguales a mármoles» y tobas calizas se encuentran en la provincia de
Loja. A la distancia de 2 leguas al N de Loja hay un depósito de este
mineral de bastante espesor y mas fino que el «mármol» de Pifo, y es de
desear que se haga mas uso de esta hermosa piedra, que cuando pulida se
acerca en su aspecto al alabastro. La grande ara en la Catedral de Loja y
la pila bautismal en la iglesia de San Agustín son labradas de ella, y sirven
de prueba para observar, cuan bien se presta á tales y semejantes obras.
En las provincias interandinas del Norte se hallan los mármoles y tobas
entre ó sobre el terreno volcánico moderno, pero su origen es el mismo; en
algunos puntos las fuentes existen todavía, en otros han desaparecido. No
podemos enumerar todas las localidades, pero repetiremos que el célebre
marmol de Pifo en la provincia del Pichincha pertenece también á la misma
formación. — En el litoral tales fuentes y depósitos calcáreos son mas raros,
sinembargo no faltan del todo, como ya he citado un ejemplo de la que-
brada del rio Seco cerca de Jipijapa.
Otra sustancia que se deposita en las fuentes del mismo modo, como
la cal, y aun con mas frecuencia, aunque no en cantidades tan considerables,
es el hidróxido de fierro ó el ocre, que se llama limonita, cuando es muy
compacto. Se distinguen estos depósitos por su color amarillo ó rojo, y los
encontramos en pequeña cantidad alrededor de todas las fuentes, que des-
piden ácido carbónico, y que se llaman acidulas ó aciduladas. Por lo re-
gular la cantidad de ocre depositado es tan pequeña, que no merece aten-
ción; pero hay lugares pantanosos, en que se forman capas espesas de
limonita, el llamado hierro palustre ó pantanoso, en masas tan extensas que
son explotables, puesto que este mineral de hierro es un magnifico material
de fundición. El primer depósito de esta clase, que tuve ocasión de estudiar,
se halla en la serranía de Sigsicunga al Oeste de Otavalo. Cerca de la
hacienda de Sigsicunga se encuentra un espacioso valle circular, cuyas
laderas constan de potentes tobas volcánicas; el fondo plano es un pantano
cubierto de vegetación gramínea, en que brotan muchas fuentes cargadas
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 30&
de ácido carbónico y de carbonato de fierro, depositándose el último tras-
formado en ocre, después del desprendimiento del primero.
Esta formación ya debe durar mucho tiempo, porque en todo aquel
paraje se encuentra debajo de la tierra vejetal, que tiene l/-j á 1 nietro de
espesor, una capa de limonita ó hierro palustre de mucha potencia. En otras
regiones se hallan capas análogas de hierro, que sin duda alguna tienen el
mismo origen, aunque hoy dialas fuentes hayan desaparecido; asi, por ejemplo,
en las inmediaciones de Cuenca, y hasta en el subsuelo de la ciudad misma.
El que las fuentes termales no depositan alrededor de sus bocas las
sales que son disolubles en el agua, se explica fácilmente, porque son lle-
vadas por el rio y por las lluvias. Asi, por ejemplo, las fuentes muy saladas
de Salinas, al Norte de Guaranda, forman solamente espesas capas de toba
caliza, pero no de sal, y lo mismo sucede con las fuentes saladas de Guapan
cerca de Azogues. Sinembargo encontramos en algunas llanuras del interior
eflorescencias de sales en las capas superficiales y de formación muy moderna
ó actual, cuyo origen queda todavía dudoso. Podrían ser los residuos de
las impregnaciones de fuentes, que han desaparecido, pero también podrían
formarse y regenerarse continuamente por la descomposición de los mine-
rales del suelo. Pasando en silencio muchos parajes muy circunscritos,
mencionaré solo las dos llanuras, en que el fenómeno se manifiesta en mayor
escala, la de Salinas en la provincia de Imbabura y la de Latacunga. La primera
brinda la sal de comercio á algunas provincias, y en la segunda se extrae el
salitre, que abasteció por mucho tiempo una fábrica de pólvora en Latacunga.
En ambos casos los sales son superficiales y se recojen en forma de eflores-
cencias. Mr. Boussingault es de la opinión que derivan de antiguas fuentes. (f9)
Ya que tratamos de los depósitos de algunas fuentes en el terreno diluvial
y aluvial, mencionaremos también las otras aguas minerales del pais, aunque
á veces no dejan rastros visibles de su contenido en la superficie terrestre.
— Es un error vulgar, considerar todas las fuentes termales como fenómenos
volcánicos, ó á lo menos como conexionadas con tales. Puede ser que algunas,
que nacen en la proximidad de volcanes activos, deban su temperatura ele-
vada y su fuerte mineralizacion á la influencia directa del foco volcánico,
que se halla en su cercanía, pero por lo regular están independientes de la
actividad volcánica, y por esto nacen en toda clase de terrenos y formaciones
geológicas. Su temperatura comunmente (no siempre) elevada deben á la
profundidad de que nacen*), y su mineralizacion á procesos químicos, que
*) Sabido es que la temperatura natural de la tierra vá aumentándose, eonforme se
baja á la profundidad. Comunmente se admite que ú cada 33 metros la temperatura crece
de Io C. El agua circulando en las capas terrestres, toma la temperatura de estas, según
la profundidad.
WOLf, Ecuador. 20
30G GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
so verifican en aquellas profundidades con los minerales de las rocas, bajo
una fuerte presión. Por lo demás convendría distinguir entre aguas minerales
y aguas termales. El último nombre conviene solo á las fuentes, cuya tem-
peratura es considerablemente mas alta, que la media del lugar en que
brotan. Aunque la mayor parte de las aguas minerales son á la vez ter-
males, no faltan, sinembargo, termales con agua muy pura y nada mineralizada,
y al revés aguas minerales muy ricas, con la temperatura ordinaria del país.
El Ecuador es muy rico en aguas termales y minerales de toda clase,
especialmente en las regiones andinas é interandinas; pero el uso que se hace
de ellas es casi nulo. Sabido es, cuantos progresos ha hecho en el mundo
civilizado la hidrología medicinal, cuan preciosos remedios poseemos en ciertas
aguas minerales para ciertas enfermedades. Pues, el Ecuador posee tales aguas
en abundancia, pero sus médicos no las conocen, dejan su aplicación á la gente
pobre é ignorante, y las tratan con el mismo desprecio como los remedios
vegetales del país. Estos no se hallan en las farmacopeas de Europa, ergo:
no valen; nuestras aguas no se recomiendan en los periódicos, como las de
Vichy, Karlsbad, Selters etc., ergo: vengan estas, cuesten lo que cuestan! —
Pero: «no conocemos las aguas del Ecuador, ni sus virtudes medicinales.»
Pues, su propia culpa es; ¿porque no las estudian ó las hacen estudiar?
Ademas la disculpa no vale; existe desde 1876 un mangnifico trabajo sobre
las aguas minerales del Ecuador por L. Dressel S. J., debidamente apreciado
en Europa, pero olvidado é ignorado por los ecuatorianos, aunque se im-
primió en Quito. Esta obrita meritoria contiene las análisis científicas de 28
aguas minerales, entre ellas las mas afamadas del pais, y una discusión sobre
su aplicación terapéutica. Entre las aguas analisadas tenemos:
Io. Aguas alcalinas, por ejemplo, las fuentes de Machachi, de la hacienda
Chimborazo.
2o. Aguas ferruginosas, p. ej. Alangasi, Badcung cerca de Baños, Te-
salia cerca de Machachi, Pomasqui, Yana-yacu cerca de Co-
tacachi.
3o. Aguas aciduladas, p. ej. Hervidero de Tesalia cerca de Machachi.
4o. Aguas de sal de Glauber, p. ej. Fuente de la Virgen de Agua Santa
en Baños.
f>°. Aguas amargas, p. ej. algunas fuentes en Baños (Cangrejo, Badcung).
0°. Aguas saladas, p. ej. termales de San Vicente en el cantón de Sta.
Elena, fuentes de Tomavela cerca de Salinas al N de Gua-
randa.
7o. Agitas sulfuradas, p. ej. Cachihuaico en la hac. Chimborazo, Quisaya.
8a. Aguas termales indiferentes, p. ej. Cunuc-yacu cerca de Tumbaco.
No se puede recomendar bastante, sobre todo á los médicos del pais, el
JiAR FORMACIONES CUATERNARIAS. 307
estudio del librito del P. L. Dressel; pero como se ha hecho muy raro y
no está al alcance de todos, he creido muy útil insertar entre los suple-
mentos de esta obra las análisis principales que contiene, con las obser-
vaciones mas interesantes. (*0)
Todas las aguas naturales, excepto la de lluvia, contienen una cierta
cantidad de sustancias minerales en solución; de consiguiente el distintivo
entre aguas comunes y aguas minerales no consiste en que estas tengan
sustancias minerales y aquellas no. Agua mineral se llama la, que tiene
una cantidad notablemente mayor de sustancias disueltas, que las aguas
potables ordinarias. Difícil es establecer un límite fijo, aunque se dice
generalmente, que el agua potable no debe contener mas de 0,5 gr. de
sustancias fijas por litro. Depende mucho de la naturaleza de las sales,
siendo unas mas nocivas que otras. Lo que mas perjudica es la presencia
de sustancias orgánicas (ya en disolución, ya en forma de micro-organismos,
como bacterios y algas), cuya cantidad jamas debería pasar de 0,05 gr. por
litro, si se trata de sustancias disueltas, y reducirse á cero respecto á las
sustancias organizadas. En nuestras costas, que carecen de ríos, se bebe
el agua salobre de los pozos, en que las sales pasan de un gramo por litro,
sin perjuicio notable en la salud. Hay también algunos ríos considerables
en el litoral que en verano llevan una agua tan salobre, que no se puede
bebería, así p. ej. en la provincia de Manabi el riecito de la Puntilla y el
rio Bríseño, en la provincia del Guayas los ríos de Puca, Colimes y Magro,
tributarios del Daule. Interesante es también el hecho, de que todos los
ríos de la provincia del Guayas contienen manganeso y varios de ellos también
fosfatos de cal y magnesia en bastante cantidad, sustancias que no se hallan
de ordinario en las aguas potables, pero que tampoco no son perjudiciales;
al contrario una pequeña cantidad de fosfato de cal es muy provechosa al
organismo humano.481)
Después de la digresión sobre las aguas minerales y potables volvamos
al terreno diluvial y aluvial, para tratar todavía de uno de sus accidentes mas
importantes, de los lavaderos. Por demás es repetir, que los metales de los
lavaderos no se crian en el terreno diluvial y aluvial, sino que se derivan
de terrenos antiguos preexistentes, del mismo modo que la arena, los gui-
jarros, la arcilla con que se hallan asociados. Por esto las capas diluviales
y aluviales dependen en cuanto á su composición petrográfica y mineralógica,
y en cuanto á los metales que llevan, siempre de la naturaleza de los terrenos,
de que han nacido por la destrucción mecánica, no conteniendo otros ele-
mentos que estos, aunque agrupados de distinta manera y á veces concen-
20*
308 GEOLOOÍA. — CAPÍTULO VI.
trados. Otro será el terreno diluvial en la región (Uj las esquistas cristalinas,
otro en la de los pórfidos. — De la concentración de los metales en el
terreno de acarreo, véase lo que hemos dicho en la página 234 tratando de
las formaciones arcaicas. Aquí nos incumbe conocer los lavaderos princi-
pales des pais.
Lavaderos de la Cordillera oriental ó de de las esquistas cristalinas.
Parece que la Cordillera oriental de los Andes en toda su extensión, y en
cuanto se compone de las antiguas esquistas, es aurífera, en unos puntos
mas, en otros menos. Los mejores lavaderos y explotados desde la anti-
güedad, se hallan en la provincia del Aeuay desde el AUcuquiru hasta el
Yana-urcu en los confines de la provincia de Loja. Ahora se los conoce
solamente en las vertientes occidentales de la Cordillera real, pero no hay
motivo para no suponerlos también en las faldas orientales, en las cabeceras
de varios tributarios del rio Paute. — Atendido el origen y la formación
de los lavaderos (ó del terreno de acarreo), no sorprende encontrarlos siempre
á lo largo del curso de los rios, y en ninguna otra parte. Las excepciones
de esta regla existen solamente en apariencia, pues entonces siempre en-
contraremos las señales indisputables del antiguo cauce de un rio, de que
por cualquier causa local habrá desaparecido el caudal de agua. Tampoco
los lavaderos no siempre se hallan inmediatamente sobre las riberas del rio,
antes los veremos muchas veces bastante arriba en las laderas de los valles
(Collay, Ayon), é indican entonces el nivel antiguo de las aguas, cuando el
rio todavía no habia profundizado tanto el valle.
Nada mas fácil, que conocer el terreno de acarreo en los valles y las
quebradas de la Cordillera oriental; el geólogo ejercitado lo distingue ya
de lejos por la configuración superficial del terreno, y puede designar de
este modo su extensión; pero también cualquier otro hombre lo encontrará
con facilidad, buscándolo sobre todo, en donde los valles angostos, después
de una caída rápida, se ensanchan algo y tienen un declive mas suave. Una
señal casi segura es, cuando en tales parajes el terreno á los lados del rio
ó en alguna distancia de él se levanta como por gradas ó por pequeñas
mesetas. Remuévase en los lados de estas gradas el césped y la tierra
vejetal con la barreta ó pala, y muy pronto aparecerán bancos de piedras
y de guijarros rodados, mezclados con arena y arcilla, que á la primera
vista declaran ser terreno de acarreo de las aguas. — Otra cuestión es, si
dichos bancos siempre contengan oro.
Aunque el carácter general y exterior de los lavaderos en todas partes
de la Cordillera es bastante igual, existen sinembargo diferencias interiores,
por decirlo asi, á saber en cuanto al grosor de los materiales y en cuanto
á su composición mineralógica, y tales diferencias se refieren no solamente»
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 309
á diversas localidades, sino también á los diversos bancos del mismo lugar.
Hay algunos depósitos, que constan de arena mezclada con arcilla, con pocos
y pequeños guijarros, otros se puede decir que son acumulaciones de grandes
pedrones apenas aglutinados entre si por un poco de arcilla arenosa, otros
en fin se componen por la mitad de arcilla, arena y cascajo y por la otra
mitad de piedras redondas del tamaño de un puño al de una cabeza, y estos,
en tesis general, parecen ser los mas favorables. El origen de estas diferen-
cias es demasiado natural y no necesita explicación alguna; basta observar
un poco, como los ríos en la actualidad forman los bancos de arena y gui-
jarros en su cauce ó á los bordes de él.
En algunos lugares existen solo dos ó tres bancos, en otros su número
es creído, y van alternando con los materiales gruesos los de arena y arcilla.
Su potencia ó espesor es sumamente variable; los hay de muchos metros
(en Collay), mientras que algunos estratos intermedios apenas tendrán algunas
pulgadas. Muy frecuentes y regulares son bancos de 1 a 2 metros. Siempre
son horizontales, nivelando las pequeñas desigualdades del terreno primitivo
sobre que descansan, y solamente cuando la inclinación de este es muy
suave, suelen seguirla. Pero nunca se observan grandes dislocaciones, fallas,
saltos y otros accidentes, que son señales de levantamientos y hundimientos
en las antiguas épocas geológicas. De esta circunstancia sola se puede in-
ferir, que los lavaderos son una formación moderna, que data de un tiempo
posterior al levantamiento de las montañas; y en efecto pertenecen, compu-
tando según la cronología geológica, á la última época, que se llama cua-
ternaria ó diluvial, en conformidad de casi todos los lavaderos de oro en el
mundo antiguo y nuevo.
Para saber si un lavadero ó un banco determinado de él es aurífero ó
no, no hay ninguna señal exterior segura. Creo que todos tienen algo de
oro, cuando se los ensaya con la debida exactitud. Pero es natural que so
quiera saber, cuales sean los bancos mas ricos. Por mucho que me he
fijado en todas las circunstancias y hasta en las mas minuciosas, no encontré
un distintivo científico seguro, que indique desde luego la riqueza ó pobreza
relativa de los lavaderos, por la naturaleza de los minerales componentes.
Ni la presencia de mucho ó poco cuarzo, ni la preponderancia de esta ú
otra clase de esquista, ni la abundancia de hierro magnético (arenilla), ni
la de la pirita, parecen influir en la riqueza del lavadero. También he oído
de algunos mineros, que toman por una buena señal una cierta tierra blanca
jabonosa, que en ríñones se encuentra entre los pedrones de los bancos,
y que en la determinación mineralógica resultó ser un hidrosilicato de
alúmina y magnesia (saponita). En los lavaderos de Nabon parece que pre-
cisamente en los bancos auríferos abunda este mineral, pero en otras locali-
310 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
dades la señal se ha mostrado engañosa, presentándose los estratos con
mucha saponita, pobres y casi estériles. — Lo que he observado en general,
es que bancos de materiales muy finos (arena y arcilla), sobre todo cuando
son de alguna potencia, suelen ser tan pobres que podemos calificarlos de
estériles. Sin contender que esta regla no sufra ninguna excepción, creo
que el hecho se explica de una manera satisfactoria, diciendo que aquellos
materiales finos se han depositado en los ríos, cuando el agua no corría
con tanta fuerza, que podía llevar el oro, mientras que los depósitos de los
guijarros y piedras gruesas son los resultados de las grandes avenidas, en
que las aguas podían arrastrar también las pepas pesadas de oro. De aqui,
que estas se hallan comunmente entre los grandes pedrones de los lavade-
ros. — Pero, en última instancia, para saber que un banco es rico en oro,
no hay otro medio que hacer ensayos directos, es decir, que lavar en uno
y otro punto; y estos ensayos no deberían ser superficiales y á la lijera,
no contentándose si resultan algunas chispas de oro en la batea, cuando se
trata de establecer un trabajo serio en un lugar, y cuando en estos ensayos
-se deben fundar los cálculos que se hacen sobre los resultados y ganancias
futuras de la empresa.*)
Aunque todos los ríos de la Cordillera oriental son auríferos, en donde
corren por el terreno esquistoso, no por esto en todas las localidades se
costearía el trabajo de explotación, sea que el terreno de acarreo á los lados
de los ríos no es bastante extenso, sea que es demasiado pobre. Tales lava-
deros pobres se encuentran, por ejemplo, en las cabeceras del rio de Gua-
laceo al Este de Jima, en las del rio Alcacay y rio Shiu, en el curso superior
de los rios Guallmincay y de San Francisco. — Los puntos principales se
han descubierto desde la antigüedad por la experiencia, y se llaman lavaderos
de Shitigata, de Matavga, de Ayon y Santa Bárbara y de Collay.
En la Cordillera de Nabon ocupa el terreno de acarreo un espacio mas
extenso, que en algún otro punto, y sigue casi sin interrupción unas dos
leguas el curso del rio Shinyata, desde su principio hasta al lado del Yana-
urcu, donde rompe la Cordillera. El ancho de esta zona en ambas riberas
es muy variable, según el valle se ensancha ó se estrecha, aquí tiene pocos
metros, allá tres, cuatro cuadras. En el curso superior, donde propiamente
el rio Shingata se forma de tres ó cuatro torrentes, que se precipitan de
encima de los peñascos altos de la Cordillera, encontramos una llanura,
rodeada inmediatamente de altas montañas, en la cual el terreno de acarreo
*) Kn mis viajes no pude dedicarme á ensayos ó exploraciones en gran escala, que
necesitan mucho tiempo y mucha plata. VA ingeniero Ch. can hachot ejecutó en 1HÍM),
comisionado por la («Compañía Exploradora») de Guayaquil, tales trabajos serios en los
lavaderos de Collav.
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 311
llega á su mayor desarrollo. No dudo que aquí existió antes un lago, en
el que los materiales arrastrados por los ríos, se han depositado, hasta que
poco á poco se llenó. En este lugar se han encontrado en varios tiempos
bancos muy ricos en oro, y las excavaciones antiguas, que se ven en todas
partes, manifiestan bastantemente la importancia de este sitio. Todavía
queda intacto un terreno espacioso. Mas abajo, en todo el curso del rio se
observa también de vez en cuando los grandes huecos, que hicieron los an-
tiguos españoles, y probablemente ya mucho antes los indios.
Casi en la mitad entre el Yana-urcu y el sitio de Shingata, donde en
tiempo no lejano el doctor Izquierdo de Cuenca trabajaba con algunos peo-
nes, los lavaderos al lado derecho del rio llevan el nombre de Bestión. Se
vé las mismas excavaciones antiguas, como arriba, y en la cercanía los
cimientos de una casa, que sin duda los empresarios habían edificado para
su mayor comodidad en estos parajes tan rígidos (Bestión se halla en la
altura de 3000 metros). Aquí los bancos son muy regulares, no tan gruesos
como en Shingata, pero extensos y en gran parte intactos. El trabajo en
Shingata y Bestión es menos difícil y menos peligroso, que en Ayon y Collay,
porque el sitio de los lavaderos es mas plano.
Los prácticos que me acompañaron en esté sitio y que por algún tiempo
han lavado en Bestión, aseguraron que entre cuatro no sacan mas de un
castellano de oro (==4,6 gramos) por dia. Esto seria bien poco, aun aten-
diendo al modo rudo é imperfecto de los trabajos. En mi presencia hice
lavar en la batea cosa de Vio metro cúbico de arena y cascajo; un hombre
gastó en este trabajo una media hora y sacó 0,260 gr. de oro, lo que daría
por el metro cúbico 2,6 gramos. Pero antes de hacer estudios mas extensos
sobre 1* potencia de estos bancos y su riqueza relativa en muchos puntos,
no se puede formar un juicio cabal de la rentabilidad de una empresa en
gran escala.
El oro de Shingata y Bestión se halla comunmente en polvo muy fino,
casi como la arenilla, y rara vez se vé una hojita mas ancha, aunque me
han asegurado, que mas arriba en los lavaderos se han encontrado pepitas
mas gruesas. Su color es de un amarillo muy subido, inclinándose al rojizo.
He analizado el de Bestión y encuentro:
Oro 89,49
Plata 10,38
Un rastro de cobre y demás impurezas 00,13
100,00
De consiguiente este oro es de buena ley, teniendo 21 Va quilates.
En Ayon y Santa Bárbara los lavaderos se hallan en valles muy an-
gostos, que no les permitieron una gran extensión horizontal, y por esto se
312 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
encuentran en las laderas muy pendientes, y los bancos son de bastante
potencia. Como están rodeados por todas partes de cordilleras altísimas en
la próxima inmediación, y los riachuelos, que forman el río de A yon, nacen
muy cerca en las alturas, es evidente, que los materiales de los lavaderos
y por consiguiente también el oro, no pueden venir de lejos, sino casi del
mismo sitio. Por esto las piedras en los bancos son á veces tan enormes,
son menos despedazadas y menos redondeadas por las aguas. El trabajo
en estos lavaderos es algo difícil y hasta peligroso, cuando no se hace con
mucha precaución, y si en cualquier otro lugar, con mucha mas razón en
este, convendría dirigir los trabajos según un plan determinado, para no
arruinar los lavaderos ó á lo menos dificultar sumamente los trabajos poste-
riores. En estos sitios tan quebrados y tajados es de suma importancia
tener el debido cuidado, de que siempre se pueda llevar un arroyo de agua
ó una pequeña acequia al lugar del trabajo.
El oro de Ayon se halla en granos bastos del tamaño de la munición
que llaman mostacilla, en término medio, encontrándose naturalmente tam-
bién granillos mas pequeños y pepas mas grandes, las de un medio ó de
un castellano no son muy raros. La forma de los granos es irregular,
comunmente aplastada, la superficie algo áspera y poco lustrosa. Su color
es oscuro y mas rojizo que el del oro de Shingata. Químicamente se
compone de
Oro 84,27
Plata 14,71
Cobre y demás impurezas . . . . 1,02
100,00
de lo que se calcula, que tiene un poco mas de 20 quilates.
Los lavaderos de Matanga se hallan á poca distancia al Sur de los de
Ayon, pero en mayor altura (son los mas altos de todos los que conozco
en la Cordillera oriental). La configuración exterior del terreno recuerda
los lavaderos de Shingata, pues los bancos se extienden horizontales en un
ensanche del valle, en que dos ríos se reúnen en el de Minas. Se observa
los indicios de algunas antiguas excavaciones, pero la mayor parte del ter-
reno de acarreo queda todavía intacto. En este lugar hay la ventaja no
despreciable, de que es mas accesible y tiene un camino de herradura hasta
sus inmediaciones. — El oro se parece en su aspecto y en sus calidades al
de Ayon.
En 1890 el señor van Isschot ensayó los bancos de Matanga y encontró
2,0t) gramos de oro en un metro cúbico, en término medio. El terreno de
acarreo le pareció bastante superficial y de poca extensión horizontal, dise-
minado por las orillas del rio.
En el rio de San Francisco, enfrente de Gualaceo, los lavaderos ocupan
LAS F0RMACI0NE8 CUATERNARIAS. 313
un territorio reducido. El oro no es lan abundante, como en Ayon y Shin-
gata, pero se distingue por un color muy oscuro y es casi de 22 quilates,
pues de la prueba que he sacado, resultó:
Oro 91,05
Plata 7,73
Cobre é impureza» 1,22
100,00
Colluy parece haber sido la mina de oro mas afamada de la provincia
en la antigüedad india, como lo atestinguan las labores grandes, en que
todavía se encuentran algunas veces las herramientas de cobre y de chonta,
que usaban los antiguos. En ningún otro lugar he visto el terreno de acar-
reo llegar á una potencia tan considerable, y también los bancos que lo
componen, son generalmente muy gruesos. Estos materiales inmensos se
han acumulado en el punto en que tres torrentes, que se precipitan de las
alturas de la Cordillera, se reúnen al pié de los dos cerros de Cari-Collay
y Guarmi-Collay, conforme á la regla general, que he indicado mas arriba,
diciendo que los lavaderos se forman con preferencia en las explanadas de
los valles, en que estos pierden su inclinación rápida. Bajo este punto de
vista hay analogía con los lavaderos de Shingata y de Matanga, pero los
de Collay se diferencian, por hallarse en una encañada mas honda y mas
angosta (casi como los de Ayon) y por lo que el rio ha surcado una que-
brada muy profunda en el terreno de acarreo mismo, de suerte, que el tra-
bajo aquí seria mas difícil y se asemejaría al de Ayon y de Santa Bárbara.
La ventaja que tienen estas minas es la de estar en un clima mas abrigado,
pues se hallan solamente en la altura de 2,720 metros, que es menor que
la de los pueblos de Baños y de Sinincay cerca de Cuenca, aunque la tem-
peratura será algo mas rígida que en dichos pueblos, por la proximidad de
los páramos. — Mucho se ha trabajado en este lugar, no hay duda, y en
algunos puntos se han dañado los bancos auríferos por grandes derrumbos;
pero queda todavía trabajo para muchas generaciones. Los bancos mas
ricos están á veces cubiertos de otros menos ricos ó estériles y de mucha
potencia. En este caso los antiguos indios, en lugar de tumbar todo el ter-
reno estéril, socavaron galerías subterráneas, de las cuales se conservan
todavía algunas.
El Señor van Isschot hizo en 1890 estudios largos sobre el terreno
aurífero de Collay, su extensión, potencia y riqueza en oro. El distingue
tres zonas ó épocas de la formación, alcanzando en cada una las capas de
acarreo la potencia de G á 12 metros, según la localidad. La zona inferior
es la mas trabajada por los antiguos, en ella se encuentran las galerías
abandonadas y aguadas.
314 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
Los minerales mas notables que observó en el producto de concentra-
ción por lavado de las arenas, son: pirita de hierro, hierro magnético, gre-
ña (es muy pequeños, anfibola y turmalina verde. De metales preciosos:
Oro en estado nativo, de color amarillo subido, á veces negruzco, en granos
aplastados ó redondeados, en hojitas é hilos menudos, siendo mayores sus
dimensiones y la proporción en que se hallan, á medida que se aproxima
al yaciente, es decir al terreno esquistoso. £1 oro falta en las capas de
arcilla y de arenas finas. — Amalgama de oro, presentándose en las mismas
dimensiones y condiciones que el oro. En algunos granos se observa, que
estos han conservado en parte su color de oro y estado puro, y en parte
son amalgamadas, habiendo sido insuficiente la proporción de mercurio para
la amalgamación total. También se halla el amalgama semiliquido ó pella,
en la que predomina el mercurio. — Mercurio metálico. Diseminado en toda
la masa del terreno de acarreo en pequeñas proporciones, se halla entera-
mente pulverizado al estado de globulitos casi microscópicos y cubierto de
una capa de óxido, que le impide juntarse, siendo para ello menester emplear
la acción de un enérgico reductor.
Respecto á la proveniencia del oro del terreno de las esquistas crista-
linas el Señor van Isschot está de acuerdo con mi explicación dada mas
arriba. £1 mercurio debe tener el mismo origen. En cuanto al amalgama,
dice que su formación es posterior á la formación aluvial, y ha tenido lugar
en los mismos bancos al contacto de ambos metales. La primera parte de
esta aserción es sumamente probable, pero respecto á la segunda, se podría
preguntar ¿si el mercurio no se habrá aleado en parte con el oro durante
las operaciones del lavado?
La presencia de mercurio en estos lavaderos es un fenómeno sumamente
interesante, que el mismo Señor van Isschot observó mas tarde también en
un lavadero de la provincia de Los Rios.
Citaremos algunos resultados de los ensayos.
Por metro cúbico:
Mercurio Oro
En un hunco superior de la 3* formación se halló 0,522 gr. 0,1:10 gr.
En un banco interior de la 2* formación se hall» en un corte O.TtiO » 0,5*>o »
id. id. en otro corte o,ó7ó » 0.:W."> »
Concluye el Señor van Isschot diciendo: «Apesar de la pobreza rela-
tiva de los bancos auríferos de Collay, consideramos que su explotación
podría ser ventajosa, si se pudiera ejecutar el lavado en gran escala.» Pero
en esto consiste una gran dificultad por razón de las condiciones topográficas
de Collav.
LAS FORMACIONES CUATKKNABIA5.
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316 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
El oro de Collay se parece en el exterior al de Ayon, y es como (odo
el oro de osla cordillera do buena ley, puesto que tiene iy3/3 quilates, según
la composición:
Oro 82,16
Plato 17,24
Cobre ó impurezas ...... . 0,60
100,00
No soy de la opinión de algunos, que creen que los lavaderos de oro,
y en general las minas de oro del pais se hallen agotadas. Lo que falta
para hacerlas productivas, como en la antigüedad, es el espiritu emprendedor
y la constancia. (,í>
El lavadero de oro de Samanamaca en la provincia de Loja pertenece
también á los de la Cordillera oriental, por la proveniencia de su oro. — El
rio Calvas, que es el Macará superior, ha excavado un valle angosto en las
rocas porfídicas y graníticas; solo en algunos puntos el valle se ensancha
formando pequeñas llanuras, y allí es donde se han depositado capas dilu-
viales y aluviales de un espesor considerable. Tales planos existen, ]>or
ejemplo, en el sitio que se llama Calvas, donde cruza el camino de Caria-
manga á Ayavaca el rio, y mas abajo cerca de la hacienda de Samanamaca.
Las capas aluviales consisten de guijarros y arena mas ó menos gruesa,
y son de una potencia variable de pocos á muchos metros. No todo el
aluvión es aurifero, pues las capas gruesas superiores parecen ser muy pobres
ó faltas de oro, y solamente una capa delgada de las inferiores contiene el
metal precioso en bastante cantidad. Esta capa no tiene mas que un pié
de espesor y es algo arcillosa, es decir, los guijarros y elementos arenosos
se hallan cementados por una arcilla gris ó azuleja. Estudios ulteriores y
ensayos en gran escala enseñarán, si el terreno aurífero se halle en cantidad
suficiente, y si haya facilidad de atraer el agua necesaria para el lavado,
para pensar en una empresa de explotación.
El oro de Samanamaca tiene la forma de hojitas y lentejas desde el
tamaño apenas visible hasta el de 6 milímetros de diámetro. Es de un color
amarillo subido y se compone de
Oro !>3,5<>
Plata 06,2ó
Resto 00, 1!»
100,00.
De consiguiente este oro tiene 22 1/2 quilates y es de superior calidad.
Es mucho mas lino que el de Zaruma y se acerca en su composición al oro
de la Cordillera oriental del Azuay, por esto no hay duda, que proviene del
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 317
terreno de las esquistas cristalinas, que componen la Cordillera (nudo de
Sabanilla) en las cabeceras del rio Calvas.
Los lavaderos de oro de las vertientes orientales de la gran Cordillera casi
no conocemos, sino por tradición. Algunos han sido visitados en nuestros
tiempos en excursiones pasajeras por uno que otro minero, asi p. ej. los del
rio Zamora y los del rio Chinchipe por el Señor E. Wítt de Loja. Los del
rio Ñapo y de algunos de sus afluentes son explotados en escala muy pe-
queña por los indios del Ñapo. Sinembargo, con los depósitos principales,
que en el siglo 16 enriquecieron los conquistadores del pais y la corona de
España, y que dieron margen á la fundación de las ciudades hoy destruidas
de Logroño, Valladolid, Sevilla de oro y otras, no se ha dado de nuevo. No
hay duda, que la mayor parte de las inmensas cantidades de oro, que se
ha sacado de las provincias del Oriente, provenían de lavaderos, y no de
vetas auríferas. — Los rios del Oriente son auríferos solo en su curso supe-
rior, cercano á la Cordillera, es decir, hasta donde arrastran los guyarros y
la arena gruesa; luego que comienza la arena fina, desaparece el oro, lo que
es muy natural en atención del mecanismo con que se forman los depósitos
auríferos.*)
Los lavaderos oriundos de terrenos porfídicos y dioríticos.
Casi todos los rios, que nacen en dichos terrenos ó los atraviesan en una
parte de su curso, llevan un poco de oro, de lo que debemos concluir que
los pórfidos y rocas verdes generalmente son auríferas. Sinembargo en pocos
lugares se costearía el trabajo de lavar el oro, sea que los bancos aluviales
tengan poca extensión, sea que el oro se halle en ellos en un estado casi
invisible, en partículas microscópicas. Solo en los distritos que son también
ricos en filones metálicos, como el de Zaruma, los lavaderos prometen una
cosecha mas abundante, porque en estos lugares las vetas de cuarzo aurí-
fero han dado un buen contingente á los lavaderos.
El oro de toda la hoya de Zaruma, arrastrado por los rios, se concentra
finalmente en los aluviones del rio de Túmbez, desde la unión del Calera
con el rio Amarillo, hasta el sitio de Puyango, donde el rio abandona Ui
región montañosa y entra en el terreno cuaternario. Desde los primeros
tiempos de la conquista hasta nuestros dias se ha sacado un poco de oro
*) Villaviceneio <iá en su Geografía (pág. 383) algunas buenas observaciones sobre
los lavaderos de Ñapo, que comprueban de nuevo el origen del oro del terreno esquistoso
de la Cordillera. Su juicio es en este punto muy correcto y excopcionalmente sano, re-
duciendo las minas del Llanganate á lavaderos.
318 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
en esta región aluvial, pero los trabajos se ejecutaban con irregularidad y
en muy pequeña escala, limitándose á las arenas superficiales del rio. Solo
desde 1885 algunos mineros estudiaron los bancos auríferos con mas aten-
ción y comprendieron su gran importancia. Denunciaron y recibieron en
propiedad el terreno aluvial ú ambos lados del rio, desde su formación de
los ríos Calera y Amarillo, hasta la boca del rio Yaguachi, terreno que mide
unos 1G kilómetros de longitud por 2 de latitud ó sea una área de 32 millones
de metros cuadrados. Falta todavía hacer los estudios y las excavaciones,
para reconocer la potencia de los bancos y para apreciar su riqueza ó po-
breza relativa en diferentes puntos. El señor Saenz Tejada, suponiendo un
promedio de dos metros de espesor de bancos explotables, y un valor de
oro contenido en un metro cúbico de 3 sucres, calcula que el terreno de-
nunciado podría contener una cantidad de oro equivalente á unos 200 millones
de sucres.*)
El oro de los lavaderos de Zaruma es — como también el de las vetas
— de una ley baja y su color de un amarillo muy claro, blanquizco.
El análisis me dio:
Oro 72,93
Plata 26,34
Un indicio de cobre y otras impurezas . . . 00,73
100,00.
Considerando el cobre y las demás impurezas como accidentales, este
oro de Zaruma se compone teóricamente de
3 átomos de oro 73,4
1 átomo de plata
26,0 /
Au3 Ag.
100,0
y es de ÍT1^ quilates. Por esta composición se acerca á las variedades de
oro de Marmato, Titiribí, Guano y de algunas otras localidades de Colombia,
analizadas por Boussingault.**)
Por toda la Cordillera occidental se encuentran en la región de las rocas
verdes algunos riachuelos auríferos. Así p. ej. encontré algunas chispas de
oro en una quebrada, que baja del cerro de Calaguru y entra en el rio del
mismo nombre cerca de Biron, algunas leguas al E de Santa Rosa. — Oro
se encontró en los rios que bajan de la Cordillera entre Alan-si y el ralle del
rio Chimbo. Algunos afirman haberlo encontrado también en la poza que
forma la cascada del rio de Ayita-clara, cerca del Puente de Chimbo; pero
*) T. G. Saenz de Tejada, El distrito aurífero de Zaruma. En «La Nación» de
Guayaquil, Enero 1891.
**) «Viajes á los Andes ecuat.» Memoria sobre la composición del oro nativo de las
diferentes minas de la Nueva Granada, pá#. 4.'J.
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 1H9
yo encontró en las arenas de ella solo las partículas de pirita. — El rio de
Pozuelos lleva oro en su arena cerca de la hacienda de la Clementina; y
aquí descubrió el señor van Isschot el mercurio y amalgama asociado al oro,
como en los lavaderos de Collay, con una circunstancia muy notable. El
rio lleva oro y amalgama solo desde el punto, en que recibe las quebradas
de los cerros diorí ticos de Samama, que se hallan á su lado meridional;
hacia mas arriba se encuentra solo el mercurio en las arenas, sin oro. Esto
comprueba evidentemente, que el mercurio deriva de la Cordillera alta y el
oro del ramal b^jo de Samama. Véase también lo que he dicho de un ha-
llazgo muy singular de mercurio en el mismo valle, cerca de la hacienda
Pacana, en el capitulo que trata de la' formación cretácea, pág. 252.
En este lugar debo mencionar también el mercurio que se encuentra en
el terreno aluvial, en que está edificada la ciudad de Loja. Al abrir zanjas,
ó pozos, ó cimientos para edificios, se recejen á veces gotitas de azogue en
mayor ó menor cantidad, sin que se diese á conocer una regularidad en la
distribución de este metal por las capas de acarreo; el hallazgo de mercurio
es una mera casualidad. Es difícil conjeturar algo sobre el origen de este
mercurio, que aquí sin duda alguna se halla en su yacimiento secundario.
Ni el terreno de las esquistas, ni el terreno terciario circunvecino contienen
actualmente indicios de metales de mercurio, y es probable, que el criadero
primario está destruido desde mucho tiempo.
Todos los lavaderos nombrados últimamente, son pobres y muy redu-
cidos; á mayor extensión é importancia llegan en la provincia de Esmeraldas,
y sobre ellos debemos extendernos algo mas largo, tomando por fundamento
mi «Memoria sobre la geografía y geología de la provincia de Esmeraldas»
(Guayaquil 1879).
Lavaderos de la Provincia de Esmeraldas. — Es necesario ade-
lantar algunas palabras sobre el terreno cuaternario ó diluvial de esta pro-
vincia en general.
En el periodo cuaternario ó diluvial ya existia toda la parte montañosa
de la provincia como tierra firme, mientras que las llanuras quedaban to-
davía cubiertas por el mar, hasta que poco á poco el fondo marino se alzó
igualmente en aquellas partes, por los continuos aluviones de los ríos. Asi
es que dichas llanuras están cubiertas de capas aluviales muy modernas, y
el terreno diluvial se halla desarrollado tierra adentro, qn los valles y en las
cuencas de las montañas terciarias, y sobre todo al pié de la gran Cor-
dillera, donde los altos ramales ya se abaten notablemente y el curso de las
aguas comienza á ser menos rápido.
El carácter petrográfico del terreno diluvial es el mismo que en todas
320 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
partes : congloméralos, arenas y arcillas constituyen los bancos. Examinando
bien los materiales constituyentes, se observa que no son mas que fragmentos
mas ó menos gruesos de las mismas rocas, que componen la Cordillera occi-
dental de los Andes, con excepción de las rocas volcánicas, que en vuestra
época actual coronan dicha cordillera. Esta última circunstancia no deja de
ser importante para la historia geológica del pais. Las especies principales
que se observa en los conglomeratos son : dioritas porfiroideas muy hermosas,
dioritas compactas, microcristalinas y afaniticas, diabasas, sienitas, anfibolitas,
pórfidos cuarzosos, porfiritas en gran variedad, cuarcitas y pedazos de cuarzo
crisialino, que se derivan de vetas.
Algunos bancos se componen de materiales casi sueltos, en otros se
hallan cementados los guijarros y las arenas, regularmente por un cemento
ferruginoso (hidróxido de hierro), y en este caso forman rocas muy duras.
La extensión superficial de la formación diluvial en la provincia de Es-
meraldas es muy grande, ocupa una zona ancha, que se extiende á lo largo
de la gran Cordillera andina, entre los pies de ella y las llanuras marítimas.
Sinembargo, no forma una capa continua sobre la dicha zona: en las regiones
de montañas altas está reducida á los valles del terreno terciario, y en las
regiones bajas se halla en parte cubierta por aluviones mas modernos. En
el último caso se descubre el terreno diluvial debajo del aluvial en los cortes
y perfiles verticales á lo largo de los ríos. — La potencia de la formación
diluvial varía mucho, pero vá disminuyéndose á medida que nos alejamos
del pié de la Cordillera y nos acercamos á la costa; en la zona litoral de
un ancho de 6 á 7 leguas apenas se encuentran vestigios de ella, y en los
cortos ríos litorales parece faltar también; ellos cortan directamente la are-
nisca terciaria, y los aluviones á lo largo de sus orillas parecen ser todos
muy modernos.
Se puede decir, que la formación diluvial ocupa los dos grandes sistemas
fluviales de la provincia, el del rio Esmeraldas y el del rio Santiago, desde
la distancia de t> ó 7 leguas de sus desembocaduras hasta el principio de
las faldas de la Cordillera, hallándose mas desarrollada en el segundo sis-
tema, que en el primero.
Las capas diluviales se encuentran en muy distintas alturas sobre el
nivel del mar y sobre el de los rios adyacentes. Así por ejemplo, en una
£ran parte del rio Esmeraldas, en el Silanchi y Caoni, en el Quinindé, en
el Bogotá superior, en el medio curso del Cachabi, se hallan casi al nivel
de los rios; en las minas del rio Sapayito, en l'imbí, en el Santiago arriba
de Playa de oro, en el Cachabi superior y otros puntos, se hallan de 0 á
2f> metros sobre los rios. En fin, la distribución y el yacimiento de las capas
es tal, que no puede explicarse con los actuales cursos de los rios. Aunque
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 321
en la época diluvial la parte montañosa de la provincia ya habrá tenido un
aspecto parecido al actual en sus rasgos principales, debemos sinembargo
suponer Io que muchos valles todavía no fueron tan profundos, y 2o que
los cursos de algunos rios principales siguieron otro rumbo en aquella época.
Así, por ejemplo, es imposible que el rio de Santiago hubiese depositado las
capas diluviales encima de Uimbi, que se hallan á la altura de 22 metros
sobre su nivel y á la distancia de dos leguas, en un angosto valle lateral;
el rio de Uimbí no pudo depositarlas tampoco, porque en todo su curso no
toca terrenos dioríticos, que hubiesen podido subministrar el material. En
las mismas condiciones encontramos el terreno diluvial en las minas de Sa-
payito (tributario del Cayapas). En el rio de Cachabi y en el de Bogotá
(superior) se hallan muy desarrolladas las capas diluviales, pero ni uno ni
otro de los dos rios pudo depositarlas, por la misma razón que indiqué para
el Uimbi, pues tampoco no nacen en las montañas diori ticas. Es preciso
suponer que las aguas que bajan de la Cordillera, y que hoy dia se dirigen
por el rio Mira hacia el N y NO, en la época diluvial se precipitaban direc-
tamente hacia el Oeste, por las regiones que actualmente ocupan los sistemas
fluviales del Cachabi y Bogotá.
Un caso análogo y muy interesante se observa en la provincia de Ma-
nabi, en el sistema superior del rio Daule. Las condiciones hidrográficas
de esa región son actualmente tales, que ni una gota de agua, mucho menos
piedras rodadas y arena podría llegar de la Cordillera occidental á las ca-
beceras de los rios Palenque, Peripa, rio Grande, ni á las del rio Quinindé,
porque en medio está el valle y rio de Toachi, que recibe todos esos ma-
teriales y los lleva directamente al rio Esmaráldas. Y sinembargo las capas
diluviales que se hallan á lo largo del curso superior de dichos rios y sus
tributarios, se componen de los mismos materiales como en el sistema del
rio Santiago, es decir, que derivan sin duda alguna de la Cordillera grande,
y no pudieron ser depositados sino por aguas que descendieron de esta
última. En los aluviones superiores de esta región y en las playas de sus
rios se encuentran también muchas piedras volcánicas (andesitas y lavas
andesiticas) , redondeadas por el trasporte en las aguas. Todo esto com-
prueba, que los sistemas hidrográficos del litoral han sufrido cambios bastante
notables en una época geológica muy moderna, probablemente durante la
segunda mitad de la formación cuaternaria.
Como todas las épocas geológicas, también la cuaternaria ha sido muy
larga, y los terrenos de ella se distinguen comunmente con los nombres
del cuaternario inferior y superior, ó, lo que es lo mismo, diluvial in-
ferior y superior. En la provincia de Esmeraldas seria difícil hacer esta
división, ya por la falta completa de fósiles característicos, ya por no en-
Wolf, Ecuador. 21
322 oEw,onÍA. — capítulo vi.
contrarsu diferencia» esenciales en la estratificación. En general me parece,
que esas capas, de que hablamos, pertenecen al terreno diluvial inferior ó
mas antiguo.
Esta opinión se apoya 1° en los cambios considerables, que desde su
formación ha sufrido el sislemu hidrográfico de la provincia, y 2° en la
circunstancia interesante, de que en este terreno diluvial faltan completa-
mente fragmentos de rocas volcánicas. Si consideramos por una parte esta
circunstancia, y por otra la inmensa cantidad de piedras volcánicas en los
aluviones modernos, que arrastran todos los ríos, que tienen su origen arriba
en la Cordillera volcánica, como el Guallabamba, el rio Blanco y sus tribu-
tarios etc., debemos suponer que en los tiempos, en que se depositaron las
capas diluviales, no existieron todavía volcanes, á lo menos sobre la Cor-
dillera occidendal. — Es muy probable, que nuestros volcanes son relativa-
mente modernos. No quisiera negar simplemente, que en la época terciaría
ya nacieron algunos de ellos, aunque no conozco ningún argumento, que nos
obligase a suponerlo; pero me parece seguro, que la actividad principal de
los volcanes andinos coincidió con la época cuaternaria. Como esta época
fué larguísima, bien puede ser, que la formación de los volcanes sucediera
en la segunda mitad de ella, y que los terrenos diluviales de la provincia
de Esmeraldas daten de la primera y mas antigua mitad, en que no existían
todavía los volcanes de la Cordillera occidental, á lo menos no en su exten-
sión actual, y en que tampoco la provincia de Quito todavía no se desaguaba
por la gran abra de la Cordillera cerca de Perucho y Puéllaro. Pues, si
entonces hubiesen existido los volcanes de Cotacachi, Mojanda, Pululagua,
Pichincha, Atucazo, Corazón etc., seria del todo inexplicable, por qué los
ríos diluviales, que atacaron tan enérgicamente todas los rocas antiguas
(dioritas, pórfidos, porfirítas etc.) de la Cordillera, formando de sus frag-
mentos esas capas de congloméralos, arenas y arcillas, y surcando los valles
profundos, por qué, digo, no hubieran traído siquiera algunos pedazos de
rocas volcánicas, como sucede ahora. Seguramente la Cordillera occidental
se compuso en aquellos tiempos solamente de las rocas de la formación
cretácea y de los pórfidos y rocas verdes intercaladas. Mi opinión, que co-
loca el terreno diluvial de la provincia de Esmeraldas en el periodo cuaternario
antiguo, encuentra un apoyo nuevo en la formación singular de tobas volcá-
nicas en la hoya del rio Esmeráldus, que conoceremos en su lugar.
Después de esta discusión científica del terreno diluvia], vamos á
tratar de su importancia práctica, que consiste en sus lavaderos de oro
atina.
Auuqut- se puede decir, que el terreno diluvial de la provincia de Es-
todn su extensión es aurífero, observamos sinembargo, que en
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 323
el sistema del rio Esmeraldas es menos rico, que en el del rio Santiago, ya
por estar menos desarrollado, ya por hallarse cubierto de aluviones modernos
#
muy espesos, y en partes destruido. A las orillas del Esmeraldas mismo,
aunque de trecho en trecho se descubren los bancos diluviales, casi al nivel
del agua, no encontré ninguna localidad, en que se pudiera comenzar un
trabajo con alguna esperanza de buen éxito. Algo mas favorables son las
condiciones en el rio Blanco superior (desde el rio Inga) y en algunos de
sus tributarios, como en el Caoni y Silanchi, porque los bancos allá son mas
accesibles y mejor desarrollados. Constan de los conglomeratos descritos
arriba, que son muy ferruginosos y duros; sinembargo, los ensayos no dieron
resultados satisfactorios. Algunos granillos de oro, que he sacado con harto
trabajo, me sirvieron únicamente para comprobar la presencia de este metal,
y no fueron suficientes para hacer siquiera un exacto análisis de él. Creo
que no seria oportuno por ahora, seguir esos pequeños rastros de oro en
localidades, que por ser muy retiradas é inhabitadas, dificultarían muchísimo
las empresas, mientras que tantos otros puntos de la provincia ofrecen mas
ventajas. Igual opinión tengo respecto al terreno diluvial en las orillas del
Quinindé inferior y medio, que en todo es parecido al del rio Blanco, á lo
menos en cuanto pertenece á la provincia de Esmeraldas. Podría ser, que
mas arriba hacia sus cabeceras, que tiene en las montañas de los Colorados
de Santo Domingo, fuese mas aurífero. Asi me consta por personas fide-
dignas, que un negro viejo ha vendido algunas veces oro, que lavaba en el
rio Negrito, que es un pequeño tributario del Quinindé y desemboca mas
arriba del rio de Plátano, en la provincia de Manabí.*)
La riqueza mineral de la provincia siempre ha de buscarse en la porción
setentrional, ocupada por el sistema fluvial del rio Santiago. Allá el terreno
diluvial se halla desarrollado con mas igualdad y potencia, es mas accesible
á la explotación y mas rico en oro. Todos los cuatro ríos principales, que
componen este sistema (Cayapas, Santiago, Cachabí, Bogotá) son auríferos,
á lo menos en sus cursos superiores, desde los puntos en que se descubren
las capas diluviales; pues estas en las planicies bajas ó faltan, ó están cu-
biertas de espesos aluviones.
Una particularidad notable de estos lavaderos es la, que al lado del oro
contienen la platina con sus compañeros inseparables, es decir, con los me-
tales de osmio, iridio, páladio y rodio. — Parece que todo el terreno aurífero
del distrito participa de esta propiedad. A veces la cantidad de la platina
*) También en las cabeceras del rio Daule, que no distan mucho de las del Quinindé,
se encontró un poco de oro en los pequeños afluentes cerca de la boca del rio Pupusa.
Confieso que no pude descubrir el oro durante ini viaje por esa región, por mas que la-
vaba en el terreno diluvial, que por lo demás allá es muy reducido.
21*
324 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VL
es tan insignificante, que no merece mucha atención en la práctica; sinem-
bargo hay lugares, en que se halla en una proporción mas considerable, y
en que puede formar, al lado del oro, un objeto principal de la explotación.
El descubrimiento de la platina en los lavaderos de oro en la provincia de
Esmeraldas no me sorprendió mucho, puesto que en las minas de la vecina
Colombia, es decir en Barbacoas y Chocó, este metal es conocido tiempo
hace, y forma un articulo de explotación y comercio; y siempre he con-
siderado nuestro terreno aurífero como la directa continuación del distrito
minero colombiano, á las orillas del Patia y de sus tributarios; opinión,
que se confirma también por las análisis del oro y de la platina, que están
conformes con las que se han practicado de los mismos metales de Bar-
bacoas. (88)
Muchísimos son los lugares de nuestro distrito, en que se puede layar
oro, y es preciso limitarnos á la enumeración de los principales, que una
larga experiencia, ó los ensayos recien hechos han demostrado como mas
ricos y favorables. — Comencemos con él rio de Cayapas. Los bancos aurí-
feros principales se hallan en los dos afluentes de la derecha, Sapayo grande
y Sapayito, y en el cauce del rio principal no se descubren, sino desde la
boca del rio Mafa (lado izquierdo) hasta mas arriba del pueblo de San Miguel
de los Cayapas. En la desembocadura del rio Mafa los bancos tienen uno
ó dos metros de potencia, se hallan casi al nivel del rio y se componen de
los materiales ordinarios, es decir, de guijarros de las rocas dioriticas y
porfiriticas, cementados por una arcilla ferruginosa. Los ensayos me dieron
un resultado satisfactorio, y creo que en este lugar un trabajo bien estable-
cido rendiría buenos intereses. — Iguales son los bancos mas arriba en el
rio principal á ambas orillas, ya mas ya menos gruesos y todos intactos.
En ningún lugar encontré las señales de antiguas excavaciones en este
rio, lo que me hizo creer, que los indios Cayapas nunca han explotado
estas minas, y si es verdad lo que dice Velasco, que antiguamente se ha
sacado algún oro del rio San Miguel (que es el mismo Cayapas), probable-
mente era el oro que se halla en la arena aluvial de su lecho, derivándose
de los bancos diluviales, que el rio destruye poco á poco mediante la erosión.
Cierto es, que los indios hoy dia no lavan oro, ni permiten á otros lavarlo,
y por esto debía hacer mis ensayos escondido de ellos; eran imperfectos, no
hay duda, pero suficientes para convencerme de que el rio Cayapas no es
menos rico en oro, que el Santiago ó el Cachabú llevando sobre estos la ven-
taja de que sus terrenos todavía están intactos.
En el rio Sapayito superior las condiciones exteriores son mas favo-
rables, que en el Cayapas mismo, porque parece que los indios consideran
aquella región ya como fuera de su territorio, a lo menos no estorban á al-
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 325
gunas familias negras, que allá se ocupan en los lavaderos. Los bancos
principales en dicho rio se hallan unas tres leguas arriba de su desemboca-
dura, no muy distantes del lugar, en que se forma de tres riachuelos, y en
que parte el camino de á pié que conduce á Playa de Oro. En ambas orillas
se presentan las potentes capas diluviales, á la altura do algunos metros
sobre el nivel del rio; son conglomeratos con mucha arcilla ferruginosa. El
oro que se saca de allí, es generalmente de grano medio ó fino, pero tam-
bién he visto pedazos de media pulgada de diámetro ; es de buena ley, como
todo el oro de este distrito y como lo veremos mas abajo. Los lavaderos
de Sapayito son los mas ricos en platina, de todos los que he conocido y
examinado. La platina se encuentra en granitos, laminitas y hojitas, como
el oro, pero regularmente menos gruesas; su color es gris de acero. Como
no me era posible hacer los ensayos en escala tan grande, que yo mismo
hubiese lavado suficiente metal, para determinar con exactitud la proporción
en que se halla el oro y la platina, compré de los negros algún oro lavado,
para hacer un cálculo aproximado; y de 315 centigramos he separado 55 centi-
gramos de platina en granos finos; quiere decir que el oro de Sapayito, como
se vende, contiene en cien partes
Oro (con plata). . 82,54
Platina 17,46,
y esto hay que tomar en consideración en los negocios, porque el valor de
la platina es solamente un tercio del del oro, ó cinco veces el de la plata.
Estoy seguro, de que en las minas hay mucho mas platina de la que se
expresa en aquella proporción, porque los negros que lavan oro, la separan
y la botan como inútil, no conociendo su valor. Si no obstante encontra-
mos todavía 17 por ciento en el oro lavado, esta puede llamarse una mera
casualidad, ó un descuido de los negros, porque teniendo la platina casi el
mismo peso especifico que el oro, es difícil separar ambos metales mecánica-
mente por el rudo método de lavar, que siguen en aquellas regiones, y asi
queda bastante platina entre el polvo fino del oro. De esta manera se ex-
plica también, porque no se hallan granos gruesos de platina en este oro
del comercio, pues los lavadores separan y botan estos granos. Resulta
igualmente, que el contenido de platina varia mucho, según se compra el
oro de un trabajador que lava bien, ó de otro que lava mal. Asi, por ejemplo,
el oro que conseguí en Playa de Oro, ya contenia menos platina, aunque el
terreno es el mismo que en Sapayito, y en el de Uimbi encontré solamente
pocos granos menudos. En el último lugar me aseguraron, que hay bas-
tante de ese «oro prieto», pero que lo botan. Creo que la platina lavándola
toda con el oro, no bajará de 25 por ciento en estas localidades, y de
326 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
todos modos conviene no desatenderla en una empresa futura, sino bene-
ficiarla, como lo merece el metal, que ocupa el segundo lugar entre los
preciosos.
Análogos y aun mejores, según dicen, son los lavaderos en el rio de
Sapayo grande, que no he visitado personalmente, porque se hallan en el
territorio de los indios Cayapas, que no permiten explorarlos.
En el rio Santiago el terreno diluvial es sumamente desarrollado, y los
bancos mas potentes se hallan á ambas orillas desde el sitio de Angostura,
hasta mas arriba de la boca del río Angostura superior. Generalmente se
encuentran en mayores alturas sobre el nivel del río, que en el Cayapas,
hasta en la de 30 y 40 metros. Como en varios puntos son trabajados, se
puede estudiar bien sus perfiles verticales, se observa, que los gruesos bancos
auríferos de conglomerato (3 á 15 metros) descansan directamente sobre la
arenisca marina y están cubiertos de una espesa capa de arcilla arenosa,
sobre la cual en algunos lugares sigue otro banco de conglomerato mas
moderno y sin oro, y finalmente una capa de tierra vegetal. Los elementos
de los conglomeratos auríferos son con preferencia las piedras redondeadas
de rocas verdes, de sienita y pocas de cuarzo blanco, cementadas todas por
la arcilla ferruginosa. Los bancos delgados se componen de una mezcla
bastante igual en todas sus partes, pero en los de 8 á 15 metros de potencia
se observan varías capas, en que los guijarros tienen diferente tamaño, y
solamente las capas inferiores son ricas en oro, mientras que las superiores
no costean el trabajo de lavar, á lo menos según los métodos usados hasta
ahora. La arcilla roja que cubre los bancos auríferos, es estéril, pero en
varios puntos encierra muchos troncos de árboles trasformados en lignita.
— El oro de las cercanías del pueblo de Playa de Oro, tiene exactamente
el mismo aspecto, como el de las minas de Sapayito (que no distan mas
que dos leguas), solo que contiene menos platina, probablemente por las
razones indicadas arriba. La platina de una prueba, que compré, no pasó
de 11 por ciento.
En el rio Uimbt, tributario del Santiago, las condiciones exteriores de
los bancos auríferos son tan iguales á las que acabo de describir, que no es
necesario repetirlas. Pero en el oro noté alguna diferencia, encerrando las
pepitas y hojitas mayores muchas impurezas mecánicas, es decir arenilla
(hierro magnético) y granos de cuarzo. Por lo demás el oro tiene la misma
composición química. Las minas principales se hallan en la cercanía del
pueblo.
El rio Cachabi no es menos rico en terreno aurífero, que el Santiago.
En el rio inferior y medio, hasta San José, los bancos diluviales se hallan
casi al nivel del agua ó á muy poca elevación, y se componen de conglo-
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 327
meratos ferruginosos sumamente duros, por cuanto los negros no los trabajan,
y se contentan con lavar el oro en la arena aluvial del rio, que la erosión
del agua saca de aquellos bancos. Mas arriba, cerca del pueblo de Cachabi,
los bancos auríferos se hallan en mayores alturas y á veces bastante retirados
de las orillas del rio, y presentan en todo las mismas condiciones, que los
de Playa de Oro.
El rio Bogotá posee bancos diluviales auríferos solamente en su curso
superior, hacia sus cabeceras. Los que he visto, no son muy potentes ni
muy ricos en oro; pero en Carondelet me han asegurado, que muy arriba
en un sitio que llaman Mentóte, las minas son buenas, y que un peón saca
4 á 6 pesos diarios. Sospecho que esa noticia es bastante exagerada, si nó,
los lavaderos del Bogotá serian los mejores de todo el distrito, porque en
ningún otro rio los negros sacan esta ganancia, lavando con su método
acostumbrado, fuera de los casos excepcionales, cuando encuentran pepas
muy gruesas. — Mas abajo de Carondelet desaparece el terreno diluvial, y
el rio lleva solamente un poco de oro en la arena aluvial, que no costea los
trabajos de lavar.
Resta por conocer la ley ó composición química del oro de la provincia de
Esmeraldas. Lo he analizado de seis localidades, y los resultados se hallan
expresados en el cuadro siguiente, que no necesita de explicación ulterior.
Solo advierto que la «platina y metales asociados» fueron separados mecáni-
camente del material destinado para el análisis, excojiendo con cuidado todas
las partículas visibles de ellos. Respecto á la gran desigualdad de las cifras
que indican la platina en los diferentes lugares, remito á la explicación dada
mas arriba. En el tercer renglón indican los números los residuos, que
quedaron después de la disolución del oro en agua regia, y las pequeñas
«pérdidas». Los primeros constan en su mayor parte de arena ouarzosa, y
á las segundas pertenece principalmente una pequeña cantidad de cobre,
que no falta en ningún oro; pero era tan insignificante, que bien pude desa-
tenderla en la calculación del oro argentífero. También advierto que casi
siempre, después de precipitar el oro metálico de su clorido (medíante el
ácido oxálico), se descubre en el liquido filtrado un rastro de platina. Podría
ser, que el oro, aunque siempre lo he excojido con mucho cuidado, todavía
hubiese retenido algunas partículas de platina mecánicamente mezcladas;
pero igualmente podría ser, que el oro contenga un poco de platina química-
mente ligada, y esto me parece mas verosímil. Sinembargo, esta es una
cuestión puramente teórica, que podemos desatender en la práctica. El oro
de Esmeraldas es de buena ley, teniendo 21 quilates.
328
GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VI.
Localidad :
Rio
Cayapas
(Mafa)
Rio
Sapayito
Playa de
Oro
(R. San-
tiago)
Rio
Uimbi
Rio
Cachabí
Rio
Bogotá
Oro argentífero I 98,26
Platina y metales asociados —
Arena y otras impurezas . 1,74
El oro argentífero contiene:
Oro puro . . .
Plata aleada. .
(¿uñates :
87,39
12,61
21
81,17
17,46
1,37
87,05
10,91
2,04
92,99
3,15
3,86
96,68
1,19
2,13
85,71
14,29
86,98
13,02
86,88
13,12
85,68
14,32
20%
21
21
20%
97,84
2,16
86,73
13,27
21
£1 análisis completo de la platina y de los metales, que suelen acom-
pañarla en mezcla mecánica y combinación química (paladio, iridosmio,
osmio, iridio, rodio), es una operación difícil y bastante circunstanciada. No
pude hacerla hasta en sus últimos detalles en mi pequeño laboratorio de
Guayaquil; pero las determinaciones principales, que hice, serán suficientes
para los fines particulares de esta obra. — La prueba analizada fué de los
lavaderos de Sapayito, y constó de granos finos, de los que algunos fueron
atraídos por el imán y otros nó. La arena y arenilla (hierro magnético)
fueron separadas con escrupulosidad, antes de pesar la prueba, y por esto
resultó su cantidad en el análisis tan pequeña, siendo naturalmente mucho
mayor en el material bruto, que se vende por los lavadores. — La cantidad
unida del paladio, iridio y rodio fué calculada indirectamente de la pérdida,
todas las demás sustancias son determinadas directemente por su peso.
Porción soluble en agua
regia concentrada.
Residuo insoluble.
Platina 84,95
Paladio ]
Rodio i 4,64
Iridio J
Hierro 6,94
Oro 1,12
Cobre )
Plata |
Osmiridio 1,54
Arena 0,81
rastros
100.00
Aunque no dudo, que los lavaderos de la provincia de Esmeraldas sean
explotables con ventaja en varios puntos, no podría indicar estos con seguridad,
porque al establecimiento de una explotación en gran escala, deben preceder
trabajos de exploración muy detallados y costosos, que yo no podia ni debia
ejecutar en mis viajes científicos. Naturalmente no se pensará en seguir el
LAS FORMACIONES CUATERNARIAS. 329
sistema antiguo de lavar el oro en bateas, como lo practican hasta hoy dia
los negros de aquellas comarcas, sino en la explotación mediante máquinas.
Habrá que estudiar en cada punto particular, no solamente la riqueza de
las capas auríferas, sino también la clase de maquinaria, que se debe aplicar,
en atención de la cantidad de agua disponible etc. etc. Una sociedad for-
mada en Guayaquil llamó en 1891 algunos ingenieros nortamericanos , para
que practiquen estas diligencias en algunos de los rios auríferos de Esmeraldas,
especialmente en el Cachabi. Ignoro los resultados de esta expedición.
Para concluir el articulo ya muy largo sobre los lavaderos de Esmeraldas,
añadiré la advertencia, que las piedras preciosas, llamadas esmeraldas, que
según la tradición han dado el nombre á la provincia, no se hallan en el terretio
de aearreo, ni en otra formación de estas regiones. Sospecho que esa o tra-
dición» tiene su origen en una equivocación muy antigua. (34>
Capítulo VII.
El terreno volcánico.
Los volcanes del Ecuador le han dado su fama universal entre los geó-
logos del mundo. Ellos eran el terror de los indios, la admiración de los
conquistadores, el estudio de los naturalistas y la plaga de los habitantes
de sus alrededores. Si escribiera esta geología solo para los geólogos de
profesión, el capitulo sobre el terreno volcánico debería ser el mas largo,
porque no hay duda, que esta materia pertenece á las, que excitan la curio-
sidad humana en el grado mas alto y ofrecen al estudio un aliciente parti-
cular; ademas el Ecuador es el pais clásico para la volcanologia, el que se
presta mas que ningún otro á la solución de varias cuestiones teóricas y
disputadas entre los sabios. A. de Humboldt era el primero, que compren-
dió esta importancia, y no sin razón eligieron dos de los volcanólogos mas
eminentes de nuestros tiempos, los doctores Reiss y Stübel, los volcanes del
Ecuador por objeto de sus estudios durante cuatro años (1870 - 1874). —
Del otro lado debemos confesar, que este mismo terreno en el campo de la
práctica, ó geología aplicada, especialmente para el minero, es el menos
interesante, porque no solamente no contiene metales explotables, sino que
nos cubre una gran parte de los terrenos antiguos, que pueden contener vetas
metálicas y las contienen en efecto, como lo prueban las provincias inter-
andinas, libres de la cubierta de productos volcánicos.
Extensión del terreno volcánico.
El terreno volcánico se extiende en el Ecuador desde la frontera de
Colombia cerca del grado Io de Lat. N, hasta los confines de la provincia
de Loja con la del Azuay entre Oña y Zaraguro, bajo 3o 35' Lat. S, quiere
decir, sobre mas de 4 grados y medio de latitud, que son 90 leguas. Hacia
el Norte continúa el mismo terreno por la República de Colombia, con los
volcanes de Cúmbal, de Túqueres y de Pasto. Desde la frontera hasta el
EL TEBBENO VOLCÁNICO. 331
Azuay forma una cubierta continua en el callejón interandino, por las pro-
vincias de Carchi, Imbabura, Pichincha, León, Tunguragua, Chimborazo y
Cañar. Su limite hacia el Oeste es la Cordillera occidental, en cuyas faldas
exteriores desaparece pronto y en alturas considerables; desde el Chimborazo
al Sur no traspasa la cresta de la Cordillera, y hay puntos en que ni al-
canza á ella. En los dos valles principales que cortan la Cordillera occi-
dental, en el del Mira y en el del rio Guallabamba, se prolonga el terreno
volcánico algo mas al poniente, pero solo en forma de tobas y conglomera-
tos, ó como terreno de acarreo. A esta clase pertenecen también las tobas
y brecchas singulares, que encontramos en el valle del rio Esmeraldas, hasta
muy cerca al mar. Los materiales que las componen, derivan del pais inter-
andino y se hallan en un yacimiento secundario. — Hacia el levante el ter-
reno volcánico ocupa la Cordillera oriental desde el Cayambe hasta el San-
gay, cubriendo todas sus laderas interiores ú occidentales y su cresta central,
hasta el valle del rio Pastaza. En la provincia del Chimborazo, desde el
Tunguragua, la cubierta ya no es tan continua y se limita á los arededores
de los centros de las erupciones principales, es decir, á los del Tunguragua,
del Altar y del Sangay. En todas partes de este trecho se observa en los
valles y quebradas debajo de las tobas volcánicas la antigua formación de
las esquistas cristalinas, y ella misma forma también la superficie á alguna
distancia de dichos volcanes, llegando hasta el valle del rio Chambo. —
DelSangay al Sur toda la Cordillera oriental queda libre de los efectos del
volcanismo, y este se restringió al algunos puntos del pais interandino.
El Azuay es el principal de estos puntos; su centro y sus faldas occi-
dentales presentan materiales volcánicos y ellos están en coneccion, á lo
menos superficial, con los de la hoya de Alausí. Hacia el Sur se extienden
hasta mas allá de Cañar. — En la hoya de Cuenca ocupa el terreno vol-
cánico superficial una extensión bastante grande, aunque faltan los volcanes
activos, asi como en el grupo del Azuay; se encuentran solamente andesitas
antiguas, pero ningunas lavas modernas. Esta observación vale también
respecto al último grupo, que encontramos en la hoya superior del río Ju-
bones, á lo largo del rio León, entre Nabon y Oña. Este pequeño grupo
con rocas muy singulares, está completamente separado del de Cuenca por
el ancho nudo de Tinajillas. En la provincia de Loja no encontré ningún
vestigio del volcanismo; este renace solo á muchos grados de Latitud mas
al Sur, en el alto Perú.
Fuera de la región andina del Ecuador parece existir un pequeño ter-
reno volcánico, ó talvez un solo volcan aislado, en la ¡provincia del Oriente,
en la hoya superior del rio Ñapo; pero ningún geólogo lo ha estudiado
todavía, y solo puedo referir lo que tse dice». Hasta la posición de este
332 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
volcan no es muy segura; unos lo llaman Guacamayo, otros Sumaco. Según
algunas cartas geográficas con estos nombres se distinguen dos cerros, según
otras serian sinónimos del mismo cerro. En la carta de Humboldt el «Gua-
camayo» es un cerro aislado, por cuyas faldas pasa el camino de Baeza á
Archidona, entre el rio Cosanga y las cabeceras del rio Hollín, que nace
en esta montaña. En el mapa de Villavicencio se halla en este lugar una
t Cordillera de Guacamayo» y el volcan de Sumaco se encuentra á grandísima
distancia hacia NE al lado del pueblo de San José y cerca de las cabeceras
del rio Suno. Sinembargo, en su Geografía (pág. 402) habla del último como
de una parte de la primera: «San José es la población mas avanzada al
interior; está situada alas faldas del Sumaco en una gran altura, de lo que
viene ser en extremo fría su temperatura, lo que se nota mas, cuando se
sube de los hondos valles de Avila y Loreto á la Cordillera de Guacamayos
á cuyas faldas existe.» Villavicencio dá al Sumaco la altura de 3660 varas
( = 3060 metros), pero sin indicar la fuente de que la tomó, y como las de-
mas alturas dadas por este autor casi siempre son muy erróneas, no pode-
mos confiar en la indicada. — P. F. Cevallos, en su «Resumen de la Historia
del Ecuador» VI, pág. 363, dice: «La cordillera desprendida del costado
oriental del An tisana, conocida con el nombre de Guacamayos, vá de O á
E, separando primero los grandes rios que componen el Coca de los tribu-
tarios del Ñapo en sus alturas. Después, dividiéndose hacia los orígenes
de los rios Misigalli y Hollin, tira el un ramal de N á S hasta abatirse
entre Archidona y Tena, y el otro de SO á NE, pasados los desfiladeros del
Rui-urcu, á formar el móntemelo Sumaco, volcan en cuya cumbre se distingue
una gran abertura. Vésele á veces con cierta neblina que mas bien parece
humo, por lo transparente de ella; se le oye bramar con alguna frecuencia
y se le atribuyen los cortos temblores de tierra que sienten los pueblos in-
mediatos.» El señor Cevallos se olvidó decirnos, quien ha visto en la cumbre
la «gran abertura» ó el cráter y el humo. — Es singular, que á ninguno
de los viajeros científicos, que han pasado por las faldas del Sumaco ó del
Guacamayo, se ocurrió la idea de recojer algunas muestras de las rocas,
que componen el cerro, con cuyo estudio se habría resuelto el problema, si
es terreno volcánico ó no. El señor Orton, uno de los mejores naturalistas
que visitaron la región del Ñapo, se limita en su descripción del paso por
el Guacamayo, á decirnos en una anotación: «Humboldt habla de él como
de un volcan activo, , cuyas detonaciones se oye casi diariamente*. Nosotros
no oimos nada. Es posible que se refiere al Guamani.»*) Lo último no me
parece probable, porque Humboldt creyó en la existencia del volcan de
*) Orion, The Andes and thc Araazon, pág. 1ÍK).
EL TERRENO VOLCÁNICO. 333
Guacamayo en la región del Ñapo, y lo designa especialmente en su mapa.
Por lo demás hablan de este mismo volcan ya los historiadores primitivos
del pais, pocos años después de la conquista. Así Garcilaso de la Vega y
Agustin de Zarate, describiendo la expedición de Gonzalo Pizarro al pais de
Canelos en 1541, y después de referir el terremoto, que los aventureros ex-
perimentaron en la provincia de Quijos, dicen, que llegaron después á un
pueblo llamado Zumaco, el cual se hallaba á las faldas de un alto volcan.
A Velasco, que ignoraba tal volcan, la relación pareció sospechosa y por
esto escribió en lugar de «alto volcan», solamente a al tí simo monte». Pero
los españoles ya habían visto entonces bastantes volcanes, para poder
distinguirlos de otras montañas comunes. Probablemente este «alto volcan»
es el mismo que se llama hoy dia Guacamayo (y también Sumaco), y que
se distingue, si el dia es claro, desde los páramos próximos al An tisana.
Puede ser, que del mismo provino la lluvia de ceniza, que el 7 de Diciembre
de 1843 asustó á toda la provincia de Quito, y que se atribuyó equivocada-
mente al Sara-urcu (que no es volcan), porque vino del oriente por encima
de este cerro.
He reunido aquí todo lo que sabemos de este volcan problemático de
la provincia del Oriente, para no volver á él en este capítulo, porque, como
ya he dicho, ignoramos completamente su composición geológica.
Finalmente debo mencionar una acumulación de materiales volcánicos
muy singular, que en 1881 descubrí en un punto, en que menos lo hubiese
esperado, en la isla de Puna. El punto es muy reducido y se encuentra en
la costa oriental de la isla, una milla al Oeste» de la hacienda de Punta
Española, pocas cuadras distante de «la casa del cerro», donde se acaba la
playa de la ensenada y principia la orilla á ser escarpada. En este sitio se
hallan peñascos de una lava andesitica, igual á las lavas de los volcanes
andinos. La roca consta de grandes pedazos de lava compacta y en parte
porosa, cementados á manera de un conglomerato, ó mejor dicho de una
breccha, por un material volcánico mas suelto. Es imposible suponer, que
los grandes pedazos de lava, con esquinas y cantos no redondeados, hubie-
sen sido arrastrados por las aguas y venido de grandes distancias. De la
sierra llegan los materiales de acarreo hasta la isla de Puna solo en forma
de arena muy fina y de lama, y en todo el litoral no existe ninguna región
volcánica, de que podrían derivarse esas lavas de Puna. Todo el modo de
presentarse ellas nos obliga á admitir, que en el lugar mismo ha sucedido
una erupción volcánica, probablemente submarina en la época cuaternaria.
A fines de esta época salieron las rocas volcánicas del mar al mismo tiempo
que se levantó la isla de Puna y toda la costa cuaternaria del Morro y de
Santa Elena. En su nivel actual aquellas rocas quedan inferiores al terreno
334 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VH.
cuaternario adyacente, y sobresalen solamente por unos 20 metros el nivel
del golfo.*)
Composición petrográfica del terreno volcánico.
En cuanto al aspecto físico debemos distinguir dos grupos principales
de terrenos volcánicos: Io los primitivos, compactos, que se han formado en el
lugar mismo, en que se hallan actualmente, de un magma semilíquido ó
pastoso, que salió del interior de la tierra en gran cantidad y se consolidó
al mismo tiempo á que se enfrió. A este grupo pertenecen las rocas maci-
zas de andesita, que componen el esqueleto de la mayor parte de nuestros
volcanes, y todas las lavas que forman masas continuas (corrientes de lava).
— 2o los fragmentarios ó clásticos, que se componen de pedazos grandes y
pequeños del mismo material volcánico, que los anteriores, pero que en su
posición actual, formando capas y bancos gruesos, se hallan en yacimiento
secundario y á veces terciario, habiendo sufrido una translación del lugar
de su nacimiento, y después de su fracturacion. Una parte de este material
clástico se origina de las andesitas y lavas compactas, por la descomposición
y destrucción parcial de ellas, y por la subsiguiente acción del agua, que
lo arrastra y lo deposita del mismo modo, como el terreno de acarreo oriundo
de otras formaciones. Pero la mayor parte se deriva directamente de los
volcanes, que lo lanzan durante sus erupciones del cráter al aire, y lo depo-
sitan de este modo en sus alrededores y á veces en distancias considerables.
f
A esta clase pertenecen los fragmentos de lava y andesita, proyectados por
el volcan en forma de bombas, los pedazos de piedra-pómez, que no es mas
que una lava esponjosa, la arena y la ceniza volcánica, nacida por la tritu-
ración y la pulverización de materiales líquidos y sólidos contenidos en el
cráter y en el canal de erupción. Las cantidades del material clástico ó
fragmentario, que arrojan los volcanes, son á veces fabulosas, y constituyen
en el Ecuador alto la masa principal del terreno volcánico, cubriendo en
forma de brecchas, de tobas gruesas y finas, de arena pumicea etc. las rocas
antiguas y también las andesitas y lavas primitivas con estratos, que miden
f
centenares de metros de espesor. — A la segunda clase de las rocas vol-
cánicas fragmentarias pertenece también la cangagua, aquella toba fina de
color blanco ó amarillento, que cubre con un manto mas ó menos grueso
las faldas de las montañas bajas y los llanos de las hoyas, siguiendo las
undulaciones del terreno. No se presenta como un sedimento ordinario de
agua, ni podemos derivarla directamente de cenizas volcánicas, llovidas del
*) Todo el Archipiélago de los Galápagos se compone de terrenos volcánicos, pero
de él trataremos después aparte.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 335
aire, porque á esta última suposición se opondría su uniformidad en espesor
y material, y su gran extensión por todo el pais volcánico, casi siempre en
la superficie. La cangagua parece ser el producto de la sucesiva descom-
posición de las andesitas, lavas y tobas, cuyas partículas sumamente finas,
llevadas por las aguas de las lluvias y especialmente por los vientos, se de-
positan en las desigualdades de la superficie terrestre, retenidas también por
la vegetación gramínea y herbácea.*) Asi como en las laderas inferiores
de las montañas, en otras regiones, que subministran por la descomposición
sustancias arcillosas, se forman las capas de la arcilla que se llama «Loss»,
del mismo modo nace por una acción subaérea, de los materiales andesiticos
la cangagua. Podemos añadir otra analogía entre las dos formaciones: asi
como en Europa el «Loss o aloja los huesos de los grandes mamíferos
antediluvianos (Mamut, Rinoceronte etc.), también la cangagua del Ecuador
alto es la formación, en que se encuentra la mayor parte de los huesos
de mamíferos extinguidos de la época cuaternaria (Mastodonte, Protau-
chenia etc.).
En el estado seco la cangagua se deja reducir en un polvo fino como
harina, pero mojada se vuleve muy tenaz y el agua penetra con dificultad;
la superficie se pone resbalosa como jabón, y los caminos, que pasan por
cangagua en terreno inclinado, son los mas peligrosos en tiempo de lluvias.
— Aunque la cangagua por lo regular es superficial, no faltan sinembargo
capas mas antiguas entre y debajo de las otras tobas, indicando probable-
mente unas largas épocas de tranquilidad en los lugares respectivos.
Según la composición mineralógica y química todos los materiales vol-
cánicos del Ecuador alto pertenecen al grupo de las rocas andesiticos, que
traen su nombre precisamente de los Andes, y se caracterizan por la pre-
sencia de la andesina, una especie de feldespato. En los tiempos de Hum-
boldt y de Boussingault se llamaban todavía «traquita», hasta que Abich
demostró, que el feldespato (plagioclasa) de las rocas volcánicas de Sud-
américa es otro que el de las traquitas ordinarias, denominándolo «andesina».
Mas tarde se llamó «andesita» todas las traquitas, en que predomina la an-
desina ó una plagioclasa parecida, en lugar de la sanidina, que es el distin-
tivo para las traquitas verdaderas. — Anteriormente se hablaba también de
«basalto» y «lavas basálticas» en e) Ecuador, apoyándose en el color oscuro
y casi negro de ciertas rocas. Aunque es cierto, que las traquitas y
andesitas se distinguen comunmente por colores mas claros, no faltan
*) La capa de cangagua parece formarse con lentitud, y por esto se halla con pre-
ferencia en el terreno volcánico antiguo; no he visto que cubra las tobas volcánicas muy
modernas al rededor de los volcanes activos, p. ej. del Cotopaxi.
33G GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
excepciones, y para las lavas negras del Ecuador está comprobado que
pertenecen á la familia de la andesita.*)
Los minerales esenciales, que entran en la composición mineralógica de
la andesita y de sus lavas son: andesina ú otra plagioclasa análoga, anftbola,
augita, hiperstena, magnetita, mica negra (biotita) y cuarzo. No todos entran en
todas las variedades, al contrario, estas distinguimos según la presencia ó el
predominio de uno ú otro. Así se habla de andesitas anfibólicas, augíticas, mi-
cáceas, cuarzosas. £1 primer mineral, la plagioclasa ó andesina, no falta
jamas, lo mismo que la magnetita, aunque á veces en partículas micro-
scópicas; la augita, anfíbola y mica ó se encuentran á la vez, ó se reem-
plazan mutuamente; ademas entra en ciertas variedades la hiperstena en
lugar de la augita (andesita hipersténica). La última clase, que llamamos
andesita y lava cuarzosa ú cuarcí/era, es la mas interesante para el petró-
grafo, aunque no es tan común, como las demás. — Entre los minerales
accesorios de las andesitas se halla con alguna frecuencia la olivina y á
veces la sanidina; en las oquedades y hendiduras de las rocas se han for-
mado también otros mas raros, sea por la segregación primitiva, como la
tridimita, sea por la descomposición posterior, como ópalo, espato calizo,
yeso, pirita etc. etc.(85)
La distinción entre andesitas y lavas andesiticas es algo artificial, y no
se funda tanto en diferencias mineralógicas ó quimicas, cuanto en el aspecto
exterior. Ambas son eruptivas, ambas de naturaleza volcánica; pero con el
primer nombre se acostumbra designar aquellas rocas, que se presentan en
masas muy grandes (á veces montañas enteras), con una estructura igual,
comunmente porfiroídea, en que los minerales constituyentes llegan á un
tamaño regular, y que se considera como nacidas en la época cuaternaria
ó terciaria bajo condiciones algo diferentes de las observadas en los volcanes
modernos. Lavas andesiticas se llaman aquellas variedades, que ocupan
terrenos mas circunscritos, en forma de corrientes mas ó menos largas, ó
de cubiertas de poco espesor, en directa conexión con volcanes activos ó
extinguidos; su estructura suele ser mas porosa, microcistalina y á veces
homogénea (cuando á la vista libre no se distingue ninguno de los mine-
rales constituyentes, como en la obsidiana); para ellas la estructura esco-
riácea es muy característica, sobre todo en las partes superiores de las cor-
rientes. Las lavas andesiticas son productos volcánicos de la época geológica
moderna, y las vemos salir de los cráteres en el estado liquido ó pastoso,
para consolidarse luego en las faldas ó al pié de los volcanes.
*) Las islas de Galápagos, al contrario, so componen exclusivamente de laras basál-
ticas, como veremos en su lugar.
EL TERBENO VOLCÁNICO. 337
Nada se puede objetar contra el uso distintivo de los dos conceptos
explicados en general, solo debemos advertir, que ninguno de los caracteres
indicados es exclusivo para una clase de rocas, ni la estructura, ni el yaci-
miento, ni la edad, y en cuanto a su composición mineralógica y química,
ya queda dicho que son idénticas. En las pequeñas muestras, que se guar-
dan en las colecciones geológicas, depende muchas veces únicamente de la
opinión sujetiva del colector, que conoce su yacimiento y proveniencia, si
quiere llamarlas «andesita» ó «lava andesítica».
Hay lavas muy modernas, que son tan macrocrístaltnas y claras, como
las andesitas antiguas, y al revés se hallan entre las últimas unas varie-
dades tan oscuras y microcrístalinas , como las lavas mas recientes. Tam-
bién se encuentran verdaderas escorias entre los productos volcánicos mas
antiguos del pais.
Estructura de los volcanes.
En el Ecuador la distinción entre andesitas y lavas es talvez mas difícil,
que en otros países, porque andesitas típicas se hallan formando el esqueleto
de verdaderos volcanes estratificados ó compuestos, que mas tarde dieron á
Flg. 17. Corle Ideal ■) pot
luz lavas escoriáceas no menos típicas, y en este caso aquellas no son mas
que las lavas antiguas del mismo volcan. Las genuinas traquítas y ande-
sitas constituyen en otras partes del mundo montañas homogéneas, que for-
man un solo macizo uniforme, y que nunca han tenido un cráter en su
cúspide; sus cúpulas se presentan como el efecto de una sola efusión gran-
diosa, con la cual se cerró para siempre la comunicación con el interior de
la tierra. Tales montañas de material volcánico se ha convenido en llamar
volcanes homogéneos, en oposición á los estratificados ó compuestos, que son
el resultado de muchas erupciones sucesivas, acumulándose alternativamente
bancos de lava (ó andesita), arena volcánica, ceniza etc., y que manifiestan
un cráter en su cúspide, aunque á veces en un estado ruinoso.
Si examinamos una cúpula de basalto, traquita, ó andesita (un volcan
homogéneo), encontraremos en todas las partes accesibles á la observación
Wolt, Eso*dor. 22
338 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
la misma roca, sin notables variaciones locales, en dos ó tres pedazos tendre-
mos representado su uniforme desarrollo petrográfico. No sucede así con
los volcanes compuestos de los Andes ecuatorianos: con facilidad colectare-
mos en la falda de un solo volcan 30 ó 40 variedades, que se distinguen
por el grano, por el color, por la porosidad, en fin por sus caracteres petro-
gráficos exteriores, tanto, que no es posible derivarlas todas de un solo acto
de erupción ó de una masa andesitica coherente. No conozco ninguno de
nuestros volcanes grandes, en que no se pudiera observar este fenómeno,
no solamente en las lavas modernas, sino también en las andesitas antiguas
y fundamentales de ellos. Si trepamos de sus bases á las cúspides, si los
rodeamos en cualquier altura, encontraremos casi en todas las crestas y en
los diferentes bancos sobrepuestos, distintas variedades de andesitas, separa-
das á veces por un espacio de pocos metros. Esta me parece ser una
prueba clara, de que los cerros se han edificado por erupciones sucesivas,
por la acumulación de muchos bancos de lava andesitica, y no por una
erupción sola, que hubiese dado de una vez todo el material enorme de que
f
se componen. A esta clase de los volcanes compuestos pertenecen no sola-
mente los activos, como el Cotopaxi, el Tunguragua, el Sangay, sino tam-
bién los extinguidos, que en su mayor parte conservan todavía sus cráteres
ó calderas, como el Altar, el Carihuairazo, el Rumiñahui, el Antisana y tantos
otros, ó en que ya no se dejan distinguir las formas exteriores del cráter,
como en el Chimborazo, en el Iliniza, en el Cayambe etc. Acusaría una
gran ignorancia en materia de geología, negar al Chimborazo, por ejemplo,
la naturaleza volcánica, porque en la actualidad no ostenta un cráter abierto;
se compone de las mismas andesitas y lavas andesiticas, como el Cotopaxi,
el Antisana y otros, y en su base oriental no faltan corrientes de lava
escoriácea bastante modernas. El cráter ó está lleno de nieve ó se ha
destruido de otro modo, por derrumbos y descomposición de las rocas que lo
habian formado. No hay motivo ninguno de suponer para este cerro otro modo
de formación , que para los domas de la misma composición y estructura.
Como anticuadas podemos considerar las opiniones fundadas en estudios
superficiales, de que las montañas andesiticas del Ecuador sean homogéneas
y cerradas, como las cúpulas traquiticas («domes») de la Auvernia en Fran-
cia, ó de los cerros Euganeos en la Italia superior, y de que sus volcanes
modernos no arrojen corrientes de lava, sino tan solo materiales de tritura-
ción (bombas, arena, ceniza), vapores acuosos y gases. Un estudio detenido
saca resultados muy distintos.
No quiero negar, que en el Ecuador falten por completo los volcanes
«homogéneos», al contrario me inclino á tomar por tales algunas montañas
pequeñas, como, por ejemplo, el cerro de Cojitambo, que cerca de Azogues
EL TERRENO VOLCÁNICO. 339
se levanta aislado de la arenisca cretácea, formando un macizo bastante
homogéneo de andesita antibélica, igualmente el cerro tendido entre Udu-
shapa y Ofía, que es un macizo de andesita cuarcífera. Sinembargo, nuestros
cerros principales, y precisamente las cúpulas y «domos campaniformes», en
que Humboldt fundó su hipótesis de levantamiento, como el Chimborazo, el
Cayambe etc. son volcanes compuestos, acumulados sucesivamente, y no
levantados de un golpe, sea en estado pastoso, sea en estado ya consolidado.
Después de la gran erupción del Cotopaxi el 26 de junio de 1877 dediqué
algunas semanas al estudio de este volcan.*) Las muchas quebradas y
«huaicos», que en todo su contorno forman abras profundas y un sinnúmero
de cortes verticales, á veces de mas de 100 metros de altura, ofrecen una
ocasión excelente para estudiar la estructura del volcan. Esta es sencilla ó
complicada, según el punto de vista, de que queramos considerarla. Es
sencilla, componiéndose todo el cerro en todos los lugares accesibles á la
observación, exclusivamente de los mismos y semejantes materiales, que
^también han sido los productos de las erupciones históricas; del otro lado
es complicada, presentándose dichos materiales infinitamente variados en su
desarrollo ñsico y en su yacimiento, ó en sus relaciones estratigráficas, desde
la arena pumicea mas fina hasta la andesita mas compacta, desde las capas
delgadísimas de ceniza hasta los gruesos bancos de andesita y corrientes de
lava. Precisamente durante esa erupción de 1877 las inmensas avenidas
acuosas, que se precipitaron por las quebradas, lavaron bien las altas paredes
de ellas, preparando de este modo para el observador unos perfiles muy
hermosos é instructivos en la escala mas grande. Por mas profundas que
sean estas quebradas, no se descubren jamas, ni aun en su fondo, aquellas
masas grandes y homogéneas de andesita, cuales supone la teoría del «le-
vantamiento de las montañas andesiticas». El material compacto y coherente
del Cotopaxi consta solo de bancos de lava de potencia variable, los que
siempre manifiestan en su superficie las señales evidentes de haberse encon-
trado en estado de liquidez y de haberse consolidado en su sitio actual, en
otra palabra, de no ser sino verdaderas corrientes de lava, que mas tarde
fueron cubiertas y enterradas por productos volcánicos mas modernos. Estos
bancos suelen ser en la superficie de una textura porosa y escoriácea, que
pasa poco á poco hacia abajo á la compacta y mas cristalina; en donde
falta la cubierta de escorias, se hallan los indicios de una destrucción posterior
de ella. El espesor de los bancos se acomoda al declive del terreno y al
grado primitivo de liquidez de la lava.
*) «Memoria sobre el Cotopaxi y su última erupción»; con una lámina y una carta
topográfica (Guayaquil 1878).
22*
340 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
Rara vez se siguen dos ó tres bancos de lava inmediatamente uno sobre
otro, antes suelen alternar con algunas capas de materiales eruptivos sueltos.
Estos son bastante variados, constando ora de grandes terrones y trozos de
lava escoriácea, ora de blanquísima arena pumicea, ora de erapilli» mas
oscuros, ora de ceniza volcánica convertida en toba, ora de una mezcla con-
fusa de todas estas sustancias. Hay ocasiones, que se encuentran capas
intercaladas comunmente irregulares de escombros, que encierran pedazos
angulosos de lava de toda clase y tamaño. Tales capas son el resultado
de derrumbamientos y de avenidas acuosas durante las erupciones antiguas,
y quiso la suerte que precisamente en la espantosa catástrofe del 26 de
Junio de 1877, se pudiese observar en grande escala la formación y acu-
mulación de tales escombros. También en los materiales sueltos, los que
alternando con las lavas compactas componen la mole del Cotopaxi, se vé
claramente, como su yacimiento siempre se conforma al talud y á la con-
figuración del terreno en que se han despositado. Los pocos casos excepcio-
nales, en que las capas de toba y los bancos de lava no se presentan en sil
posición primitiva, sino con mayor inclinación ó como levantados vertical-
mente, dejan explicarse fácilmente por unos derrumbos locales, como suelen
acontecer durante todas las erupciones y son ocasionados con mas frecuencia
por la erosión del agua en las quebradas, sobre todo debajo de la linea de
la nieve perpetua. No se encuentra ningún vestigio y ninguna prueba de un
levantamiento del Cotopaxi ó de algunas partes de él en el estado ya consoli-
dado. Con mucha razón desaparecen mas y mas de los libros modernos de
geología los «cráteres y volcanes de levantamiento», que se han buscado
por algún tiempo en todas las regiones volcánicas. Por las innumerables y
muy exactas observaciones, que los geólogos de nuestra edad hacen en todas
las partes del mundo, nos vemos precisados á restringir á limites muy
estrechos los levantamientos de partes sólidas de la costra terrestre por las
fuerzas volcánicas, y á atribuir á la mayoría de los voléanos un origen mas
sencillo, á saber por una simple acumulación de los materiales arrojados ya
líquidos, ya sólidos , al rededor de la boca del canal que conduce al foco vol-
cánico, ó del cráter, en términos mas cortos: por grandes y repetidas erupciones
en él trascurso de los siglos.
La hipótesis de Mr. Boussingault, que quiere explicar la formación de
los volcanes ecuatorianos por un levantamiento de aenormes fragmentos
angulares amontonados confusamente»*), no encuentra en el Cotopaxi ningún
*) Mr. Boussingault necesitaba de esta hipótesis para tener un fundamento de la
otra, que establece respecto al origen de los terremotos. «Paréceme que la mayor parte
de los terremotos tiene su origen en los derrumbamientos subterráneos de las montañas,
EL TERRENO VOLCÁNICO. 341
apoyo, sino mas bien su refutación directa, y me atrevo á afirmar, que lo
mismo se podría demostrar tratándose de los demás volcanes activos y
extinguidos del Ecuador, pues los conozco casi todos. Sea lo que fuere del
levantamiento de la Cordillera andina en general, él no toca á los altos
volcanes que la coronan, y éstos en un tiempo posterior no so han levantado
sino acumulado sobre ella.
íntimamente enlazado con la hipótesis de Boussingault y, según parece,
nacido de ella, anda otro error, sostenido con mas porfía por este mismo
viajero, y es el que los volcanes andinos nunca hubiesen arrojado lava ver-
dadera ó corrientes de lava ígneo -fluida.*) También este error encuentra
su refutación directa en el Cotopaxi. — Ya queda dicho, que los bancos de
lava, cuyos cortes verticales se presentan en las laderas de las quebradas
entre las capas de toba, no son sino antiguas corrientes de lava; pero ahora,
dejando estas aparte, hablaremos solamente de las corrientes superficiales
de un aspecto muy fresco y en parte de un origen histórico, que en todo
el contorno del Cotopaxi se hallan en sus faldas y en su base ancha. Su
número pasa de 20, si también se toman en cuenta las que ya se han cu-
bierto en su parte superior de escombros y en la inferior de una escasa
vegetación. Dice el señor Reiss: «Todas estas corrientes de lava son de
una naturaleza tan igual, que la descripción de una deja trasladarse á todas
las demás, añadiendo algunas diferencias insignificantes relacionadas con las
del terreno.» La gran corriente, que se ramifica encima del Manzana-y
es decir en el hundimiento interior de la Cordillera de los Andes, el cual es consecuencia
natural de su levantamiento, que, según yo lo concibo, no se efectuó estando fundidas ó
semiderretidas las materias que la constituyen, pues por el contrario todo hace creer que
este levantamiento no sucedió sino cuando ya las rocas estaban sólidas, porque la masa
traquítica que forma cerca del Ecuador la base de las cordilleras, se compone de enormes
fragmentos angulares amontonados confusamente.» Viajes científicos á los Andes ecua-
toriales, por M. Boussingault, traducidos por I. Acosta (Paris 1849), pág. 56.
*) «En algunos puntos, como en el Tunguragua, esta roca (la traquita) partió y
levantó los lechos de esquisto arcilloso al salir á la superficie de la tierra en un estado
fragmentario, impelida por las fuerzas subterráneas, en otras obró del mismo modo que-
brantando el mica-esquisto cuarzoso, como en el Antisana, pero en ninguna se halla la
roca eruptiva derramada sobre la roca superficial, como habría acontecido y actualmente
sucede cuando aquella ha salido en un estado blando». Mr. Boussingault, en el lugar
citado.
Es casi incomprensible, cómo este ilustre viajero pudo desconocer completamente
la naturaleza de las hermosas corrientes de lava en el Tunguragua y Antisana, que son
de las mas típicas en el mundo y ya reconocidas como tales por Humboldt. Pero sabido
es, que á veces una preocupación, una idea errónea absorven tanto toda la atención de
los observadores, aun de los mas célebres, que en todos los fenómenos buscan argu-
mentos en pro de su hipótesis, y así sufre la objectividad pura de la observación. ¿Quién
no comprende, que la existencia de corrientes de lava, nuevas y antiguas, en nuestros
volcanes, debia ser peligrosa á las hipótesis de Boussingault?
342 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
Puca-huaieo fué descrita con exactitud por el citado observador y la atribuye
con mucha probabilidad á la erupción del año de 1853. Ella le sirvió de
camino en su ascensión al Cotopaxi hasta la cercanía del cráter. No todas las
corrientes llegan hacia arriba á una altura tan grande; por lo común parecen
nacer al pié del cono, ó no muy arriba de los limites de la nieve, en donde
el declive de la montaña comienza á suavizarse. Digo que lo parecen, pues
algunas, de ellas se pierden en su parte superior paulatinamente debajo de
espesas capas de arena y ceniza y finalmente debajo del grueso manto de
nieve; en este caso es muy probable, que la cuchilla ó loma nevada, que
se extiende como la continuación directa de la corriente hacia las partes
superiores del cerro, no es otra cosa que la misma corriente de lava cubierta.
Pero aun en el caso de que una corriente parece nacer como de súbito de
una acumulación abultada en la ladera ó en la base del volcan, no por esto
podemos tomarla por efecto de una erupción lateral, sin las pruebas mas
evidentes de un cráter lateral, y creo al contrario, que todas esas corrientes
han tomado su salida por el cráter principal y grande, que el Cotopaxi tiene
en su cúspide. El señor doctor Stübel ha comprobado con argumentos irre-
cusables, que la grande corriente de lava, que hacia ñnes del siglo pasado
salió al parecer de la base del Tunguragua, tuvo en realidad su origen en
el cráter de la cumbre de este volcan, que la lava ignea se precipitó por sus
empinadas faldas, dejando en tal cual punto algunos trozos, y que solamente en
la profundidad se abultó y se encaminó lentamente, formando de tal manera
aquella larga y ancha valla, que hoy se llama « Juivi grande».*) Una opinión
igual manifiesta el mismo observador respecto á la corriente de 1853, que
parece principiar debajo de la cúspide del Cotopaxi. En mi viaje y ascensión
al Cotopaxi, después de una de sus mas formidables erupciones, he visto
cosas, que confirman de un modo espléndido la opinión del doctor Stübel y
me inclinan á extender la misma explicación á la mayoria de los casos, en
que las corrientes de lava en los volcanes muy empinados, y particularmente
en el Cotopaxi, parecen nacer en la media altura ó en la base del cerro.
Las corrientes de lava frescas, que en sus laderas tajadas y en su super-
ficie están cubiertas de grandes é irregulares trozos de lava escoriácea, se
llaman en el lenguaje del pueblo de la sierra «reventazones», y con mas
frecuencia «volcanes», y reciben su nombre propio por lo regular de los
huaicos y quebradas, por las cuales ó entre las cuales descienden del cerro.
Así tenemos en el Cotopaxi un Yanasache- volcan, Tauripamba- volcan,
*) Durante la erupción del Tunguragua en 1881» se formaron del mismo modo
explicado, algunas corrientes de lava muy grandes al pié del cerro, después de haberse
precipitado del cráter, casi sin dejar rastro en las faldas superiores.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 343
Chirimachay-volcan, Hornohuaico-volcan etc. Una de las mas hermosas é in-
structivas es sin duda la corriente de Yanasache, que según su aspecto muy
fresco parece datar de los tiempos históricos, aunque no me ha sido posible
averiguar el tiempo cierto de su formación. En todo se parece á la cor-
riente de Manzanahuaico, descrita por el señor Reiss, pero no se extiende
hacia arriba á tanta altura, sino tan solo hasta el limite de la nieve (4680 me-
tros), en donde se oculta debajo de ceniza y arena. En su término inferior
(4070 metros), donde se ensancha mucho y se bifurca, la han destrozado y
destruido las últimas avenidas de agua y lodo. Otro tanto sucedió con las
demás corrientes situadas en quebradas hondas; abiertas sus entrañas mani-
fiestan componerse, debajo de una costra glebosa y escoriácea, de andesita
compacta y mas cristalina, que no rara vez se halla dividida en prismas
gruesos y pilares poligonales (fragmentación prismática). El «Yanasache-
volcan» descansa sobre una corriente mas antigua y mucho mas grande,
que para mejor decir debería llamarse un dilatado campo ó lago de lava,
que ciñe la llanura de Limpiopungo hacia el Cotopaxi y se extiende al SO,
hasta muy cerca del Millihuaico. Pero esta lava se deriva sin duda de una
erupción prehistórica, puesto que la superficie está muy descompuesta y cu-
bierta de vejetacion graminea en sus partes inferiores y de arenales gruesos
en las superiores. — Las corrientes modernas y frescas son tan caracteri-
zadas y de un desarrollo tan típico, que no es preciso ser geólogo para re-
conocerlas con facilidad. Generalmente bajan por una de las quebradas
hondas ó forman lomas sumamente ásperas entredós quebradas vecinas; se
extienden en sentido longitudinal ya mas ya menos largas por los arenales
suavemente inclinados á la base del volcan, según la pasta de la lava era
mas liquida ó mas espesa.
No puede ser mi intención hablar de todas las corrientes de lava en
particular, lo dicho bastará para demostrar, cual sea la parte que ellas toman
en la constitución geognóstica del Cotopaxi. En mi Memoria ya citada, de
que he tomado estos apuntes, describí también las corrientes mas recientes,
que en 1877 bajaron del cráter por las faldas del volcan y que pude ob-
servar todavía en su estado caliente.
He elejido por ejemplo el Cotopaxi, pero del mismo modo podía demos-
trar numerosas comentes de lava moderna en los alrededores del Antisana,
en que se halla entre otras la célebre a reventazón de Antisanilla» ó corriente
de Pinantura; ó al pié del Tunguragua. Ahora bien, el mismo fenómeno de
corrientes de lava escoriácea observamos do igual modo en las cúspides, en
las faldas, y á los pies de los volcanes extinguidos, con la sola diferencia
de que en ellos se hallan mas ocultas, sea por la vegetación que cubre su
superficie descompuesta, sea por los estratos de las tobas volcánicas, que
344 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO TIL
la* taparon posteriormente. Y no solamente en las inmediaciones de los
cerro**, sino á grandes distancias de ellos, y en medio de las hoyas interan-
dinas, encontramos en abundancia tales erupciones de lava escoriácea, inter-
caladas entre las tobas en bancos á veces muy gruesos, como también la
lava de Antisanilla hizo en el siglo pasado su erupción muy lejos del An-
t i sana. Para alegar ejemplos, debería citar todo el país interandino en cuanto
es volcánico, pues apenas habrá un valle ó un quebrada algo honda con
un alto perfil de tobas, en que no se pudiese reconocer uno ó algunos bancos
de lava, y esto desde los estratos mas hondos y antiguos hasta los mas
modernos. Asi en el valle del rio Chota, en el del Taguando cerca del
Yaguar -cocha, en el del río Pisque y del río de GuaUabamba. El cerro
Haló no es mas que una acumulación de lavas escoriáceas, ó el producto
de una serie de corrientes de lava, sobrepuestas una á otra. La carretera
del Sur presenta muchísimos ejemplos; recuerdo solo los hermosos cortes en
las corrientes de lava cerca de Mocha y por los páramos del Ghimborazo.
Desde el pié del último y principiando cerca de la hacienda de Chuquipo-
quio, baja una corriente inmensa por San Andrés hasta el pueblo de Guano,
otras iguales siguen mas al Sur. Y asi resulta, que todo el país desde el
Cúmbal y Chiles hasta el Azuay no es mas que un tnixtum compositum de
capas alternativas de lavas, andesitas y tobas, predominando las primeras
en los cerros y sus alrededores, como es natural, y las últimas en los es-
pacios intermedios.
I^as observaciones que hizo Mr. Whymper en las cúspides del Chimborazo,
Antisana, Cayambe, Cotacachi y otros cerros altos, que antes de él nadie
había subido, destruyen completamente la antigua hipótesis del levantamiento
de las andesitas y de las enormes masas «homogéneas» de nuestros cerros.*)
Así, por ejemplo, encontró la cúspide del Chimborazo compuesta de las
mismas capas alternativas de andesitas compactas y lavas escoriáceas, como
las describí del Cotopaxi, y hasta en los dibujos y láminas, que adornan su
obra, se reconoce esos bancos y la naturaleza de un volcan compuesto. La
muestra, que recojió en el peñasco mas alto descubierto de nieve, en la al-
tura de 5920 metros, es una ulava escoriácea». El aspecto de los últimos
peñascos, que se hallan debajo de la cúspide, y que salen de la helera como
arrecifes, describe de este modo: «La frente de estos precipicios presenta un
gran número de fajas paralelas (casi horizontales en la serie inferior de las
rocas, y torcidas en la superior) que tienen colores vivos, y en las raras
*) Edward Whymper, Travels amongst the great Andes of thc Equator (London
1HÍI2). - Las muestras geognósticas colectadas por Mr. Whymper fueron determinadas
y descritas por el profesor T. G. Bonney (en una serie de artículos, en Proceedings
of the Koyal Soe, 1884).
EL TERBENO VOLCÁNICO. 345
ocasiones, en que los arrecifes son iluminados por el sol, ofrecen una vista
alegre y atractiva. Los supremos estratos de la serie superior son negros,
alternando con fajas cenicientas, do un color gris-claro pasando al rojo os-
curo; después negros cambiándose enlistas amarillas; de nuevo cenicientas
con transición al rojo oscuro; y á la base grises, alternando con estratos
delgados de varios colores demasiado numerosos para recapitularlos. La
serie del arrecife inferior comienza arriba con un banco gris-rojizo tan espeso
que llega hasta la mitad de la pared; entonces viene un estrato ceniciento,
seguido de una faja negra y otras coloradas; finalmente termina en la base
con una capa de unos 200 pies de espesor y de un color rojo oscuro.
a Con excepción de las rocas Ínfimas de la serie inferior, es imposible
procurarse muestras de estos estratos in situ, siendo las paredes casi ver-
ticales, pero se puede conseguir las de todas esas capas de la serie superior
(arrancadas durante las caídas de hielo) en la superficie de la ,helera de
Débris', y se encuentra que son exclusivamente productos volcánicos, princi-
palmente lavas andesíticas. Entre estos fragmentos sobre la helera encontré
azufre nativo» (1. c. pág. 338).
Un poco mas arriba dice Mr. Whymper: «De los volcanes extinguidos,
el Cayambe, el Antisana y el Chimborazo son los mas importantes. Hay
corrientes de lava sobre los flancos de todas tres montañas, y no puedo dudar
de que tenían cráteres de un considerable tamaño, aunque ahora no son
visibles» etc. Aquí hace la anotación siguiente: «En la cuestión de las
corrientes de lava difiero de Boussingault, quien afirma, que no se puede
ver ninguna en los volcanes de la America tropical»; y después de citar
las palabras de él*), agrega: «Difícilmente puedo comprender esto, habiendo
visitado Boussingault el Cotopaxi y la hacienda de Antisana.»
Pero basta de polémica; con excepción del señor Karsten(86) apenas habrá
un geólogo moderno, que después de visitar y estudiar los volcanes del
Ecuador, les niegue las corrientes de lava, antiguas é históricas.
Actividad de los volcanes.
De lo que hemos dicho de la estructura del terreno volcánico en su
totalidad y en cada cerro particular, podemos deducir, que la actividad de
los volcanes en todos los tiempos, desde la época de su primer nacimiento,
*) «La masse du Chimborazo est forméc par l'accumulaüon de débris trachytiques,
amonedes sans aueun ordre. Ces fragmens trachytiques, d'un volume souvent enorme,
ont oté soulevés á Tétat solide; leurs angles sont toujours tranchans; ríen n'indique qu'il
y ait en fusión ou méme un simple état de mollesse. Nulle part, datis aucunc des vol-
caría de Téqtuiteur, on ri observe ricn qui puisse faire présumer une coulée de laves,» — An
nales de Chimie et de Physique, t. 58, 2* ser., pág. 175 (París 1835).
346 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
habrá sido en el fondo igual. La única diferencia que podemos admitir,
consiste en que al principio las corrientes y bancos de lava (andesita) pa-
recen haberse formado en mayor escala y con mas potencia, mientras que
después y en nuestros días predomina en las erupciones la eyección de
materiales fracturados.
Vuelvo á advertir, que la diferencia entre lava y andesita es mas bien
aparente que real, y si la última se presenta con una estructura mas crista-
lina (casi «holocristalina»), esto puede provenir de diferentes causas. Habién-
dose verificado la efusión de la andesita antigua en masas mas considerables,
el enfriamiento sucedió mas despacio, y pudieron formarse cristales mas
grandes en el magma liquido ó pastoso. Asi observamos también en las
corrientes mas modernas, que la textura de la lava es mucho mas cristalina
y compacta en el centro, ó en las capas inferiores, que en la superficie es-
coriácea y porosa, enfriada con rapidez. No debemos olvidar, que las an-
tiguas corrientes de andesita rara vez podemos observar en su estado primitivo
y en toda su extensión. Hay casos en que se ha conservado la superficie,
y entonces es escoriácea, como la lava moderna*); pero por lo regular los
bancos potentes, que encontramos en las crestas de los cerros, ó en las
laderas de las quebradas, nos presentan solo las partes interiores y por esto
mas cristalinas de las corrientes antiguas ; las exteriores ó quedan ocultas de-
bajo las tobas, ó fueron destruidas por la descomposición química y mecánica
por el influjo de los atmosferilios, como sucede en las cúspides de los cerros.
Después de haber estudiado la gran erupción del Cotopaxi en 1877 en
todos sus fenómenos y fases, recapitulé mis observaciones en las palabras
siguientes: «Esta erupción coloca el Cotopaxi en la lista de los volcanes or-
dinarios, con una actividad, aunque grandiosa, pero en el fondo muy sen-
cilla: erupción de arena y ceniza, efusión de lava ignea, repetidas erupciones
de ceniza, y finalmente, exhalación mas enérgica de gases volcánicos ¡hé
aqui todo lo esencial! Las avenidas acuosas son un fenómeno secundario,
en consecuencia del derrame de la lava sobre masas de hielo y nieve». (Mi
Memoria citada, pág. 48.) Esta es la historia sucinta no solamente de aquella
erupción memorable del Cotopaxi, sino también la de todas las demás erup-
ciones del mismo y de los otros volcanes del pais, desde la épcoca cuater-
naria hasta nuestros dias. El Sangay lo enseña todos los dias; el Tungu-
ragua lo ha comprobado con su erupción formidable de 1886 y las sub-
siguientes, que en todo eran parecidas á las del Cotopaxi; un examen crítico
*) Las muy antiguas y muy cristalinas andesitas cuarzosas de Achupallas y Huaira-
pungo, cerca de Antisanilla, que tienen la textura macro-porfiroídea y son andesitas tí-
picas, pasan, no obstante, en la superficie de los bancos á verdaderas escorias.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 347
de las relaciones históricas sobre las erupciones de los últimos tres siglos
demuestra lo mismo, y el resto nos dice el estudio geognóstico del pais y
de sus volcanes apagados.
Los actos de una erupción no se siguen siempre eri el mismo orden y
hay veces, que uno ú otro falta completamente. Asi puede suceder, que se
verifica solamente una efusión copiosa de lava, sin el aparato formidable de
las eyecciones de bombas, arena y ceniza. Este caso es raro en nuestra
época, pero me parece haber sucedido en la formación de la gran corriente
de lava de Pinantura, á mediados del siglo pasado. Mas frecuente es el
caso contrario, de que un volcan arroje una gran cantidad de materiales
triturados, vapores y gases, sin que efluya la lava en corrientes continuas,
especialmente cuando la erupción se verifica por el cráter central en la
cúspide.
No puede ser el objeto de este libro, describir minuciosamente los dife-
rentes actos de las erupciones, su mecanismo, sus efectos, y la variedad de
sus productos; debo remitir al lector á tratados especiales sobre volcano-
logia, y á las Memorias que se han publicado sobre las erupciones de nues-
tros volcanes.*) Pero no puedo prescindir de tocar algunos puntos contro-
versos, que por mucho tiempo dieron á los volcanes ecuatorianos una apa-
riencia de extraordinario y excepcional.
Ya queda refutada la aserción, de que no se encuentren corrientes de
lava en los volcanes ecuatorianos. — Otra preocupación cundió entre los
geólogos por la autoridad de Humboldt, es decir, que estos mismos volcanes
no exhalaran cloro ni ácido- clorhídrico, sino en su lugar grandes cantidades
de ácido carbónico, y comunmente algo de ácido hidrosulfúrico y sulfuroso.
Boussingault afirma lo mismo y niega igualmente el cloro á nuestros vol-
canes. Pero se debe advertir, que estos sabios hicieron sus observaciones
enfumarolas de volcanes extinguidos ó en completa tanquüidad (en «solfataras»).
Emprendí mi viaje al Cotopaxi en 1877 con la esperanza de encontrar gases
sulfurosos en su cúspide, especialmente cuando en sus faldas inferiores y
medias habia percebido varias veces el olor característico de ellos. ¿Cual
no era mi sorpresa, cuando acercándome al cráter, esos gases desaparecieron
completamente, y en su lugar salieron de todas las rajaduras y grietas
del cerro inmensas cantidades de gas clorhidrico? La exhalación era tan
fuerte, que con dificultad pude acercarme á las hendiduras con el termómetro,
para medir su temperatura, porque el ácido atacaba enérgicamente los ór-
*) Muchas descripciones se encuentran en mi «Crónica de los fenómenos volcánicos
y terremotos en el Ecuador» (Quito 1873); ademas en mi «Memoria sobre el Cotopaxi»
ya citada.
348 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
ganos de respiración y hasta los vestidos. En tiempo de calma perfecta tai-
vez no hubiese resistido mucho tiempo á la influencia de estos vapores, y
su presencia en el cráter era una de las razones, por qué no pude pensar
en bajar á el. A veces el gas era tan punzante, que me pareció que al lado
del ácido clorhídrico se desprendía también cloro libre. — La temperatura
de las fumarolas no era igual en todas partes: unas tenian solamente 96°,
otras 150°, otras 160° C. de calor. La lava de las paredes y de las raja-
duras, por donde salia el ácido clorhídrico, estaba completamente descom-
puesta é incrustada de una sustancia blanca, amarilla ó anaranjada, que se
distinguía á grande distancia. Del análisis de las muestras recojidas resulta,
que en las fumarolas no existia otro ácido sino el clorhídrico, y en particular
hay que notar la completa falta de azufre, ácido sulfuroso é hidrosulfúrico.
Debemos suponer que estos últimos gases, cuyos olores había percebido mas
abajo en el cerro, salían en las faldas inferiores y medias de unas grietas,
que casualmente no he descubierto, tal vez por hallarse en lugares inacce-
sibles. Seguro es, que no se desprendían de la lava caliente, pues ella des-
pedía solamente vapores de agua pura, mezclados con aire atmosférico. —
Acido carbónico no he observado en esta ocasión, á lo menos no se mani-
festaba en una cantidad perceptible.
Era esta la primera vez, que en un volcan sud-americano se ha obser-
vado de una manera tan directa y en escala tan grande la exhalación del
ácido clorhídrico. Cuando el doctor Reiss en Noviembre de 1872 visitó el
cráter del Cotopaxi, el volcan se hallaba en perfecta tranquilidad desde
muchos años; él no encontró sino fumarolas con vapores calientes (68° C),
que despedían un olor fuerte de ácido sulfuroso; sinembargo ya en aquella
ocasión se descubrió el cloro por via analítica en el laboratorio químico de
Quito, pues en los productos de los fumarolas se encontraron junto con un
sulfato (yeso) también algunos cloruros. También el fierro oligisto, que el
mismo observador había encontrado en el An tisana y yo en el cráter extin-
guido del Imbabura, es una prueba indirecta para la presencia del cloro en
nuestros volcanes (pues, se forma del cloruro de hierro). Pero la erupción
del Cotopaxi en 1877 aclaró de repente la cuestión por completo, y confirmó
de un modo espléndido las observaciones de Deville en el Vesuvio y la
teoría de Bunsen, según la cual seria inexacto decir, que unos volcanes
exhalan ácido carbónico, otros clorhídrico, otros hidrosulfúrico etc., siendo
así, que todos los volcanes pueden dar todas estas sustancias según el estado
de actividad en que se excuentran. El cloro señala el estado de la actividad
mas intensa, durante ó inmediatamente después de las erupciones; el gas
sulfuroso ó hidrosulfúrico se despide con preferencia, cuando los volcanes
están tranquilos, ó comienzan á apagarse (estado de las «solfataras»); y en
EL TERRENO VOLCÁNICO. 349
las regiones de los volcanes completamente extinguidos predominan las ex-
halaciones del ácido carbónico (estado de «mofetas»). — Hay todavía mas,
pues el Cotopaxi quiso también corroborar aquella opinión de Deville, según
la cual los gases de las fumarolas varían según la distancia del cráter cen-
tral; en la cúspide del Cotopaxi y en la inmediación de la boca central no
había mas, que cloro y ácido clorhídrico, en las faldas medias é inferiores
se sentían las exhalaciones de los gases de azufre. — No deja de ser
interesante, que el Barón de Thielmann, que visitó cuatro meses mas tarde
el cráter del Cotopaxi, subiendo por el mismo camino, que yo había indicado,
encontró la actividad de las fumarolas ya muy reducida, y percibió sobre
el borde del cráter solo el olor del ácido hidrosulf úrico y sulfuroso.*) — La
causa fundamental de esta variabilidad de las exhalaciones gaseosas es to-
davía desconocida.
Otro error, muy divulgado entre los habitantes del país, y también entre
los geólogos hasta poco hace, consiste en la creencia, de que los volcanes
sudamericanos arrojen, durante sus erupciones, grandes cantidades de lodo
caliente por sus bocas. Es especialmente el historiador P. Velasco, quien
dearrolló esta idea errónea, alegando en su favor muchos ejemplos; y de
nuevo es Humboldt, quien la generalizó, adoptando con poca critica las re-
laciones de Velasco y de ciertas personas, que á las «avenidas de lodo»
atribuyeron un origen, que en realidad no tienen ni pueden tener. — Velasco
cuenta del Imbabura, que «ha hecho varias erupciones medianas de agua,
tan llena de este peje» (de preñadillas), «que apestan las llanuras de Ibarra,
con los bancos que quedan de aquel peje muerto; y yo me he visto en
peligro de morir ahogado en una de estas erupciones, en la parte media del
monte».**) Este acontecimiento debía tener lugar en 1765 ó 1766, cuando
Velasco estaba estacionado en el colegio de Ibarra. Según Humboldt***) el
Imbabura habría hecho en 1691 una gran erupción de lodo, con tantas
preñadillas, que pudriéndose habrían apestado el aire y ocasionado fiebres
malignas entre los habitantes de los alrededores de aquel volcan. Esta
relación no se funda en documentos escritos, sino tan solo en una comuni-
cación verbal por Juan de Larrea (¡mas de 100 afíos después del suceso!).
Wagner ha demostrado lo inverosímil y lo imposible de tales «erupciones»
de lodo con peces, de la boca de un volcan.f) Es seguro, que el cráter
del Imbabura en los tiempos históricos jamas ha hecho una erupción, ni de
*) M. von Thielmann, Vier Wege durch Amerika (Leipzig 1879), pag. 458.
**) Velasco, Hist. del reino de Quito, I, 11.
***) Humboldt, Ansichten der Natur, II, p. 276, y Kosmos, V, p. 32.
t) M. Wagner, Naturw. Reisen im trop. Amerika (Stuttgart 1870), pág. 411— 421.
350 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VH.
fuego. El interior del cráter, que visité en 1871, hace la impresión de un
volcan extinguido muchos siglos hace. Está abierto por una profunda abra
hacia el oriente; un lago no pudo formarse en él, y si hubiese existido en
algún tiempo, no pudo contener preñadillas, que no viven en esta altura de
mas de 4000 metros; ademas el lodo debía vaciarse por el lado opuesto al
que se supone como teatro de las inundaciones lodosas con preñadillas. En
los lagos subterráneos, de que algunos quisieron derivar las inundaciones y
las preñadillas, no podemos creer, hasta que se compruebe su existencia en
nuestros volcanes. — Lo que se observa en el Imbabura no rara vez y sobre
todo durante un terremoto, son derrumbos y resbalamientos de sus faldas
muy pendientes. Si la tierra, arena y las piedras se mezclan con el agua
de los ríos, en los cuales viven las preñadillas, entonces, si, pueden formarse
avenidas de lodo, que sofoquen y arrastren muchos de esos pejecitos. Tales
avenidas se verificaron también durante el gran terremoto de 1868, en el
Imbabura y en el Cotacachi, en donde sus vestigios quedaban visibles por
muchos años. El que las preñadillas, cuya frecuencia por lo demás no es
tan grande como se supone, y que desaparecen casi del todo en la masa
inmensa del lodo, ocasionaron, al pudrirse, fiebres malignas ú otras enferme-
dades, me parece de todo punto increíble.
No es raro, que el pueblo denomine los derrumbos en las montañas
oerupciones ó reventazones», — así p. ej. en Otavalo se habló frecuente-
mente de la «erupción» del Cotacachi en el año de 1868, que no fué mas,
que un gran derrumbo; de aquí, que algunos viajeros estranjeros, no
familiarizados con aquel lenguaje del pueblo, al oir hablar de esas reventa-
zones, se imaginaron erupciones verdaderamente volcánicas de los cráteres
mismos.
También durante el gran terremoto, que el 20 de junio de 1698 destruyó
la ciudad de Ambato, bajaron, según los documentos de aquella época, de
los páramos, que rodean el Carihuairazo, grandes cantidades de un lodo muy
hediondo, no de uno sino de muchos lugares, por las quebradas y los cauces
de los ríos. Los muchos riachuelos, dé los cuales cada uno hizo muchos
estragos, se reunieron en el de Ambato, y este, no pudiendo contener en su
cauce la inmensa masa de lodo, la derramó sobre ambas orillas, sepultando
una gran parte de las frescas ruinas de Ambato. — Los documentos antiguos
no hablan de preñadillas en esta ocasión, aunque no dudo, que muchos de
estos animalitos habrán perecido en aquellas aguas fangosas; pero Humboldt
afirma, que lodo y peces cubrieron todos los campos al rededor de Ambato.
Esta será probablemente una de las noticias, que Humboldt apuntó «según
las antiguas tradiciones de los indios». Se atribuyó el terremoto al hundi-
miento del Carihuairazo, y se derivó á la vez las avenidas de agua y lodo
EL TERRENO VOLCÁNICO. 351
del interior de esta montaña. En otra ocasión*) he demostrado, que aquel
hundimiento, asi como el del Altar, es una fábula geológica, igualmente, que
los derrumbos en el Carihuairazo eran las consecuencias y no las causas del
terremoto. Las avenidas de agua y lodo sucedidas poco tiempo después del
terremoto, no pudieron salir de la caldera de aquel volcan extinguido, porque
en este caso hubiesen tomado otro camino, hacia Mocha; talvez podemos
explicarlas diciendo, que algunas lagunas de los páramos del Carihuairazo
se vaciaron por grietas ó de cualquier modo.
Un origen parecido, como este lodo, habrá tenido la «moya» de Pelileo
y de otros lugares, cuya naturaleza desconoció Humboldt completamente.
La palabra de moya, introducida en la geología para designar un lodo en-
durecido de origen volcánico (por verdaderas erupciones) tiene que des-
aparecer de los libros, porque en el sentido de Humboldt no existe.
Derivar las avenidas de lodo de unos lagos en los cráteres apagados,
ó de reservatorios subterráneos, por unas rajaduras ocasionadas durante los
terremotos, aunque no es sostenible, sinembargo en teoría no es tan absurdo,
como la otra creencia, sostenida igualmente por Humboldt, de que también
los volcanes activos, como el Cotopaxi, vomiten el lodo muy caliente (lava
acuosa, la «moya))) y con preñadillas muy poco alteradas por el color, de sus
bocas ignívomas. — En una ocasión, en que Humboldt habla del diseño,
que él mismo dio del Cotopaxi, y el cual, de paso sea dicho, corresponde
muy poco á la realidad, dice: «La altura del humo que despide el cráter,
no está figurada arbitrariamente en el diseño. Para calcularlo, me he con-
formado con el cómputo hecho por Mr. de La Condamine, que juzgó, que
las llamas en 1738 se elevaron á mas de 900 metros sobre el vértice del
volcan. Entonces fué, cuando el Cotopaxi arrojó, como otros volcanes del
reino de Quito, inmensa cantidad de aguas cargadas de hidrógeno sulfurado
y de arcilla carburada, mezclada con azufre y peces muy poco alterados por
el calor, y que forman una especie nueva del género Pimelodus (P. Cyclo-
pum).»**) — Humboldt no presenció ni una sola erupción volcánica en el
Ecuador, de otro modo hubiera sido imposible, que escribiese estas palabras.
Hoy dia sabemos, que el Cotopaxi arroja de su cráter, en lugar de aquella
mezcla extraña, lava verdadera, y que las avenidas de lodo tienen un origen
muy distinto, pero bien natural.
Ya en 1873, en su carta muchas veces citada (pág. 9) , el Señor Reiss
explicó de una manera correcta la formación de las «avenidas de lodo»,
*) Crónica de los fenómenos volcán, y terrem. en el Ecuador, pág. 30.
**) Humboldt, Essai sur la géographie des plantes et Tableau physique de l'Amérique,
I, pág. 142.
352 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
diciendo: «. ... y las avenidas de lodo eran causadas por la nieve derretida
por el calor de la misma lava. El agua producida repentinamente en gran-
des cantidades, debia causar destrucciones en las partes empinadas del cerro,
y mezclada con ceniza y piedras bajar como lodo á las planicies en el pié
del cerro. Pedrones todavía candentes de la lava fueron llevados por estas
avenidas; asi que el rio Cutuchi pareció, todavía cerca de Callo, un río de
fuego; y se asegura, que piedras calientes han llegado hasta Latacunga. Asi
como en esta reventazón (de 1853) sucedió en todas las otras: las avenidas,
que son el terror de los habitantes del pié del cerro, son causadas siempre
por corrientes de lava, que bajan candentes sobre la nieve de las faldas, y
nunca por reventazones de agua; tampoco se derrite la nieve de todo el
cerro por el calor interior, como generalmente se cree; porque, si alguna
vez hubiera sucedido esto, se encontrarían avenidas en todas las quebradas;
mas no sucede asi, y las avenidas se encuentran solamente en las quebra-
das que bajan de una de las muchas corrientes modernas de lava, que hay
en la circunferencia del Cotopaxi. Si algunas veces parece negro todo el
cerro, no proviene de la falta de nieve, sino de la ceniza negra, que ha
caído encima de esta.»
De igual modo expliqué en mi «Crónica de los fenómenos volcánicos en
el Ecuador», publicada en 1873 (pág. 38), las avenidas de lodo, de que hablan
los historiadores y documentos antiguos, apoyándome en gran parte en las
descripciones mismas, por ejemplo, en la de Velasco, que dá con ocasión de
la erupción del Cotopaxi en 1744.('7) Pero la explicación verdadera de esas
avenidas, que hasta entonces habíamos deducido ya de las antiguas descrip-
ciones, ya del estudio de los volcanes y de sus corrientes de lava, se con-
firmó de una manera directa y espléndida durante la gran erupción del
Cotopaxi en 1877, que tuve la fortuna de estudiar en sus efectos inmediatos.
Largo seria insertar aquí todas las observaciones concernientes; algunas se
encuentran citadas en los Suplementos (88>, y por lo demás remito al lector
á mi opúsculo, varias veces citado, sobre el Cptopaxi. Concluí entonces mis
estudios diciendo: «Podemos considerar la cuestión del origen de las avenidas
de agua y lodo, como definitivamente resuelta.» — Lo que hemos observado
en el Cotopaxi, habrá sucedido y sucede, sin duda alguna, en todos los
volcanes, cubiertos de nieve, cuando durante sus erupciones arrojan corrien-
tes de lava ígneo-flúida.
Algunas noticias particulares sobre los volcanes y grupos de
volcanes mas interesantes.
Sobre cada uno de nuestros volcanes grandes se podría escribir una
monografía voluminosa, si se quisiera completar su descripción bajo todos
. EL TERRENO VOLCÁNICO. 353
los punios de vista, topográfica, petrográfica, genética etc. Aquí debemos
contentarnos con algunos apuntes lijeros. Suponemos el conocimiento de
su posición topográfica general, porque ya queda indicada en la parte pri-
mera de este obra.
Comencemos esta vez al Norte, en la frontera de Colombia, donde en-
contramos el Cúmbal y el Chiles (pág. 99). Ambos volcanes se hallan
actualmente en el estado de tranquilidad, pero no quisiera afirmar, que están
apagados del todo y para siempre. Tienen calderas espaciosas. Aunque no
sabemos nada de erupciones históricas (¡la historia es en América tan corta!),
las corrientes de lava bastante frescas á sus pies atestiguan, que su activi-
dad llegó á una época muy moderna y post-cuaternaría. Ademas el Cúmbal
conserva todavia la actividad débil de las solfataras, exhalando de su cráter
vapores acuosos, impregnados de azufre (ácido sulfuroso?), y depositando
azufre nativo al rededor de las bocas, como el Pichincha. Los gases son
calientes, y el azufre se enciende muchas veces espontáneamente. Ademas
sale ácido carbónico y gas hidrosulfurico. (Boussingault.) — Este grupo de
volcanes, á que pertenece también el Azufral de Túqueres, y el vecino occi-
dental del Chiles, el Cerro negro de Mayasquer, y que cae por su mayor
parte en el territorio colombiano, se distingue por sus andesitas y lavas
cuarzosas, que estudió por primera vez R. Küch, en las colecciones de Reiss
y Stübel.*)
£1 grupo del Cotacachi y del Yana-urcu (pág. 98), con el Páramo
de Piñan al Norte, y los cerros de Cambugan, Sigsicunga y de Chancha-
gran al Sur, se compone de volcanes extinguidos, hace mucho tiempo. En
el Cotacachi apenas se descubre la forma de un cráter en su cúspide; pero
á su pié austral está el hermoso cráter de Cuycocha, hoy convertido en una
laguna de agua cristalina, con dos islotes, que representan acumulaciones
de lava ó conos de erupción. El primero y hasta ahora el único, que subió
al Cotacachi, es el Señor Whymper, que alcanzó la cúspide mas alta el
24 de Abril de 1880.**) — Los alrededores de este volcan se distinguen por
muchas fuentes termales.
Otro grupo de volcanes completamente extinguidos y muy antiguos, es
el interandino del Imbabura y Mojanda, con los miembros intermedios
del Cunru, Cuvilche y Cusin (pág. 101). Todo lo que se cuenta de erupcio-
nes históricas del Imbabura, se reduce á la mala interpretación de otros
fenómenos. Su hermosa caldera es bien conservada, y también los cráteres
de los demás cerros nombrados son reconocibles. — No sé, si alguien ha
*) N. Jahrb. f. Mineralogie etc., 1886, pág. 39.
♦*) Whymper, Obra cit., pág. 262.
Wolf, Ecuador. 23
354 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
trepado hasta la cima de los peñascos negros, que ciñen el cráter del Imba-
bura (imposible no es, especialmente desde el interior del cráter). Pero es
relativamente fácil, subir y entrar á la caldera, del lado oeste, por donde
está abierta. Reiss y Stübel y yo mismo la hemos visitado. — En general
se puede decir, que ninguno de los cerros ecuatorianos al Norte de la linea
equinoccial ha manifestado una actividad volcánica en tiempos históricos. —
La base meridional y occidental del Mojanda es interesante para el petró-
grafo: aqui descubrimos por primera vez, cerca del pueblo de Puóllaro, las
hermosas andcsitas cuarcíferas, que después se encontraron en varias otras
localidades. El Mojanda es un volcan algo complicado, cuya cúspide sé
compone de varios cerros, que ciñen una caldera muy espaciosa con dos
lagunas.
Tan antiguos, como los del grupo anterior, son los volcanes que se
siguen en la Cordillera occidental al Sur del Mojanda, por el Pululagua y
los cerros de Calacali, hasta el Rucu-Pichincha. El Pululagua se distingue
por las hermosas variedades de andesita que componen su esqueleto y por
su vastísimo cráter, que está abierto hacia el occidente, en dirección á
Niebli. El camino que conduce á esta hacienda, pasa por el fondo del
cráter mismo.
El Pichincha (pág. 85) es el primer volcan de actividad histórica, y
á la vez el único en la Cordillera occidental. Hoy está dormido, pero no
apagado del todo, y no hace muchos años que dio señales de despertarse
de nuevo. Es probable, que al tiempo de la conquista se hallaba en un
estado semejante de tranquilidad. Por primera vez asustó á los habitantes
de Quito, 32 años después de la fundación de esta ciudad, con una erup-
ción fuerte, el 17 y 18 de Octubre de 1566, y el 16 de Noviembre del mismo
año. El 8 de Setiembre de 1575 se repitió el mismo acontecimiento con
mas fuerza, y otra vez el 14 de junio y desde el 11 hasta el 14 de julio de
1582. Este último año falta en mi «Crónica», así como en todos los histo-
riadores antiguos, y sinembargo la fecha es segura, según un documento
descubierto y publicado últimamente por el señor Jiménez de la Espada, en
Madrid, 1888. (89J Después de una actividad enérgica de 16 años, el Pichincha
se tranquilizó y no molestó á los Quiteños durante 78 años. Pero entonces,
el 27 de Octubre de 1660, se despertó de repente é hizo la erupción mas
espantosa, que recuerda la historia. Existen en Quito muchos documentos
auténticos sobre este acontecimiento, y según ellos lo describí en mi Crónica.*)
*) Respecto á toda la actividad histórica de nuestros volcanes, de la cual por ahora
puedo dar solamente un resumen muy sucinto, remito al lector, que quisiera informarse
de los detalles, á mi «Crónica de los fenómenos volcánicos y terremotos en el Ecuador",
varias veces citada.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 355
Es uno de los fenómenos volcánicos mas grandes, que presenta la historia
del Ecuador; y como si el Pichincha hubiese agotado con esta erupción
todas sus fuerzas, recayó en un letargo profundo, sin levantarse desde en-
tonces á una actividad algo considerable. El cráter se halla en el estado
de solfatara, exhalando vapores acuosos y gases sulfurosos; algunas veces
se levanta una columna de humo mas densa sobre la cúspide del volcan, y
es probable, que también en nuestro siglo hizo algunas erupciones débiles,
que pasaron casi desapercebidas en la Capital, como, por ejemplo, hacia el
año de 1830 (según B. Hall), y el 10 de Marzo de 1881. De las relaciones
antiguas podemos deducir, que las erupciones del Pichincha consistían espe-
cialmente en eyecciones de materiales triturados, como son ceniza, arena,
«lapilli», piedra pómez, bombas de toda clase y fragmentos de lava y an-
desita. Corrientes de lava fresca (histórica), no conocemos en este volcan,
á lo menos no en sus lados orientales y meridionales. Si existen algunas,
deben buscarse en las faldas occidentales casi inaccesibles, hacia donde el
cráter está abierto. — Es claro, que aquí hablamos solo del Guagua-Pichincha,
que es el único activo; pues el Rucu-Pichincha y los demás picos en sus
alrededores pertenecen á los volcanes prehistóricos y muy antiguos, en que
apenas se puede distinguir ó conjeturar la forma de los cráteres primitivos.
— La subida á ambos Pichinchas es fácil, y la ascensión al borde del cráter
ya pertenece á los paseos de los Quiteños, se la hace á caballo hasta el pié
del último y mas empinado cono, que mide solo 400 metros de altura y que
se sube á pié sin dificultad.*) Pero también la bajada al cráter, que tiene
la profundidad de 770 metros, no es una empresa tan ardua y arrojada, como
se la pinta algunas veces, y fué ejecutada por varios exploradores científicos.
Los primeros que bajaron al cráter del Pichincha en 1845, fueron el ingeniero
S. Wisse y el señor García Moreno; en 1857 el último repitió la descensión
con el joven Jameson ; en 1862 un pintor norte-americano, señor C. Farrand,
pasó una semana en el cráter, para sacar vistas; en 1867 el Señor Orton**)
pernoctó en este abismo ; en el año de 1870 los doctores Reiss y Stübel cam-
pearon muchos dias con una numerosa comitiva en la caldera, y pocas se-
manas después pasé también un dia y una noche en el fondo del cráter,
acompañado de un solo indio. No sé, si después otros han verificado la
bajada, pero se puede hacerla sin gran riesgo, cuando el tiempo es favorable.
Los volcanes, que siguen al Sur del Pichincha, el Atacas o, el Corazón
y el lliniza, así como los interandinos, Haló, Pasochoa y Rumiftaktti, por
*) El primer europeo, que impulsado por la curiosidad, subió al cráter, fué Toribio
de Ortiguera, pocos dias después de la gran erupción de 1582. Vea los Suplementos,
Nro. 39.
**) Orton, The Andes and the Araazon, pág. 139.
23*
35G GEOLOGÍA. — CAPÍTÜIiO VII.
interesantes que sean para el geólogo, no tienen un interés tan alto para el
público, por estar apagados (pág. 89). Los dos primeros y los dos últimos
se distinguen por sus grandes y hermosas calderas, todas accesibles y abiertas
hacia el lado del poniente. A las cúspides del A tacazo, Haló, Pasochoa y
Rumiñahui se puede subir con facilidad, no asi á las del Corazón y del
Iliniza; en aquel llegó Mr. ^Whymper hasta la cima (en Febrero de 1880),
en este no la alcanzó, y tenia que desistir de su empresa en la altura de
5200 metros. (Obra cit. pág. 132.)
Si pasamos á los volcanes que ciñen al lado oriental la gran hoya de
Quito, encontramos primero el majestuoso Cayambe, que conserva ya desde
muchos siglos su tranquilidad interior debajo de su plateada cúpula, y hasta
la forma del cráter está borrada (pág. 89). En la cumbre se distinguen
tres picos redondeados y alineados en dirección N-S; el mas alto tiene
5840 metros, y fué trepado por Whymper en Abril de 1880. (Obra cit.
pág. 232.)
Al Sur del Cayambe, y pasado el cerro de Pamba marca, principia con
el Guamaní el interesante grupo del Antisana (pág. 88). El Antisana
tiene una actividad histórica, y no podemos considerarlo como apagado del
todo, aunque actualmente apenas se manifesta una débil acción en la caldera
misma. Las erupciones de lava modernas se verificaron al pié y en los al-
rededores del cerro. En 1871 el doctor Stübel llegó hasta el último peñasco
negro, que sale de la nieve, muy cerca de la cúspide del cerro. Pero 10 años
antes el señor M. Jiménez de la Espada, miembro de una comisión científica
española, habia trepado hasta la cima, según el testimonio del urcu-cama
(mayordomo indio) del hato de Antisana, quien de abajo observó la ascen-
sión y le vio sentado arriba «como un gallinazo». El señor Whymper logró
á subir hasta la cúspide en Marzo de 1880 (1. c. pág. 190). Pero es singular
que este viajero no pudo reconocer la caldera de este volcan, que es muy
espaciosa, y en que se puede entrar del lado este. — Humboldt cita (refi-
riéndose á Condamine) erupciones del Antisana en los años de 1590 y al
principo del siglo pasado, «probablemente 1728»; ademas afirma, que en 1801
se veía durante muchos dias levantarse una negra columna de humo, desde
una acumulación de pedrones negros, que se hallaba debajo de la cúspide
setentrional del cerro. — Tres grandes corrientes de lava al pié occidental
del Antisana, que en apariencia nacen cerca del limite de la nieve perpetua,
y de que la mas larga llega hasta el hato de Antisana, presentan un aspecto
tan fresco, que no pueden haber pasado muchos siglos desde su erupción.
Pero dos otras, que salieron á mayor distancia del cono central, y á la margen
de la extensa meseta, datan del siglo pasado. Una es muy conocida bajo
el nombre de la «reventazón de Pinantura ó de Antisanilla», y la otra es
EL TERRENO VOLCÁNICO. 357
la de Potrerillos, encima de Papallacta. La primera nació en un valle al
lado de la hacienda de Antisanilla, y rellenó una gran parte de la Quebrada
Guapal, haciendo un camino de unos 6 kilómetros, y bajando en este trecho
mas de 1000 metros. La superficie y los taludes de esta corriente están
cubiertos de grandes pedrones de lava escoriácea, todavia muy fresca y de
un color pardo-rojizo, de manera que es difícil andar sobre ellos. Según
un documento, encontrado en Quito, la hacienda de Yurac cedió á la de
Pinantura, hacia el afio de 1760, una parte de su terreno, situado en la banda
meridional del valle, porque el ganado ya no pudo atravesarlo á causa de
esta «reventazón». De este hecho podemos concluir que la erupción tuvo
lugar á mediados del siglo pasado. — La corriente de Papallacta (Potre-
rillos), en todo muy parecida á la de Antisanilla, nació según el doctor Reiss
en 1773.*)
Ademas del interés, que el Antisana tiene como volcan histórico, ofrece
su grupo (en sentido mas lato) otro especial para el geólogo, por la gran
variedad de sus rocas. La extensa base del Antisana, que forma una meseta
ancha desde el Guamani hasta las faldas del Sincholagua, al Este de los
valles de Tumbaco y Chillo, se compone esencialmente de antiguas andesitas
cuarzosas, con una textura macro-porfiroidea, á veces en unión con la es-
coriácea; son estas rocas muy parecidas á las de Puéllaro y Perucho al pie
del Mojanda. En la región indicada, que está cubierta de antiguos cráteres
de erupción y de otros cerros, que ya perdieron la forma de cráteres, las en-
contré, por ejemplo, en el Guamani mismo (donde contienen también olivina),
en el Guachifili, Tablarumi, Chacana, Fr anees-Loma, ür cucuy, Huairapungo,
AchupaUas. En el último cerro, sobre la hacienda de Yurac, se hallan con
un desarrollo típico. Al examinar las lavas modernas del Antisana, encontré
el cuarzo también en varias de ellas, y especialmente en las dos corrientes
históricas de Antisanilla y Potrerillos en gran abundancia, no como mineral
accesorio en pedacitos aislados, sino como un elemento constituyente esen-
cial; son lavas cuarzosas. Este hallazgo importante ensanchó nuestro cono-
cimiento petrográfico de las rocas volcánicas; porque, hasta poco hace, era
admitido como un axioma, el que las lavas de los volcanes modernos nunca
sean cuarzosas ó cuarciferas. No dudo, que el estudio ulterior, especialmente
el microscópico, descubrirá todavia otras lavas de esta clase, no solamente
en la región del Antisana, sino también en otros volcanes ecuatorianos.**)
*) «Eine fossile Sáugethierfauna von Punin», pág. 14. — Como dice, que la corriente
de 1773 «descansa en su parte inferior sobre la esquista micácea», no puede ser otra, que
la de Potrerillos ; porque todas las demás corren sobre terreno volcánico.
