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Full text of "Historia de la compañía de Jesus en Nueva-españa, que estaba escribiendo el P. Francisco Javier ..."

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■ > ^ • é 



HI6(TORIA 



DÉLA. 



«eiMIlt^MllWft^tidVQ 



EN NUEVA-ESPAÑA, 



QUE SITABA E8CKIBIEND0 



HIL ]F. ]7mAH(QI@(D® JTAVISm AILE(^m^ 



AL TIEMPO DE SU ESPÜLSION. 



publícala 



( 



VKBJk PBOBAB LA UTILIDAD QUE PRESTARA A LA AMERICA ME' 
XICANA LA SOLICITADA REPOSICIÓN DE DICHA COMPAfiU, 

OABIiOS MCABIA BUST AKANT& 



AfnuWtUB torum^ cognoaeetis eos, J. C. 



TOMO ux^^,r ¡ ¡ I ; , ; - ^ 




:i/.;\v.'vo\¿>' 



IiirutA poft Jt M. Laiu, calle de la Palma num. 4. 

1842.' 



A LA SOMBRA GENEROSA 




d ^xm0f ^)tf ^mmt ^. ^0$i ^^m ^^wfo^. 



URODB LOS PUMBB08 CiCDIULOS 



DÉLA 



ZHBlVlHBiaaiA HflSIIBABA- 




A mañana del 6 de noviembre de 1813, se presentó este ge- 
i'c ):>ersonalmente ante el congreso nacional de Chiipantzinco, que 
acababa de instalarse, á solicitar de aquella asamblea el decreto 
ílo restitución de la Compañía de Jesús; y muy gustosa accedió á 
<;sta demanda. 

Aquel genio sublime que veía con ojos políticos y religiosos el 
porvenir de su patria, que conocia sus intereses y cuales eran los 
medios mas á propósito para hacerla feliz, entendió que nuestra 
juventud necesitaba de su apoyo para su enseñanza, y los pue- 
blos gentiles de misioneros activos y laboriosos que anunciasen el 
Evangelio hasta las mas remotas regiones de este vasto conti- 
nente. 

Habíalos visto espulsar, y deploraba los males que causaba ya 
la ausencia de estos celosos cultivadores de la viña del Señor; 
vcia con dolor que numerosas tribus convertidas habian retrogra- 
dado de la civilización á la barbarie, que se habian tornado en 
fieras, borrando hasta las ideas del Dios de Paz, que se les habia 
anunciado, y preveia que dentro de breve tiempo derramarian 
nuestra sangre, entregándose al robo y carnicería que hoy lamen- 



Í)E LJl PROVrNClA 



i)$..f^i^ i^^m&^^sm^ 8)S «^s^i9?s) 






NUEVA-ESPAÑA. 






informe del Sr. obispo de ciudad Real de Chiapas. Misiones del 
^adre José Yidal en la cárcel de corte, en Guanajuato, y á su vuelta á 
México. Quemazón del templo de S. Agustin de México. Muerte 
del padre Melchor Faez y del hermano Francisco Espinosa. Reduc- 
ción de Tutüssca en Taraumara. Trabajos de los misioneros. Re- 
ducción de los guazaparís y varohios en Sinaloa. Sucesos de Sinaloa 
y Sonora. Piedad é instrucción de los neófitos. Controversia pasa-», 
gera de los Teverendos padres franciscanos. Residencia de Ciudad 
Real y disgusto deí Sr. obispo, por el que se abandonó la residencia. 
Aprecio de otros Sres. obispos. Misión en Zacatecas. Misiones eh 
varios lugares. Prodigio de S. Javier. Congregación provincial én 
el año de 11SB0. Entrada del padre Juan María Salvatierra en la Sier- 
ira. Intento del Sr. obispo de Durangó de nombrar capellán para Ca- 
lifornias y vicario para las [poblaciones que ullí se fundasen. Misión 
en Puebla, Fundación del colegió'de Chiápíís. Muerte del angélico 
joven MigüeT de Omaña, Enti^da de Lorenzo Jacome éñ Teracruz 
(alias Lorencilló) ano de 1653. Entrada en ella y solemne posesión. 
Diversas entradas y desmayo de los soldados que obligó al almirante á 
ában^onv la empresa. Segunda entrada y diligencia do los padres. 
Misión en Micfioacán. Protección del Sr. obispo de Chiapas y prin^* 



— 2 — 

cipio de los estudiosi Entrada del padre Salvatierra á la faniosa siefrtf 
de Hurích. Motín de los tubaris y su éxito. Principio del alzamien. 
to de Taraumara. Sucesos de Californias. Abandono de la conquis- 
ta. Intentan los padres abandonar Ciudad Real y lo desaprueba el pa-^ 
dre general. Misión en el arzobispado. Muerte del j^dre Manuel 
Lobo y del padre Mateo de la Cruz. Pretensiones del padre Kíno pa- 
ra la Pimería. Primeras niisíones^ de la Pimería alta. Muerte deí 
hermano Fermín de Iruzita. Misiones del padre Zappa. Muere eiv 
la Compañía José Lazarde. Muerte del padre Pablo de Salceda. Mi- 
sion en Mextitlán y en México. Muerte del padre Daniel Angelo 
Marras. Congregación provincial en orden la vigésima. Division'in- 
tentada de provincia. Muerte del padre* Salvador de la Puente. Hos- 
tilidades de la confederación en Tarautílara. Muertes de los padres 
Juan Ortiz de Foronda y Manuel SancbeZé Entran los padres Sal- 
vatierra y Kino en la Pimería. Pretensión de un Seminario de in- 
dios en Oaxaca. Revelación de la venerable virgen Francisca de S. 
José. Muerte del padre José Ramírez. Misión en Micboacán. 
Muerte del padre Juan Bautista Zappa. Pretensión de colegio en S. 
Salvador. Hace nueva entrada en California el capitán D. Franco 
Itamaroa. Se interna el padre Kino en la Pimería, y habiéndola re-- 
conocido, emprende la fábrica de un barco para pasar á California. La 
suspende por órdon de su superior. Después de cien leguas de cami- 
no llega el padre Kino al Gila donde están los edificios grandes» Al- 
zamiento de los pimas. Matan al padre Francisco Javier Saeta, Se 
enciende mas la rebelión con la dureza y rigor del capitán D. Antonia 
Solis. Piden la paz los rebeldes, y benignamente se les concede. Mi- 
sión en el obispado de Cuadalajara. El padre Kino obtuvo del Sr. 
virey sentencia en favor de los pimas. Vuelve á la Pimería y lleva 
consigo al padre Gaspar Varillas. £1 padre provincial da licencia al 
padre Salvatierra para entrar en la California. Fundación del Semi- 
nario de Guadalajara, año de 1696. Alzamiento de variaa naciones 
confederadas en laa misiones y su rendición. El padre Salvatierra pi- 
de limosna para pasar á la California. Obtiene del Sr* virey licen- 
cía para llevar la luz del Evangelio á esta península. Desembarca y 
toma posesión de ella á nombre de S. M. Los californios acometen á 
los que habían desembarcado y son rechazados. Piden la paz y se les 
concede. Descubren la yuca de que se forma el casabe. Bautismo 
de un cacique enfermo. Carta del capitán D. Cristóbal Martin de 



3 



Bemal en que desmiento Ins voces de qtie los pimas guardaban el bo- 
4¡n de los apachen. Altura de polo de S. Rafael. Combato y de rro. 
ta de los caliíbmios. Escasez de viveres. Arribo de la nao del ca- 
pitán Gandulfb con víveres. Muerte del Sr. arzobispo Seixas. Fun- 
dacion^ de la casa para mugeres dementes. Muerte del padre Andra- 
de, fundador del Seminario de S. Ignacio en Puebla. Origen del vó- 
fnito prieto en Veracruz. Muerte de los jesuítas asistiendo á los epi- 
demiados. Relación del capitán Monge de los moradores del Gila. 
Descrédito de los émulos de las noticias del padre Kino. Estension 
del padre Salvatierra en la California. Calamidadt^ y desgracias en 
California. Escribe el capitán del presidio contra los padres. Cor- 
reríadel padre Kino hasta el rio Gila. Descubre que el seno Cali- 
fornio no tiene comunicación por el Norte con la mar. Pasa el capi- 
iatt Escalante á la isla del Titxiroii* Notkia de la playa de los Serís. 



En consecuencia de lo 4iuid de parte de DoSa María de Alvarado se 1676. 
hntittL escnto á 8. M., se despachó cédula con fecha de 9 de abril del obr^^TeChti 
año antecedente pidiendo al lUmo. Sr. obispo de Ciudad Reftl y al ca- pa. 
bildo secular informasen sobre el asunto. Focos dias antes había lle- 
gado á aquella capital de su obispado el Illmo. Sr. D. Marcos Bravo 
de la Sema, tan afecto á la Compañía de Jesús, que luego que llegó á 
la Nueva-España, sabiendo que se'trataba de fundar un colegio en su 
diócesis, no solo manifestó singulai* consuelo, y prometió favorecer en 
iodo la fundación, pero aun quiso desde luego darle principio llevando 
consigo dos sacerdotes jesuitas. El informe que hizo al rey su ilustrl. 
sifML, es del tenor sígüimite: r^Señon-^Mándame Y. M. le informe so- 
•bré las haciendas, destinadas para la fundación de un colegiode laCom- 
pañfv, y las utilidades ó inconvenientes de dicha fundación. Y habién- 
dome informado con diligencia, hallo que la hacienda del Rosario jun- 
to al pueblo de Ixtacomitlán, provincia de los zoques, con todos susad- 
herentes de frutales y casas, esclavos &c,, llegará á 40.000 pesos. El 
Lie. Juan de Figoeroa, es presbítero domiciliario de este obispado, y 
está con tan ardiente zeló dé esta' fundación, y para eso me ha venido á 
ver mas de treinta leguas, y confirma de nuevo la donación que tiene 
hecha de una hacienda de ocho á nueve mil pies de cacao con una hcr- 
mita de la Concepción y varias posesiones, que todo valdrá seis mil pe- 
sos. También ofrece á dicho colegio una hacienda cuantiosa de ga- 
nado mayor de gran distrito y pastos que dicen vale mas de; 20.000 pe* 



--4 — 

30S, y todo e9io he hallado ser publico y voz conuin. Cou que Y. M» 
por lo que nüra á efectos y bienes raices, puede asegur^i: su conciencia 
en. que funden én e^a ciudad loa padres de la Cpokpanía de Jesús. 
. Por lo que toca á su utilidad, esta ciudad y todo su obiispado no tie» 
pen maestro dq esQue}a„ ni un preceptor ;que diseñe ia graiúitica, caur 
sa de que se malogren los sugetps, aunque esperimento muchos dé vi- 
vo y cla,ro ingenio. Si alguno sale con inclinación de seguir las letras 
Pq: llegan á tener popibles para ir ¿l^Guatemala, mas de ciento veinte ]e- 
guaS'de aquí^ ó á México mas de doscientas; de esta suerte no se llega 
á lograr ^ugeto de la ciudad y obispado, causa^de que haya tan pocos 
clérigos^ que suelen .estar vacos lois beneficios muchos años por no ha- 
ber quiei^ so, oponga á ellos. ...:.. 

, IS[q haUo (en que pu^^a «sta fijifidacion perjudicar al real patronato, de 

V« M.j.i|ij(L lai» religiones: dO'^to. Domingo, S. Franclscoy lá Merced, 

que son las que hay en esta ciudad; ánt§s me han dicho los superio* 

xes d# eyas (^.sej^ %^si%téi}i^j^^a$, oarg^ien la administración del 

^acifuneiM?» 4o J^.p^PÍ^Qn<3Í%:y:.^a9Í, pprque los tnasson doctrineros 

' ide.e^^os fooi|t(^n0s; 9Udlen>estar Jos €K>ixyentos con ámy. pocos sugetós» 

yiteiM^t^e^noibab^. masique^iina misa eü cada convento^ y yo lo he 

yist^con no. haber mas qu^ i^ificuénta.dias qué he llegado á mi iglesia. 

;£l pié6vedio que hará la Compañía en este obispado, «e ve porVio que 

;han Jiecbd 4o0 jesuitas que* tXdQñ conmigo, pueis por su predicación vá 

teni^Kido «9ta 0iuda4 uQa cjAare^toia muy ejemplar, y yo voy remedian • 

do casos gravéis y culpas envejecidas, y conociendo esta utilidad han 

de aladar -oontnigojfíodo el obispado. . •" . - > •. . 

Hay mi f^tt, ciudad una i^esia basfantenNiiteQapaz, no agregada á 
4parro^ia a^uíutf y Ibl tenia dedicada par^^ste afecte: itieñe unajEi ca- 
íais lyróximaa ala .sacristía y «¿tio para un oólegibf Ya M« tendrá*^ 
4Hen él tfno/en esüíM dosnfios no^doié 4c A estos dos ndágioeos porque 
^eccsito^ ellos «niñamente,.;^ de «I ayuda oficiosa^ que oomoen die^ 
años, no jML habido pi^elado en eitteL ofaispado» wo soy bástante yo fiolo & 
-diiági^loi todo, y aunque U «s tan. .|6Qae que no lle^ i dm mil pesos de 
^renta j: loa «lust^itaré y acndbráJa todos los diás á eata i^esia, en tanto 
que Y^ M« i^siAelve lo mas t)onvemeiKte« 



I ■ I •!< ■ ■ 



' t ^B¿*f999la cútAtiBL epiéééptAÚBiJi^li^wAolleigó'ú, qnfaÜentos' pesos, ha sido 
iié6tiWtié^<^Mf<ál go^HeroB lépnli^tmotlfiéite al ShBecenrér, dbii^'deeto, seis isiú 
fm )^ áéepie fe mitra que no íxxdíB «¿mitir por üiddbdoi^S^.' 



. Ciiür^ta lQgua^ de aquí hi&y indio? gentiles <iue llaman lacandonesy y 
habiendo fundado aquí los jewita», podran ir á predicar el Evangelio á 
esta» 'g^tesi^ que seguñ me dioeny {wuian dé ochenta núl; y si en mi 
tiempo fundasen» prometo á V« M. aoónopiañarles á esta facsdion, y fíe 
á mi ea^go todo lo qi^e cóndujci:^' al mejor logro de dicha fundación, án 
qué péi^dique á las religiones^ al patronato. real» á la ciudad, ni áper- 
aona alguna, por lo cual, soy de sentir quedehe dar Y. H» licencia pa- 
ra dicha fundación por elbién de las almas, servicio de Y. M. y glo- 
ria de Dios que guardó la católica real persona de Y. M., coirib ha me- 
nester esta monarquía. Ciudad Real y yhariso '20 de 1676.< — El ohiS" 
pad(B.Ciui(tiRed¡hCMapaá.** 

El infornié del cabildo secular, dice asía :*,A 18 dé inarié del ano Ijfj>"»e del 

,.,,.« cabildo seour 

presenté recibimos una cédula d% Y. M. '&Gha en 9 de ahru del ano pa. lar. 
sado, y habiéndonos juntado en la sala de cabildo de esta ciudad el 
alcalde m^Jror.y déiüas capitules, Qbedecimb^ dicha cédula, y pusimos 
^bre iiue(9tjra« eabezaa»y habiendo en&ndidodo que Y. M. éa ella nos 
inand«(, qi«9ef que Infoifmemop la (conveniencia, ó incqnveniebtiss q)ie 
lendri (undaí? un' «colegia dé la Cpmpaílía de Jesús en esta ciudad, de. 
xiimos: Ip) prim^rOfl qMé luegPi q^ue vítím 4ipba cédula, diodos muchas 
gracias :á nueitro 3^e>r de ^lUe Y. M« §é baya dignadb de pedir i^» 
ÍQXmei 1¥)rqíie ?• tanto el déséO que ti^ne esta <<iudad d^ yi^r l/9g;rada la 
fóndacioPf'quQ no éa posible esj^licarlo, pues los hijps d^ estit ciudad y 
{>n)viücíit« ;carecen d^ ftiíae|ía»?;% 4e gramitica y ftywltade^, por c^ya 
ni»pn:séiiiialf)igraii n»lcbos svg^os fdtli&ae^iaáx distapt^ laftesc^elus 
donde.pittüenQtn ocurrir* Dé a^^ resulta el camoer de peraCNoas qu^ se 
•ii|dfiea .ea Jófl beneficios qiie ha bi^hidOi alguno, que es el de Ayu(0$ 
4«a ba ei^do M^ve- añoa ya^o'yJervido ^e i^o i^bstituto por n/o haber 
iiabido quien: se <ípu^e$a á^ él ha^a el añO' pasado* I^as dema^i rejigio* 
neíEi Ao pueden roaiblr-pérjuijt^i^ 4e dicha f^Ad^^etn» piAe9 lad^ gto. ]Qo. 
üúmgo^ que és la mps Rdmetosat tiene suficiéoit^ Dentits dé que sust^9<* 
taHHe, y Jade S« Francia^. y la Merced loli^céti d^ U caridad de jios 
fiéÜSíy capeDéaía^ que. tisnen; y ma^ cuando la reUglon dé 1^ fipni^- 
níaÜQ es de laaqne récjJManiUmo^a de ms^a ie<$ ^ue efita .99 pue^^.^st^^» 
yi&raci0 ,á Uá' otras; y tenémoax^séendido que ta bácáeinda deiClucahiMt^ 
M 411b Dona Storia de Al!iwad0)m&ndd jM sil test^raeiilt) pa^a fii<4li^ 
eion :dé diobo ü^d/^io. mpQrtárá.vma9 de (tteinfa miLpesoa^-yíte del IM* 
J^nrtd» JPjgu^rolkí ladafide 4ify^ núL ¥ edonuis de' eáto ^pean^a^miítm- 
dido sé les Jto de jag^mgiúr.Qtai Jiaoíekida que se >cohip¡(Mie 'de femado ma- 



— 6 — 

jor, que por no saber de su valor no lo informamos, porque dicha ha. 
cienda está en la jurisdicción de Tabanco; pero sabemos que es bien 
cuantiosa; y dichas cantidades tenemos reconocido ser muy suficientes 
para la fundación de un colegio, y todos los vecinos que se hallan con 
algún posible, están en ánimo de ayudar en lo que cada uno pudiere. 
Y así, suplicamos á Y . M. se sirva de conceder la licencia para la fun- 
dación de dicho colegio^ así por lo que tenemos representado, como 
por el conduelo universal de toda esta ciudad y su provincia, que en 
ello recibiremos particular beneficio. Guarde Dios nuestro Señor la 
católica real persona de Y. M. como la cristiandad ha menester. Ciu« 
dad Real de Chiapa y marzo 20 de 1676. — D. Andrés Ochoa de Zara. 
U.—D. Gabriel de Abéndañó.—D. José de la Madrid.— D. José de Ve. 
lasco Ochoa. — D.José de Válcarzar. — ^Ante mí. — Juan Macal de Me-^ 
neses. 
Misión á la Tale» eran las ansias piadosas de la ciudad de Chiapa. En México, 
cAxce e cor. ^j^^^ tanto se emprendió por el mes de mayo una fervorosa misión á la 
cárcel de corte. Se habia divulgado por aquellos dias el mnaóir de cier- 
tos ruidos nocturnos que se 'bian en las piezas y cálélbozos de la cár- 
cel. Sea lo que fuere la verdad del hecho, esta común persuacion 'te- 
nia sobrecogidos de temor los ánimos de aquella gente á quien poco 
basta para asustar en la miserable condición á que se hallaban conde- 
nados. Los hombres de Dios, y verdaderamente celosos, saben aprove- 
charse de las menores ocasiones para la edificación y utilidad de «us 
prójimos. £1 padre José Vidal que entre sus demás ministerios apos- 
tólicos miraba como- uno de Idí principales la visita de cárceles, se va- 
lió de esto para persuadir á aquellos infelices que misasen aqiiettos 
ruidos como avisos de Dios para reformar sus costumbres, para ésth> 
par ciertos vicios muy comunes entre este género de gentes, y para 
componer y sosegar mas que todo las inquietudes de su inicua concien- 
cia por medio de la coníésibn. Para este efecto, tomado el beneplá- 
cito de los Sres. alcaldefi de corte se promulgó una misión de seis dias, 
con tan feliz suceso, que no quedó uno que no se reconciliara con Dios 
en los Sacramentos de Penitencia y Eucaristía; dejando así santifica- 
do aquel lugar, partió el mismo fervoroso misionero á la* villa (hoy ciu- 
dad de Sta. Fé y Real do Miñas de Guanajuato.) La fama del hom- 
bre apostólico tenia mocho antes prevenidos en su fisivor los ánimos, y 
aun parece que el cielo se interesaba también en darie á conocer. Te- 
nían muchos de aquel lugar la piadosa costumbre de juntarse á la ora- 



^7 — 

cion en la iglesia á fezar el rosario ante tina milagrosa imagen tfse etí 
efla se venera. Depusieron muchas de las mas autorizadas- [personas 
que concurrian á tan devoto ejercicio^ que les parecía haber visto en el 
pulpito un jesuita, según el color y forma del vestido, y lo mismo afir- 
maron después algunos señores que velaban sobre tres de la santa imá-i 
gen« Con tan felices prenuncios, fueron recibidos los misioneros jesúi- 
tas, como unos hombres enviados del cielo para salud de aquel pais. 
El blanco principal de su predicación fué estirpar los odios y rencores 
envejecidos entre las familias principales, de donde se derivaba también 
al mismo pueblo dividido todo en bandos y facciones. De este fatal 
principio dimanaban las muertes de muchos en las girerras 6 sasemis 
de unos barrios con otros, que no han podida remediarse á pesar de las 
mas severas providencias. Quiso Díob dar tanta eficacia á las pala* 
bras de sus ministros, que interrumpian tal vez el sermón las voces de 
los que pedian perdón, arrodillándose públicaroetite á sus mortales ene- 
migos. Los primeros que ejercitaron un acto tan heroico fueron algu. 
nos eclesiásticos, ó porque tuviesen entre si alguna enemistad, ó porque 
quisieron con su ejemplo apartar de los seculares aquella perniciosa 
vergüenza que las mas veces fomenta los escándalos. Efectivamente^ 
á los dichos eclesiásticos siguieron muchos de los mineros y persona» 
distinguidas, que seguramente lo necesitaban mas. Era un espectácv- 
lo muy agradable al cielo, y de mucha edificación ver salir del templa- 
unidos en caridad y tratarse familiarmente en lo de adelante, sugetos y 
fiuml̀U9 enteras que antes por largo tiempo se huian y evitaban cuida* 
desámente unas á otras por no corresponderse en las salutaciones que 
exige la cortesanía y caridad cristiana. 

De paso para México entraron nuestros misioneros en Zelaya, lugar Misión en Ze. 
que era entonces de la administración de los padres franciscanos, y se ^^ J ^^^' 
hallaba allí actualmente el reverendo padre provincial. Estos religio- de S. Agrustín 
sos padres oyendo con gusto el mucho fruto que hacían en los lugares 
vecinos los misioneros jesuitas, les suplicaron con instancia que hicie- 
sen allí misión y no privasen á aquellas sus ovejas del saludare pasto 
que tan liberalmente repartian á otras muchas. Pasó & esto en perso- 
na el mismo padre provincial, y ya que por la estrechez del tiempo que 
los llamaba á México no pudo conseguirlo del todo, propuso que á lo 
menos un dia sacasen la procesión de penitencia con un devoto cruci- 
fijo que se venera en aquel convento y predicase en su iglesia el padre 
José Vi^al. Hízolo así por obedecer» aunque haciendo por su humil. 



^8 — 

dad mií protestas de su inutilidad, respecto al favor 5 c^ de tiquellos 
ejemplares religiosos, y el cielo bendijo sus palat)ras cKon fruto, tan abun- 
dalitey qué en algunos dias después >de sii sermón tuyie?*p9 inucho ei» 
que trabajar doce confesores para datis&cer á la ptadoi^^i'iiKiípprtunidad 
de ioÍ9 penReátes. Lo restante '¿el eamino, siguiendo las lÉtuellas del 
Salvador, k) |>asaronl)aciendo bien por todas partes, y ítonando muchas 
almas dé sus ei^irituales doledlas pot Dnedio de la cOníeaion, sermo- 
nes y conversaciones santas, t^ Vez mas éfiscaces é insinuantes quelas- 
vehementes decl^maiciones. Llegados t México, hallaron toda la cÍM« 
dad oeopada en graj^ides preparativos de regocijos, de toro», carre- 
raJs, ^i^caras y tp^poos paira celebrar la jura del Sr. D. Carlos II, 
que desüpues de su i^(Venor ediid babia tomado las ríencías del gobierno. 
El padro JcMsé Vidal, conociendo que }a virtud y ptáeticas cristianas 
adB la mas Arme qdijum^a Sq ioa reinos, y él recurso al cielo el mejor 
medio |Sara firlean^r el aciei^ ^ pjfbspendad ile las monarquías de 
lM|uefl Sfinor.quei^offó en su qi^bo los qoraí^nes detlosifC{3^s, determi- 
nó hacer, .botn^decia con gracia, sus fientas mas agradables al cielo y 
raasiprove^hoyas^á la corona. Bien conoció el prudente misionero que 
ai ^ptdbücaáte la misión Con el aparato y publicidad qué ofraiS veces, los- 
partidarios del mundo y enemigos de la cruz de Jesucristo habifein de 
le¥alitar;el grito, y condenar lia acción como imprudente, y aun tal vea^ 
oom injuíiaslt álamagestád real, á cuyo honor se dedicaban aquellos 
r^goCrjos^ qiie cóAno de esos colores negros tiene ¿ mano el mundo pa- 
ra desfigurar los mas santos designios de íos hombres apostólicos; por 
esta> foKoñ ^ tomado ál beneplácito denlos «uperíoFés, sin dar á otro al - 
guno aun de los nuestros, parte desús intentos, comenzó sus sermonea 
sobre -tarde en la iglesia dé la JQneamacion. ^ Gomo -aun en medio del 
tumulto y ruido del mundo jamas Mtan al Señor ovejas escogidas que 
.cohocen su vez y 'laisiguen condocílidad, á pocos^dias por el ejemplo 
de algunos, ministros reales y otras personas^ de distinción, creció tan- 
lo. el ! .concurso,^ qjbie siendo ya niuy estrecho aqtíel templo hubieron de 
pagarse kLjde Jesud Nazareno. Sedestinó para la coimunion general 
con fsiutcaridfld del .ordinario él domingo 3. ^ de adviento (Id de diciem- 
bfe de I&JSk) £lviemes antecedente, Jí dd'íñistoo mes sobre tartíe, 
se.hízo laúltimflf plática, y queriendo Dios honrar el ministerio de su 
divina>palabjrtEi, puso al padre (Y^dal en ^la boca unas voces en que arre- 
batado y'fiíera^de sí por el fervor,: predijo éhiraihente la calamidad que 
aitenaiafaa'á |féxico,y'cc>ilio estaba y^par^ p!rorrumpiren un estruen^^ 



~9 — 

do. Efectivamente, aquelia misma noche sin haberse podido impedir 
con providencias algunas, prendió fuego en el suntuoso templo de S. 
Agustín, y en pocas horas todo el techo, coro y capillas, quedaron re* 
ducidas á cenizas, h^ lluvia de plomo de que estaba cubierta la te- 
cumbr^ no permitió librar del incendio cosa alguna de la iglesia, y au« 
mentó de suerte lá voracidad de las llamas, que iluminada toda la ciu. 
dad, parecía haber de perecer enteramente. £1 concurso do todo gé- 
nero de gentes y extraordinaria con^locion do ánimos, obligó al lUmo. 
y Exmo. Sr. D. Fr. Payo Enriquez de Rivera, virey y arzobispo, á 
que llevando en procesión al Santísimo Sacramento, fue^e S. E. I. 
desde la Catedral á la iglesia de Jesús Nazareno, para quo-alli dondo 
los dias antecedentes se habian cogido tan copiosos frutos do penitencia, 
se dignase su Magostad como en un lugar de propiciación, de admitir 
loe ruegos de la afligida ciudad. Este aviso del cielo contribuyó mu- 
cho á las grandes demostraciones de compunción que en todos sexos 
y condicionas se vieron el domingo siguiente en la procesión de san- 
gre con qu9 se concluyó la misión, f ' 

En él colegió dq Tepotzotlán falleció* este año el padre Melchor j^^^^^^ip 
Páez, de 72 años de edad^y mas de 20 de misáonero en Sinaloa. 66- Melchor Pacz 

, y hennano 

befnó los colegios de Guadalajara y Yalladolid con singular prudencia, Francisco Es 
y hubiera continuado en los primeros gobiernos de la provincia, si lo ph^<^- 
hubieran permitido sus etífermedades. Con ellas le probó el Señor por 
largo tiendo, sin que jamas so le oyese, ó conociese siquiera en el 

semblante el menor indicio dolos gravisimos dolores que lo afliglsoi. 

•.. • • • • 

Edificaba á toda la comunidad su conversación en este tiempo y de 
pensamientos de la eternidad, que eran la contfaiua materia de su me- 
ditácion. Murió el dia 22 de diciembre. Poco antes había pasado á 
mejor vida en el colegio máximo el hermano Francisco de Espinosa, 
novicio recibido para coadjutor temporal. A pocos racaes de entrado 
en Tepotzotlán, reconociendo en él los superiores una virtud sólida y á 
prueba de los mayores trabajos, To destinaron para* enfermero del colegio 
real de 8, Ildefonso, entre cuyos individuos h2.bia prendido un ramo do 



t £1 padre jesuíta Cabo, data este suceso en el mÍEmo dia quo él padre Aleare; 
yo «olo ^«bo ádyertir que en el antecoro de S. A^^ustin se conserva un cuadro do S. 
Nicolás do "JTolentino, en el que se lee que aquella imagen so vio andar por lan cor. 
nizas de la iglesia apagando el fuego, lo quo orco falso porque todo lo consumió. 
Témeme igual desgracia en la iglcdia do la Merced de México muy vieja y cubicr- 
ía de plomo. — EE. - 

TOM. III. *r- 3 (^ 



— 10 — 

y epidemia contagiosa. £n este humilde ejercicio se portó de un modo 

capaz de dar mucha honra á la Compañía, mucha edificación á aquella 
noble juventud que se miraba servida del hermano Espinosa, con tan- 
to silencio y religiosidad» con tanta humildad y alegría, como si hu. 
biese nacido esclavo de cada uno. Esta conducta convirtió muy pres- 
to en veneración del buen hermano la inadvertencia y aun la mofa 
que tuvo que ofrecer k Dios en los principios, y á que son llevados na- 
turalmente los pocos años. Después de haber susistido á muchos con 
la vigilancia y esmero de una tierna madre, herido del mismo contagio, 
acabó tranquilamente dejando en poco tiempo de religión y en 22 años 
de edad singulares ejemplos de una anciana virtud. 
Tutuaca '^ e° ^^ '^® paises septentrionales hacia por este tiempo maravillosos pro- 
Taraumara. gresos el c^lo de los operarios evangélicos. Los dos padres Tomás de 
Guadalajara y J[osé Tarda dieron feliz principio al año con mas de 
treinta adultas que bautizaron en el pueblo de TiAuacOr en el mismo 
dia de la Circuncisión. Esta feliz circunstancia hizo dasal pueblo el 
nombre de Jesús* Sin embargo, no perfeccionaron su conquista sino á 
Qpgta de muchas fatigas» Tatuaca dista do Papigóchi (dicen los pa- 
• dres en su relación) m^as de treinta leguas -de muy mal canúnoi cuya 
aspereza aumentaba la malicia de una guia que los llevaba siempre por 
. lo peor; el tiempo eradlo mas rigoroso del invierno en que en las entra- 
ñas de la sierra sube (a nieve mas de media vara: el sitio de la pobla. 
cion era tan áspero, que lo habian tomado por asilo los foragidos en los 
motines pasados; la gente sumamente esquiva y fiera, y una mezcla 
cpníusa de taraumares y tepehuanes que allí se habian refugiado. To- 
das estas dificultades las endulzaba el celo de los ministros y la espe« 
ranza de ganar ¿ Dios muchas almas. Se consolaron mucho hallando 
esculpidas cruces en los pinos y otros árboles, aunque supieron después 
que aquellas cruces las habian puesto allí los españoles é indios cristia- 
nos .cuando entraron á hacer guerra á.los rebeldes que en Tutuaca se 
habian hecho fuertes y recogido todos los despojos. A pocas horas de 
su llegada aLpueblo tuvieron que correr aun mayor riesgo, y en que pen- 
saron quedar víctimas del furor de 1ü3 bárbaros. Tenían prevenidas 
para festejar, como decían, el arribo de los padres, muchas vasijas de 
aquellos licores fuertes de que usaban en sus mayores solemnidades. 
Los padres les manifestaron mucho desagrado y pensaron desde luego 
volverse viéndolos tan mal dispuestos para recibir el bautismo; pero 
amenazando ya la noche, y no pudiendo perseverar entre aquella tro- 



—11 — 

pm de ébrío6, dejando cerrada la choza se retiraron al picacho mn» cs« 
-carpado de un monte vecino, á que los salvages no estaban en estado 
dé poder suhír. Allí pasaron espuestos á todas las inclemencias de la 
estación^ hasta la mañana que les enviaron algunos de los mas auto- 
rizados á que les dijesen cuan quejosos estaban de que hubiesen desam- 
parado el pueblo y desconfiado de su fidelidad, que jamas habían pen- 
sado en hacerles daño, y si lo intentaran, bien fácil les habría sido ven- 
cer aquel reparo con que se juzgaban seguros: que los habian llamado 
para bautizarse, y cuanto habian hecho no era sino una demostración 
de su alegría* Bajaron los padres cuando ya estaba mas sosegado el 
pueblo, que fué á la caída de la tarde. Se les dio á entender que los 
padres nunca podían resolverse & aplaudir ni autorizar con su presen- 
cia un festejo tan irracional: que siendo ministros y sacerdotes de Dios 
debian mirar por su honra, y no permitir que á sus ojos fuese ofendida 
su Magostad. ¿T para qué ha sido (les decian) hacemos caminar tan- 
tas leguas? ¿Solo para venir á ser testigos de vuestra disolución y em- 
briaguez? ¿Podemos persuadimos á que desean séríamente abrazar la 
religión crístiana, los que teniendo padres en su pueblo y ya á punto do 
ser bautizados, se entregan á un vicio tan vergonzoso, tan indigno y 
tan contrario á nuestra santa ley? ¿Hebeis visto en otros pueblos crís- 
ttanos semejantes festines? No penséis en recibir el santo bautismo 
mientras no nos probareis con una constante enmienda la sinceridad 
de vuestros deseos. Dichas estas razones con' libertad y fervor, se ob- 
servó que unos á otros se decian admirados: ¿Pues qué es malo em< 
bríagarse? No lo sabíamos: es necesario resolverse á dejarlo. Efec- 
tivamente, de allí fueron á la casa donde tenían una porción conside- 
rable de aquellas sus bebidas, la» derramaron en presencia de los pa- 
dres, y viendo esta demostración, se aplicaron á catequizar algunos de 
los principales, y dentro de algunos días se bautizaron treinta, plantea- 
ron cruces, y quedaron de fabricar su pequeña iglesia. 

A estos trabajos apostólicos, cooperaba el cíelo no solo con la con- Vida ée loi 
versión de muchos gentiles, sino aun con algunas señales admirables, '^^Bíoncros. 
de las cuales cuidadosamente examinadas, mandó hacer una relación 
circunstanciada el padre Bernabé Francisco Gutiérrez, visitador gene- 
ral de mísiotíes. En el entierro de una fervorosa india, no habiendo 
«no dos malos cantores, al Requiescaniimpace, se multiplicaron las vo- 
ces con una armonía suavísima, de que quedaron embelezados todos los 
circunstantes. Se vieron en otra ocasión repicarse por sí mismas las 



— 12— 

campanas con que ae llamaba á la doctritia á los niños y catecúme. 
nos; pero el mayor milagro, si podemos llamarla, era la vida misma de 
los misioneros. Casos bien particulares (dice la relación remitida al 
padre provincial Francisco Jiménez) son el habernos Dios librado tan* 
tas veces de las manos y flechas de estas gentes, y de la peste entro 
tantos enfeilrmos, el tener í^lúd entre tantos largos y penosos cami. 
nos y aun el vivir cuando nuestros cuerpos tendrían por mucho 
regalo el salvado y maiz, que muchas veces desprecian las bestias 
en los pesebres. Muchas veces sin mas abrigo que el cielo, ni mas 
lecho que la tierra, cuando los arroyos estaban como peñas dei frió, y 
gracias al Señor, con mas salud que nunca. £1 dicho padre visitador 
dando cuenta de su comisión» escribe asi: „Los padres Tomás de 
Guadalajara y José Tarda, arden en deseo de la salvación de estas al- 
más. Han entrado mas de cien leguas convirtiendo y bautizando mu- 
cho número, y disponiendo álos demás. La estimación que los indios 
hacen de sus ministros, solo podrá significarla quien conociere la bar* 
baridad de estas gentes^ y viere sus demostraciones; principalmente se 
esmeran con el padre Tornas^ á quien nuestro Señor tenia prevenido 
para tanta gloria suya en estas, tierras por su santidad y apacibilidad 
de su génio;» que es el señuelo que atrae á tantos á la fé. Los padres 
necesarios son cuatro que hayan de residir en Nonoata, Papigochi, 
Cüérucarichic y Tutuaca, y avibo á Y. R. que Sean sugetos de mucho 
eispíritu, poí'que los trabajos que padecen no Son comunes, y si no los 
trae el santo celo de la salvación de las almas, no han de poder con- 
servarse." . Juntamente con ^sta carta vinieron informes ai Illmo. y 
Exmo, Sr. D. Fr, Payo Enriqucz de River?, mandados hacer por el 
gobernador y capitán general de Nueva*yi2Caya, en que por parte del 
capitán D. Nicolás Caro, protector do los taraumares, se avisaba á 
S. E. como cincuenta y ocho caciques de la nacioii, conducidos por el 
caciqtie D. Pablo, habian bajado al Parral pidiendo padres que los doc- 
trinasen, y obligándose á reducir á pueblos y vivir en forma política 
bajo la dirección de los padres de la Compañía de Jesús» 
Reducción do Cofi igual fervof y felicidad se trabajaba en Sinalóa en líi reducción 
los guazapa- ¿^ ^oa gúazaparis y várohíos. Habian llegado, poco antes de Europa 
conducidos por el padre procurador Juan de Monroy algunos sugetos 
escogidos para este género de ministerio. Bastarían, entre otros^ p'a^ 
ra dar un crédito inmortal á esta misión, los nombres de los padres 
Juan Ortiz de Foronda, Juan Bautista Zappa y Juatf Mari^ de Salva- 



— 13— 

tierra. £1 celo del padre José de Tápia^ ministro de loa pueblos de 
Toro y Tzoes, muy á costa de su salud mantuvo algún tiempo la nue» 
Va población de Baímiagui; pero al fin hubo de descargarse por orden 
de los superiores que no esperaban sino operarios para seguir aquella 
reducción. De los recien llegados se destinaron luego los padres Ni- 
colás de Prado y Fernando Pecoro. • Antes de internarse en lá sierra 
se enviaron algunos de los huites y otros pueblos cristianos que esplo- 
rasen los ánimos de los temoris, varohios« guazapariSi guailppos, tu« 
baris y otras naciones, si perseveraban constantes en sus antiguos, de- 
seos de recibir la fé de Jesucristo. Volvieron los enviados con favo, 
rabie respuesta, y los dos padres partieron para su destino aV pueUo de 
TorOy donde habian detenidose en aprender el idioma^ ^:11 de junio 
de 1676. A los 17 liegaron al valle de Chinipa donde reconocieron 
con ternura las ruinas de una iglesia que habia comenzado, t fabricar 
el padt'e Julio Pascual y un mal aposentillo en que hubieron do alo* 
jarse. Sds dias pasaron con grandes incomodidades, sin mas alimen<- 
to que las frutillas, raices y miel silvestre de que se sustentan l&s in« 
dios. Unos manjares tan desusados alteraron bien presto la salud del 
padre Fernando Pecoro, aunque esta quiebra la suplía la fuerza del es- 
píritu, y los celestiales consuelos de que el Señor llenaba su alma. 
£n una carta escrita en estas circunstancias, después de naber referido 
las grandes incomodidades que padecía, añade con San Pablo: ,,Me 
rebosa el gusto y no sé como no salgo fuera de mí de gozo en medio 
de tantas tribulaciones. ¡Cuántas almas podemos dar á Diojs! ¡Qué 
llenos están de su Magostad estos desiertos! ¡Sea bendito para siem* 
prel..." £1 padre Nicolás de Prado, que por falta do salud no pudo 
pasar adelante^ se quedó en aquel sitio, donde agasajando y regalando 
á los salvages conquistó algunos, con que se dio principio al pueblo 
de Santa Inés que fué en la serie del tiempo la capital de aquel par- 
tido. El padre Pecoro entró por julio á los varohips, que lo recibie- 
ron con no pocas señales de agrado; saliéronle al encuentro armados, 
sin niños ni mugeres. Recogido el padre á su pobre choza Ip avisa- 
ron algunos del peligro; pero no habia forma de evitarlo, tenían cercan 
do todo el pequeño albergue. El misionero salió con resolución de 
hablarles; los halló sentados enrueda, y convidándose con pipas de 
tabaco que es el ordinario uso de ^s costumbres. Sentado eutre ellos 
comenzó á quejarlo amorosamente de su ingratitud y proponerles los 
grandes bienes que pedia traerles su vpnida. Después de todo este 



— 14 — 

discurso hubo de volverse á su choza mal satisfecho y sin respuesta 
positiva que le asegurase de su fidelidad. Persuadido el padre á que 
todo conspiraba á su muerte, pasó la noche ofreciéndose en sacrificio 
al Señor; pero á la mañana halló mudados los corazones. Se aver« 
goBzaron y prometieron que acabada la cosecha volverian á juntarse 
en aquel mismo sitio. Con esta alternativa de cuidados se fundaron 
miccestvamente los pueblos de Guadalupe, Santa Ana y Valleumbrosa 
de los varohios, Santa Teresa de guazaparis, la Magdalena de temoris, 
ÍL que se agregaron después los husorones, entecos y tecargonis. 
1677. Por otra parte, en la vecindad de Chicorato se maduraba una co- 

SucesoB de Si. píosa «nies en la nación de los chicuras. £1 padre Pedro Matías Ge- 
ni, que administraba el pueblo de San Ignacio, habia entrado desde el 
eñe antecedente coiiducido por el cacique D. Francisco, gobernador 
de aquellas gentes^ y que con algimos de los suyos habia recibido el 
bautismo algunos años antes. El ministro de Dios los halló bastan- 
temente dóciles, y deseosos de recibir el bautismo y el Evangelio. 
Habian ya fabricado su enramada para recibirlo, y corrian en tropa 
á que les pusiese las manos en la caibeza en señal de veneración y 
respeto. No se pudo saber con certeza el número de familias de to- 
da la nación para distribuirlas en poblaciones. Asi contento el mi- 
'fiionero con la buena acogida que habia hallado en ellos, y urgido do 
las necesidades de su antigua grey, reservó para mejor ocasión el es. 
taUecimtientor de aquella nueva iglesia. Se dio este año principio á. 
los baut¡SG(K)s de los soris, nación guerrera y numerosa á la costa del 
mar de California y al Poniente de Sonora* Las primicias de estas 
gentes fué un viejo, que según toda apaiiencia pasaba de cien años* 
Vino cuasi arrastrándose del valle de Cucrespe al pueblo de Banamitzi 
á cargo del padre Juan Muñoz de Burgos, Preguntado del motivo do 
su venida en una edad tan decrépita, respondió que estaba ya muy 
viejo y se quería morir, que solo esperaba le lavase (asi se espresaba) 
el bautismo para morir consolado. .Comenzó luego á instruirse con 
una viveza y prontitud admirable en percibir los santos misterios, re- 
cibió el bautismo, y dentro de pocas horas entregó á Dios el alma. No 
fué menos maravillosa la Providencia del Señor sobre aquellas almas 
sus favorecidas en otras dos indias de la nación de los humeris. Ma- 
dre é hija vinieron al pueblo de Huecapa pidiendo con instancias el 
bautismo, y mas la hija, aunque por estar en una bella edad parecia 
poderse instruir mas despacio. La madre pasaba de setenta años, é 



— 15— 

instruidas se bautizaroi> en un mismo dia, y en aquel mismo la hijzi 
acometida de una violenta enfermedad acabó en poco tiempo. La 
madre yívíó aun mucho» oños^^ reservándola Dios para atraer algunas 
almas de su nación. Era ea^ efecto un poderoso aliciente para los 
gentiles vecinos la regularidad de rida y la quietud de que gozaban 
los pueblos cristianos, y la asistencia del cielo en sus necesidades. En 
£1 pueblo de Toro, dedicado- al gloriosísimo Patriarea Sr. Sv José,, sa* 
cando en procesión la imagen del sanio tenían un seguro asilo contra 
las secas y epidemias. Con esta continuada esperiencia era singular 
la devoción que le tenian en toda aquel partido sin nombrarle jamas 
sino con el dulce apelativo de San José nuestro Padre^ 

Aun era mas universal y fervorosa la devoción de los nuevos cristia- Pi®dad * "5f- 
nos para con la Santísima Virgen. En- todos les pueblos se le canta- los neófitos. 
ba su misa los sábados con tanta asistencia de los neófitos, que se a- 
cusaban en sus confesiones de haber dejado de oir misa el sábado ó do 
faaber omitido el rosario algún dia como de la transgresión de un pre« 
cepto; piadoso error de que fué dificil desengañarlos, y que muestra 
bien cuanto estaban arraigados qn estas saludables prácticas. En los 
puntos mas difíciles de la doctrina estaban tan perfectamente instrui- 
dos como pudiera esperarse de muy antiguos cristianos. Un indio ya- 
qui anciano y ciego hacia oficio de catequista, que en su idioma lia- 
man iemachiiani^ enseñando la doctrina cristiana á los pequeñuelos 
indios. Oiale por curiosidad cierta persona ttiüy capaz de su idioma^ 
y Tolvióndose á otros que le acompañaban: verán, les dijo con risa, los 
disparates que habla ahora este buen viejo. Le preguntó si Señor San 
José era verdadero esposo de María la] Virgen nuestra Señora. Res^ 
pendióle que sí. Según eso, replicó el curioso, Jesucristo nuestvo Se« 
ñor, así como es hip natural de María Santbima, será también hijo 
natural de Señor San José. No, respondió el catequista^ Señor San 
José solo fué dado á la Virgen para guarda y custodia suya, y de núes, 
tro Señor Jesucristo. Santa María nuestra Madre fué siempre Vír. 
gen, y concibió por obra del Espíritu Santo, sin que Señor San José 
tuviese parte en la Encamaciox» de Jesucristo nuestro» Señor* Con 
esta firmeza y simplicidad de fé recibian de Dios y de la Santísima 
Virgen no vulgares favores. En todas las misiones se disponía siem- 
pre fuera del sdimento del misionero una considerable porción para los 
pobres y enfermos. Aconteció que al buen neófita<{ne tenia á su car- 
go esta obra de caridad llegase un indio á pedirle de comer: le rcspon- 



— 16-- 

dio que si no tenia mayor necesidad, se esperase, pues no era razón 
qub cerniese antes que el padre. Apenas habló estas palabras, cuan- 
do sobrecogido dé un frenesí salió dando carreras por todo el pueblo, 
y atormentándose con estraordinarias contorsiones. Llamado el pa- 
dre á confesarlo, no fué posible por la fuerza del mal. Salió como 
rabioso del pueblo y retiróse al monte, de donde lo trajeron á pocos 
dias tan flaco y débil, que apenas podía tenerse en pié, aunque toda- 
vía fuera de sí. En este estado miserable, le pareció ver á la medía 
noche una señora muy hermosa cercada de luz, que llamándolo por su 
nombre, le dijo: Levántate, anda hasta allí, y vuelve. Y ¿cómo? re- 
plicó el indio, si me estoy muriendo y no puedo moverme.... Levanta- 
te, repitió la señora; ya estás sano. Efectivamente, sintió solidarse 
fius nervios, se levantó, y hallándose enteramente sano corrió á dar la 
noticia al padre, diciéndole que la que se le habiá aparecido era la 
Virgen Santa María, que le había dicho que estaba hechizado y quié- 
nes eran los autores del daño; nombró algunos indios del pueblo, y 
^ en efecto se descubrió ser así. La perfecta y repentina salud del in- 
dio conciliaba todo crédito á su relación. Sin embargo, el padre Jo- 
sé Tapia, su ministro, le hizo ratificar bon juramento delante de tes- 
tigos para confirmarlos en la devoción de María Santísima. Estos y 
semejantes casos de que pudiéramos traer muchos, acaso los despre- 
ciarán por sueños nuestros, ó por poco autorizados los críticos del dia. 
Los piadosos y católicos lectores bien saben que este ha sido el medio 
ordinario de ía Providencia en la eanversíon de nuevas gentes, que 
Dios concede á los humildes y pequeñuelos lo que niega y esconde á 
los prudeoteSf á los grandes y sabios del siglo, y que nuestro Reden- 
tor que tan frecuentes prodigios y milagros obraba á vista del pueblo, 
no quiso liacer aun la menor demostración de su poder en presencia 
del curioso y soberbio Heredes. 
C^ntrorereút La tranquilidad de que habia gozado hasta allí la nueva misión do 
gQg^J^^^ Taraumara, y el rápido progreso con que se adelantaban las espírí. 
Francisco, tuale» cohcjuistas^ se interrumpió algún tanto con un pequeño acci- 
dente que en otros sugetos y distancias pudiera haber tenido efectos 
muy fatales. Dijimos antes como los padres José Tarda y Nicolás 
de Guadalajara habían penetrado hasta Yepomera y otros pueblos muy 
remotos al Norte y al Poniente de Taraumara, Proscguian pacífica- 
mente en la administración de aquella cristiandad cuando acia el fin 
del ano (de que hablamos) se recibió una carta del R. P. Fr. Alons/^ 



— 17- 

iie ^ieia 44 <kdo^ 4e 9fLa FraKK»960 íN» 4U0 deci^ coiao «qual fiartidd 
pertenecía i fu m^gf^ r^Úgüoo* y que I^Mra admíiústnuU tenia» cxmío 
para ptro^ iim^M>s p^ehlof, spualaida lioioi^ia del rey. £1 padre Gut* 
dfd^iafa que Terofimilop^^D^ ji^a jgnu^rado iraala entáacea id dencho 
<|ae loe religiodpf ^íraQGÍ9cfinQ9 debía» teiler á dicho fwrtído» «espon- 
jdió, qu^ en cpoiequenpia de }m piKkviubnes idespaehadas por la real 
audiencia de Qu^uJalajara y <SrdeQee de aus superiores, babia entrabo 
W. aquel país en iatielig^xicia «ie que toda la nacioi^i T\xraíumara es- 
taba generalmente encomendada k la dirección de la Compañía: que 
|b1 pveblo de Y^pomera era M9 d# íaraumare^ sin mezcla de conchos 
ó alguna otra ^a^ciop, fuei^ de algu.oofl tepebuanes: que entrando en 
la tierra no había e^poptrado baulizado alguno ni otra algvna señcd 
por donde conoce^ que perj^uBcia d su rererendísima. La candad y 
el verdadero celo de los bomlv^cs apostólicos no conoce la emulación^ 
como que ^tiep49 únicamenl^ ^ la gloria ddl Señor sin respeto alguno 
á sus personales jntepreses. Así loa dos religiosos misioneros, sin mas 
contienda ni disputa, con^ verdaderoa hi^ de obediencia, determina* 
ro^ estar á juicio de sijus superiores á quienes propusieron sus ratsones 
sin peij[uicio de la religiosa benevolencia tan necesaria eptre los ope- 
rarios de upa misma vij{a. £1 reverendísimo coo^sario de San Fran- 
cisco dio orden ¡^ .9* P- provincial de Zacatecas para que mandase 
retirar á sus rpiigi^fos de jtodos los pueblos taraumares, y administrar 
)solo á los concbos» como hasta entonces lo habían hecho. 

t#os miaj^eros franciscanos recibida esta orden de su comisario re- 
^ceseotaron que habiendo en algunos partidos, especialmente de la otra 
banda del rio de Papigochi, pc^lacíones mistas de conchos y tarauma- 
r^es» no podía menos de aer incómoda la administración de las dos re- 
ligiones eo unos mismos lugares* Anadian que á su religión no se lé 
iiabian prc^mesto por fimiites los pueblos de conchos, sino solo el dicho 
rio de Papigocbi ^cia b^da ulterior les pertenecía, ya fuese de con- 
chos ó de taravmares. Alegaban para esto un compromiso celebrado 
^ntre Ías,d^ rcjügiones en tiempo del padre provincial Andrés de Ra- 
da, ínterin se presentaba dicho compromiso, convinieron los dos pro- 
vinciales en que el partido de Yepomerai ocasión de aquella confcrover- 
aia, y que en realidad no era un pueblo sino unas rancherías disper- 
sas por jBspacio de mas de tres legütusí se dividiese entre las dos reli- 
giones separf^ndo conchos y taraumares; pero no hallándose concho 
iJgvuio esti^blecido de asiento en el país, quedó toda su administración 

TOMO III* 4 



-•18 — 

por entonces al cargo de la Compañía. £1 citado compromiso» cuyc^ 
original se decia estar en Guadiana (Durango), no pudo hallarse en lo» 
archivos del convento ni del colegio. Los padres misioneros de ta- 
raumara alegaban en su favor que el compromiso (si lo habia) debería 
espresar algunas otras circunstancias que decidieran la duda. Fundá- 
banse en que el padre Rada habia gobernado la provincia por los años 
de 49 á 52. Que si en su tiempo se habia hecho el compro- 
miso del modo que so alegaba, ¿cómo los venerables padres Comelio 
Bendin y Jacome Antonio Basilio habian pasado- en aquellos mismos 
años mas allá del rio Papigochiy administrado los pueblos sin reclamo 
ni contradicción de los padres franciscanos? ¿Oómo haBian dejado á 
su vista quebrantar el compremiso^acabado de hacer? ¿Cómo en todo 
el tiempo de la guerra de los taraumares habian permitido á los jesuítas 
la libre entrada en aquellos paises, y cómo despue? de veinte años sé 
les quería disputar la entrada á unos pueblosque tantos^ misioneros ha- 
bian regado con el sudor y aun con la sangre? La fuerza de estas ra- 
zones acabó enteramente la controversia, y la Compañía prosiguió co- 
mo hasta entonces en la pacífica- administración de aquellos pueblbs; 
Reúdenoiaen Desde la primavera de este año (1677) se habian enviado á Ciudad 
y'JusguBtodei ^®^ ^^^^ ^ principio y de residencia los padres Juan Martínez de 
Sr. Obispo. Parra y Juan de Olavarria con ^ hermano Prudencio de' Abarca en 
lugar de los padrea Femando de Baltierra y Eugenio López, que el 
Illmo. Sr. D. Marcos Bravo tenia consigo^y de quienes se necesitaba 
en México, La ciudad y el ilustrisimo recibieron á los nuevos minis- 
tros con las mayores muestras de benevolencia y alegría. Por algu- 
nos meses practicaron sus ministeríos con la mayor aceptación. Alo- 
jábanse en el mismo palacio episcopal por mucho que habiaa procura»* 
do resistirlo; acompañaban al Sr. obispo en su carrosa y en su mesa, 
y aliviábanle no poca parte de la carga pastoral. Los favores eiícesi- 
vos y públicos de los príncipes, aunque recaigan sobre un gran mérito, 
son siempre odiosos y espuestos á ser el blanco de la emulación. No 
faltaron personas de autoridad que llevando á mal la distinción que se 
hacia con los jesuítas, y conociendo por otra parte el carácter del ilus- 
trísimo4 fogoso y poco constante en sus afectos, procuraron inspirarle 
astutamente siniestra opinión de sus huéspedes. A estas midignaa 
impresiones y al genio desigual del señor obispo se allegó por entonces 
una indisposición quo pareció haberlo mudado enteramente. Lleno de 
aprensiones, melancólico, y acongojado con varios disturbios entre su 



— 19— 

ilustrísíma y la audiencia real de Guatemala, fuese por enfermedad ó 
por razón, comenzó á disgustarse de los padres, que habiéndolo de tra- 
bar diariamente, tuvieron mucho que disimular y que ofrecer ¿ Dios. 
A pocos dias les mandó salir de su palacio y buscar alojamiento; re- 
liráronse al barrio de San Diego á una capilla incómoda. Aun aquí 
procuró su ilustrísíma con el mayor esfuerzo que ni los seculares ni 
alguna otra persona de distinción loo comunicase ni tratase en cosa 
alguna. Nada hastó para que muchos sugetos de uno y otro cabildo 
no conservasen y aun aumentasen con Ja compasión su antiguo afecto 
¿ la Compañía, cuyo xleshoner procuraron aliviar con todos los me- 
dios posibles. Informado el padre Tomás Altamirano, que poco antes 
liabia entrado en el gobierno de la provincia, del fatal estado de aque- 
lla residencia, dio orden de que el padre Olavarría volviese á México, 
y el padre Juan Martínez de Parra pasase á Guatemala á leer filoso* 
fia, llevando consigo al hermano Florencio Abarca. No se supo esta 
providencia en Ciudad Real sin sumo desconsuelo de los principales 
republicanos, como se ve por carta que el cabildo secular escribió al 
padre proviacial fecha en 6 de setiembre de este mismo año, suplican* 
dolé sobreseer en la remoción de dichos padres. La sinceridad de 
estas representaciones demoró algún tanto la ejecución, hasta que ha- 
llando por todos caminos inflexible al Sr. obi^>o, y no considerándose 
poder servir sino de pábulo á la discordia la presencia de los padres, 
hubo de llevarse á debido efecto con notable sentimiento de la mayor 
parte de la ciudad. 

Las incomodidades que toleraba la Compañía en el obispado de Ciu- 
dad Real por el desafecto del Sr. D. Marcos Bravo de la Sema, se 
compensaban abundantemente con el aprecio que hadan de ella los se- 
ñores obispos de Guadalajara, Guatemala, Puebla y México. El lUmo. 
Sr. D. Manuel Fernandez de Santa Cruz, obispo de Nueva Galicia, ha* 
hia pedido al padre provincial dos sugetos que recorriesen en misión los 
pueblos de su diócesis como se hizo este ano en mas de treinta, y á 
petición del mismo se había fundado una cátedra de teología moral que 
hacia cursar á sus clérigos como necesaria condición para promover, 
los á las sagrados órdenes ó á la autoridad de párrocos. El Sr. D. 
Ortega Montañez, obispo de Guatemala, promovía con todo el es- 
fuerzo posible la fundación de Chiapas, y no omitía medio alguno para 
desimpresionar al Sr. D. Marcos Bravo de aqueUas engañosas ideas. 
Habíanse hecho también misiones con copioso fruto ^nlaa ciudades 



— 20 — 

de PueUa y México y algunos lugares comarcanos á petición de los 
nimos. Sres. I>. Fray PayofEnriquez de Rivera y D. Diego Osorio 
de flscobaif. En esta misión do^a puebla fué muy singular la perse- 
vérahcia en él fervor y frecuencia de sacramentos. Se consoló mu^ 
cho el ilustrisimo entre los achaques de su enfermedad con saber que 
eñ los nueve meses posteriores i la dicha misión se habían gastado 
en solo el colegio del Espíritu Santo vírdicuatro mü formas. Poco 
tiempo después falleció este prelado con universal sentimiento de toda 
su diócesis. El que le succedió, que fué el Illmo. Sr. obispo de la 
Nueva Galicia D. Manuel Fernandez de Santa Cruss, continuó en la 
Puebla en servirse de la Compañía de Jesús con los mismos ojos que 
su antecesor, cuya utilidad habia tanto esperimentado en su primera 
mitra. En esta le succedió el Sr. D. Juan Santiago Craravito y León, 
que lo mismo que su antecesor, promovió maravillosamente los estucfios 
de lá teología moral y demás ministerios pertenecientes á la salud de 
las almas. Fué el primero que por su particular devoción á S. Fran- 
cisco Javier intirodujo en las Indiáá la noVena, que desde 4 de marzo, 
nueve dias ánteá de su canonización, suele hacerse con mucha solem- 
nidad en la Europa. El ejemplo de este pastor,*'que ^quiso costear el 
prirner dia dé dicha novena, siguió toda la ciudad de Gqadalajara es- 
meráíidosd á porfía en obsequio del Santo. Tuvo también aquel colé- 
gio el alivio dé catorce mil pesos para la fóbrica de la iglesia, liberali- 
dad del Lie. D. Bartolomé Rodríguez de la Palma, que aun la habría 
llegado á concluir, si no hubiera repentinamente faltádole la prosperít 
dad de sus minas. 

Misión en Za. Entre los lugares deí territorio de Guadalajara, en que se hizo rhi. 

catéeos. ^j^^ ^^ ^^^^ ^g^^ ^^^ ^^^ singular el fruto que se cogió en Zacatecas. 

Era el principal misionero el padre Juan Ortiz de 2apata, varón muy 
ejercitado en este ministerio, y con él los padres Diego de Arbizu y 
^ Antonio de Figueroa. Hablando de este tiempo D. Pablo Muñoz Vi- ^ 

da, en carta escrita al padre protíncial en 6 de noviembre de 1678. 
„Llcgó (dice) todo el bien á Zacatecas en la misión del padre Ortiz. 
No tengo términos con que esplicar lo que por los ocho dias de la mi- 
sión debo este lugar á f . R., pues los padres con su mucho trabajo han 
sido sin duda la salud de hiuchas almas. Su celo fué tanto, que con 
lo feíívoroso dé sus pláticas parecía dia del juicio. En la última plá- 
tififty en él espacio dé medía hora, eran tantas las bofetadas y lágrimas 
d% \(Sá eircunátantes, qae apenas dejaban oir al predicador. Yo vi jun. 



-.21 — 

toé, mi un hombre tan sumamente lastimado en rostro y boca, que ha« 
bia hecho un lago de sangre. Si esto lo hizo con piedra ó con las ma« 
nos, no lo sé, solo si que fué menester confesarlo, y desmayado llevar- 
lo á su dasa. Todo el lugar tuvo á disposición particular de Dios 
haberse juntado varones tan apostólicos para el consuelo de esta ciu- 
dad, de lo cual todos damos á Y. R. mil agradecimientos, pues por su 
mano nos ha venido tanto bien, &c.'' De la misma ciudad se refiere 
que un caballero de oficio muy distinguido en la república, quedó tan 
desengañado de la vanidad de las cosas terrenas, que aquella misma 
noche determinó, mudado el trage, salir de la ciudad y retirarse á un 
yermo. La pirudencia de un religioso con quien consultó su resolución 
le impidió tomar este rumbo, no el mas seguro, y le persuadió tomase 
el hábito de alguna religión en que podria lograr con mas ventajas el 
aanto fin qué pretendía, como lo practicó efectivamente entrando allí 
mismo en una religión ejemplar con edificación de toda la ciudad. 
De aquí pasaron á otros lugares vecinos, anunciando en todas partes 
el reino de Dios, y cooperando á la salvación de innumerables almas, 
bien necesitadas de tanto trueno para despertar de su letargo. En S. 
Luis Potosí filé también extraordinaria la conmoción que causó en to- 
do género de gentes el acto de contrición con que se dio principio esta 
cuaresma. El vicario del lugar, el clero y religiones conspiraron á 
hacer mas plausible este ejercicio, uniéndose todos para la común uti- 
lidad. 

Este espíritu de misiones circulares tan necesarias siempre y pro- y¿2w*part«ü 
vechosas, parecía haberse difundido por estos tiempos en todos Ips co^ 
legios de la provincia. Era como la alma que movia todo este cuerpo, 
y que animaba todos los operarios en tugares tan distantes de él. El 
celo del padre Tidal que en México y sus contornos siq la menor in- 
terrupción trabajaba, ya en cárceles, ya en hospitales, ya en barrios, 
ya en parroquias y plazas públicas, daba no menos impulso y acción á 
las conquistas y fruto espiritual. Los superiores tenian cuidado de sub- 
rogarle unos después de otros á muchos de los jóvenes estudiantes que 
bebiesen su espíritu y bajo su dirección se enseñasen á deponer los va* 
nos respetos del (nundo, y á manejar las armas de la predicación. Ins- 
traídos en esta escuela y formados sobre el ejemplar de aquel grande 
hombre, se repartían después por los diversos colegios de la provincia, 
y ardía toda en aquel fuego de caridad qqe el Salvador viqo á traer al 
mundo. ¡Tanto puede el ejemplo de un operario dedicado enterameq- 



í 



— 22 — 

te á los saludables ministerios! En Guadalajara se prosiguió en las 
restantes poblaciones del obispado, la quesehabia comenzado con tan^ 
to fruto el año antecedeoíe. 
1679. ^^ indios de Tepotzotlán, noticiosos del jubileo de misiones que se 
habia publicado en México, suplicaron al padre provincial les hiciese el 
favor de que se publicase en su pueblo. Se añadió para hacerla mas 
fructuosa la dedicación de una eslilla hecha con las mismas medidas 
de la santa casa de Loreto, á diligencias del padre Juan Bautista Zappa, 
ministro ya entonces de aquel colegio. Este espiritual y devoto padre, 
de quien Dios queria formar uno de los mas fervorosos misioneros que 
ha tenido la provincia, f P^^^ P^^^^ después Jos cimientos de su empleo 
apostólico pasando á Huehuetoca con el padre Pedro de Medina Pica- 
zo, á petición de los indios, y beneñciado] de aquel partido (de Tepot- 
zotlán) que vinieron personalmente á este pueblo á pedir la misión. En 
ella aun trabajando incesantemente los dos padres, y ayudándoles en 
mucho dicho beneficiado y otro sacerdote, no podian satisfacer á la 
multitud de penitentes, y fué necesario solicitar compañero que los ayu- 
dase 4 sacar la red por la abundancia de la pesca. Se envió en efecto 
de Tepotzsotlán al padre Diego Saenz, 
Misiones en "^ ^^® padres Francisco Diaz Pimentel y Gaspar de Barcena, que 
Pachucay o- hacian misión en Pachuca, se les envió también de refresco al padre 
vecinos^^"** Diego de Contreras. Los dos últimos, acabada la misión en ÍPachuca, 
Real del Monte, Atotonilco y Capula, pasaron á Octupan, jurisdicción 
f que era de religiosos agustinos^ £1 reverendo párroco, no solo dio su 
' grata licencia para que se hiciera la misión, sino que con los demás 
individuos de aquella casa quiso entrar é. la parte de aquel glorioso 
trabajo, acomodándose en todo al uso de los nuestros, predicando en cas- 
tellano y otomí diferentes sermones, cantando por las calles la doctri- 
na y ejercitando todos los demás ministerios con perfecta y editicativa 
humildad. Fué de mucha edificación en este pueblo que habiendo en 
él una persona de distinción enlazada en torpe amistad con una mu- 
ger despreciable, tanto por su condición como por su fama, trató de sa- 
tisfacer al publicó por medio del matrimonio. Tenia ya tomada su re- 
solución sin respeto alguno á su deshonor, solo le detenia el recelo de 
que lo llevase á mal un hermano suyo religioso, y de quien no podia 
ocultarse la ejecución. Fluctuó algún tiempo, hasta que estimulado 

t Creo debe decir la proyincia de jesuitas de Nueya-Eí^ña.—- ££. 



— 23— 

de la conciencia, le dgo:. • • «nTo he Tifido mal con tal mu^r, el pue- 
blo no lo ignonu ni mi ocupacioii» ni I09 empefios con ella con- 
tiaidoa, aunque tan deagoales, me permiten dejarla, de modo que no 
quede áempre espoesto al peligro. Para salvar mi alma y la suira, no 
bailo otro medio qne el casarme y atropellar con todos los respetos del 
mondo.** £1 boen religioso, no sdo no se indignó de tal proposición, 
pero aun le ayudó gustodsimo á pesar de su mortificación y vergüen* 
2a. No ñié de menos consuelo para los misioneros^haber visto desva- 
necidas por su medio las calumnias de que algunas malévolos habían 
notado á algunos de aqueUos religiosos para con sus superiores y aun 
con los tribunales de México. No se concluyó la misión sin que se 
desdijesen, é hiciesen contar á todos la inocencia de aquellos padres. 
Del colegio de Mérida, capital de Yucatán, se emprendió también mi- 
sión á la villa de Valladolid, en que ya otras veces algimos aiíos se ha- 
bia practicado con evidente utilidad. Este fué el descanso que de sus 
fíterarias tareas tomaron en las vacaciones los padres Juan de Pala- 
cios, Diego Fdípe de Mesa y Nicolás die Vera. £1 Olmo. Sr. obispo 
de Yucatán dio repetidas gracias á los padres y al padre rector, como 
también la villa de Yalladolid. 

En las misiones de gentiles no se ofreció en este auo cosa alguna PtodinodeS. 
digna de notarse, sino solo un ruidoso milagro con que quiso favorecer f^f^i'^MooJa. 
el cielo á dos nobles oeLsados de la Nueva- Vizcaya, Doña Francisca 
Valdés y Uidiño, hija do D. Luis Valdés, gobernador que había sido 
de aquel reino y nieta por parte matema de D. Francisco ürdiñola» 
que había tenido el mismo cargo, había sido casada en primer matri- 
monio con D« Martin de S. Martin, caballero del orden de Santiago» 
contador general de tributos y azogues de Nueva- España,- y en segun- 
do con el general D. Agustín de Echevers y Subiza^ natural de Pam- 
plona. En uno y otro había tenido diferentes hijos; pero vivía con el 
dolor de no haber logrado alguno sino para el cíelo, muriendo todos re- 
den nacidos y bautizados. Esta peAa había atormentado su corazón 
por tanto tiempo, que llegó á enfermar y aun á salir fuera de sí algunos 
ratos por \bl melancolía. Egí estasr ocasiones buho veces que aun se 
dio algunos golpes en el vientre, diciendo con la fuerza de su aflicción 
que para qué quería hijos sí no había de gozarlo?. En volviendo de 
este frenesí, invocaba muy de veras á S. Francisco Javier, en quien 
tenía puesta su mas tierna confianza. A fines de noviembre le pareció 
una noche entre sueños, aunque dudaba mucho después si dormía en 



^24 — 

realidad, un sacerdote de la Compañía que decía misa en la capilla dé 
su hacienda y que entraba á oirla« Estando en esto^ vio salir de la 
sacristía otro jesuíta con báculo y manteo, y que llegando junto á sí ^ 
le reprendía mi poca conformidad, y le decía ^obre la cabeza un Evan- 
gelio, añadiendo que mandase decir tina mísa« A la misma hora slU 
l)orozada con dicho sueño ó visión, la contó á Doña Clara Valdés, sil 
hermana, y á la mañana siguiente mandaron decir la misa y velaron 
juntas todo el día con tanta exactitud, que aun habiendp venido aquel 
día su marido de algunos meses de ausencia, no quiso verle hasta ha- 
ber enteramente cumplido su devoción. La próxima noche entre las 
mismas dudas le pareció ver al mismo sacerdote que hincado ante I4 
Virgen Santísima con sobrepelliz y estola le ofrecía un memorial^ 
A pocos días (en que había sido uno el de S. Frapcisco Javier) reco- 
noció haber concebido, y á los nueve meses parió no sin nuevos favo ^ 
res del Santo, una niña hermosísima: el parto fué dificultoso, y después 
de todo era el mayor pesar creer que había nacido pauerta ia criatura, 
aunque se ocultaba á la madre. I)esf oes de algún rato de susto, re- 
conociéndola viva^ llamaron á un sacerdote de la Comps^ñía que la 
bautizase. Al bautizarla, contingentemente, advirtió que en lugar de 
agua fría se había traído con la turbación agua hirviendo, lo que acá-* 
80 habría puesto en nuevo peligro á la débil criatura. Se le puso por 
nombre Ignacia Javiera, en honor de los dos santos que su piadosa ma- 
dre creía haber visto, y á quienes atiibuia tap singular iavor. Este 
suceso, para gloría de J>íos y de sus dos gloríosísiflw» patronos se es- 
críbió firmándolo la misma señora^ su esposo y hermaoat y se consor- 
va en el archivo de provincia. Aconteció todo en la hacienda de S. 
Francisco de los Patos, jurisdicción de Parras, 
«no A -^ príncq>¡os del skuíente año de 1680 falleció ePla Casa Profesa 

I680* , ' . ^ 

Congregación de México el padre provincial Tomás Altaipirano á los oos años y algu- 
provincial^ nos meses de su golñemo. Fué hombre de una exacta distribución, y 
celosísimo de la disciplina regular. Abierfo el pliego auu mortiSf se 
halló destinado provincial al padre* Antonio Nuñez de Míraada, rector 
que actualmente era del colegio máximo de México. Concluido en- 
tre I09 dos el trienio, vino este mismo año destipado provincial el pa- 
dre Bernardo Pardo. Trató fuego de convocar para el próximo no- 
viembre congregación provincial. Por un nuevo orden de N. M. B. 
P. general Juan Pablo Oliva debían nombrarse en la futura congrega- 
ción un procurador y dos substitutos en lugar de pno que antes se' non» ^^ 



V^.: Jsmjm toAw.Jw» v9<m4^ pw»'«J .4i^.3 4e Myimbr^fS^M^ 

jpTffymmf fi9lVSi4f^,lMni^M,Q^ daiGuadcllaJá; 

x^:, .^ ^t<^/9¿ri^q»oja^.^p«tofj;S^gi^B^^OQ de extinguir. i^"CoI<^io 
^ fí^^t»fíhnW.líéf.$9r b^ que mantenerse amen^^ 

mt^ BVÍfJ^.,íf^gfí^Á'h r^ígioNkilMciplisavgr no fiodcHi . pract&afée 
R9i^^if>$9i^l^:m!^rk«lidi^^^l^ AoorderoBi tOdo^sJoi 

pft<^^jp .4^i»fiftipim:^:04k«i^ ftre^idtoüdo jl»tte<^.ií^itíttd»tt( 

. JE» 4qb jofMimUlMfiiU^ gsdieiiió Ik pr9vinci« el padiw •Aiktoma >Nii< Entrada dd 
ñjil9^ooii^]A)r4iqr'^dt^ 9)j>^ qtte ouattra ^^^ ^^^^ 

9|VKf W^lM^y«iqi4fi(<ie ^VhH^r» HSst itiáaioiiieijiiténaéñn ifo tebia «I tierra^ 

j^fff^}oaf tíiv^ jt^idos qtiii^ ie iciaba Dioe nneqtro 8e6or dq oodpkyse^ 
)^l^f(Qe0:40'g£UiU]i^»'de8éQeiniay aptígucp, nánroonséaiitMi: y tan 
«SpKM é|^e-:^M>k» heqhQ^t¡dqiar iásr^rovinelaa^de liatia. ^ Bfédtt^ 
^iHi)^^ ^'i'^^^^ ^^^olUyó aulQ^ óuaiido pexsuadkioB lós atf^ú!&J 
H^ <k n(|P;^>íOfA0Í«r.n»»y pdEtioular «klcielo^ ¡¡^ qtté-'deíhiiyáabatf 
l%f9f9Ífii^flP;deL:<;el0y'&i«¿t dqna'apóatb fó déstiltíMn paríi k(é re-' 
cien fundadaii en la Sierra Madre, Ningunas nuevas convérdidiids ne^ 
C«9|i^l4i¡( iQ9ftidii Uñ v^ron jipoátólcéo. A diligbiicift íA» \oi paár^ t>cr- 
n9%JQPj949prp^ Nippl<^ Je I^doi<i|e habían 
^m )ms^^ft4e)CUfttlo>imldáá¿iordr db Ids iMMiítiiuidci»? 9tím Inés de 
P)>álÍífl9i!:nui^^qil9:#mii:^rDfiiameDte C?iia^9fpa«¿ eomoánfes' hemób 
dÍAbl)k^llta IJ^r^dfi (SrCiazapa^!!, Santa; Marü Magd¿Tétta dé Te- 
PH>Wr\':Jñ9íf WMSíWfífáS (Mülf« Pácpra'80)éiibonienda»oil estóB dos'ül' 
tiíaiqft a|pí«Jité^Sri^0^éi!tfii;^que UbgiSá aqiielia'províneiii-á' ptinóipioil 
ds^ jwiti<lfi?-i *F^<^/íi^l99' trea púncipcdea pmb^cís y^ algunos ottc^i de poi 
<Hy| WfCi^mñin^ át^i^hÁ áiftifidiíiénteie» (b.ieoi^vergioii'áci dps liá- 
9Í«s^l)ffr:ef|rfta9afi^»t :'itBabiAa^ dósiuioB antee' bajado á la villa 

4AT9íi^4^#,í.f^ilpr4teii^ondBiiée as lea en viesen 'mitii»tlf«|$ etttngéli- 
5Q|. .n%}'CA9Ílfl9i^ £^ Huriaé^^OwitiUtt los rééábi<P ooh Irenig- 

VOBflU III. 5 



I 

I 



— !^ — 

fddad, y mtiindó á México informes, en cuya vista determinase elVvtbf^ 
El padre Salvatierra, llevado luego de su celó, se ofreció con valor & 
empresa ttfui dificíi. Tuvo <|ue vencer no pocas dificultades no solo de^ 
camino, de la estación y de lá suma •escasez ^ue padecía de todo; pero 
aun mas de Ipa guazaparis y temiris, qtíe auiKjue ya bautizados, no 
faltaban entre ellos quienes quisiesen maiiteñer cerca de sí aquellas na* 
eiones gentiles^ como un seguro asilo en sus fugas, y como un diesaho- 
go en sus vicios. Oponían estés muchas aparentes dificultades; pero 
viendo que atrepellaba por todo, hubieron de ceder singularmente ame- 
nazándoles que si los- de JetocaxH no estaban - dispuestos á recibir el 
BvangeUOf se -volvería ár México: díeeel mismo padre, qué consiguió de 
ellos cuanto quiso, lo que muestra bien el amor que en tan corto tiem- 
po se habla grangeado de sus neófitos. Llegó á Jetiicom en- 23 db no- 
viembre, y espuso luego el fin de su jornada: bautizó algunos párvulóüí, 
y dentro de algunos dias- mas dfi. sesenta adultos. Sétnejant'e súdes^o 
iba teniendo en los Usarones, á^ dónde pasó inmediatamente, f%Ti bre- 
ves dias se balnria \^autizado toda aquella gentilidad, la-ónica que que- 
daba entre la Sinaloay la parte del Nordeste y la Taraumara, á rió ha- 
ber recibido á la .mitad de diciembre carta del padre rector de U^villa. 
Advertíale' que.no se apresurase .en bautizar adultos, de quienes 
no se podia.fiar mucho: que aquellos indios hablan burlado mil -vece» 
los conatos del padre Fernando Pecoro, y que aun después de bautiza- 
dofr muQhos^ sus infidelidades é inicuos tratamientos le hablan* obliga- 
do á desamparar- la tierra,, que sin este' operario no podrían solos dos 
que quedaban llevar el peso de tantos pueblos nuevos, y no muy cerca- 
nos entr^ A. . . 
Sumndepor Hablaba el paAreiLuis de Sándoval, según los informes del padre 
b««ti!m^/°" Femando Pecoroj'y sin noticia alguna del estado en que aí presente se 
bailaba aquelia oanquistab . £1 fervor de los catecúmenos era tal, que 
de.diay noche se ocupaban en aprender oraciones y los misterios de 
nuestra santa fé. No es de callar (dice el mismo padre Salvatierra 
en carta fecha á 10 de diciembre) la acción de una niña bautizada de 
pacos auos, que mientras de noche la gente del padre estaba ñiera re- 
zando el rosario cerca de un fuego muy grande, ella con otras donce- 
llitas gentiles que. juntaba muy léjos^del fiíego» que apenas se podían 
distinguir, se estsba ensenando á rezar el Padre nuestro y Ave Marte, 
que iban repitiendo los que rezaban el rosario, y el frió era tan grande 
que no permitía estar mucho tiempo en el campo apartados del fuego. 



— J87 — 

y ^tm todo» peniMAecáó hincada da iddillas hasta que se aeabóel ixk 
mtiom Aunque todoosto íbmentaha en d misionero lasmas beUases- 
peranzas de la mas florida cristiandad, y había mucha razón de creer 
que el siiperior bien iafi>rmado no habría enviado semejante orden; sin 
embargo, el .perfecto obediente alzó desdp luego la nuuKH convocó á 
los -catecúmenos, y no sin lágrimas de uno y otros les declaró la or- 
den que había recibido de volveise, encargó mucho á los catequistas la 
instrucción de todos los demás, y prometió volver cuanto antes á ver* 
los^ como en realidad lo esperaba en habiendo representado á los su. 
|>eriores el estado de las cosas. -^ 

Coma ya d ano de 1€81« cuando el padre Jesé María Salvatierra ^esi. 
volvió á su misión de Santa Teresa. Por orden del rey católico D. Intento del 
Carlos n, espedida desde el ano de 1G77, se trabajaba en Sínaloa i^nn^yia 
en aquel tiempo sobre los preparativos de una espedícion á California ^zíto. 
4 cargo dd capitán S» Mdro de Atondo y Antülon, de que hablaremos 
á su tiempo» Con esta ocasioD, el Illmo. y Rmo. Sr. D. Fr. Barto- 
lomé de Escancia, persuadido á que era de su jurisdicción aquel nue- 
vo descubrimiento^ noinbró un clérigo por capellán de las embarcacio. 
nes, 4 quien dio título de cura y vicario, así de la navegación co. 
mo de las nuevas poblaciones que alli se fundasen^ Intentó también 
su ilustrísima, y efectivamente llegó á enviar otro clérigo introducién- 
dolo en el mismo eolegio para que alternase las semanas con el rector 
de aquella casa, dándole facultad de nombrar tenientes, y título de vi- 
cario provincial para conocer de causan &c* Publicó fuera de eso mas 
de cien constituciones nuevas oUigando á su observancia con penas y 
censuras dirigidas á despojar enteramente ó á limitar en gran pártelas 
fiicultades de los misioneros regulares de su diócesis, é innovar el es* 
tilo y forma de aquellfui cristiandades. La novedad de estos estable- 
cimientos había causado mucha inquietud, y se temían aun mas funestos 
efectos. Para precaverlos después de las mas modestas representacio- 
nes, tomó, el padre provincial Bernardo Pardo la providencia de ocur- 
rir al £xmo. Sr. conde de Paredes. Representó & S. E. que aquella 
erección de curato y nombramiento é institución de cura, se había he. 
cho sin presentación ni aun noticia de S. £. en lo que se perjudicaba 
notablemente el patronato real: que el Sr. obispo de Durango no podía 
pretender jurisdicción ni derecho alguno sobre la California, cuyo tí. 
tulo se daba al Sr. obispo de Gaadalajara: que la conversión de aquel 
^uÍ9 estaba por reales cédulas encargada á la Compañía, y aceptada 



aqudké |Míée(loé^ ^é se esou0&!iaíAnü'6!kos jgkálósíc S« M.; ;f 96"%^ 
cüitalba v^asla bok^vé^óD qúcíúó podía dejtíf de retardát láoofictfrréí?- 
€iá de un ^<MVk> ¿eétiJaiS y lé ^isáib ctélÑa ^ir Ire^pé^tiranieAté dé 
lajs fkvxB &OB tíóyfeii^^déB qm Intétoláb^ él^lü'^^imó. - F^saáa^tá pc- 
tiotoh ': al Sr. ^ fiséáS <D. Martí»' dé SóhVlífífarfdá; ¿oh eá t^fééfér y 4) 
ddréal acuerdo, «edespadlió i^l pitoVitlíótfklé^Jru;^ y'^daír^^ 
obispo de Damngo pftra qué remitíase f^8laperioV'gfóy'ék>iibtf^ 
to hubiese actuado en la materia, é hiciese [récojéí^ lítalos' y 'pHíSéiil- 
tecióii de tmíf vioaario pirbvtncial d&^hé, y^ii^idatién ó^tiilOB4)ue 
hubiese despachádb áe eüpéttab ó- p^tirééo dé tíi Atibi^^^-Mo vasucdftveí^ 
.: «i^tíés dé €ttlifbi¿ili^, i)in • bacer nó^ad ikípíkvíen'lo dUmusv-fó. 
«htf'e*Méxi6o^lodí!^diai^^e#etíéitdl>ttP(dé468Í;- vilgi^etaiiMilodm 
se de^pacikS ipaáduniibntd aJélmMiiiA D4'>ttidíro Atondo f'>Iít!0lMk 
pava que. lío .j^nnitíese^etoápibSian: AJMibfaidd pOi*^I S(^v éfeiíi^épá*. 
ra las (lith«r.mor,: pi^d- nombntdó foír eurai y ^«^no pro^^M 
dek ^llá; dédiiíáloáVtOttilidéti {KmésiOD^'m' ég^ñrcieáéñ dichos óíh^íosV 
lü^bioidi^'AOyeáatffilgvináéiliósderiñdrhi^idh^ --- : ^'■'^■' 

Misión en r Bti^ljit PwgUáy siüTliimkiiladéí^ sé hizo 'éSfé tíño voM raidoéá'y ütHt^ 
^"^^^°' siiiib' lili^Sim qtté'éb' kf^^^iadád^uVóirés sbteá^tto^.- Deétíbároiise'iisM 

élib^ IfL tkitítA Igl^éf Catec^Haa *pahi6qililgi^:dé'S¿^ 6: Johéi f^é^ dé tas 
religiosa» trittitarilis; El' Hlbo- Si^: Í>¿ MáAuA Fernandez ^e-Sánftá 
€n}z; qüo hbbía^iíé^^mlido) fa miéioi), fij<» fa^bk^n fók lugares y! éf ffiá 
!^ di» jü^o'ot^qtttf^lMré ttfvdb saltó ^ íltíüt^Sim^d^'ñiíésfñy Mugió 
del EspiriM:JSáhfb,' K<Íoihpliñádédelos pétdres y^de ló ití^-fibridó dé 
la dudad, éH béllb'ói^ií' ¿íihtá^iidd la dbetrméf é!i^istláiia.- lEtf lie^éfoSó 
á k CatedniH deludo sü ilt¿trísimáWuim' sHlk'^if las^kradás^deráí 
táil^ mayor, hitsó ^'tivó'ylelóctíeiftS dísetii^ ^iwbre'^ I^s^ pálfílirns del 
Salmo:. • .JVhlüé 6bét6¥érééordá vs«fra^^exhorts&Mó á í^is ÓTejas-á ápi^. 
vMharsé ^de «qnéllés difes 'dé safad. ' Oon tan fólrzí jpniicipíoy ü'aws- 
tencit cotizante cl^l'pt^&Iádoá'los ejercicios db \ú niision, fui^'CÓpio^^ 
sinio'el ftuto dé leí' nrisirin. Los piadosos sacerdotes de lá venerable 
concordia de S; Felipe Ncri,* ayudaron eñ grári parte' á recogerlo, pre- 
dicaiiiloy pracffieattdo su apostólico ministerio en «compañía dé los 
nticstród, y en láimióh de ün mismo espíritu. ' Señaláronse con parti- 
cuhtidád el Lie. D; Juan de Vargas Inostiroza, y el Dr. D. José Gon- 
zález dd Parra. Para los indios se practicó la misma diligencia en la» 



— 29 — 

BÍI'^é tántóiliilbiá ilfbiBido 8ú rebaño, dio gm^Saé'stí rfeiloña ihisirísí. 
al padre provincial Bernardo Pardo, y á los padrea de- fos dos colegios 

*^-La^fe Cat^IraMty^CItíápas iMllMai'Váétedb €éktff6 áMé^^dr'ikmei^e ??»i»fó- 
di¿l'fnU¿^^dr'^'P.qi9£Ko#sUyo'^^#fa<^^ ^"^^^ ir 



^Alo Í'i ;•;: 



Vétra'd^un^ttc^^n'itrtnéérto dé lafTandádórá^Boñaüfaifá de Á)v¿ 
táá^/qóe'Aálifo áoóistécidb el añó^é'^fiTOi biiásrtfiñ ééperiáñza de qtíé 
iiéIófff«deii'i^'dÍBebá; aühqüe^cóñfirkiáff^ ya ántés hél 

^a á litfíObfiápteñfávpreBCtSbii5' se&^fidíi' de térmiábü 'Por Othi' parte, 
bdh lai'üiíibW dtFlttVi»o:0h'l!>: -Mareos, habmn^e^^^ más jen 

Iba T^ribi^ d» Cn^fisár 16á Bfaf^^ difeeosí' ^Él mi^mo Sk/ oÍ>íá)id, pbi- 
éb'áfftijb idi[i'i¿dtíP;'^8TbciÍB liabérpráiniciii^ ¿uiiífoliál 

t/¿< 16^ «ivftltfa'^Ibi^^^^ Súy-dt8llM>íos 't*ón'Iáaudibttciárga)db 

CHuftbüíiáüí, ||4iiif''úlüiháijient0 Tiüiei'off á: sabsctió'd^.^u obisi)kd)o) Ib hi« 
éterbb'VtrraiiiS&álfii^te' abrir lod y delseonñbr de Ruellos cot^iéjéi 



v^MupwHa u«7 «voouB, <5ii cujroo iiiauus pusu la uirecvion ere 8u concien« 
é¡á;'^ií«e¿t«lásffiib^dii^i'á^bs¿ btifiattd-hbta el úftiifio-áusjjiró; 

X 18|fáfe«éfedÍ:tf¿Í «(¿«tíór qué dona Vfiiiiia María dé' Alvá^i^ádo, se 
ajápré^^É de^lá €dtiicei>e8ki qaé antes babiá'^enido en compáííía,'y yá 
^ toda eVprbpitedad 'del liic. D.^Jtián deí'íglieroa, y dé quo firmó 
éscrttíiiftí' dé d0ndc!tdii;knt& - Juan M'tfbál de Mene^ei^, éscríbanb públi- 
co bb'ld de setiéitibrb ie'Uisi 'ES i'ef^áódmléntb ele ti¿ fihbaá ve^ 
ñia ¿óibetídó pórbédüdá dtí S*. M: á'Iód dVes; ptesidente y oidores Úé 
la real audiéndk'"<¡fe (ráátemáhf'y al Éi^: ohíápó de aquella ciudad) quó 
¿raen lá actualidad éí Sr. D; Juan Ortega "Montafiéií. Su' señbHá 
ilustriéimá; por aütb espedido en 1. ^ de octubre def Om de qué trata: 
mbs, declaró ser muy seguras y suiidiétité^ dichaslíáciendas para la 
Aindacion de un colegio. Los Sres. de la audiencia por su último de« 



^30 — 

finitivo parecer" mancaron ejecutar la. re^\ c^ula 0ú 16 <}el mismo 
mes, y dar á la Compañía posesión de dicha9:.i9xip^ para el deseado 
efecto de la íUadacioD. . , , . '. 

Posesión de Juntamente con las dichas haciendas se mandó dar también posesión 
V mwrt^^^Sl ^® !as casas que habían, sido del. piaestre d^icampo D. Jua^de Val- 
hennaDo Mi. tierra. Hemos habMo en otra parte de Ja. aversión que había conce- 
^ bido eontra nuestra religión e.ste noble caballero, y de los esfuerEos^jiie 
en otros tiempos Jtázopaj^ impedir que se e^ableciese ea Ciudad Real 
la Compañía. La entrada en ella do su hijo el padre- Fernando Tal* 
tierra había sido, corno dijimos, todo el motivo- de su- cólera, persuadi- 
do á que. con él querrían apoderarse los jesuítas de gran parte de au 
biáciend^* Le duró este tempr hasta que el padre Femando llegó á 
hacer la acostumbrada, renuncia de su legítima materna. .Yíendo el 
desinterés con que en esta ocasión se portó la Compañía, y que en lu- 
gar de perder ;p<»^ la rrenuncia doiti^ hijo, antes le recrecía una gran 
part9,de caudal por haberlo dejado todo á disposición de su padre, no 
pudo menos que .de^^eng^ñarse y abrir los ojos sobre la pretendida co- 
dicia de. los jesuitas- Mudado ya en otro hombre, comenzó ^ patroci- 
narIoí|.y á promover la .fundación á que hasta entonces había «ido tan 
adverso. £n- prenda de su amor, hizo en vida donación á la Compañía 
^e suS'^Uas casas, que fueron efectivamente el prímef: cqlegio de 
Ciudad Real. Se iomó posesión de dichas casas y. haciendas en 18 de 
octubre de 1681, y & esta causa se celebró áloe principios por algunos 
años la fiesta de la fundación en el día del evangelista Sé Lúci^. .Es- 
taban en Ciudad Real desde los principios d^l año antecedente el pa^ 
dre Francisco ^aez y el hermano Francisco jde Lepn, que 4 instanda 
de los mismos ciudadanos habían ido después del fallecimiento del Sr. 
D. Marcos Bravo. Trató luego el padre Francisco Pérez de disponer 
una pieza con la mayor decencia posible que sirviese de iglesia para 
comenzar á practicar de asiento los ministerios, á donde dispuesta en 
la mejor forma con solemne pompa y acompañamiento de lo mas luci- 
do de la ciudad, pasó de la Catedral el Augustísimo Sacramento el Sr. 
D. Juan de Merlo, arcedeano de aquella Santa Iglesia; pero esto acon- 
teció á 18 de enero del año siguiente. En el de 1681, deque vamos 
tratando, falleció en México, recibido en la Compañía, y hechos los vo- 
tos religiosos del angélico joven Miguel de Omaña. Había deseado 
desde iilgunos años antes renunciar enteramente al mundo y entrar en 
la religión. ^No habiéndosele permitido, determinó vivir como religio- 



— M — 

É(^ etf medio del bullicio del siglo. Observaba constante y exocfamen- 
fe fa distribución del noviciado. Daba cada día exacta cuenta de su 
coucienieia« y su conversación pareciá ser enteramente eu los cielos. 
Farec^ conoció con divina lu2 lo poco que le restaba de vida, esforzán- 
doBO á consumar en poco tiempo muchY>s años de virtud. Aseveró 
mas de ura vez lacercauia de su muerter y entre fervorosísimos colo- 
quios, gozosísimo de morir én la Compañía,- pdsó de este mundo víspe- 
ra de la aparición de Sr. 9. Miguel, en cuyo dia, 29 de setiembre, habia 
nacido. Honróle IKós con una' suavísima fragancia que exhalaba el 
eadáveri j que se persoadienm todos ser mi efectty míbgroso de su 
angélica pureza.- 

£1 año siguiente* (1682) ño ofrece cosa alguna digna de particular 1683 y 1683: 
memoria, el de 1683 fué ealánrrítosíisimo al colegió,' no méiios que á la i^irenzo Jaco 
ciudad de Yeractuz, y cuasi* á-'todo el reino dé Nueva-España úor la "*® en Vera- 
entrada y saqueo- que hicteronr de aquel puerto los puatas franceses (ó lencillo.) 
sea los llamados* fiKbmatiers.) ' Lunes iTde Aayo, como á las cuaifo 
de la tanhev a^ avistaron- dos Velas que parcela hacer por ef- puerto. El 
gobernador <fe '!a eiúdád, persuadido- á' que fuesen dos que se espera- 
ban de CanícaSf ó acaso* algunos dé la fldta,''que según se tetaik- noti- 
cia navegaba dei^er^l;^ dé marzo, no lúzo de Fa novedad eT apreció 
merecido. Al obseurecer la nocbe, sé hicieron fuera las dos embarca- 
ciones y se perdieron de vista. Está maniobra dio mucho que mali- 
ciar al Ca^tellanD dé* S. Juan dé Ulua y al sargento niayor, que comu- 
nicaroá sus sospechas al gobernador dé la pla*¿a. Se dispuso quo al- 
gunas compañías, que nó ieran de guardia, se acuartelasen en las ca- 
£ad dé sus'tespectivoff capitanes. Se avisó á los baluartes y ccñtine- 
Jas, y se prepararon patrullas que rondasen aquella noche lá ciudad con 
mayor número del acostumbrado.* Ef mismo gobernador en persona 
irondó la mayor parte de la noche, y na reconociendo novedad, sé roco- 
có sin cu:di(!o. Los enemigos, amparados de la oscuridad, y guía. 
^o0 de algunos buenos prácticos, que años antes habían estado allí pri- 
sioneros: dejadas las dos embarcaciones fuera de tiró dé cañón de T¿ 
^udadela y de la plaza, saltaron en piraguas y barcas pequeñas, y' des. 
embarcaron á barlovento de la ciudad, á unte legua cortaV dónde des- 
pues se púsola Vigía que hoy llaman de Vergara. Teman eúios dos 
barcos ochocientos hombres de armas, mandadod por Lorenzo Jácome y 
^(tcoUU ^gramónU nuevo pirata que el año antecedente se levantó con 
una urca del asentista de negros. Marcharon acia Vcracruz doscien- 



\ 



• f 



tos hombres con algunos de lospráctjcos comandados p,9r Lorouzp Ja- 
conif^. Llegaron á estar ^^otre^ la; pla»ajui$f^ípfj^ 
centinela del ciierpa.de guardia toc»]^,^^^ ,feMmiíttW" 

fje.Ias^oce «c^pan^das^ es ,i^t^la,|qec^r algi^oaa Qtfj^s,p,QQa§.pia# .QffQ- 
suradamente. ^ |!sta costuipbre .estu.v9 para^ s^yar ^, Yefiqi|?^^.j]f agüe- 
llas, majaps ^mpía^, . Los fpqcese^.creyep^Q bal}^^ ^do s^qlidpsf^^giie 
aquel. toque ctr^t arrebato^ dieron tumu^uarianQ|Qf^te l^ ^ueltfij, j. hulve]^ 
pprn.¿? ¿T?.ía?Ms nay tos, si ¿pp ¿risijfner^^ gue.tor^?,.ijjJeíí>iií)i^9Íi 

Lor^zo Japom^, eoii algunoa f o.poa:S9lyíidai^.e^ ^M^PSq.^ 

era aun mas baja de lo que es hoy, y á raiz del suelo^ eaú;6 e^ }a.cJjUL« 
dad bastt^ l.apla5fa|^, ^Obai^rvó. eJ.,ci^po 4e,guajr^ia y.IasjC^aUe^ yesquas:- 

^^Qjtíe J¿ , j T^9 du^ó sgr d;íep^ de b .tl\^á^^^Jfml^6,^^lf e^spijisi^n:^? ípa^ 

fl? !^ íí"^*?»^^ SP^RPSííl^-jSf^» je3p?ra8e > Jg^nadfijgfda, tjempp: ea f)i^ 
suele ser mas pesROfdo el sueu^^.q^ue á.c^sa d|^^c^r.po-^uele }f)gfa^r 
se á prfraa noche. ^ Entre jañtp^ ^Qrdo.ne^pn la ciudad ^i\ ly.^^r 
forma que les permitía la escasez de .8^^gen|;e».y ^ noai^darpn ^gpi\er 
para el asalto al despuntar del dia; pero tuYÍei:on que p8perar,|V 4 li^a 
cuatro ó poco mas de |a mañaní^ tj^nian .y^ repigg^df^lfus.tropa? ,]^r 
todas 1{^9 /bocas palks. .JNiqpli? Afframont, sp ej9car^<^ dpl^^a^tpdeja 
plaza principal y euerpo de j|^ardi^||n que YerpsíiQÍli;i(iei)te.,^^)^ ea^fir 
hi mayor f}iiérz.a: setenta dé^jps^suyps leapoj^^^^baiif,^. AJli^^f^Prl^ 
la iiiafcb«( salieron (fe su^ casas el sargentp mayel -D« J^laieade.fiíii'r 
drpbo, y el capitán D» Jorge Ajgara con espada,. eq. mano; . eptragab<:|9 
con un soldado que tuvo valor de agregársj^jes, quedaron )uegp rá^ 
tos á balazos cop pérdida de. un Trapees, y ]\eric^3 de pnQ^6,f]Q$).^^((^ 
los soldados de guardia^ unos cuantos se retij^op;^ uñ^pui^ j[)qjq qpe 
les sirve de .cuartel ^ otros, subieron á avist^ ftl eobernadoTt qu^;VJeii^P 
ya perdida la .plaT^^r ppcuró ponerse en salvo^ fipdfi la Jiiccioii ap^i^ 
duraría on ctrartp de hora. Con la misma &cilidad se aúodeiiurpn..de 
los baluartps/ que entonces no eran maa que dos. Lorenzo. Japome. 

..; '.'k. .1., 1} .r;<'*"j ■ .- *■ . ■ i ^í7 «... •• r 1.. 'ii T 

acometió el -^e bi pólvora á Qptavepto^ d^i Ja ci,uda(), y,, á, otro .^^ Jpfl 
principales se le eqcome^dó, pl de la. Caleta. Dispa^ ^rpn. spbre q^ 
uño tres ó jcuatro granadas j^ algupoi? axcabuces coa que ae ripearon 
al punto los j^ocos^sol<)ados ,qM,e ^i^iá de güortiicío^; así.ea laediahor: 



^ A 3»$^ i4iH> .^k^kr9uA»^^'i^ i»» ^fi^^ y h^oi^MiaB de tocios 
lo» YlloJliQ^ W^'^jpmtP j if«y<Ur 9^ había á p ode ra i d o de>tftl «uerte éb 
lQi94ffjba»Pff q«f l»i MMp p9tlíiftin0 en defenderse; Sobi^bá pólvora «n 
ífft^ qÍi««PfAe^ «tftofb^ |j^a4 ide }o»:cttalfB«; después áe^pkimi* 

dflib A^pp^bk^^a^m-iOtM de ^üufflro mtf ^ k plazia* En ^ plumero 4le 
l0r49^t»^JMMi;MaMi<rifwicoílMiiBbi^ puñodé 

QBfKKáiafilU : [í^iuÉ^kéyiB^iáed^Áeaigfiibaéifil enet|iigio, del presíd^ñto 
4ítS¥f» JtpwÍ9piki^ Ifadii^y aiKtito ;GaatBindi|. Nada bastan kís 
iW$»v^jQCu^«:' j^!lfi|i>diUgeBeia8JBima^ caaadó I^o» quiere castigar* 
C^n^jtf.&ESorlodaslas .puertas por dondb» :»er»pQdi«Béli Ihrkt* Los 
lifir<9>S:||fei9Pad9Cf$sivque iodoilos-diaéosBlen om^fi^egttás mar á fuera, 
HP-hafaiab saUdo:aqtt0liáile94. «LosnfUcho^-^feUici^ros que madrugan 
4^aril^«ttid9deiod9jBéaerede entrar, ni dar 

a^úw AÍ(piiu^ 1 ¿aAototev^ai«Bidba:devEspafia,f qiiesiesgUB^^^ no- 
ti^yÍMtift^lM^UbeQli^'jftJa VQl^!deY,d0lr^-d0 marzo sin eoiftratSeñipa 
nSga^o^-jí^^^ PMSOQla gr eimtrot.diai^iy UegiÜ puntualai^[it0 coáüdo ni 
pudo socorrer á la ciudad, jii dar láldanceialráemigó p2U?a recobrar el 
lM>tiiut Pfroypfc?4lBlt)ftá^tjari«cio«. ' ' - ' 

A^cupiíAc^j|toíil|0ttBat09 «II qirfB páttém^iÉber resistencia, se dividieron Saqueo de la 
^tkílí^fítm^míiMté^lñk oapasidd^^íÉdad. flñMit el hombre, mu- ^^^^ 
g^>i^|M$P'i^ Jf^ iO|Hríosídadi¿ ^ MptOitoWiá salir lia callo ó aso- 
mMilP^áilllglimH«M¡fc^ ^Hgldb» íMGlIibléméRte con la vida. tJnre- 
1Í9IM# ^BcUtoidejS. ;i[gu8tiir>li4é^ta^^^ en este género, ¿ 

qsurjv^aÉ^jdflspaeff'^tro^tnOdlós.* ¿ofs prísioherosy sus conducto- 
«M¿;¡bMlgiÚ»ri»daide !ltf«gé[ y ¿ las de los su- 

y^anaÍH. Wfa>' JEntie lo9>d4ttla8,'Megaron'tá nuestro colegio. Los 
jpaáiqt9 ^Bsdeda madrugada, 4ivíÍEidós ^ ló& primeros tb-os, habían te- 
níd^cifidaibiidevoonsQmir'él'^éiíablé cuerpo de Jesucristo y ocultar 
podietOB^^ela pjatífc de la '^^sia, aúi^qne todo inútilmente, co- 
idMpiitei V)9fi»p)és» '^LUamados al toque úef la campanilla, que en 
paHwi^rafe^laáíos ^^k» puertas, bapardñ á la portería, y suplí- 
^aiov:l9sidÍ6a^>b'dW'éfl]artel, que sé les prómretió francamente, y se 
«o»MBpbafi6anuy^'<d<^tmrio . Mientras los tirios repartidos por la ciü- 
dttiiMlnii|üilltt*j¿ásli64los-yecdioB,^^é^^^ alguna de sexo, edad 

ó condición, llevaban á la plaza y hacían sentar en el suelo, dejando 



m ■■•■s • »".' 



* ;í:9^. ^*W|^. <i?i^, fe fvió. ain.la. ^fiüng^ ^ue venía jl llexar,^De8. dia«R^ y tmiQ9 
tOMO'll'l. 6 



34— 

en' medio campo para amontonar el botín que allí iban recogiendo >dir 
los diversos cuarteles de la ciudad. Jnnta la mayor parte de la gentéf 
hicieron abrir por fuerza la iglesia parroquial, y puesta la tropa en dósr 
filas á los lados de la puerta que mira á la plaza, hicieron entrar ¿ to-^ 
dos. No puede ponderarse dignamente la opresión, el calor, la bam-^ 
bre,sed é incomodidades f que pasaron los infelices habitantes desde 
el martes 18 de mayo, en que fueron allí- encerrados hasta el sábado 22»« 
Mas de seiscientas personas entraron las prímerasf^námeroque á cada 
hora se fué aumentando con todot los demás vecinos, faera de los que 
tuvieron la fortuna de esciqpfar á bs montes. Cada^ena de estas re- 
clutas aumentaba considerablemente el mal de todos,^hasta llegar ano* 
caber sino de pies, y apretados unos eontra'otros, sin libertad de mudar 
de situación. Ahogáronse algunos niños y mugeres, y murieron alga^^^ 
nos de hambre, pues para tanto número de gentes no se repartían sino* 
dos costales de vizcocho durísimo,^ y* algunas botijas de agua por dia*- 
Tuvieron mejor fortuna mil y quinientos negros esclavos, de quienes*' 
necesitaban para la conducción de la presa. 
CdUusúdades Al dia siguiente por la mañana se agregó á las demás penalidades 
un peligro próximo de la vida en todos los presos de la iglesia. No 
contentos los piratas con tpda lar riqueza que habían juntado el diaan^- 
tecedente, y la que sabían haber aun én las casas que registraran, per- 
suadidos á que se hubiese ocultado mucha parte, quisieron descubrir 
con amenazas . cuanto hubiese en esta parte. Para este efecto, intro-- 
dujeron en la iglesia un cajón de pólvora, y poner en medio de «Uanaa* 
bandera roja. Lorenzo Jacome, con la espada desenvainadá^jy hacite v : 
dose lugar á costa de la opresión de la gente, se paseaba por el cuerpo 
con un aire de soberanía y de fuerza, gritando con voz ronca y espan- 
tosa que si no se descubrían los tesoros ocultos, allí morirían todos vo^- 
lada la iglesia y oprimidos de sus ruinas. Los gritos lastimosos de las 
mugeres y los niños, las voces de los hombres, ó para satisfacer á 
aquel bárbaro, ó para implorar la Clemencia Divina: los violentos mo- 
vimientos de toda aquella pobre gente por alejarse del cajón á que se 
habia ya puesto una mecha, aunque á distancia grande; en fin, la con- 
fusión y el tumulto fué tal, que murieron ahogadas algunas personas. 



de loe presos. 



t Debe añadirse el fetor asqueroeísiino que despiden los cueipos en Veracniz, 
(^mo en toda tterra caliente, principalmente los negros. Yo erei morirme una no- 
xhe en Veraonis fMÍatiendo i la parroquia Hena de eUos á tm acto piadoeor— £J?. 



5 imiGiwi quetiivíeíoii ladhagracía de estar junto á algún banco opilar 
-cott hnoBú 6 pienMif salieRm con ella quebrada. En aquel alboroto, 
tfakfhefsa de los que bulan, quebró la puerta de la sacrístíat por donde 
jun jpoderio estoiiMr los piratas, salió gran parte de la gente no sin 
jnuefte dealgaaos y'.beridas de muchisimos. Por momentos eepera- 
.ban la muerte» euando LorenzoJacome enarbolando una bandera blan- 
ica pronunció el perdón, y el seguro de que no se ejecutaría tan inhu- 
mana sentencia. Apenas se habia algún tanto respirado de la pasada 
4^ongoja, comenzando á hacer en los sugetos particulares diligencias 
.para descubrir los imílginarios tesoros que -les fingia su codicia, ei 
.primero que esperímei^ó su fíiror^ como unqde los sugetos mas acau» 
dalados de la ciudadí fué el cafútan D. Fermin de Zazueta. Cargá- 
ronlo de oprobrios en medio de la multitud, y amenazáronle de mil mo- 
dos para que dijese dónde áuiíbia escondido sus bienes. Respondia 
que todo cuanto tenk propio y ageno, habia quedado en su casa, y en 
ella hallarían tanto, que no habría lugar de presumir se hubiese oculta- 
do cosa alguna. No satisfechos de -esta respuesta, le dieron mndios 
cintarazos, y aun llagaron á ponede al cuello un alfimge para obligar* 
le á prometei; alguna considerable porciott «por su rescate. Esta miaña 
suerte i^orrieron todos los sugetos de algún caudal y distinción. :|: A 
ios seglares cieos siguieron los prelados de las religiones. Distinguie- 
ron entre los demás, ó por su particular afición (que es muy conocida 
la que hap tenidole siempre los hereges de Francia) ó por la fama co« 
. num de rí^eza al padre iector de la -Compañía, llamándolo el pri- 
mero* 

Era en la actualidad rector 4e aquel colegio el padre Bernabé de j^^¡^g^ ^nu 
Sote, hombre anciano, venerable y muy quebrantado de los trabajos tamiento del 
en trece anos de misiones. Saoároolo de la iglesia á la mitad de la Q^npajUa 
plaza eon grande algazara en sotar» y manteo, sin sombrero ó boiíeté, prehü^oc 
estremamente debilitado del ajruno total del dia pasado y de la cprs- 
sion y (alta de sueno. Pusiéronle en presencia de Lorenzo Jacome, 
que le mandó hincar de rodillas en una estera, y juntar las manos an-' 
te el pecho en un ademan humilde y respetuoso. £n esta postura, 
después de haberio vituperado ccuno al hombre mas indigno del mundo 



■•n- 



t En una reUcion de este suceao que he leído en Veracniz, consta que les die. 
ton tortora en los compañones, cosa tan horrible como ycrgonzosa y pn^ia de pira- 
tai destituidos de todo sentimiento de hmnanidad. — EE, 



) 



— 36 — 

y ameiia^Qle j^H^ ti é\m ni^atto de los suyos teiblá átf .q^ttf^ tóii 
yida, le dí^ei) Qiie el gobernador de Tu eíadid bikbift^frediditpcKr í^l 
r^spfite de, 911 j^er^ond diente iníl flesos^quer en titita éb ééti^^ainidlid 
vie^e lo que pbdili ofrecer ppr él sayo. El J^oeil m^oriio^Yeéj^bdttS ^tie 
BO tenia un nmniTedí^ que el colegid y tbifipfá tóSád éfíMáéú'M ^féñéf; 
sin -embargo^ le^mahdahon que ofreciera: dtrtútitosii «IguH mfO-t>ébdáa- 
do^ 16 que {K>dna donseguiry y ofreoió qüibiefiUMS ip6ét>k* Niyliieil ha- 
bía proníinciadoi éstas palabras buaiido uo finrac^ deséafgó Sóbt^- sn 
espalda tres cintaráisos^ que qadá tino \é ttmjialieiMV la. tierra^ Ptisié. 
ronlé inmediatamente ud cuqhillo 4 la gHrgftiÚ9lt al tlehipo ^qt» btro áh 
4os franceses retiró la^mitio del sayontdÍcieiiáé>'^eB« l^peidonabála 
vida, j>ero. qoe irl«0Íisiblea»eoté había de úkf ditC^u^Iltá iviil ptiáotí* tíeír. 
fmcs de ésto loapartaróildé los debías, y lo lléVárbí» él péSácáó; Si* 
gbióse el R. P, guardián dé S. FfaMrisob, é^qicdeñ pUsietttn úba.sbga 
al cuellof eoma para afaoroérle y p(di#ráh d(rtKe!tenÍ&d i6ilÍi«iS^» Tiréá- 
eténtos milid (>adra.p*ior 4o Bto. JDotiaikigé, ]^tbdOafiier¿ií^ défeiputís Úe^ 
vadoa^al oiiamolugar, dqnde se haíriaü jrft -á^ó^fácio dé lá féréotía del 
gobiívtiador» muy Bialtratado de pal¿& y ^]ká¥á!2;¿s qáé hábíáii llovido 
jeobró éL El (mdre Bernabé de SQtd-, «óHk^j^étír itUb d^sde ^e dia 
halnahechó.uñaltóiáoneepto del 06^0 dé' réi^ioir, pueií'á no éerló^ hu- 
biera, {ladécido lo áomioque los denlásv 3^ tí&ló hubfoiíiü siógblansa- 
dolanto en-losagacnjos. - - ^ *' 

Fh»entackm . £ntf!é tanto, éráéada dia m&d ii!ili6{>éHkBTé Ik )ihrtÁc!A q^'ptíáé^ eá 
^itoíxm. ^ iglesia parroquial, él resio de los v^nbs. Lá a^réiufáy la hedíbh- 

dez, el bochorno, la hambre y la sed, la vista de muchos enfermos, y 
dé 9iCros q^e xín^riab^ hm palos y iftri3aftqiié lloviék^ébre lá iñnche- 
dUmbre en Ja íbrzJbsar.eoíifriBÍo|iique tB^Mioiiaba fek dl^ifouclon del áH- 
, iéeiitó,.eld(dbr<|ú«LÍ9C8éafiamkiiai'^^ 
. 4^aquelmodolndífMproí%UiadDeLiiig^ 
aasinitni¿da el templo dé Dfiasi Vivo;4od¿'te^j^«ii,'qu^hádá éierfe. 
|MBt0Íbdefeotiblé laimieitede (odos \b» «iáda!3anos/^'a^id^li^á^¡fan I>« 
Fennmde Zá2Uelay^D. Migui^^e Ad«ü¿,fatk ^Vt^fgtídá Üéeñck 
del'Oabo, »e presentoaien á tes dos giíñH^ la muróla» ^1- juévW.. Re- 
ikesent&ronies que toda la eiudad moHli Mti d!é Háitílíifé y dé misérín, 
jque.|cuáles eraa-losmotlvos y- d^itos-de aquella pobre gente, de las 
pMlgeres y niños jpara p^dacer tsmtos trabajos? ^Porqué se les nega- 
Imi los a&neintos» se les esGa8eaj>a el agtra, y fiHíf^hk todo consoeloT 
iNo han cedido todos sus ciaudalésT ¿No hall dado hasta lo necesa<* 



— 37— 

lio pan 8U decencia? ¿Pueden hacer mas? Las cabezas de las fami- 
lias ban oGñecido 3ra para su rescate ínás de lo que pueden. La suma 
inmensa que se pide por el rescate dé la plaza, si, la. hay en ella, ya 
está en vuestras manos: si no la hay, sería necesario tecurír & lugares 
setenta y ochenta teguas distantes, donde tenemos nuestros correspon- 
sales: esto no puede hacerse en poco tiempo como pretendéis, y si tar- 
da algunos dias, ¿para qué es tratar de rescatamos después de la muer- 
te de nuestras mugeres y de nuestros hijos, después del saqueo de los 
íémplós y de cuánto tenemos mas amable que la misrña vida? Esta 
cristiana libertad hizo impresión en aquellos fieros unimos. Mandó 
luego Nicolás Agramoiit que se aumentase la porción del alimento y 
del agua, prometió que presto los pondría en libertad, y convidó á su 
mesa al capitán D. Fermin, demostración no usada hasta entonces de 
aquella c&usma infonie, y que dio á las gentes afligidas algún rayo de 
esperanza. 

Ta por este tiempo hablan comenzado los piratas á conducir á sus Nneyu ame. 
barcos de diá y de noche, por tierra y en carretas, y trasladado «a pira- ?***!Jbr¡ ^T" 
goás cuanto habian sacado de la ciudad.. Para la mañana siguiente del bienes, 
sábado 22 hablan determinado salir de la ciudad y llevar consigo á 
tolos sus habitantes á la isla de Sacríficios, situada al Oriente de Yer^* 
cruz y al Sur dé S* Juan de Ulúa. La tarde del viernes, por una lis- 
xa' que ya tenían formada, fueron llamando á todos los vecinos» y en su 
presenmí* tes dieron sentencia de ser pasados á cuchillo y tiuemada la 
ciudad fi no descubrían los bienes ocultos. Estando en esto, ó fuese 
cooüngenc^ ó artificio inventado, y prevenido de ellos mismos» entró 
por médiQ de la asamblea uno de sus ministros con un paño lleno de 
joyas de mucho valor y algunas talegas que decia haber encontrado 
muy ocultas- . Con esto se persuadió, (^'pareció persuadirse que había 
mocho aun por descubrir. Crecieron tanto las amenazas, y había tan- 
tos 'motivos |>ara temerlo todo de su inhumanidad y codicia, que el vi- 
cario y juez eclesiástico jD. Benito Álvarez de Toledo^ se encargó de 
irü ia iglesia y persuadir á todos á manifestar aun lo mas mínimo, é 
intimarfes aquella triste sentencia. Subió el .vicario «1 pulpito y les 
exhortó mas con lágrimas que con palabras á que con la manífostacion 
de cosaos tan pocas y rateras, como podían aer las que acaso ocaltaban, 
redimiesen la ruina de su patria y sus propias vidas, que á cada instan- 
te peligraban. Repartiéronse juntos con los soldados francesev qae 
llevaban los sacos algunos clérigos encargados de recoger lo que te- 



—38 — 

niaa en la iglesia, y fuera .de ella acompañaban otros á uno de los al- 
caldes ordinarios. La suma que sacaron con este artificio, pasó según 
lo que menos, de treinta mil pesos. Mientras esto se ejecutaba, tra- 
taron los principales de la ciudad de ajustar por último el rescate de 
ella. Después de muchas altercaciones y amenazas, dijeron los dos 
gefes, que atendidas las fábricas y muchas otras cosas, á que habian 
perdonado, era muy jpoco un millón; pero que usando de su liberalidad 
y clemencia^ se contentaban jcon doscientos mil pesos. A instancias 
de los diputados, quedaron al dia siguiente, sábado por la maüaDa« en 
ciento cincuenta mil pesos, que deberían entrégame dentro de diez dias; 
quedando en rehenes las personas mas distinguidas del lugar. Con es» 
to, resdlvieron pasarse al piOKto que llam^ los Hornos^ cotno auna le- 
gua al Sur de Veracruz. 
Pasan los pre- Tomada esta resolución, mandan salir de la iglesia á todos loahom- 

J^^ ^j,^ tires y mugeres, negras y mulatas, quedando allí las españolas. Pues- 
Q6 Sacrificios 

tos en la plaza y escoltados de buena guardia, apartan veinte de los 

prineipales que habian de llevar en rehenes, y fuera de los sacerdotes 
j religiosos, hacen á todos los demás cargar, sin distinción alguna, so- 
bre 90118 espaldas los muchos líos de ropa y fardos de todos. géneros, ha- 
rina, pólvora, grana y semilla^ que habian juntado en las calles^ hom- 
tnres y mugeres, amos y esclavos, vergonzosamente comprendidos y mez- 
clados, sin mas distinción que el mayor sonrojo y abatimiento, er s 
u -^ ' P^^ grado ó por fuerza cargados de peso, á veces muy. superior á sus 

^ ^^ y^^ fuerzas. La grita, los cintarazos y palos, eran el alivio del que caia, 
^^^ \ ^ singularmente éi era español y persona autorizada. Con este inmenso 

^^> trabajo, á las doce del dia llegaban á los Hornos caminando cargados, 

\ ' liambrientos y débiles en el pais y estación mas calurosa del año y del 

dia, sobre un terreno arenoso y ardiente. En los Hornos esperaban ya 

las piraguas con que fueron conducidos los rehenes á la Capitana, y 

vo ' ' . los demás á la isla de Sacríficiok á continuar menos la opresión, todas 

y s-" las demás incomodidades que habian tolerado en tiempo de su prisión 

'rt ' \Í ^'^ '^ parroquial. Allí estuvieron desde el dicho dia isábado. 22, hasta 

^ > /' - el domingo 30 de mayo que se les entregó el dinero prometido. De los 

\ . rehenes que habian llevado á la Capitana, volvieron luego cuatro, dos 

^' que procurasen bastimentos para los que estaban en Sacrificios, y dos 

que tratasen del cumplimiento del rescate. La diligencia de los dos 

primeros, prestó poco, y si no fuera por la de D. Francisco Carranza, 

alcalde ordinario^ de D. Domingo de Urizar y del hermano Francisco 









— Si9 — 

it Leotf, <9Muyutor de la Compañía, hubieran pereciiilb de hambre en 
Sacrífictos cenm dé tres mO personas. Desde el lunes 24 enviaron 
^miníente á Sacrificios los rehenes restantes, (lúe* eran diez y seis, 
dáfidoles por' cárcel on polvero de homo de cal de ocho vartis de lar» 
goy tres de ancho, en qaé estuvieron o<ifib dias. Eran los principales 
el gobernador de la ciudad, el vicario eclesiástico, los padres de Sto. 
Domingo y S. Agustín, el padre guardián do S. Francisco,* el padre J 

Bernabé de Sdto,* y el padre Juan del Castillo, jesinlas^ £1* botín qUe ^ jj 0. 0;/^ ¡ 
Acarón' de hí ciudad, no pudo saberse individualmente. En plata la* 
bfttda pasaron de mil añtheufen reales, porla distribución qfí>d se su- > . j 

po después, cupieron á cada soldado i'áso, mas de létscténtot peíof, 7^y^ ^1 y^ \^ 
eran Tos de esta claáé mil y cien hombres, fuera de lo que se partió á / ta- 
cada uno- dé los once barcos, y lo que tomaron- pava sí los oficiales y ,v / 
ios gefésr cuyiBS «uotas Verosímilmente debieron ser cuatro, Étmf aun ^ 
diez y doce á yekde veces mayores. ATiádense mil y quinientos es« 
clavos, joyas, grana, añil, harina, caldos, lencería y otros muehbsreíec. ^ 
tos de ESspañá y éb América, de que esia ^i^g^nta aquet pue;rtOv y se 
ccmfirtnaréL ti jtf cío <|^ se forinó entóneles de que la pérdida Aontaba 
á mas de ctcofro mühnetp en solo que ellos, pudieron aprovechar. . De 
cuanto no fodi» servirles' en escritorios, mtisas,- camas, espejos y otros 
muebles de casas, todo lo quebraban^ y hacían pedazos, sittgularmente 
poertas y ventanasv Finalmente, el diá 1, ® dé junio se hicieren á la 
v^a eairgados de despojos, con solo la pérdida de treinta y cinco hom« 
bres por direites accidentes en Véracruz, ó ]>or resistencia que hicie*' 
ron al principio muy pocos: á los golpes y malos tratamientos pasaron 
de cuatrocientos los muertos. Efmfsmo día que se hicieron á la vela 
les pacatas, se dejaron ver algunos navios de lá flota, que tanto tiempo 
había qne se esperaba, y solo llegó á ser test^o de la desgracia. Con 
la notfcÜB, se destacaron la Capitana y otros navios á darles alcance, 
5 la buria que hicieron de sus inútiles esfuerzos, no fué el menor de 
sus triunfos. Fuera de los dissacatos cometidos en la iglesia parroquial, 
cpnservarim el respeto á las demás iglesias, no en cuanto á saquearlas 
y llevarse eoraprendídos y mezclados con los muebles mas viles los va- 
sos sag^rados, que en esto todas fueron iguales» No profanaron las san- 
tas imágeneá,' sino en la parroquial y en nuestro colegio. La venera- 
ble efigie de nuestra Señora de la Soledad, que se venera en la parro- 
qiyua, se dice ser una de las que indignamente ultrajaron; motivo por- 
que se baya después aumentado su culto y devoción. De nuestro co- 



^4Q — 

iegio, entre otraa cofias de devoción^ la muy $^Qpiablo /eliquia Mítñ 
jedo de S, JPranciaco JatVr que allí se yen^ral^. Uatúala dado i 
aquella casa por serla única que líabia entónces^edicada á S.Fmi- 
cisco Javier el padre visitador Juail do Bueras, <}uo con sefuejante re- 
co^iendacion Ifi habia adquirido en FilipJQas^ 



■ 1 



5L ElMíaE» 

dvporqne f I9B cKnifcimúsntpti ;4éia lüstionii, ha á0fidi«io ^yádxsjAiegse iMdé ve. 
lacruzanoi es décir^ U» ^un homltfc que ts^he zttuy Hea ÍP>^y^ 1^ pupidrjSD ncAp 
sa, y está en sus .mt^tíorídsdes. Mas nada nos dice cqfi re«p6<stoi.lf^ sigiyr.iflnqttp 
causd én ]M.ézicolá noticia de verac^iiz, y de ello efi preciso- dar ^Ijpina idea paia 
satisfaWla ímpanUénte cnríosída^ dé loe lectores. He aqaí lo que ]¿ podido estrac 
Ua de •tÉa -dialrm ah^guo -quénó tiene ni 'principio ni ñtíf porque es un manuscrito 
qne ezislB «k )o0|K»teneciienteS'á lo» padres jesuítas enla'bfUróiéca de ñtk Univer. 
^da^ y igopé fcótije} indm. M» qm .me-fonqneó eu hiblibteóaiío «1 6r: -Dr; B.^fia. 
mljio ■ Arnllfiga. . . .. ; ..'.'".;.• 

for su contesto, <^ue J^ leido con sumo ií9Í>^o por ser .4f ?^^^^^^^ podido 
entender que lo, formó 1>. Juan Antonio. Rivera, capellán. del honátaL de Jera^ JDía* 
zínenoí y'énld qué se lee icoSntiéné ¿ésde el año de 1676, hlu^ últunos de febrero de 
Ifi6f5, es'debir, iáí «iipaéio üe veinte bííos ¿orante el ^biérño de los vireyes D. Tr. 
Vis^g .^xRi^éz -de ](ti.veaDa, mfviítíap^ tfe ^Méstíñúitéi del^niaiqnéÉ* dé" la Ijagona, y el 

£8|em84i¥Í9f^V^.e^^.||^nod».v^j^ jen^^fmte ^liw^^^QiavfauídelJvtíejo 

Enio, 4e ias qne decía Cicerón qne^entre inucba.paja .y.r|pto^ fr^^l|./q^ym*?ffr jipí^ 
qiie otro ^íanb; suele referir hechos muy impc^rtantes, y á'io que futiendo ef,eQWpUh> 
He tujuí lo^ue^e pc^do estradfar con mú trabajcr. 

