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HI6(TORIA
DÉLA.
«eiMIlt^MllWft^tidVQ
EN NUEVA-ESPAÑA,
QUE SITABA E8CKIBIEND0
HIL ]F. ]7mAH(QI@(D® JTAVISm AILE(^m^
AL TIEMPO DE SU ESPÜLSION.
publícala
(
VKBJk PBOBAB LA UTILIDAD QUE PRESTARA A LA AMERICA ME'
XICANA LA SOLICITADA REPOSICIÓN DE DICHA COMPAfiU,
OABIiOS MCABIA BUST AKANT&
AfnuWtUB torum^ cognoaeetis eos, J. C.
TOMO ux^^,r ¡ ¡ I ; , ; - ^
:i/.;\v.'vo\¿>'
IiirutA poft Jt M. Laiu, calle de la Palma num. 4.
1842.'
A LA SOMBRA GENEROSA
d ^xm0f ^)tf ^mmt ^. ^0$i ^^m ^^wfo^.
URODB LOS PUMBB08 CiCDIULOS
DÉLA
ZHBlVlHBiaaiA HflSIIBABA-
A mañana del 6 de noviembre de 1813, se presentó este ge-
i'c ):>ersonalmente ante el congreso nacional de Chiipantzinco, que
acababa de instalarse, á solicitar de aquella asamblea el decreto
ílo restitución de la Compañía de Jesús; y muy gustosa accedió á
<;sta demanda.
Aquel genio sublime que veía con ojos políticos y religiosos el
porvenir de su patria, que conocia sus intereses y cuales eran los
medios mas á propósito para hacerla feliz, entendió que nuestra
juventud necesitaba de su apoyo para su enseñanza, y los pue-
blos gentiles de misioneros activos y laboriosos que anunciasen el
Evangelio hasta las mas remotas regiones de este vasto conti-
nente.
Habíalos visto espulsar, y deploraba los males que causaba ya
la ausencia de estos celosos cultivadores de la viña del Señor;
vcia con dolor que numerosas tribus convertidas habian retrogra-
dado de la civilización á la barbarie, que se habian tornado en
fieras, borrando hasta las ideas del Dios de Paz, que se les habia
anunciado, y preveia que dentro de breve tiempo derramarian
nuestra sangre, entregándose al robo y carnicería que hoy lamen-
Í)E LJl PROVrNClA
i)$..f^i^ i^^m&^^sm^ 8)S «^s^i9?s)
NUEVA-ESPAÑA.
informe del Sr. obispo de ciudad Real de Chiapas. Misiones del
^adre José Yidal en la cárcel de corte, en Guanajuato, y á su vuelta á
México. Quemazón del templo de S. Agustin de México. Muerte
del padre Melchor Faez y del hermano Francisco Espinosa. Reduc-
ción de Tutüssca en Taraumara. Trabajos de los misioneros. Re-
ducción de los guazaparís y varohios en Sinaloa. Sucesos de Sinaloa
y Sonora. Piedad é instrucción de los neófitos. Controversia pasa-»,
gera de los Teverendos padres franciscanos. Residencia de Ciudad
Real y disgusto deí Sr. obispo, por el que se abandonó la residencia.
Aprecio de otros Sres. obispos. Misión en Zacatecas. Misiones eh
varios lugares. Prodigio de S. Javier. Congregación provincial én
el año de 11SB0. Entrada del padre Juan María Salvatierra en la Sier-
ira. Intento del Sr. obispo de Durangó de nombrar capellán para Ca-
lifornias y vicario para las [poblaciones que ullí se fundasen. Misión
en Puebla, Fundación del colegió'de Chiápíís. Muerte del angélico
joven MigüeT de Omaña, Enti^da de Lorenzo Jacome éñ Teracruz
(alias Lorencilló) ano de 1653. Entrada en ella y solemne posesión.
Diversas entradas y desmayo de los soldados que obligó al almirante á
ában^onv la empresa. Segunda entrada y diligencia do los padres.
Misión en Micfioacán. Protección del Sr. obispo de Chiapas y prin^*
— 2 —
cipio de los estudiosi Entrada del padre Salvatierra á la faniosa siefrtf
de Hurích. Motín de los tubaris y su éxito. Principio del alzamien.
to de Taraumara. Sucesos de Californias. Abandono de la conquis-
ta. Intentan los padres abandonar Ciudad Real y lo desaprueba el pa-^
dre general. Misión en el arzobispado. Muerte del j^dre Manuel
Lobo y del padre Mateo de la Cruz. Pretensiones del padre Kíno pa-
ra la Pimería. Primeras niisíones^ de la Pimería alta. Muerte deí
hermano Fermín de Iruzita. Misiones del padre Zappa. Muere eiv
la Compañía José Lazarde. Muerte del padre Pablo de Salceda. Mi-
sion en Mextitlán y en México. Muerte del padre Daniel Angelo
Marras. Congregación provincial en orden la vigésima. Division'in-
tentada de provincia. Muerte del padre* Salvador de la Puente. Hos-
tilidades de la confederación en Tarautílara. Muertes de los padres
Juan Ortiz de Foronda y Manuel SancbeZé Entran los padres Sal-
vatierra y Kino en la Pimería. Pretensión de un Seminario de in-
dios en Oaxaca. Revelación de la venerable virgen Francisca de S.
José. Muerte del padre José Ramírez. Misión en Micboacán.
Muerte del padre Juan Bautista Zappa. Pretensión de colegio en S.
Salvador. Hace nueva entrada en California el capitán D. Franco
Itamaroa. Se interna el padre Kino en la Pimería, y habiéndola re--
conocido, emprende la fábrica de un barco para pasar á California. La
suspende por órdon de su superior. Después de cien leguas de cami-
no llega el padre Kino al Gila donde están los edificios grandes» Al-
zamiento de los pimas. Matan al padre Francisco Javier Saeta, Se
enciende mas la rebelión con la dureza y rigor del capitán D. Antonia
Solis. Piden la paz los rebeldes, y benignamente se les concede. Mi-
sión en el obispado de Cuadalajara. El padre Kino obtuvo del Sr.
virey sentencia en favor de los pimas. Vuelve á la Pimería y lleva
consigo al padre Gaspar Varillas. £1 padre provincial da licencia al
padre Salvatierra para entrar en la California. Fundación del Semi-
nario de Guadalajara, año de 1696. Alzamiento de variaa naciones
confederadas en laa misiones y su rendición. El padre Salvatierra pi-
de limosna para pasar á la California. Obtiene del Sr* virey licen-
cía para llevar la luz del Evangelio á esta península. Desembarca y
toma posesión de ella á nombre de S. M. Los californios acometen á
los que habían desembarcado y son rechazados. Piden la paz y se les
concede. Descubren la yuca de que se forma el casabe. Bautismo
de un cacique enfermo. Carta del capitán D. Cristóbal Martin de
3
Bemal en que desmiento Ins voces de qtie los pimas guardaban el bo-
4¡n de los apachen. Altura de polo de S. Rafael. Combato y de rro.
ta de los caliíbmios. Escasez de viveres. Arribo de la nao del ca-
pitán Gandulfb con víveres. Muerte del Sr. arzobispo Seixas. Fun-
dacion^ de la casa para mugeres dementes. Muerte del padre Andra-
de, fundador del Seminario de S. Ignacio en Puebla. Origen del vó-
fnito prieto en Veracruz. Muerte de los jesuítas asistiendo á los epi-
demiados. Relación del capitán Monge de los moradores del Gila.
Descrédito de los émulos de las noticias del padre Kino. Estension
del padre Salvatierra en la California. Calamidadt^ y desgracias en
California. Escribe el capitán del presidio contra los padres. Cor-
reríadel padre Kino hasta el rio Gila. Descubre que el seno Cali-
fornio no tiene comunicación por el Norte con la mar. Pasa el capi-
iatt Escalante á la isla del Titxiroii* Notkia de la playa de los Serís.
En consecuencia de lo 4iuid de parte de DoSa María de Alvarado se 1676.
hntittL escnto á 8. M., se despachó cédula con fecha de 9 de abril del obr^^TeChti
año antecedente pidiendo al lUmo. Sr. obispo de Ciudad Reftl y al ca- pa.
bildo secular informasen sobre el asunto. Focos dias antes había lle-
gado á aquella capital de su obispado el Illmo. Sr. D. Marcos Bravo
de la Sema, tan afecto á la Compañía de Jesús, que luego que llegó á
la Nueva-España, sabiendo que se'trataba de fundar un colegio en su
diócesis, no solo manifestó singulai* consuelo, y prometió favorecer en
iodo la fundación, pero aun quiso desde luego darle principio llevando
consigo dos sacerdotes jesuitas. El informe que hizo al rey su ilustrl.
sifML, es del tenor sígüimite: r^Señon-^Mándame Y. M. le informe so-
•bré las haciendas, destinadas para la fundación de un colegiode laCom-
pañfv, y las utilidades ó inconvenientes de dicha fundación. Y habién-
dome informado con diligencia, hallo que la hacienda del Rosario jun-
to al pueblo de Ixtacomitlán, provincia de los zoques, con todos susad-
herentes de frutales y casas, esclavos &c,, llegará á 40.000 pesos. El
Lie. Juan de Figoeroa, es presbítero domiciliario de este obispado, y
está con tan ardiente zeló dé esta' fundación, y para eso me ha venido á
ver mas de treinta leguas, y confirma de nuevo la donación que tiene
hecha de una hacienda de ocho á nueve mil pies de cacao con una hcr-
mita de la Concepción y varias posesiones, que todo valdrá seis mil pe-
sos. También ofrece á dicho colegio una hacienda cuantiosa de ga-
nado mayor de gran distrito y pastos que dicen vale mas de; 20.000 pe*
--4 —
30S, y todo e9io he hallado ser publico y voz conuin. Cou que Y. M»
por lo que nüra á efectos y bienes raices, puede asegur^i: su conciencia
en. que funden én e^a ciudad loa padres de la Cpokpanía de Jesús.
. Por lo que toca á su utilidad, esta ciudad y todo su obiispado no tie»
pen maestro dq esQue}a„ ni un preceptor ;que diseñe ia graiúitica, caur
sa de que se malogren los sugetps, aunque esperimento muchos dé vi-
vo y cla,ro ingenio. Si alguno sale con inclinación de seguir las letras
Pq: llegan á tener popibles para ir ¿l^Guatemala, mas de ciento veinte ]e-
guaS'de aquí^ ó á México mas de doscientas; de esta suerte no se llega
á lograr ^ugeto de la ciudad y obispado, causa^de que haya tan pocos
clérigos^ que suelen .estar vacos lois beneficios muchos años por no ha-
ber quiei^ so, oponga á ellos. ...:..
, IS[q haUo (en que pu^^a «sta fijifidacion perjudicar al real patronato, de
V« M.j.i|ij(L lai» religiones: dO'^to. Domingo, S. Franclscoy lá Merced,
que son las que hay en esta ciudad; ánt§s me han dicho los superio*
xes d# eyas (^.sej^ %^si%téi}i^j^^a$, oarg^ien la administración del
^acifuneiM?» 4o J^.p^PÍ^Qn<3Í%:y:.^a9Í, pprque los tnasson doctrineros
' ide.e^^os fooi|t(^n0s; 9Udlen>estar Jos €K>ixyentos con ámy. pocos sugetós»
yiteiM^t^e^noibab^. masique^iina misa eü cada convento^ y yo lo he
yist^con no. haber mas qu^ i^ificuénta.dias qué he llegado á mi iglesia.
;£l pié6vedio que hará la Compañía en este obispado, «e ve porVio que
;han Jiecbd 4o0 jesuitas que* tXdQñ conmigo, pueis por su predicación vá
teni^Kido «9ta 0iuda4 uQa cjAare^toia muy ejemplar, y yo voy remedian •
do casos gravéis y culpas envejecidas, y conociendo esta utilidad han
de aladar -oontnigojfíodo el obispado. . •" . - > •. .
Hay mi f^tt, ciudad una i^esia basfantenNiiteQapaz, no agregada á
4parro^ia a^uíutf y Ibl tenia dedicada par^^ste afecte: itieñe unajEi ca-
íais lyróximaa ala .sacristía y «¿tio para un oólegibf Ya M« tendrá*^
4Hen él tfno/en esüíM dosnfios no^doié 4c A estos dos ndágioeos porque
^eccsito^ ellos «niñamente,.;^ de «I ayuda oficiosa^ que oomoen die^
años, no jML habido pi^elado en eitteL ofaispado» wo soy bástante yo fiolo &
-diiági^loi todo, y aunque U «s tan. .|6Qae que no lle^ i dm mil pesos de
^renta j: loa «lust^itaré y acndbráJa todos los diás á eata i^esia, en tanto
que Y^ M« i^siAelve lo mas t)onvemeiKte«
I ■ I •!< ■ ■
' t ^B¿*f999la cútAtiBL epiéééptAÚBiJi^li^wAolleigó'ú, qnfaÜentos' pesos, ha sido
iié6tiWtié^<^Mf<ál go^HeroB lépnli^tmotlfiéite al ShBecenrér, dbii^'deeto, seis isiú
fm )^ áéepie fe mitra que no íxxdíB «¿mitir por üiddbdoi^S^.'
. Ciiür^ta lQgua^ de aquí hi&y indio? gentiles <iue llaman lacandonesy y
habiendo fundado aquí los jewita», podran ir á predicar el Evangelio á
esta» 'g^tesi^ que seguñ me dioeny {wuian dé ochenta núl; y si en mi
tiempo fundasen» prometo á V« M. aoónopiañarles á esta facsdion, y fíe
á mi ea^go todo lo qi^e cóndujci:^' al mejor logro de dicha fundación, án
qué péi^dique á las religiones^ al patronato. real» á la ciudad, ni áper-
aona alguna, por lo cual, soy de sentir quedehe dar Y. H» licencia pa-
ra dicha fundación por elbién de las almas, servicio de Y. M. y glo-
ria de Dios que guardó la católica real persona de Y. M., coirib ha me-
nester esta monarquía. Ciudad Real y yhariso '20 de 1676.< — El ohiS"
pad(B.Ciui(tiRed¡hCMapaá.**
El infornié del cabildo secular, dice asía :*,A 18 dé inarié del ano Ijfj>"»e del
,.,,.« cabildo seour
presenté recibimos una cédula d% Y. M. '&Gha en 9 de ahru del ano pa. lar.
sado, y habiéndonos juntado en la sala de cabildo de esta ciudad el
alcalde m^Jror.y déiüas capitules, Qbedecimb^ dicha cédula, y pusimos
^bre iiue(9tjra« eabezaa»y habiendo en&ndidodo que Y. M. éa ella nos
inand«(, qi«9ef que Infoifmemop la (conveniencia, ó incqnveniebtiss q)ie
lendri (undaí? un' «colegia dé la Cpmpaílía de Jesús en esta ciudad, de.
xiimos: Ip) prim^rOfl qMé luegPi q^ue vítím 4ipba cédula, diodos muchas
gracias :á nueitro 3^e>r de ^lUe Y. M« §é baya dignadb de pedir i^»
ÍQXmei 1¥)rqíie ?• tanto el déséO que ti^ne esta <<iudad d^ yi^r l/9g;rada la
fóndacioPf'quQ no éa posible esj^licarlo, pues los hijps d^ estit ciudad y
{>n)viücíit« ;carecen d^ ftiíae|ía»?;% 4e gramitica y ftywltade^, por c^ya
ni»pn:séiiiialf)igraii n»lcbos svg^os fdtli&ae^iaáx distapt^ laftesc^elus
donde.pittüenQtn ocurrir* Dé a^^ resulta el camoer de peraCNoas qu^ se
•ii|dfiea .ea Jófl beneficios qiie ha bi^hidOi alguno, que es el de Ayu(0$
4«a ba ei^do M^ve- añoa ya^o'yJervido ^e i^o i^bstituto por n/o haber
iiabido quien: se <ípu^e$a á^ él ha^a el añO' pasado* I^as dema^i rejigio*
neíEi Ao pueden roaiblr-pérjuijt^i^ 4e dicha f^Ad^^etn» piAe9 lad^ gto. ]Qo.
üúmgo^ que és la mps Rdmetosat tiene suficiéoit^ Dentits dé que sust^9<*
taHHe, y Jade S« Francia^. y la Merced loli^céti d^ U caridad de jios
fiéÜSíy capeDéaía^ que. tisnen; y ma^ cuando la reUglon dé 1^ fipni^-
níaÜQ es de laaqne récjJManiUmo^a de ms^a ie<$ ^ue efita .99 pue^^.^st^^»
yi&raci0 ,á Uá' otras; y tenémoax^séendido que ta bácáeinda deiClucahiMt^
M 411b Dona Storia de Al!iwad0)m&ndd jM sil test^raeiilt) pa^a fii<4li^
eion :dé diobo ü^d/^io. mpQrtárá.vma9 de (tteinfa miLpesoa^-yíte del IM*
J^nrtd» JPjgu^rolkí ladafide 4ify^ núL ¥ edonuis de' eáto ^pean^a^miítm-
dido sé les Jto de jag^mgiúr.Qtai Jiaoíekida que se >cohip¡(Mie 'de femado ma-
— 6 —
jor, que por no saber de su valor no lo informamos, porque dicha ha.
cienda está en la jurisdicción de Tabanco; pero sabemos que es bien
cuantiosa; y dichas cantidades tenemos reconocido ser muy suficientes
para la fundación de un colegio, y todos los vecinos que se hallan con
algún posible, están en ánimo de ayudar en lo que cada uno pudiere.
Y así, suplicamos á Y . M. se sirva de conceder la licencia para la fun-
dación de dicho colegio^ así por lo que tenemos representado, como
por el conduelo universal de toda esta ciudad y su provincia, que en
ello recibiremos particular beneficio. Guarde Dios nuestro Señor la
católica real persona de Y. M. como la cristiandad ha menester. Ciu«
dad Real de Chiapa y marzo 20 de 1676. — D. Andrés Ochoa de Zara.
U.—D. Gabriel de Abéndañó.—D. José de la Madrid.— D. José de Ve.
lasco Ochoa. — D.José de Válcarzar. — ^Ante mí. — Juan Macal de Me-^
neses.
Misión á la Tale» eran las ansias piadosas de la ciudad de Chiapa. En México,
cAxce e cor. ^j^^^ tanto se emprendió por el mes de mayo una fervorosa misión á la
cárcel de corte. Se habia divulgado por aquellos dias el mnaóir de cier-
tos ruidos nocturnos que se 'bian en las piezas y cálélbozos de la cár-
cel. Sea lo que fuere la verdad del hecho, esta común persuacion 'te-
nia sobrecogidos de temor los ánimos de aquella gente á quien poco
basta para asustar en la miserable condición á que se hallaban conde-
nados. Los hombres de Dios, y verdaderamente celosos, saben aprove-
charse de las menores ocasiones para la edificación y utilidad de «us
prójimos. £1 padre José Vidal que entre sus demás ministerios apos-
tólicos miraba como- uno de Idí principales la visita de cárceles, se va-
lió de esto para persuadir á aquellos infelices que misasen aqiiettos
ruidos como avisos de Dios para reformar sus costumbres, para ésth>
par ciertos vicios muy comunes entre este género de gentes, y para
componer y sosegar mas que todo las inquietudes de su inicua concien-
cia por medio de la coníésibn. Para este efecto, tomado el beneplá-
cito de los Sres. alcaldefi de corte se promulgó una misión de seis dias,
con tan feliz suceso, que no quedó uno que no se reconciliara con Dios
en los Sacramentos de Penitencia y Eucaristía; dejando así santifica-
do aquel lugar, partió el mismo fervoroso misionero á la* villa (hoy ciu-
dad de Sta. Fé y Real do Miñas de Guanajuato.) La fama del hom-
bre apostólico tenia mocho antes prevenidos en su fisivor los ánimos, y
aun parece que el cielo se interesaba también en darie á conocer. Te-
nían muchos de aquel lugar la piadosa costumbre de juntarse á la ora-
^7 —
cion en la iglesia á fezar el rosario ante tina milagrosa imagen tfse etí
efla se venera. Depusieron muchas de las mas autorizadas- [personas
que concurrian á tan devoto ejercicio^ que les parecía haber visto en el
pulpito un jesuita, según el color y forma del vestido, y lo mismo afir-
maron después algunos señores que velaban sobre tres de la santa imá-i
gen« Con tan felices prenuncios, fueron recibidos los misioneros jesúi-
tas, como unos hombres enviados del cielo para salud de aquel pais.
El blanco principal de su predicación fué estirpar los odios y rencores
envejecidos entre las familias principales, de donde se derivaba también
al mismo pueblo dividido todo en bandos y facciones. De este fatal
principio dimanaban las muertes de muchos en las girerras 6 sasemis
de unos barrios con otros, que no han podida remediarse á pesar de las
mas severas providencias. Quiso Díob dar tanta eficacia á las pala*
bras de sus ministros, que interrumpian tal vez el sermón las voces de
los que pedian perdón, arrodillándose públicaroetite á sus mortales ene-
migos. Los primeros que ejercitaron un acto tan heroico fueron algu.
nos eclesiásticos, ó porque tuviesen entre si alguna enemistad, ó porque
quisieron con su ejemplo apartar de los seculares aquella perniciosa
vergüenza que las mas veces fomenta los escándalos. Efectivamente^
á los dichos eclesiásticos siguieron muchos de los mineros y persona»
distinguidas, que seguramente lo necesitaban mas. Era un espectácv-
lo muy agradable al cielo, y de mucha edificación ver salir del templa-
unidos en caridad y tratarse familiarmente en lo de adelante, sugetos y
fiuml̀U9 enteras que antes por largo tiempo se huian y evitaban cuida*
desámente unas á otras por no corresponderse en las salutaciones que
exige la cortesanía y caridad cristiana.
De paso para México entraron nuestros misioneros en Zelaya, lugar Misión en Ze.
que era entonces de la administración de los padres franciscanos, y se ^^ J ^^^'
hallaba allí actualmente el reverendo padre provincial. Estos religio- de S. Agrustín
sos padres oyendo con gusto el mucho fruto que hacían en los lugares
vecinos los misioneros jesuitas, les suplicaron con instancia que hicie-
sen allí misión y no privasen á aquellas sus ovejas del saludare pasto
que tan liberalmente repartian á otras muchas. Pasó & esto en perso-
na el mismo padre provincial, y ya que por la estrechez del tiempo que
los llamaba á México no pudo conseguirlo del todo, propuso que á lo
menos un dia sacasen la procesión de penitencia con un devoto cruci-
fijo que se venera en aquel convento y predicase en su iglesia el padre
José Vi^al. Hízolo así por obedecer» aunque haciendo por su humil.
^8 —
dad mií protestas de su inutilidad, respecto al favor 5 c^ de tiquellos
ejemplares religiosos, y el cielo bendijo sus palat)ras cKon fruto, tan abun-
dalitey qué en algunos dias después >de sii sermón tuyie?*p9 inucho ei»
que trabajar doce confesores para datis&cer á la ptadoi^^i'iiKiípprtunidad
de ioÍ9 penReátes. Lo restante '¿el eamino, siguiendo las lÉtuellas del
Salvador, k) |>asaronl)aciendo bien por todas partes, y ítonando muchas
almas dé sus ei^irituales doledlas pot Dnedio de la cOníeaion, sermo-
nes y conversaciones santas, t^ Vez mas éfiscaces é insinuantes quelas-
vehementes decl^maiciones. Llegados t México, hallaron toda la cÍM«
dad oeopada en graj^ides preparativos de regocijos, de toro», carre-
raJs, ^i^caras y tp^poos paira celebrar la jura del Sr. D. Carlos II,
que desüpues de su i^(Venor ediid babia tomado las ríencías del gobierno.
El padro JcMsé Vidal, conociendo que }a virtud y ptáeticas cristianas
adB la mas Arme qdijum^a Sq ioa reinos, y él recurso al cielo el mejor
medio |Sara firlean^r el aciei^ ^ pjfbspendad ile las monarquías de
lM|uefl Sfinor.quei^offó en su qi^bo los qoraí^nes detlosifC{3^s, determi-
nó hacer, .botn^decia con gracia, sus fientas mas agradables al cielo y
raasiprove^hoyas^á la corona. Bien conoció el prudente misionero que
ai ^ptdbücaáte la misión Con el aparato y publicidad qué ofraiS veces, los-
partidarios del mundo y enemigos de la cruz de Jesucristo habifein de
le¥alitar;el grito, y condenar lia acción como imprudente, y aun tal vea^
oom injuíiaslt álamagestád real, á cuyo honor se dedicaban aquellos
r^goCrjos^ qiie cóAno de esos colores negros tiene ¿ mano el mundo pa-
ra desfigurar los mas santos designios de íos hombres apostólicos; por
esta> foKoñ ^ tomado ál beneplácito denlos «uperíoFés, sin dar á otro al -
guno aun de los nuestros, parte desús intentos, comenzó sus sermonea
sobre -tarde en la iglesia dé la JQneamacion. ^ Gomo -aun en medio del
tumulto y ruido del mundo jamas Mtan al Señor ovejas escogidas que
.cohocen su vez y 'laisiguen condocílidad, á pocos^dias por el ejemplo
de algunos, ministros reales y otras personas^ de distinción, creció tan-
lo. el ! .concurso,^ qjbie siendo ya niuy estrecho aqtíel templo hubieron de
pagarse kLjde Jesud Nazareno. Sedestinó para la coimunion general
con fsiutcaridfld del .ordinario él domingo 3. ^ de adviento (Id de diciem-
bfe de I&JSk) £lviemes antecedente, Jí dd'íñistoo mes sobre tartíe,
se.hízo laúltimflf plática, y queriendo Dios honrar el ministerio de su
divina>palabjrtEi, puso al padre (Y^dal en ^la boca unas voces en que arre-
batado y'fiíera^de sí por el fervor,: predijo éhiraihente la calamidad que
aitenaiafaa'á |féxico,y'cc>ilio estaba y^par^ p!rorrumpiren un estruen^^
~9 —
do. Efectivamente, aquelia misma noche sin haberse podido impedir
con providencias algunas, prendió fuego en el suntuoso templo de S.
Agustín, y en pocas horas todo el techo, coro y capillas, quedaron re*
ducidas á cenizas, h^ lluvia de plomo de que estaba cubierta la te-
cumbr^ no permitió librar del incendio cosa alguna de la iglesia, y au«
mentó de suerte lá voracidad de las llamas, que iluminada toda la ciu.
dad, parecía haber de perecer enteramente. £1 concurso do todo gé-
nero de gentes y extraordinaria con^locion do ánimos, obligó al lUmo.
y Exmo. Sr. D. Fr. Payo Enriquez de Rivera, virey y arzobispo, á
que llevando en procesión al Santísimo Sacramento, fue^e S. E. I.
desde la Catedral á la iglesia de Jesús Nazareno, para quo-alli dondo
los dias antecedentes se habian cogido tan copiosos frutos do penitencia,
se dignase su Magostad como en un lugar de propiciación, de admitir
loe ruegos de la afligida ciudad. Este aviso del cielo contribuyó mu-
cho á las grandes demostraciones de compunción que en todos sexos
y condicionas se vieron el domingo siguiente en la procesión de san-
gre con qu9 se concluyó la misión, f '
En él colegió dq Tepotzotlán falleció* este año el padre Melchor j^^^^^^ip
Páez, de 72 años de edad^y mas de 20 de misáonero en Sinaloa. 66- Melchor Pacz
, y hennano
befnó los colegios de Guadalajara y Yalladolid con singular prudencia, Francisco Es
y hubiera continuado en los primeros gobiernos de la provincia, si lo ph^<^-
hubieran permitido sus etífermedades. Con ellas le probó el Señor por
largo tiendo, sin que jamas so le oyese, ó conociese siquiera en el
semblante el menor indicio dolos gravisimos dolores que lo afliglsoi.
•.. • • • •
Edificaba á toda la comunidad su conversación en este tiempo y de
pensamientos de la eternidad, que eran la contfaiua materia de su me-
ditácion. Murió el dia 22 de diciembre. Poco antes había pasado á
mejor vida en el colegio máximo el hermano Francisco de Espinosa,
novicio recibido para coadjutor temporal. A pocos racaes de entrado
en Tepotzotlán, reconociendo en él los superiores una virtud sólida y á
prueba de los mayores trabajos, To destinaron para* enfermero del colegio
real de 8, Ildefonso, entre cuyos individuos h2.bia prendido un ramo do
t £1 padre jesuíta Cabo, data este suceso en el mÍEmo dia quo él padre Aleare;
yo «olo ^«bo ádyertir que en el antecoro de S. A^^ustin se conserva un cuadro do S.
Nicolás do "JTolentino, en el que se lee que aquella imagen so vio andar por lan cor.
nizas de la iglesia apagando el fuego, lo quo orco falso porque todo lo consumió.
Témeme igual desgracia en la iglcdia do la Merced de México muy vieja y cubicr-
ía de plomo. — EE. -
TOM. III. *r- 3 (^
— 10 —
y epidemia contagiosa. £n este humilde ejercicio se portó de un modo
capaz de dar mucha honra á la Compañía, mucha edificación á aquella
noble juventud que se miraba servida del hermano Espinosa, con tan-
to silencio y religiosidad» con tanta humildad y alegría, como si hu.
biese nacido esclavo de cada uno. Esta conducta convirtió muy pres-
to en veneración del buen hermano la inadvertencia y aun la mofa
que tuvo que ofrecer k Dios en los principios, y á que son llevados na-
turalmente los pocos años. Después de haber susistido á muchos con
la vigilancia y esmero de una tierna madre, herido del mismo contagio,
acabó tranquilamente dejando en poco tiempo de religión y en 22 años
de edad singulares ejemplos de una anciana virtud.
Tutuaca '^ e° ^^ '^® paises septentrionales hacia por este tiempo maravillosos pro-
Taraumara. gresos el c^lo de los operarios evangélicos. Los dos padres Tomás de
Guadalajara y J[osé Tarda dieron feliz principio al año con mas de
treinta adultas que bautizaron en el pueblo de TiAuacOr en el mismo
dia de la Circuncisión. Esta feliz circunstancia hizo dasal pueblo el
nombre de Jesús* Sin embargo, no perfeccionaron su conquista sino á
Qpgta de muchas fatigas» Tatuaca dista do Papigóchi (dicen los pa-
• dres en su relación) m^as de treinta leguas -de muy mal canúnoi cuya
aspereza aumentaba la malicia de una guia que los llevaba siempre por
. lo peor; el tiempo eradlo mas rigoroso del invierno en que en las entra-
ñas de la sierra sube (a nieve mas de media vara: el sitio de la pobla.
cion era tan áspero, que lo habian tomado por asilo los foragidos en los
motines pasados; la gente sumamente esquiva y fiera, y una mezcla
cpníusa de taraumares y tepehuanes que allí se habian refugiado. To-
das estas dificultades las endulzaba el celo de los ministros y la espe«
ranza de ganar ¿ Dios muchas almas. Se consolaron mucho hallando
esculpidas cruces en los pinos y otros árboles, aunque supieron después
que aquellas cruces las habian puesto allí los españoles é indios cristia-
nos .cuando entraron á hacer guerra á.los rebeldes que en Tutuaca se
habian hecho fuertes y recogido todos los despojos. A pocas horas de
su llegada aLpueblo tuvieron que correr aun mayor riesgo, y en que pen-
saron quedar víctimas del furor de 1ü3 bárbaros. Tenían prevenidas
para festejar, como decían, el arribo de los padres, muchas vasijas de
aquellos licores fuertes de que usaban en sus mayores solemnidades.
Los padres les manifestaron mucho desagrado y pensaron desde luego
volverse viéndolos tan mal dispuestos para recibir el bautismo; pero
amenazando ya la noche, y no pudiendo perseverar entre aquella tro-
—11 —
pm de ébrío6, dejando cerrada la choza se retiraron al picacho mn» cs«
-carpado de un monte vecino, á que los salvages no estaban en estado
dé poder suhír. Allí pasaron espuestos á todas las inclemencias de la
estación^ hasta la mañana que les enviaron algunos de los mas auto-
rizados á que les dijesen cuan quejosos estaban de que hubiesen desam-
parado el pueblo y desconfiado de su fidelidad, que jamas habían pen-
sado en hacerles daño, y si lo intentaran, bien fácil les habría sido ven-
cer aquel reparo con que se juzgaban seguros: que los habian llamado
para bautizarse, y cuanto habian hecho no era sino una demostración
de su alegría* Bajaron los padres cuando ya estaba mas sosegado el
pueblo, que fué á la caída de la tarde. Se les dio á entender que los
padres nunca podían resolverse & aplaudir ni autorizar con su presen-
cia un festejo tan irracional: que siendo ministros y sacerdotes de Dios
debian mirar por su honra, y no permitir que á sus ojos fuese ofendida
su Magostad. ¿T para qué ha sido (les decian) hacemos caminar tan-
tas leguas? ¿Solo para venir á ser testigos de vuestra disolución y em-
briaguez? ¿Podemos persuadimos á que desean séríamente abrazar la
religión crístiana, los que teniendo padres en su pueblo y ya á punto do
ser bautizados, se entregan á un vicio tan vergonzoso, tan indigno y
tan contrario á nuestra santa ley? ¿Hebeis visto en otros pueblos crís-
ttanos semejantes festines? No penséis en recibir el santo bautismo
mientras no nos probareis con una constante enmienda la sinceridad
de vuestros deseos. Dichas estas razones con' libertad y fervor, se ob-
servó que unos á otros se decian admirados: ¿Pues qué es malo em<
bríagarse? No lo sabíamos: es necesario resolverse á dejarlo. Efec-
tivamente, de allí fueron á la casa donde tenían una porción conside-
rable de aquellas sus bebidas, la» derramaron en presencia de los pa-
dres, y viendo esta demostración, se aplicaron á catequizar algunos de
los principales, y dentro de algunos días se bautizaron treinta, plantea-
ron cruces, y quedaron de fabricar su pequeña iglesia.
A estos trabajos apostólicos, cooperaba el cíelo no solo con la con- Vida ée loi
versión de muchos gentiles, sino aun con algunas señales admirables, '^^Bíoncros.
de las cuales cuidadosamente examinadas, mandó hacer una relación
circunstanciada el padre Bernabé Francisco Gutiérrez, visitador gene-
ral de mísiotíes. En el entierro de una fervorosa india, no habiendo
«no dos malos cantores, al Requiescaniimpace, se multiplicaron las vo-
ces con una armonía suavísima, de que quedaron embelezados todos los
circunstantes. Se vieron en otra ocasión repicarse por sí mismas las
— 12—
campanas con que ae llamaba á la doctritia á los niños y catecúme.
nos; pero el mayor milagro, si podemos llamarla, era la vida misma de
los misioneros. Casos bien particulares (dice la relación remitida al
padre provincial Francisco Jiménez) son el habernos Dios librado tan*
tas veces de las manos y flechas de estas gentes, y de la peste entro
tantos enfeilrmos, el tener í^lúd entre tantos largos y penosos cami.
nos y aun el vivir cuando nuestros cuerpos tendrían por mucho
regalo el salvado y maiz, que muchas veces desprecian las bestias
en los pesebres. Muchas veces sin mas abrigo que el cielo, ni mas
lecho que la tierra, cuando los arroyos estaban como peñas dei frió, y
gracias al Señor, con mas salud que nunca. £1 dicho padre visitador
dando cuenta de su comisión» escribe asi: „Los padres Tomás de
Guadalajara y José Tarda, arden en deseo de la salvación de estas al-
más. Han entrado mas de cien leguas convirtiendo y bautizando mu-
cho número, y disponiendo álos demás. La estimación que los indios
hacen de sus ministros, solo podrá significarla quien conociere la bar*
baridad de estas gentes^ y viere sus demostraciones; principalmente se
esmeran con el padre Tornas^ á quien nuestro Señor tenia prevenido
para tanta gloria suya en estas, tierras por su santidad y apacibilidad
de su génio;» que es el señuelo que atrae á tantos á la fé. Los padres
necesarios son cuatro que hayan de residir en Nonoata, Papigochi,
Cüérucarichic y Tutuaca, y avibo á Y. R. que Sean sugetos de mucho
eispíritu, poí'que los trabajos que padecen no Son comunes, y si no los
trae el santo celo de la salvación de las almas, no han de poder con-
servarse." . Juntamente con ^sta carta vinieron informes ai Illmo. y
Exmo, Sr. D. Fr, Payo Enriqucz de River?, mandados hacer por el
gobernador y capitán general de Nueva*yi2Caya, en que por parte del
capitán D. Nicolás Caro, protector do los taraumares, se avisaba á
S. E. como cincuenta y ocho caciques de la nacioii, conducidos por el
caciqtie D. Pablo, habian bajado al Parral pidiendo padres que los doc-
trinasen, y obligándose á reducir á pueblos y vivir en forma política
bajo la dirección de los padres de la Compañía de Jesús»
Reducción do Cofi igual fervof y felicidad se trabajaba en Sinalóa en líi reducción
los guazapa- ¿^ ^oa gúazaparis y várohíos. Habian llegado, poco antes de Europa
conducidos por el padre procurador Juan de Monroy algunos sugetos
escogidos para este género de ministerio. Bastarían, entre otros^ p'a^
ra dar un crédito inmortal á esta misión, los nombres de los padres
Juan Ortiz de Foronda, Juan Bautista Zappa y Juatf Mari^ de Salva-
— 13—
tierra. £1 celo del padre José de Tápia^ ministro de loa pueblos de
Toro y Tzoes, muy á costa de su salud mantuvo algún tiempo la nue»
Va población de Baímiagui; pero al fin hubo de descargarse por orden
de los superiores que no esperaban sino operarios para seguir aquella
reducción. De los recien llegados se destinaron luego los padres Ni-
colás de Prado y Fernando Pecoro. • Antes de internarse en lá sierra
se enviaron algunos de los huites y otros pueblos cristianos que esplo-
rasen los ánimos de los temoris, varohios« guazapariSi guailppos, tu«
baris y otras naciones, si perseveraban constantes en sus antiguos, de-
seos de recibir la fé de Jesucristo. Volvieron los enviados con favo,
rabie respuesta, y los dos padres partieron para su destino aV pueUo de
TorOy donde habian detenidose en aprender el idioma^ ^:11 de junio
de 1676. A los 17 liegaron al valle de Chinipa donde reconocieron
con ternura las ruinas de una iglesia que habia comenzado, t fabricar
el padt'e Julio Pascual y un mal aposentillo en que hubieron do alo*
jarse. Sds dias pasaron con grandes incomodidades, sin mas alimen<-
to que las frutillas, raices y miel silvestre de que se sustentan l&s in«
dios. Unos manjares tan desusados alteraron bien presto la salud del
padre Fernando Pecoro, aunque esta quiebra la suplía la fuerza del es-
píritu, y los celestiales consuelos de que el Señor llenaba su alma.
£n una carta escrita en estas circunstancias, después de naber referido
las grandes incomodidades que padecía, añade con San Pablo: ,,Me
rebosa el gusto y no sé como no salgo fuera de mí de gozo en medio
de tantas tribulaciones. ¡Cuántas almas podemos dar á Diojs! ¡Qué
llenos están de su Magostad estos desiertos! ¡Sea bendito para siem*
prel..." £1 padre Nicolás de Prado, que por falta do salud no pudo
pasar adelante^ se quedó en aquel sitio, donde agasajando y regalando
á los salvages conquistó algunos, con que se dio principio al pueblo
de Santa Inés que fué en la serie del tiempo la capital de aquel par-
tido. El padre Pecoro entró por julio á los varohips, que lo recibie-
ron con no pocas señales de agrado; saliéronle al encuentro armados,
sin niños ni mugeres. Recogido el padre á su pobre choza Ip avisa-
ron algunos del peligro; pero no habia forma de evitarlo, tenían cercan
do todo el pequeño albergue. El misionero salió con resolución de
hablarles; los halló sentados enrueda, y convidándose con pipas de
tabaco que es el ordinario uso de ^s costumbres. Sentado eutre ellos
comenzó á quejarlo amorosamente de su ingratitud y proponerles los
grandes bienes que pedia traerles su vpnida. Después de todo este
— 14 —
discurso hubo de volverse á su choza mal satisfecho y sin respuesta
positiva que le asegurase de su fidelidad. Persuadido el padre á que
todo conspiraba á su muerte, pasó la noche ofreciéndose en sacrificio
al Señor; pero á la mañana halló mudados los corazones. Se aver«
goBzaron y prometieron que acabada la cosecha volverian á juntarse
en aquel mismo sitio. Con esta alternativa de cuidados se fundaron
miccestvamente los pueblos de Guadalupe, Santa Ana y Valleumbrosa
de los varohios, Santa Teresa de guazaparis, la Magdalena de temoris,
ÍL que se agregaron después los husorones, entecos y tecargonis.
1677. Por otra parte, en la vecindad de Chicorato se maduraba una co-
SucesoB de Si. píosa «nies en la nación de los chicuras. £1 padre Pedro Matías Ge-
ni, que administraba el pueblo de San Ignacio, habia entrado desde el
eñe antecedente coiiducido por el cacique D. Francisco, gobernador
de aquellas gentes^ y que con algimos de los suyos habia recibido el
bautismo algunos años antes. El ministro de Dios los halló bastan-
temente dóciles, y deseosos de recibir el bautismo y el Evangelio.
Habian ya fabricado su enramada para recibirlo, y corrian en tropa
á que les pusiese las manos en la caibeza en señal de veneración y
respeto. No se pudo saber con certeza el número de familias de to-
da la nación para distribuirlas en poblaciones. Asi contento el mi-
'fiionero con la buena acogida que habia hallado en ellos, y urgido do
las necesidades de su antigua grey, reservó para mejor ocasión el es.
taUecimtientor de aquella nueva iglesia. Se dio este año principio á.
los baut¡SG(K)s de los soris, nación guerrera y numerosa á la costa del
mar de California y al Poniente de Sonora* Las primicias de estas
gentes fué un viejo, que según toda apaiiencia pasaba de cien años*
Vino cuasi arrastrándose del valle de Cucrespe al pueblo de Banamitzi
á cargo del padre Juan Muñoz de Burgos, Preguntado del motivo do
su venida en una edad tan decrépita, respondió que estaba ya muy
viejo y se quería morir, que solo esperaba le lavase (asi se espresaba)
el bautismo para morir consolado. .Comenzó luego á instruirse con
una viveza y prontitud admirable en percibir los santos misterios, re-
cibió el bautismo, y dentro de pocas horas entregó á Dios el alma. No
fué menos maravillosa la Providencia del Señor sobre aquellas almas
sus favorecidas en otras dos indias de la nación de los humeris. Ma-
dre é hija vinieron al pueblo de Huecapa pidiendo con instancias el
bautismo, y mas la hija, aunque por estar en una bella edad parecia
poderse instruir mas despacio. La madre pasaba de setenta años, é
— 15—
instruidas se bautizaroi> en un mismo dia, y en aquel mismo la hijzi
acometida de una violenta enfermedad acabó en poco tiempo. La
madre yívíó aun mucho» oños^^ reservándola Dios para atraer algunas
almas de su nación. Era ea^ efecto un poderoso aliciente para los
gentiles vecinos la regularidad de rida y la quietud de que gozaban
los pueblos cristianos, y la asistencia del cielo en sus necesidades. En
£1 pueblo de Toro, dedicado- al gloriosísimo Patriarea Sr. Sv José,, sa*
cando en procesión la imagen del sanio tenían un seguro asilo contra
las secas y epidemias. Con esta continuada esperiencia era singular
la devoción que le tenian en toda aquel partido sin nombrarle jamas
sino con el dulce apelativo de San José nuestro Padre^
Aun era mas universal y fervorosa la devoción de los nuevos cristia- Pi®dad * "5f-
nos para con la Santísima Virgen. En- todos les pueblos se le canta- los neófitos.
ba su misa los sábados con tanta asistencia de los neófitos, que se a-
cusaban en sus confesiones de haber dejado de oir misa el sábado ó do
faaber omitido el rosario algún dia como de la transgresión de un pre«
cepto; piadoso error de que fué dificil desengañarlos, y que muestra
bien cuanto estaban arraigados qn estas saludables prácticas. En los
puntos mas difíciles de la doctrina estaban tan perfectamente instrui-
dos como pudiera esperarse de muy antiguos cristianos. Un indio ya-
qui anciano y ciego hacia oficio de catequista, que en su idioma lia-
man iemachiiani^ enseñando la doctrina cristiana á los pequeñuelos
indios. Oiale por curiosidad cierta persona ttiüy capaz de su idioma^
y Tolvióndose á otros que le acompañaban: verán, les dijo con risa, los
disparates que habla ahora este buen viejo. Le preguntó si Señor San
José era verdadero esposo de María la] Virgen nuestra Señora. Res^
pendióle que sí. Según eso, replicó el curioso, Jesucristo nuestvo Se«
ñor, así como es hip natural de María Santbima, será también hijo
natural de Señor San José. No, respondió el catequista^ Señor San
José solo fué dado á la Virgen para guarda y custodia suya, y de núes,
tro Señor Jesucristo. Santa María nuestra Madre fué siempre Vír.
gen, y concibió por obra del Espíritu Santo, sin que Señor San José
tuviese parte en la Encamaciox» de Jesucristo nuestro» Señor* Con
esta firmeza y simplicidad de fé recibian de Dios y de la Santísima
Virgen no vulgares favores. En todas las misiones se disponía siem-
pre fuera del sdimento del misionero una considerable porción para los
pobres y enfermos. Aconteció que al buen neófita<{ne tenia á su car-
go esta obra de caridad llegase un indio á pedirle de comer: le rcspon-
— 16--
dio que si no tenia mayor necesidad, se esperase, pues no era razón
qub cerniese antes que el padre. Apenas habló estas palabras, cuan-
do sobrecogido dé un frenesí salió dando carreras por todo el pueblo,
y atormentándose con estraordinarias contorsiones. Llamado el pa-
dre á confesarlo, no fué posible por la fuerza del mal. Salió como
rabioso del pueblo y retiróse al monte, de donde lo trajeron á pocos
dias tan flaco y débil, que apenas podía tenerse en pié, aunque toda-
vía fuera de sí. En este estado miserable, le pareció ver á la medía
noche una señora muy hermosa cercada de luz, que llamándolo por su
nombre, le dijo: Levántate, anda hasta allí, y vuelve. Y ¿cómo? re-
plicó el indio, si me estoy muriendo y no puedo moverme.... Levanta-
te, repitió la señora; ya estás sano. Efectivamente, sintió solidarse
fius nervios, se levantó, y hallándose enteramente sano corrió á dar la
noticia al padre, diciéndole que la que se le habiá aparecido era la
Virgen Santa María, que le había dicho que estaba hechizado y quié-
nes eran los autores del daño; nombró algunos indios del pueblo, y
^ en efecto se descubrió ser así. La perfecta y repentina salud del in-
dio conciliaba todo crédito á su relación. Sin embargo, el padre Jo-
sé Tapia, su ministro, le hizo ratificar bon juramento delante de tes-
tigos para confirmarlos en la devoción de María Santísima. Estos y
semejantes casos de que pudiéramos traer muchos, acaso los despre-
ciarán por sueños nuestros, ó por poco autorizados los críticos del dia.
Los piadosos y católicos lectores bien saben que este ha sido el medio
ordinario de ía Providencia en la eanversíon de nuevas gentes, que
Dios concede á los humildes y pequeñuelos lo que niega y esconde á
los prudeoteSf á los grandes y sabios del siglo, y que nuestro Reden-
tor que tan frecuentes prodigios y milagros obraba á vista del pueblo,
no quiso liacer aun la menor demostración de su poder en presencia
del curioso y soberbio Heredes.
C^ntrorereút La tranquilidad de que habia gozado hasta allí la nueva misión do
gQg^J^^^ Taraumara, y el rápido progreso con que se adelantaban las espírí.
Francisco, tuale» cohcjuistas^ se interrumpió algún tanto con un pequeño acci-
dente que en otros sugetos y distancias pudiera haber tenido efectos
muy fatales. Dijimos antes como los padres José Tarda y Nicolás
de Guadalajara habían penetrado hasta Yepomera y otros pueblos muy
remotos al Norte y al Poniente de Taraumara, Proscguian pacífica-
mente en la administración de aquella cristiandad cuando acia el fin
del ano (de que hablamos) se recibió una carta del R. P. Fr. Alons/^
— 17-
iie ^ieia 44 <kdo^ 4e 9fLa FraKK»960 íN» 4U0 deci^ coiao «qual fiartidd
pertenecía i fu m^gf^ r^Úgüoo* y que I^Mra admíiústnuU tenia» cxmío
para ptro^ iim^M>s p^ehlof, spualaida lioioi^ia del rey. £1 padre Gut*
dfd^iafa que Terofimilop^^D^ ji^a jgnu^rado iraala entáacea id dencho
<|ae loe religiodpf ^íraQGÍ9cfinQ9 debía» teiler á dicho fwrtído» «espon-
jdió, qu^ en cpoiequenpia de }m piKkviubnes idespaehadas por la real
audiencia de Qu^uJalajara y <SrdeQee de aus superiores, babia entrabo
W. aquel país en iatielig^xicia «ie que toda la nacioi^i T\xraíumara es-
taba generalmente encomendada k la dirección de la Compañía: que
|b1 pveblo de Y^pomera era M9 d# íaraumare^ sin mezcla de conchos
ó alguna otra ^a^ciop, fuei^ de algu.oofl tepebuanes: que entrando en
la tierra no había e^poptrado baulizado alguno ni otra algvna señcd
por donde conoce^ que perj^uBcia d su rererendísima. La candad y
el verdadero celo de los bomlv^cs apostólicos no conoce la emulación^
como que ^tiep49 únicamenl^ ^ la gloria ddl Señor sin respeto alguno
á sus personales jntepreses. Así loa dos religiosos misioneros, sin mas
contienda ni disputa, con^ verdaderoa hi^ de obediencia, determina*
ro^ estar á juicio de sijus superiores á quienes propusieron sus ratsones
sin peij[uicio de la religiosa benevolencia tan necesaria eptre los ope-
rarios de upa misma vij{a. £1 reverendísimo coo^sario de San Fran-
cisco dio orden ¡^ .9* P- provincial de Zacatecas para que mandase
retirar á sus rpiigi^fos de jtodos los pueblos taraumares, y administrar
)solo á los concbos» como hasta entonces lo habían hecho.
t#os miaj^eros franciscanos recibida esta orden de su comisario re-
^ceseotaron que habiendo en algunos partidos, especialmente de la otra
banda del rio de Papigochi, pc^lacíones mistas de conchos y tarauma-
r^es» no podía menos de aer incómoda la administración de las dos re-
ligiones eo unos mismos lugares* Anadian que á su religión no se lé
iiabian prc^mesto por fimiites los pueblos de conchos, sino solo el dicho
rio de Papigocbi ^cia b^da ulterior les pertenecía, ya fuese de con-
chos ó de taravmares. Alegaban para esto un compromiso celebrado
^ntre Ías,d^ rcjügiones en tiempo del padre provincial Andrés de Ra-
da, ínterin se presentaba dicho compromiso, convinieron los dos pro-
vinciales en que el partido de Yepomerai ocasión de aquella confcrover-
aia, y que en realidad no era un pueblo sino unas rancherías disper-
sas por jBspacio de mas de tres legütusí se dividiese entre las dos reli-
giones separf^ndo conchos y taraumares; pero no hallándose concho
iJgvuio esti^blecido de asiento en el país, quedó toda su administración
TOMO III* 4
-•18 —
por entonces al cargo de la Compañía. £1 citado compromiso» cuyc^
original se decia estar en Guadiana (Durango), no pudo hallarse en lo»
archivos del convento ni del colegio. Los padres misioneros de ta-
raumara alegaban en su favor que el compromiso (si lo habia) debería
espresar algunas otras circunstancias que decidieran la duda. Fundá-
banse en que el padre Rada habia gobernado la provincia por los años
de 49 á 52. Que si en su tiempo se habia hecho el compro-
miso del modo que so alegaba, ¿cómo los venerables padres Comelio
Bendin y Jacome Antonio Basilio habian pasado- en aquellos mismos
años mas allá del rio Papigochiy administrado los pueblos sin reclamo
ni contradicción de los padres franciscanos? ¿Oómo haBian dejado á
su vista quebrantar el compremiso^acabado de hacer? ¿Cómo en todo
el tiempo de la guerra de los taraumares habian permitido á los jesuítas
la libre entrada en aquellos paises, y cómo despue? de veinte años sé
les quería disputar la entrada á unos pueblosque tantos^ misioneros ha-
bian regado con el sudor y aun con la sangre? La fuerza de estas ra-
zones acabó enteramente la controversia, y la Compañía prosiguió co-
mo hasta entonces en la pacífica- administración de aquellos pueblbs;
Reúdenoiaen Desde la primavera de este año (1677) se habian enviado á Ciudad
y'JusguBtodei ^®^ ^^^^ ^ principio y de residencia los padres Juan Martínez de
Sr. Obispo. Parra y Juan de Olavarria con ^ hermano Prudencio de' Abarca en
lugar de los padrea Femando de Baltierra y Eugenio López, que el
Illmo. Sr. D. Marcos Bravo tenia consigo^y de quienes se necesitaba
en México, La ciudad y el ilustrisimo recibieron á los nuevos minis-
tros con las mayores muestras de benevolencia y alegría. Por algu-
nos meses practicaron sus ministeríos con la mayor aceptación. Alo-
jábanse en el mismo palacio episcopal por mucho que habiaa procura»*
do resistirlo; acompañaban al Sr. obispo en su carrosa y en su mesa,
y aliviábanle no poca parte de la carga pastoral. Los favores eiícesi-
vos y públicos de los príncipes, aunque recaigan sobre un gran mérito,
son siempre odiosos y espuestos á ser el blanco de la emulación. No
faltaron personas de autoridad que llevando á mal la distinción que se
hacia con los jesuítas, y conociendo por otra parte el carácter del ilus-
trísimo4 fogoso y poco constante en sus afectos, procuraron inspirarle
astutamente siniestra opinión de sus huéspedes. A estas midignaa
impresiones y al genio desigual del señor obispo se allegó por entonces
una indisposición quo pareció haberlo mudado enteramente. Lleno de
aprensiones, melancólico, y acongojado con varios disturbios entre su
— 19—
ilustrísíma y la audiencia real de Guatemala, fuese por enfermedad ó
por razón, comenzó á disgustarse de los padres, que habiéndolo de tra-
bar diariamente, tuvieron mucho que disimular y que ofrecer ¿ Dios.
A pocos dias les mandó salir de su palacio y buscar alojamiento; re-
liráronse al barrio de San Diego á una capilla incómoda. Aun aquí
procuró su ilustrísíma con el mayor esfuerzo que ni los seculares ni
alguna otra persona de distinción loo comunicase ni tratase en cosa
alguna. Nada hastó para que muchos sugetos de uno y otro cabildo
no conservasen y aun aumentasen con Ja compasión su antiguo afecto
¿ la Compañía, cuyo xleshoner procuraron aliviar con todos los me-
dios posibles. Informado el padre Tomás Altamirano, que poco antes
liabia entrado en el gobierno de la provincia, del fatal estado de aque-
lla residencia, dio orden de que el padre Olavarría volviese á México,
y el padre Juan Martínez de Parra pasase á Guatemala á leer filoso*
fia, llevando consigo al hermano Florencio Abarca. No se supo esta
providencia en Ciudad Real sin sumo desconsuelo de los principales
republicanos, como se ve por carta que el cabildo secular escribió al
padre proviacial fecha en 6 de setiembre de este mismo año, suplican*
dolé sobreseer en la remoción de dichos padres. La sinceridad de
estas representaciones demoró algún tanto la ejecución, hasta que ha-
llando por todos caminos inflexible al Sr. obi^>o, y no considerándose
poder servir sino de pábulo á la discordia la presencia de los padres,
hubo de llevarse á debido efecto con notable sentimiento de la mayor
parte de la ciudad.
Las incomodidades que toleraba la Compañía en el obispado de Ciu-
dad Real por el desafecto del Sr. D. Marcos Bravo de la Sema, se
compensaban abundantemente con el aprecio que hadan de ella los se-
ñores obispos de Guadalajara, Guatemala, Puebla y México. El lUmo.
Sr. D. Manuel Fernandez de Santa Cruz, obispo de Nueva Galicia, ha*
hia pedido al padre provincial dos sugetos que recorriesen en misión los
pueblos de su diócesis como se hizo este ano en mas de treinta, y á
petición del mismo se había fundado una cátedra de teología moral que
hacia cursar á sus clérigos como necesaria condición para promover,
los á las sagrados órdenes ó á la autoridad de párrocos. El Sr. D.
Ortega Montañez, obispo de Guatemala, promovía con todo el es-
fuerzo posible la fundación de Chiapas, y no omitía medio alguno para
desimpresionar al Sr. D. Marcos Bravo de aqueUas engañosas ideas.
Habíanse hecho también misiones con copioso fruto ^nlaa ciudades
— 20 —
de PueUa y México y algunos lugares comarcanos á petición de los
nimos. Sres. I>. Fray PayofEnriquez de Rivera y D. Diego Osorio
de flscobaif. En esta misión do^a puebla fué muy singular la perse-
vérahcia en él fervor y frecuencia de sacramentos. Se consoló mu^
cho el ilustrisimo entre los achaques de su enfermedad con saber que
eñ los nueve meses posteriores i la dicha misión se habían gastado
en solo el colegio del Espíritu Santo vírdicuatro mü formas. Poco
tiempo después falleció este prelado con universal sentimiento de toda
su diócesis. El que le succedió, que fué el Illmo. Sr. obispo de la
Nueva Galicia D. Manuel Fernandez de Santa Cruss, continuó en la
Puebla en servirse de la Compañía de Jesús con los mismos ojos que
su antecesor, cuya utilidad habia tanto esperimentado en su primera
mitra. En esta le succedió el Sr. D. Juan Santiago Craravito y León,
que lo mismo que su antecesor, promovió maravillosamente los estucfios
de lá teología moral y demás ministerios pertenecientes á la salud de
las almas. Fué el primero que por su particular devoción á S. Fran-
cisco Javier intirodujo en las Indiáá la noVena, que desde 4 de marzo,
nueve dias ánteá de su canonización, suele hacerse con mucha solem-
nidad en la Europa. El ejemplo de este pastor,*'que ^quiso costear el
prirner dia dé dicha novena, siguió toda la ciudad de Gqadalajara es-
meráíidosd á porfía en obsequio del Santo. Tuvo también aquel colé-
gio el alivio dé catorce mil pesos para la fóbrica de la iglesia, liberali-
dad del Lie. D. Bartolomé Rodríguez de la Palma, que aun la habría
llegado á concluir, si no hubiera repentinamente faltádole la prosperít
dad de sus minas.
Misión en Za. Entre los lugares deí territorio de Guadalajara, en que se hizo rhi.
catéeos. ^j^^ ^^ ^^^^ ^g^^ ^^^ ^^^ singular el fruto que se cogió en Zacatecas.
Era el principal misionero el padre Juan Ortiz de 2apata, varón muy
ejercitado en este ministerio, y con él los padres Diego de Arbizu y
^ Antonio de Figueroa. Hablando de este tiempo D. Pablo Muñoz Vi- ^
da, en carta escrita al padre protíncial en 6 de noviembre de 1678.
„Llcgó (dice) todo el bien á Zacatecas en la misión del padre Ortiz.
No tengo términos con que esplicar lo que por los ocho dias de la mi-
sión debo este lugar á f . R., pues los padres con su mucho trabajo han
sido sin duda la salud de hiuchas almas. Su celo fué tanto, que con
lo feíívoroso dé sus pláticas parecía dia del juicio. En la última plá-
tififty en él espacio dé medía hora, eran tantas las bofetadas y lágrimas
d% \(Sá eircunátantes, qae apenas dejaban oir al predicador. Yo vi jun.
-.21 —
toé, mi un hombre tan sumamente lastimado en rostro y boca, que ha«
bia hecho un lago de sangre. Si esto lo hizo con piedra ó con las ma«
nos, no lo sé, solo si que fué menester confesarlo, y desmayado llevar-
lo á su dasa. Todo el lugar tuvo á disposición particular de Dios
haberse juntado varones tan apostólicos para el consuelo de esta ciu-
dad, de lo cual todos damos á Y. R. mil agradecimientos, pues por su
mano nos ha venido tanto bien, &c.'' De la misma ciudad se refiere
que un caballero de oficio muy distinguido en la república, quedó tan
desengañado de la vanidad de las cosas terrenas, que aquella misma
noche determinó, mudado el trage, salir de la ciudad y retirarse á un
yermo. La pirudencia de un religioso con quien consultó su resolución
le impidió tomar este rumbo, no el mas seguro, y le persuadió tomase
el hábito de alguna religión en que podria lograr con mas ventajas el
aanto fin qué pretendía, como lo practicó efectivamente entrando allí
mismo en una religión ejemplar con edificación de toda la ciudad.
De aquí pasaron á otros lugares vecinos, anunciando en todas partes
el reino de Dios, y cooperando á la salvación de innumerables almas,
bien necesitadas de tanto trueno para despertar de su letargo. En S.
Luis Potosí filé también extraordinaria la conmoción que causó en to-
do género de gentes el acto de contrición con que se dio principio esta
cuaresma. El vicario del lugar, el clero y religiones conspiraron á
hacer mas plausible este ejercicio, uniéndose todos para la común uti-
lidad.
Este espíritu de misiones circulares tan necesarias siempre y pro- y¿2w*part«ü
vechosas, parecía haberse difundido por estos tiempos en todos Ips co^
legios de la provincia. Era como la alma que movia todo este cuerpo,
y que animaba todos los operarios en tugares tan distantes de él. El
celo del padre Tidal que en México y sus contornos siq la menor in-
terrupción trabajaba, ya en cárceles, ya en hospitales, ya en barrios,
ya en parroquias y plazas públicas, daba no menos impulso y acción á
las conquistas y fruto espiritual. Los superiores tenian cuidado de sub-
rogarle unos después de otros á muchos de los jóvenes estudiantes que
bebiesen su espíritu y bajo su dirección se enseñasen á deponer los va*
nos respetos del (nundo, y á manejar las armas de la predicación. Ins-
traídos en esta escuela y formados sobre el ejemplar de aquel grande
hombre, se repartían después por los diversos colegios de la provincia,
y ardía toda en aquel fuego de caridad qqe el Salvador viqo á traer al
mundo. ¡Tanto puede el ejemplo de un operario dedicado enterameq-
í
— 22 —
te á los saludables ministerios! En Guadalajara se prosiguió en las
restantes poblaciones del obispado, la quesehabia comenzado con tan^
to fruto el año antecedeoíe.
1679. ^^ indios de Tepotzotlán, noticiosos del jubileo de misiones que se
habia publicado en México, suplicaron al padre provincial les hiciese el
favor de que se publicase en su pueblo. Se añadió para hacerla mas
fructuosa la dedicación de una eslilla hecha con las mismas medidas
de la santa casa de Loreto, á diligencias del padre Juan Bautista Zappa,
ministro ya entonces de aquel colegio. Este espiritual y devoto padre,
de quien Dios queria formar uno de los mas fervorosos misioneros que
ha tenido la provincia, f P^^^ P^^^^ después Jos cimientos de su empleo
apostólico pasando á Huehuetoca con el padre Pedro de Medina Pica-
zo, á petición de los indios, y beneñciado] de aquel partido (de Tepot-
zotlán) que vinieron personalmente á este pueblo á pedir la misión. En
ella aun trabajando incesantemente los dos padres, y ayudándoles en
mucho dicho beneficiado y otro sacerdote, no podian satisfacer á la
multitud de penitentes, y fué necesario solicitar compañero que los ayu-
dase 4 sacar la red por la abundancia de la pesca. Se envió en efecto
de Tepotzsotlán al padre Diego Saenz,
Misiones en "^ ^^® padres Francisco Diaz Pimentel y Gaspar de Barcena, que
Pachucay o- hacian misión en Pachuca, se les envió también de refresco al padre
vecinos^^"** Diego de Contreras. Los dos últimos, acabada la misión en ÍPachuca,
Real del Monte, Atotonilco y Capula, pasaron á Octupan, jurisdicción
f que era de religiosos agustinos^ £1 reverendo párroco, no solo dio su
' grata licencia para que se hiciera la misión, sino que con los demás
individuos de aquella casa quiso entrar é. la parte de aquel glorioso
trabajo, acomodándose en todo al uso de los nuestros, predicando en cas-
tellano y otomí diferentes sermones, cantando por las calles la doctri-
na y ejercitando todos los demás ministerios con perfecta y editicativa
humildad. Fué de mucha edificación en este pueblo que habiendo en
él una persona de distinción enlazada en torpe amistad con una mu-
ger despreciable, tanto por su condición como por su fama, trató de sa-
tisfacer al publicó por medio del matrimonio. Tenia ya tomada su re-
solución sin respeto alguno á su deshonor, solo le detenia el recelo de
que lo llevase á mal un hermano suyo religioso, y de quien no podia
ocultarse la ejecución. Fluctuó algún tiempo, hasta que estimulado
t Creo debe decir la proyincia de jesuitas de Nueya-Eí^ña.—- ££.
— 23—
de la conciencia, le dgo:. • • «nTo he Tifido mal con tal mu^r, el pue-
blo no lo ignonu ni mi ocupacioii» ni I09 empefios con ella con-
tiaidoa, aunque tan deagoales, me permiten dejarla, de modo que no
quede áempre espoesto al peligro. Para salvar mi alma y la suira, no
bailo otro medio qne el casarme y atropellar con todos los respetos del
mondo.** £1 boen religioso, no sdo no se indignó de tal proposición,
pero aun le ayudó gustodsimo á pesar de su mortificación y vergüen*
2a. No ñié de menos consuelo para los misioneros^haber visto desva-
necidas por su medio las calumnias de que algunas malévolos habían
notado á algunos de aqueUos religiosos para con sus superiores y aun
con los tribunales de México. No se concluyó la misión sin que se
desdijesen, é hiciesen contar á todos la inocencia de aquellos padres.
Del colegio de Mérida, capital de Yucatán, se emprendió también mi-
sión á la villa de Valladolid, en que ya otras veces algimos aiíos se ha-
bia practicado con evidente utilidad. Este fué el descanso que de sus
fíterarias tareas tomaron en las vacaciones los padres Juan de Pala-
cios, Diego Fdípe de Mesa y Nicolás die Vera. £1 Olmo. Sr. obispo
de Yucatán dio repetidas gracias á los padres y al padre rector, como
también la villa de Yalladolid.
En las misiones de gentiles no se ofreció en este auo cosa alguna PtodinodeS.
digna de notarse, sino solo un ruidoso milagro con que quiso favorecer f^f^i'^MooJa.
el cielo á dos nobles oeLsados de la Nueva- Vizcaya, Doña Francisca
Valdés y Uidiño, hija do D. Luis Valdés, gobernador que había sido
de aquel reino y nieta por parte matema de D. Francisco ürdiñola»
que había tenido el mismo cargo, había sido casada en primer matri-
monio con D« Martin de S. Martin, caballero del orden de Santiago»
contador general de tributos y azogues de Nueva- España,- y en segun-
do con el general D. Agustín de Echevers y Subiza^ natural de Pam-
plona. En uno y otro había tenido diferentes hijos; pero vivía con el
dolor de no haber logrado alguno sino para el cíelo, muriendo todos re-
den nacidos y bautizados. Esta peAa había atormentado su corazón
por tanto tiempo, que llegó á enfermar y aun á salir fuera de sí algunos
ratos por \bl melancolía. Egí estasr ocasiones buho veces que aun se
dio algunos golpes en el vientre, diciendo con la fuerza de su aflicción
que para qué quería hijos sí no había de gozarlo?. En volviendo de
este frenesí, invocaba muy de veras á S. Francisco Javier, en quien
tenía puesta su mas tierna confianza. A fines de noviembre le pareció
una noche entre sueños, aunque dudaba mucho después si dormía en
^24 —
realidad, un sacerdote de la Compañía que decía misa en la capilla dé
su hacienda y que entraba á oirla« Estando en esto^ vio salir de la
sacristía otro jesuíta con báculo y manteo, y que llegando junto á sí ^
le reprendía mi poca conformidad, y le decía ^obre la cabeza un Evan-
gelio, añadiendo que mandase decir tina mísa« A la misma hora slU
l)orozada con dicho sueño ó visión, la contó á Doña Clara Valdés, sil
hermana, y á la mañana siguiente mandaron decir la misa y velaron
juntas todo el día con tanta exactitud, que aun habiendp venido aquel
día su marido de algunos meses de ausencia, no quiso verle hasta ha-
ber enteramente cumplido su devoción. La próxima noche entre las
mismas dudas le pareció ver al mismo sacerdote que hincado ante I4
Virgen Santísima con sobrepelliz y estola le ofrecía un memorial^
A pocos días (en que había sido uno el de S. Frapcisco Javier) reco-
noció haber concebido, y á los nueve meses parió no sin nuevos favo ^
res del Santo, una niña hermosísima: el parto fué dificultoso, y después
de todo era el mayor pesar creer que había nacido pauerta ia criatura,
aunque se ocultaba á la madre. I)esf oes de algún rato de susto, re-
conociéndola viva^ llamaron á un sacerdote de la Comps^ñía que la
bautizase. Al bautizarla, contingentemente, advirtió que en lugar de
agua fría se había traído con la turbación agua hirviendo, lo que acá-*
80 habría puesto en nuevo peligro á la débil criatura. Se le puso por
nombre Ignacia Javiera, en honor de los dos santos que su piadosa ma-
dre creía haber visto, y á quienes atiibuia tap singular iavor. Este
suceso, para gloría de J>íos y de sus dos gloríosísiflw» patronos se es-
críbió firmándolo la misma señora^ su esposo y hermaoat y se consor-
va en el archivo de provincia. Aconteció todo en la hacienda de S.
Francisco de los Patos, jurisdicción de Parras,
«no A -^ príncq>¡os del skuíente año de 1680 falleció ePla Casa Profesa
I680* , ' . ^
Congregación de México el padre provincial Tomás Altaipirano á los oos años y algu-
provincial^ nos meses de su golñemo. Fué hombre de una exacta distribución, y
celosísimo de la disciplina regular. Abierfo el pliego auu mortiSf se
halló destinado provincial al padre* Antonio Nuñez de Míraada, rector
que actualmente era del colegio máximo de México. Concluido en-
tre I09 dos el trienio, vino este mismo año destipado provincial el pa-
dre Bernardo Pardo. Trató fuego de convocar para el próximo no-
viembre congregación provincial. Por un nuevo orden de N. M. B.
P. general Juan Pablo Oliva debían nombrarse en la futura congrega-
ción un procurador y dos substitutos en lugar de pno que antes se' non» ^^
V^.: Jsmjm toAw.Jw» v9<m4^ pw»'«J .4i^.3 4e Myimbr^fS^M^
jpTffymmf fi9lVSi4f^,lMni^M,Q^ daiGuadcllaJá;
x^:, .^ ^t<^/9¿ri^q»oja^.^p«tofj;S^gi^B^^OQ de extinguir. i^"CoI<^io
^ fí^^t»fíhnW.líéf.$9r b^ que mantenerse amen^^
mt^ BVÍfJ^.,íf^gfí^Á'h r^ígioNkilMciplisavgr no fiodcHi . pract&afée
R9i^^if>$9i^l^:m!^rk«lidi^^^l^ AoorderoBi tOdo^sJoi
pft<^^jp .4^i»fiftipim:^:04k«i^ ftre^idtoüdo jl»tte<^.ií^itíttd»tt(
. JE» 4qb jofMimUlMfiiU^ gsdieiiió Ik pr9vinci« el padiw •Aiktoma >Nii< Entrada dd
ñjil9^ooii^]A)r4iqr'^dt^ 9)j>^ qtte ouattra ^^^ ^^^^
9|VKf W^lM^y«iqi4fi(<ie ^VhH^r» HSst itiáaioiiieijiiténaéñn ifo tebia «I tierra^
j^fff^}oaf tíiv^ jt^idos qtiii^ ie iciaba Dioe nneqtro 8e6or dq oodpkyse^
)^l^f(Qe0:40'g£UiU]i^»'de8éQeiniay aptígucp, nánroonséaiitMi: y tan
«SpKM é|^e-:^M>k» heqhQ^t¡dqiar iásr^rovinelaa^de liatia. ^ Bfédtt^
^iHi)^^ ^'i'^^^^ ^^^olUyó aulQ^ óuaiido pexsuadkioB lós atf^ú!&J
H^ <k n(|P;^>íOfA0Í«r.n»»y pdEtioular «klcielo^ ¡¡^ qtté-'deíhiiyáabatf
l%f9f9Ífii^flP;deL:<;el0y'&i«¿t dqna'apóatb fó déstiltíMn paríi k(é re-'
cien fundadaii en la Sierra Madre, Ningunas nuevas convérdidiids ne^
C«9|i^l4i¡( iQ9ftidii Uñ v^ron jipoátólcéo. A diligbiicift íA» \oi paár^ t>cr-
n9%JQPj949prp^ Nippl<^ Je I^doi<i|e habían
^m )ms^^ft4e)CUfttlo>imldáá¿iordr db Ids iMMiítiiuidci»? 9tím Inés de
P)>álÍífl9i!:nui^^qil9:#mii:^rDfiiameDte C?iia^9fpa«¿ eomoánfes' hemób
dÍAbl)k^llta IJ^r^dfi (SrCiazapa^!!, Santa; Marü Magd¿Tétta dé Te-
PH>Wr\':Jñ9íf WMSíWfífáS (Mülf« Pácpra'80)éiibonienda»oil estóB dos'ül'
tiíaiqft a|pí«Jité^Sri^0^éi!tfii;^que UbgiSá aqiielia'províneiii-á' ptinóipioil
ds^ jwiti<lfi?-i *F^<^/íi^l99' trea púncipcdea pmb^cís y^ algunos ottc^i de poi
<Hy| WfCi^mñin^ át^i^hÁ áiftifidiíiénteie» (b.ieoi^vergioii'áci dps liá-
9Í«s^l)ffr:ef|rfta9afi^»t :'itBabiAa^ dósiuioB antee' bajado á la villa
4AT9íi^4^#,í.f^ilpr4teii^ondBiiée as lea en viesen 'mitii»tlf«|$ etttngéli-
5Q|. .n%}'CA9Ílfl9i^ £^ Huriaé^^OwitiUtt los rééábi<P ooh Irenig-
VOBflU III. 5
I
I
— !^ —
fddad, y mtiindó á México informes, en cuya vista determinase elVvtbf^
El padre Salvatierra, llevado luego de su celó, se ofreció con valor &
empresa ttfui dificíi. Tuvo <|ue vencer no pocas dificultades no solo de^
camino, de la estación y de lá suma •escasez ^ue padecía de todo; pero
aun mas de Ipa guazaparis y temiris, qtíe auiKjue ya bautizados, no
faltaban entre ellos quienes quisiesen maiiteñer cerca de sí aquellas na*
eiones gentiles^ como un seguro asilo en sus fugas, y como un diesaho-
go en sus vicios. Oponían estés muchas aparentes dificultades; pero
viendo que atrepellaba por todo, hubieron de ceder singularmente ame-
nazándoles que si los- de JetocaxH no estaban - dispuestos á recibir el
BvangeUOf se -volvería ár México: díeeel mismo padre, qué consiguió de
ellos cuanto quiso, lo que muestra bien el amor que en tan corto tiem-
po se habla grangeado de sus neófitos. Llegó á Jetiicom en- 23 db no-
viembre, y espuso luego el fin de su jornada: bautizó algunos párvulóüí,
y dentro de algunos dias- mas dfi. sesenta adultos. Sétnejant'e súdes^o
iba teniendo en los Usarones, á^ dónde pasó inmediatamente, f%Ti bre-
ves dias se balnria \^autizado toda aquella gentilidad, la-ónica que que-
daba entre la Sinaloay la parte del Nordeste y la Taraumara, á rió ha-
ber recibido á la .mitad de diciembre carta del padre rector de U^villa.
Advertíale' que.no se apresurase .en bautizar adultos, de quienes
no se podia.fiar mucho: que aquellos indios hablan burlado mil -vece»
los conatos del padre Fernando Pecoro, y que aun después de bautiza-
dofr muQhos^ sus infidelidades é inicuos tratamientos le hablan* obliga-
do á desamparar- la tierra,, que sin este' operario no podrían solos dos
que quedaban llevar el peso de tantos pueblos nuevos, y no muy cerca-
nos entr^ A. . .
Sumndepor Hablaba el paAreiLuis de Sándoval, según los informes del padre
b««ti!m^/°" Femando Pecoroj'y sin noticia alguna del estado en que aí presente se
bailaba aquelia oanquistab . £1 fervor de los catecúmenos era tal, que
de.diay noche se ocupaban en aprender oraciones y los misterios de
nuestra santa fé. No es de callar (dice el mismo padre Salvatierra
en carta fecha á 10 de diciembre) la acción de una niña bautizada de
pacos auos, que mientras de noche la gente del padre estaba ñiera re-
zando el rosario cerca de un fuego muy grande, ella con otras donce-
llitas gentiles que. juntaba muy léjos^del fiíego» que apenas se podían
distinguir, se estsba ensenando á rezar el Padre nuestro y Ave Marte,
que iban repitiendo los que rezaban el rosario, y el frió era tan grande
que no permitía estar mucho tiempo en el campo apartados del fuego.
— J87 —
y ^tm todo» peniMAecáó hincada da iddillas hasta que se aeabóel ixk
mtiom Aunque todoosto íbmentaha en d misionero lasmas beUases-
peranzas de la mas florida cristiandad, y había mucha razón de creer
que el siiperior bien iafi>rmado no habría enviado semejante orden; sin
embargo, el .perfecto obediente alzó desdp luego la nuuKH convocó á
los -catecúmenos, y no sin lágrimas de uno y otros les declaró la or-
den que había recibido de volveise, encargó mucho á los catequistas la
instrucción de todos los demás, y prometió volver cuanto antes á ver*
los^ como en realidad lo esperaba en habiendo representado á los su.
|>eriores el estado de las cosas. -^
Coma ya d ano de 1€81« cuando el padre Jesé María Salvatierra ^esi.
volvió á su misión de Santa Teresa. Por orden del rey católico D. Intento del
Carlos n, espedida desde el ano de 1G77, se trabajaba en Sínaloa i^nn^yia
en aquel tiempo sobre los preparativos de una espedícion á California ^zíto.
4 cargo dd capitán S» Mdro de Atondo y Antülon, de que hablaremos
á su tiempo» Con esta ocasioD, el Illmo. y Rmo. Sr. D. Fr. Barto-
lomé de Escancia, persuadido á que era de su jurisdicción aquel nue-
vo descubrimiento^ noinbró un clérigo por capellán de las embarcacio.
nes, 4 quien dio título de cura y vicario, así de la navegación co.
mo de las nuevas poblaciones que alli se fundasen^ Intentó también
su ilustrísima, y efectivamente llegó á enviar otro clérigo introducién-
dolo en el mismo eolegio para que alternase las semanas con el rector
de aquella casa, dándole facultad de nombrar tenientes, y título de vi-
cario provincial para conocer de causan &c* Publicó fuera de eso mas
de cien constituciones nuevas oUigando á su observancia con penas y
censuras dirigidas á despojar enteramente ó á limitar en gran pártelas
fiicultades de los misioneros regulares de su diócesis, é innovar el es*
tilo y forma de aquellfui cristiandades. La novedad de estos estable-
cimientos había causado mucha inquietud, y se temían aun mas funestos
efectos. Para precaverlos después de las mas modestas representacio-
nes, tomó, el padre provincial Bernardo Pardo la providencia de ocur-
rir al £xmo. Sr. conde de Paredes. Representó & S. E. que aquella
erección de curato y nombramiento é institución de cura, se había he.
cho sin presentación ni aun noticia de S. £. en lo que se perjudicaba
notablemente el patronato real: que el Sr. obispo de Durango no podía
pretender jurisdicción ni derecho alguno sobre la California, cuyo tí.
tulo se daba al Sr. obispo de Gaadalajara: que la conversión de aquel
^uÍ9 estaba por reales cédulas encargada á la Compañía, y aceptada
aqudké |Míée(loé^ ^é se esou0&!iaíAnü'6!kos jgkálósíc S« M.; ;f 96"%^
cüitalba v^asla bok^vé^óD qúcíúó podía dejtíf de retardát láoofictfrréí?-
€iá de un ^<MVk> ¿eétiJaiS y lé ^isáib ctélÑa ^ir Ire^pé^tiranieAté dé
lajs fkvxB &OB tíóyfeii^^déB qm Intétoláb^ él^lü'^^imó. - F^saáa^tá pc-
tiotoh ': al Sr. ^ fiséáS <D. Martí»' dé SóhVlífífarfdá; ¿oh eá t^fééfér y 4)
ddréal acuerdo, «edespadlió i^l pitoVitlíótfklé^Jru;^ y'^daír^^
obispo de Damngo pftra qué remitíase f^8laperioV'gfóy'ék>iibtf^
to hubiese actuado en la materia, é hiciese [récojéí^ lítalos' y 'pHíSéiil-
tecióii de tmíf vioaario pirbvtncial d&^hé, y^ii^idatién ó^tiilOB4)ue
hubiese despachádb áe eüpéttab ó- p^tirééo dé tíi Atibi^^^-Mo vasucdftveí^
.: «i^tíés dé €ttlifbi¿ili^, i)in • bacer nó^ad ikípíkvíen'lo dUmusv-fó.
«htf'e*Méxi6o^lodí!^diai^^e#etíéitdl>ttP(dé468Í;- vilgi^etaiiMilodm
se de^pacikS ipaáduniibntd aJélmMiiiA D4'>ttidíro Atondo f'>Iít!0lMk
pava que. lío .j^nnitíese^etoápibSian: AJMibfaidd pOi*^I S(^v éfeiíi^épá*.
ra las (lith«r.mor,: pi^d- nombntdó foír eurai y ^«^no pro^^M
dek ^llá; dédiiíáloáVtOttilidéti {KmésiOD^'m' ég^ñrcieáéñ dichos óíh^íosV
lü^bioidi^'AOyeáatffilgvináéiliósderiñdrhi^idh^ --- : ^'■'^■'
Misión en r Bti^ljit PwgUáy siüTliimkiiladéí^ sé hizo 'éSfé tíño voM raidoéá'y ütHt^
^"^^^°' siiiib' lili^Sim qtté'éb' kf^^^iadád^uVóirés sbteá^tto^.- Deétíbároiise'iisM
élib^ IfL tkitítA Igl^éf Catec^Haa *pahi6qililgi^:dé'S¿^ 6: Johéi f^é^ dé tas
religiosa» trittitarilis; El' Hlbo- Si^: Í>¿ MáAuA Fernandez ^e-Sánftá
€n}z; qüo hbbía^iíé^^mlido) fa miéioi), fij<» fa^bk^n fók lugares y! éf ffiá
!^ di» jü^o'ot^qtttf^lMré ttfvdb saltó ^ íltíüt^Sim^d^'ñiíésfñy Mugió
del EspiriM:JSáhfb,' K<Íoihpliñádédelos pétdres y^de ló ití^-fibridó dé
la dudad, éH béllb'ói^ií' ¿íihtá^iidd la dbetrméf é!i^istláiia.- lEtf lie^éfoSó
á k CatedniH deludo sü ilt¿trísimáWuim' sHlk'^if las^kradás^deráí
táil^ mayor, hitsó ^'tivó'ylelóctíeiftS dísetii^ ^iwbre'^ I^s^ pálfílirns del
Salmo:. • .JVhlüé 6bét6¥érééordá vs«fra^^exhorts&Mó á í^is ÓTejas-á ápi^.
vMharsé ^de «qnéllés difes 'dé safad. ' Oon tan fólrzí jpniicipíoy ü'aws-
tencit cotizante cl^l'pt^&Iádoá'los ejercicios db \ú niision, fui^'CÓpio^^
sinio'el ftuto dé leí' nrisirin. Los piadosos sacerdotes de lá venerable
concordia de S; Felipe Ncri,* ayudaron eñ grári parte' á recogerlo, pre-
dicaiiiloy pracffieattdo su apostólico ministerio en «compañía dé los
nticstród, y en láimióh de ün mismo espíritu. ' Señaláronse con parti-
cuhtidád el Lie. D; Juan de Vargas Inostiroza, y el Dr. D. José Gon-
zález dd Parra. Para los indios se practicó la misma diligencia en la»
— 29 —
BÍI'^é tántóiliilbiá ilfbiBido 8ú rebaño, dio gm^Saé'stí rfeiloña ihisirísí.
al padre provincial Bernardo Pardo, y á los padrea de- fos dos colegios
*^-La^fe Cat^IraMty^CItíápas iMllMai'Váétedb €éktff6 áMé^^dr'ikmei^e ??»i»fó-
di¿l'fnU¿^^dr'^'P.qi9£Ko#sUyo'^^#fa<^^ ^"^^^ ir
^Alo Í'i ;•;:
Vétra'd^un^ttc^^n'itrtnéérto dé lafTandádórá^Boñaüfaifá de Á)v¿
táá^/qóe'Aálifo áoóistécidb el añó^é'^fiTOi biiásrtfiñ ééperiáñza de qtíé
iiéIófff«deii'i^'dÍBebá; aühqüe^cóñfirkiáff^ ya ántés hél
^a á litfíObfiápteñfávpreBCtSbii5' se&^fidíi' de térmiábü 'Por Othi' parte,
bdh lai'üiíibW dtFlttVi»o:0h'l!>: -Mareos, habmn^e^^^ más jen
Iba T^ribi^ d» Cn^fisár 16á Bfaf^^ difeeosí' ^Él mi^mo Sk/ oÍ>íá)id, pbi-
éb'áfftijb idi[i'i¿dtíP;'^8TbciÍB liabérpráiniciii^ ¿uiiífoliál
t/¿< 16^ «ivftltfa'^Ibi^^^^ Súy-dt8llM>íos 't*ón'Iáaudibttciárga)db
CHuftbüíiáüí, ||4iiif''úlüiháijient0 Tiüiei'off á: sabsctió'd^.^u obisi)kd)o) Ib hi«
éterbb'VtrraiiiS&álfii^te' abrir lod y delseonñbr de Ruellos cot^iéjéi
v^MupwHa u«7 «voouB, <5ii cujroo iiiauus pusu la uirecvion ere 8u concien«
é¡á;'^ií«e¿t«lásffiib^dii^i'á^bs¿ btifiattd-hbta el úftiifio-áusjjiró;
X 18|fáfe«éfedÍ:tf¿Í «(¿«tíór qué dona Vfiiiiia María dé' Alvá^i^ádo, se
ajápré^^É de^lá €dtiicei>e8ki qaé antes babiá'^enido en compáííía,'y yá
^ toda eVprbpitedad 'del liic. D.^Jtián deí'íglieroa, y dé quo firmó
éscrttíiiftí' dé d0ndc!tdii;knt& - Juan M'tfbál de Mene^ei^, éscríbanb públi-
co bb'ld de setiéitibrb ie'Uisi 'ES i'ef^áódmléntb ele ti¿ fihbaá ve^
ñia ¿óibetídó pórbédüdá dtí S*. M: á'Iód dVes; ptesidente y oidores Úé
la real audiéndk'"<¡fe (ráátemáhf'y al Éi^: ohíápó de aquella ciudad) quó
¿raen lá actualidad éí Sr. D; Juan Ortega "Montafiéií. Su' señbHá
ilustriéimá; por aütb espedido en 1. ^ de octubre def Om de qué trata:
mbs, declaró ser muy seguras y suiidiétité^ dichaslíáciendas para la
Aindacion de un colegio. Los Sres. de la audiencia por su último de«
^30 —
finitivo parecer" mancaron ejecutar la. re^\ c^ula 0ú 16 <}el mismo
mes, y dar á la Compañía posesión de dicha9:.i9xip^ para el deseado
efecto de la íUadacioD. . , , . '.
Posesión de Juntamente con las dichas haciendas se mandó dar también posesión
V mwrt^^^Sl ^® !as casas que habían, sido del. piaestre d^icampo D. Jua^de Val-
hennaDo Mi. tierra. Hemos habMo en otra parte de Ja. aversión que había conce-
^ bido eontra nuestra religión e.ste noble caballero, y de los esfuerEos^jiie
en otros tiempos Jtázopaj^ impedir que se e^ableciese ea Ciudad Real
la Compañía. La entrada en ella do su hijo el padre- Fernando Tal*
tierra había sido, corno dijimos, todo el motivo- de su- cólera, persuadi-
do á que. con él querrían apoderarse los jesuítas de gran parte de au
biáciend^* Le duró este tempr hasta que el padre Femando llegó á
hacer la acostumbrada, renuncia de su legítima materna. .Yíendo el
desinterés con que en esta ocasión se portó la Compañía, y que en lu-
gar de perder ;p<»^ la rrenuncia doiti^ hijo, antes le recrecía una gran
part9,de caudal por haberlo dejado todo á disposición de su padre, no
pudo menos que .de^^eng^ñarse y abrir los ojos sobre la pretendida co-
dicia de. los jesuitas- Mudado ya en otro hombre, comenzó ^ patroci-
narIoí|.y á promover la .fundación á que hasta entonces había «ido tan
adverso. £n- prenda de su amor, hizo en vida donación á la Compañía
^e suS'^Uas casas, que fueron efectivamente el prímef: cqlegio de
Ciudad Real. Se iomó posesión de dichas casas y. haciendas en 18 de
octubre de 1681, y & esta causa se celebró áloe principios por algunos
años la fiesta de la fundación en el día del evangelista Sé Lúci^. .Es-
taban en Ciudad Real desde los principios d^l año antecedente el pa^
dre Francisco ^aez y el hermano Francisco jde Lepn, que 4 instanda
de los mismos ciudadanos habían ido después del fallecimiento del Sr.
D. Marcos Bravo. Trató luego el padre Francisco Pérez de disponer
una pieza con la mayor decencia posible que sirviese de iglesia para
comenzar á practicar de asiento los ministerios, á donde dispuesta en
la mejor forma con solemne pompa y acompañamiento de lo mas luci-
do de la ciudad, pasó de la Catedral el Augustísimo Sacramento el Sr.
D. Juan de Merlo, arcedeano de aquella Santa Iglesia; pero esto acon-
teció á 18 de enero del año siguiente. En el de 1681, deque vamos
tratando, falleció en México, recibido en la Compañía, y hechos los vo-
tos religiosos del angélico joven Miguel de Omaña. Había deseado
desde iilgunos años antes renunciar enteramente al mundo y entrar en
la religión. ^No habiéndosele permitido, determinó vivir como religio-
— M —
É(^ etf medio del bullicio del siglo. Observaba constante y exocfamen-
fe fa distribución del noviciado. Daba cada día exacta cuenta de su
coucienieia« y su conversación pareciá ser enteramente eu los cielos.
Farec^ conoció con divina lu2 lo poco que le restaba de vida, esforzán-
doBO á consumar en poco tiempo muchY>s años de virtud. Aseveró
mas de ura vez lacercauia de su muerter y entre fervorosísimos colo-
quios, gozosísimo de morir én la Compañía,- pdsó de este mundo víspe-
ra de la aparición de Sr. 9. Miguel, en cuyo dia, 29 de setiembre, habia
nacido. Honróle IKós con una' suavísima fragancia que exhalaba el
eadáveri j que se persoadienm todos ser mi efectty míbgroso de su
angélica pureza.-
£1 año siguiente* (1682) ño ofrece cosa alguna digna de particular 1683 y 1683:
memoria, el de 1683 fué ealánrrítosíisimo al colegió,' no méiios que á la i^irenzo Jaco
ciudad de Yeractuz, y cuasi* á-'todo el reino dé Nueva-España úor la "*® en Vera-
entrada y saqueo- que hicteronr de aquel puerto los puatas franceses (ó lencillo.)
sea los llamados* fiKbmatiers.) ' Lunes iTde Aayo, como á las cuaifo
de la tanhev a^ avistaron- dos Velas que parcela hacer por ef- puerto. El
gobernador <fe '!a eiúdád, persuadido- á' que fuesen dos que se espera-
ban de CanícaSf ó acaso* algunos dé la fldta,''que según se tetaik- noti-
cia navegaba dei^er^l;^ dé marzo, no lúzo de Fa novedad eT apreció
merecido. Al obseurecer la nocbe, sé hicieron fuera las dos embarca-
ciones y se perdieron de vista. Está maniobra dio mucho que mali-
ciar al Ca^tellanD dé* S. Juan dé Ulua y al sargento niayor, que comu-
nicaroá sus sospechas al gobernador dé la pla*¿a. Se dispuso quo al-
gunas compañías, que nó ieran de guardia, se acuartelasen en las ca-
£ad dé sus'tespectivoff capitanes. Se avisó á los baluartes y ccñtine-
Jas, y se prepararon patrullas que rondasen aquella noche lá ciudad con
mayor número del acostumbrado.* Ef mismo gobernador en persona
irondó la mayor parte de la noche, y na reconociendo novedad, sé roco-
có sin cu:di(!o. Los enemigos, amparados de la oscuridad, y guía.
^o0 de algunos buenos prácticos, que años antes habían estado allí pri-
sioneros: dejadas las dos embarcaciones fuera de tiró dé cañón de T¿
^udadela y de la plaza, saltaron en piraguas y barcas pequeñas, y' des.
embarcaron á barlovento de la ciudad, á unte legua cortaV dónde des-
pues se púsola Vigía que hoy llaman de Vergara. Teman eúios dos
barcos ochocientos hombres de armas, mandadod por Lorenzo Jácome y
^(tcoUU ^gramónU nuevo pirata que el año antecedente se levantó con
una urca del asentista de negros. Marcharon acia Vcracruz doscien-
\
• f
tos hombres con algunos de lospráctjcos comandados p,9r Lorouzp Ja-
conif^. Llegaron á estar ^^otre^ la; pla»ajui$f^ípfj^
centinela del ciierpa.de guardia toc»]^,^^^ ,feMmiíttW"
fje.Ias^oce «c^pan^das^ es ,i^t^la,|qec^r algi^oaa Qtfj^s,p,QQa§.pia# .QffQ-
suradamente. ^ |!sta costuipbre .estu.v9 para^ s^yar ^, Yefiqi|?^^.j]f agüe-
llas, majaps ^mpía^, . Los fpqcese^.creyep^Q bal}^^ ^do s^qlidpsf^^giie
aquel. toque ctr^t arrebato^ dieron tumu^uarianQ|Qf^te l^ ^ueltfij, j. hulve]^
pprn.¿? ¿T?.ía?Ms nay tos, si ¿pp ¿risijfner^^ gue.tor^?,.ijjJeíí>iií)i^9Íi
Lor^zo Japom^, eoii algunoa f o.poa:S9lyíidai^.e^ ^M^PSq.^
era aun mas baja de lo que es hoy, y á raiz del suelo^ eaú;6 e^ }a.cJjUL«
dad bastt^ l.apla5fa|^, ^Obai^rvó. eJ.,ci^po 4e,guajr^ia y.IasjC^aUe^ yesquas:-
^^Qjtíe J¿ , j T^9 du^ó sgr d;íep^ de b .tl\^á^^^Jfml^6,^^lf e^spijisi^n:^? ípa^
fl? !^ íí"^*?»^^ SP^RPSííl^-jSf^» je3p?ra8e > Jg^nadfijgfda, tjempp: ea f)i^
suele ser mas pesROfdo el sueu^^.q^ue á.c^sa d|^^c^r.po-^uele }f)gfa^r
se á prfraa noche. ^ Entre jañtp^ ^Qrdo.ne^pn la ciudad ^i\ ly.^^r
forma que les permitía la escasez de .8^^gen|;e».y ^ noai^darpn ^gpi\er
para el asalto al despuntar del dia; pero tuYÍei:on que p8perar,|V 4 li^a
cuatro ó poco mas de |a mañaní^ tj^nian .y^ repigg^df^lfus.tropa? ,]^r
todas 1{^9 /bocas palks. .JNiqpli? Afframont, sp ej9car^<^ dpl^^a^tpdeja
plaza principal y euerpo de j|^ardi^||n que YerpsíiQÍli;i(iei)te.,^^)^ ea^fir
hi mayor f}iiérz.a: setenta dé^jps^suyps leapoj^^^^baiif,^. AJli^^f^Prl^
la iiiafcb«( salieron (fe su^ casas el sargentp mayel -D« J^laieade.fiíii'r
drpbo, y el capitán D» Jorge Ajgara con espada,. eq. mano; . eptragab<:|9
con un soldado que tuvo valor de agregársj^jes, quedaron )uegp rá^
tos á balazos cop pérdida de. un Trapees, y ]\eric^3 de pnQ^6,f]Q$).^^((^
los soldados de guardia^ unos cuantos se retij^op;^ uñ^pui^ j[)qjq qpe
les sirve de .cuartel ^ otros, subieron á avist^ ftl eobernadoTt qu^;VJeii^P
ya perdida la .plaT^^r ppcuró ponerse en salvo^ fipdfi la Jiiccioii ap^i^
duraría on ctrartp de hora. Con la misma &cilidad se aúodeiiurpn..de
los baluartps/ que entonces no eran maa que dos. Lorenzo. Japome.
..; '.'k. .1., 1} .r;<'*"j ■ .- *■ . ■ i ^í7 «... •• r 1.. 'ii T
acometió el -^e bi pólvora á Qptavepto^ d^i Ja ci,uda(), y,, á, otro .^^ Jpfl
principales se le eqcome^dó, pl de la. Caleta. Dispa^ ^rpn. spbre q^
uño tres ó jcuatro granadas j^ algupoi? axcabuces coa que ae ripearon
al punto los j^ocos^sol<)ados ,qM,e ^i^iá de güortiicío^; así.ea laediahor:
^ A 3»$^ i4iH> .^k^kr9uA»^^'i^ i»» ^fi^^ y h^oi^MiaB de tocios
lo» YlloJliQ^ W^'^jpmtP j if«y<Ur 9^ había á p ode ra i d o de>tftl «uerte éb
lQi94ffjba»Pff q«f l»i MMp p9tlíiftin0 en defenderse; Sobi^bá pólvora «n
ífft^ qÍi««PfAe^ «tftofb^ |j^a4 ide }o»:cttalfB«; después áe^pkimi*
dflib A^pp^bk^^a^m-iOtM de ^üufflro mtf ^ k plazia* En ^ plumero 4le
l0r49^t»^JMMi;MaMi<rifwicoílMiiBbi^ puñodé
QBfKKáiafilU : [í^iuÉ^kéyiB^iáed^Áeaigfiibaéifil enet|iigio, del presíd^ñto
4ítS¥f» JtpwÍ9piki^ Ifadii^y aiKtito ;GaatBindi|. Nada bastan kís
iW$»v^jQCu^«:' j^!lfi|i>diUgeBeia8JBima^ caaadó I^o» quiere castigar*
C^n^jtf.&ESorlodaslas .puertas por dondb» :»er»pQdi«Béli Ihrkt* Los
lifir<9>S:||fei9Pad9Cf$sivque iodoilos-diaéosBlen om^fi^egttás mar á fuera,
HP-hafaiab saUdo:aqtt0liáile94. «LosnfUcho^-^feUici^ros que madrugan
4^aril^«ttid9deiod9jBéaerede entrar, ni dar
a^úw AÍ(piiu^ 1 ¿aAototev^ai«Bidba:devEspafia,f qiiesiesgUB^^^ no-
ti^yÍMtift^lM^UbeQli^'jftJa VQl^!deY,d0lr^-d0 marzo sin eoiftratSeñipa
nSga^o^-jí^^^ PMSOQla gr eimtrot.diai^iy UegiÜ puntualai^[it0 coáüdo ni
pudo socorrer á la ciudad, jii dar láldanceialráemigó p2U?a recobrar el
lM>tiiut Pfroypfc?4lBlt)ftá^tjari«cio«. ' ' - '
A^cupiíAc^j|toíil|0ttBat09 «II qirfB páttém^iÉber resistencia, se dividieron Saqueo de la
^tkílí^fítm^míiMté^lñk oapasidd^^íÉdad. flñMit el hombre, mu- ^^^^
g^>i^|M$P'i^ Jf^ iO|Hríosídadi¿ ^ MptOitoWiá salir lia callo ó aso-
mMilP^áilllglimH«M¡fc^ ^Hgldb» íMGlIibléméRte con la vida. tJnre-
1Í9IM# ^BcUtoidejS. ;i[gu8tiir>li4é^ta^^^ en este género, ¿
qsurjv^aÉ^jdflspaeff'^tro^tnOdlós.* ¿ofs prísioherosy sus conducto-
«M¿;¡bMlgiÚ»ri»daide !ltf«gé[ y ¿ las de los su-
y^anaÍH. Wfa>' JEntie lo9>d4ttla8,'Megaron'tá nuestro colegio. Los
jpaáiqt9 ^Bsdeda madrugada, 4ivíÍEidós ^ ló& primeros tb-os, habían te-
níd^cifidaibiidevoonsQmir'él'^éiíablé cuerpo de Jesucristo y ocultar
podietOB^^ela pjatífc de la '^^sia, aúi^qne todo inútilmente, co-
idMpiitei V)9fi»p)és» '^LUamados al toque úef la campanilla, que en
paHwi^rafe^laáíos ^^k» puertas, bapardñ á la portería, y suplí-
^aiov:l9sidÍ6a^>b'dW'éfl]artel, que sé les prómretió francamente, y se
«o»MBpbafi6anuy^'<d<^tmrio . Mientras los tirios repartidos por la ciü-
dttiiMlnii|üilltt*j¿ásli64los-yecdioB,^^é^^^ alguna de sexo, edad
ó condición, llevaban á la plaza y hacían sentar en el suelo, dejando
m ■■•■s • »".'
* ;í:9^. ^*W|^. <i?i^, fe fvió. ain.la. ^fiüng^ ^ue venía jl llexar,^De8. dia«R^ y tmiQ9
tOMO'll'l. 6
34—
en' medio campo para amontonar el botín que allí iban recogiendo >dir
los diversos cuarteles de la ciudad. Jnnta la mayor parte de la gentéf
hicieron abrir por fuerza la iglesia parroquial, y puesta la tropa en dósr
filas á los lados de la puerta que mira á la plaza, hicieron entrar ¿ to-^
dos. No puede ponderarse dignamente la opresión, el calor, la bam-^
bre,sed é incomodidades f que pasaron los infelices habitantes desde
el martes 18 de mayo, en que fueron allí- encerrados hasta el sábado 22»«
Mas de seiscientas personas entraron las prímerasf^námeroque á cada
hora se fué aumentando con todot los demás vecinos, faera de los que
tuvieron la fortuna de esciqpfar á bs montes. Cada^ena de estas re-
clutas aumentaba considerablemente el mal de todos,^hasta llegar ano*
caber sino de pies, y apretados unos eontra'otros, sin libertad de mudar
de situación. Ahogáronse algunos niños y mugeres, y murieron alga^^^
nos de hambre, pues para tanto número de gentes no se repartían sino*
dos costales de vizcocho durísimo,^ y* algunas botijas de agua por dia*-
Tuvieron mejor fortuna mil y quinientos negros esclavos, de quienes*'
necesitaban para la conducción de la presa.
CdUusúdades Al dia siguiente por la mañana se agregó á las demás penalidades
un peligro próximo de la vida en todos los presos de la iglesia. No
contentos los piratas con tpda lar riqueza que habían juntado el diaan^-
tecedente, y la que sabían haber aun én las casas que registraran, per-
suadidos á que se hubiese ocultado mucha parte, quisieron descubrir
con amenazas . cuanto hubiese en esta parte. Para este efecto, intro--
dujeron en la iglesia un cajón de pólvora, y poner en medio de «Uanaa*
bandera roja. Lorenzo Jacome, con la espada desenvainadá^jy hacite v :
dose lugar á costa de la opresión de la gente, se paseaba por el cuerpo
con un aire de soberanía y de fuerza, gritando con voz ronca y espan-
tosa que si no se descubrían los tesoros ocultos, allí morirían todos vo^-
lada la iglesia y oprimidos de sus ruinas. Los gritos lastimosos de las
mugeres y los niños, las voces de los hombres, ó para satisfacer á
aquel bárbaro, ó para implorar la Clemencia Divina: los violentos mo-
vimientos de toda aquella pobre gente por alejarse del cajón á que se
habia ya puesto una mecha, aunque á distancia grande; en fin, la con-
fusión y el tumulto fué tal, que murieron ahogadas algunas personas.
de loe presos.
t Debe añadirse el fetor asqueroeísiino que despiden los cueipos en Veracniz,
(^mo en toda tterra caliente, principalmente los negros. Yo erei morirme una no-
xhe en Veraonis fMÍatiendo i la parroquia Hena de eUos á tm acto piadoeor— £J?.
5 imiGiwi quetiivíeíoii ladhagracía de estar junto á algún banco opilar
-cott hnoBú 6 pienMif salieRm con ella quebrada. En aquel alboroto,
tfakfhefsa de los que bulan, quebró la puerta de la sacrístíat por donde
jun jpoderio estoiiMr los piratas, salió gran parte de la gente no sin
jnuefte dealgaaos y'.beridas de muchisimos. Por momentos eepera-
.ban la muerte» euando LorenzoJacome enarbolando una bandera blan-
ica pronunció el perdón, y el seguro de que no se ejecutaría tan inhu-
mana sentencia. Apenas se habia algún tanto respirado de la pasada
4^ongoja, comenzando á hacer en los sugetos particulares diligencias
.para descubrir los imílginarios tesoros que -les fingia su codicia, ei
.primero que esperímei^ó su fíiror^ como unqde los sugetos mas acau»
dalados de la ciudadí fué el cafútan D. Fermin de Zazueta. Cargá-
ronlo de oprobrios en medio de la multitud, y amenazáronle de mil mo-
dos para que dijese dónde áuiíbia escondido sus bienes. Respondia
que todo cuanto tenk propio y ageno, habia quedado en su casa, y en
ella hallarían tanto, que no habría lugar de presumir se hubiese oculta-
do cosa alguna. No satisfechos de -esta respuesta, le dieron mndios
cintarazos, y aun llagaron á ponede al cuello un alfimge para obligar*
le á prometei; alguna considerable porciott «por su rescate. Esta miaña
suerte i^orrieron todos los sugetos de algún caudal y distinción. :|: A
ios seglares cieos siguieron los prelados de las religiones. Distinguie-
ron entre los demás, ó por su particular afición (que es muy conocida
la que hap tenidole siempre los hereges de Francia) ó por la fama co«
. num de rí^eza al padre iector de la -Compañía, llamándolo el pri-
mero*
Era en la actualidad rector 4e aquel colegio el padre Bernabé de j^^¡^g^ ^nu
Sote, hombre anciano, venerable y muy quebrantado de los trabajos tamiento del
en trece anos de misiones. Saoároolo de la iglesia á la mitad de la Q^npajUa
plaza eon grande algazara en sotar» y manteo, sin sombrero ó boiíeté, prehü^oc
estremamente debilitado del ajruno total del dia pasado y de la cprs-
sion y (alta de sueno. Pusiéronle en presencia de Lorenzo Jacome,
que le mandó hincar de rodillas en una estera, y juntar las manos an-'
te el pecho en un ademan humilde y respetuoso. £n esta postura,
después de haberio vituperado ccuno al hombre mas indigno del mundo
■•n-
t En una reUcion de este suceao que he leído en Veracniz, consta que les die.
ton tortora en los compañones, cosa tan horrible como ycrgonzosa y pn^ia de pira-
tai destituidos de todo sentimiento de hmnanidad. — EE,
)
— 36 —
y ameiia^Qle j^H^ ti é\m ni^atto de los suyos teiblá átf .q^ttf^ tóii
yida, le dí^ei) Qiie el gobernador de Tu eíadid bikbift^frediditpcKr í^l
r^spfite de, 911 j^er^ond diente iníl flesos^quer en titita éb ééti^^ainidlid
vie^e lo que pbdili ofrecer ppr él sayo. El J^oeil m^oriio^Yeéj^bdttS ^tie
BO tenia un nmniTedí^ que el colegid y tbifipfá tóSád éfíMáéú'M ^féñéf;
sin -embargo^ le^mahdahon que ofreciera: dtrtútitosii «IguH mfO-t>ébdáa-
do^ 16 que {K>dna donseguiry y ofreoió qüibiefiUMS ip6ét>k* Niyliieil ha-
bía proníinciadoi éstas palabras buaiido uo finrac^ deséafgó Sóbt^- sn
espalda tres cintaráisos^ que qadá tino \é ttmjialieiMV la. tierra^ Ptisié.
ronlé inmediatamente ud cuqhillo 4 la gHrgftiÚ9lt al tlehipo ^qt» btro áh
4os franceses retiró la^mitio del sayontdÍcieiiáé>'^eB« l^peidonabála
vida, j>ero. qoe irl«0Íisiblea»eoté había de úkf ditC^u^Iltá iviil ptiáotí* tíeír.
fmcs de ésto loapartaróildé los debías, y lo lléVárbí» él péSácáó; Si*
gbióse el R. P, guardián dé S. FfaMrisob, é^qicdeñ pUsietttn úba.sbga
al cuellof eoma para afaoroérle y p(di#ráh d(rtKe!tenÍ&d i6ilÍi«iS^» Tiréá-
eténtos milid (>adra.p*ior 4o Bto. JDotiaikigé, ]^tbdOafiier¿ií^ défeiputís Úe^
vadoa^al oiiamolugar, dqnde se haíriaü jrft -á^ó^fácio dé lá féréotía del
gobiívtiador» muy Bialtratado de pal¿& y ^]ká¥á!2;¿s qáé hábíáii llovido
jeobró éL El (mdre Bernabé de SQtd-, «óHk^j^étír itUb d^sde ^e dia
halnahechó.uñaltóiáoneepto del 06^0 dé' réi^ioir, pueií'á no éerló^ hu-
biera, {ladécido lo áomioque los denlásv 3^ tí&ló hubfoiíiü siógblansa-
dolanto en-losagacnjos. - - ^ *'
Fh»entackm . £ntf!é tanto, éráéada dia m&d ii!ili6{>éHkBTé Ik )ihrtÁc!A q^'ptíáé^ eá
^itoíxm. ^ iglesia parroquial, él resio de los v^nbs. Lá a^réiufáy la hedíbh-
dez, el bochorno, la hambre y la sed, la vista de muchos enfermos, y
dé 9iCros q^e xín^riab^ hm palos y iftri3aftqiié lloviék^ébre lá iñnche-
dUmbre en Ja íbrzJbsar.eoíifriBÍo|iique tB^Mioiiaba fek dl^ifouclon del áH-
, iéeiitó,.eld(dbr<|ú«LÍ9C8éafiamkiiai'^^
. 4^aquelmodolndífMproí%UiadDeLiiig^
aasinitni¿da el templo dé Dfiasi Vivo;4od¿'te^j^«ii,'qu^hádá éierfe.
|MBt0Íbdefeotiblé laimieitede (odos \b» «iáda!3anos/^'a^id^li^á^¡fan I>«
Fennmde Zá2Uelay^D. Migui^^e Ad«ü¿,fatk ^Vt^fgtídá Üéeñck
del'Oabo, »e presentoaien á tes dos giíñH^ la muróla» ^1- juévW.. Re-
ikesent&ronies que toda la eiudad moHli Mti d!é Háitílíifé y dé misérín,
jque.|cuáles eraa-losmotlvos y- d^itos-de aquella pobre gente, de las
pMlgeres y niños jpara p^dacer tsmtos trabajos? ^Porqué se les nega-
Imi los a&neintos» se les esGa8eaj>a el agtra, y fiHíf^hk todo consoeloT
iNo han cedido todos sus ciaudalésT ¿No hall dado hasta lo necesa<*
— 37—
lio pan 8U decencia? ¿Pueden hacer mas? Las cabezas de las fami-
lias ban oGñecido 3ra para su rescate ínás de lo que pueden. La suma
inmensa que se pide por el rescate dé la plaza, si, la. hay en ella, ya
está en vuestras manos: si no la hay, sería necesario tecurír & lugares
setenta y ochenta teguas distantes, donde tenemos nuestros correspon-
sales: esto no puede hacerse en poco tiempo como pretendéis, y si tar-
da algunos dias, ¿para qué es tratar de rescatamos después de la muer-
te de nuestras mugeres y de nuestros hijos, después del saqueo de los
íémplós y de cuánto tenemos mas amable que la misrña vida? Esta
cristiana libertad hizo impresión en aquellos fieros unimos. Mandó
luego Nicolás Agramoiit que se aumentase la porción del alimento y
del agua, prometió que presto los pondría en libertad, y convidó á su
mesa al capitán D. Fermin, demostración no usada hasta entonces de
aquella c&usma infonie, y que dio á las gentes afligidas algún rayo de
esperanza.
Ta por este tiempo hablan comenzado los piratas á conducir á sus Nneyu ame.
barcos de diá y de noche, por tierra y en carretas, y trasladado «a pira- ?***!Jbr¡ ^T"
goás cuanto habian sacado de la ciudad.. Para la mañana siguiente del bienes,
sábado 22 hablan determinado salir de la ciudad y llevar consigo á
tolos sus habitantes á la isla de Sacríficios, situada al Oriente de Yer^*
cruz y al Sur dé S* Juan de Ulúa. La tarde del viernes, por una lis-
xa' que ya tenían formada, fueron llamando á todos los vecinos» y en su
presenmí* tes dieron sentencia de ser pasados á cuchillo y tiuemada la
ciudad fi no descubrían los bienes ocultos. Estando en esto, ó fuese
cooüngenc^ ó artificio inventado, y prevenido de ellos mismos» entró
por médiQ de la asamblea uno de sus ministros con un paño lleno de
joyas de mucho valor y algunas talegas que decia haber encontrado
muy ocultas- . Con esto se persuadió, (^'pareció persuadirse que había
mocho aun por descubrir. Crecieron tanto las amenazas, y había tan-
tos 'motivos |>ara temerlo todo de su inhumanidad y codicia, que el vi-
cario y juez eclesiástico jD. Benito Álvarez de Toledo^ se encargó de
irü ia iglesia y persuadir á todos á manifestar aun lo mas mínimo, é
intimarfes aquella triste sentencia. Subió el .vicario «1 pulpito y les
exhortó mas con lágrimas que con palabras á que con la manífostacion
de cosaos tan pocas y rateras, como podían aer las que acaso ocaltaban,
redimiesen la ruina de su patria y sus propias vidas, que á cada instan-
te peligraban. Repartiéronse juntos con los soldados francesev qae
llevaban los sacos algunos clérigos encargados de recoger lo que te-
—38 —
niaa en la iglesia, y fuera .de ella acompañaban otros á uno de los al-
caldes ordinarios. La suma que sacaron con este artificio, pasó según
lo que menos, de treinta mil pesos. Mientras esto se ejecutaba, tra-
taron los principales de la ciudad de ajustar por último el rescate de
ella. Después de muchas altercaciones y amenazas, dijeron los dos
gefes, que atendidas las fábricas y muchas otras cosas, á que habian
perdonado, era muy jpoco un millón; pero que usando de su liberalidad
y clemencia^ se contentaban jcon doscientos mil pesos. A instancias
de los diputados, quedaron al dia siguiente, sábado por la maüaDa« en
ciento cincuenta mil pesos, que deberían entrégame dentro de diez dias;
quedando en rehenes las personas mas distinguidas del lugar. Con es»
to, resdlvieron pasarse al piOKto que llam^ los Hornos^ cotno auna le-
gua al Sur de Veracruz.
Pasan los pre- Tomada esta resolución, mandan salir de la iglesia á todos loahom-
J^^ ^j,^ tires y mugeres, negras y mulatas, quedando allí las españolas. Pues-
Q6 Sacrificios
tos en la plaza y escoltados de buena guardia, apartan veinte de los
prineipales que habian de llevar en rehenes, y fuera de los sacerdotes
j religiosos, hacen á todos los demás cargar, sin distinción alguna, so-
bre 90118 espaldas los muchos líos de ropa y fardos de todos. géneros, ha-
rina, pólvora, grana y semilla^ que habian juntado en las calles^ hom-
tnres y mugeres, amos y esclavos, vergonzosamente comprendidos y mez-
clados, sin mas distinción que el mayor sonrojo y abatimiento, er s
u -^ ' P^^ grado ó por fuerza cargados de peso, á veces muy. superior á sus
^ ^^ y^^ fuerzas. La grita, los cintarazos y palos, eran el alivio del que caia,
^^^ \ ^ singularmente éi era español y persona autorizada. Con este inmenso
^^> trabajo, á las doce del dia llegaban á los Hornos caminando cargados,
\ ' liambrientos y débiles en el pais y estación mas calurosa del año y del
dia, sobre un terreno arenoso y ardiente. En los Hornos esperaban ya
las piraguas con que fueron conducidos los rehenes á la Capitana, y
vo ' ' . los demás á la isla de Sacríficiok á continuar menos la opresión, todas
y s-" las demás incomodidades que habian tolerado en tiempo de su prisión
'rt ' \Í ^'^ '^ parroquial. Allí estuvieron desde el dicho dia isábado. 22, hasta
^ > /' - el domingo 30 de mayo que se les entregó el dinero prometido. De los
\ . rehenes que habian llevado á la Capitana, volvieron luego cuatro, dos
^' que procurasen bastimentos para los que estaban en Sacrificios, y dos
que tratasen del cumplimiento del rescate. La diligencia de los dos
primeros, prestó poco, y si no fuera por la de D. Francisco Carranza,
alcalde ordinario^ de D. Domingo de Urizar y del hermano Francisco
— Si9 —
it Leotf, <9Muyutor de la Compañía, hubieran pereciiilb de hambre en
Sacrífictos cenm dé tres mO personas. Desde el lunes 24 enviaron
^miníente á Sacrificios los rehenes restantes, (lúe* eran diez y seis,
dáfidoles por' cárcel on polvero de homo de cal de ocho vartis de lar»
goy tres de ancho, en qaé estuvieron o<ifib dias. Eran los principales
el gobernador de la ciudad, el vicario eclesiástico, los padres de Sto.