**) Wolf, Ueber das Vorkommen von Quarz-Andesit im Hochland von Quito. Neues
Jahrbuch íur Mineralogic, 1874.
358 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO Vil.
No menos interesantes son las corrientes de lava, que se componen de
materiales hialinos y semi-hialinos, es decir, de obsidiana, perlita y piedra
pómcs, y que se encuentran en la misma región. Los bancos ya constan
de obsidiana ó perlita pura, ya de las dos mezcladas, y la piedra pómez
(lava espumosa) se halla comunmente en las capas superiores, ó en la super-
ficie. La obsidiana mas hermosa se encuentra en el Guamani, en el cerro
que se llama Filocorrales ; una muy potente y larga corriente de perlita (en
parte mezclada con obsidiana) se puede estudiar en el Tablón de Itulcachi,
á lo largo del camino que conduce á Papallacta. Otra localidad se encuentra
mas al Sur, en el cerro, á cuyo pié se halla el hato del Isco y mas arriba
en el Urcucuy, por donde pasa el camino al hato del Antisana. Allá existe
en el páramo una gran corriente do obsidiana, llena de nodulos de perlita,
y pasando en la superficie en piedra pómez muy liviana y torcida en formas
caprichosas. — Así es el Antisana para el petrógrafo talvez el volcan mas
interesante de todo el Ecuador alto.
La obsidiana del Guamani sirvió en la antigüedad á los indios para la
fabricación de muchos instrumentos y utensilios (como la usaron también
los indios de Méjico). En todo el país interandino se encuentran puntas de
flechas, cuchillos y fragmentos de este mineral, que los indios llaman aya-
collqai, es decir, plata de los muertos. Pero su uso se extendió por el comercio
también sobre las provincias del litoral. En las orillas del Daule, especial-
mente cerca de Balzar, se encuentran multidad de las mismas flechas de
obsidiana, como en Quito, en la inmediación de Colonche encontré un pequeño
espejo redondo de este mineral, y el ara de la iglesia de Chongon está
labrada de una piedra, que se halló en la montaña cercana y en que reconocí
á la primera vista la obsidiana mas hermosa del Antisana (respectivamente
del Guamani).
Progresando con nuestra revista en la Cordillera oriental, no nos deten-
gamos con los vecinos del Cotopaxi al Norte y al Sur, con el Sincholagua
y con el Quilindaña\ porque ambos pertenecen á los volcanes extinguidos
y no presentan cosas de interés general. A la cúspide del Sincholagua subió
Whymper en Febrero de 1880 (1. c. pág. 160).
El Cotopaxi reclama mayor atención, porque es, sin duda alguna, el
volcan mas temible y mas peligroso de todo el Ecuador. Ya en otras oca-
siones he hablado bastante de este cerro, de su constitución y de su activi-
dad; por ahora nos resta dar la historia sucinta de la última, que comprende
un periodo de tres siglos y medio.
El Cotopaxi era el primer volcan, cuyas desastrosas operaciones experi-
mentaron los conquistadores al entrar en el antiguo reino de Quito. Sinem-
bargo, su primera erupción, en el año de 1534, les fué provechosa, en cuanto
EL TERRENO VOLCÁNICO. 359
amedrentó y desalentó á los Indios en la resistencia, que oponían á los
Españoles, pues aquellos creyeron ver en este fenómeno una manifestación
de la naturaleza en contra de su causa. Hay razones graves para creer,
que esta erupción aconteció en el mes de junio ó julio del año citado, y que
de ella misma provino la lluvia de ceniza, mencionada con frecuencia por
los historiadores de la conquista, que molestaba é inquietaba durante dos
ó tres días al pequeño ejército de Alvarado, cuando ya habia llegado al pié
de la Cordillera occidental. Después de este suceso descansaba el Cotopaxi
mas de 200 años, hasta que el 15 de junio de 1742 despertó de repente de
su letargo con una fuerza extraordinaria, y fué durante 26 años el terror y
azote de los distritos de Latacunga y Quito. En esta triste época comenzó
la devastación y el empobrecimiento de la actual provincia de León ó Lata-
cunga, que en tiempos anteriores habia sido una de las mas hermosas y
fértiles, y hay que temer que mientras no se apague por completo eso terrible
volcan, la desolación se extienda mas y mas, como las últimas erupciones
han confirmado este temor de la manera mas funesta. También algunas de
las frescas corrientes de lava, de que he hablado en otro lugar, datan de
esta misma época. Según las antiguas relaciones, que existen en los archivos,
se parecen todas las erupciones unas á otras tanto, que no es necesario
describirlas una por una. El primer acto consistía regularmente en una
enorme lluvia de arena y ceniza, se seguían las grandes avenidas de agua
y lodo, ocasionadas por el derrame de la lava ígnea, las que precipitándose
á las llanuras y valles, arrebataban y devastaban cuanto encontraban á su
paso, y finalmente continuaba el Cotopaxi todavía algunos días echando
nubes de humo y ceniza, hasta que volvía á sosegarse. Hé aquí las fechas
de las siete erupciones principales de esta época:
Año de 1742, 15 de junio.
„ „ 1742, 9 de diciembre.
„ „ 1743, 27 de setiembre hasta el 4 de octubre.
„ „ 1744, 30 á 31 do noviembre.
„ „ 1744, 2 de diciembre.
„ „ 1766, 10 de febrero.
„ „ 1768, 4 de abril.
Como una circunstancia notable hay que advertir, que ninguna erupción
del Cotopaxi fué acompañada de un terremoto ; solamente el 2 y el 4 de abril
de 1768 se sintieron, como precursores de la erupción, algunos temblores en
las cercanías del volcan.
Después de la horrorosa catástrofe de 1768 reposó el Cotopaxi unos
35 años, y entró el 4 de enero de 1803 en una actividad transitoria y según
parece no muy intensiva. Humboldt oyó entonces las detonaciones, que
acompañaron la erupción, en el golfo de Guayaquil, cuando comenzaba su
360 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
viaje á Lima. — Sobre las erupciones de este siglo faltan casi completa-
mente documentos manuscritos é impresos, y es cosa bien ardua y poco
segura averiguar por la tradición, no digo los pormenores, pero siquiera las
fechas de las erupciones. Ningún escritor ecuatoriano se ha tomado el tra-
bajo de ocuparse un poco con esta materia tan interesante, y casi todo lo
que se sabe de la historia moderna del Cotopaxi, lo debemos á unos viajeros
extrangeros, que casualmente se hallaron en el pais, cuándo acontecieron las
erupciones. Tales erupciones poco conocidas sucedieron: en abril de 1845
(Humb. Cosmos IV, según Ida Pfeiffer) y en 1851 (Villavicencio) ó 1852
(Wagner). De la del 13 á 15 de setiembre de 1853 se sabe algo mas, mer-
ced á la descripción que de ella hizo H. Karsten, viajero alemán, que la
presenció en Latacunga; fué muy considerable y dio una grande corriente
de lava, descrita por el señor Reiss. De menor importancia parecen haber
sido las erupciones de 1855 y de 1856. Desde entonces se observó con
frecuencia, que el Cotopaxi lanzaba á los aires espesas nubes de vapor y
humo, también se ennegrecía á veces su nevada cumbre, de ceniza y otros
materiales arrojados, y aun no es improbable, que derramaba un poco de
lava liquescente en los años de 1863 (según el doctor Stübel) y de 1866
(16, 18, 21 de setiembre); pero lo cierto es, que no hizo ninguna erupción
grande hasta el año de 1877.
Desde esta erupción memorable, que describí largamente, el volcan no
se tranquilizó nunca del todo, hasta nuestros días. Hizo varias erupciones
considerables, que solo después de la de 1877 parecieron menos importantes;
asi durante los años de 1878 y 1879, y una muy fuerte el 3 de Julio de
1880. Desde que el Tunguragua entró en nuevo estado de acción, la del
Cotopaxi parece ser menos enérgica.
No faltaron viajeros, desde el siglo pasado, que tentaron la ascensión al
Cotopaxi, pero siempre sin el éxito deseado, hasta que los señores Reiss y
Stübel en 1872 la realizaron y sentaron sus pies sobre el borde occidental
del cráter.*) El 9 de Setiembre 1877, poco tiempo después de la gran
erupción, subimos yo y el señor Alejandro Sandoval de Latacunga á la
cúspide norte del cerro; y cuatro meses mas tarde, el 15 de Enero de 1878
*) En paseos ordinarios, en que cada noche se quisiera regresar á los pueblos ó á
las haciendas (como hicieron Huraboldt, Boussingault etc.), no se puede hacer la ascensión
al Cotopaxi, ni á los demás nevados, porque las distancias son mas largas de lo que
parecen de lejos. La mala é insuficiente preparación de los viajes, la poca experiencia,
y el poco tiempo, que se han tomado, ha sido la causa principal, de que anteriormente
las empresas de ascensión han fracasado, hasta el punto do haberse arraigado entre los
habitantes del Ecuador alto la convicción, de ser imposible trepar á la cúspide del Coto-
paxi ó del Chimborazo. — Las muchas ascensiones citadas en este capítulo, y sobre todo
las de Whymper, han echado abajo esa convicción errónea.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 361
siguió el barón de Thielmann nuestras huellas, con el mismo éxito feliz. El
Señor Whymper quiso hacer mas que sus antecesores, y pasó en Febrero
de 1880 una noche sobre el borde del cráter (1. c. 145).
El Quilotoa es un volcan extinguido en la Cordillera occidental de
Latacunga, á las cabeceras del rio Toachi (pág. 80). No tiene el prestigio
hacinador como el Cotopaxi, pues no llega á la región de las nieves, ni
tiene un cráter visible de lejos. Si lo menciono entre los volcanes notables,
es para quitarle la sombra misteriosa, en que la tradición lo ha envuelto.
El Quilotoa encierra, como el Mojanda, y como el Cuycocha al pié del Cota-
cachi, una laguna considerable en su cráter, pero con agua salada, que según
Dressel contiene 37a °/0 de cloruro de sodio y 2°/0 ¿e cloruro de magnesio
(vea el Suplem. No. 30), y es algo tibia, es decir, conserva la temperatura
de 16° C, mientras que la media de este paraje no puede pasar de 8o C. —
Velasco menciona por primera vez para el año de 1725 unos fenómenos muy
particulares en este lago, que después se han repetido, según se dice. Afirma,
que el agua subió 70 varas y cubrió la isla, que habia existido antes, y que
y arrojó llamas de fuego de en medio de las aguas» (Vel. I, pág. 12). Ya
á Mr. de La Condamine habian contado cosas semejantes, pero él se mostró
muy incrédulo, tomando la noticia por un cuento de los indios (Voy., pág. 62).
No quisiera rechazar todo como fábula, y creo que la relación de Velasco
tiene por fundamento algún fenómeno físico; pero sin duda M. Wagner
exagera demasiado la importancia del acontecimiento, interpretando las pa-
labras de Velasco en sentido de una gran erupción volcánica: a La isla, que
se cubrió de agua, de repente se convirtió en un cráter, arrojando escorias
encendidas y vapores» (Reisen im trop. Am., pág. 455). Si consideramos,
que Velasco conoció muy bien lo que es una erupción volcánica, y que en
su pluma por lo regular los sucesos volcánicos se aumentan y se exageran,
debemos concluir de sus palabras sencillas, que el referido suceso en el
Quilotoa fué de poca importancia.
En 1751 se halló el Marques de Maenza, propietario de la hacienda
Ciénaga cerca de Latacunga, en París é informó á Mr. de la Condamine, de que
en Diciembre de 1740 ardió de nuevo el lago del Quilotoa. Las llamas habrían
quemado todos los arbustos alrededor del lago y matado el ganado, que pacía
en sus cercanías. En términos semejantes se expresa Velasco, que aquí pa-
rece seguir á Condamine; solamente que según él apareció de nuevo la isla
hundida, que se quemaron hasta las rocas, y que se esterilizaron los campos.
Es singular, que Condamine, quien en Diciembre de 1740 se halló en las
cercanías del Quilotoa, recibió esta noticia solo 11 años después en París.
Wagner de nuevo dá á este acontecimiento un colorido «mas interesante»,
diciendo: «Una segunda erupción fuerte de aquella isla sucedió en 1740.
362 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
Todo el lago apareció en una iluminación maravillosa de llamas, como refiere
el historiador citado (Velasco); pero sin duda fué solamente el reflejo de los
proyectiles encendidos, el que iluminó el lago» (1. c. pág. 455).
Las escasas noticias citadas, que tienen algo de misterioso, no son á
propósito para dilucidar la naturaleza del fenómeno en cuestión, que, según
es fama, se repitió varias veces después, por ejemplo en 1859. — El doctor
W. Reiss es el primer geólogo, que en 1872 estudió detenidamente este vol-
can, y á quien debemos las primeras noticias exactas. Según él no se ob-
serva ningún indicio de una actividad histórica del Quilotoa; el desprendi-
miento de burbujas de gas en el agua es el único resto débil de su actividad
prehistórica y muy antigua. Debemos á este observador una descripción
detallada del Quilotoa, de la formación do su cráter y del lago, asi como
la explicación sencilla y natural de los fenómenos mencionados, pero des-
provistos de toda exageración.*) En mi «Crónica)) (pág. 34) he adoptado
las explicaciones del señor Reiss, que ya me había comunicado en una carta
particular. — El cráter tiene paredes muy escarpadas de mas de 300 metros
de altura y el fondo está ocupado por el lago. Al lado oeste de su borde
baja una loma menos pendiente hasta el agua, formando una pequeña penín-
sula. Esta prominencia es el efecto de un gran derrumbo, y se extendió
algún día mucho mas que ahora por el lago adentro, de manera que cabían
allí algunas chozas y podía pacer el ganado. Pero el agua, que penetra
con facilidad la toba volcánica, y el oleaje, aunque débil, sinembargo con-
tinuo del lago profundo, desmoronaron y socabaron poco á poco el terreno
derrumbado, y asi la península se disminuyó cada dia mas y se redigo
finalmente al resto pequeño, que aun se conserva. Fácil es, que de estos
sucesos naciera el cuento de la isla y hacienda hundida, porque el pueblo
siempre se inclina á atribuir los efectos de los lentos procedimientos natu-
rales á unas causas violentas é instantáneas. — El gas que se desprende
del lago, es el ácido carbónico, con un olor débil de hidrógeno sulfurado.
Este gas no se enciende ni arde; para suponer otros gases en otros tiempos,
nos falta el fundamento. Pero el señor Reiss se inclina á negar la existencia
de llamas, y explica el fenómeno de la manera siguiente. Cuando por épocas
vá aumentándose el desprendimiento de gas, el agua parece hervir y se tifie
de amarillo por el lodo removido. Por la gran cantidad de ácido carbónico,
los animales en la cercanía tienen que padecer y hasta morir á veces; los
arbustos en las orillas se secarán y aparecerán como quemados. El pueblo
no podrá explicarse estos fenómenos sin suponer la existencia de fuego, que
haga hervir el agua y ennegrecer los animales y las plantas.
*) Carta del doctor Reiss, muchas veces citada, pág. 4—8.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 363
Las rocas andesiticas, que loman parte en la arquitectura del Quilotoa,
pertenecen á las mas hermosas y mas variadas del Ecuador alto, y ofrecen
al petrógrafo un campo muy vasto.
Para concluir con los volcanes de la Cordillera occidental, diremos to-
davía cuatro palabras del Carihuairazo y del Chimborazo. Ambos son
volcanes prehistóricos, el primero con una caldera muy grande, el segundo
sin ella, pero con grandes y largas corrientes do lava á su pié oriental
(pág. 61 y 62). Lo que cuenta Velasco de la antigua grandeza del Cari-
huairazo, «competidor en la desmedida elevación del Chimborazo, de manera,
que no se podia distinguir, cual fuese mas alto», es una fábula y un juego
de fantasía, que se funda probablemente en la figura exterior del cerro, y
que recuerda la misma fábula respecto al Altar, el cual en efecto tiene una
forma muy parecida. La figura actual de ambos volcanes es la primitiva,
como quedó después de su última erupción, y de ningún modo ocasionada
por hundimientos; las calderas de los volcanes se han formado por las
muchas erupciones y explosiones. — La cúspide del Carihuairazo visitó
Mr. Whymper en Junio de 1880; á la cumbre del Chimborazo, de que hablé
en otra ocasión, subió dos veces, en Enero y en Julio de 1880.
El Tunguragua, este competidor moderno del Cotopaxi, se halla en-
frente del Chimborazo, en la Cordillera oriental (pág. 60). Las hermosas
corrientes de lava antiguas y modernas, á su pié, fueron visitadas por todos
los geólogos, que han venido al Ecuador, desde Humboldt, que aquí por
primera vez observó el contacto directo de la lava con las esquistas crista-
linas, cerca de la chorrera de Agoyan. Apesar de algunas tradiciones de
erupciones á fines del siglo pasado, nos habíamos acostumbrado á considerar
el Tunguragua como volcan extinguido, por la gran tranquilidad, en que
reposaba desde mucho tiempo, hasta que la espantosa erupción de 1886 nos
sacó de nuestra seguridad. — En mi a Crónica» pude reunir muy pocas
noticias sobre la actividad histórica de este volcan. Condamine cita la
erupción mas antigua para el año de 1641 («vers 1641»), según lo que le
contó un indio viejísimo de la provincia de Riobamba, que tenia mas de
100 años y se recordaba de varios pormenores de ese acontecimiento. Des-
pués faltan noticias por mas de un siglo. Una erupción muy fuerte, durante
la cual se formó la interesante corriente del Juivi grande, se verificó en
1773, según un documento, que encontré en Quito, algún tiempo después
de la publicación de mi «Crónica», en la cual, por consiguiente, falta este
año.*) Desde entonces echaba el Tunguragua con frecuencia de su boca
*) Es el borrador de una carta autógrafa, que el Presidente de Quito dirigió al Conde
de A randa, y que literalmente dice así:
364 GEOLOGÍA.. — CAPÍTULO VIL
espesas columnas de humo y vapores, asi en 1776, cuando se las veia desde
Canelos. Wagner pone una gran erupción en el año de 1777, sin indicar
su fuente, y cree que de esta podría derivarse la corriente de lava de Juivi
grande. Del mismo dictamen es Karsten, el cual, sinembargo, deja nacer
esta lava por un levantamiento del suelo, en estado sólido (lo que está
refutado por Reiss y Stübel). Mas probable me parece, que aquella lava ya
corrió en 1773, y la erupción de 77 no está bien probada. Pero con mayor
fundamento podemos admitir una erupción fuerte durante el año de 1781;
porque en una relación de la Municipalidad de Riobamba, que existe todavía
en el archivo de la Presidencia de Quito, se dice, que «desde el año de
1781, en que el Tungurayua habia hecha una reventazón, cesaron los temblo-
res.» Esta es la última noticia que tenemos de este volcan. Quedó sin
señales de vida durante mas de un siglo. Pero el 11 de Enero de 1886
despertó repentinamente de su sueño con gran furia, y devastó horrible-
mente el valle de Baños y todos sus alrededores. El Señor Augusto N. Mar-
tínez describió esta erupción en algunos artículos, publicados en «La Nación»
de Guayaquil en el año citado. En lo esencial no se distinguió de las gran-
des erupciones del Cotopaxi, y de nuevo dio al suelo con la teoría de Karsten
y con la opinión, de que los volcanes modernos del Ecuador no arrojen lava
líquida. Pues, las cantidades de lava, que en esta ocasión salieron, durante
algunos meses, del cráter del Tunguragua, son fabulosas, formaron corrientes
inmensas, que en todo son parecidas á las de Juivi y otras antiguas, y
obstruyeron los cauces de los ríos de Patate y Chambo, reprimiendo sus
aguas en un lago extenso, que solo pudo desaguarse despacio, á medida
que se formaba el nuevo cauce en la lava, mediante la erosión del agua.(l0)
Excmo. Sor.
Señor
Habiendo acahecido la erupción del Volcan de Tunguragua conformidable
(error de los habitadores, y considerable estrago de Ganado, y Mieses en una
larga extensión de Pais, me ha parecido conveniente imponer á la Superioridad
de V. E. por medio de la adjunta Relación, y dos representaciones del Volcan y
Pais perjudicado que acompaño, en el que han sido comprehendidas algunas
Haciendas de Temporalidades.
Dios ge. á VE. mu8, a8. Quito 13 de Julio de 1773.
J. D.
El Presidente de Quito Dn. Jph. Diguja incluie á VEx. la Relación, y dos
representaciones de la erupción del Volcan de Tunguragua.
Excmo. Sr. Conde de Aranda.
Gran lástima e^, que se ha perdido la relación, de que habla la carta, porque sin
duda contenia muchos pormenores interesantes, como la, que el mismo Presidente Joseph
Diguja habia dirigido al rei de España, sobre la erupción del Cotopaxi en 1768, y cuya
copia se encuentra en el apéndice de mi « Crónica », pág. 58.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 365
Erupciones mas pequeñas se verificaron en los años subsiguientes, y no
sabemos todavía, cuándo el volcan recaerá en su letargía. — El primero que
subió al cráter del Tunguragua, es el doctor Stübel, quien lo estudió en
Febrero de 1873, y observó un desprendimiento muy débil de vapores vol-
cánicos en la pared del Norte. Pocos meses después siguió Mr. Farrand,
un pintor y fotógrafo norteamericano, las huellas del Dr. Stübel, y pasó una
noche sentado sobre el borde del cráter, esperando el buen tiempo de la
madrugada para sacar vistas fotográficas. Diez años mas tarde, en Diciembre
de 1883, también el señor A. N. Martínez, acompañado de su hermano y un
amigo, sentaron sus plantas sobre el borde del cráter.
Solo unas cuatro leguas al S del Tunguragua encontramos el Altar
ó cerro de Coüanes (pág. 59). Es un volcan muy antiguo, en cuya cercanía
no se descubren indicios de una actividad moderna. Humboldt afirma (en
la parte IV* del Kosmos), que entre los indígenas de la provincia de Rio-
bamba se ha conservado la tradición general, de que 14 años antes de la
invasión del inca Huayna-Capac (cerca de 1460) la cumbre del Altar se
había hundido á consecuencia de unas erupciones seténales. Actualmente
no existe tal tradición; ninguno de los historiadores antiguos, ni Velasco,
tan familiarizado con las tradiciones de los indios, la menciona, y parece,
que Humboldt confió con demasiada credulidad en las palabras de un solo
individuo, del indio Zefla en Riobamba. (Véase toda esta historia en M.Wagner,
Reisen im trop. Am., pág. 486.) Los autores modernos, entre ellos Villavi-
cencio, tomaron dicha tradición de Humboldt, de manera que propiamente
él es el autor de ella. — «La suposición, de que el Altar haya sido antigua-
mente un cerro cónico de la altura del Chimborazo, y de que haya recibido
su forma actual por un derrumbamiento en tiempos históricos, carece de
fundamento científico; ella contradice á las observaciones, que se puede hacer
en el cerro mismo, así como á las deducciones que sacamos de la analogía
con cerros volcánicos semejantes.» (A. Stübel, Skizzen aus Ecuador, pág. 44).
El Sangay es el volcan mas meridional del Ecuador con actividad
moderna, y á la vez es uno de los volcanes mas activos del mundo. Feliz-
mente se halla tan retirado de la región poblada, que no causa mucho daño
á los habitantes (pág. 59).
Según Mr. de La Condamine comenzó su actividad moderna en el año
de 1728. Sin duda hizo ya antes sus erupciones, pero desde el año citado
hasta nuestros días no ha interrumpido jamas del todo su actividad, antes
bien la ha aumentado en ciertas épocas, como, por ejemplo, en el año de
1739, en que Condamine le observó desde el páramo de Zula: «Todo el monte
pareció arder, así como el cráter mismo. Sobre el cono se derramó un rio
de azufre y betún encendido y se formó su cauce por medio de la nieve,
366 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO Vil.
de la cual la cumbre siempre está cubierta» (Voy., pág. 77). Parece ex-
cusado decir, que dicho rio no se formó de azufre ni de betún, sino de lava
enrojecida. — «Desde 4 años, y hasta hoy dia, se derrama sin intermisión
una lava encandesente por la falda oriental del Sangay», dice el doctor Reiss
en 1874, en su carta polémica contra II. Karsten.*) En Diciembre de 1849
se halló el ingeniero S. Wisse en la cercanía del Sangay, y contó en una
hora 267 explosiones fuertes. Los bramidos del volcan se oyen con frecuencia
en Guayaquil, y la ceniza que lanza al aire, a veces llega á caer en el océano
pacifico (como la del Cotopaxi y del Tunguragua).
Desde el Azuay al Sur, el terreno volcánico es muy antiguo, y se ne-
cesita ser geólogo, para reconocerlo; las formas exteriores de las montañas
no lo recuerdan, solo la existencia de andesitas y lavas muy antiguas lo
manifiesta. El doctor Reiss es el primero, que habla de tobas volcánicas
superficiales cerca de Cuenca**), y yo descubrí en mi viaje de 1876 las an-
desitas y sus tobas hasta el limite de la provincia de Loja. Siendo estos
descubrimientos tan modernos y todavía poco conocidos por los geólogos,
diré algo sobre los grupos principales de ese terreno volcánico. Podemos
distinguir tres grupos; el primero es el del Azuay, ocupando el centro del
nudo de este nombre, y extendiéndose al S sobre la provincia de Cañar
hasta el Bueste. Al segundo grupo podemos dar el nombre de Gualaceo,
por hallarse muy desarrollado en el valle del río de Gualaceo, hasta las
cercanías de Jima, pero se extiende al Oeste hasta el rio Tarqui. Los
materiales volcánicos superficiales cerca de Cuenca, Sidcay, Deleg etc. pueden
derivarse del primer grupo ó del segundo. El tercero comienza al Sur del
nudo de Tinajillas, en el rio de Nabon, y llena los valles del rio León y de
sus tributarios hasta mas allá de Oña.
El grupo del Azuay. El camino real de Quito á Cuenca atraviesa
el centro del nudo del Azuay. Cerca de Achupallas se observa en los valles
el terreno fundamental, las esquistas primitivas, y una media legua arriba
del pueblo, siguiendo el rio Azuay, se tiene la ocasión bastante rara de es-
tudiar el contacto inmediato de la andesita eruptiva con aquellas rocas estra-
tificadas. Desde allá desaparecen las esquistas y quedan cubiertas de la roca
volcánica, pues todo ese mundo de cerros, picos y cuchillas, hasta los Pare-
dones, constan de andesita, es decir de lava antigua, en otras palabras: son
volcanes extinguidos. Al Oeste el Azuay está bordeado de «rocas verdes»
y de la formación cretácea, pero algunos cerros volcánicos avanzan hasta
*) Zeitschrift der deutsehen geologischen üescllschaft, XXVI, pág. \):Í3.
**) Carta á S. E. el Presid. de la Rep., 1873, pag. 15.
EL TERRENO VOLCÁNICO. 3G7
las orillas del río Quinchan, como el cono del Guabatew ó Rpftay; Hacia
el Este el terreno volcánico queda limitado por las esquistas cristalinas de
la Cordillera oriental.
Desde los Paredones comienzan á ocultarse las andesitas debajo de las
tobas y los conglomeratos volcánicos, que llegan á un desarrollo enorme en
la meseta de Cañar; como se vé con particularidad en el valle qngr ef río
grande ha excavado en ellos. Las últimas lavas macizas sobresalen en forma
de crestas y pequeños picos de los conglomeratos enfrente de Cañar cerca
de los pueblos de Sigsid y Tambo. £1 Bueran, al Sur de Cañar, se com-
pone hasta su cumbre (380G metros) solamente de conglomeratos gruesos y
estos se extienden hasta el Bueste. Me parece que al Sur del río de Cañar
no se verificaron erupciones de lava, sino que allá los materiales volcánicos
cubren solamente en capas gruesas el terreno cretáceo y porfídico, que se
descubre hacia el oriente desde Inca-pirca, Huaira-pungo y Molobog, para
reunirse directamente con las esquistas cristalinas de la Cordillera oriental.
La variedad petrográfica de las andesitas del Azuay es grande, sobre
todo en los conglomeratos en que encontramos una colección de muestras
que derivan de puntos diferentes y distantes. En lo esencial no se distin-
guen de las andesitas de la provincia de Quito; predominan las variedades
de una textura microcristalina y de color oscuro, pero tampoco faltan las
macrocristalinas, y cerros enteros se componen de ellas, por ejemplo los que
están al lado de Quimsa-cruz. La variedad esponjosa, que se llama piedra
pómez, no es rara en las tobas y brecchas, pero la obsidiana parece faltar.
El grupo de Gualaceo. Las erupciones principales de este grupo
tuvieron lugar en el valle del rio Gualaceo, desde el Paute hasta la desem-
bocadura del rio Shiu. Allá se encuentran á cada paso las lavas antiguas,
que sobresalen en forma de bancos ó de cuchillas las tobas y brecchas.
Igualmente encontré la peña viva de andesita en los páramos entre Jima y
Sigsig en una altura considerable. En el valle del rio Paute se observa
bien la sobreposicion de la formación volcánica sobre la de la arenisca de
Azogues, y al Norte del dicho rio, entre Paute y San Cristóbal, existe un
pequeño grupo de vetas y diques de lava andcsítica, que rompieron aquella
formación sedimentaria, así como también el cerro de Cojitambo, que todo
se compone de una andesita muy hermosa y se levanta aislado en medio
de la arenisca, sin alterar mucho el rumbo general de las capas de ella.
Fuera de estos puntos no enoontré la andesita «in si tu», pero sus tobas y
conglomeratos tienen una extensión mucho mas grande: en la Cordillera
oriental de Sigsig ^uben hasta los páramos y al Oeste se extienden por
Quinjeo á las cercanías de Cumbe, rodean los planos de Tarqui, componen
los cerjp* de Turi y Valle, y cubren, á lo menos superficialmente, los de
368 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
Paeeha y aun la cumbre del Guagualzhuma. También al Norte de Cuenca
las capas dé materiales volcánicos formaron antiguamente una cubierta super-
ficial sobre la arenisca de Azogues hasta Deleg, pero los ríos que vienen
del Oeste, el Machángara, el de Sidcay y el de Deleg, destruyeron esta
cubierta en gran parte, excavando sus cauces hasta la profundidad de la
arenisca; y asi es que se han conservado solamente algunos trozos del ter-
reno volcánico sobre las lomas que separan los valles de dichos ríos. Esta
observación se puede hacer mejor en el camino de Cuenca á Deleg, que
cruza todos esos valles y lomas: sobre estas se pisa los conglomeratos vol-
cánicos (muy desarrollados en Habzhun), y en aquellos las capas levantadas
de la arenisca de Azogues.
En cuanto á las variedades de la andesita se puede decir que son las
mismas que en el grupo del Azuay. El cerro de Cojitambo presenta una
variedad tipica y hermosa de la andesita antibélica : en la masa fundamental
microcristalina de un color gris claro se distinguen perfectamente bien los
crístalitos de anfibola, mica negra y los fragmentos mas grandes de la
plagioclasa (andesina) blanca; con la aguja magnética se comprueba también
la presencia de la magnetita, que no falta en casi ninguna variedad.
El grupo de Nabon y Oña. Como hemos dicho mas arriba, se ex-
tiende sobre los valles del rio León y de sus tributarios desde el de Nabon
hasta el de Oña. Al Este sube hasta los páramos del terreno esquistoso y
al Oeste se limita al lado derecho del rio León con una zona angosta que
faldea las montañas porfídicas de Allpachaca. Predominan en este territorio
las rocas clásticas, tobas y conglomeratos. Algunas tobas se hallan muy
impregnadas de hidróxido de hierro, que les comunica un color rojo y las
dá á conocer en mucha distancia; fenómeno que se observa también en el
grupo de Gualaceo, en las cercanías de Quinjeo. Por esta cubierta gruesa
de tobas y conglomeratos se han ocultado bastante los lugares de erupción
de andesita y lava, y es algo difícil descubrirlos. La mejor ocasión para
observar las rocas vivas se ofrece en las laderas escarpadas del valle del
rio León en el lado izquierdo, por ejemplo en la bajada de Nabon al dicho
rio, pero son generalmente muy descompuestas.
También cerca de Udushapa y Oña existen montañas de peña viva, pero
estas necesitan una explicación especial, porque presentan una de las rocas
mas interesantes bajo la vista científica, es decir la andesita cuarzosa. De
ella se compone la pequeña cordillera ó mas bien una sola montaña tendida
entre Oña y el rio de Udushapa, igualmente la montaña entre este mismo
rio y el de Tablayacu. El camino real pasa por ambas localidades, y fuera
de ellas no he visto esta roca particular en toda la provincia, y puedo añadir
ni en toda la República; pues las andesitas cuarzosas de la provincia de
EL TERRENO VOLCÁNICO. 3G9
Quito se han desarrollado de una manera distinta. En efecto, el aspecto
exterior de la roca es tan singular, que es capaz de engañar á cualquiera,
y por mucho tiempo la tomé por una roca granítica muy alterada y descom-
puesta. En la superficie es desmoronadiza y se parece á las areniscas cuar-
zosas, pero también en alguna profundidad es todavía bastante blanda, de
manera que es difícil aderezar con el martillo muestras regulares. El detenido
examen mineralógico dio los resultados siguientes: la roca consta casi por la
mitad de cuarzo cristalino en granos y fragmentos de 1 á 4 milímetros de diá-
metro; estos granos son por lo común irregularmente angulosos ó redondeados,
pero examinando bien los aislados, que se hallan por millares en la superficie
descompuesta del terreno en el camino y en las pequeñas quebradas, se vé
muchos que son cristalitos bastante perfectos y presentan el dihexaedro,
como el cuarzo de ciertos pórfidos (fenómeno que se observa igualmente en
la andesita cuarzosa de Perucho y Puéllaro). El cuarzo es sin color, pelú-
cido como cristal de roca, ó algo ahumado, no descompuesto. El segundo
mineral constitutivo es un feldespato triclínico, la andesina, en pequeños
fragmentos cristalinos, de aspecto bastante fresco, pero de contornos algo
confusos y no bien limitados; rara vez es pelúcido como vidrio, comunmente
blanco y turbio; su cantidad apenas llegará á la mitad de la del cuarzo.
Fuera de estos dos no se vé otro mineral individualizado, ni mica, ni anfibola,
ni magnetita, y todo el resto de la roca consta de una masa fina porosa que se
parece á la piedra pómez, y forma como un cemento para el cuarzo y feldespato.
Un accidente secundario de esta roca merece ser mencionado, y es el
que en sus grietas y hendiduras se han formado vetas de ópalo de */* hasta
6 pulgadas de ancho. Estas vetas son frecuentes en el camino de Udushapa
ó Ofia, mientras que no las observé en el lado opuesto del rio Udushapa.
El ópalo es bastante hermoso y de diferentes colores, en algunas vetas se
acerca al ópalo fino, en otras al ópalo de fuego. La presencia del ópalo en
estas vetas es una señal segura, de que la andesita cuarzosa ya no se en-
cuentra en su estado fresco, sino en el de la metamorfosis, en que se forman
estas secreciones de sílice amorfa á costa de los minerales constitutivos.
Dudo que en otra parte del mundo se haya encontrado una roca vol-
cánica tan rica en cuarzo, como la andesita cuarzosa de Oña. Algo parecida
á ella, pero no con tanto cuarzo, es una andesita cuarzosa muy porosa, ó
una piedra pómez, que el doctor Stübel encontró en Bolivia, cerca del Sajama,
en el camino que conduce de Tomarape a Carahuara, y que fué descrita
por Fr. Rudolph.*)
*) «Beitrag zur Petrographie der Anden von Perú und Bolivia.» En: Mineral, u.
Petrogr. Mittheil. von Tsehermak, IX, pág. 309.
Wolf, Ecuador. 24
¿J70 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
Por su posición singular y excepcional en la costa, debo decir todavía
cuatro palabras de las tobas volcánicas de Esmeraldas. He dicho
anteriormente, que los materiales volcánicos del pais andino acaban muy
arriba en las faldas exteriores de la Cordillera occidental, y que en general
no ejercieron ninguna influencia en el desarrollo de las regiones litorales.
La presencia de esas tobas en Esmeraldas al principio parece muy estraua,
sinembargo deja explicarse de un modo natural y sencillo.
La formación está limitada al sistema del rio Esmeraldas, y se halla
como intercalada entre la diluvial y la aluvial, pero donde falta la primera,
descansa directamente sobre la arenisca marina. Consta de una toba volcánica
muy compacta y dura, de color blanquizco ó ceniciento, mezclada con arapilli»,
piedra pómez y pedazos mayores y menores de andesita y lavas andesiticas.
En muchos lugares estos fragmentos angulosos predominan tanto, que la
toba merece mas bien el nombre de una breccha volcánica. Algunas piedras
diori ticas, que también se hallan en la toba, se distinguen desde luego por
su figura redondeada, y no cabe duda, que estos guijarros se derivan de las
capas diluviales, que durante la invasión de las masas volcánicas fueron en
parte destruidas.
Toda la anchurosa hoya del rio Esmeraldas se llenó de toba volcánica;
esta descendió del callejón interandino de Quito por el valle del Guallabamba,
rebosó al cauce del rio Blanco hasta la boca del Quinindé, y se introdujo
en todos los valles laterales, algunas leguas adentro. Sinembargo, parece
que no llegó hasta el mar, pues á unas tres ó cuatro leguas arriba de la
villa de Esmeraldas se pierden sus vestigios, y el valle del rio Tiaone quedó
libre de la invasión, lo que no hubiera sucedido, si la corriente hubiese
llegado hasta abajo. El valle del Viche, mucho mas angosto que el del
Tiaone, se llenó de la toba en la extensión de dos leguas, hasta la desem-
bocadura del Caple. En la confluencia del Guallabamba con el Blanco la
toba alcanza la potencia de 80 metros, en otros lugares, sobre todo en que-
bradas angostas, en que rebosó, es aun mas considerable. Pero la erosión
del agua ya destruyó de nuevo enormes masas de la toba, excavando los
valles hasta su profundidad anterior y aun algunos metros mas en la arenisca
marina. Asi, por ejemplo, quedaron en el valle del rio Viche solamente
trozos aislados de la toba como colgados en los flancos á la altura de 10 y
lf> metros. Las condiciones topográficas de la región antes del aconteci-
miento, debían ser mas ó menos iguales á las de hoy, es decir, ya existieron
las mismas montañas y los mismos rios, y estos últimos habían excavado
sus cauces casi á la profundidad actual. Cuando sucedió la gran avenida
volcánica y la toba obstruyó la angosta abra, por la cual el Guallabamba
unido con el Blanco se dirije al mar, las aguas de esos rios grandes quedaron
EL TERRENO VOLCÁNICO. 371
por algún tiempo represadas é inundaron las extensas llanuras, que existen
entre las montañas de Canindé y el pié de los Andes. Poco á poco el agua
se abrió de nuevo el paso por el antiguo valle, royendo la toba ya endurecida,
y las llanuras se desaguaron. A esta erosión debemos los altos y hermosos
perfiles del terreno, que en las angosturas del valle forman el cajón del rio.
La toba volcánica no manifiesta ningún indicio de estratificación ó de
sedimentación sucesiva, al contrario, todo se presenta como el producto de
una sola avenida, y como el resultado de un solo acontecimiento grande.
Talvez no seria muy aventurada la conjetura, de que la catástrofe esté en
conexión directa con la abertura violenta de la cordillera occidental por el
valle de Perucho, con la cual todas las aguas de la provincia del Pichincha
se precipitaron hacia este lado, formando el actual. rio Guaüabamba. Esta
opinión á lo menos está muy conforme con el hecho bien observado, de que
el terreno cuaternario debajo de la toba no encierra ningún producto vol-
cánico, mientras que todas las capas encima de ella, ó mas modernas, abundan
en lavas y andesitas rodadas; pues esto, me parece, quiere decir, que sola-
mente desde la formación de la toba volcánica existe una comunicación
directa del sistema fluvial del Esmeraldas con el callejón interandino, ocu-
pado por materiales volcánicos. — La catástrofe sucedió en la segunda mitad
ó hacia el fin de la época cuaternaria.
En el rio Blanco, mas arriba de la boca del Quinindé, se observan tam-
bién de vez en cuando algunos trozos considerables de una breccha volcá-
nica, la cual, sinembargo, se destingue á primera vista de la del rio Gualla-
bamba, que acabo de describir. Son aglomeraciones de trozos de lava oscura
y de rapilli, y parecen provenir del Pichincha. Cerca de la desembocadura
del rio de San José los bancos de esta breccha forman un islote y un salto
del rio Blanco; por lo demás el fenómeno es insignificante en comparación
con las tobas del Guallabamba, y también parece mas reciente.
La edad de la formación volcánica.
En varias ocasiones he dicho que el terreno volcánico del Ecuador es
contemporáneo con los sedimentarios de la época cuaternaria y moderna.
No conocemos ni un solo lugar, en que materiales andesiticas (primitivas ó
clásticas) se hallasen intercaladas á las capas terciarias ó debajo de ellas.
Es verdad, que este argumento no es del todo concluyente; porque en el
pais interandina volcánico tampoco no conocemos capas terciarias debajo
de los materiales andesiticos*), y las del litoral están muy lejos de la sierra
*) Solo en la hoya del rio León, entre Nabon y Oña, las pizarras margosas de Tabla-
yaeu, con impresiones de plantas dicotiledóneas, que se encuentran debajo de antiguos
conglomeratos volcánicos, pertenecen talcez á la formación terciaria.
24*
372 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
y no llegaron en contacto con los volcanes. Siempre es curioso y digno
de atención, que el terreno terciario de la costa, en que se hallan tantos
fragmentos de dioritas y porfiritas de la Cordillera occidental, nunca
encierran pedazos de andesita ni lava andesitica. Y esto vale también
de las capas cuaternarias ó diluviales inferiores, solo las superiores y
las aluviales contienen esos materiales recientes en abundancia, no solo
al pié de la Cordillera, sino en los cauces de los ríos hasta la orilla del
Océano.
Los huesos de animales extinguidos, que se hallan en las tobas volcá-
nicas de la sierra, atestiguan la edad cuaternaria de las capas en que se
encuentran. Fósiles terciarios jamas se han descubierto en ellas. Los mamí-
feros cuaternarios se han encontrado hasta ahora con mas frecuencia en las
capas superiores de las tobas (en la cangagua), porque estas son mas acce-
sibles á la observación; pero no faltan mas abajo, como en la quebrada de
Chalang, cerca de Punin (prov. Chimborazo), donde he hallan en gran cantidad
en las capas ínfimas de aquella región, que descansan directamente sobre
una formación antigua no volcánica. Cierto es, que no podemos probar, que
esta- capa de Punin pertenezca á las volcánicas mas antiguas de todo el
país, porque al tiempo de su formación ya pudieron existir mas antiguas en
otras partes, como bien observa el doctor Reiss, pero tampoco se puede eviden-
ciar que sea tan moderna como la cangagua, p. ej. de Alangasi, solo porque en-
cierra la misma fauna. Alguna duración habrá tenido la edad del mastodonte,
y no veo un inconveniente porqué no puedan encontrarse sus restos á la
vez en las capas inferiores y superiores del terreno cuaternario en el Ecuador
alto. Nunca he negado, al contrario afirmado en varias ocasiones*), que
talvez — pero solo talvez, no teniendo pruebas — la erupción de las andesitas
ó la actividad volcánica haya comenzado en la época terciaria, ó á fines de
ella; pero insistí siempre, en que la actividad principal se desarrolló en la
cuaternaria y siguió por la moderna. Y asi creo estar enteramente de acuerdo
con el doctor Reiss, que en el fondo no dice otra cosa, cuando, en atención
á los efectos enormes que produjo la erosión del agua en los terrenos vol-
cánicos y que suponen un largo período de acción, concluye diciendo, que
uno «se inclina á suponer, que también aqui en el Ecuador la actividad
volcánica remonte talvez («moglicherweise») hasta el tiempo terciario»**).
En la impugnación de la teoría de Karsten, que coloca la actividad principal
de los volcanes en la época teriaria, y atribuye al terreno volcánico un origen
*) N. Jahrb. f. Min., 1875, pag. 157.
**) Palaeont. Abhandl. v. Dames u. Kaiser. I. líeft 2. Ueber cinc fossile Saugethier-
tauria von Punin, pág. 13.
EL TERRENO VOLCÁNICO. .373
submarino, el Señor Reiss es muy enérgico y hace desvanecer los argumentos
de aquel observador superfical.*)
Los huesos de mamíferos cuaternarios se han encontrado en varios puntos;
asi en la cercanía de los* pueblos de Malchingui, Cotocollao y Alangasí, en
los alrededores del Imbabura, y al pié oriental del Chimborazo; pero el lugar
mas interesante y mas rico es la quebrada de Chalang cerca de Punin, citada
mas arriba. De ella saqué en 1871 tantos huesos, que pude llevar dos cajones
grandes al museo de Quito, donde deben existir todavía. Reconocí entro
ellos el «Mastodon Andium», un caballo extinguido («Equus Quitonsis» m.),
dos especies de venado («Cervus Chimborazi» y «C. Riobambensis» m.), y
un armadillo muy grande, que llamé «Dasypus magnus» (lo menos dos veces
mas grande, que el armadillo actual). Del último, asi como del caballo,
encontré esqueletos casi completos ; pero por lo común los huesos se hallan
disyuntos y esparcidos por la toba. Una descripción de esta fauna interesante
comenzada y ya muy adelantada, quedó inconclusa por mi separación de
la universidad de Quito. Después visitaron la localidad de Chalang los
señores Reiss y Stübel y colectaron también un material abundante, que
sirvió al señor \V. Branco para su trabajo sobre «Una fauna de mamíferos
fósiles de Punin cerca de Riobamba en el Ecuador» (Berlín 1883)**). Branco
encontró en esta colección los huesos y muelas de «Mastodon Andium» Cuv.;
los del caballo, que llama con Wagner a Equus Andium» y que es el mismo
que mi «E. Quitensis»; los de un animal parecido á la llama, a que dio el
nombre de aProtauchenia Reissi»; los de varias especies de venado, para
cuya clasificación exacta el material no era suficiente; y finalmente el cráneo
de un carnívoro extinguido (entre hiena y tigre) con colmillos formidables,
que se acerca mucho al uMachairodus neogaeus» Burm. Restos del armadillo
grande (Dasypus) no se hallaron en la colección (yo también encontré un
solo esqueleto), pero los de otro animal grande de la misma clase de los
Edentados, que es tal vez idéntico con «Mylodon robustusp Ow. Este último
animal no se encontró en Punin, sino cerca de la hacienda de St*. Rita en
el rio Daule.
Entre los huesos predominan los del caballo diluvial (muy distinto del
actual), y era la primera ocasión, en que se pudo estudiar un caballo fósil
de Sudamérica en todas las partes del esqueleto. Muelas se habían encontrado
en varias partes de Sudamérica, y en ellas se habian fundado unas 7 especies
distintas, pero sin razón, como Branco lo ha comprobado. El «Equus An-
dium» es hasta ahora la única especie bien estudiado y segura. — Es
*) Zeitschr. d. deutsch. gcol. Ges. XXVI, 1874, pág. 925.
**) Palaeontol. Abhandl. 1. c.
374 GEOLOGÍA.. — CAPÍTULO VII.
sumamente interesante, que el género del caballo, que en la época cuaternaria
habia poblado por millares este continente, se extinguió completamente con
los demás animales cuaternarios. Pues sabido es, que el caballo actual, asi
como el burro, ha sido introducido por los conquistadores del siglo 16.
Do un estudio comparativo do otras faunas cuaternarias de Europa y
de Sudamérica, el señor Branco saca los resultados: Io que la de Punin es
equivalente y contemporánea con la de Tarija en Bolivia y con la inferior
de las Pampas argentinas; 2o que estas tres faunas americanas son equi-
valentes (no contemporáneas) con las pliocenas superiores de Europa; y
3o que es muy probable, que las faunas americanas indicadas no son con-
temporáneas con las pliocenas de Europa, sino con las pleistocenas, es decir,
que son cuaternarias. — Esta última deducción no solo me parece probable,
sino segura en cuanto al Ecuador, si considero el modo del yacimiento de
esos restos (de Mastodon, Equus Ándium, Mylodon) en las capas del litoral,
que son indudablemente cuaternarias.
Apéndice al Capítulo VIIo.
Terremotos y temblores.
Tratados sobre la teoría de los terremotos, su origen, causas y efectos,
han de buscarse en los compendios de geología general. Aquí trataremos
este tema con toda brevedad, y solo con relación á las observaciones hechas
en el Ecuador. — No he hablado de los terremotos en el capitulo que pre-
cede, en conexión con los volcanes activos del pais, porque, en efecto, no
puedo encontrar aquella conexión directa entre los dos fenómenos, cual
suponen muchos geólogos y la mayor parte de los habitantes del pais; y
ademas no todos los terremotos tienen un origen volcánico.
Cuando en 1873 en mi «Crónica de los fenómenos volcánicos y terre-
motos del Ecuador» traté de volcanes y terremotos á la vez, lo hice precisa-
mente para averiguar, si exista una intima correlación entre ellos ó no, pero
no para afirmarla de antemano. Me he convencido de que todo lo que se
asegura con este respecto, atribuyendo un terremoto á tal ó cual volcan
determinado, no pasa de meras conjeturas sin fundamento sólido. Ninguno
de los grandes terremotos históricos coincidió con una fuerte erupción vol-
r
canica ni la precedió. A este hecho curioso ya llamé la atención hablando
de las erupciones del Cotopaxi. A lo mas se sienten en la cercanía de un
volcan activo temblores débiles. Se me dirá, que precisamente asi debe ser
APÉNDICE. — TERREMOTOS. 375
según la teoría, defendida también por Humboldt, de que los volcanes son
«válvulas de seguridad», que impiden los terremotos cuando están abiertas;
y se citan algunos ejemplos, de que los temblores en una región cesaron,
después que un volcan vecino entró en estado de actividad. La teoría es
bonita y parece plausible á primera vista, pero no pasa de ser una hipótesis,
que falta probar. En cuanto á los pocos ejemplos alegados, pueden sor
meras casualidades, en un país, en que temblores y erupciones son fenó-
menos tan frecuentes, que seria estraño, si no se sucedieran de vez en cuando
en el orden, en que se los desea para corroborar aquella hipótesis.
Estoy muy lejos de negar la naturaleza volcánica de muchos terremotos,
es decir, admito para muchos una misma causa fundamental en el interior
de la tierra, como para los volcanes; pero creo que no están en aquella
correlación directa. La gran frecuencia de los terremotos y temblores en
los distritos volcánicos en todo el mundo, casi nos obliga á suponer, que en
tales regiones existen con preferencia las condiciones que favorecen el naci-
miento de ellos. Pero también aquí no es necesario, que siempre sean cau-
sados por explosiones subterráneas de gases volcánicos; pues nada se opone
á que nazcan de vez en cuando á consecuencia de derrumbos grandes en
el interior de la costra terrestre, como en países no volcánicos, en que este
origen de los terremotos está comprobado con bastante evidencia, por ejem-
plo, en los Alpes de la Suiza. En este caso el volcanismo podría ser la
causa indirecta de los temblores, predisponiendo el terreno de un modo
mecánico ó químico para los terremotos.
La observación y experiencia de muchos afios en las provincias litorales
del Ecuador me han convencido, de que los frecuentes temblores en la costa,
sobre todo en ciertas estaciones, no están en relación con los de la sierra,
y que en general no tienen nada que ver con el volcanismo. Cuando en
Marzo de 1889 todo el litoral ecuatoriano estaba muy asustado con los fre-
cuentes y fuertes temblores de aquella época, y la gente temía un cataclismo
general, tuve ocasión de emitir mi opinión sobre las causas generadoras de
estos fenómenos, en un articulo, que se publicó en los periódicos de Guaya-
quil.*) Indiqué la diferencia entre los temblores volcánicos y los tectónicos,
diciendo que los últimos se llaman así, por tener su origen en ciertos cam-
bios, que sufre el globo terráqueo en la arquitectura de su costra, especial-
mente por resbalamientos, hundimientos y otras dislocaciones de las capas
sedimentarias, por derrumbos de cavernas subterráneas etc. En muchos
casos es imposible decir, á qué clase pertenezca un temblor, porque los
efectos superficiales en ambos casos serán casi los mismos, y ademas pueden
*) Véase, por ejemplo, «El Globo» del 27 de Marzo de 1880.
376 GEOLOGÍA.. — CAPÍTULO VII.
coincidir las dos clases, pudiendo por ejemplo un pequeño choque volcánico
ocasionar una serie de temblores tectónicos muy fuertes, cuando encuentra
en una región las capas predispuestas á dislocaciones. Sinembargo hay
veces, en que queda poca duda respecto á la naturaleza y las causas de un
temblor, y en la costa ecuatoriana nos hallamos por lo regular enfrenté de
movimientos y temblores puramente tectónicos. En los capítulos 5o y 6o
conocimos la constitución geológica de las provincias del Guayas, de Manabi
y de Esmeraldas, y nos recordaremos, que se componen con preferencia de
capas terciarias y cuaternarias (ademas de las aluviales superficiales), en
parte horizontales, y en parte eregidas fuertemente. No repetiremos su
descripción. Una circunstancia muy importante para el caso es la, que
ambas formaciones contienen una gran cantidad de sustancias sujetas á
alteraciones mecánicas y químicas. Las arcillas se ablandan con facilidad
por los precipitados atmosféricos; la cal, el yeso, las sales, las sustancias
bituminosas son en parte disolubles, en parte sujetas á considerables trans-
formaciones químicas, que no quedan indiferentes para el volumen, la densi-
dad, la coherencia de las capas, en que se verifican, antes al contrario traen
consigo forzosamente alteraciones tectónicas muy considerables, las cuales
pasarán desapercebidas, si suceden lentamente (movimientos seculares), pero
nos asustarán cuando acontecen instantáneamente y con violencia. He de-
mostrado en otro lugar, que el terreno de la península de St*. Elena y del
Morro así como el de otras regiones de la costa, está todavía impregnado
de sales. La lijiviacion ó dulcificación del terreno no puede verificarse, sin
que se reduzca el volumen de las capas salitrosas. El que la disolución y
ablación de las sales suceda también, y en gran escala, en mayores pro-
fundidades, lo atestiguan, por ejemplo, las fuentes termales de San Vicente,
en el cantón de Sta. Elena. Si calculamos la cantidad de agua de esas
fuentes en solo un litro por segundo (en verdad producen mucho mas) y
tomamos por otra base los 13 1/2 gramos de sales por un litro, que dá el
análisis, sacamos el resultado, de que en este punto se extraen anualmente, con
31 Va millones de metros cúbicos de agua, unos 8500000 quintales de sal de un
terreno relativamente reducido. Este ejemplo puede darnos una idea de las
enormes cantidades de sustancias solubles que desaparecen anualmente de las
capas cretáceas, terciarias y cuaternarias en toda la extensión de sus forma-
ciones. Pues, no se puede dudar de que la lijiviacion se verifique con mayor ó
menor energía en las profundidades, hasta donde las capas tienen una idéntica
constitución mineralógica, aunque los productos de este trabajo químico y
mecánico no siempre salgan á la superficie, como en las fuentes citadas, sino
que en su mayor parte sean llevadas por corrientes y filtraciones subterráneas.
Ahora bien, las sustancias disolubles no pueden desaparecer sin dejar
APÉNDICE. — TERREMOTOS. 377
vacíos en las capas respectivas, sea que estas se hagan porosas, si aquellas
se hallaban diseminadas, sea que se formen cavedades mayores, si las sales
se habian hallado en masas compactas ó en capas continuas. — En el estado
normal de las cosas, la descomposición y lijiviacion lenta de las capas será
acompañada de una compresión igualmente lenta y sucesiva de ellas por el
terreno sobrepuesto ó por su propio peso, y el hundimiento consecutivo del
suelo será imperceptible por mucho tiempo. Pero si por causas accidentales
la descomposición se verifica con mucha desigualdad en diferentes lugares
cercanos, ó con mayor energía, por ejemplo, durante fuertes y continuas lluvias,
que proporcionan una abundancia del medio disolvente, entonces los vacíos
y cavedades se forman con mayor rapidez y en mayor escala, el movimiento
del suelo, desigual en diferentes lugares, se hace perceptible en la super-
ficie, sea por resbalamientos suaves, sea por choques repentinos, que hacen
temblar la tierra á grandes distancias. — Tales hundimientos parciales y
locales no pueden verificarse sin fractura de las capas, en que se verifican,
y sin la formación de grietas. Si la fractura sucede en grandes profundi-
dades, las grietas no se manifiestan en la superficie, sobre todo cuando esta
se compone de los materiales sueltos de arena ó tierra vegetal; pero si la
dislocación se verifica en capas superficiales, las hendiduras son notables,
y por ellas brota á veces agua y lodo, á consecuencia de la presión, que
los estratos superficiales ejercen sobre las capas inferiores ablandadas. Este
mismo lodo comunmente hediondo (por el hidrógeno sulfurado que contiene)
es una prueba nueva de enérgicas alteraciones químicas y mecánicas, que
sufre el terreno en la profundidad.
r
A todos estos movimientos ayuda poderosamente el ablandamiento me-
cánico de las capas arcillosas, á consecuencia de filtraciones copiosas, espe-
cialmente en aquellas comarcas en que el yacimiento de esas capas no es
horizontal sino oblicuo. Si unas capas duras, por ejemplo, de arenisca, van
alternando con otras de arcilla, si estas últimas por la filtración del agua
se ablandan, si ademas se hallan suficientemente inclinadas, como sucede
en muchísimos lugares de la costa, entonces las primeras (duras) fácilmente
se resbalan sobre las segundas, ocasionando derrumbos mas ó menos ex-
tensos en las montañas. Es este un fenómeno muy frecuente, y un caso
curioso sucedió en 1871 en la costa de Manabí, entre el Cabo Pasado y
Pedernales, que describí en su tiempo. — Cuando los resbalamientos y der-
rumbos son superficiales, como en el caso citado, el sacudimiento de la tierra
no se sentirá, sino en la proximidad del acontecimiento. Pero si suceden
en mayores profundidades, el choque se comunicará á las capas adyacentes
y se propagará en forma de un temblor fuerte á grandes distancias; el efecto
será casi el mismo, como si proviniese de una explosión volcánica.
378 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
Los levantamientos del suelo, que á veces se observan en tales ocasiones,
son una consecuencia de los hundimientos. En la costa las capas ter-
ciarias de los barrancos altos buzan con 20 á 30 grados de inclinación hasta
el mar y se pierden en la playa debajo de las capas horizontales, que actual-
mente deposita el mar á su pié y sobre ellas mismas. Al resbalarse aquellas
á la profundidad, ejercen una presión inmensa sobre las capas modernas
sobrepuestas y las empujan hacia arriba, ocasionando en la costa el origen
de islas ó penínsulas, y cuando el fenómeno suceda tierra adentro, el de
colinas, cuya elevación estará en proporción con el hundimiento de las capas
resbaladas. En 1871 los islotes que se levantaron en la costa de Manabi á
consecuencia de derrumbos, llegaron á la altura de 10 y de 30 metros. En
1889 se anunciaron nuevos levantamientos de la misma costa de Manabi,
y no dudo que hayan tenido un origen análogo. Se vé, que todos estos
movimientos no tienen nada que ver con el volcanismo, aunque sus efectos
superficiales se parezcan á veces á los de los terremotos volcánicos.
Si después de esta exposición general volvemos á los temblores, que en
Marzo de 1889 inquietaron el litoral con tanta frecuencia, veremos que varias
observaciones corroboran la opinión, de que son fenómenos tectónicos y no
volcánicos. La estación lluviosa, que en aquel afio atravesó todo el litoral
desde Diciembre hasta Marzo, era sumamente rigurosa, y la inmensa can-
tidad de las lluvias habrá contribuido poderosamente á la lijiviacion química
y al ablandamiento mecánico de las capas; (igual cosa sucedió en 1871).
Los temblores de Marzo se han limitado al litoral y se han sentido con
mayor fuerza precisamente en las regiones, en que las formaciones cuater-
narias y terciarias llegan á su mayor desarrollo, es decir, en el cantón de
St\ Elena y en la provincia de Manabi, mientras que el interior de la Re-
pública no manifestó ninguna conmoción. El choque principal del terremoto
no se experimentó en todo el litoral al mismo tiempo, ni siquiera al mismo
dia; en Guayaquil y en St*. Elena el 2 de Marzo á las 11 de la noche, en
Manabi el 7 de Marzo á la una de la noche. Aquí no se puede hablar de
un centro común, que casi siempre hay en los grandes terremotos volcánicos;
al contrario los frecuentes temblores de la primera quincena de Marzo sa-
lieron de diferentes puntos, fueron locales, en cuanto á la extensión y la
sucesión cronológica. Y esto se explica perfectamente con la teoría expuesta,
l'n movimiento local, por pequeño que fuese, pudo ocasionar una serie de
temblores en una región, cuyas capas terrestres en diferentes lugares se
hallaban predispuestas á dislocaciones violentas, derrumbes, resbalamien-
tos etc. Un choque fuerte que conmueve una comarca entera (p. ej. el 2 de
Marzo en Sta. Elena) puede mover por las ondulaciones terrestres las capas
de otra comarca mas lejana (p. ej. Manabi), en que por el derrumbe de unas
APÉNDICE. — TERHEMOTOS. 379
capas mal apoyadas se origina un choque igual ó mas fuerte que el primero,
y con un nuevo centro de temblores. — Como rara vez un complejo de
capas, una vez en movimiento, se asienta y se acomoda bien con el primer
golpe, es natural, que por intervalos sigan movimientos y temblores secun-
darios, comunmente menos violentos que el primero, hasta que poco á poco
se establezca el equilibrio en las capas dislocadas. Así sucedió en Marzo
de 1889, durante algunos dias después del tiempo de mayor conmoción; los
últimos retoques se manifestaban por oscilaciones apenas perceptibles. —
Iguales observaciones he hecho en 1888 y en otros años, que se distinguieron
por la frecuencia de los temblores. Con esta teoría se explica también de
algún modo el hecho, que los movimientos de tierra se observan en el litoral
con mayor frecuencia hacia fines del invierno, especialmente cuando este ha
sido muy fuerte; otra correlación meteorológica, por ejemplo, con el estado
del barómetro, no pude descubrir.
No quiero extender la teoría, que acabo de exponer, y que en mi opinión
tiene su aplicación para los fenómenos seísmicos del litoral, á los terremotos
y temblores de todo el país, especialmente de la región volcánica. Dejo en
tela de juicio el si los terremotos del interior todos sean volcánicos, ó si
algunos también mejor se atribuyeran á movimientos tectónicos. Pero sea
lo que fuera de su naturaleza en cada caso particular, los temblores son
fenómenos tan naturales y necesarios, como las tempestades del aire, que
se forman y se descargan, cuando la atmósfera está cargada de electricidad.
No podemos impedirlos, ni evitar sus efectos, ni predecirlos siquiera (¿qué
ha sido de las predicciones del célebre Falb?); y preciso es confesar con
ingenuidad, que de la geología ó de los geólogos no hay que esperar pro-
nósticos seguros, ni mucho menos remedios contra los temblores, como cree
todavía alguna gente sencilla.
La "historia de los terremotos principales, que han azotado el Ecuador desde
los tiempos de la conquista, se encuentra en mi o Crónica» muchas veces ci-
tada. Aquí nos limitaremos á un resumen brevísimo en orden cronológico.
1641. En la primavera de este afio sucedió un terremoto muy fuerte
en la provincia de Quijos y en las cercanías del Antisana, que asustó gran-
demente á Gonzalo Pizarro y sus compañeros, que se hallaban á la sazón
en camino al pais de Canelos (región del Ñapo).
1587. Primera destrucción parcial de Quito por terremoto. «El Domingo
postrero de Agosto 28 del mes, á las 8 de la noche fué aquel espantoso
temblor de tierra, que asoló hartas casas con muertes desastradas asi en
esta ciudad, como veinte leguas en contorno, y en Otavalo se vino toda la
casa á plomo, donde mató al Capitán Alonzo de Cabrera» etc. (Manuscrito
de M. Sánchez Solmiron, deán de la Catedral de Quito, 1645.)
380 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
1628. En este año se sintieron en Quito temblores tan fuertes y fre-
cuentes, que el 12 de Setiembre el Cabildo tuvo á bien elegir á Santa Teresa
patrona especial de la ciudad contra esta plaga. (Libro de Cabildo.)
1646. Primera destrucción parcial de Riobamba. Al principio de este
año se sintieron muchos temblores en Quito y en Riobamba; en Febrero
hubo en la última ciudad un sacudimiento tan fuerte, que en toda la co-
marca hizo muchos estragos, deterioró los edificios de la ciudad y sepultó
á muchos habitantes debajo de los escombros.
1651. A fines de este año los temblores fueron en Quito tan fuertes,
que el 15 de Diciembre resolvió el Cabildo traer en procesión la imagen de
N. Señora de Guadalupe (de Guápulo), como era costumbre en tiempos de
grandes calamidades. (Lib. de Cab.)
1656. Siguieron los temblores fuertes en Quito, y se eligió á otro pa-
trono contra ellos, esta vez á San Miguel Arcángel. (Lib. de Cab.)
1660. Después de la gran erupción del Pichincha, que aconteció el 27
de Octubre, se derrumbó un pedazo considerable del Sincholagua del lado
occidental, y «al desgajarse aquel pedazo de monte de Sincholagua, causó
en Quito el mas terrible temblor de tierra de todos que padeció aquellos
dias tan aflijida ciudad». (Rodríguez, Marañon pág. 235.) Difícil es decir,
si el derrumbo ocasionó el terremoto ó al revés.
1661 y 1662. Durante todos estos dos años no cesaron los temblores
en Quito, y deterioraron mucho algunas iglesias y otros edificios. Algunos
eran verdaderos terremotos y la memoria del de 23 de Nov. de 1662 se con-
servó por una inscripción en la fachada de la iglesia de San Agustín, que
existe todavía.
1678. El 5 de Enero hubo en Quito un terremoto tan fuerte, que se
temió la ruina de los edificios. (Lib. de Cab.)
1687. El 22 de Nov. Gran terremoto en Ambato, Latacunga y Pelileo.
El hecho es seguro, pero faltan pormenores.
1698. 20 de Junio. Terremoto espantoso en las provincias de Ambato,
Riobamba y Latacunga, en que se destruyó completamente la ciudad de
Ambato y varios pueblos. Según una Cédula real, existente todavía, mu-
rieron en Latacunga 2000, en Ambato cerca de 3000, y en los pueblos cer-
canos á Ambato y Latacunga 1500 personas (Velasco dá la cifra exagerada
de 22000). Riobamba sufrió menos en esta ocasión.
1703. Terremoto en Latacunga, que causó bastantes estragos, aunque
no tan grandes, como el de cinco años antes. (Cedulario en el arch. de
Latacunga.)
1736. El 5 de Diciembre hubo un terremoto en la provincia de Lata-
cunga, con el cual la ciudad sufrió menos, que algunos pueblos circun-
APÉNDICE. — TERREMOTOS. 381
vecinos. Así se hundieron las iglesias de Pujilí, Toacaso y Saquisilí. (Ced.
de Lat.)
1741. Para este año indican Condamine y Bouguer varios temblores en
las provincias de Quito y de Cuenca, que ellos mismos observaron. Pero
parece, que fueron de los que suceden casi en todos los años, y que no
podemos enumerar aqui.
1749. El 20 de Enero padeció Loja un terremoto fuerte, según Velasco
(III, pág. 100). No conocemos los pormenores del suceso; y es el único
terremoto, que la historia antigua indica para la provincia de Loja, que
nunca parece haber estado muy expuesta á temblores.
1755. El 26 de Abril experimentó la provincia de Quito un terremoto,
de que hacen mención dos Cédulas reales y varios historiadores. Muchos
edificios de la ciudad se hundieron ó se inutilizaron, y dos años no bastaron
para reparar los detrimentos. Parece que este terremoto es el mas con-
siderable, que hasta entonces habia acaecido en Quito.
1757. El 22 de Febrero un terremoto espantoso arruinó la ciudad de
Latacunga. Todas las iglesias y casi todas las casas vinieron al suelo.
Sinembargo, el número de muertos según Velasco no pasó de 400 (Villa-
vicencio convierte esta cifra en 4000). Continuaron los temblores en la pro-
vincia de Latacunga por seis meses. El terremoto fué bastante circunscrito,
no extendiéndose hasta Quito.
1786. Desde Abril hasta Junio se sintieron en Riobamba muchos y
fuertes temblores (se contaron mas de 110 sacudimientos), que deterioraron
mucho los edificios. (Relac. de la Municip. de Riobamba.)
1797. El 4 de Febrero. Gran terremoto y ruina completa de Riobamba.
Humboldt, que visitó las ruinas unos f> años después, recojió muchos detalles
sobre el acontecimiento, que sinembargo no todos son fidedignos. Asi. por
ejemplo asegura, que en esta ocasión perecieron 40000 personas, número
que según documentos auténticos de aquel tiempo, que pude examinar, se
reduce á cinco ó seis mil. 6000 es el tanteo mas alto para toda la provincia
de Riobamba, pero solamente 2036 muertos (877 para la ciudad de Riobamba)
se hallan en la lista oficial, que existe en el archivo de la Presidencia de
Quito, y que lleva la fecha de 10 de Octubre de 1797.
El catálogo de temblores y terremotos, que hice para nuestro siglo, y
que ya no entró en mi «Crónica» antigua, es muy largo, porque poseemos
apuntes mas minuciosos para algunos lugares ; sinembargo pasaré en silencio
todos los temblores y mencionaré solo los pocos terremotos grandes, como
en los siglos pasados.
1802. Un terremoto regular se experimentó en Latacunga, pero sin
estragos notables.
382 GEOLOGÍA. — CAPÍTULO VII.
1803. Riobamba (nuevo) fué inquietado por tantos y tan fuertes tem-
blores, que los habitantes pensaron en abandonar la ciudad recien fundada.
1840. Este afio era muy inquieto, y se contaron muchísimos temblores
en todo el pais interandino, desde Pasto hasta el Azuay, algunos tan fuertes,
que ya merecieron el nombre de terremotos, como, por ejemplo, el del 9 de
Octubre en Patate y Pelileo. — También para los años de 1843 y 185C se
registran temblores muy violentos.
1859. El 22 de Marzo arruinó un terremoto la ciudad de Quito. Es
el mas fuerte de este siglo en la provincia del Pichincha. En esta ocasión
perdieron casi todas las iglesias de Quito sus torres y muchos edificios vi-
nieron al suelo; el número de muertos no fué considerable.
1868. El 15 de Agosto sucedió el terremoto de Tul can, que ocasionó
en los pueblos de la actual provincia de Carchi grandes estragos y la pér-
dida de muchas vidas, y era como el precursor de un acontecimiento mucho
mas fatal.
El 16 de Agosto, á la 1 !/s de la noche, siguió al terremoto del día pre-
cedente la horrorosa catástrofe, que asoló toda la provincia de Imbabura.
La capital Ibarra, Otavalo y varios pueblos florecientes se convirtieron en
un minuto en montones de escombros, y millares de seres humanos que-
daron aplastados debajo de las ruinas. Desde el terremoto de Riobamba
en 1797, la historia del pais no conoce un cataclismo igual, y en cuanto á
las victimas humanas, este último, sin duda, fué mucho mas funesto, que
aquel. No existe un censo exacto de los muertos; García Moreno, que en
aquella ocasión organizó y dirigió la comisión salvadora, calculó el número
de los cadáveres entre 15000 y 20000. — En comparación con este acon-
tecimiento todos los temblores, que el pais ha experimentado desde 186S,
parecen insignificantes, y ninguno llegó al grado de violencia que podríamos
darle el nombre de terremoto en el sentido, en que se usa esta palabra
en el pais.
En este resumen no hemos enumerado los terremotos acaecidos en la
costa ecuatoriana, porque los historiadores no los mencionan, sin duda, por-
que allá no hacen muchos estragos, á consecuencia de la fábrica singular
de las casas de madera; tampoco no existen archivos en Guayaquil y otras
ciudades del litoral, en que pudiéramos buscar tales sucesos de los siglos pa-
sados. Por lo demás parece cierto, que el litoral del Ecuador siempre ha sido
el teatro de frecuentes temblores, pero rarísima vez de un terremoto grande.
PARTE HE.
METEOEOLOGlA.
(Clima y estaciones.)
Hallándose el Ecuador comprendido entre el 2o grado de Lat. N y el
i>° de Lat. S, de consiguiente atravesado por la linea equinoccial, pertenece
en toda su extensión á la zona trópica, es un pais tropical en superlativo.
Apesar de esto, habrá pocos países en el mundo, que presenten igual varie-
dad de climas y de condiciones meteorológicas. Con razón se dice, que el
Ecuador reúne en un espacio relativamente pequeño, todos los climas y
todas las zonas terrestres, desde la tórrida hasta la glacial. — Desde luego
salta á la vista, que esta variedad grande no se explica por la posición
astronómica, es decir por la latitud, en que se hallan las diferentes partes
del pais, porque algunos grados al Norte ó al Sur de la linea, de suyo pro-
ducirían, caeteris paribus, una diferencia climatológica tan exigua, que pasaría
desapercebída en los organismos, como lo observamos, en efecto, en las
grandes llanuras amazónicas á ambos lados de la linea, que se hallan en
unas mismas condiciones ñsicas. En el Ecuador todas las variaciones de
la temperatura, de la humedad, del clima en general, son consecuencias de
agentes locales.*) El primer papel desempeña su configuración orográfica,
el segundo, menos poderoso, la naturaleza del mar, que baña sus costas. —
Para comprender y explicar nuestros climas, es necesario conocer aquellos
agentes y su modo de obrar. Me tendré dentro de los limites de la breve-
dad posible; sinembargo no podré evitar, que ensanchemos la vista al prin-
cipio un poco fuera de los limites de nuestra República.
*) Digo agentes locales, en oposición á los generales, que son comunes á todos los
países trópicos; los primeros anulan ó modifican los segundos.
384 METEOROLOGÍA.
Por todo Sudamérica se distingue un clima oriental y un clima occiden-
tal, el primero al Este y el segundo al Oeste de la alta Cordillera de los
Andes. En ninguna parte el contraste es mas sorprendente que en el Perú
y Chile setentrional. Esta diferencia, que se observa desde Colombia hasta
Chile, se explica de la circunstancia, de que solo las vertientes orientales
de los Andes están expuestas á la acción de los vientos alisios, que
siempre soplan del Este, y cargados de vapores acuosos (que traen de mares
lejanos) condensan y descargan las nubes en las faldas de la Cordillera,
mientras que al lado opuesto ú occidental de las montañas no se observa
este influjo. La resistencia mecánica, que opone el dique de los Andes al
movimiento general de la atmósfera, ó á los vientos alisios, interrumpién-
dolos ó desviándolos á los estratos atmosféricos mas altos, es tan grande,
que los navegantes los reencuentran solo á grandes distancias de las costas
del Pacifico. A lo largo de la costa misma, reinan vientos del Sur y del
Norte, paralelos á la cadena de los Andes, y otros agentes muy distintos
de los del lado oriental. — La gran elevación de los Andes, que sustrae la
región occidental á la acción de los vientos alisios y á la humedad que
llevan, explica suficientemente, que debe haber una diferencia climatológica
en los lados opuestos, pero no explica todo. ¿Porqué existe en la zona occi-
dental al Norte de la linea equinoccial una estación lluviosa, y falta desde
el 4o Lat. S hacia el Sur? porqué llueve en el Ecuador mucho, y en el Perú
jamas? Hé aquí un problema plantado desde mucho tiempo, y cuya solu-
ción satisfactoria se ha dado solo en los últimos decenios.*)
La vegetación arbórea, tan hermosa y abundante en el Ecuador, acaba
un poco mas al Sur de Túmbez ó cerca del Cabo Blanco (4o Lat. S), pre-
cisamente donde la costa peruana vira al Sureste, y no vuelve á aparecer
sino al Sur de Valparaíso en Chile (33° Lat. S), en donde principian aquellos
bosques espesos, que corresponden al clima húmedo de Valdivia y Chiloe.
Todo el espacio extenso de 29 grados de latitud, entre el Cabo Blanco y
Valparaíso, carece de bosques á consecuencia de la arridez del clima; y esta
arridez determina el carácter singular de la naturaleza y de las producciones
del Perú, de Bolivia y de Chile. — Muchos creen, que en esta región no
llueve porque no hay vegetación; pero si preguntamos ¿porqué no hay
vegetación? no encontramos otro motivo plausible, sino porque no llueve,
y así nos movemos en un circulo vicioso. No negando una influencia limi-
tada y local de los bosques sobre la frecuencia ó escasez de las lluvias, es,
sinembargo, el motivo indicado ó la aserción que la falta de bosques no
seria la consecuencia sino la causa de la falta de lluvia, inadmisible, cuando
*) Véase üriesebaeh, Dio Vegetation der Erde (Leipzig, 1872), t. II, 241.
VIENTOS. — TORMENTE ANTARTICA. 385
se trata de desiertos inmensos, como la Sahara en África, el Gobi en Asia,
los del Perú y Chile, cuya existencia evidentemente depende de las grandes
corrientes de la atmósfera y del mar. El primero que se ocupó con el
interesante problema del desierto peruano, y que buscó una explicación
científica, era Bouguer á mediados del siglo pasado; pero, por mas inte-
resante que sea su exposición y sus observaciones sobre la formación de la
lluvia en general, no pudo indicar otra causa fundamental de la falta de
ella, sino la falta de bosques. A mediados de nuestro siglo Raimondi*) se
ocupó con la cuestión. Dice, que en el Perú (occidental) los movimientos
de la atmósfera impiden la formación de nubes, y que faltan los vientos
húmedos ó lluviosos, que deberían chocar verticalmente contra la Cordillera,
para causar precipitados atmosféricos. Pero observando, que en el Ecuador
soplan los mismos vientos, busca otra causa de la sequedad del litoral pe-
ruano, y cree haberla encontrado en la naturaleza arenosa de su terreno,
sobre cuya superficie calentada los vapores acuosos no pudiesen conden-
sarse. De consiguiente, la causa fundamental sería según Raimondi tam-
bien la falta de vegetación. A su explicación podemos objetar, que el
litoral ecuatoriano, no obstante su densa vegetación, se calienta mucho
mas que el litoral peruano, sin que este calor impida la condensación de
los vapores. Ademas, en ninguna parte del mundo la formación de los
desiertos depende de las propiedades físicas del suelo. En otros con-
tinentes tienen su causa fundamental en los vientos disecantes que no
permiten la condensación de los vapores; pero en nuestro caso el océano,
la fuente inagotable de humedad atmosférica, baña directamente el litoral
árido. El vapor existe, pero no se condensa, ó solamente en nieblas y garúas
durante el invierno.
Para que se formen nubes de los vientos cargados de vapor, que soplan
del mar, es preciso que lleguen en contacto con cuerpos mas fríos, y tales
cuerpos se presentan por lo regular en las montañas litorales ó también en
cordilleras altas algo retiradas. Pero en el Perú la temperatura de la tierra
firme, hasta alturas considerables, es mas alta, que la del mar que baña la
costa. Humboldt encontró en Noviembre de 1802 la temperatura del mar
en Callao de 15,5° C. y la del aire de 23° C, de consiguiente de 7,5° C.
mas alta/*) Hé aquí la grande importancia de la corriente antartica
peruana (llamada también corriente de Humboldt), que continuamente trae
*) Raimondi, en Paz Soldán, Geografía del Perú, pág. 150, 595.
**) Humboldt era el primero que estudió la temperatura baja y la dirección de la
corriente del mar que baña las costas del Perú, y que reconoció un influjo mareado de»
ella sobre la temperatura baja del litoral: pero no sacó las últimas consecuencias de su
descubrimiento, no explicando la arridez del clima directamente de la corriente antartica.
Wou, Ecuador. 25
386 METEOROLOGÍA.
aguas frías de las latitudes altas, y ejerce su acción enfriante sobre las
áridas costas del Perú. Aqui el mar mismo es el cuerpo mas frío, en el
cual los vapores acuosos se condensan, y que sustrae á los vientos del mar
su humedad, no dejando llevarla hasta las montañas. Y la prueba mas
evidente de la exactitud de nuestra explicación es el hecho, que la fría cor-
riente antartica baña el continente en la misma extensión, en que su clima
litoral es árido. Corriendo un poco al Oeste de Valparaíso, toca cerca de
Coquimbo (30° Lat. S) el litoral de Chile y acompaña la costa hasta el
Cabo Blanco (4o Lat. S), es decir hasta la latitud, en que comienzan las
lluvias tropicales. Desde el Cabo Blanco la corriente vira (no toda, pero en
su mayor parte, como veremos) al NO y O, y pasa por las islas de (Jala-
pagos, cuyo clima presenta mucha analogía con el peruano. — En el Ecua-
dor, sobre todo en su mitad setentríonal, desde el Cabo Pasado, y por la
costa de Colombia tenemos el caso inverso: el mar es mas caliente (de 28°
á 29° C.) que la tierra, y por esto puedo llover, y llueve en efecto mas de
lo necesario. — La precipitación de los vapores acuosos sobre el mar frió
no es fácil de observar, porque no se efectúa por gotas como en los cuer-
pos sólidos; sinembargo existe sobre la superficie fría y debe verificarse en
forma de un rocío imperceptible. Por su temperatura baja la corriente
antartica obra como una superficie que atrae y colecta los vapores acuosos,
no solo de la atmósfera sobrepuesta, sino también de la del litoral vecino.
Solamente cuando en invierno disminuye el calor solar en la tierra, y cuando
en consecuencia de vientos refrescantes se traspasa el punto de saturación
del vapor, se forman las lijeras garúas en la costa, y algunos precipitados
mas fuertes en las faldas superiores de la Cordillera occidental. Esta hume-
dad pasajera no es suficiente para producir una vegetación vigorosa y
arbórea; á lo mas se cubren las faldas de las montañas y las colinas con
un verdor lijero de algunas gramas y yerbas, que desaparece muy pronto.
Cuanto mayor es la diferencia entre la temperatura del mar y del aire
en tierra, tanto mas despejado y puro se tiende el firmamento sobre estas
costas. Por esto la estación de las garúas coincide con el invierno del
hemisferio austral (Mayo hasta Setiembre), cuando el sol se aleja del zenit,
y las dos temperaturas extremas se acercan y se ponen en equilibrio. —
Lo que produce en la costa el invierno, es decir, la baja de la temperatura
de la atmósfera, se efectúa también por la elevación del terreno, y como
este agente no depende de la estación del año, encontramos nubes y lluvias
en las Cordilleras altas también en verano; y precisamente entonces, cuando
en la costa reina la temperatura mas alta y el cielo queda mas puro, en la
Cordillera fria se desencadenan las tempestades mas fuertes y mas frecuentes.
Sinembargo, siendo también en la región superior el vapor de la atmósfera
CORRIENTE ANTARTICA. 387
casi tan escaso como en la inferior, el producto de los precipitados tampoco
no es suficiente, para dar á la vegetación mas vigor; el aspecto triste del
pais queda el mismo, aunque se hallen algunos árboles raquíticos y aislados
en alturas muy grandes (4000 m.); y en donde faltan los contrastes de picos
altos, gargantas y valles trasversales, que favorecen la formación de nubes,
como sucede en las altiplanicies de Atacama, el desierto se extiende también
sobre las regiones mas altas. Y así es, que solo allende la corriente antar-
tica, desde el grado 4o de Lat. S, encontramos en el Ecuador, bajo el influjo
de las regulares lluvias solsticiales, una vegetación arbórea muy robusta en
el mismo nivel alto, en que en el Perú apenas encontramos uno que otro
árbol raquítico. La influencia del mar en el clima litoral es tan grande,
que sin hesitación afirmo: extended la corriente antartica con su tempera-
tura baja, hasta el golfo de Panamá y pronto se convertirá la costa del
Ecuador y Colombia en un desierto parecido al peruano; y al revés: dad á
las costas peruanas el mar trópico con su temperatura normal, y pronto se
cambiará el aspecto de su litoral y Cordillera occidental, cubriéndose con
una vegetación vigorosa, en consecuencia de las lluvias solsticiales regu-
lares. — Pero basta de generalidades, y volvamos al clima del Ecuador,
cuyas particularidades ahora comprenderemos mejor.
Antes de entrar en la materia, debo adelantar una advertencia. En todo
el Ecuador no existe ninguna estación meteorológica, fuera de la de Quito,
anexa al observatorio astronómico, que funciona (con algunas interrupciones)
desde unos 18 ó 20 años. Pero ni las observaciones de Quito se han publi-
cado con regularidad, y poseo solo las comprendidas entre Octubre de 1878
y Marzo de 1881.*) Cuando se pensaba alguna vez fundar estaciones en
otras ciudades, siempre faltó ó un observador idóneo, ó el interés científico,
ó la constancia. Casi todas las observaciones científicas sobre el clima del
Ecuador debemos á los viajeros extranjeros (Condamine, Bouguer, Ulloa,
Humboldt, Boussingault, Wisse, Reiss y Stübel etc.). Pero el viajero rara
vez puede quedarse por mucho tiempo en la misma localidad, sus observa-
ciones abrazan el espacio de pocas horas, de pocos días, á lo mas de al-
gunas semanas, y asi quedan aisladas. Lo mismo puedo decir de mis pro-
pias observaciones, que hice en todos mis viajes y que son innumerables,
pero también aisladas. Hasta en Guayaquil, mi residencia ordinaria, rara
vez las observaciones meteorológicas se extendieron sin interrupción á mas
de un mes. La falta de material estadístico impide entrar en discusiones
*) Publicadas en el «Boletín del Observatorio astronómico» por J. B. Menten. — Un
«Boletín meteorológico», que contiene las observaciones hechas en el Colegio nacional
de Quito en 1863 y 1864 y fué publicado en 1865, queda sin valor por los errores garra-
fales de que adolece.
25*
388 METEOROLOGÍA.
largas y en comparaciones, y nos obliga á limitarnos á observaciones y
descripciones bastante generales.
La temperatura es el primer coeficiente del clima. En un país, cuyas
diferencias hipsométricas se mueven entre 0 y 0310 metros sobre el mar,
forzosamente debe ser muy variada, y es necesario que hablemos separada-
mente de las zonas y regiones. Principiemos esta vez con la región occi-
dental entre el mar y la Cordillera occidental.
Esta región, en cuanto no se levanta á mas de 150 metros, tiene la
temperatura media de 28° C; sus extremos son 19° C. y 35° C. Esto hablando
en general y en circunstancias normales. Pero encontramos excepciones
locales y podemos explicarlas. La excepción mas notable es sin duda la
temperatura fresca de la costa, desde Puna hasta Manabi. Coincide la zona
fresca exactamente con aquella región árida de la península del Morro y de
Sta. Elena y de una parte de Manabi, que describí en la parte orográfica
(pág. 151), como un apéndice abnorme del Ecuador. La causa verdadera
de este fenómeno descubrí en 1875 durante un viaje á las islas de Galá-
pagos*), y consiste en la temperatura baja del mar á lo largo de la costa
ecuatoriana hasta la cercanía del Cabo Pasado. He demostrado, que no toda
la corriente antartica abandona en el Cabo Blanco la costa peruana, y que
un brazo angosto (de 100 millas de ancho) sigue por el golfo de Guayaquil
y á lo largo de la costa de Sta. Elena y de Manabi hasta allende el grado
1° de Lat. S. En el golfo de Guayaquil y en toda la costa hasta la exten-
sión indicada la temperatura del mar es de 23° C, mientras que la tem-
peratura regular del océano mas al Norte (en la costa de Esmeraldas) y al
Oeste de la corriente fría es de 28° C, es decir 5o C. mas alta. — Si
recordamos lo que he dicho de la acción refrigerante y disecante de la gran
corriente antartica sobre la costa del Perú, fácilmente nos explicaremos una
acción análoga de una ramificación de aquella corriente sobre la costa ecua-
toriana, y el clima fresco y seco de nuestro litoral, en cuanto está bañado
por ella.**) Digo una acción a análoga», pues una semajanza perfecta no
podemos esperar, porque Io la temperatura de nuestra corriente ya no es
tan baja como en el Perú, y el equilibrio con la temperatura terrestre se
establece con mas facilidad; 2o nuestra rama es muy angosta en compara-
ción con la corriente principal, y su acción se limita á una zona angosta
*) Véase el capítulo sobre el mar y las costas, y el Suplemento N. 6.
**) Las lajas húmedas cutre Máchala y Naranjal y entre Colonche y Salando forman
una excepción, poique están ha jo el influjo directo de las altas cordilleras en su in-
mediación.
T KM PER ATU KA. 380
del litoral, no llegando hasta la Cordillera alta; y 3o sospecho que en ciertos
meses (Enero hasta Mayo) el ramal ecuatoriano se desvia mas pronto de la
costa, obligado por una contra-corriente de N á S, que trae naturalmente
las aguas cálidas de la costa sctentrional. Sobre el último punto no pude
concluir mis observaciones, pero según las pocas que tengo hechas, lo creo
muy probable.
La temperatura media de la costa de Chanduy, de St\ Elena y de Manta
calculo en 23° ó 24° C, pero á medida que nos alejamos del mar, crece
pronto. En Puna será de 25° C. (aqui ya influye el agua mas caliente del
rio Guayas), y en Guayaquil, la temperatura media del año es de 27° C.
Saco este resultado final de una larga serie de observaciones que hice
durante muchos años y en todas las épocas del año. El mes de Abril,
cuando ya se ha quebrado el rigor del invierno caluroso, pero todavia no
reinan los vientos frescos del Oeste, se acerca mas que ningún otro al tér-
mino medio de 27° C. Asi por ejemplo en 1882, de que poseo una serie
muy completa de observaciones diarias (4 cada dia) resultó para Abril la
temperatura media de 26,98° C; minimo del mes 21,10° C, y máximo 31° C.
— Á los meses mas fríos (Junio, Julio, Agosto) doy 25l/3° á 26° C. y á los
mas calientes (Diciembre, Enero, Febrero) 28° á 28V20 C. En Guayaquil
nunca he visto bajar el termómetro á mas que 19° C. y esto rarísima vez,
entre las 5 y 6 de la mañana, comunmente se sostiene sobre 20° C; y del
otro lado no he observado un calor mas alto que 35° C, pero aun en la
estación calurosa sube rara vez y solo por pocas horas á 33° ó 34° C.*) El
máximo diario se observa en Guayaquil siempre entre las 3 y 4 de la tarde,
y el minimo entre las 5 y 6 de la mañana. El agua del rio Guayas en-
frente de Guayaquil tiene comunmente 27° C. en verano y 28° C. en invierno. —
Guayaquil está todavia bajo el influjo de la temperatura moderada del mar,
y este se manifiesta especialmente por las brisas frescas, que recibe durante
el verano y que son conocidas con el nombre de «vientos de Chanduy»,
porque soplan del lado del pueblo que lleva el mismo nombre. Estos vien-
tos son fríos, porque vienen del mar frío, no porque se enfriasen al pasar
sobre la a Cordillera alta de Chanduy» como algunos han creído. Los cerros
poco elevados de Chanduy no contribuyen nada á este enfriamiento, al contrario
son mas calientes que aquellos vientos, y por esto no condensan su vapor.
Si de Guayaquil avanzamos mas al N y NE en las llanuras del sistema
fluvial del Guayas, se aumenta todavia el calor ó la temperatura media hasta
*) Algunas personas á veces me aseguraron que han observado temperaturas mas
altas. Pero una observación exacta no se puede hacer con un termómetro cualquiera,
que no sea corregido, y ademas no en cualquier lugar, sujeto talvez á influencias locales.
Supérfiuo parece agregar, que todas las temperaturas se refieren á la sombra.
390 METEOROLOGÍA.
28° y 28y2° C, sobre todo en aquellas partes, en que escasea la vegetación
arbórea. Así, por ejemplo, Daule es mas caliente que Guayaquil, porque allá
ya no se hace sentir el influjo del mar; lo mismo Babahoyo, donde sinem-
bargo ya se manifiesta mayor humedad por una vegetación mas espesa y
la cercanía de la Cordillera alta, cirunstancias que modifican el temperamento.
En la costa de Esmeraldas hacemos la observación contraria á la que
precede. Un mar de 28° C. baña la tierra, y los lugares mas calurosos con
una temperatura media de 27° y 28° C, encontramos en la cercanía de la
costa. Luego que nos internamos en los bosques y nos alejamos del mar,
la temperatura disminuye y baja á 26 y 25 grados C. Aquí la disminución
es debida á la gran humedad de aquella vegetación vigorosa, que cubre todo
el país, ó mejor dicho á la evaporación continua de esa humedad, que nece-
sariamente deprime el grado del color atmosférico.
En cuanto á la temperatura media, que reina sobre las montañas del
litoral (que por lo demás no son muy elevados) no poseo datos. Ninguna
población se halla sobre ellas, y cuando los caminos las cruzan, y el via-
jero las sube con el objeto de estudiar su constitución geológica, de paso
hace una ó dos observaciones del termómetro, al tiempo que observa el
barómetro, para culcular las alturas. De tales observaciones pasajeras no
se saca nada para la temperatura media.
Muy escasos son también los datos termométricos, que poseemos de las
faldas exteriores de la Cordillera alta, hasta la altura de 1500 ó 2000 metros,
por la misma razón, que acabo de indicar para las montañas litorales. La
zona entre 200 á 2000 metros es muy despoblada, y fuera de los tambos á
lo largo de los caminos malos, que conducen á la sierra, rara vez se halla
una habitación. — Establecer una escala termométrica exacta según las
alturas, es imposible, porque, aunque la elevación del terreno influya en
primer lugar en la disminución de la temperatura, sinembargo tantos agen-
tes locales modifican su graduación, que en dos lugares de una misma altura
la temperatura media puede variar de 3 ó 4 grados.
La escala que correspondería en general mas á la realidad, seria la de
VC. de temperatura por 200 metros de elevación. Comenzando con 26° C.
en las llanuras al pié de la Cordillera, llegaríamos en la altura de 4000 metros
á la temperatura media de 6o C; y la escala seria la siguiente:
Altura. Temp. media. Altura. Tem¡>. media. Altura. Temp. media.
0 mot.
2<>° C.
1400 mel.
lí) c.
28O0
inet.
12°
C.
200 „
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•^
16° .,
3400
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• •
800 ..
22° ..
2200
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15° ..
3«00
• *
8-
«*
1000 .,
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m m
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3800
• •
«•
1200 „
20° „
2600
Í5
13 „
4000
Í5
G°
J5
TEMPERATURA. 391
La interpolación so hace, poniendo para cado 20 metros de diferencia,
Vio de grado; por ejemplo 2522 m. — 13,4° C.
Hay muchos lugares, en que la temperatura observada coincide del todo,
ó muy aproximativamente con la de la escala teórica, por ejemplo:
Altura. Temp. observada. Tetnp. según la escala.
Hacienda Chaupi (Tiupullo) 3365 m. 9,2° 9,2°
Tablón (Guamaní) 3380 „ 9,2° 9,1°
Frutillas (al NO del Pichincha) 3133 „ 10,2° 10,3°
„ Alao (prov. del Chimborazo) 3097 „ 10,5° 10,5°
Una coincidencia completa, hasta la fracción decimal, rara vez se en-
contrará, Io porque las temperaturas medias, de que dispongo, casi todas son
tomadas por el método de Boussingault, y por esto solamente aproxitnativas,
y 2o porque es imposible, calcular y eliminar todo influjo de circunstancias
locales, que pueden modificar la temperatura normal.
He observado, que la escala funciona con mas regularidad en alturas
grandes, sobre 3000 metros, en la región de los páramos, en donde hay
pocos influjos locales; y cuando encontramos un exceso de calor, casi siempre
veremos, que el lugar de observación se halla en un sitio muy abrigado
(como generalmente los hatos). Donde la temperatura observada quede in-
ferior á la calculada con la escala, se manifestará por lo regular un exceso
de humedad; este caso es frecuente, por ejemplo, en los bosques occiden-
tales entre las provincias del Pichincha y de Manabi. El caso contrario,
de que la temperatura observada es de 1 á 2 grados mas alta, que la teórica,
es mas frecuente, y en el callejón interandino casi la regla, porque allí la
sequedad del clima, la escasez de vegetación y mil circunstancias locales
contribuyen á aumentar la temperatura media. Algunos ejemplos nos ex-
plicarán mejor estas diferencias. La hacienda de Sta. Inés (valle del Pastaza)
se halla á 1244 m. de altura y la de Mindo (atrás del Pichincha) á 1264 m.,
á estas alturas correspondería, según la escala, la temperatura de 19,7° C;
sinembargo encontramos en ambos lugares la de 18,3° C. (= 1,4° menos),
pero ambos se hallan en regiones sumamente húmedas, el primero en la
Cordillera oriental y el segundo en los bosques de la Cordillera occidental.
— En la altura de 2800 metros se hallan entre otros lugares Riobamba,
Latacunga y Calacalí; la temperatura normal seria de 12° C, pero Riobamba
tiene la de 13,7° C. y Latacunga la de 14,2° (= 1,7° y 2,2° demás), porque
ambas ciudades están rodeadas de llanuras áridas, en que la insolación es
muy fuerte. Solo Calacalí se acerca mucho, con un exceso de solo 0,4°,
pero este pueblo se halla fuera del callejón interandino y á la entrada de
la región húmeda del occidente. — Igualmente: á la altura de 3000 metros,
á que corresponde la temperatura de 11° C, se hallan Angamarca, Gua-
mo te y Muíalo, el primero con 11,2°, el segundo con 12,2° y el tercero con
392 METEOROLOGÍA.
13,0° C. Angamarca se halla en la condición de Calacalí, y corresponde bien
á la temperatura normal; üuamote se halla en el callejón interandino, pero
rodeado de páramos fríos, la temperatura excede la normal solo de 1,2*';
Muíalo se halla en el caso de Laíacunga y está rodeado de arenales secos,
por esto encontramos un exceso de 2o C.(4I)
Con un poco de práctica y conociendo bien las circunstancias locales
de un sitio, podemos derivar de su altura con bastante acierto su tempera-
tura media, como me consta por experiencia, y al revés, conociendo la última,
se deriva aproximativamente la primera. Para la determinación de la tem-
peratura media de un lugar sirve mejor el método introducido por Boussin-
gault, que en media hora conduce á un resultado casi tan seguro, como
largas series de observaciones durante meses y años.(42)
Con las exposiciones que preceden ya hemos llegado á la región interan-
dina, que en cuanto al temperamento presenta la mayor variedad, y también
las mas anomalías, consecuencias de lo quebrado é irregular de su terreno. —
Las hoyas interandinas, situadas entre alturas de 1800 á 3300 metros, gozan
de una temperatura media de 18° C. á 10° C. La primera encontramos en
muchas partes de las hoyas de Ibarra, de Loja y de Zaruma, que son las
mas bajas, pero también en algunos valles de las hoyas que tienen mayor
altura media, como en los valles de Guallabamba y de Yunguilla. La segunda
(de 10° C.) es propia á los pueblos y parajes próximos á los páramos. Entre
los dos extremos se halla la mayor parte de las poblaciones interandinas,
con la altura media de 2200 á 2800 metros y con la temperatura de 16° á
13° C. Rarísima vez y solo en el limite superior de esta zona (2800 m.) el
termómetro baja de noche á 0o C.
Las localidades, que tienen un temperamento medio mas bajo que 10° C,
pertenecen á la región de los páramos y no permiten la cultura de los cereales;
el termómetro deciende con frecuencia uno ó algunos grados abajo de 0o O.
llumboldt admite para los páramos en general la altura media de 3500
metros y la temperatura media de 8,5° C, la que coincide exactamente con
nuestra escala. En el Ecuador se encuentran algunas plantas encima de la
linea de la nieve perpetua, en las laderas de los peñascos; sinembargo pode-
mos decir, que la vegetación compacta del páramo acaba en la altura de
4200 metros con una temperatura media de 4C ó 5° C; de ahí principian
los arenales con algunos representantes aislados de la llora.
Las localidades, de que poseemos datos aproximadamente exactos de su
temperatura media, no son muy numerosas en el Ecuador, por esto daré en
los Suplementos una lista completa de ellas. *4:l)
Las variaciones diarias (extremos entre máximo y mínimo) son mas
grandes en las regiones altas que en las bajas, y mayores en lugares secos
TEMPERATURA. 393
ó en la estación seca, que en lugares húmedos y al tiempo de las lluvias. —
En la cosía, por ejemplo en Guayaquil, casi nunca pasa la variación diaria
de <S grados, mientras que en las hoyas interandinas, por ejemplo en Quilo,
llega á 18 grados.*)
La variación mensual (diferencia de la temperatura media en el mes
mas frió y el mas caliente) es en todas nuestras regiones muy pequeña, de
lo que resulta que el clima, en cuanto á la temperatura media, es bástanle
igual en todo el año. En Guayaquil los meses fríos difieren de los calientes
en 3 grados; en regiones húmedas del litoral (p. ej. Esmeraldas) la diferencia
será aun menor. En la sierra llega la diferencia entre el mes mas frío y
el mas caliente apenas á 2 grados.
Mayor todavía resulta la igualdad, si comparamos un año con otro» Las
pequeñas diferencias resultarán mas bien de la imperfección del método de
observación, que de un cambio real. — Sinembargo, podemos preguntar, ¿si
no exista una variación secular, por decirlo asi, de la temperatura media
de un lugar, á saber, que suba ó baje durante un período largo? Para de-
cidir esta cuestión interesante, seria necesario poseer observaciones exactas,
que se extiendan á muchas localidades y á un siglo siquiera. Desgraciada-
mente nos faltan tales observaciones. Solo para Quito tenemos un mayor
número de datos, y estos son precisamente los que me han inducido á poner
aquella pregunta. Hé aquí los hechos: Los Académicos franceses, Conda-
mine y Bouguer, y los españoles Ulloa y Jorge Juan hicieron en el siglo
pasado muchas observaciones termométricas , pero sin método, de manera
que no podemos deducir de ellas la temperatura media de entonces. Á
Humboldt, que en 1802 se detuvo algunos meses en Quito, debemos las
*
primeras observaciones metódicas. El dá la temperatura media de Quito en
15,6° C. Mr. Boussingault se halló en 1831 en esta ciudad, y se ocupó con
mucha prolijidad con esta cuestión, porque recojió entonces los materiales
para comprobar la exactitud de su nuevo método recien inventado. En la
tabla sinóptica dá para Quito la temperatura media de 15,2° C; pero en
otro lugar**) dice: «Las observaciones termométricas hechas en Quito con
excelentes instrumentos (cuya exactitud me consta) y con el mayor cuidado
por los coroneles Ilall y Salaza, establecidos en aquella ciudad, le dan una
temperatura media de 15,55°. El termómetro se observaba al nacer el sol
y dos horas después de mediodía».
*) Los extremos diarios no han do confundirse con los extremos que se observan
durante un mes entero ó durante un año. Estos ext remos son naturalmente mucho mas
notables, y llegan, por ejemplo, en Guayaquil á lf> grados (19° C. — 35° C).
**) Mr. Houssingault, Viajes científicos á los Andes ecuatoriales. Trad. por J. AcosUi
iParis 1849), pág. 186.
394
METEOROLOGÍA.
Observaciones de Hall.
Temp. media.
1825. Julio 16,5°
Agosto
Observaciones de Salaza.
Temp. media.
Octubre
1826. Febrero
Marzo .
Abril .
Mayo .
Junio .
Agosto
Setiembre
Octubre .
Noviembre
Diciembre
1827. Enero. .
Febrero .
Marzo
Abril . .
16,7
15,1
15,9
15,7
15,5
15,4
H,l
16,0
16,4
15,7
15,7
14,8
15,3
16,5
15,2
15,2
1827. Julio . .
Agosto .
Setiembre
Octubre .
Noviembre
Diciembre
1828. Enero.
Febrero
Marzo.
Abril .
Mayo .
Junio .
13,7C
15,5
16,2
15,8
15,0
16,9
14,4
15,9
15,8
15,7
16,4
15,9
«Estando en Quito, M. Salaza á mis instancias continuó sus observa-
ciones, introduciendo el termómetro á un pié de profundidad en la tierra de
una sala baja, y su resultado es consignado en el adjunto cuadro:»
Fechas.
Termómetro.
Meses.
ala* 7 man.
á las 11.
á las 2 tarde.
alas 4 tarde
Setiembre 1831.
. . 26
15,5°
15,5°
15,5°
15,5°
27
15,5
15,5
15,3
15,5
28
15,3
15,5
15,5
15,5
29
15,5
15,5
15,5
15,5
30
15,5
15,5
15,5
15,5
Octubre ....
1
15,3
15,5
15,5
15,3
15,5
15,5
15,5
2
15,5
3
15,4
15,5
15,4
15,5
4
15/)
15,5
15,5
15,5
5
15,5
15,4
15,5
15,5
6
15,5
15.5
15,5
15,5
7
15,4
15,5
15,5
15,5
Parece que estas observaciones no dejan nada de desear, en cuanto á
la exactitud y la concordancia de los resultados obtenidos por dos métodos
muy distintos; es tan perfecta, que con razón Mr. Boussingault la considera
como una prueba nueva y muy concluyente en favor de su método. — Pero
en los años de 1870 á 1874 los bien conocidos viajeros geólogos Reiss y
Stübel, que en varias ocasiones y por muchos meses fijaron su residencia
en Quito, obtuvieron con el mismo método de Boussingault un resultado muy
distinto, es decir, la temperatura media de 13,2° C. — Tratándose de natura-
listas tan experimentados, no podemos dudar de la exactitud de la obser-
vación, ni de la de los instrumentos usados; y la mejor prueba es, que las
observaciones hechas en el observatorio de Quito, que comprenden el espacio
TEMPERATURA.
395
de 2 años (Octubre 1878 — Marzo 1881) y fueron ejecutadas por un método
muy distinto, al aire libre, dan un resultado, que se acerca muchisimo al
precedente, es decir 13,5° C, como se vé de la tabla siguiente.*)
Termómetro en Quito*
Año:
1878-
-1879
1879-
-1880
1880-
-1881
Término
Término
Término
Término
Término
Término
medio del
medio de
medio del
medio de
medio del
medio de
Meses
máx. y mín.
3 observ.
máx. y mín.
3 observ.
máx. y mín.
3 observ.
diario
diarias
diario
diarias
diario
diarias
Octubre . . .
14,03° C.
13^8° C.
13,47° C.
12,65° C.
13,18° C.
12,79° C.
Noviembre
13,86
13,65
13,80
13,23
13,61
13,42
Diciembre . .
13,44
13,28
14,19
13,44
13,43
13,28
Enero ....
13,19
12,95
15,10
14,37
13,38
13,40
Febrero . . .
13,60
13,89
13,74
14,14
12,61
13,08
Marzo. . . .
12,83
12,86
13,94
13,90
13,47
13,66
Abril ....
12,84
12,92
14,00
13,41
—
—
Mayo ....
14,13
13,46
14,55
13,71
—
—
Junio ....
13,79
12,68
14,46
13,82
—
—
Julio ....
13,02
12,46
14,57
13,54
—
—
Agosto . . .
13,91
13,18
13,20
13,03
—
—
Setiembre . .
13,74
13,05
13,79
13,22
—
—
Término ined.
anual . . .
13,53
13,19
14,07
13,63
13,26
13,27
Término medio general: 13,47° C. (= 13,5° C).
Si no podemos suponer, que en los años de 1825 á 1831 todos los termó-
metros de Hall, Salaza y Boussingault eran defectuosos, indicando dos grados
mas de lo que debían, ó que lo eran en los años de 1870 á 1881 todos los de
Reiss, de Stübel y del observatorio astronómico de Quito en sentido inverso, no
veo otro modo de explicar la diferencia notable de dos grados, sino admitiendo
que en efecto la temperatura media de Quito haya disminuido en esa cantidad
desde los primeros decenios de nuestro siglo. Es lástima, que no tenemos ob-
servaciones tan exactas y largas también de otros lugares; sinembargo, en al-
gunos, en que se hicieron de paso, notamos diferencias análogas, por ejemplo:
Beiss y Stübel.
Boussingault.
(1870-1874)
(1831)
. . 16,0° C.
17,2° C.
Ambato . .
. . 15,3
16,1
Latacunga .
. . 14,2
15,5
Riobamba .
. . 13,7
16,4
UumboldL
(1802)
Cuenca . .
. . 14,6
15,6.
*) Véase también el «Boletín del Observ. astr. de Quilo», 1878—1881. Tablas sinóp-
ticas al fin de todos los números.
396 METEOROLOGÍA.
Me pareció bueno, llamar la atención de los físicos venideros sobre un
tema tan interesante; pero antes que se confirme el hecho por observaciones
ulteriores, parece del todo inútil discutir las causas posibles ó probables,
que podrían ocasionar aquella disminución de la temperatura media en algunos
puntos de la región andina.
De la presión atmosférica, ó del estado del barómetro solo diremos
pocas palabras, porque en el Ecuador parece depender tínicamente de la
altura; en otros términos: el estado del barómetro en una altura dada es
estable, y la variación diaria es regular c independiente de los cambios
atmosféricos. Esta ley, cuya explicación dejemos á los físicos, se conoce
desde mucho tiempo, y es tan segura, que con pocas observaciones hechas
durante algunos dias, se puede determinar muy aproximativamente la posición
media del barómetro, en cualquier lugar del pais. Igualmente la variación
horaria marcha con tanta regularidad, que habiéndola observado por algún
tiempo, se puede calcular el estado medio de barómetro á cualquier hora de
dia ó de noche, añadiendo ó quitando un tanto, según la tabla horaria, quo
uno se construya. La monotonía del movimiento diario es tan grande, que
se necesita paciencia y constancia, para extender las observaciones á algunos
meses ó años, repitiéndolas cada dia 3 ó 4 veces, y haciendo después para
cada observación las correcciones necesarias (por la temperatura del instru-
mento, la capilaridad del tubo, la latitud geográfica del lugar), cuando ya
de antemano casi se puede predecir el resultado.
Solo para dos lugares de la República tenemos series largas y constantes
de observaciones : para Quito las del observatorio astr., hechas con las demás
observaciones meteorológicas, y para Guayaquil, en donde el señor Mali-
nowski y yo en 1882 nos dedicamos algunos meses al estudio del estado
barométrico, con un buen instrumento de Fortin.
Del conjunto de las observaciones resulta para el estado medio del
barómetro corregido y reducido á cero:
en Quito (2850 m. alt. abs.) en Guayaquil (7 m. sobre el mar)
547,00 milímetros 757,15 milímetros*)
La amplitud diaria, es decir, la diferencia entre el máximo y el mínimo
del dia, suele ser en Guayaquil de 4 milímetros: en Quito parece ser menos
*) Este resultado difiere en menos de un milímetro del teórico, que calculó Kaemtz.
Según este meteorologista célebre, se puede admitir, que el término medio de la presión
atmosférica al nivel del mar y bajo el ecuador terrestre, es de 758 milímetros. — M.
Wagner dá para Guayaquil (en Diciembre y Enero) la presión media de 7o'2,00, la que
sin duda es demasiado alta. ¿A caso era este el estado del barómetro -no reducido? El
mió daba sin las correcciones necesarias 7b'l,4b\ lo que convendría bien con el resultado
de Wagner.
ESTACIONES. 397
fuerte. — El máximo se observa entre las 8 y 9 de la mañana, el mínimo cerca
de las 4 de la tarde, y el estado medio entre las 12 y la 1 de la tarde. De noche
hay una oscilación semejante, pero los extremos no son tan fuertes como de
dia. — Si comparamos el estado medio del barómetro de los diferentes dias,
de los meses, ó de periodos mas largos, las diferencias no pasan de dos mili-
metros, teniéndose regularmente dentro de limites todavía mas estrechos.*)
De lo que acabo de exponer sobre la estabilidad y regularidad de la
presión atmosférica ó del estado del barómetro, sacamos dos consecuencias:
Io que en el Ecuador este instrumento no sirve para indicar el cambio del
tiempo (de lluvia ó sequedad etc.), como en los países fuera de los trópicos,
y 2o que en el Ecuador el barómetro es un instrumento magnifico para el
cálculo de las alturas, porque conociendo su marcha regular en la costa y
en las montañas, que no se estorba por los influjos atmosféricos, se puede
hacer el cálculo sin observaciones correspondientes en lugares distintos, las
que se necesitan en países extra-tropicales.
El segundo coeficiente poderoso del clima es al lado de la temperatura
la humedad relativa de una región. Ella está en íntima conexión con
los vientos reinantes, de manera que debemos tratar al mismo tiempo de
estos dos agentes, que ocasionan en el Ecuador también la alternativa de
las estaciones, que llamamos verano é invierno. Conservo aquí estas dos
palabras en el sentido, en que los ecuatorianos las usan, aunque no coincidan
con el verano é invierno astronómico. En el resto del mundo verano se
llama la estación del calor, é invierno la del frió, pero en el Ecuador (y
creo que también en una parte de Colombia) es al revés, el verano es la
estación mas fresca, y no quiere decir otra cosa sino estación seca, é in-
vierno es el tiempo mas caluroso, y quiere decir que llueve. Esta adver-
tencia es necesaria para evitar confusiones.
Sobre la teoría general de los vientos y de las lluvias puede instruirse
el lector en los libros especiales que tratan de la meteorología**); aquí ex-
pondré solo lo que sabemos por experiencia respecto al Ecuador, y esto será
bien poco, faltándonos para discusiones detalladas el material estadístico.
Solo en Quito se lucieron observaciones regulares del estado higrométrico
de la atmósfera, de la cantidad de las lluvias, de la evaporación, de la dirección
y fuerza de los vientos.
*) En las zonas extra-tropicales cambios de 20 ó 30 milímetros, que se verifican
bruscamente dentro de pocas horas y sin regularidad, son fenómenos muy frecuentes.
**) Algunos artículos interesantes sobre este tema encontrará también en el «Boletín
del Observatorio astron. de Quito», 1879—1881.
398 METEOROLOGÍA.
Todas las regiones del Ecuador gozan de una estación seca y de otra
húmeda, ó de verano y de invierno, pero el reparto y la fuerza de ellos es
muy distinto. Reteniendo siempre la división natural del país en tres zonas,
la baja oriental, la baja occidental, y la alta intermedia ó la andina, encon-
tramos desde luego la diferencia notable, que en la primera es verano, cuando
en las otras dos es invierno y al revés. El dique de la Cordillera oriental
forma la linea de división. Ademas de las tres zonas principales tenemos
dos angostas é intermedias, en que las estaciones no se hallan bien pronun-
ciadas, y en que llueve casi todo el año. Estas dos zonas intermedias son
los declives inferiores de las Cordilleras hasta la altura de unos 1500 metros,
á ambos lados de los Andes; ellas participan en un grado muy débil del
verano de la zona baja adyacente, pero con tanta mayor fuerza de su in-
vierno. — La causa de que toda la región interandina participa del verano
é invierno de la occidental y no de la oriental, consiste en que la Cor-
dillera oriental es mas alta y mas ancha que la occidental, y no presenta
tantas gargantas como esta. El influjo de la estación oriental se limita á
los páramos altos de la Cordillera real, y se extiende rara vez por los declives
interiores hasta el fondo de los valles; solo en dos brechas grandes, es decir,
en la garganta del río Paute y en la del rio Pastaza, avanza algo mas, como
lo he observado, en la primera hasta el pueblo de Pan, y en la segunda
hasta el de Baños. En este último se puede ver, cómo el clima oriental
lucha con el andino ú occidental, los dos se disputan la preponderancia.
En las regiones amazónicas las estaciones son bastante variables y á
veces opuestas, según se encuentran á mayor ó menor distancia de los
Andes. Asi, por ejemplo, el Brasil desde la boca del rio Negro hacia el Este,
goza de estaciones enteramente distintas, que la hoya del Amazonas desde
dicha boca del rio Negro hasta el pié de los Andes. Las causas de tales
diferencias parecen ser bastante complicadas y todavía no bien aclaradas.*)
En cuanto la región oriental pertenece al Ecuador, podemos decir que se
distinguen dos periodos húmedos (aunque ningún mes quede exento de
lluvias), que están en cierta relación con los solsticios. La estación lluviosa
principal dura desde fines de Febrero hasta mediados de Junio, la mas débil
desde mediados de Octubre hasta principios de Enero. La primera ocasiona
la crecida del Amazonas hasta su estado mas alto, la segunda una crecida
tres veces menor.**) Esta descripción cuadra á las partes mas bajas y mas
cercanas al Marañon y Amazonas, y á los cursos inferiores de los tributarios
grandes. Pero en las hoyas superiores de ellos, y en mayor cercanía de los
**
) (Jriesebach, Dio Yegetation der Erde, II, pág. 370.
) Batos, The Naturalist un thi1 River Amazon.
ESTACIONES. 399
Andes, asi como sobre la Cordillera oriental misma, la distribución de las
estaciones es distinta. Aqui tenemos una sola estación seca ó de verano
desde Noviembre hasta Abril. Esta es la época mas favorable á los natura-
listas, para hacer excursiones á la Cordillera real y á los bosques orientales.
Hablando Villavicencio del clima de Ñapo dice: «Los planos de este país
son tan húmedos como la cordillera, y se puede asegurar, que la época de
las lluvias dura todo el año; no obstante desde Noviembre hasta Abril el
cielo está mas despejado y las lluvias son menos frecuentes». (Geogr. del
Ecuador, pág. 347.) En cuanto a los vientos reinantes, dice el mismo autor:
«En la parte oriental corre el viento N bastante débil, contrariado por los
vientos S, que soplan en invierno; pero sucede con bastante frecuencia que,
bajando á nivel los vientos de levante, toman una fuerza extraordinaria y
forman tempestades de viento, que deríban en su marcha los árboles mas
corpulentos, dejando desmontado un largo callejón, y algunas veces lleván-
dose los ranchos y sembrados que encuentran al paso; este mismo viento
trae las nubes cargadas de agua del Amazonas y de los bosques circun-
vecinos, para precipitarlas en el descenso oriental de los Andes» (1. c. pág.
134). Tales huracanes, como los describe Villavicencio, suceden en la región
occidental con simia rareza; durante los 20 años de mi permanecencia en
el Ecuador he observado uno solo en Marzo de 1877, y según los viejos de
la costa, el fenómeno se repite á lo mas cada 30 ó 40 años.
Muy distintas se manifiestan las dos estaciones del año en el Ecuador
occidental. En general podemos decir, que es verano desde mediados de
Mayo hasta mediados de Diciembre, y el resto del año es invierno, no
obstante que en algunos años la «entrada ó la salida de las aguas», es
decir, el principio de las estaciones, se adelanta ó se retarda algunas semanas.
Se vé, que nuestra estación seca y fresca coincide con el invierno (astro-
nómico) del hemisferio austral, que extiende su acción hasta las partes
meridionales del Ecuador, manifestándose por unas garúas comunmente dé-
biles y mas frecuentes en la cercanía de la costa («garúas de San Juan,
lágrimas de San Pedro»). Este influjo del clima peruano, por decirlo
así, se acentúa en algunas partes de la costa, donde la cercanía de las
montañas favorece la condensación de los vapores tanto, que se puede decir,
que en verano llueve (garúa) mas que en invierno, así por ejemplo, en la
región entre Máchala y Naranjal, en las montañas de Manglar alto, y en
algunas partes de Manabi. Hacia el centro de la región, p. ej. en Guayaquil,
sobre todo en las partes que no tienen una vegetación arbórea demasiado
espesa, como las sabanas y lomas, muy rara vez llueve en verano, aunque
el cielo á veces por semanas quede cubierto de nubes. Pero cuanto mas
nos acercamos al pié de la Cordillera, tanto mas corto es el verano, tanto
400 METEOROLOGÍA.
mas pronto comienza el invierno y tanto mas tarde se retira. Finalmente
en la zona de 300 á 1500 metros de altura apenas se puede hablar de una
estación seca, lo único que se nota es, que en los meses de Junio hasta
Noviembre de dia no llueve con tanta frecuencia, como en los demás, aunque
también en esa época mas seca rara vez pasa una noche sin lluvia ó garúa.
Se puede decir, que el invierno principia en las faldas de la Cordillera y
avanza poco á poco al Oeste hacia la costa, y su retirada se efectúa en
sentido inverso, igualmente despacio. Por esto en la costa (Morro, Chanduy,
St*. Elena, una parte de Manabi) principia el invierno muy tarde (en Febrero)
y se retira después de 6 semanas, en que caen cuatro ó seis aguaceros muy
fuertes y algunas lluvias débiles; hay años en que falta casi por completo.
Véase lo que he dicho mas arriba de la influencia de la corriente antartica
del mar y de su rama, que baña las costas del Ecuador hasta Manabi. *) —
El viento que reina en el litoral durante el verano, es el de S y SO. Regular-
mente empieza á soplar al mediodía y dura hasta las cinco de la mañana
siguiente. Afuera en la costa sopla por la madrugada y las primeras horas
del dia el «terral», un viento débil y contrario al anterior, es decir, de E
a O. — En invierno la dirección de los vientos es contraria; entóneos soplan
de N y NO, cargados de vapores acuosos que se levantan de un mar tibio
y de los bosques espesos del litoral setentrional.**) Pero los vientos del
invierno son mucho mas débiles que los del verano, y los estratos inferiores
de la atmósfera quedan á veces por muchos dias como estancados. Este
estado higrométrico es el que hace el calor del invierno tan molestoso, aunque
de suyo no llega á grados mucho mas altos que en verano. — Huracanes
son casi desconocidos en el Ecuador occidental, sinembargo he alegado mas
arriba una excepción sumamente rara, en el año de 1877. En este caso sus
destrucciones en la vegetación arbórea son tanto mas grandes, cuanto los
árboles no están prevenidos contra un tal acontecimiento, como en otros
*) Villaviceneio tome, que el Ecuador occidental se convierta poco á poco en un
desierto: «De algunos años á esta parte se observa, que en los países litorales va des-
apareciendo lentamente la estación de las lluvias, y de presumir es, que llegará el dia,
en que las costas del Ecuador sean tan secas y estériles, como lo son las del Perú. La
causa de este fenómeno es, sin duda, la variación de la oblicuidad de la elíptica, la cual,
siendo cada dia menor, va haciendo desaparecer poco á poco la diferencia de las esta-
ciones.» (Geogr., pág. 133.) Este temor es infundado, como lo demuestra la experiencia
de los últimos decenios, en que hemos tenido inviernos muy fuertes. La razón alegada
no merece refutación. — Mientras que no cambien las corrientes del mar su curso, se
conservará en la costa ecuatoriana el estado actual respecto á las estaciones.
**) Incomprensible y falsísimo es lo que dice Villaviceneio de estos vientos: «En el
litoral en invierno sopla el viento bóreas. Este es generalmente helado por venir rozán-
dose con las nieves de las alturas (!). Este mismo viento, que viene desde las Antillas (!),
corre en dirección XXO» etc.
ESTACIONES. 401
paises, en que desde su juventud se arraigan mucho mas en la lucha perpetua
con los vientos.
En la mitad setentríonal del litoral, especialmente en la provincia de
Esmeraldas, las estaciones sufren alguna modificación, en cuanto también
durante el verano hay mas humedad y llueve con mas frecuencia. La causa
de esta modificación há de buscarse en el estado del mar, que difiere bastante
en su temperatura del que baña la mitad austral, como lo he demostrado
en otro lugar.
En el litoral la atmósfera está muy cargada de electricidad en tiempo
del invierno, y se desencadenan tempestades muy fuertes. Sinembargo, en
este punto se nota mucha variedad. Hay inviernos en que casi todos los
dias se forma una ó algunas tempestades, con descargas tremendas de rayos
y truenos (como p. ej. en 1888 y 1889), y otros en que faltan completamente
(p. ej. 1890) ó son muy raras (p. ej. 1891).*) Por lo regular la tempestad
se forma desde las cuatro de la tarde y comienza á descargar á las 5 ó G
con aguaceros torrenciales, que duran una ó dos horas; después sigue una
lluvia menos fuerte hasta la mañana siguiente. También cuando no hay
tempestades (con rayos y truenos), es este el tiempo y la marcha de los
aguaceros fuertes, y creo que su formación es la misma, aunque falten las
descargas eléctricas, porque en todo lo demás llevan el carácter de verda-
deras tempestades. En general se puede decir, que no hay tanta regulari-
dad en la marcha de las estaciones, como los libros teóricos las describen
para los paises tropicales, ni hay aquellos aguaceros sin intermisión durante
G meses, que imaginan los extrangeros ó que pintan algunos viajeros poco
concienzudos. Verdad es, que hay años, en que llueve durante algunas
semanas con muy cortas interrupciones (p. ej. 1891), pero estos son casos
excepcionales; mas frecuentes son las excepciones contrarias, que en medio
invierno cesan las lluvias completamente durante algunas semanas. Pero
la regla es, que llueve las mas veces de noche y que los dias son serenos,
ó que á algunos dias lluviosos siguen otros tantos despejados. — Ya he
dicho mas arriba, que la entrada y salida del invierno es irregular, y los
ecuatorianos recordarán el año de 1877, en que el verano duró apenas dos
meses, acabando el invierno muy tarde y entrando de nuevo en el mes de
Setiembre con toda fuerza, de manera que entonces se habló generalmente
de «los tres inviernos seguidos». Así se podría aumentar el número de
*) Siendo muy frecuentes los casos, que el rayo caiga en los edificios (de madera)
de Guayaquil, no conozco ni uno, en que hubiese ocasionado un incendio, mientras que
en Europa esto es casi la regla, siempre que encuentre materias combustibles. Confieso
que no puedo explicarme esta diferencia.
Wolf, Ecuador. 26
402 METEOROLOGÍA.
excepciones, que hacen vacilar la decantada regularidad de las estaciones
tropicales.
Pasando á la región andina, encontramos, no obstante la coincidencia
de las estaciones con las litorales, algunas particularidades que las distin-
guen. Propiamente se debería admitir dos estaciones lluviosas, una larga
y otra corta, y lo mismo un verano grande y otro chico. Pero podemos
también considerar las estaciones cortas como pequeñas interrupciones de
las largas, que de vez en cuando faltan casi completamente; y asi fijamos
el verano desde Junio hasta Noviembre, y el invierno desde el último término
hasta fines de Mayo. La interrupción del verano por el «inviernillo de
Octubre» acaece después del equinoccio de Setiembre, y la interrupción del
invierno por a el veranillo de Natividad» después del solsticio de Diciembre.
Por la mayor variedad de la configuración del terreno y de las circunstan-
cias locales, sufren las estaciones en la sierra mayores y mas frecuentes
excepciones, que en el litoral. Asi se puede decir, que en la región inter-
andina ningún mes es completamente libre de lluvias, y precisamente en
verano se experimentan en las cimas y mesas altas de los Andes fuertes
granizadas y nevadas. Al mismo tiempo se sienten en los lugares, cuya
altura excede de 2800 metros, las temibles heladas, que destruyen á veces
los sembrados tiernos. — Las tempestades que en la sierra se desarollan
comunmente entre la 1 y las 3 de la tarde, son mas frecuentes en verano
que en invierno, y especialmente al tiempo del equinoccio de Setiembre
(«cordonazos de San Francisco»), que corresponde al invierno chico. En
este tiempo según Ulloa:
«Los dias son regularmente apacibles hasta la una ó dos de la tarde,
manteniéndose el cielo alegre, el sol hermoso y toda la atmósfera despejada;
pero desde esta hora empiezan á levantarse vapores, se entolda el cielo con
renegridas nubes, las que se convierten en tempestades furiosas de relám-
pagos, truenos y rayos, que hacen estremecer los cerros vecinos, y por
último, se precipitan las nubes deshaciéndose en tan copiosa lluvia, que las
calles se convierten en ríos, y las plazas en lagunas, no obstante su pen-
diente. Así se suele mantener hasta que, estando el sol inmediato á ter-
minar su carrera, vuelve a serenarse el tiempo y á descubrirse el cielo con
la misma apacibilidad que antes.»
Esta descripción cuadra perfectamente á las tempestades de Quito, pero
el fenómeno se restringe casi á la época indicada, y el proverbio de que
«en Quito llueve trece meses en el año» es muy exagerado, como lo com-
prueban los cuadros sinópticos, que acompañan el «Boletín del Obs. astr.».
Hé aquí un extracto de ellos:
ESTACIONES.
Cantidad de lluvia en Quito.
403
Año:
1878—1879 1 1879-1880
1880—1881
Meses
Cantidad
de
lluvia
Dias
de
lluvia
Tem-
pes-
tades
Cantidad
de
lluvia
Dias
de
lluvia
Tem-
pes-
tades
Cantidad
de
lluvia
Dias
de
lluvia
Tem-
pes-
tades
Oct. . . .
Nov. . .
Dio. . . .
Enero .
Pebr. . .
Marzo .
Abril .
Mayo .
Junio . .
Julio .
Agosto .
Set.. .
m.
0,1356
0,0823
0,0538
0,0943
0,0668
0,0630
0,1945
0,1312
0,0630
0,0328
0,0460
0,0470
11
5
6
18
8
17
28
19
11
7
8
9
8
5
5
10
8
14
21
18
11
4
3
4
m.
0,0881
0,1349
0,0859
0,0694
0,1195
0,1512
0,1138
0,0975
0,0198
0,0066
0,0853
0,0478
18
17
16
11
17
23
22
22
9
5
14
10
16
9
7
8
5
14
17
12
3
3
10
4
m.
0,0878
0,0666
0,0984
0,0698
0,0648
0,1075
19
10
21
12
14
11
16
8
14
7
10
3
Suma .
1,0103
147
111
1,0198
184
108
0,4949
87
58
Este cuadro solo nos instruye de la cantidad de lluvia en Quito, pero
de ningún modo podríamos generalizarlo para todo el país interandino, por-
que las diferencias entre los lugares, á veces muy vecinos, son enormes,
según su posición y los vientos reinantes.
Asi como se interrumpe el verano por el inviernillo de Octubre, también
el invierno cesa con sus rigores por algunas semanas á fines de Diciembre.
Esta época del veranillo del Niño es sin duda el tiempo mas hermoso en la
sierra, porque la vegetación se ha desarrollado con vigor con las lluvias
precedentes desde Octubre, y la temperatura es entonces mas suave y mas
igual; es el Mayo ó mes de flores para las hoyas interandinas.
Se dice, que los vientos dominantes del callejón interandino, entre 2000
y 3000 metros de altura, soplan del Sur. Según Villavicencio la dirección
seria algunas veces en invierno la contraria. Pero de los cuadros sinópticos
del Boletín del Observatorio astronómico se deduce otra ley, á lo menos
para la hoya de Quito. Por la mañana sopla el viento sin excepción alguna
de S á N, y por la tarde casi con la misma regularidad de N á S, ó (mas
veces) de NE á SO. Durante la noche reina mayor irregularidad. — En
los lugares de posiciones excepcionales, especialmente cuando se hallan en
las inmediaciones de los páramos, de nevados, ó de las gargantas profundas
de la Cordillera, los vientos y sus cambios son distintos, pero no podemos
entrar en la descripción de los casos particulares.
Lo mismo debo advertir, que en la región alta (sobre 3500 m.) de los
páramos y nevados los vientos obedecen á otras leyes que en el callejón
26*
404 METEOROLOGÍA.
interandino. En la Cordillera oriental están bajo el influjo de las corrientes
de levante (vientos alisios), y en la occidental bajo el influjo de las cor-
rientes de poniente. Pero la formación de lluvia y granizo, y en general
todo el clima del páramo depende de circunstancias locales particulares, que
describe muy bien el Señor Doctor A. Stübel.*) «El carácter fundamental
del páramo consiste en la rigidez é inconstancia del clima, especialmente
en la alternativa brusca y frecuente de los extremos. — Aunque la palabra
c páramo» tiene un significado topográfico, el pueblo también la toma en
sentido metafórico para expresar el estado meteorológico muy singular, que
caracteriza aquella zona alta. Si el serrano dice «el tiempo está parameando»,
debemos imaginarnos un tiempo que corresponde mas ó menos al Abril de
la Europa central, pero de la peor clase, cuando en cortos intervalos y bajo
la vislumbre de momentáneos rayos solares la lluvia, la nieve ó el granizo
se precipitan agitados por un viento furioso. — En particular se entiende
con la palabra «paramear» una formación especifica de la niebla. Sentado
sobre el páramo se vé con frecuencia el paisaje al rededor como envuelto
en un velo uniforme de neblina, pero de transparencia suficiente, para
distinguir al través los contornos de las montañas, especialmente de sus
partes superiores, á distancias considerables. Se presentan entonces todos
los objetos, también los menos lejanos, como peñascos, animales, arbustos,
con un aumento fantástico; el viento mas fuerte no es capaz de romper la
tela de la neblina, que en apariencia queda inmóvil. — Esta inmovilidad
de la niebla se explica de su origen. Pues no consta de nubes, que el
viento hubiese traído de lejos, al contrario se forma in hco, dentro de la
zona misma del páramo. Se verifica una segregación de la humedad en
forma de burbujitas, ocasionada por la equilibracion de la temperatura de
los vientos dominantes. Esta reproducción de las burbujitas continúa sin
interrupción, mientras que al mismo tiempo y en la misma razón se disuel-
ven las masas de la niebla hacia su periferia. Este fenómeno local se ob-
serva con preferencia en los meses, en que el cielo sobre las hoyas bajas
queda las mas veces despejado, es decir en tiempo de verano. Desde puntos
mas bajos se puede observar con frecuencia este juego de la formación y
disolución de la niebla, la ondulación de las nieblas, iluminadas por el sol,
sobre el lomo de las Cordilleras bajo el influjo del viento. Pero muchas veces
sucede, que algunas partes de la niebla, separadas y agitadas por el viento,
descienden por las laderas de las montañas hasta las llanuras anchas del valle.
Estas lloviznas, acompañadas del sol mas espléndido, se llaman ,paramitos'.»
— «También en otras épocas del año las lomas de las Cordilleras y sus
*) «Skizzen aus Kciindor», piig. 2S.
CLIMA ANDINO.
405
cumbres altas quedan comunmente tapadas ; pero entonces la cubierta consta
mas bien de nubes verdaderas, las cuales acumuladas espesamente parecen
descansar sobre las montañas, sitiándolas, por decirlo asi, con obstinacia, ó
volteándose lajeramente alrededor de ellas.»
En verano el ascenso á los páramos y nevados no carece de peligro.
«Entonces el viento aumenta su fuerza muchas veces hasta el grado del
huracán, de manera que la paja silbando se dobla al suelo y parece expuesta
á ser arrancada. En vano se busca abrigo en un hondón ó atrás de una
peña, pues el viento parece soplar y rabiar de todas direcciones, sin mitigar
su furia por un momento. El termómetro señala talvez todavía algunos
grados sobre cero. Sinembargo, la sensación del frío, ocasionada por este
viento en unión de la humedad de la niebla, es tan fuerte que penetra hasta
la médula de los huesos, y debilita la energía de la voluntad. Para aumen-
tar su tormento, el viajero en tales circunstancias debe renunciar al calor
del fuego y al abrigo del toldo.»
El límite de la nieve perpetua no se halla en todos los nevados del
Ecuador en la misma altura, porque no depende únicamente de la elevación
de un lugar sobre el nivel del mar y de su latitud geográfica, sino también
de circunstancias locales, especialmente de la sequedad del clima. Esto es
tan seguro, que la linea de nieve varia en un mismo cerro, según la posición
del lado al E, O, N ó S. En Perú y Bolivia, donde por la mayor latitud
podríamos esperar, que la linea de nieve se halle mas baja, que en el Ecua-
dor, la encontramos al contrario en mayores alturas, en consecuencia del
clima árido de esas altiplanicies. Esta linea corresponde siempre á la altura,
en que la cantidad de nieve que cae anualmente, se equilibra con la que
en el mismo tiempo se disuelve en gotas ó vapores. Así se comprende, que
su altura no depende únicamente de la temperatura media, sino también de
la sequedad del aire.
Si desatendemos algunos puntos aislados y muy reducidos sobre las
crestas mas altas de la Cordillera oriental, en que se conserva la nieve du-
rante todo el año, contamos en el Ecuador 16 cerros nevados:
En la Cordillera occidental:
AUur a:
Chiles 4780 mct.
Cotaeachi .... 4966 „
Corazón 4816 „
Iliniza 5305 „
Carihuairazo . . . 5106
Chimborazo . . . 6310
?j
55
En la Cordillera oriental:
Altura :
Cayambc 5840 met.
Saraurcu 4725
Antisana 5756
Sincholagua ... 4988
Cotopaxi 5943
Quilindaña .... 4919
Cerro hermoso. . . 4576
Tunguragua. . . . 5087
Altar 5404
Sangay 5323
55
55
55
55
55
55
55
55
406 METEOEOLOGÍA.
Con excepción del Saraurcu y del Cerro hermoso, todos son volcanes
activos ó extinguidos; y de todos, con excepción del Sangay, tenemos ob-
servaciones respecto á la altura de la linea de la nieve perpetua, gracias á los
trabajos improbos de los doctores Reiss y Stübel.*) También Ulloa, Bouguer,
Humboldt, Boussingault y Wagner se han ocupado con el tema, pero sus ob-
servaciones se limitaron á pocos cerros, y por esto los resultados generales
que sacan de ellas, difieren bastante; generalmente colocan la linea dema-
siado alta. Si de las observaciones de Reiss y Stübel sacamos los términos
medios, encontramos para el limite de la nieve perpetua en la Cordillera occi-
dental la altura de 4742 mct. (14 localidades), y en la Cordillera oriental la
de 45(54 met. (19 localidades), lo que daría en general 4653 metros.**)
Do la linea de la nieve perpetua debemos distinguir la otra, á que dc-
cienden las heleros de los nevados. Ellas son un fenómeno local, y bajan
por su movimiento particular á regiones que quedan muy inferiores á la
cubierta general de nieve. Asi por ejemplo, en el Antisana la nieve eterna
comienza con 4700 metros, pero la helera de su cráter baja á 4216 metros.
Las once heleras observadas en la Cordillera occidental, bajan en término
medio á 4542 met., y las nueve, medidas en la Cordillera oriental, á 4295 met.
(la que baja mas de todas, es una del Cayambe, llegando á 4134 met.,
después sigue la del Saraurcu, cuyo pié se halla en 4176 metros).
De las cifras indicadas se deduce, que tanto la linea de la nieve per-
petua, cuanto la de las heleras sube en la Cordillera occidental mucho mas
que en la oriental, y en la última observamos las bajas mas fuertes en los
cerros, que están muy expuestos al clima húmedo, como en el Cerro her-
moso y en el Saraurcu. En el primero baja la linea de nieve á 4242 y en
el segundo á 4364 metros. La linea de nieve mas alta encontramos en el
Chimborazo, cuyo clima es muy seco; se halla entre 4800 y 5000 metros.
El influjo del clima húmedo se manifiesta también por el hecho, que general-
mente la linea sube en el lado del cerro, que mira al callejón interandino
(seco), y baja en el lado opuesto que cae hacia los declives exteriores (húme-
dos) de los Andes; asi p. ej. en el Cotopaxi sube en el lado oeste á 4700 y
en el lado este solo á 4500 metros.
Hasta aqui hemos tratado de los componentes principales del clima ó
*) Do los «lomas voléanos altos del Ecuador, el Pichincha, el Kumiñahui ty el Im-
habura conservan la nieve solo algunos meses del año.
**) G. Schwarze calculó en mi trabajo «Dio Firngrenzo in Anierika» (Wissenschaf'tl.
dahresberieht d. Ver. 1*. Krdk. z. Leipzig, 1NÍN)| la altura de la linea de la nieve perpetua
en el Ecuador en 1750 metros. Pero él mezcló con las alturas de Koiss y Stübel, tam-
bién las de los observadores antiguos, 411c en general son exageradas, como ya he dicho.
CLIMA OCCIDENTAL. 407
de los climas ecuatorianos; resta decir algunas palabras de la acción, que
los agentes ejercen en su conjunto sobre el hombre. No hay duda, que
lodos los climas del Ecuador son buenos y los mejores que pueden imagi-
narse para los organismos indígenas del pais, por la ley de acomodación,
ó, como dirán otros, porque ellos son creados expresamente para estos climas.
Pero aquí preguntamos, si estos mismos climas son también favorables á la
existencia de los hombres, sobre todo de los, que habiendo nacido y adole-
cido en otros países, deben acomodarse á las nuevas condiciones climato-
lógicas. — Si abstraemos del clima inhospitalario de los páramos altos, que
en efecto, aunque no puede llamarse malsano, es muy desagradable, y no
conviene al hombre en circunstancias normales, en que busca cierta como-
didad, caen en tela de juicio el clima del pais interandino y el de las re-
giones bajas, especialmente de las occidentales.
Es muy difícil escribir sobre este tema con pura objetividad é impar-
cialidad, porque en el juzgamiento del clima influye involuntariamente la
constitución corporal del observador: á uno puede parecer insoportable el
calor ó el frío, que al otro parece nada desagradable; uno sufre por la hume-
dad, otro mas bien por la sequedad de la atmósfera; y hasta el bienestar
intelectual y la disposición moral influye en nuestro juicio: uno está incli-
nado á celebrar hasta el clima del lugar, en que nació y vive contento,
cuyos moradores le agradan, en que marchan bien sus negocios ó estu-
dios etc.; al contrarío, una enfermedad tal vez del todo independiente del
clima, la falta de amigos, ó el fracazo de un negocio, á veces basta para
detestar el mejor clima del mundo. — Si hojeamos los libros de los via-
jeros, que han visitado el Ecuador, encontramos respecto al clima las opi-
niones mas variadas y contradictorias. Pero los viajantes pasajeros, que
demasiadas veces dejan dominarse por impresiones momentáneas, no son
jueces competentes en la materia. El clima de Guayaquil, por ejemplo, se
conoce en Europa casi exclusivamente por la relación de tales viajeros, que
llegan de paises frescos, talvez en medio invierno, ya prevenidos por la
mala fama, de que goza esta ciudad inmerecidamente, pasan una ó dos
noches con la plaga de los mosquitos en un cuarto sucio de una casa po-
sada, huyen cuanto antes á la sierra ó á otros paises, y escriben, que Guaya-
quil es un infierno. Hacen un viaje rápido á la sierra, encuentran por
casualidad los caminos secos y buenos, gozan del mejor tiempo y de vistas
magníficas, son bien recibidos por sus amigos en Quito, y hacen una excur-
sión á Chillo ó á Guápulo, y ya está comprobado, que el clima de la sierra
es el mejor del mundo, Quito es un paraíso terrenal, los jardines hespérides
no valen un comino en comparación de esta «primavera eterna». Si uno que
otro encuentra algunos aperos» en este clima, no se atreve á manifestarlos,
408 METEOROLOGÍA.
ó se le hace callar, porque liumholdt, «el gran Humboldt» lo ha celebrado
\*Magistcr cfaríí»! Sinembargo, no fallan viajeros que manifestaron con
franqueza una opinión contraria; asi Ulloa en el siglo pasado, el Barón
de Thielmann en el nuestro, y algunos mas, que no se hallaban nada edifica-
dos por el clima de Quito. También en los escritores nacionales, que en
su mayor parte son hijos de la sierra, se encuentra una preocupación en
favor del clima andino y en mengua del del litoral. Celebrar el clima de
Quito y difamar el de Guayaquil llegó á ser de moda. Creo, que ni Quilo
es un paraíso, ni Guayaquil un infierno, y vamos á proceder con la impar-
cialidad posible. He vivido 4 años en Quito y 16 en Guayaquil, y he hecho
muchísimos viajes en todas las zonas y regiones de la República, de manera
que puedo hablar con mas experiencia, que la mayor parte de los viajeros
y aun de los ecuatorianos mismos; ademas no tengo el menor motivo de
preferir una región á otra; todas están ahora lejos de mi, y á todas conservo
un recuerdo grato.
Ante todo siempre debemos tener presente en nuestras apreciaciones
que se trata de un país y clima intertropical; compararlo con el de países
extra- tropicales es inútil y conduce á conclusiones erróneas. Asi p. ej. seria
del todo falso, comparar las ciudades del interior con las de Norteamérica
ó de Europa, que tengan la misma temperatura media, p. ej. Quito y Cuenca
con Constantinopla y Marsella. De este modo coincidiría también el clima
de nuestros páramos (8o á 9o) con los de las ciudades mas hermosas y de
las regiones vinícolas de la Europa central, y el del hato del Antisana con
el de Cristiania, que en verano señala la temperatura media de 15,6° C.