I ] *•,".*■ - * - I .. , ' ■ 

. MkS OB MATO de' 166d, llfVASION DB VJBIUU^UX. 

£1 viernes 21 dp. este mes á las pdtu^ de la, maflana ^tra^íiHi Itíe^jfimx^fttMídm^do 
qúc'los j^tiur«t»er« habían entrado en V^racruz. A l¿i9.treiBJbDn^iMe^puUiq^-hfy^dp 
para qué 'dentro de dót horas 'se juntasen los que fiíesen'en ratado de toiQftr.,te8 wt* 
mas. Vomsów- una jmita de giierra en Palacio,' y se mandó estQviese ¿ punto la 
cempawa de á onhaHoidri mando de Vrrñtía^ y que sé formasen otras doce de in. 
fantería. ; - » 

Ea éste .mismp dia ta^exqn d© Méxic<» dos xMot!SS,J)J.Msrt^ de '^Soüt y Z>. J^. 
tos, con ?í fia de fe^anjarvgente.para ,Vf i^crqí, y ff^rel^iinli jcon [oteneata^kom. 
bresr'al conde ele ^fintiagalo hizo eí yirey ^u^eftj^etde^eampp» 

'Bl'domingo 53, se presentó un enviado del comandan^ enemigo pfH>a,fil ^if^ 
que: le :pBdiá'l50.M0V pesos por rescate de- la geüté ' qué había hecho *pn8Í<ñiera en 
Vem^ruz. :Mand^8e ^qoe^todája gente «que tituvierá reunida, se háílaa^ á las dos 
de la,t^j^«íiPaJao¡a p«m. sgdir lá .dietófuntO'deJreracniz: rescrVósc'para el sí-- 



j • 



-^41 — 

Íoü^pÍMias(íinBée8é» cuasi UevtAíaxi al últíóia Mtermi* Emdicion i 

ItJBra ¿^ ttdielMeSiíttitAdA e¿'lBr;Oáiifi)CDÍ&i.?: Béaé^^^d^MiP&ic'U 
H79hi!bím9k:uppihriC¡Édbéll\ 

Íjlb»]iiaiiiin«lii}imnl3i( Ik B^nánb-iiki :BifladcA>, l|ajo cieiHaBidóadipi¿^ 
im,y boL^tiddtteódfar,)*er|^90¿8if)p«ráMif qoá qoisím encargtosé d¿i9»i 
bt €omUoal^ 6')«»:«ii9|»aidfttt á4qk«iiAvchi^&« 'M* - Fiuftlmettté «i 

¿édettte' W'£<^fmif «apittneB^^^^^ ii«^M y íiíliAiíoir. (D¿Ú¿ dé habief ¿ran poik^idn di 
«stareastat-ezt Mézhiorpaes hasta ixraofaw afloi deB{meg dff ettai oetimneiaa subw 

las tiendas, y las que quedaron abiertas eran ser^r idas 'pot' i ^ a gér e é. ' '* ■'■^ 

- Pn aiié8^^«JleBiipÉ'laseiiwoidelttl8rdb<Mlhow^^ 
ét^'á^.QiántkifPf^psMm^ittfóif^ allntíi4ritsifl<A$Gaii. 

ii^'al 4MMto46i^Mtt-«te<mock8da) ^jJ^imlM^4é'J0Máéit^t0ia;y^^^ 
pañías de negros y mulatos en cuatro carros de batura. Fueiiín ftiÉ&lióft Mdádds 
á pié, 7 como dos mil hotñlííéM, Tóáói'pékám. pw"delante de Palacio, en cuyo 
l«Socliii:osUbft fl.ytiej eUbiflül^ céi^iní ^uÜímpL.. Bstá iropa' fué i doóni^-i'laáiSlla 
de Guadalupe».' ■• .';' ;r •:•!. .". 'j ' ■•.:• -h r ij::> ":: ' - »'.í m r ::ir';í--o í> ,-».i'..< 
£1 wáfftat/ dia.l^Sylle gé oiaaEreo dalobttpoile la Bnéblk alrisáado que liabiá11e{gado 
i TeQebl«rfl^C^9litíl^uiitd«q úá dá flbta:iiqflie aa espetaba -ckeI.^etiatalGlaidirar,'> con 
coya noticia se alborotó México. Boilaiaiñclé ^e§á barfl^o dtf-VeMicíib, á^satadé 
4W^-AIIJ»d]g«b|>ailnatMaÍa^r7 l,» n-rp r.u>',^r: 'f .•'.' ^^: /r •.-«-»::! •:. •'•! ."^ 

. ^ |«||(iililda aficBagd «flakS jQ^ipiaode Voráan» iat|skndo la xetirada del etfemigoi y 
am;Bftilflf4f«<kf«ltdUitfbia andi^ tiluídadv y qué espesaba vMeat#'d»4M bumbMcridoi 

; .:!SI:3tente fia i^pidii^ociMftyaéoniBO ávisiiidq qu^ el e&emSffo ba6i« dcjudó i V^ 
nMwoft «milíi>;Taál^«M|úaflM^.i«8.'pi!inelpate yqrifl^ déj^ obáiio h«bi)^pttm 

recibir el rescate que pide. .l^$ds»ii|iis>liiliii^4kítd V[ti^1ufá»fiiM4t o&¿^ íll¿iOi^l^^ 
iMMiérbirttlsé^^queilslMtsúBsa^Aicst^iii^ ^lM<^a,'pro. 

fiiiix^tiidttMcItfdstú^^edeBBigDl > (fis iARlietoh'(AiitttanSté>an:Pttetí^^ ^u^me 

«UPO! ftlU-laiinTaaidn diri eÍMniigoftbdQecl«l8lo B4«attiild<^tt^üntaatf laf'QMi^^ 
la que se acordó que todo él saliera á engtosar el ejército, resoluéfiMS'^^M ñ^^thi^ 
9» Vl&nfijjli^lú^fKii^ufrárpódb ^e-saprlv^ dét enbmigd. . . /''ff ü'Uf^ éslMin. 
^f^^?i^<^3<^^ J >^il ñ^r ^ lw^ 'Jdbx^^¡^^k^¿^ Ma^áiinqittfc, BaUézá^^ dlriípoñtob 

^,q^|^B9|á|ltÍM|b «f!bil)»ipsen(>ne«0 €kJtii9^diá\d8ldé«aiiiados íiís^b^^ 

jpQi)«t^rg»a|tf^,o'J^M*<^'Ailscpáiri¿ t tbdiaM'il^s hoihMés.'y'es iñüéHo 

mas cnér^icqo^ loa*^Máatic¿i-^d^' &ká6^ái iüiiirtfiaosr eoiíoeoA íñejor süb 
TOMO III. 7 



/ 



— 42 — 

confirió á D. Isidro Atondo por cédala dé 39 dé dtcÜBmbM de 1679^ 
bdjo cuyas órdenes se equiparon en el puerto dé Chacda^ la capitana 
almiranta, y una balandra que á fines del año de 1682 estaban ya en és. 
tado de navegar. Por la misma real cédula se encomendaba A la 
Compañía de Jesús la conversión y administración espiritual de aque* 
lia gentilidad. Aceptada esta propuesta por el padre provincial Ber« 
nardo Parto,, se señalaron tres padres de los que trabajabanrenrlas mi> 
siones veeinas de Sonora y Sinaloa. Iba de superior de la misión el 
padre Francisco Eusebio Kino, que por su habilidad en las matemáti- 
cas, hacia también oficio de cosmógrafo mayor, para, la demarcación 

derechos. Este amor circúlft con nuestra sangre y está en la médula de losÜiiesD» 

partiendo del corazón, 7 lo anima tanto al clérigo como al secular, al noUe .como al 

plebeyo. Bien lo conocian los españc^es; mas para ellos era un chimen porque te. 

mian perder el señorío de la tierra.) 

El lunes 30 se recilnó correo áo Veracroz qne avisaba que el enemigo instaba por 

el rescate pedido. Que Lorendüo .había reñido con el general Agramont, 7 que 

o&ecia al vire7 entregfúr lo robado con algunas oondieiones. (\A tanto había Uegá. 

do su atreTÍmiento!> 

Saioba del vmcY a vEiucnim. 

El 17 de julio ¿ las tres de la tarde salió este gefe para-Veracruz 'por lá calle del 
Relox, acompañado de la real audiencia 7 durmió en S. Juan Teotihuacan. 

El 19- se tuvo noticia de haber, salido seis eñibarcaciones de Veracruz con seis- 
cientos hombres para Goazacoalcos en demanda de los piratas; pero regresó por un 
temporal. El día 29 llegó el vire7 á Veracruz. j 1 

El 16 de agosto se avisó de Veracruz que el virey, conde de la Laguna, cok 
dictamen át asesor, condenó al gobernador á ser degollado por la entrada de los pi. 
ratas; mas apeló de la sentencia, 7.80 le mandó á España en la flota, bajo partida de 
registro. La flota salió de Veracruz el 8 de setiembie, 7 ¿ las veinticuatro horaá n- 
gresó de arribada por un fuerte temporal. El 11 de setiembre regresó el vire7 ¿ las 
cuatro de la tarde á México, estando fuera de esta capital cincuenta 7 cinco dias, 7 
kiego fué á cumplimentarlo por sú llegada el arzobispo. 

.He aquí el nio4o. con que los vire7e0 cuidaban de esta colonia. Si la misma eñ^ 
cacia hubiera tenido el presidente Bustamante, la defensa de Ulüa habria sido mas 
sostenida 7 honrosa, 7 la paz con los franceses habria sido mas decorosa 7 ventigo. 
sa para la nación. 

En el libro antiquísimo de entierros de negros 7 mulatos de Veracruz, que hube 
¿ las manos por una casualidad, existe una relación mu7 circunstanciada de esta in. 
rasión, la que 70 hice imprimir en el JuguetiUo nüm. 9 en aquella ciudad el año de 
1821. Entonces casi se habia allí perdido la memmia de este suceso 7 los dóco^ 
mentos en que se refería por haberse quemado el archivo, la parroquia estaba donde 
es ahora la iglesia de nuestra Señora d^ la Merced, tenq>lo magnífico. 



— 4$ — 

<de los paertoe. Aeompañáhanle loa p^dw Juan Biíiutista Copart y 
padfo Matías Gogni, aunque no fueron juntos todos en este primer viar 
ge. La historia ipanuscrita del padre! Miguel Yenegas, y las noticias 
de California» ^le de ella estrajo un jesuíta europeo, fijan la partida de 
los dos navios del puerto de Chacala & los 18 de inarzo; mas no ^ en 
realidad sino en 17 de enero, como probaremos bien presto con un do- 
cumento auténtico. Escriben también haberse embarcado los tres pa- 
dres Eano, Copart y Gogni en esta misma ocasión; pero en lo que mi- 
ra al padre Copart, sin duda se engañaron. £1 padre Kino en un me. 
nudísimo diario que se conserva de su mano, solo hace mención del pa- 
dre Grogni* El auto de la toma de posesión que insertaremos luego á 
la letra, tampoco le nombra. Por otra parte, si el padre Juan Bautis- 
ta Copart hubiera entrado en esta ocasión, no es verosímil que fuese de 
superior el padre Kino, que aim no era profeso y que el año siguiente 
de 84, hizo su profesión en manos del mismo Copart el día 15 de agos- 
to, como consta de su diario. Esto hemos dicho porque no parezca li« 
gereza ó falta de reflexión apartamos, aunque sea en estas menudencias 
de una obra que acaba de salir con crédito, y despreciar la autoridad 
del padre Miguel Venegas, hombre laboriosísimo, y á cuya diligencia 
debe la provincia grandes luces en este y otros asuntos. 

Aunque es bien corta la travesía de Chacala al puerto de la Paz, las Entrada en el 
corrientes aun no conocidas, la irregularidad de los vientos, no acaba. ScpSooion" 
do aun el invierno, el ser nuevos los barcos y visoña la mayor parte de 
la tripulación, detuvieron por dos meses y medio el viage de pocos dias. 
A 1. ® de abril dieron fondo en el puerto de la Paz, y á 5 del mismo, 
no habiendo descubierto en todo este tiempo indio alguno del pais, se 
procedió á tomar posesión de él á nombre del rey católico con las so- 
lemnidades que expresa el siguiente documento. „En el puerto que Toma de po- 
llaman déla Paz, reino de California, en cinco dias del mes de abril de '^^°* 
1683 años, el Sr. almirante D. Isidro de Atondo y Antillon, cabo su^ 
perior de la armada real, que está surta en este pusrto, y de este dL 
cho reino por S. M., dijo: Que jueves que se contó primero de dicho 
mes, fué Dios servido de que se llegase á dar fondo en este dicho puor- 
to con la capitana nombrada la limpia Concepción, y la almiranta nom- 
brada S. José y 8. Francisco Javier, habiendo salido del puerto de 
Chacala á 17 de enero pasado de este presente año, y siendo tan corta 
la travesía, se dilató tanto el viage por ser los vientos y corrientes con- ^ 
trarias, que obligaron á tanta dilación, y que en 3 de abril, su merced. 



4ibó«^pSriía.'^ tdi muí. «*; 'ÍPP; Ffetóíwo EüicW Kfiié-j^ P¿^ 

^^iWt^ékich dé fé^Máf Kic^i» Di Blas dé évmiééy^(Í¿^i¿f 
alféVéE'Müttíta dé Yétiiséégerij ^ '^^tttíoaáfifo éold^ddd, idd6» cd«í^ «08 
^iiaáti mltatott en tié^i^^, dk^oh grá^áüí á Dídd y hall&íiott tíA fic{cM> dd 
agua dulce; qué por ótdéñ áé^dlekd Bf. ^Itohiínte sé abdfldóy ddgvóé 
dé rfiódo' qtié iñáiiá águeí bástanle pata la génté, y utí p^iik^P 4f¡k tenU 
drá cótño hasia doscientas, de las ¿imlési dicho 'S^i^ ' aláaitraKté- mandó 
T;ortar ühá y <|(ue "se labrase' de ella tüía'' áántá cttiz» y^ dé púdiédé «Obra 
Víú úemto' cofraio á un tkó de áréabüz dé la orilla' del •mai>' ciCt&id \éh 
efecto sé ptñóVpós parecer tierra tíabitable;- T-en virtiíd dé la fi&dtilitfd 
^é lá ¿atíta-séilb lípostóHca tiene Concedida álos cáfólicoi «tíÉ^ia^iíé 
fntíartíiié puedaii áj^egér á sü real eofbüá y conqlíistar y adquirí)^ Iké 
l^róvidcias bárbaras y gentiles del Occidéntel'en la Anü^rici, y sus vaaii¿ 
ilos'^én sti real'^mbre tomar 'poi9ei5ionde'ellas; y habiendo {>r#rédkki 
}aiúfkñteríá;iáhóáíli merééd dñ tierra el diá 5 deabnlcontódáltrgéii. 
íé affriba líiéñíeidnfrdá; toda la infantería y eralfórci JÍiSrtifi de Véfáfii- 
iegüi; traía iíii lá mano un estandarte carmesí con'la imagen dé^ttuéé* 
tra Señora de Ida Remedios por tin lado, f por el otro las^ nf^híad reáléá 

' 3é 8. m.iqah *D¡os guarde; y estáüdo dichos capltaiies y todklaiü&n. 

i tena con láv áridas, y dicho tSfSrez con él estandarte iníí íhandiálá 
iikíá' que dlchd Sr, almiráiité faizo, dispararon la arcalíiücéHa', jFHtchb 
fñier^ treiiúofó tres véées 
\¿i*¡Wwa Di CárloÉ 
haUiirallh- • • .fin coyoTéál líomhre dicho ár. aInnráhte,1omB''tk¿eca<>n 
dréste reihb^ qué intíthló y ñombíríS 4a provincia dé'ilá tSáiat8ÍíkáTi4'' 

' nidiad de Ick • Californias jjpárk qué con sir infinito ipddér ayiidé irqüé^ 
asiente en dichas proridciás lá saibfta fe catdlicái Y- én séñál de l6do 
lo referido^ dispuso dicha áf. aTmíhinte se pusiese dtcfab-ésiáiidafte' i 
la sónibrá dé. una palma, y állf se placltase ^bcuért)o de guardia, tiikíl* 
ftrattdo á este páragé Nuestra Seíibrá déla Paz* x para qué éoiisfó^á 
S. M. y «I Exmo. Sr. virey y capitán general, en el nombre ácf rey y 
por lá obligación que tiene de dar cuenta de las faccion^y dilígéh* 
biad tjué fuere obrando én ésta dichá-provínda, mandó ai presenté és- 
éfíbáno hiciese éste auto, ihsérió téstínioníb di iodo ló áMbá inencío-^ 
littdo,^ como ^ñ efecto. E^ 3ro, dicho eáériSaho, dc^ fé y cerf ifi^' qñe"^- 
§6 ebiho quedé referido: y para que siempre consté lixürmó dicho Sr^ 




jdiai de N. P: S. Txiiñ'ái J)^.'^MaH^^rér¡Sskgk:-^b: Fí^míléó» 

' Lifáinó.—Arífá iSií^-^m^ 

HecBi éSta d^oSttaiSion, sS píBbé(fí5 á fb Wébéír él K¿áí;jy én fetó ^^^^^ 
tíen^ se^^ ieicili^íurdo Je lo» 

N^ pUM^ilA «^f m^lim^AéiS áé.itA Miedos hüéá^és^'^ éíní^r." ^ 
|Di tídiitlc^cid« db lá$ j^d^ '\c^ áí^nas^ eoWé coméátíblé^, viñíérdh 
héwla <a - Aeá^ y buMÍ^ siií i^l6^ ¿ntfe* ]¿á éí^á^oW. • Esta docSi. 
datf télApeÜd ttl alil^kijtd «^ hkcét'át^iinfñ ^tíkdák t^olr la iierra. Lií 
ptioáéníñié fá'BtíMíté ft IcÍÉ íáhcheiias ^lois gtiáicnros, que ño se die.' 
ióiífét Ávíf úhÍig&A(íB Ae lá ¥iáiéá; áñteé eséóndie^bh mis hijéélés^bé^* 
garon el aguaje, y con astucia mandaron algunos de los suyos á^er se 
qüedabélri isiás^ éspüaíi^éB éti élR^al vérodínñlhient<B jiára ¿cometer á los 

íitfcibB '^íoéWtá^ha&tvííá iñSdUá f.é^wSnK cuya iiúttétáa- fáfid hitf^ 
ef^'tfóá)^f^tb«^|p«fidlefe/ 'Hifó^ ÜiHádó del Í£ééil üE^un^t^, 
áé-ttfiagfiU'ftiF^Jidi^ó^ é»ift áé^^i^ ¿iS^fbé^ ^úe W gnaiéun^ )cr 
Ittfttt '{Xféé)^'» (|i^á ¿él «kéflí^nt^Díto ^tí6 Éidáimt^Hfidfái ñaétóíH'iiá^ 
mpméAik^ ^mtítítóti ^;ma^6 éé j«rííi6 huAtíg téniao' iBLl^ákH cHk. 
drülftit éf atf^mlQttXtb d«íiÉg)$ttfe^ él Sistfl. El «fñíii^aíité érifé^má^ 
nvébttf'i'btf |;iklca»«r aiitoM^dél bolacíleidió;^ plita cáSt^fóÉ^izd 
prender á su capitán. Esta resolucion'fó'eosftfliííiy éá^; Losióáids, 
dS pQdt«9Nb !i)lbt«p«r ciffioegifB iu fib&rt^d, pinétáA i ías anfónlr^s. 
grwrum w pí^rufir jí^m pifitido^ft l|>it c»rasrattií({Ué süs^aírtigii^s éñefaii. 
£él^ír>^m&^cÁ' '<^e^"<^^ í^ lib^rtécd: Los co. 

ráá^i(fol<:un^iftl6fpr«fe^ Irv4s^fcnbf íléltííéíité ál>€lmÍTátí^^ dé íoi^ designios 

lápmi fkff &>fid4f I^Haff Ita^ tó»'üttl^ggs(''^u¿ W húíáhib^^tí ifámá 
6 Teik^4¿^9í¿^^'V# áflñftdds^^ diá'Ü <=> d^ juTtov' y* eíi ád^rjiá¿ déí 
^tíéÍ»-eior^tffR>lé^ á^f d^sil» trin^h^rás.- €0x1 ¿sté ^^¡Ao 
mSAWíf\mBimúí^ '4^^^xam,'SaísMh disparado éí pedfóroV líiflS ^ 
m05 aig^ibtf; é iitzólréfi^xon ttfé^iíñládoiiilb^^ ^ín eiü* 

mgo' jW'edtii (íéfquéña victoria, sé üáltabk éñ grande consternacioi ét 



almirante por haií&t reooiiocido en sus gentes an caimiento y cobardía, 
que ni sus-, palabras y ejemplo, ni las razones todas de los misioneros 
jamás padieron animar. Ta les parecía que morían todos de hambre y 
miseria en una tierra incógnita, ó que venian sobre ellos todas las na. 
cienes de Californias; tanto, que ain atención alguna á su edad y á su 
profesión, lloraban como unos niños y pedían -á voces que los sacasen 
de allí, aunque hubiesen de arrojarlos en una isla desierta. La derro* 
ta de los guaicuros no hizo sino fortificar estos imaginarios temores. 
. Añádanse nuevos motivos de disgusto por la escasez y corrupción de 
los alimentos; ni parecía la balandra que debia seguirlos, m volvia la 
capitana que desde el mes de mayo se habia enviado por bastimentots 
iáia la embocadura del Yaqui. Hubo de ceder el almirante al tiempo y 
desamparar la California el dia 14 de julio. Sobre el cabo de S. Lú« 
cas se le juntó la capitana que volvia de Taqui, donde habia arribadQ 
dos ó tres veces. Juntas las dos naos, siguieron el rumbo de Sinaloa« 
en que se reforzaron haata fines de setiembre que volvieron á hacerse 
^ la vela. 
Secada en- £1 dia de S. Bruno, 6 de octubre, después do ocho dias de navega- 
genem^de ]m cion, llegaron á una ensenada, á que. dio nombre la festividad del dia. 
padrai. Internáronse luego el almirante y los padres en la tierra, poco menos 

de una legua hasta un buen aguaje en que .á poco mas de dos horas co- 
menzaron ¿ venir muchos indios, todos tan mansos y tan amigos, comp 
si hubiesen nacido entre españoles. Se eligió un alto cómodo para for* 
tificar el Real, que ayudando los indios espontáneamente á la conduc- 
ción de los materiales se concluyó enteramente para el dia 28 de oc- 
tubre en que se pasaron á la nueva habitación, como refiere en.6u cita* 
do diario el mismo padre Kino. 

La noche del 16 habia salido la almiranta á cargo del capitán D. 
Francisco Pereda y Arce con cartas para el Sr. virey, y en pretensión 
de dinero y soldados. Cuatro dias después salió también la capitana 
para el rio Taqui en busca de bastimentos; pasó la travesía, y justi^ 
mente al mes, en 20 de noviembre, volvió en treinta horas cargada de 
todo género de alimentos, y de muchas cabras, muías y caballos que 
habia pedido el almirante. Entre tauto, cada dia venian al Real nue- 
vos indios, y muchos se quedaban allí á dormir con suma apacibilidad 
y grapde consuelo de los padres. Servíanse de ellos para ir aprendien- 
do su idioma. Observaron dos distintos: el uno de los edues^ nación 
muy numerosa, y otro de los dtdtt», sus palabras no eran de muy dif i- 



—47— 

cil pronunciacioo; pero carecian eoteramente de la f y fi, aunque ta 
proaunctaban nHiy &ett loa indkMren las palabras que aprendiati-^aMélla- 
naa. Supieron que había otra tercera nación de les neer, enem^ós 
comunes de los edme* y didma. £1 dia 9 de^^no^iombre te colocó' elíi 
la pequeña iglesia, que se había acabado poco antes una imagen mú}^ 
deyota de Jesús crucificado de estatura regularr de observó entre los 
naturales mucha admkacion y grande nledo á vista de este espeíCtál 
culo. No osabanr míiailor ni haUar á los españoles. Mirábanse unos 
4 otiüs^ y se preguntaban muy en^ secreto: ¿Quién era aqaelt ¿Quié'- 
iiesy cuándo y dónde le habían? muerto? Quisa será (decían) alguna 
de sus. enemigos. <^ mataron en la guerra. Gente muy cruel es esta 
cpitt así trata á los otros.* Los padres tomaron de aquí ocasión para 
'darles á entender que aquel Señor había bajado del cíelo, y que había 
muerto asi por ellos: que^ na era enemigo de los españoles sino su amo 
y Padre de todos: <iue estaba en el cielo y que allá habían de ir con él. 
Así comensEaban lentamente á inspirarles las máximas y misterios del 
Evangelio} peiro tropezaban á cada paso en la fidta de las vocesf no ha- 
llándolas para decir que Jesucristo resucitó» les^ sugirió su celo esta in- 
dnstria. En presencia de los indios ahogaron alguna? moscas^ y 
echándolas tn poca ceniza» pusiéronlas luego al sol, con lo cual co- 
menzaron á movtBrse: los^indíos admirados gritaro n muchas vec^: ¡IbU 
smihiOTff, ibimMhteÜel! . • .^r Escribieron esta dicción los padr<Bs, y les 
sirvió entre tanto para esplicar aquel esencial articulo. En 1* ^ y 21 
de diciembre «e hicieron algunas entradas al Ponientey al Mediodía' 
del Real; se descubrían aguajes y rancherías que desamparaban alis- 
ta de 'una gente incógnita, aunque acariciados, seguían despue^ hasta 
el Real, eon admirable mansedumbre.^ 



I rt !• 



Esto ocurria en Californias. Entre tanto, en el olaspado de Mi- ^^^^ ^ ^ 

choftcán* 
choacán^ corrían en misión los logares mas distantes hasta la costa del 

mar al Sur ios fervorosos padres Manuel de Alcalá y Francisco de Al- 
mazan. Fué muy particular la conmoción y ef fruto en la villa de Co- 
lima. Ayudó mucho el celo y el ejemplo del vicario y juez ecleeíás'- 
tico de a<|uel partido D. Francisco Félix Mercado, y la piedad edifí.' 
cativa de los religiosos de S. Francisco, la Merced y S. Juan de Dios, 
que asistían, personahnente á las procesiones de doctrina- criistíana por 
las calles, 4 las pláticas y actos de contrición para úiimar al pueblo. 
A loa dos misionaMM se agregó» llevado solamente de su fervor'y de la 
estissai^ion que hacia de nuestros ministertoá el R. P. Fr. José de Jir- 



— ^ — 

/ffiis JSiarís, gn^ttái^ IjCísr csurm^Ktovque predicó el. primer 8«riiioii en h 
•mmm9k:Vi4l99j¡sm»^^ ?AliB¿guiidai£i|ide fo¿ÍAbliiiirf <éi^ 

* PWÍfe Í9tIiI(1*^ ei)7^6l4l«rt5tí» í<iteteiiñiári»»:el>fcrtSblk* Kí»- 
.^SÍ^MÍf!^ Jei?ppf^<^telfe y4á^a¿eta¡lédbí¿l%j4iífkte MtKÉr'éü 

^1^ 4fL*4^r f^«©fewp p<*B«w»Q»ie'^iKi¿iáritt'jttf ^escéw 1^^^ 

I^^Q^^ iwKfi^ laf 'qi^er iKji^mfiiitemfurBÓiAú^ dbirfm A ipisBiiáteetCiy^ 
jtpu QQ ^,rf)^€^ go)p9ig>ta9!fiei9gf f^e en>alglmos:fiipidE^Q piiil^itflDPpÉU 
jripcer ^j^pi^^lip^. Sqbofugi^affóaílgaiiá dÍ8tíiicioii'qÉey«lalirr4«|s 
Iflem^ cfiyój]^f^s|kyp(dcr, yjiidbftJ^a^VfiiéliiepesMrpcó&ftterlé y-Ssiv 
JljB JUi ^¿trging^ii^f^iqi^ , , l^'^iif iBÚHades^queíee^^ 
a9 Ift9.pfartj93;£$;n^9¡n á l^fijcefieiii^ de Crú^finitt^cadí^kt^imitmftr^ 
píos d^{>erf!oiia{| i]9§l.^ffii9tp((^ p^fdsi^iiie» geaeiafaaif demao fn^ 
ÍB ?1**? .SlfiSS #F9ff ?» t ^tfl» - i!H»wt<^p,:ftt4 ímif .eapeciai ^n;f ftjdia*. 

|o C09 4 feí^pc^^ PWill^ ck^^hNí^ d}>Kedo([^4eeiiiteré9ilel.ñ0u«> 

^t¡^o.p^%j)or.:9j9i1i^ de^OaMfiU». 

jjLie^'eclpil^ticp.'p^rfk r€(i|¥tirU:Ál§u.J)l«^ 'preladfi^iy id4iadD»'p*nns* 
9íí?i#Sl^^.^ ¥i«iiK;Rtec[lW €í1»»iwpot:«í^e*qitti haciaaáifaníiieikño; 

del Sr. obispo gtg.§n^8R(p.cpp.r;hfe|lfP\ftqeijíftliteyi^ 

%n^^eí ^^ ^^ ^^S^' ^^^ ^^^®" ^® predicadofiSat :di^ahn»Ux8po:<biii4lielteai^ 

mií» 9!f^: cfgfSy^ ]^gbia;»(q pre^f|Qf)9^udÍ9flQ en'ki.<BoÍB^íar.deí Jo»» Idíi^pri- 

<»•. / Mo:! » ^p^ros rMdiipgj^qip # fegF>ffl4tí<»«y cetséntiúlordesdemiiiieEfldB «ikMi 

MR.^f^St9/.!RHy:'E^^^^^^:^'- £»'>S« {gnaí4<tw~^ - '^¡^iestiaU air? ^n^ 

api^CÍp j;4;^i09:|l.d^^> agr^de<iifitjl^ia 4 iMpW^owí.dn&ostracñk 

??g; X'^*ft9f ^^í^^^ pqí!<p§:ioi»>jesüita8 deo^ta^ifiá^i^ipfjBl reino 

mi é^emp i|r$^csmdo;|^.^mpfi^;ig^ .|£,e 

?J!ÍH5JÍ?9a ?«ÍR¥« .fe?^iinsl«ilweUá. iwideiiciafuy:d€Íepádre lanicio 
^IS: V^ Pl^HM^i^. tfi|»bifiili«|rJiliiip€caB ki;qi<e /iabihc«fr «ubtle ' 



^ 4ft — 

ikg;radb, c|i&K> <^ie bitbf«s6 el dht de S. LúcaiitmÉximéióaí latina^ *K 
inaé ifr o 'de ímmáticá éin d násmo rector^ «ue se encargó condguién- 
teriiénte del mtcio. f El phdire Pérez, desde la cátedra le sabKcó tno- 
déáianibiite üé dignase debaalqoiera de acfuellos libros «eñáiane iéim 
qtié'dieBe -materia & sa oracioh, pura la cual nada UeTaba ptevéiiido^* 
no'éllmén^eseo de agradecer aqaelia honra i strBéfioHa; asontó é& 
que jamás podrían faltarles voces. Añadió qae hablaría aquel rato en 
proea ó Verso latino como ñiese su voluntad. En cualquiera otíró suge- 
to qoe'iiafuera el padre Francisco Ferez, maestro de humanidades tñu- . 
chascos énia* provincia de Aragón, y luego en esta, versadísimo éú ' 
prosa y verso griego y latino, hubiera sido temeraria y llena de'ósteh- 
tácion semejante propuesta; tal le pareció á uno de los sugétós dué 
acompañaban al ifttstilsinio, y que r^rasando este señalar algún puntOy 
dijo con YCk bastantemente perceptible:. • • • VaniUu vanüatum, 'Ñd 
íiié^ffiénester mas para que el padre tomando por tema sértó Ití que se 
dfffo pQt initíon mostrase en- un estilo terso, noUe y fluido; cuanta era 
la varndad de las humanas ciencias sin un grande fondo de virtud. Qjié 
poco- habían aprovechado á Ciceron« á Virgilio, y los demás sábios^de 
la antigüedad s«s letras, su (ama, sus aplausos y sUs riquezas. *PaSó dé 
allí á -demostrar el modo con- que la Compañía de Jesús pretiende de 
sus estttdíahtés «un mas que el aprovechamiento' en las facultades, U 
santidad de las éostümbres y la perfección de la vida cristiana. Pnso 
porleiBtigo al misfno" prelado dignísimo que le oiay que habia hoiMdó 
nuestras escuelas. Jñrocedió de aquí á las alali^mzas de' so persona 
como á^una.'nu&va'prueba de su asunto, yacabó dejándolos á todos lle- 
nos delidmireción y de un altísimo conceptode su erudición y elocuen- 
cia. Muelio mas se confirmó el Sr. obispo en* esta sublimé idea- con 
jel caso siguiente. Tendo pocos dias después el mismo padre con un 
liermano coadjutor á visitarlo, le hallaron ea compañía de unos preben- 
.dados y religiosos muy afligido por no haberse podido leer un breve, 
<|ue poco antes habia recibido de su Santidad, á causa de las ábreviai* 
turas y letra itáfíana en que estaba el original. £1 padre, con grande 
serenidad, vuelto á su compañero: . • . • Tome, hermano^ le dijóf y trat- 



t An llamaban la oración de apertura de estudios en que exhortaban á la jnreír 

iud al amor de la sabiduría. Los jesuítas poseyeron las humanidades con perfec 

cion, 6uyo estudio en los autores olásico3 del si^rlo de oro, hoy está abandonado»^ 

%tiii poro les era femillar. — EE. 

TOM. III. ^ 



— 50 — 

lade ese breve en letra irUeligihle. Los circunstante» y aun el mismo^ 
Sr. obispo, dudaron si se burlaba; pero se desengañaron bien presta 
viendo al hermano Francisco de León leer corrientemente el breve y 
traerlo luego trasladado de su bellísima ktra. La admiración del Srr 
obispo fué grande, y tanta, que escribiendo pocos dias después al roma- 
no Pontífíce, no pudo menos qpe prorrumpir en extraordinarias alaban* 
zas de la Compañia,''que pondricunos aquí á la letra, si no fueran siem^ 
pre odiosas las comparaciones. 
^^"^Tí m3 ^° ^^^ medio- tiempo á la misión de guazaparís, habia añadido el 
ún SúvtLÜer^ padre Juan María Salvatierra una nueva cristiandad en el pueblo de Sr 
^' Francisco Javier de Jerocaví. Este hombre infatigable sin perdonar 

trabajo hacia una guerra continua á los pocos restos de gentilidad que 
habían quedado ya en ochenta leguas en contorno de la villa de Sina- 
loa. En el pliego de gobierno que habia venido á fines del alio an* 
tecedente de provincial el padre Luis de Castro^ habia venido JMntw- 
mente destinado al gobierno de no sé cual de los colegios el padfe 
Salvatierra; ocasión con que al principio de este año hubo de- pasar á 
México. El sentimiento y tristeza inconsolable que mostraban- sus 
neófitos, y mas que todo, la humildad del mismo padre y su celo por 
la conversión de las almas,, le inspiraron tales y tan eficaces razones, 
que persuadido el padre provincial y sus consultores, á que era ínter- 
rumpir la obra de Bios el sacarlo de misiones, le dieron permiso para 
\ volverse á sus amados serranos, cuasi sin haber respirado del camino. 

cuando pasó á Guteco, cinco leguas, según el mismo padre al Norte de 
Jerocaví, En este pueblo habia ya estado otra vez, aunque sin haber 
bautizado sino muy pocos párvulos. Sabiendo ahora que en tiempo de su 
viage á México habían muchos taraumares foragidos procurado amoti- 
nar las cristiandades vecinas,, temió no se hubiesen resfriado los eute^ 
eos en sus antiguos deseos; tanto mas, cuanto sabia que muy cerca de 
sus ranchería3 tenía su estancia un gentil taraumar, por nombre Cortv 
siOi hombre inquieto y aborrecedor del nombre cristiano, que incesan-*' 
temente había procurado destruirlo tanto en su país como entre los cod*- 
chos, chinipas, barohíos, guazaparís y otras naciones confinantes. Loe 
picachos en que habia siempre habitado después de las últimas guerras 
con los españoles, eran el refugio de todos cuantos huían de bautizar- 
se, ó de cuantos ya bautizados profanaban por su apostasía ó por sus 
]>BCversas costumbres el sagrado carácter» Sin embargo de la veciq. 
dad de tan perverso huésped, los entecos perseveraban en sus antiguoe 



-sí- 
meseos de recibir el bautismo, como efectivamente se bautizaron cin- 
cuenta dentro de pocos dias, y conenzaron, aunque muy lentamente, 
á trabajar en reducirse á forma de pueblo. De aquí pasó á la famosa 
quebrada ó barranca de Hurich^ que en aquel idioma quiere decir tier- 
ra caliente. Desde antes ^e su viage á México habia pensado en es- 
ta espedicion; pero ni pareció conyeniente á los superiores por enton- 
ces, ni estaban tampoco de ese humor los indios, que antes procuraban 
ocultarse, como lo hicieron al principio, ó imposibilitar la ejecución, 
diciéndole que era un camino impenetrable, y donde solo podian bajar 
las aves con sus alas. Tuelto de México, y sabiendo que habia alli aU 
gunos cristianos enfermos, no pudo contenerse su celo sin intentar un 
descubrimiento que tanto le parecia mas importante, cuanto mayores 
dificultades se le aparataban. 

Viéndolo tomarse resueltamente el Sto. Cristo, y el báculo y el som- Entrada á la 
brero, que soliaser todo el tren de sus caminos, el gobernador de Je- ^"??*"¿"* 
rocavi se ofreció ¿ acompañarlo, diciéndole que bien podia caminar & 
caballo las tres primeras leguas; que harto tendría después que andar 
á pié. Fué tal (dice el mismo venerable padre) el espanto al descu- 
brir los despeñaderos, que luego pregunté al gobernador si era tiempo de 
apearme, y sin aguardar respuesta, no me apié sino me dejé caer de la 
parte opuesta al principio, sudando y temblando de horror todo el cuer- 
po, pues se abría á mano izquierda una profundidad que no se le veia 
fondo, y á la derecha unos paredones de piedra viva que subian linea 
recta; á la frente estaba la bajada de cuatro leguas por lo menos, no 
cuesta á cuesta, sino violetíta y empinada, y la vereda tan estrecha que 
á Teces es menester caminar á saltos por no haber lugar intermedio en 
que fijar los pies. Desde lo alto se descubre toda la provincia de Si* 
naloa, y la gentilidad que queda en medio rodeada de las misiones cris- 
tianas de ella, y de la Taraumara y Tepehuanes. La quebrada es muy 
amena, y mas caliente que Sinaloa. Pasa por ella un rio grande que 
68 el brazo mayor de que se forma el Zuaque. Corre esta quebrada 
mas de veinte leguas, y como diez mas abajo de donde yo estaba: me 
dicen corre otro río menor que se junta con este, y los dos con en el de 
Chinipas, forman el río de Zuaque. Llegó y consoló el fervoroso padre 
á los cristianos enfermos, y bautizó en el mismo estado á dos gentiles. 
Los demás, & pesar de su grosería, no pudieron dejar de admirar tanta 
caridad, y parecieron quedar bien dispuestos para rendirse al Evange- 
lio. No fué el menor fruto de esta jomada haber descubierto muchos 



s .* 



— 52 — 

eristianos fugitivos, que endentados de la dulzuia y suavidad del padns 
sé redujeron luego á sus pueblos cr^ygqdo que no hfi))ia Iqgar ^n iiiac- 
cesible ó tan oculto, que pudiese serlo á su fervor y á su celo. Hall6 
que los tubaris tenían amedrentados á aquellos serranos^ entrando fre" 
cuentemeute á su pais, amenazándoloa que jamás recibieseii padres ni 
se luciesen cristianos» ó descubriesen la entradada (l los españoles, 
jooim ae u» ^qmo parecerá nipy contraria y enteramente increible efsta conduc-' 
tf dto. ta en los tü|)anSy álós- que ae acordaren -de lo que dejamos, escrito en 

otra p^rte acerca .de Ja nianaedumbre y l^imanidad de ^csta nación^ la 
ain^ad que hahíaü jconservado siempre con los españoles» y los dedeos 
que .habían manifestado cuasi desde 4os principios de la villfi de SJLAa- 
loa de hacerse cristianos, en .tiempo del Capitán Diego Moartímz de 
Hurdaide. P^ro ¡qué mudanáias no suele causar aun en los hombrea 
mas racionales la memoiiA de im 'agravio! Hemos dicho comQtülgu<( 
nos años*^tes el lUmo^ Sr. D« Bartolomé de Escauuela hahia inten- 
tado y aun Ue£^dp á pfon^r un -«uñí clérigo en la villa de ^^lal9{^ ^ • 
impedir á. los .misionemos e^>IRUchas cosas el libre ejercicio de. su ini# 
nisteíÍQ. Por real proyision». que jarnos arriba 4nserta,Juibo dece- 
sar aquel preladaen^us procedimientos; pero alguno de los ministros 
que>habjia puesto en distintas partes, ya que se vieron impedidos de ad- 
ministrar á los .pueblos cristianos^ y asentados^á lo menos quisiorai 
fenuarse feligreses .de algunas gentilidades.en que. aun no habia^ en- 
trado mi«ionerQ8 regulares,- franciscanos ó jesuitas.- Uno de est^ qi^i* 
80 ser apóstol dé los tubaris^ ,£ntrd improyisameiite porsius tieiTa9p<>n 
cinco 6 ..seis españoles annados»- Se mantuvo jalgunps p^co? dia9i;i 
coéta de los indiojS:^! y sus corppañeros. Bautizaba ó do grado 6..por 
fuerza los párvulos que e^coatraba á los. pechos tie sus madres. Satse- 
lo por la reduccio9rd& loa. adultos. Ileg6á:tant0y que no halHondQ.pQr 
dido bautijs^r ¡alguno, omorrói unpa cuantos y los caigó^ coffeitaf j^. 
ia g^e^j^idi&roñji Jututitmo* iUnaxpndufta tan imgular.y tan ageoa 
de lo qiíe por muchos aiioa hahiaii vistojáquellos gentiles ep los loganeii 
vecinos, irritó á la nación;* corrieron. á las armas los unos, los otros iu^ 
yeron á los montea,, pasó Íav;;)pticiaíá los taraumares. y tepehuanes* ^ 
celoso ciento hubo- de saldarse <por la fuga, y su imprudencia prendii^ 
un. fuego que no pq.do apagi^^c en muchos años, y en que ;es^vieroii 
para perecer todas aquellas nuevas cristiandades. Esta fué la ca^usa 
del desabrimiento 4eJos,tu];KUÍs..y;sU'aver8Íon al cristianismo, que oja- 
lá.hubje]^,^doenlos.!dQmas.tan-hreyey pasageracpinoen ello». .>A 



^6$- 

k YU^t^ (kd padire S^lyi^erra á «Sffíocc^^ j^d siguieron am do troioU^ 
de efBta napipii qp^ vmienH) 4 f lu^f^íjr^ y (laplf zar90. C^oQttiyumrpp 

(AedMf^ Ifü^ jBtí^p4^<^ ms íÁíMfjafi^ . ^ popp.tiemíK> ^sí>pl?|>^d?a 
aK)|ríif ^a caivÍM j^ JfpiíP«cay^ áíV^cú, Ja prjnjje^^ misÍQA d^;. 9i«^9«-' 

milR iwdí^fl^ dioíi^o^lp.qt^ p^Qfhtfilitos.i^ombr^ pp^4ria» j^Hoi. ái tro* 
b^jar pfqra oecus^rie «a» isaoMMicio cuandp pa^ae pwc 9Uf. tillas. -£•• 
tos fdUoes juBi^ei(^.teiiiivn'ld;pi^ Juan.M^ jesjit^iializaa de 

v^r mw .pP^^X^pidfi jí,;iit9eatra Aanta íé fU|adla nasdibii) ^como lo 
si^fíca pidiendo: licencia pahi.aqi^eUa jornada al jiadre privincial e¿ 
ear^deSSéde.QCtttbre delGSé* _ ' 

£1. irQferidQ:descQntento.de los; üibaria, Aunqae cansa ^ bien peqaonajir p^ • • j i 
fué principio de una grande revolución en todo el resto de- las misión alzamiento dd 
ne» de Sonora y Táraumará. . Ala voz de socoirerlos contra Ja vio- Taraumara. 
len&iajdeaquelloa pocos españoles con un protesto racional, el caciqae 
Coroflia ^ue no estaba muy lejos, y que por su genio feroz y revoHbso 
estaba siempre muy pronta para liaoBtr guerr^ -los cristianos, comes* 
zé desde luego á. esparcir rumores sediciosos contra los espadblevJ 
DecíaleS que estos eradlos que .con: tanta solemnidad babean jueádó 
lan paoee pocos anos. antes. JESstos jum los que no procuran sino 
nuesbK>\bien,. y de quienes sin embargo jamas tenemos seguras nués^ 
traa.baciendas y nuestra» .vidas. , Mirad si yo os aconsejaba bien qué 
no dejaseis láafrmas dé* la mano hasta acabar con todos, y qué bien 
hice.en ñafiArmejemasdásuap^abiias cariñosas. Do este cacique y/ 
sus.', parciales, que no .;eran ^pocoe, pitadu. presto la voz á* los coA^ 
chos,'.deiaqYil líos tQboaos,,á loaxabezas, y:mas adentraácia el Norte 
y ^:0rienté.á'lo8smn«s,.óyuma8,;i.los janos, &I08 chinanas y otráe 
nacísoes más J^roo^l^ il^ taraumares y los conchos como enemi* 
gos.de quien menos, se^.pctfiia idesconfiar, recorrían ; loajiuebios engro<4 
8andD4:ada día su. partido .con gran. número de foragidos jy ;mal con<« 
tontos. Lasdemas,naciones,.que daaiixilÍAres se habían, hecho los 
principales autoras, de la, rebelión, .detecmiiiaron teiM iina jimia ge4 
neral cerca de un grande edificio 6 xuipas antiguas que ha'sta hoy.Ila* 
man^iCaaeugmndef ,.' de qué hemos hablado en otra' parte.. AIK sé jde- " 
bia determinar de común acuerdo el inodo» Iggar y üempQ. A% b&eór \h 
guerra^y. ee.jcitabapaiii.fioes4éLj!nies de octubre- cpn^mQtiye dé bse 
ecur las.pniiMnis^lioetiUd<ules á Ja, entrada deliaY^fioti/ifiíiiipqLinMy ton 



— 54 — 

mido de los españolea por la inclemencia de los climas. No pudiefbit 
tener esta asamblea tan secreta que no llegase á noticia del padrer 
Juaoi Jlntanio EtíreUa^ ministro del partido de Scania Mafia Basaracaf 
el cual pasó Inego la noticia á D, Juan ArUonio Angw, teniente de 
los presidios de Sonora y Sinaloa por D. Isidro de Atondo y AntilloUi 
que por orden del rey habia pasado al descubrimiento y población de 
la California. El padre Estrella le requirió jior escrito en nombre de 
Dios y del rey que acudiese con sus armas al socorro y remedio de la 
proyincia, impidiendo la entrada del enemigo en unos paises donde 
una vez establecido podía mantener obstinadamente la guerra á costa 
de los mismos pueblots cristianos que habian de dejar en su poder los 
ganados y sus siembras. Las mismas noticias llovian á un tiempo de 
JanoSy del Parral y de otros lugares, que pusieron en suma consterna- 
ción á los cabos de aquellos presidios. 

£1 de Sinaloa respondió que por carta del Sr. virey se les habia nue* 
vamente intimado conforme á la menté de S. M. que no se hiciesen 
entradas con armas á las tierras de infieles, sino que con dulzura y hu- 
manidad se procurasen atraer. Que se hallaba con solos treinta hom- 
bres por estar los demás ocupados en servicio de S. M« y en el descu- 
brimiento y conquista de California: que con ellos apenas tendria para 
defender sus fronteras en caso de algún insulto, pues se le avisaba del 
Parral que era general la conspiración: que el lugar de Casasgrandes 
donde pretendía se llevase su gente, distaba cuarenta y seis ó mas le- 
guas de los límites de su territorio y pertenecia á la jurisdicción del 
gobernador de la Nueva Vizcaya, á quien el capitán de aquel puesto 
D. Francisco Ramírez de Sal^zar halna pedido ya socorro: que dentro 
de sus mismos límites tenía bastantes motivos de temer por haber te- 
nido noticias de algunas humaredas y otras señales de indios junto al 
valle de Yatepito inmediato al presidio de San Miguel Babt^>e en que 
se hallaba* Entre tanto ya en aquellos países mas remotos habíaa 
eomenzado con bastante furor las hostilidades, sin que hubiese & tanta 
distancia de los presidios fuerzas suficientes para contener á aquella 
inundación de bárbaros que parecia haber de acabar muyen breve con 
todas aquellas gentes, iglesias y presidios. 
®?^°*. ^ Mientras que en la Sonora y Taraumara habia lugar de temerlo to« 
do de la saña y furor de tantos enemigos confederados, los dos padres 
Ensebio Kino y Pedro Matías Gogni en California, trabajaban ince- 
santemente én grangearse el afecto y amor de aquellos bárbaros. Se 



iiaciao diAriamente diferentes entirudas^y^ i un lado» ya á otro, descn^ 
briendo siempre nuevas rancherías de gentes muy dóciles aunque to« 
das generalmente de edües y didius, y rara vez algunos descarriados 
de otra nación mas remota. Tenían con frecuencia al Real de San 
Bruno atraídos deí maii^, mantas, sombrero^ y piezas de paño que en 
nombre y á espensas de S« M. les repartía el almirante^ á que añadía 
de suyo pulseras y gargantillas de avalónos, corales y otras cosíllas 
de qiie gustan mucho los indios. Las mas do estas cosas se repartían 
por mano de los pudren y cootributan tambícn de su parte con semí* 
lias, carne y algunas otras cosas que se les remitían de la costa de 
Sínaloa. Los naturales, singularmente los dídíus, instaban muchas 
veces á los misioneros que se fuesen á vivir con ellos, aprendiendo con 
facilidad las oraciones en su idioma, y las rezaban juntos todas las 
tardes en el^Real. Bien quisieran los celosos operarios~comenzar á 
bautizar algunos y plantar sus nuevas iglesias^ pero dudaban mucho^ 
de la subsistencia de aquella población. Entre los soldados y oficia- 
les españoles había muchos opuestos á aquel estaUecimíento, miran- 
dolo como imposible ó como inútil. No había en aquel lugar de la 
costa proporción alguna para la pesca de las perias, ni se descubría 
esperanza de mídass la tierra muy estéril, sin ríos algunos en cuanto 
se ha descubierto: los aguajes pocos, distantes, y los mas turbios y 
salobres, mal sano el clima y muy caliente; los socorros escasos y 
tardíos: los indios, aunque muy mansos y amigos, no dejaban de cau- 
sar algunas inquietudes. Los edues por el mes de febrero con el mo- 
tivo de haber azotado á uno de ellos, salieron repentinamente del Real 
llevando sus mugeres y chicos de la nano: públicamente decían que 
iban á convocar toda su numerosa nación para venir á quemar el Real 
y acabar con una gente soberbia é ingrata que los maltrataba mieo« 
iras que le estaban sirviendo en sus fábrícas, en sus pastorías y en sus 
descargas. Por muchos dias no se dejaron ver eon bastante temor 
de los españoles. Creció mas sabiéndose por uno de los didius que 
querían flechar al almirante y echar á los españoles de su tierra, me* 
nos á los dos padres que no les hacían mal. Estas amenazas queda- 
-ron sin efecto "por el celo de los mismos padres, que entrándose con* 
ñadamente por sus rancherías y dándoles de parte del general muchas 
cosíllas, los desenojaron bien presto. No faltó susto de parte de los 
didius, que flechado el pastor se intentaron llevar no poco número do 
ovejas y cameros, aunque üeguidos de algunos soldados los dejaros 



* 
y «6Íalvfti«»¿losfai¿iit0s; A dbfé yú tó8 éniks inolivoii qiie i^f 
máa fiQ poco» dbstflirida la tr6ptf« séalic^ba 'la tardanza de la áááá^ 
ifa¿ta que Kábia ido t Naeva-Edpaña y i>or k c«^ á «&* 

caAiarlod aflmbutós/y & causar jpor ccTrromfndosr alguna enfermedad. 
Llegó ñnalméúté^Dñ felíeiidad'd 10 dé agosto edñ veinte soldtfdos 
mas, harina, arr^is y algunos^ miles con BueldoiS' de once meses. £n 
csía^ misma cicaj3k)n llegó el padre Juan Bautista Oopart. Puégrande la 
alegriatde todo'el Real, y mayor la deLpadre Eino por la noticia Si^aa 



profesfon^ tizo lüégo^giiinnnyy-ftrSf^^^ uno de loa 

didius y c^¿r<^oifrinGÍpaá ({ué habia forknado de todolb deséiíbiéHofaB« 
lió para él Yáqül. ' 
1685. Qbedárbh lóSi * padres Jtíán &aütísfa bépart y Tediro Matías^Oógai 

Abandono de ^.q^ «I ahnirañté. y demás tífícíales éh Californias' con muy- ¿íiíttn^ 
' dispestcionc». Los primeros, mirando ¿ la salvación de la^ álmas/^e 
alentaban cada día ni(as al trábajoy-pareciéndoles qtie^éfn élrg^^ntaáaan- 
so y dócil 4é los indios bab^ de fructificar ciento : por nno la' scmilta 
del Evangelio; Los denias españoles cada día se disgiífitccbah- nHkB« 
perdida la esperanza de poder hacer fortuna en aquel pueótor y- 'miran- 
doee como desterrados entre ñetás salvages, apartados de tódo^ córner* 
ció sÍQo dennos con otros,' privados para siemptd de la vista* de- ciuda¿ 
des, de templos, y de sus deudos y amigos.^ jBfectivamente, todas-^las 
razones mas especiosas,' y aún las mas lisonjeras esperanzas nO' pae- 
den dar janlaf el valor necesario para aemejaptes empresas. : Solo el 
fuego de la caridad, él celo de la gloria de Dios, el desprecio del mitn« 
do y demás motivos sobrenatúraleír^ pueden sostener y animar á loa 
varones apostólicos en la fundación de nueváj» misiones. Acosturobm- 
dos á DO discurrir sino sobre principios de interés y de humana- reputa* 
€Íon, no^ podian acabar de comprender cómo podian los padres, o&ecer* 
se con tantas verUs á quedar allí toda su vida entre aquellos barbaron, 
solicitar}^ con' tatito anhelo todo género de alivios, acariciarios con 
tanta dalzura, tolerarles sus grbse^njsr, y entrarse con tanta confianza 
en sus rancherías. . £U desabrímiento crecia por instantes^ y mas con 
la esterilidad de aquel Hñoi y algünoá principios de enfermedad que se 
iba haciendo. sentir en loé Reales. El almirante, siguiendo el dicta* 
men de los sayos, determinó pasar los enfemíos á la costa de Sinaloa 
de donde salió otra vez á reconocer los placeres para el buseo de las 
perlas. Por otra parte habia enviado en Ja Capitana á reconocer la 
)»nda del Norte, deseando mudar les Reales á lugar m^ sano y jof^m 



M(y^ détféi^áabYe: 00 íl&lialló tan próhtametote, y ttirf resuelto á espe^ 
rar teéjdréll'difclitistfiiietéu^v ftltáiidolé ya loi baatimetitoé, j tireeiéndo 
huEi toiinnunioionefl de la tlt^^ se rió tiUigado á desatatmftir le GelU 
(bnitá, despees de dos años y mas de dspémnies. Loli padlres^ <j|^ 
habfaá prevista ^ éiitói ne sé atx'évierón á bautizar en todo este tieníi* 
po snó á famy poéoé apétigltMlod. 

Coa lá ttitsiiiá Vitalidad, aanque polr ttitiy divefíios motivoé, estuto |^- intentot de 
ra áctabarae este año lil noeva ireáidóiiéiá de Ciudad Real. ¡Tanto Mi ^¡¡^¡¡^^^ 
delesiilibles loé isoüséjeé húndanos y falibles^sus maá bien fundadas es* j imqIiiomii 
perañzás! La ¿randó eMiihatibh que hacia de los jiBSüitaB el ilustrisi- ^^|^ 
mo, y h) que había eserito éhsii íaVór, e^bitó algunos émulos que. de 
palabras y aun por ericüto eobtensaron & seinbrair taialittosamente ca* 
lumnias ceñtara la Compañía. £sio miedio les YÉníÁñ. salido bien coa ' 
el ihistrisimo antecesor y no dudaban triunfíur segunda vez despedido» 
de la tiüdad los padrea: viendo que no lo conseguian tan fácilmente 
por e( diverso carácter del Sr. obispo, y que las mas graves ibjuria* 
quebraban aih*roidó>n modesto silencio y religioisa circunspección de 
los jesuítas, -procuraron excitar pleitos sobré tas haciendas. Estos se 
hubíeraá desechó con facilidad por levantliMe sobre ningunos ó muy 
débiles fundamentos; pero con esta ocasión se averiguó que de sesen- 
ta ndl pies de cacao que se décia háber'tán la hacienda del RosariOf 
apenas la tetéia parte habla, y esos tañcailéiádos y envejecidos que 
apenas se podtá ya. prometer algún frutó. Que la de ht Concepción 
de D.' Juan dé Fij^éroa; mas era un sitio que una hacienda, y en una 
y otra habian cnám^répeñtiiiamente fidtadolos sirvientes sin saberse eí 
ihotívo* ;La iestáiócla de ganado mayor de Mescalapa que donaBa á 
á lá Compañía el-iriiáino ircénciado á causa de su difícil administración 
por la distanióiai, y pdt el gravamen de los censos no habia podido ad. 
mitirse. Esto tenia tanibien' en pak-té la hacienda de la Concepción 
situada ah lidacomitan. Estas dificultades que en otras circunsttan- 
cias hubldndn sido favorables, no lo cfan atenta la disposición interior 
de la ciudad respecto de losjésuitas. Así el padre Francisco Peres 
escribió 'Testoeltamofnte al padre provincial con fecha de 4 de junio 
de este año pidiéndole su determinación, y añadiéndole que le pa- 
recía tb ser- conveniente ni decoroso á nuestra religión perseverar 
en aquella dudad.- £1 padre provincial y sus consultores, visto el 
dictámení del padre Pérez, y considerado eLestado presente de los ne- 
gocios, le envió orden para que lo entregase todo á sus respectivos due- 

TOMO III. • 9 



— fl8— 

ño8« y se dejase enteramente la fundación. Sin embargo, á instancias^ 
de) Sr. obispo y de algunas otras personas se detuvo la ejecución haa^ 
ta espeirar respuesta de N. M. R, P. general Carlos de Noyele, á 
quien se habia tambiea escrito sobro el. nüsmo asunto. La resol^cion> 
de Roma fué del toda opuesta ala que se habia tomado en México*' 
Escribía el padre general exhortando al padre Pérez á sufrir genero^ 
sámente tanta diversidad de contradicciones sin desamparar una em- 
presa que esperaba habia de ser para mucha gloria de Dios. Una de* 
. terminación tan no esperada tuvo para los padres de aquella residen •« 
QÍa algunos visos de misterio, y la aseveración del padre Carlos de 
Noyele encerraba una especie de profecía que les inspiró mucha con- 
fianza; pero esto sucedió cuasi á fines del año siguiente. 
Minonesuiel En el que Íbamos (de 1685) los padres Juan Pérez y Juan Bautista 
Zappa^ á petición del Illmo. Sr. arzobispo de México D. Francisco de 
Aguiar y Sejias, emprendieron una misión por los pueblos del arzo» 
bispado. Anunciaron el reino de Dios en Teotihuacan, Otumba, SuU 
tepec, Tulancingo y otros muchos lugaves, recogiendo inmenso fruto 
en la salvación de innumerables almas. £n Sultepec, como Real de 
minas, era mayor la corrupción de- las costumbres y fué mas visible la 
reforma. Parece que tomaba el cielo á su cargo prevenir los ánimos 
en favor de los misioneros y de su santo ministerio. En Tulancin- 
go, renunciado el cómodo y bien aderezado alojamiento qué les tenia 
preparado el alcalde mayor, se recogieron los dos padres al convento 
de los padres franciscanos. A la media noche se Qomenxó á oir -un 
ruido espantoso, tropel y carrera de hombres y caballos con golpes 
descomunales á las puertas de las celdas. Oíanse entre el estruendo 
unas voces confusas, y solo se percibieron en tono quejoso y lastime- 
ro estas palabras: Miguel^ Miguel!! Confiriendo entre sí los religio- 
sos, no hallaron causa alguna á qué atribuirlo sino á temores y rabia 
del común enemigo que sospechaba su ruina con el feliz suceso de la 
misión, la cual habían puesta los padres bajo la protección del glo. 
rioso Príncipe de la milicia del cielo. No fué menos admirable y aun 
roas público lo que aconteció en Tenancingo. Era beneficiado de 
aquel pueblo el Líe. D. Felipe Manrique, y su padre se hallaba actual* 
mente postrado en la cama de una grave enfermedad y ya en estado 
de velarlo de día y noche. Volviendo al anochecer de uno de sus fre- 
cuentes parasismos, preguntó á los circunstantes qué jesuítas eran 
]o8 que andaban por el pueblo; se le respondió que ni los había, ni 



— 59 — 

tmi eran conocidos en el lugar. Pues yo veo dos, (replicó) y al uno 
{que era el padre Zappo) le conozco muy bi«i. i^uedaroii todos 
penoadidos & que deliraba el enfermo; pero no pudieron menos que 
atribuirlo & causa superior, cuando á pocos instantes entraron los 
padreB derechamente á la iglesia cantando, como acostumbraban, 
ia doctrina cristiana. Con estos ayisos no es de admirar que fuese 
tan singular la conmoción de ios ¿nimos y la enmienda de las c^tum- 
bres. Muchos casos particulares (que por no alargar omitimos) pue- 
den verse en la vida del dicho padre Zappa. Lo que aquí hemos pues- 
to lo hemos visto de su letra; prueba grande para los que tuvieren al- 
guna noticia de la virtud y espíritu de este grande hombre. Duró 
«ata espedicion desde 1. ® de setiembre de este mismo año hasta prín. 
'CÍpioa de 1687, aunque con algunas interrupciones. 

En 5 de abril de 1686 falleció en el colegio de Guatemala el padre «i^^* . , 
Manuel Lobo, varón insigne en piedad, dotado de todas las grandes padn Manuel 
ptendas de un orador cristiano, infatigable en el confesonario para Lobo, 
^e le habia dotado el cielo con singular discreción de espíritu. En 
^ espacio de cuarenta y cinco años que trabajó en el colegio de Gua- 
temala, fué el oráculo de toda la ciudad, á quien tenia encantada la 
^zura de su trato y el ejemplo de su religiosa perfección. 

A 26 de agosto de este mismo año en el colegio del Espíritu Santo Noticiado la 

& Puebla pasó & mejor vida el padre Mateo de la Cruz, f originario Betlehen. 

^ aquella ciudad. Fué muy señalado por un constante tenor de 

^da en mortificación temporal, en pobreza, en abstinencia y en las 

lernas religiosas virtudes. La mayor parte de su vida la ocupó la 

^^bedíencia en empleos literarios que siempre desempeñó con lucimien- 

^- La biblioteca de la Compañía hace memoria de él por algunas 

P^Qeñas obras que dio á luz; tuviera aun mucho mayor nombre entre 

'^ sabios y piadosos escritores si se hubieran dado á la estampa otras 

""^chas obras que dejó manuscritas, entre ellas la vida y virtudes de 

^ Tírgen Santísima, esplanadas en mas de ochenta sermones. Las 

^^^nlas Laurelanas espHcadas en otros tant(is discursos. Una pará- 

[^^ ó comento del capítulo 24 del Eclesiástico aplicado á la Santí- 

'**ia Virgen. La Muger fuerte de los Provv^rbios. La Espí>3a de los 



"^ Aunque el libro que copiamoB anuncia en su margen la noticia de la funda^ 
^^ de Betlehem, la omite y sigue con la d^ la muerte del padre Mateo de la 



— 60-T 

Cantareft' Himnps y Anttfc^Mis virginales; Nombres y oficios de ln 
Virgen Maa^; Santua^ibs y advocaciones que tiei^e la Madre de Dios 
^ todo elmnndob . El padce Qregptio d^ Lo^a en la car^a de edifica* 
don que escribió á loSiColegiosi asegura qi|e estas obra9 . [>pdifi|):jQQm. 
jpGon ñias de treintai>vqlilineni^ y; qu0 0I -paclre las M¥^ if^iíé jcu- 
riosamenibe eseritaa :y ;fioocdina^9. «9 pj ^oeeniio df»l j^rfiíj^to] dje.. la 
Annncíata;: ^ El sumo costo ^e laa ijnpüresiones en América iigsjií^e 
(^ojtecfíc de c^tastpbraa y de otaros foom^nj^tf^i nq naeoQs de J^ e^d^? 
qion del padi^ Mateo de la Cruz y< de;Su,4fo^adma deypcipn pac% qoa 
la Madre de Dios.' . — ^ 

Deliberacio. Desde los principios del año, por orden del Sr. conde de Paredes'ise 

1168 BODIÜ Ift 

Caliiemia. haj^a foripado en México qna junta de personas inteligeg|i^tes^.,eiitjre 
ellas el fiscal de la ^real audiencia, el almirante D. Isidjro Atondp-5 el 

■ 

pfitdre {lusebio )p999 i|ue «.rlnürase^ )os medipsf para la, pobl|cioi| taiitaii 
yejsesiinteii^dade taCa^fornja.' Pe común acuerdo ;se^Teaolvi6 ser 
^' imposible oonseguiífie 9ino coicomendajn^P itodp e} cuidadlo ad de )|^ es- 
piritual cOmo dele^tiempoiial á iia Qorapañía de ^^sus, á^qui^iscí sub- 
mínistraria paras e^ ef^tode las reale^ ^<\}a/if el du^ra «n^cfi^s^iot 
cuya regulación por la:janta.d^ ).L,de abr^ jsie epcomend^.^^trep ^su- 
getos nombrados y al fiscal .que pasfise la refqluQiqn .cUc|ia áflc^^upe- 
i' • . . rieres de la Gompa^a. ' ^1 pf^lr^'DapidL Ajigelo .Mapn^, pif^Ml^to 
' por aujsencia delpadre proyinctalrTesponi^: que en chanto rá. 
«tuai adininistracion estaba pronta la proyiJ9cia,'á dar .cuantos, nwiioiie- 
i^os fiíese^ necesax^os como^lp habia practicado bas^ jf n^ncef^ pero 
^e eaxuiantoájlo temporaljio po^ia encargarsedji graveainf^onv^nuen- 
jtes; £1 capotan, ,l>a9ct^cax2^JErti2^rnt2Za q^e ya.en obrp tiempoijiabia 
intentado lo mi^o» volyi<} ,á,qfrecei^ para la empresa j(í;igep9^ costo 
del que se faiabia determinado, que eran treinta mil p^a A^al^» Se 
(deaecbó esta proposición y soipuidó ^j|regar.ei|ta.§up[^i ^.almír^lite 
.Atondo; pero por otras mayores urgencias delemriota^^ ^ -^^ 
fopsL como en América, ni {legó á .verificarse, ni ^e .volvió á ponsar en la 
Preteiitiondel|K)blacion de la California hasta el año de 169i. £1 padre £i|8fbÍ9^Kino 
SirTla ^^.^*'*^* ^ conquista de la California^ volvió luego I09 ojos á la^ ?ime- 
rfa alta. .];ia^lta, siempre sediento de la conversión de los gentiles, cuyp celo le 
habia sacado de la Italia, y esperando quizá poder por esta otra par- 
te facilitar la entrada á sus amados californios. Cumplidos los tres 
años de gobierno del padre Luis del Canto le habia succodido en el 
oficio de provincial el padre Bernabé Soto, que como misionero que 



—61 — 

había Bidf> m\xc^pa ^uos ^nirp los tepehuanos conocía bien el precio 
4e j^tof tn|bajps, Q^s^^ l^ego Jjiubic^a condescendido con los santos , 
d€^f^eof|^deL]uidre K¡no t^ pp le ^etuvifsse no estar s&üalada del xey la 
^¥P9l^f^.B^^ ^^^^ P^yiP^. misioijiiy y 9¡^tes estar prqhibidas nuevas 
entr^^daa á los países gcnitiles sin notiinay conopimiento de los Exmos. 
víreles* Nfda hay dí£icU al celo y á }a santa libertad de .un varón 
aj^tdlíco. ISI padire |íino supo represy^ntar tan vivamente di Sr. vi • 
rey Iftutilídady y aun la necesidad de aquella cspedicion, que -obtuvo 
decreto de S. /EL para que se exhibiese no solo la limosna necesaria 
para. la misión de Pimería, sino tambiejoi otro tanto para una nueva 
misipn á los serís ^ la provincia de Sonora. En 20 do noviembre sa- 
I^ó el pgdre de Aléxico pi^a la ciudad de €rua(lf^laj'ara. Aquí le obli- 
gó su carida^ ,á .presf)i^tane á la.refil audiopcia. El fervoroso misio- 
perojabía inuy bien cu^ grave retrae^tq ^a 4 los indios para recibir 
1^ fó.y leduqirse á población y vida políUca el servicio personal ea 
haciendas y miiias á ^ue los obligatmn después de fia bautisnao* En 
esta atención pretendió exigir de aquella real audiencia despacho pa<i 
raquB los,indiofi que cpQvirtíese á nuestra* i^nta fé no pudiesen en 
cii^co i^os ser compelidos por juez algunp al tralM^o de minas ó ha- 
ci^ifdas. Bien ppco era lo que pretendía el jesuíta misionero en favor 
de. los, neófitos, pues desde el año^de 1<^07 estaba mandado por el Sr. 
P. Fi«l|9e III que Jos íqdíos reducidos á nuestra, santa fé poj: la predi • 
c§cion,fp sean ^coipendi^fios, tributen, ni sirvan ppr diez años, y lo 
mismo ordenó en 10 de octubre de 1618. Determinaciones dignísimas 
de los rayes cat6l^90s, y que como tale^.se ÍBsertarqn en la Recopila- - 
cion^de leyes de Indias, ley 90.tit.l.®.y y 3.* tit. ,5^ ® d^l librp 6. ® 
'Sinjul jQcitsmo t|uo de 86 ^n que el pa^e Kino -pretendía aquella corta 
exención para jfüs neófitos, ó porque ignoraba lo mandado por el Sr. 
p. Felipe III, ó gorque sabia que no se observaba, vino nueva cédula 
del Sr. D. Carlos II con fecha de 14 de mayo en que ordenaba, á los 
yLreye)8, audiencias y gobernadores que favoreciesen muy; particular. 
mente ¿Joa eclesiásticos encomendados de la reducción de los infieles, 
y qqe, ^tos.en los ydnte años prímef ps s^n exentps del servicio de 
minas y Jiacifsndas. Con tan fellc^ príp;cipfOs.animado,'el p^re Kino 
partió para la Pimería en 16 de diciembre* •' 

. Objsd^ido por el alcalde mayor de Sonora el despacho ' de la real 1687. 
.audiencia, pasó, el. coloso íninfstro al sjfip eii que se fu^^ó , después Ja ^^STae^U 
fnision de los pojoíes. Pimería alta. 



— 62 — 

Los moradores de aquellas rancherías eran los que con mayores an. 
sias habían deseado el bautismo y solicitado misioneros. En un ter« 
reno tan bien dispuesto se empleó con tanta felicidad el fervor del pa- 
dre Eino, que á pocos días 3ra tenia un gran número de catecúmenos 
de que formó el pueblo de los Dolores, primogénito de sus fatigas, y 
que cultivó hasta la muerte. De aquí, por orden del padre visitador, 
acudiendo cadadia nuevas gentes pasó á fundar diversos otros pueblos, 
el de Caborca, diez leguas al Poniente del de los Dolores, á que dio ^ 
nombre de S. Ignacio. Los habitadores de este pais, (dice el mismo 
padre) le parecieron los mas afables y dóciles de cuantos habia visto 
hasta entonces. £1 de San José de los h3rmeris, muy pocas leguas al 
Norte. En esta nación habían sido también muy antiguos los deseos 
de tener padres que los instruyesen, y no menos antiguo en los misio- 
neros de Sonora el deseo de pasar á sus tierras, lo que sin embargo 
no habia podido ejecutarse en mas de cuarenta años que era conocida 
esta gentilidad. Siete leguas al Oriente de los Dolores fundó otro pue- 
blo con la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. Fara 
atraer á los mas distantes les envió una embajada con el indio gober- 
nador del pueblo de los Dolores, persona entre ellos de mucha autori^ 
dad. Los cuatro pueblos se dividieron después en misiones, quedando 
los dos primeros á cargo del padre Kino. Los de San José y los Re- 
medios, no pareciendo tan precisas, se desampararon después de algan 
tiempo con notable sentimiento del mismo padre Kino, como dire- 
mos adelante. 

I 

Muerte del ^^ ^^ ^^^^ Profesa de México falleció este año con singular opi- 
hermano Fer- nion de virtud el hermano Fermín de Iznrita que cuidaba actualmente 
de aquella portería. En 6 años que vivió en ia religión se dio tanta 
prisa en enriquecer su espíritu, que era uno de los mas ejemplares 
coadjutores de su tiempo. Aun de seglar, en 18 años que vivió en las 
Indias, y en medio de las lisonjas de una fortuna bastantemente pros- 
pera, vivió siempre solo en mortificación, en castidad, en simplicidad 
de costumbres, en frecuencia de Sacramentos, en perfecta obediencia 
á su padre espiritual. Solicitado torpemente de una muger en un lu- 
gar fuera de México, á la misma hora, aunque muy importuna, montó 
á caballo y desamparó con admiración de todos los que ignorabíin la 
causa un hospicio tan peligroso. Su celo por la salvación de sus pró- 
jimos, lo manifestó en dejar alguna parte de pú caudal para el susten- 
to de dos misioneros que llamamos dfetilares^ iPor si mismo, ya que 



— 63 — 

tío podiá con otros ounistehos, cuntiibuia no poco con santas y espiri- 
tuales conversaciones, teniendo por su máxima fayorita que no se ha* 
bia de hablar sino de Dios 6 con Dios» La continua oración y la 
ciega obediencia, fueron los dos ejes de su vida religiosa, y de que pa* 
Bó á gozar el premio el dia 2 de marzo. 

Entre tanto, el padre Juan Bautista Zappa apena» con el descanso jdJnonasdBl 
de algunos meses, volvió á fines de octubre á sus escursiones apostó- P*^*^ Zappa. 
Ucas por los pueblos del arzobispado. £1 venerable Sr. D. Francisco 
Agoiar Seijas, que se creía muy interesado en este género de minis- 
terios, los fomentaba con el mayor arder. No salían los padres sin tomar 
sa bendición, y aun sin que su señoría iluAtrísima señalase el rumbo 
por donde debían encaminarse. Añadía el buen pastor cartas muy es* 
presívas á los curas y vicarios de los partidos, encargándoles la asis- 
tencia personal y el fomento de los ejercicios de la misión. Entro 
otras espresiones, no podemos omitir la que usa en carta escrita este 
año á los reverendos padres guardianes, priores y ministros de doctrina, 
que comienza así: , ,4^or dar cumplimiento á la debida obligación de 
prelado y pastor de tantas ovejas, he determinado darles el pasto espiri- 
tual para encaminarlas al mayor bien de sus almas. Y porque al pre- 
sente no puedo ir en persona á tan santo empleo, van en mi nombre 
lo8 reverendos padres misioneros Juan Bautista Zappa y Antonio Ra- 
mírez, de la Compañía dn Jesús, personas de grande espíritu y talen- 
to, de quienes fio en la Divina misericordia, han de cojer mucha mies 
con la palabra evangélica. Para este efecto, suplico á vuestras pater- 
nidades reverendas, les ayuden y fomenten en cuanto fuere posiblcr 
asistiéndoles como á mi misma persona, que lo tendré á toda estima- 
ción 7 viviré con .este reconocimiento." Con este patrocinio, fué co- 
piosísima la cosecha de almas que en Zimapan, Ixmiquilpan, Huí- 
chiapa, villa do Cadereitay otros lugares vecinos é iotermedios, reco- 
gieron este ano nuestros dos operarios. Su llegada á Zimapan previ, 
no el cielo' con temblores de tierra nunca vistos en aquel país, y tan 
frecuentes, que en dos días había temblado once veces. Preocupado» 
ya de temor los ánimos, así de los cristianos como aun de los chichime- 
cas gentiles de aquellas minas, fué fácil á los ministros de Dios, arrai- 
gar en ellos las saludables máximas, con tan feliz suceso, que lq{f mis- 
mos paganos admira^os^de ver en el Real tan entera mudanza, vinie- 
ron á los padres, convidándoles á que fuesen á predicarles. Nos Aa- 
beis bebido el corazón^ les decían en frase do su idioma, y no querría'' 



_64 — 

mos vwir sin vosotros. Ya somos grandes^ y tardaremos mucho enid^ 
ber las oraciones^ pero os entregaremos á nuestros htjoé para prenda y 
principias de nuestra conversión. 
Muerte e 1 A 28 de julio murió en la ciudad de Ouadalújara D. José ÍAiéxMs^ 
Compañía de oficial real que habia sido muchos ttños de aiquélFas oi^ás y obtéiiidd 
áaíd^!^ ' otros -lustrosos empleqsetf acjúellárépúblied:.'' Desdé su jnyéBfád ha- 
bía fomentado lós deseos de entrar en la it/0m|mñía/ aunque íóó^jiédido 
por la necesaria asistencia dé su madre y hetiiián&éi. labre ^á dé 'és^ 
tos lazos, fué recibido por el padre proviticial Bétnárdo PftrSo H fiiMii 
de su gobierno,, óonfírmó de nuevo el recibo el pad^ Luis dél'Gtiiítb, 
sin que en todo su trienioUe permiiiese paSar & Tépottotlán tilia gi^2 
ve y peligrosa enfermedad. Llegando á recibir los últinms Saéreinlfli^ 
tos, el padre Juan de Palacios, irector de ¿tquel óolegió^ le recibió IM 
votos que hizo con estraordinário fervor. Desde a4u6l instaiíto tftl 
permitió se le cubriese la cama ¿on seda, tii se le sirviese obii piala: 
se mandó cortai" el cabelló^ como lo usan los jeéuitas, y quisó veártir^' 
de la misma ropa dei colegio^ Entre tanto llegó á la visiiá él [iadre 
Berqabé Soto, á quién luego dio' la obediencia, suplicándole pidiese al 
Seilor que el. próximo dia de S. Ignacio pudiese ir á cotmH¿¿r 'bntrij 
nuestros hermanos; pero dos dilis antes le arrebata lá xüuérté i lo¿'4¥ 
anos de su edad. . ,Se enterró en el sepulcro de los noeátroii cóil dsts* 
tencia y notable edificación de toda la ciudad. '"""' 

1688. ^i 3J|Q siguiente perdió el colegio del Esplrifu Santo dé PtiébTá itíi 

grande ei^ejo de virtudes y religiosa perfección éñ el pacienÜsimó y 
devoto padre Pablo de Salceda, natural dé Yalladolid, capital dé Mt- 
ehoacán. Compitió con el buen olor de su éantid&d, Pa fama' dé éa 
eminente sabiduría. Era de una memoria muy fiel,* dé ütiá feliz^^* 
plicacion, de uñ ingenio vivo y fecundo, que le hicieron admii^igttá]- 
mente en cátedra y pulpito. El despego de toda carne y sáhgrt, -la 
pobreza, el retiro. y >et silencio apenas podrán llevarse khais léj'óá^é'ts^ 
que observaba el religioso padr» llamado por está causa él W éjdi^ 
López de los jesuitas. Fué altísima y envíos últimos años eíiasi'iraíB. 
ca interrumpida su comunicación con Dios én ItH oración, ^m. cdyir 
" materia tenia distribuida la pasión de nuestro Redentor póir todas fas 
horas ^el dia. Sus pariicullEtres devocióñéis ílieroi!i los' Dolores ¿b la 
Santísima Virgen, el arcángel S. Miguel, y las Í>enditas Animas del 
purgatorio, á quienes ayudaba con todo género de Sufragios, y de 
ouienes fu6, según se pudo inferir, visitado con agradecimiento en <ii» 



— 65 — 

versas ocafiioaes. Los nueve últimos años de su vida, le prpbó d Se- 
ñor con a<:exbísimgB dolpres de piedra, ó le purificó, como decia el hu« 
uálde padre, por otros tantos años que había gobernado diversos colé» 
gioa. £^ esta dolpcbeísiaia enfermedad, relució mucho mas sif mor* 
tificaciói^ sii invencible paciencia y su íntima unión con Dios, de quien 
jamás apartaba el pensamiento para buscar aun en un siispiro el me* 
oor i^tíó de spa Jnales. Falleció el día 27 de noviembre de 11^68. 
ájutf ]4s migs^oíB otos; distinguidos y cuerdos de la i^pübUc^a, le besaban 
do tpdíUaatlos piés éií el féretro, y haóian otras déniosti^acidnes singu* 
laves de veneración en testimonio dé la sublime id^ que tenían de sus 
virtudes. 

Por éstos m»mps mese»^ padre Juan Bautista Zappa con su com- Minan en 
pañero.éi padre Juan Fer^Zi, de órdeíi del Sr. arzobispo . recorrían la ^^ México. ^ 
sierra ^ta de Mextiiláa con los pueblos de Atotonilco, Sta. Mónica, 
2acaakip¿n, Tianguistengo y muchos otros lugares, minas y hacien- 
das^ «dmimstíracion dé los RR. PP. agustinos. Los celosos párrocos 
contribuyeron de su parte ai feliz suceso de la inision, p^viniejidoá sus 
feligiwés, convidándolos y juntándolos personalmente para asistir á los 
sennettes. Entre ios demás se señaló singularmente el R« P. prior de 
Tlacolula, ^e no pudiendó pasar á su pueblo nuestros misioneros, jun. 
té toda su gtote» y caminando mas de quince leguas de un camino ás- ' 
pera, sé vino ál pueblo donde estaba la misión, para que no careciese de 
tanto bien su amado rebano. Duró esta espediüion cínico meses, desde 
principio» de octubre de este año hasta fines de febrero de l^dU, en 
que ias- tareas de cuaresma llamaban los padres al colegio. 

Pasada esta fatiga, como los hombres verdaderamente celosos no tie- 1689. 
nen descanso, ni mas- alimento que cooperar á la santificación de sud 
prójimos, el infatigable padre Zappa trató de que en el mismo colegio 
Seimnarío de S.. Gregorio se hiciese una misión para solos los indios. 
C^oJoonnieá su designio con el ilustrísimo y con sus superiores, y de 
éñúéréói 80 señaló para este efecto el mes de diciembre. No es pondo- 
table el ardor y devoción con que aquellas pobres gentes trataron do 
a|}rovécíhár un tiempo tan precioso. Los párrocos de diversas órdenes 
dé d« francisco y S. Agustín, unidos en un mismo espíritu, y anima- 
doü^del mismo celo, venían en procesión de sus respectivas parroquias 
de Santiago Tlaltelolco, Santa María la Redonda, S. Pablo y S. José, 
cantando con sus feligreses por las calles la doctina cristiana; espectá- 
culo que á los mes tibios sacaba lágrimas de ternura. Merece entre 

TOM* III. ÍO 



— 66 — 

los demás particular memoria el R. P. Fr. Agustín Betancourt, def óf** 
den de S. Francisco f y cura entonces de la parroquia de Sn S« José, 
que con el esplendor de su vida religiosa, no menos que con sus erudi- 
tos y piadosos escritos, tanto ilustró la Nueva-España y su provincia 
de México. No contento con asistir y animar con su ejemplo alo» 
naturales, quiso entrar ¿ la parte del mayor trabajo, predicando varios 
sermones en mexicano, con aquella misma elocuencia y espíritu que le 
adquirió en castellano tanta reputación. En las cuatro iglesias de San* 
tiago, S. José, S. Pablo y S. Gregorio, que señaló el ordinario para 
ganar el Jubileo, pasaron de treinta y siete mü comuniones de sohs 
indios, 
F&die Daniel A 12 de setiembre falleció en la Casa Profesa el padre Daniel An- 
njí: ' gelo Marras, natural de Caller en Cerdeña, prepósito qiie habia sido 

de la misma Casa y rector del colegio del £spiritu Santo, después de 
treinta años no interrumpidos de misiones. Fué siempre fervoroso y 
constante en el ejercicio de las virtudes, singularmente de la pobreza,. 
' castidad y paciencia, de que dejó ejemplos muy raros. Su vestido inte-- 
rior y esterior desde que fué á Sonora, era un sayal grosero y áspera 
que tejían los indios de su misión. La castidad declaró á la hora de 
la muerte no haberla jamá^ manchado con alguna culpa grave; ni des- 
- decia esta confesión de la modesta y religiosa circunspección que todoa 
habian observadoen el padre; grande argumento, no menos de su amor 
á la pureza, que de su celo, fué lo que le aconteció en su misión d& 
Matape. Un alcalde mayor de pocos años trataba torpemente con una 
muger de la jurisdicción del padre Daniel Angelo. £1 hombre de 
Dios se opuso á su torpe comunicación con una libertad y fortaleza in- 
contrastable. Su celo le acarreó la indignación, no tanto del alcalde 
mayor, como de un religioso de cierto orden. Este, pensando adular 
á su amigo, descargó sobre el padre una cruel bofetada. Hincó el buea 
misionero las rodillas conforme al concejo de Jesucristo, y le ofreció la 
otra mejilla. Hubiera aquel mal religioso repetido el agravio si el 
mismo alcalde mayor, bañado en lágrimas de edificación no le hubiese 
detenido el brazof tanto es verdad, que un mal religioso es comunmen. 
te peor que un mal seglar, y que es ma3 abominable é irremediable la 
corrupción, cuando la materia corrompida es mas noble y mas pre<* 
ciosa. 

Congregación Para algunos días después del 15 de noviembre tenia convocada el 

provincial ,. . _ — _ : 

f Escritor de la Historia de México, y digno de suave memoria.— r££. 



— 67 — 

padre Bernabé de Soto la congregación provincial, que por indulto del 
padre general CárloH de Novele, so había prorogado hasta los nueve 
años. Fué elegido secretario el padre Francisco Pérez, y al 17 nom- 
brados procuradores los padres Juan de Estrada, rector del colegio de 
S. Ildefonso de la Puebla, y José Tarda, rector del colegio de Oaxaca; 
por substituto de uno y otro, fué nombrado el padre Bernardo Roaln- 
degniy rector del colegio de S. Luis Potosí. Entre otras cosas que se 
«controvirtieron en esta congregación, se suscitó la duda acerca de la 
donación heclia al colegio de Yalladolid por el Br. D. Roque Rodrí- 
guez Torrero. Dijimos ya como por los años de 1660 habia este pia« 
doso edlesiástico ofrecido á la Compañía por escritura autorizada 
treinta mü pesos para la í&bríca de aquella iglesia, y como su albacea 
y heredero el Illmo. Sr. D. Fr. Marcos Ramirez de Prado, sin embar- 
go de protestar que no alcanzábanlos bienes para cubrir las deudas del 
difunto, ofireeió contribuir con algunos miles cada año de sus propios 
fendos hasta completar la cantidad prometida. Se prosiguió la fábri- 
ca con algún calora hasta que finalmente por mutuo consentimiento 
^el ilustrísimo y de la Compañía, hubo de rescindirse el contrato sin 
haberse verificado la entrega. En atención á la escritura otorgada y 
constante afecto del Br. D. Roque Rodríguez, pareció al padre provin- 
cial Alonad Bonifacio que se le hiciesen en toda la provincia los acos- 
tumbrados sufragios. Con este motivo se dudó en la dicha congre^ 
cion, si en virtud de dicha escritura se le debían los honores de. funda- 
•dor, y si el padre general habia ó no aceptado la donación y decretado 
los sufiragios, y si caso de serlo debía ser tenido por fundador del co- 
legio» ó solamente de la iglesia que habia intentado edificar. Estas 
dudas no provenian sino de la demasiada circunspección con que se 
Juibia pr«icedido en tratar con el Illmo. Sr. D. Marcos Ramírez, sin 
que se presumiera desconfiar en lo mas mínimo de aquel tierno y cons- 
tante afecto «que profesó siempre á la Compañía. Nuestro padre ge- 
aerai nunca confirmó la aceptación del padre provincial por babor cOi- 
menzado á vacilar luego el contrato, antes de poderse avisar á Roma 
de la nueva obligación del ilustrísimo. Sin enibargo, el colegio de 
Yalladolid agradecido á las piadosas intenciones de D. Roque Kodri- 
goez, le reconocerá siempre como á su insigne benefactor* y con el re- 
trato que conserva en su iglesia, recordará en todos los tiempos su crís- 
tíana liberalidad y constante protección. 
La congregación provincial de que íbamos tratando, que es en el ór*-. 



^68 — 

^. . áeh la yigéaima, es la primera «ñ que hallamos entablada preteiirioit' 

tentada de la para COR N. M. R. P. general acerca de la división de kt provípcia. £a 
provincia. efecto, aunque Jao é?n eongregácion provincial, era ya muy antiguo &^ 
te deseo, y que cuarenta años áñtes siendo provincial el padre Andiréfl 
de Rada, se habia jüzgadb ya necesario propoioíerltí á.Roma» totñp }a 
ejecutó dicho padre, espóniendo en un pequeño libro las ttatmta :qiie 
favorecían esta pretensión. . En la ocasión de qué trátámodr Aera de 
siete de los vocales, todos los demás convinieron en la neoesidád de la 
división, aunque discordaron: en el modo. ^ Jüá mayor parh^^fué de «en* 
tir, que las capitales dé provincia fuesen México y Giiadah^ara» de(yan- 
do á esta segunda los colegios de Zacatecas, Durango». nimios, ^tfá 
las residencia» de Parras y el Parral, y todáis las misiones áéptetttíioñ^ 
nales, A algunos de ios podi^es pareéia mu^^ desigual esfa dtvisHiii^ y 
juagaban mas oportuna que México y Puclila fuesen la^ doi^ ciipítalete do 
provincia. A México le aiágnaban los colegios dó Queréti^,. Tallá- 
dolid^ Pátzcoáro, S. Luis ^é la Paz, Potosí, 6nadálaj|ar8^ Zacattíead, 
Duratfgo^ y lad misiones del Norte. A la provincia de PueUa^ dejv^ 
ban los üol^giod de- Tepotzotlán^ Tefacruz,.Mérída, Oaxaca» GébiMiu 
la y Ciudad Rea), en ciiyo territoHo tenían también bastante gentilidad 
efl que trabajar los ^perarioi^, édtando muy propenso el Sr. obtópo' A 0d¿ 
eoñietídstr á la Compañía la redúcelo^ de los lacatídoitOés dérqofr yáse 
habia tratadeí en otr6^ tiempo. Con está distribucíot], á útíá y ¿ti^^ípio. 
vineía le quedaba establecido noviciado y colegio dé estudios slá nti^ 
vos leostós qoe pudieran retardar m proníta ejecución^ JLÁ» gtaudés 
difíooltadés ^ne sd ofrecieron por elitóncéfif^ desbarataron teido «¿téheíi'- 
móSQ» proyecto; pero estas habiañ dé auméíitársé neoeiáariañ^tc eocí éi 
tiempo, : y tanto, cuanto con \a& iraevafi fundaéicíned á^ nn^óff-f mby 
distaivtea colegios, se han aumentado iamlnen láfi caudas que hacen he- 

cosaria Ifl diKsion, - - '• v ^ 

Otros dospos. - A éste postulado se agregaron ót^os dos dé bastirte :Coni»id¿fací0n. 

tulados. 2^ Goadalajara, 4 fin del año áiitoóédéfiítf hatíamaéiter^l Lio. :D. Si- 
món Conejero Ruié, canónigo dé 8i||tíéntt Btá. Iglesia, dqmdb «a sa 
testamento otorgado á 4 dé noviéíííbi^ de 1^68 ante José López Rá- 
roirez, titíorce mü pé^oSy de cuyos réditoá secusteñ^sentreá üntoates, 
uno dé fílosofiá y dos de teología que las «nsefiasén oniaiquel dotegio» 
y el padre provincial Bernabé de Seto había Solemnemente admitido : y 
aceptado dicha fundación y dotación por instrumento otorgado «n la 
misma ciudad ante Miguel Tomás de Ascoidé en 7 de enero de 1^89, 



-r- 69 ^. 

C<^«0ta,o.ea8i€fi»fparecli);.propoiier a) R. P. ^6tiertfl. Tirscí González^ 
qo.0 84^pa|9rliiid94 feyerendísiau^sc esforzase á. conseguir del ^y cat6« 
lico. pr:Cárlos II 1^. Cjédula, para que usapdo ep dicho colegio de los 
piivilogío^; pontificios, pudiesen darse en él los grados de bachilleres, 
HOenctadoa y doetor^^^ á los que cursasen nuestras escuelas del modo 
que S* tí* )o.t«BÍffe=concedidQAn 3ta. Fé, Manila y Mérid^ de Yucatán^ 
Favoretía 6.e9ta pretensión la dÍ8taQ.cia de Gyadalajara á México» mayor 
de la que jreqi4eren nuestros piiyilegios paca erección de Universidad, la 
muy mimorosa juventud de toda h, Nueva-Galicia, Nueva- Yizcaya, Nue- 
vo^MéxicOf que allt pudiera fomentarse, y á quienes por lo común no so- 
bran caudales para cultivarse en los estudios tan lejos de su páis. Alie-» 
gábase el esplendor de aquella ciudad, cabeza de un nuevo reino, silla 
de un obispado y corte de una real chancillería. £1 padre general; 
Aunque inclinado al principio, ofreciéndose después mas graves nega- 
ciog* no hallóá propósito empeñarse en un asunto tan importante y de 
Qp pequeña difícnltad. Se pretendió igualmente ya que no habia po- 
dido lograrse la erección de un nuevo asistente para las provincias de 
Indias Occidentales como últimamente lo habia repugnado la décima- 
t0rcia congregación general, que á lo menos hubiese en Koma un su- 
g&tQ de procurador de sus negocios para con el padre general y el padrq 
asÍBtente[ de :£spañar 

Ppeos dias d^pues de celebrada la c(»pgregacion« á fines de novlem- F&<li^ Salva. 
hre fie bJntíó el nuevQ pliego de gobierno en que venia nombrado pro- Puente. 
frínciftl el pad^ jiiitp^^p Oddqn, y prepósito de la Casa Profesa el padre 
Salvador di» Ift Puente, que sin tomar posesión de su oficio, falleció ^ 
1;. 9 de diclembc?.^ Fué reetor de varios colegios y maestro de novi» 
cide sds.ad^Ck Jklpstró i^ inénos la firmeza de su vocación que el fer- 
vor ^ su eupirito, euando siendo ^n novicio, sdicitado de su padre á 
aállr deT^tsotlia y volverse ¿España, ^^tde donde habia venidp ¿ 
bti8carÍQj M ^Q: se mantuvo constante en la oAiIigacion que habia he- 
etUk ,al ;Se$ov de si mij3mQi^ sino que con la: eficacia de sus. razones le 
pelMadíé . ¿ d^ar el iinundo y enerarse ¿ servir en la Compara en el 
hitiniUkLe^taclo. 4e co^djutorr . El padre Salvador fué hombre de muy 
fjta orfteioii en que ocupabii.poit Ip i9é0o$ cuatro hpras al dia, fuente 
•da doiÉde bcUaubuchía luz' para la dirección de las ccmciencias, y para 
sa i^rópixL p^rfepcion, extremado ep la pobreza y en la circunspección 
y modestia vU'ginfd; tirtnd que premió Dios con suavísima fragrancia, 
que aun los niños inocentes percibieron de su cadáver. 



— 70 — 

1690. Por este tiempo las front^ns de Sonora, acia el Oriente, y las de 

d?bí^<^^ Taraumara acia el Norte, padecían roucfio por las hostilidades de los 
derados en janos^ yumas y otras naciones coligadas. £1 motivo y principios de 
esta conspiración, dejamos referido desde el año de 84. Desde este 
tiempo hasta el de 90, no habían cesado la« juntas y los rumores sedi- 
ciosos de los confederados con algunas muertes y robos en los lugares 
mas distantes. Los misioneros franciscanos y jesuítas de conchos, tá- 
raumares y sonoras, no dejaban de dar continuos avisos á los capitanes de 
los presidios; pero 6 no eran oídos de los que veían aun muy lejos á 
los enemigos, ó se despreciaban como terrores pánicos, ó confiados 
unos en otros se dejaban de tomar las providencias necesarias. Con 
este descuido tomaba cada día mas cuerpo y engrosaba el número de 
los conjurados. Solicitaban ya libremente por sus emisarios á los pue* 
blos de Bdtopilas, Tepomera, Tutuaca, Maycoba, Nagrurachi y otros 
circunvecinos. El cacique Corosia, de quien hemos hablado ántesy 
primer autor de esta, liga, procuraba agregarles los chinipas, los tuba* 
rís y los conchos serranos, con algunos taraumares de la cercanía del 
Parral, acia el Mediodía, entre quienes no dejaba de tener bastante au- 
toridad, y no dejaron de lograr su efecto sus persuaciones. Los chini- 
pas llegaron á inquietarse en bastante número, y su apostasia estuvo 
para costar la vida al padre Juan María de Salvatierra, que allí se ha- 
liaba de paso, y que hubiera sido la primera víctima, si no lo hubi^sra 
impedido la mayor parte de la nación, á quien no habían podido cor- 
romper. Entre tanto se proseguía en la inacción de parte dé los que 
debían impedir tantos males* Después de seis años se iba todo eb 
viages y mensageros inútiles, ó en proyectos imaginarios, hasta que él 
día 2 de abril se dejaron caer en copiosa avenida los bárbaros sobre 
haciendas, reales de minas y misiones sin alguna resistencia, talando 
los sembrados, quemando los edificios y robando cuanto hallaban á la 
mano hasta la jurisdicción de Ostimuri, y aun hasta las fronteras sep- 
tentrionales de la Nueva-Galicia* Al ruido de estos atentados, des- 
pertaron como de un profundo letargo los capitanes de los presidios. 
El gobernador y capitán general de la Nueva- Vizcaya, D. Juan Isi- 
dro de Pardiñas, caballero del orden de Santiago, que se hallaba en el 
Parral, dio orden de que los capitanes D. Francisco Ramírez de Sala- 
zar, del presidio de Casas Grandes, D. Juan Fernandez de la Fuente, 
del de Janos, y D. Juan de Retana, del de conchos, saliesen en busca 
*de los enemigos. AUegáronse cerca de cuarenta soldados á cargo del 



— 71 ~ 

• 

ea^itan. D. Martin de Cigalde, de los presidios del Gallo y Cerrogor^ 
dó, y la compañía de la campaña del capitán Antonio de Medina. Fue- 
ra de estos se enviaron los capitanes D. Juan de Salaises, con ciento 
y dos arcabuceros, y D. Pedro Martinez de Mendivil para asegurar los 
caminos de Casas Grandes y de Sonora, impedir las juntas de los con- 
fedéradosi y cerrarles el paso á los pueUos fieles que por todos los me* 
dios posibles proeuraban atraer á su partido. El gobernador en per- 
sona salió del Parral acompañado de pocos españoles con la esperan, 
za de agregarse muchos indios amigos en eL camino de allí á Papigo^ 
ehiy dpnde determinaba poner sus reales, y hacer plaza de armas. Des* 
de aquí informó del estado de sus armas al Exmo. Sr. conde de Galve^ 
virey de México; pero conociendo que por la distancia y demora del 
camino, ni su S. £, podría tomar con tiempo las medidas necesarias, 
ni podía tampoco dejar de cobrar nueva fuer2^ la liga de los bárbaros, 
tenida una junta de guerra, se determinó á pasar á Tepomera sobre 
que cargaba el mayor peso de la guerra. 

D* Juan laido de Pardiñas, no tomó esta resolución sino por la no- Maerte de los 
ticia que tuvo de la desolación de aquel pueblo y fuga de sus habitado- ^,^^¿0 FW 
reSf después de la muerte sacrilega que dieron á su ministro el padre ^n^ 7 Ma. 
Juan Ortiz de Foronda. Con todas las previas noticias que se tenián 
de la sublevación, el buen pastor no habia podido resolverse á desam* 
parar su rebaño, no ignoraba los muchos de aquel partido que habían 
accedido á la liga; pero confiado en los muchos que habia leales á Dios 
y al' rey, creyó ser de su obligación acompañarlos y protejerlos hasta 
el último aliento* Los ftpósftatas, luego que acometieron aquella po. 
blacion, pusieron fuego á la pobre choza del misionero. Salió el pa* 
dre á la puerta á inquirir las causas de aquella desacostumbrada algaza- 
ra; pero apenas quiso comenzar á exhortarlos, cuando cubierto de uoa 
nube de flechas envenenadas, cayó en el mismo umbral, pidiando á Dios 
perdón para los que tan indigna y sacrilegamente le herían. Fué su 
muerte el día 11 de abril. £n este día mismo, volviendo del real de 
S. Nicolás, donde habia ido á predicar á su misión de Tutuaca, dieron 
el mismo género de muerte al padre Manuel Sánchez, y al capitán D. 
Manuel Clavero, que lo acompañaba en el viage* Intentaba este per- 
suadir al padre que no pasase adelante; pero nada pudo conseguir de 
BU celo, protestando que no podía dejar su grey y las alhajas mas sa- 
gradas de la iglesia á la discreción de aquellos impíos. Uno y otro ha- 
bían sido compañeros en la vocación y navegación á las Indias del ve. 



— Í2 — 

necabie padre Juan Bautista Zappa, y muy semejantes á él en el (fsr^ 

vút y espíritu' apostólico. Después de esta invasión^ sabiendo los 

preparativos que hacia el gobernador de Nueva- Viecaya, ios amotiiüí. 

dos huyeron á los montes, úo sin pérdida de algqnas cüadriüaff que 

cayeron en mancd de cspañole^^ per» aun mas que fas armas de estos 

pudo el fervor y. la suavidad del padre Juan Mafia S^vatienra. 

Visite del pa. Hallábase con el carga de visitador de misiones que se le liabia eiH 

dre Salvatier- - * * 

m. • comendado á principios del año, y ya desde mucho antes trabajaba^ d 

buen padre eñ sofocar las primeras dentellas del motín qiiQ epmenza- 
ba á prender en tos indios de su misión, y oth>8 circtínve^inod. Fué 
cosa digna do notar, que estando los gúaíaparis, -cutecos y husaconés,* 
tan cerca de los taraumares emparentados có& tííuCfaos dé ellos, y en 
una situación ventajosa por la áspel'eza de la sienta para etnpr^ader 
cualquiera hostilidad y servir de asilo á ios deüncftíentes, ninguno: ¿e 
aquellos nuevos cristianoís se dejase corromper y pervértit de !ds per-; 
suaciones de los apostatas; pero aqi^ es mas de admirar que los tubki* 
res, cuyo agravio-tomaban por pi^e^to especioso los alisados^ acaricia- 
dos por el p&dre Jiian Maiia, po solo no tomasen las armas, siijo que 
aun eniónces con mais fervor qqe nunca tratasen do reducirse al gre- 
mio de la iglesia. Había el padre bautizado ya muchos después dé su 
jornada á la barranca, de Zurich, y los den)aid pasaron tan adelante en 
sus deseos, animados de su gobernador ya cristiano^ que el padre l^e- 
dro Noriega, ausenté en su visita «1 padre Salvatierra, huÍK> de encar- 
garse de visitarlos y escribir al padre provincial pidiéndole mifiistro 
para aquella nación, y ofreciéndose á tomar sobre sí aquella nueva 
conquista.. 
_ Entre tanto, el padre Juan María comenzó su visita por aquellos mis- 
mos pueblos en que hablan muerto ¿ los db& misionecos, persuadido ce- 
ltio era casi' en realidad^ que muchos inocentes habrian tomado la Higa' 
por temor del castigo, no sin manifiesto peligro de perversión. Los 
neóñtod de la áltá-Taraumara, aunque desconfiados ál" principio, des- 
pues conocida la sinceridad- y béiiévoléneia del padre visitador, se pu- 
sieron enteramente en sus manos, volvieron á sus pueblos, y aun délos 
verdaderos apóstatias se redujeron é indultaron muchos. Debemos ad- 
vertir de paso, que aun qúc en los impresos y manuscritos antiguos, se 
llama este alzamiento unas, veces de taraunmres, y otras de pimas; pero 
en realidad, no fué ¿itio delosjanos, xocomes, chinarras, yumas y 
otras naciones cercanas, que 6 pereeieron enteramente,. 6 han perdida 



— 73 — 

ú oonlbre mozoladas y couñuididás coa los apachd»^ nación indómita, 
nuiúorosa y astuta,M^uo^haÉ«á'i&)'áiii d6 hoy tiene oñ:coBtíbuainquiét«id 
aquelléi|>puéb1és« -De fes'^^aiirtíá^e^ altes etatraron éti íf¿ fac^don aN 
giii|éfl!0iJdloleÉ¿8, y áuB Aiéréttíoü {>rtttí$ro(»ai(i6rea dcm ó^aéidn de ré¿« 
gáf lá vtólénéiá líefektf áJc^ íui)síns< jkirlb J()tf^Wiim &^ í^^bs* 

tuvO'^f pi^Bcipio ea'^I^r^adi^ri de que eníail lós^fiíiíc^pálé^ ¿orijutra- 
do6. - ' £il ^vaik) se ^aferró' ^ {{idi^e iCino á disi^r é^k opinión tan fti* 
j uiiosa. Sin embarge^ -de ¿ue 'préléetaé, mandaron Ibé ^apériéréé retí, 
rár á k» mtoiofieros d^l^ís Rémédiod y S. Jo&éde^Iék Hyméiís. El pa- 
dre Kteo ¿erseVteróWloajDókírtsVy el éiempo matoiféstdteéa 
<l«ejl^{>imd^ bóha^án-teniclo e¿ el motín pattealgu^^^ ^ '^ ' 

El- {>adi-e jFuaá Mafia ^IVcAi^nrá por la püínáVera del año sigiñente 1691. 
pasÓ.iia>Piine|^ypai^d^de'l)eloi^w' HaÜó'ieñ él padre Euaebio pimeríaelpa. 
Kincr^ucl hombre irnuy feémejiintó á «i míámó'en el fervor y espíritu ^^ ^'***- 
apostlUie^: ConfirieroB Va^iol^ afluhtas iikiportantes á la' salvación de 
aque}la> ^efiíÜlidád. , Para desvanecer las adversas pfeobupacioneá que 
de habiatt^B México fórmaob dé lod piknas, piáreció bonveniente entrar 
jhntDs:^yi^l N^rte y al Oriente de la- tierrhV y Watninar* cuidadosa- 
Hientella flÍBpí¿6ii3Íóftdé ]<M áilimes. Éñ efecto, deros^í)blores pasaron 
álos Jíywttris^ cCaberca, Hibutamá ydeftias misioiies poco aiítes fiín- 
dadae^'ido^dbnddrvitiieron^ fóWar el ph>ycctó' de conquistar los de- 
mak pknas tendidos a^ FonlefAte-^ciá él mar de'Caliíbiiíiai y luego por 
otm rúmbalos ide'Satíe y Tucübabia, en cuyos distintos partidos se 
haciái él.c6ai{HitoÍQÍé mas ^e des mil aliñas' que pdder agregat á Jesu. 
enstoJ ! Intentf^baH paÍMiir4Í Coée^pefra icuando vímefon á encontrarlos 
alguoOB e^ciiqttés amados •de'lo08a)[>aypuris de ma^ de cuarenta leguas 
aI^^^I;ev'8llpii¿ándo fl«»;adroitiadáal bdutismo, y puestos á la dirección 
de las;padre9.< No selegí púdo'ftégar és€e consuelo, y hubieron de ca- 
inimirc(uinceiiegu«iíal Nort» balita' Guevaví, donde se habian adelan- 
tado 4 recibirlo^ toprifloipáiesd^ lalación. Se dio el bautismo á 
álguiiotíp;f)iPmÍD«íy»0.cbnsél6áÍo^ la esperanza do que 

volvefiá-ei padíid Kmio a- Vlatarlóe mientras sé negociaban en México 
niisiónéfós que / se encái^ípsten de su, cultivo. |in • Cocospera, para 
donde marcharon inmedí^taaiente, so dividieron los dos padi^s; el pa- 
dro Salvatierra prosiguió su visita de los domas misiones, dejando muy 
encargada al padre Kino la conversión délos sabaypuris, y del Ponien- 
te dq la Pimería hasta él do la California. La comunicación y trato 

cdificativi) dé los dos^ fervorosos operarios liabia, enccndid,o mútuuqicn- 
• ' " TOMO iri. '• • ' 11 



1693. 



— 74— 

fe en sus ánimos un ardiente deseo de procurar por tpdoa los medios- 
posibles la salud espiritual de los californios tentada tantas veces, y 
tantas veces desamparada. Imaginando que el fértil terreno que ha- 
bian descubierto en la Pimeria podia subministrar los víveres quo has- 
ta entonces habían, hecho tan difícil la población de California, y re- 
suelto el padre Salvatierra á acalorar esta empresa, trató con el padre 
Eusebip Kino que en las costas de la Pimeda se fabricase un barco 
para su conducción, cuyo- éxito veremos adelante. 

1 CQA 

Pret^^nde ^*® ^^^ ^ ®^ siguiente de 92 no ofrecen alguna cosa digna de coD' 
un Beminarío sideración en lo restante de la provincia; (pero ú para la Nueva Es^ 
(¿xaca!* ^ paña, pues acaeció un gran tumulto). A fines de este y principios 
de 93 se comenzó á tratar con calor en Oaxaca de la fundación dé un 
colegio Seminario, de indioSji agregado al que tiene en aquélla ciudad la 
Compañía^ á la manera que el de San Gregorio al colegio de San Pe- 
dro y San Pablo en México, f Era autor de tan bello y fructuoso 
proyecto el Lie. D. Antonio de Grado, cura del partido de Xieayan. 
Fincaba la fundación y sustento de dicho Seminario en tres haciendas 
unidas, y una de. labor que pos^a en el valle de Eomtla contiguas i¿l 
ingenio de Santa Inés, y otras tierras que eran fondos de aquel cole^ 
gio. Los seminaristas debian ser por lo menos doce, al cuidado- do- 
dos padres, que debian aprender las lenguas zapoteca y mixteea -de lá> 
costa, con la obligación de hacer cada tres años^ misiones en varios^ 
pueblos de uno y otro idioma, de que informó- menudamente el padre 
provincial Ambrosio Oddon en carta fecha 22 de diciembre.^ El Illmo.- 
Sr. D. Isidro Sariñana,, obispo de aquella ciudad, con quien el piadosa 
beneficiado había comunicado sus designios, escribiendo- al padre pro- 
vincial con fecha de 2 de enero de 1696, dice asit „E1 intento de J}r 
Antonio me ha sido sumamente agradable, y lo tengo por especial* 
inspiración de Dios, pues no soloacierta en la substancia de la obra, 
sino también en la circunstancia de ponerlo en manos y al cuidado «de 
la Compañía, en cuyo fervorosísimo celóse afianza con la gracia deb 
Seiior la consecución de sus. piadosos deseos.-' Escribió también: eir 

t El colegio llamado de Santa Cruz, que es el Seminario de Oaxaca, mandaBa 
ea comunidad diariamente á sus colegiales al colegio de la Compañía á cursar sus 
cátedras hasta la época del Sr. obispo D. Buenaventura Blanco en que se pusieron 
cátedras y dio enseñanza en dicho Seminario, Habia otro colegio de teólogos pa- 
santos llamado de S. Bartolomé, que hoy es cuartel de tropa, llamado de la Sangre 
(le Cristo; sus colegiales se agregaron al Seminario. Su veca es larga y encamada, 
y la del seminario corta y también cncrraada con un escudo de la Santa Cruz. EE, 



"el mismo tonor el padre Nicolás de Vera, rector del colegio de Oaxaca, 
que aun pasó personalmente al reconocimiento de las haciendas» y ase- 
gura ser las mas pingües de aquella jurisdicción. Cuando llegaron 
estas-eartas á México, concluido el gobierno del padre Ambrosio Od' 
don^f había, entrado en el ofício de provincial el padre Diego de AhnO' 
nazir, quien maduramente examinado el asunto con los padres cónsul. 
4ore8 no juzgó conveniente admitir aquella fundación. 

El padre Oddon pasó inmediatamente al gobierno del colegio máxi- Revelación 
mo. Hizo entre otras cosas muy memorable el trienio de su rectorado ^ l*venera- 
el famoso suceso que vamos á referir, y que éntrelas cartas anuas de San Joeá. 
manuscritas hallamos puesto en el año de 1663. 

Florecia en México con singular opinión do virtud la venerablo 
Francisca de San José, del orden tercero de Santo Domingo, virgen 
de muy sublime y muy probado espíritu, que murió el año de 1725 de 
este siglo. En aquel tiempo no trataba ni conocia alguno de los je- 
suitas, cuando en uno de sus maravillosos raptos vio el colegio máxi- 
mo de San Pedro y San Pablo bajo la forma de un florido jardin, y á 
ia Santísima Virgen que con el niño en los brazos se paseaba entre 
aquellas florea, cortando ya una, ya otra, hasta el número de diez y 
seis, de las cuales formando un ramillete lo ofrecia á su dulcísimo niño. 
Entendió la sierva de Dios ser aquellas flores otros tantos sugetos de 
aquel colegio que debían pasar muy presto de la militante á la triun- 
fante Compañía del cielo; y sabiendo ser los mas de ellos estudiantes 
jóvenes de bellas esperanzas, se sintió movida á pedir á Dios no se He- 
vaee tantos do un golpe que podian ayudar mucho á las almas, singu- 
larmente de los gentiles. Condescendió la Virgen Santísima con 
los ruegos de aquella alma devota, y tomando ocho de las flores es- 
cogidas, volvía á plantarlas en el lugar de donde había tomado cada 
una. La venerable, con en acostumbrada sinceridad y exactitud, dio 
•luego cuenta de esta visión & su confesor, que lo era un reverendo pa- 
dro presentado del orden de Santo Domingo, director que tenia muy 
bien conocido y examinado el espíritu de su hija: la envió conel ¡vi- 
dre Ambrosio Oddon^ rector de aquel colegio, mandándole qu« se r con- 
fesase con él y le diese cuenta de aquel favor del cielo, dejando á 3u 
discreción que sabría valerse opoitunamente y con destreza de tan im- 
portante noticia. Cumplió ella con la orden de su director, refiriendo 
al padre Oddon cuanto había visto y entendido: especificó los nombres 
de los ocho jesuítas, lo qUe hizo para certificarlo que no entraban, en 



q1 núsaóto^ási» €^4í^te9i qm actudmente se hallaban eafennot y 
desauciadbs, yi .^ue^H^ embargo ponvalecerian. I^oJ^p^r^..?!^ 
ramenté: el ptU&e Qd4^ lo rnuciio que. so decía en AEéxico.'.do 
Idá^heroícaa tirtuíj/^s de aquella: sierva de Dios» Sin embargo, mi0ii« 
tras pieiiBa, mientras co^i^tiif ' mientras ddibera^ obS» e&fermcf y i nuMí^ 
ré á pocoa'di^s lino de losnoi3abr(^dpd4 ; ' ',:..;. 

El aviso de su muerte» qud por 9u prudente d^sconüanzajaé 90 haUa 
MüerfedoIoB atróTÍdoá darle el í padre rector 4,wbr^$io.Oddm, se Id ffió.el cielo de 
d^ '^^ "^ ™^*^ ™"y sinljttlár. Con ocasión de la. misión que tantíOtpHíra esta 
máximo. Como pata la provincia de FilipincLS hQl)ian. traído de £uropa Jcis pfi- 
dres Juan de Estrada y Jiqisé Tardéí^ra n^uy estrecho «ilpj amiento .el 
del colegio máximo y se. veían precisados á vivir tres^ycuat^enjal- 
gunos aposentos. ; De .cuatro que mviañ en[ ñno d£i ello^,.]ijlormiaB en 
una no¿há>los tr^s, y el otro que velabq. estudiando, vio ^trar«n je- 
suíta de tnuy veneraji^e.sembjajq[te con ^na luz en la mano. . Volvió á 
verlos ái todos con abastante apacibilidad y espacio, y luego .dyo-en 
voz perceptible; \^Ffepar^os^ hermanos y que uno de vosotros hc^ tfepforir 
muy ¿reiie.". : Dicho .^q, f^líó del aposento. Uno de los quo xiorpajan 
era el hetmano Nicolás éh Lati^i que sabiendo luego de su o^i^apanero 
lo que hábifí acontecido, 110 dudó ser él el señalado, y sei; aqnel aviso 
de N, F. S.. Ignacio de quiel) era singujajrraenjte devoto. Bn esta |>er* 
fiuacibn, lósrdias que pudieran quedarla 4e vi()a determinó emplearlos 
en uiios fervorosQí^ ejercicios, qu^ concluyó p(fn una confesiqn general 
dé toda:»i vid^ ;. A pocós días enfermó de liesgo^ y fué eji primero de 
los.. ocho. quo víerifícÁron la' profetisa visión de la veneiubleyii^gea. * 
Visto* ésto el padrO ^eefor Ambrosio Oddon, en el mismo día del en- 
lierrov Ün «Declarar ma«; amonestó. gienei^lineXite ¿ tOjdosque ae. pre- 
parasen .tx>n sáñtás obras porque 4t hermanó JiarU si^ggiri^n enl^ve 
•otros siete,- ooxno efectivámetite.tnurieroQ dentro d€f dos meses ilos.mis- 
-roos, 7 en el mismo orden que Ic^: había nombitHlo la cierva .de Dios. 
Ni es JQsto que jamas se olvidenVBusnolnbiíes, y íu^On^noste ó^n. 
Hermano Nicolás de Laris: hepdqano Casimiro de M0($ina^ he^nna- 
^0 Francisco Estrella: hermano Francisco Javier Zdpat»: heXtnano 
José M^üanb: |>ddre Podro Polanco, coadjutor espiritual: hermano Juan 
dd Ángulo, coadjutor temporal; y padre Cristóbal Méndez, estudiante 
do'tmatrotafios de teoloíiía. 

— ' — I — ■ — "~~~~" — ■ - 

* El retrato de esta buena beata existe en la sacristía de lá tercera orden de 
Santo Pomingo, en qnc se refieren sus virtudes.— JSfJS. 



