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Full text of "Historia de la República de Colombia"

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HISTORIA 



DE LA REPÚBLICA 



DE COLOMBIA, 



I 



ESCRITA EN FR AUGES 



POR M. LALLEMENT 




FAKÍS. 

EN LA IMPRENTA Y FUNDICIÓN DE J. PINARD, 

CALLE DE ANJOU-DA'UPHlNEy N** 8. 




1827. 






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sumario: 



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Prefacio i 

Tehritoiio colombiako. — Situación geográfica. — Tempe- 
raturas. — Aspecto fisioo 9 

Diyision antigua. — Diyision nueva •.. i3 

PRIMERA PARTE. 

Capítulo primiiro. — Descubrimiento y conquista de las 
diferentes provincias de Colombia 17 

Cap. II. — De la población que tenia Colombia al tiempo, 
de su descubrimiento. — Primeros medios empleados 
para hacer establecimientos alli 34 

Cap. III. — Régimen colonial. — Población nueva. — De 
los Indios 



SEGUNDA PARTE. 

Capítulo primero. — Causas y preludios de la. revolución. 
— Situación de la España. — Insurrecciones en la Nueva 
Granada . — Independencia de Venezuela 68 

Cap. II. — Temblor de tierra en Caracas. — Nueva ocu> 
pación de Venezuela por los Españoles. — Bolivar 91 

Cap. III. — Situación de la Nueva Granada. — Congreso 
de Tunja. — Guerra civil. — Bolivar en Cartagena iü3 

Cap. IV. — Libertad de Venezuela conseguida por Bo- 
livar 1 1 3 



SUMARIO. 



CiriTDLoV. — Aliitamirata út los eicliros 7 ducti ocupa- 
ción de VeneioeU por los Eipcfioles. — Sacrificio ttiurc» 
del jÓTin RiciDU. — Bolirar en la Nueva Granada 1 

CkT. VI. — Vuelu del xtj Femando ■ Eipaña. — Expe- 
dición confiada ■ Morillo. — Sitaacion en que M encon- 



vj"!» "t [ipblo oolombiano. — Las GuenUlai 157 

*TI»r VR. V?"B"l<ía ^ 1» Marjaritf r^^las «oaUa 
de Venexual». — Sirio de^ílE^V»VkeV<'«pnp.- 
oioD de la NaeTi-Granada por los Eipsüolei. — Sacri- 
Bcio geoenisa de !■ joven Satararlcta. ...•.— i...... l48 

Ckt. Vm. — Iniomecionei de Veoeinela. — Priinera expe- 
dición DBTal de los ÍDdep«ndi«nu«. — Accíwms en la 
Margarita , Ocnmara , Barcelona , etc. — ConquiíU de 
La Guayana por loi repubticano* 161 

C». IX. — Rebelión del mulato Piar. — CtmpaSade iSiS. 

— Situación polirica 176 

Cir. X. — Condeso deAngoslura; ideal constitucionales 

de BoIítu-. — Libertad de la Nuera Granada j $u unión 
con Venerada. — Le; fundamental, — Sucesos militares 
en 18197 1810. 191 

Cjtr. XI. — Restauración de la Constitución eu Elspaüa 
en 1S10. — Negociaciones i armisticio. — Entreristaen 
Santa Ana 117 

Ci?. Xn. — Nuevas reuniones de territorios ala República. 

— Rompimiento del Bimisticia. — Batalla de Carabobo, 
decisiva en favor de la iodependencia de Venetnela. — 
Deliberaciones del Congreso ; publicación del j4cta 
eonttilucional s^o 

Cjir. Xm. —Situación general 56J 



ActiL OE iRDiTEVDEanu D( Vekemela .. 

Acta divldhatic* 

CoHSTrrcciDir op la RerÚBLicA or Coló 



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HISTORIA 

DE LA REPÚBLICA 

I 

' DE COLOMBIA. 



* 



*.. ' ' ' «- ' 



PREFACIO. 



Puede decirse que en la historia general de 
las colonias se encuentran señalados los dife- 
rentes caracteres de la cultura humana. 

En ella puede verse al Egypto llevando sus 
artes y sus luces á varios pueblos todavia sal- 
vages, uniéndose en familia con ellos para pro- 
tegerlos y fundar así unidos el mas celebrado 
imperio. La Grecia, menos prudente, pero mas 
brillante, cubre muy luego el mundo con sus 
emigraciones y lo agita con sus rivalidades; 
pero entonces mismo ese gran número de ciu- 
dades zelosas, á quienes ella habia dado el nom- 
bre de hermanas ó de hijas suyas , parece que 
soló disputaban á sus metrópolis el derecho 
de inmortalizar la familia. 



a iliSTORTA 

Menos noble se presenta la ambición que 
distinguió el poder de Cartago : la avaricia 
era el obgeto principal de sus establecimien- 
tos ; su comercio era de monopolio ; su po- 
lítica haciü esclavos : afn dejaba en seco los 
iiiananlialos de felicidadl en laa. costas - que so- 
juzgó , y puso á S113 propios hijos en la necesir- 
dad 4^ invocar quien destruyese aquel poder 

En fin Roma se apóllela delNmperio del 
mundo : quiere aliados en los paises que adop- 
ta como suyos y exige de ellos que entren 
á la parte de sus virtudes y de su gloria. La 
orgullosa ciudad cae á su vez, abandonada 
de todos^ pero dejando ^ todas partes sn 
nombre : mientras eídstíó ,. se sobrellevaba coa 
paciencia su tiranía; cuan4pya no existe^ se 
tiene por grande honor, el haber estado aso- 
ci^o á su grandeza^ 

Los pueblos. modernos herederos de la anti*^ 
güedad pero émulos suyos mas interesados 
que heroicos, sin inventar nada de nu^vo, 
escogiendo entre e^tos ejemplos se decidieroa 
por dar las leyes púnicas á sus colonias. No es 
pues de admirar que tantas provincias con- 
quistadassacudan una después de otra la opre- 
sión del vei^cedor, avergonzadas de sus an-* 
tiguos recuerdos y aun mostrándose ingratas 



V 



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» 



DE LA COLOMBIA. 3 

á los beneficios siempre que estos sirven de 
testímonio de una larga injuria. Así es como 
la América del sur abre hoy la era de su li- 
bertad. 

Los inevitables progresos del talento huf 
mano se encuentran no menos confirmados 
en medio de una revolución, que descubre la 
existencia de ánimos elevados en el seno de 
una poblacipn humillada durante muchos si- 
glos : ¡ Cuadiro consolador digno sin duda de 
las meditaciones de la historia ! £s verdad 
que algunos hechos contemporáneos pueden 
seit juzgados de muy diversos modos : las pa- 
siones y los intereses , tan ingeniosos en des- 
figurar las causas como en exagerar los re- 
soltados , suelen frecuentemente usurpar una 
opiniim general que no merecen, ó piden á 
lo menos que el tiempo sancioné los juicios 
que se han formado. ¿Pero esta sanción no 
está bien adquirida en todos aquellos pun- 
tos donde la pnosperidad dé la independen^ 
cía nacional ha succedido á las miserias de la 
eBclávítud poUtica ? Si la historia no debe ser 
ya ua simple registro de los actos del po- 
der, sino que debe servir á un mismo tiem- 
po . de experiencia para los pueblos y de ins- 
trucción para ios reyes^ nunca será demasiado 
pronto para admitir en ella aquellas naciones 



4 fflSTORIA 

doode la sujeción y el despotismo han dejado 
lecciones las mas terribles. 

Una nación en cuyos códigos se consagra- 
ban los derechos y libertades del pueblo ;;que 
frecuentemente amedrentaba á la Europa en- 
tera con la gloria de sus armas; que brillaba 
á un tiempo por su famosa literatura y su 
esplendor caballeresco ; esta nación dichosa , 
después de haber coronado sus trofeos con 
la conquista de un hemisferio desconocido, 
parece que debia proclamar en él los recientes 
triunfos qué las ciencias y las artes conséguian 
renaciendo en el antiguo continente. Mas la 
España lejo&ide corresponder á este noble des- 
tino, obró ig0mo si se la hubiera. encargado 
de abrir un refugio inmenso á las tinieblas 
arrojadas de Europa. Declaró guerra á todo 
lo que tenia facultad de pensar, tomó pose- 
sión únicamente de lo que podia producir^ y 
cuando por estos medios hubo reducido el 
nuevo mundo á los siales de la ignorancia 
y á las humillaciones de la tirania, ella misma 
se sometió igualmente á los unos y á las 
otras, como si se la hubiera desheredado de 
las k^ces adquiridas por la especie humana. 
Su grandeza y sus riquezas nunca admirarán 
tanto como su abatimiento y su ruina; fruto 
de una ciega sumisión á ese poder que se apo- 



DE LA COLOMBIA. 5 

dera del entendimieuto para extraviar la di- 
rección del valor. Eternamente deberá servir 
la España de egemplo para que los pueblos 
se preserven del despotismo religioso. 

No era esta la única plaga que afligia á los 
castellanos de ultramar, pues la metrópoli, cual 
^madrastra envidiosa, los habia colocado fuera 
"de la política, del comercio y de la indus- 
tria de sus coittemporáneos. Tres siglos se han 
pasado, durai^e los cuales la Europa no ha 
hecho mas que divisar á lo lejos las colo- 
nias españolas; de modo que la^iñdependen- 
cia de estas ha reproducido el interés que 
excitó su descubrimientonfoy por fin se puede 
conocer y estudiar aquella tierra , donde se en- 
cuentran reunidas todas las variedades morales 
cuya causa puede atribuirse á la diversidad 
de los climas. 

Con efecto , las nieves del polo y los calores 
del medio dia , la aridez de los desiertos afri- 
canos y la fertilidad del Yemen , el ciclo puro 
de las Azores y el aire pestífero de Java, el 
terror de los volcanes y la seguridad de las lla- 
nuras; en suma, todo lo que constituye la 
riqueza ó la desolación deunpais, todo cuanto 
puede infundir languidezó turbulencia en sus 
habitantes, condenarlos á la vida salvage ó 
proteger su instinto hacia la sociabilidad; todas 



*. 

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6 HISTORIA 

estas causas fifticas se manifiestan en lasregiones 
equinocciales del nuevo mundo. La civilización 1 

hubiera modificado los efectos de tales causas; 
pero era mui propio de la política de una sola 
nación el restituir casi intacta , en el siglo 
diez y nueve, la conquista hecha por sus ar- 
mas en el siglo quinze. 

Sin embargo , ya no son unas bandas de 
antropó&gos , uñas tribus estúpidas , ni unos 
estrangeros imperiosos, los que hoy se presenc- 
ian á nuestra observación; sino unos pueblos 
nuevos formados de diversas razas , y cuyo ori- 
gen participa tanto de la barbarie de los abo-* 
rígenes, como del estado social dé la Europa á 
la época del descubrimiento. 

Ellos habian padecido los vicios de la eácla*- 
vitud, la hipocresía <le ¿a sumisión mcnaacal, la 
ruina que llevan consigo los proconsukdos.Sus 
y mtereses los ponían enopo&icien con la metró- 
poli, sin tener con ella otro punto de semejanza 
que la igualdad de adhesión alas supersticiones. 
Habíanse quedado sin lazos nacionales y aun 
sin patria , porque la universalidad del dogma 
parecía indicarles una patria común en todos 
los paises católicos romanos; y acaso solo la 
diferencia de comunión los ha salvado de la 
dominación inglesa* 

De repente estos mismos pueblos impelidos 



1 



DE XA COLOMBIA. 7 

por una de aquellas inspiraciones á que no 
puede dar dineecion contraria la autoridad mas 
suspicas se deshacen de una tntela de quien se 
encuentran a£Bndido6, para reclamar un puesto 
«n el número de las naciones libres; presen*- 
tando. por títulos trescientos año^ de cautÍTe- 
rio , la afrenta de sua cadenas 9 y el ardimiento 
y la firme voluntad de ser libres. Han dicho á 
sus antiguos dueños t a Si éramos de vuestra 
familia, debiais vosotros ^ damos parte en las 
prerogativas que la madre patria concede á to- 
dos sus hijos ^ si éramos vencidos ó esclavos , 
conservábamos el derecdio de romper nuestros 
grillos. No hay contrato ninguno entre noso- 
tros. Vuestra autoridad era una usurpación ; 
el recobro de nuestra libertad es tm derbér. » 
£n vano la metrópoli ha pretendido por medio 
de una sangrienta lacha, bolverios á poner 
bajo su yugo; su insensato empeño ha consu- 
mado aquella gloriosa independencia. 

Todavia están hoy eses pueblos en la edad 
del heroísmo ; pero los grandes resultados que 
su emancipación promete respecto del comer- 
cio, de la industria y de las ciencias , y acaso 
también de la moral elevada , llaman acia ellos 
la expectación de la Europa estudiosa; y pues 
que ya uno át esos pueblos añade á lo ilustre 
de sus armas lo prudente de sus miras politi- 



1) 



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I 

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8 HISTORIA "^ 

cas, y puede estar ufano de haber producido 

un héroe digno de que se lo envidien las na- i 

Clones ya de antiguo formadas , ese pueblo es 

sin duda por el que deben comenzar sus anales . 