Palermo en Sicilia tiene la temperatura media de Baños (Tunguragua), pero
en Diciembre la de Quito y en Agosto la de Guayaquil. La constancia ó
la muy pequeña variación de la temperatura media de todos los meses
caracteriza precisamente el clima tropical, sea en el litoral, sea en las ma-
yores alturas.
No hay clima que no tenga sus inconvenientes. Algunos de estos vicios
son inherentes á todos los climas extra- tropicales y otros á todos los tro-
picales en conjunto; no se puede eliminarlos, y llamamos buenos aquellos
climas, que presentan el menor numero ó el menor grado de esos incon-
venientes propios de su clase. — Si consideramos la cuestión bajo este
punto de vista, y debemos considerarla asi, entonces podemos decir sin
exageración, i\\\r habrá pocos países trópicos en el mundo, que tengan un clima
tan bueno y sano como el Ecuador; y nótese» bien, que extiendo mi aserción
también al litoral ecuatoriano. Puntos malsanos hay muy pocos en com-
paración con la inmensa extensión del territorio, y ellos se hallan tanto en
el litoral como en el interior.
CLIMA OCCIDENTAL. 409
Si comenzamos la revista con la costa, encontramos allá un clima muy
sano, fresco y agradable, mitigado por la mar, y en los pueblos costaneros
las enfermedades talvez son mas raras, que en los mejores lugares de la
sierra. La longevidad es un fenómeno ordinario y la regla. Y esto vale
no solamente para las regiones muy secas, como Puna, Chanduy, Morro,
St*. Elena, Colonche, Manta y otros pueblos de Manabi, que son tan sanas
como las costas peruanas, sino también para regiones mas húmedas y ca-
lientes, como la desde Máchala á Naranjal, la de Manglar alto, y la provincia
de Esmeraldas, como lo he comprobado en mi Memoria sobre la última. Es
verdad que en algunas localidades húmedas, p. ej. en el valle del río Es-
meraldas, no faltan calenturas y fiebres intermitentes, pero no suelen ser de
un carácter pernicioso, ni son endémicas. La humedad de suyo no empeora
el estado sanitario, porque allí las aguas no quedan estancadas, ni expuestas
á los rayos abrasadores del sol, que produzcan miasmas mortíferos y con-
viertan los pantanos en focos de infección. El invierno en la costa influye
poco ó nada en el estado sanitario de la población. He observado, que los
manglares y los pantanos de agua marina atrás de ellos ó á lo largo del
mar, no ejercen un influjo malo en la salubridad del clima.
Avanzando de la costa hacia el Este, llegamos á las llanuras centrales
de la región litoral, y en primer lugar á Guayaquil y el sistema fluvial del
Guayas. En toda la estación seca el clima, no obstante una temperatura
mas alta que en la costa, es bueno y sano y hasta agradable. La mortandad
no es mayor que en la sierra ó en los paises extra-tropicales. Las listas de
los entierros mensuales no prueban nada respecto á la mortandad entre los
habitantes regulares de Guayaquil; porque una cuota muy fuerte toca á los
transeúntes que llegan ya enfermos á la ciudad, y otra cuota no menos con-
siderable á la gente del campo, que comunmente viene á la ciudad en busca
del médico, cuando ya está desahuciada. — En el invierno se cambia muy
poco el estado sanitario en el campo y en los pueblos pequeños, solo en las
ciudades y en pueblos grandes, sobre todo en los de tránsito (Bodegas,
Yaguachi), se observa un aumento de las enfermedades, circunstancia que
comprueba, que la causa principal de ellas no há de buscarse en el clima
mismo, sino en el estado particular en que se hallan estas localidades, y en
el modo de vivir en ellas. Concedo, que el calor y en algunos puntos la
abundancia de mosquitos en invierno no hacen agradable el clima, pero esta
molestia de suya no lo hace malo y malsano, como tampoco no lo hace el
frío desagradable de Mocha y demás pueblos paramales con sus pulgas y
oíros insectitos mas asquerosos (en la gente baja). En el campo las inunda-
ciones del invierno y la existencia de los pantanos, pozas y tembladeras
extensas durante todo el año, no hacen el clima mortífero, ni siquera
410 METEOROLOGÍA.
malsano, con la evaporación del agua; pero en Guayaquil y en los pueblos
se forman por el descuido del hombre los charcos mas inmundos, llenos de
sustancias vegetales y animales pútridas, que exhalan olores y miasmas
pestíferos. El que en invierno ha visitado los afueras de aquella ciudad y
sus calles algo apartadas, se admirará que no muera mas gente, ó que al-
gunos puedan quedar vivos en medio de estos muladares; solo se puede
atribuirlo á la bondad del clima. Se explica, que á la entrada y á la salida
del invierno las enfermedades son mas frecuentes, porque entonces aquellos
charcos inmundos son mas espesos y la evaporación miasmática mas enérgica.
Cuando una inundación diluvial limpia algún tanto las calles, y los agua-
ceros torrenciales diluyen las masas inmundas tanto, que prevalece la eva-
poración puramente acuosa, las enfermedades se disminuyen ó cesan; de
consiguiente no es la humedad sino el desaseo, lo que hace el clima malsano.
A esto se agrega, que el desaseo se introduce también en las casas parti-
culares, especialmente en los patios y en las habitaciones de la plebe. Ade-
mas existe el mayor descuido en la observación de las reglas higiéncias mas
triviales, que exige un clima tropical y muy caliente. Sobre todo la gente
pobre del interior, que abunda en Guayaquil, creen que en este lugar pueden
seguir impunamente las mismas costumbres que en la sierra, y es natural
que las enfermedades se ceben con preferencia en ellos. Pero en lugar de
acusar su propio desduido, se atribuye todos los males al clima. Este nunca
se acomodará á los caprichos del hombre, el hombre debe acomodarse al
clima; asi es en todo el mundo. Lo que he dicho de Guayaquil, vale de
Bodegas y otras poblaciones grandes en circunstancias iguales. Estoy intima-
mente convencido, de que Guayaquil con la empedracion y canalización de
sus calles, y con la observancia de un sistema higiénico racional, podría ser
una de las ciudades mas sanas de los paises intertropicales. El principio
está hecho, y en los últimos dos decenios la ciudad ha progresado mucho en
este sentido. La mayor parte queda por hacer, pero no hay que desmayar, y
solo cuando la obra se concluya, Guayaquil será también respecto de su
estado higiénico lo que pretenden sus poetas, «la perla del Pacifico», y
gozará de un clima tan bueno y sano, como cuando constaba de pocas ca-
suchas en las faldas del cerro de St*. Ana.
Aun en el estado actual, que muchísimo deja de desear, Guayaquil no
es tan malsano como se cree generalmente. El número del enfermedades
es menor que en las ciudades de Europa, y varias, que en estas son muy
frecuentes, faltan en el Ecuador, ó son sumamente raras. Unas pocas, propias
á todos los paises tropicales, nunca podremos eliminar, y el que por miedo
de ellas no se atreve á venir á Guayaquil, no podría visitar ningún pais
tropical. La fiebre amarilla, la enfermedad mas temible, ó á lo menos la
CLIMA OCCIDENTAL. 411
mas temida, no es endémica en el Ecuador según mi opinión. Se puede
decir que es limitada á la ciudad de Guayaquil, y aqui, cuando se manifestó
de vez en cuando con mayor fuerza, casi siempre se pudo demostrar su
inmigración del lado norte (de Panamá). No se engendra jamas en el campo,
ó en los pueblos, ni en la mayor cercanía de Guayaquil ; cuando uno muere
en el campo de liebre amarilla, con seguridad se podrá demostrar, que la
ha traido de la ciudad, y la enfermedad no se propaga. Solo cuando en-
cuentra un campo muy favorable, como p. cj. en Bodegas entro la gente
serraniega, se sostiene algunas veces por poco tiempo. En Guayaquil mismo
hubo años, en que no se contaba ni un solo caso de fiebre amarilla, y es
casi seguro, que no reaparecería, si no fuese importada siempre de nuevo.
Un sistema mas severo de cuarentena y mejoras higiénicas locales sustaerán
á este enemigo mas y mas el campo de operación. Por lo demás, los estragos
que esta enfermedad hace en Guayaquil, exceptuando una ó dos épocas
históricas, no son comparables ni de lejos con los, que el cólera morbus y
otras epidemias hacen en las grandes ciudades de Europa, que no obstante
esto, gozan de un buen clima. — En general se puede decir, y la experiencia
lo demuestra, que los extranjeros (y mucho mas los hijos del pais mismo)
en Guayaquil no corren mas riesgo por su vida y salud, que en cualquier
otro pais, con tal que lleven una vida arreglada y acomodada á las circun-
stancias del clima tropical. Siempre me he admirado del gran número de
personas, que pasan el año 90 de su vida, y creo que es mayor que en las
ciudades de Europa, en proporción con el número de habitantes.
Se dice, que el clima del litoral (especialmente de Guayaquil) conduce
á la languidez y pereza corporal y mental, que impide un trabajo formal.
Esta es otra preocupación que no tiene apoyo en la experiencia. Es verdad
que los recien llegados sufren con el calor, y les parece que no podrían
aguantar el trabajo por mucho tiempo. Pero esto se cambia pronto con la
aclimatación y la costumbre. El hecho es, que el pueblo de Guayaquil es
tan robusto como el de cualquiera ciudad de la sierra, pero mas trabajador.
Muchas veces he visto y oido que los interioranos, que por primera vez
visitan Guayaquil, se admiran de la gran actividad, que aqui se despliega
por todas partes, no solamente en el pueblo bajo, sino también entre las
clases superiores, especialmente en el comercio, que exige un trabajo inte-
lectual improbo. En ninguna ciudad del Ecuador se trabaja tanto, como en
Guayaquil, y si del número de flojos y ociosos se pudiera inducir un clima
malo, este debería hallarse en la sierra y no en Guayaquil.
Me he detenido un poco en la vindicación del clima de Guayaquil, porque
me parece muy injusta la mala fama, de que goza, no solamente en el extran-
gero, sino también en el interior de la República misma. Sin desconocer sus
412 METEOROLOGÍA .
desventajas — ¿y qué clima no Meno las suyas? — he buscado reducirlas á
la medida justa, guiado por una experiencia larga. Es de sentir, que en el
Ecuador no tenemos datos estatis ticos seguros sobre las enfermedades y la
mortandad en las diferentes ciudades del pais (á lo menos no se encuentran
publicados); un estudio estadístico confirmará en algún tiempo mis aserciones.
Estoy lejos de creer ó afirmar, que en el Ecuador no haya localidades
con un clima malsano y de suyo peligroso para la existencia del hombre.
Estas localidades encuentro especialmente en la zona húmeda, que se extiende
al pié de la Cordillera y en sus faldas inferiores entre 200 y 1000 metros
de altura, poco mas ó menos. Esta región es casi despoblada; solo en los
valles, por donde suben los caminos del litoral á la sierra, se hallan algunas
viviendas y trapiches. Todo está cubierto de una vegetación gigantesca y
espesa, pocos son los dias del año, en que no llueva, á lo menos de noche,
la humedad es excesiva, rara vez penetra un rayo solar en la oscuridad del
bosque, mas rara vez mueve un viento débil la atmósfera estancada y caliente.
Este clima enerva pronto el cuerpo y el espíritu, y la mayor parte de los
hombres que están obligados á vivir mucho tiempo en esta región, se parecen
á esqueletos caminantes, consumidos por la disenteria, fiebre, languidez é
indolencia. Aquí la naturaleza con una mano brinda sus dones mas ricos,
y con la otra quita la sulud y la vida. Puede ser, que por el desmonte en
gran escala se mejoren con el tiempo las condiciones climatológicas (algún
cambio favorable se cree haber observado por esta causa en la estación
ferrocarrilera de Puente de Chimbo); pero entre tanto estos valles profundos
pertenecen á los lugares mas malsanos del pais. Se engendran con facilidad
la disenteria, las fiebres intermitentes de mal carácter, la fiebre perniciosa,
la ictericia, la hepatitis, y otras enfermedades, sobre todo en los individuos
que se suyo están predispuestos á ellas.
Una vez que hablamos de los climas malos, nombremos también los del
pais interandino. Allá las localidades malsanas son muy raras y se limitan
casi á algunos valles profundos de un clima seco y ardiente. Los mas
conocidos y temidos son los valles de Catamayo (Prov. Loja), de YunguiUa
(Prov. Azuay), de Guállabamba (Prov. Pichincha) y de Chota (Prov. Imbabura).
Su altura se halla entre 1200 y 2000 metros y su temperatura media entre
17° y 20° C. Los caracteres comunes consisten en la sequedad de la atmós-
fera y en la aridez del suelo, en cuya consecuencia la vegetación es escasa
y la arbórea falta (con excepción de los pocos árboles cultivados). Las
llanuras arenosas, y mucho mas las laderas desnudas y cascajosas de las
montañas circunvecinas, se calientan de dia bajo los rayos de un sol abra-
sador tanto, que el termómetro sube (en la sombra) á 28° y 30° C, mientras
que de noche puede bajar á 0° ó 7o C. — Aunque el cambio brusco de la
CLIMA INTERANDINO. 413
temperatura puede contribuir algo á la insalubridad de estos valles, sinem-
bargo, me parece que no será la única causa; la verdadera no se ha aclarado
todavía, y seria un objeto digno de estudios serios para los médicos del pais.
Ni los blancos ni los indios resisten por mucho tiempo á los continuos
ataques de las calenturas y fiebres malignas, que son endémicas en estos
valles; y aun los habitantes negros ó mulatos, que son peones de las
haciendas, sufren inmensamente bajo la influencia perniciosa del clima. Las
personas algo predispuestas á veces vuelven con calenturas muy obstinaces,
después de haber pasado una sola noche en uno de esos valles, y aun después
de haberlo cruzado en un viaje rápido. El viajero, que debe pasar por estas
localidades ó demorarse algunos días en ellas, hará bien de usar de la
quinina como remedio preventivo. Según mi propia experiencia es un preser-
vativo excelente, tomado en muy pequeñas cantidades que son inofensivas
(una pildora cada mañana); pues una vez inficionado de la fiebre terciana
ú otra, tendría que tragar la quinina en cantidades enormes, sin estar seguro
de curarse dentro de algunos meses.
Fuera de los valles nombrados y algunos mas, que participan del carácter
y de la insalubridad de ellos, pero en menor grado, el resto del pais inter-
andino goza de un clima muy sano y en muchos puntos también agradable.
No hay enfermedades propias á esta región*), y las comunes de todos los
paises rara vez toman el carácter epidémico (con excepción talvez de la
viruela). Las fiebres propias á los paises calientes son sumamente raras, y
la tisis en todas sus formas falta completamente. La sierra sirve de curatorio
á los tísicos de la costa, pero solo cuando la enfermedad se halla en su
primer estado, hay esperanza de una curación completa; al contrario, cuando
está muy avanzada, los enfermos mueren tanto mas pronto en el aire atenuado
de la sierra, á veces ya en el camino. Las enfermedades mas frecuentes,
que están en alguna conexión con el clima, son los resfríos, flucciones, ca-
tarros, reumatismos, y ellas, en unión con el frió muy sensible de noche y por
la madrugada, hacen el clima desagradable en los lugares, cuya temperatura
media baja de 15° C, sobre todo para los que llevan una vida sedentaria.
Puede ser, que los que han nacido ó permanecido muchos años en Quito,
Riobamba, Cuenca, ú otros pueblos de una temperatura media de 13° á 14° C,
encuentren su temperamento agradable — la costumbre hace mucho, como
lo vemos también en paises calientes — , pero la mayor parte de los viajeros
y conocedores de la sierra, serán de otra opinión. En el Ecuador el clima
*) La enfermedad mas tremenda é incurable, que en los pueblos de la sierra se
encuentra con alguna frecuencia, es la lepra ó elefancía; pero se propaga únicamente
por el contagio y no tiene su origen en el clima, aunque este podria talvez favorecer su
desarrollo.
414 METEOROLOGÍA.
debe tener la temperatura de 1GG á 18° C. para ser agradable (no hablo ahora
de la salubridad, sino de las sensaciones agradables). Lugares que gozan
de este clima suave y verdaderamente delicioso, son, por ejemplo, I barra,
algunos puntos en los valles de Tumbaco y Chillo, Baños (al pié del Tungu-
ragua), el valle de Gualaceo, Paute, Loja, Malaca tos y otros hacia el limite
superior del guineo y de las palmas.
Muchos celebran como una ventaja especial del clima interandino su
constancia é in variabilidad, la « primavera eterna*. También con esta moda
no puedo conformarme. Lo eterno no cuadra á las cosas temporales; el
hombre, mientras que demora en esta tierra, busca la variedad y el cambio,
y se cansa y se fastidia pronto de todo lo que nunca se acaba. Parece
que los escritores que celebran la primavera (ú otoño, según Hassaurek)
«eterna», nunca han experimentado las delicias inherentes al cambio de
las 4 estaciones. Para mi el clima de la sierra seria mucho mas agradable,
si no fuese tan sumamente monótono. Pero — *de gustibus non est dispu-
tandum!»
Concluyamos repitiendo el principio de este párafo y diciendo, que el
clima de todo el Ecuador es para un clima tropical muy bueno y sano, con
excepción de pocas y restringidas localidades.
PARTE IV.
GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA.
Asunto de la historia natural es, describir las plantas y los animales
de un pais sistemáticamente, en obras especiales, que se llaman floras y
fuunas. El Ecuador no posee todavía tales obras descriptivas, que diesen ú
conocer las grandes riquezas, que encierra su territorio en los reinos vegetal
y animal, y pasará mucho tiempo, hasta que se pueda escribirlas de un modo
algo completo. Esto es un inconveniente grande para la geografía botánica
y zoológica, que supone esas obras ó el conocimiento de la flora y fauna,
y se ocupa solamente con la distribución de las plantas y de los animales
en las diferentes regiones de un pais. Sinembargo, por mas incompleto que
sea en sus detalles el material botánico y zoológico, que está á nuestra dis-
posición, siempre es suficiente, para trazar á grandes rasgos el cuadro de
la creación orgánica del Ecuador.
Capítulo I.
La Vegetación del Ecuador.
Es muy natural, que un país, que se extiende sobre pocos grados de
latitud á ambos lados de la linea equinoccial, presente en su vegetación un
carácter esencialmente tropical. Cuando se dice, que el Ecuador posee todas
las zonas vegetales del mundo, esta aserción se debe tomar acum grano
salís» y bajo reserva; pues, aun en las regiones mas altas, cercanas á la
nieve perpetua, en donde la vegetación tiene un aspecto hiemal y casi boreal,
las formas y tipos principales que componen la flora, siempre se acercan mas
á la flora subtrópica que á la ártica; una cierta semejanza con la última es
exterior y superficial, y la interior se manifiesta solo en pocas formas.
Las divisiones y subdivisiones de la vegetación se puede hacer bajo tres
puntos de vista: Io según reinos ó provincias geográficas (asi se habla de una
flora de la Europa central, de la Sudamérica tropical, de Australia, de una
flora antartica etc.); 2o según las formaciones fisonómicas fpor ejemplo, flora
de las sabanas, flora de los bosques siempre verdes, flora de los páramos etc.);
»>° según los grupos naturales de las plantas (por ejemplo, grupo de las Palmas,
de las Coniferas, de las plantas mirtáceas, lauríneas etc.).
Bajo la vista geográfica el Ecuador pertenece á dos reinos floristicos,
al de la Sudamérica tropical, que se extiende al través del Continente, desde
mas allá del istmo de Panamá, hasta el grado 32 de Latitud sur, poco mas
ó menos (en el lado del atlántico), y al reino subtrópico de los Andes, ó á
la flora andina, que se puede unir con la flora subtropical de la Sudamérica
austral. En el Ecuador el segundo reino se halla como una isla, rodeada
del primero, en las alturas que exceden de 2O0O metros. Desde Túmbez al
Sur, la flora tropical (en el sentido de un reino especial) se halla solo á
las vertientes orientales de la Cordillera de los Andes, las occidentales
pertenecen por todo el Perú á la flora subtrópica austral y á la andina.
Los reinos se dividen en provincias. El reino tropical se divide en el
Ecuador en la provincia occidental, cuya flora es esencialmente la misma
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VEGETACIÓN AL PIÉ DE LA CORDILLERA.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 417
que la del istmo de Panamá y del Chocó, y se extiende hasta Túmbez, y
en la provincia oriental ó amazónica, cuya flora participa en mucho con la
del Brasil (la «Hylaea» de Humboldt). — Entre estas dos provincias grandes
y bajas se extienden longitudinalmente los Andes, con la flora subtropical
en sus faldas y la andina en sus montañas altas, formando dos provincias
del segundo reino.
La división geográfica que precede, tiene su valor especialmente para el
botánico de profesión y para consideraciones teóricas; pero para nuestro
objeto mas práctico, es preferible una división según las formaciones fiso-
nómicas, y ella sirve también de base á la a Carta de vegetación» que
acompaña esta obra. He distinguido cinco regiones ó zonas principales:
Io la región árida de la costa, en que la mayor parte de los árboles pierde
sus hojas durante la estación del verano (de sequia); 2 o la región húmeda
de las montañas bajas y del litoral, en que la mayor parte de los árboles
conserva sus hojas durante todo el año, aunque existe una estación seca,
pero no tan larga ni tan escasa de agua, como en la región primera; 3o la
región de los bosques siempre húmedos y siempre verdes en las faldas exteriores
de las Cordilleras altas, desde sus pies hasta el limite de la vegetación
arbórea. Esta zona se compone en las partes inferiores de una flora tropical,
y en las superiores de la subtropical, pasando poco á poco á la andina;
4o la región interandina de los cereales, que ocupa las hoyas interandinas,
y cuya flora primitiva subandina y subtropical, se halla muy alterada y
en parte destruida por la acción del hombre; 5o la región andina ó de los
páramos, que se extiende desde el límite de la vegetación arbórea hasta él
de la nieve perpetua, y cuya flora consta con preferencia de formas andinas.
— Encima de la región de los páramos sigue todavía otra, muy circunscrita
y limitada á los nevados de la Cordillera, que ya no contamos entre las
zonas de vejetacion, porque carece de ella; es la región de la nieve eterna. —
Parece casi supérfluo advertir, que ninguna de las zonas indicadas pasa
repentinamente á la siguiente, sino que el cambio de la flora se verifica
poco á poco, como el cambio del clima de las regiones, del cual depende
aquel en primera instancia.
Io. La región seca de la costa.
En el capitulo precedente hemos tratado de las condiciones climato-
lógicas del litoral y de las casi excepcionales de una parte de la costa.
Inviernos cortos y á veces escasos de agua, y veranos muy largos y secos
caracterizan esta zona; la costa desde Puna hasta Santa Elena y la de
Manta está todavia bajo el influjo del clima peruano, ó mejor dicho, de la
corriente antartica del mar. La zona seca se extiende desde Túmbez hasta
Wou, Ecuador. 27
418 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
la bahía de Caráques, y es interrumpida solamente por la faja húmeda entre
Máchala y Naranjal y por la otra entre Ayangue y Salango, cuya dependencia
de las montañas altas queda comprobada. En la hoya del río Guayas se
extiende bastante tierra adentro por las sabanas y lomas. — Lo que
caracteriza la región seca, es la interrupción larga del periodo de vegetación,
que sufren las plantas durante el verano, y en cuya consecuencia pierden
sus hojas. Los pocos árboles y arbustos que conservan el follaje, están
provistos de hojas gruesas y coriáceas, que impiden la evaporación del jugo
en lo posible y resisten á la sequedad. Solo las plantas, que crecen á las
orillas de los ríos (y pertenecen mas bien á la zona húmeda) ó que con-
stituyen las formaciones acuáticas (la flora palustre de las tembladeras, la
flora de los manglares), hacen una excepción.
Inspeccionando mas de cerca las formaciones vegetales de la región, en-
contramos dos, que no se limitan á ella, y que se hallan á las orillas de
todos los mares tropicales, caigan en regiones secas ó húmedas, estas son
los manglares y las plantas halóíitas. — De los manglares, de su origen, su
extensión y su desaparición he hablado difusamente en otro lugar (pág. 295).
Aqui repetiré solamente, que se componen de muy pocas especies de árboles,
entre los cuales predomina el Mangle ordinario (Bhitophora Mangle), y talvez
una que otra especie mas del mismo género. En los manglares viejos y
especialmente hacia sus espaldas, se mezclan también algunos otros árboles,
como el Mangle prieto (Avicennia nítida, tomentosa), Conocarpus, Lagun-
cularia etc. — El Mangle es uno de los árboles mas útiles del litoral
ecuatoriano; sus troncos, que se elevan hasta 10 metros, dan una madera
muy pesada y dura, que se aprecia en la ' construcción de casas y en las
obras acuáticas (puentes, diques etc.) ; forma también un articulo considerable
de exportación.
La formación de las halófilas, es decir, de aquellas plantas que crecen
solamente en un terreno muy salobre, tienen en el Ecuador poca extensión
y poca importancia. Se hallan en la orilla del mar, y en los salitrales atrás
de los manglares. Son por su mayor parte plantas herbáceas que componen
esta formación, Chenopodium, Salsola, PorttUaca, Ipomoea pes caprae etc., y
algunos arbustos espinosos. — A la margen de los salitrales se encuentra
con frecuencia el árbol venenoso del Manzanillo (Hippomane Mancincüa) con
frutas hermosas en forma de prequeñas manzanas. Como la mayor parte
de las Euforbiáceas, contiene una leche venenosa; pero se exagera su
venenosidad diciendo, que hasta su aliento mata; en las islas de Galápagos
he dormido dos noches debajo de un árbol de Manzanilla sin perjuicio de
mi salud.
También la Palma de coco (Cocos nucífera) es una planta halófita, que
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 419
prefiere la cercanía del mar con un terreno salitroso á cualquier otro, y
sabido es, que tierra adentro (se halla hasta el pié de la Cordillera) se la
cultiva abonándola con sal, á lo menos en los primeros años. En la costa
se halla en su elemento y en su pais propio, pues los botánicos son ahora
de la opinión, que esta palma, repartida actualmente por toda la zona
tropical del mundo, tiene su patria original en las costas de la América
central y meridional (desde Méjico hasta Ecuador). Nada diré de la utilidad
de la Palma de coco, que es generalmente conocida, pero estraña ver, que
no se cultiva en mayor escala. En la costa de las provincias del Guayas,
de Manabi y de Esmeraldas, hay pampas arenosas muy extensas, que no
se prestan á ningún otro cultivo, pero en las cuales se podría sembrar con
poco costo millares de palmas de coco, que dentro de 10 afíos rendirían
intereses crecidos. ¿Porqué no se podría exportar del Ecuador «la copra»
(las nueces machucadas del coco), como de las islas de Polinesia?
La península del Morro y de Santa Elena, y el cantón de Manta se
componen en gran parte de pampas y colinas pedregosas, con una formación
ó flora escasa, pero singular, que recuerda los desiertos y casi-desiertos del
Perú setentrional, mientras que los bosques, que interrumpen las pampas y
cubren los cerros, ya se componen de las mismas formas, como los de las
sabanas y las colinas del cantón de Guayaquil. Lo que imprime su carácter
singular á aquellas pampas, son los grandes Espinos y Tunas (Cactus,
Opuntia) y los Algarrobos con sus parientes (varias especies de Prosopis y
Mimosa). Los árboles se encuentran aislados ó en pequeños grupos. El
algarrobo y cascol subministran una madera casi incorruptible, muy apre-
ciada para las partes inferiores de los edificios, á donde penetra la humedad ;
ademas dan un combustible excelente; sus hojas y frutas sirven también de
pasto al ganado. Entre los algarrobos se encuentra de vez en cuando un
Palo santo (una Tercbintácea) , ó un Guasango, también de buena madera.
Propia á esta región es la urchilla (Boccella sp.), un liquen de color ceni-
ciento ó blanquizco, que crece en las piedras y sobre los troncos y ramos
de los arbustos. En tiempos anteriores fué rocojida y exportada en alguna
cantidad, para la fabricación de colores; pero sucumbió en la concurrencia
de los modernos colores de anilina. — La vegetación gramínea y herbácea
es muy escasa, aunque el botánico encontrará varias especies propias á este
distrito.
La mayor parte de la región seca del litoral está ocupada por la for-
mación ó flora sabanera, comprendiendo con este nombre no solamente la
de la sabana abierta, sino también la de los bosques con follaje anual.
Las sabanas alñertas no son muy numerosas ni muy extensas, y no
pueden compararse de ningún modo con las de Venezuela, por ejemplo, ó
27*
43C» GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
del Brasil. En mucho se parecen á las pampas de la cosía, que acabo de
caracterizar, pero tienen una vegetación gramínea mas densa y mas variada,
las Cácteas son raras y se reducen á pequeñas especies epífitas ó trepaderas,
como la Pitaya (Cereus pitahaya); á los algarrobos se asocian muchos otros
árboles y arbustos, que se encuentran también en los bosques cerrados. —
Los bosques de esta región no pueden competir, en cuanto á lo gigantesco
de las formas, con las selvas vírgenes de la región húmeda en los pies y
faldas de los Andes, y en verano presentan en su desnudez un aspecto
nada tropical; sinembargo, no carecen de formas interesantes, y especial-
mente brindan maderas excelentes. A esta formación pertenecen, por
ejemplo, los bosques de Puna, los de Chongon y todos entre Guayaquil y
Santa Elena, los de los cerrítos de Guayaquil, del Estero Salado, de Duran,
á lo largo del río Daule hasta Colimes, á lo largo del rio de Bodegas hasta
Boca de Baba etc. etc. Para principiar con las formas mas características
y á la vez con los gigantes de estos bosques, debo nombrar en primer lugar
los corpulentos Ceibos (Bombax Ceiba y Eriodendrum), cuya lana vejetal se
recoje para usos domésticos é industriales, y cuyas grandes flores amarillas
anuncian á fines de la estación seca la proximidad de las lluvias. Flores
vistosas (coloradas) despliegan también, y casi al mismo tiempo, algunas
especies de Erythrina, á que pertenece el Potorillo ó Palo prieto, tan frecuente
en los potreros y en la sabana. De las maderas finas son las principales:
el Guayacan (Guajacum qficinale), la Madera negra, el Pechiche (Vitex
gigantea), el Ébano (Caesálpinia sp.), el Roble (Tecoma ó Jacaranda?),
Figueroa, Laurel, Ma tasar na, Quiebra -hacha etc. Todas estas maderas, y
algunas mas, llegan en esta región á su mejor desarrollo, aunque pasan
también á la región mas húmeda; cuanto mas seco el clima, tanto mejor es
la madera, y por esto se aprecia, por ejemplo, mas el Guayacan de Puna,
que el que viene de la Cordillera de Chongon. — Entre los árboles resinosos
de esta región se halla el Bálsamo del Perú (JHyrospermum peruiferum), que
encontré con frecuencia en las cercanías de Arenillas, cantón de Sta. Rosa.
Entre los pocos árboles siempre verdes de esta flora nombraremos
algunas especies de Anona, como A. muricata (Guanábano), A. uliginosa (A.
de lagarto), que prefiere las orillas de los rios y esteros, A. bonplandiana y
otras; después el Barbasco (Jacquinia armillaris), un arbolito muy elegante
con hojas punzantes, flores muy aromáticas, y frutas venenosas, que usan
á veces los pescadores en la pesca. El Basbasco se encuentra también
aislado en las sabanas entre los algarrabos y mimosas. El Tamarindo
(Tamarindus occidentales), aunque nativo de Sudamérica, me parece encon-
trase solo cultivado en el litoral ecuatoriano, siempre en la cercanía de las
poblaciones, pero es sin duda uno de los árboles mas grandes y mas
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOE. 421
hermosos de la región seca; reemplaza los tilos y olmos seculares de los
pueblos de Europa.
Pasando de los árboles grandes del monte á los arbustos y frútices, en-
contramos una gran variedad de Euforbiáceas (varias especies de Crotón),
Rhamneas (Bhamnus guayaquilcnsis , Zizyphus thyrsiflora etc.), Malváceas
(Malva, Sida, Hibiscus, Gossypium ó Algodón silvestre), Büttneriáceas,
Rubiáceas, Leguminosas y Mimosas. A la margen de los bosques y en la
sabana se halla el Cerezo, que es una Malpighia, y muy distinto del cerezo
de Europa, varias especies de Añil (índigo/era), la Lantana Cámara, la
Adormidera venenosa (Echites hirtiflora), que pertenece á las Apocináceas,
asi como también el Suche silvestre de flores amarillas (Tkevetia ficreifolia),*)
la Stemmadenia mollis y el Haemadictyon totnentéttum, todas frecuentes en la
cercanía de Guayaquil. — No debemos olvidar los Ciruelos colorados y
amarillos (Spondias purpurea y lútea), que son muy característicos para esta
región, aunque casi siempre cultivados y, según se cree, introducidos de
las Antillas, como varias otras especies de Jobo. Para cercas vivas o «na-
cederas» no hay otro árbol mejor en la región seca, que el Ciruelo y el
Jobo, á quienes se asocia á veces el Jaboncillo (Sapindus saponaria), cuyas
frutas reemplazan de algún modo el jabón.
En plena conformidad con la sequedad del clima está la falta casi com-
pleta de los heléchos, y la escasez de las plantas parásitas y epífitas. Dos
ó tres pequeñas especies de los primeros se encuentran en invierno en los
bosques. De las parásitas llaman la atención las Lorantáceas, algunas con
flores vistosas, que cubren á veces los árboles, especialmente de las sabanas,
en tanta abundancia, que los matan. Las especies mas comunes son
Oryctanthus ruficaulis, Psitacanthus mexicanas y Phtyrusa Magdalenas. Entre
las epífitas predominan las pequeñas especies de Bromélia y TiUandsia, y
la mas común y mas conocida es la Barba salvaje (TiUandsia usneoides),
que se receje á veces para usarla como la lana del Ceibo. La interesante
familia de las Orquídeas epífitas está representada por pocas especies, que
resisten á la larga sequía y huyen de las regiones húmedas, asi la flor de
Natividad (Epidendrum asperum), la flor de San Francisco (Epidendrum sp.),
la Mariposa (Oncidium Papilio), dos ó tres otras especies de Oncidium con
flores amarillas en racimos largos, la pequeña LocJchartia serra, y la esplén-
dida Cattleya máxima, que se encuentra en varias zonas, hasta la altura de
1500 metros.
*) El Suche colorado, amarillo y blanco de los jardines, que tiene hojas mas anonas,
pertenece á la misma familia, y es la Plumería rubra y bicolor de los botánicos. No
es silvestre, sino introducido do las regiones orientales de Sudamérica, pero lo conviene
muy bien el clima seco del litoral.
422 GEOGBAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
Las lianas (bejucos) y enredaderas no faltan en nuestra región seca,
pero son distintas do las de la región húmeda, y pierden también sus hojas
en el verano. La mayor parte son plantas endebles, y muchas anuales, de
las familias de las Convolvuláceas, Passifloras, Menispérmeas, Cucurbitáceas,
Apocyneas y Papilionáceas; las pocas leñosas pertenecen con preferencia á
la familia de las Bignoniáceas.
La región seca del litoral se distingue de todas las demás zonas vege-
tales del Ecuador por ser la única, en que se verifica periódicamente un
cambio tan completo y visible en la vegetación, que podemos compararlo
con la renovación primaveral de la flora en los países extra-tropicales. —
Durante los últimos meses del año la sequedad del aire y del suelo llega
á su extremo, el calor aumenta, la sabana está abrasada por los rayos del
sol, el bosque queda sin hojas, muchos animales (los anfibios) caen en letargo
y no se mueven de sus escondrijos, hasta el hombre gime bajo la presión
que grava sobre toda la naturaleza. A fines de Diciembre ó á principios
de Enero se condensan las nubes mas y mas, de vez en cuando se vé y se
oye por la tarde descargas eléctricas en dirección á la sierra; las amenazas
siguen por algún tiempo, pero finalmente cae el primer aguacero resfrescante,
y el hombre y los animales respiran con verdadero placer el ambiente
húmedo. Dos ó tres lluvias abundantes bastan para cambiar el aspecto del
paisaje como por encanto. En pocos dias se cubre la sabana de una al*
fombra de verdor primoroso, el bosque no le vá en zaga y despliega su rico
follaje y sus flores olorosas, los animales salen de sus escondrijos, insectos
vistosos cruzan el aire, los pájaros cantan alegres y piensan en fundar
nuevos hogares, toda la naturaleza orgánica celebra la fiesta anual de su
resurrección. En ninguna época del afio el paseo al campo y al monte es
tan agradable, como en estos dias de primavera, después de los primeros
aguaceros; la mayor parte de los árboles y arbustos se hallan con flores y
muchjas de ellas exhalan olores embriagantes. Entonces es de ver, como
dentro de pocas semanas el bosque, antes tan transparente, se espesa, como
las enredaderas trepan con una rapidez admirable sobre los arbustos y hasta
las copas de los árboles, cubriendo á veces con una red inextribable grandes
superficies, de manera que muy pronto el bosque es tan impenetrable como
el de las regiones húmedas. Aquí la vegetación es tanto mas rápida y
enérgica, cuanto mayor es el calor que se asocia á la humedad. Es in-
creíble, cuánto avanza en el corto periodo de 4 ó 5 meses, hasta fines de
Mayo. Pues, en este mes ó en Junio la mayor parte de las plantas ya
comienzan á reposar, en Julio y Agosto botan sus hojas, en Setiembre el
bosque presenta su aspecto hiemal y la sabana parece á un desierto amarillo,
y todo recae en el estado de letargo.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 423
En la descripción de la región seca hemos omitido muchos árboles, que se
hallan á lo largo de los ríos ó cultivados, porque no son propios á esta
zona y se sostienen mas bien por la humedad de las orillas en un terreno
muy reducido, ó por el cuidado del hombre, como algunos árboles frutales
(p. ej. los Guabos, el Sapan, la Guadua, algunos Plátanos, el Mango etc.).
Mejor trataremos de estos en la sección siguiente. Una separación com-
pleta no se deja establecer, porque la naturaleza misma no la quiso hacer,
como ya queda dicho mas arriba. Aqui el objeto principal es, enumerar
aquellas formas que imprimen á la región su carácter especial, no las acci-
dentales.
Una formación ó flora palustre y acuática colocaremos mejor aquí,
aunque se halla también con caracteres casi idénticos en la siguiente región
húmeda, porque en la seca se encuentra muy desarrollada en las tembladeras.
Es muy interesante para el botánico, pero en la práctica tiene poca im-
portancia, sino en cuanto sirve al ganado de pasto en el tiempo de la mayor
sequedad de las sabanas y lomas.
En las lagunas y «pozas» de agua estancada son las plantas nadadoras
principales : la Lechuga del rio (Pistia óbcordata)^ la Lentejilla (Lcmna sp.),
la Salvinia hispida, la Trapa natans, la Maravilla (Nytnphaea sp.)} que des-
pide un olor muy singular, algo parecido al del éter sulfúrico, y que es
conocida en Guayaquil como juguete de los muchachos. Del agua se le-
vantan, de uno á tres metros, muchas especies de Juncos y la Typha tru-
xillcnsis, el Cyperus giganteus, arti&datus y nodosus, muchísimas otras
Cyperáceas y Gramíneas, mezcladas con Alismáceas, Lythrárias, Oenothéreas,
Hydrocharídcas , Heléchos palustres, Amaryllidoas (Amancay) etc. etc. —
De los pocos árboles y frútices es el mas común el Sauce (Salix Hum-
boldtiana), que por lo demás se halla en muchas regiones y hasta la altura de
2800 metros. También el Laurel de cera (Myrica policarpa) ha penetrado
de los valles subandínos á las tembladeras de los llanos.
2o. La región húmeda del litoral.
La región en que vamos á entrar, se distingue de la anterior por un
grado mas alto de humedad atmosférica, que se manifiesta directamente en
la vegetación. Los inviernos principian mas temprano y acaban mas tarde,
que en la costa seca; durante los meses de verano las frecuentes garúas y
un rocío abundante de noche reemplazan en gran parte la evaporación
diurna. Aunque existe un intersticio marcado en la vegetación de muchas
plantas, no se hace muy notable por el aspecto exterior, porque casi todas
conservan sus hojas, el bosque es siempre verde y tupido, en fin la zona
lleva el carácter tropical puro: es la patria del Cacao, de la Palma real, del
424 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
Bijao, del Cadi (Tagua), de la Vainilla, del Matapalo, del Guarumo, de la
Guadua, del Palo de balsa. Estos pocos nombres indicarán al ecuatoriano,
algún tanto familiarizado con la vegetación de su país, lo que entiendo con
la región húmeda del litoral. Ella tiene una gran extensión superficial. En
la parte setentrional de la República, desde el Cabo Pasado, llega hasta el
mar, en la meridional linda al occidente con la zona seca, introduciéndose
en ella, donde montañas altas favorecen la humedad necesaria; hacia el
oriente se confunde, al pié de la Cordillera alta, con la región siempre
húmeda de las faldas inferiores de ella. Su desarrollo típico se estudia
mejor en las partes centrales, porque hacia las márgenes recibe muchos
elementos de las zonas adyacentes, sea de la seca del lado oeste, sea de la
andina tropical del lado este.
Casi toda esta región, con excepción de la pequeña parte cultivada, está
cubierta de bosques; las sabanas naturales son muy reducidas, y aun mas
las tembladeras y pozas. De las últimas ya no hablaremos, porque su flora
es casi idéntica con la que conocimos en la sección anterior. — Las sabanas,
si, tienen aquí un carácter distinto que en la región seca, porque las Gra-
míneas y Cyperáceas siempre verdes son otras especies que allá, comun-
mente de formas gigantescas. Como ejemplos recuerdo las pampas en los
cantones de Baba, Babahoyo y Pueblo viejo. Domina en estas pampas el
gamalote de varias especies (Paspalum fasciculatum y Pánicum sp.), que es
un buen pasto, especialmente para el ganado caballar, y forma verdaderos
bosques gramíneos, por decirlo así, casi impenetrables y de 2 ó 3 metros
de altura. Pampas con gramas bajas son casi siempre artificiales (potreros)
y difíciles de conservar, por la invasión del gamalote. En lugar del al-
garrobo de la región seca, tenemos aquí otros arbolitos y frútices espinosos,
especialmente las Mimosas (algunas de ellas sensitivas), y varias Papilioná-
ceas y Caesalpinias , como el Abejón (Cassia sp.), Piperáceas, Compuestas
arbóreas, y muchos arboles esporádicos de diferentes familias, por ejemplo,
un Cochlospermum , la Cratacva tapioides etc. La margen de estas sabanas,
donde se verifica el tránsito al bosque, es una muralla viva impenetrable,
de 5 á 6 metros de altura, que se compone de un redaje tupidísimo de
Carrizo, Caña brava, Cortaderas, Espinos (Mimosa), Platanillo, Uña de gato,
Pica-pica (Mucuna pruricns), y enredaderas de toda clase. Solo abriendo
túneles con el machete se puede penetrar en estas fortalezas naturales. Las
mismas ó semejantes murallas acompañan las riberas de los rios y las
márgenes de los esteros secos; en los últimos, que solo en invierno llevan
agua, ocupan á veces todo el ancho del cauce. Esta formación, que pode-
mos llamar la ribereña, corresponde perfectamente al «Igapo» de la hoya
amazónica y del Brasil.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 425
La formación y flora del bosque es tan variada y complicada, que debe-
mos restringirnos á la elección de pocos representantes, advirtiendo que es
tanto mas rica, cuanto mas nos aceramos al pié de la Cordillera, y cuanto
mas húmedo es el distrito. Comencemos con las palmas y demos la pre-
ferencia á la Palma real (Cocos butyracea), que sin duda es la reina de
nuestras palmas y de la montaña en general. Se levanta á la altura del
Coco, pero su tronco es mas recto y mas grueso y su copa mas llena y
mas anchurosa. No se encuentra en todas partes, pero una vez que elige
un distrito, es social y predomina á grandes distancias sobre todos los demás
árboles del bosque; asi, por ejemplo, en el interior de la provincia de Es-
meraldas, á las orillas del Quinindé. En la misma región y en muchas
otras partes se halla el Pambil (Iriartea sp.), que es una palma mucho mas
pequeña, que la real, pero muy elegante, con un tronco esbelto y un follaje
parecido al de las chontas, solo mas ancho. Los troncos se usan mucho
en la construcción de las casas de montaña (p. ej. entre los indios Cayapas),
ya enteros para el enmaderado, ya picadas en forma de tablas para pisos
y paredes, de manera que reemplaza muy bien la caña ó guadua, y es mas
duradera que esta. Después siguen varias especies mas pequeñas, que se
llaman Chontas y Chontillas, algunas con espinas (Bactris sp.), otras sin
ellas (Euterpe sp.). Espinas muy largas tiene la Mocora, cuyas hojas se
usan para tejer sombreros y hamacas. La Chontaruru (Guiltehna speciosa),
del tamaño del Pambil ó de una Chonta espinosa, se distingue por sus
hermosísimas frutas comestibles, parecidas al albaricoque y agrupadas en
grandes racimos pendientes de á 50 hasta 70. Es de mucho uso entre los
indios Cayapas en los meses de Marzo y Abril, cuando carga las frutas
maduras. Estas se comen cocidas y tienen el aspecto de la yema del huevo
cocido y el gusto de una papa harinosa; el núcleo sabe al del coco. — Dos
plantas útilísimas y muy características de esta región, el Cadi y la Toquilla,
se acercan en su aspecto exterior mucho á las palmas, aunque pertenezcan
á otra familia (Cyclantháceas). Del primero (Phytclephas macrocarpa) se
usan las hojas gigantescas, el cadi, para el techado de las casas en los
pueblos y en el campo, y las frutas, que se llaman tagua, corozo ó marfil
vegetal, forman un importante articulo de exportación. Aunque la patria
propia del Cadi son las colinas de la región baja, sube sinembargo en al-
gunos valles andinos hasta la altura de 800 metros. — La Toquilla (Carlu-
dovica palmata), que se parece á una palmita sin tronco, cuyas hojas en
forma de abanico se levantan directamente del suelo sobre un peciolo largo,
subministra la paja de sombreros, y se encuentra en gran abundancia en
toda la región baja y húmeda. — También la Palma mulata (Cycas sp.),
que desarrolla sus hojas en espiral, como los heléchos, se parece á una
426 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
palma graciosa de (ronco bajo, y es.propria á la región de que hablamos,
prefiriendo las colinas no demasiado húmedas.
Maderas hay muchas y muy buenas en estos bosques, pero comumente
ya no son tan duras é incorruptibles, como las do la zona seca, y aun
aquellas especies, que de esta avanzan á la región húmeda, por ejemplo el
Guayacan, el Roble etc., pierden en calidad. El Pechiche es todavía fre-
cuente, lo mismo que el Laurel, la Cañafístola (Cassia fistula), el Guachapelí
y varias Caesalpinias , el Amarillo, el Moral, el Cedro (Cedrda odorata),
varios Guayabos (Psidium sp.) con otras Mirtáceas, el Palo de balsa
(Ochroma piscatoria), cuya madera, mas liviana que el corcho, es tan suma-
mente útil para la construcción de las balsas. — Otros árboles se estiman
menos por su madera, que por sus frutas ú otras cualidades útiles, como
los gigantescos Matapalos (Ficus dendrocida), que dan buena sombra á los
cacaotales, lo mismo que varias especies de Guabos (Inga sp.) que á la vez
dan frutas agradables, como el Guabo de bejuco, G. de machete, G. de mono;
el Sapan, el Nigüito, el Guasmo, el Guarumo (Cecropia péltata), que podemos
llamar la zizaña del monte, el Higueron (Ficus sp.), que busca las orillas
de los ríos y es lechoso, como también el Palo de vaca (Galactodendron sp.).
Varios otros árboles dan leche, pero pobre en caucho, con excepción del
Caucho legítimo ó Jeve, que es indígena en estas montañas, y se encontró
antes en cantidades grandes. Ahora, en consecuencia del sistema irracional
de explotación del articulo valioso, los árboles de Caucho son muy raros, y
solo en regiones muy retiradas se encuentran todavía en ejemplares corpu-
lentos y asociados en «manchas». Sabido es, que el caucho ó jeve proviene
de árboles de diferentes especies y aun de diferentes familias. El árbol de
Caucho que tenemos en el Ecuador occidental, es muy distinto del de la
región amazónica; el último es la Siphonia elástica (fam. Euphorbiáceas), y
el primero pertenece según su flores y frutas á la familia de las Urticáceas,
siendo pariente del Higueron y del Palo de leche, probablemente la Castilloa
elástica, que crece también en la América central. La Tamajagua (ó Dama-
jagua) es un árbol corpulento, de cuya corteza interior los indios Cayapas
hacen mucho uso; bien preparada se parece á un paño tupido y sirve ya
para vestido ya para esteras de cama. Entre los frutales cultivados debemos
todavía nombrar el Aguacate (Persea gratissima), el Mamey de Cartagena
(Mammca americana), Mamey colorado (Achras mammosa), el Níspero (Achras
Sapota), el Sapote (Matisia cordata), el Caimito (ChrysophyUum Caimito),
el Mango (Mangi/era indica) introducido de la India oriental, y el Árbol de
pan (Artocarpus incisa) proveniente de la Polinesia. Las Naranjas y los
Limones (Citrus sp.), aunque se dan todavía en alturas de 2500 metros, son,
sinembargo, mas propios á la zona caliente y se encuentran como natura-
LA VEGETACIÓN DEL ECÜADOE. 427
lizados en los bosques, de manera que algunos creen que existió, á lo menos
el limonero, ya antes de la conquista en la América del Sur. A la familia
de los Guayabos pertenece también la aromática Pomarosa (Jambosa vul-
garis). En la cercanía de las casas encontramos con frecuencia entre el
Laurel (Nerium oleander), el Grenate (Puntea Granatum) y el Jasmin del
Cabo (Gardenia fragrans), que todos son introducidos, un arbusto americano
muy hermoso, que se distingue por la estructura singular de su fruta
comestible, teniendo el núcleo fuera y encima de la carne, y que se llama
Marañon (Anacardium occidentale). Un arbolito muy característico de esta
región es también el Mate (Crcscentia Cujetc), cuyas frutas grandes, vaciadas
de la pulpa, en las familias del campo sirven de vasijas de toda clase, y
hacen en unión con las calabazas, una concurrencia tremenda á los alfareros.
Á los botánicos aconsejo, que registren siempre bien los árboles de mate,
porque su corteza áspera tiene la propiedad de atraer de un modo especial
las plantas parásitas y epífitas; comunmente encontrarán sobre ellos una
colonia interesante de Bromeliáceas y Orquídeas. En la cercanía de las
casas del campo falta rara vez un árbol de Achiote (Bixa orettana), cuya
fruta colorada reemplaza muy imperfectamente el azafrán en las comidas.
Igualmente se cultiva mucho la Papaya (Carica papaya) con frutas grandes
y sabrosas. La silvestre, que abunda en los bosques, tiene frutas mas
pequeñas. — Estamos en el pais del Cacao. Queda dudoso, si el Cacao
legitimo (Theobroma cacao), que en el Ecuador se cultiva en gran escala,
sea indígena de aquí, ó introducido de la América central. Porque el mucho
cacao silvestre, que se encuentra en nuestras montañas, y que no se
distingue del cultivado , podría provenir de antiguas y abandonadas planta-
ciones, ó en parte ser diseminado por monos, ardillas y otros animales. Pero
lo cierto es, que el Ecuador bajo, por sus condiciones naturales conviene á
este árbol como pocos países del mundo, y ademas poseemos algunas
especies indudablemente silvestres é indígenas, como el Cacao blanco
(Theobroma bicolor) y el Muricumbe. — Otras plantas, que contribuyen
esencialmente al carácter singular de la flora y del paisaje, son las Bam-
busáceas y las Musáceas, en su estado silvestre no menos que en el culti-
vado. La Caña de Guayaquil, y especialmente la Caña brava (Guadua
latifolia y G. angustifólia) forman manchas extensas en los bosques (los
cañaverales), porque son plantas sociales, que no admiten fácilmente otros
árboles. Estos gigantes de las Gramíneas admiran no menos por lo grueso
y alto de sus tallos (hasta 30 metros), que por lo gracioso y elegante de
su follaje. Siendo tan útiles en los países tropicales y casi indispensables
en la vida del campo, se cultivan también en la cercanía de las haciendas,
y los grupos aislados á lo largo de los ríos ó en medio de las sabanas y
428 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
potreros contribuyen mucho á hermosear el paisaje. La «Caña de Guaya-
quil» es un articulo importante de exportación para toda la costa árida del
Pacifico, hasta Chile. Parientes mas humildes de las Guaduas son los
Carrizos de diversas especies (Saccliarutn contractum, Gynerium saccharoidcs
etc.) que llegan á la altura de 7 metros, y prefieren también las orillas de
los ríos y terrenos inundados en invierno, excluyendo entonces también
todas las demás plantas de su sociedad á grandes distancias. — £1 Plátano
y el Guineo (Musa paradisiaca y M. sapientum) se hallan hoy dia, cultivados
en muchas variedades, por todos los países tropicales del mundo. En los
bosques del Ecuador occidental (y creo que también en la hoya amazónica)
se han naturalizado completamente y se encuentran platanales á veces en
medio de la montaña, donde no hay ni vestigio de antiguas habitaciones,
ni tradición de su introducción, asi, por ejemplo, en el interior de toda la
provincia de Esmeraldas. No faltan, quienes opinan, que el plátano, si no
es indigna de la América tropical, á lo menos había sido introducido y cono-
cido antes de la conquista europea; pero otros y la mayor parte de los
botánicos lo dudan, y de algún peso me parece en esta cuestión el dictamen
de Oviedo y Valdez, que pocos afios después de la conquista, en 1535,
escribió: «Estos plátanos los hay en todo tiempo del año, pero no son por
su origen naturales de aquellas partes, porque de España fueron llevados
los primeros, y hanse multiplicado tanto, que es cosa de maravilla ver la
abundancia que hay de ellos en las islas y en Tierra-firme.» Un pariente
próximo del Plátano, una Urania muy hermosa, con hojas grandísimas, se
encuentra en el bosque húmedo al pié de la Cordillera, pero no en todas
partes; tanto mas común es el Bijao (Héliconia bihai y H. latispatha), de la
misma familia, cuyas hojas sirven para techados y para preservar las cargas
contra la humedad de la montaña. El Platanillo y otras Marantáceas y
Zingiberáceas de hojas anchas, acompañan en todas partes el bijao y forman
una gran parte de la flora terrestre del bosque. — La flora aérea de esta
región es igualmente riquísima, especialmente en Heléchos, Piperáceas,
Aroídeas, Bromeliáceas y Orquídeas, que cubren los troncos y las ramas de
los árboles hasta las copas mas elevadas. Largas saldrían las listas, si
quisiéramos enumerar las especies de cada una de las familias nombradas;
solo diré que esta es la patria de varias Orquídeas valiosas, por ejemplo, de
las Stanhúpeas (3 ó 4 especies), de Catasetum, de Cycnoches, de varias Maxi-
larias, de la magnifica Sobralea rosea, de dos Gongoras, de una nueva y
espléndida especie de Coryanthes (en Ventanillas), de la olorosa Pescatoria
lioetfii, de la Aspasia epidendroides (común sobre los árboles de Cacao), de
la Brassia y de una infinidad de especies pequeñas menos conspicuas.
También es esta la patria de la Vainilla, la única Orquídea trepadora, en
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 429
dos especies: la Vainilla fina (V anilla aromática) con hojas angostas y
vainas largas y delgadas, y la Vainilla ordinaria (V anilla planifólia) con
hojas mas anchas y vainas gruesas y cortas. La segunda especie es la
mas común y se halla, por ejemplo, en gran cantidad entre Barraganetal y
Puente de Chimbo (en Vuelta del rio). — La Vainilla nos lleva á las demás
enredaderas y lianas, que en esta región son comunmente leñosas y se
llaman bejucos. Las especies son numerosas (especialmente Bignoni uceas),
y algunas se recojen en cantidades, porque reemplazan en muchas ocasiones
las sogas, los clavos y aun las cadenas de fierro (en la formación de cer-
cas y balsas, y en la construcción de las casas del campo). La Zarza-
parílla (Smilax officinaiis) también es un bejuco endeble y crece en abun-
dancia en nuestras montañas; cuenta entre las plantas medicinales, y sus
raices se exportan en alguna cantidad. Sube la zarzaparilla de la zona
baja hasta la subtropical andina. Hay muchas otras plantas medicinales
en la región, de que tratamos, como el Guaco (Mikania guaco), la Ratania
(Krameria Mandria) y otras, pero se hace poco uso de ellas sino entre la
gente del campo.
Plantas cultivadas. — En la zona seca del litoral apenas se puede
hablar de agricultura; el cultivo se limita á algunos árboles frutales, unas
pocas hortalizas y legumbres durante el invierno en los jardines, pequeños
platanales, y talvez uno que otro potrero á lo largo del rio; la sequedad de
los largos veranos hace el suelo ingrato para todas las plantas, que no sean
hechas para este clima. Tanto mayor es la feracidad en toda la región
húmeda, y á costo de poco trabajo se puede hacer plantaciones de todos los
productos de la zona tropical. Esta región constituye la verdadera é inago-
table riqueza del Ecuador.
La agricultura de los países tropicales difiere mucho de la de otros
países; el arado es desconocido; aquí el hacha y el machete (un cuchillo
largo y ancho con la punta encorvada) son los principales y casi los únicos
instrumentos. Para hacer cualquiera plantación (potrero, cafetal, cacaotal etc.)
se desmonta el bosque ó un antiguo rastroja], que en dos años se convierte
en monte espeso. En la selva virgen el primer trabajo es de «zocolar», es
decir, se corta todos los arbustos, enredaderas y árboles pequeños, dejando en
pié solo los grandes; se amontona el ramaje, y después de que se ha se-
cado, se lo quema. Entonces se procede á tumbar los árboles gruesos, y
después de haber separado los troncos de buena madera, que uno quiera
aprovechar, se reduce el resto y el ramaje también á ceniza. Las raices
quedan en el suelo y se pudren poco á poco, asi como también muchos
troncos gruesos, que no se han quemado del todo. Con esto el terreno ya
está listo, y sin otra preparación se procede al sembrado, haciendo huecos
430 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
en el suelo con el machete, para las mechas de paja, si se trata de un po-
trero, ó para las semillas de cacao, de arroz, de mais etc. ó para los retoños
del plátano, de la caña de azúcar, de la yuca ú otras plantas. En adelante
todo el trabajo consiste en tener limpia la plantación, rozando de vez en
cuando con el machete; porque si esto se descuida, en pocos meses todo el
trabajo anterior está perdido. — No se conoce el abono; cuando un terreno
con los años parece agotado, se lo abandona y se hace un nuevo desmonte.
£1 rastrojal se convierte en pocos años en monte espeso, lo mismo cual-
quier desmonte, en que no se ha sembrado. Y es curioso observar, que
la flora silvestre, que se apodera de un terreno abandonado, al principio no
es la misma, que existió antes, sino otra singular, que todavía después de
20 ó 30 años deja distinguir en la montaña los lugares, en que hubo en
algún tiempo desmontes. Fuera de algunas plantas terrestres, que retoñan
inmediatamente cuando no se roza un terreno, como el Bijao, el Carrizo, el
Platanillo etc. nace un bosque de Guarumoé, de Papayas, de algunos arbo-
litos de Syngynesias, de Nigüito ó Sapan, de Piperáceas y otras plantas,
que en el bosque adyacente ó faltan ó son muy subordinadas. Es increíble,
con qué rapidez se levanta esta flora nueva, disputando una especie el terreno
á las otras, y todas al bosque viejo, que por esto avanza con sus árboles
propios muy despacio contra el desmonte.
El ganado vacuno y yeguar ó pace en los pastos naturales del monte,
de las sabanas, tembladeras y lomas, ó es tenido en potreros cercados.
Estos son naturales ó artificiales. Para formar los primeros, se cerca unas
tantas cuadras de la sabana y se quita de vez en cuando con el machete
los arbustos, espinos y especialmente las plantas nocivas, para que las gramas,
entre las cuales el Gamalote ocupa el primer lugar, puedan desarrollarse
libremente. Se deja algunos árboles grandes aislados ó en grupos, para que
sirvan al ganado de sombra. Para formar potreros artificiales, se usa actual-
mente casi sin excepción el Janeiro, un Taspalum introducido del Brasil, que
prospera admirablemente y se ha naturalizado. En Manabi se siembra tam-
bién el Cauca, llamado asi por ser introducido del Estado de Colombia del
mismo nombre; pero es grueso y se parece mas al Gamalote, mientras que
el Janeiro es rastrero y muy tierno. Para formar un potrero de Janeiro,
mejor se hace un desmonte nuevo, desprovisto de vegetación gramínea, por-
que en las sabanas de Gamalote la lucha del Janeiro con las gramas indí-
genas es desigual y generalmente sucumbe. En muy pequeña escala se
siembra hasta ahora la Paja de la Virgen , que es una grama rastrera y
baja, formando un césped muy tupido, y muy propia para revestir terrenos
cascajosos en la cercanía de los rios, igualmente para las pequeñas mangas
en los alrededores de las haciendas, en que se suele mantener los caballos de
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 431
silla; porque ademas de ser de agrado á las bestias, sirve de verdadero
adorno á las haciendas, pareciéndose mas que ninguna otra grama á las
pequeñas especies, que se usan para los céspedes de los jardines y alamedas.
La Caña de azúcar (Saccharum officinarum) , aunque se cultiva en al-
gunos valles andinos hasta la altura de 2000 metros, es, sinembargo, mas
propia á la región baja, donde se desarrolla dentro de pocos meses en di-
mensiones enormes. Su cultivo ha tomado un gran incremento durante los
últimos decenios. Antes se usaba la Caña solamente para la destilación del
aguardiente y la fabricación de o raspadura»; pero hoy dia ya tenemos varios
grandes ingenios de azúcar, cuyos productos no solo abastecen el mercado
del país, sino que comienzan á ser exportados, y en caso de salir lucidos
en la lucha internacional, se abrirá un campo vasto á la industria azucarera
del Ecuador, porque son inmensos los terrenos, propios al cultivo de la Caña,
en todas las provincias litorales; hasta ahora se limita á pocos puntos de
las provincias del Guayas y de Los Ríos, quedando intactos los bosques de
Manabi y de Esmeraldas.
El Arroz (Oryza sativa), aunque se dá bien en muchas partes, se cul-
tiva en pequeña escala, sea en desmontes nuevos que se hacen en las llanuras
húmedas, sea en las vegas á lo largo de los ríos. La mayor parte proviene
de las cercanías de Milagro, pero no es suficiente ni de lejos, para abastecer
el mercado de Guayaquil, mucho menos todo el pais. — Casi lo mismo vale
del cultivo del Mais (Zea mais), cuya cultura es parecida á la del Arroz.
En el campo cada uno siembra la cantidad, que necesita para su propio uso ;
como articulo de comercio sirve mejor el mais de la sierra.
El Tabaco (Nicotiana sp.) se cultiva con preferencia en las vegas de
los ríos ó en los llanos fértiles en su cercanía. Es de muy buena calidad,
pero poco conocido en el exterior, porque el pais produce apenas lo nece-
sario para el propio consumo. Las mejores clases son las de Daule, de Es-
meraldas y de Santa Rosa, distinguiéndose el tabaco de Daule por su fuerza,
y el de Esmeraldas por su aroma agradable. El primero, debidamente bene-
ficiado y bien labrado, puede rivalizar con el tabaco de la llábana, del cual
desciende en linea recta; pues los labradores tienen el cuidado de traer de
vez en cuando semillas frescas de la isla de Cuba, para conservar la raza pura.
De las plantas anuales, que se cultivan, y que constituyen plantaciones
mas ó menos pasajeras, nombraremos todavía los Zapallos, Calabazas, Me-
lones, Sandias, Jiquimas (Pachyrhizus tuberosus), Camotes (Convolvulus batatas),
Frijoles y Ajíes de varias clases, Tomates (Lycopersicum esculentum) y otras
legumbres. La Yuca (Manihot Aipi) es un articulo indispensable en la co-
cina del litoral, y se cultiva también en gran escala para la fabricación del
almidón. La Pina (Ananassa sativa) es abundante y de excelente calidad;
432 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
se exporta en cantidades a] Perú. La Badea es otra fruta delicada, se puede
decir que es una Granadilla del tamaño de una cabeza, y proviene de la
Passiflora quadrangularis , que enreda las barbacoas. — La mayor parte de
los árboles frutales ya hemos nombrado mas arriba; á ellos podemos agregar
todavía el Grenate (Púnica granatum) de origen europeo. Pero es imposible
enumerar todos los vegetales útiles de esta región riquísima; solo á las plan-
taciones grandes dedicaremos todavía algunos renglones.
Los Platanales cubren á veces muchas cuadras, y proveen no solamente
los distritos en que crecen, sino también la sierra, la costa árida del Ecuador
y el litoral peruano, á donde se exportan en cantidades enormes. El Plátano
es el pan cotidiano del pueblo; se lo come verde (cocido ó asado), «pintón»,
es decir medio maduro (asado), ó maduro (frito y crudo). En el primer estado
sabe al pan, en el último á una fruta delicada; pero para comerlo crudo, se
prefiere las especies aromáticas, como el Plátano de seda, ó las muchas
especies de Guineo igualmente aromáticas. El cultivo del Plátano y Guineo
es sumamente fácil y sencillo; una vez sembrado, no necesita ningún cui-
dado, basta por un tiempo indefinido cosechar los racimos, que se dan todo
el año, retoñando continuamente nuevas matas en lugar de las cortadas. El
Plátano pertenece con la Guadua á aquellas plantas providenciales, con que
regala la zona tropical á sus hijos mimados, para favorecer su pereza na-
tural. ¡Qué seria de este pais sin plátano y caña! El exterminio de los
platanales y bambudales equivaldría á una revolución social.
El Café (Coffea arábica) es también un producto casi ubiquitario de los
países tropicales y subtropicales del mundo. En el Ecuador se cultiva hasta
la altura de unos 1500 metros, pero solo en la zona baja las plantaciones
tienen mayores extensiones y es un artículo de exportación. Siendo el Café
ecuatoriano de muy buena calidad (mejor que, por ejemplo, el Café del
Brasil), merecería ser cultivado y exportado en mayores cantidades.
El cultivo y la exportación del Algodón (Gossypium sp.) se ha disminuido
en el Ecuador desde algún tiempo acá, aunque no falterian terrenos muy
adecuados, especialmente en las regiones no demasiado húmedas, en los
limites con la región seca. La causa de este retroceso consiste talvez en
la falta de brazos para la cosecha, que es algo circunstanciada, falta que
también en la cosecha del café se hace sentir muchas veces.
Las pocas y pequeñas plantaciones de Caucho se puede llamar unos
ensayos, de cuyos resultados no se puede juzgar todavía, porque son de-
masiado nuevas. El Caucho es un árbol que crece muy despacio. De todos
modos es digno de celebrarse la idea de precaver mediante nuevas planta-
ciones el exterminio completo de este árbol tan valioso. — En Manabí he
visto también plantaciones de Tagua (Cadi), pero creo que no se extenderán
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 433
mucho, desdo que el precio de este articulo ha bajado bastante. Por lo
demás no hay que temer, que la Tagua desaparezca de nuestras montañas,
porque para recojer esta fruta no se tumba ni se daña el árbol, como sucede
con la Cascarilla y con el Caucho.
Para el último me he reservado el Cacao, el producto mas noble, mas
valioso y mas abundante de la agricultura ecuatoriana. Su cultivo vá en
aumento de afio en afio, y su cosecha es el barómetro para el comercio de
Guayaquil, quiere decir, de todo el pais. En la carta de vegetación he in-
dicado los principales distritos cacaoteros, y se vé, cuan reducido es todavía
el terreno cultivado, en comparación con toda la región que favorece su
cultivo.
En el Ecuador hay dos modos de levantar cacaotales, de los cuales el
primero es muy sencillo. En donde se encuentra mucho cacao silvestre en
el monte, se corta todos los demás árboles y arbustos, dejando solo algunos
árboles altos y coposos para sombrear el cacao, y el cacaotal está hecho;
no falta mas que rozarlo todos los años y cosecharlo. Estas plantaciones
naturales, en que los árboles de cacao se hallan diseminados irregularmente,
ya muy aislados, ya en grupos, se llaman almacigóles, en oposición á las
huertas regulares, que resultan del segundo modo. Se levantan estas últimas,
preparando un terreno apto, especialmente en los bancos, por el desmonte
acostumbrado, dejando en pié, si los hay, algunos árboles de sombra. Se
siembra los arboles en orden quincuncial, haciendo los huecos á la distancia
de 2 á 3 varas, y metiendo en cado uno 4 ó 5 semillas frescas de cacao, que
no tardan en nacer. Al mismo tiempo se siembra entre las series regulares
las plantas, que deben servir de sombra á las tiernas plantas del cacao, que
no aguantan el sol. En los primeros dos años el mais ó la yuca llenan
este objeto; pero las mas veces se forman platanales, que quedan hasta que
el cacao tenga 2 ó 3 metros de altura, ó á veces hasta que comience á cargar,
que es en el sexto ó séptimo año. Hasta entonces también los arbolitos de
sombra (Guabo, Potorillo, que se llama también Palo prieto, ó Guachapelí),
que se ha sembrado desde el principio á ciertas distancias, han tomado
cuerpo, y proporcionan la sombra necesaria para poder tumbar los plátanos.
A este tiempo la huerta «moza» pasa á ser huerta «cargadora», y lo queda
hasta un tiempo indefinido. Pues, aunque el árbol de Cacao muera después
de (50 ó 80 años, siempre brotan cerca de las raices tantos retoños, que son
mas que suficientes, para reemplazar las matas viejas, que se debe cortar,
ó que caen por si mismas. El único cuidado que recibe la huerta cargadora
en adelante, es el de rozarla, á lo menos una vez por año (comunmente en
la estación del verano), y en esta ocasión se cortan también los muchos
retoños inútiles y algunas ramas supérfluas, asi como las plantas parásitas
Wou, Ecuador. 28
434 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
y epífitas, cuando amenazan de sofocar el árbol. Aunque el Cacao cargue
lodo el año flores y frutas, coincide, sinembargo, la enflorecencia principal
con la entrada del invierno (Diciembre), y la cosecha principal con los meses
de Marzo y Abril. Las cosechas parciales, que se repiten cada mes, se
llaman «rebuscos», y son á veces, sobre todo en Noviembre y Diciembre,
muy abundantes. La fruta tumbada, de forma de un melón oblongo, se
abre en la huerta misma, los granos con la pulpa adherente se llevan en
las «agollas» (sacos de cuero) á las haciendas, donde se los seca sobre los
«tendales» con mucho cuidado, para llevarlos en seguida al mercado de
Guayaquil, donde se apodera de ellos el comercio internacional. (44)
Las cosechas de Cacao son muy desiguales é irregulares, repitiéndose
las muy buenas solo cada 5 ó 6 años. No hay duda, que las condiciones
climatológicas del año, sobre todo el reparto desigual de la humedad, influye
mucho, como en todas partes del mundo; sinembargo, podemos preguntar,
si no seria posible, mejorar las cosechas por un cultivo racional, es decir,
contribuir artificialmente, para que las cosechas opimas se repitan con mas
frecuencia, y que las malas sean menos malas. En todo el mundo se cultiva
los árboles frutales, se los abona, se los poda, se les dá acceso libre del
aire y de la luz, se los limpia de insectos nocivos, en fin se estudia por
ensayos el mejor modo de criarlos, para ponerlos en las mejores condiciones
de su existencia, y son grandiosos los triunfos, que ha conseguido la arbori-
cultura. En el Ecuador no se practica nada de esto ó muy poco, creyendo
que la naturaleza, que ya hace tanto, debería hacer todo. Es una feliz
casualidad, que en el momento, en que escribo estos renglones, llega á mis
manos una reciente publicación del ilustrado profesor de botánica en
Quito, P. Luis Sodiro, sobre el cultivo del cacao y en particular sobre
la enfermedad de ala mancha».*) Aunque no puedo estar de acuerdo con
el autor, respecto á la causa próxima de la enfermedad, que él busca en la
falta de la suficiente cantidad de sustancias nitrogenadas en el suelo, pues
todavía me parece probable, que proviene de un organismo parasítico (sea
animal, sea vegetal); sinembargo los resultados, que saca de sus estudios
respecto al cultivo del Cacao en general, coinciden en el fondo con mis
propias ideas, que expuse á mis amigos agricultores de Guayaquil desde
muchos años, y que se dejan resumir en las palabras: luz y aire, por esto
mayor distancia entre los árboles; poda, para evitar el desperdicio de la
savia y concentrarla á las frutas; y abono, sobre todo con sustancias nitro-
*) «Observaciones sobre la enfermedad del Cacao, llamada «la mancha», y medios
para preservarla.» El folleto fué reproducido en «La Nación» de Guayaquil, No. 3781, el
18 de Febr. de 1892.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOE. 435
gemidas, para restablecer al suelo exhausto sus fuerzas. Para conseguir
resultados satisfactorios, no basta, que se haga uno que otro ensayo super-
ficial, que tal vez ni se hace con las debidas precauciones; una estación
agronómica, fundada en la región del Cacao, sea por iniciativa de parti-
culares, sea por la del Gobierno, y en que se instituyan los ensayos en gran
escala y por muchos años, uniendo la ciencia con la práctica, daria sin duda
alguna resultados muy importantes.
3o. Los bosques húmedos de los Andes.
A esta región he dado en la carta de vegetación un extensión vertical
muy grande en las faldas exteriores de las Cordilleras, desde el pié de ellas
en 200 ó 300 metros, hasta cerca de 3000 metros de altura. Bajo el punto
de vista puramente científico ó botánico, esto no es admisible, pues las
plantas del limite inferior son enteramente distintas de las del limite superior,
y debemos distinguir á lo menos dos zonas, una tropical y otra subtropical
ó templada, y aun podríamos subdividir cada una en fajas. La zona tropical,
que podemos llamar la de las palmas y heléchos arbóreos, llega á la altura
de 1600 metros, y la subtropical desde este término al de 3000 metros aproxi-
mativamente. De esto ya podemos deducir, que nuestra región tendrá una
flora muy mista, pues, ademas de confundirse las dos zonas nombradas, la
inferior ó tropical recibe muchísimas formas de la región húmeda de los
llanos, y en la superior ó subtropical entran multitud de formas subandinas
ó interandinas. Lo que tienen común las dos zonas, es la abundancia de
humedad durante todo el año, porque en ellas se condensan las nubes, que
viniendo del Oeste ó Este, chocan verticalmente con las Cordilleras. Aquí
apenas se puede hablar de verano é invierno, porque el último reina todo
el año, especialmente en la baja, y en la superior las nieblas densas reemplazan
en verano los aguaceros del invierno.
Si comenzamos la revista en las partes inferiores, encontraremos que
hasta la altura de 1000 metros predominan todavía las Palmas, las Scita-
mineas, y las Musáceas, aunque en otras especies, que en la región prece-
dente. Entre los árboles grandes se lucen las Clusiáceas. Se aumenta mas
y mas la cantidad de las plantas epífitas, entre las cuales las Aroídeas se
distinguen por lo gigantesco y grotesco, y los Helchos por lo tierno y ele-
gante del follaje. Las Orquídeas no son tan frecuentes, á lo menos no
llaman la atención , porque, faltándoles la luz y el aire fresco en la sombra
densa del bosque, buscan las copas mas altas de los árboles, y así quedan
inaccesibles y casi siempre invisibles. Las maderas útiles en parte son las
mismas como en los llanos, pero parece que no son ni tan buenas ni tan
variadas como en estas, porque, como ya he dicho mas arriba, la demasiada
28*
430 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
humedad no es favorable ú la calidad de las maderas. Por lo demás se
aprovecha muy poco de los productos vegetales de esta zona inhabitada, ya
por la dificultad del trabajo en esas montañas, ya por la gran distancia de
los lugares en que se podría venderlos; asi es que ella está cubierta completa-
mente de la montaña primeva y virgen.
Aunque se encuentren unos pocos Heléchos arbóreos en los llanos y
debajo de 300 metros, su desarrollo principal cae en la faja superior de la
zona tropical, entre 800 y 1(300 metros, donde predominan tanto por el
número de especies, cuanto por el de individuos. Con esto estoy lejos de
fijar á los Heléchos arbóreos el límite superior en 1600 metros, como lo
hace Humboldt; al contrario sabemos, que el gran sabio en este punto se
ha equivocado mucho, como lo ha demostrado Sodiro*) por muchos ejemplos.
En la altura de 2600 y 2800 metros son todavia muy comunes, y se usa
sus troncos para estantes de las casas en las montañas; en el Corazón crece
la Dicksonia Sellowiana (arbórea) en 3470 metros; yo encontré árboles de
Heléchos de 6 metros de altura en la Cordillera oriental de Cuenca en
3403 metros.*»)
Á medida que subimos en la montaña, las Palmas y otras formas pura-
mente tropicales se hacen mas raras y ceden el lugar á otras, que se lia
convenido en llamar subtropicales, porque prefieren un clima mas mitigado
con la temperatura de 18° á 14° C. La faja media, en que la flora sub-
tropical llega á su desarrollo típico, y que se halla entre 2000 y 2600 metros,
es la de las Cinchonas ó de la Cascarrilla. Pero con esta faja ó zona sucede
otro tanto, que con la de los Heléchos arbóreos : se ha observado Cinchonas
hasta la altura de 2900 y en la de 600 metros; y Mr. R. Spruce, quien en los
años de 1858 á 1861 estudió las Quinas (Cascarrillas) de nuestros Andes
occidentales, fija el limite de la Cascarilla roja (Cinchona succirubra), que
es la mejor, entre 610 y 1520 metros, lo que coincidiría todavia con nuestra
región tropical caliente.
Las Cinchonas son árboles propios de los Andes sudamericanos, y crecen
ú ambos lados de las Cordilleras, desde Colombia hasta Bolivia.***) El Ecua-
dor posee el mayor número de especies y entre ellas la mas valiosa, la C.
succirnhra, que es la Cascarilla roja genuina. — Introducida la Cascarilla
en Europa desdi» 1640, no se conoció el árbol, que la produce, hasta que en
*) «Apuntes sohre la vegetación ecuatoriana» (Programa de la Escuela Politécnica.
Quito 1*74), pág. 21.
**) «Reí. de un viaje geogn. por la Prov. del Aznay» (Guayaquil 1879), pág. 24.
***) La Cascarilla ó Quinquina del Brasil y de las Antillas, proviene de otros árboles
{Remija y Eroxtemma) de la misma familia, pero no de las mismas propiedades medi-
cinales.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOK. 437
1738 el célebre Mr. de La Condamine lo describió por primera vez, y en su
honor Humboldt y Bonpland lo llamaron Uinchona Condaminca; es la especie
mas antigua, que creció en abundancia en las montañas de la provincia de
Loja, especialmente en el valle superior del rio de Piscobamba cerca del
pueblo de Yangana (montañas de Uritosinga). En la misma provincia se
hallan, ademas de la citada, la C. pubcscens (llamada «Quina ahumada»), la
C. rotundifolia, la C. lucumaefolia (llamada «Hoja de Lucma»). Después se
descubrieron diferentes Quinas en todas la provincias interioranas, al lado
occidental, como al oriental de las Cordilleras. La C. succirubra y la C.
magnifolia (Cascarilla macho) parecen acompañar las montañas occidentales,
desde el valle del rio de Cañar hasta la provincia de Imbabura. La que so
llama «Cascarilla cuchicara» y se encuentra especialmente sobre el valle del
rio Chanchan, es solo una variedad de la C. succirubra (ó talvez de la Con-
daminea), y la aPata de Gallinazo» tampoco no parece distinguirse esencial-
mente de ella en sus caracteres botánicos.
Sabido es, que la Cascarilla forma uno de los artículos de exportación
mas importantes del Ecuador. Pero sucedió con esta corteza preciosa lo
mismo que con el Caucho, es decir, que los árboles de quina se han destruido
casi completamente, y con ellos se ha agotado una fuente de riqueza del
pais. Nadie ha pensado en resembrar nuevos árboles*), y ahora es difícil
encontrar uno que otro tronco añejo de la Cascarilla roja. La exportación
se halla reducida á pequeñas cantidades y á las clases inferiores. La quinina,
este articulo tan indispensable en las farmacopeas modernas, muy pronto
faltaría en el mundo, si otras naciones no hubiesen sido mas próvidas é
introducido el cultivo racional de las Cinchonas. Los Holandeses las llevaron
en 1852 á sus posesiones en la isla de Java, y en 1861 fueron llevadas las
primeras semillas y 637 plantitas de la Cascarilla roja, sacadas de las mon-
tañas de Guaranda, á la India oriental. Hoy existen en esos paises y en
la isla de Ceilan plantaciones con muchos millones de árboles en estado
de producción, y constituyen riquezas nacionales. Cuando en 1860 Mr.
Spruce, comisionado por el Gobierno ingles, compró en Guaranda la licencia
de sacar semillas con 400 pesos (al principio se quería regalarlas como cosa
sin valor), muchos se reían del «gringo esplénico»; ¡ojalá que entonces los
ecuatorianos hubiesen imitado á los gringos! ojalá, que siquiera ahora pen-
saran en sembrar y cultivar las mejores clases de las Quinas, que en su
suelo nativo sin duda prosperarían todavía mejor y con menos trabajo, que
en aquellas regiones apartadas del Asia!
*) Jamas se ha observado el decreto del Gobierno (publicado el 1 de Mayo de 1861)
que manda, que los cascarilleros por cada árbol cortado siembren en su lugar seis nuevos.
438 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
Las Pinchonas son demasiado raras, para imprimer á la zona, que lleva
su nombro, un carácter especial, como lo hacen en la zona inferior, por
ejemplo, las Palmas ó las Musáceas; y en general seria difícil, caracterizar
las zonas superiores con una ó dos clases de plantas; es mas bien el con-
junto de muchas, el que las distingue. — Á medida que nos levantamos en
las montañas, los árboles pierden en altura y grosor, el bosque toma otro
aspecto menos tupido y menos sombrío, las lianas ó bejucos se hacen mas
raros, pero las epífitas y los musgos adornan en gran número y variedad
los troncos y ramas. En la altura de 2000 á 3000 metros el bosque es
mucho mas rico en flores, que mas abajo; hay una multitud de arbolitos
y arbustos, que ya con su elegante follaje, ya con sus magnificas flores
hermosean las orillas de los caminos, ó las faldas empinadas de los cerros,
por ejemplo, las Fuchsias (F. longiflora, silvestris, ampliata), las Miconias,
las Buddleias, las Syngynesias y Solanáceas arborescentes (Vernonia, Senecio,
Mil-anta, Eupatorium; Solanum, Cestrum), las Mutisias, y entre las yerbas
bajas las espléndidas Gesneráceas (Gloxinia, Achimenes) y Lobeliáceas
( Siphocampylus). — Entre las muchísimas Orquídeas epífitas hay formas muy
hermosas y valiosas, especialmente de los géneros Odontoglossum (O. ramo-
sissimum, cirrhosum etc.), Masdevallia (M. chimaera, rosea, angulata etc.)
Mcsospiniílium, Epidendrum, Maxillaria y Lycastc. — Entre las maderas
útiles do esta región subtropical se distinguen las finas y duras de diferentes
especies de Arrayan (Eugenia ó Myrtus Arrayan y otras). Notable es también
un árbol grande, que se llama Ajo (Cordia alliodora), que indica con su
nombre el olor singular que despide. — He dicho mas arriba, que las Palmas
escasean y están representadas por algunas especies pequeñas de Chontas.
Tanto mas llama la atención la hermosísima Palma de cera, que es propia
á la región alta de 2500 metros. Sus troncos esbeltos se levantan á 30 ó
35 metros y sobresalen el bosque circunvecino. No se encuentra en todas
partes, pero en algunos distritos es social (como la Palma real de la región
baja). Me parece que hay varias especies de Palma de cera, unas muy
altas del género Ceroxylon (C. andicólum ó ferrugineum), y otras mas bajas, que
pertenecen talvez á la Oreodoxa frígida. La última forma bosques extensos en
las montañas de Chillanes; allá se llama «Tambal», y se usa como el Pambil
del litoral. — En la familia de las Bambusáceas, las Guaduas del litoral están
reemplazadas por las Chasqueas, que no presentan formas tan giganteas, pero,
siendo plantas sociales, también componen matorrales impenetrables y cubren
á veces grandes trechos en las faldas de los cerros. Por lo demás algunas
especies de Chúsqueas suben en la región paramal hasta la altura de 4000 me-
tros. Los tallos sólidos pero livianos de las Chúsqueas sirven para muchos
objetos, para los cuales en la región baja se emplea la Guadua y el Carrizo.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 439
Llegando á la altura de 3000 metros, en unos puntos un poco mas abajo,
en otros algo mas arriba, observamos, que la flora subtropical ya se mezcla
mucho con los elementos de la subandina. La vegetación arbórea se hace
mas baja y mas rala, y cede finalmente, en «la ceja de la montaña» el
terreno á la de los arbustos y frútices de Tliibaudia, Escallonia, Drimys,
Barnadcsia y otros, que conoceremos después.
Por mas rica y variada que sea la región de los bosques exteriores de
los Andes, que acabamos de recorrer desde los llanos hasta cerca de los
páramos, es sinembargo muy pobre en plantas de cultivo, que le fuesen
propias. Ya he dicho en otro lugar, que la región es muy poco poblada.
En los valles andinos, en que se hallan viviendas humanas, se cultivan los
productos de la tierra caliente y de los llanos, hasta donde sea posible, asi
el café, la caña de azúcar, el plátano y guineo, y algunos mas en pequeña
escala. Lo mismo vale de los árboles frutales, de los cuales prosperan mejor
la naranja y el limón. Mas arriba, donde ya no se dan los productos tropi-
cales, comienza el cultivo de las plantas que son propias á la región inter-
andina de los cereales; de manera que la intermedia intertropical queda sin
agricultura especifica. De los árboles frutales quisiera agregar á esta región
la Chirimoya (Anona Cherimolia), aunque se cultiva también en los llanos
(p. ej. en la isla de Puna), y en la región interandina. En estado silvestre
y formando bosques enteros encontré la Chirimoya en las montañas de la
provincia de Loja, por ejemplo, entre Loja y Malacatos, en la altura do 1800
á 2000 metros. Pero en general se puede decir, que la región de esas mon-
tañas es mucho mas pobre en frutas comestibles silvestres, que la de los
llanos tropicales y la interandina; será un paraiso para los botánicos, pero
no para la pobre gente, que debe vivir en ella.
Ahora deberíamos pasar al lado oriental de los Andes, y describir la
misma región tropical y subtropical, que cubre las faldas orientales de la
Cordillera real desde 300 á 3000 metros de altura. Pero aquí no nos exten-
deremos mucho, porque el hábito ó la fisonomía de la vegetación es esencial-
mente la misma, que al lado occidental, distinguiéndose las mismas zonas
y fajas. Muchas especies son idénticas ó pertenecen á lo menos al mismo
género. Cierto es, que hay también algunas formas, que son propias á la
región oriental y faltan á la occidental, como, por ejemplo, el árbol de Canela
(Candía alba); pero, conociendo por propia experiencia muy poco de esa
flora del oriente, no me atrevo á exponer sus diferencias características. Falta
todavía el estudio científico de ella, y las listas de plantas orientales, que
dan Velasco y Villavicencio, no sirven de nada, porque no indican los nombres
botánicos (los indígenas varían mucho según las regiones), ni las zonas, ni
440 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
las alturas en que se hallan; asi quedan para la geografía botánica sin valor.
El señor Orton insertó á su obra varias veces citada (The Andes and the
Amazons), algunos capítulos muy interesantes sobre la flora de la hoya
amazónica, pero se refiere mas bien á las partes medias é inferiores de ella
(del Brasil), que al Marañon superior y á los declives orientales de los
Andes, que nos interesan en primer lugar. Sinembargo indicaré algunas
plantas notables. Al lado occidental de los Andes no conozco ninguna palma
de hojas en forma de abanico (como la Toquilla), pero en el lado oriental
se encuentran varias especies de ellas, sobre todo las Mauritias; la M.
flexuosa sube en el Ñapo y demás tributarios del Marañon hasta la altura
de 1000 metros hacia el pié de la Cordillera. Las palmas de hojas pluma-
das son muy abundantes, entre otras la que se llama Chatribira. La Palma
de cera del Marañon es la Copernicia cerífera; pero en las montañas sobre
Canelos crece también la legitima Palma de cera, el Ceroxylon andicólum. —
La lana de algunos Eriodendros gigantescos reemplaza la de los Ceibos "de
nuestra región litoral. — El Mahagoni legitimo del Brasil (Smdcnia maJta-
goni) sube hasta la región del Ñapo y se encuentra al lado del Cedro (Ce
drcla odor ata), cuya madera le parece en algo. — Algunos árboles de
diferentes géneros dan una goma parecida á la Gutta-percha de la India
oriental. El Caucho proviene aquí de la Siphonia elástica (en las vertientes
occidentales de la Castilloa clástica), el Copal de una especie gigantesca de
Hymenaca, y el bálsamo de Copaiba de varias especies de Copaifera. El
aceite de Sasafras proviene probablemente del Laurus Pucheri, y el Sangre
de drago del Crotón sanguifluum, que crece también en las provincias occi-
dentales. — Una planta sumamente venenosa es la Strychnos toxifera, de
que los indios preparan el veneno para sus flechas, el «Urari», que es pro-
bablemente distinto de «Curare» del Orinoco.*) Una planta muy narcótica
es también la Aya-huasa (Banisteria caapi), cuya infusión toman los indios
salvajes para producir un estado singular de embriaguez, en que suelen
tener las visiones mas extrañas. Parece procudir un efecto semejante al del
opio. Mas provechosa es la Guayusa (llex sp.), que reemplaza el té, y se
parece mucho al Mate de Paraguai. — De las montañas de Canelos sacan
los indios á la plaza de Baños y de Riobamba una fruta deliciosa, que se
llama Granadilla de Quijos (Passiflora sp.), que es la mejor de cuantas
Granadillas crecen en nuestro territorio. Las demás frutas peculiares del
Oriente son poco conocidas, porque no vienen á nuestros mercados.
*) Los indios Cayapas envenenan sus flechas con el cocimiento de un Solanum, que
talvcz no se distingue del S. melancholicum (el Yencnillo), y se parece en algo al Sola-
num quítense (Naranjilla).
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VEGETACIÓN A MEDIA ALTURA DE LA CORDILLERA.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOB. 441
4°. La región interandina de los cereales (subandina).
Con este nombre designamos aquella región vegetal, que se extiende
entre las dos Cordilleras altas de los Andes sobre las hoyas interandinas en
la altura de 2000 á 3400 metros y que se distingue especialmente por el
cultivo de los cereales. Se vé que, en cuanto á las alturas, no se sigue
directamente á la subtropical húmeda de las faldas exteriores de la Cordillera;
está mas bien intercalada lateralmente entre ella y la región andina. En
las vertientes interiores de las Cordilleras baja hasta 1800 metros y se
mezcla con la subtropical, donde esta puede entrar por los valles trans-
versales de los rios (Catamayo, Jubones, Chimbo y Chanchan, Pastaza,
Guallabamba, Mira). En las vertientes exteriores suben los bosques húmedos,
como hemos visto, hasta mas do 3000 metros, y solo de allí (desde la «ceja
de la montaña») se mezclan con ellos las formas de la flora interandina ó
subandina, formando una faja de unos 400 metros, hasta la altura de 3400,
y rodeando los cerros de todos los lados.
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Fig. 39. Corte ideal de las reglones de vegetación.
2. Llanos. 3. Montañas tropicales y subtropicales de los Andes. 4. Begion interandina (subandina).
5. Región andina. 6. Nieve perpetua.
El limite superior de la región subandina podemos fijar en la altura
indicada de 3400 metros, que coincide casi con aquel, hasta el cual se puede
cultivar la cebada.
El clima del pais interandino es muy diferente del de las regiones, que
hemos considerado hasta ahora, se distingue por un temperamento templado
y hasta frió, y sobre todo por la mayor sequedad. Al clima se adapta
naturalmente la vegetación, y en efecto, desaparecen de ella casi todas las
formas, que nos recuerden la zona intertropical; su aspecto complexivo es
monótono y triste. A esto contribuye mucho la escasez ó falta casi com-
pleta de bosques; la vegetación arbórea, que poseía sin duda en su estado
natural, se ha reducido á campiñas rasas y á dehesas. El monte se ha
refugiado á algunas quebradas inaccesibles de los valles y de los páramos,
y aun en estos lugares merece mas bien el nombre de matorral que no de
selva. La población humana se ha concentrado desde tiempos remotos en
442 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO L
las hoyas andinas, y ella ha alterado la fisonomía de la vegetación, especial-
mente desde el tiempo de la conquista europea, cuando comenzó el cultivo
de los cereales en gran escala; pero, para decir la verdad, aquí la ingerencia
del hombre no ha ennoblecido y amenizado la naturaleza, como en otros
paises agrícolas, aqui generalmente la ha dañado y esterilizado con su
miserable sistema de agricultura.
Como tipo de nuestra región podemos considerar los planos de las hoyas
de Riobamba, Latacunga, Quito, que se hallan en la altura de unos 2800 me-
tros, con una temperatura media de 13° ó 14° C. Pero baja en algunos valles
(Catamayo, Yunguilla, Guallabamba, Chota) hasta 1500 metros con 17° ó
18° C. de temperatura, sin cambiar esencialmente el carácter del aspecto
exterior, si exceptuamos algunos cañaverales y cafetales, ó uno que otro
árbol frutal; al contrario, la gran sequedad que reina en estos valles, hace
el contraste con la región húmeda en las montañas exteriores en la misma
altura, tanto mas notable. — Pero ya examinemos la flora un poco mas
de cerca.
Lo caracteristico de la flora interandina ha de buscarse especialmente
en los arbustos, frútices y yerbas, desempeñando los árboles un papel muy
subordinado; sinembargo comenzaremos con ellos.
El Capulí (Prunus salicifolius) señala con tanta seguridad la sierra, como
la Palma de coco la cercanía del mar. No dudo, que sea indígena, pero
comunmente se halla cultivado en los campos, huertas, y al rededor de las
cabanas de los indios. Su porte recuerda el cerezo de Europa, con el cual
se iguala también por su madera fina, pero no por su fruta, que es bastante
acerba, y se puede comer solo en un pais, en que otras frutas mejores
escasean. — El Sauce (Salix Huwboldtiana), que encontramos en las tem-
bladeras del litoral, crece también á lo largo de los arroyos y de las acequias
de la sierra. Mas frecuente es todavía el Aliso (Betula acuminata), que en
el rio Pastaza baja hasta cerca de los llanos de Pintuc (1000 m.). — Al-
gunos árboles frutales se cultivan en las haciendas de los valles abrigados,
como de Chillo y Tumbaco, de Guallabamba é Ibarra, de las provincias del
Azuay y de Loja. En estas huertas prospera el Naranjo, Limón, la Vid, el
Peral, Durazno, Albaricoque, Membrillo, la Chirimoya, el Mirto y Arrayan,
algunas especies de Guabo (Inga sp.) y el Tóete (Juglans sp.). Este último
árbol, que dá una madera fina, como la Juglans regia de Europa, parece ser
indígena, aunque nunca lo he encontrado en el estado silvestre; Orton lo
considera como propio de los Andes ecuatorianos y peruanos, y dice que es
una especie de Juglans todavia no descrita. Por su fruta so acerca mucho
á algunas especies norteamericanas (J. nigra, cinérea).
Entre los arbustos de la región interandina predominan indudablemente
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 443
as Chucas y sus congéneros (Bochar is y Eupatorium sp.), en general las
Syngyncsias ó Compuestas. En gran variedad se puede estudiarlas en las
cercas vivas, que separan los campos, y comunmente so encontrarán entre
ellas también otros arbolitos característicos de esta región, como el Guantuc
(Datura sanguínea)*), el Lechoso (Euphorbia Latazi), el Saúco (Ccstrum),
algunas Miconias, la Dalca Mutisii, uno que otro Solanum arborecente, y
talvez un Chamburo (Carica digitata), que es la Papaya de la sierra, y se
cultiva mucho en las haciendas y cerca de las casas do los indios. — Cuanto
mas seca y árida es la región, con tanto mayor frecuencia se presentan los
Espinos (Cercus septum, que es el mayor, y otras especies menores), las
Tunas (Opuntia tuna), las Cabuyas (Agave americana y Fourcroya sp. que
es la «Cabuya blanca»). Las últimas son de mucha utilidad, reemplazando
sus tallos livianos, cuando secos, en parte las cañas del litoral, y sub-
ministrando sus hojas la valiosa fibra de la pita. Las dos especies de Ca-
buya se usa para formar cercas vivas impenetrables, á veces en unión de
los Espinos y Tunas, pero se cultivan también en matas aisladas sobre
campos arenosos, que no producen otra cosa. Las Cabuyas y las Cácteas
son las formas mas grotescas de la flora interandina. — En algunos planos
estériles (p. ej. entre Latacunga y Ambato) y sobre todo en las laderas ári-
das de los valles profundos (Catamayo, Yunguilla, Guallabamba etc.) prospera
el árbol resinoso del Molle (Schinus mollis), una de las formas mas elegantes
de esta región. Pero á su lado y en esas mismas laderas abruptas, crecen
otros arbustos y yerbas, que son como emblemas de la sequedad y del
desierto. Aquí se repite de cierto modo la flora de la costa árida, solo en
otras especies. Para citar un solo ejemplo, nombraré la bajada de San An-
tonio al puente de Alchipichi en el valle de Guallabamba, que será conocida
por muchos de mis lectores. Algunos arbustos cenicientos de Crotón, algunas
Mimosas, por aquí por allá un raquítico algarrobo (Prosopis hórrida), de
cuyas ramas se cuelgan las barbas largas de las Tillandsias, agitadas por
un viento seco y caliente como el siroco de la Sahara. Hé aquí esta flora
tristísima, cuyo solo aspecto es capaz de provocar la sed y el cansancio.
Muy distinto y mas ameno es el aspecto de la flora, si de las altiplani-
cies subimos en las montañas hacia el límite superior de la región, es decir,
hacia el principio de los páramos, por ejemplo en las faldas del Pichincha
sobre Quito. Entre 3000 y 3400 metros do elevación los bosquecillos se
componen de los arbustos siempre floridos de la Barnadesia spinosa, Mico-
nía quitensis, Thibaudia acuminata, Fuchsia ampliata, Vattea stipularis, Es-
*) El Floripondio (Datura arbórea) se cultiva también en las huertas, pero silvestre
se encuentra en zonas mas bajas y calientes, también en el litoral.
444 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
callonia myrtilloides, Gaulthieria Pichinchcnsis, Siphocampylus giganteas, varias
Gynoxis, Baccharis y Eupatorium, Mutisia PichincJiensis , Ribes parviflorum,
Rubus gluucus, stipularis, glabratus etc. etc. En algunas partes predominan
las Chasqueas sobre los arbustos nombrados. — Estos bosquecitos represen-
tan tal vez con mas fidelidad la flora interandina primitiva, que las planicies
cultivadas, en que fué en gran parte destruida. Ellos se encuentran igual-
mente, en las mismas alturas, á los lados exteriores de los cerros, donde
descienden poco á poco á la región húmeda, como queda dicho mas arriba.
— También la flora herbácea es bastante rica, llamando la atención las
elegantes Calceolarias, que pertenecen á las formas mas características de
la región (C. serrata, hyssopifólia, amplexicaule, crenata, son las mas comu-
nes, pero hay muchas otras, mas raras)*); las Salvias con sus corolas azules
y coloradas (S. macrostachya, quitensis, tortuosa, phoenicea etc.); las Gardo-
quias; la Argemone mexicana, especialmente en los campos áridos; algunas
especies de Hypcricum, que parecen preferir el terreno de la cangagua; los
géneros Chenopodium, Plantago, Rubia, Senecio, Gnaphálium, Solanum, Vale-
riana, una multidud de Gramíneas, entre las cuales descuella el género
Paspálum en los potreros, y el Sigsig (Arundo nítida), á la margen de las
pampas arenosas y en las faldas de los cerros. Una planta muy singular
y á la vez muy común, que sube hasta los páramos, es la Bromeliácea lla-
mada Achupalla (Pouretia pyramidata), cuyos troncos negros y escamosos
serpean como culebras y enormes gusanos por las laderas, formando mator-
rales espesos. En su cercanía y en parajes semejantes se encontrarán tam-
bién los pequeños frútices de la Moruna (Vaecinium mortinia) con frutos
comestibles, y del Ckanchc (Coriaria thymifolia), cuyas uvillas dan una tinta
muy buena. — Entre las frutas espontáneas de la región debemos nombrar
también la agradable Naranjilla (Solanum quítense) y el Taxo (Taxonia
mixta). El último se encuentra silvestre y ademad cultivado en las huertas
en algunas variedades; su fruta es agradable, pero inferior á la de su pró-
xima pariente, la Granadilla. Por sus hermosísimas flores escarlatas la
Taxonia manicata es un adorno especial del valle de Guaranda y Chimbo,
donde crece en abundancia enredando los arbustos en los bordes de los
caminos. Fuera de los taxos, la región es bastante pobre en enredaderas,
y ellas se limitan casi á algunas plantas herbáceas.
Los Heléchos desempeñan un papel muy subordinado; aunque hay nume-
rosas especies, no influyen en la fisonomía general de la flora, como en las
*) Las Calceolarias se encuentran en todo el pais interandino, hasta Colombia, y no
comprendo, como Uumholdt pudo afirmar, que faltan desde Quito y el Pichincha hacia
el Norte. (Ans. d. Nal., II, pág. 101.)
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 44f>
zonas húmedas; son pequeños y adaptados al clima seco, con excepción de
algunos arbóreos, que se hallan en regiones muy altas, y sobre todo en las
vertientes exteriores de las Cordilleras, donde reina mas humedad atmos-
férica. La cosmopolita Pteris aquilina forma á veces matorrales extensos.*)
Igual carácter seco llevan las epífitas, aunque entre las Orquideas hay todavía
algunas muy notables y graciosas. El Oncidium nubigetmm cubre los arbo-
litos raquíticos hasta los limites superiores de nuestra región.
Los árboles frutales ya quedan indicados, igualmente algunas otras fru-
tas cultivadas en las huertas. A estas debemos agregar el Pepino (Solanum
muricatum) y la Frutilla (Fragaria chiloensis?), que prospera especialmente
en las cercanías de Ambato. — Todas las hortalizas europeas se dan muy
bien, como las Lechugas, Cebollas, Ajos, Coles, Rábanos, Nabos, Remolachas,
Zanahorias (Daucus carota) etc., al lado de las indígenas, entre las cuales
se cuenta la Arracacha esculenta (Zanahoria del pais), y varias especies de
Calabazas. Es de notar, que en los jardines prosperan también la mayor
parte de las flores de adorno de Europa, que en el litoral ardiente ó mueren
ó quedan raquíticas, como las Violetas (Viola odor ata), los Pensamientos
(Viola tricolor grandiflora), los Claveles (Dianthus caryophyllus) y otras.
La agricultura de la región interandina tiene un aspecto europeo. Ya
no hablaremos de las pequeñas plantaciones de caña de azúcar, de café y
de plátano, que se introducen por los profundos valles interandinos de la
zona subtropical, sino tan solo de aquellas, que prosperan en el clima sub-
andino. — Fuera de los potreros naturales, el pasto general de la sierra es
la Alfalfa (Medicago sativa), que se cultiva en todas partes, donde hay que
mantener caballos y muías. Tiene felizmente esta planta útilísima, de origen
europeo, una extensión vertical muy grande, desde los valles ardientes (con
riego artificial) hasta cerca de los páramos. El que ha viajado en el Ecua-
dor alto, sabrá apreciarla, pues antes puede pasar una semana sin pan, que
un dia sin alfalfa (para sus bestias, por supuesto). En caso de necesidad
las hojas de mais son el sustituto de la alfalfa.
De los cereales europeos se cultiva en el Ecuador solamente el Trigo
(Triticum sp.) y la Cebada (Hordeum sativum), mientras que el Centeno y
la Avena son casi desconocidos. El Trigo dá bien hasta la altura de 3000,
y la Cebada todavía en la de 3400 metros. Ambos productos apenas abas-
tecen las provincias del interior, las litorales reciben la harina de California
y de Cliile. — El cultivo del Mais (Zea mais) es bastante general, pero
solo en las partes fértiles y abrigadas de la región produce bien, mientras
que en las altiplanicies áridas, por ejemplo, de Riobamba, Ambato, Lata-
*) De igual modo la encontré en las pampas altas de las islas de Galápagos.
446 GEOGRAFÍA BffTÍTlCJL Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO L
cunga. queda mezquino y es muy tardío. El mais forma hoy día, como en
la remota antigüedad, uno de los alimentos principales de la población in-
diana. La mazorca tierna cocida, que es el choclo, viene también á la mesa
de los rico*: el mai.s tostado ó cocido (el motel es el fiambre ordinario de
la gente pobre en la sierra, y reemplaza el pan? como en la costa el ¡da-
taño tostado. Una inmensa cantidad de mais se usa en la fabricación de
la chicha, que llaman de jora, esa bebida predilecta de los indios, que les
reemplaza la cerveza y el vino. El tratamiento del mais es casi el mismo
que el de la cebada en la fabricación de la cerveza, y la chicha tiene varias
propiedades de la última, menos el sabor que es distinto. — Al lado del
mai.s, la Quínua (Chenopodium quinua) era el grano principal de los indios
antiguos. Hoy dia su cultivo está muy reducido por el uso de k>6 otros
cereales, y casi limitado á las regiones superiores, próximas a loe páramos.
En los mismos parajes frios prosperan tres plantas con raices tuberculosas,
también cultivadas desde la antigüedad india, la Oca (Oxalis erenata)r el
Melloco (Uttucus tuberosas) y la Maskua (Tropaeclnm tuberos***). Todas tres
no llegan, ni de lejos, á la importancia de la Papa (Solanum tuberos***),
esta panacea universal, que en el Ecuador alto desempeña el mismo papel
importante como en otros paises del mundo, que permiten su cultivo. La
papa es para la sierra, lo que el plátano para el litoral. Prospera desde la
cercanía de los páramos hasta los valles con un temperamento medio de
18 grados, pero no desciende á los llanos mas calientes. Se dice, que Chile
es la patria de la papa, pero se ha encontrado también en algunos puntos
de las Cordilleras ecuatorianas en estado silvestre. Su cultivo data de la
remota antigüedad india, á lo menos en el imperio de los meas. La papa
y el mais son los dos productos mas valiosos, que el mundo nuevo dio al
antiguo, en recompensa de los cereales europeos. — De legumbres se cul-
tivan en cantidades algo considerables, la Arveja (Pisum sativum), la Lenteja
(Ervum Icnsj, el Garbanzo (Cicer arietinum). Habas (Vicia faba) y Frijoles
(Vhnscólus vulgaris, nanus, mnltiflorus): con excepción de los últimos, las
demás son introducidas de Europa.
La Vid produce bien en algunos valles abrigados, y hace unos lo años,
que en los valles de Tumbaco y de Patate se ha comenzado con bastante
entusiasmo ú sembrar algunas viñas, al parecer con buenos resultados. Sin-
embargo este cultivo quedó limitado á pocas haciendas y no ha tomado
mayor incremento.
En las consideraciones generales sobre la agricultura de la región inter-
andina, siento no poder estar de acuerdo con algunos escritores, que pintau
este puis como uno de los mas fértiles del mundo. El Ecuador interandino
produce lo que necesita, y en atención á su población rala, mas de lo que
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 447
necesita; también es cierto, que puede extender todavía su agricultura con-
siderablemente. Pero con esto esta todavía lejos de contar entre los países
agrícolas mas productivos, es decir, entre los que pueden exportar su abun-
dancia en gran escala; para esto le falta el terreno. En la carta de vege-
tación se observa, que la región interandina, que he llamado la de los
cereales, de suyo es bastante reducida; pero mas de la mitad de ella es in-
cultivable, sea por lo alto y frío, sea por lo escarpado y quebrado, sea por
lo estéril del terreno. Casi la mitad de esta región consta de páramos, y
¿qué queda? un pais quebradísimo, cascajoso, arenoso, en general, y fértil
solo por partes. Estas partes son, en comparación con el todo, muy redu-
cidas, y comparables con los oasis del desierto. Rara vez se encontrará un
terreno apto de algunos kilómetros cuadrados continuos. El que llama las
altiplanicies de Riobamba, de Ambato (con excepción del valle mismo), de
Latacunga, de Quito, «fértiles», ó no ha visto jamas en su vida un pais
fértil, ó se engaña á si mismo y á otros. ¿Quien puede negar, que hay
terrenos magníficos, por ejemplo, en una parte de la provincia de Imbabura,
en los valles de Tumbaco, Chillo, Machachi, en las provincias de Cuenca y
de Loja, en que un clima suave, un riego suficiente y un suelo feraz dan
cosechas abundantes, en que las haciendas, rodeadas de mirtos y naranjos
y otros árboles frutales, constituyen sitios deliciosos? Pero tales localidades
forman por desgracia casi las excepciones, y seria un gran error generalizar
esta feracidad para todo el pais interandino. Para probar la gran fertilidad
de las provincias del interior, se suele enumerar una lista larga de productos
vegetales, que se encuentran allá. Pero si todos ellos crecen en ciertos
puntos de la sierra, ¿á caso está probado, que se puede cultivarlos en gran
escala? En un pais, en que no hay invierno (es decir, una estación de frió
intenso), es natural que debe haber mayor variedad de productos agrícolas,
que en países boreales, por esto todavía no se puede decir que es mas
feraz. — No hay duda, que el estado primitivo de la agricultura que es
poco mas ó menos el mismo, que han introducido los conquistadores espa-
ñoles, hace tres siglos y medio, contribuye mucho á los resultados mezqui-
nos, que se consigue actualmente (siempre exceptuando algunas localidades
privilegiadas), y que un sistema mas racional de la labranza, el empleo de
abonos convenientes, y la regularizacion del riego artificial, podrían producir
un cambio muy notable, y duplicar ó triplicar el rendimiento del suelo; pero
un impedimiento grande consiste también en la naturaleza del suelo, y en
la escasez de terrenos verdaderamente ricos, á lo menos en las provincias
centrales desde el Azuay hacia el Norte. La cangagua, por ejemplo, que
cubre terrenos inmensos, y ciertas otras tobas volcánicas, jamas serán fa-
vorables á la agricultura. Si el Ecuador alto fuese tan poblado como la
448 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
Europa central, el suelo no podría alimentar la población con sus productos
agrícolas, mucho menos proveer las demás provincias. — Es posible y aun
probable, que mi opinión se halle en oposición con la de muchos ecuatoria-
nos, que esperan que con el impulso de un ferrocarril andino el interior se
convertirá en un pais esencialmente agrícola y exportador de cereales. Creo
que las esperanzas en este punto son exageradas, y que la utilidad de la
via férrea se manifestará por otros efectos; mas bien quisiera pronosticar
para el Ecuador alto un gran desarrollo de la ganadería, á la cual se prestan
muy bien sus extensos terrenos incultos é incultivables, especialmente en la
región de los páramos. Con mi opinión sobre la feracidad limitada del suelo
interandino no estoy enteramente aislado, observadores exactos é imparciales
se han expresado en el mismo sentido. (46) Para mi el centro de gravedad
de la agricultura ecuatoriana ha de buscarse en las provincias litorales (mas
tarde talvez también en las orientales) y no en las interandinas.
6o. La región andina, ó de los páramos.
La extensión de esta última región vegetal es grandísima; pues ocupa
los anchos lomos de las dos Cordilleras grandes, los nudos interandinos, y
muchas montañas intermedias mas ó menos aisladas, que exceden á la al-
tura de 3000 ó 3400 metros. Sus condiciones climatológicas singulares he
expuesto en otro lugar, y no falta mas, que completar el cuadro con algu-
nos detalles botánicos. Sus limites verticales podemos poner entre 3400 y
4600 metros de altura; su flora se desarrolla poco á poco de la subandina
y se pierde finalmente entre las nieves eternas de los cerros mas altos.
En el límite superior de los bosquecitos subandinos, descritos en la
sección precedente, desaparecen poco á poco ciertos géneros de arbustos, y
aun familias enteras, como las Mirtáceas, Melastomáceas, Mirsíneas, Piperá-
ceas, Araliáceas etc., y en su lugar se presentan otras plantas, que con toda
seguridad anuncian el páramo y una altura de mas de 3400 metros, por
ejemplo, la Chuquiragua (Cliuqniragtia microphylla é insigáis, aunque la última
baja algo mas), Calceolaria ericoides, Valeriana rígida, Werncria disticha,
Potrníilla andina. La paja del Ishu (Stipa lchii) ya principia en la zona
subandina, pero solo en esta región superior llega á su dominio indisputado.
Con algunos de sus congéneros (Andropogon, Tuspahim etc.) forma los pa-
jonales, que con desesperada monotonía cubren centenares de leguas en las
Cordilleras de los Andes. Las Gramíneas, y especialmente la Stipa Ichu,
constituyen el elemento esencial de la flora andina, y le imprimen su carác-
ter singular; las demás plantas «alpinas» casi desaparecen entre los altos
y densos mechones de la paja, y solo hacia el límite de la nieve, donde
aquellos se hacen mas ralos y bajos, pueden desarrollarse con mayor libertad.
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 449
Apesar de mucha semejanza y analogía entre los elementos botánicos de
la flora andina y de la alpina de Europa, existe sinembargo una diferen-
cia inmensa en el aspecto complexivo ó general de las dos, y bajo este
punto de vista la flora alpina lleva la ventaja indisputable. lié aquí, como
se expresa el mejor conocedor de la flora ecuatoriana, que en tiempos ante-
riores ha estudiado también la alpina: «El aspecto de los pajonales está
muy lejos de poderse comparar con el tan profundamente simpático, alegre
y amenísimo de los Alpes. En ellos se puede decir que la naturaleza se
despierta casi improvisamente del profundo letargo invernal, y rebosa de
nueva vida. El espectador casi no dá crédito á sus propios ojos al ver
cambiada de repente y como por incanto la faz de aquellos parajes, poco
antes tan escuálida y triste, en otra tan alegre y risueña. Parece que á
los suaves calores de Mayo y de Junio la vida se reviste allí de todo lo mas
hermoso y brillante, como para el tiempo de sus fiestas, sabiendo los dias
de luto y desolación que le han de llegar mas tarde. El rigor invernal de
esas regiones destruye enteramente sus tallos jugosos é inmaduros, y así es
que en primavera la nueva vegetación puede mostrarse con todo el fausto
de sus tiernos retoños, no ofuscados por los restos escuálidos de la pasada.
Por el contrario, en los pajonales de los Andes el período mas largo de
vegetación permite á los tallos consolidarse mas, y muertos resisten mas á
las causas destructoras, esperando del tiempo, lo que no puede sobre ellos
la inclemencia demasiado mitigada de las estaciones, y entre tanto ofuscan
y afean con sus despojos fúnebres el brillo de las recientes generaciones.»*)
¡Este es el efecto necesario de la «primavera eterna»! expresión del todo
inadecuada tanto para el clima, cuanto para la vegetación. En el páramo
no hay ni primavera, ni otoño, ni verano, ni invierno, solo hay eternamente
lo mismo. Dos terceras partes de las hojas de la paja siempre están secas
con un color parduzco ó amarillento, las nuevas de un verde azulejo pro-
ducen con aquellas ese manto aceitunado, que se llama pajonal y cubre
todas las montañas. Un desierto completo no hace en el viajero las im-
presiones tan tristes y melancólicas, como el yermo de los pajonales.
Aquí tratamos solamente de la fisonomía general del páramo y de sus
rasgos característicos; pero debemos agregar, que la flora de esta región,
analizada por el botánico de profesión, no deja de ser muy interesante.
Provoca espontáneamente á una comparación con las floras árticas y alpinas,
con las cuales presenta tanta analogía, y excita al pensador á considera-
ciones profundas sobre la migración de los vegetales, sobre el endemismo,
*) P. L. Sodiro, Apuntes sobre la vegetación ecuatoriana. Progr. de la Esc. Polit.
de Quito, 1874.
Wolf, Ecuador. 29
450 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO I.
el origen de los especies y otras cuestiones semejantes, cuya discusión nos
alejaría demasiado de nuestro objeto. Algunas particularidades de la flora
andina encontrará el lector en los Suplementos. (4f)
Bajo el punto de vista económico los páramos son un país de pasto, y
como tal tienen una importancia muy grande para el Ecuador. La riqueza
de muchas haciendas consiste únicamente en tantas leguas de páramo, ó
mejor dicho, en tantos miles de cabezas de ganado vacuno, caballar y ove-
juno, que pacen en esos páramos; y el pobre indio, que talvez no posee
una gleba de terreno en propiedad, mantiene sus animales en el páramo
comunero; de suerte que la existencia de millares de animales y de cente-
nares de propietarios está intimamente conexionada con esta suprema y fría
región de los Andes.
La vegetación arbórea y fruticosa cesa generalmente con la altura de
3500 metros, sinembargo, en algunas quebradas abrigadas sube algo mas.
En el Antisana se hallan matorrales espesísimos de 2 metros de altura de
la Chasquea aristata en mas de 4000 metros, y los tortuosos árboles de
Quénua (Polylepis sp.) forman en el Chimborazo (camino de Guaranda) y
en otros cerros, bosquecillos en la altura de 4200 metros; pero siempre son
fenómenos aislados. Algunas plantas fruticosas y leñosas que se hallan
hasta cerca de la nieve perpetua, apenas se levantan del suelo sobre las
yerbas bajas en su cercanía, y por esto no hacen la impresión de arbustos,
así, por ejemplo, Baccharis alpina y humifusa, Hedyotis ericoides, la Gaul-
thieria, Bubus nubigenus, Chuquiraga microphylla y otros. — En 4500 metros
de elevación, poco mas ó menos, la paja del páramo y *en general las gramas
ya no son tan tupidas, se hallan en mechas aisladas y esparcidas y desa-
parecen finalmente casi por completo, de suerte que la faja suprema se
compone con preferencia de otras yerbas andinas, algunas con flores grandes
y vistosas, y la flora toma un aspecto mucho mas alegre y mas parecido
al de la flora alpina. Como en un jardín botánico, y separados por caminos
y plazuelas arenosas, se encuentran vistosos grupos de Gentianas, Acaenas,
Malvastros, Valerianas, las lanuginosas especies de Culcitium (frailejones) y
el grotesco Lupinus alopecuroides (Gonda, cola de caballo). Las Wemerias
y una pequeña Umbellifera, Pcctophytum, forman céspedes densísimos ó al-
mohadillas de un verdor primoroso, entre ellas se levantan los colorados y
cilindricos tallos del Lycopodium crassum y L. erythraeum (Tarugo-cacho),
asi como las enrolladas hojas de un helécho singular (Jamesonia cinnamomea).
— En 4<í00 metros de altura la vegetación herbácea ya es muy rala, y los
arenales se cubren por grandes trechos con liqúenes cenicientos ó blanque-
cinos ( Stereocatdon sp.). Sinembargo no faltan del todo las fanerógamas,
y algunas, como el Culcitium nirale y rufescens, la Valeriana alypifclta, la
LA VEGETACIÓN DEL ECUADOR. 451
Pernettya angustifolta, trepan entre las mancha» de nieve hasta alturas, que
exceden de la linea ordinaria de la nieve perpetua. — Pero aquí pongamos
el punto final á nuestra revista sumaria de la vegetación ecuatoriana.
La distancia desde la palma de Coco hasta los liqúenes del Chimborazo
es corta; subiendo del Golfo de Guayaquil al Cajas de Cuenca, podemos
recorrer todas las zonas, desde la ardiente del litoral hasta la andina superior,
en un solo dia; pero, ¡qué inmensa variedad, qué riqueza sorprendente de
esta vegetación, acumulada en un pequeño espacio! Pocos países habrá en
el mundo, que abran á la ciencia botánica y á la especulación humana un
campo tan vasto y grato, como el Ecuador.*47'
29
Capítulo n.
La Fauna del Ecuador.
En cuanto á la fauna descriptiva del país nos hallamos talvez en peores
condiciones, que con la flora, pues existen muy pocos trabajos especialistas
sobre ella, y estos incompletos. Las observaciones sobre la distribución
geográfica de los animales no son tan obvias, como las que se refieren á
la vegetación, y en mis viajes pude dispensar solo de paso alguna atención
á esta materia. Por estos motivos nuestra revista zoológica será bastante
corta, y en lugar de hacerla por regiones y zonas, he preferido seguir el
orden sistemático del reino animal, haciendo algunas observaciones de las
clases principales que lo constituyen.
I. Mamíferos.
1°. Los monos, limitados á las zonas calientes, se encuentran con mas
frecuencia y mayor variedad en la región oriental (amazónica) que en la
occidental. Los mas comunes son los Micos de dos ó tres especies (Cehus),
que á veces causan un daño considerable en los maisales y cacaotales y
por esto son perseguidos. Mas grandes son los Monos negros (Mycetes),
que por la madrugada y al ponerse el sol acostumbran congregarse en las
copas mas altas de los árboles, á veces en la cercanía de las haciendas, y
cantar en coro con sus voces estentóreas, que hacen resonar la selva en
contorno. Otro mono frecuente en los bosques occidentales es el Brazo-
largo (Áteles), con extremidades muy largas y solo cuatro dedos en las
manos; su carne es buena para comer. De las regiones del Ñapo se trae
algunos monitos muy graciosos (CaUithri.i , Midas, Hapale sj).), que se do-
mestican con facilidad, pero generalmente mueren pronto en un clima, que
no sea igual al de sus bosques húmedos y calientes. En el Ecuador viven
cerca de 40 especies de monos.
2o. Murciélagos hay en abundancia y en cuatro ó cinco especies; son
mas propios á las regiones calientes que, á las frias. Aunque son animales
LA FAUNA DEL ECUADOR. 453
útiles por devorar una multitud de insectos nocivos, son sinembargo hués-
pedes malquistos y molestosos, cuando eligen por centenares los techados
de las casas, como sucede en el litoral. Una especie grande (Phyllos(oma)
visita de noche los rebaños de ganado y sangra los animales, con preferencia
los mulares. Una sola sangría no importa mucho, pero cuando se repite
cada noche, debilita y arruina los animales. Hay épocas, ea que este mur-
ciélago se aumenta tanto, que llega á ser una plaga terrible y una amenaza
seria para las haciendas de ganado, como sucedió, por ejemplo, hará unos
diez años, en la isla de Puna.
3o. Los Carnívoros forman un contingente respetable de la fauna ecua-
toriana. De la familia felina tenemos cinco ó seis especies. El Yaguar ó
tigre americano (Fdis onca) es propio de la región caliente de toda la
América tropical y es la fiera mas grande y mas temible de este continente.
Rara vez acomete al hombro sin ser provocado ó herido, pero en las ha-
ciendas de ganado á veces hace destrozos entre los terneros y potros. No
es raro en nuestras montañas, y con frecuencia se puede observar sus pisa-
das frescas en el suelo, ú oir su bramido, y sinembargo rarísima vez el
viajero tiene ocasión de verlo; en veinte años y en mis muchísimos viajes
solo dos tigres se me presentaron, en distancias considerables y por un
momento. — El Puma ó león americano (Félis concolor) es algo mas pe-
queño que el Yaguar y menos peligroso. Se halla desde el litoral hasta la
zona superior de los páramos. Su caza no es peligrosa, y á los indios de
Papallacta he visto cojerlo con el lazo. Al lado de las dos especies grandes,
tenemos las pequeñas que se llaman Tigrillos (Fclis pardalis, tigrina, ma-
croura), que en el campo son los peores enemigos de las gallineras, dispu-
tando las presas á los zorros; también roban otros animales domésticos, por
ejemplo, puercos. En el litoral he visto con alguna frecuencia un Gato montes,
de color gris y del tamaño de un gato grande, muy parecido á Fclis Catus
de Europa y probablemente una especie nueva, es decir, todavía no descrita.
La familia canina está representada por una hermosa especie de Zorro,
que en el pais se llama lobo*) (Canis Aearae) y que vive en las regiones
altas, especialmente en los páramos. En toda su forma y en sus costumbres
se parece mucho al zorro europeo (Canis vulpes). — América tenia al tiempo
de la conquista sus propias especies de perros, pero ninguna se halla en
el Ecuador en estado silvestre; las razas domesticadas que tenían los indios,
están hoy dia tan cruzadas con las europeas, que ya no se puede hablar
de perros indígenas.
*) En el Ecuador se llaman «zorros») animales de distintas familias, los Didelphys
y los Mephitis; el único zorro verdadero llaman «lobo».
454 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO II.
Mas numerosa que la canina, es la familia ursina en nuestro pais. Un
Oso de regular porte (Ursus aJbifrons) se halla en -la zona subtropical y
sube hasta los páramos. En la región baja vive el Cuchuche (Nasua so-
cialis), que es estimado por su carne y se domestica fácilmente, como un
perro. A las orillas de los ríos se encuentra el Procyon cancrivorus, que se
parece mas bien á un perro que al oso, y se alimenta especialmente de
cangrejos y camarones. Un animalito muy gracioso de esta misma familia
es el Cercoleptes caudivolvtdus. En su figura y por el modo de vivir en los
árboles, se acerca á los monos; lleva una vida nocturna y duerme durante
todo el dia, enrollado en su larga y lanuda cola. Vive solamente al pié de
la Cordillera occidental, donde hace algún daño en los cacaotales. En
Guayaquil se lo vé á veces domesticado, y se llama Cusumbe.
Á la familia de los tejones pertenecen los zorros de la sierra (Mephitis vit-
tata), animales de bonito pellejo, que se defienden contra sus perseguidores,
arrojándoles un liquido sumamente hediondo, preparado en glándulas especiales.
El objeto que llega en contacto con esta materia, conserva el olor nauseabundo
por muchos meses. — Algunas especies de Comadrejas son comunes en las
huertas del litoral, y una hermosa Nutria vive en los ríos de la pesca.
4o. Marsupiales hay pocos en el Ecuador. Una especie (Didélphys) es
generalmente conocida, sobre todo en el litoral, donde se llama «Zorro».
Vive en las casas á manera de las ratas, á las cuales se parece en algo,
especialmente en el rabo; pero se distingue por parir sus hijos en un estado
embrional y por criarlos en una bolsa que carga en el vientre.
5o. Los Roedores son muy numerosos; al lado de los mas pequeños (los
ratoncitos), poseemos uno de los mas grandes del mundo, que es la Guanta
(Coelogcnys paca) con una carne exquisita. Vive en la región tropical y
subtropical, como su pariente próxima, la Guatusa (Basyproda Agutí). El
Cui (Cavia Cobaya) es mas cosmopolita, y se propaga con la misma rapidez
en la cobacha del litoral como en la choza del páramo, pero se halla solo
en el estado domesticado. Su carne no es menos sabrosa que la de la
Guatusa, y Cui asado con papas y salsa de mani, forma uno de los mejores
platos de la sierra. Conejos (Lepus sp.) se encuentran desde el litoral hasta
la zona paramal, pero no sé si pertenecen á una sola ó á varias especies.
Ardillas (Sciurus sp.) son muy comunes en los bosques, y en las huertas
de cacao forman á veces una verdadera plaga, por cuyo exterminio se paga
premios á los peones. — No enumeraremos las muchas especies pequeñas,
que se comprende comunmente con el nombre genérico de ratones, solo ob-
servaremos, que algunas, que son plagas domésticas, como el ratoncito
ordinario (Mus tnusculus) y las ratas (Mus rattus y M. dectwianus) son de
origen europeo é introducidas casualmente por los buques. — De la extra-
LA FAUNA DEL ECUADOB. 455
vagante familia del Puerco-espin tenemos una especie, bastante rara, de Cerco-
labes, que vive sobre los árboles y se agarra con el rabo como los monos.
t>°. Entre los Edentados contamos nuestras dos especies de Perezosos, ó
«Perico ligero», una con dos uñas en las manos (Cholopus didactylus) y
otra con tres (Bradypus tridaciylus); ambas se encuentran con frecuencia
en las selvas del litoral. En la misma región y en la subtropical se hallan
los Armadillos (Dasypus sp.) que en lugar de cerdas llevan capachos sólidos
por cubierta, y los Osos hormigueros (Myrmecophaga júbata) con sus hocicos
extremadamente largos y bocas muy chicas. Según las muchas pieles, que
se venden en Guayaquil, se debe suponer, que el oso hormiguero es un
animal frecuente en el litoral.
7o. De los Multúngulos, cuyo representante principal era en la época
cuaternaria el Mastodonte de los Andes (Mastodon Andium), nos quedaron
dos especies de Tapiro (Danta, Gran bestia). Este animal singular, que
parece compuesto del burro, del elefante y del puerco, es el mamifero in-
dígena mas grande del continente sudamericano, del porte de un burro. La
especie mas común, casi pelada, como el elefante, es el Tapirus americanas,
y vive en la región amazónica, siempre en la cercanía de los rios y pan-
tanos. Nunca la encontré al lado occidental de los Andes. La segunda
especie, algo mas pequeña y de piel lanuda, es el Tapirus villosus, y se
encuentra en los páramos del Ecuador alto. La carne del Tapiro se come.
A la misma clase de los Multúngulos pertenecen también, fuera del puerco
domesticado, dos puercos indigenas y% silvestres, que se llaman Jabalí y
Saino (Dicotyles lábiatus y D. torquatus). Se distinguen por una glándula
llena de una sustancia hedionda, que llevan sobre el lomo y que algunos
toman equivocadamente por un segundo ombligo. Andan en manadas y
ocasionan mucho daño en las plantaciones de las provincias litorales. El
Saino se domestica fácilmente, y la carne de ambas especies es sabrosa.
8o. La clase de los Solidúrtgulos se extinguió en Sudamérica en la época
cuaternaria, y sus dos representantes actuales, el Caballo (Equus caballas)
y el Burro (Equus asintts) son introducidos de Europa.
9o. Los Iluminantes indigenas tampoco no son numerosos. La Llama
(Auchenia lama) probablemente ya no he halla en ningún punto del Ecuador
alto en el estado silvestre, y también su cria no tiene la misma importancia
como en el Perú y en Bolivia. Solo en las provincias del Chimborazo, del
Tunguragua y de León so encuentra en manadas algo considerables. — De
los Venados son los mas comunes el Cervus chilensis (llamado también an/i-
sanensis) en las regiones altas, especialmente en los páramos, y el Cervus
virginianas en todo el litoral. Todos los demás Ruminantes del Ecuador,
como la cabra, la oveja, la res, son introducidos de Europa.
456 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO II.
10°. De las Focas el Lobo marino (Otaria jubata) visita por una casua-
lidad nuestras cosías, mientras que en las islas de Galápagos es muy común.
Allá se encuentra también otra especie algo mas rara y mas pequeña, el
Lobo de doble pelo (Arctocephálus australis ú Otaria falklandica). A los
animales de esta clase convienen mas bien los mares de agua fria.
11°. Los Cetáceos son igualmente propios á las zonas árticas, y en los
mares tropicales se hallan muy pocas especies. La Ballena austral (Bcdaena
australis ó antárctica), distinta de la de Groenlandia, es frecuente en el
Archipiélago do Galápagos y objeto de una pesca lucrativa. En ciertas
épocas, especialmente cuando tiene cria, visita también las aguas tibias de
la costa ecuatoriana. — De los Delfines el mas conocido y mas común es
el Bufeo, este payaso del mar, que acompaña los buques en grandes manadas,
y divierte á los pasajeros con sus saltos caprichosos. Probablemente es la
misma especie (Delphinm delphis), que vive también en el Atlántico y en
el Mediterráneo, y que desempeña un papel en la mitología griega y romana.
— Un Cetáceo muy interesante, que vive no solamente en el mar, sino tam-
bién en el agua dulce del Marañon y do sus grandes tributarios (rio Ñapo etc.)
es la Vaca marina (Manatus americanus), de que se aprovecha la carne y
la grasa.
II. Aves.
Si la América del Sur no puede competir con los otros continentes en
el número y la magnitud de los mamíferos, en la clase de las aves los
aventaja mucho. Estableciendo una proporción entre la extensión territorial
y el número de aves, que contiene cada una de las Repúblicas sudameri-
canas, resulta que el Ecuador es el pais mas rico en esta clase, lo que es
una consecuencia de su posición geográfica y de la gran variedad de su
territorio.
Io. Aves de rapiña. El rey de las aves americanas es él Cóndor ( Vultur
ó Sarcorhamphus gryphus), que domina la Cordillera de los Andes desde el
estrecho de Magallanes hasta el istmo de Panamá. En el Ecuador es muy
frecuente, sobre todo desde el Azuay hasta Colombia, en la cercanía de
nuestros grandes nevados. El macho adulto mide tres metros con las alas
extendidas. Mientras que el Cóndor en latitudes mayores (Chile) visita la
cosía del mar, en el Ecuador nunca abandona la región fria; pero si, se levanta
á veces á mas de <>000 metros, girando sobre las cimas nevadas de los
volcanes. En las provincias del litoral se encuentra una especie mas pe-
queña de buitre, que llaman «liey de los gallinazos» (Vultur ó Sarcorhamphus
papa), que tiene un plumaje mas vistoso que el Cóndor y la cabeza colorada
con listas azules. — Los buitres mas comunes son los Gallinazos, especial-
LA FAUNA DEL ECUADOR. 457
mente el de cabeza negra (Cathartes atratus ó foetetts), que no deja de ser
úül, por devorar cuantas inmundicias encuentra en la cercanía de las vi-
viendas humanas, sobre todo animales muertos que comienzan á podrirse.
Cumple mejor con su oficio que muchos empresarios del aseo público, y con
razón goza del privilegio de inmunidad. Con el anterior, pero no con tanta
frecuencia, se encuentra el Gallinazo de cabeza colorada (Garthates aura),
de las mismas costumbres. Ambas especies suben hasta la zona fria, pero
parecen preferir la caliente. — Águilas verdaderas no hay en Sudamérica,
pero (enemos una serie de Halcones (Falco sp.) grandes y pequeños, especial-
mente en la sierra, y de Curiquingues (Polyborus sp.), que por su cara des-
nuda se parecen todavía en algo á los buitres. Se dice, que el curiquingue
era el ave sagrada de los Incas. También la Valdivia del litoral pertenece
á la familia de los Halcones y se distingue ventajosamente de sus parientes,
por perseguir, en lugar de los pajaritos inocentes, las culebras venenosas y
otros reptiles. Con su canto lastimero, que deja oir de noche en el bosque
solitario, ha dado ocasión á que la gente la tome por un mal agüero, como
las lechuzas. — La lechuza mas grande que tenemos, es el Buho (Bubo sp.),
que vive solitario en las selvas del litoral y en las cuevas de los páramos,
donde los indios le llaman a cuscungo». Tal vez se deben distinguir varias
especies. De la lechuzas pequeñas, la mas ordinaria, que se halla en todas
las regiones, es la Strix fiammea, á lo menos no puedo distinguirla de esta, que
vive en toda la Europa, África y Asia. En las costas secas de Sta. Elena
y de Manabi se encuentra una pequeña lechuza que llama la atención, por
vivir en cuevas pequeñas, que ella misma escarba en la tierra, como un
conejo ó un armadillo. Lleva una vida diurna, contraria á la de sus her-
manas, pues durante todo el dia y en el sol mas fuerte está sentada delante
de la puerta de su cueva, como una centinela, ó persigue los pájaros como
un halcón. Esta es la Strix cunicularia, que se halla por toda la Sud-
américa en parajes semejantes, por ejemplo, en las pampas de Buenos- Aires.
2o. Entre las Aves trepadoras pongamos en primera linea los Papagayos
de toda clase, que son tan numerosos y variados en nuestro pais, desde los
grandes y vistosos Guacamayos ó Aras (Ara ararauna, A. hyacinthinus etc.),
hasta los graciosos Pericos y Periquitos (Psittacúla sp.). En medio están
los Loros (Psittacus sp.) de distintas clases con el Ghericles (ó Chelicres),
que es el ave mas dócil del mundo. Toda esta familia existe solamente en
las regiones mas calientes, algunas especies suben á la subtropical; también
en este punto, como en otros tantos, los Papagayos dejan compararse con
los monos. — Las demás familias de las trepadoras se distinguen igual-
mente por un plumaje muy vistoso, por ejemplo, las especies de Trogon, que
no ceden al pavo real, y los Tucanes, ó Predicadores, ó Diostedées (Rham-
4.'y< GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAFÍTCLO O.
phusto* y Pterojfiossus *p.) que á la vez imponen por sos picos enormes. —
I»* Carpintero* (Picus y Picumnu* sp.j ya son de facciones mas modestas;
¡joseemos unas 5 ó 0 especies en todas las zonas. Finalmente nombraré el
Garrapatero íCrotopkaga ani y C. smlcirostris), que hace al ganado el servicio
de limpiarlo de las larvas de insectos, y por esto se encuentra siempre en
los potreros. — La pequeña familia de los Martines ó Pescadores (Alcedo y
Ccrylc sp.j cuenta algunos miembros interesantes á hs orillas de nuestros
rio» y esteros.
:V\ El orden de los Pájaros (Passeres) ó Cantores es muy grande, y
cada una de sus familias numerosísima, de manera, que aquí ya no podemos
detallar las especies, ni los géneros. A este orden pertenecen los Tordos,
Mirlos, Cucubes, Caciques, Colimbos, Chirotes, Olleros, Brujos, Sicckas, Plata-
neros, Cotingas, Chagüies, Ánditos, Jilgueros, Gorriones, Solitarios, (rallos de
peña, Picaflores ó Quindes, Golondrinas, Bujtos etc. etc. (el número de las
especies pasará de 400). — En los pájaros ecuatorianos (y de Sudamérica
en general) se observa, que liay entre ellos relativamente muy pocos can-
tores, es decir, que agraden con un canto melodioso. Esta circunstancia
llama la atención de todos los viajeros, que vienen de países Crios ó templa-
dos, donde los pájaros cantan mucho mas y mejor. Los bosques tropicales
quedan silenciosos, y no manifiestan la animación, que podría esperarse de
la multitud de sus habitantes alados. Como en recompensa de esta falta
ostenta la mayor parte de ellos un plumaje espléndido y encantador. Los
colores mas vivos, muchas veces con visos metálicos, se combinan del modo
mas caprichoso y variado, para producir efectos sorprendentes. Unos se
visten de escarlato puro ó de verde y azul, otros andan en traje mas austero
de terciopelo negro con adornos amarillos, otros de siete colores como arle-
quines; estos ponen todo su lujo en la cola, aquellos en la crestilla de la
cabeza, y los mas elegantes y chicos (los colibríes) llevan collares de zafiros,
topacios y rubíes. Otra circunstancia es digna de reparo: cuanto mas caliente
es el pais, tanto mas vivo y hermoso es el plumaje. La misma observación
se hace también en otras clases des animales, especialmente en los insectos.
Los pájaros mas hermosos provienen de la región tropical y subtropical ; en
la suhandina é interandina el vestido ya es mas modesto, todavía con tal
cual adorno sencillo, y en la andina de los páramos se visten generalmente
de un ceniciento ó pardo uniforme, en plena armonía con los pajonales
tristes. De esta regla general hacen una excepción los Picaflores ó Quindes,
que precisamente en la región subandina y andina despliegan todo su brillo,
siendo en la zona litoral representados por pocas y menos brillantes especies.
Kn las ásperas breñas de los Andes cruzan sin descanso con vuelo rapi-
dísimo el aire, lanzando como chispas eléctricas de varios colores, ó están
LA FAUNA DEL ECUADOR. 459
cerniéndose sobre las llores de las Fuchsias, Barnadesias, Thibaudias, para
chupar, no la miel de ellas, sino los insectitos que se esconden en las
corolas. Cerca de la nieve perpetua encontramos hermosísimos Quindes
(Oreotrochtlus Pichincha, O. Chiwhorazo etc.) zumbando alrededor de la
Chuquiragua y de otras flores andinas.
4o. De las Aves columbinas tenemos una escala perfecta de unas 20
especies desde la Torcasa, que es del tamaño de la paloma doméstica, hasta
la Tórtola mas pequeña del porte de un gorrión (Columba passerina). Todas
las especies son una caza buena, y algunas se amanzan en jaulas, como la
paloma de la Cruz, el Cuculí, las Tórtolas.
5o. Aves gallináceas hay de muchas especies. Muy comunes y conoci-
dos son los Faisanes del monte y las Pacharracas (Penelope sj). Crax sp.);
mas grande pero mas raro es el Pauji (Urax pauxi). Bajo el nombre de
Perdices se comprenden diferentes especies, y aun diferentes géneros, en las
regiones litorales y andinas (Attagis, Crypturus). Todas las gallináceas son
perseguidas por su buena carne.
6o. Las Aves zancudas viven siempre en la cercanía de las aguas, á las
orillas del mar y de los rios, y especialmente en los pantanos y lagunas.
Del gran numero, que forman este orden, nombraremos las Garzas, de las
cuales la blanca (Árdea egretta) es la mas común, y la A. candidissima la
mas elegante; las garzas de cuellos mas cortos, de porte mediano y plumaje
oscuro, llaman en el litoral Guacos. El Clanclon (Mycteria americana), es
parecido á la cigüeña, y se encuentra en las pozas y tembladeras del
litoral; es la zancuda mas grande de Sudamérica; los Flamengos (Phoeni-
copterus) visitan por casualidad nuestras costas, pero anidan en las islas de
Galápagos. Los Cangrejeros (Ibis sp.) abundan en los manglares y esteros
de la costa, y son buena caza. Otras especies de Ibis viven en las regiones
pantanosas del interior, y á su parentela pertenece también la Bandurria
de los páramos (Theristicus caudatus). Grande es la variedad entre las zan-
cudas menores, Gallinetas y Zarapicos (liattus, Gallinago, Fúlica, Gallínula,
Tringa etc.), de las cuales algunas son aves migratorias, como el Veranero,
que en verano viene por millares á los páramos. A esta familia pertenece
también la Parra jazana, que se distingue por las espuelas en el codo de
las alas, y se encuentra por la mayor parte de Sudamérica.
7o. Aves palmípedas ó nadadoras. En este orden cuenta un gran número
de aves marinas, como el Alcatraz (Pelecanus), el Piquero (Sula), la Tijereta
ó Fragata (Tachypetes águila), las Gaviotas (Larus, Lestris, Procellaria), y
las graciosas Golondrinas del mar (Stcrna sp.). En las islas de Galápagos
se encuentra también el Albatros (Diomedca chlororhynchos) y el Pingüin
ó Pájaro-niño (Aptenodytcs sp.). El Alcatraz, la Tijereta y el Cuervo de
460 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO H.
agua (Garbo sp.) suben en los grandes ríos litorales hasta al pié de la Cor-
dillera; y algunas especies de Gaviotas viven también en las lagunas del
interior y hasta en los páramos. Pero las palmípedas mas propias del agua
dulce son los Patos y Palillos, de los cuales poseemos diferentes especies,
entre ellas la Anas moschata, en estado silvestre y domesticado.
m. Anfibios ó Reptiles.
Viven en abundancia en las zonas calientes, algunos se encuentran en
la región subandina, y muy pocos (batraquios) suben á la andina. — En
las costas del mar se pescan las dos especies grandes de Tortugas, que se
encuentran en todo el Pacifico entre América y Asia, es decir, Chélonia
Mydas y Ch. imbricata, la primera especialmente por la carne, y la segunda
por su concha valiosa, que dá el carey. Las especies terrestres y palustres
todas son mas pequeñas, excepto el Galápago (Testudo elephantopus), que
no vive en el Continente, sino en las islas de su nombre. En el litoral
distinguimos las Tortuguillas (Chélys sp.) y las Icoteas (Trionyx?), las últi-
mas viven mas en el monte que en el agua, y se mueven con mayor
lijereza que sus congéneros. En el Marañon y sus grandes tributarios
(Ñapo, Pastaza etc.) se encuentran por millares las tortugas, que se llaman
Charapas (Podocnemis, varias especies), y que son un gran recurso para los
habitantes de aquellas regiones, ya por su sabrosa carne, ya por el aceite
que se saca de sus huevos, y que se usa como manteca.
Para el orden de los Saurios tenemos un magnifico representante en
nuestro Lagarto, que vive por millares en los ríos del litoral, especialmente
en el sistema del rio Guayas, y alcanza el largo de 6 metros. Sabido es
que la mayor parte de las especies americanas de Caimanes y Aligadores
son genéricamente distintas del Cocodrilo del África, constituyendo el género
Alligator. Pero de un estudio anatómico exacto, practicado en los lagartos
del rio Guayas y del rio Túmbez, resultó, que ellos son verdaderos Coco-
drilos, y se los ha llamado Crocodilus occidentales.*) Después de los largartos
siguen en tamaño las Iguanas, de 3 á 5 pies de largo. La Iguana tuber-
cttlata es muy común á las orillas de los rios litorales, y su carne es tan
sabrosa, que el montuvio la llama chistosamente «gallina del monte». No
es raro encontrar en el bosque el Basilisco (Anolis sp.) de un color verde
muy hermoso y del porte de una pequeña iguana. La gente tiene miedo
de este animal, así como de algunos otros de esta familia, porque los supone
venenosos, pero sin razón; pues ni el Basilisco lo es, ni las largartijas y
los camaleones del monte, ni la Salamanquesa de las casas, ni mucho menos
*) En el Orinoco vive el Crocodilus acutun, y en Méjico el Crocodihus rhomhifer.