Domingo y S. Agustín, el padre guardián do S. Francisco,* el padre J
Bernabé de Sdto,* y el padre Juan del Castillo, jesinlas^ £1* botín qUe ^ jj 0. 0;/^ ¡
Acarón' de hí ciudad, no pudo saberse individualmente. En plata la*
bfttda pasaron de mil añtheufen reales, porla distribución qfí>d se su- > . j
po después, cupieron á cada soldado i'áso, mas de létscténtot peíof, 7^y^ ^1 y^ \^
eran Tos de esta claáé mil y cien hombres, fuera de lo que se partió á / ta-
cada uno- dé los once barcos, y lo que tomaron- pava sí los oficiales y ,v /
ios gefésr cuyiBS «uotas Verosímilmente debieron ser cuatro, Étmf aun ^
diez y doce á yekde veces mayores. ATiádense mil y quinientos es«
clavos, joyas, grana, añil, harina, caldos, lencería y otros muehbsreíec. ^
tos de ESspañá y éb América, de que esia ^i^g^nta aquet pue;rtOv y se
ccmfirtnaréL ti jtf cío <|^ se forinó entóneles de que la pérdida Aontaba
á mas de ctcofro mühnetp en solo que ellos, pudieron aprovechar. . De
cuanto no fodi» servirles' en escritorios, mtisas,- camas, espejos y otros
muebles de casas, todo lo quebraban^ y hacían pedazos, sittgularmente
poertas y ventanasv Finalmente, el diá 1, ® dé junio se hicieren á la
v^a eairgados de despojos, con solo la pérdida de treinta y cinco hom«
bres por direites accidentes en Véracruz, ó ]>or resistencia que hicie*'
ron al principio muy pocos: á los golpes y malos tratamientos pasaron
de cuatrocientos los muertos. Efmfsmo día que se hicieron á la vela
les pacatas, se dejaron ver algunos navios de lá flota, que tanto tiempo
había qne se esperaba, y solo llegó á ser test^o de la desgracia. Con
la notfcÜB, se destacaron la Capitana y otros navios á darles alcance,
5 la buria que hicieron de sus inútiles esfuerzos, no fué el menor de
sus triunfos. Fuera de los dissacatos cometidos en la iglesia parroquial,
cpnservarim el respeto á las demás iglesias, no en cuanto á saquearlas
y llevarse eoraprendídos y mezclados con los muebles mas viles los va-
sos sag^rados, que en esto todas fueron iguales» No profanaron las san-
tas imágeneá,' sino en la parroquial y en nuestro colegio. La venera-
ble efigie de nuestra Señora de la Soledad, que se venera en la parro-
qiyua, se dice ser una de las que indignamente ultrajaron; motivo por-
que se baya después aumentado su culto y devoción. De nuestro co-
^4Q —
iegio, entre otraa cofias de devoción^ la muy $^Qpiablo /eliquia Mítñ
jedo de S, JPranciaco JatVr que allí se yen^ral^. Uatúala dado i
aquella casa por serla única que líabia entónces^edicada á S.Fmi-
cisco Javier el padre visitador Juail do Bueras, <}uo con sefuejante re-
co^iendacion Ifi habia adquirido en FilipJQas^
■ 1
5L ElMíaE»
dvporqne f I9B cKnifcimúsntpti ;4éia lüstionii, ha á0fidi«io ^yádxsjAiegse iMdé ve.
lacruzanoi es décir^ U» ^un homltfc que ts^he zttuy Hea ÍP>^y^ 1^ pupidrjSD ncAp
sa, y está en sus .mt^tíorídsdes. Mas nada nos dice cqfi re«p6<stoi.lf^ sigiyr.iflnqttp
causd én ]M.ézicolá noticia de verac^iiz, y de ello efi preciso- dar ^Ijpina idea paia
satisfaWla ímpanUénte cnríosída^ dé loe lectores. He aqaí lo que ]¿ podido estrac
Ua de •tÉa -dialrm ah^guo -quénó tiene ni 'principio ni ñtíf porque es un manuscrito
qne ezislB «k )o0|K»teneciienteS'á lo» padres jesuítas enla'bfUróiéca de ñtk Univer.
^da^ y igopé fcótije} indm. M» qm .me-fonqneó eu hiblibteóaiío «1 6r: -Dr; B.^fia.
mljio ■ Arnllfiga. . . .. ; ..'.'".;.•
for su contesto, <^ue J^ leido con sumo ií9Í>^o por ser .4f ?^^^^^^^ podido
entender que lo, formó 1>. Juan Antonio. Rivera, capellán. del honátaL de Jera^ JDía*
zínenoí y'énld qué se lee icoSntiéné ¿ésde el año de 1676, hlu^ últunos de febrero de
Ifi6f5, es'debir, iáí «iipaéio üe veinte bííos ¿orante el ^biérño de los vireyes D. Tr.
Vis^g .^xRi^éz -de ](ti.veaDa, mfviítíap^ tfe ^Méstíñúitéi del^niaiqnéÉ* dé" la Ijagona, y el
£8|em84i¥Í9f^V^.e^^.||^nod».v^j^ jen^^fmte ^liw^^^QiavfauídelJvtíejo
Enio, 4e ias qne decía Cicerón qne^entre inucba.paja .y.r|pto^ fr^^l|./q^ym*?ffr jipí^
qiie otro ^íanb; suele referir hechos muy impc^rtantes, y á'io que futiendo ef,eQWpUh>
He tujuí lo^ue^e pc^do estradfar con mú trabajcr.
I ] *•,".*■ - * - I .. , ' ■
. MkS OB MATO de' 166d, llfVASION DB VJBIUU^UX.
£1 viernes 21 dp. este mes á las pdtu^ de la, maflana ^tra^íiHi Itíe^jfimx^fttMídm^do
qúc'los j^tiur«t»er« habían entrado en V^racruz. A l¿i9.treiBJbDn^iMe^puUiq^-hfy^dp
para qué 'dentro de dót horas 'se juntasen los que fiíesen'en ratado de toiQftr.,te8 wt*
mas. Vomsów- una jmita de giierra en Palacio,' y se mandó estQviese ¿ punto la
cempawa de á onhaHoidri mando de Vrrñtía^ y que sé formasen otras doce de in.
fantería. ; - »
Ea éste .mismp dia ta^exqn d© Méxic<» dos xMot!SS,J)J.Msrt^ de '^Soüt y Z>. J^.
tos, con ?í fia de fe^anjarvgente.para ,Vf i^crqí, y ff^rel^iinli jcon [oteneata^kom.
bresr'al conde ele ^fintiagalo hizo eí yirey ^u^eftj^etde^eampp»
'Bl'domingo 53, se presentó un enviado del comandan^ enemigo pfH>a,fil ^if^
que: le :pBdiá'l50.M0V pesos por rescate de- la geüté ' qué había hecho *pn8Í<ñiera en
Vem^ruz. :Mand^8e ^qoe^todája gente «que tituvierá reunida, se háílaa^ á las dos
de la,t^j^«íiPaJao¡a p«m. sgdir lá .dietófuntO'deJreracniz: rescrVósc'para el sí--
j •
-^41 —
Íoü^pÍMias(íinBée8é» cuasi UevtAíaxi al últíóia Mtermi* Emdicion i
ItJBra ¿^ ttdielMeSiíttitAdA e¿'lBr;Oáiifi)CDÍ&i.?: Béaé^^^d^MiP&ic'U
H79hi!bím9k:uppihriC¡Édbéll\
Íjlb»]iiaiiiin«lii}imnl3i( Ik B^nánb-iiki :BifladcA>, l|ajo cieiHaBidóadipi¿^
im,y boL^tiddtteódfar,)*er|^90¿8if)p«ráMif qoá qoisím encargtosé d¿i9»i
bt €omUoal^ 6')«»:«ii9|»aidfttt á4qk«iiAvchi^&« 'M* - Fiuftlmettté «i
¿édettte' W'£<^fmif «apittneB^^^^^ ii«^M y íiíliAiíoir. (D¿Ú¿ dé habief ¿ran poik^idn di
«stareastat-ezt Mézhiorpaes hasta ixraofaw afloi deB{meg dff ettai oetimneiaa subw
las tiendas, y las que quedaron abiertas eran ser^r idas 'pot' i ^ a gér e é. ' '* ■'■^
- Pn aiié8^^«JleBiipÉ'laseiiwoidelttl8rdb<Mlhow^^
ét^'á^.QiántkifPf^psMm^ittfóif^ allntíi4ritsifl<A$Gaii.
ii^'al 4MMto46i^Mtt-«te<mock8da) ^jJ^imlM^4é'J0Máéit^t0ia;y^^^
pañías de negros y mulatos en cuatro carros de batura. Fueiiín ftiÉ&lióft Mdádds
á pié, 7 como dos mil hotñlííéM, Tóáói'pékám. pw"delante de Palacio, en cuyo
l«Socliii:osUbft fl.ytiej eUbiflül^ céi^iní ^uÜímpL.. Bstá iropa' fué i doóni^-i'laáiSlla
de Guadalupe».' ■• .';' ;r •:•!. .". 'j ' ■•.:• -h r ij::> ":: ' - »'.í m r ::ir';í--o í> ,-».i'..<
£1 wáfftat/ dia.l^Sylle gé oiaaEreo dalobttpoile la Bnéblk alrisáado que liabiá11e{gado
i TeQebl«rfl^C^9litíl^uiitd«q úá dá flbta:iiqflie aa espetaba -ckeI.^etiatalGlaidirar,'> con
coya noticia se alborotó México. Boilaiaiñclé ^e§á barfl^o dtf-VeMicíib, á^satadé
4W^-AIIJ»d]g«b|>ailnatMaÍa^r7 l,» n-rp r.u>',^r: 'f .•'.' ^^: /r •.-«-»::! •:. •'•! ."^
. ^ |«||(iililda aficBagd «flakS jQ^ipiaode Voráan» iat|skndo la xetirada del etfemigoi y
am;Bftilflf4f«<kf«ltdUitfbia andi^ tiluídadv y qué espesaba vMeat#'d»4M bumbMcridoi
; .:!SI:3tente fia i^pidii^ociMftyaéoniBO ávisiiidq qu^ el e&emSffo ba6i« dcjudó i V^
nMwoft «milíi>;Taál^«M|úaflM^.i«8.'pi!inelpate yqrifl^ déj^ obáiio h«bi)^pttm
recibir el rescate que pide. .l^$ds»ii|iis>liiliii^4kítd V[ti^1ufá»fiiM4t o&¿^ íll¿iOi^l^^
iMMiérbirttlsé^^queilslMtsúBsa^Aicst^iii^ ^lM<^a,'pro.
fiiiix^tiidttMcItfdstú^^edeBBigDl > (fis iARlietoh'(AiitttanSté>an:Pttetí^^ ^u^me
«UPO! ftlU-laiinTaaidn diri eÍMniigoftbdQecl«l8lo B4«attiild<^tt^üntaatf laf'QMi^^
la que se acordó que todo él saliera á engtosar el ejército, resoluéfiMS'^^M ñ^^thi^
9» Vl&nfijjli^lú^fKii^ufrárpódb ^e-saprlv^ dét enbmigd. . . /''ff ü'Uf^ éslMin.
^f^^?i^<^3<^^ J >^il ñ^r ^ lw^ 'Jdbx^^¡^^k^¿^ Ma^áiinqittfc, BaUézá^^ dlriípoñtob
^,q^|^B9|á|ltÍM|b «f!bil)»ipsen(>ne«0 €kJtii9^diá\d8ldé«aiiiados íiís^b^^
jpQi)«t^rg»a|tf^,o'J^M*<^'Ailscpáiri¿ t tbdiaM'il^s hoihMés.'y'es iñüéHo
mas cnér^icqo^ loa*^Máatic¿i-^d^' &ká6^ái iüiiirtfiaosr eoiíoeoA íñejor süb
TOMO III. 7
/
— 42 —
confirió á D. Isidro Atondo por cédala dé 39 dé dtcÜBmbM de 1679^
bdjo cuyas órdenes se equiparon en el puerto dé Chacda^ la capitana
almiranta, y una balandra que á fines del año de 1682 estaban ya en és.
tado de navegar. Por la misma real cédula se encomendaba A la
Compañía de Jesús la conversión y administración espiritual de aque*
lia gentilidad. Aceptada esta propuesta por el padre provincial Ber«
nardo Parto,, se señalaron tres padres de los que trabajabanrenrlas mi>
siones veeinas de Sonora y Sinaloa. Iba de superior de la misión el
padre Francisco Eusebio Kino, que por su habilidad en las matemáti-
cas, hacia también oficio de cosmógrafo mayor, para, la demarcación
derechos. Este amor circúlft con nuestra sangre y está en la médula de losÜiiesD»
partiendo del corazón, 7 lo anima tanto al clérigo como al secular, al noUe .como al
plebeyo. Bien lo conocian los españc^es; mas para ellos era un chimen porque te.
mian perder el señorío de la tierra.)
El lunes 30 se recilnó correo áo Veracroz qne avisaba que el enemigo instaba por
el rescate pedido. Que Lorendüo .había reñido con el general Agramont, 7 que
o&ecia al vire7 entregfúr lo robado con algunas oondieiones. (\A tanto había Uegá.
do su atreTÍmiento!>
Saioba del vmcY a vEiucnim.
El 17 de julio ¿ las tres de la tarde salió este gefe para-Veracruz 'por lá calle del
Relox, acompañado de la real audiencia 7 durmió en S. Juan Teotihuacan.
El 19- se tuvo noticia de haber, salido seis eñibarcaciones de Veracruz con seis-
cientos hombres para Goazacoalcos en demanda de los piratas; pero regresó por un
temporal. El día 29 llegó el vire7 á Veracruz. j 1
El 16 de agosto se avisó de Veracruz que el virey, conde de la Laguna, cok
dictamen át asesor, condenó al gobernador á ser degollado por la entrada de los pi.
ratas; mas apeló de la sentencia, 7.80 le mandó á España en la flota, bajo partida de
registro. La flota salió de Veracruz el 8 de setiembie, 7 ¿ las veinticuatro horaá n-
gresó de arribada por un fuerte temporal. El 11 de setiembre regresó el vire7 ¿ las
cuatro de la tarde á México, estando fuera de esta capital cincuenta 7 cinco dias, 7
kiego fué á cumplimentarlo por sú llegada el arzobispo.
.He aquí el nio4o. con que los vire7e0 cuidaban de esta colonia. Si la misma eñ^
cacia hubiera tenido el presidente Bustamante, la defensa de Ulüa habria sido mas
sostenida 7 honrosa, 7 la paz con los franceses habria sido mas decorosa 7 ventigo.
sa para la nación.
En el libro antiquísimo de entierros de negros 7 mulatos de Veracruz, que hube
¿ las manos por una casualidad, existe una relación mu7 circunstanciada de esta in.
rasión, la que 70 hice imprimir en el JuguetiUo nüm. 9 en aquella ciudad el año de
1821. Entonces casi se habia allí perdido la memmia de este suceso 7 los dóco^
mentos en que se refería por haberse quemado el archivo, la parroquia estaba donde
es ahora la iglesia de nuestra Señora d^ la Merced, tenq>lo magnífico.
— 4$ —
<de los paertoe. Aeompañáhanle loa p^dw Juan Biíiutista Copart y
padfo Matías Gogni, aunque no fueron juntos todos en este primer viar
ge. La historia ipanuscrita del padre! Miguel Yenegas, y las noticias
de California» ^le de ella estrajo un jesuíta europeo, fijan la partida de
los dos navios del puerto de Chacala & los 18 de inarzo; mas no ^ en
realidad sino en 17 de enero, como probaremos bien presto con un do-
cumento auténtico. Escriben también haberse embarcado los tres pa-
dres Eano, Copart y Gogni en esta misma ocasión; pero en lo que mi-
ra al padre Copart, sin duda se engañaron. £1 padre Kino en un me.
nudísimo diario que se conserva de su mano, solo hace mención del pa-
dre Grogni* El auto de la toma de posesión que insertaremos luego á
la letra, tampoco le nombra. Por otra parte, si el padre Juan Bautis-
ta Copart hubiera entrado en esta ocasión, no es verosímil que fuese de
superior el padre Kino, que aim no era profeso y que el año siguiente
de 84, hizo su profesión en manos del mismo Copart el día 15 de agos-
to, como consta de su diario. Esto hemos dicho porque no parezca li«
gereza ó falta de reflexión apartamos, aunque sea en estas menudencias
de una obra que acaba de salir con crédito, y despreciar la autoridad
del padre Miguel Venegas, hombre laboriosísimo, y á cuya diligencia
debe la provincia grandes luces en este y otros asuntos.
Aunque es bien corta la travesía de Chacala al puerto de la Paz, las Entrada en el
corrientes aun no conocidas, la irregularidad de los vientos, no acaba. ScpSooion"
do aun el invierno, el ser nuevos los barcos y visoña la mayor parte de
la tripulación, detuvieron por dos meses y medio el viage de pocos dias.
A 1. ® de abril dieron fondo en el puerto de la Paz, y á 5 del mismo,
no habiendo descubierto en todo este tiempo indio alguno del pais, se
procedió á tomar posesión de él á nombre del rey católico con las so-
lemnidades que expresa el siguiente documento. „En el puerto que Toma de po-
llaman déla Paz, reino de California, en cinco dias del mes de abril de '^^°*
1683 años, el Sr. almirante D. Isidro de Atondo y Antillon, cabo su^
perior de la armada real, que está surta en este pusrto, y de este dL
cho reino por S. M., dijo: Que jueves que se contó primero de dicho
mes, fué Dios servido de que se llegase á dar fondo en este dicho puor-
to con la capitana nombrada la limpia Concepción, y la almiranta nom-
brada S. José y 8. Francisco Javier, habiendo salido del puerto de
Chacala á 17 de enero pasado de este presente año, y siendo tan corta
la travesía, se dilató tanto el viage por ser los vientos y corrientes con- ^
trarias, que obligaron á tanta dilación, y que en 3 de abril, su merced.
4ibó«^pSriía.'^ tdi muí. «*; 'ÍPP; Ffetóíwo EüicW Kfiié-j^ P¿^
^^iWt^ékich dé fé^Máf Kic^i» Di Blas dé évmiééy^(Í¿^i¿f
alféVéE'Müttíta dé Yétiiséégerij ^ '^^tttíoaáfifo éold^ddd, idd6» cd«í^ «08
^iiaáti mltatott en tié^i^^, dk^oh grá^áüí á Dídd y hall&íiott tíA fic{cM> dd
agua dulce; qué por ótdéñ áé^dlekd Bf. ^Itohiínte sé abdfldóy ddgvóé
dé rfiódo' qtié iñáiiá águeí bástanle pata la génté, y utí p^iik^P 4f¡k tenU
drá cótño hasia doscientas, de las ¿imlési dicho 'S^i^ ' aláaitraKté- mandó
T;ortar ühá y <|(ue "se labrase' de ella tüía'' áántá cttiz» y^ dé púdiédé «Obra
Víú úemto' cofraio á un tkó de áréabüz dé la orilla' del •mai>' ciCt&id \éh
efecto sé ptñóVpós parecer tierra tíabitable;- T-en virtiíd dé la fi&dtilitfd
^é lá ¿atíta-séilb lípostóHca tiene Concedida álos cáfólicoi «tíÉ^ia^iíé
fntíartíiié puedaii áj^egér á sü real eofbüá y conqlíistar y adquirí)^ Iké
l^róvidcias bárbaras y gentiles del Occidéntel'en la Anü^rici, y sus vaaii¿
ilos'^én sti real'^mbre tomar 'poi9ei5ionde'ellas; y habiendo {>r#rédkki
}aiúfkñteríá;iáhóáíli merééd dñ tierra el diá 5 deabnlcontódáltrgéii.
íé affriba líiéñíeidnfrdá; toda la infantería y eralfórci JÍiSrtifi de Véfáfii-
iegüi; traía iíii lá mano un estandarte carmesí con'la imagen dé^ttuéé*
tra Señora de Ida Remedios por tin lado, f por el otro las^ nf^híad reáléá
' 3é 8. m.iqah *D¡os guarde; y estáüdo dichos capltaiies y todklaiü&n.
i tena con láv áridas, y dicho tSfSrez con él estandarte iníí íhandiálá
iikíá' que dlchd Sr, almiráiité faizo, dispararon la arcalíiücéHa', jFHtchb
fñier^ treiiúofó tres véées
\¿i*¡Wwa Di CárloÉ
haUiirallh- • • .fin coyoTéál líomhre dicho ár. aInnráhte,1omB''tk¿eca<>n
dréste reihb^ qué intíthló y ñombíríS 4a provincia dé'ilá tSáiat8ÍíkáTi4''
' nidiad de Ick • Californias jjpárk qué con sir infinito ipddér ayiidé irqüé^
asiente en dichas proridciás lá saibfta fe catdlicái Y- én séñál de l6do
lo referido^ dispuso dicha áf. aTmíhinte se pusiese dtcfab-ésiáiidafte' i
la sónibrá dé. una palma, y állf se placltase ^bcuért)o de guardia, tiikíl*
ftrattdo á este páragé Nuestra Seíibrá déla Paz* x para qué éoiisfó^á
S. M. y «I Exmo. Sr. virey y capitán general, en el nombre ácf rey y
por lá obligación que tiene de dar cuenta de las faccion^y dilígéh*
biad tjué fuere obrando én ésta dichá-provínda, mandó ai presenté és-
éfíbáno hiciese éste auto, ihsérió téstínioníb di iodo ló áMbá inencío-^
littdo,^ como ^ñ efecto. E^ 3ro, dicho eáériSaho, dc^ fé y cerf ifi^' qñe"^-
§6 ebiho quedé referido: y para que siempre consté lixürmó dicho Sr^
jdiai de N. P: S. Txiiñ'ái J)^.'^MaH^^rér¡Sskgk:-^b: Fí^míléó»
' Lifáinó.—Arífá iSií^-^m^
HecBi éSta d^oSttaiSion, sS píBbé(fí5 á fb Wébéír él K¿áí;jy én fetó ^^^^^
tíen^ se^^ ieicili^íurdo Je lo»
N^ pUM^ilA «^f m^lim^AéiS áé.itA Miedos hüéá^és^'^ éíní^r." ^
|Di tídiitlc^cid« db lá$ j^d^ '\c^ áí^nas^ eoWé coméátíblé^, viñíérdh
héwla <a - Aeá^ y buMÍ^ siií i^l6^ ¿ntfe* ]¿á éí^á^oW. • Esta docSi.
datf télApeÜd ttl alil^kijtd «^ hkcét'át^iinfñ ^tíkdák t^olr la iierra. Lií
ptioáéníñié fá'BtíMíté ft IcÍÉ íáhcheiias ^lois gtiáicnros, que ño se die.'
ióiífét Ávíf úhÍig&A(íB Ae lá ¥iáiéá; áñteé eséóndie^bh mis hijéélés^bé^*
garon el aguaje, y con astucia mandaron algunos de los suyos á^er se
qüedabélri isiás^ éspüaíi^éB éti élR^al vérodínñlhient<B jiára ¿cometer á los
íitfcibB '^íoéWtá^ha&tvííá iñSdUá f.é^wSnK cuya iiúttétáa- fáfid hitf^
ef^'tfóá)^f^tb«^|p«fidlefe/ 'Hifó^ ÜiHádó del Í£ééil üE^un^t^,
áé-ttfiagfiU'ftiF^Jidi^ó^ é»ift áé^^i^ ¿iS^fbé^ ^úe W gnaiéun^ )cr
Ittfttt '{Xféé)^'» (|i^á ¿él «kéflí^nt^Díto ^tí6 Éidáimt^Hfidfái ñaétóíH'iiá^
mpméAik^ ^mtítítóti ^;ma^6 éé j«rííi6 huAtíg téniao' iBLl^ákH cHk.
drülftit éf atf^mlQttXtb d«íiÉg)$ttfe^ él Sistfl. El «fñíii^aíité érifé^má^
nvébttf'i'btf |;iklca»«r aiitoM^dél bolacíleidió;^ plita cáSt^fóÉ^izd
prender á su capitán. Esta resolucion'fó'eosftfliííiy éá^; Losióáids,
dS pQdt«9Nb !i)lbt«p«r ciffioegifB iu fib&rt^d, pinétáA i ías anfónlr^s.
grwrum w pí^rufir jí^m pifitido^ft l|>it c»rasrattií({Ué süs^aírtigii^s éñefaii.
£él^ír>^m&^cÁ' '<^e^"<^^ í^ lib^rtécd: Los co.
ráá^i(fol<:un^iftl6fpr«fe^ Irv4s^fcnbf íléltííéíité ál>€lmÍTátí^^ dé íoi^ designios
lápmi fkff &>fid4f I^Haff Ita^ tó»'üttl^ggs(''^u¿ W húíáhib^^tí ifámá
6 Teik^4¿^9í¿^^'V# áflñftdds^^ diá'Ü <=> d^ juTtov' y* eíi ád^rjiá¿ déí
^tíéÍ»-eior^tffR>lé^ á^f d^sil» trin^h^rás.- €0x1 ¿sté ^^¡Ao
mSAWíf\mBimúí^ '4^^^xam,'SaísMh disparado éí pedfóroV líiflS ^
m05 aig^ibtf; é iitzólréfi^xon ttfé^iíñládoiiilb^^ ^ín eiü*
mgo' jW'edtii (íéfquéña victoria, sé üáltabk éñ grande consternacioi ét
almirante por haií&t reooiiocido en sus gentes an caimiento y cobardía,
que ni sus-, palabras y ejemplo, ni las razones todas de los misioneros
jamás padieron animar. Ta les parecía que morían todos de hambre y
miseria en una tierra incógnita, ó que venian sobre ellos todas las na.
cienes de Californias; tanto, que ain atención alguna á su edad y á su
profesión, lloraban como unos niños y pedían -á voces que los sacasen
de allí, aunque hubiesen de arrojarlos en una isla desierta. La derro*
ta de los guaicuros no hizo sino fortificar estos imaginarios temores.
. Añádanse nuevos motivos de disgusto por la escasez y corrupción de
los alimentos; ni parecía la balandra que debia seguirlos, m volvia la
capitana que desde el mes de mayo se habia enviado por bastimentots
iáia la embocadura del Yaqui. Hubo de ceder el almirante al tiempo y
desamparar la California el dia 14 de julio. Sobre el cabo de S. Lú«
cas se le juntó la capitana que volvia de Taqui, donde habia arribadQ
dos ó tres veces. Juntas las dos naos, siguieron el rumbo de Sinaloa«
en que se reforzaron haata fines de setiembre que volvieron á hacerse
^ la vela.
Secada en- £1 dia de S. Bruno, 6 de octubre, después do ocho dias de navega-
genem^de ]m cion, llegaron á una ensenada, á que. dio nombre la festividad del dia.
padrai. Internáronse luego el almirante y los padres en la tierra, poco menos
de una legua hasta un buen aguaje en que .á poco mas de dos horas co-
menzaron ¿ venir muchos indios, todos tan mansos y tan amigos, comp
si hubiesen nacido entre españoles. Se eligió un alto cómodo para for*
tificar el Real, que ayudando los indios espontáneamente á la conduc-
ción de los materiales se concluyó enteramente para el dia 28 de oc-
tubre en que se pasaron á la nueva habitación, como refiere en.6u cita*
do diario el mismo padre Kino.
La noche del 16 habia salido la almiranta á cargo del capitán D.
Francisco Pereda y Arce con cartas para el Sr. virey, y en pretensión
de dinero y soldados. Cuatro dias después salió también la capitana
para el rio Taqui en busca de bastimentos; pasó la travesía, y justi^
mente al mes, en 20 de noviembre, volvió en treinta horas cargada de
todo género de alimentos, y de muchas cabras, muías y caballos que
habia pedido el almirante. Entre tauto, cada dia venian al Real nue-
vos indios, y muchos se quedaban allí á dormir con suma apacibilidad
y grapde consuelo de los padres. Servíanse de ellos para ir aprendien-
do su idioma. Observaron dos distintos: el uno de los edues^ nación
muy numerosa, y otro de los dtdtt», sus palabras no eran de muy dif i-
—47—
cil pronunciacioo; pero carecian eoteramente de la f y fi, aunque ta
proaunctaban nHiy &ett loa indkMren las palabras que aprendiati-^aMélla-
naa. Supieron que había otra tercera nación de les neer, enem^ós
comunes de los edme* y didma. £1 dia 9 de^^no^iombre te colocó' elíi
la pequeña iglesia, que se había acabado poco antes una imagen mú}^
deyota de Jesús crucificado de estatura regularr de observó entre los
naturales mucha admkacion y grande nledo á vista de este espeíCtál
culo. No osabanr míiailor ni haUar á los españoles. Mirábanse unos
4 otiüs^ y se preguntaban muy en^ secreto: ¿Quién era aqaelt ¿Quié'-
iiesy cuándo y dónde le habían? muerto? Quisa será (decían) alguna
de sus. enemigos. <^ mataron en la guerra. Gente muy cruel es esta
cpitt así trata á los otros.* Los padres tomaron de aquí ocasión para
'darles á entender que aquel Señor había bajado del cíelo, y que había
muerto asi por ellos: que^ na era enemigo de los españoles sino su amo
y Padre de todos: <iue estaba en el cielo y que allá habían de ir con él.
Así comensEaban lentamente á inspirarles las máximas y misterios del
Evangelio} peiro tropezaban á cada paso en la fidta de las vocesf no ha-
llándolas para decir que Jesucristo resucitó» les^ sugirió su celo esta in-
dnstria. En presencia de los indios ahogaron alguna? moscas^ y
echándolas tn poca ceniza» pusiéronlas luego al sol, con lo cual co-
menzaron á movtBrse: los^indíos admirados gritaro n muchas vec^: ¡IbU
smihiOTff, ibimMhteÜel! . • .^r Escribieron esta dicción los padr<Bs, y les
sirvió entre tanto para esplicar aquel esencial articulo. En 1* ^ y 21
de diciembre «e hicieron algunas entradas al Ponientey al Mediodía'
del Real; se descubrían aguajes y rancherías que desamparaban alis-
ta de 'una gente incógnita, aunque acariciados, seguían despue^ hasta
el Real, eon admirable mansedumbre.^
I rt !•
Esto ocurria en Californias. Entre tanto, en el olaspado de Mi- ^^^^ ^ ^
choftcán*
choacán^ corrían en misión los logares mas distantes hasta la costa del
mar al Sur ios fervorosos padres Manuel de Alcalá y Francisco de Al-
mazan. Fué muy particular la conmoción y ef fruto en la villa de Co-
lima. Ayudó mucho el celo y el ejemplo del vicario y juez ecleeíás'-
tico de a<|uel partido D. Francisco Félix Mercado, y la piedad edifí.'
cativa de los religiosos de S. Francisco, la Merced y S. Juan de Dios,
que asistían, personahnente á las procesiones de doctrina- criistíana por
las calles, 4 las pláticas y actos de contrición para úiimar al pueblo.
A loa dos misionaMM se agregó» llevado solamente de su fervor'y de la
estissai^ion que hacia de nuestros ministertoá el R. P. Fr. José de Jir-
— ^ —
/ffiis JSiarís, gn^ttái^ IjCísr csurm^Ktovque predicó el. primer 8«riiioii en h
•mmm9k:Vi4l99j¡sm»^^ ?AliB¿guiidai£i|ide fo¿ÍAbliiiirf <éi^
* PWÍfe Í9tIiI(1*^ ei)7^6l4l«rt5tí» í<iteteiiñiári»»:el>fcrtSblk* Kí»-
.^SÍ^MÍf!^ Jei?ppf^<^telfe y4á^a¿eta¡lédbí¿l%j4iífkte MtKÉr'éü
^1^ 4fL*4^r f^«©fewp p<*B«w»Q»ie'^iKi¿iáritt'jttf ^escéw 1^^^
I^^Q^^ iwKfi^ laf 'qi^er iKji^mfiiitemfurBÓiAú^ dbirfm A ipisBiiáteetCiy^
jtpu QQ ^,rf)^€^ go)p9ig>ta9!fiei9gf f^e en>alglmos:fiipidE^Q piiil^itflDPpÉU
jripcer ^j^pi^^lip^. Sqbofugi^affóaílgaiiá dÍ8tíiicioii'qÉey«lalirr4«|s
Iflem^ cfiyój]^f^s|kyp(dcr, yjiidbftJ^a^VfiiéliiepesMrpcó&ftterlé y-Ssiv
JljB JUi ^¿trging^ii^f^iqi^ , , l^'^iif iBÚHades^queíee^^
a9 Ift9.pfartj93;£$;n^9¡n á l^fijcefieiii^ de Crú^finitt^cadí^kt^imitmftr^
píos d^{>erf!oiia{| i]9§l.^ffii9tp((^ p^fdsi^iiie» geaeiafaaif demao fn^
ÍB ?1**? .SlfiSS #F9ff ?» t ^tfl» - i!H»wt<^p,:ftt4 ímif .eapeciai ^n;f ftjdia*.
|o C09 4 feí^pc^^ PWill^ ck^^hNí^ d}>Kedo([^4eeiiiteré9ilel.ñ0u«>
^t¡^o.p^%j)or.:9j9i1i^ de^OaMfiU».
jjLie^'eclpil^ticp.'p^rfk r€(i|¥tirU:Ál§u.J)l«^ 'preladfi^iy id4iadD»'p*nns*
9íí?i#Sl^^.^ ¥i«iiK;Rtec[lW €í1»»iwpot:«í^e*qitti haciaaáifaníiieikño;
del Sr. obispo gtg.§n^8R(p.cpp.r;hfe|lfP\ftqeijíftliteyi^
%n^^eí ^^ ^^ ^^S^' ^^^ ^^^®" ^® predicadofiSat :di^ahn»Ux8po:<biii4lielteai^
mií» 9!f^: cfgfSy^ ]^gbia;»(q pre^f|Qf)9^udÍ9flQ en'ki.<BoÍB^íar.deí Jo»» Idíi^pri-
<»•. / Mo:! » ^p^ros rMdiipgj^qip # fegF>ffl4tí<»«y cetséntiúlordesdemiiiieEfldB «ikMi
MR.^f^St9/.!RHy:'E^^^^^^:^'- £»'>S« {gnaí4<tw~^ - '^¡^iestiaU air? ^n^
api^CÍp j;4;^i09:|l.d^^> agr^de<iifitjl^ia 4 iMpW^owí.dn&ostracñk
??g; X'^*ft9f ^^í^^^ pqí!<p§:ioi»>jesüita8 deo^ta^ifiá^i^ipfjBl reino
mi é^emp i|r$^csmdo;|^.^mpfi^;ig^ .|£,e
?J!ÍH5JÍ?9a ?«ÍR¥« .fe?^iinsl«ilweUá. iwideiiciafuy:d€Íepádre lanicio
^IS: V^ Pl^HM^i^. tfi|»bifiili«|rJiliiip€caB ki;qi<e /iabihc«fr «ubtle '
^ 4ft —
ikg;radb, c|i&K> <^ie bitbf«s6 el dht de S. LúcaiitmÉximéióaí latina^ *K
inaé ifr o 'de ímmáticá éin d násmo rector^ «ue se encargó condguién-
teriiénte del mtcio. f El phdire Pérez, desde la cátedra le sabKcó tno-
déáianibiite üé dignase debaalqoiera de acfuellos libros «eñáiane iéim
qtié'dieBe -materia & sa oracioh, pura la cual nada UeTaba ptevéiiido^*
no'éllmén^eseo de agradecer aqaelia honra i strBéfioHa; asontó é&
que jamás podrían faltarles voces. Añadió qae hablaría aquel rato en
proea ó Verso latino como ñiese su voluntad. En cualquiera otíró suge-
to qoe'iiafuera el padre Francisco Ferez, maestro de humanidades tñu- .
chascos énia* provincia de Aragón, y luego en esta, versadísimo éú '
prosa y verso griego y latino, hubiera sido temeraria y llena de'ósteh-
tácion semejante propuesta; tal le pareció á uno de los sugétós dué
acompañaban al ifttstilsinio, y que r^rasando este señalar algún puntOy
dijo con YCk bastantemente perceptible:. • • • VaniUu vanüatum, 'Ñd
íiié^ffiénester mas para que el padre tomando por tema sértó Ití que se
dfffo pQt initíon mostrase en- un estilo terso, noUe y fluido; cuanta era
la varndad de las humanas ciencias sin un grande fondo de virtud. Qjié
poco- habían aprovechado á Ciceron« á Virgilio, y los demás sábios^de
la antigüedad s«s letras, su (ama, sus aplausos y sUs riquezas. *PaSó dé
allí á -demostrar el modo con- que la Compañía de Jesús pretiende de
sus estttdíahtés «un mas que el aprovechamiento' en las facultades, U
santidad de las éostümbres y la perfección de la vida cristiana. Pnso
porleiBtigo al misfno" prelado dignísimo que le oiay que habia hoiMdó
nuestras escuelas. Jñrocedió de aquí á las alali^mzas de' so persona
como á^una.'nu&va'prueba de su asunto, yacabó dejándolos á todos lle-
nos delidmireción y de un altísimo conceptode su erudición y elocuen-
cia. Muelio mas se confirmó el Sr. obispo en* esta sublimé idea- con
jel caso siguiente. Tendo pocos dias después el mismo padre con un
liermano coadjutor á visitarlo, le hallaron ea compañía de unos preben-
.dados y religiosos muy afligido por no haberse podido leer un breve,
<|ue poco antes habia recibido de su Santidad, á causa de las ábreviai*
turas y letra itáfíana en que estaba el original. £1 padre, con grande
serenidad, vuelto á su compañero: . • . • Tome, hermano^ le dijóf y trat-
t An llamaban la oración de apertura de estudios en que exhortaban á la jnreír
iud al amor de la sabiduría. Los jesuítas poseyeron las humanidades con perfec
cion, 6uyo estudio en los autores olásico3 del si^rlo de oro, hoy está abandonado»^
%tiii poro les era femillar. — EE.
TOM. III. ^
— 50 —
lade ese breve en letra irUeligihle. Los circunstante» y aun el mismo^
Sr. obispo, dudaron si se burlaba; pero se desengañaron bien presta
viendo al hermano Francisco de León leer corrientemente el breve y
traerlo luego trasladado de su bellísima ktra. La admiración del Srr
obispo fué grande, y tanta, que escribiendo pocos dias después al roma-
no Pontífíce, no pudo menos qpe prorrumpir en extraordinarias alaban*
zas de la Compañia,''que pondricunos aquí á la letra, si no fueran siem^
pre odiosas las comparaciones.
^^"^Tí m3 ^° ^^^ medio- tiempo á la misión de guazaparís, habia añadido el
ún SúvtLÜer^ padre Juan María Salvatierra una nueva cristiandad en el pueblo de Sr
^' Francisco Javier de Jerocaví. Este hombre infatigable sin perdonar
trabajo hacia una guerra continua á los pocos restos de gentilidad que
habían quedado ya en ochenta leguas en contorno de la villa de Sina-
loa. En el pliego de gobierno que habia venido á fines del alio an*
tecedente de provincial el padre Luis de Castro^ habia venido JMntw-
mente destinado al gobierno de no sé cual de los colegios el padfe
Salvatierra; ocasión con que al principio de este año hubo de- pasar á
México. El sentimiento y tristeza inconsolable que mostraban- sus
neófitos, y mas que todo, la humildad del mismo padre y su celo por
la conversión de las almas,, le inspiraron tales y tan eficaces razones,
que persuadido el padre provincial y sus consultores, á que era ínter-
rumpir la obra de Bios el sacarlo de misiones, le dieron permiso para
\ volverse á sus amados serranos, cuasi sin haber respirado del camino.
cuando pasó á Guteco, cinco leguas, según el mismo padre al Norte de
Jerocaví, En este pueblo habia ya estado otra vez, aunque sin haber
bautizado sino muy pocos párvulos. Sabiendo ahora que en tiempo de su
viage á México habían muchos taraumares foragidos procurado amoti-
nar las cristiandades vecinas,, temió no se hubiesen resfriado los eute^
eos en sus antiguos deseos; tanto mas, cuanto sabia que muy cerca de
sus ranchería3 tenía su estancia un gentil taraumar, por nombre Cortv
siOi hombre inquieto y aborrecedor del nombre cristiano, que incesan-*'
temente había procurado destruirlo tanto en su país como entre los cod*-
chos, chinipas, barohíos, guazaparís y otras naciones confinantes. Loe
picachos en que habia siempre habitado después de las últimas guerras
con los españoles, eran el refugio de todos cuantos huían de bautizar-
se, ó de cuantos ya bautizados profanaban por su apostasía ó por sus
]>BCversas costumbres el sagrado carácter» Sin embargo de la veciq.
dad de tan perverso huésped, los entecos perseveraban en sus antiguoe
-sí-
meseos de recibir el bautismo, como efectivamente se bautizaron cin-
cuenta dentro de pocos dias, y conenzaron, aunque muy lentamente,
á trabajar en reducirse á forma de pueblo. De aquí pasó á la famosa
quebrada ó barranca de Hurich^ que en aquel idioma quiere decir tier-
ra caliente. Desde antes ^e su viage á México habia pensado en es-
ta espedicion; pero ni pareció conyeniente á los superiores por enton-
ces, ni estaban tampoco de ese humor los indios, que antes procuraban
ocultarse, como lo hicieron al principio, ó imposibilitar la ejecución,
diciéndole que era un camino impenetrable, y donde solo podian bajar
las aves con sus alas. Tuelto de México, y sabiendo que habia alli aU
gunos cristianos enfermos, no pudo contenerse su celo sin intentar un
descubrimiento que tanto le parecia mas importante, cuanto mayores
dificultades se le aparataban.
Viéndolo tomarse resueltamente el Sto. Cristo, y el báculo y el som- Entrada á la
brero, que soliaser todo el tren de sus caminos, el gobernador de Je- ^"??*"¿"*
rocavi se ofreció ¿ acompañarlo, diciéndole que bien podia caminar &
caballo las tres primeras leguas; que harto tendría después que andar
á pié. Fué tal (dice el mismo venerable padre) el espanto al descu-
brir los despeñaderos, que luego pregunté al gobernador si era tiempo de
apearme, y sin aguardar respuesta, no me apié sino me dejé caer de la
parte opuesta al principio, sudando y temblando de horror todo el cuer-
po, pues se abría á mano izquierda una profundidad que no se le veia
fondo, y á la derecha unos paredones de piedra viva que subian linea
recta; á la frente estaba la bajada de cuatro leguas por lo menos, no
cuesta á cuesta, sino violetíta y empinada, y la vereda tan estrecha que
á Teces es menester caminar á saltos por no haber lugar intermedio en
que fijar los pies. Desde lo alto se descubre toda la provincia de Si*
naloa, y la gentilidad que queda en medio rodeada de las misiones cris-
tianas de ella, y de la Taraumara y Tepehuanes. La quebrada es muy
amena, y mas caliente que Sinaloa. Pasa por ella un rio grande que
68 el brazo mayor de que se forma el Zuaque. Corre esta quebrada
mas de veinte leguas, y como diez mas abajo de donde yo estaba: me
dicen corre otro río menor que se junta con este, y los dos con en el de
Chinipas, forman el río de Zuaque. Llegó y consoló el fervoroso padre
á los cristianos enfermos, y bautizó en el mismo estado á dos gentiles.
Los demás, & pesar de su grosería, no pudieron dejar de admirar tanta
caridad, y parecieron quedar bien dispuestos para rendirse al Evange-
lio. No fué el menor fruto de esta jomada haber descubierto muchos
s .*
— 52 —
eristianos fugitivos, que endentados de la dulzuia y suavidad del padns
sé redujeron luego á sus pueblos cr^ygqdo que no hfi))ia Iqgar ^n iiiac-
cesible ó tan oculto, que pudiese serlo á su fervor y á su celo. Hall6
que los tubaris tenían amedrentados á aquellos serranos^ entrando fre"
cuentemeute á su pais, amenazándoloa que jamás recibieseii padres ni
se luciesen cristianos» ó descubriesen la entradada (l los españoles,
jooim ae u» ^qmo parecerá nipy contraria y enteramente increible efsta conduc-'
tf dto. ta en los tü|)anSy álós- que ae acordaren -de lo que dejamos, escrito en
otra p^rte acerca .de Ja nianaedumbre y l^imanidad de ^csta nación^ la
ain^ad que hahíaü jconservado siempre con los españoles» y los dedeos
que .habían manifestado cuasi desde 4os principios de la villfi de SJLAa-
loa de hacerse cristianos, en .tiempo del Capitán Diego Moartímz de
Hurdaide. P^ro ¡qué mudanáias no suele causar aun en los hombrea
mas racionales la memoiiA de im 'agravio! Hemos dicho comQtülgu<(
nos años*^tes el lUmo^ Sr. D« Bartolomé de Escauuela hahia inten-
tado y aun Ue£^dp á pfon^r un -«uñí clérigo en la villa de ^^lal9{^ ^ •
impedir á. los .misionemos e^>IRUchas cosas el libre ejercicio de. su ini#
nisteíÍQ. Por real proyision». que jarnos arriba 4nserta,Juibo dece-
sar aquel preladaen^us procedimientos; pero alguno de los ministros
que>habjia puesto en distintas partes, ya que se vieron impedidos de ad-
ministrar á los .pueblos cristianos^ y asentados^á lo menos quisiorai
fenuarse feligreses .de algunas gentilidades.en que. aun no habia^ en-
trado mi«ionerQ8 regulares,- franciscanos ó jesuitas.- Uno de est^ qi^i*
80 ser apóstol dé los tubaris^ ,£ntrd improyisameiite porsius tieiTa9p<>n
cinco 6 ..seis españoles annados»- Se mantuvo jalgunps p^co? dia9i;i
coéta de los indiojS:^! y sus corppañeros. Bautizaba ó do grado 6..por
fuerza los párvulos que e^coatraba á los. pechos tie sus madres. Satse-
lo por la reduccio9rd& loa. adultos. Ileg6á:tant0y que no halHondQ.pQr
dido bautijs^r ¡alguno, omorrói unpa cuantos y los caigó^ coffeitaf j^.
ia g^e^j^idi&roñji Jututitmo* iUnaxpndufta tan imgular.y tan ageoa
de lo qiíe por muchos aiioa hahiaii vistojáquellos gentiles ep los loganeii
vecinos, irritó á la nación;* corrieron. á las armas los unos, los otros iu^
yeron á los montea,, pasó Íav;;)pticiaíá los taraumares. y tepehuanes* ^
celoso ciento hubo- de saldarse <por la fuga, y su imprudencia prendii^
un. fuego que no pq.do apagi^^c en muchos años, y en que ;es^vieroii
para perecer todas aquellas nuevas cristiandades. Esta fué la ca^usa
del desabrimiento 4eJos,tu];KUÍs..y;sU'aver8Íon al cristianismo, que oja-
lá.hubje]^,^doenlos.!dQmas.tan-hreyey pasageracpinoen ello». .>A
^6$-
k YU^t^ (kd padire S^lyi^erra á «Sffíocc^^ j^d siguieron am do troioU^
de efBta napipii qp^ vmienH) 4 f lu^f^íjr^ y (laplf zar90. C^oQttiyumrpp
(AedMf^ Ifü^ jBtí^p4^<^ ms íÁíMfjafi^ . ^ popp.tiemíK> ^sí>pl?|>^d?a
aK)|ríif ^a caivÍM j^ JfpiíP«cay^ áíV^cú, Ja prjnjje^^ misÍQA d^;. 9i«^9«-'
milR iwdí^fl^ dioíi^o^lp.qt^ p^Qfhtfilitos.i^ombr^ pp^4ria» j^Hoi. ái tro*
b^jar pfqra oecus^rie «a» isaoMMicio cuandp pa^ae pwc 9Uf. tillas. -£••
tos fdUoes juBi^ei(^.teiiiivn'ld;pi^ Juan.M^ jesjit^iializaa de
v^r mw .pP^^X^pidfi jí,;iit9eatra Aanta íé fU|adla nasdibii) ^como lo
si^fíca pidiendo: licencia pahi.aqi^eUa jornada al jiadre privincial e¿
ear^deSSéde.QCtttbre delGSé* _ '
£1. irQferidQ:descQntento.de los; üibaria, Aunqae cansa ^ bien peqaonajir p^ • • j i
fué principio de una grande revolución en todo el resto de- las misión alzamiento dd
ne» de Sonora y Táraumará. . Ala voz de socoirerlos contra Ja vio- Taraumara.
len&iajdeaquelloa pocos españoles con un protesto racional, el caciqae
Coroflia ^ue no estaba muy lejos, y que por su genio feroz y revoHbso
estaba siempre muy pronta para liaoBtr guerr^ -los cristianos, comes*
zé desde luego á. esparcir rumores sediciosos contra los espadblevJ
DecíaleS que estos eradlos que .con: tanta solemnidad babean jueádó
lan paoee pocos anos. antes. JESstos jum los que no procuran sino
nuesbK>\bien,. y de quienes sin embargo jamas tenemos seguras nués^
traa.baciendas y nuestra» .vidas. , Mirad si yo os aconsejaba bien qué
no dejaseis láafrmas dé* la mano hasta acabar con todos, y qué bien
hice.en ñafiArmejemasdásuap^abiias cariñosas. Do este cacique y/
sus.', parciales, que no .;eran ^pocoe, pitadu. presto la voz á* los coA^
chos,'.deiaqYil líos tQboaos,,á loaxabezas, y:mas adentraácia el Norte
y ^:0rienté.á'lo8smn«s,.óyuma8,;i.los janos, &I08 chinanas y otráe
nacísoes más J^roo^l^ il^ taraumares y los conchos como enemi*
gos.de quien menos, se^.pctfiia idesconfiar, recorrían ; loajiuebios engro<4
8andD4:ada día su. partido .con gran. número de foragidos jy ;mal con<«
tontos. Lasdemas,naciones,.que daaiixilÍAres se habían, hecho los
principales autoras, de la, rebelión, .detecmiiiaron teiM iina jimia ge4
neral cerca de un grande edificio 6 xuipas antiguas que ha'sta hoy.Ila*
man^iCaaeugmndef ,.' de qué hemos hablado en otra' parte.. AIK sé jde- "
bia determinar de común acuerdo el inodo» Iggar y üempQ. A% b&eór \h
guerra^y. ee.jcitabapaiii.fioes4éLj!nies de octubre- cpn^mQtiye dé bse
ecur las.pniiMnis^lioetiUd<ules á Ja, entrada deliaY^fioti/ifiíiiipqLinMy ton
— 54 —
mido de los españolea por la inclemencia de los climas. No pudiefbit
tener esta asamblea tan secreta que no llegase á noticia del padrer
Juaoi Jlntanio EtíreUa^ ministro del partido de Scania Mafia Basaracaf
el cual pasó Inego la noticia á D, Juan ArUonio Angw, teniente de
los presidios de Sonora y Sinaloa por D. Isidro de Atondo y AntilloUi
que por orden del rey habia pasado al descubrimiento y población de
la California. El padre Estrella le requirió jior escrito en nombre de
Dios y del rey que acudiese con sus armas al socorro y remedio de la
proyincia, impidiendo la entrada del enemigo en unos paises donde
una vez establecido podía mantener obstinadamente la guerra á costa
de los mismos pueblots cristianos que habian de dejar en su poder los
ganados y sus siembras. Las mismas noticias llovian á un tiempo de
JanoSy del Parral y de otros lugares, que pusieron en suma consterna-
ción á los cabos de aquellos presidios.
£1 de Sinaloa respondió que por carta del Sr. virey se les habia nue*
vamente intimado conforme á la menté de S. M. que no se hiciesen
entradas con armas á las tierras de infieles, sino que con dulzura y hu-
manidad se procurasen atraer. Que se hallaba con solos treinta hom-
bres por estar los demás ocupados en servicio de S. M« y en el descu-
brimiento y conquista de California: que con ellos apenas tendria para
defender sus fronteras en caso de algún insulto, pues se le avisaba del
Parral que era general la conspiración: que el lugar de Casasgrandes
donde pretendía se llevase su gente, distaba cuarenta y seis ó mas le-
guas de los límites de su territorio y pertenecia á la jurisdicción del
gobernador de la Nueva Vizcaya, á quien el capitán de aquel puesto
D. Francisco Ramírez de Sal^zar halna pedido ya socorro: que dentro
de sus mismos límites tenía bastantes motivos de temer por haber te-
nido noticias de algunas humaredas y otras señales de indios junto al
valle de Yatepito inmediato al presidio de San Miguel Babt^>e en que
se hallaba* Entre tanto ya en aquellos países mas remotos habíaa
eomenzado con bastante furor las hostilidades, sin que hubiese & tanta
distancia de los presidios fuerzas suficientes para contener á aquella
inundación de bárbaros que parecia haber de acabar muyen breve con
todas aquellas gentes, iglesias y presidios.
®?^°*. ^ Mientras que en la Sonora y Taraumara habia lugar de temerlo to«
do de la saña y furor de tantos enemigos confederados, los dos padres
Ensebio Kino y Pedro Matías Gogni en California, trabajaban ince-
santemente én grangearse el afecto y amor de aquellos bárbaros. Se
iiaciao diAriamente diferentes entirudas^y^ i un lado» ya á otro, descn^
briendo siempre nuevas rancherías de gentes muy dóciles aunque to«
das generalmente de edües y didius, y rara vez algunos descarriados
de otra nación mas remota. Tenían con frecuencia al Real de San
Bruno atraídos deí maii^, mantas, sombrero^ y piezas de paño que en
nombre y á espensas de S« M. les repartía el almirante^ á que añadía
de suyo pulseras y gargantillas de avalónos, corales y otras cosíllas
de qiie gustan mucho los indios. Las mas do estas cosas se repartían
por mano de los pudren y cootributan tambícn de su parte con semí*
lias, carne y algunas otras cosas que se les remitían de la costa de
Sínaloa. Los naturales, singularmente los dídíus, instaban muchas
veces á los misioneros que se fuesen á vivir con ellos, aprendiendo con
facilidad las oraciones en su idioma, y las rezaban juntos todas las
tardes en el^Real. Bien quisieran los celosos operarios~comenzar á
bautizar algunos y plantar sus nuevas iglesias^ pero dudaban mucho^
de la subsistencia de aquella población. Entre los soldados y oficia-
les españoles había muchos opuestos á aquel estaUecimíento, miran-
dolo como imposible ó como inútil. No había en aquel lugar de la
costa proporción alguna para la pesca de las perias, ni se descubría
esperanza de mídass la tierra muy estéril, sin ríos algunos en cuanto
se ha descubierto: los aguajes pocos, distantes, y los mas turbios y
salobres, mal sano el clima y muy caliente; los socorros escasos y
tardíos: los indios, aunque muy mansos y amigos, no dejaban de cau-
sar algunas inquietudes. Los edues por el mes de febrero con el mo-
tivo de haber azotado á uno de ellos, salieron repentinamente del Real
llevando sus mugeres y chicos de la nano: públicamente decían que
iban á convocar toda su numerosa nación para venir á quemar el Real
y acabar con una gente soberbia é ingrata que los maltrataba mieo«
iras que le estaban sirviendo en sus fábrícas, en sus pastorías y en sus
descargas. Por muchos dias no se dejaron ver eon bastante temor
de los españoles. Creció mas sabiéndose por uno de los didius que
querían flechar al almirante y echar á los españoles de su tierra, me*
nos á los dos padres que no les hacían mal. Estas amenazas queda-
-ron sin efecto "por el celo de los mismos padres, que entrándose con*
ñadamente por sus rancherías y dándoles de parte del general muchas
cosíllas, los desenojaron bien presto. No faltó susto de parte de los
didius, que flechado el pastor se intentaron llevar no poco número do
ovejas y cameros, aunque üeguidos de algunos soldados los dejaros
*
y «6Íalvfti«»¿losfai¿iit0s; A dbfé yú tó8 éniks inolivoii qiie i^f
máa fiQ poco» dbstflirida la tr6ptf« séalic^ba 'la tardanza de la áááá^
ifa¿ta que Kábia ido t Naeva-Edpaña y i>or k c«^ á «&*
caAiarlod aflmbutós/y & causar jpor ccTrromfndosr alguna enfermedad.
Llegó ñnalméúté^Dñ felíeiidad'd 10 dé agosto edñ veinte soldtfdos
mas, harina, arr^is y algunos^ miles con BueldoiS' de once meses. £n
csía^ misma cicaj3k)n llegó el padre Juan Bautista Oopart. Puégrande la
alegriatde todo'el Real, y mayor la deLpadre Eino por la noticia Si^aa
profesfon^ tizo lüégo^giiinnnyy-ftrSf^^^ uno de loa
didius y c^¿r<^oifrinGÍpaá ({ué habia forknado de todolb deséiíbiéHofaB«
lió para él Yáqül. '
1685. Qbedárbh lóSi * padres Jtíán &aütísfa bépart y Tediro Matías^Oógai
Abandono de ^.q^ «I ahnirañté. y demás tífícíales éh Californias' con muy- ¿íiíttn^
' dispestcionc». Los primeros, mirando ¿ la salvación de la^ álmas/^e
alentaban cada día ni(as al trábajoy-pareciéndoles qtie^éfn élrg^^ntaáaan-
so y dócil 4é los indios bab^ de fructificar ciento : por nno la' scmilta
del Evangelio; Los denias españoles cada día se disgiífitccbah- nHkB«
perdida la esperanza de poder hacer fortuna en aquel pueótor y- 'miran-
doee como desterrados entre ñetás salvages, apartados de tódo^ córner*
ció sÍQo dennos con otros,' privados para siemptd de la vista* de- ciuda¿
des, de templos, y de sus deudos y amigos.^ jBfectivamente, todas-^las
razones mas especiosas,' y aún las mas lisonjeras esperanzas nO' pae-
den dar janlaf el valor necesario para aemejaptes empresas. : Solo el
fuego de la caridad, él celo de la gloria de Dios, el desprecio del mitn«
do y demás motivos sobrenatúraleír^ pueden sostener y animar á loa
varones apostólicos en la fundación de nueváj» misiones. Acosturobm-
dos á DO discurrir sino sobre principios de interés y de humana- reputa*
€Íon, no^ podian acabar de comprender cómo podian los padres, o&ecer*
se con tantas verUs á quedar allí toda su vida entre aquellos barbaron,
solicitar}^ con' tatito anhelo todo género de alivios, acariciarios con
tanta dalzura, tolerarles sus grbse^njsr, y entrarse con tanta confianza
en sus rancherías. . £U desabrímiento crecia por instantes^ y mas con
la esterilidad de aquel Hñoi y algünoá principios de enfermedad que se
iba haciendo. sentir en loé Reales. El almirante, siguiendo el dicta*
men de los sayos, determinó pasar los enfemíos á la costa de Sinaloa
de donde salió otra vez á reconocer los placeres para el buseo de las
perlas. Por otra parte habia enviado en Ja Capitana á reconocer la
)»nda del Norte, deseando mudar les Reales á lugar m^ sano y jof^m
M(y^ détféi^áabYe: 00 íl&lialló tan próhtametote, y ttirf resuelto á espe^
rar teéjdréll'difclitistfiiietéu^v ftltáiidolé ya loi baatimetitoé, j tireeiéndo
huEi toiinnunioionefl de la tlt^^ se rió tiUigado á desatatmftir le GelU
(bnitá, despees de dos años y mas de dspémnies. Loli padlres^ <j|^
habfaá prevista ^ éiitói ne sé atx'évierón á bautizar en todo este tieníi*
po snó á famy poéoé apétigltMlod.
Coa lá ttitsiiiá Vitalidad, aanque polr ttitiy divefíios motivoé, estuto |^- intentot de
ra áctabarae este año lil noeva ireáidóiiéiá de Ciudad Real. ¡Tanto Mi ^¡¡^¡¡^^^
delesiilibles loé isoüséjeé húndanos y falibles^sus maá bien fundadas es* j imqIiiomii
perañzás! La ¿randó eMiihatibh que hacia de los jiBSüitaB el ilustrisi- ^^|^
mo, y h) que había eserito éhsii íaVór, e^bitó algunos émulos que. de
palabras y aun por ericüto eobtensaron & seinbrair taialittosamente ca*
lumnias ceñtara la Compañía. £sio miedio les YÉníÁñ. salido bien coa '
el ihistrisimo antecesor y no dudaban triunfíur segunda vez despedido»
de la tiüdad los padrea: viendo que no lo conseguian tan fácilmente
por e( diverso carácter del Sr. obispo, y que las mas graves ibjuria*
quebraban aih*roidó>n modesto silencio y religioisa circunspección de
los jesuítas, -procuraron excitar pleitos sobré tas haciendas. Estos se
hubíeraá desechó con facilidad por levantliMe sobre ningunos ó muy
débiles fundamentos; pero con esta ocasión se averiguó que de sesen-
ta ndl pies de cacao que se décia háber'tán la hacienda del RosariOf
apenas la tetéia parte habla, y esos tañcailéiádos y envejecidos que
apenas se podtá ya. prometer algún frutó. Que la de ht Concepción
de D.' Juan dé Fij^éroa; mas era un sitio que una hacienda, y en una
y otra habian cnám^répeñtiiiamente fidtadolos sirvientes sin saberse eí
ihotívo* ;La iestáiócla de ganado mayor de Mescalapa que donaBa á
á lá Compañía el-iriiáino ircénciado á causa de su difícil administración
por la distanióiai, y pdt el gravamen de los censos no habia podido ad.
mitirse. Esto tenia tanibien' en pak-té la hacienda de la Concepción
situada ah lidacomitan. Estas dificultades que en otras circunsttan-
cias hubldndn sido favorables, no lo cfan atenta la disposición interior
de la ciudad respecto de losjésuitas. Así el padre Francisco Peres
escribió 'Testoeltamofnte al padre provincial con fecha de 4 de junio
de este año pidiéndole su determinación, y añadiéndole que le pa-
recía tb ser- conveniente ni decoroso á nuestra religión perseverar
en aquella dudad.- £1 padre provincial y sus consultores, visto el
dictámení del padre Pérez, y considerado eLestado presente de los ne-
gocios, le envió orden para que lo entregase todo á sus respectivos due-
TOMO III. • 9
— fl8—
ño8« y se dejase enteramente la fundación. Sin embargo, á instancias^
de) Sr. obispo y de algunas otras personas se detuvo la ejecución haa^
ta espeirar respuesta de N. M. R, P. general Carlos de Noyele, á
quien se habia tambiea escrito sobro el. nüsmo asunto. La resol^cion>
de Roma fué del toda opuesta ala que se habia tomado en México*'
Escribía el padre general exhortando al padre Pérez á sufrir genero^
sámente tanta diversidad de contradicciones sin desamparar una em-
presa que esperaba habia de ser para mucha gloria de Dios. Una de*
. terminación tan no esperada tuvo para los padres de aquella residen •«
QÍa algunos visos de misterio, y la aseveración del padre Carlos de
Noyele encerraba una especie de profecía que les inspiró mucha con-
fianza; pero esto sucedió cuasi á fines del año siguiente.
Minonesuiel En el que Íbamos (de 1685) los padres Juan Pérez y Juan Bautista
Zappa^ á petición del Illmo. Sr. arzobispo de México D. Francisco de
Aguiar y Sejias, emprendieron una misión por los pueblos del arzo»
bispado. Anunciaron el reino de Dios en Teotihuacan, Otumba, SuU
tepec, Tulancingo y otros muchos lugaves, recogiendo inmenso fruto
en la salvación de innumerables almas. £n Sultepec, como Real de
minas, era mayor la corrupción de- las costumbres y fué mas visible la
reforma. Parece que tomaba el cielo á su cargo prevenir los ánimos
en favor de los misioneros y de su santo ministerio. En Tulancin-
go, renunciado el cómodo y bien aderezado alojamiento qué les tenia
preparado el alcalde mayor, se recogieron los dos padres al convento
de los padres franciscanos. A la media noche se Qomenxó á oir -un
ruido espantoso, tropel y carrera de hombres y caballos con golpes
descomunales á las puertas de las celdas. Oíanse entre el estruendo
unas voces confusas, y solo se percibieron en tono quejoso y lastime-
ro estas palabras: Miguel^ Miguel!! Confiriendo entre sí los religio-
sos, no hallaron causa alguna á qué atribuirlo sino á temores y rabia
del común enemigo que sospechaba su ruina con el feliz suceso de la
misión, la cual habían puesta los padres bajo la protección del glo.
rioso Príncipe de la milicia del cielo. No fué menos admirable y aun
roas público lo que aconteció en Tenancingo. Era beneficiado de
aquel pueblo el Líe. D. Felipe Manrique, y su padre se hallaba actual*
mente postrado en la cama de una grave enfermedad y ya en estado
de velarlo de día y noche. Volviendo al anochecer de uno de sus fre-
cuentes parasismos, preguntó á los circunstantes qué jesuítas eran
]o8 que andaban por el pueblo; se le respondió que ni los había, ni
— 59 —
tmi eran conocidos en el lugar. Pues yo veo dos, (replicó) y al uno
{que era el padre Zappo) le conozco muy bi«i. i^uedaroii todos
penoadidos & que deliraba el enfermo; pero no pudieron menos que
atribuirlo & causa superior, cuando á pocos instantes entraron los
padreB derechamente á la iglesia cantando, como acostumbraban,
ia doctrina cristiana. Con estos ayisos no es de admirar que fuese
tan singular la conmoción de ios ¿nimos y la enmienda de las c^tum-
bres. Muchos casos particulares (que por no alargar omitimos) pue-
den verse en la vida del dicho padre Zappa. Lo que aquí hemos pues-
to lo hemos visto de su letra; prueba grande para los que tuvieren al-
guna noticia de la virtud y espíritu de este grande hombre. Duró
«ata espedicion desde 1. ® de setiembre de este mismo año hasta prín.
'CÍpioa de 1687, aunque con algunas interrupciones.
En 5 de abril de 1686 falleció en el colegio de Guatemala el padre «i^^* . ,
Manuel Lobo, varón insigne en piedad, dotado de todas las grandes padn Manuel
ptendas de un orador cristiano, infatigable en el confesonario para Lobo,
^e le habia dotado el cielo con singular discreción de espíritu. En
^ espacio de cuarenta y cinco años que trabajó en el colegio de Gua-
temala, fué el oráculo de toda la ciudad, á quien tenia encantada la
^zura de su trato y el ejemplo de su religiosa perfección.
A 26 de agosto de este mismo año en el colegio del Espíritu Santo Noticiado la
& Puebla pasó & mejor vida el padre Mateo de la Cruz, f originario Betlehen.
^ aquella ciudad. Fué muy señalado por un constante tenor de
^da en mortificación temporal, en pobreza, en abstinencia y en las
lernas religiosas virtudes. La mayor parte de su vida la ocupó la
^^bedíencia en empleos literarios que siempre desempeñó con lucimien-
^- La biblioteca de la Compañía hace memoria de él por algunas
P^Qeñas obras que dio á luz; tuviera aun mucho mayor nombre entre
'^ sabios y piadosos escritores si se hubieran dado á la estampa otras
""^chas obras que dejó manuscritas, entre ellas la vida y virtudes de
^ Tírgen Santísima, esplanadas en mas de ochenta sermones. Las
^^^nlas Laurelanas espHcadas en otros tant(is discursos. Una pará-
[^^ ó comento del capítulo 24 del Eclesiástico aplicado á la Santí-
'**ia Virgen. La Muger fuerte de los Provv^rbios. La Espí>3a de los
"^ Aunque el libro que copiamoB anuncia en su margen la noticia de la funda^
^^ de Betlehem, la omite y sigue con la d^ la muerte del padre Mateo de la
— 60-T
Cantareft' Himnps y Anttfc^Mis virginales; Nombres y oficios de ln
Virgen Maa^; Santua^ibs y advocaciones que tiei^e la Madre de Dios
^ todo elmnndob . El padce Qregptio d^ Lo^a en la car^a de edifica*
don que escribió á loSiColegiosi asegura qi|e estas obra9 . [>pdifi|):jQQm.
jpGon ñias de treintai>vqlilineni^ y; qu0 0I -paclre las M¥^ if^iíé jcu-
riosamenibe eseritaa :y ;fioocdina^9. «9 pj ^oeeniio df»l j^rfiíj^to] dje.. la
Annncíata;: ^ El sumo costo ^e laa ijnpüresiones en América iigsjií^e
(^ojtecfíc de c^tastpbraa y de otaros foom^nj^tf^i nq naeoQs de J^ e^d^?
qion del padi^ Mateo de la Cruz y< de;Su,4fo^adma deypcipn pac% qoa
la Madre de Dios.' . — ^
Deliberacio. Desde los principios del año, por orden del Sr. conde de Paredes'ise
1168 BODIÜ Ift
Caliiemia. haj^a foripado en México qna junta de personas inteligeg|i^tes^.,eiitjre
ellas el fiscal de la ^real audiencia, el almirante D. Isidjro Atondp-5 el
■
pfitdre {lusebio )p999 i|ue «.rlnürase^ )os medipsf para la, pobl|cioi| taiitaii
yejsesiinteii^dade taCa^fornja.' Pe común acuerdo ;se^Teaolvi6 ser
^' imposible oonseguiífie 9ino coicomendajn^P itodp e} cuidadlo ad de )|^ es-
piritual cOmo dele^tiempoiial á iia Qorapañía de ^^sus, á^qui^iscí sub-
mínistraria paras e^ ef^tode las reale^ ^<\}a/if el du^ra «n^cfi^s^iot
cuya regulación por la:janta.d^ ).L,de abr^ jsie epcomend^.^^trep ^su-
getos nombrados y al fiscal .que pasfise la refqluQiqn .cUc|ia áflc^^upe-
i' • . . rieres de la Gompa^a. ' ^1 pf^lr^'DapidL Ajigelo .Mapn^, pif^Ml^to
' por aujsencia delpadre proyinctalrTesponi^: que en chanto rá.
«tuai adininistracion estaba pronta la proyiJ9cia,'á dar .cuantos, nwiioiie-
i^os fiíese^ necesax^os como^lp habia practicado bas^ jf n^ncef^ pero
^e eaxuiantoájlo temporaljio po^ia encargarsedji graveainf^onv^nuen-
jtes; £1 capotan, ,l>a9ct^cax2^JErti2^rnt2Za q^e ya.en obrp tiempoijiabia
intentado lo mi^o» volyi<} ,á,qfrecei^ para la empresa j(í;igep9^ costo
del que se faiabia determinado, que eran treinta mil p^a A^al^» Se
(deaecbó esta proposición y soipuidó ^j|regar.ei|ta.§up[^i ^.almír^lite
.Atondo; pero por otras mayores urgencias delemriota^^ ^ -^^
fopsL como en América, ni {legó á .verificarse, ni ^e .volvió á ponsar en la
Preteiitiondel|K)blacion de la California hasta el año de 169i. £1 padre £i|8fbÍ9^Kino
SirTla ^^.^*'*^* ^ conquista de la California^ volvió luego I09 ojos á la^ ?ime-
rfa alta. .];ia^lta, siempre sediento de la conversión de los gentiles, cuyp celo le
habia sacado de la Italia, y esperando quizá poder por esta otra par-
te facilitar la entrada á sus amados californios. Cumplidos los tres
años de gobierno del padre Luis del Canto le habia succodido en el
oficio de provincial el padre Bernabé Soto, que como misionero que
—61 —
había Bidf> m\xc^pa ^uos ^nirp los tepehuanos conocía bien el precio
4e j^tof tn|bajps, Q^s^^ l^ego Jjiubic^a condescendido con los santos ,
d€^f^eof|^deL]uidre K¡no t^ pp le ^etuvifsse no estar s&üalada del xey la
^¥P9l^f^.B^^ ^^^^ P^yiP^. misioijiiy y 9¡^tes estar prqhibidas nuevas
entr^^daa á los países gcnitiles sin notiinay conopimiento de los Exmos.
víreles* Nfda hay dí£icU al celo y á }a santa libertad de .un varón
aj^tdlíco. ISI padire |íino supo represy^ntar tan vivamente di Sr. vi •
rey Iftutilídady y aun la necesidad de aquella cspedicion, que -obtuvo
decreto de S. /EL para que se exhibiese no solo la limosna necesaria
para. la misión de Pimería, sino tambiejoi otro tanto para una nueva
misipn á los serís ^ la provincia de Sonora. En 20 do noviembre sa-
I^ó el pgdre de Aléxico pi^a la ciudad de €rua(lf^laj'ara. Aquí le obli-
gó su carida^ ,á .presf)i^tane á la.refil audiopcia. El fervoroso misio-
perojabía inuy bien cu^ grave retrae^tq ^a 4 los indios para recibir
1^ fó.y leduqirse á población y vida políUca el servicio personal ea
haciendas y miiias á ^ue los obligatmn después de fia bautisnao* En
esta atención pretendió exigir de aquella real audiencia despacho pa<i
raquB los,indiofi que cpQvirtíese á nuestra* i^nta fé no pudiesen en
cii^co i^os ser compelidos por juez algunp al tralM^o de minas ó ha-
ci^ifdas. Bien ppco era lo que pretendía el jesuíta misionero en favor
de. los, neófitos, pues desde el año^de 1<^07 estaba mandado por el Sr.
P. Fi«l|9e III que Jos íqdíos reducidos á nuestra, santa fé poj: la predi •
c§cion,fp sean ^coipendi^fios, tributen, ni sirvan ppr diez años, y lo
mismo ordenó en 10 de octubre de 1618. Determinaciones dignísimas
de los rayes cat6l^90s, y que como tale^.se ÍBsertarqn en la Recopila- -
cion^de leyes de Indias, ley 90.tit.l.®.y y 3.* tit. ,5^ ® d^l librp 6. ®
'Sinjul jQcitsmo t|uo de 86 ^n que el pa^e Kino -pretendía aquella corta
exención para jfüs neófitos, ó porque ignoraba lo mandado por el Sr.
p. Felipe III, ó gorque sabia que no se observaba, vino nueva cédula
del Sr. D. Carlos II con fecha de 14 de mayo en que ordenaba, á los
yLreye)8, audiencias y gobernadores que favoreciesen muy; particular.
mente ¿Joa eclesiásticos encomendados de la reducción de los infieles,
y qqe, ^tos.en los ydnte años prímef ps s^n exentps del servicio de
minas y Jiacifsndas. Con tan fellc^ príp;cipfOs.animado,'el p^re Kino
partió para la Pimería en 16 de diciembre* •'
. Objsd^ido por el alcalde mayor de Sonora el despacho ' de la real 1687.
.audiencia, pasó, el. coloso íninfstro al sjfip eii que se fu^^ó , después Ja ^^STae^U
fnision de los pojoíes. Pimería alta.
— 62 —
Los moradores de aquellas rancherías eran los que con mayores an.
sias habían deseado el bautismo y solicitado misioneros. En un ter«
reno tan bien dispuesto se empleó con tanta felicidad el fervor del pa-
dre Eino, que á pocos días 3ra tenia un gran número de catecúmenos
de que formó el pueblo de los Dolores, primogénito de sus fatigas, y
que cultivó hasta la muerte. De aquí, por orden del padre visitador,
acudiendo cadadia nuevas gentes pasó á fundar diversos otros pueblos,
el de Caborca, diez leguas al Poniente del de los Dolores, á que dio ^
nombre de S. Ignacio. Los habitadores de este pais, (dice el mismo
padre) le parecieron los mas afables y dóciles de cuantos habia visto
hasta entonces. £1 de San José de los h3rmeris, muy pocas leguas al
Norte. En esta nación habían sido también muy antiguos los deseos
de tener padres que los instruyesen, y no menos antiguo en los misio-
neros de Sonora el deseo de pasar á sus tierras, lo que sin embargo
no habia podido ejecutarse en mas de cuarenta años que era conocida
esta gentilidad. Siete leguas al Oriente de los Dolores fundó otro pue-
blo con la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. Fara
atraer á los mas distantes les envió una embajada con el indio gober-
nador del pueblo de los Dolores, persona entre ellos de mucha autori^
dad. Los cuatro pueblos se dividieron después en misiones, quedando
los dos primeros á cargo del padre Kino. Los de San José y los Re-
medios, no pareciendo tan precisas, se desampararon después de algan
tiempo con notable sentimiento del mismo padre Kino, como dire-
mos adelante.
I
Muerte del ^^ ^^ ^^^^ Profesa de México falleció este año con singular opi-
hermano Fer- nion de virtud el hermano Fermín de Iznrita que cuidaba actualmente
de aquella portería. En 6 años que vivió en ia religión se dio tanta
prisa en enriquecer su espíritu, que era uno de los mas ejemplares
coadjutores de su tiempo. Aun de seglar, en 18 años que vivió en las
Indias, y en medio de las lisonjas de una fortuna bastantemente pros-
pera, vivió siempre solo en mortificación, en castidad, en simplicidad
de costumbres, en frecuencia de Sacramentos, en perfecta obediencia
á su padre espiritual. Solicitado torpemente de una muger en un lu-
gar fuera de México, á la misma hora, aunque muy importuna, montó
á caballo y desamparó con admiración de todos los que ignorabíin la
causa un hospicio tan peligroso. Su celo por la salvación de sus pró-
jimos, lo manifestó en dejar alguna parte de pú caudal para el susten-
to de dos misioneros que llamamos dfetilares^ iPor si mismo, ya que
— 63 —
tío podiá con otros ounistehos, cuntiibuia no poco con santas y espiri-
tuales conversaciones, teniendo por su máxima fayorita que no se ha*
bia de hablar sino de Dios 6 con Dios» La continua oración y la
ciega obediencia, fueron los dos ejes de su vida religiosa, y de que pa*
Bó á gozar el premio el dia 2 de marzo.
Entre tanto, el padre Juan Bautista Zappa apena» con el descanso jdJnonasdBl
de algunos meses, volvió á fines de octubre á sus escursiones apostó- P*^*^ Zappa.
Ucas por los pueblos del arzobispado. £1 venerable Sr. D. Francisco
Agoiar Seijas, que se creía muy interesado en este género de minis-
terios, los fomentaba con el mayor arder. No salían los padres sin tomar
sa bendición, y aun sin que su señoría iluAtrísima señalase el rumbo
por donde debían encaminarse. Añadía el buen pastor cartas muy es*
presívas á los curas y vicarios de los partidos, encargándoles la asis-
tencia personal y el fomento de los ejercicios de la misión. Entro
otras espresiones, no podemos omitir la que usa en carta escrita este
año á los reverendos padres guardianes, priores y ministros de doctrina,
que comienza así: , ,4^or dar cumplimiento á la debida obligación de
prelado y pastor de tantas ovejas, he determinado darles el pasto espiri-
tual para encaminarlas al mayor bien de sus almas. Y porque al pre-
sente no puedo ir en persona á tan santo empleo, van en mi nombre
lo8 reverendos padres misioneros Juan Bautista Zappa y Antonio Ra-
mírez, de la Compañía dn Jesús, personas de grande espíritu y talen-
to, de quienes fio en la Divina misericordia, han de cojer mucha mies
con la palabra evangélica. Para este efecto, suplico á vuestras pater-
nidades reverendas, les ayuden y fomenten en cuanto fuere posiblcr
asistiéndoles como á mi misma persona, que lo tendré á toda estima-
ción 7 viviré con .este reconocimiento." Con este patrocinio, fué co-
piosísima la cosecha de almas que en Zimapan, Ixmiquilpan, Huí-
chiapa, villa do Cadereitay otros lugares vecinos é iotermedios, reco-
gieron este ano nuestros dos operarios. Su llegada á Zimapan previ,
no el cielo' con temblores de tierra nunca vistos en aquel país, y tan
frecuentes, que en dos días había temblado once veces. Preocupado»
ya de temor los ánimos, así de los cristianos como aun de los chichime-
cas gentiles de aquellas minas, fué fácil á los ministros de Dios, arrai-
gar en ellos las saludables máximas, con tan feliz suceso, que lq{f mis-
mos paganos admira^os^de ver en el Real tan entera mudanza, vinie-
ron á los padres, convidándoles á que fuesen á predicarles. Nos Aa-
beis bebido el corazón^ les decían en frase do su idioma, y no querría''
_64 —
mos vwir sin vosotros. Ya somos grandes^ y tardaremos mucho enid^
ber las oraciones^ pero os entregaremos á nuestros htjoé para prenda y
principias de nuestra conversión.
Muerte e 1 A 28 de julio murió en la ciudad de Ouadalújara D. José ÍAiéxMs^
Compañía de oficial real que habia sido muchos ttños de aiquélFas oi^ás y obtéiiidd
áaíd^!^ ' otros -lustrosos empleqsetf acjúellárépúblied:.'' Desdé su jnyéBfád ha-
bía fomentado lós deseos de entrar en la it/0m|mñía/ aunque íóó^jiédido
por la necesaria asistencia dé su madre y hetiiián&éi. labre ^á dé 'és^
tos lazos, fué recibido por el padre proviticial Bétnárdo PftrSo H fiiMii
de su gobierno,, óonfírmó de nuevo el recibo el pad^ Luis dél'Gtiiítb,
sin que en todo su trienioUe permiiiese paSar & Tépottotlán tilia gi^2
ve y peligrosa enfermedad. Llegando á recibir los últinms Saéreinlfli^
tos, el padre Juan de Palacios, irector de ¿tquel óolegió^ le recibió IM
votos que hizo con estraordinário fervor. Desde a4u6l instaiíto tftl
permitió se le cubriese la cama ¿on seda, tii se le sirviese obii piala:
se mandó cortai" el cabelló^ como lo usan los jeéuitas, y quisó veártir^'
de la misma ropa dei colegio^ Entre tanto llegó á la visiiá él [iadre
Berqabé Soto, á quién luego dio' la obediencia, suplicándole pidiese al
Seilor que el. próximo dia de S. Ignacio pudiese ir á cotmH¿¿r 'bntrij
nuestros hermanos; pero dos dilis antes le arrebata lá xüuérté i lo¿'4¥
anos de su edad. . ,Se enterró en el sepulcro de los noeátroii cóil dsts*
tencia y notable edificación de toda la ciudad. '"""'
1688. ^i 3J|Q siguiente perdió el colegio del Esplrifu Santo dé PtiébTá itíi
grande ei^ejo de virtudes y religiosa perfección éñ el pacienÜsimó y
devoto padre Pablo de Salceda, natural dé Yalladolid, capital dé Mt-
ehoacán. Compitió con el buen olor de su éantid&d, Pa fama' dé éa
eminente sabiduría. Era de una memoria muy fiel,* dé ütiá feliz^^*
plicacion, de uñ ingenio vivo y fecundo, que le hicieron admii^igttá]-
mente en cátedra y pulpito. El despego de toda carne y sáhgrt, -la
pobreza, el retiro. y >et silencio apenas podrán llevarse khais léj'óá^é'ts^
que observaba el religioso padr» llamado por está causa él W éjdi^
López de los jesuitas. Fué altísima y envíos últimos años eíiasi'iraíB.
ca interrumpida su comunicación con Dios én ItH oración, ^m. cdyir
" materia tenia distribuida la pasión de nuestro Redentor póir todas fas
horas ^el dia. Sus pariicullEtres devocióñéis ílieroi!i los' Dolores ¿b la
Santísima Virgen, el arcángel S. Miguel, y las Í>enditas Animas del
purgatorio, á quienes ayudaba con todo género de Sufragios, y de
ouienes fu6, según se pudo inferir, visitado con agradecimiento en <ii»
— 65 —
versas ocafiioaes. Los nueve últimos años de su vida, le prpbó d Se-
ñor con a<:exbísimgB dolpres de piedra, ó le purificó, como decia el hu«
uálde padre, por otros tantos años que había gobernado diversos colé»
gioa. £^ esta dolpcbeísiaia enfermedad, relució mucho mas sif mor*
tificaciói^ sii invencible paciencia y su íntima unión con Dios, de quien
jamás apartaba el pensamiento para buscar aun en un siispiro el me*
oor i^tíó de spa Jnales. Falleció el día 27 de noviembre de 11^68.
ájutf ]4s migs^oíB otos; distinguidos y cuerdos de la i^pübUc^a, le besaban
do tpdíUaatlos piés éií el féretro, y haóian otras déniosti^acidnes singu*
laves de veneración en testimonio dé la sublime id^ que tenían de sus
virtudes.
Por éstos m»mps mese»^ padre Juan Bautista Zappa con su com- Minan en
pañero.éi padre Juan Fer^Zi, de órdeíi del Sr. arzobispo . recorrían la ^^ México. ^
sierra ^ta de Mextiiláa con los pueblos de Atotonilco, Sta. Mónica,
2acaakip¿n, Tianguistengo y muchos otros lugares, minas y hacien-
das^ «dmimstíracion dé los RR. PP. agustinos. Los celosos párrocos
contribuyeron de su parte ai feliz suceso de la inision, p^viniejidoá sus
feligiwés, convidándolos y juntándolos personalmente para asistir á los
sennettes. Entre ios demás se señaló singularmente el R« P. prior de
Tlacolula, ^e no pudiendó pasar á su pueblo nuestros misioneros, jun.
té toda su gtote» y caminando mas de quince leguas de un camino ás- '
pera, sé vino ál pueblo donde estaba la misión, para que no careciese de
tanto bien su amado rebano. Duró esta espediüion cínico meses, desde
principio» de octubre de este año hasta fines de febrero de l^dU, en
que ias- tareas de cuaresma llamaban los padres al colegio.
Pasada esta fatiga, como los hombres verdaderamente celosos no tie- 1689.
nen descanso, ni mas- alimento que cooperar á la santificación de sud
prójimos, el infatigable padre Zappa trató de que en el mismo colegio
Seimnarío de S.. Gregorio se hiciese una misión para solos los indios.
C^oJoonnieá su designio con el ilustrísimo y con sus superiores, y de
éñúéréói 80 señaló para este efecto el mes de diciembre. No es pondo-
table el ardor y devoción con que aquellas pobres gentes trataron do
a|}rovécíhár un tiempo tan precioso. Los párrocos de diversas órdenes
dé d« francisco y S. Agustín, unidos en un mismo espíritu, y anima-
doü^del mismo celo, venían en procesión de sus respectivas parroquias
de Santiago Tlaltelolco, Santa María la Redonda, S. Pablo y S. José,
cantando con sus feligreses por las calles la doctina cristiana; espectá-
culo que á los mes tibios sacaba lágrimas de ternura. Merece entre
TOM* III. ÍO
— 66 —
los demás particular memoria el R. P. Fr. Agustín Betancourt, def óf**
den de S. Francisco f y cura entonces de la parroquia de Sn S« José,
que con el esplendor de su vida religiosa, no menos que con sus erudi-
tos y piadosos escritos, tanto ilustró la Nueva-España y su provincia
de México. No contento con asistir y animar con su ejemplo alo»
naturales, quiso entrar ¿ la parte del mayor trabajo, predicando varios
sermones en mexicano, con aquella misma elocuencia y espíritu que le
adquirió en castellano tanta reputación. En las cuatro iglesias de San*
tiago, S. José, S. Pablo y S. Gregorio, que señaló el ordinario para
ganar el Jubileo, pasaron de treinta y siete mü comuniones de sohs
indios,
F&die Daniel A 12 de setiembre falleció en la Casa Profesa el padre Daniel An-
njí: ' gelo Marras, natural de Caller en Cerdeña, prepósito qiie habia sido
de la misma Casa y rector del colegio del £spiritu Santo, después de
treinta años no interrumpidos de misiones. Fué siempre fervoroso y
constante en el ejercicio de las virtudes, singularmente de la pobreza,.
' castidad y paciencia, de que dejó ejemplos muy raros. Su vestido inte--
rior y esterior desde que fué á Sonora, era un sayal grosero y áspera
que tejían los indios de su misión. La castidad declaró á la hora de
la muerte no haberla jamá^ manchado con alguna culpa grave; ni des-
- decia esta confesión de la modesta y religiosa circunspección que todoa
habian observadoen el padre; grande argumento, no menos de su amor
á la pureza, que de su celo, fué lo que le aconteció en su misión d&
Matape. Un alcalde mayor de pocos años trataba torpemente con una
muger de la jurisdicción del padre Daniel Angelo. £1 hombre de
Dios se opuso á su torpe comunicación con una libertad y fortaleza in-
contrastable. Su celo le acarreó la indignación, no tanto del alcalde
mayor, como de un religioso de cierto orden. Este, pensando adular
á su amigo, descargó sobre el padre una cruel bofetada. Hincó el buea
misionero las rodillas conforme al concejo de Jesucristo, y le ofreció la
otra mejilla. Hubiera aquel mal religioso repetido el agravio si el
mismo alcalde mayor, bañado en lágrimas de edificación no le hubiese
detenido el brazof tanto es verdad, que un mal religioso es comunmen.
te peor que un mal seglar, y que es ma3 abominable é irremediable la
corrupción, cuando la materia corrompida es mas noble y mas pre<*
ciosa.
Congregación Para algunos días después del 15 de noviembre tenia convocada el
provincial ,. . _ — _ :
f Escritor de la Historia de México, y digno de suave memoria.— r££.
— 67 —
padre Bernabé de Soto la congregación provincial, que por indulto del
padre general CárloH de Novele, so había prorogado hasta los nueve
años. Fué elegido secretario el padre Francisco Pérez, y al 17 nom-
brados procuradores los padres Juan de Estrada, rector del colegio de
S. Ildefonso de la Puebla, y José Tarda, rector del colegio de Oaxaca;
por substituto de uno y otro, fué nombrado el padre Bernardo Roaln-
degniy rector del colegio de S. Luis Potosí. Entre otras cosas que se
«controvirtieron en esta congregación, se suscitó la duda acerca de la
donación heclia al colegio de Yalladolid por el Br. D. Roque Rodrí-
guez Torrero. Dijimos ya como por los años de 1660 habia este pia«
doso edlesiástico ofrecido á la Compañía por escritura autorizada
treinta mü pesos para la í&bríca de aquella iglesia, y como su albacea
y heredero el Illmo. Sr. D. Fr. Marcos Ramirez de Prado, sin embar-
go de protestar que no alcanzábanlos bienes para cubrir las deudas del
difunto, ofireeió contribuir con algunos miles cada año de sus propios
fendos hasta completar la cantidad prometida. Se prosiguió la fábri-
ca con algún calora hasta que finalmente por mutuo consentimiento
^el ilustrísimo y de la Compañía, hubo de rescindirse el contrato sin
haberse verificado la entrega. En atención á la escritura otorgada y
constante afecto del Br. D. Roque Rodríguez, pareció al padre provin-
cial Alonad Bonifacio que se le hiciesen en toda la provincia los acos-
tumbrados sufragios. Con este motivo se dudó en la dicha congre^
cion, si en virtud de dicha escritura se le debían los honores de. funda-
•dor, y si el padre general habia ó no aceptado la donación y decretado
los sufiragios, y si caso de serlo debía ser tenido por fundador del co-
legio» ó solamente de la iglesia que habia intentado edificar. Estas
dudas no provenian sino de la demasiada circunspección con que se
Juibia pr«icedido en tratar con el Illmo. Sr. D. Marcos Ramírez, sin
que se presumiera desconfiar en lo mas mínimo de aquel tierno y cons-
tante afecto «que profesó siempre á la Compañía. Nuestro padre ge-
aerai nunca confirmó la aceptación del padre provincial por babor cOi-
menzado á vacilar luego el contrato, antes de poderse avisar á Roma
de la nueva obligación del ilustrísimo. Sin enibargo, el colegio de
Yalladolid agradecido á las piadosas intenciones de D. Roque Kodri-
goez, le reconocerá siempre como á su insigne benefactor* y con el re-
trato que conserva en su iglesia, recordará en todos los tiempos su crís-
tíana liberalidad y constante protección.
La congregación provincial de que íbamos tratando, que es en el ór*-.
^68 —
^. . áeh la yigéaima, es la primera «ñ que hallamos entablada preteiirioit'
tentada de la para COR N. M. R. P. general acerca de la división de kt provípcia. £a
provincia. efecto, aunque Jao é?n eongregácion provincial, era ya muy antiguo &^
te deseo, y que cuarenta años áñtes siendo provincial el padre Andiréfl
de Rada, se habia jüzgadb ya necesario propoioíerltí á.Roma» totñp }a
ejecutó dicho padre, espóniendo en un pequeño libro las ttatmta :qiie
favorecían esta pretensión. . En la ocasión de qué trátámodr Aera de
siete de los vocales, todos los demás convinieron en la neoesidád de la
división, aunque discordaron: en el modo. ^ Jüá mayor parh^^fué de «en*
tir, que las capitales dé provincia fuesen México y Giiadah^ara» de(yan-
do á esta segunda los colegios de Zacatecas, Durango». nimios, ^tfá
las residencia» de Parras y el Parral, y todáis las misiones áéptetttíioñ^
nales, A algunos de ios podi^es pareéia mu^^ desigual esfa dtvisHiii^ y
juagaban mas oportuna que México y Puclila fuesen la^ doi^ ciipítalete do
provincia. A México le aiágnaban los colegios dó Queréti^,. Tallá-
dolid^ Pátzcoáro, S. Luis ^é la Paz, Potosí, 6nadálaj|ar8^ Zacattíead,
Duratfgo^ y lad misiones del Norte. A la provincia de PueUa^ dejv^
ban los üol^giod de- Tepotzotlán^ Tefacruz,.Mérída, Oaxaca» GébiMiu
la y Ciudad Rea), en ciiyo territoHo tenían también bastante gentilidad
efl que trabajar los ^perarioi^, édtando muy propenso el Sr. obtópo' A 0d¿
eoñietídstr á la Compañía la redúcelo^ de los lacatídoitOés dérqofr yáse
habia tratadeí en otr6^ tiempo. Con está distribucíot], á útíá y ¿ti^^ípio.
vineía le quedaba establecido noviciado y colegio dé estudios slá nti^
vos leostós qoe pudieran retardar m proníta ejecución^ JLÁ» gtaudés
difíooltadés ^ne sd ofrecieron por elitóncéfif^ desbarataron teido «¿téheíi'-
móSQ» proyecto; pero estas habiañ dé auméíitársé neoeiáariañ^tc eocí éi
tiempo, : y tanto, cuanto con \a& iraevafi fundaéicíned á^ nn^óff-f mby
distaivtea colegios, se han aumentado iamlnen láfi caudas que hacen he-
cosaria Ifl diKsion, - - '• v ^
Otros dospos. - A éste postulado se agregaron ót^os dos dé bastirte :Coni»id¿fací0n.
tulados. 2^ Goadalajara, 4 fin del año áiitoóédéfiítf hatíamaéiter^l Lio. :D. Si-
món Conejero Ruié, canónigo dé 8i||tíéntt Btá. Iglesia, dqmdb «a sa
testamento otorgado á 4 dé noviéíííbi^ de 1^68 ante José López Rá-
roirez, titíorce mü pé^oSy de cuyos réditoá secusteñ^sentreá üntoates,
uno dé fílosofiá y dos de teología que las «nsefiasén oniaiquel dotegio»
y el padre provincial Bernabé de Seto había Solemnemente admitido : y
aceptado dicha fundación y dotación por instrumento otorgado «n la
misma ciudad ante Miguel Tomás de Ascoidé en 7 de enero de 1^89,
-r- 69 ^.
C<^«0ta,o.ea8i€fi»fparecli);.propoiier a) R. P. ^6tiertfl. Tirscí González^
qo.0 84^pa|9rliiid94 feyerendísiau^sc esforzase á. conseguir del ^y cat6«
lico. pr:Cárlos II 1^. Cjédula, para que usapdo ep dicho colegio de los
piivilogío^; pontificios, pudiesen darse en él los grados de bachilleres,
HOenctadoa y doetor^^^ á los que cursasen nuestras escuelas del modo
que S* tí* )o.t«BÍffe=concedidQAn 3ta. Fé, Manila y Mérid^ de Yucatán^
Favoretía 6.e9ta pretensión la dÍ8taQ.cia de Gyadalajara á México» mayor
de la que jreqi4eren nuestros piiyilegios paca erección de Universidad, la
muy mimorosa juventud de toda h, Nueva-Galicia, Nueva- Yizcaya, Nue-
vo^MéxicOf que allt pudiera fomentarse, y á quienes por lo común no so-
bran caudales para cultivarse en los estudios tan lejos de su páis. Alie-»
gábase el esplendor de aquella ciudad, cabeza de un nuevo reino, silla
de un obispado y corte de una real chancillería. £1 padre general;
Aunque inclinado al principio, ofreciéndose después mas graves nega-
ciog* no hallóá propósito empeñarse en un asunto tan importante y de
Qp pequeña difícnltad. Se pretendió igualmente ya que no habia po-
dido lograrse la erección de un nuevo asistente para las provincias de
Indias Occidentales como últimamente lo habia repugnado la décima-
t0rcia congregación general, que á lo menos hubiese en Koma un su-
g&tQ de procurador de sus negocios para con el padre general y el padrq
asÍBtente[ de :£spañar
Ppeos dias d^pues de celebrada la c(»pgregacion« á fines de novlem- F&<li^ Salva.
hre fie bJntíó el nuevQ pliego de gobierno en que venia nombrado pro- Puente.
frínciftl el pad^ jiiitp^^p Oddqn, y prepósito de la Casa Profesa el padre
Salvador di» Ift Puente, que sin tomar posesión de su oficio, falleció ^
1;. 9 de diclembc?.^ Fué reetor de varios colegios y maestro de novi»
cide sds.ad^Ck Jklpstró i^ inénos la firmeza de su vocación que el fer-
vor ^ su eupirito, euando siendo ^n novicio, sdicitado de su padre á
aállr deT^tsotlia y volverse ¿España, ^^tde donde habia venidp ¿
bti8carÍQj M ^Q: se mantuvo constante en la oAiIigacion que habia he-
etUk ,al ;Se$ov de si mij3mQi^ sino que con la: eficacia de sus. razones le
pelMadíé . ¿ d^ar el iinundo y enerarse ¿ servir en la Compara en el
hitiniUkLe^taclo. 4e co^djutorr . El padre Salvador fué hombre de muy
fjta orfteioii en que ocupabii.poit Ip i9é0o$ cuatro hpras al dia, fuente
•da doiÉde bcUaubuchía luz' para la dirección de las ccmciencias, y para
sa i^rópixL p^rfepcion, extremado ep la pobreza y en la circunspección
y modestia vU'ginfd; tirtnd que premió Dios con suavísima fragrancia,
que aun los niños inocentes percibieron de su cadáver.
— 70 —
1690. Por este tiempo las front^ns de Sonora, acia el Oriente, y las de
d?bí^<^^ Taraumara acia el Norte, padecían roucfio por las hostilidades de los
derados en janos^ yumas y otras naciones coligadas. £1 motivo y principios de
esta conspiración, dejamos referido desde el año de 84. Desde este
tiempo hasta el de 90, no habían cesado la« juntas y los rumores sedi-
ciosos de los confederados con algunas muertes y robos en los lugares
mas distantes. Los misioneros franciscanos y jesuítas de conchos, tá-
raumares y sonoras, no dejaban de dar continuos avisos á los capitanes de
los presidios; pero 6 no eran oídos de los que veían aun muy lejos á
los enemigos, ó se despreciaban como terrores pánicos, ó confiados
unos en otros se dejaban de tomar las providencias necesarias. Con
este descuido tomaba cada día mas cuerpo y engrosaba el número de
los conjurados. Solicitaban ya libremente por sus emisarios á los pue*
blos de Bdtopilas, Tepomera, Tutuaca, Maycoba, Nagrurachi y otros
circunvecinos. El cacique Corosia, de quien hemos hablado ántesy
primer autor de esta, liga, procuraba agregarles los chinipas, los tuba*
rís y los conchos serranos, con algunos taraumares de la cercanía del
Parral, acia el Mediodía, entre quienes no dejaba de tener bastante au-
toridad, y no dejaron de lograr su efecto sus persuaciones. Los chini-
pas llegaron á inquietarse en bastante número, y su apostasia estuvo
para costar la vida al padre Juan María de Salvatierra, que allí se ha-
liaba de paso, y que hubiera sido la primera víctima, si no lo hubi^sra
impedido la mayor parte de la nación, á quien no habían podido cor-
romper. Entre tanto se proseguía en la inacción de parte dé los que
debían impedir tantos males* Después de seis años se iba todo eb
viages y mensageros inútiles, ó en proyectos imaginarios, hasta que él
día 2 de abril se dejaron caer en copiosa avenida los bárbaros sobre
haciendas, reales de minas y misiones sin alguna resistencia, talando
los sembrados, quemando los edificios y robando cuanto hallaban á la
mano hasta la jurisdicción de Ostimuri, y aun hasta las fronteras sep-
tentrionales de la Nueva-Galicia* Al ruido de estos atentados, des-
pertaron como de un profundo letargo los capitanes de los presidios.
El gobernador y capitán general de la Nueva- Vizcaya, D. Juan Isi-
dro de Pardiñas, caballero del orden de Santiago, que se hallaba en el
Parral, dio orden de que los capitanes D. Francisco Ramírez de Sala-
zar, del presidio de Casas Grandes, D. Juan Fernandez de la Fuente,
del de Janos, y D. Juan de Retana, del de conchos, saliesen en busca
*de los enemigos. AUegáronse cerca de cuarenta soldados á cargo del
— 71 ~
•
ea^itan. D. Martin de Cigalde, de los presidios del Gallo y Cerrogor^
dó, y la compañía de la campaña del capitán Antonio de Medina. Fue-
ra de estos se enviaron los capitanes D. Juan de Salaises, con ciento
y dos arcabuceros, y D. Pedro Martinez de Mendivil para asegurar los
caminos de Casas Grandes y de Sonora, impedir las juntas de los con-
fedéradosi y cerrarles el paso á los pueUos fieles que por todos los me*
dios posibles proeuraban atraer á su partido. El gobernador en per-
sona salió del Parral acompañado de pocos españoles con la esperan,
za de agregarse muchos indios amigos en eL camino de allí á Papigo^
ehiy dpnde determinaba poner sus reales, y hacer plaza de armas. Des*
de aquí informó del estado de sus armas al Exmo. Sr. conde de Galve^
virey de México; pero conociendo que por la distancia y demora del
camino, ni su S. £, podría tomar con tiempo las medidas necesarias,
ni podía tampoco dejar de cobrar nueva fuer2^ la liga de los bárbaros,
tenida una junta de guerra, se determinó á pasar á Tepomera sobre
que cargaba el mayor peso de la guerra.
D* Juan laido de Pardiñas, no tomó esta resolución sino por la no- Maerte de los
ticia que tuvo de la desolación de aquel pueblo y fuga de sus habitado- ^,^^¿0 FW
reSf después de la muerte sacrilega que dieron á su ministro el padre ^n^ 7 Ma.
Juan Ortiz de Foronda. Con todas las previas noticias que se tenián
de la sublevación, el buen pastor no habia podido resolverse á desam*
parar su rebaño, no ignoraba los muchos de aquel partido que habían
accedido á la liga; pero confiado en los muchos que habia leales á Dios
y al' rey, creyó ser de su obligación acompañarlos y protejerlos hasta
el último aliento* Los ftpósftatas, luego que acometieron aquella po.
blacion, pusieron fuego á la pobre choza del misionero. Salió el pa*
dre á la puerta á inquirir las causas de aquella desacostumbrada algaza-
ra; pero apenas quiso comenzar á exhortarlos, cuando cubierto de uoa
nube de flechas envenenadas, cayó en el mismo umbral, pidiando á Dios
perdón para los que tan indigna y sacrilegamente le herían. Fué su
muerte el día 11 de abril. £n este día mismo, volviendo del real de
S. Nicolás, donde habia ido á predicar á su misión de Tutuaca, dieron
el mismo género de muerte al padre Manuel Sánchez, y al capitán D.
Manuel Clavero, que lo acompañaba en el viage* Intentaba este per-
suadir al padre que no pasase adelante; pero nada pudo conseguir de
BU celo, protestando que no podía dejar su grey y las alhajas mas sa-
gradas de la iglesia á la discreción de aquellos impíos. Uno y otro ha-
bían sido compañeros en la vocación y navegación á las Indias del ve.
— Í2 —
necabie padre Juan Bautista Zappa, y muy semejantes á él en el (fsr^
vút y espíritu' apostólico. Después de esta invasión^ sabiendo los
preparativos que hacia el gobernador de Nueva- Viecaya, ios amotiiüí.
dos huyeron á los montes, úo sin pérdida de algqnas cüadriüaff que
cayeron en mancd de cspañole^^ per» aun mas que fas armas de estos
pudo el fervor y. la suavidad del padre Juan Mafia S^vatienra.
Visite del pa. Hallábase con el carga de visitador de misiones que se le liabia eiH
dre Salvatier- - * *
m. • comendado á principios del año, y ya desde mucho antes trabajaba^ d
buen padre eñ sofocar las primeras dentellas del motín qiiQ epmenza-
ba á prender en tos indios de su misión, y oth>8 circtínve^inod. Fué
cosa digna do notar, que estando los gúaíaparis, -cutecos y husaconés,*
tan cerca de los taraumares emparentados có& tííuCfaos dé ellos, y en
una situación ventajosa por la áspel'eza de la sienta para etnpr^ader
cualquiera hostilidad y servir de asilo á ios deüncftíentes, ninguno: ¿e
aquellos nuevos cristianoís se dejase corromper y pervértit de !ds per-;
suaciones de los apostatas; pero aqi^ es mas de admirar que los tubki*
res, cuyo agravio-tomaban por pi^e^to especioso los alisados^ acaricia-
dos por el p&dre Jiian Maiia, po solo no tomasen las armas, siijo que
aun eniónces con mais fervor qqe nunca tratasen do reducirse al gre-
mio de la iglesia. Había el padre bautizado ya muchos después dé su
jornada á la barranca, de Zurich, y los den)aid pasaron tan adelante en
sus deseos, animados de su gobernador ya cristiano^ que el padre l^e-
dro Noriega, ausenté en su visita «1 padre Salvatierra, huÍK> de encar-
garse de visitarlos y escribir al padre provincial pidiéndole mifiistro
para aquella nación, y ofreciéndose á tomar sobre sí aquella nueva
conquista..
_ Entre tanto, el padre Juan María comenzó su visita por aquellos mis-
mos pueblos en que hablan muerto ¿ los db& misionecos, persuadido ce-
ltio era casi' en realidad^ que muchos inocentes habrian tomado la Higa'
por temor del castigo, no sin manifiesto peligro de perversión. Los
neóñtod de la áltá-Taraumara, aunque desconfiados ál" principio, des-
pues conocida la sinceridad- y béiiévoléneia del padre visitador, se pu-
sieron enteramente en sus manos, volvieron á sus pueblos, y aun délos
verdaderos apóstatias se redujeron é indultaron muchos. Debemos ad-
vertir de paso, que aun qúc en los impresos y manuscritos antiguos, se
llama este alzamiento unas, veces de taraunmres, y otras de pimas; pero
en realidad, no fué ¿itio delosjanos, xocomes, chinarras, yumas y
otras naciones cercanas, que 6 pereeieron enteramente,. 6 han perdida
— 73 —
ú oonlbre mozoladas y couñuididás coa los apachd»^ nación indómita,
nuiúorosa y astuta,M^uo^haÉ«á'i&)'áiii d6 hoy tiene oñ:coBtíbuainquiét«id
aquelléi|>puéb1és« -De fes'^^aiirtíá^e^ altes etatraron éti íf¿ fac^don aN
giii|éfl!0iJdloleÉ¿8, y áuB Aiéréttíoü {>rtttí$ro(»ai(i6rea dcm ó^aéidn de ré¿«
gáf lá vtólénéiá líefektf áJc^ íui)síns< jkirlb J()tf^Wiim &^ í^^bs*
tuvO'^f pi^Bcipio ea'^I^r^adi^ri de que eníail lós^fiíiíc^pálé^ ¿orijutra-
do6. - ' £il ^vaik) se ^aferró' ^ {{idi^e iCino á disi^r é^k opinión tan fti*
j uiiosa. Sin embarge^ -de ¿ue 'préléetaé, mandaron Ibé ^apériéréé retí,
rár á k» mtoiofieros d^l^ís Rémédiod y S. Jo&éde^Iék Hyméiís. El pa-
dre Kteo ¿erseVteróWloajDókírtsVy el éiempo matoiféstdteéa
<l«ejl^{>imd^ bóha^án-teniclo e¿ el motín pattealgu^^^ ^ '^ '
El- {>adi-e jFuaá Mafia ^IVcAi^nrá por la püínáVera del año sigiñente 1691.
pasÓ.iia>Piine|^ypai^d^de'l)eloi^w' HaÜó'ieñ él padre Euaebio pimeríaelpa.
Kincr^ucl hombre irnuy feémejiintó á «i míámó'en el fervor y espíritu ^^ ^'***-
apostlUie^: ConfirieroB Va^iol^ afluhtas iikiportantes á la' salvación de
aque}la> ^efiíÜlidád. , Para desvanecer las adversas pfeobupacioneá que
de habiatt^B México fórmaob dé lod piknas, piáreció bonveniente entrar
jhntDs:^yi^l N^rte y al Oriente de la- tierrhV y Watninar* cuidadosa-
Hientella flÍBpí¿6ii3Íóftdé ]<M áilimes. Éñ efecto, deros^í)blores pasaron
álos Jíywttris^ cCaberca, Hibutamá ydeftias misioiies poco aiítes fiín-
dadae^'ido^dbnddrvitiieron^ fóWar el ph>ycctó' de conquistar los de-
mak pknas tendidos a^ FonlefAte-^ciá él mar de'Caliíbiiíiai y luego por
otm rúmbalos ide'Satíe y Tucübabia, en cuyos distintos partidos se
haciái él.c6ai{HitoÍQÍé mas ^e des mil aliñas' que pdder agregat á Jesu.
enstoJ ! Intentf^baH paÍMiir4Í Coée^pefra icuando vímefon á encontrarlos
alguoOB e^ciiqttés amados •de'lo08a)[>aypuris de ma^ de cuarenta leguas
aI^^^I;ev'8llpii¿ándo fl«»;adroitiadáal bdutismo, y puestos á la dirección
de las;padre9.< No selegí púdo'ftégar és€e consuelo, y hubieron de ca-
inimirc(uinceiiegu«iíal Nort» balita' Guevaví, donde se habian adelan-
tado 4 recibirlo^ toprifloipáiesd^ lalación. Se dio el bautismo á
álguiiotíp;f)iPmÍD«íy»0.cbnsél6áÍo^ la esperanza do que
volvefiá-ei padíid Kmio a- Vlatarlóe mientras sé negociaban en México
niisiónéfós que / se encái^ípsten de su, cultivo. |in • Cocospera, para
donde marcharon inmedí^taaiente, so dividieron los dos padi^s; el pa-
dro Salvatierra prosiguió su visita de los domas misiones, dejando muy
encargada al padre Kino la conversión délos sabaypuris, y del Ponien-
te dq la Pimería hasta él do la California. La comunicación y trato
cdificativi) dé los dos^ fervorosos operarios liabia, enccndid,o mútuuqicn-
• ' " TOMO iri. '• • ' 11
1693.
— 74—
fe en sus ánimos un ardiente deseo de procurar por tpdoa los medios-
posibles la salud espiritual de los californios tentada tantas veces, y
tantas veces desamparada. Imaginando que el fértil terreno que ha-
bian descubierto en la Pimeria podia subministrar los víveres quo has-
ta entonces habían, hecho tan difícil la población de California, y re-
suelto el padre Salvatierra á acalorar esta empresa, trató con el padre
Eusebip Kino que en las costas de la Pimeda se fabricase un barco
para su conducción, cuyo- éxito veremos adelante.
1 CQA
Pret^^nde ^*® ^^^ ^ ®^ siguiente de 92 no ofrecen alguna cosa digna de coD'
un Beminarío sideración en lo restante de la provincia; (pero ú para la Nueva Es^
(¿xaca!* ^ paña, pues acaeció un gran tumulto). A fines de este y principios
de 93 se comenzó á tratar con calor en Oaxaca de la fundación dé un
colegio Seminario, de indioSji agregado al que tiene en aquélla ciudad la
Compañía^ á la manera que el de San Gregorio al colegio de San Pe-
dro y San Pablo en México, f Era autor de tan bello y fructuoso
proyecto el Lie. D. Antonio de Grado, cura del partido de Xieayan.
Fincaba la fundación y sustento de dicho Seminario en tres haciendas
unidas, y una de. labor que pos^a en el valle de Eomtla contiguas i¿l
ingenio de Santa Inés, y otras tierras que eran fondos de aquel cole^
gio. Los seminaristas debian ser por lo menos doce, al cuidado- do-
dos padres, que debian aprender las lenguas zapoteca y mixteea -de lá>
costa, con la obligación de hacer cada tres años^ misiones en varios^
pueblos de uno y otro idioma, de que informó- menudamente el padre
provincial Ambrosio Oddon en carta fecha 22 de diciembre.^ El Illmo.-
Sr. D. Isidro Sariñana,, obispo de aquella ciudad, con quien el piadosa
beneficiado había comunicado sus designios, escribiendo- al padre pro-
vincial con fecha de 2 de enero de 1696, dice asit „E1 intento de J}r
Antonio me ha sido sumamente agradable, y lo tengo por especial*
inspiración de Dios, pues no soloacierta en la substancia de la obra,
sino también en la circunstancia de ponerlo en manos y al cuidado «de
la Compañía, en cuyo fervorosísimo celóse afianza con la gracia deb
Seiior la consecución de sus. piadosos deseos.-' Escribió también: eir
t El colegio llamado de Santa Cruz, que es el Seminario de Oaxaca, mandaBa
ea comunidad diariamente á sus colegiales al colegio de la Compañía á cursar sus
cátedras hasta la época del Sr. obispo D. Buenaventura Blanco en que se pusieron
cátedras y dio enseñanza en dicho Seminario, Habia otro colegio de teólogos pa-
santos llamado de S. Bartolomé, que hoy es cuartel de tropa, llamado de la Sangre
(le Cristo; sus colegiales se agregaron al Seminario. Su veca es larga y encamada,
y la del seminario corta y también cncrraada con un escudo de la Santa Cruz. EE,
"el mismo tonor el padre Nicolás de Vera, rector del colegio de Oaxaca,
que aun pasó personalmente al reconocimiento de las haciendas» y ase-
gura ser las mas pingües de aquella jurisdicción. Cuando llegaron
estas-eartas á México, concluido el gobierno del padre Ambrosio Od'
don^f había, entrado en el ofício de provincial el padre Diego de AhnO'
nazir, quien maduramente examinado el asunto con los padres cónsul.
4ore8 no juzgó conveniente admitir aquella fundación.
El padre Oddon pasó inmediatamente al gobierno del colegio máxi- Revelación
mo. Hizo entre otras cosas muy memorable el trienio de su rectorado ^ l*venera-
el famoso suceso que vamos á referir, y que éntrelas cartas anuas de San Joeá.
manuscritas hallamos puesto en el año de 1663.
Florecia en México con singular opinión do virtud la venerablo
Francisca de San José, del orden tercero de Santo Domingo, virgen
de muy sublime y muy probado espíritu, que murió el año de 1725 de
este siglo. En aquel tiempo no trataba ni conocia alguno de los je-
suitas, cuando en uno de sus maravillosos raptos vio el colegio máxi-
mo de San Pedro y San Pablo bajo la forma de un florido jardin, y á
ia Santísima Virgen que con el niño en los brazos se paseaba entre
aquellas florea, cortando ya una, ya otra, hasta el número de diez y
seis, de las cuales formando un ramillete lo ofrecia á su dulcísimo niño.
Entendió la sierva de Dios ser aquellas flores otros tantos sugetos de
aquel colegio que debían pasar muy presto de la militante á la triun-
fante Compañía del cielo; y sabiendo ser los mas de ellos estudiantes
jóvenes de bellas esperanzas, se sintió movida á pedir á Dios no se He-
vaee tantos do un golpe que podian ayudar mucho á las almas, singu-
larmente de los gentiles. Condescendió la Virgen Santísima con
los ruegos de aquella alma devota, y tomando ocho de las flores es-
cogidas, volvía á plantarlas en el lugar de donde había tomado cada
una. La venerable, con en acostumbrada sinceridad y exactitud, dio
•luego cuenta de esta visión & su confesor, que lo era un reverendo pa-
dro presentado del orden de Santo Domingo, director que tenia muy
bien conocido y examinado el espíritu de su hija: la envió conel ¡vi-
dre Ambrosio Oddon^ rector de aquel colegio, mandándole qu« se r con-
fesase con él y le diese cuenta de aquel favor del cielo, dejando á 3u
discreción que sabría valerse opoitunamente y con destreza de tan im-
portante noticia. Cumplió ella con la orden de su director, refiriendo
al padre Oddon cuanto había visto y entendido: especificó los nombres
de los ocho jesuítas, lo qUe hizo para certificarlo que no entraban, en
q1 núsaóto^ási» €^4í^te9i qm actudmente se hallaban eafennot y
desauciadbs, yi .^ue^H^ embargo ponvalecerian. I^oJ^p^r^..?!^
ramenté: el ptU&e Qd4^ lo rnuciio que. so decía en AEéxico.'.do
Idá^heroícaa tirtuíj/^s de aquella: sierva de Dios» Sin embargo, mi0ii«
tras pieiiBa, mientras co^i^tiif ' mientras ddibera^ obS» e&fermcf y i nuMí^
ré á pocoa'di^s lino de losnoi3abr(^dpd4 ; ' ',:..;.
El aviso de su muerte» qud por 9u prudente d^sconüanzajaé 90 haUa
MüerfedoIoB atróTÍdoá darle el í padre rector 4,wbr^$io.Oddm, se Id ffió.el cielo de
d^ '^^ "^ ™^*^ ™"y sinljttlár. Con ocasión de la. misión que tantíOtpHíra esta
máximo. Como pata la provincia de FilipincLS hQl)ian. traído de £uropa Jcis pfi-
dres Juan de Estrada y Jiqisé Tardéí^ra n^uy estrecho «ilpj amiento .el
del colegio máximo y se. veían precisados á vivir tres^ycuat^enjal-
gunos aposentos. ; De .cuatro que mviañ en[ ñno d£i ello^,.]ijlormiaB en
una no¿há>los tr^s, y el otro que velabq. estudiando, vio ^trar«n je-
suíta de tnuy veneraji^e.sembjajq[te con ^na luz en la mano. . Volvió á
verlos ái todos con abastante apacibilidad y espacio, y luego .dyo-en
voz perceptible; \^Ffepar^os^ hermanos y que uno de vosotros hc^ tfepforir
muy ¿reiie.". : Dicho .^q, f^líó del aposento. Uno de los quo xiorpajan
era el hetmano Nicolás éh Lati^i que sabiendo luego de su o^i^apanero
lo que hábifí acontecido, 110 dudó ser él el señalado, y sei; aqnel aviso
de N, F. S.. Ignacio de quiel) era singujajrraenjte devoto. Bn esta |>er*
fiuacibn, lósrdias que pudieran quedarla 4e vi()a determinó emplearlos
en uiios fervorosQí^ ejercicios, qu^ concluyó p(fn una confesiqn general
dé toda:»i vid^ ;. A pocós días enfermó de liesgo^ y fué eji primero de
los.. ocho. quo víerifícÁron la' profetisa visión de la veneiubleyii^gea. *
Visto* ésto el padrO ^eefor Ambrosio Oddon, en el mismo día del en-
lierrov Ün «Declarar ma«; amonestó. gienei^lineXite ¿ tOjdosque ae. pre-
parasen .tx>n sáñtás obras porque 4t hermanó JiarU si^ggiri^n enl^ve
•otros siete,- ooxno efectivámetite.tnurieroQ dentro d€f dos meses ilos.mis-
-roos, 7 en el mismo orden que Ic^: había nombitHlo la cierva .de Dios.
Ni es JQsto que jamas se olvidenVBusnolnbiíes, y íu^On^noste ó^n.
Hermano Nicolás de Laris: hepdqano Casimiro de M0($ina^ he^nna-
^0 Francisco Estrella: hermano Francisco Javier Zdpat»: heXtnano
José M^üanb: |>ddre Podro Polanco, coadjutor espiritual: hermano Juan
dd Ángulo, coadjutor temporal; y padre Cristóbal Méndez, estudiante
do'tmatrotafios de teoloíiía.
— ' — I — ■ — "~~~~" — ■ -
* El retrato de esta buena beata existe en la sacristía de lá tercera orden de
Santo Pomingo, en qnc se refieren sus virtudes.— JSfJS.