Bolívar en el hecho de haber elevado su patria ^ 

al primer puesto entre las repúblicas nuevas, ■ 

ha merecido también para ella la supremacía ^ 

con que se la distingue en Panamá. 

La historia de Colombia se divide natural- 
mente en dos épocas , á saber, el régimen co- 
lonial y la reyolUcion. 

La primera aunque muy larga en años, no 
presentaría el menor interés , sí se huvíese de 
tener, cuenta con el número de los delegados 
del poder que la dominaba. Nosotros subiré- \ 

mos hasta la descubierta de ese país , no menos 
fecunda en prodigios del arte de navegar que 
en dichosas temeridades ; recordaremos el es- 
tado de los naturales antes y después de los 
desastres de la conquista , y veremos por fin 
como se formó la nueva población. 

£1 12<>. periodo no comprendería ciertamente 
sino un corto espacio de tiempo ; pero la varia 
fortuna de uija libertad joven da á su historia 
una cierta agitación y brillo, que se engrandece 
ademas con la vista de todas las causas que han ' 

proporcionado la ruina del despotismo. Una ^ 

de estas, y muy principal, fue sin disputa la j 

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1 



5 



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\ 



DE lA.GOLOMBIA. 9 

libertad de la América inglesa, proclamada el 
año de 1776; y sí en la Franciamisma data de 
esa época el renocimiento de sus ideas constitu- 
cionales, la América española debe referir con 
mayor razón á ese tiempo la era de su indepen* 
dencia. 

Bastaria esta breve explicación de nuestro 
trabajo , si el régimen colonial , que es una es- 
pecie de secuestro ó embargo , no hubiera 
mantenido casi desconocidos los territorios en 
que egercia su opresión. Pero indiquemos 
ahora :1a situación «y riquea&as de ese mismo 
ten!Ítorio que la libertad ha puesto en fran- 
quía para todos. 

TERRITORIO COLOMBIANO. 

Situación geográfica. — Temperaturas. — Aspecto fisido. 



' El inmenso espacio de tierra que se honra 

i hoy con el nombre de Colombia, es el primero 

[ que reveló el secreto de la existencia de un 

continente en el Nucvo-Mundo. Comprende 
el extremo septentrional de la América del sur 
entre el 7® de latitud S, y el 1 3<* dte latitud N . y 
entre el So® y S/jo de longitud O. siendo su ex- 
l tensión de 47 5 leguas del sur al norte , y de 600 



I o HISTORIA 

del este al odste. Sus costas , que son de mil 
leguas, están bañadas por los dos oqceanos ; al 
KE. el Atládtico, al N. el mar dé las Antillas y 
al O. el llamado mar del sur. Sm limites son al 
NO. Goatemala ; al S. el Perú y el Brasil ; al E. 
la Cuayana inglesa. La cadena de los Andes que 
abrazsa sin interrupción los dos extremos sur 
y norte del nuevo esmisSério , atraviesa toda la 
parte occidental de Colombia , y dirige dos de 
siis ramales á cubrir las provincias^ del norte. 

Tod^s la& variedades de clima se encuentran 
en estas regiones en mui pequeñas distancias f 
y se puede en un «nismo dia pasar desde el sol 
del África á los hielos de la Siberia , y detenerse 
alternativamente á gozar de los sitios mas ame- 
nos , ó huir de la vista de lo mas hórrido de la 
naturaleza. La gigantesca Cordillera presenta 
como en escalones muy marcados todos los tem- 
ples ; las tierras calientes están al pie de los 
Andes , y hasta la altura de 4oo toesas ; desde 
600 á 900 toesas son las tierras templadas ; las 
frias se encuentran 4I& mil á j 400 toesas de al^ 
tura ; mas arriba siguen los páramos , y en fin 
los negados coronan las cimas ^ entre las cuales 
la mas alta , que es la del Chimborazo ^ sube 
hasta 335o toesas sobre el nivel del mar. De 
modo que á la vista del viagero en Colombia 
se presentan las regiones mas ricas y pobladas 



DE hk COLOMBIA. 1 1 

como suspendida» entre la tierra y el cielo. 
Tan pjrodigiofta variedad, permite cultivar allí 
con el mejor éxito todas la3 producciones del 
mundo, alimentar y criar todas las especies 
conocidas de animales. 

Las regiones equinocciales tienen común* 
mente seis meses de humedad y seis de sequía , 
bien que diatribuidos de diferente modo en 
cada una. En las provincias de la Cordillera , 
rara vess cesan las lluvias un solo día en todo 
abril, mayo, y junio, octubre, noviembre 
y diciembre, al paso que en las hermosas 
campiñas de Venezuela, Caracas y Cumaná, 
donde hay lluvias desde abril hasta noviembre, 
disfrutan dé un cielo muy despejado el resta 
del año. 

. En upas partes , luego que las lluvias han 
refrescado y fecundado la tierra , toma esta 
todo su ornato , y la atmósfera así purificada 
anuncia el dima brillante de los tópicos* 
Pero en otras partes, inmensos territorios se 
ven transformados en pantanos que exhalan 
un aire infecto , y hasta qnt vuelve la estación 
de esta especie de diluvio continuado , per* 
manecen aquellos testimonios de la salida de 
madre de los rios« Tales son esos llanos ó 
sábanas que mas ó menos asoladas se extienden 
tierra adentro de Colombia hasta las orillas 



12 HISTORIA 

el Rio-lNTegro y de las Amazonas. Algunas tribus 
errantes, indómitas, andan por esos terrenos 
llamándolos su patria. 

Bosques inmensos obstruidos por la espe- 
sura de sus plantas medicinales y maderas de 
tinte y de construcción ; rios multiplicados y 
susceptibles de abrir por ellos salidas muy 
útiles á los frutos del país, y otros aun mas 
considerables, qual es el Orinoco, que corre 
el espacio de 5oo leguas , y su anchura 
media es de 3oo toesas : y rocas empinadas 
hasta las nubes, y que se abaten luego como 
para formar puentes bajo las bóbedas de la 
Cordillera, ó para presentar una rampa al que* 
quisiese ensayarse á atravesar precipicios ; lagos 
de grande extensión, y que cual si quisiesen 
acreditar la previsión de lá naturaleza , tienen 
sus manantiales en los parages que quedarian 
de otro modo en seco por el calor del ecuador ; 
salinas inagotables , cuyo beneficio puede dar 
utilidades suficientes á competir con el de los 
metales ; minas siempre fecundas , muchas de 
ellas todavía vírgenes , unas de hierro y cobre , 
de plata y oro, y otras presentando en sus 
aberturas piedríis preciosas ; en fin vastosi 
desiertos abandonados á las bestias feroces; 
en seguida ciudades esparcidas de trecho en 
trecho, donde los insectos maUgnos parten 



DE LA COLOMBIA. i3 

la mprada. del hombre disputánddie hasta el 
aire que. respira; en un punto' brillantes' 
prodigios j objetos de terror; en otro mara- 
villas admirables, j miserias que acongojan; 
y por todas partes una magestad salvage que 
demuestra un territorio joven, dotado de todo 
género de riquezas ^ ansioso de cultivo, dis- 
puesto á presentar su . fertilitad en todas es* 
peoies , pero todavia desconocido para las 
ciencias industriales que modifican, hacen 
salubres, aproximan y llegan á poblar hasta 
los áridos desiertos : he aquí el aspecto fisico 
que presenta Colombia. después de tres siglos 
de haber estado dominada por la España. 

Diyisioii antigua. — Dítísíoh naeva. 

Durante el régimen colonial estaba dividido 
este territorio en dos principales secciones : 

I o Capitanía general de Caracas, creada en 
1731 , con las provincias que se extienden 
desde las bocas del Orinoco en el Atlántico, 
hasta el golfo de Venezuela en el mar ^ de las 
Antillas , y son á saber : Cumaná , Caracas , 
Trujillo , Maracaibo , Varinas, Guayana y 
la isla Margarita que está enfrente de Cu- 
maná. La capital era Caracas y alli estaba la 
Real Audiencia. Esta capitania general , que de 



1 4 HISTORIA 

pendía del virey de la Nuera Granada, com^ 
prendía 48,000 legues cuadradas y un millott 
de habitantes no contando las tribus indepen- 
dientes. ( Blancos 3oo,ooo ; mulatos y mestizos 
Sao, 000;. negros 60,000; indios iíio,ooo.) 

a<^ Reino de Nuera Gi*auada , erigido tal en 
1 7 1 8 (r) : su capital era Santa Fe de Bogotá, si- 
tuada en el centro. Este reino coitiprendia 
todos los territorios que cruaa la GcNrdillera 
desde la punta de Gallinas hasta los límites 
del Pera, "* como también los llanos que van 
desde el pie de Ios> Andes hasta las fuentes 
del Orinoco, y las órifias de las Amazonas^. 
Estaba gubdividido ^n veinte provincias, á 
saber : Bio Hacha, Santa Marta, Cartagena, Pa- 
namá y Veraguas ( el ísthmo ) , Choco , Antio- 
quía. Pamplona, Socorro , Tun ja. Mariquita, 
Santa Fe, N eiva, Popayan, Quito., Guayaquil , 
Cuenca, Lo ja y Jáen, Quixos y Macas; y S. Juan 
de los Llanos. Habia dos audiencias, una en 
Quito y otra en Santa Fe. El mando del vi- 
rey abrazaba mas de 65,ooo leguas cuadradas, 
cuya población no pasaba de dos millones 



ii< 1 1 ■««> 



(i) Hasta entonces todas las provincias de Colombia se 
gobernaban por oficiales particulares y dependían del yirei- 
nato del Peí*!!. 



DE IiA COLOMBIA. i5 

de iadividttos ( blancos 35oyooo; mulatos y 
mestizos i^oSoyOoo; negros 100,000; indios 
5oo,ooo ). 

Boy Colombia está dis^iboida en doce de* 
partamentos, á saber : 

Dd Orinoco; — capital, Cu maná. 

De Fenezuela; — capital, Caracas. 

Del Apuré; -r- capital, Varinas. 

De Boy acá; — capital, Turga. 

De Cundinamarca ; — capital, Santa Fe de 
iBog'otój^residenda del gobierno d^la repú- 

blica. ^'^''««^-^^¿^^^X. 
Del Cauca; — capital, Popayah. ^ ^ 

De la Magdalena ; — capital , Cartagena. 
Del Isthmo; — capital, Panamá. 

De Quito; — capital, Quito. 

Del Asuay; — capital , Cuenca. 

De GuayaquU; — capital^ Guayaquil. 

Todos estos territorios unidos forman una 
sviperfície de mas de 1 1 3,000 leguas cuadradas 
de a 5 al grado. Se podrá formar idea de esta 
extensión considerando que la Francia no tiene 
sino 216,000 leguas cuadradas , y para formar 
en Europa una superficie igual á la de Colom- 
bia , seria menester unir en un mapa la Tur- 
quía Europea , la Italia, España , Portugal , In- 
glaterra y Escocía, Alemania y la Francia. Es 
cierto que estos estados juntos presentan una 



1 6 HISTOMA DE LA COLOMBIA. 

fuerza que da muy poca importancia á las di- 
mensiones geométricas;, pues encierran 46 
veces mas individuos que toda Colombia, que 
es inhabitable tbdavia en algunos puntos , y * 
que apenas cuenta 3 millones y 400,000 ha- 
bitantes. Pero en toda su extensión el ter- 
reno no pide sino paz é industria ; y con 
ellas promete felices destinos á una pobla- 
ción numerosa y libre. 



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ti. '. I . « >.. ' i I H' I I t 



PRIMERA PARTE. 




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CAPITULO PRIMERO. 




y-' • • ■ 

Descubrimiento y conquista «de las diferentes proTÍncias 

de Colombia. ^ - 



T .. 



1^1 



■ I 



EáTEspaña, bajo el gobierao de Doña Isabel^ 

•m 

y Fernando, acababa de sacudir la. domina- 
ción de los Moros que había durado 800 
años, y se hallaba en el principio de su pros- 
peridad. A esta sazón un estrangero, Cristo* 
bal Colon (i) se presenta para accelerar el 
progreso de esta prosperidad^ anunciando 
imperios nuevos á la corona de Castilla. Des- 



(1) Es sabido qae on error de este grande hombre biso llamar 
Indios á los naturales de America : expresión improprja , pero 
que pues se halla consagrada por el uso, la adoptaremos tam- 
bién. 