LA FAUNA DEL ECUADOR. 461
las graciosas lagartijas negras con puntos azules y amarillos (Amciva vul-
gar i s), que también andan en las viviendas humanas. La Salamanquesa
(Platydadylus sp.) trasuda un humor fuerte de las glándulas de sus dedos,
que le ayuda á andar en las paredes; por lo demás es un animalito inofen-
sivo y hasta útil, porque devora una multitud de insectos nocivos. No se
conoce ningún reptil con patas y párpados, que sea venenoso (las culebras
carecen de los miembros nombrados).
El orden de los Ofidios ó de las Serpientes es desgradiadamente en el
Ecuador muy numeroso, y constituye para las regiones calientes una de las
plagas mas grandes. La familia de las Boas, que comprende los magnates
de las culebras, no es venenosa. A ella pertenecen en las regiones ama-
zónicas la Boa constrictor y la Boa murina ó scytale; aquella vive en la
tierra y mide 5 metros, esta, llamada Anaconda y Mama-yacu, se halla
comunmente en el agua y llega hasta 7 metros de largo. Muchas fábulas
se cuentan de las Boas, y sobre todo de la acuática; la primera nunca
acomete al hombre, y la segunda rarisima vez, ambas le huyen, como
generalmente todas las culebras, cuando no se las irrita. Al lado occidental
tenemos otras especies de Boas, algo menores, como la Sobrecama y la
Tigre.*) — Del todo inofensiva es la familia de las Colubrinas (Coluber sp.),
á que pertenecen las acaseras» y las «tobas», que hay también en la sierra,
asi como algunas Corales (Erythrólampus). Con las últimas hay que andar
con cuidado, porque por sus colores hermosos (anillos negros y colorados)
difícilmente se distinguen de las Carales venenosas (Elaps sp.), que son
miembros de otra familia. De un lindo color verde es la que llaman Papa^
gayo (Dryophis sp.) y que anda mucho por los árboles; pero también es
venenosa, como todas las siguientes, la Estrella, la Cascabel, la Equis.
Todavía no se ha estudiado bien las víboras del Ecuador, pero me parece,
que con el nombre de Equis se comprende varias especies grandes y pe-
quenas y todas muy venenosas. Algunas, como la Equis «de rabo de hueso»
y la Cascabel son Crotalus, otras pertenecen á los géneros Lachesis y 2W-
gonocephalus. — Una culebra venenosa, la Pelamys bicolor, vive en el mar,
y se halla con alguna frecuencia en la costa de Santa Elena.
Concluye la clase de anfibios con el orden de los Batraquios, á saber,
de las ranas y sapos, de que poco tenemos que decir, si no querimos entrar
en su descripción particular. Para la geografía zoológica tienen algún
interés, por ser los anfibios, que suben á la región andina, pues el grito
nocturno de los sapos nos persigue desde las calles inundadas de Guayaquil
r
*) Algunos dan el nombro de Tigre también á una especie grande de Equis
(Lachesis), y ella es naturalmente muy venenosa.
402 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO II.
hasta los páramos del Chimborazo, por supuesto con variaciones, porque los
sapos serranos son distintos de los costeños. Una pequeña rana, que vive
cerca de Totorillas en mas de 4100 metros de altura, y que Mr. Boulenger
ha llamado Hylodes Whymperi, es probablemente el anfibio, que alcanza la
mayor altura en el Ecuador y talvez en todo el continente sudamericano.
IV. Peces.
En esta clase la diferencia entre la sierra y el litoral es aun mas
notable que en los anfibios; pues, en la región interandina ó subandina vive
una sola especie pequeña, la PreñadiUa (Pimelodus cyclopum), y á la andina,
á mas de 3000 metros, no sube ninguna, mientras que en las regiones
calientes las especies de peces son numerosísimas. — No puedo fijar exacta-
mente el limite, hasta donde suben algunos pescaditos de la zona inferior
por los ríos en los valles subandinos, pero creo que ninguno pasa el de
2000 metros. De ahí hasta 3000 metros vive solamente la Prefiadilla, que
es propia á la sierra, y por mas variada que sea en tamaño y figura, con-
stituye una sola especie, como Putnam y Day lo han demostrado.*) Jamas
se ha comprobado, que la Prefiadilla viva también en aguas subterráneas,
ni que carezca de la vista. No volveremos aquí al mito geológico, que le
valió su nombre de Pimelodus Cyclopum (véase pág. 349).
En las provincias litorales el pescado forma uno de los alimentos prin-
cipales y mejores de la problacion. Hay pejes que viven solo en el mar ó
en los esteros de agua salada, otros que se encuentran solo en agua dulce,
y otros que prefieren el agua salobre ó viven indistintamente en la salada
y en la dulce. En el último caso, en que se hallan, por ejemplo, la Corbina,
el Robalo, la Liza, los individuos que se pescan en agua marina, son mucho
mas sabrosos que los del agua dulce. Es muy notable, que algunos de los
pejes grandes del mar, como el Tiburón y el Pez-espada, suben en los ríos
hasta las montañas. De la última especie se cojieron en Daule y en Bo-
degas algunos, cuyas espadas, ó mejor dicho sierras, midieron mas de un
metro de largo; yo mismo encontré uno mediano en el rio Peripa, 20 leguas
arriba de Balzar. Sabido es, cuanto abunda la cria del Tiburón en el rio
Guayas, donde se llama Cazón de leche y se come. Ademas de los nom-
brados se venden en la plaza de Guayaquil los siguientes: Ciego, Barbudo,
Bagre, Dama, Vieja, Bocachico, Lenguado, Sábalo y otros mas raros, no
hablando de las muchas clases que se cojen afuera en la costa del mar y
en las islas de Galápagos, que son riquísimas en pescado exquisito. Hasta
*) E. Whymper, Trav. nm. thc great Andes of the Equntor. pág. 251 — fif>; y el
Apéndice suplementario de la misma ol>ra, pág. 137.
LA FAUNA BEL ECUADOR. • 4<)3
ahora no se ha hecho un estudio científico de los peces del Ecuador occi-
dental; el zoólogo que algún dia lo emprenda, tendrá una cosecha abun-
dante y encontrará probablemente muchas especies nuevas. — Mas rica en
peces es todavía la región del Oriente, donde el Marañon comunica su
abundancia á los tributarios grandes. Según Agassiz el Amazonas alberga
mas especies de peces, que ningún otro rio del mundo.
V. Animales Evertebrados.
Cuanto mas bajamos en la escala zoológica, tanto mas numerosas son
las clases y los órdenes, y si quisiéramos entrar en la revista de todas las
familias, esto seria para no acabar nunca.
Io. La clase de los insectos por si sola es tan grande, que su de-
scripción llenaría un tomo grueso. £1 Ecuador reúne de todos los órdenes
los representantes mas grandes y brillantes, pero al mismo tiempo los mas
nocivos y venenosos. De ellos vale lo que hemos advertido respecto á los
pájaros y reptiles: cuanto mas caliente es la región, tanto mas grandes,
frecuentes y hermosos son los insectos; en las zonas altas y frías llevan
vestidos mas modestos y se acercan á sus parientes de los países extra-
tropicales. Muy pocas especies viven en todas las zonas, y la mayor parte
tienen una extensión vertical muy limitada, como ciertas plantas, de manera
que el observador puede formarse con tales especies localizadas una escala
hipsométrica bastante exacta, sobre todo si agrega algunas plantas carac-
terísticas, que se hallan siempre juntas con ellas. Una determinada distri-
bución geográfica se manifiesta en todos los órdenes de insectos, pero en
ninguno es mas fácil de observar que en él de los Lepidópteros diurnos
(Mariposas). De mas de 500 especies, que poco á poco recojí en mis viajes
(sin contrar las nocturnas y crepuscularias), unas dos docenas me servían
como de barómetro, y me divertía adivinando de su aparición las alturas
aproximativas en que me hallaba. — En algunos años ciertas especies de
mariposas se aumantan tanto que llegan á ser una verdadera plaga para la
agricultura, no en su estado perfecto sino en el de larva. Asi observé en
Febrero de 1883 una migración de mariposas en la costa de Manabi, cerca
del Cabo Pasado. Durante mas de ocho días pasaron nubes de mariposas
desde las 7 de la mañana hasta las 5 de la tarde del Sur al Norte; de
noche descansaron sobre la tierra, poniendo al mismo tiempo sus huevillos.
De estos no tardaron de salir las pequeñas orugas, que en pocos dias con-
virtieron los potreros, especialmente los de Janeiro, en pampa rasa, é inva-
dieron hasta las plantaciones de caña de azúcar. Los enjambres se com-
pusieron solo de dos especies, de una mariposa grande blanca (Picris sp.),
4fi4 GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO II.
que siempre es común, y de la Libythaea Carinenta, que en otros años no
es frecuente.
Del orden de los Coleópteros (Escarabajos) también hay algunos muy
nocivos, como, por ejemplo, la Calandra pálmarum, cuya larva grande y
gruesa como un dedo, llamada gusano de las palmas, destruye los palmares
de coco, comiendo la médula tierna debajo de los cogollos. Otros llaman
la atención por lo gigantesco ó estrafio de sus formas, como el Dynastes
Hercules, con sus formidables tenazas, cuyo cuerpo mide 5 pulgadas; otros
por lo brillante de sus alas, de que los salvajes hacen adornos primorosos,
p. ej. Buprestis gigantea; otros por la suave luz fosforecente que despiden
de noche, como los Cucuyes y las Candelillas. Se conocen en el mundo mas
de 90,000 especies de Coleópteros, y de ellos existen en el Ecuador á lo
menos 8000.
El orden de los Hymenópteros se distingue mas bien por el gran número de
individuos que por el de especies. Al lado de algunas muy molestosas, como
son las Avispas, Moquiñañas, Cubos, Abejones etc. tenemos también algunas
útiles, es decir, varias especies de Abejas silvestres, que dan buena cera y
buena miel. Se puede criarlas cerca de las casas en colmenas, como las
abejas domésticas de Europa. Son algo mas pequeñas que estas, y llevan
la ventaja de que pican rara vez y no tan duro. Al mismo orden pertene-
cen las Hormigas. Poco numerosas en la sierra, llegan á ser una plaga
grande en las regiones calientes, desde las especies pequeñas (locas) que
invaden las casas, hasta las grandes (cargaderos) que devastan los jardines
y los campos. Sinembargo, haciéndoles justicia debemos decir, que estos
ejércitos de hormigas limpian las casas y destruyen una multitud de ani-
males nocivos mucho mas grandes que ellas mismas, y si conociéramos bien
su vida y sus costumbres, tal vez resultaría ser mayor la utilidad que el
daño que ocasionan.
Los Dípteros constituyen el orden mas odioso de los insectos, á lo menos
según nuestro corto entendimiento; pues aquí se reúnen cuantos bichos nos
quitan el sueño y la tranquilidad: Tábanos, Moscas, Zancudos, Jejenes, Manta-
blancas, Mosquitos de toda clase, y por añadidura Pulgas y Niguas. La plaga
de los mosquitos se considera comunmente, no sin razón, por los viajeros
y los indigenas como una de las plagas mas grandes y mas insoportables
de las regiones tropicales. Sinembargo se debe decir, que el Ecuador bajo
este punto de vista no pertenece ú los países peores del mundo. La mayor
parte de los mosquitos molestosos ya desaparecen á la altura de 300 ó
400 metros, en la región subtropical son muy raros, y en la interandina
faltan completamente. En las costas frescas de Stft. Elena y de Manabi
escasean igualmente, de manera que la plaga queda reducida casi á la
LA FAUNA DEL ECUADOR. 4G5
región baja y húmeda. Los manglares, las tembladeras y las montañas en
la estación de las lluvias, son los sitios mas expuestos y verdaderamente
temibles. Aquí no sirve otra cosa sino paciencia y resignación de dia, y
un buen mosquitero de noche.
El pequeño orden de los Neurópteros contiene animalitos innocuos y
hasta útiles, como las graciosas Libélulas (vulgarmente Chapuletas), que
cazan mosquitos. Solo los Termitos ó Comejenes (Termes sp.) son fatales.
En tamaño y forma parecen á las hormigas y viven también sociales como
estas. Á la entrada del invierno dejan los insectos recien desarrollados sus
escondrijos, y por las tardes y noches cruzan por millardos la atmósfera
formando enjambres densos y molestando á la gente en las casas. Después
de pocas horas de fandango botan sus alas, y huyendo en adelante de la
luz, se esconden entre los muebles, libros, ropa etc. y comienzan luego su
oficio funesto de corroer y destruir todo cuanto encuentran, desde la madera
mas dura hasta el papel de seda. Los Comejenes son los enemigos mortales
de los bibliófilos, de los anticuarios, de los archivarios y escribanos, de los
coleccionistas; ellos son la causa principal, de que en todo el litoral no
existen archivos antiguos ni documentos históricos. En poco tiempo pueden
destruir el mueblaje lujoso de una casa, y aun la casa entera, minando y
excavando todas las maderas de tal modo, que queda finalmente un pellejo
delgadísimo superficial, que cede á la presión de un dedo. — En la destruc-
ción de la ropa el comején tiene algunos asociados, especialmente la Polilla,
con cuyo nombre se designa las larvas de una pequeña mariposa nocturna
(Tinea sp.), y también, sobre todo en el litoral, otro animalito, parecido á
un pejecito muy chico, con escamitas lustrosas, que es el Lepisma, y ya
pertenece al orden siguiente.
Los Ortópteros mas notables podemos dividir en saltadores y corredores.
A los primeros pertenecen las muchas especies de Langostos (Caballitos) y
Grillos. Aquellas llegan á veces en el litoral y en algunas partes templa-
das de la región interandina á ser una plaga temible para la agricultura.
Pero felizmente las invasiones de la langosta no se repite con tanta frecuen-
cia, como en algunas partes del África y de la Europa meridional. — De
Cucarr ochas tenemos varias especies indígenas. La grande, que ocasiona
tanta molestia en las casas, es la Periplaneta americana, que desempeña
exactamente el mismo papel que la P. orientalis en las Indias orientales.
Ambas especies fueron introducidas por los buques en Europa, y se aclima-
taron por desgracia muy bien. A los ortópteros corredores pertenecen al-
gunos insectos del monte con formas muy extravagantes, algunos con alas,
como el Phyllium que parece á una hoja seca, y las especies de M antis y
Empusa; otros sin alas, Bacteria y Phasma, pareciéndose á palitos delgados
Wolf, Ecuador. 30
46G GEOGRAFÍA BOTÁNICA Y ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO II.
con seis palas largas. Una especie, bastante común en el litoral, llega á
G pulgadas de largo.
Los Henrípteros forman el último y mas asqueroso orden de los insectos.
Los Chinches y Piojos no son animales simpáticos, y aunque entre los pri-
meros hay algunas especies grandes en el monte, y de brillantes colores,
siempre ofenden el olfato, mientras que halagan la vista. Tenemos en
el Ecuador, en aguas estancadas, la mCucarracha de agua», Nepa granáis^
que es el Hemiptero mas grande del mundo, y mide 4 pulgadas de
largo. — En cuanto á los piojos, sus variedades y costumbres — ¡mejor no
menearlo!
2o. La clase de los Aracnoídeos comprende, ademas de las Arañas,
los Alacranes. De los últimos hay varías especies (Scorpio y Buikus sp.)
grandes y pequeñas; su picadura generalmente no es mas doloroso ni mas
peligrosa, que la de una avispa grande, y el mejor remedio es el amoniaco
(álcali). Se ha observado, que los alacranes suelen ser tanto mas veneno-
sos, cuanto mas seca es la región en que viven, por esto son mas temidos
los de Puna y de la costa. — Entre las arañas hay muy pocas venenosas;
solo las grandes especies de Mygale, que viven en el monte, son de temer,
y su mordedura puede ser fatal. La M. avicuíaria tiene un cuerpo peludo
de iy2, y brazos de 21/* pulgadas, y se dice que mata y chupa hasta pe-
queños pájaros. Otras especies no mucho mas pequeñas viven en huecos
de la tierra en parajes secos, también en las provincias del interior. —
Finalmente mencionaré un animahto muy molesto de esta clase, que en al-
gunas partes del litoral se llama Celemba y en otras ColoradiUa (Trotnbi-
dium sp.). Vive originalmente en las plantas del monte y pasa á los ani-
males y ú la gente, ocasionando en las pantorillas y piernas una comezón
terrible, porque se introduce debajo la piel, minándola como un gusanillo.
Se remedia esta plaga con frotaciones de alcohol ó de limón ó de amoniaco.
Parientes mas grandes de la Celemba son las Garrapatas (Amblyomma
americanum), que igualmente pasan de las plantas silvestres á los animales
y hombres. Una especie abunda en las islas de Galápagos (isla de Albe-
marle), donde atormenta esos reptiles grandes, cubriendo á veces literalmente
toda su piel; y los aceiteros, que se ocupan en la caza de los galápagos,
después de cada jornada tienen que emplear una hora en quitarse las garra-
palas, que han pasado á sus cuerpos.
3o. Lia clase de los Crustáceos es muy numerosa en la costa y en
el agua salada, viviendo en la dulce muy pocos representantes pequeños.
Aquí tenemos los sabrosos Cangrejos, Jaibas y Camarones de varias especies,
y las grandes Langostas del mar (Palinuros frontalis), que abundan especial-
mente en las islas de Galápagos. La playa del mar es el sitio, donde se
LA FAUNA DEL ECUADOR. 4P>7
puede estudiar la gran variedad y las costumbres curiosas de estos anima-
les astutos.
Inmenso es el campo, que ofrece el Ecuador y su mar al zoólogo en
las clases inferiores de animales, es decir, de los Vermes, Moluscos, Radia-
tos, Pólipos y Protozoos. Pero ni superficialmente podemos tratarlas una
por una. Solo añadiremos, que el hombre aprovecha también de algunos
de esos mariscos inferiores, especialmente de los Moluscos. Al lado de
buenos Ostiones, que abundan en la costa y en los manglares, se comen
varias otras Bivalvas, como la Almeja, la Pata de burro y algunas mas; de
los Cefalópodos se aprecia el Pulpo y el Calamar (Sepia y Loligo sp.), y de
los caracoles terrestres se come á veces el Churo grande (Bulimus Popn-
lairianus), que vive en las montañas del litoral y de la región subtropical
hasta 1800 metros de altura, y es la especie mas grande del pais. — En
la costa de Manabi se encuentra la Concha de perla, pero su pesca hasta
ahora no ha sido muy lucrativa. <48>
Animales domesticados.
La fauna indígena del Ecuador se ha modificado por la intervención
del hombre, especialmente con la introducción de un gran número de ani-
males domésticos, desde los tiempos de la conquista. Los indios antiguos
criaron solamente las llamas, como animales de carga, los cuyes por la carne,
y en pequeña escala algunas aves; ademas tenían el perro, este fiel com-
pañero del hombre en todas las zonas de la tierra. Hoy posee el Ecuador,
como toda la América del Sur, los siguientes animales introducidos de
Europa: el caballo y el asno, con sus bastardos los mulares, el ganado va-
cuno, el carnero, la cabra, el cerdo, nuevas razas del perro, el gato, la gallina,
el pavo real, el pavo ordinario, la paloma, el pato y el ganso. La última
ave y algunas otras mas raras, se encuentran por casualidad, y mas bien
como objetos de curiosidad, como también algunos pájaros de canto.
Todos los animales nombrados se encuentran tanto en las regiones bajas
y calientes, como en las altas y frías; pero mientras que el ganado yeguar
y vacuno, asi como el cerdo, parece indiferente con el clima, el carnero
prefiere las alturas del interior y sufre mucho en los llanos, y la cabra
prospera mejor en las costas secas del litoral.
De la ganadería ecuatoriana se debe decir casi lo mismo que de la
agricultura: se halla en un estado muy primitivo, y si apesar de esto da
buenos resultados, es una señal de que este pais se presta de suyo muy
bien á la cria de ganado. En la cria de caballos de silla se observa toda-
vía algún cuidado para conservar ó mejorar las razas, pero casi ninguno en
la elección de los toros y carneros. La lana criada en los páramos es de
30*
4fift GEOGRAFÍA BOTÁNICA T ZOOLÓGICA. — CAPÍTULO II.
calidad inferior, pero no hay duda, que con la introducción de las razas de
merinos podría adquirir mucho mas valor. Los pastos son excelentes y la
leche de las vacas magnifica, pero los quesos que se hacen de ella, son con
pocas excepciones de muy mediana, para no decir de mala calidad, y esto
depende únicamente del modo de prepararlos. La fabricación de queso ne-
cesita de una reforma completa; con un material tan bueno el interior debe-
ría producir quesos iguales á los chilenos.
Una gran remora para la mayor extensión de la cria de ganado existe
en la dificultad del trasporte de los animales á la costa. Por mas gordos
que salgan de los potreros de Quito y Machachi, llegan estropeados y enfla-
quecidos á los puertos de embarque, después de un penoso viaje de quince
dias. En este punto el ferrocarril andino podrá producir efectos magníficos,
y mediante él el Ecuador entrará en competencia con otros países exporta-
dores de ganado, pues puede producir diez veces mas de lo que necesita
para el consumo interior.
PARTE V.
EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
Los Españoles descubrieron las islas de Galápagos en el siglo XVI, pero
como estaban despobladas, no hicieron mucho caso de ellas. Fueron visi-
tadas frecuentamente por filibusteros y balleneros, y nadie pensó en coloni-
zarlas hasta el año de 1832. El 12 de Febrero de este año el Gobierno
ecuatoriano, por iniciativa del General José Villamil, tomó posesión formal
de las islas, y ejerció desde entonces su jurisdicción sobre ellas pacifica-
mente y sin interrupción. — Villamil comenzó con mucho entusiasmo á colo-
nizar la isla de San Carlos (Charles Island), que llamó en honor del General
Flores aisla Floreana», y Darwin encontró al tiempo de su viaje, en Se-
tiembre de 1835, en esta isla un pequeño pueblo con 200 ó 300 almas. Pero
tiempo hace que de esta colonia ya no existen ni rastros, y su decadencia
rápida se atribuye en primer lugar á la circunstancia, de que el Gobierno
hizo de las islas de Galápagos un lugar de deportación para los criminales,
por lo cual la existencia de la gente honrada pronto se hizo imposible.
Posteriormente las islas quedaban, como antes, solo el objeto de especula-
ciones transitorias, como del negocio de la orchilla, de la pesca de lobos y
ballenas etc. — Los señores José Valdizan y Manuel Cobos, los principales
comerciantes de orchilla, fundaron hacia el año 1870 dos pequeñas hacien-
das, el primero en Floreana y el segundo en Chatham. Aquella recayó á la
nada, después de la desastrosa muerte de su dueño en 1878, pero esta tomó
mas incremento, desde que el señor Cobos en 1879 llevó unos cien traba-
jadores y comenzó á entablar grandes plantíos de caña de azúcar, que pros-
pera en aquel clima admirablemente. En 1885 también el Congreso Nacional
del Ecuador se ocupó con las islas de Galápagos, las agregó á la provincia
del Guayas, y estableció autoridades con residencia fija en la isla de Chatham,
de manera que la colonia ya vive bajo un régimen mas ordenado que antes,
y promete seguir el camino de prosperidad.
470 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
Se puede decir, que en el mundo científico fueron introducidas estas islas
por Darwin, cuyas noticias de su flora, fauna y geología llamaron en alto
grado la atención de los naturalistas. ¿Quien no lee con interés sus des-
cripciones de aquellas islas volcánicas, en que miles de cráteres se han acu-
mulado en un espacio relativamente pequeño, de los interesantes géneros de
plantas y animales, que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo,
y de que algunos recuerdan las antiguas épocas geológicas? Varios natura-
listas han visitado después de Darwin las islas de Galápagos, á lo menos
una que otra de ellas, pero una exploración sistemática de todas y bajo todos
los puntos de vista científicos, falta todavía. Yo he tenido la fortuna de
conocerlas casi todas en dos viajes que emprendí en 1875 (Agosto — No-
viembre) y en 1878 (Mayo — Julio), de manera que puedo hacer la descrip-
ción según mis propias observaciones.
Topografía y geología.
El Archipiélago de los Galápagos se halla á nueve grados, ó de 500 á
600 millas náuticas al Oeste de las costas ecuatorianas, y está atravesado por
la linea equinoccial. La masa principal de las islas y las cinco mayores,
es decir Albemarle, Inde/atigable, Narborough, James y Chatham, se hallan
entredicha linea y el primer grado de latitud austral; solólas tres pequeñas
de Abingdon, Bindloe y Toiver caen al Norte de la linea, y dos no mucho
mas grandes, Citarles (Floreana) y Hood, al Sur del primer grado austral.
— Comunmente se cuentan trece islas, añadiendo á las que acabo de nom-
brar, las de Barrington, Duncan y Jervis. Ademas existen numerosos is-
lotes menores rodeando las islas grandes, y dos de ellos, llamados Wenman
y Culpepper, se hallan 27 leguas al NO de Abingdon (ya no son visibles en
mi mapa).
El diámetro longitudinal del Archipiélago, desde Chatham hasta Nar-
borough, mide 53 leguas, y el latitudinal desde Floreana hasta Abingdon,
41 leguas; de manera que estas islas se hallan esparcidas sobre una área
del Océano Pacífico de mas de 2000 leguas cuadradas; sinembargo, reunidas
todas en un solo cuerpo formarían apenas 240 leguas cuadradas de tierra
firme. Se vé, cuan exagerado era el cálculo de los que daban al archipié-
lago 800 leguas cuadradas de tierra. Albemarle mide 138 leguas cuadradas,
Indefatigable 33, Narborough 21, James (Santiago) 18 72, Chatham 14, Flo-
reana 41 o, y todas las demás islas é islotes juntos unas 11 leguas cuadradas.*)
Uno de los últimos Congresos Nacionales del Ecuador ha cambiado los
nombres de las islas, que se encuentran en los mapas marítimos, renovando
*) Véase también pág. 12 y 13.
TOPOGRAFÍA Y GEOLOGÍA. 471
en parte los antiguos, que los españoles les habían dado. He agregado en
mi mapa esta nomenclatura, pero aquí en el texto, para ser comprendido
mejor, he preferido usar de los nombres (ya ingleses, ya castellanos) que
mas se usan, también entre los ecuatorianos.
En otra ocasión*) he demostrado, que el Archipiélago de los Galápagos
se halla situado en la gran corriente antartica, llamada de Perú ó de Hum-
boldt, que abandona en el Cabo Blanco la costa y pasa al NO. A conse-
cuencia de esta posición las corrientes del mar entre las islas y en su ve-
cindad son muy fuertes y siguen constantaniente la dirección de SE á NO,
con pocas excepciones locales, que se explican por la configuración de las
islas y pueden considerarse como remolinos. Dichas corrientes son un gran
obstáculo para la navegación á vela, especialmente en los meses de calma
(Enero hasta fines de Mayo), y para marineros menos familiarizados con
esta región. Hay ejemplos de que un buque gastó 30 ó 40 dias para cruzar
de una isla á otra vecina, cuando falta el viento, mientras que en otras
ocasiones y con viento favorable hace el viaje en pocas horas. Recuerdo,
que en un viaje con el Señor Valdizan gastamos en 1878 cinco dias en
doblar la Punta norte de Albemarle, lo que se hace con viento favorable en
una hora. Buques y lanchas á vapor son los vehículos mas á propósito,
tanto para la comunicación con la costa, cuanto para la de las islas entre
si. No es necesario que los vapores sean muy grandes, porque la mar es
regularmente mansa, raras son las ocasiones, en que no se pudiera cruzarla
en botes abiertos.
Una consecuencia natural de la dirección de las corrientes del mar y
de los vientos reinantes de SE á NO, es que todas las costas orieplales de
las islas son escarpadas, peñascosas, llenas de arrecifes, y casi inaccesibles
para los buques, y que los puertos seguros y bahías mansas se encuentran
al lado opuesto, es decir, al occidental. Esto se observa en todas las islas
mayores, principalmente en Chatham, Floreana, Santiago y Albemarle. Sor-
prende agradablemente, cuando un buque entra del mar agitado, por ejemplo,
al puerto de Post-office-Bay en Floreana, que parece una taza de leche, y
es sin duda el mejor y mas hermoso puerto en todo el Archipiélago.
Estas islas ofrecen uno de los ejemplos mas hermosos de una formación
exclusivamente volcánica. No se han formado por el despedazamiento de
un terreno mas extenso, ni por separación del continente sudamericano, ni por
levantamiento del fondo marino, sino simplemente por acumulación sucesiva
•) Véase pág. 18, y el Supl. No. 6.
472 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
de materiales eruptivos, ó sea por erupciones volcánicas, que al principio
eran submarinas y mas tarde se efectuaron encima del nivel del mar. <*•>
En ninguna parte se descubre un vestigio de terrenos fundamentales levan-
tados, ni argumentos para suponer grandes hundimientos ó levantamientos.
Casi todas las islas manifiestan hasta la evidencia, que se agrandaron desde
un punto central, comunmente un cráter principal, por derramamiento de
lava, extendiendo su periferia hacia todos los lados á la vez, ó en un sen-
tido con preferencia, y creciendo al mismo tiempo en altura. Poco á poco
se formaron muchos cráteres laterales y secundarios al lado del central y
principal. Este procedimiento se manifiesta con mucha claridad en la isla
de Indefatigable (Chaves) y todavia mejor en la de Narborough, cuyo enorme
cráter central aun no está apagado del todo. En otros casos dos islas, for-
madas del modo explicado, se reunieron en una por confluencia de sus costas,
la cual recibió de esta manera una figura oblonga. Esto sucedió con se-
guridad en las islas de Albemarle y Chatham, en que las mitades meridio-
nales están separadas de las setentrionalos por istmos bajos. A su vez la
mitad norte de Albemarle se formó de tres islas, cada una con un enorme
cráter central. En el mapa se puede distinguir muy bien estas condiciones
orográíicas tan singulares de las islas, que están intimamente relacionadas
con su origen volcánico.
Geológicamente hablando, las islas de Galápagos son de una formación
bastante moderna, y su edad seguramente no recula mas allá de la época
terciaria, siendo muchas partes todavia mas modernas y pertenecientes á la
formación geológica actual. Darwin no exagera diciendo, que hay mas de
2000 cráteres volcánicos en las islas, pero casi todas se hallan extinguidos.
Solo en la parte occidental del Archipiélago, en Albemarle y Narborough se
manifestaba en tiempos históricos de vez en cuando la actividad volcánica
por erupciones. Los cráteres centrales se elevan hasta la altura de 1400 me-
tros, mientras que los laterales y secundarios á veces alcanzan solo la de
30 ó 50 metros. Algunos parajes están sembrados de estos últimos, como
la piel de uno que ha tenido las viruelas, y presentan el aspecto mas sin-
gular y grotesco que la fantasía puede imaginar: centenares de fraguas ci-
clópicas edificadas de enormes trozos de la lava mas áspera y negra; entre
las rocas quemadas tal cual tronco corpulento de un espino ó de una tuna;
por aquí un monstruo de galápago, que mueve sus miembros deformes con
un flema admirable, por allá un grupo de las feas y extrañas iguanas ma-
rinas, que se asolean. Todo en esta naturaleza es extravagante y raro, pero
las partes inorgánicas y orgánicas del cuadro están en perfecta armonía entre
si, y á veces recuerdan vivamente los paisajes antediluvianos, cuales los
geólogos suelen pintar en sus descripciones de los fósiles.
TOPOGRAFÍA Y GEOLOGÍA. 473
La formación volcánica del Archipiélago no está en ninguna relación
con la mucho mas grandiosa, que bajo la misma latitud, pero doce grados
mas al Este, forma los Andes de Quito. Las dos se distinguen completa-
mente por sus caracteres petrográficos: la última consta de materiales an-
dcsificas, como hemos visto en su lugar, y las islas do Galápagos se com-
ponen en su totalidad de rocas basálticas.
8e puede distinguir una formación mas antigua y otra mas moderna.
La primera consta de tobas y areniscas volcánicas, que so llaman Palago-
nitas, y so limita á la región baja de las islas. — Hasta el lego en geología
notará, al acercarse á las islas, una diferencia en el aspecto exterior de las
montañas: de en medio de los campos de lava negra, que se extienden á
lo largo de las costas, se levantan cerros con la forma de herradura ó media-
vis^nSfci'^fi
%$& J" -'nÜ
t'lB. 39. Un ciátci ■amiolioulai de pnlugimiu innndmlu de livi btiilllo». UU d» Chatham, ludo NO.
luna, y de colores claros, que ya de lejos dan á conocer una especie de
estratificación. Al examinarlos de cerca, resultan ser cráteres de toba vol-
cánica ó fragmentos de ellos. Muy típicos se presentan tales cerros sobre
la mitad setentrional de Chatham; ademas se encuentran al lado norte y
este de la isla Floreana, donde componen la Punía de Cormorant y los is-
lotes Ettderby, Caldwelt y Gardner; en varios puntos de las costas do Inde-
fatigable y do Santiago; pero en la escala mas grande en la costa occidental
de Albemarle, especialmente en la ensenada de Tagtis, enfrente de Narborough,
y en el Cabo de Berkeley. — No so puede dudar de que los puntos aislados
de la formación de tobas palagoniticas estén en conexión entre si debajo de
la cubierta de lavas recientes, ó debajo del mar. Ella es el fundamento
mas antiguo de las islas, hoy dia visible en pocos puntos y en parte des-
truido por la acción del mar.
Aunque en general se puede decir, que la formación de las palagomtas
474 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
era la precursora de la formación moderna de las lavas basálticas, no por
esto su conexión es tan intima, que los antiguos cráteres de toba hubiesen
servido de camino á las erupciones modernas. Al contrarío, estas se han
verificado en apariencia del todo independientes. Conozco solamente dos
puntos, en que conos de erupción de lava escoriácea se encuentran en los
cráteres antiguos de toba; uno es la Punta de Cormorant en la isla de
Floreana, y el otro se halla en una punta del Cabo de Berkeley en Albe-
marle. Pero en ambas localidades hay tantos filones de lava y puntos de
erupción, que seria de admirar si no hubiese caido uno que otro dentro de
un cráter antiguo. Hay algunos cuyo interior está inundado por lava es-
coriácea, asi en Chatham (véase la figura 39) y cerca de la ensenada de
Tagus; pero se observa, que esta lava no salió de los cráteres, sino que
Fíg. 4D. Lm Punta de Cnnounnl ln U lili Florean», «lata da NO.
entró en ellos por aberturas laterales, desdo los campos extensos de lava
que los rodean.
Por mas interesante que sea la formación antigua de las palagonitas
para el geólogo, hallándose en escala tan reducida tiene poco ínteres en el
campo de la práctica. La inmensa mayoría del terreno del Archipiélago se
compone de la formación segunda ó moderna de las lavas basálticas. Ver-
dad es, que el terreno de la zona inferior de las islas presenta un aspecto
muy diferente del de la zona superior; pero la observación exacta y algunas
reflexiones sencillas nos convencen, de que toda la diferencia aparente y
exterior es debida únicamente á las diferentes condiciones climatológicas en
que se hallan las dos zimas verticales. En la región árida, en que la in-
fluencia destructora de la atmósfera por la falta de humedad es casi nula
ó á lo menos muy insignificante, las rocas quedan por millares de años tan
frescas é intactas, como en el dia de su erupción. De aquí esos inmensos
TOPOGRAFÍA Y GEOLOGÍA.
475
campos de lava negra con la superficie sumamente áspera y de naturaleza
vidriosa y escoriácea, que dificulta tanto la comunicación entre los lugares
mas cercanos, hasta hacerla á veces imposible; de aquí esos centenares de
pequeños cráteres de erupción, que conservan los picos, agujas y demás
formas caprichosas de sus bordes tan frescas, como si ayer hubiesen nacido,
y que recuerdan los volcanes de la luna, cuyos contornos afilados suelen
explicarse también por la falta de influjos atmosféricos sobre aquel astro. —
Pero en la zona superior los mismos materiales volcánicos se descomponen
rápidamente por la gran humedad que reina allá merced á las continuas
nieblas, garúas y lluvias. Los contornos irregulares y ásperos de los vol-
canes se redondean, los cráteres se borran y se rellenan, de la lava basál-
tica se forma por la descomposición química una tierra arcillosa rojiza, la
cual, mezclada con los restos podridos de la vegetación, dá un terreno ex-
celente para los pastos naturales y capaz del cultivo. La vegetación misma
contribuye en la región superior á la pronta descomposición de las rocas
por la influencia química y mecánica de sus raices sobre ellas. Algunas
veces he seguido el camino de corrientes de lava muy largas, que de la
región superior llegan á la inferior, y pude convencerme hasta la evidencia,
de que únicamente la humedad produce la diferencia del suelo en las dos
zonas: sobre la misma corriente de lava se podría cultivar un jardín arriba,
y abajo se trepa con dificultad sobre sus frescos pedregones. Observando
las islas de lejos, se vé que de los volcanes altos salen, como radios de un
centro, largas y anchas fajas negras hacia las playas del mar; estas son
las corrientes de lava. Todas son frescas en sus partes inferiores, pero
muchas parecen perderse hacia arriba, porque allí ya están cubiertas de
476 EL ABCHIPIELAGO DE GALÁPAGOS.
vegetación, y las que siguen con la misma frescura hasta la cumbre del
volcan, son seguramente muy modernas, de manera que la humedad todavía
no tenia bastante tiempo para atacar y descomponerlas. En efecto, se en-
cuentran tales corrientes frescas especialmente en Albemarle y en Narborough,
donde hay todavía volcanes activos. — Cuando en la zona inferior encontra-
mos una lava en estado de descomposición (que por lo demás nunca es tan
perfecta como en la superior), podemos concluir que es antiguisima y de
las primitivas de las islas.
En relación directa con la formación volcánica de las islas está la
escasez de agua dulce en ellas. — La lava porosa y llena de grietas traga
inmediatamente los precipitados atmosféricos en la zona inferior, y solo en
la superior, en donde se ha transformado en una tierra arcillosa, las aguas
superficiales pueden recojerse en lagunas y pantanos ó correr en riachuelos.
Ninguna de las islas tiene un rio verdadero, que merezca este nombre. Un
arroyo muy corto (de pocas cuadras), que he visto en Floreana cerca de la
antigua hacienda, y otro en la parte superior de Chatham son insignificantes
y se secan, cuando en un año escasean las lluvias. Lo mismo sucede con
las pequeñas lagunas de las altiplanicies, de manera que en ciertas épocas
de sequía el ganado padece mucho por la escasez de agua.
En la región baja y árida se conocen muy pocos y escasos manantiales,
que tienen su origen subterráneo en la zona alta; ademas hay algunos pozos
hechos en las cercanías de las orillas del mar, que subministran una agua
muy salobre. — El inconveniente de la escasez de agua dulce se podría
remediar haciendo albarradas espaciosas en la región alta, donde la natu-
raleza del terreno y su configuración lo permiten, y aumentando los pozos
en la región baja y media. Los ya conocidos se podría ensanchar y pro-
fundizar, otros nuevos se debería buscar y abrir en lugares convenientes,
donde según los principios de la geología hay esperanza de encontrarlos.
De la descripción geológica de las islas ya se puede deducir, que en
ellas no hay que buscar tesoros minerales; pues las regiones volcánicas en
todo el mundo son escasas en minerales explotables. Debo contradecir
expresamente á los rumores, de que existan allá depósitos de carbón de
piedra y hasta metales. Mi segundo viaje tenia el objeto particular de bus-
car el guano de las islas, de que se hablaba tanto en aquella época (1878).
En ninguna de las islas encontré guano, ni fosfatos, y no me sorprendió
este resultado negativo, que había esperado de antemano, en atención del
clima y de las fuertes lluvias de invierno. En la costa occidental de Cha-
tham se halla una formación pequeña y superficial de carbonato de cal
(piedra caliza), que en los últimos tiempos fué objeto de explotación; pues
EL CLIMA. 477
el mineral quemado dá una cal regular, que se exporta á Guayaquil. — Sal
marina hay mucha en las islas y se podría explotar las salinas naturales y
las artificiales que se abriesen en las playas del mar, si este artículo no
fuera tan abundante en nuestras costas continentales. De todos modos se
podrá aprovechar de la sal de las islas en la industria de la pesquería,
cuando esta tome mayor incremento, como es de desearlo.
El clima.
El clima de las islas de Galápagos es uno de los mas sanos y agradables
del mundo. — No volveré en este lugar á tratar del gran influjo que ejerce
la corriente antartica del mar sobre el clima de las costas de Chile y del
Perú y aun de las costas meridionales del Ecuador en los cantones de
Santa Elena y de Montecrísti. Si esta influencia en los lugares últimamente
nombrados es todavía tan notable, apesar de la preponderancia de un fuerte
clima continental, ¿ cuan poderosa no será en unas islas oceánicas, rodeadas
de todas partes del elemento refrigerante?
Dos causas bajan la temperatura en las islas de Galápagos : la primera
es general y común á todas las islas oceánicas, es decir su posición aislada
en medio de una inmensa superficie de agua. Un clima insular siempre es
mas mitigado que un clima continental bajo la misma latitud. En los países
polares el mar sube la temperatura de las islas, y en las regiones inter-
tropicales refresca su clima. Pero en nuestro Archipiélago sobreviene la
segunda causa puramente local, es decir, su posición en medio de una gran
corriente de aguas frías.
El mar de las islas tiene la temperatura de 23° C.*), y la atmósfera
sobre el mar la de 21° á 23°, en término medio la de 22° C, quiere decir,
un grado menos que el agua. La misma temperatura de 22° C. es la media
de las regiones bajas de las islas, hasta unos 100 metros de altura aproxi-
mativamente. Verdad es, que en tierra la variación diaria del termómetro
es mas considerable que sobre el mar, siendo los días mas calurosos y las
noches mas frías. — En la casa de Valdizan, que se hallaba en la isla
Floreana á la altura de 133 metros, hice durante muchos días una serie de
observaciones termométrícas, y resultó para esta localidad la temperatura
media de solo 20° C. En la hacienda del mismo señor, que se hallaba mas
arriba en una altiplanicie, á la altura de 277 metros, el termómetro variaba
entre 18 y 19 grados. El agua del manantial al lado de la casa inferior
(133 met.) tiene 18° C. de temperatura, que manifiesta su origen de los
*) Solo al Oeste de Albemarle y cerca de Narborough encontré la temperatura de
22° C, y en la bahía de St\ Isabel (Elizabeth Bay) medí la de 21° C.
478 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
cerros altos de la isla. — En la hacienda de la isla de Chatham que se halla
á la altura de 288 metros, observé durante 10 días una temperatura media
de 19 grados; en las pampas de la misma isla, que tienen entre 300 y 400
metros de altura, reina la temperatura media de 18° C, y sobre el cerro de
San Joaquín, que es el punto mas alto de la isla de Chatham, con la altura
de 712 metros, vi bajar el termómetro, á mediodía, hasta 14° C. (fuerte
viento monzón de SE, niebla densa en la copa del cerro).
Las observaciones termométricas, que hice en todas las islas y en
diferentes alturas, son demasiado aisladas, para poder deducir de ellas con
toda exactidud la temperatura media de los lugares respectivos, pero están
acordes con las indicadas y creo que no me equivocaré mucho, atribuyendo
á la zona litoral de las islas (de 0 á 200 m. de alt.) la temperatura media
de 21 á 22° C, y á la región montañosa (de 200 á 1000 m. de alt.) la de
20 á 17° C. — Ciertamente, atendiendo á la posición geográfica de estas
islas debajo de la linea equinoccial, se debe decir, que su temperatura es
muy baja, y ademas se observa que decrece pronto con la altura, disminuyén-
dose á cada 100 metros de elevación de 1 á 2 grados, según las circun-
stancias locales mas menos rápidamente.
Después de la temperatura, es la humedad relativa de la atmósfera, en
conexión con el cambio de las estaciones seca y húmeda, la que determina
el carácter de un clima en las regiones tropicales. Respecto á este punto,
desde luego tenemos que distinguir en las islas de Galápagos dos zonas bien
marcadas: una baja y seca, y otra alta y húmeda. Esta notable diferencia
es la consecuencia de las condiciones físicas y climatológicas muy parti-
culares que reinan en las islas, y por las cuales en las regiones bajas no
se forman precipitados atmosféricos sino rara vez y en corta cantidad, entre
tanto que abundan en las regiones altas.
La zona seca se extiende entre el nivel del mar y la altura de 220
metros, poco más ó menos, y ocupa la mayor parte del terreno del Archi-
piélago: solamente las islas más grandes de Albemarle, Indefatigable, Ja-
mes, Chatham y Floreana poseen montanas y altiplanicies, que llegan á las
alturas, en que reina el clima húmedo. El invierno, ó la estación lluviosa,
cae en las islas al mismo tiempo que en nuestras costas, desde Febrero
hasta principios de Junio; pero suele ser más irregular, más corto y más
escaso de agua, y aun hay años, en los que falta completamente. Este es
el único tiempo en que algunos aguaceros humedecen el árido terreno de la
región baja, y en que la escasa vegetación de ella puede proveer sus órga-
nos de la humedad necesaria; pues la porosidad de las rocas volcánicas,
que forman casi exclusivamente esta región, deja filtrar el agua de las
lluvias en muy poco tiempo, é impide la formación de manantiales y de
LA VEGETACIÓN. 479
lagunas. Estas se encuentran solamente en la región alta, en que las lluvias
del invierno son más copiosas y un terreno arcilloso favorece su formación
en muchos lugares. Ademas se puede decir que en esa zona alta llueve
más en el verano que en el invierno, pues entonces las garúas son continuas
y muy fuertes. En el mes de Agosto no pasaba un dia, en Floreana, sin
cuatro ó cinco garúas, y eran tan fuertes en la altiplanicie (270 metr.), que
el camino á la hacienda se dañaba considerablemente y estaba lleno de lodo.
Rara vez bajaban estas lluvias hasta la casa del señor Valdizan (133 metr.),
eran muy pasajeras y cinco minutos después el suelo estaba tan seco como
antes.*) Más abajo, hacia la playa del mar, no caia gota. Durante todo
el tiempo de nuestro viaje, desde Agosto hasta Noviembre, las montañas de
todas las islas altas estaban continuamente envueltas en nubes y nieblas;
en alto-Chatham no hemos visto el sol en 10 dias y hemos sufrido mucho
por las continuas lluvias, mientras que en la mitad setentríonal de esta isla,
que pertenece á la región baja, no caia ni una gota de agua.
El viento (monzón) sopla casi siempre del Sureste, y como trae los
vapores acuosos que se condensan en las montañas mas altas, este lado de
las islas es el mas húmedo, y la zona húmeda suele extenderse en él hasta
40 y 70 metros mas abajo que en el opuesto.
La vegetación.
Las plantas de un pais cualquiera están en intima relación con su clima.
Así sucede también en las islas de Galápagos. La vegetación es totalmente
distinta en las dos zonas verticales que hemos distinguido, y no es preciso
ser botánico, para advertir desde luego esta diferencia esencial entre las
plantas de la zona baja y seca y las de la región alta y húmeda; apenas
se encontrará una docena de especies vegetales (indígenas), que sean co-
munes á ambas zonas. La diferencia hipsométríca entre ellas es tan in-
significante, como hemos visto, que por ella sola, ó por la temperatura
disminuida, no puede explicarse un cambio tan completo en la vegetación;
pero la falta ó la abundancia de humedad es, si, una circunstancia suma-
mente poderosa. Con algunos rasgos ligeros caracterizaremos las dos zonas,
sin entrar en muchas particularidades botánicas.
En la zona inferior (0 — 200 metr.) la vegetación cubre el suelo imper-
fectamente; por todas partes se descubren las ásperas lavas de color negro,
pardo ó rojizo entre los raquíticos arbustos, que reemplazan la vegetación
*) En varias noches claras, que precedieron al plenilunio, observaba durante las
garúas el fenómeno del arco-iris (lunar) con una rara perfección y hermosura; pero de
los siete colores solamente el amarillo, verde y rosado se distinguían bien.
480 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
arbórea. Todos esos arbustos se distinguen por la escasez de su follaje, y
las hojas son menudas y tienen, como también las ramas, un color ceni-
ciento ó blanquizco; sus flores pequeñas no son nada vistosas. Al principio
se podría creer, que los arbustos habian perdido sus hojas por la sequedad
del verano, como sucede en los bosques de nuestras costas, pero no es asi;
inspeccionándolos bien, se observa que la mayor parte de ellos no solamente
poseen hojas, sino también flores, y en el invierno no cambian mucho de
aspecto. Esta menudencia y escasez de los órganos vegetativos pertenece
á su carácter esencial y es una próvida acomodación al clima árido, en que
las plantas no pueden prodigar la sabia en grandes y suculentas hojas.
Una Lantana, dos ó tres especies de Crotón , otras tantas de Euphorbia y
algunas Syngynesias: hé aquí los representantes principales de esta pobre
flora. Entre los arbustos se levanta por aqui y por allá un Algarrobo ó un
Palo santo á 20 ó 30 pies. La misma altura alcanzan los Espinos (Céreus)
y las Tunas (Opuntia), que prefieren los lugares más secos y estériles, en
donde ningún otro vegetal podría sustentarse, coronando muchas veces las
caprichosas y erizadas márgenes de los cráteres. La vegetación herbácea
no es menos pobre, y se reduce á algunos mechones de p«ya seca (Gramí-
neas y Cyperáceas) y una que otra yerbecita malograda. Pero hay extensos
parajes (p. ej. en Albemarle de muchas leguas cuadradas) completamente
desiertos, en que el suelo se presenta como pavimentado de enormes pedrones
de lava, y no se descubre ninguna planta, excepto algunos Espinos aislados,
que sin duda atraen la humedad de la atmósfera, pues no se comprende,
cómo podrían recibirla suficientemente por sus raices, clavadas entre las
rajaduras de la lava desnuda, que durante el dia en los soles se calienta
como un horno. Los suculentos troncos y ramas de los citados Espinos son
verdaderos depósitos de agua en estos desiertos; sus hermosas frutas colora-
das son muy agradables, mientras que las de las Tunas son insípidas; pero
mas que una vez apagué la sed con el jugo de sus hojas tiernas. — La
urchilla (un liquen del género Roccella), que en estas islas por muchos afios
formaba el artículo de exportación mas interesante, se encuentra exclusiva-
mente en la región inferior de que hablamos, hasta á 100 metros de altura.
Este vegetal crece con preferencia en las rocas y en los arbustos, que están
expuestos á los vientos marinos, y se puede decir, que vive del aliento del
océano.
En la altura de 200 metros la vegetación conserva todavía el carácter
general que acabamos de describir, haciéndose solamente algo mas robusta
y espesa; los Espinos y las Tunas desaparecen poco á poco, y algunas
otras plantas ocupan su lugar: los árboles del Algarrobo y del Palo santo
son mas altos, y de sus ramos cuelgan las largas barbas de la Usnea (una
LA VEGETACIÓN. 481
especie de liquen), indicando un grado más alto de humedad atmosférica.
Esta Usnea se distingue por su frecuencia y su color blanco á grandes
distancias, y caracteriza muy bien la angosta zona de transición entre la
seca y húmeda, que podemos poner entre 200 y 240 metros de altura.
Encima de ella se cambia de repente y como por encanto todo el aspecto
de la vegetación.
En la región superior el suelo húmedo está cubierto de un césped siempre
verde de gramas y otras yerbas, los bosques ofrecen bastante variedad de
árboles y arbustos, igualmente de un hermoso y eterno verdor. Los árboles
no son muy altos ni corpulentos, pero si coposos; á los mas frecuentes y
mas interesantes pertenece una Guayabita (Psidium), cuyas frutas, del tamaño
de una cereza, son comestibles aunque algo agrias; dos especies de «Lechoso»
(Syngynesias) de una talla muy esbelta y lozana, de cuyos troncos destila
una resina ó un bálsamo muy recomendado en las cortaduras y otras heri-
das; ademas un árbol muy interesante de la familia de las Sanguisorbáceas,
que recuerda las Polylepis de la región andina del Continente. No enumera-
remos más especies, y diremos solamente, que cualquiera que conozca la
flora ecuatoriana, advertirá la gran analogía que presenta esta vegetación
con la de los bosques en los páramos, analogía que resalta todavía más á
los ojos al contemplar los musgos y liqúenes que cubren los troncos y ra-
mos de los árboles, y los heléchos. De estos últimos he recogido seis
especies, que se encuentran también en las faldas del Pichincha. El bo-
tánico se podría creer más bien en la altura de 3000 que en la de 300
metros. También las pampas extensas, cubiertas de paja gruesa, que en las
islas se encuentran de 600 á 700 metros de elevación, recuerdan bajo muchos
respectos los pajonales y páramos de los Andes.
No se oculta al observador atento, que la flora de las islas de Galá-
pagos lleva en general el tipo americano, tanto respecto á la afinidad botá-
nica de los géneros y de las especies, cuanto en su hábito exterior. Las
particularidades que la distinguen á primera vista de la flora del Continente,
consisten en la pequenez de los órganos foliáceos, en la falta de hermosas
flores, en la escasez de epífitas y parásitas, y en la ausencia de las lianas
y enredaderas. La hermosura de los bosques sudamericanos consiste en
gran parte en el primeroso y gigantesco follaje de las Monocotyledóneas,
por ejemplo, de las Palmas, Musáceas, Zingiberáceas, Aroideas etc.; todas
estas familias faltan. Relativamente al punto segundo puedo asegurar, que
en todo el Archipiélago no he encontrado ninguna flor, que por su hermo-
sura ó forma particular llamara la atención. Las epífitas, adorno especial
de nuestros bosques, están representadas por dos Bromeliáceas y dos Or-
quídeas insignificantes. — Cierto es, que aun los páramos del Continente
WoLr, Ecuador. 31
482 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
presentan mayor número de formas «tropicales», que esas islas, y que la
primera impresión que se recibe á la llegada y contemplándolas desde alguna
distancia, es la de un pais extra-tropical, para no decir ártico. Y esta par-
ticularidad no se explica suficientemente por el clima solo, sobre todo, si
añadimos, que la mayor parte de las plantas fanerógamas son endémicas ó
propias de este Archipiélago, es decir, que no se encuentran en ningún otro
pais del mundo. Estamos todavía lejos de conocer todas las plantas de las
islas de Galápagos. Mis colecciones bastante completas, contenían mas de
400 especies. Anteriormente se han ocupado con esta flora J. Hooker y
Anderson ; este último cuenta en las 5 islas mayores 374 plantas vasculares,
y de ellas mas de la mitad, es decir, 190 son endémicas ó propias al Archi-
piélago. Las no endémicas son inmigradas del Continente, pues se encuentran
todas también en las costas ecuatorianas y colombianas entre Guayaquil y
Panamá. Lo curioso es, que cada isla tiene sus especies endémicas propias,
que no pasan á las otras, por mas cercanas que se hallen. Es el mismo
fenómeno que se observa en algunas clases de animales.
En donde quiera que el suelo no es demasiado pedregoso, y que no le
falta la humedad necesaria, es muy feraz y se presta al cultivo de los pro-
ductos mas variados. Es lástima, que estas condiciones favorables se hallan
en regiones tan reducidas, y que la árida zona inferior carece completa-
mente de ellas. Propiamente solo la zona mas arriba de 250 metros se
presta á la horticultura y agricultura, y toda la inferior se debe calificar
como incultivable.
Hoy dia se cultiva solamente una parte del alto Chatham, en que existe
la hacienda del señor M. Cobos, á 288 metros de elevación. En tiempo de
mis viajes floreció también la pequeña hacienda del señor J. Valdizan en la
isla Floreana, á la altura de 277 metros, que he visitado varias veces y que
proveyó en aquella época el campamento de los orchilleros. Algunas cuadras
de tierra se hallaban cercadas con cercas vivas y espesas de limones, para
defenderlas contra el ganado cimarrón de la isla, y caminos limpios las
dividían en cuarteles regulares, como un jardín. Me sorprendió la gran
fertilidad de este terreno y la facilidad, con que se habían aclimatado los
vegetales de las zonas templadas al lado de los de la zona cálida. Con
muchas plantas se experimentaba entonces en pequeña escala, otras ya se
cultivaban en grande. Al lado de la caña de azúcar mas hermosa, al lado
de la yuca y del camote, producia la papa sus tubérculos tan grandes y
harinosos como en la sierra; entre matas de algodón y añil se ostentaban
grandes cabezas de lechuga y col; rábanos, zanahorias, betarragas, al-
cachofas crecían en la sombra de los plátanos y guineos africanos; la vid
se enredaba en las ramas del aguacate; magníficos naranjos y limones
LOS ANIMALES. 483
estaban cargados de doradas frutas; en ninguna parte del mundo he visto
higueras mas hermosas; ya se levantaban también algunas palmas recien
introducidas. En una palabra, de cada planta cultivada se podia decir, que
se hallaba en su propio suelo y clima. ¡Ah, si las islas en toda su ex-
tensión fuesen tan favorecidas por la naturaleza, como en este punto privi-
legiado, en que se hallaba la hacienda, podrían transformarse en un verdadero
paraíso terrenal ! Pero, por desgracia el terreno cultivable del Arcliipiélago
es reducido. Después de la desgraciada muerte de mi amigo Valdizan*), la
hacienda y toda la isla fué abandonada. — En Chatham la gente se dedicaba
al tiempo de mi viaje con preferencia con la cria de ganado ; pero las con-
diciones en que se halla el terreno de la hacienda, son análogas á las de
Floreana, y creo que será igualmente feraz. Hoy dia el propietario de la
hacienda se dedica especialmente al cultivo de la caña de azúcar en gran
escala, para la cual el terreno y el clima parecen ser inmejorables.
Los animales.
La fauna indigena de las islas de Galápagos es tan pobre, ó talvez
mas pobre que la flora, y esto se explica por la intima correlación en que
se hallan los dos reinos, el vegetal y el animal. Creo que á esta circun-
stancia debemos atribuir, que las plantas y los animales recien introducidos
se aclimatan y se propagan con tanta facilidad, porque no tienen que luchar
por su existencia y casi no encuentran enemigos. Parece que la naturaleza
en estas islas relativamente nuevas todavía no haya ocupado todos los
lugares con especies endémicas, y estos lugares desocupados llenan los
géneros importados, sin que sea necesario que los endémicos les cedan. Si
comparamos las antiguas relaciones de viajes, y aun la de Darwin, con el
status quo actual, encontramos que ciertos animales se han hecho mas raros,
ó que han desaparecido en algunas islas, por ejemplo, los grandes galápagos,
que al Archipiélago dieron el nombre. Pero tales cambios hay que atribuir
á la directa influencia destructora del hombre.
Cuando llamé la fauna de las islas « pobre», me referia tan solo á los
animales terrestres, pues la fauna del mar es riquísima como en pocos re-
giones del mundo. Jamas he visto tanta abundancia de pejes de distintas
clases, y algunos muy delicados, de langostas y de toda clase de mariscos.
Abundan las gigantescas tortugas del mar (Chelonia Mydas), y la pesca de
la ballena es tan ventajosa y mas fácil que en los mares árticos, por lo
cual nunca faltan buques balleneros en la cercanía de las islas. De otra
*) Fué asesinado alevosamente en Julio de 1878 por sus propios peones, tres dias
después de mi salida de Floreana.
31*
484 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
pesca abundante son objetos los lobos marinos, de los cuales hay dos
especies: una, Otaria jubata, alcanza el tamaño de un toro y es muy fre-
cuente en todas las islas é islotes; la otra, Otaria fáíklandica (ó Arctocc-
phalus australis, que es lo mismo), es mas pequeña, llegando solo al tamaño
de 5 ó G pies, pero su piel es mas fina y mas apreciada. Esta última se
halla especialmente en la mitad norte del Archipiélago, no encontrándose
en las islas australes sino por una gran casualidad. — La pesca de perlas
hasta ahora no ha dado resultados satisfactorios, sea que las conchas de
perla, de las que he visto algunas muy hermosas, son demasiado raras, sea
que no se ha dado tadavia con el buen método de pescarlas.
Volvamos del mar á la tierra. No habrá una región del mundo de
igual extensión como el Archipiélago, que sea tan pobre en mamíferos in-
dígenas. Hasta ahora no se conoce sino uno solo, un pequeño roedor del
tamaño de una rata (Oryeomys galapagoensis). Esta única especie indígena
es á la vez endémica, es decir, limitada á las islas; por lo demás hoy dia
ya es sumamente rara. — Ratas y ratones se han propagado demasiado,
desde que el hombre visita las islas, pero son importados por los buques.
Las aves de las islas son muy numerosas, tanto en géneros y especies,
cuanto en individuos. Las acuáticas y las que viven á las orillas del mar
de mariscos, son con pocas excepciones las mismas que en las costas del
continente y ofrecen poco interés. En algunas isletas bajas sus nidos
cubren literalmente el suelo v los excrementos de los millones formarían
sin duda considerables depósitos de guano, si en las islas no lloviera por
muchos años. Pero las lluvias anuales del invierno hacen inútiles los es-
fuerzos y buenas intenciones de estos pájaros. En la isla mas austral, en
Iíood, se encuentra el magnate de las aves acuáticas, el Albatros ó «Tájaro
carnero» (Diomedca chlororhynchvs), que habita el Cabo de Hornos y viene
hasta nuestras regiones tropicales siguiendo la corriente antartica. De la
abundancia de esta ave en Hood podremos formarnos una idea, si digo, que
en una ocasión un campamento de 60 orchilleros, escasos de víveres, se
mantenían durante algunas semanas casi exclusivamente de los huevos
del Albatros, aunque cada hembra no pono mas que uno por año. — Otro
huésped de las regiones australes y frías en las islas de nuestro Archi-
piélago, es el curioso «Pájaro niño» ó Pingüin (Aptenodytes sp.), que tiene
alas sin plumas y las usa como los peces las aletas.
De un alto interés zoológico son los pájaros terrestres, porque ellos son
en su mayor parte endémicos, y se repite aquí el fenómeno observado en
las plantas, de que cada isla mayor tiene sus especies propias y exclusivas.
No hay pájaros de colores brillantes y vivos, todos llevan un hábito modesto
y no pueden ocultar su analogía con los de las costas del continente, de
LOS ANIMALES. 485
los cuales probablemente derivan por una transformación y acomodación
sucesiva. La colección de Darwin contenia 2<) especies de aves terrestres;
dice: «con excepción de una, todas eran nuevas y desconocidas, habitan
exclusivamente estas islas y ninguna otra parte del mundo». Mi propia
colección contenia mas de 30 especies (ademas unas 20 de acuáticas y
zancudas) y estoy seguro de que todavía no estaba completa. — Aquí debo
mencionar un fenómeno, que llama la atención de cuantos visitan las islas
do los Galápagos. Todos los pájaros terrestres son sumamente mansos y
no temen al hombre, su peor enemigo. El colector casi no necesita de la
escopeta y puede cojerlos con una varita y á veces con la mano (muchos
he cojido con una red como las mariposas). Por lo demás se observa, que
los pájaros de las islas de Floreana y de Chatham, las mas frecuentadas
por el hombre, ya son mas ariscos, que los de las islas poco visitadas, como
Albemarle. En esta última maté varios halcones grandes con un bastón,
mientras se acercaron á robarme los pájaros chicos que había colocado á
mi lado para prepararlos. Un Cucube (Mimus) se sentó sobre mi sombrero
y sobre mis hombros. De las tórtolas no es difícil de procurarse en poco
tiempo un almuerzo mediante un bastoncito. Las aves acuáticas y litorales,
que no son endémicas, son tan ariscas y difíciles de cojer, como las de las
costas del continente. Parece que las aves se acostumbran con dificultad
y muy despacio á temer y á huir al hombre por instinto; pero una vez
adquirido este instinto, queda hereditario y lo conservan por muchas gene-
raciones. Las aves terrestres de las islas son perseguidas con frecuencia
ya por algunos siglos, y sinembargo tadavia no han ganado mucho en
prudencia, mientras que al revés las acuáticas son todavía tan cautelosas
como sus antepasados emigrados del continente, aunque de la generación
actual la mayor parte nunca ha visto la tierre firme y en muchas islas
nunca á un hombre. En el Archipiélago se puede deducir casi con se-
guridad, si un pájaro es endémico ó no, según se manifiesta manso ó arisco.
La clase mas interesante de animales, que viven en estas islas, son los
reptiles, y para no repetirlo cada vez, diré que todos son endémicos; las
tortugas terrestres, llamados galápagos, las iguanas, las lagartijas, las cule-
bras, todas son propias al Archipiélago. Justo es, que comenzamos con
aquel animal, que á las islas dio su nombre, con el Galápago (Testudo ele-
phantopus). Al tiempo del descubrimiento de las islas se halló en abun-
dancia en todas ellas, pero hoy día escasea mucho en algunas y en otras
ha desaparecido completamente, como, por ejemplo, en Floreana. El
hombre lo persigue por el excelente aceite que se saca de la grasa, así
como por la carne y los huevos que proporcionan un alimento agradable y
sano. En Albemarle he vivido tres semanas casi exclusivamente de la carne
486 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
de galápago, preparada de distintas maneras, y de panquecas hechas de
sus huevos, sin fastidiarme de esta comida. — En las islas pequeñas y bajas
los galápagos viven con preferencia de los tallos y ramas de las tunas y
espinos, pero en las islas grandes, que poseen la región alta y húmeda,
prefieren esta y pacen en las altiplanicies y pampas gramosas, á veces
reunidos en manadas grandes, como el ganado. Tales manadas encontré
en las altas regiones de la parte austral de Albemarle, que es la isla mas
rica en galápagos y la mas visitada por los «aceiteros». Las pampas están
cruzadas en toda dirección por caminos anchos, hechos por estos animales
y tan trillados que parecen caminos de herradura abiertos por el hombre.
Cuando se sigue los caminos principales, á cada rato se encuentra un in-
dividuo que vá ó viene, y con seguridad la senda conduce á un bebedero,
una lagunita ó un pequeño manantial. Como los bebederos son muy raros,
sucede que los caminos reales convergen á ellos desde grandes distancias
en contorno. El bebedero está comumente sitiado por 15 ó 20 galápagos.
Este animal bebe solamente cada 3 ó 4 meses, pero entonces con exceso,
metiendo toda la cabeza en el agua y sorbiéndola con las narices. Un viaje
al bebedero desde las pampas superiores cuesta al galápago tres ó cuatro
semanas; he observado algunos, que durante un dia no hicieron mas que
60 metros de camino. No pueden huir ni defenderse; cuando un hombre se
acerca, se retiran bajo sus conchas, quedando inmobles aun al herirlos y
matarlos. Los individuos, que en los buques llegan á Guayaquil, son pe-
queños, pesando de algunas arrobas á dos quintales lo mas. Pero en las
montañas altas y retiradas se encuentran galápagos enormes y añejos (se
dice que viven mas de cien años), que pesan hasta seis quintales, cuyo tras-
porte en esas islas sin caminos y á largas distancias seria sumamente difícil
y hasta imposible. — Los galápagos de las islas del Norte, sobre todo de
Abingdon y Bindloe, son algo distintos de los del Sur, y puede ser que sean
varias especies zoológicas.*) — Con la colonización del Archipiélago estos
animales indefensos tendrían que desaparecer rápidamente, á no ser que se
tomen medidas para su conservación y explotación racional, prohibiendo, por
ejemplo, matar los individuos jóvenes que no hayan llegado á cierto tamaño.
Ademas de muchas largartijas pequeñas (Tropidurus sj).), viven en las
islas dos grandes especies de iguanas. Se les dá este nombre por la seme-
janza exterior que presentan con las iguanas del continente, pero por sus
caracteres zoológicos se distinguen esencialmente de ellas, formando el nuevo
género Amblyrhynchus. La que vive en el mar, es la mas interesante, por-
*) Los trabajos del señor Dr. G. Baur, que el año pasado (de 181)1) colectó con
mucho cuidado los galápagos de las diferentes islas, para estudiarlos, aclarará este punto.
LOS ANIMALES. 487
que en la creación actual del mundo es el único representante de los saurios
marinos, es como el último resto de aquellos gigantescos saurios, que en
las épocas primitivas de nuestro planeta desempeñaron un papel tan impor-
tante. La iguana del mar, Amblyrhynchus ¿ristatus, es un animal de aspecto
feo y repugnante, que recuerda mas bien la salamandra que la largartija.
Las mas grandes que he visto, tenían 4 pies de largo; su color es por ar-
riba pardo-negruzco, y por debajo entre rojizo y amarillento. Viven en las
costas de todas las islas, donde prefieren los escollos mas ásperos. Su ali-
mento son algas marinas que pacen en el fondo del mar, pero con frecuen-
cia salen á fuera y se asolean con los miembros tendidos sobre las rocas
de la lava. Su carne no se come y el hombre las aborrece, no utilizando
nada de ellas, lo que no sucede con la iguana terrestre cuya carne y huevos
son tan delicados y apetecidos como los del galápago. — Esta segunda
especie (Amblyrhynchus subcristatus) es también muy fea, su color es mas
claro y su tamaño mas pequeño que el de la iguana marina. Nunca vá al
agua* y v*ve en 'a región árida en cuevas, que busca entre los pedrones
ásperos de las lavas, ó que excava con sus uñas en donde el suelo es mas
blando. Se nutre de las hojas de varios arbustos. Ademas de su carne se
utiliza el aceite sacado de la grasa, y este se recomienda como un remedio
muy eficaz contra las almorranas.
lie colectado cuatro especies de culebras en cuatro islas distintas y
parece que cada isla mayor tiene su especie propia; pero ninguna de ellas
es venenosa. — El orden de los batraquios franas y sapos) falta completa-
monte en nuestro Archipiélago.
La clase de los insectos se halla muy mal representada, y en esta sec-
ción la fauna es sumamente pobre. Apesar de buscar y colectar con mucho
afán, no pude reunir mas que 4 especies de mariposas diurnas, y unos 16
de coleópteros (escarabajos), que todos son pequeños y nada vistosos. La
misma pobreza se observa en los dípteros, hemípteros é himenópteros. No
falta la plaga de las cucarrachas, grillos y otros bichos, pero estos son im-
portados por los buques, como también algunas arañas, aunque de las últi-
mas se encuentran varias especies indígenas. Zancudos y mosquitos hay
muy pocos, pero en su lugar se multiplica en ciertas épocas una especie
de mosca grande con tanta abundancia, que llega á ser una plaga suma-
mente fastidiosa. La observé especialmente donde se mata muchos galápa-
gos ó reses cimarronas, cuya carne queda abandonada á la pudredumbre. —
Un pequeño alacrán parece ser indígena y propio á las islas, pues lo en-
contré por donde quiera debajo de las piedras , aun en los islotes mas desier-
tos y nunca habitados; lo mismo vale de un cientopies muy grande con
tenazas enormes, cuya mordedura es muy venenosa. Llega á un pié de
488 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALÁPAGOS.
largo y se parece á la Scolojwndra gigantea; sus escondrijos preferidos se
hallan en las grietas de la lava, y con mas frecuencia se encuentra en Cha-
tham. El alacrán y el cientopies grande parecen ser los únicos animales
venenosos de las islas, que el hopibre tiene motivo de recelar.
Los caracoles terrestres del Archipiélago son todos pequeños, pero no
menos interesantes que las otras clases, por su distribución geográfica. Mi
amigo, el señor P. Reibisch, se ocupa actualmente con la monografía de los
moluscos terrestres de las islas, basada en mis colecciones. Antes fueron
conocidas solo 17 especies, yo he colectado 33, y entre ellas resultaron 23
nuevas, de manera que hoy llegan las especies conocidas á 40.
Desde la primera tentativa de colonización por el General J. Villamil,
la fauna de las islas ha recibido un incremento por muchos animales intro-
ducidos y hoy dia perfectamente aclimatados. Parece que al tiempo del
viaje de Darwin (1835) los animales domésticos todavía no se habian espar-
cido y naturalizado en las islas, porque este observador exacto no hubiese
pasado en silencio sobre un hecho tan interesante, al que vamos á dedicar
algunos renglones. Completamente naturalizados y en estado silvestre viven
en el Archipiélago los animales siguientes: lares, la cabra, el asno, el perro,
el gato y la gallina. — Hablaré de estos animales como los encontré al
tiempo de mis viajes (1875 y 1878), ignorando lo que se haya cambiado en
este respecto en los últimos años.
El ganado vacuno vivía en grandes manadas en las altiplanicies y mon-
tañas de Floreana y de Chatham, y desde pocos años acá se habian encon-
trado algunas cabezas en las montañas de Albemarle (austral), sin que se
supiese, cómo habian llegado allá. En Floreana he calculado su número
aproximado en 800 ó 900, en Chatham entre 2000 y 3000 cabezas. Es una
raza hermosa y grande, cuyos toros muchas veces embisten y persiguen al
hombre. En Chatham se habia comenzado á domesticar de nuevo algunas
vacas y á formar potreros. Por lo demás, bastaba cojer los terneros y
tenerlos encerrados en el corral, las vacas, que durante el dia suben á las
pampas, fraternizando con el ganado cimarrón, vuelven de noche á los cor-
rales y se dejan ordeñar sin dificultad. Al ganado cimarrón se tiraba con
balas, aprovechando la piel y de la carne tan solo cuanto se necesitaba para
la poca gente de las haciendas de Floreana y de Chatham. También los
buques balleneros y otros que tocaban en las islas, Inician sus provisiones
del mismo modo. Hoy, según se dice, el ganado se halla casi extinguido
en Floreana y muy reducido en Chatham.
En 1875 hubo en Floreana algunos caballos cimarrones, pero el señor
Valdizan los cojió y los domesticó todos.
DEDUCCIONES Y CONCLUSIÓN. 489
Abundantes eran en la época de mis viajes los burros silvestres en
Floreana, Chatham, Indefatigable, Santiago y Albemarle. Los orchilleros y
aceiteros cojian muchos y los domesticaban con facilidad.
Las cabras han disminuido mucho, apesar de que el clima y terreno
parece muy á propósito para ellas. lie visto una pequeña manada en Flo-
reana, otra en Chatham y algunas aisladas en la estéril isla de Barrington.
Se cree, y con razón, que los perros silvestres acaban con ellas.
Puercos cimarrones hay en todas las islas mayores, pero mas numero-
sos son en Santiago (James L). Se dice, que su caza no carece de peligro
y que embisten al hombro por manadas. Unos pocos que he visto ya
domesticados, no se diferenciaban de la raza ordinaria de la costa.
Igualmente repartido se halla el perro, viviendo en familias ó pequeños
grupos. Aunque pertenezca á una raza grande y robusta, es bastante co-
barde, no acomete al hombre, huyéndole mas bien, y se domestica pronto.
Pero se dice que hace estragos entre los terneros del ganado cimarrón.
Todos los gatos silvestres, que he visto en Floreana y en Chatham, eran
negros, lo que me llamó tanto mas la atención, cuanto que este color es su-
mamente raro en los gatos de Guayaquil y de toda la costa. Son animales
hermosos y grandes, que viven en las cuevas de la lava mas áspera cerca
de las orillas del mar. Supongo que se mantienen con preferencia con los
mariscos de la playa; por lo demás, las ratas y ratones importados y los
mansos pájaros terrestres les subministran un alimento abundante.
Gallinas se encontraron hasta ahora solamente en las montañas y bos-
ques mas retirados de la isla Floreana.
Todos estos animales domésticos, que acabo de enumerar, prosperan,
entregados al estado de libertad y silvestre, perfectamente, merced á la
ausencia de enemigos y á la benignidad del clima, que también favorece á
la salud de los hombres; pues enfermedades endémicas son desconocidas en
el Archipiélago.
Deducciones y conclusión.
De las descripciones que preceden, el lector se habrá formado una ¡dea
bastante clara de las islas de Galápagos. He bosquejado este cuadro con
la fidelidad, que solo permite la observación propia. Con imparcialidad he
referido las condiciones ventajosas, en que se halla el Archipiélago, y no he
ocultado las desfavorables. Cada uno podrá sacar de mis exposiciones las
deducciones prácticas que quisiera, según el punto de vista en que se colo-
que. Si yo mismo en seguida agrego algunas indicaciones, lo hago especial-
mente porque desde algunos años acá se ha movido de nuevo la cuestión
de la colonización del Archipiélago en mayor escala. Pero, como luego entran
490 EL AUCH1PIÉLAG0 DE GALÁPAGOS.
en la discusión las apreciaciones personales ó sujetivas, como á veces
tenemos que abandonar el campo sólido de los hechos puros é indiscu-
tibles, y avanzar al campo resbaladizo de las conjeturas y suposiciones,
es muy natural, que los renglones siguientes no pretenden sino un valor
relativo, como expresión de mis propias ideas sobre un asunto de tanta
importancia.
No hay duda, que el Archipiélago de Galápagos ocupa en el mapa ter-
restre una posición muy ventajosa, como único grupo grande de islas entre
el continente sudamericano y Polinesia, asi como entre la América del Norte
y la del Sur. Esta ventaja de su posición geográfica llegará á su mayor
importancia con la abertura del Canal de Panamá, cuya realización es solo
una cuestión de tiempo. La corriente principal del comercio entro Norte-
américa y Europa de un lado, y Polinesia y Australia del otro, pasará por
el istmo de Panamá, y el mar de las islas de Galápagos y ellas mismas se
hallarán en una de las mas frecuentadas encrucijadas de los mares; hoy dia
tan aisladas y solitarias, estarán entonces en una comunicación rápida y
continua con todo el mundo. Por lo demás, desde ahora mismo la comuni-
cación con la costa del continente es fácil y rápida, si se introduce algunos
vapores de servicio, que harán el viaje en dos ó tres dias.
Al aliciente de una ventajosa posición geográfica se añade para los
colonos el otro de un clima inmejorable. Seria difícil encontrar en otra
parte del mundo bajo la linea equinoccial un clima mas mitigado, mas sano
y mas agradable, Ubre de los extremos de un clima continental, y libre de
casi todas las plagas. Enfermedades endémicas no se conocen allá, y no
dudo que estas islas con el tiempo, cuando tengan una población mas
numerosa y cuando la comunicación con la costa será mas rápida y regular,
formarán un lugar de reconvalescencia muy frecuentado por los habitantes
del continente.
Ahora podemos preguntar: ¿cuales son las perspectivas de los inmi-
grantes? cual su porvenir? con qué se ocuparán? — No soy de la opinión
de los que ponen la agricultura como primer y casi único objeto de la
colonización. He demostrado, que toda la región baja y árida por la natura-
leza de su terreno es del todo incultivable, pero esto quiere decir, que lo
son nueve décimas de su territorio, á lo menos. Hay islas considerables,
por ejemplo, Hood, Barrington, Bindloe, que no participan de la región
húmeda y fértil, por ser demasiado bajas. La gran isla de Xarborough,
aunque posee un altísimo volcan central, es toda incultivable, por razones
especiales, que han de buscarse en lo moderno de sus lavas. Solo en cinco
islas encontramos algún terreno de cultivo, que se presta á la agricultura
DEDUCCIONES Y CONCLUSIÓN. 491
y á la cria de ganado: en Floreana no ocupa mucho mas de una legua
cuadrada; en la mitad meridional de Chatham unas tres leguas cuadradas,
toda la mitad setentrional es baja y estéril; en Indefatigable (Chaves) y
Santiago (James) otras tantas, y en la isla de Albemarle, que se extiende
sobre 138 leguas cuadradas, se halla solamente en las montañas del Sur
algún terreno capaz de cultivo, cuya área se puede calcular en 6 ó 7 leguas
cuadradas, todo el resto de la isla se parece á la de Narborough. Creo que
de las 240 leguas cuadradas, que constituyen el terreno del Archipiélago,
apenas 20 serán cultivables. — Ahora pregunto: ¿es posible, que en estas
islas se sustente una numerosa población solo de sus productos indígenas
y de la agricultura? Floreana y Chatham son las islas mas conocidas y
favorables, en cuya colonización se ha pensado algunas veces. Concedida
una gran feracidad del terreno, ¿cómo puede prosperar y extenderse una
población aunque sea de 400 ó 500 habitantes sobre una legua cuadrada de
terreno, en medio de un desierto, si quiere vivir solo de la agricultura y de
la cria de ganado? — ¿cuan miserables y estrechos serán las condiciones
de los propietarios? cual su porvenir? En Floreana cabe muy bien una
hacienda, en Chatham tal vez dos ó tres, lo mismo en las otras islas con
terreno cultivable; pero pensar en una numerosa inmigración de agricultores,
seria en mi concepto un sueño utópico. El colono, que viene de tierras
lejanas en busca de una nueva patria, talvez acompañado de su familia, no
se contentará con trabajar como peón en una hacienda, él buscará su for-
tuna y una posición que le dé esperanza de conseguirla. ¿Donde en las
islas hay el terreno cultivable necesario, para darlo á numerosos agricultores
libres y propietarios, á cada uno un lote suficiente, no solo para el sustento
de su familia, sino para producir algo sobrante que podría exportar? — Temo
que muchos ecuatorianos tengan una idea muy errónea de la colonización
agrícola de las islas, creyendo que consista en que algunos señores ricos se
apoderen del terreno cultivable de una isla, establezcan allá sus haciendas
y las manejen como régulos independientes con una numerosa peonada,
según el maldito sistema de los peones conciertos, que apenas se distingue
de la esclavitud. Dudo, que con este sistema habrá muchos colonos volun-
tarios. Para llevar esta vida de privación y sin esperanza, los peones no
necesitan desterrarse á las islas, la encuentran mejor en las haciendas de
la tierra firme, en que escasean los brazos. Y creer, que venga una in-
migración extrangera, para servir á algunos hacendados de las islas de
peones, seria el colmo de sencillez, para no decir otra cosa.
No dudo, que las islas podrían producir lo necesario para el sustento
de una regular población ó colonia. Para esto no es necesario que todos
sean agricultores, al contrario, conviene que un número reducido se dedique
492 EL ARCHIPIÉLAGO DE GALAPAG08.
á este ramo, para poder sacar el provecho conveniente, vendiendo lo sobrante
de las cosechas á los demás habitantes ocupados en otras faenas. Otro
tanto se podría decir de la ganadería, que regularmente está anexa á la
agricultura propiamente dicha. De lo que expuse mas arriba de las plantas
cultivadas, fácilmente se puede deducir, cuáles serian los productos á que
se presta el terreno con preferencia. — Creo que se haría con buen resul-
tado ensayos con la vinicultura en la zona media de las islas (en la altura
de 100 á 200 metros), donde la vid, al parecer, en el terreno pedregoso
debía prosperar mejor, que en la zona alta y húmeda. — Un buen resultado
se conseguiría también con la cria de ganado lanar y cabruno, y con el
último se aprovecharía también de algún modo la región baja y árida,
que las cabras, al revés del ganado vacuno, prefieren á las altiplanicies
húmedas.
La horticultura promete en las islas grandes ventajas, y como no nece-
sita de terrenos tan extensos, como la agricultura, mucha gente podría ocu-
parse con ella. Con una comunicación regular á vapor con la costa, los
productos de las huertas encontrarían en Guayaquil un buen mercado, llegán-
donos mas frescos que los del Perú, que actualmente compramos á precios
muy subidos. Muchos de ellos se venderán en los buques, que tocan y
tocarán mas tarde con mayor frecuencia en el Archipiélago.
No hablo de la pesca de ballenas y lobos marinos, porque con ella suelen
ocuparse buques especiales de todas las naciones y en todos los mares; pero
la pesquería ordinaria en las costas de las islas podría elevarse á una ver-
dadera importancia y ser una fuente de riqueza para los colonos; ella puede
dar ocupación á una población numerosa. Ya he hablado de la abundancia
y variedad de los pejes en el Archipiélago, y de la facilidad de conseguir
la sal necesaria para preparar y consérvalos.
Largo seria enumerar todas las industrias subordinadas á que dan lugar
las islas, por ejemplo, recojer la orchilla que se reproduce cada 4 6 5 años,
sacar el aceite de galápagos é iguanas terrestres, y otras que se deducen
de mis descripciones anteriores. — Es claro, que una colonia regular nece-
sita fomentar en su seno también toda clase de oficios, como carpinteros,
herreros, zapateros, sastres etc., y ademas un número adecuado de comer-
ciantes, pero estos serán los primeros que acuden, en donde quiera que se
formen nuevas poblaciones.
Lo (|iie dará á la Colonia un realce especial y contribuirá mucho á su
prosperidad, es la circunstancia de que en el Archipiélago se formará, sin
duda alguna, después de la abertura del Canal de Panamá (ó de cualquier
otro) una importante estación naval para buques veleros y vapores de todas
las naciones, con depósitos de carbón, almacenes de víveres y todo cuanto
DEDUCCIONES Y CONCLUSIÓN. 403
se relaciona con este servicio. ¡A cuanta gente una tal estación dará lucrosa
ocupación! Será un nuevo aliciente para el comercio y la especulación. El
puerto mas cómodo para una estación naval seria el de Post-oflíice-Bay en
la isla Floreana, porque es el mas seguro y mas hermoso del Archipiélago
y bastante capaz para recibir un número considerable de buques.
En las islas de Galápagos puede prosperar y florecer una Colonia nume-
rosa, si se procedo con tino en la elección de los colonos, no admitiendo sino
gente honrada y laboriosa, y si el Gobierno de la República dicta sabias
leyes especiales, adaptadas á las circunstancias particulares del territorio,
favoreciendo á los inmigrantes con generosas concesiones y excenciones.
APÉNDICE.
Resumen de la geografía histórica, política y civil
del Ecuador.
Este apéndice debia formar el segundo tomo de la geografía general;
pero como las materias, que lo constituyen, eran siempre un objeto muy
subalterno de mis estudios, el tomo habría salido demasiado desproporcionado
en cuanto a la extensión y á su valor intrínseco. No podría presentar ex-
tensos estudios originales, sino tan solo un trabajo de compilación. Escri-
tores nacionales han tratado y tratarán la geografía histórica, política y
civil del pais con conocimientos mas profundos y con mas acierto. Recuerdo
el tomo VI de la nueva edición del «Resumen de la Historia del Ecuador,
por él doctor P. F. Cevallos. Guayaquil 1889.» Recuerdo también la magní-
fica obra del doctor F. González Suárez, «Historia general de la República del
Ecuador», que está en prensa (el primer tomo salió en Quito en 1890), y
que sin duda tratará la parte histórica de la geografía con la vasta erudi-
ción que caracteriza al autor. — Si apesar de esto me resolví á escribir un
«Resumen», lo hice especialmente para los extrangeros, que no tienen á la
mano las fuentes nacionales ó no las conocen, y que, sinembargo, desean
adquirir también algunas nociones generales de la constitución política del
pais, cuya geografía física talvez ha excitado su curiosidad.
La República del Ecuador, como entidad política independiente y
noción geográfica, existe solamente 02 años, es decir, desde Mayo de 1830,
cuando se separó de la gran República de Colombia, imitando el ejemplo
de Venezuela.
El nombre mismo del a Ecuador», tan significativo y propio para un pais
situado á ambos lados de la linea equinoccial ó del ecuador terrestre, es
muy moderno, y aparece por primera vez en la división territorial de la
WoLTf Ecuador. 32
498 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
gran Colombia. El «Departamento del Ecuador* comprendía las actuales
provincias del interior desde Tulcan hasta el Azuay, una parte de la de
Esmeraldas y otra del Oriente (Ñapo, Canelos, Macas). En la constitución
de la nueva República de 1830 se aceptó y se extendió este nombre á todo
el territorio que la constituye actualmente.
Resumen histórico.
Sabido es, que el tiempo histórico en ambas Amóricas es muy corto,
comparándolo con el del mundo antiguo, no precisamente porque el género
humano se hubiese repartido mucho mas tarde sobre América, que sobre
los continentes antiguos, sino especialmente, porque todas las naciones ameri-
canas carecían de una escritura, que con precisión hubiese trasmitido los
hechos y las fechas liistóricas. Si uno que otro pueblo usaba de jeroglífi-
cos, estos por ahora no nos sirven de nada, porque faltan quienes nos inter-
preten su significación. Asi es que en América con 400 años atrás comien-
zan los tiempos prehistóricos; las tradiciones mas ó menos probables llegan,
aun entre las naciones mas adelantadas, como entre los Mejicanos y Perua-
nos, apenas hasta el año 1000 de nuestra era, y todo lo que es mas antiguo,
pertenece al mito y á la fábula.
Otra dificultad se presenta al historiador y geógrafo en el territorio
americano, y consiste en la increíble desmembración de la raza humana,
que invadió este continente, y para la cual buscaríamos en vano un ejemplo
entre las demás razas humanas. Conservando la raza americana un tipo
general en cuanto á los caracteres antropológicos principales, y aun en
cuanto á la construcción gramatical de su lengua, se ha dividido casi hasta
al infinito en sus caracteres secundarios, en sus costumbres, y sobre todo
en sus idiomas, formando innumerables pequeñas tribus y rara vez naciones
algo mas numerosas. Así como el indio salvaje es antisocial, también lo
son las tribus, inclinándose siempre mas á la separación que á la reunión,
cuando no las obliga una fuerza superior ó una civilización mas adelantada
á unirse hasta cierto grado. Esta particularidad de la raza americana ofrece
á los historiadores, lingüistas, antropólogos, etnógrafos y geógrafos obstá-
culos casi insuperables, y estamos todavía lejos del alumbramiento satis-
factorio de la historia antigua. Conjeturas ingeniosas é hipótesis mas ó
menos atrevidas sobre las migraciones de las naciones americanas, sobre sus
afinidades y ramificaciones genealógicas, reemplazarán todavía por mucho
tiempo, y quizá para siempre, los datos históricos.
También encontramos el país del Ecuador desde el principio de su
emersión de la oscuridad prehistórica, cubierto de un sinnúmero de tribus
RESUMEN HISTÓRICO. 499
y naciones con diferentes grados de cultura, con diferentes costumbres, con
diferentes idiomas; y si quisiéramos ó pudiéramos construir un mapa geo-
gráfico del Ecuador de aquella época remota, en el cual todos los reinados
ó cacicazgos figuraran con distintos colores, saldría mas abigarrado que la
botarga del arlequín. Velasco, el historiador y geógrafo principal del reino
de Quito, de cuya fuente han tomado casi todos los modernos, nos dá un
cuadro de esas naciones y tribus primitivas, y Villavicencio lo ha copiado,
desfigurando indebidamente y mucho mas que Velasco los nombres antiguos,
cambiando todas las o en u y todas las e en ?'.*) — Velasco distingue «na-
ciones ó estados independientes» y como partes componentes de ellos «tri-
bus ó provincias principales». No voy á reproducir todo el cuadro extenso,
sino tan solo la lista de los a estados independientes», porque su catálogo
de las «tribus» ó «provincias» no es otra cosa que la enumeración de los
pueblos que existen ó existieron en cada «estado». Sigo aqui la ortografía
de Velasco y solo cambio el orden, comenzando al Norte en la actual pro-
vincia de Carchi y siguiendo hasta los confines de la provincia de Loja con
el Perú, con omisión de las tribus que hoy dia pertenecen á esta última
República, como las de Huancabamba, Paita, Piura y otras.
A. Naciones ó estados del Ecuador alto.
Huaca, \ m k , . t „ Latacunga, grande (15 trib.).
Behuaca, \ Tpes ?stados P^™*08 «* tnbus Am^marca% med¡ano (Colorados v Yungas).
Tusa, J ° con muy Peq«*» Hambato, pequeño (4 trib.).
Pimampiro, mediano (4 tribus). Mocha, mediano (5 trib.).
Irnbayá (después Car anquí), grande (8 trib.). Puruhá, grande (30 trib.).
Otaralo, grande (7 trib.). Chimbo, mediano (5 trib.).
Oayambi, grande (3 trib. y muchas extin- Tiquizambi (hoy Tixan), pequeño (3 trib.).
guidas). Lausí ó Alausí, mediano (8 trib.).
Poritaco, | Tres pequeños , inmediatos á Cañar, grande (25 trib.).
CoUahuaso, > Quito, con pocas tribus ex- Paltas, pequeño (3 trib.).
Lingachi, J tinguidas y esparcidas. Zarza, grande (13 trib.).
Quito, grande (34 trib.).
B. Naciones ó estados de las costas marítimas.
Tumbez. i , . « , , Ouancavücas, grande (17 trib.).
„ .; } dos pequeños confederados. „ , ;° ,«rt . .¿ .
Mayavxlca, ) r n Manta, grande (10 trib.).
Póceos, i , . Cara, grande (8 trib.).
Máchala, i ° r°* °S ^u n°' ' Tacames ó Atacantes (13 trib.).
Lapuna, en la isla de este nombre.
En otro lugar (tom. III, pág. 17f>) Velasco dá una *Tabla alfabética de
las naciones de Quito», aumentando todavía el número de tribus de algunas
naciones, sobre todo de las costeñas, y añadiendo ú las enumeradas las
*) Velasco, Hist. del reino de Quito, II, pág. 2—5. — Villavicencio, Geografía de la
Kep. del Ecuador, pág. 203-210.
32*
500
GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
naciones, que al oriente de la gran Cordillera formaban los cinco gobiernos
del «Quito impropio», y son las siguientes:
Jaénes, con 10 tribus.
Pacamores, con 12 tribus.
Yaguatzongos, con 12 tribus.
Jibaros, con 13 tribus.
Huamboyas, con 2 tribus.
Macas, con 8 tribus.
Quijos 6 Canelos, con 12 tribus.
Cófanes, con 5 tribus.
Sucumbió 8, con 5 tribus.
Moeoas, con 5 tribus.
Finalmente, en la «.Tabla de las naciones indianas de las misiones del
Marañan» (tom. III, pág. 251) enumera 43 naciones con unas 130 tribus, y
unas 20 naciones algo dudosas, ad virtiendo, que cada nación hablaba su
idioma propio y las tribus distintos dialectos. — Con esto tendríamos, según
Velasco, en el Ecuador antiguo mas de 100 naciones indígenas con otras
tantas lenguas, y mas de 430 tribus (fuera de las desconocidas) con sus
variados dialectos. ¡Un verdadero Babel! un caos etnológico y lingüístico!
una confusión geográfica sin igual!
Ahora bien, si sujetamos las tablas etnográficas y geográficas del his-
toriador del reino de Quito á un examen riguroso, no podemos menos que
dudar de su exactitud. — Abstraigamos de los catálogos de las naciones
del Oriente, que evidentemente no nos dan ni pueden dar el estado de la
población en la época primitiva, que nos ocupa en este momento. Ellos se
han formado en su mayor parte de las relaciones de los misioneros del
siglo XVI y XVII, y no valen ni para nuestra época actual, ni para una
mas antigua, siendo asi que esas naciones salvajes, en gran parte nómadas,
de un dia al otro cambian sus asientos, unas desaparecen y otras nuevas
ocupan su lugar, en fin nada de estable hay entre ellas. — Consideremos
algo mas de cerca el primer cuadro que según Velasco representa la distri-
bución geográfica de las tribus en la antigüedad, quiere decir, antes de la
dominación de los Caras, ó á lo menos antes de la de los Incas.
Es de sentir que Velasco no nos indica las fuentes, de que ha tomado
esas noticias de la geografía antigua, para poder distinguir lo que hay de
positivo de lo que él añadió de su propia fantasía, á la cual en su Historia
dio riendas sueltas demasiadas veces, como se sabe. Los historiadores pri-
mitivos de las Indias, aun los mas prolijos en la etnografía y la geografía,
como por ejemplo, Cieza de León, son muy parcos é insuficientes en esta
materia, probablemente porque ya en su tiempo era imposible sacar á la
luz algo de seguro, de lo que se quejan ellos mismos repetidas veces, di-
ciendo que las tradiciones de los indios eran muchas veces contradictorias
y llenas de fábulas.
Es mas que probable, que antes de la época de los Incas no se hablaba
el quichua en ninguna parte del Ecuador actual, porque lo que dice Velasco,
KESÚMEN HISTÓRICO. 501
que los Caras introdujeron un dialecto del quichua en Quito, no pasa de ser
una conjetura mal fundada. Pero dado el caso de que la conjetura de
Velasco tenga su valor, siempre quedan las demás naciones exclusas del
uso de este idioma, hablando ellas sus idiomas propios según el mismo
autor. ¿Como es entonces, que entre los nombres geográficos antiguos en-
contramos tantos de origen quichua y algunos hasta de origen español?
¿Tenían estas tribus ó pueblos otros nombres en la antigüedad, ó son fun-
dados posteriormente por los incas ó en tiempo de los españoles? Ambos
casos pueden tener lugar, solo nos falta saber, cuando es aplicable uno y
otro. Velasco mismo dice, que muchos pueblos han cambiado su nombre
antiguo, tomando el de un Santo, y del otro lado es probable, que bajo la
dominación activa de los incas se lucieron muchas nuevas fundaciones con
nombres quichuas, mientras que algunos pueblos antiguos habrán desapare-
cido. En fin, el catálogo de Velasco se reduce casi á la enumeración de
los pueblos, que existían en el tiempo de la conquista española, y en su
mayor parte todavía en tiempo del mencionado escritor, á fines del siglo
pasado, pero de ningún modo nos dá una idea exacta de la población del
pais en los tiempos de los Quitus ó Caras. ¿Es probable, que cada pueblo
formaba una «nación» ó una «tribu»? Esto seria llevar al extremo la diso-
ciación americana ya de suya muy grande.
Algunos pueblos ó tribus figuran dos veces en el mencionado catálogo,
ya bajo distintos nombres en la misma nación, ya bajo el mismo nombre
en distintas naciones. Los Tocachis se nombran una vez en la nación de
Cayambi, y otra en la de Otavalo; Poritaco es según el primer cuadro un
estado independiente, asi como Dehuaca y Tusa, pero según el otro catálogo
estos tres pueblas serian tribus de la nación Huaca; Mindo, Nono, Gualea
se hallan una vez entre las tribus de Quito, y otra vez entre las de Esme-
raldas (ó de Atacámes, según la lista primera); en un lugar (III, pág. 175)
eleva los Caranquis á una nación propia con 8 tribus, igual casi á los Caras,
y en otro (II, pág. 8) dice que los Caranquis eran una pequeña colonia de
los Caras de Quito, que no duraba mucho. — Tales y muchas otras lyerezas
prueban, que Velasco procedió con bastante arbitrariedad y que su clasifica-
ción etnológica no tiene fundamentos sólidos.
Respecto á la ortografía de los nombres, el Padre Velasco los escribe
generalmente bien, dejando la o antigua en todos los que no derivan del
quichua. El dice, que esos nombres se pronunciaron antiguamente con u,
distinguiéndose los Quitus de todas las naciones del mundo por la carencia
de la letra o, y que esta fué introducida por los caras. Pero ¿cómo pode-
mos conocer la pronunciación del idioma quiteño, extinguido hace mas de
800 años? Del otro lado dice, que los Caras hablaban un dialecto del
502 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
quichua, pero en este caso no tenían motivo de cambiar la u en o, porque
precisamente en la lengua quichua y sus dialectos la letra o es sumamente
rara y falta casi por completo, predominando casi siempre la u. — Sinem-
bargo estamos seguros, que ni los Quitus carecían de la o, ni los Caras
hablaban quichua, y que, si hay adulteración en los nombres, es en el
sentido contrarío, á saber, que el quichua de los incas convirtió algunas
o en u.
Villavicencio no anda menos equivocado, cuando cree que las muchas
ó y las 6 en lugar de ¿, fuesen introducidas después de la conquista española,
y cuando atribuye la frecuencia de la u no al primitivo idioma de Quito,
sino al quichua, siguiendo por lo domas la opinión de Velasco, y diciendo
que los Caras hablaban un dialecto de este idioma (Geogr. pág. 166 y 211).
Conforme á esta idea quiere dar á su cuadro de las naciones ecuatorianas
un colorido mas antiguo, eliminando todas las o y e y reemplazándolas con
u é t. Pero por este celo de purista cae en un error notable. Que tras-
forme en buena hora en quichua los pueblos de la nación Quitu, aunque no
me parece corriente; pero ¿con qué derecho procede del mismo modo con
las naciones, que jamas conocieron el quichua, y que según el autor mismo
hablaban sus lenguas propias, por ejemplo, todas las marítimas? porque no
deja á estos pueblos los nombres que ellos mismos se han dado? porqué
llamó álos de Chongon Colonche, Charapoto: aChungunis, Gtdunchis, Chara-
putus» etc.? ¿quien reconoce en «Utaballus» Otavalo? Pero la exageración
raya al ridiculo, cuando convierte hasta la terminación castellana (del plural)
de es en is: «Chungunis, Azóguis, Pungalais» etc.
Me he detenido talvez demiado con estas observaciones sobre una materia
lingüistica; pero es preciso que finalmente desaparezca un error todavía muy
divulgado*), es decir, la creencia de que todo el Ecuador ó su mayor parte
hubiese participado de la cultura, de las costumbres y del idioma de la
nación quichua, cuando al contrario solamente las provincias del interior
recibieron este barniz durante una época corta, poco antes de la Conquista
española, un barniz que no borra y apenas tapa ligeramente el cuadro
*) Notables escritores modernos pecan con el afán de restituir los nombres antiguos,
porque no distinguen entre los nombres quichuas genuinos y los otros que no lo son.
Así, por ejemplo, es falso escribir Tungurahua Sinchulahua, en lugar de Tunguragua,
Sincholagua etc., porque los nombres geográficos en . . . ragua y . . . lagua, que se hallan
por toda la Sudamérica y parecen ser antiguísimos, nada tienen que ver con el quichua.
Pero ni me parece conveniente, cambiar los nombres acomodados al castellano y ya in-
troducidos en la geografía política y civil del pais. ¿Cómo podremos escribir, por ejem-
plo, Huallapampa en lugar de Guallabainba? ¿qué seria de nuestra geografía, si quisié-
ramos eliminar todas las o, e, b, d, g, f, 1, en fin las letras de que carece el quichua?
entonces introduzcamos también las de que carece el castellano y que posee el quichua
(; unas 10 consonantes nuevas !).
EESÚMBN HISTÓRICO. 503
geográfico-etnológico antiguo del pais. El quichua se generalizó mucho mas
por los españoles después de la conquista, que antes por los incas.
La construcción de un cuadro etnográfico completo de la época primi-
tiva es imposible. No sabemos, y probablemente nunca sabremos á punto
fijo, cuantas eran las naciones, que poblaban entonces el territorio ecuato-
riano, ni cómo se llamaban, ni qué lenguas hablaban, ni donde tenian sus
asientos principales. Cierto es solamente, que eran muchas y muy distintas;
y de algunas podemos conjeturar aproximativamente su antigua extensión
geográfica, siguiendo sus vestigios ya por un minucioso estudio arqueológico,
ya por comparaciones lingüisticas de los últimos restos de las lenguas ex-
tinguidas. Tales restos se encuentran en las denominaciones geográficas
de los cerros, ríos, sitios y pueblos, separando, por supuesto, con sana cri-
tica lo moderno (quichua y castellano) del mas antiguo. En efecto, no hay
duda, que esas denominaciones en ciertas regiones, sobre todo cuando la
nación y su lengua tenian bastante extensión, llevan un sello nacional, que
ningún cambio posterior, ninguna conquista pudo borrar. Los nombres geo-
gráficos de los indios siempre son muy significativos, componiéndose de
vocablos verdaderos del idioma, y una lista de ellos es la única prueba del
idioma extinguido, que podemos procurarnos. ¡Que distinta fisonomía lin-
güistica llevan, para citar pocos ejemplos, los siguientes grupos de nombres
geográficos, que corresponden á distintas naciones antiguas!
Al Sur de Loja: Gonzanamá, Guachanamá, Conganamá, Samanamaca,
(Palta y Zarza) Masanamaca, Colaisaca, Numbiaranga, Zozoranga, Nam-
bacola, Ñángara, Macara, Cariamanga etc.
Por Cuenca y Cañar: Ayancay, Sinincay, Sitincay, Sidcay, Yanuncay, Ma-
sucay, Tabacay, Rircay, Charcay, Pelincay, Collay,
Taday, Burgay, Deleg, Chordeleg, Guapdondeleg, Sede-
leg, Pindilic, Molobog, Molong, Pilzhun, Yanguang,
Nudpud etc.
Por Biobamba: Licto, Lican, Calpi, Sicalpa, Chambo, Quimiac, Penipe,
(Puruhá) Guamote, Columbe, Pulucate, Galte, Puela, Puyal, Punin,
Pangor Cacha, Cunduana, Tulabug, Aulabug, Yuibug,
Chuyuj, Catuj, Salarun etc.
Por Latacunga: Saquisili, Isinlivi, Pujili, Muíalo, Pualó, Hataló, Pilaló,
Tagualó, Quilualó, Tanicuchi, Cutuchi, Salachi, Naxichi,
Illuchi etc.
Por Quito: Cansacoto, Conocoto, Cotocollao, Calacali, Sangolqui,
Yaruqui, Alangasi, Pomasqui, Aloasi, Aloac, Lloa, Guá-
pulo, Pintac, Pifo, Puembo Cumbayá etc.
504 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
Por Pasto: Cuaiquer, Yaguanquer, Mayasquer, Pupusquer, Piquer,
Chunquer, Túqueres, Ipiales, Pupiales, Imues, Supuyes,
Funes, lies, Males etc.
Cayapas y Colorados: Cachabi, Uimbi, Tululbí, Palabi, Canumbi, Tulpi, Te-
lembí, Guallupi, Panguapi, Calabi, Gualpi etc.
Por Esmeraldas: Tachina, Tachira, Tavuche, Tachigua, Tabuga, Taripe,
(hasta el Cabo Pasado) Taviasa, Chura, Chiva, Chinea, Chula, Cúquiva, Sasa,
Magua, Biguá, Piquigua, Uve, Cuve, Sade, Vinsade,
Saigüe, Viche, Vinche, Mache, Bechc, Chique, Quingue,
Quinindé, Canindé, Tiaone etc.
El lector que se interese en esta clase de comparaciones, podrá formarse
otros grupos provinciales con ayuda del mapa.
Aunque no sabemos, hasta qué punto los escritores españoles hayan
cambiado la pronunciación primitiva de los nombres, quedó sinembargo la
diferencia geográfica entre ellos tan marcada, que no se oculta á ningún
observador. — He agregado el grupo de la provincia de los Pastos, aunque
hoy dia pertenezca en su mayor parte á la República de Colombia, porque
presenta un buen ejemplo de una antigua demarcación geográfica. — Los
dos últimos grupos contienen solamente nombres de ríos, porque en esas
regiones no existen pueblos; pero contribuyen igualmente á nuestro pro-
pósito. En mi viaje por la provincia de Esmeraldas aprendí algo del idioma
de los Cayapas y conoci, que la terminación tan frecuente en M ó pí signi-
fica agua y rio, que de consiguiente corresponde exactamente á la termina-
ción quichua en yacu. Cuando mas tarde encontré la misma terminación
de los rios en otras regiones, sospeché, que en ellas vivían tribus con el
idioma cayapas ó con dialectos de él. En efecto, resultó que el idioma casi
extinguido de los indios de los Colorados de Santo Domingo y de San Miguel
no es mas que un dialecto del cayapas, y es casi seguro, que el mismo
idioma se hablaba antiguamente en Angamarca y por una gran extensión
en las faldas de la Cordillera occidental hasta el rio Patia en Colombia, es
decir, hasta donde encontramos los mismos ó análogos nombres geográficos.
¿Será muy aventurado suponer, que entre los antiguos Cañaris la silaba cay
desempeñaba el mismo papel, como la de pí entre los Cayapas y la palabra
yacu entre los Quichuas? — Muchos de los nombres tan singulares que se
hallan desde la hoya de Esmeraldas hasta el Cabo Pasado pude interpretar
del idioma antiguo de los indios de esa región, que hoy dia ya no hablan
ni entienden sino muy pocos indios viejos en el Esmeraldas superior, y que
dentro de una generación mas pertenecerá á los idiomas extinguidos.(50)
Sea, pues, lo que fuese del número y de las condiciones de las primi-
tivas naciones del Ecuador, parece que hasta el siglo X de nuestra era
RESUMEN HISTÓRICO. 505
ninguna de ellas ha desempeñado un papel grande en la historia del pais, '
ni ejercido una influencia preponderante sobre las demás. En general, las
naciones que vivian en el clima mitigado de las regiones altas interandinas,
como los Imbayas, Quitus, Puruhacs y Cañaris eran mas civilizadas, de
costumbres mas suaves ó menos bárbaras, que las de las costas marítimas
de un clima ardiente, ó que las tribus salvajes y errantes allende la Cor-
dillera oriental.
La nación de los Quitus no se distinguía en la antigüedad de las demás
que la rodeaban, ni por un espíritu emprendedor ó conquistador, ni por una
civilización mas adelantada. Pertenecia, si, á las mas numerosas, pero es
probable que otras, por ejemplo, la de los antiguos Cañaris , les aventajaban
en muchas cosas, si hemos de juzgar del estudio comparativo do los hallaz-
gos arqueológicos.*) — Para que Quito fuera el centro de atracción de los
estados vecinos, y para plantar el fundamento de su futura grandeza, nece-
sitaba de un impulso externo, y este impulso le vino con la conquista de
los Caras.
Entre las naciones de la costa marítima se distinguió una de todas las
demás por muchas señales: la nación de Cara. Si las otras se consideraban
como indígenas desde tiempos inmemoriales, esta fué extrangera, venida por
el mar en una época no muy lejana, talvez corriendo el siglo VI ó VII de
nuestra era; fué belicosa, conquistadora, y en toda su cultura muy superior
á las tribus bárbaras, sobre cuyas tierras se extendió poco á poco. El primer
teatro de los Caras, después de su llegada, fué Manabi, desde la Bahía de
Caráques hasta Manta, y se dice que á la orilla de aquella fundaron una
ciudad. Mas, la historia de sus hazañas, migraciones y conquistas en la
costa queda envuelta en la mas completa oscuridad, y se dice solamente,
que poco á poco abandonaron completamente las costas de Manabi, exten-
diéndose hacia el Norte por Atacámes y Esmeraldas, é internándose por los
ríos hasta las cercanías de Quito. Como el motivo mas plausible de estas
constantes migraciones presentan Velasco y otros historiadores la circun-
stancia de haber sido malsana aquella primera comarca. Pero no podemos
convenir en esto, porque precisamente emigraron de las costas muy sanas
á los bosques húmedos y malsanos; antes nos parece que se debe buscar
el motivo en el mismo carácter de la raza, que se presenta nómada, instable,
aventurera, conquistadora. — Tampoco sabemos, si toda la nación participó
en esas migraciones, ó solamente una parte, quedando el resto en Manabi
en sus primeras fundaciones. Velasco afirma, que otras tribus circunvecinas
*) Véase: F. González Suárez, Estudio histórico sobre los Cañaris (Quito 1878).
506 GEOGRAFÍA POLÍTICA T CIVIL.
ocuparon mas tarde el territorio abandonado y se llamaron también Caras
(impropiamente). Pero los rastros mas seguros han de buscarse en los
nombres geográficos que restan. Antes de haberlos encontrado en la ar-
queología y la lingüistica comparativa, no será posible señalar el camino
que los Caras han tomado para llegar á Quito. Aunque Velasco dice, que
subieron ]>or el valle del rio Esmeraldas, esto no pasa de ser una conjetura,
y ¿cómo le creeremos1 cuando anda tan equivocado en la descripción de la
ruta que siguieron los Españoles (Alvarado con su ejército) desde la costa
al interior, cinco siglos mas tarde, haciéndoles también subir de Esmeraldas
á Quito.
Hacia el año mil encontramos los Caras en la posesión de la provincia
ó del reino de Quito, y desde entonces se destaca éste entre la muchedumbre
caótica de las demás tribus, como el núcleo resplandeciente de una estrella
nebulosa, que vá creciendo y condensándose á costa de las informes masas
cósmicas que le rodean. Verdad es, que nos faltan datos seguros y fechas
cronológicas positivas de los primeros tres siglos de este reino nuevo ó re-
formado, hasta el año de 1300. Los reyes de Quito llevaban el titulo general
de Caran-Shiri, los nombres propios de los primeros 10 ó 11 se han perdido,
y se sabe solamente, que poco á poco extendieron su dominio sobre un es-
pacio considerable, es decir, sobre todas las regiones interandinas desde los
actuales limites de Colombia (provincia de los Pastos) hasta los confines de
la provincia de Puruhá (Riobamba) en las cercanías de Mocha.
Las tradiciones de la última y mas espléndida época de los Shiris, que
duraba unos 150 años, comenzando con la conquista pacifica de la gran pro-
vincia de Puruhá, ganan mas y mas de seguridad y precisión, y podemos
decir, que la historia y geografía política del Ecuador comienza propiamente
con esta época.
Con el undécimo Slúri se extinguió la linea masculina de Cara. Según
la ley la hija única que tenia, no podía heredar el reino, y para perpetuar
su dinastía, el Shiri tenia que derogar y derogó en efecto la ley antigua,
estableciendo la nueva, de que por falta de hijos varones y sobrinos de parte
de la hermana, pudiese heredar la hija, reinando juntamente con aquel prin-
cipe, que olla libremente eligiese por esposo y sucesor. Esta innovación
fué bien acojida por las provincias y los estados confederados, y poco des-
pués se casó la princesa Toa con Duchisela, hijo mayor del régulo de Purhuá.
El anciano Shiri de Quito logró de esta manera una doble ventaja: primero
aseguró el trono á su posteridad, y segundo engrandeció el reino con la im-
portante y belicosa provincia de Purhuá, que hasta entonces había resistido
á todas las tentativas de una conquista violenta.
En efecto, muerto el undécimo Shiri, por el año 1300, subieron al trono
BESÚMEN HISTÓRICO. 507
su hija Toa y su esposo Duchisda 12° Shiri. Este reinó pacificamente 70
años, según es fama, pues murió en la edad avanzada de mas de 100 años.
Bajo él y bajo el reinado no menos pacífico de su hijo y sucesor Autachi
Duchisda 1<T Shiri, que según la tradición duraba 60 años, se dilató el reino
de Quito hacia el Sur mas allá de los actuales limites del Ecuador, hasta
Huancabamba, Piura y Paita, por medio de confederaciones y pactos de
alianza. Los Cañaris, los Paltas y Zarzas, y aun algunos estados marítimos
se incorporaron voluntarios en el gran reino. Puede ser, que los estados
pequeños buscaran en esta adhesión una seguridad y un apoyo contra los
Incas del Perú, contra aquellos poderosos conquistadores del Sur, cuya fama
en esa época ya se había extendido sobre una gran parte del Continente
sudamericano, alarmando las pequeñas naciones independientes, que tenían
que arimarse á las mas poderosas, si querían conservar su libertad. Pues
el sistema de conquista de los Shiris era muy distinto del de los Incas.
Mientras que estos últimos seguían el sistema de centralización y se con-
solidaban introduciendo en todas partes su religión, sus leyes, costumbres
y hasta su idioma, poniendo en las provincias conquistadas autoridades civiles
y militares de su nación; se contentaron los primeros regularmente con un
simple pacto de alianza, con un módico tributo, con una confederación, en
que cada estado quedaba con sus gobernadores nativos, con sus idiomas y
costumbres particulares. — Este último sistema, que ciertamente era mas
acomodado al carácter poco social de los americanos, y que por su suavedad
hacia mas felices las naciones en tiempo de paz, no dejaba de presentar sus
grandes inconvenientes en tiempo de una guerra extranjera, como ya el su-
cesor de Autachi, su hyo Hualcopo Duchisda 14° Shiri tuvo que experimentar.
— Este subió al trono por 1430 y reinó 33 años, pero solamente los primeros
20 con felicidad.
Unos 150 años todo el dilatado reino de Quito había gozado de una
paz octaviana. Su extensión geográfica era casi la misma que tiene el Ecua-
dor moderno, si desatendemos las regiones ultra-andinas (orientales), que
hoy no tienen mucho mas importancia histórico-politica que en aquella época
remota. Las naciones al Oeste de los Andes se hallaban en parte aliadas
al gran reino, en parte tenidas en el debido respecto. Esta monarquía era
la única en Sudaméríca, que rivalizaba con la de los Incas peruanos en
cuanto á su extensión, el número de sus habitantes y el grado de su civi-
lización.
Investigar, de qué modo los Shiris llegaron al alto grado de cultura,
en que los hallaron los Incas, cuanto de ella han traido desde otras regiones
lejanas, cuanto han adquirido en virtud de su propio desarollo, y cuanto
han adoptado de las naciones conquistadas ó confederadas circunvecinas, es
508 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
un trabajo arduo y es mas bien objeto de la historia y arqueología, que de
la geografía, por cuanto no entraremos en el campo de la discusión. Solo
diremos, que no nos parece necesario, buscar las causas en un poderoso in-
flujo externo, y que la civilización de los Shiris nos parece una adquisición
propia de la nación. Los Caras aventajaban en mucho á las otras naciones
indígenas al tiempo de su llegada. Superiores en la forma de gobierno, asi
como en las artes do la guerra y de la paz, eran de un carácter noble, y
de un genio abierto y bien dispuesto. Siempre en movimiento, siempre bus-
cando como mejorar las condiciones materiales de su existencia y como
aumentar su bienestar, y favorecidos por una serie no interrumpida de buenos
sucesos, no pudo faltar que también el desarollo intelectual y espiritual se-
guía en una medida proporcionada. — Conquistado una vez el pequeño reino
de Quito, cayeron los Caras como un fermento en la inerte masa de esas
tribus antiguas de las altiplanicies, y encontraban en la misión de conquistar
y civilizarlas un nuevo aliciente para su rápido desarrollo ulterior, que desde
entonces se verificó en una proporción geométrica, ayudado por nuevas cir-
cunstancias favorables, entre las cuales ciertamente no hay que olvidar el
poderoso influjo de un clima benigno y sano, de un cielo sereno, y do un
suelo que invitaba á la agricultura y á asientos estables. Las condiciones
físicas y morales en que se hallaban los Shiris durante mas de 400 años,
eran muy análogas á las que favorecían el desarollo de los Incas en el Perú
durante la misma época, y por esto no hay que admirarse mucho, que el
resultado final, es decir, las dos monarquías al tiempo de su mayor grandeza,
presentan tantas analogías. No es necesario recorrer para una explicación
satisfactoria á la infundada hipótesis de un origen común y de un paren-
tesco muy cercano de las dos naciones Cara y Quichua.
Durante la segunda mitad del reino de Hualcopo Duchisela, la estrella
de los Shiris comenzó á eclipsarse. Los Incas del Perú, mas ambiciosos
todavía que los Shiris de Quito, no miraban con indiferencia la floreciente
monarquía vecina, y pensaban «rectificar» sus fronteras hacia el Norte. El
primero que realizó esta idea, fué Tupac-Yupanqui , 12° Inca, hacia el año
de 1450.
Desde luego se manifestó el flaco del sistema de gobierno que llevaban
los Shiris y la falta de centralización. Las provincias al Sur del Azuay,
que fueron conquistadas sin efusión de sangre y tan solo por pactos de
alianza y amistad, se perdieron del mismo modo y en brevísimo tiempo;
pues el interés y el vinculo que las ligaba con Quito, era demasiado débil,
para oponer un obstáculo serio á las armas victoriosas del Inca ó mejor
RESUMEN HISTÓRICO. f)09
dicho á sus promesas seductoras, con que solía intimar la sujeción á las
naciones.
La primera noticia de la invasión peruana llegó al Shiri juntamente con
la de la defección y pérdida de las provincias fronterizas y de varias marí-
timas, que espontáneamente habían enviado embajadores á Huancabamba,
ofreciendo al Inca su amistad y alianza, el que mandó inmediatamente sus
gobernadores, capitanes y sacerdotes, para instruir los pueblos novicios y
darles la nueva forma de gobierno. — Siguió el Inca con espantosa rapidez
su marcha triunfal por las grandes provincias de Zarza, Paltas y Cañar, y
no se detuvo sino al pié meridional del Azuay, es decir, delante de la puerta
del antiguo patrimonio de los Shiris. «Hanrribal ante 2>orlas*\
Para explicarnos el suceso rápido en esta primera, asi como en las pos-
teriores conquistas de los Incas, no debemos olvidar, que ellos contaban con
un elemento mas, con el fanatismo religioso. Hijos del Sol, eran los en-
viados del cielo para dilatar sobre la tierra el culto de su padre, el Sol, á
fuego y sangre si fuese necesario. Su religión y gobierno era el Islam de
América, y ellos eran mas que el profeta Mahoma, pues eran descendientes
de Dios, eran Dioses-hombres; desobedecer y ofender á ellos, era ofender
á la Deidad misma.
El susto del rey de Quito era grande. Se hallaba sin armas y material
de guerra, sin ejército aguerrido, sin ninguna preparación para un caso tan
inesperado, y de consiguiente no pensaba en reconquistar lo perdido, sino
solamente en defender lo que le quedaba. Tupac-Yupanqui se detuvo cerca
de 2 años en la provincia de Cañar, levantando en todas partes palacios,
templos y fortalezas para asegurar sus conquistas y tener un nuevo centro
de operaciones, y completando su ejército con las reclutas de las nuevas
provincias, sobre todo de los Cañaris; porque habia comprendido, que la
guerra cambiará de especie al otro lado del Azuay, en los antiguos dominios
de los Shiris y con vasallos fieles á ellos.
La demora del Inca dio lugar á Hualcopo para fortificarse de su parte
en la provincia de Puruhá y en los pequeños estados de Tiquizambi y Alausi,
que al Sur de ella se extendieron hasta el pié se t en tr ion al del Azuay. Des-
pués que Tupac-Yupanqui habia pasado con su ejército esta montaña, Hual-
copo le disputó con el suyo el paso, rechazando con indignación las pro-
puestas de paz y amistad de parte del Inca. Sinembargo nada le valió su
valor personal, nada la tenaz resistencia de sus tropas bajo la inteligente
dirección del general en jefe Epiclachima, hermano del Shiri, contra la mayor
experiencia y contra la mejor disciplina de las tropas veteranas del Inca.
Después de varias refriegas sangrientas se perdieron los estados de Alausi
y Tiquizambi, y los de Quito se retiraron á los dilatados páramos del nudo
510 GEOGRAFÍA POLÍTICA T CIVIL.
de Tiocájaa entre Tixan y Guamote, para prepararse á una batalla general
y decisiva. Esta se libró después de tres meses de escaramuzas diarias al
rededor de las fortificaciones, que poco á poco se habían rendido, fué por
largo tiempo sostenida y sangrienta, pero con la muerte del valiente Epic-
lachima y de 16 mil de los suyos, se decidió la victoria por el Inca.
Hualcopo, derrotado completamente, se retiró á Liribamba, capital de
Puruhá, y no encontrando allá el apoyo y refuerzo necesario, siguió con las
tropas deshechas su derrotero hasta Mocha, dejando toda la provincia de
Puruhá en las manos del victorioso Tupac-Yupanqui. En la fortaleza de
Mocha se detuvo, por hallarse en un punto estratégico muy ventajoso y por
haber llegado los refuerzos de Quito. Reorganizó su ejército poniéndolo bajo
el comando de Calicuchima, hijo del general Epiclachima y sobrino del rey,
que era un joven muy experto y aun superior en todo a su padre. Pre-
parado de este modo concibió nuevas esperanzas y rechazó de nuevo y con
mas energía las reiteradas promesas y propuestas de Tupac-Yupanqui, que
venia en seguimiento del Shiri. Por mucho tiempo se siguieron los ataques
bien dispuestos, pero siempre fueron rechazados con valor y con gran pér-
dida de los peruanos. Finalmente Tupac-Yupanqui, viendo sus tropas diez-
marse cada dia, y conociendo las dificultades por ahora insuperables de ex-
pugnar la fortaleza, levantó el sitio y se contentó con asegurar la posesión
de las provincias ya conquistadas, construyendo, según su oostumbre, al-
gunas fortalezas en los lugares mas á propósito, asentando en ellas una gran
parte de sus veteranos, y poniendo nuevos gobernadores y demás autoridades.
Hecho todo esto se volvió, corriendo el año de 1460, triunfante y lleno de
gloria al Cuzco, capital de su imperio.*) — Hualcopo no sobrevivió mucho á
sus desgracias y agobiado de pesadumbre murió unos 3 años después.
Por los sucesos historíeos, que acabamos de referir en resumen breví-
simo, el aspecto geográfico -politico del reino de Quito se había cambiado
completamente en menos de 10 años. Este gran reino perdió mas de la
mitad de su territorio y fué reducido á los limites que tenia en 1300, antes
de la unión con Puruhá y antes que el abuelo de Hualcopo lo hubiera en-
grandecido. Todo el Ecuador meridional desde Mocha, y casi todas las pro-
vincias occidentales (marítimas) se han convertido en provincias del imperio
incásico. La reconquista de Puruhá que sucedió 3 años después de la reti-
rada de Tupac-Yupanqui, como veremos, fué de poca duración, y siempre
se puede decir, que este célebre Inca dio la herida mortal á la dinastía de
los Shiris, y que su hijo Huayna-Capac solamente acabó la obra por un
último golpe.
*) Según algunos historiadores, como Balboa, Cieza do León y Montesinos, Tupac-
Yupanqui había llegado hasta Quito, y regrosado de allá.
RESUMEN HISTÓRICO. 511
Muerto Hualcopo en el año de 1463, fué coronado su primogénito Cacha
Duchisda Í5° y último Shiri de Quito. Desde luego emprendió la reivindi-
cación de los estados, que su padre habia perdido, y la fortuna le favoreció
de manera, que en poco tiempo se hizo dueño de la provincia de Puruhá y
de los dos estados anexos de Tiquizambi y Alausi, arrasando las fortalezas
del Inca y pasando á cuchillo todas sus tropas. Asi llevó de nuevo los
limites de su reino al pié del Azuay, pero no logró nunca extenderlos al
otro lado de esta montaña, porque todos sus esfuerzos de reconquistar los
Cañaris fueron inútiles. Pues estos, fieles y decididos por el gobierno de
los Incas, le pusieron obstinada resistencia por largos años, hasta que obli-
gado por las bajas continuas de sus tropas y por la notable decadencia de
su salud, finalmente desistió de su empresa.
El Inca Tupac-Yupanqui, aunque muy irritado por las acciones crueles
de Cacha y por la pérdida de las provincias que habia creído bien asegura-
das, no pudo realizar sus deseos de venganza, porque la muerte se lo im-
pidió. Pero su hijo y sucesor Huaina-Capac, llamado por sus contemporáneos
el Grande y el Conquistador, heredó las ideas de su padre, y preparó desde
luego cuantos elementos eran necesarios para una guerra magna contra el
reino de Quito, decidido de acabar con la dinastía de los Shiris.
Salió del Cuzco por el año de 1475 y vino por el camino de la Cor-
dillera hasta la provincia de Huancabamba. De allí bajo á Tumbes: y co-
menzó la conquista en gran parte pacifica de las naciones marítimas del
Ecuador, que hasta entonces habían quedado independientes ó flojamente
aliadas sea con el imperio incásico durante la primera conquista de su padre,
sea con el reino de Quito. Pocas veces tenia que proceder con severidad,
como con los isleños de Puna, á consecuencia de una negra y alevosa trai-
ción de su régulo Túmbala, que costó al Inca lo mas florido de su ejército.
Huaina-Capac, irritado justamente, resolvió escarmentar las naciones circun-
vecinas con un castigo ejemplar, y arrasó la isla á sangre y fuego, no per-
donando sino á las mujeres y á los niños. Otro ejemplo de su zelo esta-
bleció en una tribu de Manabi, que por sus costumbres sumamente corrom-
pidas y por sus vicios abominables (sodomiticos) era el escándalo de las
demás. El Inca creyó que no debía quedar ni la memoria de ella, y se
cumplió su orden de matar á cuantos la componían. Por lo demás redujo
amistosamente y con delicada maña casi todas las tribus desde el rio de
Guayaquil hasta Cuaques y Colima en el Norte de la actual provincia de
Manabi. — Regresando al camino de la Cordillera quiso de paso conquistar
512 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
la provincia de los Pacamores, que habitaban las selvas de Jaén y confina-
ban con la provincia de Huancabamba. Pero cuando conoció, que esta
gente era muy aguerrida y destrísima en el manejo de las armas, y que
esta conquista le costaría mucho tiempo y mucha sangre, desistió por en-
tonces de su plan y cambiando de rumbo tomó el camino para Tomebamba
en la provincia de Cañar.
Afirman algunos historiadores, que Huaina-Capac había nacido en Tome-
bamba durante la primera expedición de su padre en esta provincia. Sea
de esto lo que fuera, cierto es, que siempre mostró una decidida y singular
preferencia á esta ciudad, la que durante su larga demora en ella embelleció
con ricos templos y suntuosos edificios. Pero en estas pacificas tareas no
se olvidó un momento del objeto principal de su venida, que era la guerra
contra el rey de Quito. Conforme al sistema incásico hizo construir en
varios puntos de la provincia de Cañar nuevas fortalezas, mejorando y
extendiendo á la vez las que ya existían, y asi llegó á las fronteras de los
estados de su enemigo principal, en las alturas del Azuay.
Entre tanto la salud de Cacha Duchisela iba dia á dia en decadencia,
y estaba en desproporción lamentable con el vigor de su espíritu y con su
carácter soberbio, que le llevaba al campo de batalla. Aunque él personal-
mente daba todas las importantes disposiciones y se consideraba como
director supremo de la guerra, dejaba sinembargo al general Cküicuchima la
organización del ejército, la fortificación de los puntos mas importantes y
la ejecución directa de sus órdenes. Las vanguardias de los Puruháes
estaban á las orillas del río de Achupallas, que desciende de las cumbres
del Azuay, y detenían por largo tiempo los pasos del Inca en esas incómo-
das y nevadas alturas. Finalmente abrieron los Cañaris, muy baqueanos en
aquellos páramos, el camino, después de vencer á los Puruháes en una
sangrienta batalla. Sin otra resistencia seria se posesionaron los peruanos
de Alausí y Tiquizambi, y siguieron su marcha hasta Tiocájas, en donde
lidiaron años antes los padres de los actuales contendientes. Volvió á darse
en estos páramos tristes por segunda vez el combate entre las dos naciones
rivales y con el mismo fatal éxito para el partido del Shiri. Derrotado
completamente Cacha, se retiró á su fortaleza de Mocha, «orno lo había
hecho su padre Hualcopo, pero mas desgraciado todavía que este, ya no
podia oponerse á los pasos victoriosos de Huaina-Capac. Después de haber
perdido casi todo su ejército, no tanto por la muerte cuanto por la traición
y deserción, y viéndose abandonado de la mayor parte de sus vasallos,
abrazó el dictamen de los caciques de Otavalo, Cayambe y Caránqui, que
le aconsejaron, que abandonando las provincias de Mocha, Ambato, Lata-
cunga y Quito, las cuales parecían sobornadas y mal seguras, pasase de
RESUMEN HISTÓRICO. 513
largo á las provincias setentríonalos, donde le sería fácil reclutar soldados
fieles, y donde le defenderían hasta el último suspiro. Cacha trasladó su
cuartel general á Cochasqui y comenzó á fortificarse.*) El Inca le siguió,
se apoderó con harta dificultad y, según parece, solamente por la traición
de los Cochasquies, de las fortificaciones y poco después de Guallabamba,
obligando á Cacha y los suyos á retirarse hasta Otavalo. Pero desde en-
tonces los Caránquis que siempre eran los vasallos mas fieles del Shirí,
pelearon con tanto denuedo y valor, que muy pronto comenzaron á pasar
de la defensiva á la ofensiva, y que el Inca, escapando de un peligro emi-
nente en un ataque, se vio precisado á levantar el sitio de la fortaleza de
los Caránquis, y á suspender la conquista. Mandó construir una fortaleza
en Pesillo y volvió atrás hasta Tomebamba, para hacer venir del Cuzco y
las demás provincias del imperio nuevas tropas, con que reparar sus pérdidas.
El Inca se detuvo bastante tiempo en Tomebamba, festejando á sus
tropas con todo género de agazajos. También tuvo que suprimir en su
origen la sublevación de una parte descontenta de su ejército, y cuando
finalmente llegaron los refuerzos pedidos del Cuzco, se alistó sin demora á
la nueva campaña. Pues ya habia recibido la noticia, de que los Caránquis
habían asaltado la fortaleza de Pesillo y acabado con cuantos la guarnecían.
Destacó inmediatamente á su hermano Auqui-Toma con un grueso cuerpo
de tropas, mientras que el mismo seguía mas despacio con el resto del
ejército.
Auqui-Toma no encontró resistencia ninguna hasta dar con la inex-
pugnable fortaleza de los Caránquis en Otavalo, pero en el primer ataque
serio perdió desgraciadamente su vida con muchos de su gente. Con la
muerte de su jefe se desalentaron los Cuzquefios, mientras que los Carán-
quis concibieron nuevas esperanzas y aumentaron los bríos hasta poner á
sus enemigos en completa derrota. — Huaina-Capac se aflijió mucho con la
noticia de este nuevo desastre y sobre todo de la muerte de su hermano,
é hizo cuanto pudo para reparar las pérdidas, resuelto á castigar á los
Caránquis, los mas constantes y dignos de sus enemigos.
Con la llegada del Inca se renovaron los ataques á la fortaleza de los
Caránquis, muchos dias sin resultado. Finalmente venció la astucia al valor;
pues Huaina-Capac, fingiendo después de un nuevo asalto la huida, se retiró
bastante de la fortaleza y los Caránquis salieron de ella pensando solamente
en la persecución del enemigo. Entre tanto unas tropas peruanas hábilmente
*) Según Velasco el Shiri se hubiese retirado inmediatamente á la llanura de
Hatuntaqui y dado pocos dias después la batalla decisiva, en que perdió la vida. Nos-
otros seguiremos desde aquí con Cevallos á otros autores, que parecen mas fidedignos.
Wolf, Ecuador. 33
514 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
emboscadas se apoderaron de la fortaleza descuidada casi sin obstáculo, y
pasaron a sangre y fuego á los pocos que habian quedado. Los Caránquis
al ver á sus espaldas el incendio de su fortaleza, y comprendiendo tarde la
estratagema del Inca, que luego volvió cara con los suyos, perdieron com-
pletamente su valor y se abatieron tanto, que para los peruanos filé fácil
acabar con casi todos. Solo un famoso capitán, que se llamaba Pintac, se
escapó del furor de los vencedores y logró refugiarse con un millar de
hombres en las montañas al Sureste del valle de Chillo (en la actual parro-
quia de Pintac), en donde causó todavía por mucho tiempo graves daños á
las tropas de Huaina-Capac, aun después de la espléndida victoria de
Hatuntaqui.
A Cacha ya no quedó otro refujio que la afamada fortaleza de Hatunta-
qui, última esperanza de los pueblos, que aun se mantenían fieles. Al rede-
dor de ella concentró todas sus tropas, y despreciando el consejo de reti-
rarse al centro de las fortificaciones, se hizo llevar en silla el día de com-
bate, en el puesto de mayor peligro.
El Inca dirigió al Shirí la última invitaccion, de que se sometiese, para
evitar el derramamiento de tanta sangre. Cacha le contestó lo que siempre,
diciendo que él no buscaba la guerra y no hacia sino defenderse, y que por
esto prefería morir antes que someterse. Recibida esta contestación dio el
Inca la orden del combate y la de no tener misericordia con ningún ene-
migo. Las primeras escaramuzas duraron muchos dias, hasta que al fin
vinieron a una batalla general, que se mantuvo mucho tiempo muy obstinada
y aun parecía inclinarse la victoria al Shiri; mas, después que éste había
caído de su silla mortalmente herido con una lanza, que atravesó su cuerpo,
decayó también el ánimo y valor de sus vasallos. Rindieron pues las armas,
pero con una especie de protesta, aclamando por Shiri, en el mismo campo
de batalla, á Paccha, única hija y heredera del rey difunto. No obstante se
debe decir, que con la batalla de Hatuntaqui se acabó la dinastía de los
Shiris y el reino de Quito, formando su territorio en adelante una parte del
gran imperio de los Incas. En la llanura de Hatuntaqui, que habia servido
de campo de batalla, el viajero moderno admira como un enorme mausoleo
los muchos túmulos (tolas) de diferente tamaño, bajo los cuales yacen los
restos del soberbio reino de Quito.
Inmediatamente después de la batalla de Hatuntaqui, Huayna-Capac se
casó con Paccha, la hija del difunto Shiri, y por esta acción política con-
tentó de algún modo á los Quiteños y pacificó, después de la supresión de
una rebellón de los Caránquis, todo el pais. Sentó sus reales en Quito, é
introdujo en las provincias conquistadas la religión, la lengua y las institu-
ciones políticas y civiles de los Incas. Se celebra en este gran monarca
RESUMEN' HI8TÓRIC0. 515
su justicia, discreción y tolerancia, con que supo amalgamar los dos pueblos,
el vencido y el vencedor, como si hubieran sido hermanos. Después de un
reinado feliz y largo (de 38 años, según se dice) murió á fines del afio de
1525, y su cadáver fué llevado á Cuzco.
El esplendor de los Incas había llegado á su cumbre; su imperio abrazó
los territorios de las actuales Repúblicas de Chile, Bolivia, Perú y Ecuador.
Pero, — suerte de todas las cosas humanas, que apenas llegadas á su cul-
minación, comienzan á declinar — , Huaina-Capac mismo, el fundador del
soberbio edificio de la gran monarquía, puso en su testamento el germen de
su destrucción. Sintiendo acercarse el fin de sus dias, dividió el imperio
entre sus dos hijos, legando á Huáscar, el primogénito, el Perú con todas
las partes meridionales hasta Chile, y á Atahuallpa su hijo que tenia de
Paccha, el antiguo reino de Quito, como lo habían poseído sus abuelos
maternos (los Shiris). Con esta división se restableció el Ecuador, casi con
sus limites actuales, en una entidad política independiente; pero al mismo
tiempo comenzó la «cuestión de límites» entre el Perú y el Ecuador, que
para ambas partes litigantes tenia consecuencias tan fatales, excitando una
guerra entre los hermanos, que debilitaba sus fuerzas y ayudaba poderosa-
mente la conquista española de Sudamérica. Huáscar y Atahuallpa se dis-
putaban las actuales provincias de Cañar, Cuenca y Loja; el primero con-
sideraba el nudo del Azuay como lindero entre los dos imperios, y el segundo
reclamaba todo el terreno, que habían poseído sus antepasados maternos,
hasta Paita. — La suerte favoreció á Atahuallpa, y ya se halló en Cuzco,
considerándose como único dueño de los dos reinos nuevamente unidos,
cuando un suceso inesperado acabó con toda su gloria y cambió la faz
política de Sudamérica. El golpe atrevido de un aventurero español con-
virtió la monarquía incásica en una colonia europea. Conocida es la historia
de la Conquista del Perú por Pizarro, de la prisión y muerte de Atahuallpa
y de las guerras fratricidas entre los primeros Conquistadores. Me limitaré
en este brevísimo resumen á los sucesos que se refieren á la transformación
y al desarrollo sucesivo de las tierras, que componen la moderna República
del Ecuador.
Los verdaderos conquistadores del Ecuador son Diego de Almagro y
Sebastian de Benalcázar, por orden y autorización de Francisco Pizarro, los
cuales durante el año de 1534 penetraron desde San Miguel de Piura por
las provincias de Loja, Cuenca y las demás del pais alto, hasta Quito,
33*
516 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
librando varías batallas sangrientas é innumerables combates menores con
los indios, que obstinadamente les disputaban el paso, bajo la dirección de
algunos capitanes antiguos de Atahuallpa. Solo con la muerte de estos
caudillos valientes y con la toma de Quito el 6 de Diciembre de 1534 se
concluyó la guerra y quedó subyugado á los españoles el antiguo reino de
Quito, casi en la misma extensión, en que Atahuallpa lo habia heredado de
Huaina-Capac. Almagro regresó desde Riobamba al Perú, y Benalcázar,
después de consolidar la fundación de la nueva ciudad de Quito, emprendió
desde luego la conquista de las provincias de Quillacinga (Pasto) y del
Cauca, mientras que otros capitanes por sus órdenes fundaron poblaciones
en la costa desde Esmeraldas hasta Guayaquil, y trataron de ir al descubri-
miento y conquista de Canelos y Ñapo, aunque con éxito menos feliz.
Después de que Benalcázar en Abril de 1538 se habia ido definitiva-
mente en busca de su soñado Dorado de Cundinamarca, nombró Francisco
Pizarro á su hermano Gonzalo (¿gobernador y capitán general de Quito, QuiUa-
cinga, Popayan y de todo cuanto se descubriese» por aquel lado, cometiendo
con este nombramiento una gran injusticia contra Benalcázar, á quien poco
antes habia dado ó prometido lo mismo. — Gonzalo Pizarro se hizo notable
por su desgraciada expedición al pais de los Quijos, que sinembargo tuvo
por resultado el descubrimiento del rio Ñapo, de otros rios caudalosos de
la región oriental, y la memorable primera navegación del rio Amazonas
por Orellana, desertor de Pizarro, en 1542.
Ya durante su ausencia en Quijos, Gonzalo Pizarro fué destituido de su
Gobierno. El 26 de Junio de 1541 murió su hermano Francisco, gobernador
general del Perú, asesinado en la ciudad de Lima. El 2(5 de Setiembre del
mismo año Vaca de Castro presentó al Cabildo de Quito sus credenciales
del rey de España, como gobernador general del Perú, y como tal nombró
por su teniente en el reino de Quito á Fernando Sarmiento, dejando y con-
firmando al mismo tiempo á Benalcázar en su Gobierno de Popayan. — Muy
poco duró la dominación de Vaca de Castro, el rey mandó en su lugar á
Blasco Nuñez Vela con el titulo de Virey del Perú y Presidente de su Real
Audiencia. Con su llegada (1544) comienza la serie larga de los Vireyes
del Perú y el régimen colonial de España, según las leyes especiales llama-
das de las Indias.
Todas las colonias españolas denominadas «Tierra firme, Nuevo reino de
Granada, Nuevo reino de Castilla, Nuevo reino de Toledo, Tucuman, Paraguay
y Buenos Aires» fueron rejidas hasta el año de 1717 por un solo virey, que
residía en Lima, capital del Nuevo reino de Castilla. Este dilatado vireinato
se componía de las Audiencias de Panamá, Caracas, Santafé, Quito, Lima,
RESUMEN HI8TÓRIC0. 517
Cuzco, Charcas, Santiago y Buenos Aires. Lo que hoy forma la República
del Ecuador fué constituido en 1564 con el nombre Presidencia de Quito,
que llamaban también Reino de Quito, pero su jurisdicción se extendía en-
tonces á mucho mayor espacio que en la actualidad. Su primer Presidente
fué Don Fernando de Santillan, oidor de la real audiencia de Lima. Junta-
mente con la Presidencia fué establecida la Real Audiencia, la cual, sinem-
bargo, llegó á suprimirse, como la de Panamá, con motivo de la erección del
vireinato del Nuevo reino de Granada, que tuvo lugar el 27 de Mayo de 1717.
Sea para moderar el poder de los vireyes, sea para facilitar la adminis-
tración de tan dilatados reinos, determinó el monarca de España erigir el
segundo vireinato, que acabamos de nombrar, dándole por capital á Santafé
(hoy Bogotá). Á él perteneció en adelante la Presidencia de Quito. — Por
motivos no bien claros se suprimió el nuevo vireinato en 1723, volviendo á
concentrarse el gobierno superior en el de Lima y restableciéndose también
la Real Audiencia de Quito. Pero las mismas razones que motivaron la
primera separación en 1717, imperaron de nuevo con mayor fuerza, y en 1739
se restableció definitivamente el vireinato del Nuevo reino de Granada, con-
servando esta vez también la Real Audiencia de Quito.
La Presidencia de Quito comprendía en aquella época, según la «Reco-
pilación de Indias», por el Norte, á Pasto, Popayan, Cali, Buga, Chapandica
y Guarchicona, extendiéndose por la costa setentrional hasta el Puerto de
Buenaventura inclusivamente; por el Sur hasta Paita, también con inclusión
de este puerto, y por el interior hasta Jaén; por el Este, á los pueblos de
Canelos y Quijos con los demás que se descubriesen por el mismo lado.
Estos descubrimientos hechos especialmente por los misioneros de Quito,
pasaron de la desembocadura del Yavarí en el Amazonas. — La Presidencia
contenia siete Gobiernos menores bajo su dependencia: Popayan, Guayaquil,
Cuenca, Macas, Quijos, Jaén de Bracamoros yMáinas; cinco corregimientos:
Ibarra, Otavalo, Latacunga, Riobamba, Chimbo y Loja; y las tenencias de
Ambato y Barbacoas. Al Gobierno de Cuenca pertenecia la tenencia de
Alausí, y al de Guayaquil las de Babahoyo, Baba, Daule, Portoviejo, Santa
Elena, Puna, Naranjal y Yaguachi.
