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Full text of "Haz bien-- : zarzuela en un acto y en verso"

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3 1  2 

EL  TEATRO 

Y  LA 

ADMINISTRACIÓN  LÍRIGO-DRAMATICA 


HAZ  BIEN... 

ZARZUELA  EN  UN  AOTO  Y  EN  VERSO 

Acomodada  á  la  música  del  maestro 

M,     JOSEPF     O'KELLr 

POR 

DON   ROSENDO    DALM/AU 

listrcuada  con  éxito  en  el  Teatro  de  Apolo,  de  Madrid,  en  la  noche  del 
12  de  Febrero  de  4881. 


n/wwwvvvvvwvvvv 


MADRID. 

SEÑORES  HIJOS  DE  A.  GULLON 
Y  DON  EDUARDO  HIDALGO,  EDITORES 

Oficinas,  Pozas,  2,  segundo  y  Sevilla,  14,  pral. 
1881. 


II 


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a-i.Ka.A-in 


HAZ  BIEN... 

ZARZUELA  EN  UN  AOTO  Y  EN  VERSO 

Acomodada  á  la  música  del  maestro 

M,     JOSEPF     O'KELLY 
POR 

DON  ROSENDO   DALMAU 

Estrenada  cod  éxito  en  el  Teatro  de  Apolo,  de  Madrid,  en  la  Boche  del 
12  de  Febrero  de  1881. 


MADRID 

ESTABLECIMIENTO  TIPOGRÁFICO 

de  H.  P.  Montoja  7  0.',  Caaos,  1 

1881 


REPARTO 

II 

PERSONAJES  ACTORES 


Fiokella.  . .  „ Srta.  Doña  Almerinda  Soler  Di-Franco. 

Salieri Sr.    Don    Rosendo  Dalmau. 


.      C 

La  escena  pasa  en  Ischia,  en  el  golfo  de  Ñapóles, 
en  1785,  en  una  casita  junto  al  convento  de  los 
Trapenses. 

Ü    Ú  .  ■-    ; 


TRAJES; 

Fiorella.— Aldeana.  —Jardinero  napolitano. — 
Traje  talar,  blanco,  de  novicio,  debajo  del  cual  vis- 
te otra  vez  el  trage  de  aldeana. 

Salieri. — Traje  que  tenga  algún  parecido  al  de 
maestro  de  capilla. 


La  propiedad  de  esta  obra  pertenece  á  su  autor  y  nadie  podrá,  sin  so  permi. 
Bo,  reimprimirla  ni  representarla  en  Kspafiay  sus  posesiones  de  Ultramar,  ni  en 
los  países  con  los  cuales  se  hayan  celebrado  ó  se  celebren  en  adelante  tratados 
internacionales  de  propiedad  literaria. 

Los    setiores    comisionados   de    la    palería    el    Teatro   perteneciente    á    los 

Sres.  Hijos  de  A.  Guitón,  y.  la  Lírico-Dramática  de  Don  Eduardo  Hidalgo  son 

loa  exclusivos   encardados  de  conceder   o    neg-ar  el    permiso  «ie    representación 
y  del  cobro  de  los  derecho»  de  propiedad  y  de  la  venta  de  ejemplares. 

Uoada  hecho  el  depósito  que  marra  I»   le» 

Los  «atores  se  reservan  el  derecho  de  traducción. 


OBRAS  DEL  MISMO  AUTOR 


Amor  que  empieza  y  amor 

que  acaba.  Zarzuela  en  un  acto,  música 

del  maestro  Caballero. 

Mendoza  y  Compañía  (1).    Comedia  en  tres  actos. 

Haz  bien...  Zarzuela  en  un  acto,  música  del 

maestro  O'Kelly. 

Un  minué.  Zarzuela  en  un  acto,  música  del 

maestro  Nieto. 


(1)    En  colaboración  de  D.  Calisto  Navarro. 


p  fl  fc¡  tr '  ■  i 


Digitized  bythe  Internet  Archive 

in  2012  with  funding  from 

University  of  North  Carolina  at  Chapé!  Hill 


http://archive.org/details/hazbienzarzuelae13711okel 


ACTO  ÚNICO. 


Modesta  habitación.— Puerta  al  fondo  y  ventana  que  daá  un 
jardin. — Puertas  laterales.— Piano  de  mesa,  sillas,  buta- 
cas, muebles  de  la  época. — 1785. 

ESCENA  PRIMERA. 

Salieri,  solo,  sentado  delante  del  piano. — Pequeño  prelu- 
dio en  la  orquesta. 

Re,  mi,  re,  la,  fa..  No  es  esto. 
La,  re,  re,  fa,  re.,  no!  no! 
Es  una  frase  maestra... 
Solo  en  su  «Creación» 
Hayden,  para  gloria  suya, 
dio  con  ella  antes  que  yo. 
¡Qué  difícil  es  un  cántico 
faltando  la  inspiración!  (Levantándose  y  diri- 
giéndose á  la  ventana.) 
Imposible!  Me  abandona 
la  santa  llama  de  Dios! 
Gorgea  el  ave  parlera, 
trina  alegre  el  ruiseñor, 
entonan  cánticos  tiernos... 


6 

inspirados...  mientras  yo...  (Vuelve  á  sen- 
tarse.) 

Veamos...  Esta  plegaria 
que  me  ha  encargado  el  prior 
de  los  Trapenses,  es  fuerza 
que  en  su  poder  quede  hoy.  (Cantando  1© 
que  ha  escrito.) 