—77—
Este memorable suceso se halla en nuestras cartas anuas manus^
critas latinas, y en la vida de la Venerable Francisca de San José,
escrita por uno de sus confesores, y de los hombres de mas ilustrado
espíritu que ha tenido esta provincia, el padre Domingo de Quiroga,
en que debemos notar que contestando las dos relaciones en la subs-
tancia, tienen alguna variedad en el tiempo. £1 padre Quiroga dicg
con duda haber tenido la sierva de Dios esta visión por los año? d^ 90
á 91, y haber muerto los dichos sugetos en este ano do 1693; pero si
la visión hubiera sido tanto tiempo antes, su confesor no la hubiera
mandado á consultar y referirla al padre Ambrosio Oddon como á rec^
(or de San Pedro y San Pablo, según afirma el mismo padre Quiroga^
pues este no entró en el oficio de rector hasta principio de 1693 en
que dejó de ser provincial. El padre Santiago Zamora, colector y
ttraductor de las anuas, en la do 1733 dice haberse manifestado la
sierva de Dios por orden de sa confesor al padre Domingo de Quiro-
ga; pero él mismo lo desdice: ni pudo ser según el tieppo, pues el año
• • • ■ •
de 1693 no estaba el padre Quiroga, destinado á confesar en la igle-
sia, siendo aun j^ven lector de veintinueve á treinta años, y que acá*
baba de llegar.de Europa á la Casa Profesa. Aiíade el padre . Zamo-
XIX la círcupstancia de la nocturna yjsion que tuvo el hermano estu-
diante, lo que confirman otros manuscritos, y mas que todo, la cons-
tante tradición que hasta hoy llama á aquel aposento el de la Muerte^
en memoria de este suceso,
,£In la Casa Profesa de México mqrió k principios del año, el 13 do Muerto del
enero^ el padre José Ramirez, natural de la Puebla de los Angiel^. Fué ^jf'^eJ^^MU
hombre de rara aplicación y constancia en los . ministerios do los pro- choacán,
Jim.00, de admirable inocencia y sencillez en medio de no vulgares ta-
lentos. jSu amor á la pureza se hizo muy notable, aun en sus tiernos
años, en que se le vio evitar cuifla desamen te la jcon^pañía de aquellos
jóvenes ÍL quienes una vez ola palabrvUi menos decentes, persjjadido
ser. este jel camino mas común y mas seguro que usa.el.cpniqn enemi-
go para pervertir el corazón. . En. la devopion al Santísiino ^a,<p^ra-
mentó y sacrificio de la misa. fué .tan ardiste, que en,}os muchos años
que. vivió en la Profosa jamas dejó do colebritr, hasta los últimos dias
. <lo su enfermedad» y aun dos 4^ ellos lo hizo estanco ya con la fiebre
maligna que á pocos dias le acabó la ^da^ Los padres Pedro Gu-
tiérrez y Antonio Ramirez evangelizaban por este tiempo á los pue-
blos del obispado de Michoacán á petición del lUmo, Sr. D. Juan de
— 78 —
Ortega Monfañez, dignísimo obispo entonces de aquella diócesis. El
mayor fruto fué en los lugares de Guanajuato y San Miguel el Gran-
de, poblaciones muy considerables entonces, y hoy mucho mas. Uno
y otro benefíciado dio las gracias á su ilustrísima y al padre provincial
con cartas llenas do espresiones que manifestaban bien el celo de los
misioneros, y el fruto de conversiones y reforma de costumbres con que
Dios bendijo sus trabajos. Estos continuaron tanto en la diócesis de
Yalladolid, como en las de México y Puebla, diversos otros sujetos de
no inferior espíritu por cuasi todo el siguiente año de 1694, El padre
Bartolomé de Alvarado en el obispado de Michoacán recorría los par-
tidos de Nauatre, Capacuaro, Guiramangaro y Santa Clara, después
de haber santificado con su predicación la ciudad de Pátzcuaro, por
donde dio principio á sus misiones. A fines del año, por cuatro sema,
ñas continuas, se hizo también en Puebla una fervorosísima misión por
el padre José Vidal, que á petición del Illmo. Sr. D. Manuel Fernán,
dez de Santa Cruz habia pasado á aquella ciudad. Se le agregó en-
tre otros compañeros et celosísimo padre José Aguilar, uno de los mas
perfectos religiosos que en aquel tiempo tenia la Compañía. Traba-
jaron con tanto fervor, provecho de las almas, y con tanto consuelo
de su ilustrísimo pastor, que no contento con haber asistido á muchas
funciones de la misión cuanto se lo perraitia su salud quebrantada,
'escribió las gracias al padre provincial y pasó personalmente á visitar
á cada uno de los padres el dia 1. ® de diciembre. El Sr. D. Fran-
cisco Aguiar y Seijas, arzobispo de México, no era menos afecto á
este género de ministerios. Para satisfacer á su pastoral solicitud,
siendo antes obispo de Michoacán y ahora en México, pedia anual-
mente á los padres provinciales misioneros para sus diócesis. En el
presente, después de haber evangelizado los padres Juan Pérez y To-
más Escalante una gran parte del arzobispado, le presentaron una re-
lación 6 diario de sus apostólicos trabajos. La misión ocupó la ma-
yor parte del año en las ciudades de Toluca y Texcnco, y en los pue-
blos de Tenango, Metepec, Cuahutitlán, Xalatlaco y otros cercanos. A
estas misiones habia faltado á principios del año un operario infatiga-
ble, y á toda la provincia un grande ejemplar de religiosa perfección
Padre J. Ban- en el padre Juan Bautista Zappa. Una imagen que llegó á sus ma-
tista Zappa. ^^^ ^^ Nuestra Señora de Guadalupe le hizo concebir el singular
amor de María Santísima para con los naturales de la América* Des-
de entonces se ofreció á trabajar por su salud, como lo hizo pasando
á jN^ueva España de la provincia de Milán. Los dos colegios que ha^
bia entonces dedicados singularmente á ministerios de indios {Te^e
potzotlán y San Gregorio) fueron su teatro, de donde salia cuasi anual^
mente á predicar '*' á muchos pueblos de indios cfon mucho fruto de
aquellas pobres gentes. Autorizó el Señor su ministerio y su fervoc
con mas de un prodigio. En^ la Huasteca lo oyeron con admiración
hablar un idioma que jomas habia aprendido ni estudiado. Aqui, á lo
que so cree, por maleficio, contrajo una indisposición que le dio por
mas de un año mucha materia á su heroica paciencia. Fué tiernisimo
hijo de María Santísima, de quien' recibió los singulares fiívores que*
se cuentan en su admivable vida, fuera de muchos otrbs que nos robó'
su humildad. Era cuasi sin interrupción su interior recogimiento y
presencia de Dios. En el ingenio (ó trapiche) de Xalmolonga, don^
de por orden de sus superiores habia ido á convalecer, un violento
flujo de sangre le privó de lu vida en tres dias, el 13^ de febrero. Doce
anos después, el de 1706^ se pasaron sus despojos al camarin de la
santa casa de Loreto, que á semejanza de la de Nazareth, había fa-
bricado en el colegio de San Gregorio, donde hasta hoy se conserva
con veneración.
A este tiempo se trataba con bastante formalidad de añadir ala pro- Pretensión de
vmcia un nuevo colegio ó residencia en* la ciudad de S. Salvador. Es- g^i^dor" ^¿
te lugar es la capital de una provincia qute se estiende por la costa del Guatemala,
mar del Sur, desde Sonsonate hasta el rio Lenyra, que por el Medio-
dia la divide de la provincia de S. Miguel. La ciudad da el nombre á^
* £i padre Zappa dudó por mucho tiempo de la salvación de los indios, aten-,
diendo. á su rusticidad y abatimiento. Un dia pasaba por el Portal de las Flores de
México donde estaba una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe (que ya se qui.
tó como otras muchas de los lugares públicos) y dirigiéndose á la Señora, le dijo:
iQué haré yo. Señora^ para agradarte? Entonces le respondió: Ser como eualesm
quiera de estos pohreeitos;' y le scñald á míos' indios que estaban allí. Desde ttíífífíi^
ees mudó de opinión. Este pdsage' lo consignó enr sus poesías manuscritas él padie
Sartorio, componiendo un epigrama latino que tradujo en nn- soneto al castellano:
él mismo me lo leyó en cierta vez. En Xalmolonga se conserva rehgiosame^te cu-
bierta con una reja de fierro y privada de todo uso la pieza donde murió el padre
Zappa, no obstante el transcurso de mas de dos siglos. Sus restos venerables
existen en San Gregorio, y su retrato en el genetal de este colegio. En su sem.
blante anciana y i^aciUe se ve retratada su grande alma. Su nombre se pronuncia
aun con respeto, justo tributo que se paga á sus-rirtodes.— %EJ&.
■i»
— 80--
la prx>vjncm qUe áhtigufttüente se ílatnó tambiea CuecaÜán. t'értcne-
ee t^do bste teriicbtio al arzobispado y audiej^cia i«al dé Guatemala,
db quien di'9US.'^l«iayor<)oal0^fik}teDlal€^áí^ Be diceser-do
QÍi cido miiyú.ptí^Me yáe beUo» ¿ír^ y aguá^fi ''Hallóse sHuáda co^
mo átreintii kgiia« de'l^cOáflttdet hi^p pacifíco etí t9<* 14' de latitud
«éptentHozialr ^ ]a longitud^ he^' mayor dificultad, ' lEl' padre- Juan
SaMcáéSíV unode :]<>« pi*itnei*08^fiindadore6 de i»^^ plrovkiéié, y «t
ma^Kábil y laboriosa de ¿ttabto0ige4g)^afb^ kí Attiérica^ é»
k)» itiapas exáctísiiñcKi quei nos 4ejo • de> toda iesta cbsta' haistaf Panamá,
le dá poco ihénoa-da^T'^fadoit do^ longitud en^ ún plánapárticttíar de
lu<'pFotmch^' do iSi' 'SaiiÁadi»#. En otro general de lét audiencia dé Guá^
t^mal|l^ile'dá^^3; 1 ¡^!9oitablo difeiíéMéiá de un atitér á ^^ mísi¿or' No-
sotros da^ó 4;>Máxióo ;2TS de longitud^ según los mejio^es modopiiotf*
pofldrikírifta á fS¿-'SalfadDr^€H 287; í
V^A prindpiofa e^f >áfM> halHa 4do alii p(xr-alcalde mafyor D. Joaó Calvo
áá La]^iii£0d)i¿vd$o$ufiteB«tla, hombro de amdia ^cristiandad y celoso
e&']á»ÍM)8a¿Jdol5erricio dé ^loi«- A pocos m^sea espsrknont^ia gton^
dé^fáUá^ue h^biá dé^ inístrúceion on la jkikrentud enit^trásyí^ostumbces^
El afecto grande que había tenido á la Compañía, le hizoctratacreoQ ios
T cfliiáís^y 'VOciaótf niasidisfinguldok dé la- ciudad sóbr^ la fcindaeioh de un
• ';;eoÍegio: 'tiodvidieroñ : iodos gtratosBinez^ y «tantóv que :.'on..'cahilda
^ abierto tériidé^ d eki&éfe^tO' ^-di^^^ desmayo, boiE^s^eieiíóa cercia'de
cüiiírv mii pe3bé -^rkl^^^^^^ finaste ottbado^^albidñdotDi tk-
liaí3tiáü-deQuintani&a«Ire6Ído unas casas que t<snia vecinas ií la her-
mita de la Presentación, pero con el cargo de un mÜ pesos que tenian
de censo, luego el mismo alcalde mayor ofreció los mü pesos para re-
dtiíiiHo^ siempre que de Verifícase el establecimiento de los jesuítas en
aquélla ciudad. ^Halláronse presentes á estí^ j^^^ algunos justicias
y vecinos, dé la ¡ciudad de S- Miguel y viUade S. Vicente de Austria,:
que K^n^ordaiido ;eab utilidad .qu« ásus respectivos JAiga^es resi^lt^Jba
de^ftquel proyectoi, |)^(netfieiK)BrTC6(tt&iái^ ioenií^a^ jseptííbUeas qUe^oon-
tribuiüan desdo luego «oa^^MAnfífiniftad;'^ y&of testimonióle éste ca--
KWo^éftffoífátíd^^^ "M&tetf^ñMcMde ^uírroñé^;- Remitió lüégo^^ D.
José Calvo* 'de Jiára árpáoi'é Jiiah Ceron¿. residente, ea Guatemala, y
este al pívdre provincia;! Piego de Alíponazir. Al s^ggie^te octubror
i4 uil^mo pndro ^uaut Ccro|iHC.qn otro compaA^o qa$i á k^tancias del
lUmow ^r. úibiapKhde: lleoduras tmsaban k hacer .náúnuLiop^ ..YaJUadoUd
de Comayagua, bicicrott-^éintién de pnfiOim ^Sv^lVadory^m^S; Mi-^
giiei. La presencia y ediñcativa conducta dé loÉ thisiotteros jesuitatff
junto con el grande- fifUto dé sus sermones, encendió mucho mas Ibar
deseos de toda aquella ph>y¡ilc¡a. Sin embargo, no juzgó cfl {>adi'6
provincial poderse admitir poir entonces aquélla fundación, movido^)*-*
te de la dÍ8tancia,'con el ejemplo de las antiguas residencias de Gi^na^
da y ftealejo; parte por la facilidad con que se suele prometer en si?i
mejantes ocasiane^, lo que después no üe 'temple sin sonrojo del tfie
cobra y desabrimiento de los que pagan. Sin embargo, habiendo uño
de los yecinos, fuera de dicho cabildo prometido para después de stns
dias una liacienda de campo^ se declaró abierta la puerta para que en:
ese casó 6 semejante^ fuese atendida su buena voluntad. A la Cali-
fornia hizo núeVa entrada este año el capitán Francisco de Itamarra,
que once años antes había entrado son el almirante D. Isidro Atondo.
£sta nüevá espedicion fué aun de menos utilidad que todas las antece*
dentes. La grande empresa de la conquista en que desde el tiempo
del primer conquistador Hernando Cortés se habian hecho tantas en*
tradas y gastado taútos millares del erario real y de particulares, la te*
nía Dios reservada al celo infatigable del padre Juan María Salvatierra.
Este mismo jesuita se hallaba en la actualidad gobernando el éolegid de
Guadalajara^ pero tanto por otras noticias, como por la relación del pa-
dre £u8ebio Eino, tan tnáamado en el deseo de aquldtk espiritual coni
quista, que no parece que pensaba, ni sabia haUar de otra cosa^ como
en estos. mismos términos informó á S. M. la real audiencia de Gtta.'i
dalajara* Estos deseos crecian cada dia tanto en élttotÁzon del- padre
Salvatierra, que escrilnendo.á su íntima amigo y confidente el padre
Zappa en carta fecha á 19 de noviembre de 160S, le dice étftas pala^
bhis: „E8te fuegp está vivo en mi^ y ahora revlentlt por aqúí,^ áhókti^
por allí,y seráfqerasa.si jao le dan lugar por México, .<iue reviente h&B^
ta Madrid y Rom^f «.*« Quamspero.propMam, ¡Oh si pudiera hfeibláir
media boira^^n Y« R* de la grande injüisticia (pie se comete céntrala:
California! &c." . .. ,: : .;.
Despu9j3 de I91 muerte. del padre Z$ippa, se notaroin enbl^dré Jliáb'
María mas viVas las ansia», y es constante tradición qué «1 ihiátanté de^
espirar el. padre, Juan Bautista Zappa, se dejó ver á su Bxríééáb ctímplá'
ñero en trage de peregrino, animándolo á no desamparar aquélla tantó*
dif ícil cuanto gloriosa empresa. Desde quo estuvo en la Pimería, ha-
bia, como dijimos, encomendado ai padre Kino la fábrica de un barco-
cn que se pudiese proveer de víveres la desamparada y estéril Califor-
tom; 111. 12
— 82 —
nía» El padre Kino, aunque deseosísimo de contribuir con tonas W»
fuerzas ala reducción de aquel pais; sin embargo, no pudo poner ma-
no á la construcción de dicho barco hasta los principios de este ano de>
1694. ' £n los dos años onteeedentes, este fervoroso misionero se ha-'
bÍ9. ocupadq en visitar los demás sitios y poblaciones de Pimas y So^
bas. Estos viages eran de cuarenta, cincuenta y muchas más leguas*
entre salvages, con suma incomodidad y fatiga. En en el territorio de
los piraaase internó hasta donde hoy están los pueblos de S. Javier del-
Bac y Santa María Suamea, siendo el primero que hizo resonar el nom-r
bre del verdadero Dios entre aquellas- nacione» idólatras. En lajor^
nada que hizpal Poniente á la nación de los sobas hasta las orillas del
seno californio, le acompañó el padre Agustín Campos. Por media
de los padres ^e compuso la antigua enemistad que habia entre esta na«^
cion y los pimas de los Dolores,, á causa de haber mueito estos en su
gentilidad á un cacique de los pimas. Aquí hallaron mas de cuatro mii
almas, de tal docilidad y blandura, qye fué necesario arrancarse de
ellos y negarse con dolor á las instancias que hacían para que alguno-
de los padrqs se quedase en sus tierras. Montaron la sierra que Ha--
marón del Nazareno,, y vieron claramente la costa opuesta de Qalifor.
nía, que solo les pareció distante de quince á* diez^y ocho leguas. Ha*'
blando de este viage el capitán Juan Mateo Mangerque acompañaba
al padre Kine en un diario manuscrítordice ask „£n 14 de febrero,-
¿ la tarde, subimos al cerro del Nazareno, de donde vimos el brazo de
mar de California, y de la otra banda cuatro cerros de su territorio, que*
llamamos los cuatro Evangelistá8,>y una isleta al Norueste, con- fíe»
Carritos de. las tres Marías^ y al Sudueste, la isla dé los serís, que lla«-
mamos de S. Agustín, y otras del Tiburón. El 15, caminadas doce le-
guas al Poniente^ llegamos á la orilla del mar, donde en sesenta años<
que. ha que se poMó la Sonora, ninguno había llegado. Vimos con*
mas distinción los cerros del día antecedente de la otra banda del mar,
cuya anchura, según las medidas instrumentales, será en esta altara de*
30 grados, como de veinte leguas. Se hicieron en esta jomada como
veinticinco bautismos, entre enfermos de peligro y párvulos, por la fir-
me esperanza que se tenia de reducir á ^pueblos aquella inmensa gen^
tilidad y atraerlos al gremio de la Iglesia."
Reconocida la tierra y las naciones en estos primeros viages, se de-
terminó el padre Kino á poner en ejecución la proyectada fábrica del
barco, para lo cual salió de los Dolores para la Concepción de Cabor.
—83 —
ca en 16 de marzo con el dicho capitán Juan Mateo Monge, y Teinte
indios carpinteros, de los que halúa enseñado el ñaismo padre, con ha*
chaa, nenas ^r demás instrumentos necesarios, y alguna madera labra,
da de prevención, según las medidas y gálibos ^ue daba el mismo mi-
sionero, único constructor y carpintero de ribera. En 21 de marxoi
después de cel^yrado el santo sacrificio de la misa, se dio principio á
la fiUxica cortando un graode álamo, que sirviese de quilla, de 38 pies
de alto; mientras se desvastaba y cortaban las demás maderas, se re-
conocieron muchas nuevas rancherías de pimas en los contomos de
Caber ja, y se descubrió en 31 de marzo el pequeño puerto de Sta« Sa-
bine. Entre tantr, se re caneció no poderse seguir la fábrica del barco
hasta que oreasen y secasen enteramente las maderas. Así dejando
muchos materiales prevenidos, volvió el padre Kino á su misión hasta
el mes de junio, en que pareciéndole estarían 3ra á pi opósito para po-
derse trabajar, volvió á Caborca. Entre tanto que la prosecución de su
obra le detenia en aquel sitio, persuadió á su compañero el capitán
Mange, que con dos indios pimas, antiguos cristianos del pueblo de
Oria, por intérpretes penetrase acia el Norte. En este viage tuvo.no«
tieia del río Gila, y de los grandes edificios que se ven en sus cercan
nías,, de las gentes guerreras que en gran número poblaban aquellos
países, opas, cocomarícopas y otros bárbaros. Esta fué la primera oca-
sión en que se oyó hablar de estas gentes. El capitán, desamparado
de sus guias, que por temor de aquellas naciones no quisieron seguir
por aquel rumbo incógnito, se vio precisado á retroceder á Caborca*
El padre Kino, que allí le esperaba, cuando vencida la mayor ¿UficuL
tad flíe hallaba en estado de esperar salir con su intento, recibió carta
del padre Juan Muñoz 'de Burgos para cesar enteramente en la cons-
trucdon del barco. £1 roligioso y obediente padre, aunque se hallaba
con órdenes del padre provincial, y conocía la mucha utilidad de aque-
lla obra, no pensó sino en obedecer ciegamente, y alzando desde luego
mano, (fió vuelta á su partido de Dolores. Con las noticias que le dio
de su jornada el capitán Juan Mateo Mange, se encendió el padre en
deseos de reconocer aquella gentilidad y anunciarle el Evangelio. Cre-
ció mas el ardor cuando viniendo poco después á visitarle algunos in-
dios de S. Javier del Bac, le confirmaron las mismas noticias, y se
ofi^cieron á servirle de guias. Salió efectivamente con ellos por el
mes de noviembre, y caminando mas de cien leguas al Norte, llegó al
Gila, vio los gran Íes edificios de que ya hemos dado noticia mas difii-
— 84 —
SfU)(9e|:\te en otra parte.- Celebró «n uno de ellos el santo sacrificio éo
la mis^,. y ha|biend9, füQOontrado por todo el camino innumerables genti-
les, no tan fieros con^p loa ^gurab^ el temor de suipíeófítos« los acarí«
ci<i y p^ocpr<!i d^les .algunas luces de nuestra santa ley. Asi en-mé.,
nQ9 dfí UQ año hizo este jinfatigsible jesuíta Q^ penosísimos y dhi
latAidípil^s yi^ges, caminando en todos mas de cuatrocientas leguas
pQ]|P:SÍ^jcrs^i por arenales, por . desiertos incógnitos y poblados solo de
bárbaros salvages, aín otro interés ni designio que el de propagar la
religión, y el culto de Dios, cuyo celo le eonsumia«
Alzamiento . Todpel fervor^y, magnanimidad de este grande hombre filé menester
l<w puna», para, que no se sofocase luego al principio entre los pimas ía semilh
del Evangelio, yse arrviinase enteramente aquella cristiandad. La
coiyuracion dejos gentiles janos y sumas, no se había enteramente des*»
yanecido., .|A jtramos, y como por represas se dejaba caer algún cuer^^
po de^. aquellos. bárbarxís, ya £obre uno, ya sobre otro, de los presi<^
4ios mas remotos.: Estos repentinos asaltos habían ya asolado machas
eíj^anciaA .de. ganado y. siembras, de Terrenate, Yatepito^ S. Bernardi-
na tyJanos, y en la actualidad habia mucho fundamento para temer que
ficometie^n los lugares de Nacorí y Bacadeguatzi. Desde el principio
de estas revoktciones, se imaginó que los pimas y sobas fuesen los prin«
cipales au.tK>res, ó á lo menos partícipes y cómplícea de tactos, robos y
estFfigo^* Ni el informe del padre Juan María Salvatierra, ni la^ re-
petidas representaciones del padre Ensebio Kino, de jp.^ Dmingo Gi^
íimxa P^tru^da Cruascá^ gobernador de Sonora^ ni de §ujQbrino:el ca«
pitafi D» Juan Mateo Mange, habían sido bastantes pfira desvanecer
aquella;, inicua nota que se había puesto á Ips pimas. •Persuadidos á
ello, algunos capitanes de los presidios cercanos, pi^^roní jp^ leat^ tiem#
po en grande riesgo aquella provincia, y ¿ upagrandje. prue^ la fiddi»
dad y docilidad de los pimas. El teniente. Antonj,^ de Solía, hombre
de genio altivo y arrebatado, en ^1 TMbfitama, ipíaioo del.padieDa*
niel Tenuske, castigó cruelmente á m^chpa. pimas^ y e^in dio la moer-
te á algunos por muy leves delitos. JEIn S*. Javier deLBac, hallando
desierta lina ranchería, y en ella alguní^ carne :SaIada<8e imaginó que
sería de caballadas, que poco anotes hab^t^n faltado á)loa nusioneros de
Sonora. Sin mas fundamento que f^i^ su discurso, dando desde' luego
á los pimas por autores del robo, mató tre^ que pudo alcanzaren su fu.
ga, y a^otó cruelmente 4 dos. Por seniejantes; sospechas^ el eápitan
Nicolás do Higuera, habia asolado algún tiempo antes ]as rancherfas
— 85-T.
de Motoücatzi* llnoa tratamientos tan iadigoo^v.se creyó que hubte.
ran agotado la pcuciencia de los pupas, y |oa hubi^rap hecho entrar en
la liga de los jocomes j janos, con que se» hubieran marchitado en flor
las bellas esperanzfUi que se tenían de su reducción. Sin embargo,
ellos perseveraron fieles, como ánjtes, en dos campanas seguidas por se-
tiembre y octubre de este ano de 1694:. auxiliaron gallardamente á los
mismos capitanes D^ Antonio de Solis y D* Juw Fernandez de la
Fuente, con grande pérdida de los jocomjBS y* apaches.
Sin embargo, de que el cuerpo de la. nación hasta entonces estaba la^y
muy ageno de la -traición jf hostilidades que querian imputársele, no
faltaron algunos desabrimientos entre los principales caciques, singu*
lannente en el pueblo de S. Piedro de Tubutaroa, que bien presto dier
ron motivo á una cuasi general sublevación. El. ministro de aquel
partido, con ánimo de industriar on los ejercicjos de campo 4 los pit
mas. no acostumbrados, habla llevado consigo tres indios ópatas de las
antiguas misiones de Sonora con un mayordomo español llamado Juaii
Nicolás Castziocto, hombre duro y agrio, mas de lo que permitia el es.
tado de una nueva cristiandad. Por ligeras causas azotaha y maltratai.
ba á los pimas, especialmedte* en ausencia del padre: hacian I9 caismo
los treis indios ópatas. £1 demasiado orgtdlp y aspere^ conque cy^tos
estrangeros abosaban de la paciencia de los piroasi y de la i^u^p^idad
que los daba su ministro,. los conmovió tanto, que resolvieron n^ sufrir-
los mas. ^ Ala primera ocasión que estando ausen<;e el padre, intepta-
ron castigar á uno de los pimas, corrierpn á las anuas .sns parientes, y
vengaron: el agravio con ^sangre desuno de los opf^tf^^ ^e d«jarpi|
atravesada de muchas flechas^ Hubieran segu^ la qf^ifti^^a. puerto el
mayofdomo. y aun -el mismo pa4ro. misionero,, sj se hallaran* en e) pue-
blo.. Les agresores procuraren luego formar partido fifon losado. ^guir
toa y algunos gentiles vecinos y pasar áCaborca.^ >i-, '
Para este partido, á que se habia dado el noi^|)fe da Ja Concepción, TLinorfo a
habia sido destinado y conducido allí pocos. m^sea 4ntes,por,el padr^ padre Saeta,
EuQjBbió KinOf el padre Francisco Javier Saeta. Alj^spu^tar ^ §olf
en sábado panto, 8 d^ abril de 1695, entraron á.U pobre ^silla deil pa-
dre, que ignorante de todo, los recibii^ con siu acostumbracja dolzura,
No tardó nmcbó en conocer la mala disposición de sus ánio»os,.é hizo
llamar al gobernador del pueblo; mas este^ temeroso de, Jo^bárbaros que
nablan venido en mucho número, no quiso esponerse al mismo riesgo,
Rl buen padre, desamparado, hincó las rodillas en tierra, y recibió lúe.
— 86-T
jga dos fleehazos. Viéndose así herido, coírió á al^razarse con ana de-
votísima imagen de Jesucristo crucificado que habia traido de Euro|>a,
y á pocos instantes rindió el alma. £1 padre Kino, noticioso de esta
desgracia, envió luego al cacique gobernador de Boma que dio sepul-
tura al cadáver, y recogió algunas de las alhajas del padre. A la voel.
ta encontró el cacique al general D. Domingo Gironza,que con sute-
mente D. Juan Mateo Mange, los padres Fernando Bayesca y Agus-
tín Campos, caminaba á dar el castigo á los sacrilegos, y les entrega
el santo Crucifijo con qué murió abrazado el padre, que hasta hoy se
venera en la iglesia de la misión de Arizpe. Se hallaron el dia 15 de
abril los huesos y cabeza del padre, y junto á ellos veintidós flechas
con que lo hábian herido ya' moribundo. Mientras el general se em-
pleaba en estoff piadosos oficios, despachó la mayor parte de sus gen-
tes á las serraní&i del cbntomo en busca de los agresores. Un indio
que a prisionaroír, declaró que los de Tubutama y Uguitoa habiaif si-
do los autores de aquella acción con sentimiento de todos los de Ca-
horca, que no habían podido resistir á su furia y á su número. La tro-
pa con sus capitanes marchó á Cucurpe, donde so hicieron á los hue-
sos las exequias con la mayor ostentación que fué posible, cargando
el pequero cajón en que iban desdé la cruz del pueblo hasta la iglesia
el roiismo general D. Domingo Gironza Petrus de Crussat.
Hecho esto,- se dio orden al teniente Antonio Solis para que icbn la
mayor parte de los soldados partiese otra vez á Tubutama y Ügoitoa
al castigo de los culpados. No se podia buscar hombre mbs á propó-
sito para iíeV%)lVet á toda la nación, de quieü 'etayá aborrecido. Hizo
sin distinción algunos ejemplares castigos en los que* pudó haber á las
manos. A' üná' cuadrilla que se bñtregÓ de paz se le concedió con la
condición de que hablan de traer ¿ indicar al capitán las cabezas del
motin. Efectivamente, cumplieron su palabra, y'á los tres dias vol-
vieron con mas de ciücuenta* indios, mezclados muchos inocentes con
algunos de los malhechores. Unos y ottos dejaróh las armas y cami-
naron de paz acia el campo. Los soldados de á caballo é indios te-^
poquis y seris que los acompañaban, formando un gran círculo, los to-
maron en el centro. En esta disposición se comenzaron á indicar y
asegurar los malhechc^cs, de quienes se habían amarrado tres, cuando
los demás irritados de aquella traición y perfidia, comenzaron á inquie-
tarse, de suerte que la caballería trabajó mucho en contenerlos. El
bravo oficial contra aquellos infelices desarmados, en vez de apaciguar*
— 87 —
tos con la seguridad de que nada ae- intentaba contra ellos sino contra
los culpados, comenzó á degollar por su fniíEntoa mano á unos cuantosv
No tardaron en seguir este cruel ejemplo foa lepo^^ y seris, irrecon-<'
eiliables enemigos de los pimas, con lo cual en mr instante quedó cu-
bierto el campo de cadáveres^- £1 teniente Solis, muy orgulloso de s»
victoria, y creyendo haber vuelto la paz á la provincia, marchó á jun-
tarse con el general á CuCurpe. Pe aqui, juzgando no tener que ha-^
cer en la Pimería, se trató que quedando tres soldados y el cabo Juan>
de Escalante en la misión de S. Ignacio, y otros tres con el clapitan
Juan Mateo Bf ange en Dolores^ el resto del campo marchase á Cocoe«-
pera pava proseguir la guerra contra los apaches, tecbmes y janos que*
de nuevo y cada día con mas atrevimiento y suceso iKwtilizaban la So^
ñora. Apenas emprendieron la marcha, cuando los pimas indignados-
de la alevosía é inicuas muertes de los suyos, se derramaron en varios'
trozos por las diversas poblaciones, quemaron los pueblos é iglesias de
TnbuCama, de Caboria, de Uguitoa y otras véciáas. Ahuyentaron el
ganado á los montes' y profanaron indignamente los vasos y vestidunu»
sagradas. £1 padre Agustín Campos, ministro de S. Ignacio, sabe-^
dor de sus designios,* en vio luego' la noticia al general que se hallaba á
eatoroa leguas de allí*. Por mucha prisa que se dieron, no se pudo
evitar él estrago^ A las ocho de la mañana entraron los amotinados
ea el pueblo de 8^ Ignacio. £1 padre Campos, con sus cuatro compa-
ñeros, se había y» puesto en sal vo,^ quemaron* la iglesia y arruinaron la
casa del misiionero,' y lo mismo continuaron haciendo- en S. Josó de los^
Imeris, en la* Magdalenar de Tepoquis, y otcos^ pueblos cristianos. La'
primera noticia' que tuvo el padre Eino, fué que los pimas habian qne--
mado vi¥a al padre Camp<^ y á Ios-soldados de' su escolta. Trató lue-
go de tkcultar eUruna cueva< nd muy léjo^ de Dobres, las alhajas de la
iglesia, y prepararse para morir á manos de los salv«ges con una sere-
nidad, que espantó á su compañero el capitán Juan Mateo Mange.-
La- grande veneracioay amor con que todos lo miaban como á su pa-
dre, libró de las llantas & la misión de los Dolores. £1 general D.-
l^omingo Gironza, habiendo dado parte al gob^nador y capitán gene-*
lal de Nueva-Vizcaya, D. Juan Fernandez de la Fuente y D. Domin-
go Terán de los Rios- con las gentes de sus presidios, revolvió sobre -
I log alzados, les q|iemó algunas rancherías, taló las sementeras y dio
muerte áalgui^09 que alcanzó en su fuga, con tanta viveza y prontitud,*
que no hallando modo de libsar las vidas,, hubieron de rendirse á pedip
ja paz que se les concedió benignamente el dia 17 de agosto.
— 88-^
i'íáeii ia imz Pacificada tan brevemente la ptoWneia'cfe la alta Plmeríd) creyeticícr
oede. ' ®^ padre Kino que las noticias de sn. alzamiento pudiese confirmar el
<;oncept<) qiie se tenia de isü infidelidad é impedir el progreso de cñi con-
versión^ determinó pasar á Méxitó á informar al virey y á loa superio-
res de la Compañía de los motivos <^ue habiaü cuasi oMigado á los in-
felices pimas i una^lemostraicion tan agena de su genial docilidad y
Constante' afición á los espanoleEr^ & éxito de su negoóiacion veremos
adelante. «
£n lo interior de la provincia floreciaií cod tirtinquilidad los ministe^
rios espirituales Con lostprójimos^ y la oÍ)servancia i^gular éil los cláiis<
tros< El padre Pedro Matías Gogni^ á instancias delTénefaldd deán
y cabildo de la Santa Iglesia de Guadalajara, hacia ^ este tiempos
misión en el obispado. Corrió loa puefilois de Teocualtíclii^. Xalosto*'
titlán y algunos otros coa muctto fruto, y mayor aún en las villtfi dar
Santa María de Lagos y Aguascalientes. £n el primero de "efttóÉJtf'r'
gares pretendió impedir la misión el cui^ no bien informado -del éki*
lo de nuestras misiones, y creyendo acaeo^ coino algunos étros - veéifiótfy
que se les queriaB e^car por «ste medio tdgtmas KittQisnas; ventíó la
poca afición del : cura el constante afecto f ptedad de D# Aadiéa -de
Sanromím, uno de los mas distinguidos republicano^ que coñociMidd
la necesidad que tenia la villa de aquel espiritualsocoríd; ofreció á lo»
padres su .casa y aun les onvió todó<el ávíoneo^ai^o pai^ pásiAtallá.^
El cura se desengañó bien presto y ayudó á recogerlas ifedesilenaB/
á que apenas bastabanmuchos operarios. . Bn Aguascalientes hábi»
sido desde inuchos tiempos antes general él afecto á la Compañía, y
aqa se iiabiá-traiaido de fiíndar allí un <!olegio. Esté deviso Se édMtó^
nuevamente al sentit el provecho de la misión; fPbro tó íltípidienm no'
pequeñas dificultades con noble sentimiento deí su celoso benéfiówdtf
D. Martin dePigueroa, otfadelos mas hiteifesadoé en aquella ^ttléñ^
• -
sion. •.•-•: -- '1-. ■. !• • •
Muerte áéí ^ ^ CsBa^de la Profesa de Mé-tico falleció cóü sénttnrifentb de to-
TOidre Pedro da la provincm el padre Pedro ^Bt¿btfg0yan;ñálurál áb'6. Luis iPótod^ de*
c a^jen. ^3^ j^|,j^CQgepteiltf¿iigQX.de^uesdebáberobteikid6lospritñeí^
de la proWnciav Fué -doS -trienios contíntros maestro de novicios, rec-*
tor del colegio máxino^ prepi(^ito 'de la Casa Profesa y procurador á
Roma y Madrid, de «lusteta y constante penitencia; y 'muy continuo
trato con Diosv á qn^ daba ktnájror parte átílá nóéhé. ¿a mortifi-'
cacien de" sns'seniidofiry sittgolármenio'de la vistü r^plandécló rau^
1^ ^Éá Víágé. í, la £iitb{Mi: ttidá U glüttdesK, átítigúócíadéé y prócio*
sidade»# iton^V do ÜMtohMtálites j^rá kácerfo ÍBférñímpí# sá reti-
ro y iMuae^le gosár tela reoí)BfteiM^é óft^ áqitel giHuteáivd* Fto^
faóle Dios en su» úitimoé «koé Mn tarM7 dblorMoc» úcMmteBi de
qw lentanHéiitei ooiiMniíido» ¿los 70 afkw de mi edad, {MKT d& éstó vida
el ^ da )«ÍBÍiái¿
A loa ppaeípioi ¿A obaéó ttguiehte de 1696, aunque no de tan ve- ]()06.
moÍQ8létóiinoa]rftatí diveiflOB eámincMS ttegaron en uá mismo ám,
á Méxkw leí |iadi»8 Zappa, fikiWaítierra y £úi^o Fraiídaco Kino:
di imó da Güidak^iara, y el otro áb k-l^íméríá. Por el midmo tiempo,
áS da afil^ bü álMó ttftavD pliego é^' gobierno en qae vÍéío' señalado
pW>¥Íáé{Ítl el ^dre Jhii£üáePé\iBúcibá>t!h6'f ófró mfébnóBó cómeñza-
Irbil áfinbtliMtr óoli eí nuéVo próvitíe^l y con él 8r« viréy, ccÑfiíde de
OaH^l6dc)Ílótr oficios ódttdiüeíentéiraí feliz éxitos súí'préííénsifmes.
fel padre KÍiid éiMtiái¿QÍ6 háeer patente la injusticia «fue se hat^ia á los
j^aá eii ünjilotáilés loé re^bs If'ihili'éHes, de qué solo érañ átüores los
apfleiie¿ iR^réílénié i{ue étt lí pióiáiaxa alettttiieñté loé culpados eran
Xioüá eaplt«!Áié« de loa pf^sidtós; deidÍHiMafileftle orgtd!^. Mo¿tr6
clartfáMilé la' iniquidad aoü qpe tMw sídon^ttopellad^ los habitado^
MS:db JlfcMeÉ^/y óbtmo ^íiteñék€ fá'í^ dé sus pin^áay 6vden
panfr qm áleeétf résdtutdoa á siler til^l^.- Obtuvo M padí^ provínoiai
eiwo^ tniflfbnafotr, aunque por iiüevái dificuliádés ^e de#pues éb dfíré-
cfeéioni soto Heió Ctítíágb á sa Weíta^ al pádfe Gai^par Tanllas.
\ Énestéviáges táiiiid&ftíio para^'Téuraüiíam en compañía del capt- vueive «Ipa.
tm D^ HAMM de been y eláttáos^ oiroá españole», ieontedió) que ^ Ki°o ^ 1*
pasahta fíéí «setca de ana tMstbú se- n^^firtltrotí los padreé á ealudar al loUevaaí pa.
D^Tidi^ 4e aqiíel fiarfido. £n eete' itatéroiédio los éafteadorBS apa- ^^ Varülas.
dhéa -cftiyerotí edbre aqud cenvoy t^ tanto número, que á pesar del
tébr dui ^ae éefóñdieiM todos los españoles é indios arrieros;
quaduBoil lóbte el pátnpio. fil padre Eino y su compañero, récono-
cioBdo ia nníeiiosa Provvdelieia que toe había preservado de aquel ries-
p>paim láMMdvacioii de muchas almas, llegaron á la Piméria á la mi-
tad da mayó. t^Blsó luego con el naevo niístonero áTabutaiiía y á
CabofCa. E| padre Gaspar YárülaJi escogió estu segunda, tan fros-
^^«nitatB regada con lu sangro diel padre Frántisco Javier Saeta, cir-
^^^nstancia ({ue le animaba al trabajo y lé aseguraba juntamente del
logie.
Nalbó taa feliz el padre Salvatierra: por. diligencias que hizo tanto
TOMO zii. 13
— 90 —
con el Exmo. Sr. virey como con el padre provincial^ no puéi^conMgtfif •'
la licencia que pretendía para entrar á California; anQipresa q¡ie de6^^
pues de tantos costos inútiles se tenia ya por iniposiblai antes m^ bac-
ilo con un nueva impedimento por venir destinado de N« P.- genaial'
por rector y maestro de novicios en el colegio de Tepotzeéián. Ce»^^
rados así en México todos los caminos, no desmayó el padre Juan Ma**
ría, antes volvió confiadamente los ojos á Guadalsjara, en que el fis-
cal de ia real audiencia D» José de Miranda y Tillagran, noble y pia-
doso caballero, conocia íntimamente su celo y lo favorecía cuanto era'
posible. Aconsejó á este ministro, y él practicó luego en 17 de julkv-
un informe al señor virey de la grande utilidad de aquella oonqqiala, y».
comodidad que entonces se ofirecia por los mucbos barcos. que fire<««
cuentemente entraban al buceo de las perlas. Este infortne aunquo*
por entonces no surtió efecto alguno, no dejó de servir mucbo en lo*
sucesivo. Por el presente se contentaba el padre Salvatierra con la
licencia de la religión, confiado en que aunque de las cajas reales na
se le diese jsocorro alguno, se lo firanqueana el Señor por la interce-
sión de la Virgen de Loreto, & quien desde el principio había constituí-'
do patrona de aquella graod<& empresa; pero aun esta se le haicia ca-
da día mas dificil. A pocos meses de retirado de Tepotzotlán el pa-
dre Salvatierra, pasó por aquel colegio 6 la vista de los de tierra dea<
tro el padre provincial Juan de Paiaeios. £n los pocos dias que alli
se detuvo le acometió un furiosa dolor de costado y tabardillo. Su-
plicando al padre Salvatierra la encomendase con sus novicios á la
santísima Virgent le responda resueltamente que no tenia que espe-
rar la salud mientras na le prometiese á la santísima Virgen ^Uur la li-
cencia para la conversión de la California. Respondió el padre pro-
vincial que aquel negocio no dependía de solo su arbitrio* que debía
atender al dictamen de la consulta^ pero que sin embarga baria cuanto
estuviese de su parte para su feliz éxito. Bajó el padre Salvatiena con
los hermanos novicios á la santa Casa de Loreto que allí había edifi-
cado su íntimo amigo y compañero el padre Zappa^ y hecha oíacion
subió la imagen Lauretana al aposento del padre provineial, que luego
comenzó á mejorar y á poco tiempo se vio libre de riesgo. Volvien-
do á convalecer á México llevó consigo al padre Salvatierra para que
¡propusiese personalmrente á la consulta con las razones en que fun-
daba el buen éxito do sus designios. Hízolo el padre con toda la vi-
veza y energía que lo inspiraba su celo; sin embargo, nada pudo con-
— M —
'«eginr de los padres comiultofeg y volvió á 1^fi)K>tzotlán« donde redo-
1>laiido con loa hermanos novicios sus fervorosas oraciones, esperaba
alcaiMte de Dios lo que antes se le dificultaba de parte de los hom-
lires. Ko le engañó su vivísima confianza. A fines de diciembre
^«e hdló Uamado á México del padre piiovinctal: se le d^o que final-
mente se habia determinado darle la licencia para la entrada en CaK-
Yomia; pero que -en las circunstancias no se podía pretender limbsna
alguna de las^cajas realeSf ni el vtrey y ministros de la real audien-
w:ia se hallaban en ánimo de concederla; que á su cargo estaría solici«
tar los medios necesaríos para el transporte» subsistencia y seguridad
Hle los primeros misioneros»
A esta gustosbima noticia habia precedido pocos meses antes otra BáMÜeenehí
a1 nadM Sttl
DO menos ardientemente solicitada del padre Salvatierra. Desde el yaSm vm
•año antecedente en que gobernaba el colegio de Guadalajara habia P«*^ ^ 1*
4>retendido fimdar en aquella ciudad un colegio Seminario para eíl me-
jor logro de los estudios. Ayudábanle para su intento con su limosna
4ÜgunQs bienhechores, y singularmente los nobles señores D. Diego
y D* Juan Arrióla y Rico, canónigo magistral de aquella santa Igle-
aía, que fimdaron efectivamente varias becas. Presentóse el padre Fundaeioa
Juan María al señor doctor D. Alonso Zevalíos Tilla-Gotierrez, go. ^^ ^^"^
beroador del nuevo reino de Galicia, y presidente de aquella real lajanu Año
chandllería, quien con dictamen del fiscal, en 36 de junto de 1695
proveyó auto en «que coooedia su lioenciapara la dicha fundación. No
se podo Uevar á debido efecto con tanta brevedad que no espirase an-
4 es el tríeme del gobierno del padre Salvatierra; pero animando este
desde Mézioo y acaldando de nuevo el negocio, tanto con los supe-
riores de la Compañía como con «el fiscal D. José Mnranda, y otros
sugelos distinguidos de Guadalajara, consiguió que á 11 de febrero
del año que tratamos, se despachase nuevo decreto con inserción del
primero en que dicho gobernador y presidente dá y concede licencia
jMira que se eríja y fimde dicho colegio Seminario de estudiantes en la
parte que se ha determinado, siendo en conformidad de lo dispuesto
por leyes reales en atención á la utilidad que á todo el reino se sigue
de que en dicho Seminarío se eduquen, críen y recojan los hijos de
los vecinos de él, y al fervor, provecho y frecuencia que se esperi-
menta en los estudios mayores y menores que en el colegio de la
. Compañía, á espensas de sumo trabajo y desvelo de los religiosos de
él, se mantienen y conservan con tanto lustre, para cuyo efecto, co-
mo yice^patroiip de todo f q^^^eme for lo ^pi^ locilt á ia^pileflMiÉíiP
de él, mandó quo ^quel d^^ip^cho sirvió^ ,4e ttítlijo f n Ibrma fHift la
fuBdáclon <<^e dicjio Sejuáif^^ Ceo dic^ jk^Qjqm ^)i ^S /d^.jiriíiHiel
joiiamo Biio ^e 1696 se ^om6{j^iM0é£^>i^,l^, QfJS9L9^ebagS%n ea y í
na con ia^ueitaxe^ do 4ic)io i?f^gio^7 m^WP fiieftiB.ÍB»ti4iicÍrínn
nimo ^^íoates de Qica, D^ Ig»a«Á0. 4^ &^^e!vAUi9«f D. Aspc^M» y
iD-^^^t^al ])|Í99m]8g^t D. Mjguri B«ivB «klivdopj». Podra fM»
deYer^gara, D» Pedro de T&p^ y ^alaeio^v y J).: Jdsé hu^ do Jüév-
' cado*
Hofitílidades Entre tanto proseguían en las misiones del^bptekitrioii lonoontiÉi
en las misio- ' *=' * '
■tm i», Hm ^^to8 y hostilidades, de J^ aaeioneft oeviedemdast jaiitiBSit j<W€«ié» j
^SS S y^ ;9pache8. ^éíreg&i^omeles por al^^ tiempo tdgimas nmdmitti de
4»»ncbqs; -p^rQ n^nnúdús oportiioatnM^ for í^ teniente IwCOMe %
j^tiiyierosióf^toftt ^. í^esegaioiiE Iwcía/preáto.. JLiin esmíó >m]i!9r Mi>
dadq ]^ y(» i^sm iQPrri6 ¡qq-^íq fimdftoieiitQ jra ^ hm ánekidd «ilOi']|ifD
se ^ab^AiCpavpei^lAjiikte hm.^uMo^
^e Taaifiupmffi y d^ So9K»ri« Jinla^hoaidájeaftacoB^iiíacíotfifm.fii-
dk) áp^flalii» Samtido J^idfh'QitiAuer'esbé «A»4elftie-
t^o de^Eu^y^a llc^ría Biusieraea,:MiA>lai&o«diHDa8^^
y ivituffilipeiíite 4|l<i«|QeAlte/csffet de.*^
los 9Jaa:^^ "Of^ invetasíiafú^ cspafidLén^ijí^ü*
lo nm^ temible' cuanta «oditltiiKgttQtlnsann^^ rBfin¿tífbv;r«i-
cqr y encubrirlo «en e} ikifts' fOFiDfií&d^ ffiitfimibi* '£áte;«ÓHmifed)á^-
parcir epti^ ^u gente dpeiK)pres^)eedifrioBM^ Xbdalev qiié:&iSiéQáese
loijf de S^pAocfi 'eo9]uetídg*v^liipfrnai«ieiite;.4 laidiireq€íañ)deiai pvrinit
pop|> á rjpoao m seaeota ^8ea jsq JMJbía Meñádéila tfarwi^aé 'Cwi iMj ii ft t
'de fíreeidio$9 dehainewiaa.y dft i¡nid»B:de'e»paiíctof;i4|t]e«ii lugar^ie
jtgraflteocirles el benéíkdodé faabeiio8-j»dU¿e;en>M m a p eü u »
iban deltcffmia,yéuade:sn8$eM8MÚDi>pab¿»at^^ de eaduvMi.
^ne sus vácasjiiCÉiBeíate^ caJnlios yl«un suai^^
iDtaii de ^tstar á su! dispomon*. ^De qné'áwJÉirfen (deeia) eiis |Ath
^diod f suli aziiías? .¿No. uD^^dioea 4 cadaifteUnile qtte eo^ pait de-
fendernos? ¿Noino» dieen «que TimpteoB tran^iles eñ la v ^d ií dera re-
figion, en la o'bedíencii^ del rey y ehirida poditíea'y cltil! fis^ neis
óaotan en sus priineras enlrados* Nó^otiUMs, insdiisatOB, los redlbrímos
como asnas tonbtes^esidos del cielo pwá -dcfesfk'o: bien. ?ero ¿cuál
em >el eiittpiimieoiD ét etitéB iipsgoifioas prai;Aetbs? ¥íi lo Véis. Mu-
43io8 'a&mf MenífaB.itmkax iriMbaipais 3oé «{Miéb08, los jooomes y Ioéi
jftWMié tftlan Buéáiini cáiBpÍNi «f yobkn Hueslros gftfiíi&iki; i¥ñ68 hah
•deCaiiáGdt «Él furañdÍMt iJNo» jiatt:piot»gido aps ánvíaií, ^6 por tné-
jor deeit* iqi-iés Jiá «do astp Mta inedií^ pata désltliittioe? ¿Itán si^
«iftsriM «dnofati; ígm pUnar, Ion iárawiMMt, los coticdiós qUé^án táúér-
to 4 kui flóébu tdo loo «poidiBi .qiib 1b« qiio lián pétocl^ üilrainíábti*
fñento á éaagiai Aio i^man^M Im ^Mpoitoloot JA 'itieñor ééemñú
^aewma é imagroontor «q ttoooCfQvIbo jra^rodiicidoó, luego ootiróo
apóolíilHtpíf tmidooop áJHoay iri refr^ieiMuril^ do lo páiríoypíírctáléo
do bo opdclMi^ 6 (iárikipeo^ «¿éiripHcorAi'Ottfa roÜétt. At ínstoiMik
oé onttÉiii «onlra loo áokntúMá(m ¡^niiPt ohofOtttl» dogüéliiiti^ -^
hsM ^cii9f^uiiU^ ípcAí^i9fÁéké^ ^Lóo &íit^ irtotó tíití-
dhao ^iMOOfl ln mn-^ oote^i^oUoiMoif ¿I^fkóti ^iflÉdb tüí^íohdo prosfúít
lfia«iaO'tttilikoiiMrtNrtroidaia¿flifti(«^^^ ]o<{wlitéóhmiól«.
otMQiMtfte.oroo^HMoilUOifdi^ eoáoejós'iia*
kftitumMM o$nr Hiodo-oi^^ottlbi^ omMlMjr tfóü |o4á korMíátídá^'dó
oipáoloo íroAtMÑaoií pfa»ftMfli^r|Mr<»3Q|iirpi^Hlédi«rf^c^i^
^«pM ioécMÜdoO'loo: áBfaadoidoiaoitadiüMOiito 'cm ieftitdjafMéS' «áó«
«MMÍiltf w í ^dos fiadMos ^ C < qÉ ¿ o »oo | | i, Ccftitota y T^iéafó{ prór;
nín|M<M»fMiWft^ tieiiípoi oíoidtr:»1lig;i0^ái(ifiíduft^ §6s^f^éií«iéráé8 do*
iñÍpuM. íLoÉ^«kiclidoreOi]o:|otfdlch^^^
énmoá Ó0.ibém láá oémmsÉllMi láistí^ 4o \^^'j ^úÍéM éóti^
póitáiloo,y iyi9«foit á ifloiioiOtfteo.
Esta precipitación trastornó todas las ideas y-mí^iéáB^éé '^iSUm.
Lwopi'^to'oo ottpDiOo.'ptuiomAohdáiiiAO looiMiiiik^ y apenas
ItemÉls&'GiroaBOyyioBespíteooo k^F«Keiité
yiB^José :atfMáto»i4o&)«rktlifboiiiin»{Ooro4noo^^^
^nciasi«|tiJ«o mifádiá ád tóáo; pénrrápéét aie«ofa 9^8atiiiiíy^ioii/.gMi
fwte d 'dai^ iNMifeUdo que Ule sefeo^
t Peroiítoipe la raqpetablo 8oaibi% del Mdrp Al^jp!^,. X<9 4i|(^». ' !f ^, Cül^ : xm«
namiex^to es exacto, y qac Cicerón en el caso, del indio Tahlo Quihue np lo liabrí^
hecho mejor, mas elocuente, ni mas cierto. Fué una proclama quo con rozón con*
movió aunque desgraciadamente á los demás indios. Los españoles les pfrceian
dar el cielo, pero les ^[uHcAMm iariltciTa y la' fibertad^ justos mtítivps pata alzársé.-*<
1697.
— 94 —
ño -aqueHa mina. Por lo jque mira á los pueblos alzados, |)or ires oca«
isiones diferentes obligados de la necesidad* prometieron la paz y yol-
vieron á sus pueblos, nunca con sinceridad y buena íé según manifes-
tó el suceso, hasta que fínaknente <en el dia de kHnmacuflada Concep-
ción, vino á conseguirse una paz firme y constante, después acá en
los dichos pueblos de Taraumara. Algunos otros, juntos con los so-
noras á cargo del cacique D. Pablo, perseveraron mas tiempo en la
deserción y no vinieron á rendirse hasta cuasi mediado del mo si-
guiente de 1697. Pudo mucho para su perfecta reducción el valor de
los taraumarea, serranos, guasaparis y culecos, antiguos discípulos dd
|>adre Juan Maiia Salvatierra. Estos buenos «léQfitos no solo no acce-
dieron á los perversos ^sonsejos de sus naturales, sino que antes en nú-
mero de seteeienios ^segun escribe el mismo padre) acometieron á
los amotinados *con pérdida de solo ocho de los suyos, y mochos de
loa enemigos, f Emprendieron esta acción sin socorro alguno de los
españoles, y con igual obstinación de una y otra parte. Dur6 la ba-
talla desde la mañana hasta la noche: fueron todos á la guerra (dice
en carta propia el padre Salvatierra) «on su rosaiio« y ioé cosa que
notaron aun los mismos indios que ninguno quedó herido de ia cintuia
arriba, con lo que se eníenwrizaroB mucho en la devocisa del rosario,
y tenian á gloria grande los parientes de los difuntos en JiahérMes
muerto alguno de los suyos, en defensa de la fé. ' Hasta aquí el padre
Salvatierra, que por esta tiempo se hallaba yn. en la costa de Sinaloa
esperando ocasión de trasportarse & su amada California. El mode
sensible con que el cielo favoreció .esta empresa necesita de mas at^
cunstanciada relación.
Luego que el padre Juan María se Vio autorkado con la licencia
del padre provincial para emprender aquel viage, no pensó mas que
en buscar como se le mandaba los socorros necesarios. Entre mu-
chas ricas y piadosas personas que ya desde antes le habían ofirecido
su ayuda, juntó en breve tiempo la cantidad de caierce mil puo$. Se
.«ingularizó la piedad de los nobles señores D. Alonso Dávalost conde
de Miravalle, y D. Mateo Fernandez de la Cruz, marqués de Buena-
vista, que dieron luego cada uno mil pesos efectivos. De los otros
«trece millos tres se juntaron efectivos, y los diez en promesas de dife-
t Elsta ha sido la jwlíUca de loe españoles, sojuzgar á los indios con sus berma-
nos, y de los ingleses en la India con los cipa7os.^££.
— 06—
feútoB rei^ubUeanofl. B. Pedro Gil de la Sierpe, tesoreí^ db Ácapuíeo;.
prometió una galeota pata el trasporte, y dio desde luegb á la misión
Híia lancha grande. A «osta de no pocas vergüenzas y desaires que
iavieron que tolehur al prineipio los padres Salvatierra y Juan^de Ugar-
ier que se le dio* desde luego por compañero, juntaron otros nueve mih
pesos que ofrecieron algunos piadosos para los cinco primeros años.'
loL ilustre' congregación de los Dolores, fundada en el colegio de Mé.
»co algunos años antes,- á- diligencia del padre Vidal su fundador, y
primer prefecto^ dio iUz mü pesos pata que con sus réditos se susten-
tase uno de fos misioneros,- y para otros dos dio veinte mil. D. Juan
Gaballeny de Ocio, presbítero de Querétaro, de quien hemos ya ha*
bhdo en otra parte, y á cuya magnífica piedad eran deudoras cuasi to-
das las obras de la glbiia de Dios que se emprendían en su tiempo,?
BO contento con esta cuantiosa limosna, ofreció al padre Salvatierra
pagar cuantas libranzas viniesen de Californias firmadas de su mano.
Sobi^ tan sólidos cinnientoif se pasó á pretender del Elmo. Sr. D.*
José Sarmiento y Valladares,' conde de Móctheuzoma^ que ya desde
fines del año antecedente gobernaba el reino, la necesaria licencia pa«
ra' aquella espedicion. £1 fiscal del rey se opuso fuertemente, fun-
dado en' las últimas cédulas reales que vedaban intentar dé nuevo cosa
alguna en California. £1 padre Salvatierra respondió breve y sóli^
damente, que la intención de S. M. no era ni podiar ser cerrar
bs puertas de la salud á los infeliees californios: que lá prohibición'
era pava el tiempo* que durase la rebelión de los tavaumares,* en< aten-
eion ft* lor grandes costos que las dos cosas juntas eausárian al real
erario: que en la actualidad ni había guerra alguna en aquellas pro^
vincías ni en laf conquista intentada de Californias se ^staba ó pedia
cosa alguna al fisca real. En consecuencia de estn- representación p/ \^, ^
en dia 6 de febrero, concedió el señor virey su licencia para que los' padre Salm.
padres Salvatierra y Eusebio Ifino pasasen á' llevar á la California la ^? J^n!
hiz del Evangelio, sin que por tanto gastasen ni cobrasen cosa alguna ^ ^.bui Gali*
del rea! erario. Se les mandaba tomar posesión de la' tierra en nom-
bre de 8. M« católica: concedíase á los padtes que pudiesen nombrar
justicias entre los mismos naturales para el gobierno político; que pu-
diesen llevar á su costa soldados de escolta, elegir cabos y remover-
los, dando cuenta á su excelencia, y que dichos cabos y soldados go-
zasen todas las exenciones y privilegios de los demás presidiarios.
Este despacho se entregó al padre- Salvatierra el dia 6 de febrero^
y al mguif&B(e dejftodo poK pioocüindi^ de lOü ne0>ck»^d• lé taanoa ni
padre ^uéiy de; V^He« saüé dQ México ft eBtf<|gar d <^lí^|k>db Te*
potsoibl^kr al padre SebMtiaa Betrada. Pof aeáiélna nurti| Uágd á 6i^
DjMo^ y no peri^riki^fltd^ üi^ eiAo- eaÉir óeiosq bií[mAi4uiai^ que tar^
di^ la galerita ovtlhg!^ de A^yfadce á le ^nbeéadbiá M líaqwk pc«
i?ó ¿ visMar <^ £K«» m^ot^ hyei ]bé bareíooff: goiMpariii^ y e^nai^
qaf haUdi «nuy fiíinea ed 1^ f<í^ ¥a vdvía butaida KqfWi 4 enediulérw
en io^ taraon^r^^i; el lMe(g> «e la aedMaSf de qtte habíame» p^ c»^
tes» £1 fia^d Salvatierra lfevadí« da en earídaé tótó alecknfMloiAi
los [ladtfs Kieola^ d^ Ptad^ y l^rtia Ye|iande% eeiibghQide« paU*
grefs (diee eH miataa p<»dxe) de ai^lffK y ukMtitcmátíútíoáé tnáb ^aé
la t»pera de áneátro aaillo Pli^re tM ^üo em él últínur ér mi ^rUhC
£» 16 de ageslor iMdió para (a ect8ta# dbnde el H.deáspbea dé tto pc^
qaeüoe tíetfges habla legado la galeota* Mieiitr») ae proveaüé» míe*
voe bastimehtos y «e ea^ra Ü pÉÜré Kkio qñe ealaba éb la Biaserkii y,
qiié fífüiliiienté n6 pudo tri pa8a^)Ci ceroft de doa náesea hlMb «1 10 d^
e^tiibre ea qfiie ¡bonra la IgleaiH k mempiia del slinto fitadadat. d^. to
provincia dé MéjDCOf.y éa qüosio e!)peiat& otroaoevo coiflipaSéro aé
Número de hidérQn á la relá. La tropa die'lds'coiiquistadoreé 4b leducuír fiiam
^r^staT d ^^^ padre, é oek» jnrmnutá, ctnce iq>a$pfe»: i ife$ iadi(lfw Jkjlgaéné
jMidre Salva- othM que qaisíerbn acompaiárle ¡tiá dótuyé él alaamiéiuó desloe la*
tioira en Ca- • »t • • a* ••• * *
lifomias, año raomarea en aqqelia provmcia. Al leacero dm de.viajg^Mtecbi f
de 1697. dedicado partikv«i|nneDte i la Virgen éañtúntaa én la aanta imágeft:dQt
Pyar de í^an^Eay dieróa vie€¿ 4 Iv'Cahfo^nmi aunque fao .dosem*
barQakt>n enteramente«iy de aaienfioy digámoalo aaíf bABUa el éiguieaV
te sábado 19i .
Desembarca Para el establecimiento da éite reél prefiriéronla bahj^da San IUQ«r
Mw d»^ nisio ft la de Baa Bruho^ dondie apenan tellerpn, reliqjQi^ del aistigiio
tij^m; a» real deS aloairaüte Atondo^ :Peiitrp d^ ppcos días colp^i^oM^ eo Una
Vr^ ^ ^^°^ de campaña b sadtia imégeia da I«pcetOi>4é quQ tpmii deitpuefi el
B«|ji^ 90Qibk« aquella poblacioe^y ae tomé sqlenme ||H)^efiio^ de 1j% tíeprna W
nombre de la magestad oat^ca* £¡1 padre 3alvatietra hacía 4 lea: ve*
e^ d^ersisimos ofícia¿vde gpbetqadort do capitán» di? pa,df^.d0 tkm^
\Í9fiy ^ capellünf y alee ofreQÍay! de cargadPr y cocineroi sa2$oQ¡9iido
ppr sus mismas manos el maia y poaole qü0 diariamentQ repaiilíja 4 los
gentiles para atraeiios á la doctrina. Estli rezaba cada día Ooo allos
por uñé especie de catecismo qué hubia trabajado el pad^P K^ort^ y
entretaoto íbr poeo á poco hilciéndOse dueño de su idicfma. Lea cri»
— 97 —
IkkeKos iáiám se petaron con alguna tranquilidad hasta que vodta al Ya-
qm la galeota^ ia ocNÜcia Je acoderársele todo ef maíz, tentó á los
«alvisigoii de áueórte I)u6 tesolTÍerota deshacerse de los pocos qiié ló
guardaban. 1 costa de a^nos sustos se pasaron tos días jprimeros
de novíembret avisado siempre el' padre Salvatierra poif un cacique éh-
íbrmo de quien hablaí^mos hrego. En dicho día 13 poco después Ac«neteii
de medio dia> acometieron por cuatro partes los indios^ divididos én ^ |^ qm'^
otras tantas nacioneti, de laimones^ motiquiscaves y diduis» Comen- \ám^ ^'"'^
earon ft llover dentro de la trinchera piedras y flechas. Los pocoéi leelmúJo^
defeinsoreS) pet oonsejo del padre Salvatierra, ó no lít valían de las ar-
de fui^gos 6'diéparabatí al'áiHe soló pata atembrízar á los indios.
de esta suerte cerca de dos horas, hasta que ó de cansa-
dom,6 para tomar nuevo aliento, cesaron covno Un medio cuarto. Ded^
paea de esto volvieron á la ea^gá con mayor furia y algazara. A los
Btteatros, que solo habian estado sobre la defensiva, les fué ya forzoso
asegurar los tiros. £1 alfares D. Luis de Torres qoe mandaba la
acción dtó orden que ae disparase un pedrero>que habían traído de la
galoMa; pet» levente este con grande peligro del artillero y del padre
SalvatietTa y taaayor atrevimiento de los sitiadores: decian que si no
mataba el ^edreto grande, míenos daño fiarían los pequeños fusiles.
En esta ounfiantEa avanzaron &cia la trinchera, como seguros ya de la
vietoríar eop iá! mayor esfiferzo» Ya cuasi estaban á tiro de fusil cuan-
tío el padie^uan María^ que no podia resolverse á ver morir á alguno
^e ellos* bIá bautiiTmo; avanzó algo acia elloé esiiortámloloe á sosegar-
9e y apartarse' de allí» A este amoroso consejo respondieron con
tres flechb^os, que por náserícordiá' del Señor no le hicieron algún
daiio. Retiróse ^í padre, y esN^ndo ya los bárbaros á las manos, fu6
preciso liacetles fbego. Comenzaron & caer por todos cuatro lados,
beridoe- muchos y algunos muertos, con tanto asombro de los demás»
qoe al iMtante como de concierto los cuatro trozos volvieron las es-
paldas y ganaron el monte. No se aseguraba^, auja los muertos, y an-
tes se prevenían para algún nuevo avance» cuando vieron Tqnir acia
el real al cacique enfenno, y á poco tato una tropa de mugeres afligi-
das y llorosas trayendo en señal de paz' & sus hijillos, que aun (|uisie-
ron dejar algunos en el real. Se admirailon mucho de ver que ningu-
no do los nuestros hubiese muerto ó quedado aun levemcute herido,
porque dos que lo estaban pudieron con fai'ilidad disimularlo. De nues-
tra parto se pasó la nocho con extraordinario consuelo de todos da ndo
TOM. III. 14
^98 —
gracias al Señor y á su soberana Madre por haberlbs libertado de i^eaK--
go semejante, y dado á dieas ó doce hombres Valor y fuerza para re-'
sístir ¿ quinientos bárbaros. Atríbuíanlp á milagro de la Virgen Lan-
r^tapat y se Cj^rmaron mas en esta opinión,- viendo que de innumew
rabies flechas de que estaba regado el suelo, ninguna había tocado á
la santa cruz ni al pabeHon que servia de tabernáculo ala sagrada
imágenv t
k yuca iwra -^^ ^^ siguiente de Ift batalla descubrieron la nuca de que se forma
bao^ pon tth el casabe, cosa que causó á todos mucho consuelo. Se colmó este
coa ver entrar al diasig^ientet 15' de octubre» la balandra»*y luego á po*
eos días la galeota^ cargadas de provisiones á costa de la diligeiieia
del padre Salvatierra y de 1^ caridad de los padres raisronerosi del Ta-
qui. ]La balandra desde el tercero dia de navegación» 12^ de octubre»
hdbia desaparecido con seis hombres, y apenas quedabaurya-esperan-
zas de volver averia. En la galeota venia por compañero del padre
Salvatierra, en lugar del padre Kino, el padre Francisco Piccolo» misio-
Uega á la nero antiguo j visitador que habla sido de las mbiones taraumaras.
padre Ficcolo Había obtenida de N.. M« R* P« general licencia para pasar á Califor-
nia luego que se diese Uci^ncia del Exipo* Sr. virey para aquella es-
pedición, y asf no pudiendo faltar á 4a Pimería el padre Kinoi hahia
succedido en este ministerio apostólico. Hasta este tiempo no se ha-
bian hecho en California sino muy pocos bautismos. El primero fué
el de un cacique del antiguo real d^ San Bruno. Este mismo día que
desembarcaron los españoles vii^o á ellos preguntando por al alnoiíante
y por los' tr^s padres que habían estado en su compañía; haUaba alp
gunas palabras en castellano y cqnservaba pocas luces de los miste)*
ríos de la fé. La desnudez con que venia manifestó á los españoles
un horrible y vergonzoso cáncer. Con este motivo se quedaba á dor-
mir dentro del real mientras se instruía perfectamente. Era muy fid
á los españoles, y daba aviso al padre del menor movimiento que ob-
t Al escribir esta lústoria, el corazón de un hombre sensible y cristiano se dilatk
y hace prorrumpir en bendiciones al padre Salvatierra y sus dignos cooperadofes.
Permítaseme celebrar d estos genios benéficos, recordando que yo ñií él que promo-
ví en el congreso la exección de un ghii^do en Californias, uniéndosone k» £p«i-
tados de aquel departamento en 1836. Que habiéndose demorado eLeq^ediente
por mil obstáculos que se opusieron, lo activé aun no siendo ya diputado; y final-
mente conseguí el que se nombraije de primer obispo al R. P. Garda Diego^ que
ya va á consagrarse por hacer feliz aquella región. México 19 de setiembre de
J 840.— Cór/o» María de Bustámante,
—99—
;wmdba «n BOB natarries. Se bautizó soiemneiaenled día II de iio> BmümaoM
• _ __
▼íembfe coq el nombre de JfoMiel Remario Hft, que erm el que íeum, ^^ ^^^^V"^*
en 8u gentiUdadv y en en idioma significa el SoL A pocos días se
hantHBá'nn hijo suyo de coatro «dos, á quien se dio el nombre de Btr-
mareo Mwmml para satis&oer así á los -deseos de los Exmos. Síes,
▼iiey y meina de México que babian pedido al padre Sahatiem íbe^
sen esos los nombres de los |>nmeros que se bautizasen en Califor-
nia* A otros des párvulos -se confirió el bautismo, llam&ndolos Juan
y Pedio, en meiMMriade los dos insignes bienhechores de la misión
D. Jwm CakmUgr0 de Ocio y P. Pedro Gü4»la Sierpe. Habiendo
de volrorseJa galeota para Acapvlco, escribió el padre Satvetienra car-
4as llenas de «aoonociHáento, celo y alegría á estos señorea^ y al Illmo.
&• D. Gartfa de fjegaspi, obispo de 4a Nueya GaKeia, á quien con*
fiesa deber mucho aquella misión por haber costeado el transporte de)
padre Francisco Picnolo, y escrito d padre Salvatierra ofreciéndole so
amparo y protección para «1 éxito feliz de la conquista. Al padre
Juan de Ugaite escribió juntamente una larga rdacion que tenemos
de su letra, de donde hemos tomado cuanto aquí va escrito.
SÍA apartamos aun de la California, supuesto que los apostólicos su-
dores de ks hijos de la Compaenía han dado toda esta vastísima región
á JesQcrislo y á la corona de nuestros católicos reyes, no seria fuera
de propósito decir alguna cosa de la situación, temperamento ó histo-
ría natural de la California, como también del genio, carácter, cos-
tumbres y religión de sus habitantes; pero en esto está bastantemente
satisfischala euríosíia¿del público con la obra dd *paiie Miguel Ve-
nega* 9pe jfedujo á comp^idio el autor de las notioias de California,
hombre de gusto esquísito y de feliz esplicacion* ' Una ó otra cosa
pudiéramos añadir por lo que mira á la parte merídioftid de la California
lomada de la curiosa relación que tenemos manuscrita del padre Igna-
cio Tyrakf misionero de aquellas partes; pero lo dejamos para mejor
ocasión. . En: cuanto á los hechos históricos que traen las noticias de
California no podemos omitirlos absolutamente; mas habiendo de con-
currir en la substancia no dejarán de percibir los lectores atentos que
trabajamos sdlne materiales mas copiosos y mas auténticos que los que
pudo haber á las manos el padre Miguel Yenegas, ó su curioso com-
pcmdiildor.
Dijimos antes como por compañero del padto Salvatierra habia si-
do señalado el padre Ensebio Kino. Este grande hombre que habi»
— 100 —
. eDoendido m el ániíDQ del padr^ Salirátiélrra bfa fMíim^roB deMO» úo
' " 9<|uella eint)re8a, ee^erába con iiñ]pácíeiié¡a - él iikBtanté en que ae W
«onoedieae.la lio^ncilk de pasar otra Tes á aquellos países^ Efeetíviu
meifte» luego que. recibió ostíi alegre iioticia por carta dá los siipério^
res y del padre .Juad María: cpie te esperaba i en íSinalda^ sé puso «n
camiiio no sin gravísiitio peter de siis amados pinúí&. Este se mam*
festó de tantos modos» y eran tales las circunstancial» en.qpé se halla-
ba aquella ptieya cristiandad con la vecina sedición dé los tarábmarés
£1 ffeneral de ^ ^Qeraflí, que jel general dé las armas D. Donüngo Ginmza Fethiá.de
las annas se Crussat y. el padre visltadoi' Horacio Polici tUvióroh portCoiiVenientbdé*
efpadre iüno tenerle, y no ea^oner á tal riesgo á tantos millares de alúias que ó y& esta»
salga de la i^qq reducidas ápueblos, ó sereduciriait muy breve por lossínéerosdbseos
que manifestaban de rejeibir el bautismo* Uno y otros esoribleita al
Exmo. $r^ virey y al padre provincial que el padre Kino era el prí*
mer padre de la Pimerífif la columna de aquella nueVa Iglema, el oon«^
suelo y el defensor de aquellos pobr^iqtie su dulzura, su celo^ su.ao*
tividad» era el vínculo y freno que tenia 4 raya naciones taü ntimeio»
sas, y las atraía sfuavomente al yugo de la fé y de la obediett^x qoe
en la actualidad, no bien apagadas IdScenistas del primeií iqoít¡n^"no
bien depuestas por los capitanjss yeciilQs las sospechas, «kmcfue < inJH^
tas, que siempre habían tenido de ellos^ y Solicitados por otíai paite -dé
los Comarcanos sonoras y otros aleados, seguramente se 'aáimufiab
todos, los pueblos en que aunque había otros misioneros, éra^ ti padre
Kino el €|iemplar» el muelle y alma que ló ponía todo ien movitnláito»
Ed ^^se0UeA<úf^ d^^tAcf^pi^fiei^taQÍoii, se apibfaóien (BiéxIoo-lOiOlikS^
do ]^ox el visitadQti y en Jugat del padre Kino^ pasd á la' Cali^iii^: el
.padre. FrumngcO Maria Piciiolo» Y cuánta verdad fueM jho que éíéé-
cia del padre Eino,..S0 manifestó Jttas que nunca en la ocasioior pltsen*
te. Nunca habían recibido los pimss majror daña ideales íbc0¿ieil- y
apaches^ y nunca sin etnbargo habían eétado más vivas en algunos eii^
pañoles las sospechas de que eráii amigoá ótí éllos.y.eóm[ilíces de sus
robos y hostilidades. ..:»»•'
En principio de enero habían quemado el pequeño puebl6 de Jesús
María: el 25 de febrero se arrojaron sobre el pueliki de Cocospeira: en
30 de marzo saquearon la ranchería de Santa Cruz del Cuervo, láéñ
que les costó muy caro el triunfo. £1 cacique de Qt<t¿iiri, llaiilftdó
Coro, distante solo legua y media, tuvo aviso de esta invasioD, y de la
tranquilidad y negligeiicia con que loe bárbaros goaában el fruto de sil
victoria^ At iM0t*ltté <km líbdá «á ^W, qito «I ^SírilM S^ ááM
bía ttiittélíl5 t^aér pmttft^ ;f ^fM iAlMílt(M tt^é él» Vbé¿¿ tfe j^dtto há^
liáaB ímido desdi» 8» Jei^i» 6íbI BM$, V«l« á éátttá C^M^, céH» í léi
ettoMígM, y ooiitiMieM ddl pUtítíApü éáñífiie éé tía jú(ísí)ittéB; ^
fon el tíoánce pi» Hll^iiftto kigm, áA Itttaé (yétdldk Qdé étiieódé Im
suyos. Dé loií ¿ttéítií^bíi drarfeitbií cuasi tMos túfttiioi üabia^ <iiíié%i '
dosé éñ el' taérf<s'¿ñ ifáie se fes eseápiúféb (dicd ei pÉ¿bre Klntrétt relk*
^iim íMuldá de su püfio) Émb seté que Ibáh eb buenos icabkliosy boxta.
dos d& C^MMperti« El ínisttío padre áite hábér enébtottkdd il^ipttéü de
algtúiot diá^ eikiéüenta y coath) didátefM, y ^ bÜfa pátte tiláHfe, (pi
los iikiérfbs pashtób dé ocKenta. Un modéimo éMtílót HaCé Mlñr tóúá^
tá treseíentós el númeh) de muertos, y a&d¿ óty¿s eiifcünstáttciái á
esta relacíoiH qué úo sabeMos de doiidé pudo iútákñkn.
Estd gblj^ aMgOh} pót al^n tietenpo )a trabquili^d de lá i^óira y
Piíkiéría» y ttyn fáíi6 á los JHboá á qtie Vio^etén á pédli^ MHi^ la (^
á D. Jteú pyrbkttilez dé la Fuente, cápitáh de áqbél ffímidib. flHi
embAr|;o de ttil sIbrViéto tan impot&blé, y ttíiá ^iruéba bín {fióobteírta*
Mo'deU Bdiritdáfl de ios ptibas, eb etite iñlkño tiéMpó te éspafclefob
on toda Ui SéxidjM voéea dé tfiíé el pai^re E3bo pedfa &Wmp¿íí(iít8f¿
safiasan de «ni een és<^kta; ji6r bábéHe qiiéridb dar mneité misináios:
se afiadia« 4pe el eabiqüe gtlbefñéáfí» de tíóobspefá, lláiiiaiíb D. Fran«
cisoo i^héso) faabia ubario ft su mügei* pepino bó débTaksé' ¿terta
coMpUaoion qba 6| tremiiba eobtira lóii éspáñótéí. una y vhtí méntifá:
le dsenuneetéHás preaiOv Elpadl^lÉiño,'ilbf Éúa'i^M/'ilé^
bégo áioB padmy eaptebés» £l'¿aéiqué Paéhéeb, brá}o iá migélf
á Baoaiuitzl, ^ deaUi á lofl Dolélre^i dóttde éatéqbbciída ]^r el páÜfO
Kiiio» pttíd Me^ á d. Miguel de tdápe; dobde el miifinbo día del S&ü.
10, ab la fiesta/ y en el ttftyer eóndáriio del ptíeblo/fbé Silñétbnékñente
baiitisada con el bombM der líloiáákot'i^mño úú pádHbó D. Ntcólá¿ de
Unxo. 1f o solo estaban en pak y en thinqollidad tes indios ya reáú-
eidos á pobiaeioo y polleíá; pérO átib dé íós gebíHeésobaiporís, Vínie.
roa por segunda te¿ C ñkéaáo sétiéMbrd, caiñiño dé mas de cien le.
guas, á pedir padres que les diesen el bautismo. AOoñipaBados ¿el
miscoo padre KinOi pai^íbn á'^tanta tearia Baísíémcu, dfón¿e se baila.
ba actualmsinte él padre vtoifádor Horacio Folrci: teeiBló este cotí su-
ma eompláéenda los ebvladois, y prometió fiívóreéer su pretensión.
Con eete detivo» pérsutfdié vl^ ¿¡keM D. Domingo 13irbb«aÍ que pám
/
I
— loa-
desvanecer enteramente las falsas preocupacipnes <iue impedían laie*
Succión de los pimas» enviase alguna compañía hasta lo mas intmor de
sus tierras, y esplorase la disposición de sus ánimos y reconociese sí
habia en realidad algunos famosos jalmacenes y corrales, dondp se decía
que guardaban de concierto con los apaches «todo el ganado y demás
botin que habían llevado en trece ó mas años de guerra. .Accedió A
general á la propuesta, y nombró al capitán Cristóbal Martin de Ber«
nal, para que c<m los tenientes D. Juan Mateo Mange, D. J^an de
Escalante, EL Francisco Acuña y D. Fxancisco Javier de Bwoekiia
y veintidós soldadqs, fuesen* £1 éxito de esta jomada, escribe el. mis-
mo capitán Cristóbal Martín aly[>adre visitador en. estos términos:
^,Muy reverendo padre: Acabo de llegar de la jomada, que p^. orden
de mi gobernador hice á toda la Pimería en compañía del padre £u-
sebio Kino, habiendo caminado <le dia, y de vuelta mas de doscientas
sesenta leguas, entrando hasta los últimos sobaipuris del Nordeste,
Norte y Nordeste, hasta el rio Giía, y Casas Grandes, y mas adelante
hasta los confines de los opas y cocomaricopas. He hallado que toda
esta nación está, no solo muy quieta y muy pacífica, y muy amante de
la española, sino iambien muy deseosa de recibir el bautismo, y padres
que piden para su instrucción* No hemos hallado el fnaft ly^iilo.ras-
tro de las caballadas y ganados, que algunos sin fundamento; han sos-
pechado y aun.siniestramente informado que allá dentro seliraban; án-
ites supimos que en 15 de setiembre, dichos sobaipuris con los frfiosde
S. Javier del Bac, dieron albazo á los jocpmps y apaches, eñ que na*
taron cuatro jr cautivarondos niños, que ahora me entregaironii y eaM
de octubre lo^ j>imas del capitán Coro de Quiburi, habiáB oaido sobce
diez y seis de losjocomes yjnuerto á trece de ellos. '£u todas partes
•nos han jrecibido con muchas demostraciones de alegría, y ofiree^óndo-
nos para el bautismo á sus párvulos en número ^de mas de sesenta, y
aun de los adultos se hubieran ^bautizado muchos, si no lo retasara, el
padre Kino. Hemos contado cerca de cuatro mil almas. Tienen my
buenas y fértiles tierras, con acequias, y en algunas partes eqgea sus
cosechas de trigo, y han hecho casas de adpbe y terrado para los pa-
dres que piden y esperan.
1698. J^^^ espedicion dio mucho crédito á lo que tantas veces gritaba el
padre Kino; pero aun mucho mas incontestable prueba dieron los pi-
mas de su fidelidad en las invasiones que al siguiente año hicieron en
sus tierras los enemigos* £1 padro Kino, aunque después de estas fií-
ñgBLB haSoL estado por d^imos meses bastante enfeñno; sin emburgoV
mpénas mal convalecido trató' do ona nueva espedicion. Noticiosos
losiiiaperioras en la entrada en California del padre Salvatiena, y de
los motivos ^M^hahiapara esperad se perpetoase aqiieHa población, esr.
eribíeion al padre Kino que reomoctese si había por las costas de la
PimeHa algmi sitio ácoinodada á que pudiesen arribar los barcos de
California, y de donde surtirse de alimentos* Esto tíástño le^M^arga^
ba también el mismo padre Juan María. A este efecto^ en 2S de se-
Üemhre, ñlió de Óoloies con el capitán Diego Ca^lrasco y algunos
guias y llegó á S. AndiéSf de donde habiendo enviado correos á los
epatas y cocomaricopas, t<»ció é( camitfb del Pmiieáfé con ánimos (di-
ce el mimo padre) de subir un monte que estaba á la vista^ y divisar
ka úertiá circunvecinas, y si ser pudiese» también las marinas. Pues«
to en cánúno el día 1. ^ de octubre, una violenta calentura le hizo voK
ver áfi. Andrés. Fué este regreso de mucho consuelo parvel padre,
por encontrar á Sd vuelta loe cocomú^ttopas, que aun antes de recibir
m embajada habían venido' 4 i^ciUrio á S. Andrés. Esta nación es ]|^|^ ^ p^.
de idionia y tnige^diférenté de los pimas; pero muy semejante á ella en droKino áW
hk coritnmhres, y siiiguhúrmente en la mansedumbre y docilidad: los piyi.
enerpos ióínstos y bien proporcionados, y aun de mejor semblante. Su
eonstante ataislad y parentesco con los pimas, jiinlo' con las embajadas
qns de cinseriuLos les habia enviado el padre Kino,- le» 'Üabiain hecho
todktr Goír acnsiks el bautismo. £1 buen miinonero loe consoló, pnK>
metiéndoles Ifeu^er cuanto álicanzásen sus flierzas para tü logro de sus
desoQíB^íy creada gobernador^ capitán y fiscal, los despac&ó contentos á
ma'-úanBi, Dé aqtá^pasóla caiuvana á ;S. 12a/¡ie{ lis wtolm, donde
toamdo el M con' el asuolabiiv^ halló' el padre KiÍM> en é2 gmdosde
dtura'del soL Estar observación puede servirnoe para corregir, como
bemo0 procurador hacerlor todos fes ant^ovmapas déla Pimeria, pues-
to que siendo en S. Rafad la altura del soF de 62 grados, y siendo por
principios de octubre, en 'que se hizo la observación de 7 á 9 de 6i^ Deolinaciotf
29' 16, se hallará que dicha población debia ponerse justamente en 2^ del mA.
30* 46 de altura del polo.
Llegados 4 S, Mateo (digo S; Marcelo de Soroydad) subió el* padre Altura ddpo^
4 un cerro que llamó de Santa Brígida, por ser en su dia< desde donde ¿^^
(dice) divisamos el muy cercana mar de Galifi>mia, con un puerto ó
bahía, que según su altura de 23^, poco mas, debe ser el que los anti-
guos cosmógrafi>s en sus mapas, llamaron de Sofito Clarm; tiene la en-
trada al Sudeste, y al O^i^js^ jx§9 ^miw j^ueño*. V&Á» la d^
fe^ MSÍ^^*^ 4^ Sgttif* Sifígirfaf aiie por imii KMifihoa nebutefe* (óea^
Qpi^a) ae cooioftp ^b^r sido ypípp^ff^^Mri«ms»J^
«jLipi^es d^ ff e^oDQfb^iée d^ pp.Gjrand^i ;|r 9I AícaI jM Mi|ie&> dcaidecl
'?9 ^9!!???^ W ¿«ota 1?^ «í fí? lGfy«pd9 dri NortiT) $tif9 os «oimoM día
Ppr estar }a jf^or NtfSIH^da, 9p dÍYÍI>Ra«>a !^ percutí» jQaUfofi^ fiQfiqae
la beiQ^ ijívjuifkdo pt|^ difereoloa AcaAipDoa, {MCf o.Mil# ai»yp 4^iiide lo*
<;aiT<3Mi de la £)o|ie0pcioii ie Clahoi^a^ doode la tM^e«»a aera como de
HemP9 4il9efM^^ }ai h^va, este tM^ del diaria del psadre Kioo^
fiQ|íqM9 no i9e;erpa qvie ^^i fii^dam^íiito pq$ apaltattioa del autor de kur
4fm^ 4lK»fl!^V9lrqU6 en su libn» se^ndo capítulo 7^ ^ ». liaUmdodé
4«tp ' ¥Íftgf^ dk« «lt» ^ Atttíque <ítfi. eefa i;e]a<3i<^ no e^prem haber aatí-
do al Ydlcán ó o6ro de eákQ ttonibre; pero en oüraa pattáa tffíxtDt por
diaü recoÉ^ que en este ^ño de 1696| dtode di derto de Santa Clara re-
eeneciójcóinfirla mat da Californá karminalm y remaUbA eta ^.deaem^
boqU^ del lio Colorado, lin tener contúAuacíon alguna por donda jfiidie-i
íq CQtnUñÍDa^ con otroamanea» £a mAy natux^ que pn eale TÍage hi<'
eiese este reoonopiroienUv aunque aeélvklJEuie^ ó aú wnasaanúfeme^, dp ex>
pr^aarJo^eti el papel«" Sobce ea(a QDngetttra,.d|seurr6.oate autolt pa-
lo elpadlr^iSm nooaUa di rp¿oQjócinúento^8Íhef)ueéxpreBamentak>'
iWf^V y. «mqU9 dke. Ii4ber dividado otraa dúa ietsea el mar. db Caüfor*
Bja, noitif i»l em cfo H9Bi Ano d de J4, an compañía d^^eaipitaB
Ji«ra lifatdP Jl^g^ri d^e Ü earcor.^ $bUita.ClÉu^ éinó^dbl Nasa*
aeno de, G^Xf^^^^y. ^stík entiznada no yió: fentoy cómo lil baca t&í él auw
lor db.lps J)p$fitílícos r^f^^* ifista idage no conttiusd al Iferifwoao
padre ha<|tii laimaom embocadura del cío Qolorado, como üiteátaba, por
díficuUadea que le opufieronlga comf^anéros y loa.guiaa. .£a lodo él
descubrió mas de ov^atro and aliaasi^aettonoflto y puso nomttcaá'iiiitpfaaa
nuevas raneheriaa, bautiaó muy cérea :de . cúatróoiaatoa pámiloa y
echando dádivas para los habitadores día ka orillas del CSla y- Colora-
do, acia el Norte, y algunas prevenciones para continuar, en otnt oca-
fidn \9. marOhe» se volvió á Dolores en 18 de octubre, déspuea da faa-
b^r c^r^idQ inajl:de trescientas^leguas^
áflÍ! desde tan l^jos^ trabajaba el padre Kino.para facilitar del nsodo
que podía la reducción de la California. Eala nueva conquista, aun-
que oon moQha lentitud, nó de¡}aba de ti^d^ sus aumenitos, y prometer
(
— 105 —
los mayores. Se había ya fabrkado trinchera y cuanto bastaba para
resistir & tas débiles annas de los indios^ una capilla y casas. A prin-
eipiofl del año, llegaron cinco nuevos compañeros de las costas de Si-
naloá, qae voluntariamente se habian ofrecido al padre Salvatierra á
seguirle en aqoella empresa. Este aumento aseguraba mas la colo-
nia; pero al mismo tiempo hacia mas escasos los alimentos, de que se
comenzaba ya á tener necesidad, por falta de los socorros que se espe-
raban meses habia do Nueva-España. A esto cuidado, se añadía otro
mas ejecutivo por ciertos movimientos de inquietud que comenzaron á
notarse en los indios. Dobláronse las centinelas de noche; veíanse al-
gunos fuegos á alguna distancia del Bcal, y aun de día por las caña-
das y cerros vecinos, so dejaban ver algunos trozos do gente 'tmnada,
que tal vez llegaron á desafiar los soldados con senas y alaridos. Sin
embargo de que diariamente asistía un gran número á la doctrina,
solían desaparecer repentinamenie algunos caciques, y se temia no par-
tiesen á convocar nuevas gentes. Con estas sospechas se vivió hasta
los principios de abril, en que hubieron de manifestar sus perversos
designios por un genero de hostilidad, que menos se podía temer. El
día 2 de dicho mai, á medio día, en que (creyeron mas descuidadas á
nuestras gentes, robaron de la playa la pequeña canoa que dejaban por
lo común varada en tierra, y llevándola monte adentro, la hicieron pe-
dazos con piedras. No se supo del hurto hasta las tres de la tardo, en
que al punto ol capitán Luis de Torres, con otros nueve hombres bien
armados, salieron en busca de los agresores. Encontraron unos po-
cos que daban muestras de venir á las manos; pero al mismo tiempo se
retiraban. Siguiéndolos, se hallaron los fragmentos de la canoa, y por
óiden del capitán se destacaron cuatro hombres para registrar un lado
del monto, mientras 61 con los demás, seguía por la playa el rastro do
los fugitivos. £1 alférez D. Isidro de Fígueroa, que regia el pequeño
destacamento, divisando unos cuantos indios, se empeñó en seguirlos
con mas valor que prudencia. A pocos pasos dio en una emboscada
de mas de cincuenta salvages, que en breve pasaron de ciento. Co-
menzaron á llover flechas: no era posible retroceder á juntarse con el
capitán en el lugar que habian convenido, ni los tiros de fusil podían
percibirse marchando los demás por la playa, doado el ruido de las olas
y el vÍ6nloiu6fte y adverso, disipaba eü senido. En este apiáetis dis-
ptnoidoJM fttSÜM ieoa boea^rden, d ájjfan wiípawwi snayloaerse sia ^jar
acercar al enemigo. Quiso la fortuna quts los dos ' |w r imu r us tirón se
ToM. III. 15
— 106 —
empleasen en otros tantos bárbaros que avanzaban con mas ardor, y
quedaron fuera de combate. Esto contuvo á los demás para no acer-
cante. Sin embargo, temían á cada paso quedar envueltos do la mul-
titud, y comenzaban ya á escaseárseles las municiones» cuando avisa-
dos de un fiel californio, que acompañaba á los tres españoles, llegaron
el capitán y sus gentes. Los indios mantuvieron el combate hasta el
anochecer, en que con sus pitos tocaron retirada, con pérdida de seis
de loa suyos, y doade los nuestros levemente heridos. Esta victoria
aseguró la tranquilidad por muchos días. Pasó todo abril y mayo, y
ya era necesario alimentarse con taza, y de maiz en gran parte cor-
rompido. Allegóse el sentimiento de ver cuasi repentinamente desapa-
recer los mas de los indios de la doctrina. La novedad causó no poco
susto hasta que se supo ser aquella la sazón de la pitaya que iban á re-
coger al monte, f Los padres dispusieron hacer un novenario á la San-
tísima Virgen para alcanzar por su medio el socorro de que ya en gran
manera necesitaban. No quedó engañada su genial confianza. El 19
de junio vino un indio al Real, diciendo que había visto una embarca-
ción grande: ni se esperaba alguna embarcación de porte, ni el autor
era muy de fiar, aunque lo repitió varias veces con grande aseveración»
A poco rato avisó el centinela que de la cañada de enfrente había vis-
to bajar unos hombres vestidos á la española. Dieron estos la desea-
da noticia del socorro que les venia en el navio del capitán D. José
Manuel Gardujo, y consistía en semillas, carne y otras vituallas, con
las memorias de géneros y otros utensilios necesarios que enviaba el
padre procurador Juan de Ugartc, y siete españoles de la Nueva-Ga-
licia, que venían á servir en aquella conquista. El barco estaba á tres
leguas do allí en una mda, donde habían surgido por error, hasta que
unos indios que llegaron allá en balsas, les dieron noticia del Real, y
uno que venía, se ofreció á conducirlos, quedando loa demás on rehe-
nos. Al (lia siguiente llegó la embarcación á la ensenada de S. Dio-
nisio, y el 21 saltó la gente en tierra. Por las cartas supo el padre
Salvatierra como la liberalidad del Sr. I). Juan Caballero le franquea-
ba aquel barco, que se ofrecía á comprar para la misión, como efeeti-
t Todavía se practica lo mismo en el departamento de S. Luis Potosí. Pobla.
ciónos enteras emigran de sus casas d los campos para alimentarse de tmia cárdena
que allí abunda en agosto y setiembre, y van do Guanajuato porción do barretoioii
cascados del peclio á tomar colonche^ bebida confeccionada de la tona y sabrosa
coB que se recobran y evitan la ihists, — EE.
— 107 —
'vamcnte lo compró en doce mil pesos, aunque ó por fraude, 6 por ¡g-
Dorancía del vendedor se perdió esta suma poco después con d barco,
que gastados en su carena seis mil pesos, y perdida toda la carga de un '
TÍage, dio al través en el puerto de Acá pul co. Por agosto de este mis-
Tno tienípo el tesorero D. Pedro Gil de la Sierpe dio á la misión un bar-
xo llamado S, Fermín, y una grande lancha con nombre de S. Joúier,
que fueron en lo de adelante de mucha utilidad. Hasta entonces, ocuv
pados los t>&dres en aprender la lengua del pais, y en las disposiciones
necesarias para la subsistencia de la colonia, no habian bautizado sino
algunos pocos párvulos y dos ó tres adultos, uno de los cuales llama-
do en ell)autismo Lúeas, muy enfermo de asma, dejando en los pocos
dias que vivió cristiano raros ejemplos de fervor y piedad, pasó de es-
ta vida con mucho consuelo y edificación, aun de los soldados y gente
de mar, entre quienes se conservó por largo tiempo su memoria.
En México falleció este año, víspera de la gloriosa Asunción de Muerte del
nuestra Señora, el Illmo. Sr. D. Francisco de A^iar y Seijas. En- Seijas,añode
tre los innumerables pobres y obras de piedad que fomentaba la nunca
bastantemente aplaudida liberalidad de este prelado, uno de los mas in-
signes y ejemplares que ha tenido esta metrópoli, era una de las prin-
cipales una casa en que sustentaba á sus espensas las mugeres demen- Origen de la
tes y fatuas, á quienes su enfermedad y pobreza hacian andar vagabun- ^^^ demenl
das, no sin mucho riesgo de su honestidad.- Esta grande obra de mi- tes.
scricordia emprendió el Illmo. el año de 1690, á ejemplo de un pobre
oficial de carpintero. Llamábase este buen hombre José Sáyago, y co-
menzó por recoger en su casa á una prima de su mugcr, á quien acon-
teció este trabajo por los años de 16S7. Conociendo la piadosa fami.
lia el grande obsequio que hacian en esto al Señor, se animaron á re-
cojer otra y otras, manteniéndolas y sirviéndolas cuanto alcanzaban sus
cortas fuerzas. Noticioso do un tan grande ejemplo de caridad el
santo arzobispo, pasó personalmente á la casa de Sáyago, y no menos
edificado de su piedad, que lastimado de su pobreza, se ofreció á man-
tenerlas, pagándolas casa y alimentos. Con este socorro, el buen Sá-
yago se animó á tomar mayor casa, que fué enfrente de S. Gregorio,
y recoger en ella á otras muchas hasta el número de sesenta y seis.
Asi pasaron hasta el 14 de agosto de este año, en que por la muerte
del ilustrísimo y pobreza de Sáyago, parecia haberse de arruinar aque-
lla buena obra. En estas circunstancias el padre Juan Martínez de c ,
. . ^ Sehacecargo
la Parra, prefecto de la ilustro congregación del Salvador con limos- de la can de
— 108 —
mugeres de- Has recogidas» parte de ana congregantes, parte de otras personal^ de«
d^'jwin ]^ votas, se hizo cargo de mantener aquellas inr(;lice8, como k> hizo des-
tinez de ln de el mes de setiembre, hasta 1. ^ de marzo del siguiente amv en que
^"^* se hizo cargo de esta obra pía la venerable congregación del Salvador.
Se les compró casa propia y mas capaz, en cuyo aderezo se gastaron
cerca de siele müjpesosj oon reconocimiento de un censo á la ciudad,
cuyo era el sitio. Este oenso remitió después la ciudad cuasi ente-
ramente, contentándose con solo un peso cada ano. Se consiguió
asimismo merced de agua, y licencia para oratorio, en que se dice misa
todos los días festivos por capellanía de cuairo mü pesost fundación del
piadoso caballero D. Marcos Pérez Montalvo. Por los años de 1747
se reparó de nuevo la casa, y fínalmente se aumentó considerablemen-i
te con ocasión de una epidemia del año de 1758, 4 solicitud de sus doe
prefectos, eclesiástico y secular, en que se emplearon diez y ocho mil y
cien pesos f donación por la mayor parte del Sr. D« Miguel Francisco
Cambarte, á cuya piedad, actividad y celo debe mucho lustre aquella
congregación, de que por doce años ha sido prefecto, f
Volvamos á lo que se nos queda del año de 1698. Para el dia 3 de
noviembre» cumplidos los nueve años de la ultima congregación pro^
vincial, citó el padre provincial Juan de Palacios á los vocales en el
colegio máximo. Fué nombrado secretario el padre José de Porrast
prefecto de la venerable congregación de la Purísima, y el dia 5 elegi-
dos para procuradores los padres Bernardo Rotandegui, rector del co-
legio de S. Ildefonso en Puebla, Nicolás de Vera y Francisco de
Aguilar.
1699. j^ principios del año siguiente entró en el gobierno de la provincia
padre Nicolás el padre Francisco Arteaga. En este primer año de su pirovincialato
^^^d^i ^ &Ueció en el noviciado de S. Andrés el padre Dr. Francisco Nicolás
minarío de S. Andrade, natural de la Puebla de los Angeles, que después de haber
^bla? ^ ilustrado su patria en el estado de sacerdote secular» dejando las gran-
des e^eranzas que le daban su virtud, su literatura^ su noUeza y oau*
dal, se consagró al Señor en la Compañía,^donde n^urió á pocos mesea
de novicio. Habia el padre, aun antes de entrar en la Compañía» de-
•iF*—n^^^r'^^tm^rr^i^' * ■ . ■
t ISsta casa existe aun en la calle de la Canoa, y conserva el nombre de Casa
del Salvador; se ha reedificado, y se conserva por los esmeros del español X). J^
Martínez, Está de caida en sus rentas; pero se auxilia en parte con lo que le pro,
doce una rih, semanaria llamada de! Divino Salvador. Tiene poeo buque para 1«a
locas qns hay en Kéxico.<^J?J?,
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seado co« apaia qoQ fuera de] Senunaiio do S. GeróniíOQ $e fundiíae en
la Puebla oUo colegio de eatudioa mayoree, vecino al de S. IldefooBOt ^
adonde ka era fomoeo pasar diariamente á loa ovrpanleí con notable
incoerjodidad y detrimento de loe eatudios* Veoino ¿ ln mnerte, hiao
renuneia de todoa aat biene^i dejándoloa 4 diepoeicion del padre pro*
vincial Fhinciaco de Arteaga, con quien tenia ya corminicadoiB aus de-
signios- Se hiao la renuncia conforme á la coetumbre de la Compa-
ñía en 96 de agosto ante Francisco de SoUs y Alcázar» escribano real
y público.
£1 padre provincial» que ya desde algún tiempo antes fomentaba los
miamos penaamientos, compró con este fin algunas casas frente de S.
Udefimao» qoe eimn del alféres D. Francisco Antonio de Ayala, é in«
mediatamente se presentó por una petición al alcalde mayor, justicia y
regimiento» pidiendo su informe sobre aquel asunto. £1 alcalde ma»
yor, que era entonces D. Juan de Veitia, caballero del hábito de San«
tingo, y aingularmente afecto á la Compañía, como loa demás miembros
de aquel ilustre cabildo, infomiaion ventajosamente de la utilidad ne-
eesaria é importante de aquella fundación. Con estos documentos se
presentó el padre provincial al £zmo. Sr* virey, conde de Moctheu*
zoma; pasó la petieion a| fiscal de la real chanoiliería: su rei|)ñesta hn«
bíera deaanimado desde luego á cualquiera otro qoe no fiíera el padre
Arteaga; respondió resueltamente que S. £• no podía ooflceder tal li-
ceneia. £1 padre provincial, que había bien previsto este golpe, se ha.
bia ya prevenido escritNendo á Madrid, por medio del padre Bernardo
Rolaudegui, que peeo antes había partido á Europa. C^ lelía éxito de
eata negociación lo veremos á su tiempo.
Fué este año muy funesto á la ciudad y puerto de Teraorua, y no Origen del tó
menos glorioso á la Compañía, por lo importante y íVuctuoso de sus mito prieto ea
, Vcr&cruz*
trabajos. Con un barco ingles que conducía una armaaon de negros
esclavos, se introdujo por la primera vea en aquel puerto la terri-
ble eindemia que llaman vómito prieto. Lo rabioso, fttido y ejecuti-
vo ÍA accidente, llenó de espantó y confusión á los vecinos. Comien-
aa por mía ardentísima fiebre, los ojos parecen respirar niego y san;
gres al segundo ó tercer dia exhala todo el cuerpo un pestilente hedor;
signe un delirio rabioso, unos dolorosísimos torcedores de estómago,
un vómito de sangre requemada y negra, con que acaba la vida. Aco-
mete efft|smal regularmente á loa estrangeros, á quienes por tanto en
el desampara de loa suyos es mas dificultosa la curacioor y ¿aa morí.
\
"s.
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toria la cristiana asistencia. Tal es la enfermedad que á los princi»
pios de este siglo hizo tan temible á los estrangeros el puerto de Ve*
racruz. El horror y la falta do esperíencia^ hacían por entonces mas
difícil la curación. Desde la mitad del siglo para acá, ni es tanta la
violencia del mal, ni la generalidad, á que se añade lo que la necesidad
y el uso han descubierto en Orden al remedio. £n el tiem]^ en que
Uablamos se tenia por un contagio incurable. No impedia este temor
á los jesuitas para dejar de asistir á todo género de personas de dia y
de noche en la tierra y en la mar, en la ciudad y en el castillo; No
será de admirar que después de esto se mudase cuasi enteramente el sem-
blante de aquel colegio, cediendo los mas de los sugetos que lo compo-
nian, no tanto á la actividad del contagio, cuanto á la continuación de
la fatiga. El padre rector, Domingo Miguel, fué una de las primeras
víctimas, que como su oficio lo empeñaba á la parte mayor del traba-
jo. Siguiéronle bien presto los fervorosos operarios padre Andrés del
Valle y padre Miguel de Salas, con los hermanos coadjutores Miguel
Diaz y Antonio de Burgos, y dos succesivos profesores de gramática,
hermano Tomás Velez y Juan José de Arragozes. En las epidemias
de aquellos primeros años, que eran otras tantas cuantas flotas surgian
en aquel puerto, han muerto sirviendo á los apestados otros muchos fu-
getos que seria difícil contar, y cuyos nombres este grande oficio de
candad, hará inmortales en el libro de la vida. £1 fervor y la constan-
cia en esta especie de ministerios, sin faltar á los demás comunes de
los colegios, es el cimiento sobre que en aquella ciudad se ha levanta-
do y continuado desde mi fundación el grande aprecio de la Compañía*
en que apenas tendrá semejante alguna en la América, f Esto en lo
interior de la provincia, en las misiones de padres Eano y Salvatierra,
con diversos géneros de trabajos, igualmente gloriosos, promovían á
grandes pasos la obra del Señor. El padre Kino, á principios de fe-
brero, penetró en compañía del padre Gilg y del capitán Juan Mateo
Mange, hasta tres leguas mas acá del lugar donde se juntaban los rios
Gila y Colorado. Dejaron alguna porción de ganado en Sonoidag»
por si acaso algún barco de California llegase, como habían concerta-
do, al puerto de Santa Clara. Se dio por medio de los intérpretes
noticia de la palabra de Dios á mas de cincuenta yumas, opas y coro-
t Cuidado con olvidarse de los padres franciscanos y dominicos, prímeroB fun-
dadores del Evangelio, á cuyo celo y doctrina debe esta América la religión, la cí.
TÍiizacion y toda clase de bienes. Cada nno tiene su lugar distinguido^— BJ?.
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marlcopasy que parecieron oiría con agrado, y prometieron convidar á
los yuanes» cutganes^ quiquimas, alchedomas y otras naciones de la
otra banda del Gila: (dice el capitán Mange en su relación) andan en- ^. . ^ ^^^
teramente desnudos; tas mugeres be cubren de la cintura á la rodilla con capitán Man.
la cascara interior del sauce, que majado, hace muchos hilos y guede- ^¿o^^deiGí
jas como copos de cáñamo. Estos hilos tejen del ancho de dos 6 tres la*
dedos, y los demás hilos pendientes, forman un corto faldellín, que al
correr con él hacen mucho ruido. Es gente bien agestada y corpulen-
tdt las mugeres mas blancas y hermosas, que son por lo común las do
Nueva- E^aña. No usan rayarse el rostro, embijarse sí: cortan el ca-
bello como cerquillo. Las mugeres por arracadas ó aretes, se cuelgan
conchas enteras de nácar, y otras mayores azules en cada oreja, de mo-
do que el continuo peso se las agovia, y les crecen mas que á otras na-
ciones. Sus arcos y aljabas son tan grandes, que sobrepujan mas do me-
dia vara al cuerpo del hombre con ser tan corpulentos. Tiene» unas pe-
lotas de materia negra como pez, embutidas en ella varías concbuelas
pequeñas del mar, con que juegan y apuestan arrojándola cmb el pié.
Procoramos inquirir la distancia de allí al desemboque de los dos ríos,
y todos discreparon; unos decian que seis, otros tres días de camino^ y
porque llevábamos una antigua relación del viage de D. Joan do Oña^
to por los años de 1606, se les preguntó si habían visto ú oído decir
que hubiesen llegado aUí españolea con armas y caballos, dijeron: que
sí, que habían haUado con sus padres y vuelto para el Oríente, y aña-
dieron (sin ofrecérsenos preguntar tal cosa) que siendo ellos mucha-
chos, vino á sus tierras una rauger blanca vestida de vanos colores y
un paño en la cabeza, que les hablaba y renta mucho, aunque no se
acuerdan qué les decia; que las naciones del río Colorado, la flecharon
dos veces; pero que luego se iba, y no sabían dónde habitaba. Discur-
Timos si acaso será la venerable madre María de Jesús Agreda pot de^
«irse en su vida que por los año» de 1630 predicó á los indios de esta
septentrional Améríca, y habiendo pasado cincuenta y ocho años hasta
el corriente en que nos dan la noticia los viejos, que según su aspecta
parecían de ochenta á noventa años, bien pueden acordarse. Dijeron-
DOS también que áeia el Norte y costa de mar pueblan . hombres Man-
ees y vestidos, que á tiempos salen armados al río Colorado y ferian
algunos géneros por gamuzas. Lo dicho, es del capitán Juan Matea
Mange: solo debemos advertir que las mismas noticias habían dado é
^ padres cinco dias antes ^ indios de S. Marcelo Sonoidag, y do»
/
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&ño4 iniQ$ otros vecinos de las CisM GKindd6. I^út otiA p«i«s'«er «ri-
ta thidáctoá conatatite .^tre aquellas miettMioiy aáMn el padye Luis de
Vekrde en su éeisorípcion manuscrita y curiosa de la PiuMHa «itta. £1
temor de loe indios guias, y mas ^ue todo una íuette indíepesieíon de
vómitos, desmayos» calentara, é bincbason de piernas que aeemetió al
padre Kibo desde fines de ifebrero, le hicieron dar la vuelta á los Do*
lores^ aunque no coa tanta precipitación que no ocupase cuasi la mi-
tad de mareo en recorrer otras rancherías, tMiutiaando muclios párvulos
y oonfírmendo i todos en los Unraos deseos de recibir el bautismo. Al
ll€gar á los Remedios, entibo pueblo de su partido, tuvo el toen padre
el dolortfe ver arruinado por la mayor parte el templó que allí iba fií-
bricando, y que tenia ya en altura de nueve á diea varas. Esta amar-
gura le endulzó la notioía que tuvo al llegar 6 los Dolores, de la victo-
ría que los pifias BobM hpbian conseguido de los apaches y demás in-
fieles, y en que el cacique fiumari babia rebalsado valefosametíte sus
^aiditoe» muerto treinta de los enemigos, y prisioneros muchos, de los
uuales envió luego ocho párvulos.
Descrédito de £1 pitdrs Kioo tuvb BÍempce la desgmcia de eneóntfar émnlde que
las noticias disimuiaeen 6 míis bien disminuyesen y pro^curasen quitar todo el eré-
del P. Kino. ¿íto y aprecio que mereoiañ Sus noticias. Después de tantos viages,
entrbdaa y psonpjizas'de loe ca^útanes y presidiarios, apenaa se había
acabado de desarraigar la opinión de que I» pima» emn loa Yerdade-
TOi^ apaches faomicidas y robadores de ;8onora. fista o^nnionpasó
luego á los opas y óocomarícopas, que el padre con 0us visitas y sus dá-
divas tenia itunbieín dispuestos para la box evangélica. Deciaee que
eran ponderapipnes de su oelo, mas aanto que discreto. QKie en Cada
ebarco s^ figpraba un rio, y én cada matorral un bos<}ue: que numen-
taba el núurtfO de aquella gentilidad, y exageraba demasiadamente su
docilidad y. is^naedumbre, y la fórülidád y ostensión de sus tiéms;
fl«e loa yutbae y opas apenas eran unas cuantas Tattcherfav de in<fios
tos mas iuoapacefs ds la América, y en quienes era perdido el Intejn
que ee -podía empleqr mqjór en otras naciones: que el pais era un ter*
reno pe(tregoeQ,:arenoso y estéril, en que jamas podría fiíndatee una
BMsIon estable: que ei genio era el maa ílefOt inhumano y traidor, en
euya comprobación afirmaban (con tanta verdad como lo demás) que
los átíb padree hábiianetatado en gran riesgo de morbr á eus mnnos( y
aun se llegó'ádecir.queeéeotivamedie habían muetto^ Coneltaife-^
cea tanto mas peraicáosaa f stínsibleS) cuanto no emn eolamente. é»
í
seculareB y geute poeo celda. Algunos aun ám los miinos jMukB# y
cosmí«imi«ros íbffientalKín ett los BDfetMnrdis (acaso coa buen celo) e»»
tas ktotfs tfln agonal del espirito de k Cafnpsñía, y tea contrflQria0a.be
, salad de a^dfoe.pofares genlesw . La índisoreeícDi desasios hiao qoe sm .
mas de vciste aioe primero» nó se enviaeea á ki Pnnsfia tM» epSfs«»
rioe ó se eelravisees lee que úmHf y que se penüera hasta hof y qrn^
zas para siempre la ocasión de reducir á los apaclMSt que con las bue-
nas noticias qito del padre lee Mni» sus i^ecinos^ parecía balber de «a^
trar fáciloMtile por entonces en el redil ds la Igleráu Coma de estas'
veces una natural antipatía ó aprensión no bien conegida sasle baoet
mas dafk> entre los sugetos que tratan de espirita, que vaa abierta y
declarada contradiceicni, el padre Jbrtonto Letdf visitador de aqaeUae
mieiones^ era uno deles que, (bien que incolpablemeote) estaban imbuí»
de de aquilas sinieetras optmones^ y dudaba pos Casio ai dejaría «III
al padre Francisco CvomealTos déitíaacb de Méxiev para aquellas mi.
sienes^ Para desengañarib» emprendió d padre Kino e» compaite.de
loe doe padres otro nuenro nágaride nías de «beeieBtae seteniBr legO i Hf
desde 31 de octubre hasta 18 dexxnrwmbrotf £1 padr» visitador iné
testigo de la multitud de gentiles^ puee seié de loe.qiie vinieron á. saín,
darlo á San Javier del Bac, €oni6 nmede tiea nul aloiae de solos vafo«
nee: rió los rioe que riegan yíecundiñan el pa», loa ganados y eéseí^
chas de algunos pneblca» y no quedaron aat i s fecfa o e basta sacarte Uí^
palabra de que les enviaría luego > al padre Cbn^lvo^ oemo electivas;
mente volvió al aüo siguiente, aunque permaneció muy pote tienqto^
como quizá veremos adelante.