2 



i8 HISTOjUA 

pues (le haber sufrido todos los desprecios 
de la desconfianza» y todas las dilaciones pro- 
pias de la incertidumbre^ se le permitió al 
fin dar principio á.esa revolución geográfica 
que habia'de inífeiir tanto en el comercio, en 
las ciencias y en la' política delad sociedades 
^ civiles antiguas. ^ 

Este ilustre navegante desplegó mui luego 
(en 1491^)9 ^^ vandera española en Haiti: 
con lo cual la corte de Madrid empezó á 
proteger con mayor eficacia estas lejanas ex* 
pediciones. Varios pilotos hábiles, émulos ó 
com^adlSrbs^e^ol^^ S£ OTeiséntan^ impa- 
cientes á partir sii gloria^ ó^ adqi^rla 
.mayor, y algunos ciudadanos rí^os fomenta- 
ban igualmente su ambicioi^, Al mismo tiem- 
po lá Europa entera se mostraba zelosa del 
triunfó de los Castellanos, así como poco an- 
tes habia envidiado la fortuna de otros explo- 
radores : los Portugueses con sus viages y sus 
buenos Sucesos en los mares del Asia y del 
África, ya iban señalando desde medio siglo 
antes el renacimiento de los estudios geo- 
gráficos. En una palabra todos los conatos 
y lodos los pensamientos del antiguo mun- 
do 0P teiiian ya oXfo obgeto sino la con- 
quista del nuevo. 

No obstante Cristóbal Colon tuvo la buena 



ii 



I 



. > 






DE LA GOLOMBU. 19 

suerte de que nadie se le adelantara en el ma^ 
importante de todos los descubrimientos. Ha<^ 
ciendo su tercer viage en 1498, después de ha^^ 
ber dado nombre á la isla de la Trinidad , tocó 
por primera yezen tierra del \;ontinentec este 
parage fue Paria , al S. E. de las Antillas , al 
embocadero del Orinoco. £1 ciertamente igncv 
taba lo ventajoso de esta po&icion; y así costeó 
Cumaná , limitándose á visitar la isla que en 
este punto forma un canal de ocho leguas , y i 
la cual llamó Margarita. Su tripulación se sor-- 
prendió principalmente de ver á aquellos isle- 
ños adornjidós de gran -cantidad de perlas. Sin 
pasar mas. adelante se volvió Colon á Santo Do* 
mingo ; ya por el mal estado de sus buques , ya 
por algunos fenómenos que no acertaba á ex^- 
plicar, y ya aun mas que todo , por su respeto 
á algunos falsos conocimientos que él habta 
tomado del Génesis ó de la geografía antigua. 
Pero inmediatamente envió la relaciotl de 
sn viage áEspaña. Ojeda luego que tuvo cond'*- 
cimiento de ella la dfó todo su valor: este era 
un oficial instruido , valiente , y uno de I06 
primeros compañeros de Gristoval, yle fuefaeil 
lograr que mucbás pei*sonás tomasen interés 
en el proyecto que formó de tina expedición. 
Américo Vespücci, florentino rico é ihüstradd , 
suplió los gastos del armamento j Juan de la 



\ 



ao HISTOAIá 

Gossa , uno de los mas célebres pilotos y se 
encargó de la conducción dtd navio , y Ojeda 
se reservó el' mando. Partieron en mayo de 
1 499 9 y su navegación fue tan feliz que dentro 
del mismo año dieron cabo á su empresa; 
siendo su resultado el extender el descubri- 
miento de Colon hasta el cabo de la Vela. An- 
tes de doblar la punta de Gallinas se detuvie- 
ron en ei golfo que ha conservaido el nombre, 
que le dio (^eda, de Venezuela ó sea Yenecia 
pequeña : las cabanas indias que cubrian aqu€5- 
llos sitios aunque toscamente construidas sobre 
pilotage , le recordaron sin embargo^ aquella 
entonces insigne capital. 

Ameñco que por sus luces no menos que 
por su orgullo se hallaba á la cabeza de sus so- 
mos, publicó en su nombre uua pomposa re- 
lación de este viage, en medio de que por él sqIo 
resuitabatí conocidas doscientas leguas mas de 
costa : y asi es como usurpó á Colon el honor 
de dejar su nombre al nuevo mundo. Mas 
ahora, después de tres siglos, una república 
naciente reparará en parte esa injusticia de las 
pasadas generaciones. 

£n ii 5o I , Rodrigo de Bastidas , comerciante 
Español rico , quiso también dar su confianza 
al piloto Juan de la Cossa : continuaron el mis* 
mo camiiio y fueron todavia mas felices. Har 



DE LÁ COLOMBIA. 21 

biendo dado vnelfe á la costa hasta la punta de 
Zamba , penetraron en una ancha bahía que 
los Indios llamaban Caramari. Encantado de lo 
bello de esta situación marítima que compa- 
raba con el mejor puerto de su patria , k dio 
Rodrigo el nombre de Cartagena. 

Desde allí se extiende acia el O. entre el mar 
de las Antillas y el grande Occéano, por espa- 
cio de cosa de cien leguas á lo largo y con solo 
de 18 á 60 leguas de ancho, aquelistmo donde 
el navegante genovés se retiró por decirlo asi , 
á la vista de la gloria , en su anterior expedí* 
cion. Pero en suquarto viage, en i5o3, descu- 
brió las costas septentrionales del istmo , el 
rio dé Belén, Portobelo, Bastimentos y varios 
otros puntos , á que fue dando nombres. Asi 
Gríl^toval habia ya recorrido el Dañen , Panamá 
y Téraguas, y los naturales del páis le daban 
ademas noticias sumamente preciosas; pero 
arrastrado de su idea dominante de que estaba 
á pocas jornadas de la China , persistía en bus^ 
car las M olucas. Se hubiera podido decir que 
admirado de la elevación de sus propios pen- 
samientos, se la reprendía á si mismo en consi- 
deración á su siglo. Este error, que efectiva- 
mente era propio del estado de las ciencias 
entonces , hubiera podido conducirle contra su 
propósito á algún otro descubrimiento impoi:^. 



%^ HISTORIA 

tante ; p^ro contrariado su viage por notables 
d^gracias , no tuvo la fortuna de algún ha- 
lUzgp felis. Con este yiagc; acabó GoJon su glo-^ 
riosa carrera, y murió en Valladolid el año 
de i5o6. JQe él se dijo con bastante razón, qu^ 
no había previsto, sino emcpntead^ casualmente 
un nuevo mundo. 

£1 tráfico del oro y de los hombres detenia 
entonces á los exploradores sin p^sar los lí- 
omites, de Venezuela. Fernando quiso; por fin 
sacar partido de las : costas ultimameirte desciprr 
biertas pc^r Colon y de 1^ situación m^tima 
que tanto h^bia ponderado Bastidas» 4 ^^ 
fin dividió estos territorios en dps gobiernos, 
upo con el nombro de llueva Andalut^ia , qo^ 
Qpmpreadia dosde el cabo; de la Vela hasta: el 
Darien; y- otro apellidado Castilla de Qm%.<f^ 
partia desde este río acia el O. ha^ i^l.cabo 
Gracias á Dios* £1 primero se confió á Oj^da el 
antiguo compañero deColon y de Ajxierico* £1 
segjundo se dio á mx tal Kícuesa ofídaL á» la 
corte que lo solicitó con ansia jurando poFtúu 
espada que sugetaria y haría florecer l^is tíeisras 
dependiei^ties de su mando. Una y oti^ exp^* 
dicion,.ainba,s bastante numerosas, dejáronla 
España ea 1 509, . f > ^ 

Ya: no existia entonces la generosa Isabel; y 
asi la;s instrucciones del gabippte de Madrjid no 



DE LA COLOMBIA. s3 

llevaban k marca de aquella política dulce j 
hién calculada qtie tanto se Uabfa recoiñeñ- 
dado almismdColtín. Al contrario se eúcafgaÜa 
á los gobernadores que desplegasen la fuerza 
pata hacerse obedecerá. Los indios atinqiie nue- 
▼6W en el'léii'guáge' der nnestrás Convenciones, 
cóñiprendieton sin embargo mui eri breve' que 
se Íes daban vidléntamente nuevos dioses y 
nuevos' dueños ; y sus respuestas fueron ar- 
niairse con sus íléchas por' lo común envene- 
nadas. 'Muchos de elfos perecieííón por las aro- 
máis de ftiego europeas ; pero los delegados del 
rey no podían hacer reclutas en las montañas,. 
ni:'l)uscar 'retiradas en ^\ fondo de los' bosques. 
Perseguidos siempre, precisado^s á pelear sin 
descansó, recorrían los límites qíie se les ha- 
bían marcado en un mapa , dando aqui^ y alK 
el ííómbrede ciudad á algunas chozas que in- 
mediatamente eran incendiadas por los sal- 
vages , consumiendo sus víveres y susbombre^v 
viéndose forzados á abandonar sus buques al 
ftiror de las ttempestades , y sin poder invocar 
eh' su tocbrro sino la divina providencia. I^as 
tentativas arriesgadas, y él herbi^íno constante 
dé ios éspaüoles de aquella época podrían ha- 
cer creíbles^ los cuentos de los tiempos mara- 
villosos. Ójéda mliríiV coa la fama de haber 
sido 'el más esforzado y d menos dichoso dé 



a4 mSTOBIA 

todos los exploradores. Pe»* lo que hace á Ní- 
coesa, víctima de sus ridiculas y ambiciosas 
pretensiones , pereció abandonado de su&mis^ 
mos compatriotas. 

Hallábase, aunque sin empleo, entre los 
compañeros de Ojeda un hombre de un mérito 
superior, Nuñez de Balboa, que cuando era 
todavia joven, habia tenido parte en los 
peligros y en las observaciones de Bastidas 
sobre las costas de Cartagena. Este salvó las 
reliquia^ de ambas expediciones, y reunió los 
dos gobiernos bajo uno solo. A él se debe 
la fundación de Santa Maria la Antigua , en el 
Darien , que ñie la primera ciudad que se 
construyó en el continente americano en i5io, 
y no subsistió sino hasta la fundación de 
Panamá. I^as riquezas que Balboa hizo pasar 
á £spaña ie proporcionaron algunos auxilios 

y refuerzos. 

Sus empresas atrevidas le habían hecho ; 
dueño de todas las costas al norte del istmo ; i 
pero no era de aquel lado por donde se 
aproximaba al deacurbimieuto que le dio ser 
celebridad. Un día se excitaron ciertas dis-* 
putas sobre el repartimiento de una contri^ 
bucion que traia un hijo de un cacique: y 
sorprendido este joven de que se diese tanta 
importancia á un poco mas ó menos de oro. 



DE LA (XXXaSBIA. 2S 

eclió por tierra la balanza en qú# i9e pesaba 
el qué había traído^ y añadió : « Puesto que asi 
reñia por tan poca cosa, y que el ansia de 
ese metal os ha hecho abandonar vuestra 
patria y correr tantos peligros , y turbar la 
paz de tantos pueblos , qpiiero señalaros un 

terreno que llenará vuestra ambición! » 

Immediatamente Balboa , transportado de 
gmx>.j y mas confiado que lo habia sido 
Colon en tales relaciones , toma consigo dos- 
cientos hombres, y marcha en busca de esos 
sitios desconocidos. Alejóse asi hasta unas 
treinta leguas ; pero ademas de lo incierto 
y dificultoso de su marcha, se veia á cada paso 
obligado á someter caciques, ó á formar 
alianzas con ellos para asegurar su buelta. Al 
fin después de un mes de esfuerzos se haUó á 
la vista de aquella parte del mar del gran 
Occeano llamada Mar del Sur, en el cual se 
entró con el agua hasta la cintura y su es- 
psida desnuda en k mano, para tomar pose-' 
sion de él en nombre del rey de España. 
Sucedió esto el dia a3 de septiembre de i5i3, 
fiesta de S. Miguel, y por eso dio este nombre 
á la bahia donde se detuvo , sita en la costa 
qriental del golfo de Panamá. 