«Dios  eternal,  escucha  mi  plegaria»... 
\Las  danaidesl  Un  recuerdo 
de  mi  ópera  brotó! 
Há  un  año,  París  entero 
en  su  estreno,  una  explosión 
de  vítores  y  de  aplausos 
á  mi  obra  tributo. 
Qué  noche!  Qué  fanatismo!... 
Maldito,  maldito  amor! 
Por  una  mujer  infame 
perdí  fé,  dicha,  ilusión. 
Dejé  á  París,  vine  á  Italia... 
la  duda  por  torcedor! 
Y  hoy  me  horroriza  la  gloria, 
dudo  de  mi  inspiración, 
de  mis  obras,  y  mi  canto 
postrero,  mi  «Ultimo  adiós» 
morirá  cual  yo,  ignorado; 
perecerá'  en  un  rincón 
de  la  celda  del  T  rápense 
donde,  sin  el  Superior, 
que  probar  más  ha  querido 
mi  resuelta  vocación, 
descansando  ya  estaríamos 
há  dos  meses  él  y  yo.  (En  el  momento  en  que 
Salieri  se  dispone  á  continuar  el  trabajo,  óyese  la 
voz  de  Fiorella  dentro.  Salieri  escucha  primero 
con  disgusto;  luego  con  ansiedad.) 

Fior.         No  empaña  tenue  nube  (Dentro.) 
del  cielo  el  esplendor.    "■ 
Parece  fiel  presagio 
de  dichas  y  de  amor. 
Qué  dulce  ambiente! 
qué  hermoso  sol! 


■ 


Todo  respira 
dicha  y  amor, 

ESCENA  II. 

Salieri:  luego  FiorellA  en  traje  de  aldeana  y  con  una 
cesta. 


Sal.         (Que  después  de  acercarse  á  Ja  ventana  atraído  por 
la  voz  de  Fiorellá,  vuelve  á  ocupar  su  puesto  en  el 
piano.)    '         '}\     .'. 
Dulc^  canto  de  sirena, 
acento  fascinador  ', 
qué  despiertas  en  mi  mente 
la  profana    inspiración,    (Queda  abismado 
apoyando  los  codos  en  el  piano,  y  sosteniendo  con 
sus  manos  la  cabeza.)       " 
Fiorellá     (Apareciendo  en  la  puerta  del  fondo.) 

Dulce  brisa  suave, 

v4d.a  das  al  ave 

gope .  áj,  corazón!    | 

Bendito  Dios 

qué, amor  creó! 

Quien  perdió  la  esperanza 

condénase  á  sufrir: 

con  la  fe  y  la  confianza 

se  creó  el  porvenir. 

Qué  dulce  ambiente! 

qué  hermoso  sol! 

Todo  respira 

dicha  y  amor. 

HABLADO. 

Sal.         Quién  sois?  (Levantándose  irritado.) 
Fior.       (Con  simplicidad.)  Genio  más  violento!.. 

Soy  Juanita. 
Sal.  Quién? 

Fior.  Dios  mió! 

La  sobrina  de  mi  tio... 

del  portero  del  convento. 


8 

De  aquel  que  cuida  al  señor, 

el  que  os  colma  do  atenciones, 

y  traigo  estas  provisiones 

de  parte  del  Superior. 
Sal.       Pues  ya  debia  saber 

tu  tío,  que  no  consiento 

que  profane  mi  aposento 

la  sombra  de  una  mujer. 
Fior.      Pruebas  dais  del  peor  gusto... 

Qué  os  han  hecho  las  mujeres? 
Sal.       Qué  me  han  hecho?..  Nada! Quieres 

marcharte?  (Furioso.) 
Fior.  Jesús  que  susto! 

Perdonad,  (Llorando.)  qué  os  hice  yo 

para  irritaros  así? 

Ay¿  pobrecita  de  mí... 

en  qué  os  falté? 
Sal.  (Aparte.)  Se  asustó. 

Y  Hora'...  Malhaya  amen 

mi  carácter.)  Ven  aquí 

y...  habla,  qué  quieres  de  mí? 
Fior.      Así  me  gusta!  muy  bien!  (Muy  contenta.) 

Pues...  venia  tan  contenta, 

porque,  allá,  en  un  escalón 

pego  el  tío  un  resbalón, 

que  por  poco  se  rebienta. 
Sal.       y  eso  te  alegra? 
Fior.  Al  contrario. 

Lo  que  me  pudo  alegrar, 

era,  una  ocasión  de  entrar 

en  este  oculto  santuario. 

Soy  mujer...  y  soy  curiosa. 
Sal.       Pero  tu  tio  estará 

abandonado,  y  voy... 
Fior.  Quiá! 

Si  ha  sido  muy  poca  cosa. 

Se  asustó,  y  ha  preferido 

volverse  al  convento  presto, 

y  yo  he  recogido  el  cesto 

y...  aquí  estoy  porque  he  venido. 
Sal.       No  hay  peligro? 


9 

Fior.  Qué  ha  de  haber! 

(Mirando  á  hurtadillas  á  Salieri.) 
Oh,  sí,  es  él:  no  me  equivoco. 

Sal.       Qué  miras? 

Fior.  Dónde  coloco 

los  avíos  de  comer.     . 

Sal.         Allí,  y  márchate.  (Bruscamente.) 

Fior.  En  verdad 

2ue  el  veros  causa  disgusto, 
ástima!  Gruñón  y  adusto 

á  vuestra  edad!... 
Sal.  A  mi  edad! 

No  soy  joven!  Sólo  anima 

la  contrariedad  mi  ceño... 

Soy  más  que  viejo! 
Fior.      (Aparte.)  Qué  empeño 

en  echarse  años  encima! 

(Arreglando  la  mesa.) 
Sal.       Y...  qué  traes? 
Fior.  Medio  pollo, 

chuletas,  un  pastelillo, 

y  luego,  un  vino!.,  un  vinillo 

del  que  se  pega  al  meollo. 
Sal.  Qué  hueno  es  el  Superior! 
Fior.      Gomo  un  canto  os  ha  encargado, 

os  festeja... 
Sal.  Y  bien  pagado 

lo  tiene. 
Fior.  Es  un  buen  señor!  (Pausa.) 

Sal.       Porqué  me  miras  así 

con  esa  cara  tan  rara? 
Fior.      Os  contemplo,  con  la  cara 

que  tengo  desque  nací. 

Siempre  repite  mi  tio 

«Es  un  sabio...  una  eminencia.» 
Sal.       No  tanto! 

Fior.  «Un  pozo  de  ciencia.» 

Sal.       Me  adula! 
Fior.  Pues,  señor  mió. 