—77— 

Este memorable suceso se halla en nuestras cartas anuas manus^ 
critas latinas, y en la vida de la Venerable Francisca de San José, 
escrita por uno de sus confesores, y de los hombres de mas ilustrado 
espíritu que ha tenido esta provincia, el padre Domingo de Quiroga, 
en que debemos notar que contestando las dos relaciones en la subs- 
tancia, tienen alguna variedad en el tiempo. £1 padre Quiroga dicg 
con duda haber tenido la sierva de Dios esta visión por los año? d^ 90 
á 91, y haber muerto los dichos sugetos en este ano do 1693; pero si 
la visión hubiera sido tanto tiempo antes, su confesor no la hubiera 
mandado á consultar y referirla al padre Ambrosio Oddon como á rec^ 
(or de San Pedro y San Pablo, según afirma el mismo padre Quiroga^ 
pues este no entró en el oficio de rector hasta principio de 1693 en 
que dejó de ser provincial. El padre Santiago Zamora, colector y 
ttraductor de las anuas, en la do 1733 dice haberse manifestado la 
sierva de Dios por orden de sa confesor al padre Domingo de Quiro- 
ga; pero él mismo lo desdice: ni pudo ser según el tieppo, pues el año 

• • • ■ • 

de 1693 no estaba el padre Quiroga, destinado á confesar en la igle- 
sia, siendo aun j^ven lector de veintinueve á treinta años, y que acá* 
baba de llegar.de Europa á la Casa Profesa. Aiíade el padre . Zamo- 
XIX la círcupstancia de la nocturna yjsion que tuvo el hermano estu- 
diante, lo que confirman otros manuscritos, y mas que todo, la cons- 
tante tradición que hasta hoy llama á aquel aposento el de la Muerte^ 
en memoria de este suceso, 

,£In la Casa Profesa de México mqrió k principios del año, el 13 do Muerto del 
enero^ el padre José Ramirez, natural de la Puebla de los Angiel^. Fué ^jf'^eJ^^MU 
hombre de rara aplicación y constancia en los . ministerios do los pro- choacán, 
Jim.00, de admirable inocencia y sencillez en medio de no vulgares ta- 
lentos. jSu amor á la pureza se hizo muy notable, aun en sus tiernos 
años, en que se le vio evitar cuifla desamen te la jcon^pañía de aquellos 
jóvenes ÍL quienes una vez ola palabrvUi menos decentes, persjjadido 
ser. este jel camino mas común y mas seguro que usa.el.cpniqn enemi- 
go para pervertir el corazón. . En. la devopion al Santísiino ^a,<p^ra- 
mentó y sacrificio de la misa. fué .tan ardiste, que en,}os muchos años 
que. vivió en la Profosa jamas dejó do colebritr, hasta los últimos dias 
. <lo su enfermedad» y aun dos 4^ ellos lo hizo estanco ya con la fiebre 
maligna que á pocos dias le acabó la ^da^ Los padres Pedro Gu- 
tiérrez y Antonio Ramirez evangelizaban por este tiempo á los pue- 
blos del obispado de Michoacán á petición del lUmo, Sr. D. Juan de 



— 78 — 

Ortega Monfañez, dignísimo obispo entonces de aquella diócesis. El 
mayor fruto fué en los lugares de Guanajuato y San Miguel el Gran- 
de, poblaciones muy considerables entonces, y hoy mucho mas. Uno 
y otro benefíciado dio las gracias á su ilustrísima y al padre provincial 
con cartas llenas do espresiones que manifestaban bien el celo de los 
misioneros, y el fruto de conversiones y reforma de costumbres con que 
Dios bendijo sus trabajos. Estos continuaron tanto en la diócesis de 
Yalladolid, como en las de México y Puebla, diversos otros sujetos de 
no inferior espíritu por cuasi todo el siguiente año de 1694, El padre 
Bartolomé de Alvarado en el obispado de Michoacán recorría los par- 
tidos de Nauatre, Capacuaro, Guiramangaro y Santa Clara, después 
de haber santificado con su predicación la ciudad de Pátzcuaro, por 
donde dio principio á sus misiones. A fines del año, por cuatro sema, 
ñas continuas, se hizo también en Puebla una fervorosísima misión por 
el padre José Vidal, que á petición del Illmo. Sr. D. Manuel Fernán, 
dez de Santa Cruz habia pasado á aquella ciudad. Se le agregó en- 
tre otros compañeros et celosísimo padre José Aguilar, uno de los mas 
perfectos religiosos que en aquel tiempo tenia la Compañía. Traba- 
jaron con tanto fervor, provecho de las almas, y con tanto consuelo 
de su ilustrísimo pastor, que no contento con haber asistido á muchas 
funciones de la misión cuanto se lo perraitia su salud quebrantada, 
'escribió las gracias al padre provincial y pasó personalmente á visitar 
á cada uno de los padres el dia 1. ® de diciembre. El Sr. D. Fran- 
cisco Aguiar y Seijas, arzobispo de México, no era menos afecto á 
este género de ministerios. Para satisfacer á su pastoral solicitud, 
siendo antes obispo de Michoacán y ahora en México, pedia anual- 
mente á los padres provinciales misioneros para sus diócesis. En el 
presente, después de haber evangelizado los padres Juan Pérez y To- 
más Escalante una gran parte del arzobispado, le presentaron una re- 
lación 6 diario de sus apostólicos trabajos. La misión ocupó la ma- 
yor parte del año en las ciudades de Toluca y Texcnco, y en los pue- 
blos de Tenango, Metepec, Cuahutitlán, Xalatlaco y otros cercanos. A 
estas misiones habia faltado á principios del año un operario infatiga- 
ble, y á toda la provincia un grande ejemplar de religiosa perfección 
Padre J. Ban- en el padre Juan Bautista Zappa. Una imagen que llegó á sus ma- 
tista Zappa. ^^^ ^^ Nuestra Señora de Guadalupe le hizo concebir el singular 
amor de María Santísima para con los naturales de la América* Des- 
de entonces se ofreció á trabajar por su salud, como lo hizo pasando 



á jN^ueva España de la provincia de Milán. Los dos colegios que ha^ 
bia entonces dedicados singularmente á ministerios de indios {Te^e 
potzotlán y San Gregorio) fueron su teatro, de donde salia cuasi anual^ 
mente á predicar '*' á muchos pueblos de indios cfon mucho fruto de 
aquellas pobres gentes. Autorizó el Señor su ministerio y su fervoc 
con mas de un prodigio. En^ la Huasteca lo oyeron con admiración 
hablar un idioma que jomas habia aprendido ni estudiado. Aqui, á lo 
que so cree, por maleficio, contrajo una indisposición que le dio por 
mas de un año mucha materia á su heroica paciencia. Fué tiernisimo 
hijo de María Santísima, de quien' recibió los singulares fiívores que* 
se cuentan en su admivable vida, fuera de muchos otrbs que nos robó' 
su humildad. Era cuasi sin interrupción su interior recogimiento y 
presencia de Dios. En el ingenio (ó trapiche) de Xalmolonga, don^ 
de por orden de sus superiores habia ido á convalecer, un violento 
flujo de sangre le privó de lu vida en tres dias, el 13^ de febrero. Doce 
anos después, el de 1706^ se pasaron sus despojos al camarin de la 
santa casa de Loreto, que á semejanza de la de Nazareth, había fa- 
bricado en el colegio de San Gregorio, donde hasta hoy se conserva 
con veneración. 

A este tiempo se trataba con bastante formalidad de añadir ala pro- Pretensión de 
vmcia un nuevo colegio ó residencia en* la ciudad de S. Salvador. Es- g^i^dor" ^¿ 
te lugar es la capital de una provincia qute se estiende por la costa del Guatemala, 
mar del Sur, desde Sonsonate hasta el rio Lenyra, que por el Medio- 
dia la divide de la provincia de S. Miguel. La ciudad da el nombre á^ 



* £i padre Zappa dudó por mucho tiempo de la salvación de los indios, aten-, 
diendo. á su rusticidad y abatimiento. Un dia pasaba por el Portal de las Flores de 
México donde estaba una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe (que ya se qui. 
tó como otras muchas de los lugares públicos) y dirigiéndose á la Señora, le dijo: 
iQué haré yo. Señora^ para agradarte? Entonces le respondió: Ser como eualesm 
quiera de estos pohreeitos;' y le scñald á míos' indios que estaban allí. Desde ttíífífíi^ 
ees mudó de opinión. Este pdsage' lo consignó enr sus poesías manuscritas él padie 
Sartorio, componiendo un epigrama latino que tradujo en nn- soneto al castellano: 
él mismo me lo leyó en cierta vez. En Xalmolonga se conserva rehgiosame^te cu- 
bierta con una reja de fierro y privada de todo uso la pieza donde murió el padre 
Zappa, no obstante el transcurso de mas de dos siglos. Sus restos venerables 
existen en San Gregorio, y su retrato en el genetal de este colegio. En su sem. 
blante anciana y i^aciUe se ve retratada su grande alma. Su nombre se pronuncia 
aun con respeto, justo tributo que se paga á sus-rirtodes.— %EJ&. 



■i» 



— 80-- 

la prx>vjncm qUe áhtigufttüente se ílatnó tambiea CuecaÜán. t'értcne- 
ee t^do bste teriicbtio al arzobispado y audiej^cia i«al dé Guatemala, 
db quien di'9US.'^l«iayor<)oal0^fik}teDlal€^áí^ Be diceser-do 

QÍi cido miiyú.ptí^Me yáe beUo» ¿ír^ y aguá^fi ''Hallóse sHuáda co^ 
mo átreintii kgiia« de'l^cOáflttdet hi^p pacifíco etí t9<* 14' de latitud 
«éptentHozialr ^ ]a longitud^ he^' mayor dificultad, ' lEl' padre- Juan 
SaMcáéSíV unode :]<>« pi*itnei*08^fiindadore6 de i»^^ plrovkiéié, y «t 
ma^Kábil y laboriosa de ¿ttabto0ige4g)^afb^ kí Attiérica^ é» 

k)» itiapas exáctísiiñcKi quei nos 4ejo • de> toda iesta cbsta' haistaf Panamá, 
le dá poco ihénoa-da^T'^fadoit do^ longitud en^ ún plánapárticttíar de 
lu<'pFotmch^' do iSi' 'SaiiÁadi»#. En otro general de lét audiencia dé Guá^ 
t^mal|l^ile'dá^^3; 1 ¡^!9oitablo difeiíéMéiá de un atitér á ^^ mísi¿or' No- 
sotros da^ó 4;>Máxióo ;2TS de longitud^ según los mejio^es modopiiotf* 
pofldrikírifta á fS¿-'SalfadDr^€H 287; í 

V^A prindpiofa e^f >áfM> halHa 4do alii p(xr-alcalde mafyor D. Joaó Calvo 
áá La]^iii£0d)i¿vd$o$ufiteB«tla, hombro de amdia ^cristiandad y celoso 
e&']á»ÍM)8a¿Jdol5erricio dé ^loi«- A pocos m^sea espsrknont^ia gton^ 
dé^fáUá^ue h^biá dé^ inístrúceion on la jkikrentud enit^trásyí^ostumbces^ 
El afecto grande que había tenido á la Compañía, le hizoctratacreoQ ios 
T cfliiáís^y 'VOciaótf niasidisfinguldok dé la- ciudad sóbr^ la fcindaeioh de un 
• ';;eoÍegio: 'tiodvidieroñ : iodos gtratosBinez^ y «tantóv que :.'on..'cahilda 
^ abierto tériidé^ d eki&éfe^tO' ^-di^^^ desmayo, boiE^s^eieiíóa cercia'de 
cüiiírv mii pe3bé -^rkl^^^^^^ finaste ottbado^^albidñdotDi tk- 

liaí3tiáü-deQuintani&a«Ire6Ído unas casas que t<snia vecinas ií la her- 
mita de la Presentación, pero con el cargo de un mÜ pesos que tenian 
de censo, luego el mismo alcalde mayor ofreció los mü pesos para re- 
dtiíiiHo^ siempre que de Verifícase el establecimiento de los jesuítas en 
aquélla ciudad. ^Halláronse presentes á estí^ j^^^ algunos justicias 
y vecinos, dé la ¡ciudad de S- Miguel y viUade S. Vicente de Austria,: 
que K^n^ordaiido ;eab utilidad .qu« ásus respectivos JAiga^es resi^lt^Jba 
de^ftquel proyectoi, |)^(netfieiK)BrTC6(tt&iái^ ioenií^a^ jseptííbUeas qUe^oon- 
tribuiüan desdo luego «oa^^MAnfífiniftad;'^ y&of testimonióle éste ca-- 
KWo^éftffoífátíd^^^ "M&tetf^ñMcMde ^uírroñé^;- Remitió lüégo^^ D. 
José Calvo* 'de Jiára árpáoi'é Jiiah Ceron¿. residente, ea Guatemala, y 
este al pívdre provincia;! Piego de Alíponazir. Al s^ggie^te octubror 
i4 uil^mo pndro ^uaut Ccro|iHC.qn otro compaA^o qa$i á k^tancias del 
lUmow ^r. úibiapKhde: lleoduras tmsaban k hacer .náúnuLiop^ ..YaJUadoUd 
de Comayagua, bicicrott-^éintién de pnfiOim ^Sv^lVadory^m^S; Mi-^ 



giiei. La presencia y ediñcativa conducta dé loÉ thisiotteros jesuitatff 
junto con el grande- fifUto dé sus sermones, encendió mucho mas Ibar 
deseos de toda aquella ph>y¡ilc¡a. Sin embargo, no juzgó cfl {>adi'6 
provincial poderse admitir poir entonces aquélla fundación, movido^)*-* 
te de la dÍ8tancia,'con el ejemplo de las antiguas residencias de Gi^na^ 
da y ftealejo; parte por la facilidad con que se suele prometer en si?i 
mejantes ocasiane^, lo que después no üe 'temple sin sonrojo del tfie 
cobra y desabrimiento de los que pagan. Sin embargo, habiendo uño 
de los yecinos, fuera de dicho cabildo prometido para después de stns 
dias una liacienda de campo^ se declaró abierta la puerta para que en: 
ese casó 6 semejante^ fuese atendida su buena voluntad. A la Cali- 
fornia hizo núeVa entrada este año el capitán Francisco de Itamarra, 
que once años antes había entrado son el almirante D. Isidro Atondo. 
£sta nüevá espedicion fué aun de menos utilidad que todas las antece* 
dentes. La grande empresa de la conquista en que desde el tiempo 
del primer conquistador Hernando Cortés se habian hecho tantas en* 
tradas y gastado taútos millares del erario real y de particulares, la te* 
nía Dios reservada al celo infatigable del padre Juan María Salvatierra. 
Este mismo jesuita se hallaba en la actualidad gobernando el éolegid de 
Guadalajara^ pero tanto por otras noticias, como por la relación del pa- 
dre £u8ebio Eino, tan tnáamado en el deseo de aquldtk espiritual coni 
quista, que no parece que pensaba, ni sabia haUar de otra cosa^ como 
en estos. mismos términos informó á S. M. la real audiencia de Gtta.'i 
dalajara* Estos deseos crecian cada dia tanto en élttotÁzon del- padre 
Salvatierra, que escrilnendo.á su íntima amigo y confidente el padre 
Zappa en carta fecha á 19 de noviembre de 160S, le dice étftas pala^ 
bhis: „E8te fuegp está vivo en mi^ y ahora revlentlt por aqúí,^ áhókti^ 
por allí,y seráfqerasa.si jao le dan lugar por México, .<iue reviente h&B^ 
ta Madrid y Rom^f «.*« Quamspero.propMam, ¡Oh si pudiera hfeibláir 
media boira^^n Y« R* de la grande injüisticia (pie se comete céntrala: 

California! &c." . .. ,: : .;. 

Despu9j3 de I91 muerte. del padre Z$ippa, se notaroin enbl^dré Jliáb' 
María mas viVas las ansia», y es constante tradición qué «1 ihiátanté de^ 
espirar el. padre, Juan Bautista Zappa, se dejó ver á su Bxríééáb ctímplá' 
ñero en trage de peregrino, animándolo á no desamparar aquélla tantó* 
dif ícil cuanto gloriosa empresa. Desde quo estuvo en la Pimería, ha- 
bia, como dijimos, encomendado ai padre Kino la fábrica de un barco- 

cn que se pudiese proveer de víveres la desamparada y estéril Califor- 
tom; 111. 12 



— 82 — 

nía» El padre Kino, aunque deseosísimo de contribuir con tonas W» 
fuerzas ala reducción de aquel pais; sin embargo, no pudo poner ma- 
no á la construcción de dicho barco hasta los principios de este ano de> 
1694. ' £n los dos años onteeedentes, este fervoroso misionero se ha-' 
bÍ9. ocupadq en visitar los demás sitios y poblaciones de Pimas y So^ 
bas. Estos viages eran de cuarenta, cincuenta y muchas más leguas* 
entre salvages, con suma incomodidad y fatiga. En en el territorio de 
los piraaase internó hasta donde hoy están los pueblos de S. Javier del- 
Bac y Santa María Suamea, siendo el primero que hizo resonar el nom-r 
bre del verdadero Dios entre aquellas- nacione» idólatras. En lajor^ 
nada que hizpal Poniente á la nación de los sobas hasta las orillas del 
seno californio, le acompañó el padre Agustín Campos. Por media 
de los padres ^e compuso la antigua enemistad que habia entre esta na«^ 
cion y los pimas de los Dolores,, á causa de haber mueito estos en su 
gentilidad á un cacique de los pimas. Aquí hallaron mas de cuatro mii 
almas, de tal docilidad y blandura, qye fué necesario arrancarse de 
ellos y negarse con dolor á las instancias que hacían para que alguno- 
de los padrqs se quedase en sus tierras. Montaron la sierra que Ha-- 
marón del Nazareno,, y vieron claramente la costa opuesta de Qalifor. 
nía, que solo les pareció distante de quince á* diez^y ocho leguas. Ha*' 
blando de este viage el capitán Juan Mateo Mangerque acompañaba 
al padre Kine en un diario manuscrítordice ask „£n 14 de febrero,- 
¿ la tarde, subimos al cerro del Nazareno, de donde vimos el brazo de 
mar de California, y de la otra banda cuatro cerros de su territorio, que* 
llamamos los cuatro Evangelistá8,>y una isleta al Norueste, con- fíe» 
Carritos de. las tres Marías^ y al Sudueste, la isla dé los serís, que lla«- 
mamos de S. Agustín, y otras del Tiburón. El 15, caminadas doce le- 
guas al Poniente^ llegamos á la orilla del mar, donde en sesenta años< 
que. ha que se poMó la Sonora, ninguno había llegado. Vimos con* 
mas distinción los cerros del día antecedente de la otra banda del mar, 
cuya anchura, según las medidas instrumentales, será en esta altara de* 
30 grados, como de veinte leguas. Se hicieron en esta jomada como 
veinticinco bautismos, entre enfermos de peligro y párvulos, por la fir- 
me esperanza que se tenia de reducir á ^pueblos aquella inmensa gen^ 
tilidad y atraerlos al gremio de la Iglesia." 

Reconocida la tierra y las naciones en estos primeros viages, se de- 
terminó el padre Kino á poner en ejecución la proyectada fábrica del 
barco, para lo cual salió de los Dolores para la Concepción de Cabor. 



—83 — 

ca en 16 de marzo con el dicho capitán Juan Mateo Monge, y Teinte 
indios carpinteros, de los que halúa enseñado el ñaismo padre, con ha* 
chaa, nenas ^r demás instrumentos necesarios, y alguna madera labra, 
da de prevención, según las medidas y gálibos ^ue daba el mismo mi- 
sionero, único constructor y carpintero de ribera. En 21 de marxoi 
después de cel^yrado el santo sacrificio de la misa, se dio principio á 
la fiUxica cortando un graode álamo, que sirviese de quilla, de 38 pies 
de alto; mientras se desvastaba y cortaban las demás maderas, se re- 
conocieron muchas nuevas rancherías de pimas en los contomos de 
Caber ja, y se descubrió en 31 de marzo el pequeño puerto de Sta« Sa- 
bine. Entre tantr, se re caneció no poderse seguir la fábrica del barco 
hasta que oreasen y secasen enteramente las maderas. Así dejando 
muchos materiales prevenidos, volvió el padre Kino á su misión hasta 
el mes de junio, en que pareciéndole estarían 3ra á pi opósito para po- 
derse trabajar, volvió á Caborca. Entre tanto que la prosecución de su 
obra le detenia en aquel sitio, persuadió á su compañero el capitán 
Mange, que con dos indios pimas, antiguos cristianos del pueblo de 
Oria, por intérpretes penetrase acia el Norte. En este viage tuvo.no« 
tieia del río Gila, y de los grandes edificios que se ven en sus cercan 
nías,, de las gentes guerreras que en gran número poblaban aquellos 
países, opas, cocomarícopas y otros bárbaros. Esta fué la primera oca- 
sión en que se oyó hablar de estas gentes. El capitán, desamparado 
de sus guias, que por temor de aquellas naciones no quisieron seguir 
por aquel rumbo incógnito, se vio precisado á retroceder á Caborca* 
El padre Kino, que allí le esperaba, cuando vencida la mayor ¿UficuL 
tad flíe hallaba en estado de esperar salir con su intento, recibió carta 
del padre Juan Muñoz 'de Burgos para cesar enteramente en la cons- 
trucdon del barco. £1 roligioso y obediente padre, aunque se hallaba 
con órdenes del padre provincial, y conocía la mucha utilidad de aque- 
lla obra, no pensó sino en obedecer ciegamente, y alzando desde luego 
mano, (fió vuelta á su partido de Dolores. Con las noticias que le dio 
de su jornada el capitán Juan Mateo Mange, se encendió el padre en 
deseos de reconocer aquella gentilidad y anunciarle el Evangelio. Cre- 
ció mas el ardor cuando viniendo poco después á visitarle algunos in- 
dios de S. Javier del Bac, le confirmaron las mismas noticias, y se 
ofi^cieron á servirle de guias. Salió efectivamente con ellos por el 
mes de noviembre, y caminando mas de cien leguas al Norte, llegó al 
Gila, vio los gran Íes edificios de que ya hemos dado noticia mas difii- 



— 84 — 

SfU)(9e|:\te en otra parte.- Celebró «n uno de ellos el santo sacrificio éo 
la mis^,. y ha|biend9, füQOontrado por todo el camino innumerables genti- 
les, no tan fieros con^p loa ^gurab^ el temor de suipíeófítos« los acarí« 
ci<i y p^ocpr<!i d^les .algunas luces de nuestra santa ley. Asi en-mé., 
nQ9 dfí UQ año hizo este jinfatigsible jesuíta Q^ penosísimos y dhi 
latAidípil^s yi^ges, caminando en todos mas de cuatrocientas leguas 
pQ]|P:SÍ^jcrs^i por arenales, por . desiertos incógnitos y poblados solo de 
bárbaros salvages, aín otro interés ni designio que el de propagar la 
religión, y el culto de Dios, cuyo celo le eonsumia« 
Alzamiento . Todpel fervor^y, magnanimidad de este grande hombre filé menester 
l<w puna», para, que no se sofocase luego al principio entre los pimas ía semilh 
del Evangelio, yse arrviinase enteramente aquella cristiandad. La 
coiyuracion dejos gentiles janos y sumas, no se había enteramente des*» 
yanecido., .|A jtramos, y como por represas se dejaba caer algún cuer^^ 
po de^. aquellos. bárbarxís, ya £obre uno, ya sobre otro, de los presi<^ 
4ios mas remotos.: Estos repentinos asaltos habían ya asolado machas 
eíj^anciaA .de. ganado y. siembras, de Terrenate, Yatepito^ S. Bernardi- 
na tyJanos, y en la actualidad habia mucho fundamento para temer que 
ficometie^n los lugares de Nacorí y Bacadeguatzi. Desde el principio 
de estas revoktciones, se imaginó que los pimas y sobas fuesen los prin« 
cipales au.tK>res, ó á lo menos partícipes y cómplícea de tactos, robos y 
estFfigo^* Ni el informe del padre Juan María Salvatierra, ni la^ re- 
petidas representaciones del padre Ensebio Kino, de jp.^ Dmingo Gi^ 
íimxa P^tru^da Cruascá^ gobernador de Sonora^ ni de §ujQbrino:el ca« 
pitafi D» Juan Mateo Mange, habían sido bastantes pfira desvanecer 
aquella;, inicua nota que se había puesto á Ips pimas. •Persuadidos á 
ello, algunos capitanes de los presidios cercanos, pi^^roní jp^ leat^ tiem# 
po en grande riesgo aquella provincia, y ¿ upagrandje. prue^ la fiddi» 
dad y docilidad de los pimas. El teniente. Antonj,^ de Solía, hombre 
de genio altivo y arrebatado, en ^1 TMbfitama, ipíaioo del.padieDa* 
niel Tenuske, castigó cruelmente á m^chpa. pimas^ y e^in dio la moer- 
te á algunos por muy leves delitos. JEIn S*. Javier deLBac, hallando 
desierta lina ranchería, y en ella alguní^ carne :SaIada<8e imaginó que 
sería de caballadas, que poco anotes hab^t^n faltado á)loa nusioneros de 
Sonora. Sin mas fundamento que f^i^ su discurso, dando desde' luego 
á los pimas por autores del robo, mató tre^ que pudo alcanzaren su fu. 
ga, y a^otó cruelmente 4 dos. Por seniejantes; sospechas^ el eápitan 
Nicolás do Higuera, habia asolado algún tiempo antes ]as rancherfas 



— 85-T. 

de Motoücatzi* llnoa tratamientos tan iadigoo^v.se creyó que hubte. 
ran agotado la pcuciencia de los pupas, y |oa hubi^rap hecho entrar en 
la liga de los jocomes j janos, con que se» hubieran marchitado en flor 
las bellas esperanzfUi que se tenían de su reducción. Sin embargo, 
ellos perseveraron fieles, como ánjtes, en dos campanas seguidas por se- 
tiembre y octubre de este ano de 1694:. auxiliaron gallardamente á los 
mismos capitanes D^ Antonio de Solis y D* Juw Fernandez de la 
Fuente, con grande pérdida de los jocomjBS y* apaches. 

Sin embargo, de que el cuerpo de la. nación hasta entonces estaba la^y 
muy ageno de la -traición jf hostilidades que querian imputársele, no 
faltaron algunos desabrimientos entre los principales caciques, singu* 
lannente en el pueblo de S. Piedro de Tubutaroa, que bien presto dier 
ron motivo á una cuasi general sublevación. El. ministro de aquel 
partido, con ánimo de industriar on los ejercicjos de campo 4 los pit 
mas. no acostumbrados, habla llevado consigo tres indios ópatas de las 
antiguas misiones de Sonora con un mayordomo español llamado Juaii 
Nicolás Castziocto, hombre duro y agrio, mas de lo que permitia el es. 
tado de una nueva cristiandad. Por ligeras causas azotaha y maltratai. 
ba á los pimas, especialmedte* en ausencia del padre: hacian I9 caismo 
los treis indios ópatas. £1 demasiado orgtdlp y aspere^ conque cy^tos 
estrangeros abosaban de la paciencia de los piroasi y de la i^u^p^idad 
que los daba su ministro,. los conmovió tanto, que resolvieron n^ sufrir- 
los mas. ^ Ala primera ocasión que estando ausen<;e el padre, intepta- 
ron castigar á uno de los pimas, corrierpn á las anuas .sns parientes, y 
vengaron: el agravio con ^sangre desuno de los opf^tf^^ ^e d«jarpi| 
atravesada de muchas flechas^ Hubieran segu^ la qf^ifti^^a. puerto el 
mayofdomo. y aun -el mismo pa4ro. misionero,, sj se hallaran* en e) pue- 
blo.. Les agresores procuraren luego formar partido fifon losado. ^guir 
toa y algunos gentiles vecinos y pasar áCaborca.^ >i-, ' 

Para este partido, á que se habia dado el noi^|)fe da Ja Concepción, TLinorfo a 
habia sido destinado y conducido allí pocos. m^sea 4ntes,por,el padr^ padre Saeta, 
EuQjBbió KinOf el padre Francisco Javier Saeta. Alj^spu^tar ^ §olf 
en sábado panto, 8 d^ abril de 1695, entraron á.U pobre ^silla deil pa- 
dre, que ignorante de todo, los recibii^ con siu acostumbracja dolzura, 
No tardó nmcbó en conocer la mala disposición de sus ánio»os,.é hizo 
llamar al gobernador del pueblo; mas este^ temeroso de, Jo^bárbaros que 
nablan venido en mucho número, no quiso esponerse al mismo riesgo, 
Rl buen padre, desamparado, hincó las rodillas en tierra, y recibió lúe. 



— 86-T 

jga dos fleehazos. Viéndose así herido, coírió á al^razarse con ana de- 
votísima imagen de Jesucristo crucificado que habia traido de Euro|>a, 
y á pocos instantes rindió el alma. £1 padre Kino, noticioso de esta 
desgracia, envió luego al cacique gobernador de Boma que dio sepul- 
tura al cadáver, y recogió algunas de las alhajas del padre. A la voel. 
ta encontró el cacique al general D. Domingo Gironza,que con sute- 
mente D. Juan Mateo Mange, los padres Fernando Bayesca y Agus- 
tín Campos, caminaba á dar el castigo á los sacrilegos, y les entrega 
el santo Crucifijo con qué murió abrazado el padre, que hasta hoy se 
venera en la iglesia de la misión de Arizpe. Se hallaron el dia 15 de 
abril los huesos y cabeza del padre, y junto á ellos veintidós flechas 
con que lo hábian herido ya' moribundo. Mientras el general se em- 
pleaba en estoff piadosos oficios, despachó la mayor parte de sus gen- 
tes á las serraní&i del cbntomo en busca de los agresores. Un indio 
que a prisionaroír, declaró que los de Tubutama y Uguitoa habiaif si- 
do los autores de aquella acción con sentimiento de todos los de Ca- 
horca, que no habían podido resistir á su furia y á su número. La tro- 
pa con sus capitanes marchó á Cucurpe, donde so hicieron á los hue- 
sos las exequias con la mayor ostentación que fué posible, cargando 
el pequero cajón en que iban desdé la cruz del pueblo hasta la iglesia 
el roiismo general D. Domingo Gironza Petrus de Crussat. 

Hecho esto,- se dio orden al teniente Antonio Solis para que icbn la 
mayor parte de los soldados partiese otra vez á Tubutama y Ügoitoa 
al castigo de los culpados. No se podia buscar hombre mbs á propó- 
sito para iíeV%)lVet á toda la nación, de quieü 'etayá aborrecido. Hizo 
sin distinción algunos ejemplares castigos en los que* pudó haber á las 
manos. A' üná' cuadrilla que se bñtregÓ de paz se le concedió con la 
condición de que hablan de traer ¿ indicar al capitán las cabezas del 
motin. Efectivamente, cumplieron su palabra, y'á los tres dias vol- 
vieron con mas de ciücuenta* indios, mezclados muchos inocentes con 
algunos de los malhechores. Unos y ottos dejaróh las armas y cami- 
naron de paz acia el campo. Los soldados de á caballo é indios te-^ 
poquis y seris que los acompañaban, formando un gran círculo, los to- 
maron en el centro. En esta disposición se comenzaron á indicar y 
asegurar los malhechc^cs, de quienes se habían amarrado tres, cuando 
los demás irritados de aquella traición y perfidia, comenzaron á inquie- 
tarse, de suerte que la caballería trabajó mucho en contenerlos. El 
bravo oficial contra aquellos infelices desarmados, en vez de apaciguar* 



— 87 — 

tos con la seguridad de que nada ae- intentaba contra ellos sino contra 
los culpados, comenzó á degollar por su fniíEntoa mano á unos cuantosv 
No tardaron en seguir este cruel ejemplo foa lepo^^ y seris, irrecon-<' 
eiliables enemigos de los pimas, con lo cual en mr instante quedó cu- 
bierto el campo de cadáveres^- £1 teniente Solis, muy orgulloso de s» 
victoria, y creyendo haber vuelto la paz á la provincia, marchó á jun- 
tarse con el general á CuCurpe. Pe aqui, juzgando no tener que ha-^ 
cer en la Pimería, se trató que quedando tres soldados y el cabo Juan> 
de Escalante en la misión de S. Ignacio, y otros tres con el clapitan 
Juan Mateo Bf ange en Dolores^ el resto del campo marchase á Cocoe«- 
pera pava proseguir la guerra contra los apaches, tecbmes y janos que* 
de nuevo y cada día con mas atrevimiento y suceso iKwtilizaban la So^ 
ñora. Apenas emprendieron la marcha, cuando los pimas indignados- 
de la alevosía é inicuas muertes de los suyos, se derramaron en varios' 
trozos por las diversas poblaciones, quemaron los pueblos é iglesias de 
TnbuCama, de Caboria, de Uguitoa y otras véciáas. Ahuyentaron el 
ganado á los montes' y profanaron indignamente los vasos y vestidunu» 
sagradas. £1 padre Agustín Campos, ministro de S. Ignacio, sabe-^ 
dor de sus designios,* en vio luego' la noticia al general que se hallaba á 
eatoroa leguas de allí*. Por mucha prisa que se dieron, no se pudo 
evitar él estrago^ A las ocho de la mañana entraron los amotinados 
ea el pueblo de 8^ Ignacio. £1 padre Campos, con sus cuatro compa- 
ñeros, se había y» puesto en sal vo,^ quemaron* la iglesia y arruinaron la 
casa del misiionero,' y lo mismo continuaron haciendo- en S. Josó de los^ 
Imeris, en la* Magdalenar de Tepoquis, y otcos^ pueblos cristianos. La' 
primera noticia' que tuvo el padre Eino, fué que los pimas habian qne-- 
mado vi¥a al padre Camp<^ y á Ios-soldados de' su escolta. Trató lue- 
go de tkcultar eUruna cueva< nd muy léjo^ de Dobres, las alhajas de la 
iglesia, y prepararse para morir á manos de los salv«ges con una sere- 
nidad, que espantó á su compañero el capitán Juan Mateo Mange.- 
La- grande veneracioay amor con que todos lo miaban como á su pa- 
dre, libró de las llantas & la misión de los Dolores. £1 general D.- 
l^omingo Gironza, habiendo dado parte al gob^nador y capitán gene-* 
lal de Nueva-Vizcaya, D. Juan Fernandez de la Fuente y D. Domin- 
go Terán de los Rios- con las gentes de sus presidios, revolvió sobre - 
I log alzados, les q|iemó algunas rancherías, taló las sementeras y dio 
muerte áalgui^09 que alcanzó en su fuga, con tanta viveza y prontitud,* 
que no hallando modo de libsar las vidas,, hubieron de rendirse á pedip 
ja paz que se les concedió benignamente el dia 17 de agosto. 






— 88-^ 

i'íáeii ia imz Pacificada tan brevemente la ptoWneia'cfe la alta Plmeríd) creyeticícr 
oede. ' ®^ padre Kino que las noticias de sn. alzamiento pudiese confirmar el 

<;oncept<) qiie se tenia de isü infidelidad é impedir el progreso de cñi con- 
versión^ determinó pasar á Méxitó á informar al virey y á loa superio- 
res de la Compañía de los motivos <^ue habiaü cuasi oMigado á los in- 
felices pimas i una^lemostraicion tan agena de su genial docilidad y 
Constante' afición á los espanoleEr^ & éxito de su negoóiacion veremos 
adelante. « 

£n lo interior de la provincia floreciaií cod tirtinquilidad los ministe^ 
rios espirituales Con lostprójimos^ y la oÍ)servancia i^gular éil los cláiis< 
tros< El padre Pedro Matías Gogni^ á instancias delTénefaldd deán 
y cabildo de la Santa Iglesia de Guadalajara, hacia ^ este tiempos 
misión en el obispado. Corrió loa puefilois de Teocualtíclii^. Xalosto*' 
titlán y algunos otros coa muctto fruto, y mayor aún en las villtfi dar 
Santa María de Lagos y Aguascalientes. £n el primero de "efttóÉJtf'r' 
gares pretendió impedir la misión el cui^ no bien informado -del éki* 
lo de nuestras misiones, y creyendo acaeo^ coino algunos étros - veéifiótfy 
que se les queriaB e^car por «ste medio tdgtmas KittQisnas; ventíó la 
poca afición del : cura el constante afecto f ptedad de D# Aadiéa -de 
Sanromím, uno de los mas distinguidos republicano^ que coñociMidd 
la necesidad que tenia la villa de aquel espiritualsocoríd; ofreció á lo» 
padres su .casa y aun les onvió todó<el ávíoneo^ai^o pai^ pásiAtallá.^ 
El cura se desengañó bien presto y ayudó á recogerlas ifedesilenaB/ 
á que apenas bastabanmuchos operarios. . Bn Aguascalientes hábi» 
sido desde inuchos tiempos antes general él afecto á la Compañía, y 
aqa se iiabiá-traiaido de fiíndar allí un <!olegio. Esté deviso Se édMtó^ 
nuevamente al sentit el provecho de la misión; fPbro tó íltípidienm no' 
pequeñas dificultades con noble sentimiento deí su celoso benéfiówdtf 

D. Martin dePigueroa, otfadelos mas hiteifesadoé en aquella ^ttléñ^ 

• - 
sion. •.•-•: -- '1-. ■. !• • • 

Muerte áéí ^ ^ CsBa^de la Profesa de Mé-tico falleció cóü sénttnrifentb de to- 

TOidre Pedro da la provincm el padre Pedro ^Bt¿btfg0yan;ñálurál áb'6. Luis iPótod^ de* 

c a^jen. ^3^ j^|,j^CQgepteiltf¿iigQX.de^uesdebáberobteikid6lospritñeí^ 

de la proWnciav Fué -doS -trienios contíntros maestro de novicios, rec-* 

tor del colegio máxino^ prepi(^ito 'de la Casa Profesa y procurador á 

Roma y Madrid, de «lusteta y constante penitencia; y 'muy continuo 

trato con Diosv á qn^ daba ktnájror parte átílá nóéhé. ¿a mortifi-' 

cacien de" sns'seniidofiry sittgolármenio'de la vistü r^plandécló rau^ 



1^ ^Éá Víágé. í, la £iitb{Mi: ttidá U glüttdesK, átítigúócíadéé y prócio* 
sidade»# iton^V do ÜMtohMtálites j^rá kácerfo ÍBférñímpí# sá reti- 
ro y iMuae^le gosár tela reoí)BfteiM^é óft^ áqitel giHuteáivd* Fto^ 
faóle Dios en su» úitimoé «koé Mn tarM7 dblorMoc» úcMmteBi de 
qw lentanHéiitei ooiiMniíido» ¿los 70 afkw de mi edad, {MKT d& éstó vida 
el ^ da )«ÍBÍiái¿ 

A loa ppaeípioi ¿A obaéó ttguiehte de 1696, aunque no de tan ve- ]()06. 
moÍQ8létóiinoa]rftatí diveiflOB eámincMS ttegaron en uá mismo ám, 
á Méxkw leí |iadi»8 Zappa, fikiWaítierra y £úi^o Fraiídaco Kino: 
di imó da Güidak^iara, y el otro áb k-l^íméríá. Por el midmo tiempo, 
áS da afil^ bü álMó ttftavD pliego é^' gobierno en qae vÍéío' señalado 
pW>¥Íáé{Ítl el ^dre Jhii£üáePé\iBúcibá>t!h6'f ófró mfébnóBó cómeñza- 
Irbil áfinbtliMtr óoli eí nuéVo próvitíe^l y con él 8r« viréy, ccÑfiíde de 
OaH^l6dc)Ílótr oficios ódttdiüeíentéiraí feliz éxitos súí'préííénsifmes. 
fel padre KÍiid éiMtiái¿QÍ6 háeer patente la injusticia «fue se hat^ia á los 
j^aá eii ünjilotáilés loé re^bs If'ihili'éHes, de qué solo érañ átüores los 
apfleiie¿ iR^réílénié i{ue étt lí pióiáiaxa alettttiieñté loé culpados eran 
Xioüá eaplt«!Áié« de loa pf^sidtós; deidÍHiMafileftle orgtd!^. Mo¿tr6 
clartfáMilé la' iniquidad aoü qpe tMw sídon^ttopellad^ los habitado^ 
MS:db JlfcMeÉ^/y óbtmo ^íiteñék€ fá'í^ dé sus pin^áay 6vden 
panfr qm áleeétf résdtutdoa á siler til^l^.- Obtuvo M padí^ provínoiai 
eiwo^ tniflfbnafotr, aunque por iiüevái dificuliádés ^e de#pues éb dfíré- 
cfeéioni soto Heió Ctítíágb á sa Weíta^ al pádfe Gai^par Tanllas. 

\ Énestéviáges táiiiid&ftíio para^'Téuraüiíam en compañía del capt- vueive «Ipa. 
tm D^ HAMM de been y eláttáos^ oiroá españole», ieontedió) que ^ Ki°o ^ 1* 
pasahta fíéí «setca de ana tMstbú se- n^^firtltrotí los padreé á ealudar al loUevaaí pa. 
D^Tidi^ 4e aqiíel fiarfido. £n eete' itatéroiédio los éafteadorBS apa- ^^ Varülas. 
dhéa -cftiyerotí edbre aqud cenvoy t^ tanto número, que á pesar del 
tébr dui ^ae éefóñdieiM todos los españoles é indios arrieros; 
quaduBoil lóbte el pátnpio. fil padre Eino y su compañero, récono- 
cioBdo ia nníeiiosa Provvdelieia que toe había preservado de aquel ries- 
p>paim láMMdvacioii de muchas almas, llegaron á la Piméria á la mi- 
tad da mayó. t^Blsó luego con el naevo niístonero áTabutaiiía y á 
CabofCa. E| padre Gaspar YárülaJi escogió estu segunda, tan fros- 
^^«nitatB regada con lu sangro diel padre Frántisco Javier Saeta, cir- 
^^^nstancia ({ue le animaba al trabajo y lé aseguraba juntamente del 
logie. 

Nalbó taa feliz el padre Salvatierra: por. diligencias que hizo tanto 
TOMO zii. 13 



— 90 — 

con el Exmo. Sr. virey como con el padre provincial^ no puéi^conMgtfif •' 
la licencia que pretendía para entrar á California; anQipresa q¡ie de6^^ 
pues de tantos costos inútiles se tenia ya por iniposiblai antes m^ bac- 
ilo con un nueva impedimento por venir destinado de N« P.- genaial' 
por rector y maestro de novicios en el colegio de Tepotzeéián. Ce»^^ 
rados así en México todos los caminos, no desmayó el padre Juan Ma** 
ría, antes volvió confiadamente los ojos á Guadalsjara, en que el fis- 
cal de ia real audiencia D» José de Miranda y Tillagran, noble y pia- 
doso caballero, conocia íntimamente su celo y lo favorecía cuanto era' 
posible. Aconsejó á este ministro, y él practicó luego en 17 de julkv- 
un informe al señor virey de la grande utilidad de aquella oonqqiala, y». 
comodidad que entonces se ofirecia por los mucbos barcos. que fire<«« 
cuentemente entraban al buceo de las perlas. Este infortne aunquo* 
por entonces no surtió efecto alguno, no dejó de servir mucbo en lo* 
sucesivo. Por el presente se contentaba el padre Salvatierra con la 
licencia de la religión, confiado en que aunque de las cajas reales na 
se le diese jsocorro alguno, se lo firanqueana el Señor por la interce- 
sión de la Virgen de Loreto, & quien desde el principio había constituí-' 
do patrona de aquella graod<& empresa; pero aun esta se le haicia ca- 
da día mas dificil. A pocos meses de retirado de Tepotzotlán el pa- 
dre Salvatierra, pasó por aquel colegio 6 la vista de los de tierra dea< 
tro el padre provincial Juan de Paiaeios. £n los pocos dias que alli 
se detuvo le acometió un furiosa dolor de costado y tabardillo. Su- 
plicando al padre Salvatierra la encomendase con sus novicios á la 
santísima Virgent le responda resueltamente que no tenia que espe- 
rar la salud mientras na le prometiese á la santísima Virgen ^Uur la li- 
cencia para la conversión de la California. Respondió el padre pro- 
vincial que aquel negocio no dependía de solo su arbitrio* que debía 
atender al dictamen de la consulta^ pero que sin embarga baria cuanto 
estuviese de su parte para su feliz éxito. Bajó el padre Salvatiena con 
los hermanos novicios á la santa Casa de Loreto que allí había edifi- 
cado su íntimo amigo y compañero el padre Zappa^ y hecha oíacion 
subió la imagen Lauretana al aposento del padre provineial, que luego 
comenzó á mejorar y á poco tiempo se vio libre de riesgo. Volvien- 
do á convalecer á México llevó consigo al padre Salvatierra para que 
¡propusiese personalmrente á la consulta con las razones en que fun- 
daba el buen éxito do sus designios. Hízolo el padre con toda la vi- 
veza y energía que lo inspiraba su celo; sin embargo, nada pudo con- 



— M — 

'«eginr de los padres comiultofeg y volvió á 1^fi)K>tzotlán« donde redo- 

1>laiido con loa hermanos novicios sus fervorosas oraciones, esperaba 
alcaiMte de Dios lo que antes se le dificultaba de parte de los hom- 

lires. Ko le engañó su vivísima confianza. A fines de diciembre 

^«e hdló Uamado á México del padre piiovinctal: se le d^o que final- 
mente se habia determinado darle la licencia para la entrada en CaK- 

Yomia; pero que -en las circunstancias no se podía pretender limbsna 
alguna de las^cajas realeSf ni el vtrey y ministros de la real audien- 

w:ia se hallaban en ánimo de concederla; que á su cargo estaría solici« 
tar los medios necesaríos para el transporte» subsistencia y seguridad 

Hle los primeros misioneros» 

A esta gustosbima noticia habia precedido pocos meses antes otra BáMÜeenehí 

a1 nadM Sttl 

DO menos ardientemente solicitada del padre Salvatierra. Desde el yaSm vm 



•año antecedente en que gobernaba el colegio de Guadalajara habia P«*^ ^ 1* 
4>retendido fimdar en aquella ciudad un colegio Seminario para eíl me- 
jor logro de los estudios. Ayudábanle para su intento con su limosna 
4ÜgunQs bienhechores, y singularmente los nobles señores D. Diego 
y D* Juan Arrióla y Rico, canónigo magistral de aquella santa Igle- 
aía, que fimdaron efectivamente varias becas. Presentóse el padre Fundaeioa 
Juan María al señor doctor D. Alonso Zevalíos Tilla-Gotierrez, go. ^^ ^^"^ 
beroador del nuevo reino de Galicia, y presidente de aquella real lajanu Año 
chandllería, quien con dictamen del fiscal, en 36 de junto de 1695 
proveyó auto en «que coooedia su lioenciapara la dicha fundación. No 
se podo Uevar á debido efecto con tanta brevedad que no espirase an- 
4 es el tríeme del gobierno del padre Salvatierra; pero animando este 
desde Mézioo y acaldando de nuevo el negocio, tanto con los supe- 
riores de la Compañía como con «el fiscal D. José Mnranda, y otros 
sugelos distinguidos de Guadalajara, consiguió que á 11 de febrero 
del año que tratamos, se despachase nuevo decreto con inserción del 
primero en que dicho gobernador y presidente dá y concede licencia 
jMira que se eríja y fimde dicho colegio Seminario de estudiantes en la 
parte que se ha determinado, siendo en conformidad de lo dispuesto 
por leyes reales en atención á la utilidad que á todo el reino se sigue 
de que en dicho Seminarío se eduquen, críen y recojan los hijos de 
los vecinos de él, y al fervor, provecho y frecuencia que se esperi- 
menta en los estudios mayores y menores que en el colegio de la 
. Compañía, á espensas de sumo trabajo y desvelo de los religiosos de 
él, se mantienen y conservan con tanto lustre, para cuyo efecto, co- 



mo yice^patroiip de todo f q^^^eme for lo ^pi^ locilt á ia^pileflMiÉíiP 
de él, mandó quo ^quel d^^ip^cho sirvió^ ,4e ttítlijo f n Ibrma fHift la 
fuBdáclon <<^e dicjio Sejuáif^^ Ceo dic^ jk^Qjqm ^)i ^S /d^.jiriíiHiel 
joiiamo Biio ^e 1696 se ^om6{j^iM0é£^>i^,l^, QfJS9L9^ebagS%n ea y í 
na con ia^ueitaxe^ do 4ic)io i?f^gio^7 m^WP fiieftiB.ÍB»ti4iicÍrínn 

nimo ^^íoates de Qica, D^ Ig»a«Á0. 4^ &^^e!vAUi9«f D. Aspc^M» y 
iD-^^^t^al ])|Í99m]8g^t D. Mjguri B«ivB «klivdopj». Podra fM» 
deYer^gara, D» Pedro de T&p^ y ^alaeio^v y J).: Jdsé hu^ do Jüév- 
' cado* 



Hofitílidades Entre tanto proseguían en las misiones del^bptekitrioii lonoontiÉi 

en las misio- ' *=' * ' 

■tm i», Hm ^^to8 y hostilidades, de J^ aaeioneft oeviedemdast jaiitiBSit j<W€«ié» j 

^SS S y^ ;9pache8. ^éíreg&i^omeles por al^^ tiempo tdgimas nmdmitti de 

4»»ncbqs; -p^rQ n^nnúdús oportiioatnM^ for í^ teniente IwCOMe % 

j^tiiyierosióf^toftt ^. í^esegaioiiE Iwcía/preáto.. JLiin esmíó >m]i!9r Mi> 
dadq ]^ y(» i^sm iQPrri6 ¡qq-^íq fimdftoieiitQ jra ^ hm ánekidd «ilOi']|ifD 
se ^ab^AiCpavpei^lAjiikte hm.^uMo^ 

^e Taaifiupmffi y d^ So9K»ri« Jinla^hoaidájeaftacoB^iiíacíotfifm.fii- 
dk) áp^flalii» Samtido J^idfh'QitiAuer'esbé «A»4elftie- 

t^o de^Eu^y^a llc^ría Biusieraea,:MiA>lai&o«diHDa8^^ 
y ivituffilipeiíite 4|l<i«|QeAlte/csffet de.*^ 

los 9Jaa:^^ "Of^ invetasíiafú^ cspafidLén^ijí^ü* 

lo nm^ temible' cuanta «oditltiiKgttQtlnsann^^ rBfin¿tífbv;r«i- 

cqr y encubrirlo «en e} ikifts' fOFiDfií&d^ ffiitfimibi* '£áte;«ÓHmifed)á^- 
parcir epti^ ^u gente dpeiK)pres^)eedifrioBM^ Xbdalev qiié:&iSiéQáese 
loijf de S^pAocfi 'eo9]uetídg*v^liipfrnai«ieiite;.4 laidiireq€íañ)deiai pvrinit 
pop|> á rjpoao m seaeota ^8ea jsq JMJbía Meñádéila tfarwi^aé 'Cwi iMj ii ft t 
'de fíreeidio$9 dehainewiaa.y dft i¡nid»B:de'e»paiíctof;i4|t]e«ii lugar^ie 
jtgraflteocirles el benéíkdodé faabeiio8-j»dU¿e;en>M m a p eü u » 
iban deltcffmia,yéuade:sn8$eM8MÚDi>pab¿»at^^ de eaduvMi. 

^ne sus vácasjiiCÉiBeíate^ caJnlios yl«un suai^^ 
iDtaii de ^tstar á su! dispomon*. ^De qné'áwJÉirfen (deeia) eiis |Ath 
^diod f suli aziiías? .¿No. uD^^dioea 4 cadaifteUnile qtte eo^ pait de- 
fendernos? ¿Noino» dieen «que TimpteoB tran^iles eñ la v ^d ií dera re- 
figion, en la o'bedíencii^ del rey y ehirida poditíea'y cltil! fis^ neis 
óaotan en sus priineras enlrados* Nó^otiUMs, insdiisatOB, los redlbrímos 
como asnas tonbtes^esidos del cielo pwá -dcfesfk'o: bien. ?ero ¿cuál 



em >el eiittpiimieoiD ét etitéB iipsgoifioas prai;Aetbs? ¥íi lo Véis. Mu- 
43io8 'a&mf MenífaB.itmkax iriMbaipais 3oé «{Miéb08, los jooomes y Ioéi 
jftWMié tftlan Buéáiini cáiBpÍNi «f yobkn Hueslros gftfiíi&iki; i¥ñ68 hah 
•deCaiiáGdt «Él furañdÍMt iJNo» jiatt:piot»gido aps ánvíaií, ^6 por tné- 
jor deeit* iqi-iés Jiá «do astp Mta inedií^ pata désltliittioe? ¿Itán si^ 
«iftsriM «dnofati; ígm pUnar, Ion iárawiMMt, los coticdiós qUé^án táúér- 
to 4 kui flóébu tdo loo «poidiBi .qiib 1b« qiio lián pétocl^ üilrainíábti* 
fñento á éaagiai Aio i^man^M Im ^Mpoitoloot JA 'itieñor ééemñú 
^aewma é imagroontor «q ttoooCfQvIbo jra^rodiicidoó, luego ootiróo 
apóolíilHtpíf tmidooop áJHoay iri refr^ieiMuril^ do lo páiríoypíírctáléo 
do bo opdclMi^ 6 (iárikipeo^ «¿éiripHcorAi'Ottfa roÜétt. At ínstoiMik 
oé onttÉiii «onlra loo áokntúMá(m ¡^niiPt ohofOtttl» dogüéliiiti^ -^ 
hsM ^cii9f^uiiU^ ípcAí^i9fÁéké^ ^Lóo &íit^ irtotó tíití- 

dhao ^iMOOfl ln mn-^ oote^i^oUoiMoif ¿I^fkóti ^iflÉdb tüí^íohdo prosfúít 
lfia«iaO'tttilikoiiMrtNrtroidaia¿flifti(«^^^ ]o<{wlitéóhmiól«. 

otMQiMtfte.oroo^HMoilUOifdi^ eoáoejós'iia* 

kftitumMM o$nr Hiodo-oi^^ottlbi^ omMlMjr tfóü |o4á korMíátídá^'dó 
oipáoloo íroAtMÑaoií pfa»ftMfli^r|Mr<»3Q|iirpi^Hlédi«rf^c^i^ 
^«pM ioécMÜdoO'loo: áBfaadoidoiaoitadiüMOiito 'cm ieftitdjafMéS' «áó« 
«MMÍiltf w í ^dos fiadMos ^ C < qÉ ¿ o »oo | | i, Ccftitota y T^iéafó{ prór; 
nín|M<M»fMiWft^ tieiiípoi oíoidtr:»1lig;i0^ái(ifiíduft^ §6s^f^éií«iéráé8 do* 
iñÍpuM. íLoÉ^«kiclidoreOi]o:|otfdlch^^^ 

énmoá Ó0.ibém láá oémmsÉllMi láistí^ 4o \^^'j ^úÍéM éóti^ 
póitáiloo,y iyi9«foit á ifloiioiOtfteo. 

Esta precipitación trastornó todas las ideas y-mí^iéáB^éé '^iSUm. 
Lwopi'^to'oo ottpDiOo.'ptuiomAohdáiiiAO looiMiiiik^ y apenas 

ItemÉls&'GiroaBOyyioBespíteooo k^F«Keiité 

yiB^José :atfMáto»i4o&)«rktlifboiiiin»{Ooro4noo^^^ 
^nciasi«|tiJ«o mifádiá ád tóáo; pénrrápéét aie«ofa 9^8atiiiiíy^ioii/.gMi 
fwte d 'dai^ iNMifeUdo que Ule sefeo^ 

t Peroiítoipe la raqpetablo 8oaibi% del Mdrp Al^jp!^,. X<9 4i|(^». ' !f ^, Cül^ : xm« 
namiex^to es exacto, y qac Cicerón en el caso, del indio Tahlo Quihue np lo liabrí^ 
hecho mejor, mas elocuente, ni mas cierto. Fué una proclama quo con rozón con* 
movió aunque desgraciadamente á los demás indios. Los españoles les pfrceian 
dar el cielo, pero les ^[uHcAMm iariltciTa y la' fibertad^ justos mtítivps pata alzársé.-*< 



1697. 



— 94 — 

ño -aqueHa mina. Por lo jque mira á los pueblos alzados, |)or ires oca« 
isiones diferentes obligados de la necesidad* prometieron la paz y yol- 
vieron á sus pueblos, nunca con sinceridad y buena íé según manifes- 
tó el suceso, hasta que fínaknente <en el dia de kHnmacuflada Concep- 
ción, vino á conseguirse una paz firme y constante, después acá en 
los dichos pueblos de Taraumara. Algunos otros, juntos con los so- 
noras á cargo del cacique D. Pablo, perseveraron mas tiempo en la 
deserción y no vinieron á rendirse hasta cuasi mediado del mo si- 
guiente de 1697. Pudo mucho para su perfecta reducción el valor de 
los taraumarea, serranos, guasaparis y culecos, antiguos discípulos dd 
|>adre Juan Maiia Salvatierra. Estos buenos «léQfitos no solo no acce- 
dieron á los perversos ^sonsejos de sus naturales, sino que antes en nú- 
mero de seteeienios ^segun escribe el mismo padre) acometieron á 
los amotinados *con pérdida de solo ocho de los suyos, y mochos de 
loa enemigos, f Emprendieron esta acción sin socorro alguno de los 
españoles, y con igual obstinación de una y otra parte. Dur6 la ba- 
talla desde la mañana hasta la noche: fueron todos á la guerra (dice 
en carta propia el padre Salvatierra) «on su rosaiio« y ioé cosa que 
notaron aun los mismos indios que ninguno quedó herido de ia cintuia 
arriba, con lo que se eníenwrizaroB mucho en la devocisa del rosario, 
y tenian á gloria grande los parientes de los difuntos en JiahérMes 
muerto alguno de los suyos, en defensa de la fé. ' Hasta aquí el padre 
Salvatierra, que por esta tiempo se hallaba yn. en la costa de Sinaloa 
esperando ocasión de trasportarse & su amada California. El mode 
sensible con que el cielo favoreció .esta empresa necesita de mas at^ 
cunstanciada relación. 

Luego que el padre Juan María se Vio autorkado con la licencia 
del padre provincial para emprender aquel viage, no pensó mas que 
en buscar como se le mandaba los socorros necesarios. Entre mu- 
chas ricas y piadosas personas que ya desde antes le habían ofirecido 
su ayuda, juntó en breve tiempo la cantidad de caierce mil puo$. Se 
.«ingularizó la piedad de los nobles señores D. Alonso Dávalost conde 
de Miravalle, y D. Mateo Fernandez de la Cruz, marqués de Buena- 
vista, que dieron luego cada uno mil pesos efectivos. De los otros 
«trece millos tres se juntaron efectivos, y los diez en promesas de dife- 

t Elsta ha sido la jwlíUca de loe españoles, sojuzgar á los indios con sus berma- 
nos, y de los ingleses en la India con los cipa7os.^££. 



— 06— 

feútoB rei^ubUeanofl. B. Pedro Gil de la Sierpe, tesoreí^ db Ácapuíeo;. 
prometió una galeota pata el trasporte, y dio desde luegb á la misión 
Híia lancha grande. A «osta de no pocas vergüenzas y desaires que 
iavieron que tolehur al prineipio los padres Salvatierra y Juan^de Ugar- 
ier que se le dio* desde luego por compañero, juntaron otros nueve mih 
pesos que ofrecieron algunos piadosos para los cinco primeros años.' 
loL ilustre' congregación de los Dolores, fundada en el colegio de Mé. 
»co algunos años antes,- á- diligencia del padre Vidal su fundador, y 
primer prefecto^ dio iUz mü pesos pata que con sus réditos se susten- 
tase uno de fos misioneros,- y para otros dos dio veinte mil. D. Juan 
Gaballeny de Ocio, presbítero de Querétaro, de quien hemos ya ha* 
bhdo en otra parte, y á cuya magnífica piedad eran deudoras cuasi to- 
das las obras de la glbiia de Dios que se emprendían en su tiempo,? 
BO contento con esta cuantiosa limosna, ofreció al padre Salvatierra 
pagar cuantas libranzas viniesen de Californias firmadas de su mano. 
Sobi^ tan sólidos cinnientoif se pasó á pretender del Elmo. Sr. D.* 
José Sarmiento y Valladares,' conde de Móctheuzoma^ que ya desde 
fines del año antecedente gobernaba el reino, la necesaria licencia pa« 
ra' aquella espedicion. £1 fiscal del rey se opuso fuertemente, fun- 
dado en' las últimas cédulas reales que vedaban intentar dé nuevo cosa 
alguna en California. £1 padre Salvatierra respondió breve y sóli^ 
damente, que la intención de S. M. no era ni podiar ser cerrar 
bs puertas de la salud á los infeliees californios: que lá prohibición' 
era pava el tiempo* que durase la rebelión de los tavaumares,* en< aten- 
eion ft* lor grandes costos que las dos cosas juntas eausárian al real 
erario: que en la actualidad ni había guerra alguna en aquellas pro^ 
vincías ni en laf conquista intentada de Californias se ^staba ó pedia 
cosa alguna al fisca real. En consecuencia de estn- representación p/ \^, ^ 
en dia 6 de febrero, concedió el señor virey su licencia para que los' padre Salm. 
padres Salvatierra y Eusebio Ifino pasasen á' llevar á la California la ^? J^n! 
hiz del Evangelio, sin que por tanto gastasen ni cobrasen cosa alguna ^ ^.bui Gali* 
del rea! erario. Se les mandaba tomar posesión de la' tierra en nom- 
bre de 8. M« católica: concedíase á los padtes que pudiesen nombrar 
justicias entre los mismos naturales para el gobierno político; que pu- 
diesen llevar á su costa soldados de escolta, elegir cabos y remover- 
los, dando cuenta á su excelencia, y que dichos cabos y soldados go- 
zasen todas las exenciones y privilegios de los demás presidiarios. 
Este despacho se entregó al padre- Salvatierra el dia 6 de febrero^ 



y al mguif&B(e dejftodo poK pioocüindi^ de lOü ne0>ck»^d• lé taanoa ni 
padre ^uéiy de; V^He« saüé dQ México ft eBtf<|gar d <^lí^|k>db Te* 
potsoibl^kr al padre SebMtiaa Betrada. Pof aeáiélna nurti| Uágd á 6i^ 
DjMo^ y no peri^riki^fltd^ üi^ eiAo- eaÉir óeiosq bií[mAi4uiai^ que tar^ 
di^ la galerita ovtlhg!^ de A^yfadce á le ^nbeéadbiá M líaqwk pc« 
i?ó ¿ visMar <^ £K«» m^ot^ hyei ]bé bareíooff: goiMpariii^ y e^nai^ 
qaf haUdi «nuy fiíinea ed 1^ f<í^ ¥a vdvía butaida KqfWi 4 enediulérw 
en io^ taraon^r^^i; el lMe(g> «e la aedMaSf de qtte habíame» p^ c»^ 
tes» £1 fia^d Salvatierra lfevadí« da en earídaé tótó alecknfMloiAi 
los [ladtfs Kieola^ d^ Ptad^ y l^rtia Ye|iande% eeiibghQide« paU* 
grefs (diee eH miataa p<»dxe) de ai^lffK y ukMtitcmátíútíoáé tnáb ^aé 
la t»pera de áneátro aaillo Pli^re tM ^üo em él últínur ér mi ^rUhC 
£» 16 de ageslor iMdió para (a ect8ta# dbnde el H.deáspbea dé tto pc^ 
qaeüoe tíetfges habla legado la galeota* Mieiitr») ae proveaüé» míe* 
voe bastimehtos y «e ea^ra Ü pÉÜré Kkio qñe ealaba éb la Biaserkii y, 
qiié fífüiliiienté n6 pudo tri pa8a^)Ci ceroft de doa náesea hlMb «1 10 d^ 
e^tiibre ea qfiie ¡bonra la IgleaiH k mempiia del slinto fitadadat. d^. to 
provincia dé MéjDCOf.y éa qüosio e!)peiat& otroaoevo coiflipaSéro aé 
Número de hidérQn á la relá. La tropa die'lds'coiiquistadoreé 4b leducuír fiiam 
^r^staT d ^^^ padre, é oek» jnrmnutá, ctnce iq>a$pfe»: i ife$ iadi(lfw Jkjlgaéné 
jMidre Salva- othM que qaisíerbn acompaiárle ¡tiá dótuyé él alaamiéiuó desloe la* 

tioira en Ca- • »t • • a* ••• * * 

lifomias, año raomarea en aqqelia provmcia. Al leacero dm de.viajg^Mtecbi f 

de 1697. dedicado partikv«i|nneDte i la Virgen éañtúntaa én la aanta imágeft:dQt 

Pyar de í^an^Eay dieróa vie€¿ 4 Iv'Cahfo^nmi aunque fao .dosem* 

barQakt>n enteramente«iy de aaienfioy digámoalo aaíf bABUa el éiguieaV 

te sábado 19i . 

Desembarca Para el establecimiento da éite reél prefiriéronla bahj^da San IUQ«r 

Mw d»^ nisio ft la de Baa Bruho^ dondie apenan tellerpn, reliqjQi^ del aistigiio 

tij^m; a» real deS aloairaüte Atondo^ :Peiitrp d^ ppcos días colp^i^oM^ eo Una 

Vr^ ^ ^^°^ de campaña b sadtia imégeia da I«pcetOi>4é quQ tpmii deitpuefi el 

B«|ji^ 90Qibk« aquella poblacioe^y ae tomé sqlenme ||H)^efiio^ de 1j% tíeprna W 

nombre de la magestad oat^ca* £¡1 padre 3alvatietra hacía 4 lea: ve* 

e^ d^ersisimos ofícia¿vde gpbetqadort do capitán» di? pa,df^.d0 tkm^ 

\Í9fiy ^ capellünf y alee ofreQÍay! de cargadPr y cocineroi sa2$oQ¡9iido 

ppr sus mismas manos el maia y poaole qü0 diariamentQ repaiilíja 4 los 

gentiles para atraeiios á la doctrina. Estli rezaba cada día Ooo allos 

por uñé especie de catecismo qué hubia trabajado el pad^P K^ort^ y 

entretaoto íbr poeo á poco hilciéndOse dueño de su idicfma. Lea cri» 



— 97 — 

IkkeKos iáiám se petaron con alguna tranquilidad hasta que vodta al Ya- 
qm la galeota^ ia ocNÜcia Je acoderársele todo ef maíz, tentó á los 
«alvisigoii de áueórte I)u6 tesolTÍerota deshacerse de los pocos qiié ló 
guardaban. 1 costa de a^nos sustos se pasaron tos días jprimeros 
de novíembret avisado siempre el' padre Salvatierra poif un cacique éh- 
íbrmo de quien hablaí^mos hrego. En dicho día 13 poco después Ac«neteii 
de medio dia> acometieron por cuatro partes los indios^ divididos én ^ |^ qm'^ 
otras tantas nacioneti, de laimones^ motiquiscaves y diduis» Comen- \ám^ ^'"'^ 
earon ft llover dentro de la trinchera piedras y flechas. Los pocoéi leelmúJo^ 
defeinsoreS) pet oonsejo del padre Salvatierra, ó no lít valían de las ar- 
de fui^gos 6'diéparabatí al'áiHe soló pata atembrízar á los indios. 
de esta suerte cerca de dos horas, hasta que ó de cansa- 
dom,6 para tomar nuevo aliento, cesaron covno Un medio cuarto. Ded^ 
paea de esto volvieron á la ea^gá con mayor furia y algazara. A los 
Btteatros, que solo habian estado sobre la defensiva, les fué ya forzoso 
asegurar los tiros. £1 alfares D. Luis de Torres qoe mandaba la 
acción dtó orden que ae disparase un pedrero>que habían traído de la 
galoMa; pet» levente este con grande peligro del artillero y del padre 
SalvatietTa y taaayor atrevimiento de los sitiadores: decian que si no 
mataba el ^edreto grande, míenos daño fiarían los pequeños fusiles. 
En esta ounfiantEa avanzaron &cia la trinchera, como seguros ya de la 
vietoríar eop iá! mayor esfiferzo» Ya cuasi estaban á tiro de fusil cuan- 
tío el padie^uan María^ que no podia resolverse á ver morir á alguno 
^e ellos* bIá bautiiTmo; avanzó algo acia elloé esiiortámloloe á sosegar- 
9e y apartarse' de allí» A este amoroso consejo respondieron con 
tres flechb^os, que por náserícordiá' del Señor no le hicieron algún 
daiio. Retiróse ^í padre, y esN^ndo ya los bárbaros á las manos, fu6 
preciso liacetles fbego. Comenzaron & caer por todos cuatro lados, 
beridoe- muchos y algunos muertos, con tanto asombro de los demás» 
qoe al iMtante como de concierto los cuatro trozos volvieron las es- 
paldas y ganaron el monte. No se aseguraba^, auja los muertos, y an- 
tes se prevenían para algún nuevo avance» cuando vieron Tqnir acia 
el real al cacique enfenno, y á poco tato una tropa de mugeres afligi- 
das y llorosas trayendo en señal de paz' & sus hijillos, que aun (|uisie- 
ron dejar algunos en el real. Se admirailon mucho de ver que ningu- 
no do los nuestros hubiese muerto ó quedado aun levemcute herido, 
porque dos que lo estaban pudieron con fai'ilidad disimularlo. De nues- 
tra parto se pasó la nocho con extraordinario consuelo de todos da ndo 
TOM. III. 14 



^98 — 

gracias al Señor y á su soberana Madre por haberlbs libertado de i^eaK-- 
go semejante, y dado á dieas ó doce hombres Valor y fuerza para re-' 
sístir ¿ quinientos bárbaros. Atríbuíanlp á milagro de la Virgen Lan- 
r^tapat y se Cj^rmaron mas en esta opinión,- viendo que de innumew 
rabies flechas de que estaba regado el suelo, ninguna había tocado á 
la santa cruz ni al pabeHon que servia de tabernáculo ala sagrada 
imágenv t 
k yuca iwra -^^ ^^ siguiente de Ift batalla descubrieron la nuca de que se forma 
bao^ pon tth el casabe, cosa que causó á todos mucho consuelo. Se colmó este 
coa ver entrar al diasig^ientet 15' de octubre» la balandra»*y luego á po* 
eos días la galeota^ cargadas de provisiones á costa de la diligeiieia 
del padre Salvatierra y de 1^ caridad de los padres raisronerosi del Ta- 
qui. ]La balandra desde el tercero dia de navegación» 12^ de octubre» 
hdbia desaparecido con seis hombres, y apenas quedabaurya-esperan- 
zas de volver averia. En la galeota venia por compañero del padre 
Salvatierra, en lugar del padre Kino, el padre Francisco Piccolo» misio- 
Uega á la nero antiguo j visitador que habla sido de las mbiones taraumaras. 
padre Ficcolo Había obtenida de N.. M« R* P« general licencia para pasar á Califor- 
nia luego que se diese Uci^ncia del Exipo* Sr. virey para aquella es- 
pedición, y asf no pudiendo faltar á 4a Pimería el padre Kinoi hahia 
succedido en este ministerio apostólico. Hasta este tiempo no se ha- 
bian hecho en California sino muy pocos bautismos. El primero fué 
el de un cacique del antiguo real d^ San Bruno. Este mismo día que 
desembarcaron los españoles vii^o á ellos preguntando por al alnoiíante 
y por los' tr^s padres que habían estado en su compañía; haUaba alp 
gunas palabras en castellano y cqnservaba pocas luces de los miste)* 
ríos de la fé. La desnudez con que venia manifestó á los españoles 
un horrible y vergonzoso cáncer. Con este motivo se quedaba á dor- 
mir dentro del real mientras se instruía perfectamente. Era muy fid 
á los españoles, y daba aviso al padre del menor movimiento que ob- 

t Al escribir esta lústoria, el corazón de un hombre sensible y cristiano se dilatk 
y hace prorrumpir en bendiciones al padre Salvatierra y sus dignos cooperadofes. 
Permítaseme celebrar d estos genios benéficos, recordando que yo ñií él que promo- 
ví en el congreso la exección de un ghii^do en Californias, uniéndosone k» £p«i- 
tados de aquel departamento en 1836. Que habiéndose demorado eLeq^ediente 
por mil obstáculos que se opusieron, lo activé aun no siendo ya diputado; y final- 
mente conseguí el que se nombraije de primer obispo al R. P. Garda Diego^ que 
ya va á consagrarse por hacer feliz aquella región. México 19 de setiembre de 
J 840.— Cór/o» María de Bustámante, 



—99— 

;wmdba «n BOB natarries. Se bautizó soiemneiaenled día II de iio> BmümaoM 

• _ __ 

▼íembfe coq el nombre de JfoMiel Remario Hft, que erm el que íeum, ^^ ^^^^V"^* 
en 8u gentiUdadv y en en idioma significa el SoL A pocos días se 
hantHBá'nn hijo suyo de coatro «dos, á quien se dio el nombre de Btr- 
mareo Mwmml para satis&oer así á los -deseos de los Exmos. Síes, 
▼iiey y meina de México que babian pedido al padre Sahatiem íbe^ 
sen esos los nombres de los |>nmeros que se bautizasen en Califor- 
nia* A otros des párvulos -se confirió el bautismo, llam&ndolos Juan 
y Pedio, en meiMMriade los dos insignes bienhechores de la misión 
D. Jwm CakmUgr0 de Ocio y P. Pedro Gü4»la Sierpe. Habiendo 
de volrorseJa galeota para Acapvlco, escribió el padre Satvetienra car- 
4as llenas de «aoonociHáento, celo y alegría á estos señorea^ y al Illmo. 
&• D. Gartfa de fjegaspi, obispo de 4a Nueya GaKeia, á quien con* 
fiesa deber mucho aquella misión por haber costeado el transporte de) 
padre Francisco Picnolo, y escrito d padre Salvatierra ofreciéndole so 
amparo y protección para «1 éxito feliz de la conquista. Al padre 
Juan de Ugaite escribió juntamente una larga rdacion que tenemos 
de su letra, de donde hemos tomado cuanto aquí va escrito. 

SÍA apartamos aun de la California, supuesto que los apostólicos su- 
dores de ks hijos de la Compaenía han dado toda esta vastísima región 
á JesQcrislo y á la corona de nuestros católicos reyes, no seria fuera 
de propósito decir alguna cosa de la situación, temperamento ó histo- 
ría natural de la California, como también del genio, carácter, cos- 
tumbres y religión de sus habitantes; pero en esto está bastantemente 
satisfischala euríosíia¿del público con la obra dd *paiie Miguel Ve- 
nega* 9pe jfedujo á comp^idio el autor de las notioias de California, 
hombre de gusto esquísito y de feliz esplicacion* ' Una ó otra cosa 
pudiéramos añadir por lo que mira á la parte merídioftid de la California 
lomada de la curiosa relación que tenemos manuscrita del padre Igna- 
cio Tyrakf misionero de aquellas partes; pero lo dejamos para mejor 
ocasión. . En: cuanto á los hechos históricos que traen las noticias de 
California no podemos omitirlos absolutamente; mas habiendo de con- 
currir en la substancia no dejarán de percibir los lectores atentos que 
trabajamos sdlne materiales mas copiosos y mas auténticos que los que 
pudo haber á las manos el padre Miguel Yenegas, ó su curioso com- 
pcmdiildor. 

Dijimos antes como por compañero del padto Salvatierra habia si- 
do señalado el padre Ensebio Kino. Este grande hombre que habi» 



— 100 — 

. eDoendido m el ániíDQ del padr^ Salirátiélrra bfa fMíim^roB deMO» úo 
' " 9<|uella eint)re8a, ee^erába con iiñ]pácíeiié¡a - él iikBtanté en que ae W 
«onoedieae.la lio^ncilk de pasar otra Tes á aquellos países^ Efeetíviu 
meifte» luego que. recibió ostíi alegre iioticia por carta dá los siipério^ 
res y del padre .Juad María: cpie te esperaba i en íSinalda^ sé puso «n 
camiiio no sin gravísiitio peter de siis amados pinúí&. Este se mam* 
festó de tantos modos» y eran tales las circunstancial» en.qpé se halla- 
ba aquella ptieya cristiandad con la vecina sedición dé los tarábmarés 
£1 ffeneral de ^ ^Qeraflí, que jel general dé las armas D. Donüngo Ginmza Fethiá.de 
las annas se Crussat y. el padre visltadoi' Horacio Polici tUvióroh portCoiiVenientbdé* 
efpadre iüno tenerle, y no ea^oner á tal riesgo á tantos millares de alúias que ó y& esta» 
salga de la i^qq reducidas ápueblos, ó sereduciriait muy breve por lossínéerosdbseos 

que manifestaban de rejeibir el bautismo* Uno y otros esoribleita al 
Exmo. $r^ virey y al padre provincial que el padre Kino era el prí* 
mer padre de la Pimerífif la columna de aquella nueVa Iglema, el oon«^ 
suelo y el defensor de aquellos pobr^iqtie su dulzura, su celo^ su.ao* 
tividad» era el vínculo y freno que tenia 4 raya naciones taü ntimeio» 
sas, y las atraía sfuavomente al yugo de la fé y de la obediett^x qoe 
en la actualidad, no bien apagadas IdScenistas del primeií iqoít¡n^"no 
bien depuestas por los capitanjss yeciilQs las sospechas, «kmcfue < inJH^ 
tas, que siempre habían tenido de ellos^ y Solicitados por otíai paite -dé 
los Comarcanos sonoras y otros aleados, seguramente se 'aáimufiab 
todos, los pueblos en que aunque había otros misioneros, éra^ ti padre 
Kino el €|iemplar» el muelle y alma que ló ponía todo ien movitnláito» 
Ed ^^se0UeA<úf^ d^^tAcf^pi^fiei^taQÍoii, se apibfaóien (BiéxIoo-lOiOlikS^ 
do ]^ox el visitadQti y en Jugat del padre Kino^ pasd á la' Cali^iii^: el 
.padre. FrumngcO Maria Piciiolo» Y cuánta verdad fueM jho que éíéé- 
cia del padre Eino,..S0 manifestó Jttas que nunca en la ocasioior pltsen* 
te. Nunca habían recibido los pimss majror daña ideales íbc0¿ieil- y 
apaches^ y nunca sin etnbargo habían eétado más vivas en algunos eii^ 
pañoles las sospechas de que eráii amigoá ótí éllos.y.eóm[ilíces de sus 
robos y hostilidades. ..:»»•' 

En principio de enero habían quemado el pequeño puebl6 de Jesús 
María: el 25 de febrero se arrojaron sobre el pueliki de Cocospeira: en 
30 de marzo saquearon la ranchería de Santa Cruz del Cuervo, láéñ 
que les costó muy caro el triunfo. £1 cacique de Qt<t¿iiri, llaiilftdó 
Coro, distante solo legua y media, tuvo aviso de esta invasioD, y de la 
tranquilidad y negligeiicia con que loe bárbaros goaában el fruto de sil 



victoria^ At iM0t*ltté <km líbdá «á ^W, qito «I ^SírilM S^ ááM 
bía ttiittélíl5 t^aér pmttft^ ;f ^fM iAlMílt(M tt^é él» Vbé¿¿ tfe j^dtto há^ 
liáaB ímido desdi» 8» Jei^i» 6íbI BM$, V«l« á éátttá C^M^, céH» í léi 
ettoMígM, y ooiitiMieM ddl pUtítíApü éáñífiie éé tía jú(ísí)ittéB; ^ 

fon el tíoánce pi» Hll^iiftto kigm, áA Itttaé (yétdldk Qdé étiieódé Im 
suyos. Dé loií ¿ttéítií^bíi drarfeitbií cuasi tMos túfttiioi üabia^ <iiíié%i ' 
dosé éñ el' taérf<s'¿ñ ifáie se fes eseápiúféb (dicd ei pÉ¿bre Klntrétt relk* 
^iim íMuldá de su püfio) Émb seté que Ibáh eb buenos icabkliosy boxta. 
dos d& C^MMperti« El ínisttío padre áite hábér enébtottkdd il^ipttéü de 
algtúiot diá^ eikiéüenta y coath) didátefM, y ^ bÜfa pátte tiláHfe, (pi 
los iikiérfbs pashtób dé ocKenta. Un modéimo éMtílót HaCé Mlñr tóúá^ 
tá treseíentós el númeh) de muertos, y a&d¿ óty¿s eiifcünstáttciái á 
esta relacíoiH qué úo sabeMos de doiidé pudo iútákñkn. 

Estd gblj^ aMgOh} pót al^n tietenpo )a trabquili^d de lá i^óira y 

Piíkiéría» y ttyn fáíi6 á los JHboá á qtie Vio^etén á pédli^ MHi^ la (^ 

á D. Jteú pyrbkttilez dé la Fuente, cápitáh de áqbél ffímidib. flHi 

embAr|;o de ttil sIbrViéto tan impot&blé, y ttíiá ^iruéba bín {fióobteírta* 

Mo'deU Bdiritdáfl de ios ptibas, eb etite iñlkño tiéMpó te éspafclefob 

on toda Ui SéxidjM voéea dé tfiíé el pai^re E3bo pedfa &Wmp¿íí(iít8f¿ 

safiasan de «ni een és<^kta; ji6r bábéHe qiiéridb dar mneité misináios: 

se afiadia« 4pe el eabiqüe gtlbefñéáfí» de tíóobspefá, lláiiiaiíb D. Fran« 

cisoo i^héso) faabia ubario ft su mügei* pepino bó débTaksé' ¿terta 

coMpUaoion qba 6| tremiiba eobtira lóii éspáñótéí. una y vhtí méntifá: 

le dsenuneetéHás preaiOv Elpadl^lÉiño,'ilbf Éúa'i^M/'ilé^ 

bégo áioB padmy eaptebés» £l'¿aéiqué Paéhéeb, brá}o iá migélf 

á Baoaiuitzl, ^ deaUi á lofl Dolélre^i dóttde éatéqbbciída ]^r el páÜfO 

Kiiio» pttíd Me^ á d. Miguel de tdápe; dobde el miifinbo día del S&ü. 

10, ab la fiesta/ y en el ttftyer eóndáriio del ptíeblo/fbé Silñétbnékñente 

baiitisada con el bombM der líloiáákot'i^mño úú pádHbó D. Ntcólá¿ de 

Unxo. 1f o solo estaban en pak y en thinqollidad tes indios ya reáú- 

eidos á pobiaeioo y polleíá; pérO átib dé íós gebíHeésobaiporís, Vínie. 

roa por segunda te¿ C ñkéaáo sétiéMbrd, caiñiño dé mas de cien le. 

guas, á pedir padres que les diesen el bautismo. AOoñipaBados ¿el 

miscoo padre KinOi pai^íbn á'^tanta tearia Baísíémcu, dfón¿e se baila. 

ba actualmsinte él padre vtoifádor Horacio Folrci: teeiBló este cotí su- 

ma eompláéenda los ebvladois, y prometió fiívóreéer su pretensión. 

Con eete detivo» pérsutfdié vl^ ¿¡keM D. Domingo 13irbb«aÍ que pám 



/ 



I 



— loa- 
desvanecer enteramente las falsas preocupacipnes <iue impedían laie* 
Succión de los pimas» enviase alguna compañía hasta lo mas intmor de 
sus tierras, y esplorase la disposición de sus ánimos y reconociese sí 
habia en realidad algunos famosos jalmacenes y corrales, dondp se decía 
que guardaban de concierto con los apaches «todo el ganado y demás 
botin que habían llevado en trece ó mas años de guerra. .Accedió A 
general á la propuesta, y nombró al capitán Cristóbal Martin de Ber« 
nal, para que c<m los tenientes D. Juan Mateo Mange, D. J^an de 
Escalante, EL Francisco Acuña y D. Fxancisco Javier de Bwoekiia 
y veintidós soldadqs, fuesen* £1 éxito de esta jomada, escribe el. mis- 
mo capitán Cristóbal Martín aly[>adre visitador en. estos términos: 
^,Muy reverendo padre: Acabo de llegar de la jomada, que p^. orden 
de mi gobernador hice á toda la Pimería en compañía del padre £u- 
sebio Kino, habiendo caminado <le dia, y de vuelta mas de doscientas 
sesenta leguas, entrando hasta los últimos sobaipuris del Nordeste, 
Norte y Nordeste, hasta el rio Giía, y Casas Grandes, y mas adelante 
hasta los confines de los opas y cocomaricopas. He hallado que toda 
esta nación está, no solo muy quieta y muy pacífica, y muy amante de 
la española, sino iambien muy deseosa de recibir el bautismo, y padres 
que piden para su instrucción* No hemos hallado el fnaft ly^iilo.ras- 
tro de las caballadas y ganados, que algunos sin fundamento; han sos- 
pechado y aun.siniestramente informado que allá dentro seliraban; án- 
ites supimos que en 15 de setiembre, dichos sobaipuris con los frfiosde 
S. Javier del Bac, dieron albazo á los jocpmps y apaches, eñ que na* 
taron cuatro jr cautivarondos niños, que ahora me entregaironii y eaM 
de octubre lo^ j>imas del capitán Coro de Quiburi, habiáB oaido sobce 
diez y seis de losjocomes yjnuerto á trece de ellos. '£u todas partes 
•nos han jrecibido con muchas demostraciones de alegría, y ofiree^óndo- 
nos para el bautismo á sus párvulos en número ^de mas de sesenta, y 
aun de los adultos se hubieran ^bautizado muchos, si no lo retasara, el 
padre Kino. Hemos contado cerca de cuatro mil almas. Tienen my 
buenas y fértiles tierras, con acequias, y en algunas partes eqgea sus 
cosechas de trigo, y han hecho casas de adpbe y terrado para los pa- 
dres que piden y esperan. 
1698. J^^^ espedicion dio mucho crédito á lo que tantas veces gritaba el 
padre Kino; pero aun mucho mas incontestable prueba dieron los pi- 
mas de su fidelidad en las invasiones que al siguiente año hicieron en 
sus tierras los enemigos* £1 padro Kino, aunque después de estas fií- 



ñgBLB haSoL estado por d^imos meses bastante enfeñno; sin emburgoV 
mpénas mal convalecido trató' do ona nueva espedicion. Noticiosos 
losiiiaperioras en la entrada en California del padre Salvatiena, y de 
los motivos ^M^hahiapara esperad se perpetoase aqiieHa población, esr. 
eribíeion al padre Kino que reomoctese si había por las costas de la 
PimeHa algmi sitio ácoinodada á que pudiesen arribar los barcos de 
California, y de donde surtirse de alimentos* Esto tíástño le^M^arga^ 
ba también el mismo padre Juan María. A este efecto^ en 2S de se- 
Üemhre, ñlió de Óoloies con el capitán Diego Ca^lrasco y algunos 
guias y llegó á S. AndiéSf de donde habiendo enviado correos á los 
epatas y cocomaricopas, t<»ció é( camitfb del Pmiieáfé con ánimos (di- 
ce el mimo padre) de subir un monte que estaba á la vista^ y divisar 
ka úertiá circunvecinas, y si ser pudiese» también las marinas. Pues« 
to en cánúno el día 1. ^ de octubre, una violenta calentura le hizo voK 
ver áfi. Andrés. Fué este regreso de mucho consuelo parvel padre, 
por encontrar á Sd vuelta loe cocomú^ttopas, que aun antes de recibir 
m embajada habían venido' 4 i^ciUrio á S. Andrés. Esta nación es ]|^|^ ^ p^. 
de idionia y tnige^diférenté de los pimas; pero muy semejante á ella en droKino áW 
hk coritnmhres, y siiiguhúrmente en la mansedumbre y docilidad: los piyi. 
enerpos ióínstos y bien proporcionados, y aun de mejor semblante. Su 
eonstante ataislad y parentesco con los pimas, jiinlo' con las embajadas 
qns de cinseriuLos les habia enviado el padre Kino,- le» 'Üabiain hecho 
todktr Goír acnsiks el bautismo. £1 buen miinonero loe consoló, pnK> 
metiéndoles Ifeu^er cuanto álicanzásen sus flierzas para tü logro de sus 
desoQíB^íy creada gobernador^ capitán y fiscal, los despac&ó contentos á 
ma'-úanBi, Dé aqtá^pasóla caiuvana á ;S. 12a/¡ie{ lis wtolm, donde 
toamdo el M con' el asuolabiiv^ halló' el padre KiÍM> en é2 gmdosde 
dtura'del soL Estar observación puede servirnoe para corregir, como 
bemo0 procurador hacerlor todos fes ant^ovmapas déla Pimeria, pues- 
to que siendo en S. Rafad la altura del soF de 62 grados, y siendo por 
principios de octubre, en 'que se hizo la observación de 7 á 9 de 6i^ Deolinaciotf 
29' 16, se hallará que dicha población debia ponerse justamente en 2^ del mA. 
30* 46 de altura del polo. 

Llegados 4 S, Mateo (digo S; Marcelo de Soroydad) subió el* padre Altura ddpo^ 
4 un cerro que llamó de Santa Brígida, por ser en su dia< desde donde ¿^^ 
(dice) divisamos el muy cercana mar de Galifi>mia, con un puerto ó 
bahía, que según su altura de 23^, poco mas, debe ser el que los anti- 
guos cosmógrafi>s en sus mapas, llamaron de Sofito Clarm; tiene la en- 



trada al Sudeste, y al O^i^js^ jx§9 ^miw j^ueño*. V&Á» la d^ 
fe^ MSÍ^^*^ 4^ Sgttif* Sifígirfaf aiie por imii KMifihoa nebutefe* (óea^ 
Qpi^a) ae cooioftp ^b^r sido ypípp^ff^^Mri«ms»J^ 
«jLipi^es d^ ff e^oDQfb^iée d^ pp.Gjrand^i ;|r 9I AícaI jM Mi|ie&> dcaidecl 
'?9 ^9!!???^ W ¿«ota 1?^ «í fí? lGfy«pd9 dri NortiT) $tif9 os «oimoM día 

Ppr estar }a jf^or NtfSIH^da, 9p dÍYÍI>Ra«>a !^ percutí» jQaUfofi^ fiQfiqae 
la beiQ^ ijívjuifkdo pt|^ difereoloa AcaAipDoa, {MCf o.Mil# ai»yp 4^iiide lo* 
<;aiT<3Mi de la £)o|ie0pcioii ie Clahoi^a^ doode la tM^e«»a aera como de 

HemP9 4il9efM^^ }ai h^va, este tM^ del diaria del psadre Kioo^ 
fiQ|íqM9 no i9e;erpa qvie ^^i fii^dam^íiito pq$ apaltattioa del autor de kur 
4fm^ 4lK»fl!^V9lrqU6 en su libn» se^ndo capítulo 7^ ^ ». liaUmdodé 
4«tp ' ¥Íftgf^ dk« «lt» ^ Atttíque <ítfi. eefa i;e]a<3i<^ no e^prem haber aatí- 
do al Ydlcán ó o6ro de eákQ ttonibre; pero en oüraa pattáa tffíxtDt por 
diaü recoÉ^ que en este ^ño de 1696| dtode di derto de Santa Clara re- 
eeneciójcóinfirla mat da Californá karminalm y remaUbA eta ^.deaem^ 
boqU^ del lio Colorado, lin tener contúAuacíon alguna por donda jfiidie-i 
íq CQtnUñÍDa^ con otroamanea» £a mAy natux^ que pn eale TÍage hi<' 
eiese este reoonopiroienUv aunque aeélvklJEuie^ ó aú wnasaanúfeme^, dp ex> 
pr^aarJo^eti el papel«" Sobce ea(a QDngetttra,.d|seurr6.oate autolt pa- 
lo elpadlr^iSm nooaUa di rp¿oQjócinúento^8Íhef)ueéxpreBamentak>' 
iWf^V y. «mqU9 dke. Ii4ber dividado otraa dúa ietsea el mar. db Caüfor* 
Bja, noitif i»l em cfo H9Bi Ano d de J4, an compañía d^^eaipitaB 
Ji«ra lifatdP Jl^g^ri d^e Ü earcor.^ $bUita.ClÉu^ éinó^dbl Nasa* 
aeno de, G^Xf^^^^y. ^stík entiznada no yió: fentoy cómo lil baca t&í él auw 
lor db.lps J)p$fitílícos r^f^^* ifista idage no conttiusd al Iferifwoao 
padre ha<|tii laimaom embocadura del cío Qolorado, como üiteátaba, por 
díficuUadea que le opufieronlga comf^anéros y loa.guiaa. .£a lodo él 
descubrió mas de ov^atro and aliaasi^aettonoflto y puso nomttcaá'iiiitpfaaa 
nuevas raneheriaa, bautiaó muy cérea :de . cúatróoiaatoa pámiloa y 
echando dádivas para los habitadores día ka orillas del CSla y- Colora- 
do, acia el Norte, y algunas prevenciones para continuar, en otnt oca- 
fidn \9. marOhe» se volvió á Dolores en 18 de octubre, déspuea da faa- 
b^r c^r^idQ inajl:de trescientas^leguas^ 

áflÍ! desde tan l^jos^ trabajaba el padre Kino.para facilitar del nsodo 
que podía la reducción de la California. Eala nueva conquista, aun- 
que oon moQha lentitud, nó de¡}aba de ti^d^ sus aumenitos, y prometer 



( 

— 105 — 

los mayores. Se había ya fabrkado trinchera y cuanto bastaba para 
resistir & tas débiles annas de los indios^ una capilla y casas. A prin- 
eipiofl del año, llegaron cinco nuevos compañeros de las costas de Si- 
naloá, qae voluntariamente se habian ofrecido al padre Salvatierra á 
seguirle en aqoella empresa. Este aumento aseguraba mas la colo- 
nia; pero al mismo tiempo hacia mas escasos los alimentos, de que se 
comenzaba ya á tener necesidad, por falta de los socorros que se espe- 
raban meses habia do Nueva-España. A esto cuidado, se añadía otro 
mas ejecutivo por ciertos movimientos de inquietud que comenzaron á 
notarse en los indios. Dobláronse las centinelas de noche; veíanse al- 
gunos fuegos á alguna distancia del Bcal, y aun de día por las caña- 
das y cerros vecinos, so dejaban ver algunos trozos do gente 'tmnada, 
que tal vez llegaron á desafiar los soldados con senas y alaridos. Sin 
embargo de que diariamente asistía un gran número á la doctrina, 
solían desaparecer repentinamenie algunos caciques, y se temia no par- 
tiesen á convocar nuevas gentes. Con estas sospechas se vivió hasta 
los principios de abril, en que hubieron de manifestar sus perversos 
designios por un genero de hostilidad, que menos se podía temer. El 
día 2 de dicho mai, á medio día, en que (creyeron mas descuidadas á 
nuestras gentes, robaron de la playa la pequeña canoa que dejaban por 
lo común varada en tierra, y llevándola monte adentro, la hicieron pe- 
dazos con piedras. No se supo del hurto hasta las tres de la tardo, en 
que al punto ol capitán Luis de Torres, con otros nueve hombres bien 
armados, salieron en busca de los agresores. Encontraron unos po- 
cos que daban muestras de venir á las manos; pero al mismo tiempo se 
retiraban. Siguiéndolos, se hallaron los fragmentos de la canoa, y por 
óiden del capitán se destacaron cuatro hombres para registrar un lado 
del monto, mientras 61 con los demás, seguía por la playa el rastro do 
los fugitivos. £1 alférez D. Isidro de Fígueroa, que regia el pequeño 
destacamento, divisando unos cuantos indios, se empeñó en seguirlos 
con mas valor que prudencia. A pocos pasos dio en una emboscada 
de mas de cincuenta salvages, que en breve pasaron de ciento. Co- 
menzaron á llover flechas: no era posible retroceder á juntarse con el 
capitán en el lugar que habian convenido, ni los tiros de fusil podían 
percibirse marchando los demás por la playa, doado el ruido de las olas 
y el vÍ6nloiu6fte y adverso, disipaba eü senido. En este apiáetis dis- 
ptnoidoJM fttSÜM ieoa boea^rden, d ájjfan wiípawwi snayloaerse sia ^jar 

acercar al enemigo. Quiso la fortuna quts los dos ' |w r imu r us tirón se 
ToM. III. 15 



— 106 — 

empleasen en otros tantos bárbaros que avanzaban con mas ardor, y 
quedaron fuera de combate. Esto contuvo á los demás para no acer- 
cante. Sin embargo, temían á cada paso quedar envueltos do la mul- 
titud, y comenzaban ya á escaseárseles las municiones» cuando avisa- 
dos de un fiel californio, que acompañaba á los tres españoles, llegaron 
el capitán y sus gentes. Los indios mantuvieron el combate hasta el 
anochecer, en que con sus pitos tocaron retirada, con pérdida de seis 
de loa suyos, y doade los nuestros levemente heridos. Esta victoria 
aseguró la tranquilidad por muchos días. Pasó todo abril y mayo, y 
ya era necesario alimentarse con taza, y de maiz en gran parte cor- 
rompido. Allegóse el sentimiento de ver cuasi repentinamente desapa- 
recer los mas de los indios de la doctrina. La novedad causó no poco 
susto hasta que se supo ser aquella la sazón de la pitaya que iban á re- 
coger al monte, f Los padres dispusieron hacer un novenario á la San- 
tísima Virgen para alcanzar por su medio el socorro de que ya en gran 
manera necesitaban. No quedó engañada su genial confianza. El 19 
de junio vino un indio al Real, diciendo que había visto una embarca- 
ción grande: ni se esperaba alguna embarcación de porte, ni el autor 
era muy de fiar, aunque lo repitió varias veces con grande aseveración» 
A poco rato avisó el centinela que de la cañada de enfrente había vis- 
to bajar unos hombres vestidos á la española. Dieron estos la desea- 
da noticia del socorro que les venia en el navio del capitán D. José 
Manuel Gardujo, y consistía en semillas, carne y otras vituallas, con 
las memorias de géneros y otros utensilios necesarios que enviaba el 
padre procurador Juan de Ugartc, y siete españoles de la Nueva-Ga- 
licia, que venían á servir en aquella conquista. El barco estaba á tres 
leguas do allí en una mda, donde habían surgido por error, hasta que 
unos indios que llegaron allá en balsas, les dieron noticia del Real, y 
uno que venía, se ofreció á conducirlos, quedando loa demás on rehe- 
nos. Al (lia siguiente llegó la embarcación á la ensenada de S. Dio- 
nisio, y el 21 saltó la gente en tierra. Por las cartas supo el padre 
Salvatierra como la liberalidad del Sr. I). Juan Caballero le franquea- 
ba aquel barco, que se ofrecía á comprar para la misión, como efeeti- 



t Todavía se practica lo mismo en el departamento de S. Luis Potosí. Pobla. 
ciónos enteras emigran de sus casas d los campos para alimentarse de tmia cárdena 
que allí abunda en agosto y setiembre, y van do Guanajuato porción do barretoioii 
cascados del peclio á tomar colonche^ bebida confeccionada de la tona y sabrosa 
coB que se recobran y evitan la ihists, — EE. 



— 107 — 

'vamcnte lo compró en doce mil pesos, aunque ó por fraude, 6 por ¡g- 
Dorancía del vendedor se perdió esta suma poco después con d barco, 
que gastados en su carena seis mil pesos, y perdida toda la carga de un ' 
TÍage, dio al través en el puerto de Acá pul co. Por agosto de este mis- 
Tno tienípo el tesorero D. Pedro Gil de la Sierpe dio á la misión un bar- 
xo llamado S, Fermín, y una grande lancha con nombre de S. Joúier, 
que fueron en lo de adelante de mucha utilidad. Hasta entonces, ocuv 
pados los t>&dres en aprender la lengua del pais, y en las disposiciones 
necesarias para la subsistencia de la colonia, no habian bautizado sino 
algunos pocos párvulos y dos ó tres adultos, uno de los cuales llama- 
do en ell)autismo Lúeas, muy enfermo de asma, dejando en los pocos 
dias que vivió cristiano raros ejemplos de fervor y piedad, pasó de es- 
ta vida con mucho consuelo y edificación, aun de los soldados y gente 
de mar, entre quienes se conservó por largo tiempo su memoria. 

En México falleció este año, víspera de la gloriosa Asunción de Muerte del 
nuestra Señora, el Illmo. Sr. D. Francisco de A^iar y Seijas. En- Seijas,añode 
tre los innumerables pobres y obras de piedad que fomentaba la nunca 
bastantemente aplaudida liberalidad de este prelado, uno de los mas in- 
signes y ejemplares que ha tenido esta metrópoli, era una de las prin- 
cipales una casa en que sustentaba á sus espensas las mugeres demen- Origen de la 
tes y fatuas, á quienes su enfermedad y pobreza hacian andar vagabun- ^^^ demenl 
das, no sin mucho riesgo de su honestidad.- Esta grande obra de mi- tes. 
scricordia emprendió el Illmo. el año de 1690, á ejemplo de un pobre 
oficial de carpintero. Llamábase este buen hombre José Sáyago, y co- 
menzó por recoger en su casa á una prima de su mugcr, á quien acon- 
teció este trabajo por los años de 16S7. Conociendo la piadosa fami. 
lia el grande obsequio que hacian en esto al Señor, se animaron á re- 
cojer otra y otras, manteniéndolas y sirviéndolas cuanto alcanzaban sus 
cortas fuerzas. Noticioso do un tan grande ejemplo de caridad el 
santo arzobispo, pasó personalmente á la casa de Sáyago, y no menos 
edificado de su piedad, que lastimado de su pobreza, se ofreció á man- 
tenerlas, pagándolas casa y alimentos. Con este socorro, el buen Sá- 
yago se animó á tomar mayor casa, que fué enfrente de S. Gregorio, 
y recoger en ella á otras muchas hasta el número de sesenta y seis. 
Asi pasaron hasta el 14 de agosto de este año, en que por la muerte 
del ilustrísimo y pobreza de Sáyago, parecia haberse de arruinar aque- 
lla buena obra. En estas circunstancias el padre Juan Martínez de c , 
. . ^ Sehacecargo 

la Parra, prefecto de la ilustro congregación del Salvador con limos- de la can de 



— 108 — 

mugeres de- Has recogidas» parte de ana congregantes, parte de otras personal^ de« 
d^'jwin ]^ votas, se hizo cargo de mantener aquellas inr(;lice8, como k> hizo des- 
tinez de ln de el mes de setiembre, hasta 1. ^ de marzo del siguiente amv en que 
^"^* se hizo cargo de esta obra pía la venerable congregación del Salvador. 

Se les compró casa propia y mas capaz, en cuyo aderezo se gastaron 
cerca de siele müjpesosj oon reconocimiento de un censo á la ciudad, 
cuyo era el sitio. Este oenso remitió después la ciudad cuasi ente- 
ramente, contentándose con solo un peso cada ano. Se consiguió 
asimismo merced de agua, y licencia para oratorio, en que se dice misa 
todos los días festivos por capellanía de cuairo mü pesost fundación del 
piadoso caballero D. Marcos Pérez Montalvo. Por los años de 1747 
se reparó de nuevo la casa, y fínalmente se aumentó considerablemen-i 
te con ocasión de una epidemia del año de 1758, 4 solicitud de sus doe 
prefectos, eclesiástico y secular, en que se emplearon diez y ocho mil y 
cien pesos f donación por la mayor parte del Sr. D« Miguel Francisco 
Cambarte, á cuya piedad, actividad y celo debe mucho lustre aquella 
congregación, de que por doce años ha sido prefecto, f 

Volvamos á lo que se nos queda del año de 1698. Para el dia 3 de 
noviembre» cumplidos los nueve años de la ultima congregación pro^ 
vincial, citó el padre provincial Juan de Palacios á los vocales en el 
colegio máximo. Fué nombrado secretario el padre José de Porrast 
prefecto de la venerable congregación de la Purísima, y el dia 5 elegi- 
dos para procuradores los padres Bernardo Rotandegui, rector del co- 
legio de S. Ildefonso en Puebla, Nicolás de Vera y Francisco de 
Aguilar. 
1699. j^ principios del año siguiente entró en el gobierno de la provincia 

padre Nicolás el padre Francisco Arteaga. En este primer año de su pirovincialato 
^^^d^i ^ &Ueció en el noviciado de S. Andrés el padre Dr. Francisco Nicolás 
minarío de S. Andrade, natural de la Puebla de los Angeles, que después de haber 
^bla? ^ ilustrado su patria en el estado de sacerdote secular» dejando las gran- 
des e^eranzas que le daban su virtud, su literatura^ su noUeza y oau* 
dal, se consagró al Señor en la Compañía,^donde n^urió á pocos mesea 
de novicio. Habia el padre, aun antes de entrar en la Compañía» de- 



•iF*—n^^^r'^^tm^rr^i^' * ■ . ■ 



t ISsta casa existe aun en la calle de la Canoa, y conserva el nombre de Casa 
del Salvador; se ha reedificado, y se conserva por los esmeros del español X). J^ 
Martínez, Está de caida en sus rentas; pero se auxilia en parte con lo que le pro, 
doce una rih, semanaria llamada de! Divino Salvador. Tiene poeo buque para 1«a 
locas qns hay en Kéxico.<^J?J?, 



— 109— 

seado co« apaia qoQ fuera de] Senunaiio do S. GeróniíOQ $e fundiíae en 
la Puebla oUo colegio de eatudioa mayoree, vecino al de S. IldefooBOt ^ 
adonde ka era fomoeo pasar diariamente á loa ovrpanleí con notable 
incoerjodidad y detrimento de loe eatudios* Veoino ¿ ln mnerte, hiao 
renuneia de todoa aat biene^i dejándoloa 4 diepoeicion del padre pro* 
vincial Fhinciaco de Arteaga, con quien tenia ya corminicadoiB aus de- 
signios- Se hiao la renuncia conforme á la coetumbre de la Compa- 
ñía en 96 de agosto ante Francisco de SoUs y Alcázar» escribano real 
y público. 

£1 padre provincial» que ya desde algún tiempo antes fomentaba los 
miamos penaamientos, compró con este fin algunas casas frente de S. 
Udefimao» qoe eimn del alféres D. Francisco Antonio de Ayala, é in« 
mediatamente se presentó por una petición al alcalde mayor, justicia y 
regimiento» pidiendo su informe sobre aquel asunto. £1 alcalde ma» 
yor, que era entonces D. Juan de Veitia, caballero del hábito de San« 
tingo, y aingularmente afecto á la Compañía, como loa demás miembros 
de aquel ilustre cabildo, infomiaion ventajosamente de la utilidad ne- 
eesaria é importante de aquella fundación. Con estos documentos se 
presentó el padre provincial al £zmo. Sr* virey, conde de Moctheu* 
zoma; pasó la petieion a| fiscal de la real chanoiliería: su rei|)ñesta hn« 
bíera deaanimado desde luego á cualquiera otro qoe no fiíera el padre 
Arteaga; respondió resueltamente que S. £• no podía ooflceder tal li- 
ceneia. £1 padre provincial, que había bien previsto este golpe, se ha. 
bia ya prevenido escritNendo á Madrid, por medio del padre Bernardo 
Rolaudegui, que peeo antes había partido á Europa. C^ lelía éxito de 
eata negociación lo veremos á su tiempo. 

Fué este año muy funesto á la ciudad y puerto de Teraorua, y no Origen del tó 

menos glorioso á la Compañía, por lo importante y íVuctuoso de sus mito prieto ea 

, Vcr&cruz* 

trabajos. Con un barco ingles que conducía una armaaon de negros 

esclavos, se introdujo por la primera vea en aquel puerto la terri- 
ble eindemia que llaman vómito prieto. Lo rabioso, fttido y ejecuti- 
vo ÍA accidente, llenó de espantó y confusión á los vecinos. Comien- 
aa por mía ardentísima fiebre, los ojos parecen respirar niego y san; 
gres al segundo ó tercer dia exhala todo el cuerpo un pestilente hedor; 
signe un delirio rabioso, unos dolorosísimos torcedores de estómago, 
un vómito de sangre requemada y negra, con que acaba la vida. Aco- 
mete efft|smal regularmente á loa estrangeros, á quienes por tanto en 
el desampara de loa suyos es mas dificultosa la curacioor y ¿aa morí. 



\ 



"s. 



— lio— 

toria la cristiana asistencia. Tal es la enfermedad que á los princi» 
pios de este siglo hizo tan temible á los estrangeros el puerto de Ve* 
racruz. El horror y la falta do esperíencia^ hacían por entonces mas 
difícil la curación. Desde la mitad del siglo para acá, ni es tanta la 
violencia del mal, ni la generalidad, á que se añade lo que la necesidad 
y el uso han descubierto en Orden al remedio. £n el tiem]^ en que 
Uablamos se tenia por un contagio incurable. No impedia este temor 
á los jesuitas para dejar de asistir á todo género de personas de dia y 
de noche en la tierra y en la mar, en la ciudad y en el castillo; No 
será de admirar que después de esto se mudase cuasi enteramente el sem- 
blante de aquel colegio, cediendo los mas de los sugetos que lo compo- 
nian, no tanto á la actividad del contagio, cuanto á la continuación de 
la fatiga. El padre rector, Domingo Miguel, fué una de las primeras 
víctimas, que como su oficio lo empeñaba á la parte mayor del traba- 
jo. Siguiéronle bien presto los fervorosos operarios padre Andrés del 
Valle y padre Miguel de Salas, con los hermanos coadjutores Miguel 
Diaz y Antonio de Burgos, y dos succesivos profesores de gramática, 
hermano Tomás Velez y Juan José de Arragozes. En las epidemias 
de aquellos primeros años, que eran otras tantas cuantas flotas surgian 
en aquel puerto, han muerto sirviendo á los apestados otros muchos fu- 
getos que seria difícil contar, y cuyos nombres este grande oficio de 
candad, hará inmortales en el libro de la vida. £1 fervor y la constan- 
cia en esta especie de ministerios, sin faltar á los demás comunes de 
los colegios, es el cimiento sobre que en aquella ciudad se ha levanta- 
do y continuado desde mi fundación el grande aprecio de la Compañía* 
en que apenas tendrá semejante alguna en la América, f Esto en lo 
interior de la provincia, en las misiones de padres Eano y Salvatierra, 
con diversos géneros de trabajos, igualmente gloriosos, promovían á 
grandes pasos la obra del Señor. El padre Kino, á principios de fe- 
brero, penetró en compañía del padre Gilg y del capitán Juan Mateo 
Mange, hasta tres leguas mas acá del lugar donde se juntaban los rios 
Gila y Colorado. Dejaron alguna porción de ganado en Sonoidag» 
por si acaso algún barco de California llegase, como habían concerta- 
do, al puerto de Santa Clara. Se dio por medio de los intérpretes 
noticia de la palabra de Dios á mas de cincuenta yumas, opas y coro- 

t Cuidado con olvidarse de los padres franciscanos y dominicos, prímeroB fun- 
dadores del Evangelio, á cuyo celo y doctrina debe esta América la religión, la cí. 
TÍiizacion y toda clase de bienes. Cada nno tiene su lugar distinguido^— BJ?. 



— 111 — 

marlcopasy que parecieron oiría con agrado, y prometieron convidar á 
los yuanes» cutganes^ quiquimas, alchedomas y otras naciones de la 
otra banda del Gila: (dice el capitán Mange en su relación) andan en- ^. . ^ ^^^ 
teramente desnudos; tas mugeres be cubren de la cintura á la rodilla con capitán Man. 
la cascara interior del sauce, que majado, hace muchos hilos y guede- ^¿o^^deiGí 
jas como copos de cáñamo. Estos hilos tejen del ancho de dos 6 tres la* 
dedos, y los demás hilos pendientes, forman un corto faldellín, que al 
correr con él hacen mucho ruido. Es gente bien agestada y corpulen- 
tdt las mugeres mas blancas y hermosas, que son por lo común las do 
Nueva- E^aña. No usan rayarse el rostro, embijarse sí: cortan el ca- 
bello como cerquillo. Las mugeres por arracadas ó aretes, se cuelgan 
conchas enteras de nácar, y otras mayores azules en cada oreja, de mo- 
do que el continuo peso se las agovia, y les crecen mas que á otras na- 
ciones. Sus arcos y aljabas son tan grandes, que sobrepujan mas do me- 
dia vara al cuerpo del hombre con ser tan corpulentos. Tiene» unas pe- 
lotas de materia negra como pez, embutidas en ella varías concbuelas 
pequeñas del mar, con que juegan y apuestan arrojándola cmb el pié. 
Procoramos inquirir la distancia de allí al desemboque de los dos ríos, 
y todos discreparon; unos decian que seis, otros tres días de camino^ y 
porque llevábamos una antigua relación del viage de D. Joan do Oña^ 
to por los años de 1606, se les preguntó si habían visto ú oído decir 
que hubiesen llegado aUí españolea con armas y caballos, dijeron: que 
sí, que habían haUado con sus padres y vuelto para el Oríente, y aña- 
dieron (sin ofrecérsenos preguntar tal cosa) que siendo ellos mucha- 
chos, vino á sus tierras una rauger blanca vestida de vanos colores y 
un paño en la cabeza, que les hablaba y renta mucho, aunque no se 
acuerdan qué les decia; que las naciones del río Colorado, la flecharon 
dos veces; pero que luego se iba, y no sabían dónde habitaba. Discur- 
Timos si acaso será la venerable madre María de Jesús Agreda pot de^ 
«irse en su vida que por los año» de 1630 predicó á los indios de esta 
septentrional Améríca, y habiendo pasado cincuenta y ocho años hasta 
el corriente en que nos dan la noticia los viejos, que según su aspecta 
parecían de ochenta á noventa años, bien pueden acordarse. Dijeron- 
DOS también que áeia el Norte y costa de mar pueblan . hombres Man- 
ees y vestidos, que á tiempos salen armados al río Colorado y ferian 
algunos géneros por gamuzas. Lo dicho, es del capitán Juan Matea 
Mange: solo debemos advertir que las mismas noticias habían dado é 
^ padres cinco dias antes ^ indios de S. Marcelo Sonoidag, y do» 



/ 



— 112 — 

&ño4 iniQ$ otros vecinos de las CisM GKindd6. I^út otiA p«i«s'«er «ri- 
ta thidáctoá conatatite .^tre aquellas miettMioiy aáMn el padye Luis de 
Vekrde en su éeisorípcion manuscrita y curiosa de la PiuMHa «itta. £1 
temor de loe indios guias, y mas ^ue todo una íuette indíepesieíon de 
vómitos, desmayos» calentara, é bincbason de piernas que aeemetió al 
padre Kibo desde fines de ifebrero, le hicieron dar la vuelta á los Do* 
lores^ aunque no coa tanta precipitación que no ocupase cuasi la mi- 
tad de mareo en recorrer otras rancherías, tMiutiaando muclios párvulos 
y oonfírmendo i todos en los Unraos deseos de recibir el bautismo. Al 
ll€gar á los Remedios, entibo pueblo de su partido, tuvo el toen padre 
el dolortfe ver arruinado por la mayor parte el templó que allí iba fií- 
bricando, y que tenia ya en altura de nueve á diea varas. Esta amar- 
gura le endulzó la notioía que tuvo al llegar 6 los Dolores, de la victo- 
ría que los pifias BobM hpbian conseguido de los apaches y demás in- 
fieles, y en que el cacique fiumari babia rebalsado valefosametíte sus 
^aiditoe» muerto treinta de los enemigos, y prisioneros muchos, de los 
uuales envió luego ocho párvulos. 
Descrédito de £1 pitdrs Kioo tuvb BÍempce la desgmcia de eneóntfar émnlde que 
las noticias disimuiaeen 6 míis bien disminuyesen y pro^curasen quitar todo el eré- 
del P. Kino. ¿íto y aprecio que mereoiañ Sus noticias. Después de tantos viages, 
entrbdaa y psonpjizas'de loe ca^útanes y presidiarios, apenaa se había 
acabado de desarraigar la opinión de que I» pima» emn loa Yerdade- 
TOi^ apaches faomicidas y robadores de ;8onora. fista o^nnionpasó 
luego á los opas y óocomarícopas, que el padre con 0us visitas y sus dá- 
divas tenia itunbieín dispuestos para la box evangélica. Deciaee que 
eran ponderapipnes de su oelo, mas aanto que discreto. QKie en Cada 
ebarco s^ figpraba un rio, y én cada matorral un bos<}ue: que numen- 
taba el núurtfO de aquella gentilidad, y exageraba demasiadamente su 
docilidad y. is^naedumbre, y la fórülidád y ostensión de sus tiéms; 
fl«e loa yutbae y opas apenas eran unas cuantas Tattcherfav de in<fios 
tos mas iuoapacefs ds la América, y en quienes era perdido el Intejn 
que ee -podía empleqr mqjór en otras naciones: que el pais era un ter* 
reno pe(tregoeQ,:arenoso y estéril, en que jamas podría fiíndatee una 
BMsIon estable: que ei genio era el maa ílefOt inhumano y traidor, en 
euya comprobación afirmaban (con tanta verdad como lo demás) que 
los átíb padree hábiianetatado en gran riesgo de morbr á eus mnnos( y 
aun se llegó'ádecir.queeéeotivamedie habían muetto^ Coneltaife-^ 
cea tanto mas peraicáosaa f stínsibleS) cuanto no emn eolamente. é» 



í 

seculareB y geute poeo celda. Algunos aun ám los miinos jMukB# y 
cosmí«imi«ros íbffientalKín ett los BDfetMnrdis (acaso coa buen celo) e»» 
tas ktotfs tfln agonal del espirito de k Cafnpsñía, y tea contrflQria0a.be 
, salad de a^dfoe.pofares genlesw . La índisoreeícDi desasios hiao qoe sm . 
mas de vciste aioe primero» nó se enviaeea á ki Pnnsfia tM» epSfs«» 
rioe ó se eelravisees lee que úmHf y que se penüera hasta hof y qrn^ 
zas para siempre la ocasión de reducir á los apaclMSt que con las bue- 
nas noticias qito del padre lee Mni» sus i^ecinos^ parecía balber de «a^ 
trar fáciloMtile por entonces en el redil ds la Igleráu Coma de estas' 
veces una natural antipatía ó aprensión no bien conegida sasle baoet 
mas dafk> entre los sugetos que tratan de espirita, que vaa abierta y 
declarada contradiceicni, el padre Jbrtonto Letdf visitador de aqaeUae 
mieiones^ era uno deles que, (bien que incolpablemeote) estaban imbuí» 
de de aquilas sinieetras optmones^ y dudaba pos Casio ai dejaría «III 
al padre Francisco CvomealTos déitíaacb de Méxiev para aquellas mi. 
sienes^ Para desengañarib» emprendió d padre Kino e» compaite.de 
loe doe padres otro nuenro nágaride nías de «beeieBtae seteniBr legO i Hf 
desde 31 de octubre hasta 18 dexxnrwmbrotf £1 padr» visitador iné 
testigo de la multitud de gentiles^ puee seié de loe.qiie vinieron á. saín, 
darlo á San Javier del Bac, €oni6 nmede tiea nul aloiae de solos vafo« 
nee: rió los rioe que riegan yíecundiñan el pa», loa ganados y eéseí^ 
chas de algunos pneblca» y no quedaron aat i s fecfa o e basta sacarte Uí^ 
palabra de que les enviaría luego > al padre Cbn^lvo^ oemo electivas; 
mente volvió al aüo siguiente, aunque permaneció muy pote tienqto^ 
como quizá veremos adelante. 