La noticia de este importante descubrí- 
miente llegó á España con bastante tiempo 



a6 HiStOltU 

para la gloria d^ Balboa , pero deníasiado 
tarde para qae s^ le hibiese le justicia que le 
era debida; ya la envidia le habia perdonado 
su» primeros ilustres sucesos , mas no el haber 
obtenido de sus iguales el honor del mando. 
La Nueva Andalucía y la^ Castilla de oro, 
conservadas bajo un solo gobierud con el 
nombre de Tierra Firme y se habiatí confiado 
ya' al mando de don Pedro Arias Dávila; y 
este personage acababa de salir con encargo 
de formar proceso al héroe republicano , al 
£rente de una expedición considerable. Su 
flota se componia de i5 navios y llevaba 
provisiones abundantes , dó^ mil soldados > 
vai^ios caballeros, al^^os sacerdotes, y cre- 
cido numeró de emigrados! Abordó á Santa 
María del Darien en julio tie r5 1 4 9 y Balboa 
á^ quien inmediamente sb puso en prisión, 
fbe decapitado á fines del mismo año , cuándo 
su relación y sus proyectos, que^ habiaií Ite^ 
gado á Madrid^ le habian hecho recobrar la 
confianza del monarca. 
• Balboa hábia creado inmensos recursos en 
aquél paiá á* esfaerzo de su trabajo • y sü 
talento rdon Pedro los híí;o estériles; sus-" 
pendió los descubrimientos y fue uno de los 
primeros que hicieron odioso el' nombre es- 
pafiol. En 1 618 dio órdén de construir la 



DE LA eOLQBlBIA. xj 

ciudaid de Panamá ; pero hasta ei año de 
i5a4i^ DQ pccmitié que Pizarro se lanzase 
desde aquel puerto á la coni|nista del Periu 
Mas al fin pudo entonces hacerse constar la 
^MStencia y la extensión de las costas de 
aiC|«elw continente en di mar del snr. 
-^ A esta misma época se formaban varios 
establecimientos á la patle del nérle, pero 
con harta dificultad y sin otro lustre que el 
dfí la asolación. Et mar de las Antillas solo 
tenia, dosl puertos, á saber, Gumaná y Santa 
Marta ; nada de Lo interior habia sido visitado* 
Salo después de sometidos los Incas obtuvienm 
las armas< españolas fortuna constante en ks 
tierras de Colombia ; pero desde entonces se 
aaeguró la conquista desde el ncnrle al sur, 
casi simultáneamente. 

: £n 1 536 partió de Santa Marta una expe* 
dicion de setecientos hombres al mando de 
Quesada , oficial intrépido y experimentada* 
JEmprendíó remóntate el rio de la Magdalena 
de . corriente rápida , erizado de peñascos é 
infestado de animales feroces ó venenosos. 
Gtrmskásik pdtigros tuvieron Quesada y su tropa 
eo esta, navegación que aun hay dia presenta 
muchos riesgos, pero fiíe no menor su gloria. 
¿f i£o leguas de Santa Marta descubrieron 
almenas llanuras abrigadas entre dos ramale;» 



38 mSTORIA 

de la Cordillera.: eran las de Cundinamarca , 
reino asi llamado por los naturales , y en 
donde se advertía cierta especie de cultura. 
Sus habitantes pelearon con tanto encarniza*- 
miento como los otros Indios , pero con mas 
orden y constancia ; mas con todo fueron 
batidos y dispersados por la artillería ^ y Que* 
sada entró triunfante en Bogotá , capital de 
este imperio. 

Ya que era soldado feliz pudo dar -hon<^ 
á su yictoria, pero la manchó con la carni- 
ceria y la destrucción : y solo un acaso ines- 
perado le salvó de la desesperación de los 
indígenas. Benalcazar^ general español, de 
familia morisca , hábil y afortunado cconpa-» 
ñero de Pízarro en el Perú, marchaba á ese 
mismo tiempo en busca de nuevos descubrí* 
mientos. Después de haber dejado el impei^io 
dé los Incas en una latitud opuesta á la de 
Santa Marta , había atravesado y sojuzgáido el 
territorio de Cuenca, Quito, Pasco y Popayan; 
Sus buenos sucesos le eondugeron á Cundi- 
namarca, y allí vinieron felizmente á reunirse 
los dos egércitos españoles : decidióse entonces 
la conquista de las provincias mediterráneas 
de la Cordillera : y Benalcazar las dio él nom* 
bre de Nueva Granada en honor de su patria. 
Quesada fundó en 1 538 á Santa Fé de Bogotá 



DE LA GOLOMBU. 29 

sobre las nünas de la antigua capital de Can- 
dúiamarca* 

El resoltado de estas diferentes expedi- 
ciones era conocerse acia el norte desde el 
Paria hasta mas allá de Veraguas, mas de 
6<^ leguas de costas contándolas en Unea 
recta ; hacerse la navegación acia el oeste por 
espacio de. trece grados, por las orillas del mar 
del sur, desde Panamá al golfo de Guayaquil ; 
y últimamente haberse internado por la Cor- 
dillera desde 100 á a5o leguas. Pero se ha- 
bia adelantado poco en lo interior propia- 
mente dicho , esto es en los llanas que toda** 
yia son inacoesibles en muchos parages á causa 
de las inundaciones, y que entonces defendían 
los indigenas como sus últimos refogios. Que- 
dó una multitud de tribus que nunca han sido 
visitadas, y aun las sometidas no lo han 
sido por las armas : son los misioneros los 
que en cierto modo han acabado su con- 
quiata. 

Alaarmados estos religiosos por la despobla- 
ción de los Indios, obtuvieron desde el año de 
i5i2i que los dejasen sin - soldados ; y mar- 
chaban ellos en corto numero, con la cruz en 
la mano, precedidos del espanto que inspiraba 
la vista de un Europeo,, y afrontando mil pe- 
ligros : nada.resfriraba su zelo^ ni los ultrages 



/^' 



3o BISTORIA 

coa qué eran recibidas sus muestras de afecto, 
ni la muerte misma que al principio pade* 
cieron muchos. De manera que algunos hom- 
bres despreciadores de su vida , separados i 
veces mas de cien leguas de todo establecí^ 
miento español, conquistaban para la moral 
evangélica varios salvages que hubieran sido 
invencibles á fíiecza de armas. £1 corazón mas 
tibio en materias derfé debe admirar estos 
conquistadores pacíficos; porque sus trabajos 
y su gloria son comunes á todas las creen* 
cias. Tal es el «rigen de las nusumes, esto es, 
de unas pequeñas aldeas quemas adelante 
formaron una república de frailes , sin consex^ 
ivar á su favor aquel interés y aquella gloria 
que parece debía haberles asegurado el he- 
roísmo de su principio. 

Volviendo á nuestros navegantes, la historia 
nos presenta en los territorios de Paria, G«K 
maná, Caracasf la Coriana, que se compreñH- 
dian entonces bajo el nombre de Venezuela , 
el Isatro de - los crimines mas odiosos que 
se cometieron durante la conquista . Los iiií^ 
digenas que se mostraron movidos de curiosi-' 
dad y dóciles á la llegada de los Colon, Ojedá 
y Bastidas , y confiados con los negociantes 
que habían venido á trocar Sus bagatelas con 
el oro y las perlas, se presentaron feroces y 



DE LA GQUMIIIBU. 3i 

cruces con Ips mficbos, aveqturecos. que no 
les llevaban sino el saqueo y la muerte^ La 
isla de Santo Domingo que se había cometido 
la imprudencia de poblar con los presidiarios 
de jEuropa, habia enviado á aquellas costas 
gavillajs jde hombres n^s bárbaros que los 
mistaos salyages á quienes iban á combatir. 

Durante, un inlervs^o de 4al carnicoriAri ^ 
gunos ministros de la T^ligion consiguieron 
^tablecer^e entre los indios, instruirlos . y 
ser ile ellof re^pf )adps« ;Pero se presentan 
n^evo^ soldados españoles» y se renuevan los 
excesos. Entonces los, naturales « recobrando 
^n^^ras inxlepen^^A^ia, acusan de sednaaon 
á si^s predicadores y los asesinan. La falta 
de.^uena & qu? oc^ionó kr muerte de estos 
jeligio^s fue vengada con nuevos asesinato». 
JJP9 q^fpedicion q^e.vino de Santo Domingo 
p^^ó y cub|rió de sangra todas aquellas copar» 
cas* ' < ■ -^' 

Ya empezaban á quedjtr despobladas, cuan- 
/^ ipe enviado jíuan de Ampue^^ipara estable- 
A^^r^Ul una colonia pacífica^ Desembarcó en 
1^ costil de Yeneauela,. hizo una alianza sin* 
cfp^j^iiQQn algunos cabezas. de tribus^^y en i^Sag 
{ojEidQ la ciiidaddeCorOvCuya importancia diuti 
solamente hasta la fundadon estable de Ca- 
r^p^s. 



3a mSTORIA 

Esta colotiia iba tomando consistencia ^ Jban'- ( 

do le vino de Europa una calamidadrCaí^ Y 
habia contraído fuertes empeños con los Ye. 
brers, mercaderes ricos de Aosburgo, y por 
ellos les cedió enteramente el territorio de 
Yenezoela, con la carga de acabar sn con^ 
quista , fundar y mantener nuevas col(mias en 
ella, deludo á su ^cdon el nombramiento de 
todos los empleosí administrativos. Los Yébrers 
negociaron sug derechos'con unos aventureros 
alemanes que asolaron aquel territorio ; su co- 
dicia insaciable costó la vida á millones de In- 
dios, y los colonos españoles gimieron también 
bajo el yugo de una tiranía insuportable. Poco 
faltaba para que aquellas costas , tantas veces 
asoladas , solo presentasen una immensa solé- . 

dad, cuando por fin Carlos anuló su vergon- 
zoso contrato con los Yebrers en 1 55o. Eiló 
es que el primer territorio visitado en aquel 
continente fue el último á someterse á la au^ 
toridad de la Corona. 

Cristo val Colon, Ojeda y Americo, Rodrigo 
de Bastidas, Balboa, Benalcazar y Quesada nos 
han hecho recorrer todas las comarcas de Co- 
lombia : en su descubrimiento y su conquista 
se señalaron talentos , heroismo y crueldad. 1 1 

Ahora veremos ext|pguirse la grandeza y fuer- 
za de alma , y dirigirse los medios de estable- 



i 



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DE Lá CGLOMBíJí. 13 

cimieato en v^i pais solo á impulso de una 
codicia cobarde á ignorante , al paso que la 
situación de los vencidos debia tener satisfecha 
la mayor arabicion , inspirar afecciones gene* 
rosas y atraer imperiosamente el interés de la 
x^iéncia acia su cokiocimiento y obserracton. 



• « X V —^ 



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CAPITULO II. 

De U pobk«ioa qite unía C«lonbU al tiempo de tu deacabri- 



bido nombres europeos ; unas veces se trata- 
ba con ellos de proclamar el poder del prín- 
cipe qtve- 'se decía ser su dueño ^ otras de 
perpetuar la memoria del explorador , ó tribu- 
tar honor á un santo ; á veces también esas 
denominaciones nacían de la operación del 
entendimiento que somete las cosas nuevas á 
la comparación con las ya conocidas. Asi la 
idea de Venecia dio nombre á Venezuela , y 
ya hemos dicho porqué. 

Por este estilo se ha querido buscar puntos 
de semejanza entre los habitantes de aquel 
hemisferio y los del nuestro. Algunos obser- 
vadores pretendieron hallar Europeos en las 
costas septentrionales visitadas por los Escan- 
dinavos quinientos años antes de Colon. 



DE LA COLOMBIA. 3f> 

Otros han cfeido ver Chinos y Malagueses en 
los extremos del oeste > y como al parecer es 
ana misma raza la que pobló lo interior , no 
dudaron en suponer venidos del Asia los pri- 
nreros habitantes de toda la América. Citaban 
en prueba de ello la analogía que observaban 
en algunos de sus usos y hábitos, y varias 
palabras pertenecientes á los dialectos del an- 
tiguo oriente; y sobre todo se .fundaban en 
ciertas facciones de la familia mongolesa que 
se encuentran con bastante generalidad en la 
fisionomía de los naturales americanos. Pero sí 
se apura la comparación , se ve caer las teorías 
ingeniosas , y presentarse diferencias positivas 
para destruir toda idea de parentesco. Tales 
controversias deben quedar para esa parte de 
la historia del mundo físico que será todavía 
por mucho tiempo fecunda en questiones que 
no tienen solución. Fuera de que por que razón 
no habiendo dejado la naturaleza sin herencia 
á ninguna parte del globo, habría necesitado 
para poblar esta del socorro de las demás ? 
A la época del descubrimiento encerraba 
Colombia una multitud de pueblas enemigas 
entre sí, y que se diferenciaban en costumbres 
y en idipmá; pero , si se exceptúan los Caribes, 
todas se asemejaban en su físico , y había 
ciertos rasgos de fisionomía comunes á todos 




i 



\ 



36 HISTORIA 

los indígenas. Cabeza gruesa; cara redonda 
mas ancha que larga y. algo convexa ; frente 
aplastada y cráneo poco levantado; ojos obli- 
cuos, medianamente grandes, y sin. expresión; 
nariz afilada , labios gruesos , dientes fuertes 
y boca mui rasgada ; juanetes abultados ; pelo 
negro encrespado y largo y que no encanece 
sino en edad mui avanzada; barba rala y 
tardia , poco ó nada de vello; la piel de color 
de cobre en las montañas y bronceada en los 
llanos ; cuerpo ancho , piernas pequeñas y ar- 
queadas. El habitante de las costas mostraba 
una energía feroz que no tenia el de tierra 

i adentro, y en general su fuerza y estatura 

I eran medianas. Si los españoles los pintaron 

al principio como flojos y débiles, fue para 
justificar la despoblación que ellos causaban 
con el rigor y el trabajo á que condenaban 
aquella raza de hombres por esencia pere- 

i zosos y melancólicos. 