No  es  por  haceros  favor, 

pero  esto  salta  á  la  vista. 


ao 

' '     Dice,  que  sois  un  artista... 
Sal.        Oh! 
Fior.  De  lo  más  superior.      ¿m.rfd 

Y  como  esto  para  mí . 

asemeja  un  hombre  á  un  santo, 

dije...  voy! 
Sal.  Ah!  (Pausa.) 

Fior.  También  canto, 

y...  no  muy  mal. 
Sal.  Ya  te  oí. 

Voz  fresca,  fácil,  ligera.;» 

Sentimiento. natural... 
Fior.      También  me  aduláis? 
Sal.  No  tal!       ; 

Si  aún  para  el  mundo  escribiera... 
Fior.      Proseguid. 
Sal.       (Aparte.)  (Que  tentación! 

siempre  de  gloria  anhelante.)  (Pausa.) 
Fior.      Os  calláis:  queréis  que  cante    { 

una  canción? 
Sal.       (Con  ira.)    .        Qué  canción! 

Sal  pronto,  te  lo  aconsejo..    " 

Puede  aquí  sufrir  tu  nombre.    . 
Fior.      Sí,  á  solas  con  un  homhre, 

es  verdad.  Mas  con  un  viejo... 
Sal.        Insolente! 
Fior.  Y  no  os  extrañe, 

que  antes  lo  dijisteis  vos. 
Sal.       Márchate! 
Fior.  Quedad  con  Dios. 

Sal.        Pronto! 
Fior.  Y  que  él  os  acompañe!  (Fiorella  se 

dirige  á  la  puerta  del  fondo  y  después  de  mirar 

á  Salieri,  baja  otra  vez  lentamente.)  -; 

MÚSICA. 

Fior.      Si  os  ofendí,  perdón  os  pido. 

Tenéisme  miedo?  Tan  fea  soy? 
Sal.        Vos  fea?  No  tal:  al  olvido 

no  es  fácil  dar  tal  perfección.  . , 
Fior.       Por  qué  despego  tal? 

Os  causé  tal  vez  algún  mal? 


11 

Sal.       Vete  por  Dios,  no  vuelvas  más! 
Fior.      (Aparte.)  Qué  fino  es  y  qué  galán! 
Sal.       (Aparte.)  Que  sutil,  filtra  sin  calma 

la  mujer,  su  amor  infernal, 

y  al  matar  la  fé,  nuestra  alma 

lanza  cruel 

al  poder  de  Satán! 
Fior.      (Aparte.)  Al  luchar  sin  fé  perdió  la  calma: 

piensa  hallar,  por  do  quier,  dolo  y  mal; 

y  al  llenar  amor  toda  su  alma 

en  poder  se  cree  de  Satán. 

Heristeis  cruel 
el  almamia... 
siento  en  mí 
raro  malestar;  * 
Sal.  La  brisa  sutil  '*     ■  ■ 

con  su  frescura 
vida  os  dará.. 
Probad.,  salid. 
Fior.  A  ver...  ay  Dios!  No  sé 

que  siento  yo... 
una' silla...  me  muero... 
socorro . . .  favor.  .   (Cae  en  brazos  de  Salie- 
ri,  que  la  conduce  á  una  silla.) 
Sal.       Que  hacer  no  sé...  se  desmayó 

la  auxiliare. . .  (Váse  por  la  puerta  derecha.) 
Fior.       Se  fué..,  pronto!..  Buscar  es  preciso, 

y  quiera  Dios  que  en  su  modesto  albergue 
encuentre  algo  que  pruebe  (Dirigiéndose  al 
piano.) 

que  el  qué  conmigo  habló 
es  Salieri  sin  par, 
que  fray  Antonio  es 
el  que  debo  salvar. 
Una  prueba  no  más...  si  hoy  aquí  mi  diestra 
un  fragmento  hallara  de  su  obra  maestra... 
Su  creación...  «La  Rosicler!» 
A  ver...  él...  pronto...   (Se  deja  caer  en  otra 
silla.) 
Sal.       En  dónde  está?..  Ah,  hela  aquí; 


12 

sin  sentido  está  aún... 

Fior.      Ay,  Dios!.,  aquí,  aquí!... 

Sal.        (Al  dejar  este  mundo  de  engaño 
se  interpone  una  mujer)... 
Es  Luzbel  quien  goza  en  mi  daño! 
Qué  tormento  tan  horrible... 
Mas  yo  por  caridad 

socorrerla  debo  en  lo  posible...  (Al  levantar 
la  cabeza  á  Fiorella  para  que  aspire  el  contenido 
de  un  frasco,  esta  hace  un  movimiento  y  se  le  suel- 
ta el  cabello.) 

Oh!  Dios,  cuánta  beldad! 
t  Belleza  tal  jamás  soñé: 

5ue  sutil  filtra  sin  calma,  etc. 
A  luchar  pierde  la  calma,  etc. 

hablado- 
Sal.       Volvió  en  sí. 
Fiob.  Gracias,  señor; 

tal  cuidado  no  merece 

una  pobre. 
Sal.  Al  que  padece 

se  auxilia. 
Fior.  Ya  estoy  mejor. 

Que  Dios  tanta  caridad 

os  pague  desde  los  cielos. 
Sal.        Bueno,  vete.  (Pausa.) 
Fior.  Me  dá  celos... 

Sal.        El  qué? 
Fior.  Vuestra  soledad. 

Gon  la  esperanza  perdida 

odiáis  cuanto  el  mundo  encierra.. 

Y  esta  calma  no  os  aterra? 

Y  á  esta  vida,  llamáis  vida? 
Ni  de  amistad  el  placer, 

ni  la  embriaguez  de  la  gloria, 
ni  la  risueña  memoria 
de  una  mujer... 
Sal.  La  mujer, 

espíritu  tentador! 
Condenación  de  los  hombres. 
La  mujer!...  No  me  la  nombres... 


13 

La  más  santa,  es  la  peor. 
Fior.      Hay  escepciones... 
Sal.  Ninguna! 

Si  todas  sois  hijas  de  Eva. 
Fioft.      Alguna  habrá,  que  se  atreva... 