Entre tanto en la Caltfiímia con alnonoe caballos que ya lee habían £«cnr«ion del
padre Salvan
ido de las costas de Yaqnise eomensaron á hacer algonaa ésenrsióDea tierra en la
para reconocer la tierra y visitar las rancherías cercanas. £1 padre- ^^^"^^
Juan María Salvatierra se encargó del lado del Norte» el padre Pícoo*
lo del lado del Sur, aunque no al mismo tiempof siendo íomtmo que
quedase eiempre alguno en el Real de Loteto* Muy á loe principios
del aSo salió el padre Salvatierra con nueve soldadoe al sitio qUe lla«
man Ltmdó de la noción Cozhimí« en que estuvo elRealde San Bruno
en tiempo del almirante Atondo. Hallaron una numeroea ranchería;
pero enteramente despoblada por la fuga que de temor habían hecho
sus moradores, aunque prevenidos del padre» J)etÍívose dos días esp»*
rándolos; pero inútilmentei y hubo de volverse á Loreto eon ánimo de
entrar segunda ven por la primavera* como lo hizo con mas Mioidad^
TOM. III. 15
—.114 —
A esta segunda jornada le acompañaron muchos caciques monquts
(son lo mismo que los edues) con ánimo do hacer las pacos con los
cozbimics. Estas paces, aunquo deseadas por los padres, no tenían
Amistad de P*'* ^^^ gentiles mas aliciente que la cercanía de lá pitaya jde que en
loB edues y Londó es muy abundante la cosecha. Costó no pequeño susto la con-
currencia de las dos naciones; pero al fin quedaron en amistad» Se
bautizaron entre enfermos y sanos mas de treinta párvulos: se les dio
alguna noticia de la ley de Dios en cuatro dias que se detuvo allí el
padre, y dejando varas de justicia y buenos principios para una pobla-
ción con el nombre de San Juan de Londó, volvió el padre Salvatierra
al Real de Loreto á 28 de mayo. Fué mas feliz en su descubrimien-
to el padre Piccolo. Algunos californios que habian pocos meses an-
tes estado en Sinaloa, dijeron en el Real que en un sitio llamado en
su idioma Viggé, habia tierras muy buenas para poder sembrar el maiz
y otras semillas como en las riberas, del rio Zuaqui. Esto determinó
al padre Piccolo á salir con algunos soldados en 10 de mayo..- La
aspiereza y icagosidad de los caminos' noies permitía andar á caballo
sino hasta él pié de la! sierra, donde" hubieron de dejarlos por cuatro
dias: visitaron á pié todb el terreno, encontraron un arroyo ó torrente,
por mejor decir^ y adelante una vega abierta y de buen camino. En-
tra los moradores hailavoi^ á un indio joven, el único que hasta enton-
ces se habia bautizado en salud, y -que habia comenzado ya á dar á al-
gunos: de los suyos algunas noticias de los inisterios de la fé. Esto
colmó de alegría al celoso misionero y á todos, las noticias que ha-
llaron de la vecina contracosta del mar del Sur. A la vuelta, por
- una constante fluxión que padecía en los ojos, fué preciso al capitán
Z>. Lúeas Torres Tortólero dejar aquel cargo y volverse á Nueva Es-
paña con muchas recomendaciones del padre Salvatierra á la audien-
cia real de Guadalajara y virey de México, como lo tenia merecido por
sus importantes servicios. Dio el padre el oficio (despacho) de capi-
tán del presidio á D. Antonio García de Mendoza: repitió el padre
Piccolo la jornada á Yiggé en 1. ® de junio, con tanto ardor y alegría
de los soldados y. naturales que le acompañaban, que en pocos dias
abrieron un camino muy cómodo para pasar á caballo por entre peñas
y derrumbaderos profundos, animándose unos á otros con el ejemplo
del padre y del capitán. Se tuvo á cosa de prodigio que doce ó ca-
torce hombres con otros tantos dias venciesen dificultades que no pa-
rece podían ceder en un mes á la fatiga de cincuenta trabajadores. El
— 115 —
dia 12 de junio entraron triunfantes en San Javier, que esto nombre
dieron al lugar por devoción de D. Juan Caballero. Al siguiente dia,
mientras el padre esplicaba la doctrina, subió el capitán con algunos
soldados á un cerro cercano. Vieron claramente desde su cima los
dos mares, oriental y occidental, á cuya vista hicieron salva con los
fusiles no sin susto de los demás que quedaban con el padre hasta que
supieron el motivo. Vueltos al real se trató de fabricar una nueva
capilla mientras se edificaba una decente y capaz iglesia, para que
también por este tiempo se comenzaron á abrir los cimientos. Entre Fundación de
tanto llegó la galeota cargada con víveres que enviaba D. Pedro Gil San Javier,
de la Sierpe, y con noticia de otro mas copioso socorro que preparaba
el padre Juan de Ugarte para primer ocasión. Con este motivo se
apresuró el padre l^iccolo á fundar la segunda misión de S. Javier de
Btaundó en Viggé, y despidiéndose del padre Salvatierra se pasó á
vivir con sus nuevos hijos á principios de octubre, donde luego edificó
de adobes una pequeña cepilla que se dedicó el dia de todos Santos,
Se registró la costa del Sur, se hablan bautizado ya á fines del año
mas de doscientos párvulos, se gozaba de tranquilidad de parte de los
indios, y de muy buena salud en medio de los mas recios trabajos, tan-
to de los patlres como de los soldados. Todos se sentían llenos de un
interior consuelo y viva confianza de perfeccionar aquella empresa, y
el padre Salvatiei^ra, tanto, que escribiendo por éste tiempo ai herma-
no José de Estivales: „Hermano mió, (le dice) ya de esta vez no se
sale de esta tierra: ya la California es de María Santísima: si S. M. (el
rey) no pudiere ayudarnos, nos quedaremos los padres solos ^ solos.^^
Bien bubo menester el padre Juan María todo su generoso esfuerzo 1700.
y toda la confianza en la protección de María Santísima, para no des-
mayar al golpe de las muchas tribulaciones que le sobrevinieron á su
amada misión el siguiente año de 1700. De tres barcos que tenia pa-
ra la conducción del sustento, el llamado S, José se inutilizó enteramen-
te al primer viage: el S, Fermín, varó á principios del año en la costa
de Sinaloa, y se abrió por la negligencia ó la malicia de los marine-
ros: la lancha S. Javier, pequeña y maltratada, y única para muchos
viages, que eran indispensables al año en pais donde todo venia de á
fiíera. El padre Salvatierra, desde California, y luego desde Sinaloa, y "^JJw**
donde obligado do la necesidad pasó á recoger limosna, ¿ principios nee de Cali-
éb JKOÚo dirigió dos espresivos memoriales al Exmo. Sr. conde de
Moctheuzoma representando las necesidades de la nueva colonia, su
— 116 —
in(iportfiBcÍ4 9A servicio de Dios y del rey, y propomeodo Taiioa arbt-
tüiosi 0on qde sin nwyor «os(o de S. M* se le pudiese «Qcor^Kgr* Todo
«e ü^ó, y nun «1 ¡tostinKiBio de lo Actuado par» ocuvút i, la corte. £1
^ire^ espejaba de allá la i^esolucioii ^ cooBecusnioia de don isdwpe»
^eimUidoa «n los dos años áotes, y entre t«iitp mo se atrevía á deti^aní-
Muere el rey i^ar. Por última desigracta aconteció este oúsxno ano en Madrid la
1. ? ^e no! '*''"*^''*® d«l&. D. Cirios II en 1. ® de noviembre* Esta calajnidad
viembre de cexr^ «BíeraEiente la puerta á toda otra negociación que 4 ^ de los
grandes asuntos que entonces agitaron la monarquía*
Batre tanto» al padro Juan d^ Ugaxte sabiendo ^ pérdida do un
««a»ttofa sooorro que ^enviaba á la €alifi:>rnia, de4erinin4 pasar en per.-
aona á Matanchel pa^a ver si lograba algún barco de los que para «I
i]Uoe<>4e las parlas solia haber piDi^tos en aquel .puerto* Deapvies de
xnucbas diücultad^s bubo físalmonte ^ armoicar esta Ivcaacia da las
^upOTÍoraa ^pia aentian mucho dashacsme de un s^geta da 4i^nta activi-
.dadt talaotos y espíritu* Partió piMTfi iGoadalpiara ^ día 9 de dicienii-
<hrQ, 310 sin grandes preawMios del aanto Jiip^^ d^ las lodíant^^ que
¿abia de quedarse en Cali&vma* como ardíei^aio^iiAe4Qseahaf y |iaia h
Fulta de leaL ^^ bahia obtenido del padve proTÍ^aluna condiciopal Ucar^oia, ^ fiia
iad del capí, «evifaacgo de (antas necesidades y vergonzosas i;eimd^%;eia.Tara#ata Ja
ton Mendoza. ^ j» • j • 1 1 • ^^ i_ i_-
mayoc eontiadiocioa que padecía Ja aueva cotojína* OlmiJaabia aun
«as cnuda (kl capitán del presidia ^támio Gar^ 4e JH^nricM, . Su
ai^tivtdad y al celo ^que mani&istaba por el biep de \qb ófdigs, Mlp al
padre ;Jqan María que:ie ooafiriase el n^qdo. Puesto an «olfC^iil^ se
halló mal oon lasHÍaoion y cualidades coa que por órdenes d^l.^n vl-
Fay se había fundado al presidio. No t^a arbitrio para, tinjúzar á
los indios: le daban pana los ttab^osos vi¿tges y descubcimiootos que
por el ¡Aterós de las almas ampr«adian los padíes; sobre todoi aUitióque
no'oonri^sen p^^r au mano lea pa^as délos soldados, aino .por ua w$d»r
apagador á parte; providencia muy cuerda que había tmoado al padre
Sfllvatierra» bien informado de lo que en esta paiie padecen loa presi-
Escribe el ca. diaiios < a .provincias distantes. £1 hombre codicioso y doblado» no
pitan del pre. ¿oció pouor SU lengua Y su pluma en las ungidos del Señar: ascribióal
i¿dio contra . ^ , , T . t j .•
los padres. ¥Írev 'tratándolos de tem&ranos y mar eaedores de oa^tigo, cuya presen-
cia no eonvaaia en la California, bien que an la aúsma carta los llama
ángdes áe Vm, 4pmruhimñ% vcrorm ^auíoff afMdes ^oada^jskfimUtre*
asados* La pasión nuaea tiene un ponstaaie idiomsw ai IHga.i'aqgar
tamo que no deje centellar por muchas partes la verdad. jpSatos ruou^
— 117 —
res y cartaSt no solo llegaron i turbar la paz interior del presidio, de
que fué necesario deapedir diez y ocho soldados, y quedarse con solos
doce, sino que aun en Guadalajara y México resfriaron el ¿nicno d9
jnuctK>s hienbechoreSi y encendieron la cizaña de inuchos éngiulos. Se
comenzó á decir que el de la conquista de California inas era celo de
la propia utilidad que de la gloria de Dios y bien de las almas: que los
jesuítas querian allí mandarlo todo, y aprovecharse solos del buceo de
las perlas. Inteligencias Ae hombres carnales que lo juzgan todo por
si mismos; pero que aun hasta el dia de hoy no han acabado de desarrai<^
garse de los ánimos de los necios.
Tal era en la California el semblai^te de las cosas, y no era muy
diferej)te en la Pimería. Al núsmo tiempo que la abundancia de la
mies animaba mas al padre Ktno, se la imposibilitaban mas los socor-
ros que pretendia y operarios que solicitaba para su cultivo, £n Gan
Javier del Bac abrió este año los cimientos para una iglesia capaz de
los grandes concursos de aquella numerosa ranchería. Pretendió de
ios superiores fundar allí una nueva misión y quedarse adminis-
trándola. Eran muy antiguas y sinceras las instancias de aquellos
indios, á que se anadia la utilidad de estar á las fronteras de los
gentiles para ios nuevos descubrimientos que meditaba su celo ínfatif
4^able. El padre A.nlonio Leal, visitador de las misiones, aprobó este
^eseo; pero no enviándole de México sugeto para substituir en Dolo-
■^es, no pudo ponerse, en ejecución. Era esto de vuelta de un viage
^VLG por la Pimería habia emprendido acia el Norte. No tardó mucho Correría dd
^n emprender otro mas importante al Nordueste hasta el jio -Gila# PÍ® ,'^"**
■^ ^ hasta el no
-De aquí .volvió al Poniente hasta el cerro de Sapta Clara. Desde su Gila.
.cima descubrió cuanto alcanzaba un buen anteojo, coronado de mon-
tes todo el horizonte al Oruest, al Sudueste, al Norueste al otro ,lado
del Seno californio. Observó el lugar en que el Qila desagua en el
Colorado, y se informó do las naciones que haliitaban aquel ángulo,
^quimas* yumas, bagiopas, &c. Un cacique de los yumas vino allí
á saludarlo, y rogarle que pasase á sus rancherías. No era dificultoso
el vadear por allí el Gila que se divide en tres brazos. Lo pasó y á jy^^^^j^te
ha rancherías de los yumai^ inmediata á la junta de los dosrios^ puso elsehócaU^r
.el nombre de San Dionisio. Observó la altura y se halló an 35 gra- ^^ d° Norte
^s de latitud septentrional. JUa eníermedad que habia prendido en comnnicacion
algunos de la eaxavana le obligó á tomAr la vuelta conaentímiento
4Jb los indios. En este viage observó el padre Kino dosco^a/?, en(re
— 118 —
otras: la primera, que el Gila como á 55 grados de San Gerónimo des*
pues de haber corrido cuasi constantemente al Oruest, vuelve como por
espacio de ocho leguas al Norte. La segunda, que después de juntos
el Gila y el Colorado corren por doce leguas al Poniente antes de vol *
ver acia el Sur á desembocar en el Seno californio. A su vuelta repi-
tió desde otro picacho mas alto del mismo cerro, la misma observación
antecedente, y se confirmó de nuevo en que el Seno de California no
tiene por el Norte comunicación ninguna con el mar del Sur. £1 ge-
neral D. Domingo Gironza, los superiores y el padre Salvatierra le die-
ron las gracias por este importante descubrimiento. Desde fines del
año antecedente habia sido enviado á fundar la misión de Santa Ma-
ria Magdalena de los tepocas el padre Melchor Bartiromo, cuidando
juntamente de los pueblos de Toape y de Cucuzpe. A principio de
febrero pasó á los tepocas el capitán Juan de Escalante á ruegos del
mismo padre. Reconoció la nueva población, halló á los indios muy
gustosos en los ordinarios ejercicios de doctrina, y con muchos deseos
de recibir el bautismo. Solo daban cuidado algunas nocturnas incur-
siones de los seris, nación de la costa, y que pocos dias antes habian
muerto tres catecúmenos dentro del mismo pueblo. Para reducirlos á
su deber, marchó dicho capitán con quince soldados hasta nuestra Se-
ñora del Populo: alcanzó dos de los fugitivos seris y algunas familias
de cristianos que se habian ocultado en los montes, y restituyó des-
pués de un leve castigo á sus pueblos. Valiéndose el celoso ministro
dd la ocasión de esta escolta, salió por dos ocasiones hasta la ribera
del mar, descubrió un puerto, y en frente una isla donde supo que se
retiraban los seris. De estos solo se encontraron ocho en una ranche-
ría, y de los tepocas como ciento veinte personas. £1 capitán £sca.
lantb les repartió tierras, y el padre Maires, para que formaran un pue-
blo que se encargó de administrar. Hecho esto, volvió el capitán ¿ la
costa, y pasó en balsas á la isla de los seris, que algunos llaman S.
Agustin, y mas comunmente del Tiburón, Esta habia sido descubier.
Pasa el capí. ^^ algunos años antes en uno de los viages del padre Eino. Las re-
tan Escalan, tiradas de los seris después de las muertes y robos con que hasta ahora
te á la isla del
Tiburón. poco hostilizaban los pueblos de la Pimería y los placeres de perla, de
que abunda, la han hecho muy famosa. Esta rochela, quitó por últi.
mo á los seris, y aun cuasi esterminó del todo aquella raza inquieta el
teniente coronel D. Diego Ortiz Parrilla. Está tendida de Norte á
Sur, con alguna inclinación al Nordeste y Sudeste. Su mayor longt-
— 119—
tud es veintiuna leguas. La costa occidental es cuasi enteramente in-
abordable de peña tajada hasta el mar, si no es dos leguas antes de la
punta austral, que llaman del Caimán, donde hay alguna playa. La
costa oriental es abordable y baja. £1 canal ó estrecho que la divide
de tierra firme por la boca meridional, tiene mas de ocho leguas, y va
angostando acia el Norte, donde solo tiene poco mas de tres. En la
mediania de la isla, que viene á estar en 30 grados, sale tanto do par-
te de ella, como del lado de tierra firme un banco de arena que á penas
deja media legua de mar limpio. Por esta angostura pasaban los serís
en balsas compuestas de muchos pequeños carrizos, dispuestos en tres
haces gruesos en medio, y delgados en los estremos atados entre sí has.
ta cinco ó seis varas de largo. Sostienen estas balsas el peso de cua-
tro ó cinco personas, y son muy ligeras en romper el agua sus bogas:
son de dos varas de largo, con palas en una y otra punta, £1 indio
tomando el asta por medio, boga con gran destreza por uno y otro la-
do. £n la ocasión de que hablamos, el capitán Escalante apresó al-
gunos que entregó después al padre Adán Gilg, ministro del Populo,
los domas huyeron con mucha velocidad.
Fin del libro nueye.
DE LA PROVINCIA
p>m s^ i^6>8£s>á^^s^ ^m 9^mwm
DE
NUEVA-ESPAÑA.
MlSmC^ JL
SUMARIO.
Pasa á la costa de tierra fírme el padre Salvatierra en busca de so*
corros. Se junta con el padre Kino, y ambos van á reconocer si la Ca-
lifornia es península. El padre Salvatierra queda persuadido que lo
es. £1 capitán Mange lo pone en duda. Vuelve el padre Salvatierra
y encuentra en ella al padre Ugarte. Propone el padre Salvatiera i
los padres y é. los presidiarios abandonar California. El padre Ugarte
hace voto de no abandonarlai y con su ejemplo y exhortación induce á
los soldados á quedarse. Concede el rey licencia para la fundación
del colegio de Puebla. Muerte del padre José Vidal, el cual coosi-
guió en 1686 que á las tres de la tarde se hiciese señal con las campa-
nas en memoria de las agonías del Salvador en la cruz. Sublevación
de los indios californios. A principios de 1702 llegaron tres cédulas
del rey á favor de las misiones de Californias. Se compra con la li-
beralidad de algunas personas devotas un barco para California. Con-
sigue el padre Piccolo otros dos misioneros para California. Se desti-
nan cuatro misioneros á los pimas. Nueva espedicion del padre Eino
al río Colorado. Los cuatro misioneros destinados á los pimas, son
destinados á otras misiones por haberse esparcido la falsa voz de que
-. íál -
haUan muerto al (Mtéfe MbMo. fie fundaif ^tro becáé de ot>oeicíioii
en el fiíemhnrrio dé FwXíiñi eñ áeaút^ ed S/Ign«eio.> Ofiécé «laúsiM
cb Mérida en virtud de la érdendét i^ la «dHdÍBÍgtraóioñ de^lDs ««nu
toa ¿far ComjiUkfa, j'ia^sctna dé ádmitíÍM/ <¡%iic6 óédólaá del M^^
á ^vor (di) la tmBion^e' Oaliíbhriaa. Propone flegimAEi Ves (st jHidpé^
Sííhiitíérra abandonar ia Calübmia. Constancia áA cañitMi TiidMáU
dos em nB^bandoiniliHá. 'Bedicación déla iglesia en él ReáldeTjera^;
^bk Bl jAidre 'Sálüafierra es t>Uigad6 á tomar el empleo de proTtnoiflÍ«
Muerte 'del (mdre Ltneivo. Dtéenciones entre el cap/fttai y presitfiá^^
Roe. .Jfteeame á Instóneiae^de los padres Di Esteván Loredzo e! car*
gddfe eapitai* - fiabiéndo cil (mdre prormeiid dejado ^ordeñes para él
cét aM écfimlentb^^ doB-nnevaa - misionea, sáfid de Caliíbmíá .' para Méú
xíco á finelí de octdbiée. Muerte del .¿ntea hermano f ¡después padrf
Jome Bravo. 9tedaétoA de^la nision de. S. Jaan Bautista^ á clctoroe
leguas al' Sur de Loreto, y de la de Santa Rosaliai cuarenta leguas al
Norte del mismo Lorete. Asegura el padre provincial- en fincas búe"
^aa ka principales de las misiones de- 'Calíibrnia»^ Muerte del herma*
tib VétAo de Leyóla en el colegio máücimo de M4xioo~y .en S^ Luis Bó^
^éd d 'padlfO luán Oeroñi Ck>corre el padre ^no en compañía del pé*
^SttVr'» Manudi de Ojeda los pueblos distantes áb la Pimeríiu Dosin*
^TttétUQSÉs «spedício&es en la jCalífomia. .Per renuncia del padre Sal*
"Vatísrra entr6:á jjobemar la preirineia el padre Alejandro Rolandegni.
Varteide México el padre Sialvaítierrtf 'para Califomia* El dia 3 de te*
%réror'dé 1708 Jlega & Loieto, donde poco después llegó también ^ pa-
mím Jiflian Mayorga. 'Muere :entre los nuevos taraumáres. el padre
ThiáctBóó Celada. Convoca 'el padre provincial k congregación pn»>
Vittcmly y abierto el- pliego cum rñortis^ por la ratierte de este se hallé
IHi ^l nombrado él padre JUíboi dé'Estrada. Enterróse el dia 4 d^no-
ifieittbre póir lanmiSanai y por la tardé se comenzaron las •sesiones- de
la convot^8't;onj;rÍBgacnm. - En el colegio -máximon^iirió el padre
y tanc h i d o'*Camac&o; y á los pocos-dias le siguió «1 paire Jiián Perec,
oa toi iálfeÍ!»éÍBÍhs mSnióñés'dcA venerétble padre Zappa. En esto afib
mfthS en' ^OiBOcaca el capitán D. Manuel FerñandcE Fialló, fundador
ÍBrigne de-aqnél colegio. Mueifé dd ejemplar hermano Juan Ortk
HocliD. Tiétte un nuevo pliego, y en él nombrado provincial el padre
Antonio Jardon. Be da principio en la California á la misión de S.
Joié. Muere en S. Ildefonso de la Puebla el edifícativo padre Sebas-
tian de Estrada. En Pimas muere el apostólico padre Eusebio Frao-
ron. 111. 17
QiBtdi Kino.:. ^e abrereljrii^go en que vioa ^om^i^s^dp pfQi^M^QÍi^i^l^''
ere íAlIouso .A^mvills^ ^D^0|BinbiHrca :eii ^ YeraiQnz reí fí^fi^ . iUidr^.
liuqiiey 'tikwbdo:delrpftdn9!|^iii&ral para visitar la fr«YJ|nf4an ^-flU^^.cui^
Ciudad Rea], el ^geüpal p»4fe Miguel;dA. Castro.^ JSr/eccfpa ipf otnk
congreg^cipa dwtinta di9^JUi.dfl Salyador.en ja, Caaa^ {^fo^s^.co^.jh^^
lii«MMM»i^i.^;f;xi^, ar^PuqqQldeIiin^^ CoQTQ^ciop^^bkj.CQQ*;
greg{DCÍai;i:prQYÍfipjaI. ..; Tentativas para k.%tida9Í9n dQ.^9r,CQ{egío^.
Monteiey, de que,&4 {>recisp' desistir, - Naufrfigto ymaei^be^.l^s pa?.
dres procuracl^ii^ Pedro Igi^cio de ^Loyola, y JVntQim. dq J^igi^ps
Vf^ldés... CxmocqxoD luz piofótica el. padra Salvatierra eatii^i^lgra^úi»
y el nofíQb|;fuiii^tQ:.de pmyiucial del padre Gaspfir A<><lQNflP|I(f<MPOii^i
vi(írep,e)|p|j^q oiní moftVr Fundación demia r08Íij|ei^í}ifi.f}ft^,CÍQ9>r.
ptfgía eii.C^tq^p^chevde la que po^ ócden^del rey se ^tiran^lof F^^B^f
á Méridq. C^la del ^rey para la fondacipn ^. la residencia^ jyifW
peche. Muere en G^daliyara el padre Jc^an María Ssilv^tiernii».||p^
tol de CaUforDÍa<<: rM^erte del £xmp. Sr. Duque de linares. ' .¡FoimÍai»
cion del SeminaHo dp Chiboahua. En 7 de enevo s^ abri<^.el;^iiego^
(dej 1719 Ven qm sé bulló, npo^br^o prciyinci^l ^ .pa^re AÍlúm4c{|
Rjomaiio.; Fundacion'd^ invento do Mónigas ireqolQtap. e9.:i(i^fdi|lq^
jaia. Pundacioii de la jresideneia de Cekya. £1 Sen^niMrÍP d^iQ^jit
rango se encarga á la Compa^ia• Se junta la GongregaGÍg(p.4>n^9Íii.
cial. Desbripcion dql.Nf(yarit« Se hace cargo la Con^pc^í/Bi deJaxe*
duccion de los nayaritaa. 'Conquista del Nayaritf '. $j3,j^hre el; pliego
en que vino nombrado provincial el padre José iie Argo6.; :Rehelion
de los nayaritas. Fundación del colegio de la Habana y del 4a .Cela»
ya. Elogio del padre Antonio Urquiza. Casa de eje^ioips jep Pue»
bla. Entra á gobernar la provincia el padre Gaspar Rodero*. S&abre
el segundo pliego, y en' él se halla nombrado provincial el -padre Aa-
drés Nieto. Fundación y fábrica del colegio Seminario ^de Guatema.
la. Junta de la vigésimaquinta congregación provincial. Tnfi>m [^ y ^s
las misiones del obisp^eido de Durango, que hizo el .bngadier.D* Eedie
de Rivera al Sr. virey. Real cédula al obispo, de Du]aüQg(^.e]i..^y0r
de los pimas. . Fundacipn'de la misión de S. Juan Bau^fijjta en lft.ida.
lífbmia. Epidemii^ dq sarampión en- todo el reino. La ciudad jde lj||é*
xíco determinó asistir en cuerpo de cabildo el dia 8 de^setienüuce 4 Ja
fiesta qué én el Seminario de S. Gregorio se hace i nuestra -Señora de
Loreto por la cesación de laepidemia. Invasión de algunos salyages
que cayeron de golpe en la ¡misión de S. Ignacio en, la Oalifornia.
Pretenñon de colegio en Valladolid deComayagua. Se abre pliego y
«e halla nombhido provincial el padre Juan Antonio de Oviedo. Muerte
del padre' Joan de IPgairt'e en la California. Fundación de un hoapi-^
ció dé la Compañía en la villa de León. Entrada de- loe prímeroeje.
euítas en (juanájuato. ' Elogio del padre Domingo de Quiroga. Fun-
dación de tres misiones eiiín, Pimería. Pasa el padre Tamaval á recoi
nocer unas pequeñas islas de la costa del Suir de la Califbmia. Pa.
sado el trienio, succedió en" el gobierno de la' provincia al padre Juan
Antonio de Oviedo el padre José Baóba. Sedición en las misiones del
Sur de la California. Los sediciosos matan á los padresGárranoo, y'
Tamand. Muerte en Puebla del pddl^ Zoltillay que ftfttdó el coiegio'
de gramáticos dé S. Ildefonso, y emprendió la ftbríca de la casa de-
ejercicios de Puebla. Entra en el gobierno de la provincia el padre
Antonio de Peralta, y por su muerte entra el padre Juan Antonio de
Oviedo. Epidemia en México. La ciudad de México jura por su
principal patróna á nuestra Señora de Guadalupe. Muerte y elogio
del macrqtiés de Yillapuente. Se abre el pliego, y se halla nombrado
provincial el padre Mateo Anzaldz. Sedición en Sinaloa. Convoca-
cion de la Tigésimasetíiha congregación provincial. Entra enel go*
biemo de la provincia el padre Cristóbal Escobar. Inútiles esposi*
clones al Cayo de los Mártires. Fundación de la residencia en la vi*
Ha dd puerto del Príncipe. Restáiiracion del hospicio de León. Lle-
ga pliego eta que viene nombrado provincial el padre Andrés García.
Inútil espedicion al Moqui;' Rebelión de los pimas. Convocación de
la vigésimaottava congregación' provincial • Fundación de la casa d»'
ejercicios de México. Perfeciciónase el real colegio de indias mexi-
canas. Horrible temblor en Guatemala. Provincial el padre Ignacio
Calderón. Vigésimanona congregación, convocada por el padre pro-
vincial Agustín Casta. A principios de 1760 entró á gobernar la pro:
vincia el padre Pedro Reales. En 1763 le succedió el padre Fancis:
co Gevallos. Muerte en México de los padres Juan Antonio de Ovie-
do, José María Genovesi, y Francisco Javier Lazcano; en Puebla de
los padres Francisco Javier Solchaga, Antonio Ordeñana, y del her-
tnano Juan Gómez: en Taraumara del padre Francisco Hermanno
Glandsff.
A los principios del presente siglo y del año de 1701, el padre Juan P*» el iwdr»
María Salvatierra pasó de California al puerto del Ahorne en solicitud ^»^^*^^«"* *
fren^^V" ^ ^guoo» flocorrot ei» kuB graades neceddados que padecía aque»
ea de ■ocor. Ua poblapioii. ^Halló» e&etiyaine^te ua pequeño alivio ea la cris-
^^ tiana piedad de D.Aadrés Resaval, gobernador do Siiialoa, y^de
D;.Pedfo Lacai'iil« va teuientey coipo tai)íibieii en loa padrtf xemonñ"
roa As aquella coala» qaeip4o«-.d68eaba9.;tQ<ier algunapárte ea l&fim«
daenn: de la; nueva. MÍatíaiidad 4a:CalKfbniia« , De aquí detenainó'SU*
bír j>or.lá c<Ma acia el Norte al .puerto derGuaimasr poco ánten deaciú
faieftb, j quefpor óflkn del padre provincial se habia declarado perte*
ifteberállfr3H¿sÍ0ti.d&..lA>|!^. . Ji^p lioatacarí^ pnmer pueUo ¿cía aqpie«
Ba parteidrJa fiaieda baía^ bputiasó doe parvuliUoa, f. exboctó á au« mo»
ladoifea^ ag^rag^rae á h( f9Í8Íondel padce Nicolás de TilIafiíñG^ ano da
loé OBaa.fervomsee y qpoBtjálicos misionexos qoe entonces tenia aqyoUa
prdxincüa á: juíeio del mismo padre fialvatierra. Logróel fititode ana
Qdnaci^i.pooes:. meses d^spuea en el estío de este miamo afio en qoa
loa geotilea deEcatacatí pe redujeron á población y vida críatiana ba»
jo la dirección cte^ dÍQho padreV illafi^e. Las lluvias continuadiui obli-
ganmal padíeiJoan Afaríft 4. dejar la costa y entn^r 1 Maitape. en -el
centreijdé la SoÉcwa» de doodee habiendo alcanzado de JQ. Domin^Gi-
roi^ una eacblta de. doee hombres, detenninó el pasar i jnntaxae mu
aI{wdoeKiño4exfttnÍMri|on él de raizlaunionde^CaUforiiiii^yFi.r
£1 padre SaL nderia». quft jaagaba s^r ifniíy importante para ai fomento de^ una y otra
ta con^ pa. nufeapn. Bsttf Opinión, que haeo: á las Californias nna peninsular unida
die Kino pa. portel Norte' al c<HitÍAente ide la América, habia sida común á lop mó-
reezamuiarsi *^ •• . ■■ .
la California ffíBÍoÉ á la mitad del sigla X Yi. A .fines de eaüoi coivloa viagoa y re*
era península ^ g^^y ^ JIrfmcisco |>rack, comenzó á tomac cuerpo la npini«m eoii-
ticaria^ Lpfi( viages de p. Juan de Onate, cemenzaron á hacer dudar,
y en el'dia pievalece ia antigua sentencia, aunque está por decidir to-
davía la disputa. £n la ocasión presente tenian los dos i^inoneiDB
muchas congeturas que les haciaa cre^ muy fácil la solución de aquel
problema. ' Loa cocomaricopas, entré otros donecilloat babiaJL enviado
al'padre Kino muchaa. conchas azules,, que solo se hallan oAlaa cestas
del mar del Sur^ el que por tanjto creíaUp ó estar muy cerca, é que-con-
fiaaban entre i». las naciones para que pudiesen venir de mano en ma-
no. . La abundancia y el uso que hacian de la pitaya, daba á ^M>ttooer
mucha analogía de las tierras, y mas aun el tejido de madejas^ de que
se vestian las mugeres de los 32 grados y medio para el Norte; cosa
que admiraron y celebranm mucho algunos californios que acompaña-
ban al padre Salvatierra. Anadian estos que en los tiempos' pasados,
— 125 —
babiaii llegada haata la última punta de la California algunot» cuchill.m
acompañando el gran baile que llaman en su idioma mico* £8le bailo
en un génoio de TÍaita que ae hacian mutuamente unaa á otras laa na.
cionea oontiguaa^ y en que de unaa á otraa ae iban entregando algunoa
doñea en aanal de alianza y de hermandad, y aemejantea cuohilloa no
podi«n haber llagado haata el oabo de S. Lúcaa, comenzando el baile de
lo interior de h tierra acia el NortOi ai la California no eatuviera por
afvella parte unida al. cmUinente. Eataa razonea alentaban mucho á
bi padreat y para el 16 de febrero readvieron au viage en compaíua
del ipapit&Q Joan Hateo Mongas de) ayudante Juan Bohorquezi y dioz
iqUadoa can algunoa indica pipiaa y califomioa. Entre tanto,, una in.
xmsnB de loe apechea en Saracatri y en Cueuzpe, demoró algún tan-
to la Biarchg haata loa 27 del miamo mea. .
£a SI de marzo ae hallaron á laa oriUaa del mar Pimico^ en altura
de 82 gndpa: vieron con toda diatincion la alta cordillera de la Cali-
^nia. IPor el cacique de Sonoidac y algunoa ancianoa Al paia» qu-
^eron que aquellaa ñeirraa habitaban loa quiquimaa y yninaa, do doncta
lorian laa conchaa azulea: que para llegar, á aquellaa -montaiiaa se pa-
idia ni^ eatero en que entra dL rio Colorado: que eate en tiempo de Uú-
riaa ae paaaba en balaaa, y en la aeca con 1^ agua á poco' maa. de la
ciotnra. ■
■ ■ ■ » , ■
Anteado ponerae el aoÍ, (dicen eatoa padrea) divisamos la California
y dicha cordillera con muchii claridad y diatincion, aunque con mayor
deipnea de pueato el aol. Notamoa que . anbiendo la cordillera acia el
Norte, fü^ iban cerrando loa monten á modo de arco; pero una (aja de
oerroa de la Nueva-Eapaff 9, que llegaba haata el mar por el miamo la-
do del Jíorte, impedia reconocer ai era encerramiento perfecto el que
hacia dicha cordillera. Por eata duda determinaran, dejando la caral
vano, proaeguir aoloa loa doa padrea con el capitán Mango algunaa
q^ce ó veinte leguaa maa. al Norte, I9 que no pudieron qjecutar has-
ta el 31 ié' marzo. ' Vimoa (dice otra vez el padre Salvatierra) que el
medio arco de aierraa, cuyo remate noa tapaban 4Qtea I04 cerroa de la
Nuevi^-£apaña,.ae venia cenando y trabando contíuuamenteQOp otros
eerroa y lo maa d^ dicha Ni]ieva»£apañ9f y era la vista ni maü ni menos
41o léjoe, que la del mar Tiracuo y Liguatico en I41 corona dé Qiontes
que encierran y juntan laa doa riberajs de Genova/. ^ Al dia aigiiiente*
!• ^ de abril, h^bian roaueltQ los doa padres camipar ocho ó dioz leguas
mas adelante para desde un corro iqaa septentrional, cecoñocor con mas
— 126 —
inmediación la trabazón y continuación de los monles, por si acaao la
distancia hubiese causado algún engaño ó menos certidumbre á la vis-
ta; pero algunos soldados españoles se habian escondido de temor, y
los naturales mismos del pais, acaso inducidos de los pimas» ponían tan»
padre^sXa^ tas dificultades, que los padres hubieron de retroceder á S, Marcelo. El
tierra de que padre Salvatierra quedó tan persuadido de que la California era penín-
ei wí^SiL *"*'"' *1^® "® ^"^^ afirmarlo en carta escrita al padre provincial y al
padre general Tirso González, fecha en 29 de agosto de este mismo
año. £1 padre Kino afirma lo mismo en sus relaciones, aiibqué pro-
metiendo en ellas otros víages para certificatve mas. El capitáh Juan
fi .^_-«" lili ■'■■^
Mateo Mango no parece que asintió tan del todo, que no ' le quedase
mucha duda. En el diario que tenemos á la vista de este viage, se di'
ce: • ^ • .Acia el Sudeste de donde estábamos, comienza una cordUlera de
sierras en tierra de Californias' que corre de Sudeste para el Nordeste
y declina i^ Esté formando como una media luna, y parecía proseguir
adelante del desemboque de los rioe Colorado y Gila en el mar, como
que va á juntarse la' sierro con esta cocfta de NuéVa-^spaña acia el
Nordeste, ó por lo méños parece llega á tanta angostura el brazo de
n¡^ar, que ápéñás tendrá de cinco á seis leguas, y á la distancia de mas
de fl%inta en que estábamos^ nos parecia que se juntaban las dos 6o8taa
y no podiamos apercibir tal mar. Lo que á mí me hacia fuetza era
qué aquel fiujo y reflujo de'las olas tan impetuosas, no las podian can-
sar solos los dps ríos, cuando según la relación de D. Juan de Ofiate,
el mismo mar hace rebalsar y retroceder las corrientes de dichos ríos,
cinco leguas lá tierro dentro^ que sófó comunicándose edte brazo con
el mar del Sur, podia causar tan ñiertes comentes, y aunque fiiese an-
gestando acia el Norte, como parecia podia volver á ensanchar, como
el de Gibraltar en España con el Meditonáneo. ' Qué comenzando es-
te seno á mas de doscientas leguas de distancia de donde nos hallaba-
mos, si allí feneciera, estaría el remató en leche y pacífico, y no se ha-
llarían allí tantas ballenas como hay. Tales eran las dudas que ha-
cían al capitán Mange disentir de la opinión de los dos padres.
De vuelta eñ S. Marcelo (ahora S. Miguel Sonoidac), los dos pa-
dres, el padre'Kino siguió al Oriente á la vista de lossobaipurís de S.
Javier del Bac. El padre Salvatierra caminó acia el puerto de Guai-
más donde debia embarcarse para California. ' Dio fondo en Loreto el
día 1¿ do mayo. A su arribo tuvo el consuelo de hallarse con un nue-
vo compañero y fervorosísimo operarío, el padre Juan de Ugarte, que
— 12? —
hobia saltado en tierra el 23 de marzo^ Su celo activo y las íuorted
inspiraciones con que se sintió llamado de Dios á la conversión de los
californios^ la hicieron renunciar el rectorado del Seminario de S. Gre-
gorio y arrojarse en un barco falto de un palo, y de gran parte de jar-
ciat cables y velas, con admiración y auii coil susto de los padres ipi"
sioneros del Yaqui ^ue po pudieron detenerlo. Habia quedado poi'
procurador^ de la misión en Nueva-España el padre Alejandro Roma-
no. Toda su actividad y esfuerzos, y aun todo el socorro qué habían pro'-'
curado llevar consigo los padres Ugarte y Salvatierra, no ertí bastan-
te ¡Mra impedir la hambre, y falta de otras muchas coSas que pafecia
deber arruinar enteramente la misión. Llegó á tantot que aun el mag-
nánimo borazon del padre Salvatierra,- no pudiendo obligar áips [mdres
ni á los presidiarios al inmenso trabajo de que necesitaban para man-
tener la vida, hubo de juntarlos y proponerles con dolor, el abandono
dfi la empr^pi. Hasta aquí hemos bocho cuanto alcanzaban nuestras
débiles fuerzas (les dijo) para conservar á Dios y al rey la conquista
de estos pubes. En una edad avanzada no hemos perdonado fatiga
ni diligencia alguna. Las limosnas de nuestros bienhechores eran
proHietida? á los primeros cinco anos que ya se han cumplido: las po-
cas jque sé ^ogen faltan barcos para conducirlas. Se han hecha re-
petidoB inermes al virey y audiencifu^ de México y Guadalajara, y aun
á la corte de Madrid; pero la Europa está muy lejos,, y muy perturba-
da la iryNiarquía para que puedan llegar nuestras voces al trono; y acá
las necefúdades del real erario no dejan arbitrio á los ministros. Con
los catecCunenos crecen cada dia las bocas, y la necesidad se aumenta.
La tiern^ es estéril por si mi^ma, é invencible cuasi la fuerza de sus
naturales para hacerlos emprender su cultivo. Cedamos al tiempo y
á la necesidad: no ha llegado aun la hora feliz para la conversión de
la California, ó Diofli quiere servirse de instrumentos menos proporcio-
nados é uuUgnot que yo para una empresa de tanta gloria suya. • • •
Asi concluyó con lágrimas el padre Salvatierra \. Los. ofíciales'y
soldados se miraban unos á otros, y un profundo silencio reina.ba en-
•••■•<
t El que copia 98te pange tamBien laa derrema, afectándoee de los sentimicn-
Um de ente grande hombre; y ai Aiera pintor, trazaifa nn coadro en qne se Topresen-
tw erta escena tan patética de dolor qne conmovería al firmamento al reptesentax*.
*c* No menoi me eonmneve- lo qne aigne del padre Ugarte. ¡O Dioe! Ptoteje i
bMBbne que aiá m intensan en eetender to nombre «obre la tierra y darte gloria.
Eaviánoelos para qne ta la aumenten en nuestra patria! ....
tonces en toda la pequeña asamblea, sin atreverse ninguno á decidíi'y
hasta que ol padre Ugjirte liabló en. ésta sustancia." ^To' creo, padre
rector, haber penetrado I09 diversos sentimientos que luchan en el co-
razón de vuestra reverencia. Como prudente superior de la misión j
^e] presi^ib, no querría obligarnos á \m trabajo que cuiisi: excede ias
fuerzas y la condición de los hombres; pero estas ^aliAras que á vues-
tra reverencia ha dictado su diitorecion por condescender con nuestra
dcbOidad, no s6n ciertamente la rejgla que seguiría en sus prívaÁis
operaciones. Yo sé que vuefiitra reverencia' por lo que ipira i su per-
sona, antes querría morir auxiliando á estas pobres almas, y que ni' la
hambre, ni la sed* ni la desnudez sería capaz de hacer desampartgr'Ia
California. To por lo qué á nií toca estoy resuelto á nó salir de aquí,
aunque sea forzoso quedarme entre los salvages**. • • • Dicho^esto» sá.
lid arrebatadamente con ^van fenror para la iglesia, é hincadaa láültodi-
Iles ante la santa imagen deLoieto, hizo voto cuanto fuera de aü jMr-
tc, pteacindiendo ' de la obediencia, de no dbatidoñm'j^nUí» oqwIBá «ii*
8im, Este heroico ejemplo, y las palabras animosas dd mismo padr»
á los soldados, les dieron tanto aliento, que todos iesolvieTon lo misoD.
Pai^hanlp eiltre tanto con la misma cortedad que los adviiges. Vna
escasa ración de máiz, raices y írutillaB silvlBiítfeSy y algún maiiisúó,
eran sü diario sustento. Los piíUlred eran 'los primeros que con loa na-
turales sallan dios montes y á laff playas á'lbíuscarlo. Por dos voees
se.bábia intentado qué el padre Hccolo pasase á la 'Nueva^fispaña, y
no hablan di^do lugar I69 tiempos -hasta er26 dé diciembre en que se
logró la navegación. Antes de partirse, impueiíto ya wAi^ ^oe media-
namente én la lei^gua el padre Ugarte, se%áb¡á enoargado de la misióB
de S.: Javier del Tiggé. Eñíó politióo del presidio habto habido tam-
bien sus inudanzás. Él capitán Mendoza, eada dia mas desooiitento,
y nó hallando éh México el favor que esperaba^ renunció el eargo: en
su lugar "filé pominrado eí teni^fCe D* t¿dro Figueroa: durí5 este aan
meñb^.". A' ppeoi^.dla? dé su elecdion I08 iñdioa de ;Tiggé se ,ar«
rojarbn con furía sobre' la cato ^ iglesia del padre Piccblo; pr<S&na-
ron lI^l imágenes,, y se huyeron ^ quebrabas Inaccm
dian ser forzados. £1 nuevo capitán» recogidos los.de9pojos de la ar-
ruinada-misión, dio vuelta á lioreto sin empenanpeá seguirlos: 9U dema-
siada ciriButaBpecc¡Q& ae atrlbi^A A debilidad. Los presidiaríoa apiada-
ren tah descontentos, que poeo^ después por vetos seeretes y euasí todo»
uniformes, se hubo de coYiferir el mando á D. ' Estovan Bodriguex Lo-
— 129 —
t^enzo^qiie lo ejerció por rnaa de cuarenta año» con grande utilidad de
Ifli odooia en CalifiHVÍa» •
^ ^ El padre pnmneial .Francisco de Arteaga, en consecuencia de siiii
HLntiguos proyeetos sobre la fundación de un-^éurinario en Puebla^ Vista
leneifliicia del fiscal, ludiia obtenido delEizmo. conde de MocthéU'
jun.ventijoso inébrme fimiado en4ll de julio del año antetedente,
«otso Horneóos honorífico át la ciudad y lay untamiento de I^iebla éii
^ «dal^nuapio «nee. £a TÍrtud de estos documentos, el padre procura-
dor Bernardo iRotandegui se presentó en Madrid pidiendo al rey licen-
pasft4a.ftuBdacion, y juntamente, la graCfea de que S. M. se d^asé
el . nuevo colegio bajo su protección y real tfombre. Oidb él fis¿
yjimts de consejo del rey, por su cédula de liS de agosto de 1701/
dUoe^ iiae ha vesnelto omceder, oomo por la presente Concede» al pr^<*'
pMto é sopexior del colegio de la GompaSia de Jesús en la PueUa de
loauAngeies la licencia queso pide para fabricar vivienda á comodidad
de loa oékgttiesy 6 seminaristas profesored^ de lá' filosofia y téologiai
|iia:iqpió desda 1& dicha casa se vayan á Cursar al colegio de d. Ilde-:
fopn^qvfr la Gompañia, tiene en ^acjpiella ciudad. Manda luego á su'
TÍipy.:jr;Mpitaii general, á la audiencia real de-México y á todos loil
WMtrQ4' y JM^ias de hi piudad de Euebla, y ruega y entíarga al Ulino.
^.^faÍ0p0 y^ oabíMo^ no pongan ni consientan poner á la Compafiia dé
Jesüsendbaraso ni impedimento alguno, en ningún tiempo ni con mott«
Tom prétesto alguno, sino que antes -den todo favor, fomento y a3ruda
fue pam eliefeoto necesitase; encargando juntamente se haga dicha &•
brioa4o«mas eerca que se pudiese á dicho colegio dé S. Ildefonso. No
podo venir el original de esta cédula* hasta principios del año siguien«
ts;-jpiii«mb%rgo/^ sabiendo eVpadre provincial por carta del padre Ro«
isniíliigtuV^ii^era indispensablemente necesario consentimiento é infor^
íM'áelhí^titMOi pitaenté un líi^niótial ál venerable deán y cabildo de
ijaolJÉ eanlii'ígbsía'sede vacante; por muerte del Illmó. Sr. D. Ma-
vutA FwnalMlefedéBÁnfa Cruz.- £1 calúldo se remitió á informe del
JJíhf^^uaÉé&rJivtíngaiy BárceM, doctóÁl de aquélla iglesia caté^
dnilrpwoyiééif y-vícefívgeneraKdél obispado. Bespondió eií 18 de di.
cta^Mi-i^ltt'fcndáéibn-db dioho'Aemiharto) úó &olo no tenia incon-
lOiitWHf s a1¿nníij sfnn qnrr nm obra- di'gnr-de retribución de gracias por
soir éteóddo que résiktaria en beneficio y utilidad pública de todo el
obispado y mayor lustre de la chidad. Conformándose el venerable ca-
Udo ooD el dietámeñ de su provisor, espidió en 16 del mismo mes de-
TOMO ni« 18
— 130 —
creto firmado del Sr. arcedeano D. Diego de Tictoria y Salazar, en
que da su consentimiento para la erección del ^solegio, añadiendo que
daba al muy reverendo padre provincial y en su nombre á la sagrada
Compañía de Jesús las debidas gracias.
1709. Entre tanto, al mes siguiente, principio del año de 1702, llegó á ma-
nos del padre provincial la cédula del rey$ y presentada en el real
acuerdo, bajó decreto en que con la debida reverencia se obedecía la
disposición de S. M., y se daba licencia para ponerla en ejecución.
Las casas que dos años antes había comprado para este efecto el padie
Francisco Arteaga, se dispusieron para habitación de los padres y loa
seminaristas filósofos y teólogos que debían pasar allí del Seminma
de S. Gerónimo. Se dispuso la posesión para el día 7 de mayo en
que con numeroso acompañamiento vinieron en forma de comunidad
los fundadores á la iglesia de S. Ildefonso, donde los recibienm en lá
iliisma forma los jesuítas de los dos colegios. Los cuatro mas anti*
guos tomaron allí sobre sus hombros la estatua de nuestro padre S* Ig-
nacio ricamente adornada, y pasáronla al nuevo colegio donde hasta
hoy se guarda y venera. Al santo fundador y patrón seguían los se-
minaristas fundadores, la comunidad de S. Gerónimo, y últimamente
los jesuítas conducidos del padre provincial y del padre Antonio Arias,
primer rector dé la nueva fundación, y lucido concurso de la noviUsi-
ma ciudad. Al día siguiente para que la devoción y la piedad fuesen
las primicias de la nueva planta, el padre provincial dijo allí la piime-
ra misa, y comulgó de su mano á todos los seminaristas, que á la tar-
de en forma de comunidad pasaron al colegio del Espíritu Santo con
su rector á darle las debidas gracias.
Para el día 18 de mayo se dispuso la colocación de la primera pie-
dra del edificio, que con acompañamiento de uno y otro cabildo, religio*
nes y nobleza de la ciudad, puso el Dr. D. Diego Victoria y Salazari
deán ya entonces de la santa iglesia catedral. lia fábrica se eoncku*
yó dentro de algunos años con bastante capacidad y hermoswra ponf-
eniances. Creciendo después el número de los seminaristas, se apadii^
cuasi otro tanto á diligencias del padre rector Nicolás Calatayud, y^
magnificencia del Illmo. Sr. D. Domingo PantaleonAlvarez de Ábrenos
•en cuya persona acaba de perder aquel colegio y toda la Compañía
Jesús un amantísimo y celosísimo protector* Ha dado este colegii
muchos y muy esclarecidos varones á las religiones, parroquias y C€
/os, no sclo de aquella ciudad y obispado,^ sino de tpda lá América»
— 131 —
MHuáhiMiite iluttr&n las catedrales de Puebla y México algunos cuyos
nombres nos obliga á callar su modestia. En el colegio máximo de
ñiltó este año un operario infatigable en el padre José-^Vidal, Muerte dol
... pftdre JoM Vt
que por muchos años había con su fervorosa predicación ilustrado la «ua.
oiudad, y todo su territorio en provechosísimas misiones. Honró el
ministerio apostólico renunciando por él las cátedras de teología en
que la religión se habia prometido mucho lustre de sus grandes talen-
tos. Fundó ea el colegio nüáximo la primera congregación de nuestra
Señora con la advocación de los Dolores, de que era tiemísimo devo-
to. Esta congregación aprobó nuestro muy reverendo padre general
Tirso €ronzalezt y agregó á la primacía de la de Roma, por su patente
de 1 1 de febrero de 1606. Alcanzó del reverendísimo padre fray Juan
Francisco María Foggi, general de los Servitas, la de participación de
todas las gracias y privilegios, como también de todas las buenas obras
de aquella esclarecida religión, fecha en 6 de julio de 1697, y ha sido
fecunda madre de cuasi otras tantas como son las casas de la Compañía
en Nuevas-España. Imprimió sobre este asunto un devotísimo tratado,
y consiguió que la devoción de los Dolores de María Santísima, cuyo
rezo y oficio se habia concedido en su tiempo, fuese como el carácter
de la América. Sería un monumento inmortal de su devoción para
con la pasión de nuestro Señor, la señal que á las tres de la tarde se
acostumbra hacer con las campanas en memoria de las agonías del Sal.
vador en la Cruz. Esta práctica que estaba mandada por el último
concilio mexicano se habia omitido enteramente. En 1686 se dio
principio en México á tocar las tres f. El padre Vidal por sí mismo
y por medio de D. Juan de la Pedraza obtuvo de los señores arzobis*
po y virey, del venerable deán y cabildo, y de todos los prelados do
las religiones, que se se practicase generalmente en todas las iglesias
de México, de donde se ha estendido no solo á las demás ciudades, pe-
TO aun á los mas despreciables lugares de todo el reino. A obte celo y
piedad. correspondía en su comunicación un gran fondo de religiosas y
sólidas virtudes una exactísima observancia, humildad profunda, y ma-
ravillosa pobreza. Le favoreció el cielo con innumerables conversio-
nes, y algunas gracias singulares que no pudo ocultar tal vez su cir-
cunspección, y que hicieron formar á todos un concepto de no vulgar
santidad con que falleció el dia 2 de junio.
t Eate toque se continúa en toda la Aaiériea, y liempre recordará la memoria
del que lo promoTÍd. «
— 132 —
Por este imsmo tiempo, los moradores de Villa Alta» en la ¿Bóceab
de Oazaca, habiendo descubierto anas nuevas minas en los moiites ve-
dáis {>en8abanlmcer donadon ala ^Oom|iañia de alguna paA
hallfibigii en remuneradon de las> fireenentea^y^firáctaosaB úisícaBiSTqve''^
los pftdrefei del colegio de.Oáxaéa baldan liecho en'aquel larrítoiior^leii —
aSosfkDtecedóiteaw . FoT' drdenxlcl padre, piovindal p«0Ó4.elpa]iiaiJbáiiiv
de Ángulo, á reconocer el jfondo: de láicasa»; -Pc^Jástos tnotmBaioiif^
tuvo por conveniente aceptmr Ja^ donadon; sin embargo, n»*íbé/ in4lfl^
la jomada del padre Ángulo. . Loa; pobladores .dé. las nuevaatmosB ba&^
bían bailado mucha contradicción en lo» indios délos pnebiosíveoinos;'
alegftbi^n muchos pret^atos frivolos, y era cn^realídadt|ue innrabaii á ióa
espauolescomo unos vecinos importuno^ paraiÉLKbertadr^y^ejárcIdeé
de superstición á ^ue vivián.cicsiünpunementeténtré^adoe. : (Nalefiíii
di^il aLpadi-e ave]1gnai!> eetos. ocultos mol»yes;i : Supo. kiT^bpfonMa'
ceguedad en qUe vivián aquellos inféüciep^ y lá infame -piroftaion^pio luP
dan de hechiceros. Está opinión, Uen ó. mal. fundada, •ai'^ÍNuo 40^ M
hacjia temer de los otros pueblos cercános,f4eB atraía 'no péeas «oñio»
didad€;s dé quetemiaa privarse si-éeeiAabledan los^espafioIeii«á«a|Qe«'
Uas tmnaa. Amenazaban por tanto quecbn yerbas «y^maleiékísihfuríaB
desaparacer las vetas de plata, ó inundarían de agua las^miñio/ liOé
ei^andes á quienes en: confusorhalHan llegado eatae aotidiK^sfaÉUltt^^
entoulo en tanto terror que pensaban desampárate! pue0Ío;'^'''IM»Ktti
loa trabajad<»e8 que estaban encrntíadoB las minas, que éñ eHas se'<oiittr
mlbos.yi)ramidos espantosos, y otras veces golpes de f»oc>a y bamtasf
y mido como de grande» 4ri)oles que Aklaban desde larcima^ El padre
Ángulo avisado de un india fíel^ pasó á verse cenólos cadqueff deloír
pudblos opuestos, los amansó.y redujo á consentir en ellcAbrio de^quei*
Has ve^s» lea afeó sus desórdenes y.maa que toda la opinión que fb4
mept&handeTkecfttcert», abomdble'átodo el género' humano;^ Mañdá^
luegolevantár unjacalisobre la mina^.y cdebró eti ella la misa dennea^
tra Serrosa para^disipar, como disipó efectivamente,- el páiáeoitQnwdhi
los obreros que dedaá pcüblicament&baberd' padre éteMnéemiado a^iiOii
Uos montes, y,le repetían gracias como á púMIca benefador f¿ íj ^ . .
V j _ . > .. ■ ' ..;'^ '> " ' ' t * ' ^M < ' " ' -J ' "' T ' ' ' ' ' ' ^ ' * ' • '*^fíti\hj r , n i ir
t El de8cabniiiirato.de aq^olla^ njüm^íuéi afectivo, ..iM-yibftndpaMm-.fiDiVia
los indios esplotabañ entonces la rica niina d^ ci4tiyQ;4e la -grajea,, aj^fido qua
hoy ha decaido por el adulterio .qoe háicen loe Uamadoe trajMcAtfnot, poique se ha
propagado en Guatemala, y ponjae la qitfmiea ha descabierto tintas que soplen por
la eochinilla. En 1787 apareció un tico manto de plata en CEté^eJd*(< las'ocli»
— 133 —
En esté aña to pato con notable desigualdad on la California. La Curato de
«layor parte de él íuó lleno de cuidados» y de no pequeños sobresaltos. ^'^^^^^'
"El pacbne^ Juan de fígí^ que por ausenpia 4^1 padre PíqcoIp se én«
^^gfi d^ partido d»8. JavieTt se hall6 .sqlo en aqntlpucarto sin haber
l^recida un indio htf^Ui^ noehe, en que hallándolp aolo^sin eoldadoit^
se fiíeron' lentamente congregando. Este sociegodnró poco. Dentro Rebelión de
de «lgHnoe'dia%iriitado8 loe natnráles por la muérterinjusta de un in« ^ Califoms.
dio cali&fnio»: .convocaron las Tecinas rancherías, oyeron sobre las
siembraá que había hedió el padre ausente acaso en Loridá^las ;ami8a«
roUf y-fanbieraii heebb lo< núsfoo ooní la casa é iglesia é hab^laa hallan
do ún defensa.: €acb diaMtías liisolehtQS ck^ociehdo Ia.debQidad.d0.
la*pequ^tropli^ atnenazabto aun al mmoó preiúdio donde para au se*
guri^id se hahtan'Mirade Ids padres. La escasez y mala^'calidad da
los aUoicaitos én yh muy sensiblet y no se tenia noticia jalguna del pa-y.
dté Piécelo que^ desde fines del año antecedente: se había embarcado
para Tk NueTa-E^pañaV.' Por esté lado preparaba ^\ SeñórjnueYos ali«»
vios á' Ids násionéroé á quienéii> por otra parte afligía con daraá.pnieba94
A.piiíneiffiosdetáñbjbafaían trés'cédnlas del rey cop fecha, de lT.de
julio de 1701. Las dos á la audiencia real y obispo de Guadaligata
eñ que^ encarga' fomenten por todos los Vnedios posibles una empresa
ten piadosSiy é informen á S. IMÍ. de todo cuanto pueda contribuir á ati
aum^tot la tereelfa al Sr; D. Joan tíe Ortega Monteñez» arzobis.
po y ynxéff matidtmdo que se contribuya de sus reales cajas vOoñ seis
mil' pesca csidá afio, ee'&ifórde á SJ^M.'del ^ado de la Californift:^
roed!os de suaníneñto; y finalmente, se^ pase; si fuese 'posiMet&- la Cajc ^
Ufemia la fhnidadon de dois misiones que para Sonbrá y Binaba Itatía
dotado D. Aloüso Fernández dé la Torre. 'En cunQiUmiehto- de están
órdenes» la real ahdiéficiá de Guádalajara pidió informe al padre Fran^
cisco TÍCC0IO9 quien con tres testigos que presentó ooahúresioilió may
4 satisíkccion eti 10 de fiBÍ)rero de l'K)2.; EnMókicodespueedealgu^
ñas díficúltíuiés se conriginó la pag^ pesos por
decreto de 29 de abril. "Es^ silnado no sufiragab%& las doa mafi uc*
gentes necesidades, dé iilguñas cesiones y.deun barco pacai el fraspor^
te de todo lo necesario. ' lÁ misoriconfiosa pro^ideiEicía ,dél Beiaot^.Wf»
pUó ventajosamente ésta' faha" por áiedia de la ini^;nifiGiL'Ubeiiidíd|id
" ■' ». ■ ' ' ,1 " .. .'.".'* ' . . ' J" t ' * > ^ ' ^ • H
leguas de paraca) que llamaron 1^ mina 40 1& üurorjn^ p¡n^eaa4 do' <^oni In^ifitet:
desde entonces se imimó' el espíritu-^de empresa, y faojr ^i¿ se'M^cj^ Varihs'imniiii
de oico y |¿ata en el obispedo> «l.ci»l wrifuíihM, . . ~ — < •
I
— 134 —
del Sr. I>v JoBé de la Paente y Peña, marqués de ViUápuente, de quien
tendremos lugar de hablar mas opiórtunamente en otra parte, y de los
señores D. Nicolás de Arteaga y Doña Josefa Yallejo su esposa. £1
primero con treinta mil pesos, que dotó la subsistencia de tres misiones
que se fundaron después sucesivamente en S. José Conmandú, la Pu-
rísima Concepción, y Guadalupe. A la piedad de los segundos se de-
be la misión de Santa Rosalia Muíege. Con los socorros de otras per-
sonas devotas se pudo también comprar un barco llamado el ííoBano.
Restaba solo al padre Piccob llevar consigo algunos operarios; pera
de cuatro que pretendía solo pudo llevar dos, que fueron los padres &e-
rónimo Mmulüi y Juan Manuel de Basaidúa, Con este socorro^ des*
pues de una peligrosísima borrasca desembarcaron en Loreto el 28 de
octubre. Se dio luego providencia que el padre JMtnutüi quedase en
Loreto con el padre Salvatierrar y los padres Piccolo y Basaldúa pasa-
sen á S. Javier para que uno y otro de los recien venidos se industria*
sen en el idioma y manejo de los salvages. £1 padre Juan de ügar-
té 1 la mitad de dieierabre salió para el puerto de Guaimas á hacer
nueva recluta de ganados, muías y caballos para la labranza de la tier«
ra, y otras necesidades de la colonia.
£n la costa de Sonora halló d padre Ugarte muchos motivos de .
alentarse con las noticias que tuvo de dos espediciones que desde fines
del año antecedente habia hecho el padre Kino. En una y otra hahia
Nueva es. ^® incansable misionero llegado hasta el rio Colorado, y aun arrojáp
pedición del dose á pasarlo por un lugar que llamó de la Presentación, en que su
ncH^lorado. Ancl^u^ según el mismo padre, será como de doscientas varas. Pasó
á las rancherías de los quihuinas, recibió mensageros y les envió mu-
tuamente á los guguanes, ogiopas y otras naciones. Se certificó que
las conchas azules venian de las costas del mar del Sur, y que esta
solo distaba de allí diez dias de camino sin estero de mar ó rio al«
guno intermedio. £1 padre quedó tan persuadido de que estaba en la
California, que se atrevió á escribir una carta al padre Salvatieira,
aunque nunca llegó á sus manos^ Hizo juicio de haber en las dos ri-
beras del río mas de diez mil almas, y fué recibido de todas con tanto
agrado y afabilidad, que se hubiera resuelto á caminar hasta la costa
del Sur, ó hasta el desemboque del Colorado, si no fuera por las ca-
balgaduras, á quienes fué imposible pasar el río. Vuelto á los Dolores
se determinó. á hacer el último esfiíerzo; juntó cuanto pudo de provi«
sienes, tanto para sí, como para acariciar y recalar 4 los indios, y eú
— 135—
5 áb febrero salió aooroptñado del padre Manuel €k>nzalez, misionera
de Opoeiira* Llegaron en l.o de marzo á la junta ée los ríos Gila y
Colorado^ y á ana numerosa ruichería de quihuimas que llamaron de
S. Rmdumda. Tomaron el rumbo derechamente al Sur registrando
yaríos parajes para pasar las cabalgaduras que no se pudo hallar por
los muchos pantanos de k orilla, £1 dia 11 de marzo, dice el padre
Kino en su relación, haberie salido el sol por encima del remate del
mar, sin ver mas que tierra continuada por el Sur, Poniente y Norte^
y solo al Oriente el mar de California, En esta situación, cuando pa*'
rocían estar mas vivas las esperanzas de concluir aquel importante^
descubrimiento, enfermó gravemente el padre Manuel González. Se^
trató Inego de dar la vuelta con prisa: no pudo ser tanto que no mu*
riese d, padre antes de llegar á los Dolores en el pueblo de 7\i5tifa-
ma* Escribió el padre Kino al superior de la Sonora, como ocho de
los naturales de aquellos paises recien descubiertos le habian seguida
hasta su misión por el deseo de recibir el bautismo: que los mas que^
daban en muy bella disposición para lo mismo: que en las ranchería»
vistas de nuevo en este último viaje habia contado cerca de cuatro mil
almas: que fuera del rio Colorada desembocaba también, según el tes«
timonio de los naturales, en el Seno californio otro rio que llamaban
AmartUo* Que el Gila y Colorado después de su junta, y cerca de la
embocadura se partían en dos brazos, y formaban una grande y muy
amena isla. Hasta aquí la Carta fecha en 2 de abril de 1702. El
cariñoso recifámienta que las naciones gentiles de aquel pais hacian
al padre Sano, y el deseo que teniui de tener ministros en sus tierras
y recibir el bautismo,: lo manifestaron bien algunos meses después^ Los
quihuimas y yumas, quiere decir, las dos principales y numerosas na*
cioneSy enviaron sus mensageros al gobemodor de SonoidacrComo em.
praándolo para que pasasen padres á sus tierras. Este los eondujo al
padre Kino, y este celosísimo misionero pasó en persona con ellos hasta
Huepaca, donde residía el padre Antonio Leal, superior de aquellas
misiones. Prometióles el padre hacer cuanto pudiera para que se les
diese aqoel consuelo, y aun trató de que pasase á México el padre Ki-
no para acalorar mas la negociación. No tuvo efecto este viaje, y la
&tal incredulidad con que se habian mirado siempre las cosas de la
Pimeria impidió depues un establecimiento que hoy habria quizá da-
do al rey vastísimas provincias, y 4 Ift católica religión innmerables
«hnas..
En cfecta^ én malg de dteüy séÍ0 aitob que ^1 podre Kibo luribi» liatfti-
jadó éin descanso' en el de^úfarimientó. de un /país ü^n vasto y tay po-
blado, na haUamo» qué tuviese más compañera fija que el paciiQ.Agfnk
tin: Campos de Campos^ aunque se señalaron en diferentes. tíemjpo4hatt
gunos otros á iiierza de ijcpetidbs informes y. protestasi ó áo. lipgaroa
á ir deteniéndolos en el cáiiiiho los sapenores de Sonora^i^ estimaron
taá poco *tÍBiiipo qué ao hicieron ' cosa ' considerable. A principios dei
1703i por. los'infórine)? del padre Antonio Leaka^ destinaroitieiiptw
operarios H la^ Finierla^ con inSeciMe conduelo del padrú Kiukf. ^z-Yá es^^
taban en yrajey próximos á entrar en labor dé aquella viña, cuando aa
soltó la itijuriosa voz dé qué lospimas hablan muerto al^padns Fimneis^
oo Javier Mora^ misionero, de Arizpe. No babia oosa.jmáí|fiUil que
Por una fel- refiítar aquella 'mentiraf cómo se habiá hecho ya con tantas btnutigoal^
kM pimas se i^^Ate gr^eras* liO Uzo'el'padró Eino conla máycvenergjhy'á^
^^^^^ ^ ^ eítí; pero entre táátoinovldos de la'primera voz los superiorea habían va
tra parte cua- ... .
tro miáones dKdo otro destilio'á los sujetos que apenas llegaron á pisar la FÜae-
hl^m!^. ^ ^^' ^^^^ á TubttfaiXia se consiguió que pasase él padre OerónimaJIfi-
nútüif ilcúyá áalud háfoiá probando el temperahieBto de la OaUfiMrdiai' •'
' Eñ *esta pesInÁúIa Se i¿téntkron algunas nuevas correrías: li| pfimé*
ra; áciá la contra-cósta del niiár del Sur, donde se descubrieron a%ttnai^
núevad- rancherías y tierras á proponte para siembras. Xa «egoodá
fué á bi bahía de^ lá Cbñcepcioii, cuareníta Teguas mas al Norte del Itel
dé Loreto' en busca dé lúi río de que habia alguna noticia por la Jan»
cha qiíe llevada de una iettipestad se decia' haber entrado en sus nbe«
ras..' ' La distancia niayor dé lo que se pensaba, y la aspereÍEa' do'jaa
sierras^ biza e^sta jomada enteramente inútil. A la vuelta ide.e¿ta.as^
pedición, juntos tos padres en Coreto, celebraron con la nnyor poBi|if
y Ostetítacíon que fúé'posibleí la solemnidad del Corpus, tomanda ocá^
sida dér'a^iinBurá ésplicar á los infieles, asombrados y atóiútos^ mo-
tivé de 'áqtiell& ésttUórdiharía alegría, y la significación dé;aqaéiBa0¡Mh
guéiláé éerénloiitaa. Todtt esta tranquilidad y iráperansa da fln|»^sa
desvaneció bielí presto eon la úoticia que, llegó af presidio dé* foís el
cadqüé y étrbs inal' ¿ontemos de S. Javier del V'ig||éy habiaü áíáú
cníélméiife lá'múérté á <^uaiitbs párvulos bautizados y adultos «ati06¿
menos pudieron hd^r á las manos. TEta, esté : atrevimiento^ oon a é coiÉ i^
cia de la impunidad con que habían quedado después de la muerte' dr*
un soldado del presidio. Por tanto, él capitán resolvió á todo trancé^
no dejarlos sin castigo. Salió con cuanta mas gente pudo, y dio 4
— 137 —
diAtióébd'iíObr&lós 'sediciosos, no con tanto silencio que no huyeran
euási'tófl6é'á1ugai<eá inaccesibles: murieron algunos, y entre ellos uno
dé 1<^ pHlibt{^lés átftdrée. El cacique cabeza del motín escapó entré
Ids fii¡¡(ÍtiVoM;'pen> loé paríetíteB do los catecúmenos muertos lo trajeron
Vhfo d^ti'ió'fle potos días á presencia del capitán. Confesó haber si-
'dü'4ét jjeib Ad cuantas conspiraciones^ inqnietudesy robos se habían co-
ittetiáo desdtí que entraton allí los españoles. A pesar do los ruegos
é instaúcias de loisi padres ftié condenado á muerte, que conforme á su
no rúTgfltr ca|)íacldad, instruido bellamente en los santos misterios, bau-
'títodo yaéistido del padre Basaldúa^ recilAó con resignación. En el
-iWo'ée la tNtyvmcia, concluido el trienio del padre Francisco Arteaga,
hiAÁé, lonttdo el gobierno el padre Ambrosio Oddon mientras llegaba
d padre 'Mañüél Fifieiit), que de actual provincial de la provincia de
T^ledOy-Tenia destinado visitador y provincial de Nueva-Espaila. El
fÉArt» Arteaga descargado de este peso, se aplicó enteramente al au-
HNmtD^ pc^ecion del Seminario de S. Ignacio, que el año antes ha-
lia íaüdadolen PuéUa* Con parte de los bienes del padre Dr. D.
Ittcolis Añdttide, y cuatro mil pesos que añadieron los señores D.
AMckieó de lAma y Doña Joseñi de Avila Galindo, su esposa, se fun-
étítoik M)e año tas cuatro 1>ecas de oposición que por presentación del
pÉAre te^^tor del colegio, y nombramiento del padre provincial, confor-
tne á laás leláasnhus de su fundación, so proveyeron en 6 de abril en los
entiro^lmts benemérítoB, que lo eran D. José Tapia, D. Antonio de
tBGvetii, ly. Diego Calderón y D. Antonio áe Alcántara. A principios
^M Mo ijigniente de 17X^4 con fecha de 12 de enero, se dignó el Sr. D.
IPcüpe ¥ espedir real cédula en que admite y toma bajo sú real pro.
iMOÍtAiy patronato el dicho colegio de S. Ignacio. Sus términos son
intiytoxiorificos para no insertarla f.
Nd foá ésta la única señal que de su benevolencia y amor para con 1704.
la Coisipañiá de Jesús dio en esta ocasión el rey católico. Llegó án-
i«|- otra ^cédula dcfspachadá en 12 de junio del año anterior en que man-
^'B. H. iifitt gobernador de Yucatán, y hiega; y encarga al Sr. obispo
de aqndlhi diOcesis, se encomienden lá la Compañía la conversión y ad. n
^idldtotnrtñotí de los indios del Petén^ región situada entre las provln-
xSfls ée Tniéatán, Cfaiapas y Tabasco. „ ,
fin consecuencia de esta real cédula, el Illmo. Sr. D. Fray Pedro pañía la ad.
de'toslteJrWi proveyó auto en 10 de junio de 1704, requiriendo al pa- ¿"'¿^f^^
t La onüte éí liistoriador en el maniucrito que tengo á la vista. ^® Yucatán.
TOMO XII. 19
_ 138 —
dre rector de. Mérida para que se encargase la .Cojnpafíia de la adm^
nistracion de aquellos pueblos. El padre. re<^,tor ]^spondió,:qiie para
admitir ó no dichas redacciones por viade misión ó da cuanto excedía
enteramente su jurisdicción, era necesario esperar el dict^oiQQí¡^p&dre
provincial distaixte muchas., Ifíguas., Se dio cuanta JkMéx4<^9|W,tif^
do la real cédula en términos de curatos y administraciop .{Nixroqiiial
no llegó á tener efecto, reservando dar cuenta» como se hil^i.&S^ H.
de los motivos que obligaban á la Comip^ñía p^njiiio tomar sobro, si se-
mejantes cargos. A estas siguieron otras cinco cédulas del piados(8Í.
mo rey sobre la misión de California. Las cuatro eran. d^r^lidas al fis.
cal de Guadalajara D. José Miranda, y al padre provincia) de la Com-
pañía, á D. Juan Caballero de Ocio, y ala congregación de los Dolo-
res del colegio de México, dándoles las gracias por la liberalidad yq&-
lo con que fomentaron aquella conquista. La última al Exmo, Sr*
virey duque de Alburquerque, ya virey desde el año de 1702; tomando
varias providencias para la conservación y progresos de )a colonia,
mandaba que sobre los seis mil pesos señalados en 17 de julio do'ilTOl
se le diesen otros siete mil en las reales cajas, de Guadalajara» y 4 los
misioneros jesuítas se les dé la misma limosna que en Sínaloa. y Sona-
ra, y que se formase una junta de personas inteligentes y miflioneros
para establecer un presidio. La noticia de estas cédulas llenó ,de gozo
al padre Juan Manuel Basaldúa, que á principios de febrera había venido
de California á Guadalajara. Pasó prontamente á México; poro al virey
aun obtenida favorable respuesta del fiscal, no quiso resolver coai^ &%»-
na, remitiéndose á la junta general, parala cual habia ya mandado citar
á los padres Juan María Salvatierra y Francisco Ficcolo. Entra tanto
Propone Be. era cuasi estrema la necesidad que se pasaba en California; tanto» que
padre SaWf^ el padre Salvatierra hecha otra vez junta de los padres y soldados les
tierra desam- píJí^ su dictamen sobre dejar la tierra, ó retirarse á la costa VQcina de
parar la coló- «. . ^i-jjii .i"
nia.y cottan. Sinaloa mientras de la piedad del rey se conseguía algún socorro per-
cmde kw eol- naanente y fijo. En medio de la mayor consternación fué tal el ardor
y constancia del capitán y demás soldados á su ejemplo, que gritaron
todos á una voz querían morír en la demanda, y antes protestarían.con-
tra los padres si se desamparaba la provincia. Ni fueron estas voces
dictadas solamente del pundonor forzado en la presente ocasión» pues
saliendo poco después la lancha al puerto de Guiamas, y dándose ocul-
tad de pasar allá ó en el barco á Nueva-España los que quisÍ60en» na-
die hubo que tomase aquel veroronzoso partido. A la mitad de jnnio
— 139 —
llegado en lugar del padre Mínutili d padre IJgarle (hermaiió
del padre Jinun) no menee en la sangre que en el fervor y cdo apostó*
lico. £1 padre Picedlo pasó á Taqui en busca de algunos socorros re- ,
cojidoa de dhrenns muMones á costa de mochas fatigas; pero aun eran
mayoral laadel padre Juan de Ugarte, que acompañado de algunos sol-
dados é indioSy salía diariamente por loe montes y cañadas, y aun á las
playas á' leooyar raices y marisco con que mantenerse á sí, y á los demás.
El padre Salfatiena, aunque señalado por el padre visitador y pro-
vincial Manuel PiSeiro para visitar las mÍ9Í<mes de Sinaloa y Sonora,
y llamado del 8r* virey de México; sin embargo, no le pareció poder
dcgar la misionen el mismo infeliz estado en que se bailaba, y antes de
ver si de Sinaloa les venia algún socorro con que poderse conservar en
su ausencia. Así mientras volvía de Yaqui el padre Piccolo, pasó con
el padie Pedro de Ugarte á reconocer la costa del Sur para ver sí po-
día fundarse alguna nueva misión acia aqaella parte. En la jornada
se hallaron repentinamente acometidos de los salvages que jamás ha-
bían visto semejante gente; pero á un tiro de arcabuz se echan á tier-.
ra, y loego comenzaron á traer sus mugeres é hijos on señal de paz y
amistad» Se les propuso el fin de aquel viage, y como aquel padre
quería venirse á vivir con ellos para bautizarlos y llevarlos al cielo.
En fio, negalados y bautizados por primicias algunos párvulos, volvie-
ron á Loreto. A pocos días volvió el padr^ Piccolo á Gkiaimas con
bastantes provisiones, y dejando aseguradas muchas mas en la costa
de Taqoí para otros viages. Aliviada la necesidad, determinó el padre
Salyatiem su viage á Nueva-España, celebrada antes el día 8 de se-
tiembre la dedicación de la nueva iglesia en el real de Loreto con el
QUiyor regocijo y consuelo que hasta entonces se había tenido en aquel
pais. Dcgó el gobierno de la misión y presidio al padre Juan de ligar-
te, y en 1.® de octubre salió para Matanchel. Caminando de Gua-
dalajara á México, recibió noticia de la muerte del padre visitador Ma-
nuel Piñeiro, y como abierto el segundo pliego cam mortis se hallaba
nombrado provincial de esta provincia. Esta novedad trastornaba de
UQ golpe todas las ideas del padre Salvatierra: prosiguió su camino
apreairadamente resuelto á sacudir aquella carga luego que llegase á
léxico, no dudando que condescenderían con su dictamen loa padres
«"wdtores, y quo lo aprobaría el padre general. Llegó á México, y
aunque representó á dichos consultores con toda la viveza y energía
<}UQ le dictaba su humildad y su celo muchas y poderosas razones para
— 140 —
deseargafse del gobierno» «atuvo-otra •MBpuesta.^fiM quo á 1» tíiMnia
misúm^de Cftlifoniia e«ta^ m^w que aceptes» aQofieiOf^MieujnWi
toridad y earáeierr podía atender nnífi bien á «u eabBMrtBBoiay fomento.
Hubo de obedecer; pero con la pvoteeta de*4mui]icí»;euaÉÉo.ánftQa al
padre gMieral para qqe le aliviando de aqúel^peao, oooio lo <kmmgú6
efeetivamenie, aunque, notan brev6<M>R>odeieaba.
MíuOTte del £1 padre Manuel Pifieiiro, á quien euooedió en el pvovUii^akto el pa-
dre Salvatienra, dejó un gran deseo de í^ en todoe les «ugetotidaNiie.
va-España. Después de' haber ebtenido-en su piofincia éé Aeagcii'lea
mas lustrosos empleos w cátedras, pulpito y gobiemade loe pffmelpa-
les colegios en Máyorca» Barcelona y Zaragoaa, proginradtM^Á Reiva
y provincia}, pasó á serio de la provincia de Toledo, doiide á pocos
meses le ñié patente de visilador y provincial <le Nueva-'Bspafta per
muerte del padre Femando Cato, á quien antes se había cometido* '3a
rara prudencia le hizo ser nombrado de la república diO Mayevea á la
corte del 8r. D. Carlos n, como enviado extraordinario para ¿jOifRurJae
ruidosas diferen<»as entre el amobispo y virey de aquella ida. P e a om pe»
fió este empleo con tanta satis&ccion dé las partes, ^e^á eu-S|ttalta se
le miraba en aquel reino como un ángel de pae. Consignó «én -esle
tiempo de la piedad del rey se íkbrioase un nueve hespüaV'fe^^iMdiBo
dose entre aquellas grandes honraa de la miseríoordla pMPaeoa loe po-
bres. Entre sus religiosas virtudes, sobresalió mucho la ^veeien ñl
Augustísimo Sacramento, y una mansedumbre inalteralite que-leluieia
amar con ternura de cuantos le miraban. Había formado un aHo^on-
cepto de la religiosidad y apostólicaa fatigas de los iugetos de eettt pro»
vincia, de que en poco menos de un aiio que la gobernó, ewriÁ áüíoma
ventajosísimos informes. Hecha una brevteima reconcHiaetoii, y sfim*
tiguindoso repetidas veces, murió con admirable tranquilidad >ri día 21
de octubre.
El nuevo provincial, viendo que con diversos preteetee ee éilMa la
junta, determinó salir á la visita á^ los colegios. Yisiladide a^nes,
volvió á México por marzo de 1705. Instó por ki junték, mandada en vir-
tud de la real cédula, y no teniendo respuesta decisiva, antes ée peose- •
guir la visita, presentó al Exmo. virey «a informe firmado dé sa no m bre
en 25 de mayo en que cumplía cuanto debía informar conformé á la men — -
te del rey. El informe llevado al fiscal, filé remitido á la fiítura jun — -
ta. El padre Salvatierra, encargada la visita de algunos colegios de^
tierradentro á su secretario el padre José Bellido, «que lo habia sídc
~ MI —
tanUM «Mt podre Manuel PifieírOf paiti6 4 la CaUforala á bi mitad de
i iiaío« LHego^ kp BUrfit teme^ite.al ^7, ee tuvo la deseada jjuiHa y 4ie de-
erolóífueti^ im batfai«B en. ella loe práeticoa que Remandaba la real
oádobv aadafe ÍBi¥iivafla fanater auevaa. • órdeoee de la corte^ .Habte^
¡MNMfo.al £;um^ di^ue de AUMirquexqua el padre Salvatjyena,no eo^
p<Mr ibiB mMMHdadee de la Califonúa, tino aun por la? Umoe^ ajU^,*
eadM do idea jvÍM<|ueee debían i todas laa demás miaione» de.Nucva-
BipHiateM ipMdee atraaoe de la provincia. A la verdad, en las cir<
nuMÉearini an queactualmenteae hallaba la coronat mal aifeg^rada
aoftaobcefUi gabela del j6ven rey Felipe Y» pareciaUckpy dc^^oiroai^
•
yeeiiMT 4 fi* M* ettalquíar -otros ggstos por piadosos que fiíeseny por
taliiáe a«6aigaK«4loa inmensos xrostos de una guerra tan porfiada. £so
ta<fidalidad lera el aotmique*alegabaol 8r^ víiey para-no poner en ^^
euéliHH «aí4a paga deiliMi<aiísüiU<pe8ee 4»Jka CMíA^ma» oomo laadel
resto de toinisíxniai. Bn loaao había wtfmmuMfi m^fíbfi» vec^ el
paAíe^BahmtiMna» ^uo mn mabmgú. dn laaigraiidea «r9%n«ÍAA del e«tado,
lá^f^lnBtttd'del iny^estalinmii^'fl^mNtattsiis repdes eédulaa;, qjue las
iiiisloBes 'de gvatileii se psrdÍHs Mi tfeinediot que ih: pn>yincU^ >e;]^hausta
cmi fA s wpl e metfln» ém iwÉas sDÍks «i aqnoUoü tres adoe fe MlabSi «w«
péSada é i ap o sibüiladaide tmmteMrlas; y. <finalnifint^ añndíó con sapila
inteepiden. . . • ,^r. £»Ée., ya no sedo 4 «adín tm el «Mind» en al c¡^dd^"¿^
aamv fidelidad yvenaMeiim de nnMracaiéttMi mohaMk £sM p^^f M>«tj«Taai
jesnita, solo y d esa uíiHid oée las; reales, oigas» hacow|iiíatado yjres4i49 ^¡¡¡¡¿¿^¡tíí
i fl. m. VB paistfie « mas da cioitD irnenia moa 4<aste.dft 'm9m. Ifí^ilítnoMMP
sos gBsfeslraehos sd feal araiéa no habían podidd «ijetm^ tod^. IfQi lasmimonesr
BxtmKB. anleeesDfss da V. £., y y^ jaigotfmáaairiiyiír ka;]^oaiH^
de los nisioBeros, yes u s é ie a r á S. M» lantas prarádM eiMio ie haif
üado les msímmnnni jesuítas, y an nüiar por ia salrMon de lantM lAr
mas, ten na se Mía á la fidelidad debida á:nusstraie]r im^JOJÑ^tf^i'
de), que «Difes se enmple «ou sua bmm ertuefth iMí y daelaradaa iM^nes^
y se dá 4 sn eofoM mas Sviaa apoyo qae con miafifaifi tasw^A pufij^an
Scnrar las flotas.
No cedió á la fuerza de estas razones el duque de Alburquerqui), y el
padre Saltatterra, meditados todoslos caminoaque 4 su t^Q y 4 san ta-
lentos pOcKaH ofrecerse de ocurrir 4 aqu^la necesidad, y no hftHnn<ín
brocha alguna^ resolvió juntar una consulta estraordinaria de todos los
padros proíkm» mas autoriswdos que había en México. Propúsoles
las necesidades de las misiones, k» gramímail ^nipanoa 9optraíd<)9 Por
— 142 —
la pruvincía en los años antecedentes, las difigenciás practicadas, y su
ningún efecto. ' Pidió que sus reverencias le álamb^raní -sí haUaban
modo' de proveer algUn remedio, y si no que dijesen isi con^ilía rsnon-
ciar iás misiones, y que sé entregasen á clérigos seculareid £ste era
El P. Salva, el único recursa en que consintieron los mas del los votos, y conforme
tierra renun- .1 • ,*- .^- • •. ^ ... . - . ^
cía las misio. ^ '^^^ dictamen sb procedió ¿ lormar el escrito dé renuncia que nmia-
"^' toíi ti^dós, y 'aiitóiízó en toda forma el padre secretario. Jiintamen-
te con la presentación de este escrito envió el padre proviacial cartas
á todos los rectorados de misiones, previniendo que estuviecleii pvokitos
para entregarlas á la primera órdeií, con todos sus frutos, taborés, láe-
nes y aperos de casa é iglesia, como se supo después por caMa dsL go-
bernador del Parral al Sr. virey. £sta resolución biso que S. E. man.
dase exbibir por aquel ano las limosnas de ¡yusiones, reservando. la pa^
ga de los atrasados para tiempos mas desahogados, y al misino tiempo
fué un testimonio incontestable del desinterés temporal i)on que traba-
jan los jesuítas en las misiones de América, muy agenod de aquellos
imaginarios tesoros y comodidades que en todos tiempos hlm querida
hacer valer sus émulos. £1 desabrimiento con que por esta ocasión
quedó ei Sr. virey recayó enteramente sobre la infeliib GaUfomia: no
se tuvo la junta ni nada se hizo* Mientras que estb pasaba en Mé-
xico, en aquella misión los padres y los presidiarios lo pasaban cmi bas-
fit P. Ugar. ^nte incomodidad, y hubiera llegado al ostrémo sin laefíciUB actividad
aMana tinnuí de los padres Ugarte y Picedlo. £1 primero que había quedado por
para >á«nbn gaperior, á costa, de muchas fatigas allanó tienras desmontándolas por
. . SU misma roano, tanto para enseñar, como para alentar á los salvages:
liiiM> algunas presas, {^antó viñas y sembló, algunas semillas con que
pudiese subsistir por éí la colonia ea caso de faltarle los socoros de
México y Sinaloa f. Hizo venir de la Nueva Galicia un maestro de
tejedor que eoseSase á sus indios^ y escusar á la ipísíon d gasto de te-
las, sumamente necesario, aun mas que para d abrigo, para el recato
de los mismos españoles y misioneros que apenas podían salir de sus
casas, y aun estar en ellas sin que tropesase la vista en la desnudes
agena.
£1 padre Piccolo á quien el padre Salvatierra habia senajado en su
t Hoy recoge California el fruto de estos prodigiosos afanes. El TÍno que alli
se cosecha.^ un grande artículo de su comercio, que se aprecia y irende en París
como no se estima en México. ¡Gracias á aquellos varones herederos del espirita
de caridad de Jesucristo, y de 6. Ignacio!
— 143 —
lugar por YÍsitador de las misioneB de Sonora y Sínaloa, se vaHó de la
oea^km que le ofrecía este empleo para rocojer algunas lunoenas de
Bfuellas poUaeíoaefl^ y remitirias á Galifomia. Le ayudó en gran par-
to el padre EuaebioKino, y á uno y otro dio después las gracias el pa-
dre provincial, de haber conservado por su industria y caridad la misión
y el presidio. Con su llegada, qde M á 80 de agosto, fué conuin la
akgrfa.da todos. en Loreto: acudian en tropas los indios como á su pa-
dre y común- bieulieelior. Habia procurado llevar provisiones abun-
dantes; pero no fué «sto lo que dio mas conduelo en las circunstancias
yraientes en que la hambre em, el menor de los males. Lo que tenía
Ja .afonía en punto de arruinarse eran las disenciones de las presidia-
lips con su ci^itin,.y la poca sujeción de este á los padres. Poco
antes despesar á la Nueva-España el padre Salvatierra, el capitán
Estovan L(Hrenzo, aunque muy.á gusto de todos, habia por no se qué
aprehensiones renunciado el oficio. No pudiendo convencerlo ni las
ifPEOiies ni los.ruegos.de los padres, se determinó eA padre Juan Ma-
xíi( á llamar de la Sonora á D. Juan. Bautista Escalante, alférez. ion-
ione^s del presidio de Nacosarí. Era este soldado de buenos crédi-
ipsiy acreditada reputación; pero demasiadamente fogoso, mejor pa-
sa TOnir á las manos que para gobernar con quietud. Presto secoñie»-
■Itton á sMitir los efectos de su mala conducta, así en el orgullo con
a|no trataba á los presidiarios, ciMno en la dureza para con los natiura-
Isa. Unos y otros tr^an sus quqías al padre Juan de UgaMe; pei^ lo
q^e habia de 4or remedio empeoraba el mal, no sufiriendo ^ dicho ca-
fÜMM qpo eljpadre quisieae irle á la mano ea lo politioó y militar del
IpreaidiQ. Llegó á tanto, que el padre ügarte por no tomar mas agria
ycoTidencíat: dio aviso de todo al padre Salvatierra. A sus razones y
a& la salud publica de la eoloinia toda que se lo pedia, hubo de acceder
JL Gstevan. Lorenzo, y reasumir el cargo de capitán del presidio, para
^nde navegó con el padre provincial. La suavidad y arte del padre
loé tal, que el capitán Escalante sin sentir ni darse por ofendido del
desaire, prosiguió por a^un tiempo en el real hasta que los misnKis pa-
^kes le procurarm mejor acomodo. Compuestas asi estas diferencias,
^eapai^ el barco á las costas de Sinaloa para conducir las limosnas ^¿^^¡f ^'
S^ haUa ofrecido la caridad de aquellos padres y vecinos. Algunos ra México el
ds estos paiHirpná. visitarla áCalifomia en que se detuvo dos meses, y ^ P^"'*'^'
nabiendo deíado órdenes para el establecimiento de dos nuevas misio-
Bei,y proveida paia buen tiempo la colonia, salió para México á fií
--144 —
de ootubve. Dejó aUí 6- petiobn tuya y de IO0 padreé «AlMmMtifO Iti.
me Bmwy que le hhbía aeompaflaáe elisia vMtft) yqne Aüpue e^pf ^o-
toree «floe fué a|K el alivie^dé loe ttMtnmwm'éú ^ <caiédb'4e Id Ma-
poml, bteta que oni^Aade'de^saeérdoil^ acabó aü Me ^Hie H^eMüíoo
Muerte del miiioiiei'e» ItiniedíKlBBBMtedeipf esde hi pattidaéil padt»yiwi «qa l,
no 7 d^!^ Reemprendió la findaoié» de 4aa d^a nuovaa'OiiaiaDea. Bfadreft-
reia« á ^puen «e dio el :aoiDbre de 8. luán Bautista^ ea ^na^^NMla de
49ontiame rieegoe éindeoiMe pebMla^ MitiÉuó ^fadra luiilK^tlafie
da. 170^ >Elpadi>eJ<ianafaaniddeBaaaldéarpaHiéaltidi<Biiidftaal
iiaóavr<»T^deilM^eii'qaé'MáalimdíaM lamitleiiidea to i a tft»'
„ ^ . aallá. El eatnfitio «fainucdieaiaa larao de^ouarattta letnaaalfi^im
Fondacum .^ . ^,%.. « ,. .. . - ..^
de las miiio.^^E<^nreio.. <joaágaaó elfadieiMa lade etdéiaiite luuMlaítaÉgiMMb
"IsfuibuT" ií pGflrta de inrneiieae áitigaa. La pobreaa é faaawioáidiaiaa fefüh i g aa-
SatiuRoratía lee «Dii» ^ooRiiieB tü lodaa ka miakmes mie^m; pefu-eil eétak^tNq^
y iaadulBÉiba la taanaeJumiiro y doetMad ^ laa iadioa, ooanda éifadie
Jñedro deiUgaMalmioqtta yaiiaarioaigéaieim>a- y si q íi3 D (| OB |
-abé é. iiiao«rtbalc;tiq[áa Aabia ea la Calübniia. 'iia filé lA amiér fta-
lNJo.deiesU-iiiiebBida4gL JttBttallM^ "p&éi^ ÍUk9 í títtm ,
vuebeé Méadcé, ^aé Su Juaa- Baatiita Lapa<i tiwa i éii o adai^ilttfala
i|aabHMÍo,ooa pérdidadalda díea ha! p«Bea qaé IwBbia ^ i a a a i ü i úf fi aa
ea dolaoiob/y de loa caaiea pagaba iM^taantoÉMNi lea fédüoar'- HUe
ajbcideiite< Ino al pacfaré prbnnbNd iqaa'tnteM iaége de ^Etf^ga^
ikiiiairfaíb«;i{iidee de lea laiaioiiee de CaVforaiá^eaílMiaia^
lAiidaa iitne:adttÜDí»|ra4aite4icy>iiB^t)ioettiadof ^ úrtaa fe ié é iftUifefte fci i
fin al eofegíff nánqo^ñOá^dó mm ^üdo'^L Mméiéo MUo dalii^rb..
Muerte del fov wiaate 4el. Saoto tedadonfle (a CémpeAíay <y aa'&iMlaito)p«i el
hermano Fa- _ _ ,. ••••-••é
bio de Loyola taéíoe ilinaÉyino CBQ qua doepitodó ad asuadoi^ y «É-^ha^^aflaaea
Zl^^"^^ nlígioiaa. . Ynao.4 kt Aariinoa .«éa ^peíame 4a^la.ip <^iiiu B i de
Mkmrágaar all^1qila^«a desi^ jaalíoia f iMáá k» lii^^torMí tar de
Mdi) a^ ea ^ aiftaé» eevalHS d«M^ «cí ««apéjé «dettlgiÉtMdóe^'^ teo^
laé iMi itj a iiii^ » i«llg^cNie« Aeabad«iaB^ ^géhteHMS tit i s i iaidi ó-íteiÉarei
lÉBMte da ^w i W üé l ita<teBdatoaf yero ua angele Muy^gAMie y ^iM^ <aiipRÍ'
^ ^ («al4iaa<|uéila«alígM>iH éeidaeiaaó i|tta IHea i|uiBria>4M9ifvii«&dcMtt^M4a
Oomie^ia 4ÍeJíania. AiiMúdo^mallae>eeai^for<qiÉhM»4i^
miUeafieco de portera ea^aelegi^aii&xkWi^-StflteMtiflétt^^
céa^buaátdMd, y leaaftiMa^aíiaekm^ é taeaialiótíéaál^^m
fiaaaiéa*41artaefli»ia4y4iaa de oaeaifie^te^i rttrt ii i a^^
— 145—
imájpa M venentble hermano Alonsa Rodríguez. Murió ol dm 17.
d« mafiw Es n»i prueba WMhi vidgar ik su i^irtud, que ])egacla la no-'
licia da flu OMMie i Lecm da Nicaragua» ¿onda kabia sido gobefoader,<
se la maiMhnrpií haqer nujr ^olemnea honras, predicando en ellas las
ahfcaigiB del diftinlo ri misma Ufano, inrelado de aquella ^éeesis. Muerte del
. apostólico pa-
No^ mé attenos la péfdida que bizo el colegio de S. Luis Potosí,- y die Juan Ce.
ana toda N^ piN>vin<4a de Nueyap-fspafia, on el espirilual y apostóli- ^^
o» padM Juan Oereiiy natural de 'I^BCumgalpa en al obispado do Yalla-
deUd dá GoaMiyagua. Sa gran teatro iué Guatemala «n que pasó la
la mayor parte de su vida en las cátedras de íilosoga y teología. Por
dictémeé'dal padre Dii^ Marín» uno de los masxéiebreé esooiásiíeos
fna ka tenida lapvóñinoim so pensó, en llamarlo á M^oo, auaquo fe»
iaifUKdd^gUMMle fruto, de que se privaba Giiatemala. £1 descanso
00» qttáiiliHmqipfat H Urea de su cátedra eva los dias que llamamos
da. iimttei aáltr á aplicar la doctrina á divamas iglasiaiv y otros á,con^
£asar 4 k¥^ kospUale» por las vacaciones» de ordinario á bacer - misio»
4 difamitoa pudiba* Fui maraviUoab en ql ejemplo da humildad
^pMi,sifliidq al oráoulo da Guatemala» ^. oárepió por £ilta de admí.
niatfndoy 1 anidas da un ingenio» como lo hiaEopor das cg^itinnoq años.
Ená li|||¿da:pQr l|9a»bra ilustrado y extático» nósoiode pajM|oíiafl del ai^
gloi jpboé eqpaces da discernir espíritus» pero aun de les.sugetoa mas
<apÍ8ÍtMdáa da aqnai tLemt>ó. £1 Di. D. Barnardino de Ovando y D*
Triti'1i*fT" ^^"™''rT*j A yeneraUo Padoo de S. José y al veoeyabla
fimy. Aiténto Hai)0ti do Joeus, cnn qiííen s^ acompañó flguna vea jm^i
if nnn nÉUmiaa anteas» y que desda Tálamanoa» donde eotn^^'á ia re.
dnrQiom-dá.nqiialUiJi fieíaa nnoionea» fritándola tinta» Le oscribiA cnn só
8Mlip»J üáiaonií'aMiy ejamiilar» y que la trató con feniíliandad quin. ' '
ta.nS|a4 dapnso con jusamanto ño haberlo visto jamás ^aitraido, min^
«BtoA): 4b n^gttna íuill ügán^ pamcm» y quo la pareeia «po pesdev ai»
míiwil» detkmpa da aatordaiitsa.dosí» y en lapresésMade Dios. Sk
padra Aniífnici Cartea ique la tsató muchos afios, aséguta no babeilg .
jaMs .iriato üakv na por durena dteHícidfid» sin»por ki oontofo^áck>¿
i^ tmm f^WBifiosdí^ á 4uien.siampm tenia á la vista dd alma. C<m.
ÜMRl^é aalai^nmdés virtudes eran so penitencia, su sileneio» á quiett
Baárta-ét dwijiníiíitn»'su castidad tanto inas.admifabl*, cuanto pom:
liMdn «yivb Jkdfll apóatoi, da cimsi «entÍMias y Mshmm teniáclones»
ytilulMaM táJfilUn jamás buhamenáatqr Hevav eturgtr en suf caon»
Aabir mi¡<itf^ímm$% jiditodass nlgHn^ álh«síanrpM al alto' concapto
TOM. III 20
— 146 —
que 86 tenia de su santidad se. hubo de deshacer su rosario para repaF'
tir las cuentas, de las cuales fué fama común haber obrado el Señor al**
gunos prodigios. La venerable señora doña Ana de Guerra, biei» co -
nocida por sus insignes virtudes, y otras personas que el padre dirigió
en el camino espiritual, son pruebas bastantes de su misticb magiste»
rio. Fué rector del colegio de Ciudad Real, y maestro de novicios en
Tepotzotlán. Nos llevó la muerte (dice en sus apuntes el padre An»
tonio Cortés) un sugeto docto sin ceremonia, modesto sin afectación,
y serio sin esquivez; tal fué el padre Juan Cerón, cuya memoria hon-
ra nuestro menológio el dia 24 de enero.
£1 siguiente aiio de 1706 no ofrece cosa alguna memorable en la
numacir^ 7 dé P^^^Q<^i^* ^^ padre Kino en la Pimería después de haber sufrido los
enero de 1706 dos años antecedentes, y desvanecido con su paciencia y constancia
admirable diversas calumnias contra sus amados pimas, restituida ya la
tranquilidad, volvia á tomar nuevos alientos. Tuvo noticias de<4iaber lle-
gado el padre procurador Bernardo Rolandegui con una escogida mi-
sion, y al mismo tiempo se le mandó informase del número de opera*
rios que necesitaba aquella provincia. Al mismo tiempo se pidieron
del supremo gobierno informes al capitán Juan Mateo Mange^ com-
pañero del padre Eusebio Kino en los mas desús viages, y tesfígo oca<*
larde la fidelidad y bellas disposiciones de los pimas. £¡1. padre Kino
respondió que los misioneros concedidos á la Pimería pot el rey eran
ocho, de los que solo habia tres en Dolores, S. Ignacio y Tabotama:
que debian repartirse indispensablemente otros cinco en Caborea, en
Santa María Soameca, S. Javier del Bac, S. Ambrosio Bosamí y
Santa Ana Quiburí. Sin embargo de estos ventajosos informes, do
Visita de nue. entró algún nuevo misionero en la Pimería hasta muohos anos áeafpoGB,
Kino en oom. como notaremos en su lugar. Por el mes de octubre salió el padre
pañía de Fr. Kino en compañía de Fr. Manuel de Qjeda, franciscano, y de algaooe
da kM pueblos oficiales á reconocer y visitar los pueblos distantes^. En este via-
f^^*^^ ^^ S® °^ ^^ descubrió de nuevo cosa alguna fiíera de lo que se ha-
la JrimeTja*
bia ya notado en otros, á que se añadió el nuevo testigo Fr. Mm-
nuel. Este religioso afirmó después constantemente que la Galífiw^
nia era península: qué él habia visto la continuada cordillera de moii-
tes que unia las tierras por los tres lados de Oriente, PonieBÍe y Nor-
te. Yino igualmente maravillado del esfuerzo, actividad, indaalria«
fervor y vida apostólica del padre Kino. No cesaba de mafávQlarse
como un hombre anciano» débil por sa austeridad y por 0o poea saM,
— 147—
t^aniinaba al auo tantas leguas, atendía á tantas naciones, Catequiza-
ba, predicaba, bautizaba, levantaba iglesias, cuidaba de las siembras, de
la cría de los ganados, del corte de las maderas, é industriaba á sus in-
dios en tantas y tan diferentes artes mecánicas. En efecto, se puede
decir con verdad que lo que hacia por si solo el padre Eüno era tanto,
que diferentes misioneros en el espacio de cincuenta años después de
su muerte, apenas han podido conservad en una corriente regular de
vida política y cristiana la tercera parte de los pueblos y rancherías que
él visitaba, y en que les dejó, ó nacida ya, ó sembrada la semilla de la
divina palabra.
En la California se emprendieron por este tiempo dos diferentes jor. Dosinfrac.
nadas. La primera, acia el Sur por el hermano Jaime Bravo en com- *'^°"*'^^
pañía del capitán y algunos soldados en consecuencia de las órdenes California,
del padre provincial que habia dejado muy encargado se buscasen en
lo tnteríor de la tierra sitios á propósito para establecer nuevas misio-
nes. La muerte violenta de dos soldados y grave enfermedad de otros
dos por haber comido un pescado ponzoñoso, les hizo retroceder al dia
tercero para el entierro de los muertos, y curación de los enfermos. La
segunda no fué menos infructuosa. Dirigíase á buscar conforme á las
intenciones y repetidos encargos de los reyes católicos, algún puerto
^en la costa del mar det ^ur en que pudiese hacer escala la nao de Fi-
lipinas. £1 padre Juan de ligarte con doce ¿oldados se encargó de es-
ta importante comisión. Salieron de Loreto para S. Javier de Viggé
en 26 de noviembre. Desde el 30 les fué necesario marchar preveni-
dos y en buen orden por haberse visto cerca del mar mas de doscientos
guaicuros, nación enemiga desde la espedicion del almirante Atondo.
Hallaron muchas rancherías de pescadores sobre la costa, todas de paz,
se enviaron esploradores al Sur y al Norte de la playa, volvieron di-
ciendo haber encontrado una gran bahía, pero enteramente falta de
agua. La necesidad que padecian de ella los del campo, era tal, que
el dia 7 de diciembre, ni las bestias, ni los hombres la gustaron, y hu*
biera sido lo mismo al dia siguiente, si después de la misa y letanías
que se hacian implorando devotamente la intercesión de la Virgen
inmaculada no se hobiese descubierto un aguaje en aquellos mismos lu-
gares en qua el dia antes se habia buscado tan ansiosa é inútilmente:
reconocieron todos la piadosa providencia del Señor por la intercesión
de 8u bendita Madre, y perdida toda esperanza de hallar lo que busca-
ban portquel rumbo, dieron vuelta al Real 4 los fínes del año.
— 146 —
Por renuncia Sabíase ya en California como el padre Juaii*Marí«-Saiva4íerimile«-
del padre Sal. - , , , i ,. * „^
vatierranom. cargado ya del peso del gobierno eistoba para «av^garsaUá cob ^ pa^
^eneralT ^ dre Julián de Mayorga. Era así, fie ipoyido de ios gue^pa f. ratonefe
laríni deprol del padre Salvf tiw^» el padre general Miguel Ang^l Tafiib«i«li flü
dí^AjÍj!Íi^ ^^^ entrado «afiquci, caigo á 31 de eiiejpo> envió á i)ipmi |itftMtie
Solandegni. de provincial al padre procurfidor Bernardo Rolandc^gui» ^pw ¥lMlto é
México la presentó, y enUó ^gobernar en 17 de «etícoabre. fil fmálP%
Salvatierra se retiró á S. Gregorio, donde dif^Hestas las meUMtíwKMi
el padre Alejandro l^omano, procurador de ia misión y enostg^iéb éé
conducirlas por Matanchel el padre Julián Mayorga, se partió- á plíft*
cipios de diciembre para Sinaloa .y Sonora, de donde peiMVa l^váiar-
IWte |NUME car^e á principios ^el año sigubiUe en ei puerto de Akinne^ Ea efec*
^i^eSidwu ^' caminadas por tieci^ mas de cuatrocieatas l€f uas y «fvadMMéi 4
tierra. los padres misioa^ros y demás bienhecbet^s los so^otvdft wr ia d m Cti
amada misión, se hiao á la vela para la babia de 6^ Diolit^io «h Mda
1707. enero ¿q 1707. A la noche ^e\ 31 se levantó la tnCuB íM^Mia to r uwl ia
que habian visto en «judíos mares. Amarrado el tiw^Biié^dejMtm'ilr
á discreción del v¿ento que los c^mmIujo á «ñas kitíB y CMceUoa iftség^
nitoe, donde á cada instante t^iiun estreUaiVe. A^uncHidiba dif io ig o
el desmayo de la gente, que postrada, «in aumentos «a «las^e^hinMD*
ta horas, no pensaban sino en prevenirse paiala' muerte. FimhuMa^
arrojados de la tempestad sobre la isla de S. losé,, llegar^ Al mbI 4*
Loreto ^1 3 de febrero. Poco después Ucf ó con iM raememn^gé*
ñeros y algunas otras provisiones el padre JuMan Mi^ydi^. Ktfaín
(dicho padre) pocos meses antes, llegado de ta Eurapa een la
del padre Rolandegui. Sin t«mar el necesario descanso ^ele^pues de'
prolija navegación, partió á Matanchel, y d^ allí -ala Oalifemta» fia
mudanza de tantos diferentes dimas en menos de «dio mes60$ hm im*
comodidades de la navegación; los no acostumbrados caltréi.y i^b^p t*
dad de aquel país, y lo estraño do los alímentoa, cattSarea taiAo eetn:-
go en su salud, que el padre Juan MüjUl se resolvió á jJÉsatlo á tato
costas de S9nOra ó: Sinaloa. Hubiérase ejecutado ai ^ ddieiílto
mo hincadas en el suelo las rodillas no hubiese pedido ^pie
en California, -que allí esperaba mqjorar, ó á lo hiómb mofir^^ifaww cp
el destino que le habia dado la obediencia. Pi^mió Dios «n wmimm^
cion con una robusta salud, con que pudo después tralwy ar ^rdü ia^ ftas
por la de los ipjiliibrnios.
Por otro tanto tiempo había trabajad9 incansableovente e»tf« loMMftt*-
— 149—
ves ttiiMWiHfl fii fílate Fm^'máo Celbda, que nalrié eme mo iií din
dd éb Mlirp* Fué natanl Ú6 MoMejti^ en CastiHa^ ejcfinptar ^ l^«
VóroMÉ flii^kilMéoÉiik Ei amor tmm Sndm ié Iri^a t^naocñar Ites tocfó*
radb*ifecéDiotíi%tte«»*4p»iel^^ UbtWm-
4d pam ^ ^tf oM U i s r «I Sncmiaeiito do la Pé»i«étid&, ^im %1 JMímo dé«
jmndo impvrfteUi k ^oekm waé f«iqMVtame. lútnim 8e>^u vo ^üto diéM<-
«Ib d# Ü*^ « «iatiHi légmrs i <i«6 Ié «Yffl^ktHli. el aballó, «iHt» «jU^ Kie*.
gt»:ffe{Miiiia ^ aat»jai<s «éionMdo tiue Ai^^tm & üloatifeaiíe, fism pité^w
tfttti %ft «* 4Sia dié«to9i&pla^í^M6 del híf*téiiié, «t^)Kk) yt acintoMi M
h c^MuM <d» au ultima eni^nniedad. Atm léii esta, jamfiii Iií«d ^<:í«ifiá
aífio Iftai éoi» fAHM6a dto de aa vidfe, t)blt^Ml6 dé Üéb {mA^:^ lé^ito*
jm, (diea fel fiíd^ N^miMái «b^ayta^crtfaal pMii^ (>foi^iiic%l)tfim^urfl
oiMWIiiia^ñMdia #9 mtHttfíltfiti^a «n tódd, «ii af^hfo, iih< lie^^ ék
MMtoeia», ^Mi iwtiétK VrmÁé -01^ «^tas réligitMab vífli^dejs cbn tM
^aiña c(»É«liai«iito da m Vamim tunarle, fit tíltfinb détídüj^ d%' ^ inerte en la
f4da)4ai|i<Mia'da «dtlMdb áil Mftta aaedfttío de la Máa, 'm- á^i^ Taraumara
públicameata w ln %lM9ia <da ws ^mtedCKs li^ Aetébdélét (jiía sa del»- cfsco Cdada'
patei fwfala ^életuMad, yptdiétidélea tfcm ítgriDMM ^m ae olvidaaa<i de
]# ^^ fM IKRM ^Am left hkíAdL 'pHsdi^adto, ili aé «pattaisea de loíi
t tt aat i t l ftf ié iilléa db DSw; «[O» lkrv«áb«i ^ t?oMueló de ttoiir eiitte tilloa,
yfaano^aa Allaifia^^ipiiaii )oa acknfiatatfiíki^e aii aáélaat» con ttñbt y
útaiáiii^ %í Httnio y gattoUloa dé fodba 1ó« dfcmstfttt«8, y él Soto que
fiKist i WWi 'fetf A ati ihtí^ttéytia pD^ie^^m tsbMíidhstlo l<)fi aaperftM^, aino
f^M^e^just^ daifas 4!^ pnAüt xitté «lk>d esei^^Mddaa «atítris loa itiHik^ÉfaVos;
Radüddi^^l fadira O^^tiída A fa üttáiaa «tttyanidad, ae tenia ^ iA¿&tón*
soafa -dts ha tH)daif<e%d^«iéh^ el Manta Tiütliliti» par %fál»é»ele carradó
WümHñétíta ht ^«rgeftrta sin podetimdar aim loa liqaidos; attt atnbar-
gD, iMt&bá-liW Mil tol3ia!li ^I «11^^ aae^itnida t(tia poitá. 'Se liko
{íniiA^ *edñ tma ^(^Haa, y liabiéadala paaaüa can «dmiitaatoii ^la dos pa.
daaaiq[iiaía íMMkift, htfísiétwi ^ darla al cuarpa4tel Safia^. I>aego
^piía la i^lík^y dtjo^bü^ lAQctiaMnqttilidfKl:.; ífmcúimitÑs 'éeiñmm
Mfm ihnñm. • > . y tAU^iído ^trada aa üua ^j^ili^a y fregada 'meái»
taékNi, telM de imii %iara ditocwntíd éñ al 1^
& p t incij ^ da Hóviélnbra «a óümplkm faü tara^ Mea 4 ^üis «1 M.
R» F. giMmd f%ab 'GcMs^ez liÁla ^f«»M^da %i eongregaeian pto-
rlMiri. ihi 4tt«aókto iá ^1^, «éiH^ó al )»«dfa llefniatda ilalitté^
— Í60 —
vincial acometido de un mortal accidente, que á las veinticuatro horai
hizo desesperar do su vida. £1 padre^ con un ánimo tranquilo y seré»
no^,nQmbr<^ por vice-provincial al padre Juan de Palacios, rector del
<:olegto máximo, y trasladó la congregación cbl dia 2 al dia 4 de novi«n*
bre, conforme á la facultad que para uno y otro le conceden las cons-
tituciones. Fué cosa digna de admiración cuan justamente midió el
tiesopo que podia haber prolongado mas á discreción. £1 dia 3 de no-
viembre falleció el padre provincial, y enterrado el día 4 por la maña-
na, dio lugar para que á la tarde se procediese á las sesiones de la con-
vocada congregación. Luego, concluido el entierro y reunida por el
ps^ÚTQ vice-provincial la consulta, se abrió el pliego ceuu mortiSf en que
se halló nombrado provincial el padre Juan do Estrada, prepósip que
era de la Casa Profesa. Fué electo secretario el mismo padre José
dQ Porras, que la -habia sido en la congregación antecedente, y nom-
brados al siguiente dia por procuradores los padres Alonso de Arrevi-
, llaga,. Agustin de la- Sierra y Domingo de Quiroga. £1 padre Sierra
murió á los principios del siguiente año de 1708y y hubo de pasar en
su lugar á Madrid y Roma el padre Domingo de Quiroga.
1708. £1 colegio máximo perdió dentro de pocos dias dos sugetod^ iniBig-
nes, y que por caminos muy diversos habían dado muchos años gran*
de utilidad á la provincia. A los 22 de febrero murió el padre Francisco
Camacho. Llamado de Dios á la Compañía para el grado de coadju-
tor espiritual por medio de un hermano portero, se ocupó en ella por
espacio de cuarenta y cinco años en leer á los niños los rudimentos de
la ínfima clase de gramática. £n una ocupación tan molesta y tan
poco lustrosa, vivía gustosísima su profunda humildad en tanto retiro
y abstracción aun de loo de casa, que si no era por motivo de obedien-
cia, apenas se le veia fuera del aposento. Tenia anexa esta clase de
gramática la prefectura de la congregación de la Jlnunciaía. Las plá-
ticas que hacia á la juventud cada semana por razón de su oficio, y
las otras muchas pláticas de piedad con que aun en la clase les hacia
venerar cpmo á Madre á la Virgen Santísima, eran la leche con que
criaba y fomentaba aquellas tiernas plantas, y con que formó varones
muy ejemplares en todos los estados de la república. Mortificábale
el Señor con temores continuos de la muerte, y una vivísima represen-
tacion de los peligros de aquella última lucha; pero no le hizo gustar
estas amarguras en el postrero trance; pues dispuso la amorosa PJrovii*
dencia que al mismo tibmpo de bajar á la clase le acometiese una tan
I
— 151 —
violenta apoplejía, que luego lo privó do todos ana sentidos, y antes dé
media hora le sacó de esta vida. •
A pocos dias le siguió el padre Juan Pérez, fervorosísimo misione*
ro y compañero en este ministerio apostólico del vonorable padre Juan
Bautista Zappa, lo que bastaba para su elogio. Hizo Dios «por su me-
dio maravillosas conversiones en la ciudad de México y pueblos de sif
arzobispado, que fueron el teatro principal de su coló. Su caridad in-
dustriosísima para socorrer á todo género de necesidades, le hizo dar
el glorioso nombre de padre de los pobres. Repartía pon ellojs «un lo
necesario que le daba la religión para su vestido y sustento, lograndd
á un tiempo la propia mortificación y el alivio ageno. Pero siendo
este tan corto, solicitaba por todas partes que los superiores y los po»
derosos les socorriesen con abundancia, abogando por ellos en todas
ocasiones con maravillosa energía. Fué el primero que comenzó á
recojer en casas de personas particulares las mugeres faltas de juicio^
contribuyendo en parte para sus alimentos, hasta que con la ocasión
que arriba dijimos, comenzaron á juntarse en una casa común. Su ca-
ridad se estendia igualmente á las almas santas del Purgatorio, y se
creía que comunmente venían muchas veces á agradecerle y á pedirle
sus sufragios. Fué muy singular en la mortificación, en la pobreza y
en la igualdad de ánimo que manifestaba siempre con un semblante
apacible y sereno. Falleció con opinión de no vulgar virtud. el día
1.® de marzo.
En Oaxaca murió este año el capitán D. Manuel Ferifandez de Muarte del ca
PtaZfo, fundador insigne de aquel colegio, hombre nacido, para la feli- ^'||^f ^'JH^'
cidad de aquel país, y en quien parece no depositó la Proi^ideneia tan dez de Fiallo,
opulentos caudales, sino para hacerlos correr por sus manos £ beneficio colofflodeC^
común -de todo el pueblo. Sería nunca acabar pretender i«£erír las x^ca.
innumerables limosnas privadas y particulares: nos contraeremos áde*
cir algunas de aquellas que no pudo ocultar su circunspecoión, 6 que
deepues de su muerte publicó la gratitud.
Con eaiorce mil pesos ayudó á los reverendos padre^ cármeUtafl, y
con<retfiia 9fü á los agustinos para laftbrica de su iglesia. Veinte
flit'í gastó» en reedificar muchas piezas del convento de S. Francisco:
tres mil en el. de los betlemitas: con treinta mü dotó diez camas en el
hospital de S. Juan de Dios: setenta mil empleó en.la fábrica y adorno
del templo de los religiosos de la Merced: con once mil aumentó la ren.
ta del eo|égio'd#* tas Niñas: diez y seis mU ñneá para que de sus redi.
— 152 —
(q3 se sustentasen cinco sacerdotes sc^culai^y con M scJa^JblígacíflA ds
sacar el guión y varas de palio siempre que saliese el Attgustiníaó 8a«
eramento: eon ochenta mU dot4 el ceWgto ^ la OempaÜa da Jepits, á
ifuiéa despjueis de algirties Ibgadee cómo det»Mtels«it2|Mmt,daí^ p9rti#*
redero del remaneiil» de eus biettes; i^as de'igiMJfíisveat mügüMími^m^
pació dé cuarenta aKos eB doles de buérfttnas- j^ moajas^ y pam ^nvb*
mo eieok> dejó fundada aaa o|>ra p!a de eíÁHo jrusi^efiltfjfeel^a^f^
so«>, de cuyoe réditos se dotasen cada afto treinla y tveé Itnóffttta», y
«dtnbrado patffon él rector déla Compañía. Btfto, ftlera de iñsekas
fiestai^ anuales y lámparoe perpetuas al Saiitísiiao Saeramenló ea di-
leseiites iglesias, oapellanías y otras distintas i^md aei o B iég ^ ''^ Mzo
fo#Dles piMioas para la comodidad de los poliresi reedificó las casas del
«ymttamienW: enfumoMJasoároélee para el alMode les presos^ ftM-
aó las ^rhieepías, y por múB de seis áfios liino qoe é ss eoslá ae te-
^rikÍ9e á los potoea de IknóSiaa g#an eajatidad éck carnes. En m tes*
Hamento dejó á pobres vergénia^ntes toda su iropa, y todoa lo* giaÍMms
y eftoios que sus «^oemendéres le remiliesen de ios lemsjle Oasti-
Ha fedttoído^ h t^ealés, eñ qué as repartieron mas da osAsnAs m(ífé§0§é
pasó'^stQ aña.^1708) á recibif el préinio de en myiitAa«nctáy gran
^csridadc^fe entacró én niiescso colegio, dojoíde e» medio delii^ gwmdss
ÍK»niM:qne le hiao to<}a la ciudad, los saspirosy kgrinaa^kitpokiss
fiüerimLsii ¡mas síaoeío. pabeglf ico¡.
Al elogio de este grande hombre, debemos añadir el «dé «n kiimBds
aoa^iitor, en cuyaL baja .eondíciipa quiso Dios manifestar larieÉoiisa de
su teübídusi^ y isL «ntendífltisotó qoa su giaeksai)aéoiMNiiieaf ákiáfe-
qneños;:' 'Tal^fbé él havnyanoJtMPí Or^ts Jlif(»cfts, tujo dñ iMidffaáfisiÑfas
«biel p«bUaoéaTepotBotlán,y qué Ineia aqtoalmsBta'^ktad»
yñddf y deopénsriro en-ai cxde^o mal dé S. Ildá&i|só,
la oracÍMiModsraLtnmpA qné la dallan las eo^pacwnaa
obediencia, y eneiiá le átsbracíó él Senof potí rtagniasas hM8% o^p»^
cialmente acerca del altísimo, inislovip de la Tnjnidad* -^rBepotiásiipdl
ni gsnn fonodigia do $. Ignacáa de Loyolá, ^tdmtfah^ii.iaBJMi— 00 aloes-
ivoode teologJHi,'ia i^n^üsdsia, claric|ad y osojftitod; cdilí ^oo.loLwi i
poaárdo su IñsMldád le oyeriín bsUi^ oo esto gnonji oannto** < Sí|i loi
jéYoneo estadiaáiteo oeglarsa ao irió con admthiciq» TSsiioadD JMNhof
¥éees 4i\ iaostó é trióte éxi^oifiM al venios sMiéiioojdba intéa fciflMSf»
Muerte del gcMttiaado oon lue calsatiai. ProfóHzó dístíiitoá^iitito iol wnioí» és oo
H. Joan Or-
*iz Mocho, hómasio eoo^lor f 1 nósmo tíacapo qno' iba á ■Éaaiai'é*. i^pHoHo iport
.1
.». »■
— 153—
roitíiiam á «i» hacMnda cM colegio. La moble juveiitud de &• nde-
tbmo le llanero ñenipve eone á na e jeivpkuMmo religieeiv y no po«
eoe ywi y M oe éb m ejempbv sbninuroD 1» onis de Jeueríelo ea kese.
pedas felígieBee» Falleció con opiniog c»traerdi»ftm de aan ti dad ei
día o oea^oeteu
Fer lapeioieféfmdeesteaSoTiaoenflloueTo pQcgo nombrado pro» E« nombrado
fiacial el padei Amtomif Jardm. Eo Calübrma se dio prÍBcipíoá ki ^dio Jardoo.