Por lo que hace, á esas vandadas antropó* 
fagas que se llamaban los calibis ó caribes , 

5 eran de una estatura alta y bien dispuesta , 

tenian las facciones muy marcadas pero fe- 
roces, y acababa de darles un aspe. es- 
pantador el color de un rojo fuego que da- 
I ban á su piel frotándose el cuerpo con ciertas 

plantas que los defendian de las picaduras de 



1 



DE LA COLOMBIA. ' ij 

ida los insectos. Como estaban dotados de una 
nte fuerza superior á la de los demás indige- 
.bli- ñas y no hablaban de estos sino con sumo 
on; desprecio , y se consideraban á sí mismos como 
rtes una raza privilegiada ; y en efecto tecian la 
\elo ' frente menos estrecha y mas redondeada, y 
ece ^1 género de su valor anunciaba mayor vigor 
i y en sus resoluciones. Se encontraron muchos 
[or <le ellos capitaneando algunas tribus pacificas 
los m^^ habian sojuzgado. Su idioma, convinado 
ir. con bastante unión, ha dejado rastros en las 
t>a orillas donde dominaban, que eran la Guaya- 
ra | na. Paria y Cumaná. En lo deníias no mani- 
rá festaban mas adelantamientos en su indus- 
n tria que las otras tribus marítimas, 
'a Tales eran las dos razas distintas que ha- 
Q hitaban Colombia. La segunda era menor en 
i número : juntas podian componer una pobla- 
ción de i5 millones de individuos. 

Su situación moral presentaba mas variedad. 

. . I En todas las costas eran tribus aguerridas y crue. 

¡ les ; en los llanos y centro de los bosques habia 

I pueblas agrestes y tímidas , observándose algu- 
na industtia en la caida de los Andes y princi- 

' pios /saciedad entre ellos. Se han descrito ya 
muchas veces las costumbres de los salvages ; 

r 

pero siempre se haHa complacencia en bolver á 
tomar este primer anillo de la cadena intelectual 



/ 



38 HISTORIA 

t^s' vendadas marítimas tenían por lÍQiites 
de sus territorios un peñasco ó el emboca* 
dero de un Jlio. Se hacian unas á otra^ guerra 
á muerte; la mayor parte de ellas comian los 
prisioneros que hacian, y otras poseían ,el 
funesto secreto de envenenar sus flechas. 

Todos estos salvajes hacian una especie de 
trenzas ó lias de miembres, encorvábanlos 
árboles , y aguzaban los pedernales para pro- 
porcionarse algunos instrumentos útiles, y 
medios de destrucción. Yivian de la caza y 
de la pesca , de raices y de frutas. Unos se 
retiraban por la noche á sus smadrigueras , 
otros dormian en los huecos de los árboles : 
unos iban descazos; otros llevaban un cinto 
de hojas, ó se cubrían con la piel de alguna 
fiera que habian muerto. ISo desconocian el 
deseo de parecer bien, y por eso pintarragea- 
bau su cuerpo con dibujos raros formados 
con yerbas corrosivas : adornaban su cabeza 
cpn plumas de aves , y sus orejas con los dien- 
tes del tigre que habian vencido; y aun sa- 
bían arrollar el oro para formar unos anillos 
toscos con los que se desgarraban las ternillas 
de la nariz. Tenían fiestas y^ regocijos públi- 
cos, gritos para proclamar sus vjictorisís, y 
para celebrar su culto, si puede decirse que 
lenian alguno. 



\ 






DE LA COLOMBIA. 39 

Eiitre todos los bárbaros se ha encontrado 
cierta idea de uo poder ftiíi|H^ÍQr, |>cfro solo 
como una consecuencia ddi terror y de la 
seguridad. Un saWage explicti U cólerit de los 
düóses por las tempestades y . furia de los ete- 
meatoSt y sü demenciíi por lá serenid^ del 
óelo; el peñasco donde encontró abfrigo se 
convierte para él en un lug» serado ; ve lima 
irolnntad en la planta que le mata y en la ^iie 
le alimenta; y tributa igual homenage á lo 
que le parece sor el bien ó el mal , espetando 
ponferlos á uno y otro á su f^tYor. £1 tiempo 
ya modificando estas. primeras ideas) y he 
aqAii el ongtrí de todas > la¿ mitologías. 
^A este punto habían llegado los naturales 

de Colombia. En un priniQipio los astros y 
después alg^inas plantas y piedras fueron 
los objetos de temor y de veneración en to- 
das las tribus y á estas divinidades sacrifi- 
caban pródigamente víctimas humanas ; por 
lo común eran jóvenes los sacrificados; otras 
veces lo erati los prision^os. Til instinto de 
si^ pt^ppia conservación babia también puesto 
oada tribu b£ijo la autoridad de un gefe cuy^s 
likiinc^omesi ^staba^ limitadas á dar la señal y 
el fgQQPkplO d^l combate contra sus vecinos ; y 
ette^^rfie^gado honor, que i^e disputaba coma 
un trono 5 n^ se concedía sino d^${Mies de mu* 



■ 






4o HISTORIA 

chas pruebas qne acreditasen el valor y bi 
fuerza del pretendi'^nte. 

Las tribus errantes eran muchas en numera 
en los llanos. Condenadas á una vida sin do- 
micilio ya por las inundaciones ya por los 
calores abrasadores del equinoccio, andaban 
buscando un terreno propicio, sin que jamas 
variase ^u gusto por el estado salvage; antes 
bien huian como un peligro de las tribus 
sedentarias que empezaban á tener algún 
principio de civilidad. Estas últimas se ejer* 
citaban en • alguna industria , y cultivaban 
desde mucho tiempo antes el maiz, la yuca 
y también el algodón , del cual formaban al- 
gunos tegidos groseros. Unas y otras se re- 
fugiaron á la llegada de los Españoles 
mas adentro de los llanos y de los bosques , 
en donde todavia después de trescientos años 
se encuentran algunos restos de ellas con los 
mismos nombres y en el mismo estado que 
en el siglo XVI. 

Últimamente en la Cordillera de los Andes 
estaba oculto cierto asomo de sociedad ci- 
vil. Estaban gobernadas por príncipes á que 
daban el nombre de Zippas , y su reunión 
política formaba el imperio de Cundinamarca ; 
territorio entenso, rico y poblado , que reco- 
Docin por soberano al mas poderoso de es- 



f 



\ 



DE LA COLOMBIA. 4i 

tos Ztppas : era una especie de gobierno Ceu* 
dal. Su gefe supremo tenia una corte menos 
brillante que la de los Incas, pero que.no 
obstante presentaba cierto esplendor. La ca-^ 
pital tenia bastantes habitantes y tráfico, era 
espaciosa y de edificios medianamente orde- 
nados; se la daba el nombre del rey, Bogotá. 
Babia otras ciudades igualmente notables como 
la antigua Tunja ; pero la codicia de los pri- 
meros conquistadores ha dado mas celebridad 
al templo de Sogamoso que por todas partes 
brillaba en metales y piedras preciosas, y es- 
taba . dedicado al sol. Por. lo demás todas 
aquellas ciudades fueron saqueadas y destrui-- 
das, antes de que se hubiese podido formar 
cabal idea de sus costumbres de su industria 
y de sus monumentos. 

Entre las naciones sometidas al gobierno del 
rey Bogotá la mas numerosa y la mas ilustrada 
era la de los Moscas. En ella se dejaba ver 
la infancia de las artes, y varias columnas 
levantadas en diversos parages y en que se 
veian meridianas informes, atestiguan por lo 
menos que allí sabian calcular el tiempo. Una 
especie de calendario trazado sobre la piedra 
y algunos otros objetos que se han encon- 
trado después, prueban también que su ima-* 
ginacion percibia los elementos de ta escritura. 






% 



ií HSTORIA 

Fabricaban algunas piezas de platería. La 
agricultura era muy honrada entre ellos, y 
iormaba entre sus pueUbs los lazos de interés 
eomnn. Las habitaciones eran cómodas : el t^es- 
tido coman del pueblo era decenlie y mas rico 
el de los magistrados. 

Estos indígeioas tan dig»os de observación, 
tenían varias leyes orales que se trasmitían y se 
respetaban de femília e» ¿imilb. Adoraban 
también los astros , pero representados por una 
grande divinidad llamada bochiea, la ciaal tenia 
templos y sacerdote». La suavidad de sus cos^ 
tuiid>res les había hecho tomar horror á los 
sacrificios humanos, y sus sacerdotes para con- 
ciliar esta justa repugnancia con el rigor del 
culto, habían siquiera disciurido una engañi£gi 
verdaderamente filosófica ; enseñaban á ciertos 
pájaros á que repitiesen algunas palabras de la 
lengua del país, y después los destinaban al sa- 
crificio de los altares ; con esto los Moscas se 
persuadían de que sus divinidades los acepta- 
ban como víctimas humatias. 

Los Muzos , otra nación de Cuüidiniamarca, 
estaban en continua guerracon los Moscas^ y se 
dilerencíaban de estosen unsolo pui>to ; esto es 
que no teman ni dioses ni culto. Su única tra- 
diciou era la de que un ser Hauado ^riy habi- 
tante de una de las orillas de la Magdelena , se 



\ 



t* 






DE LA COLOMBIA. 43 

había divergido en foroiar varias figuran i|uma* 
ñas de madera, y que habiéndolas echado en el 
rio, habían salido de él convertidas en .hom- 
bres ó muge4?es con libre albedrio , y que de 
allí había venido la pobUdon del país. Entre 
los Muzos era donde había el estraño uso, cuyo 
origen no expbcabau , setgmoi el cual estaba la 
mi^er, obligada d dar de golpea á. su marido 
durante la primera luna de su unión. 

Siguiendo los Andes acia el sur, y hasta pa- 
sada la linea^ se dejaba ver el origen de las luces 
que penetraban en estos países : venían del 
Perú, caminando acia el cual se advertia una 
civiU:s^cÍG|n » interrumpida mucbsks veces pcMr 
algunos territorios todavía desiertos , pero que 
iba en aumento á cada paso que se las iba en- 
contrando. Por lo demás estos pueblos estaban 
en guerra con los Incas que ya eran dueños de 
Quito^ y al parecer Gundinamarca hubiera caí- 
do bajo la dominación peruana > de la cqal ha- 
blaremos mas particulsMrmaite en otro lugar , 
puesto que e$ta dominacían se había b^cbo 
allí taA formidable 9 que ni atw después de la de 
los españoles se había pasado de la mevioria 
de los naturales* Lo mismo sucedió en Mégico; 
pero en todas las otras partes donde penetra* 
ron los españoles en los priiueros años á^ aus 
descubrimientos y especialmente en Colom- 



-^' -r 



44 HISat>RIA 

bia 9 llorará la historia eternamente el sistema 4, 

de destrucción que adoptaron. ^^ 

Es cierto que hallándose pocos en número ^ 

en un mundo enteramente nuevo y tan ex- , 

traordinario , y rodeados de una immensa po- 
blación salvage , debieron creer que su salva- 
ción «pendía del aniquilamiento de aquellas ^ 
vandadas feroces que defendían las costas. 
Como soldados intrépidos obtuvieron la vic- 
toria cuerpo á cuerpo con sus enemigos ; pero 
como vándalos del otro emisferio, deshonra- 
ron sü conquista. 

En vano los naturales vencidos , aun los mas 
suspicaces, se presentaban fíeles á la palabra 
jurada ; cuando el español cesaba de matar, 
faltaba á sus mas sagradas palabras , por sa- 
tisfacer todavia su estúpida^pasion á la carni- 
cería. Prometía la vida en cambio de tesoros , 
y los indígenas se apresuraban á llevar 'todo 
el oro que poseían ; fingía entonces creer que 
hablan ocultado alguna porción, y aquellos 
infelices eran entregados á los tormentos mas 
espantosamente convinados. Así pereció el rey 
Bogotá después de haber puesto juntas en 
mano del vencedor todas las riquezas de sus es- 
tados : pero ¿como habla de llevar una casa de> 
oro que se decía haber prometido ? 

Si un indio era acusado de rebelión , toda la- 



DE LA COLOMBIA. 45 

^rihu 'era sacrificada. Aunque poblaciones en- 
teras vinieren á implorar la paz, eran tratadas 
como. $i hubiesen venido. armadas en rebelión; 
y solo habia la diferencia que entonces la au- 
sencia- del peligro daba mas bageza á los ver- 
dugos , los cuales ordenando en filas por cen- 
tenares sus victimas, las pasaba por las armas 
ó las precipitaban de los. mas altos peñascos. 
Los españoles habian buscado por auxiliares 
perros que adiestraban á la caza de hombres , 
y algunos historiadores contando las hazañas 
de estos animales, dicen que hacian mas ser- 
vicio que los soldados. También los perros ser- 
vían de guardia á las manadas de indígenas 
que acompañaban á los vencedores en sus ex* 
cursiones llevando sus bagages. Cuando alguno 
de ellos caia rendido de fatiga, ó maltratado 
por los perros, se le dejaba morir en el camino, 
y asi en los descansos que hacian , como en 
medio de las poblaciones, estuvo en práctica 
por algún tiempo el uso horrible de matar los 
indígenas para servir de alimento á los per- 
ros. 