á  haceros  dudar. 
Sal.  Ni  una! 

Fior.      Si  os  tengo  de  convencer. 
Sal.       Di  cuál  es! 
Fior.  Y  mal  que  os  cuadre. 

Vuestra  madre! 
Sal.  Era  mi  madre!  (Después  de 

una  pausa,  y  con  fuerza.) 
Fior.      Pero  antes,  nació  mujer. 

Y  os  dio  vida  con  su  vida 

y  se  miró  en  vuestros  ojos... 
Sal.       Galla!  que  me  das  enojos 

por  mujer  y  entrometida. 

Del  diablo  eres  tentación... 
Fior.      Si  jamás  al  diablo  vi. 

Solo  me  ha  traído  aquí 

mi  curiosa  comezón. 
Sal.       Y  vienes  á  darme  guerra... 

á  distraerme. 
FlOR.       (Poniéndole  la  mano  en  el  hombro.)  Creí 

hacer  un  bien... 
Sal.        (Contemplándole  á  su  pesar.)  Jamás  VÍ 

rostro  igual  sobre  la  tierra! 

Me  fascina.  Es  temerario 

tu  propósito. 
Fior.  Entendido... 

Sal.       Me  espantas! 
Fior.  Lo  he  conocido. 

Sal.       Comprendes?... 
Fior.  Lo  necesario. 

Sal.       Me  adivinas? 
Fior.  En  vos  leo. 

Sal.       Quién  eres,  pues? 
Fior.  La  esperanza. 

Sal.       Nada  puede! 
Fior.  Mucho  alcanza! 

Sal.       Dudo  de  todo. 


14 

Fior.  Yo  creo! 

Sal.       Me  enloqueces! 

Fior.  Bien  se  vé 

Sal.       Eres  tentación! 

Ficr,  Acaso!  rí-      i 

Sal.        Oye! 

Fior.  Adiós! 

Sal.  Detente! 

Fior.  Pasó! 

No  hay  duda,  es  él:  volveré.  (Aparte.) 

ESCENA  III. 

••-■•■■  • 

SALIERI.  'i!-. 

'■■■',:,  ■      ■  < 

Partió,  débil  corazón! 
Cuando  te  juzgaba  inerte, 
bastó  para  enardecerte 
la  más  frágil  tentación. 
Creia  de  una  pasión 
guardar  míseros  despojos,    . 
y  ahora  siento,  con  enojos, 
que  te  despierta  violento, 
el  eco  de  aquel  acento, 
el  fulgor  de  aquellos  ojos! 
Imagen  dulce,  hechicera 
por  febril  pincel  creada...; 
frente  de  nácar,  orlada 
de  copiosa  cabellera... 
de  mi  coraaon  se  apodera 
su  acento  fascinador] 
Será  acaso  que  él  Señor 
me  juzga  indigno  del  cielo 
y  quiere  ligarme  al  suelo 
con  las  cadenas  de  amor! 
Si  tal  es  tu  voluntad, 
humildemente  te  pido 
me  vuelvas  con  el  olvido 
la  perdida  libertad.   ; 
Si  es  inmensa  tu  piedad, 
borra,  oh  Dios,  por  compasión, 
esta  tenaz  ilusión 
que  cual  tempestad  potente 


15 

furiosa  ruje  en  mi  mente 
y  estalla  en  mi  corazón! 


Frágil  nave  es  la  vida; 
el  mundo,  inmenso  mar; 
á  la  orilla  sin  penas 
qué  mortal  puede  arribar? 

Él  amor  cuando  nace 
es  olorosa  flor:  ,     Ȓl 
mas  del  sol  esplendente 
se  deshoja  al  calor. 

Amorl  sin  par  misterio!     #p 
amorí  azar  cruel! 
y  sin  él  en  la  tierra 
no  hay  vivir,  no  hay  placer! 


Amor  es  dulce  sueño 
y  es  soñar  el  vivir- 
grato  imán  que  si  atrae 
hace  al  alma  sufrir. 

Amor,  dulce  alegría!   . . 
su  aliento  embriagador  ;r';'; 
forma  dá  á  la  armonía 
y  al  alma  inspiración.      . 

Amor!  sin  par  misterio! 
amor!  azar  cruel,  etc. 

ESCENA  IV. 

Saxieri,  Fiorella,  con  traje  de  jardinero. 

Fior.      Se  puede  entrar?  Con  permiso. 
Buenas  noches  nos  de  Dios. 

Sal.       Otra  te  pego? 

Fior.  Me  gusta!.. 

Con  que  entro  pegando  yo, 
diciendo  «muy  buenas  noches,» 
«qué  tal  vamos,»  «servidor,» 
y  con  todos  los  saludos 
de  una  buena  educación? 


16 

Sal.       Qué  buscas  aquí,  qué  traes, 

quién  eres? 
Fior.  Que  quién  soy  yo? 

El  sobrino  de  mi  tio, 

el  hermanito  mayor 

de  mi  hermana. 
Sal.  De  qué  hermana? 

Fior.      De  la  moza  como  un  sol 

que  há  poco  de  aquí  ha  salido 

y  me  dijo,  dice,  yo 

no  le  sirvo  para  nada, 

porque  no  quiere  el  señor 

que  mujer  alguna  ponga 

los  pies  en  f  u  habitación... 

Con  que  anda  tú,  que  eres  macho 

y  á  ver  si  te  dá  una  coz. 
Sal.       Habráse  visto  insolente!  (Reparando  en  su 

rostro.) 

Qué  semejanza...  gran  Dios! 
Fior.      Cómo  que  soy  su  retrato. 
Sal.       No  hay  parecido  mayor! 

Cómo  te  llamas? 
Fior.  Juanito, 

naturalmente. 
Sal.  Pues  yo 

no  veo  esa  consecuencia. 
Fior.      Y  qué  torpe  es  el  señor! 