B eo ya a wai oB de Qp ji ii n w dÉ , eon el oombte de Sr. S. ioeé^eainieaioria
do m fa adedor el fteotne Sr. laaiqnée de Yillapuente» A eolo lugw
díManie de Lereto domo rmnlte legaao al NomoBtCf (Mnrlid ya furtaUe
«Me e«eo «alud el padre Julián da Majroigá. LoepadfeeSalTatierra y
htm de Dgartele aoonpañaioA por algunoi dme Inala doíar ém ooe*
liíate la deetriaa y demaa eiercicíoa de la' minotti i ^pie tik padie Me*
jerga agi ig d en la e6rie loa pueblot de S. Juan y & Ignaoi» y algu*
aeredee imneberlas oco iameneo Irabajor como eeoéeeedoen loa mm»
mbmeitbmpo qao eeeiQia y ae fomentaba Mta.naeva nkion es 1709.
IftdUfMsi Jtten d(Plig«iy elipedre Pedia de> Ugarte 4 caiiaa deau f^^
«oeoM éB vio preeÍÉ^VMM doliv ádemap atay ol puértof y f aoav> á
iM^ltoeM^ lá ICne^^MBépéMr. EaM>tm m kigat elfadi% Pfaaeie^
eo de Peralta, poce -áátéo'Hegadb á €e1iforÁHr. • En ^odd el tiMe* dé
I» eáüe» oe padecía eoié'alfo de 170!^, una grave tíettéMi y apéñae
pesui YefBeeiefBe oe feo eoot&o Tecmafl) por ecp el aiio may eocaoo' Oicnt
en ef^^totCiiieAfo'de SiiSMlóa y Sonora; éin énibai^, sé diépéso qaé
pimellK laniBÍMi Bka Jarier ál peérfo de Gueiiü» eoh^ elgmiofl gé-
aaiee'pftffa resealar óemfRfB». VaañirroÉa; tempestad k arrojó sobro
ll eoeta detoe séris', donde qeedé varada entre ke pefíáe. Les nnu
emteintde cMíité pudieron de* la hacienda por no» caer en laa
4e lee eoríe, enenñgoe de loe crísfianos, pasaron en la cátMm
hasta Teiqoii y dee de allí dieron nottcta de^éw diesgrácia al pa^ fSel-
tattenw*' ' Pasé esté en persona á la 8onora, y'aencpieá costa de kam-
boee y rfoigoe eontüMM^ logró endttfear la fiereza dé loe seris, hace/r
leo emMadee snCm ellos^y foo pimaé, y ann moverloe á pedir misiones
y enfregar af bautismo en esa confianza nratftos die sue pámúos, re-
cobrar partea de la hacienda que habían desenterrado loe serie, compo«
Mr la acodkñ^ reconocef á la vuelta algunos pasages importantes de
óm y otra cesta, y dar la vuelta á Loreto con algunos socorros, de
i|iie ya ee padecía cuasi extrema necesidacL
TOMO III. 21
— 154 —
Muerte del ^nel colegio do San lidefoDso de la Puebla, murió á'l3 da julio eí
SÍdeErtl^ padre Sebastian de Estrada, que por muchos años había sidoallí prefaeter
da. de estudios mayores. Entre este y otros muchos lustrosos empleos que
habia obtenido en la |>rovinciay solo se acordaba éu haraildad ooü.'fíre^
cuencía del humilde empleo de maestro de escuelas, que pdeos días habia
' ^ ejercido en Yillarejso, lugar de su noviciado. Fué admirable su tcóns-
tancia y exactitud en la distribución religiosa, tantb, que aun eñlcMr
últimos dias de su vida, estando ya extremamente debilitado^ olpaenra-^
ron los asistentes que al oir la campana para oraoioii 6 eicámenf se in-
corporaba con trabajo en el lecho para cumplir con. la obe^en c in< La,^
continuas luchas' y 'victorias que consiguió en su juv«ntikd contra, la»
tentaciones sensuales de que ííié muy fatigado, premió-el S^Sorcon el
singular privilegiot de qüelos veinte años ¿ntes de su muerte lio¡flin«
tiese, como de61a]tó á su confesor, aun loa< primeros monmientoq: de
aquella brutal paéion. . Era muy editicativa su pobreza» .cirQiiiiapa^-
cion y tierno amor á la Virgen Santísima, á quien con wi^ fóonulase-
mojante .á la dafumstrosinotofi, se coQsagi»ha4tprhÜP3r^ esclavo cada
dia» El .padre 4110 lo confesó, ^neraüo^pte éokte áfi m^rir» ^S9gipió«
Éin ser preguntado, que el padre Estrada'no había perdido eat^d^ sn vidí^
la gnciá bautismal, y eran del' mismo seoiticfeaantos conpeiaarsa fNis4
rU inocencjia ¡jr la ¿suavidad y: candor de sus^costumbres^ -..^r- >
1710. jg| siguiente i^o de 1710 no ofriece é nuestra histoiiafOosa f^gipadei
consideración, ni en elcentro de la provincia,^]U/en Isp m4«j;^ttoade.gen>
tiles. ISn la C^Ufor^ia desde fines d^l ano,puitBee4^te t^^j^freadi-
do en los nf|turije#;Ui;a epidemia de vinie^^n que JpsiC^losoai^jbffe-
f
708 lograron á cof^^^de inmensas y pejügronfiónaii aligas, reocjev-ima
gran cosechajdo, recién bautizados para .el; jpielp^^.j^JLioscurfiiite^
hechiceros, g^tp perniciosa, y^tan coman;,ea)6ji|tfQr&ia: oeaB9t.ieiiAnt
las demás naciones gentiles de todo el miu^do, no .dojaron- de «einbrar:
entre los naturales la antigua calumnia da que Iqs padna^apatai SaHr
tos. Oleps les causaban oles, apresuraban la muerte. P(9ronide9A>,eaer
lue^o enfermos á; estos mismos malvade^, y-, fi^abíendo JkMi.cftitigqs ¿que
hacia la enfermedad en lo interior de la tio|!?n^, se deyfttg¡&na|foa pqa fiu
cilidad y se erntrega^n enteramente, tanto. en la alma, como qa el-cusr-
poá la dirección de los misioneros; - En todos los cuatiq,a£k^.. antece-
dentes no hallamos relación ni memoria alguna del padfo.Eusefaio Kino
en los manuscritos de aquel tiempo. No siend9 creíble que Jas calum»
nias, las necesidades, 6 alfun otro género de tmbaJQ(9.|aepa capaz de
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tener en la inacción y en el retiro aquel espíritu incansable, noa persua-
dimos á que todo este tiempo lo probó el Señor en el ejercicio de una
paciencia heroica. Verosímilmente sus muchos achaques aumentados
con tan lai^s y penosas fatigas, y añadidos al peso de sus muchos
años le habian obligado á no emprender mas viages, y reducid á es-
perar tranquilamente én su misión de Dolores el fín de su vida apostó-
lica, que le llagó finalmente á principios del año de 1711, Fué el pa-
dre Ensebio Francisco Eino, natural de Trento, ciudad de Italia.
Su devoción y reconocimiento ál grande apóstol de la India, á cuya Muerte del
intercesión debía ía vida, le hizo tomar el nombre de Francisco, y con P?^ ^V**-
. ^ , . , -^ DIO Francisco
él revestirse del mismo celó y4ervor para la conversión de los gentiles Kino.
en bs misiones de Indias. Con este intento renunció el honor que le
hacia el serenísimo duque de Baviera en destinarlo para una cátedra
de matemáticas en la Universidad de Inglostad. No le faltaron aun én
México ocasiones de manifestar sus extraordinarios talentos con oca-
sion del famoso cometa del año de 1680. Fueron entonces muy céle-
bres las controversias entre el padre Kino y el Dr. D. Carlos de Sí-
gueoza y Góngora, de que hemos hablado en otra parte. Fué d pri-
mero que con algún asiento y espacio comenzó á instruir en la fé á
tos californios, ocupación á que se hubiera enteramente dedicado toda
su vida, si los superiores no hubiesen juzgado mas necesaria en la F2-
mería su persona; ya que no pudo por sí mismo asistirlos, formó á lo
menos con sus instrucciones y exhortaciones fervorosas al padre Juan
María Salvatierra, apóstol de aquel pais, y en cuanto pudo desde laPi-
meria con l^ages penosisiinos, con limosnas y otros arbitrios, procuró
fomentar siempre lo conversión de aquella península. La de los pi-
nnas altos se debe enteramente en lo humano á su coló, no menos que
á su paciencia y constancia admirable. Siempre perseguido y calum-
niado, no solo en su persona, sino en la de sus neófitos, y no solo de
los seglares y profanos, sino tal vez aun de sus mismos cooperarios,
llevó adelante la obra del Señor por veinticuatro anos continuos casi
solo, y teniendo que justificar á cada paso, y demostrar por mil cami-
nos diferentes la fidelidad de sus calumniados pimas y otras naciones
que el padre descubría y preparaba al Evangelio. Escribió diferentes
informes al rey y á los Sres. vireyes, al padre general y superiores inme-
diatos, todo á fin de conseguir operarios para aquella viña. Bautizó
mas de cuarenta mil infieles, y hubieran sido diez tantos (nos, si hubie-
ra tenido algunas esperanzas de poderlos proveer de ministros que los
conaervasen fu h, íé* Canun^ inucho» núllAr^d 4ib lenguas en repeli-
4oci Wagos: ¥Íait6 lautas iiacioii0a« Sonaó y redujo á yida política tsn-
tftfl ntncliems^ ^lue^omo «siente «I autor 4» Jas Afant$ 4¡^pQ9í6Uca$0 to-
aos juniofl ciuuHos celopoB obrólos ba t^ido la Pimería en toas 4ecia-
cuanta alíos despuM 4e 6u oiuerte»apansui han jpodido poner ap cpoioii-
ta la tercera parta de los puaUoe^ tierraa y naciooea que aquel varón
apostólico hpbia atmido, cultivado y dispuesto para sujetam al jugo
del Evangelio.
Este ^ un rudo bpa^j^ da las eatariores ocupaciones del padre
Kino; jp&po «o medio de las contíauas fiUígaB áque Ip i^atiipulAba su ce-
lo, ¿quién podrá referir los interíorires acU>s de virtud cof^ q«i^ s^ liiso
tai^ digno imatrumento de la aalva^on de muchas almas] Ejdl todo el
tiempo de misionero no se le coooci<S mas cama que dos saleeflt una
frazada grosera por abrigo» y por cabecera una albarda. Este era el
.lecho en que después de tan largos y peiMsos viages, aun en Xas mas
fuertes enfermedades, y al cabo de setenta años de edadt tooiaba ape-
nas un ligero descansoí y en que murió ñnalmentot ao m lágriawade
su buen compañero €¡l padre. Agustio Campos, testigo , de tatUtí Jam-
limid<^ (digo humildad, mortificación y pobreza)^ Ja (niyoi partedp la
soche ocupaba en la oración, y cuando estaba en su parjüd^ do JKriocas,
esa en la iglesia, donde asegura el padre Luis Velarde, su pompañeio,
en los ocho últimos años que lo oia entrar todas ks fiochíss, jr quepor
mucho que se desvelase, jamás lo oyó salir. Esta nocturna oaacíen
acompañaba con una sangrienta disciplina que tal ve:^ psiPcáMaioa y
refirieron asustados sus indios. Se le notó que mas de cien veces al
día entraba á hacer oración al templo, á imitación del grande apóstol
de Irlanda, aunque toda su vida era una continua oración* y ua conti-
nuo rezo. Fué señalado del don de ligrimas, de que lo dotó el S^er
ao solo en el santo sacrificio de la misa, que jamás omitió, sino aun en
el oficio divino que rezaba siempre de rodillas. Tenia coatUiaaoMnte
en los labios los dulcísimos nombres de Jesús y María; así no as de ad-
mirar que aun cuando en su casa le decían injurias é improperios^ ref-
pondiese con palabras suavísimas, y aun abrazase tiernamente al i|ue
le ofendía. Sus conversaciones eran siempre de Dioi^de su Hadre
Santísima, de la conversión de los gentiles. Padecía frecuentes y
agudas fiebres, deque se curaba con total abstinencia por caairoó sois
días. Aun fuera de estas ocasiones, su alimento era muy témiey nauy
grosero, sin sal, ni mas condimento que algunas yerbas insípidas quetcF*
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«tba con ywÉerto de medietiias* Toda esta dureza y austeridad con-
«gOi lm.mmimiútL9m «niTidad yéolaara para con mam iodios, k qoieaos
tcMhaafiMonat y Mian(o pedia eonsegoir con su actividad é
FiíKJafteaitov erad padre Kmoum perfede ejemplar de mí-
e|M0t6lkm^ y de <|uieii ee deeia vul^aroieote. • » • De$eu¡brir
iiernm 9 ^^ommrtit aku»9 M(m U)i ^míCB dd paére Km^ Cantínmrt'
JO» vida $m mcm^ mi Aanie sí jwtor, ni cuma ni vino. Habíoado con-
chudo al padre CeoB|ie> en eu pueUo de Saaia María Magdalena una
pequeña oapiUaá lionra de & Frmeíeco Javier, convidó al padre Ki*
Bopara la niee de la dedioacion, i que ooneurríó gnstoeomente. La
estatua del altar repreeental» el Santo moribuadou Cantando la mi-
M m eiiitt6el padre Kine herido de la ^iiaa enfermedad, queriendo
el SmIo üMe deseansaaa en su capilla el que tan perfectamente le iia-
bía jlvtado «« l<í9 tvwhbj/sm del ndeíeterie apeetólt^.
HeBMá'pfopaaade los Haritesdo un elogio bistórico en lo que liemoe
díeke de este gianée: Ivnnbre f Uceadoe del doler que nos causaba no
Miar en nueslienMBoiégio nwinoria aigum derun Taxoa tan insigne,
y apenai dguBafljpMulidades en ks aeti¿»ae de California, y jSJaneg
upuMicMi q»e ná fasütaban parafomar una idea tan grande como
«eieeen fus viitedes. '
. Por abril de epte elle» eonduide el trienio del padre Antonio Jardon, ^y^^^^^^^^
mnkiná el pliege en qoe vine nemhrado provincial el padre Alonso go en que es
Aimaia^e* Ajenes meses despeen (el de agosto) deoembaieó en ^j'^ef^
yülieraai el padie A^Miróe Luque, enviado del padre geñecal Bügnel <ire Alonso
An^sl TembWMi paia visitar la pororincia. A íínes del año anteen» desembc^^
Otnto Iwbia Uegado á México por aneonor del duque de Alberqueique ^ Veracruz
el p>e yisi-
el ExDie* Sr» D. Fernando de Aleneaslxe Noroñay Silva, duque de Li- tador Andrés
«mhqeebnojhi entrada púfalicaenl.^ de enetiodeeeteañodenil* ^^'1'^*
De sde el tienipe de na anteResor halda llegado 6 México una cédala
del ley iJespadaida en 36 de julio de 1700, en que se niandalia apie»-
la iam e n fti pagar á la CalHbrnía la oantkbd da frses latl pesos conee^
didee por las antsceirntes eédalas» y pieoeder luegeeín dilación á la
junta^ ^hiernwiiadii tanKen desdo miielio antes. £8ta cddula ee ocul- •
^^"^►^^■•^■iW*^""i**^«*P'""WW*^*«W
t ¡Padre Alegre! flstá V. muy sobradamente disculpado: la bella pluma del
tiadnetor de Homero i nadie puede cansar, principalmente cuando se ocupa de t&.
j«r el e l e gió de Tsrones tan üostres que Imn eiTHfasadó y Yve^tto en días mas serenos
JaUieidai de esta Aiárita. lOh! si dk funm taa fentumn que iiaüma -w^Xtet
ifqdpaseseienef^penissrtsdsetftntopenUe de m i e dfpeeé w Ki yü ■ gJg>
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tó cuidadosamente, de modo que no tuvieron de ella noticia alguna
los jesuítas de Nueva-España. £1 duque de Linares, amiqne muy afec-
to á la Ck)mpañía9 y á la apostólica empresa de la Oafifomiavcomo uia^
nifestó después con el tiempo; án embargo, no pudo sufragar en ciiili-
dad de virey á las grandes necesidades que padecía acpielta cokniüi.
A los males que causaba la enfermedad y la folta - de bastimentos se
agregó este año el gasto inútil de algunos miles en la carena del bar-
co el RosariOf que quedando peor de lo que estaba, al primer Viage sin
carga alguna se hizo astillas sobre las costas de la Nueva-Cralicia. Es-
te accidente obligó á emprender la construcción de otro nuevo, autt*
que fué mas infeliz^ como veremos adelante.
Batalla de El año de 1711 no será menos memorable á la posteridad pdr Ja fa-
auipo anto |||Q3||^ i^^^talla de Campo Santo, y por los primeros crepúsculos que' co-
menzaron á rayar de paz entre Felipe V y Carlos Ilf , llamado á la w*
cesión del imperio de Alemania^ que por los dos espantosos. fenómeiioD
acontecidos entonces. £1 primero, el de un eclipse casi total de sol
que puso en gran consternación los ánimos; y el segando, el de nn fuer-
te terremoto que sucedió el día 16 de agosto» fA IHmo. 19r. D.- Pedro
Nogales, obispo de la Puebla, valiéndose del saludable temor qñe estas
señales prodigiosas habian infundido á su rebaño, pidió á los padres
rectores de los colegios por aquellos mismos dias mía misión/ cuyos
ejercicios autorizó tal vez con su pr^encia el mismo ilustrísirab. Des-
tinó su señoría para ellos ái Iglesia Catedral, y tres parroquias con
los dos colegios. £n. los corazones ya sobreoó^dos'de terror, hallaba
la divina palabra un terreno muy dispuesto para oqpiosflsimoi "tratos de
■ ' "•' penitencia, en confesiones, comuniones, restituciones de créditos' y ha-
ciendas, reconciliaciones de enemigos y demás buenos efectos que ja-
' más deja de producir la prudencia del puro y sencillo: Evangelio. Eran
tíBí la misma ciudad muy célebres y provechosas por esté tiempo bis
exhortaciones y pláticas que- acompañado de algunos dé nuestros jóve-
nes estudiantes hacia por las palles y plazas el humilde y devoto pa-
dre José de Aguilar, de quien haremos á su tiempo la debida memoria.
Muerte del ^^ ^^^ ^^^' ^ ^^ ^^ obúlf falleció en Ciudad Real (de Chiapas) el
padre Mi|ruel padre Miguel de Castro de treinta y cuatro años de edad; corta vida,
^ ^ pero en que supo darse prisa para acumular muchos méritos; hombre
de rara suavidad de costumbres, y de tanta pureza de conciencia, que
se persuadieron sus confesores, no haber perdido Ja gracia del bautis-
mo. ' La mayor parte de su vida religiosa ocupó en aquella ciudad en-
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señando á los nifios los primeros rudimentos de la gramática» ó inrun-
diéndoles. al mismo tiempo un grande amor á la virtud» que les hacia
(4cil con su ejemplo, y, suave con la tierna devoción quo les inspiraba
ácjia la tantísima Virgen* Habiéndose padecido en los últimos años
en que cuidaba una hacienda de cacao grande necesidad en todos aque-
llos campos por la continuación de la langosta, el buen padre, conten*
to con un alimento grosero y escaso, repartía & los pobres cuanto se le
enviaba del col^ip, y agradeciendo á los padres su caridad, escríbia
que no cuidasen de él, sino solo en proveerlo de héstias pan. el santo
sacrificio. Era admirable su modestia virginal, aun 4 los mismos se-
culares, y no pocas veces llegaron á decir con gracia, que el padre Gas-
tro por no ver el rostro de una muger de las que desgranaban el cacao,
dejaría robarse ia cosecha. Conforme k esta opinión era la que en to-
do ^d contorno se tenia de sa santidad. £1 religioso párro^Q de aquel
partido, que le veneraba singularmente y que le administré los últimos
Sacramentos, le. hizo en su cabecera un entierro tan solemne, cuanto
permitia d pa^, diciendo que lo hacia por ser un hombre santo y me-
VKeflor 4^ tn»y(tf9B,hont9LS*
El JIS^MOO^ duqqe de lánaxes en México había comenzado desde
h^go (i dar un grande. eipécmen, no menos de su integridad y magni^
ficeocia, que de su cristiana piedad. Sabiendo que á la ilustre con-
gregación del Salvador^ fundada muchos años antes con autoridad apos-
tólica en nuestra Gasa Profcsfd estaban anexos ciertas ejercicios para
alcalizar del JSeñor la g^racia 4e. una buena muerte, y que con las mu.
chas ptraa ocupaciones d^.aqjuella congregación habiaa^^otablcmente
descae^dOf, se .empeñ^,^ restablecerlos con el mayor ardor* .Con. la
ttisieqcia personal de su excelencia, de los reales ministrosi y á su
qemplo^ de otras muchas personas de respeto, creció tanto el fervor,
^e.para sostenerlo ji;, {levarlo, adelante, fué necesario el año de 1712
•enalar donfuievoe &vwetoAq«ei/^ tútíeran pargo de las pláticas deto-
do^ Iqb viern^, d^l año, y solicitar de N. M« R. P. general Tamburini
erecoion fia, upa congregación; dL^inta y separada de la del Salvador, Erección de a
como .80 consiguió efectivamente po^o. después, y permanece hasta el ^^ nueva con
,' ' ' . if refinación on
dia de hoy. Con las piadosas limosnas del excelentísimo y de otros fa Cam Pro.
biealiachores, se dotaron cincuenta y una misas cantadas para todos ^*^^*
los viernes del año, y Se hizo un costoso retablo, se impusieron tres ca-
pellanías de seis mü petos para que ningún dia faltase misa en el altar
de la congregación, y se fincaron las fiestas de la Invención, Triunfo
— 106 —
y ExaltQcion da la Santa Cíui^ que por hmmIkmi kñm Iké I» pmMÍ|Ml
úe la cofigre^ioiiy hasta «llora f^Cú que s6 Inidadó á may^. D^Im
mas devotos epercácioo de los congregaiites, son laar trer» hottts del ner«
nce santo, y el vieraee de retiro oada lañes, en que ed» vmt pradeate
dúnribficion, vacan á la lecctoii y medítaeton de alguna de la» etenuM
verdades^ Para ejercieiade mx caridad, tomaron á su cargo despnea
de algunos años por los de 1730 la casa real de Arrepentidas de San-
ta María MisgdaleBa de Hormigos^ donde no pecas veee» entre idlo
llevan el alimento á las recogidas con notable e^fíeaciott. Fué d pr»>
mer prefecto secular de ^la el £j:mo. 8n duque da Linafes, digne por
cietto de que acpiella congregación conserve aifir sn rifttmfo oenw de
benefactor y fiíndador sobre la tribuna vectfia á sv retablo titolar. '*'
Lo restante de la provincia y las nnsiones de gentiles en fodo este
año de 1719 se efereia tranquilamente con les centínoos-y fehroresbs
ministerios de nuestro instituto santo. £1 padr^ Anéréspraségtda pa«
cífícamente su visita; lo que úntcamente hubo por este tiempo^ li^gno
de memoria, fué la traslación de todos nuestros eistadiantes fe<$Ie||énal
colegio de S. Pedro y S. Pablo. En el de S. üdelonilO'de fia'PiMlK
se dictaba promiscuamente la ñlosofia y teología á lóÁ Jóvene» jMiiitas
como en el colegio máximo. Habiendo ordenado el pediré' i Bn tnd b r
por justos motivos de pas^ que no se admitieses'ácarsar teología isit el
colegio de México estudiantes segkH^es, determinó que en 8. Pdeftus e
no se dictase á los nuestros sino s<^ filosofia, y la teologfa én el co-
legio máximo, de dónde fuesen cada 'año á Puebla dds padres de cuar-
to año para sustentar los actos con que 'se^acoátumbhin abrir y cerrar
nuestros curédéi como se practica basta ef'^Merirté:-' 'No fáé tan per^
manente otra aun mayor novedad que por orden del (ttdré'généhil'Tam-
buríni se había comenzado á practicar en.iÁMSthi escúidla; fieccme.
ciendo su paternidad la grande titifídad del eistiidlo dé los sagradas cá-
nones, y cuanto así para di ministerio del iconftsónaáio, como paralas
privadas consultas se necesita' después 'de este subsidio y dbctrfna, UA
propia de toda persona eclesiástica, hafúa ihandádo qué en el colegio
máximo d^ México, y lo mismo propordonddiéñté én bs demás pro-
* Ia (sara imágm d«. «ito vanm wspetabfei te conserva hor 7 ^
1840, en la portería db Santa Teresa la Nueva, de cayo conveeto filé ""'g"4ffTrr'
iMenhechor. Las instrucciones que dejó al virej, su sucesoí^ muestraa que no era
fanático sino cristiano y político, y que conocía al mundo. Se sepultó en el Car-
men de México,— JBrJ?.
ái km cintM cáitinM de taDlogU, que eDmpwdeQ ln (
y «¡poétivif «0 ItjMO otim qnp «• Uaoió «átedcaH
-é «kt MgnéM cáaoMs. Ucvate F« ^ >'DP*>^>^ &%bb <tjH^
Utaeú ajloi^ detenmaó^l pMkra wiaíÉBdor AnMü
fsm el aei de aovíeiabre congKgftaioa fqronineiflL
:«lla» MMk^MOBetam ei fukeMatUt Blasco, &i»oaélafidMpB»¿
«1 ftdn Kdro Ignacia 4m Lofria, el pa d w) Antoaio Figv»-
¥flUÉ^ y MI im^r li^ar el padfe Jm» Áetonío 0?éede. homwO'
ém H e D Mg wge e iüu , eotre otoee oqeae, ee pli e affOM wwdi é imwnt e lá
fÍBirinraiy 4m aándída la antigim ooeCii^
epuiar aquél eetrafio profeeon qaeet toMetio, á ewfo car»
la fáladna á& «oml, eigiiieiido el eetUo de Logo, Aies» Helio
y ÉlnN'iiéUMleeaÉarai jeiiiítaa, notalabaBlaB nateriee w D w ie e
<le é ly d e ff ie Mnt e deloeieagiadoe cjmommi ^pettueetwe ee.
«aaaiaBdestiBleacjoBee vm londe miíkiwmm |Nffa áefmáttm
Wi Mleeaiyadeede todo el día, eeie títafee caaéetoee» e^
dé wm f atoo de toc# », que la faaeian adminr no peoee ¥Boee lee
WUleí fBefteores4eU jiinepiadeBCBat^pweoa eelo ee mliBftcia
á lo qiie pFeeevIbe meetre laetiMo, y 4 le que su leve-
p ee lunji a, y. qoelm lé|e> ee ee to fca ea la yqtviMcia'de eaie^tr
4el tode 4e lee «etíciae del éeffecko, -que Antes el4QiDa0Íadi> enpeie,
«aóMinelMiy proligídad de «Iguaes "maestree de moral en Menee y
Bwdda, Wbla4Moké soüpecbar al an te ce d e nt e padfe vís ita de i ' I f a nae t
M«R^'Mliai)iá«nesto idgm exeeso ifigno deeoireecion. Estaeía-
zones confirmadas con el testimonio del mismo padre TÍsitador Andrtii
Laye» ■MUeieewiatyadge goafgal á so bn wi i e r en eiasitnto y 4 naodar
emveHí iB H Wiesta í i 4Ía «eogmgaeion, ¡dadas ^después en M de «ovmiir
lHPedelft4;^que eiqieimíéa la noevaidiftívta cAtedfa y pfoléeer eandni^
«o, M'pneiiiota ebservaseea antiguo eetilo.
Sael;^iÍBnedia4deBeeiead>i9eenqBeee kiiolafl^QeieB^paiu
tursde if i fiüleeíéjei pa4re Jüígoel Caetíjla, qae aotoahaente fobema.
t«iá«eh|gíe deB^Tedeo y 8. Fdblo: kepadfes pioenvedeies, porta
éste«piw4e laJotil m padíepea hacerse 4.1a Tela hasta princípioe de
M»e4l0l7i«.
Entre tanto, en la Oalffemia se pasaba oon bastante ineomodídad.
La e p i deai a pieeeguia haciendo considerables estragos. La continua
ffítíifí en la «sisteneía ée les enfermes, junto con laeeeeseB y grosería
de lee J un e utee , «indíé Aonlmente 4 lee «Monefes, l^ee padres Ma.
TOM* Illt 22
1714.
— 162 —
yorga y Basaldúa hubieron de salir á mudar de temperamento á U#
costas de Sinaloa. £1 padre Peralta pasó á la Nueva-España por bu
misma causa. El padre Juan de Ugarte estaba en Matanchel asistíen-
do á la fábrica del nuevo barco. El padre Piccolo, dei^ues de reduci-
do á los postreros términos de la vida, recibidos ya los últimos Sacra-
mentos, mal convalecido aún, volvió con nmyor esfuerzo é sus tareas
apostólicas. Demarcó en las rancherías de Cadegonio al Noreste de
Santa Rosalía, y acia la costa del mar un sitio prqioroionado para d
establecimiento de una misión que efectivamente ise fundó algunos a2os
fidelante con el nombre de S. Ignacio. £1 mayor trabajo de la coló,
nia lo hacia la falta de barcos para la conducción de todo lo necesario.
Afínes del año corriente de 1713, según el errado juicio de los malos
constructores^ estuvo en estado de navegar el nuevo barco cmi el costo
de mas de vekuidos mü peaoim Embarcáronse en 61 los padres Clemente
Guillen y Benito Guisi, destinados á la California, y el padre Jacobo
Doyé que pasaba á Sinaloa. Luego que se hicieron á la vefta» se comen*
zó á conocer lo errado de la fábrica. £1 buque, sin obedecer al timón
solo era una balsa ó casco que fluctuaba á discreción del viento,' ya á
la una, ya á la otra costa del seno californio. En una dé estas Taró
impetuosamente y se abrió por mitad con muerte de seis persoDfs^ y en-
tre ellas el buen padre Benito Guisi. Los demás asidos al bordo de la
popa escaparon con vida, y desatracando luego la canoa; después dtidos
dias de hambre y de trabajo continuo» llegaron é^ df(t JTohAe) i Uleostik
de Sipaloa, no lejos del pueblo de Tamazula» de deudo Im^onidoa He-
garon á Gruaaave. . ' i
£1 padre Clemente Guillen á principios del siguiente ánodo 1714
partió para el Yaqui» de donde en la lancha S. Javier, único lecuno que
quedaba á la triste California, pasó á dar estás tristes .i)uo(icÍÉa, Fué
suma la consternación de todos al verse sin barcos, sin géneroa, sin
bastimentos, y perdidos tantos costos inútilmente; Sob el padre JúaxK
María Salvatierra, sin desma3rar á tantos golpes, comenzó luego' á tra*
tar qqe se adjudicasen á la misión dos barcos áb\ Perú, qué poco inte»
se hablan dado de comiso. No fué difícil qonseguidos á poco precí»
de la piedad del Exmo. Snvirey, duque de Linaresraunque poco des^
pues les siguió la desgracia que á todos los demás.
Muy á los principios de este año se comenzó á tratar con (calor d^
una nueva fundación en la villa de Monterey, en el obispado de 1»
Nueva.Galicia. Vivia en aquel lugar el piadoso presbítero D. Pran-
— 163 —
eÍ0oo Calancha y Valenzuela, muy afecto á la Gompauia de Jesús, y
desocoo de emplear su caudal en bien de aquel país, donde lo habia ad-
quirido. Con este designio, de que habia dado parte al padre provin-
cial Alonso de Arrevillaga, pasó el dia 10 de febrero á otorgar una
lolomne escritura de donación inier vivas de una hacienda, de cuyos
ftutos se fabricase casa y templo, y se sustentasen algunos padres, y
^tre dilos uno señaladamente con el oficio de maestro de gramática.
A&uiia, si alcanzasen los bienes, un maestro de escuela, jesuíta 6 se-
glar, y un lector de filosofia. Determinaba, en fin, que si por algún
iiiotivo se impidiese la dicha fundación en Monterey, se vendiese dicha
^cienda por roano de los superiores de la Compañía, y su precio se
<>eimtie8e á la provincia de Andalucía, donde con los mismos cargos y
Condiciones, se fundase un semejante colegio ó residencia en la villa
^ Palma, lugar de su nacimiento. Aceptadas estas condiciones por
^ padre provincial, ínterin se obtenían las necesarias licencias, se
^nandaron allá por vía de residencia dos padres encargados de recono-
^er la hacienda y el país, y de ver como podían practicarse allí nues-
tros ministerios, y cumplirse con las bellas intenciones del fundador.
¥artió en efecto el padre Francisco Ortiz con otro compañero, que fue- .
xon recibidos con grande aprecio y estimación de todo el lugar. Co-
menzaron, aunque con no pocas necesidades á ejercitar sus ministe*
tíos, bien que el de la lectura de gramática apenas pudo ponerse en
planta por ser lugar de pocos vecinos, y que los mas procuran aplicar
sus hgos al cuidado de las haciendas de campo.
Se intentó al año siguiente de 1715, añadir al colegio un Seminario IT15.
con el titulo de S. Francisco Javier, obra á que concurrieron con do-
liaciones de algunos fondos, D. Grerónimo López Prieto y el lUmo. Sr,
D. Manuel Mimbela, obispo de Guadalajara. Perseveraron los padres
lachando con la escasez de las rentas, y poco favorables disposiciones
del terreno, hasta ahora pocos años, que siendo provincial el padre
Cristóbal de Escobar se desamparó enteramente.
£a este año de 1715, el dia 4 de marzo, se hicieron á la vela en el
puerto de Yeracruz el padre visitador Andrés Luque y los dos procu-
radores, aunque en distintos barcos de la flota, á cargo del general D.
Juan Estovan Ubiila. Navegaban los padres con no leves presagios
de la calamidad que amenazaba á aquel desgraciado convoy; sin embar-
go» no fué infeliz, aunque dilatada por mas de cuarenta días, la nave,
gidon al puerto do la Habana. Salieron de allí para España eP35 de
— 164 —
jttlio* A pocos diaa» ^ haheñm sub dttscmlMifBSiado dd «MMl por k
Utetitúd <iQA qHe riavégaJkn tu eonvbyv sé haHaitm mocmetído» é» «Ai
rcá^ temporal que á ku» cusréttta y dehe Itciái esMliÓ k oif^iUMi
Nanfrano y esntra BD Mcblh), con muerte de t^átm cuantos en éBa MtalMitt» Lm
muerte de loe , _ . , » • . . * .
padies piocu. dos padres pvoeoradores (pie kabian togrüdo biéto aqilél \&(mpé éé tá^
^wáe ho- ^"^^^^ iBBÁwmtáo á todos con el ejeitipk> y co» la tot * leftdiMat
yola y Auto, aetos dO cofifesioii, coDÍosáBdoiae y previméndoso como olm*
my^^^] Ttetiniias déatífiadas irrembibléiaente á la moért^ Sbeédiéol
flatáiragkt te Mehe dol 81 éa julio, dia consagrado á loé ¿dhoa da N*
P. S. fgnaoió. La mea en <}a6 naregaba el padre nstedov áúitm
liuqtie, tuvo la fortuna de varar en la misnMi embeeaduia dd lí» Té
sdlAe arena, donde fuera de treinta y seis kombres^ se aahó oon éft p»
éte la maj^r parte déla gente que pasó poco después á la
Conoce con l^^ntrag esto pasaba en el canal de Babama, el padté Juiv
luz proféüca ^ ^ , ... . ^ , .« . »^, ■
el padre Sal. Salvatierra lo conocía y veia con soberana los á las orillas dcMMv m
d^^iaTy ^^^*'^^^^^* '^ ^ ^^^ ^ aquellos ^as un rostro tááffé^ y ttflaéil—
el nombra, to* Salía Amebas veces á ]t playa, y con lamentos y oontonmiíaÉ da
uncial áelT. ii°i*''i><>^» arrebatado fuera dé sí oomo que tenía presente algaB honaB»
Gaspar Rodé, do espectáculo, miraba ya á los mares y al cielo. No deseubrié id
misterio basta que él mismo padre Salvatierra, escnbieBdo al padia Oaa^
par Rodero y tratándolo como á provincial (lo que ségnrameiitaiio po«
día bacer sabido por la brevedad del tiempo) le dice cóm* na viéjsi da
IMíbrma babia visto con mudio dolor el naufragio de la fleta y la
muerte de los padres. Afiadia que pocos dias después, yendo á ééUkmíf
por ellos la misa, se Te babia aparecido el padre Praiieiseo AitaÉgay pro-
vincial qtre babia sido, y t>oco antes difento, dieidadide quey», grartan
al Señor, no necesitaba de aquellos sufragios, aunque el pe&« Layadle,
por el tiempo que fué superior, se babia detenido algo mas HH él par^
gatorio*
Hasta aquí la profética visión del padre Salvatierra ^a 1& I títtÉ m,
sSérie de los sucesos y de los tiempos autorísaba bastanteneüto* Bl
naufragio bahía acontecido él 91 de julio; la noticia llegó áMéxiis^dia
dé la Presentación de nuestra Señora, á 21 de noviembre; la eaMft éal
padte Salvatierra la leyó el padre Gaspar Rodero á al^futiós-da Ioé pii«
drés él día 5 de enero, víspeíra de la Epífimla. Era, pues» ü ééosayl ^
que eñ poco mas de cuarenta dias bubiese ido h hofieia de Mékico A
CaKfomiá, y venido la dicba carta de Califbmiti ft Méarico, no hiSiíe»'
otro camino por donde pudierü coúiunicariBe. VfJihibÉ i|iíe- éñ díelia
ovia trilati él fein SMrülierní oon6 á ploviacÑü lü podre Rodero, y
•»BftiM«#tMÍfq|MMyéQdcmcw»|riid»é^ 14 de oetulire de 1716
el MoBaéBl fmánf AJkáúm de ¡íamúhigtí^ se tímé el «nevo pliego de
f^wte en ^|t>B "iwúft ÉenhradQ pnmiKÁU el pedre Pedro IgMcío de
Lfljpvhu Bé ignmaifca ««i eiMéarico par egte feflipecliiii&ftgiogp»'
ve eiÉttide el j^wifé— lente j ilbieUitÉinégle impedido pera ejercer dv
ebe wpla*^ dndum ke padree eeMultereé ai 4e debería procedo: i
ehÜÉ el pll^ fOMi aorái. lAdiMMÍdad de dicétoenea atrasó dos
dífli h dii l i bMrww i n, Eaáte tantBi el padre Antoeie Jordán repreeentó
qüedp «»a eenM^aale^ hahiendo Tenido neiBl^fade proiwicial macboe
wMm ImHm fá padre Tiit^iUe Maes qfae jacia M la ^ma paralitico y
aleMÍ»tmuiiiite itepedido, ae habüi praéedido 4 abríf el pliego cam mar-
|ii^ieeriiHÍba-^[tti danwina bafaia iaiprehadó el padre geaeral en carta
4|ae pneealpilML áeiiwHtnde que él cmm wmiu^ eegim neeetro estilo» se
jflbaelidnriiMie, 6 eea feeaMesenle mwffleapitMraK TSa coor
m JÓm ^dla dettoacióii ae Boipwndi^ l4 aperttm de este scfEunde
pH%n, 7 miiií tnkntimirf wleiíii él padre Félte £pfHaosa, actua.1
piipdailü de la Caaa ftufe e a . ALaígineáte aiaa da noviembre l]eg4»
e oM Ni Üji aloa» á KiwwwJSspana la notitaa ddi attiifiegie y nMiortedeí
padre P^riAro Ignami deLoyeb^y abierto el pltüfO «eni aiertíf, se ba- Afareseelplie
W üatubaado pferáoial el padre C asp tur Rodero^ &, y resulta
l—uiBMlátoetrte, áiHiasipioe deeMto de 171^ weibió diohe padse ^^¿""^
p i eif iu c fcl k jttJB tiwiÉ ia earta del padi<e aBl¥atienrai de foefatealwJtfar ^Rodero.
Abíetl* cA fobienie, sedíé losgo orden de iptu Tiniaae 4 V4^
<M| 4 padre lüteaío de Oviedo* sBtual reelardeleoliaglé de G>itaMnsh ^^l^-
ib, f tenhtééo preeiaáder en teroer legar para janbafeavae en la flotn
éb A Mm m á Lopmt Fmlado ^ae debía waLYéffat p5»: vmfo* U^ja-
VM wm MeMid á Sft de junif al pmerfe dé hi {{abrapt dopde
aaaioi a do ^ paáia iriwtadef jlawhrea Layie cea I» reügioaa cNiridad del p^^^
palia 0«Mof fbécboae eBe|adábxa Befocioe eacenMmdadoai toe dea nuero la re.
dM»iliapMdMÉ,pavtieiaBp8mO&diz,eaeujra bahía, deepikea de una ^""^^
majT p K|p i »a aavegaoiea» díesoii fondo ei 95 de aparto. peche.
Jfalb Eñe taaa el deseade efceée Ib |H>r mnidMs aiíoa Uretendida
AaMhbioadaáafivaaídeBinaáe biCloBi|HÍiíaenia villa de OitnipecbQ.
Baadaei aia de 1718 ea qoe ae fqadéel ceheM^ Mén^, babiéiv-
áe aataéo de pive ea dscbó puerto 'múcboa de tmeiEltraB rdi^esoa pa-
ta la aqáiél de Viioatia, fa4»ÍMiisnoeBdido ba ánánoa de muabiar vé.
e^ ü aaa o i daienatea aqaai higár tan feíwoieaoa y úfitea opeía-
— se-
rios. Contentábanse con las frecuentes misiones que algunos de los
padres hacian con estraordinarío provecho. Por los años de 1657 pa-
só el padre Andrés de Rada» provincial que habia sido de esta provin-
cia, á Marida, y conociendo la general inclinación que tenia á los je*
suitas por lo general todo el vecindario de Campeche, y el fíruto grande
con que podrian ejercitarse allí los ministros, accediendo por otra par-
te á las instancias de los Sres. obispo y gobernador, permitió que por
viade misión pasasen allá dos padres Ínterin se les preparaba un sólido
establecimiento. No nos han conservado los antiguos manuscritos el
nombre de estos dos religiosos. Ellos,, efectivamente, con su ^justa-
da vida y constante aplicación al servicio del público, aumentáronlos
deseos que se tenian de ver establecida allí la Compañía; pero su inad-
vertencia ó demasiada confianza en la buena voluntad de los vecinos,
cortó en flor tan bellas esperanzas, é hizo que se dilatase por mas de
cincuenta años adelante la pretendida fundación. Fué el caso» que
llevados del buen deseo de ejercitar con mayor utilidad los miniateñoe
del confesonario, catedsmo y pulpito que eran toda su constante apli-
cación, se adelantaron á colocar en una pequeña pieza -■ que llamaron
iglesia el Santísimo Sacramento, y llamar con campana á los fides 6
los sermones y participación de los santos Sacramentos. A pesar del
amor y singular afición que les habían mostrado los vecinos, no faltaba
quien llevase á mal aquella indiscreción y diese cuenta al rey que los
jesuítas, sin las necesarias cédulas y licencias habían erigido iglesia y
colegio en Campeche. £n consecuencia de esta denuncia vino cédu-
la del Sr. D« Felipe lY en que se mandaba demoler lo fiíbricado» y que
los dos padres se restituyesen luego al colegio de Aterida- En de-
molerlo hubo poco que hacer, porque á los que envidiosamente, se ha-
bia querido dar nombre de templo y de colegio, no eran mas que dos
piezas pajizas ó techadas de palma que allí llaman guano, y las pare-
des de mas madera y lodo que piedra, donde con suma incomodidad
celebraban y moraban los padres. Ni por otra parte tenían en poco
menos de dos años mas fincas que alguna corta limosna de gallinas y
maíz. Los dos jesuítas, obedeciendo prontísimamente la órdmi del
rey, salieron al día siguiente para Mérida acompañados de mu-
chos de los mas distinguidos republicanos* Con este suceso acon-
tecido el año de 1659, en todo lo restante de aquel siglo no se volvió
á pensar en la intentada fundación; bien que en el ánimo de ««n^ ü otra
persona piadosa quedaron semillas de que Dios quiso servirae á su
tiempo.
— 167 —
Era una de estas la Süstve Sra. Doña María de ligarte, que por áU
ferentes caminos desde los principios del corriente siglo habia intenta-
do introducir la Compañía en Campeche. Entre otros sugetos comu-
nicó estos sus buenos deseos al capitán D. José Santellin, que poco
después pasó á avecindarse al puerto de Veracniz. Desde allí, des-
pués de algunos anos, movido á concurrir de su parte á dicha funda-
cicMif solicitó saber el ánimo de Doña María Ugarte por medio de D.
Juan José Sierra, quien en 27 de enero de 171 1 presentó al cabildo de
la vUla un escrito del tenor nguiente:
yyMvy Uuetee Sr.«-D- Juan José de Sierra, vecino de esta villa, co.
mo mas haya lugar en derecha parezco ante Y. S., y digo: Que trai«
go det 'capitán D. José Sanlellin, vecino de Yeracniz, orden verbal de
abocarme con Doña María Ugarte, vecina de esta viHa, y conferíf
con ella si conserva el ánimo que en irnos pasados tuvo de coadyuvar
á te fundaeioa de un hospicio de la Compañía de Jesús para la eduea-
ei€m de loa 'bajos- dé esta villa, respecto á que el dicho D. José Sante-
Uiñ entre otras disposieiónes á descargo de su conciencia, por cláusu-
te de lestñaento ha ordenado se remitan á esta villa ocho mil pesos
pwa dicho efecto, los que en vida habia de remitir; y sin embargo
de esta manda tiene ordenado que si llegase el caso de su fií*
llecimiento se remitan otros seis mü peso» por mano del padre José
Riveí»» de te dicha Compañía* Y respecto al referido encargo, y no
haber podido traer instrumento que justifícase esta diligencia, pues sote*
se .reduce 1 iñquirír si dicha Sra* Doña Marte de Ugarte se halla en
ánimo de ayudará dicha fundación señalándoles por iglesia te ermita
de Sr. 8. Joaé de qué era patrona, y lo demás que para cuando llega-
re el CMO tente ofrecido; para que yo, con justificación del hecho, pueda
informar y satis&cer al dicho capitán, se ha de servir Y. S. habiendo por
bastante ésta mi representación, mandar que dicha Doña María, sobre
lo espresado, que se le haga notorio dé razón, en cuya conformidad se
poodar pasar á ejecución con fundamentos radicales*
Por tantéyá-Y. S. pido y suplico que como padre de esta república
'y que debe atender al aumento y conservación de elte, siendo el asun-
to propuesto tan menesteroso como deseado, se sirva alentar los áni-
BK)8 de los moradores de ella, y en esta conformidad nombrar dos per-
sonas de su noble ayuntamiento para que con'el presente escribano pa-'
*^Q á las casas de la morada de dicha Doña María, y haciéndote noto-
^ esta reprosentacion declare el ánimo en que se halla,^ para que sien-
— 168 —
do (k t^núawT 9^ dé «etíoift al ákAo^iimk fliiHriliim y «1 Ando Muir
£0 viate^ Qiit eagrká provttfwmi Iba Srea^ oapüíalaflMi ^^ S^jibaé
Ediavaa f D, AkMl$o fitalea dci CmMoj fagádataa^ mu «1 aateétaiio
da 4)abildQ Jua» de HfHbi, pasaaea á k ciaaa da Boia Maif% VgvaÉá
á iAfonnama «« d aavoto* La aniUe aMuHmm r aap aadj é^fa aa ^miI*
qio ant €4 ipiamo qwa ai^nfura pam oaa k GoMpáiéa éé JeÍRiai á iq^HM
altaba prof4»éMdaKdiéspoaeakiiaBée<^ lena «» mA
lugar con dos mil pesos en reales fONm k iBaoutenakn éa aaiígkaoa
ciHx^paliaQÉea á la ^ducackio j úootáoM^á^^im hi^ea-M hÉ g afc% fpiai ^u-
y» tafaoto f abricé 7 jafta jó d de Sr. & j4Mé. IMd iia gM|MÍui«l aa»
yidii^jiaatieky r«giiBÍeQtopor<citaeB <6ala ^a aiaaüealrfbfft Mum»
aáfMiiMa «Q oMia taft importeota y d»taa|ta aermio éa Dka; yáai «gq
y«aplM apitcaao aa ttamiif a éodoa ioa snaa ^eaCTas p o a dieirt e á y^iafiaa»
e»s para Sil eonaeauewii. A^^adil? que fuai%i^ Ib dieba paánátia ééé^
da heagainatituár k dkhaxaaiéeiiek pot tteica y wáaeaaflteiMmiiia
tada /fil ramfiQaiiÉa éa «os kattei^ oo» dedamaéámqqai'aHí «Mne likb
an toda forma de^ader k«siinla da Sv. S. Jaaü aoaiodo al-asÉ aib ^
aHiajan i|ua enieUa aaiiaikbéii»<de que ^om^ hkioat iaorearfaife, aftt
tegáadok á k CómpwHbi 4X>ñ iotei indapcoAaock éáloa paBladaft^«cla«»
akatreoli dp tt^alk diócafoa. ...
S^.ooaaaaiieaiflk 4a eataiveiipuasfa, paavajTó al fJkaa.
al día aigukote, 2B da áabsano, qaa se flkaa á Dl «huM ttaivüi
aíadelfoaeÉuadaí obli^ndaae k ponetkian aaanoJadaiingpBÉaÉittHilaBÍR»
é fio ks de áas albaoeas, pairá qua ■ cowiin|w*idiantf¿íi faifa
afispitos i^aacaa qua^eaaan'asktir ^&mie^idm'4itkñ Iwaflartna,^
knto jipddícaé contíonacna de didio tpstiBM^iHá» pant qiia ftnakmfa au
aaiíoila por «fiéttíf a ietirte ncgoéiot pasúfa lé u d b i a É ri ry iíi i MÉ a f ta iaal o á
awdkil j caaunKia naaaaarioa al pratendidiK DalafimaraiiíSMkia«^
la. (pie MUadasB en k QOtuaKdad en k Yi%!8. «^ L 4 9i^
Yucatán, Mtro. D. Et. Padio Rayes :da ka Uaa tumlkwunik #1 naír
la, paac^sa d escnhaaia fie cabildo ¿ ká aaaas ík sil mbdidaé 3P' aoft k
vénk y^aprobacionde su ilitatrtskaa» an «iata da ka diiÍ9AMMlpia0tí>f
tieadaa, dar euenta á Ué^kio al padre pnavimair £1 i aaliÍ BÍpi aa
sob aplauda ks ¿átenlos, da 1^ víUb> aiaq ^joa panadar d aa da lia^ vaa
calor [91 negoeio, asci^ió al padre Dkg» Yaks, redor M uulagia
de Mérída, qna le esTMae doñ )eaiiiítaa, pam qae an e a a Hpafiia 'Aa aa
ikstdaimabieíeaan algunos dka de mkiaii. La reapaaila jj/lé mm ka
f
— 169 —
mismos padres que solicitaba el Sr. obispo. Se enviaron los padn$r
Miguel Rosél y Marcos Zamudio, con orden de no dar un paso en ne-
gocio alguno sin orden ó beneplácito de su ilustrísima. La misión se
-hizo con tanta satisfacción del celoso prelado y tanto froto y consuef^
lo de los republicanos, que á voces pedían á los jesuítas, y hubieran
hecho quizas alguna piadosa* violencia á los padres para que no* salie-
sen del lugar, á no haberse el ilustre ayuntamiento mostrado tan dili-
gente y férvorso en promover el asunto de la fundición.
£n efecto, para el dia 28 de febrero juntaron nuevo cabildo" en que
determinaron se diese noticia de todo por cartas del mismo ayuntamien-
to al gobernador y capitán general de la provincia, que lo era entonces
D. Fermín Meneses Bravo de Sarábia al padre Antonio Jordán, provin-
cia! de la Compaiiía» y al capitán D. José Santellin. Las respuestas
(menos la de dicbo Santellin que no se sabe la hubiese) fueron todas
muy favorables á los inte'ntos de la villa. £1 gobernador respondió
alabando su cristiana piedad, y prometiendo enviar á Madrid un ven-
tajoso informe de la utilidad é importancia del negocio. Este infor-
me, autorizado de su secretario y teniente general D. José Aguirre^
junto con el del illmo. Sr. obispo, se remitieron á la corte á principios
del año siguiente de 1812. Entre tanto, recibió el cabildo de la* villa
una carta de ciertas personas graves, (que no es necesario nombrar)
proponiendo como cincuenta y dos años antes por cédula de S. M. se
habia mandado demoler la comenzada fábrica del colegio, que no ha-
bia necesidad alguna de los jesuitas en Canípecbe donde no faltaban
muchos eclesiásticos y religiosos que pudieran ocuparse en la educa-
ción dé la juventud, sin principal de aquella novedad» Respondió el
cabildo que en lo obrado hasta entonces nada habia hecho sino á peti-
ción de las mismas partes que de sus caudales querían fundar una obra
tan piadosa, que la utilidad de la villa era conocida y probada muchas
veces, que esperaba no esponerse á nuevo desaire siguiendo el nego-
cio por los términos regulares, y con el dictamen de los superiores co-
mo habia procedido hasta entonces. Esta representación desarmó en-
teramente á los contrarios, y todo quedó en espectacion hasta la resolu*
cion de la corte.
El piadoso rey Felipe V, vistos los informes del Sr. obispo, vicario
juez eclesiástico y clero secular, los del gobernador y su teniente, con
mas los fondos prometidos por Doiia María Ugarte, como quiera (di-
ce) ^c el primer cuidado de mi católico celo al servicio do Dios, «s
TOM. m. • 23
_170 —
que todos mis vasallos logren el consuelo, alivio y utilidad temporal y
espiritual que necesitan, y que los vecinos y naturales déla villa y puer-
to de Campeche, conseguirán uno y otro por el medio que solicitan;
he venido en conceder licencia para la fundación en ella de un hospi-
cio de la Compañía que se ocupen en confesar y predicar, y en la en- 1
señanza de la doctrina y gramática, dispensando á este fin para este ca-
so todas las órdenes espedidas que prohiben nuevas fundaciones, por-
que no han de entenderse para con esta, ni ha de ser nada gravosa á
mi real hacienda: mando á mis vireyes de Nueva-España, audiencia
real de México, gobernador de Yucatán y otros cuaiesquier ministros
y justicias, y ruego y encargo al muy reverendo en Cristo, padre obis-
po de la Iglesia Catedral de Mérida y demás ministros y comunidades
eclesiásticas, no pongan ni consientan poner embarazo en la fundación
del espresado hospicio, por ser mi deliberada voluntad el que se ejecu-
te en la forma dicha; y que para su efectivo cumplimiento le den los
ministros espresados y todos los demás que deben intervenir en esta
materia todo el favor y ayuda que fuere menester por convenir asi al
servicio de Dios y mió. Fecho en Madrid á 30 de diciembre de 1714.
— Yo el rey. — Por mandado del rey nuestro señor, 2>. Diego de Mo^
rales Vélasco, — Llegó á México esta real cédula al siguiente año de
1715, y vista la respuesta fiscal de 16 de agosto del niismo año, los se-
ñores del real acuerdo en 22 del mismo mes dijeron que la obedecían
y obedecerían con la debida veneración, y mandaron se obedeciese y
ejecutase en todo su tenor, para lo cual se mandó despachar real provi.
sion firmada en 27 de agosto del Exmo. Sr. duque de Linares, y de los
Sres. Uribe, Agüero, Oyanguren, y el Sr. D. Diego de Medina y Sa-
'^ábia.
Con esta noticia se resolvió el padre provincial Antonio Jordán á se-
ñalar sugetos para la nueva residencia, y fueron el padre Diego Yelez,
superior, el padre Antonio Paredes para maestro de gramática, y el
hermano Julián Pérez, coadjutor. A pocos dias, habiendo dado los su-
periores al padre Diego Velez otro destino, de que hablaremos adelan-
te, fué señalado superior de la nueva fundación el padre Marcos Za-
mudío. Presentó este la cédula del rey al Sr. D. Juan José de Vér-
tiz y Ontañon, gobernador y capitán general de aquella provincia, quien
con singularísimo aprecio que tuvo siempre á la Compañía, no solo la
obedeció, sino que como en albricias de que en tiempo de su gobierno
se fundase en Yucatán aquella casa, dio al padre Zamudio trescientos
pesos para los primeros gastos que podrían ofrecerse.
— iri-
se presentó iomediatamente el mismo padre al venerable deán y ca-
bildo sede vacante, quien prestando la misma obediencia espidió decre*
to« mandando al Dr. D. Cristóbal de Insaustí* vicario in capite j juez
eclesiástico de la villa de Campeche, guarde* cumpla j ejecute dicha
real cédula, haciendo pronta y jurídica entrega al padre Zamudio déla
ermita de Sr. S. José y alhajas que á ella pertenecen. Precediendo
las tres citaciones, resolvió dicho Sr. vicario dar la posesión el dia 9
de julio, y efectivamente se dio en ese dia mismo, aunque no sin con.
tradiccion de Gerónimo González como prioste de una cofradía de
carpinteros sita en la misma capilla, y á que por tanto pretendía dicha
hermandad tener un derecho incontestable. £1 padre Zamudio averi-
guó con facilidad que aunque dicha cofradía habia á su costa sacado de
cimientos las paredes de la ermita; pero Doña María Ugarte era la
que gozaba el patronato por haberla concluido, adornado y proveído de
todo lo necesario, y la que por tanto habiá en las constituciones de la
cofradía prudentísimamente precavido este lance, por la constituion 21
concebida en estos términos: „Item. Ordenamos que si algún tiem-
po Dios nuestro Señor fuere servido que en esta villa y puerto quisie-
ren fundar iglesia los padres de la Compaüía de Jesús para mayor au-
mento de su religión y lucimiento de esta santa cofradía, se les dé di-
cho sitio y ermita de Sr. S. José, aunque esté perfectamente acabada
del todo, con cargo y obligación que dichos padres á su costa hagan la
capilla principal y de toda ostentación en puesto preeminente al lado
del Evangelio para el glorioso patriarca Sr. S. José.
Armado con este documento, el padre Zamudio trató de presentar-
se ante el Sr. D. Juan José de Yértiz, á quien en calidad de vice-pa-
<rono juzgó pertenecía el conocimiento de la causa. Su escrito se pa-
80 al Sr- asesor general D. Diego de Arroyo, por cuyo dictamen di-
cho Sr. gobernador se abocó á sí el conocimiento del negocio, y pro-
veyó auto en que se mandaba al prioste y mayordomos de dicha cofra-
día cesasen en la comenzada contradicción, y que si algo tenían que
representar lo hiciesen en el tribunal de su señoría.
Cuando se proveyó este auto se hallaban dichos cofrades con un de-
^^reto muy á su favor del venerable deán y cabildo^ y con la protección
del Dr. Insausti, que nunca fué hasta la hora de la muerte sinceramen-
te propicio á la nueva residencia. Sin embargo, leconocida la ente-
reza del gobernador hubieron de ceder, y la Compañía permaneció en
<{uieta j pacífica posesión, aunque con la incomodidad de los entierros
— 172 —
^ demás funciones do la cofradía. Esta no duró largo tiempo, porque
pasando de allí á poco á gobernar aquella diócesis el Illmo. Sr. D.
Juan Gómez Parada> entre otros grandes benefícioslK[ue hizo á aque-
lla residencia, no fué el menor haber pasado á la iglesia parroquial la
dicha hermandad con la estatua que les permitió llevar de Sr. S. Jo-
sé. Nuestros tres religiosos comenzaron á ejercitar sus ministerios
von. bastante pobreza. De los catorce mil pesos prometidos por el ca-
pitán Santellin, solo pudieron cobrar mil en una casa que se embargó
al susodicho D. Juan José de Sierra, deudor de mas crecidas cantida-
des. Doña María ligarte entregó efectivamente las diez posesiones
de casas cuyos réditos de trescientos veinticinco pesos correspondían
al principal de seis mil y quinientos; pero no se verificó la entrega de los
seis mil reales que tenia prometidos por sus posteriores atrasos. £n
esta situación hubiera permanecido si no hubiera sido por las limosnas
de algunos vecinos, y singularmente del capitán D. Ángel Rodríguez
de la Gala, con que se mantuvo hasta el año de 1820 en que comenzó
á esperimentar la protección y amparo del Ilimo. Sr. Parada.
El padre Diego Velez, que como decíamos fué señalado* primer su-
perior déla residencia de Campeche, recibió dentro de pocos días orden
apretada del padre Rodero de pasar á Guatemala para allí encargarse»
en calidad de visitador y vice-provincial, de las misiones del Peten, que
por repetida cédula del rey se encargaba de nuevo á la Compsmía. Se
le dieron por compcmeros para esta empresa apostólica lo£l padres José
Cervino, Andrés González y Juan Manuel Ruiz, sugetos todos muy
á propósito para sacar con crédito á nuestra religión en un empeño que
hasta entonces se había juzgado imposible.
Los misioneros partieron prontamente á Guatemala donde debía
formarse el plan y regularse las operaciones y método de la espedicion.
Estas bellísimas esperanzas se desvanecieron bien presto por la con-
tradicción que de parte de algunos sugetos eclesiásticos se comenzó á
esperimentar. Como nada hay mas pernicioso al fruto espiritual que
los celos y emulaciones entre los operarios de una misma viña, la Com-
pañía, que no hacia en esto sino obedecer las repetidas cédulas de S.
M., hubo de apartarse representando á la piedad del rey el estado de
las cosas en que le parecía no poderse promover la obrado Dios ni ser
de alguna utilidad sus ministerios. Así se cerró por entonces la puer-
ta á la conversión de aquellas naciones; pero la admirable Providen-
cio recompensó la pronta obediencia y fidelidad de la Compañía «
— 173 —
abriendo al mismo tiempo á su celo una vastísima y hasta cntóuccá
mochas veces iatentada región en el obispado de la Nueva-Galicia, y
fué la pronvincia del ^ayariL Encomendada después de muchas ten-
tativas la entrada á este pais al general D. Gregorio Matías de Men-
(üola, tuvo por conveniente el Illmo. Sr« D. Pedro Tapiz, obispo de la
Nueva- Vizcaya, que le acompañase en esta espedicion el padre To-
mas Solchaga, que actualmente leía teología en el colegio de Durango.
Este jesuíta fué el primero que plantó la cruz y tomó posesión de aquel
terreno eu el nombre de Jesucristo celebrando el santo sacrificio do la
misa de la parte de adentro de aquellas serranías impenetrables hasta
estonces, tanto á las armas de los capitanes, como al celo de los misio-
neros; pero de esto trataremos mas difusamente, tomando desde mas
alto la narración pocos años adelante en que por orden del rey se en-
cargó la Compañía de la reducción de aquellas gentes.
De las antiguas misiones en las de Sinaloa, Taraumara y Sonora*
todo procedía sin novedad. La alta Pimería, después de la muerte del
padre Kino, había ido siempre en notable decadencia. El padre Agus-
tb de Campos que había acompañado quince años, y heredado, diga-
moslo así, todo su zelo y amor para con los Pimas, en vano se esfor-
zaba á conservar en los ánimos las buenas disposiciones en que los ha-
bía mantenido su santo compañero. Había muchos años que los ca-
ciques del Bao, de Soamea, de Sonoidac, de Tubutama de Caborca y
otros mas distantes cuidaban de la cria de ganados, sembraban regu-
larmentCi vivían congregados en pueblos, y aun tenían fabricadas ca-
sas para los misioneros que tantas veces se les había hecho esperar.
Con la dilación de tanto tiempo comenzaron á enfriarse y esparcirse
como antes. Las misiones de Tubutama y Caborca que antes habían
teaido ministros, carecieron de ellos por mas de diez años, hasta 1720,
Para las demás no se destinaron nuevos hasta 1731, veinte años des-
pués de la muerte áp\ padre Kino, y cuando ya vueltos los salvages á
8U rusticidad y estupidez natural, apónas les quedaban sino remotas
y muy débiles especies del Evangelio y sus ministros. La misión y
pueblo de Dolores, primogénita del padre Kino, y donde habia vivido
tantos años por juzgarse de terreno mal sano, cuasi se despobló ente-
ramente como el de l3S Remedios. No tanto el de Cocospera, aun-
■que espuestO'á las continuas invasiones de los apaches, y menos aup el
de S. Ignacio asistido y fomentado 'por cuarenta años por el padre
Agustín Campos. Por el contrario, á pesar de las enfermedades, de la
— 174 —
hambre y de todo género de necesidad y trabajo, crecia considerable-
mente la grey de Jesucristo en California. El padre Piccolo descu-
brió un nuevo terreno para la misión de S. Ignacio, y se habia ya pe-
dido misionero á México para la de la Purísima. £1 padre Salvatier-
ra determinó pasar personalmente al puerto de la Paz y reducción de
los guaicuros. Queda esta nación estendida al Sur del presidio de
Loreto hasta las cercanías del cabo de S, Lúeas. El Evangelio no te-
nía en la Península enemigos mayores que estos bárbaros; tanto ha-
bian quedado agriados y enfurecidos contra el nombre español después
de la espedicioñ del almirante Atondo. Pasó el padre á aquella costa
con el capitán y algunos soldados é indios lauretanos. Llevaba en su
compañía tres guaicuros que habian redimido del poder de algunos bu-
zos, y á quienes habiendo regalado bien en Loreto, y hecho testigo de
la suavidad y dulzura con que se trataba á los naturales* pretendía ten-
tar por medio para atraer á la nación; pero no habia aun llegado la ho-
ra del Señor. Algunas partidas de guaicuros que andaban por la
costa al arribo de la embarcación, se pusieron en fuga. Los conchos ó
lauretanos que se echaron á nado los siguieron con precipitación como
á enemigos. No pudieron dar alcance sino á algunas rougeres, que
asustadas les acometieron con piedras. Ellos, vueltos á su natural fe-
rocidad, no tuvieron vergüenza de manchar sus manos con la sangre
de aquellas infelices. A este tiempo llegaron los soldados, y difícul-
•
tesamente pudieron serenarlos, y menos aun detener á las fugitivas
guaicuras que corrieron á dar la noticia á sus maridos. El padre re-
prendió ásperamente á los suyos, y conociendo que en los ánimos nue-
vamente irritados coii aquel agravio no podian hacer efecto las propo-
siciones y consejos de paz, necesarios para anunciarles á Jesucristo,
se contentó con enviar á los guaicuros cargados de donecillos y enco-
mendados de manifestar á sus paisanos los fines de isu venida, y cuan-
to habia sentido, la inconsideración é imprudencia de sus neófitos: que
esperaba volver á ellos en mejor ocasión, y darler á conocer cuanto los
amaba. Hecho esto, trató de volver á Loreto para enviar el barco á
Matanchel. En este viaje, que se hizo á los fines del año, varó la ba-
landra con un recio temporal: perdióse la carga^ y se ahogaron nueve
personas, las demás se salvaron sobre la mitad de la cubierta.
Por marzo del año siguiente de 1717 llegó al puerto de Loreto el pa-
dre Nicolás Tamaral, enviado de los superiores para la proyectada mi-
sión de la Purísima. Entregó al padre Juan María carta del padre pro-
— 175 —
vincal, eo que dándole noiirá de kmber Qcgido á México por agosto del
ano antecedente el Exmo. Sr. D. Ballazar de Záoig»» marqués de Ta*
lero, le amaba las particulares instniccioDes j encaigos que aquel se*
Dor traú de la corle sobre la misión de Califomia, j lo mucbo que pa-
ra SQ entero complimiento deseaba S. £. trataile, que por tanto procu-
rase pasar cnanto antes á México. £1 obediente padre^ aonque con-
sumido de anos, eníenned^des y trabajos» no deliberó un punto, y se
embarcó para la NocTa-Cspaua el áhimo día de pascua, y de aquel
mismo mes acompañado del bermano Jaime BraTO. En el camino,
desde Matancbel á Tepic, se sintió graTcmente fatigado de los antiguos
dolores de piedra, tanto, que de allí á Guadalajara bubieron de llevar-
le en bombros de indios, que á porfia solicitaban bacer al padre aquel
que cuasi adivinaban eia el último obsequio. En efecto, agravindose
mas y mas el fatal accidente, causó al buen padre mas de dos meses do
martirio. £1 lUmo. Sr. Fr. Manuel de Mimbela, los Sres« presiden-
te y oidores de la real audiencia y cabildo eclesiástico, le visitaron re-
petidas veces en su enfermedad. En casi todas las iglesias se bicie-
ron plegarias y fervorosas oraciones por la salud del padre; pero Dios
quería ya premiarle su santa vida y apostólicos trabajos con el descan-
so eterno. Subióse á su aposento en una devota procesión de lo mas
flondo de la ciudad la imagen de Loreto, á quien el padre babia fabrica-
do casa y dado á conocer en aquel y otros mucbo^ lugares de América.
Al verla entrar, prorrumpió el devoto enfermo en la admiración de San-
ta Isabel, ¡pende hoc mihU con tanto afecto y devoción, que apenas po-
dían los circunstantes contener las lágrimas. Recibidos todos los sa-
cramentos, después de una larga agonía comenzó á rezar ya con voz
muy lenta el himno Aee Maris Steüa^ y pronunciadas aquellas tiemi.
simas palabras* • • • Monsbra le esse Maírem^ dejó de vivir á las doce Mu^te dd
horas de la mañana del sábado 18 de junio. En su entierro se vieron ^<^ Sahm-
las demostraciones con que Dios ha querido que en la tierra sean hon-
rados sus mayores siervos: se le besaban con veneración los pies y ma-
nos: se tocaron rosarios, se le destrozaron sus vestidos y ornamentos,
de modo que fué menester amortajarle de nuevo. Se le cortaron los
cabellos, y hubiera procedido á mas la piedad de los ñeles, si los pa-
dres no hubieran apresurado el entierro. Asistieron, sin ser convida-
dos, entrambos cabildos, audiencia con su presidente, y el Sr. obispo
que mandó colocar el cadáver en una caja de plomo hecha á sus cs-
p^nsas. Toda la circunspección y escrupulosa igualdad con que en
— Í76 —
vida y muerte trata la Compauía á sus hijos no pudo impedir que aque-
lla nobilísima ciudad, hiciera de allí á pocos dias unas honras so-
lemnes, erigiendo un suntuoso tümulo con sermón que predicó el pa-
dre Feliciano Fimentel y misa pontifical que celebró ei Illmo. Sr. chis-*
po. Después de los trabajos, viages, diligencias y fatigas gloriosas
que en cuarenta años hemos visto del padre Juan María Salvatierra, se-
ria inútil tejer aquí algún elogio de uno de los mas insignes misione-
ros que ha tenido la provincia, de un siervo amantísimo de la Madre
de Dios, de un apóstol de la California, á cuyo celo infatigable, heroi-
ca constancia y fortaleza, paciencia y actividad, hubieron de ceder
finalmente las grandes dificultades que por mas de ciento setenta
anos habia hecho aquella región impenetrable á las arma» de Es-
paña. '
El hermano Jaime Bravo, con los papeles é instrucciones del padre
Salvatierra, pasó prontamente á México, y presentó al Sr. virey dos
escritos en que conformándose á las instrucciones de S. Mi* en uno
daba razón de la naturaleza y cualidades del terreno, costumbresy nú-
mero de sus habitantes, misiones fundadas, y su gobierno político y mt^
litar: en el otro proponía diferentes medios para la conservación fau-
mento de aquella cristiandad. Estos mismos asuntos promovió en di-
ferentes secretas conversaciones con su excelencia, con tanta ^latidad^
solidez y exactitud, que admirado el virey repitió algunasTeceSf Que
aunque debia- ser muy sensible la pérdida de un varón tan grande, co-
mo se decia haber sido el padre Salvatierra, no hacia falta en el nego-
cio presente. Los dos escritos hizo su excelencia se leyesen en una
junta compuesta de dos oidores, dos contadores del tribunal de cuentas,
dos oficiales reales, el fiscal de Si M., el padre provincial déla Com-*
pañía, el padre Alejandro Romano y el hermano Jaime Bravo^ cóflK>
procuradores de la California. En otra junta dé 25 de eetíembro • se
leyeron todos los informes, diligencias y cédulas de S. M¿ desde la de
26 de setiembre de 1703. Vistos, se resolvió que deouenta del real
erario se pagase en California un presidio de veinticinco soldados con
su capitán, marineros y grumetes, con sus oficiales Correspondientes
para un barco que se hubiese de hacer proporcionado para el efectOi y
otro mas pequeño para la conducción de las memorias y bastimentos:
que se pagasen los .¿reí mil pesos, y si no fuesen suñcienteSj- se anadie*
se de la real hacienda todo lo necesario para aquella ocasión: que en
la costa del mar del Sur se buscase con diligencia puerteen que pudie-»
— 177 —
80 surgir segoramente^y refrescar la naa de Filipinas. Conforine á e»-
te decreto se reguló la paga de los presidiarios sobre el pié de diez y
ocho mil dotcierUos intenta y nnco pesos y cuatro reales: de compró en
cuatro mü una embarcación perulera y se mandaron paj^pr tres }píil
veintitrés pesos, que deekró deberse el padre Salvatierra; Habian pe-
diido fuera de esto loe padres se pusiese algún presidio de pocos solda«
dos en el puerto de la Paz: que se hiciese una especie de Seminario pa.
ira la educación de los indizuelos californios, y que las salinas de la is-
la del Cármeni fronteras al Real de Loreto, se diesen para el culto y
fiestas de la Santísima Virgen. Los dos últimos puntos, como rega-
ifas propias de los Sres. vireyes, se dejaron al arbitrio de su excelen,
cía. Su antecesor, el Exmo. Sr. duque de Linares, manifestó por este
mismo tiempo cuanto estimaba los apostólicos trabajos de la Compañía
en California, y cuanto hubiera hecho por aquella misión en los años
de ka gobierno si le hubiesen ádo mas foyorables las circunstancias.
Concluido- su yhreinato, y hallándose con entera y perfecta salud es-
pemndo ocasión de trasportarse á España, ordenó en México sn testa-
mento en 26 de marzo, disponiendo en la cláusula 17 quo de sus bie-
nes se diesen cinco mü pesos á las misiones de California para que se
distribuyesen á disposición 'de los padres que se hallasen en ellas, á
quienes se entregarían falleciendo su excelencia en estos reinos, y si
en Europa, al padre procurador, general de Indias, para su i^itiision á
estas provincias. Bajo esta disposición falleció poco después en Mé.
xico el 3 de junio. Su muerte descubrió las grandes limosnas que en
vida ocultaba su industriosa humildad. Tenia pagadas en todos los
barrios, de México boticas para los pobres, y por roano de religiosoiB Muerte del
graves y otras personas de conciencia, repartia mensualmente entré ver- d™!'"* d® Li-
- , \ ' . -, liare», ex-vi-
gonZant)98 cantidades' muy gruesas. Aun las músicas, las óperas y ottas ley de Mé».
inventiottes de diversión que jamás se habian visto en Nueva-España, ^'
sopo convertirlas su piedad en otro género de limosiias, qué derramlí-
du tú ves con profusión y desorden, suelen ser motivo y fomento de ía
ociosidad é inacción. Fué el primer prefecto secular de la congrega
clon de la Buena JUñterUy que á su ejemplo y liberalidad, debe todo el
esplendor con qu^ sé conserva hasta el presente. Era de mucha edi.
&róoa Ja humildad con que después de acabado su gobierno asistía á
^ jontas de la congregación y sus fiestas en lugar inferior al del pre-.
^to eclesiástico, sin querer admitir jamás otro asiento. Murió con
unte disposiciones muy conformes á este arreglado modo de vida en
TOMO III, 24 ~
— 178 —
manos del insigne padre Solchaga, que fué después mientras vivió un
continuo panegirista de sus grandes virtudes.
A fines este año se consiguió del Exrao. Sr. marqués de Valero li-
cencia para la fundación de un residencial Seminario en la villa de S.
Felipe el Real, ó de Chihuahua. Hahia mucho tiempo que revolviaen
su ánimo estos piadosos designios el ¡lustre Sr. D. Manuel de Saotn
Cruz, caballero del orden de Santiago, gobernador de la Nueva-Yizca-
3ra, y tratado el asunto con el padre Luis Mancuso, visitador de las
misiones de Tepehuanes, y por su medio con el padre provincial Gas.
par Rodero, se resolvió este á mandar al padre Francisco Navarrete,
que administraba la misión de S. Borja que pasase á la misma villa pa-
ra acalorar la fupdacion á presencia del Sr. gobernador, que actual-
mente se hallaba en ella. Su señoría mostró al padro la licencia del
Sr. virey, fecha en 25 de noviembre, y añadió que no faltando otra co-
sa, eligiesen sus reverencias el sitio que les pareciese mas oportuno^, sin
reparar en gastos. El padre Antonio Arias de Ibarra, visitador de la
Fundación provincia de Taraumara con los padres Ignacio de Estrada y Francis-
de ^SSmíu ^° ^^ Navarrete, agradecida al Sr. gobernador su generosa piedad, eli-
hua. gieron el sitio que les pareció mas á propósito, en que hoy está el Se-
minario. Se recurrió por la necesaria licencia al Illmo. Sr. D. Pedro
Tapiz, obispo de Guadiana, (Durango) quien con espresiones de no me-
nor aprecio que las de su excelencia, la concedió gustosamente. Ti-
ráronse los cordeles para la planta del nuevo edificio con el nombre
del Seminario de nuestra Señora de Loreto el dia 24 de enero de 1718,
y con toda la asistencia y aparato que permitia el lugar, se colocó la
primera piedra el dia 2 de febrero, f Habíanse añadido poco antes
nuevos fondos á dicho Seminario con la donación que de la hacienda
de Santo Domingo de Tabalopa, hÍ£o la noble señora Doña María de
Apresa, por escritura firmada y aceptada por el padre Luis Mancuso en
21 de enero de este mismo año.
t A espaldas de este edificio fueron fusilados los Sres. Hidalgo y Allende, cau-
dillos principales de la revolución de la independencia mexicana, el primero en 31
de julio de 1811, habiendo sido presos en las Norias de Bajan, y en 17 del misnu^
mes y año fueron ejecutados en la hacienda de S. Juan de Dios, inmediata ¿ Du-
rango, mandando la ejecución el teniente graduado D. José María Allende, los sa-
cerdotes siguientes: D. Ignacio Hidalgo, D. Mariano Balleza, Fr. Bernardo Conde,
Fr. Pedro Bustamante, Fr. Carlos Medina y Fr. Ignacio Jiménez. Consta de su»
causas que original tengo ¿ la vista. La ejecución se hizo en secreto y en la ma-
drugada |x>rque hacia mucho miedo. — EE.
>
— 179 —
Por este tiempo se hallaba ya en Madrid de regreso de Roma el pa-
dre procurador Juan Antonio de Oviedo, en ocasión que llegaron á
aquella corte las noticias de la calamidad, y cuasi entera desolación de
lu ciudad de Guatemala el día del Arcángel S. Miguel, 29 de setiem-
bre del año antecedente, des^pues de espantosos ruidos subterráneos y
muchas erupciones de ceniza y humo del vecino volcán que apenas
dista dos leguas del lugar: comenzaron á sentirse violentos vaivenes que
apenas dieron lugar á la fuga. Repitiéronse por algunas ocasiones,
siempre con mayor /uerza, con mayor estrago de los edificios, y aun
con muerte de algunas personas. Las mas aun de las religiosas huye-
ron á las estancias del campo y pueblos vecinos. Aumentaba -el hor-
ror la lluvia de piedras, ceniza y abrasado material qUe continuamente
eruptaba el volcán, con tanta luz, que á mas de dos leguas pudieron
leerse algunas cartas en aquellas noches. Los templos y casas mas
fuertes quedaron ó arruinadas del todo, ó por mucho tiempo inhabita-
Ues á causa del peligro que amenazaban. Junto con esta funestísima
relación, llegaron á la corte de España los autos formados sobre el
grande asunto de trasladar la población á otro lugar menos espuesto á
las agitaciones del volcán. No era esta la primera vez que por se-
mejante causa se trataba de mudar la ciudad, y que aun efectiva.
mente había mudado de situación á- la mitad del siglo décimoses-
to. La gran diversidad de pareceres é invencibles dificultades que
por todas partes se ofrecian entre los mismos miembros de la
república, hicieron que sin tomar partido alguno que proponer al
rey se enviasen al consejo los autos, para que allá ponderadas por una
y otra parte las razones, se proveyese lo mas conducente al bien públi-
<^. Todo este gran peso recaia sobre los hombros del fiscal de la co-
rona. Tenia que revolver un grueso cuerpo de autos, que confirmar
dictámenes, que comparar y contrapesar las razones; y finalmente, te-
nia que resolver por relación y por noticias enredosas, vagas, y tal vez
ponderadas de cada cual, conforme á sus respectivos intereses en un
^tflonto de muy peligrosas consecuencias. En este conflicto, determi-
^6 valerse de las luces, esperíencia y maduro consejo del padre procu-
rador. En ningunas manos podian estar mejor los intereses de Gua-
temala, que en las del padre Oviedo, tiernamente apasionado de la que
miraba como patria. Vistos los principales puntos de la consulta, in-
formó al Sr. fiscal que en ninguno de los lugares que se proponían,
quedaba Ubre la ciudad de Um mismos sustos, y para esto era menester
retirarla muchas leguas, lo que seria la total ruiíia de todo el país: que
edta incomodidad no debia prevalecer á las grandes utilidades que ofre-
cía la presente situación: que. en la misma ciudad, fuera de otras» dé te-
nia el ejemplar de lo poco que habia aprovechado a^ traslación del an-
tiguo sitio qae UamaQ la Ciudq^ Viega: que entonces acosad^f d^ los
temblores y erupción de aguas de otro monte cercano, a6 liabía r^im-
do la población media legua mas al Norte, sin que encere^ de dotti-
glos s0 hubiese vuelto jamás Á esperimentar, lo que dió bcamon á.,tan-
tos costqs. Confírmabst todo esto con el ejemplo d^Lima en la Amé-
rica meridional, de Léon de Nicaragua, de Catani en Sicilia y de Ña-
póles en Campania, y de otras diferentes ciudades.
Este ^ictámen calmó las inquietudes y tanta variedad de ópiatoiles,
que háci^ renacer en el ánimo de los consejeros de Indias, y se resol-
vió desde luego que no coñvenia mudar la situación de la oiu^ád.
Era üiio de los asuntos prinpipale^ de que iba eilcax)gado ti padre
procurador á la corte de Madrid alcanzar del rey alguna orden apreta-
da para la pronta y entera exhibición de la limosna que sU pie^d se
habia dignado señalar anualmente á ló$ misioneros. ' Con dL-metivo de
las guerras y di(ÍQult^des del real erario, á principios: del reinada del
Sr. Felipe Y, á difícultaT de |i)odo que después de muchas visitas y: son-
rojos, apetías Coñseguian los pad^^cs pi<ocuradorí9s alguna páHé de lo
consignado ooü grandes atiiasos de la provincia» obligada.!; contraer
cada año nuevos empeños para proveer álos miniQtros de todo Jo oeoc-
sario. Se habi^ ocurrido varias veces á la corte y aun oénsf^ídoae
una exehatiyai pero todo en vano* La actividad del padre Oviedo con-
siguió fio^lniente cédula de S. M., fecha en 5 de agosto deestttfireatii-
te año de Vl\%eí^ que inanda $e satisfaga cuanto sedi^berá Iás:misia'
nef( sin djla^^jion, alguna, y sia dar lugatr á que se baga nuevo ocusae á
su real persona, que le seria, muy desagradable, i, «u. T- no ^' eatieiida
(añade S. M.) ^er incluido lo respectivo al importe de eatatJinaoeDaa
en ningunas cédulas ni órdenes que se espidieren* to¿aiiter á'hÍBTaflR»
do real hacienda, en que estuviesen consignada», ^ ne; ^'Oéptéi^BülPe
expresamente e¿ eQas que sean co(nprendid$is I9S i«feitdas* MiMbiMbis.
Despachados félizmento les'fiégocki^ que ti>dvabaí'& DH W!^^ se*tnto- —
baroó él ^adre pfbcUíVador para Veracriiz eft 21 de* abril'de^ I71i9 ecm
unti escogida misión ^ dÍBZ y pchd jesuítas, tjue dieinoár fosde elft dei^
JMÍta« En 7 de cpercr <l^ éste mismo; |i7io se kabia't^biibrtiDí^B niie«^-^
pliego de gobieñio, en que se Mié iuidi>pfMlo pk«^i«cial' el piidie Afe.^^
— 181 —
janJro Romano. Desde esta ocasión se unieron los gobiernos de pro-
vincial y rectores de los colegios que basta entonces babian venido siem-
pre separados. £1 gobierno del padre Alejandro Romano fué notado
de suma severidad. Era el padre un bombre verdaderamente espiri-
tual y religioso; pero de un. genio duro, inñexiblc, y nimiamente celo-
so do la regular observancia, en que no babia para él faltas ligeras.
X3etpidid de la Compañía á muchos, y hubieran sido muchos mas y de
los sugetos que mas ilustraron la provincia, si otros de las primeras per-
de la Compañía no se lo hubieran opuesto. Allegábase el que
l^^biendo vivido muchos años en los fructuosísimos empleos de misio-
nero y operarlo de indios con grandeH créditos de virtud y austeridad
de vida, entró al gobierno de la provincia sin la esperiencia que trac
^^nsigo el régimen de otros menores colegios. En su tiempo se pro-
yectó y efectuó con fara prontitud la fundación del colegio que hoy
%iene la Compañía en la ciudad de Celaya, El motivo que hizo resu-
ltar en los vecinos el antiguo deseo de tener en el lugar los jesuítas,
Caé.und fervorosa misión, que á ñnes de este año pasó á hacer allí el
fKidre Manuel Yalticrra. Esto insigne jesuíta, después de haber go-
rmado el colegio de Guatemala y obtenido en la linca de las cátedras
la prefectura de estudios mayores en el colegio máximo, se habia reti-
nado al de Qui:rétaro, de donde salía á hacqr frecuentes misiones en
imichpS' grandes, .y . .v.ccinos Jtigares del obispado de Michoacán. Eu
la.que deciamos de Celaya, eran tan numerosos los concursos, que no
buSitsodo..i contenerlos la iglesia parroquial, aunque muy capaz, era
fivBoao predicar en las plazací- En la comunión general pasaron de
setecMotas las personas que por medio, .de. los santos ISapramentos \m*
üficaron sus concienciaa,.. número exhorbitante. en una ciudad de las
alónos pobladas de la Amiérica. £1 .deseo de tener consigo unas opa-
racioa tan útiles fiáécomumen todos loa Tecinos, y tmjcho mas en. el
áaímo de D«. Manuel de la Cruz y Sai:áb¡a. Creció tanto, que la úl-
tínia noche 4Íle la misión, no- pudo aquel piadoso caballero tomar ei sue-
da áolés 'de -resolverse á.empléar su caudal en la fundaicton, de un colé*
gio¿. Comen^isó desdeluego.á practicarlas jdbs yivas diligeitcias« £1
padsa pfovnicial se escusó con la falta de.' sugetos. apenas suficientes
para !•# mitiistertoa (}|i.lo8 colegiosí4in|igQoSy hasta, que finalmente hu«
ba4la eondeseender 4 Jas^insta2icias.del>tiobla fiíndador y da toda la* ciu-
dad, .eonoé Toremoaádelante... /. .
- ^Oésde^ finés del talo nBtece<knte:iiabbiTué]t«á la California el ber*
— 182 —
mano Jaime Bravo. Su regrese acordó á todos la memoria del pádra
Juan María Salvatierra. Tanto los padres como los soldados é indios^
gustaban de oírle referir las circunstancias mas menudas de su enfer-
medad y muerte, y lloraban al oir las humildes espresiones con queha-
bia suplicado al hermano pidiese perdón á todos de sus malos ejem-
plos. £1 gran vacío que dejaba en la nueva colonia el padre Salva-
tierra, lo suplió, el Señor, con dos insignes operarios que ya por este
tiempo trabajaban gloriosamente en aquel pais.
A fíncs del año de 1817 habia entrado el padre Nicolás Tamaral,
destinado á la misión de la Purísima, y por agosto de 1718 el padre
Sebastian de Sistiaga, que de maestro de letras humanas en el novicia*
do de S. Andrés habia sido llamado de Dios al cultivo de aquella viña.
Se le encomendó desde luego la misión de Santa Rosalía, pasando ala
de Loreto el padre Piccolo. £1 padre Juan de ligarte, que habia 8uc<
cedido al padre Salvatierra en el rectorado de aquellas misiones, nc
pudo resolverse á desamparar el puesto de S. Javier que habia culti
vado tantos años. El padre Tomaral estuvo algún tiempo en S. MI
guel, ranchería perteneciente á la misión de S. Javier, mientras se 1<
proporcionaba ocasión de agregar catecúmenos y pasarse á la Purísi
ma. No tardaron mucho en venir de aquellas rancherías á visitarle i
S. Miguel. Grecia cuotidianamente el número y las instancias coi
que pedian que el padre se pasase á vivir a sus tierras. Efectivamen
te, hubo de condescender con sus ruegos. Halló algún terreno acó
modado para siembras; pero era muy escasa la agua. Finalmente, lo
chande contra las dificultades del suelo, con la inconstancia y torpe
za de los naturales, con la maldad de los hechiceros, ó que fingían ser
lo para apartar á los suyos del bautismo, el buen padre se mantuvo aü
muchos años, bautizó mas de dos mil gentiles, y fundó una de las mai
arregladas, ñoridas y numerosas misiones que habia tenido hasta en
tónces la California. Entre tanto, con la misma fatalidad que hábil
seguido hasta entonces á todos los barcos de la misión, naufragó sobn
la costa de Sinaloa y puerto de Ahorne, el<iue poco antes se habia com
prado de orden de la junta. Nada era mas incómodo para la minioi
que esta falta por la necesidad de traerse de fuera todo lo necesario pa*
ra la subsistencia de ella. £1 padre Juan de ligarte se hallaba én ii
contracosta del mar del Sur, donde por la primavera de este año ha^
bia pasado en busca de algún puerto, conforme á los repetidos encar*
gos de S. M. y órdenes de la janta. Descubrieron en efecto la bahif
— 183 —
de 6anta María Magdalena, capaz, limpia y do bástanlo abrigo parad
galcson de Filipinas; pero de malas y muy escasas aguas, y aun esas
no constant3S en todo el ano. Al poco fmlo de esta espedicion se agre-
g6 la noticia del barco perdido. Quedaba la misión con sola la lanciía
S* Javier, ya vieja y de muchos años de servicio. Conseguir la coin-
prsL de otro barco parecia muy difícil, y aun cuando se consiguiese, no
se podrían conseguir sino peruleros, que la esperiencia de tres ó cua-
tro habia mostrado ser muy débiles. Fábrica de barco en la costa de
NuGva-España era costosísima y muy incómoda á la misión, y basta-
ba la tríate esperiencia del que se habia construido pocos años antes. \
£ntre tantas dificultades, pensó el padre ligarte le seria mas fácil Emprende el
... padre ügarte
fabricar un barco en la misma California. No hubo quien no oyese construir un
con risa semeianto proposición. No habia constructor, no habia ofi- ^^^^ . Pf'*
'' ^ ir ^ » conducir vivo
cíales, todo, hasta las maderas habia de estraerse de las costas de la res á las mi.
Nueva- EUipaña, con que se aumentaban mucho los costos que procura- comriffue^upe
ban evitarse. Nada bastó para desanimar al esforzado espíritu del pa- rando enor-
dre Juan de ligarte. Hizo venir á Loreto á un medio constructor y ¿j,g,
algunos pocos oficiales con ánimo de traer del continente las maderas
que hasta entonces no se habían descubierto en la península. Están,
do en esto, se tuvo por algunos indios noticia de que como á setenta
leguas al Norte de Loreto se hallaban muy gruesos y sólidos árboles.
Voló al instante allá el padre ligarte con el constructor; el sitio esta-
ba á mas de treinta leguas del mar por el lado mas cercano, que ora el
de Santa Rosalía: hallóse maderaje proporcionado; pero entre tales
quiebras y barrancos, que el constructor vuelto al padre ligarte. • • .Yo
(le dijo) jamás he fabricado barco alguno: me habia ofrecido á hacer
cuanto alcanzase por ayudar ala misión; pero esto no es posible. La
playa dista treinta leguas de un camino muy quebrado, y aun cuando
lo demás no lo fuese, solo el sacar de esta profundidad un palo de es-
tos no se hace con mil peones y cien yuntas de bijeyes. • • • El padre
entonces con grande ánimo (le dijo) yo he traido á Y. conmigo para
que reconozca si son ó no á propósito, que el corte y la conducion es
de mi cuenta. No lo hizo con menos valor que lo dijo. Volvió lue-
go á Loreto: juntó cuanto fierro y muías pudo de todos los soldados y
Mres misioneros: dio todas las providencias necesarias, y por setiem-
^9 se pasó á vivir ala sierra para comenzar en la menguante de aque-
Ha luna el corte de las maderas.
I^ara sufragar á estos nuevos gastos y demás necesidades de la mi-
— 184—
sidn, pareció necesario que el hermanó Jakne Bravo en la láncba •
Javier pasase á Sinaloa en busca de bastimentos y otras cosas qué i
falta de embarcación no le permitía traer de Nueva-España. En SíiMik
se halló el buen hermano con carta del padre provincial eñ q^edepaV
del padre general Miguel AúgelTamburíní, \é miandaba pasar 6€hiaM
jara á recibir los* sagrados. óídenes^ y de ahí 4 Méxicapara mfonnftt
del estado do la misión. Obedeció no sin torpresa el hermftn^ Jata
y habiéndose ordenado de mano del Illmo. Sr« D. Mniiuel de Mk
bola pasó á México, Con su pleno y sincero informe se movié^^ ^
dre Alejandro Romanó á pedir lal Exmo. marqués de Yalerow^ coilipi
separa la California un nuevo bílrco, ó porque no sejtizgaibil p
sible que el padre ligarte saliese con la ílibriea dé su prdfeenéí)
balandara, ó porque siendo este barcos pequeño seria mas k pfdpóM
para el descubrimiento y reconociiniestó de las costas,, que no para
tráfico y conducción de bastiríientos y memorias. £1 Sr. vírey fefBÜ
la petición á la junta, por ctiyó dictamen en 15 de marzo del sígoieta
1720. año. de 1720 se espidió decreto» adjudicando á la misión un barco d
Pera; que se hallaba actualmente en Huatulco. f Tuvo que éspmi
lo el padre Jaime hasta el mes de junio. No fué inútil su det^ncioir^
México. El ilustre Sr. marqués de Yillapuentef movido d& sus iilft
mes y del fervor y celo^ que manifestaba, y de que habia dado tá&'ai
ceras pruebas aun en el el9tado dé coadjutor, determinó^ fundar ot
nueva niioion en que se ocupase el nuevo sacerdote en el puerto éo-
^ Paz, y nación de los guaicuros. Habia ya bafco, fondos para una nd
va misión y nuevo misionero: solo faltaba para volver éntérntttd
te proveido, destinar algún hermano coadjutor que éntrense en saltig
como procurador de la California. E^bia tiempo que D.- Juan BmÉ
ta Mqgazábal, alférez dé aquel prendió, pretendía ser admitido e^
Compañía, movido de los grandes ejemplos de virtud que sos juiciófl
talentos le hacian observar en los padres, y singularm^üt^ en el paM
Francisco María Piccolo, en cuya compañía habia vivido muchos HfflS
Trajo orden el padre Jaime Bravo de que fuese admitido en la QoíOf
nía, y cuasi sin ejempltir pasase allí bú noviciado bajo la direéióton é
padre Juan de Ugarte.
Esta, que acaso pudiera parecer indulgencia, no era en realidad -
t Puerto famoso por haber allí planteado uña cruz Santo Tomás en la cott^
Oaxaca, de la que ya ha hablado el padre Ale^rre en su primer tomo. — ER^
— 186-—
iH» «loa proQba bastan tonion te dura para el fervoroso pretendiente.
En^re los mismos presidiarios, marineros é indios, le era forzoso hacer
UIM3L total y repentina mudanza en el vestido, en el tratamiento, y en
todo cuanto pertenecía á su persona: le era necesario comenzar á obe-
deocr en humildad y sencillez entre aquellos mismos que estaba acos-
tocnbrado á mandar con la libertad y franqueza de soldado* Por otra
parte, el grande ejemplar del padre Juan de ligarte que se le daba por
maestro de novicios, le empeñaba 4 no perdonar á trabajo ni humilla.
clon alguna. Este grande hombre, viviendo en una choza, como el
mas infeliz californio, y usando indiferentemente de su misn^o alimen-
to y vestido, en nada se distixiguia de ellos sino en la corona, y en to-
mar sobre sí lo mas posado y gravoso. Espuesto á todas las inclemen-
eiasdel tiempo, era á las VQces aserrador en el corto de maderas: arrie-
ro para conducir personalmente las recuas: procurador para cuidar del
aumento de los trabajadores, y aun cocinero para sazonárselos. Su
actividad parecía multiplicarlo ca la diversidad de operaciones nece-
salías al designio. Tan presto lo veian con la hacha en la mano der-
rivando áft>olea, como uncido con los indios mas robustos para sacarlos
de ias quebradas. Ya con la azada en la mano igualando el terreno;
ya dando botones (ó barrenos) de fuego para saltar la desigualdad do
las rocas. Si á todo esto se añade el cuidado y providencia de supe-
• ,.,, .. ii* 1 •'i'i* ' z. Disposiciones
ñor de todas las misiones, la atención al presidio, la misa que jamas „ ^^r ex-
Ofiútia, ei oficio divino, la eaplicacion de la doctrina que hacia todas traordinario
, del padre Li-
las noches, los bautismos y demás ocupaciones de misionero, no 90 acá- garte.
lürá de comprender cómo un hombre solo podia bastar á tantos y tan
diíaRuiteB empleos. Es cierto que la naturaleza habia dotado al padre
Ugaiie de todas las cualidades necesarias para emprender cosas.4rduas.
i^a ingenio clavo, pronto y fecundo en espedientes, tanto, que era di-
eko común <pie para el padre Juan de Ugarte no habia imposibles: una
flakid y una robustez de cuerpo, á prueba de las mayores incomodida-
^ usa prea^icia de espíritu en los mayores peligros, y aun unas
íbonas corporales que le hacían temer aun á los mismos indios. Vez
hubo que para arredrar á los demás gentiles con el castigo de un dís-
colo que se mofaba de la esplicacion de la doctrina, confiado en sus ex-
traordinarias fuerzas, el padre, para humillarlo, le tomó de los cabellos,
y toniéndolq así suspenso en el aire le hizo dai: tres ó cuatro vueltas
<^«Qo ei fiíeía una caíía. En otra ocasión le vieron con dos piedras
en la mano hacer frente a un león, matarlo y traerlo á la misión sobro
TOM. III. 25 .
— 186 —
ol arzón do la silla, con pasmo y horror de los indios, tanto mas, que
era un caballo furioso é indómito. Adornado de tan bellas cualidades f
y á costa do tantas fatigas, consiguió el padre Ugarte fabricar una ba-
landra fuerte de bellos galivos y buena vela á mucho menos costo que
pudiera haberlo hecho en algún bien proveído astillero. La bendijo
solemnemente antes del año, el 16 de julio, dia del Triunfo, de la San-
ta Cruz, de -donde tomó el nombre, y justamente al año se echó á la
agua el dia 14 de setiembre. No es esto lo mas maravilloso, sino que
en medio do tan continuos y penosos trabajos, tuvo tiempo para cate-
quizar, instruir y disponer con suavidad al bautismo varias naciones
que habitaban aquellas serranías tan felizmente, que por diciembre del |
mismo año pudo pasar á vivir allí de asiento el padre Eberardo He- i
len y fundar la misión de nuestra Señora de Guadalupe, debida tam-
bién á la devoción y sólida piedad del ilustre Sr. marqués de Villa- 4
puente. Un mes antes de esta función, dejando para ella las órdenes j
y providencias necesarias habían salido para el puerto de la Paz en la
nueva balandra los padres Juan de Ugarte y Jaime Bravo. Siempre
se había juzgado necesario contraer alianza, á lo menos cuando no se
pudiesen reducir á cristiandad los guaicuros, así para promover la pre-
dicación del Evangelio acia el Sur de la California, como para ase-
gurar aquella costa á los barcos que venían al buceo de las perlas, y
la quietud de las demás naciones ya reducidas, en quienes podía hacer
mucho daño el mal ejemplo y conocida enemistad de los gentiles. La
tentativa que un año antes do su muerte había hecho para atraerlos el
padre Salvatierra, y que había tenido efecto tan contrario á sus desig-
nios, antes se creía que hubiese agriado mas los ánimos; sin embargOi
no era así. Los tres guaicuros que el padre había puesto en libertad
y llevado entonces á su país, habían cumplido muy bien coiTsa encar-
go, é informado á los suyos de la buena acogida que habían hallado en
Loreto: con esta prevención, aunque al arribo do la balandra se pusie-
ron luego en arma algunos que estaban á la vista, viendo luego á los
dos padres desarmados que caminaban acia ellos, se sentaron espeián-
i Confieso que no puedo escribir esto sin pasmo; tanto mas, cuanto que ctoisido'
ro el gran fondo de virtud y caridad que habría en el corazón de un varón qvs i
inipulsáus de eila obraba tantas maravillas. £1 padre Ug^artc pasará en la hisforn
jmr el Hércules de la Compañía de Jesús en la provincia de México. ¡Hombw
asombroso, vive Dios, y digno de la inmortalidad!I^-¿'i?é
— 187 —
dolos con muestras de amistad. Los padres les llenaron dcdonecillos
y alhajuelas que dieron muestras de recibir con agradecimiento; Se
Íes declaró el fín de aquella jomada, aunque sin declararles que algu-
no hubiese de quedar entre ellos. Poco á poco comenzaron á familia-
rizarse con los californios cristianos y aun con los soldados de quie-
nes huian al principio. Cada dia concurría mayor número de las ran-
cherías vecinas. En breve comenzaron á pedir que se quedase con
ellos algún padre para- que los defendiese de los buzos que les hacian
niucho mal. Se les dieron al principio buenas promesas, y vista su
perseverancia y la docilidad con quo se hablan reconciliado á la pri-
mera insinuación con los moradores de las islas vecinas, se comenzó á
tratar de un establecimiento fijo. £n tres meses que se detuvo allí
til padre ligarte, dejó ya levantadas casas pajizas y enramada para
iglesia, y puesta en corriente la misión. En este intermedio, llegó
por tierra al mismo lugar el padre Clcmenle Guillen, que después de
veintiséis días, y mas de cien leguas de un camino muy agrio, no creia
ya poder hallar comunicación de Loreto á la Paz, como se le habia
encargado buscarlo. Su llegada fué de suma alegría para los que ha-
bían venido por mar. Recibiéronlos con descarga de los mosquetes, y
tomados algunos dias de descanso, en que ayudaron todos considerable-
mente al padre Bravo, se partieron por sus respectivos rumbos á la mi-
sión de Loreto; pero esto fué ya á los fines de enero de 1721. Vol-
vamos á lo que nos queda del año anterior.
El año de 1720 será siempre memorable con grande honor de la inténtase la
'Compañía en la ciudad de Guadalajara, por la erección del religiosisi- fundación de
mo monasterio de agustinas recoletas de Santa Mónica. Esta gran- de Guadala.
de ol»a la habia emprendido desde mucho tiempo el padre Feliciano i^^'
^imentel, y tuvo principio del fervor de algunas hijas espirituales del
mismo padre, que de Yalladolid donde antes .residía, quisieron por no
privarse de su dirección, seguirle á Guadalajara donde le destinaba la
ol)ediencia. Ni los superiores de la Compañía, ni el mismo padre Pi-
mentel aprobaron semejante resolución: sin embargo, movido de cari-
dad el padre Feliciano les procuró habitación donde estuviesen con re-
cogimiento y proporción para darse enteramente, como deseaban, á la
vida espiritual* Halló cuanto deseaba en la casa de D. Martin de
^^uta Cruz, un honrado republicano muy vecino á nuestro colegio.
-^mai comenzaron á esparcir dentro de poco tiempo tan suave olor de
^i>^des, que no solo dentro de la ciudad, pero aun fuera de ella y del
— 188 —
obispado se hablaba con cdifícacion del retiro, de la clausura, de k
devotos ejercicios d» aquel recogimiento de vírgenes. :
A esta fama, corno con un secreto y divino instinto, se vieron repen — -
tinamente concurrir á la ciudad do Guadalajaca muchas nobles y vir- —
tuosas doncellas, no solo do aquella diócesis, sino aun de Fátzcuaro^
Zamora, Celaya y otros lugares del obispado de Yalladolid. Ya una»-
casa particular era estrecha habitación para aquella piadosa &railia^
£1 padre Feliciano Pimentel, coniiado en la piedad de la causa, y eo^
nociendo ser voluntad de Dios que se encargase de promover aquel}»-
obra de sti gloria, comenzó con no pequeñas fatigas y sonrojos á jun —
tar limosnus para la fábrica de un colegio 6 recogimiento de vírgenes .,
que á esto solamente se limitoban por entonces sus ideas. Estan^
do para comenzarse la fábrica, recibió órdenes muy estrechas do los
superiores mandándole restituir las limosnas recogidas y desistir de I»
imaginada fój^ca. Obedeció prontísimamente el religioso padre y
alzó mano^dc todo hasta informar rendidamente á los superiores del
estado en que se hallaban aquellas señoras, y en que le ero impo-
8tE!e dejar de procurarles alguna cómoda habitación. En este medio
tiempo se halló con carta del IHmo. 6r. D. Manuel Fernandez de San-
ta Cruz, entonces obispo do la Puebla. Había esto señor gobernado an-
tecedentemente el obispado de Guadalajara, y consenrabo un tierno
amor á su primer rebano . En la Puebla acababa su lUma. de fundar
el convento de Santa Mónica, y exhortaba al padrd Pimentol á hacer
florecer en Guadaléjata la misma recolección. Nada podía ser mas
conforme al güiíto del mismo padre, tiernamente devoto ^el gmn Dr.
do la Iglesia S. Agustín. Rócibió las palabras de aquel prelado como
T)na declaración de la divina voluntad. Todo conspiró de tmprtiviflo al
buen éxito. Lbs iSupéríbres de México, y aun el padre general en Ro-
ma, dieton al ptidre Feliciano amplísima ocultad pam la £ttrica: ios
limosnas fueron mucho mas abundantes, y los señores obispos D. Jmn
Santiago León Garabito y D. Diego Ciimacho, tan declarados fiívoro-
cedones de fe nUéva (Itndacion como d IQmow Sr. D. P^y Ma»iici
Mfmbelft, Xi1^ etiyo gobíeiíio llegó A «u perfección.
En efecto, cóncluitla cótt gtiande costo la fábrica, fid sin ^tlganas
coMradíccrones, se obtuvo licencia pam que teó pasasen á &lla las vir-
tuosas doncellas, á cuyo n&meiro se habían agregado dos hijas del mí»-
mo D. Martin de Santa Cruz, t|«e hasta euMneesles había dado hoi»-
^io. Ehtrc tanto se había ya recnrrido á la corte de Madrid pir
liconcia para erigirse en monasterio. Después de repetidos informo.^
de la real audiencia, cabildo eclesiástico y secular, y de los señores
oUispos, no so habla podidp conseguir, sino qiie po» cuatro veces se nc-
gx£^c abiertamente la licencia para la nueva fundación.
Una repulsa tan constante hubiera rendido cualquier otro 4ninio que
el del padre Feliciano: su confianza tenia cimientos muy sólidos, y sa-
bia sor este el carácter do las obras de Dios, Habia florecido entro
aqijLellas vírgenes una de muy particular. virtud, á nuien tanto el padre
Feliciano como sus coropauoros habían oido doch: con aseveración
nxuchas Cece«« • • • ¿a Ucencia vendrá: J)ichosas lals que podrán ofre-
cevse á Dios con los votos religiosos: Yo no lograré esa forUina, Su
nnuerto en la edad florida do veinte anos, veriflcó una parto do la profe-
cía, y dio nueva confianza al padre Pimentel para prometerse el rosto.
Anadió nuevos alientos á su confianza lo que aconteció poco después
tle su muerte.
Pan ayudar al padre Feliciano y contribuir á una obra que se ma-
nifostaba ser de tanta gloria de Dios, se babia>dedicado enteramente ¿
recoger limosnas por toda la tierra el venerable sacerdote D. Juan de
los Ríos. Era este .un hombre raro, y por singulares caminos llama«
do de Dios á una alta perfección. Habia sido muy rico en el comercio
^el mundot y de^ádolo repentinamente todo por consagrarse al servicio
de los altares. £n oai^ estado estuvo muchos anos obseso y vejado vi-
fitblemente del demonio, disponiéndolo el Señor por medio de esta hu-
fiGUIlaoion ¿ los dones sobrenaturales con que habia de adornar su espí-
Hiu, y 4e que no es lugar esta historia. Este espiritual y devoto ecle-
siástico, volviendo de uno de sus largos viages con una gruesa limosna
Para aquellas señoras que le anmhan como á padre, antes de verse con el
I^adre Pinaontel quiso pasar por el recogimiento y saludar á las esposas
do Jesucristo. Hísolo muy brevemente como solia, y dando luego
«^UfiBtaal dicho padrea* •« Estuve con las señoTa^ (le dijo) y me ha
hecho ospocial fuerza ver á Josefa de los ^Angeles con un rostro mas
iroflaganto y mas risuan^^ que nunca. • • E\ padre entonces le dijo co-
>^o aquella virgen habla muerto dias Jhabia; perocojiociendo la eminen-
te -Virtud de la difunta, y la veracidad y espíritu de quien le hablaba, no
dudú que jd Señor Jiabia querido mostrarle la gloria de aquella su sier-
^^ y«iiiinarasí su ee^peranza. Era esto á tiempo que el padre Juan
^■Hoaío de Oviedo disponía su viage para Koma. El padre Pimentel,
^**<^ oooocia bien Pódala actividad y eñcuncia del ^adre proQMrador, le
— 190 —
encomendó con los mayores encarecimientos resucitase en la corte la
antigua pretcnsión. Nada omitió el padre Oviedo de informes, de em-
peños con el padre confesor Guillermo Dawbanton, y con los Sres. con-
sejeros para salir bien con su intento. Sin embargo, el dia 23 de mar-
zo de 1718 tuvo la grande mortificación de que se negase quinta tez
por el consejo la licencia, y (aun lo que no se había hecho hasta en-
tonces) se impusiese perpetuo silencio en el negocio. Obedeció con
gran dolor el paáre; pero Dios por otro rumbo disponía á favor de la
fundación el ánimo del piadosísimo rey Felipe V, Asistió S. M. de
allí á dos dias, el 25 de marzo de 1718, á la solemne fiesta del real
monastoio de la Encarnación de seiíoras recoletas que profesan la re-
gla de 8. Agustín; y pareciéndole seria un obsequio muy agradable á
la Divina Magostad que en Indias hubiese un relicario de vírgenes de-
dicadas á su culto como aquel en que se hallaba, luego que volvió á
palacio dio orden verbal á su secretario que se concediese cuánto y
cómo se pedia para la erección del convento de recoletas de Indias.
£n vano representó muchas veces á S. M. el real consejó los incon-
venientes de nuevas fundaciones. £1 religiosísimo príncipe no mudó
la resolución, y hubieron de librarse los despachos favorables.
Entre tanto en Guadalajara se tenían ya cuasi enteramente perdidas
las esperanzas de que se concediese jamas la real licencia; tanto, que el
Illmo. Sr, D. Fr. Manuel Mimbela, autprízando aquel año con su pre-
sencia la fiesta de nuestro Santo Padre Ignacio, dijo al padre Pimentel:
J\os vemos para disponer de esa casa^ porque eso de Ménicas ya no kat/
que pensarlo. Justamente á la una de la tarde de aquel dia mismo llega-
ron á'manos del padre Feliciano los despachos que con toda diligencia
había remitido el padre Oviedo en el primer aviso. Las maravillosas cir<>
cunstancías de este suceso había Dios revelado enigmáticamente á una
de aquellas sus amadas esposas, dícíéndole • • • • No hay imposibles
para el Señor: la licencia vendrá cuando se pidan cuentas al mayordo-
mo. •• • No entendió la sierva de Dios el significado de esta voz. El
padre Pimentel, noticioso de la revelación, dudaba si algún tríbonal
eclesiástico ó secular le pediría en algún tiempo las cuentas, ó si se en-
tendería del tribunal divino. Uno y otro era de gran dolor para el pa-
dre; ó haberse de ver obligado á dar cuentas en algún juicio humano»
ó haber de morir antes de haber logrado el fruto de tan largos afanes.
Sin embargo, resignado enteramente en las manos de Dios, esperaba
que el tiempo descifrase el sentido del oráculo. Viendo ahora la ft*
— 191—
cha del día en que el rey verbalmente habia concedida la licencia y el
día de stt llegada á Guadalajara, se descubrió el misterio. La licen-
cia verbal se concedió dia de la Encarnación, en que se Icen en el
Evangelio Jas primeras palabras que entendió la Virgen del Señor. . .
Non mí itnponbüe apud Deum omne verbum, y llegaron á Guadalaja-
ralos despachos el 31 do julio, que justamente coincidió aquel año con
bdoraínica octava post PerUecostem^ en que se lee el Evangelio del ca-
pítulo 16 d© S. Lúeas, y la parábola del mayordomo á quien se dice:
Beáde rationem müicationis tuae. El padre Pimentcl, fuera do sí por
el júbilo, corrió á presentar las reales cédula»á los Sres. presidente y
oidores de la real audiencia y al Illmo. Sr. Mimbela. Se traté luego do
mandar á Puebla por cinco religiosas del convento de Santa Mónica, las
que conducidas con gozo y aclamaciones de todas las clases de ciuda-
danos á la Santa Iglesia Catedral después de un solemne Te Deum y un Fundación de
elocuente sermón que predicó el padre Antonio Rodero, fueron llevadas Guadalajara.
de toda la ciudad á su nuevo magnífico convento el dia 19 de febrero
del año que tratamos (1720).
Ya que hemos tratado del edifícativo monasterio de Santa Mónica,
iH) debemos .omitir que de cinco conventos de religiosas y otros tan-
tos floridos planteles do virtud que ilustran la ciudad de Guadalajara^
los tres de ellos se deben en gran parte al celo y eficacia de algunos
insignes jesuitas. Para el de Santa Teresa de carmelitas descalzas,
bahian venido de Europa algunas religiosas, y no habiendo tenido pro-
porciones para fundar convento en mas do cuarenta años, solo vivia ya
Una, cuando los celosos padres Miguel Castilla y Félix Espinosa to-
maron á su cargo la erección del monasterio, induciendo á ello á la no-
ble matrona Doña Isabel de Espinosa, que aplicó 'á este efecto gran
parte de su caudal, y ayudando los dos padres con gruesas limosnas
que solicitaban de todas partes. * Algunos años después el'padre Feli-
ciano Pimentel intentó la fundación de un colegio de niñas parala cris-
uwia educación de doncellas pobres y bien nacidas. Juntos ya para
fistc efecto algunos miles, puso con toda solemnidad la primera piedra
del edificio el Illmo. Sr. D. Fr, Felipe Galindo, del orden de predica-
Dores. El ilustrísimo, que había concurrido con muy gruesas limos-
***8, se encargó de ocurrir á Madrid por las licencias necesarias, que
Solo hay en toda osta América tros conventos de Mónlcas, á saber: en Puc-
jK Guadalajara y Oaxaca. En esta Iglesia so venera á Ntra. Señora de la Solc.
**d, cuyo Santuario es magnífico y jnuy devoto.
obtenidas con facilidad, en vez de colegio de vírgenes sé fundó el
figiosísimo do Jesús Marta; pero esto pertenece i tiempos mas atrasa-
dos, aunque no debió omitirse como gloria singular de nuestra pro
vincia.
En el año murió en Campeche la Sra. Dona María de ügartc, pa
trona y fundadora de la residencia que tiene allí la Compañía.
muchos atrasos en lo postrero de su edad en que vino á fundarse aquc^
lia casa, no le permitieron dar á la nueva planta todo el fomento qucy
deseaba en su muerte: como lo habia prometido dejó á la residencia
por heredera universal de todo el remanente de sus bienes. Estos se
redujeron al valor de ocho mil pesos, de que la mitad se reconocía en
diferentes censos y gravámenes. Pe los otros cuatro, quitados mil
que quedaban pensionados en diferentes dotaciones de fíestas, solo que-
daban tres mil de que se habia de fabricar colegio é iglesia, adjuntos
los seis mil que habia dado al principio. Tal ora la situación de la re.
sidencia de Campeche cuando comenzó á respirar con la protección
del lilmo. Sr. D. Juan Gómez de la Pedraza que dos anos antes ha-
bia entrado á gobernar aquella iglesia.
A poco tiempo procuró su iiustrlsima aliviar á los padres de las fun-
ciones de cofradía pasándola, como dijimos, á la parroquial. Después
aun en vida de la ñindadora, trató de dar á Id Compañía la iglesia de
Jesús, situada casi en el centro de la villa, para escnsar el costo de
nueva iglesia que era indispensable para la comodidad y decencia de
nuestros ministerios. Trató este negocio con Doña María de Ugartei
no queriendo los padres resolver sin su dictamen. La piadosa seño-
ra, con aquella terquedad propia de su sexo, se negó á tedas las repre»
scutaeiones del Sr. obispo, oponiendo que cómo habia de dejar la er-
mita de Sr. S. José. Sin embargo de utilidad tan conocida, y de lo
mucho mas que pedia el padre Zamudio prometerse del afecto y libe-
ralidad del Sr. Parada, no quisieron disgustar & la piadosa matrona que
)os habia introducido en Campeche. A espensas del ilustilsimo se fií-
brícó después la casa con bastante comodidad para los pocos sugetos
que mantiene, jj^ñadió luego ocho mil pesos con que se compraron
algunas casas en la mejor situación de la villa, y son las que hasta hoy
hacen sus principales fondos.
Esperimeniaba por estos años ntiestra ^ovinoia la singular provi.
dencia del Señor en la piedad y magiuficencia, no solo de éicho Sr.
obispo de Yucatán, sino de otros muchos opulentísimos bienhechores..
— 199 —
lUmb. y ftmo. Sr* D. Juaa Bautista Alvarcz de Toledo, obispo de
^datemala, alíviaiMt coo grniesas y íir ecuentes limosnas las necesidades
d« «quel e^eg^Ov La noMísima Sra. Doña Gertrudis de la Pena, mar-
<liiesB á^\m Teise» y Rada, acababa de dedicar este mismo año la sun- ■
^osa ílUbríea áe nuestcft. Casa Pro&sat (en México) función magnífi-,
<^qtte üuflDiM^ predicando él UlmOv Sr. D. José Laociego» araobispo
^ México. Gustó la (Madosa marquesa en el edificio cien mü pesos^,
üiera de veíiite ni! que dio su BobiÜsiino et^so el 8r»nuurqués de Vi-
llipuente. Dedicado el templo ofreció cuarenta mil pesos para la fiL-
brícade la casa el ilustre caballero D, Juan Antonio Trasvinas. Por-
otra pocte^ desde fines del año antecedente instaba con iprandes esfuer-^
zas por la áandncion de Celaya J>é Manuel de la Cruz, y Sarábia. El
padre provincial Alejandro Romano» parte por la escasear de sugetos,.
pavté po0 la difietdtád de las licencias, había procurado impedirla; sin
embargo^ kuba decottdescendery. enviando aUi por viade residencia al-
gunos padres, que mientras se obtenía Ucencia del rey ejercitasen alU
los mínísieríos^ Contribuyeron mucho id aprecio y provecho de estoa. Fundación de
las grandes demostraciones de estímacion que hicieroa con los recién. ^ residencia
libados jesuítas los padres franciscanos,k y singularmente el Rmo^pa^.
dre Fr. Fernando Alonso González, entonces guardián de aquel, mag»
níficKT co n ve nt e ^ y después comisario general de todas las provincias de
Noeva-Espana* Llegaron los padres á Celaya el 2 de octubre^ y el
próximp diá 4 fitsistieron á la fiesta del Seráüco Plidre SK Franciscov*
Acabada la misa,tTas personas mas distinguidas dé la ciudad llagaron á
felicitar á.loa hijos del Santo patriarca del lucimiento y pompa de I^ so-
lemnidad» Entonces uno de lo» padres mas antiguos y graduados del
óideBprofrempié..^ Yo puedo coa verdad decir que ni ár la misa nt á la
mtbsica y sernion hepodtdo atender arrebatada enteramente déla vistadS' ~^
un ángel, si, que no merece otro nombre un joven jesuita (era: un her-
mano estudiante q)üie acompañaba al padre rector) y á quien ni Ib her-
msso-dsL sdifieio^ni la belleza y adorno del altar, ni la novedad y nu-
mere derla eoncurrenciay del teatro, ha sido bastante para hacerle le-
vaiitttr fos ojos del suelo. ¡O confusión* y vergüenxa de los que con-
tamos ya tantos años de religión! Así se esplicó aquel venerabfe an^-
dano eon grande honor de la Compañía, poniéndolia en mayor empe-
llo j^ara corresponder á la espectacton en que tenian á toda la ciudad
elogíios taa. autorizados.