Todavia vino un nuevo azote á precipitar la 
ruina de esta población. Se separó violenta- 
mente á aquellos naturales de sus familias, y 
entresacando los mas útiles y encerrándolos en 
establo» como bestias, se los distribuían por 



46 HISTORIA 

lotes entre los coloiim, y estos los empleaban 
en awancar d oix> de las entrañas de lartferte, 
ó en sumergirse al fondo del mar para pesciat 
perlas. Y como los Indios salian de una larga 
oeíosidad , y ademas habian perdido su ener- 
gía con su libertad y con sus afecciones, no 
pudieron suportar trabajos tan penosos , com- 
plicados con el mas duro trato y mas doLorosas ^ 
priraciones. A la Tuelta de seis meses hubo 
que hacer nuevos lotes , y mui luego, hubiera 
sido imposible repetirlos. Conociéndolo asilos 
colonos-, y teniendo á la vista el egemplo de 
Santo Domingo que habia hecho ya los mismos 
ensayos, empezaron á traer negros á la Nueva 
Granada y Venezuela. Pareció bien á su ava- 
ricia esta nueva violación del derecho natural , 
porque un negro solo valia por cuatro indios 
en el trabajo de las minas. Es cierto que la hur 
manidad no podrá quedar satisfecha ; pero en 
el supuesto de necesitar los vencedores tesoros 
á costa de sangre , eran menos los ultrages que 
aquella recibia. Porque el Africano hallándose 
dotado de una fuerza , y de un hábito á la su- 
misión que le permitían arrostrar el clima , la 
fatiga y la esclavitud , no venia á Colombia á 
buscar su muerte, y salvaba las reliquias de 
aquella poblacio» yá entonces reducida á la dé- 
cima parte de k) que parecía ser á la época del 



DE LA COLOMBIA.. 4^ 

(leseubrtiuiento. Mas adeluite va«inos sí 
esas reliquias, dignas siempre de una gene- 
rosa compasión, han excitado mas j mas 
á su favor el interés que pudo inspirar su pri- 
mer estado. 



48 mSTOBIA 



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CAPITULO ni 



Régimen colonial. — Población nueva. — De loÉ Indiof. 



i. 




' Por fin, después de tales calamidades , apa- 
reció el orden como consecuencia precisa del 
cansancio de destruir y déla necesidad de con- 
servar. Ya no se alcanzaban las riquezas sino á 
costa de trabajo ; la ambición una vez satisfe- 
cha habia debilitado el arrojo guerrero , y 
hecho bastante común el deseo de gozar con 
alguna tranquilidad : en fin era menester dar 
algunas leyes á la propiedad, y subditos á I09 
poseedores. Solo así se llego á apaciguar la 
América. 

Apenas habia pasado un siglo desde el des- 
cubrimiento , cuando ya las provincias de Co- 
lombia dormian en esa profunda calma que no 
se ha visto turbada sino cuando han dado, la 
señal de su independencia. La España habia 
prohibido severamente allí las artes que en- 
grandecen las naciones , y las luces que hacen 

•7 ^. 



%^ 



s 



* 

DE lA COLOMBIA. 4^9 

aoiar la libertad* £1 laborío de las minaft, la 
coaducciony seguridad de sus productos, uqa 
agricultura reducida á ciertos límites por la 
política, eu finia sumisión de los pueblos , 
y el triunfo déla cruz, he ai los móbilesque 
han dirigido el interés, de la metrópoli. 

Sus primeros establecimientos marítimos 
recibieron un aumento rápido : como escalones 
que eran del descubrimiento , y lazos de comu- 
nicación entre las numerosas comarcas sugetas 
á una misma potencia , forms^ban el depósito y 
lasalvaguardia de todas sus riquezas. Lós zelos, 
muchas veces hostiles, de las naciones europeas 
precisaron á fortificarlos. Santa Marta, Coro, 
Puerto Cabello , la Guaira , Cumaná defendían 
las costas septentrionales; y al oeste descollaba 
Cartagena , que muí e«i breye debía ser nom- 
brada como uno dé los mas seguros y bellos 
baluartes de mar. Porto Belo protegía el norte 
del isthipo, y Panamá el sur. Se abría otro 
puerto en el grande Occeano , y anunciaba á 
Guayaquil su floreciente destino. 

Construíanse también grandes ciudades. 
D< un lado estaba Caracas, rodeada de sober- 
bias campiñas, y á poca distancia Maracaibo, 
hermosa principalmente por su situación so- 
bre un lago cuya circunferencia pasa de 1 20 
leguas. En el centro de la Nueva Granada se 

4 




^ - -"' 



5o HISTORIA 

present^A SantaFe de Bogotá dando principio 
á la opulencia de una ciudad capital. También 
al abrigo de la Cordillera se formaban entre 
otras la populosa Quito, Popayan edificada coa 
mas gusto , j Zipaquira notable por sií aspecto 
mas animado. Todas en general se construían 
bajo un mismo plan : esto es, una cruz, en cuyo 
centro se colocaba la iglesia , en que siempre 
brillaban el oro y piedras preciosas; de allí 
partían acia los extremos casas sombrías ,- y- 
los edificios útiles se interrumpían con los cer- 
cados de los conventos. En todas partes se deja* 
ba ver el carácter español; al lado de una piedad 
ostentosa miserias sociales, tentativas de gran- 
des idease ignorancia de los medios para llevar- 
las á su cabo ; en fin el triunfo de la desidia so- 
bre el conocimiento imperfecto del bien estar. 

I^s ciudades de lo interior no disfrutaban, 
á causa de su situación , de ciertos beneficios 
comerciales : pero la abundancia de sus minas 
las enriquecía con su laborío. Se estableció una 
casa de moneda en Santa Fe de Bogotá, y otra 
en Popayan. En todas ellas hacian progresos 
efectivos las especies de industria que se les 
permitia. 

La agricultura se ocupaba comunmente en 
tres ramos , que la constituían europea , colo- 
nial ó indígena. El obgéto de la primera eran 



< 



DE LA COLOMBIA. 5i 

nuestros frutos y nuestras cereales ; ia seganda 
se hacia importante por el azocar y el café ; y 
las producciohs principales de la tercera , eran 
el tabaco, el cacao, el añil y el algodón. Las 
bestias de cuerno, y todos los animales domés- 
ticos de Europa se multiplicaban en aquellos 
parages extraordinariamente ^ de modo que 
los menores benfíciosidesu cria llegaron á ser 
mui pronto el seryicio y el alimento del hom- 
bre, y su lana y sus cueros eran 1(» que daban 
notables utilidades. 

£s indudable que las artes mecánicas hubie- 
ran aumentado la prospmdad de la agricul- 
tura , pero no se permitia hacer sino telas tos- 
cas, mostrándose la ilietrópoUinexorable con- 
tra todo producto de fábricas que pudiese 
ponerla en competencia con sus colonias. En- 
tonces la España , con harta diferencia de lo 
que ha sido después de Carlos Y, tenia manulac- 
turas que daban abasto á grandes exportaeio- 
nes. Ademas de esto sus riquezas ultramarinas 
la proporcionaban un comercio de permutas 
con la Europa, con el cual se hallaba en estado 
de proveer á sus pueblos de América de todos 
los obgetos de utilidad y de lujo; y para tener- 
los á un mismo tiempo aislados y dependien- 
tes, anadia á est^e monopolio el extenso siste- 
ma de prohibición, que era una de las bases de 



52 HISTORIA 

so política. Estaba expresamente prohibido á 
las colonias el dedicarse á todo cultivo ó láborio 
que pudiera promoyer alguna rivalidad eutré 
ellas ; y así las viñas que era lícito plantar en 
Lima , estaban proscritas en Quito, y la nueva 
Gcaziada tenia abandonadas sus minas de plata 
para favorecer las de Mégico. Se habia man- 
dado, por decirlo así, á la tierra como á lo$ 
habitantes, el ser inerte y pobre , y así en me* 
dio de llanuras fértiles y cubiertas de numc'» 
rosos rebaños, veia elproprietario perderse un 
sobrante que hubiera alimentado una pobla- 
ción entera, si hubiese sido licito fecundar tan 
grandes riquezas con loa auxilios del comercio 
y de la industria. Pero todo tráfico con los 
es^angeros estaba prohibido con pena de 
muerte. 

Todo rigor extremado da valor á las infrac* 
ciones y las promueve. Asi esta legislación 
inspiró el atrevimiento del contrabando que 
se hallaba favorecido por la inmensa extensión 
dé las costas , y se hacia de continúo entre Ve- 
nezuela y los holandeses de Curasao. Los In-^ 
gleses amenazaban con írequencia los puertos 
del este, y aunque eran rechazadas sus tenta- 
tivas, dejaban siempre entabladas en aquellas 
Orillas algunas relaciones con la Europa. Otra 
causa aun mas poderosa redujo mas tarde á 



DE LA COLOMBIA. 53 

^oa iiusion de orgullo todo d^ monopolio cas- 
tellano. La España no podia conservarle sino 
por el tiempo que su comercio y sus recursos 
propios bastasen k cubrir todos sus pedidos^ 
>pero esta nación había llegado á sor rioa, y 
había ^visto apagarse su industria no. menos 
que la intrepidez de su valor. En tal estado 
la Europa comerciante sumimstró la provisión 
de sus colonias, haciéndolo por mucho tiempo 
bajo bandera española por respeto á la ley 
prohibitiva , la qual hubo al fin. de ceder .á la 
voluntad de la política. Así los trats^dos de 
fines del siglo anterior entregaban alternativa- 
mente el comercio de la América i la Francia, 
á la Holanda y principalmente á la Inglaterra. 
La corona dé Castilla habia perdido los te- 
' soros del nuevo mundo , y la continuación de 
este estado de flogedad y de despilfauro era 
preciso que con el tiempo la quitase su sobe- 
*-rania en éL Mas solo la maduras de laxazon 
consiguiente á la injusticia «ufi:ida, podia rom- 
per los lazos morales^ que'^ afianzaban la pací- 
fica y larga posesión de la metrópoli. Su poUtíca 
oscura pero de grande previsión, habia dado 
á aquella población enteramente nueva hábitos 
' y maneras acomodadas á los dos despotismos 
sacerdotal y aristocrático. El tribunal de la in- 
quisición se habia establecido bajo los aus- 



54 HISTORU - 

picios del devoto y cruel Felipe segundo; 
desde entonces una autoridad desconfiada 
vigilaba igualmente sobre el alcalde y la real 
audiencia^ sobre el encomendero y el Virrey : 
el clero predicaba y mantenia la sumisión , la 
ignorancia y la credulidad ; y ios delegados 
de la corona se esmeraban en tener divididos 
los intereses y las clames. 

No habiéndose pensado en la legislación 
civil, la arbitrariedad arreglaba muchas veces' 
las herencias , así como prodigaba los privile- 
gios : y de ahi provenia la lentitud con que se 
verificaba la emigración de simples ciudada*' 
nos españoles para las provincias de Colombia. 
Los impuestos fundados sobre bases muy atrit- 
plias, dejaban poco beneficio á las propie- 
dades medianas cuyo principal producto se 
quedaba en la iglesia : una administración 
malversadora absorbia la parte del estado ^ y 
este buscaba siempre nuevos recursos aumen*- 
tando los derechos de las aduanas. 

A la cabeza de la población se poniau los 
chapetones y esto es, los españoles qui iban 
llegando succesivamente de Europa bajo la 
protección de la metrópoli. En sus manos 
estaban los primeros empleos y las gracias; 
aspiraban á que los respetaran las otras clases 
y comiiniñente se ganaban solamente su odio, 



DE LA COLOMBIA. 55 

dctt cual se vengaban con injusticias. Las ma- 
gistraturas civiles y eclesiásticas de segundo 
orden eran desempeñadas por criollos , esto es, 
los nacidos en América, pero de padres es- 
pañoles» Al orgullo que los chapetones ma* 
nifestaban por el crédito ó distinciones que 
sus familias gozaban en Madrid , los criollos 
oponían dos géneros de aristocracia : unos, 
hijos de otros chapetones mas antiguos , cita- 
ban con orgullo los que entre sus antepasados 
hablan egercido grandes cargos en la colonia ; 
otros se honraban diciéndose descendientes de 
d^ los primeros conquistadores. 

Hubiera pqdido esperarse que los , criollos<> 
uniendo la inteligencia europea á la ventajfi 
que. les daba el haber uacida allí, hubiesen 
Ueg£|do á ser la clase ilustrada é industriosa : 
.pero lejos de eso pasaban su vida entregados 
á la piQlide de los placeres, y á las supersti- 
ciones del culto. Es verdad que la mayor pa^te 
de ellos eran ricos. JFuera de que la lectura 
, que se les permitía era de libros místicos , y se 
miraba con mucho menos escándalo una obra 
obscena que un tratado de política ó de filoso- 
fía. £1 gusto de las letras y de las ciencias se 
conservaba , por decirlo así, secretamente en el 
seno de algunas familias que enviaban sus hijos 
á estudiar á Europa; pei*o cuando bolvian á las 



56 HISTORIA 

colonias con conocimientos de los <]ue estaban 
prohibidos , no los comunicaban sino á su^ 
iguales^ á egemplo del clero que solo dentro 
de los claustros permitía dar algún pábulo á 
las producciones del entendimiento. 