Si  ella  es  Juanita,  y  yo  Juan, 

hermanos  somos  los  dos... 
Sal.       Pero  á  qué  Vienes,  sepamos. 
Fior.      A  cumplir  mi  obligación, 

á  reemplazar  á  mi  hermana 

que  tanto  miedo  os  causó... 

vamos!  que  asustar  á  una  hembra 

no  tiene  perdón  de  Dios! 

Yo  me  atrevo  con  cincuenta... 

Y  aún  con  doscientas... 
Sal.  Bribón! 

Fior.      Pues  hay  nada  más  bonito 

que  una  mujer?  Por  quien  soy!.. 

Yo  al  venir  pensaba:  el  tio 

tiene  una  dislocación 


17 

en  el  pié,  y  vamos,  quién  sabe 
si  estáis  dislocado  vos 
de  la  cabeza. 

Sal.  Qué  dices? 

Fior.       Qué  genio  tiene  el  señor! 

Quise  decir,  que  es  muy  fácil 
que  os  falte  un  sentido... 

Sal.         '  Oh! 

Sal  de  aquí!  No  me  exasperes. 

Fior.       Si  os  falté,  pido  perdón. 

Si  me  echáis,  vendrá  mi  primo 
y  después  de  él  otros  dos... 
Mi  tio,  mientras  inútil 
le  tenga  la  contusión, 
quiere  que  estéis  bien  servido, 
que  nada  os  falte. 

Sal.  Pues  yo 

agradezco,  como  debo, 
su  voluntad  é  intención, 
mas  necesito  estar  solo: 
aguarda  mi  obra  el  Prior 
y  el  tiempo  vuela...  La  brisa 
tal  vez  mi  imaginación 
despeje... 

Fior.  Pues,  con  franqueza, 

dad  un  paseito  ú  dos... 
y  no  tengáis  prisa  alguna. 

Sal.       (Aparte.)  Dice  bien,  la  inspiración 
brote  acaso  de  mí  mente 
saliendo  al  jardin.  Por  Dios 
no  toques  papel  ninguno. 

Fior.      Qué  cosas  tiene  el  señor! 

Si  á  mí  me  estorba  lo  negro. 

Sal.        (Aparte.)  Su  rostro,  su  propia  voz: 
qué  asombroso  parecido, 
qué  satánica  ilusión! 

ESCENA  V. 
Fiorella. 

Ya  se  aleja...  de  la  casa 
dueña  absoluta  soy  yo! 


18 

Ah!  por  íin,  gracias  al  cielo, 

á  saber  de  una  vez  voy 

si  el  oscuro  maestro  Antonio 

es  el  gran  compositor 

Salieri,  gloria  de  Italia, 

del  arte  esplendente  sol! 

La  prueba  que  necesito 

es  su  última  partición! 

«La  Rosicler.»  Ah!  busquemos  (Revolviendo 

los  papeles  y  tirando  algunos  al  suelo.) 

Qué  locura!  Un  triste  amor 

bien  sentido  y  mal  pagado 

matar  puede  á  un  hoitíbre?  Oh!  noi 

En  el  claustro  hundirse  un  genio, 

ahogar  una  inspiración, 

borrar  del  arte  una  página, 

es  volverse  contra  Dios. 

Dónde  estará  el  manuscrito? 

Si  de  él  me  apodero  yo 

me  deberá  Italia  un  nombre, 

el  arte  su  admiración, 

su  aplauso  febril  el  mundo, 

y  la  escena  su  explendor. 

Nada...  No  es  esto...  Tampoco  .. 

Ah!  por  fin!  Gracias  áDios! 


Ah'  Ya  di  con  él,  victoria: 

es  éste,  oh  placer! 

Mia  será  la  gloria 

de  cantar  «La  Rosicler.» 

Aquí  sin  duda, 

si  Dios  me  ayuda, 

hallar  sabré 

lo  que  anhelé. 

Si  le  acompaña 

paciencia  y  maña, 

la  mujer  siempre  ha  de  vencer! 

Valor!  De  luchar  esta  es  la  hora. 

Al  convento  debe  entrar 

del  dia  al  despuntar. 


19 

Yo  intentaré  antes  de  la  aurora 

otra  senda  feliz  á  sus  ojos  mostrar: 

haré  de  su  desconfianza, 

borrar  la  huella  con  valor: 

que  vuelva  á  su  alma  la  esperanza 

con  un  rayo  de  amor. 

Aquí  sin  duda, 

si  Dios  me  ayuda,  etc. 

ESCENA  VI. 
Fiorella,  Salieri,  entrando  con  aire  pensativo. 

HABLADO. 

Fior.      Es  él! 

Sal.  Brisa  bienhechora 

que  mi  frente  al  refrescar 

disipó  la  última  huella 

de  deshecha  tempestad. 

El  Prior  tendrá  su  cántico 

y  yo  el  descanso  y  la  paz. 

Veamos  ahora  la  armonía, 

el  severo  instrumental... 

(Se  dirige  al  piano  y  vé  el  desorden  de  sus  pape- 
les.) 

Dios  de  Dios!  Mi  partitura, 

quién  se  atrevió  á  profanar... 

Qué  desorden,  cielo  santo! 

Qué  hashecho^ 
Fior.  Pues  qué?  Hice  mal? 

Gomo  habéis  vuelto  tan  pronto, 

no  concluí  de  arreglar 

estos  papeles. 
Sal.  Y  á  esto 

llamas  arreglo,  truhán? 
Fior.      Para  arreglar,  fuerza  es  que  antes 

se  desarregle. 
Sal.  .Animal! 

Fior.      Por  qué  volvisteis  tan  pronto? 

Si  tardáis  un  poco  más, 

queda  esta  sala  más  limpia 

y  reluciente...  Marchad 


20 

y  dad  otro  paseito 
mientras  concluyo,  y  en  paz. 

Sal.       Mira,  hijo,  muchas  gracias, 
y  no  te  metas  en  más... 

Fior.       Si  no  me  estorbáis;  quedaos. 