El Gobierno eclesiástico se dividió en Sudamérica en tres iglesias metro-
politanas, que fueron las del Nuevo reino de Granada, Perú y Charcas. —
Quito, que en lo político y militar estaba bajo el virey de Santafé, en lo
eclesiástico dependía del metropolitano de Lima. De las demás iglesias dentro
de la Presidencia, unas se hallaban bajo el mismo gobierno del arzobispo
de Lima, y otras bajo el de Santafé.
Con la indicada división política quedó el Reino de Quito hasta el prin-
cipio de nuestro siglo, y la historia del largo período de unos 250 años tiene
518 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
para la geografía muy poco ó ningún interés. — Llegó finalícente el tiempo
de la independencia y con él se verificaron cambios geográficos muy no-
tables. Después del fracaso de la primera revolución en Quito, iniciada el
10 de Agosto de 1809, se siguieron muchas otras tentativas de proclamar
la independencia sin resultados duraderos, hasta que finalmente el 9 de Oc-
tubre de 1820 Guayaquil obtuvo su libertad definitiva. El año siguiente
comenzó el general venezolano Antonio José de Sucre su campaña contra
las tropas realistas de la sierra, y el 22 de Mayo de 1822 obtuvo una vic-
toria decisiva en la batalla del Pichincha, llamada asi, porque fué librada
sobre las faldas de este volcan, á la vista de la capital. Dos dias después
firmó Aimerich, último Presidente español de Quito, una capitulación, con
la cual quedó sellada la independencia de todo el antiguo reino de Quito,
á los 288 años, después que Benalcázar lo sujetó al dominio de España. —
La Presidencia de Quito aceptó la constitución de Colombia y se incorporó
á esta gran República. Simón Bolivar, el Libertador, vino en este mismo
año de 1822 á Quito, y pasó á Guayaquil, donde necesitó todo el influjo de
su autoridad para que este departamento se adheriera á la República de Co-
lombia, y no al Perú, como deseaban muchos de sus habitantes. La incor-
poración de las provincias de Cuenca y Loja se realizó por los mismos dias
sin dificultad; y asi la bandera de Colombia flameaba desde las bocas del
Orinoco, en el Atlántico, hasta la desembocadura del Túmbez en el Pacifico,
comprendiendo esta república poco mas ó menos la misma extensión terri-
torial, como el antiguo vireinato de Santafé.
La gran República de Colombia no duró mas que ocho años, sin poder
consolidarse ni tranquilizarse por un solo año; pues, no bien concluida la
guerra de la independencia, comenzaron las guerras civiles y las disensiones
de los pueblos libertados. — Por una acta firmada en Caracas el 24 de No-
viembre de 1829, Venezuela se declaró independiente del Gobierno central
y sancionó la erección de la nueva República en el Congreso constituyente
el f> de Mayo de 1830. Casi al mismo tiempo, por acta del 13 de Mayo, se
resolvió en Quito la separación del Ecuador, acta, á la cual se adhirieron
luego Guayaquil, Cuenca y los demás pueblos. El primer Congreso con-
stituyente se reunió el 14 de Agosto de 1830 en la ciudad de Riobamba, y
eligió por primer Presidente de la República al General Juan José Flores.
Las ciudades de Pasto, Buenaventura y Popayan, que siempre habían
dependido de la Presidencia de Quito, se incorporaron desde el principio y
voluntariamente al Estado del Ecuador, y todas las provincias del Cauca
fueron representadas por sus disputados en el primer Congreso constitucional
de esta República en 1831. Pero Colombia no quiso reconocer esta incor-
paracion y reclamó todas las provincias del antiguo Gobierno de Popayan,
RE8ÚMEN HISTÓRICO. 519
sin oir las resoluciones libres de los pueblos, ni las observaciones juiciosas
y moderadas del Gobierno ecuatoriano. La guerra que se suscitó por esta
cuestión, salió fatal para el Ecuador, á consecuencia de la traición del General
López en Popayan y del Coronel Saenz en Pasto. El 8 de Diciembre de
1831 se firmó en la ciudad últimamente nombrada un tratado de paz, en
que se fijó el rio Carchi como límite divisorio entre las dos Repúblicas, con
arreglo á lo dispuesto por el articulo 22 do la ley colombiana de 25 de Junio
de 1824. El arreglo definitivo de limites está pendiente hasta hoy dia, por-
que una de las bases con que el Congreso de 1832 acordó el tratado, fué
la de salvar los derechos del Ecuador. Así lo aprobó el Gobierno ecuato-
riano y asi lo aceptó el de Nueva Granada.
Fuera de la referida cuestión de limites al Norte y de algunas tenta-
tivas frustradas de arreglar los linderos con el Perú, la historia del Ecuador,
que ahora cuenta 62 años, no ofrece ningún interés geográfico.
La República ha tenido:
10 Constituciones:
La de Riobamba 1830—1835. La de Guayaquil 1852—1859.
» » Ambato 1835—1843. » » Quito 1861—1869.
» » Quito 1843—1845. » » Quito 1869—1876.
» » Cuenca 1845—1850. » » Ambato 1877—1883.
» » Quito 1850, pocos meses. » » Quito 1883, vigente.
16 Presidencias constitucionales:
Juan José Flores 1830—1834. Jerónimo Carrion 1865—1867.
Vicente Rocafuerte 1835—1839. Javier Espinosa 1868—1869.
J. José Flores (2a vez) 1839—1844. G. García Moreno (2* vez) 1869-1875.
V. Ramón Roca 1845—1849. Antonio Borrero 1875—1876.
Diego Noboa 1851, pocos meses. Ignacio Vein ternilla 1878—1882.
J. M. Urvina 1852—1856. J. M. Plácido Caamaño 1883—1888.
Francisco Robles 1856—1859. Antonio Flores 1888—1892.
Gabriel García Moreno 1861 — 1865. Luis Cordero, desde Junio de 1892.
Instituciones políticas y civiles.
El Gobierno del Ecuador es republicano democrático; en otros tér-
minos, es popular, representativo, electivo, alternativo y responsable. El Poder
Supremo está dividido en legislativo, ejecutivo y judicial.
El Poder Legislativo consiste en el Congreso, compuesto de las dos
Cámaras del Senado y de los Diputados, sin diferenciarse las dos por pre-
rogativas, sino tan solo por la diversidad de algunas cortas atribuciones que
les corresponden separadamente. — El Congreso se reúne, según la ley de
1887, cada dos afios en Junio y sus sesiones duran dos meses. Puede
reunirse extraordinariamente cuando el Poder Ejecutivo lo convoca, para
520 ' GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
ocuparse puramente en los asuntos para los cuales ha sido convocado. La
Cámara del Senado se compone de 30 Senadores, dos por cada provincia, y
la de Diputados de uno por cada 30000 habitantes (por ahora son 35 Dipu-
tados). Senadores y Diputados son eligidos directamente por los ciudadanos
no inhabilitados; los primeros duran cuatro años y los últimos solo dos en
sus funciones, pero unos y otros pueden ser reelegidos indefinidamente.
Para ser Sendador se requiere que el nombrado sea ecuatoriano en ejercicio
de la ciudadanía y tenga 35 años de edad; para ser Diputado basta la
primera condición. Los miembros del Congreso durante el desempeño de
su cargo no pueden aceptar ningún empleo del Poder Ejecutivo, y los em-
pleados de libre nombramiento del Poder Ejecutivo no pueden ser elegidos
Senadores ni Diputados.
El Poder Ejecutivo se ejerce por el Presidente de la República, por falta
de este por el Vicepresidente, y á falta de ambos por el último Presidente
de la Cámara del Senado ó por él de la de Diputados. — Presidente y
Vicepresidente son elegidos por votación directa y secreta de todos los ciu-
dadanos habilitados, y corresponde al Congreso hacer el escrutinio de los
votos y declarar al que haya obtenido la mayoría absoluta ó relativa. En
caso de igualdad de votos, lo decide la mayoría absoluta de los del Con-
greso por votación secreta, y en el de haber empate en el Congreso, se
recorre á la suerte. — El Presidente y el Vicepresidente son elegidos por
cuatro años y deben ser ecuatorianos por nacimiento, ciudadanos en ejerci-
cio, y de 35 años de edad; no pueden ser reelegidos sino después de dos
períodos (8 años); y tampoco durante estos mismos, puede el que ha sido
Presidente, ser nombrado Vicepresidente ó vice versa, ni sus próximos
parientes.
El Presidente, para el ejercicio de sus atribuciones y despacho de los
negocios públicos, elige libremente cuatro Ministros Secretarios de Estado,
uno para los negocios del interior, obras públicas y relaciones exteriores,
otro para los del culto, instrucción pública, justicia, beneficencia y estadística,
otro para los de hacienda y crédito público, y otro para los de guerra y
marina. Los Ministros duran, si el Presidente lo tiene á bien, cuatro años
en sus funciones.
Hay también un Consejo de Estado, que se compone del Vicepresidente
de la República, los Ministros Secretarios, el Ministro Fiscal de la Corte
Suprema, dos Senadores, un Diputado, un eclesiástico y tres ciudadanos
que reúnan los requisitos para ser Senadores. Los siete últimos son nom-
brados por el Congreso.
El Presidente de la República tiene, entre otras facultades, la de per-
donar, rebajar ó conmutar, con ciertas limitaciones prescritas por la ley,
GOBIERNO. 521
las penas impuestas á los condenados por crímenes ó delitos, previo informe
del tribunal y previo acuerdo del Consejo de Estado. — El Presidente no
puede violar las garantías determinadas por la Constitución, detener el curso
de los procedimientos judiciales, atentar contra la independencia de los jue-
ces, impedir ó coarctar las elecciones, disolver el Congreso ni suspender
sus sesiones, ejercer el Poder Ejecutivo cuando se ausente de la Capital
hasta mas de cinco kilómetros, ni admitir extrangeros en el ejército como
jefes ú oficiales sin permiso del Congreso. Es responsable por traición ó
conspiración contra la República y por infringir la Constitución ó atentar
contra los otros Poderes; por negar la sanción á las leyes y decretos expe-
didos por el Congreso; por ejercer facultades extraordinarias sin permiso
del Congreso ó del Consejo de Estado; por provocar una guerra injusta;
por quitar el sueldo á los empleados públicos.
En los mismos casos, como el Presidente, están responsables sus Mi-
nistros Secretarios, y ademas: por infracción de ley, soborno, concusión y
malversación de los caudales públicos; por autorizar decretos ó resoluciones
del Presidente, expedidos sin el acuerdo del Consejo de Estado, cuando la
Constitución lo prescribe; por retardar la ejecución de estos decretos ó no
haber velado sobre su cumplimiento. No les exoneran ni las órdenes verbales
ó escritas del Presidente. Cualquier ciudadano puede acusar al Presidente
y á sus Ministros ante eL Congreso, si han infringido la Constitución ó las
leyes, y el Congreso está en el deber de oir la acusación, juzgar y fallar.
En el caso.de una invasión exterior ó de una conmoción interior, el
Congreso, ó por su falta el Consejo de Estado puede revestir al Presidente
con facultades extraordinarias. Ellas se limitan al tiempo, lugar y objetos
indispensables, para restablecer el orden público, y del uso que el Presidente
hiciere de ellas, tiene que dar cuenta al próximo Congreso durante los pri-
meros ocho dias de su congregación. Tales facultades extraordinarias son,
por ejemplo, aumentar el ejército y la marina; anticipar el cobro de las
contribuciones de un afio; negociar empréstitos de acuerdo con el Consejo
de Estado; trasladar á otro punto la Capital de la República; confinar ó
expatriar á los indiciados de favorecer una guerra internacional ó una revolu-
ción interior; disponer de los caudales públicos etc. etc. — Corresponde al
Congreso, ó cuando este no está reunido, al Consejo de Estado, retirar las
facultades extraordinarias inmediatamente como cesare el peligro, que motivó
su concesión.
El Poder Judicial se ejerce Io por una Corte Suprema, residente en
Quito y compuesta de seis Ministros jueces y de un Ministro fiscal; 2o por
un Tribunal de Cuentas, compuesto de cuatro miembros, residentes también
en Quito, 3o por seis Cortes Superiores, en las ciudades de Quito, Riobamba,
522 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
Cuenca, Loja, Guayaquil y Porto viejo; 4o por tribunales de segunda y ter-
cera instancia para las causas mercantiles, establecidos en Guayaquil, y por
jueces consulares de comercio en Quito, Riobamba, Cuenca, Guayaquil y
Montecristi; 5o por Jueces letrados en cada una de las capitales de pro-
vincia; 6o por Alcaldes Municipales en todas las cabeceras de cantón; 7o por
Jueces civiles en todas las parroquias. — Ademas hay juzgados eclesiásticos,
ejercidos por los Obispos ó sus Provisores, y por los Vicarios de cantón.
Existen Tribunales de Jurados en I barra, Quito, Latacunga, Ambato,
Riobamba, Cuenca, Loja y Guayaquil, para que conozcan de las causas cri-
minales, que la ley pone bajo su competencia.
Hay tres Cortes Marciales, en Quito, Cuenca y Guayaquil, y se forman
de cierto número de Jefes que funcionan en calidad de Ministros jueces.
El Consejo de guerra se compone de cinco Vocales y un Fiscal.
El Congreso nombra por mayoria absoluta de votos los Ministros de la
Corte Suprema, los del Tribunal de Cuentas y los de los Cortes Superiores;
la Corte Suprema elije los Jueces letrados á propuesta de los Cortes Supe-
riores; los Alcaldes municipales y Jueces parroquiales son nombrados por
los Cabildos cantonales, y los miembros de estos elegidos por votación
popular.
Para el régimen y la gobernación interior, las provincias están rejidas
por Gobernadores (nombrados por el Presidente de la República), los can-
tones por Jefes políticos, y las parroquias por Tenientes políticos. — En
cada provincia hay un Intendente de Policía, y en cada cantón uno ó mas
Comisarios.
La Constitución del Ecuador se puede llamar buena y liberal en el mejor
sentido de la palabra. — Ecuatorianos son los nacidos en el Ecuador de
padres ecuatorianos y los que nacidos en territorio extranjero de ecuatoria-
nos, vienen á residir en la República; los extrangeros que adquieren carta
de naturalización, y los nacidos en el Ecuador por padres extrangeros, si
residieren en él. Para gozar de los derechos de ciudadano, se necesita tener
21 años de edad ó ser casado, saber leer y escribir y no haber perdido los
derechos de ciudadanía. — Nadie nace esclavo en la República (desde el
año de 1^54, en que fué abolida la esclavitud), y aun el que fuere esclavo,
queda libre al pisar el pais. — Hay completa igualdad ante la ley; todos
los ciudadanos pueden elegir y ser elegidos para los destinos públicos, con
tal que tengan las aptitudes que requieren las leyes; está garantizada la
libertad de cambiar de domicilio, la de adquirir, conservar y manejar cuales-
quiera clase de bienes, el derecho de expresar el pensamiento libremente de
palabra ó por escrito, siempre que se respete la religión, moral y decencia,
CONSTITUCIÓN. — POBLACIÓN. 523
el de asociarse para cualquier objeto lícito, el de conservar su buena repu-
tación, mientras que el individuo no sea juzgado y condenado por su juez
propio por algún delito ó crimen. Son inviolables los hogares y la corre-
spondencia epistolar; están vedadas las penas de azotes y de confiscación
de bienes, la fundación de mayorazgos ú otras vinculaciones y el que haya
bienes que no puedan enajenarse. Tienen derecho los ecuatorianos á no ser
reclutados por fuerza, á no ser desterrados, á elevar peticiones á cualquier
autoridad, á no ser distraídos do sus jueces naturales, y á muchos otros
que se enumeran en todas las constituciones republicanas. Respecto á la
pena de muerte, la Constitución de 1884 estableció que «no se impondrá
pena de muerte por crímenes políticos ni por crimines comunes, exceptuados
el asesinato y el parricidio», mitigando con esto considerablemente la ley
anterior mas severa. Pero las tristes experiencias que hizo el Gobierno
durante las sublevaciones de los montoneros en los años subsiguientes, obli-
garon á los legisladores de 1887 á derogar ese articulo, sustituyéndolo con
los términos siguientes: «No habrá pena de muerte por los delitos pura-
mente políticos, excepto el de los que, armados y organizados como mili-
tares, alteren por la fuerza el orden constitucional. — No son delitos políticos,
aunque se amparen con un fin político, la traición á la patria, el parricidio,
el asesinato, el incendio, el saqueo, la piratería, ni los de los militares en
servicio activo.»
Los extranjeros gozan de las mismas garantías que los ecuatorianos,
con tal que se sujeten á la Constitución y á las leyes de la República.
Población y Bazas. — El Ecuador tiene algo mas de un millón de
habitantes. No existe un censo exacto, ni para las poblaciones principales
del pais, y respecto á las dilatadas regiones del Oriente será imposible
hacerlo todavía por mucho tiempo. El señor doctor P. F. Cevallos, quien ha
recojido con prolijidad todos los datos posibles, y examinado todas las Me-
morias, que los Ministros han presentado á los Congresos desdo 1830 hasta
1887, indica los guarismos siguientes:*)
Prov. Carchi 36000 Prov. Loja 66500
» Imbabura ... 68000 » Bolívar .... 43000
» Pichincha ... 205000 » Oro 32600
» León 109600 » Guayas .... í»8100
» Tunguragua . . 103000 » Kios 32800
» Chiraborazo . . 122300 » Manabí .... 61100
» Cañar 64000 » Esmeraldas . . 14600
» Azuay 132400 » Oriente .... 80000
Suma total: 1272000 habitantes.
*) Como siempre son cálculos apróxiinativos, nos hemos permitido redondear un poco
las cifras. — Véase P. F. Cevallos, Resumen de la Historia del Ecuador (Guayaquil 1889),
VI, pág. 32.
524 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
Si quitamos de esta cifra los indios salvajes de la Región oriental, cuyo
número es del iodo incierto (Villavicencio los calcula en 200000), restan
para el Ecuador civilizado 1192000 habitantes. Entre ellos se distinguen:
Blancos, descendientes de europeos, Indios puros, Negros puros, Mestizos
(blancos X indios), Cholos (mestizos X blancos), Mulatos (blancos X ne-
gros) , Zambos (indios X negros). Con el último nombre de zambos se
designa en el litoral también la mezcla de blancos y mulatos, como en
general el pueblo en sus expresiones no sigue estrictamente esa clasificación
antropológica.
En la distribución de los habitantes entre las diferentes razas, proceden
los autores con mucha arbitrariedad. Villavicencio cuenta 601219 Blancos
descendientes de europeos, 462400 Indios descendientes de los conquistados,
7831 Negros sin mezcla y 36592 de raza mezclada de la blanca, negra é
india. A esto observa el Señor Hassaurek (que por cuatro años era Ministro
Norteamericano en Quito y es un buen observador) que el Señor Villavi-
cencio anda seguramente muy equivocado en sus cálculos, y que se habría
acercado mas á la realidad, si hubiese asignado á la raza mezclada 600000
y á la blanca 30000. Estos son dos extremos. El Señor León Mera (Cate-
cismo de geografía) dice: «Puede computarse una tercera parte (de la pobla-
ción total) de raza pura americana; menos de otra tercera parte de raza
española ú europea; y mas del último tercio de la mestiza. La africana
puede decirse que apenas está representada en la Nación por un 0,08 sobre
todo el número de habitantes.» Según esto resultarían irnos 424000 indios,
400000 blancos y 448000 mestizos y africanos; aunque para los dos últimos
guarismos el Señor Mera con su «menos» y «mas» nos deja bastante liber-
tad. Sin aducir las opiniones de otros escritores nacionales y extrangeros,
citaré la del doctor P. F. Cevallos (Resumen, VI, pág. 81), que se acerca mas
á mi propia convicción en este asunto. «Hablando en rigor, no hay en la
República otra raza que la perteneciente á cuantos conservan puro su origen
primitivo, y tal pureza, de cierto, solo se halla entre los indios, y no tam-
poco en todos sino en la generalidad de ellos. Fuera de estos, solo halla-
mos mestizos procedentes de blancos y bronceados, de blancos y negros,
mas ó menos cruzados ó de origen mas ó menos antiguo, que perpetúan la
nueva clase mestiza, mejorándola, según predominan los blancos, los bron-
ceados ó los negros. Bolívar, en su discurso que dirigió al primer Congreso
de Colombia, dijo: ,Tengamos presente, que nuestro pueblo no es el europeo
ni el americano del Norte: mas bien es un compuesto de África y América,
que una emanación de Europa' etc. Acaso Bolívar se explicó asi, porque
en los primeros días de la independencia dominaban todavía las pasiones;
lo cierto es, sinembargo, que en América, por lo general, prepondera la clase
POBLACIÓN. — RAZAS. 525
mestiza, y que, sinembargo, se ha establecido en sus pueblos una aristocracia
de raza, formada de procedencias europeas.» — Aunque parezca algo exage-
rada la opinión del señor Cevallos, apoyada con la de Bolívar, siempre es
cierto, que el número de los ecuatorianos de raza blanca pura es muy redu-
cido; entre los habitantes de los pueblos y del campo apenas llegará á una
centésima parte, pero en las ciudades mayores, como Quito, Cuenca, Guaya-
quil, podemos calcularlo en la octava parte de la población.
La raza negra pura desaparece mas y mas, desde la abolición de la
esclavitud en 1854; en su lugar aumenta el número de mulatos y zambos.
Solo en algunos distritos apartados de la provincia de Esmeraldas existen
todavía -pueblos, que se componen casi exclusivamente de negros puros,
como los describí en mi Memoria sobre aquella provincia (pág. 49). Son
los que se formaron especialmente de los esclavos emancipados de las hacien-
das de Imbabura, á las orillas de los ríos de Santiago, Cachabi, Uimbi etc.,
en regiones, en que no hay mucha ocasión de cruzamiento con blancos, y
sus vecinos próximos, los indios Cayapas, abhorrecen á la raza negra mas
que á la blanca.
La raza mas interesante para el geógrafo y etnógrafo es, sin duda, la
indígena de los indios, que todavía en gran parte se conserva pura, y consti-
tuye talvez la mitad de la población total del Ecuador. Como en la anti-
güedad, también en nuestros tiempos se distinguen diversas tribus y fami-
lias, ya por su facciones exteriores, ya por sus costumbres é idiomas. Así,
por ejemplo, los indios interandinos son muy distintos de los de la costa y
de los de la región oriental.
No cabe duda, que en los tiempos de la conquista española existia una
numerosísima población indígena en todo el litoral, entre las faldas de la
Cordillera occidental y la costa del Pacífico. Esto se deduce de las tradi-
ciones, de la historia escrita y de las antigüedades que se sacan de las
«huacas» desde Túmbez hasta Tumaco. No hay pruebas suficientes para
decir, que todos estos indios occidentales pertenecían á una sola nación
grande; lo contrario parece mas probable, y seguro es, que se diferenciaban
en muchas tribus y familias, que se distinguían entre si por el diferente
grado de civilización y por variados idiomas. En general parece, que los
indios inmediatos á la costa eran mas civilizados, que los que vivían en el
interior de las montañas, á las faldas de la Cordillera. Por los últimos In-
cas y en las guerras con los españoles esos pueblos litorales fueron diez-
mados varias veces, y algunas tribus fueron exterminadas completamente.
526 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
El resto débil ya no formó una masa compacta, como los indios del interior,
y se confundió pronto entre los blancos y negros de los pueblos recien
fundados. Aun los indios del campo, que en algunas partes de la costa,
como, por ejemplo, en los sitios de la península del Morro y de St*. Elena
y en la provincia de Manabí, son todavía algo numerosos, han perdido sus
idiomas y sus costumbres, hace mucho tiempo, de manera que hoy dia sería
imposible reconocer entre ellos las tribus originales. La misma suerte cupo
á los indios de la provincia de Loja, con excepción de la parte mas seten-
trional (Cantón de Zaraguro). Solo en la provincia litoral de Esmeraldas,
que desde el principio quedó mas libre de la invasión española, y hasta hoy
dia es la menos poblada por blancos, se pudieron conservar algunos restos
de los indios indígenas casi intactos, y conservando sus costumbres y su
idioma. Estos son los indios Cayapas, que hice conocer por primera vez
en mi Memoria sobre la provincia de Esmeraldas. Viven esparcidos á las
orillas del rio Cayapas, del Ónzole, del rio Grande y de otros tributarios del
Cayapas; su número no pasará mucho de 2000 cabezas. Son de estatura
mediana, de constitución robusta, de color cobrizo claro, que tira al ama-
rillo, de cabellera larga y de fisonomía nada desagradable. Se pintan las
caras, brazos, piernas, pechos etc. de listas rojas, azules y negras; el ber-
mellón parece gustarles mas, lo preparan de la fruta del achiote, y he visto
á algunos individuos que habían untado todo el cuerpo con este cosmético
singular. Llevan una vida parecida á la de los indios orientales (del Ñapo) ;
viven con preferencia de la caza y pesca, siembran platanales y yucales, y
de los animales domésticos crian solo cerdos, perros y gallinas. Usan la
bodoquera y flecha (á veces envenenada), aunque algunos ya conocen tam-
bién la escopeta; sus utensilios domésticos son muy primitivos. Su vestido
ordinario se reduce ú una especie de calzoncillo corto en los hombres y á
una faja ancha en las mujeres, que les cubre el cuerpo desde el ombligo
hasta las rodillas. Usan para el vestido y la cama el librillo de un árbol
llamado Tamajagua, pero también el lienzo y liencillo, que cambian en La
Tola o en San Lorenzo por algunos objetos de la industria (canaletes,
canoas, canastillas), ó por productos naturales (caucho, achiote, frutas). Sus
habitaciones, hechas de pambil, son generalmente espaciosas y aseadas.
Antisociales, como la raza americana en general, no se reúnen en pueblos,
sino una ó dos veces por año, para celebrar sus fiestas, sus casas se hallan
muy esparcidas por el monte. No les gusta ponerse en contacto con los
blancos y mucho menos con los negros, solo en caso de alguna necesidad
salen á los pueblos de la costa, quedándose en ellos el tiempo absoluta-
mente necesario para concluir sus negocios. De este modo se han conser-
vado hasta el dia puros y de cierto modo independientes, reconociendo solo
POBLACIÓN. — BAZAS. 527
la autoridad de su propio cacique, que llaman gobernador, el cual, recono-
cido por el Gobernador de Esmeraldas, forma el vínculo político muy flojo,
que les reúne con los demás habitantes de la provincia. Estos indios, ape-
sar de parecer taciturnos, antisociales y desconfiados, son de una índole
suave y dócil, son afables y hospitalarios con los viajeros que no les mo-
r
lestan, y con un pequeño regalo se puede conseguir todo de ellos. A los
blancos de La Tola he oido celebrar su honradez, y dicen que el robo es
desconocido entre ellos. Siempre recuerdo con gusto los dias que he via-
jado entre ellos. — Los Cayapas también son cristianos; el cura de Rio
Verde les visita comunmente una vez al afio, para bautizar los niños y para
bendecir los nuevos matrimonios; á mucho mas no podrá extenderse su
oficio sin el conocimiento del idioma. Estos indios aprenden con dificultad
la lengua castellana; aunque todos los hombres adultos entiendan algunas
palabras, pocos saben hablar, y á las mujeres prohiben aprender la lengua
de los blancos. Entre sí se sirven exclusivamente de su propio idioma, que
es muy distinto del quichua, que se habla en la sierra. La lengua de los
Cayapas tiene un alto interés para los lingüistas, por ser el último en el
Ecuador occidental, que se ha conservado puro y no adulterado con pala-
bras castellanas y quichuas. He reunido un pequeño vocabulario de ella,
y hasta ahora no pude descubrir ninguna semejanza ó parentela próxima
con otras lenguas sudamericanas conocidas, sino con la, que los indios
Colorados de Santo Domingo, hoy dia enteramente separados de los Caya-
pas, han hablado y hablan todavía. Esta no es mas que un dialecto del
idioma Cayapas, según una lista de palabras, que el Señor A. N. Martínez
tuvo la bondad de recojer y de remitirme, y según un pequeño vocabulario
de los Colorados, publicado por E. Seler, quien lo habia recibido del señor
Obispo Thiel (hoy en Costa Rica, antes en el Ecuador).*) Para demostrar
el parentesco entre el idioma de los Cayapas y el de los Colorados, y la
gran diferencia del de los indios Esmeraldas, de que hablaré en seguida,
sirva la siguiente lista comparativa de algunas palabras, en la cual la pro-
nunciación há de arreglarse al alfabeto castellano.
*) Original-Mittheilungen aus der Ethnologischen Abtheilung der koniglíchen Musiten
zu Berlín. Erster Jahrgang, Heft I. (Berlín, 1885.)
528
GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
Castellano
Indios
Colorados
Indios
Esmeraldas
Hombre
Mujer
Padre
Madre
Hijo
Hija
Hermano
Hermana
Cabeza
Cabella
Ojo
Nariz
Boca
Pecho
Barriga
Brazo
Mano
Pierna
Pié
Tierra
Aire, viento
Fuego
Agua
Rio
Lluvia
Cielo
Sol
Luna
Estrella
Dia
Noche
Piedra
Árbol
Casa
Anzuelo
Bodoquera
Canoa
Uno
Dos
Tres
Cuatro
Cinco
Seis
Siete
Ocho
Nueve
Diez
ombréla, ombére
supú la
apa
yána, mamá
igna, nao
ignalfala(?)
onzúque
mishbúca
achóa
capúea
quijo
fíbáqui
tembápu
ajea
pójpej
temíshu
népa
neájca
tu
íshua
ningoma
pi, pijúle, avémpi
shúa
pájta
pupájta
macara
chátuish
quepéto
shúpuga
shi
yá
véngula
pichúra
cúle
man, main
pallo
péma
talpállo
manda
mándish main
mándish pallo
mándish péma
mándish talpállo
pal tía
í
unüla
ilo
sóna
tiauna, tiona
apa
tete
aya
api, paup(sá)
nao
ilimi(usá)
namá
tini(u8á)
acó
yar(sá)
soque
na(sá)
mishu
murápa
apíshu
rarápo, rarapsá
cacó, caca
múla
quiñi
reausá
íiquíforo
basa, viltosá
cu
mutansá
pecólo
cobinsá, cobrirá
táqui
tadisá, díra
teda
disa
nedé, bosta
mutasá
nebopá
taha, tahasá
to
dula
quishi
quiséra
ni
muchíte
Pi
úvi, uívi
Pi
—
shua, shuáptana
una, uúna
yóquido
mutébele
yó
mucála
Pe
híme, jíme
macara, tzabó
muchábla
ma
mupíne
quepé
dárra
shu
mucama
shida, shitué
tácte
yá
quiáma
beni
raquivili
pichúra
soportáne
cúle
diála
manga
bashini
paluyá
■
paiman
humba lulo
ínaiifft
Se han olvidado
llllvll VC4
los numerales y
desde seis usan
cuentan con los
de los numerales
castellanos.
quichuas, algo
alterados
Del idioma de los indios Esmeraldas, de que hasta ahora nadie se habia
ocupado, pude reunir mas de 450 palabras y frases, que próximamente serán
Va?, i, «na fetegrafla.
INDIOS DE LA PROVINCIA DEL PICHINCHA,
BAZAS. 529
estudiadas por un lingüista competente, para ver, si se descubra algún paren-
tesco ó una analogía con otra lengua americana. Se puede decir, que esta
lengua ya pertenece á las muertas; pues en el año de 1877 el Señor J. M.
Pallares en Esmeraldas, á quien debo el favor de haber corrido para mi las
diligencias de recojer los materiales, tenia harta dificultad de encontrar al-
gunos indios viejos, que todavía entendieron y hablaron el idioma; tiempo
era de salvar siquiera algunos débiles restos de él. De las denominaciones
geográficas podemos deducir, que esta lengua, que últimamente se restringía
á la hoya media del Esmeraldas, antiguamente se hablaba hasta el Cabo
Pasado, y talvez hasta mas al Sur.
Los indios del interior son muy distintos de los de la costa, y se dife-
rencian de estos, ademas de las facciones exteriores, también por su idioma.
Forman una población compacta, y se puede decir la predominante, en las
provincias interandinas, desde la de Imbabura hasta el cantón de Zaraguro
en la provincia de Loja. Como actualmente todos hablan el quichua, se les
reúne por lo común bajo el nombre muy impropio de o raza quichua»; pues,
de ella no tienen mas que el idioma y ciertas costumbres, que se han gene-
ralizado después de la conquista de los Incas. Son los descendientes de los
antiguos subditos del reino de los Shiris, mezclados, esto si, con algunos
colonos (mitimaes) que los Incas han introducido del Perú. Como he dicho
en otro lugar (pág. 502), los monarcas peruanos, durante los 40 ó 50 años
de su dominación, no pudieron borrar la antigua diferencia entre las naciones,
ni generalizar siquiera su idioma; y esto es tan cierto, que pocos años des-
pués de la conquista española se había perdido casi la influencia peruana.
En la segunda mitad del siglo XVI no era posible catequizar á estos indios
en quichua, porque muchos pueblos no lo entendían, y el primer sínodo
diocesano, celebrado en Quito en 1583, dispuso que se compusieran cate-
cismos en las lenguas maternas de los indios, porque no entendían la lengua
del inca. Designó á las personas aptas, que debían escribir estos catecis-
mos en la lengua de Cañar, de Puruhay, de los Pastos, de Quillacinga y
otras. En aquel tiempo era un mérito especial para ser agraciado con bene-
ficios parroquiales el entender y hablar, ademas de la lengua general del
inca, la lengua materna de los Cañaris, de los Puruhaes etc.*) El quichua
fué generalizado poco á poco por los europeos, especialmente por los hacen-
dados y misioneros, quienes obligaron á sus peones y feligreses á aprender
el idioma general, siendo para estos mas fácil aprender una, que para aquellos
*) Véase F. González Suárez, Hist. gen. de la Rep. del Ecuador (Quito 1890), tom. I,
pág. 170.
WOLf, Ecuador. 34
:m
GEOGRAFÍA POLÍTICA T CITU.
tres ó cuatro lenguas americanas diferentes. De este modo, es decir, por
lo» misioneros se extendió el quichua también sobre las regiones del Ñapo,
de Canelos y hasta á las misiones de Máinas. Se ha logrado el objeto en
cuanto á las provincias interandinas, en que hoy dia se habla solo el quichua,
sin que hubiese quedado un rastro de las lenguas antiguas, con excepción
de algunas palabras geográficas. Apesar de todo esto y no obstante las
grandes mudanzas que hubo durante tres siglos, no es difícil reconocer to-
davía diferencias notables entre los habitantes de las diversas provincias, y
hasta de ciertos pueblos en su carácter físico y moral. El indio imbabureño
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se distingue ú primera vista del quiteño, este del latacungueño, riobambefio,
a/.uayo, zaragureño etc.
Los indios <lc la sierra son de color cobrizo, pelo terso, largo y lustroso,
barba ninguna ó muy escasa, de ojos negros y generalmente chicos, pómulos
prominentes y por esto de cara ancha, de nariz bien formada, boca grande,
dientes blancos y parejos, pechos y espaldas anchas, estatura mediana ó
baja, y pié bastante pequeño. Su temperamento es flemático, el carácter
melancólico, desidioso, taciturno y muy desconfiado. Son fuertes y vigo-
rosos para llevar cargas muy pesadas á sus lomos, y ligeros é infatigables
para vencer á pié largas jomadas, pero también son débiles y lerdos para
oíros I raba jos y ejercicios. En su estado actual son tan cobardes que se
dejan dominar hasta de los mas despreciables de las otras razas. Solo
BAZAS. 531
cuando están ebrios, cambian de aspecto, pues entonces se hacen habladores
y jactanciosos, y antes se dejan matar que ceder lo que no quieren. — El
vestido ordinario del indio consiste en calzoncillos cortos de lienzo, una
camisa, un poncho de lana, y en un sombrero viejo de fieltro. Las mujeres
visten el anaco, es decir, un paño que les cubre el cuerpo desde la cintura
hasta abajo de las rodillas, ademas otro paño que tapa el pecho y la es-
palda, dejando libres los brazos, y finalmente una especie de manta ó la
macana, que envuelve toda la mitad superior del cuerpo y sirve también
para cargar sus hijos tiernos (guaguas) ó cualquier otra cosa. Estos vesti-
dos mujeriles así como el poncho de los hombres son de un paño grueso,
fabricado en el pais mismo. Los indios del campo viven en chozas pe-
queñas de paja ó de paja y tierra, cuya única pieza carece de toda como-
didad y contiene, ademas de algunas pieles de oveja que sirven de cama
á toda la familia y á cuatro ó cinco perros, unos pocos utensilios culinarios
de los mas rudimentarios.
La condición actual de los indios es por demás humilde y abyecta; la
raza ha degenerado desde los tiempos de la conquista; el roce con los blancos
no ha mejorado, sino empeorado su carácter, menos por su propia culpa que
por la de aquellos. Para comprender esto, seria necesario describir las in-
justicias, atropellos, inhumanidades, esclavitud, que han sufrido durante tres
siglos de parte de sus opresores. No es posible extendernos sobre la ma-
teria, y remitimos al lector especialmente á la obra interesante de los es-
pañoles Juan y Ulloa a Noticias secretas » , en que han tachado la conducta
de sus compatriotas con imparcialidad y franqueza, y mejor que cualquier
otro escritor nacional ó extrangero. «No podemos tratar de los indios», dicen,
«sin quedar el ánimo conmovido, ni es posible detenerse en el asunto sin
dejar de llorar con lástima la miserable, infeliz y desventurada suerte de
una nación, que sin otro delito que el de la simplicidad, ni mas motivo que
el de una ignorancia natural, han venido á ser esclavos y de una esclavitud
tan oprobiosa, que comparativamente pueden llamarse dichosos aquellos afri-
canos, á quienes la fuerza y razón de colonias han condenado á la opresión
servil; la suerte de estos es invidiada con justa razón por aquellos, que se
llaman Ubres, y que los reyes han recomendado tanto para que sean mirados
como tales, pues es mucho peor su estado de sujeción y miseria, que la de
aquellos ».*) La opresión de los indios ha dado margen á algunas suble-
vaciones serias de ellos en el siglo pasado y también en el nuestro, que
*) Extractos largos y muy interesantes de esta obra se encuentran en la de P. F.
Ce valles, tom. II, pág. 08—82. Sobre las costumbres de los indios véase el mismo autor,
tom. VI, pág. 139-160.
34*
532 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
fueron suprimidas con harta dificultad, y solo merced á la mala organización
de las muchedumbres. No hay duda, que la condición de los pobres indios
ha mejorado un poco en nuestro siglo, especialmente desde el establecimiento
de la República, á lo menos en cuanto á los indios Ubres; sinembargo, están
todavia muy lejos de ocupar la posición, á que tienen derecho y que les
señalan también las leyes del Estado. Desgraciadamente las benéficas dis-
posiciones del Gobierno no se observan mejor, que en tiempo del coloniaje
las de los monarcas españoles, y los indios «conciertos», que en el interior
forman talvez la porción mas grande de su raza, todavia gimen bajo el yugo
de una verdadera esclavitud (aunque se evita este nombre), que no se di-
ferencia de la que nos describe Ulloa. Dice el señor Villavicencio (Geogr.
pág. 167): a Si se atiende al estado de abyección en que viven estos des-
graciados; si se les vé desde la mas tierna infancia servir de cuidadores de
rebaños, ya á la acción del sol abrasador de los trópicos, ya á la intem-
perie, de dia y noche, del frió glacial de los páramos, añadiendo á esto que
viven casi desnudos, no se extrañará que los indios conciertos, tanto los
pastores como los labradores, hayan sufrido tan notable transformación».
Los indios de la Begion oriental son del todo distintos de los que aca-
bamos de describir, y el señor Villavicencio no debia unir los del Ñapo y
de Canelos con ala familia de los Quitus», solo porque hablan el quichua
(Geogr. pág. 108); pues, como he dicho en otro lugar, han recibido este
idioma muy tarde por los misioneros. — Si quisiéramos enumerar todas las
naciones, tribus y familias de salvajes, que viven dentro de los limites del
Ecuador, la lista saldría larga; pero una descripción etnográfica de ellas
seria imposible, porque de su mayor parte sabemos muy poco. Diremos
solo algunas palabras de las que viven mas cercanas á la Cordillera oriental.
Muchas de las naciones del oriente fueron catequizadas por los misio-
neros de los siglos XV11 y XVIII, pero con la decadencia de las misiones,
especialmente con la expulsión de los jesuítas, á fines del siglo pasado, re-
cayeron en la idolatría y en el salvajismo. Solo en la región del Ñapo y
en Canelos se conservan hasta hoy dia las misiones; los habitantes son
cristianos y salen á veces á los pueblos interandinos (Quito, Riobamba). Son
de un carácter suave y humilde, y se puede decir que carecen de vicios
mayores, con excepción de la embriaguez, el achaque general de la raza
india. Fuera de las creencias religiosas, se distinguen los indios del Ñapo
muy poco ó nada de las tribus infieles, en cuanto á sus costumbres y usos.
La mejor y mas detallada descripción de ellos, asi como de los demás pueblos
de la región oriental, se encuentra en la Geografía de Villavicencio (pág. 109,
yfX)), de cuya fuente ha tomado también el señor Cevallos (VI, pág. 1G0— 174).
BAZAS. 533
De todas las naciones infieles del Ecuador, la de tos Jibaros es la mas
numerosa, la mas civilizada (si cabe la expresión para salvajes) , pero al
mismo tiempo la mas aguerrida y temible, que parece guardar un odio inex-
tinguible á la raza blanca, el cual no carece de fundamento. Los españoles
habían logrado reducirles y fundaron ciudades populosas en su territorio,
como Logroño, Mendoza, Sevilla de Oro, Huamboya. La opresión y la in-
saciable sed de oro de los colonos, especialmente del gobernador de Macas,
irritó á los indos á tal punto, que en 1599 se levantaron en masa, acau-
dillados por el cacique Quiruba, arrasaron las dichas ciudades y mataron á
cuantos blancos se hallaban en ellas, llevándose solo las mujeres jóvenes á
la esclavitud. Desde entonces fué imposible reconquistarlos ni por fuerza
ni por medio de misiones. — Los Jíbaros, divididos en numerosas tribus,
534 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
que toman sus nombres de los ríos á cuyas orillas viven, ocupan el terreno
muy extenso al pié de la Cordillera oriental desde el rio Chinchipe hasta
el rio Pastaza. En lo físico se distinguen por un cuerpo esbelto y bien
musculado, ojos negros muy animados, con una mirada imponente, faz er-
guida, frente despejada, nariz aguileña, labios delgados, dientes ebúrneos;
algunos son bastante blancos y barbados, lo que se atribuye á la mezcla
con las prisioneras blancas de 1599. Los Jibaros son muy racionales,
amantes de su libertad é .incapaces de tolerar ningún yugo; belicosos, va-
lientes, sumamente ágiles y de una destreza admirable para el manejo de
la lanza y escudo. Son muy vengativos y como se hallan por sus institu-
ciones en la imprescindible necesidad de vengar la muerte de un pariente
con otra muerte, no acaban jamas las guerras intestinas entre las tribus y
familias; solo en una guerra extrangera se reúnen todos y pelean como her-
manos contra el enemigo común. — Viven en poligamia, en casas muy es-
paciosas, aseadas, y fortificadas contra el asalto de los enemigos. Se visten
mejor y con mas lujo que las otras naciones del Oriente; cultivan é hilan
el algodón, y no carecen de todo de la agricultura é industria, aunque la
ocupación principal de los hombres consiste en la caza. Algunas tribus
menos feroces, que están en contacto con los indios de Ñapo y Canelos y
con la población de Macas, mantienen algún comercio con los blancos; pero
el asalto y la destrucción de los entables y de la misión de Gualaquiza,
acaecida unos veinte años acá, enseña que se debe andar con mucha cautela
con estos huéspedes. Es probable que los diferentes idiomas, que hablan
las tribus jibaras, sean solo dialectos de una misma lengua madre, que to-
davía es muy poco conocida. De las pocas palabras de los Jibaros de
Gualaquiza, que debo al favor del señor doctor Luis Cordero, no se puede
deducir otra cosa sino que su idioma es muy distinto de todos los demás,
que se conocen en esta República.
Entre los ríos Pastaza y Ñapo viven los Záparos. Según Villavicencio,
que les ha tratado de cerca, serian los indios mas dispuestos á aceptar la
civilización de los blancos. Dice, que la nación, apesar de no ser muy
numerosa, se divide en muchas tribus, que hablan un solo idioma, muy nasal.
El viajero italiano Osculati recojió un vocabulario bastante copioso de él.*)
Lo que llama la atención en esta lengua, es el gran número de vocablos
que pasan de tres sílabas; para decir siete, es preciso pronunciar la palabra
compuesta haimucumaraqui-caramaitaca-tiucuaqui, quiere decir, tres pares y
uno. Para operaciones matemáticas esta lengua evidentemente está perdida,
*) Explorazioiu' delle rogioni eipiatoriali lungo il Xapu ed il íiume delle Amazzoni etc.
da Gaetano Osculati (Milano 1850).
BAJÍAS. 535
por felicidad su sistema numeral no pasa de siete, todo número mas alto es
cuma, á saber, mucho. — Los Záparos son dóciles y poco feroces, adictos
á los blancos, hospitalarios y serviciales. Siempre risueños y festivos, acojen
al viajero con bondad y le acompañan en sus navegaciones. Con los cris-
tianos del Ñapo están en relaciones amistosas y de comercio. En el grado
de cultura el Záparo es inferior al Jibaro, pues lleva una vida nómada, es
perezoso y no cultiva la tierra ni usa vestidos de tela. Es de cuerpo me-
diano, pero robusto y muy ágil, de cara redonda, ojos chicos algo oblicuos,
nariz chata y ancha, labios gruesos. El color es cobrizo claro, pero algunos
lo tienen casi blanco, especialmente las mujeres, que pinta el señor Villa-
vicencio de fisonomía agradable, expresiva y risueña, y como muy cariñosas
y liberales con los forasteros. Según este autor los Záparos son los únicos
indios que no son celosos.
Al Norte del Ñapo, en las cabeceras del Aguarico y al oriente del
Cayambe viven las tribus de los indios Cófanes con su propia lengua y sus
propias costumbres. Esta nación, tan temible en otros tiempos, vá dis-
minuyendo en número y extinguiéndose poco á poco. Desde el año de 1611,
en que los Cófanes sacudieron el yugo de los españoles y de los misioneros
(pocos años después de la sublevación de los Jíbaros), quedó arruinado el
«gobierno de Mocoa y Sucumbios», y hoy dia se sabe muy poco de ellos.
Entre los indios salvajes, que viven á mayor distancia de la Cordillera
oriental, nombra Villavicencio entre otros los Anguteros á las orillas del
Aguarico inferior, y después á ambos lados del Ñapo medio é inferior los
Encabettados, Orejones y Avijaros.
Volvamos al pais interandino y digamos todavía cuatro palabras de las
castas mestizas. Estas carecen de fisonomía é índoles particulares, y parti-
cipan mas ó menos del aspecto y carácter de sus padres, según su origen
y cruzamientos. Asi el hijo de un blanco y de una india se acercará mas
á la raza americana, que el hijo que un blanco tiene en una mestiza. De
los cruzamientos de la raza americana y europea salen, después de tres ó
cuatro generaciones, y no habiendo nueva mezcla de sangre india, formas
perfectas y hermosas, que poco se distinguen de las europeas puras, y lo
mismo se puede decir de los cruzamientos de blancos y negros, si no en
cuanto al color, á lo menos en cuanto á los contornos perfectos del cuerpo.
Resultados menos felices dan los cruzamientos de la raza negra con la india ;
la prole se sostiene por mas tiempo aferrada á las toscas formas de la
primera, aunque los zambos son generalmente de una robustez y fortaleza
admirable. Ya hemos advertido mas arriba, que en la sierra acostumbran
llamar á los mestizos y sus descendientes «cholos», y en el litoral á los
:.:n;
1ÍE0(¡BAFJA POLÍTICA Y CIVIL.
mulatos y sus descendientes «zambos». Estas castas cruzadas ocupan en
ia jerarquía social una posición media entre los indios ó negros y los blan-
cos, pero los matices de la posición social son tan variados como los de la
piel, y no siempre es el color de esta el que determina aquella; el resplan-
dor del oro y de la plata hace á veces la retina muy insensible é indiferente
para con iodos los demás colores.
Exirangcros hay muy pocos en el Ecuador. No existen colonias com-
pactas de ellos, como, por ejemplo, en Chile ó en la República argentina.
Creo que su número no pasará de 6000. De ellos la inmensa mayoría son
sudamericanos, especialmente peruanos y colombianos, que por su parentesco
desaparecen casi entre los ecuatorianos. De todas las demás nacionalidades
del mundo, inclusive unos 300 chinos, se contarán apenas 1200, que se
bullan con preferencia en el litoral, sobre todo en el puerto de Guayaquil.
Cuando se considera la gran heterogenidad de la población ecuatoriana,
se comprende que es muy difícil, componer un cuadro general de tas costum-
bres púHicas y dar un fallo justo sobre su estado social, aun para los escri-
tores nacionales y los que han vivido largos años en el pais. Lo conceptúo
imposible para los viajeros, que cruzan rápidamente el Ecuador, casi sin
llegar en contacto con sus habitantes, con excepción de algunos arrieros,
sin conocer á veces la lengua del pais; y sinembargo, en el exterior se
conoce el Ecuador, en cuanto á su estado social, casi solo por las relaciones
CONDICIONES SOCIALES. 537
de tales viajeros. ¡Cuantos disparates, cuantas injusticias contienen estos
libros! Unos pintan sus hazañas y aventuras de tal modo, que el lector
debe creer que el héroe ha vivido entre antropófagos; otros generalizan
ciertas costumbres malas ó ridiculas de la plebe de manera que se debería
suponer, que en el Ecuador no existe ninguna sociedad culta; otros ridicu-
lizan las costumbres solo porque no son las mismas que las de su país, sin
reparar, que examinadas de cerca son talvez mucho mejores. ¡Cuantas cosas
chocan al principio, que mas tarde gustan y parecen muy naturales! ¡Oh,
la ignorancia que reina en Europa respecto á los paises sudamericanos en
general y al Ecuador en particular, es talvez mas grande, que la del pueblo
americano respecto á los Estados de Europa! — Considerando el asunto
bajo el punto de vista filosófico, se puede afirmar, que los pueblos sud-
americanos viven mas conformes á la naturaleza humana, y por esto mas
felices, que la mayor parte de las naciones super- civilizad as de Europa.
Todos los pueblos del mundo tienen sus vicios y sus virtudes morales y
sociales; ¿quien sabe, á qué lado se inclinaría el fiel de la balanza, si contra-
pesaríamos las de un continente con las del otro?
La sociedad culta del Ecuador, á que pertenece la raza blanca y una
gran parte de la mestiza, conserva los hábitos y las costumbres generales
de toda la raza hispano -americana, en las cuales no se oculta la descen-
dencia de la raza española. Los vestidos, alimentos, gustos, son mas ó
menos los mismos que los de todos los pueblos cultos, y en los salones de
la sociedad alta de Quito y Guayaquil el extrangero encontrará poca dife-
rencia de los de las ciudades grandes europeas, y si la hay, es para sor-
prenderle agradablemente, pues esta cortesía (hasta el exceso), tanta fran-
queza y amabilidad con que reciben al forastero, no es común en los paises
del mundo viejo. Muchas personas de las mejores familias han recibido su
educación, ó á lo menos viajado por algunos añoé, en el extrangero, hablan
varías lenguas, y llevan ideas nada mezquinas. — Es verdad, que á las
masas grandes del pueblo falta todavía la educación social. Pero en el
fondo el pueblo ecuatoriano es de una índole buena, dócil, comunicativa.
En su carácter se nota mucha inconstancia y debilidad, es poco cumplido
con sus promesas y anda con poca escrupulosidad en decir la verdad. Cri-
mines atroces, como el asesinato, son muy raros entre el pueblo, pero abun-
dan vicios menores, especialmente la afición á las bebidas alcohólicas (que
muchas veces pasa de menor). — Habrá pocos paises en el mundo, en que
se pueda viajar con mayor seguridad, excepto los tiempos de conmociones
políticas, y lo que á todos los viajeros deja agradecidos, es la hospitalidad
sin igual, que se encuentra en todo el Ecuador, en la cabana del pobre cholo
no menos, que en la hacienda del rico propietario. — Uno de los achaques
538 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
mas graves del pueblo ecuatoriano, y se puede añadir casi de todas las
naciones sudamericanas, es la pasión política. Cuando ella se excita, se
cambia su carácter, se desenfrenan todas las demás pasiones y hasta el
fanatismo religioso, á que se siente ocultamente inclinado. Aunque las
revoluciones en el Ecuador regularmente no hayan sido tan cruentas como
en muchas otras Repúblicas, han, sinembargo, retardado su desarrollo y pro-
greso. Solo cuando los pueblos se sanen de esta enfermedad crónica, se
cambiará la faz política nada halagüeña de este Continente.
En el presente «Resumen» debemos tenernos dentro de límites muy estre-
chos, y no es posible ensanchar mas la descripción del estado social de la pobla-
ción ecuatoriana, mucho menos entrar en la descripción y critica de todas sus
costumbres públicas. Séame permitido recomendar á los ecuatorianos la
lectura de un capitulo sobre «Costumbres publicas», que encuentran en la
obra de P. F. Cevallos, muchas veces citada, tom. VI, pág. 112. Este escritor
patriota critica y condena con tanta severidad ciertas costumbres y vicios
inveterados, como yo no me atrevería hacerlo. Ciertas verdades se aceptan
con menos enfado de la boca ó pluma de un paisano que de la de un
extrangero. Sinembargo, para conocerse mejor, cada nación debería desear
verse de vez en cuando en el espejo de las otras, es decir, saber cómo la
miran las otras naciones. Y asi recomiendo á los ecuatorianos y á todos
mis lectores el interesante libro de Hassaurek «Cuatro años entre los Hispano-
americanos*, que en mi concepto con mas imparcialidad y con mas acierto
ha escrito sobre el estado civil y social del Ecuador, que ningún otro extran-
gero. El pinta con preferencia el interior de la República, donde ha vivido
cuatro años (como Ministro Residente de los Estados Unidos de Norte-
américa), y lo pinta tal cual es (prescindiendo de unas pocas inexactitudes
involuntarias); no exagera en donde tiene que censurar, y elogia cuanto
encuentra digno de encomio. Cada página revela una deferencia particular
para con el pais, y en muchas ocasiones el autor busca como disculpar los
defectos, encontrando su origen en causas independientes de la actual pobla-
ción del Ecuador.*)
*) Four years among Spanish-Americans, by F. Hassaurek. Late United States Mi-
nister Resident to the Kepublic of Ecuador. New York 1867. — Está traducido también
en alemán, Dresden, 1887. — El autor, conociendo el flaco de los ecuatorianos, que á
cualquier extrangero que no les lisonjea en todo, suelen tachar de «ingrato», dice en el
prefacio: «Temo, que muchos de mis buenos amigos que dejé en el Ecuador, no estarán
de acuerdo con ciertos párafos de este libro, considerándolos como un retorno odioso á
su hospitalidad. Pero, para obrar el bien, se debe decir la verdad Nada he adu-
lado, poro tampoco nada he desfigurado de mala le. Tengo afición á estos países, y el
recuerdo de mis amigos que deje allá, siempre será caro á mi corazón. Si este libro
pretende tener algún valor, debia pintar la América del Sur tal como la encontré, y no
tal como hubiese deseado encontrarla.»
RELIGIÓN. . 539
«La Religión del Ecuador es la católica, apostólica, romana, con ex-
clusión de toda otra.» «El artículo de la Constitución que asi lo declara»,
dice Cevallos, «se ha fundado en la unidad religiosa de todos nuestros
pueblos, donde no se conocen nacionales que pertenezcan á otras comu-
niones. Debidamente considerado un fundamento de tanto peso, habría sido
absurda la libertad de cultos, por mas que ya esté generalizada casi en
todas las naciones, y habría sido, sobre todo, crear un nuevo elemento de
discordia con que mantener firme el espíritu revolucionario de los dados á
la política.»
En efecto, piénsese como quiera de la libertad de cultos en abstracto,
en la práctica el Ecuador, bajo las circunstancias actuales, no la necesita.
Los extrangeros disidentes no son molestados por nadie, y ademas se hallan
en tan reducida proporción (no pasarán de 300), que no sienten todavía la
necesidad de reunirse en comunidades religiosas con sus fueros respectivos
ó con la tolerancia oficial del Gobierno. Cuando llegare el caso, estamos
seguros de que el Ecuador en la materia de tolerancia ó libertad de cultos
no quedará, no podrá quedarse atrás de las otras naciones civilizadas, en
que reina esa libertad á consecuencia necesaria de lo heterogéneo y misto
de su población. Observamos, que en los últimos tiempos ya se celebran
en el país con alguna frecuencia matrimonios mistos, sin que se obligue á
la parte extrangera disidente á pasar á la religión católica y hacerse bau-
tizar de nuevo (!), como sucedió antes. — El pueblo del Ecuador tiene en el
extrangero la fama de ser intolerante y fanático. No sé, porqué se hace esta
excepción, pues, no lo es ni mas ni menos que todas las naciones hispano-
americanas. Tal vez se lo deduce de la circunstancia, de que actualmente
una gran parte de la instrucción pública y educación está en manos del
clero y de las monjas. Intolerantes y fanáticos hay en todos los pueblos
y en todas las comunidades religiosas, especialmente en la clase inculta de
la sociedad (á que pertenecen también ciertos curas de aldea), y así los
habrá también en el Ecuador. Pero tildar á la sociedad culta del Ecuador
de intolerante, seria una calumnia. Pensemos como filósofos y seamos
justos: no podemos esperar ni exigir, que un ecuatoriano católico de convic-
ción sea tolerante con los dogmas de un judio ó de un protestante, basta
que lo sea con la persona disidente, y no trasfiera el «odium teológicum»
de la creencia, en sus ojos falsa, al creyente. — Es singular, que el fana-
tismo del pueblo no suele dirigirse contra los extrangeros disidentes, sino
contra sus propios hermanos católicos, que llama herejes y ateístas, cuando
pertenecen al partido político «liberal» y no piensan en todo como los «con-
servadores». La mezcla de la religión con la política hace las revoluciones
mas temibles »y mas odiosas.
540 . GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
Las relaciones oficiales entre la Iglesia y el Estado son arregladas por
un Concordato, celebrado con la Curia romana en 1862 y renovado con al-
gunas modificaciones en 1881. — El Poder eclesiástico se halla distribuido
entre la Arquidiócesis de Quito y las Diócesis de Ibarra, Riobamba, Cuenca,
Loja, Guayaquil y Portoviejo. — El culto de la Iglesia se sostenía hasta
poco hace, con parte del producto de los diezmos que gravaban sobre la
agricultura, conforme al Concordato; pero en 1890 se celebró con la Santa
Sede un convenio adicional al Concordato, según el cual la gabela odiosa
del diezmo fué conmutada en la otra mas equitativa de la a contribución
territorial del tres por mil», que el Estado garantiza á la Iglesia.
El clero de la República no es muy numeroso y no suficiente para
proveer de curas á todas las parroquias, mucho menos á las misiones del
oriente. De órdenes y congregaciones religiosas existen en el pais los Do-
minicanos, Franciscanos, Agustinos, Mercenarios, Jesuítas, Reden toristas,
Lazaristas, Salesianos, Oblatos y Hermanos Cristianos. — Monjas de vida con-
templativa existen solo en la sierra, y las hay en los monasterios que se llaman
la Concepción, Carmen ó de las Descalzas, Santa Clara, Santa Catalina y
Encarnación. Congregaciones de vida activa son las de las Hermanas de
la Caridad, HH. de los Sagrados Corazones, HH. de la Providencia, HH. del
Buen Pastor, HH. de la Beata Mariana de Jesús y las Betlemitas.
Instrucción pública. En Quito existe la Universidad central, y en
Guayaquil y Cuenca hay dos Universidades ó ^Corporaciones universitarias»
menos completas. — Según la vigente ley orgánica de instrucción pública
se tienen establecidas las Facultades siguientes: la de Filosofía y Literatura,
en que se enseña religión, latinidad, geografía, historia, aritmética, retórica,
filosofía racional, el francés*); la de Jurisprudencia, con los ramos de derecho
civil, el práctico ecuatoriano, el penal, el canónico, el internacional, economía
política, ciencia administrativa; la de Medicina y Farmacia, que comprende
los cursos de anatomía, fisiología, higiene pública y privada, patología gene-
ral, terapéutica, clínica, materia médica, cirugía, obstetricia, medicina legal
y farmacia; la de Ciencias, que abraza las matemáticas puras y aplicadas
(agrimensura, ingeniatura etc.), física, química, geología, mineralogía, botánica
y zoología. La facultad de Ciencias, que hoy dia se llama Instituto de Cien-
cias, nació de la Escuela Politécnica, fundada en 1870 con profesores euro-
peos y trasformada después del regreso de estos en 1K75. Hoy es regentada,
*) Ya se vé. que esta «Facultad de filosofía o no correspondí* á lo que en las Uni-
versidades europeas se entiende con el mismo nombre. Las materias de enseñanza son
las de un Colegio ó fíininasio.
INSTRUCCIÓN PÚBLICA. 541
como las demás facultades, por profesores nacionales. Como anexo á ella
podemos considerar el Observatorio astronómico de Quito con un director
extrangero. — La teología se enseña en los Seminarios, destinados especial-
mente á la educación del clero. Hay tres en la arquidiócesis de Quito y
uno en cada una de las diócesis sufragáneas. Ademas de la teología dog-
mática y moral se enseña en los Seminarios humanidades, retórica, filosofía,
latin, (en algunos griego y francés), historia profana y eclesiástica, mate-
máticas, geografía, física, liturgia, música religiosa. — Exceptuando las cien-
cias eclesiásticas, las demás entran también en el plan de estudio de los
Colegios Nacionales, de los cuales se cuentan ocho, en Quito, Ibarra, Lata-
cunga, Ambato, Kiobamba, Cuenca, Loja y Guayaquil. — Colegios de seño-
ritas existen en Quito, Guayaquil, Cuenca, Latacunga y Loja, regentados
por Hermanas de Congregaciones religiosas, y arreglados á la enseñanza,
que acostumbran estas Hermanas en sus colegios en todas las partes del
mundo.
La enseñanza primaria está hoy dia muy generalizada en el Ecuador,
y en este punto ya no queda atrás de las otras naciones americanas, á lo
menos en cuanto al número de las escuelas públicas. Tengamos presente,
que el Ecuador no tiene mucho mas de un millón de habitantes, de los cuales
casi la mitad son indios puros. En unas 350 parroquias, que comprende el
territorio ecuatoriano, existen ahora cerca de 500 escuelas primarias con
mas de 60000 discípulos. En 1867 se contaban solo 16400 escolares (la
inmensa mayoría del sexo masculino), en 1875 hubo 31 800; durante la dicta-
tura de Vein ternilla bajó este número á 29000, porque muchos maestros
abandonaron las escuelas por la falta de paga de sueldos ó por lo mezquino
de sus rentas, que no alcanzaban ni para el diario alimento. En las dos
presidencias subsiguientes á ese período de abatimiento se ha duplicado el
número de escuelas y escolares, y este es un mérito, que no pueden dispu-
tarles ni sus enemigos mas aforados. — La enseñanza primaria es en las
ciudades y poblaciones mayores muy completa, y abraza los mismos ramos
que en las demás naciones civilizadas; en los pueblos pequeños es natural-
mente mas sencilla y se restringe á lo necesario, porque no es tan fácil
encontrar 500 maestros y maestras idóneas, en un pais en que no existe
ninguna escuela normal. Ahora que el Gobierno ha logrado erigir escuelas
hasta en los últimos rincones de la República, su cuidado principal debería
dirigirse á la educación de buenos maestros y á mejorar la suerte de ellos.
Para hablar con franqueza, es preciso decir, que la enseñanza se resiente
todavía de la falta de método. ¿De qué sirve que vayan á la escuela tantos
y tantos miles de niños y niñas, cuando faltan maestros y maestras que
merezcan este nombre? Hay naturalmente muchísimas excepciones honrosas,
542 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
y hablamos de la generalidad. Pero ¿qué hombre de talento y capacidad
se dedicará con entusiasmo al laborioso oficio de maestro por un sueldo
mensual de 25 ó 30 sucres? y cómo se puede exigir de un profesor de
Colegio ó de Universidad, que se dedique exclusivamente á sus estudios y
á la enseñanza, como debería ser, cuando no gana mas de 40 á 80 sucres
mensuales? si no es rico de familia ó no ejerce otra profesión, muere de
hambre en su cátedra. ¿Porqué los escolares de los Hermanos Cristianos
son los mas aprovechados? Por él método de enseñanza, pues estos maestros
son educados ad hoc, y se dedican exclusivamente á su profesión, no teniendo
la necesidad de lidiar por su subsistencia corporal. Para levantar la instruc-
ción pública, especialmente la primaria, á un grado mas alto de perfección,
influirá poderosamente aumentar los sueldos de los maestros y profesores, y
ante todo la instalación de una ó algunas escuelas normales para su edu-
cación. En ambos puntos sirve de luminoso ejemplo la República de Chile.
Los ecuatorianos son mas adictos á las bellas letras que á los estudios
serios; la República ha producido algunos poetas y literatos notables, pero
ningún físico, quimico, geógrafo, naturalista, en fin, ninguno que sobresalga
en las ciencias exactas, que necesitan largos estudios y mucha paciencia.
Por la misma razón, de trabajar mas con la fantasía y el corazón, que con
el entendimiento y la cabeza, son muy aficionados á la música y á la pin-
tura y escultura, y para estas artes manifiestan mucho talento. Hay obras
muy notables que llaman también la atención en el exterior, y son tanto
mas apreciables, cuando consideramos, que son producciones de autodidactas,
los cuales no han conocido otra escuela que el taller de su maestro, ni otras
colecciones artísticas, que talvez los grabados de un periódico. Desde algún
tiempo acá existe en Quito una «Escuela de artes y oficios», dirigida por
maestros europeos y costeada por el Gobierno, en la cual se enseñan car-
pintería, herrería, zapatería, sastrería y otros oficios mecánicos, no porque
no hubiese habido antes estos oficios, sino para introducir en ellos las
modernas invenciones y mejoramientos.
Industria y Comercio. De la industria agrícola y de la ganadería
anexa á ella ya no volveremos á hablar, las observaciones concernientes
encuentra el lector en los capítulos que tratan de la vegetación y fauna del
Ecuador, respectivamente de las plantas cultivadas y de los animales domesti-
cados. Para informarse del estado embrionario de la industria minera, le
remitimos á aquellos párafos de la geología ecuatoriana, en que hemos ha-
blado de las minas del pais. — La industria que depende directamente de
INDUSTRIA Y COMERCIO. 543
la agricultura, es la azucarera, que sobre todo en las provincias del litoral
ha tomado gran incremento y se ejerce con máquinas de vapor, mientras
que en los valles del interior, en los trapiches, los propietarios se sirven de
ruedas hidráulicas, ó todavía de bueyes, para la molienda de las cañas de
azúcar. Por desgracia en estos trapiches prevalece la fabricación del aguar-
diente sobre la de azúcar y raspaduras. Los antiguos y pesados molinos
de trigo van á ser sustituidos poco ó poco por otros de sistemas modernos,
con lo cual se mejorará sin duda la calidad de la harina y del pan. — La
ciudad en que las máquinas de vapor se han introducido en mayor número
y para varias industrias, es naturalmente Guayaquil, que también es la única
ciudad que posee una fábrica de gas y una fábrica de hielo; ademas existen
allá fundiciones de fierro, talleres de mecánicos, máquinas de aserrar ma-
deras, de moler cacao, chocolaterías etc. Pero también al interior se han
introducido en los últimos tiempos grandes máquinas á vapor para hilar y
para tejidos de algodón y lana; pues, la industria textil está bien desarro-
llada en las provincias de Imbabura, Pichincha y Azuay, desde el telar en
la cabana del indio, hasta la suntuosa y costosa maquinaria á la europea
en los grandes obrajes. Se fabrican liencillos, ponchos, frazadas, mantas,
fajas, chales de algodón y lana, bayetas finas y ordinarias, casimires y otros
tejidos de lana, jergas y jerguetas, sacos y costales, encauchados etc. —
La industria del tejido de sombreros de paja es una fuente de prosperidad para
la provincia de Manabi y el Cantón de Santa Elena. Los célebres «som-
breros de Panamá» solo pasan por Panamá en su viaje á las Antillas y á
Europa, pero provienen del Ecuador, y los mas finos de Jipijapa y Monte-
cristi. Los sombreros de la provincia del Azuay son ordinarios. También
las hermosas hamacas de paja de Mocora se tejen en las provincias litorales.
En el interior las mujeres fabrican muy buenos encajes y bordados de seda,
lana y algodón ; de allá vienen también petates, canastas, tapetes, alpargatas
y sogas de cabuya, cueros crudos y curtidos. En varias provincias se de-
dican también á la fabricación de quesos, jamones, dulces delicados, jabones,
loza ordinaria, juguetes finos de corozo (Quito), y á otras industrias menos
importantes y en pequeña escala. Hay algunas cervecerías en el interior y
una en Guayaquil, cuyos productos, sinembargo, son capaces de un mejora-
miento considerable. — De los productos naturales que se extraen ó recojen
del reino animal y vegetal, como caucho, tagua, cascarilla, etc. hemos tra-
tado en otro lugar.
El comercio exterior de la República se efectúa por los puertos de
Guayaquil, Ballenita, Manta, Bahía de Caráques y Esmeraldas, y ademas
por los puertos secos ó aduanillas de Tulcan y de Macará en las fronteras
544 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
de Colombia y del Perú. Por demás largo y sin objeto seria dar el padrón
de todos los articulos que se importan y exportan. De los primeros el
Ecuador recibe de las naciones extrangeras muchos de primera necesidad,
que no produce el pais ó no en cantidad suficiente, como harina, arroz etc.,
pero especialmente todas las mercaderías que constituyen la comodidad y
el lujo de la vida humana. Entre los articulos de exportación cuentan en
primer lugar las producciones naturales y agrícolas, y en segundo las fabriles
é industriales. En el orden de importancia ó del valor anual de las canti-
dades exportadas, los principales se siguen de este modo: Cacao, Sombreros,
Cascarilla, Caucho, Café, Cueros y Suelas, Maderas y Caña, Frutas, especial-
mente Pinas y Plátanos, Azúcar blanco, Zarza, Algodón. El cacao descuella
entre todos en cantidad y valor, y sin este articulo el comercio extrangero
seria por demás reducido y mezquino. Véase el Suplemento Nro. 44, en que
se encuentra una tabla comparativa, que demuestra el desarrollo continuo
del cultivo y comercio de cacao.
Es sumamente difícil, cuando no imposible, avaluar el movimiento comer-
cial del Ecuador. Por falta de otros datos estadísticos es preciso recurrir
á los que subministran las aduanas del pais y deducir de ellos el valor de
los artículos importados y exportados. Pero los resultados obtenidos de este
modo apenas se pueden llamar apróximativas por varias razones: Io en las
facturas se avalúan los efectos muchas veces según el capricho de los im-
portadores, 2° en las listas de las aduanas no se apunta el valor de los
objetos que se introducen libres de derecho, 3o no figuran en estas listas
los contrabandos, que apesar de la vigilancia del Gobierno son numerosos.
Asi el Señor P. F. Cevallos dá para el valor de los objetos introducidos y
exportados en el año de 1887 los guarismos siguientes:
Importación: S. 0312293 — Exportación: S. 10108478;
pero el mismo advierte, que el valor de la importación debe ser mucho
mayor, por las razones indicadas, especialmente por la última.
Casi todo el comercio exterior se hace por el puerto de Guayaquil, los
demás son de una significación muy subordinada. En Guayaquil tocan cada
semana á lo menos dos de los vapores de las dos Compañías (inglesa y
americana) que hacen el servicio regular de correo en la costa occidental
de Sudamérica; ademas entran muchos vapores destinados únicamente á
llevar carga, y buques de vela de todo calado y tamaño. Así, por ejemplo,
en el año de 1890 entraron en el puerto de Guayaquil 198 vapores y
47 buques de vela, no contando los nacionales, que hacen el servicio de
cabotaje en la costa ecuatoriana. El comercio mas vivo, á lo menos en
cuanto ú los artículos principales de exportación 6 importación, se hace
COMUNICACIÓN. — MEDIDAS. — EENTA8. 545
con Inglaterra, Francia, Alemania, España y los Estados Unidos de Norte-
américa.
«El comercio interior es lento y de poca ó ninguna importancia, pues
se halla reducido al cambio reciproco de sus producciones naturales y al
de sus artefactos, mas no por mayor, sino limitado á las necesidades del
consumo» (Cevallos). Excusado sera explayarnos sobre este tema poco
interesante.
Comunicación. — De las vias de comunicación hemos tratado en el
apéndice á la Topografía (pág. 209). Añadiremos ahora, que existe un ser-
vicio de correos regular entre todas las ciudades del pais, y que el Ecuador
se adhirió temprano á la Union postal universal. Ademas están en comuni-
cación telegráfica todas las capitales de las provincias y muchas otras pobla-
ciones importantes. El cable pone el pais en comunicación rápida con todo
el mundo civilizado. El teléfono está establecido en algunas ciudades, pero
en la de Guayaquil su uso se ha generalizado tanto como en las grandes
ciudades de Europa.
Monedas, pesos, medidas. — Circulan en la República monedas de
varías naciones, con tal que sean de buena ley y correspondan á la nacional.
La unidad de esta es el mere de 90 milésimos de fino. Se divide el sucre
en 100 centavos, que están representados en monedas de cobre y níquel.
Las otras monedas de plata son: el medio sucre de 50 centavos, la peseta
de 20, el real de 10 y el medio de 5 centavos. Monedas de oro nacionales
no hay todavía. Se hace un uso muy extenso de los billetes de banco, que
felizmente siempre supieron conservar su crédito y lleno valor.
En los pesos y medidas está introducido oficialmente el sistema decimal
(francés), aunque el pueblo se sirva todavía con frecuencia del sistema an-
tiguo español y colonial, que seria largo explicar en este lugar.
Rentas y deuda pública. — Las rentas anuales de la Nación se puede
calcular en la actualidad en 5 millones de sucres aproximativamente, no
habiendo ascendido antes del año de 1884 nunca á mas de 2l/2 millones.
Este aumento tan notable se debe atribuir en primer lugar al mejorado sis-
tema aduanero desde la época indicada. Pues, es de saber que la fuente
principal de las rentas públicas se encuentra en la aduana de Guayaquil,
mejor dicho, en los derechos impuestos á la importación. En comparación
con esta vena de riqueza todas las demás son secundarias, y consisten en
los productos de la alcabala que causan las ventas de bienes raices; en el
cobro del tres por mil que grava (en lugar del diezmo abrogado) sobre los
Wour, Ecuador. 35
646 qboobaf/a política t civil.
predios rurales; en los derechos de anotación y registro en varias tran-
sacciones comerciales y judiciales; en el estanco de las aguardientes, de la
pólvora y de la sal; en la venta de papel sellado y en los productos de
varios otros ramos de menor monta. — Las Municipalidades tienen sus
rentas especiales, que por lo demás no son pingües, si exceptuamos la de
Guayaquil, en que ascienden á unos 160000 sucres, es decir á mas de la
tercera parte de la suma en que se puede avaluar las entradas de todas las
municipalidades de la República (370000 sucres). Estas rentas provienen
de varios impuestos llamados municipales, de la contribución subsidiaria, de
las multas de policía y del arrendamiento de los bienes raices de los
municipios.
La deuda interior del Estado, procedente de préstamos de dinero, de
sueldos, pensiones, subvenciones que no se han pagado, de billetes de cré-
dito público que están por amortizarse etc. no es muy exagerada y no pasará
mucho de 3 millones de sucres. Mas grave es la deuda extrangera, que
ahora ascenderá con los intereses vencidos á mas de 11 millones de sucres.
Esta deuda viene de la contraída cuando el Ecuador formaba la tercera
parte de la antigua Colombia; por el arreglo celebrado con las otras dos
partes (Nueva Granada y Venezuela) tocó al Ecuador reconocer las 21 Vt uni-
dades del monto total que debía Colombia. El señor Dr. A. flores, último
Presidente de la República, entró en negociaciones con el representante de
los Tenedores de Bonos ecuatorianos, con el fin de llegar á un arreglo de-
finitivo y satisfactorio sobre la amortización ó oanoelacion de la deuda, y
es de desear que este fin se consiga pronto, para afianzar mas y mas el
crédito moral y económico del país.
Ejército, Armas y Pabellón. — El ejército se compone de infantería,
caballería y artillería. La primera cuenta en tiempo de paz cuatro batallones,
de cuatro compañías cada uno, la segunda se compone de dos regimientos
de á tres escuadrones, y la tercera de tres brigadas, cada cual con cuatro
baterías, si es de plaza, y con dos, si es de campaña. Una compañía tiene
80 soldados, un escuadrón 78 y una batería 114, fuera de la oficialidad.
En tiempo de guerra se aumenta el ejército conforme á la ley. — La guardia
nacional se compone de cuantos ecuatorianos son hábiles para tomar las
armas y se divide en activa y pasiva. De la primera se sacan los reem-
plazos para el ejército permanente, y en tiempo de guerra puede ser llamada
al servicio activo formando los cuerpos veteranos. Se compone de sesenta
y un batallones de infantería y de siete regimientos de caballería. La guardia
nacional pasiva no se ha organizado nunca, sino en tiempo de un conllicto
REVISTA TERRITORIAL. 547
y transitoriamente. — La Marina consta de tres pequeños vapores armados
en guerra, con cañones de Krupp y Armstrong.
Las Arma£ de la República están representadas por un escudo, con un
sol en la mitad superior, cortando en partes iguales un segmento del zo-
diaco; en la inferior y a la izquierda hay un monte, que dá origen á un rio,
en cuyas aquas voltejea un vapor. Sobre el escudo está sentado un cóndor
con alas desplegadas, y el todo reposa sobre un has de armas, de cuyos
lados se desprenden banderas y ramas de palma y laurel.
El Pabellón ecuatoriano es el mismo de la antigua Colombia, en cuanto
se compone de tres fajas transversales al asta; la primera, algo mas ancha
que las siguientes, amarilla, la del centro azul y la última colorada. Al
centro lleva el escudo de armas y sobre él tantas estrellas, cuantas son las
provincias de la República.
Revista territorial
Seguiremos el orden que se ha observado en el decreto de la Conven-
cional Nacional, dado en Quito el 17 de Abril de 1884. — El cálculo del
área de las provincias puede ser solo apróximativo porque la ley dá la di-
visión territorial no según limites físicos, sino según parroquias, cuya ex-
tensión á veces es desconocida por sus mismos habitantes. Ademas, en las
provincias andinas, que se extienden hasta allende la Cordillera oriental, la
he calculado solamente hasta las faldas exteriores de esta última, porque la
ley no indica con precisión sus linderos orientales. Lo mismo debemos decir
de las cifras, que indican el número de habitantes en las provincias y pob-
laciones; todas se basan en avalúos y no en un censo exacto, que falta
absolutamente.
I. Provincia del Carchi.
Área 3872 kilóm.a (=125 leg.Q). Habitantes 36000. Parroquias 10.
Linda al N con la República de Colombia (Rio Carchi y rio de San Juan,
tributario del Mira), al S y SO con la provincia de Imbabura por los rios
Chota y Mira, y al E con las montañas del oriente en las cabeceras del rio
Cófanes y Aguarico. Toda la provincia es muy montañosa y atrevesada
por el alto y ancho nudo que se forma de los Altos de Boliche (nudo de
la Huaca) y los Páramos del Ángel. Rios principales, fuera de los nom-
brados en los limites: Rio Apaqui y rio del Ángel ó de Mira. Recursos
principales : cría de ganado en los excelentes pastos de la región alta, cultivo
de los cereales en las partes templadas, y el de la caña y de productos
35*
549 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
subtropicales en las calientes del Chota. Poca industria, poco comercio y.
casi solo de tránsito (entre Pasto y Quito). Arriería,
Cantón único de Tuloan. Cabecera del mismo nombre, de poco caserío, con unos
4000 habitantes, á la distancia de unas dos millas de la orilla derecha del rio Carchi;
con una casa consistorial y una aduanilla. — Parroquias: Los pueblos de Httaca, IWa,
Puntal, Mira, Ángel, Piquer, S. Isidro, La Concepción, todos son pequeños y sin parti-
cularidades notables; solo Mira tiene fama histórica, por formar el término setentrional
de los trabajos geodésicos de los Académicos franceses en el siglo anterior.
n. Provincia de Imbabura.
Área 6256 küóm. Q (=202 leg. D). Habitantes 68000. Parroquias 20.
Confina al N con la del Carchi, al S con la del Pichincha, al 0 con la de
Esmeraldas y al E con la del Oriente. Su territorio muy quebrado com-
prende la mayor parte de la hoya interandina de Ibarra y las cordilleras
que la ciñen. Montañas notables: Imbabura, Cusin, Mojanda (en parte), Cota-
cachi, Yana-urcu, Cerros de Angochagua. Lagunas de San Pablo y de
Yaguarcocha. Rios principales : Blanco (Ambi), Taguando, Chamaohan, Pisco,
Chota, Mira. En las vertientes occidentales de la Cordillera, rio lita, Lluri-
magua y cabeceras del rio Santiago. Recursos principales: Agricultura
(cereales, caña de azúcar, algodón), ganadería, industria textil, extracción
de sal. Comercio bastante vivo con Pasto y Quito.
Oanton de Ibarra. Ibarra, capital de provincia y cabecera de cantón, es una bonita
ciudad, fundada en 1606 y llamada en memoria del Presidente de entonces, D. Miguel
Ibarra. Tiene cosa de 5000 habitantes, calles y edificios regulares, y está rodeada de
hermosas huertas. Es residencia de un obispo; tiene conventos de Sto. Domingo, S. Fran-
cisco, S. Agustín, de la Merced con sus respectivas iglesias, una catedral y algunos
templos mas, un convento de monjas del Carmen, un Colegio de las HH. de la Provi-
dencia. Un Seminario episcopal, al lado del hermoso templo de la Compañía hoy destruido;
un Hospital muy bueno y otros edificios públicos del Gobierno y del Ayuntamiento. La
ciudad fué destruida completamente por el gran terremoto en 1868, pero se halla restable-
cida casi en todas sus partes. Parroquias: En Ibarra el Sagrario. — Salinas en una
llanura árida y malsana, notable por el comercio de sal. Tumbaviro, rodeado de algodo-
nales y frutales. Urcuquí, cuyos habitantes se dan especialmente á la fabricación de
obras de calderería. Cahuasqui, San Antonio, Hatuntáqui, pueblo grande con una raza
de indios muy laboriosos, Caranqui, presumida cuna de Atahuallpa, Ambuqui, Pimampiro
y Angochagua, todos tres pueblos pequeños y miserables, y finalmente Carolina, uno de
los sitios que se hallan á las orillas del Mira á la entrada de los tasques occidentales.
Cantón de Otavalo. Cabecera: Otavalo, en tiempos anteriores una villa bonita con
buenos edificios, hoy reedificado medianamente sobre las ruinas, que ocasionó el terre-
moto de 1868, no tendrá mas de 4000 habitantes. Tiene un clima agradable y sano y
alrededores amenos. Tiene algunos obrajes de lana y algodón. — Parroquias: En Otavalo
la Matriz (Jordán) y San Luis. — San Pablo á la orilla oriental del lago de su nombre,
y San Rafael de la laguna, sin recomendación.
Cantón de Cotacachi. Cabecera: Cotacachi, al pié del volcan des mismo nombre,
es un pueblo grande y talvez mas populoso que Otavalo. Sus habitantes son muy in-
dustriosos y dados á la manufactura de tejidos. Otros parroquias : San Francisco, Inuwtac
é Intac, el último es un poeblo miserable en las montañas occidentales.
REVISTA TERRITORIAL. 549
HE. Provincia del Pichincha.
Área 16106 kilóm.Q (=:520 leg.D). Habitantes 205000. Parroquias 48.
Linda al N con la provincia de Imbabura, al S con la de León, al O con las
de Esmeraldas y Manabi, y al E con la Región oriental. Se extiende sobre
la gran hoya interandina de Quito con las cordilleras adyacentes. Al occi-
dente so prolonga hasta la confluencia del rio Peripa con el rio Daule y
hasta muy cerca de la unión de los ríos Guallabamba y Blanco. Es muy
montañosa y posee solo en el centro algunas llanuras bastante reducidas.
Montañas principales: Pichincha, Pululagua, Atacazo, Corazón; Rumiñahui,
Pasochoa, Sincholagua, Antisana, Guamaní, Puntas, Pambamarca, Sara-urcu,
Cayambe, Mojanda (en parte). Rios: el Guallabamba con todos sus tribu-
tarios interandinos, todo el sistema del rio Blanco y la mayor porción del
del rio Toachi. Rio Peripa y Palenque. Recursos principales: Agricultura
y ganadería; comercio activo con las demás provincias; arriería; industria
tejera y otras en menor escala.
Cantón de Quito. Quito, la antigua capital de los Shiris é Incas, es hoydia la
capital de la República, la de la provincia y la cabecera del cantón. Su posición topo-
gráfica véase en la página 94 y en el plano adjunto. El aspecto de la ciudad, vista
desde las faldas del Pichincha, ó de la cumbre del Panecillo, ó de. las lomas de Poingasí
y Lumbisí (véase la lámina que representa el Pichincha con la ciudad), ó de las que se
levantan al Norte (véase la lámina copiada de una fotografía), es pintoresco y recuerda
las ciudades de tercer orden de Europa. Sus calles son, apesar de lo quebrado del
terreno, casi todas muy rectas, y las principales bien anchas y empedradas. Los templos,
especialmente los de los conventos, constituyen el principal ornato de la ciudad, aunque
no se puede llamarlos monumentos de gran valor arquitectónico, con excepción talvez
del de la Compañía, que es el mejor y mas lujoso de todos, en el estilo particular, que
muestran casi todas las iglesias antiguas de esta orden y que se ha llamado el de los
jesuítas. Lástima, que la mayor parte de los templos han perdido sus torres en el gran
terremoto de 1859. Quito tiene muchos y espaciosos conventos, así los muy antiguos
de San Francisco, de Santo Domingo, do La Merced, de San Agustín, de la Concepción,
del Carmen antiguo y moderno, de Santa Catalina, de Santa Clara etc., después los
Celegios y casas de las órdenes y congregaciones modernas; un hermoso palacio arzo-
bispal, tres hospitales, un manicomio, una casa de huérfanos y otras de beneficencia y
caridad. De los demás edificios públicos nombraremos el Palacio de Gobierno en la plaza
mayor, la Municipalidad, un magnífico Panóptico para los condenados á reclusión, el casi
palacio de la Escuela de artes y oficios (antes Protectorado), el palacio de justicia, el
Seminario mayor en los afueras de la ciudad, el hermoso Observatorio astronómico,
rodeado de la Alameda, un sólido y grande teatro concluido no hace mucho, la Univer-
sidad y el Instituto de ciencias, con los laboratorios y museos de historia natural en el
antiguo colegio de los jesuítas. En el mismo existe la Biblioteca Nacional bastante rica,
especialmente en obras antiguas. En las calles principales se ostentan también muy
hermosas algunas casas particulares. Las muchas plazas y plazuelas de la ciudad están
provistas casi todas de pilas de agua y en la plaza mayor se halla un hermoso jardín;
la de San Francisco sirve de mercado, y la de Santo Domingo está reservada para la
estatua de Sucre. — Difícilmente se comprenderá en el extrangero, que para la capital ;
de la República no existe todavía ningún censo medianamente exacto. Enorme es la
diferencia de las cifras, que los autores dan para el número de los habitantes. Villa-
vicencio sueña con 80000 y también el señor Mera anda sin duda muy equivocado
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REVISTA TERRITORIAL. 551
diciendo que «la población pasa do 70000 almas». En 1735 Hlloa la avaluó entre 50000
y 60000: al principio de nuestro siglo Caldas la calculó entre 35000 y 40000; el censo
levantado en 1882 dio solamente &5000, el de 1871 ó 1872 ni tantos; el doctor Stübel no
calculó mas que 25000 á 30000. De lodos modos me parece que Hassaurek tiene razón
diciendo, que el número do los habitantes de Quito no pasa de 40000; en cuanto quede
inferior á esta cifra, no lo sabemos. Me parece que Quito actualmente tiene menos que
al tiempo del coloniaje, de ningún modo ha crecido en este siglo.
Parroquias: 8 en Quilo y suburbios: Sagrario, St. Bárbara, San Blas, Sta. Frisca,
San Marcos, San Roque, San Sebastian, Chimb acalle. — Las rurales son: Magdalena y
GhiUogallo con los buenos pastos de Turubamba; Lina al pió del Guagua -Pichincha,
Conocoto, Sangolquí, Alan g así, Amaguaña y Píntac, todos en el hermoso valle de Chillo,
Guápalo, á poca distancia de Quito, con un hermoso templo ; Cumbayá, Tumbaco, Puembo,
Pifo, Yaruqui, en el anchuroso valle de Tumbaco; Quinche con el célebre santuario de
la «Virgen del Quinche»; Guallabamba de mala fama por su temperamento caliente y
malsano: al N de Quito: CotocoUao, Pomasqui, Calacalí, Zámbisa, San Antonio de
Llullumbamba, Puéttaro y Perucho, San José de Minas; en las montañas occidentales:
Nanegal, Guatea, Mindo y Nono; en la entrada á las montañas del Ñapo: Papaüacta, al
pié del Antisana.
Cantón de Cayambe. Cabecera del mismo nombre, al pié occidental del gigantesco
volcan Cayambe, con unos 3000 habitantes. Parroquias: Malchingui, Tocachi y Taba-
cundo, todos tres á las faldas inferiores del Mojanda, y Cangagua á poca distancia do
Cayambe.
Cantón de Mejía. Cabecera: Machachi en la hermosa llanura de su nombre, con
magníficos potreros. Parroquias: ademas de la Matriz, el pueblo de Tambülo al pié de
la cuesta de St*. Rosa, formado por el trajin de los viajantes, Aloag y Aloasi al pié del
cerro Corazón, Uyumbicho hacia el valle de Chillo, y Sto. Domingo de los Colorados,
metido en las montañas occidentales.
IV. Provincia de León.
Área 6722 kilóm. D (=218 leg.D). Habitantes 109600. Parroquias 26.
Colinda al N con la del Pichincha, al S con las del Tunguragua y de Bo-
lívar, al O con la de Los Ríos y al E con la Región del oriente. Es en
todas partes muy montañosa y comprende la porción setentrional de la gran
hoya interandina que hemos llamado de Latacunga. Sus montañas princi-
pales son el Cotopaxi, Quilindaña, Iliniza y Quilotoa; su rio principal el
Cutuchi; al occidente caen en su territorio los sistemas superiores de los
rios Toachi, de Pilaló (Quevedo) y de Angamarca, al oriental las cabeceras
del rio Ñapo. Recursos principales: Agricultura y ganadería, manufactura
de tejidos, comercio y arriería, trapiches en los calientes.
Cantón de Latacunga. Latacunga es la capital de provincia y cabecera de can-
tón; es una ciudad regular de unos 12,000 habitantes y con casas construidas en su
mayor parte de piedra pómez, lo que le dá un aspecto algo triste. Tiene 5 iglesias, un
Colegio particular, fundado por un Latacungueño patriota, el señor Vicente León, en cuya
memoria la provincia recibió su nombre, un Colegio de niñas, buena casa Municipal, un
Hospital. La ciudad se halla en una posición bastante expuesta, pues, las avenidas lodosas,
que suelen acompañar á las erupciones del Cotopaxi, en varias ocasiones la han destruido
parcialmente. — Parroquias: la Matriz y San Sebastian; Muíalo en una llanura arenosa
al pié del Cotopaxi, San Felipe con las interesantes canteras de piedra pómez; Aloques,
552 GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
San Miguel, pueblo grande con tierras fértiles, Guaitacama, Saguisüi, Tanicuchi, Toacaso,
San Juan de Paetocaüe, Cusubamba y Pansaleo (Mulalillo); metido en el valle occidental
del Toachi se halla Sigchos. '
Oanton dé Pnjilí. Cabecera del mismo nombre, sin recomendación especial, á corta
distancia de Latacunga. Las otras parroquias del cantón constan de pueblos miserables
ó sitios de poco caserío, metidos algunos en las montañas occidentales: San Vicente,
San Juan, PoaJó, IsinlM, Ovan gaje, Chugchilan, Püaló, Tingo, Zumbagua, Angamarca*
Pangua.
V. Provincia del Tunguragua.
Área 4367 kilóm.Q (=141 leg.Q)- Habitantes 103000. Parroquias 24.
Tiene por limites al N la de León, al S la del Chimborazo, al O la de Bo-
lívar y al E los bosques orientales. Su terreno en todo montañoso com-
prende la parte meridional de la hoya de Latacunga; el Carihuairazo, Casa-
guala, Cerro hermoso y el formidable Tunguragua son sus montañas mas
notables, y sus ríos principales el de Ambato, el Panchalico, el Patato y el
Pastaza. Recursos principales: Agricultura y ganadería, vinicultura, arriería,
varias industrias en pequeña escala, y comercio.
Oanton de Ambato. Ambato, capital de la provincia y cabecera del cantón, con
unos 8000 habitantes ; tiene 4 iglesias, un Hospital, una regular casa de Gobierno y otra
Municipal; un Seminario y un Colegio nacional. La feria de todos los lunes es muy
concurrida. El clima de Ambato es abrigado y suave; la ciudad está rodeada de her-
mosas huertas y quintas. Otras parroquias: Lsamba, S. Bartolomé, Quifapincha, Pasa,
Püagüin en los desfiladeros del Carihuairazo, Santa Rosa, Tisaleo, Quero, Totoras, Ft-
caigua, Mocha, añonado en la antigüedad india y hoy un importante pueblo dedicado á
la arriería, Guachi y Atocha, la última muy cerca de Ambato, á las orillas de su rio.
Oanton de Pelileo. Cabecera: Pelüeo, pueblo bonito y grande con cerca de
8000 habitantes. Otras parroquias: Chumaqui, Bumichaca, Guambaló, Cotaló, todas pe-
queñas, Patate, grande, de clima muy mitigado y sano, con vinicultura, Baños al pié del
Tunguragua, con fuentes termales, cañaverales y platanales.
Cantón de Pillaro. Cabecera: Pifiar o, un pueblo de bastante caserío con unos
3000 habitantes, en la falda occidental de la Cordillera oriental. Fuera de Pillaro el pe-
queño cantón tiene solamente las dos parroquias mezquinas de San Miguelito y San
Andrés (Yachil), asentadas á la misma falda de la Cordillera.
VI. Provincia del Chimborazo.
Área 7743 kilóm. Q (=250 leg. □)• Habitantes 122000. Parroquias 37.
Sus linderos son al N la del Tunguragua, al S la de Cañar, al O la de Bo-
lívar y al E la del Oriente. Es montañosa, como todas las provincias inter-
andinas, con la llanura de Riobamba en medio. Comprende la gran hoya
de Riobamba y la mas pequeña de Alausi. Sus montañas principales se
llaman: Chimborazo, Igualata, Altar, Cubillin, Sangay. Sus ríos forman el
sistema del rio Chambo, tributario del Pastaza y el sistema superior del rio
Chanchan. Recursos principales: Agricultura, ganadería, comercio, extracción
de quinas, arriería.
REVISTA TERRITORIAL. 553
Cantón de Riobamba. Biobamba, capital do la provincia y cabecera del cantón,
tiene 12000 habitantes aproximadamente. Está edificado en medio de una llanura arenosa,
con calles rectas y anchas, y casas bajas. Ademas de la Catedral posee 6 iglesias, entre
ellas la nueva y muy hermosa de San Alfonso. Los otros edificios públicos no tienen
mérito. Es residencia de un obispo, tiene un Seminario, un Colegio nacional. Excepto
el dia de la feria semanal, que es muy concurrida, hay poca animación en las calles y
la ciudad presenta im aspecto bastante triste. Riobamba existe en el lugar actual solo
í)0 años, antes del terremoto de 1799 se hallaba en el sitio que ahora ocupan los pueblos
de Cajabamba y Sicalpa. Parroquias: La Matriz, San Luis, Chambo, Punin, Licto, Fún-
gala, Cebadas, Lican, San Juan, Calpi, todos pueblos sin recomendación especial; Yaru-
guíes con el anejo de Cacha, que parece haber sido la residencia de los antiguos régulos
de Purhuá.
Cantón de Guano. Cabecera: Guano con una población muy industriosa, dada
especialmente á la manufactura de hilar, tejer y tinturar; puede tener entre 4000 y
5000 habitantes. Las otras parroquias son: Rosario, San Andrés, Cubijíes, Químiac,
Penipe, Puela, Guanango ó llapo, rodeado de páramos frios.
Cantón de Colta. Cabecera: ViUa de la Union, nombre oficial, pero poco usado,
para los dos pueblos unidos de Cajabamba y Sicalpa, que tienen la particularidad de
estar asentados sobre las ruinas del Riobamba viejo. Una legua al S se halla la laguna
de Colta, una de las mas grandes del pais interandino. Otras parroquias del cantón:
Columbe, Gruamote, Palmira, todas tres rodeadas de páramos, Pangor á las vertientes
occidentales de la Cordillera, y Palla tanga con productos tropicales, en un pequeño valle
lateral y paralelo al del rio Chimbo.
Cantón de Alauaí. Este cantón ocupa el sistema fluvial y la hoya del rio de
Alausí, llamado mas abajo rio Chanchan. Cabecera: Alausi, una villa de cerca de
4000 habitantes, con un clima suave y sano, y en una posición pintoresca. Parroquias:
La Matriz, Tixan, con minas de alumbre y azufre, Guasuntos, Achupallas, Pomállacta,
Gonzol, Chunchi con un clima suave á la falda occidental del Azuay, y Sibambe, notable
como término del ferrocarril que actualmente está en construcción.
Cantón de Sangay. El terreno de este cantón se extiende sobre las vertientes
orientales de la Cordillera real, sin límites fijos hacia el Este. Cabecera: Macas, un
pequeño pueblo sobre las orillas del rio Upano, á 1000 metros de altura abs. La otra
parroquia se llama Zuñac y se encuentra mas arriba en las faldas de la Cordillera.
Ademas pertenecen á este cantón « las misiones de Alapicos, Barahona, Mendena, Guam-
binina, y todas las tribus y terrenos comprendidos en el antiguo gobierno de Macas».
(Convención Nac. de 1884). ¿No sería mas acertado, agregar estos territorios (misiones
hoydia no existen) á la Provincia ó Región del Oriente, como los de Ñapo, Canelos y
Zamora?
VE. Provincia de Bolívar.
Área 3004 kilóm. Q (=97 leg. □)• Habitantes 43000. Parroquias 18.
Linda al N con la provincia de León, al S con la del Guayas, al O con la
de Los Ríos y al E con la del Chimborazo. Su territorio comprende lo que
en la topografía hemos llamado hoya ó valle de Chimbo con una parte de
las Cordilleras adyacentes. Es toda muy montañosa, sin tener montañas de
nombradía; su único rio de importancia es el de Chimbo. Recursos prin-
cipales: Agricultura y ganadería, extracción de quinas y algo de sal, comercio
de tránsito y especialmente la arriería.
Cantón de Guaranda. Guaranda, capital de provincia y cabecera de cantón, es
una villa bonita con unos 4000 habitantes, la mayor parte dados á la arriería. Tiene
564 QBOOBAífjl POLÍTICA Y CIVIL
bastante importancia desde la antigüedad por «atar situado ventajosamente sabré el
camino principal, que reúne la sierra eon el litoral. Existen u
regulares para la comodidad de los viajeros. Los edificios públicos son muy ti
Hay un Colegio de niños y otro de ninas. Otras parroquias: Qwtnnjo,
fuentes saladas, Simiatue, Santa/i, rocoto, San Lorento.
Oanton de Chimbo. Cabecera: San Jote con una población de 3000 almas aproxi-
madamente y sin recomendación especial. Al oanton pertenecen ademas las parroquias
de Asaneato, Chápatelo, Tdembüa y San Antonio, las dos últimas metidas en loa basquea
occidentales, con trapichea.
Oanton da San Miguel- Cabecera: San Miguel, parecido en todo á San José do
Chimbo. Las otras parroquias son: Santiago, á la banda izquierda del rio Chimbo, y á
la derecha: San Palito (de Atenas), Biiovan, ChiOanes; finalmente al pié de la Cordillera
occidental y en el camino de Bodegas, se halla Baleabamba.
VHI. Provínola de Cañar.
Área 3933 küóm.LJ (= 127 lag. Q). Habitantes 64000. Parroquias 12.
Confina por el N con la del Chimborazo, por el S con la del Azuay, al O
con la del Guayas y al E con los bosques orientales. Es sumamente mon-
tañosa y comprende la pequeña hoya interandina de Ganar. Sus montanas
principales dependen del gran nudo del Azuay y en parte de la Cordillera
occidental. El rio central es el de Cañar, ademas le toca el sistema del
rio de Azogues y algunos otros tributarios del Paute. Recursos principales:
Agricultura y ganadería, algo de minería (Pilzhun).
Oanton da Asógues. Atoónos es la capital de la provincia y del cantón, y tiene
ocrea de 4000 habitantes. La villa es de regular caserío. En su cercanía se hallan las
antiguas minas de azogue, que le han dado el nombre, pero parecen agotadas. Parroquias:
La Motril, Siblian, ludan, Pindüic, DtUg, San Miguel, Chwptipata y Cojitambo, célebre
por la multitud de huecas que se han encontrado en su cercanía.
Oanton de Cañar. La Cabecera del mismo nombre, casi tan populosa como Azogues,
es de temperamento mas frío (11° C.) pero rodeado de terrenos feraces. Á. la distancia
de 2 leguas al E se hallan los hermosos restos de un castillo del tiempo de los incas,
llamado Inca-pirca. Fuera de la Matriz el cantón cuenta solo con las tres pequeñas
parroquias de Suteal, Tambo y Oualleturo.
IX. Provincia del Azuay.
Arca 10034 kilóm.a (=324 leg.D). Habitantes 132400. Parroquias 44.
Colinda al N con la de Cañar, al S con la de Loja, al SO con la del Oro,
al O con la del Guayas y al E con la del Oriente. Ocupa lo principal de
las hoyas interandinas de Cuenca y del Jubones, con las cordilleras que las
rodean, y está regada por los ríos que forman el Paute hasta el Allcuquiru,
y por muchos que entran al Jubones, también por las cabeceras de algunos
ríos occidentales. Recursos principales: Agricultura, ganadería, comercio,
algo de minería {lavaderos de oro), industria de tejer sombreros, extracción
de Quinas.
REVISTA TERRITORIAL. 555
Cantón de Cuenca. Cuenca, capital do la provincia y del cantón, ocupa el segundo
lugar entre las ciudades del interior y el tercero entro las de la República. Su población
se puedo calcular en 20,000 á 25,000. Sus alrededores son mas cultivados y mas amenos
«pie los de Quito, y su temperamento mejor (mas de Io C. mas alto). La ciudad hace
una impresión agradable, aunque no posee edificios públicos ni privados notables ó de
valor arquitectónico. Es residencia de un Obispo. Tiene, fuera do la Catedral, 7 iglesias,
todas anexas á conventos; un Seminario, un Colegio Nacional, una Universidad (incom-
pleta), un Colegio de niñas, un grande y hermoso Lazareto, un Hospital, una Casa do
huérfanos, una Casa de temperancia para los beodos. En la plaza mayor hay una fuente
y un jardín. Parroquias urbanas: Sagrario, San Blas, San Sebastian, San Boque, Chi*
quintad; rurales: Sayausí con canteras de mármol, Baños con fuentes termales, Turi,
Cumbe, Valle, Qtiinjeo, Sta. Ana, P aecha, Nulte, Llacao, Sta. Bosa, Sidcay, Sinincay,
Molleturo, el último pueblo se halla allende la Cordillera occidental, en el camino á
Naranjal.
Cantón de Gualaceo. Cabecera: Gualaceo, situado en un valle delicioso, á poca
distancia de la desembocadura del rio de su nombre en el Paute, puede tener 3000 habi-
tantes, y es una villa bonita con un clima muy agradable y rodeada de frutales. Las
demás parroquias del cantón se llaman: San Juan, Jadan, Pan y Chordelegf la última
afamada, por haberse encontrado en ella varias huacas ricas y de alto interés arqueológico.
Cantón de Paute. Cabecera: Paute, con un clima y una situación análoga á la
de Gualaceo, á las orillas del rio que lleva su nombre, tiene una población bastante re-
ducida y no ofrece otra cosa digna de ser apuntada. Cuenta el cantón con las parroquias
de San Cristóbal, Guachapala, Huarainac y Palmas.
Cantón de Jirón. Este cantón abraza la porción de la provincia, que cae al Sur
del nudo de Tinajillas y Pórtete. Su cabecera es Jirón, un pueblo que no tiene otra re-
comendación, que la de haberse celebrado en él los tratados de 1829 entre Colombia y
Perú, después de la batalla de Tarqui. Las domas parroquias agregadas al cantón se
llaman: San Fernando, Asunción, Chahuarurcu (Cañaribamba), Pucará, Zhaglli, Nabon,
Cochapata y Oña.
Cantón de Gualaquiza. Mejor se llamaría de Sigsig, que de un sitio abandonado
en los bosques orientales. Cabecera: Sigsig, con lavaderos de oro en su jurisdicción, es
un pueblo de temperamento frió, habitado con preferencia de indios. Otras parroquias:
Jima, igualmente frió, Ludo y S. Bartolomé con un clima mas abrigado, y Bosario y
Gualaquiza metidas en las selvas orientales y con la mala vecindad de los Jíbaros. A
este cantón agrega la Convención Nac. oíos demás territorios orientales pertenecientes
á la provincia del Azuay». Pero ¿cuales son estos terrenos? Dudo que haya una nación
en el mundo, en que se hace la división territorial de un modo tan vago, como en el
Ecuador.
X. Provincia de Loja.
Área 9600 kilóm.D (=310 leg.D)« En este cálculo del área entra so-
lamente la porción de la provincia, que se halla al Oeste de la Cordillera
real. Otras tantas leguas, y talvez mas habrá al Este en la hoya del Za-
mora y al Sureste en la del rio Chinchipe. El avalúo de esta provincia se
podrá hacer solo después de un arreglo definitivo de los limites con el Perú.
Habitantes 66000. Parroquias 29. Sus linderos son al N la provincia del
Azuay, al O la del Oro, al S y E la República del Perú y la Región oriental.
Su terreno es montañoso, pero sumamente variado, comprendiendo regiones
muy frias, otras de clima templado y otras muy calientes. Los ríos prin-
cipales son: en el centro el Catamayo con todos sus tributarios, al oriente
556 OROGRAFÍA POLÍTICA T CIVIL.
el rio Zamora, y al Sur el Chinchipe. Recursos principales: Agricultura y
ganadería, especialmente cria de mulares, extracción de quinas, comercio.
Cantón de Xioja. Leja, capital do la provincia y cabecera del cantón, tiene el
aspecto de una pequeña villa con regular caserío, pero falta de edificios notables. Al-
gunos lo dan 10,000 habitantes, pero creo que la cifra es muy exagerada. Su clima es
suave y bastante sano. Es residencia de un obispo, tiene ademas de la Catedral 4 iglesias
de conventos, un hospital, un Seminario y un Colegio. Parroquias: Sagrario, San Se-
bastian, Valle, Chuquiríbamba, Santiago, San Pedro, Gontanamá, la Pom, Malacatos (que
no se encuentra en la lista oficial de la Convención), Vilcabamba; en el curso superior
del rio Chinchipe: VaVadolid, Chito y Zumba.
Cantón de Zaxaguro. Cabecera: Zaraguro, pueblo grande al pié del cerro de Pulla,
con una población robusta y laboriosa de indios, que casi todos se visten de negro.
Pertenecen al cantón las parroquias de Paquishapa, San Pablo de Tenia y Mano.
Cantón de Paltas. Cabecera: Catacocha, sobre la cordillera que separa los valles
del Catamayo y del Casanga, con un temperamento suave, parecido al de Loja. Parro-
quias: Chahuarbamba, Cangonamá, Guachanamá.
Cantón de Célica. Cabecera: Célica, de bastante actividad y comercio y con una
célebre feria anual (de San Pedro). Las otras parroquias agregadas al cantón son Alamor
y Zapotillo.
Cantón de Cálraa. Cabecera: Cariamanga, un pueblo grande al pié del cerro de
A vaca, que parece haber sido en la antigüedad la capital de la provincia de Zana. Hoy
no presenta nada de particular. Otras parroquias: Amaluea, Colaisaea, Zosoranga y
Macará. El último pueblo se halla á las orillas del rio de su nombre y es el término
sur del camino real, que atraviesa la República longitudinalmente desde Tulcan en la
frontera de Colombia. Aquí se halla la aduanilla establecida en el límite con el Perú.
XX Provincia del Oro.
Área 6060 küóm.Q (=196 leg.D)- Habitantes 32600. Parroquias 15.
Tiene por limites al N las provincias del Guayas y del Azuay, al S y E la
de Loja y al O el Océano y el Perú. La mitad oriental de su terreno es
montañosa comprendiendo la hoya de Zaruma, y la mitad occidental consta
en gran parte de llanuras litorales, cruzadas de esteros y del rio Jubones.
Recursos principales: industria minera en el pais alto, azucarera en los valles
templados, y agricultura (cacao) en el litoral ; en la costa pesquería, extrac-
ción de madera; comercio.
Cantón de Máchala. Máchala es la capital de la provincia y la cabecera de can-
tón. No se distingue por otra cosa notable de los demás pueblos de la costa. Tiene una
población de cerca de 3200 almas. Clima ardiente pero no malsano. Otras parroquias
del cantón: Guabo, Pasaje y Buena Vista. Estos tres son los pueblos que producen el
«cacao de Máchala», pues en las inmediaciones arenosas y cascajosas de la villa no crece.
Cantón de Santa Rosa. Cabecera: Santa Rosa, un pueblo parecido á Máchala y
sin particularidades notables, sino la de ser el puerto para los viajeros y cargas desti-
nadas al Cantón do Zaruma y á la provincia de Loja. Por esto se observa mas anima-
ción en Santa Rosa que en Máchala. Su población no pasa mucho de 2500. Otras parro-
quias: Arenillas de regular caserío y los sitios de Jambelí y Chacras, el último en la
actual frontera del Perú á la orilla derecha del rio do Zarumilla.
Cantón de Zaruma. Cabecera: Zaruma. que on lo material tiene poco mérito, es
de importancia como centro del distrito minero mas rico do la República. Es el único
BEVISTA TERRITORIAL. 557
pueblo en que la industria minera se ha arraigado desde mucho tiempo, tomando mas y
mas incremento en nuestros tiempos. Los alrededores de la villa son sumamente
quebrados, el clima es agradable y sano. En Zaruma residen muchos extrangeros,
atraídos por las minas de oro. Su población puede ascender a 1000 almas. Otras parro-
quias: Malvas, Piños, Ayabamba, Paccha, Guanazan y Vishagüiña.
XII. Provincia del Guayas.
Área 21 278 kilóm. Q (= G87 leg. Q). Habitantes 98 100. Parroquias 25.
Linda al N con la provincia de Manabi, al E con las de Los Rios, de Cañar
y del Azuay, al S con la del Oro y al O con el Golfo de Guayaquil y el
Océano Pacifico. Sus terrenos son planos ó suavemente undulados, inter-
rumpidos por aquí y por allá por cerros aislados ó agrupados, pero no
muy altos. La única cordillera algo considerable es la de Chongon y Co-
lonche. Está cruzada por el complicado sistema fluvial del Guayas inferior
y medio y por el Daule hasta donde este se forma de la reunión del rio
Grande y del Peripa. Recursos principales: Agricultura y ganadería, comercio
muy activo con el exterior é interior, industria azucarera y muchas otras,
extracción de maderas y de otros productos vegetales, industria de tejer
sombreros finos de paja, pesquería, navegación. Es la provincia que tiene
los recursos mas ricos y mas variados.
Cantón de Guayaquil. Guayaquil, la capital de la provincia y cabecera del cantón,
es sin disputa alguna la principal y mas importante ciudad del pais, bajo todo respecto.
Quito le aventaja solo por ser capital de la República y residencia del Supremo Gobierno.
El censo levantado en 1890, el cual, si no en todo perfecto, es sinembargo el mas exacto
de cuantos se han practicado hasta ahora, arrojó la cifra de 44,772 habitantes, de los
cuales 4378 eran extrangeros. Atendiendo al continuo y rápido aumento de la población,
no exageramos fijándola para el presente año de 1892 en el número redondo de 45,000.
Así como la población en los últimos 20 años casi se ha duplicado, también el caserío
de la ciudad se ha extendido sobre mas que el doble de su recinto primitivo, lo que se
observa comparando, por ejemplo, el plano que se halla en la Geografía de Villavicencio
con el actual. El cambio y mejoramiento de Guayaquil es tan considerable, que él que
ha visto la ciudad unos 25 años atrás, hoy á su regreso apenas la conocerá ; es una gran
ciudad en formación, y será dentro de poco, especialmente concluidas algún dia las obras
grandes de canalización y agua potable, una de las mejores de Sudamérica. Las calles
de Guayaquil son rectas y anchas, las principales bien empedradas. Los edificios todos
son de madera y la mayor parte de dos, algunos de tres pisos (contando el «entresuelo»
por piso); aunque no tienen valor arquitectónico, no carecen por esto de mérito. El ex-
trangero que por primera vez mira estas fachadas de las iglesias, de los edificios públicos
y de las hermosas casas particulares con sus balcones y ricamente adornadas, apenas
puede convencerse de que todo esto es hecho de madera, por carpinteros que nunca
han estudiado teóricamente la arquitectura, y con los instrumentos mas sencillos del
mundo. El gremio de los carpinteros de Guayaquil es digno de todo elogio por sus
aptitudes y su laboriosidad. Fuera de la Catedral que tiene dos torres elegantes y una
hermosa fachada, cuenta Guayaquil con 7 iglesias mas, todas muy regulares. Hay un
lujoso palacio de Gobierno, recien construido, una muy espaciosa aduana á las orillas
del rio, el casi-palacio de la Comandancia general, anexo al cuartel de la artillería, el
palacio del Obispo, el Seminario, el gran Colegio de San Vicente, en que se halla tam-
bién la (incompleta) Universidad, el Colegio de los Hermanos Cristianos, un hermoso
REVISTA TERRITORIAL. f)59
Colegio de señoritas regentado por las 1IH. de los Sagrados Corazones, un gran Hospital
civil administrado por las HH. de Caridad, otro militar igualmente grande á media altura
del cerro de Sta Ana, el espacioso Manicomio Vélez en los afueras de la ciudad, la casa
de Beneficencia de Señoras, un bonito teatro. Las demás casas públicas son menos
notables. Hay una gran fábrica de gas, calculada para un aumento considerable de la
población, una fábrica de hielo, otra de cerveza, otras de chocolate, fundiciones de hierro,
talleres de mecánicos etc., un Astillero, en que se construyen buques de vapor y de vela.
Como lugar de recreo podemos considerar los espaciosos Baños del Estero Salado, un
kilómetro al O de la ciudad. También el hermoso y ancho Malecón, que orilla la ria en
la extensión de casi 2 kilómetros, sirve de paseo, especialmente en las frescas noches de
verano, cuando soplan las brisas de Chanduy. En la plaza mayor se levanta sobre un
pedestal de mármol la estatua ecuestre de Bolívar, y la de Rocafuerte está adornada con
la estatua pedestre del gran patriota cuyo nombre lleva la plaza (antes de San Fran-
cisco). Próximamente Guayaquil honrará con otra estatua (que está por concluirse) la
memoria de su mejor poeta, Olmedo. Como puerto principal de la República, visitado
continuamente por buques de todas las naciones navegantes, y como emporio del comercio
ecuatoriano, la ciudad naturalmente lleva una vida muy distinta de la de las ciudades
del interior; todo respira animación y alegría, y se han implantado muchas costumbres
cosmopolitas en la sociedad culta y hasta en el pueblo bajo. Se halla recorrida en todas
las direcciones por lineas de Carros Urbanos (tramvías) é igualmente cruzada por alambres
de teléfonos. En estos dos puntos Guayaquil no se queda en zaga de las grandes ciu-
dades de Europa, en comparación del numero de sus habitantes.
Parroquias urbanas: Sagrario, Concepción, San Alejo; rurales: Chongon, reducido á
pocas casuchas, Taura, Zamborondón, Morro, Puna, Jesús Marta, Naranjal y Balao, las
dos últimas en un importante distrito cacaotero.
Cantón de Yaguachi. Cabecera: Yaguachi (nuevo), llamado también Pueblo nuevo,
célebre por la fiesta de San Jacinto y las romerías á este Santo, y por nada mas.
Otras parroquias : Milagro, un floreciente pueblo, en medio de magníficos cafetales, y cé-
lebre por sus pinas, que son las mejores del pais, Yaguachi viejo, Naranjito, y el Cármett,
últimamente fundado en la estación ferrocarrilera de Puente de Chimbo.
Cantón de Daule. Cabecera: Daule, sobre la orilla del rio de su nombre, es un
pueblo bastante grande, de un clima ardiente pero sano, produce las mejores naranjas y
buen tabaco. Otros parroquias: Santa Lucia, Colimes, Balzar, con mejor tabaco que
Daule, Soledad, Las Ramas.
Cantón de Santa Elena. Cabecera: St\ Elena, pueblo regular, aunque hoy no tan
floreciente como en tiempos pasados, goza de un temperamento muy sano por estar cerca
del mar, y es lugar de reconvalecencia; sostiene un comercio activo con sombreros de
paja; elabora las sales de la Puntilla que abastecen toda la República; trabaja en los
pozos de copé. Terreno árido y escaso de agua. Las demás parroquias son: Chanduy,
Colonche y Manglar alto.
XTTT. Provincia de Los Bios.
Área 5947 kilóm.G (= 192 leg.D). Habitantes 32800. Parroquias 15.
Confina al N con las de León y Pichincha, al E con la de Bolívar y al S
y O con la del Guayas. Su terreno es plano y cruzado por numerosos rios
(de donde le vine su nombre), todos ellos tributarios del Guayas ó rio de
Bodegas. Recursos principales: Agricultura, especialmente el cultivo de
cacao, cria de ganado, particularmente del yeguar, extracción de maderas,
comercio activo con el interior.
¿ÍGO GEOGRAFÍA POLÍTICA Y CIVIL.
Cantón de Babahoyo. Capital de la provincia y cabecera del cantón: Babahoyo,
llamado comunmente Bodegas , tiene, como pueblo de tránsito, una población fluctuante,
pero por lo regular no pasará de 3000 almas. La mayor parte se hallan en la parte
nueva de la ciudad (si se puede darle este nombre) que está edificada sobre los barrancos
altos del lado izquierdo del rio con casas de mejor construcción que las de la parte an-
tigua, que se halla al lado derecho en un terreno anegadizo. Tiene dos iglesias, y una
regular casa de Gobierno; los demás edificios públicos no merecen la atención. En
verano se nota alguna animación en las calles y en el comercio por los muchos viajeros,
que diaramente pasan al interior ó vienen de allá; pues Bodegas es el puerto lluvial en
la ruta principal entre Quito y Guayaquil. Las otras parroquias del cantón son insig-
nificantes: Pimocha, Caracol y Sabaneta.
Cantón de Baba. Cabecera: Baba, un pueblo de bastante caserío, rodeado de
huertas de cacao, pero sin otras particularidades. Menos todavía tenemos que decir de
las otras dos parroquias del cantón, que se llaman Guare é Isla de Bejucal, que en lo
físico no son mas que pequeños sitios de pocas casas.
Cantón de Pueblo viejo. La Cabecera del mismo nombre, también rodeado de
cacaotales, no es mejor que Baba, y vá decayendo mas y mas, en la misma escala que
está levantándose la población de Catarama en mejor posición. Se hallan agregadas al
cantón las parroquias de Zapotal, Ventanas, Catarama y San Juan.
Los dos cantones que preceden, y también una parte del que sigue, forman el distrito
cacaotero mas importante de la República y producen el afamado «Cacao de arriba». Los
pueblos, es verdad, presentan un aspecto miserable, pero las haciendas son valiosas, y
muchas de ellas manifiestan también en lo exterior la opulencia.
Cantón de Vinces. Cabecera: Vinces, en posición pintoresca á las orillas del rio
que lleva el misino nombre, y con el fondo de las palmeras y cacaotales, es poco mas
ó menos del mismo tamaño que Baba y Pueblo viejo, y sin otro movimiento que el de
la industria cacaotera y algo de comercio por el rio. Parroquias: Palenque en pampa
rasa, y Quevedo metido en las montañas.
XIV. Provincia de Manabi.
Área 20442 kilóm. □ (= 660 leg. D). Habitantes 64 100. Parroquias 22.
Colinda al N con la de Esmeraldas, al S con la del Guayas, al E con la
misma y con la del Pichincha, y al O con el Océano. Su terreno es media-
namente montañoso, pero sin cerros altos. Carece de rios caudalosos, los
principales son el de Portoviejo, el Chone, el Jama, el Cuaque; en las mon-
tañas interiores participa también de los sistemas fluviales del Daule y Qui-
nindé. Recursos principales: industria del tijido de sombreros finos de paja,
extracción de maderas, de tagua y caucho, algo de agricultura y comercio.
Esta provincia de dilatados terrenos, pero de- escasa población, tiene G cantones,
mas que ninguna otra, ni las mas populosas. Y lo singular es, que las cabeceras de
estos seis cantones se hallan acumuladas en un pequeño espacio, distando una de la otra
solo unas pocas leguas. Las parroquias se hallan distribuidas del modo mas caprichoso.
Así, por ejemplo, Charapotó que está inmediato á la cabecera de Rocafuerte, pertenece
á Monteeristi, que dista cinco veces mas; Chone debería agregarse por su posición natural
á Caráques y no á Rocafuerte vte. Tres cantones serian mas que suficientes.
Cantón de Portoviejo. Capital de la provincia y cabecera del cantón: Portoviejo,
una ciudad, de cerca de 5000 habitantes, que por su aspecto de pueblo apenas merece
tal nombre. Es, sinembargo, residencia de un Obispo y tiene un Seminario. Fuera dé-
la Matriz pertenecen al cantón las parroquias de Biochico y Picoasá.
BEVI8TA TERRITORIAL. 561
Cantón de Montecristi. Cabecera: Montecristi, al pié del cerro del mismo nombre,
con unos 2000 habitantes, y sin recomendación particular. Se adjudicaron al cantón las
parroquias de Manta (puerto habilitado) y de Charapotó.
Cantón de Jipijapa. Cabecera: Jipijapa, el pueblo mas grande y mas importante
de toda la provincia, con 6000 habitantes, conocido por la industria de tejido de som-
breros de paja toquilla (los afamados «sombreros de Jipijapa») y por el comercio anexo
á la dicha industria. Agréganse al cantón las parroquias de Pojan, Julcuy, Machalilla
y Salango, los últimos tres son sitios de pocas casas.
Cantón de Santa Ana. La Cabecera del mismo nombre, que es un pequeño pueblo,
y Olmedo, otro mas pequeño, constituyen todo el cantón, cuya existencia difícilmente se
comprende.
Cantón de Rocafuerte. Cabecera: Eocafuerte (antes Pichota), pequeño, pero de
bonito aspecto y de buen clima. Parroquias: Tosagua, Chone, Calceta y Junin, pueblos
muy retirados hacia el interior de las montañas.
Cantón de Sucre. Cabecera: Bahía de Caráques á la orilla de la hermosa ense-
nada de su nombre, con un caserío no muy numeroso pero de buena construcción y
bonito aspecto. Otras parroquias: Canoa y Pedernales.
XV. Provincia de Esmeraldas.
Área 14 1 í)í> kilóm.[J (=457 leg.Q). Habitantes 14600. Parroquias 8.
Está limitada al N por la República de Colombia, al E por las provincias
de Imbabura y de Pichincha, al S por la de Manabi y al O por el Océano.
Su territorio es montañoso, pero careciendo de cerros altos; todo está cu-
bierto de montañas espesas. Sus ríos principales son el de Esmeraldas con
sus tributarios, todos los del sistema del Santiago y el rio Verde. Recursos
principales: extracción de caucho, de maderas finas y de otros productos
vegetales, lavaderos de oro, un poco de comercio y agricultura en pequeña
escala.
Cantón único de Esmeraldas. Capital de la provincia y cabecera del cantón : Es-
meraldas, un pequeño pueblo de unos G00 habitantes, no tiene otra importancia que la de
ser un puerto habilitado, pero con poco movimiento comercial. Las otras parroquias son
también muy pequeños: Atacámes, San Francisco, Muisne (con Moni piche), líio Verde,
La Tola (con Cayapas), Concepción, San Lorenzo.
XVI. La Región oriental.
Las cifras que podríamos indicar para el área y los habitantes, así como
los linderos serian demasiado vagos, para que merezcan ser colocados aquí.
Lo concerniente se encuentra en la parte topográfica de esta obra. La divi-
sión política de esta región es todavía muy imperfecta, y lo será, mientras
que no se arreglen definitivamente los límites con las naciones vecinas.
Entre tanto no podemos hacer otra cosa que citar el artículo respectivo de
la Convención Nacional de 1884.
« Territorios de Ñapo, Canelos y Zamora. El territorio de Ñapo encierra los pueblos
de Ñapo, Archidona, Tena, A guano, Napotoa, Sta Rosa, Simo, Coca, Payamino, Avila,
Wolf, Ecuador. 3(J
562 GEOGBAPÍA POLÍTICA T OVIL.
Loroto, Concepción, Cotapino, S. Rafael, S. Miguel de Agoaríco, las tenencias de Sinchi-
chicta , Asumy, Maran y demás tribus y territorios, que componían el antiguo Gobierno
de Quyos hasta el Amazonas. — £1 territorio de Canelos se compone de los puebles de
Canelos, Zarayacu, Pacay acu, Lliquino, Andoas, las tribus de Záparos y Jíbaros, los
demás que componían las misiones de Canelos y los territorios adyacentes del reino de
Quito, cuyos limites deben fijarse conforme á los tratados.»
XVIL El Archipiélago de Galápagos.
Área 7430 kilóm.Q (=240 leg.Q). Población fluctuante; permanente
solo en la isla de Chatham, con unas 200 almas. Respecto á todas las demás
particularidades, véase la parte V* de la obra, que es dedicada á este Archi-
piélago interesante.
ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
86
1. (Página 1.)
Mapa** del Ecuador. — Por ahora citaremos solo aquellas cartas geográficas que
comprenden todo el territorio de la República, y que han sido publicadas.
El mapa mas antiguo y algo detallado, que poseemos del territorio de la actual
República del Ecuador, es el del Padre Samuel Fritz, jesuita alemán, que á fines del
siglo XVII viajaba mucho por las misiones del Marañon, haciendo en todas partes ob-
servaciones geográficas sobre aquellas regiones. Recojiendo sus trabajos propios y los
de sus antecesores, compuso el mapa de una gran parte de Sudamérica, comprendida
entre el grado 2 de Lat. N hasta el 12 de Lat. S, y entre las costas del Pacífico y la boca
del rio Amazonas, con el objeto especial de aclarar el curso de este último rio y de sus
fuentes principales. Este mapa fué impreso en Quito en 1707, y se publicó una copia
en el tomo 12° de la edición francesa de las «Cartas edificantes y curiosas, escritas de
las misiones estrangenis y de levante, por algunos misioneros de la Compañía de Jesús».
Esta copia, que tengo presente, lleva el título: «Cours du fleuve Maragnon, autrement
dit des Amazones par le P. Samuel Fritz, Missionnaire de la Compagnie de Jesús», y es
ejecutada en la escala de 1:15000000. — Es admirable, como este ilustrado Misionero
pudo hacer lo que hizo con los insignificantes y desperfectos instrumentos, que tenia á
su disposición, y en las difíciles circunstancias, en que se hallaba durante sus viajes.
Mr. de La Condamine, quien examinó el diario de viaje del P. Fritz, depositado en los
archivos del Colegio de Quito, dice: «No se necesita mas que leer su diario, del cual
tengo una copia, para convencerse de que este Misionero, enfermo cuando bajó por el rio
para buscar auxilios al Para, molesto y vigilado á su regreso, no podia ciertamente hacer
las observaciones necesarias, para que su mapa saliese tan exacto como era posible. Por
otra parte, sin péndulo y sin anteojo no ha podido determinar ninguna longitud; y no
tenia para las latitudes sino un pequeño semicírculo de madera, de tres pulgadas de
radio. Con tan pocas comodidades, es sorprendente que haya podido hacer una obra tan
digna de estimación. Con mas facilidades que dicho Padre, yo siento que mi mapa esté
tan lejos de la perfección.»
Las últimas palabras del sabio francés nos conducen al segundo mapa, que tene-
mos sobre el Ecuador, y que es del mismo Mr. de La Condamine. Está trazado en una
escala algo mayor (l : 11500000) que el del Padre Fritz, pero con el mismo objeto espe-
cial, de precisar el curso del rio Amazonas desde Jaén de Bracamoros hasta su boca,
aunque se extiende hasta el Pacífico entre los grados 6 Lat. S y 5 Lat. N. Esta carta
que lleva el título : « Carte du cours du Maragnon ou de la grande ritiere des Amazones,
dans sa partie navigable depuis Jaén de Bracamoros jusqu'á son embouchure, et qui com-
pren d la Province de Quito et la Cote de la Guiane depuis le Cap de Nord jusqu'á Esse-
quebe; levée en 1743 et 1744 1 et assujettie aux Observations Astronomiques par Mr. de
La Condamine de VAc. R. des 5c», acompaña al «Extracto del Diario de observaciones
hechas en el viaje de la Provincia de Quito al Para por el rio de las Amazonas etc.
destinado por ser leido en la Asamblea pública de la Academia real de las Ciencias de
París. Por Mr. de La Condamine. Traducido del francés en castellano. Amsterdam 1745.»
Este librito en pequeño 8o y de 121 páginas es sumamente raro y poco conocido.
566 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
Pocos años después del pequeño mapa, de que acabo de hablar, salió á luz el grande
de Maldonado, que con buena razón se podría llamar también de Condamine, obra fun-
damental para la geografía moderna del Ecuador, que lleva el título siguiente : « Carta
de la Provincia de Quito y de sus adyacentes. Obra postuma de Don Pedro Maldonado,
Gentilhombre de la Camera de S. Mag. y Gobernador de la Provincia de Esmeraldas.
Hecha sobre las observaciones astronómicas y geográficas de los Académicos reales de
las ciencias de Paris y de las Guardas Mar. de Cádiz, y también de los RR. PP. Misio-
neros de Mainas. En que la costa desde la boca de Esmeraldas hasta Tumbaco, con la
Derrota de Quito al Marañon por una senda de á pié de Baños á Canelos, y el curso de
los rios Bobonaza y Pastaza van delineados sobre las propias demarcaciones del difunto
autor. Por el S. D'Anville, Geógrafo de S. Mag. Christma de la Acad. Imp. de Peters-
burg. Sacada á la luz por D. G. D. Z. C. Paris MDCCL.» — La escala es de 1 : 856 154
aproximativamente, en cuanto se puede deducirla de una copia del mapa.
El mapa de Maldonado no difiere del de La Condamine, excepto que en el último
se encuentra todo el sistema de triángulos que ha servido á los Académicos franceses
para medir un arco de meridiano debajo del ecuador. La identidad de los dos mapas
resulta también, si comparamos el título del de Maldonado, citado arriba, t con la explica-
ción, que dá Condamine sobre el suyo, en el «Journal du voyage a TEquateur», y la
cual citaremos, porque nos dá á la vez una idea del distinto valor de las diferentes partes
del mapa.
«Mi nueva carta de la provincia de Quito abraza cerca de 7 grados en latitud y
cerca de 4 grados en longitud. Toda la parte que corresponde á los triángulos de nuestro
meridiano, y está comprendida entre las dos Cordilleras, desde medio grado al Norte del
ecuador hasta tres grados al Sur del mismo, está copiada del mapa levantado por M. Ver-
guin, y esta es la parte mas detallada. El mapa de la costa, que abraza casi un grado
en latitud entre el cabo de San Lorenzo y el rio Jama, fué levantado por M. Bouguer y
por mí, cuando desembarcamos en Manta en el año de 1736. Lo he copiado del mapa
que mandé á la Academia el mismo año. Todo el resto de la nueva carta se ha sacado
«Io. De mis propias observaciones en mis diferentes viajes particulares á las pro-
vineias de Esmeraldas, Guayaquil, Loja, Zaruma, Piura, Paita, Jaén, Borja etc.
« 2°. De lo que ya dije haber tomado de D. Pedro Maldonado, en cuanto á la parte
setentrional de la costa, que arreglé conforme á los levantamientos, caminos y distancias
desde la embocadura del Rio verde hasta la del rio Mira. Lo mismo hice respecto al
curso de los rios de Santiago de la Tola, del Bobonaza y del Pastaza, que M. Maldonado
habia recorrido. El curso de los dos últimos se ha dibujado según las observaciones de
Maldonado, por M. d'Anville.
«3o. De diferentes memorias é informaciones que he reunido do todas partes, y las
que debo principalmente al R. P. Magnin, Jesuita de Friburgo, antes misionero, después
cura de Borja, hoy profesor de derecho canónico en Quito y miembro correspondiente de
la, Academia. A él lo debo todos los pormenores que contiene la carta del oriente de
las cordilleras; pero he rectificado todas las posiciones con una determinación exacta de
los vértices de las montañas de la cordillera oriental, de donde los rios toman su curso
hasta el de las Amazonas. Los pormenores del Ñapo y de sus afluentes se han tomado
de un dibujo hecho por el Padre Pablo Maroni, Jesuíta italiano, otro misionero de Mainas.
El golfo de Guayaquil ha sido tomado de un plano levantado con mucho cuidado y que
recibí de un hábil piloto francés, oriundo de Cádiz.
«La parte de la costa, desde el cabo San Lorenzo hasta la punta de Santa Elena,
lie tomado de rutas antiguas y cartas manuscritas por falta de mejores datos. Con todos
estos materiales, que di á M. Maldonado, este hizo arreglar por M. d'Anville un mapa
español de la provincia de Quito en cuatro hojas, añadiendo sus propios trabajos. Los
pormenores de la región noreste del país son en parte de M. Bouguer quien tomó á la
vuelta ese camino, y en parte de un interesante diario del teniente coronel Don Miguel
de Santistévan.»
De la precedente explicación de Mr. de La Condamine se deduce, que la parte mas
meritoria y de duradero valor de su mapa (y del de Maldonado) se halla en la zona inter-
andina desde Mira hasta Tarqui , por razón de la triangulación, que le sirvió de base.
Las demás partes en conjunto no tienen tanto valor, y comparadas entro sí son tan
heterogéneas, que es difícil avaluarlas en globo.
La carta de Maldonado se hizo muy rara, y en toda la República del Ecuador no
existen mas que uno ó dos ejemplares de ella. Será por esto, que Maldonado queda casi
MAPAS DEL ECUADOR. 567
olvidado de sus mismos paisanos y no será inútil repetir aquí lo que escribí en mi
«Memoria sobre la provincia de Esmeraldas» en 1871), tributando un homenaje á la me-
moria de este gran hombre.
Nació Don Pedro Vicente Maldonado en Riobamba hacia el año de 1710 é hizo sus
primeros estudios en el colegio de Quito, sobresaliendo especialmente en las ciencias
matemáticas, bajo la dirección de su hermano mayor, Don José Maldonado, canónigo de
la Catedral de Quito y «geómetra y astrónomo no vulgar» según Mr. de La Condamine.
Desde luego que se habia encargado de la gobernación de Atacámes, concibió grandes
planes c ideas concernientes á su nuevo gobierno. Primeramente pensó establecer nuevas
poblaciones á cada cinco leguas en el camino que abrió, para la comodidad de los trafi-
cantes y para la conservación de la obra en buen estado. Su idea principal fué construir
la capital del gobierno en San Mateo do Esmeraldas sobre la desembocadura del rio de
este nombre. En el mismo lugar quiso establecer un astillero y á este fin hizo construir
en Londres y trasladar á Guayaquil los instrumentos necesarios. — Con el fin de evitar
injustas vejaciones y prohibiciones de parte de la corte de Madrid, que en otras ocasiones
habian frustrado las buenas intenciones de los empresarios, y para pedir la confirmación
del gobierno conferido por la real Audiencia de Quito, se encontró en la necesidad de
pasar personalmente á España, y verificó su viaje por el Marañon en compañía del señor
de La Condamine. Felipe V le recibió con benevolencia, le dio por cédula real de 1746,
el gobierno de Atacamos y Esmeraldas por dos vidas, le adjudicó también el confinante
gobierno de Cara, que se hallaba entonces en total abandono, y le adornó finalmente con
el título de «Gentil hombre de Cámara de Su Majestad». Pero Maldonado no era el
hombre que se dejaba impresionar por la vida ociosa de la corte de Madrid ; tenia aspira-
ciones mas nobles y no perdia de vista su objeto principal, al que pareció haber dedicado
su vida y todas sus fuerzas intelectuales.
Mr. de La Condamine dice, que la pasión de Don Pedro Maldonado por instruirse
abrazaba todo género de ciencias y que su facilidad en concebir suplia la imposibilidad
en que habia estado de cultivarlas todas desde su primera infancia. Siguiendo pues su
natural inclinación, voló de Madrid á Paris, estudió con afán todo cuanto pudiera serle
útil mas tarde en su querida patria, asistió con frecuencia á las sesiones de la Academia
de Ciencias, recorrió los Paises Bajos en 1747, relacionándose en todas partes con los
sabios mas afamados, y se trasladó á Londres en Agosto de 1748. Allá fué nombrado
individuo de la Sociedad Real, pero poco tiempo después le acometieron una fiebre ardiente
y una afección del pecho tan violentas, que sucumbió á ellas el 17 de Noviembre del
mismo año, en la flor de su vida. Lamentaron su pérdida los miembros de ese ilustre
Cuerpo, los miembros de la Academia de Ciencias en Paris, y todos cuantos le habian
conocido. — Las memorias escritas por Maldonado y sus apuntamientos sobre la historia
natural, fueron recojidas y llevadas á Madrid por el embajador de España en Francia,
pero parece que allá quedaron sepultados en el polvo de los archivos; por lo menos no
hay noticia de que se hubiesen publicado. Con mucha razón dice Caldas, hablando de
Maldonado: «Jamas lloraremos dignamente la pérdida de este hombre grande, que pro-
yectaba nuestra felicidad. Si conocemos una parte de sus acciones, lo debemos á una
pluma extrangera (la de La Condamine). ¡Ingratos, casi hemos olvidado su memoria!
Las mas célebres academias de Europa han pronunciado sus elogios, y sus compatriotas
apenas le conocen. El Quiteño se afana por pasar á la posteridad el nombre de un juez,
que le compuso una calle, y ha olvidado erijir un monumento al hombre mas grande
que ha producido ese suelo.»*)
El monumento mas duradero, que Maldonado mismo se ha erigido y que vale mas
que una estatua, es su mapa grande del reino de Quito, que ha servido de fundamento
á todos los trabajos posteriores y sobre el cual Humboldt formó un alto concepto, elo-
giándolo como uno de los mejores, que en su tiempo existieron de paises no-europeos.
Carta general de Colombia. — La foja 22 del gran * Atlas geográfico y físico del
Nuevo Continente • por A. de Humboldt contieno la « Carta general de Colombia » (grabada
en Paris en 1825), en la escala de 1:7675862. No contribuye mucho de nuevo á la
geografía física del Ecuador; pues en las regiones, que comprenden nuestra actual Re-
pública, siguió á Condamine y á Maldonado, salvo la corrección de algunas posiciones
*) Véase también el «Ensayo sobre la historia de la literatura ecuatoriana, por el doctor
Pablo Herrera») (Quito, 1860).
568 ANOTACIONES Y 8ÜPLEMBNTOS.
astronómicas. Sinembargo es do importancia, por cuanto Humboldt indica con mucha
exactitud los límites de Colombia con el Perú, como existieron en su tiempo.
a Mapa físico y político del alto y bajo Perú.* Con este título se publicó en 1826
en París una carta muy interesante en dos secciones, cuya setentrional abraza también
una parte de la actual República del Ecuador. Está grabada con esmero y hasta con
elegancia, en la escala de 1 : 3403670. Debajo del título se léela Nota siguiente : «Este
mapa está corregido con presencia de las observaciones ó itinerarios de los oficiales
facultativos, que han acompañado á los ejércitos en sus diferentes operaciones, cuyos
trabajos se reunieron á consecuencia de los últimos acontecimientos, por orden del
Gobierno. Año de 1826». — En la composición de este mapa se nota la influencia del
trabajo de Humboldt, publicado un año antes. Pero su importancia especial para el
Ecuador consiste en que señala los misinos límites entre Perú y Colombia, como Hum-
boldt. Es un documento claro de que el Gobierno peruano, á lo menos hasta el año de
1826 no pensaba en despojar á Colombia de las provincias de Jaén y de Mainas y de
muchos otros terrenos. La invención de la observancia de la Cédula real de 1802 es
bastante moderna. A cualquier observador imparcial ocurre la pregunta: ¿porqué el
Perú no disputó esos terrenos desde el principio ? y porqué se convenció de la observancia
de la célebre Cédula real muchos años mas tarde, después de haber ocupado poco á }kx*o
el territorio ecuatoriano?
De la Carta de Colombia por José Manuel Restrepo, publicada en Paris en 1827, en
la escala de 1:5000000 (el Atlas contiene los departamentos en la de 1:2700000) pode-
mos decir lo mismo que de la de Humboldt, es decir, que contiene pocos datos físicos
nuevos, pero es de importancia en la cuestión de límites.
El Ecuador formaba entonces parte de la gran República de Colombia, con los tres
departamentos de Guayaquil, del Ecuador y del Azuay. Respecto á esta sección de la
carta el mismo Restrepo dice: «En los departamentos de la antigua presidencia de Quito
se ha copiado el mapa de Don Pedro Maldonado, que se considera bien exacto». Aunque
el mapa de Restrepo no contenga nuevos materiales geográficos en esta parte, es sinem-
bargo para nosotros de mucha importancia, por señalar «las divisiones políticas de la
República, en departamentos y provincias, arregladas á la última ley de 25 de Junio de
1824, dada por el Congreso ». Ley, que invoca el Ecuador con justa razón en el arreglo
de sus límites con la Colombia moderna, y que he observado también en el trazo de la
linea divisoria sobre mi mapa.
Después de su independencia (1830) el Ecuador siguió sin carta propia hasta el año
de 1858. en que salió á luz la «Carta corof/ráfica de la República del Ecuador y por el
Dr. Manuel Villar. ¡cencío, destinada á servir de complemento á la obra de Geografía del
Ecuador, publicada del mismo autor». Lit. é imp. de F. Mayer y Cu., Nueva-York. Es-
cala 1 : 1350C00 (apróxim.).
El mapa de Villavicencio es bien conocido en el pais, y fué censurado en varias
ocasiones por nacionales y extranjeros. Puedo limitarme á pocas observaciones, pues el
juicio crítico sobre este trabajo es unánime. Loable era el deseo de dar al pais una
carta nueva, después de haberse escaseado el mapa de Maldonado, y el señor Villavi-
cencio hubiera prestado un gran servicio al Ecuador y á la ciencia geográfica, si hubiese
recopilado los materiales existentes en su época, es decir, si su carta estuviese «delineada
en vista de las cartas de Don Pedro Maldonado, el liaron de Humboldt, Mr. Wisse, la de
las sondas de las costas por M. Fritz Rov vil. Kcllct». como dice el título, v si hubiese
dejado aparte «las particulares del autor». En efecto, Villavicencio no supo aprovecharse
de aquellos materiales. Desfiguró completamente las costas ecuatorianas y hasta las
partes mejor conocidas del interior. La provincia del Oriente es un mamarracho fan-
tástico, y en donde quiera que quiso corregir el mapa de Maldonado. lo sembró de errores
enormes. Esta carta no habría merecido ninguna atención, si desgraciadamente no hubiese
sido la única, que el Ecuador hasta nuestros dias ha poseído para la instrucción pública.