Entre tanto en la Caltfiímia con alnonoe caballos que ya lee habían £«cnr«ion del 

padre Salvan 
ido de las costas de Yaqnise eomensaron á hacer algonaa ésenrsióDea tierra en la 

para reconocer la tierra y visitar las rancherías cercanas. £1 padre- ^^^"^^ 

Juan María Salvatierra se encargó del lado del Norte» el padre Pícoo* 

lo del lado del Sur, aunque no al mismo tiempof siendo íomtmo que 

quedase eiempre alguno en el Real de Loteto* Muy á loe principios 

del aSo salió el padre Salvatierra con nueve soldadoe al sitio qUe lla« 

man Ltmdó de la noción Cozhimí« en que estuvo elRealde San Bruno 

en tiempo del almirante Atondo. Hallaron una numeroea ranchería; 

pero enteramente despoblada por la fuga que de temor habían hecho 

sus moradores, aunque prevenidos del padre» J)etÍívose dos días esp»* 

rándolos; pero inútilmentei y hubo de volverse á Loreto eon ánimo de 

entrar segunda ven por la primavera* como lo hizo con mas Mioidad^ 

TOM. III. 15 



—.114 — 

A esta segunda jornada le acompañaron muchos caciques monquts 
(son lo mismo que los edues) con ánimo do hacer las pacos con los 
cozbimics. Estas paces, aunquo deseadas por los padres, no tenían 
Amistad de P*'* ^^^ gentiles mas aliciente que la cercanía de lá pitaya jde que en 
loB edues y Londó es muy abundante la cosecha. Costó no pequeño susto la con- 
currencia de las dos naciones; pero al fin quedaron en amistad» Se 
bautizaron entre enfermos y sanos mas de treinta párvulos: se les dio 
alguna noticia de la ley de Dios en cuatro dias que se detuvo allí el 
padre, y dejando varas de justicia y buenos principios para una pobla- 
ción con el nombre de San Juan de Londó, volvió el padre Salvatierra 
al Real de Loreto á 28 de mayo. Fué mas feliz en su descubrimien- 
to el padre Piccolo. Algunos californios que habian pocos meses an- 
tes estado en Sinaloa, dijeron en el Real que en un sitio llamado en 
su idioma Viggé, habia tierras muy buenas para poder sembrar el maiz 
y otras semillas como en las riberas, del rio Zuaqui. Esto determinó 
al padre Piccolo á salir con algunos soldados en 10 de mayo..- La 
aspiereza y icagosidad de los caminos' noies permitía andar á caballo 
sino hasta él pié de la! sierra, donde" hubieron de dejarlos por cuatro 
dias: visitaron á pié todb el terreno, encontraron un arroyo ó torrente, 
por mejor decir^ y adelante una vega abierta y de buen camino. En- 
tra los moradores hailavoi^ á un indio joven, el único que hasta enton- 
ces se habia bautizado en salud, y -que habia comenzado ya á dar á al- 
gunos: de los suyos algunas noticias de los inisterios de la fé. Esto 
colmó de alegría al celoso misionero y á todos, las noticias que ha- 
llaron de la vecina contracosta del mar del Sur. A la vuelta, por 
- una constante fluxión que padecía en los ojos, fué preciso al capitán 
Z>. Lúeas Torres Tortólero dejar aquel cargo y volverse á Nueva Es- 
paña con muchas recomendaciones del padre Salvatierra á la audien- 
cia real de Guadalajara y virey de México, como lo tenia merecido por 
sus importantes servicios. Dio el padre el oficio (despacho) de capi- 
tán del presidio á D. Antonio García de Mendoza: repitió el padre 
Piccolo la jornada á Yiggé en 1. ® de junio, con tanto ardor y alegría 
de los soldados y. naturales que le acompañaban, que en pocos dias 
abrieron un camino muy cómodo para pasar á caballo por entre peñas 
y derrumbaderos profundos, animándose unos á otros con el ejemplo 
del padre y del capitán. Se tuvo á cosa de prodigio que doce ó ca- 
torce hombres con otros tantos dias venciesen dificultades que no pa- 
rece podían ceder en un mes á la fatiga de cincuenta trabajadores. El 



— 115 — 

dia 12 de junio entraron triunfantes en San Javier, que esto nombre 
dieron al lugar por devoción de D. Juan Caballero. Al siguiente dia, 
mientras el padre esplicaba la doctrina, subió el capitán con algunos 
soldados á un cerro cercano. Vieron claramente desde su cima los 
dos mares, oriental y occidental, á cuya vista hicieron salva con los 
fusiles no sin susto de los demás que quedaban con el padre hasta que 
supieron el motivo. Vueltos al real se trató de fabricar una nueva 
capilla mientras se edificaba una decente y capaz iglesia, para que 
también por este tiempo se comenzaron á abrir los cimientos. Entre Fundación de 
tanto llegó la galeota cargada con víveres que enviaba D. Pedro Gil San Javier, 
de la Sierpe, y con noticia de otro mas copioso socorro que preparaba 
el padre Juan de Ugarte para primer ocasión. Con este motivo se 
apresuró el padre l^iccolo á fundar la segunda misión de S. Javier de 
Btaundó en Viggé, y despidiéndose del padre Salvatierra se pasó á 
vivir con sus nuevos hijos á principios de octubre, donde luego edificó 
de adobes una pequeña cepilla que se dedicó el dia de todos Santos, 
Se registró la costa del Sur, se hablan bautizado ya á fines del año 
mas de doscientos párvulos, se gozaba de tranquilidad de parte de los 
indios, y de muy buena salud en medio de los mas recios trabajos, tan- 
to de los patlres como de los soldados. Todos se sentían llenos de un 
interior consuelo y viva confianza de perfeccionar aquella empresa, y 
el padre Salvatiei^ra, tanto, que escribiendo por éste tiempo ai herma- 
no José de Estivales: „Hermano mió, (le dice) ya de esta vez no se 
sale de esta tierra: ya la California es de María Santísima: si S. M. (el 
rey) no pudiere ayudarnos, nos quedaremos los padres solos ^ solos.^^ 

Bien bubo menester el padre Juan María todo su generoso esfuerzo 1700. 
y toda la confianza en la protección de María Santísima, para no des- 
mayar al golpe de las muchas tribulaciones que le sobrevinieron á su 
amada misión el siguiente año de 1700. De tres barcos que tenia pa- 
ra la conducción del sustento, el llamado S, José se inutilizó enteramen- 
te al primer viage: el S, Fermín, varó á principios del año en la costa 
de Sinaloa, y se abrió por la negligencia ó la malicia de los marine- 
ros: la lancha S. Javier, pequeña y maltratada, y única para muchos 
viages, que eran indispensables al año en pais donde todo venia de á 
fiíera. El padre Salvatierra, desde California, y luego desde Sinaloa, y "^JJw** 
donde obligado do la necesidad pasó á recoger limosna, ¿ principios nee de Cali- 
éb JKOÚo dirigió dos espresivos memoriales al Exmo. Sr. conde de 
Moctheuzoma representando las necesidades de la nueva colonia, su 



— 116 — 

in(iportfiBcÍ4 9A servicio de Dios y del rey, y propomeodo Taiioa arbt- 

tüiosi 0on qde sin nwyor «os(o de S. M* se le pudiese «Qcor^Kgr* Todo 

«e ü^ó, y nun «1 ¡tostinKiBio de lo Actuado par» ocuvút i, la corte. £1 

^ire^ espejaba de allá la i^esolucioii ^ cooBecusnioia de don isdwpe» 

^eimUidoa «n los dos años áotes, y entre t«iitp mo se atrevía á deti^aní- 

Muere el rey i^ar. Por última desigracta aconteció este oúsxno ano en Madrid la 

1. ? ^e no! '*''"*^''*® d«l&. D. Cirios II en 1. ® de noviembre* Esta calajnidad 

viembre de cexr^ «BíeraEiente la puerta á toda otra negociación que 4 ^ de los 

grandes asuntos que entonces agitaron la monarquía* 

Batre tanto» al padro Juan d^ Ugaxte sabiendo ^ pérdida do un 
««a»ttofa sooorro que ^enviaba á la €alifi:>rnia, de4erinin4 pasar en per.- 
aona á Matanchel pa^a ver si lograba algún barco de los que para «I 
i]Uoe<>4e las parlas solia haber piDi^tos en aquel .puerto* Deapvies de 
xnucbas diücultad^s bubo físalmonte ^ armoicar esta Ivcaacia da las 
^upOTÍoraa ^pia aentian mucho dashacsme de un s^geta da 4i^nta activi- 
.dadt talaotos y espíritu* Partió piMTfi iGoadalpiara ^ día 9 de dicienii- 
<hrQ, 310 sin grandes preawMios del aanto Jiip^^ d^ las lodíant^^ que 
¿abia de quedarse en Cali&vma* como ardíei^aio^iiAe4Qseahaf y |iaia h 
Fulta de leaL ^^ bahia obtenido del padve proTÍ^aluna condiciopal Ucar^oia, ^ fiia 
iad del capí, «evifaacgo de (antas necesidades y vergonzosas i;eimd^%;eia.Tara#ata Ja 

ton Mendoza. ^ j» • j • 1 1 • ^^ i_ i_- 

mayoc eontiadiocioa que padecía Ja aueva cotojína* OlmiJaabia aun 
«as cnuda (kl capitán del presidia ^támio Gar^ 4e JH^nricM, . Su 
ai^tivtdad y al celo ^que mani&istaba por el biep de \qb ófdigs, Mlp al 
padre ;Jqan María que:ie ooafiriase el n^qdo. Puesto an «olfC^iil^ se 
halló mal oon lasHÍaoion y cualidades coa que por órdenes d^l.^n vl- 
Fay se había fundado al presidio. No t^a arbitrio para, tinjúzar á 
los indios: le daban pana los ttab^osos vi¿tges y descubcimiootos que 
por el ¡Aterós de las almas ampr«adian los padíes; sobre todoi aUitióque 
no'oonri^sen p^^r au mano lea pa^as délos soldados, aino .por ua w$d»r 
apagador á parte; providencia muy cuerda que había tmoado al padre 
Sfllvatierra» bien informado de lo que en esta paiie padecen loa presi- 
Escribe el ca. diaiios < a .provincias distantes. £1 hombre codicioso y doblado» no 
pitan del pre. ¿oció pouor SU lengua Y su pluma en las ungidos del Señar: ascribióal 

i¿dio contra . ^ , , T . t j .• 

los padres. ¥Írev 'tratándolos de tem&ranos y mar eaedores de oa^tigo, cuya presen- 
cia no eonvaaia en la California, bien que an la aúsma carta los llama 
ángdes áe Vm, 4pmruhimñ% vcrorm ^auíoff afMdes ^oada^jskfimUtre* 
asados* La pasión nuaea tiene un ponstaaie idiomsw ai IHga.i'aqgar 
tamo que no deje centellar por muchas partes la verdad. jpSatos ruou^ 



— 117 — 

res y cartaSt no solo llegaron i turbar la paz interior del presidio, de 
que fué necesario deapedir diez y ocho soldados, y quedarse con solos 
doce, sino que aun en Guadalajara y México resfriaron el ¿nicno d9 
jnuctK>s hienbechoreSi y encendieron la cizaña de inuchos éngiulos. Se 
comenzó á decir que el de la conquista de California inas era celo de 
la propia utilidad que de la gloria de Dios y bien de las almas: que los 
jesuítas querian allí mandarlo todo, y aprovecharse solos del buceo de 
las perlas. Inteligencias Ae hombres carnales que lo juzgan todo por 
si mismos; pero que aun hasta el dia de hoy no han acabado de desarrai<^ 
garse de los ánimos de los necios. 

Tal era en la California el semblai^te de las cosas, y no era muy 
diferej)te en la Pimería. Al núsmo tiempo que la abundancia de la 
mies animaba mas al padre Ktno, se la imposibilitaban mas los socor- 
ros que pretendia y operarios que solicitaba para su cultivo, £n Gan 
Javier del Bac abrió este año los cimientos para una iglesia capaz de 
los grandes concursos de aquella numerosa ranchería. Pretendió de 
ios superiores fundar allí una nueva misión y quedarse adminis- 
trándola. Eran muy antiguas y sinceras las instancias de aquellos 
indios, á que se anadia la utilidad de estar á las fronteras de los 
gentiles para ios nuevos descubrimientos que meditaba su celo ínfatif 
4^able. El padre A.nlonio Leal, visitador de las misiones, aprobó este 
^eseo; pero no enviándole de México sugeto para substituir en Dolo- 
■^es, no pudo ponerse, en ejecución. Era esto de vuelta de un viage 
^VLG por la Pimería habia emprendido acia el Norte. No tardó mucho Correría dd 
^n emprender otro mas importante al Nordueste hasta el jio -Gila# PÍ® ,'^"** 

■^ ^ hasta el no 

-De aquí .volvió al Poniente hasta el cerro de Sapta Clara. Desde su Gila. 
.cima descubrió cuanto alcanzaba un buen anteojo, coronado de mon- 
tes todo el horizonte al Oruest, al Sudueste, al Norueste al otro ,lado 
del Seno californio. Observó el lugar en que el Qila desagua en el 
Colorado, y se informó do las naciones que haliitaban aquel ángulo, 
^quimas* yumas, bagiopas, &c. Un cacique de los yumas vino allí 
á saludarlo, y rogarle que pasase á sus rancherías. No era dificultoso 
el vadear por allí el Gila que se divide en tres brazos. Lo pasó y á jy^^^^j^te 
ha rancherías de los yumai^ inmediata á la junta de los dosrios^ puso elsehócaU^r 
.el nombre de San Dionisio. Observó la altura y se halló an 35 gra- ^^ d° Norte 
^s de latitud septentrional. JUa eníermedad que habia prendido en comnnicacion 
algunos de la eaxavana le obligó á tomAr la vuelta conaentímiento 
4Jb los indios. En este viage observó el padre Kino dosco^a/?, en(re 



— 118 — 

otras: la primera, que el Gila como á 55 grados de San Gerónimo des* 
pues de haber corrido cuasi constantemente al Oruest, vuelve como por 
espacio de ocho leguas al Norte. La segunda, que después de juntos 
el Gila y el Colorado corren por doce leguas al Poniente antes de vol * 
ver acia el Sur á desembocar en el Seno californio. A su vuelta repi- 
tió desde otro picacho mas alto del mismo cerro, la misma observación 
antecedente, y se confirmó de nuevo en que el Seno de California no 
tiene por el Norte comunicación ninguna con el mar del Sur. £1 ge- 
neral D. Domingo Gironza, los superiores y el padre Salvatierra le die- 
ron las gracias por este importante descubrimiento. Desde fines del 
año antecedente habia sido enviado á fundar la misión de Santa Ma- 
ria Magdalena de los tepocas el padre Melchor Bartiromo, cuidando 
juntamente de los pueblos de Toape y de Cucuzpe. A principio de 
febrero pasó á los tepocas el capitán Juan de Escalante á ruegos del 
mismo padre. Reconoció la nueva población, halló á los indios muy 
gustosos en los ordinarios ejercicios de doctrina, y con muchos deseos 
de recibir el bautismo. Solo daban cuidado algunas nocturnas incur- 
siones de los seris, nación de la costa, y que pocos dias antes habian 
muerto tres catecúmenos dentro del mismo pueblo. Para reducirlos á 
su deber, marchó dicho capitán con quince soldados hasta nuestra Se- 
ñora del Populo: alcanzó dos de los fugitivos seris y algunas familias 
de cristianos que se habian ocultado en los montes, y restituyó des- 
pués de un leve castigo á sus pueblos. Valiéndose el celoso ministro 
dd la ocasión de esta escolta, salió por dos ocasiones hasta la ribera 
del mar, descubrió un puerto, y en frente una isla donde supo que se 
retiraban los seris. De estos solo se encontraron ocho en una ranche- 
ría, y de los tepocas como ciento veinte personas. £1 capitán £sca. 
lantb les repartió tierras, y el padre Maires, para que formaran un pue- 
blo que se encargó de administrar. Hecho esto, volvió el capitán ¿ la 
costa, y pasó en balsas á la isla de los seris, que algunos llaman S. 
Agustin, y mas comunmente del Tiburón, Esta habia sido descubier. 
Pasa el capí. ^^ algunos años antes en uno de los viages del padre Eino. Las re- 
tan Escalan, tiradas de los seris después de las muertes y robos con que hasta ahora 
te á la isla del 
Tiburón. poco hostilizaban los pueblos de la Pimería y los placeres de perla, de 

que abunda, la han hecho muy famosa. Esta rochela, quitó por últi. 
mo á los seris, y aun cuasi esterminó del todo aquella raza inquieta el 
teniente coronel D. Diego Ortiz Parrilla. Está tendida de Norte á 
Sur, con alguna inclinación al Nordeste y Sudeste. Su mayor longt- 



— 119— 

tud es veintiuna leguas. La costa occidental es cuasi enteramente in- 
abordable de peña tajada hasta el mar, si no es dos leguas antes de la 
punta austral, que llaman del Caimán, donde hay alguna playa. La 
costa oriental es abordable y baja. £1 canal ó estrecho que la divide 
de tierra firme por la boca meridional, tiene mas de ocho leguas, y va 
angostando acia el Norte, donde solo tiene poco mas de tres. En la 
mediania de la isla, que viene á estar en 30 grados, sale tanto do par- 
te de ella, como del lado de tierra firme un banco de arena que á penas 
deja media legua de mar limpio. Por esta angostura pasaban los serís 
en balsas compuestas de muchos pequeños carrizos, dispuestos en tres 
haces gruesos en medio, y delgados en los estremos atados entre sí has. 
ta cinco ó seis varas de largo. Sostienen estas balsas el peso de cua- 
tro ó cinco personas, y son muy ligeras en romper el agua sus bogas: 
son de dos varas de largo, con palas en una y otra punta, £1 indio 
tomando el asta por medio, boga con gran destreza por uno y otro la- 
do. £n la ocasión de que hablamos, el capitán Escalante apresó al- 
gunos que entregó después al padre Adán Gilg, ministro del Populo, 
los domas huyeron con mucha velocidad. 



Fin del libro nueye. 



DE LA PROVINCIA 



p>m s^ i^6>8£s>á^^s^ ^m 9^mwm 



DE 



NUEVA-ESPAÑA. 






MlSmC^ JL 



SUMARIO. 

Pasa á la costa de tierra fírme el padre Salvatierra en busca de so* 
corros. Se junta con el padre Kino, y ambos van á reconocer si la Ca- 
lifornia es península. El padre Salvatierra queda persuadido que lo 
es. £1 capitán Mange lo pone en duda. Vuelve el padre Salvatierra 
y encuentra en ella al padre Ugarte. Propone el padre Salvatiera i 
los padres y é. los presidiarios abandonar California. El padre Ugarte 
hace voto de no abandonarlai y con su ejemplo y exhortación induce á 
los soldados á quedarse. Concede el rey licencia para la fundación 
del colegio de Puebla. Muerte del padre José Vidal, el cual coosi- 
guió en 1686 que á las tres de la tarde se hiciese señal con las campa- 
nas en memoria de las agonías del Salvador en la cruz. Sublevación 
de los indios californios. A principios de 1702 llegaron tres cédulas 
del rey á favor de las misiones de Californias. Se compra con la li- 
beralidad de algunas personas devotas un barco para California. Con- 
sigue el padre Piccolo otros dos misioneros para California. Se desti- 
nan cuatro misioneros á los pimas. Nueva espedicion del padre Eino 
al río Colorado. Los cuatro misioneros destinados á los pimas, son 
destinados á otras misiones por haberse esparcido la falsa voz de que 



-. íál - 

haUan muerto al (Mtéfe MbMo. fie fundaif ^tro becáé de ot>oeicíioii 
en el fiíemhnrrio dé FwXíiñi eñ áeaút^ ed S/Ign«eio.> Ofiécé «laúsiM 
cb Mérida en virtud de la érdendét i^ la «dHdÍBÍgtraóioñ de^lDs ««nu 
toa ¿far ComjiUkfa, j'ia^sctna dé ádmitíÍM/ <¡%iic6 óédólaá del M^^ 
á ^vor (di) la tmBion^e' Oaliíbhriaa. Propone flegimAEi Ves (st jHidpé^ 
Sííhiitíérra abandonar ia Calübmia. Constancia áA cañitMi TiidMáU 
dos em nB^bandoiniliHá. 'Bedicación déla iglesia en él ReáldeTjera^; 
^bk Bl jAidre 'Sálüafierra es t>Uigad6 á tomar el empleo de proTtnoiflÍ« 
Muerte 'del (mdre Ltneivo. Dtéenciones entre el cap/fttai y presitfiá^^ 
Roe. .Jfteeame á Instóneiae^de los padres Di Esteván Loredzo e! car* 
gddfe eapitai* - fiabiéndo cil (mdre prormeiid dejado ^ordeñes para él 
cét aM écfimlentb^^ doB-nnevaa - misionea, sáfid de Caliíbmíá .' para Méú 
xíco á finelí de octdbiée. Muerte del .¿ntea hermano f ¡después padrf 
Jome Bravo. 9tedaétoA de^la nision de. S. Jaan Bautista^ á clctoroe 
leguas al' Sur de Loreto, y de la de Santa Rosaliai cuarenta leguas al 
Norte del mismo Lorete. Asegura el padre provincial- en fincas búe" 
^aa ka principales de las misiones de- 'Calíibrnia»^ Muerte del herma* 
tib VétAo de Leyóla en el colegio máücimo de M4xioo~y .en S^ Luis Bó^ 
^éd d 'padlfO luán Oeroñi Ck>corre el padre ^no en compañía del pé* 
^SttVr'» Manudi de Ojeda los pueblos distantes áb la Pimeríiu Dosin* 
^TttétUQSÉs «spedício&es en la jCalífomia. .Per renuncia del padre Sal* 
"Vatísrra entr6:á jjobemar la preirineia el padre Alejandro Rolandegni. 
Varteide México el padre Sialvaítierrtf 'para Califomia* El dia 3 de te* 
%réror'dé 1708 Jlega & Loieto, donde poco después llegó también ^ pa- 
mím Jiflian Mayorga. 'Muere :entre los nuevos taraumáres. el padre 
ThiáctBóó Celada. Convoca 'el padre provincial k congregación pn»> 
Vittcmly y abierto el- pliego cum rñortis^ por la ratierte de este se hallé 
IHi ^l nombrado él padre JUíboi dé'Estrada. Enterróse el dia 4 d^no- 
ifieittbre póir lanmiSanai y por la tardé se comenzaron las •sesiones- de 
la convot^8't;onj;rÍBgacnm. - En el colegio -máximon^iirió el padre 
y tanc h i d o'*Camac&o; y á los pocos-dias le siguió «1 paire Jiián Perec, 
oa toi iálfeÍ!»éÍBÍhs mSnióñés'dcA venerétble padre Zappa. En esto afib 
mfthS en' ^OiBOcaca el capitán D. Manuel FerñandcE Fialló, fundador 
ÍBrigne de-aqnél colegio. Mueifé dd ejemplar hermano Juan Ortk 
HocliD. Tiétte un nuevo pliego, y en él nombrado provincial el padre 
Antonio Jardon. Be da principio en la California á la misión de S. 
Joié. Muere en S. Ildefonso de la Puebla el edifícativo padre Sebas- 
tian de Estrada. En Pimas muere el apostólico padre Eusebio Frao- 
ron. 111. 17 



QiBtdi Kino.:. ^e abrereljrii^go en que vioa ^om^i^s^dp pfQi^M^QÍi^i^l^'' 
ere íAlIouso .A^mvills^ ^D^0|BinbiHrca :eii ^ YeraiQnz reí fí^fi^ . iUidr^. 

liuqiiey 'tikwbdo:delrpftdn9!|^iii&ral para visitar la fr«YJ|nf4an ^-flU^^.cui^ 
Ciudad Rea], el ^geüpal p»4fe Miguel;dA. Castro.^ JSr/eccfpa ipf otnk 
congreg^cipa dwtinta di9^JUi.dfl Salyador.en ja, Caaa^ {^fo^s^.co^.jh^^ 
lii«MMM»i^i.^;f;xi^, ar^PuqqQldeIiin^^ CoQTQ^ciop^^bkj.CQQ*; 
greg{DCÍai;i:prQYÍfipjaI. ..; Tentativas para k.%tida9Í9n dQ.^9r,CQ{egío^. 
Monteiey, de que,&4 {>recisp' desistir, - Naufrfigto ymaei^be^.l^s pa?. 
dres procuracl^ii^ Pedro Igi^cio de ^Loyola, y JVntQim. dq J^igi^ps 
Vf^ldés... CxmocqxoD luz piofótica el. padra Salvatierra eatii^i^lgra^úi» 
y el nofíQb|;fuiii^tQ:.de pmyiucial del padre Gaspfir A<><lQNflP|I(f<MPOii^i 
vi(írep,e)|p|j^q oiní moftVr Fundación demia r08Íij|ei^í}ifi.f}ft^,CÍQ9>r. 
ptfgía eii.C^tq^p^chevde la que po^ ócden^del rey se ^tiran^lof F^^B^f 
á Méridq. C^la del ^rey para la fondacipn ^. la residencia^ jyifW 
peche. Muere en G^daliyara el padre Jc^an María Ssilv^tiernii».||p^ 
tol de CaUforDÍa<<: rM^erte del £xmp. Sr. Duque de linares. ' .¡FoimÍai» 
cion del SeminaHo dp Chiboahua. En 7 de enevo s^ abri<^.el;^iiego^ 
(dej 1719 Ven qm sé bulló, npo^br^o prciyinci^l ^ .pa^re AÍlúm4c{| 
Rjomaiio.; Fundacion'd^ invento do Mónigas ireqolQtap. e9.:i(i^fdi|lq^ 
jaia. Pundacioii de la jresideneia de Cekya. £1 Sen^niMrÍP d^iQ^jit 
rango se encarga á la Compa^ia• Se junta la GongregaGÍg(p.4>n^9Íii. 
cial. Desbripcion dql.Nf(yarit« Se hace cargo la Con^pc^í/Bi deJaxe* 
duccion de los nayaritaa. 'Conquista del Nayaritf '. $j3,j^hre el; pliego 
en que vino nombrado provincial el padre José iie Argo6.; :Rehelion 
de los nayaritas. Fundación del colegio de la Habana y del 4a .Cela» 
ya. Elogio del padre Antonio Urquiza. Casa de eje^ioips jep Pue» 
bla. Entra á gobernar la provincia el padre Gaspar Rodero*. S&abre 
el segundo pliego, y en' él se halla nombrado provincial el -padre Aa- 
drés Nieto. Fundación y fábrica del colegio Seminario ^de Guatema. 
la. Junta de la vigésimaquinta congregación provincial. Tnfi>m [^ y ^s 
las misiones del obisp^eido de Durango, que hizo el .bngadier.D* Eedie 
de Rivera al Sr. virey. Real cédula al obispo, de Du]aüQg(^.e]i..^y0r 
de los pimas. . Fundacipn'de la misión de S. Juan Bau^fijjta en lft.ida. 
lífbmia. Epidemii^ dq sarampión en- todo el reino. La ciudad jde lj||é* 
xíco determinó asistir en cuerpo de cabildo el dia 8 de^setienüuce 4 Ja 
fiesta qué én el Seminario de S. Gregorio se hace i nuestra -Señora de 
Loreto por la cesación de laepidemia. Invasión de algunos salyages 
que cayeron de golpe en la ¡misión de S. Ignacio en, la Oalifornia. 



Pretenñon de colegio en Valladolid deComayagua. Se abre pliego y 
«e halla nombhido provincial el padre Juan Antonio de Oviedo. Muerte 
del padre' Joan de IPgairt'e en la California. Fundación de un hoapi-^ 
ció dé la Compañía en la villa de León. Entrada de- loe prímeroeje. 
euítas en (juanájuato. ' Elogio del padre Domingo de Quiroga. Fun- 
dación de tres misiones eiiín, Pimería. Pasa el padre Tamaval á recoi 
nocer unas pequeñas islas de la costa del Suir de la Califbmia. Pa. 
sado el trienio, succedió en" el gobierno de la' provincia al padre Juan 
Antonio de Oviedo el padre José Baóba. Sedición en las misiones del 
Sur de la California. Los sediciosos matan á los padresGárranoo, y' 
Tamand. Muerte en Puebla del pddl^ Zoltillay que ftfttdó el coiegio' 
de gramáticos dé S. Ildefonso, y emprendió la ftbríca de la casa de- 
ejercicios de Puebla. Entra en el gobierno de la provincia el padre 
Antonio de Peralta, y por su muerte entra el padre Juan Antonio de 
Oviedo. Epidemia en México. La ciudad de México jura por su 
principal patróna á nuestra Señora de Guadalupe. Muerte y elogio 
del macrqtiés de Yillapuente. Se abre el pliego, y se halla nombrado 
provincial el padre Mateo Anzaldz. Sedición en Sinaloa. Convoca- 
cion de la Tigésimasetíiha congregación provincial. Entra enel go* 
biemo de la provincia el padre Cristóbal Escobar. Inútiles esposi* 
clones al Cayo de los Mártires. Fundación de la residencia en la vi* 
Ha dd puerto del Príncipe. Restáiiracion del hospicio de León. Lle- 
ga pliego eta que viene nombrado provincial el padre Andrés García. 
Inútil espedicion al Moqui;' Rebelión de los pimas. Convocación de 
la vigésimaottava congregación' provincial • Fundación de la casa d»' 
ejercicios de México. Perfeciciónase el real colegio de indias mexi- 
canas. Horrible temblor en Guatemala. Provincial el padre Ignacio 
Calderón. Vigésimanona congregación, convocada por el padre pro- 
vincial Agustín Casta. A principios de 1760 entró á gobernar la pro: 
vincia el padre Pedro Reales. En 1763 le succedió el padre Fancis: 
co Gevallos. Muerte en México de los padres Juan Antonio de Ovie- 
do, José María Genovesi, y Francisco Javier Lazcano; en Puebla de 
los padres Francisco Javier Solchaga, Antonio Ordeñana, y del her- 
tnano Juan Gómez: en Taraumara del padre Francisco Hermanno 
Glandsff. 

A los principios del presente siglo y del año de 1701, el padre Juan P*» el iwdr» 
María Salvatierra pasó de California al puerto del Ahorne en solicitud ^»^^*^^«"* * 



fren^^V" ^ ^guoo» flocorrot ei» kuB graades neceddados que padecía aque» 



ea de ■ocor. Ua poblapioii. ^Halló» e&etiyaine^te ua pequeño alivio ea la cris- 

^^ tiana piedad de D.Aadrés Resaval, gobernador do Siiialoa, y^de 

D;.Pedfo Lacai'iil« va teuientey coipo tai)íibieii en loa padrtf xemonñ" 

roa As aquella coala» qaeip4o«-.d68eaba9.;tQ<ier algunapárte ea l&fim« 

daenn: de la; nueva. MÍatíaiidad 4a:CalKfbniia« , De aquí detenainó'SU* 

bír j>or.lá c<Ma acia el Norte al .puerto derGuaimasr poco ánten deaciú 

faieftb, j quefpor óflkn del padre provincial se habia declarado perte* 

ifteberállfr3H¿sÍ0ti.d&..lA>|!^. . Ji^p lioatacarí^ pnmer pueUo ¿cía aqpie« 

Ba parteidrJa fiaieda baía^ bputiasó doe parvuliUoa, f. exboctó á au« mo» 

ladoifea^ ag^rag^rae á h( f9Í8Íondel padce Nicolás de TilIafiíñG^ ano da 

loé OBaa.fervomsee y qpoBtjálicos misionexos qoe entonces tenia aqyoUa 

prdxincüa á: juíeio del mismo padre fialvatierra. Logróel fititode ana 

Qdnaci^i.pooes:. meses d^spuea en el estío de este miamo afio en qoa 

loa geotilea deEcatacatí pe redujeron á población y vida críatiana ba» 

jo la dirección cte^ dÍQho padreV illafi^e. Las lluvias continuadiui obli- 

ganmal padíeiJoan Afaríft 4. dejar la costa y entn^r 1 Maitape. en -el 

centreijdé la SoÉcwa» de doodee habiendo alcanzado de JQ. Domin^Gi- 

roi^ una eacblta de. doee hombres, detenninó el pasar i jnntaxae mu 

aI{wdoeKiño4exfttnÍMri|on él de raizlaunionde^CaUforiiiii^yFi.r 

£1 padre SaL nderia». quft jaagaba s^r ifniíy importante para ai fomento de^ una y otra 

ta con^ pa. nufeapn. Bsttf Opinión, que haeo: á las Californias nna peninsular unida 

die Kino pa. portel Norte' al c<HitÍAente ide la América, habia sida común á lop mó- 

reezamuiarsi *^ •• . ■■ . 

la California ffíBÍoÉ á la mitad del sigla X Yi. A .fines de eaüoi coivloa viagoa y re* 
era península ^ g^^y ^ JIrfmcisco |>rack, comenzó á tomac cuerpo la npini«m eoii- 
ticaria^ Lpfi( viages de p. Juan de Onate, cemenzaron á hacer dudar, 
y en el'dia pievalece ia antigua sentencia, aunque está por decidir to- 
davía la disputa. £n la ocasión presente tenian los dos i^inoneiDB 
muchas congeturas que les haciaa cre^ muy fácil la solución de aquel 
problema. ' Loa cocomaricopas, entré otros donecilloat babiaJL enviado 
al'padre Kino muchaa. conchas azules,, que solo se hallan oAlaa cestas 
del mar del Sur^ el que por tanjto creíaUp ó estar muy cerca, é que-con- 
fiaaban entre i». las naciones para que pudiesen venir de mano en ma- 
no. . La abundancia y el uso que hacian de la pitaya, daba á ^M>ttooer 
mucha analogía de las tierras, y mas aun el tejido de madejas^ de que 
se vestian las mugeres de los 32 grados y medio para el Norte; cosa 
que admiraron y celebranm mucho algunos californios que acompaña- 
ban al padre Salvatierra. Anadian estos que en los tiempos' pasados, 



— 125 — 

babiaii llegada haata la última punta de la California algunot» cuchill.m 

acompañando el gran baile que llaman en su idioma mico* £8le bailo 

en un génoio de TÍaita que ae hacian mutuamente unaa á otras laa na. 

cionea oontiguaa^ y en que de unaa á otraa ae iban entregando algunoa 

doñea en aanal de alianza y de hermandad, y aemejantea cuohilloa no 

podi«n haber llagado haata el oabo de S. Lúcaa, comenzando el baile de 

lo interior de h tierra acia el NortOi ai la California no eatuviera por 

afvella parte unida al. cmUinente. Eataa razonea alentaban mucho á 

bi padreat y para el 16 de febrero readvieron au viage en compaíua 

del ipapit&Q Joan Hateo Mongas de) ayudante Juan Bohorquezi y dioz 

iqUadoa can algunoa indica pipiaa y califomioa. Entre tanto,, una in. 

xmsnB de loe apechea en Saracatri y en Cueuzpe, demoró algún tan- 

to la Biarchg haata loa 27 del miamo mea. . 

£a SI de marzo ae hallaron á laa oriUaa del mar Pimico^ en altura 
de 82 gndpa: vieron con toda diatincion la alta cordillera de la Cali- 
^nia. IPor el cacique de Sonoidac y algunoa ancianoa Al paia» qu- 
^eron que aquellaa ñeirraa habitaban loa quiquimaa y yninaa, do doncta 
lorian laa conchaa azulea: que para llegar, á aquellaa -montaiiaa se pa- 
idia ni^ eatero en que entra dL rio Colorado: que eate en tiempo de Uú- 
riaa ae paaaba en balaaa, y en la aeca con 1^ agua á poco' maa. de la 
ciotnra. ■ 

■ ■ ■ » , ■ 

Anteado ponerae el aoÍ, (dicen eatoa padrea) divisamos la California 
y dicha cordillera con muchii claridad y diatincion, aunque con mayor 
deipnea de pueato el aol. Notamoa que . anbiendo la cordillera acia el 
Norte, fü^ iban cerrando loa monten á modo de arco; pero una (aja de 
oerroa de la Nueva-Eapaff 9, que llegaba haata el mar por el miamo la- 
do del Jíorte, impedia reconocer ai era encerramiento perfecto el que 
hacia dicha cordillera. Por eata duda determinaran, dejando la caral 
vano, proaeguir aoloa loa doa padrea con el capitán Mango algunaa 
q^ce ó veinte leguaa maa. al Norte, I9 que no pudieron qjecutar has- 
ta el 31 ié' marzo. ' Vimoa (dice otra vez el padre Salvatierra) que el 
medio arco de aierraa, cuyo remate noa tapaban 4Qtea I04 cerroa de la 
Nuevi^-£apaña,.ae venia cenando y trabando contíuuamenteQOp otros 
eerroa y lo maa d^ dicha Ni]ieva»£apañ9f y era la vista ni maü ni menos 
41o léjoe, que la del mar Tiracuo y Liguatico en I41 corona dé Qiontes 
que encierran y juntan laa doa riberajs de Genova/. ^ Al dia aigiiiente* 
!• ^ de abril, h^bian roaueltQ los doa padres camipar ocho ó dioz leguas 
mas adelante para desde un corro iqaa septentrional, cecoñocor con mas 



— 126 — 

inmediación la trabazón y continuación de los monles, por si acaao la 
distancia hubiese causado algún engaño ó menos certidumbre á la vis- 
ta; pero algunos soldados españoles se habian escondido de temor, y 
los naturales mismos del pais, acaso inducidos de los pimas» ponían tan» 
padre^sXa^ tas dificultades, que los padres hubieron de retroceder á S, Marcelo. El 
tierra de que padre Salvatierra quedó tan persuadido de que la California era penín- 
ei wí^SiL *"*'"' *1^® "® ^"^^ afirmarlo en carta escrita al padre provincial y al 
padre general Tirso González, fecha en 29 de agosto de este mismo 
año. £1 padre Kino afirma lo mismo en sus relaciones, aiibqué pro- 
metiendo en ellas otros víages para certificatve mas. El capitáh Juan 

fi .^_-«" lili ■'■■^ 

Mateo Mango no parece que asintió tan del todo, que no ' le quedase 
mucha duda. En el diario que tenemos á la vista de este viage, se di' 
ce: • ^ • .Acia el Sudeste de donde estábamos, comienza una cordUlera de 
sierras en tierra de Californias' que corre de Sudeste para el Nordeste 
y declina i^ Esté formando como una media luna, y parecía proseguir 
adelante del desemboque de los rioe Colorado y Gila en el mar, como 
que va á juntarse la' sierro con esta cocfta de NuéVa-^spaña acia el 
Nordeste, ó por lo méños parece llega á tanta angostura el brazo de 
n¡^ar, que ápéñás tendrá de cinco á seis leguas, y á la distancia de mas 
de fl%inta en que estábamos^ nos parecia que se juntaban las dos 6o8taa 
y no podiamos apercibir tal mar. Lo que á mí me hacia fuetza era 
qué aquel fiujo y reflujo de'las olas tan impetuosas, no las podian can- 
sar solos los dps ríos, cuando según la relación de D. Juan de Ofiate, 
el mismo mar hace rebalsar y retroceder las corrientes de dichos ríos, 
cinco leguas lá tierro dentro^ que sófó comunicándose edte brazo con 
el mar del Sur, podia causar tan ñiertes comentes, y aunque fiiese an- 
gestando acia el Norte, como parecia podia volver á ensanchar, como 
el de Gibraltar en España con el Meditonáneo. ' Qué comenzando es- 
te seno á mas de doscientas leguas de distancia de donde nos hallaba- 
mos, si allí feneciera, estaría el remató en leche y pacífico, y no se ha- 
llarían allí tantas ballenas como hay. Tales eran las dudas que ha- 
cían al capitán Mange disentir de la opinión de los dos padres. 

De vuelta eñ S. Marcelo (ahora S. Miguel Sonoidac), los dos pa- 
dres, el padre'Kino siguió al Oriente á la vista de lossobaipurís de S. 
Javier del Bac. El padre Salvatierra caminó acia el puerto de Guai- 
más donde debia embarcarse para California. ' Dio fondo en Loreto el 
día 1¿ do mayo. A su arribo tuvo el consuelo de hallarse con un nue- 
vo compañero y fervorosísimo operarío, el padre Juan de Ugarte, que 



— 12? — 

hobia saltado en tierra el 23 de marzo^ Su celo activo y las íuorted 
inspiraciones con que se sintió llamado de Dios á la conversión de los 
californios^ la hicieron renunciar el rectorado del Seminario de S. Gre- 
gorio y arrojarse en un barco falto de un palo, y de gran parte de jar- 
ciat cables y velas, con admiración y auii coil susto de los padres ipi" 
sioneros del Yaqui ^ue po pudieron detenerlo. Habia quedado poi' 
procurador^ de la misión en Nueva-España el padre Alejandro Roma- 
no. Toda su actividad y esfuerzos, y aun todo el socorro qué habían pro'-' 
curado llevar consigo los padres Ugarte y Salvatierra, no ertí bastan- 
te ¡Mra impedir la hambre, y falta de otras muchas coSas que pafecia 
deber arruinar enteramente la misión. Llegó á tantot que aun el mag- 
nánimo borazon del padre Salvatierra,- no pudiendo obligar áips [mdres 
ni á los presidiarios al inmenso trabajo de que necesitaban para man- 
tener la vida, hubo de juntarlos y proponerles con dolor, el abandono 
dfi la empr^pi. Hasta aquí hemos bocho cuanto alcanzaban nuestras 
débiles fuerzas (les dijo) para conservar á Dios y al rey la conquista 
de estos pubes. En una edad avanzada no hemos perdonado fatiga 
ni diligencia alguna. Las limosnas de nuestros bienhechores eran 
proHietida? á los primeros cinco anos que ya se han cumplido: las po- 
cas jque sé ^ogen faltan barcos para conducirlas. Se han hecha re- 
petidoB inermes al virey y audiencifu^ de México y Guadalajara, y aun 
á la corte de Madrid; pero la Europa está muy lejos,, y muy perturba- 
da la iryNiarquía para que puedan llegar nuestras voces al trono; y acá 
las necefúdades del real erario no dejan arbitrio á los ministros. Con 
los catecCunenos crecen cada dia las bocas, y la necesidad se aumenta. 
La tiern^ es estéril por si mi^ma, é invencible cuasi la fuerza de sus 
naturales para hacerlos emprender su cultivo. Cedamos al tiempo y 
á la necesidad: no ha llegado aun la hora feliz para la conversión de 
la California, ó Diofli quiere servirse de instrumentos menos proporcio- 
nados é uuUgnot que yo para una empresa de tanta gloria suya. • • • 

Asi concluyó con lágrimas el padre Salvatierra \. Los. ofíciales'y 
soldados se miraban unos á otros, y un profundo silencio reina.ba en- 



•••■•< 



t El que copia 98te pange tamBien laa derrema, afectándoee de los sentimicn- 
Um de ente grande hombre; y ai Aiera pintor, trazaifa nn coadro en qne se Topresen- 
tw erta escena tan patética de dolor qne conmovería al firmamento al reptesentax*. 
*c* No menoi me eonmneve- lo qne aigne del padre Ugarte. ¡O Dioe! Ptoteje i 
bMBbne que aiá m intensan en eetender to nombre «obre la tierra y darte gloria. 
Eaviánoelos para qne ta la aumenten en nuestra patria! .... 



tonces en toda la pequeña asamblea, sin atreverse ninguno á decidíi'y 
hasta que ol padre Ugjirte liabló en. ésta sustancia." ^To' creo, padre 
rector, haber penetrado I09 diversos sentimientos que luchan en el co- 
razón de vuestra reverencia. Como prudente superior de la misión j 
^e] presi^ib, no querría obligarnos á \m trabajo que cuiisi: excede ias 
fuerzas y la condición de los hombres; pero estas ^aliAras que á vues- 
tra reverencia ha dictado su diitorecion por condescender con nuestra 
dcbOidad, no s6n ciertamente la rejgla que seguiría en sus prívaÁis 
operaciones. Yo sé que vuefiitra reverencia' por lo que ipira i su per- 
sona, antes querría morir auxiliando á estas pobres almas, y que ni' la 
hambre, ni la sed* ni la desnudez sería capaz de hacer desampartgr'Ia 
California. To por lo qué á nií toca estoy resuelto á nó salir de aquí, 
aunque sea forzoso quedarme entre los salvages**. • • • Dicho^esto» sá. 
lid arrebatadamente con ^van fenror para la iglesia, é hincadaa láültodi- 
Iles ante la santa imagen deLoieto, hizo voto cuanto fuera de aü jMr- 
tc, pteacindiendo ' de la obediencia, de no dbatidoñm'j^nUí» oqwIBá «ii* 
8im, Este heroico ejemplo, y las palabras animosas dd mismo padr» 
á los soldados, les dieron tanto aliento, que todos iesolvieTon lo misoD. 
Pai^hanlp eiltre tanto con la misma cortedad que los adviiges. Vna 
escasa ración de máiz, raices y írutillaB silvlBiítfeSy y algún maiiisúó, 
eran sü diario sustento. Los piíUlred eran 'los primeros que con loa na- 
turales sallan dios montes y á laff playas á'lbíuscarlo. Por dos voees 
se.bábia intentado qué el padre Hccolo pasase á la 'Nueva^fispaña, y 
no hablan di^do lugar I69 tiempos -hasta er26 dé diciembre en que se 
logró la navegación. Antes de partirse, impueiíto ya wAi^ ^oe media- 
namente én la lei^gua el padre Ugarte, se%áb¡á enoargado de la misióB 
de S.: Javier del Tiggé. Eñíó politióo del presidio habto habido tam- 
bien sus inudanzás. Él capitán Mendoza, eada dia mas desooiitento, 
y nó hallando éh México el favor que esperaba^ renunció el eargo: en 
su lugar "filé pominrado eí teni^fCe D* t¿dro Figueroa: durí5 este aan 
meñb^.". A' ppeoi^.dla? dé su elecdion I08 iñdioa de ;Tiggé se ,ar« 
rojarbn con furía sobre' la cato ^ iglesia del padre Piccblo; pr<S&na- 
ron lI^l imágenes,, y se huyeron ^ quebrabas Inaccm 
dian ser forzados. £1 nuevo capitán» recogidos los.de9pojos de la ar- 
ruinada-misión, dio vuelta á lioreto sin empenanpeá seguirlos: 9U dema- 
siada ciriButaBpecc¡Q& ae atrlbi^A A debilidad. Los presidiaríoa apiada- 
ren tah descontentos, que poeo^ después por vetos seeretes y euasí todo» 
uniformes, se hubo de coYiferir el mando á D. ' Estovan Bodriguex Lo- 



— 129 — 

t^enzo^qiie lo ejerció por rnaa de cuarenta año» con grande utilidad de 

Ifli odooia en CalifiHVÍa» • 
^ ^ El padre pnmneial .Francisco de Arteaga, en consecuencia de siiii 

HLntiguos proyeetos sobre la fundación de un-^éurinario en Puebla^ Vista 

leneifliicia del fiscal, ludiia obtenido delEizmo. conde de MocthéU' 

jun.ventijoso inébrme fimiado en4ll de julio del año antetedente, 

«otso Horneóos honorífico át la ciudad y lay untamiento de I^iebla éii 

^ «dal^nuapio «nee. £a TÍrtud de estos documentos, el padre procura- 
dor Bernardo iRotandegui se presentó en Madrid pidiendo al rey licen- 
pasft4a.ftuBdacion, y juntamente, la graCfea de que S. M. se d^asé 
el . nuevo colegio bajo su protección y real tfombre. Oidb él fis¿ 
yjimts de consejo del rey, por su cédula de liS de agosto de 1701/ 

dUoe^ iiae ha vesnelto omceder, oomo por la presente Concede» al pr^<*' 

pMto é sopexior del colegio de la GompaSia de Jesús en la PueUa de 

loauAngeies la licencia queso pide para fabricar vivienda á comodidad 
de loa oékgttiesy 6 seminaristas profesored^ de lá' filosofia y téologiai 
|iia:iqpió desda 1& dicha casa se vayan á Cursar al colegio de d. Ilde-: 
fopn^qvfr la Gompañia, tiene en ^acjpiella ciudad. Manda luego á su' 
TÍipy.:jr;Mpitaii general, á la audiencia real de-México y á todos loil 
WMtrQ4' y JM^ias de hi piudad de Euebla, y ruega y entíarga al Ulino. 
^.^faÍ0p0 y^ oabíMo^ no pongan ni consientan poner á la Compafiia dé 
Jesüsendbaraso ni impedimento alguno, en ningún tiempo ni con mott« 
Tom prétesto alguno, sino que antes -den todo favor, fomento y a3ruda 
fue pam eliefeoto necesitase; encargando juntamente se haga dicha &• 
brioa4o«mas eerca que se pudiese á dicho colegio dé S. Ildefonso. No 
podo venir el original de esta cédula* hasta principios del año siguien« 
ts;-jpiii«mb%rgo/^ sabiendo eVpadre provincial por carta del padre Ro« 
isniíliigtuV^ii^era indispensablemente necesario consentimiento é infor^ 
íM'áelhí^titMOi pitaenté un líi^niótial ál venerable deán y cabildo de 
ijaolJÉ eanlii'ígbsía'sede vacante; por muerte del Illmó. Sr. D. Ma- 
vutA FwnalMlefedéBÁnfa Cruz.- £1 calúldo se remitió á informe del 
JJíhf^^uaÉé&rJivtíngaiy BárceM, doctóÁl de aquélla iglesia caté^ 
dnilrpwoyiééif y-vícefívgeneraKdél obispado. Bespondió eií 18 de di. 
cta^Mi-i^ltt'fcndáéibn-db dioho'Aemiharto) úó &olo no tenia incon- 
lOiitWHf s a1¿nníij sfnn qnrr nm obra- di'gnr-de retribución de gracias por 
soir éteóddo que résiktaria en beneficio y utilidad pública de todo el 
obispado y mayor lustre de la chidad. Conformándose el venerable ca- 

Udo ooD el dietámeñ de su provisor, espidió en 16 del mismo mes de- 
TOMO ni« 18 



— 130 — 

creto firmado del Sr. arcedeano D. Diego de Tictoria y Salazar, en 
que da su consentimiento para la erección del ^solegio, añadiendo que 
daba al muy reverendo padre provincial y en su nombre á la sagrada 
Compañía de Jesús las debidas gracias. 
1709. Entre tanto, al mes siguiente, principio del año de 1702, llegó á ma- 

nos del padre provincial la cédula del rey$ y presentada en el real 
acuerdo, bajó decreto en que con la debida reverencia se obedecía la 
disposición de S. M., y se daba licencia para ponerla en ejecución. 
Las casas que dos años antes había comprado para este efecto el padie 
Francisco Arteaga, se dispusieron para habitación de los padres y loa 
seminaristas filósofos y teólogos que debían pasar allí del Seminma 
de S. Gerónimo. Se dispuso la posesión para el día 7 de mayo en 
que con numeroso acompañamiento vinieron en forma de comunidad 
los fundadores á la iglesia de S. Ildefonso, donde los recibienm en lá 
iliisma forma los jesuítas de los dos colegios. Los cuatro mas anti* 
guos tomaron allí sobre sus hombros la estatua de nuestro padre S* Ig- 
nacio ricamente adornada, y pasáronla al nuevo colegio donde hasta 
hoy se guarda y venera. Al santo fundador y patrón seguían los se- 
minaristas fundadores, la comunidad de S. Gerónimo, y últimamente 
los jesuítas conducidos del padre provincial y del padre Antonio Arias, 
primer rector dé la nueva fundación, y lucido concurso de la noviUsi- 
ma ciudad. Al día siguiente para que la devoción y la piedad fuesen 
las primicias de la nueva planta, el padre provincial dijo allí la piime- 
ra misa, y comulgó de su mano á todos los seminaristas, que á la tar- 
de en forma de comunidad pasaron al colegio del Espíritu Santo con 
su rector á darle las debidas gracias. 

Para el día 18 de mayo se dispuso la colocación de la primera pie- 
dra del edificio, que con acompañamiento de uno y otro cabildo, religio* 
nes y nobleza de la ciudad, puso el Dr. D. Diego Victoria y Salazari 
deán ya entonces de la santa iglesia catedral. lia fábrica se eoncku* 
yó dentro de algunos años con bastante capacidad y hermoswra ponf- 
eniances. Creciendo después el número de los seminaristas, se apadii^ 
cuasi otro tanto á diligencias del padre rector Nicolás Calatayud, y^ 
magnificencia del Illmo. Sr. D. Domingo PantaleonAlvarez de Ábrenos 
•en cuya persona acaba de perder aquel colegio y toda la Compañía 
Jesús un amantísimo y celosísimo protector* Ha dado este colegii 
muchos y muy esclarecidos varones á las religiones, parroquias y C€ 
/os, no sclo de aquella ciudad y obispado,^ sino de tpda lá América» 



— 131 — 

MHuáhiMiite iluttr&n las catedrales de Puebla y México algunos cuyos 
nombres nos obliga á callar su modestia. En el colegio máximo de 



ñiltó este año un operario infatigable en el padre José-^Vidal, Muerte dol 

... pftdre JoM Vt 

que por muchos años había con su fervorosa predicación ilustrado la «ua. 

oiudad, y todo su territorio en provechosísimas misiones. Honró el 
ministerio apostólico renunciando por él las cátedras de teología en 
que la religión se habia prometido mucho lustre de sus grandes talen- 
tos. Fundó ea el colegio nüáximo la primera congregación de nuestra 
Señora con la advocación de los Dolores, de que era tiemísimo devo- 
to. Esta congregación aprobó nuestro muy reverendo padre general 
Tirso €ronzalezt y agregó á la primacía de la de Roma, por su patente 
de 1 1 de febrero de 1606. Alcanzó del reverendísimo padre fray Juan 
Francisco María Foggi, general de los Servitas, la de participación de 
todas las gracias y privilegios, como también de todas las buenas obras 
de aquella esclarecida religión, fecha en 6 de julio de 1697, y ha sido 
fecunda madre de cuasi otras tantas como son las casas de la Compañía 
en Nuevas-España. Imprimió sobre este asunto un devotísimo tratado, 
y consiguió que la devoción de los Dolores de María Santísima, cuyo 
rezo y oficio se habia concedido en su tiempo, fuese como el carácter 
de la América. Sería un monumento inmortal de su devoción para 
con la pasión de nuestro Señor, la señal que á las tres de la tarde se 
acostumbra hacer con las campanas en memoria de las agonías del Sal. 
vador en la Cruz. Esta práctica que estaba mandada por el último 
concilio mexicano se habia omitido enteramente. En 1686 se dio 
principio en México á tocar las tres f. El padre Vidal por sí mismo 
y por medio de D. Juan de la Pedraza obtuvo de los señores arzobis* 
po y virey, del venerable deán y cabildo, y de todos los prelados do 
las religiones, que se se practicase generalmente en todas las iglesias 
de México, de donde se ha estendido no solo á las demás ciudades, pe- 
TO aun á los mas despreciables lugares de todo el reino. A obte celo y 
piedad. correspondía en su comunicación un gran fondo de religiosas y 
sólidas virtudes una exactísima observancia, humildad profunda, y ma- 
ravillosa pobreza. Le favoreció el cielo con innumerables conversio- 
nes, y algunas gracias singulares que no pudo ocultar tal vez su cir- 
cunspección, y que hicieron formar á todos un concepto de no vulgar 
santidad con que falleció el dia 2 de junio. 

t Eate toque se continúa en toda la Aaiériea, y liempre recordará la memoria 
del que lo promoTÍd. « 



— 132 — 

Por este imsmo tiempo, los moradores de Villa Alta» en la ¿Bóceab 
de Oazaca, habiendo descubierto anas nuevas minas en los moiites ve- 
dáis {>en8abanlmcer donadon ala ^Oom|iañia de alguna paA 
hallfibigii en remuneradon de las> fireenentea^y^firáctaosaB úisícaBiSTqve''^ 
los pftdrefei del colegio de.Oáxaéa baldan liecho en'aquel larrítoiior^leii — 
aSosfkDtecedóiteaw . FoT' drdenxlcl padre, piovindal p«0Ó4.elpa]iiaiJbáiiiv 
de Ángulo, á reconocer el jfondo: de láicasa»; -Pc^Jástos tnotmBaioiif^ 
tuvo por conveniente aceptmr Ja^ donadon; sin embargo, n»*íbé/ in4lfl^ 
la jomada del padre Ángulo. . Loa; pobladores .dé. las nuevaatmosB ba&^ 
bían bailado mucha contradicción en lo» indios délos pnebiosíveoinos;' 
alegftbi^n muchos pret^atos frivolos, y era cn^realídadt|ue innrabaii á ióa 
espauolescomo unos vecinos importuno^ paraiÉLKbertadr^y^ejárcIdeé 
de superstición á ^ue vivián.cicsiünpunementeténtré^adoe. : (Nalefiíii 
di^il aLpadi-e ave]1gnai!> eetos. ocultos mol»yes;i : Supo. kiT^bpfonMa' 
ceguedad en qUe vivián aquellos inféüciep^ y lá infame -piroftaion^pio luP 

dan de hechiceros. Está opinión, Uen ó. mal. fundada, •ai'^ÍNuo 40^ M 
hacjia temer de los otros pueblos cercános,f4eB atraía 'no péeas «oñio» 
didad€;s dé quetemiaa privarse si-éeeiAabledan los^espafioIeii«á«a|Qe«' 
Uas tmnaa. Amenazaban por tanto quecbn yerbas «y^maleiékísihfuríaB 
desaparacer las vetas de plata, ó inundarían de agua las^miñio/ liOé 
ei^andes á quienes en: confusorhalHan llegado eatae aotidiK^sfaÉUltt^^ 
entoulo en tanto terror que pensaban desampárate! pue0Ío;'^'''IM»Ktti 
loa trabajad<»e8 que estaban encrntíadoB las minas, que éñ eHas se'<oiittr 
mlbos.yi)ramidos espantosos, y otras veces golpes de f»oc>a y bamtasf 
y mido como de grande» 4ri)oles que Aklaban desde larcima^ El padre 
Ángulo avisado de un india fíel^ pasó á verse cenólos cadqueff deloír 
pudblos opuestos, los amansó.y redujo á consentir en ellcAbrio de^quei* 
Has ve^s» lea afeó sus desórdenes y.maa que toda la opinión que fb4 
mept&handeTkecfttcert», abomdble'átodo el género' humano;^ Mañdá^ 
luegolevantár unjacalisobre la mina^.y cdebró eti ella la misa dennea^ 
tra Serrosa para^disipar, como disipó efectivamente,- el páiáeoitQnwdhi 
los obreros que dedaá pcüblicament&baberd' padre éteMnéemiado a^iiOii 
Uos montes, y,le repetían gracias como á púMIca benefador f¿ íj ^ . . 

V j _ . > .. ■ ' ..;'^ '> " ' ' t * ' ^M < ' " ' -J ' "' T ' ' ' ' ' ' ^ ' * ' • '*^fíti\hj r , n i ir 
t El de8cabniiiirato.de aq^olla^ njüm^íuéi afectivo, ..iM-yibftndpaMm-.fiDiVia 
los indios esplotabañ entonces la rica niina d^ ci4tiyQ;4e la -grajea,, aj^fido qua 
hoy ha decaido por el adulterio .qoe háicen loe Uamadoe trajMcAtfnot, poique se ha 
propagado en Guatemala, y ponjae la qitfmiea ha descabierto tintas que soplen por 
la eochinilla. En 1787 apareció un tico manto de plata en CEté^eJd*(< las'ocli» 



— 133 — 

En esté aña to pato con notable desigualdad on la California. La Curato de 

«layor parte de él íuó lleno de cuidados» y de no pequeños sobresaltos. ^'^^^^^' 

"El pacbne^ Juan de fígí^ que por ausenpia 4^1 padre PíqcoIp se én« 

^^gfi d^ partido d»8. JavieTt se hall6 .sqlo en aqntlpucarto sin haber 

l^recida un indio htf^Ui^ noehe, en que hallándolp aolo^sin eoldadoit^ 

se fiíeron' lentamente congregando. Este sociegodnró poco. Dentro Rebelión de 

de «lgHnoe'dia%iriitado8 loe natnráles por la muérterinjusta de un in« ^ Califoms. 

dio cali&fnio»: .convocaron las Tecinas rancherías, oyeron sobre las 

siembraá que había hedió el padre ausente acaso en Loridá^las ;ami8a« 

roUf y-fanbieraii heebb lo< núsfoo ooní la casa é iglesia é hab^laa hallan 

do ún defensa.: €acb diaMtías liisolehtQS ck^ociehdo Ia.debQidad.d0. 

la*pequ^tropli^ atnenazabto aun al mmoó preiúdio donde para au se* 

guri^id se hahtan'Mirade Ids padres. La escasez y mala^'calidad da 

los aUoicaitos én yh muy sensiblet y no se tenia noticia jalguna del pa-y. 

dté Piécelo que^ desde fines del año antecedente: se había embarcado 

para Tk NueTa-E^pañaV.' Por esté lado preparaba ^\ SeñórjnueYos ali«» 

vios á' Ids násionéroé á quienéii> por otra parte afligía con daraá.pnieba94 

A.piiíneiffiosdetáñbjbafaían trés'cédnlas del rey cop fecha, de lT.de 

julio de 1701. Las dos á la audiencia real y obispo de Guadaligata 

eñ que^ encarga' fomenten por todos los Vnedios posibles una empresa 

ten piadosSiy é informen á S. IMÍ. de todo cuanto pueda contribuir á ati 

aum^tot la tereelfa al Sr; D. Joan tíe Ortega Monteñez» arzobis. 

po y ynxéff matidtmdo que se contribuya de sus reales cajas vOoñ seis 

mil' pesca csidá afio, ee'&ifórde á SJ^M.'del ^ado de la Californift:^ 

roed!os de suaníneñto; y finalmente, se^ pase; si fuese 'posiMet&- la Cajc ^ 

Ufemia la fhnidadon de dois misiones que para Sonbrá y Binaba Itatía 

dotado D. Aloüso Fernández dé la Torre. 'En cunQiUmiehto- de están 

órdenes» la real ahdiéficiá de Guádalajara pidió informe al padre Fran^ 

cisco TÍCC0IO9 quien con tres testigos que presentó ooahúresioilió may 

4 satisíkccion eti 10 de fiBÍ)rero de l'K)2.; EnMókicodespueedealgu^ 

ñas díficúltíuiés se conriginó la pag^ pesos por 

decreto de 29 de abril. "Es^ silnado no sufiragab%& las doa mafi uc* 

gentes necesidades, dé iilguñas cesiones y.deun barco pacai el fraspor^ 

te de todo lo necesario. ' lÁ misoriconfiosa pro^ideiEicía ,dél Beiaot^.Wf» 

pUó ventajosamente ésta' faha" por áiedia de la ini^;nifiGiL'Ubeiiidíd|id 



" ■' ». ■ ' ' ,1 " .. .'.".'* ' . . ' J" t ' * > ^ ' ^ • H 



leguas de paraca) que llamaron 1^ mina 40 1& üurorjn^ p¡n^eaa4 do' <^oni In^ifitet: 
desde entonces se imimó' el espíritu-^de empresa, y faojr ^i¿ se'M^cj^ Varihs'imniiii 
de oico y |¿ata en el obispedo> «l.ci»l wrifuíihM, . . ~ — < • 



I 



— 134 — 

del Sr. I>v JoBé de la Paente y Peña, marqués de ViUápuente, de quien 
tendremos lugar de hablar mas opiórtunamente en otra parte, y de los 
señores D. Nicolás de Arteaga y Doña Josefa Yallejo su esposa. £1 
primero con treinta mil pesos, que dotó la subsistencia de tres misiones 
que se fundaron después sucesivamente en S. José Conmandú, la Pu- 
rísima Concepción, y Guadalupe. A la piedad de los segundos se de- 
be la misión de Santa Rosalia Muíege. Con los socorros de otras per- 
sonas devotas se pudo también comprar un barco llamado el ííoBano. 
Restaba solo al padre Piccob llevar consigo algunos operarios; pera 
de cuatro que pretendía solo pudo llevar dos, que fueron los padres &e- 
rónimo Mmulüi y Juan Manuel de Basaidúa, Con este socorro^ des* 
pues de una peligrosísima borrasca desembarcaron en Loreto el 28 de 
octubre. Se dio luego providencia que el padre JMtnutüi quedase en 
Loreto con el padre Salvatierrar y los padres Piccolo y Basaldúa pasa- 
sen á S. Javier para que uno y otro de los recien venidos se industria* 
sen en el idioma y manejo de los salvages. £1 padre Juan de ügar- 
té 1 la mitad de dieierabre salió para el puerto de Guaimas á hacer 
nueva recluta de ganados, muías y caballos para la labranza de la tier« 
ra, y otras necesidades de la colonia. 

£n la costa de Sonora halló d padre Ugarte muchos motivos de . 
alentarse con las noticias que tuvo de dos espediciones que desde fines 
del año antecedente habia hecho el padre Kino. En una y otra hahia 
Nueva es. ^® incansable misionero llegado hasta el rio Colorado, y aun arrojáp 
pedición del dose á pasarlo por un lugar que llamó de la Presentación, en que su 
ncH^lorado. Ancl^u^ según el mismo padre, será como de doscientas varas. Pasó 
á las rancherías de los quihuinas, recibió mensageros y les envió mu- 
tuamente á los guguanes, ogiopas y otras naciones. Se certificó que 
las conchas azules venian de las costas del mar del Sur, y que esta 
solo distaba de allí diez dias de camino sin estero de mar ó rio al« 
guno intermedio. £1 padre quedó tan persuadido de que estaba en la 
California, que se atrevió á escribir una carta al padre Salvatieira, 
aunque nunca llegó á sus manos^ Hizo juicio de haber en las dos ri- 
beras del río mas de diez mil almas, y fué recibido de todas con tanto 
agrado y afabilidad, que se hubiera resuelto á caminar hasta la costa 
del Sur, ó hasta el desemboque del Colorado, si no fuera por las ca- 
balgaduras, á quienes fué imposible pasar el río. Vuelto á los Dolores 
se determinó. á hacer el último esfiíerzo; juntó cuanto pudo de provi« 
sienes, tanto para sí, como para acariciar y recalar 4 los indios, y eú 



— 135— 

5 áb febrero salió aooroptñado del padre Manuel €k>nzalez, misionera 
de Opoeiira* Llegaron en l.o de marzo á la junta ée los ríos Gila y 
Colorado^ y á ana numerosa ruichería de quihuimas que llamaron de 
S. Rmdumda. Tomaron el rumbo derechamente al Sur registrando 
yaríos parajes para pasar las cabalgaduras que no se pudo hallar por 
los muchos pantanos de k orilla, £1 dia 11 de marzo, dice el padre 
Kino en su relación, haberie salido el sol por encima del remate del 
mar, sin ver mas que tierra continuada por el Sur, Poniente y Norte^ 
y solo al Oriente el mar de California, En esta situación, cuando pa*' 
rocían estar mas vivas las esperanzas de concluir aquel importante^ 
descubrimiento, enfermó gravemente el padre Manuel González. Se^ 
trató Inego de dar la vuelta con prisa: no pudo ser tanto que no mu* 
riese d, padre antes de llegar á los Dolores en el pueblo de 7\i5tifa- 
ma* Escribió el padre Kino al superior de la Sonora, como ocho de 
los naturales de aquellos paises recien descubiertos le habian seguida 
hasta su misión por el deseo de recibir el bautismo: que los mas que^ 
daban en muy bella disposición para lo mismo: que en las ranchería» 
vistas de nuevo en este último viaje habia contado cerca de cuatro mil 
almas: que fuera del rio Colorada desembocaba también, según el tes« 
timonio de los naturales, en el Seno californio otro rio que llamaban 
AmartUo* Que el Gila y Colorado después de su junta, y cerca de la 
embocadura se partían en dos brazos, y formaban una grande y muy 
amena isla. Hasta aquí la Carta fecha en 2 de abril de 1702. El 
cariñoso recifámienta que las naciones gentiles de aquel pais hacian 
al padre Sano, y el deseo que teniui de tener ministros en sus tierras 
y recibir el bautismo,: lo manifestaron bien algunos meses después^ Los 
quihuimas y yumas, quiere decir, las dos principales y numerosas na* 
cioneSy enviaron sus mensageros al gobemodor de SonoidacrComo em. 
praándolo para que pasasen padres á sus tierras. Este los eondujo al 
padre Kino, y este celosísimo misionero pasó en persona con ellos hasta 
Huepaca, donde residía el padre Antonio Leal, superior de aquellas 
misiones. Prometióles el padre hacer cuanto pudiera para que se les 
diese aqoel consuelo, y aun trató de que pasase á México el padre Ki- 
no para acalorar mas la negociación. No tuvo efecto este viaje, y la 
&tal incredulidad con que se habian mirado siempre las cosas de la 
Pimeria impidió depues un establecimiento que hoy habria quizá da- 
do al rey vastísimas provincias, y 4 Ift católica religión innmerables 
«hnas.. 



En cfecta^ én malg de dteüy séÍ0 aitob que ^1 podre Kibo luribi» liatfti- 
jadó éin descanso' en el de^úfarimientó. de un /país ü^n vasto y tay po- 
blado, na haUamo» qué tuviese más compañera fija que el paciiQ.Agfnk 
tin: Campos de Campos^ aunque se señalaron en diferentes. tíemjpo4hatt 
gunos otros á iiierza de ijcpetidbs informes y. protestasi ó áo. lipgaroa 
á ir deteniéndolos en el cáiiiiho los sapenores de Sonora^i^ estimaron 
taá poco *tÍBiiipo qué ao hicieron ' cosa ' considerable. A principios dei 
1703i por. los'infórine)? del padre Antonio Leaka^ destinaroitieiiptw 
operarios H la^ Finierla^ con inSeciMe conduelo del padrú Kiukf. ^z-Yá es^^ 
taban en yrajey próximos á entrar en labor dé aquella viña, cuando aa 
soltó la itijuriosa voz dé qué lospimas hablan muerto al^padns Fimneis^ 
oo Javier Mora^ misionero, de Arizpe. No babia oosa.jmáí|fiUil que 
Por una fel- refiítar aquella 'mentiraf cómo se habiá hecho ya con tantas btnutigoal^ 
kM pimas se i^^Ate gr^eras* liO Uzo'el'padró Eino conla máycvenergjhy'á^ 
^^^^^ ^ ^ eítí; pero entre táátoinovldos de la'primera voz los superiorea habían va 

tra parte cua- ... . 

tro miáones dKdo otro destilio'á los sujetos que apenas llegaron á pisar la FÜae- 

hl^m!^. ^ ^^' ^^^^ á TubttfaiXia se consiguió que pasase él padre OerónimaJIfi- 
nútüif ilcúyá áalud háfoiá probando el temperahieBto de la OaUfiMrdiai' •' 
' Eñ *esta pesInÁúIa Se i¿téntkron algunas nuevas correrías: li| pfimé* 
ra; áciá la contra-cósta del niiár del Sur, donde se descubrieron a%ttnai^ 
núevad- rancherías y tierras á proponte para siembras. Xa «egoodá 
fué á bi bahía de^ lá Cbñcepcioii, cuareníta Teguas mas al Norte del Itel 
dé Loreto' en busca dé lúi río de que habia alguna noticia por la Jan» 
cha qiíe llevada de una iettipestad se decia' haber entrado en sus nbe« 
ras..' ' La distancia niayor dé lo que se pensaba, y la aspereÍEa' do'jaa 
sierras^ biza e^sta jomada enteramente inútil. A la vuelta ide.e¿ta.as^ 
pedición, juntos tos padres en Coreto, celebraron con la nnyor poBi|if 
y Ostetítacíon que fúé'posibleí la solemnidad del Corpus, tomanda ocá^ 
sida dér'a^iinBurá ésplicar á los infieles, asombrados y atóiútos^ mo- 
tivé de 'áqtiell& ésttUórdiharía alegría, y la significación dé;aqaéiBa0¡Mh 
guéiláé éerénloiitaa. Todtt esta tranquilidad y iráperansa da fln|»^sa 
desvaneció bielí presto eon la úoticia que, llegó af presidio dé* foís el 
cadqüé y étrbs inal' ¿ontemos de S. Javier del V'ig||éy habiaü áíáú 
cníélméiife lá'múérté á <^uaiitbs párvulos bautizados y adultos «ati06¿ 
menos pudieron hd^r á las manos. TEta, esté : atrevimiento^ oon a é coiÉ i^ 
cia de la impunidad con que habían quedado después de la muerte' dr* 
un soldado del presidio. Por tanto, él capitán resolvió á todo trancé^ 
no dejarlos sin castigo. Salió con cuanta mas gente pudo, y dio 4 



— 137 — 

diAtióébd'iíObr&lós 'sediciosos, no con tanto silencio que no huyeran 

euási'tófl6é'á1ugai<eá inaccesibles: murieron algunos, y entre ellos uno 

dé 1<^ pHlibt{^lés átftdrée. El cacique cabeza del motín escapó entré 

Ids fii¡¡(ÍtiVoM;'pen> loé paríetíteB do los catecúmenos muertos lo trajeron 

Vhfo d^ti'ió'fle potos días á presencia del capitán. Confesó haber si- 

'dü'4ét jjeib Ad cuantas conspiraciones^ inqnietudesy robos se habían co- 

ittetiáo desdtí que entraton allí los españoles. A pesar do los ruegos 

é instaúcias de loisi padres ftié condenado á muerte, que conforme á su 

no rúTgfltr ca|)íacldad, instruido bellamente en los santos misterios, bau- 

'títodo yaéistido del padre Basaldúa^ recilAó con resignación. En el 

-iWo'ée la tNtyvmcia, concluido el trienio del padre Francisco Arteaga, 

hiAÁé, lonttdo el gobierno el padre Ambrosio Oddon mientras llegaba 

d padre 'Mañüél Fifieiit), que de actual provincial de la provincia de 

T^ledOy-Tenia destinado visitador y provincial de Nueva-Espaila. El 

fÉArt» Arteaga descargado de este peso, se aplicó enteramente al au- 

HNmtD^ pc^ecion del Seminario de S. Ignacio, que el año antes ha- 

lia íaüdadolen PuéUa* Con parte de los bienes del padre Dr. D. 

Ittcolis Añdttide, y cuatro mil pesos que añadieron los señores D. 

AMckieó de lAma y Doña Joseñi de Avila Galindo, su esposa, se fun- 

étítoik M)e año tas cuatro 1>ecas de oposición que por presentación del 

pÉAre te^^tor del colegio, y nombramiento del padre provincial, confor- 

tne á laás leláasnhus de su fundación, so proveyeron en 6 de abril en los 

entiro^lmts benemérítoB, que lo eran D. José Tapia, D. Antonio de 

tBGvetii, ly. Diego Calderón y D. Antonio áe Alcántara. A principios 

^M Mo ijigniente de 17X^4 con fecha de 12 de enero, se dignó el Sr. D. 

IPcüpe ¥ espedir real cédula en que admite y toma bajo sú real pro. 

iMOÍtAiy patronato el dicho colegio de S. Ignacio. Sus términos son 

intiytoxiorificos para no insertarla f. 

Nd foá ésta la única señal que de su benevolencia y amor para con 1704. 

la Coisipañiá de Jesús dio en esta ocasión el rey católico. Llegó án- 

i«|- otra ^cédula dcfspachadá en 12 de junio del año anterior en que man- 

^'B. H. iifitt gobernador de Yucatán, y hiega; y encarga al Sr. obispo 

de aqndlhi diOcesis, se encomienden lá la Compañía la conversión y ad. n 

^idldtotnrtñotí de los indios del Petén^ región situada entre las provln- 

xSfls ée Tniéatán, Cfaiapas y Tabasco. „ , 

fin consecuencia de esta real cédula, el Illmo. Sr. D. Fray Pedro pañía la ad. 

de'toslteJrWi proveyó auto en 10 de junio de 1704, requiriendo al pa- ¿"'¿^f^^ 

t La onüte éí liistoriador en el maniucrito que tengo á la vista. ^® Yucatán. 

TOMO XII. 19 



_ 138 — 

dre rector de. Mérida para que se encargase la .Cojnpafíia de la adm^ 
nistracion de aquellos pueblos. El padre. re<^,tor ]^spondió,:qiie para 
admitir ó no dichas redacciones por viade misión ó da cuanto excedía 
enteramente su jurisdicción, era necesario esperar el dict^oiQQí¡^p&dre 
provincial distaixte muchas., Ifíguas., Se dio cuanta JkMéx4<^9|W,tif^ 
do la real cédula en términos de curatos y administraciop .{Nixroqiiial 
no llegó á tener efecto, reservando dar cuenta» como se hil^i.&S^ H. 
de los motivos que obligaban á la Comip^ñía p^njiiio tomar sobro, si se- 
mejantes cargos. A estas siguieron otras cinco cédulas del piados(8Í. 
mo rey sobre la misión de California. Las cuatro eran. d^r^lidas al fis. 
cal de Guadalajara D. José Miranda, y al padre provincia) de la Com- 
pañía, á D. Juan Caballero de Ocio, y ala congregación de los Dolo- 
res del colegio de México, dándoles las gracias por la liberalidad yq&- 
lo con que fomentaron aquella conquista. La última al Exmo, Sr* 
virey duque de Alburquerque, ya virey desde el año de 1702; tomando 
varias providencias para la conservación y progresos de )a colonia, 
mandaba que sobre los seis mil pesos señalados en 17 de julio do'ilTOl 
se le diesen otros siete mil en las reales cajas, de Guadalajara» y 4 los 
misioneros jesuítas se les dé la misma limosna que en Sínaloa. y Sona- 
ra, y que se formase una junta de personas inteligentes y miflioneros 
para establecer un presidio. La noticia de estas cédulas llenó ,de gozo 
al padre Juan Manuel Basaldúa, que á principios de febrera había venido 
de California á Guadalajara. Pasó prontamente á México; poro al virey 
aun obtenida favorable respuesta del fiscal, no quiso resolver coai^ &%»- 
na, remitiéndose á la junta general, parala cual habia ya mandado citar 
á los padres Juan María Salvatierra y Francisco Ficcolo. Entra tanto 
Propone Be. era cuasi estrema la necesidad que se pasaba en California; tanto» que 
padre SaWf^ el padre Salvatierra hecha otra vez junta de los padres y soldados les 
tierra desam- píJí^ su dictamen sobre dejar la tierra, ó retirarse á la costa VQcina de 

parar la coló- «. . ^i-jjii .i" 

nia.y cottan. Sinaloa mientras de la piedad del rey se conseguía algún socorro per- 
cmde kw eol- naanente y fijo. En medio de la mayor consternación fué tal el ardor 
y constancia del capitán y demás soldados á su ejemplo, que gritaron 
todos á una voz querían morír en la demanda, y antes protestarían.con- 
tra los padres si se desamparaba la provincia. Ni fueron estas voces 
dictadas solamente del pundonor forzado en la presente ocasión» pues 
saliendo poco después la lancha al puerto de Guiamas, y dándose ocul- 
tad de pasar allá ó en el barco á Nueva-España los que quisÍ60en» na- 
die hubo que tomase aquel veroronzoso partido. A la mitad de jnnio 



— 139 — 

llegado en lugar del padre Mínutili d padre IJgarle (hermaiió 
del padre Jinun) no menee en la sangre que en el fervor y cdo apostó* 
lico. £1 padre Picedlo pasó á Taqui en busca de algunos socorros re- , 
cojidoa de dhrenns muMones á costa de mochas fatigas; pero aun eran 
mayoral laadel padre Juan de Ugarte, que acompañado de algunos sol- 
dados é indioSy salía diariamente por loe montes y cañadas, y aun á las 
playas á' leooyar raices y marisco con que mantenerse á sí, y á los demás. 
El padre Salfatiena, aunque señalado por el padre visitador y pro- 
vincial Manuel PiSeiro para visitar las mÍ9Í<mes de Sinaloa y Sonora, 
y llamado del 8r* virey de México; sin embargo, no le pareció poder 
dcgar la misionen el mismo infeliz estado en que se bailaba, y antes de 
ver si de Sinaloa les venia algún socorro con que poderse conservar en 
su ausencia. Así mientras volvía de Yaqui el padre Piccolo, pasó con 
el padie Pedro de Ugarte á reconocer la costa del Sur para ver sí po- 
día fundarse alguna nueva misión acia aqaella parte. En la jornada 
se hallaron repentinamente acometidos de los salvages que jamás ha- 
bían visto semejante gente; pero á un tiro de arcabuz se echan á tier-. 
ra, y loego comenzaron á traer sus mugeres é hijos on señal de paz y 
amistad» Se les propuso el fin de aquel viage, y como aquel padre 
quería venirse á vivir con ellos para bautizarlos y llevarlos al cielo. 
En fio, negalados y bautizados por primicias algunos párvulos, volvie- 
ron á Loreto. A pocos días volvió el padr^ Piccolo á Gkiaimas con 
bastantes provisiones, y dejando aseguradas muchas mas en la costa 
de Taqoí para otros viages. Aliviada la necesidad, determinó el padre 
Salyatiem su viage á Nueva-España, celebrada antes el día 8 de se- 
tiembre la dedicación de la nueva iglesia en el real de Loreto con el 
QUiyor regocijo y consuelo que hasta entonces se había tenido en aquel 
pais. Dcgó el gobierno de la misión y presidio al padre Juan de ligar- 
te, y en 1.® de octubre salió para Matanchel. Caminando de Gua- 
dalajara á México, recibió noticia de la muerte del padre visitador Ma- 
nuel Piñeiro, y como abierto el segundo pliego cam mortis se hallaba 
nombrado provincial de esta provincia. Esta novedad trastornaba de 
UQ golpe todas las ideas del padre Salvatierra: prosiguió su camino 
apreairadamente resuelto á sacudir aquella carga luego que llegase á 
léxico, no dudando que condescenderían con su dictamen loa padres 
«"wdtores, y quo lo aprobaría el padre general. Llegó á México, y 
aunque representó á dichos consultores con toda la viveza y energía 
<}UQ le dictaba su humildad y su celo muchas y poderosas razones para 



— 140 — 

deseargafse del gobierno» «atuvo-otra •MBpuesta.^fiM quo á 1» tíiMnia 
misúm^de Cftlifoniia e«ta^ m^w que aceptes» aQofieiOf^MieujnWi 
toridad y earáeierr podía atender nnífi bien á «u eabBMrtBBoiay fomento. 
Hubo de obedecer; pero con la pvoteeta de*4mui]icí»;euaÉÉo.ánftQa al 
padre gMieral para qqe le aliviando de aqúel^peao, oooio lo <kmmgú6 
efeetivamenie, aunque, notan brev6<M>R>odeieaba. 
MíuOTte del £1 padre Manuel Pifieiiro, á quien euooedió en el pvovUii^akto el pa- 
dre Salvatienra, dejó un gran deseo de í^ en todoe les «ugetotidaNiie. 
va-España. Después de' haber ebtenido-en su piofincia éé Aeagcii'lea 
mas lustrosos empleos w cátedras, pulpito y gobiemade loe pffmelpa- 
les colegios en Máyorca» Barcelona y Zaragoaa, proginradtM^Á Reiva 
y provincia}, pasó á serio de la provincia de Toledo, doiide á pocos 
meses le ñié patente de visilador y provincial <le Nueva-'Bspafta per 
muerte del padre Femando Cato, á quien antes se había cometido* '3a 
rara prudencia le hizo ser nombrado de la república diO Mayevea á la 
corte del 8r. D. Carlos n, como enviado extraordinario para ¿jOifRurJae 
ruidosas diferen<»as entre el amobispo y virey de aquella ida. P e a om pe» 
fió este empleo con tanta satis&ccion dé las partes, ^e^á eu-S|ttalta se 
le miraba en aquel reino como un ángel de pae. Consignó «én -esle 
tiempo de la piedad del rey se íkbrioase un nueve hespüaV'fe^^iMdiBo 
dose entre aquellas grandes honraa de la miseríoordla pMPaeoa loe po- 
bres. Entre sus religiosas virtudes, sobresalió mucho la ^veeien ñl 
Augustísimo Sacramento, y una mansedumbre inalteralite que-leluieia 
amar con ternura de cuantos le miraban. Había formado un aHo^on- 
cepto de la religiosidad y apostólicaa fatigas de los iugetos de eettt pro» 
vincia, de que en poco menos de un aiio que la gobernó, ewriÁ áüíoma 
ventajosísimos informes. Hecha una brevteima reconcHiaetoii, y sfim* 
tiguindoso repetidas veces, murió con admirable tranquilidad >ri día 21 

de octubre. 

El nuevo provincial, viendo que con diversos preteetee ee éilMa la 
junta, determinó salir á la visita á^ los colegios. Yisiladide a^nes, 
volvió á México por marzo de 1705. Instó por ki junték, mandada en vir- 
tud de la real cédula, y no teniendo respuesta decisiva, antes ée peose- • 
guir la visita, presentó al Exmo. virey «a informe firmado dé sa no m bre 
en 25 de mayo en que cumplía cuanto debía informar conformé á la men — - 
te del rey. El informe llevado al fiscal, filé remitido á la fiítura jun — - 
ta. El padre Salvatierra, encargada la visita de algunos colegios de^ 
tierradentro á su secretario el padre José Bellido, «que lo habia sídc 






~ MI — 

tanUM «Mt podre Manuel PifieírOf paiti6 4 la CaUforala á bi mitad de 
i iiaío« LHego^ kp BUrfit teme^ite.al ^7, ee tuvo la deseada jjuiHa y 4ie de- 
erolóífueti^ im batfai«B en. ella loe práeticoa que Remandaba la real 
oádobv aadafe ÍBi¥iivafla fanater auevaa. • órdeoee de la corte^ .Habte^ 
¡MNMfo.al £;um^ di^ue de AUMirquexqua el padre Salvatjyena,no eo^ 
p<Mr ibiB mMMHdadee de la Califonúa, tino aun por la? Umoe^ ajU^,* 
eadM do idea jvÍM<|ueee debían i todas laa demás miaione» de.Nucva- 
BipHiateM ipMdee atraaoe de la provincia. A la verdad, en las cir< 
nuMÉearini an queactualmenteae hallaba la coronat mal aifeg^rada 
aoftaobcefUi gabela del j6ven rey Felipe Y» pareciaUckpy dc^^oiroai^ 

• 

yeeiiMT 4 fi* M* ettalquíar -otros ggstos por piadosos que fiíeseny por 
taliiáe a«6aigaK«4loa inmensos xrostos de una guerra tan porfiada. £so 
ta<fidalidad lera el aotmique*alegabaol 8r^ víiey para-no poner en ^^ 
euéliHH «aí4a paga deiliMi<aiísüiU<pe8ee 4»Jka CMíA^ma» oomo laadel 
resto de toinisíxniai. Bn loaao había wtfmmuMfi m^fíbfi» vec^ el 
paAíe^BahmtiMna» ^uo mn mabmgú. dn laaigraiidea «r9%n«ÍAA del e«tado, 
lá^f^lnBtttd'del iny^estalinmii^'fl^mNtattsiis repdes eédulaa;, qjue las 
iiiisloBes 'de gvatileii se psrdÍHs Mi tfeinediot que ih: pn>yincU^ >e;]^hausta 
cmi fA s wpl e metfln» ém iwÉas sDÍks «i aqnoUoü tres adoe fe MlabSi «w« 
péSada é i ap o sibüiladaide tmmteMrlas; y. <finalnifint^ añndíó con sapila 
inteepiden. . . • ,^r. £»Ée., ya no sedo 4 «adín tm el «Mind» en al c¡^dd^"¿^ 
aamv fidelidad yvenaMeiim de nnMracaiéttMi mohaMk £sM p^^f M>«tj«Taai 
jesnita, solo y d esa uíiHid oée las; reales, oigas» hacow|iiíatado yjres4i49 ^¡¡¡¡¿¿^¡tíí 



i fl. m. VB paistfie « mas da cioitD irnenia moa 4<aste.dft 'm9m. Ifí^ilítnoMMP 

sos gBsfeslraehos sd feal araiéa no habían podidd «ijetm^ tod^. IfQi lasmimonesr 

BxtmKB. anleeesDfss da V. £., y y^ jaigotfmáaairiiyiír ka;]^oaiH^ 

de los nisioBeros, yes u s é ie a r á S. M» lantas prarádM eiMio ie haif 

üado les msímmnnni jesuítas, y an nüiar por ia salrMon de lantM lAr 

mas, ten na se Mía á la fidelidad debida á:nusstraie]r im^JOJÑ^tf^i' 

de), que «Difes se enmple «ou sua bmm ertuefth iMí y daelaradaa iM^nes^ 

y se dá 4 sn eofoM mas Sviaa apoyo qae con miafifaifi tasw^A pufij^an 

Scnrar las flotas. 

No cedió á la fuerza de estas razones el duque de Alburquerqui), y el 
padre Saltatterra, meditados todoslos caminoaque 4 su t^Q y 4 san ta- 
lentos pOcKaH ofrecerse de ocurrir 4 aqu^la necesidad, y no hftHnn<ín 
brocha alguna^ resolvió juntar una consulta estraordinaria de todos los 
padros proíkm» mas autoriswdos que había en México. Propúsoles 
las necesidades de las misiones, k» gramímail ^nipanoa 9optraíd<)9 Por 



— 142 — 

la pruvincía en los años antecedentes, las difigenciás practicadas, y su 
ningún efecto. ' Pidió que sus reverencias le álamb^raní -sí haUaban 
modo' de proveer algUn remedio, y si no que dijesen isi con^ilía rsnon- 
ciar iás misiones, y que sé entregasen á clérigos seculareid £ste era 
El P. Salva, el único recursa en que consintieron los mas del los votos, y conforme 

tierra renun- .1 • ,*- .^- • •. ^ ... . - . ^ 

cía las misio. ^ '^^^ dictamen sb procedió ¿ lormar el escrito dé renuncia que nmia- 
"^' toíi ti^dós, y 'aiitóiízó en toda forma el padre secretario. Jiintamen- 

te con la presentación de este escrito envió el padre proviacial cartas 
á todos los rectorados de misiones, previniendo que estuviecleii pvokitos 
para entregarlas á la primera órdeií, con todos sus frutos, taborés, láe- 
nes y aperos de casa é iglesia, como se supo después por caMa dsL go- 
bernador del Parral al Sr. virey. £sta resolución biso que S. E. man. 
dase exbibir por aquel ano las limosnas de ¡yusiones, reservando. la pa^ 
ga de los atrasados para tiempos mas desahogados, y al misino tiempo 
fué un testimonio incontestable del desinterés temporal i)on que traba- 
jan los jesuítas en las misiones de América, muy agenod de aquellos 
imaginarios tesoros y comodidades que en todos tiempos hlm querida 
hacer valer sus émulos. £1 desabrimiento con que por esta ocasión 
quedó ei Sr. virey recayó enteramente sobre la infeliib GaUfomia: no 
se tuvo la junta ni nada se hizo* Mientras que estb pasaba en Mé- 
xico, en aquella misión los padres y los presidiarios lo pasaban cmi bas- 
fit P. Ugar. ^nte incomodidad, y hubiera llegado al ostrémo sin laefíciUB actividad 
aMana tinnuí de los padres Ugarte y Picedlo. £1 primero que había quedado por 
para >á«nbn gaperior, á costa, de muchas fatigas allanó tienras desmontándolas por 
. . SU misma roano, tanto para enseñar, como para alentar á los salvages: 
liiiM> algunas presas, {^antó viñas y sembló, algunas semillas con que 
pudiese subsistir por éí la colonia ea caso de faltarle los socoros de 
México y Sinaloa f. Hizo venir de la Nueva Galicia un maestro de 
tejedor que eoseSase á sus indios^ y escusar á la ipísíon d gasto de te- 
las, sumamente necesario, aun mas que para d abrigo, para el recato 
de los mismos españoles y misioneros que apenas podían salir de sus 
casas, y aun estar en ellas sin que tropesase la vista en la desnudes 

agena. 
£1 padre Piccolo á quien el padre Salvatierra habia senajado en su 



t Hoy recoge California el fruto de estos prodigiosos afanes. El TÍno que alli 
se cosecha.^ un grande artículo de su comercio, que se aprecia y irende en París 
como no se estima en México. ¡Gracias á aquellos varones herederos del espirita 
de caridad de Jesucristo, y de 6. Ignacio! 



— 143 — 

lugar por YÍsitador de las misioneB de Sonora y Sínaloa, se vaHó de la 
oea^km que le ofrecía este empleo para rocojer algunas lunoenas de 
Bfuellas poUaeíoaefl^ y remitirias á Galifomia. Le ayudó en gran par- 
to el padre EuaebioKino, y á uno y otro dio después las gracias el pa- 
dre provincial, de haber conservado por su industria y caridad la misión 
y el presidio. Con su llegada, qde M á 80 de agosto, fué conuin la 
akgrfa.da todos. en Loreto: acudian en tropas los indios como á su pa- 
dre y común- bieulieelior. Habia procurado llevar provisiones abun- 
dantes; pero no fué «sto lo que dio mas conduelo en las circunstancias 
yraientes en que la hambre em, el menor de los males. Lo que tenía 
Ja .afonía en punto de arruinarse eran las disenciones de las presidia- 
lips con su ci^itin,.y la poca sujeción de este á los padres. Poco 
antes despesar á la Nueva-España el padre Salvatierra, el capitán 
Estovan L(Hrenzo, aunque muy.á gusto de todos, habia por no se qué 
aprehensiones renunciado el oficio. No pudiendo convencerlo ni las 
ifPEOiies ni los.ruegos.de los padres, se determinó eA padre Juan Ma- 
xíi( á llamar de la Sonora á D. Juan. Bautista Escalante, alférez. ion- 
ione^s del presidio de Nacosarí. Era este soldado de buenos crédi- 
ipsiy acreditada reputación; pero demasiadamente fogoso, mejor pa- 
sa TOnir á las manos que para gobernar con quietud. Presto secoñie»- 
■Itton á sMitir los efectos de su mala conducta, así en el orgullo con 
a|no trataba á los presidiarios, ciMno en la dureza para con los natiura- 
Isa. Unos y otros tr^an sus quqías al padre Juan de UgaMe; pei^ lo 
q^e habia de 4or remedio empeoraba el mal, no sufiriendo ^ dicho ca- 
fÜMM qpo eljpadre quisieae irle á la mano ea lo politioó y militar del 
IpreaidiQ. Llegó á tanto, que el padre ügarte por no tomar mas agria 
ycoTidencíat: dio aviso de todo al padre Salvatierra. A sus razones y 
a& la salud publica de la eoloinia toda que se lo pedia, hubo de acceder 
JL Gstevan. Lorenzo, y reasumir el cargo de capitán del presidio, para 
^nde navegó con el padre provincial. La suavidad y arte del padre 
loé tal, que el capitán Escalante sin sentir ni darse por ofendido del 
desaire, prosiguió por a^un tiempo en el real hasta que los misnKis pa- 
^kes le procurarm mejor acomodo. Compuestas asi estas diferencias, 
^eapai^ el barco á las costas de Sinaloa para conducir las limosnas ^¿^^¡f ^' 
S^ haUa ofrecido la caridad de aquellos padres y vecinos. Algunos ra México el 
ds estos paiHirpná. visitarla áCalifomia en que se detuvo dos meses, y ^ P^"'*'^' 
nabiendo deíado órdenes para el establecimiento de dos nuevas misio- 
Bei,y proveida paia buen tiempo la colonia, salió para México á fií 



--144 — 

de ootubve. Dejó aUí 6- petiobn tuya y de IO0 padreé «AlMmMtifO Iti. 
me Bmwy que le hhbía aeompaflaáe elisia vMtft) yqne Aüpue e^pf ^o- 
toree «floe fué a|K el alivie^dé loe ttMtnmwm'éú ^ <caiédb'4e Id Ma- 
poml, bteta que oni^Aade'de^saeérdoil^ acabó aü Me ^Hie H^eMüíoo 
Muerte del miiioiiei'e» ItiniedíKlBBBMtedeipf esde hi pattidaéil padt»yiwi «qa l, 
no 7 d^!^ Reemprendió la findaoié» de 4aa d^a nuovaa'OiiaiaDea. Bfadreft- 

reia« á ^puen «e dio el :aoiDbre de 8. luán Bautista^ ea ^na^^NMla de 
49ontiame rieegoe éindeoiMe pebMla^ MitiÉuó ^fadra luiilK^tlafie 
da. 170^ >Elpadi>eJ<ianafaaniddeBaaaldéarpaHiéaltidi<Biiidftaal 
iiaóavr<»T^deilM^eii'qaé'MáalimdíaM lamitleiiidea to i a tft»' 
„ ^ . aallá. El eatnfitio «fainucdieaiaa larao de^ouarattta letnaaalfi^im 

Fondacum .^ . ^,%.. « ,. .. . - ..^ 

de las miiio.^^E<^nreio.. <joaágaaó elfadieiMa lade etdéiaiite luuMlaítaÉgiMMb 

"IsfuibuT" ií pGflrta de inrneiieae áitigaa. La pobreaa é faaawioáidiaiaa fefüh i g aa- 

SatiuRoratía lee «Dii» ^ooRiiieB tü lodaa ka miakmes mie^m; pefu-eil eétak^tNq^ 

y iaadulBÉiba la taanaeJumiiro y doetMad ^ laa iadioa, ooanda éifadie 

Jñedro deiUgaMalmioqtta yaiiaarioaigéaieim>a- y si q íi3 D (| OB | 

-abé é. iiiao«rtbalc;tiq[áa Aabia ea la Calübniia. 'iia filé lA amiér fta- 

lNJo.deiesU-iiiiebBida4gL JttBttallM^ "p&éi^ ÍUk9 í títtm , 

vuebeé Méadcé, ^aé Su Juaa- Baatiita Lapa<i tiwa i éii o adai^ilttfala 

i|aabHMÍo,ooa pérdidadalda díea ha! p«Bea qaé IwBbia ^ i a a a i ü i úf fi aa 

ea dolaoiob/y de loa caaiea pagaba iM^taantoÉMNi lea fédüoar'- HUe 

ajbcideiite< Ino al pacfaré prbnnbNd iqaa'tnteM iaége de ^Etf^ga^ 

ikiiiairfaíb«;i{iidee de lea laiaioiiee de CaVforaiá^eaílMiaia^ 

lAiidaa iitne:adttÜDí»|ra4aite4icy>iiB^t)ioettiadof ^ úrtaa fe ié é iftUifefte fci i 

fin al eofegíff nánqo^ñOá^dó mm ^üdo'^L Mméiéo MUo dalii^rb.. 

Muerte del fov wiaate 4el. Saoto tedadonfle (a CémpeAíay <y aa'&iMlaito)p«i el 

hermano Fa- _ _ ,. ••••-••é 

bio de Loyola taéíoe ilinaÉyino CBQ qua doepitodó ad asuadoi^ y «É-^ha^^aflaaea 
Zl^^"^^ nlígioiaa. . Ynao.4 kt Aariinoa .«éa ^peíame 4a^la.ip <^iiiu B i de 
Mkmrágaar all^1qila^«a desi^ jaalíoia f iMáá k» lii^^torMí tar de 
Mdi) a^ ea ^ aiftaé» eevalHS d«M^ «cí ««apéjé «dettlgiÉtMdóe^'^ teo^ 
laé iMi itj a iiii^ » i«llg^cNie« Aeabad«iaB^ ^géhteHMS tit i s i iaidi ó-íteiÉarei 
lÉBMte da ^w i W üé l ita<teBdatoaf yero ua angele Muy^gAMie y ^iM^ <aiipRÍ' 
^ ^ («al4iaa<|uéila«alígM>iH éeidaeiaaó i|tta IHea i|uiBria>4M9ifvii«&dcMtt^M4a 
Oomie^ia 4ÍeJíania. AiiMúdo^mallae>eeai^for<qiÉhM»4i^ 
miUeafieco de portera ea^aelegi^aii&xkWi^-StflteMtiflétt^^ 
céa^buaátdMd, y leaaftiMa^aíiaekm^ é taeaialiótíéaál^^m 
fiaaaiéa*41artaefli»ia4y4iaa de oaeaifie^te^i rttrt ii i a^^ 



— 145— 

imájpa M venentble hermano Alonsa Rodríguez. Murió ol dm 17. 
d« mafiw Es n»i prueba WMhi vidgar ik su i^irtud, que ])egacla la no-' 
licia da flu OMMie i Lecm da Nicaragua» ¿onda kabia sido gobefoader,< 
se la maiMhnrpií haqer nujr ^olemnea honras, predicando en ellas las 
ahfcaigiB del diftinlo ri misma Ufano, inrelado de aquella ^éeesis. Muerte del 

. apostólico pa- 

No^ mé attenos la péfdida que bizo el colegio de S. Luis Potosí,- y die Juan Ce. 

ana toda N^ piN>vin<4a de Nueyap-fspafia, on el espirilual y apostóli- ^^ 

o» padM Juan Oereiiy natural de 'I^BCumgalpa en al obispado do Yalla- 

deUd dá GoaMiyagua. Sa gran teatro iué Guatemala «n que pasó la 

la mayor parte de su vida en las cátedras de íilosoga y teología. Por 

dictémeé'dal padre Dii^ Marín» uno de los masxéiebreé esooiásiíeos 

fna ka tenida lapvóñinoim so pensó, en llamarlo á M^oo, auaquo fe» 

iaifUKdd^gUMMle fruto, de que se privaba Giiatemala. £1 descanso 

00» qttáiiliHmqipfat H Urea de su cátedra eva los dias que llamamos 

da. iimttei aáltr á aplicar la doctrina á divamas iglasiaiv y otros á,con^ 

£asar 4 k¥^ kospUale» por las vacaciones» de ordinario á bacer - misio» 

4 difamitoa pudiba* Fui maraviUoab en ql ejemplo da humildad 

^pMi,sifliidq al oráoulo da Guatemala» ^. oárepió por £ilta de admí. 

niatfndoy 1 anidas da un ingenio» como lo hiaEopor das cg^itinnoq años. 

Ená li|||¿da:pQr l|9a»bra ilustrado y extático» nósoiode pajM|oíiafl del ai^ 

gloi jpboé eqpaces da discernir espíritus» pero aun de les.sugetoa mas 

<apÍ8ÍtMdáa da aqnai tLemt>ó. £1 Di. D. Barnardino de Ovando y D* 

Triti'1i*fT" ^^"™''rT*j A yeneraUo Padoo de S. José y al veoeyabla 

fimy. Aiténto Hai)0ti do Joeus, cnn qiííen s^ acompañó flguna vea jm^i 

if nnn nÉUmiaa anteas» y que desda Tálamanoa» donde eotn^^'á ia re. 

dnrQiom-dá.nqiialUiJi fieíaa nnoionea» fritándola tinta» Le oscribiA cnn só 

8Mlip»J üáiaonií'aMiy ejamiilar» y que la trató con feniíliandad quin. ' ' 

ta.nS|a4 dapnso con jusamanto ño haberlo visto jamás ^aitraido, min^ 

«BtoA): 4b n^gttna íuill ügán^ pamcm» y quo la pareeia «po pesdev ai» 

míiwil» detkmpa da aatordaiitsa.dosí» y en lapresésMade Dios. Sk 

padra Aniífnici Cartea ique la tsató muchos afios, aséguta no babeilg . 

jaMs .iriato üakv na por durena dteHícidfid» sin»por ki oontofo^áck>¿ 

i^ tmm f^WBifiosdí^ á 4uien.siampm tenia á la vista dd alma. C<m. 

ÜMRl^é aalai^nmdés virtudes eran so penitencia, su sileneio» á quiett 

Baárta-ét dwijiníiíitn»'su castidad tanto inas.admifabl*, cuanto pom: 

liMdn «yivb Jkdfll apóatoi, da cimsi «entÍMias y Mshmm teniáclones» 

ytilulMaM táJfilUn jamás buhamenáatqr Hevav eturgtr en suf caon» 

Aabir mi¡<itf^ímm$% jiditodass nlgHn^ álh«síanrpM al alto' concapto 

TOM. III 20 



— 146 — 

que 86 tenia de su santidad se. hubo de deshacer su rosario para repaF' 
tir las cuentas, de las cuales fué fama común haber obrado el Señor al** 
gunos prodigios. La venerable señora doña Ana de Guerra, biei» co - 
nocida por sus insignes virtudes, y otras personas que el padre dirigió 
en el camino espiritual, son pruebas bastantes de su misticb magiste» 
rio. Fué rector del colegio de Ciudad Real, y maestro de novicios en 
Tepotzotlán. Nos llevó la muerte (dice en sus apuntes el padre An» 
tonio Cortés) un sugeto docto sin ceremonia, modesto sin afectación, 
y serio sin esquivez; tal fué el padre Juan Cerón, cuya memoria hon- 
ra nuestro menológio el dia 24 de enero. 

£1 siguiente aiio de 1706 no ofrece cosa alguna memorable en la 
numacir^ 7 dé P^^^Q<^i^* ^^ padre Kino en la Pimería después de haber sufrido los 
enero de 1706 dos años antecedentes, y desvanecido con su paciencia y constancia 
admirable diversas calumnias contra sus amados pimas, restituida ya la 
tranquilidad, volvia á tomar nuevos alientos. Tuvo noticias de<4iaber lle- 
gado el padre procurador Bernardo Rolandegui con una escogida mi- 
sion, y al mismo tiempo se le mandó informase del número de opera* 
rios que necesitaba aquella provincia. Al mismo tiempo se pidieron 
del supremo gobierno informes al capitán Juan Mateo Mange^ com- 
pañero del padre Eusebio Kino en los mas desús viages, y tesfígo oca<* 
larde la fidelidad y bellas disposiciones de los pimas. £¡1. padre Kino 
respondió que los misioneros concedidos á la Pimería pot el rey eran 
ocho, de los que solo habia tres en Dolores, S. Ignacio y Tabotama: 
que debian repartirse indispensablemente otros cinco en Caborea, en 
Santa María Soameca, S. Javier del Bac, S. Ambrosio Bosamí y 
Santa Ana Quiburí. Sin embargo de estos ventajosos informes, do 
Visita de nue. entró algún nuevo misionero en la Pimería hasta muohos anos áeafpoGB, 
Kino en oom. como notaremos en su lugar. Por el mes de octubre salió el padre 
pañía de Fr. Kino en compañía de Fr. Manuel de Qjeda, franciscano, y de algaooe 
da kM pueblos oficiales á reconocer y visitar los pueblos distantes^. En este via- 

f^^*^^ ^^ S® °^ ^^ descubrió de nuevo cosa alguna fiíera de lo que se ha- 

la JrimeTja* 

bia ya notado en otros, á que se añadió el nuevo testigo Fr. Mm- 
nuel. Este religioso afirmó después constantemente que la Galífiw^ 
nia era península: qué él habia visto la continuada cordillera de moii- 
tes que unia las tierras por los tres lados de Oriente, PonieBÍe y Nor- 
te. Yino igualmente maravillado del esfuerzo, actividad, indaalria« 
fervor y vida apostólica del padre Kino. No cesaba de mafávQlarse 
como un hombre anciano» débil por sa austeridad y por 0o poea saM, 



— 147— 

t^aniinaba al auo tantas leguas, atendía á tantas naciones, Catequiza- 
ba, predicaba, bautizaba, levantaba iglesias, cuidaba de las siembras, de 
la cría de los ganados, del corte de las maderas, é industriaba á sus in- 
dios en tantas y tan diferentes artes mecánicas. En efecto, se puede 
decir con verdad que lo que hacia por si solo el padre Eüno era tanto, 
que diferentes misioneros en el espacio de cincuenta años después de 
su muerte, apenas han podido conservad en una corriente regular de 
vida política y cristiana la tercera parte de los pueblos y rancherías que 
él visitaba, y en que les dejó, ó nacida ya, ó sembrada la semilla de la 
divina palabra. 

En la California se emprendieron por este tiempo dos diferentes jor. Dosinfrac. 
nadas. La primera, acia el Sur por el hermano Jaime Bravo en com- *'^°"*'^^ 
pañía del capitán y algunos soldados en consecuencia de las órdenes California, 
del padre provincial que habia dejado muy encargado se buscasen en 
lo tnteríor de la tierra sitios á propósito para establecer nuevas misio- 
nes. La muerte violenta de dos soldados y grave enfermedad de otros 
dos por haber comido un pescado ponzoñoso, les hizo retroceder al dia 
tercero para el entierro de los muertos, y curación de los enfermos. La 
segunda no fué menos infructuosa. Dirigíase á buscar conforme á las 
intenciones y repetidos encargos de los reyes católicos, algún puerto 
^en la costa del mar det ^ur en que pudiese hacer escala la nao de Fi- 
lipinas. £1 padre Juan de ligarte con doce ¿oldados se encargó de es- 
ta importante comisión. Salieron de Loreto para S. Javier de Viggé 
en 26 de noviembre. Desde el 30 les fué necesario marchar preveni- 
dos y en buen orden por haberse visto cerca del mar mas de doscientos 
guaicuros, nación enemiga desde la espedicion del almirante Atondo. 
Hallaron muchas rancherías de pescadores sobre la costa, todas de paz, 
se enviaron esploradores al Sur y al Norte de la playa, volvieron di- 
ciendo haber encontrado una gran bahía, pero enteramente falta de 
agua. La necesidad que padecian de ella los del campo, era tal, que 
el dia 7 de diciembre, ni las bestias, ni los hombres la gustaron, y hu* 
biera sido lo mismo al dia siguiente, si después de la misa y letanías 
que se hacian implorando devotamente la intercesión de la Virgen 
inmaculada no se hobiese descubierto un aguaje en aquellos mismos lu- 
gares en qua el dia antes se habia buscado tan ansiosa é inútilmente: 
reconocieron todos la piadosa providencia del Señor por la intercesión 
de 8u bendita Madre, y perdida toda esperanza de hallar lo que busca- 
ban portquel rumbo, dieron vuelta al Real 4 los fínes del año. 



— 146 — 

Por renuncia Sabíase ya en California como el padre Juaii*Marí«-Saiva4íerimile«- 
del padre Sal. - , , , i ,. * „^ 

vatierranom. cargado ya del peso del gobierno eistoba para «av^garsaUá cob ^ pa^ 



^eneralT ^ dre Julián de Mayorga. Era así, fie ipoyido de ios gue^pa f. ratonefe 

laríni deprol del padre Salvf tiw^» el padre general Miguel Ang^l Tafiib«i«li flü 

dí^AjÍj!Íi^ ^^^ entrado «afiquci, caigo á 31 de eiiejpo> envió á i)ipmi |itftMtie 

Solandegni. de provincial al padre procurfidor Bernardo Rolandc^gui» ^pw ¥lMlto é 

México la presentó, y enUó ^gobernar en 17 de «etícoabre. fil fmálP% 

Salvatierra se retiró á S. Gregorio, donde dif^Hestas las meUMtíwKMi 

el padre Alejandro l^omano, procurador de ia misión y enostg^iéb éé 

conducirlas por Matanchel el padre Julián Mayorga, se partió- á plíft* 

cipios de diciembre para Sinaloa .y Sonora, de donde peiMVa l^váiar- 

IWte |NUME car^e á principios ^el año sigubiUe en ei puerto de Akinne^ Ea efec* 

^i^eSidwu ^' caminadas por tieci^ mas de cuatrocieatas l€f uas y «fvadMMéi 4 

tierra. los padres misioa^ros y demás bienhecbet^s los so^otvdft wr ia d m Cti 

amada misión, se hiao á la vela para la babia de 6^ Diolit^io «h Mda 

1707. enero ¿q 1707. A la noche ^e\ 31 se levantó la tnCuB íM^Mia to r uwl ia 

que habian visto en «judíos mares. Amarrado el tiw^Biié^dejMtm'ilr 

á discreción del v¿ento que los c^mmIujo á «ñas kitíB y CMceUoa iftség^ 

nitoe, donde á cada instante t^iiun estreUaiVe. A^uncHidiba dif io ig o 

el desmayo de la gente, que postrada, «in aumentos «a «las^e^hinMD* 

ta horas, no pensaban sino en prevenirse paiala' muerte. FimhuMa^ 

arrojados de la tempestad sobre la isla de S. losé,, llegar^ Al mbI 4* 

Loreto ^1 3 de febrero. Poco después Ucf ó con iM raememn^gé* 

ñeros y algunas otras provisiones el padre JuMan Mi^ydi^. Ktfaín 

(dicho padre) pocos meses antes, llegado de ta Eurapa een la 

del padre Rolandegui. Sin t«mar el necesario descanso ^ele^pues de' 

prolija navegación, partió á Matanchel, y d^ allí -ala Oalifemta» fia 

mudanza de tantos diferentes dimas en menos de «dio mes60$ hm im* 

comodidades de la navegación; los no acostumbrados caltréi.y i^b^p t* 

dad de aquel país, y lo estraño do los alímentoa, cattSarea taiAo eetn:- 

go en su salud, que el padre Juan MüjUl se resolvió á jJÉsatlo á tato 

costas de S9nOra ó: Sinaloa. Hubiérase ejecutado ai ^ ddieiílto 

mo hincadas en el suelo las rodillas no hubiese pedido ^pie 

en California, -que allí esperaba mqjorar, ó á lo hiómb mofir^^ifaww cp 

el destino que le habia dado la obediencia. Pi^mió Dios «n wmimm^ 

cion con una robusta salud, con que pudo después tralwy ar ^rdü ia^ ftas 

por la de los ipjiliibrnios. 

Por otro tanto tiempo había trabajad9 incansableovente e»tf« loMMftt*- 



— 149— 

ves ttiiMWiHfl fii fílate Fm^'máo Celbda, que nalrié eme mo iií din 
dd éb Mlirp* Fué natanl Ú6 MoMejti^ en CastiHa^ ejcfinptar ^ l^« 
VóroMÉ flii^kilMéoÉiik Ei amor tmm Sndm ié Iri^a t^naocñar Ites tocfó* 
radb*ifecéDiotíi%tte«»*4p»iel^^ UbtWm- 

4d pam ^ ^tf oM U i s r «I Sncmiaeiito do la Pé»i«étid&, ^im %1 JMímo dé« 
jmndo impvrfteUi k ^oekm waé f«iqMVtame. lútnim 8e>^u vo ^üto diéM<- 
«Ib d# Ü*^ « «iatiHi légmrs i <i«6 Ié «Yffl^ktHli. el aballó, «iHt» «jU^ Kie*. 
gt»:ffe{Miiiia ^ aat»jai<s «éionMdo tiue Ai^^tm & üloatifeaiíe, fism pité^w 
tfttti %ft «* 4Sia dié«to9i&pla^í^M6 del híf*téiiié, «t^)Kk) yt acintoMi M 
h c^MuM <d» au ultima eni^nniedad. Atm léii esta, jamfiii Iií«d ^<:í«ifiá 
aífio Iftai éoi» fAHM6a dto de aa vidfe, t)blt^Ml6 dé Üéb {mA^:^ lé^ito* 

jm, (diea fel fiíd^ N^miMái «b^ayta^crtfaal pMii^ (>foi^iiic%l)tfim^urfl 
oiMWIiiia^ñMdia #9 mtHttfíltfiti^a «n tódd, «ii af^hfo, iih< lie^^ ék 
MMtoeia», ^Mi iwtiétK VrmÁé -01^ «^tas réligitMab vífli^dejs cbn tM 
^aiña c(»É«liai«iito da m Vamim tunarle, fit tíltfinb détídüj^ d%' ^ inerte en la 
f4da)4ai|i<Mia'da «dtlMdb áil Mftta aaedfttío de la Máa, 'm- á^i^ Taraumara 
públicameata w ln %lM9ia <da ws ^mtedCKs li^ Aetébdélét (jiía sa del»- cfsco Cdada' 
patei fwfala ^életuMad, yptdiétidélea tfcm ítgriDMM ^m ae olvidaaa<i de 
]# ^^ fM IKRM ^Am left hkíAdL 'pHsdi^adto, ili aé «pattaisea de loíi 
t tt aat i t l ftf ié iilléa db DSw; «[O» lkrv«áb«i ^ t?oMueló de ttoiir eiitte tilloa, 
yfaano^aa Allaifia^^ipiiaii )oa acknfiatatfiíki^e aii aáélaat» con ttñbt y 
útaiáiii^ %í Httnio y gattoUloa dé fodba 1ó« dfcmstfttt«8, y él Soto que 
fiKist i WWi 'fetf A ati ihtí^ttéytia pD^ie^^m tsbMíidhstlo l<)fi aaperftM^, aino 
f^M^e^just^ daifas 4!^ pnAüt xitté «lk>d esei^^Mddaa «atítris loa itiHik^ÉfaVos; 
Radüddi^^l fadira O^^tiída A fa üttáiaa «tttyanidad, ae tenia ^ iA¿&tón* 
soafa -dts ha tH)daif<e%d^«iéh^ el Manta Tiütliliti» par %fál»é»ele carradó 
WümHñétíta ht ^«rgeftrta sin podetimdar aim loa liqaidos; attt atnbar- 
gD, iMt&bá-liW Mil tol3ia!li ^I «11^^ aae^itnida t(tia poitá. 'Se liko 
{íniiA^ *edñ tma ^(^Haa, y liabiéadala paaaüa can «dmiitaatoii ^la dos pa. 
daaaiq[iiaía íMMkift, htfísiétwi ^ darla al cuarpa4tel Safia^. I>aego 

^piía la i^lík^y dtjo^bü^ lAQctiaMnqttilidfKl:.; ífmcúimitÑs 'éeiñmm 

Mfm ihnñm. • > . y tAU^iído ^trada aa üua ^j^ili^a y fregada 'meái» 
taékNi, telM de imii %iara ditocwntíd éñ al 1^ 

& p t incij ^ da Hóviélnbra «a óümplkm faü tara^ Mea 4 ^üis «1 M. 
R» F. giMmd f%ab 'GcMs^ez liÁla ^f«»M^da %i eongregaeian pto- 
rlMiri. ihi 4tt«aókto iá ^1^, «éiH^ó al )»«dfa llefniatda ilalitté^ 



— Í60 — 

vincial acometido de un mortal accidente, que á las veinticuatro horai 
hizo desesperar do su vida. £1 padre^ con un ánimo tranquilo y seré» 
no^,nQmbr<^ por vice-provincial al padre Juan de Palacios, rector del 
<:olegto máximo, y trasladó la congregación cbl dia 2 al dia 4 de novi«n* 
bre, conforme á la facultad que para uno y otro le conceden las cons- 
tituciones. Fué cosa digna de admiración cuan justamente midió el 
tiesopo que podia haber prolongado mas á discreción. £1 dia 3 de no- 
viembre falleció el padre provincial, y enterrado el día 4 por la maña- 
na, dio lugar para que á la tarde se procediese á las sesiones de la con- 
vocada congregación. Luego, concluido el entierro y reunida por el 
ps^ÚTQ vice-provincial la consulta, se abrió el pliego ceuu mortiSf en que 
se halló nombrado provincial el padre Juan do Estrada, prepósip que 
era de la Casa Profesa. Fué electo secretario el mismo padre José 
dQ Porras, que la -habia sido en la congregación antecedente, y nom- 
brados al siguiente dia por procuradores los padres Alonso de Arrevi- 
, llaga,. Agustin de la- Sierra y Domingo de Quiroga. £1 padre Sierra 
murió á los principios del siguiente año de 1708y y hubo de pasar en 
su lugar á Madrid y Roma el padre Domingo de Quiroga. 
1708. £1 colegio máximo perdió dentro de pocos dias dos sugetod^ iniBig- 

nes, y que por caminos muy diversos habían dado muchos años gran* 
de utilidad á la provincia. A los 22 de febrero murió el padre Francisco 
Camacho. Llamado de Dios á la Compañía para el grado de coadju- 
tor espiritual por medio de un hermano portero, se ocupó en ella por 
espacio de cuarenta y cinco años en leer á los niños los rudimentos de 
la ínfima clase de gramática. £n una ocupación tan molesta y tan 
poco lustrosa, vivía gustosísima su profunda humildad en tanto retiro 
y abstracción aun de loo de casa, que si no era por motivo de obedien- 
cia, apenas se le veia fuera del aposento. Tenia anexa esta clase de 
gramática la prefectura de la congregación de la Jlnunciaía. Las plá- 
ticas que hacia á la juventud cada semana por razón de su oficio, y 
las otras muchas pláticas de piedad con que aun en la clase les hacia 
venerar cpmo á Madre á la Virgen Santísima, eran la leche con que 
criaba y fomentaba aquellas tiernas plantas, y con que formó varones 
muy ejemplares en todos los estados de la república. Mortificábale 
el Señor con temores continuos de la muerte, y una vivísima represen- 
tacion de los peligros de aquella última lucha; pero no le hizo gustar 
estas amarguras en el postrero trance; pues dispuso la amorosa PJrovii* 
dencia que al mismo tibmpo de bajar á la clase le acometiese una tan 



I 



— 151 — 

violenta apoplejía, que luego lo privó do todos ana sentidos, y antes dé 
media hora le sacó de esta vida. • 

A pocos dias le siguió el padre Juan Pérez, fervorosísimo misione* 
ro y compañero en este ministerio apostólico del vonorable padre Juan 
Bautista Zappa, lo que bastaba para su elogio. Hizo Dios «por su me- 
dio maravillosas conversiones en la ciudad de México y pueblos de sif 
arzobispado, que fueron el teatro principal de su coló. Su caridad in- 
dustriosísima para socorrer á todo género de necesidades, le hizo dar 
el glorioso nombre de padre de los pobres. Repartía pon ellojs «un lo 
necesario que le daba la religión para su vestido y sustento, lograndd 
á un tiempo la propia mortificación y el alivio ageno. Pero siendo 
este tan corto, solicitaba por todas partes que los superiores y los po» 
derosos les socorriesen con abundancia, abogando por ellos en todas 
ocasiones con maravillosa energía. Fué el primero que comenzó á 
recojer en casas de personas particulares las mugeres faltas de juicio^ 
contribuyendo en parte para sus alimentos, hasta que con la ocasión 
que arriba dijimos, comenzaron á juntarse en una casa común. Su ca- 
ridad se estendia igualmente á las almas santas del Purgatorio, y se 
creía que comunmente venían muchas veces á agradecerle y á pedirle 
sus sufragios. Fué muy singular en la mortificación, en la pobreza y 
en la igualdad de ánimo que manifestaba siempre con un semblante 
apacible y sereno. Falleció con opinión de no vulgar virtud. el día 
1.® de marzo. 

En Oaxaca murió este año el capitán D. Manuel Ferifandez de Muarte del ca 
PtaZfo, fundador insigne de aquel colegio, hombre nacido, para la feli- ^'||^f ^'JH^' 
cidad de aquel país, y en quien parece no depositó la Proi^ideneia tan dez de Fiallo, 
opulentos caudales, sino para hacerlos correr por sus manos £ beneficio colofflodeC^ 
común -de todo el pueblo. Sería nunca acabar pretender i«£erír las x^ca. 
innumerables limosnas privadas y particulares: nos contraeremos áde* 
cir algunas de aquellas que no pudo ocultar su circunspecoión, 6 que 
deepues de su muerte publicó la gratitud. 

Con eaiorce mil pesos ayudó á los reverendos padre^ cármeUtafl, y 
con<retfiia 9fü á los agustinos para laftbrica de su iglesia. Veinte 
flit'í gastó» en reedificar muchas piezas del convento de S. Francisco: 
tres mil en el. de los betlemitas: con treinta mü dotó diez camas en el 
hospital de S. Juan de Dios: setenta mil empleó en.la fábrica y adorno 
del templo de los religiosos de la Merced: con once mil aumentó la ren. 
ta del eo|égio'd#* tas Niñas: diez y seis mU ñneá para que de sus redi. 



— 152 — 

(q3 se sustentasen cinco sacerdotes sc^culai^y con M scJa^JblígacíflA ds 
sacar el guión y varas de palio siempre que saliese el Attgustiníaó 8a« 
eramento: eon ochenta mU dot4 el ceWgto ^ la OempaÜa da Jepits, á 
ifuiéa despjueis de algirties Ibgadee cómo det»Mtels«it2|Mmt,daí^ p9rti#* 
redero del remaneiil» de eus biettes; i^as de'igiMJfíisveat mügüMími^m^ 
pació dé cuarenta aKos eB doles de buérfttnas- j^ moajas^ y pam ^nvb* 
mo eieok> dejó fundada aaa o|>ra p!a de eíÁHo jrusi^efiltfjfeel^a^f^ 
so«>, de cuyoe réditos se dotasen cada afto treinla y tveé Itnóffttta», y 
«dtnbrado patffon él rector déla Compañía. Btfto, ftlera de iñsekas 
fiestai^ anuales y lámparoe perpetuas al Saiitísiiao Saeramenló ea di- 
leseiites iglesias, oapellanías y otras distintas i^md aei o B iég ^ ''^ Mzo 
fo#Dles piMioas para la comodidad de los poliresi reedificó las casas del 
«ymttamienW: enfumoMJasoároélee para el alMode les presos^ ftM- 
aó las ^rhieepías, y por múB de seis áfios liino qoe é ss eoslá ae te- 
^rikÍ9e á los potoea de IknóSiaa g#an eajatidad éck carnes. En m tes* 
Hamento dejó á pobres vergénia^ntes toda su iropa, y todoa lo* giaÍMms 
y eftoios que sus «^oemendéres le remiliesen de ios lemsjle Oasti- 
Ha fedttoído^ h t^ealés, eñ qué as repartieron mas da osAsnAs m(ífé§0§é 
pasó'^stQ aña.^1708) á recibif el préinio de en myiitAa«nctáy gran 
^csridadc^fe entacró én niiescso colegio, dojoíde e» medio delii^ gwmdss 
ÍK»niM:qne le hiao to<}a la ciudad, los saspirosy kgrinaa^kitpokiss 
fiüerimLsii ¡mas síaoeío. pabeglf ico¡. 

Al elogio de este grande hombre, debemos añadir el «dé «n kiimBds 
aoa^iitor, en cuyaL baja .eondíciipa quiso Dios manifestar larieÉoiisa de 
su teübídusi^ y isL «ntendífltisotó qoa su giaeksai)aéoiMNiiieaf ákiáfe- 
qneños;:' 'Tal^fbé él havnyanoJtMPí Or^ts Jlif(»cfts, tujo dñ iMidffaáfisiÑfas 
«biel p«bUaoéaTepotBotlán,y qué Ineia aqtoalmsBta'^ktad» 
yñddf y deopénsriro en-ai cxde^o mal dé S. Ildá&i|só, 
la oracÍMiModsraLtnmpA qné la dallan las eo^pacwnaa 
obediencia, y eneiiá le átsbracíó él Senof potí rtagniasas hM8% o^p»^ 
cialmente acerca del altísimo, inislovip de la Tnjnidad* -^rBepotiásiipdl 
ni gsnn fonodigia do $. Ignacáa de Loyolá, ^tdmtfah^ii.iaBJMi— 00 aloes- 
ivoode teologJHi,'ia i^n^üsdsia, claric|ad y osojftitod; cdilí ^oo.loLwi i 
poaárdo su IñsMldád le oyeriín bsUi^ oo esto gnonji oannto** < Sí|i loi 
jéYoneo estadiaáiteo oeglarsa ao irió con admthiciq» TSsiioadD JMNhof 
¥éees 4i\ iaostó é trióte éxi^oifiM al venios sMiéiioojdba intéa fciflMSf» 
Muerte del gcMttiaado oon lue calsatiai. ProfóHzó dístíiitoá^iitito iol wnioí» és oo 

H. Joan Or- 

*iz Mocho, hómasio eoo^lor f 1 nósmo tíacapo qno' iba á ■Éaaiai'é*. i^pHoHo iport 



.1 



.». »■ 



— 153— 

roitíiiam á «i» hacMnda cM colegio. La moble juveiitud de &• nde- 
tbmo le llanero ñenipve eone á na e jeivpkuMmo religieeiv y no po« 
eoe ywi y M oe éb m ejempbv sbninuroD 1» onis de Jeueríelo ea kese. 
pedas felígieBee» Falleció con opiniog c»traerdi»ftm de aan ti dad ei 
día o oea^oeteu 

Fer lapeioieféfmdeesteaSoTiaoenflloueTo pQcgo nombrado pro» E« nombrado 
fiacial el padei Amtomif Jardm. Eo Calübrma se dio prÍBcipíoá ki ^dio Jardoo. 