Por oMivO'de este añofalloeióea el colegio de Oaxaca el padre Lo-
TOMO III. 26
— 194 —
renzo Coronel, llamado Tulgarmentc aun de los nííioa el mnio íkrwi^
y d padre áe 1m aneo Miares. Ambos noinbreslenierceieron susñi
tudas 7 su fiema deroeion para la Sagrada Familia, cuyos Dom
bres tenia contínuameote en los labios. Fué de una rendidi obediet»
cia, no solo á los superiores, k quienes jamás propuso alguna, pero aun
á sus directores en el fuero de la conciencia, en medio de los coolí-
nuos escrúpulos con que toda su nda fué atormentado. Exaetímo
en la observancia de las mas menudas reglas, singularmente en la po-
breza, 7 toda esta cucunspeccion en que jamás se le notóaccioo ópt-
labre que desdijese de una pureza angélica. Sus vestidos 7 todo el
tren de su aposento respiraba pobreza 7 humSdad, 7 muchas veces le
vieron remendarse con sus propias manos la ropa. Del retiro de n
aposento no lo sacaba sino la obediencia ó la caridad para el coofeso-
narío de gente pobre 7 desvalida. A su celo é industriosa piedad de-
bieron muchas virtuosas doncellas el dote para eonsag^rarse á Dios en
los monasterios, 7 muchos monaf>teríos el fervor 7 la observancia en
que ílorecian por medio de su dirección. En uno de dios introdujo
anualmente los ejercicios de N. P. S. Ignacio. Entre estas 7 otras
muchas obras de virtud descansó en paz á los setenta años de su edad
el dia 9 de marzo, f
j
t De mano estiafia se lee en el manuscrito que copiamos lo nguíente, que cree-
mw no deberlo omitir pan gloria de Dios. ^Venérase en la capilla del cokgio de
H. Ildefoniio de México una devotísima Imág^en de valiente pincel, de medio cuer-
po, de S. Francisco Javier; y entrando una noche en ella á hecer oracioo 7 i tomar
disciplina como machos entonces lo acostumbraban, D. Pedio Vidarte y D. Maxi-
miliano Pro, colegiales del mismo colegio, advirtieron qne el rostro del Santo Wf6t'
tol arrojaba llamas como si se abrasara. Llegaron mas cerca 7 advirtíenm que es-
taba sudando 7 que el color encendido del rostro que antes tenia lo había modaiio
en color pálido. Dieron luego al punto noticia del prodigio á su rector el padre Jo-
sé Vidal, el cual acudió á la capilla 7 con él todos los colegíales, 7 el pa<ÍR
Prudencio do Mesa que era maestro de filosofía en el colegio máximo 7 vivia eco»
entonces se acostumbraba en el de S. Ildefonso, el cual juró in verbo taeerétíúfit
habia visto algunos dias, al tiempo que decía misa en el altar donde estaba coloesda
la Imagen del santo, que la misma Imagen estaba sudando, 7 viendo ahora coofir.
mado el prodigio á vista de tan' os testigos, poniéndose una sobrepelliz, enjugó eos
algodones el sudor; 7 haciendo el padre rector que se examinase si el sudor provenia
de alguna humedad natural de \¡t pared, no la hallaron en todo aquel lugar, 7 que es-
taban secas todas las imágenes de otros santos que en el mismo alfar aconqiañaben i
la de H. Francisco Javier; 7 durando por algunos ^ias el sudor, %e penaadieiDaá<}oe
rl suceso era mÜagrou), 7 mas ad virtiendo todos que el rostro del santo quedó pálido.
— 1ÍI5 —
Eo México, cumplidos ya los seis años de la última congregación Junta de la
proviucíal, y habiendo nuestro padre general Ángel Tomburini proroga- ^^¡^¡^^
40 este término con la condición de que la próxima congregación hu-
bíeM de juntarse antes do espirar el gobierno del padre Alejandro Ro-
maoO} 86 tiató de convocarla para el mes de noviembre. En ella, sien-
do secretario el padre Oviedo, fueron el dia 4 elegidos procuradores los
padres Gaspar Rodero y Diego Yelez, rector del noviciado de S* An-
drés, y por substituto al padre Pedro de Ocaropo, rector del colegio de
S. Luis de la Faz. En esta congregación se volvió á tratar con calor
que se pidiese al padre general la división de la provincia, ó alo menos
que para la mayor facilidad del gobierno se destinase cada trienio un
vice-provinrial que fuese visitador de las misiones á donde la distancia
00 permite llegar á los padres provinciales. Otro punto de bastante
importancia era la pretensión del lUmo. Sr. D. Fr. Ángel Maldona-
do, obispo de Oaxaca. Intentaba este prelado reducir á menor núme-
qoe hasta ahora conserva, y que desdice del color de las manos qoc es el natural. (Es-
te.pasage está sacado de la vida del padre Vidal, impresa en Méxieo en la oficina
tí eolegio de S. Ildefonso, año de 1752, lib. 1 cap. 7).*'
Esta santa Imagen se venera aun hoy con gran devoción en la capilla de dicho
eolegio de S. lideíbnso, y á S. Francisco Javier se le tiene por especial abogado y
protector contra las fiebres pútridas. Por costumbre inmemorial está allí establecido
que los colegiales le ayunen cu ciertos viernes del año para librarse de esta funesta
enfermedad, y una funesta espcricncia repetida ha acreditado que los que dejan de
hacerlo, son víctimas de esta terrible dolencia. Una copia de esta santa Imagen es
llevada á las casas de los febricitantes, (porque la original prctendieixm robársela)
y sa devoción está generalmente propagada en esta capital.
En la parroquia de la Santa Veracruz existía no ha mucho tiempo un cáliz de es.
lafio con que dccia misa este gran Santo, y hoy se ignora su paradero. Allí existe
mut Congregación que lleva su nombre. También existe en el convento de la En-
lefianza de México el pequeño Cristo con que predicaba en la India.
Un año y siete meses hace que comencé á publicar esta obra, Conduciéndome
BOU tanta paulatinidad por la escasez de dinero para continuarla. Hoy, dia 3 de
diciembre de 1842, en que se venera S. Francisco Javier, quiso la suerte que me
tocara corregir la proba de la imprenta, en que como he dicho, aparece agregada de
OMOio estraña esta relación, que es totalmente independiente del asunto que va tnu
tando el ¡mdre Alegre. Esta circunstancia ha llamado mucho mi atención, y he
aMo que es voluntad de Dios que se refiera este suceso en honra de S. Francisco
hvier, y por eso lo presento á mis lectores en este lugar, cediendo á los impulsos de
pni cotazoo y afecto á tan gran Santo. Si alguno lo tuviere á^ fanatismo, yo le su.
pBoo me dispenso, acordándose de que el hombre hace á la vez cosas que parecen
Idirios, pero son disposiciones ordenadas del que mueve los corazones. — EE.
1*6 las dtttes de hti^Hanns qtie en su testnmonlo hnbia dejiaéc^dl^pnestas
nn número de treinta y tres D. ManiTel FerrwiHloz de Fittllo, lundodoir
de aquel colegio. Con esta dirntoncion pensaba el ikistrísifflo aumentar
dichas dotes, y juntamente apliear alguna parte que sobrase pam la
manutención de tres sugetos, que instruidos en lae tres lenguas prínet-
pdes det ^ais, mistetti, mapoteca j mexicana, corriesen aniia9»enle los
pueblos de indios con fructuosísimas misiones. Para -eslo pretendía
sü ilostHsimá le concediese el padre provincial ó la congregación la fií-
ciiitád qne-á solo el superior de la Compañía estaba resemtda por dis-
pósicíotí y iñiuétñá del piadoso testador. Esta cláusula ae mandó Ibei
á los' congregados,' íuntcCmenle con un breve pontiñcio en qué se man-
üFába a! Si*, obispo" que éntóncbs era 6 en adelante fuese de aquelhi
diócesis^ hó innovar eosa alguna de dicha disposición, ni poner en etfá
8bice álfgunó sin ciéiiciá y beneplácito de la silla apostólica. En esta
¡nteligénéia respondieron los vocales se escribiese al ílustrlsimo dando-
la.laA^^cacias pojr su 3ixigular afecto ala Compafiía, y ofreciéndole qu<
¡09 jesiótag dexiqnel colegio estañan «iempre á su dÍ8po3Ícioo para «m
picarse en dichas misiones y en Codo lo que fuese para alivio de su cnr
ge paflítoral, y bien de su rebafio; pero que conceder' la dicha iheukac
excedia enteramente las de la congregación y del padre provincial, f
• • • ■
splo podia venir de Roma, adonde en la ocasión se daría (exacta cuen-
ta para qu^ resolviese el padre general.
Descripción A fiofíe 4^ e»t« auo había llegado á México cédula del rey para el
del Najarit. ExoMi. 6r. marqués de Yalero encargándole temase todas 'les provi-
dencias posibles para reducir á Jesucristo y á la obediencia dé los re.
ye9 católicos las serranías de N^yarit. Este país, por la aspereza de
s}^ mojpteé y profundidad de sus barrancos, había sido por muclu^
tiempo el seguro a^ilo de nuichos foragídos y apóst^tiia dsioda Nae*
va*E8paiia« y iniagularmente délos obispados deGnada l ajira y Duran*
go. Hállánse estas sierras en los confines de una y «rtra dióeetiB,
conñnando por el Oriente con la de Nueva-Vizcaya, y con el de Nue-
va-Galicia por el Norte, Poniente y Mediodía. El centro de la pro-
viocia á que se le dio el nombre de S« José de Nayar y mievo reino
do Toledo, se halla, «egun los mapaa que hemos podida ¥er vmB exae*
tos, en 9^ grados y 9S áe latitud septentrional, tomando por-eenln» •4s
la provincia el sitio de la Mesa, nombre que se da ó la prmdpftl pdUa*
¿ion por estar sobre un cerro que termina en plano. Todo el contor»
no de la provincia será como de doscientas leguas, poco menos, sobre
— 197—
cuartilla y ocho á cincuenfa en su mayor Jnlituil qiio «i dtl Raio i\
Ooflto. La región es cniícnto y hi'unetia; ofiptioi»t« á toreiann^^ aiiu«
qtte aegBü las difercntoi aUuraSrinms <> meooi» templado. Por hie que-
bradaí corran nlgunos ríos y arroyos que fertiiixan UtstaDtomcMile ia
tiwra para maiz, «undía*, mdoaes, y otras frutas propias de país cn-
Üeote: las de tierra fría «o dan en algunas laderas mas templadas; poro
Mm da gasto poco delioado. £1 rio de S. Podro, que bnja desdo los
confines de Guadiana, le sirve de límite por el Norte, y divide al Ni -
yadtde Topfoy Tepehuanes. En este, oerea de las misiones dul Ko-
•irio y 8. Peidro, desagua el rio de Ooyonqui. El Guazamíjtn, que
osive eamo «I do S. Pedro de Oriente á Poniente, toma diferentes nom-
bres según las divemas misiones que baFía de Guazamota, Peytrtan y
Jesús María, después de la cual á algunas leguas se eonfbndo el de
Cbalapaaa, limite de la provincia al Sureste, per donde pasando por
Ooaiamota desagua en el rio grande de Guadalajara. No se sabe
desdo qitié tiempo poblaron estás breñas los nayaritas, ñi de donde toma*
roR este nombre. - Bí ae discurré que habitaban ya allí en tiempo de la
fíunosa peregrinación de los mexicanos, y que pam defenderse de sus
inialtos fabricaron entre el antiguo Peyotun yQnaimazun ninchastrin-
tberas de piedra, que corren por ímas dé dos leguas. Veneraban algu-
nos ídolos, principalmente tres, á quienes daban k>stiombres de Tayoa»
ps, Taie y Cuanamóa, En sus nombres, su número y hechos, un au-
tor moderno quiso haéemos ver figurados los misterios de la Augustisi-
ma Trinidad, y aun los de la muerte, resurrección, y ascención glorio-
sa de nuestro Redentor. Nobis non líM e$se tam^ diteriis qui Mmoi
tétmm áet)el*loret;
Lalengúftmas ebmundel paises la dbfa, aunque muy interpolada
7 eoafuódidá hoy con la mexicana. £1 vicio' mas conmm es la embrin-
gaez, étt'cuyés'trttnfspoitos casi difirioii y corhoncs á toda la nación, ni
sacrueldádi'iii au deshonestidad perdonaba aun átbs mas allegados^
fiátá (lemiclosa libertad, mas que la adhesbn á los fdolos, y sobre io-
do lotf ejemjilos de los molos cristianos, les había hecho concebir tal
desprecio por nuestra santa feKgion, que en mas de cien áfíos resistie^
roa eootliniameaté á repetidas diltjgeacias que se* íiiteHlaroa pava tu re-
düccioa. ' ' •
% efecto, ia primera noticia que so tuvo de e^ar habitados «que-
^piÁchos y montes, parece haber sido por los afKHi do l&M, en que
Í^Wéadose, coino dejamos escrito, febclado hwr tept huanecr, rínieroB
— ios-
muchos de ellos fugitíros á buflcar el asilo de aquellas inaccsesibles quc'
bradas. Los capitanes D. Miguel Caldera y D. Bartolomé de Arís-
b.iba llegaron hasta Guazamota, que hoy queda fuera de los líinites de
la provincia. £1 segundo, con la buena acogida que le hicieron los
iinyarítns, y aun ayuda quo le dieron para castigar á los apóstatas y
donación de sitio para el |>ueblo y misión de franciscanos que allí dej<S
funda da, se creyó bastantemente autorizado para hacer grabar en ana
piedra esta inscripción, mas llena de jactancia que de verdad.
^fGabeniandc el reino de Nueva- Vizcaya el Sr, D, Gaspar Aharex y
Solazar ^ por su órjhn el capitán D» Bartolomé de ArighcbOf mandó ka-
ccr estos borrones ^ y conquistó esta provincia de Sr. 8* José del Gran
Nayar, la atrajo y redujo á la obediencia de S. M.^ año de 1618."
Por los do 1668, de vuelta de California, salieron de Sinaloa á la
provincia de Acuponeta los reverendos padres Fu Juan Caballero j
Fr. Juan Bautista Ramircz, del orden seráfico, y de ahí pasaron ¿ la ve-
cindad del Nayarit, aunque no penetraron en lo interior del pais. Oe
esta jomada hablamos de paso á su tiempo, ni pide aquí mas laigoexá^
mcn. Desde esta época hasta el año primero no se tomó providencia
alguna para la roduccion de estas gentes. £1 primero que la empren-
dió por. orden de la audiencia real de Guadalajara, fué D. Francisco
Bracamente; pero con tan poca advertencia ó tanta confianza en la ac-
ción quo le habían mostrado algunos de aquellos indios, que con 0OIO0
once hombres se entró cuasi hasta las puertas de sus sierras. Bien
presto espcrimentó que la benevolencia interesada de los nayaritaa 00
llegaba hasta quererlo ver en sus tierras* Muertos él y sietp de sus com-
pañeros, solo escaparon de su furor dos eclesiásticos que le acompaña-
ban y otro mal herido que pudo ocultarse en la. maleza* Segunda vez
con cien hombres de armas envió la, misma real audiencia á IX. Fran-
cisco Mazorra. No fué la espedicion tan desgraciada; peroigualmen-
te inútíL Este caudillo, llegando á aquellas fragosísimas quebradas»
juntó consejo de guerra en que de comqn acuerdo se rei^olvió do aer
posible con tan poca gente reducir aquel país tan defendido de la mis-
ma naturaleza* Vengada así la muerte de su antecesor, volvió áGoa-
dalajanu Empeñfida aquella, real audiencia y el Exmo. Sr. duque de
Alburquerque en apartar de en medio de la cristiandad aquel refugio de
la idolatría y de la impiedad» se valieron por dos ocasiones de los reve-
rendos padres franciscanos» y por otras, tantas de la esperíencia y va-
lor de algunos capitanes. Todo lo impedia la fiereza y obstinación de
— 199 —
loa indios y la aspereza del t(jrreno. Por los afi'js do 1711,4 ruegos
de lareal audiencia, y por real cédula espedida en 31 de julio de 1709,
se encomendó la reducción de la provincia al celosísimo y venerable
P^ré Margil de Jesús, mÍAÍonero apostólico. Intentó el venerable pa*
dre la entrada por el pueblo de Guazamota, antigua misión de los pa-
dres seráficos de la provincia de Zacatecas con otro compañero sacer-
dote y algunos indios de los pueblos vecinos que le sirvieron de intér-
pretes. Desde la Guazamota les envió á los nayaritas un cacique de-
clarándolea el fin de su venida. La respuesta fué que no querían ser
cristianos, que sin los padres y los alcaldes mayores estaban en quie-
tud, y que primero se dejarían morir que hacerse cristianos. Sin em.
Inrgo, 86 puso en camino el hombre de Dios para pene|rar la sierra; pe-
70 hallaron mas de treinta indios armados para rechazarlos. £1 vene-
rabie padre corrió á abrazar amorosamente al que capitaneaba la tro-
pa, y luego, por medio del intérprete, les hizo un breve, pero patético
discurso del grande bien que venia ¿ procurarles, sacrificando su san-
gr3 y su vida, sin otro interés que el de su eterna felicidad. Les pro-
puso las condiciones mas ventajosas, perdón de lo pasado, alivio de to-
da carga, y que vivirían bajo, el gobierno de sus caciques. Nada bastó:
respondieron con la misma resolución que no queriai^ser cristianos, y
que teman orden de no dejarlos pasar de allí. Que si vinieran los es-
pañoles á querer entrar por fuerza, ellosi sabrían defenderse, y no les
faltarla socorro de muchos pueblos cristianos.
£sta respuesta orgullosa dio á conocer k los misioneros lo que podían
prometerse de aquellos obstinados. Trataron, pues, de volver á Guaza-
mota é informaron al acuerdo do oidores del poco fruto do su jornada,
y que soló con el terror á^ las armas podrían sujetarse los serranos.
£n consecuencia d^ estos informes, la real audiencia cometió la ac-
ción á I>« Grregonq Matías de Mendiola^ quien con mas de treinta sol-
dados españoles y dien indios amigos pasó á Guazamota en principios
de noviembre de 1715. En esta espedicion le acompañó, como dejamos
notado ¿ su tiempo, el padre Tomas ScUchaga^ por orden del Illmo. Sr.
D. Pedro Tapiz, obispo de Durango, por no estar aun decidido á cuál
de las dos mitras debía pertenecer la provincia. Desde Guazamota se
les envió una embajada, á que respondieron pidiendo diez días de térmi-
no para juntar el grueso de la nación, y deliberar sobre el negocio. An-
^ de espirar este plazo, pidieron otros diez dios, y finalmente vinieron
®Q conceder la entrada á lo interior do la sierra, que se ejecutó con el
—200—
mayor iMoii y precaución, como c» tierra enemiga, d 14 de enoeo du
I71Í&. Dedfiuefl do varías vimtafl, habiendo reBÍda al Real lo^ eaci-
queo- y sacíanoB, se W pi^puso el fía d« la jomada, queisdlo eia-atcaer-
lo» por todas lo9 eamínos d» saavidoMty duhuira al eoaociaBiBBfeoí dvk
verdadero I>io«^ y obedieacift de k>6' reyes catóK^os. En. coaatará lo
Regundo, dijeron estar prentes; pere que adiaítir uoa mmm rriígioiif
no podian hacerio sin di9generar de lee rite» y coetiunbfea de sus oab*
yoree y stn diesagradlH» al sel, y espeoerse á los. nuur graaraa castigos de
éste y los demás dieses que hatokia venerada hasta entonces^ £a .toda
d tiempo que se mantov» atli el eoRHHN taale pov parte det geaetalv
como del padre^ se lee habl4 nnicha» vocea sobre el aeuntpt. aán poder
sacar otm respuesta» Este, y el eoatlnno peKgve eft que eoéaka 1»
tropa, especíelneate en la aeehey e» moéi» de una maUátud de ébsioi^
qno como- se tuvo notíeio, ae anitokitbaa- síne- per tener algún leve mo«
tiro de rompimiento, determiné á ]^ Crregoríe MeBidiola,.á.v«iirer. á
Guft2samota, despees de haberles hecho ptostar obedieneicL á Sr M« ea-
tóltc». £1- padre Tomia 8olcha|i^, iaférmande' de bt jornada al Sr.
obispo dé DumngOy dicea^ eon fecha dé 99 de febrero dii* ITia: „Eii
cuanto á* la redhccton de Ibe^nayarítasá nnectra santa ié, j«Kgp*qiaa nuo-
ca le harán cspep4Aneamente, porqtfeénti^ elloe viven muchob críatía-
nosapdslatas de todos colores, y esclafvoefiígitieofv y estte, poecon»-
servaplab.libert)adde conoieneia lés inducen & que no se conviertai»,
ponderándoles las vejaciones' i^e* has de* padecer de lee josticias se«>
culares, y de lee- mi^íslroe eváiigféKéos, La- obedTenela que fian dado
al rey no pasa de-pctra ceremon», pues jamáé obedecen sus mandatoa
ni dejan, de admitíi^ ár loe ap(íetatae rebeldes- de la corona^ ni* quíeiw
entregaribe, nr admitir sacerdotes que oAninishñaseír á los erfisitia«oa
aifí refugiados; Bstoj^yel haber ne soíd hécho^dAfloen-IbsIbgaree ve«
cinos, sino el estar sietnpre prontos á admitir ár los apéstatae y olroir
defincuentee, paroce que bosta Ipara Imceribs gueira muy justan Lo9
indioS' de este pueblo, apenas reconocen' sujeción porel refugíó-que-tié-
nen en estos barrancos, y estb Ibrdk osadía, no sola á tes- indios^ m&
á mulatos y españoles para có me te g m u y enormes ddités; yno solo vK
mes entre Ibs nayarítas tres faermanos- españoléis smo que uoa asegurad-
ron que fuera de Ibs muchos que viven deáparramados- en Ifets-ranche-
rías, hay una por el Sur quo salé á Teptc, donde-viven^ moa db trescien-
tos apóstatas da todos colores, y la ñicilidad y seguró dé este.asüo, ha
dado ocasión á la^j sublevaciones de cstoe años pasados. Por tanto»
tengo por neeenurio lean obü^adot k» nayátitas á eres putltM. Pri-
niefox qoft n» admitan onátktio algaao fugitito en mis tiortms» 8é->
gimdoi 4mi entreguen i todos k« apMatas que babilM én éttas. Tsr^
cero: ifito eh «ud de que p«r haber doniraido tób ellM paírécttesdo, ú
hab^flee nacido idli liijM 6 ooeaeeiM^anto ñú qtfiemh éñfi^rloe, ád-
nútan aaierdetiii que instra jaá, y que adiAimetieñ á dlohdé crietianoé.
Tal foó el diolánita de aquel doc5t0 y eeperíméntade' jMüitá; Ah ertt«
bdrgév Dioa die^tti» de moda teae eusTé k> que haéta enéóñée^ kabiá
paiBoide íiii|N>siUe á teda hemaoa indinrfría; La ouMk y Okgttlk» éef
. loe nayarilaa había eréóidó tlmtoi que eúK dierras no érab yá ááo una
cuera de ládMiee y aeeilMlt qae teáián en odnlimu» eoete i» loe pué-
bloe Yeoiboit No pudieron eufinr mas este ultraje ka poblaeibiles ften«
tehMi al lado del PoAieÉite y tmtú dil mir pacifioda fteeelifió0gftise Ék
castigad aqaelléé »alteedofeS| y juntas en buen núBMroy lea átíMkeík*
ron y deliíetarop ote muerte de algúntJB pooosr Tomarelí pHstcnerdS
alguiíoe niiee qae repartieron éátré ftá en Taríes pueblei, y dos adiA-'
toli «fué enviaron presos 1 Guadaiajanb^ Ne era esl^ I9 meé sensíUe
á tes BayaritaSy sane que reta la guerra pos aqiíMlhb partea se les ssoíoia
eatérafaiente del oomerdio de la sal, qde erk k la naeian de nmoiía ntí^
lidád^ Pwrá tratas de álgátaa éoiliposMien en élde punid y del i'eeoa.
te desús h^osf biyaíoa al pueblo de 8i Nicolás á rcrsé con D* PaUo
Felipe^ eaeiquo de aquilas fronteras. P<)r éste tiempo haUa venido
nueva eédula del rey al Exmo» marqués de Valero^ mily apretante sov
bre la reducción del Nayarít. £1 diligente vkreyf fió la cosa á lá pru-
dencia y disereeioQ de P. Martín Verdugo^ écrregídót de Zacatecas,
y eete eseogí4 para la empresa á D« Jiían de la T<)rré y Chsnboa^ no-
ble veeino de Jerea^ y tati aHmdO áb los iiayatüas^ que le hafaiab insta^
do muchas veces que se pasase á vivir á siis tierras^ obligándose á
raantenerk) 4 sus espensas, si llegase á He poderlo hacer por sí miámo.
Este aiKiguo convite Is parodió por ahora aceptar á D. Juatí de la
Torre» y consultado el Sr« virey, que coa «A título de eapitan ptfoteolor
le había Miialadü el suelde de cuatrociwtó$ tincuírUü péswf se determi-
nó para practicarlo con acieriOf de esoiibir á D. Felipe para que de su
parte pcociuiam ir disponiendo los ánimos de aquellos geaAiW& Justa-
mente se hallaba ^on este eneargo, cuando llegarob les nayaritas 6
proponerle sus quejas de los habitadores de la costa. £1 prudente y
fiel cacique se mostró muy interesado en su desgracia; les premetió
que baria cuanto estuviese de su parto pai!a el felia éulo de sus pre^
TOM. III. 27
~ 203 —
teosiones) pero (añadióy el camino maa breve y mas seguro, seria pre
sentarse alguno de vosotros al virey de México, cuya autoridad sola po
dría libertarlos para siempre de semtejantes agravios: que á ellos sern
mas fácil la entrada, y mas pronto el favor en el palacio de México,
con el amparo y protección de D. Juan de la Torre, de cuyo constan-
te afecto para con ellos no dudaba que á la menor insinuación que le
hicieran, se avendría á acompañarlos y presentarlos á su excelenc;ia«
Pareció tan bien el consejo á los nayarítas, que sin ofrecerles dificol.
tad alguna, resolvieron el viage, y para autorizarlo mas, quisieron quo
fuese el gefe de la embajada el cacique de la Mesa, qué era el prín-
cipal de la nación, y á quien estaba vinculada la dignidad de sumo sa-
cerdote del sol. Otros cincuenta caciques se nombraron que le acom-
pañasen, y por fines del año de 1720 partieron á Jerez para persuadíi
á D. Juan de la Torre quisiese favorecerlos en una acción tan desusa*
da. £1 capitán, aunque nada deseaba mas, can embargo, pareció sor-
prendido de la propuesta^y mostró dificultad en emprender un viag»
tan molesto y prolijo, protestando qué solo por el amor que tenia á lá
nación, y por corresponder á su confianza, se esforzarla á vencer ks
mayores embarazos. Habiéndolos así empeñado mas, apresuró la jor-
nada á Zacatecas, El corregidor D. Martín Verdugo y los mas dis^
tinguidos republicanos, se esmeraron en honrar á Tonati (este nombre
daban al sacerdote del sol) * y á los domas de su caravana, á quien D.
José de Urquiola, conde de la Laguna^ proveyó de cincuenta iguales
vestidos; con que pudiesen parecer en la corte de México.
Llegaron á ella por febrero del año de que tratamos el caciqne de la
Mesa y otros veinticinco, (por haberse despedido los demás desde Za-
catecas) acompañados del cacique de S. Nicolás, y do los capitanes D.
Juan de la Torre y D. Santiago de la Rioja. Se les había preparado
un decente alojamiento por orden del virey, que en la sazón se hallaba
en Jalapa. Luego que volvió, mandó hacer á Tonali un costoso ves-
tido á la española, y capa de grana con galón de oro, y le regaló una
silla ricainente bordada, y todo ajuar de montar á caballo. En la pri-
mera audiencia, el cacique presentó al virey en señal de reconocimien-
to el bastón de que usaba con puño de plata, y su excelencia le vol-
vio otro con puño de oro de China, curiosamente labrado, admitiéndo-
* Tal era el nombre del sol. Al capitán Pedro Alvarado, porque era rubio, le
llamaban Io6 indkw mexicanos el capitán Tonatiuk,^EE,
— 203 —
lo á la obediencia del rey de España, prometiéndole á 61 y á todos los
suyos en nombre de S« M« todo ol favor que necesitasen sin perjuicio
de la justicia. No tocó el prudente virey en esta primera audiencia el
punto da religión; pero en la segunda, á los despachos favorables do
BUS pretensiones, añadió un papelmostrándolcs el error en que vivian
y qae en vano esperarían en lo de adelante su protección y la del rey
•a amo, mientras no detestasen sus errores y se sujetasen al suave yugo
de nuestra santa ley. El contenido de este papel, traducido ñelmen-
te por el cacique D. Pablo, sorprendió algún tanto al TbnaH; sin em-
Inrgo, el respeto, el agradecimiento y quizá el temor, le sacaron de la
boca algunas ei^resiones en que pareció dar esperanzas de reducirse
y de cooperar á la reducción de los suyos. Denlas turbadas palabras
del oaciqueí, que quizá sazonó mas á gusto del Exmó. virey el buen ce-
lo del intérprete, tomó ocasión el virey para proceder á tratar de con-
versión* Se sabia que en otro tiempo los mismos nayaritas habían de<
clarado á la audiencia real de Guadalajaro, que en casó de convertir-
se y entregarse á la dirección de algunos padres, hablan de ser los
fritíús (así conocían á los jesuítas:) En esta atención, el Sr. virey,
después de tratado el negocio con el Sr. arzobispo D. José Lanclego,
á quien remitió también los caciques, mand¿ llamar al padre provin-
cial Alejandro Romano, y le suplicó quisiese la Compañía encargarse
de aquella tan difícil y peligrosa, cuanto gloriosa conquista, y proveer
desde luegQ para ella dos misioneros.
No pudo el padre provincial dejar de representar con la mayor ve- Se hace car.
neracioñ ciertos inconvenientes, los- que desvanecidos por su excelen- ??^^^^
cía, señaló luego el día 19 de marzo á los padres Juan 'Tcllez Girón, duccion de
qoe se hallaba en México, y á Antonio Arias de Ibarra, que adminls- '*^ *^y^*"-
liaba la misión de Chinarvas. El padre provincial dispuso á los naya-
rifcis un banquete espléndido en el Seminario de S. Gregorio, y con
ocasión de darle á entender (á Tonati) lo que allí trabajaban los jesul-
tw por el Wen de los Indios^ so Introdujo suavemente á persuadirle y
exhortarle á que diese á toda la ciudad de México un día plauslbllísi-
njo, y 4 los suyos un grande ejemplo abrazando nucstni religión, y re-
cibiendo el bautismo. Nada se pudo conseguir del Tonati, sino pro-
•oesa de que lo baria" en Zacatecas; promesa que creída por el virey,
^^'cnbió al conde do la Liguna para quo le apadrinase en su nombre;
P^ol caciquo astuto, supo á su tiempo impedir la entrada en Zaca-
^*ca», y componer la palabra, con lo que no sin fundamento le dictaba
^ temor.
/
\ D. Jiimi 4e h Tqt^ pe <}ió el título de gobernador da la tiam
del Nfiyarih Qpn ^rdea de recUilar oq Zaoaleeaa y en Jares cían hom*
brea de firiQa#, qq0 sirvi^fan de presidio y da aaodta á loa miaíaiiaroa
iS(VWgé]ÍQm y 4 loa iniamoe nayavitaa que quiaíeaan alMrasar el ciialia*
AiapH». Pfivadamepte ae le fímwrgó al cafútaa, qae aon ¡nduatría y
inodo detuvíeía^aoq'Hgo fk limoth y no le perQátíaaa patíMtt was aier.
rafi tota9 qva pu4í«9a aagiiirlo W ta^n Nada deeaio-aa áíacató oa«
mo fa ksAí^ paaaadot £1 Tbaaft Énadiantado por laaamenaaauídalaa
4ttyq«i <i9fi balnan Uavado mal att aon^eacandaDciA en adnítír nriaio.
nema y aoMadoa* . laago ami^n^ó ft aludir b eatmda an Zaaataaae,
4oDd^ bfiUa prometída Uiitiittfae. fievabódeleapamaaaiirataBtDdal
tiwifade Ja aieaibinai'que yainataha á loe auyoe, y qoa por tanto, Ue-
varía» peeadanPrala eaakiiiiaii.detenoiant7 que au donMirifnianto pa-
4ia c^^ap^a la ^da» ,A^í buba deapartañe paiaaqualla ciudad A pa-
drp Jqaa Tall^ (üjipii; UNantraa «a jantafaa la troim y el eapitan con
If^ caciquea» paaó deaeab/^ffl C B^I» 4 Jarea» Oon tada la aagaaidad y
biyenaa arica de P. JmM da la Tarva» na fmda cansagiiir qoa aun allí
aa datuyteaa algunos días ^ Tomih miaiiliaa te laatelaba láqiiiamAl-
jjttua parto da loa sDldadoa. Opaien^ d, dudar da la loala ft da aqua-
Hoe bftrbaroa» pero por nadedararae* 6 no pender d^ lodn au anuatad,
bubo de dejarlos ir aoloa contca las dfdenea del yúrayiCapamiido aeguir-
loa muy preatOf JSn efiM^Oi d^fl^ ordaoíd^ la sadiaU «n. Jans, qaa
fué de cincuenta hombres, á cargo 4el oapítau P« AknfM» Rataa da
i^arvae?» partió 4 Zacatecaf « donda en paooa diaa ae pompletqioB los
otros pincuouta al maudo de P« Saja^tíagada Síoéa y Carrion. Be
bendijo aeleaaoemente el eaU^dfurta eu aaeatro colegia al día 33 de jo-
IÍ9; 9^6 h poquefia ^ropa pari^ Jaros» en oompaSia del ^bet nadar y
dei padra Juan TeUe?^ ft quienes aloanz<i pai3odí»«|>ueB id india Ájito-
nip A^mf l&n ostos principios^ dos dívarsos aoaataci«iantD8 aatam-
ron para trastovnar h empresa^ El primera M causado da algnses
^luulea del nuffvo gpberj;iadort ^qoo informaron al vírey paM qva lo des*-
pajaaa ded mando; m^ .su e^celenoia se lo coQ^rmó da «uayq. El se^
gundo fué un peligroso accidente, que parta la pesadusabiat parta A
puidado de la eaapresa acarrearon al mismo gobernador traatamándo^
le el juicioi sin dejarle al día sino muy cortos intei^oa de rasan* S^
avisó prontamente á México; pero ¿ntes de jtomarse providencia algí»'*
na mejoró de modo, que pudo s^uir la maroba á (SuqjitqHilUt' Aq^m^
sp ca<pei|z^ á descubrir la mala fé de ]os Daturalas* Sa obaenró
— ao6—
no habUii eAYUído ftlgaM quo «m nooiihre de la naeion visitase at ge*
bHBador y se í|abía que daede la vuelta del TotmH no salian á comer.
oitr filena da ha aíenaai que haoian muoha preveneion delannasx que
eoD«io<iahan lea paebloaveenMay y determinadamente al de Cmmneaia:
f» 4 Im wunjqnea de eete pueblo leaian^citadoe y persuadidos á apode*
mm de la pereona de D. Paldo Felipe, y conducirlo preso á la Mesa,
lato iapto, díapuso el 8v» virey que el conde de la Laguna tomase el
Mado da la espedickm 4el Nayarít, oiiso'de iio poderla gobernar por
aisaSiSBwdad D. Juan de la Torre. iSl conde, procuró prudent^men^
ásiafaiMUNMi de les padres y de los oficiales del estado en que se ha-
Ma al g^b^nador. Los prlnieros respondieton de modo quesee co-
aosiepa que no querían tomar paKído: los segundos, no tan recatadoo,
ss espUeaban can mayor claridad, unos en íkvory otros en contra, que
fiMien el DMtyornliniepe. Por sus informes ^1 pondé -de la Laguna se
sipokii^ á venir á Chu^uquWü y tomar posesión de su empleo, con mas
bssvedad de lo que permitía la cualidad del negocio. La tropa se di',
vidúl ea facciones, se proponían diversos arintríos, y ninguno se resol-
viSf basta que el rnismo conde, observando por si mismo la regularidad
AODslaBto d# muchos en las conversaciones y operaciones del gobema-
dir,temó tel parttdo de rsétrarse á €hajuquüla. Eu efecto, aunque el
asddeste había acometido' diferentes veces á D. Juan de la Tótre, en
k aéteflidad pareóla ludierse retirado por la postren; vez. El habia
dopachada eomof i todos los pueblos de las fronteras, solicitando gen-
li y bostimantoa, y otro .cora de la nación á los nayarítas para que les
mmi ^f^mA wm pmmesas y los atrÉ^^ese blandamente á su cumplimiento.
Per iHi'raaaeAeto ^3a fMi^wiaadel gobernador, después de haber
«Qífídp da £fiiqfttfiiá4^ '(su campo) fl M de setiembre vino á alojarse
«i 1. 9 de jootufan» a» luiinaóaaodo y peligroso sitio que los mismos bár^
liMNMi lyiiiiapNi teñaiarisk A poces días, obligado de la soma estrechez
dal alojamieafea y de Ia:&l4aile pptslos, y desengañado tanto por su pro-
fía «aptffieneiav ceqsa^ por avisos do' los indios aliados ido la obstina-f
iOÍctt y saala ib^^los nayantas, hubo de mudar -^1 campo á Pej^oton,
^iaea leguas ál (tete de donde se hallaba^ y ^eté de Quazamota. En
•isla puesto sa «NmtttviefOÉi 4el'll^iJ 10 de octüb^. Entre tanto,
«anian á visitar al gpbenndor y á los padres muchos caciques, y en.
tie «i halbijiii lenido diversiui junta» sobre el -^rtido que debían tomar
faaa acabar oon los éspaSeies. ' RescAvieron enviar un principal ca-
piouo llaiMlo AUmsOi-oncargade do deeir f^l g(Ol)emador, que b^hian
—906—
sentido mucho 40iaropanise aqael aitio iaacercaDO á la Puerta donde
ya babia llegado el Ihmati y los ancianos de la nación para dar solem-
nemente la obediencia á S. M. católica: que sin embargo estaban pron.
toe á hacerlo en Coaxaíeh áamáe lá habían dado ya en otro tiempo. £1
bárbai:o embajador, para demostrar Iñ ánceridad de su propuesta, aña-
dió que aquella tarde misma enviaría dos de sus hijos que los conduje-
sen por el mc(ior. camino. Para llegar á Coaxata^ habian de pasar for-
zosamente nuestras gentes por TeauritOt paso estrecho, montuoso y
muy propio para acometer improvisamente, como lo teman dispuesto.
Marchó el campo el 26 de octubre: el gobernador tuvo Im precaución de
ir dejando alguna guarnición en los lugares mas estrechos y peligrosos,
para que en caso de traición no se le pudiese impedir la retirada; pero
no tuvo la de asegurar á los dos hijos del cacique B. Alonso, que des-
pués de haberlos conducido por sendas estravjadas y propias para des-
troncar las cabalgaduras, se pasaron iippunemente á los suyos que
aguardaban emboscados en Teauriteu Aquí repentinamente con un
espantoso alarido, salieron de las breñas los bárbaros y comenzaron á
Jloyer de los alturas innumerables flechas. £sta primera descarga
/muso alguna confusión en nuestras gentes, y mucho espanto en los
¡caballos. Se perdió todo el orden de la marcha» á que no estaban
l^uy . apostumbrados. Los salvages, cobraron con esto mayor alien-
tp^y ya trataban de acercarse. . Sus bríos duraron mientras pudo ha-
cer la copapi^ua que marchaba por delante uña. regular descaí^. . El
espanto.y el es.trago animaron á los soldadost y ^ esparíencia do la de-
biJidad de las flechas, que tiradas desde, léjod, ó eran llevadas del viento
6 hacian muy {k>co daño. Dentro dei4>oquttÉii|io tiempo ne« quedó mas
bárbaro en el campo que el cacique I>¿. Alon^ pem.iiunuesté trató de
retirarse bien presto. No se sabe ol número de loa muertos, y heridos
éntrelos gentiles; seria poco masó ménoá que uniré JqpjespañQles que
ü^é qno^ y pntre e^iqa mas picados que heridos de áigpnás flechas. Los
nuestros volvieron á Peyotan, coa tanta -qui^tud^i «orno* si caminaran
por la tierra mas pacífica. De a^uí se trató detaeóraéteir al cacique de
la Puerta que t^a mupha parti^.on 1^ fraicioii. M prímer alando de
los aliados^ huyeron el .cacique y:siifil gentes, no con tanta felicidad,
que él con otros tres adultos, y como. unos diez, y 6iiete,. entre mugeres
y niños, no cayesen ep .manos de los indios anegos por epgn&o de un
fiacique^ á quien se dieron sip resistoncia^ .,<|il pago de este.rendi-
jmiento, lupgo que estuvo en: la presencia del cabo, fué quitaría un cin-
—«or-
to de plata con que sujetaba el pelo, y amenasarlo de mil maneras dife-'
rentes para obligarlo á manifestar los tesoros que no tenía. Lo de^
mas de la tropa 6 indios confederados, se ocupaban en la fóbrica de
dos torreones de piedra y Iodo con tfomefatf de todos lados y de trín-
cherasi aunque débiles^ suficientes para asegurarse de algUn susto re«
pentino. Se enviaron algunos soldados por carnes y bastimentos, de
que se comenzaba á padecer faltas; pero estos destacamentos la hacián
también notable para caso que los indios (como se habia traslucido) in-
tentasen acometer el Real. Se perdió la esperanza que se tenia de un
buen número de soldados, que mantenidos á susespensas había pensa-
do traer el capitán D. Luis Ahumada. "
E^>r tanto, se hubo de pedir socorro á Zacatecas y á Jerez, de don.
de llegaron á fines de noviembre treinta hombres conducidos por el ca-
pitán D« Nicolás de £scobedo, y veinticinco á cargo de D. Nicolás de
Calderón. Con la noticia de este refuerzo, los nayafitas y cuasi to-
dos se habían retirado para mayor seguridad á la Mesa, trataron de
ocupar un picacho mas cercano á Peyotan, Creían los españoles que
esto lo hacían por impedirles el paso, ó por asegurarse de aquel punto
ventajoso, pero no lo hicieron, sino por sacar de allí á un anciano que
querían devar al sumo sacerdocio en lugar del antiguo Tánatíi á quien
intentaban matar por creerlo no muy desafecto á los españoles. Tenida
una junta, se determinó el gobernador á atacar á los indios en el nue-
vo puesto. Se enviaron dos compañías favorecidas de la noche; pero
no pudieron ocultarse á las espías enemigas que levantaron luego el
alarido. Los bárbaros se acogieron á lo mas alto y escabroso de la
montaña, donde no podian ofender ni ser ofendidos. Algunos por pre-
cipicios y quebradas tomaron el camino de la Mesa. De estos, se apre-
saron dos, con tal fortuna, que el uno de ellos era justamente el que
pensaban y tenían ya destinado al sumo sacerdocio. Los españoles,
no hallando subida proporcionada, se contentaron con reconvenir y re-
querir de paz á los salvages. Bajaron algunos de ellos sin la menor
desconfianza, y entraron en conferencia con D. Nicolás Eacobedo;
pero BU respuesta fué remitirse á la junta general de la nación, sin cu-
yo aibitrio nada se atrevían á determinar.
Los padres Antonio Arias y Juan Tellez Girón, en medio del ruido
de las armas no babian dejado de promover de su parte la obra de Dios.
Entre neutrales, entre prisioneros, entre otros mas cuerdos, que, ó por
docilidad de genio so dejaban atraer de sus caricias, ó por un prudente
1722w
-^308 —
iattm queria&no «Uperímeiitor maydrM ' «lalctfi m hftbiaii c«bgre§^
ya<eii Peyotao al -pi^.de mu najrttritlM» HabilL totié ellos algnUoa
«áck|üa(l de buena opinten por su Valolr Jr ao ¥ul^eé teleatoi^ Uaná*.
doa Jua& Lobfttóa« Domingo de launof y el Tüctaáttif qué despueasé Ua^
üié Francieeo Javier* Hatáéodoae pfobi4dO baetáfaMnenta la sinceri»
dad de BU redueciooy y reoonocido M ^le por la del teoto dé suo nato*
TSÁúBf trató el padre Antonio Arias de fotmai ^oa estbs oatecúBMBos
el primer puebloi il ^uiea se iB4 Ol donibr^ de Bta« iUta^ por la partí-
cttlar devoeien que á esto Santlt tSnia el (obernador» fil padroi eomo
hombre ya muy esperimenfado ^u ls4 inisíeAep db Nlien^Víaoajfa en el
arte de manejar á ios salvaged, fké lentAméntb ifttrodiieíeiido en los
nayaritas todos los cjeroioios de una bien Snre§lfwki misión} En Me
tiempo, habiéndose ya restituido al real UfkitoffaB peqoefiaa <|iia ha«
bian salido en busca de víveresi y no pudiéndose proSedsr i ftlgiiba ae*
cion hasta nuevas érdento que tfS esperabiu) del virey^ tiateron de XK¡1»
verse á sus puestos las dOs ^mpaoías auxiliaress £1 marqaés de Va<
lerOf viendo la lentitud oon que oaspiaaba la; oonq^ísts^ y Atribuyendo-
lo á la ttifermedad dd gobwaadorf ^tó de lluinarlo é Méaieii oon el
proteste de informarle verbalmofíte de) esta4o de las ^cesasi y lealable-
eersa allí de su salud, enviándole;por sncoefKHr al afi^tlbn Dv #uaB Flo-
res de 6« Pedro*
]¡^ nu^vo gobernador Uegó á Peyotaa 4^ 4 de ea^re del sí||rQían|0 ano
d^. 1792t: y tfat0 luego de asaltar lll':Nssaata4áiidelí^ por lodas paries%
para lo cual envié ántcis de obupar el sttío de Cumimmhmh oemo k vein*
te legu«k£i:46l JKproesfte d^l pueblp de £bnla.Rtta« Mt^traíg se dabab
lasprovidenciaKrpara.elasaltocen)rió H jN%ierif por 4re* eteaíonea á
los eaenigos. De la primera ii9i^f^<en.i^9ifjSiSfiia posUivaí de la so*
segunda se recibió mu^b^ contuelp GtaJh^.notúsia^to que dos «faci^Hes
principales haUan r^ueUo 4 venir á.'dar la iéedienciai )r $e ordá que
k)». demás scfuirian bien presto su «utbrMsíl y ^emj^ fVné Um al
oontrarioi que aligándoles los .demás 3a indig^datl de la aooioil y ira»
tándoles de traidores y pobardctoilos dos caei<iuef. senrcfadea prOmatie«
ron ser los primeros rqu^: fnuidesw antes qMe; ^ntrSgMsa en la defensa
de aquel sitio. Esta fué la respuesta á: ta tcpoo^ra em^lQJadav bHk la
cus! «e itdselvió la mareha pam fi día 14 4e' énetoc Había proeedi-
do poco áatey» qoe «ayese Sn manos de tos epafi(4e4| níi eorreo ^pie les
bérberos habionenviado á Guadiana (Durailgo) para solklitaff «1 sooer«
ro y alianaa de los tebososr Por el prisionet^ S6 supo ^e ire ImU»
— 209 —
Morel de Sonta Cruz, entonces provisor y vicario general de aquella
diócesis, y ahora su dignísimo pastor, después de haberlo sido de Ni-
caragua* Este señor, que nada había mas deseado ni procurado pro-
mover aun con el Ilhno. Sr. Valdés, lo animó á cumplir y poner en
ejecución sus deaeps. Prontamente dio aviso al padre provincial, que
justandente lo era el mismo padro José Arjoó, quien domo agradecido á
la singular estimación que en aquella ciudad se hizo siempre á la Com-
pañía, y singularmente á su persona, y fiado por otra parte enteramen-
te en el juiclq, «ladupez y afecto del Sr. Morel, no dudó señalar luego
á los padres José de Castrolid y Gerónimo Yaraona: uno y otro eran
muy propios para dar un gran crédito á la Compañía en las circunstan-
cias de una nueva fundación. Llegaron al puerto en ocasión bien fa-
voraUé para hacer i:n gran fruto en las almas. Había precedido po-
cos dia9 antes, ol 20 de jutio, la furiosa tormenta y tempestad que has-
ta hoy se recuecda con horror el dia de Santa Marta. El mar, entrán-
dose ppr la ciudad, ps^reciu intentaba tragársela á cada golpe de las
aguas, ai tietnpp que con truenos espantoso^ y rayos aguataba por to-
das pj^rtes el cielp. Los padres, aprQvecbándu^e del temor de que es-
tabim sobrecogidos los ánimos, predicaron con tanto espíritu y fervor,
que jaoíAs se hfibiVL visto semejante conmoción. A vista del celo apos-
tólioQ da 1q8 qperp/ios» el celoso pastor depuso bien presto aquel amo-
toso seiUiíniento que le c;iu8Ó la resolución del padre provincial. Se
aplicó ¿.fomQDtur con fil i^aypr esmero unos operarios tan útiles. Man-
dó que en la parroquial se les diese todo favor para el ejercicio de sus
inioiaterios, uüentxaa obtenia la licencia del rey y levantaban propia
iglesia, lo que veremos ^ su tiempo.
En la nusma ocasión en que llegó á Nuova-Espaua el pliego del
goUemp* Je vipo patente al padre Juan Antonio de Oviedo, r^tor del
cole^ del Espirita Santo, para visitador, de la apostólion provincia de
FilipiwB, pfU'a doi^e ssiUó ol 10 de marzo., del72¿; Los principios
de eato año, fueroa á nuestra provincia bast^ikte glocioBOs por el nue-
vo ^vor que 90 dignó hacer á su escuela y (naoatrosi la real y pontificia
Universidad de México. Citados por upa cpiiMla ante Diem los doc-
tores y maestros de ella para claustro pleno el dia 28 de enero el Dr.
D.P.edro Raipire^ del Castillo, como rector qqe era, propuso en un
breve y discreto discurro varias razones y fundamentos sobre que se in-
fonnase y pidiese 4 S. M, C. cátedra de teología para la Compañía de
Jesus en dicha real Universidad. Conferida entre los votantes la ma-
TOM. 111. 29
1723.
— 210 —
tei ia, saVu) resuelto por todo el claustro, se suplique á S. M. se conce-
da á la Compañía y su escuela cátedra de teología, dejando á la justi-
ficación del rey, como dueño soberano de sus estados, y sobre ellos de-
terminar la hora de la lectura, la obligación de los estudiantes que de-
ban cursarle, el grado, estipendio y turno del catedrático, &c. Aña-
dieron los doctores D. Juan Ignacio Castoreña, después obispo de Yu-
catán, D. José de Soria y D- Juan Rodríguez Calado, que determina-
damente se pidiese al rey cátedra del eximio Dr. padre Francisco
Suarez; pensamiento que siendo rector D. Juan Miguel Carballido, ya
se habia propuesto tratándose de la cátedra del sutil Escoto que preten-
dió la seráfica religioQ de S. Francisco. Determinó asimismo el claus-
tro que de esta pretensión y determinación se diese cuenta á la parte
de lef misma Compañía, para la cual nombró el Sr. rector por comisiona-
dos á los doctores Castoreña y D. Marcos Salgado. £1 éxito feliz do
esta pretensión se verá pocos años adelante. En el mismo mes de ene-
ro, falleció en el colegio máximo el hermano Juan Nicolás, natural de
Yillaromancos, en la diócesis de Toledo. Ejercitó por treinta y ocho
años el oficio de procurador con una exactitud y actividad, con un des-
pego de todo lo temporal, y al mismo tiempo con una religiosidad y
una observancia regular, que era la admiración aun de las personas
mas autorizadas, que se veia obligado á tratar por razón de su oficio.
En los gravísimos negocios que manejó por tantos años, jamás se le
notó alguna violencia ó alteración en las palabras ó en el semblante;
jamás se le escapó alguna que pudiese ofender la caridad. Dotóle el
cielo de una rara espedicion para desenredarlos negocios mas enmara-
ñados, con tanta claridad y precisión, que con pocos renglones no de-
jaba quehacer á los abogados, como ellos mismos lo confesaban. De
esta suerte, jamás perdió pleito alguno de cuantos se le ofrecieron, por-
que no entraba en ellos sino cuando tenia entera y cabal satisfacción
de la justicia de su causa. En lo doméstico, su retiro, su aplicación
á los ejercicios humildes de su estado, cuanto se lo permitían sus ocu-
paciones, su constancia en la oración, exámenes y lección espiritual,
era de suma edificación. Murió con admirable quietud el dia 2 de
enero.
A 2 de diciembre del mismo año, falleció en el colegio del Espirita
Santo de la Puebla el padre Jtutn Cam^Of natural de México, varón,
de extraordinarios talentos, y uno de los mas aplaudidos oradores d9
su tiempo. Debió á la Santísima Virgen no solo la prontitud y vivczs.
— su-
de ingenio, siendo antes tenido por estrcmamcnte rudo, sido la vocucion
á la Compañía, después de una aversión y fiístidio tan natural, como
iooato á los jesuítas, que nunca habia podido tratarlos sin hacerse vio-
lencia. Se consagró enteramante al culto de la Santísima Virgen en
la prefectura de la congregación del colegio de la Puebla, á la que
agregó la de la Buena Muerte, erigida con autoridad apostólica. De- Muerte-dcl
jó en ella dote para tres huérfanas, que salen anualmente el dia de la ^¿^ ^^ p^^]
YisitacioB, y la enriqueció de otras muchas cosas, siendo en lo perso- bla, varón lin
nal tan pobre que llegaba á faltarle á veces aun el ordinario desayuno. ^
Dirigió á la mas alta perfección muchas almas; aseguró en los monas-
teriop y en honestos matrimonios la castidad de muchas doncellas po-
bres; y como aseguró un padre que lo acompañó por muchos años, ja-
más ftalió á otras visitas que á buscar dotes ó capellanías para estudian-
tes pobres, á interceder por presos ó por esclavos fugitivos y otras obras
de caridad. Llamábase frecuentemente para su abatimiento el hijo del
pintor^ contrapesando con este arte el grande aprecio que se le tenia en
toda la ciudad por su virtud y literatura. Predijo muchas veces las
cosas futuras con la luz de la oración, en que tal vez le hallaron ente-
ramente arrebatado. Entre ellas, habiendo comenzado á predicar la
novena de S. Francisco Javier, que llamaba la misión, afirmó que el
dia del Santo estaría en la iglesia, pero llevado en hombros ágenos, co-
mo efectivamente aconteció. Hizo el oficio sepulcral el dia de su en -
tierro el Sr. D. Francisco Javier de Vasconcelos, canónigo entonces,
y deán después de la Santa Iglesia de Puebla. La congregación, fue-
ra de la costumbre de la Compañía le hizo de allí algunos días unas
ruidosas exequias, con elogios é ingeniosas poesías, y sermón que pre-
dicó el padre Joaquín de Villalobos. Autorizáronlas con su presencia
el Illmo. Sr. D« Juan de Lardizábal, entrambos cabildos y religiones,
y cantó la misa el Illmo. Sr. Dr. D. Diego Felipe Gómez, obispo de
Oaxaca, y entonces arcediano de aquella Santa Iglesia.
En las misiones de California todo procedía con felicidad, adelan-
tándose cada dia los pueblos en instrucción y policía. £1 padre Eve-
nurdo Heleo, misionero de Guadalupe, fué sin embargo, el que mas
trabajó en este año y el antecedente por las calamidades de hambre y
dos consecutivas pestes que afligieron á su rebaño. Al Nayarit, para
la asistencia de las nuevas poblaciones se enviaron este año los padres
M&miel Fernandez, que se encargó después del pueblo de Santa Rosa,
Uibano de Covarrubias y Cristóbal de Lauria. A fines del año, se
r
divulgó 6?in Sóber el oiígL'n o motivo, un rumor talgo de qae se linbi;
visto indios tobosos cd las fronteras de ia provincia. Fácilmente di
ron crédito y aun mriyor cuerpo á esta voz algunos mal contentói,
por el deseo que tenian.de aquel socorro ó por causar inquietud á i
españoles, y ver si podian con este motiva sacar de la proTincia mi
gobernador, que poco antes habia vueko de su casa. Es eíeeto, cen^
siguieron alarmarle, de suerte, que sin ser bastantes á doBeB{g;adaf lo
Las razones que se alegaban, bubo do ponerse en caminó éf recopoeer
las fronteras. Esta ausencia dio ocasión do ñueviks junta» á los xn*
quietos^ y de forjar una conspiración qiie pudo set la niinb de foda
aquella cristiandad, como veremos diespaes de haber referido lo que por
este mtsmo tiempo pasaba entre los pimas. Acababa de llegar cíe vuel-
ta del Nuevo-México el capitán D. Antonio Becerra^ que hkbía bu»
choa años comahdabn el presidio de Janos. Confina ooh el NuevO'
México por el Norte la piovincta de Moqm^y se crtta;estelidkrBe por
Poniente hatíta muy cerca de la Pimería. Este paisv desde antes del
año de 1681» ^a que se rebelaron las naciones del Nuevo-Uéxico lia-
bia sido el objeta de las ansias de nauchos miaioaeros apestidíóos del
orden de S. Franciseo. De parte de S. Mv ۥ por tnedio de losfres.
vireyes se habian hecho ciiafitiosos gastos ftova i^ecofiqüidCar lo pefdi*
do, y atraer á la obediencia del fey aquella rrgioB- de Mo^f qub lé^
servia de amparo y litigio. £1 .capitán Becerra» ee t w a d e sofere aqne*
líos mismos lugares, procuró informarse de los moéivóé qlle isbía aqve*
Ha nación para no reducirse á la obediencia, y de los bhmKos qne po-
drían tomarse para haeerla entrar en so deber. Entre «otras cosos,
supo que los noquinós habian deseádb desdé nxiciiO'éáleéiBisÍKnieros
piieiúi, {que así Hadaebán 6 lois jesititfeis) 'f. ^ue hefaiendb Miídd tanta
parte «il la sublévaEeion M Nnevó^MéxIioo^ enf.qiae'líahilÉijilQerlo táñ^
tos religiosos fráneísfiaiios, hablan cobttdo^^ruidi horror ft^et dermis*
mo hábito, quizá pot larBejAiQtib de sii^<lelitét, ó rporquo temiesen irrt»
cioilailmente . que aquelloü padre» iio. habiaii de dcjt^r 4o nrMgvunse. Ello
es cierto, qiíé por los años de 11 y 12 halHhi» estatf nüenfeui •n«ioi<>Bei
por medio de otraé bmls voeiHas^ solfcttaído ál padre AgMstítf CiimlK»,
míeionerd de S. Ignacio en la Pimería pafá. qub pasase á ous tiente.
El obediente y óeloso jesuíta pasó la nótíct» á soo supmíbies; 'pero ai
el padre visitador Andrés Laque, ni el padre prarÍBcial Añtoiiki Jar-
don, lo tuvieron por con vilmente poi^ no entrar en contNrr^miascott loe
noligioeosijranciscanosy qiie de talitós años antes OttttiyBfaaA/aqbeUae
— 213 —
gion«8 con el «udor y aun con la sangre. El capittuí Becerra, vuelto
á Jano0, j creyendo sor do su obligacié>ii ánt uotrcia al Sr. vircy de un
niedio ta0 fáeil^ y tan noda costoso para la conversión de aquellas per-
nieioHas naciones, informó lafgauvenfo hI Exmo. %t. nmriqués de Ca-
sáfuerte, que desde el &4ío antecedente habiá succedido al marqués de
Yftlefo» Anadie el modo Con que esto podía efectuarse sin nuevo gas.
to dé la reHl kacienda^ sacándose los soldados áe éada uno de los prc-^
sidíois vecinos, y encaminándose, no por el Nuevo- México, sino por la
Pimería^ donde pasudo ol Ho Gila por el de la Asunción, podían pene*
tfat enr tres 6 cuatro dias de camino hasta laé ffontehsis de Moqui: qao
kw apaches qne podian Inquietar la tnaníí^ha eran Mucho menos temi«
Mes por éttté ^innbo qúo por otro alguno; y i(ue fínalmebte podian He-
tar oonsi^ él padre Agostin Campos y tflgun otro de los fnis¡onen)S
jesirütts, qife por^sus <iontíouos viages haéta las orillas del Gila térnian
ma« iK^dia de aqnelkas regiones* El iftairqüés de CaSáfuerte trató el
Bi^géeié o(m los siipBríoras de la Compañía; ^ero. permaneciendo siempre
la misma tftaOn aun enando accediese todo el peso do la autoridad de sil
excelencia» no pareció conteniente dar el mas leve motiro de sospe*
eha á los celosíbimM operarios de aquella v¡3a- £1 dicho padre Agus-
tin'í>art^>M4 que á principios de este oiio se hollaba en el colegió de
8. Andrés^ presentó á Au excelencia un exacto informo del estado de
la Fiméríat dondo habia trabajado por espacio de treinta afíos cóbtí.
nuDSi de hm rtinibos y naciones por donde podian éstenderse Ifis Con.
qaÍBtf». Pretendía la ílmduoion do tina villa en ías orillas del Gila y
nación de les isbbaipares) por donde dM»gua el rio 4^ Tefreútíte^ prome^
éeodo éh Aoiabrs tiel pudro provincial no pj^u^ños socorros de gaha*.
dos* semittas y dteíisilios para cíen familias pobladoras. Tocaba, abn4
4|ae mtiy ligemÉkelite^ la entrad» de la provincia 4(3 Moqiii, y com^luUi
fídiendwdeenHifietiei^sf^araia Pimería, doitde hfthlade volverseoimn^
t» áélee^ BettMi. grandes proyectos, no ejecutados por cbióBees^ se han
visto Tütwtadbs poar necesarios en elstos últimos nfios en q\}e las pohla*-
cioMe-ile^iás tüseras del Gila y otros medios mucho tnnsíáeikHi entt^..
e0S4|ae propbnian 4oif«sisioneros, so tratan de ejecutar eon calor. Los
■éfS ewsí énd iog éo vinieron A isoncoéenso sino despuifes de aigimos
«itot»
finiK wmffé, erístíanded del Neyarit, vuelto ya el gobernador ée vn 17^4,
itofiracMeeá eÉptádíoion contra los tobosos, se creía todo tnuy tranquilo,
ittlaifciOB^ldia l.^idelaioido 1724,comcnzaroná brotar las priíAcriUi
f
— 214 —
Rebelión de centellas de la conspiración que habían premeditado tiempo antes. Se
los najantas. observó aquel día un extraordinario concurso de nayarítas á la Mesa^
que á algunos mas cautelosos ocasionó algunas sospechas. Crecieron
estas viéndolos formarse en pequeüos corrillos y hablarse con vozmaii
baja y curcunspeccion; sin embargo, se atribuyó su número á la so-
leranidad del día, y sus conversaciones á grosera curiondad mezclada
de respeto. No tardaron mucho en desengañarse de este errado jai*
cío. Aquella misma noche desaparecieron del presidio y del pueblo
todos los indios, tanto, que á la mañana se hallaron solos en toda la
Mesa los soldados^ y los padres Juan ToUez Girón y Urbano Covar-
rubias: ya no se dudó de los malos designios de los serranos. Por otra
parte, los del pueblo de Santa Gertrudis habían ya prorrumpido en una
abierta conspiración con muerte de su cacique D. Domingo de Luna
que habitaba en Santa Teresa. £8te indio fiel había venido pocos días
ánte^ á informar al gobernador do la mala disposición que había obser-
vado en sus gentes. No se le dio entero crédito, atribuyéndolo á nimia
desconfianza; solo le mandó el gobernador que pasase á la Mesa su fa-
milia» Yendo i. ejecutarlo la noche del 2 de enero le cercaron la ca-
sa^ donde despoes de una larga resistencia, muerto el capitán de los
mal contentos, y heridos alguno3, hubo de ceder á la multitud y caer
á las flechas de mas de cien hombres que pelea'ban contra uno solo.
Con esta i^pticia salió prontamente el gobernador para la Mesa del
Cangrejo, donde se decia haberse hecho fuertes los amotinados; se ha-
lló sin ellos, y mandó luego un cabo con veinticinco hombres al pue-
blo de Santa Gertrudis con orden de transportar á la Mesa las imáge-
nes y vasos sagrados, y provisiones de guerra y boca que hallasen en
el presidio y casa del misionero. A la vuelta, el día 5 de enero, en un
lugar estrecho y escarpado, les acometieron los bárbaros, mataron á
uno, hirieron á otros, de los que cayeron en la Celada los primeros.
Los demás, avisados de los tiros, se pusieron en arma, abandonando las
cargas: duró algún tiempo el combate: heridos siete de los nuestros y
algunos nayarítas, y muertos tres, cayeron en sus manos algunas de las
cargas, de que se aprovecharon, profanando todo lo sagrado. £n San-
ta Gertrudis, Santa Teresa y el Rosario, quemaron las iglesias: hubie-
ran hecho lo mismo en la Mesa del Tonati^ á no estar allí el principal
presidio. Los habitadores siguieron el ejemplo de los demás inquietos
y llevando cuanto podían cargar, tomaron el camino de la Nueva-Yis-
caya. £1 gobernador ocurrió á Zacatecas y á loa Teales vecinos poc
— 215 —
socorro de armas y de gente que 8q envió con prontitud. Escribió asi-
mismo á los tres misioneros de Jesús María, Peyotán y Guazamotn,
que se refugiasen á la Mesa para asegurar sus vidas. Los padres, co.
mo de concierto, respondieron que sus indios estaban quietos hasta en-
tonces, que desamparándolos el pastor, acaso se dcscarrearian siguien-
do las instigaciones de sus vecinos. Con efecto, fué cosa muy notablo
que de cinco pueblos en que habia entonces misioneros, solo se subleva-
ron loli de Santa Gertrudis y Santa Teresa, cuyo ministro, el padre Ur.
baño Covarrubias, estaba ausento en la Mesa, y los de la Mesa misma
6 pueblo de la Trinidad, donde aunque asistiael padre Juan Tellez Gi-
rón, prevalecia sin embargo al amor que debian á la suavidad y dulce
trato del misionero, el odio y abominación con que miraban al gober-
nador y sus preiÉiidiarios. Asi se vio que lo mismo fué salir el gober-
nador con su libre y codiciosa tropa acia los confínes de Durango en
busca de los fugitivos, que venir ellos mismos á entregarse voluntaria-
mente, envidiando la felicidad de los que descansaban á la sombra y
amparo de los padres.
Vino este año la deseada licencia para el colegio de la Habana, en
cuya atención, á 7 de noviembre, se otorgó la escritura de fundación
por ¿>. Gregorio Diaz Ángel, renunciando este varón humilde el patro-
nato en el gloriosísimo Patriarca Sr. S. José, cuyo título quiso dar á
8u colegio. Habitaban los padres en la isleta de Casas, situada entre
la parroquial y el convento de Sto. Domingo, posesión que habia sido,
como dijimos, del padre Eugenio de Losa, y que después adjudicó á
aquel colegio el padre provincial Andrés Nieto por los años de 1728.
Los ministerios de confesonario y pulpito se ejercian en la parroquial.
Se abrieron por este tiempo estudios de gramática: la clase era una
pieza pequeña y baja, que servia antes de cochera al Sr. obispo, y los
cuartillos con que interrumpe el maestro sus lecciones, f salían á te-
nerse en la misma plazuela. Aunque con tanta incomodidad y pobre-
za no puede esplicarse bien con cuanta satisfacción enviaban allá sus
h^oa las personas mas distinguidas, correspondiendo felizmente el apro-
vechamiento de los estudiantes, que hoy ocupan los primeros cargos de
h república. Esta misma aceptación y provecho comenzó á esperi-
t Entiéndase por cuartillos algunos cuartos de hora, en que los mas aprovecha.
QM estudiantes, repasan á sus compañeros las lecciones recibidas del maestro en la
«itedra.
— 216 —
mentarse timibien en la ciudad de Celaya, donde obtenida tanoUien es-
te año la licencÍH, convenzo á leer gramática el padre Aguatio A(esa«
A 9 de julio, falleció en el colegio de S. Gregorio e¿l padre Jpró Ma-
ría de Guevara, natural de México. Renunció Iqs lustrosos ^nopleos
que por la líuep, de las cátedjras lo prometian su3 graDdqa Ulontoíi por
dedicarse enterameíite ul servicio de los indios, en que se mantuvo por
mas de diez y ocho años. Desde nr\uy níno» parece lo escogió el Se-
ñor para operario de este colegio, inspirando é. ^u devota ipodi^c^ qu9
luego reci(^ nacido» viniese á ofrecerlo 4 la 3aAUsÍ0i^ ^Írg90 9/^ ^
santa Casa de Loroto» £1 venerable padir^ Salvatierra, psec^jp eiitér-
n(únos fornaajles que aque} nina babi^ ie entrar en la CQmpanjL^ Paní
conseguirlo, tuvo que lumbar algún tiempo con la opuesta rf^soUlQÍ^ d#
su padre que venció fí,a9il nótente» huyéndose de. su casa 4 nvie9tro novi-
ciado de S. Andrés, donde ya Reside mucho antes aeguia en M}>itQ oer
cular toda la distribución dQ novioio. Fué notable el fervor co^^ qiif
se ofreció entre los primeros al padre visitador Mamutl Piñeiro^ para
pasar á Filipinas: la constancia con que según el orden del padre vi.
sitador trabajó por conseguir á este fin la licencia de su nia4re, y el
desinterés, pobre:^a y caridad, con que di^shechp ei viag^ lú%9 qUQ ap
repartiese entre los pobres cuanto el maternal amotr le hahia pi(eveiii(}o.
Viéndose en S. Gregorio entre sus amados íbkIÍo^i no es .pon4c,i»al49 1^
suavidad y ternura con que loa atraca 4 la írecuetncia 4^ S^i^Cfafi^e^t^
y práctica de la virtud. Vivia ciíaá de contía^o ep la igle^^poc 1%$
mañunaa, desde la hora en que »e ubria hu^ las doce, aón maiB interr
rupcion que la de un ligera desayuno, y dos 6 tre^ horas basAaiatfa ver
ees sobre tarde. Conservó, según el juícíq de sus confesoreSt int^^ta
hasta la muerte Ja pureza virginal, y en su entierro el IqJto y lógri^mM
de los indios fo^on solemne* testimonio do} a;Qor y venar^LQJüQoi ^S^ tu-
vieron sÍQm]>re á tan fervoroso operario.
No fué mépos sensiblq an el colegio de S. (Ijeíonso de la Po^bla ln
falta del humilde y devotp padre José Aguilar» natura) de DJUKAVg^
Once años se ocu^ó gloriosamente en una <)e las nú^ionoa db Taraos
mará, que pidió á los superiores fu^se la ma^ trabajosa y la nM# p^
bre. Treinta y cuatrp en laTueliila en pontlnua ejercicio da «isyoewojí
y caridad. Toda la semana tenia distribuida en este género de ocu-
paciones. Los domingos con los niños de las escuelas salia cantando
la doctrina por las calles, qua hiego hacia la esplicacion con exhorta-
ción moral en la plaza. Los lunes ibi á la casa de las recogidas, don.
— an-
de conf<s88bá 7 hacía pláticas. Los miórcoles y sábados á los convic-
torios ó col^ioe de niñas. Los naártcs y viernes á las cárceles y hoe-
pitales¿' £1 tienipo que le sobraba de estas tareas lo ocupaba en re-
zar él rosario én la hermosa y magnífica capilla del convento de St^.
Domingo. ' Todo el tiempo que vivió en la Puebla, asistió á los ajus-
ticiados; jamás omitió el sáhto sacrificio hasta dos dias antes de morir:
fezó sieníipre de rodillas él oficio divino, el parvo' de la Santísima Yír^
gcttf, la Püñma de S. Buenaventura, y otras innumerables oiraciones,
[Nüni laa diaks tac bastándole 'por los 'ministerios el dia, . empleaba en
él coro graii parte de la taóckoA Fué vaioin ver&deramente humilde,
preciándose de ser coadjutor espiritual, y quejándose amorosamente á ^
los superior^ cuándo señalaban algún otro para las tonfésiones noc-
turnas 6 para algimotio ministerío^ incomodidad y trabajo. El
Illmo. Sr* D. Juan Antonio Lardizabal, le visitó en su última enfer-
medad^ sintiendo perdiese su diócesis tan incansable obrero. La es.
clarecida religión de Sto. Domingo hÍ2o con el humüde padre demos-
traciones nunca vistas, ni después usadas aun con las personas de la
primera gerarquia. £n el' primer sábado en que por su enfermedad no
pudo ir al rosario y letanías que se cantan á la Santísima Virgen en
su capilla, echándolo menos aquellos padres, vinieron en comunidad á
cantárselas á su pobre aposento, y después el credo. Finalmente, se
encargó la misma nobilísima ' familia de su entierro, honrando así el
Seüor y su Madre Santísima, auno de sus mas amantes siervos» Fa-
lleció d padre José de Aguilar el dia 14 de marzo.
Pasó de esta vida el mismo aiio en la villa d^ Sinaloa el padre An- Muerte y elo.
toniode ürquiza.» Este sugeto es incontestablemente uno de los ma- fP^ ^^\ P*^/®
^ Antonio Uí-
yores que ha tenido nuestra provincia en lo heroico de sus virtudes y quiza,
dones (divinos, y poco conocido al mismo tiempo por no haberse impre-
so su -carta de edificación que suponemos se escribiría al tiempo de su
muerte. El padre Juan Antonio Baltazar, visitador de las misiones,
procuró juntar algunas noticias de su admirable vida, de las cuales se
formó la memoria que de él se hace ^n nuestro menologio; pero no
bastando esta para la alta idea que nos hemos formado de su mérito,
y creyendo que no será desagradfiJi)le á nuestros lectores salir esta voz
de -nuestro método en los elogios de los varones ilustres, determinamos
dar aquí un estracto de lo que hemos podido hallar en este asunto.
Era el padre Antonio de Urquiza natural de Bilbao y bautizado en
la parroquia de S. Sebastiap; Se sabe haberse criado, por muerte de
TOM. III 30
— 218 —
8US padres, á la sombra y amparo da un tio suyo, eclt siástico, y que
procuró este inclinarlo á practícasele devoción y culto diviao. Desiu
estudios, vocación á la Compañía y pasaje á Indias, no se sabe cosa
alguna fija. Un manuscrito de aquel tiempo conjetura haber venido en
la misión del padre Pedro de Echagoyen; pei*o esto no piído ser, por*
que del libro de bautismos del pueblo de Ocoroiri consta que adminis-
tró aquel partido desde el auo de 1688, en el cual tiempo no había aoi
ido á Espiuia el padre £chagoyen que fué elegido procurador en 1680,
Lo cierto es que en está provincia se ordend de sacerdote, é inmedii-
tamente fué destinado á- misiones á los veinticinco años de su edad,
donde estuvo hasta los pchenta^y seis que pasó' á' lograr el premio de
sus apostólicas tareas. Adnainistró en e&te tiempo'los diversos partí-
dos de Chicorato, Oguefa, Bamóa, Nio^ Guasave ]f Tbmázula, aunque
la mayor parte on Ocoroiri. En tantos aiios fu4 uno siempre el tenor
de su vida. Levantábase muy temprano (dice un manuscrito dirigido
sin nombre de su autor al padre Mateo AnsaMb) y nadie pedia saber
su hora, porque cuando estaba en el colegio de Sinaloa & la media no*
che se iba á la iglesia hasta la alba. A\ salir decia la misa, salvo los
dias de fiesta que por esperar al pueblo la decia mas tarde, y en esos
dias predicaba siempre dos sermones, uno en el idionia del país y otro
en castellano. Daba gracias y tomaba un leve desayuno: se iba otra
vez á la iglesia cpn el breviario y algún libro espiritual, donde en el re-
zo, lección 6 meditación gastaba toda la mañana, si alguna cosa urgen-
te de la caridad ó de la obediencia no le hacia interrumpir. Siendo yt
de ochenta anos se quejó en cierta ocasión que ya no pocfía estar de ro-
dillas tres y mas horas como en otro tiempo cuando la continuación lé
habia hecho crear callos en las rodillas como á Santiago Apóstol. En
esta su oración se transportaba tanto, que muchas veces no atendia á
'o que pasaba en la iglesia, y otras prorrumpía en cánticos espiritua-
les con tanta fuerza de espíritu que anadia á una voz suave, entera y
argentada, que aun cerrada la iglesia se oia á alguna distancia. I^
materia de estos cáticos eran, ó los salmos ó himnos del breviario por
lo común, ó algunas otras alabanzas de Dios y de flü Madre Santísi-
ma y del Santísimo Sacramento, en castellano unas veces, otras en la-
tín, tal vez en mexicano, y muchas mas en vascuence, tomadas de los
soliloquios de S. Agustín, los cuales, el Kempís y el breviario eran sos
únicos libros. Los capitanes D. Sebastian López de Ayala y D. Po-
dro Cuello, no se cspTicaA áobre este punto sino diciendo que el padre
— 219 —
Urquiza estaba siempre en la presencia de Dios, que siempre estaba en
cffacion, que vivia en la iglesia y en el coro de dia y de nocbe.
Coa este espíritu de oración no será de admirar el profundo silencio
y recogiipiento que observó toda su vida.' Jamás tuvo familiaridad
con persona alguna, ni hay ni habrá, dice el padre Ignacio Duque que
CMicurrió con él cuatro años, quien diga que siquiera por el corto es-
pacio de UQ cuarto de hora ó menos le oyó conversación seguidajS hi-
kda. Sus palabras eran siempre muy medidas, cortadas, y como de
ifÚBñ estaba atendiendo siempre á otra cosa. Con los seglares y gen-
te de BU partido, aunque fuesen de los mas autorizados, como alcaldes
Biayores ó capitanes del presidio, después de las salutaciones comu*
oes, eran «as únicas palabras. • • . £1 corazón en Dios. • • • el corazón
ea Dios. Jamás tuvo cuidado alguno de cosa temporal, nado entera-
aeiite en el amor de sus indios, de quienes recibia su corto y grosero
•fimento. Por esto quiso vivir siempre en las dos misiones mas pobres
de toda la provincia, donde no tenia fondos que cuidar, y habiéndolo
modado á otras mas acomodadas, luego propuso á los superiores vol-
verse á aquellas, echando menos las incomodidades y estrechez da su
jMrimera morada; pero la falta de lo temporal la suplia Dios con la abun *
éuicia de celestiales consuelos. La pobreza no podia ser mayor: yo
ffite el citado padre) estuve con él cuatro años; vi su misión y su
afKMBentOf me hallé á su entierro, nunca vi sino el crucifijo, rosario, bre-
mie, soliloquios de S. Agustin, y el libríto de CorUemptus mundi. Lle-
gó eo esta materia á lo sumo de no tocar aun con sus manos la mone-
da. La limosna anual que da el rey á los misioneros, hacia que se en-
. tragase á los fiscales indios de los pueblos, sin tomar para sí un me-
1 (Uo real. Ignoraba enteramente el valor de la plata. Hubo ocasión
fue dándole ana piedra de minada valor de tres ó cuatro pesos, el san-
io hombre la dio al conductor de las platas que venia á México encar-
gándole una memoria de géneros de los que usaban los indios que im-
portaba mas de cien pesos. £1 conductor, admirado de su sencillez,
>o valió de la ocasión para hacer á su pobre partido aquella limosna»
quedando el padre mny satisfecho de que le habia costado su dinero.
£1 geneial D« Andrés Rezabal, que mandaba los presidios de aque-
ta provincia, por la singular veneración que tenia al padre Antonio,
habit procurado muchas veces hacerle recibir alguna cosa en dinero ó
' doctos; pero siempre en vano, porque ó no lo admitía, ó lo enviaba lúe-
; p m TtiAo al padre rector da Sinaloa. Sabiendo después el con-
— 220—
ductor de las plataa lo que le había pasado con el padre, qtúso valerse
de este medio para socorrerlo en sus graves necesidades. ]L*e hacia
dar por tercera mano- algunas pedrezoelas de aquellas instruyendo a
donador que dijese al padre que en la tienda de D. Aodres Rezabalda
rían por aquella piedra estos y los otros efectos. Enviajba allá- ei paa
dre y el piadoso general tenia el consuelo de vestirle ásus indios ó hai
cer alguna cosa que necesitaba: anadia alguu chocolate y algunas otnks
cosas, tanto que el hounbre de Dios llegó. á preguntarle n iania vaiuu
aquellas piecLras. D. Andrés solia responderle que ann todavía le .que*
daba á deber, para poderle enviar jnas. . Otras veces le ,decia que ya no
quedaba en su poder cosa alguna, y de.allí á algún tiempo. volvía. i. enr.
viarle otra piedra. £n estos y otros muohos casos, aemcjíanles coi»t<
vienen cuantas personas le trataron, religiosas y seglares^ .Con Ift^
misma exactitud que su pobreza, observaba la castidad y. la obediendi*
^03 ojos ó cerrados ó en el suelo. Su :misma simplicidad y candor, k
hizo confesar que en esta materia lo mas sublime y elevado de eataheU--
sima virtud era el no sentir aun las tentaciones y primeros movimien-
tos de la sensualidad. Confesando algunas de estas culpas ,los peoi"
tentes, les decia con admirable sinceridad* • •.• Amen á Dios: ¿con»,
yo no he sentido jcanás esas cosas? De su obediencia baste decir, que
era fundada sobre la admirable sencillez. d^ pvk eorazoni, dejándose ffh
bernar como un niño de su madre sin proponer «osa alguna ainoioqup
pudo serle de alguna comodidad cuando Iq ss^q^r^ú 4e sii.pobre,:misioa
de Ocoroiri. Era tal el respeto y veneración qua tenia. & ios .superio-
res, que basta ahora (dice un padre su,conmÍ8Jonero);nOib0i.viata niño
alguno mas ajustado ó temeroso ante sii padre 6 maestra como Jo esta-
ba el padre Antonio ante.su rector. Usaba un medio^vicrete viejo, de»
paño, y cuando se ofrecia entrar á ver al padre rector, mucho antes i?
lo quitaba y lo tenia en la mano basta que volvia á salir« . £or mucha»
instancias que se le hiciesen jamas se. CHbriak cabeza,.ni tomd asies-
to delante de superior alguno. Pasando ya .ocheqtajañoa, cuando y>
no podia andar sino cargado en hombros de. iodioa,. venia, sin embar-
go cuando lo llamaban á algunas fiestas al.ciolegiQ de Smaloa á.qv^
solian concurrir anualmente los deip^s misionexiMi.. vecinos; .<en eat><*
ocasiones, atendiendo á su edad y enf^m^edadea» i()Q|lia jdeteoerlo fi
padre rector algunos dias, y aun m^ses*. Obede^ia qiagam^PJte el heSf
dito padre; perosufS[ indios, poniéi^d^oenu^.tapextleAJe^p. portátil*
vargabi^n con él acultamepte y Iplj^y^ban ¿ Ocoroiri* (edjActo^ofi^ ^
— 221 —
dos los sugctos, no monos del hurto piadoso de Ioh buenos indios, quo
de la amable mansedumbre y sencillez del padre.
Estas singulares virtodes manifestó el Señor cuanto le «gradaban
■con algunos sucesojí admirables qüeleconciliitroa á su humilde siervo*
mucha veneración: y una coman y constante fcuna de-santidad. Dicien-
do misa en ja iglesia de Sinaloa el dia de S. Miguel Arcángel del año dé
1717, repentinameuto:quedó transportado y com6 fuera de sí por largo ra-
to. LuegOt volviéndose al pueblo con rostro encendido dijo con gran fer-
vor. Ayer se arruinó la ciudad de Gruatemala; Dios está muy airado por
nuestras culpas*. Prosiguió el santo >Bacrtfício' de la 'misa, y luego, to^l
■mando aquello .por asunto, hizo un: largo y fervoroso sermonen que re--
£rió muclpui particulares circunstancias -de aquel lastimoso terremoto,
y acabó diciendo , ¥o no sé como es esto: no me crean á mí, es^
peren á que vengan cartas—.*' Halláronse presentes DviSebastian Ló-
pez de Ayala, D» Martin Yerástcgui, y algunas otras personas der ca.'
rácter. D« Martin tuvo la curiosidad luego que salió dé la iglesia de'
apuntar el dia y las circunstancias que todas se hallaron muy confor»
mes á la verdad. £n otra ocasión volvió diciendo.. .«• Rueguen á
Dioa por la. alma de Dooa.Nieolasa Peretra, mugar del teniente délos
Atamos, qu§ anoche murió; era buena muger, pero se hxyü en graví&l-
mas pejaas por Algún esceso en el aliüo de su cuerpo. La dicha seno-'
ra habia muerto muchas leguas de allí^ de donde en tan corto tiempo'
no podia llegar :noticia,. la. que se tuvo después de dos dias. Habien-
do salido del real j^residio de la villa: la compañía de soldados arregla-'
dos para la sierra de Chinipas á reparar cierta invasión de los* táfau-
mares, ib^ de capitán D. Nicolás de Ibuera^ vecino honrado del lú^ar.
Algún tiempo . después 4le su partida,^ saliendo de la iglesia el padre
Urquízai llamó al indio ^ sacristán llamado Francisco Hernández, india'
de mucha razón y de. notoria cristiandad....- Prairciscó (le dijo) ¿has
oído algún. rumor de. llanto^ ó cosa de novedad en casa del capitán
ibuera? . Diciéndole ol indio que no sabia que hubitese novedad, y que^
le bacía fuerza la pregunta^ el padiie,- domo colorido, añadió^l;. Nó sé
de dk>nd«i.«e.rne ofreció pregontartB esto; yo dé la c«Ml do sé nada, ni
<ü le jüga« 009(1 alguna. ; Pas^'^eeto, y á pocos dias llegó el general D.
Andrés Rezabal con noticia de haber muerto D» Nicolás Ibuera el
mismo dia en que el padre hizo aquella misteriosa pregunta. Murió
algunos anos después este jnismo indio, (Francisco Hernández) y pa-
sado mucho tiempo, estando eli padre Antonio rezando -en la iglesia, y
— 222 —
ésta llena de gente por ser día de mucha solemnidad, «e levantó impro-
visamente de su lugar, y penetrando por medio de todo el concurso que
le miraba con espauto y veneración, fué á ponerse sobre el mismo se-
pulcro de aquel indio, y prorrumpió diciendo en alta vo^.... lüste que
está aquí le llamaban el CJueOy ya está grande. • • • ya está grande. • • »
Era buen cristiano, y sirvió fielmente á Dios en esta iglesia. ¡Dicho-
so ól, está gozando de Dios* • • • Luego, como avergonzado, añadió:
Digo que quizas estará 3ra en el cielo* * Contaba uno de los padres
que recien llegado á las misiones por falta de ayudante solia decir solo
lamisa* Quedábale de esto algún escrúpulo, hasta que entrando ai
colegio deSinaloa á ciertos negocios encontró al padre Urquiza, quien
en lugar de otra salutación le dijo solamente Padre mío, bien se
puede decir la misa sin ministro. Era fema común que le visitabaa
las. almas del purgatorio, ó para pedirle ó para agradecerle sus oracio»
nes y sufragios. Varías veces (dice el citado capitán D. Sebastian
López de Ayala) deciaen el tiempo de la misa de algunas personas qu&
morían muy lejos de allí, nombrándolas, que las encomendaran á Dio»
y aplicaran aquella misa por su aimn. Entre tantas divinas fluaii>-
nes no le faltó la noticia de su muerte. Se obseiVó que mucha tiempa
antes, numerando^los jesuitas sepultados en la iglesia de Sinaloa, des-
pués del último tiempo antes de enterrado se contaba á sí mismo, como
efectivamente aconteció. En su entierro, faltando alhajas de que apo-
derarse la devoción, le despedazaron sus vestiduras, le cortaron los ca-
bellos, y aun hubieran pasado adelante á no impedirlo los padres. Fa-
lleció el dia 12 de enero.
1725. - A la mitad del siguiente año de 1752 entró á gobernar la provincia
cicios*^^ Sie ®^ ?^^^^ Gaspar Rodero, que jra habia vuelto de Roma con una muy nu-
bla, morosa misión por setiembre de 1723. Uno de sus primeros cuidados
fué la subsistencia y restauración de la residencia de Chihuahua, que
por las muchas deudas'y atrasos estaba^muy pi^óxima á su ruina* Se-
ñaló el padre provincial por superíor de aquella casa al padre CoMtaA-
cio Gálazatij quien por la estrecha familiaridad que tenia con D* Ma-
nuel de San Juan y Santa Cruz, y benevolencia de otras muchas per«
sonas, á costa de muchas &tigas.puso en corríestelfui ^noas con que
* "Es probable que en el momento de estar rezando lo hubiese visto bionaventn.
rado, y quo entusiasmado de gotb éon ésbi v¡s¡ón*sé hubiera salido de sí y encami.
nadóse al tepoleto; do otro modo uú se poode entender eslo.
hasta hoy se mantiene aquella residencia. Por este tiempo el Illmdr
Sr. D. Benito Crespo, obispo de Durrtngo, compadecido como celosí-
simo pastor de la pérdida de tantas almas como habitan la parte septen-
trional del Nuevo-México y provincias de Moqtsi, intentó pasar perso»
nalmente á la reducción de aquellos pueblos. Determinaba llevar con-
sigo algunos jesuitas, sabiendo lo que tantas veces se habia dicho, que
no consentirían aquellos bárbaros la entrada á otros misioneros. Es",
cribió para este efecto á los superiores de la Compañía; pero ni á es-
tos, ni al padre rector de Guadiana pareció conveniente hacerlo en el
modo y forma que disponía su lUma., que era entrar por el Nuevo-Mé^
xico.EI padre Agustín de Campos, que era uno de los sugetos que pen.
saba llevar eISr. obispo, consultado sobre este asunto como hombre de
tan larga esperiencia en treinta y dos años de misionero, en tantos viagcs
hasta cuasi las mismas fronteras de Moquí, y que tanto habia deseado
esta entrada, respondió que entrando por el Nuevo-México, cuyo go-
bierno aborrecían los moquis, no habia n de permitir el paso á su tier-
ra, pensando que qaerrian sujetarlos á la obediencia de aquella provin-
cia: que por la Pimería era el camino mas corto cerca de doscientas
leguas, mas poblado, y mas seguro para no dejar espuesta la Sonora á
las invasiones de los apache?; que aunque fuese al lado y sombra del
lUmo. siempre se daría justo motivo de queja á los reverendos padres
de S. Francisco, si pasando por medio de sus tierras y misiones se en-
trasen los jesuítas al Moqui; y finalmente, qve por aquel rumbo no po-
día mantenerse la disciplina y modo de gobierno que usa en sus misio-
nen la Compañía, por el estravío de ks órdenes superiores, y ninguna
comunicación y mutuo alivio de aquellos sugetos con el resto de los
misioneros. Estas poderosas razones obligaron á omitir por entonces
al Sr. obispo aquella jomada, que no sabemos voltíese á intentar en lo
dé adelante; pero lo que no pudo hacer por aquellas naciones hizo con
el mayor esfuerzo por la conversión de los pímaS, escribiendo á S. M.
repetidos informes hasta cóiíseguir se enviajen á aquella desamparada
viña tres nuevos operarios, como veremos á su tiempo. Entre tanto,
por tSrdén del muy reverendo padre general debió pasar á Europa el pa-
dre Gaspar Rodero, destinado á la procuraduría general de las Indias.
Por su ausencia se abf ió el segundo pliego en que se halló nombrado pro-
vincial el padre Andrés Nieto, actual rector del colegio máximo. En su
lugar entró ci^ aquel rectorado el padre Juan Antonio de Oviedo, que des-
de principios del aüo de 25 habia vuelto de Filipinas. El autor de la vi-
— 25U —
.da do c$te insigne jesuíta, poac qstos sucesos en junio del aúo de 172'7,
.en que se equivocó notablemente, pues fuera de otras muchas razones,
Jbasta quo. por noviembre do 1726 en quo so celebró- la vigésimaquinta
jcongregacion provincial, ya gobernaba el padro Nieto que la presi-
dió« como veremos adelante.
Foreste tiempo falleció en Guatemala el padro Ignacio de Azpey-
tia natural de aquella misma ciudad, y uoa de loé jesuitas' que mas la
han ilustr^ulo- con sus ti^ab^jqs y ejemplo. . Sin mas caudal que diez mil
pesos, ^a4o en la Piq videncia de Dios, y en la» limosnas que solicitaba
^rsonalquente, empreudió^ y perfecciond^eapues de veinte-añoe de &-
.tigasy el teñólo de .nuestrp colegio, íibo do les mas hennosoe y bien
adops^dos de tod^ la América. A éeftñ siguió la fiudabioii y flbiica
jdel colegio Seo^inario de S^. Boija, qi|& tanlo ha después ennoblecido
Ja ciudad. Se fundó muyalos principios del siglo no b^ bastante»
coatradicciones que venció el padre Aspeytia pora obtener las liceo-
jcías necesana99-á espeosas por la jmayor parte de la muy noble y vir-
tuosa, señora doña Teresa de Loyola, quien fuera do diez mU pesos que
dio para .dotación de cuatro vecas para otros tantos jóvenes de Chiapast
donde su marido D. Pedro Gutiérrez había sido gobernador, entrándo-
se luego en.ri religiosísimo convento de la^ Concepción, dejó al dicho
colegio el resto, de sus bienes* £1 padre Azpeytia lo estrenó con solos
diez colegiale^v-y -lo gobernó por algún tiempo, estableciendo en él
aquellos ejercicios de letras y de piedad con que hasta ahora florece.
Atendia el padre, agestas obras públicas sin faltar jamás á laa espiritua-
les distribucionea que prescriben nuestras reglas. Era constantísimo en
la oración espiritual y cuotidianos exámenos, estremado en la pobreza*
á pesar de laa instancias fioit quo procuraban proveerle de todo su» aco-
modados hermano9 y parientes. ■ JIn tantos años como vivió en 6ua«^
témala, que pasaron de cuarenta, teniendo á uno de sus hermanos muy
cerca del colegioi jamás pidió ni admitió su coche^ sino solas tres ve^
ce^ aun en la postrera ancianidad estando ya muy enfermo de las'pier^i-
ñas. fué de una maraviUosar abstinencia, ó por mejor decir, de
p^rp^tuo ayuno toda su vida..... Vestía un áspero- jeigon de cáñamo,
dormía sobre Míi.colcbonsuelQ ta^ delgado,- que nada disminuía la dure— -
za de las tablas. Sus mas secretas, mortificaciones dieron á conoce^T'
los horrorosos silicios^ y las camisas ensangrentadas que se hallarocX'
en su muerte apaecida qn siete de junio de 1726.
En la Casa. Profesa acabó su vida mortal el padre Joagutn CamargOf
--225—
íiaionJde Celiya, aetaal prefecto ck 1|^ iluetie oongregacioD del S«l#
vtéíStí Pué'demuy aplaudidos talento» para la^ cátedra y el piílpitOii
I iqttottn^emtMurgo da eentir una gravÍBÍma repugiiaDcia« ac sac^ficé
por 1» ct>edMPMÍ(LlOfl:M}two0:aiios de aa vida*. Su modestia,, cii^cuna*
peeeáeii y gue«da de loa sentiddSreeria admirable ene el: mae fervoroeo
ao?ioio4 Por este medio logró conaervar ÍAtacta la pureni sin sentir, en
osta materia' el mas . ligero escrúpulo en todo el tiempo de su yidi^ rOr
li^D8aif'aon.eni medio de. continuas y, fóisimaa tentaciones^ con que le
combatía- el común- enemigp« Era observanlísimo .dft h. relig^os^.din-
triUidon, especialmente de la oración por Ick ma^n^n, á,<]iué anadia
muchos otros ratos recogiéndose ¿ esto cuatro ó cinco Teces al dia.
MttQ6:elr día 2Sl de octubre*
Ka-2.de'diciembrele sigjuió el padre Pedro iSpectiaZirOfitural de An-
conayUDa^de-a<l«eUas. almas privilegiadas á quienes previene el cielo
coa partieulsires bendiciones.' Sa tenor de vida» su e^adt su* muerte,
üé uaai entera semej^sadel angélico j^Svep S» %w Gonzaga* Él
inisiio fej^^or en dedicarle á,Dios desde luego que pqdo conocerle con
Usa perfecto de Ijel razón y ep cortar la.raiz^e todo deleita inópu^O cpx^
Ua-auy- temprano voto de castidad^ el mismo deseo ^e mor(^j$cai^.dp.s<*
deJo-mas tierna^edad» y\ las mismas ingeniosas, indu6tria^ ,B&n9', XK^ultar
A I - j
sQ-poiiiteoeiai» la abisma ternura pam con la Yirgen. Saotisfp^i ,b ms-,
(«ftiMenoioor^ioterior de lá divina presencia,rel mismQ continuo ejercicio
d9^ jmculatpnaa y^ actog de. amor, qjie deb^^itán^ole 1^ sp|u¿ diferoi^^
lojwf al mismo arduo precepto que se impuso- á^^ Luis, y le hicieron
taadificil como al sa)ito la oFedíencia. FinKlfhépté,' la riltémá' enfer-
m^dadde una .lenta calentura, qifterOpi> ppca díé^r^Bicij^'de ano^ de b^}-
do de esta vida á los 28 de su edadt respiró b víspera de. S«, FraQ<^i«K^
JaVter; á • I09 dwrmese» nocabálecMde'ovdeifediif'SBesiKkitev . r
Picó ántés sé-híiMa, cbtító BLparáetttíoBútñí^isttiim^ la ^^^^
vigésin^a quinfa congregación provlnbrál^ e^tí c[úe pi^^éíli^diSUddre el'páim cion }iiovm.
Ajodres Nieto, itié elegido secretario el' padre Antonip de PéráttS; prí^ ^^^'
tterpfoeurador el padre Nicolás 'de* Seguifa, rector. delrCQ)egÍ9..4:'^, S^
Hdefavifo de PuéUá« Seguiktos>ell>adtfe^JíuanlgoaieÍQtd«¥i^',n^%
ttt) dé ptíaVa'det«olégrá«rt^t oóle^cy de' M$xico^*yr.teireéro^> ek padoe
Jüan'dé GuettdulEÍD, vüditádó^géiierá} qtie efitétte^^eiPit de his! mm^
nes.-. £n la oongcegacion no so trató algüóña otra cesitkli¡gnftii!ér'nléB!)íicy-
tia-fuera de la pretensión de quor.el dia 2Q,4e,rpf^yo^e celebrase ^ea!Ca
mnual de la conversión do nuestra Sa4;ito .Pa^re Ignacio, iQ^uCtbf^^t^ éf
TOMO IH. 31
— 226 —
pt^senté DO ha llegado á tener efecto alguno. Los padres procurado'
res se hicieron á la vela á la mitad del siguiente ano de 1727. El pa-
dre Juan Ignacio Uribe, obtenida licencia de nuestro padre general, se
quedó' i9h lá Europa de donde liabía tenido do mucho tiempo antes. .
1727. ISl año de 1727 fué fatal á la ciudad de Oaxaca por los Continuado?
Oazaca lla« espantosos temblores con qtie por muchos días se sacudió la tierra el
mados allí de día 10 de marsso. * El colegio de la Compañía, aunque recien edi-
ficado, siguió la fortuna de muchas otras fábricas que fué menester der-
ribarlas para no perecer debdjo de sus ruinasé Los padres pasaban la
. noche en chozas cubiertas de esteros (ó petates) que sé hablan letan-
tado en la huerta. La iglesia, abiertas por muchas partes las bóvedas,
no estaban mucho mas seguras; sin embargo, ningún peligro bastó pa*
ra que en aquella común consternación se dejasen los ordinarios mmis-
terios de cuaresma en confesonario y pulpito, cuyo fruto era correspofi-
diente al temor de que estaban tan saludablemente pretenidocf los áni-
mos. Para aplacar la ira del cielo, se resolvió llevar en procesión á la
catedral, y hacer allí un solemne novenario á la milagrosa imagen de la
Soledad; se fijó la ceremonia para el dia 18 de marzo, y estándose ya
formando, al salir de su iglesia la soberana imagen, sobrevino un nue"
vo térremofo mucho mas violento que todos los pasados. Corrieron
todos fuera de sí poi* espanto, y nadie pensaba ya en la devota proce^
sión á ijué hablan concurrido, f ^^ ^sta turbación, dos padres, suSieU'
do el uno el pulpito, y saliendo el otro al cementerio, después de haber
' I II.. II I I II ■ , ^ I ■ ,
* Fueron horribles los que después sobrevíniaron en aquella ciudad el dia 28 de
marzo de 1787 de que dan idea exacta las gacetas del gobierno de aquel tiempo, y
el del dia 4 de octubre de 1800, llamado del Rosario, en qué vino á tierra la mag.
liífica cúpula de de la iglesia de la Compaffía.
t Multa renatMitter había dicho Horacio: los sucesos se repiten ea el mundo, j
eA Oaxaca se ha verificado al cabo de sesenta años lo mismo que refiere el padre
". ."" Akgre. En la mailana jueves del dia 29 de marzo de 1787, salió igual procesión de
- nuestra Sra. de la Soledad de Oazaca, cuya orden yí yo dar al Sr. obispo Ortigosa
en medio del patio de su palacio á las doce del dia anterior, donde estaba sufriendo
los vaivenes de la tierra y absolviendo desde alU al campanero de la Catedral que
|»edia, dando horrendos gritos, misericordia, decia que no podia bajar por el caracol
porque lo eseupia la tierra. Efectivamente, salió la Virgen; mas al pasar ht^ el.
arco de la puerta del cementerio fué tan violento el vaivén de la tierra, que abrién.
c^qfe.el ar^ se, creyó que se desplomaba la clave sobre la cabeza de la imagen; en.
tónces se oyó un grito de muchas personas que potiaban aquél vasto cementerio, se
retiró la imagen y continuó la grita inconsolable de las gentes que afligian estraord*.
nariamente á los que estaban pre8onte8«*-£J&.
—«27 —
liecho fervorosos actos de contrición, animaron la confianza del con-
curso en la poderosa intercesión de la Madre de Dios, á cuyo íkvor se
hablan acogido, y del Santísimo Patriarca Sr. S. José, en c^ya víspe-
ra estaban.
A estas voces, como de un profundo letargo volvió en sí la mucho-
dumbre, y depuesto iodo pavor, se ordenó- lucidamente .la iprocesion y
se llevó á la Catedral la devota estatua. Después de los nueve días
fué jurado solemnemente patrono de la ciudad contra aquel terrible
azote el Santísimo Patriarca Sr. S. José, á cuya protección, se atri .
bula que en tantas ruinas de edificios y en tan peligrosas hendiduras
de otros, y en tan fuertes y continuados temblores no hubiese muerto
alguno, ni aun enfermado de peligro, saliendo al aire y durmiendo en
las plazas y en el campo tantos achacosos de graves y. maliciosos ac-
cidentes*
Pagó aquella nobilísima ciudad ¿ los jesuítas sus buenos oficios,
juntando entre los primeros republicanos 9e%8 mü petas para reedificar
su casa é iglesia. Entre los demás ciudadanqts no faltaron también
muchos que contribuyesen con sumas considerables, Grap parte &e
debió á la : liberalidad del padre Dr. Juan Narciso 4e RoUes, que<ha-
biendo sido antes canónigo de aquella Santa Iglesia Catedral» por 9I
singular amor que tenia á aquel colegio, donde habla concebido la reso-
lución de entrar en la Compañía, aplicó de sus bieoes seis mü peios
para esta, entre otras muchas obras pías. El noble caballero D^ Se-
bastian de S. Juan Santa Cruz, reedificó y adornó la capilla de nuestra
Señora de JIqs. Pplpies, con espensas de mas de ^^
Nuestra provincia tuvo por este tiempo la mayor satisfaccipn que Estreno déla
po^la apetecer en el reconocimiento, visita y ventajoso testimonio que ^V^^^^^
dieron de las apostólicas fatigas y trabajos de sus religiosos loa dos bla.
celosisimos pastores el Sr. Dr. D. Nicolás Gómez de CervanteSf obis-
po de Nicaragua, y el lUmo. Sr. Dr. D. Benito Crespo^ obispo de Du-
rango. Visitó el primero personalmente las nuevas misiones del Na-
yarít, y quedó sumamente consolado de la paz y tranquilidad en que
vivían aquellos, poco antes fieras. No se cansaba de dar gracias al
Señor y á los padres misioneros de ver tanta docilidad é instrucción en
aquellos bárbaros, tantas, aunq^ pobres y pequeñas iglesias levanta-
idas al verdadero Dios en aquel alcázar de la idolatría. En efecto, so-
segadas las inquietudes primeras de los nayarltas desde el año de 179.5
con la reformación de la tropa que se redigo á 30I0 cincuoQta hopü^iri^ii
1.1»
•f', ■
: D*.
— 238 —
y ^1 gobernador que aquel mismo «ño, por órdeo de B. Pedio Rive-
«ay visitador general de *los presidios, se retiró de le jA'oviilolá. Pe los
-^iticyerita soldados^ se fnUBdaron habitar treinta ^eii lurM^iMíy ómiz ^eu
Guainamota, y otros tantos en Ixcatán. Los Sres. vire¡fe» lutbian
mandada ejeputair las mas estrechas previdencias para la ^fanquilkíad
y buen gobiiemo >de aquellos f>ueb4o8: que se repartíeraD* entre los in-
dios 'Cinc^ :$uil pe9os por ilos daños >qua les bebiesen kecho «ala «oa-
^^pástae que á los padres «láistiese siempre iUB'SdMado<de escolladlos
idMindo4iubiesen de stflir á sus «pueblos: que no 43é 'ácjases «entarfAa-
"M-^bragidos ni «ólteros: que noveles permitiese tractarni cóntaratarcon
1bs4ndios,«i-é^Far enlos pueblos sin benepláeko de los misionerae,
'Uí *séi*vkse «n >nanera idguna de los kidiea para i^us particulares eeme-
' didádés.' ' Ooii estas disposiciones (bien que Éte tedas veces observa-
das rigorosamente) respiraron algún tanto de sus pasados temores y
vcjttclones los nayarítes. £rá iding«lar la apücacion y «c^eMia á la
déeti^üGf y 4 los demás ejereieíeis de ^sflbnós -que. pudo Itonar-de'eom-
'■ füioeencia aA filmo. *Br. ¡Cervftbtes.
El Sr. cflft^po de Guadiana (Durango) 'en ctiya Jurisdicción «6(á la
-fMiyw fiai^'^'«uetttvas<iiildiei^ír,'dejftda :lá espedidMíb^l Méqé^ ih-
^léttté la vifiittíi de su ^^ntísma diócctsk, que jéuadi toda áoiá el Ponien-
te y T^Tonüéstéf debe ^uíbUa mitra é nuestros opefaiSoB«' Xa ^I^e-
iitíana, fa Topíe) lá ^naloa, Ostimuri, alta y bc^a Taraamare,' la Bono-
irá) la Pimeria, eon otras tantas regiones cfvüiBadas, cuMvadas y atraí-
das- ala teU^on y obediencia de nuestros reyes, con solo ét sudor y
sangre de hsjesmiás, £n iodas eHas halkS mucho d^é qué bendecir y
ttlábár á' Dios d celosísimo prelado. A la misión de S.- Ignacio, tjue
'áidmMstraba el padre Agustin Campos, bajaron ^ presentarse á su Hus-
^ trísima ihás de setenta indios del Sonoidacf, del Bác, de Soámeá y otras
fáncherías de sobaipuris y pnpavotas. Representáronle con demostra-
'eiónés de no pequeño sentimiento, que había muchos' aSosqire atrai-
~dós de la dulzura y caridad dé su primer padre y protecto|^ el padre J¡u-
sfabio Kino, hablan solicitado padres para instruirse y recibir el santo
' t^autisme: que ¿1 dicho jíadre Kino les había enseñado á sembrar regu-
larmente, á fabricar sus casas, y cuidar ganado para itaantenerse así,
^ y á ios padres, que en vano hablan ^Isperado muchos años: que entre
leHos había muchoisí 'badtizados, y que si úq lo estaban todos, era por
'no iitiber podido el padre asegurarse de que se les proveería de minis-
'ttorqtíé por "óf^én dé 8'. M. sé debían ha1>eir destinado para la Píme-
— 229 —
ría ocho padras^ lo que jarnos ae habia venfioado biin4e0pueS'deiiiu-
«hoa ínfonnes é instancias del padre Kino: 4f«e«staditacioii.faibiaaido
eausa áe la perdición de otras mvichaB naciones y paires que éióho po-
4m 4ema ja reconocidas y knen dippuestas, <:omo -los ^nHMSf quiqui-
•flMWt ^ooomarioopas, hoaibonamas y otros habitadores ^9 4ov grandes
rioB Gila y <!)olói%do9 y aun ios «lisines apacha, 'cnyá -ctijnTevsion en
otares^ioinpes hubiera sido muy ñicil) y hubiera libertado & la Tavati-
mará y Sonora de tan continuos sustos, 'é wraensos -ii^s^teffir ala real
hacienda. El 4Br. obispo, penetrado del idas vivo dolor, beníférencia-
da con los padres la materia, y hallando ser verdadero cnanto «Kpve-
•sabnn tMfieNos baeoos indios, resolvió escribir^ como 9o hizo, •síl'SxmdL
9r. marqués da Gasafuerte, virey, y «d padre previtfeial de-la CUmipa-
üta pidiendo por lo^ menos' «no -6 dos operaries,lo9 que ^ lio podían
manlenenteá espensas del réy se obligsiba su-ÜusMsinuié mántehev-
los 4 su costa por el bien ét aquellas almas. •' Auh &-esta petición ten
autoríssada y tan justa, jse opusieron dificcrtlades 'en México, que hicie-
ron al ilsstrísimo recurrirá 8. M. con el felis ésdto que verem08«defon«
te. La mismb representación que aSiorasohace-al fHmo. Sr. obispó de
Durango habian hecho i fines del año antecedente lofer inismos sübai-
puris-al padre-rector I^niacio Arzéo; pero esiáhflo' está narración' in- ''
aerta en el informe -que de aquellas misíon^is^faisío aVd^r. virey elbri-
gadier D. Pedro de "Rtvéira, hemos tenido por mejor vaciar aquí á la le-
tra cBcho informe, que és como' sigue.
„Exmo. 8r.-^A mas délas órdenes generales que V. 'C se hk' j.
servido ministrarme, la que consta por cártá do " 1S€ *ide -junio de bre las mino
1725, en que' se me manda observar el estado que 'tüencU las miñones ^^^¿ *^
hifde me fuésO'posibld sahetfo, piorno que eónVÍeno estafa T'.'E. ento- rango al vi.
ndoi de'UTfmná en qhe estftn divertidos los opéranos dieí'Elrangelio, ^^er D. F?I
instnieoion en la fó cat^Mrca de los indios, redtiéidós í vtdá'fibKtíeapor dro de Rive.
la gravedad de este punto y repetidos encargos de 8. M .; y habiéndcflo
«¡Oeotadó'por Ib tocante á las- misiones de Nuevo«M6xico y Nueva-
VhBÜifá qoe hané" á cargo de los reverendos padres franciscanos, abo-
fa pásaúdó por las de Obtimurí, Sonora ylSináloa, Tengo gnstosol ini-
fennafá'T.'fi';' losatisfedio y complacido! qué me han dehido las qÜ-
TerieBriiis dd'lbhd complemento con tine estbe mtni«tR» m aplicn en
tódui Vóéai-á su obligación. Las de Boikóra y Oétiiinfúrf,"é8táil' en ñ-
bttas flMQés; oh cuyo cultivo logran ads ministrbéi ícdééehas con qué
Mier fiíM 'abturtécidod'il'MBf lefios i^edtftidos^' pttHbldé. "^Eisfóí^ en hnidá
■f
— 230 —
de casas, forman las misiones en vida política, estando ellos, sus mu*
geres é hijos decentemente vestidos, y muchos en el trage español, in-
clinados al trabajo corporal del campo, y las mugeres á la labor y tela-
res con que comercian con los españoles. Hay muchos instruidos en
la lengua castellana, y sus ministros todos diestros en varios idiomas,
según los pueblos á quien en elloS adininistran y predican. Las de
Sinaiba son menos fructuosas; mas no obstante, se halla igualmente
«n todas con total decencia el culto divino, excediendo solo las de So-
nora y Ostimuri en el mayor adorap de las iglesias, ornamentos y va-
sos sagrados, en que los padres emplean cuanto adquieren, y en cuyo
reconocimiento tiene mucho que venerar y que aplaudir la devoción.
Mantienen \o^ ministros entre los moradores de esta provincia mucho
crédito, estimación y ref^peto por sus loables virtudes, buenas corres-
pondencias, y distribución de limosnas á los necesitados y misiones
.pobres. Y en cnanto á la conversión y educación de los naturales, no
tiene que oponer la mas rigorosa censunpi, porque á mas de estar los ya
reducidos bien radicados é instruidos en nuestra santa fé, hay muchos
tan adelantados en cada pueblo, que en todos ellos hay capilla de mú«
sica, de la cual, con los varios instrumentos que les han enseñado sus
ministros asiste^ 4 los oficios diarios de la Iglesia, atrayendo á eUa á
los demás, y á la asistencia al continuo reza y esplicacion de doctrina
á los niños y niñas, manifestando todos , obediencia, amor y respeto á
sus ministros, que son celadores continuos de sus operaciones. Mucho
mas pudiera decir de lo que trabajan estos padres para honra y gloria
de Dios» propagación de Ja £& y biei^ de las aInias,|ip,,8plo eqfr^.liis pa-
ciones bárbaras que reducen, sino entre los vecinos españoles de estos
paises en el pasto espiritual que les qomuniican y el so^rro en sus ur-
gencias; solo añadiré que en las ocasiones que se ofrecen. de hacer
campaña^f^eontribuyen.con largueza dichos operarios con víveres, é in-
dios amigos abastecidos de todo lo necesario^ como lo esperímenté en
la que acaba de hacer contra los apaches el capitán de presidio de
fronteras. -Asimismo satisfacen estps ministros 4 loa piadof os deseos
del rey nuestro señor, procurando atraer loa indios aun gentiles al co-
nocimiento de Dios, en cuya comprobación, estandoieu'.^icho presidio,
vi que copia de indios de la numerosa nación de Ipf.pimas vinieron á
pedir al padre: rectos Ignacip Arzeo, que respecto á no tener ministro,
les diese el consuelo de ir áhautizar gran número dq párvulos, lo que
4icho padre ejecutó internándose mas de tremta. leguas al Norte: bau-
— 231 —
tizó cielito euafciota párvulos, y volvió muy compadecido del descoo-
suelo con que quedaban aquel^^a naturales do no tener ministro, y no
poder él asistirles por la precisa residencia en los pueblos de su cargo.
Por lo que jtisgo necesario que V« E. procure se envíe uno ó mas mi-
nistros para esta nación de roas docilidad y racionalidad que todas las
otras. Esto mismo que he dicho de Sinaloa y Sonora, debo decir de
la de Tepehuana y Taraumara, según he podido informarme de perso-
nas desapasionadas. He juzgado necesario individualizar estas noticias
perla complacencia que el celo de Y. E. tendrá por ceder todo en servi-
cio de ambas Magestades, y ver ensalzado y alabado en partes remo*
tas el santo nombre de Dios, mediante el insuperable trabajo deian
celosos ministros. Quedo á los pies de Y. E« con el ma9 reverente res-
peto, pidiendo á Dios guarde á Y. £. cuanto deseo y he menester.
Real presidio de S. Felipe y Santiago de Janes, y febrero 14 de 1727.
Exmo. Sr— A los pies de Y. E Z>. Teáro de Rivera.''
Corroborada' la petición de los pimas sobaipuris con los autorizados
informes del Olmo. Sr« obispo de Durango y del visitador general de
los presidios, obtuvo finalmente de Madrid un despacho feliz de J9. M.
en 10 de octubre del siguiente año de 1788, fnandó dos cédulas al
YsEDOm Sr. marqués de Casafuerte, y al Illmo. Sr. obispo de Purangos
eita segunda, es del tenor siguiente.