Villavicencio no era el hombre llamado á reformar «'1 mapa del Ecuador, porque no
poseía ni los principios mas elementales de geografía, y el señor R. Spruce no exagera
diciendo: «Parece que el autor no tiene idea clara entre Norte y Sur, Este y Oeste,
puesto que emplea muchas veces uno de estos términos en lugar del opuesto. En el mapa
muestra el autor su ignorancia de los primeros principios de geografía por la numeración
MAPAS DEL ECUADOR. 569
errónea de los minutos de longitud y latitud; y los nombres están muchas veces tan
equivocados en sus posiciones, como si los hubiera escrito sobre pedazos de papel y reci-
bido sobre el mapa después de lanzarlos al aire, fijando así su posición respectiva. » (Re-
port on the expedition to procure seeds and plañís of tho Cinchona succirubra or red
bark tree, by Richard Spruce Esq. London 1861.) — Véase también el Bol. del Obs. astr.
de Quito, 1879, pág. 44. — Wolf, Viajes cient. por la Rep. del Ecuador (Guayaquil 1879),
111, pág. 9.
Pasaron 26 años sin publicarse otra carta general de la República. Entonces, por
escasearse ya mucho la de Villavicencio, salió el «Mapa del Ecuador por Santiago M.
Basurco», en 1884. Grabado é impreso por G. W. y C. B. Colton y Co., Nueva- York.
Escala 1:1000000. Dice una nota, que «este mapa ha sido trazado en vista de los tra-
bajos de los doctores Villavicencio, Wolf y los particulares del autor»». Estos últimos no
pueden ser considerables, porque el señor Basurco compuso su carta en Guayaquil,
pocas semanas después de su llegada del Perú y sin conocer el pais. Aprovechó de mis»
trabajos publicados hasta entonces, en cuanto cabian sobre el mapa de Villavicencio. Es
lástima, que el señor Basurco no haya consultado otros materiales antiguos, en partí*
muy buenos, por ejemplo, las cartas marítimas del Almirantazgo ingles. Así su obra no
es mas que una copia de Villavicencio en escala algo mas grande, á quien pudo reem-
plazar, si no hubiese cometido un error en la división política, poniendo una gran parte
de la provincia del Oriento, á que el Ecuador se cree con todo derecho, como «terreno
disputado por el Perú y Ecuador», razón, por la cual el Gobierno ecuatoriano prohibió la
introducción de este mapa en las escuelas del pais.
Otra carta del Ecuador, con el mismo fundamento de Villavicencio , publicaron los
Hermanos de las Escuelas Cristianas, poco tiempo después. No la tengo á la mano y por
esto no puedo indicar la escala, ni la casa editora de Paris. Poco mas ó menos tiene el
tamaño de la carta de Basurco. Parece que este mapa está destinado á la enseñanza de
sus alumnos en las clases inferiores, pues, sin entrar en detalles, dá en dibujo tosco solo
los rasgos principales de la configuración geográfica de la República y la división polí-
tica. Está viciado de los errores de Villavicencio, y no tiene mérito científico, como
tampoco la anterior de Basurco.
Finalmente debo hablar del mapa mas reciente de la República, que en el año pa-
sado de 1891 se publicó en Berlín , en el instituto geográfico de Otto Herkt, y lleva el
título: « Mapa general del Ecuador por Bernardo FlemnXing». Escala 1:1800000. — La
ejecución técnica de esta carta es mejor que la de todas las precedentes, aunque el dibujo
de las montañas deja mucho que desear. Su mérito principal consiste en haber abando-
nado el camino trillado de copiar á Villavicencio, regresando el autor mas bien á Maldo-
nado, en donde no pudo conseguir mejores materiales modernos. La costa y las islas
de Galápagos están trazadas conforme á las cartas marítimas inglesas, las provincias de
Esmeraldas, Manabí (en parte), Guayas, Los Rios, Bolívar, Oro, Loja, Cuenca y Cañar,
son copiadas de mis cartas ya publicadas, y el resto del mapa se funda principalmente
en Maldonado, á lo menos no se nota mucho influjo de otros materiales modernos, aunque
existieron, por ejemplo, para la región amazónica, que salió muy pobre y en parte
errónea. — El viejo plano de Guayaquil debia ser reemplazado por el nuevo, que existe
impreso desde 1887. — En la lista de los materiales, que sirvieron á la compilación del
mapa, el autor cita nombres, que no han contribuido nada á la geografía del pais. Se
cita también á si mismo, pero en vano he buscado algo de nuevo que se pudiera atribuir
á él, á no ser la indicación de tres ferrocarriles proyectados. En el proyecto de Pailón
se nota la circunstancia singular, de que el ferrocarril saliendo de San Lorenzo no pasa
hasta Ibarra, sino que acaba en Paramba, hacienda del señor Flemming. Poco importa,
porque el proyecto no se realizará tan pronto. Parece que sus autores nunca han pen-
sado en la dificultad de habilitar el puerto de Pailón. Este puerto es inaccesible para
buques mayores, y la abertura de un canal seguro por los bajos extensos de la Bahía de
Sardinas de Ancón, y otros trabajos preparativos costarían talvez mas que todo el ferro-
carril desde San Lorenzo á Ibarra. Los límites de la República trazó el señor Flem-
ming arbitrariamente, no siendo ahora el rio Amazonas el lindero entre Ecuador y Perú,
ni la linea suya la que divide el Ecuador y Colombia. El lindero con el Brasil no está
conforme al tratado de San Ildefonso en 1777, como dice la lectura, sino al que el Perú
570 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
celebró con el Brasil en 1851, considerándose dueño del terreno ecuatoriano. — Es lástima
que el señor Flemming no excojiera con mejor crítica el material que le sirvió. Así
figuran, por ejemplo, en su mapa unos sitios insignificantes (á veces casas aisladas), que
yo bien pude colocar en mi carta grande de la provincia del Guayas, pero que no caben
en la suya de escala pequeña, mientras que faltan del otro lado poblaciones considerables,
por ejemplo, Manglar alto en la costa y muchísimas en la sierra. Valdivia, un sitio de
cuatro casuchas miserables, figura con la señal de cabecera de cantón. Otro tanto vale
respecto á los rios y demás particularidades. Me abstengo de una crítica completa del
mapa, porque no conozco el objeto especial, que con su composición y publicación se
propuso el autor. En la escala pequeña en que se halla, no puede servir bien ni á la
instrucción pública, ni al viajero científico, ni al Gobierno, ni á otros fines particulares.
2. (Pág. i.)
Mapas de Colombia y del Perú, — Las Repúblicas de Colombia y del Perú
deben sus mejores mapas generales á dos italianos célebres, á Codazzi y á Raimondi.
« Carta geográfica de los Estados Unidos de Colombia, antigua Nueva Granada, con-
struida de orden del Gobierno general, con arreglo de los trabajos corográficos del Ge-
neral A. Codazzi, y á otros documentos oficiales, por Manuel Ponce de León, ingeniero,
miembro de la Soc. geogr. de París, y Manuel Maria Paz. Bogotá 18G4.» Grabada en
Paris, en la escala de 1 : 1350000. — Todo el mérito de esta carta recae sobre Codazzi,
quien al morir dejó los materiales listos para la publicación. Según el testimonio de
viajeros competentes es bien exacta y muy buena en todas las regiones, en donde Co-
dazzi mismo ha trabajado; en otras, en que debia sevirse de materiales ajenos y antiguos
se resiente naturalmente de los errores é imperfecciones de estos, así, por ejemplo, en la
región limítrofe del Ecuador, que copió de Villavicencio. — Al ecuatoriano debe sor-
prender el lindero que en este mapa se señala para las dos Repúblicas, y que de ningún
modo está conforme al Atlas de Restrepo, ni á la ley do 1824, sobre todo en la parte
oriental. Sube este lindero cerca de Tulcan á la Cordillera oriental y vira sobre la cresta
de ella al Sur hasta el Cayambe; en seguida baja por el rio Coca y el rio Ñapo hasta
la desembocadura de este en el Amazonas. ¡Frescos quedamos! Colombia baja al Sur
hasta el Ñapo, Perú sube al Norte, reclamando los terrenos del Ñapo y Putumayo hasta
el Yapurá, disputándose las dos Repúblicas un inmenso terreno ecuatoriano!
«Mapa del Perú, por A. Raimondi.* — El gran naturalista, que el Perú con justo
orgullo puede considerar como uno de los suyos, ha trabajado 40 años, desde 1850 hasta su
muerte en 1890, al lado de sus estudios sobre botánica, zoología y mineralogía, también en
el perfeccionamiento del mapa de esta República. Recojió tantos materiales geográficos, que
ya pudo pensar en la construcción de una carta general del Perú en gran escala y sobre
bases sólidas. Bajo la protección y á costo del Gobierno han salido en los últimos
3 años (hasta Mayo de este año de 1892) 13 secciones, de las 34 que deben formar la
carta completa. ¡Ojalá, que con la muerte prematura del señor A. Raimondi no se para-
lice esta gran obra, la cual honra á su autor y al Gobierno peruano, y que los mate-
riales inéditos caigan en manos competentes, para que la conclusión corresponda al prin-
cipio! — La escala de este mapa es de 1:500000, y la ejecución técnica correcta v
esmerada. «Grabado y Imp. por Erhard Fre8, Calle Denfert-Rochereau 35b,s, Paris.» Las
secciones publicadas comprenden la parte mas setentrional del Perú, de suerte que pude
aprovecharme do ellas para el trazo de las regiones limítrofes al Ecuador, con el expreso
permiso del autor.
Naturalmente indica el mapa de Raimondi los linderos con el Ecuador según las
pretensiones del Perú. He oido á algunas personas emitir la opinión, de que el señor
Raimondi hubiese escrito sobre los límites solo en servicio del Perú, sin verdadera con-
vicción. Contra esta sospecha protesto en nombre de mi malogrado amigo, á quien
conocí bastante, para poder afirmar que era incapaz de un procedimiento equívoco. En
primer lugar es claro, que como geógrafo del Perú debia indicar en el mapa los límites
que el Gobierno peruano considera como legítimos, aun en el caso de que personalmente
hubiese seguido otra opinión, porque pudo prescindir de la cuestión del derecho, como
yo lo hago con los linderos del Ecuador. Los pongo como el Gobierno ecuatoriano los
desea; — ucideant cónsules!» Pero hay mas; el señor Raimondi vivió y murió con la
MATERIALES GEOGRÁFICOS. 571
convicción, de que la Cédula real de 1802 fué obedecida, y en esta convicción debia
poner los límites del Perú así como los puso. Con Colombia la cuestión es muy distinta ;
á ella no asiste ni la sombra de derecho para la pretensión de extenderse hasta el
Cayambe y el rio Ñapo. Esta pretensión es simplemente absurda.
3. (Pág. 2.)
Materiales usados. — Aunque no es posible, enumerar aquí todos los materiales
ajenos, de que me he servido en mis estudios y en la composición del mapa, ni mucho
menos indicar todos los casos especiales, en que inñuian, es sinembargo necesario y un
deber de gratitud y justicia, dar una revista de los principales. Por supuesto cuentan
entre ellos en primer lugar las cartas geográficas de la República, que he citado en la
primera anotación, y entre las cuales la carta de Maldonado sobrepuja las demás en
importancia científica.
De cartas parciales, que tratan solamente una parte de la República, debo men-
cionar la de la Triangulación ejecutada por los Académicos franceses, que forma el funda-
mento de la carta geográfica de la región interandina desde Mira hasta Tarqui. Este
documento importantísimo se halla en la obra de Mr. de La Condamine: «Mesure des
trois premiers degrés du méridien». — Mientras que Condamine dá solamente el esqueleto
de los triángulos, Mr. Bouguer, en su obra «La figure de la terre», lo acompaña con los
detalles topográficos. También D. Jorge Juan lo insertó en sus « Observaciones atronó-
micas y físicas hechas de orden de su Majestad en los reinos del Perú». Finalmente se
halla una copia mal dibujada en el programa de la Escuela Politécnica de Quito en 1875,
en la «Relación sobre la expedición de los Académicos franceses» por J. B. Menten.
Una carta de Don Atanasio Guzman, cuya copia reducida Mr. R. Spruce publicó
en Londres en 1862, apenas podemos enumerar entre los materiales geográficos, porque
es del todo inservible. Representa, ó pretende representar las montañas de Llanganate,
el rio Patato desde Latacunga, una parte del Pastaza, y la parte superior del rio Curaray
Si nos fijamos en las partes bien conocidas y en lo poco que sabemos de cierto sobre
las montañas de Llanganate, resulta que el dibujo de Guzman es completamente falso, y
que este señor no tenia la menor idea de cartografía. Si en efecto existiesen algunos
de tantos rios, lagunas, cerros etc. que pinta detalladamente, no sabríamos donde colo-
carlos, pues de seguro no pueden ocupar las posiciones, en que se hallan sobre el mapa.
En Quito he visto el manuscrito de la «Historia del Reino de Quito» por el Padre
Velasco, acompañada de la «Carta general de las provincias del Quito propio, de las orien-
tales adjuntas, y de las Misiones del Marañon, Ñapo, Pastaza, Guallaga y Ucayale,
delineada según las mexores cartas modernas y observaciones de los Académicos y Misio-
neros, por el Presb°. D. Juan de Velasco , para seirir á su Historia del Reino de Quito.
Año de 1789.» La escala es do 1 : 4600000, aproximativamente, en cuanto se puede de-
ducir del dibujo algo desigual de los grados. En el prefacio á la tercera parte de su
Historia, dice el Padre Velasco, que ha formada su carta « según las cuatro mejores, que
son las de los SS. Maldonado y Condamine, y de los PP. Fritz y Magnin, solo añadiendo
tal cual cosa de propia observación». — Este documento interesante debe existir todavía
en la Biblioteca Nacional de Quito con el manuscrito de la obra, y merece ser conser-
vado como documento histórico para la cartografía del pais, así como su Historia, por
mas errores que contenga, siempre conservará el mérito c interés de haber sido la pri-
mera de su género, que ha servido de fundamento á las obras posteriores de Villavi-
cencio, Cevallos etc.
Existe una « Carta esférica, que comprende la costa occidental de América, desde
7 grados de Latitud sur hasta 0 grados de Latitud norte, levantada de orden del Rey
N. S., en 1791 por varios oficiales de su real armada. Presentada á S. M. por mano del
Eaf»°. D. Antonio Coronel, Secretario del Estado etc. Año de 1800.» Escala 1 : 2200000
(según puedo deducir de una copia que tengo presente). — Este mapa, poco conocido, es
muy interesante, por presentar por primera vez la verdadera configuración de la costa
ecuatoriana, de la isla de Puna, del Golfo de Guayaquil, y de los esteros que desembocan
en él. En efecto, ya difiere muy poco de las cartas marítimas inglesas posteriores, re-
specto á las posiciones relativas, aunque en cuanto á las absolutas (Long. de Greenw.)
la diferencia es todavía considerable y llega de 7 á 10 minutos.
El «Atlas geográfico y físico del Nuevo Continente» de Humbóldt contiene algunos
572 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
mapas parciales muy interesantes. Así la hoja 10 representa la « Carta de la provincia
de Quijos f arreglada sobre las memorias é itinerarios de los Gobernadores de Quijos y
de Avila, y en su parte mas occidental según las observaciones astronómicas y geodésicas
de Alej. de Humboldt». — La hoja 11 nos dá el «Bosquejo de una carta de la provincia
de Avila, trazado según los itinerarios del Gobernador Don Miguel Hernández Bello,
y según una carta manuscrita de Don Apolinario Diaz de la Fuente, geógrafo de la
Comisión real de límites al Marañon, por A. de Humboldt». Ambas cartas se hallan en
la escala grande de 1 : 500000, y Humboldt las dibujó en Quito en 1802. — Á la primera
vista se conoce, que tienen diferente mérito, lo que se expresa también por el título;
pues la segunda (prov. de Avila) es solo un «bosquejo», que contiene pocos detalles,
mientras que la primera (prov. de Quijos) se funda en trabajos mas serios, no solamente
en las partes cercanas al Antisana, donde Humboldt mismo trabajó, sino también mas
abajo y en el centro do la provincia. Llama la atención el trazo de un camino, que
actualmente ya no existe, pero que era mas corto que el camino por Papa 11 acta. Este
camino dejó el Antisana á la izquierda. Del Hato y de la Micacocha se dirigió á aquella
parte de la Cordillera oriental, que se llama Cimarronas de San Joaquin, y después de
atravesarla, cojió luego las cabeceras del rio Cosanga, siguiéndolo por el lado izquierdo
hasta un punto que se llama «Ángel de la Guardia». Aquí cruza el rio y lo acompaña
á la derecha hasta los «Planos do San Javier», donde al pié del cerro de Guacamayo
se reúne con el otro camino, que vine de Papallacta por Maspa y Baeza. El camino in-
dicado es mucho mas corto que el actual y evita el pnso de muchísimos rios. También
bajo otros puntos de vista este mapa es importante y merecería ser reproducido, porque
el Atlas de Humboldt, en que se encuentra, solo se halla en las bibliotecas mas grandes
de Europa y no es accesible á todos. — En el mismo Atlas encontramos dos otros planos
de Humboldt, concernientes al Ecuador : uno (hoja 26) del Antisana y sus alrededores, y
el otro (hoja 27) del Pichincha y sus cercanías. Ambos se fundan en las mediciones
geodésicas del gran explorador del Nuevo Continente.
En el quinto decenio de nuestro siglo el ingeniero francés Sebastian Wisse hizo, al
lado de sus trabajos prácticos, unos estudios importantísimos sobre la geografía del pais,
y comenzó á componer una carta con el fundamento del de Maldonado, en la escala de
1:700000. Es gran lástima, que el señor Wisse no pudo concluir su trabajo antes de
su muerte. Sus manuscritos quedan perdidos para el Ecuador, porque todos fueron remi-
tidos á Francia. El señor doctor Mentón tuvo la fortuna de conseguir, mediante el señor
A. Gehin en Quito, una copia de la carta manuscrita de Wisse, y me ha proporcionado
la copia de una parta de esta copia. Las regiones que el señor Wisse fundó en sus pro-
pios estudios é itinerarios, son bien trazadas, como pude convencerme en varias ocasiones.
— AI señor doctor A. Destruge d<ibo un Plano grande (130x50 Ctm.) probablemente
autógrafo «levantado en 1846 por Sebastian Wisse» en la escala de 1:210000, que com-
prende sus viajes de Latacunga á Sigchos, de Latacunga por Pílalo á Quevedo, por el
rio de este nombre á Palenque, de ahí á Balzar, de Balzar por el rio Puca á Olmedo
Portoviejo, Chara potó, Bahía de Caráques y á Chonos. En todas partes se trasluce el
observador perspicaz y escrupuloso, y se conoce el talento topográfico aun en las partes,
que trazó solo á la vista, sin instrumentos. Lo mismo he observado en su plano del rio
Esmeraldas, que coincide casi en todos los detalles con el mió levantado en 1877.
En 1847 publicó el Almirantazgo ingles las cartas marítimas relativas á las costas
ecuatorianas, levantadas en 183(i por los capitanes Fitzroy y Kellet. En varias ediciones
posteriores se agregaron las correcciones, que de vez en cuando se hacen necesarias,
por ejemplo, de la declinación magnética etc. -- Elogiar estas magníficas cartas, seria
bien superfino, su mérito está reconocido en todo el mundo; solo diré que para los países
sudamericanos son de doble valor, porque forman también para las cartas terrestres el
mejor ó casi el único fundamento sólido, siendo tan escasas y tan dudosas las posiciones
astronómicas, que poseemos de los lugares del interior de este continente. Por demás
es decir, que aproveché abundantemente de estos planos preciosos, haciendo solo las
correcciones necesarias en los lugares, en que desde el tiempo de su levantamiento se
habian verificado algunos cambios notables, como en el delta y en la desembocadura del
rio Guayas y en el Golfo de Guayaquil.
Tengo presente una «Carta topográfica de la provincia de Imbabura», sin indicación
del autor, ni del año, ni del lugar en que se hizo la litografía. Dice una nota, que la
escala es de 1:427340. Su publicación cae de todos modos después de 1852, pues se
halla indicada la batalla de Cajas que aconteció en este año. A primera vista se conoce,
MATERIALES GEOGRÁFICOS. 573
que este mapa no se funda en -estudios topográficos originales, pues contiene errores muy
gordos aun en las regiones mejor conocidas ; pero del otro lado tampoco no es una simple
copia de otra carta conocida. Me parece que el autor tuvo presente la carta de Maído-
nado, que queria corregir á la simple memoria, con lo cual acertó en unos pocos puntos,
dañándola en los mas. Se debe negarle un mérito científico.
Mr, B. Spruce acompañó su Memoria sobre la región de la Cascarilla roja (London
18G1) con un pequeño mapa de los lugares explorados, en el cual corrige muchos errores
del de Villavicencio, que tomó por base, por falta de otro.
Mr. J. Wilson levantó, en escala muy grande, el plano de los terrenos, que la
«Compañía inglesa limitada del Ecuador» posee en Pailón, entre el rio Santiago y el rio
Mataje. Este plano, cuya exactitud pude examinar en varios puntos, me sirvió para el
trazo de aquella región y del laberinto de esteros en la bahía del Ancón de Sardinas, al
Norte de La Tola.
El señor doctor Pedro Fermín Cevallos, que escribió el mejor o Resumen de la
Historia del Ecuador», que poseemos hasta ahora, se ocupó también por muchos años y
con mucho interés de la geografía del pais, recojiendo materiales para un mapa. Con
tal objeto dibujó sobre hojas aisladas las provincias de la República, con el fundamento
del mapa de Maldonado, corrigiendo y completándolo con sus propias observaciones y
con las de los geógrafos modernos. El señor doctor Cevallos tuvo la amabilidad de
poner todo este material valioso á mi disposición. Agradeciéndole su fineza y desinterés,
debo declarar que me prestó un gran servicio, en cuanto sus planos me sacaban en
muchas ocasiones de la duda y me servian para completar en muchos puntos las pro-
vincias del interior.
Desde 18G8 el ingeniero suizo A. Wertheman se había ocupado por algunos años de
estudios geográficos muy serios en las regiones del Amazonas superior, entre los rios
Marañon , Ucayali y Huallaga, y en 1873 presentó al Supremo Gobierno del Perú los
planos y la Memoria respectiva á estos trabajos. Mas tarde el señor Wertheman publicó
en la Sociedad geográfica de Berlín un resumen de los resultados de sus importantes
estudios, acompañado de un mapa en la escala de 1 : GOOOOO (Zeitschr. d. Ges. f. Erdk.,
Bd. XV). Esta carta, basada en una multitud de observaciones astronómicas exactas, y
ejecutada con gran esmero, es lo mejor que poseemos sobre la región del Amazonas
superior, y me guió en el trazo de la porción respectiva de mi cartita de «La Región
oriental del Ecuador». También Raimondi elogia mucho los trabajos de Wertheman,
como lo merecen. (A. Raimondi, Peni, III, pág. 47b*.)
Algunos pianitos, que publicó el señor B, Flemming sobre una parte de la provincia
de Imbabura y de la cosía de Esmeraldas, son copiados de las cartas marítimas inglesas
y de Villavicencio (aunque dice que son hechos «según sus propios croquis») y carecen
de interés científico.
En el año de 1871 ó 1872 los ingenieros Bogers y Millet trazon un plano para el
camino de Manabí, desde las faldas del Aíacazo hasta Bahía de Caráques. Pude consul-
tar una copia del plano.
En los últimos años el ingeniero Guálberto Pérez hizo estudios y mediciones mas
prolijas por el mismo camino y especialmente por la trocha que se abrió para el ferro-
carril proyectado eníre Santo Domingo de los Colorados y el pueblo de Chone. El plano
del señor Pérez se halla litografiado y fué debidamente aprovechado en mi mapa.
Es natural, que para las regiones, que atraviesa el ferrocarril del Sur, desde
Guayaquil hasta Sibambe, consulté los estudios de los ingenieros, que siempre con gene-
rosidad pusieron sus planos á mi disposición.
El señor Capitán Boss en Esmeraldas, muy conocedor de las montañas de Manabí,
me mandó croquis muy interesantes, que levantó, brújula en mano, en sus frecuentes ex-
cursiones por los rios de Jama, Cuaque y oíros en la región del caucho.
Muy agradecido quedo íambien al señor Ernesto Witt en Loja, quien me remitió en
varias ocasiones sus itinerarios y croquis, levantados con la brújula en las regiones
menos conocidas de aquella provincia, por ejemplo, en el curso superior de los rios Chin-
chipe y Zamora, por la Cordillera oriental y en otras paríes.
El señor Crevaux levantó en 1879 el plano del curso de los rios Putumayo y Yapurá
desde sus deseml)ocaduras en el Amazonas hasta el pié de la Cordillera cerca de Mocoa.
El plano fué publicado en 1881 por la Sociedad geográfica de Paris, pero no llegó á mi
noticia hasta unas pocas semanas hace, cuando ya estaba grabada mi carta de la Región
oriental del Ecuador, de manera que ya no pude aprovechar de este trabajo. Al estudiar
574 ANOTACIONES T BüPLBlOnrTOS.
el plano de Crevanx, resulta que difiere bastante en la parte inferior de la carta de
Raimondi y en la superior de la carta de Codazzi. El primero dispuso en el trazo de
aquella región entre Tabatinga y la desembocadura del Apoporis en el Yapurá, de los
trabajos minuciosos de las comisiones hidrográficas brasileras y peruanas, que fajaron los
linderos entre los dos países, y el segundo (Codazzi) viajó por largo tiempo en la región
de Mocoa por agua y par tierra, mientras que el señor Crevauz levantó su plano de los
dos ríos solo con la brújula y sentado en la canoa. Este último modo de vúgar y tra-
bajar, á veces el único posible, es magnífico y da buenos resultados, en donde se trata
de pequeñas distancias entre puntos, cuya posición es conocida, pero cuando se trata de
distancias sumamente largas, como en los ríos mencionados, el levantamiento con la
brújula sola es mal seguro, las pequeñas desviaciones se suman y pueden llegar á ser
enormes, y lo mismo vale del cálculo de las distancias. El punto final del viaje del
señor Crevaux, al pié do la Cordillera, se halla casi un grado (20 leguas) demasiado al
Oeste, y Mocoa caería en la oercanía de Pasto. No dudo, que los detalles del plano, es
decir, el dibujo de las muchas vueltas y revueltas generalmente será exacto, pero sus
posiciones absolutas y las distancias serán dudosas, hasta que observaciones atronómicas
en diferentes partes de los ríos permitan su reducción verdadera. Hechas una vex tales
observaciones, el plano de Crevaux será importantísimo.
Finalmente debo mencionar varios materiales geográfico» inéditos de los señores doc-
tores Beiss y Sttibel, quienes á mi regreso á Europa con la mayor generosidad pusieron
á mi disposición cuanto podia contribuir al perfeccionamiento de mi carta. Muchas veces
tendré ocasión de referirme á estos celebres viajeros y mejores conocedores de la región
andina y volcánica del Ecuador, y me limito por ahora á darles un testimonio público
de mi agradecimiento.
Con esto he enumerado todo el material cartográfico sobre el Ecuador, que llegó
á mi noticia y de que pude aprovecharme. De la carta geológica hablaré en otro lugar.
Los libros, que tratan de la geografía y geología del Ecuador, serán citados en el
discurso de esta obra.
4. (Pág. 6.)
Posiciones astronómicas. — Supongamos por un momento las posiciones de
Humboldt para Guayaquil en Long. 82° 18; 10" O. de Par.,
y para Alausí en Long. . 81° 2C 38" « « «
tendremos la diferencia de 0° 57' 32"
Ahora bien, según los planos exactos y las mediciones directas del ferrocarril, la
diferencia de Longitud entre Guayaquil y Puente de Chimbo es á lo menos de 0o 46' 53*,
y según mis triangulaciones hechas en 1880 entre Alausí y Puente de Chimbo, ó igual-
mente según los planos do los ingenieros del ferrocarril, levantados en los últimos años
entre Puente de Chimbo y Sibambe, la diferencia de Longitud entre Alausí y Puente de
Chimbo por lo menos es de 0o 24' 37"; do consiguiente la distancia de Guayaquil á Alausí
es Io 11' 30". — Probablemente la distancia es algo mayor, porque he tomado para am-
bos trechos el mínimo de los cálculos. Aun así resulta, que la diferencia 6 distancia
dada por Humboldt es casi de 14 minutos (0o 13' 58") demasiado pequeña. Pero Hum-
boldt está equivocado también respecto á la Longitud de Guayaquil, poniéndola de casi
7 minutos demasiado al Oeste. Si adoptamos, como debemos adoptar la Longitud de
Guayaquil según las cartas marítimas en 82° 11' 33" (Humboldt la pone en 82° 18* 10*),
el espacio entre esta ciudad y Alausí (según H.) se reduciría á 51 minutos, y la dife-
rencia calculada arriba en 14 minutos, se aumenta a 20%. Es decir, que Alausí cae en
efecto de unos 20 Vi minutos mas al Este de lo que indica Humboldt.
Este resultado sorprendente me confirmó en la desconfianza que tenia desde mucho
antes en las posiciones astronómicas de Humboldt; pues en varias otras ocasiones me
sucedió, que mis medidas y cálculos no cabían en el espacio entro la costa y la Cor-
dillera, que debia suponer según esa autoridad; solo que no siempre era tan fácil de
demostrar el error y su grado. — Si examinamos las observaciones que Humboldt hizo
en la costa sudamericana, resulta que ellas difieren bastante de las que encontramos en
las modernas cartas marítimas del Almirantazgo ingles, y el error cae, con pocas ex-
cepciones, casi siempre al mismo lado, es decir, sus posiciones se hallan al Oeste de las
inglesas, así por ejemplo:
POSICIONES ASTRONÓMICAS. 575
Punta Aguja de 4' 10"
Punta Pariña de 4' 39"
Cabo Blanco de . 3' 16"
Guayaquil de . . 6' 37"
Callao de .... 5' 21" (según Fleuriais).
Por esto es de suponer, que los errores de Humboldt en el interior del pais caerán
en el mismo sentido, al lado oeste. En efecto, Wertheman encontró, que Humboldt puso
la boca del rio Chinchipo en el Amazonas de 4' 25" demasiado al occidente. El mismo
ingeniero determinó la Longitud do Cajamarca con el mayor esmero por mas de cien
observaciones circunmeridianas y otras tantas distancias lunares, y encontró esta ciudad
de 6' 35" mas al Este que Humboldt. Raimondi adoptó en su mapa del Perú, como era
natural, en la costa las cartas marítimas modernas, y en la región amazónica las posi-
ciones de Wertheman , por lo cual cae también todo el Perú sententrional unos 4% mi-
nutos mas al Este que antes ; pero cometió la inconsecuencia de conservar para la región
intermedia entre la costa y el Amazonas, las posiciones de Humboldt, en Ayavaca y
Huancabamba (por falta de otras), mientras que hace una corrección de 4 minutos para
Loja, refiriéndolo á la Longitud de Tomependa indicada por Wertheman. Otro tanto, me
parece, debía hacer con Ayavaca y con Huancabamba, especialmente cuando la última
villa se halla tan cerca á Tomependa. En las partes del Ecuador, en que nos faltan
todavía los datos necesarios para hacer la corrección exacta, como en la provincia de
Loja y una gran parte de la del Azuay, podemos entre tanto suponer un error á lo
menos tan grande como en la costa de Guayaquil, y trasladar esa región interandina
de 6 á 7 minutos al oriente. Si no lo hiciéramos, nos sucedería lo que entre Guayaquil
y Alausí, es decir nos faltaría tierra entre el Golfo de Guayaquil y Cuenca, para trazar
la topografía de esa región. Con las exactas observaciones astronómicas ó triangulaciones
este espacio se ensanchará probablemente algo mas, pues en la parte setentrional de la
República los errores de Humboldt llegan á mucho mas de 7 minutos.
Parece que Codazzi se encontró con el mapa do Colombia en los mismos apuros que
Raimondi y yo, pues en la provincia de Pasto se nota que con la costa trasladó también
una gran parte del interior al Este.
Los señores DDrea Reiss y Stübel tuvieron la bondad de comunicarme algunos re-
sultados de sus observaciones astronómicas, calculadas por el astrónomo Dr. Peter en
Leipzig. Ellos encontraron Bogotá de 14' 15", Pasto de 6; 15" y Quito de 16' 44" mas
al Este que Humboldt. Para Quito el doctor Peter, sacando el promedio de las observa-
ciones de Stübel, Humboldt y Ulloa, ha calculado la Longitud de 80° 51' 45" O. París
(=12' 44" mas oriental que Humboldt), la que he adoptado en mi mapa hasta que ob-
servaciones ulteriores y ejecutadas por mucho tiempo nos den un resultado seguro y
definitivo.
Para demostrar, cuanta es la inseguridad en que nos hallamos respecto á las
Longitudes del pais, pongo en seguida los datos que poseemos para las dos ciudades prin-
cipales, Quito y Guayaquil:
Quito. Long. O de París.
Según Jorge Juan a) 80° 45'
„ b) 80° 40' 25"
„ La Condamine a) 80° 30
„ „ „ b) 81* 22'
„ Velasco 80° 47' 15"
., Humboldt 81° 4' 38"
„ Stübel 80° 47' 54".
„ Peter 80° 51' 544
Guayaquil.
Según los Académicos franceses .... 82° 27' 38"
„ Humboldt 82° 18' 10"
„ Inman 82° 16' 9"
„ Rapper 82° 12' 16"
„ Arrowsmith 82° 10' 9"
„ Carta del Almirantazgo ingles . 82° 11' 33"
r, Wisse 82° 21' 38"
„ Villavicencio 82° 27'
5» J»
576 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
Si así estamos con la Capital y con el Puerto principal del pais, ¿qué será de las
posiciones de lugares menos importantes? á quien creeremos? qué autoridad invocaremos?
qué confianza pondremos en aisladas observaciones astronómicas de los viajeros por mas
competentes que sean? — En vista de tanta confusión y tan poca seguridad debemos
consentir con Raimondi, cuando dice: «He llegado á perder completamente la fe en todas
las observaciones de longitud, que no sean hechas por astrónomos eminentes que hayan
permanecido algún tiempo en el lugar.
«Con efecto : ¿qué confianza podrán merecer unas observaciones de longitud tomadas
de paso, cuando vemos las enormes diferencias que dan distintos y hábiles observadores
en la longitud de un mismo punto? Así tomando, por ejemplo, la longitud de la ciudad
de Arequipa, determinada por tres observadores, los señores Curson, Pentland, que la
observó en dos ocasiones, y D. Mateo Paz-Soldan, tenemos los siguientes resultados:
Curson (1812) Arequipa ... 73° C 13" Long. O de París
Pentland (1827) 74° 14' 12"
id. (1837) „ ... 73° 55' 36" „
Paz-Soldan „ ... 74° 21' 0" „
aHé aquí pues, que entre las longitudes tomadas por los citados observadores hay
una diferencia de Io 20* 47", que equivale á 808/4 millas marinas ó casi 27 leguas. Ahora
pregunto yo: ¿Será posible, saliendo de un punto conocido de la costa de Islay, por
ejemplo, llevando un itinerario con un poco de cuidado, cometer tamaño error en 30 le-
guas de camino?
«Aun haciendo abstracción de las observaciones de los señores Curson y Paz-Soldan,
que son los dos extremos, y comparando las dos hechas por el señor Pentland, vemos
una diferencia de 18' 36", esto es un poco mas de 6 leguas geográficas, error que será
imposible cometer llevando un itinerario desde la orilla del mar hasta Arequipa; puesto
que para recorrer al paso llano de una bestia la distancia de 6 leguas geográficas, se
necesitan unas 4 horas; y bastaría observar un reloj al momento de salir y á la llegada,
para pi rcebir el equívoco. Si se tiene el cuidado de medir antes el camino, que recorre
una bestia al paso llano en un tiempo dado, como he hecho yo con todas las que he em-
pleado, y anotar así mismo todas las variaciones de dirección del camino, es casi im-
posible en una distancia como la que media entre Islay y Arequipa, cometer el error de
una legua ....
. . . «aun la posición geográfica del primer puerto de la República, esto es la lon-
gitud de Callao, es discutible, á pesar de haber sido determinada por célebres obser-
vadores ....
. . . « las dos últimas y mas recientes observaciones (de Moesta y Fleuriais) difieren
casi 5' ó millas geográficas de la de Humboldt y un poco mas de 4 de las que dan Du-
perrey y Fitz Hoy. ¿Cual será la mas exacta? . . . desgraciadamente se tiene demasiada
confianza en las engañadoras cifras que llevan el signo de grados, minutos y segundos
(° ' "), que se ven sembradas con profusión en varios libros.» (Raimondi, Perú, I, pág. (55).
He citado este pasaje de Raimondi, para que se vea. que en todas partes de Sud-
américa el geógrafo se encuentra con las mismas dificultades por ahora insuperables,
con que tropezamos en el Ecuador. ¡Oue campo tan vasto para un observatorio astro-
nómico, que en primer lugar parece llamado á allanar las dificultades y á proporcionar
al topógrafo los datos concernientes á las posiciones principales! ¡Ojalá que tuviéramos
siquiera 15 ó 20 puntos bien determinados y situados á distancias convenientes en la ex-
tensión longitudinal del pais sobre la Cordillera occidental ó entre ella y la oriental!
Con estos puntos seguros y con los que tenemos en la costa, un geógrafo práctico y
bien ejercitado podría construir un mapa muy exacto sin mas materiales astronómicos,
y apoyándose en sus trinngulacioiys y demás operaciones geodésicas, y en sus itinera-
rios. — ^o, desprovisto de los instrumentos v aun de los conocimientos astronómicos
necesarios para observaciones difíciles, como es la de la longitud, insistí hace muchos
años en la importancia de que se ejecute este trabajo de determinar aquellos puntos
cardinales por parte del Observatorio astronómico de Ouito, — pero en vano. El año
antepasado volví á interesar al director del observatorio en el asunto, exponiéndole mis
«ludas bien fundadas respecto á las Longitudes de Humboldt. Me prometió hacer la re-
visión de la longitud de Ouito mediante las observaciones con estrellas, y también se
ofreció á determinar la diferencia de longitud entre Ouito y (.¡uayaquil mediante obser-
vaciones correspondientes en ambos lugares y el telégrafo (método fácil, muy seguro v
LÍMITES. 577
usado en nuestros tiempos). Me entusiasmé con la esperanza de que se efectúe siquiera
esta última determinación. Pero después de tener todo preparado en Guayaquil para las
observaciones correspondientes y cuando le escribí al señor director, que el cronómetro,
el teodolito y el telégrafo (merced al ofrecimiento del señor Gobernador) estaban listos,
y que se sirva señalar el dia do la observación, quedé sin contestación — y emprendí
mi viaje á Europa con un nuevo desengaño. Hasta la fecha (después de un año y medio)
tampoco no tuvo á bien comunicarme los resultados de sus observaciones con las es-
trellas; por lo deinas ahora vendrían tarde, porque el mapa ya se halla impreso. — Per-
dóneme el lector esta exposición, que no hago por odiosidad ó resentimiento (á que no
tengo motivo), sino tan solo para que se sepa á que atenerse, por si acaso mi mapa será
examinado y criticado por los astrónomos en sus fundamentos astronómicos. Sin duda
el Observatorio astronómico de Quito, aunque ya existe unos 20 años, no se halla todavía
en la posibilidad de ejecutar las observaciones que deseaba. Me contento con haber ini-
ciado una reforma en el mapa, que tarde ó temprano se llevará á cabo, con ó sin la
cooperación del Observatorio astronómico de Quito.
5. (Pág- 6.)
Cuestión de límites. — Consúltese: Pedro Moncayo, Colombia y el Brasil; Co-
lombia y el Perú. Cuestión de límites. Valparaíso 1862.
M. Villavicencio ; Apéndice á la Geografía del Ecuador y defensa de los terrenos
baldíos. Con una carta de límites. Valparaíso 1860.
J. B. Menten, en el Boletín del Observatorio astronómico de Quito , 1878. Nro. 5,
pág. 99.
P. F. Cevallos, Resumen de la Historia del Ecuador, 1889. VJ, 176-179.
A. Raimondi, Perú (Lima 1879), III, pág. 2 trata difusamente de la célebre aCédula
real» de 1802, de cuya observancia ó no - observancia depende, como se sabe, el aUti
possidetis», que debía arreglar los límites de las nuevas Repúblicas al tiempo de su in-
dependencia. Raimondi aboga naturalmente en favor del Perú, queriendo comprobar, que
la Cédula real fué obedecida, y en el mismo tomo (pág. 390) inserta un pequeño mapa,
en que señala el lindero entre el Ecuador y el Perú conforme á dicha Cédula. — En la
presente obra, que tiene por objeto la geografía física del Ecuador, he evitado de entrar
en la discusión de esta grave cuestión histórica, que necesita largos y profundos estudios.
He trazado los límites de la República según las indicaciones del Gobierno.
Como es mas que probable, que las tres Repúblicas de Perú, Ecuador y Colombia
llegarán á arreglar sus linderos de un modo amigable, cediendo algo do las preten-
siones, á que cada una se cree con derecho, y haciéndose mutuas concesiones, según la
conveniencia de cada pais, me permito hacer una observación general. En el estudio de
los límites naturales, que se han de fijar y que en muchos puntos serán diferentes de
los antiguos artificiales, se debe tomar en consideración, que en regiones montañosas es
preferible una linea divisoria, que pase por las crestas de las montañas y colinas que
separan un sistema fluvial de otro, y no por los ríos mismos, porque es conveniente que
toda la hoya de un sistema fluvial (pequeño) ó un valle pertenezca á un solo pais. Las
altas montañas separan las naciones mucho mejor que los pequeños rios. Otra cosa
distinta es, cuando se trata de rios muy grandes y navegables, como el Amazonas y los
demás rios grandes del Oriente, que son límites muy naturales y sirven á la vez de vias
de comunicación á dos naciones limítrofes. En paises muy llanos, faltos de montañas,
y sobre todo cuando están cubiertos de selvas y son poco poblados, también unos rios
mas pequeños pueden servir de linderos políticos. — Así, por ejemplo, en la región an-
dina, entre Túmbez y el valle del Amazonas, la frontera del Ecuador y Perú deberia
pasar por las crestas de las cordilleras altas y sus ramales (por el •divortium aquarunm)
mejor que por rios, mientras que mas abajo el Amazonas seria un lindero magnífico.
Igualmente el Putumayo ó el Yapurá serian linderos mucho mas naturales, que una «Cor-
dillera de Putumayo» entre ambos, la cual, de paso sea dicho, no existe. Por supuesto,
en donde ya por mucho tiempo se ha adoptado rios pequeños por linderos (rio Carchi,
rio Macará etc.), el cambio seria difícil, y mi indicación se refiere especialmente á las
regiones, en que so fijarán los linderos de nuevo con alteración de los actuales, ó con
mutuas concesiones. Disputar al vecino un pedacito de terreno en la vasta é inculta
región del Oriente, por mas incómoda que fuese en lo futuro su administración política
Wolf, Ecuador. 37
578
AN0TACI0NK8 Y 8UPLEKKNTO8.
y civil, no es patriotismo sensato; este se manifiesta mejor por el arreglo de límites
naturales y convenientes al desarrollo del país , aun dejando al vecino poroionee mayores
de tierra, si él las necesita 6 si puede cultivar y oiviliiarlas con mas farilMail Solo
con miras elevadas de los Plenipotenciarios y de las comisiones topográficas, las tres
Repúblicas tendrán límites naturales y por esto estables.
5b. (Pág. 12.)
Posiciones astronómicas en el rio Amazonas* — Como taires en un arreglo
definitivo del lindero peruano -ecuatoriano el rio Amazonas desempeñará un gran papel,
no estará demás insertar aquí una serie de posiciones astronómicas, detenninadas á lo
largo de su curso por el ingeniero Señor A. Wertheman, sea que algún día señalaren
la misma frontera definitiva, sea que sirvieren de puntos fijos para determinar con mas
facilidad otros en su cercanía. Entre las observaciones astronómicas hechas por varios
viajeros y por comisiones peruanas, he eligido las del Señor Wertheman, porque según
mi parecer, y también en la opinión de Raimondi, son las mas exactas y fidedignas.
(Véase A. Raimondi, Perú, DI, 477 y 677).
Lugar. Lat.Sur. Long.OdePar. AUureu
Roca del rio Utcubamba 6° W 20" 90» 58* 84f ' 869 met.
„ „ „ Chinchipe 5280 80 52 14 —
Quebrada Huayashanga 5 10 58 80 44 44 249 „
Roca del rio Chuchunga (Imasa). .550 808859 246 „
Isla Pati-Huashani 4420 80 21 49 —
Rorja (ruinas) 4 28 80 79 50 49 174 „
Roca del rio Apaga 4 46 40 79 27 49 —
„ „ „ Morona 44680 79 2054 —
„ „ „ Potro 4 52 40 79 12 29 —
Pueblo de Barranca 4 49 25 78 59 29 182 „
„ S. Antonio . 4 58 55 78 47 54 -
Roca del rio Pastaza 45340 78 4249 —
Raradero de S. Antonio 4 59 80 78 37 54 —
Isla Cedro (punta oeste) 4 59 21 78 5 14 -
Roca del rio Huallaga 5620 77 551 —
Pueblo de Fontivera 45436 77 4629 —
„ Urarinas 4 49 6 77 30 44 —
„ „ Vaca-marina 4 33 0 77 7 16 —
Puerto nuevo de Parinari 4 42 0 76 40 59 —
Nauta (fondeadero) 4 31 30 75 52 49 —
Boca del rio Ucayali 4 30 0 75 47 29 112 .,
Puerto de Iquitos 3 44 20 75 31 34 107 „
Boca del rio Ñapo 3 19 30 75 0 39 —
Puerto de Pebas 3 19 30 74 9 9 —
Mauca-Llacta 3 44 18 73 45 39 -
Loreto 3 49 30 72 32 24 —
Boca del rio Yavarí 4 22 27 72 19 57 —
6. (Pág. 19.)
Véase: T. Wolf, Aj/untes sobre el clima de las islas Galápagos. Bol. del Obs. astr.
de Quito 1879, Nro. 3, pág. 49. — Copiaré el paso siguiente, que nos interesa en este
lugar :
«En Agosto, al tiempo de nuestra partida, el agua de la ria de Guayaquil tenia la
temperatura de 27° C, enfrente de la ciudad ; 10 millas mas abajo, al lado de la isla Mon-
dragon, 25°; cinco millas mas adelante, enfrente del pueblo de Puna, 24°; y cerca de
Punta Arena, al término austral de la isla de Puna, 23° centígrados. El agua del rio
se enfria á medida que vá mezclándose con el agua del mar. En toda la travesía, desde
CORRIENTE ANTARTICA. — COSTA. f>79
Puna hasta el puerto de Santa Elena, se conservaba la temperatura del agua constante,
es decir de 23° C. — Después de salir de dicho puerto, el termómetro indicó siempre la
misma temperatura del mar, durante todo el primer dia de la navegación. Pero el se-
gundo dia, el 7 de Agosto, á las doce, cuando nos hallamos bajo Io 1C Lat. S y 85° 6' Long.
0 de París, 110 millas náuticas distantes de la costa, la temperatura del agua subió á
24°; á las cuatro de la tarde á 24%°, y á las nueve de la noche á 25° C. La otra ma-
ñana á las 6, el agua tenia ya 26° centígrados, y esta temperatura conservaba hasta el
9 de Agosto, cuando ya estuvimos cerca de las islas (el cielo cubierto no permitió en
este dia la determinación exacta de nuestra posición). Al medio dia de esta fecha bajó
la temperatura del agua de 26° á 25°, y á las 6 de la tarde, en el momento en que di-
visamos por primera vez los picos mas altos de la isla Chatham (calculamos la distancia
á 40 millas) fué de 24° C. Durante la noche un fuerte temporal desvió nuestro buque
de su rumbo, y nos llevó hacia el Sur. Amanecimos al lado de la isla Hood (la mas
austral del Archipiélago), y observamos que la temperatura del agua era de 23°, exacta-
mente como en la costa de Santa Elena. Esta temperatura se mantenía constante entre
todas las islas, desde Chatham hasta Albemarle. Pero atrás de esta última, es decir, en
su costa occidental, especialmente en la bahía de Santa Isabel, bajó á 21° centígrados. —
Advertimos que las observaciones hechas en Noviembre, durante nuestro regreso á Guaya-
quil, concuerdan exactamente con las que acabamos de copiar de nuestro itinerario.
Ademas nos resta decir, que en la costa de Santa Elena, y hasta 100 millas hacia Oeste,
la corriente de las aguas se encamina directamente de S á N, y que desde allí, mas al
Oeste, corre de SE á NO. En el Archipiélago mismo las corrientes con el rumbo in-
dicado son tan fuertes, que á veces hacen peligrosa la navegación, ó á lo menos forman
uno de los mayores obstáculos en tiempos de calma.
«De nuestras observaciones se sigue:
«Io. Que en las costas de la provincia del Guayas (y probablemente también en
las de Manabí hasta el Cabo Pasado) el mar tiene la misma temperatura baja, de 23° C,
que en el Archipiélago de los Galápagos, en donde se la atribuye á la corriente antartica;
«2°. Que estas dos corrientes de agua fria están separadas entre sí por una zona
ancha del mar, cuyas aguas tienen una temperatura mas elevada en 3 grados, es decir
de 26° C. ;
«3o. Que el tránsito de las zonas frias á la zona caliente no es tan repentino, como
se ha observado en los límites de otras corrientes del océano, sino que se verifica poco
á poco;
«4o. Que las dos zonas frias tienen una temperatura inferior en bl/t° centígrados á
la que corresponde á los mares situados bajo la linea equinoccial, y que la zona mas
caliente, que las separa, tampoco llega á tener la temperatura normal de 28%° C;
«5°. Que la corriente, que pasa por el Archipiélago de los Galápagos, parece mas
fria (de 21° C.) en sus partes occidentales, que bañan las costas de Narborough y de
Albemarle. Sinembargo, como no nos era posible, extender nuestras observaciones mas
allá de la Longitud de Narborough, y como las que hicimos al Oeste de Albemarle son
pocas (pero constantemente con el mismo resultado), no queremos sostener que esta quinta
deducción sea absolutamente exacta, aunque no podríamos excogitar una causa local, que
nos explicase la temperatura tan baja en la bahía de Santa Isabel (Elizabeth-Bay).»
7. Pág. 25.)
La Costa. — Como la costa es la región del Ecuador, en que poseemos una serie
de puntos astronómicamente bien determinados, daré la lista de los principales desde
Túmbez hasta Tumbaco, apoyándome especialmente en los datos y mapas del Almiran-
tazgo ingles.
Lugar. Lat. Sur. Long. O de París.
Punta Malpelo en la boca del rio Túmbez . . 3° 31' 82° 49*
Punta de la isla Payana 3 24 82 36
Punta norte de la isla Jambelí 3 14 82 20
Boca de Pagua 3 4 82 11
Boca de Naranjal 238 82 4
Punta sur de la isla Mondragon 2 0 82 9
Pueblo de Puna 2 44 82 13
37
*
580 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
Lugar. Lat. Sur. Long. O de París.
Punta Arenas en la isla de Puna 3° 2* 82° 25*
Punta Salinas „ „ „ 3 4 82 34
Paro en la isla de Santa Clara 3 11 82 44
Punta del Morro (cerca de Data) 2 45 82 33
Chanduy (pueblo) 2 26 83 2
Puntilla de Santa Elena 2 11 83 20
Puerto de Ballenita 2 11 83 12
Punta de Ayangue 1 59 83 6
Manglar alto 1 51 83 4
Punta Ayampe 1 41 83 9
Punta Salango (aguada) 1 35 83 11
Punta de Callo 1 21 83 6
Punta SE de la isla de la Plata 1 19 83 21
Cabo de San Lorenzo 1 3 83 15
Punta de San Mateo 0 56 83 11
Puerta de Manta 056 83 3
Punta de Jaramijó 054 83 0
Punta de Charapotó 0 44 82 51
Punta Bellaca, al lado de la Babia de Caráques 0 34 82 45
Cabo Pasado 0 21 82 50
Punta Ballena (de Jama) 0 10 82 40
Lat. Norte.
Punta Pedernales 0o 5' 82° 27'
Boca de Cojimíes 0 22 82 23
Punta Pórtete 0 29 82 25
Cabo de San Francisco 040 8228
Punta Galera 0 51 82 25
Atacámes 0 53 82 12
Punta Gorda 0 59 82 6
Esmeraldas (villa) 0 59 82 2
Punta Verde 1 6 81 46
La Tola (pueblo) 1 12 81 26
Pianguapi (sitio) 1 26 81 16
Punta Mangles 1 37 81 23
Tumaco (pueblo colombiano) 1 49 81 6
De los historiadores primitivos, que nos dejaron descripciones geográficas del an-
tiguo Perú, el mas prolijo y exacto es Pedro Cieza de León. Es el primero, que dá una
descripción detallada de la costa del Ecuador, en su •Crónica del Perú» (Sevilla 1553),
especialmente en los capítulos III y IV. Es admirable, como los españoles solo 20 años
después de su primera llegada á estas costas, ya tenian noticias tan exactas de ellas.
Existe una obrita interesantísima, pero poco conocida, la «Monografía de Guayaquil,
escrita por Andrés Boleato, en Lima, el año de 1820»; reimpresa á costo de la Munici-
palidad de Guayaquil en 1887 , á instancia del que entonces fué su Presidente, Señor Dr.
Francisco Campos. Esta Monografía trata de la provincia y sus productos en general,
pero parece escrita á propósito para los navegantes de la costa y del rio Guayas, pues
contiene una descripción minuciosísima de toda la costa y sus islas, del golfo y del rio
de Guayaquil, indicando los bajos, las mareas, los vientos, y cuanto puede interesar á
un piloto. Esta parte hidrográfica, que comprende mas de la mitad de la obrita, es muy
recomendable, mientras que las otras partes, recopiladas sin orden, no tienen mucho valor.
8. (Pág. 27.)
En la nueva carta de Raimondi corre la linea divisoria desde el Macará casi rec-
tamente al Este, para encontrarse con el rio Cánchis, tributario del Chinchipe. Pero en
esta parte de su mapa, y en tudo el sistema superior del Chinchipe, que pertenece al
ARTICULACIÓN DE LOS ANDES. 581
Ecuador, y que sin duda trazó según materiales antiguos é insuficientes, el autor parece
estar equivocado. Es imposible, que el rio Cánchis nazca mas al Norte de las cabeceras
del Macará, como en el mapa citado.
9. (Pág. 31.)
La articulación de los Andes. — Humboldt distingue solamente cinco hoyas
ó altiplanicies: las de Cuenca, de Lat acutí ga, de (¿tato, de los Pastos y de Almaguer.
De la última el Ecuador participa muy poco en las cercanías de Tulcan ó de las cabe-
ceras del rio Guáitara, la porción mayor de ella pertenece á Colombia.
La división de Humboldt no me parece muy natural. En primer lugar omite la
hoya de Loja. Según él la bifurcación de los Andes comienza solo en 3o 15' Lat. S, es
decir en el nudo de Pórtete y Tinajillas, que muy impropiamente llama «nudo de Loja».
Pero basta una ojeada sobre la carta geográfica para convencernos, de que la bifurca-
ción empieza mucho mas al Sur, en el nudo de Cajanuma (4o 6' Lat. S) y que podemos
considerar el valle de Loja como una hoya interandina con el mismo derecho, como la
de Cuenca, aunque su ancho sea mas reducido. Ademas, si las montañas al Oeste de
Loja, es decir, las cordilleras de Chilla, Dumarí, Amboca, Catacocha y otras, pueden ser
consideradas como los eslabones de una cadena disyunta, no andaremos muy equivocados
al tomar también los valles del rio Jubones y del rio Túmbez superior (región de Zaruma)
por dos hoyas interandinas.
La división de Humboldt omite las dos pequeñas, pero bien pronunciadas hoyas de
Cañar y de Alausí; la grande de Riobamba reúne con la de Latacunga. aunque está per-
fectamente separada de ella por el nudo de Sanancajas é Iguala ta. No importa que haya
una comunicación entre las dos por el angosto valle del rio Chambo y del rio Patate
cerca de Baños; pues todas las hoyas interandinas tienen tales desaguaderos. Humboldt
omite también la hoya de Ibarra, y en su lugar pone «la altiplanicie de los Pastos» que
yo considero, según parece con mas razón, como un nudo muy extenso, los «Altos de
Boliche». — Ademas el valle de Guaranda y Chimbo lleva en todo y por todo el carácter
de los valles y hoyas interandinas, de manera que no podemos separarlo de la zona cen-
tral 6 andina.
Me ha parecido útil representar en el dibujo adjunto (véase la página siguiente)
la verdadera articulación de los Andes ecuatorianos, porque con este trazo sencillo de las
cordilleras principales resalta mejor á los ojos, que en el mapa grande, donde se oculta
debajo de mil particularidades accesorios.
10. (Pág- 53.)
Obras de los lucas. — No me parece supérfluo, repetir en este lugar, lo que
escribí en mi Memoria sobre la provincia del Azuay (Viajes científicos. II. Prov. del
Azuay, pág. 31):
«Asi como muchas veces se ha desconocido la verdadera importancia de las anti-
güedades, sobre todo de los artefactos que se han sacado de las huacas, tampoco no han
faltado quienes (siguiendo el ejemplo del Padre Velasco) exageraban mucho el elogio de
algunos restos de edificios y vias artificiales, viendo en cada trozo de muralla un palacio,
una fortaleza, ó un templo soberbio, y hasta jardines en una ciénaga y totoral de los
páramos. El castillo y la fortaleza de Inca-pirca, sí, es cosa digna de verse y el monu-
mento de la antigüedad india mas hermoso y mejor conservado de cuantos he visto en
la República. Pero los Paredones ciertamente no han sido ni fortaleza, ni palacio ni la-
berinto, sino un tambo para los viajeros de una construcción muy ordinaria y tosca aunque
de mucha extensión. Tampoco pude ver maravillas en la calzada de los Incas, y suscribo
y confirmo las palabras del señor doctor Reiss:*) «El piso del camino en esta parte está
formado por la superficie irregular de las lavas antiguas y no hay ni vestigios de empe-
drado ó de cimiento de cal y betún. Grande é ingeniosa es la obra ejecutada por los
indios; pero no comprendo, cómo se ha podido comparar á los mas bellos caminos de los
*) «Carta del doctor W. Reiss a S. E. el Presidente de la República, sobre sus viajes a las
montañas del Sur de la capital» (Quito 1873), pág. 19,
PROVINCIAS GUAYAS Y ESMERALDAS. 583
romanos ». - Muy á propósito me vienen también los reglones que preceden inmediata-
mente: «La laguna y el rio Culebrillas, á cuyo lado están los Paredones, se han tomado
también como obras de los Incas, y este es un error: no son artificiales. Lagunas se
forman muy continuamente en los valles de las serranías volcánicas que ya están bas-
tante destruidas por la acción de las aguas, y las muchas vueltas y revueltas que dá el
riachuelo, son una consecuencia de su curso manso en un llano cenagoso». ¡Hé aquí, á
qué se reducen los jardines celebrados mas que los de las Hespérides! Y en efecto, es
incomprensible, cómo se podia atribuir á los Incas un gusto tan malo ó mas bien un
capricho tan loco de pasearse y de bañarse en la altura de casi 4000 metros, en un paraje,
donde no rara vez caen nevadas fuertes y donde Eolo, el dios de los vientos, parece tener
su almacén principal. No dudo, que los Incas se habrán apresurado en sus viajes á
pasar lo mas pronto posible el nudo del Azuay, como nosotros, pero en mal tiempo en-
contraban amparo y abrigo en el tambo grande, ventaja que nosotros no tenemos en
medio de la civilización moderna y en el siglo del progreso.»
11. (Pág. 150.)
La obrita mas interesante, que poseemos de la provincia de Guayaquil, siempre es
la Monografía de Baleato, del año de 1820, de que hablé en la Anotación Nro. 7.
En 1879 el Señor Don Pedro Garbo hizo reimprimir en Guayaquil el a Compendio
histórico de la Provincia, partidos, ciudades, astilleros, rios y puerto de Guayaquil, en
las costas del mar del Sur, por Don Dionisio de Álsedo y Herrera, Presidente que fué
de la Real Audiencia de Quito, Gobernador y Capitán General de las Provincias de su
Distrito. Madrid, 1741.» — Esta obrita (de unas 100 páginas) tiene mas bien un valor
histórico que geográfico, y el plano que lo acompaña es un objeto de pura curiosidad.
En 1877 el señor Dr. Francisco Campos publicó un a Viaje por la provincia de
Guayaquil». El viaje (imaginario) es descrito en forma novelesca y contiene noticias
históricas, estadísticas y algunas geográficas. Las últimas no siempre son exactas, por-
que al viaje ó al itinerario sirvió de fundamento el antiguo mapa de Villavicencio , por
falta de otro.
En 1882 he publicado en Lima mi primer a Mapa de las provincias del Guayas y de
Los Rios», en la misma escala grande, en que sale ahora el mapa general de la Re-
pública. Pero en aquel tiempo de revoluciones quedó inédita la Memoria que debía
acompañarlo.
12. (Pág. 175.)
Lagos no hay en la provincia de Esmeraldas, fuera del de Sade, que mas bien
merece el nombre de laguna y pantano. El señor Villavicencio pinta en su mapa entre
el rio de Esmeraldas y el de Cayapas un lago de Tórtolas de 3l/i leguas de diámetro,
á uno de sus lados se vé un rio de Tórtolas y al otro una cordillera de Tórtolas, y en
sus alrededores viven los indios Tórtolas. Como de todo esto no se encuentra nada en
mi mapa nuevo, debo hacer la explicación de estas omisiones. No quiero negar absoluta-
mente, que talvez en un tiempo haya existido una tribu de indígenas, que los españoles
llamaron «indios ó yumbos Tórtolas», pero cierto es que en la actualidad, y mucho
tiempo hace, han dejado de existir.*) — En cuanto al lago, rio y cordillera del mismo
nombre, es seguro que no han existido jamas en esos lugares, pues, siendo fenómenos
topográficos, serian permanentes ; á lo menos en tiempos históricos aquella región no ha
sufrido ningún cambio geográfico. Buscando el origen del error, creo haber encontrado
una explicación, después de haber leido lo que dice Villavicencio (siguiendo á Velasco)
en la página 244 de su Geografía:
*) Tampoco existen los « yumbos Moláguas» al Norte de La Tola. La única tribu que se ha
conservado en su estado primitivo y silvestre, la de los Cayapas, la omitió el señor Villavicencio
en su mapa. — Este autor ha observado en todo su mapa y especialmente en la región oriental, la
misma costumbre de copiar de las cartas antiguas de los misioneros una multitud de pueblos y tri-
bus indígenas que han desaparecido ó á lo menos cambiado de lngar. Esto está bien en una geo-
grafía antigua y en un mapa histórico, pero no cabe en nn mapa que pretende representar la geografía
moderna del Ecuador, dondo ocasiona solamente confusiones.
584 AMOTACIOHBS T I
«En el Gobierno de Atecámes, Ib mejor pi>bl¡t<-i<in mu buba, fué Bu Ittnnwt, sobre
la ribera de su nombre. Sus minas de Abo tro atrajeron mucha gente español», varias
familias nobles, y mucha plebe, que hacian gran comercio. Los indios Tórtolas, que n»
fueron conquistados y eran algo bárbaros, habitaban las cabeceras del rio San Miguel.
sin comercio ni comunicación; en el tiempo monos pensado estos Tórtolas se armaron
y dieron un asalto casi súbito á la población: las familias do respeto se aseguraron d>-
las barcas que tenia el rio y huyeron precipil (idamente; lo» otros, parte se refiyiurun en
los bosques y siguieron el rio, y el resto, que por asegurar «as intereses se qued" en
la población, fué sacrificado á manos de los bárbaros, que redujeron la poblaoJon á ceni-
zas.» — Esta no es mas que una copia algo abreviada de 1» relación, que hace Velase"
en su Historia del reino de Quito, parte III, pág. 1(18.
El error proviene sin duda en gran parle de ln ínula costumbre sudamericana, de
dar al mismo rio diferentes nombres en diferentes lugares de sa curso, i El rio de Sao
Miguel*, que en el mapa de Villavioenoio corre paralelo al Cayapas y desemboo*. al Sur
de La Tola, no es otro que el CayápaB misino, nombrado antiguamente t,y ahora r«ra
vez) rio de San Miguel en su curso superior, en donde baste hoy din existe el pueblo
de San Miguel de Cayapas. Esta conjetura es tente mas verosímil, cuando el mTfltWisiln
geógrafo deja desembocar en su San Miguel un rio •SopaUosi y un rio nOwqÍM», teniendo
en efecto el Cayapas, como hemos visto en su lugar, entre mis tributarias los ríos Sapavo
grande, Sapayito y Ónzole, y cuando dice que el rio do San Miguel tenia «minas de
fino oro», lo que igualmente corresponde al Cayapas superior. Para zafarse de una difi-
cultad invente oteo rio «Onzolesa, como afluente de su verdadera Cayapas. También el
lago de Tórtolas deja explicarse, y creo que es idéntico con la laguna de Sade. Se
sabia talvez por las relaciones de los indios, que el Ónzole nace en 1a cercanía de una
laguna grande, pero nadie conjeturaba que esta laguna era la misma que se conocía
arriba de la hoya del rio Esmeraldas con el nombre de la de Sude, y así nacieron ños
en lugar de una. En electo en el dicho mapa el «On/oles» (inferior) toma su origen muv
cerca del «lago de Tórtolas*, y he demostrado, que la laguna de Sade desagua al
Ónzole y no al rio Sade. — De este exposición se vé, que los objetes geográficos (lago.
rio, cordillera de Tórtolas), de los que he afirmado que no existen en realidad, no eran,
sinembargo, del todo imaginarios, y se puede decir que el error proviso de una confusión
de noticias topográficas vagas é imperfectas, adquiridas por tradiciones y descripciones
de los indígenas y no por intuición propia de los objetos. Algo sospechoso nie parece
el que la tribu de los indios Tórtolas nunca se nombra, ni en la Geografía de Villavi-
cencio, ni en la Historia deVelasoo, entre los numerosas tribus que poblaron el antiguo
«Gobierno de Atecámes* (respectivamente Esmeraldas), sino como de peso en esa única
ocasión, en que cuenten la destrucción del pueblo de San Miguel; y mucho me inclino
á creer, que los indios Tórtolas eran los mismos Cayapas, talvez los mas retirados de la
Iribú y por este mas bárbaros, porque se dice que «habitaron las cabeceras del rio San
Miguel», que no puede ser otro que el rio Cayapas con su tributario el rio Grande, en
cuyas riberas hasta ahora vive una población numerosa de indios Cayapas. Pero tales
investigaciones y conjeturas pertenecientes á la historia, ya traspasan los límites do mi
descripción geográfica, y baste haber hecho la corrección del mapa en un punto ten
sustancial.
13. (Pág. 188.)
Para resolver el problema: ¿cual de los do» ríos que forman el AmatonaB, se pueda
reputar como el río tnadre? el señor A. Raimondi salió de los principios siguientes.*)
Si el agua do un rio fuese enteramente pura, esto cb, si no tuviese la menor can-
tidad de sales en disolución, y si se reuniese con otro, cuya agua contenga, por ejemplo,
100 miligramos de sales ó materias fijas por cada litro; es natural que el agua del rio
formado por la reunión de los dos, contendrá una porción de sales menor de 100 mili-
gramos por cada litro, por la mezcla de agua pora del otro rio. Si los dos ríos contienen
igual cantidad de agua, el agua del rio formado por su reunión tendrá 50 miligramos
por litro, pero en el caso de que uno sen mas caudaloso que el otro, el agua que resulta
•) Perú, III, pte. 577— oM.
MARAÑON Y UCAYALI. 585
de su reunión, tendrá mas de 50 miligramos de sales, si el rio mas grande es el que
contenia 100 miligramos, y al revés, tendrá menos de 50 miligramos de sales por litro,
si el rio mas grande era el de agua pura. Ahora supongamos, que la evaporación de
un litro de agua del rio reunido nos dé 80 miligramos de sustancias fijas, entonces
sacaremos por un cálculo sencillo, que la cantidad del agua del rio puro se halla con
la del rio cargado de sales en la proporción de 0,25 : 1 ; en otros términos, que el segundo
lleva cuatro veces mas agua que el primero. — Este principio vale también en los casos,
en que los dos rios, que se reúnen, contengan una cierta cantidad de sales; pues es un
caso análogo, como en una mezcla de dos ligas de cobre y plata, con diferente ley de
este último metal, pudiéndose deducir por la ley de plata de la masa total la proporción
relativa de las dos ligas empleadas. — Por lo demás parece supérfluo advertir, que en
la determinación de sustancias fijas deben entrar solo las sales solubles, no las materias
terrosas que los rios llevan en suspensión, y las cuales se debe separar por filtración,
antes de evaporar el agua, cuyas sustancias fijas se buscan.
Al señor Raimondi se le ocurrió este método ingenioso de determinar la cantidad
de agua de un confluente, cuando analizó las aguas del Ucayali y del Amazonas, que el
señor Dr. Reiss le habia remitido desde el Para. Encontró en el agua del Ucayali
220 miligramos de materias fijas por litro, y en la del Amazonas solo 130 miligramos.
Desde luego dedujo de este hecho, que el otro brazo del Amazonas, es decir, el Marañon,
debia tener una proporción de sales todavía menor que la del mismo Amazonas, y que
la cantidad de agua que lleva el Marañon, debia ser seguramente muy superior á la del
Ucayali, para que mezclándose con la de* este rio, hiciese disminuir de una manera tan
notable la proporción de materias fijas.
Deseando el señor Raimondi comprobar por la práctica la exactidud de su método,
hizo traer las aguas de los rios Ucayali y Marañon un poco arriba de su confluencia, y
del Amazonas abajo de la boca del Ucayali, y obtuvo el resultado siguiente:
Materias fijas contenidas en un litro:
Agua del Ucayali .... gramos 0,160
„ „ Marañon ... „ 0,045
„ „ Amazonas ... „ 0,065.
Estos resultados, aunque den una proporción de materias fijas muy distintas de las
obtenidas anteriormente, confirman la deducción general, es decir, que el rio Marañon
trae un caudal de agua muy superior al del rio Ucayali. De las cifras indicadas resulta,
que la cantidad de agua del Ucayali es á la del Marañon como 1 : 4,75, ó que el Marañon
en la época en que se recojió el agua, llevaba una cantidad del agua casi 5 veces mayor
que la del Ucayali. — Las diferencias se explican por las distintas estaciones, en que las
aguas fueron recojidas. El Dr. Reiss recojió el agua del Amazonas en Setiembre, cuando
el rio estaba escaso de agua, y el señor Herrera, quien mandó el material para los se-
gundos ensayos, á principios de Junio, cuando estaba crecido. Pero como el Señor última-
mente nombrado no habia recojido el agua del Amazonas un poco abajo de la confluencia
del Ucayali con el Marañon, sino enfrente del pueblo de Iquitos, en donde ya pudo mani-
festarse la influencia de otros tributarios, encargó el señor Raimondi de nuevo al Señor
Wertheman, que le remitiera pruebas de los tres rios, recojidas en lugares mas apa-
rentes. En estos nuevos ensayos resultó la proporción de las materias fijas en un litro,
come sigue:
Agua del Ucayali .... gramos 0,140
„ Marañon ... „ 0,080
„ Amazonas. . . „ 0,096.
De estas cifras se saca, que el agua del Ucayali, al reunirse con la del Marañon,
para formar el Amazonas, en la época en que el señor Wertheman recojió las muestras
(Noviembre), se hallaba en la proporción relativamente á la del Marañon como 1 : 2,75,
ó que el Marañon llevaba una cantidad de agua casi tres veces mayor que el Ucayali.
El Señor Raimondi concluye este artículo diciendo:
«De lo dicho se viene en conocimiento: Io que el agua del Ucayali es mas cargada
de sales que la del Marañon; y 2o que, apesar de que la cantidad relativa de agua de
estos dos rios puede variar, según que uno ú otro esté mas crecido, el Marañon lleva
siempre una mayor cantidad de agua que el Ucayali; y con justa razón se ha considerado
por la mayor parte de los geógrafos como el rio madre del Amazonas, apesar de que el
Ucayali tiene su origen mas lejano.»
5»
586 ANOTAU1UNB8 Y SUPLEMENTOS.
Este método se podría aplicar en el Ecuador, por ejemplo, para saber, cual sea el
rio madre del Esmeraldas, el Guallabamba ó el Blanco, ó cual sea la vena principal del
rio Daule, si el Peripa ó el rio Grande ete. ; pero no sirve en los rios que están sujetos
á las mareas, por ejemplo, para fijar las relaciones entre el rio Bodegas, Daule y Guayas.
14. (Pág. 201.)
Rio Ñapo. — Es incomprensible, como el Señor Charles Wiener, que hizo en 1879
ó 1880 un viaje de Quito al Amazonas por el antiguo y bien conocido camino de Papa-
llacta y por el Ñapo, pudo reclamarse el mérito de haber descubierto una nueva via
comercial para Sudamérica, y pintar este su viaje como una aventura sin igual, que
hasta entonces nadie habia realizado. Bajo el epígrafe a Descubrimiento de una nueva
via comercial para Sudamérica por el Prof. Charles Wiener», publicó el período «Export»
el 15 de Marzo de 1881 un artículo, sacado de otro periódico francés «L'Exploration»,
que no solamente en Francia, sino también en otros paises llamó mucho la atención. Los
comerciantes se alarmaban, los geógrafos, mas familiarizados con la historia do los
descubrimientos en Sudamérica, se reian del «descubrimiento» del Señor Wiener. Hé
aquí un solo paso de este artículo:
«Aidé de ees braves compagnons, Mr. Charles Wiener, arrivé le 6 octobre au Para
a l'embouchure do l'Amazonc, avait en six mois mené a bonne fin un travail qui n' avait
jamáis Hé entrepris. II avait parcouru et mesuré l'Amérique méridionale dans sa plus
grande largeur; il avait completé l'immense voie commerciale naturelle tracée par le
plus grand fleuve du monde. Entreprenant sur le Ñapo une expédition que les gen 8 du
paye jugeaient entierement impraticable , il a hissé avant tout autre le drapeau franjáis
sur ees eaux, dont la prise de possession idéale était jusqu* alors inscrite seulement dans
les chartes et constitutions politiques.» L'Exploration, tom. XI, Nro. 213 (17 Pebr. 1881),
pág. 409.
El señor Wiener ó ignoraba todos los hechos relativos al Ñapo, que he indicado con
toda brevedad (pág. 200), ó suponía en sus lectores una ignorancia grande. El Dr. A. Stübel
ha criticado debidamente el artículo citado en otro, que se publicó en «Pctermann's Mit-
theilungen», el mismo año de 1881.
15. (Pág. 209.)
Provincia del Oriente. — De los autores nacionales, que han tratado este tema,
el mas recomendable es el señor M. Villavicencio. Su artículo sobre la provincia del
Oriente (Geografía, pág. 344) es de lo mejor que contiene su libro. Aunque adolece tam-
bién de cierta vaguedad y falta de precisión en los datos geográficos, hay sinembargo
muchas observaciones buenas, que arrojan una vislumbre sobre la variedad de los ter-
renos y su carácter general. Copiaré algunos de los pasos mas interesantes ; por supuesto
sin asumir la responsabilidad por todo lo que dice el autor.
«La Cordillera de los Andes forma la elevada barrera do la provincia oriental por
el Oeste: su descenso es rápido y profundo; está cubierto de arbustos y chaparros im-
penetrables, los cuales van convirtiéndose en una vejetaeion mas gigantesca á proporción
que desciende. Aquí y allá se vé pendientes descarnadas de piedra viva, donde las
plantas no han podido arraigarse, ó cavidades causadas por los derrumbes que precaria-
mente presentan precipicios desnudos de toda vegetación, pero que en poco tiempo vuel-
ven á cubrirse de arbustos y malezas. Por el descenso de esta cordillera se precipitan
los torrentes mas ó menos caudalosos, que manan desde la cima y forman quebradas
profundas en un lecho de pedrones monstruosos; en estos mismos quebradones se en-
cuentra cascadas elevadísimas, cuyos contornos son inaccesibles para el hombre. El des-
censo oriental, pues, presenta el aspecto de un mundo que se ha desplomado, dejando un
hacinamiento de picachos elevados, crestas, precipicios y grietas profundas, todo cubierto
de un verdor eterno, bajo un clima húmedo, que mide gradualmente todas las tempera-
turas, desde la templada que está en la cima, hasta el calor agradable que se siente en
sus faldas.
« Desde las faldas de la Cordillera, la vista del viajero descubre un plano que forma
límite con el horizonte, interrumpido alguna vez por sistemas de cordilleras poco elevadas,
PROVINCIA DEL ORIENTE. 587
ó por cintas de plata que serpentean en la llanura: por lo demás, su aspecto es el de
un mar de esmeralda, formado por las copas siempre verdes de los robustos árboles que
constituyen un bosque no interrumpido. Es verdad, que este sublime panorama pocas
veces se presenta á la vista del viajero, pues, con frecuencia hay una neblina baja , que
posa sobre la superficie de los bosques; ó cuando no, se descubre montañas que ocultan
al observador grandes extensiones del terreno.
«Los planos de este pais son tan húmedos como la cordillera, y se puede asegurar,
que la época de las lluvias dura todo el año: no obstante, desde Noviembre hasta Abril
el cielo está mas despejado y las lluvias son menos frecuentes. Durante estos meses se
hace con mas facilidad la entrada á los bosques orientales, ya por la causa que acaba-
mos de decir, ya porque los rios caudalosos, que cortan el camino, están inénos crecidos
y es mas fácil vadearlos. — Parecerá extraño, que en este tiempo estén menos crecidos
los rios que vienen de la Cordillera, siendo así que en ella es la época del invierno, y
que los aguaceros son mas frecuentes durante esta estación en la cima de los Andes;
pero recuérdese lo que ya se ha dicho con respecto á esto, al hablar de los caminos del
Quijos, y se hallará la razón. En efecto, durante el verano la escarcha, las nevadas y
el granizo cubren con frecuencia las extensas mesetas de los Andes, y su deshielo pro-
duce la gran cantidad de agua, que hace salir de madre los torrentes orientales.
«Hemos dicho también, que en estas llanuras se desencadenan algunas veces los
vientos que vienen desde el Amazonas, con tanta furia como en el mar de las Antillas,
y que arrancan de raiz los árboles mas robustos, dejando tras de sí una ancha calle que
marca su dirección. En cuanto al clima, vá subiendo su temperatura gradualmente desde
el pié de la Cordillera hasta las orillas del Amazonas, en donde se siente el máximum
de calor. De este fenómeno resulta otro no menos importante, y es que los mismos
frutos maduran sucesivamente, viniendo primero la sazón de los que están cerca del
Amazonas, y por gradas van madurando tanto mas tarde, cuanto mas dista el pais de
las orillas del gran rio; de forma que cuando los árboles de las faldas de la Cordillera
han dado ya su tributo á los animales, el Amazonas les convida con una nueva cosecha.
Esto mismo produce no solo la vida nómade de los animales, sino aun la de los sal-
vajes: aquellos van sucesivamente recorriendo el pais á proporción que maduran los
frutos, y los salvajes siguen la misma marcha para proporcionarse igualmente frutos
y cacería. Los animales que no pueden subir hasta las elevadas ramas para proporcio-
narse el alimento, siguen sinembargo la comitiva, porque cuando el viento no sacuda los
árboles y haga desprender los frutos, las bandadas de aves, las ardillas y las tropas
de monos dejan caer gran cantidad de frutos, que sirven de pasto á los animales que
rastrean. . . .
«El terreno oriental es formado por una capa de aluvión antiguo de dos á tres varas
de espesor, con otra capa superficial de aluvión moderno con mas de media vara de sus-
tancias vejetales descompuestas: si á esto se añade la humedad del suelo y el influjo
del clima, fácil es deducir la fuerza vegetativa de estos terrenos. Los rios que le ser-
pentean, corren con bastante precipitación hasta cierta distancia de la Cordillera sobre
un lecho de piedras y guijarros; pero á proporción que se separan de la Cordillera, son
cada vez mas pequeñas las piedras, hasta que en cierto límite, cuando la corriente es
mas dormida, el lecho es de arena, y sus riberas dejan igualmente playas arenosas. Este
límite dista unas treinta y cinco leguas de la Cordillera, y en él debemos notar algunas
cosas especiales, pues sirve de línea de demarcación para distinguir la naturaleza del
terreno, variación de vejetacion, distinción de playas, pérdida de aluvión antiguo y clase
de civilización de habitantes.
«Ya hemos dicho que desde las faldas de la Cordillera la vegetación es corpulenta,
el terreno de aluvión de antigua formación con capa de vegetal, y que los rios corren
con alguna rapidez en un lecho de piedras; falta solo añadir, que en ella viven los in-
dios catequizados que se llaman cristianos, y que así mismo este es el límite del terreno
que contiene lavaderos de oro. Desde aquí, esto es 35 leguas lejos de la Cordillera,
hasta el Marañon, el terreno es de aluvión moderno, la vegetación es mas gigantesca,
el lecho de los rios y playas es de arena, los lavaderos de oro desaparecen, el curso de
los rios es mas remanso, las charapas (tortugas) depositan en sus playas grandes can-
tidades de huevos, y la pesca y cacería son mas abundantes. De este límite para abajo
es donde con mas frecuencia vagan los salvajes del Oriente.»
cuando entran
ANOTACIOMBS T
16. (Pag. 220.)
Altaras arregladas legua los caminos principales de 1» Btapuhllca.
Los listas aiguientoa son tomadas, por una parte de loe catálogos de los
DDr. Reina y Stfibel (- R8) publicados en 1871—73 en Quito, y por otra de los ""
del autor (= W). A los primeros pertenecen todas las alturas del país
rio Carchi hasta el Azuay, y al segundo las del resto de la República;
otros observadores, se lo indicará. Las alturas de los señores Reías y Stfibel se
exclusivamente en observaciones exactas del barómetro de mercurio (las
gonométricas de los cerros mas altos no entran en estas listas). Para evitar
posteriores debo advertir, que las listas, extractadas con anuencia de los autores,
sufrirán pequeñas modificaciones después de la ultima revisión de los cáleulue, qi
tualmenle están preparando para bu obra grande. Ellos mismos adelantaron á en
licacion primera la nota siguiente: (Como este trabajo se considera de carácter ]
friona], se reserva para mas tarde hacer reotiftcaciones, que serán insignificantes». ■
cuanto á mis propias observaciones, debo advertir, que son hechas en su mayor
con barómetros cmeroidet, los cuales, por mas buenos que sean, nunca permiten la i
exnctidud que el barómetro de mercurio. Por un estudio largo y minucioso de m
strumentos llegué á conocerlos suficientemente, para hacer las correcciones
y por la comparación continua con el barómetro de mercurio y con los pantos
terminados mediante él, creo haber conseguido el grado de exactidud que
aneroides.
Las alturas se expresan siempre es sufro* tobre ú nivel del ñor.
I. Camino real por el callejón Interandino desde el rio Carchi
hasta el Macará.
Hombre del lugar. Altura.
Rumichaca de Ipiales 2757
Tulean, plaza 2977
Páramo de Boliche, punto mas alto del
camino 3405
Orejuela, caserío 2929
Busca, plaza 2958
Tuza, plaza 2874
Llanos de Tuza en el camino de Ru-
michaca 2800
Pistu, San Blas de Puntal 2672
Alto de Pucará, punte mas alto del
camino 3122
Filo del Valle del Chota 3044
Loma de Tulean, casas 2546
El Tuno, casas 2395
Puente del Chota 1532
Las casas del Chota 1550
Aluburo 2548
Yaguarcocha 2253
Rio Taguando, puente nuevo de Ibarra 2145
Ibarra, plaza 2225
La Esperanza, plaza . 2344
Juanguarin , 2382
San Antonio, camino real para San
Pablo 2378
Human, camino real para Sun Pablo 2632
Peguche, hacienda 2556
Laguna de San Pablo 2697
San Pablo, plaza 2726
Nombre del tasar. AHwra.
Alto de Cajas 8099
Tambo de la Compañía, Tupigaohl . 2800
Tabacundo «8»
Cachipamba 3860
Puente del rio Pisque ....... 3086
Ouallabambe, pueblo 3106
Puente de Guaillabamba 1881
Carapungo, pueblo 2664
Tablón de la cuesta, Chinguiltina . 2635
Quite 2850
Puente del Machángara 2776
„ Calzado ....... 2840
Arcadia, hacienda 2954
Puente de Guamaní 3050
„ „ Cutuclagua . 3056
Santa Rosa, altura del camino entre
Quito y Machachi 3086
Tambillo 2802
Maehachi, tambo 2935
Puente de Jambeli 3190
Quebrada Union 3472
Huinzha, altura del camino cnTiupullo 3604
Chisinche, cruz de Tiupullo 3552
Santa Ana, tambo 3150
Pié del Corrito de Callo, carretera . 3123
Puente del Rio Cuilche 3069
„ „ Blanco 2984
Rumipamba, hacienda 2848
Latacunga, plaza 2801
ALTURAS DEL PAÍS.
589
Nombre del lugar. Altura.
Rio Dluchi, puente de la Concordia . 2730
San Miguel de Latacunga, pueblo. . 2700
Rio Cutucbi, puente de Pansaleo . . 2668
Pucarumi, hacienda 2745
Unamunchu, altura del camino entre
Latacunga y Ambato 2792
Rio de Ambato, puente de Liria . . 2509
Ambato, plaza 2608
Puente de Palagua 3040
Mocha, pueblo 3284
Sanancajas, altura del camino . . . 3607
Tambo de Chuquiboquio (pocos metros
encima de la carretera) 3604
Plano de Luisa 3265
Rio San José, puente 3114
Cajabamba (Riobamba viejo) .... 3205
Laguna de Colta, capilla Balbaneda . 3288
Altura del camino entre Cajabamba y
Guamote 3332
San Martin, hacienda 3163
Columbe, pueblo, el puente 3149
Guamote, pueblo 2981
Puente de Chibu, carretera 3114
Incapamba, ruinas de los Incas . . . 3201
Cuncunbamba 3252
Rio Pumachaca, paso 3158
Hacanang, principio de la bajada áTixan 3342
Tixan, pueblo 2925
Alausí, pueblo 2390
Confluencia de los Rios Zula y Chan-
chan (caña de azúcar) 1857
Bugnac, hacienda 1987
Gonzol (W.) 2828
San Pablo, capilla (W.) 3120
Pomallacta (W.) 2937
Achupallas (R.) 3317
Quimsa-cruz, punto mas alto del ca-
mino nuevo en el Azuay (R.) . . 4347
Puca-loma, punto mas alto del camino
antiguo (R.) 4445
Puente Espantóla (R.) 3947
Paredones, ruinas (R.) 4051
Travesía de Paredones (R.) 4084
Puente por el rio Cañar (R.) .... 2833
Cañar, villa (R.) 3176
Altura del camino del Bueste entre
Cañar y Biblian (W.) 3483
Burgai, hacienda (W.) 2815
Deleg (R.) 2678
Nombre del lugar. Altura.
Paso por el rio Deleg (R.) 2623
Altura en Habshun (R.) 2818
Sidcay (R.) 2582
Puente de Machángara (R.) 2493
Cuenca, plaza (R.) 2581
(En adelante según W.)
Confluencia del Narancay con el Tarqui 2587
„ „ Tutupali „ „ „ 2646
Llano de Tarqui al pié del cerro de
la pirámide 2658
Cumbe, plaza 2704
Altura de la Cuesta de Cumbe . . . 3080
Mariviña, tambo 3163
Altura del camino en Tinajillas. . . 3424
Quebrada de Shiña, paso por el rio
Silvan 2783
Yuquish, sitio 2875
Nabon, plaza 2765
Rio Charcay, paso 2599
Quebrada de Llapqui 2634
Cochapata, plaza 2696
Quebr. de Tablayacu 2495
Udushapa, hacienda 2312
Puente de Udushapa 2273
Altura del camino entre Udushapa y
Oña 2637
Oña, plaza 2452
Zaraguro, plaza 2692
Camino al lado de la laguna de Pulla 3151
Cuesta sobre la « Quebrada honda » al
lado de la cruz 3052
«Quebrada honda», paso por el rio . 2862
Ramos -urcu, camino al lado de la
boca-mina 3259
San Lúeas, plaza 2655
Tambo de Juntas 2212
Estancia de Cachipirca 2549
Cajatambo 2803
Sacama, altura del camino 2797
Loja, plaza 2220
Altura del camino al lado del Villo-
naco 2786
Hacienda Juanes 1614
Altura del camino entre Mátala y
Gonzanamá 2669
Gonzanamá, plaza 2243
Cariamanga, plaza 2165
Macará 430
II. Yarios caminos del país interandino.
Camino real deade el rio Chota por Nombre del lugar. Altura.
Salinas, Cotacachi y Páramo de Salinas, plaza 1639
Mojanda á Quito. (RS.) Puente del Cabuyal en el rio Ambi . 1803
Nombre del lugar. Altura. Cabuyal, casas 2017
Puente de Santa Rosa en el valle del Ibarra, plaza 2225
rio Chota 1520 San Antonio, plaza 2378
090
AK0TAC30NXB T RUPLHfXNTM.
Nombre del lugar. Aítmra.
Hattmtaqui, plaza 2407
Rio Ambi, paso entre Hatuntaqui y
Cotacachi 2297
Cotacachi, plaza 2463
Rio Blanco en la hacienda de Peru-
gacfai 8568
Otavalo. iiliim 2681
Desaguadero da Gnarmieoeba en el
páramo di' afojanda 8781
Caricoeha n ti paramo de Mojnnda. S7I1
Cascacunga „ „ „ . 8874
Malchinguí, pía» . 8878
Principio de la bajada de Malchingui
i Alchipichí 2660
Alchipichí, hacienda 2101
Puente de Alchipichí, rio Guailla-
baraba 1719
San Antonio de Llulhimbamba . . . 2428
Pomasqui, plaza 2507
Rio Chifahuaieo, camino real ... . 2616
Rio Cotocollao 2689
Cotocollao, plaza 2802
Quito 2860
De Salinas a Quito por 1* Socalen.
(RS.)
Salinas, placa 1638
Hacienda del Pogyo 1702
Tumbaviro, plaza 2118
San Carlos, hacienda 1981
Quebrada de Pigunchiiela 1602
Ürcuqui, plaza 2820
El Tablón del molino 2628
El Hospital, hacienda 2460
Rio Cari-yaca, paso del Hospital . . 2817
Rio Alambi, paso cutía Peribuela é
Imantá 2200
Imantú, plaza 2422
Yana-yocu, en el paso á Cotacachi . 2256
Cotacachi, plaza 2453
Perugachi, hacienda - ■ ■ 2615
Camino sobre ln Pena blanca. . . . 3189
Ensillada de la Escalera 3196
Pié de la tísculera 2754
Paso del rio Taurichupa 2403
Cochapatnha. primera casa 2382
Paso del rio Cubi 1762
Tintal, hacienda 2075
P«nicho, plaza 1830
Puente de Perucho, rio Guaillabamba 1565
Tanlagua, hacienda ....... 2559
San Antonio de Llulhimbamba . . . 2423
Quito 2850
De Ibarra á Quito por Cayambe.
(HS.)
Ibarra, plaza 2225
Cacho, casorio 2516
Nombre 4*1 htoor. AHura.
Quebrada seca, Rumihuaioo en el ca-
mino real 9665
La Magdalena, hacienda 2703
San ProiicWu-mcha. Pié del cerro
Cunru 8835
Zule ti> ó Ciicbiciiranqiii. hacienda . , 8866
Cangagua!. 81S1
Pesillo, hacienda 8106
Hacienda de Muyurcu 8054
Kio Granobles, paso cerca de la ha-
cienda de San José 8771
Cayambe, pueblo 88GB
Puente de Guachalá 3788
Hacienda de Guachalá 9801
Pambamarca, altara mayor del camino 8648
Quinche, plaza 9664
Quebrada Uravia, paso de arriba . . 8084
n » n de abajo y ha-
cienda 8884
Plun de Chilpe 9488
iguiftaro, hacienda 8689
Yaruquí, plaza 8885
Kio Guumbi, paso 9928
Pncmbu, plaza 9484
Rio Chichi, paso 2967
Tumbueo, plaza 2890
Rio Sun Pedro, icabon 9801
Cumbayá 8400
Puente de Guápulo 8545
Guápulo, iglesia 9690
Quito 8850
De Quito a Mindo y repjraao por
Moa. (RS.)
Quito 8850
Cotocollao 8809
Cunuc-corral 8671
Tablahuasi 3645
Frutillas 8183
Rio Verdecuchu 8761
El Puxe 3024
Punta de Playa, rio Purasi 8193
Mindo, ■■■■ Vicente 1264
Rio Miiido cérea de San Vicente . . 1226
Llano de Non loma entre el Rio
Mindo y el Rio Blanco 1366
Rio Blanco 1163
Reunión de Rio Blanco con el Rio
del Volcan, pié del Pichincha. . 2078
Reunios del Rio Blanco con el Rio
del Cinto 2225
Loma de los Osos 2582
Chinquil 2769
Rio del Cinto en Pnlmira 2667
Capillapamba en Llou 3070
iluairapungo 3284
Quito 285U
ALTURAS DEL PAÍS.
591
De Quito al camino de Manabí. (RS.)
Nombre del lugar. Altura.
Quito 2850
Tambillo . . . .* 2802
Aloag, pueblo 2922
Paguangalli, punto mas alto del ca-
mino 3469
El Pungu, límite superior de los he-
lechos arborescentes 3279
Ligue 2850
Garretas, máquina de cortar tablas . 2477
Rio Silante 2150
Rio San Lorenzo, puente de Naranjal 1787
Canzacoto, casas 2005
Rio Yamboya, puente 1849
Límite superior de los platanillos . . 1630
San Florencio, hacienda 1459
Rio Calulo 1291
Pié del Cerro Guanaza, fin del camino
en Setiembre 1873 1245
De Quito á Papallacta. (RS.)
Quito 2850
Tumbaco 2390
Itulcachi hac 2668
„ el tablón 3097
Paso por el Guamaní 4173
Tambo de Papallacta 3505
Laguna de Papallacta 3341
Iglesia „ „ 3156
De Quito al Antisana. (RS.)
Poingasí 3104
Conocoto 2594
Rio de San Pedro, puente 2512
Quebrada Incachaca, paso 2602
„ Chángala, „ 2708
Chángala, hacienda 2785
San José de Guamoburo 2812
Píntac, pueblo 2900
Corral de Yanacompañía 3090
Canalpata 3173
Quebrada Guapal, paso 3047
Pinantura, hacienda 3142
Mauca-estancia 3262
Santo Domingo, principio del pajonal 3499
Puerta de Guamaní 3549
Secas, casitas 3465
El Isco, hacienda 3459
Maucarodeo-pampa 4007
Guamaní de Maucarodeo 4115
Hatuc-pampa 4066
Antisana, hato 4075
De Latacunga á Sigchos. (RS.)
Latacunga 2801
Toacaso, pueblo 3261
Razuyacu y Cutupilaló, haciendas. . 3382
Llanos de Curiquingue 3551
Nombre del lugar. Altura.
Portada de Huinzha 3621
La Moya, hacienda 3338
Quebrada Chisoche, paso 3119
Chisaló, hacienda 3043
Quebrada Chisaló 2943
Paso de Pucará 3281
Rio Toachi, puente 2497
Sigchos, plaza 2928
De Latacunga á Angamarca. (RS.)
Pujilí, pueblo 3061
Isinchi, hacienda 3045
Límite superior de la cebada en Tunlin 3732
Mulacorral, hato 3774
Curiquingue-pampa 4049
Muru-urcu, cúspide 4317
Filo de Mi chacal á 4345
Hondón de Michacalá 3919
Filo Tixan 4496
Hondón de Pigua 4075
Principio de las peñas de rocas no-
volcánicas 4074
Angamarca, pueblo 2998
De Axnbato á Angamarca. (RS.)
Ambato 2608
Santa Rosa, pueblo 3099
Pataló, pueblo 3191
Quebrada Chibuleo, paso 3245
Pilahuin, hacienda 3406
Quebrada Pucachaclla, paso 3239
Rio Minas, paso 3283
Chiquicagua, hacienda 3419
Rio Yatzaputzan, paso 3596
Altura del camino entre Llangagua y
Ambato 3868
Loma Yatzaputzan 3780
Rio Puca-yacu, puente 3360
Llangagua, hacienda 3398
Peñas de cuarcita encima de Llan-
gagua 3638
Pusuhuaico 3866
Lozan perfecto, paso 4381
Vaquería de Lozan 3889
Altura del camino entre Zarripo y
Milni 3951
Corral de Chini 8545
Confluencia de los Rios Panza y Guam-
beña 2829
Angamarca 2998
De Biobamba al Valle del
Pastaza. (RS.)
Riobamba, plaza 2798
Elen, rio de Guano, paso de abajo . 2540
Cuesta de Chijang 2910
Puente de Penipe 2364
Penipe, pueblo 2470
ÁNOTAOIOHBB T ftrpMíMRNTOa.
Nombre áét lugar. Altura.
Puente de Puela 2293
Puelft, puebla 8896
Chontiipniíipíi, hacienda 2278
Juivi grande-, hacienda 90fi8
Camino sobre las piedras de Ib revena
üuon de Juivi 8069
Juiví chiquito, hacienda 1868
Huiioa, pueblo 1800
Sao Vicente, hacienda . 1786
Quebrada ülvu, puente 1700
Agujan, puente nuevo de) rio Pastazs 1668
Agoyan, hacienda 1640
Rioblanco, puente 1619
Antombos, hacienda 1588
Antombos. trapiche en la playa . . 1457
Rioverdc grande, acienda 1497
Machai, hacienda 1681
El Mirador 1688
Maputo, hacienda 1387
Santa Inés, hacienda 1844
Rio Topo, paso cenia del punto de
reunión con el rio Pastaza . . . 1296
Rio Zuifiag, paso 1280
Rio Chuloaya, paso 1248
Tumbo de Cutkfttira, pié oeste del
cerro Abitngua 1806
Rio Quilluc pié Mte del cerro Abi-
tagua 1096
Allpayocu, vado 1067
Principio de los llanos inclinados de
Aluvión 1806
Jibaría del Píntue, chacras de los In-
dios Jibaros 981
Da Biobamba á Haoaa. (R6.)
Kiobamba 2798
San Luis 2658
Puca-yacu, paso cerca de Punin . . 2710
Tunchi, hacienda 2706
Chuyucuchu, caserío ........ 2778
Lucero-loma 2853
Confluencia del Cebadas con el Gua-
mote 2886
Cebadas, pueblo 2904
Iehañag hato 3100
Ishubambu, hacienda 3090
Afilio, caserío 3462
Paso de la Cordillera 3548
Zuñac, pueblo 2688
Paira, caserío 1617
Macas, pueblo 1051
De Biobamba & Guamote. (RS.)
Riobaraba 2798
San Luis 2653
Tunchi de Boslang, hacienda ... 2775
Nautc, caserío 3279
Salarun-luma 3G03
Nombre dti lugar. Altura.
Pulueate, capilla 3337
Tunuui, hacienda
Uuamote, pueblo.
Se Biobamba á Pallatanga. (RR)
Riobamba 27;**
Cajabamba 3205
Navas-cruz, *> de la Cordillera . .1868
Gtiungnpulo, cieñan ..... 3603
Pungor, pueblo Sllli
Yerba-buena, hacienda ¡¡(i7s
Quebrada del i ¡ardiñal, puso .... 3886
Quebrada 4a Pansa, paso 8186
Punza, casita 3689
Pallatanga 16»
De Biobamba 4 Chimbo.
Riobamba . . 2798
Cajabamba
Guallaló, "
Huacpalag, loma . 4069
Chorrera, en el páramo de Gua-
llaló 8807
Tres cruces de Puyal, punto mas alto
dri camino . . . 4806
Purcu, paso por el rio (W.) 8668
i. l-i ,nl;i Cliaqui-yacu (W.) .... 8487
Lomada mortiños, principio del pajo-
nal (W.) 8817
Guantuc-lomu. cúspide (W.) .... 8870
Guupuiigoto tumbo (W.) 8880
Santiago pueblo (W.) 8648
Paso del rio Chimbo (\V.) 8846
San José de Chimbo (RS.) 3489
Da atocha 4 Guarnida, (RS.)
Mocha 8284
Tambo de Chuquiboquio 8604
Tambo de Culebrillas (pié sureste del
Chimborazo) S663
Valle de Trasquilas, paso 8776
Tambo de Totorillae 8910
El Arenal, punto mas alto del camino 4281
a. El comino antiguo.
Panza, pié del Arenal, reunión de los
dus caminos 4124
La Ensillada, tambe 3746
Yaim-uri.il, tumbo 8680
Chibticu, parte inferior 3344
El Pungo, hacienda 3002
Casipainba, caserío 2794
Rio Lian gama, puente de Guaranda . 2538
Guaranda, fonda de la Maravilla . . 2668
b. £1 comino nuevo.
Panza, pié del Arenal 4124
Quebrada Panza, paso 8333
Loma Llanguma 3450
ALTURAS DEL PAÍS.
593
Nombre del lugar. Altura.
Rio Llangama, paso 8008
Chinibamba 3298
Quebrada Quinoacorral, paso .... 3084
Quinoacorral, hacienda 3184
Tambo del Pucará, Llillucu 3024
Guanujo, pueblo 2923
Guaranda 2668
De Guaranda á Simiátug. (RS.)
Guaranda 2668
Guanujo 2923
Tambo de Pucará 3024
Sinchic, hacienda 3237
Rio Moya, paso 3235
Salinas, pueblo. . 3549
Loma de Chuquinac 4011
Rayobamba 3821
Simiátug 3238
De Guaranda á Chillanes. (RS.)
Guaranda 2608
Puente del Socabon 2575
San José de Chimbo 2499
San Miguel de Chimbo 2469
Tumbucu 2429
Nombre del lugar. Altura.
Pisco-urcu 2907
Panteón de la Chima 2587
San Pablo (Atenas) (W.) 2458
Playas de Sicoto 2033
Puyuchuray 2528
Urcu-corral (W.) 2414
Chillanes 2344
De Alausi á Cañar por Chunchi.
(RS.)
Alausi 2930
Bugnac, hacienda 1987
Tolte, caserío (W.) 2350
Lluquillay, caserío (W.) 2180
Chunchi 2273
Guataxi, hacienda 1902
Rio Guabalcon 1885
Pacchabamba 2277
Ayapanti 2681
Hoyaxí, hato 2829
Shical, hato 3037
Punto mas alto entre Lama i y Guai-
llaganga 3444
Tambo, pueblo 2975
Rio Cañar, paso 2833
Cañar 3176
III. Algunos caminos del litoral á la sierra. (W.)
De Bodegas á Guaranda por
Pozuelos.
Nombre del lugar. Altura.
Bodegas 5
Pozuelos, pueblo 146
Pacana (San Rafael), hacienda . . . 475
Agua santa, hacienda 795
Confluencia de los rios de San An-
tonio y Cumbilí 877
San Antonio, casas superiores del sitio,
límite de los platanales 1478
Yana-allpa, casita al pié de la cuesta
de Cascajal 2277
Tambo de Pucará 3060
Altura del camnio en Tutapala . . 3200
Verdepampa, hacienda 2898
Pimbulo, hacienda 2805
Illapa, hacienda 2705
Santa Fé, caserío 2693
Puente del Socabon 2575
Guaranda 2668
De Bodegas á Chimbo por Balsa-
bamba.
Bodegas apróx. 5
Sabaneta „ 10
Playas „ 30
Limón de abajo 119
Limón de arriba . 163
Wolf, Ecuador.
Nombre del lugar. Altura.
Balsabamba 708
San Cristóbal, tambo 1075
Putzo, tambo 1151
Tambo-loma 1866
Las Palmas, tambo 2193
Ensillada de Gualashay 2599
Chuchi, tambo 2967
Tambo del Gobierno 3100
San Miguel de Chimbo 2469
San José de Chimbo 2499
Guaranda * 2668
De Puente de Chimbo á Alausi.
Puente de Chimbo, estación del Ierro-
carril
San Palbo, hacienda
Juntas, coníl. del Piñampungo con el
rio del Sacramento
Placer, hacienda
Cayandeled, hacienda
Chahuarpata, dormida
Tribulpata, dormida
Las Chorreras
Margarita, paso de la Cordillera . .
Rumipungo, paso de la Cordillera. .
All pachaca, hacienda
Paso de la Cordillera sobre Allpachaca
Paso por el rio de Alausi
Alausi, villa
38
345
636
745
961
1377
1833
2194
2818
3131
3080
3059
3136
2248
2390
694
AK0TACI0NE8 T 8UPLBKKNT08.
De Naranjal a Ouonoa.
Nombre del Jugar. Altura.
Naranjal apróx. 20
£1 Entable . . 187
Chaca-yacu, pié de la cuesta .... 477
Yerba-buena, tambo 2776
Altura del camino en Canelapata . . 3094
Llamacancba, tambo 3081
Altura de la cuesta sobre Molleturo. 2894
Molleturo, plaza 2557
Yunguilla-huaico, tambo 2735
Huasi-huaico, tambo 3167
Contra-yerba, hacienda 8592
Cajas, paso de la Cordillera 4185
Quínoas, tambo . \ 3681
Puente de Llulluchas 3253
Surucuchu, hacienda 3022
Nombre del lujar. Altura.
Sayausi, pueblo 9757
Cuenca, plaza 2581
De Santa Rosa á gamma y IéOJsw
Santa Rosa apróx. 10
Guayabo, casa 199
La Chonta, pié de la cuesta .... 515
Tambo grande 1412
Ayabamba 1596
Zaruma, plaza 1900
Cuesta de Amboca
Cisne, pueblo
Valle del Catamayo, paso del camino
por el rio de la Toma 1457
Altura del camino al lado del VUlonaco 2786
Leja 9220
17. (Pág. 221.)
Clasificación petrográfica de las rocas.
I. Rocas cristalinas, llamadas también protégenos 6 primitivas.
Io. Bocas cristalinas simples.
a. Rocas haloideas: Sal gema, Espato flúor, Criolita. — Caliza, Dolomita, Marga. —
Yeso, Anhidrita, Fosforita, Barita.
b. Bocas silíceas: Cuarcita, Esquista silícea, Jaspe, ópalo y otras variedades
del cuarzo cristalino y amorfo.
c. Silicatos. Hay algunos, que por sí solos y sin mezcla de otros minerales
componen rocas, pero siempre subordinadas, así: Augita, Malacolita, Anfibola,
Epidota etc. — A esta clase pertenecen también la Serpentina, la Esquista
talcosa y la clorítica.
d. Bocas metálicas: Hierro oligista, Limonita, Hierro oolítico y pisolítico, Espato
de hierro, Magnetita.
c. Bocas de origen orgánico (carbónicas): Antracita, Ulla, Lignita, Turba, As-
falto, Guano.
2°. Bocas cristalinas compuestas.
A. De estructura granulosa y porfiroidea.
a. Con ortoclasa: Granito, Sienita, Pórfido rojo (cuarzoso), P. felsítico, Piedra-
pez. — Traquita, Liparita, Riolita, una parte de la Obsidiana, Perlita y
Piedra -pómez.
b. Con oligoclasa: Diorita, Porfirita, Meláfído. — Andesita, Daeita (Andesita
cuarzosa), una parte de la Obsidiana, Perlita y Piedra-pómez.
c. Con anortita (rara vez labradorita): Diabasa, Hiperstenita , Gabbro, Pórfido
augítico. — Dolerita, Basalto.
d. Con nefelina y leucita: Nefelinita, Leueitóiido.
B. De estructura esquistosa.
Gneis, Granulita, Esquistos micáceas y arcillosas.
II. ltocas clásticas (fragmentarias).
Io. Conglomeratos, Bre echas, Tobas, que pueden derivarse de todas las rocas
precedentes, neptúnicas, pintón i cas y volcánicas, y reciben sus nombres espe-
cíficos según los materiales que las eoinponeii.
CLASIFICACIÓN GEOLÓGICA. 595
2o. Areniscas y pizarras sedimentarias, que se repiten con muchas variedades
en todas las formaciones geológicas.
3o. Arcillas y otras rocas lunáticas, como Caolina, que derivan especialmente
de la descomposición de los silicatos.
Escala completa de las formaciones sedimentarias.
I. Período arcaico.
Form. lorenciana. Primeros vestigios de animales y plantas marinas.
Form. hurónica, Radiatos, Crinoídeos, Anélidos.
II. Período paleozoico.
F. silúrica. Predominan los Graptolites y Trilobites. Aparecen los Braquípodos y
los primeros peces.
F. devónica. Predominan los Braquípodos (Spirifer, Calceola, Stringocephalus etc.),
Corales (Calamopora, Cyathophyllum) , Goniatites. — Aparecen las pri-
meras plantas terrestres.
F. carbonífera. En los estratos inferiores (Caliza carbonífera y Culm) muchos Crinoídeos
y Corales. Posidonomya, Pleurotomaria. Peces ganoídeos. En las divi-
siones superiores con capas de ulla predominan las plantas terrestres,
todas criptógamas: Calamites, Asterophyllites, Annularia, Heléchos,
Sigillaria, Lepidodendron. — Primeros Anfibios é Insectos.
F. dyáaica. Braquípodos (Spirifer, Productus), Pectén. Peces (Palaeoniscus), Saurios
(pérmica) ( Archaegosaurus , Amblypterus). Heléchos, Coniferas, Walchia.
III. Período mesozoico.
F. triasica. a. inferior (Arenisca abigarrada). Terebratula, Ceratites. Labirintodontes
(Chirotherium). Equisetum, Coniferas, Voltzia heterophylla.
b. media (Caliza conchífera). Notosaurus mirabilis, Encrinus, Terebratula
vulgaris.
c. superior (Keuper). Mastodonsaurus. Peces: Ceratodus, Semionotus. Pri-
mer mamífero : Microlestes antiquus. — Equisetum, Zamias, Coniferas.
F. jurásica, a. Oolita inferior (Lias). Saurios: Ichthyosaurus comunis, Plesiosaurus,
(oolítica) Mystriosaurus, Teleosaurus. Peces ganoídeos. Loligo, Ammonitcs, Pen-
tacrinus. Cycadineas, Coniferas.
b. Oolita media. Saurios. Mamíferos marsupiales. Peces placoideos. Tere-
bratula, Ostrea, Trigonia. Heléchos, Zamias, Coniferas.
c. Oolita superior ó blanca. Corales y Espongios, Equinodermos, Crinoídeos.
Trigonia, Diceras, Ammonites. Pterodactylus, Geosaurus, Chelidonidcs,
Emys. Archaeopterix. Cycadineas.
F. cretácea, a. Form. wealdica. Peces: Lepidotus, Sphaerodus. Saurios: Iguanodon,
Pholidosaurus. Moluscos lacustres y lluviales: Unió, Cyrena, Cyclas,
Pisidium, Corbula, Paludina, Melania, Nerita, Limnaeus, Planorbis, Cy-
pris etc. Cycadineas, Heléchos,
b. Neo comió, c. Ganlt, d. Creda cloritica (Turónico y Cenománico), e. Creda
blanca (Senónico). Poraminíferos y Corales, Equinodermos en abundancia,
Hippurites y Caprotina, los últimos Belemnites y Ammonites. Baculites,
Ha mi tes, Scaphites. Peces cicloideos y ectenoídeos. Saurios terrestres,
Crocodilus, Iguanodon, Mosasaurus. Mamíferos inferiores. Primeras
plantas dicotiledóneas. Palmas, Cycadineas, Coniferas.
IV. Período kenozóico.
F. tertiaria. a. Eoceno. Moluscos casi todos extinguidos. Numulites. Algunos mamí-
feros : Palaeotherium, Lophiodon, Arctocyon. Flora tropical en Europa.
Palmas. Amentáceas,
b. Oligoceno. Moluscos en su mayor parte extinguidos, pero muchos
géneros vivos. Halianassa. Mamíferos: Anoplotherium , Lophiodon,
Marsupiales. Aves. Crocodilus. Emys.
38*
■7
V
596 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
c. Mioceno. Muchos moluscos marinos vivos. Peces extinguidos. Mo-
luscos terrestres extinguidos. Dinotherium. Hippotherium. Plora
subtropical en Europa. Palmas, Coniferas.
d. Pliocetw. Abundancia de Moluscos y zoófitos en gran parte pertene-
cientes á especies vivas. Mamíferos todos extinguidos. Elephas
meridional is, Mastodon angustidens.
F. cuaternaria, inferior y superior. Moluscos casi todos de especies vivas. Cetáceos.
(diluvial) Mamíferos extinguidos y vivos: Mamut, Mastodon giganteum y Andium,
Equus, Megatherium, Glyptodon, Ursus, Felis, Hyaena, Bos, Cervus etc.
— Restos del hombre.
F. moderna. Flora y fauna actual.
18. (Pág. 222.)
Existen algunas cartas geológicas, que comprenden toda la América del Sur, pero
en escalas tan pequeñas, que son casi inservibles para el estudio de un pais particular.
A estas pertenece, por ejemplo, la antigua de Foetterle, que comprende el continente
sudamericano entre los grados 5 de Lat. N y 35 de Lat. S, y que lleva el título: Golpe
de vista geológico do Brazil e de algumas outras partes centraes de America do Sul> por
Pr. Foetterle. Vienna 1854. — La última y mejor carta geológica de Sudamérica es la,
que el profesor Steimnann trabajó el año pasado (1891) para la nueva edición del Atlas
físico de Berghaus (Nro 14), la cual está basada en los trabajos geognósticos , que se
ejecutaron en los últimos decenios. Pero desgraciadamente se halla en una escala aun
mas pequeña, que la anterior, es decir, en la de 1 : 30000000.
H. Karsten publicó en 1856 una carta geognóstica de las Repúblicas de Venezuela,
Colombia y Ecuador en pequeña escala. Pero esta carta es, con excepción, talvez, de
pocos puntos que el autor mismo ha visitado, un mero juego de fantasía, á lo menos en
las partes que tocan al Ecuador. La mejor prueba de esta aserción es, que el mismo en
188(5 elaboró una segunda edición, enteramente distinta de la primera, no según sus
propias observaciones (pues nunca volvió á América), sino según las publicaciones que
varios geólogos hicieron posteriormente. El Ecuador queda corregido según algunas
observaciones de Reiss y Stübel, y toda la mitad meridional según mis Memorias sobre
las provincias respectivas. Pero aun en esta forma nueva el mapa de Karsten queda
muy defectuoso y en gran parte imaginario. Véase: H. Karsten, Die geognostischen
Verhaeltnisse Neugranadas. Wien 185G. — Id., Géologie de l'ancienne Colombio jBoli-
varienne. Berlín 1886.
También la cartita geológica, que acompaña el folleto de J. Siemiradski (Ein Bei-
trag zur Kenntniss der typischen Andesitgesteine. Dorpat 1885) se funda esencialmente
en mis cartas y trabajos sobre las provincias del Azuay y del Guayas; pero contiene
modificaciones, con que no puedo convenir, y precisamente en regiones, que ni el señor
Siemiradski ni otro geólogo entre tanto ha visitado. Así, por ejemplo, no comprendo,
cómo pudo rellenar la hoya de Cuenca con terrenos terciarios, ni cómo pudo señalar
la formación cretácea en Puna y en los cerros de Chanduy. Estos y otros errores copió
Karsten de Siemiradski.
19. (Pág- 229.)
Los geólogos distinguen dos clases de gneis y esquistas cristalinas. La primera
clase comprende los gneises y esquistas mas antiguas ó las primitivas, que están en
mucha relación genética con los granitos y sienitas, y son verdaderamente azoicas^ es
decir, sin vestigio de organismos. Algunos pretenden, que estas rocas constituyen la
primitiva costra de la tierra. La segunda clase se compone de gneises y esquistas
cristalinas menos antiguas, á que se atribuye un origen neptúnico (depósitos del mar),
aunque se admita, que en su mayor parte no se hallan en el estado original, sino en el
metamóríico. En estas rocas de la segunda clase se encuentran de vez en cuando los
restos de organismos (ínfimas clases zoológicas) y de antracita, que también es de origen
orgánico. Para ellas se establecieron en el sistema geológico las formaciones lorenciana
y lumínica (muy desarrolladas en Norteamérica), que de consiguiente se deben separar
MINAS. 597
de los terrenos azóteos, llamándolos ahora arcaicos. Por lo demás se hallan gneises y
esquistas metamórficas también, aunque rara vez, en los terrenos paleozoicos y hasta en
los mesozoicos. — La distinción puramente petrográfica de los gneises y esquistas de las
dos clases os muy difícil y muchas veces imposible. En el Ecuador nos faltan completa-
mente los fósiles, como queda dicho, pero la presencia de la antracita y la gran abun-
dancia de grafito me hacen suponer, que la mayor parte de nuestros gneises y esquistas
cristalinas pertenecen al grupo de las formaciones lorenciana y huróniea, ó á lo menos
á las esquistas metamórficas. Digo «la mayor parte», porque no quisiera excluir del
todo la primera clase, sobre todo en las regiones en que el gneis se encuentra enlazado
con el granito, como en la provincia de Loja. La ventilación de esta cuestión es dema-
siado teórica, para caber en nuestro resumen de la geología ecuatoriana.
20. (Pág. 232.)
Minas antiguas en el terreno esquistoso.
a Una legua al Este de Loja, atrás de los ,cerritos del Calvario', en el sitio que
llaman , Estancia de los palacios', se hallan antiguas labores de minas, y no existe nin-
guna tradición sobro el cuándo ó con qué objeto fueron explotadas. Las labores son
muy considerables y no cabe duda que en un tiempo rindieron buenos intereses. En las
galerías subterráneas, que según las entradas deben ser espaciosas, no se puede entrar
muy adentro, porque están aguadas y por consiguiente no conocemos su extensión. Pero
al lado de las bocas se halla una labor grande ,á cielo abierto', excepción rara en las
antiguas minas del pais; hicieron un corte vertical que atraviesa el terreno en la direc-
ción SO-NE y tiene unos 10 metros de alto y 2 de ancho. La planta de esta galería
abierta es muy pendiente hacia la salida, siguiendo mas ó menos el talud mismo de la
montaña en que arma.
«También bajo este respecto es una excepción en las antiguas labores de esta pro-
vincia, que casi siempre entran inclinándose hacia abajo, razón por la cual casi todas
están aguadas. Por el diferente sistema de trabajo y por la antigüedad indisputable de
estas labores podria ser que á lo menos una parte de ellas data del tiempo de los Incas.
Ahora bien, examinando la naturaleza de los minerales que componen las cajas de dichas
minas, el pendiente y las cabezas de las galerías, no se observa con la vista libre nin-
guna sustancia metálica, fuera de la arsenopirita de que acabo de hablar arriba. Se vé
que el objeto de la explotación sin duda eran las venas de cuarzo, que allá cruzan en
abundancia y en todos sentidos las esquistas arcillosas, y en las labores principales se
echa de ver que algunas de las vetas tienen uno á dos metros de ancho. El cuarzo es
muy compacto, rara vez blanco y puro, comunmente gris, amarillento, rojizo, pardo, en
fin de colores sucios, y en apariencia no presenta nada de particular. No me quedó la
menor duda de que estas minas han sido trabajadas por el oro, y que el cuarzo es el
que aloja este metal precioso en partículas microscópicas é invisibles, las que solamente
por ensayos químicos se descubren, como sucede en otros distritos auríferos y también
en Zaruma. De las muestras, que he sacado de diferentes puntos de las galerías y que
he traido con el fin de analizarlas, algunas no contenían ningún rastro de metal precioso,
otras tres me dieron diferentes resultados:
Muestra primera: Oro 0. — Un indicio de plata.
„ segunda: „ 00002.
„ tercera: „ 00046.
«Suponiendo que una veta de cuarzo tuviera en término medio la composición de
la tercera muestra, rendiría V/% onzas por cajón. Unas vetas serán mas pobres, pero
fácilmente podría ser, que se encuentren otras mas ricas. El indicio de plata (sin oro)
que me dio la primera muestra, proviene sin duda de un poco de arsenopirita que no
dejó separarse completamente del cuarzo y que es argentífera, como he dicho arriba.
«Lo que las rocas de la cordillera oriental de Loja son auríferas es indudable, y la
prueba mas evidente tenemos en los lavaderos de oro del rio Zamora y de sus tributa-
rios. Ademas la cordillera oriental de Loja es la directa continuación de la de Cuenca
que es muy aurífera hasta el lindero de la provincia cerca de Zaraguro. No podemos
atribuir al oro de estos lavaderos otro origen que el de las rocas cuarzosas de la cordillera,
598 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
do donde lo arrastran aquellos ríos. Pero no debemos olvidar, que á veces unos lava-
deros pueden ser muy buenos y ríeos, y las rocas y vetas, de las que traen su origen,
al mismo tiempo tan pobres que no costearian los trabajos de su explotación. En los
rios se recojo y se concentra en un lugar reducido el oro que antes había estado espar-
cido por una área grande1, tal vez de muchas leguas cuadradas. Los rios son las máqui-
nas de la naturaleza que hacen lo mismo en grande que el hombre en escala muy redu-
cida con sus máquinas artificiales: primero despedazan y muelen los terrenos auríferos
y después lavan los materiales reducidos á polvo y arena, depositándolas según su peso
específico en los , placeres'. Kl hombre tiene solamente que seguir el mismo sistema
natural y perfeccionarlo, para que goce de estos , placeres'.
«Hay todavía otro lugar en el terreno antiguo de gneis y de pizarras cristalinas,
en que se han trabajado minas de oro, es decir en Masan ama ca, al Este del valle de
Piseobamba. Allá existen unas quince bocas de antiguas minas, y no hace mas de 40 años
que las últimas fueron abandonadas. Como al tiempo de mi viaje á Piseobamba el in-
vierno me prohibió hacer la inspección de esas minas de Masanamaca, quise procurarme
á lo menos materiales suficientes del interior de ellas, para hacer las análisis del cuarzo,
pero los vaquéanos de aquella región, que fueron encargados con esta comisión, no pu-
dieron ó mas bien no quisieron hacer el viaje á las montañas, y así no pude formarme
un concepto adecuado de la riqueza ó pobreza de dichas minas.
«Hemos dicho, que en Salapa, pocas leguas al Norte de Loja se acaba el terreno
de las esquistas. Mas exacto seria decir, que desde allá hasta la provincia de Cuenca
está cubierto de rocas eruptivas en la cordillera occidental. Solamente en un lugar queda
descubierto y forma como un islote, semejante al que encontramos entre Amboca y Cisne,
pero mas pequeño. Este lugar es el Ramos-urcu cerca de San Lúeas, por cuya cima
conduce el camino á Zaraguro. Allá se pueden observar todas las variedades posibles
de esquistas, ante todo las micáceas, y también las grafiticas. Ademas se presentan
muchísimas vetas de cuarzo blanco y algunas de pórfido descompuesto. Corre la fama,
que el Ramos-urcu es muy rico en plata, sin duda por la abundancia de mica que brilla
mucho; yo no pude descubrir ninguna sustancia metálica fuera de un poco de soroche
(pirita de hierro), y la montaña no tiene nada de particular. En la altura del camino
se vé una boca -mina medio derrumbada sobre vetas de cuarzo. Parece que abrieron
esta boca, que apenas tiene dos metros de profundidad, mas bien por hacer un ensayo,
y que la abandonaron, cuando experimentaban lo infructuoso do sus trabajos. Puede ser,
que el cuarzo contenga un poquito de oro, pero plata se buscará en vano en aquel lugar.»
(Wolf, Viajes científicos, I, Provincia de Loja, pág. 20—22.)
21. (Pág- 232.)
<i El Condorasto ha atraído varias veces por la fama de su riqueza de metales,
tanto ecuatorianos como extranjeros; pero todos los trabajos penosos siempre han sido
enteramente vanos. Las peñas desnudas que llevan aquel nombre, forman una parte de
la base del Altar, y se componen de rocas antiguas (mica esquista), en las cuales no
fuera una imposibilidad encontrar vetas metalíferas. Yo expreso esta circunstancia espe-
cialmente, porque en los mas de los puntos que corren con la fama de ser minas muy
ricas, se ha buscado el oro y la plata en las rocas volcánicas (lava), contrariando la
experiencia, aparte de las reglas de la ciencia. Cuando he mencionado, que fuera posible
encontrar vetas metalíferas en la roca del Condorasto, estoy lejos de decir que haya; por
el contrario tengo que manifestar, que las vetas de cuarzo solo, como las que he obser-
vado en el Condorasto, se hallan en todas partes muy frecuentemente, y no es indicio
alguno para los metales. La nievo todavía ocultaba los puntos del trabajo principal, que
están situados en un rincón estrecho, de modo que no he podido ver todas las vetas,
pero basta saber para formarse un juicio del trabajo desesperado, que con frecuencia han
picado la durísima peña en otra parte. Se vé muy bien, que la empresa ha sido dirigida
por personas poco instruidas en la materia, cuyo único ínteres ha sido aprovechar del
ansia ciega de los empresarios, prolongando un trabajo finjido que les daba una miserable
ganancia. La localidad ha sido indudablemente la mas desfavorable, que se hubiera
oxcojitlo en todo el mundo para hacer el ensayo de una mina. No quiero creer, como
me han referido, que muchos de los infelices conciertos, traidos del arado y de la manada
de ovejas, hayan muerto con el trabajo forzado y desacostumbrado de minas, pero sí, es
FORMACIÓN CRETÁCEA. — BIORITA. 599
probable que algunos de estos pobres indios hayan sido víctimas de tal crueldad, que en
verdad hace poco honor á los dueños.»
Carta del Dr. A. Stübel á S. E. el Presidente de la República sobre sus viajes á
las montañas Chimborazo, Altar etc. (Quito 1873), pág. 5.
22. (Pág. 245.)
Arenisca de Azogues. — Últimamente he visto, que también Humboldt (Kleinere
Schriften, pág. 131) se inclina a la opinión de que las areniscas de Cuenca pertenezcan á la
formación cretácea. Las cita como de paso entre los terrenos sedimentarios de Colombia
y del Perú, que el mismo y todos los autores antiguos habian considerado como miem-
bros de formaciones mas antiguas (carbonífera, pérmica, triásica), y que sinembargo por
los fósiles entonces (en los años de 1840 á 1850) recien encontrados y determinados por
Lcop. de Buch, se debia agregar á la formación cretácea. « Según los fósiles hasta ahora
examinados», dice L. de Buch, «parece comprobado, que todas las formaciones sedimen-
tarias de los Andes desde el Méjico setentrional hasta el Cuzco y muy abajo en el hemi-
sferio austral, pertenecen al grupo de los terrenos cretáceos. En este grupo cuentan las
ullas cerca de Zipaquira, de Tausa, del Cerro de los Tunjos, y de Chipo cerca de Canoas
en la altiplanicie de Bogotá; la sal gema y los yesos de la Mina de Rute en Zipaquira,
los potentes estratos de arenisca de Cuenca, las pizarras de Vi lleta que alternan con ca-
lizas, las montañas calcáreas de Gualgayoc y Chota, que están atravesadas por ricos
filones argentíferos, de Montan y Guambos, donde en la altura de 12000 pies sobre el
mar se encontraron Amonites de 14 pulgadas de diámetro, Isocardias y Exogyra polygona ;
finalmente la enigmática formación peruana de euarzitas (probablemente «Quadersand-
stein») del Páramo de Yanaguanga y de toda la vertiente occidental de los Andes entre
Ñamas, Magdalena y Chala» etc. etc.
23. (Pág. 262.)
Véase: Neues Jahrbuch für Mineralogie, 1874; Wolf, Geognostische Mittheilungen
aus Ecuador, 2o Geogn. Skizze der Provinz Guayaquil; donde digo, que «en la provincia
de Manabí se hallan hermosas dioritas porfiroídeas , mientras que á su lado otras rocas
(verdes) se aproximan mucho á las andesitas cuarcíferas del pais andino, componiendo
con sus tobas volcanes formales.» — Mi amigo, Sr. J. Siemiradski, cita en su obrita (pág. 5)
una comunicación verbal mia sobre esos antiguos «volcanes» de Manabí, en la cual in-
sistí de nuevo en la naturaleza diorítica de las rocas y su conexión con la formación
cretácea. Estos dos motivos me parecen suficientes para señalar aquellas rocas en el
mapa con el color de las «rocas verdes», apesar de las semejanzas exteriores con los
volcanes modernos. Soy de la opinión, que en los Andes las rocas verdes y las poríiri-
tas son eruptivas y que fueron los precursores de las andesitas y lavas andesíticas. No
sabemos de punto fijo, en qué época acabaron las primeras y comenzaron las segundas.
El nacimiento de rocas eruptivas antiguas habrá sido acompañado de fenómenos muy
parecidos á los que observamos en las formaciones volcánicas. Si queremos distinguir
las dos clases de rocas con dos colores distintos, no nos queda otro medio de hacerlo
sino por su carácter petrográfico, en los lugares en que el yacimiento mismo no nos
revela su edad relativa con toda seguridad. Si colocamos las dioritas de Jipijapa entre
los terrenos volcánicos, no veo motivo porque no lo hagamos con otras rocas verdes,
que, por ejemplo, se levantan aisladas de las llanuras aluviales, siendo así que la forma
exterior de la montaña es muy accidental y no decide nada respecto á la edad. — En el
mismo caso nos hallamos respecto al meláfido ó mesobasalto de Agua-clara, de que hablo
en la página 262, y que según su composición mineralógica (también por la presencia
de la serpentina y de la pirita) y según su yacimiento, es sin duda anterior á las ande-
sitas y rocas eruptivas modernas. — El señor Siemiradski indica en su obrita y cartita
geognóstica todavía otra roca «volcánica», algunas leguas mas arriba de Agua-clara en
el valle del rio Chimbo, cerca de la hacienda de San Pablo. La describe como un con-
glomerato ó una breccha muy singular de un color gris -verdoso, cuyos elementos se
hallan cementados por un mineral parecido á la «piedra córnea» (Hornstein, que es una
variedad de cuarzo), y que contiene en gran cantidad un mineral cloritico de un color
600 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
verde. Conozco la localidad y la roca, pero yo la he considerado como perteneciente á
aquellas rocas ambiguas de la formación cretácea, que describí en otro lugar. Actual-
mente no tengo á la mano muestras de la roca en cuestión, para decidirme en favor de
la opinión del Señor Siemiradski. La descripción que dá de la composición microscópica,
no me convence del todo, y el análisis químico aun menos, porque puede cuadrar igual-
mente á rocas eruptivas antiguas. Con esta duda solo quería excitar á un nuevo examen
de la roca interesante, no negando la posibilidad de que sea una breccha volcánica mo-
derna. Conozco una lava andesítica genuina á mucho mayor distancia de los volcanes
andinos, en un punto muy reducido de la isla de Puna.
24. (Pág. 271.)
Minas de los terrenos porfídicos. — Sobre muchos pormenores de estas
minas puede consultarse el lector interesado en las relaciones siguientes:
T. Wolf Viajes científicos por la Bepública del Ecuador. I. La provincia de Loja. ü. La
provincia del Azuay. Guayaquil 1879.
T. Wolf, Informe sobre las minas de Zaruma, dirigido á S. E. el Presidente de la Re-
pública. Publicado en «La Nación» de Guayaquil, el 3 de Agosto de 1886.
F. G. Saenz de Tejada, El distrito aurífero de Zaruma. Publicado en forma de folletín
en «La Nación» de Guayaquil, Enero 1891.
Como las publicaciones citadas no son accesibles á todos, y las que se hacen en
periódicos, se pierden con facilidad, daremos algunos extractos de ellas, juntamente con
otras observaciones todavía no publicadas. Son materiales sueltos, que pueden servir
para estudios ulteriores y para la historia de la minería ecuatoriana. Ademas me parece
de importancia, que el conocimiento de nuestras minas se difunda mas y mas no sola-
mente en los círculos estrechos de las empresas nacionales, sino también en el exterior.
La historia de la* minas de Zaruma resume el Señor Tejada en los párafos
siguientes :
Durante la época del coloniaje, y desde los primeros años de la conquista de los
españoles, con el espíritu aventurero y emprendedor y con la admirable constancia que
en aquella época supieron desplegar, así con su afán por descubrir y explotar las minas
del Nuevo Mundo, no podían olvidar esta labor en el Ecuador.
Así vemos que, remontando el rio Túmbez, y siguiendo el origen de las arenas
auríferas que en sus cabeceras arrastra dicho rio, llega el Capitán Mercadillo al actual
Distrito Aurífero de Zaruma ; y en 1549, — cincuenta y siete años después de la partida
de Colon del puerto de Palos á descubrir el continente americano, — funda la villa de
Zaruma y el Real de Minas de ese nombre. — El mismo año penetran los españoles en
los bosques orientales de Loja, fundan la famosa ciudad de Zamora, una de las mas bellas
y populosas del antiguo Reino de Quito; y en sus cercanías establecen otros dos Reales
de Minas, el de Cangasa y el de Yacuambí. — Ocho años antes, en 1541, habían ya ex-
plotado las mismas comarcas mas al Sur, en las selvas vírgenes del Oriente; y hallando
también ricas minas y lavaderos de oro, hicieron las fundaciones de las ciudades de Valla-
dolid y de Loyola en las riberas del Chinchipe, estableciendo el célebre Real de Minas
de San José en sus inmediaciones.
Siguieron adelante sus exploraciones aquellos audaces mineros: y los vemos ya,
poco tiempo después, en 1552, introducidos en las regiones orientales al E de Cuenca y
Riobamba, fundando las importantes poblaciones de Logroño del Oro y Sevilla del Oro
en las márgenes del Paute y del Upano respectivamente.
Tal fué la fama de las riquezas, que empezaron á extraer en seguida de aquella
California del siglo XVI, que afluyó de todas partes á estos privilegiados lugares una
numerosa inmigración, siendo de notar la circunstancia de que muchos en el Peni, aban-
donando sus minas, vinieron á establecerse y á explotar los nuevos Reales descubiertos
en el Ecuador; llegando las ciudades mencionadas á un alto grado de prosperidad, extraño
en aquella época y en el corto tiempo trascurrido.
La codicia de las autoridades españolas de aquellas comarcas, principalmente la del
Gobernador de Macas residente en Sevilla del Oro, fué la causa de la repentina ruina
de esos florecientes países. El año 1599 los indios Jíbaros, acaudillados por Quimba,
concertaron un plan de insurrección, tan secreta y hábilmente conducido, que destruyeron
MINAS DE ZAHUMA. 601
hasta los cimientos las ciudades de Logroño y de Sevilla del Oro, pasando á cuchillo á
sus moradores y dando muerte al codicioso Gobernador. La sublevación cundió hasta
Zamora y Valladolid, cuyos habitantes atemorizados huyeron á la aproximación de los
indios.
La corona de España perdió así los florecientes gobiernos de Macas y Yahuarzongo;
y aquella catástrofe fué la causa de que desaparecieran los importantes Reales ó Asientos
de Minas, que tan brillante porvenir ofrecían, á los 47 años de su fundación, cuando
comenzaban á prosperar de un modo inesperado. Desde entonces se encuentran aquellas
vígenes comarcas abandonadas y en estado salvage, hasta que el espíritu industrial, con
los grandes elementos modernos, vaya á despertarlas de su letargo, y a poner en circu-
lación las riquezas que encierran hoy improductivas y muertas.
Después de la caida de dichos gobiernos, la explotación de minas en el Ecuador
quedó concretada á los placeres ó lavaderos de la Provincia de Esmeraldas, y á los pilones
de cuarzo de Zaruma. El Alcalde Mayor de las Minas de San José quedó con el nombre
de Alcalde Mayor de las Minas de Zaruma,
La explotación en este lugar no fué sinembargo tan activa como debiera. La ca-
rencia de los elementos necesarios para la extracción y beneficio de los cuarzos auríferos,
y la falta de los suficientes conocimientos metalúrgicos en aquella época, en la cual des-
preciaban los minerales sulfurados, por no poder beneficiarlos por amalgamación, ó por-
que creían que las piritas no contenían oro, — siendo así que dichos minerales sobre
todo á cierta hondura, son mas abundantes y ricos, — hizo que en Zaruma la explota-
ción de las minas no adquiriera el debido desarrollo. Las trabajaban sin plan ni método
alguno; y careciendo de los poderosos auxilios de la mecánica moderna para el desagüe
y ventilación de las minas y para la extracción y beneficio de los minerales, al llegar
á cierta profundidad se les dificultaba la explotación, tocaban con el agua interior ó con
la región de los minerales sulfurados, y abandonaban la mina; yendo á excavar la super-
ficie de otro filón, hasta que volvían á tropezar con los mismos inconvenientes. El bene-
ficio de los cuarzos auríferos no podía ser tampoco mas rústico y primitivo; debiendo
contentarse con moler unos pocos quintales por dia, y perdiendo ademas gran parte del
oro contenido en el mineral. — Admira que, apesar de tantos obstáculos, se dedicasen
sinembargo al laboreo de sus minas, y que Zaruma, que hoy no cuenta en el casco de
la población mas de 700 á 800 habitantes, llegara á tener de 5000 á 6000 en aquella
época, sin otra industria que la minería y la producción de oro.*)
A principios de este siglo fué enviado el Bachiller Loayza á estudiar las Minas de
Zaruma. Pasó en 1815 al Gobierno de España su informe, en el cual hace grandes elo-
gios de las riquezas auríferas de este Distrito, y aconseja el establecimiento de un Banco
de Avíos para la compra del oro por el Estado, y para proporcionar á los mineros los
adelantos y recursos indispensables para sus trabajos.
La mina que, según la tradición, fué mas activamente explotada en aquella época,
y de la que se extrajeron grandes cantidades de oro, fué la celebrada «Sesmo», junto á
la misma población de Zaruma. Se cuentan cosas increíbles, por lo evidentemente exa-
gerado, de las riquezas de ese filón. Hoy esta mina se encuentra llena de agua y aban-
donada, esperando su rehabilitación.
Al Norte de la anterior fueron también muy trabajadas las minas, conocidas hoy
con el nombre de «Leonor» y «Los Amoquillados», y que parecen ser la continuación de
la misma «Sesmo». — Tienen un extenso laboreo de mas de 500 metros en longitud.
Desde Zaruma hacia el rio «Amarillo» baja una cadena de cerros conocida con el
nombre de «El Castillo», en la que se trabajan también varias minas. Se vén todavía
las ruinas de muchos molinos, situados unos debajo de otros en toda la falda, de modo
que las aguas del uno servían para el otro. Los mismos vestigios se encuentran en la
quebrada llamada de «Vizcaya*, á una hora de distancia al Norte de Zaruma. — En este
lugar se han descubierto trabajos antiguos en la mina «Toscon Blanco», en la «Bomba
de Vizcaya» y en la que hoy se llama «Inmaculada"; todas ellas ricas en oro según la
tradición. No lejos de estas existió asimismo según noticias una importante mina lla-
mada del «Derrumbe», que no ha podido ser descubierta hasta ahora. Lo mismo sucede
*) Ya en tiempo de M. de La Condamine, que visitó Zaruma en Mayo de 1743, las minas se
hallaban en decadencia. Dice: «La villa de Zaruma debió alguna celebridad, en algún tiempo, á sus
minas de oro bajo con mezcla de plomo y plata, pero muy dócil al martillo, y al presente casi del
todo abandonadas» (Extracto de diario etc., pág. 8). — Wolf.
602 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
con otra mina también famosa, «El Doblado», que se dice estaba situada en «El Tablón»,
al Sur del Rio Amarillo. Cerca de ese sitio se han hallado los trabajos antiguos de la
mina Favorita, muy importante por la alta ley de sus cuarzos. Al Norte de esta siguen
las labores aterradas y abandonadas de otra célebre mina, «La Cusipamba», y á continua-
ción ó en sus cercanías «La Tostada», «La Bichilinga», «La Jorupe», la «Mina grande ó
Portovelo» hoy trabajada por una Compañía Inglesa; y «La Quebrada», muy interesante
y digna de atención por su rico mineral.
Extendióse por último la explotación en aquella época hasta tener lugar al Norte
de Z anima en el sitio conocido desde entonces con el nombre de Minas Nuevas, donde
la «Compañía Exploradora» ha descubierto últimamente los trabajos antiguos sobre el
importante filón Zancudo.
Estos datos demuestran que, aunque no adquirió la minería un gran desarrollo en
este Distrito, fueron sinembargo bastante explotadas las minas, y que daban una regu-
lar producción de oro.
Después de la guerra de la Independencia la industria minera en Zaruma quedó
postrada; y fué enlanguideciendo de dia en día, hasta que la explotación de sus minas
quedó solo como un recuerdo histórico.
En 1876 el Gobierno del Ecuador encomendó al Dr. T. Wolf, Geólogo del Estado, la
misión de examinar la Provincia de Loja y de pasar un informe sobre sus estudios y
observaciones. Fué publicado dicho informe con el título de «Viaje Geognóstico por la
Provincia de Loja». Su ilustrado autor, después de hacer una descripción del Distrito de
Zaruma, de las minas que visitó, aunque todas ellas abandonadas entonces, y del resul-
tado de algunos de su ensayos, dice en un párrafo final, sintetizando sus observaciones:
a Zaruma desempeñará algún dia un gran papel en la industria minera. Pero considerando
su situación actual, difícil es pronosticar cuando se realizarán tales esperanzas. Espíritu
emprendedor, capitales suficientes, é ingenieros inteligentes: hé aquí tres requisitos in-
dispensables para que la minería tome vuelo y sea benéfica para el país.»
El pronóstico del Dr. Wolf está realizándose. De entonces acá han visitado el Dis-
trito de Zaruma varios ingenieros y mineros inteligentes, todos los cuales sin excepción,
han informado favorablemente, confirmando las apreciaciones del Dr. Wolf. — Se han
formado también algunas Compañías para explorar y explotar las minas de aquella región;
y si no han obtenido todas desde el primer momento un feliz éxito, esto ha sido debido,
no á falta de riqueza de las vetas que han empezado á trabajar, sino á causas extrínsecas,
y á defectos de administración y dirección que seria largo puntualizar, y de las que nos
ocuparemos en otro capítulo al hacer la historia de la formación y marcha de esas com-
pañías. En el dia, aprovechando las lecciones de la experiencia, van corrigiéndose
aquellos defectos y desapareciendo aquellas causas; de modo que no se harán esperar
los buenos resultados de las explotaciones emprendidas.
La hora de? la rehabilitación de Zaruma ha sonado ya: y no dudamos de que muy
pronto su nombre será conocido y apreciado como se merece en el mundo minero, y ci-
tado como uno de los centros mas importantes entre los productores del metal precioso.
L>c la naturaleza de las minas auríferas de Zaruma deduce el Señor Tejada,
según las observaciones hechas por diferentes exploradores, lo siguiente:
Inmediatamente debajo del humus ó tierra vegetal que cubre el suelo, se encuentra
el terreno que en el pais se conoce vulgarmente con el nombre de toscon. Es una masa
oxidada y arcillosa, de coloración variable, generalmente azulada ó rojiza, atravesada de
hilos y venas; blanda cerca de la superficie, arraneándose fácilmente con el pico, pero
que, á medida que se acerca el pórfido no alterado, vá endureciéndose en profundidad
hasta necesitar ya de la pólvora para su arranque. El toscon no es otra cosa que el
pórfido completamente descompuesto.
La capa de toscon, según puedo verse en los cortes de algunos trabajos de minas,
suele llegar hasta la profundidad de unos 21) á 25 metros, de la que rara vez pasa. En
esa zona superficial es donde existen la mayor parte de las explotaciones antiguas, in-
dudablemente por su menor dureza; y casi nunca han pasado de esa hondura.
Los filones del Distrito de Zaruma arman todos, como hemos dicho, en la roca por-
fídica. En otros distritos mineros los afloramientos ó crestones de las vetas asoman sobre
la superficie á largas distancias, dando al terreno un aspecto y relieve particular y carac-
terístico. No sucede así en Zaruma, donde parece que la mayor parte de los afloramientos
MINAS DE ZAHUMA. 603
han sido lavados y arrastrados por las aguas. Adornas, la capa de tierra y do toscon,
así como la vegetación abundante, hacen que no se descubran á primera vista, sino muy
rara vez, los afloramientos.
Sinembargo las vetas de Zaruma son potentes y bien formadas, verdaderos filones
de abertura ó eruptivos, que corren con toda regularidad; algunos en una longitud de
varios kilómetros.
Su anchura ó potencia es variable: unas solo tienen de 50 á <>0 centímetros, mien-
tras que la potencia de otras llega á tres y cuatro metros. Puede establecerse un metro
como promedio general de su anchura.
Su rumbo, casi fijo y muy poco ondulado, es de Sur á Norte magnético; con pe-
queñas desviaciones de algunos grados al Oeste.
Su recuesto ó buzamiento varía considerablemente: muy poco notable en algunas
que bajan casi vert ¡cálmente, llega en otras á inclinarse hasta 45 grados y casi siempre
al Este. Se nota también una marcada tendencia á enderezarse, acercándose en profun-
didad á la vertical.