B eo ya a wai oB de Qp ji ii n w dÉ , eon el oombte de Sr. S. ioeé^eainieaioria 
do m fa adedor el fteotne Sr. laaiqnée de Yillapuente» A eolo lugw 
díManie de Lereto domo rmnlte legaao al NomoBtCf (Mnrlid ya furtaUe 
«Me e«eo «alud el padre Julián da Majroigá. LoepadfeeSalTatierra y 
htm de Dgartele aoonpañaioA por algunoi dme Inala doíar ém ooe* 
liíate la deetriaa y demaa eiercicíoa de la' minotti i ^pie tik padie Me* 
jerga agi ig d en la e6rie loa pueblot de S. Juan y & Ignaoi» y algu* 
aeredee imneberlas oco iameneo Irabajor como eeoéeeedoen loa mm» 



mbmeitbmpo qao eeeiQia y ae fomentaba Mta.naeva nkion es 1709. 
IftdUfMsi Jtten d(Plig«iy elipedre Pedia de> Ugarte 4 caiiaa deau f^^ 
«oeoM éB vio preeÍÉ^VMM doliv ádemap atay ol puértof y f aoav> á 
iM^ltoeM^ lá ICne^^MBépéMr. EaM>tm m kigat elfadi% Pfaaeie^ 
eo de Peralta, poce -áátéo'Hegadb á €e1iforÁHr. • En ^odd el tiMe* dé 
I» eáüe» oe padecía eoié'alfo de 170!^, una grave tíettéMi y apéñae 
pesui YefBeeiefBe oe feo eoot&o Tecmafl) por ecp el aiio may eocaoo' Oicnt 
en ef^^totCiiieAfo'de SiiSMlóa y Sonora; éin énibai^, sé diépéso qaé 
pimellK laniBÍMi Bka Jarier ál peérfo de Gueiiü» eoh^ elgmiofl gé- 
aaiee'pftffa resealar óemfRfB». VaañirroÉa; tempestad k arrojó sobro 
ll eoeta detoe séris', donde qeedé varada entre ke pefíáe. Les nnu 
emteintde cMíité pudieron de* la hacienda por no» caer en laa 
4e lee eoríe, enenñgoe de loe crísfianos, pasaron en la cátMm 
hasta Teiqoii y dee de allí dieron nottcta de^éw diesgrácia al pa^ fSel- 
tattenw*' ' Pasé esté en persona á la 8onora, y'aencpieá costa de kam- 
boee y rfoigoe eontüMM^ logró endttfear la fiereza dé loe seris, hace/r 
leo emMadee snCm ellos^y foo pimaé, y ann moverloe á pedir misiones 
y enfregar af bautismo en esa confianza nratftos die sue pámúos, re- 
cobrar partea de la hacienda que habían desenterrado loe serie, compo« 
Mr la acodkñ^ reconocef á la vuelta algunos pasages importantes de 
óm y otra cesta, y dar la vuelta á Loreto con algunos socorros, de 
i|iie ya ee padecía cuasi extrema necesidacL 

TOMO III. 21 



— 154 — 

Muerte del ^nel colegio do San lidefoDso de la Puebla, murió á'l3 da julio eí 
SÍdeErtl^ padre Sebastian de Estrada, que por muchos años había sidoallí prefaeter 
da. de estudios mayores. Entre este y otros muchos lustrosos empleos que 

habia obtenido en la |>rovinciay solo se acordaba éu haraildad ooü.'fíre^ 
cuencía del humilde empleo de maestro de escuelas, que pdeos días habia 
' ^ ejercido en Yillarejso, lugar de su noviciado. Fué admirable su tcóns- 
tancia y exactitud en la distribución religiosa, tantb, que aun eñlcMr 
últimos dias de su vida, estando ya extremamente debilitado^ olpaenra-^ 
ron los asistentes que al oir la campana para oraoioii 6 eicámenf se in- 
corporaba con trabajo en el lecho para cumplir con. la obe^en c in< La,^ 
continuas luchas' y 'victorias que consiguió en su juv«ntikd contra, la» 
tentaciones sensuales de que ííié muy fatigado, premió-el S^Sorcon el 
singular privilegiot de qüelos veinte años ¿ntes de su muerte lio¡flin« 
tiese, como de61a]tó á su confesor, aun loa< primeros monmientoq: de 
aquella brutal paéion. . Era muy editicativa su pobreza» .cirQiiiiapa^- 
cion y tierno amor á la Virgen Santísima, á quien con wi^ fóonulase- 
mojante .á la dafumstrosinotofi, se coQsagi»ha4tprhÜP3r^ esclavo cada 
dia» El .padre 4110 lo confesó, ^neraüo^pte éokte áfi m^rir» ^S9gipió« 
Éin ser preguntado, que el padre Estrada'no había perdido eat^d^ sn vidí^ 
la gnciá bautismal, y eran del' mismo seoiticfeaantos conpeiaarsa fNis4 
rU inocencjia ¡jr la ¿suavidad y: candor de sus^costumbres^ -..^r- > 

1710. jg| siguiente i^o de 1710 no ofriece é nuestra histoiiafOosa f^gipadei 

consideración, ni en elcentro de la provincia,^]U/en Isp m4«j;^ttoade.gen> 
tiles. ISn la C^Ufor^ia desde fines d^l ano,puitBee4^te t^^j^freadi- 
do en los nf|turije#;Ui;a epidemia de vinie^^n que JpsiC^losoai^jbffe- 

f 

708 lograron á cof^^^de inmensas y pejügronfiónaii aligas, reocjev-ima 
gran cosechajdo, recién bautizados para .el; jpielp^^.j^JLioscurfiiite^ 
hechiceros, g^tp perniciosa, y^tan coman;,ea)6ji|tfQr&ia: oeaB9t.ieiiAnt 
las demás naciones gentiles de todo el miu^do, no .dojaron- de «einbrar: 
entre los naturales la antigua calumnia da que Iqs padna^apatai SaHr 
tos. Oleps les causaban oles, apresuraban la muerte. P(9ronide9A>,eaer 
lue^o enfermos á; estos mismos malvade^, y-, fi^abíendo JkMi.cftitigqs ¿que 
hacia la enfermedad en lo interior de la tio|!?n^, se deyfttg¡&na|foa pqa fiu 
cilidad y se erntrega^n enteramente, tanto. en la alma, como qa el-cusr- 
poá la dirección de los misioneros; - En todos los cuatiq,a£k^.. antece- 
dentes no hallamos relación ni memoria alguna del padfo.Eusefaio Kino 
en los manuscritos de aquel tiempo. No siend9 creíble que Jas calum» 
nias, las necesidades, 6 alfun otro género de tmbaJQ(9.|aepa capaz de 



— 156 — 

tener en la inacción y en el retiro aquel espíritu incansable, noa persua- 
dimos á que todo este tiempo lo probó el Señor en el ejercicio de una 
paciencia heroica. Verosímilmente sus muchos achaques aumentados 
con tan lai^s y penosas fatigas, y añadidos al peso de sus muchos 
años le habian obligado á no emprender mas viages, y reducid á es- 
perar tranquilamente én su misión de Dolores el fín de su vida apostó- 
lica, que le llagó finalmente á principios del año de 1711, Fué el pa- 
dre Ensebio Francisco Eino, natural de Trento, ciudad de Italia. 

Su devoción y reconocimiento ál grande apóstol de la India, á cuya Muerte del 
intercesión debía ía vida, le hizo tomar el nombre de Francisco, y con P?^ ^V**- 

. ^ , . , -^ DIO Francisco 

él revestirse del mismo celó y4ervor para la conversión de los gentiles Kino. 

en bs misiones de Indias. Con este intento renunció el honor que le 
hacia el serenísimo duque de Baviera en destinarlo para una cátedra 
de matemáticas en la Universidad de Inglostad. No le faltaron aun én 
México ocasiones de manifestar sus extraordinarios talentos con oca- 
sion del famoso cometa del año de 1680. Fueron entonces muy céle- 
bres las controversias entre el padre Kino y el Dr. D. Carlos de Sí- 
gueoza y Góngora, de que hemos hablado en otra parte. Fué d pri- 
mero que con algún asiento y espacio comenzó á instruir en la fé á 
tos californios, ocupación á que se hubiera enteramente dedicado toda 
su vida, si los superiores no hubiesen juzgado mas necesaria en la F2- 
mería su persona; ya que no pudo por sí mismo asistirlos, formó á lo 
menos con sus instrucciones y exhortaciones fervorosas al padre Juan 
María Salvatierra, apóstol de aquel pais, y en cuanto pudo desde laPi- 
meria con l^ages penosisiinos, con limosnas y otros arbitrios, procuró 
fomentar siempre lo conversión de aquella península. La de los pi- 
nnas altos se debe enteramente en lo humano á su coló, no menos que 
á su paciencia y constancia admirable. Siempre perseguido y calum- 
niado, no solo en su persona, sino en la de sus neófitos, y no solo de 
los seglares y profanos, sino tal vez aun de sus mismos cooperarios, 
llevó adelante la obra del Señor por veinticuatro anos continuos casi 
solo, y teniendo que justificar á cada paso, y demostrar por mil cami- 
nos diferentes la fidelidad de sus calumniados pimas y otras naciones 
que el padre descubría y preparaba al Evangelio. Escribió diferentes 
informes al rey y á los Sres. vireyes, al padre general y superiores inme- 
diatos, todo á fin de conseguir operarios para aquella viña. Bautizó 
mas de cuarenta mil infieles, y hubieran sido diez tantos (nos, si hubie- 
ra tenido algunas esperanzas de poderlos proveer de ministros que los 



conaervasen fu h, íé* Canun^ inucho» núllAr^d 4ib lenguas en repeli- 
4oci Wagos: ¥Íait6 lautas iiacioii0a« Sonaó y redujo á yida política tsn- 
tftfl ntncliems^ ^lue^omo «siente «I autor 4» Jas Afant$ 4¡^pQ9í6Uca$0 to- 
aos juniofl ciuuHos celopoB obrólos ba t^ido la Pimería en toas 4ecia- 
cuanta alíos despuM 4e 6u oiuerte»apansui han jpodido poner ap cpoioii- 
ta la tercera parta de los puaUoe^ tierraa y naciooea que aquel varón 
apostólico hpbia atmido, cultivado y dispuesto para sujetam al jugo 
del Evangelio. 

Este ^ un rudo bpa^j^ da las eatariores ocupaciones del padre 
Kino; jp&po «o medio de las contíauas fiUígaB áque Ip i^atiipulAba su ce- 
lo, ¿quién podrá referir los interíorires acU>s de virtud cof^ q«i^ s^ liiso 
tai^ digno imatrumento de la aalva^on de muchas almas] Ejdl todo el 
tiempo de misionero no se le coooci<S mas cama que dos saleeflt una 
frazada grosera por abrigo» y por cabecera una albarda. Este era el 
.lecho en que después de tan largos y peiMsos viages, aun en Xas mas 
fuertes enfermedades, y al cabo de setenta años de edadt tooiaba ape- 
nas un ligero descansoí y en que murió ñnalmentot ao m lágriawade 
su buen compañero €¡l padre. Agustio Campos, testigo , de tatUtí Jam- 
limid<^ (digo humildad, mortificación y pobreza)^ Ja (niyoi partedp la 
soche ocupaba en la oración, y cuando estaba en su parjüd^ do JKriocas, 
esa en la iglesia, donde asegura el padre Luis Velarde, su pompañeio, 
en los ocho últimos años que lo oia entrar todas ks fiochíss, jr quepor 
mucho que se desvelase, jamás lo oyó salir. Esta nocturna oaacíen 
acompañaba con una sangrienta disciplina que tal ve:^ psiPcáMaioa y 
refirieron asustados sus indios. Se le notó que mas de cien veces al 
día entraba á hacer oración al templo, á imitación del grande apóstol 
de Irlanda, aunque toda su vida era una continua oración* y ua conti- 
nuo rezo. Fué señalado del don de ligrimas, de que lo dotó el S^er 
ao solo en el santo sacrificio de la misa, que jamás omitió, sino aun en 
el oficio divino que rezaba siempre de rodillas. Tenia coatUiaaoMnte 
en los labios los dulcísimos nombres de Jesús y María; así no as de ad- 
mirar que aun cuando en su casa le decían injurias é improperios^ ref- 
pondiese con palabras suavísimas, y aun abrazase tiernamente al i|ue 
le ofendía. Sus conversaciones eran siempre de Dioi^de su Hadre 
Santísima, de la conversión de los gentiles. Padecía frecuentes y 
agudas fiebres, deque se curaba con total abstinencia por caairoó sois 
días. Aun fuera de estas ocasiones, su alimento era muy témiey nauy 
grosero, sin sal, ni mas condimento que algunas yerbas insípidas quetcF* 



— 157 — 

«tba con ywÉerto de medietiias* Toda esta dureza y austeridad con- 
«gOi lm.mmimiútL9m «niTidad yéolaara para con mam iodios, k qoieaos 
tcMhaafiMonat y Mian(o pedia eonsegoir con su actividad é 
FiíKJafteaitov erad padre Kmoum perfede ejemplar de mí- 
e|M0t6lkm^ y de <|uieii ee deeia vul^aroieote. • » • De$eu¡brir 
iiernm 9 ^^ommrtit aku»9 M(m U)i ^míCB dd paére Km^ Cantínmrt' 
JO» vida $m mcm^ mi Aanie sí jwtor, ni cuma ni vino. Habíoado con- 
chudo al padre CeoB|ie> en eu pueUo de Saaia María Magdalena una 
pequeña oapiUaá lionra de & Frmeíeco Javier, convidó al padre Ki* 
Bopara la niee de la dedioacion, i que ooneurríó gnstoeomente. La 
estatua del altar repreeental» el Santo moribuadou Cantando la mi- 
M m eiiitt6el padre Kine herido de la ^iiaa enfermedad, queriendo 
el SmIo üMe deseansaaa en su capilla el que tan perfectamente le iia- 
bía jlvtado «« l<í9 tvwhbj/sm del ndeíeterie apeetólt^. 

HeBMá'pfopaaade los Haritesdo un elogio bistórico en lo que liemoe 
díeke de este gianée: Ivnnbre f Uceadoe del doler que nos causaba no 
Miar en nueslienMBoiégio nwinoria aigum derun Taxoa tan insigne, 
y apenai dguBafljpMulidades en ks aeti¿»ae de California, y jSJaneg 
upuMicMi q»e ná fasütaban parafomar una idea tan grande como 
«eieeen fus viitedes. ' 

. Por abril de epte elle» eonduide el trienio del padre Antonio Jardon, ^y^^^^^^^^ 
mnkiná el pliege en qoe vine nemhrado provincial el padre Alonso go en que es 
Aimaia^e* Ajenes meses despeen (el de agosto) deoembaieó en ^j'^ef^ 
yülieraai el padie A^Miróe Luque, enviado del padre geñecal Bügnel <ire Alonso 
An^sl TembWMi paia visitar la pororincia. A íínes del año anteen» desembc^^ 



Otnto Iwbia Uegado á México por aneonor del duque de Alberqueique ^ Veracruz 

el p&GTe yisi- 

el ExDie* Sr» D. Fernando de Aleneaslxe Noroñay Silva, duque de Li- tador Andrés 
«mhqeebnojhi entrada púfalicaenl.^ de enetiodeeeteañodenil* ^^'1'^* 
De sde el tienipe de na anteResor halda llegado 6 México una cédala 
del ley iJespadaida en 36 de julio de 1700, en que se niandalia apie»- 
la iam e n fti pagar á la CalHbrnía la oantkbd da frses latl pesos conee^ 
didee por las antsceirntes eédalas» y pieoeder luegeeín dilación á la 
junta^ ^hiernwiiadii tanKen desdo miielio antes. £8ta cddula ee ocul- • 



^^"^►^^■•^■iW*^""i**^«*P'""WW*^*«W 



t ¡Padre Alegre! flstá V. muy sobradamente disculpado: la bella pluma del 
tiadnetor de Homero i nadie puede cansar, principalmente cuando se ocupa de t&. 
j«r el e l e gió de Tsrones tan üostres que Imn eiTHfasadó y Yve^tto en días mas serenos 
JaUieidai de esta Aiárita. lOh! si dk funm taa fentumn que iiaüma -w^Xtet 
ifqdpaseseienef^penissrtsdsetftntopenUe de m i e dfpeeé w Ki yü ■ gJg> 



— 158 — 

tó cuidadosamente, de modo que no tuvieron de ella noticia alguna 
los jesuítas de Nueva-España. £1 duque de Linares, amiqne muy afec- 
to á la Ck)mpañía9 y á la apostólica empresa de la Oafifomiavcomo uia^ 
nifestó después con el tiempo; án embargo, no pudo sufragar en ciiili- 
dad de virey á las grandes necesidades que padecía acpielta cokniüi. 
A los males que causaba la enfermedad y la folta - de bastimentos se 
agregó este año el gasto inútil de algunos miles en la carena del bar- 
co el RosariOf que quedando peor de lo que estaba, al primer Viage sin 
carga alguna se hizo astillas sobre las costas de la Nueva-Cralicia. Es- 
te accidente obligó á emprender la construcción de otro nuevo, autt* 
que fué mas infeliz^ como veremos adelante. 
Batalla de El año de 1711 no será menos memorable á la posteridad pdr Ja fa- 
auipo anto |||Q3||^ i^^^talla de Campo Santo, y por los primeros crepúsculos que' co- 
menzaron á rayar de paz entre Felipe V y Carlos Ilf , llamado á la w* 
cesión del imperio de Alemania^ que por los dos espantosos. fenómeiioD 
acontecidos entonces. £1 primero, el de un eclipse casi total de sol 
que puso en gran consternación los ánimos; y el segando, el de nn fuer- 
te terremoto que sucedió el día 16 de agosto» fA IHmo. 19r. D.- Pedro 
Nogales, obispo de la Puebla, valiéndose del saludable temor qñe estas 
señales prodigiosas habian infundido á su rebaño, pidió á los padres 
rectores de los colegios por aquellos mismos dias mía misión/ cuyos 
ejercicios autorizó tal vez con su pr^encia el mismo ilustrísirab. Des- 
tinó su señoría para ellos ái Iglesia Catedral, y tres parroquias con 
los dos colegios. £n. los corazones ya sobreoó^dos'de terror, hallaba 
la divina palabra un terreno muy dispuesto para oqpiosflsimoi "tratos de 
■ ' "•' penitencia, en confesiones, comuniones, restituciones de créditos' y ha- 
ciendas, reconciliaciones de enemigos y demás buenos efectos que ja- 
' más deja de producir la prudencia del puro y sencillo: Evangelio. Eran 
tíBí la misma ciudad muy célebres y provechosas por esté tiempo bis 
exhortaciones y pláticas que- acompañado de algunos dé nuestros jóve- 
nes estudiantes hacia por las palles y plazas el humilde y devoto pa- 
dre José de Aguilar, de quien haremos á su tiempo la debida memoria. 

Muerte del ^^ ^^^ ^^^' ^ ^^ ^^ obúlf falleció en Ciudad Real (de Chiapas) el 

padre Mi|ruel padre Miguel de Castro de treinta y cuatro años de edad; corta vida, 

^ ^ pero en que supo darse prisa para acumular muchos méritos; hombre 

de rara suavidad de costumbres, y de tanta pureza de conciencia, que 

se persuadieron sus confesores, no haber perdido Ja gracia del bautis- 

mo. ' La mayor parte de su vida religiosa ocupó en aquella ciudad en- 



— 159 — 

señando á los nifios los primeros rudimentos de la gramática» ó inrun- 
diéndoles. al mismo tiempo un grande amor á la virtud» que les hacia 
(4cil con su ejemplo, y, suave con la tierna devoción quo les inspiraba 
ácjia la tantísima Virgen* Habiéndose padecido en los últimos años 
en que cuidaba una hacienda de cacao grande necesidad en todos aque- 
llos campos por la continuación de la langosta, el buen padre, conten* 
to con un alimento grosero y escaso, repartía & los pobres cuanto se le 
enviaba del col^ip, y agradeciendo á los padres su caridad, escríbia 
que no cuidasen de él, sino solo en proveerlo de héstias pan. el santo 
sacrificio. Era admirable su modestia virginal, aun 4 los mismos se- 
culares, y no pocas veces llegaron á decir con gracia, que el padre Gas- 
tro por no ver el rostro de una muger de las que desgranaban el cacao, 
dejaría robarse ia cosecha. Conforme k esta opinión era la que en to- 
do ^d contorno se tenia de sa santidad. £1 religioso párro^Q de aquel 
partido, que le veneraba singularmente y que le administré los últimos 
Sacramentos, le. hizo en su cabecera un entierro tan solemne, cuanto 
permitia d pa^, diciendo que lo hacia por ser un hombre santo y me- 
VKeflor 4^ tn»y(tf9B,hont9LS* 

El JIS^MOO^ duqqe de lánaxes en México había comenzado desde 
h^go (i dar un grande. eipécmen, no menos de su integridad y magni^ 
ficeocia, que de su cristiana piedad. Sabiendo que á la ilustre con- 
gregación del Salvador^ fundada muchos años antes con autoridad apos- 
tólica en nuestra Gasa Profcsfd estaban anexos ciertas ejercicios para 
alcalizar del JSeñor la g^racia 4e. una buena muerte, y que con las mu. 
chas ptraa ocupaciones d^.aqjuella congregación habiaa^^otablcmente 
descae^dOf, se .empeñ^,^ restablecerlos con el mayor ardor* .Con. la 
ttisieqcia personal de su excelencia, de los reales ministrosi y á su 
qemplo^ de otras muchas personas de respeto, creció tanto el fervor, 
^e.para sostenerlo ji;, {levarlo, adelante, fué necesario el año de 1712 
•enalar donfuievoe &vwetoAq«ei/^ tútíeran pargo de las pláticas deto- 
do^ Iqb viern^, d^l año, y solicitar de N. M« R. P. general Tamburini 
erecoion fia, upa congregación; dL^inta y separada de la del Salvador, Erección de a 
como .80 consiguió efectivamente po^o. después, y permanece hasta el ^^ nueva con 

,' ' ' . if refinación on 

dia de hoy. Con las piadosas limosnas del excelentísimo y de otros fa Cam Pro. 
biealiachores, se dotaron cincuenta y una misas cantadas para todos ^*^^* 
los viernes del año, y Se hizo un costoso retablo, se impusieron tres ca- 
pellanías de seis mü petos para que ningún dia faltase misa en el altar 
de la congregación, y se fincaron las fiestas de la Invención, Triunfo 



— 106 — 

y ExaltQcion da la Santa Cíui^ que por hmmIkmi kñm Iké I» pmMÍ|Ml 
úe la cofigre^ioiiy hasta «llora f^Cú que s6 Inidadó á may^. D^Im 
mas devotos epercácioo de los congregaiites, son laar trer» hottts del ner« 
nce santo, y el vieraee de retiro oada lañes, en que ed» vmt pradeate 
dúnribficion, vacan á la lecctoii y medítaeton de alguna de la» etenuM 
verdades^ Para ejercieiade mx caridad, tomaron á su cargo despnea 
de algunos años por los de 1730 la casa real de Arrepentidas de San- 
ta María MisgdaleBa de Hormigos^ donde no pecas veee» entre idlo 
llevan el alimento á las recogidas con notable e^fíeaciott. Fué d pr»> 
mer prefecto secular de ^la el £j:mo. 8n duque da Linafes, digne por 
cietto de que acpiella congregación conserve aifir sn rifttmfo oenw de 
benefactor y fiíndador sobre la tribuna vectfia á sv retablo titolar. '*' 

Lo restante de la provincia y las nnsiones de gentiles en fodo este 
año de 1719 se efereia tranquilamente con les centínoos-y fehroresbs 
ministerios de nuestro instituto santo. £1 padr^ Anéréspraségtda pa« 
cífícamente su visita; lo que úntcamente hubo por este tiempo^ li^gno 
de memoria, fué la traslación de todos nuestros eistadiantes fe<$Ie||énal 
colegio de S. Pedro y S. Pablo. En el de S. üdelonilO'de fia'PiMlK 
se dictaba promiscuamente la ñlosofia y teología á lóÁ Jóvene» jMiiitas 
como en el colegio máximo. Habiendo ordenado el pediré' i Bn tnd b r 
por justos motivos de pas^ que no se admitieses'ácarsar teología isit el 
colegio de México estudiantes segkH^es, determinó que en 8. Pdeftus e 
no se dictase á los nuestros sino s<^ filosofia, y la teologfa én el co- 
legio máximo, de dónde fuesen cada 'año á Puebla dds padres de cuar- 
to año para sustentar los actos con que 'se^acoátumbhin abrir y cerrar 
nuestros curédéi como se practica basta ef'^Merirté:-' 'No fáé tan per^ 
manente otra aun mayor novedad que por orden del (ttdré'généhil'Tam- 
buríni se había comenzado á practicar en.iÁMSthi escúidla; fieccme. 
ciendo su paternidad la grande titifídad del eistiidlo dé los sagradas cá- 
nones, y cuanto así para di ministerio del iconftsónaáio, como paralas 
privadas consultas se necesita' después 'de este subsidio y dbctrfna, UA 
propia de toda persona eclesiástica, hafúa ihandádo qué en el colegio 
máximo d^ México, y lo mismo propordonddiéñté én bs demás pro- 



* Ia (sara imágm d«. «ito vanm wspetabfei te conserva hor 7 ^ 
1840, en la portería db Santa Teresa la Nueva, de cayo conveeto filé ""'g"4ffTrr' 
iMenhechor. Las instrucciones que dejó al virej, su sucesoí^ muestraa que no era 
fanático sino cristiano y político, y que conocía al mundo. Se sepultó en el Car- 
men de México,— JBrJ?. 







ái km cintM cáitinM de taDlogU, que eDmpwdeQ ln ( 

y «¡poétivif «0 ItjMO otim qnp «• Uaoió «átedcaH 

-é «kt MgnéM cáaoMs. Ucvate F« ^ >'DP*>^>^ &%bb <tjH^ 

Utaeú ajloi^ detenmaó^l pMkra wiaíÉBdor AnMü 

fsm el aei de aovíeiabre congKgftaioa fqronineiflL 

:«lla» MMk^MOBetam ei fukeMatUt Blasco, &i»oaélafidMpB»¿ 

«1 ftdn Kdro Ignacia 4m Lofria, el pa d w) Antoaio Figv»- 

¥flUÉ^ y MI im^r li^ar el padfe Jm» Áetonío 0?éede. homwO' 

ém H e D Mg wge e iüu , eotre otoee oqeae, ee pli e affOM wwdi é imwnt e lá 

fÍBirinraiy 4m aándída la antigim ooeCii^ 

epuiar aquél eetrafio profeeon qaeet toMetio, á ewfo car» 
la fáladna á& «oml, eigiiieiido el eetUo de Logo, Aies» Helio 
y ÉlnN'iiéUMleeaÉarai jeiiiítaa, notalabaBlaB nateriee w D w ie e 
<le é ly d e ff ie Mnt e deloeieagiadoe cjmommi ^pettueetwe ee. 
«aaaiaBdestiBleacjoBee vm londe miíkiwmm |Nffa áefmáttm 
Wi Mleeaiyadeede todo el día, eeie títafee caaéetoee» e^ 

dé wm f atoo de toc# », que la faaeian adminr no peoee ¥Boee lee 

WUleí fBefteores4eU jiinepiadeBCBat^pweoa eelo ee mliBftcia 

á lo qiie pFeeevIbe meetre laetiMo, y 4 le que su leve- 

p ee lunji a, y. qoelm lé|e> ee ee to fca ea la yqtviMcia'de eaie^tr 

4el tode 4e lee «etíciae del éeffecko, -que Antes el4QiDa0Íadi> enpeie, 

«aóMinelMiy proligídad de «Iguaes "maestree de moral en Menee y 

Bwdda, Wbla4Moké soüpecbar al an te ce d e nt e padfe vís ita de i ' I f a nae t 

M«R^'Mliai)iá«nesto idgm exeeso ifigno deeoireecion. Estaeía- 

zones confirmadas con el testimonio del mismo padre TÍsitador Andrtii 

Laye» ■MUeieewiatyadge goafgal á so bn wi i e r en eiasitnto y 4 naodar 

emveHí iB H Wiesta í i 4Ía «eogmgaeion, ¡dadas ^después en M de «ovmiir 

lHPedelft4;^que eiqieimíéa la noevaidiftívta cAtedfa y pfoléeer eandni^ 

«o, M'pneiiiota ebservaseea antiguo eetilo. 

Sael;^iÍBnedia4deBeeiead>i9eenqBeee kiiolafl^QeieB^paiu 
tursde if i fiüleeíéjei pa4re Jüígoel Caetíjla, qae aotoahaente fobema. 
t«iá«eh|gíe deB^Tedeo y 8. Fdblo: kepadfes pioenvedeies, porta 
éste«piw4e laJotil m padíepea hacerse 4.1a Tela hasta princípioe de 
M»e4l0l7i«. 

Entre tanto, en la Oalffemia se pasaba oon bastante ineomodídad. 
La e p i deai a pieeeguia haciendo considerables estragos. La continua 
ffítíifí en la «sisteneía ée les enfermes, junto con laeeeeseB y grosería 
de lee J un e utee , «indíé Aonlmente 4 lee «Monefes, l^ee padres Ma. 

TOM* Illt 22 



1714. 



— 162 — 

yorga y Basaldúa hubieron de salir á mudar de temperamento á U# 
costas de Sinaloa. £1 padre Peralta pasó á la Nueva-España por bu 
misma causa. El padre Juan de Ugarte estaba en Matanchel asistíen- 
do á la fábrica del nuevo barco. El padre Piccolo, dei^ues de reduci- 
do á los postreros términos de la vida, recibidos ya los últimos Sacra- 
mentos, mal convalecido aún, volvió con nmyor esfuerzo é sus tareas 
apostólicas. Demarcó en las rancherías de Cadegonio al Noreste de 
Santa Rosalía, y acia la costa del mar un sitio prqioroionado para d 
establecimiento de una misión que efectivamente ise fundó algunos a2os 
fidelante con el nombre de S. Ignacio. £1 mayor trabajo de la coló, 
nia lo hacia la falta de barcos para la conducción de todo lo necesario. 
Afínes del año corriente de 1713, según el errado juicio de los malos 
constructores^ estuvo en estado de navegar el nuevo barco cmi el costo 
de mas de vekuidos mü peaoim Embarcáronse en 61 los padres Clemente 
Guillen y Benito Guisi, destinados á la California, y el padre Jacobo 
Doyé que pasaba á Sinaloa. Luego que se hicieron á la vefta» se comen* 
zó á conocer lo errado de la fábrica. £1 buque, sin obedecer al timón 
solo era una balsa ó casco que fluctuaba á discreción del viento,' ya á 
la una, ya á la otra costa del seno californio. En una dé estas Taró 
impetuosamente y se abrió por mitad con muerte de seis persoDfs^ y en- 
tre ellas el buen padre Benito Guisi. Los demás asidos al bordo de la 
popa escaparon con vida, y desatracando luego la canoa; después dtidos 
dias de hambre y de trabajo continuo» llegaron é^ df(t JTohAe) i Uleostik 
de Sipaloa, no lejos del pueblo de Tamazula» de deudo Im^onidoa He- 
garon á Gruaaave. . ' i 

£1 padre Clemente Guillen á principios del siguiente ánodo 1714 
partió para el Yaqui» de donde en la lancha S. Javier, único lecuno que 
quedaba á la triste California, pasó á dar estás tristes .i)uo(icÍÉa, Fué 
suma la consternación de todos al verse sin barcos, sin géneroa, sin 
bastimentos, y perdidos tantos costos inútilmente; Sob el padre JúaxK 
María Salvatierra, sin desma3rar á tantos golpes, comenzó luego' á tra* 
tar qqe se adjudicasen á la misión dos barcos áb\ Perú, qué poco inte» 
se hablan dado de comiso. No fué difícil qonseguidos á poco precí» 
de la piedad del Exmo. Snvirey, duque de Linaresraunque poco des^ 
pues les siguió la desgracia que á todos los demás. 

Muy á los principios de este año se comenzó á tratar con (calor d^ 
una nueva fundación en la villa de Monterey, en el obispado de 1» 
Nueva.Galicia. Vivia en aquel lugar el piadoso presbítero D. Pran- 



— 163 — 

eÍ0oo Calancha y Valenzuela, muy afecto á la Gompauia de Jesús, y 
desocoo de emplear su caudal en bien de aquel país, donde lo habia ad- 
quirido. Con este designio, de que habia dado parte al padre provin- 
cial Alonso de Arrevillaga, pasó el dia 10 de febrero á otorgar una 
lolomne escritura de donación inier vivas de una hacienda, de cuyos 
ftutos se fabricase casa y templo, y se sustentasen algunos padres, y 
^tre dilos uno señaladamente con el oficio de maestro de gramática. 
A&uiia, si alcanzasen los bienes, un maestro de escuela, jesuíta 6 se- 
glar, y un lector de filosofia. Determinaba, en fin, que si por algún 
iiiotivo se impidiese la dicha fundación en Monterey, se vendiese dicha 
^cienda por roano de los superiores de la Compañía, y su precio se 
<>eimtie8e á la provincia de Andalucía, donde con los mismos cargos y 
Condiciones, se fundase un semejante colegio ó residencia en la villa 
^ Palma, lugar de su nacimiento. Aceptadas estas condiciones por 
^ padre provincial, ínterin se obtenían las necesarias licencias, se 
^nandaron allá por vía de residencia dos padres encargados de recono- 
^er la hacienda y el país, y de ver como podían practicarse allí nues- 
tros ministerios, y cumplirse con las bellas intenciones del fundador. 
¥artió en efecto el padre Francisco Ortiz con otro compañero, que fue- . 
xon recibidos con grande aprecio y estimación de todo el lugar. Co- 
menzaron, aunque con no pocas necesidades á ejercitar sus ministe* 
tíos, bien que el de la lectura de gramática apenas pudo ponerse en 
planta por ser lugar de pocos vecinos, y que los mas procuran aplicar 
sus hgos al cuidado de las haciendas de campo. 

Se intentó al año siguiente de 1715, añadir al colegio un Seminario IT15. 
con el titulo de S. Francisco Javier, obra á que concurrieron con do- 
liaciones de algunos fondos, D. Grerónimo López Prieto y el lUmo. Sr, 
D. Manuel Mimbela, obispo de Guadalajara. Perseveraron los padres 
lachando con la escasez de las rentas, y poco favorables disposiciones 
del terreno, hasta ahora pocos años, que siendo provincial el padre 
Cristóbal de Escobar se desamparó enteramente. 

£a este año de 1715, el dia 4 de marzo, se hicieron á la vela en el 
puerto de Yeracruz el padre visitador Andrés Luque y los dos procu- 
radores, aunque en distintos barcos de la flota, á cargo del general D. 
Juan Estovan Ubiila. Navegaban los padres con no leves presagios 
de la calamidad que amenazaba á aquel desgraciado convoy; sin embar- 
go» no fué infeliz, aunque dilatada por mas de cuarenta días, la nave, 
gidon al puerto do la Habana. Salieron de allí para España eP35 de 



— 164 — 

jttlio* A pocos diaa» ^ haheñm sub dttscmlMifBSiado dd «MMl por k 

Utetitúd <iQA qHe riavégaJkn tu eonvbyv sé haHaitm mocmetído» é» «Ai 

rcá^ temporal que á ku» cusréttta y dehe Itciái esMliÓ k oif^iUMi 

Nanfrano y esntra BD Mcblh), con muerte de t^átm cuantos en éBa MtalMitt» Lm 

muerte de loe , _ . , » • . . * . 

padies piocu. dos padres pvoeoradores (pie kabian togrüdo biéto aqilél \&(mpé éé tá^ 
^wáe ho- ^"^^^^ iBBÁwmtáo á todos con el ejeitipk> y co» la tot * leftdiMat 
yola y Auto, aetos dO cofifesioii, coDÍosáBdoiae y previméndoso como olm* 
my^^^] Ttetiniias déatífiadas irrembibléiaente á la moért^ Sbeédiéol 

flatáiragkt te Mehe dol 81 éa julio, dia consagrado á loé ¿dhoa da N* 
P. S. fgnaoió. La mea en <}a6 naregaba el padre nstedov áúitm 
liuqtie, tuvo la fortuna de varar en la misnMi embeeaduia dd lí» Té 
sdlAe arena, donde fuera de treinta y seis kombres^ se aahó oon éft p» 
éte la maj^r parte déla gente que pasó poco después á la 
Conoce con l^^ntrag esto pasaba en el canal de Babama, el padté Juiv 

luz proféüca ^ ^ , ... . ^ , .« . »^, ■ 

el padre Sal. Salvatierra lo conocía y veia con soberana los á las orillas dcMMv m 

d^^iaTy ^^^*'^^^^^* '^ ^ ^^^ ^ aquellos ^as un rostro tááffé^ y ttflaéil— 

el nombra, to* Salía Amebas veces á ]t playa, y con lamentos y oontonmiíaÉ da 

uncial áelT. ii°i*''i><>^» arrebatado fuera dé sí oomo que tenía presente algaB honaB» 

Gaspar Rodé, do espectáculo, miraba ya á los mares y al cielo. No deseubrié id 

misterio basta que él mismo padre Salvatierra, escnbieBdo al padia Oaa^ 

par Rodero y tratándolo como á provincial (lo que ségnrameiitaiio po« 

día bacer sabido por la brevedad del tiempo) le dice cóm* na viéjsi da 

IMíbrma babia visto con mudio dolor el naufragio de la fleta y la 

muerte de los padres. Afiadia que pocos dias después, yendo á ééUkmíf 

por ellos la misa, se Te babia aparecido el padre Praiieiseo AitaÉgay pro- 

vincial qtre babia sido, y t>oco antes difento, dieidadide quey», grartan 

al Señor, no necesitaba de aquellos sufragios, aunque el pe&« Layadle, 

por el tiempo que fué superior, se babia detenido algo mas HH él par^ 

gatorio* 

Hasta aquí la profética visión del padre Salvatierra ^a 1& I títtÉ m, 
sSérie de los sucesos y de los tiempos autorísaba bastanteneüto* Bl 
naufragio bahía acontecido él 91 de julio; la noticia llegó áMéxiis^dia 
dé la Presentación de nuestra Señora, á 21 de noviembre; la eaMft éal 
padte Salvatierra la leyó el padre Gaspar Rodero á al^futiós-da Ioé pii« 
drés él día 5 de enero, víspeíra de la Epífimla. Era, pues» ü ééosayl ^ 
que eñ poco mas de cuarenta dias bubiese ido h hofieia de Mékico A 
CaKfomiá, y venido la dicba carta de Califbmiti ft Méarico, no hiSiíe»' 
otro camino por donde pudierü coúiunicariBe. VfJihibÉ i|iíe- éñ díelia 



ovia trilati él fein SMrülierní oon6 á ploviacÑü lü podre Rodero, y 
•»BftiM«#tMÍfq|MMyéQdcmcw»|riid»é^ 14 de oetulire de 1716 
el MoBaéBl fmánf AJkáúm de ¡íamúhigtí^ se tímé el «nevo pliego de 
f^wte en ^|t>B "iwúft ÉenhradQ pnmiKÁU el pedre Pedro IgMcío de 
Lfljpvhu Bé ignmaifca ««i eiMéarico par egte feflipecliiii&ftgiogp»' 
ve eiÉttide el j^wifé— lente j ilbieUitÉinégle impedido pera ejercer dv 
ebe wpla*^ dndum ke padree eeMultereé ai 4e debería procedo: i 
ehÜÉ el pll^ fOMi aorái. lAdiMMÍdad de dicétoenea atrasó dos 
dífli h dii l i bMrww i n, Eaáte tantBi el padre Antoeie Jordán repreeentó 
qüedp «»a eenM^aale^ hahiendo Tenido neiBl^fade proiwicial macboe 
wMm ImHm fá padre Tiit^iUe Maes qfae jacia M la ^ma paralitico y 
aleMÍ»tmuiiiite itepedido, ae habüi praéedido 4 abríf el pliego cam mar- 
|ii^ieeriiHÍba-^[tti danwina bafaia iaiprehadó el padre geaeral en carta 
4|ae pneealpilML áeiiwHtnde que él cmm wmiu^ eegim neeetro estilo» se 
jflbaelidnriiMie, 6 eea feeaMesenle mwffleapitMraK TSa coor 
m JÓm ^dla dettoacióii ae Boipwndi^ l4 aperttm de este scfEunde 
pH%n, 7 miiií tnkntimirf wleiíii él padre Félte £pfHaosa, actua.1 
piipdailü de la Caaa ftufe e a . ALaígineáte aiaa da noviembre l]eg4» 
e oM Ni Üji aloa» á KiwwwJSspana la notitaa ddi attiifiegie y nMiortedeí 
padre P^riAro Ignami deLoyeb^y abierto el pltüfO «eni aiertíf, se ba- Afareseelplie 
W üatubaado pferáoial el padre C asp tur Rodero^ &, y resulta 

l—uiBMlátoetrte, áiHiasipioe deeMto de 171^ weibió diohe padse ^^¿""^ 
p i eif iu c fcl k jttJB tiwiÉ ia earta del padi<e aBl¥atienrai de foefatealwJtfar ^Rodero. 



Abíetl* cA fobienie, sedíé losgo orden de iptu Tiniaae 4 V4^ 
<M| 4 padre lüteaío de Oviedo* sBtual reelardeleoliaglé de G>itaMnsh ^^l^- 
ib, f tenhtééo preeiaáder en teroer legar para janbafeavae en la flotn 
éb A Mm m á Lopmt Fmlado ^ae debía waLYéffat p5»: vmfo* U^ja- 
VM wm MeMid á Sft de junif al pmerfe dé hi {{abrapt dopde 
aaaioi a do ^ paáia iriwtadef jlawhrea Layie cea I» reügioaa cNiridad del p^^^ 
palia 0«Mof fbécboae eBe|adábxa Befocioe eacenMmdadoai toe dea nuero la re. 
dM»iliapMdMÉ,pavtieiaBp8mO&diz,eaeujra bahía, deepikea de una ^""^^ 
majT p K|p i »a aavegaoiea» díesoii fondo ei 95 de aparto. peche. 

Jfalb Eñe taaa el deseade efceée Ib |H>r mnidMs aiíoa Uretendida 
AaMhbioadaáafivaaídeBinaáe biCloBi|HÍiíaenia villa de OitnipecbQ. 

Baadaei aia de 1718 ea qoe ae fqadéel ceheM^ Mén^, babiéiv- 
áe aataéo de pive ea dscbó puerto 'múcboa de tmeiEltraB rdi^esoa pa- 
ta la aqáiél de Viioatia, fa4»ÍMiisnoeBdido ba ánánoa de muabiar vé. 
e^ ü aaa o i daienatea aqaai higár tan feíwoieaoa y úfitea opeía- 



— se- 
rios. Contentábanse con las frecuentes misiones que algunos de los 
padres hacian con estraordinarío provecho. Por los años de 1657 pa- 
só el padre Andrés de Rada» provincial que habia sido de esta provin- 
cia, á Marida, y conociendo la general inclinación que tenia á los je* 
suitas por lo general todo el vecindario de Campeche, y el fíruto grande 
con que podrian ejercitarse allí los ministros, accediendo por otra par- 
te á las instancias de los Sres. obispo y gobernador, permitió que por 
viade misión pasasen allá dos padres Ínterin se les preparaba un sólido 
establecimiento. No nos han conservado los antiguos manuscritos el 
nombre de estos dos religiosos. Ellos,, efectivamente, con su ^justa- 
da vida y constante aplicación al servicio del público, aumentáronlos 
deseos que se tenian de ver establecida allí la Compañía; pero su inad- 
vertencia ó demasiada confianza en la buena voluntad de los vecinos, 
cortó en flor tan bellas esperanzas, é hizo que se dilatase por mas de 
cincuenta años adelante la pretendida fundación. Fué el caso» que 
llevados del buen deseo de ejercitar con mayor utilidad los miniateñoe 
del confesonario, catedsmo y pulpito que eran toda su constante apli- 
cación, se adelantaron á colocar en una pequeña pieza -■ que llamaron 
iglesia el Santísimo Sacramento, y llamar con campana á los fides 6 
los sermones y participación de los santos Sacramentos. A pesar del 
amor y singular afición que les habían mostrado los vecinos, no faltaba 
quien llevase á mal aquella indiscreción y diese cuenta al rey que los 
jesuítas, sin las necesarias cédulas y licencias habían erigido iglesia y 
colegio en Campeche. £n consecuencia de esta denuncia vino cédu- 
la del Sr. D« Felipe lY en que se mandaba demoler lo fiíbricado» y que 
los dos padres se restituyesen luego al colegio de Aterida- En de- 
molerlo hubo poco que hacer, porque á los que envidiosamente, se ha- 
bia querido dar nombre de templo y de colegio, no eran mas que dos 
piezas pajizas ó techadas de palma que allí llaman guano, y las pare- 
des de mas madera y lodo que piedra, donde con suma incomodidad 
celebraban y moraban los padres. Ni por otra parte tenían en poco 
menos de dos años mas fincas que alguna corta limosna de gallinas y 
maíz. Los dos jesuítas, obedeciendo prontísimamente la órdmi del 
rey, salieron al día siguiente para Mérida acompañados de mu- 
chos de los mas distinguidos republicanos* Con este suceso acon- 
tecido el año de 1659, en todo lo restante de aquel siglo no se volvió 
á pensar en la intentada fundación; bien que en el ánimo de ««n^ ü otra 
persona piadosa quedaron semillas de que Dios quiso servirae á su 
tiempo. 



— 167 — 

Era una de estas la Süstve Sra. Doña María de ligarte, que por áU 
ferentes caminos desde los principios del corriente siglo habia intenta- 
do introducir la Compañía en Campeche. Entre otros sugetos comu- 
nicó estos sus buenos deseos al capitán D. José Santellin, que poco 
después pasó á avecindarse al puerto de Veracniz. Desde allí, des- 
pués de algunos anos, movido á concurrir de su parte á dicha funda- 
cicMif solicitó saber el ánimo de Doña María Ugarte por medio de D. 
Juan José Sierra, quien en 27 de enero de 171 1 presentó al cabildo de 
la vUla un escrito del tenor nguiente: 

yyMvy Uuetee Sr.«-D- Juan José de Sierra, vecino de esta villa, co. 
mo mas haya lugar en derecha parezco ante Y. S., y digo: Que trai« 
go det 'capitán D. José Sanlellin, vecino de Yeracniz, orden verbal de 
abocarme con Doña María Ugarte, vecina de esta viHa, y conferíf 
con ella si conserva el ánimo que en irnos pasados tuvo de coadyuvar 
á te fundaeioa de un hospicio de la Compañía de Jesús para la eduea- 
ei€m de loa 'bajos- dé esta villa, respecto á que el dicho D. José Sante- 
Uiñ entre otras disposieiónes á descargo de su conciencia, por cláusu- 
te de lestñaento ha ordenado se remitan á esta villa ocho mil pesos 
pwa dicho efecto, los que en vida habia de remitir; y sin embargo 
de esta manda tiene ordenado que si llegase el caso de su fií* 
llecimiento se remitan otros seis mü peso» por mano del padre José 
Riveí»» de te dicha Compañía* Y respecto al referido encargo, y no 
haber podido traer instrumento que justifícase esta diligencia, pues sote* 
se .reduce 1 iñquirír si dicha Sra* Doña Marte de Ugarte se halla en 
ánimo de ayudará dicha fundación señalándoles por iglesia te ermita 
de Sr. 8. Joaé de qué era patrona, y lo demás que para cuando llega- 
re el CMO tente ofrecido; para que yo, con justificación del hecho, pueda 
informar y satis&cer al dicho capitán, se ha de servir Y. S. habiendo por 
bastante ésta mi representación, mandar que dicha Doña María, sobre 
lo espresado, que se le haga notorio dé razón, en cuya conformidad se 
poodar pasar á ejecución con fundamentos radicales* 

Por tantéyá-Y. S. pido y suplico que como padre de esta república 
'y que debe atender al aumento y conservación de elte, siendo el asun- 
to propuesto tan menesteroso como deseado, se sirva alentar los áni- 
BK)8 de los moradores de ella, y en esta conformidad nombrar dos per- 
sonas de su noble ayuntamiento para que con'el presente escribano pa-' 
*^Q á las casas de la morada de dicha Doña María, y haciéndote noto- 
^ esta reprosentacion declare el ánimo en que se halla,^ para que sien- 



— 168 — 

do (k t^núawT 9^ dé «etíoift al ákAo^iimk fliiHriliim y «1 Ando Muir 

£0 viate^ Qiit eagrká provttfwmi Iba Srea^ oapüíalaflMi ^^ S^jibaé 
Ediavaa f D, AkMl$o fitalea dci CmMoj fagádataa^ mu «1 aateétaiio 
da 4)abildQ Jua» de HfHbi, pasaaea á k ciaaa da Boia Maif% VgvaÉá 
á iAfonnama «« d aavoto* La aniUe aMuHmm r aap aadj é^fa aa ^miI* 
qio ant €4 ipiamo qwa ai^nfura pam oaa k GoMpáiéa éé JeÍRiai á iq^HM 
altaba prof4»éMdaKdiéspoaeakiiaBée<^ lena «» mA 

lugar con dos mil pesos en reales fONm k iBaoutenakn éa aaiígkaoa 
ciHx^paliaQÉea á la ^ducackio j úootáoM^á^^im hi^ea-M hÉ g afc% fpiai ^u- 
y» tafaoto f abricé 7 jafta jó d de Sr. & j4Mé. IMd iia gM|MÍui«l aa» 
yidii^jiaatieky r«giiBÍeQtopor<citaeB <6ala ^a aiaaüealrfbfft Mum» 
aáfMiiMa «Q oMia taft importeota y d»taa|ta aermio éa Dka; yáai «gq 
y«aplM apitcaao aa ttamiif a éodoa ioa snaa ^eaCTas p o a dieirt e á y^iafiaa» 
e»s para Sil eonaeauewii. A^^adil? que fuai%i^ Ib dieba paánátia ééé^ 
da heagainatituár k dkhaxaaiéeiiek pot tteica y wáaeaaflteiMmiiia 
tada /fil ramfiQaiiÉa éa «os kattei^ oo» dedamaéámqqai'aHí «Mne likb 
an toda forma de^ader k«siinla da Sv. S. Jaaü aoaiodo al-asÉ aib ^ 
aHiajan i|ua enieUa aaiiaikbéii»<de que ^om^ hkioat iaorearfaife, aftt 
tegáadok á k CómpwHbi 4X>ñ iotei indapcoAaock éáloa paBladaft^«cla«» 
akatreoli dp tt^alk diócafoa. ... 

S^.ooaaaaiieaiflk 4a eataiveiipuasfa, paavajTó al fJkaa. 
al día aigukote, 2B da áabsano, qaa se flkaa á Dl «huM ttaivüi 
aíadelfoaeÉuadaí obli^ndaae k ponetkian aaanoJadaiingpBÉaÉittHilaBÍR» 
é fio ks de áas albaoeas, pairá qua ■ cowiin|w*idiantf¿íi faifa 
afispitos i^aacaa qua^eaaan'asktir ^&mie^idm'4itkñ Iwaflartna,^ 
knto jipddícaé contíonacna de didio tpstiBM^iHá» pant qiia ftnakmfa au 
aaiíoila por «fiéttíf a ietirte ncgoéiot pasúfa lé u d b i a É ri ry iíi i MÉ a f ta iaal o á 
awdkil j caaunKia naaaaarioa al pratendidiK DalafimaraiiíSMkia«^ 
la. (pie MUadasB en k QOtuaKdad en k Yi%!8. «^ L 4 9i^ 
Yucatán, Mtro. D. Et. Padio Rayes :da ka Uaa tumlkwunik #1 naír 
la, paac^sa d escnhaaia fie cabildo ¿ ká aaaas ík sil mbdidaé 3P' aoft k 
vénk y^aprobacionde su ilitatrtskaa» an «iata da ka diiÍ9AMMlpia0tí>f 
tieadaa, dar euenta á Ué^kio al padre pnavimair £1 i aaliÍ BÍpi aa 
sob aplauda ks ¿átenlos, da 1^ víUb> aiaq ^joa panadar d aa da lia^ vaa 
calor [91 negoeio, asci^ió al padre Dkg» Yaks, redor M uulagia 
de Mérída, qna le esTMae doñ )eaiiiítaa, pam qae an e a a Hpafiia 'Aa aa 
ikstdaimabieíeaan algunos dka de mkiaii. La reapaaila jj/lé mm ka 



f 



— 169 — 

mismos padres que solicitaba el Sr. obispo. Se enviaron los padn$r 
Miguel Rosél y Marcos Zamudio, con orden de no dar un paso en ne- 
gocio alguno sin orden ó beneplácito de su ilustrísima. La misión se 
-hizo con tanta satisfacción del celoso prelado y tanto froto y consuef^ 
lo de los republicanos, que á voces pedían á los jesuítas, y hubieran 
hecho quizas alguna piadosa* violencia á los padres para que no* salie- 
sen del lugar, á no haberse el ilustre ayuntamiento mostrado tan dili- 
gente y férvorso en promover el asunto de la fundición. 

£n efecto, para el dia 28 de febrero juntaron nuevo cabildo" en que 
determinaron se diese noticia de todo por cartas del mismo ayuntamien- 
to al gobernador y capitán general de la provincia, que lo era entonces 
D. Fermín Meneses Bravo de Sarábia al padre Antonio Jordán, provin- 
cia! de la Compaiiía» y al capitán D. José Santellin. Las respuestas 
(menos la de dicbo Santellin que no se sabe la hubiese) fueron todas 
muy favorables á los inte'ntos de la villa. £1 gobernador respondió 
alabando su cristiana piedad, y prometiendo enviar á Madrid un ven- 
tajoso informe de la utilidad é importancia del negocio. Este infor- 
me, autorizado de su secretario y teniente general D. José Aguirre^ 
junto con el del illmo. Sr. obispo, se remitieron á la corte á principios 
del año siguiente de 1812. Entre tanto, recibió el cabildo de la* villa 
una carta de ciertas personas graves, (que no es necesario nombrar) 
proponiendo como cincuenta y dos años antes por cédula de S. M. se 
habia mandado demoler la comenzada fábrica del colegio, que no ha- 
bia necesidad alguna de los jesuitas en Canípecbe donde no faltaban 
muchos eclesiásticos y religiosos que pudieran ocuparse en la educa- 
ción dé la juventud, sin principal de aquella novedad» Respondió el 
cabildo que en lo obrado hasta entonces nada habia hecho sino á peti- 
ción de las mismas partes que de sus caudales querían fundar una obra 
tan piadosa, que la utilidad de la villa era conocida y probada muchas 
veces, que esperaba no esponerse á nuevo desaire siguiendo el nego- 
cio por los términos regulares, y con el dictamen de los superiores co- 
mo habia procedido hasta entonces. Esta representación desarmó en- 
teramente á los contrarios, y todo quedó en espectacion hasta la resolu* 
cion de la corte. 

El piadoso rey Felipe V, vistos los informes del Sr. obispo, vicario 
juez eclesiástico y clero secular, los del gobernador y su teniente, con 
mas los fondos prometidos por Doiia María Ugarte, como quiera (di- 
ce) ^c el primer cuidado de mi católico celo al servicio do Dios, «s 
TOM. m. • 23 



_170 — 

que todos mis vasallos logren el consuelo, alivio y utilidad temporal y 
espiritual que necesitan, y que los vecinos y naturales déla villa y puer- 
to de Campeche, conseguirán uno y otro por el medio que solicitan; 
he venido en conceder licencia para la fundación en ella de un hospi- 
cio de la Compañía que se ocupen en confesar y predicar, y en la en- 1 
señanza de la doctrina y gramática, dispensando á este fin para este ca- 
so todas las órdenes espedidas que prohiben nuevas fundaciones, por- 
que no han de entenderse para con esta, ni ha de ser nada gravosa á 
mi real hacienda: mando á mis vireyes de Nueva-España, audiencia 
real de México, gobernador de Yucatán y otros cuaiesquier ministros 
y justicias, y ruego y encargo al muy reverendo en Cristo, padre obis- 
po de la Iglesia Catedral de Mérida y demás ministros y comunidades 
eclesiásticas, no pongan ni consientan poner embarazo en la fundación 
del espresado hospicio, por ser mi deliberada voluntad el que se ejecu- 
te en la forma dicha; y que para su efectivo cumplimiento le den los 
ministros espresados y todos los demás que deben intervenir en esta 
materia todo el favor y ayuda que fuere menester por convenir asi al 
servicio de Dios y mió. Fecho en Madrid á 30 de diciembre de 1714. 
— Yo el rey. — Por mandado del rey nuestro señor, 2>. Diego de Mo^ 
rales Vélasco, — Llegó á México esta real cédula al siguiente año de 
1715, y vista la respuesta fiscal de 16 de agosto del niismo año, los se- 
ñores del real acuerdo en 22 del mismo mes dijeron que la obedecían 
y obedecerían con la debida veneración, y mandaron se obedeciese y 
ejecutase en todo su tenor, para lo cual se mandó despachar real provi. 
sion firmada en 27 de agosto del Exmo. Sr. duque de Linares, y de los 
Sres. Uribe, Agüero, Oyanguren, y el Sr. D. Diego de Medina y Sa- 
'^ábia. 

Con esta noticia se resolvió el padre provincial Antonio Jordán á se- 
ñalar sugetos para la nueva residencia, y fueron el padre Diego Yelez, 
superior, el padre Antonio Paredes para maestro de gramática, y el 
hermano Julián Pérez, coadjutor. A pocos dias, habiendo dado los su- 
periores al padre Diego Velez otro destino, de que hablaremos adelan- 
te, fué señalado superior de la nueva fundación el padre Marcos Za- 
mudío. Presentó este la cédula del rey al Sr. D. Juan José de Vér- 
tiz y Ontañon, gobernador y capitán general de aquella provincia, quien 
con singularísimo aprecio que tuvo siempre á la Compañía, no solo la 
obedeció, sino que como en albricias de que en tiempo de su gobierno 
se fundase en Yucatán aquella casa, dio al padre Zamudio trescientos 
pesos para los primeros gastos que podrían ofrecerse. 



— iri- 
se presentó iomediatamente el mismo padre al venerable deán y ca- 
bildo sede vacante, quien prestando la misma obediencia espidió decre* 
to« mandando al Dr. D. Cristóbal de Insaustí* vicario in capite j juez 
eclesiástico de la villa de Campeche, guarde* cumpla j ejecute dicha 
real cédula, haciendo pronta y jurídica entrega al padre Zamudio déla 
ermita de Sr. S. José y alhajas que á ella pertenecen. Precediendo 
las tres citaciones, resolvió dicho Sr. vicario dar la posesión el dia 9 
de julio, y efectivamente se dio en ese dia mismo, aunque no sin con. 
tradiccion de Gerónimo González como prioste de una cofradía de 
carpinteros sita en la misma capilla, y á que por tanto pretendía dicha 
hermandad tener un derecho incontestable. £1 padre Zamudio averi- 
guó con facilidad que aunque dicha cofradía habia á su costa sacado de 
cimientos las paredes de la ermita; pero Doña María Ugarte era la 
que gozaba el patronato por haberla concluido, adornado y proveído de 
todo lo necesario, y la que por tanto habiá en las constituciones de la 
cofradía prudentísimamente precavido este lance, por la constituion 21 
concebida en estos términos: „Item. Ordenamos que si algún tiem- 
po Dios nuestro Señor fuere servido que en esta villa y puerto quisie- 
ren fundar iglesia los padres de la Compaüía de Jesús para mayor au- 
mento de su religión y lucimiento de esta santa cofradía, se les dé di- 
cho sitio y ermita de Sr. S. José, aunque esté perfectamente acabada 
del todo, con cargo y obligación que dichos padres á su costa hagan la 
capilla principal y de toda ostentación en puesto preeminente al lado 
del Evangelio para el glorioso patriarca Sr. S. José. 

Armado con este documento, el padre Zamudio trató de presentar- 
se ante el Sr. D. Juan José de Yértiz, á quien en calidad de vice-pa- 
<rono juzgó pertenecía el conocimiento de la causa. Su escrito se pa- 
80 al Sr- asesor general D. Diego de Arroyo, por cuyo dictamen di- 
cho Sr. gobernador se abocó á sí el conocimiento del negocio, y pro- 
veyó auto en que se mandaba al prioste y mayordomos de dicha cofra- 
día cesasen en la comenzada contradicción, y que si algo tenían que 
representar lo hiciesen en el tribunal de su señoría. 

Cuando se proveyó este auto se hallaban dichos cofrades con un de- 
^^reto muy á su favor del venerable deán y cabildo^ y con la protección 
del Dr. Insausti, que nunca fué hasta la hora de la muerte sinceramen- 
te propicio á la nueva residencia. Sin embargo, leconocida la ente- 
reza del gobernador hubieron de ceder, y la Compañía permaneció en 
<{uieta j pacífica posesión, aunque con la incomodidad de los entierros 



— 172 — 

^ demás funciones do la cofradía. Esta no duró largo tiempo, porque 
pasando de allí á poco á gobernar aquella diócesis el Illmo. Sr. D. 
Juan Gómez Parada> entre otros grandes benefícioslK[ue hizo á aque- 
lla residencia, no fué el menor haber pasado á la iglesia parroquial la 
dicha hermandad con la estatua que les permitió llevar de Sr. S. Jo- 
sé. Nuestros tres religiosos comenzaron á ejercitar sus ministerios 
von. bastante pobreza. De los catorce mil pesos prometidos por el ca- 
pitán Santellin, solo pudieron cobrar mil en una casa que se embargó 
al susodicho D. Juan José de Sierra, deudor de mas crecidas cantida- 
des. Doña María ligarte entregó efectivamente las diez posesiones 
de casas cuyos réditos de trescientos veinticinco pesos correspondían 
al principal de seis mil y quinientos; pero no se verificó la entrega de los 
seis mil reales que tenia prometidos por sus posteriores atrasos. £n 
esta situación hubiera permanecido si no hubiera sido por las limosnas 
de algunos vecinos, y singularmente del capitán D. Ángel Rodríguez 
de la Gala, con que se mantuvo hasta el año de 1820 en que comenzó 
á esperimentar la protección y amparo del Ilimo. Sr. Parada. 

El padre Diego Velez, que como decíamos fué señalado* primer su- 
perior déla residencia de Campeche, recibió dentro de pocos días orden 
apretada del padre Rodero de pasar á Guatemala para allí encargarse» 
en calidad de visitador y vice-provincial, de las misiones del Peten, que 
por repetida cédula del rey se encargaba de nuevo á la Compsmía. Se 
le dieron por compcmeros para esta empresa apostólica lo£l padres José 
Cervino, Andrés González y Juan Manuel Ruiz, sugetos todos muy 
á propósito para sacar con crédito á nuestra religión en un empeño que 
hasta entonces se había juzgado imposible. 

Los misioneros partieron prontamente á Guatemala donde debía 
formarse el plan y regularse las operaciones y método de la espedicion. 
Estas bellísimas esperanzas se desvanecieron bien presto por la con- 
tradicción que de parte de algunos sugetos eclesiásticos se comenzó á 
esperimentar. Como nada hay mas pernicioso al fruto espiritual que 
los celos y emulaciones entre los operarios de una misma viña, la Com- 
pañía, que no hacia en esto sino obedecer las repetidas cédulas de S. 
M., hubo de apartarse representando á la piedad del rey el estado de 
las cosas en que le parecía no poderse promover la obrado Dios ni ser 
de alguna utilidad sus ministerios. Así se cerró por entonces la puer- 
ta á la conversión de aquellas naciones; pero la admirable Providen- 
cio recompensó la pronta obediencia y fidelidad de la Compañía « 



— 173 — 

abriendo al mismo tiempo á su celo una vastísima y hasta cntóuccá 
mochas veces iatentada región en el obispado de la Nueva-Galicia, y 
fué la pronvincia del ^ayariL Encomendada después de muchas ten- 
tativas la entrada á este pais al general D. Gregorio Matías de Men- 
(üola, tuvo por conveniente el Illmo. Sr« D. Pedro Tapiz, obispo de la 
Nueva- Vizcaya, que le acompañase en esta espedicion el padre To- 
mas Solchaga, que actualmente leía teología en el colegio de Durango. 
Este jesuíta fué el primero que plantó la cruz y tomó posesión de aquel 
terreno eu el nombre de Jesucristo celebrando el santo sacrificio do la 
misa de la parte de adentro de aquellas serranías impenetrables hasta 
estonces, tanto á las armas de los capitanes, como al celo de los misio- 
neros; pero de esto trataremos mas difusamente, tomando desde mas 
alto la narración pocos años adelante en que por orden del rey se en- 
cargó la Compañía de la reducción de aquellas gentes. 

De las antiguas misiones en las de Sinaloa, Taraumara y Sonora* 
todo procedía sin novedad. La alta Pimería, después de la muerte del 
padre Kino, había ido siempre en notable decadencia. El padre Agus- 
tb de Campos que había acompañado quince años, y heredado, diga- 
moslo así, todo su zelo y amor para con los Pimas, en vano se esfor- 
zaba á conservar en los ánimos las buenas disposiciones en que los ha- 
bía mantenido su santo compañero. Había muchos años que los ca- 
ciques del Bao, de Soamea, de Sonoidac, de Tubutama de Caborca y 
otros mas distantes cuidaban de la cria de ganados, sembraban regu- 
larmentCi vivían congregados en pueblos, y aun tenían fabricadas ca- 
sas para los misioneros que tantas veces se les había hecho esperar. 
Con la dilación de tanto tiempo comenzaron á enfriarse y esparcirse 
como antes. Las misiones de Tubutama y Caborca que antes habían 
teaido ministros, carecieron de ellos por mas de diez años, hasta 1720, 
Para las demás no se destinaron nuevos hasta 1731, veinte años des- 
pués de la muerte áp\ padre Kino, y cuando ya vueltos los salvages á 
8U rusticidad y estupidez natural, apónas les quedaban sino remotas 
y muy débiles especies del Evangelio y sus ministros. La misión y 
pueblo de Dolores, primogénita del padre Kino, y donde habia vivido 
tantos años por juzgarse de terreno mal sano, cuasi se despobló ente- 
ramente como el de l3S Remedios. No tanto el de Cocospera, aun- 
■que espuestO'á las continuas invasiones de los apaches, y menos aup el 
de S. Ignacio asistido y fomentado 'por cuarenta años por el padre 
Agustín Campos. Por el contrario, á pesar de las enfermedades, de la 



— 174 — 

hambre y de todo género de necesidad y trabajo, crecia considerable- 
mente la grey de Jesucristo en California. El padre Piccolo descu- 
brió un nuevo terreno para la misión de S. Ignacio, y se habia ya pe- 
dido misionero á México para la de la Purísima. £1 padre Salvatier- 
ra determinó pasar personalmente al puerto de la Paz y reducción de 
los guaicuros. Queda esta nación estendida al Sur del presidio de 
Loreto hasta las cercanías del cabo de S, Lúeas. El Evangelio no te- 
nía en la Península enemigos mayores que estos bárbaros; tanto ha- 
bian quedado agriados y enfurecidos contra el nombre español después 
de la espedicioñ del almirante Atondo. Pasó el padre á aquella costa 
con el capitán y algunos soldados é indios lauretanos. Llevaba en su 
compañía tres guaicuros que habian redimido del poder de algunos bu- 
zos, y á quienes habiendo regalado bien en Loreto, y hecho testigo de 
la suavidad y dulzura con que se trataba á los naturales* pretendía ten- 
tar por medio para atraer á la nación; pero no habia aun llegado la ho- 
ra del Señor. Algunas partidas de guaicuros que andaban por la 
costa al arribo de la embarcación, se pusieron en fuga. Los conchos ó 
lauretanos que se echaron á nado los siguieron con precipitación como 
á enemigos. No pudieron dar alcance sino á algunas rougeres, que 
asustadas les acometieron con piedras. Ellos, vueltos á su natural fe- 
rocidad, no tuvieron vergüenza de manchar sus manos con la sangre 
de aquellas infelices. A este tiempo llegaron los soldados, y difícul- 

• 

tesamente pudieron serenarlos, y menos aun detener á las fugitivas 
guaicuras que corrieron á dar la noticia á sus maridos. El padre re- 
prendió ásperamente á los suyos, y conociendo que en los ánimos nue- 
vamente irritados coii aquel agravio no podian hacer efecto las propo- 
siciones y consejos de paz, necesarios para anunciarles á Jesucristo, 
se contentó con enviar á los guaicuros cargados de donecillos y enco- 
mendados de manifestar á sus paisanos los fines de isu venida, y cuan- 
to habia sentido, la inconsideración é imprudencia de sus neófitos: que 
esperaba volver á ellos en mejor ocasión, y darler á conocer cuanto los 
amaba. Hecho esto, trató de volver á Loreto para enviar el barco á 
Matanchel. En este viaje, que se hizo á los fines del año, varó la ba- 
landra con un recio temporal: perdióse la carga^ y se ahogaron nueve 
personas, las demás se salvaron sobre la mitad de la cubierta. 

Por marzo del año siguiente de 1717 llegó al puerto de Loreto el pa- 
dre Nicolás Tamaral, enviado de los superiores para la proyectada mi- 
sión de la Purísima. Entregó al padre Juan María carta del padre pro- 



— 175 — 

vincal, eo que dándole noiirá de kmber Qcgido á México por agosto del 
ano antecedente el Exmo. Sr. D. Ballazar de Záoig»» marqués de Ta* 
lero, le amaba las particulares instniccioDes j encaigos que aquel se* 
Dor traú de la corle sobre la misión de Califomia, j lo mucbo que pa- 
ra SQ entero complimiento deseaba S. £. trataile, que por tanto procu- 
rase pasar cnanto antes á México. £1 obediente padre^ aonque con- 
sumido de anos, eníenned^des y trabajos» no deliberó un punto, y se 
embarcó para la NocTa-Cspaua el áhimo día de pascua, y de aquel 
mismo mes acompañado del bermano Jaime BraTO. En el camino, 
desde Matancbel á Tepic, se sintió graTcmente fatigado de los antiguos 
dolores de piedra, tanto, que de allí á Guadalajara bubieron de llevar- 
le en bombros de indios, que á porfia solicitaban bacer al padre aquel 
que cuasi adivinaban eia el último obsequio. En efecto, agravindose 
mas y mas el fatal accidente, causó al buen padre mas de dos meses do 
martirio. £1 lUmo. Sr. Fr. Manuel de Mimbela, los Sres« presiden- 
te y oidores de la real audiencia y cabildo eclesiástico, le visitaron re- 
petidas veces en su enfermedad. En casi todas las iglesias se bicie- 
ron plegarias y fervorosas oraciones por la salud del padre; pero Dios 
quería ya premiarle su santa vida y apostólicos trabajos con el descan- 
so eterno. Subióse á su aposento en una devota procesión de lo mas 
flondo de la ciudad la imagen de Loreto, á quien el padre babia fabrica- 
do casa y dado á conocer en aquel y otros mucbo^ lugares de América. 
Al verla entrar, prorrumpió el devoto enfermo en la admiración de San- 
ta Isabel, ¡pende hoc mihU con tanto afecto y devoción, que apenas po- 
dían los circunstantes contener las lágrimas. Recibidos todos los sa- 
cramentos, después de una larga agonía comenzó á rezar ya con voz 
muy lenta el himno Aee Maris Steüa^ y pronunciadas aquellas tiemi. 
simas palabras* • • • Monsbra le esse Maírem^ dejó de vivir á las doce Mu^te dd 
horas de la mañana del sábado 18 de junio. En su entierro se vieron ^<^ Sahm- 
las demostraciones con que Dios ha querido que en la tierra sean hon- 
rados sus mayores siervos: se le besaban con veneración los pies y ma- 
nos: se tocaron rosarios, se le destrozaron sus vestidos y ornamentos, 
de modo que fué menester amortajarle de nuevo. Se le cortaron los 
cabellos, y hubiera procedido á mas la piedad de los ñeles, si los pa- 
dres no hubieran apresurado el entierro. Asistieron, sin ser convida- 
dos, entrambos cabildos, audiencia con su presidente, y el Sr. obispo 
que mandó colocar el cadáver en una caja de plomo hecha á sus cs- 
p^nsas. Toda la circunspección y escrupulosa igualdad con que en 



— Í76 — 

vida y muerte trata la Compauía á sus hijos no pudo impedir que aque- 
lla nobilísima ciudad, hiciera de allí á pocos dias unas honras so- 
lemnes, erigiendo un suntuoso tümulo con sermón que predicó el pa- 
dre Feliciano Fimentel y misa pontifical que celebró ei Illmo. Sr. chis-* 
po. Después de los trabajos, viages, diligencias y fatigas gloriosas 
que en cuarenta años hemos visto del padre Juan María Salvatierra, se- 
ria inútil tejer aquí algún elogio de uno de los mas insignes misione- 
ros que ha tenido la provincia, de un siervo amantísimo de la Madre 
de Dios, de un apóstol de la California, á cuyo celo infatigable, heroi- 
ca constancia y fortaleza, paciencia y actividad, hubieron de ceder 
finalmente las grandes dificultades que por mas de ciento setenta 
anos habia hecho aquella región impenetrable á las arma» de Es- 
paña. ' 

El hermano Jaime Bravo, con los papeles é instrucciones del padre 
Salvatierra, pasó prontamente á México, y presentó al Sr. virey dos 
escritos en que conformándose á las instrucciones de S. Mi* en uno 
daba razón de la naturaleza y cualidades del terreno, costumbresy nú- 
mero de sus habitantes, misiones fundadas, y su gobierno político y mt^ 
litar: en el otro proponía diferentes medios para la conservación fau- 
mento de aquella cristiandad. Estos mismos asuntos promovió en di- 
ferentes secretas conversaciones con su excelencia, con tanta ^latidad^ 
solidez y exactitud, que admirado el virey repitió algunasTeceSf Que 
aunque debia- ser muy sensible la pérdida de un varón tan grande, co- 
mo se decia haber sido el padre Salvatierra, no hacia falta en el nego- 
cio presente. Los dos escritos hizo su excelencia se leyesen en una 
junta compuesta de dos oidores, dos contadores del tribunal de cuentas, 
dos oficiales reales, el fiscal de Si M., el padre provincial déla Com-* 
pañía, el padre Alejandro Romano y el hermano Jaime Bravo^ cóflK> 
procuradores de la California. En otra junta dé 25 de eetíembro • se 
leyeron todos los informes, diligencias y cédulas de S. M¿ desde la de 
26 de setiembre de 1703. Vistos, se resolvió que deouenta del real 
erario se pagase en California un presidio de veinticinco soldados con 
su capitán, marineros y grumetes, con sus oficiales Correspondientes 
para un barco que se hubiese de hacer proporcionado para el efectOi y 
otro mas pequeño para la conducción de las memorias y bastimentos: 
que se pagasen los .¿reí mil pesos, y si no fuesen suñcienteSj- se anadie* 
se de la real hacienda todo lo necesario para aquella ocasión: que en 
la costa del mar del Sur se buscase con diligencia puerteen que pudie-» 



— 177 — 

80 surgir segoramente^y refrescar la naa de Filipinas. Conforine á e»- 
te decreto se reguló la paga de los presidiarios sobre el pié de diez y 
ocho mil dotcierUos intenta y nnco pesos y cuatro reales: de compró en 
cuatro mü una embarcación perulera y se mandaron paj^pr tres }píil 
veintitrés pesos, que deekró deberse el padre Salvatierra; Habian pe- 
diido fuera de esto loe padres se pusiese algún presidio de pocos solda« 
dos en el puerto de la Paz: que se hiciese una especie de Seminario pa. 
ira la educación de los indizuelos californios, y que las salinas de la is- 
la del Cármeni fronteras al Real de Loreto, se diesen para el culto y 
fiestas de la Santísima Virgen. Los dos últimos puntos, como rega- 
ifas propias de los Sres. vireyes, se dejaron al arbitrio de su excelen, 
cía. Su antecesor, el Exmo. Sr. duque de Linares, manifestó por este 
mismo tiempo cuanto estimaba los apostólicos trabajos de la Compañía 
en California, y cuanto hubiera hecho por aquella misión en los años 
de ka gobierno si le hubiesen ádo mas foyorables las circunstancias. 
Concluido- su yhreinato, y hallándose con entera y perfecta salud es- 
pemndo ocasión de trasportarse á España, ordenó en México sn testa- 
mento en 26 de marzo, disponiendo en la cláusula 17 quo de sus bie- 
nes se diesen cinco mü pesos á las misiones de California para que se 
distribuyesen á disposición 'de los padres que se hallasen en ellas, á 
quienes se entregarían falleciendo su excelencia en estos reinos, y si 
en Europa, al padre procurador, general de Indias, para su i^itiision á 
estas provincias. Bajo esta disposición falleció poco después en Mé. 
xico el 3 de junio. Su muerte descubrió las grandes limosnas que en 
vida ocultaba su industriosa humildad. Tenia pagadas en todos los 
barrios, de México boticas para los pobres, y por roano de religiosoiB Muerte del 

graves y otras personas de conciencia, repartia mensualmente entré ver- d™!'"* d® Li- 

- , \ ' . -, liare», ex-vi- 

gonZant)98 cantidades' muy gruesas. Aun las músicas, las óperas y ottas ley de Mé». 

inventiottes de diversión que jamás se habian visto en Nueva-España, ^' 

sopo convertirlas su piedad en otro género de limosiias, qué derramlí- 

du tú ves con profusión y desorden, suelen ser motivo y fomento de ía 

ociosidad é inacción. Fué el primer prefecto secular de la congrega 

clon de la Buena JUñterUy que á su ejemplo y liberalidad, debe todo el 

esplendor con qu^ sé conserva hasta el presente. Era de mucha edi. 

&róoa Ja humildad con que después de acabado su gobierno asistía á 

^ jontas de la congregación y sus fiestas en lugar inferior al del pre-. 

^to eclesiástico, sin querer admitir jamás otro asiento. Murió con 

unte disposiciones muy conformes á este arreglado modo de vida en 

TOMO III, 24 ~ 



— 178 — 

manos del insigne padre Solchaga, que fué después mientras vivió un 
continuo panegirista de sus grandes virtudes. 

A fines este año se consiguió del Exrao. Sr. marqués de Valero li- 
cencia para la fundación de un residencial Seminario en la villa de S. 
Felipe el Real, ó de Chihuahua. Hahia mucho tiempo que revolviaen 
su ánimo estos piadosos designios el ¡lustre Sr. D. Manuel de Saotn 
Cruz, caballero del orden de Santiago, gobernador de la Nueva-Yizca- 
3ra, y tratado el asunto con el padre Luis Mancuso, visitador de las 
misiones de Tepehuanes, y por su medio con el padre provincial Gas. 
par Rodero, se resolvió este á mandar al padre Francisco Navarrete, 
que administraba la misión de S. Borja que pasase á la misma villa pa- 
ra acalorar la fupdacion á presencia del Sr. gobernador, que actual- 
mente se hallaba en ella. Su señoría mostró al padro la licencia del 
Sr. virey, fecha en 25 de noviembre, y añadió que no faltando otra co- 
sa, eligiesen sus reverencias el sitio que les pareciese mas oportuno^, sin 
reparar en gastos. El padre Antonio Arias de Ibarra, visitador de la 
Fundación provincia de Taraumara con los padres Ignacio de Estrada y Francis- 
de ^SSmíu ^° ^^ Navarrete, agradecida al Sr. gobernador su generosa piedad, eli- 
hua. gieron el sitio que les pareció mas á propósito, en que hoy está el Se- 

minario. Se recurrió por la necesaria licencia al Illmo. Sr. D. Pedro 
Tapiz, obispo de Guadiana, (Durango) quien con espresiones de no me- 
nor aprecio que las de su excelencia, la concedió gustosamente. Ti- 
ráronse los cordeles para la planta del nuevo edificio con el nombre 
del Seminario de nuestra Señora de Loreto el dia 24 de enero de 1718, 
y con toda la asistencia y aparato que permitia el lugar, se colocó la 
primera piedra el dia 2 de febrero, f Habíanse añadido poco antes 
nuevos fondos á dicho Seminario con la donación que de la hacienda 
de Santo Domingo de Tabalopa, hÍ£o la noble señora Doña María de 
Apresa, por escritura firmada y aceptada por el padre Luis Mancuso en 
21 de enero de este mismo año. 



t A espaldas de este edificio fueron fusilados los Sres. Hidalgo y Allende, cau- 
dillos principales de la revolución de la independencia mexicana, el primero en 31 
de julio de 1811, habiendo sido presos en las Norias de Bajan, y en 17 del misnu^ 
mes y año fueron ejecutados en la hacienda de S. Juan de Dios, inmediata ¿ Du- 
rango, mandando la ejecución el teniente graduado D. José María Allende, los sa- 
cerdotes siguientes: D. Ignacio Hidalgo, D. Mariano Balleza, Fr. Bernardo Conde, 
Fr. Pedro Bustamante, Fr. Carlos Medina y Fr. Ignacio Jiménez. Consta de su» 
causas que original tengo ¿ la vista. La ejecución se hizo en secreto y en la ma- 
drugada |x>rque hacia mucho miedo. — EE. 



> 



— 179 — 

Por este tiempo se hallaba ya en Madrid de regreso de Roma el pa- 
dre procurador Juan Antonio de Oviedo, en ocasión que llegaron á 
aquella corte las noticias de la calamidad, y cuasi entera desolación de 
lu ciudad de Guatemala el día del Arcángel S. Miguel, 29 de setiem- 
bre del año antecedente, des^pues de espantosos ruidos subterráneos y 
muchas erupciones de ceniza y humo del vecino volcán que apenas 
dista dos leguas del lugar: comenzaron á sentirse violentos vaivenes que 
apenas dieron lugar á la fuga. Repitiéronse por algunas ocasiones, 
siempre con mayor /uerza, con mayor estrago de los edificios, y aun 
con muerte de algunas personas. Las mas aun de las religiosas huye- 
ron á las estancias del campo y pueblos vecinos. Aumentaba -el hor- 
ror la lluvia de piedras, ceniza y abrasado material qUe continuamente 
eruptaba el volcán, con tanta luz, que á mas de dos leguas pudieron 
leerse algunas cartas en aquellas noches. Los templos y casas mas 
fuertes quedaron ó arruinadas del todo, ó por mucho tiempo inhabita- 
Ues á causa del peligro que amenazaban. Junto con esta funestísima 
relación, llegaron á la corte de España los autos formados sobre el 
grande asunto de trasladar la población á otro lugar menos espuesto á 
las agitaciones del volcán. No era esta la primera vez que por se- 
mejante causa se trataba de mudar la ciudad, y que aun efectiva. 
mente había mudado de situación á- la mitad del siglo décimoses- 
to. La gran diversidad de pareceres é invencibles dificultades que 
por todas partes se ofrecian entre los mismos miembros de la 
república, hicieron que sin tomar partido alguno que proponer al 
rey se enviasen al consejo los autos, para que allá ponderadas por una 
y otra parte las razones, se proveyese lo mas conducente al bien públi- 
<^. Todo este gran peso recaia sobre los hombros del fiscal de la co- 
rona. Tenia que revolver un grueso cuerpo de autos, que confirmar 
dictámenes, que comparar y contrapesar las razones; y finalmente, te- 
nia que resolver por relación y por noticias enredosas, vagas, y tal vez 
ponderadas de cada cual, conforme á sus respectivos intereses en un 
^tflonto de muy peligrosas consecuencias. En este conflicto, determi- 
^6 valerse de las luces, esperíencia y maduro consejo del padre procu- 
rador. En ningunas manos podian estar mejor los intereses de Gua- 
temala, que en las del padre Oviedo, tiernamente apasionado de la que 
miraba como patria. Vistos los principales puntos de la consulta, in- 
formó al Sr. fiscal que en ninguno de los lugares que se proponían, 
quedaba Ubre la ciudad de Um mismos sustos, y para esto era menester 



retirarla muchas leguas, lo que seria la total ruiíia de todo el país: que 
edta incomodidad no debia prevalecer á las grandes utilidades que ofre- 
cía la presente situación: que. en la misma ciudad, fuera de otras» dé te- 
nia el ejemplar de lo poco que habia aprovechado a^ traslación del an- 
tiguo sitio qae UamaQ la Ciudq^ Viega: que entonces acosad^f d^ los 
temblores y erupción de aguas de otro monte cercano, a6 liabía r^im- 
do la población media legua mas al Norte, sin que encere^ de dotti- 
glos s0 hubiese vuelto jamás Á esperimentar, lo que dió bcamon á.,tan- 
tos costqs. Confírmabst todo esto con el ejemplo d^Lima en la Amé- 
rica meridional, de Léon de Nicaragua, de Catani en Sicilia y de Ña- 
póles en Campania, y de otras diferentes ciudades. 

Este ^ictámen calmó las inquietudes y tanta variedad de ópiatoiles, 
que háci^ renacer en el ánimo de los consejeros de Indias, y se resol- 
vió desde luego que no coñvenia mudar la situación de la oiu^ád. 

Era üiio de los asuntos prinpipale^ de que iba eilcax)gado ti padre 
procurador á la corte de Madrid alcanzar del rey alguna orden apreta- 
da para la pronta y entera exhibición de la limosna que sU pie^d se 
habia dignado señalar anualmente á ló$ misioneros. ' Con dL-metivo de 
las guerras y di(ÍQult^des del real erario, á principios: del reinada del 
Sr. Felipe Y, á difícultaT de |i)odo que después de muchas visitas y: son- 
rojos, apetías Coñseguian los pad^^cs pi<ocuradorí9s alguna páHé de lo 
consignado ooü grandes atiiasos de la provincia» obligada.!; contraer 
cada año nuevos empeños para proveer álos miniQtros de todo Jo oeoc- 
sario. Se habi^ ocurrido varias veces á la corte y aun oénsf^ídoae 
una exehatiyai pero todo en vano* La actividad del padre Oviedo con- 
siguió fio^lniente cédula de S. M., fecha en 5 de agosto deestttfireatii- 
te año de Vl\%eí^ que inanda $e satisfaga cuanto sedi^berá Iás:misia' 
nef( sin djla^^jion, alguna, y sia dar lugatr á que se baga nuevo ocusae á 
su real persona, que le seria, muy desagradable, i, «u. T- no ^' eatieiida 
(añade S. M.) ^er incluido lo respectivo al importe de eatatJinaoeDaa 
en ningunas cédulas ni órdenes que se espidieren* to¿aiiter á'hÍBTaflR» 
do real hacienda, en que estuviesen consignada», ^ ne; ^'Oéptéi^BülPe 
expresamente e¿ eQas que sean co(nprendid$is I9S i«feitdas* MiMbiMbis. 

Despachados félizmento les'fiégocki^ que ti>dvabaí'& DH W!^^ se*tnto- — 
baroó él ^adre pfbcUíVador para Veracriiz eft 21 de* abril'de^ I71i9 ecm 
unti escogida misión ^ dÍBZ y pchd jesuítas, tjue dieinoár fosde elft dei^ 
JMÍta« En 7 de cpercr <l^ éste mismo; |i7io se kabia't^biibrtiDí^B niie«^-^ 
pliego de gobieñio, en que se Mié iuidi>pfMlo pk«^i«cial' el piidie Afe.^^ 



— 181 — 

janJro Romano. Desde esta ocasión se unieron los gobiernos de pro- 
vincial y rectores de los colegios que basta entonces babian venido siem- 
pre separados. £1 gobierno del padre Alejandro Romano fué notado 
de suma severidad. Era el padre un bombre verdaderamente espiri- 
tual y religioso; pero de un. genio duro, inñexiblc, y nimiamente celo- 
so do la regular observancia, en que no babia para él faltas ligeras. 
X3etpidid de la Compañía á muchos, y hubieran sido muchos mas y de 
los sugetos que mas ilustraron la provincia, si otros de las primeras per- 



de la Compañía no se lo hubieran opuesto. Allegábase el que 
l^^biendo vivido muchos años en los fructuosísimos empleos de misio- 
nero y operarlo de indios con grandeH créditos de virtud y austeridad 
de vida, entró al gobierno de la provincia sin la esperiencia que trac 
^^nsigo el régimen de otros menores colegios. En su tiempo se pro- 
yectó y efectuó con fara prontitud la fundación del colegio que hoy 
%iene la Compañía en la ciudad de Celaya, El motivo que hizo resu- 
ltar en los vecinos el antiguo deseo de tener en el lugar los jesuítas, 
Caé.und fervorosa misión, que á ñnes de este año pasó á hacer allí el 
fKidre Manuel Yalticrra. Esto insigne jesuíta, después de haber go- 
rmado el colegio de Guatemala y obtenido en la linca de las cátedras 
la prefectura de estudios mayores en el colegio máximo, se habia reti- 
nado al de Qui:rétaro, de donde salía á hacqr frecuentes misiones en 
imichpS' grandes, .y . .v.ccinos Jtigares del obispado de Michoacán. Eu 
la.que deciamos de Celaya, eran tan numerosos los concursos, que no 
buSitsodo..i contenerlos la iglesia parroquial, aunque muy capaz, era 
fivBoao predicar en las plazací- En la comunión general pasaron de 
setecMotas las personas que por medio, .de. los santos ISapramentos \m* 
üficaron sus concienciaa,.. número exhorbitante. en una ciudad de las 
alónos pobladas de la Amiérica. £1 .deseo de tener consigo unas opa- 
racioa tan útiles fiáécomumen todos loa Tecinos, y tmjcho mas en. el 
áaímo de D«. Manuel de la Cruz y Sai:áb¡a. Creció tanto, que la úl- 
tínia noche 4Íle la misión, no- pudo aquel piadoso caballero tomar ei sue- 
da áolés 'de -resolverse á.empléar su caudal en la fundaicton, de un colé* 
gio¿. Comen^isó desdeluego.á practicarlas jdbs yivas diligeitcias« £1 
padsa pfovnicial se escusó con la falta de.' sugetos. apenas suficientes 
para !•# mitiistertoa (}|i.lo8 colegiosí4in|igQoSy hasta, que finalmente hu« 
ba4la eondeseender 4 Jas^insta2icias.del>tiobla fiíndador y da toda la* ciu- 
dad, .eonoé Toremoaádelante... /. . 
- ^Oésde^ finés del talo nBtece<knte:iiabbiTué]t«á la California el ber* 



— 182 — 

mano Jaime Bravo. Su regrese acordó á todos la memoria del pádra 
Juan María Salvatierra. Tanto los padres como los soldados é indios^ 
gustaban de oírle referir las circunstancias mas menudas de su enfer- 
medad y muerte, y lloraban al oir las humildes espresiones con queha- 
bia suplicado al hermano pidiese perdón á todos de sus malos ejem- 
plos. £1 gran vacío que dejaba en la nueva colonia el padre Salva- 
tierra, lo suplió, el Señor, con dos insignes operarios que ya por este 
tiempo trabajaban gloriosamente en aquel pais. 

A fíncs del año de 1817 habia entrado el padre Nicolás Tamaral, 
destinado á la misión de la Purísima, y por agosto de 1718 el padre 
Sebastian de Sistiaga, que de maestro de letras humanas en el novicia* 
do de S. Andrés habia sido llamado de Dios al cultivo de aquella viña. 
Se le encomendó desde luego la misión de Santa Rosalía, pasando ala 
de Loreto el padre Piccolo. £1 padre Juan de ligarte, que habia 8uc< 
cedido al padre Salvatierra en el rectorado de aquellas misiones, nc 
pudo resolverse á desamparar el puesto de S. Javier que habia culti 
vado tantos años. El padre Tomaral estuvo algún tiempo en S. MI 
guel, ranchería perteneciente á la misión de S. Javier, mientras se 1< 
proporcionaba ocasión de agregar catecúmenos y pasarse á la Purísi 
ma. No tardaron mucho en venir de aquellas rancherías á visitarle i 
S. Miguel. Grecia cuotidianamente el número y las instancias coi 
que pedian que el padre se pasase á vivir a sus tierras. Efectivamen 
te, hubo de condescender con sus ruegos. Halló algún terreno acó 
modado para siembras; pero era muy escasa la agua. Finalmente, lo 
chande contra las dificultades del suelo, con la inconstancia y torpe 
za de los naturales, con la maldad de los hechiceros, ó que fingían ser 
lo para apartar á los suyos del bautismo, el buen padre se mantuvo aü 
muchos años, bautizó mas de dos mil gentiles, y fundó una de las mai 
arregladas, ñoridas y numerosas misiones que habia tenido hasta en 
tónces la California. Entre tanto, con la misma fatalidad que hábil 
seguido hasta entonces á todos los barcos de la misión, naufragó sobn 
la costa de Sinaloa y puerto de Ahorne, el<iue poco antes se habia com 
prado de orden de la junta. Nada era mas incómodo para la minioi 
que esta falta por la necesidad de traerse de fuera todo lo necesario pa* 
ra la subsistencia de ella. £1 padre Juan de ligarte se hallaba én ii 
contracosta del mar del Sur, donde por la primavera de este año ha^ 
bia pasado en busca de algún puerto, conforme á los repetidos encar* 
gos de S. M. y órdenes de la janta. Descubrieron en efecto la bahif 



— 183 — 

de 6anta María Magdalena, capaz, limpia y do bástanlo abrigo parad 
galcson de Filipinas; pero de malas y muy escasas aguas, y aun esas 
no constant3S en todo el ano. Al poco fmlo de esta espedicion se agre- 
g6 la noticia del barco perdido. Quedaba la misión con sola la lanciía 
S* Javier, ya vieja y de muchos años de servicio. Conseguir la coin- 
prsL de otro barco parecia muy difícil, y aun cuando se consiguiese, no 
se podrían conseguir sino peruleros, que la esperiencia de tres ó cua- 
tro habia mostrado ser muy débiles. Fábrica de barco en la costa de 
NuGva-España era costosísima y muy incómoda á la misión, y basta- 
ba la tríate esperiencia del que se habia construido pocos años antes. \ 

£ntre tantas dificultades, pensó el padre ligarte le seria mas fácil Emprende el 

... padre ügarte 

fabricar un barco en la misma California. No hubo quien no oyese construir un 

con risa semeianto proposición. No habia constructor, no habia ofi- ^^^^ . Pf'* 
'' ^ ir ^ » conducir vivo 

cíales, todo, hasta las maderas habia de estraerse de las costas de la res á las mi. 
Nueva- EUipaña, con que se aumentaban mucho los costos que procura- comriffue^upe 
ban evitarse. Nada bastó para desanimar al esforzado espíritu del pa- rando enor- 
dre Juan de ligarte. Hizo venir á Loreto á un medio constructor y ¿j,g, 
algunos pocos oficiales con ánimo de traer del continente las maderas 
que hasta entonces no se habían descubierto en la península. Están, 
do en esto, se tuvo por algunos indios noticia de que como á setenta 
leguas al Norte de Loreto se hallaban muy gruesos y sólidos árboles. 
Voló al instante allá el padre ligarte con el constructor; el sitio esta- 
ba á mas de treinta leguas del mar por el lado mas cercano, que ora el 
de Santa Rosalía: hallóse maderaje proporcionado; pero entre tales 
quiebras y barrancos, que el constructor vuelto al padre ligarte. • • .Yo 
(le dijo) jamás he fabricado barco alguno: me habia ofrecido á hacer 
cuanto alcanzase por ayudar ala misión; pero esto no es posible. La 
playa dista treinta leguas de un camino muy quebrado, y aun cuando 
lo demás no lo fuese, solo el sacar de esta profundidad un palo de es- 
tos no se hace con mil peones y cien yuntas de bijeyes. • • • El padre 
entonces con grande ánimo (le dijo) yo he traido á Y. conmigo para 
que reconozca si son ó no á propósito, que el corte y la conducion es 
de mi cuenta. No lo hizo con menos valor que lo dijo. Volvió lue- 
go á Loreto: juntó cuanto fierro y muías pudo de todos los soldados y 
Mres misioneros: dio todas las providencias necesarias, y por setiem- 
^9 se pasó á vivir ala sierra para comenzar en la menguante de aque- 
Ha luna el corte de las maderas. 
I^ara sufragar á estos nuevos gastos y demás necesidades de la mi- 



— 184— 

sidn, pareció necesario que el hermanó Jakne Bravo en la láncba • 
Javier pasase á Sinaloa en busca de bastimentos y otras cosas qué i 
falta de embarcación no le permitía traer de Nueva-España. En SíiMik 
se halló el buen hermano con carta del padre provincial eñ q^edepaV 
del padre general Miguel AúgelTamburíní, \é miandaba pasar 6€hiaM 
jara á recibir los* sagrados. óídenes^ y de ahí 4 Méxicapara mfonnftt 
del estado do la misión. Obedeció no sin torpresa el hermftn^ Jata 
y habiéndose ordenado de mano del Illmo. Sr« D. Mniiuel de Mk 
bola pasó á México, Con su pleno y sincero informe se movié^^ ^ 
dre Alejandro Romanó á pedir lal Exmo. marqués de Yalerow^ coilipi 
separa la California un nuevo bílrco, ó porque no sejtizgaibil p 
sible que el padre ligarte saliese con la ílibriea dé su prdfeenéí) 
balandara, ó porque siendo este barcos pequeño seria mas k pfdpóM 
para el descubrimiento y reconociiniestó de las costas,, que no para 
tráfico y conducción de bastiríientos y memorias. £1 Sr. vírey fefBÜ 
la petición á la junta, por ctiyó dictamen en 15 de marzo del sígoieta 
1720. año. de 1720 se espidió decreto» adjudicando á la misión un barco d 
Pera; que se hallaba actualmente en Huatulco. f Tuvo que éspmi 
lo el padre Jaime hasta el mes de junio. No fué inútil su det^ncioir^ 
México. El ilustre Sr. marqués de Yillapuentef movido d& sus iilft 
mes y del fervor y celo^ que manifestaba, y de que habia dado tá&'ai 
ceras pruebas aun en el el9tado dé coadjutor, determinó^ fundar ot 
nueva niioion en que se ocupase el nuevo sacerdote en el puerto éo- 
^ Paz, y nación de los guaicuros. Habia ya bafco, fondos para una nd 
va misión y nuevo misionero: solo faltaba para volver éntérntttd 
te proveido, destinar algún hermano coadjutor que éntrense en saltig 
como procurador de la California. E^bia tiempo que D.- Juan BmÉ 
ta Mqgazábal, alférez dé aquel prendió, pretendía ser admitido e^ 
Compañía, movido de los grandes ejemplos de virtud que sos juiciófl 
talentos le hacian observar en los padres, y singularm^üt^ en el paM 
Francisco María Piccolo, en cuya compañía habia vivido muchos HfflS 
Trajo orden el padre Jaime Bravo de que fuese admitido en la QoíOf 
nía, y cuasi sin ejempltir pasase allí bú noviciado bajo la direéióton é 
padre Juan de Ugarte. 

Esta, que acaso pudiera parecer indulgencia, no era en realidad - 



t Puerto famoso por haber allí planteado uña cruz Santo Tomás en la cott^ 
Oaxaca, de la que ya ha hablado el padre Ale^rre en su primer tomo. — ER^ 



— 186-— 

iH» «loa proQba bastan tonion te dura para el fervoroso pretendiente. 
En^re los mismos presidiarios, marineros é indios, le era forzoso hacer 
UIM3L total y repentina mudanza en el vestido, en el tratamiento, y en 
todo cuanto pertenecía á su persona: le era necesario comenzar á obe- 
deocr en humildad y sencillez entre aquellos mismos que estaba acos- 
tocnbrado á mandar con la libertad y franqueza de soldado* Por otra 
parte, el grande ejemplar del padre Juan de ligarte que se le daba por 
maestro de novicios, le empeñaba 4 no perdonar á trabajo ni humilla. 
clon alguna. Este grande hombre, viviendo en una choza, como el 
mas infeliz californio, y usando indiferentemente de su misn^o alimen- 
to y vestido, en nada se distixiguia de ellos sino en la corona, y en to- 
mar sobre sí lo mas posado y gravoso. Espuesto á todas las inclemen- 
eiasdel tiempo, era á las VQces aserrador en el corto de maderas: arrie- 
ro para conducir personalmente las recuas: procurador para cuidar del 
aumento de los trabajadores, y aun cocinero para sazonárselos. Su 
actividad parecía multiplicarlo ca la diversidad de operaciones nece- 
salías al designio. Tan presto lo veian con la hacha en la mano der- 
rivando áft>olea, como uncido con los indios mas robustos para sacarlos 
de ias quebradas. Ya con la azada en la mano igualando el terreno; 
ya dando botones (ó barrenos) de fuego para saltar la desigualdad do 
las rocas. Si á todo esto se añade el cuidado y providencia de supe- 

• ,.,, .. ii* 1 •'i'i* ' z. Disposiciones 

ñor de todas las misiones, la atención al presidio, la misa que jamas „ ^^r ex- 
Ofiútia, ei oficio divino, la eaplicacion de la doctrina que hacia todas traordinario 

, del padre Li- 

las noches, los bautismos y demás ocupaciones de misionero, no 90 acá- garte. 

lürá de comprender cómo un hombre solo podia bastar á tantos y tan 
diíaRuiteB empleos. Es cierto que la naturaleza habia dotado al padre 
Ugaiie de todas las cualidades necesarias para emprender cosas.4rduas. 
i^a ingenio clavo, pronto y fecundo en espedientes, tanto, que era di- 
eko común <pie para el padre Juan de Ugarte no habia imposibles: una 
flakid y una robustez de cuerpo, á prueba de las mayores incomodida- 
^ usa prea^icia de espíritu en los mayores peligros, y aun unas 
íbonas corporales que le hacían temer aun á los mismos indios. Vez 
hubo que para arredrar á los demás gentiles con el castigo de un dís- 
colo que se mofaba de la esplicacion de la doctrina, confiado en sus ex- 
traordinarias fuerzas, el padre, para humillarlo, le tomó de los cabellos, 
y toniéndolq así suspenso en el aire le hizo dai: tres ó cuatro vueltas 
<^«Qo ei fiíeía una caíía. En otra ocasión le vieron con dos piedras 
en la mano hacer frente a un león, matarlo y traerlo á la misión sobro 

TOM. III. 25 . 



— 186 — 

ol arzón do la silla, con pasmo y horror de los indios, tanto mas, que 
era un caballo furioso é indómito. Adornado de tan bellas cualidades f 
y á costa do tantas fatigas, consiguió el padre Ugarte fabricar una ba- 
landra fuerte de bellos galivos y buena vela á mucho menos costo que 
pudiera haberlo hecho en algún bien proveído astillero. La bendijo 
solemnemente antes del año, el 16 de julio, dia del Triunfo, de la San- 
ta Cruz, de -donde tomó el nombre, y justamente al año se echó á la 
agua el dia 14 de setiembre. No es esto lo mas maravilloso, sino que 
en medio do tan continuos y penosos trabajos, tuvo tiempo para cate- 
quizar, instruir y disponer con suavidad al bautismo varias naciones 
que habitaban aquellas serranías tan felizmente, que por diciembre del | 
mismo año pudo pasar á vivir allí de asiento el padre Eberardo He- i 
len y fundar la misión de nuestra Señora de Guadalupe, debida tam- 
bién á la devoción y sólida piedad del ilustre Sr. marqués de Villa- 4 
puente. Un mes antes de esta función, dejando para ella las órdenes j 
y providencias necesarias habían salido para el puerto de la Paz en la 
nueva balandra los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo. Siempre 
se había juzgado necesario contraer alianza, á lo menos cuando no se 
pudiesen reducir á cristiandad los guaicuros, así para promover la pre- 
dicación del Evangelio acia el Sur de la California, como para ase- 
gurar aquella costa á los barcos que venían al buceo de las perlas, y 
la quietud de las demás naciones ya reducidas, en quienes podía hacer 
mucho daño el mal ejemplo y conocida enemistad de los gentiles. La 
tentativa que un año antes do su muerte había hecho para atraerlos el 
padre Salvatierra, y que había tenido efecto tan contrario á sus desig- 
nios, antes se creía que hubiese agriado mas los ánimos; sin embargOi 
no era así. Los tres guaicuros que el padre había puesto en libertad 
y llevado entonces á su país, habían cumplido muy bien coiTsa encar- 
go, é informado á los suyos de la buena acogida que habían hallado en 
Loreto: con esta prevención, aunque al arribo do la balandra se pusie- 
ron luego en arma algunos que estaban á la vista, viendo luego á los 
dos padres desarmados que caminaban acia ellos, se sentaron espeián- 



i Confieso que no puedo escribir esto sin pasmo; tanto mas, cuanto que ctoisido' 
ro el gran fondo de virtud y caridad que habría en el corazón de un varón qvs i 
inipulsáus de eila obraba tantas maravillas. £1 padre Ug^artc pasará en la hisforn 
jmr el Hércules de la Compañía de Jesús en la provincia de México. ¡Hombw 
asombroso, vive Dios, y digno de la inmortalidad!I^-¿'i?é 



— 187 — 

dolos con muestras de amistad. Los padres les llenaron dcdonecillos 
y alhajuelas que dieron muestras de recibir con agradecimiento; Se 
Íes declaró el fín de aquella jomada, aunque sin declararles que algu- 
no hubiese de quedar entre ellos. Poco á poco comenzaron á familia- 
rizarse con los californios cristianos y aun con los soldados de quie- 
nes huian al principio. Cada dia concurría mayor número de las ran- 
cherías vecinas. En breve comenzaron á pedir que se quedase con 
ellos algún padre para- que los defendiese de los buzos que les hacian 
niucho mal. Se les dieron al principio buenas promesas, y vista su 
perseverancia y la docilidad con quo se hablan reconciliado á la pri- 
mera insinuación con los moradores de las islas vecinas, se comenzó á 
tratar de un establecimiento fijo. £n tres meses que se detuvo allí 
til padre ligarte, dejó ya levantadas casas pajizas y enramada para 
iglesia, y puesta en corriente la misión. En este intermedio, llegó 
por tierra al mismo lugar el padre Clcmenle Guillen, que después de 
veintiséis días, y mas de cien leguas de un camino muy agrio, no creia 
ya poder hallar comunicación de Loreto á la Paz, como se le habia 
encargado buscarlo. Su llegada fué de suma alegría para los que ha- 
bían venido por mar. Recibiéronlos con descarga de los mosquetes, y 
tomados algunos dias de descanso, en que ayudaron todos considerable- 
mente al padre Bravo, se partieron por sus respectivos rumbos á la mi- 
sión de Loreto; pero esto fué ya á los fines de enero de 1721. Vol- 
vamos á lo que nos queda del año anterior. 

El año de 1720 será siempre memorable con grande honor de la inténtase la 
'Compañía en la ciudad de Guadalajara, por la erección del religiosisi- fundación de 
mo monasterio de agustinas recoletas de Santa Mónica. Esta gran- de Guadala. 
de ol»a la habia emprendido desde mucho tiempo el padre Feliciano i^^' 
^imentel, y tuvo principio del fervor de algunas hijas espirituales del 
mismo padre, que de Yalladolid donde antes .residía, quisieron por no 
privarse de su dirección, seguirle á Guadalajara donde le destinaba la 
ol)ediencia. Ni los superiores de la Compañía, ni el mismo padre Pi- 
mentel aprobaron semejante resolución: sin embargo, movido de cari- 
dad el padre Feliciano les procuró habitación donde estuviesen con re- 
cogimiento y proporción para darse enteramente, como deseaban, á la 
vida espiritual* Halló cuanto deseaba en la casa de D. Martin de 
^^uta Cruz, un honrado republicano muy vecino á nuestro colegio. 
-^mai comenzaron á esparcir dentro de poco tiempo tan suave olor de 
^i>^des, que no solo dentro de la ciudad, pero aun fuera de ella y del 



— 188 — 

obispado se hablaba con cdifícacion del retiro, de la clausura, de k 
devotos ejercicios d» aquel recogimiento de vírgenes. : 

A esta fama, corno con un secreto y divino instinto, se vieron repen — - 
tinamente concurrir á la ciudad do Guadalajaca muchas nobles y vir- — 
tuosas doncellas, no solo do aquella diócesis, sino aun de Fátzcuaro^ 
Zamora, Celaya y otros lugares del obispado de Yalladolid. Ya una»- 
casa particular era estrecha habitación para aquella piadosa &railia^ 
£1 padre Feliciano Pimentel, coniiado en la piedad de la causa, y eo^ 
nociendo ser voluntad de Dios que se encargase de promover aquel}»- 
obra de sti gloria, comenzó con no pequeñas fatigas y sonrojos á jun — 
tar limosnus para la fábrica de un colegio 6 recogimiento de vírgenes ., 
que á esto solamente se limitoban por entonces sus ideas. Estan^ 
do para comenzarse la fábrica, recibió órdenes muy estrechas do los 
superiores mandándole restituir las limosnas recogidas y desistir de I» 
imaginada fój^ca. Obedeció prontísimamente el religioso padre y 
alzó mano^dc todo hasta informar rendidamente á los superiores del 
estado en que se hallaban aquellas señoras, y en que le ero impo- 
8tE!e dejar de procurarles alguna cómoda habitación. En este medio 
tiempo se halló con carta del IHmo. 6r. D. Manuel Fernandez de San- 
ta Cruz, entonces obispo do la Puebla. Había esto señor gobernado an- 
tecedentemente el obispado de Guadalajara, y consenrabo un tierno 
amor á su primer rebano . En la Puebla acababa su lUma. de fundar 
el convento de Santa Mónica, y exhortaba al padrd Pimentol á hacer 
florecer en Guadaléjata la misma recolección. Nada podía ser mas 
conforme al güiíto del mismo padre, tiernamente devoto ^el gmn Dr. 
do la Iglesia S. Agustín. Rócibió las palabras de aquel prelado como 
T)na declaración de la divina voluntad. Todo conspiró de tmprtiviflo al 
buen éxito. Lbs iSupéríbres de México, y aun el padre general en Ro- 
ma, dieton al ptidre Feliciano amplísima ocultad pam la £ttrica: ios 
limosnas fueron mucho mas abundantes, y los señores obispos D. Jmn 
Santiago León Garabito y D. Diego Ciimacho, tan declarados fiívoro- 
cedones de fe nUéva (Itndacion como d IQmow Sr. D. P^y Ma»iici 
Mfmbelft, Xi1^ etiyo gobíeiíio llegó A «u perfección. 

En efecto, cóncluitla cótt gtiande costo la fábrica, fid sin ^tlganas 
coMradíccrones, se obtuvo licencia pam que teó pasasen á &lla las vir- 
tuosas doncellas, á cuyo n&meiro se habían agregado dos hijas del mí»- 
mo D. Martin de Santa Cruz, t|«e hasta euMneesles había dado hoi»- 
^io. Ehtrc tanto se había ya recnrrido á la corte de Madrid pir 



liconcia para erigirse en monasterio. Después de repetidos informo.^ 
de la real audiencia, cabildo eclesiástico y secular, y de los señores 
oUispos, no so habla podidp conseguir, sino qiie po» cuatro veces se nc- 
gx£^c abiertamente la licencia para la nueva fundación. 

Una repulsa tan constante hubiera rendido cualquier otro 4ninio que 
el del padre Feliciano: su confianza tenia cimientos muy sólidos, y sa- 
bia sor este el carácter do las obras de Dios, Habia florecido entro 
aqijLellas vírgenes una de muy particular. virtud, á nuien tanto el padre 
Feliciano como sus coropauoros habían oido doch: con aseveración 
nxuchas Cece«« • • • ¿a Ucencia vendrá: J)ichosas lals que podrán ofre- 
cevse á Dios con los votos religiosos: Yo no lograré esa forUina, Su 
nnuerto en la edad florida do veinte anos, veriflcó una parto do la profe- 
cía, y dio nueva confianza al padre Pimentel para prometerse el rosto. 
Anadió nuevos alientos á su confianza lo que aconteció poco después 
tle su muerte. 

Pan ayudar al padre Feliciano y contribuir á una obra que se ma- 
nifostaba ser de tanta gloria de Dios, se babia>dedicado enteramente ¿ 
recoger limosnas por toda la tierra el venerable sacerdote D. Juan de 
los Ríos. Era este .un hombre raro, y por singulares caminos llama« 
do de Dios á una alta perfección. Habia sido muy rico en el comercio 
^el mundot y de^ádolo repentinamente todo por consagrarse al servicio 
de los altares. £n oai^ estado estuvo muchos anos obseso y vejado vi- 
fitblemente del demonio, disponiéndolo el Señor por medio de esta hu- 
fiGUIlaoion ¿ los dones sobrenaturales con que habia de adornar su espí- 
Hiu, y 4e que no es lugar esta historia. Este espiritual y devoto ecle- 
siástico, volviendo de uno de sus largos viages con una gruesa limosna 
Para aquellas señoras que le anmhan como á padre, antes de verse con el 
I^adre Pinaontel quiso pasar por el recogimiento y saludar á las esposas 
do Jesucristo. Hísolo muy brevemente como solia, y dando luego 
«^UfiBtaal dicho padrea* •« Estuve con las señoTa^ (le dijo) y me ha 
hecho ospocial fuerza ver á Josefa de los ^Angeles con un rostro mas 
iroflaganto y mas risuan^^ que nunca. • • E\ padre entonces le dijo co- 
>^o aquella virgen habla muerto dias Jhabia; perocojiociendo la eminen- 
te -Virtud de la difunta, y la veracidad y espíritu de quien le hablaba, no 
dudú que jd Señor Jiabia querido mostrarle la gloria de aquella su sier- 
^^ y«iiiinarasí su ee^peranza. Era esto á tiempo que el padre Juan 
^■Hoaío de Oviedo disponía su viage para Koma. El padre Pimentel, 
^**<^ oooocia bien Pódala actividad y eñcuncia del ^adre proQMrador, le 



— 190 — 

encomendó con los mayores encarecimientos resucitase en la corte la 
antigua pretcnsión. Nada omitió el padre Oviedo de informes, de em- 
peños con el padre confesor Guillermo Dawbanton, y con los Sres. con- 
sejeros para salir bien con su intento. Sin embargo, el dia 23 de mar- 
zo de 1718 tuvo la grande mortificación de que se negase quinta tez 
por el consejo la licencia, y (aun lo que no se había hecho hasta en- 
tonces) se impusiese perpetuo silencio en el negocio. Obedeció con 
gran dolor el paáre; pero Dios por otro rumbo disponía á favor de la 
fundación el ánimo del piadosísimo rey Felipe V, Asistió S. M. de 
allí á dos dias, el 25 de marzo de 1718, á la solemne fiesta del real 
monastoio de la Encarnación de seiíoras recoletas que profesan la re- 
gla de 8. Agustín; y pareciéndole seria un obsequio muy agradable á 
la Divina Magostad que en Indias hubiese un relicario de vírgenes de- 
dicadas á su culto como aquel en que se hallaba, luego que volvió á 
palacio dio orden verbal á su secretario que se concediese cuánto y 
cómo se pedia para la erección del convento de recoletas de Indias. 
£n vano representó muchas veces á S. M. el real consejó los incon- 
venientes de nuevas fundaciones. £1 religiosísimo príncipe no mudó 
la resolución, y hubieron de librarse los despachos favorables. 

Entre tanto en Guadalajara se tenían ya cuasi enteramente perdidas 
las esperanzas de que se concediese jamas la real licencia; tanto, que el 
Illmo. Sr, D. Fr. Manuel Mimbela, autprízando aquel año con su pre- 
sencia la fiesta de nuestro Santo Padre Ignacio, dijo al padre Pimentel: 
J\os vemos para disponer de esa casa^ porque eso de Ménicas ya no kat/ 
que pensarlo. Justamente á la una de la tarde de aquel dia mismo llega- 
ron á'manos del padre Feliciano los despachos que con toda diligencia 
había remitido el padre Oviedo en el primer aviso. Las maravillosas cir<> 
cunstancías de este suceso había Dios revelado enigmáticamente á una 
de aquellas sus amadas esposas, dícíéndole • • • • No hay imposibles 
para el Señor: la licencia vendrá cuando se pidan cuentas al mayordo- 
mo. •• • No entendió la sierva de Dios el significado de esta voz. El 
padre Pimentel, noticioso de la revelación, dudaba si algún tríbonal 
eclesiástico ó secular le pediría en algún tiempo las cuentas, ó si se en- 
tendería del tribunal divino. Uno y otro era de gran dolor para el pa- 
dre; ó haberse de ver obligado á dar cuentas en algún juicio humano» 
ó haber de morir antes de haber logrado el fruto de tan largos afanes. 
Sin embargo, resignado enteramente en las manos de Dios, esperaba 
que el tiempo descifrase el sentido del oráculo. Viendo ahora la ft* 



— 191— 

cha del día en que el rey verbalmente habia concedida la licencia y el 
día de stt llegada á Guadalajara, se descubrió el misterio. La licen- 
cia verbal se concedió dia de la Encarnación, en que se Icen en el 
Evangelio Jas primeras palabras que entendió la Virgen del Señor. . . 
Non mí itnponbüe apud Deum omne verbum, y llegaron á Guadalaja- 
ralos despachos el 31 do julio, que justamente coincidió aquel año con 
bdoraínica octava post PerUecostem^ en que se lee el Evangelio del ca- 
pítulo 16 d© S. Lúeas, y la parábola del mayordomo á quien se dice: 
Beáde rationem müicationis tuae. El padre Pimentcl, fuera do sí por 
el júbilo, corrió á presentar las reales cédula»á los Sres. presidente y 
oidores de la real audiencia y al Illmo. Sr. Mimbela. Se traté luego do 
mandar á Puebla por cinco religiosas del convento de Santa Mónica, las 
que conducidas con gozo y aclamaciones de todas las clases de ciuda- 
danos á la Santa Iglesia Catedral después de un solemne Te Deum y un Fundación de 
elocuente sermón que predicó el padre Antonio Rodero, fueron llevadas Guadalajara. 
de toda la ciudad á su nuevo magnífico convento el dia 19 de febrero 
del año que tratamos (1720). 

Ya que hemos tratado del edifícativo monasterio de Santa Mónica, 
iH) debemos .omitir que de cinco conventos de religiosas y otros tan- 
tos floridos planteles do virtud que ilustran la ciudad de Guadalajara^ 
los tres de ellos se deben en gran parte al celo y eficacia de algunos 
insignes jesuitas. Para el de Santa Teresa de carmelitas descalzas, 
bahian venido de Europa algunas religiosas, y no habiendo tenido pro- 
porciones para fundar convento en mas do cuarenta años, solo vivia ya 
Una, cuando los celosos padres Miguel Castilla y Félix Espinosa to- 
maron á su cargo la erección del monasterio, induciendo á ello á la no- 
ble matrona Doña Isabel de Espinosa, que aplicó 'á este efecto gran 
parte de su caudal, y ayudando los dos padres con gruesas limosnas 
que solicitaban de todas partes. * Algunos años después el'padre Feli- 
ciano Pimentel intentó la fundación de un colegio de niñas parala cris- 
uwia educación de doncellas pobres y bien nacidas. Juntos ya para 
fistc efecto algunos miles, puso con toda solemnidad la primera piedra 
del edificio el Illmo. Sr. D. Fr, Felipe Galindo, del orden de predica- 
Dores. El ilustrísimo, que había concurrido con muy gruesas limos- 
***8, se encargó de ocurrir á Madrid por las licencias necesarias, que 

Solo hay en toda osta América tros conventos de Mónlcas, á saber: en Puc- 
jK Guadalajara y Oaxaca. En esta Iglesia so venera á Ntra. Señora de la Solc. 
**d, cuyo Santuario es magnífico y jnuy devoto. 



obtenidas con facilidad, en vez de colegio de vírgenes sé fundó el 
figiosísimo do Jesús Marta; pero esto pertenece i tiempos mas atrasa- 
dos, aunque no debió omitirse como gloria singular de nuestra pro 
vincia. 

En el año murió en Campeche la Sra. Dona María de ügartc, pa 
trona y fundadora de la residencia que tiene allí la Compañía. 
muchos atrasos en lo postrero de su edad en que vino á fundarse aquc^ 
lia casa, no le permitieron dar á la nueva planta todo el fomento qucy 
deseaba en su muerte: como lo habia prometido dejó á la residencia 
por heredera universal de todo el remanente de sus bienes. Estos se 
redujeron al valor de ocho mil pesos, de que la mitad se reconocía en 
diferentes censos y gravámenes. Pe los otros cuatro, quitados mil 
que quedaban pensionados en diferentes dotaciones de fíestas, solo que- 
daban tres mil de que se habia de fabricar colegio é iglesia, adjuntos 
los seis mil que habia dado al principio. Tal ora la situación de la re. 
sidencia de Campeche cuando comenzó á respirar con la protección 
del lilmo. Sr. D. Juan Gómez de la Pedraza que dos anos antes ha- 
bia entrado á gobernar aquella iglesia. 

A poco tiempo procuró su iiustrlsima aliviar á los padres de las fun- 
ciones de cofradía pasándola, como dijimos, á la parroquial. Después 
aun en vida de la ñindadora, trató de dar á Id Compañía la iglesia de 
Jesús, situada casi en el centro de la villa, para escnsar el costo de 
nueva iglesia que era indispensable para la comodidad y decencia de 
nuestros ministerios. Trató este negocio con Doña María de Ugartei 
no queriendo los padres resolver sin su dictamen. La piadosa seño- 
ra, con aquella terquedad propia de su sexo, se negó á tedas las repre» 
scutaeiones del Sr. obispo, oponiendo que cómo habia de dejar la er- 
mita de Sr. S. José. Sin embargo de utilidad tan conocida, y de lo 
mucho mas que pedia el padre Zamudio prometerse del afecto y libe- 
ralidad del Sr. Parada, no quisieron disgustar & la piadosa matrona que 
)os habia introducido en Campeche. A espensas del ilustilsimo se fií- 
brícó después la casa con bastante comodidad para los pocos sugetos 
que mantiene, jj^ñadió luego ocho mil pesos con que se compraron 
algunas casas en la mejor situación de la villa, y son las que hasta hoy 
hacen sus principales fondos. 

Esperimeniaba por estos años ntiestra ^ovinoia la singular provi. 
dencia del Señor en la piedad y magiuficencia, no solo de éicho Sr. 
obispo de Yucatán, sino de otros muchos opulentísimos bienhechores.. 