Sal.       Me  estorbas  tú,  y  es  igual. 
Vaya  un  arreglo...  y  parece 
que  ha  entrado  aquí  un  huracán. 
Déjame,  quiero  estar  solo, 
y  á  tu  buen  tio  le  das 
las  gracias  por  sus  cuidados, 
que  agradezco  de  verdad, 
y  que  guarde  sus  sobrinos 
y  no  me  los  mande  más; 
que  yo  solo  necesito 
silencio  y  tranquilidad. 
Lo  has  comprendido? 

Fior.  Más  claro 

ya  no  se  puede  expresar. 
Que  sois  muy  agradecido, 
que  no  pagareis  jamás 
tantos  cuidados...  que  os  gusta 
vivir  solo,  comer  mal, 
y  que  odiáis  á  medio  mundo 
y  huís  de  la  otra  mitad; 
que  el  arreglar  estos  muebles 
es  un  pecado  mortal, 
y  que  os  gusta...  la  limpieza, 
que  no  se  os  puede  mirar; 
que  el  que  os  atiende,  os  irrita; 
que  el  que  os  hace  bien,  le  odiáis; 
y  que  sois  un  cascarrabias 
que  no  se  os  puede  aguantar, 
y  que  el  que  así  piensa  y  obra, 
en  vez  de  hombre,  es  un  caimán, 
y  á  las  fieras  se  las  caza 
o  se  las  doma,  y  en  paz! 
Y  basta  de  desahogos 
que  es  amarga  la  verdad, 
y  sé  que  es  sermón  perdido 
en  desierto  predicar. 
No  os  violentéis...  ya  me  marcho. 


21 

Ya  concluí...  basta  ya. 

Ya  me  voy!  Calma,  maestro: 

contra  cólera,  kumildad; 

y  hasta  luego,  buenas  noches; 

perdonadme,  descansar, 

y  olvide  su  reverencia 

si  le  ofendí.  Já!  já!  já!..  (Váse  corriendo.) 

ESCENA  VIL 

Salieri. 

Contra  mí  se  conjura  el  mundo  entero 
cuando  del  claustro  piso  ya  el  umbral. 
Todo  despierta  en  mi  alma  adormecida 
torpe  deseo,  instinto  mundanal! 
Lucha  quiere  el  espíritu  maligno... 
Fuerzas  dame,  oh  Señor,  para  luchar!.. 
Los  instantes  que  aún  viva  en  este  mundo 
con  mi  conciencia,  solo,  quiero  estar. 
(Cierra  la  puerta  del  fondo.) 
Ya  nada  temo;  tu  grandeza  canto. 
Acúdeme,  sagrada  inspiración! 
Una  frase  que  al  genio  inmortalice! 
Al  cuerpo  olvido;  al  alma  redención! 
(Trueno  lejano.) 

La  tempestad  se  cierne  en  el  espacio... 
fáltame  el  aire.  (Levántase  y  abre  la  ventana.( 

Paso  al  huracán! 
Ahora  al  trabajo...  Mi  creación  soñada, 
mi  último  canto,  mi  postrer  afán!.  (Sentán- 
dose al  piano  y  cantando.) 

MÚSICA. 

«Dios  eternal,  escucha  mi  plegaria: 
presta  á  mi  ser,  tu  celestial  amor; 
vuelve  los  ojos  al  que  humilde  implora, 
tiende  tu  mano  al  pobre  pecador.» 
(Hablado,  con  orquesta.) 

No  está  mal,  por  mi  fé:  color,  frescura, 

dulce  armonía,  canto  original... 

Arde  aun  en  mí  del  arte  viva  llama, 


22 

del  mundo  aun  puedo  la  atención  fijar. 
Pero,  qué  digo!  La  ambición  de  gloria 
aun  te  agita,  menguado  corazón! 
Ayer  tus  votos  pronunciar  ansiabas.*. 
Es  que  vacila  ya  tu  vocación? 

(Pausa.) 

Extraño  malestar...  Cierra  mis  ojos 
raro  sopor...  Mi  frente  es  un  volcan! 
Dame,  Señor,  la  calma  que  ambiciono, 
ó  en  tus  abismos  húndeme,  Satán! 
(Queda  dormido  sobre  el  piano  con  la  cabeza  apoya- 
da en  las  manos.  Continúa  la  música  en  la  orquesta. 
Momento  de  silencio:  á  poco  un  trueno  muy  fuerte,  á 
cuyo  estampido  despierta  Salieri  sobresaltado.  Fio- 
rella  aparece  por  la  ventana,  iluminada  por  el  ful- 
gor de  un  relámpago.) 

ESCENA  VUI. 

Salieri,  Fiorella,  con  trage  de  novicio  trapense. — Es  de 
noche  completamente. 

Sal.    En!  quién  es? 

Fior.  Soy  yo. 

Sal.  El  demonio! 

Fior.  Quién  nombra  al  demonio  aquí? 

Sal.    Cómo  entráis? 

Fior.  Pues,  vedlo:  así. 

Buenas  noches,  maestro  Antonio.  (Saltando.) 
Sal.     Un  novicio! 
Fior.  En  forma  humana. 

Hallé  cerrada  la  puerta, 

y  al  ver  la  ventana  abierta 

coléme  por  la  ventana. 

Y  buena  traigo  la  ropa... 

Toda  al  cuerpo  pegadita... 

Vaya  una  noche  maldita. 

Nada...  estoy  hecho  una  sopa. 
Sal.    Y  quién  aquí  te  ha  mandado' 

á  tal  hora?...  Ah!  El  Superior... 
Fior.    Pues!  el  mismo:  sí,  señor.  (Con  viveza) 


23 

El  está  bajo  techado... 

Creed  que  es  muy  mal  oficio 

el  de  novicio!...  Él  peor... 

Los  disgustos  del  Prior 

siempre  los  paga  el  novicio. 

Hoy  rabia  que  es  por  demás! 

«Anda»  me  dijo.— «Señor, 

ved  que  diluvia.»— «Mejor! 

Así  te  resfrescarás!» 

Y  temblando  sus  excesos, 

que  tiene  la  mano  larga, 

vine  aquí,  á  paso  de  carga, 

caladito  hasta  los  huesos. 
Sal.        Por  el  cántico? 
Fior.  Cabal. 