La tercera clase era la mas numerosa, y com- 
prendía los hombres llamados de color, así los 
mestizos, esto es, los nacidos de español é iüdia, 
como los mulatos, <]ue son los hijos de español 
y negra. Favorecidos por la naturaleza con 
una buena constitución física, activos , hábiles 
para las artes mecánicas , se dedicaban al cui^ 
dado de los negocios , al comercio y á las nia<- 
nufacturas. Por medio dé estos es como se 
forma la naturalización de la raza europea en 
aquellos parages : su primera generación era 
tratada como india ó como negra ; pero como 
la marca de su origen se desvanecía á la ter- 
cera ge¿eracion eti los mestizos y á la quinta 
en los mulatos, se confundían entonces con 
los criollos , y tomaban sus oostiimbres y su 
clase. £1 color blanco es la nobleza de las cé^ 
ioniasy y así el nieto de un hombre de color 
no evitaba el desprecio dé los blancos puros 
sino ocultando con. todo cuidado el secreto de 
su nadmiento. 

Los negros j que eran ihuchó menos nume- 
rosos en . estas provincias que en las demás 



DE LA COhOMBíA. 5j 

posesiones españolas , formaban la éisai^U 
cla&e. Su condición ó estado era diverso; Ibs 
destinados al servicio doméstico , á las labores 
de la tierra , al laborío de las minas , se yeiaa 
todavía con demasiada frequencia asimilados 
á las bestias de carga; pero los reglamentos y la 
generosidad de los colonos proporcionaban á 
muchos su libertad. Todo escktvo tenia de- 

■ . « ■ 

rechoá rescatarse por trescientos pesos fuertes, 

• • • « ■ 

aunque hubiese costado á su ^eño el triple ; 
y esta manera de obtener la libertad aun era 
menos frequente que las concessiones á título 
gratuito , ya por testamento ya por via de- 
recompensa de una conducta laboriosa. Por 
una especie de moda habia algunos negros mas 
predilectos : acariciados y festejados por sus 
señores, eran como monos domesticados, y 
aun gozaban de aquellas libertades que al« 
gunos reyes permitian tomar á los bufones 
de sus palacios. Sin embargo qualqúiérá que 
fuese la suerte del negro, cotisei^yaba su puesto 
en la aristocracia* de los colóresy y Aiiraba 
con desprecio á los hombres de color de 
cobre. • ^ > . . ; . 

Estos que' eran los prímeros poseedores de 

aquel terreno , quedaban colocados en- la úl- 

'. ■ ' • • 

tima clase. Condenados á la muerte ó á la mas 

■ • 

vil esclavitud en los tiempos de la conquista: , 



58 HISTORU 

habían obtenido algún alivio en su suerte con 
la ordenanza de 1642 dada por Carlos V, y 
por la cual se les declaraba hombres libres, 
bien que sugetos á la religión del estado y á 
varios reglamentos que conciliaban sus incli- 
naciones y su aptitud con los derechos é in- 
tereses de la corona. 

Los Indios vivian esparcidos ya en las ha- 
ciendas de los colonos , ya en las tierras pro- 
pias del estado. Los unos , divididos por dis- 
tritos llamados encomiendas^ permanecieron 
ocupados por sus señores por cierto tiempo 
y mediante un salario. El colono pagaba un 
derecho proporcional al niimero de naturales 
que habia en su encomienda, y no podia exigir 
de ellos sino un trabajo moderado ;. pero toda U. 
sabiduría délos reglamentos era por lo común 
bien débil para competir contra la codicia^ . 
' Al fin se dio una especie de régimen mu- 
nicipal á los indios vasallos de la corona. Se 
les permitió escoger entre ellos y npmbjcar 
por si mismos sus caciques, los cuales estaban 
bajo la inspección de magistrados españoles* 
De este modo formaron muchos lugares que 
recordaban hasta cierto punto el estado pri- 
mitivo de aquellos indígenas, los cuales se 
juzgaban felices encontrando asi la tradición 
de algunos de sus usos, y la autoridad inme- 



DE LA COLOMBU. 5q 

diala de uno de sus compatriotas ; y hacían 
hereditario este poder después de haberle 
confiado con toda preferencia al descendiente 
de algún antiguo cacique. Exigiase de ellos 
una contribución anual impuesta sobre los 
hombres de i8 á 5o años, la cual los ponia 
en la necesidad de vencer su repugnancia al 
trabajo. Cultivaban las tierras y llevaban los 
comestibles á las ciudades. 

Los indios que preferían habitar en las 
ciudades, estaban sujetos en ellas á las mis- 
mas leyes que los Españoles; egercian oficios 
mecánicos pero libres. Solo se les prohibia 
andar á caballo y tener armas en su poder. 
Si cometian algunos delitos, eran castigados 
con mas rigor que los blancos, pero en los 
pleitos civiles tenian el privilegio de los me- 
nores de edad , de modo que un español per- 
día casi siempre sus demandas contra un na- 
tural. Se les había declarado exentos . ckl 
tribunal de la inquisición , y no podían ser áaf 
cerdotes. Últimamente si eran llamados par^ 
testigos, el testimonio de seis iiidios se contaba 
por uno solo de blancos. 

Tales disposiciones parecían una declaracioot 
solemne de la debilidad é incapacidad de esit 
raza de hombres digna de compasión por la^ 
desgracias que la habían anonadado , pero que 



6o EDsroaiA 

inspiraba poca confianza al considerarla coiiio 
una sección de la sociedad. Es menester confe~ 
sar que los indios han dado visos de justicia á 
muchas privaciones bochornosas : porque han 
(ñdo siempre perezosos, descuidados , vacíos 
de ideas, y sin cálculo sino para mentir. La 
distancia á que están de la civilización se ex«- 
plica bien con la queja que la mayor parte 
de ellos presentan todavía contra los Euro- 
peos echándoles en cara como uña. insopor- 
table tiranía la obUgacion de tener una resir 
dencia fija é ir vestidos. 

Con todo eso este régimen pohtico há sido 
mas favorable á los indios que el de las 
misiones, las cuales se multipUcaroiQ princi- 
palmente en la Guayana y en lo interior de 
Cumaná. La müion se iieduce á una centena 
de casas consu-uidas bajo un mismo, modelo 
y reunidas al rededor, de una iglesia ; algu- 
nos frailes para la instrucción: y los dficios 
divinos ; indios que van? por reglamento á 
tmiáa y después laboran ' la tierra para las »e*- 
cesidades de la comodidad; y un alcalde es- 
cogido entre los naturales para arbitrar en 
l»us altercados- sobre intereses, el cual está 
[bajo la inspección de un fraile que depende 
del prelado de su órdeh. Hemos visto, ha- 
blando del descubrimiento de este pais, el 



DE LA COLGOMBIA. 6e 

admirable origen de esle vasto imperio teo- 
enático, cuyos subditos se conocen coa el 
nombre de pueblos de doctrina : f tro la ins-» 
tracción y el tiempo no han hecho estos es^ 
tablecimientos dignos de sn fundación» Los 
frailes tienen la indolencia y las costumbres 
de los antiguos criólos ; y no exigen de sus 
ovejas sino la; exactitud en las prácticas re^ 
Kgiosas, abandonándolos en todo lo demás 
á ^ mismos. La intemperancia y la bipocreí^ 
sía son las faltas comunes de los indios de 
las doctrinas; en su culto no hai otra idea 
que la del hábito de practicarlo; se divier* 
ten con sus ceremonias, mas están del todo 
á obscuras de sn moral. 9u poblaciooi se* ha 
aumentado, pero la esfera dé mis ideas se ha 
limitado todavia mas con la pérdida de la li^ 
bertad de su estado primitivo. 
- Como en las observaciones sobre los indios 
se ha mezclado siempre cierto interés ^ene^ 
roso, no han faltado defensores suyos que 
buscaban causas particulares para excusar la 
dificultad de sus percepciones, ó sea ^ en- 
torpecimiento de sus facultades intelectuales. 
Pretendian que el haberles querido infundir 
^or fuerza los conocimientos del mundo an- 
tiguo, había sufocado el germen de sus pro- 
pias luces; qtie estaban destinados para otra 



62 HISTCN^IA 

espeok de organización social dmnasíado dis* 
tinta de la nuestra pata que podamos Valo* 
rarla competentemente ; en fin , que eran plaii^ 
tas tiernas que perecían dándoles un cultivo 
exótico^ Pudieran acaso aplicarse estas aser- 
cióles á los indios qiie estaban medio ci-* 
vilcados al tiempo del descubrimiento, y 
cuya especie de industria ha quedado efec- 
tivamente estsicioiiaria ; pero los indígenas 
no sojuzgados ¿que progresos, han hecho por 
su propio instinto ? 

Las tribus sedentarias ó errantes, refugia- 
das ó no vencidas, que viveü en sociedad 
ó aislados unos de otros^ se encuentran en 
unos mismos sitios , y muestran las unas igual 
pasión por la vida salvage, las otras se de- 
dican á ios mismos cultivos ó conservan to- 
davía la ferocidad de los primeros tiempos. 
Un solo beneficio han aceptado de los Eu*- 
ropeos que es el mantenimiento de los gaz- 
nados que cubren sus . llanuras. Una de es*- 
tas tribus ha llegado á ser obgeto digno de 
la historia^ es á saber, la de los Góagiros 
que ocupa unas cincuenta leguas en el Rio 
Hacha ál E. de Santa Marta. 

Los Góagiros no han sido nunca vencidos 
por la fuerza de las armas. Algunos misio- 
neros lograron reducirlos; pero en 1766, uña 



DE LA COLOMBIA. 63 

ligera ocurrencia los refttítiiyó á su indepen» 
dencia antigua, uno de ellos acusado de 
amancebamiento, había sido dado de psdos 
por orden de un religioso, y estando cubier^ 
to de sangre gritó apellidando venganza. Le- 
vántase la tribu entera ; asesina k los estran- 
geros 7 puesta sobre las ruinas de las habi-- 
taciones de estos incendiadas, jura bolver á 
su libertad y defenderla. Desde entonces nin* 
gun español ha entrado en territorio de los 
Goagiros^ sin pagar su imprudencia con l«i 
vida. Pero se ha continuado traficando con 
ellos y aun se han extendido sus relaciones 
hasta los escritorios de la Jamaica. !N'o obs- 
tante los ingleses no se han atrevido á ín» 
tentar hacer establecimiaitO' ninguno en su 
puerto ; las transacciones se hacen á bordo de 
los navios y estos se retiran lo mas pronto 
que pueden. Todo buque que naufraga en la 
costa de estos indios queda presa suya. Sop 
^tn todo unos treinta mil bien armados. ^ 
Los naturales que han permanecido inde^ 
pendientes son muchos , y provincias mui 
principales , como Cartagena y Maracaíbo , to^ 
leran sin inquietud la vecindad de varias tribus 
aguerridas. Supóngase que se uniesen muchas 
de estas comunidacks bárbaras en intereses ó 
para resistir el ataque de otra nación envidiosa, 






64 HÍSTORIA 

y rosultfgríg.uD pu?^lo de picatas qi^e afease for- 
jaría CQa el tiempo á (a porcioa cirilizacla d^l 
géuero humano aprestarles una especie de ov^fr 
nag§9 al modo que U Europii le presta todi^yia á 
esas ]>andas que infestan las costas de África- 

Afií sucede que después de tres siglos , ó se 
enoueiititan los indios como ql tiempo de siji 4es- 
CubiÍQ»iento , ó seles mir^.sia e} interés que 
inspirabaü dviraut^ ¡a conquista ; porque; han 
ee^ado deser desgraciados, y po prpmeten nada 
¿los pro^^sos de la Cultura humana^ Si La &lta 
de inpmiimeQtiQs impide qu^ s^. v?a m ^Uos 1^^ 
despojos de un gran naufragio ¿habremos de 
seguir á algunos oh^rvadores buscando alli los 
prinieros elementos 4e nijieyas genera^ojaes? 
Habriamos d^ . decir entonces que los indios 
etan bien jóvenes en el mimÓQ. Fuer^ die esto 
el origen de los pueblos del mundp antiguo np 
es mas claro : siempre trope^amps. con estran-* 
geros venidos de |os extremos del globo, que 
echan mas allá á los originarios,, que Ips ^uge^ 
XBXk y forman imperios* l^ppblaciou primitiva 
de Colombia se extinguirá confundida en la 
mezcla de las razas , é indudablemente llegará 
el dia en que no se vea allí sino la nación prigi- 
naria de Europa. . 