Bl rey. — Reverendo en Cristo padre obispo de la Iglesia Catedral
de Durango en la provincia de la Ülfeiva- Vizcaya, de mi consejo. Sa«
bed: En qarta de 22 de agosto del año pasado de 1728, me dísteia
cnep^ de que estando entendiendo en la visita general de vuestro obis*
PMo, os salieron al camino en la provincia de los pimas altofi mas de
fletenta indios gentiles, dando á entender deseaban ser católicos cris*
tianos, y no tener ministros que les instruyesen á ello, y que habiendo
representado lo referido al virey de Nueva- España, luego que con*
cluísteis la visita á fin de . que diese providencia de que fuesen tres mi-
sioneros que por entonces bastaban al intento, no lo habia ejecutado,
como tampoco el provincial de la Compañía de Jesús de México por
decir no tenia orden alguna, sin embargo de haberle insinuado vos no
90 detuviese en enviar dichos ministros por <a de medios, pues os
f)Uigais al costo de su transporte» y mantención anual; y- habiéndose
visto en mi consejo de las Indias, con lo que dijo mi fiscal, como quie^
ra que por despacho de la fecha de este, ordeno al referido virey de
Nueva-España dé la mas pronta providencia, á fin de que pasen minis-
ti%aí ttíi^áñémsá iW ^íbi<idá' prcrrineia de los pimas altMs poüiiencb
téencafj^ BV'tfatíkfietñe los rdigiosiiB'idíe h GompalSii de'JMis; de
cii jiá* pityvtiletfc^ q^édtt asiniismó p#evettido' el^ ppdcttrtfdbt generaf d0
eirtn l^gíotát», qoe i^i^ éti' aitü cortés á'&i de qoe portodás partbs'^
^jigé(6^Hfeédio8 coÁV^bfebféBJ ka* paiítícido ptotieiptioslO' y daroe
géáéíás; póíf lo'()ut9'os dedieaiá'al'cfutnpKaiéttto dé voefltra oUigfieioii
pasfomF, de cayo ¿elb'éi^eib éofltfüMreiBi-idoiifio oaloeiicta^f atfó-
lií^«Mo^ d^- tá é^^^adá* iniaoA* y rite¡or II%1N)'d^ esCa eniprei^V ^' 4^^
txiató ée' itftérédá €l seHídio de Üios y» ttiio: Fifchá eA MíiMd á^ 10
á^ defu^ d^ V7^i'-^9ofetttf.'^^bt lüalidádo áéV téty núMxir se-
l'tfk»€nr&«ilai$iii«te<98d pirbvid^ciHd dé é¿ M. áeércá delá itkllHiíc^
da Ib» pimasC Efr Itf €aKf<>núa,^eDtte'ta«íco;»tf di^*pn^fpfó^^
síeá^^il^dbéde éfkáád^'IT^; htrBíádbfkdoí'dé^ ^ íegflittítf erpádK^
Juan Bautista*£tíJrM^¿ JÉC^Os ^íkirosd jeáuiÁ, fld'cmteiitoeéb*ft^
éfihiMbyéeeiíññó' á IWMAa ééflbé cálitbñ^'dqueílb pártiíí'ddHnis
1^ Mtiláifo Éte' im^aifi W éf idiétb^ ^eolitttthbi^ár^'déí^ füÜi'ftié^ifVHid^
para disponer á la reducción los ánimb^^i pKdi^áébaBtitfi{>dé¿Silrtiéw
gftrouii^éid^muetó» tifíffipó'áMs'pórfb^ áth>á^^^^
\li» ratítími€¡B liiiaiitfemdbF baslilinsienee' ál^ pádM9i«l;(]^ cM'BttÚi«Mr
áktm. ^-Efaífío ^w^^l«í<sfeyfa<di$ Si YieeWte^8»¥ó$Fd'dél^éár]r£ítfr,
q«6 lo&r imutálbsi ítmmpütéask Kínmám' -M 4}í^bÉ éíf\ñ&1<M^ :^^
bíMdc^]^é»á!áti^al!«S fMtfí%ííe^tE)^é¿fé'áÍb^er|^
pañ^d>ébrpftdee'(S(dl>ffsf»Ktf dé'8Í«ti«^yitiaeV^ifbia^ltfl^^íUSf t^^
v^Áeím "«Kt^úiftéfiQdr^I^^^ ^«nVl>^e'se']^diéfb]P<:§ttW^^
Mtttí4fftbá^^^8rÍd«íNe^'clMM<éN¿I^ kMmé^9M^pt^
cüddiíétf ^¿^H^láú^^ É»9é(aíflo»p«ñtéié8á i^OX'
&tkí^tiási(sÚMÍ tt^iéVáé^ ]éttt^'fe«^' qtíér 8é<ég^!ég§Mfi^'amMafi> d^-h^
oAvíékñffé^béie^^iíémi Etím«0taW»'^kÍ^ii^^áfloS€dmíéráH^
UéhrDéMKlatériíi'ddét^ |^'
gií¿tiirl^ 6of¿R>* ÁaÚátf pof-é^i^ c^ x^élieflí<ipe ád'lilMtt^
p(Mlid<y cátSlj^n^, y'diéj^ie^ 4!fpkák S^'k^/ • R)éÍípó»íkiM'(^itfYi^
padiéiida'««i|^M»* <|^ 'fdieÁ^
— 233 —
bian aoUciiailo un indiauelo crittiano ^|ue los enseñase. Con -eatoa j
otnw-flea^i«ite8 nug^ffog» endulzaba el Señor 404 amaxjuras que causa*
faaiiiü celoeo operario la rebeldía é ingratitud de algunos caciques que
IM» vafiaa Tc^oea intentanon darle muerte. Fueron estoa sii^larnie^*
Aedostdequíeneajpor últbnojtriuafó la mansedumbre del padre Juan
liUyaodob reducíéndoloa á vida cristiana, y asistiéndolos-basta la muer-
te, ^gue les sobnevino poco después en la general epidemia que este año
se padeció en toda la Nueva-£spaña«
3j(éxicoi como la ciudad mas populosa del reino, fué la que priaci* nl^pioii.
pálmente sintió el estrago del sarampión. En esta, como en todas las
ocasiones de igual naturaleza, se biao muy digno> de notar el celo, fer-
vor y actividad con que sin perdonar á trabiyo alguno, ni aun i la mis-
ma TÍda m sacrificaron los jesuitas k la salud del público. Celebrado
iatea de la bora regular el santo sacrificio, se repartían nuestros opo-
mrios pcMT los diversos cuarteles de la ciudad á asistir á las confesiones
de los enfermos y i^yuda de los moribundoSt de donde el que mas tem*
praJDio se restituia al colegio, ora dei^es de medio dia. Tomada un^
ligera joafaccion y algún tiempo para el oficio divinoi yolvian otra vea
4 la tarea basta muy entrada la nocbe, y no pocas veces hasta la ma-
ñana siguiente, sin que en medio de tan continuada y penosa fatigaren
el incesante comercio de enfi^rmos y moribuiulos, enfermase y muriese
a]giuie« No contentos con el socorro espiritual, repartían al mismo
tiengip» laq[as limosnas en alimentos* medicinas, en topa para ¿i abrí-
fo da innumarahles pobres, ea reales» que parte de los ioaismos colegios
ae les daba para distribuir por sus manos, y por su mediólas repartinu
muchas ricas y piadosas personas. A pesar de todas las preoaucioiiss
^pie «1 JBtzmo. Su marqués de Casafuerte y todos los principales isuge*
tos jde la jciudad tomaban para apagar el incendio, no parece sino que
le-fnínistsaban pábulo para nuevas creces. Agotados todos \ob reme-
dios human o s , procuraron algunos devotoyi, por medio delIUmo, Í3r« D.
Carlos Bermudez de Castro se sacase en procesión por todi^ laxiudaí}
la imagen de juiestra Señora de Loreto, que se venera en nuestra igle-
sia de S. Gregorio. SlEtlió efectivamente con extraordinario concurso
y aolemnidad* lEn el camino pasó el venerable deán y .cabildo do la
Baou Igl e sia M e tropolitana, un a&úo al padjoe provincial pidiéndole su
[ ben opláeito fara conducirá la Catedral la Soberana imagen, y hacer.
Isabf'tm scÜemne novenario. No pudo el padre Andrés Nieto dejar
^ condescender ala súplica del cabildo jeclesiástico» que lo ertí .da, tA-
TOMO III. B2
— 234 —
da la ciudad» ni la piadosísima Madre de Dios dejar de manifestar cuan-
to 86 agradaba de aquel obsequio. Desde aquellos mismos dias se comen-
zó á hacer muy reparable la diminución del mal, que á poco tiempo so
acabó enteramente. En agradecimiento de tan señialada favor, deter-
minó la ciudad asistir anualmente en cuerpo de calnldó ^ la fiesta que
el día 8 de setiembre se le hace en dicho seminario. Las sagradas re-
ligiones tomaron á su cargo los nueve dias antes, venir á hacer á sa
costa un dia de la novena, como hasta ahora pocos años se ha practi-
cado con edificación de toda la ciudad y grande aumento de la devo-
cion para con la santa Casa de Nazaret. f
171^^ A 1. ® de abril del siguiente año de 1729 falleció en el colegio del
Espíritu Santo de la Puebla el padre Andrés Montes, natural de Fon-
carral, lugar vecino á Madrid. Se crió en México en la casa de un
rico hermano suyo, que á su ejemplo convirtió muy en breve en un ob-
servantísimo convento, sobre el que derramó el Señor copiosísimas ben-
diciones. El hermano, después de tolerada pacientísimamente la mor-
tificación de la ceguera en los últimos años de su vida con anticipa-
da noticia de su muerte, que de mucho antes comunicó á sus correspon-
sales en España, falleció con singular opinioh de santidad. La suegra
y la muger de dicho caballero, acabaron antes que él con la misma ñi-
ma de virtud. Una hermana de dicha señora, que antes de comenzar
el padre Andrés sus estudios, le destinaban para esposa, murió en el
convento de S. Bernardo con la singularísima prerogativa de haber se^
gnn pudo congeturarse por Ibs dichos de dos t^onfesores de uno y otro de
haber conservado su integridad virginal én el estado del niáírimbnio en
que vivió muchos años. Ejemplo maravilloso, y que en pocos santos
casados lo venera la Iglesia; quien con tanto celo promovía las almas
á la virtud en el estado seglar, bien se deja conocer con cuanto fervor
se^aplicaria al ministerio de tas almas llamado de Dios á la Compañía
ya ordenado de sacerdote. El padre Andrés Montes, trasplantado á
la casa de Dios, seliizo luego muy singular en el fervor y aplicación al
confesonario y al pillpito. Es verdad que este camino por donde qui-
zá la Compañía se habia prometido mucho finito de sus trabajos, no era
el que le tenia trazado la Providencia para nuestra edificación. Des-
pués de haber sido un apóstol en el siglo, no parece haberlo traído el
t No ha mocho que se conseiraha en México la memoria del rasonamiento al
pueblo, ^ue en e^ta vez hUp el padre Parreño^ primer jesuita, pramoyedor del buea
gvmto en la Oratoria sagrada. — EE.
— 2S6 —
Señor á la religión, sioo para un ejemplar de sufritQÍento como á Job
y un varón de dolores. De cuarenta y ocho añoe que vivía en la Com>
pañía, cuasi los cuarenta fueron de habituales enfermedades en <iue su
tolerancia, su obediencia aun á los mozos enfermeros, su mortificación,
pobreza, devoción y su modestia, fueron copiosísima materia á la edi-
ficacion de todo aquel colegio.
Al partido de S. Ignacio, del rectorado de Piaztla, en las misiones
de la sierra de Topia, faltó también este año un insigne operario, y
grande ejemplar de toda virtud en el padre Juan Boltor, á quien los
misioneros en vida (vecinos) y en muerte dieron siempre el título de ve*
nerable. Lo merecía efectivamente, no tanlo por 4a respetable ancia-
nidad, que según se creia, pasó* de cien años, y euando no, se acercó
á ellos, cuanto por sus religiosas virtudes.* Hombre siempre hambrien-
to de la perfección, vigilantísimo en la observancia de las mas menú-
das regias, aun jen mas de setenta aíios de lyiisionerQk donde fiütaron loa
implares dé hermanos fiarv^Mrosos, y. el. cuidado de los celosos prela-,
dos, amantísimo de los pobres, cca quienes repartía jaun lo necesario,
pira sil peiBona, sustentándose de solo las limosnas que le ofrecían vo^
kntariamente los indios. Sus conversaciones con los prójimos eraii,
«mpre de Dios, ó de cosas de espíritu. Daba muchos xatos á la ora-
doii mental, los que led^aban libres la administración de sus pueUos,,
y joa ei^írituales ejercicios, los daba íji la poesía y pintura en que tenia
absolutamente materia, y no otro objeto que las alabanzas 4 Dios, los
misterios de la vida de Jesucristo y de María Santísima, ó las heroi-
cas acciones de los santos, las que tan no apagaban, sino que servían,
ds.fomentp á su meditación. £n estas piadosas ocupaciones, amado^
de-Dios y de los hombres, lleno de días y de. merecimiento, pasó al
SeBor en 19 de julio* Ni es de omitir ya que hemos tocado; las misio-
Bss de Topía^ lo que poco antes habia acontecido con nn piadoso ca-
QÍ|Wa. Hallábase este muy cercano á la muerte; poro con tal tran-
quBidad y regoqjo de ánimo, que su «^J^^dad y lo nsiieSlo de su sem-
hlante, áiói no poco cuidado á los que Ijqi.. asistían. . Un yerno suyo, He-:
gápdose á la cabecejrpí, le dijo con respeto: «»Seupr y padre mió, no
os esta la hora de reírse, estando, para .dar cuc^nta á Dios: apartad la
memoria de las cosas frivolas del mundo, y ponedla en las eternas de
la otra vida." A este prudente avíso.-« • # „No, hijo mÍ0| resppndió el
buen anciano, oo es el motivo de mi risa, y gozo la memoria de. las co-;
sas de .Qsti|.vjida»4^i presto 1^ ;k^ 4ejar, iü^jm) antes la eüp/^ftiQs^i^de )os ,
— 38»—
6é»f<D«9 fosos qit» me protnelo oo» tante §e§sitíáad por Jn» ooite* íAm^
qaütif^fkm qae-aegutt mkftieran8ihofMu«ii«ado>hoaiin'jr aerar jfcl^
tÍálnéiV!¥g<ei^,7 tMribvdH é lM-MÍcérdotM y'Miaiotio» de JéfliienBtf»».d««
j^K&dónié goiieriisr por* 6«» fian to»<fOii8«sos* ■ Ibue tú* otM itantcrncpnB.
T&tt fS&attt VSfnCrttlI vO 'COOBOOIO' €tt ' Qolft 'rO|V«
En la misión de Loreto en California, aoaM » j^omtti uai—fc el
ptíétté f^liñeiseo María P^oloi ftmdfetdor en DOtpf anSa del p«dw 8él.
i^tí^fti dó liquli^ tnétiandad^ ^e^ ouHíibó con ioc^bleiP peKgfoe-per
étfmt^úb treinta y da»añoe, despue» de habes cetado moa «i^düi». en
lee mMMies ¡^ tamani««e8 altos, dond» tundo la inieben derCbridUtr.
Ftté eitiliatio 4^ nación^ y ?tno ya saceidote. 1 la pinevinoía^ de M oe-
lie^ terdadeiMMftenie apo^6Moo é inoanaableieapraciiBu: por todoaloéMe.
dios peeiblee hi ealoé de ^s alamar eBpeeáaJxitenle ds Jue grntHeej, de
vMl ttafisedan^bfe adftdmbfo paia sttfrir las groasríasi^ aiptrifauraMÍe-
im fHÚtéúgédy-ét^geoñ mtMiidliosQf pufesa de conoíeacia^ que k^fuém ée
sÉB éénfteofee jam&s ^e«laminiS con elgawi ecdpiínettaiw' *- Mm^ el
Ae; M dé fébr^t^» en eq ibáette^íeMn ene amadoe ea)i(bnikii.baetffi-
teír p^bés át eeüt^enéo» y témoi» ooa qne^ le «eaerafeaw e0«ko4ei«
lütó antígüó ^fiaitk yfaméHátff. For este tieropo.ee pedeeie MuéMes
todto'laé é^éinás ^ifíimoiiee'd^la •California oo» la epidéattá'qu#lieMpa ym^
oowHA)r entre los indios» 8íf&gfdai>iiiea«e al Nioivle de^la nue?»
d; Igni^cto. Entre eslae penalidaéiss^ no laltabaa al eekieei i
grandes motivos de conseelsb Tbl^ finroft lássinréeMis
y cristianas tneertes de do» famoeem bahamas 6 heehieerosi qttd^ewe eai-
bastes y apo^tasíae hatean oauétaido niucha inquietad' á loe* nedfifioey^^
da^'ttl mi^nio padre nnidia materia de me rebi m fen l». ' Ne ftiédi» aié^
ñor jtfbüo ht redüeciott de ana raocheda WaimÉáik'WáUmem §L ft
áe^ mar del' Ser. Vn genlü de éÉte pai^ per la cesKimeácieii^
pcñMoe eHístiaínoe, tavo algena notioiade tes fttíftenoe '4e 'nMam^
rriigíon^y neeoticbd del iMMtteio. Simd^wn nmowy m de iii i m i í MM H^ "
peeecemM MtM ajquelWi'teriMroe, despejado^ piKMMr > á^^ %m^
reéiicttdi y sáñtidád'de hm mÉadaMS erielíañae aím rate f ghm mémuV^
{MnpiMMa* por boeit dé-euc» fMlMtioas «inllabei>iMejaBiie«]gdtte
to padre»; le IsbiéTOft tan peJbteseí impt^Mn^ qÍM^
iflfaid Ihñtisarse. 9^ió^éonlent»emi haeeileí é4| pMeoiMS wáe»t > tre B «he •
cftm^ haatfrid o se el {iredioador y apOMoIJe sé MÉaéfQVK' Ñe-tMe^ ^deír-^
segotfib db tM6i, singaiaitten%e de IM' ai!íeimM>é c^^^ rh^'
evmye píam Hegar á iae mattoe éa^et ealoi^ de la-'diÉjplM; )Mi^éofii'
— 237 —
dfe 9tt fauúha y tal cual olro {Cariante y algunutf nnjigos, partió ú S. Ig^
iMiciot áemá» á pocos dma^ bautiaados todos, «e volvicro» llenos de &ü}i.
fliwlo. N« tMdó nuNsfao e» volver can nuevo» pro8élilot> luMta agrogur
1^ vebaño 4i» JeMcnslo toda vavanchería.
La ]Mosp«ndad 4é' astee «iceBoe oon que se eonaenaó á abrúr pu«rtu
al KfB8gelÍ9i por Ja playa del ma» del Siir^ se turbó qd parte con Mna
ioipfovts» hivasioa dé alguñoa salvages mas septontrioBal^St (}ue ó por
édki. del ensttaoismo» é fkstt anliguas enenistadce con k nación de lie»
eeohióiies^ cayeron de un golpe aobre la misión de S. Ignaéiot con
muertpi^deénft cristianos. Cieyó el pedre Luyendo qu* la mansediu»)-
bre y paciencia cristiana triusrfaría de la iábunianidad de aquellos bir*»
Innras^ y éé- no permitid él eiis neófitos <yue se vengaran, como intenia.
h&ñf por laá anaas^ mas la iaftptmidad les dio nueva osadia» y llefaron 4
ittAamar ka moerte del Mintstrot y el incencKo ée hí m'uáon* Fué for*
•ntótteea desentrañarlos dé quo no eta núeda 6 cobardía la toW^
de ifae faabisA usada hasta entóndes% 8e coonocaren )a# v^
fHans^ ranebeüka oríattaiuui en aAm ef á de. setecientasi hombrea dé»» vt"
WMJh ^ <|UB aa encogieron solo treaotentós cincuenta. Se nontbmi^aii
iodUbst de valor y a«londA4 autre elfos: «e ks poevey^ de todt
d» énukéf toda eon inucbo érden> y^ cuamlo mayor apacalo iié
^ fábricMidá» tode^ en la midioiK A loe doa capitanee se ka dtó
Mío* dé ne ma«ar á nadie» sino traer á cva^tos es pud ies e » tommr vi*
yfmt y Mbadb wia not^ena á k SaNiífkna Trinidad^ Mevaado peí taai*
é^m 1» SHala Cwáf marchó k trepa en busca del eaemíj^* laámÍMi.
éb pí^ \t» e^lp^e el espitan, gobernador del pHeUe de 8« IgoacioY qvf
Inr sn e wd go s dofl e ansa %an en un agua.fe cerca de k sierra,, se acerca A
^no#dlft-tieebc,'ibtffiand<9 vfít oocdon, qtve ineensibkmeAte fti^ ciüíeotiátt*
otws nasCft cen ai les tfooo ef paso*
' Jm mr pasta #bI «Bai ae leranto oe todos un norrtwe imiil<le. Loe
eBontges^qn^ irormian sin tí. menor recelo,, ooepervkren alarma soa,
y^^piHncrofi poneiso ch' ourensa^ pero loa ciisivanos eran en mocnto ma*
3rs9 Mnefs, skii armados, y fea tenían cortadlo todo el paso. Stit for*
aii6' Moifr 4 cMregarse, uro qtredatrdo arbitrio á H fóga: hubieron do
f &ém fl té arc o s a él soüío en «efkl ée rendimiento. Pocos pudieron
cwifHfTM f-'mt aviso ñ otras cuadrillas mas distantes. Se trajeron en
MflRf á 9. ^a€ÍT> trehita y cuatro prisioiieroe, que Aieroii condbna-
eos t siE^féis. ik comenzó por ef que habta cometidb eT homfcídio;
fct» t potk»||o))'68'lorfvÉA^ Sislííaga y Luyendo, que se huLtláh^ti^Ys.
— 238 —
la misión, salieron á interceder por él y los dcioas prisioneros^ £«Ut
cHridad los cautivó de manera, que aun sueltos ya de las pnnQiiea« sa
quedaron por muchos días en el pueblo pasmados de la hermandad con
que todos los acariciaban, y procuraban hacerles oivídalr las antiguas
discordias. Pidieron que se iKiutizasen sus párvulos, y á su inatancia
»e hubo de hacer en algunos, menos en el hijo del príocipal cacique.
Pareció desconsolado, y tanto, que del camino volvió pidiendo con lá-v
grimas el bautismo para su hijo, y prometiendo volver con todos aque-
llos prisioneros y cuantos mas pudiese, á instruirse también y bauti-
zarse. No pudieron negarse Ips padres á tan piadosos ruegos, y 61
cumplió exactamente su palabra dentro de pocos dias.
Con igual fervor, aunque con muy diferente fruto se trabajaba en
Nayarit. Los fervorosos operarios tuvieron el desconsuelo de saber
por medio de un indiq ñel llamado Francisco Javacué, que algunos aua
de los ya reducidos á los pueblos adoraban los antiguos ídolos. Seña-
ló los lugares donde celebraban sus juntas, y añadió que por no haber
«juerido tener parte en sus abominaciones intentaban matarlo. £1 pa-
dre Urbano Cobarruvias, á quien se hizo la. delación, pasó la noticia al.
gobernador del presidio, y en su compañía pasó también al lugar sena-
lado: quemaron los ídolos é infame adoratorío; pero ni el capitán tenia
fuerzas bastantes para hacerse temer de los apóstatas, ni sa pequeña
tropa, compuesta por la mayor parte de foragidos y gente malvada, te»,
niah tanto celo como él, para empeñarse en vengas las injurias de la
religión. Estos, engreidos con el titulp de conquistadores, y no, ere-
yéndose bastantemente lecompensados, no procuraban sino atraerse á
Jos indios, permitiéndoles todo, porque les descubriesen minas, ó lesr
sirviesen en sus tratos y labranzas, ó les disimulasen los excesos de
lascivia en sus mugeres y en sus hijas. Semejantes cristiaiKMi, bien
claro esíÁ que habian de ser mas declarados enemigos de loa ministros
de Dios que los gentiles y apóstatas. Así á la pobreza y &Jta aun de
lo. nías necesario, á la imponderable aspereza de los caminos, á la rus-
ticidad, inconstancia y malicia de los serranos, á la calurosa intempe-
rie del clima, á los insectos y sabandijas molestísimas y aun ponzolíoaas*
tenian que añadir los celosos obreros las^urmuraciones, los fraudes, los
ungimientos, los malos modos, y aun las calumnias y declarados ódioa.
con que los perseguian los presidiarios, impidiéndoles de cuantos modos
podían aun los cortos alivios que permitía su situación, y lo mas doloro-
so, imposibilitando cada dia mas la propagación del Evangelio y sólido
••^Ubtori miento ile la fératólicn. Vino esto ano e! padro Son:ui*rt con
un mUionoro: ios doma» vinieron cle$ipucs ron t'\ proco rador Filipino.
A 4 de noviembre de este año, en e\ nuevo pliego que vino, cumpli- 1730.
dos los tres años de fifobierno del padre Andrés Nieto, se halló nombra- zlí.?í":«i* *!
~ • provincial «i
do provincial el padre Juan Afitonio de Oviedo. En el siguiente do padre Oviedo
1780, se agregó & los demás piadosos ejercicios que practican los con-
gregantes de la Buetui Muerte en la Casa Profesa, el cuidado do la ca-
sa real de los Hormigos. Este recogimiento do mugercs escandalo-
sas habia fundádose en México, á instancias de la real audiencia pa-
ra reclusión de aquella |>cste de lu república. El Sr. rey D. Carlos
11 á fines del siglo antecedente, ks habia comprado casa y dado algu-
nas fincas de que sustentarse. Se aplicaron singularmente á promo-
ver obra de tanta piedad los Srcs. y reales ministros D. Francisco Sa^
raza^ Z>. Juan ¿U Veguellina y D* Gaspar de Zepeda; pero muerto el
uno, enfermo por mucho tiempo el segundo, y pasando el tercero al.
coro do la Santa Iglesia de Puebla, presto por la incuria de los admi-
nistradores tinieron á padecer aquellas infelices cuasi estroma necesi-
dad. Noticioso de esto el padre Nicolás Zamudio, prefecto de dicha
congregación, á quien su caridad para con todo género de gentes la
hacía como el refugio común de todos los necesitados, trató con sus
nobles congregantes hacerse cargo de fomentar con sus limosnas á
aquellas miserables. No fué difícil conseguirlo de tan caritativos y li-
berales ilnimos, y junta competente cantidad, so renovó su antigua
habitación, se pusieron en buen corriente sus antiguas fincas, y se ioi-
putderon á réditos para su sustento algunos miles. Se les introdujo
agua; de que carecian. El padre prefecto asiatia con frecuencia á con-
fesarlas, y hacerles exhortaciones morales, y algunos otros padres las
caarcamas. Los congregantes con su prefecto en determinados dias
lea llevaban el alimento con bastante abundancia, les proveían de vestí-
do á las qu^lp necesitaban, y repartian en reales competentes limosnas.
En la California se trataba entro tanto de una nueva fundación acia
la parte del Sur y cabo de S. Lúeas que es la punta roas meridional do
la peninaula quo habitan los uchities, coras y parte de los guaicuros.
Se babia, como vimos, por los años de 21 fundado allí la misión de San-
tia|^; pero quedaban aun muchos gentiles quo causaban inquietudes.
El capitán del presidio hizo muchos viages para sujetarloa^J^cerlos
entrar en su deber. En estas diferentes ocasiones los coralpllircabo
de S. Lúeas le instaron siempre por ministros, y creyendo qiic esta
— 240 —
p¡j¿iá, 6t:r moüio para rciiucifse los denuis, propuso ol asunto á los ^
iiroá. Por tel nitsmo tiempo movió XMos aá ^ora^soli del Sr« n»tquéa ds
VilkpttoTrte rnaptráodolc fiHidar otva misión eii diebo oiibo de S.. Lu-
cas, 9ubteTKk> lo qtie iiícotnodaba aquella goaúlidad á )o«^kDU||^09 bfit*.
tknoi». El p&dre José de Echeverria^ qu^ sohaHaba «c|UiftlslM8ile su
la Gali&)ffBÍa en <iaMad de visitador ¡góD^W^le las m is ioa os ^ |>as6HPr
c\ mofl éc maráo al cabo de S. Lucas «ob d^adre ^ioolte IboNMii»
dcjtúido orden que le ^uocediese en la Purisioiaal pudra SíftiáteHids
Taral/«lt iilue se esperaba áo México* Fondada la mstótt eü «naiikm
osf^insa i^erca ^ 'Una alaguQB de agua dulce, se detomiSKllialgnnas
dias el fiadre Echeverría, y ofreció á Dios las primicias áe algoBoé par»
vulos. Los adultos no parecceron 'ñno eo ttoy corto 3i6inero, hasta
que tcaá el ^dire "visilador regreserron los soldados. A poco tkaoopa
filó .preoiso trasladar la colonia citico leguas mum lejos del^mar por Isa
inasetos^ otras «ooomodidades del primer sitio. Aquí, canias íordinu
rías pensiones ^se dio tanta prisa el fervoroso paifine Tauncral, qnete*
tes M afio tenia ya baolizaidos mas de revi y ^treinta geiitíYes.
Muerte del A filies de cste ano falleció con -grasísimo y jtfsfte^iolor y pérdida éé
d^lu n^^^ tecbi aquella c^stíandad el 'faáte Juan d^ Ugárte, hoimbré fmo f Al
«quecos qué produeo t&rde ia natcfralessa. SI- padre Juta 'MatíáM*
vatíMva <eOnfbsaba ing^éKuameiíte que mil veeee ^se %dblemi lesa wpwa »»
déla IDalitbi^a H 'no haber sido por ^ cdio 7 espedienKe ^ü 'pofire
Ogarté. Háiiiéiidoisele fírdstt^do d primer vhr^ qae 'hreo 1 la rtSSMs^
tsiOnfle Ids guaicuroSf'se volvió diciendo:. . • • lEstá ^mpretñíáiwen
«H Z^^^orii él Apósíeif nomlyreque daba di "padre ügaite, y ftasi e Mw
qtfe^Ha'usar en 1as cosas que seproponian como impeoiUe t lá ii-
dtmtrhi humana. tSns talentos singulares para la iüSitéñny «1 ptfi^iHkv
le hubietran merecido las primeras estiiriaDiuiHBS üe la provincia que
dbMiiicmó por consagrarse todo al üien de la -Callfbnmu He tofiair sus
gníuñéB 'pr&alhíB de tilma y cuerpo, de «u eiitt^lmlento. Be su rdbbétá
Mcfd, ñe isnrci^traordinarialherza, de k Tebun9i&áá Wstiespírhn, 'de la
]gran6efta de-sti cotiízod, do su'iiábtliddd para todo ^neit>idh9dbite'a«ft.
(Mníeais, de'su ariroVrdatf, de stt mansedumbre y de todas las ^fmMsVíf»
Itféés, «tipo "vaflérse 'mantVillósalhente para ia 'ñmHaétdnr éoilséirftteielí
y ^fómetftó de aquella» desamparabas i«gioii^,y portMIo en^teMi^0fk
nmjajMAs entraban comoal padmBe la üfitstímy^HiBÉíhB^fftnéá
\fi ímllf^) ^ Iti Calíferriia. Ko 'lelüéle^roB "méiidsMipíMie lónto
^0^nlótHii[k>^st^p<)}]¥eza,1«h 4n^dth ¡wei^cia.Hm'fíMmtafe trttfo4imi'BijiMi
— 241 —
en la olracion, en. medio de las continuas tareas de treinta auoa de mi.
Bíonero, y algunos paiiticulares dones ¡(^n que le favoreció el cielo.
Acdbó su carrera el dia 29 de diciembre de 1730.
Habia mucho tiempo que él piadoso eclesiástico D. Nicoláade Agui-
lar, vecino de la villa de Leon^ en.el obispado óo Miohdacán, movido
de la apostólica predicación y copioso frntor que tanto en aquel lugar
como ea otros vecinos hacia el padre Manuel Vaitierra, deseaba fundar
en su patria un colegio de la Compañía. Tuvo que luchar por muchos
días el .virtuoso sacerdote con la oposición de algunos. émulos de los
jesuitas que con todo género de. artificios y de engnños^ procuraban im^
pedir su residencia en León. Decíase queios jesuitas hariaú mas da*
no allí por su ambición y codicia que provecho por su literaturajy su
doctrina: que en Roma los habion condenado dehereges, y no tardarifin
mucho en hacer lo mismo en España. Comprobaban estas falsedades
con otra mayor, diciendo que en la Puebla había salido de la Compa«>
nía nn sacerdote profeiEK), y se habia casado dentro de pocos dias* Pro*
metían al fundador que con mucho ménoa costo proveerían 4 la villa ilé
ministros para la educación de la juventud y de operarios para la re-
ferina de las costumbres. Nada bastó á hacerle mudar de resolución
áD. Nicolás Aguilar. Consultó sus designios con personas sabías y
virtuosas, .y habiendo conseguido quejsntrasenien su poder dos hacien-
das de sus hermanos D. Manuel y D. Márcns de AguUar, deseosos
igualmente de C4>ntribuir á la fundación,, escribió al padre provincial
Juan Aotomó) Ovicido, ofreciendo sitio para la iglesia y colegio; ctft*
cuenia . mü pekw para la f(U>rica, trescientos marcos de plata para su
adorqo y lap haciendas para la manutención de loi^sugeto». £1 padre
provincial, con dictamen de la consulta, aceptó de su parte la liberali;.
dad del ñindador, y prometió enviar desde luego algunos padres á la
villa ffiempre que se. obtuviese la licencia necesaria de S. M*,ofrecién-.
dose & solicitarla de su general. Muy largo pareció este plazo, á D;
Nicoláf, deseosísimo de ver alguna prenda que le asegurase éi felÍ2s:éxi.
to. Solicitó, pues, que entre tanto se ocurría á Madrid y á Roma« se
pusiese allí con el beneplácito delSr. virey y del Sr. obispo de la diów
cesi» un hospicio con dos ó tres sacerdotes y un maestro de gramátic«i,
de .que muqho necesitaba el país, tomando desde luego la Compañía po-
s^n de las haciendas. Asi se practicó obteni&s las licenCias.dQl Sf
marqués de Casafgerte y del lUmo. Sr. D. Juan José de Bfienlooi^y
Ctlatayud, obispo de Midioacán: sé dio á la Compañía poipwpn djl
TOMO III. 33
— 242--
sitio y fincas en persona del padre Manuel Andrés Fernandez á 16 de
mayo, y en 8 de julio entraron en la villa los padres Manuel Alvares
de Lava, superior del hospicio, y Manuel Rubio, con el hermano Fran-
cisco Arriaga, á quienes acompañó desde Celaya el padre Manuel Val-
tierra. El fruto espiritual que siguió en León al establecimiento de la
Compañía, lo manifiesta bien el que los mismos antiguos émulos se vie-
ron obligados á ser después panegiristas de su celo, y las instancias con
que toda aquella república solicitó aun en tela de juicio la restitacion
de los jesuítas, cuando después de algunos años por justos motivos hu-
bieron de desamparar el hospicio, como quizá veremos adelante.
1732. ' No fué solo el nuevo hospicio de León con el que aumentó la pro-
vincia el padre Juan Antonio de Oviedo. A los principios de 1T32, se
dispuso la fundación de' otra casa en la villa (hoy ciudad de Santa Fé^
real y minas de Guanajuato.) Por dos ocasiones habia pretendido aquel
populoso lugar en el siglo X Vil, la fundación de un colegio, y aun á los
principios del corriente habia resucitado los antiguos deseos el Sr. D.
Juan Antonio Bracamente, natural de Guanajuato, oidor de la real au.
diencia de México y arcedeano después de la Santa Iglesia de PueUa,
donde recibidoen la Compañía habia fallecido poeo antes. La 'ciudad»
puesta desde el auo de 1616 bajo la protección de S. Ignacio de Lo>.
yola, (siete años antes de su canonización) parecia tener derecho mas
que alguna otra para que trabajase en ella la Compa£^. > i .
Desde fines del sigla antecedente se habia establecido allrl» con^
gregacion de S. Francisco Javier, á quien en la íglé¿r!tf de Guadalupe^
cuasi fiíera del lugar, se hacia cada año poir marzo un solemne novena-
rio. El piadoso eclesiástico que rezaba la novena por sti particular
afecto á nuestra religión, al llegar á la petición secreta anadia en alta
voz:.**. Y pídanle todos al Señor, por la intercesión del Santo, que
nos traiga á esto lugar padres de la Compañía. • • .Asistió este año, co-
mo otros muchos, á la novena la noble Señora Doña Josefa Teresa de
Busto y Moya, de la casa de los ilustres marqueses de S. Clemente, y
una de las mas distinguidas y poderosas del pais. Se le ofreció en es-
ta ocasión vivísimamente el pensamiento de fundar en Guanajuato co-
legio de la Compañía; volvió á su casa sin haber comunicado á nadie
aquel pasagero ofrecimiento. A poco rato entró á visitarla el vicario y
juez eclesiástico de la villa D. Juan de Ocio y Ocampo, y rodando
sobre varios asuntos la conversación, llegó á decirle qde con su caudal
aun dacada la legítima de sus hijos, podia hacer mucho bien á CKiana-
— 243 —
juato fundando allí un colegio. £n el ánimo piadoso y discreto de la
Señora, ño dejó de hacerle alguna impresión la armonía y consonan,
cía de aqiiellas palabras con la idea que se le habia tan poco antes ofre-
cido, y contínyendo mas la conversación, dijo que estaba pronta, como
conviniese en ello su hijo el Dr. D. Ildefonso de Aranda, clérigo pres-
bítero, que era el arbitro de todos sus negocios. Supo este que pendía
de su resolución tín asunto tan importante, y partiéndose luego á ver á
su madre, no solo le aprobó su designio, diciendo que era lo mejor y
mas útil que podia hacer de su caudal, sino que prometió concurrir tam-
bién con diez mü pesas de su legítima paterna. Se ofreció, fuera de
oso, á tratar personalmente el negocio con el padre' provincial, que no
estaba lejos en la visita do los colegios vecinos. Era esto por fines de
marzo de 1732, y pocos meses después pasó el padre Oviedo á Gua-
najuato. La piadosa fundadora, hallando que podia disponer de ctn*
cuenta mil pesas de quinto, ofreció liberal mente toda esta cantidad pa-
ra doto del colegio. Aií adió una obligación de mantener cinco sugetos,
tres operarios, un maestro de gramática y otro de essuela por tiempo de
seis años que pe daban de término para alcanzar las licencias del rey y
del padre general. Para la fábrica de colegio é iglesia hizo escritura de
diez mü pesos el ilustre Sr. D. Francisco Matías de Busto y Moya, mar-
qués de S. Clemente, y de cinco mü D. Miguel Herbás. La señora
viuda é hijos de D. Andrés de Busto, hermanos de dicho Sr. marqués
y de la señora fundadora, dueños en su compañía de la mina de la Ca-
ta, D. José de Sardeneta y Legaspi, dueño de la de Rayas, y D. Fran-
cisco Iguerátegui, D. Bernardo Riaño, D. José Liceaga de la Asun- Entrada de
cion, ofreciendo poner en sus minas la limosna que llaman Piedra de jesmuis en
tnano, durante la fabrica, perfección y adorno de la iglesia. Aceptadas Guanajuato.
estas condiciones y obligándose la Compañía á conseguir licencia del
rey, volvió el padre provincial á Mémico y envió á Guanajuato los pri-
meros jesuítas, por superior al padre Mateo Delgado, que entraron con
gran regocijo de todo el lugar en 29 de setiembre de 1732* f
1 Cuanto ha dicho el padre Alegre es exaotisimo. Yo he eatado en Guanajna.
to y he visto qoe la memoria de los padres jesaitas se recordaba allí coa. temnim,
después de sesenta y dos años transeiurídos de su espatriación. S. Ignacio de Lo.
yola es patrono de aquella ciudad, y de guarda el 31 de julio, oeleMndose gran
ftmclon en la parroquia, y por la tarde, saliéndose multitud de gentes al ¡Mseo que
llaman la Cuera de S. Ignacio. La iglesia de la Compañía de tres naves, es una
■untuosa basílica, y su fábrica indica las inmensas sumas á que asoenderia la jm.
— 344-^
Elogio del ^<>^ antes había pasado de esta vida en el colegio móxiipo, dgade
^^ o'^*'^ actualueiite era prefecto do eepírtiu el padre Dowiai^ de Quiíoga, reo-
ga. tor^pekabÍA Bidodel misBOO colegio, maieetro de^ novicios y procura
dor ¿* J^oina^ sugeti» de emtiSente Boaf isterio y de conocida perfección
en 1^ vida eeptnhia); de extraordinam psreza de alma y cuerpo^ ^
gegttiit:el juicio de cuantos W tuatiabaa eoa íutiaiidad: oonservó basta
kiiiiitidl6r(ni'pob0e2ié eslreniadQf y constante su^ interior y esUema mor-
tifica^pton. Puso el islenór 4 su dt#ecoion muchas álom» escogidas que
el- pádire condujo 4io mas sublimb de la santidad» üusti^dole su Ma-
gostad muchas veces 4!on Iub sobrenatural para eodoeimienlo do los
mas^arcanoarpeiiBaHiiDntoiv y de muchos sucesos fulurest por donde se
ghangeó la constante opinión de santo, eotí que fué venerado, y eon-
snltadé como oráculo en materias de espíritu de los UlniQs. Srep» D.
Fr. José. Lanciego y D . Nicolás de Cervantes. En su macrta se sa-
earon muchos retrato» y se hiciert)n otras demostraciones- que indica-
baní bien el aho concepto que se twiade su virtud. A la misma iiora
en que espiró le vi6 una ahna mny favoreoida del Señor entrar en el
ci^o entra los brazos duddstmos de nuestro Redentor Jesús. Murió
el>dia 2 'de setiembre.
- Entre 1*6 misionas cirtulfife» que pf># este nm se habi^ifi hecho on
los diécasis de México y Pdebts» fué singular el fruta qile s^oo^ió en
la ciudad dé Gbolula y pudl>lade Huamantkt. En Cholula buboper*
sona de ki primera distinción, q^e á voees comenzó é decir en la igle-
sia sus culpas; otras muchas á quienes en la procesión pública ñiéine-
eesarío moderar sus rigorosísimas penitencias* (Jn joven babia esta*
do por largo tiempo amancebado con tanto descarof que tenip ái|u com-
plico en casa aparte, sin que j(iea& alguno eclesiásiíeo ó seoulairseiittre-
viese á remediarlo. Ed tiempo de la misión prohibió á m mam^eba
que fuese á la iglesia; peno. él, i pesar de sus propósitos, hnbo de en-
■ I ' i l*t I I I I I H ' ■■^■»'*"
dra de manó coa que se ha «omitroido. HOy es el oolegio ^mtodo de ]k)s padifs ie-
lipenses. En él se ba estableci do el instituto nacional^ donde se ensena hk. minera-
logía y eifeneias esastai s(xn graii^ a^fovip^li^nwW* Cpando m. ejfp^nfxa los
jenitast li^>o tía 6«sl»f^!j»to ium j#9iia4a pejpwldr que oastigó el ywit94^ A* ; Jpsé
Qalvsi, hacivádo ah^roar.á varios Ii^Hcm y.jüfs^^aadQ^al pusbls.dsiKle fd Móm
de su ow», Mi^mismt^ p^Qa. aunqi^'secreti^in^Rt^, (segiw ^ A^egim) «nfi^ó es-
te ministro deq»ufis de algwvos a^os fH Madrid. Iippyso á U plebe de Goaiugoato
el ver^nsoflo tributo de 9ck9 milptíoa anuales que p«ga^ la diputapien de nwne*
ría; esta pena influyó nmelio en la rcvpliiciop de I810.-i^£j&.
— 245 —
cuntrarse con uno de uucstrus misioneros cu purtc üoiidc le iuó furzoso
detenerse y oir, aunque corto rato algunas sentencias. Estas bastaron
para hacer en su ánimo tan fuerte impresión, que yendo dcrochamcnti;
4 la casa de su perdición. • • • Ya esto se acabó, le dijo: yo ya no vuel-
vo á verlo hasta que sea para casamos en legítimo matrimonio. A la
siguiente mañana (sábado) en que habia acostumbrado ayunar desde su
tierna edad á la Santísima Virgen, salió para Atlixco con ánimo de
cobrar un poco de dinero para las diligencias necesarias al fín que me-
ditaba. Llegó á las cuatro de la tarde, todavía en ayunas, al rancho
de un antiguo conocido, que disimulando sus intentos, lo convidó á co-
mer, pensando vengarse de no se qué pasados agravios. En efecto,
bebiendo un jarro de agua le disparó un trabuco con que le dejó ins-
tantánoamente muerto. Su torpe cómplice, sabido el suceso, hizo con
el mismo padre J. J. Martínez una confesión general, y entabló una
vida cristiana. En Atotonilco, en Pachuca, en el Real del Monte, en
Tisayuca, y en otros muchos lugares del arzobispado, so hicieron amis-
tades, se quitaron por medio del matrimonio innumerables escándalos,
tantos, que un teniente do cura escribió á su parroquia, es decir, al cu-
ra que estaba ausente* • • • Que ya en Pachuca no quedaban por casar,
sino Jos clérigos y frailes: se quemaron muchos klolos y se extirparon
muchos perniciosos abusos con grande satisfacción y consuelo de los
celosos misioneros.
Los que según las últimas órdenes del rey debian señalarse para la Fundación
Piraería, á petición del Illmo. Sr. Crespo, obispo de Durango, estaban de misiones
ya en la Sonora desde fines del año antecedente. El padre visitador
Cristóbal de Cañas, dispuso que para aprender el idioma se repartiesen
en los pueblos antiguos de S. Ignacio y Tubutama, donde los furiosos
tabardillos que acometieron á los padres Juan Bautista Grazbofíer, 6
Ignacio Javier Keller, detuvieron la cspedicion hasta principios de abril
de este año« Juntos los ya convalecidos con el padro Felipe Segeser
en un lugar llamado Kino» 9U memoria del fundador de aquellas misio- '
nos» el día 3 de mayo en que se caUbra la Invención de la Santa Cruz,
salieron acompañados del capitán del presidio vecino D. Juan Bautis-
ta de Anza y de algunos soldados españoles y muchos pimas de los
nuevos y antiguos pueblos. Al padre Juan Bautista Grazhoñbr se des-
tinó la misión de S. Gabriel y S. Rafael do Guebaví, treinta leguas al
Norueste de los polores, con las visitas de S. Marcelo^ boy S. Miguel
do Sonoidac, siete leguas al Este. A Aribae Hez y ocho al Poniente^
— 246 —
S. Cayetano y el Xamac de cinco á ocho leguas al Norte con mas d.^^
mil cuatrocientas almas. De ahí, pasó la carabana á S. Javier d^]
Bac, donde quedó el padre Felipe Segueser con las visitas de S. Agu^.
tin, cinco leguas al Norueste, en que se contaban de población fija mas
de rail trescientas almas. Finalmente, la misión de Sáiitá María Soa.
mea, situada veinticinco leguas al Norte con alguna inclinación aí
£ote de los Dolores, y sus visitas S- Mateo, S. Pedro, Santa Cruz de
Quiburi, S. Pablo, con algunas otras rancherías, todas seguidas en es-
pacio de treinta y dos leguas al Norte, con mas de mil ochocientas
almas, se dejó al cuidado del padre Ignacio Javier Keller. En todas
partes fueron recibidos los padres con grandes demostraciones de ju*
bilo de aquellos dóciles pueblos, y que por tantos años con tanta ham-
bre habian esperado quien les partiese el pan de la divina palabra. £1
capitán del presidio, y el cacique gobernador general de la nación D.
Ensebio Aquibisani, les hicieron en todas partes razonamientos muy
acomodados, declarándoles la intención de S. M* y de su pastor el Sr.
obispo de Guadiana (Durango) y la buena voluntad con que los padres
se sacrifícaban gustosamente á todos los trabajos por el bien de sus al-
mas. De todo esto dieron dicho comandante y los padres exacta cuen-
ta al Illmo. Sr. D. Benito Crespo, y su ilustrísima á la corte de Ma-
drid, sabiendo cuan plausibles habian de ser estas noticias al animoso
rey Felipe V. Efectivamente, S. M. recibió con el informe del ilus-
trísimo y cartas de los misioneros mucha satisfacción, encargándole
diese en su nombre las gracias á los operarios evangélicos y al capi-
tán D. Juan Bautista de Anza por su efícaz aplicación y cuidado en
la fundación y asiento de aquella nueva cristiandad, y encargando al
mismo Sr. obispo continuase sus buenos oficios para el adelantamien-
to de las referidas conversiones.
Pasa el pa- ^n California, el padre Segismundo Taraval, que de la misión de
dre Taraval jj^ Purísima habia pasado á S. Ignacio, emprendió la conquista espi-
Á reconocer
unas islas en ritual de unas nuevas islas á la costa del Sur. Algunos de sus habita-
S ^á^ c^ ^^^^^ atraídos de las persuaciones del cacique de Walimea habian ve-
lifornia. nido á catequizarse con otros muchos de una ranchería llamada Jtna-
wa muy cercana de la costa, é instado al padre para que pasase á sos
cercanas islas. Nada mas conforme al celo, y aun al genio del padre
Taraval que este género de espediciones. Dadas las providencias ne-
cesarias para el buen gobierno de su misión, partió para Jlnawa, distan-
te seis dias de camino, reconoció una grande ensenada que llamó de
— 247 —
S. Javier. De aquí en una balsa pasó á la primera isla quo los na-
turales llaman Asegua^ desierta, estéril, sin agua, ni otro alimento que
algunos mescales y muchísimas aves, de donde toma el nombre, pe-
queña dtí menos de un cuarto de legua en largo. Entre los pájaros se
hallaron dos especies incógnitas, unos pequeños negros todos, que vi.
ven de ordinario en el mar; pero duermen en tierra en nidos cavadotí
en la arena. Otros grandes como añades ó patos, pecho blanco, álaa
y espalda negras, pico y garras corvas, como aves de rapiña. Cavan
también sus nidos en la playa, pero no los habitan sino en tiempo se-
reno. Dista esta primera isla cerca de seis leguas de la playa. La
otra llamada Jimalgúa, ó sea tierra de neblinas^ está á poco mas do
cuatro leguas de la primera, y las dos en altura de 31 grados, poco
menos. Atnalgúa es mayor, larga como dos dias de camino y uno de
ancho. Su longitud de Oeste á Norte con un monte en medio de buen
alto. Desde su cima se vieron al Poniente otras dos islas pequeñas
que no dieron noticia alguna los moradores do Jimalgúa. Hallaron
tros pequeñas ba]iías con pozos y fuentes de agua dulce, muchas y di-
irersas especies de pájaros, venados ó tayes, conejos negros pequeños
y de pelo muy suave. Supieron que habia también castores y lobos
marinos, y en el vecino mar no pocas ballenas que todo surtía de gasto
ú los isleños. Estos eran pocos y con facilidad vinieron en pasar al
continente para instruirse y bautizarse, como se consiguió de todos,
menos de un malvads anciano, que habiendo resistido largo tiempo, y
tenido á fuerza por no quedarse solo en el camino, se arrojó á cazar
Jobos que vieron sobro un banco de arena, y á la vuelta murió despe*
dazado de un tiburón, no sin asombro y escarmiento de los demás.
En 4 de noviembre de 1733, justamente á los tres años del padre ®2^^^ ¿^
«Juan Antonio Oviedo, le succedió en el gobierno de la provincia el en el gobier.
padre José Barba. Su trienio fué inquieto y tumultuoso por los di ver- ^cia d ^
«os y ruidosos pasages del pleito de diezmos que en esta sazón «e ven- dre José Bar.
tilo con roas ardor de parte del Illmo. Sr. D. Juan Antonio Bizarron,
arzobispo de México, y de los Sres. jueces hacedores de la Santa
Iglesia Catedral. No pienso se echará menos en este lugar una rela-
ción mas circunstanciada del curso de este pleito. Si en todos los
lernas negocios meramente temporales de los colegios hemos siempre
procurado abstenernos de odiosas narraciones, mucho mas en estos
anos en que no pudiendo dejarse de nombrar personas que viven aun^ 6
1» poco que fallecieron, seria preciso renovar memorias nada agrada-
— 248 —
btcs^ especmlmcntc cuando en ellas nada ganaría k edificación de
nuestros lectores. Ei Sr. Bizarron, os por otfa parte muy acreedor
á la estimación de la provincia por lo mucho qne la honró en los Im-
tronos empleos de arzobispo y virey de estos reinos. Se valió de mu-
chos BUgetos de la Compañía para muchas cosas déla gloria de Dios y
bien de su rebaño, y finalmente, para el mes importante negocio de
su salvación, comunícanda íntimamente en sn úhima enfermedad c(m
el padre Mateo Anzaldo, en cuyas manos muríó en 1747. j: Pero
volvamos á tomar el hilo de nuestra historia.
Por los años de 1733 y tiempos cercanos, eran muy famosas en el
obispada de la Puebla las misiones circolares del padre JuaiyTellodo
Bílos, operario infatigable, y uno de los sugetos que ha tenido aquella
ciudad mas enteramente dedicados á la saltid de los indios» Aeompa-
ñábale muchas veced en estas espedicíones el Sr. l>r« D. Miguel de
Nieto y Almiron, canónigo magistral, y despties maestre éecuelas de
aquella Santa Iglesia, ocupando en esto los meÉes de oraciones que le
permitia el derecho. Este raro ejemplo seguia tamÚen isl Sr. D. 'Pe-
dro de Vargas^ prebendada de la misma iglesia; pero en quien será de
mucho ejemplo tomar la narración desde mas alto.
' Habia sido este Sr. cura benefi'etadb algunos años del partido de
Huamantla. En este tiempo hiibo algunos ruidos<>s disturbios entttf él
y el teniente de gobernador y o^os vecinos príncípales del pueblo, por
los cuales se bailaba actualmente capitulado y llamado ala cftpitaf,
cuándo llegó á haeer misión á Huamantla á petición del Sr. Lardiea-
val el padre J. J. Martinez. Creyó el ilustrísimo que la misión seria
el mejor medio para mitigar aquellos ánimos agitados y enenñstados y
evitar lois ésc&ndalos que ocasionaban á todo el partido los choques del
curaydél teniente; y asi permitió al beneficiado que fuese en aquel
tiempo á su curato. Empezaron los padres la misión con un fruto co-
piosísimo, como suele acontecer en la gente pobre y rústica; pero na-
da conseguian de los principales del pueblo, que ó por no concurrír con
el cura, ó por no verse obligados á deponer su enemistad evitaban cui-
dadosamente asistir á los sermones. Entre tanto, llegó la fiesta de S«
"Bernardino de Sena, patrón jurado de aquel valle. Era en este dia
inevitable la concurrencia; pero no siendo sermón de misión, no seles
hizo muy diftcil asistir* á la iglesia. Era convidado para el sermón un
#;!«•»• «•
X Segm la Qum de-forasteroír de Márieo; ma» negoñ el ptcáre Alegre en 1748L
— 249 —
sobrino dql misino cura« recioa ordonadoi, y k Providencia Divina diti-
piWQ que e«te, ó porque en realidad oniermaee,, 6 por algún reeelo que
tuv« do predicar en aquallaa circunstancias tan criticas, avisó la víape*
rci á BU tío que no podía predicar por haliarse enteramente indispuesto.
EL cura« en eete aprieto, ocurrió al padre Juan Martineai» q^io admitió
gustosamente, y comenzando por panegiricoi deeltaó con desireaa al
punto moral qne necesitaba su auditorio* Dios le inspiraba loa pala-
bras y un ardor á que no había ceaistencia. Mirábanse unoa 4 otros con
suato k» oyentes^ y nadie prorrumpía por la confusión y la vergüenza*
£1 párroco» creyendo que por su ofício y estado le convenía ser el parí*
mero ea el buen ejemplo, se levantó del logar en que presidia al clero^
y fuá para donde estaba el teniente. Calló el predieadori y lodo elaiii^
ditotio eaporaba con suato y süeneio el éxita de una acción tan desur
sada^ £1 buen cura so arrojó á los pies del tenient» pidiéndole per«-
don, Este, con los demás sus partidarios kieíeroai Lo mismo* £tt to-^ ^
* Escena paté-
da la iglesia no se oian sino perdones y lágrimas de alogría,. de conu uca, intere.
punción y ternura á vista de semejanie espedáculb. Vna acción ta» ^^ ^ ^^'
heroica premió Dios al Dr» Vargas coa tal abandaacáa de gracias, que
fué después el qjemplar y espejo de los* e clesiéstiieaiw A poco tiempo^
le vino una prebenda, cuya renta toda repavfia entirsi; lea pebres, con»
tentándose con vestido honesto, y ua gioeeio aKmento.. El tiempa éé>
sus vacaciones lo ocupaba en. salir á predicar é instiuír á los ía£ofl ^
loft pueblos, donde habia sido cura para rezareir (como decía) el des-
cuido y mal ej/emplo con que habia quizá escandaUxadb en su juventud.
El tiempo que estaba en la ciudad, cuanto so le permitía el coro. I»
^mfíicaba en las cáxcolea y hospitales, y otre» eiorcicios de caridad,
hasta que algunos auos adelanto, una miaíeo que hizo á paisea muy
destemplados de la costa, le fué causa de la tÁUísMi^ enfermedad, y do
una upeteciblo muerte.
A esto suceso de tanta edificación debemos añadir otros dos no de
poco temor acontecidos en Guatemala. LlamaroA con prisa alpadre
José de Villalobos para una conCsaion en un banio distante^ £1 po-
dre, aunque actualmente estaba con una úlcera en el cakañal del píe^
partió al insfcant&con aceleración; pero euaiido llegó había espirado la
enferma. Halló 1 los. asistentea estremamento congq|ados^ y no 1»
quedó menos el padre de haberla hallado muerta*. Los circunstantes
eotónces tomándola aparte: padre, lo dijeron» no-ha sido culpada vues-
tra reverencia que haya muerto esta mugcr sin confcsioi^ Soiau
TOMO III. 34
— 250 —
dotes se han llamado de la vecindad, y todos se han escusado. Cuan*
do llamamos á vuestra reverencia ya estaba en agonía. Estos son se-
cretos juicios de Dios: ella era una muger de vida notoriamente estra.
gada y que habia inducido también á dos de sus bijas al mismo infame
comercio. Ha muerto sin quererse confesar, y apartando de si mien«
tras pudo el Santo Crucifijo que le poniamos en las manos. Lo que
mas nos asombra es, que habiendo tenido muy blancos y hermosos dien-
tes, que era lo mas agraciado de su rostro, de anoche acá se le han
desaparecido de la boca. Entró el padre á ver el cadáver, y halló ser
verdad, que ni aun señal le quedaba de haber tenido dientes, sino solo la
raiz de un colmillo que mucho antes se le habia caido. El caso fué
notorio y muy espantoso para cuantos la habian conocido, £1 padre
Villalobos, grandemente compadecido encomendó á una persona de
probado espíritu que encomendase á Dios una alma, sin decirle el nom-
bre y las circunstancias del caso. No tardó muchos dias en darle esta
respuesta: . . • .Padre, le dijo, yo tengo la cabeza llena de ilusiones, y no
querría juzgar mal de nadie. Haciendo oración por la alma que vuestra
reverencia me encomendó, vi que unos demonios la llevaban por un
campó presa con cadenas de fuego, y me decían en mi interior:. . . .
A esta le sacaron los demonios los dientes antes de morir en prendas
de que habían de llevar su alma como lo ves, por los muchos que con-
dojo á perdición por el nimio cuidado de sus dientes.
Otro terrible ^^ ^^^ menos horrorosa la muerte de otro sugeto de mas que media-
caso. Qii distinción y de grandes créditos en su oficio. Murió repentinamen.
te en una calle pública dando espantosos bramidos como una fiera y
sin poderse confesar á presencia de mucha gente que acudió á las voces
y algunos sacerdotes. No se supo mas por entonces; pero á pocos
dias yendo una muger á confesarse, bañada en lágrimas, dijo á uno de
nuestros sacerdotes, que por mucho tiempo había estado en mala amis-
tad con aquel hombre infeliz: que la misma noche en que murió salía
él de casa de un caballero que nombró (y donde era cierto que habia
estado aquella noche:) que encontrándola en la calle la fué solicitando
por dos cuadras que hay desde dicha casa al lugar donde murió: que
resistiéndose constantemente por estar en la actualidad haciendo una
novena á Sr. S. José, él la habia tenido por fuerza abrazada hasta con-
seguir su brutal deleite, c inmediatamente apenas se habia apartado de
ella dos ó tres pasos, cuando con íliriosos bramidos cayó en tierra y
murió á poco rato.
/
— 251 —
Con muy diferente sacrte murieron este año en la provincia dos her-
manos, uno estudiante y otro coadjutor, dejando hasta ahora un suave
olor de edifícacion en los colegios donde florecieron. £1 1. ^ de fe-
brero, víspera de la Purifícacion de nuestra Seiiora en el colegio del
Espíritu Santo do la Puebla, el hermano Bernabé Sánchez, natural de
Cuba, mozo de angelicales prendas aun desde su mas tierna juventud,
en que era ejemplo á los demás colegiales en el Seminario de S. Ge-
rónimo. En la Compañía fué admirada de todos su exactitud en la
observancia de los mas menudos ápices. Tan delicado en la pobreza,
que jamás usó sin licencia particular aun de aquello que da á todos la
religión. Su modestia y guarda do los sentidos, fué tal, que siendo so-
ta ministro, fué necesario mandarle que alzase los ojos para cuidar del
refectorio. Preguntado por su confesor poco antes de recibir el Santo
Viático sobre una materia en que recayese la absolución sacramental,
respondió que no se acordaba haber cometido algún pecado venial de-
liberadamente. En el colegio de la Habana, á 14 de agosto, pasó de
esta vida el activo y devoto hermano José Ignacio Vila, natural de
Cerdeua y ejemplar de coadjutores de la Compañía. Jamás ce sentó
sin mandárselo delante de algún sacerdote, ni les habló sino con el
virretó en la mano. Acompañando á los padres en sus ministerios,
siempre iba un paso atrás, y no bien veia algún sacerdote con las ma-
nos ocupadas, cuando ocurría á servirlo. Cuidaba él solo de la sacris-
tía, del refectorío, de la despensa, cocina, enfermería; era ropero, des«
pertador, procurador, portero, cumpliendo tan diversos oficios con tan-
ta exactitud, como si cada uno le ocupase enteramente, y ninguno lo
ocupó nunca tan del todo, que se dispensase por él de la oración, exá-
meneti y lección espiritual á las horas señaladas, á que anadia el ofi-
cio Parvo, muchas visitas al Santísimo Sacramento, y una cuotidiana
y recia disciplina, con un cuasi continuado ayuno. Dentro y fuera de
casa se hicieron por su salud muchas oraciones, misas y promesas, y
el eDtierro lo tomó á su cargo con su religiosa comunidad el reverendí-
simo padre guardián de S. Francisco.
Para noviembre de este año, tenia ya convocada el padre provinoial
José Barba la vigésimaseptima congregación provincial. Fué el día
2 elegido secretario el padre Nicolás de Segura, prefecto que ém en*.
t^Snces de la congregación de la Purísima, y el 4, destinados proeura-.
dores los padres Juan de Guenduiain, rector y maestro de norioisÉi
Tepotzotlán, Andrés García, rector de S. Gregorio, y el pnln
I
— 252 —
de ilerrora, voctor del coiegio de Guadaiajara. En esta congregación
se volvié á tratar con calor el asunto de la división de la provineia.
£1 padre general Miguel Ángel Tamburini había ya requerido en esta
materia -el dictamen de los padres consultores de provincia, qao oonvi-
niendo^odos en la substancia discordaban en t\ modo. Mandó «e ¡i««
verencia' que oada uno de dichos padres en carta sepatadii le informa,
sen á la manera que juegaban mas oportuna para la didha división.
De esta diligencia, como ni de la que se hizo. ea esta oongregaoioik, y
se han tepetido después, ha resultado hasta ahora efecto nlgttOO« Co*
menso el alie dé 17d4 pacíüco y tranquilo en todo el resto do Ja prcH*
1734. víncia, solo en México j California con bastante inquietud y turbación^
de muy distinta naturaleza, que creciendo por instantes, prorrumpió en
estruendo á los fines del año. En México, los Sres. jueoes hacedores
en el litigio de diezmos llegaron á fulminar censuras y fijar por exco»
molgados á algunos adbiinistradores de las haciendas de la Compaiiía,
aunque recurriendo esta por el recurso de fuerza yprotecóUm al real
acuerdo de oidores, se alzaron prontamente. Las hablillas de algu-
nos indiscretos indignaron no poco el ánimo del Illmo% Sr. D. Juan
Antonio Bizarron contra el padre provincial José Barba, de quien lie*»
gó á quejarse amorosamente al padre general; pero satiéfeeho en breve
eon la rendida sumisión del mismo padre Barba y de toda la provincia
su generoso ánimo^ y desvanecidas las calumnias de los impostores j
émulos, volvió á loe jesuitas aquel mismo grado dejestinracion que siem-
pre le habia merecido* *"
£n la California era muy glorioso á nuestra religión el motivo de
la» turbaciones* Había á la mitad del año jde ITdS el padre Sigismundo
Tsfravnl, por orden del padre Clemente Gnülen, ¡íimdado en la £nso^
nada de las Palmas, de la nación Cora, la misión de fianta JRona en^^
tte las de Santiago y S. José, que alguna aflos ánleys habían iundodo
h>s padres Ignacio NapoH y Nicdáa Tauyaral. En lugar del padre
Napoli habla :eiitrado en ht misión de SantiígD lel padre hátemBá iOam
raneo. Eran los coras y pericues, y generahnentelüs xandieríaajdiL
Sur de Ciilifomfa, mas ladinos y espaces; pero tambian-mas ^qcíimóé é
inquietos que las demás naciones de la peninsola* Habia eotraielkw.
^ JSb may jMnmUe pafa la historia qoa él padre Alegí» no noi.il^MÍidta ú»^9é*
i9 ]itiaw^<KNBO k) hizo con el del lUmo. Paiafia. Al¡ffdm «noontnuwRi guaráaa con
netedoiw. Cj98 jesuitas tenían muehos respetos, jf no loe tsnia ménot an la corta
elanobispo virej.
/
— 853 —
alguntw tiMihitos y mtDfeHzoi, raía qutj hübian dejado en el pais, los bu.
toa de petlae y aígofioá otrt)» bnrtos, yh españoles, ya estratigeros quo
sólian llegar á aquefla^ playas. De estos habia dos singularmente ré*
xdHasod é ¡ndoínábles á tofla la dulzura y celo dd los padies Carran-
tó y Táfliaral. El primero era el gobem^dot dül pueblo de Santiago,
cahgo qiió él padre Carranco le habia BoHdtado, y de que fué fortzo^o
deponerlo, 8in qtie ni aquella tal tual hónna, ni la afrehta y el castigo
hitiesen mfc6 qae enipcorar su condit^ion altiva y licenciosa. €aüsó
bítstante turbaoiort, y aun interna deshacerse del híísionero; pero no
podiendo conségtilrlo, solo trató de retirarse á algunas rancherías, lo*
davía genfile», de Si José. "Émconitó atli un 'socorro poderoso en
otro de su color y de su genio á quien llamaban Chicoria nuevamente
irritado con él padre Tamaral por haberlo procurado apartar de una
india que poco antes habia hurtado del pueblo. £ntre los dos deter-
fninaron dactidir un yugo tan peáado como les parecia la nueva reli-
gion, y deshacerse de los padres que miraban como fiscales de sus ac-
ciones. Junta tma cuadrilla do mal contentos detérminafon acometer
primero til padre Taniaral á su vuelta de Santiago, donde poco antes
habiií ido; pero noticioso el padre de su mal intento, no volvió sino
bien escoltado de ^US íléles indios, quedahtlo burlados los designios de
Chicort y su tropa. [EHloS, para asegurar mejor el tiro, lo dilataron á
méjol* ocasión, y entro tanto ke dieron de paz al misionero, pidiéndo-
lo íloblémente perdón de sus delitos pasados, y prometiendo vivir suje-
tos entre los demás éatéCúméflOd. Pastiban eátas cosas á principios
del año, y un nuéVo at^cidente quo embargó por inuchos dias la aten-
eroñ de los misioneros y de 1od indios, hizo olvidar cuasi del todo las
tUYt)ac¡oneS pagadas. Vino al padre Tamaral la noticia de que habia
pasado por él cabo de 8. Lúeas, y que proseguía rayendo la costa un
ilaVíO. Envió prontamente indios que lo siguieran por la playa, y ha*
hiendo entrado á hacer aguada en la bahía de S. fiernabé, supieron
ser él Galeón de Filipinas á cargo del capitán t). Gerónimo Montero.
£T pílate Tamaral pasó personalmente con cuanto socorro piído reco-
o-er dé'SÜ^tíiislony las veclnaá, en (rutas, Carne fresca &;C., único
remedió áí vérbíñ (Ó Sea mal dé loanda) de que venia, cómo suele, i6-
ñcionada miiclia géiHe. El Capitán diÓ muchas gracias al caritativo
padre, y valiéndose áe sü'favor dejó en tierra, tres enfermos muy agra«
vados, y iprósigüiS su ^i&gé á ']!iruevá.X!st)áña. Oé los tfeá qué queda-
ron en tierra, asistidos cuanto permitía la pobreza de la tierra, sanaron
I ,
-^254 —
dos^ que fueron el padre Fr, Domingo Orbigoao (ú Orbegoso), del ór-
den de S. Agustín, y D. Francisco de Baytos, capitán de guerra de la
nao. D. Antonio de Herrera, que era el otro, á pesar de todo el cui.
.dado con que se le procuró asistir, murió de un nuevo accidente que
le sobrevino á pocos dias, y fué enterrado con la mayor solemnidad
que perroitia aquel desierto, en la iglesia de lamision* A los dos con-
valecidos procuró el mismo padre barco en que pasasen á la Paz, y de
allí á Matanchel, dejándolos no menos admirados de su caridad que de
su apostólico desinterés, principalmente en no haber querido admitir
para sí, para su misión ó sus indios lo mas mínimo de los bienes del
difunto, que hizo se entregasen luego por un may prolijo inventario
que había formado delante de los demás desembarcados. £1 reveren-
do Orbigoso quedó tan edificado de toda la conducta del misionero, que
quiso formar y formó un muy honorífico testimonio de todo, firmándo-
lo de su mano para memoria de su agradecimiento, en 24 de febrera
de 1734.
Con tan virtuosas obras se preparaba el padre Tamaral para el glo-
rioso fin que le destinaba el cielo. Poco tiempo después de esta no-
vedad que entretuvo algunos dias la grosera curiosidad de los indios,
volvieron los dos perversos gefes de las turbaciones pasadas á conmo-
verse é inquietarse para otras mas ruidosas. Comenzaron por unas
rancherías situadas entre las dos misione^ de Sapta Rosa y & José,
en que los mas eran gentiles aun. hX nombre de libertad y exención
de toda autoridad con que los persuadían, se fueron agregando insen-
siblemente al partido muchos nuevos cristianos que entre tanto no de-
jaban de vivir en la misión, y asistir á la doctrina parai;io causar I4
mas leve sospecha á los padres. Hallábanse estos repartidos en las
cuatro misiones del Sur, sin mas escolta que tres soldados en Santa
Rosa por ser la mas nueva^ dos mestizos con nombre de soldados en
Santiago, uno en la Paz y ninguno en S. José. Aun de estos pocos
procuraron deshacerse con doblez y alevosía los cobardes indios antes
de acometer á los misioneros. Hallando solo en el iponte á uno de
•) . - ...
los que acompañaban en Santa Rosa al padre Taraval le dieron muer-
te, y pocos dias después al único que había quedado en. la Pa;;.( No
faltaron á todos los padres vehementes sospechas y aun espresas noti-
cías de lo que tramaban los bárbaros. £1 padre Clemente Guillen ha-
bía avisado como visitador ¿ todos que se retirasen á ios Dolores ó á
Loreto, y aun despachado una canoa con 17 indios que no llegaron ó
— 255 —
llegaron tarde. Al padre Tamaral dio aviso un soldado de Loreto que
vino por aquellos dias á sangrarlo, y aun el mismo padre Carranco le
envió algunos indios que dQ su parte le llamasen á Santiago y le es*
coltasen en el camino. A estos mensajeros, ya de vuelta, salieron al
encuentro los mal contentos preguntándoles donde y á qué habian ido.
Respondieron que á Santiago á traer al padre Tamaral, porque ya sa.
ben los padres que los queréis matar. Habian ellos siempre pensa-
do comenzar por la misión de S, José por ser la mas remota, y menos
defendida; pero con esta noticia mudaron de dictamen, y resolvieron
acometer primeramente al padre Carranco, porque ó no se les escapa-
se ó tomase otras providencias que les impidiesen después la ejecución.
No les fué difícil hacerlo así, por hallarse el padre solo á la hora sin
la corta defensa aun de aquellos dos mestizos, que habian salido al
monte. Hallábase el padre Lorenzo Carranco hincado de rodillas en
su pequeña choza, dando gracias después de haber dicho misa. Los
mensageros que venian de S. José, ó engañados por los amotinados, ya
unidos con ellos, entraron á la pieza, y el padre se levantó pensando
viniese con ellos el padre Tamaral: no viéndolo les preguntó si traian
carta: entregáronle un billete, y estándolo leyéndolo entraron en tro-
pel los sediciosos, y arrebatándolo en brazos lo sacaron con algazara faccioeoa al
id campo; dos le tienen de la ropa mientras que los demás, cercándolo P*^ Loren-
por todas partes, le atraviesan con innumerables flechas, pronuncian-
do él incesantemente los nombres dulcísimos de Jeíus y de María: al
ruido y alboroto concurre todo el resto del pueblo. Algunos á la pri-
mera vista fueron tocados de la compasión no estando aun perverti-
dos; pero bien presto, ó por no declararse del partido opuesto, ó porque
hallándose sin testigos no tenían que temer, se revistieron como fíeras
vueltas al bosque de toda su barbaridad. Con piedras y con palos aca-
ban de dar la muerte al sacerdote de Dios: desnudan al venerable
cadáver, y vengando en él las reprensiones que el padre les habia he-
cho de su sensualidad y torpeza, le mofan, escarnecen y profanan con
execrables é impuras abominaciones, y después lo arrojan al fuego.
Entre tanto corren otros al despojo de la casa é iglesia, queman-
do y destrozando los vasos sagrados, cruces, imágenes, misales y cuan-
to no podia servirles de alimento y vestido. En la casa hallaron llo-
rando á un indiezuelo que acompañaba al padre, y para mas delito
lo acabaron á golpes y arrojaron á las llamas. La misma fortuna si-
gqíeron poco después los dos soldados que acaso en esta sazón volvian
ignorantes del campo.
— 95^—
■
bre dQ 173^ paaaroa losaedlcic^foaá Sv Ja34% dgiivdQ ^Qtnir^go (Vhwíi;^
3 del pi¡3inQ, QQnsftgfadQ i la» solemuidoxl del Ros^ri?' y 4e ^poci^Jid^n
vocion |iara el padr^ Tomar^I» <]iuei acaluda poco^ 4ot<i» 1^ mm^ M ha«%
bia retirado á su cuarto, £11 número, de IfiSt c^ufiicbf 0« baMi^ yuau-»
rriontadp coosiderahl^Q^ute, y entranda todos- cui^q» eupi€drcm 91^ bi
pieza de. tropel 1 com^n^a^ojí á pedirle difere^teei 0099^ do \w qufi spUai
repartirles,, ^ Damo m^iZt dQcia u^o, damQ a^y^I, dam^ vm oucbi"-
1(0^ ám^e un& frazada.. o. .M Cl padre, auoquQ ea el air^ y toqo oeo
BOT^matan^^aí ^"® ^® hablaban y en verlqs aywadoBi coqoüidbioAaua mivloa daei^ntofr^
padre Tama- sin embargo respondió con msUJPeidwPihre.* ^ • t M^peva4iAiJ4>if%,^^e€h
^ ' mo lo Tiaya en casa^ 09 amlsntar^ 4 toAvf^'^ A eirfa ves;i, ponuí 91 fm^
Y a la. señal de enibestir» di^rxiban al pacire oxx el 9ue)Q| U nn^tf^i»; poc
los pies fuera de la casa., le tirc^R i^wcba^ flacba^^y pwQcUvdoIefi
do aquel género de m^qptei^ Iq degU^llax^ de^buiJaiH y ^ñ» lan
ínmundicia,s y ver^on^o^a? ohsQQi^dades opu q^e hftbiaj» eaawni90Í4i9»
el cuerpo de su bendito oomtpañero, lo arrojjBQL 4 lat lv>||ueira« Ia d««^
mora de I03. amptinadoa^ e^ acpm^ter é» S. Jos4 y calorar 9<l imlKh»-
ria, salvó la vida al j^di:^ TOi^Q/nal (^^ue. entrer tAUtQ,.pQ|r iw vMio-Oi^i^^
que se bailó en Santiago, tuvo Qotjicisu de. la iwuerte del padre Cajrnm-*
CQ. ]^1 padre Sigisn^undo,. aj^nc^ue ^nvidi^^Q d^ b; sue!:tP' de sus doiBi
^compañeros, se vio obligado 4 po%^i^ ?U ^alvo-con si«i doasoUAdcNi« ^
i|sí recogidos con cuanta prijga fyA. posiW^ los omaJCtteutoSi^ vawP y M»—
bajas gagradas, sp embancó la noch^. <}^1 i 4p QQtubxe y potó 4 la Pa«,. .
No tardaron mu^^hp en pa^c 9PÍ?C9 5wl» Upaa^ lo» y«b^ldefl^ y h^^
liándose sin la pr^^^ qUQ d^i^g,ban#. ^^iAobi:antarQi| su Qólera e^ vw^tisái^'.
te itidios de aqqel partido^ aÍQ (Q^^ C^OPft q^0 el 4fi cciytianoa y C4l««
eumenos, en que piQ«.tFargiA Voi^ ^ molivci qfl^ leil bi^bia infa w a^ p«r
ra. tan espandaloi^^ atM;itadQ9^ ({ue na e]:sv <^^i>' ¥^ ^^ <^<^ 9oaqebft4a
contra Ips predicadores dq la. vQjr4ad y $ cji^tianat y contra todo^ lo»
que sencillamente la pcqfe^^ban^ Kl pa4£^ visitador Clenwmt» irnír
lien con. estas nptíci^s dio. luegO cjueolj^ al ^foo, 8ii;« 9J(ZobiiH^ viw^]^,
y al padre provincial Jq9^ Qai^ba; perqt e9ta^oydp. eiv la aAtuaUdftdi ^ R.
I. mal impsesipnado cputr^ el jadre, p<pYÍ»ftiíll de, U. CtJWptóíft» ui la«
multes de ]o9 soldados^ 9Í el peligro dQ lp8,<}^Qi4a púaícuiecoa y inisic^
nes, ni del real presidio,, ivi de un r^inp en^Q em qUQ Ipf ,j^suitita ba
bian ya descubierto y conquistada á Pip9 y 9) rey ma& ^ doflcieatas
leguas de tierra, fueron motivo QuftgieAte par% ^ 9ei tqwaae pi^)a«-.
i».BroiádeBBÍa^eii fitror de k Qid'^mm^ CHaata m f\kdm «Maag(M«
ftté (eono sespandoift al padto Gmllsoí))».,* « Que suexssbiuáaiQaQCiii^
riria con los padns & da« ol «nforoMá 6 ioftnmia: qiin m jiimpam «Mr*
v«Éiie«ie»..« ..• tflfiírzaiidQ enn tedi» e&cfiwia «o* A te^ toA)» kur roe-
d«MB etaadoEseaÉta ai) leg^ ib (aa grave inip0Blanem« $
EiBtss!5fieaáffypa£sfiraátiMMla eriAeiMb&íkhkiaaakimátk y ongeitoi dei^^ ^* ^'^^^*
ioB al^diMs 1111 KBpedisMi «fue. onndieseí el cootafíei H h» éamm mnm»^ .
nee de ki f enlnnile. A loa ptiiveffe» mdíeiee de mt f á^di í dt tp» t^oü^
99rwt9W en la mwieii» dü Dolores^ p«»tí^ aM el Cf ■»■» oa» algisae»
})veaUiems^ co» ántnrona solio de aosagar aquel fMHrliéiv aínaidto^ pm»
adelmite» áoiii el nediodí» al caadf» é» ks ia^fMéosc pef» Mbí» 3c«
ce£da tanfo'su irin«*ere y aUrrev, qwH»nmne»fmifm^^9mfmi B»pet»
ligrase toder, no* le ceneÍRtieron pomr de idli, MesIfáiMMe ^e hailft
horift en comeDer ^sde aiquet p o nt o á leí» Mrbaree y oertvle» Iti ee»
imniieaeiofi pera que ae eefrefii|MQBei» km éetmm Hwbiwieeijp leadbeflae
M Norte; RKM ni atm esto se pvdb eensegair. B» Si Igsaefei» b mik
steii rnae septentnonal y mm. de dosetentae lej^a» det eabe de 9L L6-
cae, 99 flupkiereft bien presto las nmerleB de le» padbres, y oomeiizaba»
ya á sentirse la» nranmmiefoiies j ^paejiaa sedktesafl ile atgenea mal
cententos, I>b tedae partee se eeerri5 a! rea) dé Loielia pMmdo e».
ettta. El pa(h«» GMIleB entre favte etdMM^ á^lo padhreíR eon p e e e ap ^
to que se retirasen teéi» al presidie deade eataria» basta rer el aem*
bhinte ifiie tomalNin las oosás; Está órde», cije ew t ada een kaláüdai y
pniéencia, sin <{ue smtiesen eeea algiyaa lee misRioa indioa» salvó fse
ptrede decir) la cristiandad de Caliíbmias. Deaemparadae todlu» las
mímenes se escribió á México repreaentando el infbfis estada de aque-
lla penínsala; pera esta representación no tuve mae eleeto que la pri-
mera, y el padre provincial ae vio oUigado á recurrir derechamente al
rey como lo hizo por un informe firmado en 26 de abril de 1795. 8in
embargo, no eran S(^as las representaciones de la Cafiibrnia y sye mív
alones las que debieran haber movido al superior gobtemo á favoreeer
aquella cuasi arruinada conquista. A los príneipios de este mismo
Ckño de 1735 se había recibido en México carta de D. Mateo de Zu«
§ Ho aquí una respuesta ele oráculo, y cual no la d^ria 1^ Pitbia dQ Delfo^ pigra
%an asunto tan grave como urgente, y que aventuraba no menos que toda lá coit-
^^uÍBta de California. .. ¡Bien se conoce que el Sr. Bizarron estaba amordazado cor
M os jesuítas por el pleito de diezmos! ¡Con raion no quiso referirlo d padra Alegrey
TOMO III. 35
— 258 —
maldo, general de la nao S. Cristóbal que venia de Filipinas, en qvie
con fecha de 4 de enero informaba al Sr. virey arzobispo, de lo que le
habia acaecido en el rio de Sr. S. José, en estos términos.
Informe. tyExmo. Sr. — Habiendo llegado falto de agua, leña y lastte á la
costa de California, hice junta de oficiales en que de común acuerdo
se resolvió convenir que llegásemos al rio de S. José, donde no solo
podríamos proveernos de lo necesario, sino también dejar los grave-
mente enfermos como lo hizo el año pasado el general D. Gerónimo
Montero con especial complacencia del padre ministro de dicho rio, en
cuya virtud envié delante la lancha á cargo del piloto tercero para
que reconociese y sondease la ensenada. Este al llegar yo, me infor-
mó que habia encontrado en la playa crecida porción de indios, y que
uno llamado Gerónimo, el mas ladino, le dijo ser criado del padre y
puesto allí para avisarle cuando llegase la nao. Que dicho padre se
hallaba ausento veinte leguas de allí; pero que ya habia enviado á avi-
sarle, y que el dicho piloto en esta confianza habia dejado en tierra
ocho enfermos que no podian sufVir los golpes de mar por estar muy
fuerte la marea. Hice cuanto pude por tomar la ensenada; pero m&
fué preciso pasar á otra, nueve leguas adelante en el cabo de S* Lü*
cas. Desde aquí envié otra vez la lancha con cuatro hombres, noti-
ciando mi llegada al padre ministro, y suplicándole me remitiese los
ocho hombres. A poco rato vinieron dos indios con el ladino Geróni-
mo, diciendo ser enviados del padre, á ver si el Patache habia dado
fondo en aquella ensenada, que por no saberlo de cierto no escrilúa ni
venia á vemos; pero que vendría presto. Con esto se fueron y yo que-
dé sin la menor sospecha, hasta que viendo la tardanza determiné po-
ner fusileros en tierra para resguardo así de los enfermos que esperaba,
como de la gente que estaba haciendo aguada. Al día siguiente vi
venir como seiscientos indios armados de arco y flecha; y aunque al
principio discurrí venian acompañando al padre y á mi gente, llegó
Gerónimo á bordo y me dijo que aquella tarde estaría allí el padre Ta-
maral con los doce mios, que ellos venian adelante para a3rudar en lo
que se ofreciese. Sin embargo de estas razones me pareció conve-
niente detenerlos á bordo y enviar á tierra otros doce fusileros con' or-
den de que fuesen embarcando y me remitiesen primero los enfermos.
Al irlo á ejecutar do ocho indios que detuve á bordo se echaron á na-
do los cuatro, aunque se cogió á uno. Con este nuevo indicio di or-
den que se embarcase toda la gente. Al embarcarse los últimos, dte-
— 259 —
ron el alarido los ÍDdios disparando un diluvio de flechas, á que se cor*
^respondió con varias descargas de fusilería, retirándose al mismo tiem-
po de la playa donde ya no pudieron ofender las flechas, quedando so-
lo heridos levemente dos marineros. £n vista de esto pasé á recon-
venir á los presos, de quienes supe como ahora tres meses mataron á
los dos padres y los quemaron con las iglesias é imágenes, sin reservar
mas que á una muger de un soldado llamado Santiago Villalobos, á una
hermana y dos hijas suyas. Que de nuestra gente á los ocho primeros
los mataron luego que el navio tiró para la ensenada, y después á los
otros cuatro que encontraron en el camino. A dichos indios inmedia*
tamente les mandé poner prisiones, y traigo conmigo, con ánimo de
entregarlos al castellano de este puerto, Ínterin Y. £• dispone lo que
deba ejecutar con ellos. A bordo del Patache capitana S. Cristóbal,
y enero 4 de 1735. — D. MaUo Zumálde"
Mientras en fuerza de dichos informes se deliberaba en México, lle-
gó á la California un socorro considerable de indios guerreros de la
provincia del Yaqui, donde habia ocurrido en necesidad tan urgente
el padre Jaime Bravo. Cuando llegó á Loreto este refuerzo habia ya
calmado toda la inquietud y borrasca que se temía de las naciones del
Norte. Los caciques de Guadalupe, Sta. Rosalía y S* Ignacio, llegando
á entender el motivo de la ausencia de los padres y la desconfianza que
tenían de su fidelidad, se sintieron altamente, y para prueba de su amor
á los padres y de su constancia en la fé, convocándose una á otra las
rancherías determinaron venir á Loreto á querellarse; pero de un mo-
do capaz de dar á conocer su sinceridad y su favor. Tomaron en hom-
bros cuantas cruces hallaron en todas las tres misiones, y caminadas
muchas leguas entraron en Loreto, no sin lágrimas de los padres y de
cuantos supieron conocer el precio de aquella acción. Protestaron que*
rian vivir y morir en la fé de Jesucristo que les habían enseñado sus
padres, y detestaban la infidelidad y apostasía de los coras y pericúes,
y que si entre los suyos habia algunos corrompidos con tan pernicioso
ejemplo, y que hubiesen pensado imitarlo, ellos con la mayor parte de
su gente se obligaban á defender á sus ministros y entregar á los in-
quietos: que si los padres no querían restituirse á sus tierras ellos venían
resueltos á quedarse en Loreto para vivir unidos á sus pastores en paz
y cristiandad. Detenidos en Loreto algunos días, y probada bastante-
mente la sinceridad de su propuesta, partieron á los Dolores, y de allí,
sosegado en pocos días aquel partido, á la Paz, parte por mar con los
•Kíveresy fvtvtetpcrttMFra. IEie6(deanawi{ae(llegax0niprímeM iueiOB'aoo»
'ñseÜá» muM veces ^^oDciie «perÜoB 8edk:ÍDsiw,:Bmina8 dafii>«^pie««^
¿unas Vigoras »lie»idafi «de ona y i<it a parle. 'Edtas'eeeafamusuug^tseMnm
eúh éi ao'ribd (de la gente -de tierra, lios máltsmrtentes ^despereeíereB
4ftnterBdiéiíte, y de les que 'por 'temor ó por «faerza bálnam entmdo en
^ litvpaDMido vinieron muchos "vdlanftariameiíte'á entregarse. Poeo-des»
•pues, por éi^en del Sr. virey «arzobispo, pasó álaOalMomía con Iwi^
4iümeii><de ^tropas^el gobernador de ^Sináloa, nevando <en>su'coaipBfiía
til padre lgtíeL<Á9 ^apdU 'qoe'por btfber «ido él primer fundador «dcla
tmsion «de ^Santiago, -acaso se -orey^ podrianrar mas HÉcilmeiite admitíd^
'de los'oeírae paBa;negock6ixmes de (Pa^. (Bl padre NaptfH ^cximpU&vm
laífk» en Qailífoniia/y él gc6emador gasté desden viagesy negooÍBcionea
thitíítfles por-no ^qaet^rse ^adbeíír al disfamen délos padres7<4d ttití-
guo y esperimentado capitán del ^rsal ^prendió de-Loreto*
Cil 'eidlegio-éel QSej^rítu'SafitO' despuebla perdió^esteiaño^en^él pa-
Moerte'del %e Pedro 2ionríllatm gran 'ejemplar del desengaño dalimundoy dréUi.
padreZoírilla gíosapei^dion. Nació el padrean <^GuanajuatOy y se crió en'Cefae^ra
colegio chico ison üna'cirounspeGciony'madureztenyidküble^un^enniayDciesLanoB. Se
sodeMé^^^' btzo'biencbnocer desde'entonoeB^la'grandeza.de:ai^¿nimo de unmodo
y la casa de singiflat. áiyudaba á misa, como -lo ^teniaidexostumbi»,csuando le
?uebh!^ ^ negó-la notrctade la-muerte de su noble padüe. i^hmtuosonmo sin
señal alguna de' turbación Ó «de 'inquietud prosiguió. su .ministetio Jmuí-
ta concluirse el santo sacrificio. El lugar tde su padre lo isuplió, .con
exceso, el amparo y protección del I[llmo«.^r. (D« .Manuel Fwiandez
de Santa 'Cruz, en cuyo ^palacio, que :era:un .moiifusterio, peifeccionó
sus estudios. -Obtuvo, sin pretendecb, una -próbemla de la nanta igle-
sia tsátedreíl -de México (que ;gozó poco tiempo, renunciando este y Jos
d0nKMi:faonr<iHOBq>insto8 que le ;prometia su nobleza,; su litesatura y su
<viftud.par:«endriLDio8 en Ja Compañía, firobemó varios colegios (Con
opmion .singular doiprudencia, haciéndose amaUe á iodos enmodio de
ia'^igilsBciay austeridad ¿cpie cttasi<naturalmentejl»joondiicia;su edu-
t«cion y su genio. £n él :col^p):real de B. Ildefonso &bricóain.nias
fondos que «1 nonfíanza» vivienda aparte patajes (colegiales gtamáti.
(Bosque coasagEÓá ]iiiestcaiSca.<deLRosano,^ y ren^el íOGlegÍD.ddljBB-
pirita 'Santo «mpiendió Jamtilísinta obra tbila casa deiojoreioios, la
prUnem i^ise imfao aijáiméitca. Fué oboBivantíkimo'de Ia8:fegla8 y :dis-
ti^cion r^ular, sin di&^wnsarse de Jas masímeaudaStAunidespues^és
* Existe aun en la puerta del colegio, la imagen de N. Sra. delUoaarío 'de 'tecali.
— 981 —
haber óbteniBo 4ob cprimevos^oaüg^fl. Prdb6l« Dtot toda imi Wda omi
feknmas y hoBríbles ^ittaoioiíaB, ^magúkmaeat» contra la castidad, la
ft 7 la «speraasa, y ibaÍMa tp^mio de tus victorias, ios singulares «do-
nesy ktces del «cielo «oon que ital »v)sz leonoeió y 9wék6 lo8»sucesos:fícti-
ciosy los seerelos del:oorazoa. Enlre «otros ipredQo en rtórminos for-
males «1 ipadre ijorenzo 4Darraiico íla smascle :por Jesuonsto que ie «u
peradn «n £lalifbmia« Musié -el padnsipedro ZaotiUt el dia 15 de junio
de 17^5.
iPor qnaxzo del .siguiente wo ide 13^36 «cabó su (carrera en «el joolegio Año de 1736.
de4B«»(di«gONo«d padre Juan ide £?tist0SÍ(iCy natural de «Colonia y <de
una «senatoria tiobílisima, >familia iilasinre, 4¡ne ipriouró.siempie :ocultar
con«u-4ifHnildad,>aoBqfi« lo manifestaba bastantemente b .generosidad
ée «H espíritu • Oesde "los Rimeros ipasos 'de «i vida apsstdlioa en ^la
nftvegacion€e^ftende<á'Oadia,«DteB^n£ru»la8, yidespuesenfieú*
Ha, donde -le fué tpreoiso -detenesBe^-mnies do'Ontrambos tviájes miostrií
\Áeñ él zelo «ardieirte 4e 4a ^salvaoion de :las limas que le iiabia asacado
M'senode-su patria, ^ióttandooárceleB, ho^italea, y predicando yiex-
hoMndo á los niarinevo8:á':la confesión y/recuencia Ae saciamentos.
iAsgado á Móaico y^ooncluidos sus eataiáos sededicó enteramente al
fnlltÍ¥o«dé lesindios^ea d Bemtnarto'ded- Oregoiiio. JE^ra tnoansable
enMUl eonfesonario y'6ntpreciirai4es'0OGÍirros>s»ngaladnneQte á les iodiosi
que pcfligraban por.au pobreza. »Conitguió ^asegurar tía TÍfrginidadde
niicbas^en elcon^eritotde:Corpti« C^ti^ y é. eüras >nfiantenia con no
poisas fatigas de todolo ineoesaTÍoi>ara apartarlas ide ilas ofensas de
üMos. JBntre -estas ^ otrar mncba obras de caridad .con aquellas po»
bres gentes, sin descuidaise jjams ^ ^í misnio jen :1a ipráoiica 'de las
velígiosas virtudes, fiíHeoió á:80<^eiiDarza. £& poneste itiempo desde
24 "del 'atíteceidefeiie «mes • de tfek^ babia eninrado ^en el ¡gobierno .de la Entra en pl
provincia él padre Antonio dfP«i^tta; su igoWemo djuró apenas pocos ^rovi^?a*^pOT
meses: «niprendió ^por ootid;]^ ^ primera (visita de la 'provincia <en ique muerte del P.
á'29 'Úék-rmm» Je corté Ü^erte'los pascisien *el colegio de Pitaquaro. Oviedo. ^
lAégóiá^i^íoo eéta ndti^ fA dia 9'de noviembre, y juntos >los«padres
consultores parasilyrir'%l4iogO'eiíi9ti'ffto^lií,isiB halló -nombvado provin-
dal ^l^padre Juan ArUo^ ^ OéMx^. ¡Un honibfe tanicaritativo, itan
dedioado^'losminidten^-^ii iodo género de'Opapaoiones y toncompa*
siyo con los pobres, hesitaban Ios-operarios de la -Gompama tener á _, V^'^\
aju frente j)ara enipre^erj animarse, mutuamente altraoajo en Ja hor- México,
ríble epidemia i:op ^ fl^i^ niQa,a%ir ^or entpnoes .este reino. Ha-
emia en
— 202 —
bíaie comenzado á aentir poco tiempo antes, [en el mee de agosto, en
el obrage de un pueblo de indiosfllamado MijteoaCf ceicano á México*
de donde pasó á esta ciudad á fines de noviembre. A juicio de los in-
teligentes era la misma especie de enfermedad que luego recién llega*
da la Compañía á Nueva-Espaua* por los años de 1676 y 76, habia
Descúbrete asolado este pais* Un vehemente frió y temblor en todo el cuerpo, un
ceta epidemia ^^^ ^^^^^ ^^ ^^ cabeza y estómago, una calentura ardiente y on flu-
jo de sangre por lai narices que era el término de la vida; he aquí los
síntomas de la epidemia desoladora* La poca cautela y desabrigo de
los pobres, los esponian mas abiertamente á los estragos de esta dolen*
1^ cía, que ya á fines de diciembre habia tomado un gran cuerpo* Habiaia
precedido no pocas señales que tenían harto consternados los ánimos^
Temblor de tierra el cía 7 de setiembre de 36, eclipse de luna en lea.
conjunción del mismo oes, y luego mas horrible del sol á 1« ® de fd^
brero de 1737. Estraordmurias lluvias á fines de otoño» muchas y ma^
frecuentes exhalaciones n«ctumas, huracanes ñiertísimos por el mes d«
diciembre, y tal cual singilar aspecto de estrellas que no hlió profesor
de astronomía que juzgaseser cometa. Sin embargo^ no se tomabo
aun de la ciudad providencia alguna hasta que la frecuencia de viátí. .
eos y de entierros, la falta deoperarios en las fiíbricas y de los indio» /
en todos los diversos ministeíos que perla mayor parte ellos solo» ■
ejercían en la ciudad, hizo coiocer el estrago. A estas primeras no- /.
ticias el Sr. arzobispo virey 1. J« Antonio ¿Bizarron, consultado ,
el real protomedicato, proveyó )or su decreto de 2 de enero que L
se señalasen (como se ejecutó) '«uatro médicos, y seis boticas en I
que se diese á los pobres gratuit^nente á costa de su Illma. loque ^
necesitasen para su curación, cuyo oosto solo en cinco meses montó
¿ 36827 pesos, cantidad que solo basaría á inmortalizar el nombre de ,
este pastor * y padre de la república. Esta providencia hubo de re-
formarse á fines de mayo por no pareceiya tan necesaria, y mas aun,
porque se creyó serla causa de difundirse^ el contagio» no_reco|péD«
dose por este motivo los enfermos á hospiiies de ios muchos que hay
•y habia por entonces y que se aumentaron q 1» eiedad.
Nueve para divesos géneros de enfermedSaa se cuentan en México;
pero no bastando todos para la única que ennices asolaba la ciudad,
U
t Este es mucho costo ciertamente; entiendo que I mayor parte de las medici-
nas seria agua do borrajas con jarabe de claveles: shi á{¡^ metieron las botictrío«
el buen dia en casa. Es gente por lo común muy poco iihativa.-
— 263 —
se anadia con otros sei» con que quiso el Señor servirse del celo, fer«
vor y actividad del padre Juan Martinez, solícito operario del cole-
gio máximo de S. Pedro y S. Pablo. Consiguió primeramente del Sr«
Arzobispo dos mil pesos en reales que se repartieron á los pobres por
medio de los padres de dicho colegio; pero como de esta limosna viese
que la mayor parte cedia mas en alivio de la pobreza que de las enfer-
medades, determinó pedir limosna cuasi de puerta en puerta para erigir
en hospitales algunas casas en los barrios mas apartados, donde era ma-
yor el desamparo y la necesidad de los enfermos. Cooperó Dios á sus
caritativos designios con tanta abundancia, que un pobre jesuita sin
mas caudal que su misericordia levantó tres hospitales, uno frente á la
parroquia de S. Sebastian, otro en el Hornillo que corrían enteramec*
te por su cuenta, y el tercero en el barrio de'Santa Catarina Mártir, en
que tuvo mucha parte />. Vicente Rebechi^ á quien pidió el padre la
que tenia destinada para plaza de gallos. El caritativo caballero no
solo la ofreció gustosamente, sino también lo necesario para medicinas,
abrigo y sustento de los enfermos, y aun su misma persona para la asis-
tencia y curación de ellos. En éstos tres hospitales empleó el padre
Juan Martinez muchos miles que con increíble liberalidad le suminis.
traban el Sr. arzobispo, )a nobilísima ciudad, el consulado, y muchas ^
piadosas personas, en que tenian no poca parte, el colegio de México,
tanto en reales como en pan, carne, frazadas y otros alivios de común
necesidad. Al cuidado de lo temporal anadia el padre el mas impor-
tante de las almas; bien que en esto no le cedia algún otro de sus her-
manos. Todos los sacerdotes délos cuatro colegios de México corrian
incesantemente las calles acompañados de innumerable tropa de los
que llamaban para confesiones entre las bendiciones de los desvalidos,
y de todos los vecinos, encantados de ver un ejemplo de tanta caridad.
Los mas no volvían en todo el diaal colegio, ó solo era para tomar un
breve alimento. El padre provincial era el primero. No había hora tan
incómoda, lugar tan distante, pieza tan hedionda, enfermo tan asqueroso,
no había ocupación que los apartase de estos oficios para con sus afli-
gidos prójimos. Fuera de los tres hospitales en que llevaban solos to-
do el peso, asistían igualmente en todos los demás de la ciudad, en to-
dos los barrios, en todas las plazas y calles donde se encontraban á
cada paso los enfermos y moribundos. El hospital de S. Lázaro, que
de una particular enfermedad . destinó en este tiempo á la necesidad
presente el zelo de su prior fray José PelaeZf lo habilitó en gran parte
de lo toimpovál di pinive'NiBeo]áS'de;ftBgian% jriEsíecifcaenéoQGBfrdtt Iftéod^
gcégacioD de-]» PiirímMi^ y fe^ misúú mÉmmvaéaá^ émhxmii^yúbmlcotí
algúÉf» á&¡ auB- cpnggcgm n tttBt akterdaém y Aack^ & los; jesaítas. B«
los baTrib8> m» sdior eraifc confesaros 1qh> pa^dres^ aísor ttoibíen páimcMt
administnosidoi toéo9 los» sfccranDsntos' por i^nltad. qasi koliw p«va ett»
ccaeedido' el) IHmk».
Fmní» neettsaina im« hiaéonii éspntei paca n^foir, á» ias- cwuitÍMfaii-
mas Iktfosnas^ ó' to accioM» de bsrifiea earídaé qas* entfáoefl» ée^mis^
tmwrdi$ eü Méxie(K Laer p^twmmt laas distkigiiidas; dd» caWdíSi ocW-
si^ieü j seeolnr, real «odkoeíai j diama» toibtmales^ s atiai» per te» t»>
Ités aeomp&ñ8éoa> és sa» crkrdes y pagp?» i. iw^füa f 1i suetaito^ el yteh
iiáOf laiB tyfedicdnas á ber pebres^asistír ái aa YíáÉfa»^ á. reeoger isa- %m»
íbb itéankíSf qoff ta¿L vete ddsam^pfloadoBf ao Inilinbaat seLoa ea laa eaaaa
dífuolle» ya tadoe loa déipáa nvonadeceav i jantat e» eagros Mbd ueltílMd éor
cadáveres^ pCN*qii8|m> Instando lea machea íji^ema cfoi faá ciod a A yaMa
cewieoiarMe^secabrieaoaíkwgaaypfOfciadaaa^^ el &8L Lazar»
y otfoa bamoa^ Se< bi^ aaiy da fiotat la piedad y lervcarda^ ¿dgfow»
iKfblatf sedotas^ qaa dspoadeadd totte la delieaJ^a pfspta- dé^so-a^e
y 6d«ié^kAi| «& r&ptLriUiHf»pút ka bospttatosr ^ ag al tfi m eóte e» ef
d^ l^ftta Ca«a»k»a y pueald de la Taa^t * aérrw pei<senaImdo«e' á
los apei^dee, y aor meaoB la del ikattfa écodei de Santiagí» De Jaa»
da T^nSo Altaaíiviio, qoe es teda el tíea^N) de hi epidettiht gebarn4
sifi^apte ei tóébé eü ^e salía dela.ealedral cA Aogostiiimo Saem*
mentes dei^eetQO en ^ae aa ha sefiaiado mi «obi^oia casa, y motítra
ptadoBo que ló eoüdacia laiubiidn Á riiíiar kf htiasaldei ehoeas á& lea
enfi^rmos y fdml^Y aoa aedesidadee. ^QuiéapodrA referir el t^dor
e<w qae to p&rraeos y mialitroe d^ laa í^leskie y todealos árém^ m.
ligríQNMitf «aarificaadiieua t^das se aMsagmttwi eatemmonie al seéorro
da los pelrest Los espeetáottio* laatvmeees qad .les: qnebrabaa el eo^
nadu d ¿ada paac^ e» la^ btmbret desflúdea^ eb ét áisatnpamde leami^
serabiea iftfe á ombíd» daseableito itmúUkií Veee0| y á las «rillas de ka
aaéqutaa» ó coníUiidídes tes aafios een loe enfermen, y los enfermes
ooil hk iniértres e» peiqtieflls&nas pf^as acababa» finatmeote toéoa
al rigor de 1» ñdbre? M trabajo que Ipara eoBftsarloe y admlafctmr.
los eri BieDester potf la eiítfécbea de lík babitaeton 6 per la cualidad
de los eatoibotft A pé«ftf de tan eotttínusay bóri^bTes fttigas, ni dé|
dittdádode U fnfm üdsif aidel^imeiitey ni detvestidd, ni. del aae-
ñái, ai del defMÉtsdi^ (laleao^iac^ aa ácerdabaá lor eelosfsiaios ebre^
—ató—
toÉf imiaásaéáte ooupados en IléYar á k» grattetfos cki cielo la mies
oapsoaísimB de que ee lee Uenabai las itimoe. TdDtoa pecadoYes en-
Yejettidoe en la maldad é ignorancia, raaehoB que jamás ae habían con-
fesado» mtioblikDoe pee eil largo tiempo no lo habían hecho, ¡nnumeía*
bleíí de confeeionee Unías j aacrflegas, á quienee el deeengano, d peü^
gro ó la exhortación hacía abrir los ojos^ supenMicicmee) enotesy jí4óé
laDriae^ ocattones presentes^ tal Test en el mismo lecho, que era meiiei*
iei deiarraigai^ hacienda»» oréditoe que era forzoso restituir^ matriilie*>
nios ínyálidosi t^tos inlénee que era preciso deshiioer, ooupacícmea io-
das que tal ves necesitan el dstddio y diligejkíeíae de muchos diaá, f á
qee por necesidad do debía daf entonces un j^bnto espesüeiite^
fintfftí tanto» no btlstando la ptofuaíon de los céiedides en Itmeenas^
lae |lretaitck>neé de k» magistrados, ni la pericia dejos módidos partt
aüqár el contagio qué cada día cobmba nuevas fuerzas; TÍáÉdose latí
plazas, callea, oficinas, los caminos én un triste silencio^ desanqNLr»f
dolí les btoríos^ ceitadas ó soUtanas las caeas, sa haóian por ledos los
tanlples er^ciones, plegarias, procesiones, novénáSi f todo género dé
piadeeos obbéquioá para éplécar la ira del cielo. Oon Iti esperienoiái
de dieis años antea en el zhrga^i^» se ocurrió desde hiégoá la San*
tMMa VÜrgenen su milagrosa advocación de L^reí»^ se llevó en solera^
ae puto^BBtuk á la Cafia Pi^fesé á petición de lia ciudad: se le ^anté ^n
iM>venariede misAsi lo mismo se hiáo de^es con la sAnta iniágen de
loa Remedi es» cuyo atnparo ba esperíonentado tantés veces eal* ciiu*>
dad desde el tiempo de su coéqúista. No quedó éadtualno ni davoia
ímágeiii á que públieá ó privadamente ka comunidades rriigiQsa0^ c^
fhídSaé 6 gremios, no repitiesen michas veces sUb ^sgóe j óracionesi
Lo mísiHO que ea Méxóco se piíactícaba en Quei^tai^o, Cel&ya» Tólil«
oa^ Obélala, Tlaxctda, y casi todaií las citidadas y pueblos de Nuevas
BspaAa, dbnde fiíé el Inismo vigor de la peste^ la miamli vigílanoia en
losipástolmi y áiágístrados^ la misilia daridad en los vmnioa^ y lá chía»
ma actividad y ñütrot en loé operarios. Sin eilibaiigOi ée vaáervaba
él Señor esta gloria paré sp Bantísiclia Madre én la milagrosa íniá«-
gen de Guadalupe (de Tepeyac) á cuyo amparo quería qué ae pnaieéa
tods el létnov Bien pteaente había tenido la tiuded eate uso desde
loe principies de la ep idem ia, y asi en cabildo que ae tuvo á 23de ene.
it> ééH ^ ^empter dé lo aeaeeiéoi ^n la úhívtNt inundaéí<m ddl eio de
tfód «ti 4tté él Illmo. 9t. D. Fmtiddtt) M^2b y ZtitffigA resolirió
traeti y trajo efectivamente ¿MSxícó lá sagrada imigen, dé 'determinó
tólüó ni. ^
^ —266 —
pedir para el mismo efecto la venia del lUmo. y Exmo. Sr. Bizarron#
No faltó quien'en el mismo cabildo impugnase como temeraria esta
resolución, persuadiendo á que se jurase la Señora principal patrona de la
ciudad en aquella maravillosa advocación. Pasóla consulta á S« £. I.,
quien respondió con este memorable decreto. ^México y enero 25 de
1737. — Sin embargo de que debo y doy muchas gracias á la nobilísima
ciudad por la proposición que su celo fomenta en la presente consulta,
es tanta la importancia de un movimiento tan respetable^ que no de-
terminándome á conformarme, ni á contravenir en acción que no cons-
ta haberse practicado jamás en necesidades de México aun mas apre-
tadas que la presente; debo, sí, excitar la piedad de su ayuntamiento
á proponer alguna plegaria ó novenario, ú otro pió y deprecativo me-
dio á obligar á la divina misericordia con la interposición de la San-
tísima Virgen, ejecutándolo en su Santuario de Guadalupe, refugio-
preciso como nacido de Nueva-España y de esta capital."
Hízoee por entonces el solemne novenario, repartiendo entre si \ob
dias el cabildo eclesiástico y sagradas religiones; pero no descaecien-
do un punto la fuerza del contagio, en cabildo de 11 de felvero se tra-
tó de fomentar aquel pensamiento de jurarla patrona. Para este efec-
to se nombraron dos comisarios, y otros dos~por sü parte el cabildQ
eclesiástico, á que accediendo la autoridad del Sr. arzobispo virey, se
procedió á la elección por el cabildo secular en 28 de marzo y por el
Jura México eclesiástico en 2 de abril, la que vista por S. E. I. con la respuesta
j^ci^láN. fiscal de 24 de abril, dijo: „Que aprobaba y aprobó en cuanto ha la.
Sra. de Giuu g^^^^ y ^«qq sumisión á la sagrada congregación de ritos y arreglamien-
de mayo de to á sus decretos, la elección de patrona principal de esta ciudad de
1737. México en nuestra Señora bajo el milagroso título de Guadálupef y en
su consecuencia asignaba el dia sábado que se contará 27 del corrien-
te, para que á las diez horas de la mañana en .la real capilla; de este
palacio comparezcan los diputados de uno y otro cabildo eclesiástico
y secular á hacer ante S. E, I. el juramento{aco8tumbrado," como efec-
tivamente se practicó con increíble regocijo de toda la ciudad el 26
de mayo, t
Parece que el ángel esterminador no esperaba mas que esta resdu-
t Infiérese de lo referido por el padre Alegre, que aunque el juramento se prea-
tó por loe cominoAados de ambas corporaciones en representación del pueblo y elo.
fo, á este acto augusto no se le dio la debida solemnidad sino hasta el dia 26 de
mayo. Seria de desear qpo refiriese las solemnidades que se hicieron en dieho dm.-
— 267 —
cion para enyainar bespada que había acabado con tantas vidas. Des*
de qae se comenzó á tratar con calor de dicho patronato, comenzó á
disminuir el número de los muertos, que en 25 de mayo, víspera de la
solemne jura, no se enterraron sino tres cadáveres en el campo santo
de S« Lázaro donde diariamente pasaban antes de cuarenta y dneumla.
El número de difuntos en sola la ciudad de México debia haber pasa-
do de cuarenta mil, aunque en la gaceta de aquel año solo treinta mü
«e pusieron. Los cuarenta mil solo se ajustaron sobre un cálculo pru-
dencial que quizá se hallará muy corto, sabiendo que la Puebla, ciu-
dad menos populosa de indios, donde se ajustó con mas exactitud, pa-
saron de cincuenta mü^ y de veinte mil en Querétaro con los de los pue-
blos y haciendas vecinas. De nuestros operarios cuasi todos enferma,
ron; pero satisfecho el Señor con la resiguacion y fervor con que desde
el principio del mal habian todos sacrificado sus vidas, se contentó
con algunas pocas victimas. £i padre Juan Martinez, de quien arrí«
ba hemos hablado, y que con tan singular fervor se aplicó al servicio
de los apestados, fufe el primero que consumó su sacrificio en 26 de marzo.
Siguióle en 1*2 de abril el padre Francisco María Carboni. En Que-
rétaro el hermano Francisco de Haro, coadjutor temporal, que acom-
paÜEando á los padres de aquel colegio y asistiendo á los enfermos en
el hospital de que la Compañía se hizo cargo, y en que cuasi sin in-
terrupción trabajó mes y medio, falleció después de una vida ejemplaif
el dia 4 dé noviembre. En León acabó gloriosamente en este mismo
piadoso 'ministerio el padre Manud AÍvarez de Lara^ primer superior
de acuella residencia, varón muy digno de singular memoria por sus
religiosas virtudes, observancia regular, zelo insaciable y constancia
én los ministerios de confesonario y pulpito, de quien dura en aquella
villa el sentimiento de su pérdida. Murió el dia 24 de enero. En la
Puebla acabaron heridos del contagio el padre Juan de la Parra^ el
padre José Arrióla, el padre Manuel Guerrero, el padre Joaquin de Vu
lUdoeos, el padre José Montes y el padre José Rioseco, insinges opera-
rios, los mas de ellos venerables por su ancianidad, literatura, prela-
cias, y por los cargos que actualmente ejercían en diferentes honrosas
prefecturas y trabajos pasados en las misiones de gentiles. Sobresalió,
sin embargo, entre todos el fervoroso ptKÍre de pobres y zelosísimo
obrero dé indios Juan TeUo de SiJes. Cuidó por 39 años, casi sin in-
termisioñ, del pasto espiritual de los indios en la capilla de S. Miguel,
Recorrió en frecuentes misiones' varias veces el vastísimo obispado de
— 368 —
Pndia, 0on fruto copiotfo do ooñVerHiones y refoiíiiui de CQstMOiUw
boaabre de insigne hum&ldAd y de escn^poloaa pobreza. Ayunó y rezó
el divino oficio aun at tercero día (te la fiebre pestilencial <|ae coatr^o
sirviendo i, sus amados indios. £n el delirio de su enfermedad no aten»
día sino lo <j[tte le sugerían en lengua mexicana y en adaman de qoien
confiesa, se le notaba la inclinación del cuerpo echando contiauas
absoluciones; involuiitajciot-p^ro feliz indicio del amor que le Ue"
vaba é. los ministerios de Iqs prójimos, por quienes halña espuesto y
ofrecido al 8eñor su vida, que ^consumó como nuestro redentor^ en
en viernes santo, 19 de abriL
1738. £n algunas ciudades del reino donde había comenzado mas tarde,
duró la e pidemi a hasta principios del año de 1738, tiempo en que ar-
rebató á la Compañía xlos religiosísimos sugetos. £n di Espíritu San-
to de Puebla falleció el hermano Agustin de Yalenciaga, natural de As-
coytia en la [provincia de Guipúzcoa. Desde sos tieriips anos dio
grandes ejen^los de penitencia, recogimiento y oracidli, que ^un án-
tes de los diez anos ocupaba el llagar de las diyer«io9f|s paeriles* Sir-
viendo de peón en la obra que se febrícaba entonces en k. casa de Xo«
yofa, fué recibido en la Compañía. En ella vivió, tanto e^ 1% provin-
cia de Castilla como en la de Nuem<Eqpaña, siendo UA perfeetísMno
ejemplar de hermanos coadjutores. Humilde, senoíQa, med^^fo, labe-
lioso, observantísimo de las reglas, respetuoso á los i^iacerdoteci, devo.
tísimo de la Santísima Virgen, y 4s una anüente^cañdad pi^racon los
pri^mos, en cuyo servicio murió el dia iS d9 ex^r9*# A 9S^ de abril
pasó de esta vida en León, tocado del contagip, el padre JSpmcjBCo
Maria Bonali, natural de Grarooaa, de donde vino eu vnisiom ,pfC^ los
años de 1731 en que hizo sus vptos en la BLabapa, Ni la d¿^<$ion
de sstos en considerable tiempo, ni la del sacardocio^ par^ que tema
antioipadamentip licencia del padre'^general, fueroai fcaatap^^» ^aw|ue
muy dolorosos motives parai#s<»ir 4^ sus labios la. i^^PQr qM^. £n
el tiempo de sus estudioe en el colegio máximo fué jeQaladp por ^com-
pañero del bendito padre y vi^qerable aa^ee Jkmngp de Qnin^pi,
escuela en que tuvo mucho que apreiidí^ en paciencia^ hunuldad, re-
signación y demás virtudes c^tianfia y rel^osas. D^ la toroera
aprobación fué sefialadp al hospicio tja Leo^, qt^ qu^^ pt^ nqp^rior
MfLnuel de Lava le r^bió como á un ^oigel ^ cU49^ ltwiqp/9 fütÁn-
dolé poco después tuvo el padre Bonali] m peca iff^^ padoper 4^ in«
discreto c^lo de aliguiios. Vivía sí c^n d) cpy^nml^ 4e f iie í^ |M*^
— 369 —
Mamifil Í6 prometida Ja hora do moiir i^ saguiria «n bfeve, ^onio «o
piiflíó á poco mas dol luip cga la^Oftikm ib h epiítenif^ 4 9Ni f i
odooo oponno a» entre^ mn rcfl^va» y en qiie apabó eóA «lAtinMeoto
de todaUvülaqueleintfafaacoiiioáuaáiígeL ''' Ta por o^tQ <Í€M^9
el goiiefindor de Sjoolea que babúii cowo /d\)ioio«» pa^ado 4 . (!f^1if9rf
aia dejada la ña da la negociacioa, «ieíopre leatay p^ligirpí*» pm^i^taa
naeipnea inoultae é iacoiíacanteci, había procurado y oomifigujido 4^ ?or
bre los alzados con dos ó tres r«enciieiitpos favorables que {09 obligar . . . -
ron á pedir perdón y entregarse al vencedor. 6a los <4>lig^ 4 <ÍM^ finr
tregaaen también á los autores principales del motio, y lo ej^outafioa
puntualmente» £1 gobernador se contentaba con mandarlos 4 la Qopt Muerte de los
ta de Nueva^Espana; pero habieado pretendido ahsarto con el barco OR ^^'deMno.
que loa eonducisA fué peoesariolpasarilos á cuchillo» excepto unos pot tín de la C«.