Pues  si  esta  es  su  idea  fija! 
Sal.       Aún  falta  que  lo  corrija.'. . 

que  redondee  el  final. 
Fior       Pues  aguardo. 
Sal.  Aquí? 

Fior.  Hasta  el  dia 

si  es  preciso,  no  que  no: 

enseguida  me  voy  yo 

sin  llevarle  esa  folia. 
Sal.       Y  que  harás  mientras  trabajo? 
Fior.      Que  he  de  hacer?  Nada,  sentarme; 

y  si  me  canso,  pasearme 

sala  arriba  y  sala  abajo. 
Sal.       Entonces  voy  á  alumbrar, 

porque  ya  no  se  vé  gota. 
Fior.      Hombre!  por  aquí  se  nota 

un  perfume  singular.  (Acercándose  á  la  mesa 

donde  está  la  cena.) 

Grato  aroma,  que  enagena 

y  á  los  sentidos  incita.  (Al  ver  la  luz.) 

Oh  luz!  mil  veces  bendita... 

Maestro  Antonio,  es  vuestra  cena? 
Sal.       El  Prior,  conmigo  atento,.. 
Fior.      Tiene  gusto  el  Superior! 

Aquí  se  cena  mejor 

que  se  come  en  el  convento. 

Devino,  quiá!  ni  vislumbre... 


24 

es  la  regla  muy  severa, 

allí,  sobre  todo,  impera 

legumbre,  mucha  legumbre! 
Sal.         Qué  me  dices?  (Dirigiéndose  al  piano.) 
Fior.  La  verdad. 

Frugales  anacoretas! 

Ay!  si  oliera  estas  chuletas 

la  hambrienta  comunidad! 
Sal.       La!  la!  la!  (Al  piano.) 
Fior.  Si  pudiera  ahora... 

Maestroi 
Sal.  Qué? 

Fior.  No  cenáis? 

Sal.         No  tal.  (Escribiendo.) 
Fior.  Satisfecho  estáis... 

A  mí  el  hambre  me  devora. 
Sal.        Cena. 
Fior.  Y  vos? 

Sal.  No. 

Fior.  Pues  no  atino 

el  por  qué  de  esa  abstención. 

Si  vierais  qué  inspiración 

dá  un  traguito  de  este  vino! 
Sal.       Tú  crees? 
Fior.  Estoy  seguro. 

Y  desde  ahora  os  felicito: 

dicen  que  á  buen  apetito 

no  suele  hallarse  el  pan  duro. 

Vaya...  ayudadme;  es  lo  cierto 

que  aquí  os  falta  animación... 

chuletas,  pollo,  jamón,   (Colocándolo  en  la 

mesa.) 

vino  del  que  anima  á  un  muerto. 

Su  fuerza  es  tal,  que  derrota 

las  penas  y  los  reveses. 
Sal.       Pero,  hijo,  si  hace  tres  meses 

que  no  he  probado  una  gota! 
Fior.       Pues  ya  veréis  el  efecto; 

á  la  tercer  libación 

acude  la  inspiración 

y  sale  un  himno  perfecto. 

A  vuestra  salud.  Primera.  (Beben.) 


25 

Qué  tal? 

Bien. 

Dios  me  confunda 
si  no  acierto...  La  segunda.  (Beben.) 
Niño! 

Y  luego  la  tercera. 
Aguarda... 

Qué  resistencia! 
Confesad,  maestro,  por  Dios, 
que  aquí  el  novicio  sois  vos 
y  yo  el  hombre  de  experiencia. 
Es  verdad. 

Pues  si  el  segundo 
así  os  animó,  ya  infiero 
que  en  cuanto  caiga  el  tercero 
vuestra  fama  llena  el  mundo. 
A  tu  salud...  Lleva  cuenta.  (Alegremente.) 
Solo  van  tres. 

Bravo!.,  y  di... 
te  gusta  el  convento? 

A  mí? 
Francamente,  me  revienta. 
Por  qué  entraste?  (Muy  serio.) 

Fray  Antero 
es  mi  tio,  y  su  intención... 
mas  en  cuanto  halle  ocasión, 
abúr:  pies,  para  qué  os  quiero! 
Piénsalo  bien,  que  algún  dia 
quizá  busque  el  corazón 
en  esa  santa  mansión; 
tumba  á  su  muerta  alegría. 
Allí,  vives  desligado 
de  los  goces  de  la  tierra... 
Pues  esto  es  lo  que  me  aterra... 
Como  aún  nos  los  he  probado... 
De  la  mujer  la  atracción 
causa  amargas,  hondas  penas. 
Pues  si  parecen  tan  buenas! 
Hijas  de  mi  corazón! 
Filtran  su  savia  maldita... 
Que  una  me  vende...  en  buena  hora! 
Si  la  mancha  de  la  mora,  (Con  picardía.) 


26 

con  otra  verde  se  quita! 

Que  una  nos  hace  traición;.. 

y  quién  se  apura  por  esto? 

Enseguida  otra  en  su  puesto! 
Sal.       Bah,  no  tienes  vocación! 
FioR.        La  del  arte!  (Con  energía.) 
Sal.  Tú,  qué  pasmo! 

Fior.      Más  que  vocación,  virtud! 

Luchar  con  la  multitud 

y  despertar  su  entusiasmo! 

Dicen  que  tengo...  estension, 

voz  robusta.,  en  fin,  que  valgo. 

Si  queréis,  cantaré  algo 

y  sabré  vuestra  opinión. 
Sal.        Al  punto. 
Fior.  La  mesa  fuera. 

Mas. .  tal  vez  os  perjudico 

distrayéndoos.. 
Sal.  No!  (Aparte.)  Este  chico 

hará  de  mí  cuanto  quiera, 
Fior.      ¿Qué  canto?  Esta  partición?  (Llegando 

piano.) 

«La  Rosicler.»  (Leyendo.) 
Sal.  No,  detente! 

Fior.       Por  qué?  (Preparándose  para  cantar.) 
Sal.  Decididamente 

te  falta  la  vocación! 

MÚSICA. 