Todos estos filones tienen mas ó menos los mismos caracteres v el mismo rumbo
con un paralelismo muy marcado, pudiendo por lo tanto afirmarse que es un solo sistema
de vetas. No se conoce hasta ahora crucero alguno que produzca fallas, diques, ni dis-
locaciones, que podrían afectar la continuidad y marcha regular de los filones.
El campo de fractura no ha podido aun determinarse de un modo exacto; pero se
extiende por lo menos, según los reconocimientos hechos hasta el dia, mas de seis le-
guas de Sur á Norte, desde el Tablón al Sur del rio Amarillo hasta las laderas de Paccha
al Nort« de Minas Nuevas; y de Este a Oeste no menos de cuatro leguas desde las faldas
de Roma y margen izquierda del Amarillo hasta las vertientes de la cordillera de Chil-
chiles en la orilla derecha del Calera ; abrazando así toda la región comprendida entre
esos dos caudalosos rios, cuyas respectivas cuencas hidrográficas están divididas por las
cadenas de Vizcaya y de Sichacav, que van al NE á unirse con la alta cordillera de
Chilla.
Formando una zona central de Sur á Norte en esta región, han sido reconocidos
los filones de cuarzo aurífero desde el Tablón, siguiendo por el Castillo, Zaruma, el Cal-
vario, Yuquillas, Vizcaya, Malvas, Botoneros, Muluncay, Arcapamba y Minas Nuevas.
Algo al Oriente corren las vetas por Sansón, Roma, Sinsao, Pacay-Urcu y Poroto-Urcu
hacia las altas cimas de la cordillera; y al Occidente corren igualmente por el Salto
hasta Ayabamba; y por Zarum-Urcu, Laritaca y Buza hasta Paccha.
Las exploraciones posteriores extenderán indudablemente mucho esos límites; y
creemos que este importante campo de fractura seguirá prolongándose, al Norte hacia la
falda setentrional de la cordillera de Chilla en su descenso hacia el rio Jubones; y al
Sur hacia Catacocha, pueblo situado en la Provincia de Loja á mas de 70 kilómetros al
mediodía de Zaruma, donde se ha reconocido ya la existencia de varios filones.
Numerosísimas son las vetas auríferas de Zaruma, y tan cercanas entre sí, que
muchas veces solo están separadas por una distancia de tres ó cuatro metros; no siendo
raro encontrar cuatro ó cinco filones de mas de un metro de potencia cada uno, bien for-
mados y de regular ley de oro, en una anchura de terreno de solo cien metros.
La matriz ó rellenamiento de todas estas vetas es el cuarzo. Siendo todas de un
mismo sistema y de idéntica formación, presentan grandes analogías entre sí; así es que
el aspecto del cuarzo es muy parecido en todas ellas, sin que por lo general se distinga
sino por su mayor ó menor grado de mineralizacion.
De grano sacaroideo fino; de color á veces blanco, otras algo rosado ó morado ro-
jizo, y en ocasiones con manchas negruzcas, azuladas ó verdosas; compacto -y de fractura
concoidea, ó frágil y de aspecto poroso y celular; sin rastro ó solamente con una corta
cantidad de piritas y oxidaciones, cargado de súlfuros, ó por último profundamente oxi-
dado y descompuesto; el cuarzo de las vetas de este Distrito es siempre mas ó menos
aurífero. Generalmente no se distingue el oro á la simple vista, y no obstante arroja el
mineral una alta ley al ensaye; pero en ocasiones el oro aparece visible, bien en medio
de las oxidaciones, bien en puntillas de color subido en la misma masa del cuarzo.
Por lo común, el cuarzo no se presenta completamente sulfurado desde la super-
ficie. Sinembargo, hemos podido observar una excepción notable á este respecto. En
las minas «Peralbillo» y «Nudo» al Sur del Distrito, en la «Bomba de Vizcaya» hacia la
parte central del mismo, y en la «Zancudo» al Norte, hemos notado los mismos carac-
teres y la misma composición mineralógica, presentándose en todas estas minas el cuarzo
604 ANOTACIONE8 Y SUPLEMENTOS.
desde la superficie — contra lo que sucede en las demás — sumamente cargado de sül-
furos; con pirita de hierro, pirita de cobre, galena y algo de blenda, y con una regular
ley de oro, plata, cobre y plomo.
En vista de estas circunstancias nos atrevemos á aventurar la hipótesis de que
puede ser el mismo filón el reconocido en esas diversas minas. Pero siendo tan grande
la distancia (como 20 kilómetros de S á N) desde la •Peralbillo» á la «Zancudo», solo
detenidos trabajos ulteriores podrían comprobar nuestra hipótesis.
Dos son las zonas ó regiones bien caracterizadas que los filones auríferos presentan
por lo general; y dos igualmente las especies minerales en ellas contenidas y que cor-
responden á cada zona respectivamente ; la región descompuesta con minerales blandos y
oxidados; y la zona ó región firme con minerales duros y sulfurados. Estas dos especies
suelen denominarse vulgarmente metales de color ó podridos los primeros; y metales de
bronce ó piritosos los segundos.
Las dos clases se encuentran en las mismas vetas; la primera en la parte super-
ficial de estas, y la segunda á cierta hondura variable. — Esto se explica fácilmente;
porque el mineral, que en la profundidad es un sulfuro — combinación del metal con el
azufre — en las partes próximas á la superficie se ha ido modificando poco á poco por
la prolongada acción de los agentes atmosféricos y de las lluvias en particular; y ha
pasado al estado de óxido, carbonato, sulfato etc. ; presentando un depósito de color ocre,
rojizo ó negruzco, y descompuesto, escoriáceo ó terroso. A los minerales, que presentan
estos caracteres por efecto de la descomposición, llaman generalmente en Chile, en Mé-
jico y en el Perú, colorados, pacos, negrillos y aladriUados.
En la profundidad se encuentra ya el cuarzo no descompuesto, y casi siempre con
mineralizacion abundante; impregnado de piritas de hierro y de cobre, de galena con algo
de blenda y algunas veces de compuestos arsenicales ó antimoniales; constituyendo los
minerales rebeldes, conocidos con los nombres de súlfuros, arseniuros y antimoniuros.
La riqueza en los minerales sulfurados es, por regla genera], mas constante que en los
oxidados, y continúan ya sin modificarse y con la misma composición media hasta las
mas grandes profundidades; de donde ha tenido origen sin duda la creencia de que en
muchos filones la riqueza aumenta á medida que se desciende á mayor hondura. Estos
caracteres que son comunes á todas las vetas, se presentan igualmente en las de Zaruma.
En la región oxidada se encuentra el filón descompuesto y es donde, por lo general
(en las vetas ricas se entiende), se presenta el oro visible en forma de pequeños granos,
hilos, láminas y dendritas; y aun el oro, que no puede distinguirse á la simple vista, se
encuentra también al estado nativo y libre. — El oro aparece mas comunmente en las
cavidades revestidas de óxido de hierro, y está aleado con una cierta proporción de plata;
pero el valor de esta no forma sino una mínima parte del valor del mineral. Dicha alea-
ción tiene por lo general tres átomos de oro por uno de plata, ó sea 18 quilates. — El
mas común de los minerales oxidados es un mineral de hidróxido de hierro con criadero
de cuarzo y hojillas de oro; ó bien un cuarzo poroso, escoriáceo ó celular, de poco peso,
mezclado con una arcilla ocrácea, amarilla ó rojiza, y con pequeños granitos de oro. Se
observa que, en general, un cuarzo compacto, denso, macizo, con poco hierro, es estéril ó
forma minerales muy pobres; mientras que un cuarzo heterogéneo, poroso y mezclado
con mucho óxido ó hidróxido de hierro, contiene mas oro. — Por muy oxidado que sea el
cuarzo, siempre contiene, aunque invisibles, cierta cantidad de piritas menudas, como
puede verse lavando una regular cantidad. Hay también para estos minerales oxidados
una regla práctica que la experiencia confirma: siempre que en ellos pase la ley de cinco
onzas de oro por tonelada, debe el cuarzo tener oro á la vista; y esto se comprende, por-
que el oro en esta clase de cuarzos se halla en granitos, diseminados muy desigualmente.
En la región sulfurada, situada á cierta hondura variable inmediatamente después
de la anterior, el cuarzo es duro y compacto, de fractura concoidea, generalmente con
manchas de un color oscuro, azulado ó verdoso, y con masó menos proporción de jtiritas
de hierro, que, como en todos los distritos auríferos del mundo, son las mas abundantes;
de chalcopiritu (sulfuro doble de cobre y hierro): de galena (sulfuro de plomo); y á veces
de blenda (sulfuro de zinc). — En estos minerales el oro existe, invisible casi siempre
aun con la lente, y finamente diseminado, ya en estado libre en la misma masa de los
súlfuros según suele estarlo en el cuarzo, ya en un estado de combinación especial con
los mismos y que todavía no ha podido ser bien determinada .— ya por último diseminado
en partículas microscópicas en el mismo cuarzo.
Estos súlfuros tienen ademas una proporción variable de plata; parte aleada con el
MINAS DE ZAHUMA.
605
oro como en los minerales oxidados; parte independiente; y parte, en fin, combinada con
los otros metales en sus compuestos sulfurados.
En todos los distritos auríferos los minerales sulfurados ó piritosos son los mas
abundantes; y en general forman el objeto principal de la explotación de los filones de
oro. No se exceptúa de esta regla el Distrito de Zaruina, en donde raras son las vetas
en que á corta profundidad no aparezcan las piritas en mayor ó menor cantidad.
Advertiremos en este lugar que un cuarzo blanco, duro, compacto, sin súlfuros ni
oxidaciones, que no tiene ni ha tenido mineralizacion alguna, es por lo general comple-
tamente estéril; de lo cual parece deducirse que las piritas de hierro y de cobre — y
creemos que las últimas principalmente — han sido el vehículo del oro al formarse este
en las vetas; y que la emersión del metal precioso se verificó conjuntamente con la de
esos minerales. Se nota en la región sulfurada de las vetas de Zaruma una íntima re-
lación entre la proporción de oro y la de cobre, aumentando ó disminuyendo la ley de
oro á medida que aumenta ó disminuye también la proporción de cobre contenido en el
mineral.
Para concluir, llamaremos la atención sobre dos hechos que hemos podido observar,
examinando detenidamente varios de los filones de Zaruma: Io. que estos cambian brus-
camente de riqueza en dirección, concentrándose el oro en ciertos tramos de longitud
variable, pero cuya riqueza continúa en profundidad, formando así verdaderas columnas
ricas, en las cuales suele alcanzarse una muy elevada ley de oro al ensaye; 2o. que, aun
en esas mismas columnas ó tramos, se observa que se ha concentrado de preferencia el
metal precioso en la parte de la veta que toca con la caja del Este, ó sea hacia el techo,
ocupando esa zona rica la mitad mas ó menos de todo el ancho del filón.
Para dar una idea aproximada de la extraordinaria riqueza, que encierran algunos
de esos tramos ó columnas en las vetas de Zaruma, anotamos á continuación los resul-
tados de algunos ensayes hechos sobre mineral extraído de ellos:
Nombres de las Minas
Onzas por tonelada
Oro Plata
Mina «La Quebrada». — Tramo rico. Cuarzos blancos, con manchas
negruzcas y pirita muy menuda ; con puntillas de oro á la vista
La misma clase de cuarzos, sin oro á la vista
Mina • Teléfono» de Pacay-Urcu. — Cuarzos oxidados, blandos, con
mucho óxido é hidrato de hierro, y con bastante oro á la vista
en hilitos y granos
Los mismos cuarzos, sin oro á la vista
id. id. id. id.
id. id. id. id.
Mina «Zancudo» del grupo Fénix. — Cuarzos duros, con manchas
verdosas, con algo de pirita de hierro y galena, y con mucha
pirita de cobre. Sin rastro de oro á la vista
La misma clase de cuarzo; otro ensaye
id. id. análisis de Mr. Drouin en Paris
id. id. otra análisis del mismo
id. id. id. id.
Mina «Favorita». — Cuarzos porosos, blandos y de poco peso, con
óxido de manganeso; sin oro á la vista
Mina «Inmaculada». — Cuarzos duros, con pocas oxidaciones, y con
piritas de hierro y cobre; sin oro á la vista
3ÍI
3<;
f>
4
2
19%
25
22
21%
3%
47
12
21
4
3
1%
40
47
2<;%
40%
42%
Los cuarzos de la mina Zancudo, que provienen de trabajos recientes en galerías
situadas á 100 pies verticales de profundidad, contienen ademas de f> á G% de cobre. —
Los ensayes de los cuarzos de esta mina, que dejamos anotados, son dignos de llamar
606 ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS,
la atención por la circunstancia de arrojar una ley tan elevada, #t* tener abeobrtamemt*
oro visible m aun con la lente.
Las cifras del cuadro precedente son por sí tan elocuentes, que nos ahorran todo
comentario; y bastan para probar la gran importancia de las vetas auríferas de Zaruma.
No por esto se crea que pretendemos que los resultados de esos ensayes se tomen
como un término medio del producto de los cuarzos en la explotación industrial en gran
escala. Los hemos presentado como datos, que sirven para formarse una idea de la ri-
queza de los filones mencionados, en los tramos de donde proceden dichos minerales.
Podemos, sinembargo, asegurar, sin temor de equivocarnos, que el prowudio del
cuarzo, que se extraiga de dichos tramos ó columnas, no bajará en su rendimiento de
cuatro onzas de oro por tonelada; y esto — si se toma en cuenta que una de esas co-
lumnas ricas, continuando en profundidad y corriendo un trecho de 80 á 40 metros en
dirección, puede abastecer á una gran explotación durante largos años — constituye in-
dudablemente una riqueza inmensa, y significa grandes ganancias para las Compañías
que emprendan su explotación con tino, método y constancia, y con los capitales y re-
cursos suficientes.
Nos parece también, que en las minas citadas, aun fuera de sus columnas ó tramos
ricos, el producto medio no bajará de una y media á dos onzas de oro por tonelada,
según lo prueban los numerosos ensayes que se han hecho. En la explotación de la
mina «Portovelo» por la Compañía Inglesa «Zaruma Gold», los cuarzos del filón «Abun-
dancia», beneficiados en un molino de 20 pisones, arrojan un producto de muy cerca de
una onza por tonelada; advirtiendo que dicha Compañía solo saca el oro libre, pues no
usa concentradoras para salvar el oro de los súlfuros, que se vá en los taümg* 6 re-
labes por la falta de dichos aparatos; y que ademas no trabaja sobre un tramo recono-
cido como rico, sino tumbando sistemáticamente toda la veta en longitud y profundidad.
Resumiendo nuestras observaciones con respecto á las vetas de Zaruma, podemos
establecer las conclusiones siguientes:
1*. En ciertos sitios, en la superficie, estos filones presentan transitoriamente con-
centraciones ricas en oro en el crestón oxidado, como ha sucedido en Pacay-Urcu; pero
es raro. Generalmente esas concentraciones no se encuentran, por haber sido extraídas
sin duda por los antiguos españoles; y los afloramientos ó no se descubren ó son esté-
riles ó muy pobres.
2a. En la zona que sigue en profundidad, ó sea en el tostón, las vetas se presentan
descompuestas, con las cajas deshechas ó rotas y con cuarzo pobre y poco mineralizado.
3*. Pasada esa zona, que generalmente no alcanza á 20 metros de hondura, se llega
á la región firme, el filón arma entre cajas sólidas y duras, y adquiere ya su verdadera
riqueza, sea que el cuarzo continúe oxidado, sea que aparezcan los minerales sulfurados.
4a. Existen en las vetas ciertos tramos ó columnas mas ricas que el resto, y que
se prolongan algún trecho en dirección, continuando en profundidad indefinidamente.
5a. El mineral de mas alta ley parece existir de preferencia hacia la caja del
Este, formando una faja mas rica que ocupa como la mitad de la anchura de toda la veta.
6a. La anchura normal de las vetas es de un metro; facilitándose así la apertura
de galerías, sin necesidad de extraer desmontes ó roca estéril; y permitiendo una ex-
tracción económica y abundante de cuarzo aurífero.
7a. La ley en metales preciosos sube á una cifra elevada en ciertas vetas y en al-
gunos tramos ricos, cuyo laboreo puede dejar enormes utilidades; y aun fuera de ellos
la explotación será siempre muy provechosa, si se emplea el capital necesario, una di-
rección inteligente, y apropiados aparatos para el beneficio.
8a. A medida que se baja en profundidad, parecen abundar mas los minerales sul-
furados ; y al aumentar estos, sobre todo la pirita de cobre, aumenta también en propor-
ción la ley de oro.
Sr\ El oro libre de estas vetas no pasa de 15 á 18 quilates. Ademas de la plata
contenida en esta aleación, todos los cuarzos de Zaruma contienen una fuerte proporción
de plata independiente, que puede fijarse por término medio en dos partes de plata por
una de oro.
10a. Las vetas de Zaruma son numerosísimas y forman un solo sistema, sin que
se conozca crucero alguno, ni por lo tanto fallas ó dislocaciones; y continúan sin alte-
rarse hasta las mas grandes profundidades.
11a. Por último, el Distrito Aurífero de Zaruma es un campo minero importantísimo,
que merece la mas seria atención , y que por sus ventajosas y excepcionales condiciones
MINAS DE ZABÜMA. 607
está llamado á ser el asiento de poderosas Compañías Mineras, que dedicadas á la pro-
ducción del oro, acarrearán, juntamente con su propia prosperidad, el bienestar y el
adelanto del pais entero.
Las minas principales. — Después de la descripción general, que acabo de co-
piar, el señor Saenz Tejada entra en la particular de las minas principales, que hasta
ahora fueron estudiadas mas detenidamente. — De este capítulo largo sacaremos solo los
trozos mas importantes, dejando aparte las relaciones puramente históricas ó particulares.
Mina «Teléfono» de Paoay-Urcu. — El año 1881 el propietario del terreno, donde
hoy se encuentra dicha mina, halló por casualidad en una quebrada, en medio de un
espeso bosque, un montón de cuarzo, casi completamente cubierto por la tierra y la vege-
tación exuberante del lugar. Examinando el cuarzo atentamente encontró que contenía
gran cantidad de oro á la vista.
Dio parte de su hallazgo á algunos amigos ; y estos con él formaron una Sociedad,
después de denunciar la mina, para trabajar el filón que supusieron existía allí. En poco
tiempo extrajeron 18 toneladas de cuarzo, todo él con oro á la vista, y que manifestaba
una inmensa riqueza. Se repartieron profusamente pedazos de aquel rico cuarzo; y el
entusiasmo del descubrimiento llegó á su colmo. El señor Gustavo Wilczynski, empleado
superior entonces de la Compañía Inglesa, se entendió con los propietarios, con los cuales
hizo un contrato, por el que se le daba el plazo de un año para negociar la mina en el
extrangero ; y en caso de negociarla se comprometía á dar á los propietarios la suma de
£ 100000 por la compra de su mina. Desde entonces los dueños consideraron dividida
su propiedad en cien mil partes con el valor nominal de £ 1; y formaron la Sociedad
llamada «La Merced de Pacay-Urcu », cuyo Gerente fué nombrado el señor Ramón Rio-
frio. Por conducto del mismo señor Wilczynski enviaron á Londres 7% toneladas del cuarzo
extaido, que arrojó la enorme ley media de 36 onzas troy (1 kilogramo) de oro por tonelada.
Desgraciadamente se agoto el montón de cuarzo, y se vio que no había veta alguna
en aquel lugar. Las gestiones del señor Wilczynski en Londres no pudieron, en conse-
cuencia, tener éxito; espiró el año, y no habiendo resultado alguno, ni pareciendo tam-
poco la veta de donde podía provenir aquel rico mineral, decayó el entusiasmo del
principio. »
En los años de 1883, 1886 y 1888 los propietarios ejecutaron algunos trabajos de
exploración bajo la dirección del Gerente de la Compañía, el señor R. Riofrio, para en-
contrar la veta rica de que pedia derivarse aquel montón de cuarzo aurífero, pero sin
resultados satisfactorios.
«El Sr. Riofrio se constituyó entonces, en Noviembre de 1889, en el lugar, y empleó
un sistema distinto, que lo llevó al descubrimiento de la tan buscada veta. Sacó de la
quebrada de Muluncay una acequia de agua, construyó un depósito en la parte superior
del terreno pesquisado, y por medio de compuertas, lanzó el agua con violencia para que
arrastrara por la quebrada la parte superior del suelo. Apareció entonces la cabeza del
filón. Lo atacó en seguida con una galería de 9 metros, á cuyo extremo le dio un primer
corte. Siguió otros nueve metros al lado de la veta, á la que dio en esa distancia otros
dos cortes.»
En aquella época se hallaban en Zarunia, ocupados con trabajos de exploración, dos
inteligentes ingenieros franceses, los señores H. Ancarani y R. Tenré que reconocieron
los trabajos del señor Riofrio en Pacay-urcu, y el primero dio un informe muy halagüeño,
de que tomamos lo siguiente:
«El rumbo de la veta es Sur á Norte con 2o á 3° al Oeste.
«Su buzamiento, apenas marcado, es al Oeste.
«Su potencia es de 1,10 m. á 1,20 m. — Su rellenamiento, del muro al techo, ó sea
de Este á Oeste, se compone Io. en una anchura de 20 á 25 centímetros, de cuarzo
cariado y fisurado, de color negruzco, gris de hierro, rojizo y amarillento, á causa de la
presencia de diversos óxidos de hierro en cantidad notable. Las cavidades de que está
traspasado, están en parte llenas de óxido de hierro rojo ó amarillo, y con numerosas
chispas de oro de formas distintas: filamentos, pajitas y granos, fácilmente discernióles
á la simple vista. — Las chispas de oro son numerosas en las fisuras del cuarzo, así
como en las partes compactas de éste, como se puede reconocer al quebrarlo. Esta pri-
mera zona es, pues, muy rica. — 2o. De 50 á 60 centímetros de cuarzo mas compacto,
también de color oscuro; pero en el cual se encuentran menos cavidades de óxido de
hierro y está menos usurado. Sinembargo, después de quebrar algunos pedazos, se llega,
608 ANOTACIONES Y 8UPLEMENTOS.
con la ayuda do la lento, n notar la presencia del oro en la misma masa del cuarzo, que
es en esta segunda zona mas cristalino. — 3o. Finalmente, de 30 á 40 centímetros, for-
mando una mezcla de venas de cuarzo aurífero de algunos centímetros, y de roca porfí-
dica piritosa intercalada entre dichas venas. Esta tercera zona termina el filón por el
costado Oeste, no de un modo muy neto; pues los hilos de cuarzo se pierden en la roca,
impidiendo que la caja sea bien marcada.»
Refiriéndose luego á la ley de oro de estos minerales, continúa diciendo el señor
Ancarani :
«No pudimos en nuestras visitas ú la mina tomar muestras que representaran la
riqueza media de los diferentes cortes ; pero los datos siguientes bastan para hacer com-
prender que estamos en presencia de una columna de mineral excesivamente rico.
a Cuando nuestra primera visita á la mina, el primer corte no habia aun atravesado
el filón, y los otros dos cortes no existían todavía. El vacío del corte tenia la forma de
un nicho de 1,(50 m. de alto, 1 m. de ancho y 1 m. de profundidad; esto es un volumen
correspondiente á un peso de 4200 kilos de cuarzo. El mineral extraído se había divi-
dido en dos clases, rico y pobre: y este último abandonado á la entrada de la mina, donde
lo hemos visto.
• El mineral rico, cuidadosamente separado y excojido, con un peso de 30 arrobas,
ó sea 750 libras, sin contar las numerosas piedras ricas, dadas como muestras á los
interesados y amigos, fué pulverizado y amalgamado por el señor Riofrio en Loja; y
produjo 13 !/j onzas españolas de oro de 20 quilates.
« Pesando la libra española 460 gramos y equivaliendo á 16 onzas españolas, resulta
de lo que precede:
« Que 345 kilos de mineral, proveniente de la separación ó apartado de 4200 kilos de
cuarzo del corte, han dado en un tratamiento industrial muy primitivo = oro 323 gramos,
y plata 65 gramos: lo que corresponde á una ley por tonelada de 936 gramos de oro y
188 gramos de plata; y que admitiendo que las 13 % onzas de oro, producidas por el
tratamiento de las 30 arrobas, sea todo el metal precioso que contenían los 4200 kilos
de cuarzo del corte (lo que no es admisible, puesto que hemos después ensayado el resto
como lo diremos mas adelante), aun en ese caso la ley media sería todavía de setenta
y siete gramos de oro y quince de plata, ó sea dos y media onzas de oro y media onza áe
plata por tonelada, ley ya muy satisfactoria.»
Los anteriores datos se refieren al mineral rico con oro á la vista. Veamos ahora
los resultados de los ensayes del señor Ancarani sobre los cuarzos pobres de segunda
clase; esto es, sobre los que no tienen oro á la vista, y que habian quedado en la puerta
de la mina «Teléfono».
«Muestras de cuarzo sin oro á la vista procedentes de los tres cortes:
Onzas por tonelada
Oro Plata
a) del corte Nro. 1° 5 3%
b) del id. „ Io 2Vt 2
e) del id. „ 2° % 1
d) del id. „ 3° 4 3
« Estos resultados son de lo mas satisfactorios, pues representan la ley de los mine-
rales nías pobres.
«Podemos deducir de todo lo que antecede, que en el filón , Teléfono' debe existir
una columna de mineral aurífero muy rico, de una extensión horizontal bastante grande;
y (pie la explotación de esta columna, así como la de una parto importante del mismo
filón, podrá hacerse del modo mas económico, gracias á las muy ventajosas condiciones
de la localidad.». . .
Hace mas luego el señor Ancarani sus cálculos sobre el costo probable de la ex-
ploración definitiva de esta mina y también sobre el de una explotación futura. Citaremos
sus palabras respecto al último punto, porque tienen un interés general y el cálculo puede
servir en casos análogos.
«Terminaremos esta nota diciendo que actualmente es imposible calcular los bene-
ficios que se pueden esperar de una futura explotación de esta mina. La exploración,
haciendo conocer la verdadera ley media de los cuarzos, permitirá solamente hacer ese
cálculo. Sinembargo, tenemos ya un dato precioso, el precio de costo máximum por tone-
lada extraída v beneficiada.
MINAS DE ZAHUMA. G09
«En efecto, existe ya en el Distrito de Z a ruma una mina en explotación regular
desde hace algunos años; la mina ,Portovelok, perteneciente á una Compañía Inglesa.
Su mineral es también cuarzo aurífero con muy poca cantidad de piritas y otros súlfuros,
y es beneficiado en un molino de 20 pisones, como probablemente deberá ser el de la
mina , Teléfono'. Pero la extracción y el desagüe se hace por un pozo provisto de un
motor hidráulico; mientras que en la Teléfono estas dos operaciones se harán simplemente
por galerías.
«Ahora bien; gracias á datos de lo mas precisos, sabemos que en Portovelo el gasto
total por tonelada de mineral, comprendidos gastos de extracción, de beneficio, gastos
generales de explotación y de administración, no llega A 50 francos. Podemos, pues, desde
ahora afirmar, que para la mina , Teléfono* la suma total de estos gastos será sensible-
mente inferior á 50 francos, y que en ningún caso, por lo tanto, absorverán del oro pro-
ducido, sino quince gramos (media onza) cuando mas, por tonelada.»
Los señores Ancarani y Tenré hicieron un contrato con el Sr. Riofrio para la ex-
ploración formal de la mina, y el segundo de dichos Señores se fué á Paris á gestionar
la formación de una sociedad con este objeto. En la circular que el señor Tenré se
apresuró á pasar á sus amigos en aquella capital, manifiesta las mismas opiniones que
el señor Ancarani. En Agosto de 1890 se formó en Paris la «Compañía de Exploración
de las Minas de oro de Pacay-urcu» con un cupital efectivo de 150000 francos. Tenré
regresó en Octubre á Zaruma y sin pérdida de tiempo puso trabajo en la mina «Telé-
fono». — Como á principios de 1891 salí del Ecuador, no puedo referir de los resultados
ulteriores.
Grupo de minas de la «Compañía Minera Nacional Fénix». — De este
grupo muy interesante, el señor S. Tejada dá las noticias siguientes:
Está situado á tres horas de distancia al N de Zaruma, en el barrio llamado «Minas
Nuevas», nombre puesto al lugar por los españoles cuando, prosiguiendo estos sus ex-
ploraciones, descubrieron y trabajaron las vetas de dicha región.
Conservábase la tradición de antiguas explotaciones en ese sitio, pero las minas eran
desconocidas; hasta que el año de 1887 fueron descubiertas en la exploración que del
Distrito de Zaruma hicieron el laborioso ingeniero señor van Isschot y el autor de estos
«Apuntes», por cuenta de la «Compañía Exploradora», de Guayaquil. A consecuencia de
este descubrimiento la Compañía obtuvo la propiedad de ese importante grupo, con el
nombre de « Concesión Fénix ».
Esta se compone de ocho minas: u Cristina», ««Mercedes», «Francesa», «Zancudo»,
«Caridad», «Fénix», «Leonor» y «California»; todas ellas unidas y tocándose en sus linderos.
La extensión superficial de la Concesión es de linos 2000 metros de longitud por
unos 360 de latitud; ó sea como de 720000 metros cuadrados, siendo la duración de esta
propiedad indefinida.
El clima es mas agradable y sano aun que en Zaruma, por su mayor altura y por
su mejor situación en las faldas occidentales de la cordillera de Sichacay. La tempera-
tura media es de 19° á 20° centígrados. La altura absoluta sobre el nivel del mar es de
1400 metros.
Tiene la Concesión abundantes aguas de su propiedad para el movimiento de má-
quinas tanto de extracción como de beneficio y para el uso de las perforadoras, evitando
así los crecidos gastos del empleo del vapor. Las aguas del rio Huairapungo al NE,
y las del rio Calera al 0, ambos muy cercanos, pueden mover mas de 200 pisones.
En el mismo lugar hay extensos bosques vírgenes con madera de toda clase y di-
mensiones, abundando el cedro, tan adecuado por su incorruptibilidad para los trabajos
subterráneos de las minas y para construcciones. Dichos bosques pueden ademas sumi-
nistrar por muchos años combustible barato para las necesidades de la explotación y para
el beneficio de los minerales. Abundan asimismo tierras refractarias y mantos de cal en
las inmediaciones.
Dentro de la Concesión corren varios filones paralelos y á muy corta distancia entre
sí. Los que han sido mas reconocidos son «Zancudo», «Cristina», «Caridad» y «Fénix»,
con trabajos de exploración de bastante importancia.
En la mina a Zancudo» se abrió un pozo vertical de 100 pies de profundidad. A su
remate se dio una estocada como de 40 pies que cortó la veta en virgen.
Se hizo este pozo, porque los trabajos antiguos habian sido reconocidos mas al Sur
WoLr, Ecuador. 3J)
I
610
á ana profundidad de 60 pies, dond« 1
longitud sobre la vete, constituyendo un í . i.
A los 100 piee de hondura ha sido abierto el segando nivel, partiendo del plan del
pozo, en una galeria corrida sobre la veta, de mía extensión de naos 60 pies al Sor y
que se vi actualmente á prolongar otros 60 pies mas.
En el piso de esta galana, y sobre la misma veta, Be esta perforando un segundo
de 80 á 40 piee, para correr un tercer nivel a esa profundidad, <í sea á 140 fies
hondura.
La veta arma en la roca porfídica, entra cajas de lo mas tersas, sólidas y firmes,
con una anchura ó potencia de 6 pies mas ó menos. 8a nimbo u Sur ú Norte, con una
ligera desviación al Oeste; y recuesta inclinándose algunos ajadin at Este.
El reHenamiento ó matriz es un cuarzo duro, compacto, blanco con algunas manchas
verdosas, sumamente mineralizado, oon pirita de hierro, mttchu chalcopirita ó pirita cob-
riza, y bastante galena, con algo de hiendo; formando estos sútfuros vaoka é hilos en la
masa del enano aurífero.
Se han verificado numerosos ensayes de toda la veta en sus diversos sitios toaba-
jados, tomando el enano de todo el ancho del filón sin separar nada, para formar asá
verdaderos comunes.
Los resultados han sido siempre satisfactorios.
fin loe trabajos antiguos (nivel 1°), repetidos ensayes dieron da do* á cuatro anata
de oro, y cinco á diex da plata por tonelada.
El poso se labró al Norte de estos trabajos antiguos; á su remate se cortó la veta
por una estocada en un tramo algo mas pobre; y aútembargo los numerosos ensayes
hechos dieron el promedio siguiente: l1/, onzas de oro y 5 de plata por tonelada, oon
4 á SU do cobre y 7 á 8% de plomo.
Al continuar la galería al Sur (nivel 2"), esta ha entrado debajo de los trabajos
antiguos, sin recorrer todavía toda la longitud correspondiente á estos. Se ha encontrado
en ese lugar una columna de mineral muy rico de bastante extensión (todavía no conocida
en su totalidad, pues falta prolongar la galería); y que continua en profundidad. La an-
chura de la veta es la misma; el enano es mas duro, y las cajas mas firmes; la galena,
la blenda y la pirita de hierro disminuyen notablemente, aumentando en cambio el cuarzo
y la pirita de cobre. Varias muestras tomadas del frontón en dicha galería del 8* nivel,
y ensayadas en Paria por Jír. Drouin, han dado:
a) Oro 19'/, onzas por tonelada.
Plata
b) Oro .
Plata
c) Oro .
Plata
. »ev»
■ «% „ „
■ 21% „ „
■ 42% „ ,,
Fueron también ensayados dichos cuarzos en Zamma y en Guayaquil, y dieron:
Ensaye en Z anima Oro . . . 19% onzas por tonelada.
„ en Zaruma Oro ... 25 „ „ „
„ en Guayaquil Oro ... 18 „ „ „
„ en Guayaquil Oro . , . 17% „ „ „
con una proporción de 8 á 10 "i de cobre.
Es de admirar este resultado, verdaderamente inesperado y halagador; porque esos
cuarzos no contentan, como los de Pacay Urcu, oro á la vista, sin poder divisarse rastro
del metal precioso ni aun con la lente; por lo cual no fueron tomados como cuarzos ex-
cepcionalmente ricos, ni podían tampoco haber sido excogidos, desde que no tenían ningún
indicio exterior de su riqueza.
Puedo desde ahora asegurarse que en ese trecho ó columna del filón Zancudo, el
mineral no bajará en su común de cinco onzas de oro y diez de plata por tonelada, con
(j'% de cobre; y que hay mineral de esa clase para una explotación de muchos años.
El costo total — según hemos anotado en la descripción do la «Teléfono» — no pasa
en Zaruma de media onza de oro por tonelada.
La pérdida total en el beneficio no llega á 20% sobre la ley del ensaye; siempre
que se establezca el man adecuado sistema de beneficio, con los aparatos y material do
tratamiento necesario; y que se ponga la explotación y beneficio en manos de personas
hábiles y expertas.
MINAS DE ZAHUMA. Gil
La producción, en el estado actual de las minas, puede muy bien alcanzar á 50 tone-
ladas diarias; y podría aumentarse, según el número de trabajadores y según el capital
que se quisiera emplear. La extracción puede calcularse, una vez formados los bancos,
en una tonelada de cuarzo por cada operario minero en trabajo sobre la veta.
El filón «Caridad» corre á 75 pies mas ó menos al Oeste de «Zancudo», y el filón «Cris-
tina» a unos 150 pies al Este. El filón «Fénix» corre como a 180 pies al Este de «Cristina».
Los caracteres y formación de estas vetas son análogos á los de «Zancudo». Prin-
cipalmente el filón «Cristina», en el que se ha labrado una galería en dirección, sobre la
veta, de 120 pies de longitud, la cual está prolongándose 80 pies mas, tiene un mineral
absolutamente idéntico al de «Zancudo», con la misma ley de oro, plata, cobre y plomo,
y también con la misma anchura de seis pies entre cajas sumamente duras y firmes.
En un punto bajo de la Concesión está siguiéndose un socavón O á E, que ha cor-
tado los filones «Caridad» y «Zancudo», y que, prolongado otros cien metros, cortará las
vetas «Cristina» y «Fénix» en gran profundidad.
Fácilmente puede comprenderse que los cuatro filones mencionados pueden ser ex-
plotados simultáneamente por la misma Administración, y beneficiados sus cuarzos en el
mismo molino, por su gran proximidad recíproca.
Por la misma razón, y por los trabajos ya hechos, la reserva de mineral para lo
futuro está del todo asegurada ; pudiendo afirmarse que la producción del mineral ya re-
conocido reembolsará totalmente el capital que se emplee en establecer la explotación,
de modo que este no corre el menor riesgo; y que, dadas la potencia de las vetas explo-
radas, la regularidad de su marcha, la composición mineralógica de sus cuarzos y su
ley, así como la extensión de la Concesión, su explotación será provechosa y constante
por muchas generaciones.
Siguen cálculos sobre el beneficio probable bajo ciertas suposiciones, concejos res-
pecto al modo de explotación, y otras consideraciones que interesan solo á los socios de
la Compañía.
Minan de la «Compañía Exploradora». — Después de haber vendido á la
«Compañía Fénix» su grupo de Minas Nuevas, que acabamos de describir, ha quedado la
«Compañía Exploradora» con la propiedad de otros dos grupos de minas, el de Muluncay
y el de Malvas.
El grupo de Muluncay se halla muy ventajosamente situado, pues lo atraviesa el rio
de ese nombre, con caudal suficiente de agua en toda estación para mover una poderosa
maquinaria. Este rio forma una quebrada profunda, que corre de Este á Oeste; de modo
que los filones de que se compone el grupo, y cuyo rumbo es aproximadamente de Sur
á Norte, cortan casi en ángulo recto el rio y la quebrada, y suben por las dos pendientes
laderas de esta, por ambos lados. Esta conformación topográfica permite verificar con
la mayor comodidad, rapidez y economía, importantes trabajos de exploración sobre las
vetas; y en el caso de una explotación las facilidades de trabajo aumentarían notable-
mente. Baste decir que la boca de una galería iniciada sobre el filón «América» en la
mina «Borgoña» de este grupo, está en la misma orilla del rio, y que, elevándose el ter-
reno en una pendiente de mucho mas de 45 grados, dicha galería, á poco que se pro-
longara, tomaría gran cuerpo de cerro y una regular profundidad.
Las minas de que se compone este grupo — situado á hora y media de distancia
al N de Zaruma — son seis: «América», «Borgoña» y «San Antonio» sobre el mismo filón,
y algo mas al Este, «Carmen», «Rosario» y «Santa Lucía».
La extensión superficial de la Concesión «Muluncay» es como de 600000 metros
cuadrados.
La mina, que creemos merece una atención especial, es la * Santa Lucia». El filón
tiene como 1,60 m. de anchura; y su cuarzo está completamente oxidado, podrido y pul-
verulento, de fractura esquillosa y muy blando y deleznable. — Algunas muestras ais-
ladas de esta veta han dado al ensaye hasta 5 onzas de oro, con solo 2% onzas de plata
por tonelada. — Pero, tomado un común de varias toneladas, la ley obtenida fué insigni-
ficante; lo que demuestra que el oro está muy desigualmente repartido.
Sinembargo, aquella ley elevada, y la circunstancia de creerse que esta veta sea
la continuación de la «Teléfono» de Pacay-Urcu al Norte, son motivos suficientes para
que emprendan los propietarios una exploración formal sobre ella; pues los trabajos
hechos son de poca importancia, y es muy probable que un detenido reconocimiento daría
buenos resultados. Por su proximidad al rio, por su anchura y por la calidad de sus
39*
612 ANOTAOIONEB Y RtTPLEMKNTOR.
enanos, que por su blandura ofrecerian una infracción abundante y barata y U-ndrinn
un beneficio fáoil y económico, una ley d mino* de una amn de oro por tonelada bas-
taría para una explotación provechosa.
Otra de las vetas interesantes de est grupo na la «América'. Este filón, tanto en
la mina •Borgofia», como en las dos opues laderas do la quebrada, ha manifestado ¡n-
dioins favorables; pues se han hallado cuai con algún ora visible ■ sus afloramientos.
Sinembargo, puede decirse que esto inter ■ ;■ liluu apenan ha sido reconocido, siendo
de poca consideración los trabajos Indios con aaa objeto. La veta lUuie sana metro y
medio de potencia con un cuanto aurífei.. ib- basa npvoloj está muy bien formada, y
corre con toda regularidad á larga distan* |mn» la ajow metros).
La veta «Cdraw** está pooo mas ó métu* en las mismas condiciones que la «Amerita".
La veta *Jtosario* no la juzgamos mu ... .. do aisnajan, y motóos que no ami
que se gaste tiempo y dinero en su reconj : ...
En resumen, el grupo de ■Muluncay* neeeeita de una exploración detenida, ove no
dudamos alcanzaría un buen éxito, sobre todo en loe filones •América* y «Santa Lucio»;
en cuyo caso, su situación excepcionalraente ventajosa haría da este grano nao de loa
mas importantes del Distrito.
Lo que hemos dicho de este grupo puede aplicarse igualmente al otro que posee
algo mas al Sur la «Compañía Exploradora*; el de Malva».
Este se encuentra situado en el cerro de La Jara, en las cabeceras de la
del Guijarro, al N de Vizcaya, y ana hora distante de Zaruma.
Se compone de cuatro minas: ■Primavera*, ■Porvenir», ■Exploradora* y
todas ellas con labores antiguas, algunas bastante extensas. Para poder for
de la importancia de estas minas, es de todo punto indispensable verificar antes
ellas algunos trabajos de reconocimiento.
El grupo (Fénix* en Minas Nuevas fué objeto de una sería exploración de parte de
la «Compañía Exploradora» ; la cual, comprendiendo su importancia, concentró en 61 de
preferencia sus labores. Sobre sus otros dos grupos de uMuluncay* y de «Malvas* labró
los pozos de ordenanza para tomar su posesión legal, y después se redujo á efectuar pe-
queños trabajos, de modo que no pudo hacer sino un estudio ligero de sus vetas, dejando
para mas adelante y para mejor ocasión, conducir el formal reconocimiento que necesitan.
Mina de «La Quebrada*. — Entre las mas ricas minas de Zaruma, ésta ocupa
uno de los primeros lugares, como fácilmente se comprenderá por la descripción que
vamos á hacer de ella.
Conservánbase en Zaruma tradiciones de trabajos verificados á principios de este
siglo en dicha veta. Decíase que era un tanto angosta; pero que había quedado en sus
planes el cuarzo salpicado de oro visible, y con una muy alta ley. Dichos trabajos an-
tiguos estaban aterrados y aguados, y eran por lo tanto inaccesibles.
Sabedor de estas tradiciones el señor Joaquín A. González, minero chileno muy
práctico y experimentado, y que hacía algún tiempo residía en Zaruma, se asoció con
el ingeniero señor E. C. Dougherty, y en 1883 adquirieron la propiedad de esta mina.
Después de mil czfuerzos lograron desaguar y limpiar las antiguas labores, en las que
pudieron penetrar, encontrando confirmadas las tradiciones de que hemos hecho mención.
Aunque no muy ancha la veta, se presentó esta bien formada, entre cojas firmes,
y con un cuarzo cristalino, duro, casi sin oxidaciones, blanco, azucarado, con algunas
manchas de color oscuro negruzco provenientes de una mincralízacion no bien definida,
y con bastantes granitos y puntillas de oro á la vista.
Ante este satisfactorio resultado, sacaron los propietarios algunos quintales de mi-
neral, que remitieron á Guayaquil, para que los ensayara el Dr. Wolf. Hé aquí el cer-
tificado de ensaye, dirigido al señor Dougherty.
■He analizado el mineral de la mina que U. posee en Zaruma, y me apresuro á
darle el resultado de la análisis.
«El cuarzo aurífero de esta veta es bastante puro, y fuera del oro diseminado en
partículas casi microscópicas, no presenta á la vista libre otro metal sino un poco de
pirita amarilla. El imán extrae del polvo una que otra partícula de hierro magnético.
Las manchas oscuras en el cuarzo blanco, que son las partes mas ricas en oro y también
las mas abundantes en pirita, traen su color de un mineral negro-verdoso ó gris de
naturaleza nu metálica.
MINAS DE ZAHUMA. 613
«La veta no contiene ningún metal de plata; es puramente una mina de oro, y la
plata que resulta de la análisis hay que atribuirla á la liga del oro.*)
«El oro es bien visible en casi todas las piedras para un ojo ejercitado, que no lo
confundirá con la pirita.
«Después do procurar un verdadero común de un saco de piedras (de un quintal
poco mas ó menos), sin excojer las mejores y sin separar las malas, he obtenido:
Oro argentífero: 0,04% (= 0,0004 en un gramo), ó 13,905 onzas por tonelada, ó
41,715 onzas por cajón (tiO quint.).
«Esta es una riqueza extraordinaria en un filón de cuarzo aurífero, y no puedo
menos de felicitar á U. por el descubrimiento y la adquisición de esta mina valiosísima,
(leseando á la vez que la veta siga por mucho tiempo y á gran distancia con la misma
ley que manifiesta ahora. — Soy de U. atto. S. S. Teodoro Wolf.»
Careciendo los señores Dougherty y González de los recursos suficientes para pro-
seguir la explotación de la importante veta descubierta, y mucho menos para ponerla en
explotación con todos los elementos necesarios, proyectaron establecer, con el menor gasto
posible, una arrastra para el beneficio de los cuarzos auríferos, á fin de poder con sus
productos llevar adelante el reconocimiento y apertura de la mina. La arrastra fué de
lo mas imperfecta y de poder insuficiente para pulverizar debidamente los duros cuarzos
de «La Quebrada»; faltaron los recursos mas indispensables y el trabajo de la arrastra
fué abandonado.
Sinembargo, durante ese tiempo habian seguido la veta en cierta extensión, aunque
corta, y pudieron continuar manteniendo su desagüe, hasta que en Mayo de 1886 tuvo
lugar la segunda visita del Dr. Wolf al mineral de Zaruma, enviado por el Supremo Go-
bierno á inspeccionar aquel Distrito. Examinó el ilustrado geólogo la mina de «La Que-
brada», de la que extrajo él personalmente algunos cuarzos para ensayarlos.
Copiamos a continuación la carta que con ese motivo dirigió al Señor T. C. Wright,
que habia tomado gran interés para que dicha mina se levantara y se pusiera en fruto.
«Guayaquil, Agosto Io de 1886. — Señor D. Tomas Carlos Wright. Presente.
«Muy señor mió: Usted me pide mi opinión respecto á la mina de ,La Quebrada'
cerca de Zaruma, y voy á manifestársela con toda franqueza.
«Siempre he creido que ,La Quebrada' merece una atención especial, y que per-
tenece á las mejores vetas auríferas de Zaruma; y en mi último viaje me convencí de
nuevo de su importancia. En mi informe oficial he mencionado esta mina en términos
favorables, pero como de paso; pues no era el objeto de ese informe hablar extensamente
de cada mina en particular; pero ahora me extenderé algo mas sobre la materia.
«La mina de ,La Quebrada4 se halla en la zona central del distrito minero de Za-
ruma, que se extiende del , Sesmo' al lado de la villa de Zaruma hacia la ,Portovelo',
en la ladera del estribo de la cordillera que llaman ,el Castillo' y que aloja tantas minas
antiguas de gran fama. Es muy probable que esté en alguna relación con la veta ,Por-
tovelo' ó con la del ,Sesmo'; pues se halla casi en el mismo meridiano, y sigue poco mas
ó menos el mismo rumbo como estas.
«La mina consiste en un filón de cuarzo aurífero bien pronunciado, aunque angosto.
Por la ley muy subida de oro, algunos creyeron que era bolsón aislado que no seguiría
con constancia; pero basta examinar con atención el mineral para convencerse de que
este cuarzo aurífero es de una verdadera veta, y muy distinto del cuarzo de los bolsones.
Ademas, la inspección ocular de la veta no deja duda ninguna de su naturaleza. No
solo las vetas anchas son vetas, sino también las angostas cuando se presentan con los
caracteres de ellas; y hay muchos ejemplos de que vetillas muy angostas siguen con
gran constancia á largas distancias. No niego que una veta, sea ancha, sea angosta,
puede cortarse, trastornarse y hasta perderse completamente; pero este riesgo no es
mayor en la ,La Quebrada' que en cualquier otra veta, por ejemplo, en la ,Portovelo'.
«Hasta ahora todos los auspicios son favorables en la mina de ,La Quebrada'. La
veta que el señor Dougherty ha seguido con constancia en una extencion considerable,
*) «Nosotros sinembargo creemos que en los minerales sulfurados de las vetas auríferas de
Zaruma, la plata, ademas de la contenida en la aleación con el oro, existe parte en estado indepen-
diente, y parte combinada con otros metales en sus compuestos sulfurados. Los ensayes hechos
posteriormente sobre los cuarzos de ,La Quebrada' lo prueban también». — Estoy de acuerdo con
esta observación del señor S. Tejada. — Wolf.
614 AXOTACIOXES Y SUPLEMENTOS.
sigue con regularidad, y en vez do estrecharse, se ha ensanchado (do un pié á tres pies
de aneho) sin perder su ley de oro; el mineral no ha cambiado en su carácter físico y
químico.
«Es verdad que seria de desear que cuanto antes se reconozca la veta en algunos
puntos mas, sea por piques, sea por galerías horizontales, trabajo que no podrá costar
mucho; pero de todos modos hay que ponerse al trabajo inmediatamente, una vez que
la mina está casi en el estado de explotación. Si alguna mina de Zaruma merece ser
trabajada, es la de ,La Quebrada*. El riesgo que corre el capital en las minas de cual-
quiera clase, se reduce aquí al mínimo, y si los trabajos se ejecutan con inteligencia y
con una economía prudente, el buen resultado no puede faltar.
•El mineral de la mina está suficientemente ensayado dentro y fuera del pais para
juzgar de su naturaleza. Es un cuarzo compacto con pequeñas cantidades de piritas y
con oro á la vista, ademas del oro microscópicamente diseminado.
«Cuando el señor E. C. Dougherty trajo por primera vez unos seis sacos de este
mineral á Guayaquil, analicé el común de ellos, que me dio 14 onzas de oro por tone-
lada. Era este un material excogido, y se cree que la veta en término medio no dará
mas que 8 onzas, que todavía es una ley extraordinaria.
«Cuando el 2*5 de Mayo último visité la mina, tomé personalmente algunas muestras
del frontón de la veta, y las analicé por curiosidad. Saqué el oro por amalgamación*),
imitando en cuanto era posible el procedimiento que se emplea en grande, el cual por
supuesto dá un resultado menos exacto que el análisis químico completo y siempre memos
oro que este último, y obtuve de 180 gramos de las muestras pulverizadas 189 miligramos
de oro, que corresponde á la ley enorme de 38,ui onzas por tonelada.
«También analicé la liga de oro y plata como sale de la amalgama, para conocer
su ley; y encontré en cien partes:
Oro 72,41
Plata 27,59
100,00
«De consiguiente el oro de ,La Quebrada* es de 17 l/, quilates.
«Seria imprudente basar los cálculos sobre el rendimiento de la mina en las análisis
de muestras excogidas; pero creo que con seguridad puede Usted poner como base de
ellos la ley de cinco onzas por tonelada al mínimo, y así la mina pertenece todavía á las
mas ricas que se conocen en el mundo.
«Su explotación es sencilla, y lo que se necesita para ponerla en fruto es un sen-
cillo y pequeño aparato de amalgamación, que no necesita un capital tan grande que sea
necesario buscarlo fuera del pais.
a Aunque hasta ahora me he negado constantemente á tomar parte directa en las
minas de Zaruma, seré el primero que tomara acciones en la mina de , La Quebrada', si
veo que la Compañía vá formándose de un modo serio y seguro, tanta es mi confianza en
el buen resultado de la empresa. De todos modos cuente Usted con mi cooperación inte-
lectual en una obra que, á no dudar, será de mucha importancia para el adelanto de la
industria minera en el pais.
«Autorizo á Usted para que de esta carta haga el uso que le convenga. — Con
sentimientos de respeto etc. T. Wolf.»
En vista de esta carta, que tanto por los datos en ella consignados, como por la
reputación de su autor, no puede ser mas interesante, se procedió en el acto, en 26 de
Noviembre de 1886 á formar en Guayaquil la Compañía de la Mina de Oro de «Xa Que-
brada», en cuya formación tomó especial empeño el señor Wright.
Apesar de elevarse el capital nominal de esta Compañía á 240 (MH) sucres, el capital
disponible en dinero efectivo fué solo de 40000; pues las acciones se distribuyeron en
esta forma:
Á los propietarios y dueños de barras S. 180000
Á los suscritores por valor de su erogación en efectivo . . . „ 40000
Á los mismos, prima de 50% „ 20000
S. 240000.
*) No habiendo verificado el doctor Wolf este ensaye por copelación, separando después y pe-
sando todo el uro químicamente puro contenido en el mineral, tanto en estado libre como en los aúl-
MINAS DE ZABÜMA. 615
Creyóse sin duda que la suma de S. 40000 en efectivo bastaría para reconocer debi-
damente la mina, instalar un molino de cinco pisones con sus accesorios, y establecer la
explotación con una producción constante y provechosa.
Hé ahí, en nuestro concepto, el error de origen, que ha sido, entre otras, la causa
principal de que la rica mina de «La Quebrada» no haya seguido desarrollándose próspe-
ramente, y que antes bien haya quedado paralizada; en vez de ser, como podia y debia
serlo, una de las primeras y mas importantes minas en actual producción en Zaruma.
Cuando vemos que la exploración de las minas del grupo «Fénix» ha costado ya
muy cerca de S. 60000; que en la apertura solamente de la mina «Portovelo» de la Com-
pañía Inglesa se han invertido sumas aun mucho mas considerables; que para solo el
reconocimiento de la veta «Teléfono» do Pacay-Urcu, cuyas condiciones de trabajo son
muy favorables, se ha presupuestado la suma de 150000 francos, ó sea S. 39000; se com-
prende fácilmente que un capital de S. 40000 para abrir la mina de «La Quebrada», traer
é instalar una maquinaria y establecer una explotación en forma, tenia que ser del todo
insuficiente.
Los resultados lo han demostrado así.
Apenas constituida la Sociedad, y nombrado su Gerente el señor Daugherty, partió
este para Estados Unidos por cuenta de la Compañía. Llevó consigo algunos quintales
del común del cuarzo de «La Quebrada», para hacerlo examinar detenidamente en aquel
pais; y para, en vista de su composición mineralógica y de los resultados que arrojara
su beneficio, elegir la maquinaria mas adecuada. Fué esta medida muy acertada y debo
ser imitada en casos análogos ; porque, siendo el material de tratamiento el renglón mas
costoso entre los gastos de una explotación y el asunto que deba ser estudiado mas cuida-
dosamente, es preciso tomar todas las medidas á fin de que sea acertadamente excogido
el apropiado para el beneficio de los cuarzos, que después deba producir la mina.
Efectuóse el examen y tratamiento de dicho común de minerales en la oficina me-
talúrgica especial de W. Me. Dermott , que al efecto tiene en 2 Wall Street la gran casa
constructora Fraser y Chalmers de Nueva York. El resultado fue muy satisfactorio. El
cuarzo dio al ensaye 41/, onzas de oro y 10 de plata por tonelada.
En el certificado de W. Me. Dermott dando cuenta de estos resultados, se califica
á los cuarzos de «La Quebrada» como muy ricos; y se aconseja el siguiente método de
tratamiento, que dio prácticamente en la oficina de Wall Street tan buen rendimiento:
trituración y pulverización del cuarzo en pisones; amalgamación en planchas de cobre;
y concentración de la pirita rica en Frue Vanners , para ó exportar el producto de esta
concentración, ó beneficiarlo y extraer el oro en el lugar, por medio de otro procedimiento
ulterior (cloruracion , fusión etc.), según fuera mas conveniente; habiendo arrojado la
cloruracion en la prueba muy buen resultado.
Siguiendo los consejos anteriores, y consultando el exiguo capital de la Compañía,
compró el señor Dougherty una maquinaria, aunque pequeña, bastante completa para el
beneficio de los cuarzos auríferos de «La Quebrada»; compuesta de una batería de cinco
pisones del peso de 600 libras cada uno; planchas interiores ; cribas metálicas de 40 m esh,
ó sea de 1600 agujeros por pulgada cuadrada; el correspondiente quebrador (crusher) y
alimentador automático; planchas exteriores de cobre de 4 pies de ancho por 8 pies do
largo para la amalgamación; dos concentradoras Frue Vanners (de Fraser y Chalmers)
para recoger los súlfuros ricos; y una bomba de gran poder para sostener el desagüe
de la mina; todo ello movido por una turbina Leffel de 10 pulgadas con su tubería
correspondiente, que solo ocupa un espacio de nueve pies cuadrados, y que, con la caida
de agua con que se cuenta, desarrolla una fuerza de 36 caballos, suficiente para mover
cuadruplo número de pisones.
Se trajo esta maquinaria en secciones para su mas fácil trasporte en muías ; y con
el señor Dougherty fué á Zaruma en Julio do 1887 á armarla el inteligente y laborioso
mecánico Mr. A. Mann, el cual , en poco tiempo , y apesar de las dificultades con que se
lucha en Zaruma, la dejó instalada en Enero de 1888 y en aptitud de funcionar per-
fectamente.
Al mismo tiempo se levantaron en el molino las construcciones necesarias con techos
furos; resalta que solo aseó el oro nativo libre (fre* gold), y que no obtuvo el que, contenido en la
pirita, no en amaigamabif, Blondo asi, que abunda en el cuarzo de «La Quebrada», como se ha probado
en otros ensayes. La verdadera ley de oro debió ser, pues, muy *up*r¡or ¿ la que el doctor Wolf
señala, como él mismo lo observa.
A |6 ANOTACIONES T
de ntfH'i y w edificó además una casa para ti rasnlefKM d
para almacenes, laboratorio etc.
Comenzóse también al lado mismo del molino la perforación de un pique ó poso io-
i'Hiitulo, á unos 26 metros de distancia al Norte del tramo rico, descubierto en los tra-
bajos antiguos; el cual bajó á una profundidad de 86 metros. En él y á los 26 metros
«o principió á formar un primer nivel; y además se corrió una galería de O á E en on»
extensión de 88 metros; can cuya estocada se cortaron otras dos vetas próximas, la son
á los 24 metros, y la segunda, muy interesante, á los 86 metros. Trabajóse también en
la composición y apertura de una larga acequia para traer las aguas de la quebrada de
* Muluncay.
Desgraciadamente, pero como era muy natural, el capital de S. 40000 no pudo al-
canzar á cubrir tanto gasto y trabajo tanto; se pasó de esa suma, contrayendo por con-
siguiente la Compañía algunas deudas; y aunque la maquinaria estaba lista para el tra-
bajo, Ib mina no había sido convenientemente abierta y reconocida; no había niveles
corridos, ni bancos formados para la extracción ; y para hacer la situación mas critica, el
tramo rico visitado por el doctor Wolf, inaccesible entonces por estar escombrado y aguado,
y en el cual se habia comprobado la existencia de enanos con oro á la vista y de ele-
vanísima ley de oro, quedaba como á 20 metros de distancia al Sur; cuando de haber
sido alcanzado y tomado en mano desde el principio, hubiera con su producción de oro
salvado el difícil estado de la Compañía.
Hubo que emplear el último recurso, y ochar al molino los cuarzos extraídos del
pozo; que por desgracia eran de una ley muy inferior. Agregóse i esto que, por ]s>
misma estrechez de recursos, no pudo traerse de Estados Unidos, como se habia proyec-
tado, un amalgamador {miUman) práctico; y la falta de este hizo que el beneficio no fuera
debidamente conducido, y que las perdidas en todo sentido fueran considerables.
En Hayo de 1888 principió á trabajar el molino; y hé aquí los resultados obtenidos:
So molieron como 360 toneladas de cuarzo. El producto de oro en barra, resultado de
la amalgamación, fué de 150 onzas. Es de advertir que este oro fué casi en su totalidad
recogido solo de las planchas interiores de la batería, y apenas una parte insignificante
se obtuvo de las exteriores; cuando es sabido que en estas se recoge aproximadamente
oda cantidad de oro igual á la contenida en las planchas interiores. Esto basta para
comprender la fuerte pérdida que hubo de metal precioso.
La pérdida de mercurio ascendió á 185 libra*, siendo así que no debía haber pasado
de 150 onzas; porque la pérdida máxima en esta clase de beneficios no debe exceder de
una onza de azogue por onza de oro producido.
Loa súlfuros concentrados fueron remitidos i Freiberg (Sajonia) en cantidad de
91 quintales, y su ley no pasó de cuatro onzas de oro por tonelada; lo cual no puede
explicarse, dada la ley de estos cuarzos aunque pobres, sino atribuyéndolo á que no se
manejaron los Frue Vanners convenientemente.
La enorme, inusitada ó indebida pérdida de mercurio, que, al ser arrastrado por el
agua, se llevó consigo, como era natural, gran cantidad de oro; y la imperfecta concen-
tración de las piritas, que se fueron también en el agua, explican suficientemente el fra-
caso que de otro modo y con un amalgamador experimentado no hubiera tenido lugar,
aun beneficiando los cuarzos pobres que se extraian, mientras se hubiera alcanzado el rico
tramo que estaba próximo.
El costo de la exportación de los súlfuros desde Zaruma á Freiberg no baja de cien
sucres por tonelada, de modo que su envío dejaba una fuerte pérdida. La molienda se
paralizó en Noviembre de 1888.
Los fondos de la Compañía se habían agotado; y se habían contraído deudas, por
haberse gastado de S. 15000 á S. 30000 mas del capital.
El Directorio, conociendo las causas que habían acarreado la critica situación de la
Compañía, y que, como acabamos de ver, no eran debidas a falta de riqueza de la mina
sino principalmente á la deficiencia del capital, procuró allegar recursos para seguir vigo-
rosamente el trabajo comenzado; sobre todo cuando lo mas difícil se había ya vencido;
la maquinaria estaba instalada y funcionando; los trabajos interiores de la mina adelan-
tados; el almacén provisto de las existencias y materiales necesarios; y solo se necesitaba
un pequeño esfuerzo mas para llegar al anhelado éxito, y ti la realización de las espe-
ranzan, que las cartas del doctor Wolf y el ensaye de Nueva York habían justamente
inspirado.
Inútil tentativa, — La mayoría de loe accionista* ni *e reunieron, ni procuraron
MINAS DE ZAHUMA. 617
conocer siquiera las causas que habían producido la crisis por la que atravesaba la Com-
pañía, demostrando una culpable indiferencia, que refluía en su propio daño; y que solo
puedo explicarse por la falta casi general de conocimientos en el pais para empresas
mineras de esta índole, que han sido realmente una verdadera novedad introducida de
poco tiempo á esta parte. Siempre es difícil abrir nuevas sendas; y como la industria
minera empieza recientemente á dar señales de vida en el Ecuador, es natural que sus
primeros pasos sean vacilantes y tímidos. Un poco mas de energía y de constancia, y
algo menos de indiferencia de parte de los accionistas, y la mina de «La Quebrada»
estaría hoy en fruto, con una constante y normal producción de oro, y dando buenos
dividendos á los interesados. La marcha próspera de esta mina hubiera ademas influido
poderosamente para dar crédito y renombre al Mineral de Zaruina; y entonces no hubiera
sido difícil la formación sucesiva de otras Compañías, asi como la oferta de capitales para
la explotación de los numerosos filones de aquel Distrito; echando así raices en el pais
la industria minera con el éxito obtenido.
Nada de esto sucedió desgraciadamente. Agotado el capital, la Compañía no arbitró
recursos para proseguir sus labores.
Resultado: en la actualidad la mina está llena de agua; la maquinaria, que tanto
trabajo costó, se está destruyendo con el abandono; y el tramo rico de la veta, con
cuarzos que , ensayados por el doctor Wolf , dieron , según hemos visto , treinta y nueve
onzos de oro libre por tonelada, se encuentra á pocos metros de distancia al Sur de las
actuales galerías, aguardando el instante en que, á costa de un pequeño capital, se llegue
á él, para entregar entonces las riquezas que encierra, y que han sido ya reconocidas y
palpadas antes.»*)
Mina «Favorita». — Esta importante mina se halla situada como á una horade
distancia al Sur de Zaruma, en la margen izquierda del rio Amarillo, y en el sitio cono-
cido con el nombre de el Tablón.
Las mismas causas que llevaron al descubrimiento de «La Quebrada» fueron tam-
bién las que influyeron para emprender trabajos en esta veta.
Existia la tradición de haber sido explotada hasta los últimos tiempos la mina con
grandes provechos; y se aseguraba que en los planes de los trabajos antiguos había
quedado el filón con una gran anchura, y con un cuarzo de fácil extracción y beneficio,
con oro á la vista en cantidad.
No se descubría afloramiento alguno, ni podían distinguirse los trabajos antiguos.
Conocíase, sinembargo, el lugar donde había existido la explotación ; y guiados por estos
datos, los propietarios abrieron en 1886 un pozo vertical, para alcanzar los planos de las
antiguas labores.
Bajó el pozo hasta la profundidad de 50 metros; y no encontrando la veta, se dio
á esa hondura una estocada al Oeste, que la cortó á poca distancia, cayendo precisamente
en medio de los trabajos antiguos que se buscaban.
Las galerías antiguas, tortuosas y mal hechas, como lo son todas las de aquella
época, se hallaban escombradas por la poca solidez del terreno y continuaban todavía á
mayor profundidad.
Púdose, aunque con dificultad, recorrer algún trecho de la veta al Norte, y se ob-
servó que eran ciertas las tradiciones de que hemos hablado. Aunque todavía no se
llegaba á los planes, se notaba que no podían estos hallarse á mucha mayor hondura;
y aun en los trabajos superiores descubiertos, la veta se presentaba con un excelente
aspecto.
El rumbo de esta es Sur á Norte magnético, casi fijo. Su buzamiento no tiene, al
parecer, inclinación alguna; la veta está, por decirlo así, clavada y baja verticalmente.
Su anchura es de 1,50 m. á 1,60 m.
El cuarzo se presenta en las mejores condiciones para una extracción económica y
abundante; pues para su arranque apenas se necesita del empleo de la dinamita; y esto
confirma lo que la tradición asegura, de que se extraía el mineral de esta veta usando
*) Últimamente he sabido, que la mina de «La Quebrada» con bu maquinaria ha pasado por
una especie de arrendamiento á la «Compañía Exploradora de Guayaquil». — He ha parecido bien
copiar del señor S. Tejada toda la historia verídica de esta mina , para hacer conocer las cansas de
su decadencia ; porque estoy todavía convencido de que justificará algún (lia las esperanzas fundadas
en ella. — W.
61K ANmTACT'iSF- T SCTLKMKVTOS.
para rtli» ««Uiamlo palo* aginado* de «**al« t madera dara). El ranrw r* rrü4*Jin",
frágil, 4*- pnco peno, muy cariado y ron mu i-ai idadf-s lí-ñidn.- »l«!ii"innU-iB»-ni<' de pol%»
negro, prnTi-aw-ale ik-1 iiiiil» de tnonmini. I'artf iW ruare) tirar Umbwn rnid»rion«
4r hirrr» y prtM*ta alymuu (hnfüt, ¡mmtitU* y grano» de ora A Ut «ata, W« t-atrr- U*
Ififhfl Mil dcx*ul>nni¡iit<i, y »iitv(tK- faltaba iiajar h raay..r ii "«dura para Nrgar á
lm antiguo* plañe*, se Kinp^iMliÁ H iwoaoct miento para runsegniT fonik* con rl otarlo
de continuar 1* cxpUirarion , '< de emprender trabajo" de formal rxplotarioo de la mina,
fomentaron lan gestiones para ello; pero pawi i-I tiempo, y mientra* tanto el paro, n»
atendido ni reparado con* enícn teniente, w devtruyii rn partí' porhahrrsr podrida algunas
Apenar de «ate contraaerapo ae había logrado fwonooer la vete, y kaftáa oíd» «aa-
Kn el viaje que el autor de eetoo «Apunte*» biso lÜt ¡mamante á Zn naia tai Agosto
de 1890 — apenar de que en ¿poca anterior visitó' loa trabajos de i «niamniíaif— tn ana»
hemos mencionado, y que en esta ocasión eran inaocesiblea por la destrucción del pono —
tomó del montón de enano* que existían abandonados en canana, una muestra pan anali-
zarla por oariosidad. EL enano no presentaba absolutamente oro á la vista, y iiiuiananj.il
dio freí onta* de ora por tonelada.
Núes ti a opinión es que la mina Favorita es mía de las mas importante» del Distrito
de Zaruma; y creemos que, i muy poco costo, puede rehabilitarse él peso y bajar anos
90 ó 96 metros mas, para alcanzar los planes y tomar la vete en virgen.
La alta ley de oro obtenida ya en los trabajos hechos, y que es un indicio de la.
que puede obteneros una vei llegados i los famosos planes antiguos; la anchura y cali-
dad de la vete, que permite una extracción enorme de mineral coa poco gasto; la proxi-
midad al rio Amarillo, situado solo a 400 metros al Norte, y- cuyo caudal de agua puede
mover la mas poderosa maquinaria; y par último la facilidad del beneficio, puesto que
el oro contenido se halla en su mayor parte al estado nativo y libre, sin eómiros ni otros
compuestos rebeldes, pudiendo tratarse el mineral por simple amalgamación directa; todo
ello hace que esta mina — aunque no se encontraran los planes tan ricos de que la
tradición habla, y solo diera el cuarzo en su beneficio, como es indudable, un producto
normal de 17, a 2 onzas de oro por tonelada — sea una de las mas ricas del Distrito,
y de las que tienen delante de sí un brillante porvenir.
Mina «Cantabria». — Entre la «Portovrln» y la <Sesmo>, algo al Este de la
t Perslbillo » y de «La Quebrada*, en la ladera conocida con el nombre de el Castillo, se
encuentra la mina (Cantabria*.
Fué explotada por los antiguos españoles, y los trabajos de estos sobre la veta
alcanzan á una profundidad como de 30 metros.
El filón tiene mas de un metro de anchura, su rumbo es de Sur á Norte, y buza
con algunos grados si Este, como casi todas las vetas del Distrito. Arma en la región
descompuesta del pórfido; el cuarzo está completamente oxidado y podrido, frágil, de
fractura esquilloso, de eolor amarillo -rojizo, sin rastro de piritas ú otros sulfures, y de
abundante y fácil extracción.
A la vista no presenta oro, el cual está diseminado en partículas imperceptibles en
toda la masa del cuarzo; pero todo él al estado nativo y libre, como puede verse laván-
dolo con cuidado, pues con esta operación deja una ceja de oro menudo, perfectamente
visible.
La ley de la aleación es do 18 á 19 quilates.
Los ensayes hechos sobre los cuarzos de esta veta lian dado un promedio de 1 y
media á 2 onzas de oro por tonelada.
MINAS DE ZARUMA. 619
Por las ventajas de su situación, por la extracción barata y abundante de cuarzo
que ofrece, y por la facilidad de su beneficio por oro libre, la mina «Cantabria» es tam-
bién muy digna de atención entre las importantes que tiene el Distrito; y creemos que
su explotación en gran escala dejaría buenas utilidades.
Minas ele Vizcaya. — «La Inmaculada.» - En los alrededores de la que-
brada de Vizcaya, existen varias minas antiguas abandonadas. Este lugar, situado á
media hora escasa ai Norte de Zaruma, es interesante, por las tradiciones que aun se
conservan de explotaciones antiguas; lo cual se confirma por los vestigios de algunos
molinos para beneficiar oro que so encuentran en aquella región.
Ademas de la «Bomba de Vizcaya», perteneciente á la Compañía inglesa, que no
se trabaja, y de la que nos ocuparemos mas adelante, hay otras minas bastante trabaja-
das por los antiguos. Los filones, después de atravesar la quebrada de Vizcaya, suben
por las faldas de ios cerros de La Sara y de Yuquillas , y corren luego á largas distan-
cias cerca de los lugares llamados «Las Chinchas» y el «Derrumbo de Malvas», en
cuyos sitios, según la tradición, existieron dos ricas minas, que hasta hoy no han podido
ser halladas.
El rumbo es en todas ellas igual al de las demás; Sur á Norte con pequeñas des-
viaciones.
La falta de reconocimientos detenidos ha impedido hasta ahora poder determinar la
importancia de estas vetas.
Sinembargo hay una entre ellas que merece mencionarse: «La Inmaculada». Esta
mina fué bastante explotada por los antiguos, y tiene en su corrida varios trabajos de
significación, separados por trechos de 80 á 100 metros y con alguna profundidad, sobre
la veta misma.
En uno de ellos, que ha llegado á una hondura como de 25 metros verticales, el
filón se presenta en buenas condiciones. Su anchura media es de 1,50 m. ; las cajas están
rotas por no haber alcanzado aun la región firme. El cuarzo es bastante compacto y
duro, de color blanco con ciertas manchas oscuras, en parte con ligeras oxidaciones de
color amarillo ocre, y en parte con piritas de hierro y cobre, presentándose en algunas
piedras oxidadas el oro libre á la simple vista en granitos y puntillas.
La ley de oro de sus minerales sin oro á la vista ha llegado en varios ensayes á
tres y cuatro onzas por tonelada; y creemos que el promedio general no bajará de una
y media á dos onzas.
La situación de esta veta, que permite una explotación fácil por medio de galerías
en dirección, principiadas desde el exterior sobre el filón en la falda del cerro á diferentes
niveles, su potencia, la alta ley de sus minerales, que en parte contienen oro libre á la
vista, y por último, la circunstancia de haber sido bastante explotada por los antiguos,
nos hacen considerar también á la mina Inmaculada entre las importantes del Distrito.
Grupo ele la «Trinidad». — Esto se compone de las minas «Salvadora», «Leo-
nor» y «Amoquil lados*, que corren de Sur á Norte en ese orden, una inmediatamente
después de otra, á continuación de la célebre «Sesmo», teniendo algo mas al Norte la
«Teléfono» de Pacay-Urcu.
Los trabajos hechos por los antiguos sobre estas minas llaman la atención por lo
extenso del laboreo. Cierto es que este forma un solo nivel bastante próximo á la super-
ficie ; pero se prolonga en una galería que tiene como 500 metros de longitud.
La veta tiene una potencia de unos dos metros; y el cuarzo es blanco, á veces algo
rosado con algunas oxidaciones y poca pirita. Por su aspecto exterior se asemeja bas-
tante al de la «Sesmo» y ai de la «Pacay-Urcu».
No hemos tenido ocasión de practicar ensayes de este mineral; ni sabemos tampoco
que otros los hayan efectuado. Si el resultado que arrojaran fuera favorable, podria este
filón ser fácilmente atacado por medio de un corto socabon de atravieso E á O, trazado
desde el punto mas bajo de una quebrada que hay muy cerca al Este.
Minas diversas. — Con excepción de las de la Compañía inglesa, que vamos á
describir en el párrafo siguiente, hemos ya pasado revista á las principales minas del
Distrito de Zaruma.
ANOTACIONES T BUPLKMXNT
Hay ademas algunos oItm, cuya descripción hemos emttMfl, **iit*je generalmente
no se han hecho sobre ellas las debidas exploraciones par» éuaatót na (amia UwaJio <-l
filón. Tales aon, por ejemplo, «La Fraternidad^ á la már¡- ■ i/nincrda del rin Amarillo,
y que parece ser la prolongación de la Portovelo al Sur; la aNudo*, de regular ley do
plata al decir de algunos; la (Soroche* y la aPeralbillo* de cuarzos sulfurados; la ■Tañra»,
la «Banco*, la ■Gobernadora*, y algunas otras mas que no recordamos.
No se crea que hemos citado todas las minas de Zaruma, porque la tare* seria muy
larga y enojosa. Pasan de 600 las denunciadas en los últimos años en el Distrito, sin
que -en realidad haya trabajos de explotación mas que en la «Portovelo* de la Compañía
inglesa, y de reconocimiento en las que hornos dejado anotadas.
Esta fiebre de denunciar minas, para no trabajarlas ni reconocerlas siquier», ata
desaparecido felizmente con la acertada ley reformatoria de 1887, que impuso la contri-
bucion semestral de diez sucres por mina, como requisito indispensable para conservar
su propiedad. Apesar de no estar reglamentado como debiera el pago de dicho impuesto,
ha bastado sinembargo, para que desaparezca la afición k denunoiar por docenas Im
minas; y ha hecho que muchos las abandonen, dejando así libre el campo á los que ten-
gan recursos suficientes para llevar adelante el trabajo de una mina. Si les era gravoso
- el pago de veinte sucre» oattale* por cada mina ¿cómo era posible que emprendieran labor
alguna en las vetas, que por solo el placer de llamarse sus propietarios, denunciaban sin
provecho alguno ni para la industria minera, ni para el pais?*
Minas de la Compañía inglesa «Zaruma Gold». Esta Compañía es la única
que en la actualidad explota formalmente una mina de su propiedad, la de Perfórelo, con
resultados satisfactorios. Mucho se puede aprender de la historia de esta Compañía, que
comprueba de nuevo, que el fracaso de las compañías mineras en Zaruma no proviene
de causas intrisecas, es decir, de la pobreza de los minerales, sino únicamente de las
extrínsecas, sobre todo de la administración. En un pais en que la industria minera
yace en los pañales, merece ser conocida esta historia, que referiremos según el señor
Saenz Tejada.
■ Hedíante las gestiones que el señor M. P. Muñoz hizo en Londres formóse la
,Great Zaruma Gold Mining Ca. Limited', con un capital de £ 250000.
Las minas negociadas por el señor Muñoz fueron Sesmo, Portovelo ó Mina Grande,
Jorupe, Bomba de Vizcaya, Bomba de Pacchapamba, Toscon Blanco y Guripamba. Tenían
estas minas gran fama de haber sido explotadas en tiempos antiguos con buen éxito;
pero cuando las compró la Compañía inglesa ningún detenido reconocimiento se habia hedió
sobre ellas que pudiera comprobar su riqueza. Y lo que es mas de extrañar, se llevó á
cabo en Londres la negociación, sin que nadie viniera ánteb á examinar dichas minas,
y guiándose tan solo de referencias mas ó menos exageradas. No debe, pues, admirar
que un negocio, iniciado y formado en tales condiciones, encontrara muy pronto desen-
gaños, en vez de alcanzar desde sus principios buenos resultados.
Se formó la Compañía en 1880 en Londres sin mas preliminares y sin los necesa-
rios estudios y reconocimientos previos. Se envió para la dirección de los trabtgos con
amplias facultades, y en calidad de Gerente, al ingeniero húngaro Mr. Raimundo de
Peiger.
AI encontrar que las minas adquiridas por la Compañía no tenían el menor trabajo
de reconocimiento, sin poderse por lo tanto apreciar su importancia, lo natural era pro-
ceder metódicamente y con la mayor economía posible á la exploración detenida de cada
una de ellas, para, en vista de los resultados, emprender formales explotaciones sobro
una ó varias de dichas minas, eligiendo de preferencia las que ofrecieran mayores pro-
babüidadcfl de una remuneración al capital de la Compañía. Abiertas así y ampliamente
reconocidas una ó mas minas de manera que existiera visible cantidad suficiente de cuarzo
de buena ley para abastecer á una explotación provechosa de muchos años, se hubiera
podido proceder sin riesgo alguno á traer é instalar maquinarias de beneficio; el laboreo
de las minas hubiera podido emprenderse en gran escala con la seguridad del buen éxito;
y con el fuerte capital de la Compañía se hubiera hecho frente á todos los gastos nece-
sarios hastu que principiara una vasta producción.
Pero no si- procedió así. — Las minos no fueron reconocidas seriamente; y en vez
de ese trabajo indispensable, que debía ser base de los demás, se estudió el trazo para
la apertura de un ferrocarril; se comenzó ú construir una carretera desde Zaruma á
MINAS DE ZAHUMA. G21
Santa Rosa haciéndose solo unos pocos kilómetros y gastando como S. 150000; se trajo
de Estados Unidos una gran maquinaria de beneficio, que costó mas de S. 240000 y que
hasta ahora está abandonada en el puerto de Santa Rosa, porque en vez de haber venido
en secciones para ser trasportada en muías, sus piezas solo pueden ser conducidas por
ferrocarril; existia ademas en Zaruma un gran cuerpo de empleados, cuando no habia
aun mina alguna en explotación; los gastos generales y de administración eran de lo
mas exagerados y dispendiosos; y, en una palabra, el capital de la Compañía Inglesa se
agotó lastimosamente sin tener una sola de sus minas abierta y reconocida siquiera.
Sobrevino la revolución contra la dictadura de Veintemilla, y Mr. de Peiger, olvi-
dando la neutralidad que debia observar, se incorporó á las lilas de los restauradores en
Loja, presentándose al General Salazar comandando una columna equipada á sus expensas
y que tomó su nombre. Ai frente de ella hizo la campaña hasta que halló la muerte
en el asalto y toma de Quito el 10 de Enero.
La Compañía inglesa con todos estos sucesos pasó, como era natural, una época
de crisis.
En vista de lo ocurrido envió como Gerente á Mr. Nicholls. Al llegar este á Za-
ruma, y al ver que ningún trabajo formal habia en realidad sobre las minas, viendo que
el capital se habia ya perdido infructosamente , aconsejó al Directorio la liquidación, in-
formando del modo mas desfavorable, y fundándose principalmente en que, después de
tanto gasto, no veia ninguna mina abierta y preparada para una explotación.
La Compañía, con recomendable constancia, lejos de aceptar el consejo, ordenó á
Mr. Nicholls que procediera á explorar las minas que le parecieran de mas esperanzas.
El Gerente entonces acometió vigorosamente, aunque con la mayor prudencia y economía,
la explotación de la «Sesmo» y de la « Porto velo », abriendo un pozo vertical de recono-
cimiento en cada una de dichas minas.
No pasó mucho tiempo sin que alcanzara á cortar en profundidad la veta «Porto-
velo», hallándola con regular anchura y buena ley de oro en un nivel inferior á los tra-
bajos antiguos. Suspendió entonces la exploración de la «Sesmo», y aun quitó la madera
empleada en esta mina, lo que ocasionó la destrucción del pozo ; y concentró su atención
y todas sus labores en el filón alcanzado y reconocido en «Portovelo».
Arrojando este buenos resultados, pasó en seguida Mr. Nicholls á Londres á con-
ferenciar con el Directorio.
Faltaban fondos. Necesitábase seguir los trabajos de la mina, levantar una maqui-
naria y proceder á la explotación en forma. La Compañía levantó un empréstito de
i 30000 y la maquinaria vino. Regresó Mr. Nicholls, instaló el molino con 20 pisones
en cuatro baterías con todos los aceecorios para moler de 20 á 30 toneladas diarias, co-
locó bombas y los necesarios aparatos de extracción, y la explotación comenzó, envián-
dose por fin, después de tantos contratiempos, la primera remesa de oro á Londres
en 1886.
Se tropezaba con otro inconveniente, la escasez de operarios; y ademas, el filón se
estrechaba y bajaba de ley al Norte; al Sur se encontraba á corta distancia el rio Ama-
rillo y el límite de la pertenencia, por lo que Mr. Nicholls bajó á profundidad las labores;
sin caminar ni reconocer en dirección la veta.
La Compañía inglesa habia logrado conjurar un tanto la crisis; pero no la habia
vencido. Su porvenir no estaba asegurado. Mr. Nicholls se desalentó en presencia de
tantas contrariedades y comunicó sus impresiones al Directorio. Este envió entonces á
Zaruma al distinguido ingeniero de minas Mr. Thomas Provis para que examinara los
trabajos y diera su opinión sobre el futuro de la Compañía.
Su informe ofreció conclusiones tan favorables, que se decidió en Londres la con-
tinuación de los trabajos. Pero para ello fué preciso arbitrar recursos, y no hubo mas
remedio que trasformar la primitiva compañía en otra con el nombre de «Zaruma Gold
Mining C*. Limited ».
Se retiró Mr. Nicholls y vino en su lugar como Gerente Mr. Kirby. Por consejo
de Mr. Provis se habia suspendido el beneficio de los cuarzos y paralizado el molino,
concretando todos los trabajos y dedicando toda su atención á un reconocimiento mas
completo de la veta en dirección y en profundidad, el cual empezó á dar buenos resultados.
Á su llegada á Londres, indicó Mr. Nicholls al Directorio la conveniencia de reparar
con nueva enmaderación el pozo principal, que sin esto corria mucho peligro. Consultado
por el Directorio Mr. Kirby al respecto , contestó que el riesgo no era inminente y que
la reparación podría efectuarse mas tarde.
623 ANOTACIONES Y SÜPidUOUfTOS.
No anduvo en ello muy acertado el nuevo Gerente; porque no paso mucho tiempo
sin que sucediera lo previsto por Mr. NiehoUs. El poso principal se hundió, destruyen*
doee la bomba y damas aparatos; y produciendo este accidente nueva perturbación en la>
marcha de la Compañía.
Mr. Kirby saho en el acto para Londres. Mientras tanto el Directorio llamé nueva-
mente á Mr. NiohoDs y le envió á Zaruma con amplias instrucciones y facultades para
proceder como creyera mas conveniente en vista de la situación. Llegó este i Zaruma
inclinado su ánimo de nuevo á aconsejar la liquidación de la Compañía. Trajo una bomba
de gran poder, y por un poso auxiliar que tenia la mina, pudo desaguar y deooooombrar
esta, penetrando á las labores de reconocimiento dejadas por Mr. Kirby. No contento
con el aspecto y condiciones del filón «Portovelo», dio una estocada al Este, y á la día-
tanda de solo seis metros tuvo la felicidad de cortar el filón «Abundancia», con una
potencia ó anchura de cuatro metros, con cuarzos oxidados, de fácil beneficio y de una
ley de mas de una onza de oro por tonelada. Dióse en seguida principio á la extrac-
ción y beneficio del mineral de ese filón con muy buenos resultados. El molino principió
nuevamente á andar y la molienda de cuartos á producir buenas remesas de oro.
Concluido su contrato regresó Mr. Nicholls á Europa y quedó provisionalmente
Mr. Pope encargado de la Gerencia. La mina continuó siendo reconocida y la molienda
seguia dando constante producción.
El Directorio envió entonces como Gerente á Mr. John Bryant que había adquirido
gran práctica en esta clase de trabajos, por haber estado encargado de explotaciones
análogas en el Brasil y en otros puntos.
Llegado el nuevo Gerente á Zaruma en Enero de 1889, y apenas hecho cargo de
la administración, introdujo varias reformas muy convenientes, arregló el molino y sin
descuidar la extracción y beneficio, impulsó los trabajos de reconocimiento del filón «Abun-
dancia» en profundidad, y sobre todo en dirección hacia el Norte con galerías abiertas
en diferentes niveles. Este reconocimiento ha dado excelentes resultados, y ha servido
para probar la continuidad de la veta sin alteración en largos trechos, y para formar
gruesos bancos con grandes reservas de mineral ya reconocido y preparado para la
extracción, de ley conocida, y que puede abastecer á una larga y provechosa explotación.
El porvenir de esta Compañía está asegurado, por haber hecho al fin Mr. Bryant
lo que desde un principio debió hacerse, cuando se contaba integramente con el fuerte
capital de la Compañía.
La mina «Portovelo», en la veta de este nombre y en la «Abundancia», tiene mine-
ral para alimentar mas de sesenta pisones constantemente; esto es, puede extraer y bene-
ficiar como 80 toneladas diarias. El costo total, incluyendo todo gasto, no excede de
media onza de oro por tonelada. El producto medio actual de los cuarzos es de una
onza de oro por tonelada; de modo que, trabajando la maquinaria con 60 pisones y bene-
ficiando 80 toneladas por dia, con ese costo y esa ley, la ganancia liquida üegará á unas
40 onzas de oro diarias, esto es doce mil onzas, 6 sean doscientos cuarenta mil sucres
al año.
Sabemos que no tardarán en añadirse los 40 pisones á los 20 que hay en la actuali-
dad, y que para ello se espera únicamente que avancen mas los trabajos de reconoci-
miento, y que se construya el camino entre Zaruma y Santa Rosa por la garganta de
Pinas, de modo que puedan conducirse cargas pesadas.
Los cálculos anteriores se refieren solamente á la explotación de la mina «Porto-
velo». — Si se advierte ademas, que la «Zaruma Gold» posee otras seis minas, entre
ellas la célebre «Sesmo», las cuales — aunque su importancia no puede aun determinarse
por no haber sido reconocidas en lo absoluto — son á cual mas interesantes, y sin duda
alguna tarde ó temprano, so pondrán en fruto, se comprenderá fácilmente que esa Com-
pañía tiene ante sí un ancho campo de explotación y un brillante porvenir; y, si hasta
ahora sus acciones han estado depreciadas, es debido única y exclusivamente á las causas
que dejamos enumeradas, y que felizmente en la actualidad han desaparecido. ¡Lástima
grande, que el capital de la Compañía no hubiera sido empleado con el debido discerni-
miento! Otra muy distinta seria su situación en Zaruma, los provechos de sus accionis-
tas y su crédito en Europa!
Sobre el progreso del Mineral de Zaruma en los últimos anos, el señor S. Tejada
dá esta reseña:
«Para que pueda apreciarse al primer golpe de vista el progreso que ha tenido el
MINAS DE ZAHUMA. 623
Mineral de Zaruma en estos últimos años, y se abrace de una ojeada y en conjunto su
marcha, nos ha parecido conveniente poner á continuación el siguiente cuadro de fechas
con los sucesos mas importantes relacionados con los trabajos de sus minas.
1876. Primer viage del Dr. T. Wolf, Geólogo del Estado, á la provincia de Loja
por cuenta del Gobierno; y su visita á Zaruma.
1878. Primeras exploraciones y denuncios en Zaruma por los señores M. F. Muñoz,
Joaquín A. González, P. Garmendia etc.
1879. Publicación del folleto del Dr. Wolf: «Viaje gcognóstico por la provincia
de Loja. 9
1880. Formación en Londres de la Compañía minera «Great Zaruma Gold Mining
CA> — Venida de Mr. Raymundo de Peiger como Gerente. — Primeros trabajos.
1881. Hallazgo de un montón de cuarzos saplicados de oro en la quebrada de Pacay-
Urcu. Pesquisas infructuosas por una Sociedad lojana para descubrir el filón de donde
hubiera podido provenir tan rico mineral.
Grandes gastos y despilfarros del capital de la Compañía inglesa.
1889. Mr. de Peiger, sin previamente abrir las minas y dedicarse á su exploración,
gasta mas de S. 100000 en procurar construir una carretera de Zaruma á la costa, que
no llego á terminarse. — Trae de Estados Unidos una gran maquinaria, que costó mas
de S. 250000, y que queda inútil y abandonada en Santa Rosa, por no poder ser tras-
pordada al Mineral.
Revolución en el Ecuador contra la dictadura de Veintemilla. El General Salazar
al frente de los restauradores invade Loja, y Mr. de Peiger se incorpora, comandando
una columna, á sus íilas, abandonando el trabajo de la Compañía inglesa.
1883. Trágica muerte de Mr. de Peiger en el asalto y toma de Quito el 10 de
Enero. — Venida de Mr. Nicholls como Gerente. Apesar de hallarse casi agotado el
capital de la Compañía, emprende vigorosamente la exploración de la «Sesmo» y de la
« Portovelo ».
1884. Se descubren los planos de la «Portovelo»; se concentran en esta mina los
trabajos; y se abandona la exploración de la «Sesmo». — Viage de Mr. Nicholls á Lon-
dres á dar cuenta al Directorio de los resultados obtenidos.
1885. Regreso de Mr. Nicholls. La Compañía inglesa, agotado su capital, arbitra
recursos con un empréstito, envia una maquinaria de 20 pisones, que se instala en «Por-
tovelo», y se activan los trabajos. — Se denuncian los lavaderos del rio Grande.
1886. Primera remesa de oro. El ingeniero Mr. Provis viene á Zaruma á inspec-
cionar las minas, enviado por la Compañía inglesa. Su favorable informe respecto á su
porvenir.
El Gobierno envia también al Distrito al Dr. Wolf, el cual informa así mismo favo-
rablemente sobre el mineral zarumeño.
Primer viage á Zaruma del autor de estos Apuntes, quien proyecta la formación
de la «Compañía Exploradora».
El Dr. Wolf dirige su brillante informe sobre la mina de «La Quebrada». — Forma-
ción de esta Compañía.
Trabajos de exploración en la mina «Favorita». — Se constituye en Guayaquil la
«Compañía Exploradora»; y se llama del Perú al ingeniero Sr. Carlos van Isschot.
1887. Viene del Perú, con cateadores del Distrito Mineral de llnalgayoc, el Sr.
van Isschot. Reconocimiento y exploración del mineral de Zaruma por el Sr. van Isschot
y por el autor de estos Apuntes, por cuenta de la «Compañía Exploradora». Descubri-
miento de la mina «Zancudo».
Retírase Mr. Nicholls y viene á reemplazarle Mr. Kirby. La «Great Zaruma»
liquida, y se trasforma en la Compañía «Zaruma Gold».
Construcción del molino de «La Quebrada» con cinco pisones y dos concentra-
doras Frue.
1888. Marcha del señor C. van Isschot á Europa por cuenta de la Compañía Ex-
ploradora. Sus gestiones en unión del doctor A. L. Yerovi en Paris y en Londres.
Molienda en «La Quebrada», y su paralización por falta de capital.
Derrúmbase el pozo principal de la mina «Portovelo». Nueva crisis en la Compañía
inglesa. Retírase Mr. Kirby y la Compañía envia de nuevo á Mr. Nicholls.
1889. Mr. Nicholls penetra en los trabajos derrumbados. Profundiza el nuevo pozo
y corta la veta «Abundancia». Principia otra vez la molienda en la Compañía inglesa
624 ANOTACIONES T SUPLEMENTOS.
con buen éxito. Retírase Mr. Nicholls y queda provisionalmente Mr. Pope con la geren-
cia. Remesas de oro.
Fírmase en París el contrato de la «Sociedad de Estudios» entre la Compañía Ex*
ploradora y el Banco Franco-Egipcio.
Venida de Mr. Ancarani y de Mr. Tenré.
1890. Regresa á Europa Mr. Pope y llega Mr. Bryant actual Gerente de la Com-
pañía inglesa. Acertado impulso con la nueva administración á los trabajos de la mina
«Portovelo». Nuevos reconocimientos con resultados favorables sobre la veta «Abundan-
cia» por Mr. Bryant. Buenas remesas mensuales de oro. El porvenir de la Compañía
inglesa queda asegurado.
Descubrimiento de la veta «Teléfono» en Pacay-Urcu por el señor Ramón Riofrio,
con gran riqueza. Hacen la negociación de esta mina los señores Ancarani y Tenré.
Viaje de este á Europa.
El Banco francés desiste, y se disuelve la «Sociedad de Estudios». Marcha del
señor Ancarani á Europa. Regreso de Mr. Tenré, después de formar en París la «Com-
pañía de Exploración de las minas de oro de Pacay-Urcu».
Principia el reconocimiento de la veta «Teléfono».
Visita del Gobernador de la Provincia del Oro, señor Cordero, al Distrito Mineral.
Viaje del autor de estos «Apuntes» á Zaruma, á causa de la disolución de la «Socie-
dad de Estudios»; y descubrimiento de cuarzos sumamente ricos en oro en la mina
«Zancudo».
Formación de la «Compañía Minera Nacional Fénix» en Guayaquil; la cual compra
á la «Exploradora» el grupo de que forma parte la mina «Zancudo».
La precedente reseña manifiesta el desarrollo que ha tenido el Mineral de Zaruma.
Muy lento y difícil ba sido este indudablemente y lleno de alternativas, pero desde el
año 1880, en que se formaba la primera Compañía en Londres, la situación ba cambiado
en sentido favorable. Los diez años trascurridos han sido, puede decirse, el período de
gestación de nuestra industria minera.
En la actualidad, y á consecuencia de los trabajos de reconocimiento, que sobre este
Distrito se han venido verificando, puede afirmarse que Zaruma es un campo minero
importantísimo; no es posible dudar ya de su riqueza aurífera y es evidente que los
capitales que se inviertan juiciosamente en su explotación obtendrán grandes utilidades.
Pero para que estos capitales acudan, es preciso antes poner de manifiesto las ven-
tajas que reportarán ; y esto solo puede lograrse haciendo que sea debidamente apreciado
en todos los grandes centros mineros el Distrito de Zaruma, cuyo nombre no es cono-
cido hasta ahora sino por los quebrantos sufridos por la Compama inglesa.
Sin la dispendiosa administración Peiger no hubiera esto tenido lugar. Dicha Com-
pañía, con el fuerte capital de que dispuso en un principio, si hubiera sido invertido con
prudencia, se hallaría hoy en una situación de lo mas próspera, explotando provechosa-
mente, no solo la «Portovelo», sino varias otras de las ricas minas que posee; y produ-
ciendo grandes cantidades de oro.
Y no puede esto ponerse en duda; pues vemos que — apesar de haberse derrochado
del modo mas lastimoso todo su capital, sin llegar á ningún resultado — cuando después
se tomó otra senda y se principiaron á verificar reconocimientos previos en las minas,
instalando la maquinaria al tener ya suficiente mineral reconocido, la Compañía inglesa,
sin capital y allegando fondos por medio de un empréstito, ha logrado levantarse; y,
gracias á su energía y constancia, ha podido llegar á la situación actual, en que, como
hemos visto, la explotación de la miua «Portovelo» está dejando buenas utilidades. Ha
asegurado también su porvenir, puesto que los reconocimientos hechos en la mina for-
mando bancos de extracción, han puesto á la vista mineral de buena ley, suficiente para
abastecer largos años de explotación. Al mismo tiempo que ese mineral se extrae y
beneficia, se prosigue el reconocimiento y la formación de bancos; de modo que la pro-
ducción durará indefinidamente por la gran extensión de las pertenencias.
Sabemos que la Compañía vá á aumentar en breve su maquinaria, elevando á 60
el número de sus pisones; lo que triplicará la producción actual y por consiguiente las
utilidades. Si á esto se agrega que la citada Compañía posee en el Distrito otras seis
importantes minas, puede fácilmente comprenderse el anchuroso campo de explotación
que tiene y el gran porvenir que se le presenta.
¡Cuan distinta hubiera sido la actual situación de Zaruma si desde un principio se
MINAS DE COBRE. 625
hubiera seguido esta prudente conducta, y si el capital de la Compañía inglesa hubiera
sido invertido convenientemente !»....
Minas de cobre. — En muchas minas de Zaruma existe el cobre en cantidades
tan considerables, que al lado de oro y plata dará un rendimiento nada despreciable. En
la mina «Zancudo» se halla en la proporción de 4 á 5 porciento. Ya antes que se abrió
esta mina, habia analizado (en 1876) un mineral proveniente del mismo sitio que me dio :
Oro 0,005
Plata 0,007
Cobre 1,507
Plomo 3,145
Zink 2,795.
Una muestra rica y excojida de la mina «Bomba de Biscaya» rindió:
Oro 0,006
Plata 0,004
Cobre 6,747
Plomo 2,354
Zink 2,056.
En la mina «Chorrera de Biscaya», que se halla á poca distancia sobre la primera,
y cuyo filón consta de algunas venas paralelas de cuarzo aurífero y piritífero, encontró,
ademas de la Chalcosina, la Atacamita. Este último mineral, que recibió su nombre de
Atacama en Chile, donde se encuentra frecuentemente en las minas de cobre, es de mucho
interés y hallándose en mayor cantidad seria un material excelente para beneficiarlo,
pues es una combinación química de cloruro y óxido de cobre, y como tal tiene 59,4 porc.
de cobre puro. Por su aspecto exterior, sobre todo por su hermoso color verde, fácil-
mente puede confundirse con el carbonato (malaquita). En algunos puntos las paredes
de la galería se hallan incrustadas de una costra verde ó verde-azul que tiene algunas
lineas de espesor y es un precipitado de las aguas que proveniendo de las grietas de la
caja, están goteando en las paredes (producto de la secreción lateral). El análisis de
esta sustancia dio:
Atacamita soluble en los ácidos .... 58,3
Sñice amorfa indisoluble 41,7
"Too¿>
Muy interesante es la mina de Jorupe, cerca de Zaruma, que queda todavía intacta,
pues los antiguos no hicieron mas que desnudar la veta y excavarla de pocos metros,
después la abandonaron sin que se sepa las razones. No conocemos todo el ancho del
filón, pero según lo que se puede ver, los minerales explotables tienen, á lo menos, 3 ó
4 metros de potencia. La veta es vertical y sigue el rumbo S-N; se compone de muchas
fajas ó zonas paralelas, cuyo espesor varía de 1 pulgada hasta 1 pié. La mitad ocupa
un filón de cuarzo blanco que contiene bastante cobre nativo en chapas delgadas y
formas dendríticas; á ambos lados siguen fajas de chalcosina, pirita, blenda de zink,
galena, alternando siempre con otras de cuarzo. Hacia los astiales ó salbandas, los súl-
furos de los metales se hallan descompuestos y predomina sobre todo el vitriolo de cobre
con un poco de carbonato de cobre (malaquita), ambos minerales con un color verde muy
vivo. Como los metales están distribuidos con tanta desigualdad por la ganga, una aná-
lisis que no se haga con grandes cantidades, no puede dar resultados exactos sobre las
relaciones cuantitativas de los metales. Las análisis- cualitativas verificadas con pequeñas
pruebas demostraron, que unas zonas contienen oro y otras no, y que la galena contiene
muy poco de plata. El metal mas abundante es el zink, igualmente con indicios de plata,
y el cobre se halla en una cantidad que según mi parecer bien costearía la explotación.
La mina goza de la fama de ser muy rica en plata, pero creo sin fundamento; pues,
minerales de plata no se vén ni con la vista libre ni con la lente; y la poca plata que
resulta de las análisis, hay que atribuirla al oro que siempre la contiene, ó á la galena.
Muy singular es el modo, como el cobre se presenta en el pórfido cobrizo de Juanes.
Cerca de la hacienda Juanes en el valle de Catamayo, en un sitio que se llama San
Miguel, existe un pórfido mas cobrizo que en algún otro punto. Pedacitos de cuprita
(cobre rojo) que contienen también un poco de malaquita verde, se encuentran disemi-
nados en la superficie y dieron margen á un denuncio de la mina y á algunos trabajos
Wou, Ecuador. 40
626 ANOTACIÓN» Y SUPLEMENTOS.
preparatorios, ó mas bien á la busca del metal (pues en la provincia de Loja es costumbre
denunciar minas que todavía están por descubrirse). El que dirigió los trabajos, des-
conoció evidentemente la naturaleza de aquel terreno, así como la de los minerales que
lo componen, buscando en una mina de cobre otra que no existe, y todo su procedimiento
manifiesta la mas completa ignorancia en geología y minería. ÉL terreno de aquel lugar
no se halla revuelto como él creyó, sino en su yacimiento primitivo, pero en la super-
ficie está tan descompuesto, que no es fácil reconocerlo, y los restos mas duros en la
masa desmoronadiza fácilmente pueden tomarse por piedras que derivan de otro lugar.
Los pedacitos de cuprita no son una señal de que existe una veta mas gruesa de este
metal en la profundidad y se explican del mismo modo como los pedazos de yeso que
se encuentran diseminados en la superficie de aquella misma región. Gomo he dicho en
otro lugar, derivan de las venas en las rocas, que por la denudación sucesiva sobresalen
en la superficie y se rompen después. La explicación de la mina de Juanes es simple-
mente como sigue: Toda la masa del pórfido está impregnada de protóxido de cobre; en
las grietas finas y otras cavidades se recojió y se •concentró este óxido en mayor can-
tidad juntamente con cuarzo, formando las venas delgadas de 2 á 8 lineas de espesor.
Durante la descomposición de la roca, el óxido de cobre se transforma en carbonato verde,
de manera que las piedras aparecen como salpicadas de este color, y también las venas
del óxido están sujetas á esta metamorfosis en sus partes exteriores, que por esto se
presentan verdes. Nada justifica la suposición de que existe en la profundidad una veta
mas gruesa del metal, esta seria una mera casualidad, y considerando las condiciones
locales me parece improbable. Las venas delgadas siguen en todas direcciones y por
lo común no á mucha profundidad, unas acaban, otras comienzan sin regla alguna, como
es muy conforme á la naturaleza de las grietas que las han ocasionado. De consiguiente,
toda la masa del pórfido constituye la mina, y en caso de que se pensara en su explo-
tación, se debería aprovechar de todo el material, inclusive las venas de cuprita.
La cuprita (Cu1 O) es un excelente metal que da 88,8 poro, de cobre, y la mala-
quita, que nace de ella, rinde 58 pora Gomo estos minerales en las venas se hallan
mezclados con cuarzo en diversas proporciones, naturalmente las análisis de los peda-
citos dan resultados diferentes; en un caso encontré 20 y en otro 87 poro, de sílice, con-
stando el resto de óxido y un poco de carbonato de cobre. Para conocer la cantidad de
metal, que contiene el criadero general, hice moler unas tres arrobas del pórfido des-
compuesto, sacado de un punto, donde no contiene venas de óxido. Este polvo bien mez-
clado debía dar un resultado seguro, porque representa toda la masa del pórfido. El
análisis dio 1,72% de cobre.
Esto es mucho para un criadero general (que no es filón) y la cifra saldría mayor, si
entraran en el análisis también las venas sobredichas; sinembargo, como son bastante es-
casas, creo que el contenido de cobre no pasaría mucho de 2 por ciento. — Por ahora la ex-
tracción del cobre del material molido por vía húmeda y mediante los ácidos saldría dema-
siado costosa en este pais, y un beneficio metalúrgico por via seca, es decir, por fundición,
tropezaría talvez aun con mayores dificultades. Se reservará la mina para lo futuro.
En la cercanía de Catacocha, hacia el Catamayo, hay también pórfidos cobrizos, y
en ellos parecen existir algunas vetas mas anchas de metales de cobre, que prometen
grandes ventajas, si son constantes. Muestras de estas minas, que he visto en Loja, se
componen esencialmente de sulfuro, un poco de óxido y cloruro verde de cobre; otras
contienen también malaquita. Por razones explicadas en mi Memoria, no puedo decir
mas de las minas de esta región, que no dejarían de tener interés é importancia; pero
en Catacocha pareció la minería monopolizada en tiempo de mi viaje, por un tal doctor
Peña, Venezolano, uno de los mas grandes charlatanes y embusteros que han visitado
la provincia de Loja!
Galena de Malacatos. — La galena (sulfuro de plomo) es un metal subordinado
en varias minas de Z anima, como hemos visto; pero cerca de Malacatos compone filones
propios y se halla en mayor abundancia. El cerro de Santa Cruz y sus inmediaciones,
en donde se encuentran tales vetas, puede considerarse como un distrito metalífero aparte.
No es tanto el plomo que dá la importancia á este distrito, cuanto la plata, que vá acom-
pañando el plomo y por la cual antiguamente fueron explotadas algunas minas de aquella
región. La mina principal se halla en la falda NE del cerro de Santa Cruz, unos 90 me-
tros sobre el rio que baña su pié. La galería que se introduce en la montaña en la
MINAS DE PLATA. 627
dirección SO con una fuerte inclinación hacia abajo, tendrá 15 metros de largo, y des-
pués sigue agua que prohibe entrar mas adentro y es la causa, según se dice, porqué
la mina fué abandonada. En la parte accesible de la labor no se vé nada de una veta
principal, lo mas una que otra partícula de galena, y mientras la mina no sea desaguada,
es imposible venir á las claras respecto del rumbo, buzamiento, espesor y demás rela-
ciones de la veta. Entre tanto debemos atenernos á los materiales que se encuentran
delante de la boca, y que sin duda fueron echados por ser inútiles ó demasiado pobres.
Del estudio de estos pedazos deducimos que la ganga del filón es cuarzo, y el metal
predominante galena. Ademas se presenta el plomo en el estado cloro-carbonatado, que
es el mineral Kerasina, y se halla en muy pocos lugares del mundo. El cuarzo vá
acompañado de un poco de espato -flúor, y es también la primera vez, que he visto este
mineral en el Ecuador. Pirita y blenda de zink están diseminadas en corta canti-
dad. Minerales propios de plata no se descubren, y no dudo que este metal, que era el
objeto de la explotación, está contenido en la galena. La que he analizado, dio sola-
mente 0,0035%, que es poco, pero puede ser que la galena del filón principal sea mas
rica. — No mereció la pena gastar mucho tiempo en analizar muchas de estas piedras,
de las que no sabemos nada respecto de su yacimiento en el filón mismo; tales análisis
serian casi inútiles.
Algo mas arriba en el cerro se descubrió otra veta de cuarzo y galena, que no
parece estar en comunicación con la inferior, porque en ella falta el espato-fluor y la
blenda, y todo el aspecto del mineral es algo diferente. La galena se encuentra en bas-
tante cantidad, aunque distribuida con alguna irregularidad en venas, nodulos y ríñones.
Este metal rindió tan solo 0,0027 % de plata.
En otros países tales minas siempre serian explotables, pero dejo al cálculo de los
prácticos resolver la cuestión, si se podria trabajarlas con ventaja en un país tan falto
de todos recursos, como lo es la provincia de Loja.
Minas de plata de las provlneias de Cañar y del Azuay. — Las minas
mas importantes se hallan en el cerro de Pilzhun, cuya descripción he dado en la pá-
gina 267. En mi viaje que en 1876 he practicado por las provincias nombradas, llamé
la atención sobro este Mineral, que en aquella ocasión pude examinar solo superficial-
mente, estando aguadas las galerías antiguas. Analicé algunas muestras argentíferas,
encontradas delante las bocas-minas. Naturalmente eran pobres (0,0019 — 0,0020 de plata),
y aunque hubiesen sido muy ricas, no se pudo deducir nada respecto á la riqueza de
los filones subterráneos, antes de practicar trabajos serios de exploración. Tales trabajos
se han realizado en los últimos años y con el mejor éxito. En un artículo, publicado
en «La Nación» de Guayaquil el 18 de Febrero de 1891 leemos lo siguiente:
«En la exploración que por cuenta de un Sindicato emprendió el señor C. van
Isschot en el antiguo departamento del Azuay, pudo, al llegar á la ciudad de Cuenca,
con el apoyo de los señores doctor Antonio Borrero, ex -Presidente de la República, y
el notable estadista doctor Luis Cordero, hallar documentos fehacientes que probaban la
riqueza de ios minerales de plata explotadas en tiempo de los españoles en Azogues y
sus inmediaciones. No solo encontró los denuncios hechos de distintas minas, sino los
certificados de Tesorería por los cuales está probado que los minerales extraídos, parti-
cularmente de Pilzhun, tenían una ley bastante elevada de plata.
«Con estos datos, procedió el experto minero á visitar todos los lugares indicados
en ios documentos, y lo llamó en particular la atención el cerro del Pilzhun, en donde
durante la época colonial se han hecho trabajos solo en superficie para la extracción de
los minerales oxidados.
«En el periódico oficial correspondiente al año 1835, consta el envío á la casa de
moneda de mas de 7000 marcos de plata, para su acuñación, lo que motivó que el Con-
greso de la República sancionara una ley especial, libérrima en cuanto al favor dado al
desarrollo de la industria minera en esa porción de la República; pues se ordenaba en
ella, no solo que no se cobrara contribución ninguna sobre las minas y que se propor-
cionaran á precio de costo la sal y la pólvora necesarias para esa industria, sino tam-
bién, que las Municipalidades Cantonales, con sus fondos propios, construyeran caminos
para facilitar el transporte de los materiales de explotación y los minerales. En esa ley
se autoriza ademas al Ejecutivo para la creación de Bancos de avíos, se previene que
las maquinarias, herramientas y demás útiles indispensables á la minería podrán impor-
40*
628 ANOTACIONES T 8UPI1BMBNTO8.
taro» libres de derechos de aduana y se declara exentos las caballerías y peones mineros
de toda ttquita ó servicio militar.
« Por lo dicho se vé, que presidia los destinos de la República un hombre como
Rocafuerte, tan ilustrado como progesista, tan patriota como práctico en su manera de serlo.
«Se ha cumplido esa ley? N6.
«Ahí está el Azuay con sus ricas minas, pobre, ^nisérrimo sobre la abundancia de
riqueza9 y son los lujos de otras Provincias y los extranjeros avecindados en la Costa,
los que han ido á remover las entrañas del Pilzhun, aun sin poder contar ya con los
apoyos de la citada ley, para estudiar si es posible la explotación de esos veneros de
riqueza.»
£1 señor van Isschot presentó el 22 de Enero de 1891 al Sindicato de Exploración
una *Betaeion de loe trábelos de explorada» ejecutado» en la mina BeperanMa (PiUhim);
en cuya consecuencia el Sindicato resolvió constituirse definitivamente en Coiflpafiia anó-
nima, elevando el capital de esta á la suma de 60000 sucres, á fin de establecer una ex-
ploración en la mayor escala posible.
En su informe describe el señor van Isschot los trabajos antiguos que encontró con
una extensión de 178 metros, los nuevos que se han hecho para descubrir los filones rióos,
y los que están por hacerse para poner la mina en el estado de una explotación en gran
escala; después sigue:
«El número considerable de filones ya paralelos y ya cruceros, la ley de los mine-
rales alcanzados en la exploración del filón Esperanza y la potencia de este; la enorme
mineralizacion de las rocas adyacentes al filón; en fin, el conjunto de datos que hemos
adquirido, nos prueba de la manera mas evidente, que nos hallamos en presencia de un
asiento mineral sumamente rico, cuya explotación debe reportar inmensas utilidades.
«En los asientos minerales de la vecina República del Perú, Hualgayoc, Chota,
Recuay, Huallanca y Huaraz, la ley general de las minas no pasa de 25 mareos por
cajón, siendo en el Cerro de Paseo considerada como muy buena la de 12 marcos por
cajón ó sea 1 kilo por tonelada.
« El mineral de Pilzhun se presenta con caracteres idénticos á los de la famosa mina
jPulacayo* de Huanchaca, en Bolivia, tanto en sus criaderos como en su especie mineral.
La Compañía de Huanchaca, cuyo capital de explotación se elevó últimamente i 6D0000
bolivianos, ocupa hoy 1600 operarios y obtiene anualmente 5 4 6 millones de bolivianos
de ganancia liquida; ha construido para la exportación de sus minerales una via férrea
de 460 kilómetros; y sinembargo, la ley de sus minerales no puede considerarse como
de las mas elevadas; siendo solo de 115 marcos por cajón.»
En una galería auxiliar, que van Isschot abrió al Este del filón principal de la .
mina, encontró un hilo de metal, separado del filón, y el mineral extraído le dio el re-
sultado siguiente:
39 y, Kilos de plata por tonelada ó sean 474 marcos por cajón (de 60 quiñi) y ade-
mas 11 grms. de oro por ton.
Mi amigo van Isschot tuvo la amabilidad de poner á mi disposición su libro de
apuntes con el permiso de hacer uso de ellos para mis publicaciones. Aprovechando de
este permiso generoso, voy á extractar algunos pasos interesantes. De Pilzhun dice:
«En el reconocimiento superficial, que hice del cerro de Pilzhun, he notado la
existencia de 23 filones, cuyos afloramientos son visibles en varios trechos. Hallé 18 minas,
algunas con socavones de desagüe, pero todas ellas se hallan en mal estado, aguadas y
aterradas.» v. I. observó dos sistemas de vetas, el uno con dirección S-N y el otro
con la de E-O, con idéntica composición mineralógica. Hasta ahora no puede decir, cual
sea el sistema cruzado ó mas antiguo. — Hablando del filón denunciado y explorado (de
la mina Esperanza) prosigue:
«Este filón, cuya dirección S-N se puede seguir en una extensión que no baja de
300 metros, ianto por sus efloramientos , como por las numerosas catas abiertas en él,
se compone en su mayor parte de una roca cuarzosa en la que se observan pequeñas
manchas de caolina. El cuarzo se halla atravezado y á veces completamente reempla-
zado por hilos de baritina, la que se encuentra en hermosos cristales en las oquedades
y grietas de la roca. En unos puntos domina el sulfato de barita, en otros el cuarzo,
ambos acompañados de pirita de hierro arsénica! en cristales menudos. El mineral de
plata, que creo ser un cobre gris (Fahlerz) se halla especialmente acompañada á la bari-
tina y diseminado en manchas y pegaduras de color gris de hierro, tomado de azulejo
(el Pavonado de los mineros del Perú y Bolivia).»
MINAS DB PLATA.
629
« Los minerales en la parte superior del ñlon- han participado de la descomposición
que ha sufrido la diorita; esta se ha trasformado en arcilla; los minerales se han oxi-
dado; la pirita se ha trasformado en óxido de hierro, que comunica á todo el filón el
color de ocre, que caracteriza los minerales conocidos en Sud- América con el nombre
de ,pacos' y ,colorados\ Esta descomposición y estos caracteres no se observan igual-
mente en todos los filones, y la zona de oxidación en la profundidad parece estar en
relación directa de la cantidad de materias minerales contenidas en el filón.
«Resultado de los ensayes de este ñlon:
Cobre.
« Cuarzo compacto con manchas de caolina y pirita de hierro,
sin partículas visibles de cobre gris
«Id. otra muestra
«Hilos de baritina cristalizada con manchas de cobre gris
y pirita
«Id. id. otra muestra
» j» » »
8
0,500
10
1,200
10
5,000
10
5,850
10
7,600
5
6%
7
£1 señor van Isschot me regaló algunas muestras, sacadas del filón principal, que
son muy ricas en cobre gris (tetraedrita). Para conocer la composición química de este
mineral saqué un pedazo de una mancha que pareció bastante pura, y lo hice analizar
en el laboratorio químico del doctor Filsinger en Dresde. Resulta ser un Fahlerz (cobre
gris) arsénico-antimonial, que contiene:
2,15 % de plata,
11,00 % „ cobre.
Hay que advertir, que en el mineral enteramente puro, la proporción de plata y
cobre seria algo mayor, porque de la sustancia analizada quedó todavía un residuo con-
siderable de cuarzo y baritina, que se hallaban íntimamente mezclados con el cobre gris.
Del análisis resulta que una tonelada de este cobre gris, separado de la ganga, daria
á lo menos 22 kilogr. de plata y 110 kilogr. de cobre! — Oro no se ha encontrado en el
cobre gris, aunque expresamente se ha ensayado por él. El que se encontró en otros en-
sayos, debe resultar del cuarzo y de la pirita del filón.
Desde mi regreso á Europa no pude seguir la marcha de la exploración ulterior de
esta mina interesante; pero de algunos periódicos de Guayaquil me he informado, de
que la esperanza de los empresarios no les ha engañado, que los resultados siguen ser
halagüeños y que la mina está en fruto. Los minerales ricos se exportan directa-
mente á Preiberg (Sajonia), para beneficiarlos en el afamado establecimiento metalúrgico
de Muldenhütten.
En Cuenca encontró el señor van Isschot un antiguo documento del año de 1805,
que contiene el denuncio de la mina de Zhuya, y en que se afirma que esta mina ya
fué explotada á principios del siglo pasado. — En sus apuntes dice el señor van Isschot:
«Lia mina de Zhuya está situada en el anejo del mismo nombre á una distancia de
5 leguas (al O) de Cañar, entre las haciendas de Malal y Ger. El filón que fué explotado,
arma en una diorita compacta y corre con rumbo N 80° O, y su potencia parece ser de
0,80 á 1 metro. — Los antiguos trabajos de esta mina parecen haber tenido bastante
desarrollo, al juzgar por la gran cantidad de desmontes que aun quedan en varios puntos
en la falda del cerro, á pesar del gran número de años trascurridos desde el abandono
del trabajo. Varias minas fueron abiertas sobre el mismo filón, y un corte ó galería
destinada al desagüe fué iniciada á unos 60 metros debajo de la mina principal.
«Hallé las minas enteramente obstruidas, unas por derrumbos del terreno superior,
otras por el desplome de la caja izquierda de la veta, la que sobresale afuera del terreno
á una altura de 12 metros, y en fin la mina principal aterrada, según noticias, de
propósito.
690 ANOTACIOHB8 Y 8VK1XMSMTO8.
«Dediqué especial cuidado en conseguir muestras del mineral escarbando en los
desmontes, y no pude hallar sino una pequeña muestra de enano oon manchas de un
mineral de plata y cobre (cobre gris), acompañadas de pirita y galena menuda de grano
muy fino.
«Á distancia de unos 800 metros de la mina y en terrenos hoy sembrados, se hallaba
en otro tiempo la oficina de beneficio. Haciendo excavar en diferentes puntos, pude re-
construir la disposición de la oficina, el sitio que ocupaba el molino, el horno par* la
tuesta del mineral, el patio y en fin el depósito de los relaves ó minerales benenciadoa.
«En el sitio del horno y debajo de una capa de tierra vegetal de 0,80 m. i 1 m.
hallé una pequeña capa de mineral, del cual recojí muestra para el ensaye. Del deposito
de los relaves recojí varias muestras, formando un común del total.
«Resultado del ensaye:
Küo$ de jálate par fon.
1°. Muestra del mineral hallado en los desmontes 2£8S
2o. Mineral calcinado, hallado en el sitio del horno 3J0OO
3o. Común de los relaves (mineral beneficiado) 1¿8S
«Del examen de los desmontes y de los ensayes se puede deducir: 1° que el mi-
neral de Zhuya se componía principalmente de cuarzo oon galena, blenda y de un oobre
gris antimonial mas ó* menos rico en plata. — 2o que siendo estas especies minerales
rebeldes á la amalgamación, el tratamiento del mineral por este procedimiento debe haber
producido en las mejores condiciones de beneficio el 70 á 76 % del contenido en pinta en
el mineral, siendo así que puede calcularse la ley de las menas extraídas y beneficiadas
con un tenor aproximado de 5 i 6 kilogramos por tonelada»»
«Mina de Ger. — En el mismo cerro de Zhuya, en su falda Oeste y terreno de
la hacienda de Ger, existe gran cantidad de desmontes próximos i una mina que hallé
enteramente sollanada y aterrada. Ni en los desmontes, ni en la cancha y sus alrede-
dores, he podido conseguir una sola muestra de mineral En las oficinas, cuyo sitio está
hoy cubierto de un monte espeso, pude descubrir los pozos de decantación y lavado del
mineral amalgamado, y en ellos, debajo de la tierra vegetal, una pequeña capa de relave.
El común de estas tierras ensayado, dio por resultado 2,833 kilos de plata por tonelada.
«Teniendo en cuenta la situación de esta mina, la ley de los relaves y la impor-
tancia que parece haber tenido la oficina, debemos suponer, que la mina de Ger producía
minerales muy parecidos á los de la mina de Zhuya. Todo tiende i probar que el mi-
neral alcanzó una ley de plata bastante crecida. — La rehabilitación de estas minas
pediría un capital considerable, atendiendo al estado ruinoso en que se hallan.»
«Mina de Malal. — En la hacienda de Malal adquirí noticias acerca de la
existencia de antiguas minas en las alturas de la cordillera, á una legua de distancia
aproximadamente de la casa Hacienda de Malal. No pudiendo ir personalmente á visitar
las citadas minas, hice traer muestras sacadas del desmonte. El ensayo fué practicado
sobre una muestra de mineral compuesto de cuarzo poroso con limonita rellenando las
grietas; — mineral ,paco'. Resultó: ley de plata: kilos 1,700 por tonelada.»
«Minas de Sayausí. — En los altos cerros que dominan el pueblo de Sayausí
(al O de Cuenca) se emprendieron á principios del siglo pasado algunos trabajos de ex-
plotación en unos filones de cuarzo, que arman en la diorita, de que se compone el cerro.
Visitamos las antiguas labores y ensayamos los minerales extraídos. Constan de una
roca cuarzosa con pirita de hierro muy menuda. No se halla visible ninguna especie de
mineral de plata. Resultado del ensaye: 1,200 kilos de plata por tonelada.»
Hé aquí un resumen casi completo de lo que hasta ahora sabemos de las minas
metálicas del Ecuador. De los lavaderos trataremos en otro lugar.
25. (Pág. 278.)
Fósiles de Uimbí. — Entre tanto que la parte general de esta obra estaba en
prensa, el señor G. Schacko en Berlín estudiaba prolijamente y con el microscopio, el
FÓSILES TEBCIARI08.
631
material que he traído de Uimbí, y que le había entregado como á un excelente cono-
cedor de la fauna terciaria, especialmente de los foraminíferos y otros animales inferiores.
Como hasta ahora conocemos tan pocos terrenos terciarios de Sudamérica, he creído de
ínteres general para los paleontólogos, insertar en este lugar los resultados principales
obtenidos por el señor Schacko, esperando que el mismo publicará mas tarde un trabajo
mas extenso sobre la materia, describiendo y bautizando las especies nuevas. Con fecha
9 de Junio de 1892 me comunica de Berlín, que hasta ahora ha descubierto en la arenisca
terciaria (pliocena) de Uimbí las formas siguientes:
Foraniinifera. Y ademas algunas formas dudosas,
Fam. Miliolidae. que hasta ahora no pudieron clasificarse.
1 . Quinqueloculina venusta Karr., á lo me-
nos muy parecida á esta especie.
Fam. Textilaridae.
2. Textilaria folium P. & Jones., parecida
á una forma que vive todavía cerca de
Panamá.
3. T. agglutinans d'Orb.
Fam. Buliminae.
4. Bulimina punctata d'Orb., existe tam-
bién viva en el Océano Pacífico.
5. Virgulina Schreibersi Czjz., en algunos
caracteres se acerca á la V. squamosa
d'Orb.
6. Bolivina nobilis Hantk.
Fam. Lagenidae.
7. Lagena Villar deboati a d'Orb. (form. re-
ciente y miocena).
8. Nodosaria sp.? (fragmentaria).
9. CristeUaria n. sp. cercana á C. inter-
media.
Fam. Polymorphininae.
10. Uvigerina raricostata d'Orb.
Fam. Globigerinidae.
11. Globig crina buUoides d'Orb. (también
reciente).
12. G. triloba Reuss (también miocena).
13. Orbulina universa d'Orb.
Fam. Botalinae.
14. Discorbina rosacea d'Orb.
15. Planorbülina vulgaris d'Orb.
1G. Truncatulina lobata W. J.
Fam. Numulinidae.
17. Nonionina communis d'Orb.
18. N. auris d'Orb.
Fam. Numulitidae.
19. Amphistegina Haueri d'Orb.
Ostracoda.
1. OythereUa cingulata Brady.
2. C. compressa Münst.
3. C. nodosa Brady.
4. CythereUa n. sp.
5. Cythere modiclaris Rs.
G. C. Jonesii Baird. var.
7. C. polytrema Brady.
8. C. Alderi Brady.
9. Cytheropteron n. sp.
Bryozoa.
1. Membranipora munita Mars.
2. Eschara élegans d'Orb.
Mollusca.
Lamellibranchiata.
1. Arca (Scapharca) coneinna Sow. A lo
menos se parece mucho á esta especie,
que vive actualmente en la costa occi-
dental de Costarica.
2. Crenella (Limopsis) sp.? — parecida á
la Limopsis retifera Semp. que es
miocena.
3. Astarte sp.?
4. Hemicardium sp. ? parecido al H. plani-
costatum.
5. Leda amata d'Orb. — Se dice que
existe también viva en el Pacífico cerca
de Paita.
6. Leda sp.? Se parece á Leda crenifera
Sow.
7. Corbula sp.? — muy parecida á C. Pata-
gónica d'Orb.
8. Venus sp. (muy fragmentaria).
9. Lucina sp., sumamente pequeña.
Gaateropoda.
10. Crepidula, probablemente idéntica con
la Crepidula peruviana d'Orb.
11. Cerithium vulgatum Brug.
12. Nassa? Talvez es un nuevo género,
porque por ciertos caracteres se aleja
de todos los conocidos.
13. Scalaria mitraeformis (?) Sow.
14. TurbonMa ornata d'Orb.
15. Pleurotoma oxytropis Sow., á lo menos
muy parecida á esta especie.
1G. TurriteUa n. sp. Esta especie nueva
es muy grande y hermosa, y se en-
cuentra en numerosos ejemplares.
17. T. Archimedis Brong. Var.
18. Natica sp. — muy pequeña y elegante.
19. Dentalium hexagonum Gld.
Ademas fragmentos de especies gran-
des de Cardium, Cancellaria y Ostrea.
Vertebrata.
Otolitos y vértebras de diferentes espe-
cies de peces. Dientes de tiburones.
AVOTA&OVn T SUFLMHXMT08.
Estas mo mas de 50 especies de animales, encontradas en tres pedantea de
ene unidos miden apenas mi decímetro cúbico. La edad terciaria de la
queda Ibera de teda dada, y el seto Sehaeko la adjudica á las
es decir, á la lormacion jrffecane, la cual, smembargo, no
orgánicas con la pliocena de Enrona. La fauna mail de Uimbí
con la actual del Océano Pacifico; y asi debía ser, así era de
26. (Ptg. 279.)
Planta* terciarias de Laja» — Mientras que la flora terciaria de Europa y» es
bastante conocida, no sabemos casi nada de la correspondiente de Sudamérica. Muy
pocos son los restos vegetales que se han encontrado en capas terciarias de este conti-
nente y que llegaron á los museos de Europa. El primer y único trabajo serio se pu-
blicó el año pasado, sobre la flora terciaria de Chile por el señor jff. EmpXkmrdt de
Dresde: • Ueber Ttrúárpflansc* von Chut» (Frankíurt a. M. 1891). Describió 100 especies
y dibujó las principales sobre 14 tablas. Casi todas provienen del terreno terciario (con
lignitas) de Coronel y Lota, algunas de Punta Arenas en el estrecho de Magallanes, y
fueron colectadas por el Dr. Ochscniu*. — Á mi regreso del Ecuador ensené al señor
Engelhardt mis plantas terciarias de Loja (colectadas en parte por mi mismo, en parte
por mi amigo, el conocido botánico F. C. Lehmtum), y en el momento se ofreció á estu-
diar y á describirlas. Pero siendo mi colección muy pequeña (unas 90 planchitas), me
dirigí al señor Emttto Wiit en Loja, suplicándole me mandara mas material de las
localidades que él conocía (me habia acompañado en mi viaje por la provincia de Loja
en 1676). Éste buen amigo correspondió á mis expectaciones y remitió últimamente dos
cajones con impresiones de vegetales sobre las planchas de la marga arcillosa de Loja,
todas en excelente estado de conservación. El señor H. Engelhardt se puso luego al
trabajo, y pronto tendremos una taomografta de la /lora terciaria de Loja, ilustrada por
tablas litografiadas. Este será el segundo trabajo sobre la flora fósil de Sudamérica, y
Loja alcanzará una fama paleontológica, que nunca ha soñado. Antes de que se concluya
el trabajo, no podemos sacar deducciones generales, pero desde ahora ya se revela y se
confirma la circunstancia singular, observada en la flora terciaria de Chile, de que en
Sudamérica la vegetación no ha sufrido un cambio tan radical desde la época terciara
acá, como en Europa. Allá muchas especies terciarias parecen ser idénticas con las
actuales, aquí apenas se encontrará una que otra. La causa de este Jenómeno consiste
probablemente en que el clima sudamericano no ha sufrido un cambio tan completo
durante la época indicada, como el de Europa, que en la época terciaria era todavía sub-
tropical y hoy es templado y en parte subártico.
Algunas de las planchas, mandadas por el señor Witt, están llenas de las impre-
siones de pequeños caracoles lacustres, que pertenecen á dos especies del género Pyrgmla,
y que forman también una novedad zoológica para Sudamérica, en donde este género
hasta ahora no se habia descubierto.
27. (Pág. 290.)
Petróleo de St*. Elena. — En 1873 llevé algunas botellas de este petróleo á
Quito, donde fué examinado por el profesor y director del laboratorio químico, P. L. Dressel.
La sustancia bruta se separa por la destilación en dos porciones: una perfectamente
líquida, transparente y casi sin color ó poco amarillenta, que tiene todas las propiedades
del petróleo refinado del comercio, excepto el olor, que es algo mas fuerte y desagra-
dable; y otra espesa, que por destilación continuada dá cantidades abundantes de un
excelente gas de alumbrado, mucho mejor que el que se saca de la ulla. La cantidad
de ambos productos varía según el método de la preparación. Verificándose la destila-
ción en retortas de vidrio, no ha sido posible sacar mas que 12% de petróleo refinado,
por espesarse tanto el contenido en la retorta, que esta se rompería infaliblemente al
continuar la operación. Pero valiéndose de retortas de hierro colado ó de otro metal, y
dando mucho mas calor, de 100 centímetros cúbicos del material bruto pasaron primero
al recipiente 5%, y luego empezó un desprendimiento abundantísimo de gas de alum-
brado, que es muy rico en carbono y por lo propio de mucho poder luminoso, y que
AGUAS MINERALES. 633
consta esencialmente de etileno (gas oleífico C,H4) y de acetileno (C,H,); pero al mismo
tiempo continuó la destilación de otra parte del líquido ya no tan puro como en la por-
ción primera. Obtuviéronse en esta segunda parte de la destilación 59 centímetros cúbi-
cos de petróleo y 5925 centímetros cúbicos de gas de alumbrado. — Cuando se expone
el petróleo natural inmediatamente á un fuego fuerte en retortas de hierro, se logra
menos de destilado líquido, pero mas de gas. Así dieron 100 centímetros cúbicos en un
segundo experimento 19 centímetros cúbicos de destilado claro, antes de principiar el
desarrollo de gas, pero solamente 24 centímetros cúbicos de otra porción líquida. — En
la retorta de hierro se encuentra siempre después de la destilación un corto residuo de
carbón amorfo. — Es de advertir, que el petróleo natural, examinado en estos ensayos,
seguramente ya no contenia toda la cantidad de aceites volátiles, con que fluye de la
tierra; pues fué recojido de un pequeño pozo, en donde estaba expuesto por mucho tiempo
al aire libre. Los números arriba indicados para el destilado claro y transparente se
aumentarían notablemente al someter á la destilación la sustancia enteramente fresca,
cuando aun no ha estado expuesta mucho tiempo al contacto del aire libre.
28. (Pág. 292.)
Aguas termales de San Vicente* — En 1876 analizó el profesor P. L. Dressel
en Quito una botella de esta agua, que yo habia traído de St\ Elena, constatando por
primera vez su composición singular y la presencia de yodo y bromo.*) Él dá la aná-
lisis siguiente:
Un litro contiene:
Cloruro de potasio gramos 0,6781
Cloruro de sodio „ 4,7881
Cloruro de calcio „ 4,2175
Bromuro de sodio „ 3,2479
Bromuro de calcio „ 0,7265
Yoduro de calcio „ 0,0861
Bicarbonato de hierro .... „ 0,0168
Cloruro de aluminio „ 0,0215
Sílice „ 0,0233
13,8058.
La cantidad de bromuro indicada en esta análisis, era sorprendente y movió en 1881
al señor E. Malinowski y á mi á hacer algunos estudios serios, para ver, si era posible
pensar en* la extracción industrial de los yoduros y bromuros de esas fuentes. Volví á
Santa Elena para estudiar mas detenidamente las fuentes, su caudal de agua y otras
circunstancias, y llevé á Guayaquil 4 barriles de agua, con que hicimos ensayos en gran
escala, notando desde luego, que el bromo no se hallaba en tanta cantidad como la aná-
lisis indicaba.**) Pero no pudiendo practicar en Guayaquil (por falta de un buen labora-
torio) una análisis completa y exacta, rogamos al señor A. Raimondi en Lima que haga
este trabajo, quien lo ejecutó escrupulosamente y con una gran cantidad de agua que
mandamos. — Nuestro trabajo quedó sin resultado práctico, porque en aquella misma
época habia bajado el valor comercial de los yoduros y bromuros muchísimo, por haberse
hallado en grandes cantidades en algunas salinas de Alemania y en el salitre de Chile,
de manera que una empresa establecida en Santa Elena bajo circunstancias difíciles, no
podia entrar en competencia, aunque la cantidad de bromuro según las nuevas análisis
quedaba todavía bastante considerable. El resultado científico de nuestro empeño es la
análisis exacta de Raimondi, que comunicamos aquí.
*) «Estadio sobre algunas aguas minerales del Ecuador» (Quito, 1876), pág. 86.
*•) El error que existe en la análisis de Quito, se explica por la advertencia que la acompaña:
« Advirtiéndose durante la anáiut* la presencia de bromo y yodo en el agua, y resultando la suma de
los ingredientes calculada bajo la suposioion de que el precipitado obtenido por el nitrato de plata
era solo clorido, notablemente inferior á la cantidad del residuo de la epavoraciou: se volvió á re-
petir la determinación de todos los tres halógenos con la cantidad cortUima de agua que habia todavía
sobrado.»
634
ANOTACIONES Y StTPLHMBNTOB.
í°. Análisis elemental
En un litro de agua filtrada hay:
Yodo gramos 0,07400
Bromo
Cloro . .
Calcio. .
Sodio . .
Potasio .
Aluminio
w
0,25694
7,95166
2,40000
2,39900
0,27995
0,00878
2°. Celado de loe eombmmedonss.
En un litro de agua existe:
Yoduro de calcio gramos 0,08665
Bromuro de calcio .
Cloruro de calcio .
Cloruro de sodio. .
Cloruro de potasio .
Cloruro de aluminio
Áesto se agrega el depó-
sito obtenido en la fil-
tración del agua:
Carbonato de cal . • . .
Carbonato de magnesia .
Oxido de fierro . . . . .
Sílice
0,81992
6,44547
5,87262
0£S380
0,01829
n
•9
<M>*60
0,0057
0,0110
ofim
18,86615
29. (Pág. 305.)
Sal de Ibarra. — Salitre de Liatacunga. — Sal de Tomavela, — En su
«Memoria sobre las salinas yodíferas de los Andes» (Viajes científicos £ los Andes ecua-
toriales, pág. 121) dice el señor Boussingault:
«EL terreno arenoso que rodea el Cotacachi, se impregna de sal hasta la profun-
didad de algunas pulgadas. Esta arena se reooje, se lava, y luego se amontona de
nuevo, hasta que la superficie se cubre otra vez de saL Entonces se somete á la misma
operación, y así sucesivamente. Generalmente se cree en Mira, que la sal se forma es-
pontáneamente por la acción atmosférica. Fúndanse en que solo la superficie del suelo
está salada, y en que la tierra lavada produce de nuevo sal, luego que se deja expuesta
al aire por algún tiempo, y en que, apesar de haber sido trabajadas largo tiempo estas
antiguas salinas, sus productos no disminuyen. Considero estas ideas generalmente ad-
mitidas como inexactas, y los hechos que sirven de fundamento para creer que la sal
se forma en virtud de acción atmosférica, me parecen insuficientes del todo. Es cierto
que la superficie del suelo aparece muy salada, pero también lo es que basta una ex-
periencia muy sencilla, para reconocer que el terreno contiene cloruro de sodio hasta una
profundidad de 5 á 6 pulgadas, y no tengo duda que todo este terreno aluvial de Mira
está penetrado de una tijera cantidad de sal, y es muy natural, que á causa de la pro-
piedad trepadora (grimpante) de las sustancias salinas, la sal suba á cristalizar y se
concentre, por decirlo así, en la superficie del suelo en la parte mas cerca de* la arena.
Por lo que hace la reproducción de sal en las tierras ya lavadas, ella prueba únicamente
que estas tierras no fueron despojadas la primera vez de toda la sal que contenían, como
es fácil manifestarlo examinando las arenas que acaban de lavarse, y de sacarse de las
pipas y especie de odres grandes que sirven de filtros. He insistido en la necesidad de
refutar la opinión adoptada sobre la formación de la sal de mar en Mira, porque del otro
lado del Ecuador explican del mismo modo, fundándose sobre hechos igualmente mal ob-
servados, la formación del nitrato de potasa, que se vé en las llanuras que rodean la
villa de Latacunga. Es en verdad difícil de explicar la formación del nitrato de potasa,
de que está impregnado el suelo en estas llanuras, pero ciertamente no es menos extra-
ordinario ver esta arena de piedra pómez mezclada íntimamente al nitrato de potasa, que
encontrar, como sucede en Tarapaca en el Perú, un criadero considerable de nitrato de
sosa en la arcilla 6 un producto tan cargado de ázoe, como lo es la sal amoníaco que
sale de algunos volcanes. El terreno salífero de Mira ofrece la particularidad de ocupar
una extensión circunscripta en medio de la llanura inmensa de Cotacachi, apesar de ser
el terreno que la rodea, absolutamente de la misma naturaleza.»
«Hallé que la aluvión salada del Mira descansa sobre una traquita de pasta piro-
xénica y cristales de feldespato vidrioso, como puede observarse distintamente en el álveo
profundo del torrente de Ambi. Como de las traquitas del Puracé y de Pasto manan
fuentes de agua salada yodífera, idéntica á la que produce en Mira, nada de aventurado
tendría la hipótesis, que atribuiría el origen de la sal de Mira á fuentes saladas que na-
cerían en la roca tr aquí tica, que sirve de base al terreno aluvial que se beneficia. Al
SALINAS. 635
uso continuo de esta sal deben los habitantes de la provincia de los Pastos el privilegio
de carecer del coto, que á la altura considerable (cerca de 3000 metros) de esta comarca,
llamada por M. de Humboldt el Thibet de la América meridional, es endémico cuando
no se usa de la sal yodífera. En los alrededores de Quito comienzan ya á verse cotos,
justamente en donde á la sal de Mira se sustituye la de Punta Santa Elena. Esta sal,
que como todas las de mar, es yodífera, pierde esta cualidad luego que se trasporta á
grandes distancias en el interior, porque las sales delicuescentes, que son precisamente
las que contienen el yodo, se eliminan en el trasporte. El terreno de Quito no carece
de salinas yodíferas, pero el bajo precio de la sal de la mar del Sur no permite traba-
jarlas con provecho, y solo cuando el coto hace progresos muy rápidos, en que los en-
fermos hacen uso de la salina yodífera de Tomabela, ceroa de Guaranda, que está si-
tuada justamente á la base del Chimborazo.»
Las salinas de «Tomabela» , de que habla el señor Boussingault, no son otras que
las del pueblo de Salinas (anejo de Simiátug) al N de Guaranda. La sal extraída de las
fuentes saladas contiene en efecto yodo, pero en cantidades tan pequeñas que en las aná-
lisis ordinarias no puede determinarse. Por lo demás la composición de esta sal es según
el P. L. Dressel la siguiente:
Cloruro de sodio 88,0834
Cloruro de calcio 1,5408
Cloruro de magnesio 0,5326
Sulfato de sodio 3,3031
Sulfato de potasio '. 0,0013
Agua 7,2171
100,6783.
El mismo profesor dá también otro cálculo de la análisis elemental, considerando la
magnesia como unida con ácido sulfúrico (sulfato de magnesia) y considera esta segunda
combinación como la mas probable:
«He calculado las sales que componen la sal de Tomavela, de dos maneras, por no
saber, á qué temperatura se haya verificado la evaporación. Pues, si esta se ejecutó
en calor menor de 15°, habrá sulfato de magnesio y se ha de tomar la primera lista por
la expresión verdadera de la sal; mas si la temperatura era mayor de 15° los ingre-
dientes serán los de la segunda serie (con cloruro de magnesio). Siendo la temperatura
media de Salinas de solo 7,5° C, la primera suposición tiene mayor probabilidad.» (Es-
tudio sobre algunas aguas minerales del Ecuador, pág. 16.)
A esto hay que advertir, que la evoparacion se hace en Salinas sobre el fuego ar-
tificial, de consiguiente con una temperatura mucho mayor de 15° C. — He medido la
temperatura de las fuentes principales de Salinas, y encontré:
Fuente principal 14° C.
Cando grande 20° „
Chaupi-cando 20° „
Cando de abajo 15°
Sigsig-cando 11
Casa-huaico-cando .... 11°
»
o
Como en otro lugar he dicho, según mi opinión nacen estas fuentes en el terreno
cretáceo.
30. (Pág. 307.)
Aguas niiiieraleg. — Extracto del * Estudio sobre algunas aguas minerales del
Ecuador*, por Luis Dressel S. J. Quito 1876.
Nota. La cantidad de las sustancias se expresa en gramos, contenidos en un litro
de agua. Se guarda el orden alfabético como en la obrita citada.
Alang'así. Al pié del cerro volcánico de Haló. Agua de sabor agradable, tem-
peratura de la fuente 35° C.
636 AK0TACI01TB8 T 8UFLBM8HT0B.
Cloruro de potasio 0,0006
„ „ sodio 0,0067
Bicarbonato de sodio 0,8122
„ „ calcio 0,1766
„ „ magnesio . . . 0,3164
„ „ hierro QflUb
Alúmina 0,0076
Sflice 0,2025
1,5457.
Baños. Al pié del Tunguragua. Hay varias fuentes de diferente temperatura y
de diferente composición.