— 199 — 

lUmb. y ftmo. Sr* D. Juaa Bautista Alvarcz de Toledo, obispo de 
^datemala, alíviaiMt coo grniesas y íir ecuentes limosnas las necesidades 
d« «quel e^eg^Ov La noMísima Sra. Doña Gertrudis de la Pena, mar- 
<liiesB á^\m Teise» y Rada, acababa de dedicar este mismo año la sun- ■ 
^osa ílUbríea áe nuestcft. Casa Pro&sat (en México) función magnífi-, 
<^qtte üuflDiM^ predicando él UlmOv Sr. D. José Laociego» araobispo 
^ México. Gustó la (Madosa marquesa en el edificio cien mü pesos^, 
üiera de veíiite ni! que dio su BobiÜsiino et^so el 8r»nuurqués de Vi- 
llipuente. Dedicado el templo ofreció cuarenta mil pesos para la fiL- 
brícade la casa el ilustre caballero D, Juan Antonio Trasvinas. Por- 
otra pocte^ desde fines del año antecedente instaba con iprandes esfuer-^ 
zas por la áandncion de Celaya J>é Manuel de la Cruz, y Sarábia. El 
padre provincial Alejandro Romano» parte por la escasear de sugetos,. 
pavté po0 la difietdtád de las licencias, había procurado impedirla; sin 
embargo^ kuba decottdescendery. enviando aUi por viade residencia al- 
gunos padres, que mientras se obtenía Ucencia del rey ejercitasen alU 
los mínísieríos^ Contribuyeron mucho id aprecio y provecho de estoa. Fundación de 
las grandes demostraciones de estímacion que hicieroa con los recién. ^ residencia 
libados jesuítas los padres franciscanos,k y singularmente el Rmo^pa^. 
dre Fr. Fernando Alonso González, entonces guardián de aquel, mag» 
níficKT co n ve nt e ^ y después comisario general de todas las provincias de 
Noeva-Espana* Llegaron los padres á Celaya el 2 de octubre^ y el 
próximp diá 4 fitsistieron á la fiesta del Seráüco Plidre SK Franciscov* 
Acabada la misa,tTas personas mas distinguidas dé la ciudad llagaron á 
felicitar á.loa hijos del Santo patriarca del lucimiento y pompa de I^ so- 
lemnidad» Entonces uno de lo» padres mas antiguos y graduados del 
óideBprofrempié..^ Yo puedo coa verdad decir que ni ár la misa nt á la 
mtbsica y sernion hepodtdo atender arrebatada enteramente déla vistadS' ~^ 
un ángel, si, que no merece otro nombre un joven jesuita (era: un her- 
mano estudiante q)üie acompañaba al padre rector) y á quien ni Ib her- 
msso-dsL sdifieio^ni la belleza y adorno del altar, ni la novedad y nu- 
mere derla eoncurrenciay del teatro, ha sido bastante para hacerle le- 
vaiitttr fos ojos del suelo. ¡O confusión* y vergüenxa de los que con- 
tamos ya tantos años de religión! Así se esplicó aquel venerabfe an^- 
dano eon grande honor de la Compañía, poniéndolia en mayor empe- 
llo j^ara corresponder á la espectacton en que tenian á toda la ciudad 
elogíios taa. autorizados. 
Por oMivO'de este añofalloeióea el colegio de Oaxaca el padre Lo- 

TOMO III. 26 



— 194 — 

renzo Coronel, llamado Tulgarmentc aun de los nííioa el mnio íkrwi^ 
y d padre áe 1m aneo Miares. Ambos noinbreslenierceieron susñi 
tudas 7 su fiema deroeion para la Sagrada Familia, cuyos Dom 
bres tenia contínuameote en los labios. Fué de una rendidi obediet» 
cia, no solo á los superiores, k quienes jamás propuso alguna, pero aun 
á sus directores en el fuero de la conciencia, en medio de los coolí- 
nuos escrúpulos con que toda su nda fué atormentado. Exaetímo 
en la observancia de las mas menudas reglas, singularmente en la po- 
breza, 7 toda esta cucunspeccion en que jamás se le notóaccioo ópt- 
labre que desdijese de una pureza angélica. Sus vestidos 7 todo el 
tren de su aposento respiraba pobreza 7 humSdad, 7 muchas veces le 
vieron remendarse con sus propias manos la ropa. Del retiro de n 
aposento no lo sacaba sino la obediencia ó la caridad para el coofeso- 
narío de gente pobre 7 desvalida. A su celo é industriosa piedad de- 
bieron muchas virtuosas doncellas el dote para eonsag^rarse á Dios en 
los monasterios, 7 muchos monaf>teríos el fervor 7 la observancia en 
que ílorecian por medio de su dirección. En uno de dios introdujo 
anualmente los ejercicios de N. P. S. Ignacio. Entre estas 7 otras 
muchas obras de virtud descansó en paz á los setenta años de su edad 

el dia 9 de marzo, f 

j 

t De mano estiafia se lee en el manuscrito que copiamos lo nguíente, que cree- 
mw no deberlo omitir pan gloria de Dios. ^Venérase en la capilla del cokgio de 
H. Ildefoniio de México una devotísima Imág^en de valiente pincel, de medio cuer- 
po, de S. Francisco Javier; y entrando una noche en ella á hecer oracioo 7 i tomar 
disciplina como machos entonces lo acostumbraban, D. Pedio Vidarte y D. Maxi- 
miliano Pro, colegiales del mismo colegio, advirtieron qne el rostro del Santo Wf6t' 
tol arrojaba llamas como si se abrasara. Llegaron mas cerca 7 advirtíenm que es- 
taba sudando 7 que el color encendido del rostro que antes tenia lo había modaiio 
en color pálido. Dieron luego al punto noticia del prodigio á su rector el padre Jo- 
sé Vidal, el cual acudió á la capilla 7 con él todos los colegíales, 7 el pa<ÍR 
Prudencio do Mesa que era maestro de filosofía en el colegio máximo 7 vivia eco» 
entonces se acostumbraba en el de S. Ildefonso, el cual juró in verbo taeerétíúfit 
habia visto algunos dias, al tiempo que decía misa en el altar donde estaba coloesda 
la Imagen del santo, que la misma Imagen estaba sudando, 7 viendo ahora coofir. 
mado el prodigio á vista de tan' os testigos, poniéndose una sobrepelliz, enjugó eos 
algodones el sudor; 7 haciendo el padre rector que se examinase si el sudor provenia 
de alguna humedad natural de \¡t pared, no la hallaron en todo aquel lugar, 7 que es- 
taban secas todas las imágenes de otros santos que en el mismo alfar aconqiañaben i 
la de H. Francisco Javier; 7 durando por algunos ^ias el sudor, %e penaadieiDaá<}oe 
rl suceso era mÜagrou), 7 mas ad virtiendo todos que el rostro del santo quedó pálido. 



— 1ÍI5 — 

Eo México, cumplidos ya los seis años de la última congregación Junta de la 
proviucíal, y habiendo nuestro padre general Ángel Tomburini proroga- ^^¡^¡^^ 
40 este término con la condición de que la próxima congregación hu- 
bíeM de juntarse antes do espirar el gobierno del padre Alejandro Ro- 
maoO} 86 tiató de convocarla para el mes de noviembre. En ella, sien- 
do secretario el padre Oviedo, fueron el dia 4 elegidos procuradores los 
padres Gaspar Rodero y Diego Yelez, rector del noviciado de S* An- 
drés, y por substituto al padre Pedro de Ocaropo, rector del colegio de 
S. Luis de la Faz. En esta congregación se volvió á tratar con calor 
que se pidiese al padre general la división de la provincia, ó alo menos 
que para la mayor facilidad del gobierno se destinase cada trienio un 
vice-provinrial que fuese visitador de las misiones á donde la distancia 
00 permite llegar á los padres provinciales. Otro punto de bastante 
importancia era la pretensión del lUmo. Sr. D. Fr. Ángel Maldona- 
do, obispo de Oaxaca. Intentaba este prelado reducir á menor núme- 

qoe hasta ahora conserva, y que desdice del color de las manos qoc es el natural. (Es- 

te.pasage está sacado de la vida del padre Vidal, impresa en Méxieo en la oficina 

tí eolegio de S. Ildefonso, año de 1752, lib. 1 cap. 7).*' 
Esta santa Imagen se venera aun hoy con gran devoción en la capilla de dicho 

eolegio de S. lideíbnso, y á S. Francisco Javier se le tiene por especial abogado y 
protector contra las fiebres pútridas. Por costumbre inmemorial está allí establecido 
que los colegiales le ayunen cu ciertos viernes del año para librarse de esta funesta 
enfermedad, y una funesta espcricncia repetida ha acreditado que los que dejan de 
hacerlo, son víctimas de esta terrible dolencia. Una copia de esta santa Imagen es 
llevada á las casas de los febricitantes, (porque la original prctendieixm robársela) 
y sa devoción está generalmente propagada en esta capital. 

En la parroquia de la Santa Veracruz existía no ha mucho tiempo un cáliz de es. 
lafio con que dccia misa este gran Santo, y hoy se ignora su paradero. Allí existe 
mut Congregación que lleva su nombre. También existe en el convento de la En- 
lefianza de México el pequeño Cristo con que predicaba en la India. 

Un año y siete meses hace que comencé á publicar esta obra, Conduciéndome 
BOU tanta paulatinidad por la escasez de dinero para continuarla. Hoy, dia 3 de 
diciembre de 1842, en que se venera S. Francisco Javier, quiso la suerte que me 
tocara corregir la proba de la imprenta, en que como he dicho, aparece agregada de 
OMOio estraña esta relación, que es totalmente independiente del asunto que va tnu 
tando el ¡mdre Alegre. Esta circunstancia ha llamado mucho mi atención, y he 
aMo que es voluntad de Dios que se refiera este suceso en honra de S. Francisco 
hvier, y por eso lo presento á mis lectores en este lugar, cediendo á los impulsos de 
pni cotazoo y afecto á tan gran Santo. Si alguno lo tuviere á^ fanatismo, yo le su. 
pBoo me dispenso, acordándose de que el hombre hace á la vez cosas que parecen 
Idirios, pero son disposiciones ordenadas del que mueve los corazones. — EE. 



1*6 las dtttes de hti^Hanns qtie en su testnmonlo hnbia dejiaéc^dl^pnestas 
nn número de treinta y tres D. ManiTel FerrwiHloz de Fittllo, lundodoir 
de aquel colegio. Con esta dirntoncion pensaba el ikistrísifflo aumentar 
dichas dotes, y juntamente apliear alguna parte que sobrase pam la 
manutención de tres sugetos, que instruidos en lae tres lenguas prínet- 
pdes det ^ais, mistetti, mapoteca j mexicana, corriesen aniia9»enle los 
pueblos de indios con fructuosísimas misiones. Para -eslo pretendía 
sü ilostHsimá le concediese el padre provincial ó la congregación la fií- 
ciiitád qne-á solo el superior de la Compañía estaba resemtda por dis- 
pósicíotí y iñiuétñá del piadoso testador. Esta cláusula ae mandó Ibei 
á los' congregados,' íuntcCmenle con un breve pontiñcio en qué se man- 
üFába a! Si*, obispo" que éntóncbs era 6 en adelante fuese de aquelhi 
diócesis^ hó innovar eosa alguna de dicha disposición, ni poner en etfá 
8bice álfgunó sin ciéiiciá y beneplácito de la silla apostólica. En esta 
¡nteligénéia respondieron los vocales se escribiese al ílustrlsimo dando- 
la.laA^^cacias pojr su 3ixigular afecto ala Compafiía, y ofreciéndole qu< 
¡09 jesiótag dexiqnel colegio estañan «iempre á su dÍ8po3Ícioo para «m 
picarse en dichas misiones y en Codo lo que fuese para alivio de su cnr 
ge paflítoral, y bien de su rebafio; pero que conceder' la dicha iheukac 
excedia enteramente las de la congregación y del padre provincial, f 

• • • ■ 

splo podia venir de Roma, adonde en la ocasión se daría (exacta cuen- 
ta para qu^ resolviese el padre general. 
Descripción A fiofíe 4^ e»t« auo había llegado á México cédula del rey para el 
del Najarit. ExoMi. 6r. marqués de Yalero encargándole temase todas 'les provi- 
dencias posibles para reducir á Jesucristo y á la obediencia dé los re. 
ye9 católicos las serranías de N^yarit. Este país, por la aspereza de 
s}^ mojpteé y profundidad de sus barrancos, había sido por muclu^ 
tiempo el seguro a^ilo de nuichos foragídos y apóst^tiia dsioda Nae* 
va*E8paiia« y iniagularmente délos obispados deGnada l ajira y Duran* 
go. Hállánse estas sierras en los confines de una y «rtra dióeetiB, 
conñnando por el Oriente con la de Nueva-Vizcaya, y con el de Nue- 
va-Galicia por el Norte, Poniente y Mediodía. El centro de la pro- 
viocia á que se le dio el nombre de S« José de Nayar y mievo reino 
do Toledo, se halla, «egun los mapaa que hemos podida ¥er vmB exae* 
tos, en 9^ grados y 9S áe latitud septentrional, tomando por-eenln» •4s 
la provincia el sitio de la Mesa, nombre que se da ó la prmdpftl pdUa* 
¿ion por estar sobre un cerro que termina en plano. Todo el contor» 
no de la provincia será como de doscientas leguas, poco menos, sobre 



— 197— 

cuartilla y ocho á cincuenfa en su mayor Jnlituil qiio «i dtl Raio i\ 
Ooflto. La región es cniícnto y hi'unetia; ofiptioi»t« á toreiann^^ aiiu« 
qtte aegBü las difercntoi aUuraSrinms <> meooi» templado. Por hie que- 
bradaí corran nlgunos ríos y arroyos que fertiiixan UtstaDtomcMile ia 
tiwra para maiz, «undía*, mdoaes, y otras frutas propias de país cn- 
Üeote: las de tierra fría «o dan en algunas laderas mas templadas; poro 
Mm da gasto poco delioado. £1 rio de S. Podro, que bnja desdo los 
confines de Guadiana, le sirve de límite por el Norte, y divide al Ni - 
yadtde Topfoy Tepehuanes. En este, oerea de las misiones dul Ko- 
•irio y 8. Peidro, desagua el rio de Ooyonqui. El Guazamíjtn, que 
osive eamo «I do S. Pedro de Oriente á Poniente, toma diferentes nom- 
bres según las divemas misiones que baFía de Guazamota, Peytrtan y 
Jesús María, después de la cual á algunas leguas se eonfbndo el de 
Cbalapaaa, limite de la provincia al Sureste, per donde pasando por 
Ooaiamota desagua en el rio grande de Guadalajara. No se sabe 
desdo qitié tiempo poblaron estás breñas los nayaritas, ñi de donde toma* 
roR este nombre. - Bí ae discurré que habitaban ya allí en tiempo de la 
fíunosa peregrinación de los mexicanos, y que pam defenderse de sus 
inialtos fabricaron entre el antiguo Peyotun yQnaimazun ninchastrin- 
tberas de piedra, que corren por ímas dé dos leguas. Veneraban algu- 
nos ídolos, principalmente tres, á quienes daban k>stiombres de Tayoa» 
ps, Taie y Cuanamóa, En sus nombres, su número y hechos, un au- 
tor moderno quiso haéemos ver figurados los misterios de la Augustisi- 
ma Trinidad, y aun los de la muerte, resurrección, y ascención glorio- 
sa de nuestro Redentor. Nobis non líM e$se tam^ diteriis qui Mmoi 
tétmm áet)el*loret; 

Lalengúftmas ebmundel paises la dbfa, aunque muy interpolada 
7 eoafuódidá hoy con la mexicana. £1 vicio' mas conmm es la embrin- 
gaez, étt'cuyés'trttnfspoitos casi difirioii y corhoncs á toda la nación, ni 
sacrueldádi'iii au deshonestidad perdonaba aun átbs mas allegados^ 
fiátá (lemiclosa libertad, mas que la adhesbn á los fdolos, y sobre io- 
do lotf ejemjilos de los molos cristianos, les había hecho concebir tal 
desprecio por nuestra santa feKgion, que en mas de cien áfíos resistie^ 
roa eootliniameaté á repetidas diltjgeacias que se* íiiteHlaroa pava tu re- 
düccioa. ' ' • 

% efecto, ia primera noticia que so tuvo de e^ar habitados «que- 
^piÁchos y montes, parece haber sido por los afKHi do l&M, en que 
Í^Wéadose, coino dejamos escrito, febclado hwr tept huanecr, rínieroB 



— ios- 
muchos de ellos fugitíros á buflcar el asilo de aquellas inaccsesibles quc' 
bradas. Los capitanes D. Miguel Caldera y D. Bartolomé de Arís- 
b.iba llegaron hasta Guazamota, que hoy queda fuera de los líinites de 
la provincia. £1 segundo, con la buena acogida que le hicieron los 
iinyarítns, y aun ayuda quo le dieron para castigar á los apóstatas y 
donación de sitio para el |>ueblo y misión de franciscanos que allí dej<S 
funda da, se creyó bastantemente autorizado para hacer grabar en ana 
piedra esta inscripción, mas llena de jactancia que de verdad. 

^fGabeniandc el reino de Nueva- Vizcaya el Sr, D, Gaspar Aharex y 
Solazar ^ por su órjhn el capitán D» Bartolomé de ArighcbOf mandó ka- 
ccr estos borrones ^ y conquistó esta provincia de Sr. 8* José del Gran 
Nayar, la atrajo y redujo á la obediencia de S. M.^ año de 1618." 

Por los do 1668, de vuelta de California, salieron de Sinaloa á la 
provincia de Acuponeta los reverendos padres Fu Juan Caballero j 
Fr. Juan Bautista Ramircz, del orden seráfico, y de ahí pasaron ¿ la ve- 
cindad del Nayarit, aunque no penetraron en lo interior del pais. Oe 
esta jomada hablamos de paso á su tiempo, ni pide aquí mas laigoexá^ 
mcn. Desde esta época hasta el año primero no se tomó providencia 
alguna para la roduccion de estas gentes. £1 primero que la empren- 
dió por. orden de la audiencia real de Guadalajara, fué D. Francisco 
Bracamente; pero con tan poca advertencia ó tanta confianza en la ac- 
ción quo le habían mostrado algunos de aquellos indios, que con 0OIO0 
once hombres se entró cuasi hasta las puertas de sus sierras. Bien 
presto espcrimentó que la benevolencia interesada de los nayaritaa 00 
llegaba hasta quererlo ver en sus tierras* Muertos él y sietp de sus com- 
pañeros, solo escaparon de su furor dos eclesiásticos que le acompaña- 
ban y otro mal herido que pudo ocultarse en la. maleza* Segunda vez 
con cien hombres de armas envió la, misma real audiencia á IX. Fran- 
cisco Mazorra. No fué la espedicion tan desgraciada; peroigualmen- 
te inútíL Este caudillo, llegando á aquellas fragosísimas quebradas» 
juntó consejo de guerra en que de comqn acuerdo se rei^olvió do aer 
posible con tan poca gente reducir aquel país tan defendido de la mis- 
ma naturaleza* Vengada así la muerte de su antecesor, volvió áGoa- 
dalajanu Empeñfida aquella, real audiencia y el Exmo. Sr. duque de 
Alburquerque en apartar de en medio de la cristiandad aquel refugio de 
la idolatría y de la impiedad» se valieron por dos ocasiones de los reve- 
rendos padres franciscanos» y por otras, tantas de la esperíencia y va- 
lor de algunos capitanes. Todo lo impedia la fiereza y obstinación de 



— 199 — 

loa indios y la aspereza del t(jrreno. Por los afi'js do 1711,4 ruegos 
de lareal audiencia, y por real cédula espedida en 31 de julio de 1709, 
se encomendó la reducción de la provincia al celosísimo y venerable 
P^ré Margil de Jesús, mÍAÍonero apostólico. Intentó el venerable pa* 
dre la entrada por el pueblo de Guazamota, antigua misión de los pa- 
dres seráficos de la provincia de Zacatecas con otro compañero sacer- 
dote y algunos indios de los pueblos vecinos que le sirvieron de intér- 
pretes. Desde la Guazamota les envió á los nayaritas un cacique de- 
clarándolea el fin de su venida. La respuesta fué que no querían ser 
cristianos, que sin los padres y los alcaldes mayores estaban en quie- 
tud, y que primero se dejarían morir que hacerse cristianos. Sin em. 
Inrgo, 86 puso en camino el hombre de Dios para pene|rar la sierra; pe- 
70 hallaron mas de treinta indios armados para rechazarlos. £1 vene- 
rabie padre corrió á abrazar amorosamente al que capitaneaba la tro- 
pa, y luego, por medio del intérprete, les hizo un breve, pero patético 
discurso del grande bien que venia ¿ procurarles, sacrificando su san- 
gr3 y su vida, sin otro interés que el de su eterna felicidad. Les pro- 
puso las condiciones mas ventajosas, perdón de lo pasado, alivio de to- 
da carga, y que vivirían bajo, el gobierno de sus caciques. Nada bastó: 
respondieron con la misma resolución que no queriai^ser cristianos, y 
que teman orden de no dejarlos pasar de allí. Que si vinieran los es- 
pañoles á querer entrar por fuerza, ellosi sabrían defenderse, y no les 
faltarla socorro de muchos pueblos cristianos. 

£sta respuesta orgullosa dio á conocer k los misioneros lo que podían 
prometerse de aquellos obstinados. Trataron, pues, de volver á Guaza- 
mota é informaron al acuerdo do oidores del poco fruto do su jornada, 
y que soló con el terror á^ las armas podrían sujetarse los serranos. 
£n consecuencia d^ estos informes, la real audiencia cometió la ac- 
ción á I>« Grregonq Matías de Mendiola^ quien con mas de treinta sol- 
dados españoles y dien indios amigos pasó á Guazamota en principios 
de noviembre de 1715. En esta espedicion le acompañó, como dejamos 
notado ¿ su tiempo, el padre Tomas ScUchaga^ por orden del Illmo. Sr. 
D. Pedro Tapiz, obispo de Durango, por no estar aun decidido á cuál 
de las dos mitras debía pertenecer la provincia. Desde Guazamota se 
les envió una embajada, á que respondieron pidiendo diez días de térmi- 
no para juntar el grueso de la nación, y deliberar sobre el negocio. An- 
^ de espirar este plazo, pidieron otros diez dios, y finalmente vinieron 
®Q conceder la entrada á lo interior do la sierra, que se ejecutó con el 



—200— 

mayor iMoii y precaución, como c» tierra enemiga, d 14 de enoeo du 
I71Í&. Dedfiuefl do varías vimtafl, habiendo reBÍda al Real lo^ eaci- 
queo- y sacíanoB, se W pi^puso el fía d« la jomada, queisdlo eia-atcaer- 
lo» por todas lo9 eamínos d» saavidoMty duhuira al eoaociaBiBBfeoí dvk 
verdadero I>io«^ y obedieacift de k>6' reyes catóK^os. En. coaatará lo 
Regundo, dijeron estar prentes; pere que adiaítir uoa mmm rriígioiif 
no podian hacerio sin di9generar de lee rite» y coetiunbfea de sus oab* 
yoree y stn diesagradlH» al sel, y espeoerse á los. nuur graaraa castigos de 
éste y los demás dieses que hatokia venerada hasta entonces^ £a .toda 
d tiempo que se mantov» atli el eoRHHN taale pov parte det geaetalv 
como del padre^ se lee habl4 nnicha» vocea sobre el aeuntpt. aán poder 
sacar otm respuesta» Este, y el eoatlnno peKgve eft que eoéaka 1» 
tropa, especíelneate en la aeehey e» moéi» de una maUátud de ébsioi^ 
qno como- se tuvo notíeio, ae anitokitbaa- síne- per tener algún leve mo« 
tiro de rompimiento, determiné á ]^ Crregoríe MeBidiola,.á.v«iirer. á 
Guft2samota, despees de haberles hecho ptostar obedieneicL á Sr M« ea- 
tóltc». £1- padre Tomia 8olcha|i^, iaférmande' de bt jornada al Sr. 
obispo dé DumngOy dicea^ eon fecha dé 99 de febrero dii* ITia: „Eii 
cuanto á* la redhccton de Ibe^nayarítasá nnectra santa ié, j«Kgp*qiaa nuo- 
ca le harán cspep4Aneamente, porqtfeénti^ elloe viven muchob críatía- 
nosapdslatas de todos colores, y esclafvoefiígitieofv y estte, poecon»- 
servaplab.libert)adde conoieneia lés inducen & que no se conviertai», 
ponderándoles las vejaciones' i^e* has de* padecer de lee josticias se«> 
culares, y de lee- mi^íslroe eváiigféKéos, La- obedTenela que fian dado 
al rey no pasa de-pctra ceremon», pues jamáé obedecen sus mandatoa 
ni dejan, de admitíi^ ár loe ap(íetatae rebeldes- de la corona^ ni* quíeiw 
entregaribe, nr admitir sacerdotes que oAninishñaseír á los erfisitia«oa 
aifí refugiados; Bstoj^yel haber ne soíd hécho^dAfloen-IbsIbgaree ve« 
cinos, sino el estar sietnpre prontos á admitir ár los apéstatae y olroir 
defincuentee, paroce que bosta Ipara Imceribs gueira muy justan Lo9 
indioS' de este pueblo, apenas reconocen' sujeción porel refugíó-que-tié- 
nen en estos barrancos, y estb Ibrdk osadía, no sola á tes- indios^ m& 
á mulatos y españoles para có me te g m u y enormes ddités; yno solo vK 
mes entre Ibs nayarítas tres faermanos- españoléis smo que uoa asegurad- 
ron que fuera de Ibs muchos que viven deáparramados- en Ifets-ranche- 
rías, hay una por el Sur quo salé á Teptc, donde-viven^ moa db trescien- 
tos apóstatas da todos colores, y la ñicilidad y seguró dé este.asüo, ha 
dado ocasión á la^j sublevaciones de cstoe años pasados. Por tanto» 



tengo por neeenurio lean obü^adot k» nayátitas á eres putltM. Pri- 
niefox qoft n» admitan onátktio algaao fugitito en mis tiortms» 8é-> 
gimdoi 4mi entreguen i todos k« apMatas que babilM én éttas. Tsr^ 
cero: ifito eh «ud de que p«r haber doniraido tób ellM paírécttesdo, ú 
hab^flee nacido idli liijM 6 ooeaeeiM^anto ñú qtfiemh éñfi^rloe, ád- 
nútan aaierdetiii que instra jaá, y que adiAimetieñ á dlohdé crietianoé. 
Tal foó el diolánita de aquel doc5t0 y eeperíméntade' jMüitá; Ah ertt« 
bdrgév Dioa die^tti» de moda teae eusTé k> que haéta enéóñée^ kabiá 
paiBoide íiii|N>siUe á teda hemaoa indinrfría; La ouMk y Okgttlk» éef 
. loe nayarilaa había eréóidó tlmtoi que eúK dierras no érab yá ááo una 
cuera de ládMiee y aeeilMlt qae teáián en odnlimu» eoete i» loe pué- 
bloe Yeoiboit No pudieron eufinr mas este ultraje ka poblaeibiles ften« 
tehMi al lado del PoAieÉite y tmtú dil mir pacifioda fteeelifió0gftise Ék 
castigad aqaelléé »alteedofeS| y juntas en buen núBMroy lea átíMkeík* 
ron y deliíetarop ote muerte de algúntJB pooosr Tomarelí pHstcnerdS 
alguiíoe niiee qae repartieron éátré ftá en Taríes pueblei, y dos adiA-' 
toli «fué enviaron presos 1 Guadaiajanb^ Ne era esl^ I9 meé sensíUe 
á tes BayaritaSy sane que reta la guerra pos aqiíMlhb partea se les ssoíoia 
eatérafaiente del oomerdio de la sal, qde erk k la naeian de nmoiía ntí^ 
lidád^ Pwrá tratas de álgátaa éoiliposMien en élde punid y del i'eeoa. 
te desús h^osf biyaíoa al pueblo de 8i Nicolás á rcrsé con D* PaUo 
Felipe^ eaeiquo de aquilas fronteras. P<)r éste tiempo haUa venido 
nueva eédula del rey al Exmo» marqués de Valero^ mily apretante sov 
bre la reducción del Nayarít. £1 diligente vkreyf fió la cosa á lá pru- 
dencia y disereeioQ de P. Martín Verdugo^ écrregídót de Zacatecas, 
y eete eseogí4 para la empresa á D« Jiían de la T<)rré y Chsnboa^ no- 
ble veeino de Jerea^ y tati aHmdO áb los iiayatüas^ que le hafaiab insta^ 
do muchas veces que se pasase á vivir á siis tierras^ obligándose á 
raantenerk) 4 sus espensas, si llegase á He poderlo hacer por sí miámo. 
Este aiKiguo convite Is parodió por ahora aceptar á D. Juatí de la 
Torre» y consultado el Sr« virey, que coa «A título de eapitan ptfoteolor 
le había Miialadü el suelde de cuatrociwtó$ tincuírUü péswf se determi- 
nó para practicarlo con acieriOf de esoiibir á D. Felipe para que de su 
parte pcociuiam ir disponiendo los ánimos de aquellos geaAiW& Justa- 
mente se hallaba ^on este eneargo, cuando llegarob les nayaritas 6 
proponerle sus quejas de los habitadores de la costa. £1 prudente y 
fiel cacique se mostró muy interesado en su desgracia; les premetió 
que baria cuanto estuviese de su parto pai!a el felia éulo de sus pre^ 

TOM. III. 27 



~ 203 — 

teosiones) pero (añadióy el camino maa breve y mas seguro, seria pre 
sentarse alguno de vosotros al virey de México, cuya autoridad sola po 
dría libertarlos para siempre de semtejantes agravios: que á ellos sern 
mas fácil la entrada, y mas pronto el favor en el palacio de México, 
con el amparo y protección de D. Juan de la Torre, de cuyo constan- 
te afecto para con ellos no dudaba que á la menor insinuación que le 
hicieran, se avendría á acompañarlos y presentarlos á su excelenc;ia« 
Pareció tan bien el consejo á los nayarítas, que sin ofrecerles dificol. 
tad alguna, resolvieron el viage, y para autorizarlo mas, quisieron quo 
fuese el gefe de la embajada el cacique de la Mesa, qué era el prín- 
cipal de la nación, y á quien estaba vinculada la dignidad de sumo sa- 
cerdote del sol. Otros cincuenta caciques se nombraron que le acom- 
pañasen, y por fines del año de 1720 partieron á Jerez para persuadíi 
á D. Juan de la Torre quisiese favorecerlos en una acción tan desusa* 
da. £1 capitán, aunque nada deseaba mas, can embargo, pareció sor- 
prendido de la propuesta^y mostró dificultad en emprender un viag» 
tan molesto y prolijo, protestando qué solo por el amor que tenia á lá 
nación, y por corresponder á su confianza, se esforzarla á vencer ks 
mayores embarazos. Habiéndolos así empeñado mas, apresuró la jor- 
nada á Zacatecas, El corregidor D. Martín Verdugo y los mas dis^ 
tinguidos republicanos, se esmeraron en honrar á Tonati (este nombre 
daban al sacerdote del sol) * y á los domas de su caravana, á quien D. 
José de Urquiola, conde de la Laguna^ proveyó de cincuenta iguales 
vestidos; con que pudiesen parecer en la corte de México. 

Llegaron á ella por febrero del año de que tratamos el caciqne de la 
Mesa y otros veinticinco, (por haberse despedido los demás desde Za- 
catecas) acompañados del cacique de S. Nicolás, y do los capitanes D. 
Juan de la Torre y D. Santiago de la Rioja. Se les había preparado 
un decente alojamiento por orden del virey, que en la sazón se hallaba 
en Jalapa. Luego que volvió, mandó hacer á Tonali un costoso ves- 
tido á la española, y capa de grana con galón de oro, y le regaló una 
silla ricainente bordada, y todo ajuar de montar á caballo. En la pri- 
mera audiencia, el cacique presentó al virey en señal de reconocimien- 
to el bastón de que usaba con puño de plata, y su excelencia le vol- 
vio otro con puño de oro de China, curiosamente labrado, admitiéndo- 



* Tal era el nombre del sol. Al capitán Pedro Alvarado, porque era rubio, le 
llamaban Io6 indkw mexicanos el capitán Tonatiuk,^EE, 



— 203 — 

lo á la obediencia del rey de España, prometiéndole á 61 y á todos los 
suyos en nombre de S« M« todo ol favor que necesitasen sin perjuicio 
de la justicia. No tocó el prudente virey en esta primera audiencia el 
punto da religión; pero en la segunda, á los despachos favorables do 
BUS pretensiones, añadió un papelmostrándolcs el error en que vivian 
y qae en vano esperarían en lo de adelante su protección y la del rey 
•a amo, mientras no detestasen sus errores y se sujetasen al suave yugo 
de nuestra santa ley. El contenido de este papel, traducido ñelmen- 
te por el cacique D. Pablo, sorprendió algún tanto al TbnaH; sin em- 
Inrgo, el respeto, el agradecimiento y quizá el temor, le sacaron de la 
boca algunas ei^resiones en que pareció dar esperanzas de reducirse 
y de cooperar á la reducción de los suyos. Denlas turbadas palabras 
del oaciqueí, que quizá sazonó mas á gusto del Exmó. virey el buen ce- 
lo del intérprete, tomó ocasión el virey para proceder á tratar de con- 
versión* Se sabia que en otro tiempo los mismos nayaritas habían de< 
clarado á la audiencia real de Guadalajaro, que en casó de convertir- 
se y entregarse á la dirección de algunos padres, hablan de ser los 
fritíús (así conocían á los jesuítas:) En esta atención, el Sr. virey, 
después de tratado el negocio con el Sr. arzobispo D. José Lanclego, 
á quien remitió también los caciques, mand¿ llamar al padre provin- 
cial Alejandro Romano, y le suplicó quisiese la Compañía encargarse 
de aquella tan difícil y peligrosa, cuanto gloriosa conquista, y proveer 
desde luegQ para ella dos misioneros. 

No pudo el padre provincial dejar de representar con la mayor ve- Se hace car. 
neracioñ ciertos inconvenientes, los- que desvanecidos por su excelen- ??^^^^ 
cía, señaló luego el día 19 de marzo á los padres Juan 'Tcllez Girón, duccion de 
qoe se hallaba en México, y á Antonio Arias de Ibarra, que adminls- '*^ *^y^*"- 
liaba la misión de Chinarvas. El padre provincial dispuso á los naya- 
rifcis un banquete espléndido en el Seminario de S. Gregorio, y con 
ocasión de darle á entender (á Tonati) lo que allí trabajaban los jesul- 
tw por el Wen de los Indios^ so Introdujo suavemente á persuadirle y 
exhortarle á que diese á toda la ciudad de México un día plauslbllísi- 
njo, y 4 los suyos un grande ejemplo abrazando nucstni religión, y re- 
cibiendo el bautismo. Nada se pudo conseguir del Tonati, sino pro- 
•oesa de que lo baria" en Zacatecas; promesa que creída por el virey, 
^^'cnbió al conde do la Liguna para quo le apadrinase en su nombre; 
P^ol caciquo astuto, supo á su tiempo impedir la entrada en Zaca- 
^*ca», y componer la palabra, con lo que no sin fundamento le dictaba 
^ temor. 



/ 



\ D. Jiimi 4e h Tqt^ pe <}ió el título de gobernador da la tiam 
del Nfiyarih Qpn ^rdea de recUilar oq Zaoaleeaa y en Jares cían hom* 
brea de firiQa#, qq0 sirvi^fan de presidio y da aaodta á loa miaíaiiaroa 
iS(VWgé]ÍQm y 4 loa iniamoe nayavitaa que quiaíeaan alMrasar el ciialia* 
AiapH». Pfivadamepte ae le fímwrgó al cafútaa, qae aon ¡nduatría y 
inodo detuvíeía^aoq'Hgo fk limoth y no le perQátíaaa patíMtt was aier. 
rafi tota9 qva pu4í«9a aagiiirlo W ta^n Nada deeaio-aa áíacató oa« 
mo fa ksAí^ paaaadot £1 Tbaaft Énadiantado por laaamenaaauídalaa 
4ttyq«i <i9fi balnan Uavado mal att aon^eacandaDciA en adnítír nriaio. 
nema y aoMadoa* . laago ami^n^ó ft aludir b eatmda an Zaaataaae, 
4oDd^ bfiUa prometída Uiitiittfae. fievabódeleapamaaaiirataBtDdal 
tiwifade Ja aieaibinai'que yainataha á loe auyoe, y qoa por tanto, Ue- 
varía» peeadanPrala eaakiiiiaii.detenoiant7 que au donMirifnianto pa- 
4ia c^^ap^a la ^da» ,A^í buba deapartañe paiaaqualla ciudad A pa- 
drp Jqaa Tall^ (üjipii; UNantraa «a jantafaa la troim y el eapitan con 
If^ caciquea» paaó deaeab/^ffl C B^I» 4 Jarea» Oon tada la aagaaidad y 
biyenaa arica de P. JmM da la Tarva» na fmda cansagiiir qoa aun allí 
aa datuyteaa algunos días ^ Tomih miaiiliaa te laatelaba láqiiiamAl- 
jjttua parto da loa sDldadoa. Opaien^ d, dudar da la loala ft da aqua- 
Hoe bftrbaroa» pero por nadedararae* 6 no pender d^ lodn au anuatad, 
bubo de dejarlos ir aoloa contca las dfdenea del yúrayiCapamiido aeguir- 
loa muy preatOf JSn efiM^Oi d^fl^ ordaoíd^ la sadiaU «n. Jans, qaa 
fué de cincuenta hombres, á cargo 4el oapítau P« AknfM» Rataa da 
i^arvae?» partió 4 Zacatecaf « donda en paooa diaa ae pompletqioB los 
otros pincuouta al maudo de P« Saja^tíagada Síoéa y Carrion. Be 
bendijo aeleaaoemente el eaU^dfurta eu aaeatro colegia al día 33 de jo- 
IÍ9; 9^6 h poquefia ^ropa pari^ Jaros» en oompaSia del ^bet nadar y 
dei padra Juan TeUe?^ ft quienes aloanz<i pai3odí»«|>ueB id india Ájito- 
nip A^mf l&n ostos principios^ dos dívarsos aoaataci«iantD8 aatam- 
ron para trastovnar h empresa^ El primera M causado da algnses 
^luulea del nuffvo gpberj;iadort ^qoo informaron al vírey paM qva lo des*- 
pajaaa ded mando; m^ .su e^celenoia se lo coQ^rmó da «uayq. El se^ 
gundo fué un peligroso accidente, que parta la pesadusabiat parta A 
puidado de la eaapresa acarrearon al mismo gobernador traatamándo^ 
le el juicioi sin dejarle al día sino muy cortos intei^oa de rasan* S^ 
avisó prontamente á México; pero ¿ntes de jtomarse providencia algí»'* 
na mejoró de modo, que pudo s^uir la maroba á (SuqjitqHilUt' Aq^m^ 
sp ca<pei|z^ á descubrir la mala fé de ]os Daturalas* Sa obaenró 



— ao6— 

no habUii eAYUído ftlgaM quo «m nooiihre de la naeion visitase at ge* 
bHBador y se í|abía que daede la vuelta del TotmH no salian á comer. 
oitr filena da ha aíenaai que haoian muoha preveneion delannasx que 
eoD«io<iahan lea paebloaveenMay y determinadamente al de Cmmneaia: 
f» 4 Im wunjqnea de eete pueblo leaian^citadoe y persuadidos á apode* 
mm de la pereona de D. Paldo Felipe, y conducirlo preso á la Mesa, 
lato iapto, díapuso el 8v» virey que el conde de la Laguna tomase el 
Mado da la espedickm 4el Nayarít, oiiso'de iio poderla gobernar por 
aisaSiSBwdad D. Juan de la Torre. iSl conde, procuró prudent^men^ 
ásiafaiMUNMi de les padres y de los oficiales del estado en que se ha- 
Ma al g^b^nador. Los prlnieros respondieton de modo quesee co- 
aosiepa que no querían tomar paKído: los segundos, no tan recatadoo, 
ss espUeaban can mayor claridad, unos en íkvory otros en contra, que 
fiMien el DMtyornliniepe. Por sus informes ^1 pondé -de la Laguna se 
sipokii^ á venir á Chu^uquWü y tomar posesión de su empleo, con mas 
bssvedad de lo que permitía la cualidad del negocio. La tropa se di', 
vidúl ea facciones, se proponían diversos arintríos, y ninguno se resol- 
viSf basta que el rnismo conde, observando por si mismo la regularidad 
AODslaBto d# muchos en las conversaciones y operaciones del gobema- 
dir,temó tel parttdo de rsétrarse á €hajuquüla. Eu efecto, aunque el 
asddeste había acometido' diferentes veces á D. Juan de la Tótre, en 
k aéteflidad pareóla ludierse retirado por la postren; vez. El habia 
dopachada eomof i todos los pueblos de las fronteras, solicitando gen- 
li y bostimantoa, y otro .cora de la nación á los nayarítas para que les 
mmi ^f^mA wm pmmesas y los atrÉ^^ese blandamente á su cumplimiento. 
Per iHi'raaaeAeto ^3a fMi^wiaadel gobernador, después de haber 
«Qífídp da £fiiqfttfiiá4^ '(su campo) fl M de setiembre vino á alojarse 
«i 1. 9 de jootufan» a» luiinaóaaodo y peligroso sitio que los mismos bár^ 
liMNMi lyiiiiapNi teñaiarisk A poces días, obligado de la soma estrechez 
dal alojamieafea y de Ia:&l4aile pptslos, y desengañado tanto por su pro- 
fía «aptffieneiav ceqsa^ por avisos do' los indios aliados ido la obstina-f 
iOÍctt y saala ib^^los nayantas, hubo de mudar -^1 campo á Pej^oton, 
^iaea leguas ál (tete de donde se hallaba^ y ^eté de Quazamota. En 
•isla puesto sa «NmtttviefOÉi 4el'll^iJ 10 de octüb^. Entre tanto, 
«anian á visitar al gpbenndor y á los padres muchos caciques, y en. 
tie «i halbijiii lenido diversiui junta» sobre el -^rtido que debían tomar 
faaa acabar oon los éspaSeies. ' RescAvieron enviar un principal ca- 
piouo llaiMlo AUmsOi-oncargade do deeir f^l g(Ol)emador, que b^hian 



—906— 

sentido mucho 40iaropanise aqael aitio iaacercaDO á la Puerta donde 
ya babia llegado el Ihmati y los ancianos de la nación para dar solem- 
nemente la obediencia á S. M. católica: que sin embargo estaban pron. 
toe á hacerlo en Coaxaíeh áamáe lá habían dado ya en otro tiempo. £1 
bárbai:o embajador, para demostrar Iñ ánceridad de su propuesta, aña- 
dió que aquella tarde misma enviaría dos de sus hijos que los conduje- 
sen por el mc(ior. camino. Para llegar á Coaxata^ habian de pasar for- 
zosamente nuestras gentes por TeauritOt paso estrecho, montuoso y 
muy propio para acometer improvisamente, como lo teman dispuesto. 
Marchó el campo el 26 de octubre: el gobernador tuvo Im precaución de 
ir dejando alguna guarnición en los lugares mas estrechos y peligrosos, 
para que en caso de traición no se le pudiese impedir la retirada; pero 
no tuvo la de asegurar á los dos hijos del cacique B. Alonso, que des- 
pués de haberlos conducido por sendas estravjadas y propias para des- 
troncar las cabalgaduras, se pasaron iippunemente á los suyos que 
aguardaban emboscados en Teauriteu Aquí repentinamente con un 
espantoso alarido, salieron de las breñas los bárbaros y comenzaron á 
Jloyer de los alturas innumerables flechas. £sta primera descarga 
/muso alguna confusión en nuestras gentes, y mucho espanto en los 
¡caballos. Se perdió todo el orden de la marcha» á que no estaban 
l^uy . apostumbrados. Los salvages, cobraron con esto mayor alien- 
tp^y ya trataban de acercarse. . Sus bríos duraron mientras pudo ha- 
cer la copapi^ua que marchaba por delante uña. regular descaí^. . El 
espanto.y el es.trago animaron á los soldadost y ^ esparíencia do la de- 
biJidad de las flechas, que tiradas desde, léjod, ó eran llevadas del viento 
6 hacian muy {k>co daño. Dentro dei4>oquttÉii|io tiempo ne« quedó mas 
bárbaro en el campo que el cacique I>¿. Alon^ pem.iiunuesté trató de 
retirarse bien presto. No se sabe ol número de loa muertos, y heridos 
éntrelos gentiles; seria poco masó ménoá que uniré JqpjespañQles que 
ü^é qno^ y pntre e^iqa mas picados que heridos de áigpnás flechas. Los 
nuestros volvieron á Peyotan, coa tanta -qui^tud^i «orno* si caminaran 
por la tierra mas pacífica. De a^uí se trató detaeóraéteir al cacique de 
la Puerta que t^a mupha parti^.on 1^ fraicioii. M prímer alando de 
los aliados^ huyeron el .cacique y:siifil gentes, no con tanta felicidad, 
que él con otros tres adultos, y como. unos diez, y 6iiete,. entre mugeres 
y niños, no cayesen ep .manos de los indios anegos por epgn&o de un 
fiacique^ á quien se dieron sip resistoncia^ .,<|il pago de este.rendi- 
jmiento, lupgo que estuvo en: la presencia del cabo, fué quitaría un cin- 



—«or- 
to de plata con que sujetaba el pelo, y amenasarlo de mil maneras dife-' 
rentes para obligarlo á manifestar los tesoros que no tenía. Lo de^ 
mas de la tropa 6 indios confederados, se ocupaban en la fóbrica de 
dos torreones de piedra y Iodo con tfomefatf de todos lados y de trín- 
cherasi aunque débiles^ suficientes para asegurarse de algUn susto re« 
pentino. Se enviaron algunos soldados por carnes y bastimentos, de 
que se comenzaba á padecer faltas; pero estos destacamentos la hacián 
también notable para caso que los indios (como se habia traslucido) in- 
tentasen acometer el Real. Se perdió la esperanza que se tenia de un 
buen número de soldados, que mantenidos á susespensas había pensa- 
do traer el capitán D. Luis Ahumada. " 

E^>r tanto, se hubo de pedir socorro á Zacatecas y á Jerez, de don. 
de llegaron á fines de noviembre treinta hombres conducidos por el ca- 
pitán D« Nicolás de £scobedo, y veinticinco á cargo de D. Nicolás de 
Calderón. Con la noticia de este refuerzo, los nayafitas y cuasi to- 
dos se habían retirado para mayor seguridad á la Mesa, trataron de 
ocupar un picacho mas cercano á Peyotan, Creían los españoles que 
esto lo hacían por impedirles el paso, ó por asegurarse de aquel punto 
ventajoso, pero no lo hicieron, sino por sacar de allí á un anciano que 
querían devar al sumo sacerdocio en lugar del antiguo Tánatíi á quien 
intentaban matar por creerlo no muy desafecto á los españoles. Tenida 
una junta, se determinó el gobernador á atacar á los indios en el nue- 
vo puesto. Se enviaron dos compañías favorecidas de la noche; pero 
no pudieron ocultarse á las espías enemigas que levantaron luego el 
alarido. Los bárbaros se acogieron á lo mas alto y escabroso de la 
montaña, donde no podian ofender ni ser ofendidos. Algunos por pre- 
cipicios y quebradas tomaron el camino de la Mesa. De estos, se apre- 
saron dos, con tal fortuna, que el uno de ellos era justamente el que 
pensaban y tenían ya destinado al sumo sacerdocio. Los españoles, 
no hallando subida proporcionada, se contentaron con reconvenir y re- 
querir de paz á los salvages. Bajaron algunos de ellos sin la menor 
desconfianza, y entraron en conferencia con D. Nicolás Eacobedo; 
pero BU respuesta fué remitirse á la junta general de la nación, sin cu- 
yo aibitrio nada se atrevían á determinar. 

Los padres Antonio Arias y Juan Tellez Girón, en medio del ruido 
de las armas no babian dejado de promover de su parte la obra de Dios. 

Entre neutrales, entre prisioneros, entre otros mas cuerdos, que, ó por 
docilidad de genio so dejaban atraer de sus caricias, ó por un prudente 



1722w 



-^308 — 

iattm queria&no «Uperímeiitor maydrM ' «lalctfi m hftbiaii c«bgre§^ 
ya<eii Peyotao al -pi^.de mu najrttritlM» HabilL totié ellos algnUoa 
«áck|üa(l de buena opinten por su Valolr Jr ao ¥ul^eé teleatoi^ Uaná*. 
doa Jua& Lobfttóa« Domingo de launof y el Tüctaáttif qué despueasé Ua^ 
üié Francieeo Javier* Hatáéodoae pfobi4dO baetáfaMnenta la sinceri» 
dad de BU redueciooy y reoonocido M ^le por la del teoto dé suo nato* 
TSÁúBf trató el padre Antonio Arias de fotmai ^oa estbs oatecúBMBos 
el primer puebloi il ^uiea se iB4 Ol donibr^ de Bta« iUta^ por la partí- 
cttlar devoeien que á esto Santlt tSnia el (obernador» fil padroi eomo 
hombre ya muy esperimenfado ^u ls4 inisíeAep db Nlien^Víaoajfa en el 
arte de manejar á ios salvaged, fké lentAméntb ifttrodiieíeiido en los 
nayaritas todos los cjeroioios de una bien Snre§lfwki misión} En Me 
tiempo, habiéndose ya restituido al real UfkitoffaB peqoefiaa <|iia ha« 
bian salido en busca de víveresi y no pudiéndose proSedsr i ftlgiiba ae* 
cion hasta nuevas érdento que tfS esperabiu) del virey^ tiateron de XK¡1» 
verse á sus puestos las dOs ^mpaoías auxiliaress £1 marqaés de Va< 
lerOf viendo la lentitud oon que oaspiaaba la; oonq^ísts^ y Atribuyendo- 
lo á la ttifermedad dd gobwaadorf ^tó de lluinarlo é Méaieii oon el 
proteste de informarle verbalmofíte de) esta4o de las ^cesasi y lealable- 
eersa allí de su salud, enviándole;por sncoefKHr al afi^tlbn Dv #uaB Flo- 
res de 6« Pedro* 

]¡^ nu^vo gobernador Uegó á Peyotaa 4^ 4 de ea^re del sí||rQían|0 ano 
d^. 1792t: y tfat0 luego de asaltar lll':Nssaata4áiidelí^ por lodas paries% 
para lo cual envié ántcis de obupar el sttío de Cumimmhmh oemo k vein* 
te legu«k£i:46l JKproesfte d^l pueblp de £bnla.Rtta« Mt^traíg se dabab 
lasprovidenciaKrpara.elasaltocen)rió H jN%ierif por 4re* eteaíonea á 
los eaenigos. De la primera ii9i^f^<en.i^9ifjSiSfiia posUivaí de la so* 
segunda se recibió mu^b^ contuelp GtaJh^.notúsia^to que dos «faci^Hes 
principales haUan r^ueUo 4 venir á.'dar la iéedienciai )r $e ordá que 
k)». demás scfuirian bien presto su «utbrMsíl y ^emj^ fVné Um al 
oontrarioi que aligándoles los .demás 3a indig^datl de la aooioil y ira» 
tándoles de traidores y pobardctoilos dos caei<iuef. senrcfadea prOmatie« 
ron ser los primeros rqu^: fnuidesw antes qMe; ^ntrSgMsa en la defensa 
de aquel sitio. Esta fué la respuesta á: ta tcpoo^ra em^lQJadav bHk la 
cus! «e itdselvió la mareha pam fi día 14 4e' énetoc Había proeedi- 
do poco áatey» qoe «ayese Sn manos de tos epafi(4e4| níi eorreo ^pie les 
bérberos habionenviado á Guadiana (Durailgo) para solklitaff «1 sooer« 
ro y alianaa de los tebososr Por el prisionet^ S6 supo ^e ire ImU» 



— 209 — 

Morel de Sonta Cruz, entonces provisor y vicario general de aquella 
diócesis, y ahora su dignísimo pastor, después de haberlo sido de Ni- 
caragua* Este señor, que nada había mas deseado ni procurado pro- 
mover aun con el Ilhno. Sr. Valdés, lo animó á cumplir y poner en 
ejecución sus deaeps. Prontamente dio aviso al padre provincial, que 
justandente lo era el mismo padro José Arjoó, quien domo agradecido á 
la singular estimación que en aquella ciudad se hizo siempre á la Com- 
pañía, y singularmente á su persona, y fiado por otra parte enteramen- 
te en el juiclq, «ladupez y afecto del Sr. Morel, no dudó señalar luego 
á los padres José de Castrolid y Gerónimo Yaraona: uno y otro eran 
muy propios para dar un gran crédito á la Compañía en las circunstan- 
cias de una nueva fundación. Llegaron al puerto en ocasión bien fa- 
voraUé para hacer i:n gran fruto en las almas. Había precedido po- 
cos dia9 antes, ol 20 de jutio, la furiosa tormenta y tempestad que has- 
ta hoy se recuecda con horror el dia de Santa Marta. El mar, entrán- 
dose ppr la ciudad, ps^reciu intentaba tragársela á cada golpe de las 
aguas, ai tietnpp que con truenos espantoso^ y rayos aguataba por to- 
das pj^rtes el cielp. Los padres, aprQvecbándu^e del temor de que es- 
tabim sobrecogidos los ánimos, predicaron con tanto espíritu y fervor, 
que jaoíAs se hfibiVL visto semejante conmoción. A vista del celo apos- 
tólioQ da 1q8 qperp/ios» el celoso pastor depuso bien presto aquel amo- 
toso seiUiíniento que le c;iu8Ó la resolución del padre provincial. Se 
aplicó ¿.fomQDtur con fil i^aypr esmero unos operarios tan útiles. Man- 
dó que en la parroquial se les diese todo favor para el ejercicio de sus 
inioiaterios, uüentxaa obtenia la licencia del rey y levantaban propia 
iglesia, lo que veremos ^ su tiempo. 

En la nusma ocasión en que llegó á Nuova-Espaua el pliego del 
goUemp* Je vipo patente al padre Juan Antonio de Oviedo, r^tor del 
cole^ del Espirita Santo, para visitador, de la apostólion provincia de 
FilipiwB, pfU'a doi^e ssiUó ol 10 de marzo., del72¿; Los principios 
de eato año, fueroa á nuestra provincia bast^ikte glocioBOs por el nue- 
vo ^vor que 90 dignó hacer á su escuela y (naoatrosi la real y pontificia 
Universidad de México. Citados por upa cpiiMla ante Diem los doc- 
tores y maestros de ella para claustro pleno el dia 28 de enero el Dr. 
D.P.edro Raipire^ del Castillo, como rector qqe era, propuso en un 
breve y discreto discurro varias razones y fundamentos sobre que se in- 
fonnase y pidiese 4 S. M, C. cátedra de teología para la Compañía de 

Jesus en dicha real Universidad. Conferida entre los votantes la ma- 
TOM. 111. 29 



1723. 



— 210 — 

tei ia, saVu) resuelto por todo el claustro, se suplique á S. M. se conce- 
da á la Compañía y su escuela cátedra de teología, dejando á la justi- 
ficación del rey, como dueño soberano de sus estados, y sobre ellos de- 
terminar la hora de la lectura, la obligación de los estudiantes que de- 
ban cursarle, el grado, estipendio y turno del catedrático, &c. Aña- 
dieron los doctores D. Juan Ignacio Castoreña, después obispo de Yu- 
catán, D. José de Soria y D- Juan Rodríguez Calado, que determina- 
damente se pidiese al rey cátedra del eximio Dr. padre Francisco 
Suarez; pensamiento que siendo rector D. Juan Miguel Carballido, ya 
se habia propuesto tratándose de la cátedra del sutil Escoto que preten- 
dió la seráfica religioQ de S. Francisco. Determinó asimismo el claus- 
tro que de esta pretensión y determinación se diese cuenta á la parte 
de lef misma Compañía, para la cual nombró el Sr. rector por comisiona- 
dos á los doctores Castoreña y D. Marcos Salgado. £1 éxito feliz do 
esta pretensión se verá pocos años adelante. En el mismo mes de ene- 
ro, falleció en el colegio máximo el hermano Juan Nicolás, natural de 
Yillaromancos, en la diócesis de Toledo. Ejercitó por treinta y ocho 
años el oficio de procurador con una exactitud y actividad, con un des- 
pego de todo lo temporal, y al mismo tiempo con una religiosidad y 
una observancia regular, que era la admiración aun de las personas 
mas autorizadas, que se veia obligado á tratar por razón de su oficio. 
En los gravísimos negocios que manejó por tantos años, jamás se le 
notó alguna violencia ó alteración en las palabras ó en el semblante; 
jamás se le escapó alguna que pudiese ofender la caridad. Dotóle el 
cielo de una rara espedicion para desenredarlos negocios mas enmara- 
ñados, con tanta claridad y precisión, que con pocos renglones no de- 
jaba quehacer á los abogados, como ellos mismos lo confesaban. De 
esta suerte, jamás perdió pleito alguno de cuantos se le ofrecieron, por- 
que no entraba en ellos sino cuando tenia entera y cabal satisfacción 
de la justicia de su causa. En lo doméstico, su retiro, su aplicación 
á los ejercicios humildes de su estado, cuanto se lo permitían sus ocu- 
paciones, su constancia en la oración, exámenes y lección espiritual, 
era de suma edificación. Murió con admirable quietud el dia 2 de 
enero. 

A 2 de diciembre del mismo año, falleció en el colegio del Espirita 
Santo de la Puebla el padre Jtutn Cam^Of natural de México, varón, 
de extraordinarios talentos, y uno de los mas aplaudidos oradores d9 
su tiempo. Debió á la Santísima Virgen no solo la prontitud y vivczs. 



— su- 
de ingenio, siendo antes tenido por estrcmamcnte rudo, sido la vocucion 
á la Compañía, después de una aversión y fiístidio tan natural, como 
iooato á los jesuítas, que nunca habia podido tratarlos sin hacerse vio- 
lencia. Se consagró enteramante al culto de la Santísima Virgen en 
la prefectura de la congregación del colegio de la Puebla, á la que 
agregó la de la Buena Muerte, erigida con autoridad apostólica. De- Muerte-dcl 
jó en ella dote para tres huérfanas, que salen anualmente el dia de la ^¿^ ^^ p^^] 
YisitacioB, y la enriqueció de otras muchas cosas, siendo en lo perso- bla, varón lin 
nal tan pobre que llegaba á faltarle á veces aun el ordinario desayuno. ^ 
Dirigió á la mas alta perfección muchas almas; aseguró en los monas- 
teriop y en honestos matrimonios la castidad de muchas doncellas po- 
bres; y como aseguró un padre que lo acompañó por muchos años, ja- 
más ftalió á otras visitas que á buscar dotes ó capellanías para estudian- 
tes pobres, á interceder por presos ó por esclavos fugitivos y otras obras 
de caridad. Llamábase frecuentemente para su abatimiento el hijo del 
pintor^ contrapesando con este arte el grande aprecio que se le tenia en 
toda la ciudad por su virtud y literatura. Predijo muchas veces las 
cosas futuras con la luz de la oración, en que tal vez le hallaron ente- 
ramente arrebatado. Entre ellas, habiendo comenzado á predicar la 
novena de S. Francisco Javier, que llamaba la misión, afirmó que el 
dia del Santo estaría en la iglesia, pero llevado en hombros ágenos, co- 
mo efectivamente aconteció. Hizo el oficio sepulcral el dia de su en - 
tierro el Sr. D. Francisco Javier de Vasconcelos, canónigo entonces, 
y deán después de la Santa Iglesia de Puebla. La congregación, fue- 
ra de la costumbre de la Compañía le hizo de allí algunos días unas 
ruidosas exequias, con elogios é ingeniosas poesías, y sermón que pre- 
dicó el padre Joaquín de Villalobos. Autorizáronlas con su presencia 
el Illmo. Sr. D« Juan de Lardizábal, entrambos cabildos y religiones, 
y cantó la misa el Illmo. Sr. Dr. D. Diego Felipe Gómez, obispo de 
Oaxaca, y entonces arcediano de aquella Santa Iglesia. 

En las misiones de California todo procedía con felicidad, adelan- 
tándose cada dia los pueblos en instrucción y policía. £1 padre Eve- 
nurdo Heleo, misionero de Guadalupe, fué sin embargo, el que mas 
trabajó en este año y el antecedente por las calamidades de hambre y 
dos consecutivas pestes que afligieron á su rebaño. Al Nayarit, para 
la asistencia de las nuevas poblaciones se enviaron este año los padres 
M&miel Fernandez, que se encargó después del pueblo de Santa Rosa, 
Uibano de Covarrubias y Cristóbal de Lauria. A fines del año, se 



r 



divulgó 6?in Sóber el oiígL'n o motivo, un rumor talgo de qae se linbi; 
visto indios tobosos cd las fronteras de ia provincia. Fácilmente di 
ron crédito y aun mriyor cuerpo á esta voz algunos mal contentói, 
por el deseo que tenian.de aquel socorro ó por causar inquietud á i 
españoles, y ver si podian con este motiva sacar de la proTincia mi 
gobernador, que poco antes habia vueko de su casa. Es eíeeto, cen^ 
siguieron alarmarle, de suerte, que sin ser bastantes á doBeB{g;adaf lo 
Las razones que se alegaban, bubo do ponerse en caminó éf recopoeer 
las fronteras. Esta ausencia dio ocasión do ñueviks junta» á los xn* 
quietos^ y de forjar una conspiración qiie pudo set la niinb de foda 
aquella cristiandad, como veremos diespaes de haber referido lo que por 
este mtsmo tiempo pasaba entre los pimas. Acababa de llegar cíe vuel- 
ta del Nuevo-México el capitán D. Antonio Becerra^ que hkbía bu» 
choa años comahdabn el presidio de Janos. Confina ooh el NuevO' 
México por el Norte la piovincta de Moqm^y se crtta;estelidkrBe por 
Poniente hatíta muy cerca de la Pimería. Este paisv desde antes del 
año de 1681» ^a que se rebelaron las naciones del Nuevo-Uéxico lia- 
bia sido el objeta de las ansias de nauchos miaioaeros apestidíóos del 
orden de S. Franciseo. De parte de S. Mv ۥ por tnedio de losfres. 
vireyes se habian hecho ciiafitiosos gastos ftova i^ecofiqüidCar lo pefdi* 
do, y atraer á la obediencia del fey aquella rrgioB- de Mo^f qub lé^ 
servia de amparo y litigio. £1 .capitán Becerra» ee t w a d e sofere aqne* 
líos mismos lugares, procuró informarse de los moéivóé qlle isbía aqve* 
Ha nación para no reducirse á la obediencia, y de los bhmKos qne po- 
drían tomarse para haeerla entrar en so deber. Entre «otras cosos, 
supo que los noquinós habian deseádb desdé nxiciiO'éáleéiBisÍKnieros 
piieiúi, {que así Hadaebán 6 lois jesititfeis) 'f. ^ue hefaiendb Miídd tanta 
parte «il la sublévaEeion M Nnevó^MéxIioo^ enf.qiae'líahilÉijilQerlo táñ^ 
tos religiosos fráneísfiaiios, hablan cobttdo^^ruidi horror ft^et dermis* 
mo hábito, quizá pot larBejAiQtib de sii^<lelitét, ó rporquo temiesen irrt» 
cioilailmente . que aquelloü padre» iio. habiaii de dcjt^r 4o nrMgvunse. Ello 
es cierto, qiíé por los años de 11 y 12 halHhi» estatf nüenfeui •n«ioi<>Bei 
por medio de otraé bmls voeiHas^ solfcttaído ál padre AgMstítf CiimlK», 
míeionerd de S. Ignacio en la Pimería pafá. qub pasase á ous tiente. 
El obediente y óeloso jesuíta pasó la nótíct» á soo supmíbies; 'pero ai 
el padre visitador Andrés Laque, ni el padre prarÍBcial Añtoiiki Jar- 
don, lo tuvieron por con vilmente poi^ no entrar en contNrr^miascott loe 
noligioeosijranciscanosy qiie de talitós años antes OttttiyBfaaA/aqbeUae 



— 213 — 

gion«8 con el «udor y aun con la sangre. El capittuí Becerra, vuelto 

á Jano0, j creyendo sor do su obligacié>ii ánt uotrcia al Sr. vircy de un 

niedio ta0 fáeil^ y tan noda costoso para la conversión de aquellas per- 

nieioHas naciones, informó lafgauvenfo hI Exmo. %t. nmriqués de Ca- 

sáfuerte, que desde el &4ío antecedente habiá succedido al marqués de 

Yftlefo» Anadie el modo Con que esto podía efectuarse sin nuevo gas. 

to dé la reHl kacienda^ sacándose los soldados áe éada uno de los prc-^ 

sidíois vecinos, y encaminándose, no por el Nuevo- México, sino por la 

Pimería^ donde pasudo ol Ho Gila por el de la Asunción, podían pene* 

tfat enr tres 6 cuatro dias de camino hasta laé ffontehsis de Moqui: qao 

kw apaches qne podian Inquietar la tnaníí^ha eran Mucho menos temi« 

Mes por éttté ^innbo qúo por otro alguno; y i(ue fínalmebte podian He- 

tar oonsi^ él padre Agostin Campos y tflgun otro de los fnis¡onen)S 

jesirütts, qife por^sus <iontíouos viages haéta las orillas del Gila térnian 

ma« iK^dia de aqnelkas regiones* El iftairqüés de CaSáfuerte trató el 

Bi^géeié o(m los siipBríoras de la Compañía; ^ero. permaneciendo siempre 

la misma tftaOn aun enando accediese todo el peso do la autoridad de sil 

excelencia» no pareció conteniente dar el mas leve motiro de sospe* 

eha á los celosíbimM operarios de aquella v¡3a- £1 dicho padre Agus- 

tin'í>art^>M4 que á principios de este oiio se hollaba en el colegió de 

8. Andrés^ presentó á Au excelencia un exacto informo del estado de 

la Fiméríat dondo habia trabajado por espacio de treinta afíos cóbtí. 

nuDSi de hm rtinibos y naciones por donde podian éstenderse Ifis Con. 

qaÍBtf». Pretendía la ílmduoion do tina villa en ías orillas del Gila y 

nación de les isbbaipares) por donde dM»gua el rio 4^ Tefreútíte^ prome^ 

éeodo éh Aoiabrs tiel pudro provincial no pj^u^ños socorros de gaha*. 

dos* semittas y dteíisilios para cíen familias pobladoras. Tocaba, abn4 

4|ae mtiy ligemÉkelite^ la entrad» de la provincia 4(3 Moqiii, y com^luUi 

fídiendwdeenHifietiei^sf^araia Pimería, doitde hfthlade volverseoimn^ 

t» áélee^ BettMi. grandes proyectos, no ejecutados por cbióBees^ se han 

visto Tütwtadbs poar necesarios en elstos últimos nfios en q\}e las pohla*- 

cioMe-ile^iás tüseras del Gila y otros medios mucho tnnsíáeikHi entt^.. 

e0S4|ae propbnian 4oif«sisioneros, so tratan de ejecutar eon calor. Los 

■éfS ewsí énd iog éo vinieron A isoncoéenso sino despuifes de aigimos 

«itot» 

finiK wmffé, erístíanded del Neyarit, vuelto ya el gobernador ée vn 17^4, 
itofiracMeeá eÉptádíoion contra los tobosos, se creía todo tnuy tranquilo, 
ittlaifciOB^ldia l.^idelaioido 1724,comcnzaroná brotar las priíAcriUi 



f 



— 214 — 

Rebelión de centellas de la conspiración que habían premeditado tiempo antes. Se 
los najantas. observó aquel día un extraordinario concurso de nayarítas á la Mesa^ 
que á algunos mas cautelosos ocasionó algunas sospechas. Crecieron 
estas viéndolos formarse en pequeüos corrillos y hablarse con vozmaii 
baja y curcunspeccion; sin embargo, se atribuyó su número á la so- 
leranidad del día, y sus conversaciones á grosera curiondad mezclada 
de respeto. No tardaron mucho en desengañarse de este errado jai* 
cío. Aquella misma noche desaparecieron del presidio y del pueblo 
todos los indios, tanto, que á la mañana se hallaron solos en toda la 
Mesa los soldados^ y los padres Juan ToUez Girón y Urbano Covar- 
rubias: ya no se dudó de los malos designios de los serranos. Por otra 
parte, los del pueblo de Santa Gertrudis habían ya prorrumpido en una 
abierta conspiración con muerte de su cacique D. Domingo de Luna 
que habitaba en Santa Teresa. £8te indio fiel había venido pocos días 
ánte^ á informar al gobernador do la mala disposición que había obser- 
vado en sus gentes. No se le dio entero crédito, atribuyéndolo á nimia 
desconfianza; solo le mandó el gobernador que pasase á la Mesa su fa- 
milia» Yendo i. ejecutarlo la noche del 2 de enero le cercaron la ca- 
sa^ donde despoes de una larga resistencia, muerto el capitán de los 
mal contentos, y heridos alguno3, hubo de ceder á la multitud y caer 
á las flechas de mas de cien hombres que pelea'ban contra uno solo. 
Con esta i^pticia salió prontamente el gobernador para la Mesa del 
Cangrejo, donde se decia haberse hecho fuertes los amotinados; se ha- 
lló sin ellos, y mandó luego un cabo con veinticinco hombres al pue- 
blo de Santa Gertrudis con orden de transportar á la Mesa las imáge- 
nes y vasos sagrados, y provisiones de guerra y boca que hallasen en 
el presidio y casa del misionero. A la vuelta, el día 5 de enero, en un 
lugar estrecho y escarpado, les acometieron los bárbaros, mataron á 
uno, hirieron á otros, de los que cayeron en la Celada los primeros. 
Los demás, avisados de los tiros, se pusieron en arma, abandonando las 
cargas: duró algún tiempo el combate: heridos siete de los nuestros y 
algunos nayarítas, y muertos tres, cayeron en sus manos algunas de las 
cargas, de que se aprovecharon, profanando todo lo sagrado. £n San- 
ta Gertrudis, Santa Teresa y el Rosario, quemaron las iglesias: hubie- 
ran hecho lo mismo en la Mesa del Tonati^ á no estar allí el principal 
presidio. Los habitadores siguieron el ejemplo de los demás inquietos 
y llevando cuanto podían cargar, tomaron el camino de la Nueva-Yis- 
caya. £1 gobernador ocurrió á Zacatecas y á loa Teales vecinos poc 



— 215 — 

socorro de armas y de gente que 8q envió con prontitud. Escribió asi- 
mismo á los tres misioneros de Jesús María, Peyotán y Guazamotn, 
que se refugiasen á la Mesa para asegurar sus vidas. Los padres, co. 
mo de concierto, respondieron que sus indios estaban quietos hasta en- 
tonces, que desamparándolos el pastor, acaso se dcscarrearian siguien- 
do las instigaciones de sus vecinos. Con efecto, fué cosa muy notablo 
que de cinco pueblos en que habia entonces misioneros, solo se subleva- 
ron loli de Santa Gertrudis y Santa Teresa, cuyo ministro, el padre Ur. 
baño Covarrubias, estaba ausento en la Mesa, y los de la Mesa misma 
6 pueblo de la Trinidad, donde aunque asistiael padre Juan Tellez Gi- 
rón, prevalecia sin embargo al amor que debian á la suavidad y dulce 
trato del misionero, el odio y abominación con que miraban al gober- 
nador y sus preiÉiidiarios. Asi se vio que lo mismo fué salir el gober- 
nador con su libre y codiciosa tropa acia los confínes de Durango en 
busca de los fugitivos, que venir ellos mismos á entregarse voluntaria- 
mente, envidiando la felicidad de los que descansaban á la sombra y 
amparo de los padres. 

Vino este año la deseada licencia para el colegio de la Habana, en 
cuya atención, á 7 de noviembre, se otorgó la escritura de fundación 
por ¿>. Gregorio Diaz Ángel, renunciando este varón humilde el patro- 
nato en el gloriosísimo Patriarca Sr. S. José, cuyo título quiso dar á 
8u colegio. Habitaban los padres en la isleta de Casas, situada entre 
la parroquial y el convento de Sto. Domingo, posesión que habia sido, 
como dijimos, del padre Eugenio de Losa, y que después adjudicó á 
aquel colegio el padre provincial Andrés Nieto por los años de 1728. 
Los ministerios de confesonario y pulpito se ejercian en la parroquial. 
Se abrieron por este tiempo estudios de gramática: la clase era una 
pieza pequeña y baja, que servia antes de cochera al Sr. obispo, y los 
cuartillos con que interrumpe el maestro sus lecciones, f salían á te- 
nerse en la misma plazuela. Aunque con tanta incomodidad y pobre- 
za no puede esplicarse bien con cuanta satisfacción enviaban allá sus 
h^oa las personas mas distinguidas, correspondiendo felizmente el apro- 
vechamiento de los estudiantes, que hoy ocupan los primeros cargos de 
h república. Esta misma aceptación y provecho comenzó á esperi- 



t Entiéndase por cuartillos algunos cuartos de hora, en que los mas aprovecha. 

QM estudiantes, repasan á sus compañeros las lecciones recibidas del maestro en la 
«itedra. 



— 216 — 

mentarse timibien en la ciudad de Celaya, donde obtenida tanoUien es- 
te año la licencÍH, convenzo á leer gramática el padre Aguatio A(esa« 
A 9 de julio, falleció en el colegio de S. Gregorio e¿l padre Jpró Ma- 
ría de Guevara, natural de México. Renunció Iqs lustrosos ^nopleos 
que por la líuep, de las cátedjras lo prometian su3 graDdqa Ulontoíi por 
dedicarse enterameíite ul servicio de los indios, en que se mantuvo por 
mas de diez y ocho años. Desde nr\uy níno» parece lo escogió el Se- 
ñor para operario de este colegio, inspirando é. ^u devota ipodi^c^ qu9 
luego reci(^ nacido» viniese á ofrecerlo 4 la 3aAUsÍ0i^ ^Írg90 9/^ ^ 
santa Casa de Loroto» £1 venerable padir^ Salvatierra, psec^jp eiitér- 
n(únos fornaajles que aque} nina babi^ ie entrar en la CQmpanjL^ Paní 
conseguirlo, tuvo que lumbar algún tiempo con la opuesta rf^soUlQÍ^ d# 
su padre que venció fí,a9il nótente» huyéndose de. su casa 4 nvie9tro novi- 
ciado de S. Andrés, donde ya Reside mucho antes aeguia en M}>itQ oer 
cular toda la distribución dQ novioio. Fué notable el fervor co^^ qiif 
se ofreció entre los primeros al padre visitador Mamutl Piñeiro^ para 
pasar á Filipinas: la constancia con que según el orden del padre vi. 
sitador trabajó por conseguir á este fin la licencia de su nia4re, y el 
desinterés, pobre:^a y caridad, con que di^shechp ei viag^ lú%9 qUQ ap 
repartiese entre los pobres cuanto el maternal amotr le hahia pi(eveiii(}o. 
Viéndose en S. Gregorio entre sus amados íbkIÍo^i no es .pon4c,i»al49 1^ 
suavidad y ternura con que loa atraca 4 la írecuetncia 4^ S^i^Cfafi^e^t^ 
y práctica de la virtud. Vivia ciíaá de contía^o ep la igle^^poc 1%$ 
mañunaa, desde la hora en que »e ubria hu^ las doce, aón maiB interr 
rupcion que la de un ligera desayuno, y dos 6 tre^ horas basAaiatfa ver 
ees sobre tarde. Conservó, según el juícíq de sus confesoreSt int^^ta 
hasta la muerte Ja pureza virginal, y en su entierro el IqJto y lógri^mM 
de los indios fo^on solemne* testimonio do} a;Qor y venar^LQJüQoi ^S^ tu- 
vieron sÍQm]>re á tan fervoroso operario. 

No fué mépos sensiblq an el colegio de S. (Ijeíonso de la Po^bla ln 
falta del humilde y devotp padre José Aguilar» natura) de DJUKAVg^ 
Once años se ocu^ó gloriosamente en una <)e las nú^ionoa db Taraos 
mará, que pidió á los superiores fu^se la ma^ trabajosa y la nM# p^ 
bre. Treinta y cuatrp en laTueliila en pontlnua ejercicio da «isyoewojí 
y caridad. Toda la semana tenia distribuida en este género de ocu- 
paciones. Los domingos con los niños de las escuelas salia cantando 
la doctrina por las calles, qua hiego hacia la esplicacion con exhorta- 
ción moral en la plaza. Los lunes ibi á la casa de las recogidas, don. 



— an- 
de conf<s88bá 7 hacía pláticas. Los miórcoles y sábados á los convic- 
torios ó col^ioe de niñas. Los naártcs y viernes á las cárceles y hoe- 
pitales¿' £1 tienipo que le sobraba de estas tareas lo ocupaba en re- 
zar él rosario én la hermosa y magnífica capilla del convento de St^. 
Domingo. ' Todo el tiempo que vivió en la Puebla, asistió á los ajus- 
ticiados; jamás omitió el sáhto sacrificio hasta dos dias antes de morir: 
fezó sieníipre de rodillas él oficio divino, el parvo' de la Santísima Yír^ 
gcttf, la Püñma de S. Buenaventura, y otras innumerables oiraciones, 
[Nüni laa diaks tac bastándole 'por los 'ministerios el dia, . empleaba en 
él coro graii parte de la taóckoA Fué vaioin ver&deramente humilde, 
preciándose de ser coadjutor espiritual, y quejándose amorosamente á ^ 
los superior^ cuándo señalaban algún otro para las tonfésiones noc- 
turnas 6 para algimotio ministerío^ incomodidad y trabajo. El 
Illmo. Sr* D. Juan Antonio Lardizabal, le visitó en su última enfer- 
medad^ sintiendo perdiese su diócesis tan incansable obrero. La es. 
clarecida religión de Sto. Domingo hÍ2o con el humüde padre demos- 
traciones nunca vistas, ni después usadas aun con las personas de la 
primera gerarquia. £n el' primer sábado en que por su enfermedad no 
pudo ir al rosario y letanías que se cantan á la Santísima Virgen en 
su capilla, echándolo menos aquellos padres, vinieron en comunidad á 
cantárselas á su pobre aposento, y después el credo. Finalmente, se 
encargó la misma nobilísima ' familia de su entierro, honrando así el 
Seüor y su Madre Santísima, auno de sus mas amantes siervos» Fa- 
lleció d padre José de Aguilar el dia 14 de marzo. 

Pasó de esta vida el mismo aiio en la villa d^ Sinaloa el padre An- Muerte y elo. 

toniode ürquiza.» Este sugeto es incontestablemente uno de los ma- fP^ ^^\ P*^/® 

^ Antonio Uí- 

yores que ha tenido nuestra provincia en lo heroico de sus virtudes y quiza, 
dones (divinos, y poco conocido al mismo tiempo por no haberse impre- 
so su -carta de edificación que suponemos se escribiría al tiempo de su 
muerte. El padre Juan Antonio Baltazar, visitador de las misiones, 
procuró juntar algunas noticias de su admirable vida, de las cuales se 
formó la memoria que de él se hace ^n nuestro menologio; pero no 
bastando esta para la alta idea que nos hemos formado de su mérito, 
y creyendo que no será desagradfiJi)le á nuestros lectores salir esta voz 
de -nuestro método en los elogios de los varones ilustres, determinamos 
dar aquí un estracto de lo que hemos podido hallar en este asunto. 

Era el padre Antonio de Urquiza natural de Bilbao y bautizado en 
la parroquia de S. Sebastiap; Se sabe haberse criado, por muerte de 

TOM. III 30 



— 218 — 

8US padres, á la sombra y amparo da un tio suyo, eclt siástico, y que 
procuró este inclinarlo á practícasele devoción y culto diviao. Desiu 
estudios, vocación á la Compañía y pasaje á Indias, no se sabe cosa 
alguna fija. Un manuscrito de aquel tiempo conjetura haber venido en 
la misión del padre Pedro de Echagoyen; pei*o esto no piído ser, por* 
que del libro de bautismos del pueblo de Ocoroiri consta que adminis- 
tró aquel partido desde el auo de 1688, en el cual tiempo no había aoi 
ido á Espiuia el padre £chagoyen que fué elegido procurador en 1680, 
Lo cierto es que en está provincia se ordend de sacerdote, é inmedii- 
tamente fué destinado á- misiones á los veinticinco años de su edad, 
donde estuvo hasta los pchenta^y seis que pasó' á' lograr el premio de 
sus apostólicas tareas. Adnainistró en e&te tiempo'los diversos partí- 
dos de Chicorato, Oguefa, Bamóa, Nio^ Guasave ]f Tbmázula, aunque 
la mayor parte on Ocoroiri. En tantos aiios fu4 uno siempre el tenor 
de su vida. Levantábase muy temprano (dice un manuscrito dirigido 
sin nombre de su autor al padre Mateo AnsaMb) y nadie pedia saber 
su hora, porque cuando estaba en el colegio de Sinaloa & la media no* 
che se iba á la iglesia hasta la alba. A\ salir decia la misa, salvo los 
dias de fiesta que por esperar al pueblo la decia mas tarde, y en esos 
dias predicaba siempre dos sermones, uno en el idionia del país y otro 
en castellano. Daba gracias y tomaba un leve desayuno: se iba otra 
vez á la iglesia cpn el breviario y algún libro espiritual, donde en el re- 
zo, lección 6 meditación gastaba toda la mañana, si alguna cosa urgen- 
te de la caridad ó de la obediencia no le hacia interrumpir. Siendo yt 
de ochenta anos se quejó en cierta ocasión que ya no pocfía estar de ro- 
dillas tres y mas horas como en otro tiempo cuando la continuación lé 
habia hecho crear callos en las rodillas como á Santiago Apóstol. En 
esta su oración se transportaba tanto, que muchas veces no atendia á 
'o que pasaba en la iglesia, y otras prorrumpía en cánticos espiritua- 
les con tanta fuerza de espíritu que anadia á una voz suave, entera y 
argentada, que aun cerrada la iglesia se oia á alguna distancia. I^ 
materia de estos cáticos eran, ó los salmos ó himnos del breviario por 
lo común, ó algunas otras alabanzas de Dios y de flü Madre Santísi- 
ma y del Santísimo Sacramento, en castellano unas veces, otras en la- 
tín, tal vez en mexicano, y muchas mas en vascuence, tomadas de los 
soliloquios de S. Agustín, los cuales, el Kempís y el breviario eran sos 
únicos libros. Los capitanes D. Sebastian López de Ayala y D. Po- 
dro Cuello, no se cspTicaA áobre este punto sino diciendo que el padre 



— 219 — 

Urquiza estaba siempre en la presencia de Dios, que siempre estaba en 
cffacion, que vivia en la iglesia y en el coro de dia y de nocbe. 

Coa este espíritu de oración no será de admirar el profundo silencio 
y recogiipiento que observó toda su vida.' Jamás tuvo familiaridad 
con persona alguna, ni hay ni habrá, dice el padre Ignacio Duque que 
CMicurrió con él cuatro años, quien diga que siquiera por el corto es- 
pacio de UQ cuarto de hora ó menos le oyó conversación seguidajS hi- 
kda. Sus palabras eran siempre muy medidas, cortadas, y como de 
ifÚBñ estaba atendiendo siempre á otra cosa. Con los seglares y gen- 
te de BU partido, aunque fuesen de los mas autorizados, como alcaldes 
Biayores ó capitanes del presidio, después de las salutaciones comu* 
oes, eran «as únicas palabras. • • . £1 corazón en Dios. • • • el corazón 
ea Dios. Jamás tuvo cuidado alguno de cosa temporal, nado entera- 
aeiite en el amor de sus indios, de quienes recibia su corto y grosero 
•fimento. Por esto quiso vivir siempre en las dos misiones mas pobres 
de toda la provincia, donde no tenia fondos que cuidar, y habiéndolo 
modado á otras mas acomodadas, luego propuso á los superiores vol- 
verse á aquellas, echando menos las incomodidades y estrechez da su 
jMrimera morada; pero la falta de lo temporal la suplia Dios con la abun * 
éuicia de celestiales consuelos. La pobreza no podia ser mayor: yo 
ffite el citado padre) estuve con él cuatro años; vi su misión y su 
afKMBentOf me hallé á su entierro, nunca vi sino el crucifijo, rosario, bre- 
mie, soliloquios de S. Agustin, y el libríto de CorUemptus mundi. Lle- 
gó eo esta materia á lo sumo de no tocar aun con sus manos la mone- 
da. La limosna anual que da el rey á los misioneros, hacia que se en- 
. tragase á los fiscales indios de los pueblos, sin tomar para sí un me- 
1 (Uo real. Ignoraba enteramente el valor de la plata. Hubo ocasión 
fue dándole ana piedra de minada valor de tres ó cuatro pesos, el san- 
io hombre la dio al conductor de las platas que venia á México encar- 
gándole una memoria de géneros de los que usaban los indios que im- 
portaba mas de cien pesos. £1 conductor, admirado de su sencillez, 
>o valió de la ocasión para hacer á su pobre partido aquella limosna» 
quedando el padre mny satisfecho de que le habia costado su dinero. 

£1 geneial D« Andrés Rezabal, que mandaba los presidios de aque- 
ta provincia, por la singular veneración que tenia al padre Antonio, 
habit procurado muchas veces hacerle recibir alguna cosa en dinero ó 
' doctos; pero siempre en vano, porque ó no lo admitía, ó lo enviaba lúe- 
; p m TtiAo al padre rector da Sinaloa. Sabiendo después el con- 



— 220— 

ductor de las plataa lo que le había pasado con el padre, qtúso valerse 
de este medio para socorrerlo en sus graves necesidades. ]L*e hacia 
dar por tercera mano- algunas pedrezoelas de aquellas instruyendo a 
donador que dijese al padre que en la tienda de D. Aodres Rezabalda 
rían por aquella piedra estos y los otros efectos. Enviajba allá- ei paa 
dre y el piadoso general tenia el consuelo de vestirle ásus indios ó hai 
cer alguna cosa que necesitaba: anadia alguu chocolate y algunas otnks 
cosas, tanto que el hounbre de Dios llegó. á preguntarle n iania vaiuu 
aquellas piecLras. D. Andrés solia responderle que ann todavía le .que* 
daba á deber, para poderle enviar jnas. . Otras veces le ,decia que ya no 
quedaba en su poder cosa alguna, y de.allí á algún tiempo. volvía. i. enr. 
viarle otra piedra. £n estos y otros muohos casos, aemcjíanles coi»t< 
vienen cuantas personas le trataron, religiosas y seglares^ .Con Ift^ 
misma exactitud que su pobreza, observaba la castidad y. la obediendi* 
^03 ojos ó cerrados ó en el suelo. Su :misma simplicidad y candor, k 
hizo confesar que en esta materia lo mas sublime y elevado de eataheU-- 
sima virtud era el no sentir aun las tentaciones y primeros movimien- 
tos de la sensualidad. Confesando algunas de estas culpas ,los peoi" 
tentes, les decia con admirable sinceridad* • •.• Amen á Dios: ¿con», 
yo no he sentido jcanás esas cosas? De su obediencia baste decir, que 
era fundada sobre la admirable sencillez. d^ pvk eorazoni, dejándose ffh 
bernar como un niño de su madre sin proponer «osa alguna ainoioqup 
pudo serle de alguna comodidad cuando Iq ss^q^r^ú 4e sii.pobre,:misioa 
de Ocoroiri. Era tal el respeto y veneración qua tenia. & ios .superio- 
res, que basta ahora (dice un padre su,conmÍ8Jonero);nOib0i.viata niño 
alguno mas ajustado ó temeroso ante sii padre 6 maestra como Jo esta- 
ba el padre Antonio ante.su rector. Usaba un medio^vicrete viejo, de» 
paño, y cuando se ofrecia entrar á ver al padre rector, mucho antes i? 
lo quitaba y lo tenia en la mano basta que volvia á salir« . £or mucha» 
instancias que se le hiciesen jamas se. CHbriak cabeza,.ni tomd asies- 
to delante de superior alguno. Pasando ya .ocheqtajañoa, cuando y> 
no podia andar sino cargado en hombros de. iodioa,. venia, sin embar- 
go cuando lo llamaban á algunas fiestas al.ciolegiQ de Smaloa á.qv^ 
solian concurrir anualmente los deip^s misionexiMi.. vecinos; .<en eat><* 
ocasiones, atendiendo á su edad y enf^m^edadea» i()Q|lia jdeteoerlo fi 
padre rector algunos dias, y aun m^ses*. Obede^ia qiagam^PJte el heSf 
dito padre; perosufS[ indios, poniéi^d^oenu^.tapextleAJe^p. portátil* 
vargabi^n con él acultamepte y Iplj^y^ban ¿ Ocoroiri* (edjActo^ofi^ ^ 



— 221 — 

dos los sugctos, no monos del hurto piadoso de Ioh buenos indios, quo 
de la amable mansedumbre y sencillez del padre. 

Estas singulares virtodes manifestó el Señor cuanto le «gradaban 
■con algunos sucesojí admirables qüeleconciliitroa á su humilde siervo* 
mucha veneración: y una coman y constante fcuna de-santidad. Dicien- 
do misa en ja iglesia de Sinaloa el dia de S. Miguel Arcángel del año dé 
1717, repentinameuto:quedó transportado y com6 fuera de sí por largo ra- 
to. LuegOt volviéndose al pueblo con rostro encendido dijo con gran fer- 
vor. Ayer se arruinó la ciudad de Gruatemala; Dios está muy airado por 
nuestras culpas*. Prosiguió el santo >Bacrtfício' de la 'misa, y luego, to^l 
■mando aquello .por asunto, hizo un: largo y fervoroso sermonen que re-- 
£rió muclpui particulares circunstancias -de aquel lastimoso terremoto, 

y acabó diciendo , ¥o no sé como es esto: no me crean á mí, es^ 

peren á que vengan cartas—.*' Halláronse presentes DviSebastian Ló- 
pez de Ayala, D» Martin Yerástcgui, y algunas otras personas der ca.' 
rácter. D« Martin tuvo la curiosidad luego que salió dé la iglesia de' 
apuntar el dia y las circunstancias que todas se hallaron muy confor» 
mes á la verdad. £n otra ocasión volvió diciendo.. .«• Rueguen á 
Dioa por la. alma de Dooa.Nieolasa Peretra, mugar del teniente délos 
Atamos, qu§ anoche murió; era buena muger, pero se hxyü en graví&l- 
mas pejaas por Algún esceso en el aliüo de su cuerpo. La dicha seno-' 
ra habia muerto muchas leguas de allí^ de donde en tan corto tiempo' 
no podia llegar :noticia,. la. que se tuvo después de dos dias. Habien- 
do salido del real j^residio de la villa: la compañía de soldados arregla-' 
dos para la sierra de Chinipas á reparar cierta invasión de los* táfau- 
mares, ib^ de capitán D. Nicolás de Ibuera^ vecino honrado del lú^ar. 
Algún tiempo . después 4le su partida,^ saliendo de la iglesia el padre 
Urquízai llamó al indio ^ sacristán llamado Francisco Hernández, india' 
de mucha razón y de. notoria cristiandad....- Prairciscó (le dijo) ¿has 
oído algún. rumor de. llanto^ ó cosa de novedad en casa del capitán 
ibuera? . Diciéndole ol indio que no sabia que hubitese novedad, y que^ 
le bacía fuerza la pregunta^ el padiie,- domo colorido, añadió^l;. Nó sé 
de dk>nd«i.«e.rne ofreció pregontartB esto; yo dé la c«Ml do sé nada, ni 
<ü le jüga« 009(1 alguna. ; Pas^'^eeto, y á pocos dias llegó el general D. 
Andrés Rezabal con noticia de haber muerto D» Nicolás Ibuera el 
mismo dia en que el padre hizo aquella misteriosa pregunta. Murió 
algunos anos después este jnismo indio, (Francisco Hernández) y pa- 
sado mucho tiempo, estando eli padre Antonio rezando -en la iglesia, y 



— 222 — 

ésta llena de gente por ser día de mucha solemnidad, «e levantó impro- 
visamente de su lugar, y penetrando por medio de todo el concurso que 
le miraba con espauto y veneración, fué á ponerse sobre el mismo se- 
pulcro de aquel indio, y prorrumpió diciendo en alta vo^.... lüste que 
está aquí le llamaban el CJueOy ya está grande. • • • ya está grande. • • » 
Era buen cristiano, y sirvió fielmente á Dios en esta iglesia. ¡Dicho- 
so ól, está gozando de Dios* • • • Luego, como avergonzado, añadió: 
Digo que quizas estará 3ra en el cielo* * Contaba uno de los padres 
que recien llegado á las misiones por falta de ayudante solia decir solo 
lamisa* Quedábale de esto algún escrúpulo, hasta que entrando ai 
colegio deSinaloa á ciertos negocios encontró al padre Urquiza, quien 

en lugar de otra salutación le dijo solamente Padre mío, bien se 

puede decir la misa sin ministro. Era fema común que le visitabaa 
las. almas del purgatorio, ó para pedirle ó para agradecerle sus oracio» 
nes y sufragios. Varías veces (dice el citado capitán D. Sebastian 
López de Ayala) deciaen el tiempo de la misa de algunas personas qu& 
morían muy lejos de allí, nombrándolas, que las encomendaran á Dio» 
y aplicaran aquella misa por su aimn. Entre tantas divinas fluaii>- 
nes no le faltó la noticia de su muerte. Se obseiVó que mucha tiempa 
antes, numerando^los jesuitas sepultados en la iglesia de Sinaloa, des- 
pués del último tiempo antes de enterrado se contaba á sí mismo, como 
efectivamente aconteció. En su entierro, faltando alhajas de que apo- 
derarse la devoción, le despedazaron sus vestiduras, le cortaron los ca- 
bellos, y aun hubieran pasado adelante á no impedirlo los padres. Fa- 
lleció el dia 12 de enero. 
1725. - A la mitad del siguiente año de 1752 entró á gobernar la provincia 
cicios*^^ Sie ®^ ?^^^^ Gaspar Rodero, que jra habia vuelto de Roma con una muy nu- 
bla, morosa misión por setiembre de 1723. Uno de sus primeros cuidados 
fué la subsistencia y restauración de la residencia de Chihuahua, que 
por las muchas deudas'y atrasos estaba^muy pi^óxima á su ruina* Se- 
ñaló el padre provincial por superíor de aquella casa al padre CoMtaA- 
cio Gálazatij quien por la estrecha familiaridad que tenia con D* Ma- 
nuel de San Juan y Santa Cruz, y benevolencia de otras muchas per« 
sonas, á costa de muchas &tigas.puso en corríestelfui ^noas con que 



* "Es probable que en el momento de estar rezando lo hubiese visto bionaventn. 
rado, y quo entusiasmado de gotb éon ésbi v¡s¡ón*sé hubiera salido de sí y encami. 
nadóse al tepoleto; do otro modo uú se poode entender eslo. 



hasta hoy se mantiene aquella residencia. Por este tiempo el Illmdr 
Sr. D. Benito Crespo, obispo de Durrtngo, compadecido como celosí- 
simo pastor de la pérdida de tantas almas como habitan la parte septen- 
trional del Nuevo-México y provincias de Moqtsi, intentó pasar perso» 
nalmente á la reducción de aquellos pueblos. Determinaba llevar con- 
sigo algunos jesuitas, sabiendo lo que tantas veces se habia dicho, que 
no consentirían aquellos bárbaros la entrada á otros misioneros. Es", 
cribió para este efecto á los superiores de la Compañía; pero ni á es- 
tos, ni al padre rector de Guadiana pareció conveniente hacerlo en el 
modo y forma que disponía su lUma., que era entrar por el Nuevo-Mé^ 
xico.EI padre Agustín de Campos, que era uno de los sugetos que pen. 
saba llevar eISr. obispo, consultado sobre este asunto como hombre de 
tan larga esperiencia en treinta y dos años de misionero, en tantos viagcs 
hasta cuasi las mismas fronteras de Moquí, y que tanto habia deseado 
esta entrada, respondió que entrando por el Nuevo-México, cuyo go- 
bierno aborrecían los moquis, no habia n de permitir el paso á su tier- 
ra, pensando que qaerrian sujetarlos á la obediencia de aquella provin- 
cia: que por la Pimería era el camino mas corto cerca de doscientas 
leguas, mas poblado, y mas seguro para no dejar espuesta la Sonora á 
las invasiones de los apache?; que aunque fuese al lado y sombra del 
lUmo. siempre se daría justo motivo de queja á los reverendos padres 
de S. Francisco, si pasando por medio de sus tierras y misiones se en- 
trasen los jesuítas al Moqui; y finalmente, qve por aquel rumbo no po- 
día mantenerse la disciplina y modo de gobierno que usa en sus misio- 
nen la Compañía, por el estravío de ks órdenes superiores, y ninguna 
comunicación y mutuo alivio de aquellos sugetos con el resto de los 
misioneros. Estas poderosas razones obligaron á omitir por entonces 
al Sr. obispo aquella jomada, que no sabemos voltíese á intentar en lo 
dé adelante; pero lo que no pudo hacer por aquellas naciones hizo con 
el mayor esfuerzo por la conversión de los pímaS, escribiendo á S. M. 
repetidos informes hasta cóiíseguir se enviajen á aquella desamparada 
viña tres nuevos operarios, como veremos á su tiempo. Entre tanto, 
por tSrdén del muy reverendo padre general debió pasar á Europa el pa- 
dre Gaspar Rodero, destinado á la procuraduría general de las Indias. 
Por su ausencia se abf ió el segundo pliego en que se halló nombrado pro- 
vincial el padre Andrés Nieto, actual rector del colegio máximo. En su 
lugar entró ci^ aquel rectorado el padre Juan Antonio de Oviedo, que des- 
de principios del aüo de 25 habia vuelto de Filipinas. El autor de la vi- 



— 25U — 

.da do c$te insigne jesuíta, poac qstos sucesos en junio del aúo de 172'7, 
.en que se equivocó notablemente, pues fuera de otras muchas razones, 
Jbasta quo. por noviembre do 1726 en quo so celebró- la vigésimaquinta 
jcongregacion provincial, ya gobernaba el padro Nieto que la presi- 
dió« como veremos adelante. 

Foreste tiempo falleció en Guatemala el padro Ignacio de Azpey- 
tia natural de aquella misma ciudad, y uoa de loé jesuitas' que mas la 
han ilustr^ulo- con sus ti^ab^jqs y ejemplo. . Sin mas caudal que diez mil 
pesos, ^a4o en la Piq videncia de Dios, y en la» limosnas que solicitaba 
^rsonalquente, empreudió^ y perfecciond^eapues de veinte-añoe de &- 
.tigasy el teñólo de .nuestrp colegio, íibo do les mas hennosoe y bien 
adops^dos de tod^ la América. A éeftñ siguió la fiudabioii y flbiica 
jdel colegio Seo^inario de S^. Boija, qi|& tanlo ha después ennoblecido 
Ja ciudad. Se fundó muyalos principios del siglo no b^ bastante» 
coatradicciones que venció el padre Aspeytia pora obtener las liceo- 
jcías necesana99-á espeosas por la jmayor parte de la muy noble y vir- 
tuosa, señora doña Teresa de Loyola, quien fuera do diez mU pesos que 
dio para .dotación de cuatro vecas para otros tantos jóvenes de Chiapast 
donde su marido D. Pedro Gutiérrez había sido gobernador, entrándo- 
se luego en.ri religiosísimo convento de la^ Concepción, dejó al dicho 
colegio el resto, de sus bienes* £1 padre Azpeytia lo estrenó con solos 
diez colegiale^v-y -lo gobernó por algún tiempo, estableciendo en él 
aquellos ejercicios de letras y de piedad con que hasta ahora florece. 
Atendia el padre, agestas obras públicas sin faltar jamás á laa espiritua- 
les distribucionea que prescriben nuestras reglas. Era constantísimo en 
la oración espiritual y cuotidianos exámenos, estremado en la pobreza* 
á pesar de laa instancias fioit quo procuraban proveerle de todo su» aco- 
modados hermano9 y parientes. ■ JIn tantos años como vivió en 6ua«^ 
témala, que pasaron de cuarenta, teniendo á uno de sus hermanos muy 
cerca del colegioi jamás pidió ni admitió su coche^ sino solas tres ve^ 
ce^ aun en la postrera ancianidad estando ya muy enfermo de las'pier^i- 
ñas. fué de una maraviUosar abstinencia, ó por mejor decir, de 
p^rp^tuo ayuno toda su vida..... Vestía un áspero- jeigon de cáñamo, 
dormía sobre Míi.colcbonsuelQ ta^ delgado,- que nada disminuía la dure— - 
za de las tablas. Sus mas secretas, mortificaciones dieron á conoce^T' 
los horrorosos silicios^ y las camisas ensangrentadas que se hallarocX' 
en su muerte apaecida qn siete de junio de 1726. 

En la Casa. Profesa acabó su vida mortal el padre Joagutn CamargOf 



--225— 

íiaionJde Celiya, aetaal prefecto ck 1|^ iluetie oongregacioD del S«l# 

vtéíStí Pué'demuy aplaudidos talento» para la^ cátedra y el piílpitOii 

I iqttottn^emtMurgo da eentir una gravÍBÍma repugiiaDcia« ac sac^ficé 

por 1» ct>edMPMÍ(LlOfl:M}two0:aiios de aa vida*. Su modestia,, cii^cuna* 

peeeáeii y gue«da de loa sentiddSreeria admirable ene el: mae fervoroeo 

ao?ioio4 Por este medio logró conaervar ÍAtacta la pureni sin sentir, en 

osta materia' el mas . ligero escrúpulo en todo el tiempo de su yidi^ rOr 

li^D8aif'aon.eni medio de. continuas y, fóisimaa tentaciones^ con que le 

combatía- el común- enemigp« Era observanlísimo .dft h. relig^os^.din- 

triUidon, especialmente de la oración por Ick ma^n^n, á,<]iué anadia 

muchos otros ratos recogiéndose ¿ esto cuatro ó cinco Teces al dia. 

MttQ6:elr día 2Sl de octubre* 

Ka-2.de'diciembrele sigjuió el padre Pedro iSpectiaZirOfitural de An- 
conayUDa^de-a<l«eUas. almas privilegiadas á quienes previene el cielo 
coa partieulsires bendiciones.' Sa tenor de vida» su e^adt su* muerte, 
üé uaai entera semej^sadel angélico j^Svep S» %w Gonzaga* Él 
inisiio fej^^or en dedicarle á,Dios desde luego que pqdo conocerle con 
Usa perfecto de Ijel razón y ep cortar la.raiz^e todo deleita inópu^O cpx^ 
Ua-auy- temprano voto de castidad^ el mismo deseo ^e mor(^j$cai^.dp.s<* 
deJo-mas tierna^edad» y\ las mismas ingeniosas, indu6tria^ ,B&n9', XK^ultar 

A I - j 

sQ-poiiiteoeiai» la abisma ternura pam con la Yirgen. Saotisfp^i ,b ms-, 
(«ftiMenoioor^ioterior de lá divina presencia,rel mismQ continuo ejercicio 
d9^ jmculatpnaa y^ actog de. amor, qjie deb^^itán^ole 1^ sp|u¿ diferoi^^ 
lojwf al mismo arduo precepto que se impuso- á^^ Luis, y le hicieron 
taadificil como al sa)ito la oFedíencia. FinKlfhépté,' la riltémá' enfer- 
m^dadde una .lenta calentura, qifterOpi> ppca díé^r^Bicij^'de ano^ de b^}- 
do de esta vida á los 28 de su edadt respiró b víspera de. S«, FraQ<^i«K^ 
JaVter; á • I09 dwrmese» nocabálecMde'ovdeifediif'SBesiKkitev . r 

Picó ántés sé-híiMa, cbtító BLparáetttíoBútñí^isttiim^ la ^^^^ 

vigésin^a quinfa congregación provlnbrál^ e^tí c[úe pi^^éíli^diSUddre el'páim cion }iiovm. 
Ajodres Nieto, itié elegido secretario el' padre Antonip de PéráttS; prí^ ^^^' 
tterpfoeurador el padre Nicolás 'de* Seguifa, rector. delrCQ)egÍ9..4:'^, S^ 
Hdefavifo de PuéUá« Seguiktos>ell>adtfe^JíuanlgoaieÍQtd«¥i^',n^% 
ttt) dé ptíaVa'det«olégrá«rt^t oóle^cy de' M$xico^*yr.teireéro^> ek padoe 
Jüan'dé GuettdulEÍD, vüditádó^géiierá} qtie efitétte^^eiPit de his! mm^ 
nes.-. £n la oongcegacion no so trató algüóña otra cesitkli¡gnftii!ér'nléB!)íicy- 
tia-fuera de la pretensión de quor.el dia 2Q,4e,rpf^yo^e celebrase ^ea!Ca 
mnual de la conversión do nuestra Sa4;ito .Pa^re Ignacio, iQ^uCtbf^^t^ éf 

TOMO IH. 31 



— 226 — 

pt^senté DO ha llegado á tener efecto alguno. Los padres procurado' 
res se hicieron á la vela á la mitad del siguiente ano de 1727. El pa- 
dre Juan Ignacio Uribe, obtenida licencia de nuestro padre general, se 
quedó' i9h lá Europa de donde liabía tenido do mucho tiempo antes. . 
1727. ISl año de 1727 fué fatal á la ciudad de Oaxaca por los Continuado? 

Oazaca lla« espantosos temblores con qtie por muchos días se sacudió la tierra el 
mados allí de día 10 de marsso. * El colegio de la Compañía, aunque recien edi- 
ficado, siguió la fortuna de muchas otras fábricas que fué menester der- 
ribarlas para no perecer debdjo de sus ruinasé Los padres pasaban la 
. noche en chozas cubiertas de esteros (ó petates) que sé hablan letan- 
tado en la huerta. La iglesia, abiertas por muchas partes las bóvedas, 
no estaban mucho mas seguras; sin embargo, ningún peligro bastó pa* 
ra que en aquella común consternación se dejasen los ordinarios mmis- 
terios de cuaresma en confesonario y pulpito, cuyo fruto era correspofi- 
diente al temor de que estaban tan saludablemente pretenidocf los áni- 
mos. Para aplacar la ira del cielo, se resolvió llevar en procesión á la 
catedral, y hacer allí un solemne novenario á la milagrosa imagen de la 
Soledad; se fijó la ceremonia para el dia 18 de marzo, y estándose ya 
formando, al salir de su iglesia la soberana imagen, sobrevino un nue" 
vo térremofo mucho mas violento que todos los pasados. Corrieron 
todos fuera de sí poi* espanto, y nadie pensaba ya en la devota proce^ 
sión á ijué hablan concurrido, f ^^ ^sta turbación, dos padres, suSieU' 

do el uno el pulpito, y saliendo el otro al cementerio, después de haber 

' I II.. II I I II ■ , ^ I ■ , 

* Fueron horribles los que después sobrevíniaron en aquella ciudad el dia 28 de 
marzo de 1787 de que dan idea exacta las gacetas del gobierno de aquel tiempo, y 
el del dia 4 de octubre de 1800, llamado del Rosario, en qué vino á tierra la mag. 
liífica cúpula de de la iglesia de la Compaffía. 

t Multa renatMitter había dicho Horacio: los sucesos se repiten ea el mundo, j 
eA Oaxaca se ha verificado al cabo de sesenta años lo mismo que refiere el padre 
". ."" Akgre. En la mailana jueves del dia 29 de marzo de 1787, salió igual procesión de 

- nuestra Sra. de la Soledad de Oazaca, cuya orden yí yo dar al Sr. obispo Ortigosa 
en medio del patio de su palacio á las doce del dia anterior, donde estaba sufriendo 
los vaivenes de la tierra y absolviendo desde alU al campanero de la Catedral que 
|»edia, dando horrendos gritos, misericordia, decia que no podia bajar por el caracol 
porque lo eseupia la tierra. Efectivamente, salió la Virgen; mas al pasar ht^ el. 
arco de la puerta del cementerio fué tan violento el vaivén de la tierra, que abrién. 
c^qfe.el ar^ se, creyó que se desplomaba la clave sobre la cabeza de la imagen; en. 
tónces se oyó un grito de muchas personas que potiaban aquél vasto cementerio, se 
retiró la imagen y continuó la grita inconsolable de las gentes que afligian estraord*. 
nariamente á los que estaban pre8onte8«*-£J&. 



—«27 — 

liecho fervorosos actos de contrición, animaron la confianza del con- 
curso en la poderosa intercesión de la Madre de Dios, á cuyo íkvor se 
hablan acogido, y del Santísimo Patriarca Sr. S. José, en c^ya víspe- 
ra estaban. 

A estas voces, como de un profundo letargo volvió en sí la mucho- 
dumbre, y depuesto iodo pavor, se ordenó- lucidamente .la iprocesion y 
se llevó á la Catedral la devota estatua. Después de los nueve días 
fué jurado solemnemente patrono de la ciudad contra aquel terrible 
azote el Santísimo Patriarca Sr. S. José, á cuya protección, se atri . 
bula que en tantas ruinas de edificios y en tan peligrosas hendiduras 
de otros, y en tan fuertes y continuados temblores no hubiese muerto 
alguno, ni aun enfermado de peligro, saliendo al aire y durmiendo en 
las plazas y en el campo tantos achacosos de graves y. maliciosos ac- 
cidentes* 

Pagó aquella nobilísima ciudad ¿ los jesuítas sus buenos oficios, 
juntando entre los primeros republicanos 9e%8 mü petas para reedificar 
su casa é iglesia. Entre los demás ciudadanqts no faltaron también 
muchos que contribuyesen con sumas considerables, Grap parte &e 
debió á la : liberalidad del padre Dr. Juan Narciso 4e RoUes, que<ha- 
biendo sido antes canónigo de aquella Santa Iglesia Catedral» por 9I 
singular amor que tenia á aquel colegio, donde habla concebido la reso- 
lución de entrar en la Compañía, aplicó de sus bieoes seis mü peios 
para esta, entre otras muchas obras pías. El noble caballero D^ Se- 
bastian de S. Juan Santa Cruz, reedificó y adornó la capilla de nuestra 
Señora de JIqs. Pplpies, con espensas de mas de ^^ 

Nuestra provincia tuvo por este tiempo la mayor satisfaccipn que Estreno déla 
po^la apetecer en el reconocimiento, visita y ventajoso testimonio que ^V^^^^^ 
dieron de las apostólicas fatigas y trabajos de sus religiosos loa dos bla. 
celosisimos pastores el Sr. Dr. D. Nicolás Gómez de CervanteSf obis- 
po de Nicaragua, y el lUmo. Sr. Dr. D. Benito Crespo^ obispo de Du- 
rango. Visitó el primero personalmente las nuevas misiones del Na- 
yarít, y quedó sumamente consolado de la paz y tranquilidad en que 
vivían aquellos, poco antes fieras. No se cansaba de dar gracias al 
Señor y á los padres misioneros de ver tanta docilidad é instrucción en 
aquellos bárbaros, tantas, aunq^ pobres y pequeñas iglesias levanta- 
idas al verdadero Dios en aquel alcázar de la idolatría. En efecto, so- 
segadas las inquietudes primeras de los nayarltas desde el año de 179.5 
con la reformación de la tropa que se redigo á 30I0 cincuoQta hopü^iri^ii 



1.1» 
•f', ■ 



: D*. 



— 238 — 

y ^1 gobernador que aquel mismo «ño, por órdeo de B. Pedio Rive- 
«ay visitador general de *los presidios, se retiró de le jA'oviilolá. Pe los 
-^iticyerita soldados^ se fnUBdaron habitar treinta ^eii lurM^iMíy ómiz ^eu 
Guainamota, y otros tantos en Ixcatán. Los Sres. vire¡fe» lutbian 
mandada ejeputair las mas estrechas previdencias para la ^fanquilkíad 
y buen gobiiemo >de aquellos f>ueb4o8: que se repartíeraD* entre los in- 
dios 'Cinc^ :$uil pe9os por ilos daños >qua les bebiesen kecho «ala «oa- 
^^pástae que á los padres «láistiese siempre iUB'SdMado<de escolladlos 
idMindo4iubiesen de stflir á sus «pueblos: que no 43é 'ácjases «entarfAa- 
"M-^bragidos ni «ólteros: que noveles permitiese tractarni cóntaratarcon 
1bs4ndios,«i-é^Far enlos pueblos sin benepláeko de los misionerae, 
'Uí *séi*vkse «n >nanera idguna de los kidiea para i^us particulares eeme- 
' didádés.' ' Ooii estas disposiciones (bien que Éte tedas veces observa- 
das rigorosamente) respiraron algún tanto de sus pasados temores y 
vcjttclones los nayarítes. £rá iding«lar la apücacion y «c^eMia á la 
déeti^üGf y 4 los demás ejereieíeis de ^sflbnós -que. pudo Itonar-de'eom- 
'■ füioeencia aA filmo. *Br. ¡Cervftbtes. 

El Sr. cflft^po de Guadiana (Durango) 'en ctiya Jurisdicción «6(á la 
-fMiyw fiai^'^'«uetttvas<iiildiei^ír,'dejftda :lá espedidMíb^l Méqé^ ih- 
^léttté la vifiittíi de su ^^ntísma diócctsk, que jéuadi toda áoiá el Ponien- 
te y T^Tonüéstéf debe ^uíbUa mitra é nuestros opefaiSoB«' Xa ^I^e- 
iitíana, fa Topíe) lá ^naloa, Ostimuri, alta y bc^a Taraamare,' la Bono- 
irá) la Pimeria, eon otras tantas regiones cfvüiBadas, cuMvadas y atraí- 
das- ala teU^on y obediencia de nuestros reyes, con solo ét sudor y 
sangre de hsjesmiás, £n iodas eHas halkS mucho d^é qué bendecir y 
ttlábár á' Dios d celosísimo prelado. A la misión de S.- Ignacio, tjue 
'áidmMstraba el padre Agustin Campos, bajaron ^ presentarse á su Hus- 
^ trísima ihás de setenta indios del Sonoidacf, del Bác, de Soámeá y otras 
fáncherías de sobaipuris y pnpavotas. Representáronle con demostra- 
'eiónés de no pequeño sentimiento, que había muchos' aSosqire atrai- 
~dós de la dulzura y caridad dé su primer padre y protecto|^ el padre J¡u- 
sfabio Kino, hablan solicitado padres para instruirse y recibir el santo 
' t^autisme: que ¿1 dicho jíadre Kino les había enseñado á sembrar regu- 
larmente, á fabricar sus casas, y cuidar ganado para itaantenerse así, 
^ y á ios padres, que en vano hablan ^Isperado muchos años: que entre 
leHos había muchoisí 'badtizados, y que si úq lo estaban todos, era por 
'no iitiber podido el padre asegurarse de que se les proveería de minis- 
'ttorqtíé por "óf^én dé 8'. M. sé debían ha1>eir destinado para la Píme- 



— 229 — 

ría ocho padras^ lo que jarnos ae habia venfioado biin4e0pueS'deiiiu- 
«hoa ínfonnes é instancias del padre Kino: 4f«e«staditacioii.faibiaaido 
eausa áe la perdición de otras mvichaB naciones y paires que éióho po- 
4m 4ema ja reconocidas y knen dippuestas, <:omo -los ^nHMSf quiqui- 
•flMWt ^ooomarioopas, hoaibonamas y otros habitadores ^9 4ov grandes 
rioB Gila y <!)olói%do9 y aun ios «lisines apacha, 'cnyá -ctijnTevsion en 
otares^ioinpes hubiera sido muy ñicil) y hubiera libertado & la Tavati- 
mará y Sonora de tan continuos sustos, 'é wraensos -ii^s^teffir ala real 
hacienda. El 4Br. obispo, penetrado del idas vivo dolor, beníférencia- 
da con los padres la materia, y hallando ser verdadero cnanto «Kpve- 
•sabnn tMfieNos baeoos indios, resolvió escribir^ como 9o hizo, •síl'SxmdL 
9r. marqués da Gasafuerte, virey, y «d padre previtfeial de-la CUmipa- 
üta pidiendo por lo^ menos' «no -6 dos operaries,lo9 que ^ lio podían 
manlenenteá espensas del réy se obligsiba su-ÜusMsinuié mántehev- 
los 4 su costa por el bien ét aquellas almas. •' Auh &-esta petición ten 
autoríssada y tan justa, jse opusieron dificcrtlades 'en México, que hicie- 
ron al ilsstrísimo recurrirá 8. M. con el felis ésdto que verem08«defon« 
te. La mismb representación que aSiorasohace-al fHmo. Sr. obispó de 
Durango habian hecho i fines del año antecedente lofer inismos sübai- 
puris-al padre-rector I^niacio Arzéo; pero esiáhflo' está narración' in- '' 

aerta en el informe -que de aquellas misíon^is^faisío aVd^r. virey elbri- 
gadier D. Pedro de "Rtvéira, hemos tenido por mejor vaciar aquí á la le- 
tra cBcho informe, que és como' sigue. 

„Exmo. 8r.-^A mas délas órdenes generales que V. 'C se hk' j. 
servido ministrarme, la que consta por cártá do " 1S€ *ide -junio de bre las mino 
1725, en que' se me manda observar el estado que 'tüencU las miñones ^^^¿ *^ 
hifde me fuésO'posibld sahetfo, piorno que eónVÍeno estafa T'.'E. ento- rango al vi. 
ndoi de'UTfmná en qhe estftn divertidos los opéranos dieí'Elrangelio, ^^er D. F?I 
instnieoion en la fó cat^Mrca de los indios, redtiéidós í vtdá'fibKtíeapor dro de Rive. 
la gravedad de este punto y repetidos encargos de 8. M .; y habiéndcflo 
«¡Oeotadó'por Ib tocante á las- misiones de Nuevo«M6xico y Nueva- 
VhBÜifá qoe hané" á cargo de los reverendos padres franciscanos, abo- 
fa pásaúdó por las de Obtimurí, Sonora ylSináloa, Tengo gnstosol ini- 
fennafá'T.'fi';' losatisfedio y complacido! qué me han dehido las qÜ- 
TerieBriiis dd'lbhd complemento con tine estbe mtni«tR» m aplicn en 
tódui Vóéai-á su obligación. Las de Boikóra y Oétiiinfúrf,"é8táil' en ñ- 
bttas flMQés; oh cuyo cultivo logran ads ministrbéi ícdééehas con qué 
Mier fiíM 'abturtécidod'il'MBf lefios i^edtftidos^' pttHbldé. "^Eisfóí^ en hnidá 



■f 



— 230 — 

de casas, forman las misiones en vida política, estando ellos, sus mu* 
geres é hijos decentemente vestidos, y muchos en el trage español, in- 
clinados al trabajo corporal del campo, y las mugeres á la labor y tela- 
res con que comercian con los españoles. Hay muchos instruidos en 
la lengua castellana, y sus ministros todos diestros en varios idiomas, 
según los pueblos á quien en elloS adininistran y predican. Las de 
Sinaiba son menos fructuosas; mas no obstante, se halla igualmente 
«n todas con total decencia el culto divino, excediendo solo las de So- 
nora y Ostimuri en el mayor adorap de las iglesias, ornamentos y va- 
sos sagrados, en que los padres emplean cuanto adquieren, y en cuyo 
reconocimiento tiene mucho que venerar y que aplaudir la devoción. 
Mantienen \o^ ministros entre los moradores de esta provincia mucho 
crédito, estimación y ref^peto por sus loables virtudes, buenas corres- 
pondencias, y distribución de limosnas á los necesitados y misiones 
.pobres. Y en cnanto á la conversión y educación de los naturales, no 
tiene que oponer la mas rigorosa censunpi, porque á mas de estar los ya 
reducidos bien radicados é instruidos en nuestra santa fé, hay muchos 
tan adelantados en cada pueblo, que en todos ellos hay capilla de mú« 
sica, de la cual, con los varios instrumentos que les han enseñado sus 
ministros asiste^ 4 los oficios diarios de la Iglesia, atrayendo á eUa á 
los demás, y á la asistencia al continuo reza y esplicacion de doctrina 
á los niños y niñas, manifestando todos , obediencia, amor y respeto á 
sus ministros, que son celadores continuos de sus operaciones. Mucho 
mas pudiera decir de lo que trabajan estos padres para honra y gloria 
de Dios» propagación de Ja £& y biei^ de las aInias,|ip,,8plo eqfr^.liis pa- 
ciones bárbaras que reducen, sino entre los vecinos españoles de estos 
paises en el pasto espiritual que les qomuniican y el so^rro en sus ur- 
gencias; solo añadiré que en las ocasiones que se ofrecen. de hacer 
campaña^f^eontribuyen.con largueza dichos operarios con víveres, é in- 
dios amigos abastecidos de todo lo necesario^ como lo esperímenté en 
la que acaba de hacer contra los apaches el capitán de presidio de 
fronteras. -Asimismo satisfacen estps ministros 4 loa piadof os deseos 
del rey nuestro señor, procurando atraer loa indios aun gentiles al co- 
nocimiento de Dios, en cuya comprobación, estandoieu'.^icho presidio, 
vi que copia de indios de la numerosa nación de Ipf.pimas vinieron á 
pedir al padre: rectos Ignacip Arzeo, que respecto á no tener ministro, 
les diese el consuelo de ir áhautizar gran número dq párvulos, lo que 
4icho padre ejecutó internándose mas de tremta. leguas al Norte: bau- 



— 231 — 

tizó cielito euafciota párvulos, y volvió muy compadecido del descoo- 
suelo con que quedaban aquel^^a naturales do no tener ministro, y no 
poder él asistirles por la precisa residencia en los pueblos de su cargo. 
Por lo que jtisgo necesario que V« E. procure se envíe uno ó mas mi- 
nistros para esta nación de roas docilidad y racionalidad que todas las 
otras. Esto mismo que he dicho de Sinaloa y Sonora, debo decir de 
la de Tepehuana y Taraumara, según he podido informarme de perso- 
nas desapasionadas. He juzgado necesario individualizar estas noticias 
perla complacencia que el celo de Y. E. tendrá por ceder todo en servi- 
cio de ambas Magestades, y ver ensalzado y alabado en partes remo* 
tas el santo nombre de Dios, mediante el insuperable trabajo deian 
celosos ministros. Quedo á los pies de Y. E« con el ma9 reverente res- 
peto, pidiendo á Dios guarde á Y. £. cuanto deseo y he menester. 
Real presidio de S. Felipe y Santiago de Janes, y febrero 14 de 1727. 

Exmo. Sr— A los pies de Y. E Z>. Teáro de Rivera.'' 

Corroborada' la petición de los pimas sobaipuris con los autorizados 
informes del Olmo. Sr« obispo de Durango y del visitador general de 
los presidios, obtuvo finalmente de Madrid un despacho feliz de J9. M. 
en 10 de octubre del siguiente año de 1788, fnandó dos cédulas al 
YsEDOm Sr. marqués de Casafuerte, y al Illmo. Sr. obispo de Purangos 
eita segunda, es del tenor siguiente. 