Hela  aquí;  quién  es? 
Es  la  Rosicler! 
Parlera,  atrevida, 
lindo  ruiseñor, 
abre  al  amor  la  vida! 
Ved!  El  fuego  que  la  anima 
oscurece  al  mismo  sol, 
y  con  su  cantar  fascina 
y  estasía  el  corazón. 
Reina  es  que  altiva  impera 
en  la  corte  del  placer: 
paso!  paso  á  la  hechicera 


27 

gitanilla  Rosicler! 
Hela  aquí,  quién  es?  etc. 


Aunque  amor  brindó  su  trova 

solo  se  guardó  su  amor 

para  aquel  que  su  alma  roba, 

un  egipcio  seductor: 

para  el  mundo  sus  cantares, 

para  el  gitano  su  fé, 

que  al  que  causa  sus  pesares 

justo  es  que  el  alma  le  dé. 
Hela  aquí, 
quien  es?  etc. 

(Al  terminar  la  pieza,  viendo  á  Salieri  loco  de  en  - 

tusiasmo,  quítase  Fiorella  el  hábito,  que  descubre 

otra  vez  el  traje  de  aldeana.) 
Sal.        Dios  eterno,  es  ilusión! 

Otra  vez  la  tentación!... 
Fior.      No!  el  deber  que  á  vos  me  liga, 

que  al  fin  paga  el  corazón 

santa  deuda  que  le  obliga. 
Sal.        No  alcanzo... 
Fior.  Una  triste  historia 

que  acaso  vuestra  memoria 

na  relegado  al  olvido... 

Primer  destello  de  gloria 

de  un  genio  desconocido! 

Diez  años  cumplieron  ya! 

La  niña  la  aprendió  a^er, 

y  tan  grabada  aquí  está, 

que  jamás  se  borrará 

del  alma  de  la  mujer. 
(Pausa.) 

Un  artista,  dirigía 

numerosa  compañía 


con  más  arte  que  .fortuna, 

• 


y  sin  esperanza  alguna 


sus  recursos  consumía. 
Ya  próximo  á  naufragar 
de  la  deshonra  en  el  mar, 


28 

un  joven  compositor 

llegó  un  dia  á  confiar 

una  ópera  al  director. 

En  su  raudal  de  armonía 

el  artista  se  estasía... 

de  esperanza  el  alma  llena, 

y  la  fortuna  en  su  escena 

fija  vé,  desde  aquel  dia. 

Qué  estreno!  qué  sensación! 

Con  religiosa  atención 

el  preludio  se  escuchaba, 

y  al  terminar,  estallaba 

una  ruidosa  ovación! 

El  empresario,  vencida 

juzga  al  fin  su  negra  suerte... 

nueva  esperanza  perdida! 

que  en  lo  que  hallar  creyó  vida, 

la  emoción  le  dio  la  muerte. 

Una  huérfana  quedó 

en  aislamiento  profundo, 

la  vista  en  torno  volvió... 

á  su  lado  un  hombre  vio... 

no  estaba  sola  en  el  mundo! 

La  nina  esperanza  cobra 

cuando  oye  al  hombre  decir 

«toma  el  precio  de  mi  obra; 

joven  soy,  todo  me  sobra, 

confia  en  Dios,  y  á  vivir.» 

Sublime  acción  que  arrancaba 

á  un  ángel  de  la  agonía... 

¡la  caridad  le  salvaba... 

y  la  niña  á  Dios  juraba 

pagar  su  deuda  algún  dia! 

Y  Dios  oyó  sus  clamores! 

c[ue  hoy,  del  arte  en  el  Edén, 

irradia  vivos  fulgores 

y  pisa  alfombras  de  flores 

y  ornan  coronas  su  sien! 

Hoy  Dios,  en  su  alta  bondad, 

vuelve  á  poner  frente  á  frente 

la  dicha  y  la  adversidad... 

Esta  es  mi  deuda  pendiente.  (Dándole  la 

mano.) 


29 

¡Bendita  la  Caridad! 
Es  que  sueño1? 

Así  soñaba 
la  huérfana  que  lloraba, 
y  á  quien  amparasteis  vos... 
¡Yo  creia! 

Y  yo  dudaba! 
Qué  bueno,  qué  grande  es  Dios! 


Sal.       Sí,  ella  es,  la  que  constante 
por  mí  veló. 
Fé  sin  par,  ilusión  amante 

te  debo  yo. 
Déjame,  pues,  que  en  tus  ojos  lea, 

mi  salvación, 
que  en  su  cristal,  ansioso  vea 
rayo  de  amor 
Fior.       Sí,  yo  soy,  quien  fiel  y  anhelante 
veló  por  vos. 
Ciega  fé  dulce  y  constante 
me  acompañó. 
Sal.        Déjame  que  en  tus  ojos 
filtre  mi  alma! 
Su  fuego  me  abrasó! 
Amor  me  redimió! 
Fior.      Sí,  yo  soy,  quien  fiel  y  constante,  etc. 
Sal.       Alma  que  yo  soñé. 

Tú  serás  para  mí  en  la  tierra, 
de  amor  eterno  edén! 
Ah!  díme  por  Dios,  yo  te  amo! 
Tu  acento  encantador 
será  mi  eterna  dicha, 
mi  santa  redención! 
Fior.      Con  esta  ansiada  mano 
la  deuda  pago  yo... 
Pues  bien,  oid.  Yo  os  amo! 
Sal.       Perdón,  señor,  perdón! 
Ahora  anhelo  la  vida. 
Amor  me  redimió. 
Los  dos.       Santa  alegría 
Dios  nos  envía. 


30 

Bella  esperanza 

brilla  por  fin. 

El  alma  herida 

ansia  la  vida : 

por  tí  la  quiero, 

sólo  por  tí. 
Fior.  El  toque  ya  sonó,  precursor  del  nuevo  dia. 

Espera  allí  el  Prior  tu  voto  recoger. 
Sal.    Mi  vida  es  tuya  ya,  la  dicha  y  la  alegría 
hoy  me  devuelve  Dios.  ¡Bendita  la  mujerl 

FIN. 


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