_1°. Fuente de la Virgen de Agua Santa, al extremo SO del pueblo; nace de una
pe7¡fi&na cueva de la roca volcánica, con la temperatura de 64l/t0 C. y con un despren-
dimiento fuerte de ácido carbónico. El agua tiene reacción alcalina y un sabor salobre.
Sulfato de potasio 0,0273
„ „ sodio 215670
Cloruro de sodio 0,7188
Bicarbonato de sodio (¿3183
„ „ calcio 0Í8164
„ „ magnesio. . . . 2,5466
„ „ hierro 0,0466
Alúmina 0,0090
Sílice 04900
7,4400.
2°. El Salado de Badcung. £1 agua de la fuente tiene un sabor á tinta (ferru-
ginoso), y la temperatura de 35%° C.
Sulfato de potasio 0,0887
Cloruro de sodio. 0,0006
Bicarbonato de sodio 0,8223
„ „ calcio 0,1360
„ „ magnesio. . . 0,2618
„ „ hierro 0,1167
Alúmina 0,0118
Sílice 0,0863
1,4664.
3o. una fuente en el vaüe superior de Badcung. Temp. 44° C.
Sulfato de potasio 0,0061
„ „ sodio 1,1174
„ „ calcio 1,4168
„ „ magnesio 2,1987
Cloruro de magnesio 0,0084
Bicarbonato de magnesio .... 1,4709
Alúmina y óxido de hierro . . . 0,0207
Sílice 0,0128
6,2518.
Chimborazo. Al pié sureste de este cerro y en terreno de la hacienda del mismo
nombre se hallan dos fuentes minerales de distinta composición química. La temperatura
de ambas fuentes es de 17° C.
1°. Fuente superior (alcalina). 2o. Fuente inferior («Cachi-huaico»).
Cloruro de potasio 0,0005 Sulfato de potasio 0,0065
„ sodio 0,7064 „ „ sodio 0,0222
Bicarbonato de sodio 2,5405 Cloruro de sodio 0,0332
calcio 0,6754 Bicarbonato de sodio 1,8954
„ magnesio 0,2266 ,, „ calcio 0,2699
„ hierro 0,0199 „ „ magnesio .... 0,0165
Fosfato de aluminio 0,0027 Alúmina é hierro rastros
Sílice 0,0360 Sílice 0,0470
4,2080 2,2907.
5J J>
AGUAS MINEBALE8.
637
»
»>
Cotacachi. Fuente de Yana-yacu, con una temperatura de 19,3° C. (según Dressel;
yo la encontré en 27° C).
Sulfato de potasio 0,0048
„ „ sodio 0,0236
Cloruro de sodio 0,0394
Bicarbonato de sodio 0,4219
calcio 1,0821
magnesio. . . . 0,8544
„ „ hierro 0,1463
Fosfato de aluminio rastros
Sílice 0,1613
2,7338.
Machachi, En la cercanía de este pueblo existen muchas fuertes minerales, es-
pecialmente á las orillas del rio de San Pedro. De estas fueron alalizadas 4 de la ha-
cienda «Calera» y dos de la hacienda «Tesalia».
Io. Fuentes de la hacienda Calera. I. Baño de la Marquesa, temperatura de 26,2° C;
II. Fuente de Juan. Temp. 25,6° C; III. Fuente del Salado superior. Temp. 20,7° C;
IV. Fuente del Salado inferior. Temp. 23° C.
I.
Sulfato de potasio 0,0850
„ „ sodio 0,0852
Cloruro de sodio 0,9454
Bicarbonato de sodio 2,7234
calcio 0,4872
magnesio . . . 0,9486
„ „ hierro rastros
Süice —
j»
j»
»
5J
5,2748
n.
0,0010
0,0289
0,2236
3,3987
0,5388
1,5823
0,0054
0,1130
5,8917
m.
0,0013
0,0735
0,6227
2,2746
0,3793
1,1684
rastros
IV.
0,0007
0,0665
0,5092
1,4664
0,5629
1,0037
rastros
4,5198
3,6094.
2o. Fuentes de la hacienda Tesalia. I. El hervidero de «Timpuc». Temp. 22° C.
II. Fuente ferruginosa. Temp. 24,3° C.
I.
Sulfato de potasio . . . 0,0035
„ sodio 0,0623
Cloruro do potasio .... —
„ „ sodio 0,3144
Bicarbonato de potasio . . —
„ „ sodio . . . 0,3010
„ „ calcio. . . 0,2556
„ „ magnesio . 1,7071
„ „ hierro. . . —
Fosfato de aluminio . . . 0,0455
Sílice . * 0,0210
II.
0,0080
0,0013
0,4556
0,1475
0,8979
0,0311
0,0053
0,0750
2,7104
1,6217.
Nono* I. Fuente de la quebrada Caparrosa. Temp. 28,7° C.
Potrero. Temp. 25° C.
I. n.
Sulfato de potasio .... - 0,0226
„ „ sodio — 0,0007
Cloruro de potasio .... 0,0052 —
„ „ sodio 0,9042 0,6304
Bicarbonato de sodio . . . 0,4894 0,5300
calcio. . . 1,4067 0,8203
magnesio . 0,6885 0,4518
„ „ hierro . . 0,0773 0,0336
Fosfato de aluminio . . . rastros 0,0090
Süice 0,1570 0,1320
3,7283 2,6804.
II. Fuente del
M
»>
»
638 ANOTACIONES Y 8UPLEMENT08.
Otavalo. 1. Fuente de Yana-yacu en San Juan. Temp. 26,2° C. II. Fuente del
Salado, á la orilla del río Blanco entre Otavalo y Cotacachi. Temp. 90,6° C.
I. U.
Sulfato de potasio .... 0,0047 0,0016
„ „ sodio 0,0026 0,0175
Cloruro do sodio 0,0383 0,6413
Bicarbonato de sodio . . . 0,5300 2,0404
„ „ calcio. . . 0,4537 0,8289
„ „ magnesio . 0,8697 1,6826
„ „ hierro . . 0,0358 0,0807
Fosfato de aluminio . . . 0,0015 —
Sílice 0,0207 0,1812
1,9570 5,4742.
Quilotoa. Agua de la laguna en el cráter. Temp. 16° C.
Sulfato de potasio 0,0479
„ „ calcio 0,5634
Cloruro de potasio 0,0068
„ „ sodio 3,4910
„ „ magnesio 2,0443
Bicarbonato de magnesio .... 0,5803
„ „ hierro 0,0275
Alúmina 0,0538
Sílice 0,0918
6,9068.
Quisaya. Fuente en la quebrada «Asnac-paccha» cerca de la hacienda de Quisaya
superior. Temp. 18,7° C.
Sulfato de potasio 0,0081
„ „ sodio 0,2188
Cloruro de sodio 0,7010
Bicarbonato de sodio 0,1870
„ „ calcio 0,0810
„ „ magnesio .... 0,1084
„ „ hierro 0,0044
Alúmina 0,0112
Sílice 0,0373
1,3572.
San Antonio. Una fuente al lado izquierdo del rio Pomasqui, con la temperatura
de 20° C. es poco mineralizada, conteniendo su agua solo 0,8889 gr. de sales. Es débil-
mente ferruginoso-alcalina.
Santa Elena. Fuentes term. de San Vicente. Véase el análisis en el Supl. No. 28.
Tumbaco. Fuente de «Cunuc-yacu». Temp. 27° C. El agua pertenece á las indife-
rentes termales, conteniendo solo 0,4357 sustancias minerales ; es una agua potable tibia.
31. (Pág. 307.)
Aguas de la provincia del Guayas. — Cuando en los años de 1882 y 1883
me ocupaba con la cuestión «Agua potable para Guayaquil», estudié muchas fuentes y
rios de la provincia. Entre otras cosas quería saber, si las aguas salobres de los ríos
Puca, Colimes y Magro influyeran considerablemente en la potabilidad del rio Daule.
Recojí el agua de cada uno de los tres tributarios nombrados, y la del rio Daule en
diferentes puntos desde su unión con el rio Peripa hasta Petrillo. Creyendo que este estudio
no careciese de interés práctico, voy á publicar las análisis, que á mi instancia ejecutó
mi amigo A. Raimondi, muy versado en esta materia, en su laboratorio en Lima. (V. p. 640.)
I. Rio grande (Balzar), arriba do su confluencia con el rio Peripa. Rio de agua
cristalina, correntoso. Junio 1882.
LAVADEBOS DE ORO. 639
II. Bio Peripa, algunas cuadras arriba de su unión con el rio Grande. Agua crista-
lina, correntosa. Junio 1882.
III. Bio de Bálzar (Daule), enfrente de Balzar. Junio 1882.
IV. Bio Puca, cerca su desembocadura en el Daule. El rio estaba á la sazón muy
seco, solo canoas pequeñas traficaban en él. Junio 1882.
V. Uto Daule, unido con el rio Puca, media legua arriba de Colimes. Junio 1882.
VI. Bio de Colimes, algunas cuadras arriba de su boca. Estado del rio como el del
Puca. Junio 1882.
VII. Bio Daule, unido con el de Colimes, un poco arriba de Daule. Junio 1882.
VIII. Bio Magro. La boca misma estaba completamente seca; algunas cuadras mas
adentro se encontró el agua estancada en pozos. Junio 1882.
IX. Bio nuevo, tributario principal del rio Magro, cerca del sitio de Zaruma. El rio
llevaba poca agua. Junio 1882.
X. Bio Daule, cerca de Petrillo (en el Ñato). Diciembre 1881.
XI. Bio de Boliche, después de atravesar las tembladeras y sabanas. Diciembre 1881.
En la tabla (p. 640) las cifras expresan el contenido de las sustancias en gramos por litro.
32. (Pág. 316.)
Lavaderos de la provincia del Azuay. — Hé aquí lo que escribí en 1876
sobre el empobrecimiento aparente de las minas do oro:
«Se oye á veces la queja de que los lavaderos se han agotado, y de que ya no son
tan ricos como en los tiempos de los indios y de los españoles. Esta queja y esta opi-
nión está mal fundada, y lo cierto es solamente, que se ha acabado el espíritu emprende-
dor y la constancia de los antiguos. — ¿Quién ha establecido en los últimos decenios
un trabajo regular en los lavaderos, con la gente necesaria, en bastante extensión, con
los auxilios y recursos convenientes, y ademas con la constancia debida? Nadie! Si
los antiguos sacaban mucho oro de los lavaderos, era porque trabajaban, y no porque
esos eran mas ricos; y podría decirse lo mismo respecto á las demás minas. — Muchas
veces oia preguntar: ¿de donde tenian los indios su oro? donde existen ó existieron las
minas tan ricas, que dieron esas cantidades de oro ¿ á caso se habrán agotado ó perdido ?
Yo no reparo en opinar, que la mayor parte del oro, que se encontró en Cojitambo, en
Chordeleg y en otras huacas, y que los conquistadores encontraron entre los indígenas
de esta provincia, provenia de los lavaderos de Nabon, Sigsig y Collay, sin suponer que
estos entonces hubiesen sido mucho mas ricos que ahora, y sin recurrir á la hipótesis y
á las fábulas de las , minas tapadas' etc. Reflexionemos un poco y desaparecerá lo extra-
ordinario de la antigua riqueza de los indios. El oro no salió en aquellos tiempos del
pais en forma de moneda, como hoy dia, quedaba comunmente en la misma provincia ó
á lo menos en la corte del monarca, y servia casi exclusivamente para los adornos.
Ahora bien, aunque cada año se sacaba una pequeña cantidad del metal precioso de la
tierra, debia aumentarse muy pronto en el transcurso del tiempo, y en las cantidades
crecidas, que encontraron los conquistadores, debemos ver el resultado de una larga
época. Ademas el Inca podia disponer arbitrariamente sobre un número cualquiera de
trabajadores que le obedecían con gana y alegría, y aunque cada uno diariamente no la-
vase mas oro que los indios actuales de Sigsig, muy pronto un ejército de indios podia
reunirlo por arrobas. La circunstancia de que enterraban tanto oro con los muertos (en
los lugares donde lo tenian) comprueba tan solo, que para ellos el oro no tenia el mismo
valor que para nosotros, no era mas que un adorno, y entre ellos este sacrificio no era
mayor que cuando ahora enterramos al difunto con un hermoso vestido. — Supongamos,
que los indios de Sigsig durante algunos años todo el oro, que sacan en Ayon y Santa
Bárbara, en lugar de convertirlo en plata y pan, lo guarden y lo usen solamente entre
si como los antiguos, en forma de adornos y pequeños utensilios etc., en poco tiempo
parecerán tan ricos como los antiguos habitantes de Chordeleg. Y si todo el oro, que
desde la conquista dieron los lavaderos, hubiese quedado en el pais, ¡qué cantidad fabu-
losa existiría ahora, sin que haya que suponer, que las minas y los lavaderos eran mas
ricos! — En fin, con todo esto no quiero mas que sostener mi opinión, de que los lava-
deros de oro en la Cordillera oriental probablemente no eran mas ricos en la antigüedad
que ahora, y que no están agotados, excepto naturalmente los lugares escarbados, que
por demás no hacen ni la mitad de todo el terreno aurífero.»
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PLATINA. — ESMERALDAS. 641
33. (Pág. 324.)
Platina* — La platina fué descubierta en el siglo pasado en Sudamérica. La
primera noticia sobre ella llegó á Europa en 1736 por el matemático español Antonio de
Ulloa, que la encontró en la arena aurífera del rio Pinto en Chocó. El químico inglés
Wat-son analizó en 1750 esos granos blancos del rio Pinto, y descubrió en ellos un nuevo
metal. Por lo demás, los metalurgistas sudamericanos ya se habian fijado antes en esta
sustancia y le habian dado el nombre de « Platina del Pinto • (diminutivo de plata) ; pero
no conocían ninguna de sus propiedades, excepto el gran peso específico, la creían entera-
mente inútil y aun la botaban á los ríos mas hondos, para evitar la adulteración del oro.
Los antiguos indios de la costa, mucho antes de la conquista, no solamente conocieron
la platina, sino la emplearon en las aleaciones con oro y plata. — Solamente desde el
tercer decenio de nuestro siglo se ha generalizado el uso de la platina, sobre todo en las
fábricas y laboratorios químicos, en que ya se hizo indispensable. La platina es mucho
mas rara que el oro, y la producción anual de todo el inundo no pasará de 50 quintales,
á los que la Rusia sola (montes Urales) contribuyo con unos 40 y la América del Sur
(el Brasil y Colombia) con unos 5 quintales.
34. (Pág. 329.)
Esmeraldas. — No se puede poner en duda lo que todos los antiguos historia-
dores refieren sobre las muchas y grandes esmeraldas, que se encontraron entre las tribus
indígenas de estas regiones litorales, como también en el tesoro de los incas. Así, por
ejemplo, todos están conformes en contar que los soldados de Al varado, cuando pasaban
en 1534 de la costa al interior, recibieron mucho oro y muchas esmeraldas de los habi-
tantes del pais. El historiador Vclasco supone, que esto sucedió en el rio Esmeraldas,
no duda que esas piedras fueron productos de la misma comarca, y cree que desde
entonces el rio recibió el nombre que tiene ahora. Mas, está comprobado por documentos
indisputables*), que el pequeño ejército do Al varado nunca pisó el territorio de la actual
provincia de Esmeraldas, que se desembarcó en la bahía de Caráques, se dirijió de ahí
á Daule y «Chionana» (hoy hacienda de Chonana), cruzando la provincia de Manabí, y
después salió por despoblados montes y por los páramos nevados de Casalagua al gran
camino de los incas, cerca de Ambato. De consiguiente, aquellas esmeraldas fueron de
los habitantes de las actuales provincias de Manabí, Guayas y Los Rios. Pero así como
nadie dirá que las esmeraldas que se encontraron entre los habitantes de Quito, fueron
sacadas en aquella misma provincia del terreno volcánico (que no puede contenerlas),
tampoco no se puede afirmar que en las provincias litorales haya minas de esmeraldas,
apoyándose únicamente en que los habitantes poseian tales piedras. No quiero negar,
que ciertas rocas antiguas (esquistosas) de la cordillera oriental pudieran alojar esme-
raldas, pero no existe singuna prueba de que hasta ahora el terreno ecuatoriano hubiese
dado una sola de estas piedras preciosas. Todo cuanto se afirma de «minas de esme-
raldas », se reduce á suposiciones y conjeturas sin fundamento positivo : « se dice, se cree,
se supone», pero nadie comprueba, y finalmente se corta el nudo gordiano con «las minas
tapadas y ocultadas por los indios». — En toda la provincia de Esmeraldas (y lo que
diré, se refiere igualmente á las demás provincias litorales) no existe ninguna formación,
ninguna roca, que pudiese contener minas de esmeraldas. La única posibilidad, que puede
imaginarme, sería que tales piedras se encontraren, como el oro corrido, en el terreno
de acarreo, es decir, arrastradas y traídas de lejos y de otras formaciones. Pero en primer
lugar, los rios de esos sistemas fluviales no atraviesan, ni en su curso superior, forma-
ciones que pudiésemos considerar como criaderos de esmeraldas; y segundo ¿porqué ni
una sola vez se encuentra una esmeralda en el terreno de acarreo, en el cascajo de los
rios, ó en los lavaderos de oro? Ciertamente, en este caso no seria posible tapar ú
ocultar las minas, siendo el terreno tan superficial y extenso, como tampoco no se podría
tapar los lavaderos de oro.
Para mi la mayor parte de las esmeraldas que tenían los indígenas de este pais,
provenían de las minas de Colombia, donde se explotan hasta el día; algunas fueron intro-
*) Véase: «Apuntes para la Historia de Quito, por P. Herrera » (Quito 1874), pág. 22.
Woi*F, Eeuador. 41
642 AYOTAGIOnS T SUSUDODROI.
ducidas taires por los Incas del Sor, cuyo origen ignoramos. Existen muchas pruebas
de que los antiguos indios mantenían un vivo comercio y cambio de producios entre sos
tribus, y á veces con las muy remotas. Así se encuentran en las buscas de lifiitnn re-
giones objetos de oro, aunque este metal no se baile en tomo de cien leguas; y de igual
modo pudieron introducirse piedras preciosas de un país lejano á otro, en que el teiicao
no las daba. Los indios de nuestras costas recibieron de los de Quito la obsidiana, tuna
especie de vidrio natural de los volcanes, que en quichua llaman aya-eollqui (plata de
los muertos); ¿por qué no pudieron recibir de tribus del Norte las esmeraldas? — Es
muy natural, que los primeros conquistadores, al encontrar muchas cismen sidas en TfftiinW.
supusieron que eran productos de esta misma región, y cuando, al averiguar por su
origen, los indios les indicaron un país mas al Norte (Colombia), talves ellos entendiesen
equivocadamente la provincia mas cercana y la llamaron la de Esmeraldas, oon cuyo
nombre se ba quedado basta ahora, aunque después la experiencia no haya confinando tal
suposición. Posteriormente se inventaron, como suele suceder en casos nfnqjantf>nL «las
tradiciones» para dar una explicación plausible al nombre. Pero sea lo que rucee del
origen de este nombre, lo cierto es que hasta hace poco ha dado margen 4 conjetaras
infundadas, no existiendo como no existen allí minas de esmeraldas,
En la parte hidrográfica de esta obra he demostrado que el rio de Esmeraldas se
llamaba en la antigüedad india rio Chinto.
35. (Pág. 336.)
Composición mineralógica y química de las andesttas. — No siendo po-
sible entrar en esta obra general en estudios petrográficos detallados, voy £ indicar los
trabajos especiales, que existen sobre la constitución petrográfica y química de las rocas
volcánicas del Ecuador, para que los interesados puedan consultarlos, 8i cito con prefe-
rencia trabajos alemanes, no es por parcialidad, sino porque con pocas excepciones lucran
petrógrafos alemanes los que se ocuparon con estas rocas.
Abich, JELf Ueber die Natur und den E««»wiinAiib«ig der vulkaniechen Büdungen.
Braunschweig 1841. — En esta obra se encuentran las primeras — ^Huitr de
rocas ecuatorianas, colectadas especialmente por Humboldi. AMch estudió las
andesitas del Chimborazo, Cotopaxi, Pichincha, Tunguragua, Píedra-pómei de
Latacunga etc.
Artopé, G. J. A., Ueber augithaltige Trachyte der Anden. Gottingen 1879.
Bota, G. vom, Einige Gesteine aus dem Hochland von Quito. Ndrrh. Ges. £ Nat.
u. Heilk. 1873. — Análisis de los feldespatos del Mojanda, Puhüagua y
Pichincha.
Boíh, J.y Ueber die Obsidian- und Perlitstrome des Guamaní en Ecuador. Monatsber.
d. Kgl. Ak. d. Wiss. zu Berlín. 1874.
Bath, G. rom, Beitrage zur Petrographie. 1. Ueber einige Andesgesteine. Zeitschr.
d. deutsch. Geol. Ges. 1875. — Estudios sobre los feldespatos de las ande-
sitas ecuatorianas (de las colecciones de Wolf).
Gümbcl, C. W.j Xachtrage zu den Mittheilungen über die Wassergesteine von Uru-
guay, und über einige süd- und mittelamerikanische sog. Andesite. Sita. d.
raath.-phys. Classe d. Kgl. bayr. Ak. d. Wiss. 1881.
Bonney, T. G.t Notes on the microscopio structure of some rocks firom the Andes of
Ecuador, collected by E. Whymper. Proc. Roy. Soc. 1884.
¿uyovic, J. M.y Les roches des Cordilléres. París 1884. — Especialmente según las
colecciones de Boussingault.
Siemiraáski, J., Ein Beitrag zur Kenntniss der typischen Andesitgesteine. Dorpat
1885. También se halla en: X. Jahrb. f. Min. 1886.
Beiss, W., und A. StÜbel, Reisen in Südamerika. — De esta gran obra acaban de
salir á la luz:
Geologische Studien in der BepubKk Colombia. I. Petrographie. Io. Die vulca-
nischen Gesteine, bearbeitet von Bichará Küch. Berlín 1892. — De esta
parte tocan al Ecuador solo el Chiles y el Cerro negro de Mayasquer.
Das Hochgebirge der Rcpublilc Ecuador. I. Petrographische Untersuchungen.
Io. West-Cordillore. Die Gesteine vora Pululagua bis Guagua-Pichincha, be-
arbeitet von Bichará Herz. Berlín 1892.
AVENIDAS DE LODO. 643
36. (Pág. 345.)
H. Kar8tenf Die geognostischen Verhaitnisse Neu- Granada 8. Wien 1856. — Géo-
logie de l'ancienne Colombie Bolivarienne , Venezuela, Nou vello -Grenade et
Ecuador. Berlín 1886.
El profesor de botánica, doctor H. Karsten, sostiene en su segundo trabajo , que no
es mas que el primero algo ampliado con materiales ágenos, con mas porfía sus ideas
volcanológicas. Refutarle do nuevo, seria trabajo perdido, á lo menos respecto á él. —
La polémica sobre las corrientes de lava se encuentra en Zeitschrift der deutschen geo-
logischen GeseUschaft 1872, pág. 102 (carta de Wolf); 1873, pág. 568 (carta do Karsten);
el mismo año, pág. 605 (carta de Reiss); 1874, pág. 907 (carta de Reiss). — La carta última-
mente citada es la mas importante, cuyos argumentos el señor Karsten jamas ha refu-
tado ni desvirtuado.
37. (Pág. 352.)
Avenidas de lodo* — «¿De dónde, podemos preguntar, esas inmensas masas de
agua y lodo en las erupciones? — Es este un problema, que ya en tiempos anteriores
ocupó á varios escritores, y hasta hoy dia ocupa á muchos geólogos que han intentado
resolverlo de diversos modos. En Velasco se encuentra un pasaje concerniente á esta
cuestión, el cual merece ser citado entero, porque este historiador parece uno de los pri-
meros, que se opuso á la opinión hasta ahora muy general en la América, así como en
la Europa, de que de vez en cuando toda la cubierta de nieve de un volcan en pocas
horas pueda convertirse en agua por el calor interior de la montaña. Es verdad, que
Velasco exponiendo su propia teoría, cae en otro error, talvez aun mas grande. Dice así:
«La portentosa é increíble inundación de agua, que arrojó (el Cotopaxi) continuamente
toda la noche, creyeron á los principios que fuese de toda la nieve deshecha con haberse
caldeado el monte, porque se dejó ver al otro dia todo limpio de ella. Discurso no de
filósofos sino de algunos ignorantes ; pues, ni toda la nieve deshecha era capaz de hacer
una milésima parte de las aguas que arrojó, ni estas se hubieran derramado por una sola
parte como lo hicieron, sino en circunferencia por todas. Salieron del error, cuando sobre-
viniendo las aguas, se lavó el monte de la ceniza y arena que lo cubrian, y descubrió
toda su nieve empedernida, á excepción de la gran calle que abrió desde la boca en la
cumbre hasta su pié. Era este cauce abierto muy profundo, y ancho mas de una legua,
el cual no se vistió de nieve en algunos años, como lo observé yo mismo, andándolo hasta
cerca de la mitad.»
Hablando de una erupción posterior, vuelve Velasco al mismo toma, para proferir
finalmente su propia opinión: «Es cierto, que apesar de ser uno de los mayores y mas
elevados montes americanos, no seria capaz de contener una centésima parte del agua
que arrojó en una sola erupción; y es también cierto, que todo su hielo deshecho no
podría causar este efecto ». — «Yo fui y seré siempre del dictamen, de que aquellas fueron
aguas del mar atraídas por los anchurosos conductos subterráneos, con poca filtración,
según lo muestran el color y gusto; y que la causa de esta atracción violenta no es otra
que la rarefacción del aire en la oquedad del monte. Poca filosofía se requiere para com-
prender este mecanismo de la naturaleza » etc. ¡ pero una fé grande ! podríamos exclamar. —
Velasco explica muy bien el desaparecimiento de la nieve en toda la montaña por una
cubierta de ceniza y rapilli Las cenizas por lo común no son llevadas por las
lluvias, como supone V., sino antes bien sepultadas debajo de la nieve, como lo han no-
tado algunos observadores perspicaces. — Si V. ademas es del dictamen que toda la nieve
y hielo del Cotopaxi no bastaría para causar inundaciones tan grandes, en esto está muy
equivocado. La calle profunda y ancha que describe Velasco, sin duda no era otra cosa,
que una corriente de lava, que excavó su cauce en la nievo y en el hielo, « y la cual no
se vistió de nieve en algunos años», porque el calor se conservó tanto tiempo en su
interior. Ahora bien , reduzcamos la anchura de la corriente indicada por Velasco (su-
poniendo que sea exagerada), á la mitad, pongamos para el largo de su camino por la
nieve 6000 pies, y para las capas fundidas de hielo y nieve solamente el espesor de 30 pies,
en ese caso la corriente de lava debia producir una cantidad de agua que pudo inundar
un terreno extenso, y reuniéndose en el angosto cauce de un rio, aun arrebatar un buen
41*
644 AN0TACI0HB8 T 8üP£maHT08.
trozo de Latacunga. Con todo esto no hemos tomado en cuenta el que dicha agua puede
convertirse en una avenida de lodo mucho mas voluminosa, mezclándose con el agua las
cenizas, arenas, rapilli, escorias, trozos de rocas y de hielo en gran cantidad, como en
efecto ha sucedido mas de una vez. ¡Qué seria de la provincia de Latacunga, si toda la
masa de hielo y nieve que cubre el Cotopaxi, se fundiera en una sola noche!» — Crónica
de los fen. volc. y terrem. en el Ecuador (Quito 1873), pág. 38.
88. (Pág. 362.)
Avenidas de agua y lodo. — Extracto de mi t Memoria sobré d Cotopaxi y me
última erupción, acaecida el 26 de junio de ¡877*. (Guayaquil 1878), pág. 21-36 y 29—38.
t La efusión repentina de una enorme cantidad de lava candente sobre el cono del
volcan cubierto de espesas capas de hielo y nieve, no pudo verificarse, sin que se derri-
tiese una gran parte de esas capas. En un mismo momento se producían en todo el con-
torno del Cotopaxi grandes cantidades de agua, que como torrentes ó cataratas se pre-
cipitaban de sus empinadas faldas. Pocos puntos en las partes medias é inferíoree del
nevado quedaron exentos del contacto de la lava, y de consiguiente no tomaban parte en
la formación de las avenidas. Pero también en los demás lugares el derretimiento de la
nieve fué muy desigual, según la cantidad de la lava que la tocaba, y según que esta
se excurria ligeramente en los declives muy pendientes, ó se demoraba en un terreno
menos inclinado En el último caso» excavaba muy anchas y profundas calles en la
nieve, y asi producía los grandes torrentes de agua. La observación me ha demostrado
claramente, que las avenidas en cada quebrada están en razón directa con la magnitud
de las calles surcadas en el hielo, y ademas, que la calle á su ve» guarda proporción
con la masa de lava ígnea, que por ella se ha escurrido. Esta observación es de im-
portancia para la explicación del origen de las avenidas. Solamente una ó dos quebradas
pequeñas en el lado noreste del Cotopaxi quedaron en esta ocasión libres de las avenidas,
todas las demás participaron de la inundación, y en grado mas alto las que se dirigen
directamente al Oeste y al Este. Las aguas duplicaron su volumen y fuerza por las
sustancias sólidas que recibieron, cuales son peñascos y trozos de hielo, pedazos de la
lava nueva, piedra-pómez, escorias menores, arena, ceniza etc.
«La quebrada de Manzanahuaico tiene en su parte inferior la profundidad de unos
cien y el ancho de unos sesenta metros, y apesar de este espacioso cauce no cabía la
avenida inmensa de lodo y piedras que se precipitó por él; se desbordó de la quebrada,
una parte se lanzó al Pucahuaico, atravesando la loma interpuesta, otra parte llenó toda
la quebrada de Manzanahuaico hasta el Chanchungahuaioo, del que venia una avenida
semejante, y sinembargo sobró material para inundar todo el arenal, que baja á los llanos
de Planchas, en la extensión de una legua cuadrada. El Manzanahuaico es solamente una
de las ocho ó nueve quebradas grandes, que bajan á las llanuras de Latacunga, y que
han contribuido en proporciones semejantes á la inundación general. En las regiones
superiores la mayor parte de las quebradas, aunque angostas, tenían profundidad bastante,
para contener las avenidas, pero donde entraban en las llanuras suavemente inclinadas
y las riberas eran bajas, se difundían desenfrenadamente sobre campos, potreros, hacien-
das, carreteras, destruyendo y arrasando todo cuanto encontraban en su impetuoso curso.
La vasta planicie entre Callo y Latacunga ofrecía el aspecto de un gran lago conmovido
por una borrasca hasta en su ínfimo fondo» (Sigue la descripción de la extensión
de la avenida.) «Este lodo no podia extenderse tanto en sentido lateral, ya por la incon-
cebible rapidez con que avanzaba, ya por la breve duración del acontecimiento, y así
corria, á manera de las corrientes de lava, limitado lateralmente como de una muralla ó
de un alto dique. Según las averiguaciones del tiempo en que la avenida llegaba á dife-
rentes lugares, se puede calcular, que desde su entrada en las llanuras de Callo y Muíalo,
por término medio recorría 10 metros por segundo. Tres horas después de su llegada á
Muíalo ya destruyó el puente por el rio Pastaza al pié del Tunguragua, que dista del
pueblo nombrado unas 20 leguas » (Sigue la descripción, como la avenida inundó la
ciudad de Latacunga y de los daños causados.)
« Muy parecida, aunque no tan funesta fué la avenida que del Cotopaxi se dirigió al
Norte. Verdad es, que por las quebradas del lado norte y noreste bajaron cantidades de
agua, lodo y piedras tan considerables y aun mas grandes, que por las del lado de Lata-
cunga, pero la mayor parte de los materiales y los mas gruesos se depositaron en la
AVENIDAS DE LODO. 645
altura de los páramos, en las llanuras de Limpiopungo, de Saltopamba y del Mutadero »
(Sigue la descripción de los daños causados en el valle de Chillo.)
« Las avenidas del lado oriental no pudieron causar estragos tan grandes por hallarse
encajonadas desde su principio en valles angostos y hondos. Después de su reunión en
el Vallevicioso se encaminaron por las solitarias selvas del Oriente, y muy abajo se en-
contraron con el pueblo de Ñapo. Allí perecieron unos veinte indios, y muchas casas y
las chacras de los indígenas fueron arrebatadas.
«Muy diferentes y en parte contradictorias son las noticias que he recojido sobre
las calidades que tenian las avenidas de agua y lodo durante su movimiento. Unos afir-
man que eran frías, otros que eran muy calientes, los primeros alegan en su favor los
muchos trozos de hielo llevados á la distancia de 10 leguas, los últimos al contrario pa-
los y árboles carbonizados. Unos dicen que el agua no tenia ni sabor ni olor particular,
otros que era muy hedionda. Creo que, fuera de los árboles carbonizados, todas las demás
observaciones pueden ser exactas, según el lugar en que se hicieron. Lo que yo mismo
he observado en los depósitos de lodo y escombros en diferentes puntos, y lo que deduzco
de mis observaciones, es lo siguiente. En todos los lugares, que se hallan encima de los
límites de la vegetación, los depósitos no contienen ninguna sustancia orgánica, compo-
niéndose ellos exclusivamente de los materiales que se encuentran en las faldas del vol-
can, especialmente de los grandes trozos de las destruidas corrientes y bancos de lava
de diversa edad, ademas de lava nueva, de piedra pómez, de arena etc. Solamente desde
los puntos, en que las avenidas entran en las regiones cubiertas de vejetacion, se mez-
clan con los depósitos restos orgánicos y tierra vejetal, al principio en escasa cantidad,
después en proporciones mas grandes, y con particularidad en los parajes en que la ave-
nida removió un terreno pantanoso, como, por ejemplo, en varios puntos de la llanura
entre Callo y Latacunga. Las sustancias hediondas (despidiendo hidrógeno sulfurado) no
provenían del Cotopaxi, sino de los pantanos que la avenida cruzaba y removía en su
curso. Si en algunos lugares el agua ó el lodo eran muy calientes, se explica este fenó-
meno por una acumulación local de calientes trozos de lava nueva, los cuales por su
porosidad y por el aire muy caliente en sus poros eran relativamente livianos y por esto
se depositaron (como la espuma) con preferencia á lo largo de las márgenes de la ave-
nida, mientras que los peñascos de las lavas antiguas, compactas y pesadas se han es-
parcido con mas igualdad sobre todo el campo del aluvión. Sinembargo, en general el
lodo no pudo haber sido muy caliente, pues en primer lugar la avenida llevaba una
enorme cantidad de trozos de hielo, que al derretirse la enfriaban continuamente. Ade-
mas las personas que fueron arrebatadas por la corriente y escaparon con vida, aseguran
mas bien, que el agua que les impelía era cuando mas lijeramente tibia. Por lo que toca
á los palos carbonizados, puedo decir que los pedazos que yo he visto, se hallaban en
un estado parecido al de la turba ó de la lignita, y es indudable que provienen de un
pantano ó de una ciénaga en que mucho antes habian sufrido paulatinamente esa trans-
formación. Muchas plantas arrancadas de raices volvieron á retoñar en el lugar de su
deposición, sobre todo la cabuya (Agave americana) ; es así pues, que ellas no pudieron
ser escaldadas ni mucho menos haber flotado en una masa lodosa que fuese capaz de
carbonizar árboles!»
«En nuestro campamento (en Planchas) la arena volcánica, ceniza y rapilli medía
un medio metro poco mas ó menos, pero ya en el límite de las nieves tenia esta capa,
que cubrió todo el cerro uniformemente, mas de un metro, y hacia mas arriba su espesor
iba aumentándose rápidamente, saliendo al mismo tiempo la arena cada vez mas gruesa
y convirtiéndose los ,rapilli' en trozos grandes de lava escoriácea y porosa. Pues bien,
debajo de esta capa de proyectiles volcánicos se encubría el antiguo manto de hielo del
volcan. Solamente en las calles anchas, excavadas por la lava ígnea, se ha derretido la
nieve y el hielo granuloso, y aun en ellas, según parece, no siempre hasta la peña viva.
Las paredes laterales de estas calles presentan perfiles verticales de hielo de 10 á 15 me-
tros. Pero como dichas calles se hallan medio rellenadas de pedazos de lava, de arena
y ceniza, de trozos de hielo recien derrumbados, en fin, de escombros de toda clase,
aquellas cifras no dan el verdadero espesor del hielo. En algunos puntos favorables de
observación al lado este del volcan, calculamos su potencia en 40 y 50 metros.
« Muy pronto quedamos convencidos de que las calles encima de las quebradas pro-
porcionaron las grandes cantidades de agua que formaron las avenidas, y de que las
demás partes del cerro no contribuyeron á ellas sino muy poco. Verdad es que la ceniza
646 AHOTAClOinB T BUMJOfEHTOB.
y arena eaKenU y los demás proyectiles que llovían sobre todas las partas del volean,
pudieron derretir un poco de nieve en la superficie, pero esto en insignificante y sucedió
en parte muchos dias antes de la erupción principal (desde Abril), sin que por salo se
hubiese notado una creciente de los ríos. Cuando finalmente aconteció la nftinjim de lama
ígnea, esta se precipitó, disolviéndose en grandes terrones y podases, por toda* las Al-
das del cerro; sinembargo, en donde resbalaba con rapidez sobre la capa de ceniza ja
depositada, no tenia tiempo de derretir la nieve debajo de ella. Como ya queda lupinoln
mas arriba, las grandes masas de ella se reoojian en las quebradas y en los hondones y
allá excavaban anchas y profundas calles. Ademas debemos tener en cuenta que las ave-
nidas no se producían únicamente por el calor de la lava, sino que el agua misma, que
se había formado al principio, desde luego penetrando en las hendiduras y j¿i jolas del
hielo desgajaba grandes pedasos de él y de esta manera ayudaba poderosamente la acción
del fuego. Solamente así se explica la posibilidad de que grandes trosos de hielo pautaren
ser arrastrados á la distancia de ocho y diex leguas. En donde algunos terrones «Minaba
de lava de un metro de diámetro quedaban y se enfriaban sobre la capa de arena, no
eran capaces de derretir la nieve debajo de ella á mas de medio metro de profundidad,
que es la misma que tienen los hoyos en que los terrones se hallan ahondados. En
donde el cerro no se encuentra surcado de las calles ya muchas veces irimimnadas, of-
rece, también encima de la linea de las nieves perpetuas, el aspecto oscuro de loe are-
nales inferiores merced á la cubierta de arena y ceniza, y á primera vista el viajero
apenas podría creer, que está sobre bancos de hielo de 40 metros de potencia. Cuando
después de algún tiempo el Cotopaxi se cubra de nuevo de nieve permanente, se con-
servará la capa de arena entre las de hielo, como un monumento duradero de la erupción
del 28 de junio.
t En Latacunga era opinión general, que el Cotopaxi habia perdido toda su nieve é
hielo, y sinembargo la gente creia que no era suficiente para causar la avenida acuosa
y lodosa, y que el volcan debía haber arrojado necesariamente agua por su boca. Muy
distinta se formaba nuestra opinión y convicción durante nuestro vüye al Cotopaxi. — No
entraré en una larga discusión, en la cuestión del origen de las avenidas, me ceñiré tan
solo á pocas advertencias.
«Primeramente se tasa en menos la cantidad de hielo que cubre el Cotopaxi y que
por lo regular se conoce solamente de grandes distancias (¿cuántas personas han subido
hasta ahora al cerro no á uno sino á diferentes puntos, para hacer el estudio exacto de
este objeto tan esencial en la cuestión que tratamos?); ademas muchas veces no se toma
en cuenta, que mas de la mitad de las avenidas no consta de agua, sino de materiales
sólidos recibidos por ella; finalmente se olvida, que el aluvión no duraba mas que una
hora (según los habitantes de Pedregal solamente una media hora). — Las /Miles9 en la
nieve, examinadas de cerca, se presentan como un fenómeno tan grandioso, que ni un
momento se puede dudar de que ellas solas debían proporcionar agua mas que suficiente
para formar las avenidas é inundaciones; y considerando su gran número y sus dimen-
siones colosales, hay que admirar mas bien, que sus efectos en los valles no hayan sido
mas grandes, y se explica esto solamente por la circunstancia de que tan inmensas masas
de arena, piedras y escombros quedaran depositadas en las altas regiones á la base del
volcan ; circunstancia á que sin duda se debe la conservación de Latacunga y de muchas
haciendas en Chillo. £1 Padre Sodiro ha demostrado matemáticamente, que la tercera
parte de la nieve que cubrió el Cotopaxi, bastaba para ocasionar las avenidas acuosas
del 26 de Junio. Las suposiciones, en que debía fundar su cálculo, son en parte hipoté-
ticas y no muy seguras, pero casi todas hechas en su desfavor, especialmente parece
también él suponer la cantidad del hielo menos considerable de lo que es en realidad.
Estoy seguro que cualquiera, por mas escéptico que sea en esta materia, estudiando con
nosotros el cerro en la cercanía y por todos sus lados, convendría en que el hielo que
llenaba antes aquellas calles, bastaba sobradamente para causar por su derretimiento casi
instantáneo las avenidas y sus efectos, y en que las masas de hielo que se han conser-
vado todavía, serian suficientes para ocasionar á lo menos diez inundaciones iguales á la
del 2f> de junio.
« Después de esta exposición, enteramente conforme á los resultados de otros obser-
vadores modernos, parece que la anticuada opinión ó hipótesis, según la cual las avenidas
lodosas, la ,Moya' de Humboldt, se hubiesen derramado del cráter ó de unas rajaduras
laterales del cerro, ya no necesita de una refutación ulterior. Felizmente en esta ocasión
no hubo disputa sobre las ,rajaduras' en el cerro, ni entre el pueblo ignorante, porque
ERUPCIONES VOLCÁNICAS. 647
esta vez no quedaron largas y coherentes corrientes de lava en las faldas del volcan, que
en otras ocasiones daban margen al cuento del ,cerro rajado de arriba á bajo'. Segura-
mente del cráter mismo no salió ni una sola gota de agua liquida. La nieve, que allí
podia haberse acumulado, debia despedirse en forma de vapor ya desde la primera erup-
ción de ceniza en Abril. Aun menos concebible seria la idea de que las aguas hubiesen
provenido de la profundidad del canal de erupción ; pues todos los fenómenos, que prece-
dieron la erupción, que la acompañaron y la siguieron, atestiguan un elevadísimo grado
de calor (al menos de 2,000° C.) en el foco volcánico y en el canal de erupción, de ma-
nera que seria del todo incomprensible, cómo el agua líquida, aun en una mezcla pastosa,
pudiera llegar de la profundidad sobre los bordes del cráter, sin convertirse instantánea-
mente en vapor y gas, como en efecto sucede con los vapores acuosos lanzados junta-
mente con la ceniza en una cantidad fabulosa.*)
« Cuando se tiene ocasión de estudiar las avenidas del Cotopaxi frescas é inmediata-
mente después de una erupción, entonces su origen y desarrollo y todos los fenómenos
que las acompañan parecen tan sencillos y naturales, que uno se admira, cómo pudieron
divulgarse opiniones tan singulares y fantásticas sobre ellas. En mil ocasiones he visto,
que en cuanto á los fenómenos naturales el vulgo, rechazando las explicaciones naturales
y sencillas, siempre cree y cuenta con mas facilidad lo mas increíble y lo mas estraño,
sobre todo cuando ,1o dice el Padre Velasco'. Pero tiempo es que á lo menos las perso-
nas que se dan por ilustradas, se acuerden que las ciencias físicas y naturales no han
quedado estacionarias en mas de un siglo, y que tampoco la autoridad de Humboldt, in-
vocada hasta el abuso tantas veces, no es infalible. También desde el viaje de Humboldt
han transcurrido unos 80 años; cada hombre por grande que sea, participa en algo de
los errores y preocupaciones de su tiempo, y se sabe que Humboldt desgraciadamente ha
eternizado mas que una fábula de Velasco y que ha recibido en sus obras con nimia
credulidad varios ,cuentos' de los indígenas.**) Muy seguro estoy, de que Humboldt, si
hubiese tenido ocasión de presenciar como testigo ocular una erupción del Cotopaxi ó la
formación de una avenida acuosa, nunca habria caido en la idea y explicación desgra-
ciada de la ,Moya', de las Reventazones con Preñadillas' y todo lo que está conexionado
con ellas; ya se habria dejado mucho antes de llamar al Cotopaxi un ,volcan de agua'
y de derivar el lodo de su cráter.
«De nuevo debemos ceder al señor doctor Reiss el honor y mérito de haber acla-
rado por primera vez la cuestión sobre el origen de las avenidas. Lo que él en el Coto-
paxi sacó mas bien por conjeturas y combinaciones acertadas que por observaciones
directas, se ha confirmado por la erupción del 26 de junio de la manera mas espléndida.
Podemos considerar la cuestión del origen de las avenidas de agua y lodo, como definitiva-
mente resuelta.»
39. (Pág. 354.)
Erupción del Pichincha en 1582. — De esta erupción no existe ningún do-
cumento, según parece, en la República del Ecuador, ni la mencionan los historiadores.
La noticia debemos al señor Marcos Jiménez de la Espada, quien en el Boletín de la
Sociedad geográfica de Madrid, tom. XXIV (1888) publicó un artículo bajo el epígrafe
«(/tía ascensión al Pichincha en J582». Este artículo muy interesante contiene noticias
biográficas sobre Toribio de Ortiguera y un extracto de su obra inédita, intitulada: «Jor-
nada del rio Marañon, con todo lo acaescido en ella y otras cosas notables dignas de
ser sabidas, acaescidas en las Indias occidentales del Perú, dirigida al felicísimo D. Fe-
lipe 3o, Príncipe Nuestro Señor». El manuscrito es firmado en Sevilla no mucho des-
pués del año 1585, en que su autor regresó de las Indias á España.
Dicho T. de Ortiguera formó parte de una comisión exploradora, que subió al cráter
del Pichincha en los dias 28 y 29 de Julio del mismo año de 1582, pocos dias después
*) «Muy bien se puede concebir la existencia de agua liquida en grandes profundidades junta-
mente con materiales fundidos, bajo to inmensa pretion de mucha* atmót/tra*] pero al subir esas sustan-
cias por el conducto al cráter, cesa mas y mas la presión, y finalmente llegan al punto en que
repentinamente toda el agua se convierte en vapor, y á su fuerza irresistible se atribuye en gran
parte la trituración de la ceniza y su violenta expulsión.»
**) «No soy yo el único ni el primero, quien denota estas faltas del gran viajero; tiempo hace
que otros escritores mas competentes las lamentaban, no obstante la reverencia que le tributan con
mucha razón.»
AXQVAXBDWm t nvun -
de 1» erupción. La relación, que O. di de esta exoori ion, fumín 1111 agniuiiblc luulrastc
oon 1» del doctor J. Homaro, emita en 1660, y la <n¡tl be publicado en el apéndice de
mi ■Crónica*. Ortiguen es un observador perspicaz y describe en su precioso documenta
el Pichincha y bu cráter oon mu sencillez y precisión, que no auliiiitaiiii» * ca*ooat-
trar en loe escritores, de aquella época. Lo curioso es, que el cráter del vafea* y ea
fondo presento en 1588 exactamente las ananaes formas y aooádentos que noy,
describen loe geólogos, que sn nuestro siglo han bajado al cráter. De rimáis;
erupciones posteriores, inclusa la mas grande de 1660, no han alterado assaaaaa
forma de la boca volcánica.
40. (P*g. 364.)
Erupción del Tung-uragua en 1880. -
N. Martínez, publicada en .La Nación, de Guayaquil, el 17 de afano os 1886 (tira. 1900).
■ La cantidad de lava que arroja diariamente el Tunguragus ea n n iTaniasimplii fa-
bulosa; al chocar con el contrafuerte, del que hablé en mi primer i
parto sigue la vía de Chonta-pamba: lo contrario de lo que sucedía al j
vis tiene también sn ramificación: el un brazo cae, siguiendo ana linea
rio, al antiguo puente de Cusua, y rellena los planos que están sobre el barranco, TJáanav-
dos, según creo, ,Chaca-ucu'; el otro, formando una curva algo extensa desde el ponto
de bifurcación, vi a depositarse en las llanuras de la hacienda de Chonta-pamba.
■ Desde el 26 del pasado basta el Ia de esto, esta vía estaba ocupada por una cor-
riente continua, establecida desde el cráter. Este cordón de fuego, digámosla así, de día
era visible por el rastro ó reguero de vapores, y de noche por aa iluminación.
■ La lava corre muy despacio por los declivios del monto, pasa aunque es verdad
qne emplea solo de cinco á siete segundos en caer i plomo del filo del cráter al ponfo
de bifurcación, de aquí hasta Chonta-pamba tarda de veinte á treinta y cinco minntoa.
Esto lo observé el 12 del pasado en varias erupciones que se sucedieron por la moche.
■ Tres han sido las emisiones de lava mas grandes que he observado, y para coya
descripción me faltan colores bastante vivos, que pudieran dar ligera idea de lo qne
fueron. ¡Espectáculos grandiosos, que no se borraran jamas de mi memoria! Acaecie-
ron, la una, el 13 del pasado, á las 7 y SO de la noche; y las otras el 88, i las 1 y 80
de la tarde y á las 9 de la noche.
■ Algo como llamas qne se levantaron i mucha altura, fué el j
erupciones. Las bombas se formaron en cantidad incalculable, y e
creíble rapidez, cruzando el espacio en todas sus direcciones; después oaían en forma de
lluvia en todas las faldas del cono.
"La lava después de cien detonaciones se derramó cubriendo la cima del cerro, vi-
sible desde el valle de Fatuto, con un baño incandescente, que al bajar formaba ríos de
fuego, que serpenteando iban á perderse en las grietas profundas qne surcan la mole
del gigante.
■ El mirador del Tunguragua por excelencia, es el punto denominado la , Chonta':
célebre ya entre los innumerables turistas y viajeros que han visitado el volcan y lot
lago» formados por la latía en los ños Patate ¡/ Chambo.»
41. (Pág. 892.)
Escala tenuométrlca de Humboldt y Boussliigauít. — Humboldt, á quien
sigue Boussingault, admite para la zona ecuatorial {entre los seis primeros grados de
Latitud) la disminución de 1' B. por cada 90 toaos de elevación, lo que corresponde á
1" C. por 219 metros. Según esta fórmula climatérica la escala seria la siguiente:
Altura.
0 met.
Temp. media
Altura
Temp. media. Altura.
Tnnp. media
1633 met. ... 19° C
3066 met.
. . 12" C.
1752 ,
... 18"
3286 „
11* »
1971 ,
... 17°
3504 „
10° „
2190 ,
... 16°
3723 „
9° n
2409 ,
... 15°
3942 „
8" »
2628 ,
... 14"
4161 „
7° »
2847 ,
... 13°
4380 „
*>" »
TEMPERATURA MEDIA. 649
Me he tomado el trabajo, de comparar todas las temperaturas medias, que cono-
cemos en el Ecuador en diferentes alturas, con esta escala, y encontré que la nuestra
(Io C. por 200 metros) en general coincide mejor con las observaciones. En la región
media (2000—3000 metros de altura) talvez la de Humboldt y Boussingault sirve algo
mejor, pero para las alturas hasta 1000 y sobre 3000 metros es menos exacta que aquella-
Si debiera establecer la escala tan solo para la región húmeda hasta 1000 metros, tomaría
la fórmula de Io C. por 150 metros, que correspondería mejor. — Por lo demás, Hum-
boldt mismo ya reconoció, que no se podía establecer una escala general y válida para
todas las zonas hipsométricas y que no existe una progresión estrictamente aritmética.
«En las Cordilleras de los Andes se vé — y este es un fenómeno muy curioso — que
la disminución de la temperatura se retarda entre 1000 y 3000 metros, especialmente
entre 1000 y 2500 metros de altura, y después se acelera desde 3000 hasta 4000 metros. . . .
¿Deben atribuirse estos fenómenos únicamente á la configuración de los Andes, ó son la
consecuencia de la acumulación de las nubes en el océano atmosférico?» (Klein. Schr.,
Stuttgart 1853, pág. 305).
42. (Pág- 392.)
Método de Boussingault. — Véase la «Memoria sobre la profundidad, á la
cual se halla bajo la tierra la capa de temperatura invariable entre los trópicos», que
se encuentra en los «Viajes científicos á los Andes ecuatoriales, por M. Boussingault»
(Paris 1849, pág. 181).
La superficie de la tierra está bajo el influjo del sol, calentando sus rayos el suelo
hasta cierta profundidad; pues la temperatura de la tierra, bajo esta influencia, se cambia
de continuo según la intensidad de los rayos. Los períodos de este cambio se distinguen
en unos diarios y unos anuales, á saber, del mínimo de la temperatura de la noche al
máximo del día, y del máximo frió del invierno al máximo calor del verano. La vici-
situd de estos períodos decrece hacia lo interior de la tierra, desapareciendo finalmente
en la profundidad.
En las zonas trópicas cada diferencia desaparece ya en la corta profundidad de
2—3 pies bajo la superficie, mientras que en las regiones templadas y frias, allende los
trópicos, las vicisitudes diarias desaparecen en la profundidad de 4— 7 pies y las anuales
en la de 40 — 80 pies. Pues la profundidad de esta región ó capa llamada variable, de-
pende de la altura polar ó latitud, ademas de la diferente conductibilidad de las rocas, y
de la diferencia termométrica entre las estaciones extremas. Cuanto mayor es esta dife-
rencia, tanto mayor profundidad se requiere, para mantener constante el termómetro.
El calor así como el frió hajan muy despacio en las capas de la tierra, en tanto
que, por ejemplo, en la zona templada el máximum del calor del estío (Julio) no llega
á la profundidad de 70 pies, sino en el mes de Diciembre, y el mínimum de la tempe-
ratura del invierno (Enero) no tiene lugar sino en el de Junio. Debajo de esta capa no
se siente ningún influjo del sol, y por esta razón á las capas mas profundas se les dá
el nombre de capas de temperatura invariable ó constante, por no sufrir el termómetro
ninguna alteración. Este instrumento indica la temperatura media de un lugar en aquel
punto en que comienza á ser constante. He aquí un método muy fácil de medir la tem-
peratura media de cualquier lugar en toda la República del Ecuador, sea en la costa
ardiente de Guayaquil, sea en las mesetas altas y frías de la región andina. En todos
los paises, que están situados entre el grado 10 del Norte y el 10 del Sur á entrambos
lados de la linea, basta observar el termómetro enterrado á la profundidad de un pié,
en un lugar cubierto. En las diversas horas y diferentes estaciones la temperatura cam-
biará apenas de */10 de un grado, y dentro de los mismos límites será idéntica con la
temperatura media del aire en el lugar respectivo. — Como el señor Boussingault era
el primero, que comprobaba y practicaba este método en gran escala en la América
tropical, se le dio el nombre de «método de Boussingault».
43. (Pág. 392.)
Temperatura media del año de algunos puntos de la República, tomada según
él método de Boussingault, y expresada en grados del termómetro centígrado. Según los
doctores Beiss y Stübel.
ANOTACIONES Y 8UPLEHSNT08.
1. Ciudades.
Nombre del Ivgur. TlmPfr-
Quito, prov. del Pichincha 13,2°
Esperanza, lharra, prov. de
Imbabura 16,0
Latacunga, prov. de Loon . 14,2
Atnbato, „ del Tun-
guragua 15,3
Kiobamba, prov. del Chim-
horazo 13,7
Cuenca, prov. del Azuay . 14,6
2. Pueblo».
Achiipallas , camino de]
Azuay 10,8
Alone, pié del Corazón . . 10,8
Angainarca tiu (inauíbefia,
prov. de León .... 11,2
Antonio (San) de Llullum-
baiiilja,al norte di.1 Quilo 16,0
Alagues, prov. de Cañar . 15,5
Hunos, valle del rio Pastaza 17,5
Biblian, prov. de Caflar 14,5
i'jijüliiirnliiHliiikimtuí viejo) 10,8
Oalaealí, ul nwte de Quito 12,2
Cañar. pTOV de Cañar . . 114!
Ochadas, cerca de tí ¡(bínuba 13,7
Ohiigehilan. piéuelQuilittoa,
valle del rio Toachi. . 11,2
Chunehi , pié oeeidental del
Azuay 15,7
Colaeaehi, prov.de Imbabura 15,2
Ouaillabamba, al norte de
Quito 17,6
Guamote, prov. del Chim-
borazo 12,2
I, loa. Cnpillahamba, pié
oriental del Pichincha. 11,5
Muíalo, pié sur del Cotopaxi 13,0
Pangor, páramo del l'uyul 9,9
Pallaianga, lado oecid. del
páramo del l'uyal . . . 17,4
l*a|)allaeta, camino ú Ñapo 9,U
Perucho, pié del Mojanda . 19,11
Pillare, prov. delTiinguraguu 14,0
Píntae, pié de la Cnrdillera
oriental 13,0
l'uemhii, al Xti de Quito . 16,8
Quinche, pié del Pamba-
marca 14,2
Salinas, prov. de Imbabura 19,7
Salinas, cerca de (iuaranda,
prov. de lÍLdívaí' 7,5
Sigch.is, valle del río Toachi l;t,0
2423
1800
2639
3205
2792
3176
2904
3156
L830
2ií 17
3549
2928
3238
2925
2874
3. Hacienda» y
¿fotuto del lugar. T£¡J¡£'
Alao, hac., cerca de Fúngala 10,5°
Alchipichí, hac, pié del Mo-
janda 16,6
Ana (Santa) de Tiupullo,
tambo 12,2
Aullo, -rea de Mocha 9,0
Oaguaji, hae.. valle del rio
Chambo 15,0
Ohánlag, hac., cerca de Pifo 13,8
Cha palay, hac, cérea de
Riobamba 10,8
Chaupi, hac, pié del lliniza 'J¿>.
Chínalo, hac, al Oeste del
Ilinmi 11,7
i'hiii|iiilw"¡iii.i.|iuc,piéor¡en-
tal del i'liimborazo . . 10,1
Cocha (La), hac, pié del
Baló ibfl
Cocual tamba, caserío, cerca
do Perucho . . . 15,0
Ciicliicaranuuni Zúlela, hac,
prov. de Imbabura . . 13,4
Curiburu, cnaax, cerca de
Guachalá 10,0
Elias (San), hac. pie sur del
Colopaxi 9,7
Florencio hac, camino
de Manabí 17,1
Frutillas, cusas, falda norte
<M Pichincha 10,2
GarretaK casan, camino de
Manabí 12,2
Guachalá, hac, cerca de
Tayanihe 13,7
tiiiüilliilianiba, hac, cerca
de Kiobamba 11,5
Guallaló, caserío, al Oeste
de G.llaeochn . , . . 8,9
Igiñaro, hac, cerca del
Quinche 12,2
Inca (El), hac, cerca de
Puembo 12,8
Inés (Santa), hac, en el valle
del rio Pastaza .... 18,3
Ingenio, hac, cerca de Ca-
huasquí 19,2
Ishubamba, hac, cerca de
Cebados 10,8
I tagua, casas, en el Pulul-
agua. 12,8
Jorge | San |, hac. valle del
rio Chimbo 18,6
Lloa, Sun José, hac, pié
sureste del Pichincha . 12,3
MiiLMhilciia, hac, cerca de
llwrrn 13.2
Mindo, hac. de San Vicente 18,3
Aliara*
en metros.
3097
3043
334;'.
2879
3273
3165
1459
3133
2477
2801
2957
3550
2689
■JHf.H
1344
2094
3090
2944
1043
27(13
TEMPERATURA MEDIA.
G51
Nombre del lugar. TemPer-
9 medta.
Monjas, hac, Coltacocha . 10,8°
Orejuela, caserío, cerca de
Tuza 11,4
Paluquillo, hac, cerca de
Pifo 11,3
Pedregal, hac., pié del Ru-
miñahui 8,0
Peguche, hac., cerca de Ota-
valo 17,5
Perugachi, hac, cerca de
Otavalo 14,2
Pesillo, hac, pió del Ca-
yambe 10,7
Pilahuin, hac, pié norte del
Carihuairazo 10,5
Pinantura, hac, pié del Sin-
cholagua 10,0
Pitaña, hac, faldas occiden-
tales del Guamaní . . 8,8
Playa (La), hac, páramo
del Azuay 11,6
Pucará de Reyes, hato, pá-
ramo de Piñan .... 8,2
Pucará (Tambo de) ó Llu-
llucho, cerca de Gua-
randa 11,8
Pululagua, hac, al N de
Quito 14,3
Tablón de Chiriboga, hac,
faldas del Guamaní . . 9,2
Tambillo, tambo entre Quito
y Machachi 13,8
Tigua, hac, cabeceras del
rio Toachi 11,0
Tilicuchu, hac, pié del Ata-
cazo 12,3
Tubicachi, hac, pié del Mo-
janda 13,4
Tuno (El), casas, cuesta del
rio Chota 18,0
Zobol, hac, pié sur del Chim-
borazo 9,8
Zula, hac, cerca de Achu-
pallas 7,9
Alturas
en metros.
3288
2929
2970
3531
255(5
2645
3156
3406
3142
3360
3044
3331
3024
2508
3380
2802
3466
3152
2800
2395
3278
3568
4. Hatos, tambos y puntos inhabitados.
(Sin agricultura.)
Nombre d.l lugar. TemPer- ^"J"
medta. en metros.
Antisana, hato 5,1° 4075
Antisanilla, hato, vaquería 7,7 3797
Chalupas, hato, pié sur del
Quilindaña 6,9 3664
Corredormachai, cueva, fren-
te al Saraurcu .... 7,0 3895
Cunucyacu, ovejerías, pié
norte del Carihuairazo. 7,8 3670
Nombre del lugar. TemPfr-
* media.
Dormida (La), chozas al pié
sur del Cayambe . . . 8,0°
Hornoloma , ovejería , pié
norte del Cotopaxi . . . 7,0
Isco (Kl), Antisana .... 9,2
Leigua, ovejería, Cordillera
al Oeste del Chimborazo 4,9
Llavepungo, hato, pié norte
del Cotopaxi 8,0
Mulacorral, hato, cerca de
Pujilí (límite superior
de la cebada) 7,7
Muyumcuchu ó Baños, hato,
Sur del Cotopaxi ... 7,4
Papallacta, hato y tambo . 6,9
Quinchucajas, hato, Pamba-
marca 8,9
Rumipungo, choza, pié este
del Quilindaña .... 7,1
Savañag, hato, pié del Iguá-
lala tj)
Sesgon, tambo, pié sur del
Chimborazo 8,0
Totorillas, tambo, camino
real del Chimborazo. . 6,5
Vallevieioso, hato 8,0
Yasipang, choza, camino al
Sangay 7,4
Los bosques del oriente.
La Jibaría del Píntuc, cerca
de Canelos 20,4
El suelo del bosque .... 19,5
Alturas
en metros.
&581
3784
3459
4007
3430
3774
3596
3505
3560
3<>08
3443
3520
3910
3608
3358
981
1017
Algunas observaciones antiguas de
Humboldt, Boussingault y Hall.
Temp. AUura o&serr.
medta.
Alausí 15° C. 2430 m. Humb.
Ambato 16,1 2679
Antisana, hato ... 4,4 4072
Antisana, nevado . . 1,7 5460
Baños, pié del Tun-
guragua . . . 16,7 1909
Callo, ruinas, hac, pié
del Cotopaxi . . 12,2 3160
Cuenca 15,6 2632
Esmeraldas 27,6 0
Guaranda 15,0 2722
Guayaquil 26,0 0
Ibarra 17,2 2276
Latacunga 15/) 2861
Límite de la nieve
perpetua en ge-
neral 1,6 4800
Loja 18,0 2090
Bouss.
Humb.
Bouss.
»»
5>
Humb.
Hall.
Bouss.
j»
»»
Humb.
>»
652
ANOTACIONES Y SUPLEMENTOS.
Nombre del lugar, Tem*' Altura.
mea.
Páramos en general 8,5 3500
Pasto (Colombia) . . 14,7 2616
Pinantura, hacienda. 11,1 3155
Quito 15,2 2910
Id ¡lie*)2908
Riobamba 16,4 2870
Observ.
Humb.
Bouss.
5>
Humb.
Bouss.
Nombre del lugar. T™*' Altura.
Tomependa, boca del
Chinchipe . . . 25,8 390
Tulcan, provincia de
Carchi 12,9 3019
Tumaco (Colombia) . 26,1 0
Tusa, prov. de Carchi 11,0 2943
Observ.
Humb.
Bouss.
44. (Pág. 434.)
Cacao. — Para formarse una idea del aumento sucesivo del cultivo de cacao y de
la desigualdad de las cosechas, sirva la tabla siguiente, que hemos sacado de la a Revista
del Mercado de Guayaquil», de la casa de Martin Reinberg y Co.
Entradas de todas clases de Cacao &
Año. Quintales.
1840 142669
1841 114102
1842 67090
1843 154634
1844 85741
1845 97290
1846 112020
1847 120736
1848 210074
1849 142347
1850 110660
1851 95670
1852 139655
1853 132430
1854 109921
1855 150897
1856 133736
1857 147659
1858 198187
1859 136187
1860 167617
1861 186781
1862 160261
1863 164011
1864 114506
1865 142671
Guayaquil durante los últimos 52 años.
Año. Quintales.
1866 225077
1867 197260
1868 212355
1869 173492
1870 233144
1871 172422
1872 187238
1873 245969
1874 247493
1875 103500
1876 220993
1877 205307
1878 103309
1879 315341
1880 338802
1881 223082
1882 189046
1883 150145
1884 180100
1885 244588
1886 . 384760
1887 334170
1888 276721
1889 246373
1890 363917
1891 210806
45. (Pág. 448.)
ltegioii interandina. — «Apuntes sobre la vegetación ecuatoriana», por L. Sodiro
((Juitu 1874), pág. 26.
««La zona subandina no presenta el mismo interés que las anteriores, ya sea con
respectu á la riqueza y variedad, ó ya se considere el aspecto fisonómico de su vege-
tación. Esta carece al mismo tiempo de las proporciones aventajadas y lozanas, que se
admiran en la de las inferiores y de las formas elegantes que se presentan en la superior.
Su aspecto complexivo es monótono, innoble y triste. Es, por decirlo así, una zona de
transición de la tropical á la alpina, y como tal participa ó mas bien resulta de lo menos
*) Las mas veces indica H. la temperatura de 14,4° C. ; el segundo dato (15,6°) se baila en
las tablas isotérmicas, que acompañan su obra «Kleinere Scbriften» (tab. IV, Nro. 384).
FLOEA ECUATORIANA. 653
interesante y halagüeño así de la una como de la otra. De la primera recibe los ele-
mentos raquíticos y casi abortivos, de la segunda las formas mas groseras y casi mon-
struosas. Este estado proviene de un doble orden de causas: las naturales y las que
llamaremos accidentales ó arbitrarias. Pertenece á las primeras su considerable altura,
ya que asignándole como límite inferior la elevación de la altiplanicie, que se extiende
entre Riobamba y Quito, esta seria de 2800 m., elevación que excede el limite inferior
de las nieves permanentes en la cadena de los Alpes.*) En consecuencia de esto la
temperatura media es de 14° C. ó poco mas , demasiado débil para fomentar en las pre-
sentes circunstancias una vegetación mas vigorosa. Ademas por haber sido esta (como
lo es aun al presente) la zona mas habitada, se la despojó poco á poco de la vegetación
arbórea que antes poseía, se la redujo á campiñas y á dehesas. Los vestigios de esto
se manifiestan en todas partes, y se debe atribuir á la circunstancia de que los dueños
se descuidaron de recompensar el suelo de las sucesivas pérdidas sufridas, el que ago-
tándose en él paulatinamente los elementos productivos, se haya vuelto inútil para el
cultivo, por lo que finalmente se lo abandonó del todo en muchos puntos de esta vasta
llanura. De este modo se originaron esas pampas estériles, cubiertas de pocas gramas,
que vemos entre Ambato y Latacunga, cuyo producto apenas basta para alimentar los
rebaños lanares que vagan por ellas. Añádese también, que el terreno pumíceo de este
paraje, parto infeliz del vecino Cotopaxi, con la misma facilidad con que absorbe el agua
llovediza, la evapora, siendo al mismo tiempo poquísimo apropiado para determinar el
rocío nocturno, y la toba volcánica «Cangagua» compacta, que constituye lo demás de
esta zona, la deja fluir toda, quedando en ambos casos el suelo siempre árido ó infecundo.
Solamente una densa vegetación arbórea (á falta de un esmerado cultivo) podria obviar
estos inconvenientes, que se origenan de la naturaleza del suelo, impidiendo la evapora-
ción demasiado activa y subministrando al suelo nuevos elementos orgánicos etc., pero
una vez destruida esta, no hay que extrañar, que toda esta grande llanura se halla en
tal estado. — Hay, sinembargo, algunos puntos que es preciso exceptuar de estas gene-
ralidades. Los valles de Chillo, Turubamba y Machachi, provistos de mejor terreno y
abundantes de agua, poseen quintas apreciables por su fertilidad en Mais , Trigo y otros
cereales, que forman el principal recurso de la capital, y excelentes potreros que alimentan
numerosos rebaños de ganado vacuno, cuyas aventajadas proporciones dejan entrever los
felices resultados, que se podria conseguir, si se pusiera el debido cuidado en la mejora
de las razas. Los alrededores de Ambato, cuya fertilidad ha sido mejor fomentada por
la agricultura, forman el jardín de nuestros Andes y como el oasis de la altiplanicie de
Quito. Allí prospera el Naranjo, la Vid, el Peral y el Durazno, que son casi los únicos
árboles frutales aclimatados en en suelo ecuatoriano.»
46. (Pág. 450.)
La flora andina. — Extracto de los «Apuntes sobre la vegetación ecuatoriana»
por L. Sodiro (Quito 1874), pág. 31-33.
«Ademas de la identidad de los grupos concuerdan entre si las dos regiones (alpina
y andina) en la analogía de las formas, de la que se deriva la del aspecto complexivo
de la vegetación. Esto se podria deducir aun de la sola consideración del gran número
de grupos naturales que, como queda dicho, son comunes á las dos regiones. Para citar
algún ejemplo, casi todas las especies de Alchemiüa tienen el mismo aspecto que las de
los Alpes; el Geum magellanicum, el Rubus nubigenus y el glabratus, las varias especies
de Bartsia etc. imitan fielmente sus respectivos congéneres europeos. Las Acaenas por
el contrario recuerdan las Agrimonias y las Dryas ; la Calceolaria y el Hedyotis ericoides
las Ericas y la Calluna; la Pernettya los Empetrum y la Andrómeda] la GauXthieria los
Arctostaphylos. Los Sauces alpinos, que faltan en nuestros Andes, están sustituidos por
la Baccharis alpina y humifusa y por la Mühlenbekia volcánica. Las Wernerias, la
Plantago rígida y fragosa, el Pectophytum etc. imitan en los Andes las elegantes almo-
hadillas que forman en los Alpes varias especies de Saxífraga; las Brabas y las Are-
narias las de sus congéneres. De estas y otras muchas comparaciones, que podríamos
hacer, queda manifiesto, que la analogía de la vegetación entre dos territorios tan diversos
y lejanos no se limita solamente á los grupos, sino que se extiende también al hábito
*) Se vé, que Sodiro estrecha esta zona algo mas que yo, hacia sus limites inferiores. — W.
fí¡A AJÍOTACIOJÍES T SUPLEMENTOS.
exterior y al conjunto <kd organismo vegetativo, que parece mas sensible que el repro-
ductivo al influjo de la» causas exteriores. Lo mas digno de consideración es que la
analogía de esta organisacion se encuentra tan frec-nenteniente en grupos tan diversos,
como son Ja» Compuestas y las Salicíneas, las Viciarías y las Saxífraga* * las Lobeham
(LÁsipoma montioides y Ttnif(rrmt) y las Primuláceas íSoldaneUaj etc., plantas que por
e*ta* mutuas relacione* *e llaman ,espeeies sustituyentes\
vÁ los breve* rasgos, con que hemos procurado manifestar la analogía entre la
vegetación de nuestros Andes y la de los Alpes europeos, no será inútil añadir también
algunos dHalle*, que hagan comprender las diferencias, que existen entre las mismas
regione*, Es cosa digna de consideración el ver que de los cuatro elementos, á que la
vegetación de lo* Alpes debe principalmente su elegancia y hermosura, á saber, las
Ranunculáceas, las Cario fXineas , las Saxífragas y las Primuláceas, haya tanta escasez
<-n nuestro* Andes. De las primeras el solo género Banunculms está aquí suficientemente
representado por el U. peruvianus y Guzwumi (que son las especies mas elegantes) y
algunas otras, pero estas no bastan para equilibrar el B. alpestres, Tkora, jiarmamr-
foUus y tanto* otros de los Alpes. Ademas las elegantes Anemones, los Thaliciros. los
Acónitos, las Aquilegias etc. quedan casi sin correspondientes en nuestros páramos. Los
géneros andinos de las Caríofilíneas son particularmente tres: El Melandrium, que se
limita á la sola especie thysanodes y se puede contraponer á alguna Lucknis; la Arenaria
y el Cerastium son aquí bastante numerosos y algunas de sus especies son acaso mas
origínale* é interesantes que las europeas, pero nada tenemos que oponer á los Diantos,
á la* Suenes, á las Gipsófilas, á tantas otras Ahincas de allá. Las muchas especies de
Saxífraga de las rocas y de los riachuelos de los Alpes, se ven aquí representadas úni-
camente por dos variedades de la Saxífraga caespiiosa, a) andícola, f) brachuphuUa y
por la S. Boussingaultii ; pero esta última no se ha encontrado hasta el dia mas que en
el Chimborazo. De las Primuláceas no se conocen todavía en nuestro pais mas que dos
especie* de Centuncuhis y una de Anagáüis, probablemente introducida, en las regiones
inferiores; en la andina una sola Androsace todavía dudosa. Las elegantes Prímulas,
las Soldanelas, las Lisimáquias nos son completamente desconocidas. Mejor represen-
tada* *on las Personadas y las Genciáneas. Verdad es que de las Pedicularia hay una
sola e*pecie y aun esta rarísima; una así mismo de Verónica, la cual ni siquiera le es
propia, pero á estas podemos oponer las Ourtsias tan elegantes por sus flores purpúreas
como por su* hojas; las Sibthorpias, las Castülejas, y especialmente el grupo tan rico
como original y elegante de las Calceolarias. Ademas el núcleo de esta familia prefiere
la* localidade* algo mas templadas. De las Gencianas tenemos ya como 20 especies,
en*i toda* andina*. El importante grupo de las Compuestas se presenta bajo formas mas
interesante* en los Andes que en los Alpes. El género Mutisia cuenta especies que no
tienen en toda esta familia, á no ser en las Dahlias, otras que las puedan aventajar en
hermosura, y alguna de estas llega hasta penetrar en los límites que nosostros hemos
señalado á la flora andina. Las Baccharis, poco apreciadles bajo este punto de vista, se
señalan por su polimorfismo y por el aspecto singular, especialmente de algún grupo
andino. Hasta mencionar el de la B. thyoides y genistelloides. Las Wernerias son de
las mas elegante* y aun de la*s mas atrevidas, pues penetran hasta la región que Hum-
boldt llamaría ,de los Liqúenes'. La Andromachia (Liabum) acaulis y el Senecio twbi-
gcnwt y pimpinellaefoliuH recuerdan la Árnica y los Dórameos de los Alpes, mientras
que otras especies de este último género, como también las Chuquiraguas se distinguen
ya por la hermosura de sus flores, ya por su aspecto singular. Los Cúlcicios, tan afines
al Senecio, forman un grupo muy interesante de nuestros Andes. Sus grandes flores y
su vello denso y sedoso les imprimen un aspecto muy característico y original. El
(hmphalinm Leontopodium los representa en algún modo en los Alpes bajo formas pig-
meas. KI Cttlcitium ruf escena y el C. tiivale, al mismo tiempo que son los mas inter-
esantes entre sus congéneres de nuestros cerros, se distinguen también por la enorme
altura á que suben. La Kspeletitu género todavía mas singular que el anterior, es pro-
pio de la Nueva (i ranada y de Bolivia, llegando del lado del Norte hasta los últimos
cernís que separan nuestro territorio del de Colombia. El Astragaltis geminiflorus es la
única especie, que representa en nuestros cerros así sus congéneres como las Oxylropis
de los Alpes y de los Pirencos. Por otra parte se hace sensible el crecido número de
nuestros ] Alpinos, de que carecen los Alpes, distinguiéndose entre ellos el Lupinas alo-
pecHroidett, tan original por su racimo casi radical, grueso 3—4 centímetros y largo
hasta 70 7f> centímetros, todo cubierto, como también las hojas, de un largo vello blanco
FLOBA ECUATORIANA. 655
sedoso. Las Malváceas prefieren decididamente los climas calientes y huyen de los fríos.
Solamente tres ó cuatro especies llegan hasta la altura de Quito : por consiguiente causa
mucha admiración hallar en la cumbre del Rucu-Pichincha , en la elevación de 4737 m.,
juntamente con la Calandrina acaulis el Malvastrum (Sida) pichinchense, en donde parecen
colocados para alegrar, la primera con sus flores rosadas, la segunda con azules, al via-
jero anhelante y agobiado por el trabajo de tan difícil subida. Allí mismo crece también
la Valeriana alypifolia, que representa las Globularias de los Alpes.»
47. (Pág. 451.)
Flora ecuatoriana. — Las plantas colectadas por Humboldt y Bonpland se en-
cuentran descritas en: Humboldt, Bonpland, Kunth, Nova genera et species plantarum
0rbt8 Novi etc., 7 tomos, 1815—1825. Las descripciones de los vegetales que descubrieron
los viajeros posteriores, se hallan esparcidas en varias obras botánicas, especialmente
en las periódicas. La primera tentativa de escribir una flora del Ecuador, hizo \V. Jame-
son, un médico ingles, que vivió, si recuerdo bien, mas de 30 años en Quito é hizo gran-
des colecciones de plantas. De su aSynopsis plantarum aequatoriensium» salieron en
1865 dos pequeños tomos (Ranunculáceas hasta Labiatas), cortándose la obra precisa-
mente con la misma familia, con la cual se agotó la fuente de Jameson, es decir, la
obra de que habia compilado la suya, copiando literalmente las diagnosis latinas. De
su propia cosecha encontramos muy poco en este libro; hasta las observaciones gene-
rales, que hace sobre las familias, son traducciones de obras europeas y se refieren
especialmente á plantas que no existen en el Ecuador, de las indígenas se busca en vano
observaciones originales. Muchas de las plantas mas comunes, que habrá visto con fre-
cuencia en las cercanías de Quito y que existen en su propio herbario, faltan en su flora,
porque no las encontró en su autor usado. Jameson era un colector entusiasta, pero de
ningún modo un botánico científico. Mandó sus colecciones á Inglaterra, donde los botá-
nicos, especialmente Hooker, las determinaron y descubrieron las nuevas especies que
contenían. Parece que J. mismo no sabia determinar una especie con seguridad, mucho
menos describir una nueva.
Observaciones muy interesantes sobre la flora del Ecuador encontramos en la obrita
de R. Spruce: Report on the expedition to procure seeds and plants of the Cinchona suc-
cirubra or Red Bark tree. London 1861.
Desde 1870 se ocupa con la flora ecuatoriana el actual profesor de botánica en
Quito, P. Luis Sodiro. Él seria el hombre llamado á escribir la flora del Ecuador,
apoyándose en sus largos estudios y grandes colecciones. Creemos que se lleva con
este pensamiento y tenemos noticia de que actualmente está elaborando la primera parte
de la obra, que comprenderá las plantas criptógamas vasculares. Publicaciones menores
del mismo autor son:
Apuntes sobre la vegetación ecuatoriana. Quito 1874.
Nuevas especies de Heléchos de los Andes de Quito (colectadas por Sodiro y descritas
por J. G. Baker). En el Bol. del Obs. astr. de Quito 1879.
Una excursión botánica. Quito 1881.
Recensio Cryptogamarum vascularium provinciae quitensis. Quito 1883.
Observaciones sobre los pastos y las plantas forrajieras. Quito 1888.
Gramíneas ecuatorianas de la provincia de Quito. Año de?
Con las Orquídeas ecuatorianas se ocupó especialmente el infatigable viajero
F. C. Lehmann. Una parte de sus colecciones llegó á manos del profesor Reichenbach
en Hamburgo y fué descrita en: Henrici G. Reichenbach fil. Otia botánica Hamburgensia.
I. Orchideae F. C. Lehmannianae ecuadorenses. Año de 1877. (?)
La obra del señor E. Whymper, varias veces citada Travels am. the Great Andes of
the Equator (London 1882), contiene notas interesantes sobre la vegetación andina, bajo
el punto de vista de su distribución geográfica. Se encuentran las listas de las plantas,
que fueron colectadas alrededor de los volcanes grandes que visitó el autor. Las colec-
ciones fueron examinadas y determinadas en el «British Museum» bajo la dirección de
Mr. W. Carruthers.
666 AHOTACIOmSS T scplbmbmtos.
48. (Pág. 467.)
Fáuua ecuatoriana* — Muy pocos trabajos especiales existen sobre la fauna
del Ecuador. W. C. Hewitson describió las mariposas, que el coleccionista Buckley, bien
conocido en el Ecuador, recojió en sus viajes : Descr. of neto spec, of Lepid. coJL by
BuckUy in Ecuador. 4 parte. London 1869—1870. — O. Weymer y P. Maassen descri-
bieron las especies colectadas por el doctor A. SttíbeL Esta colección tiene un interés
especial para la geografía zoológica, porque las especies se hallan agrupadas según las
regiones en que se encuentran. El trabajo de los nombrados entomologistas forma una
parte de la gran obra *W. Beiss und A. Sttíbel, Beisen in Süd-Amerika*, y lleva el
título: Lepidopteren, gesamméH aufeiner Base dureh Colombia, Ecuador, Perú, BrasQiem,
Argentmien und Bolivien, in den Jahrcn 1868— 1877, von A. Stübel. Berlín 1890. — Los
Coleópteros nuevos del Ecuador, colectados por el mismo viajero, Dr. A. Stubtl, fueron
descritos por Th\ Kirsch en BerUner Entomolog. Zeitschr., Bd. 27 und 28 (1884).
La única clase de animales, de que poseemos monografías completas, son los Mo-
luscos terrestres y fluviales del Ecuador. La primera es del Dr. C. MiUer: *Die Bkme»-
moUusken von Ecuador», que se encuentra en Malakologische Bláiter, XXVI, 1879.
La segunda monografía mas completa se encuentra en el «Buttctin de la Société
soologique de France», i. XII, 1887, bajo el epígrafe: *Fau*e malacologique de la Bé-
publique de VÉquateur, par Augusie Cousin». El autor, que vive desde largos años en
el Ecuador, ha descubierto muchas especies nuevas. En el mismo tomo y año del
«Bulletin» se halla un suplemento al trabajo del Señor Cousin : *Moüusques nouveaux de
la Bépublique de VÉquateur, par le Docteur F. Jousseaume», en el cual se describen las
especies últimamente descubiertas y remitidas por Mr. Cousin. Se puede decir, que estos
dos folletos contienen todo cuanto se conoce hasta ahora de la fauna malacológica (ter-
restre y fluvial) del Ecuador.
Sobre las aves del Ecuador consúltese « Proceedings of the Zoological Society of
London», Febr. 8, 1885: On birds from Ecuador. Es un artículo sumamente interesante
escrito en francés: Troisüme liste des Oiseaux recueülis par M. Stolsmann dans VÉqua-
teur. Par L. TacManowski et Comité H. v. Berlepsch.
Interesantes noticias, ilustradas por magníficos grabados, sobre la fauna andina, se
hallan en el tomo suplementario de la obra de Whymper: *SuppUmentary Appendix to
Tratéis amongst the Oreat Andes of the Equator, by E. Whymper» (London 1891). Zoó-
logos de renombre, como Bates, Salvin, Day, Miers, Boulenger y otros se han dedicado
á la determinación de las colecciones de Whymper y á la descripción de las especies
nuevas.
49. (Pág- 472.)
Origen de las islas de' Galápagos. — En este punto no estoy de acuerdo con
el señor Dr. G. Baur, último viajero científico quo en 1891 visitó el Archipiélago. EL
supone que las islas se formaron por la sumersión de una parte del Continente ameri-
cano, representando ahora las montañas mas altas de esta porción sumergida. No se
apoya en ningún argumento geológico para su hipótesis y dice solamente, que á ella no
se opone nada de parte de la geología. Del otro lado afirma, que necesita de esta hipó-
tesis para explicarse el origen y la distribución de los actuales organismos en las islas
según la teoría darwiniana, porque de otro modo (por inmigración) no seria posible ex-
plicarla. — De parte de la geología, que el señor Baur parece haber descuidado en su
viaje, talvez se podrá hacer mas objeciones de lo que piensa, y las haré á su tiempo.
Ademas me parece que con su hipótesis (de una separación y sumersión sucesiva de las
islas) la explicación del origen y de la distribución de las epecies, admitiendo con él
un desarrollo natural según la teoría de descensión, no se facilita, y talvez se dificulta
mas la de ciertos fenómenos. Hasta ahora he leido solo una serie de artículos, que el
señor Dr. Baur hizo publicar en «Beilage zur Allgemeinen Zeitung» de Munic, 1892.
Nro. 32—35, bajo el título «Ein Besuch der Galapo gos-Inseln». Esta lectura no me ha
convencido de la probabilidad de su hipótesis. No encontré ningún hecho nuevo, que yo
mismo no hubiese observado en mis viajes y en parte descrito del mismo modo como
el señor Baur, en una relación (fragmentaria) de viaje, publicada en Heidelberg 1879, en
«Samnüung von Vortrágen*, herausgegeben con W. Frommel und Fr. Pfaff», bajo el mismo
ETNOGRAFÍA. G57
epígrafe «Ein Besuch der Galápagos-Inséln». Pero me abstengo de una discusión deta-
llada, hasta haber visto en su obra mas completa, que está preparando, la argumenta-
ción científica de sus afirmaciones y de su hipótesis geológica.
50. (Pág- 504.)
Hubiera deseado insertar en esta obra, después de la Geografía botánica y zooló-
gica, una parte etnográfica. Muchos son los materiales que he recojido, especialmente
sobre los antiguos habitantes de las provincias litorales. Pero el corto tiempo que me
quedaba para redactar este libro, no me permitió la elaboración de esos materiales, y
así quedan reservados para otra ocasión. — Llamo la atención de los etnógrafos á la
obra varias veces citada de F. González Suárez, «Historia general de la República del
Ecuador», cuyo primer tomo (Quito 1890) trata de los tiempos prehistóricos, y que con-
tiene casi todo lo que sabemos hasta ahora sobre la época mas remota, según los es-
critores antiguos. El autor no es un compilador de cosechas agenas; al contrario, hizo
muchos estudios interesantes y originales y descubrió varios documentos nuevos. En
1878 publicó un importante «Estudio histórico sobre los Cañaris», con 5 láminas, y actual-
mente está preparando un «Atlas arqueológico», que formará el complemento del primer
tomo de su obra.
Wolt, Ecuador. 42
ÍNDICE ALFABÉTICO.
Abreviaciones: a— cerro, cerros, montaña; cord. «-cordillera; est.— estero; h.«hacienda;
i.— isla; r.— rio; p.=pueb!o; 8.= sitio; v.— volcan.
Abich, H. 886, 642.
Abingdon, i. 470.
Abraspungo 78.
Abusa, c. 48.
Académicos franceses 571.
Acayana, c. v nudo 90.
Aoumbe, c. 154.
Achira, c. 90; r. 86. •
Achote, r. 144.
Achupallas, p. 56; c. 68.
Agalmatolita 265.
Agovan, r. y chorrera 83.
Agricultura del litoral, 429; de la sierra 446.
Agua-clara, r. 138, 161. — 166. — 175.
Agua-fria, r. 147.
Aguas minerales y termales 305—306, 635
638.
Aguas de la prov. del Guayas 307, 638, 640.
Aguano, p. 201.
Aguapiedra, fuentes 153.
Aguaríco, r. 204.
Aguasaira, fuentes 153.
Agua-sucia, r. 169.
Ahorcados, i. 22.
Aichi-yacu 192.
Aipena, r. 192.
Ala, r. 197.
Alamor, r. p. 36; cord. 33.
Alambí r. 102, 165.
Alangasí p. 92; fuentes 635.
Alao r. 64; páramo 58.
Alausí, valle, r. p. 5G, 553.
Albemarle, i. 470.
Alcaeay, r. 50.
Alcázar, c. 67.
Algodón 432.
Alsedo y Herrera, 1). 583.
Alusí r. 138.
Aluzana, c. 67.
Allcuquiru, c. 37, 51.
Allpachaca, s. 40, 56.
Allpa-yacu 84.
AUuriquen r. 167.
Amalgama 315, 819.
Amarillo, r. 36, 104.
Amaya, r. 197.
Amazonas, r. 188—189, 584.
Ambato, villa, r. 82, 88, 502.
Ambi, r. 102.
Ambi-yacu, 206.
Amboca, cord., r. 82, 88, 36.
Ami, r. 76.
Amotape, cord. 33.
Anearan* H. 607.
Ancón, punta 21, 164.
Ancón de Sardinas, bahía 25.
Ancha-yacu 175.
Andesina 335.
Andesita 335, 368, 642.
Andoas, p. 199.
Anfibios 460.
Angamarca, cord. 78.
Angas, r. 56, 111.
Ángel, par. 99; r. p. 103.
Angochagua, cord., p. 101, 102.
Angostura, c. 33; r. 177.
Animales domést. 467.
Animas, c. 154.
Anotaciones y suplementos 563.
Ansupi, r. 201.
Antimonio 269.
Antisana, c. v. 88, 356; r. y hato 89.
Antisanilla, h. 92; lava de, 92, 357.
Antracita 229.
Apaga, r. 68, 191.
Apatenoma, r. 197.
Apianga, r. 197.
Aracnoídeos 466.
Arayuno, r. 201.
Arcilla pizarrosa 246, 273.
Archidona, p. 203.
Archipiélago de Galápagos 468, 562.
ÍNDICE ALFABÉTICO.
659
Área del Ecuador 12.
Arenal, r. 140; puerto 141.
Arenal del Chimborazo 61.
Arenillas, p. r. 107.
Arenisca de Azogues 244, 599.
- cretácea 442.
— terciaria 273.
Armadillo, r. 144.
Armas, escudo de, 547.
Arroz 431.
Arsénico 269.
Arsenopirita 231.
Articulación de los Andes 581.
Artopé, G. J. A. 642.
Asajmon, c. 154.
Asancoto, p. 71.
Asfalto 249.
Atacámes, ens. 24; hoya, r., p. 162.
Atacamita 625.
A tacazo, c. v. 84.
Atacuari, r. 205.
Atatinqui, ensillada 84.
Avaca, c. 33.
Avenico, r. 197.
Avenidas de agua y lodo, 319, 643, 644.
Aves 456, 656.
Ávila, p. 204.
Avispas, r. 141.
Aya-collqui 358.
Ayalan, est. 153.
Ayampe, punta 22; r., s. 155.
Ayangue, punta 22.
Ayavaca, cord. 27.
Ayñayña, r. 28.
Ayon, r. 50; lavad. 308.
Azogue = Mercurio.
Azogues, villa 48, 554.
Azuay, nudo 46, 52, 54, 55; terr. volc. del
A. 366; prov. 554.
Azuela, r. 204.
Azufral de Túqueres 100.
Azufre 290.
Azumbí, r. 135.
Baba, r. p. 141; cant. 560.
Babahoyo, r. 128, 134; villa 131, 560.
Bachillero, r. 148.
Baeza, s. 202.
Bahía de Caráques 157, 561.
Bajen, est. 153.
Baio alto, p. 109.
Balao, r. p. 111, 112.
Balao chico, r. 112.
Baleato, A. 580.
Balsamo c. de, 156.
Balsapuerto, p. 193.
Balzar, r. 145, 160; p. 146.
Ballena, punta 23.
Ballenita, puerto 21.
Bambe, r. 171.
Bam buscara, r. 31.
Bancos 122.
Baños (Tung.) p. 84: fuentes 635.
— íCuenca) 302.
Barbudo, r. 176.
Baritina 267.
Barómetro 396.
Barquito, r. 171.
Barraganete, r. 145.
Barrington, i. 470.
Barro viejo, r. 168.
Bascung, Badcung = Vaseun.
B asurco, S. 569.
Batang, c. 118.
Baur, Dr. G. 656.
Bebo, h. 141.
Beche, r. 160.
Bella Maria, r., s. 36.
Bereniza, r. 194.
Berseta, cord. 44.
Biblian, p. r. 48.
Biguá, r. 159.
Bijagual, r. 145, 148.
Bilovan, p. r. 67, 71.
Bilsa, r. 160, 161.
Bindloe, i. 470.
Biscaya, cord. 32, 36; minas de 625.
Blanco, r. 64. - 80. - 84. - 101, 166.
Bobo, r. 105, 149.
Bobo naza, r. 198.
Boca de Baba 130.
Boca de Cañas 142.
Boca de Carón 179.
Boca de las Peñas 130.
Bocana, r. 141.
Bodegas, r. 128, 134; villa 131, 560.
Bogotá, r. 178; lavad. 327.
Bolaniguas, r. 165.
Boletin del Obs. astr. 387, 395, 403.
Boliche, r. p. 116, 117.
Bolívar, prov. 553.
Bolsa, r. 148.
Bomboiza, r. 194.
Bonney, T. G. 642.
Bono, r. 36.
Borracho, punta 23.
Bougutr, M. 385.
Boussingault, M. 65, 222, 340, 393, 648.
Branco, Dr. W. 373.
Brava, punta 23.
Bravo, cerro 155.
Briseño, r. 158.
Brocel, r. 147.
Brucita 244.
Buchy Leop. v. 599.
Buenavate, paso 78.
Bueran, c. 46.
Bueste, cuesta 48.
Bulubulu, r. 116.
Bunche, r. s. 162.
Burgai, p. r. 48.
Burgos, r. 139.
Burro, r. 147.
Busa, lag. 40.
Cabonda, vuelta de 130.
Cabra, c. 124.
Cabuyal, punta 23; r. 182.
Cacao 427, 433, 652.
Cachabí, r. 178; lavad. 326.
Cachan, h. c. 136.
Cachillacta, cord. 96.
Caehipiro. s. 30.
Cachisagua, c. 69.
42
660
Cachi-yaca, 104, - 18*.
Cali- 482.
Cali na pana-, r. 192.
Caimito, i. «4. r. 17, 163.
Caiabamba, p. til, 68.
" h . nudo 80.
, ri,rd. 44, 46. — nud
\ r. m.
' L treno» dv 87; r. 166.
-__. r, 1N.
UIsKuru, c. r. 88, 108, 100.
GdB&uM», o. 58,
LUdera, s. IOS.
Calentura, oerrito 19».
Güera, r. 86.
California, i. 141.
Caliae 841. 983.
CdsgOln " "
ÍMOIOM AT.lFArtnOO.
n.
Calví
Cálv, ,
.171.
L 84; cent. 566.
188.
.._,._. - . 116.
Callo, mt ».
Callo, o. 80.
Cunaran, r. 169.
Camarones, r. 168. —
Cuinbuyun, cord. 98.
Cainiuo real de loa Incas 88, 681.
Caminoa dal litoral 811.
- de la «ierra 818, 688.
■a, o. 179.
, Dr. Fr. 888.
Canduanda, o. 68,
Canoa, r. 111. - p. 168.
Cauque, r. 169.
Cantagallo, est. 117.
Canumbi, r. 180.
Cañar, r. 52; villa y prov. 54, 554.
Cañari bamba, p. 41.
Cana-yacu 112.
Cañi, r. c. 69.
Canuto, r. 161.
Caolín» 282, 264.
Cao ni, r. puerto 167.
Capadia, o. 68.
Cápele, puerto 148,
Capilla, r. 84.
Capiro, c. 37.
Caple, r. 171.
Caponen, est. 19.
Capotillo, r. 156.
Capul í-urcu 68.
Caqui'tá, r. 2()7.
Caraburo, h. 95.
Caracol, r. 185.
Caránqui, p. 102.
Carafto, r. 180.
Cariquea, bahía 88 167.
Caras, nación 506.
Carchi, r. 104; prov. 647.
Cario man gn, p. 668.
Carioocha, lag. 9L
' ¡ir ihuairaao, o. v. 81, 68, 78, 868.
< 'arihuaray, r. 48.
Cari -yaca 102.
Carmen, r. 118.
Carnívoros 468.
Carnero, punto 21, 154.
Carondelet, s. 178.
Cunta nueva, cord. 76.
Carrizal, est. 153.
Cartagena, r. 95.
Cartas geológicas ¡Jít6,
i.'o»iii.íij, r. 42.
Ceeaguela, o. 79.
Casanga, r. valle 88, 36.
Cascacunga, párainu 91.
Cascajal, punta '21.
LWarüla 436.
Cataoooha, eant 666.
Caiamayo, r. valle 84, 85.
Caterama, r. p. 186, 186.
Caucay, cerros 44.
Caucayo, r. 201.
Caucho 426.
CaynmhV. ¡ü v. 89, 90, 866; r. 96; p. 90, 661.
Cayanca, salitral 108.
Cayapas, cord. 99; r. 174-176; indios 683.
Cebadas, p. t. 68.
Célica, cord. 88; oant 666.
Centinela, punta 81.
Cerrito, i. 125.
Corro Aiul 125.
— Bravo 155.
— Hermoeo 78.
— Negro de Mayasquer, v. 99, 868.
Curros di- Hojit 165.
Cetáceos 466.
Cetaütu, Dr. P. F. 80, 104, 139, 497, 573.
GUta de León, P. 61, 680.
Cimalon, c. 118.
Cimarrones, c. 89.
Cinchónos 486.
Cinto, r. 166.
Clima del Ecuador 363, 407.
- del litoral 407.
-- de loa bosques húmedos 432.
- interandino 412.
- do los Galápagos 477.
Cobre 269, 625, 629.
Coca, r. 201.
Cocaniguae, p. 166.
Coco, r. 70.
Cócola, r. 168.
Cocoya, r. 148.
Cocha, lag. 97.
Cochaloma, c. 100.
Cochapainba 67.
Cu chapa tu, p. 40.
Cochasqui, p. 96.
Codatti, A. 570.
Cófanee, r. 204; indios 585.
ÍNDICE ALFABÉTICO.
Cojimies, i. esl. 23; bajos 24
; cerros y esl.
Corrientes de lava 341, 475, 648.
159, 160.
Cosanga, r. 202.
Costa del Ecuador 18.
Cojitambo, c. 45, 367.
Colé, r. 170.
Costa mala 21.
Colimbo, páramo 100.
Cotacachi, c. v. 98, 353; p. 102, 548;
Colimes, p. r. 146, 147.
tes 637.
Colonche, eord. 124, 125; p.
155.
Cotapino, p. 204.
Colonización de loe Galápag
)s 489.
Cotoeollao, p. 96.
Colope, r. 182.
Cotopaxi, c. v. 75, 78, 841, 351, 358, 643
-647
Colorado, r. 156.
Coto-yacu 28.
Colorados de St°. Domingo
)27.
i'imsin, A. 656.
Colta, lag. 63; cant. 553.
Crerait.r, Dr. J. 573.
Columbe, p. 61.
Cristal, r. 4
Collanes, c. v. 59, 60, 365.
Crustáceos 466.
Collay, r. 51; lavad. 308, 313.
Cuaque, r. 159.
Cubijan, cord. 76.
Cubil Jan, cord. 76.
Comercio 542.
Comipaga, r. 145.
Compadre-huaico, r. 81.
Cubillin, c. 58.
Compañía, r. 48.
Cucarracha, r. 169.
1 'ijimmicacion 545.
Cuchabí, r. 180.
ConcepcioD, p. 177. — 204.
Condamine, de La 361, 363,
Cuchilla, r. 145.
365, 565.
Cuenca, hoya 42; ciudad 48, 555.
Cóndor, cord. 27.
Cuicocha, lag. 98, 363; r. 102.
Condorasto, o. 60, 232.
Cnilchi, r. 80.
i'onilnr-i'ocha, e. 87.
Culebrillas, r. 53.
Condué, r. 204.
Culpepper, i. 470.
Conga, r. 169.
Cumba, r. 162.
Congo, r. 145.
Cúmbal, e. v. 99, 100, 353; r. 104
Cóngoma, r. 144.
Cumbaraga, r. 31.
Conguillo, r. 145.
Cumbe, r. p. 47.
Conquista del Ecuador 515.
Cumbilí, r. 136.
Constitución del Ecuador 519, 522.
dimbiiinmá, pongo 185.
Convento, r. 159.
Cuni. r. 42.
Conventillo, r. 69.
Cauro, e. 100.
Copalillo, c. 67.
1 'unturguacliana, c. 85.
Copé 288.
Cunue-yaeu 81.
Copiambiza, r. 194.
Cúquiva, r. 170.
Corazón, c. v, 84.
Curaray, r. 74, 206.
Cordero, Dr. L. 193, 194.
Curi-v;icu 205.
Cordillera dr los Andes 15,
26, 581.
( 'uriinimgiie. r. 92.
- oriental ¿9, 37 42, 54, 58,
71,87, 97.227.
Cuscungo, c. 57.
- occidental 30, 43, 52, 55
61, 78, 84, 98.
Cu si guango, p. 80
- de Alamor 33.
Cusin, c. 91.
- de Amboca 32, 33.
CuBulima. r. 195.
- de Amotape 33.
Cusulime, r. 196.
— de Angamarca 78.
Cutuchi, r. 80.
- de Angochagua 101.
Cutuguai, o. 132.
— de Avavaca 27.
Cuve, r. 171.
de Biscaya 32, 36.
Cuvilche, c. 100.
— de Célica 33.
Cuvabeno. r. lag. 204.
- de Cóndor 27.
Cyclas 253.
- de Chilla 32.
Cyrena 253.
- de Dumarí 32.
- de Huaira-urcu 33.
— de Huamboya 60.
Chacana, c. 357.
— de Huancabamba 21,
Chaca-yacu 112.
- de Intac 98.
Chacras, s. 107.
de Píllaro 74.
Chaguana, r. 111.
— de 8t\ liosa 27.
Chugüil, c. 67.
Chanuar-urco, p. 41.
— de Zamora 30.
— nevada 38.
<"'huliuíi'?qn¡, ¡>. 104.
Chalenes, i. 153.
Carina, r. 84.
Cormorant, punta 474.
Coronel, A. 571.
Chalpi, r. 202.
Chalupas, cord., r. 74.
Coroza!, est. 137.
Challua-yacu, r. 70.
Corozo, r. 116.
Ch amachan, r. 103.
Correntoso, r. 141.
Chama va, r. 29.
Chambra, r. 199,
Corriente antartica 385, 471
578.
ÍNDICE alfabético.
Chambo, r. 63, IbX
('han ti, r. 101.
Chancana, r. 170.
(!■*»■ Bwd. í«.
Chanehaii, «trt. 43. - r. v valle 56.
Chandiiy. bnjr,, 2; Altos de, p. 151.
(hapacotn, p. TI.
Chapuln. r. 137.
Charapotó, p. 156.
Charcay, r. 40.
Charle*, i. 170.
Chalham. i. 47o.
nhamif. r. 144.
Chaupi, c. 77.
Cheve, r. 16o.
f'liibu. r. til.
Chibunga, r. 61.
Chicagua, c. 68.
Chíchiva, r. 170.
Chiguacay. r. 58.
Oh i guana, r. 197.
Chipüe, r. 171.
Chi huango, x. 33.
A 130.
CU
lio, e*t. :
¡la. r. Iti
I, Inl
32.
Chili
Cbiltazon, c. 99.
Chilla, cord. 32: p. 42.
rhilliipn-hn. «-orí. 33.
Chillan**, hoya, p. 6».
fhilÜTiti.mo. r. 184.
Chillo, valle 92.
Chilhiri, cord. 99.
Chima, valle, r. «7, 71, 134.
Chimbo, valle, cord. r. 66, 68. 131; cant.
p. 554.
Chimborazo. c. v. 61, 66, 344, 363; pTOV.
662; fuentes 636.
Chinambi, r. 104.
Chinea, r. 170.
Chinchipc, r. 27.
Ohingnriso, r. 191.
Chínguere, t-frt. 12».
Chipen», r. 171.
Chipo, r. 168.
Chique, r. 171.
Chirijo. r. 134.
Chirinos, p. r. 28.
ChÍHincho, nudo 77.
Chito, p. 28.
Chito-yacu 28.
Chiva, r. 171.
Chivatillo, r. 175.
Chobo. h. 134.
Cholos 535.
Ohone, p. r. 166.
Chongon, cord. 124, 125; est. r. 153.
Chonta-cruz, e. 30.
Chopoya, c. 154.
Chota, r. valle IOS.
Cliiir-uviinurL O. 154.
Chuch'unga, r. 190.
Chugehilan, eorii. 79.
Chiyampe, r. 140.
Chula, r. 170.
Chuloaga, r. 84.
Chumbo, r. 35.
Chunehi. p. 56. — tan
Chunquer, r. 204.
Chupacaldn. r. 145.
Chuquinae. f. 66, 6».
Chuquiríbaraba, p. 36.
Chura, r '""
Ch.ir
r. 47.
Churute, «tt. 115; r.
Chumtillo. etf. 115.
C'hiiHpichupa, r. 89.
Chuyiy. c. 63.
Damas, r. 144.
Dañas, e. 56.
Ilauie.i-.eM.24. r. 142. 148.149.170; aguas
riel 638-640; cant., p. 669.
Delpg. p. r. 48.
Dcutla pública 516.
Diahasa 262.
Digiya, J. 364.
Dioríta 235, 260, 599.
Doblones, r. 145.
Dógola, r. 169.
Dolores, r. 146.
Don Juan, r. 159.
Don Pancho, r. s. 155.
Dreutt, P. L. 306, 632, 633, «35.
Dudas, r. 51.
Dué, r. 204.
Dumarí, cord. 32.
Duncan, i. 470.
Edentados 455.
Ejército del Ecuador 516.
Elefancía 413.
l:;l.
i:n;.U„,,.!t, II. 632.
Krwlla.hi. tumbo 6.S.
Entrada, r. s. 155.
Erupciones de lodo 3411. 613, 641.
volcánicas 345.
la g<?<
'.•!.').
i. 98.
Escudo da amas H7.
Eseurrt1 braga, remolino 185.
Esmeralda, piedra 329, 641.
Esmeraldas, puerto, r. 24, 164, I6Ü; prov.
163, 561.
— viejo 172.
Esquistas cristalinas 226, 596.
Estacada, c. 150.
l^lí..-1-.iies 397
Estancia vieja. 150. — C. de 154.
Estero limpio 145.
— Saludo 21. 126, 153.
— viejo 112.
Esteren, r. 141.
Exportación 544.
Extrangeros 536.
Fahlerz 267.
Farallones, i. 20.
Farrand, C. 356, 365.
Fartarumi, c. 69.
Fauna del Ecuador 462, 656.
índice alfabético.
MB
Fauna de los Galápagos Jfi3,
Ferrocarriles i) 18.
Fiebre Amarilla 410.
Filo-corrales, e. «9, 358.
Fitiroy d- KcUtt 572.
Flmmma, /f. 569, 573.
Flora del Ecuador 4IS, «55.
do los Galápagos 479.
— andina 4+8, 653.
— costanera 417
interandina 4-11, 652.
- oriental 439.
palustre 423.
sabanera 419.
subtropical 423.
— tropical 436.
Florean», i. 470.
Flores, i. 130.
Focas 456, 484.
Foetterk, Ft 69(5.
Formaciones gi^lñ^ina!* del Ecuador 224.
-■ en general 595.
— aluvial 2*4. :jol.
— cretácea 23ÍI. 599.
— cuaternaria 281.
- del gneis 220.
— de los pórfidos 258.
— del Wealden £13.
— diluvial 2S4. 301.
— Alivio-marina 294.
— terciaría 272.
— volcánica 310.
Fósiles cuaternarios 286, 373.
terciarios 277 279, 630, 632.
Franees-ureu, c. 89.
Fritó, P. S. 565.
Fuentes minerales y termales 269, 293, 302.
306, 633, 635.
Fuyafuya, c. 90.
(¡ahilan, e. 68.
Gabina, r. 161.
Gala, r. 111.
Galápagos, Arebip. de los 3, 12. 469. 562,
656.
Galena 626.
Galera, punta 24; r. 162.
Galubí, r. 70.
Gamalolales, r. 28.
García Moreno, O. 356.
Garrapata, r. 140. — 166.
Gases volcánicos 347.
Gtinitz, Dr. E. B. 244, 253.
Geografía botánica y zoológica 415.
— política y civil ¿97.
Geología del Ecuador 221.
de los Galápagos 470.
Ger, minas de 630.
Gneis 226, 596.
Gobierno del Ecuador 519.
Golfo de Guayaquil 19.
Golongal, c. 90.
GoatáUe Suártz, Dr. F. 80, 497, 656.
Consol, p. 56.
Gorda, punta 24.
Gradas, r. 69.
Grafito 228.
Gnrnifttal. r. 112.
Granito 235.
Granohles, r. 96.
Granate 231. 267.
Guabalcon, r. c. 56.
Guabito, c. 118.
Guabo, p. 109.
Guacalgoto, quebr. 71.
Guacamayo, c. 202; v. 332.
Guachalá. r. 166.
Guachifili, c. 357.
Gtiagra-nma. c. y nudo 30.
Guagra-ttren. cord. 202.
"¡nagus Inhuma, e. 46, 247.
iuaitaoama, p. 80.
Guáitara. r. 104.
Gualaeeo, r. 48, 50; p. 50, 555; terr. volc.
de 367.
Gualaquiza, r. 194; canl. 555.
Gualea, r. 165.
Gualel, r. s. 35.
Gualipc, r. 144.
Gunlpi, r. 175.
Guallabainba, r. 91, 96, 165, p. 96.
iiiiilEniiiic, p. 70.
<;iinll,rinio¡iv, r. 50.
Guallupi. r. 104.
Guamaní, c. 89, 358.
.mapungo, s. 116.
üuambí, r. 95.
Guarnes, r. 206.
Guamote, p. r. 61, 63,
Guana, r. 168.
Guanábano, h. 117.
Guanasang, p. 42.
'¡utiiigitji'. cord. 79.
< itiitu^iipolo, p. 93.
íinantiic loma. c. 69.
Guano, p. r. 64.
Guapa I . r. 91.
Gnapiiri, fuentes de 303.
Guapantc (Huapanle) r. 72.
Guápuln, p. 93.
Gujipmi froto, c. 69.
Guaracayo, pongo 185.
Guarand'a. villa 68, 69, 553.
Guare, i. 128.
Guarguar, s. 67.
GimrniH'oi'ha, lag. 91.
Guarumal, est. 109.
Guarumo, r. 116.-137.
Guasuntos, p. 56.
Guata xi, r. 56.
Guayabal, r. 34.
Guayabo, r. 144.
(Juayama, r. 68.
Guayaquil, cerritos de 124; ciudad 126, 567,
clima de 409.
Guayaquilita 300.
Guayas, su delta 114, r. 115; sist. fluv. 124,
126; - prov. 557, 583.
Gíicri'giifre, r. 143.
Guispe, r. 168.
Culashi, c. 43.
Gümbel, C. W., 642.
Guzman, A., 571.
664
ÍNDICE ALFABÉTICO.
Halófilas, 418.
HaB, £.894.
Hatun-Cañar, r. 58.
Hatimtáqui, p. 102.
Hato, r. h. 71.
Hanquich&qtii, pongo 185.
Helaras 406.
Hena r. 204.
Herradura, r. 175.
HerM. Dr. & 642.
Hewttom, W. C. 656.
Hierro palustre 804.
Hiperstena 886.
Historia del Ecuador 498.
Hollín, r. 208.
Hondón de San Diego 77.
Hood, i. 47a
Huaea, nudo de la 100, 108; r. 111.
Huacapanto, r. 81.
Huaico, r. cap. 71.
Huaila, puerto 20.
Huaira-pungo, r. c. 68, 857.
Huaira-urcu, o. 82.
Huallaga, r. 192.
Huamboya, oord. 60.
Huancabamba, oord. 27; r. p. 29.
Huapante (Guapante), r. 72.
Huaquilla, o. 116, 118.
Huarama, r. 199.
Huarmiapac, r. 202.
Huasaga, r. 199.
Huele, r. 172.
Huigra, quebr. h. 58.
Huinsha, altura 77.
Humboldt. A. 9. 5, 9, 10, 85, 222, 849, 865,
885, 567, 572, 574, 581, 599. 64a
Humedad y lluvia 897.
Huracanes 899, 400.
Ibarra, boya de 97; villa 102, 548; terre-
moto de 382.
Igualata, c. y nudo 62.
Iguanas, p. 147; cerros de 148.
Dalo, c. 92, 344.
Iliniza, c. v. 77.
Ho, puerto 138, r. 144.
IUapa, c. 67.
Illuchi, r. 81. — 84.
Imbabura, c. v. 101, 349, 358; prov. 548.
Imbana, c. 30, r. 31, 167.
Importación 544.
Inca, r. i. 168.
Incapirca, ruinas 52.
Incas 509; obras de los 581.
Indefatigable, i. 470.
Independencia del Ecuador 518.
Industria 542.
Indios Cayapas 526, 583.
— del interior 529.
— del litoral 525.
— del oriente 532.
— de Esmeraldas 528.
Infiernito, r. 169.
Inoceramus 243.
Insectos 463, 656.
Instituciones polit. y civiles 519.
Instrucción publica 540,
Iñaquito, plano 94.
Ipi, r. 168.
Iquitos, p. 188.
Irambiza, r. 194.
Iranaza, r. 194.
Isoo, r. 91.
Iscuandé, r. 175.
Ishubamba, h. 68.
leerá, o. 165.
Isimanohi, r. 28.
Isinlivi, oord 79.
Iudkrt, C. van 627—680.
Itaya, r. 200.
Itapo, páramo, p. 62.
Isa, r. 206.
Jabita, r. 154.
Jaén de Braoamoros 28, 29.
Jagua, r. 112. — 147.
Jama, r. 159.
Jambelí, L, esi, canal 19, 20.
Jamboé. r. 81.
James, i. 470.
Jamuim, W. 655.
Janeiro, r. 81.
Japan, r. 147.
Jaranujd, punta 22.
Jarungo, o. 68.
Jeberos, p. 192.
Jerez, r. o. 111.
Jerinoma, r. 86.
Jervis, i. 470.
Jima, p. r. 48.
JimétUM de la Espada, M. 854, 856, 647.
Jipijapa, oanl p. 561.
Jirón, p. r. 40, 555.
Jordán, lazareto 51.
Jorupe, mina 625.
Jou88eaume, Dr. F. 656.
Jubal, r. 51.
Jubones, boya, r. 39, 109, 110.
Juivi grande 363.
Jiyan, s. 130.
Jumon, est. 107.
Jundache, r. 203.
Juntas, r. 30. - 74. — 134. - 135.
- Granito de 236.
Karstm, Dr. H. 222, 251, 864, 872, 596, 648.
Kirsch, Th. 656.
Küch, Dr. B. 353, 642.
Lachas, cord. 99.
Ladrillos, cerro de 85.
Lagartera, puerto 168.
Lagartillo, r. 181.
Lagarto, r. s. 181.
Lainin, r. 112.
La Laguna, p. 192.
Lalbe, r. 171.
Lanza, c. 67.
Latacunga, 81, 82, 551.
Lava, corrientes de 64, 341, 474, 648.
— cuarcífera, 357.
— basáltica 473.
ÍNDICE ALFABÉTICO.
665
Lavaderos de oro 233, 308, 319, 639.
Lechugal, r. 135.
Lehmann, F. C. 655.
Lelia, r. 167.
León, r. 40; — prov. 551.
Leonang, c. 59.
Licay, quebr., h. 58.
Licto, c. de 63.
Lignito 282.
Límite de la nieve perpetua 405.
Límites del Ecuador 6, 577.
con Colombia 7.
— con Brasil 8.
- con Perú 10, 577, 580.
Limonal, r. 134.
Limonita 304.
Limpiopungo, meseta y lag. 76.
Linje, p. 55.
Lita, r. 99, 104.
Lo dan a, p. 156.
Loia, hoya de 30, 31; ciudad 31, 555, 556;
formación geológica de 279.
Loias, h. c. 150.
Lolo-yacu 199.
Lomas 123.
Londoma, r. 69.
Loreto, p. 204.
Los Ríos, prov. de 559.
Loyola, r. 28.
Luis, r. 36.
Lulu, r. 138.
Llangame, r. 58.
Llanganate, cord. 72.
Llamcay, r. 41.
Lligua, r. 84.
Llimpi, c. 62.
Llingasha, c. 43.
Lloa, valle 86.
Llulluche, c. 67.
Llullundungo, c. 67.
Llurimagua, r. 99, 165.
Llusin, r. 84.
Lluvia, cantidad de 403.
Maassen, P. 656.
Macagua, r. 125.
Macará, r. p. 34, 556.
Macas, p. r. 195, 197, 553.
Macul, r. 141. - 149.
Machachi, p. 92, 551; fuentes 637.
Machai, r. n. 84.
Máchala, est. p. 109, 110; cant. 556.
Maehalera, r. 111.
Machalilla, ensen. 22.
Maehángara, r. 48, 93.
Mache, r. 160, 169.
Mafa, r. 676; lavad. 324.
Magnetita 268.
Magro, r. 148.
Magua, r. 170.
Manuaca, r. 199.
Majagual, r. 181.
Mala, bajos 20; c. 151.
Mal abrigo, i. 115.
Malacates, r. 31. — 35.
Mal al, minas de 630.
Malchinguí, p. 96.
Maldonado, r. 160.
Maldonado, P. 198, 566.
Male, r. 170.
Malimpia, r. 168.
Mambra, punta 21.
Mamíferos 452.
Manabí, prov. 560.
Manga, est. 24, 161.
Manga-yacu 84.
Manglar-alto, r. p. 155.
Manglares 118, 418.
Mangles, punto 25.
Mangosisa, r. 195.
Manocaro, r. 199.
Manseriche, pongo 186.
Manta, bahía y puerto 22.
Mantingo, c. 87.
Mapas geográficos del Ecuador 1, 565.
— geológicos 222, 596.
— del Perú 570.
— de Colombia 570.
Mapoto, r. h. 84.
Marañon, r. 183, 189, 584.
Marcos, r. 160.
Margajitas, r. 84.
Mariano, r. 159.
Mármol, 303. ^
Marsupiales 454.
Martínez, A. N. 364, 648.
Marube, r. 171.
Masa, i. 115.
Masan, r. 47.
Masanamaca, r. 35; minas de 598.
Masar, r. 51.
Maspa, r. 202.
Masucay, r. 41.
Matadero, r. 47.
Mataje, r. 180.
Matanga, r. 37; lavad. 312.
Mates, r. 181.
Matorillos, i. 115.
Mauca, r. 202.
May así, pongo 185.
Mayunaga, r. 197.
Mazan, r. 205.
Medidas 545.
Mejia, cantón de 551.
Meláfido 262, 599.
Menten, J. B. 387, 571, 572, 577. Véase
también el Boletín del Obs. astr.
Mercurio 251, 252, 315, 319.
Mesobasalto 262, 599.
Mestizos 535.
Meteorología 383.
Miazal, r. 185.
Micacocha, lag. 89.
Mihuir, r. 112.
Milagro, r. p. 133, 134.
Müler, Dr. C. 656.
Milla, c. 56.
Minas, 270; de Loja 597; de Zaruma 600.
Minas, r. 41. - 51. - 112.
Minas nuevas, r. 36.
Mindo, r. p. 86, 166.
Minza, páramo 60.
Mira, r. 101, 103, 180; p. 103.
fsniOt ALFABÉTICO.
or, c. 97.
Miaagalli, r. 303.
Misoaque, r. 147.
Moeaehe, r. 189.
Moooli, i. 188.
Ho>
r. lñ!
Mocornt,
Mncha. p, 78, *2.
Hojuda nudo, v. v. 90, 861
Molina, r .•: 1N). 181
Molobog c. r. 46, 58.
Molong, r. 60.
Moluscos, 467, 666.
Molleturo, p. 113.
Mo
I1"'
Mompilche, r. 17:
MoiKatjo, P. 677,
M oii dragón, i. llí
Monedas Hfi,
Mono. r. 144.
Moi
146.
Montaflita, punta 33.
Monteeristi, o. p. 166, 661.
Morena, r. 144.
Moroeumbo, r. 160.
Horomoro, r. 87.
Morona, r. 196.
Horro, & 76; canal 163; esi. 1
y p. 151, 163.
Moluche, t. 109.
Moya, r. 69.
Utudúeho, r. 158.
Muerli-puiico, lag. 93.
Muisne, p. r. 161.
Muíalo, p. 80.
Mnlraul. c. 62.
MuIlúiiguloH 4"i5.
Mvllepnogo^ oord. 41, 48, t. 4
Mullidiang, cord. 66.
Mura, r. 147. - 196.
M'mi'iimlH'. r. 1T2.
Mutile, r. 170.
Habón, p. r. 40.
Naciones indígenas 499.
Nagsagpungo, e. 58.
Nambija, r. 31.
Nanay, r. 300.
Nanegal, r. 165.
Ñapo, r. p. 200, 303, 204, 586.
N"ii["'t"íi. p. 201.
Xnruujiíl, r. 112, 138; p. 112.
Naranjito, p. 134.
Naranjo, r. 41.
Nfirti'irough, i. 470.
Xiirivifia, lag. 111.
Xávaz-cruz, paso 61.
Naxichi, r. 82.
Negrillo, r. 138.
Negro, r. 31. - 51. — 109.
Nevados 405.
Nieva, r. 191.
Nieve, r. 84.
Nieve perpetua 405.
; península
-ya*
Nono, fuentes 637.
Norcay, r. 112.
Niieuray. r. l!f¡),
Nudpiuf, r. 48.
Numbala, r. 28.
Nusino, r. 205.
Nutria, r. 168.
Océano Pacífloo 18.
Olivina 886.
Olmedo, p. 147.
Olon. r. s. 166.
Onoebí, t. 186.
Qnuaga, r
Ornóle, r.
191.
¡é, r. 176.
Una. p- r. 40; lerr. voló, de 368
Ópalo 369.
Oro 368, 269, 808, 818, 837.
Oro, prov. del 666.
Ortíptcra, T. &* 647.
Orto*, J. 866.
Ostiones, r. 181.
Otavalo, villa 101, 548; fuentes fi
Ovneai-lii, r. p. 201, 388.
Oyambaro, s. 95.
Oiogoche, r. 63.
Pabellón del Ecuador 467.
Pacay-urca, minas de 607.
Padre encantado, o. 86.
Pagma, r. h. 68.
Pagóla, r. 176.
Pagua, r. h. 68, 111.
Paguampa, o. 86.
Pailón, eet 26.
Paira, a. 197.
Pajan, eord. 135;
Pajarito, r. 144.
PajonalOB 120.
Palabí, r. 179.
Palagonita 473.
Palaiachc, r. 169.
Palanda, r. 27.
Palannma, r. 28.
Palenque, r 13?, 188; p.
Palmar, punta 23; r. 159.
Palmas 425.
Palmira, h. 36.
Palobamba, fuentes 153.
Palo santo, i. de 153.
1'alüis, i'üiit. 656.
Palto, e. 32; r. 36.
Paludina 253.
Pallatanga, hoy
Pallo, r. 69.
147.
, p. 70.
I'itinkmiiu'oa. e. 89.
l'oml.il. r. 175.
Pambilar, r. 160.
Pampa, r. de la 155.
Pampas 119.
Pan, r. p. 51
Pan de azúct
44.
ÍNDICE ALFABÉTICO.
Panadero, r. 180.
Pimaraniro, p. 103.
Pimelodus Cyclopum 319.
Pancha], r. 147.
Panohalica, r. «2.
Pi mocha, p. 130.
Panecillo, c 87.
Pinantura, li.. ci>rr. de lava 92.
Pangar, r. 70.
Pinches, r. 199.
Paño, r. ¡JOS.
Pindilic, p. 61.
Panza, c. «8; rtird. 70.
Pindó, r. 311.
Papallacla, r. p. 89, 2i)l.
Pinllar, c. 101.
Papa-yacu. lago, 102.
Pfnluc, r. 84.
Caramba, r. 104.
Piñal, r. 147.
['«rumos, eondio. metcornl. 103.
Piñan. páramos 99.
Psranapura, r. 192.
Piíianpuiífío, r 70.
Paredones, minas 53.
J'jñas. r. p. 37.
Piotina 2(15.
Paritiari, r. 199.
Parindero, nst. 137.
Piquene, r. 19».
Parlidpro, r. 161.
Piquigiia, r. 159.
Pasado, rabo 23.
Pircuasi. r. 166,
Pasamachin, r. 168.
Pircusta. r. 171.
Pascuales, s. 148.
Pirita 231, 268.
Pnsorhoii, c. 88.
Pirofilila 265.
Pastaza, r. 83, 197.
Pirotina 231.
Pata do pájaro, e. 15¡l.
Pataló, p. 78.
Piscobaniha, valle, r. 31.
Patato, r. 82.
Piscn-urcu. 0. 67, 68.
Palia, r. 104.
Piso, r. 139.
Palul, c. 44; r. 69
Pisque, r. 96.
Paute, r. 47; p. 555.
Pita, r. 91. - 136. - est. 137.
Pavas, qucbr. do las 36.
Pital, est. 107.
Payaguas, r. 205.
Pitaviña, ruinas 42.
Payamino, r. 204.
Pitsara, r. 165.
Payana, i. 19.
Pivitiang, eord. 68.
Pocos 462.
Plantas cultivadas 429.
Pechiche, r. 112.
Plata 269: minas de 627.
Pedernales, punta 22 ; p. 159.
Plata, i. de la 22.
Pedregal, r. 91,
Pegttche, r. 101.
Pelado, i. 22.
Plátano (planta) 428, 432.
Plátano, r. 169.
Plátanos, r. 162.
Pelileo, p. cant. 502.
Platina 269, 323, 327, 641.
Pclinoay, r. 41.
Peñas (le Guayaquil 124, 125.
Playa do Oro. p. 177,
Playas 120.
Perdido, r. 139.
Playa-Vólez 138.
Perequeté, e. 148.
Plomo 269.
Perica, r. 138.
Población «lol Ecuador 523.
Perinao, s. 147.
Pocachi, r. 144.
Pcripa, r. 143.
Poembo, r. 138.
Perlita 358.
Pomallacta, p. 56.
Perucho, r. p. 96.
Pumasqui, p. 95.
Pongal, i. 19, 153.
Pescadilío, r. 145.
Pescado, r. 147.
Pongos del Marañon, 183-188.
Pórfido, 259; cobrizo 625.
Pesos 545.
Potrillo, s. 148.
Porfirita 259.
Petróleo 256, 288, 632.
Pórtele, cst. punta, r. 24, 160. —
Pianguapi, ensen., cst. 25.
Portoviejo, r. 156, ciudad 560.
Picoasá, p. 156.
Posiciones astronómicas 5, 574,
Pichincha, c. v. 85, 86, 364. 647 ; prov. 549.
Potorillos. r. 42.
Pichota, p. 156.
Piedra Manca, o. 32, 37. - cord. 43.
Potrerillo, s. 36.
Potrerillos, lava de 357.
Piedra-pez 259.
Potrero, r. 107.
Piedras, r. 112. - 147.
Potrero de la Virgen 147.
Pifo, valle, p. 95.
Potreros 430.
Pyio, r. 147.
Potro, r. 192.
Pijullo, t. 136.
Pilaló, r. p. 138.
Poza, cst. 25.
Pozas 120.
Pilares, quehr. 36.
Pozuelos, r. p. 136.
Pilaton, valle, r. 85, 167.
Proñadillas 349.
Pilo, puerto 109.
Presidencia de Quito 517.
Pilzhun, c. 46; minas de 267, 627.
Presidentes de la Reo. 519, 520
Presión atmosférica 396.
Pillaro, cord. do 72, 74; p. cant. 502.
668
ÍNDICE ALFABÉTICO.
Proaño, V. 195.
Puca, cord. de 125; r. 146.
Pucalapi, r. 143.
Pucaloma 53.
Pucará, c. p. 41, 42. — 67.
Pucay, r. 112.
Pucon, r. 147.
Puchaga, r. 197.
Pueblo viejo, r. 135, 137; cant. 560.
Puela, r, p. 64.
Puéllaro, p. 96.
Puembo, p. 95.
Puente de Chimbo 132.
Puente hondo, r. de 58, 197.
Puesnues, r. 180.
Pujih, p. r. 82; cant. 552.
Pula, r. 148, 149.
Pulpito, c. r. 51.
Pululagua, c. v. 87, 354.
Pulla, c. 32.
Pumacunchi r. 82.
Puma-ucu, r. 81.
Pumin, c. 67.
Puna, i. p. 20, 151; terr. volc. 333.
— vieja, est. 20; c. 151.
Púnchis, r. 28.
Pungal, r. p. 54, 64.
Pungo-yacu 101.
Punin, p. r. 64; fósiles de 373.
Punta Piedra 115.
Puntal, p. 103.
Puntas, c. v. 89.
Puntilla de Sta. Elena, 21, 154.
Puntilla, r. de la 158.
Punzucama, c. 68.
Puñalica, c. 78.
Puñay, c. 56.
Pupusa, r. 144.
Puruving, cord. 44.
Pusaga, r. 195.
Putumayo, r. 206.
Puyal, páramo, paso, 61.
Puyango, s. 107.
Quebrada honda, r. 28.
fuero, r. 42. - 82.
iuevedo, r. p. 137, 139.
Quichinche, r. 101.
fuiebre, r. 171.
hiiios, r. 202.
fuilimas, c. 58.
íuilindaña, c. v. 75, 358.
Quilitagua, c. 68.
Quilotoa, c. v. 80, 361: agua del 638.
Quílluc, r. 84.
Qiumiac, p. r. 64.
Quimsa-cruz 52.
Quindemunchu, <•. 6x.
Quindigua, r. 138.
Quingue, r. 162.
Quinjndé, r. 167, 168.
Quiñi oo, r. 48.
(Juinoa-corral 68.
Quirotoa = Quilotoa.
Ouisacoto, c. 68, 79.
(Juisaya, h., fuentes 638.
Ouispicasha, c. 79.
Kiita-palanca, r. 144.
íuito 93, 94, 395, 549.
tuitus, nación 505.
Raimondi, A. 9, 385, 570, 576, 584, 633, 638
Ramas, p. 141.
Ramos-huaico, r. 48.
Ramos-urcu 32; minas de 598.
Rancho alto, r. 145.
Raranga, r. 48.
Raspa, r. 108.
Bath, G. vom 642.
Rayo, c. 67.
Razas del Ecuador 524.
Razu-yacu 82.
Regiones del Ecuador, 15, 398.
- botánicas 417.
- central 16, 26, 402, 412.
- litoral 16, 106, 399, 407.
- oriental 17, 183, 398, 561, 586.
Reino de Quito 517.
Reüs, Dr. W. 72, 77, 80, 342, 348, 362, 372,
581.
Reiss é Stúbel 222, 355, 360, 394, 406, 574,
575, 588, 642.
Religión del Ecuador 539.
Rentas del Estado 545.
Reptiles 460.
República del Ecuador 497, 518.
Bestrepo, M. 7, 568.
Resumen histórico 498.
Retema, pongo 183.
Reventazones 350.
Revesa, puerto 112.
Revista territorial 547.
Rimachumac, lag. 199.
Rio Chico 156.
- Grande 144, 176.
- Nuevo 148.
- Seco 155.
Verde, p. r. 181, 182.
Riobamba. hoya 58; meseta 65; ciudad 64,553.
Biofrio, B. 607.
Rircay, r. 40, 116.
Roamainas, r. 199.
Rocafuerte, p. 156: cant. 561.
Rocas, su clasific. petrogr. 594.
Rocas verdes 258.
Roedores 454.
Bogcrs á Millet 573.
Rompido, r. 109, 110, 181.
Roncador, r. 141.
Ronca-tigre, r. 166.
Boss, W. 573.
Both? Dr. J. im.
Rumiguarcu, c. 69.
Ruminantes 455.
Rumiñahui, c. v. 77, 87.
Sábalo, r. 168. — 169.
Sabana grande, est. p. 153.
Sabanas 119.
Sabaneta, r. 134.
Sabanilla, nudo 27: r. 31, 142.
Sacama, s. 30.
Sacramento, r. 70.
ÍNDICE ALFABÉTICO.
Sade, r
, r., lag., c. 170.
z de Tejada, T. G. 600.
Sagoatoa, c. 79.
Saígfle, r. 171.
Salado, r. 104; eat. =. Estero Salado.
Solahoyo, r. 166.
Salango, i., punta 22.
Solapa, s. 31.
Salapí, r. 144.
Salar un -loma 68.
Salatí, r. 36.
Solaza, M. 394.
Salazaea, r. 82.
Sálima, r. 162.
Salinas (minas) 287, 305, 634.
Salinas, p. r. 104. - 136.
Salitrales 118.
Salitre, p. 141.
- mina de 305, 634.
Salto, r. 145.
Samama, c. 67.
Samanamaea, h. 237; lavad. 316.
Same, r. 162.
Sil II Agustín, r. 47.
- Andrés, p. 64.
- Antonio, r. 31. - 136. - 180; p. 102; de
Llullumb. 95.
Fernando, p. 40.
Francisco, cabo y bahía 24, 162. -- r.
28,31. -41. - 50.
- Ignacio, p. 28. - i. 153.
- Isidro, r. 194.
- Jacinto, r. 112.
- Joaquin, c. 89.
- Jorge, h. 70.
— José,
71,554.
— Juan, p. 61.
— Lorenzo, cabo 22. - p. r. 69, 180.
204;
r. 85.
- Lucas, r. p. 30, 31.
- Mateo, punta 22.
- Miguel di' Cayapas 176.
de Chimbo 71, 554.
- — de Latacunga 552.
- — de los Colorados 138.
- — de Sutiumbios 206.
— del Morro 152.
- Pablo, lag. p. 91, 102; r. 70, 71. - lag. 97.
- Pedro, i. 25. - est. 123. - r. 92, 95. — 104.
- 145. - c. 154.
- Rafael, r. 92.
- Vicente, est. 112. - c. 155.
Sanancajas, nudo 62, 71.
Sóndeme, r. 144.
Sandoval, A. 361.
Sangay, c. v. 69, 365; r. 197; cant. 553
. 161.
- Clai
. 19.
- Cruz,
- Elena, Puntilla de 21, 154; bahía de 21;
villa 154, 659.
- Lucía, p. 146.
- Bita, h. 51; est. 137.
- Rosa, est. 19; i. 25; eord. 27; r. p. 108.
-201; cant. 566.
Santay, i. 115; est. 117.
Santiago, r. 25; p. 31. - r. p. 69, 70. - sist.
fluv. 173, 177. - 193. - Lavad. 326.
Santo Domingo, r. 111.
— de los Colorados 138.
Sapayito, r. 176; lavad. 324.
Sapayu grande, r. 176.
Sora-ureu, c. 89.
Sardinas, r. 70.
Sartenejales 119.
Sosa, r. 170.
Savañac, p. 62.
Saya, c. 154.
Sayausí, minas de 630.
Schacko, G. 630.
Schwarse, G. 406. ■ . - ■
Seibo, est. 163.
Sesmo, c. 32.
Shingata, r. 37, 39; lavad. 311.
Shiric, c. 41.
Shiris 506.
Shiu, r. 50.
Shoray, b. 51.
Sibambe, r. p. 66.
Sibimbe, r. 135.
Sicalpa, p. 61, 553; r. 64.
Sicote, r. s. 71.
Sichacay, c. 32; r. 36.
Sidc-ay, r. 48.
Siduchi, r. 195.
Simiradtki J. de 222, 596, 599, 642.
Sienitu 235.
Siete, r. 111.
Sigchos, cord. do 79.
Sigsig, r. .'«i. [p. 555.
Siiísk'iingii, cord. 98.
Si^Jii^liiiiiiba, r. 58.
Silanchi, r. 167.
Siltinl.', r. 53.-85.
Sílice amorfa 250.
Silva, i. 130.
Silvan, cerros 40.
Sillay, r. 192.
Simpsm, A. 206.
Sinchic, c. 69.
Sincholagua, c. v. 87, 88, 358.
Siri-yaou 111.
Sitio nuevo 112.
Sodacu, r. 28.
Sodiro, P- L, 449, 652-655.
Sol ai
. 145.
Soldados, cord. 43.
Soledad, p. 148.
Soluno, r. 205.
Spruce, J¡. 573, 655.
Steitunatut, Dr. G. 596.
StoUmann, M. 656.
Stúbel, Dr. A. 59, 60, 342, 365, 404, 656.
Sucre, cant. 561.
Sucumbios, r. 206.
Sugachi, r. 199.
Suma, r. 169.
Sumaco, c. 204, 332.
Suno, r. 204.
Supibi, r. 135.
Suram paite, r. 48.
Su ron es, punta 24.
Surueuchu, r. 47.
ÍNDICE ALFABÉTICO.
Susunga, c. ti7.
Huacal, p. 62.
Tinajillas, nudo 39, 43.
Tinoco, h. 141.
Susuncama, r. 172.
Tintal, r. 141.
Suya, r. 112.
Tiocajas, nudo 55, 60.
Suya grande, h. 112.
Tí.miI ii. 78.
Tiupullu, nudo 71, 76, 77.
Toachi. valle, r. 79, 166.
Tabacay, r. 48.
Tcba voleúiúea :t34, 370.
Tabaco 431.
TueudiL p. %.
Tabaconas, r. 29.
i'oisan, cord. 99.
Tabaoundo, p. 96.
Tola, i. 25.
Tulil uní ni i, c 357.
Toldo, e. 59.
Tablaa, r. 136.
Toma, h. 35.
Tabla-yaeu 40.
Tabuchila, r. 108.
Tu me bamba 41.
Tomsupe, r. 163.
Tonehigüe, r. 162.
Tabuga, r. 159.
VuciHHHwstt, Dr. L. 65«¡.
Tóngora, r. 102.
Taché, r. 145.
Topo, r. 84.
Tachina, r. 159, 170.
Topografía del Ecuador 14.
Taday, r. p. 61.
— du los Galápagos 470.
Tagualó. r. 138.
Tórtolas, r., cord., indios 583.
Taguando, r. lo2.
Tortuga, r. 161.
Taguasa, r. 107.
Toeagua, r. p. 156.
Tagüin, c. 33. 107.
Tower, i. 470.
Tiiifíu», r. 171.
Traveseo, r. s. 155.
Tamhillu. r. 165.
Tremolita 266.
Tambo, p. 54.
— del Gobierno 67.
Tribus inUlg' lias 499.
Trinchera, punta 20.
Tambu-yacu 76.
Tulcun hoyu, p. 104: eant. 548.
Tanga ra, e. 67.
Tuliil.iii;, e. 68.
Tangán', r. 176.
Tuluchí, r. 81.
Tanicuchi, p. 80.
Tululbí, r. 179.
Tanisagua, a. 157.
Tumbaco, valle, r. p. 92, 95: Cuentos (38.
Tanti, r. 167.
Tumbaviro, p. 104.
Tarau, r. 64.
Túmbez, r. p. 106, 107.
Taripa, r. 170.
Tumbueu, r. s. 71.
Taripe, r. 172.
Tunguragua, c. v. 60, 363, 648; prov. 55'
Tarqui, r. 47, 69; — pirámide di' 47.
Tu.juir. r. 111.
Taseche, r. 162.
Turubamba. planu de 93.
Tashile, r. 172.
Tusa, p. 103.
Tasona, r. 171.
Turnia, r. 69.
Tatica, r. 171.
Tutahuaso. r. 69.
Taura, est. r. p. 115, 116; eemw do 117, 118.
Tutapalu, s. 67.
Taviasa, r. 172.
Tulapali, r. 47.
Tavucho, r. 171.
Tuyo, r. 179.
Tejar, r. 101.
Telembela, r. 67. 134.
Telembí, r. 176.
ücaynli, r. 193. 5K4.
Tembladeras 120.
('china, r. 35.
Teiiihlequo, i. 19.
l'ehiieuv, r. 42.
Temblores 374.
Udusliupa, r. 40.
Temperatura media 3H8, 1148— 662.
Uinibí. r. p. 177, 178: fósiles de 277, 630
Tempestades 401.
lavad. 326.
Tena, r. p. 203.
i:iva, r. 84.
Tenguel. r. h. 111.
Ulla 249.
Tenguelillo, <■. 44, 111.
UVoa, A. de 402.
T>TT>ui-l-« 'J't
L'ngui, e. 86.
Tctracdrlto 'Mil.
Unión, villa de la fiiW.
Thitlmann, M, r. 361.
Tiaum-, r. 171.
Urcueuv. e. 358.
Tigre, r. 145. - 147. - 199.
LTreuqui. p. llü.
Tigua, r. 160.
Utttll. pnug,. |85.
Tilunje. r. b. 58.
l/lcubii.iitm, r. 1¡H).
Tile, r. 170.
Tve. r. 170.
Tilinohe, r. 138.
Tilipulu. i. 138,
Vaina, r. 111.
Timbrv. r. 171.
Vainilla, h. 117.
ÍNDICE ALFABÉTICO.
07 1
Vainillas, r. 181.
Vainülita, r. 181.
Valdivia, r. s. 155.
Valladolid, r. 27.
Valle, s. 31.
Variación termoméiriea 392.
— barométrica 396.
Vascun, quebr. 84.
Vega, i. 128.
Vegas 121, 122.
Vegetación del Ecuador 416.
— de los Galápagos 479.
Vclasco, P. /. 9, 349, 361, 499, 571, 643.
Venadera, r. 166.
Venado, punta 23. — r. 159.
Venecia, h. r. 124.
Ventanas, p. 135.
Ventanillas, h. 135. - 101.
Verde, i. 21. — punta 24. — r. 84. — e. 154.
Verde-yacu 202.
Vergel, r. cord. 28.
Vias de comunicación 209.
Viche, r. 171.
Vientos alisios 384.
Vilcabamba, p. 35.
Villano, r. 205.
Vittavicencio, Dr. M. 13, 399, 400, 499, 568,
577, 583, 586.
Villonaco, c. 30, 32.
Vinces, r. p. 137, 139, 140, 560.
Vinche, r. 171.
Vinsade, r. 171.
Viti, r. 160.
Viudita, c. 85.
Viscaya, Vizcava -=- Biscaya.
Volcancito de lodo 291.
Volcanes 337, 345.
— de los Galápagos 473.
Wagner, Dr. M. 222, 361, 364.
Wealden, form. geol. 253.
Wenman, i. 470.
Werthemann, A. 184, 191, 573, 578.
Weymer, G. 656.
Whymper, E. 344, 353, 356, 361, 363, 655,
656.
Wiener, Prof. Ch. 586.
Wilson, J. 573.
Wisse, 8, 355, 366, 572.
Witt, E. 573, 632.
Yacoto, c. 68.
Yaguachi, r. p. 133; cant. 559. - r. 37.
Yaguachi viejo, 133.
Yaguarcocha, r. de 63. — lag. 102.
Yambanuma, r. 28.
Yambe, r. 166.
Yamboya, r. 85.
Yambrana, r. 191.
Yana-urcu, c. 30, 37. - 68. - 90. - 98.
Yana-yacu, r. 81, 82. - 102. - 166. - 192.
202.
Yanazambi, r. 31.
Yangana, r. p. 35.
Yanguang, c. 51.
Yansun, c. 151.
Yanuncay, r. 47.
Yapurá, r. 207.
Yarumal, r. 161.
Yaruquíes, cord. 63.
Y as i pan g, r. 63.
Yavarí, r. 193.
Yavirac, c. 87.
Yerba-buena, tambo 112.
Yolan, e. 150.
Yuibug, paso 59.
Yulug, p. r. 42.
Yunguilla, valle 41. — boca de 141.
Yurac-cruz, c. 101.
Yurac-yacu 202.
Yurimaguas, p. 192.
Yutapiscos, r. 205.
Zalulata, c. 68.
Zamborondón, p. c. 129, 131.
Zambo-palo, c. 151.
Zamora, cord., r. p. 30, 31.
Zanahuana, c. 68.
Zancudo, r. 175. — 204.
Zani-yacu 205.
Zanja, est. 116.
Zapata, r. 145.
Zapatilla, r. 145.
Zapotal, est. i. 24. — r. 135.
Zapotillo, p. 36.
Zaraguro, r. 40; p. 32, 556.
Zaruma, hoya de 32, 36; villa 36; cant. 556.
Zarumilla, r. p. 107.
Zarum-urcu, c. 266.
Zhalu, c. 41.
Zhuya, minas 629.
Zink 269.
Zoraida, est. 117.
Zumba, p. 28.
Zumbagua, cord. 79.
Zuñac, r. 84.
Zurambela, r. 31.
¿uyovic, J. M. 642.
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Geografía y geología del Ecuad
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