Bl rey. — Reverendo en Cristo padre obispo de la Iglesia Catedral 
de Durango en la provincia de la Ülfeiva- Vizcaya, de mi consejo. Sa« 
bed: En qarta de 22 de agosto del año pasado de 1728, me dísteia 
cnep^ de que estando entendiendo en la visita general de vuestro obis* 
PMo, os salieron al camino en la provincia de los pimas altofi mas de 
fletenta indios gentiles, dando á entender deseaban ser católicos cris* 
tianos, y no tener ministros que les instruyesen á ello, y que habiendo 
representado lo referido al virey de Nueva- España, luego que con* 
cluísteis la visita á fin de . que diese providencia de que fuesen tres mi- 
sioneros que por entonces bastaban al intento, no lo habia ejecutado, 
como tampoco el provincial de la Compañía de Jesús de México por 
decir no tenia orden alguna, sin embargo de haberle insinuado vos no 
90 detuviese en enviar dichos ministros por &lta de medios, pues os 
f)Uigais al costo de su transporte» y mantención anual; y- habiéndose 
visto en mi consejo de las Indias, con lo que dijo mi fiscal, como quie^ 
ra que por despacho de la fecha de este, ordeno al referido virey de 
Nueva-España dé la mas pronta providencia, á fin de que pasen minis- 



ti%aí ttíi^áñémsá iW ^íbi<idá' prcrrineia de los pimas altMs poüiiencb 
téencafj^ BV'tfatíkfietñe los rdigiosiiB'idíe h GompalSii de'JMis; de 
cii jiá* pityvtiletfc^ q^édtt asiniismó p#evettido' el^ ppdcttrtfdbt generaf d0 
eirtn l^gíotát», qoe i^i^ éti' aitü cortés á'&i de qoe portodás partbs'^ 
^jigé(6^Hfeédio8 coÁV^bfebféBJ ka* paiítícido ptotieiptioslO' y daroe 
géáéíás; póíf lo'()ut9'os dedieaiá'al'cfutnpKaiéttto dé voefltra oUigfieioii 
pasfomF, de cayo ¿elb'éi^eib éofltfüMreiBi-idoiifio oaloeiicta^f atfó- 
lií^«Mo^ d^- tá é^^^adá* iniaoA* y rite¡or II%1N)'d^ esCa eniprei^V ^' 4^^ 
txiató ée' itftérédá €l seHídio de Üios y» ttiio: Fifchá eA MíiMd á^ 10 
á^ defu^ d^ V7^i'-^9ofetttf.'^^bt lüalidádo áéV téty núMxir se- 

l'tfk»€nr&«ilai$iii«te<98d pirbvid^ciHd dé é¿ M. áeércá delá itkllHiíc^ 
da Ib» pimasC Efr Itf €aKf<>núa,^eDtte'ta«íco;»tf di^*pn^fpfó^^ 
síeá^^il^dbéde éfkáád^'IT^; htrBíádbfkdoí'dé^ ^ íegflittítf erpádK^ 
Juan Bautista*£tíJrM^¿ JÉC^Os ^íkirosd jeáuiÁ, fld'cmteiitoeéb*ft^ 
éfihiMbyéeeiíññó' á IWMAa ééflbé cálitbñ^'dqueílb pártiíí'ddHnis 

1^ Mtiláifo Éte' im^aifi W éf idiétb^ ^eolitttthbi^ár^'déí^ füÜi'ftié^ifVHid^ 
para disponer á la reducción los ánimb^^i pKdi^áébaBtitfi{>dé¿Silrtiéw 
gftrouii^éid^muetó» tifíffipó'áMs'pórfb^ áth>á^^^^ 
\li» ratítími€¡B liiiaiitfemdbF baslilinsienee' ál^ pádM9i«l;(]^ cM'BttÚi«Mr 
áktm. ^-Efaífío ^w^^l«í<sfeyfa<di$ Si YieeWte^8»¥ó$Fd'dél^éár]r£ítfr, 

q«6 lo&r imutálbsi ítmmpütéask Kínmám' -M 4}í^bÉ éíf\ñ&1<M^ :^^ 

bíMdc^]^é»á!áti^al!«S fMtfí%ííe^tE)^é¿fé'áÍb^er|^ 
pañ^d>ébrpftdee'(S(dl>ffsf»Ktf dé'8Í«ti«^yitiaeV^ifbia^ltfl^^íUSf t^^ 
v^Áeím "«Kt^úiftéfiQdr^I^^^ ^«nVl>^e'se']^diéfb]P<:§ttW^^ 
Mtttí4fftbá^^^8rÍd«íNe^'clMM<éN¿I^ kMmé^9M^pt^ 

cüddiíétf ^¿^H^láú^^ É»9é(aíflo»p«ñtéié8á i^OX' 

&tkí^tiási(sÚMÍ tt^iéVáé^ ]éttt^'fe«^' qtíér 8é<ég^!ég§Mfi^'amMafi> d^-h^ 
oAvíékñffé^béie^^iíémi Etím«0taW»'^kÍ^ii^^áfloS€dmíéráH^ 
UéhrDéMKlatériíi'ddét^ |^' 

gií¿tiirl^ 6of¿R>* ÁaÚátf pof-é^i^ c^ x^élieflí<ipe ád'lilMtt^ 

p(Mlid<y cátSlj^n^, y'diéj^ie^ 4!fpkák S^'k^/ • R)éÍípó»íkiM'(^itfYi^ 
padiéiida'««i|^M»* <|^ 'fdieÁ^ 



— 233 — 

bian aoUciiailo un indiauelo crittiano ^|ue los enseñase. Con -eatoa j 
otnw-flea^i«ite8 nug^ffog» endulzaba el Señor 404 amaxjuras que causa* 
faaiiiü celoeo operario la rebeldía é ingratitud de algunos caciques que 
IM» vafiaa Tc^oea intentanon darle muerte. Fueron estoa sii^larnie^* 
Aedostdequíeneajpor últbnojtriuafó la mansedumbre del padre Juan 
liUyaodob reducíéndoloa á vida cristiana, y asistiéndolos-basta la muer- 
te, ^gue les sobnevino poco después en la general epidemia que este año 
se padeció en toda la Nueva-£spaña« 

3j(éxicoi como la ciudad mas populosa del reino, fué la que priaci* nl^pioii. 
pálmente sintió el estrago del sarampión. En esta, como en todas las 
ocasiones de igual naturaleza, se biao muy digno> de notar el celo, fer- 
vor y actividad con que sin perdonar á trabiyo alguno, ni aun i la mis- 
ma TÍda m sacrificaron los jesuitas k la salud del público. Celebrado 
iatea de la bora regular el santo sacrificio, se repartían nuestros opo- 
mrios pcMT los diversos cuarteles de la ciudad á asistir á las confesiones 
de los enfermos y i^yuda de los moribundoSt de donde el que mas tem* 
praJDio se restituia al colegio, ora dei^es de medio dia. Tomada un^ 
ligera joafaccion y algún tiempo para el oficio divinoi yolvian otra vea 
4 la tarea basta muy entrada la nocbe, y no pocas veces hasta la ma- 
ñana siguiente, sin que en medio de tan continuada y penosa fatigaren 
el incesante comercio de enfi^rmos y moribuiulos, enfermase y muriese 
a]giuie« No contentos con el socorro espiritual, repartían al mismo 
tiengip» laq[as limosnas en alimentos* medicinas, en topa para ¿i abrí- 
fo da innumarahles pobres, ea reales» que parte de los ioaismos colegios 
ae les daba para distribuir por sus manos, y por su mediólas repartinu 
muchas ricas y piadosas personas. A pesar de todas las preoaucioiiss 
^pie «1 JBtzmo. Su marqués de Casafuerte y todos los principales isuge* 
tos jde la jciudad tomaban para apagar el incendio, no parece sino que 
le-fnínistsaban pábulo para nuevas creces. Agotados todos \ob reme- 
dios human o s , procuraron algunos devotoyi, por medio delIUmo, Í3r« D. 
Carlos Bermudez de Castro se sacase en procesión por todi^ laxiudaí} 
la imagen de juiestra Señora de Loreto, que se venera en nuestra igle- 
sia de S. Gregorio. SlEtlió efectivamente con extraordinario concurso 
y aolemnidad* lEn el camino pasó el venerable deán y .cabildo do la 
Baou Igl e sia M e tropolitana, un a&úo al padjoe provincial pidiéndole su 
[ ben opláeito fara conducirá la Catedral la Soberana imagen, y hacer. 
Isabf'tm scÜemne novenario. No pudo el padre Andrés Nieto dejar 
^ condescender ala súplica del cabildo jeclesiástico» que lo ertí .da, tA- 

TOMO III. B2 



— 234 — 

da la ciudad» ni la piadosísima Madre de Dios dejar de manifestar cuan- 
to 86 agradaba de aquel obsequio. Desde aquellos mismos dias se comen- 
zó á hacer muy reparable la diminución del mal, que á poco tiempo so 
acabó enteramente. En agradecimiento de tan señialada favor, deter- 
minó la ciudad asistir anualmente en cuerpo de calnldó ^ la fiesta que 
el día 8 de setiembre se le hace en dicho seminario. Las sagradas re- 
ligiones tomaron á su cargo los nueve dias antes, venir á hacer á sa 
costa un dia de la novena, como hasta ahora pocos años se ha practi- 
cado con edificación de toda la ciudad y grande aumento de la devo- 
cion para con la santa Casa de Nazaret. f 
171^^ A 1. ® de abril del siguiente año de 1729 falleció en el colegio del 

Espíritu Santo de la Puebla el padre Andrés Montes, natural de Fon- 
carral, lugar vecino á Madrid. Se crió en México en la casa de un 
rico hermano suyo, que á su ejemplo convirtió muy en breve en un ob- 
servantísimo convento, sobre el que derramó el Señor copiosísimas ben- 
diciones. El hermano, después de tolerada pacientísimamente la mor- 
tificación de la ceguera en los últimos años de su vida con anticipa- 
da noticia de su muerte, que de mucho antes comunicó á sus correspon- 
sales en España, falleció con singular opinioh de santidad. La suegra 
y la muger de dicho caballero, acabaron antes que él con la misma ñi- 
ma de virtud. Una hermana de dicha señora, que antes de comenzar 
el padre Andrés sus estudios, le destinaban para esposa, murió en el 
convento de S. Bernardo con la singularísima prerogativa de haber se^ 
gnn pudo congeturarse por Ibs dichos de dos t^onfesores de uno y otro de 
haber conservado su integridad virginal én el estado del niáírimbnio en 
que vivió muchos años. Ejemplo maravilloso, y que en pocos santos 
casados lo venera la Iglesia; quien con tanto celo promovía las almas 
á la virtud en el estado seglar, bien se deja conocer con cuanto fervor 
se^aplicaria al ministerio de tas almas llamado de Dios á la Compañía 
ya ordenado de sacerdote. El padre Andrés Montes, trasplantado á 
la casa de Dios, seliizo luego muy singular en el fervor y aplicación al 
confesonario y al pillpito. Es verdad que este camino por donde qui- 
zá la Compañía se habia prometido mucho finito de sus trabajos, no era 
el que le tenia trazado la Providencia para nuestra edificación. Des- 
pués de haber sido un apóstol en el siglo, no parece haberlo traído el 

t No ha mocho que se conseiraha en México la memoria del rasonamiento al 
pueblo, ^ue en e^ta vez hUp el padre Parreño^ primer jesuita, pramoyedor del buea 
gvmto en la Oratoria sagrada. — EE. 



— 2S6 — 

Señor á la religión, sioo para un ejemplar de sufritQÍento como á Job 
y un varón de dolores. De cuarenta y ocho añoe que vivía en la Com> 
pañía, cuasi los cuarenta fueron de habituales enfermedades en <iue su 
tolerancia, su obediencia aun á los mozos enfermeros, su mortificación, 
pobreza, devoción y su modestia, fueron copiosísima materia á la edi- 
ficacion de todo aquel colegio. 

Al partido de S. Ignacio, del rectorado de Piaztla, en las misiones 
de la sierra de Topia, faltó también este año un insigne operario, y 
grande ejemplar de toda virtud en el padre Juan Boltor, á quien los 
misioneros en vida (vecinos) y en muerte dieron siempre el título de ve* 
nerable. Lo merecía efectivamente, no tanlo por 4a respetable ancia- 
nidad, que según se creia, pasó* de cien años, y euando no, se acercó 
á ellos, cuanto por sus religiosas virtudes.* Hombre siempre hambrien- 
to de la perfección, vigilantísimo en la observancia de las mas menú- 
das regias, aun jen mas de setenta aíios de lyiisionerQk donde fiütaron loa 
implares dé hermanos fiarv^Mrosos, y. el. cuidado de los celosos prela-, 
dos, amantísimo de los pobres, cca quienes repartía jaun lo necesario, 
pira sil peiBona, sustentándose de solo las limosnas que le ofrecían vo^ 
kntariamente los indios. Sus conversaciones con los prójimos eraii, 
«mpre de Dios, ó de cosas de espíritu. Daba muchos xatos á la ora- 
doii mental, los que led^aban libres la administración de sus pueUos,, 
y joa ei^írituales ejercicios, los daba íji la poesía y pintura en que tenia 
absolutamente materia, y no otro objeto que las alabanzas 4 Dios, los 
misterios de la vida de Jesucristo y de María Santísima, ó las heroi- 
cas acciones de los santos, las que tan no apagaban, sino que servían, 
ds.fomentp á su meditación. £n estas piadosas ocupaciones, amado^ 
de-Dios y de los hombres, lleno de días y de. merecimiento, pasó al 
SeBor en 19 de julio* Ni es de omitir ya que hemos tocado; las misio- 
Bss de Topía^ lo que poco antes habia acontecido con nn piadoso ca- 
QÍ|Wa. Hallábase este muy cercano á la muerte; poro con tal tran- 
quBidad y regoqjo de ánimo, que su «^J^^dad y lo nsiieSlo de su sem- 
hlante, áiói no poco cuidado á los que Ijqi.. asistían. . Un yerno suyo, He-: 
gápdose á la cabecejrpí, le dijo con respeto: «»Seupr y padre mió, no 
os esta la hora de reírse, estando, para .dar cuc^nta á Dios: apartad la 
memoria de las cosas frivolas del mundo, y ponedla en las eternas de 
la otra vida." A este prudente avíso.-« • # „No, hijo mÍ0| resppndió el 
buen anciano, oo es el motivo de mi risa, y gozo la memoria de. las co-; 
sas de .Qsti|.vjida»4^i presto 1^ ;k^ 4ejar, iü^jm) antes la eüp/^ftiQs^i^de )os , 



— 38»— 

6é»f<D«9 fosos qit» me protnelo oo» tante §e§sitíáad por Jn» ooite* íAm^ 
qaütif^fkm qae-aegutt mkftieran8ihofMu«ii«ado>hoaiin'jr aerar jfcl^ 
tÍálnéiV!¥g<ei^,7 tMribvdH é lM-MÍcérdotM y'Miaiotio» de JéfliienBtf»».d«« 
j^K&dónié goiieriisr por* 6«» fian to»<fOii8«sos* ■ Ibue tú* otM itantcrncpnB. 

T&tt fS&attt VSfnCrttlI vO 'COOBOOIO' €tt ' Qolft 'rO|V« 

En la misión de Loreto en California, aoaM » j^omtti uai—fc el 
ptíétté f^liñeiseo María P^oloi ftmdfetdor en DOtpf anSa del p«dw 8él. 
i^tí^fti dó liquli^ tnétiandad^ ^e^ ouHíibó con ioc^bleiP peKgfoe-per 
étfmt^úb treinta y da»añoe, despue» de habes cetado moa «i^düi». en 
lee mMMies ¡^ tamani««e8 altos, dond» tundo la inieben derCbridUtr. 
Ftté eitiliatio 4^ nación^ y ?tno ya saceidote. 1 la pinevinoía^ de M oe- 
lie^ terdadeiMMftenie apo^6Moo é inoanaableieapraciiBu: por todoaloéMe. 
dios peeiblee hi ealoé de ^s alamar eBpeeáaJxitenle ds Jue grntHeej, de 
vMl ttafisedan^bfe adftdmbfo paia sttfrir las groasríasi^ aiptrifauraMÍe- 
im fHÚtéúgédy-ét^geoñ mtMiidliosQf pufesa de conoíeacia^ que k^fuém ée 
sÉB éénfteofee jam&s ^e«laminiS con elgawi ecdpiínettaiw' *- Mm^ el 
Ae; M dé fébr^t^» en eq ibáette^íeMn ene amadoe ea)i(bnikii.baetffi- 
teír p^bés át eeüt^enéo» y témoi» ooa qne^ le «eaerafeaw e0«ko4ei« 
lütó antígüó ^fiaitk yfaméHátff. For este tieropo.ee pedeeie MuéMes 
todto'laé é^éinás ^ifíimoiiee'd^la •California oo» la epidéattá'qu#lieMpa ym^ 
oowHA)r entre los indios» 8íf&gfdai>iiiea«e al Nioivle de^la nue?» 
d; Igni^cto. Entre eslae penalidaéiss^ no laltabaa al eekieei i 
grandes motivos de conseelsb Tbl^ finroft lássinréeMis 
y cristianas tneertes de do» famoeem bahamas 6 heehieerosi qttd^ewe eai- 
bastes y apo^tasíae hatean oauétaido niucha inquietad' á loe* nedfifioey^^ 
da^'ttl mi^nio padre nnidia materia de me rebi m fen l». ' Ne ftiédi» aié^ 
ñor jtfbüo ht redüeciott de ana raocheda WaimÉáik'WáUmem §L ft 
áe^ mar del' Ser. Vn genlü de éÉte pai^ per la cesKimeácieii^ 
pcñMoe eHístiaínoe, tavo algena notioiade tes fttíftenoe '4e 'nMam^ 
rriigíon^y neeoticbd del iMMtteio. Simd^wn nmowy m de iii i m i í MM H^ " 
peeecemM MtM ajquelWi'teriMroe, despejado^ piKMMr > á^^ %m^ 
reéiicttdi y sáñtidád'de hm mÉadaMS erielíañae aím rate f ghm mémuV^ 
{MnpiMMa* por boeit dé-euc» fMlMtioas «inllabei>iMejaBiie«]gdtte 
to padre»; le IsbiéTOft tan peJbteseí impt^Mn^ qÍM^ 
iflfaid Ihñtisarse. 9^ió^éonlent»emi haeeileí é4| pMeoiMS wáe»t > tre B «he • 
cftm^ haatfrid o se el {iredioador y apOMoIJe sé MÉaéfQVK' Ñe-tMe^ ^deír-^ 
segotfib db tM6i, singaiaitten%e de IM' ai!íeimM>é c^^^ rh^' 

evmye píam Hegar á iae mattoe éa^et ealoi^ de la-'diÉjplM; )Mi^éofii' 



— 237 — 

dfe 9tt fauúha y tal cual olro {Cariante y algunutf nnjigos, partió ú S. Ig^ 
iMiciot áemá» á pocos dma^ bautiaados todos, «e volvicro» llenos de &ü}i. 
fliwlo. N« tMdó nuNsfao e» volver can nuevo» pro8élilot> luMta agrogur 
1^ vebaño 4i» JeMcnslo toda vavanchería. 

La ]Mosp«ndad 4é' astee «iceBoe oon que se eonaenaó á abrúr pu«rtu 

al KfB8gelÍ9i por Ja playa del ma» del Siir^ se turbó qd parte con Mna 

ioipfovts» hivasioa dé alguñoa salvages mas septontrioBal^St (}ue ó por 

édki. del ensttaoismo» é fkstt anliguas enenistadce con k nación de lie» 

eeohióiies^ cayeron de un golpe aobre la misión de S. Ignaéiot con 

muertpi^deénft cristianos. Cieyó el pedre Luyendo qu* la mansediu»)- 

bre y paciencia cristiana triusrfaría de la iábunianidad de aquellos bir*» 

Innras^ y éé- no permitid él eiis neófitos <yue se vengaran, como intenia. 

h&ñf por laá anaas^ mas la iaftptmidad les dio nueva osadia» y llefaron 4 

ittAamar ka moerte del Mintstrot y el incencKo ée hí m'uáon* Fué for* 

•ntótteea desentrañarlos dé quo no eta núeda 6 cobardía la toW^ 

de ifae faabisA usada hasta entóndes% 8e coonocaren )a# v^ 

fHans^ ranebeüka oríattaiuui en aAm ef á de. setecientasi hombrea dé»» vt" 

WMJh ^ <|UB aa encogieron solo treaotentós cincuenta. Se nontbmi^aii 

iodUbst de valor y a«londA4 autre elfos: «e ks poevey^ de todt 

d» énukéf toda eon inucbo érden> y^ cuamlo mayor apacalo iié 

^ fábricMidá» tode^ en la midioiK A loe doa capitanee se ka dtó 

Mío* dé ne ma«ar á nadie» sino traer á cva^tos es pud ies e » tommr vi* 

yfmt y Mbadb wia not^ena á k SaNiífkna Trinidad^ Mevaado peí taai* 

é^m 1» SHala Cwáf marchó k trepa en busca del eaemíj^* laámÍMi. 

éb pí^ \t» e^lp^e el espitan, gobernador del pHeUe de 8« IgoacioY qvf 

Inr sn e wd go s dofl e ansa %an en un agua.fe cerca de k sierra,, se acerca A 

^no#dlft-tieebc,'ibtffiand<9 vfít oocdon, qtve ineensibkmeAte fti^ ciüíeotiátt* 

otws nasCft cen ai les tfooo ef paso* 

' Jm mr pasta #bI «Bai ae leranto oe todos un norrtwe imiil<le. Loe 

eBontges^qn^ irormian sin tí. menor recelo,, ooepervkren alarma soa, 

y^^piHncrofi poneiso ch' ourensa^ pero loa ciisivanos eran en mocnto ma* 

3rs9 Mnefs, skii armados, y fea tenían cortadlo todo el paso. Stit for* 

aii6' Moifr 4 cMregarse, uro qtredatrdo arbitrio á H fóga: hubieron do 

f &ém fl té arc o s a él soüío en «efkl ée rendimiento. Pocos pudieron 

cwifHfTM f-'mt aviso ñ otras cuadrillas mas distantes. Se trajeron en 

MflRf á 9. ^a€ÍT> trehita y cuatro prisioiieroe, que Aieroii condbna- 

eos t siE^féis. ik comenzó por ef que habta cometidb eT homfcídio; 

fct» t potk»||o))'68'lorfvÉA^ Sislííaga y Luyendo, que se huLtláh^ti^Ys. 



— 238 — 

la misión, salieron á interceder por él y los dcioas prisioneros^ £«Ut 
cHridad los cautivó de manera, que aun sueltos ya de las pnnQiiea« sa 
quedaron por muchos días en el pueblo pasmados de la hermandad con 
que todos los acariciaban, y procuraban hacerles oivídalr las antiguas 
discordias. Pidieron que se iKiutizasen sus párvulos, y á su inatancia 
»e hubo de hacer en algunos, menos en el hijo del príocipal cacique. 
Pareció desconsolado, y tanto, que del camino volvió pidiendo con lá-v 
grimas el bautismo para su hijo, y prometiendo volver con todos aque- 
llos prisioneros y cuantos mas pudiese, á instruirse también y bauti- 
zarse. No pudieron negarse Ips padres á tan piadosos ruegos, y 61 
cumplió exactamente su palabra dentro de pocos dias. 

Con igual fervor, aunque con muy diferente fruto se trabajaba en 
Nayarit. Los fervorosos operarios tuvieron el desconsuelo de saber 
por medio de un indiq ñel llamado Francisco Javacué, que algunos aua 
de los ya reducidos á los pueblos adoraban los antiguos ídolos. Seña- 
ló los lugares donde celebraban sus juntas, y añadió que por no haber 
«juerido tener parte en sus abominaciones intentaban matarlo. £1 pa- 
dre Urbano Cobarruvias, á quien se hizo la. delación, pasó la noticia al. 
gobernador del presidio, y en su compañía pasó también al lugar sena- 
lado: quemaron los ídolos é infame adoratorío; pero ni el capitán tenia 
fuerzas bastantes para hacerse temer de los apóstatas, ni sa pequeña 
tropa, compuesta por la mayor parte de foragidos y gente malvada, te», 
niah tanto celo como él, para empeñarse en vengas las injurias de la 
religión. Estos, engreidos con el titulp de conquistadores, y no, ere- 
yéndose bastantemente lecompensados, no procuraban sino atraerse á 
Jos indios, permitiéndoles todo, porque les descubriesen minas, ó lesr 
sirviesen en sus tratos y labranzas, ó les disimulasen los excesos de 
lascivia en sus mugeres y en sus hijas. Semejantes cristiaiKMi, bien 
claro esíÁ que habian de ser mas declarados enemigos de loa ministros 
de Dios que los gentiles y apóstatas. Así á la pobreza y &Jta aun de 
lo. nías necesario, á la imponderable aspereza de los caminos, á la rus- 
ticidad, inconstancia y malicia de los serranos, á la calurosa intempe- 
rie del clima, á los insectos y sabandijas molestísimas y aun ponzolíoaas* 
tenian que añadir los celosos obreros las^urmuraciones, los fraudes, los 
ungimientos, los malos modos, y aun las calumnias y declarados ódioa. 
con que los perseguian los presidiarios, impidiéndoles de cuantos modos 
podían aun los cortos alivios que permitía su situación, y lo mas doloro- 
so, imposibilitando cada dia mas la propagación del Evangelio y sólido 



••^Ubtori miento ile la fératólicn. Vino esto ano e! padro Son:ui*rt con 

un mUionoro: ios doma» vinieron cle$ipucs ron t'\ proco rador Filipino. 

A 4 de noviembre de este año, en e\ nuevo pliego que vino, cumpli- 1730. 

dos los tres años de fifobierno del padre Andrés Nieto, se halló nombra- zlí.?í":«i* *! 

~ • provincial «i 

do provincial el padre Juan Afitonio de Oviedo. En el siguiente do padre Oviedo 
1780, se agregó & los demás piadosos ejercicios que practican los con- 
gregantes de la Buetui Muerte en la Casa Profesa, el cuidado do la ca- 
sa real de los Hormigos. Este recogimiento do mugercs escandalo- 
sas habia fundádose en México, á instancias de la real audiencia pa- 
ra reclusión de aquella |>cste de lu república. El Sr. rey D. Carlos 
11 á fines del siglo antecedente, ks habia comprado casa y dado algu- 
nas fincas de que sustentarse. Se aplicaron singularmente á promo- 
ver obra de tanta piedad los Srcs. y reales ministros D. Francisco Sa^ 
raza^ Z>. Juan ¿U Veguellina y D* Gaspar de Zepeda; pero muerto el 
uno, enfermo por mucho tiempo el segundo, y pasando el tercero al. 
coro do la Santa Iglesia de Puebla, presto por la incuria de los admi- 
nistradores tinieron á padecer aquellas infelices cuasi estroma necesi- 
dad. Noticioso de esto el padre Nicolás Zamudio, prefecto de dicha 
congregación, á quien su caridad para con todo género de gentes la 
hacía como el refugio común de todos los necesitados, trató con sus 
nobles congregantes hacerse cargo de fomentar con sus limosnas á 
aquellas miserables. No fué difícil conseguirlo de tan caritativos y li- 
berales ilnimos, y junta competente cantidad, so renovó su antigua 
habitación, se pusieron en buen corriente sus antiguas fincas, y se ioi- 
putderon á réditos para su sustento algunos miles. Se les introdujo 
agua; de que carecian. El padre prefecto asiatia con frecuencia á con- 
fesarlas, y hacerles exhortaciones morales, y algunos otros padres las 
caarcamas. Los congregantes con su prefecto en determinados dias 
lea llevaban el alimento con bastante abundancia, les proveían de vestí- 
do á las qu^lp necesitaban, y repartian en reales competentes limosnas. 
En la California se trataba entro tanto de una nueva fundación acia 
la parte del Sur y cabo de S. Lúeas que es la punta roas meridional do 
la peninaula quo habitan los uchities, coras y parte de los guaicuros. 
Se babia, como vimos, por los años de 21 fundado allí la misión de San- 
tia|^; pero quedaban aun muchos gentiles quo causaban inquietudes. 
El capitán del presidio hizo muchos viages para sujetarloa^J^cerlos 
entrar en su deber. En estas diferentes ocasiones los coralpllircabo 
de S. Lúeas le instaron siempre por ministros, y creyendo qiic esta 



— 240 — 

p¡j¿iá, 6t:r moüio para rciiucifse los denuis, propuso ol asunto á los ^ 
iiroá. Por tel nitsmo tiempo movió XMos aá ^ora^soli del Sr« n»tquéa ds 
VilkpttoTrte rnaptráodolc fiHidar otva misión eii diebo oiibo de S.. Lu- 
cas, 9ubteTKk> lo qtie iiícotnodaba aquella goaúlidad á )o«^kDU||^09 bfit*. 
tknoi». El p&dre José de Echeverria^ qu^ sohaHaba «c|UiftlslM8ile su 
la Gali&)ffBÍa en <iaMad de visitador ¡góD^W^le las m is ioa os ^ |>as6HPr 
c\ mofl éc maráo al cabo de S. Lucas «ob d^adre ^ioolte IboNMii» 
dcjtúido orden que le ^uocediese en la Purisioiaal pudra SíftiáteHids 
Taral/«lt iilue se esperaba áo México* Fondada la mstótt eü «naiikm 
osf^insa i^erca ^ 'Una alaguQB de agua dulce, se detomiSKllialgnnas 
dias el fiadre Echeverría, y ofreció á Dios las primicias áe algoBoé par» 
vulos. Los adultos no parecceron 'ñno eo ttoy corto 3i6inero, hasta 
que tcaá el ^dire "visilador regreserron los soldados. A poco tkaoopa 
filó .preoiso trasladar la colonia citico leguas mum lejos del^mar por Isa 
inasetos^ otras «ooomodidades del primer sitio. Aquí, canias íordinu 
rías pensiones ^se dio tanta prisa el fervoroso paifine Tauncral, qnete* 
tes M afio tenia ya baolizaidos mas de revi y ^treinta geiitíYes. 
Muerte del A filies de cste ano falleció con -grasísimo y jtfsfte^iolor y pérdida éé 
d^lu n^^^ tecbi aquella c^stíandad el 'faáte Juan d^ Ugárte, hoimbré fmo f Al 
«quecos qué produeo t&rde ia natcfralessa. SI- padre Juta 'MatíáM* 
vatíMva <eOnfbsaba ing^éKuameiíte que mil veeee ^se %dblemi lesa wpwa »» 
déla IDalitbi^a H 'no haber sido por ^ cdio 7 espedienKe ^ü 'pofire 
Ogarté. Háiiiéiidoisele fírdstt^do d primer vhr^ qae 'hreo 1 la rtSSMs^ 
tsiOnfle Ids guaicuroSf'se volvió diciendo:. . • • lEstá ^mpretñíáiwen 
«H Z^^^orii él Apósíeif nomlyreque daba di "padre ügaite, y ftasi e Mw 
qtfe^Ha'usar en 1as cosas que seproponian como impeoiUe t lá ii- 
dtmtrhi humana. tSns talentos singulares para la iüSitéñny «1 ptfi^iHkv 
le hubietran merecido las primeras estiiriaDiuiHBS üe la provincia que 
dbMiiicmó por consagrarse todo al üien de la -Callfbnmu He tofiair sus 
gníuñéB 'pr&alhíB de tilma y cuerpo, de «u eiitt^lmlento. Be su rdbbétá 
Mcfd, ñe isnrci^traordinarialherza, de k Tebun9i&áá Wstiespírhn, 'de la 
]gran6efta de-sti cotiízod, do su'iiábtliddd para todo ^neit>idh9dbite'a«ft. 
(Mníeais, de'su ariroVrdatf, de stt mansedumbre y de todas las ^fmMsVíf» 
Itféés, «tipo "vaflérse 'mantVillósalhente para ia 'ñmHaétdnr éoilséirftteielí 
y ^fómetftó de aquella» desamparabas i«gioii^,y portMIo en^teMi^0fk 
nmjajMAs entraban comoal padmBe la üfitstímy^HiBÉíhB^fftnéá 
\fi ímllf^) ^ Iti Calíferriia. Ko 'lelüéle^roB "méiidsMipíMie lónto 
^0^nlótHii[k>^st^p<)}]¥eza,1«h 4n^dth ¡wei^cia.Hm'fíMmtafe trttfo4imi'BijiMi 



— 241 — 

en la olracion, en. medio de las continuas tareas de treinta auoa de mi. 
Bíonero, y algunos paiiticulares dones ¡(^n que le favoreció el cielo. 
Acdbó su carrera el dia 29 de diciembre de 1730. 

Habia mucho tiempo que él piadoso eclesiástico D. Nicoláade Agui- 
lar, vecino de la villa de Leon^ en.el obispado óo Miohdacán, movido 
de la apostólica predicación y copioso frntor que tanto en aquel lugar 
como ea otros vecinos hacia el padre Manuel Vaitierra, deseaba fundar 
en su patria un colegio de la Compañía. Tuvo que luchar por muchos 
días el .virtuoso sacerdote con la oposición de algunos. émulos de los 
jesuitas que con todo género de. artificios y de engnños^ procuraban im^ 
pedir su residencia en León. Decíase queios jesuitas hariaú mas da* 
no allí por su ambición y codicia que provecho por su literaturajy su 
doctrina: que en Roma los habion condenado dehereges, y no tardarifin 
mucho en hacer lo mismo en España. Comprobaban estas falsedades 
con otra mayor, diciendo que en la Puebla había salido de la Compa«> 
nía nn sacerdote profeiEK), y se habia casado dentro de pocos dias* Pro* 
metían al fundador que con mucho ménoa costo proveerían 4 la villa ilé 
ministros para la educación de la juventud y de operarios para la re- 
ferina de las costumbres. Nada bastó á hacerle mudar de resolución 
áD. Nicolás Aguilar. Consultó sus designios con personas sabías y 
virtuosas, .y habiendo conseguido quejsntrasenien su poder dos hacien- 
das de sus hermanos D. Manuel y D. Márcns de AguUar, deseosos 
igualmente de C4>ntribuir á la fundación,, escribió al padre provincial 
Juan Aotomó) Ovicido, ofreciendo sitio para la iglesia y colegio; ctft* 
cuenia . mü pekw para la f(U>rica, trescientos marcos de plata para su 
adorqo y lap haciendas para la manutención de loi^sugeto». £1 padre 
provincial, con dictamen de la consulta, aceptó de su parte la liberali;. 
dad del ñindador, y prometió enviar desde luego algunos padres á la 
villa ffiempre que se. obtuviese la licencia necesaria de S. M*,ofrecién-. 
dose & solicitarla de su general. Muy largo pareció este plazo, á D; 
Nicoláf, deseosísimo de ver alguna prenda que le asegurase éi felÍ2s:éxi. 
to. Solicitó, pues, que entre tanto se ocurría á Madrid y á Roma« se 
pusiese allí con el beneplácito delSr. virey y del Sr. obispo de la diów 
cesi» un hospicio con dos ó tres sacerdotes y un maestro de gramátic«i, 
de .que muqho necesitaba el país, tomando desde luego la Compañía po- 
s^n de las haciendas. Asi se practicó obteni&s las licenCias.dQl Sf 
marqués de Casafgerte y del lUmo. Sr. D. Juan José de Bfienlooi^y 
Ctlatayud, obispo de Midioacán: sé dio á la Compañía poipwpn djl 

TOMO III. 33 



— 242-- 

sitio y fincas en persona del padre Manuel Andrés Fernandez á 16 de 
mayo, y en 8 de julio entraron en la villa los padres Manuel Alvares 
de Lava, superior del hospicio, y Manuel Rubio, con el hermano Fran- 
cisco Arriaga, á quienes acompañó desde Celaya el padre Manuel Val- 
tierra. El fruto espiritual que siguió en León al establecimiento de la 
Compañía, lo manifiesta bien el que los mismos antiguos émulos se vie- 
ron obligados á ser después panegiristas de su celo, y las instancias con 
que toda aquella república solicitó aun en tela de juicio la restitacion 
de los jesuítas, cuando después de algunos años por justos motivos hu- 
bieron de desamparar el hospicio, como quizá veremos adelante. 
1732. ' No fué solo el nuevo hospicio de León con el que aumentó la pro- 
vincia el padre Juan Antonio de Oviedo. A los principios de 1T32, se 
dispuso la fundación de' otra casa en la villa (hoy ciudad de Santa Fé^ 
real y minas de Guanajuato.) Por dos ocasiones habia pretendido aquel 
populoso lugar en el siglo X Vil, la fundación de un colegio, y aun á los 
principios del corriente habia resucitado los antiguos deseos el Sr. D. 
Juan Antonio Bracamente, natural de Guanajuato, oidor de la real au. 
diencia de México y arcedeano después de la Santa Iglesia de PueUa, 
donde recibidoen la Compañía habia fallecido poeo antes. La 'ciudad» 
puesta desde el auo de 1616 bajo la protección de S. Ignacio de Lo>. 
yola, (siete años antes de su canonización) parecia tener derecho mas 
que alguna otra para que trabajase en ella la Compa£^. > i . 

Desde fines del sigla antecedente se habia establecido allrl» con^ 
gregacion de S. Francisco Javier, á quien en la íglé¿r!tf de Guadalupe^ 
cuasi fiíera del lugar, se hacia cada año poir marzo un solemne novena- 
rio. El piadoso eclesiástico que rezaba la novena por sti particular 
afecto á nuestra religión, al llegar á la petición secreta anadia en alta 
voz:.**. Y pídanle todos al Señor, por la intercesión del Santo, que 
nos traiga á esto lugar padres de la Compañía. • • .Asistió este año, co- 
mo otros muchos, á la novena la noble Señora Doña Josefa Teresa de 
Busto y Moya, de la casa de los ilustres marqueses de S. Clemente, y 
una de las mas distinguidas y poderosas del pais. Se le ofreció en es- 
ta ocasión vivísimamente el pensamiento de fundar en Guanajuato co- 
legio de la Compañía; volvió á su casa sin haber comunicado á nadie 
aquel pasagero ofrecimiento. A poco rato entró á visitarla el vicario y 
juez eclesiástico de la villa D. Juan de Ocio y Ocampo, y rodando 
sobre varios asuntos la conversación, llegó á decirle qde con su caudal 
aun dacada la legítima de sus hijos, podia hacer mucho bien á CKiana- 



— 243 — 

juato fundando allí un colegio. £n el ánimo piadoso y discreto de la 
Señora, ño dejó de hacerle alguna impresión la armonía y consonan, 
cía de aqiiellas palabras con la idea que se le habia tan poco antes ofre- 
cido, y contínyendo mas la conversación, dijo que estaba pronta, como 
conviniese en ello su hijo el Dr. D. Ildefonso de Aranda, clérigo pres- 
bítero, que era el arbitro de todos sus negocios. Supo este que pendía 
de su resolución tín asunto tan importante, y partiéndose luego á ver á 
su madre, no solo le aprobó su designio, diciendo que era lo mejor y 
mas útil que podia hacer de su caudal, sino que prometió concurrir tam- 
bién con diez mü pesas de su legítima paterna. Se ofreció, fuera de 
oso, á tratar personalmente el negocio con el padre' provincial, que no 
estaba lejos en la visita do los colegios vecinos. Era esto por fines de 
marzo de 1732, y pocos meses después pasó el padre Oviedo á Gua- 
najuato. La piadosa fundadora, hallando que podia disponer de ctn* 
cuenta mil pesas de quinto, ofreció liberal mente toda esta cantidad pa- 
ra doto del colegio. Aií adió una obligación de mantener cinco sugetos, 
tres operarios, un maestro de gramática y otro de essuela por tiempo de 
seis años que pe daban de término para alcanzar las licencias del rey y 
del padre general. Para la fábrica de colegio é iglesia hizo escritura de 
diez mü pesos el ilustre Sr. D. Francisco Matías de Busto y Moya, mar- 
qués de S. Clemente, y de cinco mü D. Miguel Herbás. La señora 
viuda é hijos de D. Andrés de Busto, hermanos de dicho Sr. marqués 
y de la señora fundadora, dueños en su compañía de la mina de la Ca- 
ta, D. José de Sardeneta y Legaspi, dueño de la de Rayas, y D. Fran- 
cisco Iguerátegui, D. Bernardo Riaño, D. José Liceaga de la Asun- Entrada de 
cion, ofreciendo poner en sus minas la limosna que llaman Piedra de jesmuis en 
tnano, durante la fabrica, perfección y adorno de la iglesia. Aceptadas Guanajuato. 
estas condiciones y obligándose la Compañía á conseguir licencia del 
rey, volvió el padre provincial á Mémico y envió á Guanajuato los pri- 
meros jesuítas, por superior al padre Mateo Delgado, que entraron con 
gran regocijo de todo el lugar en 29 de setiembre de 1732* f 

1 Cuanto ha dicho el padre Alegre es exaotisimo. Yo he eatado en Guanajna. 
to y he visto qoe la memoria de los padres jesaitas se recordaba allí coa. temnim, 
después de sesenta y dos años transeiurídos de su espatriación. S. Ignacio de Lo. 
yola es patrono de aquella ciudad, y de guarda el 31 de julio, oeleMndose gran 
ftmclon en la parroquia, y por la tarde, saliéndose multitud de gentes al ¡Mseo que 
llaman la Cuera de S. Ignacio. La iglesia de la Compañía de tres naves, es una 
■untuosa basílica, y su fábrica indica las inmensas sumas á que asoenderia la jm. 



— 344-^ 

Elogio del ^<>^ antes había pasado de esta vida en el colegio móxiipo, dgade 
^^ o'^*'^ actualueiite era prefecto do eepírtiu el padre Dowiai^ de Quiíoga, reo- 
ga. tor^pekabÍA Bidodel misBOO colegio, maieetro de^ novicios y procura 



dor ¿* J^oina^ sugeti» de emtiSente Boaf isterio y de conocida perfección 
en 1^ vida eeptnhia); de extraordinam psreza de alma y cuerpo^ ^ 
gegttiit:el juicio de cuantos W tuatiabaa eoa íutiaiidad: oonservó basta 
kiiiiitidl6r(ni'pob0e2ié eslreniadQf y constante su^ interior y esUema mor- 
tifica^pton. Puso el islenór 4 su dt#ecoion muchas álom» escogidas que 
el- pádire condujo 4io mas sublimb de la santidad» üusti^dole su Ma- 
gostad muchas veces 4!on Iub sobrenatural para eodoeimienlo do los 
mas^arcanoarpeiiBaHiiDntoiv y de muchos sucesos fulurest por donde se 
ghangeó la constante opinión de santo, eotí que fué venerado, y eon- 
snltadé como oráculo en materias de espíritu de los UlniQs. Srep» D. 
Fr. José. Lanciego y D . Nicolás de Cervantes. En su macrta se sa- 
earon muchos retrato» y se hiciert)n otras demostraciones- que indica- 
baní bien el aho concepto que se twiade su virtud. A la misma iiora 
en que espiró le vi6 una ahna mny favoreoida del Señor entrar en el 
ci^o entra los brazos duddstmos de nuestro Redentor Jesús. Murió 
el>dia 2 'de setiembre. 

- Entre 1*6 misionas cirtulfife» que pf># este nm se habi^ifi hecho on 
los diécasis de México y Pdebts» fué singular el fruta qile s^oo^ió en 
la ciudad dé Gbolula y pudl>lade Huamantkt. En Cholula buboper* 
sona de ki primera distinción, q^e á voees comenzó é decir en la igle- 
sia sus culpas; otras muchas á quienes en la procesión pública ñiéine- 
eesarío moderar sus rigorosísimas penitencias* (Jn joven babia esta* 
do por largo tiempo amancebado con tanto descarof que tenip ái|u com- 
plico en casa aparte, sin que j(iea& alguno eclesiásiíeo ó seoulairseiittre- 
viese á remediarlo. Ed tiempo de la misión prohibió á m mam^eba 
que fuese á la iglesia; peno. él, i pesar de sus propósitos, hnbo de en- 



■ I ' i l*t I I I I I H ' ■■^■»'*" 



dra de manó coa que se ha «omitroido. HOy es el oolegio ^mtodo de ]k)s padifs ie- 
lipenses. En él se ba estableci do el instituto nacional^ donde se ensena hk. minera- 
logía y eifeneias esastai s(xn graii^ a^fovip^li^nwW* Cpando m. ejfp^nfxa los 
jenitast li^>o tía 6«sl»f^!j»to ium j#9iia4a pejpwldr que oastigó el ywit94^ A* ; Jpsé 
Qalvsi, hacivádo ah^roar.á varios Ii^Hcm y.jüfs^^aadQ^al pusbls.dsiKle fd Móm 
de su ow», Mi^mismt^ p^Qa. aunqi^'secreti^in^Rt^, (segiw ^ A^egim) «nfi^ó es- 
te ministro deq»ufis de algwvos a^os fH Madrid. Iippyso á U plebe de Goaiugoato 
el ver^nsoflo tributo de 9ck9 milptíoa anuales que p«ga^ la diputapien de nwne* 
ría; esta pena influyó nmelio en la rcvpliiciop de I810.-i^£j&. 



— 245 — 

cuntrarse con uno de uucstrus misioneros cu purtc üoiidc le iuó furzoso 
detenerse y oir, aunque corto rato algunas sentencias. Estas bastaron 
para hacer en su ánimo tan fuerte impresión, que yendo dcrochamcnti; 
4 la casa de su perdición. • • • Ya esto se acabó, le dijo: yo ya no vuel- 
vo á verlo hasta que sea para casamos en legítimo matrimonio. A la 
siguiente mañana (sábado) en que habia acostumbrado ayunar desde su 
tierna edad á la Santísima Virgen, salió para Atlixco con ánimo de 
cobrar un poco de dinero para las diligencias necesarias al fín que me- 
ditaba. Llegó á las cuatro de la tarde, todavía en ayunas, al rancho 
de un antiguo conocido, que disimulando sus intentos, lo convidó á co- 
mer, pensando vengarse de no se qué pasados agravios. En efecto, 
bebiendo un jarro de agua le disparó un trabuco con que le dejó ins- 
tantánoamente muerto. Su torpe cómplice, sabido el suceso, hizo con 
el mismo padre J. J. Martínez una confesión general, y entabló una 
vida cristiana. En Atotonilco, en Pachuca, en el Real del Monte, en 
Tisayuca, y en otros muchos lugares del arzobispado, so hicieron amis- 
tades, se quitaron por medio del matrimonio innumerables escándalos, 
tantos, que un teniente do cura escribió á su parroquia, es decir, al cu- 
ra que estaba ausente* • • • Que ya en Pachuca no quedaban por casar, 
sino Jos clérigos y frailes: se quemaron muchos klolos y se extirparon 
muchos perniciosos abusos con grande satisfacción y consuelo de los 
celosos misioneros. 

Los que según las últimas órdenes del rey debian señalarse para la Fundación 
Piraería, á petición del Illmo. Sr. Crespo, obispo de Durango, estaban de misiones 
ya en la Sonora desde fines del año antecedente. El padre visitador 
Cristóbal de Cañas, dispuso que para aprender el idioma se repartiesen 
en los pueblos antiguos de S. Ignacio y Tubutama, donde los furiosos 
tabardillos que acometieron á los padres Juan Bautista Grazbofíer, 6 
Ignacio Javier Keller, detuvieron la cspedicion hasta principios de abril 
de este año« Juntos los ya convalecidos con el padro Felipe Segeser 
en un lugar llamado Kino» 9U memoria del fundador de aquellas misio- ' 
nos» el día 3 de mayo en que se caUbra la Invención de la Santa Cruz, 
salieron acompañados del capitán del presidio vecino D. Juan Bautis- 
ta de Anza y de algunos soldados españoles y muchos pimas de los 
nuevos y antiguos pueblos. Al padre Juan Bautista Grazhoñbr se des- 
tinó la misión de S. Gabriel y S. Rafael do Guebaví, treinta leguas al 
Norueste de los polores, con las visitas de S. Marcelo^ boy S. Miguel 
do Sonoidac, siete leguas al Este. A Aribae Hez y ocho al Poniente^ 



— 246 — 

S. Cayetano y el Xamac de cinco á ocho leguas al Norte con mas d.^^ 
mil cuatrocientas almas. De ahí, pasó la carabana á S. Javier d^] 
Bac, donde quedó el padre Felipe Segueser con las visitas de S. Agu^. 
tin, cinco leguas al Norueste, en que se contaban de población fija mas 
de rail trescientas almas. Finalmente, la misión de Sáiitá María Soa. 
mea, situada veinticinco leguas al Norte con alguna inclinación aí 
£ote de los Dolores, y sus visitas S- Mateo, S. Pedro, Santa Cruz de 
Quiburi, S. Pablo, con algunas otras rancherías, todas seguidas en es- 
pacio de treinta y dos leguas al Norte, con mas de mil ochocientas 
almas, se dejó al cuidado del padre Ignacio Javier Keller. En todas 
partes fueron recibidos los padres con grandes demostraciones de ju* 
bilo de aquellos dóciles pueblos, y que por tantos años con tanta ham- 
bre habian esperado quien les partiese el pan de la divina palabra. £1 
capitán del presidio, y el cacique gobernador general de la nación D. 
Ensebio Aquibisani, les hicieron en todas partes razonamientos muy 
acomodados, declarándoles la intención de S. M* y de su pastor el Sr. 
obispo de Guadiana (Durango) y la buena voluntad con que los padres 
se sacrifícaban gustosamente á todos los trabajos por el bien de sus al- 
mas. De todo esto dieron dicho comandante y los padres exacta cuen- 
ta al Illmo. Sr. D. Benito Crespo, y su ilustrísima á la corte de Ma- 
drid, sabiendo cuan plausibles habian de ser estas noticias al animoso 
rey Felipe V. Efectivamente, S. M. recibió con el informe del ilus- 
trísimo y cartas de los misioneros mucha satisfacción, encargándole 
diese en su nombre las gracias á los operarios evangélicos y al capi- 
tán D. Juan Bautista de Anza por su efícaz aplicación y cuidado en 
la fundación y asiento de aquella nueva cristiandad, y encargando al 
mismo Sr. obispo continuase sus buenos oficios para el adelantamien- 
to de las referidas conversiones. 
Pasa el pa- ^n California, el padre Segismundo Taraval, que de la misión de 

dre Taraval jj^ Purísima habia pasado á S. Ignacio, emprendió la conquista espi- 

Á reconocer 

unas islas en ritual de unas nuevas islas á la costa del Sur. Algunos de sus habita- 

S ^á^ c^ ^^^^^ atraídos de las persuaciones del cacique de Walimea habian ve- 
lifornia. nido á catequizarse con otros muchos de una ranchería llamada Jtna- 

wa muy cercana de la costa, é instado al padre para que pasase á sos 
cercanas islas. Nada mas conforme al celo, y aun al genio del padre 
Taraval que este género de espediciones. Dadas las providencias ne- 
cesarias para el buen gobierno de su misión, partió para Jlnawa, distan- 
te seis dias de camino, reconoció una grande ensenada que llamó de 



— 247 — 

S. Javier. De aquí en una balsa pasó á la primera isla quo los na- 
turales llaman Asegua^ desierta, estéril, sin agua, ni otro alimento que 
algunos mescales y muchísimas aves, de donde toma el nombre, pe- 
queña dtí menos de un cuarto de legua en largo. Entre los pájaros se 
hallaron dos especies incógnitas, unos pequeños negros todos, que vi. 
ven de ordinario en el mar; pero duermen en tierra en nidos cavadotí 
en la arena. Otros grandes como añades ó patos, pecho blanco, álaa 
y espalda negras, pico y garras corvas, como aves de rapiña. Cavan 
también sus nidos en la playa, pero no los habitan sino en tiempo se- 
reno. Dista esta primera isla cerca de seis leguas de la playa. La 
otra llamada Jimalgúa, ó sea tierra de neblinas^ está á poco mas do 
cuatro leguas de la primera, y las dos en altura de 31 grados, poco 
menos. Atnalgúa es mayor, larga como dos dias de camino y uno de 
ancho. Su longitud de Oeste á Norte con un monte en medio de buen 
alto. Desde su cima se vieron al Poniente otras dos islas pequeñas 
que no dieron noticia alguna los moradores do Jimalgúa. Hallaron 
tros pequeñas ba]iías con pozos y fuentes de agua dulce, muchas y di- 
irersas especies de pájaros, venados ó tayes, conejos negros pequeños 
y de pelo muy suave. Supieron que habia también castores y lobos 
marinos, y en el vecino mar no pocas ballenas que todo surtía de gasto 
ú los isleños. Estos eran pocos y con facilidad vinieron en pasar al 
continente para instruirse y bautizarse, como se consiguió de todos, 
menos de un malvads anciano, que habiendo resistido largo tiempo, y 
tenido á fuerza por no quedarse solo en el camino, se arrojó á cazar 
Jobos que vieron sobro un banco de arena, y á la vuelta murió despe* 
dazado de un tiburón, no sin asombro y escarmiento de los demás. 

En 4 de noviembre de 1733, justamente á los tres años del padre ®2^^^ ¿^ 
«Juan Antonio Oviedo, le succedió en el gobierno de la provincia el en el gobier. 
padre José Barba. Su trienio fué inquieto y tumultuoso por los di ver- ^cia d ^ 
«os y ruidosos pasages del pleito de diezmos que en esta sazón «e ven- dre José Bar. 
tilo con roas ardor de parte del Illmo. Sr. D. Juan Antonio Bizarron, 
arzobispo de México, y de los Sres. jueces hacedores de la Santa 
Iglesia Catedral. No pienso se echará menos en este lugar una rela- 
ción mas circunstanciada del curso de este pleito. Si en todos los 
lernas negocios meramente temporales de los colegios hemos siempre 
procurado abstenernos de odiosas narraciones, mucho mas en estos 
anos en que no pudiendo dejarse de nombrar personas que viven aun^ 6 
1» poco que fallecieron, seria preciso renovar memorias nada agrada- 



— 248 — 

btcs^ especmlmcntc cuando en ellas nada ganaría k edificación de 
nuestros lectores. Ei Sr. Bizarron, os por otfa parte muy acreedor 
á la estimación de la provincia por lo mucho qne la honró en los Im- 
tronos empleos de arzobispo y virey de estos reinos. Se valió de mu- 
chos BUgetos de la Compañía para muchas cosas déla gloria de Dios y 
bien de su rebaño, y finalmente, para el mes importante negocio de 
su salvación, comunícanda íntimamente en sn úhima enfermedad c(m 
el padre Mateo Anzaldo, en cuyas manos muríó en 1747. j: Pero 
volvamos á tomar el hilo de nuestra historia. 

Por los años de 1733 y tiempos cercanos, eran muy famosas en el 
obispada de la Puebla las misiones circolares del padre JuaiyTellodo 
Bílos, operario infatigable, y uno de los sugetos que ha tenido aquella 
ciudad mas enteramente dedicados á la saltid de los indios» Aeompa- 
ñábale muchas veced en estas espedicíones el Sr. l>r« D. Miguel de 
Nieto y Almiron, canónigo magistral, y despties maestre éecuelas de 
aquella Santa Iglesia, ocupando en esto los meÉes de oraciones que le 
permitia el derecho. Este raro ejemplo seguia tamÚen isl Sr. D. 'Pe- 
dro de Vargas^ prebendada de la misma iglesia; pero en quien será de 
mucho ejemplo tomar la narración desde mas alto. 
' Habia sido este Sr. cura benefi'etadb algunos años del partido de 
Huamantla. En este tiempo hiibo algunos ruidos<>s disturbios entttf él 
y el teniente de gobernador y o^os vecinos príncípales del pueblo, por 
los cuales se bailaba actualmente capitulado y llamado ala cftpitaf, 
cuándo llegó á haeer misión á Huamantla á petición del Sr. Lardiea- 
val el padre J. J. Martinez. Creyó el ilustrísimo que la misión seria 
el mejor medio para mitigar aquellos ánimos agitados y enenñstados y 
evitar lois ésc&ndalos que ocasionaban á todo el partido los choques del 
curaydél teniente; y asi permitió al beneficiado que fuese en aquel 
tiempo á su curato. Empezaron los padres la misión con un fruto co- 
piosísimo, como suele acontecer en la gente pobre y rústica; pero na- 
da conseguian de los principales del pueblo, que ó por no concurrír con 
el cura, ó por no verse obligados á deponer su enemistad evitaban cui- 
dadosamente asistir á los sermones. Entre tanto, llegó la fiesta de S« 
"Bernardino de Sena, patrón jurado de aquel valle. Era en este dia 
inevitable la concurrencia; pero no siendo sermón de misión, no seles 
hizo muy diftcil asistir* á la iglesia. Era convidado para el sermón un 



#;!«•»• «• 



X Segm la Qum de-forasteroír de Márieo; ma» negoñ el ptcáre Alegre en 1748L 



— 249 — 

sobrino dql misino cura« recioa ordonadoi, y k Providencia Divina diti- 
piWQ que e«te, ó porque en realidad oniermaee,, 6 por algún reeelo que 
tuv« do predicar en aquallaa circunstancias tan criticas, avisó la víape* 
rci á BU tío que no podía predicar por haliarse enteramente indispuesto. 
EL cura« en eete aprieto, ocurrió al padre Juan Martineai» q^io admitió 
gustosamente, y comenzando por panegiricoi deeltaó con desireaa al 
punto moral qne necesitaba su auditorio* Dios le inspiraba loa pala- 
bras y un ardor á que no había ceaistencia. Mirábanse unoa 4 otros con 
suato k» oyentes^ y nadie prorrumpía por la confusión y la vergüenza* 
£1 párroco» creyendo que por su ofício y estado le convenía ser el parí* 
mero ea el buen ejemplo, se levantó del logar en que presidia al clero^ 
y fuá para donde estaba el teniente. Calló el predieadori y lodo elaiii^ 
ditotio eaporaba con suato y süeneio el éxita de una acción tan desur 
sada^ £1 buen cura so arrojó á los pies del tenient» pidiéndole per«- 
don, Este, con los demás sus partidarios kieíeroai Lo mismo* £tt to-^ ^ 

* Escena paté- 

da la iglesia no se oian sino perdones y lágrimas de alogría,. de conu uca, intere. 
punción y ternura á vista de semejanie espedáculb. Vna acción ta» ^^ ^ ^^' 
heroica premió Dios al Dr» Vargas coa tal abandaacáa de gracias, que 
fué después el qjemplar y espejo de los* e clesiéstiieaiw A poco tiempo^ 
le vino una prebenda, cuya renta toda repavfia entirsi; lea pebres, con» 
tentándose con vestido honesto, y ua gioeeio aKmento.. El tiempa éé> 
sus vacaciones lo ocupaba en. salir á predicar é instiuír á los ía£ofl ^ 
loft pueblos, donde habia sido cura para rezareir (como decía) el des- 
cuido y mal ej/emplo con que habia quizá escandaUxadb en su juventud. 
El tiempo que estaba en la ciudad, cuanto so le permitía el coro. I» 
^mfíicaba en las cáxcolea y hospitales, y otre» eiorcicios de caridad, 
hasta que algunos auos adelanto, una miaíeo que hizo á paisea muy 
destemplados de la costa, le fué causa de la tÁUísMi^ enfermedad, y do 
una upeteciblo muerte. 

A esto suceso de tanta edificación debemos añadir otros dos no de 
poco temor acontecidos en Guatemala. LlamaroA con prisa alpadre 
José de Villalobos para una conCsaion en un banio distante^ £1 po- 
dre, aunque actualmente estaba con una úlcera en el cakañal del píe^ 
partió al insfcant&con aceleración; pero euaiido llegó había espirado la 
enferma. Halló 1 los. asistentea estremamento congq|ados^ y no 1» 
quedó menos el padre de haberla hallado muerta*. Los circunstantes 
eotónces tomándola aparte: padre, lo dijeron» no-ha sido culpada vues- 
tra reverencia que haya muerto esta mugcr sin confcsioi^ Soiau 

TOMO III. 34 



— 250 — 

dotes se han llamado de la vecindad, y todos se han escusado. Cuan* 
do llamamos á vuestra reverencia ya estaba en agonía. Estos son se- 
cretos juicios de Dios: ella era una muger de vida notoriamente estra. 
gada y que habia inducido también á dos de sus bijas al mismo infame 
comercio. Ha muerto sin quererse confesar, y apartando de si mien« 
tras pudo el Santo Crucifijo que le poniamos en las manos. Lo que 
mas nos asombra es, que habiendo tenido muy blancos y hermosos dien- 
tes, que era lo mas agraciado de su rostro, de anoche acá se le han 
desaparecido de la boca. Entró el padre á ver el cadáver, y halló ser 
verdad, que ni aun señal le quedaba de haber tenido dientes, sino solo la 
raiz de un colmillo que mucho antes se le habia caido. El caso fué 
notorio y muy espantoso para cuantos la habian conocido, £1 padre 
Villalobos, grandemente compadecido encomendó á una persona de 
probado espíritu que encomendase á Dios una alma, sin decirle el nom- 
bre y las circunstancias del caso. No tardó muchos dias en darle esta 
respuesta: . . • .Padre, le dijo, yo tengo la cabeza llena de ilusiones, y no 
querría juzgar mal de nadie. Haciendo oración por la alma que vuestra 
reverencia me encomendó, vi que unos demonios la llevaban por un 
campó presa con cadenas de fuego, y me decían en mi interior:. . . . 
A esta le sacaron los demonios los dientes antes de morir en prendas 
de que habían de llevar su alma como lo ves, por los muchos que con- 
dojo á perdición por el nimio cuidado de sus dientes. 
Otro terrible ^^ ^^^ menos horrorosa la muerte de otro sugeto de mas que media- 
caso. Qii distinción y de grandes créditos en su oficio. Murió repentinamen. 

te en una calle pública dando espantosos bramidos como una fiera y 
sin poderse confesar á presencia de mucha gente que acudió á las voces 
y algunos sacerdotes. No se supo mas por entonces; pero á pocos 
dias yendo una muger á confesarse, bañada en lágrimas, dijo á uno de 
nuestros sacerdotes, que por mucho tiempo había estado en mala amis- 
tad con aquel hombre infeliz: que la misma noche en que murió salía 
él de casa de un caballero que nombró (y donde era cierto que habia 
estado aquella noche:) que encontrándola en la calle la fué solicitando 
por dos cuadras que hay desde dicha casa al lugar donde murió: que 
resistiéndose constantemente por estar en la actualidad haciendo una 
novena á Sr. S. José, él la habia tenido por fuerza abrazada hasta con- 
seguir su brutal deleite, c inmediatamente apenas se habia apartado de 
ella dos ó tres pasos, cuando con íliriosos bramidos cayó en tierra y 
murió á poco rato. 



/ 



— 251 — 

Con muy diferente sacrte murieron este año en la provincia dos her- 
manos, uno estudiante y otro coadjutor, dejando hasta ahora un suave 
olor de edifícacion en los colegios donde florecieron. £1 1. ^ de fe- 
brero, víspera de la Purifícacion de nuestra Seiiora en el colegio del 
Espíritu Santo do la Puebla, el hermano Bernabé Sánchez, natural de 
Cuba, mozo de angelicales prendas aun desde su mas tierna juventud, 
en que era ejemplo á los demás colegiales en el Seminario de S. Ge- 
rónimo. En la Compañía fué admirada de todos su exactitud en la 
observancia de los mas menudos ápices. Tan delicado en la pobreza, 
que jamás usó sin licencia particular aun de aquello que da á todos la 
religión. Su modestia y guarda do los sentidos, fué tal, que siendo so- 
ta ministro, fué necesario mandarle que alzase los ojos para cuidar del 
refectorio. Preguntado por su confesor poco antes de recibir el Santo 
Viático sobre una materia en que recayese la absolución sacramental, 
respondió que no se acordaba haber cometido algún pecado venial de- 
liberadamente. En el colegio de la Habana, á 14 de agosto, pasó de 
esta vida el activo y devoto hermano José Ignacio Vila, natural de 
Cerdeua y ejemplar de coadjutores de la Compañía. Jamás ce sentó 
sin mandárselo delante de algún sacerdote, ni les habló sino con el 
virretó en la mano. Acompañando á los padres en sus ministerios, 
siempre iba un paso atrás, y no bien veia algún sacerdote con las ma- 
nos ocupadas, cuando ocurría á servirlo. Cuidaba él solo de la sacris- 
tía, del refectorío, de la despensa, cocina, enfermería; era ropero, des« 
pertador, procurador, portero, cumpliendo tan diversos oficios con tan- 
ta exactitud, como si cada uno le ocupase enteramente, y ninguno lo 
ocupó nunca tan del todo, que se dispensase por él de la oración, exá- 
meneti y lección espiritual á las horas señaladas, á que anadia el ofi- 
cio Parvo, muchas visitas al Santísimo Sacramento, y una cuotidiana 
y recia disciplina, con un cuasi continuado ayuno. Dentro y fuera de 
casa se hicieron por su salud muchas oraciones, misas y promesas, y 
el eDtierro lo tomó á su cargo con su religiosa comunidad el reverendí- 
simo padre guardián de S. Francisco. 

Para noviembre de este año, tenia ya convocada el padre provinoial 
José Barba la vigésimaseptima congregación provincial. Fué el día 
2 elegido secretario el padre Nicolás de Segura, prefecto que ém en*. 
t^Snces de la congregación de la Purísima, y el 4, destinados proeura-. 
dores los padres Juan de Guenduiain, rector y maestro de norioisÉi 
Tepotzotlán, Andrés García, rector de S. Gregorio, y el pnln 



I 



— 252 — 

de ilerrora, voctor del coiegio de Guadaiajara. En esta congregación 
se volvié á tratar con calor el asunto de la división de la provineia. 
£1 padre general Miguel Ángel Tamburini había ya requerido en esta 
materia -el dictamen de los padres consultores de provincia, qao oonvi- 
niendo^odos en la substancia discordaban en t\ modo. Mandó «e ¡i«« 
verencia' que oada uno de dichos padres en carta sepatadii le informa, 
sen á la manera que juegaban mas oportuna para la didha división. 
De esta diligencia, como ni de la que se hizo. ea esta oongregaoioik, y 
se han tepetido después, ha resultado hasta ahora efecto nlgttOO« Co* 
menso el alie dé 17d4 pacíüco y tranquilo en todo el resto do Ja prcH* 
1734. víncia, solo en México j California con bastante inquietud y turbación^ 
de muy distinta naturaleza, que creciendo por instantes, prorrumpió en 
estruendo á los fines del año. En México, los Sres. jueoes hacedores 
en el litigio de diezmos llegaron á fulminar censuras y fijar por exco» 
molgados á algunos adbiinistradores de las haciendas de la Compaiiía, 
aunque recurriendo esta por el recurso de fuerza yprotecóUm al real 
acuerdo de oidores, se alzaron prontamente. Las hablillas de algu- 
nos indiscretos indignaron no poco el ánimo del Illmo% Sr. D. Juan 
Antonio Bizarron contra el padre provincial José Barba, de quien lie*» 
gó á quejarse amorosamente al padre general; pero satiéfeeho en breve 
eon la rendida sumisión del mismo padre Barba y de toda la provincia 
su generoso ánimo^ y desvanecidas las calumnias de los impostores j 
émulos, volvió á loe jesuitas aquel mismo grado dejestinracion que siem- 
pre le habia merecido* *" 

£n la California era muy glorioso á nuestra religión el motivo de 
la» turbaciones* Había á la mitad del año jde ITdS el padre Sigismundo 
Tsfravnl, por orden del padre Clemente Gnülen, ¡íimdado en la £nso^ 
nada de las Palmas, de la nación Cora, la misión de fianta JRona en^^ 
tte las de Santiago y S. José, que alguna aflos ánleys habían iundodo 
h>s padres Ignacio NapoH y Nicdáa Tauyaral. En lugar del padre 
Napoli habla :eiitrado en ht misión de SantiígD lel padre hátemBá iOam 
raneo. Eran los coras y pericues, y generahnentelüs xandieríaajdiL 
Sur de Ciilifomfa, mas ladinos y espaces; pero tambian-mas ^qcíimóé é 
inquietos que las demás naciones de la peninsola* Habia eotraielkw. 

^ JSb may jMnmUe pafa la historia qoa él padre Alegí» no noi.il^MÍidta ú»^9é* 
i9 ]itiaw^<KNBO k) hizo con el del lUmo. Paiafia. Al¡ffdm «noontnuwRi guaráaa con 
netedoiw. Cj98 jesuitas tenían muehos respetos, jf no loe tsnia ménot an la corta 
elanobispo virej. 



/ 



— 853 — 

alguntw tiMihitos y mtDfeHzoi, raía qutj hübian dejado en el pais, los bu. 
toa de petlae y aígofioá otrt)» bnrtos, yh españoles, ya estratigeros quo 
sólian llegar á aquefla^ playas. De estos habia dos singularmente ré* 
xdHasod é ¡ndoínábles á tofla la dulzura y celo dd los padies Carran- 
tó y Táfliaral. El primero era el gobem^dot dül pueblo de Santiago, 
cahgo qiió él padre Carranco le habia BoHdtado, y de que fué fortzo^o 
deponerlo, 8in qtie ni aquella tal tual hónna, ni la afrehta y el castigo 
hitiesen mfc6 qae enipcorar su condit^ion altiva y licenciosa. €aüsó 
bítstante turbaoiort, y aun interna deshacerse del híísionero; pero no 
podiendo conségtilrlo, solo trató de retirarse á algunas rancherías, lo* 
davía genfile», de Si José. "Émconitó atli un 'socorro poderoso en 
otro de su color y de su genio á quien llamaban Chicoria nuevamente 
irritado con él padre Tamaral por haberlo procurado apartar de una 
india que poco antes habia hurtado del pueblo. £ntre los dos deter- 
fninaron dactidir un yugo tan peáado como les parecia la nueva reli- 
gion, y deshacerse de los padres que miraban como fiscales de sus ac- 
ciones. Junta tma cuadrilla do mal contentos detérminafon acometer 
primero til padre Taniaral á su vuelta de Santiago, donde poco antes 
habiií ido; pero noticioso el padre de su mal intento, no volvió sino 
bien escoltado de ^US íléles indios, quedahtlo burlados los designios de 
Chicort y su tropa. [EHloS, para asegurar mejor el tiro, lo dilataron á 
méjol* ocasión, y entro tanto ke dieron de paz al misionero, pidiéndo- 
lo íloblémente perdón de sus delitos pasados, y prometiendo vivir suje- 
tos entre los demás éatéCúméflOd. Pastiban eátas cosas á principios 
del año, y un nuéVo at^cidente quo embargó por inuchos dias la aten- 
eroñ de los misioneros y de 1od indios, hizo olvidar cuasi del todo las 
tUYt)ac¡oneS pagadas. Vino al padre Tamaral la noticia de que habia 
pasado por él cabo de 8. Lúeas, y que proseguía rayendo la costa un 
ilaVíO. Envió prontamente indios que lo siguieran por la playa, y ha* 
hiendo entrado á hacer aguada en la bahía de S. fiernabé, supieron 
ser él Galeón de Filipinas á cargo del capitán t). Gerónimo Montero. 
£T pílate Tamaral pasó personalmente con cuanto socorro piído reco- 

o-er dé'SÜ^tíiislony las veclnaá, en (rutas, Carne fresca &;C., único 
remedió áí vérbíñ (Ó Sea mal dé loanda) de que venia, cómo suele, i6- 
ñcionada miiclia géiHe. El Capitán diÓ muchas gracias al caritativo 
padre, y valiéndose áe sü'favor dejó en tierra, tres enfermos muy agra« 
vados, y iprósigüiS su ^i&gé á ']!iruevá.X!st)áña. Oé los tfeá qué queda- 
ron en tierra, asistidos cuanto permitía la pobreza de la tierra, sanaron 



I , 



-^254 — 

dos^ que fueron el padre Fr, Domingo Orbigoao (ú Orbegoso), del ór- 
den de S. Agustín, y D. Francisco de Baytos, capitán de guerra de la 
nao. D. Antonio de Herrera, que era el otro, á pesar de todo el cui. 
.dado con que se le procuró asistir, murió de un nuevo accidente que 
le sobrevino á pocos dias, y fué enterrado con la mayor solemnidad 
que perroitia aquel desierto, en la iglesia de lamision* A los dos con- 
valecidos procuró el mismo padre barco en que pasasen á la Paz, y de 
allí á Matanchel, dejándolos no menos admirados de su caridad que de 
su apostólico desinterés, principalmente en no haber querido admitir 
para sí, para su misión ó sus indios lo mas mínimo de los bienes del 
difunto, que hizo se entregasen luego por un may prolijo inventario 
que había formado delante de los demás desembarcados. £1 reveren- 
do Orbigoso quedó tan edificado de toda la conducta del misionero, que 
quiso formar y formó un muy honorífico testimonio de todo, firmándo- 
lo de su mano para memoria de su agradecimiento, en 24 de febrera 
de 1734. 

Con tan virtuosas obras se preparaba el padre Tamaral para el glo- 
rioso fin que le destinaba el cielo. Poco tiempo después de esta no- 
vedad que entretuvo algunos dias la grosera curiosidad de los indios, 
volvieron los dos perversos gefes de las turbaciones pasadas á conmo- 
verse é inquietarse para otras mas ruidosas. Comenzaron por unas 
rancherías situadas entre las dos misione^ de Sapta Rosa y & José, 
en que los mas eran gentiles aun. hX nombre de libertad y exención 
de toda autoridad con que los persuadían, se fueron agregando insen- 
siblemente al partido muchos nuevos cristianos que entre tanto no de- 
jaban de vivir en la misión, y asistir á la doctrina parai;io causar I4 
mas leve sospecha á los padres. Hallábanse estos repartidos en las 
cuatro misiones del Sur, sin mas escolta que tres soldados en Santa 
Rosa por ser la mas nueva^ dos mestizos con nombre de soldados en 
Santiago, uno en la Paz y ninguno en S. José. Aun de estos pocos 
procuraron deshacerse con doblez y alevosía los cobardes indios antes 

de acometer á los misioneros. Hallando solo en el iponte á uno de 

•) . - ... 

los que acompañaban en Santa Rosa al padre Taraval le dieron muer- 
te, y pocos dias después al único que había quedado en. la Pa;;.( No 
faltaron á todos los padres vehementes sospechas y aun espresas noti- 
cías de lo que tramaban los bárbaros. £1 padre Clemente Guillen ha- 
bía avisado como visitador ¿ todos que se retirasen á ios Dolores ó á 
Loreto, y aun despachado una canoa con 17 indios que no llegaron ó 



— 255 — 

llegaron tarde. Al padre Tamaral dio aviso un soldado de Loreto que 
vino por aquellos dias á sangrarlo, y aun el mismo padre Carranco le 
envió algunos indios que dQ su parte le llamasen á Santiago y le es* 
coltasen en el camino. A estos mensajeros, ya de vuelta, salieron al 
encuentro los mal contentos preguntándoles donde y á qué habian ido. 
Respondieron que á Santiago á traer al padre Tamaral, porque ya sa. 
ben los padres que los queréis matar. Habian ellos siempre pensa- 
do comenzar por la misión de S, José por ser la mas remota, y menos 
defendida; pero con esta noticia mudaron de dictamen, y resolvieron 
acometer primeramente al padre Carranco, porque ó no se les escapa- 
se ó tomase otras providencias que les impidiesen después la ejecución. 
No les fué difícil hacerlo así, por hallarse el padre solo á la hora sin 
la corta defensa aun de aquellos dos mestizos, que habian salido al 
monte. Hallábase el padre Lorenzo Carranco hincado de rodillas en 
su pequeña choza, dando gracias después de haber dicho misa. Los 
mensageros que venian de S. José, ó engañados por los amotinados, ya 
unidos con ellos, entraron á la pieza, y el padre se levantó pensando 
viniese con ellos el padre Tamaral: no viéndolo les preguntó si traian 
carta: entregáronle un billete, y estándolo leyéndolo entraron en tro- 
pel los sediciosos, y arrebatándolo en brazos lo sacaron con algazara faccioeoa al 
id campo; dos le tienen de la ropa mientras que los demás, cercándolo P*^ Loren- 
por todas partes, le atraviesan con innumerables flechas, pronuncian- 
do él incesantemente los nombres dulcísimos de Jeíus y de María: al 
ruido y alboroto concurre todo el resto del pueblo. Algunos á la pri- 
mera vista fueron tocados de la compasión no estando aun perverti- 
dos; pero bien presto, ó por no declararse del partido opuesto, ó porque 
hallándose sin testigos no tenían que temer, se revistieron como fíeras 
vueltas al bosque de toda su barbaridad. Con piedras y con palos aca- 
ban de dar la muerte al sacerdote de Dios: desnudan al venerable 
cadáver, y vengando en él las reprensiones que el padre les habia he- 
cho de su sensualidad y torpeza, le mofan, escarnecen y profanan con 
execrables é impuras abominaciones, y después lo arrojan al fuego. 
Entre tanto corren otros al despojo de la casa é iglesia, queman- 
do y destrozando los vasos sagrados, cruces, imágenes, misales y cuan- 
to no podia servirles de alimento y vestido. En la casa hallaron llo- 
rando á un indiezuelo que acompañaba al padre, y para mas delito 
lo acabaron á golpes y arrojaron á las llamas. La misma fortuna si- 
gqíeron poco después los dos soldados que acaso en esta sazón volvian 
ignorantes del campo. 



— 95^— 

■ 

bre dQ 173^ paaaroa losaedlcic^foaá Sv Ja34% dgiivdQ ^Qtnir^go (Vhwíi;^ 
3 del pi¡3inQ, QQnsftgfadQ i la» solemuidoxl del Ros^ri?' y 4e ^poci^Jid^n 
vocion |iara el padr^ Tomar^I» <]iuei acaluda poco^ 4ot<i» 1^ mm^ M ha«% 
bia retirado á su cuarto, £11 número, de IfiSt c^ufiicbf 0« baMi^ yuau-» 
rriontadp coosiderahl^Q^ute, y entranda todos- cui^q» eupi€drcm 91^ bi 
pieza de. tropel 1 com^n^a^ojí á pedirle difere^teei 0099^ do \w qufi spUai 

repartirles,, ^ Damo m^iZt dQcia u^o, damQ a^y^I, dam^ vm oucbi"- 

1(0^ ám^e un& frazada.. o. .M Cl padre, auoquQ ea el air^ y toqo oeo 
BOT^matan^^aí ^"® ^® hablaban y en verlqs aywadoBi coqoüidbioAaua mivloa daei^ntofr^ 
padre Tama- sin embargo respondió con msUJPeidwPihre.* ^ • t M^peva4iAiJ4>if%,^^e€h 
^ ' mo lo Tiaya en casa^ 09 amlsntar^ 4 toAvf^'^ A eirfa ves;i, ponuí 91 fm^ 

Y a la. señal de enibestir» di^rxiban al pacire oxx el 9ue)Q| U nn^tf^i»; poc 
los pies fuera de la casa., le tirc^R i^wcba^ flacba^^y pwQcUvdoIefi 
do aquel género de m^qptei^ Iq degU^llax^ de^buiJaiH y ^ñ» lan 
ínmundicia,s y ver^on^o^a? ohsQQi^dades opu q^e hftbiaj» eaawni90Í4i9» 
el cuerpo de su bendito oomtpañero, lo arrojjBQL 4 lat lv>||ueira« Ia d««^ 
mora de I03. amptinadoa^ e^ acpm^ter é» S. Jos4 y calorar 9<l imlKh»- 
ria, salvó la vida al j^di:^ TOi^Q/nal (^^ue. entrer tAUtQ,.pQ|r iw vMio-Oi^i^^ 
que se bailó en Santiago, tuvo Qotjicisu de. la iwuerte del padre Cajrnm-* 
CQ. ]^1 padre Sigisn^undo,. aj^nc^ue ^nvidi^^Q d^ b; sue!:tP' de sus doiBi 
^compañeros, se vio obligado 4 po%^i^ ?U ^alvo-con si«i doasoUAdcNi« ^ 
i|sí recogidos con cuanta prijga fyA. posiW^ los omaJCtteutoSi^ vawP y M»— 
bajas gagradas, sp embancó la noch^. <}^1 i 4p QQtubxe y potó 4 la Pa«,. . 
No tardaron mu^^hp en pa^c 9PÍ?C9 5wl» Upaa^ lo» y«b^ldefl^ y h^^ 
liándose sin la pr^^^ qUQ d^i^g,ban#. ^^iAobi:antarQi| su Qólera e^ vw^tisái^'. 
te itidios de aqqel partido^ aÍQ (Q^^ C^OPft q^0 el 4fi cciytianoa y C4l«« 
eumenos, en que piQ«.tFargiA Voi^ ^ molivci qfl^ leil bi^bia infa w a^ p«r 
ra. tan espandaloi^^ atM;itadQ9^ ({ue na e]:sv <^^i>' ¥^ ^^ <^<^ 9oaqebft4a 
contra Ips predicadores dq la. vQjr4ad y $ cji^tianat y contra todo^ lo» 

que sencillamente la pcqfe^^ban^ Kl pa4£^ visitador Clenwmt» irnír 
lien con. estas nptíci^s dio. luegO cjueolj^ al ^foo, 8ii;« 9J(ZobiiH^ viw^]^, 
y al padre provincial Jq9^ Qai^ba; perqt e9ta^oydp. eiv la aAtuaUdftdi ^ R. 
I. mal impsesipnado cputr^ el jadre, p<pYÍ»ftiíll de, U. CtJWptóíft» ui la« 
multes de ]o9 soldados^ 9Í el peligro dQ lp8,<}^Qi4a púaícuiecoa y inisic^ 
nes, ni del real presidio,, ivi de un r^inp en^Q em qUQ Ipf ,j^suitita ba 
bian ya descubierto y conquistada á Pip9 y 9) rey ma& ^ doflcieatas 
leguas de tierra, fueron motivo QuftgieAte par% ^ 9ei tqwaae pi^)a«-. 



i».BroiádeBBÍa^eii fitror de k Qid'^mm^ CHaata m f\kdm «Maag(M« 
ftté (eono sespandoift al padto Gmllsoí))».,* « Que suexssbiuáaiQaQCiii^ 
riria con los padns & da« ol «nforoMá 6 ioftnmia: qiin m jiimpam «Mr* 
v«Éiie«ie»..« ..• tflfiírzaiidQ enn tedi» e&cfiwia «o* A te^ toA)» kur roe- 
d«MB etaadoEseaÉta ai) leg^ ib (aa grave inip0Blanem« $ 

EiBtss!5fieaáffypa£sfiraátiMMla eriAeiMb&íkhkiaaakimátk y ongeitoi dei^^ ^* ^'^^^* 
ioB al^diMs 1111 KBpedisMi «fue. onndieseí el cootafíei H h» éamm mnm»^ . 
nee de ki f enlnnile. A loa ptiiveffe» mdíeiee de mt f á^di í dt tp» t^oü^ 
99rwt9W en la mwieii» dü Dolores^ p«»tí^ aM el Cf ■»■» oa» algisae» 
})veaUiems^ co» ántnrona solio de aosagar aquel fMHrliéiv aínaidto^ pm» 
adelmite» áoiii el nediodí» al caadf» é» ks ia^fMéosc pef» Mbí» 3c« 
ce£da tanfo'su irin«*ere y aUrrev, qwH»nmne»fmifm^^9mfmi B»pet» 
ligrase toder, no* le ceneÍRtieron pomr de idli, MesIfáiMMe ^e hailft 
horift en comeDer ^sde aiquet p o nt o á leí» Mrbaree y oertvle» Iti ee» 
imniieaeiofi pera que ae eefrefii|MQBei» km éetmm Hwbiwieeijp leadbeflae 
M Norte; RKM ni atm esto se pvdb eensegair. B» Si Igsaefei» b mik 
steii rnae septentnonal y mm. de dosetentae lej^a» det eabe de 9L L6- 
cae, 99 flupkiereft bien presto las nmerleB de le» padbres, y oomeiizaba» 
ya á sentirse la» nranmmiefoiies j ^paejiaa sedktesafl ile atgenea mal 
cententos, I>b tedae partee se eeerri5 a! rea) dé Loielia pMmdo e». 
ettta. El pa(h«» GMIleB entre favte etdMM^ á^lo padhreíR eon p e e e ap ^ 
to que se retirasen teéi» al presidie deade eataria» basta rer el aem* 
bhinte ifiie tomalNin las oosás; Está órde», cije ew t ada een kaláüdai y 
pniéencia, sin <{ue smtiesen eeea algiyaa lee misRioa indioa» salvó fse 
ptrede decir) la cristiandad de Caliíbmias. Deaemparadae todlu» las 
mímenes se escribió á México repreaentando el infbfis estada de aque- 
lla penínsala; pera esta representación no tuve mae eleeto que la pri- 
mera, y el padre provincial ae vio oUigado á recurrir derechamente al 
rey como lo hizo por un informe firmado en 26 de abril de 1795. 8in 
embargo, no eran S(^as las representaciones de la Cafiibrnia y sye mív 
alones las que debieran haber movido al superior gobtemo á favoreeer 
aquella cuasi arruinada conquista. A los príneipios de este mismo 
Ckño de 1735 se había recibido en México carta de D. Mateo de Zu« 



§ Ho aquí una respuesta ele oráculo, y cual no la d^ria 1^ Pitbia dQ Delfo^ pigra 

%an asunto tan grave como urgente, y que aventuraba no menos que toda lá coit- 

^^uÍBta de California. .. ¡Bien se conoce que el Sr. Bizarron estaba amordazado cor 

M os jesuítas por el pleito de diezmos! ¡Con raion no quiso referirlo d padra Alegrey 
TOMO III. 35 



— 258 — 

maldo, general de la nao S. Cristóbal que venia de Filipinas, en qvie 
con fecha de 4 de enero informaba al Sr. virey arzobispo, de lo que le 
habia acaecido en el rio de Sr. S. José, en estos términos. 
Informe. tyExmo. Sr. — Habiendo llegado falto de agua, leña y lastte á la 
costa de California, hice junta de oficiales en que de común acuerdo 
se resolvió convenir que llegásemos al rio de S. José, donde no solo 
podríamos proveernos de lo necesario, sino también dejar los grave- 
mente enfermos como lo hizo el año pasado el general D. Gerónimo 
Montero con especial complacencia del padre ministro de dicho rio, en 
cuya virtud envié delante la lancha á cargo del piloto tercero para 
que reconociese y sondease la ensenada. Este al llegar yo, me infor- 
mó que habia encontrado en la playa crecida porción de indios, y que 
uno llamado Gerónimo, el mas ladino, le dijo ser criado del padre y 
puesto allí para avisarle cuando llegase la nao. Que dicho padre se 
hallaba ausento veinte leguas de allí; pero que ya habia enviado á avi- 
sarle, y que el dicho piloto en esta confianza habia dejado en tierra 
ocho enfermos que no podian sufVir los golpes de mar por estar muy 
fuerte la marea. Hice cuanto pude por tomar la ensenada; pero m& 
fué preciso pasar á otra, nueve leguas adelante en el cabo de S* Lü* 
cas. Desde aquí envié otra vez la lancha con cuatro hombres, noti- 
ciando mi llegada al padre ministro, y suplicándole me remitiese los 
ocho hombres. A poco rato vinieron dos indios con el ladino Geróni- 
mo, diciendo ser enviados del padre, á ver si el Patache habia dado 
fondo en aquella ensenada, que por no saberlo de cierto no escrilúa ni 
venia á vemos; pero que vendría presto. Con esto se fueron y yo que- 
dé sin la menor sospecha, hasta que viendo la tardanza determiné po- 
ner fusileros en tierra para resguardo así de los enfermos que esperaba, 
como de la gente que estaba haciendo aguada. Al día siguiente vi 
venir como seiscientos indios armados de arco y flecha; y aunque al 
principio discurrí venian acompañando al padre y á mi gente, llegó 
Gerónimo á bordo y me dijo que aquella tarde estaría allí el padre Ta- 
maral con los doce mios, que ellos venian adelante para a3rudar en lo 
que se ofreciese. Sin embargo de estas razones me pareció conve- 
niente detenerlos á bordo y enviar á tierra otros doce fusileros con' or- 
den de que fuesen embarcando y me remitiesen primero los enfermos. 
Al irlo á ejecutar do ocho indios que detuve á bordo se echaron á na- 
do los cuatro, aunque se cogió á uno. Con este nuevo indicio di or- 
den que se embarcase toda la gente. Al embarcarse los últimos, dte- 



— 259 — 

ron el alarido los ÍDdios disparando un diluvio de flechas, á que se cor* 
^respondió con varias descargas de fusilería, retirándose al mismo tiem- 
po de la playa donde ya no pudieron ofender las flechas, quedando so- 
lo heridos levemente dos marineros. £n vista de esto pasé á recon- 
venir á los presos, de quienes supe como ahora tres meses mataron á 
los dos padres y los quemaron con las iglesias é imágenes, sin reservar 
mas que á una muger de un soldado llamado Santiago Villalobos, á una 
hermana y dos hijas suyas. Que de nuestra gente á los ocho primeros 
los mataron luego que el navio tiró para la ensenada, y después á los 
otros cuatro que encontraron en el camino. A dichos indios inmedia* 
tamente les mandé poner prisiones, y traigo conmigo, con ánimo de 
entregarlos al castellano de este puerto, Ínterin Y. £• dispone lo que 
deba ejecutar con ellos. A bordo del Patache capitana S. Cristóbal, 
y enero 4 de 1735. — D. MaUo Zumálde" 

Mientras en fuerza de dichos informes se deliberaba en México, lle- 
gó á la California un socorro considerable de indios guerreros de la 
provincia del Yaqui, donde habia ocurrido en necesidad tan urgente 
el padre Jaime Bravo. Cuando llegó á Loreto este refuerzo habia ya 
calmado toda la inquietud y borrasca que se temía de las naciones del 
Norte. Los caciques de Guadalupe, Sta. Rosalía y S* Ignacio, llegando 
á entender el motivo de la ausencia de los padres y la desconfianza que 
tenían de su fidelidad, se sintieron altamente, y para prueba de su amor 
á los padres y de su constancia en la fé, convocándose una á otra las 
rancherías determinaron venir á Loreto á querellarse; pero de un mo- 
do capaz de dar á conocer su sinceridad y su favor. Tomaron en hom- 
bros cuantas cruces hallaron en todas las tres misiones, y caminadas 
muchas leguas entraron en Loreto, no sin lágrimas de los padres y de 
cuantos supieron conocer el precio de aquella acción. Protestaron que* 
rian vivir y morir en la fé de Jesucristo que les habían enseñado sus 
padres, y detestaban la infidelidad y apostasía de los coras y pericúes, 
y que si entre los suyos habia algunos corrompidos con tan pernicioso 
ejemplo, y que hubiesen pensado imitarlo, ellos con la mayor parte de 
su gente se obligaban á defender á sus ministros y entregar á los in- 
quietos: que si los padres no querían restituirse á sus tierras ellos venían 
resueltos á quedarse en Loreto para vivir unidos á sus pastores en paz 
y cristiandad. Detenidos en Loreto algunos días, y probada bastante- 
mente la sinceridad de su propuesta, partieron á los Dolores, y de allí, 
sosegado en pocos días aquel partido, á la Paz, parte por mar con los 



•Kíveresy fvtvtetpcrttMFra. IEie6(deanawi{ae(llegax0niprímeM iueiOB'aoo» 
'ñseÜá» muM veces ^^oDciie «perÜoB 8edk:ÍDsiw,:Bmina8 dafii>«^pie««^ 
¿unas Vigoras »lie»idafi «de ona y i<it a parle. 'Edtas'eeeafamusuug^tseMnm 
eúh éi ao'ribd (de la gente -de tierra, lios máltsmrtentes ^despereeíereB 
4ftnterBdiéiíte, y de les que 'por 'temor ó por «faerza bálnam entmdo en 
^ litvpaDMido vinieron muchos "vdlanftariameiíte'á entregarse. Poeo-des» 
•pues, por éi^en del Sr. virey «arzobispo, pasó álaOalMomía con Iwi^ 
4iümeii><de ^tropas^el gobernador de ^Sináloa, nevando <en>su'coaipBfiía 
til padre lgtíeL<Á9 ^apdU 'qoe'por btfber «ido él primer fundador «dcla 
tmsion «de ^Santiago, -acaso se -orey^ podrianrar mas HÉcilmeiite admitíd^ 
'de los'oeírae paBa;negock6ixmes de (Pa^. (Bl padre NaptfH ^cximpU&vm 
laífk» en Qailífoniia/y él gc6emador gasté desden viagesy negooÍBcionea 
thitíítfles por-no ^qaet^rse ^adbeíír al disfamen délos padres7<4d ttití- 
guo y esperimentado capitán del ^rsal ^prendió de-Loreto* 
Cil 'eidlegio-éel QSej^rítu'SafitO' despuebla perdió^esteiaño^en^él pa- 
Moerte'del %e Pedro 2ionríllatm gran 'ejemplar del desengaño dalimundoy dréUi. 
padreZoírilla gíosapei^dion. Nació el padrean <^GuanajuatOy y se crió en'Cefae^ra 
colegio chico ison üna'cirounspeGciony'madureztenyidküble^un^enniayDciesLanoB. Se 
sodeMé^^^' btzo'biencbnocer desde'entonoeB^la'grandeza.de:ai^¿nimo de unmodo 
y la casa de singiflat. áiyudaba á misa, como -lo ^teniaidexostumbi»,csuando le 
?uebh!^ ^ negó-la notrctade la-muerte de su noble padüe. i^hmtuosonmo sin 
señal alguna de' turbación Ó «de 'inquietud prosiguió. su .ministetio Jmuí- 
ta concluirse el santo sacrificio. El lugar tde su padre lo isuplió, .con 
exceso, el amparo y protección del I[llmo«.^r. (D« .Manuel Fwiandez 
de Santa 'Cruz, en cuyo ^palacio, que :era:un .moiifusterio, peifeccionó 
sus estudios. -Obtuvo, sin pretendecb, una -próbemla de la nanta igle- 
sia tsátedreíl -de México (que ;gozó poco tiempo, renunciando este y Jos 
d0nKMi:faonr<iHOBq>insto8 que le ;prometia su nobleza,; su litesatura y su 
<viftud.par:«endriLDio8 en Ja Compañía, firobemó varios colegios (Con 
opmion .singular doiprudencia, haciéndose amaUe á iodos enmodio de 
ia'^igilsBciay austeridad ¿cpie cttasi<naturalmentejl»joondiicia;su edu- 
t«cion y su genio. £n él :col^p):real de B. Ildefonso &bricóain.nias 
fondos que «1 nonfíanza» vivienda aparte patajes (colegiales gtamáti. 
(Bosque coasagEÓá ]iiiestcaiSca.<deLRosano,^ y ren^el íOGlegÍD.ddljBB- 
pirita 'Santo «mpiendió Jamtilísinta obra tbila casa deiojoreioios, la 
prUnem i^ise imfao aijáiméitca. Fué oboBivantíkimo'de Ia8:fegla8 y :dis- 
ti^cion r^ular, sin di&^wnsarse de Jas masímeaudaStAunidespues^és 

* Existe aun en la puerta del colegio, la imagen de N. Sra. delUoaarío 'de 'tecali. 



— 981 — 

haber óbteniBo 4ob cprimevos^oaüg^fl. Prdb6l« Dtot toda imi Wda omi 
feknmas y hoBríbles ^ittaoioiíaB, ^magúkmaeat» contra la castidad, la 
ft 7 la «speraasa, y ibaÍMa tp^mio de tus victorias, ios singulares «do- 
nesy ktces del «cielo «oon que ital »v)sz leonoeió y 9wék6 lo8»sucesos:fícti- 
ciosy los seerelos del:oorazoa. Enlre «otros ipredQo en rtórminos for- 
males «1 ipadre ijorenzo 4Darraiico íla smascle :por Jesuonsto que ie «u 
peradn «n £lalifbmia« Musié -el padnsipedro ZaotiUt el dia 15 de junio 
de 17^5. 

iPor qnaxzo del .siguiente wo ide 13^36 «cabó su (carrera en «el joolegio Año de 1736. 
de4B«»(di«gONo«d padre Juan ide £?tist0SÍ(iCy natural de «Colonia y <de 
una «senatoria tiobílisima, >familia iilasinre, 4¡ne ipriouró.siempie :ocultar 
con«u-4ifHnildad,>aoBqfi« lo manifestaba bastantemente b .generosidad 
ée «H espíritu • Oesde "los Rimeros ipasos 'de «i vida apsstdlioa en ^la 
nftvegacion€e^ftende<á'Oadia,«DteB^n£ru»la8, yidespuesenfieú* 
Ha, donde -le fué tpreoiso -detenesBe^-mnies do'Ontrambos tviájes miostrií 
\Áeñ él zelo «ardieirte 4e 4a ^salvaoion de :las limas que le iiabia asacado 
M'senode-su patria, ^ióttandooárceleB, ho^italea, y predicando yiex- 
hoMndo á los niarinevo8:á':la confesión y/recuencia Ae saciamentos. 
iAsgado á Móaico y^ooncluidos sus eataiáos sededicó enteramente al 
fnlltÍ¥o«dé lesindios^ea d Bemtnarto'ded- Oregoiiio. JE^ra tnoansable 
enMUl eonfesonario y'6ntpreciirai4es'0OGÍirros>s»ngaladnneQte á les iodiosi 
que pcfligraban por.au pobreza. »Conitguió ^asegurar tía TÍfrginidadde 
niicbas^en elcon^eritotde:Corpti« C^ti^ y é. eüras >nfiantenia con no 
poisas fatigas de todolo ineoesaTÍoi>ara apartarlas ide ilas ofensas de 
üMos. JBntre -estas ^ otrar mncba obras de caridad .con aquellas po» 
bres gentes, sin descuidaise jjams ^ ^í misnio jen :1a ipráoiica 'de las 
velígiosas virtudes, fiíHeoió á:80<^eiiDarza. £& poneste itiempo desde 
24 "del 'atíteceidefeiie «mes • de tfek^ babia eninrado ^en el ¡gobierno .de la Entra en pl 
provincia él padre Antonio dfP«i^tta; su igoWemo djuró apenas pocos ^rovi^?a*^pOT 
meses: «niprendió ^por ootid;]^ ^ primera (visita de la 'provincia <en ique muerte del P. 
á'29 'Úék-rmm» Je corté Ü^erte'los pascisien *el colegio de Pitaquaro. Oviedo. ^ 
lAégóiá^i^íoo eéta ndti^ fA dia 9'de noviembre, y juntos >los«padres 
consultores parasilyrir'%l4iogO'eiíi9ti'ffto^lií,isiB halló -nombvado provin- 
dal ^l^padre Juan ArUo^ ^ OéMx^. ¡Un honibfe tanicaritativo, itan 
dedioado^'losminidten^-^ii iodo género de'Opapaoiones y toncompa* 
siyo con los pobres, hesitaban Ios-operarios de la -Gompama tener á _, V^'^\ 



aju frente j)ara enipre^erj animarse, mutuamente altraoajo en Ja hor- México, 
ríble epidemia i:op ^ fl^i^ niQa,a%ir ^or entpnoes .este reino. Ha- 



emia en 



— 202 — 

bíaie comenzado á aentir poco tiempo antes, [en el mee de agosto, en 
el obrage de un pueblo de indiosfllamado MijteoaCf ceicano á México* 
de donde pasó á esta ciudad á fines de noviembre. A juicio de los in- 
teligentes era la misma especie de enfermedad que luego recién llega* 
da la Compañía á Nueva-Espaua* por los años de 1676 y 76, habia 
Descúbrete asolado este pais* Un vehemente frió y temblor en todo el cuerpo, un 
ceta epidemia ^^^ ^^^^^ ^^ ^^ cabeza y estómago, una calentura ardiente y on flu- 
jo de sangre por lai narices que era el término de la vida; he aquí los 
síntomas de la epidemia desoladora* La poca cautela y desabrigo de 
los pobres, los esponian mas abiertamente á los estragos de esta dolen* 
1^ cía, que ya á fines de diciembre habia tomado un gran cuerpo* Habiaia 
precedido no pocas señales que tenían harto consternados los ánimos^ 
Temblor de tierra el cía 7 de setiembre de 36, eclipse de luna en lea. 
conjunción del mismo oes, y luego mas horrible del sol á 1« ® de fd^ 
brero de 1737. Estraordmurias lluvias á fines de otoño» muchas y ma^ 
frecuentes exhalaciones n«ctumas, huracanes ñiertísimos por el mes d« 
diciembre, y tal cual singilar aspecto de estrellas que no hlió profesor 
de astronomía que juzgaseser cometa. Sin embargo^ no se tomabo 
aun de la ciudad providencia alguna hasta que la frecuencia de viátí. . 
eos y de entierros, la falta deoperarios en las fiíbricas y de los indio» / 
en todos los diversos ministeíos que perla mayor parte ellos solo» ■ 
ejercían en la ciudad, hizo coiocer el estrago. A estas primeras no- /. 
ticias el Sr. arzobispo virey 1. J« Antonio ¿Bizarron, consultado , 
el real protomedicato, proveyó )or su decreto de 2 de enero que L 
se señalasen (como se ejecutó) '«uatro médicos, y seis boticas en I 
que se diese á los pobres gratuit^nente á costa de su Illma. loque ^ 
necesitasen para su curación, cuyo oosto solo en cinco meses montó 
¿ 36827 pesos, cantidad que solo basaría á inmortalizar el nombre de , 



este pastor * y padre de la república. Esta providencia hubo de re- 
formarse á fines de mayo por no pareceiya tan necesaria, y mas aun, 
porque se creyó serla causa de difundirse^ el contagio» no_reco|péD« 
dose por este motivo los enfermos á hospiiies de ios muchos que hay 
•y habia por entonces y que se aumentaron q 1» eiedad. 

Nueve para divesos géneros de enfermedSaa se cuentan en México; 
pero no bastando todos para la única que ennices asolaba la ciudad, 



U 



t Este es mucho costo ciertamente; entiendo que I mayor parte de las medici- 
nas seria agua do borrajas con jarabe de claveles: shi á{¡^ metieron las botictrío« 
el buen dia en casa. Es gente por lo común muy poco iihativa.- 



— 263 — 

se anadia con otros sei» con que quiso el Señor servirse del celo, fer« 
vor y actividad del padre Juan Martinez, solícito operario del cole- 
gio máximo de S. Pedro y S. Pablo. Consiguió primeramente del Sr« 
Arzobispo dos mil pesos en reales que se repartieron á los pobres por 
medio de los padres de dicho colegio; pero como de esta limosna viese 
que la mayor parte cedia mas en alivio de la pobreza que de las enfer- 
medades, determinó pedir limosna cuasi de puerta en puerta para erigir 
en hospitales algunas casas en los barrios mas apartados, donde era ma- 
yor el desamparo y la necesidad de los enfermos. Cooperó Dios á sus 
caritativos designios con tanta abundancia, que un pobre jesuita sin 
mas caudal que su misericordia levantó tres hospitales, uno frente á la 
parroquia de S. Sebastian, otro en el Hornillo que corrían enteramec* 
te por su cuenta, y el tercero en el barrio de'Santa Catarina Mártir, en 
que tuvo mucha parte />. Vicente Rebechi^ á quien pidió el padre la 
que tenia destinada para plaza de gallos. El caritativo caballero no 
solo la ofreció gustosamente, sino también lo necesario para medicinas, 
abrigo y sustento de los enfermos, y aun su misma persona para la asis- 
tencia y curación de ellos. En éstos tres hospitales empleó el padre 
Juan Martinez muchos miles que con increíble liberalidad le suminis. 
traban el Sr. arzobispo, )a nobilísima ciudad, el consulado, y muchas ^ 

piadosas personas, en que tenian no poca parte, el colegio de México, 
tanto en reales como en pan, carne, frazadas y otros alivios de común 
necesidad. Al cuidado de lo temporal anadia el padre el mas impor- 
tante de las almas; bien que en esto no le cedia algún otro de sus her- 
manos. Todos los sacerdotes délos cuatro colegios de México corrian 
incesantemente las calles acompañados de innumerable tropa de los 
que llamaban para confesiones entre las bendiciones de los desvalidos, 
y de todos los vecinos, encantados de ver un ejemplo de tanta caridad. 
Los mas no volvían en todo el diaal colegio, ó solo era para tomar un 
breve alimento. El padre provincial era el primero. No había hora tan 
incómoda, lugar tan distante, pieza tan hedionda, enfermo tan asqueroso, 
no había ocupación que los apartase de estos oficios para con sus afli- 
gidos prójimos. Fuera de los tres hospitales en que llevaban solos to- 
do el peso, asistían igualmente en todos los demás de la ciudad, en to- 
dos los barrios, en todas las plazas y calles donde se encontraban á 
cada paso los enfermos y moribundos. El hospital de S. Lázaro, que 
de una particular enfermedad . destinó en este tiempo á la necesidad 
presente el zelo de su prior fray José PelaeZf lo habilitó en gran parte 



de lo toimpovál di pinive'NiBeo]áS'de;ftBgian% jriEsíecifcaenéoQGBfrdtt Iftéod^ 
gcégacioD de-]» PiirímMi^ y fe^ misúú mÉmmvaéaá^ émhxmii^yúbmlcotí 
algúÉf» á&¡ auB- cpnggcgm n tttBt akterdaém y Aack^ & los; jesaítas. B« 
los baTrib8> m» sdior eraifc confesaros 1qh> pa^dres^ aísor ttoibíen páimcMt 
administnosidoi toéo9 los» sfccranDsntos' por i^nltad. qasi koliw p«va ett» 
ccaeedido' el) IHmk». 

Fmní» neettsaina im« hiaéonii éspntei paca n^foir, á» ias- cwuitÍMfaii- 
mas Iktfosnas^ ó' to accioM» de bsrifiea earídaé qas* entfáoefl» ée^mis^ 
tmwrdi$ eü Méxie(K Laer p^twmmt laas distkigiiidas; dd» caWdíSi ocW- 
si^ieü j seeolnr, real «odkoeíai j diama» toibtmales^ s atiai» per te» t»> 
Ités aeomp&ñ8éoa> és sa» crkrdes y pagp?» i. iw^füa f 1i suetaito^ el yteh 
iiáOf laiB tyfedicdnas á ber pebres^asistír ái aa YíáÉfa»^ á. reeoger isa- %m» 
íbb itéankíSf qoff ta¿L vete ddsam^pfloadoBf ao Inilinbaat seLoa ea laa eaaaa 
dífuolle» ya tadoe loa déipáa nvonadeceav i jantat e» eagros Mbd ueltílMd éor 
cadáveres^ pCN*qii8|m> Instando lea machea íji^ema cfoi faá ciod a A yaMa 
cewieoiarMe^secabrieaoaíkwgaaypfOfciadaaa^^ el &8L Lazar» 

y otfoa bamoa^ Se< bi^ aaiy da fiotat la piedad y lervcarda^ ¿dgfow» 
iKfblatf sedotas^ qaa dspoadeadd totte la delieaJ^a pfspta- dé^so-a^e 
y 6d«ié^kAi| «& r&ptLriUiHf»pút ka bospttatosr ^ ag al tfi m eóte e» ef 
d^ l^ftta Ca«a»k»a y pueald de la Taa^t * aérrw pei<senaImdo«e' á 
los apei^dee, y aor meaoB la del ikattfa écodei de Santiagí» De Jaa» 
da T^nSo Altaaíiviio, qoe es teda el tíea^N) de hi epidettiht gebarn4 
sifi^apte ei tóébé eü ^e salía dela.ealedral cA Aogostiiimo Saem* 
mentes dei^eetQO en ^ae aa ha sefiaiado mi «obi^oia casa, y motítra 
ptadoBo que ló eoüdacia laiubiidn Á riiíiar kf htiasaldei ehoeas á& lea 
enfi^rmos y fdml^Y aoa aedesidadee. ^QuiéapodrA referir el t^dor 
e<w qae to p&rraeos y mialitroe d^ laa í^leskie y todealos árém^ m. 
ligríQNMitf «aarificaadiieua t^das se aMsagmttwi eatemmonie al seéorro 
da los pelrest Los espeetáottio* laatvmeees qad .les: qnebrabaa el eo^ 
nadu d ¿ada paac^ e» la^ btmbret desflúdea^ eb ét áisatnpamde leami^ 
serabiea iftfe á ombíd» daseableito itmúUkií Veee0| y á las «rillas de ka 
aaéqutaa» ó coníUiidídes tes aafios een loe enfermen, y los enfermes 
ooil hk iniértres e» peiqtieflls&nas pf^as acababa» finatmeote toéoa 
al rigor de 1» ñdbre? M trabajo que Ipara eoBftsarloe y admlafctmr. 
los eri BieDester potf la eiítfécbea de lík babitaeton 6 per la cualidad 
de los eatoibotft A pé«ftf de tan eotttínusay bóri^bTes fttigas, ni dé| 
dittdádode U fnfm üdsif aidel^imeiitey ni detvestidd, ni. del aae- 
ñái, ai del defMÉtsdi^ (laleao^iac^ aa ácerdabaá lor eelosfsiaios ebre^ 



—ató— 

toÉf imiaásaéáte ooupados en IléYar á k» grattetfos cki cielo la mies 
oapsoaísimB de que ee lee Uenabai las itimoe. TdDtoa pecadoYes en- 
Yejettidoe en la maldad é ignorancia, raaehoB que jamás ae habían con- 
fesado» mtioblikDoe pee eil largo tiempo no lo habían hecho, ¡nnumeía* 
bleíí de confeeionee Unías j aacrflegas, á quienee el deeengano, d peü^ 
gro ó la exhortación hacía abrir los ojos^ supenMicicmee) enotesy jí4óé 
laDriae^ ocattones presentes^ tal Test en el mismo lecho, que era meiiei* 
iei deiarraigai^ hacienda»» oréditoe que era forzoso restituir^ matriilie*> 
nios ínyálidosi t^tos inlénee que era preciso deshiioer, ooupacícmea io- 
das que tal ves necesitan el dstddio y diligejkíeíae de muchos diaá, f á 
qee por necesidad do debía daf entonces un j^bnto espesüeiite^ 

fintfftí tanto» no btlstando la ptofuaíon de los céiedides en Itmeenas^ 
lae |lretaitck>neé de k» magistrados, ni la pericia dejos módidos partt 
aüqár el contagio qué cada día cobmba nuevas fuerzas; TÍáÉdose latí 
plazas, callea, oficinas, los caminos én un triste silencio^ desanqNLr»f 
dolí les btoríos^ ceitadas ó soUtanas las caeas, sa haóian por ledos los 
tanlples er^ciones, plegarias, procesiones, novénáSi f todo género dé 
piadeeos obbéquioá para éplécar la ira del cielo. Oon Iti esperienoiái 
de dieis años antea en el zhrga^i^» se ocurrió desde hiégoá la San* 
tMMa VÜrgenen su milagrosa advocación de L^reí»^ se llevó en solera^ 
ae puto^BBtuk á la Cafia Pi^fesé á petición de lia ciudad: se le ^anté ^n 
iM>venariede misAsi lo mismo se hiáo de^es con la sAnta iniágen de 
loa Remedi es» cuyo atnparo ba esperíonentado tantés veces eal* ciiu*> 
dad desde el tiempo de su coéqúista. No quedó éadtualno ni davoia 
ímágeiii á que públieá ó privadamente ka comunidades rriigiQsa0^ c^ 
fhídSaé 6 gremios, no repitiesen michas veces sUb ^sgóe j óracionesi 
Lo mísiHO que ea Méxóco se piíactícaba en Quei^tai^o, Cel&ya» Tólil« 
oa^ Obélala, Tlaxctda, y casi todaií las citidadas y pueblos de Nuevas 
BspaAa, dbnde fiíé el Inismo vigor de la peste^ la miamli vigílanoia en 
losipástolmi y áiágístrados^ la misilia daridad en los vmnioa^ y lá chía» 
ma actividad y ñütrot en loé operarios. Sin eilibaiigOi ée vaáervaba 
él Señor esta gloria paré sp Bantísiclia Madre én la milagrosa íniá«- 
gen de Guadalupe (de Tepeyac) á cuyo amparo quería qué ae pnaieéa 
tods el létnov Bien pteaente había tenido la tiuded eate uso desde 
loe principies de la ep idem ia, y asi en cabildo que ae tuvo á 23de ene. 
it> ééH ^ ^empter dé lo aeaeeiéoi ^n la úhívtNt inundaéí<m ddl eio de 

tfód «ti 4tté él Illmo. 9t. D. Fmtiddtt) M^2b y ZtitffigA resolirió 

traeti y trajo efectivamente ¿MSxícó lá sagrada imigen, dé 'determinó 
tólüó ni. ^ 



^ —266 — 

pedir para el mismo efecto la venia del lUmo. y Exmo. Sr. Bizarron# 
No faltó quien'en el mismo cabildo impugnase como temeraria esta 
resolución, persuadiendo á que se jurase la Señora principal patrona de la 
ciudad en aquella maravillosa advocación. Pasóla consulta á S« £. I., 
quien respondió con este memorable decreto. ^México y enero 25 de 
1737. — Sin embargo de que debo y doy muchas gracias á la nobilísima 
ciudad por la proposición que su celo fomenta en la presente consulta, 
es tanta la importancia de un movimiento tan respetable^ que no de- 
terminándome á conformarme, ni á contravenir en acción que no cons- 
ta haberse practicado jamás en necesidades de México aun mas apre- 
tadas que la presente; debo, sí, excitar la piedad de su ayuntamiento 
á proponer alguna plegaria ó novenario, ú otro pió y deprecativo me- 
dio á obligar á la divina misericordia con la interposición de la San- 
tísima Virgen, ejecutándolo en su Santuario de Guadalupe, refugio- 
preciso como nacido de Nueva-España y de esta capital." 

Hízoee por entonces el solemne novenario, repartiendo entre si \ob 
dias el cabildo eclesiástico y sagradas religiones; pero no descaecien- 
do un punto la fuerza del contagio, en cabildo de 11 de felvero se tra- 
tó de fomentar aquel pensamiento de jurarla patrona. Para este efec- 
to se nombraron dos comisarios, y otros dos~por sü parte el cabildQ 
eclesiástico, á que accediendo la autoridad del Sr. arzobispo virey, se 
procedió á la elección por el cabildo secular en 28 de marzo y por el 
Jura México eclesiástico en 2 de abril, la que vista por S. E. I. con la respuesta 
j^ci^láN. fiscal de 24 de abril, dijo: „Que aprobaba y aprobó en cuanto ha la. 
Sra. de Giuu g^^^^ y ^«qq sumisión á la sagrada congregación de ritos y arreglamien- 
de mayo de to á sus decretos, la elección de patrona principal de esta ciudad de 
1737. México en nuestra Señora bajo el milagroso título de Guadálupef y en 

su consecuencia asignaba el dia sábado que se contará 27 del corrien- 
te, para que á las diez horas de la mañana en .la real capilla; de este 
palacio comparezcan los diputados de uno y otro cabildo eclesiástico 
y secular á hacer ante S. E, I. el juramento{aco8tumbrado," como efec- 
tivamente se practicó con increíble regocijo de toda la ciudad el 26 
de mayo, t 
Parece que el ángel esterminador no esperaba mas que esta resdu- 



t Infiérese de lo referido por el padre Alegre, que aunque el juramento se prea- 
tó por loe cominoAados de ambas corporaciones en representación del pueblo y elo. 
fo, á este acto augusto no se le dio la debida solemnidad sino hasta el dia 26 de 
mayo. Seria de desear qpo refiriese las solemnidades que se hicieron en dieho dm.- 



— 267 — 

cion para enyainar bespada que había acabado con tantas vidas. Des* 
de qae se comenzó á tratar con calor de dicho patronato, comenzó á 
disminuir el número de los muertos, que en 25 de mayo, víspera de la 
solemne jura, no se enterraron sino tres cadáveres en el campo santo 
de S« Lázaro donde diariamente pasaban antes de cuarenta y dneumla. 
El número de difuntos en sola la ciudad de México debia haber pasa- 
do de cuarenta mil, aunque en la gaceta de aquel año solo treinta mü 
«e pusieron. Los cuarenta mil solo se ajustaron sobre un cálculo pru- 
dencial que quizá se hallará muy corto, sabiendo que la Puebla, ciu- 
dad menos populosa de indios, donde se ajustó con mas exactitud, pa- 
saron de cincuenta mü^ y de veinte mil en Querétaro con los de los pue- 
blos y haciendas vecinas. De nuestros operarios cuasi todos enferma, 
ron; pero satisfecho el Señor con la resiguacion y fervor con que desde 
el principio del mal habian todos sacrificado sus vidas, se contentó 
con algunas pocas victimas. £i padre Juan Martinez, de quien arrí« 
ba hemos hablado, y que con tan singular fervor se aplicó al servicio 
de los apestados, fufe el primero que consumó su sacrificio en 26 de marzo. 
Siguióle en 1*2 de abril el padre Francisco María Carboni. En Que- 
rétaro el hermano Francisco de Haro, coadjutor temporal, que acom- 
paÜEando á los padres de aquel colegio y asistiendo á los enfermos en 
el hospital de que la Compañía se hizo cargo, y en que cuasi sin in- 
terrupción trabajó mes y medio, falleció después de una vida ejemplaif 
el dia 4 dé noviembre. En León acabó gloriosamente en este mismo 
piadoso 'ministerio el padre Manud AÍvarez de Lara^ primer superior 
de acuella residencia, varón muy digno de singular memoria por sus 
religiosas virtudes, observancia regular, zelo insaciable y constancia 
én los ministerios de confesonario y pulpito, de quien dura en aquella 
villa el sentimiento de su pérdida. Murió el dia 24 de enero. En la 
Puebla acabaron heridos del contagio el padre Juan de la Parra^ el 
padre José Arrióla, el padre Manuel Guerrero, el padre Joaquin de Vu 
lUdoeos, el padre José Montes y el padre José Rioseco, insinges opera- 
rios, los mas de ellos venerables por su ancianidad, literatura, prela- 
cias, y por los cargos que actualmente ejercían en diferentes honrosas 
prefecturas y trabajos pasados en las misiones de gentiles. Sobresalió, 
sin embargo, entre todos el fervoroso ptKÍre de pobres y zelosísimo 
obrero dé indios Juan TeUo de SiJes. Cuidó por 39 años, casi sin in- 
termisioñ, del pasto espiritual de los indios en la capilla de S. Miguel, 
Recorrió en frecuentes misiones' varias veces el vastísimo obispado de 



— 368 — 

Pndia, 0on fruto copiotfo do ooñVerHiones y refoiíiiui de CQstMOiUw 
boaabre de insigne hum&ldAd y de escn^poloaa pobreza. Ayunó y rezó 
el divino oficio aun at tercero día (te la fiebre pestilencial <|ae coatr^o 
sirviendo i, sus amados indios. £n el delirio de su enfermedad no aten» 
día sino lo <j[tte le sugerían en lengua mexicana y en adaman de qoien 
confiesa, se le notaba la inclinación del cuerpo echando contiauas 
absoluciones; involuiitajciot-p^ro feliz indicio del amor que le Ue" 
vaba é. los ministerios de Iqs prójimos, por quienes halña espuesto y 
ofrecido al 8eñor su vida, que ^consumó como nuestro redentor^ en 
en viernes santo, 19 de abriL 
1738. £n algunas ciudades del reino donde había comenzado mas tarde, 

duró la e pidemi a hasta principios del año de 1738, tiempo en que ar- 
rebató á la Compañía xlos religiosísimos sugetos. £n di Espíritu San- 
to de Puebla falleció el hermano Agustin de Yalenciaga, natural de As- 
coytia en la [provincia de Guipúzcoa. Desde sos tieriips anos dio 
grandes ejen^los de penitencia, recogimiento y oracidli, que ^un án- 
tes de los diez anos ocupaba el llagar de las diyer«io9f|s paeriles* Sir- 
viendo de peón en la obra que se febrícaba entonces en k. casa de Xo« 
yofa, fué recibido en la Compañía. En ella vivió, tanto e^ 1% provin- 
cia de Castilla como en la de Nuem<Eqpaña, siendo UA perfeetísMno 
ejemplar de hermanos coadjutores. Humilde, senoíQa, med^^fo, labe- 
lioso, observantísimo de las reglas, respetuoso á los i^iacerdoteci, devo. 
tísimo de la Santísima Virgen, y 4s una anüente^cañdad pi^racon los 
pri^mos, en cuyo servicio murió el dia iS d9 ex^r9*# A 9S^ de abril 
pasó de esta vida en León, tocado del contagip, el padre JSpmcjBCo 
Maria Bonali, natural de Grarooaa, de donde vino eu vnisiom ,pfC^ los 
años de 1731 en que hizo sus vptos en la BLabapa, Ni la d¿^<$ion 
de sstos en considerable tiempo, ni la del sacardocio^ par^ que tema 
antioipadamentip licencia del padre'^general, fueroai fcaatap^^» ^aw|ue 
muy dolorosos motives parai#s<»ir 4^ sus labios la. i^^PQr qM^. £n 
el tiempo de sus estudioe en el colegio máximo fué jeQaladp por ^com- 
pañero del bendito padre y vi^qerable aa^ee Jkmngp de Qnin^pi, 
escuela en que tuvo mucho que apreiidí^ en paciencia^ hunuldad, re- 
signación y demás virtudes c^tianfia y rel^osas. D^ la toroera 
aprobación fué sefialadp al hospicio tja Leo^, qt^ qu^^ pt^ nqp^rior 
MfLnuel de Lava le r^bió como á un ^oigel ^ cU49^ ltwiqp/9 fütÁn- 
dolé poco después tuvo el padre Bonali] m peca iff^^ padoper 4^ in« 
discreto c^lo de aliguiios. Vivía sí c^n d) cpy^nml^ 4e f iie í^ |M*^ 



— 369 — 

Mamifil Í6 prometida Ja hora do moiir i^ saguiria «n bfeve, ^onio «o 
piiflíó á poco mas dol luip cga la^Oftikm ib h epiítenif^ 4 9Ni f i 
odooo oponno a» entre^ mn rcfl^va» y en qiie apabó eóA «lAtinMeoto 
de todaUvülaqueleintfafaacoiiioáuaáiígeL ''' Ta por o^tQ <Í€M^9 
el goiiefindor de Sjoolea que babúii cowo /d\)ioio«» pa^ado 4 . (!f^1if9rf 
aia dejada la ña da la negociacioa, «ieíopre leatay p^ligirpí*» pm^i^taa 
naeipnea inoultae é iacoiíacanteci, había procurado y oomifigujido 4^ ?or 
bre los alzados con dos ó tres r«enciieiitpos favorables que {09 obligar . . . - 
ron á pedir perdón y entregarse al vencedor. 6a los <4>lig^ 4 <ÍM^ finr 
tregaaen también á los autores principales del motio, y lo ej^outafioa 
puntualmente» £1 gobernador se contentaba con mandarlos 4 la Qopt Muerte de los 
ta de Nueva^Espana; pero habieado pretendido ahsarto con el barco OR ^^'deMno. 
que loa eonducisA fué peoesariolpasarilos á cuchillo» excepto unos pot tín de la C«. 