... j j . ^ lifornia.
eos que tuvieron defpues muy desastrosos meSf
Entre "tanto habia venido al Se. arzobispo vúrey éfám fmy apratur
da de la oorte para quesee pusiese como esiaba tatos mandada 9I vi^
ley Caaafírarte, un presidio ea el Sur. Se encameadé la ^ñenmom 9^
gobemadar íde Sindoa, ooli eondicton de qm h» «fioítf sc y pr^aídMr
rios de iúi»fvm<H amnera xecopocieam ai 4flpc i i dtoK> P i 4^ lavfAuíKM do
los msioporof» ni eituvi4i)eo.i9tyetas sfaio ím pedfa t u m nlo 4 ; ymy. de
VténiífQf mu suhordiaaiwa al eapitaiii del presidio de.Lonito. Se #0r
nalaiv»» treinta soldado9 quo ^¡vepftfiierQii eo k>9 |ii^ti^4e S> Joa^
SÁotíagp y la Pa?; dii9z en cada partea al Mrgo del i^püaa Of Betr»-
9^0 Sodrigae^i I^oienao, bíjo4e| a^tigoo capitán de Cftlifor oí;^* ?c-
«6 «amo éste» adulado por 100 j^siiM»» jr wgui«pdp Ifta hueJNi 4» pp
«nciaM pitfb^ 4efirto9o ipucjio 4 )q9 fiwmaKo^» pmitQ 4esagsad^ 1^
gpüwmi^ de 'Siaatoat y pua^ op au Jcgar 4 0»JPedi^ Ali^i^rfi?; d# 4oi9h
ñd^* JSl pf^ro pisocwndor ido Cali£^tma i^fpiü^scHitó^a M4q^^ al 9k.
jir9^bÍ9po YNT^y lof . mPW^om^iMoa qoe i^an. iíp wU«r A^ m^\ mf^-
Jé^g^wm >lHsi:o^«#^.M}p'jio consiguió qae g^ £• I» pMMPfí fi Qu^vo
INleiidiik sobfe^el piéide} aotígn^ «üKo que 4iita9 iPcfiNrixi(í ;^te fl^My^tt^
<«deiiaai4o ^eloa pnNdiaifoa |y oficialía d^ mi^íi:^i9mi^.\^wmm #4-
aMiidos* nooibnadoii oi pi^ifdQa, 6 tenQsen<0D el tiíLdra fnperiof )de Cfi-
IMbn^, ó con a]g^ilD ctcb de loa piMÍoneraei algan» trimipw ^ dcp^A-
* Por P9^ amamal de «^ wwwQptp 1» ^fid^.,...„ p^^^^^.e^^ jlí^fW»-
i^ÍMaiaad«3.JufaFxiMifH9Cp4sS^. j^pi9?»|>w.pí Jl»,|giFW<3^
gie'* sin duda que no corresponde 4 este tiempo. r
— 270 —
dencift. t Se aumentó al presidio -real de Loreto de veintioinco á
treinta soldados, y se vohieron á poblar y cultivar las cuatro antigoas
y desecadas misiones. E|i la de Santiago entró el padre Antonio
Tefnpisi de quien haremos meneíon en otra parte. A los sucesos de
California debemos añadir ía dolorosa pérdida ipie padeció rate afio de
8U mas insigne bienhechor, ai puede llamarse así solo de lá Califóm ia
,, _ , y no antes una fuente y tesoro común de toda la universal Compañía
Muerte, elo- ,, ^ ,., «»>»,,•« •»»
ffio y liberali. y de todo el orbe cristiano, el ilustre Sr. D. José de la Fyente Fena y
UM de ^k" ^<**'''^'^» marqués de Viüapuenie. Puede decirse con verdad qué do
puente. hubo en su tiempo obra alguna piadosa á que no concurriese con tan-
ta alegría, que no cabiéndole el gozo en'el pecho prorrumpia en aecio-
nes de gracias á nuestro Señor por las ocasiones que le proporcionaba
de hacer bien á los pobres. Fué en esto muy particular que sus cuan«
tiosísimas limosnas tuvieron siempre por objeto mas que la pobreza
corporal el remedio espiritual de las almas* Por este medio consiguió
haber sido en su vida, y ser hasta hoy el apóstoLde muchísimos^pueblos
y naciones, que las casas y misioneros dotados con. sus limoraas redi-
man eadacdia éé las ttiáeMas de la infidelidad y da lá^cüpa. £n la
Atíica, fuera' de grandes súttiás remitidas en divemoís áempbs para re-
dención dé cautivos, fundó é»- Argel'un hospicio 'de padres francisca-
nos observantes para ef amparó y pasto espiritual dé los cáiitivt^a cris-
tianos. Enlit Asiavá costa de mutshod males, remedió á innumera-
bles críitianós dé las vejacioñes^ que: por la- fé á^ Jesucristo p^kdécian
en algunos reinos de la Indias eñ eí Aapón y én la<3hiná. : Aquí, para
el sustento de misioneros catequistas yi&brica de i^esias, envió en dr-
íbrentes ocasiones mas de cíen mil pesós.'^ En Mácao fundó, tfiaa ca-
sa ó cuna de misericordia para recoger loé niños qaecada dia aiiíane-
cian espuestos en las calles según ^uso bárbaro dé la gente pobre de
' aquel pais. Para el miámó fin de sustónifár ministros y.cateqüistas en-
vió cantidades muy grueisías 4 losréiMWde fHwoMor^ TetmUej' Madu-
ré^ ' Cormhiandelf' sosteniendo aqueUas floVéciéntMÍ líglcisitts qóe entre la9
¿kmtinüals hóÉrtüidlidés'de-lbfií péganos 1iubíenE[tt''peréci¿0'mudiás védoís
sin este «ocOtto; Si^Fi^pinaS' fundó unipfeeidto escindios boboláiioa
contra las kiráaioBéS^ los' morimüque cerraban -d paso á ia* própaga-
t No se pensó así en IO0 días del conde de Moctezuma cuando se ezigié por
condición al ñindadói padre Salvatierra que éí gobernase en lodos ftierós aquella
Coloiiía.^... Ya asWabá déédé^ entonces en el gobierno español la persecución que
se preparaba á los jesuítas.
— 271 —
úoü del Evangelio. Fabricó en la India Oriental la iglesia de Pon-
dícheríy y remitió á Jerusalen. mucha porción de )>eaos para adorno de
ios santos lugares, y seguridad de los piadosos peregrinos.
£n la América, prescindiendo de continuas diarias limosaas á^men-
digos y vergonzantes, de muchas dotes de virtuosas doncellas, de ca-
pellanías y obras de la misma naturaleza de menos considerable costo
empleó mas do ochenta mil pesos en la fábrica del convento de S. Jo<
sé Tacubaya de religiosos descalzos de S. Francisco; inas de dos.
«cientos mil en misiones, barcos, y otras necesidades de California.
IFundó en laPimeria las dos misiones de Busanic y Sonoydad, mudán-
dose por su devoción en el de S. Miguel el nombro que antes tenia d^
S« Marcelo. Ayudó con diez mil pesos á la fundacjLon del colegio de
Caracas, con diez mil y cincuenta al de la Habana; dejó] otros diez
mil pesos paradla fundación de una casa de ejercicios en México. J)e-
biéronle no poco fomento las misiones del Nayarit,y las del Moqui y
Nuevo-México. £n la Europa costeó las informaciones para la bea-
tificación del venerable padre Luis de la Puente; reedificó y. dotó de
nuevo el colegio de Santander; fabricó y adornó el colegio é iglesia de
la cueva de Manresa, teatro de Ift penitencia de nuestro padre S. Ig-
nació, y cuna de la Compañía. Comenzó á fundar un colegio de. mi-
sioneros en la casa y castillo de Javier del reino de Navarra.. Sirvió
al Sr, D« Felipe V con un regimiento de quinientos sesenta hombres
armados y mantenidos á su costa por cerca de año y medio; servicio
qué S. M. recompensó ofreciéndole el vireinato de MéxicjO,^ y rel^m^
este honor prefiriendo á todo la tranquilidad de su conciencia. ; En
su última ancianidad peregrinó desde Méxiqo hasta la casa de Nazar
ret y ciudad de Loreto, vestido de un paño grosero y con voto de no
quitarse la barba hasta haber adorad aquel santo, lugar. Ofreció: á
la Santísima Virgen en su santa casa dones opulentísimos;, hizo por
todo el camino innumerables limosnas; partió á Roma, y en el Je-
aus tuvo los ejercicios de nuestro padre S. Ignacio; volvió á España»
ofreció en Zaragoza preseas riquísimas al templo é imagen deü ,PibF.
Hospedóse en Madrid en nuestro colegio imperial, donde habiendo da^
do tres dias antes hatta su cafa de limosna, se dio asimismo al Señor
pidiendo ser admitido en la Compañía. Hechos con ternura y edifi-
cación de toda la corte los votos religiosos, [falleció el dia 13 dQ fe-
bi«rode.l739..*.
* He aquí on gran Umooiero solo oompaimble oon el espitan D. ' Mannel Fer-
madez de Hallo de Oazaea, de quien ya hemos hablado.
Ábrese el plie. Él phéiéé hkh AfiHoílifó dé Óvfiédo éiMtklUÓ 8^ g6bié¥A) htlsttl «1
nombradí^o*^ 25 ¿é j^hié m ifté áHíe^td ttUttvo ^ié^g^ Wvd fottaeeaot al pádi^
vincial el pa. Mateo Anzalá&. £tt é^ta nacsüifet oéásidtí liftbia vieoKio carta ^e nuea*
zalda^^^^'^ ttó ()&ái^ gétteml éft ic^ itífdittiado bq paternrdod^ de ka és áéntíct y
fá&tet de Ih CóM^l^ñfá, dé k>d gkítioaaa ti!al>ajoiEi de Ida «petai U» de esia
¡^h>tíñé^ éll di liampd d» hi epidétnidi manda al prariHéíal dbi eá au
tfóhibré lá^ g^tíiÁtts á idtdés táA tlfeiE^dSsú» (dide aa patdraidad) ^dbo
({ttiiñei^ datlas & ^ada ctao eH palrticfulát', a«agmtildole% ao méaoa, da
)á ^óhi9ólaói6tt ¿tiitíAe ^^étíib dé$a« di^a núfiiúía» por U ^e ^mé*
báÁ dd fóyVdi^Hd éí^Mtu y dele «tídétt fi^d^ittdia^ qae da la Éegaiía O0ii.
flkiÁiá ^d iétígoktn Ih Viyti^ :^ tttdíentd ééiAúvéA éa tadoii, fwiva cante.
húa!t tóú ^i Metilo dtttpéñó^ tatt glbrtoto á Mdá(t0Ík$%i»r, tara útil fe loa
^Ójinió^ y táb "propio Úh la ICdkit:%JHá^i duyft d^UM y bbefl DoiabM pá-
tébh ha t(íié¥idO jtD^tiíidtt)^ di didlá, xMéitáhÓéiéttái qoe laa>q^a Ikm jicr«-
éegüMm ié 1^ Aü J{)^'0«Mle ddtí I6d tíiúU dti^iéfSaddd <é iateraaadoi ptt
el fúblibd hb^tá di détVéihb ¿ó f^tddf ««id vidais/^ El padM Matea
Atatíttl&o dédéitf(»éfi6 e^á étáéh üóik ütíñ mm ditealit, iqcie aiandD iibá
hdrhkó^ déátüpiSóú M Itímfiaé i^W^b 4éiméfálk6» dpiMridés fdtoA.
d6 dé sófpdiidt á súbdíttís dü i^tíd úb Üabe Id éedalaléidll ni ta <ted)lj*^teda
ffáf eúfó f lldékta]^ á<)QÍí H Id Mdddd algtíüMr dd édd iékdMiááw • ^.Nd
tliidó, died, acifHi' lá tátídad-dd irtídétrad tdVerdilciad Idd Id^tAd ^ttd Ifé-
Utihitynénte se dstftlílé^iétl dti las dfnddkkiias de qtíd hhyíi MftmeM datar*
Ytíiíadd dd opefariod. Nd p^ó súftír H adpartkdíeh^ ddtAiickh «cnM^
tütd y doúñiidícddidkir Aligdadiaa táti tiéfcéáátid» pdtli impeÜit el ddtt»
lá^o. Nd ée t>iisierott éatdd'tíi tttfds piidddh%tfhf^i&l pdligí^ |k>i^
il9k)tdita¡áhi^ti^ i'dVéñrdfidiadí dkid áÍAtaSf Id bdddabail^ Nofaub»
ffiistfífcíótt (fe^eMid»,^¡feiréttd&áde]^a^ l^i^fi&tdéi^ dé paaalos,
ni dltdúóibn dé Hétoaét Lddldbfi^Stddi lod áiMÍiaiiidaí lea aut>aHo^
1filieKiÑ[¿, iodbd laHlA d^^di4dét di ituídd dtddti ^ dtMMíVdMMi J^^oarirtraa
fé^ékdádiad íbé tío a AñkHr deddtftidd dtgdftd^. Nié «d ¿nidáta «dii laa ha»
iM édlidiá kljí^l>ajdite tmteA, «dülfinUiíkb^ léd^ lÉ tiddild. ^Fddda m
fBfihifLTéHk, tddds lÉe didMft (ik)^ dÚigttddá^ atitl ritiddtféd ^eátUcfiéaüéir
idbifi^i^ 'ikékñtHt dd edtl]^¿}Éftitdd'8i6\tfsidíidd^ togiMdtt lá drtdlrtd ^ «MÜ-
)Rffittií & Idddddéyddled, toiti^Máb lá pi«IWi>dé nd^toAd ^étfdVyuddX'Yfld*
jdi* á Éab pe^tá&é tót ddt^r p¿(^tldédefcAi1iem^ldá «dHdJttfdM^ 4ttiyd
^bdlo TÍO lácdkiiíábá & io d^d^faifaim mtitfddtwiaw».
TÍcios jpueden quedar escluidos de eata j;lpria| pues péd^fí >doá ^ iMUM i d ^
aíH Güar'aAMiíaoa AaerHria oMída «2 kta^ipotoesiif faakMuAaaaMi Ime^
'P .'• m! -.■, I ' :: '■ • • .
— áltS —
bos cdnqod. Ia earldad do JedüenaMi ^upeñi^ 4 «iiesIfM M^«mi(}i«á
4 Mtréltfe pof i» eaéi» delcwftfeétttloit á r«eorvtf lo* boiricpifr folian'
pUau de ffétdta hw coiif€8Íoiie»ipwlMeMtcadfl MMSeidot^^ y Be pediu
a§iief«r bo pecas leguas en loe diefaatee térmíeAe cnüerepteabaa mvf :
has veeea al dm* In a c ñeüib e piHlieratt habct lUo vteélraerefefenciiMK
4 k faámfare». á la eedy á las ñ^íKas^ á las fttigaa; á lae deote^iplaasaa^
tiel día y de la acdM^del sely át la agua,,at fii> loe hoUeraii declarade>
iBBiy eemiMee Ida inortale» aceideaUa que le» reeelthreí» pee la eaati*
iMÉaeÍDii ddí neoportable ttiafa^» Machos fiMoil los bendoi» del ce»&
tagior y pudieron habedó ssdo todoau Alganee iBiiriec«ai vSctknáa
dehk eariéadb Dmgtme i c baa ó eyaíer m vich, ynJteconátait.lQakar
mudes sieiitííDiteakK» démuéfaos peí no kabettii peidiáov . ¥t»i eaneiivf
br» de iaáesUx) muy twereoda padfe general y mio^ doy é^liiértjraerÉév^.
reücnaalai gmcxae^ y podré dfir é aa patefdidad revereodísilña al
coemiele de qoe aunque ha. ceeado el fiiwge ^1 een^a^ky víTe aun el
de la iifiaoia candad, celo y fertor en d de vues4im4 reveitUMilb 4(c.,^
' Loe aüoe stgniéniBa de cuareata y cuarentay ato Aiaroiii ln.iiy.F%Q^ 1740<
ficoeen k provincia, cimillo tarbulentoeoik la de Siaalea.yC^
lafaie^oB á Sinaloalae aedicionee de los^ ya^aíayiaayoa pntrocifj
nados do alguno» veeinea qile loe UeCrailabnn para sua paxtkulaxesr ii¡i^[,
tefceeoé No eontnfawyó pocx> di desaféelo de un caballeNy.de loa queq
teaían mando en la provincia paia con loa nisioneEoajesuitaa^ Es^s
«6 todo el tiempo dd molinillo Ucieroa ^ic^ papci que. eldejblaiKSo de«
t¿dee Im tifoe yoalamniaa Con que ^isk^qn. d0qi^;wlpc^tn]a ému^ .
Laé Gabezéuf de la íebelkik emn lie* d cuat^
totas y ladinos* AL piiocipalf y c^e destioala. pasa ái el JSif^MÍa-áSí li^.,
psovinciay Bateaban en su liorna Jktuni^o^ Uaaaado JSaZf^lsar» y otio
llamaáo Jtam CaUxtú etan aus prioíúpalea ofiesales,. y este '8eg^I^
mandaba en isu ausea^ia las trq)aa de lee.maloantoUys^ Las kosti^.
lidadoa eenietizaron por laa miskmea de MayoconoMiertedel Qadq^e,:
gobernador de aipielloe pnebloe é incendie de laa iglesias é iaiágeoeat
sagradae. De Mayo pasaron al sitio qae Uamacen Cadros « doade/Comep.
tidoníaipanemenite los mismos sacrilegioa^ pusieron Bm realce en B^r
í^aréat* El goberondor» 4 esta notída» ae teíró i lo» ^^leaioa. X^ H-
beidea aaqncáron lodoa los Ibgares, (>uáeron fiíego á laa casa» y 4 lee
43casbracbe de que no podían aproveobarse. , Sópófe en el Fof u¿ por
eslé tiempo la prisión de iMmaéf qmel «ifjtan Mena .Mia tepúde (a
^^JbrtunÜ de'baber á; bis tnanoa^: bicit ^ae- jMrotic» üesacieee de nmyoree.
TOMO 111. 87 '
— 37(4-"
ífiquietudési hulib de'pbneilQ tin KIÑtud. Coú esto creció la cofifíannítt
y el orgullo dé' los "yaquis. En Borum y otros lagares reqinosy atro<^
pellándo el respeta debido á sus imnistros y aun amenazándolos con la
rauertOy lo Uevaroi^ todo á sangre y fuego. El gobernador diaúnulaba
ent^ tanto no oir los clamores de toda la provincia hasta que se vio
obligado á enviar á Mayo, donde reconocia menos peligro, uno de suar
tenientes con algunos soldados^ Los mayos los recibieron con maes-
tras de alegría y de tranquilidad, los regalaron con todo cuanto habia
en sus pueblos, y dejándolos^ gozar desarmados, de las dulzuras de la
paz se apoderaron de sus personasi y cruelisimamente azotados los en-»
viaron al gobernador. Despacbó^este luego sesenta hombres armados
para castigar aquel desfdltero; pero habiendo tenido el capitán la inad. ^
vertencia de fiarse de un indio que los guiase, este los condujo por
unos pantanos donde, sin podéis revolver, fiíeron atacados improvirai.
mente de los yaquis, que cazándolos como á fieras atadas, loa dejaron
á cuasi todos en el campo. Pasaron de ahí á Basacora» asolaron la
provincia de Otsimurí que sus vecinos se vieron forzados á desampamr
y acogerse álos bosques hasta qiie pudieitm refíigiarse muchos en Iconu
Dé áqül se escribió pidiendo socorro al gobernada de Ntfeva-Yizcajra
dándole noticia de los desi^ios del enemigo^ que eran penetrar á la
Sonora á cuyas puertas estaba ya insolente con sus prósperos sucesos.
La distancia de este recurso dio tiempo á los sediciosos para aeome.
ter á Tecozipa^ uno de los primeros pueMos de Soncnra en que se halla^
ba D. Agtugn de ViMasolá coa ún otro oficial y algunos soldados d^
presidio. A éstos dos bravoi^ oficiales opusieron los yácpiis sus dos
gefes Baltazar y Juan Calixto. A la punta del dia acometieron por
tódád partes con bastante orden. Los españoles, aunque desprevenidos
y medio desnudos, sostuvieiion con valor sus primeros ímpetus entre la
cohfiísion y el desorden* Yoeltos en sí dentro de poco, bien que en
pequeño número respecto de los indios, dispusieron con tal regulari.'
dad sus descargas; que pudieron al fin rechazarlos. No consiguieron
sin embargo ventaja alguna mientras estuvo Baltazar al finente de los
suyos; Este bravo indio dio aquella mañana un grande espectáculo
á los mismos españoles. Ni las balas, ni [las lanzas, ni las cicadas
fueron bastantes para apartarlo de la entrada que hahia abierto en el
rednto y que-pretendia franquear á sus gentes, hasta que cuasi á pe*
dazos quedó muerto ett el mismo lugaif; con su caída hoyaron los do-
mas. Desde este punto comenzó á descaecer la fortuna y el vaknr de .
— 275—
loa yaquis. £1 capitán Usarraga entrando on la BÍQrm.:49 Tepohm
en ocasión que con un baile oelebmban la muerte de . alKuQqa dspado-
lea» los derrotó y puso en fuga coniniie^tevdeiiauc}h06, <^ja8cab6safl
d^ó para escarmiento clavadas en loe, árbo}es« A mx vuqlta dft Alamoi»,
donde había sido enviado» le salieron rep^qtinam^nte al eaminó; y wiúan
que traía nuevo refuerzo de soldados lo derrotaron» bien que conloe»
pérdida de sus gentes, pues que viendo á su espitan herido»] aUnque nó
mortalmento de dos flechas se acogieron lueg<i áisius pies» Esté suceso
dio aliento á Juan Calixto para que con bíi^ y rseiscáei^tos yaquis asal«
tase seguida vez á Tecozipa, pero:rechazado igualmente por D, Agus«
tin Yíldasola dio oídos fáciles, á proposiciones de paz* No hubiera»
sido muy seguras por la vuelta en este tiempo á Sinal^a^del sedicioso
Jíiiitt» si el gobernador D. Manuel de Huidpbro no hubiese pasadp
prontamente al Yaqui y asegurádose con la prisión de¡muchosprínoi->
pales. caciques. Ya es!l;aba para proceder al castigo de los d^Uncucm-
tes» cuando se halló llamado á México y con. orden jdd entregar, el
mando de aquellas provincias á D. Agustín Yildasola. Este» después
de.haber recorrido las pptdaciones.delosTehuecoiiyotras á ks riberas
del Río del Fuerte» pasó & Mayo» donde entendió los perversoa deaign
bíos del Maní y algunos otros cajciquei^ tomó con tiempo las ma^ pru-
dentes mfMÜdas para impedir el contagio: se apoderó del Afuiu y de
Bernabé que se habían ocultado en Tbum» donde ft jfines 4e junio
de 1741 fueron pasados por las armas. Quedaba .aiyn Calixto que
causaba ne «pequeña inquietud por su genio altivo y bullieioso y auto
ridad que tenia entre loe auyos^ pero.no tardó mnchq ei| venir ^tas mti^.
nos del gobeyrna^or y afegui^coiiau.muer^ latrui^iUdad publica
de.la provínojia.t , ,. ' •...,;{
£n la California se liabta padecido- en este tiempo por muy distintp
camino. La independencia de los dos presidios era una frente inagor
taUé dei füseon^as sobre lá jurisdicción: de tínos y otros. :, Xéos. minio.
neAMiseiMlalMito.eii«ti total deaainparo»'8Íniem>Ua para sus salidas
y <NHf0dieii9ínef9i^. espe^ialBiente en el Sur»; donde, era mas necesaria; pe-
lo-dondei^V.^pitan 4^ preiiidio les; era afaii^a y declaradamente co|i«>
Umrio. Sran graves y frecuentes las veja<>ÍMies y la^ quejfkp ^e loa.mr
dHM^- . Nf>.86 pensaba en adelantar lasicpnquistfis, y.'solp sa llevaba la
atenoion-la oodicía de las .perlas por l^sjQuaJetfse hapiaA eontfiderables
estQrsiones!&. los buzos de Nueva*España. . Los padres» conociendo
cuan poco favorable estaba para: ser oidos el sistema presei|te4«)igo«
I
^376 —
lütfBQy'ée vtiAU fofaadofl á eal1a> hasttt^jjtte el poligro «n que de hallaba
todo y Ia8<qtiejtfl EQiflraaB de uaoe eontra otros hieíeroa eottooer ai Sr.
axfifAávpo wia^y el4iiftli2- estad^ntola tierra, depuso al eafitm del
noeifo ^^esidio, y^íyUso-en eú k||»r an teni^ite saboidúiado al ooBma-
dante del )imildk> útílamttii aHaadando que el nonferaniieiito, adm-
0ion y paga de «no y otro presidio corriese cosió antes á dtspottcion
del saperior deilaa irasioiies. 1>Í6 i todáa estas disposiciones tniiyor
firmesa la nueva cédala del rey fecliada en 2^ abril de 1742 en que
se ordenbÍNi. se alKimasen porta real hacienda los' gastos^ausadoa con
el motivó^ de la reMionde Oálifemias, y se propusiesen á 6. M. los
medies eonduceñlef á su tranquilidad y entera reducción. lAegé tam»
Men este año otra cédala en que mandalia el t3r. D. Felipe T ee en.
cargase á la Ceinpañía de Jesús. la ^entrada y redaeeion de las pnma-
cias del JifsjfK á iafome y petkion del Bhnó. Sr. D. Benito Crespo,
olMflpo totes de t)urango y después de la Ptt^)la»yya,cofno heihoadi-
(^0, lo hafcia intentade*
A. fines del año, oumpliéndese yá lee nueve á que se hallia provoga*
d6; le liató de juntafpua «Idia^S de novíeiiibre la vigésima séptiína
eoBgre¿aeioa psfyrlaetnl^ Hubo luego de diíMne pava el dia 4 por
la entrada del Exmb. S. D. Pedro Ceiman, Agastiá de la Cerda, conde
de Fiienclara, lirey de estos reiiios. Fué noñsbrado seisretarío el pa^»
dre José de Moya, y luego el dia -6, elegidos primer procarador el pa«
dre Pedro de. EcbáTarrí, prefecto <de estudios maysores en el colegio
mftadnio: substitutos el padre Jbsé MaMoinkló, .maeístro dé .prima 4m, el
mismo colegio, y el padre Francisco Javier dePiáz por rector delcole^
gio de Guadatajara. Los dos padres procuradores murieron sin llegar á
Europa en el colegio de la Habana. £1 padre Paz á lá vuelta, de Ita-
lia Miecid (amIíeB en Auserre de Fraaciai^pero esto>ftióalgu]loa' po-
cos años adelanté.
A principios del de 1748 entsóon el gobiémode la^promicimelipa.
dre Cristóbal' de Escobar ^y Ltamas^'rector qUe había sldé^mKbos aflea
del Mal y mas antiguo colegio de S. Hdefonrio'y á cuya íaelrvidad' y
prudencia debe no soló k suntuosfeima fÜbrica, sStiO -gran parte 'del es¿
piendor y crédito coa fjpééetedé estecdejí^. El nuevo ^^revinciat'Oft
eeásecuéncia de la cédula del i<eiy, recibida el año anteoedente, anear-
gié! el pedil>é Ignadó Kelms ministre de 8oiUnaca, que hiciese iodo lo
posible para penetrar aí Moqtd» Pasó el padre el rib Gila saliendo
ds su misión péir eetiendbre, caasíné algunas leguas al Norte; pero ha..
— 277 —
biefido«ido ai^araYana Aeometída y robtiia <le ios aiuiehea eniui &aal»
to nocturno con muerte de o» soldodoy loe demae qiie lo aoonipenabav
eemeiiBalMMi á Inner y aim á detenoperaiio* Aeí «e vio precisad á
¥OÍ¥er á eu pueUot aia o4io ¿rulo que el ^ haber vieitido de paso aL
gunas laDcheiíM de^náiles. fiemejante átedeo tuvo otra eapedicakui
que jpor janio 4e este año empreadieroD doe cekMÍeifliofi operarios del
oolegíode U Hahana. Poriaperte aiwtreal de la Florida hay ujia p/^^ctonM
cordillera de pet^uefioe ielotes que llamao Cayos de los Mártíre$9 por. los Cayos do
qiie esitre elloe y loe terriUes hijos do ese Bombre hay uo corto br«^
cea^ por donde vuelven de allí 4 k'Hahaiia embar cacioaes pequeñas»
Hab¿U|}.e^tas pequeua« islas tndíoe idélaJtrae auoque sí a donocilio ee»
taUc, traBSOiígraBdo de uaae á otrae según Jtee estaeiiNies del aiío^
opcríanidad de la pesca y abundancia de frutas eilvesUes que les sir*
ven de alimento. Son muy afectos dq los españoles y eneiQigos de los
í n|;leses, y por eonsiguiente de los pelmas sus aliados con quienes traen
con(tinuamente guerras. £sia«^ su.brujtalidad y cpa^nuiiemhríaguea»
aoa causa de estar rediisida toda la «ectoa de estos islefioe á muy po^
cae familise.. Cada naackería re^soaoee su oaclque diatialo y coeao á
tesúente euye á uno que Uodma CégpUam grwmkp uonbte que oomo el
do olN4po les ha enseñado el trato coa los español^Sf ci^ idioma ca-i
tienden en lo bastante: obispo Ueman 4 su sacerdote. La oeiemoota da
coefH^acion consiste en. tres días de caaeras continuas» bebiendo
hasta caer sin aentido, que á juicio de ellos es morir para xesuci«>
tfij dcepues de sf^^itiñcados. £1 ídolo qiue adoran es oaa pequeña ta^
bla CN>il una muy grosera y mal formada imá^^ de una Pimda (ospo^
cíe de pe#cado)v atraveaada.coa. un harpon y vaiias figurillas al rede-
dor como lenguas. £1 sacerdote ,aco8tumhca llamar los vientos eea
ciertos silbos y apartar las turbonadas con diversos ciamoi^ é iatec«
viene con variaa aapersticiones 4 los sahumerios con que honran loa
indios al cacique y sus hijos. Tienen grande horror á los muertce,
y en sus entierros, que tienen árdistancia del pueblo* tienen aiempre
guardias* £n ki muerte, de los caciques matan uno 6 dos niños que
los acompañen y adornan los sepulcros con tortugas, piedras y c^oe
animales, tabaco y cosas semejantes para tenerlos contentos. Niegan
mn embargo la inmortalidad del atmn, jocg&ndola igual á la de cual-
quie^r bruto, ni reconocen Dios creador, diciendo que las cosas so ha-
x:en poir ai mismas.
Oon los frecuentes viages á la Habana, habían pedidp algonne
— 278 —
veces que se les enviasen padres para ser instruidos en la fé. Pareció
al Exmo. Sr. D. Juan Francisco Giiemez de Horcasitas, gobernador
entonces de la Habana, * convenir mucho aquella reducción, no solo
para la gloria del Señor y bien de aquellas almas, sino aun para ser.
vicio de la corona y seguridad de la costa y barcos españoles. Pro*
puso el asunto al padre rector del colegio, y admitieron gustosísimos la
espedicion los padres José María Monaco y José Javier de Alaña, y
salieron de la Habana el día 24 de junio. Dieron fondo al siguiente
dia en el cayo que llaman de Huesos^ y siéndoles forzoso detenerse,
tanto por el viento, como por un bergantín inglés que divisaron, el pa-
dre Alaña, que al celo y fervor de misionero juntaba también una gran,
de instrucción en las eiencias matemáticas, ocupó el tiempo en exac-
tísimas observaciones de la situación, configuración, alturas, fondo,
aguadas y demás cosas pertenecientes á un completo informe del país,
formando de todo muy curiosos mapas hasta el lugar donde desembo-
ca el río, como dos leguas al Sudeste de boca de Ratones en el conien.
te de la Florida. Aquí, por medio de un español que encontraron ctt"
zando en Cayo-francés, tuvieron la noticia de que los indios qoe- bas-»
caban habían poco antes hecho paces con los de Santaluzes y parádo
allá á celebrarlas. Que los Santaluzes, para mayor solemnidad del
dia, sacrificaban á una niña. Penetrados los padres del mas vivo do-
lor despacharon luego en una pequeña canoa dos hombres supUcando
al cacique Santaluz que suspendiese él sacrificio. Faltaban 3ra pocos
momentos para la bárbara ejecución cuando llegaron los enviados, á
cuya propuesta condescendie^n sin dificultad los sálvagés. El 13 de
julio llegaron los padres á su destino, y poco después vinieroii á visi-
tarlos los caciques de cuatro ó cinco poblaciones de -moimioii, santalU'
zesf mayaeas y algunas otras naciones. Se les propuso el fin de su ve-
nida y se introdujo el punto de'lft'téligíon de quéhabían tratado con
él gobeniador. La respuesta fué niuy agena dé lo que' sé esperaba.
Dijeron que ni habían tratadb con él gobernador cosa alguna en el
asunto, ni habían pedido ni s<yKcitádo la venida de los padres. Sin
embargo, el temor de que se volviese la goleta sin participar del ves-
* Primer coiid« de Revilla Gigedo, padre de D. Jiua ,yice]ite,famoBO virey de
México por sa acertado grobierno aflí como el primero lo fué por la imnenia soma de
dinero que se llevó á España, y por lo que se asegruró en una Gaceta de Holanda
que habia sido el vasallo mas rico de la monarquía. Los ministros de* este gran vi.
rey ftieron jesnitas en México^— EB.
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tido, bastimentos, hachas, cuchillos y otras cosas que el gobernador les
mandaba repartir, los hizo fingir que oian de buena gana la instruc*
cion y exhortaciones de los padres. Levantaron estos una choza en
que se dijo la primera misa, entonces cantada el dia de nuestro padre
S* Ignacio» y trabajaban por atraer á sí á los párvulos. Los adultos»
repartido el bastimento, manifestaron desde luego ló que se podia espe*
rar de ellos. Verosímilmente estaban persuadidos que el ser cristia-
nos no era otra cosa que el comer bien, beber y vestir á costa del rey
de España; y como decían con descaro á los padres, ¿cómo queréis
hacernos cristianos si no traes aguardiente? Si queréis fabricaí: igle-
sia nos habéis de pagar tributo, como también todos los españoles que
viniesen á vivir á nuestras tierras» Efectítamentey ellas eran tan 4
propósito para siembras y cria de ganado, que algunos hablan ya inter*
puesto el respeto de los padres para obtener licencia de pasar á poblarlas.
Para esto, para contener las fugas de los indios, refrenar su natural in-
constancia y defenderlos de los uehizas^ parecía necesario á los padres y
demás españoles un presidio sin el cual no podia haber estabilidad en
la reducción, ni seguridad en el gobierno. £1 padre Alaña entre tan-
to, con ayuda de las gentes de lá goleta y de los mismos indios, había
levantado un fortin en triángulo equilátero de veinticuatro varas por
lado con tres baluartes en los ángulos, defendido cada uno¡ con un pe«
drero, y en tal disposición que dominasen al mismo tiempo el camino
que venia del monte á la población y el rio, todo de madera con su
terraplén, foso y estacada, en que se enarboló solemnemente la bande«
ra de España el dia 8 de agosto. Concluida la ftbrica se determinó
quedase allí el padre José Alonso, y volviese á la Habana el padre
Alaña á informar al gobernador del estado de las cosas. Doce solda-
dos y un cabo quedaron escoltando al padre Monaco. Este, conside-
rando que en aquel pais mueren muchos niños de viruelas y matan á
muchos sus ebrios padres antes del uso de la razón, no perdonó dili-
gencia alguna para asegurar su salvación, especialmente creyendo con
el tiempo y la paciencia reducir también á los adultos; pero en la Ha-
bana se discurria de otra manera* El gobernador, que confiado en las
promesas y buena voluntad de los indios, habia creido poderse reducir
y poblar la tierra sin costo alguno del real erario, respondió que para
lo que se proponía debía dar parte al rey, y esperar la resolución de su
consejo. Entre tanto dio orden que el padre Monaco se volviese á
la HaÍNina, y poco después hubo también de destruirse el fortin para
tpte no «e apoderasen de él lo» ingleso» ó loaf uehizav «tí» alíadMf md
fíete Ittita ahora te liajtk vueHo á peif^r eñ k éoRvemoft dé aqaellfts
1744 p<*f'«* gwite». ♦
Bl poco frvto de étta eepedícíón «e eonifÑMMó baefantémeofe M Ift
vmmñtL isla üe Cttba eon el tmevo eetablecimietolo de la Compa^» ett
el Puerto del Frtnctpe. Esta peblacnm «O' ettá boy én el mhmo }tíf*
ga? en q^e se foadó en loa tíempoe de Cárloa Vr Los mofadmres, te^
leslados de lá plaga de moequitos^ se diee babeme retirado río arrftm
algunas l^iaas, dn/aéit |ior angostar aMcho áeia ai|ifélia parle la isla
esláa i cviaM igual dbtaiicnt del uno al oem nsar^ Está sítoado en ua
ttano liOTinoso, m\jj abuadaote de pastea para cim de gauadoa y la*
gada de dea nos. Tiene doa parrcqoías^ eo»reiito de San Praneíaeoí
Mereed y fi^ Juan de Dioa. Reside eliella^uateAieale de gobeaaador
cMk aaf dente tropa. Stt gobfernopoHtíeo iMt perteneddo alganaavav
cea á CuÍmi y & la Habana* Bes son las noomodidadea pnacipaksa del
pufs^ Las mogeres son nuty espiiesla#á iemam^, t lo nteiioa tcmpok
Mal de 1«8 ^^^ ^^ poeas Iñoees ferpehuUf y en onoy otn> aexo íA máíátUm e«»
culebras. lébms. fiKis prkneros sinfomaavson algas bénrof de saagsar inAunau
ofton y como espeeié de erímpda áck lá paitv dañada* A poeoa diaa
de este tormento se connenza k dialtngnírem. medio de {a carne Infla*
mada ana ealebrilla ínferDOtáoea^ Mancét euaado rnaadel graenodeoft
Nbrdon 6 euerda doble, y cvande ttweho da «na enarto^ pdoa nnuí^ eai
longitud. La cura ea muy prolija y dolorosa: ae abre el c6tia y se ea*
mtentt á esCfrar muy saarefnenter rarfsiaMi te« sale toda en una opOir
mcíoD. La parte que ha mhih se devana y enreda eo an ovülo da
plátano, y ae fija con agojaa para que aro ¡mi pueda d voelra. ¿inám*
doetr. jII día sígoíeiila ae repite la eperaáen basta que taie del to*
do la enlebrar St ae Imeo a%ana nH^or ftaarza v ae levesló al cali-
rttr^ eausa desposa grailsímoa y cuasi modalea aecidentas^ain raaa la*
medio qve procurar ae erieñ Bsatañés en qna salgan deapoea poa inci-
sión loa pedaaoa que cptedaban del annnaL
Esta enfemieda^ decían loa jiey oa del paiarfadnr tenido psincipía
cuarenta añoa antea UMy á loa principioad^siglor eon ocaíaon dr
■^ yes» mam gámfixuHm ti yieéose aisiyás d» ViUiiHiMit», tfa m^homlue.
d^qiiiuLla hirtr>ria nos h& á^ndo un» wlscion muy tciste da so: aYarícia escanda-
Ifisa. . Si Mta np hubient sido tanta» j grande sa-aiqoi á la religión, aquellos punto»
abrían reunídose al gremio de la Iglesia católica. Cuando hay voToniad de obrar^
— 28i —
annasoo de negros ^uo aUi llegó iníoaiad», de este achaque. Otros
mas verosiiittliiieitto creen ^qoe éí ooiiUgio proviene de taíeilas aguas y
cfaaseoB iFeeinos xfoe crian «quellaa sabaadijaa, 4H>n la eaperiencia de
que solos k»^ebebian« se bnEaban ó vestían xojmnlKbiwda
semejante aecidente* Hi^ tía día es tan raro, ^¡a» apeaasiM. encuen-
tra uno 6 t)tro (jpie lo padezca*
El ¥ÚBrbo PüBCtpe está cercado, auaM|He á alguna distancia, deim^
consídbrableB pofalacioiieB, Acia la parte oneatal de la isla iiene al
Boyaneo y á Coba, y acia la oocideiUaiÁ la Trinidad, Sancti Spírituí^
El Callo, Villa Chtacs, y otros pueblos {nenttpes, fin iMta yarte de la
isla se habia deseado mucbos años un colegio de la GoB^nnía* Por
cdtos mismos tiempos se habia llevado el negocio tan «delante en Cu-
ba, á dUigencia del lilmo. Sr. D. Pedio Morel, ontóoces deán y bey
dignísimo obispo de aquella Santa Iglesia, que ya estuvo para fimdar-
60 colegio á devoción y espenaasidd piadoso eclesiástico D. Jcsé JBftos*
t^er y algunos otros bíediechores* Mientras el dicho presbítero, ta-
raíendo la desaprobación de un superior ^saye nada inclinado á Amen-
tar c ewaiMiü a d es ToUgioBas, dilata paca m^or tiempo Ja jqjecncion de
SBB desunios, lé aobrecogió la muerte ausente el &. Jttosei que aob
padieora haber aaegurado h fiíndacien en lo firturo«
Florece aíi^gaiamieiita ieii(<d Puerto del Prinoipe>ealse»ocliaa<otras
la AsnOia de loa FoiiÉiniia. En el «omaonde dosaeiaiaade estailus-
tve oasa^ {Ooiia fiasebiay DoñaJUisa Vavaona,) «apnoMó e\ Señor
deade sub tiemoa afies im ian aingalar afeeto á labjenkaa qneaiaasÍB
haibeiios visto janna, «n sus juegos pneñlaB aDÍiaeÍBn<atMMiioar €»•
saBéíj^esmsquerBanBfaaSB tenqdos y loolegíoa de la Ctaaspafiia* 42aR.
sé no poca sdmíkaebná í*i fsdee D. Estovan Viuraanat hofldNre mof
T^béaaéo f madniDyiyie amn sfudlas monedas ^pe lea daba |nia Mam
nifiaciae y adecnos selas vabriaaá dar eems «a^k^ósitefasa slvCole-
gio que dsesioi habían de fundar álos jesoitaa. Colocadas ^n inatii-
iBomes e c i rt 'é spo i a disnteááau-eattdad, la-copíoBa piale aoen 4]U6 bandi-
jo d SóSor ssB tálanicM^ ho les dnjaion Übartsd pan disponer de .au
cuanfioBaidQle. ~ SiÉ i t iri bs iTB a, jDtofia Ei iiob i a , nnigerde grande ánimo
y no vulgares talentos, emprendió recorrer las ^aaaas de Jas gpensonas
pnnoípalea, tion 4aa felÍE «aoeSfifyifae^á breva ]pudo juntar «na ¿rae-
<fc ctaÉtidad, é que ne <igBegó «el vjttnto de au hermana Boaat ^pe mu.
lió en sststieaapoi <Aii nasEÍde OL JaomtoíHifW|go pastió Jamediata»
i no É t i et Bayas» faia c e mna r una ha ctond^ jr auigBs no ^táMWJguió
TOMO III. 88
— 283 —
]a que protendiíi, pudo conseguir otra. Vuelto al Principe, loe dosr
consortes escribieron al padre provincial Cristóbal de Escotar, y este
mandó por vía de misión pasasen dos padres y de cerca examinasen
los fondos y cualidad de la pretendida fundación. No tuvo efecto es-
ta orden por justos motivos; pero los jesnitás que no pudieron ir de la
Habana los envió el cielo de otra parte. Por aquel tiempo habían los.
ingleses apresado un navio español cerca de Cuba, y hallándcoe sin
bastimento para tantas bocas, determinaron dejar en la playa alguna
parte de los prisioneros. De algunos jesuitas que venían en el barco
eispusieron también en tierra cerca del cayo que llaman de Confites, y
fueron los padres Juan Cubedo y José Garrucho. Habiendo llegado
los peregrinos á Guanaxaray á diez leguas poco mas del Príncipe, vo-
ló luego la noticia á Doña Eusebia, sabiendo cuanto se interesaba en
todo cuanto miraba á los jesuítas. Asistidos los padres de un nieto su-
yo, llegaron á la villa, donde apenas tomado un corto descanso hicie-
ron por veinte días una fervorosa misión. Los vecinos no pudieron
ver partir sin sentimiento y dolor unos operarios tan útiles. Don Ja^
cinto los acompañó hasta la Habana, y desde alH, con iaformes de los
misinos padres, repitió sus instancias al padre provincial, y este stm
órdenes al rector de la Habana, sin determinarle sugetos. Eran en-
tonces solo nueve, y todos ocupados. Se deterimnó, pues, bfírecióndo*
se todos igualmente, y estando todos igualmente impedidos, que se
echasen suertes; raro ejemplo de igualdad y de íratemídad, de amor
y de pronta obediencia en los subditos, así como d»^^ confianza pater-
nal y amigable condescendencia en el superior. que se veía precisado
á tomar este arbitrio por no deshacerse de alguno dalos sugetós, ni
desairar por otra parte la prontitud con que todos se ofirecian á las in-
comodidades que necesariamente lleva consigo una nueva fiíndacion.
Cayó la suerte sobre los padres Martin Goenaga y Amonio jSftmoz,
sugetos de notoria religiosidad entrambos. Los dos misioiteros, ha-
llando ser suficientes las rentáis, é informado el padre provincial, acep-
taron en su nombre la donación, y dieron principio á la residencia,
mientras se impetraban las licencias necesarias de Madrid y Roma
para la fundación de un colegio.
Por este mismo tiempo, á repetidas instancias de la vUla de León
se^consiguió del padre provincial Cristóbal de Escobar que volviese á
ella laConipañía. El padre Mateo Aitterldd por la gran decadencia
& que habían venido las fincas,- bálna deteiminado que los padres des-
—28$—
amparasen aquel hospicio, á lo menos mientras se pagábanlas muchas
deudas contraidas y so ponian sobre un pié regular las haciendas. Loo
vecinos intentaron todos loa medios posibles hasta el.jrecursp á S. E.
para detener primero á los padres y para obligar después al padre
provincial á la restitución de elios. Nada se pudo, conseguir deL pa^
dro Ansaldo. Con el padre Cristóbal Escobar repitieron con mayor
ardor las mismas instancias. Se esforzaron á mostrar por mil caminos
que eran suficientes las rentas y el estado de las haciendas para la sub-
sistencia de los padres, y concluian finalmente que Ínterin esto no se
verificase, ellos se obligaban á mantener á los sugetos por tiempo de seis
años, en que seguramente podrían ponerse en buen estado las fincas an-
tiguas de la casa. Ni fué esta sola una vana promesa. Efectivamente se
obligaron á ello, y lo ejecutaron los mas distinguidos republicanos, cu-
yos nombres nos es necesario poner aquí para nuestro inmortal agrado-
cimiento. Ofrecieron concurrir con cien pesos anuales, los señores D.
Francisco Yillaurrutia, D^ Cristóbal Marmolejo, D. José Austrí, y D.
Agustín Septien. Concincucnta D. Antonio Pompa y Doña Catarina
Navar^etc. Con yainticinco D. Francisco Fuente, D. Diego García, D.
Francisco Mj^.uripÍpJ!ÍIorales,:p. Diego VelascQ, D. José Palomino y D.
Mamiel Septien, fuem de otros n^enores renglones que, componían suma i^^^^J^'g^^iJílo
competente para ^l alimento de los operarios, y decencia de los santos do Lcon.
misterios. No^uda^ padre provincial negarse á unas demostraciones
tan generosas, y.restaurado'el hospicio, se conserva hasta hoy con el mis-
moaprecio,estiinacion y reconocida utilidad de aquel noble vecindario.
'En consecuencia^de las órdenes espedidas por 8. M. el año de 1742
para quct se .encargase á la Compañía la reducción de las provincias
del Moquif y de haberse impedido el 43 el viaje del padre Ignacio Ke-
1er, se encomendó este de 44 la misma jornada al padre Jacobo de So-
to Mayor, * ministro de Tabutama. Sus instrucciones decían, que
pasado el Gila procurase investigar la verdad de si aquellas naciones
habían efectivamente pretendido misiones do la Compañía. Que pro-
curase asimismo saber sí habían penetrado el Moqui por el Nuevo-
México los padres franciscanos. Que en este caso, exhortase á los
moquinos por él ó por sus. enviados á. reverenciarlos y obedecerles, y
regresase á su misión.^' Que no estando entrase hasta sus tierras y
* Dígase Sedelmair^ que no Suto Mayor, pues está borrado en cl testo qTic co.
pío y después rectificado esto nombre. _^
— 284 —
diese una exacta rdacion det pai8, y disposi^ioi^ de mm haUtaderefl pa-
ra recibir el EvnngdiOr El padre SíBidmair empraidíé el viage t
princq>fa de octubre con ta fnñma fortuna que él paAe Keter: be in-
dloe medrosoe ee tteganm i conducfrl^ ponder&nddb aetutámeiite di.
ficottadee y pelfgroe qae verosímilaietitB no habia. Hcriáers solo acá-
so penetni^do basta la primera rancberfo det Mequii que segoto sir edm-
putOf apenas dustaría tres días* de camino éét lugar dondfe 09 baH!BA8f
peto debiendo antes, según el orden, enviar mensageros que los pre-
viniesen de su negada, y no bailando en su comitiva quien se anJeS'
gase á lar jomada, hubo de conteneros con reconocer rio aba|o las on»
lias de! Gila, visitar aquellas naciones dfe popofrotasv cmnaríeapa^ yvr
ntoff que en otro tiempo el padre Eíno vid confirmarlos en sus buenas
disposicicñaes, darles oSgaa conocimiento áA verdadero Dios, y con la
presa de mas de ciento cuarenta sahrages que pudó ganar á Jesucristo,
volverse á lUrntama. Por este mismo tiempo el padre Ignacio Sa^
gasti, por la mudia decadencia á que babia venido el semiimrio dd
Parral, alegando los informes hechos d nSo antecedente para la su-
.presiott de un curato y otros documentos sonejántes; intentó pasar
aquella A>tack>n al valle de S. Bartolomé, solo cníc5 teguas distante,
donde ft su parecer había nmcha mayor comodidad para los estudios.
£1 padre provhicial Cristóbal de Escobar no condescendió en toaoera
alguna á esta mutaciotí, ¿ menos que fuese con espresa voluntad del ve-
cindario, k) que nunca se debia esperar; á que se legaba qué ya eii
estos tiempos, por mievas órdenes de S. M., se habia quitado á tos vi-
reyes y presidentes de reales audiencias la Acuitad que antes teman
para erigir seminartos^y eracBfictl el recurso á Madrid con poca ma-
yor utilidad. Por otra parte, en el Parral se mantóitan también suge.
tos para la residencia de Monterey mientras aquel seminario se des-
etnpeñaba algún tanto, lo que no habiéndose podido ejecutar en mu-
chos años ántes^ fué preciso retirarse los padres, y finalmente desam-
parar del todo la villa, como se ejecutó, restituyendo la Compafita las
haciendas para que se vendieran, como se ejecutó & la voluntad del
testador á 16 de febrero de 1745. Este año fué por contrario motivo
muy plausible á la ciudad deiGuanajuato que por el singular amor que
ha manifestado siempre á nuestro padre S. Ignacio y á su Compañía,
cuenta por una de sus mayores felicidades la de haber obtenido por es*
te tiempo la licencia del rey para la erección y fundación del colegio*
Desde que so estableció alli la Cpmpañia por los años do 1732, fue
— 285 —
con la condición de obligaise á traer las licencias necceariu» de Ma-
drid y Soma dentro é^ seis año8> oMigándose la señora fundaidora en-
tre tanto, y los bieiAeckorefl arriba nombrados» & manlotter át sh
costa loe siigetos. Entraton estos, eoino d^imcS) A fines de seCien^M^
y poco despuea acabó su gobi^no el padro 0?ted». En di siguiente
trienio, parte por otros mayores cuidados, parte por dictamen do algu-
nos ccMisultores no rany favorables á la nueva fundaeton, se omtió en-
teramente el recurso á la corte. El gobiema del padre Peraha que
B9 llegd á un año, no le dio lugar cuasi á co&oeer el estado da la prow'
vineia. Volvió á gobemar el padre Oviedo, pidió con inslaneiaala li.
cencía: de Madrid se exigienm los aoosMmiwados informest. mientras
se consiguen, miientras se remiten, acaba stt gobierno el padftt Ovieda
y espiran los seis aSoa de la prometida Kmoami» Rerlsmabn á Espa*
ña la noble fundadora; pero ó por DCg%encia é por indostría noi Ue^
gabán á Madrid los informes^ ni llegaron |amáaw JLk to da d o w i eatóq-
ces.por su parte, y la ciudad por cabildo piesn, envían podarea á la
corte donde actualmente se hallaba imo de sas hijean Bl testimonió
de este y qtros sugetos que hablan estadoea CkiaxiigaatD y se hallaban
en Madrid suplid por los informes^ y en 2§ de agosto da 1744 se ei^i.
dio la real cédüda, que pasada para el real acuerdo y cabildo ecleaiásti.
ca de Yálkdolid llegó á Guanajuato en 90 db ^ulia dá 4&« Trea años
antes había maerto lañóle señora DañaLJoaifii do Boatos yr Moya.
La fundádon se hallaba reducida á sola la-^dolaeioa de ba cincuenta
mil pesos« En estas dreunatanciaa aoaso na Rubiera* podida yTfrritrtir
aqUel colegio irafx>rtante, si la Providénoia del Séicir;iio Je hidüera
preparado otro iavorecedor* En 3 deJabril.dd ana «ttlacedaiitA' había
muerto en el valle de Santiago D* Podro Bautista da Betana^ y^ con
esta ocasión se deolaró una donacími tnleK.ttfvor que tsttia^ hedía de
cuatro haciendas avaluadas en cien mil pesos» f doto de ^Hiatro^noisionep
ros y un maestro de filosofía, caso de que 8. M« oosoedieae lieenoia
para la erección de colegio en Guanajuato* . Ias plauaiblea demostn^
Clones con que aquella nolálisime y populoÉisüna villa cdebcó al día
nguiente 31 de julio el arribo de la real cédula oon paseos» gahuí^ Un.
minaciones nocturnas, colgadura de calles, solo pudo competir ooa las
que justamente al año hisso el mismo dia de S< Ignacio de 46 para ce-
lebrar la fiesta do su patrono principal, con la circunstancia de ser la
primera en quo usaba do las mazas, honores y título de la *ciudad« Re-
novó sus júbilos esta república verdaderameote Ignaciana al siguiente
1
-^286 —
uño do 47 con iu, colocación de la primera piedra pura la iglesia de
nuestro cojogio que so puso igualoiente en la solemniilad de S. Igna-
cio; iglesia que después do -diez y ocho años se.ha dedicado con tan rui-
doso aplausa y con tanto lucimiento y magniíicencia - propia del mas
lopulento. real »de oünas de. Njueva-Españaven? este pasado de. 1765«
Volvamos ni anq. de 1745.
Aunque lo restante, de óL no ofrece <iosa alguna considerable en
Duestro asuntQ; sinq la ciéduliL de S. M. en fa?or de las. conversiones
deCaliforma y Pimerí%j|iie /fiaremos después inserta on sobre cédula
d^l año de 47« En ella fip p^dio; al padre provincial un exacto infor.
«pe de! ¡aquellas misionss^yt^do hacerlo con Inayor facilidad habiendo
vienida por ef ti» tienip<f'^4-. México el padre Jacobo |de Sedelmair. A
est|»Ínforine 8Í^6:bien pres£o la real cédula que veremos adelante,
filiñade. la jornada del padre Sedelmair en. representar la necesidad
qae^ hahia do algunas poblacipnes á.lás márg^enes del Gila para refre-
nar á los apiíachés y abrir ^sd á las provincias del Jkíogtii conforme á
los católicos deseos deVveyMC^e se debian mantener los presidios anti-
guos"de' PtVfuih para contener los yaquis y mayos no bien pacíficos, y
«I de Terrenate para fceiio'de los apaches que asolarían toda la fixtoito-
s& dé Fimería si se dejaba descubierta .^desde «1 prosfiKb^ de fronteras
hasta la embocadura del.0otórado. ^ I^te punto y otros muy importan'
tevsepasieron enel ináonnotialrey. No pudiendo per aboza conse-
guir el estaUécimientoitid«t'nnevás misiones que pretendía, vohriá'á su
1746. añada Pimena.por la j^iímavesa de 1746 A poeos meses emprendió
registrar hasta ijUozéa' con ebSesignio de hallar algí^ surgidero don-
de pudieneh afiibarcaiiotau»de California para el embarque dft^anados
qoe P(k1sr aimíinistar laíf^rfiería. £1 padre Sedelmair no consiguió su
iiitentoy níiíasta'ahoramha'liallado cosa practicable; sin embargo, la
piedad del Sefior se valió^ deíei^ viajo para remedio de mas de 200
gentües, que de nnevo Se i^ecógieron de la costa al pueblo de Tubuta"
ma* Por la costa opu^ta- derla Califomia viajaba entretanto el padre
Femando Consagv-imsion&rbidd S* Ignacio, enviado por el padre pro.
^ácincial para leconóo^r la civta interior del Seno Californio y exa-
tainiar dé'raiz si tenia j^ no cdmunicacion alguna con el Occeano del
Sur, • Este viaje evidenció lo« que antes tanto había añrmado el padre
Kino; que l&á^alifomía no era isla sino península, unida por el Norte
arbontinonte déla América. Salió el padre de su pueblo el dia 9 de
jtmio.'pará'Ximbarcarse en la playa de S« Carlos, á la altura 28 grado»
— 287 —
poco, mas arriba del Cabo de las Vírgenes, y frento de la embocadura
del Yaqui. En el Cabo de las Vírgenes descubrió tres volcanes, y á
los 30 grados la bahía que llamó de los Angeles, frente de la de. San
Juan Bautista en la costa de Sonora. Desde aquí corre :1a costa eem-
brada de arrecifes derechamente al Nordoeste hasta lanbahia de San
Luis Gonzaga en 30 grados 48 minutos. Eutre, estas dos tKihías y la
isla del Ángel de la guarda que está en la misma^direccion dé la cos-
ta, corre el canal de Ballenas. Do aquí eonp la- costa derechamente
de Sur á Norte hasta la Ensenada de S. f'eUpc de.Jesu», donde bierco
acia el Nordeste hasta el desemboque delirio Colorado -en altura:de,^3 >
grados. En la misma embocadura reconocipron tres ^Í9las y iamrbo-,
ícda ó boscage psFQpio de las ríbegras de loa ríos. .Averiguad^.il^.quta
desdo el Cabo de las Vírgenes hasta el Rio . Colorado i^p..babíai^9lgUKi
estrecho de mar, y siendo constante que. tampoco le hf^: desde CaboiH
ca hasta el mismo rio por el lado de la Pímería, por Jos muchos .yi^8
que se hablan hecho por tierra, quedó demc^nida 9er,<coiitMiifntehi|
California, y el padre Consag dando por concluida su comisión» dio.
vuelta á S» Ignacio. Sa-Diario se «halla impreso en los *9fwieé\Af09n
tóUcos; y también en el Teatro A^íericano óe D. José Villaseñor, líb.
3. <=> cap. 39.
A principios del siguiente año de 1747, habiendo ya pasado un año
mas del trienio del padre Cristóbal de Escobar, se hubo de proceder á J^ e„ qu¿*vi-
abrir el segundo pliego en que se halló nombrado provincial el- padre no señalado
José María Casatu A 1<n9 dos meses llegó el nuevo gobierno en que ^dre ^ An-
venia señalado el padre Andrés Xavier Grarcia. El informe del padre ^^ García.
Escobar sobre las Misiones y d^mas documentos remitidoa á -principio
de lt46 llegaron á la corí:e después del 9 de juUo en que falleció el
piadosísimo i'ey D. Felipe V. Entre los demás artículos del informe
se proponía á S. M. como estando ya enteramente reducidas y acos-
tumbradas á la vida civil veintidós misiones de la Topía,*" habia el mis.
el mismo padre Escobar solicitado del Illmo Sr. D. Martin de Elisa-
coechea, obispo entonces de Durango, para que las proveyese en clérí-
gos seculares, lo que S. Illma. no había qoerído admitir. Los nego-
cios urgentes de la corona en la entrada del nuevo rey D. Femando
VI, no dieron Lugar á proveer hasta diciembre, en que S. M. despachó
al Exmo. Sr. D. Juan Francisco Gúemes de Horcasitas una real cé-
dula *.
Como que carezco do las noticias do California á que se refiere el padre Ale-
r
— 288 —
Inútil espe* Pora cnmptir hs ordenes repetuias «ue initia desde antes «obre la
qui!°" ^ ^ sujeción d» loa «padieB y reducción áel JMo^ut, ^dispoBo el -Sr. virey
una ruidoéa e^MBdieton i qu« 4:oncunriefle «on ^ fioldadoe cada uno de
k» ^ettidíos'detfasodel N<eite, del N4ie«K>>MJteíco, y <de JanoB, Fron-
tena y Terrenaté, «on todos I«jb TeclnM é ñidm amigos •que pudiemn
rechitar* 'Toda 431^ trpjpa jque sob da & caballo pasaba de 700 hom.
bros, ^Ua aoom^ler las tierras de «pacbps, Tepoxtida «n distiatos tío-
Bos para cenarles todos ks eaminos. Los imnoneros ayodaron üuan.
to pudieron con gaaado, ^ballos, y otinn provisio&es. De Sonoia se
esperaba aeticia 4e haberse puesto en luafcba D« Santiago Rchz, ca»
piten del Nuevo-Mésico; pero se supo que este, á «ausa de una en-
Usvadíon 4% otros pueblos eonfínamtes, no poffia -dividir it>tra parte
IsM iueitoael'de^pié masque nunea neeesitaba en su pais. Los aHsta-
dos eñ Sonora en* vez de tBvidírse para acometer por dii^ntas partes se
Unieron^ y^entrando en la tierm con rméo avitísron al«nemigo áquien
jimás pudieron-ver la cara. Oorneron inúfilmente la tierra y no ha-
Handó^ tasto de «padies, se enipefiaitm en pencftrar fd MoepA. Pene-
tvaák> por \cA afeechés «1 'desigiiib los ^d^$xnMi alejier, y cebándose so-
brá la ISIottorE indefensa y desgr a cia da , talaron, robaron y quemaron
sin resistencia alguna muchas poblaciones. Entretanto los que eami«
Mban al Moqai &Itos %ñ riñeres, y hallándolos mas legos de lo que
pensaban, hubÉeron ide vólvef á ser ieirtigos del estrago que había
dÉtuséid<> su iemeridad é inadveiténtiia ^.
Lastnistnas ttsoóadas de guerra tttrbaban en este tiempo la parte
Austral de la Cafiíbrnta, tronque conmujrtlistintotfecto. Looin-
8iM de "Sáfirti:^, Santa Ana 7 San José cbmensaron á Inquietarse,
áIgñtnosi9e ánsentattm délos pueMosy uniéndose á las r a ncherías gen-
tfficas hicieron tdgnnos robos, y aun mucnrles «n algunos marineros de
los ^e con ocasbn del buseo arriban ^aqudlas costas. El temor del
gfe,JdbMBdoi|»«eado latamente ktesS -eéMa qtis óila<ea1a IcMMtedél pidre
Cte¥Jw»P«»toosa %\mM ■antiwiitfitsiptSBahS' diarto dsdiAaiiipaiiciiiMaad
qodudaado de )a.SMfltítacl7ina«Diáadad biui «cmlita^ «besie «éWo j «tálk»
* toiÍBioee««pw!lre«,««iipamUe8T;<ml<»iii^Qeanra
cisu iadosuMe qwlMSiNknnMáo detfcoAo ptinto jn imde]iiiid«n^ Sa él «00 pa-
sado (octubre de 1840) han destrozado una gruesa partida de tropas del gobierno ea
Cliihuahua« yhanllegadu ¿ coloccHFse muy <erca -de a q uella espítal , reduc ie ndo iut*
si á nofidad aqad rito<dep«rtainente.
; I ■ ,<•{
preaíiliot y atttt mas que todo, la discordia, y por mi imtural inconstan^
cía ae levanté entro unos y otroa y aseguró á los misioneros. Los
raaloontontos volvieron ras armas conua si mismos y acabó la rebe- '
liea tmploraiido vaos y oUes el socorro 4el presidio, que los puso eii
paz á costa de las cabescas do los mas revoltosos. Aun filé mas cru-
da para los oMnistriHi de aquel partido otra persecu^oo menos saas
grieiita*
Aportó al Cabo de S« Lucas por oate mismo afio tuii iwroo olandés
ékiendo que iraia licencia para comerotair en las coatas de Nueva- £s«
paña. AA capitán del presidio de U. Íosé, y no 1 los padres, pertene.
cía examinar la verdad de este pasaporte. Pidieron los pasagcros y
aeles dieron» tanto rde los padres como de k>8 prestdíaTios, algunas
cartas para Nudvaȣapana, y entre talito al resguahlo de buena arti-^
Ueria que <desembarearon, entraren á hacer aguada. No faltaron quie-
nee^oon odie del servicio del rey^ informasen al várey que por medio
de Ins padres de la Oaliíconia se introducían gruesos contrabandos,
bien que la cahraraia^ tanto en México como en Madrid, se deshizo en
breve «on poco honor de los celosos delatores. Por este tiempo habia
ya el padre Andrés Gareia comenzado á tratar c<Ma el lllmo. 8r. Df.
D« Pedro Sánchez de Tagle obispo de Duraqgo, y hoy de Jttiohoacán,
él punto de la entrega de veintidós misiones en la Top'ia y Tepehoana.
Para esto efecto^ y no .pudiendo su reverencia pasar en perdona á Du- '
l-ango, envió al padre Dr. Francisco Pérez de Aragón, persona de miu
cha autoridad y prudencia^ canónigo doctoral que habla sido, y jiu;/.
provisor y vicario general de aquella sadta iglesia antes de entrar on
la Compañía. Las dificultades que por entonces nacían unas de otras,
tío dieron lugar á la erección tan pronto como deseaba el padre pro-
vinoiaL dinemlxurgo, se dispuso con bastante tranquilidad la enti-ega
que concluyó perfectamente dos años adelante. £n las misiones mus
septentrionales se padccia inttcfao al presente por el alzamianio de los
seria y pimas» Los seris habitaban la costa del mar desde v\ puerto
de Gutamae para el Norte,'fenle inquieta^ cavilosa, mal hallada ton la
sujediod. De los que desde el tiempo dd padre Salvatierra se hubmii
podido reducir^ se formaoron los pueblos de los Angeles, el Populo y
Naeameri: desde aquí, parto por si misníos, parte por medio do su»
nacionales atm gentiles, hacian robos y muertes en los otros. puo))l<>.<)
cristianos. Para contener estas hostilidades y la unión de esia na.
cien con los yaquis no muy fi^uros todavía, se -fundaron el aüo de 42
TOMO ni. 39
— 290 —
Jos presidios de Pitic y Terrenaie. El de Pitic por ios años de 46 se
pasó á San Miguel como el de Terrenáte se habia pasado á Guehavi^
frontera de apaches. El juez pesquisidor D. José Rafael Gallardo^
que había trasladado de Filie el presidio, tomó cuantas providencias
^e dictaba su prudencia para amansar á los seris. Mas sin embargo
de haber sentido altamente la traslación del presidio á sus tierras, pa-
recieron rendirse á la fuerza ó la razón. Muchos se congregaron de
nuevo al Populo y á los Angeles hasta número dé ochenta familias,
con no mal fundadas esperanzas de ver reducida bien presto toda la
nación. A D. José Gallardo sucedió un gobernador de la Sonora de
muy distintas máximas. A las primeras sospechas y denuncias que se
hicieron de algunos hurtos y movimientos de los seris, mandó prender
de improviso á todos los que habiau poco élntes agregádose al Populo,
quitarles las mugeres que se repartieron por toda Nueva.España hasta
Guatemala. Este agravio es el que ha imposibilitado hasta hoy su
reducción de que no piensan haber tomado en tantos años correspon-
(749, diente venganza. Aconteció esto por los años de 1750.
Los demás que habian quedado en los pueblos se retiraron á la isla
del Tiburón, á donde poco después lo9 siguieron cuasi todos los presos
hallando foripa de escaparse. £1 gobernador de Sonora emprendió
pasar al Tiburón. De la situación de esta isla hemos hablada en otra
parte. £1 campo se componia de 600 hombres, y la espedicion duró
dos meses. Su éxito fué traer de dicha isla veintiocho personas, to-
das mugeres y niños y ni un varón seri, aunque se dijo haber muerto
diez ó doce en la acción. £1 buen gobernador volvió tan vanaglorio-
so de su irrupción que aun se dice habia puesto pena á quien dijese
que hahia tteti en el mundo. £sparci6 por toda la América y la Eu-
ropa que habia estirpado de raiz aquella raza infame, con cnanta ver-
dad lo dirá la serie de los sucesos. Lo cierto es que habiendo pasado á
Tiburón el campo, y sabiendo que los enemigos se habian retirado á la
Sierra, de los setenta y cinco españoles que acompañaban al goberna-
dor, ninguno por ruegos ni por amenazas se resolvió á subir en busca
de los seris, que solo algunos pimas se encargaron de acometer la Sier-
ra con uno ú otro oficial, que estos fueron los que en dos ocasiones
vieron la cara al enemigo. En la primera volvieron diciendo que ha-
bian muerto á tres se^ís y se les creyó sobre su palabra. En la segun-
da tuvieron lá fortuna de dar en una * ranchería de niños y mugeres
que trajeron presos, di<iiendo que los honábres habian quedado sobre el
— 291 —
campo. Esta íkiuosa conquista que un manuscrito formado por el ca-
pitán do la espedicion, no duda comparar con las de los Alejandros y
Césares, sí desvaneció tanto al gobernador de Sonora, ensoberbeció^
mucbo mas al capitán de los pimas que por fín babia tenido mas parte
en la victoria. Este engreimiento en un indio ladino, astuto y do li-
cenciosas costumbres, costó bien caro á la Pimería su patria. Yuel.
to á ella se creyó enteramente exento de toda jurisdicción, y comen-
zó á formar los perversos designios de amotinar los pueblos. Cono-
cia bien que los padres eran los primeros que babian de penetrar sus
ideas y do procurar impedirlas avisando á los capitanes de los prcsi-
dios. £1 astuto cacique procuró por tanto desacreditarlos antes co-
mo ¿ temerarios, crueles, cavilosos, tiranos con los indios, ambicio-
sos y otros capítulos semejantes con que bien sabia lisongear el gusto
á muchos de los qne mandaban en Sonora. 4^on este medio logró no
solo frustrar el celo y fidelidad con que de todo daban aviso los misio-
neros, sino hacerlos al mismo tiempo odiosos á los capitanes de presi-
dios con informes é imposturas, y á los mismos indios que no creian
tener en los padres unos pastores amantes y dulces sino unos fiscales
importunos. . Con tan bellos principios se animó el malvado Luis á
solicitar abiertamente á los suyos prometiéndoles los despojos, no so-
lo de la Pimería sino de la Sonora y reales de minas: de ahí pasó á
convocí r con las mismas esperanzas á los pápagos ó papawotas, na-
ción situada entre la Pimería alta y el río Gila, cuyas gentes no tardó
en agregar con el cebo del despojo y dominación que les prometía.
Confederadas estas naciones, trataba sus asuntos con tanta caute-
la y silencio, que hasta entonces quizá no había ejemplar en alguna
conspiración de gentes semejantes. Por este mismo tiempo se toma*
ron algunas providencias poco agradables al cacique Luís. Las es.
pediciones y continuos viages que el padre Jacobo Sedelmair cmpren-
día á las naciones de los ríos Gila y Colorado, eran muy contrarías
á sus designios, y mas el haberse puesto poco antes un misionero en
S. Miguel de Sonoidag, fundación, como dijimos, del marqués de Vi-
Itapuente. Lo que acabó enteramente de incitarlo fué un estraordi-
nano concurso de gentiles al pueblo de SariCf patria de Luis, y no sa-
biéndose el fín á que venían, de sus sediciosas negociaciones, se creyc»
ser conveniente que pasase allá el padre Nentvoig, 6 para atraerlos al
evangelio, ó á lo menos para impedir y dar aviso de sus pláficas sodi-
ciosas. Este mismo concurso al pueblo y cas:i do Luis, linbia ya cau.
/j^ada alguna iaquietud 4 otros espauoles am amigo», espmaimeoile la
noche del 20 de noviembre, tanto que pasare» á pregootarie el motif o
de aquella novedad. Este era puntualmente el tiempo que lo» uooCi'
nados habían escogido para declararse. £1 cacique babia desde aaloi
desembarazado su casa, y entrando en ella á sus dichos atmfpofi IO0 en*
trotuvo hasta bien entrada la noche. Cucado le paredá tiempo, ood
pi etosto de salir á dar alguna providencia, loa de}6 solos y pasó 4 ver á
Jos pápagos) que en esta sazón tenian ya cercada la ease. £1 misBO Luía
prendió entonces fue^ donde, ó en las manos de los bárbaros, nnmeron
Rebelión de cuantos se hallaban dentro. De aquí pasó 1 la casa del pedre NmUmig^f
muert?hon7 ^^^^ ^^^^ avisadk^ del padre Sedclmair se había pasado á Talwitama.aolo
bie de vanos distante cincó leguas, dando en el camino y en el pueblo de Sario ari.
pspno es. ^ ^ cuantos pudo pera que se pusiera^ en salvo. No se podo dai
á ios padres núsioneroft de Cabozca y Sonoidag con tanta proatitud
que no la previnieran los alzados^ dando antee la muerte á loe padree
Tomás TdlOf y Enrique Rawen» No se sabe el tiempo fijo ni las eir.
cunstancius de la muerte de los dos misicsieros, ni se doda. que seria
muy coníbrme al eelo y teilQf de su religiosa vida. £1 cacique Ja«>
i yanimo, gefe de los gentiles papagotas, afiometió los pueUos de So-
baipuris; pero como solo llevaba deseo del hotin dio lugar á podar
salvarse á los padres de S. Javior y de GuevM, Los dos gefes jun-
tos acometieron después á Tabutama, donde los padres Nentwig y Se*
deiniair, con algunos pocos soldados y vecinos españc^es se hablan
refugiado ¿ la iglesia: tillí se defendieron por dos dias hasta que muer-
tos y heridos algunos de los sitiados, los demás en el silencio de la no^
che hubieron de desamparar el punto y retirarse, no sin gran ries*
go, á S. Ignaoio, cao^ino de 16 leguas» £n este y los demás pue*
blos pasaron de ciento los españoles muertos; el padre Nentwig sacó
una fuerto contusión en la cabeza» y dos heridas en cabeza y brazq
d padre Sedelmair. £1 capitán del presidio de fronteras marchó
prontumente al socorro de ios misioneros, los condujo á Suamea, pren*
dio allí á un pariente de Luis que babia ido á convocar á aquellae,,
y haciéndolo confesar su delito y disponer cristianamente lo pasó per
las armas.
Si el ardor de este capitán hubiera tenido algún fomento, no hay du-
da que Luis hubiera tenido bien presto la misma fortuna; pero el go*
hernador creyó que por otros medios suaves se podia restituir la tnuí-
quilidad á la provincia. £nyió.dps y tres embajadas á los sediciosos
— afta—
«)• la mimoA de S. Ignacio. La piiiaera y segonda, ó tto llegftKm 6
fooioii despreciadas: á la tercera mataron al enviado y eurgAron repcn*
tÍBa y fiurtoeainehte safare mas de oekeota soldados que en im logar
cercano esperaban la respuesta* No fué nnty felbs su atrevimiento:
perdió cuarenta de los siiyos^ desamparáronlo muchos, y poco después
Javanimo con sos papagotas, que ya no tenían esperanaa dé ssqueo.
£n esta situación se halló la coarta embajada del gobernador A que
bvbo de rendirte prometiendo que se iría á ver con so sefioría. Lo
cumplió^ y viéndose bien recibido, obsequiado y aun restituido á su an-
tiguo empleo de gobernador de toda la nación Pkna, prometió que baria
volverlos indios á sos pueblos, y que restauraría las iglesias quemadas
y demás danos; aunque luego se retiraron, las armas españolas y nada
se cumplió de lo pactado. Las muertes de los ministros y todos
los demás daños causados en lo temporal de los pueblos, fué mucho
menos sensible á la Compañía, que la insolencia y desarreglo de cosr
tumbres que causó á los pimas esta impunidad. No eran dueik)s los
padres de obligarlos al trabajo para sus mismas fhmilias, de hacerlos
asistir á la misa, á la doctñna y demás ejercicios cristianos, de todo
fie quejaban, en todo apelaban á los tenientes de justicia. Luis era el
oráculo y el arbitro de todo, ganándose la gracia de algunos, solo con
levantar calummias á los padres misioneros, hasta hacer creer en Mé-
xico y en Madrid que los jesuitas habían sido la príncipe! causa del
no bien sosegado levantamiento, y que cada dia daban nuevos motivos
á los indios con vejaciones y crueles tratamientos. ^.^ áeloMeér
Foco antes de la sublevación de los pimas se había celebrado en el sima octava
colegio máximo la vigésima octava congregación provincial, curtiplien- ^^^.
do los nueve años á que la habia prorogado el padre general Francis-
co Reiz. Era ya por este tiempo cabeza de la provincia el padre Juan
Antonio Baltazar que en 31 de agosto de 1750 habia sucedido al pa»
dre Andrés García. Fué elegido secretarío de la Congregación ej
padre Antonio Paredes y al dia enartp por primer procurador el padre
Juan Francisco López, maestro de prima de teología: en cl colegio
máximo el padre José Bellido^ rector del colegio de Zacatecas, y. el
padre Fraw-ooCflvaUo., maeeteod. vísperas de dicho colegio de Mé- f^^^T^
xico. £st8 mismo año de 1761 se habían visto levantar en México á cicios de Mé.
diligencia de dos insignes jesuitas, dos obras de mucha gloria de Dios ¡^ que hoy oh
y fuentes de salud y do piedad para innumerables almas. El padre lí«»p»tal^geDc-
Cristobal de Escobar con solos diez mil pesos, dejados para esto efecto ¿ras.
— 294 —
del marqués de ViUápuente, emprendió el magnifico edificio de la casa
de ejercicios de Aracodi anexa al colegio de S. Andrés que estrenó
en este año, y que desde entonces acá ha ganado al Señor tantas al-
mas y produce tan continuos finitos de penitencia. No es la menor
honra de esta piadosa institución haber merecido que el Illmo. Sr. D.
Manuel Rubio y Salinas, arzobispo de México, la autorizase con su
ejemplo el año de 1754, entrando á hacer en ella los ejercicios, y si-
guiendo en todo la distribución con singular edificación de todo su re-
baño. £1 padre Antonio Herdoñana perfeccionó por este mismo tiem-
po el real colegio de indias mexicanas de Ntra. Sra. de Guadalupe, á
quien para ser un ejemplarísimo monasterio solo falta la formalidad
esterior, * no la interior rigidísima observancia de los votos y religio-
sa perfección. A este mismo sugeto, aunque mediante la liberalidad
dd su noble y piadosa madre Dona Angela Roldan, se debe en la ciudad
de la Puebla la erección del colegio de S. Francisco Javier, donde á
*
semejanza de S. Gregorio de México, se atiende única y precisamen-
te al cultivo y buena educación de los indios. Por otra parte el padre
provincial Juan Antonio Baltazar, á instancias de la muy noble ciudad,
justicia y regimiento de Pátzcuaro, restituyó la cátedra de fílosoña«
£sta, juntamente con la de gramática, habia fundado allí algunos años
antes D. Pedro de Figueroa y Sámano; pero siendo condicional la do-
nación, y habiéndose comenzado dos veces curso de artes sin poderse
concluir por falta de estudiantes, la Compañía, obligándose aun mas
de lo que debia y habia prometido al fundador, se obligó á pasar la* cá-
tedra de filosofía á la ciudad de Yalladolid (hoy Morelia) y anadió en
Pátzcuaro un operario mas para el ejercicio de los nñinisterios con los
próximos. Bien conocia la ciudad el justo motivo que habia obligado
á los superiores de la Compañía á mudar de allí la cátedra; sin embar-
go sentian careciese su lugar de aquel lustre.
Para remediar la falta de cursantes trataron de la fundación de un
Seminario, para el cual juntos ya diez y seis mil pesos, dieron parte
* Hoy ya lo es. El Illmo. Sr. Márquez de Castañiza qne murió obispo de Du-
rango, obtuvo Ijcencia de la junta central de España en 1811 para erigirlo en mo-
nasterio de la Enseñanza de Indias. Airuínado el edificio por la gigantesca iglesia de
Ntra. Sra. do Lorcto inmediata, se trasladaron las religiosas al conTento de S. Joan
de Dios, y hoy se hallan en el do Belemitas. Doy á Dios gracias por haber sido uno
fie los diputados que con mas actividad contribuyeron en el congreso genera) do Mé-
xico á que 80 verifícase esta traslación, por la que aseguraron sus vidas las religiosas
cfipuestas en el ruinoso convento de S. Juan de Dios. — C. M. B.
--295 —
al tilma. Sr. D. Martin de Elizacoechea, quien no solo aprobó y dio
gracias á la ciudad, sino que de su parte añadió otros dos mil pesos
para fundación de una beca en 26 de junio de 1751. A esto se agre-
garon diez mil pesos que el 6r. D. Josó Antonio Ponce de León, cu-
ra vicario y juez eclesiástico do dicha ciudad añaí:!ió de lo habido por
herencia y dejó á su disposición D. Martin de Saenz, asignando de-
terminadamente seis mil para el sustento de un maestro de teología»
sin que se entendiese gravar al colegio en la manutención de algún su-
geto fuera do los que ordinariamente mantenia. Este celosísimo pár^
robo que habia sido el autor principal de este pensamiento, escribió al
padre provincial con todos los documentos necesarios para que se pro-
cediese á conseguir las licencias del rey para la erección de dicho
Seminario con la advocación de nuestro padre S. Ignacio. y Sta. Ca-
tarina Mártir. £1 padre provincia!, agradecido á tan buenos oficios
de dicho Sr. vicario y noble ayuntamiento, dio en nombre de la Com-
pañía la» gracias, y entretanto destinó para el curso de filosofía un su-
geto de singulares prendas que mostrase bien el singular aprecio que
merecía lia Compañía aquella ciudad y desenseñase la grande obli-
gacion en que nos ponían tan singulares demostraciones.
Es memorable este año en Guatemala por el horrible terremoto del Horrible tcm-
día 4 de marzo, que cuasi todos los mas bellos edificios de aquella témala.
hermosa ciudad dejó inservibles. La iglesia de la Compañía de Jesús,
dice la relación que entonces se imprimió do este suceso, obra admira-
ble y que descollaba entre las mas perfectas del arte, singular en sus
medidas, vistosa en sus adornos, cuya fama se ha estendido hasta la
Europa á causa de su simborio destrozado, quedó en tan lastimosa
ruina que no sé si fuera menos sensible que toda hubiese quedado por
los suelos, pues lo que se mantiene en pié mas sirve do estímulo al
sentimiento del estrago, que de esperanza para su reparo. No sé qué
misterio seria que cayó la estatua de nuestro padre S. Ignacio por el
camarín que tiene puerta á la sacristía, y al caer se asentó del todo so-
bre la mesa de los calices,^ que cuasi la hizo pedazos,' vuelto ef rostro
acia los cajones y la espalda al templo arruinado. Los padres desen-
terraron valerosoa y con celo católico los vasos sagrados del Señor
Sacramentado, colocándole en lugar decente en la parte de la iglásía
que cae bajo'del coro, donde se mantienen incansables en sus apostó-
Hcaa tareas, sin omitir por la incomodidad, sermón, plática ó ejemplo
óe los muchos que acostumbran en la cuaresma, y doblando el trabajo»
éti el coafieaoBarto puor el gentío f^ hoy acwde mas qie en otms tten3^.(
|>09, COA solo el alivio de haber quedado ei colegio farme, faaJbíái^ée y
nada hoFToroi^.
El colegio ée la Habana habia por el céKtcarío lemdo en «^os anoo
eoBsúderables «umen^MS, £1 de iS^é 19 ^ mafao,«e t>iiBo:pa«i im
templo «agwfico la píini^Ni piedm ^^m iwBdijo saAemnemeste «1
Ulmo. y Revaoo. Sw D. Fr^ laaHLazocle la Yega, ^afwdka Cuba^co»
asisieocia -del £x«o. Sr« D. Franciaoo Cagtgal, ^BéMiees gobetfnadbr
de aqttoHa ¿Éla^ y virey deafMies ^ Nttem^'fiapa&u Nú bastamab pa«
ra la isiivtiioaa ^ílariioa las áaeraas del cdbgio^'algdin» pcmaaafl éefm-
iner orden ae vepaHiefOB f or ia «íüdad á iteeo^ .ymoaaMi lia 4ier-
Bft devoción á ^ sornta casa Lauretana» -que per todos isa >f&«dH» ipe--
stbles |ireoiiraba íbnieaoitar «el celo y |>íedad del fiftdre Jmsté iatúm 4e
Alaniai esteidia «á 'empeño ^e miickee á «lada la é&bnca .por láiqyaoder
de ella ol^B^púitual cooaaelotqiie^^perabaD) y «epuedefdeak cnAi ner-
dad que i^ tirtido «de la &bU Qa^ de «Lorelo faé el mae podeftoso
l^asa laa Itmofiífaa ^pie le reco^efaii» «iendo aM^idígnoa^da parücükur
memoria las dctl'Sr. JX IDücigo Po&áver y AAgiüo^ ^ificáal iraal de 4a
contaduría y oonsejero ^e <liac¿eBda, y laSra* J><ma Masía Jkúaa'de
CárdesMs» -su ««posa* Estos dos aobléo eonsttrtes «on tcnéan»^ la
mlMEi'fina gratitud ^del <x>legio^ la fiabaimr«o soáo ipor^ tílal^ do
ÍAsi|^es ibiOBbeeJioreSf pe» los rotíalds se ks maadaroli kaicet^e Asam
losae0stttiribrado»siifra^os^8inoipor la^ooostaate benevoloB^ y afee-'
tuoea de¥Ooíon 'que «toda la ^ekidad «rooonoGÍÓ eiesí^pié ^ «Uos^^ \sl ^ae
kaoia erideAteá^todos qoe solóla robltgaciml de sus bj|ios,-p«ido«oiitetier«'
losdeilMOer ni&s-cuttit¿ssa8<doDaemes« La'fitbnca^uMs deapue^eLf^mi-
declivio de ia donadien-^im kíigeiitodB aancasritakiado en snas-do
oohsiita iMlipesos'4|ae para osie«feote ^ü^jaiioQ 4e8 noyiseoonsoiítas B.
Ignacio ^^noieoo &urnuía, eabetibve^l ésden 4ó iSailtiagOfOotMiel'
de los reales eiérdtoSiyrDoñaMana fteortfaanMven 4 -demhril^de V2b^
La Sania Casa LausetaBatiie dedicó solwttiifeeittetal día 9 «de aetianK
Ure de IT^dyéespues^ecoasag^da for^ lUoid. Bñ D* Podes JHond
de Santa K^stiz»
VolvtMÉKMi 91 la iBinMikK donde doáegadavma ianto las isosos deifiío.
1% l(feLjesuiiEfeL8;pQdeoáéioii ««aa4Narda»!peroiiMy'8aiigfieota paonoiiQkai.
En virtud de ios inforawa^e Luisy de aigssMh otros inquiaétasaeior^
inaron autos muy denigfatlvQa áloe )mÍ8Í0neiO8'i|ae«e enviaion kht
oórtc. i^dsdocumeiitos ifue se.«hai>fan'Tcniititto<de<)snrtedelafOoaipa2íaíí
— 297 —
no parecieron allá en largo tiempo. £i consejo estranó con razón,
que no se escribiesen por otra parte cosas tan graves, y que sobro ol
dicho de unos cuantos hombres apasionados se hubiesen de creer unos,
delitos tan negros y en ministros tan celosos y que pocos años antes
á petición de los miamos señores obispoíi y vireyes, habian entrado^ ott
aquel país. £n esta atención se despacharon dos cédulaSj una. al pa»-.
dre provincial de la Compañía y otra á la real audiencia dp (TrbaduJa- ' '
jora.' . Este tribunal cometió. la averiguación .dfí todo al iIilevQ golier* .'
nador de Sonora, y el padre. provincial, que desde 31 dfi agosto de
1753 lo erji -el padre Ignacio Calderón, eqcomendó una rigorósisirpa.
información sobre estos puntos al visitador generi^l de. 1a& misiones»
En uno y otro juicio depusieron á. favor- de los acüsadoa los; mejores y
mas abonados -testigos de Coda Ja proviticiáf-y no pocos de áque* '
líos mismos que habiafi declarado, en contra en . los primeros autos».
. La remisión de estos favorables informes al. consejo se pro<:iiró impedir .
por varios caminos, hasta que la lyonipañia Tiubo do .presentarse jiiruljiV.' .
camente, ño sin sentimiento y pesadumbre de ios que. creían .triunfair - -.',
, ¿ vista de su humilde y religioso silencio. ínterin se esperaba la úl.^^.;
tima resolución, los suqo^os mismos^justifícarod sobradamente, la. eqn'--
ducta de los jesuitas. £1 nu9vp>.go|)crnador de Sonrora^pór no recru* .
decer la Haga» no había querí.do prócedef contra el cacique Luíh, oón*..
tentándose Con amonestarlo privadaniénte y observarle < muy de cerca -
lo9 pasos. No tardd mucho en. prorrupopir su genio aquieto y jiii&bv»^ '.
<;ioso; é inqu^idas¡tindicai' aunque riiqy secretanienteJás iCausás,'fué
puesto ea prisión^ donde consumido de melancolía murió á, poco- tíeih*' .
po. A ios pimas que él ^e^mítia and^r vagabundo^ y qüé'^omcfkizabáti. ^
á alborotarse, se les señaló^ -plaza para que XP restituyesen .d.los.pué*.. •
blo3. ResütuyéronsQá sus, misiones algunos padres y. á Ifis iglé&tas v
muchas álhajasi, qua^hasta entonces no se había cuidado d.a.recobriiñ -"
Perseveraban rcbel<^ - ló^ hijos y . pairientés del. caci<(ue Luis* .y at
gunós otros pimas; pero (;on la. muerte de.su principal gefe y aí^Uñóa '
otros, golpes, fueron obligados á jpntrai: en sú deber.. El góbcttiador ; ' .
formó do todo esto los corr:i^»fi^ndiént£S autos,' que. rémitid^^^ á' México ■
y á Madrid, dieron un solemne Honorífico testimohio. do ki ñdelidad .V
observancia de los jesuitas para con éLrey, íio tóenos que de. pi^^»^^<í»;*
. celo y fervor par?, con Díoa^ por quien se e^ppnian díariámeüié a táñ* -.
tas vejaciones en. la.,Sídud,. en la! vida y ed la honr^'»; .• r- : V • • ';
Las réliquilis de..lÓ8 pima's foragidos. se. agregaron eú"tóif«.es. á los Be-
: TOMO iir, ' *' • ■ . 40 . \. * *
»•■
« ■- -i»»»
— ÍÍ96 —
ris, aunque eran antes irreconciliables enemigos. Estos bárfmr^
á fínes de 1753, comenzaron á dar oido á las proposiciones de paz qué
les ofreció él gobernador D. Pablo Arce y Arroyo. Capitularotí efec-
tivamente, con las condiciones siguientes. Que les' habían de
ser restituidas sus mugores. Que se les devolviesen las tierras que áir«
tes poseian. Que se quitase de allí el presidio y se restituyese ál P^
/te, y finalmente^ que se les señalase por su ministro al padre Nicolás
Pereira. No pudiéndoseles prometer abierta y absolutamente el plri-
mer articulo, no ftuvieron efecto la&r paces: deseadas. Sin embarga,
prometiéndoles el gobernador hacer en el asunto cuanto estuviese de
su parte, vinieron en unas treguas que guardaron fielmente todo el
tiempo de aquel gobierno, exceptos algunos pequeños robos que no pii^
dieron tomarse por justa causa de rompimiento. A D. Pablo Aréé y
Arroyo sucedió en el gobierno D«. Juan. Antonio de Mendozlt, que
mantuvo siempre viva la. guerra <con loa siris: desde á- poco de iHi en(ra«
da, y en que final men te ^ vino ¡á: morir .eu>^$f.de.iioviembre ¿dcr-VTCO^
Fué famosa, en estaocasion la pertinacia y .el valoree diez^y nüoverseí
Ti8i que desamparados dejos ^^emis^ resistieron por-^algunas- horas á
mas de cien hombres* . JSntre lois bárbarofif habia eaido>ya^ desangra*
do y moribundo^ un cacique; qUé era la alma'' de la acción» ' Tiéi^do:
lo en el suelo se le atrevieron 4 acercar, y entré .ellos el gbbéirnadoir
que marchaba, el primero; pero le. costó muy 'cara su inadvertencia ¿ «ni
valor. El rabioso y soberbio seri , aunque luchando eon la últirbá ago -
nia, so arrastró cuanto pudo hasta estribar contra una peña^ desde ddií-
de atravesó al gobernador con una flecha que á pocos^ instantes Id' sa*
có de esta vida. A D. Juan de Mendoza sucedió 1?. José Tienda
¿le Cuervo» A su arribo los seris se habian refugiado al Cerro Prieto,
de donde hasta ahora no se les ha podido desaldrjar enteramente. FéSte
cerro se halla á doce leguas al Poniente de S. José de Cuaimas, y
otras tantas al Sur del Pitic, de la costa del mar dé California cator-
ce leguas al Oriente, y como treinta al Norte de la, embocadura del
Yaqui. Es un conjunto de cerros de fortaleza incontrastable con in»
numeraUes cortaduras de la misma naturaleza, que no pueden cami*
>narse sino por mil diferentes rodeos, siempre con peligro de ser acó*
metido y sin esperanza de poder dar alcance al enemigo. Las quebra-
das mas famosas (para decir esto de una vez) son la de Cosario al Orien-
te, la que llaman de^Rodríguez al Nordeste, Carón grande al Nomor-
deste, el de la Palma cuasi al Norte, Cara pintada al Nordeste, Otate* al
— 299 —
de Oeste Nordeste, Abispas al Oeste Sudoeste, y Nopalera al Ponían,
te. Al Sudoeste el Rincón de Marcos, nombre que se impuso el año
de 61 á causa de haber aquí hallado, después de haber buscado inútil-
monto por otras partes, á este gefe de los rebeldes. Esta acción se
efectu<i el día. 7 de noviembre con mas de 420 hombres de armas. De
lo9 jsalvages quedaron cuarenta y nueve sobre el campo y sesenta y
tres prisioneros. con trescientos veintidós caballos que se ios quitaron,
£1. golpe pudiera haber sido decisivo á poderse haber multiplicado la
persona de D, José Tifinda de Cuervo; pero habiendo faltado en algu«
Jipa cabos la precaución necesaria, escaparon los mas de los seris, y
pasaron á la ihla de S. Juan Bautista, situada como á ocho leguas de
la,co8ta, y cerca de nueve al Sur Sudoeste del Tiburón. Actualmen.
te así Qontra esta nación como contra la de los apaches, azote de la
Sonora y Taraumara alta, por la parte boreal y oriental, se hacen en
Nueva-España grandes preparativos.
£n este medio tiempo gobernaron la provincia los padres Agustín
Carts^ y Pedro Reales; el primero celebró en noviembre do 1757 la
vigésima nona congregación provincial, en que siendo secretario el
padre Estanislao Ruanova, fueron elegidos procuradores el padre Jo-
«é Redona, el padre Francisco Zcvallos y el padre Juan de Yillavi-»
cencío. La división de la provincia porque tantas veces se había ins.
tado, y á que el M. R» P. general Ignacio Viscontí desde la antece-
dente congregación había ya condescendido, se volvió á poner aho-
ra á arbitrio de su paternidad muy reverenda por las graves dificulta-
des que de acá se pulsaban en el modo y práctica de la ejecución que
hasta ahora no han podido vencerse. El padre Pedro Reales entró
é gobernar á principios del año de 1760. En 62 se reconoció en
Méxicp la antigua epidemia del maÜazáhuatL en que los operarios des.
empeñaron el crédito de la Compañía entonces bastantemente afligido
c<m las m^las noticias y atroces papeles que de toda la Europa venían
contra dicha Compañía. Este año memorable en la Habana por la inva-
sión de los ingleses el día 6 de junio, estuvo para arruinar aquel colegio
que padeció tanto en sus haciendas, cuanto los buenos oficios de los pa-
dres para con la afligida ciudad los hicieron mas recomendables.
En 19 de mayo de 1763 succedió al padre Pedro Reales el padre
Francisco Zevallos. En estos últimos tiempos han fallecido en la
provincia sugetos muy recomendables por sus letras y virtud. En
México el padre Oviedo, el padre José María Genovcse y el padre
^300 —
"^r. Francisco Javier Lasóaño^ en el colegio máxime. En Ptiebleí et
hermano Juan Gómez, el padre Francisco Javier Solóhaj^ y el padre
Antonio Ordeñana. En California el padre Femando Cotoag, en
Taraumara el padre Francisco Hermanno GlandorfT^ cuyo elogio omi.
timos viviendo aun los que los conocen hateta* qué los- autorice e) tíem.
po. Fallecieron también en estas años los lllmos. Sres. D» Manuel
Rubio y Salinas, arzobispo de México, y D. Francisco Pardo, D*. N.»
primer arzobispo de Guatemala, el segundo recibido en la Compañía,
y el primero su amantísimo protector y bienhechor instgi^e de la Ca-
na Profesa. En Puebla el Illmo. Sr. D. Domingo Pántaleon Alvárez
de Abreu, y en Ciudad Real el Illmo. y Rmo.'D. Fr. José Yital de
Moctezuma, del orden de nuestra Señora de la Merced^ á cuyo afecto
y constante protección debemos un eterno agradecimiento. £1 Sr.
Moctezuma que vivia aun cuando se recibió la bula de la' Santidad de
Clemente XIII Apostolicutn Pascendi en que de nuevo ^eonfítmael ins-
tituto de la Compañía, fué dé los que mostraron -sü «ingláor amor- á
nuestra religión dando las gradiás al soberano Fontíík^ por aquel bre-
ve, y esplayándose en alabanzas por lo mucho que le servían en su'
diócesis nuestros operarios. Este nrísmo favor deb}6 nuestra' prorin.
oia al illmo. Sr. D. Pedro Anselmo Sánchez de jTagle, obispo de Mi-
choacán, ál Illmo. Sr. I>. Miguel A nseheno Alvares de ■ Abreu ^4>bMipa
de Oaxaca; y porque nada es mas honroso Á nuestros ministerios que !a
aprobación y aprecio de estos grandes prelados y pastor&s de la Igle*
sia^ hemos determinado añadir aquí las respuestas' de su Santidad á la»
sobredichas cartas, para que juntamente con lo que han éscritcr. de
nuestra provincia estos ilustrísimos, se vea el aprecio que hace de lo»
operarios evangélicos la silla de Pedro. • • 4 '
Hasta aquí la hermosa pluma del padre Alegre* • • • Un raya des.<
prendido del tronojde Carlos III destruye en un momento el augusta
edificio de la provincia de la Compañía de .Jesús de México, 'cuyos*
hijos son arrebatados por el torrente impetuoso de la espulsion de • los
jesuítas: entre ellos marchó á Italia el padi% Alegre á llenar de honor
con sus escritos á esta América» ••»«••» Apenas puedo esplicar el
sentimiento que ha causado en mi corazón- la relación de esta- des-
gracia cuando he. reflexionado sobre ella y sus -consecuencias .ein una
edad madura, y renunciando (harto desengañado como el Caidenal de
Pacca) las siniestras impresiones que se me hicieron concebir desde mi
infancia contra esta corporación respetable. ¡Oh! |Si me fuera dado
vería restablecida en nuestro suelo como lo está ya en Bueno- Aii^s
ye» diversos lugares de Amérícar y Europa! ¡Con cuánta satisfacción
bajaría al «ápulciH^iaugvrando áints compatrtatas i)na felicidad que no
puedo v^flejs sino del amor á la virüid y que tan diestramente han
sabido idspÍRirles los Jesttitasl
EXPATttIAaON DE LOS JESUÍTAS
BKF TODA LA MONARQUÍA ESPAÑOLA
Y ESPECIALMENTE DE MÉXICO.
El 25 de juniío de 176*7 poco arnés de rayar la luz matinal de intiitió
á'una misma hora el decreto 'dd|expu9sion de los jesuítas discutido a pre.
«encía del rey OaTlos Ilt, 'con el mayor sigiló. Éste monarcaánduvo
áán solicitó de su ejedácion'que dirijíÓ üiik carta autógrafa al ^t^y
<de México pañi que sé vétíñcase del mejor 'modo^ y que püdíe^rá Henar
séB áéséoii la cuál existía en lá secretaria del Vít^^nato.
* Para que el golpe se diese simult&héámeíite y se evitasen conmo-
ciones de loéiptiéBloÉ i|ub amaban córdíálmente á los jesuítas, se tuvo
presenté en et consejo pHvado del rey lá cailá geográ^ea dé ambas
Átioéricas; midiéronse las distanciad de todos los logftres donde había
colegio dé jesbitafs, el tiempo qué giastabali'lóscorreoís,- y ^se- tuvieron
presentes hadtalluF menudas rúas circunstancias conducentes ál intento»
Gorí achaqué de levantar las milicias próviticíaies del reínaqueresis.
tíeran una iiiVásioá ei^éúiiga como la que «cábabs desunirla Habana,
habían venido Varios regimientos veteranos de España. c<)n<)Ñcidos por
el pueblo de México con el nombre de Chingos^ y lá organíencbn de
los nuevos batallones ¿e había confiado á búeisos generales, como el
teniente genehil Víllaiba, el marqués de la T«rre, el ñwrqués de Ru-
bí, y Bicardos; así es que en México hábia entonces una grdn fuerza
capaz de contener cualquier asonada. Era- provincial de la Oompa.
nía eii la provincia do México el padre Salvador de la Gándara, quo
á la sazón estaba en Querétaro de vuelta dé liC visita de lós colegios
de Tierradentro, y venia tan satisfecho del arreglo en qué los había
encontrado y dejaba, que aseguraba na haber tenido en ellos que re-
prender ni reformar cosa alguna.
' lia intimación del decrete de espulsion se hizo á los jesuítas en la
Casa Profesa de México por el fiscal de la real audiencia D* Jo$é
Areche^ y notificado el padre prepósito con toda la comunidad presen*
te, rezó con ella el Te Dewñ, £1 comisionado dispuso que se consu*
miese el copón de las sagradas fonnas para inventariar y ocupar los
vasos sagrados. Entonces el padre ministro Irágori preguntó si al-
guno de los jesuítas presentes querín comulgar, y luego todos los pa-
dres presentes y aun los legos ó coadjutores se arrodillaron y recibie-
ron la sagrada Eucaristía. Éste acto de religión sublime conmovió
al comisionado, y cierto que debia producir este e&<;to, principalmen-
te si iba prevenido contra aquellos religiosos, pues ademas de la pure-
za de sus conciencias,' 'manifestaba qué todaá aquellas víctimas esta-
ban de antemano dispuestas á tamaño saorificio.
Quedarcm desde este momento los jesuítas presos en sus colegios de
México y las avenidas de las calles tomadas con tropa y cuerpos de
guardia^ Salieron de México para Ycracruz el dia 38 de junio en
cocbes; pero escoltados de no poca tropa. Hicieron alto en la villa
y santuario de Guadalupe, y el visitador D. José (Gralvez, honrado des-
pues con el titulóle marqués de Sonora, les permitió entrar en dich/}
santuario. Este magnate regentaba la espedicion con bastante calpr.
En aquella iglesia hicieron los últimos y mas fervientes votos x>or la
felicidad de un pueblo que los idolatraba; multitud de este los rodea-
ba derramando copiosas lágrimas que no podia restañar la severidad
del gobierno ni de sus satélites, y casi llevaba en peso los coches* Co-.
mo el camino de Veracruz no era entonces todo de- ruedas, tuvieron
que cabalgar muchas veces ó que andar á pié largas distancias; tra-
bajos á la verdad insoportables principalmente para los ancianos y en-
fermos. Su llegada á la villa de Jalapa parecía una entrada de triun-
fo, aunque mezclada con amargura; calles, ventanas, azoteas y hal-
cones se veían llenos de toda clase de gentes que bien mostraban en
sus semblantes lo que pasaba en sus pechos: necesitóse qine la tropa
que escoltaba á aquellos espatriados se abriera paso á culatazos por eo,
medio de la mucha gente.
Llegados que fueron á Veracruz aquel puerto insalubre quitó la vi-
da en pocos días á treinta y cuatro. £1 24 de octubre se embarcaron
para la Habana, pues hasta entonces hubo competente número de bar-
cos que los condujeran. Los demás que se hallaban eu^ las misiones
de Tierradentro fueron después llegando á aquella ciudad paulatina-
mente. A los cuatro días de navegación se ieva;itó un temporal tan
— 303 —
deshecho que dispersó el convoy y estuvieron á punto de perecer. El
13 de noviembre llegaron i la Habana casi todos á una hora, menos
un Paylebot que llegó á las ocho de la noche del mismo dia.
Era gobernador de aquella isla el Baylio D. Frey Antonio María
Bucareli, que después fué nombrado virey de México, gefe ¿lleno do
virtudes que los trató con la consideración y humanidad que formaba
su suave carácter. Los éspulsos semejaban unos esqueletos estropea-
dos de la navegación y abrumados de pesares. Hospedáronse en el
convento de padres Félcmitas, y en su iglesia se sepultaron nueve: á
los convalecientes sé les trasladó á una casa de campo contigua á la
ciudad. Reembaircáronso para Cádiz en 23 de diciembre y fondearon
allí el 30 de mairzo: al siguiente dia se les trasladó al puerto de San.
ta María, reuniéndose en ún hospicio hasta cuatrocientos jesuítas. |El
padre provincial Gándara que navegaba en la barca Bizarra^ fué im-
pelido póf una tormenta á la costil de Portugal, y por poco perecen
en uñói^ arrecifes.
A mediados dt^ j^ínio del siguiente año se les reembarcó para Italia,
dejando itinérto^ én el puerto dé Santa María, quince. Partieron en
convoy para la 'isla de Córcega coii indecible incomodidad por la es-
trechez de loa buques, no menos que por la. aspereza con que fueron
tratieidóiÉ por 'los gefes de aquellas embarcaciones en la mayor parte.
Era moda éntótocéiB mostrarse crueles con los jesuítas ly detraerlos
desvergóiisadaiiieiité. ' Llegados á los puntos de Itfdia que se les de-
signaron, sé distribiryerbii en varios colegios, en los que guardaron su
instituto, hasta que én 16 de agosto de 1773 por medio de dos monse-
ñores se intimó en Roma eu el colegio de^ Jesús al padre general Lo-
renzo Ricci el breve de estinclon. Igual diligencia se practicó en
los otros lue^ares con los rectores por los comisionados del papa. A
los de América se les intimó que no podrían regresar á su patria: es-
te fué para ellos un golpe muy mas sensible que los infortunios pasa-
d os hasta entonces. Dióseles una ratera y vilísima cantidad para sus
alimentos de los fondos de sus rentas llamadas iemporalidadeSf que
ocupó el rey con prepotente mano, en las . que creyó hallar un inmen*
so tesoro, que todo se volvió sal y agua, porque sus agentes no tenían
los conocimientos de los jesuítas para manejarlos con acierto, oí tam*
poco los veían como cosa propia. Distribuidos los jesuítas así espa*
ñoles como americanos en^ Bolonia, Ronin, Ferrara y otras ciudades
escribieron obras muy luminosas que admiraron á la Europa, tanto
— 3Q4 -r.
raas, cuanto que eran ep ella tenidos por. frailes do misir, panza y olla»
Recordaré con placer lo8 ilustres pooibre£|^ de, Aleg^'t^ Ahad^ Claviger^
Landibar, Cavos, Manciro, Lacunza, Márquez» y otro^ cuya ridea^ trae
cpmo correlativa lá de sabios dignos da la .inmortalidad y 'de mejor
•suerte. ■ -
La invasión de los franceses en los estados del papa como conse-
cuencia de su espantosa revolución, de la que fué victima el Sr. Pió
YI, dispersó á los jesuítas que por tai causa regresaron á España, y -
algunos de los pocos que* habían quedado 4 la América; mas poco les
• • • • ■ ' • *. ^ ■
duró el placer de volver á ver su cara i)^na, porque aunque abrumados
de años, miserias y achaques, fueron en breve recogidos de orden del
gobierno español, regentado por el prípcipe.de la Paz, y -encerrados
en monasterios de San Cosme y San Di^go los padres Juan*Luis Mar
neiro y Lorenzo Cabo. Hacíase (he dicho) como puptó de honor , y
contraseña. de ilustrados entre los mandarínes españoles, perseguir, es*
tos tristes restos do una gran familia, y á unos hombres áf quienes laá
Anf)éricas debian en gran parte su , civilización v servicios-da toda íes-
pecie. Siguióse á esta revolución la de España , gor la invafBÍon de
Napoleón, contra cuyo inmenso padefÍQ. triunfó la oonstancia. -y leal^
tad castellana. . " . * o •
Restablecido al trono Fernando Vil, consideró que aseguraria. su
dominación*, reatablecíepdo los jesuítas en los dominios españoles, '/
entonces reaparecieron en México con bastante esplendor en 19 de
mayo de 1815. Abrieron su noviciado y comenzaba- á prosperar, con
ió venes sabios V virtuosos, cuando las cortes. de Madrid. en 182.Q ^uy
• •' • . '.' ■...•'■.''■• ."> ■ * •..-,,
poniendo incompatible la.libsrtad civil con la existencia de esta cor.
poracion, decretó su estihoion en 6 de setiembre del mismo apo. El
vírey conde del Yenadíto conminado con lá mas estrecha responsabí^
lidad, lo puso en ejecución cpn indécibFe seiuimiento suyo porque era
sincero y piadoso, en 23. de enero de 1Q2Í. Entróse á lanzar á 1q9
jesuítas del colegíp de San Pedro y San Pablo un piquete de tiropa
. del Regimiento espedícioriario de cuatro órdenes, y se.ejecutélo misí.
mo con las religiones hospitalarias de .San Juan de Dios, Beléji y San
Hipólito; falta grande que. hoy deplora la porción del pueblo misera»
ble que recibía de ellas grandes auxllíosen sus necesidades.. Esto.^
golpes dados con tanta injusticia como impolítica, aceleraroh'la con«
sumacion dé la independencia, dando por resultado que el caudillo qudr
consumó la empresa, (D. Aguslin do IturbideJ, agriase al título do
— sos-
libertador de 8U patria el do protector de la rdigiott, y que una rero-
iucion emprendida once años antes con el derramamiento de la san-
gre de doscientas mil victimas, se terminara en un paseo militar de
ocho meses.
Con la €|3pul6Íon de los jesuítas ejecutada con un aparato el mas
escandaloso, sintió México y todo el reino de Nueva España un gol-
pe fatal por los motivos justos que tenia de amor y gratitud á esta
Compañía bienhechora. Sufocó sus lágrimas en el fondo del corazón
de sus hijos, porque la sitiaba una fuerza tal y tan vigilante y una
policía que observaba hasta sus mas secretos pensamientos. El visi-
tador Galvez, director de la espulsion al publicar el bando con que la
anunciaba, usaba de un lenguage duro é insultante que no vendria
bien ni en la boca de Darío 6 de Xerxes, pues osó decir á los mexica-
nos. ••• Que habían nacido para obedecer. Esplicóse con alguna
libertad en conversaciones privadas D. Francisco Xavier de Esnaur-
rizar i canónigo de México, y se le arrestó én el castillo de Uláa.
Fué llevado á España el Dr. D. Antonio López Portillo, porque se le
supuso autor de la impugnación de cierta carta pastoral del arzobispo
de México Lorenzana, que, como el de Puebla Fuero, se mostró ene-
migo de ,los jesuítas. No se le probó á Portillo la calumnia pero se
le destinó á la catedral de Valencia por que decía su prelado (según
es voz común) que no convenia que existiese en México un sabio de
tal tamaño que había merecido de un claustro de esta universidad com-
puesto de noventa doctores que le concediese gratis las cuatro borlas
de las facultades mayores, y que su retrato so colocase en el general de
esta ilustre academia. ^El gobierno suspicaz de Madrid entre varias
medidas de precaución y espionage, mandó que se averiguase el modo
de opinar de los Sres. obispos con respecto á la espulsion de los jesuí-
tas: resultó que el de Guadalajara había indicado sentimiento, y su con.
ducta á buen componer fué tachada en la corte. Esta prohibió que
se hablase en prd ni en contra á^ esta providencia ejecutada.... por
moiVíQs reservados á, la real conciencia de S. JVJ.; determinación que se
consignó como ley en el código recopilado de Castilla; pero la misma
corte, ó dígase mejor, el gobierno faltando á su mandato, publicó por
la imprenta real un folleto en que por orden cronológico se cuentan
excesos cometidos por la Compañía desde los días de su instalación.
En ñn, los jesuítas no fueron ni por fuero y' derecho vencidos en
juicio; y como la presunción favorable á todo reo siempre se toma de
TOMO ni. 4^
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la falta de audiencia de este, la de los jesuitas, si no bastó para su
completa apología, á lo menos dejó abierto el camino para que el pú-
blico y la posteridad ios juzgase y absolviese. Estánlo hoy y muy
ampliamente, pues se hallan repuestos no solo en Roma y en no pocas
ciudades de Europa, sino también en los llamados paises clásicos de la
libertad civil. Existen en Francia, Norte América y en Buenos Aires;
su espíritu de caridad ha renacido donde se han presentado á anunciar
la'paz y el Evangelio; semejante la Compañía á una pequeña luz que
estando á punto de apagarse se reanima é ilumina con grande esplen-
dor, asi aparece hoy de nuevo por el mundo cristiano, y en medio de
las naciones gentiles. Si alguno dudare de esta verdad y fuese para
él un problema esta ¡lustre Compañía, yo le suplico que recorra la
inmensa estension de esta América. ¿Qué pais por montañoso y es-
téril hay en ella que no lo hayan visitado estos hombres singulareáT
¿Qué bosques y montañas que no hayan resonado con sus voces? ¿Qué
nación bárbara y gentil que con ellas no hayan sido atraídas al sen-
dero de la verdad? Ninguna.
p • •
CONCLUSIÓN.
Repuesto Fernando VII al trono de España, una de las primeras
providencias que dictó para asegurarse en él, fué la reposición de los
jesuítas; fuéronlo en México el 19 de mayo de 1815; pero restableci-
da la constitución de Cádiz en España las cortes decretaron su éstin.
cion de la monarquía, cuya declaración mandó hacer efectiva el m¡s«
mo soberano en decreto de 6 de setiembre del mismo año, y el virey
conde del Yenadito en 23 de enero de 1821, aunque muy á pesar sa-
yo. La nación mexicana, representada por el primer congreso de
Chilpancingo, y asistido este por el Exrao. Sr. D. José María Mo-
reloSf había decretado antes su restitución por decreto de 6 de noviem-
bre de 1813, á solicitud mia, el cual no tuvo su efecto porque la inde-
pendencia mexicana no pudo realizarse hasta 28 de setiembre de 1821
en que so estendió la acta en la villa de Tacubaya por la junta sobe*
rana que allí reunió el Exmo. Sr. D. Agustín liurbide. Propúsose
su reposición en la misma junta; pero esta acordó se reservase la re-
solución de este asunto 4il primer congreso general. Grandes nove-
dades ocurridas durante el periodo de su existencia no permitieron tra*
tar este negocio, y para cuya resolución se hallaban reunidas machí*
simas representaciones de corporaciones y pueblos que clamaban ar*^
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dientemente por la reposición de la compañía. To rae abstuve de sus.
citar esta pretensión (que jamás he perdido de vista) porque roe pare-
cia impolítica hacerlo hallándose en México el padre Dr. D, Francis-
co Mendizabal designado provincial por el^muy reverendo padre general«
á quien de derecho tocaba hacerlo; pero verifícada[su muerte, y dejando
joncluida una representación para el congreso general, juzgué que era
el tiempo mas oportuno para reproducirla. Por desgracia estábamos
en los últimos dias de las sesiones ordinarias, y ya no fué posible pre-
sentar á discusión este proyecto; la representación formada por mi es-
taba suscrita por tres Sres. obispos y crecido número de personas de
la primera distinción de México. Agitaciones extraordinarias de^la
república me impusieron silencio, y reasumido el mando por el Exmo.
Sr. general D. Antonio López de Santa-Anna en virtud de las bases
acordadas, á solicitud mia se sirvió espedir en 21 de junio de 1843
el decreto siguiente.
EL C. VALENTÍN CANALIZO, GENERAL DE DIVISIÓN,
gobernador y comandante general del departamento de México.
Por el ministerio de justicia é instrucción pública se me ha comu-
nicado con fecha de ayer el decreto siguiente.
El Exmo. Sr, presidente provisional de la república mexicana se ha
servido expedir el decreto que sigue.
,, Antonio López de Santa-Anna, benemérito de la patria, general de
división y presidente provisional de la^república mexicana» á todos
sus habitantes, sabed: Que considerando que los medios de fuerza
y de conquista no han sido suficientes en mas de trescientos años para
introducir los usos de la civilización en las tribus bárbaras que habitan
todavía algunos de nuestros departamentos fronterizos, y que los talan
y destruyen haciendo una guerra salvage y sin cuartel: que la religión
de la compañía de Jesús se ha dedicado siempre con un laudable celo
á la reducción de los indios bárbaros predicándoles una religión dulce,
humana y eminentemente civilizadora: quA varias autoridades de aque-
llos departamentos, y muchos^ciudadanos de los que mas se distinguen
por su adhesión á los principios liberales bien entendidos, han reco-
mendado esta medida como muy capaz de contribuir á la seguridad del
territorio donde residen las tribus errantes, y que esa instrucción es
admitida en los Estados-Unidos y en otras repúblicas de América sin
nengua ni perjuicio de la forma de gobierno republicano ni de las lí-
/
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bertades que tanta sangre ha costado establecer en América; en uso de
las facultades que me concede la séptima de las bases acordadas en
Tacubaya y sancionadas por voluntad de 1& nación; hé tejido á bie ^
decretar lo contenido eñ el artículo siguiente. '
Podrán establecerce misiones de la compañía de 3ésus en los depar-
tamentos de Californias, Nuevo-México, Sonora; Siiíalóa, Durango,
Chihuahua, Coahuila y Tejas con el esclüsivo objeto de que sé dediquen
á la civilización de las tribus llamadas bárbaras por medio dé la pre-
dicación del Evangelio, para que de este modo se asegure mas la in-
tegridad de nuestro territorio.
Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el debido
cnmplimiento. Palacio del gobierno nacional en Tacubaya á 21 dé
junio de 1843. — Antonio López de Santa-Jlnna. — Pedro Veléz^ Mi-
nistro de justicia é instrucción pública.
Y tengo el honor de comunicarlo á V. E. para su inteligencia y de-
bido cumplimiento, disponiendo al efecto su publicación . inmediata-
mente.
Dios y libertad. México junio 21 de 1843.— Feíea:.— Exmo. Sr.
gobernador de este departamento."
Y para que llegue á noticia de todos, mando se publique por bando
en esta capital y en las demás ciudades, villas' y lugares de la. com-
prensión de este departamento, fijándose en los parages acostum'brados
y circulándose á quienes toque cuidar de su observancia. Dado > en
México á 22 de junio de[1843. — Vaientin Canalizo.-^Luis G.de Cha'
vatrij secretario.
• La asamblea de Guatemala en decreto de igual fecha^del mes de ju-
lio y del mismo año, permitió la reposición de la Compañía amplia-
mente en aquella república. Tal es la historia de este establecimiento
religioso, cuya reposición y conservación que presenta peligrost dificul-
tades y escollos, ha corrido de cuenta del cíelo. . • . Ríndele, por tan-
to,, las mas humildes gracias por tamaño bien concedido á la humani-
dad, para que el nombre glorioso de Jesucristo y su evangelio sea
anunciado por toda la redondez de la tierra. Pongo punto á estas li-
neas suplicando á la sombra generosa del padre Alegre perdone el atre-
vimiento que he tenido de haber añadido este pobre suplemento coma
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quien surce un remiendo de*gerga á una capa de púrpura: y el generoso
impresor*de esta obra (el Sr. coronel D. José Mariano Lara) reciba
también las gracias mas espresivas por la magnanimidad con que ba
continuado su impresión sin pedir ni un real del copioso adeudo que á
8U favor tiene, por no haber sido posible completar los precisos gastos
de la impresión, debido á la fatalidad de los tiempos.
México. 19 de setiembre de 1843.^-L»c. CáWof María Buitamante.
FINDELÁOBRA.
s.
4
tamos. •••Yo amo (me decia el Sr. Morelos) de corazón á los je-
suitasy y aunque no estudié con ellos, entiendo que es de necesidad
Tenerlos.
Agradecido yo á esta protección que solicitó ansiosamente y
no pudo ver efectiva, no puedo menos de tributar á su sombra
generosa mis humildes respetos, y procurar cuanto esté de mi
parte perpetuar su memoria dedicándole este tomo con que se
concluye la obra mas acabada que pudiera escribirse en su línea,
y que ha llenado de admiración á la Europa y á la América.
¡Alma grande! Si en la región de la dicha perdurable (donde
piadosamente creo que habitas) puede aumentarse en alguna ma-
nera tu deliciosa fruición, acréscala ya este recuerdo que hago de
tus virtudes. Moriste victima de la patria y difamado en un pa-
tíbulo; pero lo honraste sellando con tu sangre tu valor, tu talen-
to militar y tu amor al orden. ¡Qué ejemplo tan eficaz para los
que hoy rigen nuestros destinos! Entre tanto, gózate con Isl di-
cha de los justos, y recibe los votos y suspiros que por tu deicanr
so y gloria hace tu siempre fiel y agradecido amigo