... j j . ^ lifornia. 

eos que tuvieron defpues muy desastrosos meSf 

Entre "tanto habia venido al Se. arzobispo vúrey éfám fmy apratur 
da de la oorte para quesee pusiese como esiaba tatos mandada 9I vi^ 
ley Caaafírarte, un presidio ea el Sur. Se encameadé la ^ñenmom 9^ 
gobemadar íde Sindoa, ooli eondicton de qm h» «fioítf sc y pr^aídMr 
rios de iúi»fvm<H amnera xecopocieam ai 4flpc i i dtoK> P i 4^ lavfAuíKM do 
los msioporof» ni eituvi4i)eo.i9tyetas sfaio ím pedfa t u m nlo 4 ; ymy. de 
VténiífQf mu suhordiaaiwa al eapitaiii del presidio de.Lonito. Se #0r 
nalaiv»» treinta soldado9 quo ^¡vepftfiierQii eo k>9 |ii^ti^4e S> Joa^ 
SÁotíagp y la Pa?; dii9z en cada partea al Mrgo del i^püaa Of Betr»- 
9^0 Sodrigae^i I^oienao, bíjo4e| a^tigoo capitán de Cftlifor oí;^* ?c- 
«6 «amo éste» adulado por 100 j^siiM»» jr wgui«pdp Ifta hueJNi 4» pp 
«nciaM pitfb^ 4efirto9o ipucjio 4 )q9 fiwmaKo^» pmitQ 4esagsad^ 1^ 
gpüwmi^ de 'Siaatoat y pua^ op au Jcgar 4 0»JPedi^ Ali^i^rfi?; d# 4oi9h 
ñd^* JSl pf^ro pisocwndor ido Cali£^tma i^fpiü^scHitó^a M4q^^ al 9k. 
jir9^bÍ9po YNT^y lof . mPW^om^iMoa qoe i^an. iíp wU«r A^ m^\ mf^- 
Jé^g^wm >lHsi:o^«#^.M}p'jio consiguió qae g^ £• I» pMMPfí fi Qu^vo 
INleiidiik sobfe^el piéide} aotígn^ «üKo que 4iita9 iPcfiNrixi(í ;^te fl^My^tt^ 
<«deiiaai4o ^eloa pnNdiaifoa |y oficialía d^ mi^íi:^i9mi^.\^wmm #4- 
aMiidos* nooibnadoii oi pi^ifdQa, 6 tenQsen<0D el tiíLdra fnperiof )de Cfi- 
IMbn^, ó con a]g^ilD ctcb de loa piMÍoneraei algan» trimipw ^ dcp^A- 



* Por P9^ amamal de «^ wwwQptp 1» ^fid^.,...„ p^^^^^.e^^ jlí^fW»- 
i^ÍMaiaad«3.JufaFxiMifH9Cp4sS^. j^pi9?»|>w.pí Jl»,|giFW<3^ 

gie'* sin duda que no corresponde 4 este tiempo. r 



— 270 — 

dencift. t Se aumentó al presidio -real de Loreto de veintioinco á 
treinta soldados, y se vohieron á poblar y cultivar las cuatro antigoas 
y desecadas misiones. E|i la de Santiago entró el padre Antonio 
Tefnpisi de quien haremos meneíon en otra parte. A los sucesos de 
California debemos añadir ía dolorosa pérdida ipie padeció rate afio de 
8U mas insigne bienhechor, ai puede llamarse así solo de lá Califóm ia 
,, _ , y no antes una fuente y tesoro común de toda la universal Compañía 

Muerte, elo- ,, ^ ,., «»>»,,•« •»» 

ffio y liberali. y de todo el orbe cristiano, el ilustre Sr. D. José de la Fyente Fena y 

UM de ^k" ^<**'''^'^» marqués de Viüapuenie. Puede decirse con verdad qué do 
puente. hubo en su tiempo obra alguna piadosa á que no concurriese con tan- 

ta alegría, que no cabiéndole el gozo en'el pecho prorrumpia en aecio- 
nes de gracias á nuestro Señor por las ocasiones que le proporcionaba 
de hacer bien á los pobres. Fué en esto muy particular que sus cuan« 
tiosísimas limosnas tuvieron siempre por objeto mas que la pobreza 
corporal el remedio espiritual de las almas* Por este medio consiguió 
haber sido en su vida, y ser hasta hoy el apóstoLde muchísimos^pueblos 
y naciones, que las casas y misioneros dotados con. sus limoraas redi- 
man eadacdia éé las ttiáeMas de la infidelidad y da lá^cüpa. £n la 
Atíica, fuera' de grandes súttiás remitidas en divemoís áempbs para re- 
dención dé cautivos, fundó é»- Argel'un hospicio 'de padres francisca- 
nos observantes para ef amparó y pasto espiritual dé los cáiitivt^a cris- 
tianos. Enlit Asiavá costa de mutshod males, remedió á innumera- 
bles críitianós dé las vejacioñes^ que: por la- fé á^ Jesucristo p^kdécian 
en algunos reinos de la Indias eñ eí Aapón y én la<3hiná. : Aquí, para 
el sustento de misioneros catequistas yi&brica de i^esias, envió en dr- 
íbrentes ocasiones mas de cíen mil pesós.'^ En Mácao fundó, tfiaa ca- 
sa ó cuna de misericordia para recoger loé niños qaecada dia aiiíane- 
cian espuestos en las calles según ^uso bárbaro dé la gente pobre de 
' aquel pais. Para el miámó fin de sustónifár ministros y.cateqüistas en- 
vió cantidades muy grueisías 4 losréiMWde fHwoMor^ TetmUej' Madu- 
ré^ ' Cormhiandelf' sosteniendo aqueUas floVéciéntMÍ líglcisitts qóe entre la9 
¿kmtinüals hóÉrtüidlidés'de-lbfií péganos 1iubíenE[tt''peréci¿0'mudiás védoís 
sin este «ocOtto; Si^Fi^pinaS' fundó unipfeeidto escindios boboláiioa 
contra las kiráaioBéS^ los' morimüque cerraban -d paso á ia* própaga- 



t No se pensó así en IO0 días del conde de Moctezuma cuando se ezigié por 
condición al ñindadói padre Salvatierra que éí gobernase en lodos ftierós aquella 
Coloiiía.^... Ya asWabá déédé^ entonces en el gobierno español la persecución que 
se preparaba á los jesuítas. 



— 271 — 

úoü del Evangelio. Fabricó en la India Oriental la iglesia de Pon- 
dícheríy y remitió á Jerusalen. mucha porción de )>eaos para adorno de 
ios santos lugares, y seguridad de los piadosos peregrinos. 

£n la América, prescindiendo de continuas diarias limosaas á^men- 
digos y vergonzantes, de muchas dotes de virtuosas doncellas, de ca- 
pellanías y obras de la misma naturaleza de menos considerable costo 
empleó mas do ochenta mil pesos en la fábrica del convento de S. Jo< 
sé Tacubaya de religiosos descalzos de S. Francisco; inas de dos. 
«cientos mil en misiones, barcos, y otras necesidades de California. 
IFundó en laPimeria las dos misiones de Busanic y Sonoydad, mudán- 
dose por su devoción en el de S. Miguel el nombro que antes tenia d^ 
S« Marcelo. Ayudó con diez mil pesos á la fundacjLon del colegio de 
Caracas, con diez mil y cincuenta al de la Habana; dejó] otros diez 
mil pesos paradla fundación de una casa de ejercicios en México. J)e- 
biéronle no poco fomento las misiones del Nayarit,y las del Moqui y 
Nuevo-México. £n la Europa costeó las informaciones para la bea- 
tificación del venerable padre Luis de la Puente; reedificó y. dotó de 
nuevo el colegio de Santander; fabricó y adornó el colegio é iglesia de 
la cueva de Manresa, teatro de Ift penitencia de nuestro padre S. Ig- 
nació, y cuna de la Compañía. Comenzó á fundar un colegio de. mi- 
sioneros en la casa y castillo de Javier del reino de Navarra.. Sirvió 
al Sr, D« Felipe V con un regimiento de quinientos sesenta hombres 
armados y mantenidos á su costa por cerca de año y medio; servicio 
qué S. M. recompensó ofreciéndole el vireinato de MéxicjO,^ y rel^m^ 
este honor prefiriendo á todo la tranquilidad de su conciencia. ; En 
su última ancianidad peregrinó desde Méxiqo hasta la casa de Nazar 
ret y ciudad de Loreto, vestido de un paño grosero y con voto de no 
quitarse la barba hasta haber adorad aquel santo, lugar. Ofreció: á 
la Santísima Virgen en su santa casa dones opulentísimos;, hizo por 
todo el camino innumerables limosnas; partió á Roma, y en el Je- 
aus tuvo los ejercicios de nuestro padre S. Ignacio; volvió á España» 
ofreció en Zaragoza preseas riquísimas al templo é imagen deü ,PibF. 
Hospedóse en Madrid en nuestro colegio imperial, donde habiendo da^ 
do tres dias antes hatta su cafa de limosna, se dio asimismo al Señor 
pidiendo ser admitido en la Compañía. Hechos con ternura y edifi- 
cación de toda la corte los votos religiosos, [falleció el dia 13 dQ fe- 
bi«rode.l739..*. 

* He aquí on gran Umooiero solo oompaimble oon el espitan D. ' Mannel Fer- 
madez de Hallo de Oazaea, de quien ya hemos hablado. 



Ábrese el plie. Él phéiéé hkh AfiHoílifó dé Óvfiédo éiMtklUÓ 8^ g6bié¥A) htlsttl «1 

nombradí^o*^ 25 ¿é j^hié m ifté áHíe^td ttUttvo ^ié^g^ Wvd fottaeeaot al pádi^ 
vincial el pa. Mateo Anzalá&. £tt é^ta nacsüifet oéásidtí liftbia vieoKio carta ^e nuea* 
zalda^^^^'^ ttó ()&ái^ gétteml éft ic^ itífdittiado bq paternrdod^ de ka és áéntíct y 
fá&tet de Ih CóM^l^ñfá, dé k>d gkítioaaa ti!al>ajoiEi de Ida «petai U» de esia 
¡^h>tíñé^ éll di liampd d» hi epidétnidi manda al prariHéíal dbi eá au 
tfóhibré lá^ g^tíiÁtts á idtdés táA tlfeiE^dSsú» (dide aa patdraidad) ^dbo 
({ttiiñei^ datlas & ^ada ctao eH palrticfulát', a«agmtildole% ao méaoa, da 
)á ^óhi9ólaói6tt ¿tiitíAe ^^étíib dé$a« di^a núfiiúía» por U ^e ^mé* 
báÁ dd fóyVdi^Hd éí^Mtu y dele «tídétt fi^d^ittdia^ qae da la Éegaiía O0ii. 
flkiÁiá ^d iétígoktn Ih Viyti^ :^ tttdíentd ééiAúvéA éa tadoii, fwiva cante. 
húa!t tóú ^i Metilo dtttpéñó^ tatt glbrtoto á Mdá(t0Ík$%i»r, tara útil fe loa 
^Ójinió^ y táb "propio Úh la ICdkit:%JHá^i duyft d^UM y bbefl DoiabM pá- 
tébh ha t(íié¥idO jtD^tiíidtt)^ di didlá, xMéitáhÓéiéttái qoe laa>q^a Ikm jicr«- 
éegüMm ié 1^ Aü J{)^'0«Mle ddtí I6d tíiúU dti^iéfSaddd <é iateraaadoi ptt 
el fúblibd hb^tá di détVéihb ¿ó f^tddf ««id vidais/^ El padM Matea 
Atatíttl&o dédéitf(»éfi6 e^á étáéh üóik ütíñ mm ditealit, iqcie aiandD iibá 
hdrhkó^ déátüpiSóú M Itímfiaé i^W^b 4éiméfálk6» dpiMridés fdtoA. 
d6 dé sófpdiidt á súbdíttís dü i^tíd úb Üabe Id éedalaléidll ni ta <ted)lj*^teda 
ffáf eúfó f lldékta]^ á<)QÍí H Id Mdddd algtíüMr dd édd iékdMiááw • ^.Nd 
tliidó, died, acifHi' lá tátídad-dd irtídétrad tdVerdilciad Idd Id^tAd ^ttd Ifé- 
Utihitynénte se dstftlílé^iétl dti las dfnddkkiias de qtíd hhyíi MftmeM datar* 
Ytíiíadd dd opefariod. Nd p^ó súftír H adpartkdíeh^ ddtAiickh «cnM^ 
tütd y doúñiidícddidkir Aligdadiaa táti tiéfcéáátid» pdtli impeÜit el ddtt» 
lá^o. Nd ée t>iisierott éatdd'tíi tttfds piidddh%tfhf^i&l pdligí^ |k>i^ 
il9k)tdita¡áhi^ti^ i'dVéñrdfidiadí dkid áÍAtaSf Id bdddabail^ Nofaub» 
ffiistfífcíótt (fe^eMid»,^¡feiréttd&áde]^a^ l^i^fi&tdéi^ dé paaalos, 
ni dltdúóibn dé Hétoaét Lddldbfi^Stddi lod áiMÍiaiiidaí lea aut>aHo^ 
1filieKiÑ[¿, iodbd laHlA d^^di4dét di ituídd dtddti ^ dtMMíVdMMi J^^oarirtraa 
fé^ékdádiad íbé tío a AñkHr deddtftidd dtgdftd^. Nié «d ¿nidáta «dii laa ha» 
iM édlidiá kljí^l>ajdite tmteA, «dülfinUiíkb^ léd^ lÉ tiddild. ^Fddda m 
fBfihifLTéHk, tddds lÉe didMft (ik)^ dÚigttddá^ atitl ritiddtféd ^eátUcfiéaüéir 
idbifi^i^ 'ikékñtHt dd edtl]^¿}Éftitdd'8i6\tfsidíidd^ togiMdtt lá drtdlrtd ^ «MÜ- 
)Rffittií & Idddddéyddled, toiti^Máb lá pi«IWi>dé nd^toAd ^étfdVyuddX'Yfld* 
jdi* á Éab pe^tá&é tót ddt^r p¿(^tldédefcAi1iem^ldá «dHdJttfdM^ 4ttiyd 
^bdlo TÍO lácdkiiíábá & io d^d^faifaim mtitfddtwiaw». 

TÍcios jpueden quedar escluidos de eata j;lpria| pues péd^fí >doá ^ iMUM i d ^ 
aíH Güar'aAMiíaoa AaerHria oMída «2 kta^ipotoesiif faakMuAaaaMi Ime^ 



'P .'• m! -.■, I ' :: '■ • • . 



— áltS — 

bos cdnqod. Ia earldad do JedüenaMi ^upeñi^ 4 «iiesIfM M^«mi(}i«á 
4 Mtréltfe pof i» eaéi» delcwftfeétttloit á r«eorvtf lo* boiricpifr folian' 
pUau de ffétdta hw coiif€8Íoiie»ipwlMeMtcadfl MMSeidot^^ y Be pediu 
a§iief«r bo pecas leguas en loe diefaatee térmíeAe cnüerepteabaa mvf : 
has veeea al dm* In a c ñeüib e piHlieratt habct lUo vteélraerefefenciiMK 
4 k faámfare». á la eedy á las ñ^íKas^ á las fttigaa; á lae deote^iplaasaa^ 
tiel día y de la acdM^del sely át la agua,,at fii> loe hoUeraii declarade> 
iBBiy eemiMee Ida inortale» aceideaUa que le» reeelthreí» pee la eaati* 
iMÉaeÍDii ddí neoportable ttiafa^» Machos fiMoil los bendoi» del ce»& 
tagior y pudieron habedó ssdo todoau Alganee iBiiriec«ai vSctknáa 
dehk eariéadb Dmgtme i c baa ó eyaíer m vich, ynJteconátait.lQakar 
mudes sieiitííDiteakK» démuéfaos peí no kabettii peidiáov . ¥t»i eaneiivf 
br» de iaáesUx) muy twereoda padfe general y mio^ doy é^liiértjraerÉév^. 
reücnaalai gmcxae^ y podré dfir é aa patefdidad revereodísilña al 
coemiele de qoe aunque ha. ceeado el fiiwge ^1 een^a^ky víTe aun el 
de la iifiaoia candad, celo y fertor en d de vues4im4 reveitUMilb 4(c.,^ 
' Loe aüoe stgniéniBa de cuareata y cuarentay ato Aiaroiii ln.iiy.F%Q^ 1740< 
ficoeen k provincia, cimillo tarbulentoeoik la de Siaalea.yC^ 
lafaie^oB á Sinaloalae aedicionee de los^ ya^aíayiaayoa pntrocifj 
nados do alguno» veeinea qile loe UeCrailabnn para sua paxtkulaxesr ii¡i^[, 
tefceeoé No eontnfawyó pocx> di desaféelo de un caballeNy.de loa queq 
teaían mando en la provincia paia con loa nisioneEoajesuitaa^ Es^s 
«6 todo el tiempo dd molinillo Ucieroa ^ic^ papci que. eldejblaiKSo de« 
t¿dee Im tifoe yoalamniaa Con que ^isk^qn. d0qi^;wlpc^tn]a ému^ . 

Laé Gabezéuf de la íebelkik emn lie* d cuat^ 

totas y ladinos* AL piiocipalf y c^e destioala. pasa ái el JSif^MÍa-áSí li^., 
psovinciay Bateaban en su liorna Jktuni^o^ Uaaaado JSaZf^lsar» y otio 
llamaáo Jtam CaUxtú etan aus prioíúpalea ofiesales,. y este '8eg^I^ 
mandaba en isu ausea^ia las trq)aa de lee.maloantoUys^ Las kosti^. 
lidadoa eenietizaron por laa miskmea de MayoconoMiertedel Qadq^e,: 
gobernador de aipielloe pnebloe é incendie de laa iglesias é iaiágeoeat 
sagradae. De Mayo pasaron al sitio qae Uamacen Cadros « doade/Comep. 
tidoníaipanemenite los mismos sacrilegioa^ pusieron Bm realce en B^r 
í^aréat* El goberondor» 4 esta notída» ae teíró i lo» ^^leaioa. X^ H- 
beidea aaqncáron lodoa los Ibgares, (>uáeron fiíego á laa casa» y 4 lee 
43casbracbe de que no podían aproveobarse. , Sópófe en el Fof u¿ por 
eslé tiempo la prisión de iMmaéf qmel «ifjtan Mena .Mia tepúde (a 
^^JbrtunÜ de'baber á; bis tnanoa^: bicit ^ae- jMrotic» üesacieee de nmyoree. 

TOMO 111. 87 ' 



— 37(4-" 

ífiquietudési hulib de'pbneilQ tin KIÑtud. Coú esto creció la cofifíannítt 
y el orgullo dé' los "yaquis. En Borum y otros lagares reqinosy atro<^ 
pellándo el respeta debido á sus imnistros y aun amenazándolos con la 
rauertOy lo Uevaroi^ todo á sangre y fuego. El gobernador diaúnulaba 
ent^ tanto no oir los clamores de toda la provincia hasta que se vio 
obligado á enviar á Mayo, donde reconocia menos peligro, uno de suar 
tenientes con algunos soldados^ Los mayos los recibieron con maes- 
tras de alegría y de tranquilidad, los regalaron con todo cuanto habia 
en sus pueblos, y dejándolos^ gozar desarmados, de las dulzuras de la 
paz se apoderaron de sus personasi y cruelisimamente azotados los en-» 
viaron al gobernador. Despacbó^este luego sesenta hombres armados 
para castigar aquel desfdltero; pero habiendo tenido el capitán la inad. ^ 
vertencia de fiarse de un indio que los guiase, este los condujo por 
unos pantanos donde, sin podéis revolver, fiíeron atacados improvirai. 
mente de los yaquis, que cazándolos como á fieras atadas, loa dejaron 
á cuasi todos en el campo. Pasaron de ahí á Basacora» asolaron la 
provincia de Otsimurí que sus vecinos se vieron forzados á desampamr 
y acogerse álos bosques hasta qiie pudieitm refíigiarse muchos en Iconu 
Dé áqül se escribió pidiendo socorro al gobernada de Ntfeva-Yizcajra 
dándole noticia de los desi^ios del enemigo^ que eran penetrar á la 
Sonora á cuyas puertas estaba ya insolente con sus prósperos sucesos. 
La distancia de este recurso dio tiempo á los sediciosos para aeome. 
ter á Tecozipa^ uno de los primeros pueMos de Soncnra en que se halla^ 
ba D. Agtugn de ViMasolá coa ún otro oficial y algunos soldados d^ 
presidio. A éstos dos bravoi^ oficiales opusieron los yácpiis sus dos 
gefes Baltazar y Juan Calixto. A la punta del dia acometieron por 
tódád partes con bastante orden. Los españoles, aunque desprevenidos 
y medio desnudos, sostuvieiion con valor sus primeros ímpetus entre la 
cohfiísion y el desorden* Yoeltos en sí dentro de poco, bien que en 
pequeño número respecto de los indios, dispusieron con tal regulari.' 
dad sus descargas; que pudieron al fin rechazarlos. No consiguieron 
sin embargo ventaja alguna mientras estuvo Baltazar al finente de los 
suyos; Este bravo indio dio aquella mañana un grande espectáculo 
á los mismos españoles. Ni las balas, ni [las lanzas, ni las cicadas 
fueron bastantes para apartarlo de la entrada que hahia abierto en el 
rednto y que-pretendia franquear á sus gentes, hasta que cuasi á pe* 
dazos quedó muerto ett el mismo lugaif; con su caída hoyaron los do- 
mas. Desde este punto comenzó á descaecer la fortuna y el vaknr de . 



— 275— 

loa yaquis. £1 capitán Usarraga entrando on la BÍQrm.:49 Tepohm 
en ocasión que con un baile oelebmban la muerte de . alKuQqa dspado- 
lea» los derrotó y puso en fuga coniniie^tevdeiiauc}h06, <^ja8cab6safl 
d^ó para escarmiento clavadas en loe, árbo}es« A mx vuqlta dft Alamoi», 
donde había sido enviado» le salieron rep^qtinam^nte al eaminó; y wiúan 
que traía nuevo refuerzo de soldados lo derrotaron» bien que conloe» 
pérdida de sus gentes, pues que viendo á su espitan herido»] aUnque nó 
mortalmento de dos flechas se acogieron lueg<i áisius pies» Esté suceso 
dio aliento á Juan Calixto para que con bíi^ y rseiscáei^tos yaquis asal« 
tase seguida vez á Tecozipa, pero:rechazado igualmente por D, Agus« 
tin Yíldasola dio oídos fáciles, á proposiciones de paz* No hubiera» 
sido muy seguras por la vuelta en este tiempo á Sinal^a^del sedicioso 
Jíiiitt» si el gobernador D. Manuel de Huidpbro no hubiese pasadp 
prontamente al Yaqui y asegurádose con la prisión de¡muchosprínoi-> 
pales. caciques. Ya es!l;aba para proceder al castigo de los d^Uncucm- 
tes» cuando se halló llamado á México y con. orden jdd entregar, el 
mando de aquellas provincias á D. Agustín Yildasola. Este» después 
de.haber recorrido las pptdaciones.delosTehuecoiiyotras á ks riberas 
del Río del Fuerte» pasó & Mayo» donde entendió los perversoa deaign 
bíos del Maní y algunos otros cajciquei^ tomó con tiempo las ma^ pru- 
dentes mfMÜdas para impedir el contagio: se apoderó del Afuiu y de 
Bernabé que se habían ocultado en Tbum» donde ft jfines 4e junio 
de 1741 fueron pasados por las armas. Quedaba .aiyn Calixto que 
causaba ne «pequeña inquietud por su genio altivo y bullieioso y auto 
ridad que tenia entre loe auyos^ pero.no tardó mnchq ei| venir ^tas mti^. 
nos del gobeyrna^or y afegui^coiiau.muer^ latrui^iUdad publica 
de.la provínojia.t , ,. ' •...,;{ 

£n la California se liabta padecido- en este tiempo por muy distintp 
camino. La independencia de los dos presidios era una frente inagor 
taUé dei füseon^as sobre lá jurisdicción: de tínos y otros. :, Xéos. minio. 
neAMiseiMlalMito.eii«ti total deaainparo»'8Íniem>Ua para sus salidas 
y <NHf0dieii9ínef9i^. espe^ialBiente en el Sur»; donde, era mas necesaria; pe- 
lo-dondei^V.^pitan 4^ preiiidio les; era afaii^a y declaradamente co|i«> 
Umrio. Sran graves y frecuentes las veja<>ÍMies y la^ quejfkp ^e loa.mr 
dHM^- . Nf>.86 pensaba en adelantar lasicpnquistfis, y.'solp sa llevaba la 
atenoion-la oodicía de las .perlas por l^sjQuaJetfse hapiaA eontfiderables 
estQrsiones!&. los buzos de Nueva*España. . Los padres» conociendo 
cuan poco favorable estaba para: ser oidos el sistema presei|te4«)igo« 



I 



^376 — 

lütfBQy'ée vtiAU fofaadofl á eal1a> hasttt^jjtte el poligro «n que de hallaba 
todo y Ia8<qtiejtfl EQiflraaB de uaoe eontra otros hieíeroa eottooer ai Sr. 
axfifAávpo wia^y el4iiftli2- estad^ntola tierra, depuso al eafitm del 
noeifo ^^esidio, y^íyUso-en eú k||»r an teni^ite saboidúiado al ooBma- 
dante del )imildk> útílamttii aHaadando que el nonferaniieiito, adm- 
0ion y paga de «no y otro presidio corriese cosió antes á dtspottcion 
del saperior deilaa irasioiies. 1>Í6 i todáa estas disposiciones tniiyor 
firmesa la nueva cédala del rey fecliada en 2^ abril de 1742 en que 
se ordenbÍNi. se alKimasen porta real hacienda los' gastos^ausadoa con 
el motivó^ de la reMionde Oálifemias, y se propusiesen á 6. M. los 
medies eonduceñlef á su tranquilidad y entera reducción. lAegé tam» 
Men este año otra cédala en que mandalia el t3r. D. Felipe T ee en. 
cargase á la Ceinpañía de Jesús. la ^entrada y redaeeion de las pnma- 
cias del JifsjfK á iafome y petkion del Bhnó. Sr. D. Benito Crespo, 
olMflpo totes de t)urango y después de la Ptt^)la»yya,cofno heihoadi- 
(^0, lo hafcia intentade* 

A. fines del año, oumpliéndese yá lee nueve á que se hallia provoga* 
d6; le liató de juntafpua «Idia^S de novíeiiibre la vigésima séptiína 
eoBgre¿aeioa psfyrlaetnl^ Hubo luego de diíMne pava el dia 4 por 
la entrada del Exmb. S. D. Pedro Ceiman, Agastiá de la Cerda, conde 
de Fiienclara, lirey de estos reiiios. Fué noñsbrado seisretarío el pa^» 
dre José de Moya, y luego el dia -6, elegidos primer procarador el pa« 
dre Pedro de. EcbáTarrí, prefecto <de estudios maysores en el colegio 
mftadnio: substitutos el padre Jbsé MaMoinkló, .maeístro dé .prima 4m, el 
mismo colegio, y el padre Francisco Javier dePiáz por rector delcole^ 
gio de Guadatajara. Los dos padres procuradores murieron sin llegar á 
Europa en el colegio de la Habana. £1 padre Paz á lá vuelta, de Ita- 
lia Miecid (amIíeB en Auserre de Fraaciai^pero esto>ftióalgu]loa' po- 
cos años adelanté. 

A principios del de 1748 entsóon el gobiémode la^promicimelipa. 
dre Cristóbal' de Escobar ^y Ltamas^'rector qUe había sldé^mKbos aflea 
del Mal y mas antiguo colegio de S. Hdefonrio'y á cuya íaelrvidad' y 
prudencia debe no soló k suntuosfeima fÜbrica, sStiO -gran parte 'del es¿ 
piendor y crédito coa fjpééetedé estecdejí^. El nuevo ^^revinciat'Oft 
eeásecuéncia de la cédula del i<eiy, recibida el año anteoedente, anear- 
gié! el pedil>é Ignadó Kelms ministre de 8oiUnaca, que hiciese iodo lo 
posible para penetrar aí Moqtd» Pasó el padre el rib Gila saliendo 
ds su misión péir eetiendbre, caasíné algunas leguas al Norte; pero ha.. 



— 277 — 

biefido«ido ai^araYana Aeometída y robtiia <le ios aiuiehea eniui &aal» 
to nocturno con muerte de o» soldodoy loe demae qiie lo aoonipenabav 
eemeiiBalMMi á Inner y aim á detenoperaiio* Aeí «e vio precisad á 
¥OÍ¥er á eu pueUot aia o4io ¿rulo que el ^ haber vieitido de paso aL 
gunas laDcheiíM de^náiles. fiemejante átedeo tuvo otra eapedicakui 
que jpor janio 4e este año empreadieroD doe cekMÍeifliofi operarios del 
oolegíode U Hahana. Poriaperte aiwtreal de la Florida hay ujia p/^^ctonM 
cordillera de pet^uefioe ielotes que llamao Cayos de los Mártíre$9 por. los Cayos do 
qiie esitre elloe y loe terriUes hijos do ese Bombre hay uo corto br«^ 
cea^ por donde vuelven de allí 4 k'Hahaiia embar cacioaes pequeñas» 
Hab¿U|}.e^tas pequeua« islas tndíoe idélaJtrae auoque sí a donocilio ee» 
taUc, traBSOiígraBdo de uaae á otrae según Jtee estaeiiNies del aiío^ 
opcríanidad de la pesca y abundancia de frutas eilvesUes que les sir* 
ven de alimento. Son muy afectos dq los españoles y eneiQigos de los 
í n|;leses, y por eonsiguiente de los pelmas sus aliados con quienes traen 
con(tinuamente guerras. £sia«^ su.brujtalidad y cpa^nuiiemhríaguea» 
aoa causa de estar rediisida toda la «ectoa de estos islefioe á muy po^ 
cae familise.. Cada naackería re^soaoee su oaclque diatialo y coeao á 
tesúente euye á uno que Uodma CégpUam grwmkp uonbte que oomo el 
do olN4po les ha enseñado el trato coa los español^Sf ci^ idioma ca-i 
tienden en lo bastante: obispo Ueman 4 su sacerdote. La oeiemoota da 
coefH^acion consiste en. tres días de caaeras continuas» bebiendo 
hasta caer sin aentido, que á juicio de ellos es morir para xesuci«> 
tfij dcepues de sf^^itiñcados. £1 ídolo qiue adoran es oaa pequeña ta^ 
bla CN>il una muy grosera y mal formada imá^^ de una Pimda (ospo^ 
cíe de pe#cado)v atraveaada.coa. un harpon y vaiias figurillas al rede- 
dor como lenguas. £1 sacerdote ,aco8tumhca llamar los vientos eea 
ciertos silbos y apartar las turbonadas con diversos ciamoi^ é iatec« 
viene con variaa aapersticiones 4 los sahumerios con que honran loa 
indios al cacique y sus hijos. Tienen grande horror á los muertce, 
y en sus entierros, que tienen árdistancia del pueblo* tienen aiempre 
guardias* £n ki muerte, de los caciques matan uno 6 dos niños que 
los acompañen y adornan los sepulcros con tortugas, piedras y c^oe 
animales, tabaco y cosas semejantes para tenerlos contentos. Niegan 
mn embargo la inmortalidad del atmn, jocg&ndola igual á la de cual- 
quie^r bruto, ni reconocen Dios creador, diciendo que las cosas so ha- 
x:en poir ai mismas. 

Oon los frecuentes viages á la Habana, habían pedidp algonne 



— 278 — 

veces que se les enviasen padres para ser instruidos en la fé. Pareció 
al Exmo. Sr. D. Juan Francisco Giiemez de Horcasitas, gobernador 
entonces de la Habana, * convenir mucho aquella reducción, no solo 
para la gloria del Señor y bien de aquellas almas, sino aun para ser. 
vicio de la corona y seguridad de la costa y barcos españoles. Pro* 
puso el asunto al padre rector del colegio, y admitieron gustosísimos la 
espedicion los padres José María Monaco y José Javier de Alaña, y 
salieron de la Habana el día 24 de junio. Dieron fondo al siguiente 
dia en el cayo que llaman de Huesos^ y siéndoles forzoso detenerse, 
tanto por el viento, como por un bergantín inglés que divisaron, el pa- 
dre Alaña, que al celo y fervor de misionero juntaba también una gran, 
de instrucción en las eiencias matemáticas, ocupó el tiempo en exac- 
tísimas observaciones de la situación, configuración, alturas, fondo, 
aguadas y demás cosas pertenecientes á un completo informe del país, 
formando de todo muy curiosos mapas hasta el lugar donde desembo- 
ca el río, como dos leguas al Sudeste de boca de Ratones en el conien. 
te de la Florida. Aquí, por medio de un español que encontraron ctt" 
zando en Cayo-francés, tuvieron la noticia de que los indios qoe- bas-» 
caban habían poco antes hecho paces con los de Santaluzes y parádo 
allá á celebrarlas. Que los Santaluzes, para mayor solemnidad del 
dia, sacrificaban á una niña. Penetrados los padres del mas vivo do- 
lor despacharon luego en una pequeña canoa dos hombres supUcando 
al cacique Santaluz que suspendiese él sacrificio. Faltaban 3ra pocos 
momentos para la bárbara ejecución cuando llegaron los enviados, á 
cuya propuesta condescendie^n sin dificultad los sálvagés. El 13 de 
julio llegaron los padres á su destino, y poco después vinieroii á visi- 
tarlos los caciques de cuatro ó cinco poblaciones de -moimioii, santalU' 
zesf mayaeas y algunas otras naciones. Se les propuso el fin de su ve- 
nida y se introdujo el punto de'lft'téligíon de quéhabían tratado con 
él gobeniador. La respuesta fué niuy agena dé lo que' sé esperaba. 
Dijeron que ni habían tratadb con él gobernador cosa alguna en el 
asunto, ni habían pedido ni s<yKcitádo la venida de los padres. Sin 
embargo, el temor de que se volviese la goleta sin participar del ves- 

* Primer coiid« de Revilla Gigedo, padre de D. Jiua ,yice]ite,famoBO virey de 
México por sa acertado grobierno aflí como el primero lo fué por la imnenia soma de 
dinero que se llevó á España, y por lo que se asegruró en una Gaceta de Holanda 
que habia sido el vasallo mas rico de la monarquía. Los ministros de* este gran vi. 
rey ftieron jesnitas en México^— EB. 



— 279 — 

tido, bastimentos, hachas, cuchillos y otras cosas que el gobernador les 
mandaba repartir, los hizo fingir que oian de buena gana la instruc* 
cion y exhortaciones de los padres. Levantaron estos una choza en 
que se dijo la primera misa, entonces cantada el dia de nuestro padre 
S* Ignacio» y trabajaban por atraer á sí á los párvulos. Los adultos» 
repartido el bastimento, manifestaron desde luego ló que se podia espe* 
rar de ellos. Verosímilmente estaban persuadidos que el ser cristia- 
nos no era otra cosa que el comer bien, beber y vestir á costa del rey 
de España; y como decían con descaro á los padres, ¿cómo queréis 
hacernos cristianos si no traes aguardiente? Si queréis fabricaí: igle- 
sia nos habéis de pagar tributo, como también todos los españoles que 
viniesen á vivir á nuestras tierras» Efectítamentey ellas eran tan 4 
propósito para siembras y cria de ganado, que algunos hablan ya inter* 
puesto el respeto de los padres para obtener licencia de pasar á poblarlas. 
Para esto, para contener las fugas de los indios, refrenar su natural in- 
constancia y defenderlos de los uehizas^ parecía necesario á los padres y 
demás españoles un presidio sin el cual no podia haber estabilidad en 
la reducción, ni seguridad en el gobierno. £1 padre Alaña entre tan- 
to, con ayuda de las gentes de lá goleta y de los mismos indios, había 
levantado un fortin en triángulo equilátero de veinticuatro varas por 
lado con tres baluartes en los ángulos, defendido cada uno¡ con un pe« 
drero, y en tal disposición que dominasen al mismo tiempo el camino 
que venia del monte á la población y el rio, todo de madera con su 
terraplén, foso y estacada, en que se enarboló solemnemente la bande« 
ra de España el dia 8 de agosto. Concluida la ftbrica se determinó 
quedase allí el padre José Alonso, y volviese á la Habana el padre 
Alaña á informar al gobernador del estado de las cosas. Doce solda- 
dos y un cabo quedaron escoltando al padre Monaco. Este, conside- 
rando que en aquel pais mueren muchos niños de viruelas y matan á 
muchos sus ebrios padres antes del uso de la razón, no perdonó dili- 
gencia alguna para asegurar su salvación, especialmente creyendo con 
el tiempo y la paciencia reducir también á los adultos; pero en la Ha- 
bana se discurria de otra manera* El gobernador, que confiado en las 
promesas y buena voluntad de los indios, habia creido poderse reducir 
y poblar la tierra sin costo alguno del real erario, respondió que para 
lo que se proponía debía dar parte al rey, y esperar la resolución de su 
consejo. Entre tanto dio orden que el padre Monaco se volviese á 
la HaÍNina, y poco después hubo también de destruirse el fortin para 



tpte no «e apoderasen de él lo» ingleso» ó loaf uehizav «tí» alíadMf md 
fíete Ittita ahora te liajtk vueHo á peif^r eñ k éoRvemoft dé aqaellfts 
1744 p<*f'«* gwite». ♦ 

Bl poco frvto de étta eepedícíón «e eonifÑMMó baefantémeofe M Ift 
vmmñtL isla üe Cttba eon el tmevo eetablecimietolo de la Compa^» ett 
el Puerto del Frtnctpe. Esta peblacnm «O' ettá boy én el mhmo }tíf* 
ga? en q^e se foadó en loa tíempoe de Cárloa Vr Los mofadmres, te^ 
leslados de lá plaga de moequitos^ se diee babeme retirado río arrftm 
algunas l^iaas, dn/aéit |ior angostar aMcho áeia ai|ifélia parle la isla 
esláa i cviaM igual dbtaiicnt del uno al oem nsar^ Está sítoado en ua 
ttano liOTinoso, m\jj abuadaote de pastea para cim de gauadoa y la* 
gada de dea nos. Tiene doa parrcqoías^ eo»reiito de San Praneíaeoí 
Mereed y fi^ Juan de Dioa. Reside eliella^uateAieale de gobeaaador 
cMk aaf dente tropa. Stt gobfernopoHtíeo iMt perteneddo alganaavav 
cea á CuÍmi y & la Habana* Bes son las noomodidadea pnacipaksa del 
pufs^ Las mogeres son nuty espiiesla#á iemam^, t lo nteiioa tcmpok 
Mal de 1«8 ^^^ ^^ poeas Iñoees ferpehuUf y en onoy otn> aexo íA máíátUm e«» 
culebras. lébms. fiKis prkneros sinfomaavson algas bénrof de saagsar inAunau 
ofton y como espeeié de erímpda áck lá paitv dañada* A poeoa diaa 
de este tormento se connenza k dialtngnírem. medio de {a carne Infla* 
mada ana ealebrilla ínferDOtáoea^ Mancét euaado rnaadel graenodeoft 
Nbrdon 6 euerda doble, y cvande ttweho da «na enarto^ pdoa nnuí^ eai 
longitud. La cura ea muy prolija y dolorosa: ae abre el c6tia y se ea* 
mtentt á esCfrar muy saarefnenter rarfsiaMi te« sale toda en una opOir 
mcíoD. La parte que ha mhih se devana y enreda eo an ovülo da 
plátano, y ae fija con agojaa para que aro ¡mi pueda d voelra. ¿inám* 
doetr. jII día sígoíeiila ae repite la eperaáen basta que taie del to* 
do la enlebrar St ae Imeo a%ana nH^or ftaarza v ae levesló al cali- 
rttr^ eausa desposa grailsímoa y cuasi modalea aecidentas^ain raaa la* 
medio qve procurar ae erieñ Bsatañés en qna salgan deapoea poa inci- 
sión loa pedaaoa que cptedaban del annnaL 

Esta enfemieda^ decían loa jiey oa del paiarfadnr tenido psincipía 
cuarenta añoa antea UMy á loa principioad^siglor eon ocaíaon dr 



■^ yes» mam gámfixuHm ti yieéose aisiyás d» ViUiiHiMit», tfa m^homlue. 
d^qiiiuLla hirtr>ria nos h& á^ndo un» wlscion muy tciste da so: aYarícia escanda- 
Ifisa. . Si Mta np hubient sido tanta» j grande sa-aiqoi á la religión, aquellos punto» 
abrían reunídose al gremio de la Iglesia católica. Cuando hay voToniad de obrar^ 



— 28i — 

annasoo de negros ^uo aUi llegó iníoaiad», de este achaque. Otros 
mas verosiiittliiieitto creen ^qoe éí ooiiUgio proviene de taíeilas aguas y 
cfaaseoB iFeeinos xfoe crian «quellaa sabaadijaa, 4H>n la eaperiencia de 
que solos k»^ebebian« se bnEaban ó vestían xojmnlKbiwda 
semejante aecidente* Hi^ tía día es tan raro, ^¡a» apeaasiM. encuen- 
tra uno 6 t)tro (jpie lo padezca* 

El ¥ÚBrbo PüBCtpe está cercado, auaM|He á alguna distancia, deim^ 
consídbrableB pofalacioiieB, Acia la parte oneatal de la isla iiene al 
Boyaneo y á Coba, y acia la oocideiUaiÁ la Trinidad, Sancti Spírituí^ 
El Callo, Villa Chtacs, y otros pueblos {nenttpes, fin iMta yarte de la 
isla se habia deseado mucbos años un colegio de la GoB^nnía* Por 
cdtos mismos tiempos se habia llevado el negocio tan «delante en Cu- 
ba, á dUigencia del lilmo. Sr. D. Pedio Morel, ontóoces deán y bey 
dignísimo obispo de aquella Santa Iglesia, que ya estuvo para fimdar- 
60 colegio á devoción y espenaasidd piadoso eclesiástico D. Jcsé JBftos* 
t^er y algunos otros bíediechores* Mientras el dicho presbítero, ta- 
raíendo la desaprobación de un superior ^saye nada inclinado á Amen- 
tar c ewaiMiü a d es ToUgioBas, dilata paca m^or tiempo Ja jqjecncion de 
SBB desunios, lé aobrecogió la muerte ausente el &. Jttosei que aob 
padieora haber aaegurado h fiíndacien en lo firturo« 

Florece aíi^gaiamieiita ieii(<d Puerto del Prinoipe>ealse»ocliaa<otras 
la AsnOia de loa FoiiÉiniia. En el «omaonde dosaeiaiaade estailus- 
tve oasa^ {Ooiia fiasebiay DoñaJUisa Vavaona,) «apnoMó e\ Señor 
deade sub tiemoa afies im ian aingalar afeeto á labjenkaa qneaiaasÍB 
haibeiios visto janna, «n sus juegos pneñlaB aDÍiaeÍBn<atMMiioar €»• 
saBéíj^esmsquerBanBfaaSB tenqdos y loolegíoa de la Ctaaspafiia* 42aR. 
sé no poca sdmíkaebná í*i fsdee D. Estovan Viuraanat hofldNre mof 
T^béaaéo f madniDyiyie amn sfudlas monedas ^pe lea daba |nia Mam 
nifiaciae y adecnos selas vabriaaá dar eems «a^k^ósitefasa slvCole- 
gio que dsesioi habían de fundar álos jesoitaa. Colocadas ^n inatii- 
iBomes e c i rt 'é spo i a disnteááau-eattdad, la-copíoBa piale aoen 4]U6 bandi- 
jo d SóSor ssB tálanicM^ ho les dnjaion Übartsd pan disponer de .au 
cuanfioBaidQle. ~ SiÉ i t iri bs iTB a, jDtofia Ei iiob i a , nnigerde grande ánimo 
y no vulgares talentos, emprendió recorrer las ^aaaas de Jas gpensonas 
pnnoípalea, tion 4aa felÍE «aoeSfifyifae^á breva ]pudo juntar «na ¿rae- 
<fc ctaÉtidad, é que ne <igBegó «el vjttnto de au hermana Boaat ^pe mu. 
lió en sststieaapoi <Aii nasEÍde OL JaomtoíHifW|go pastió Jamediata» 
i no É t i et Bayas» faia c e mna r una ha ctond^ jr auigBs no ^táMWJguió 

TOMO III. 88 



— 283 — 

]a que protendiíi, pudo conseguir otra. Vuelto al Principe, loe dosr 
consortes escribieron al padre provincial Cristóbal de Escotar, y este 
mandó por vía de misión pasasen dos padres y de cerca examinasen 
los fondos y cualidad de la pretendida fundación. No tuvo efecto es- 
ta orden por justos motivos; pero los jesnitás que no pudieron ir de la 
Habana los envió el cielo de otra parte. Por aquel tiempo habían los. 
ingleses apresado un navio español cerca de Cuba, y hallándcoe sin 
bastimento para tantas bocas, determinaron dejar en la playa alguna 
parte de los prisioneros. De algunos jesuitas que venían en el barco 
eispusieron también en tierra cerca del cayo que llaman de Confites, y 
fueron los padres Juan Cubedo y José Garrucho. Habiendo llegado 
los peregrinos á Guanaxaray á diez leguas poco mas del Príncipe, vo- 
ló luego la noticia á Doña Eusebia, sabiendo cuanto se interesaba en 
todo cuanto miraba á los jesuítas. Asistidos los padres de un nieto su- 
yo, llegaron á la villa, donde apenas tomado un corto descanso hicie- 
ron por veinte días una fervorosa misión. Los vecinos no pudieron 
ver partir sin sentimiento y dolor unos operarios tan útiles. Don Ja^ 
cinto los acompañó hasta la Habana, y desde alH, con iaformes de los 
misinos padres, repitió sus instancias al padre provincial, y este stm 
órdenes al rector de la Habana, sin determinarle sugetos. Eran en- 
tonces solo nueve, y todos ocupados. Se deterimnó, pues, bfírecióndo* 
se todos igualmente, y estando todos igualmente impedidos, que se 
echasen suertes; raro ejemplo de igualdad y de íratemídad, de amor 
y de pronta obediencia en los subditos, así como d»^^ confianza pater- 
nal y amigable condescendencia en el superior. que se veía precisado 
á tomar este arbitrio por no deshacerse de alguno dalos sugetós, ni 
desairar por otra parte la prontitud con que todos se ofirecian á las in- 
comodidades que necesariamente lleva consigo una nueva fiíndacion. 

Cayó la suerte sobre los padres Martin Goenaga y Amonio jSftmoz, 
sugetos de notoria religiosidad entrambos. Los dos misioiteros, ha- 
llando ser suficientes las rentáis, é informado el padre provincial, acep- 
taron en su nombre la donación, y dieron principio á la residencia, 
mientras se impetraban las licencias necesarias de Madrid y Roma 
para la fundación de un colegio. 

Por este mismo tiempo, á repetidas instancias de la vUla de León 
se^consiguió del padre provincial Cristóbal de Escobar que volviese á 
ella laConipañía. El padre Mateo Aitterldd por la gran decadencia 
& que habían venido las fincas,- bálna deteiminado que los padres des- 



—28$— 

amparasen aquel hospicio, á lo menos mientras se pagábanlas muchas 
deudas contraidas y so ponian sobre un pié regular las haciendas. Loo 
vecinos intentaron todos loa medios posibles hasta el.jrecursp á S. E. 
para detener primero á los padres y para obligar después al padre 
provincial á la restitución de elios. Nada se pudo, conseguir deL pa^ 
dro Ansaldo. Con el padre Cristóbal Escobar repitieron con mayor 
ardor las mismas instancias. Se esforzaron á mostrar por mil caminos 
que eran suficientes las rentas y el estado de las haciendas para la sub- 
sistencia de los padres, y concluian finalmente que Ínterin esto no se 
verificase, ellos se obligaban á mantener á los sugetos por tiempo de seis 
años, en que seguramente podrían ponerse en buen estado las fincas an- 
tiguas de la casa. Ni fué esta sola una vana promesa. Efectivamente se 
obligaron á ello, y lo ejecutaron los mas distinguidos republicanos, cu- 
yos nombres nos es necesario poner aquí para nuestro inmortal agrado- 
cimiento. Ofrecieron concurrir con cien pesos anuales, los señores D. 
Francisco Yillaurrutia, D^ Cristóbal Marmolejo, D. José Austrí, y D. 
Agustín Septien. Concincucnta D. Antonio Pompa y Doña Catarina 
Navar^etc. Con yainticinco D. Francisco Fuente, D. Diego García, D. 
Francisco Mj^.uripÍpJ!ÍIorales,:p. Diego VelascQ, D. José Palomino y D. 
Mamiel Septien, fuem de otros n^enores renglones que, componían suma i^^^^J^'g^^iJílo 
competente para ^l alimento de los operarios, y decencia de los santos do Lcon. 
misterios. No^uda^ padre provincial negarse á unas demostraciones 
tan generosas, y.restaurado'el hospicio, se conserva hasta hoy con el mis- 
moaprecio,estiinacion y reconocida utilidad de aquel noble vecindario. 
'En consecuencia^de las órdenes espedidas por 8. M. el año de 1742 
para quct se .encargase á la Compañía la reducción de las provincias 
del Moquif y de haberse impedido el 43 el viaje del padre Ignacio Ke- 
1er, se encomendó este de 44 la misma jornada al padre Jacobo de So- 
to Mayor, * ministro de Tabutama. Sus instrucciones decían, que 
pasado el Gila procurase investigar la verdad de si aquellas naciones 
habían efectivamente pretendido misiones do la Compañía. Que pro- 
curase asimismo saber sí habían penetrado el Moqui por el Nuevo- 
México los padres franciscanos. Que en este caso, exhortase á los 
moquinos por él ó por sus. enviados á. reverenciarlos y obedecerles, y 
regresase á su misión.^' Que no estando entrase hasta sus tierras y 



* Dígase Sedelmair^ que no Suto Mayor, pues está borrado en cl testo qTic co. 
pío y después rectificado esto nombre. _^ 



— 284 — 

diese una exacta rdacion det pai8, y disposi^ioi^ de mm haUtaderefl pa- 
ra recibir el EvnngdiOr El padre SíBidmair empraidíé el viage t 
princq>fa de octubre con ta fnñma fortuna que él paAe Keter: be in- 
dloe medrosoe ee tteganm i conducfrl^ ponder&nddb aetutámeiite di. 
ficottadee y pelfgroe qae verosímilaietitB no habia. Hcriáers solo acá- 
so penetni^do basta la primera rancberfo det Mequii que segoto sir edm- 
putOf apenas dustaría tres días* de camino éét lugar dondfe 09 baH!BA8f 
peto debiendo antes, según el orden, enviar mensageros que los pre- 
viniesen de su negada, y no bailando en su comitiva quien se anJeS' 
gase á lar jomada, hubo de conteneros con reconocer rio aba|o las on» 
lias de! Gila, visitar aquellas naciones dfe popofrotasv cmnaríeapa^ yvr 
ntoff que en otro tiempo el padre Eíno vid confirmarlos en sus buenas 
disposicicñaes, darles oSgaa conocimiento áA verdadero Dios, y con la 
presa de mas de ciento cuarenta sahrages que pudó ganar á Jesucristo, 
volverse á lUrntama. Por este mismo tiempo el padre Ignacio Sa^ 
gasti, por la mudia decadencia á que babia venido el semiimrio dd 
Parral, alegando los informes hechos d nSo antecedente para la su- 
.presiott de un curato y otros documentos sonejántes; intentó pasar 
aquella A>tack>n al valle de S. Bartolomé, solo cníc5 teguas distante, 
donde ft su parecer había nmcha mayor comodidad para los estudios. 
£1 padre provhicial Cristóbal de Escobar no condescendió en toaoera 
alguna á esta mutaciotí, ¿ menos que fuese con espresa voluntad del ve- 
cindario, k) que nunca se debia esperar; á que se legaba qué ya eii 
estos tiempos, por mievas órdenes de S. M., se habia quitado á tos vi- 
reyes y presidentes de reales audiencias la Acuitad que antes teman 
para erigir seminartos^y eracBfictl el recurso á Madrid con poca ma- 
yor utilidad. Por otra parte, en el Parral se mantóitan también suge. 
tos para la residencia de Monterey mientras aquel seminario se des- 
etnpeñaba algún tanto, lo que no habiéndose podido ejecutar en mu- 
chos años ántes^ fué preciso retirarse los padres, y finalmente desam- 
parar del todo la villa, como se ejecutó, restituyendo la Compafita las 
haciendas para que se vendieran, como se ejecutó & la voluntad del 
testador á 16 de febrero de 1745. Este año fué por contrario motivo 
muy plausible á la ciudad deiGuanajuato que por el singular amor que 
ha manifestado siempre á nuestro padre S. Ignacio y á su Compañía, 
cuenta por una de sus mayores felicidades la de haber obtenido por es* 
te tiempo la licencia del rey para la erección y fundación del colegio* 
Desde que so estableció alli la Cpmpañia por los años do 1732, fue 



— 285 — 

con la condición de obligaise á traer las licencias necceariu» de Ma- 
drid y Soma dentro é^ seis año8> oMigándose la señora fundaidora en- 
tre tanto, y los bieiAeckorefl arriba nombrados» & manlotter át sh 
costa loe siigetos. Entraton estos, eoino d^imcS) A fines de seCien^M^ 
y poco despuea acabó su gobi^no el padro 0?ted». En di siguiente 
trienio, parte por otros mayores cuidados, parte por dictamen do algu- 
nos ccMisultores no rany favorables á la nueva fundaeton, se omtió en- 
teramente el recurso á la corte. El gobiema del padre Peraha que 
B9 llegd á un año, no le dio lugar cuasi á co&oeer el estado da la prow' 
vineia. Volvió á gobemar el padre Oviedo, pidió con inslaneiaala li. 
cencía: de Madrid se exigienm los aoosMmiwados informest. mientras 
se consiguen, miientras se remiten, acaba stt gobierno el padftt Ovieda 
y espiran los seis aSoa de la prometida Kmoami» Rerlsmabn á Espa* 
ña la noble fundadora; pero ó por DCg%encia é por indostría noi Ue^ 
gabán á Madrid los informes^ ni llegaron |amáaw JLk to da d o w i eatóq- 
ces.por su parte, y la ciudad por cabildo piesn, envían podarea á la 
corte donde actualmente se hallaba imo de sas hijean Bl testimonió 
de este y qtros sugetos que hablan estadoea CkiaxiigaatD y se hallaban 
en Madrid suplid por los informes^ y en 2§ de agosto da 1744 se ei^i. 
dio la real cédüda, que pasada para el real acuerdo y cabildo ecleaiásti. 
ca de Yálkdolid llegó á Guanajuato en 90 db ^ulia dá 4&« Trea años 
antes había maerto lañóle señora DañaLJoaifii do Boatos yr Moya. 
La fundádon se hallaba reducida á sola la-^dolaeioa de ba cincuenta 
mil pesos« En estas dreunatanciaa aoaso na Rubiera* podida yTfrritrtir 
aqUel colegio irafx>rtante, si la Providénoia del Séicir;iio Je hidüera 
preparado otro iavorecedor* En 3 deJabril.dd ana «ttlacedaiitA' había 
muerto en el valle de Santiago D* Podro Bautista da Betana^ y^ con 
esta ocasión se deolaró una donacími tnleK.ttfvor que tsttia^ hedía de 
cuatro haciendas avaluadas en cien mil pesos» f doto de ^Hiatro^noisionep 
ros y un maestro de filosofía, caso de que 8. M« oosoedieae lieenoia 
para la erección de colegio en Guanajuato* . Ias plauaiblea demostn^ 
Clones con que aquella nolálisime y populoÉisüna villa cdebcó al día 
nguiente 31 de julio el arribo de la real cédula oon paseos» gahuí^ Un. 
minaciones nocturnas, colgadura de calles, solo pudo competir ooa las 
que justamente al año hisso el mismo dia de S< Ignacio de 46 para ce- 
lebrar la fiesta do su patrono principal, con la circunstancia de ser la 
primera en quo usaba do las mazas, honores y título de la *ciudad« Re- 
novó sus júbilos esta república verdaderameote Ignaciana al siguiente 



1 



-^286 — 

uño do 47 con iu, colocación de la primera piedra pura la iglesia de 
nuestro cojogio que so puso igualoiente en la solemniilad de S. Igna- 
cio; iglesia que después do -diez y ocho años se.ha dedicado con tan rui- 
doso aplausa y con tanto lucimiento y magniíicencia - propia del mas 
lopulento. real »de oünas de. Njueva-Españaven? este pasado de. 1765« 
Volvamos ni anq. de 1745. 

Aunque lo restante, de óL no ofrece <iosa alguna considerable en 
Duestro asuntQ; sinq la ciéduliL de S. M. en fa?or de las. conversiones 
deCaliforma y Pimerí%j|iie /fiaremos después inserta on sobre cédula 
d^l año de 47« En ella fip p^dio; al padre provincial un exacto infor. 
«pe de! ¡aquellas misionss^yt^do hacerlo con Inayor facilidad habiendo 
vienida por ef ti» tienip<f'^4-. México el padre Jacobo |de Sedelmair. A 
est|»Ínforine 8Í^6:bien pres£o la real cédula que veremos adelante, 
filiñade. la jornada del padre Sedelmair en. representar la necesidad 
qae^ hahia do algunas poblacipnes á.lás márg^enes del Gila para refre- 
nar á los apiíachés y abrir ^sd á las provincias del Jkíogtii conforme á 
los católicos deseos deVveyMC^e se debian mantener los presidios anti- 
guos"de' PtVfuih para contener los yaquis y mayos no bien pacíficos, y 
«I de Terrenate para fceiio'de los apaches que asolarían toda la fixtoito- 
s& dé Fimería si se dejaba descubierta .^desde «1 prosfiKb^ de fronteras 
hasta la embocadura del.0otórado. ^ I^te punto y otros muy importan' 
tevsepasieron enel ináonnotialrey. No pudiendo per aboza conse- 
guir el estaUécimientoitid«t'nnevás misiones que pretendía, vohriá'á su 
1746. añada Pimena.por la j^iímavesa de 1746 A poeos meses emprendió 
registrar hasta ijUozéa' con ebSesignio de hallar algí^ surgidero don- 
de pudieneh afiibarcaiiotau»de California para el embarque dft^anados 
qoe P(k1sr aimíinistar laíf^rfiería. £1 padre Sedelmair no consiguió su 
iiitentoy níiíasta'ahoramha'liallado cosa practicable; sin embargo, la 
piedad del Sefior se valió^ deíei^ viajo para remedio de mas de 200 
gentües, que de nnevo Se i^ecógieron de la costa al pueblo de Tubuta" 
ma* Por la costa opu^ta- derla Califomia viajaba entretanto el padre 
Femando Consagv-imsion&rbidd S* Ignacio, enviado por el padre pro. 
^ácincial para leconóo^r la civta interior del Seno Californio y exa- 
tainiar dé'raiz si tenia j^ no cdmunicacion alguna con el Occeano del 
Sur, • Este viaje evidenció lo« que antes tanto había añrmado el padre 
Kino; que l&á^alifomía no era isla sino península, unida por el Norte 
arbontinonte déla América. Salió el padre de su pueblo el dia 9 de 
jtmio.'pará'Ximbarcarse en la playa de S« Carlos, á la altura 28 grado» 



— 287 — 

poco, mas arriba del Cabo de las Vírgenes, y frento de la embocadura 
del Yaqui. En el Cabo de las Vírgenes descubrió tres volcanes, y á 
los 30 grados la bahía que llamó de los Angeles, frente de la de. San 
Juan Bautista en la costa de Sonora. Desde aquí corre :1a costa eem- 
brada de arrecifes derechamente al Nordoeste hasta lanbahia de San 
Luis Gonzaga en 30 grados 48 minutos. Eutre, estas dos tKihías y la 
isla del Ángel de la guarda que está en la misma^direccion dé la cos- 
ta, corre el canal de Ballenas. Do aquí eonp la- costa derechamente 
de Sur á Norte hasta la Ensenada de S. f'eUpc de.Jesu», donde bierco 
acia el Nordeste hasta el desemboque delirio Colorado -en altura:de,^3 > 
grados. En la misma embocadura reconocipron tres ^Í9las y iamrbo-, 
ícda ó boscage psFQpio de las ríbegras de loa ríos. .Averiguad^.il^.quta 
desdo el Cabo de las Vírgenes hasta el Rio . Colorado i^p..babíai^9lgUKi 
estrecho de mar, y siendo constante que. tampoco le hf^: desde CaboiH 
ca hasta el mismo rio por el lado de la Pímería, por Jos muchos .yi^8 
que se hablan hecho por tierra, quedó demc^nida 9er,<coiitMiifntehi| 
California, y el padre Consag dando por concluida su comisión» dio. 
vuelta á S» Ignacio. Sa-Diario se «halla impreso en los *9fwieé\Af09n 
tóUcos; y también en el Teatro A^íericano óe D. José Villaseñor, líb. 
3. <=> cap. 39. 

A principios del siguiente año de 1747, habiendo ya pasado un año 
mas del trienio del padre Cristóbal de Escobar, se hubo de proceder á J^ e„ qu¿*vi- 
abrir el segundo pliego en que se halló nombrado provincial el- padre no señalado 
José María Casatu A 1<n9 dos meses llegó el nuevo gobierno en que ^dre ^ An- 
venia señalado el padre Andrés Xavier Grarcia. El informe del padre ^^ García. 
Escobar sobre las Misiones y d^mas documentos remitidoa á -principio 
de lt46 llegaron á la corí:e después del 9 de juUo en que falleció el 
piadosísimo i'ey D. Felipe V. Entre los demás artículos del informe 
se proponía á S. M. como estando ya enteramente reducidas y acos- 
tumbradas á la vida civil veintidós misiones de la Topía,*" habia el mis. 
el mismo padre Escobar solicitado del Illmo Sr. D. Martin de Elisa- 
coechea, obispo entonces de Durango, para que las proveyese en clérí- 
gos seculares, lo que S. Illma. no había qoerído admitir. Los nego- 
cios urgentes de la corona en la entrada del nuevo rey D. Femando 
VI, no dieron Lugar á proveer hasta diciembre, en que S. M. despachó 
al Exmo. Sr. D. Juan Francisco Gúemes de Horcasitas una real cé- 
dula *. 



Como que carezco do las noticias do California á que se refiere el padre Ale- 



r 



— 288 — 

Inútil espe* Pora cnmptir hs ordenes repetuias «ue initia desde antes «obre la 
qui!°" ^ ^ sujeción d» loa «padieB y reducción áel JMo^ut, ^dispoBo el -Sr. virey 
una ruidoéa e^MBdieton i qu« 4:oncunriefle «on ^ fioldadoe cada uno de 
k» ^ettidíos'detfasodel N<eite, del N4ie«K>>MJteíco, y <de JanoB, Fron- 
tena y Terrenaté, «on todos I«jb TeclnM é ñidm amigos •que pudiemn 
rechitar* 'Toda 431^ trpjpa jque sob da & caballo pasaba de 700 hom. 
bros, ^Ua aoom^ler las tierras de «pacbps, Tepoxtida «n distiatos tío- 
Bos para cenarles todos ks eaminos. Los imnoneros ayodaron üuan. 
to pudieron con gaaado, ^ballos, y otinn provisio&es. De Sonoia se 
esperaba aeticia 4e haberse puesto en luafcba D« Santiago Rchz, ca» 
piten del Nuevo-Mésico; pero se supo que este, á «ausa de una en- 
Usvadíon 4% otros pueblos eonfínamtes, no poffia -dividir it>tra parte 
IsM iueitoael'de^pié masque nunea neeesitaba en su pais. Los aHsta- 
dos eñ Sonora en* vez de tBvidírse para acometer por dii^ntas partes se 
Unieron^ y^entrando en la tierm con rméo avitísron al«nemigo áquien 
jimás pudieron-ver la cara. Oorneron inúfilmente la tierra y no ha- 
Handó^ tasto de «padies, se enipefiaitm en pencftrar fd MoepA. Pene- 
tvaák> por \cA afeechés «1 'desigiiib los ^d^$xnMi alejier, y cebándose so- 
brá la ISIottorE indefensa y desgr a cia da , talaron, robaron y quemaron 
sin resistencia alguna muchas poblaciones. Entretanto los que eami« 
Mban al Moqai &Itos %ñ riñeres, y hallándolos mas legos de lo que 
pensaban, hubÉeron ide vólvef á ser ieirtigos del estrago que había 
dÉtuséid<> su iemeridad é inadveiténtiia ^. 

Lastnistnas ttsoóadas de guerra tttrbaban en este tiempo la parte 
Austral de la Cafiíbrnta, tronque conmujrtlistintotfecto. Looin- 
8iM de "Sáfirti:^, Santa Ana 7 San José cbmensaron á Inquietarse, 
áIgñtnosi9e ánsentattm délos pueMosy uniéndose á las r a ncherías gen- 
tfficas hicieron tdgnnos robos, y aun mucnrles «n algunos marineros de 
los ^e con ocasbn del buseo arriban ^aqudlas costas. El temor del 

gfe,JdbMBdoi|»«eado latamente ktesS -eéMa qtis óila<ea1a IcMMtedél pidre 
Cte¥Jw»P«»toosa %\mM ■antiwiitfitsiptSBahS' diarto dsdiAaiiipaiiciiiMaad 
qodudaado de )a.SMfltítacl7ina«Diáadad biui «cmlita^ «besie «éWo j «tálk» 

* toiÍBioee««pw!lre«,««iipamUe8T;<ml<»iii^Qeanra 
cisu iadosuMe qwlMSiNknnMáo detfcoAo ptinto jn imde]iiiid«n^ Sa él «00 pa- 
sado (octubre de 1840) han destrozado una gruesa partida de tropas del gobierno ea 
Cliihuahua« yhanllegadu ¿ coloccHFse muy <erca -de a q uella espítal , reduc ie ndo iut* 
si á nofidad aqad rito<dep«rtainente. 



; I ■ ,<•{ 



preaíiliot y atttt mas que todo, la discordia, y por mi imtural inconstan^ 
cía ae levanté entro unos y otroa y aseguró á los misioneros. Los 
raaloontontos volvieron ras armas conua si mismos y acabó la rebe- ' 
liea tmploraiido vaos y oUes el socorro 4el presidio, que los puso eii 
paz á costa de las cabescas do los mas revoltosos. Aun filé mas cru- 
da para los oMnistriHi de aquel partido otra persecu^oo menos saas 
grieiita* 

Aportó al Cabo de S« Lucas por oate mismo afio tuii iwroo olandés 
ékiendo que iraia licencia para comerotair en las coatas de Nueva- £s« 
paña. AA capitán del presidio de U. Íosé, y no 1 los padres, pertene. 
cía examinar la verdad de este pasaporte. Pidieron los pasagcros y 
aeles dieron» tanto rde los padres como de k>8 prestdíaTios, algunas 
cartas para Nudvaȣapana, y entre talito al resguahlo de buena arti-^ 
Ueria que <desembarearon, entraren á hacer aguada. No faltaron quie- 
nee^oon odie del servicio del rey^ informasen al várey que por medio 
de Ins padres de la Oaliíconia se introducían gruesos contrabandos, 
bien que la cahraraia^ tanto en México como en Madrid, se deshizo en 
breve «on poco honor de los celosos delatores. Por este tiempo habia 
ya el padre Andrés Gareia comenzado á tratar c<Ma el lllmo. 8r. Df. 
D« Pedro Sánchez de Tagle obispo de Duraqgo, y hoy de Jttiohoacán, 
él punto de la entrega de veintidós misiones en la Top'ia y Tepehoana. 
Para esto efecto^ y no .pudiendo su reverencia pasar en perdona á Du- ' 
l-ango, envió al padre Dr. Francisco Pérez de Aragón, persona de miu 
cha autoridad y prudencia^ canónigo doctoral que habla sido, y jiu;/. 
provisor y vicario general de aquella sadta iglesia antes de entrar on 
la Compañía. Las dificultades que por entonces nacían unas de otras, 
tío dieron lugar á la erección tan pronto como deseaba el padre pro- 
vinoiaL dinemlxurgo, se dispuso con bastante tranquilidad la enti-ega 
que concluyó perfectamente dos años adelante. £n las misiones mus 
septentrionales se padccia inttcfao al presente por el alzamianio de los 
seria y pimas» Los seris habitaban la costa del mar desde v\ puerto 
de Gutamae para el Norte,'fenle inquieta^ cavilosa, mal hallada ton la 
sujediod. De los que desde el tiempo dd padre Salvatierra se hubmii 
podido reducir^ se formaoron los pueblos de los Angeles, el Populo y 
Naeameri: desde aquí, parto por si misníos, parte por medio do su» 
nacionales atm gentiles, hacian robos y muertes en los otros. puo))l<>.<) 
cristianos. Para contener estas hostilidades y la unión de esia na. 

cien con los yaquis no muy fi^uros todavía, se -fundaron el aüo de 42 
TOMO ni. 39 



— 290 — 

Jos presidios de Pitic y Terrenaie. El de Pitic por ios años de 46 se 
pasó á San Miguel como el de Terrenáte se habia pasado á Guehavi^ 
frontera de apaches. El juez pesquisidor D. José Rafael Gallardo^ 
que había trasladado de Filie el presidio, tomó cuantas providencias 
^e dictaba su prudencia para amansar á los seris. Mas sin embargo 
de haber sentido altamente la traslación del presidio á sus tierras, pa- 
recieron rendirse á la fuerza ó la razón. Muchos se congregaron de 
nuevo al Populo y á los Angeles hasta número dé ochenta familias, 
con no mal fundadas esperanzas de ver reducida bien presto toda la 
nación. A D. José Gallardo sucedió un gobernador de la Sonora de 
muy distintas máximas. A las primeras sospechas y denuncias que se 
hicieron de algunos hurtos y movimientos de los seris, mandó prender 
de improviso á todos los que habiau poco élntes agregádose al Populo, 
quitarles las mugeres que se repartieron por toda Nueva.España hasta 
Guatemala. Este agravio es el que ha imposibilitado hasta hoy su 
reducción de que no piensan haber tomado en tantos años correspon- 
(749, diente venganza. Aconteció esto por los años de 1750. 

Los demás que habian quedado en los pueblos se retiraron á la isla 
del Tiburón, á donde poco después lo9 siguieron cuasi todos los presos 
hallando foripa de escaparse. £1 gobernador de Sonora emprendió 
pasar al Tiburón. De la situación de esta isla hemos hablada en otra 
parte. £1 campo se componia de 600 hombres, y la espedicion duró 
dos meses. Su éxito fué traer de dicha isla veintiocho personas, to- 
das mugeres y niños y ni un varón seri, aunque se dijo haber muerto 
diez ó doce en la acción. £1 buen gobernador volvió tan vanaglorio- 
so de su irrupción que aun se dice habia puesto pena á quien dijese 
que hahia tteti en el mundo. £sparci6 por toda la América y la Eu- 
ropa que habia estirpado de raiz aquella raza infame, con cnanta ver- 
dad lo dirá la serie de los sucesos. Lo cierto es que habiendo pasado á 
Tiburón el campo, y sabiendo que los enemigos se habian retirado á la 
Sierra, de los setenta y cinco españoles que acompañaban al goberna- 
dor, ninguno por ruegos ni por amenazas se resolvió á subir en busca 
de los seris, que solo algunos pimas se encargaron de acometer la Sier- 
ra con uno ú otro oficial, que estos fueron los que en dos ocasiones 
vieron la cara al enemigo. En la primera volvieron diciendo que ha- 
bian muerto á tres se^ís y se les creyó sobre su palabra. En la segun- 
da tuvieron lá fortuna de dar en una * ranchería de niños y mugeres 
que trajeron presos, di<iiendo que los honábres habian quedado sobre el 



— 291 — 

campo. Esta íkiuosa conquista que un manuscrito formado por el ca- 
pitán do la espedicion, no duda comparar con las de los Alejandros y 
Césares, sí desvaneció tanto al gobernador de Sonora, ensoberbeció^ 
mucbo mas al capitán de los pimas que por fín babia tenido mas parte 
en la victoria. Este engreimiento en un indio ladino, astuto y do li- 
cenciosas costumbres, costó bien caro á la Pimería su patria. Yuel. 
to á ella se creyó enteramente exento de toda jurisdicción, y comen- 
zó á formar los perversos designios de amotinar los pueblos. Cono- 
cia bien que los padres eran los primeros que babian de penetrar sus 
ideas y do procurar impedirlas avisando á los capitanes de los prcsi- 
dios. £1 astuto cacique procuró por tanto desacreditarlos antes co- 
mo ¿ temerarios, crueles, cavilosos, tiranos con los indios, ambicio- 
sos y otros capítulos semejantes con que bien sabia lisongear el gusto 
á muchos de los qne mandaban en Sonora. 4^on este medio logró no 
solo frustrar el celo y fidelidad con que de todo daban aviso los misio- 
neros, sino hacerlos al mismo tiempo odiosos á los capitanes de presi- 
dios con informes é imposturas, y á los mismos indios que no creian 
tener en los padres unos pastores amantes y dulces sino unos fiscales 
importunos. . Con tan bellos principios se animó el malvado Luis á 
solicitar abiertamente á los suyos prometiéndoles los despojos, no so- 
lo de la Pimería sino de la Sonora y reales de minas: de ahí pasó á 
convocí r con las mismas esperanzas á los pápagos ó papawotas, na- 
ción situada entre la Pimería alta y el río Gila, cuyas gentes no tardó 
en agregar con el cebo del despojo y dominación que les prometía. 

Confederadas estas naciones, trataba sus asuntos con tanta caute- 
la y silencio, que hasta entonces quizá no había ejemplar en alguna 
conspiración de gentes semejantes. Por este mismo tiempo se toma* 
ron algunas providencias poco agradables al cacique Luís. Las es. 
pediciones y continuos viages que el padre Jacobo Sedelmair cmpren- 
día á las naciones de los ríos Gila y Colorado, eran muy contrarías 
á sus designios, y mas el haberse puesto poco antes un misionero en 
S. Miguel de Sonoidag, fundación, como dijimos, del marqués de Vi- 
Itapuente. Lo que acabó enteramente de incitarlo fué un estraordi- 
nano concurso de gentiles al pueblo de SariCf patria de Luis, y no sa- 
biéndose el fín á que venían, de sus sediciosas negociaciones, se creyc» 
ser conveniente que pasase allá el padre Nentvoig, 6 para atraerlos al 
evangelio, ó á lo menos para impedir y dar aviso de sus pláficas sodi- 
ciosas. Este mismo concurso al pueblo y cas:i do Luis, linbia ya cau. 



/j^ada alguna iaquietud 4 otros espauoles am amigo», espmaimeoile la 
noche del 20 de noviembre, tanto que pasare» á pregootarie el motif o 
de aquella novedad. Este era puntualmente el tiempo que lo» uooCi' 
nados habían escogido para declararse. £1 cacique babia desde aaloi 
desembarazado su casa, y entrando en ella á sus dichos atmfpofi IO0 en* 
trotuvo hasta bien entrada la noche. Cucado le paredá tiempo, ood 
pi etosto de salir á dar alguna providencia, loa de}6 solos y pasó 4 ver á 
Jos pápagos) que en esta sazón tenian ya cercada la ease. £1 misBO Luía 
prendió entonces fue^ donde, ó en las manos de los bárbaros, nnmeron 
Rebelión de cuantos se hallaban dentro. De aquí pasó 1 la casa del pedre NmUmig^f 
muert?hon7 ^^^^ ^^^^ avisadk^ del padre Sedclmair se había pasado á Talwitama.aolo 
bie de vanos distante cincó leguas, dando en el camino y en el pueblo de Sario ari. 
pspno es. ^ ^ cuantos pudo pera que se pusiera^ en salvo. No se podo dai 
á ios padres núsioneroft de Cabozca y Sonoidag con tanta proatitud 
que no la previnieran los alzados^ dando antee la muerte á loe padree 
Tomás TdlOf y Enrique Rawen» No se sabe el tiempo fijo ni las eir. 
cunstancius de la muerte de los dos misicsieros, ni se doda. que seria 
muy coníbrme al eelo y teilQf de su religiosa vida. £1 cacique Ja«> 
i yanimo, gefe de los gentiles papagotas, afiometió los pueUos de So- 
baipuris; pero como solo llevaba deseo del hotin dio lugar á podar 
salvarse á los padres de S. Javior y de GuevM, Los dos gefes jun- 
tos acometieron después á Tabutama, donde los padres Nentwig y Se* 
deiniair, con algunos pocos soldados y vecinos españc^es se hablan 
refugiado ¿ la iglesia: tillí se defendieron por dos dias hasta que muer- 
tos y heridos algunos de los sitiados, los demás en el silencio de la no^ 
che hubieron de desamparar el punto y retirarse, no sin gran ries* 
go, á S. Ignaoio, cao^ino de 16 leguas» £n este y los demás pue* 
blos pasaron de ciento los españoles muertos; el padre Nentwig sacó 
una fuerto contusión en la cabeza» y dos heridas en cabeza y brazq 
d padre Sedelmair. £1 capitán del presidio de fronteras marchó 
prontumente al socorro de ios misioneros, los condujo á Suamea, pren* 
dio allí á un pariente de Luis que babia ido á convocar á aquellae,, 
y haciéndolo confesar su delito y disponer cristianamente lo pasó per 
las armas. 

Si el ardor de este capitán hubiera tenido algún fomento, no hay du- 
da que Luis hubiera tenido bien presto la misma fortuna; pero el go* 
hernador creyó que por otros medios suaves se podia restituir la tnuí- 
quilidad á la provincia. £nyió.dps y tres embajadas á los sediciosos 



— afta— 

«)• la mimoA de S. Ignacio. La piiiaera y segonda, ó tto llegftKm 6 
fooioii despreciadas: á la tercera mataron al enviado y eurgAron repcn* 
tÍBa y fiurtoeainehte safare mas de oekeota soldados que en im logar 
cercano esperaban la respuesta* No fué nnty felbs su atrevimiento: 
perdió cuarenta de los siiyos^ desamparáronlo muchos, y poco después 
Javanimo con sos papagotas, que ya no tenían esperanaa dé ssqueo. 
£n esta situación se halló la coarta embajada del gobernador A que 
bvbo de rendirte prometiendo que se iría á ver con so sefioría. Lo 
cumplió^ y viéndose bien recibido, obsequiado y aun restituido á su an- 
tiguo empleo de gobernador de toda la nación Pkna, prometió que baria 
volverlos indios á sos pueblos, y que restauraría las iglesias quemadas 
y demás danos; aunque luego se retiraron, las armas españolas y nada 
se cumplió de lo pactado. Las muertes de los ministros y todos 
los demás daños causados en lo temporal de los pueblos, fué mucho 
menos sensible á la Compañía, que la insolencia y desarreglo de cosr 
tumbres que causó á los pimas esta impunidad. No eran dueik)s los 
padres de obligarlos al trabajo para sus mismas fhmilias, de hacerlos 
asistir á la misa, á la doctñna y demás ejercicios cristianos, de todo 
fie quejaban, en todo apelaban á los tenientes de justicia. Luis era el 
oráculo y el arbitro de todo, ganándose la gracia de algunos, solo con 
levantar calummias á los padres misioneros, hasta hacer creer en Mé- 
xico y en Madrid que los jesuitas habían sido la príncipe! causa del 
no bien sosegado levantamiento, y que cada dia daban nuevos motivos 
á los indios con vejaciones y crueles tratamientos. ^.^ áeloMeér 

Foco antes de la sublevación de los pimas se había celebrado en el sima octava 
colegio máximo la vigésima octava congregación provincial, curtiplien- ^^^. 
do los nueve años á que la habia prorogado el padre general Francis- 
co Reiz. Era ya por este tiempo cabeza de la provincia el padre Juan 
Antonio Baltazar que en 31 de agosto de 1750 habia sucedido al pa» 
dre Andrés García. Fué elegido secretarío de la Congregación ej 
padre Antonio Paredes y al dia enartp por primer procurador el padre 
Juan Francisco López, maestro de prima de teología: en cl colegio 
máximo el padre José Bellido^ rector del colegio de Zacatecas, y. el 
padre Fraw-ooCflvaUo., maeeteod. vísperas de dicho colegio de Mé- f^^^T^ 
xico. £st8 mismo año de 1761 se habían visto levantar en México á cicios de Mé. 
diligencia de dos insignes jesuitas, dos obras de mucha gloria de Dios ¡^ que hoy oh 
y fuentes de salud y do piedad para innumerables almas. El padre lí«»p»tal^geDc- 
Cristobal de Escobar con solos diez mil pesos, dejados para esto efecto ¿ras. 



— 294 — 

del marqués de ViUápuente, emprendió el magnifico edificio de la casa 
de ejercicios de Aracodi anexa al colegio de S. Andrés que estrenó 
en este año, y que desde entonces acá ha ganado al Señor tantas al- 
mas y produce tan continuos finitos de penitencia. No es la menor 
honra de esta piadosa institución haber merecido que el Illmo. Sr. D. 
Manuel Rubio y Salinas, arzobispo de México, la autorizase con su 
ejemplo el año de 1754, entrando á hacer en ella los ejercicios, y si- 
guiendo en todo la distribución con singular edificación de todo su re- 
baño. £1 padre Antonio Herdoñana perfeccionó por este mismo tiem- 
po el real colegio de indias mexicanas de Ntra. Sra. de Guadalupe, á 
quien para ser un ejemplarísimo monasterio solo falta la formalidad 
esterior, * no la interior rigidísima observancia de los votos y religio- 
sa perfección. A este mismo sugeto, aunque mediante la liberalidad 
dd su noble y piadosa madre Dona Angela Roldan, se debe en la ciudad 
de la Puebla la erección del colegio de S. Francisco Javier, donde á 

* 

semejanza de S. Gregorio de México, se atiende única y precisamen- 
te al cultivo y buena educación de los indios. Por otra parte el padre 
provincial Juan Antonio Baltazar, á instancias de la muy noble ciudad, 
justicia y regimiento de Pátzcuaro, restituyó la cátedra de fílosoña« 
£sta, juntamente con la de gramática, habia fundado allí algunos años 
antes D. Pedro de Figueroa y Sámano; pero siendo condicional la do- 
nación, y habiéndose comenzado dos veces curso de artes sin poderse 
concluir por falta de estudiantes, la Compañía, obligándose aun mas 
de lo que debia y habia prometido al fundador, se obligó á pasar la* cá- 
tedra de filosofía á la ciudad de Yalladolid (hoy Morelia) y anadió en 
Pátzcuaro un operario mas para el ejercicio de los nñinisterios con los 
próximos. Bien conocia la ciudad el justo motivo que habia obligado 
á los superiores de la Compañía á mudar de allí la cátedra; sin embar- 
go sentian careciese su lugar de aquel lustre. 

Para remediar la falta de cursantes trataron de la fundación de un 
Seminario, para el cual juntos ya diez y seis mil pesos, dieron parte 



* Hoy ya lo es. El Illmo. Sr. Márquez de Castañiza qne murió obispo de Du- 
rango, obtuvo Ijcencia de la junta central de España en 1811 para erigirlo en mo- 
nasterio de la Enseñanza de Indias. Airuínado el edificio por la gigantesca iglesia de 
Ntra. Sra. do Lorcto inmediata, se trasladaron las religiosas al conTento de S. Joan 
de Dios, y hoy se hallan en el do Belemitas. Doy á Dios gracias por haber sido uno 
fie los diputados que con mas actividad contribuyeron en el congreso genera) do Mé- 
xico á que 80 verifícase esta traslación, por la que aseguraron sus vidas las religiosas 
cfipuestas en el ruinoso convento de S. Juan de Dios. — C. M. B. 



--295 — 

al tilma. Sr. D. Martin de Elizacoechea, quien no solo aprobó y dio 
gracias á la ciudad, sino que de su parte añadió otros dos mil pesos 
para fundación de una beca en 26 de junio de 1751. A esto se agre- 
garon diez mil pesos que el 6r. D. Josó Antonio Ponce de León, cu- 
ra vicario y juez eclesiástico do dicha ciudad añaí:!ió de lo habido por 
herencia y dejó á su disposición D. Martin de Saenz, asignando de- 
terminadamente seis mil para el sustento de un maestro de teología» 
sin que se entendiese gravar al colegio en la manutención de algún su- 
geto fuera do los que ordinariamente mantenia. Este celosísimo pár^ 
robo que habia sido el autor principal de este pensamiento, escribió al 
padre provincial con todos los documentos necesarios para que se pro- 
cediese á conseguir las licencias del rey para la erección de dicho 
Seminario con la advocación de nuestro padre S. Ignacio. y Sta. Ca- 
tarina Mártir. £1 padre provincia!, agradecido á tan buenos oficios 
de dicho Sr. vicario y noble ayuntamiento, dio en nombre de la Com- 
pañía la» gracias, y entretanto destinó para el curso de filosofía un su- 
geto de singulares prendas que mostrase bien el singular aprecio que 
merecía lia Compañía aquella ciudad y desenseñase la grande obli- 
gacion en que nos ponían tan singulares demostraciones. 

Es memorable este año en Guatemala por el horrible terremoto del Horrible tcm- 
día 4 de marzo, que cuasi todos los mas bellos edificios de aquella témala. 
hermosa ciudad dejó inservibles. La iglesia de la Compañía de Jesús, 
dice la relación que entonces se imprimió do este suceso, obra admira- 
ble y que descollaba entre las mas perfectas del arte, singular en sus 
medidas, vistosa en sus adornos, cuya fama se ha estendido hasta la 
Europa á causa de su simborio destrozado, quedó en tan lastimosa 
ruina que no sé si fuera menos sensible que toda hubiese quedado por 
los suelos, pues lo que se mantiene en pié mas sirve do estímulo al 
sentimiento del estrago, que de esperanza para su reparo. No sé qué 
misterio seria que cayó la estatua de nuestro padre S. Ignacio por el 
camarín que tiene puerta á la sacristía, y al caer se asentó del todo so- 
bre la mesa de los calices,^ que cuasi la hizo pedazos,' vuelto ef rostro 
acia los cajones y la espalda al templo arruinado. Los padres desen- 
terraron valerosoa y con celo católico los vasos sagrados del Señor 
Sacramentado, colocándole en lugar decente en la parte de la iglásía 
que cae bajo'del coro, donde se mantienen incansables en sus apostó- 
Hcaa tareas, sin omitir por la incomodidad, sermón, plática ó ejemplo 
óe los muchos que acostumbran en la cuaresma, y doblando el trabajo» 



éti el coafieaoBarto puor el gentío f^ hoy acwde mas qie en otms tten3^.( 
|>09, COA solo el alivio de haber quedado ei colegio farme, faaJbíái^ée y 
nada hoFToroi^. 

El colegio ée la Habana habia por el céKtcarío lemdo en «^os anoo 
eoBsúderables «umen^MS, £1 de iS^é 19 ^ mafao,«e t>iiBo:pa«i im 
templo «agwfico la píini^Ni piedm ^^m iwBdijo saAemnemeste «1 
Ulmo. y Revaoo. Sw D. Fr^ laaHLazocle la Yega, ^afwdka Cuba^co» 
asisieocia -del £x«o. Sr« D. Franciaoo Cagtgal, ^BéMiees gobetfnadbr 
de aqttoHa ¿Éla^ y virey deafMies ^ Nttem^'fiapa&u Nú bastamab pa« 
ra la isiivtiioaa ^ílariioa las áaeraas del cdbgio^'algdin» pcmaaafl éefm- 
iner orden ae vepaHiefOB f or ia «íüdad á iteeo^ .ymoaaMi lia 4ier- 
Bft devoción á ^ sornta casa Lauretana» -que per todos isa >f&«dH» ipe-- 
stbles |ireoiiraba íbnieaoitar «el celo y |>íedad del fiftdre Jmsté iatúm 4e 
Alaniai esteidia «á 'empeño ^e miickee á «lada la é&bnca .por láiqyaoder 
de ella ol^B^púitual cooaaelotqiie^^perabaD) y «epuedefdeak cnAi ner- 
dad que i^ tirtido «de la &bU Qa^ de «Lorelo faé el mae podeftoso 
l^asa laa Itmofiífaa ^pie le reco^efaii» «iendo aM^idígnoa^da parücükur 
memoria las dctl'Sr. JX IDücigo Po&áver y AAgiüo^ ^ificáal iraal de 4a 
contaduría y oonsejero ^e <liac¿eBda, y laSra* J><ma Masía Jkúaa'de 
CárdesMs» -su ««posa* Estos dos aobléo eonsttrtes «on tcnéan»^ la 
mlMEi'fina gratitud ^del <x>legio^ la fiabaimr«o soáo ipor^ tílal^ do 
ÍAsi|^es ibiOBbeeJioreSf pe» los rotíalds se ks maadaroli kaicet^e Asam 
losae0stttiribrado»siifra^os^8inoipor la^ooostaate benevoloB^ y afee-' 
tuoea de¥Ooíon 'que «toda la ^ekidad «rooonoGÍÓ eiesí^pié ^ «Uos^^ \sl ^ae 
kaoia erideAteá^todos qoe solóla robltgaciml de sus bj|ios,-p«ido«oiitetier«' 
losdeilMOer ni&s-cuttit¿ssa8<doDaemes« La'fitbnca^uMs deapue^eLf^mi- 
declivio de ia donadien-^im kíigeiitodB aancasritakiado en snas-do 
oohsiita iMlipesos'4|ae para osie«feote ^ü^jaiioQ 4e8 noyiseoonsoiítas B. 
Ignacio ^^noieoo &urnuía, eabetibve^l ésden 4ó iSailtiagOfOotMiel' 
de los reales eiérdtoSiyrDoñaMana fteortfaanMven 4 -demhril^de V2b^ 
La Sania Casa LausetaBatiie dedicó solwttiifeeittetal día 9 «de aetianK 
Ure de IT^dyéespues^ecoasag^da for^ lUoid. Bñ D* Podes JHond 
de Santa K^stiz» 

VolvtMÉKMi 91 la iBinMikK donde doáegadavma ianto las isosos deifiío. 
1% l(feLjesuiiEfeL8;pQdeoáéioii ««aa4Narda»!peroiiMy'8aiigfieota paonoiiQkai. 
En virtud de ios inforawa^e Luisy de aigssMh otros inquiaétasaeior^ 
inaron autos muy denigfatlvQa áloe )mÍ8Í0neiO8'i|ae«e enviaion kht 
oórtc. i^dsdocumeiitos ifue se.«hai>fan'Tcniititto<de<)snrtedelafOoaipa2íaíí 



— 297 — 

no parecieron allá en largo tiempo. £i consejo estranó con razón, 
que no se escribiesen por otra parte cosas tan graves, y que sobro ol 
dicho de unos cuantos hombres apasionados se hubiesen de creer unos, 
delitos tan negros y en ministros tan celosos y que pocos años antes 
á petición de los miamos señores obispoíi y vireyes, habian entrado^ ott 
aquel país. £n esta atención se despacharon dos cédulaSj una. al pa»-. 
dre provincial de la Compañía y otra á la real audiencia dp (TrbaduJa- ' ' 
jora.' . Este tribunal cometió. la averiguación .dfí todo al iIilevQ golier* .' 
nador de Sonora, y el padre. provincial, que desde 31 dfi agosto de 
1753 lo erji -el padre Ignacio Calderón, eqcomendó una rigorósisirpa. 
información sobre estos puntos al visitador generi^l de. 1a& misiones» 
En uno y otro juicio depusieron á. favor- de los acüsadoa los; mejores y 
mas abonados -testigos de Coda Ja proviticiáf-y no pocos de áque* ' 
líos mismos que habiafi declarado, en contra en . los primeros autos». 
. La remisión de estos favorables informes al. consejo se pro<:iiró impedir . 
por varios caminos, hasta que la lyonipañia Tiubo do .presentarse jiiruljiV.' . 
camente, ño sin sentimiento y pesadumbre de ios que. creían .triunfair - -.', 
, ¿ vista de su humilde y religioso silencio. ínterin se esperaba la úl.^^.; 
tima resolución, los suqo^os mismos^justifícarod sobradamente, la. eqn'-- 
ducta de los jesuitas. £1 nu9vp>.go|)crnador de Sonrora^pór no recru* . 
decer la Haga» no había querí.do prócedef contra el cacique Luíh, oón*.. 
tentándose Con amonestarlo privadaniénte y observarle < muy de cerca - 
lo9 pasos. No tardd mucho en. prorrupopir su genio aquieto y jiii&bv»^ '. 
<;ioso; é inqu^idas¡tindicai' aunque riiqy secretanienteJás iCausás,'fué 
puesto ea prisión^ donde consumido de melancolía murió á, poco- tíeih*' . 
po. A ios pimas que él ^e^mítia and^r vagabundo^ y qüé'^omcfkizabáti. ^ 
á alborotarse, se les señaló^ -plaza para que XP restituyesen .d.los.pué*.. • 
blo3. ResütuyéronsQá sus, misiones algunos padres y. á Ifis iglé&tas v 
muchas álhajasi, qua^hasta entonces no se había cuidado d.a.recobriiñ -" 
Perseveraban rcbel<^ - ló^ hijos y . pairientés del. caci<(ue Luis* .y at 
gunós otros pimas; pero (;on la. muerte de.su principal gefe y aí^Uñóa ' 
otros, golpes, fueron obligados á jpntrai: en sú deber.. El góbcttiador ; ' . 
formó do todo esto los corr:i^»fi^ndiént£S autos,' que. rémitid^^^ á' México ■ 
y á Madrid, dieron un solemne Honorífico testimohio. do ki ñdelidad .V 
observancia de los jesuitas para con éLrey, íio tóenos que de. pi^^»^^<í»;* 
. celo y fervor par?, con Díoa^ por quien se e^ppnian díariámeüié a táñ* -. 
tas vejaciones en. la.,Sídud,. en la! vida y ed la honr^'»; .• r- : V • • '; 
Las réliquilis de..lÓ8 pima's foragidos. se. agregaron eú"tóif«.es. á los Be- 
: TOMO iir, ' *' • ■ . 40 . \. * * 



»•■ 



« ■- -i»»» 



— ÍÍ96 — 

ris, aunque eran antes irreconciliables enemigos. Estos bárfmr^ 
á fínes de 1753, comenzaron á dar oido á las proposiciones de paz qué 
les ofreció él gobernador D. Pablo Arce y Arroyo. Capitularotí efec- 
tivamente, con las condiciones siguientes. Que les' habían de 
ser restituidas sus mugores. Que se les devolviesen las tierras que áir« 
tes poseian. Que se quitase de allí el presidio y se restituyese ál P^ 
/te, y finalmente^ que se les señalase por su ministro al padre Nicolás 
Pereira. No pudiéndoseles prometer abierta y absolutamente el plri- 
mer articulo, no ftuvieron efecto la&r paces: deseadas. Sin embarga, 
prometiéndoles el gobernador hacer en el asunto cuanto estuviese de 
su parte, vinieron en unas treguas que guardaron fielmente todo el 
tiempo de aquel gobierno, exceptos algunos pequeños robos que no pii^ 
dieron tomarse por justa causa de rompimiento. A D. Pablo Aréé y 
Arroyo sucedió en el gobierno D«. Juan. Antonio de Mendozlt, que 
mantuvo siempre viva la. guerra <con loa siris: desde á- poco de iHi en(ra« 
da, y en que final men te ^ vino ¡á: morir .eu>^$f.de.iioviembre ¿dcr-VTCO^ 
Fué famosa, en estaocasion la pertinacia y .el valoree diez^y nüoverseí 
Ti8i que desamparados dejos ^^emis^ resistieron por-^algunas- horas á 
mas de cien hombres* . JSntre lois bárbarofif habia eaido>ya^ desangra* 
do y moribundo^ un cacique; qUé era la alma'' de la acción» ' Tiéi^do: 
lo en el suelo se le atrevieron 4 acercar, y entré .ellos el gbbéirnadoir 
que marchaba, el primero; pero le. costó muy 'cara su inadvertencia ¿ «ni 
valor. El rabioso y soberbio seri , aunque luchando eon la últirbá ago - 
nia, so arrastró cuanto pudo hasta estribar contra una peña^ desde ddií- 
de atravesó al gobernador con una flecha que á pocos^ instantes Id' sa* 
có de esta vida. A D. Juan de Mendoza sucedió 1?. José Tienda 
¿le Cuervo» A su arribo los seris se habian refugiado al Cerro Prieto, 
de donde hasta ahora no se les ha podido desaldrjar enteramente. FéSte 
cerro se halla á doce leguas al Poniente de S. José de Cuaimas, y 
otras tantas al Sur del Pitic, de la costa del mar dé California cator- 
ce leguas al Oriente, y como treinta al Norte de la, embocadura del 
Yaqui. Es un conjunto de cerros de fortaleza incontrastable con in» 
numeraUes cortaduras de la misma naturaleza, que no pueden cami* 
>narse sino por mil diferentes rodeos, siempre con peligro de ser acó* 
metido y sin esperanza de poder dar alcance al enemigo. Las quebra- 
das mas famosas (para decir esto de una vez) son la de Cosario al Orien- 
te, la que llaman de^Rodríguez al Nordeste, Carón grande al Nomor- 
deste, el de la Palma cuasi al Norte, Cara pintada al Nordeste, Otate* al 



— 299 — 

de Oeste Nordeste, Abispas al Oeste Sudoeste, y Nopalera al Ponían, 
te. Al Sudoeste el Rincón de Marcos, nombre que se impuso el año 
de 61 á causa de haber aquí hallado, después de haber buscado inútil- 
monto por otras partes, á este gefe de los rebeldes. Esta acción se 
efectu<i el día. 7 de noviembre con mas de 420 hombres de armas. De 
lo9 jsalvages quedaron cuarenta y nueve sobre el campo y sesenta y 
tres prisioneros. con trescientos veintidós caballos que se ios quitaron, 
£1. golpe pudiera haber sido decisivo á poderse haber multiplicado la 
persona de D, José Tifinda de Cuervo; pero habiendo faltado en algu« 
Jipa cabos la precaución necesaria, escaparon los mas de los seris, y 
pasaron á la ihla de S. Juan Bautista, situada como á ocho leguas de 
la,co8ta, y cerca de nueve al Sur Sudoeste del Tiburón. Actualmen. 
te así Qontra esta nación como contra la de los apaches, azote de la 
Sonora y Taraumara alta, por la parte boreal y oriental, se hacen en 
Nueva-España grandes preparativos. 

£n este medio tiempo gobernaron la provincia los padres Agustín 
Carts^ y Pedro Reales; el primero celebró en noviembre do 1757 la 
vigésima nona congregación provincial, en que siendo secretario el 
padre Estanislao Ruanova, fueron elegidos procuradores el padre Jo- 
«é Redona, el padre Francisco Zcvallos y el padre Juan de Yillavi-» 
cencío. La división de la provincia porque tantas veces se había ins. 
tado, y á que el M. R» P. general Ignacio Viscontí desde la antece- 
dente congregación había ya condescendido, se volvió á poner aho- 
ra á arbitrio de su paternidad muy reverenda por las graves dificulta- 
des que de acá se pulsaban en el modo y práctica de la ejecución que 
hasta ahora no han podido vencerse. El padre Pedro Reales entró 
é gobernar á principios del año de 1760. En 62 se reconoció en 
Méxicp la antigua epidemia del maÜazáhuatL en que los operarios des. 
empeñaron el crédito de la Compañía entonces bastantemente afligido 
c<m las m^las noticias y atroces papeles que de toda la Europa venían 
contra dicha Compañía. Este año memorable en la Habana por la inva- 
sión de los ingleses el día 6 de junio, estuvo para arruinar aquel colegio 
que padeció tanto en sus haciendas, cuanto los buenos oficios de los pa- 
dres para con la afligida ciudad los hicieron mas recomendables. 

En 19 de mayo de 1763 succedió al padre Pedro Reales el padre 
Francisco Zevallos. En estos últimos tiempos han fallecido en la 
provincia sugetos muy recomendables por sus letras y virtud. En 
México el padre Oviedo, el padre José María Genovcse y el padre 



^300 — 

"^r. Francisco Javier Lasóaño^ en el colegio máxime. En Ptiebleí et 
hermano Juan Gómez, el padre Francisco Javier Solóhaj^ y el padre 
Antonio Ordeñana. En California el padre Femando Cotoag, en 
Taraumara el padre Francisco Hermanno GlandorfT^ cuyo elogio omi. 
timos viviendo aun los que los conocen hateta* qué los- autorice e) tíem. 
po. Fallecieron también en estas años los lllmos. Sres. D» Manuel 
Rubio y Salinas, arzobispo de México, y D. Francisco Pardo, D*. N.» 
primer arzobispo de Guatemala, el segundo recibido en la Compañía, 
y el primero su amantísimo protector y bienhechor instgi^e de la Ca- 
na Profesa. En Puebla el Illmo. Sr. D. Domingo Pántaleon Alvárez 
de Abreu, y en Ciudad Real el Illmo. y Rmo.'D. Fr. José Yital de 
Moctezuma, del orden de nuestra Señora de la Merced^ á cuyo afecto 
y constante protección debemos un eterno agradecimiento. £1 Sr. 
Moctezuma que vivia aun cuando se recibió la bula de la' Santidad de 
Clemente XIII Apostolicutn Pascendi en que de nuevo ^eonfítmael ins- 
tituto de la Compañía, fué dé los que mostraron -sü «ingláor amor- á 
nuestra religión dando las gradiás al soberano Fontíík^ por aquel bre- 
ve, y esplayándose en alabanzas por lo mucho que le servían en su' 
diócesis nuestros operarios. Este nrísmo favor deb}6 nuestra' prorin. 
oia al illmo. Sr. D. Pedro Anselmo Sánchez de jTagle, obispo de Mi- 
choacán, ál Illmo. Sr. I>. Miguel A nseheno Alvares de ■ Abreu ^4>bMipa 
de Oaxaca; y porque nada es mas honroso Á nuestros ministerios que !a 
aprobación y aprecio de estos grandes prelados y pastor&s de la Igle* 
sia^ hemos determinado añadir aquí las respuestas' de su Santidad á la» 
sobredichas cartas, para que juntamente con lo que han éscritcr. de 
nuestra provincia estos ilustrísimos, se vea el aprecio que hace de lo» 
operarios evangélicos la silla de Pedro. • • 4 ' 

Hasta aquí la hermosa pluma del padre Alegre* • • • Un raya des.< 
prendido del tronojde Carlos III destruye en un momento el augusta 
edificio de la provincia de la Compañía de .Jesús de México, 'cuyos* 
hijos son arrebatados por el torrente impetuoso de la espulsion de • los 
jesuítas: entre ellos marchó á Italia el padi% Alegre á llenar de honor 
con sus escritos á esta América» ••»«••» Apenas puedo esplicar el 
sentimiento que ha causado en mi corazón- la relación de esta- des- 
gracia cuando he. reflexionado sobre ella y sus -consecuencias .ein una 
edad madura, y renunciando (harto desengañado como el Caidenal de 
Pacca) las siniestras impresiones que se me hicieron concebir desde mi 
infancia contra esta corporación respetable. ¡Oh! |Si me fuera dado 



vería restablecida en nuestro suelo como lo está ya en Bueno- Aii^s 
ye» diversos lugares de Amérícar y Europa! ¡Con cuánta satisfacción 
bajaría al «ápulciH^iaugvrando áints compatrtatas i)na felicidad que no 
puedo v^flejs sino del amor á la virüid y que tan diestramente han 
sabido idspÍRirles los Jesttitasl 



EXPATttIAaON DE LOS JESUÍTAS 

BKF TODA LA MONARQUÍA ESPAÑOLA 

Y ESPECIALMENTE DE MÉXICO. 



El 25 de juniío de 176*7 poco arnés de rayar la luz matinal de intiitió 
á'una misma hora el decreto 'dd|expu9sion de los jesuítas discutido a pre. 
«encía del rey OaTlos Ilt, 'con el mayor sigiló. Éste monarcaánduvo 
áán solicitó de su ejedácion'que dirijíÓ üiik carta autógrafa al ^t^y 
<de México pañi que sé vétíñcase del mejor 'modo^ y que püdíe^rá Henar 
séB áéséoii la cuál existía en lá secretaria del Vít^^nato. 

* Para que el golpe se diese simult&héámeíite y se evitasen conmo- 
ciones de loéiptiéBloÉ i|ub amaban córdíálmente á los jesuítas, se tuvo 
presenté en et consejo pHvado del rey lá cailá geográ^ea dé ambas 
Átioéricas; midiéronse las distanciad de todos los logftres donde había 
colegio dé jesbitafs, el tiempo qué giastabali'lóscorreoís,- y ^se- tuvieron 
presentes hadtalluF menudas rúas circunstancias conducentes ál intento» 
Gorí achaqué de levantar las milicias próviticíaies del reínaqueresis. 
tíeran una iiiVásioá ei^éúiiga como la que «cábabs desunirla Habana, 
habían venido Varios regimientos veteranos de España. c<)n<)Ñcidos por 
el pueblo de México con el nombre de Chingos^ y lá organíencbn de 
los nuevos batallones ¿e había confiado á búeisos generales, como el 
teniente genehil Víllaiba, el marqués de la T«rre, el ñwrqués de Ru- 
bí, y Bicardos; así es que en México hábia entonces una grdn fuerza 
capaz de contener cualquier asonada. Era- provincial de la Oompa. 
nía eii la provincia do México el padre Salvador de la Gándara, quo 
á la sazón estaba en Querétaro de vuelta dé liC visita de lós colegios 
de Tierradentro, y venia tan satisfecho del arreglo en qué los había 
encontrado y dejaba, que aseguraba na haber tenido en ellos que re- 
prender ni reformar cosa alguna. 

' lia intimación del decrete de espulsion se hizo á los jesuítas en la 



Casa Profesa de México por el fiscal de la real audiencia D* Jo$é 
Areche^ y notificado el padre prepósito con toda la comunidad presen* 
te, rezó con ella el Te Dewñ, £1 comisionado dispuso que se consu* 
miese el copón de las sagradas fonnas para inventariar y ocupar los 
vasos sagrados. Entonces el padre ministro Irágori preguntó si al- 
guno de los jesuítas presentes querín comulgar, y luego todos los pa- 
dres presentes y aun los legos ó coadjutores se arrodillaron y recibie- 
ron la sagrada Eucaristía. Éste acto de religión sublime conmovió 
al comisionado, y cierto que debia producir este e&<;to, principalmen- 
te si iba prevenido contra aquellos religiosos, pues ademas de la pure- 
za de sus conciencias,' 'manifestaba qué todaá aquellas víctimas esta- 
ban de antemano dispuestas á tamaño saorificio. 

Quedarcm desde este momento los jesuítas presos en sus colegios de 
México y las avenidas de las calles tomadas con tropa y cuerpos de 
guardia^ Salieron de México para Ycracruz el dia 38 de junio en 
cocbes; pero escoltados de no poca tropa. Hicieron alto en la villa 
y santuario de Guadalupe, y el visitador D. José (Gralvez, honrado des- 
pues con el titulóle marqués de Sonora, les permitió entrar en dich/} 
santuario. Este magnate regentaba la espedicion con bastante calpr. 
En aquella iglesia hicieron los últimos y mas fervientes votos x>or la 
felicidad de un pueblo que los idolatraba; multitud de este los rodea- 
ba derramando copiosas lágrimas que no podia restañar la severidad 
del gobierno ni de sus satélites, y casi llevaba en peso los coches* Co-. 
mo el camino de Veracruz no era entonces todo de- ruedas, tuvieron 
que cabalgar muchas veces ó que andar á pié largas distancias; tra- 
bajos á la verdad insoportables principalmente para los ancianos y en- 
fermos. Su llegada á la villa de Jalapa parecía una entrada de triun- 
fo, aunque mezclada con amargura; calles, ventanas, azoteas y hal- 
cones se veían llenos de toda clase de gentes que bien mostraban en 
sus semblantes lo que pasaba en sus pechos: necesitóse qine la tropa 
que escoltaba á aquellos espatriados se abriera paso á culatazos por eo, 
medio de la mucha gente. 

Llegados que fueron á Veracruz aquel puerto insalubre quitó la vi- 
da en pocos días á treinta y cuatro. £1 24 de octubre se embarcaron 
para la Habana, pues hasta entonces hubo competente número de bar- 
cos que los condujeran. Los demás que se hallaban eu^ las misiones 
de Tierradentro fueron después llegando á aquella ciudad paulatina- 
mente. A los cuatro días de navegación se ieva;itó un temporal tan 



— 303 — 

deshecho que dispersó el convoy y estuvieron á punto de perecer. El 
13 de noviembre llegaron i la Habana casi todos á una hora, menos 
un Paylebot que llegó á las ocho de la noche del mismo dia. 

Era gobernador de aquella isla el Baylio D. Frey Antonio María 
Bucareli, que después fué nombrado virey de México, gefe ¿lleno do 
virtudes que los trató con la consideración y humanidad que formaba 
su suave carácter. Los éspulsos semejaban unos esqueletos estropea- 
dos de la navegación y abrumados de pesares. Hospedáronse en el 
convento de padres Félcmitas, y en su iglesia se sepultaron nueve: á 
los convalecientes sé les trasladó á una casa de campo contigua á la 
ciudad. Reembaircáronso para Cádiz en 23 de diciembre y fondearon 
allí el 30 de mairzo: al siguiente dia se les trasladó al puerto de San. 
ta María, reuniéndose en ún hospicio hasta cuatrocientos jesuítas. |El 
padre provincial Gándara que navegaba en la barca Bizarra^ fué im- 
pelido póf una tormenta á la costil de Portugal, y por poco perecen 
en uñói^ arrecifes. 

A mediados dt^ j^ínio del siguiente año se les reembarcó para Italia, 
dejando itinérto^ én el puerto dé Santa María, quince. Partieron en 
convoy para la 'isla de Córcega coii indecible incomodidad por la es- 
trechez de loa buques, no menos que por la. aspereza con que fueron 
tratieidóiÉ por 'los gefes de aquellas embarcaciones en la mayor parte. 
Era moda éntótocéiB mostrarse crueles con los jesuítas ly detraerlos 
desvergóiisadaiiieiité. ' Llegados á los puntos de Itfdia que se les de- 
signaron, sé distribiryerbii en varios colegios, en los que guardaron su 
instituto, hasta que én 16 de agosto de 1773 por medio de dos monse- 
ñores se intimó en Roma eu el colegio de^ Jesús al padre general Lo- 
renzo Ricci el breve de estinclon. Igual diligencia se practicó en 
los otros lue^ares con los rectores por los comisionados del papa. A 
los de América se les intimó que no podrían regresar á su patria: es- 
te fué para ellos un golpe muy mas sensible que los infortunios pasa- 
d os hasta entonces. Dióseles una ratera y vilísima cantidad para sus 
alimentos de los fondos de sus rentas llamadas iemporalidadeSf que 
ocupó el rey con prepotente mano, en las . que creyó hallar un inmen* 
so tesoro, que todo se volvió sal y agua, porque sus agentes no tenían 
los conocimientos de los jesuítas para manejarlos con acierto, oí tam* 
poco los veían como cosa propia. Distribuidos los jesuítas así espa* 
ñoles como americanos en^ Bolonia, Ronin, Ferrara y otras ciudades 
escribieron obras muy luminosas que admiraron á la Europa, tanto 



— 3Q4 -r. 

raas, cuanto que eran ep ella tenidos por. frailes do misir, panza y olla» 
Recordaré con placer lo8 ilustres pooibre£|^ de, Aleg^'t^ Ahad^ Claviger^ 
Landibar, Cavos, Manciro, Lacunza, Márquez» y otro^ cuya ridea^ trae 
cpmo correlativa lá de sabios dignos da la .inmortalidad y 'de mejor 
•suerte. ■ - 

La invasión de los franceses en los estados del papa como conse- 
cuencia de su espantosa revolución, de la que fué victima el Sr. Pió 
YI, dispersó á los jesuítas que por tai causa regresaron á España, y - 

algunos de los pocos que* habían quedado 4 la América; mas poco les 

• • • • ■ ' • *. ^ ■ 

duró el placer de volver á ver su cara i)^na, porque aunque abrumados 
de años, miserias y achaques, fueron en breve recogidos de orden del 
gobierno español, regentado por el prípcipe.de la Paz, y -encerrados 
en monasterios de San Cosme y San Di^go los padres Juan*Luis Mar 
neiro y Lorenzo Cabo. Hacíase (he dicho) como puptó de honor , y 
contraseña. de ilustrados entre los mandarínes españoles, perseguir, es* 
tos tristes restos do una gran familia, y á unos hombres áf quienes laá 
Anf)éricas debian en gran parte su , civilización v servicios-da toda íes- 
pecie. Siguióse á esta revolución la de España , gor la invafBÍon de 
Napoleón, contra cuyo inmenso padefÍQ. triunfó la oonstancia. -y leal^ 
tad castellana. . " . * o • 

Restablecido al trono Fernando Vil, consideró que aseguraria. su 
dominación*, reatablecíepdo los jesuítas en los dominios españoles, '/ 
entonces reaparecieron en México con bastante esplendor en 19 de 
mayo de 1815. Abrieron su noviciado y comenzaba- á prosperar, con 

ió venes sabios V virtuosos, cuando las cortes. de Madrid. en 182.Q ^uy 

• •' • . '.' ■...•'■.''■• ."> ■ * •..-,, 

poniendo incompatible la.libsrtad civil con la existencia de esta cor. 
poracion, decretó su estihoion en 6 de setiembre del mismo apo. El 
vírey conde del Yenadíto conminado con lá mas estrecha responsabí^ 
lidad, lo puso en ejecución cpn indécibFe seiuimiento suyo porque era 
sincero y piadoso, en 23. de enero de 1Q2Í. Entróse á lanzar á 1q9 
jesuítas del colegíp de San Pedro y San Pablo un piquete de tiropa 
. del Regimiento espedícioriario de cuatro órdenes, y se.ejecutélo misí. 
mo con las religiones hospitalarias de .San Juan de Dios, Beléji y San 
Hipólito; falta grande que. hoy deplora la porción del pueblo misera» 
ble que recibía de ellas grandes auxllíosen sus necesidades.. Esto.^ 
golpes dados con tanta injusticia como impolítica, aceleraroh'la con« 
sumacion dé la independencia, dando por resultado que el caudillo qudr 
consumó la empresa, (D. Aguslin do IturbideJ, agriase al título do 



— sos- 
libertador de 8U patria el do protector de la rdigiott, y que una rero- 
iucion emprendida once años antes con el derramamiento de la san- 
gre de doscientas mil victimas, se terminara en un paseo militar de 
ocho meses. 

Con la €|3pul6Íon de los jesuítas ejecutada con un aparato el mas 
escandaloso, sintió México y todo el reino de Nueva España un gol- 
pe fatal por los motivos justos que tenia de amor y gratitud á esta 
Compañía bienhechora. Sufocó sus lágrimas en el fondo del corazón 
de sus hijos, porque la sitiaba una fuerza tal y tan vigilante y una 
policía que observaba hasta sus mas secretos pensamientos. El visi- 
tador Galvez, director de la espulsion al publicar el bando con que la 
anunciaba, usaba de un lenguage duro é insultante que no vendria 
bien ni en la boca de Darío 6 de Xerxes, pues osó decir á los mexica- 
nos. ••• Que habían nacido para obedecer. Esplicóse con alguna 
libertad en conversaciones privadas D. Francisco Xavier de Esnaur- 
rizar i canónigo de México, y se le arrestó én el castillo de Uláa. 
Fué llevado á España el Dr. D. Antonio López Portillo, porque se le 
supuso autor de la impugnación de cierta carta pastoral del arzobispo 
de México Lorenzana, que, como el de Puebla Fuero, se mostró ene- 
migo de ,los jesuítas. No se le probó á Portillo la calumnia pero se 
le destinó á la catedral de Valencia por que decía su prelado (según 
es voz común) que no convenia que existiese en México un sabio de 
tal tamaño que había merecido de un claustro de esta universidad com- 
puesto de noventa doctores que le concediese gratis las cuatro borlas 
de las facultades mayores, y que su retrato so colocase en el general de 
esta ilustre academia. ^El gobierno suspicaz de Madrid entre varias 
medidas de precaución y espionage, mandó que se averiguase el modo 
de opinar de los Sres. obispos con respecto á la espulsion de los jesuí- 
tas: resultó que el de Guadalajara había indicado sentimiento, y su con. 
ducta á buen componer fué tachada en la corte. Esta prohibió que 
se hablase en prd ni en contra á^ esta providencia ejecutada.... por 
moiVíQs reservados á, la real conciencia de S. JVJ.; determinación que se 
consignó como ley en el código recopilado de Castilla; pero la misma 
corte, ó dígase mejor, el gobierno faltando á su mandato, publicó por 
la imprenta real un folleto en que por orden cronológico se cuentan 
excesos cometidos por la Compañía desde los días de su instalación. 
En ñn, los jesuítas no fueron ni por fuero y' derecho vencidos en 

juicio; y como la presunción favorable á todo reo siempre se toma de 
TOMO ni. 4^ 



— 306 — 

la falta de audiencia de este, la de los jesuitas, si no bastó para su 
completa apología, á lo menos dejó abierto el camino para que el pú- 
blico y la posteridad ios juzgase y absolviese. Estánlo hoy y muy 
ampliamente, pues se hallan repuestos no solo en Roma y en no pocas 
ciudades de Europa, sino también en los llamados paises clásicos de la 
libertad civil. Existen en Francia, Norte América y en Buenos Aires; 
su espíritu de caridad ha renacido donde se han presentado á anunciar 
la'paz y el Evangelio; semejante la Compañía á una pequeña luz que 
estando á punto de apagarse se reanima é ilumina con grande esplen- 
dor, asi aparece hoy de nuevo por el mundo cristiano, y en medio de 
las naciones gentiles. Si alguno dudare de esta verdad y fuese para 
él un problema esta ¡lustre Compañía, yo le suplico que recorra la 
inmensa estension de esta América. ¿Qué pais por montañoso y es- 
téril hay en ella que no lo hayan visitado estos hombres singulareáT 
¿Qué bosques y montañas que no hayan resonado con sus voces? ¿Qué 
nación bárbara y gentil que con ellas no hayan sido atraídas al sen- 
dero de la verdad? Ninguna. 



p • • 



CONCLUSIÓN. 

Repuesto Fernando VII al trono de España, una de las primeras 
providencias que dictó para asegurarse en él, fué la reposición de los 
jesuítas; fuéronlo en México el 19 de mayo de 1815; pero restableci- 
da la constitución de Cádiz en España las cortes decretaron su éstin. 
cion de la monarquía, cuya declaración mandó hacer efectiva el m¡s« 
mo soberano en decreto de 6 de setiembre del mismo año, y el virey 
conde del Yenadito en 23 de enero de 1821, aunque muy á pesar sa- 
yo. La nación mexicana, representada por el primer congreso de 
Chilpancingo, y asistido este por el Exrao. Sr. D. José María Mo- 
reloSf había decretado antes su restitución por decreto de 6 de noviem- 
bre de 1813, á solicitud mia, el cual no tuvo su efecto porque la inde- 
pendencia mexicana no pudo realizarse hasta 28 de setiembre de 1821 
en que so estendió la acta en la villa de Tacubaya por la junta sobe* 
rana que allí reunió el Exmo. Sr. D. Agustín liurbide. Propúsose 
su reposición en la misma junta; pero esta acordó se reservase la re- 
solución de este asunto 4il primer congreso general. Grandes nove- 
dades ocurridas durante el periodo de su existencia no permitieron tra* 
tar este negocio, y para cuya resolución se hallaban reunidas machí* 
simas representaciones de corporaciones y pueblos que clamaban ar*^ 



— 307 — 

dientemente por la reposición de la compañía. To rae abstuve de sus. 
citar esta pretensión (que jamás he perdido de vista) porque roe pare- 
cia impolítica hacerlo hallándose en México el padre Dr. D, Francis- 
co Mendizabal designado provincial por el^muy reverendo padre general« 
á quien de derecho tocaba hacerlo; pero verifícada[su muerte, y dejando 
joncluida una representación para el congreso general, juzgué que era 
el tiempo mas oportuno para reproducirla. Por desgracia estábamos 
en los últimos dias de las sesiones ordinarias, y ya no fué posible pre- 
sentar á discusión este proyecto; la representación formada por mi es- 
taba suscrita por tres Sres. obispos y crecido número de personas de 
la primera distinción de México. Agitaciones extraordinarias de^la 
república me impusieron silencio, y reasumido el mando por el Exmo. 
Sr. general D. Antonio López de Santa-Anna en virtud de las bases 
acordadas, á solicitud mia se sirvió espedir en 21 de junio de 1843 
el decreto siguiente. 

EL C. VALENTÍN CANALIZO, GENERAL DE DIVISIÓN, 

gobernador y comandante general del departamento de México. 

Por el ministerio de justicia é instrucción pública se me ha comu- 
nicado con fecha de ayer el decreto siguiente. 

El Exmo. Sr, presidente provisional de la república mexicana se ha 
servido expedir el decreto que sigue. 

,, Antonio López de Santa-Anna, benemérito de la patria, general de 
división y presidente provisional de la^república mexicana» á todos 
sus habitantes, sabed: Que considerando que los medios de fuerza 
y de conquista no han sido suficientes en mas de trescientos años para 
introducir los usos de la civilización en las tribus bárbaras que habitan 
todavía algunos de nuestros departamentos fronterizos, y que los talan 
y destruyen haciendo una guerra salvage y sin cuartel: que la religión 
de la compañía de Jesús se ha dedicado siempre con un laudable celo 
á la reducción de los indios bárbaros predicándoles una religión dulce, 
humana y eminentemente civilizadora: quA varias autoridades de aque- 
llos departamentos, y muchos^ciudadanos de los que mas se distinguen 
por su adhesión á los principios liberales bien entendidos, han reco- 
mendado esta medida como muy capaz de contribuir á la seguridad del 
territorio donde residen las tribus errantes, y que esa instrucción es 
admitida en los Estados-Unidos y en otras repúblicas de América sin 
nengua ni perjuicio de la forma de gobierno republicano ni de las lí- 



/ 



— 308 — 

bertades que tanta sangre ha costado establecer en América; en uso de 
las facultades que me concede la séptima de las bases acordadas en 
Tacubaya y sancionadas por voluntad de 1& nación; hé tejido á bie ^ 
decretar lo contenido eñ el artículo siguiente. ' 

Podrán establecerce misiones de la compañía de 3ésus en los depar- 
tamentos de Californias, Nuevo-México, Sonora; Siiíalóa, Durango, 
Chihuahua, Coahuila y Tejas con el esclüsivo objeto de que sé dediquen 
á la civilización de las tribus llamadas bárbaras por medio dé la pre- 
dicación del Evangelio, para que de este modo se asegure mas la in- 
tegridad de nuestro territorio. 

Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido 
cnmplimiento. Palacio del gobierno nacional en Tacubaya á 21 dé 
junio de 1843. — Antonio López de Santa-Jlnna. — Pedro Veléz^ Mi- 
nistro de justicia é instrucción pública. 

Y tengo el honor de comunicarlo á V. E. para su inteligencia y de- 
bido cumplimiento, disponiendo al efecto su publicación . inmediata- 
mente. 

Dios y libertad. México junio 21 de 1843.— Feíea:.— Exmo. Sr. 
gobernador de este departamento." 

Y para que llegue á noticia de todos, mando se publique por bando 
en esta capital y en las demás ciudades, villas' y lugares de la. com- 
prensión de este departamento, fijándose en los parages acostum'brados 
y circulándose á quienes toque cuidar de su observancia. Dado > en 
México á 22 de junio de[1843. — Vaientin Canalizo.-^Luis G.de Cha' 
vatrij secretario. 

• La asamblea de Guatemala en decreto de igual fecha^del mes de ju- 
lio y del mismo año, permitió la reposición de la Compañía amplia- 
mente en aquella república. Tal es la historia de este establecimiento 
religioso, cuya reposición y conservación que presenta peligrost dificul- 
tades y escollos, ha corrido de cuenta del cíelo. . • . Ríndele, por tan- 
to,, las mas humildes gracias por tamaño bien concedido á la humani- 
dad, para que el nombre glorioso de Jesucristo y su evangelio sea 
anunciado por toda la redondez de la tierra. Pongo punto á estas li- 
neas suplicando á la sombra generosa del padre Alegre perdone el atre- 
vimiento que he tenido de haber añadido este pobre suplemento coma 



— 309 — 

quien surce un remiendo de*gerga á una capa de púrpura: y el generoso 
impresor*de esta obra (el Sr. coronel D. José Mariano Lara) reciba 
también las gracias mas espresivas por la magnanimidad con que ba 
continuado su impresión sin pedir ni un real del copioso adeudo que á 
8U favor tiene, por no haber sido posible completar los precisos gastos 
de la impresión, debido á la fatalidad de los tiempos. 

México. 19 de setiembre de 1843.^-L»c. CáWof María Buitamante. 



FINDELÁOBRA. 



s. 



4 

tamos. •••Yo amo (me decia el Sr. Morelos) de corazón á los je- 
suitasy y aunque no estudié con ellos, entiendo que es de necesidad 
Tenerlos. 

Agradecido yo á esta protección que solicitó ansiosamente y 
no pudo ver efectiva, no puedo menos de tributar á su sombra 
generosa mis humildes respetos, y procurar cuanto esté de mi 
parte perpetuar su memoria dedicándole este tomo con que se 
concluye la obra mas acabada que pudiera escribirse en su línea, 
y que ha llenado de admiración á la Europa y á la América. 

¡Alma grande! Si en la región de la dicha perdurable (donde 
piadosamente creo que habitas) puede aumentarse en alguna ma- 
nera tu deliciosa fruición, acréscala ya este recuerdo que hago de 
tus virtudes. Moriste victima de la patria y difamado en un pa- 
tíbulo; pero lo honraste sellando con tu sangre tu valor, tu talen- 
to militar y tu amor al orden. ¡Qué ejemplo tan eficaz para los 
que hoy rigen nuestros destinos! Entre tanto, gózate con Isl di- 
cha de los justos, y recibe los votos y suspiros que por tu deicanr 
so y gloria hace tu siempre fiel y agradecido amigo