Este cruzamiento de castas habia producido 
dos convinaconies felices, los mestizos y los 



DE lA COLJOUSMA. 66 

Bkulatofi, pero ha dado tambieií otr&i<{|ie es I4 
de los zambosy finito de la unión de n^^^scon 
indiai^ ó vioe versa. £1 color del zambo es mer 
dio eiitre el negro j el mulato ; tiene los miem-* 
bros n^nrudoa y bien formados ; es de robusta 
coni&tittjcion. Bajo todos aspectos se pre^nt^ 
süpérídr al indio y al negro ; pero sun fapulta-* 
das intelectuales son inferiores á las del mulato 
y ^1 mestizo , y todaS sus inclinaciones son al 
«al : de modo qué el nombre de zambo ^a Ue-* 
gado á ser sinónimo de vicioso, de ladrón, deaser 
stno^y está observadp que de cada dies^ crime-^ 
nes, lot ocho son cometidos por individuos M 
esta especie , que por fortuna no es mui muljtí'r 
placada» Estaba prohibida la unión de negros é 
indios , pero aun íxmA que á esta causa ^ d^be 
atribuirse el corto número de «ambos á la 
aafttipatía que bai entre aquellas dos castas- 

Los zambos aumentan el número de aqw^ 
lias bandas que se distinguen por allí corno nuer 
vas: tribus de Árabes, Compónense de hombres 
fie dolor ^ de negros cimarrones ú borros, |i 
.fuif oes el iaflujo y el temple seductor del 
^üma han hecho abandonar sus profesión^ 
para dame áfuia vida sin cuidados y err^pte. 
Yaripa indios que huyen da las obligaqiones 
que impone la saciedad ^ ó de la ens^nim^ de 
.las misiones, acuden á tomar parte ^^ la 

5 



66 HISTORIA 

mayor felicidad que ellos conocen, que es la 
de andar desnudos. Todos estos vagamundos 
están armados para la caza; llevan consigo al- 
gunos ganados, sus mugeres é hijos^ y andan 
así errantes sin mas protección que la genero- 
sidad de aquel terreno : se emborrachan al pie 
de un coco , cuyo fruto les da una bebida ina- 
gotable , y no conocen otros enemigos que las 
fieras con quienes combaten y á quienes ven^ 
cen con suma destreza. No deben confundirse 
estas bandas con los llaneros , mezcla de hom- 
bres provenientes de las mismas castas , pero 
labradores pacíficos que no salen de "sus cam- 
pos sino para defenderlos. 

Estas diferentes especies de pobladores , no 
comprendiendo las tribus errantes , no com- 
ponían arriba de tres millones de individuos, 
á saber : 65o ,000 blancos, 3oo,ooo mulatos, 
670,000 mestizos^ 160,000 negros, y 620,000 
indios. 

A pesar de la diversidad de tales elementos , 
f(M*maban juntos un todo homogéneo. Sí el 
desprecio aristocrático era mas fuerte al paso 
que descendía de clase en clase, la creencia re- 
ligiosa llevada hasta la ceguedad , aproximabfi 
todas las condiciones ; la voz de un clérigo cal- 
maba los odios como podia excitarlos ; mas no 
se conocían hereges en las colonias españolas* 



DE LA COLOMBIA. 67 

El hábito á la snmision, ciertas costumbres sea- 
cillas y una grande ignorancia suplian la falta 
de toda otra especie de bienestar. La larga in- 
fancia de esta población bastarda es la que ha 
motivado la inmobilidad de la política de la 
metrópoli ; sin que haya habido la menor al- 
teración de tal estado en los siglos que ha du- 
rado él régimen colonial. 



f . .' u| I- '^ i- 1 * r. •v.rtT 



SEGUNDA PARTE. 



CAPITULO PRIMERO. 



Causas j prelndios de la rerolucion. — Situation de la España. 

Insurrecciones en la Nueva Granada. — Independencia de 

Venezuela. 



Trbs causas principales prepararon la eman- 
cipación de las colonias españolas , á saber : 
la política de la Inglaterra constatemente de- 
dicada k hacer titubear la dominación española 
en el nuevo mundo; la independencia de los 
Estados -Unidos que enseñó á los americanos 
del sur á sospechar que existia una dignidad 
nacional ; en fin la revolución francesa. Pero 
todos los pueblos necesitan algunas conmo- 
ciones interiores para justificar á sus propios 
ojos la autoridad de los egemplos, y aquellas 
debian nacer allí por rechazo de los desastres 
dé la metrópoli y de su mala política. 



HISTORU OE lA GOLOMBIA. 69 

Ho hobieran bastado todavía eatos m<^iles 
para cdnseguir la uaiou de todos los esfueraos 
eMk apoyo de la ^mfinclpacion. La nlultitud no 
conocía los caminos que conducen á la gloria ; 
porque no tenia que defender ni parientes, 
ni recuerdos, ni patria* ¿Que antepasados po- 
dia señalar el bíjo de una india ó de una 
africana? £1 color sea puro, sea modificado, 
de su piel le enseñaba solamente que debía su 
existencia á un esclavo q á uno de sus dueños. 
La memoria es una dolorosa potencia cuando 
ofrece por primeras ideas las del infortunio ó 
la vergüenza , y la tierra misma no inspira sino 
muí débil afición cuando solo se encuentra 
en ella un mero asilo. Esta turba de g^nte 
despreciada hubiera permanecido siempre sin 
la menor sensación de orgullo nacional, si la 
aristocracia no la bubiese levantado del suelo 
y acercádola á si misma* De ai ha provenido 
una lucha tan larga, tantas incertidumhres, 
taptos sacrificios > como se han visto para con* 
sagrar el triunfo de la igualdad* flste no podía 
resultar sino de la revolución de las ideas, 
siempre lenta « pero siempre la única que de* 
cide las regeneraciones políticas. 

Ya de mucho tiempo antes el contrabando 
llevaba á las colonias los títulos del género 
humano y y Mcaíitesquieu,Yoltaire, Rousseau, 



70 HISTORIA 

j Raynial ilafttrabñn el mievo miuuk).* Goaotos 
obstáculos oponían las tres lineas de aduanas, 
la vigilancia interior , las severas penas que 
amenazaban á los tenedores de libros prohi- 
bidos, por todos se atrepellaba consideran* 
dolos como peligros heroicos. La juventud 
noble, muchos padres de familia, y aun al^ 
gunos clérigos hacian gala de estar iniciados 
en las ciencias modernas. Avergonzados de la 
reputación tfae tenían de ignorantes, apro-* 
vechaban del tránsito de un europeo con la 
misma ansia que se busca un testigo de sus 
glorias, para llevarle á un cuarto reservado, 
j manifestarle las obras de un filósofo francés, 
guardadas con todo misterio y admiración. 

Al paso que aprendían á dar honor á ia 
obediencia otro tanto como habían ^veren- 
ciado al poder , entreveían los criollos toda 
la debilidad de un gobierno funidado sobre la 
ignorancia y la opresión. De este modo ya 
aun antes de los primeros combates de la in- 
dependencia, se hallaba vacilante aquel po^ 
der; ya eran conocidos sus resortes, é iba 
cayendo al paso que se egercitaba la facultad 
de pensar. 

La España misma, por una feliz inconse- 
cuencia de su política , dio muestras de querer 
comenzar la educación de la multitud. Es in- 



DE hk GOIXmíBIA. 71 

dudifcble que tenia que egercer jasta$ hostili- 
dades contra la Gran Bretaña; pero la sana 
política no admite represalias sino con indem- 
nizaciones, y al paso que las posesiones in- 
glesas presentaban un ancho campo á la ven* 
ganza de Espaiía ^ el tomarla iba á contribuir 
al triunfo de una causa que hacia traición á 
un mismo tiempo á los principios j los inte- 
reses del vengat&YO. Así es como los puertos de 
Colombia estaban abiertos á las flotas france- 
sas que llevaban á los EstadoS'-Untdos los. pri- 
meros amantes de la libertad , los cuales ins- 
truían en este culto á los pueblos que visitaban; 
y asi es como la España enviaba sus soldados 
al norte de América para recibir mas de cerca 
las lecciones de la independencia. Gloriosos 
de haber peleado contra un despotismo estran* 
gero, llevaban á su vuelta en sus corazones 
fi odio al despotismo nacional 

Una imposición habia provocado la libertad 
die U Nueva Inglaterra, y uña imposición tam- 
icen dio en 1 781 el primer egemplo de una 
sublevación en la América española, siendo el 
teatro de esta escena una provincia de Colom- 
bia. La imposición era sobre la venta de los 
electos de vestir, y se habia introducido ya 
en Socorro, comarca situada en treTun ja y Pam- 
plona al norte de Santa Fé. T^a. población ya 



7a HISTORIA 

estrujada con tantas otMS oontFÍbtieioilM>, se 
negó á someterse á esta , tomó las armas y 
marchó sobre la capital. 

£1 haber llegado á las mafios , aun saliendo 
bien las tropas de la metrópoli^ hubiera siern*^ 
pre enseñado 4Í pueblo á probar sus hi^iAi. 
Conocióse este peligro y se redor rio al resorte 
mas poderoso que tenia á M disposición la 
autoridad española. Las piadosas y elocuen^ 
tes exhortaciones del arzobispo de Bogotá 
bastaron para disipar una insurrección que 
parecia formidable. En premio ^ tan seña* 
lado servicio se nombró yirey al araoiüspo : 
y en cuanto á los rebddes , se agradl^ció su 
sumisión enviándolos á respirar el aire apea* 
tado de las sábanas ^ y diezmando la población 
de Socorro que era de cerca de i So^ooo ha« 
hitantes. ^ 

Creyó la metrópoli haber hecho asi tm 
escarmiento saludable ; pero no hubiera sido 
sino un apellido á aumentar $u esfuerzo, tra^- 
tándose con pueblos menos ei|eryados por ú 
(lespotismo. Pasaron muchos años, en cuyo 
intermedio hizo su explosión la revoluci<Hi 
francesa. Unas de las primeras declaraciones 
que esta hizo de los derechos del hombre ^ 
arrojando laoes como un relámpago en medio 
de aquella masa impenetrable á la libertad , 



I» LA OOIOMBU. 73 

recÜHÓ rcMrMtes honieilages én la refsideti- 
cia misma dd TÍrey . Allí se tradujo , se imil- 
úplicó y se grabó en los ániítlos jonto con la 
monona de la fermeiiCaéioü y del rigor que 
ae «neendió con este ttiótivo; pues muchos 
habitantes de Sailta Fé, entre los cuales ya 
$e cfotinguian Narifío y Zea , fíieron enviado^ 
con gitUos á los pieft á la Península (año de 
1754)* 

Nariffo tuvo maña para engañar la vigUati- 
€ia de la tropa que le escoltaba : se marchó 
áli^latara^ donde los insurgentes españoles 
hallaban en Pttt protección secreta 6 mani- 
fiesta. £n 1 796, concertado cierto plan con este 
wioistítOy bolvio Káriño á la Nueva^'-Grañada 
paca preparar la insurrección; pero abortó su 
empresa, y foe isegunda vez preso. 

A este tiempo la España se habia visto 
aun mas amenazada que sus colonias por la 
explosión patriótica de los franceses , y al paso 
que sus gobernadores de Ultratnar enviaban 
á ella las primeras víctimas de una libertad 
todavia tímida, ella confiaba al cuidado de 
aquellos los ciudadanos suyos que pretendían 
hacerla participar de los principios revolu- 
cionarios. Tres de ellos habían sido encerrados 
en La Guaira , militares jóvenes, llenos de valor 
V de elocuencia. Allí seducen y ponen de su 



74 msToaiA 

parte á los que los guardaban y haosn entre^ 
los habitantes muchos partidarios : su designio 
era yasto, nada menos que de proclamar inme* 
diatamente la república^ Su atrevida empresa 
se desgració y fue castigada, pero á ella se debe 
el haber quedado desde entonces (1797) ^sa 
opinión dominante en Yenezuelau Los princi- 
pales conjurados, á saber, Gual, Coartes Cam- 
pomanes, y España habian logrado salvarse 
de los rigores del poder; pero habiendo el 
último de ellos tenido la imprudencia de de^ 
jarse ver en La Guaira dos años después, mu- 
rió en un patíbulo. Su muger que le habia ocül-> 
tado fue también condenada á cárcel perpetua; 
Los ciudadanos hacian ainadamente sus en* 
sayos de virtudes cívicas, y el despotismose 
atolondraba multiplicando los suplicios, cuan- 
do en iSo3 hubo un momento en que se 
creyó que la metrópoli y los colonos se .iban 
á ver enredados en una guerra común contra 
los naturales del pais. £n Guamote , aldea de 
Quito, los indios despertaron repentinamente 
sus venganzas contra los blancos , con ocasión 
también de otro nuevo impuesto. Entraron 
en esta conspiración numerosas tribus de las 
montañas, teniéndola secreta mucho mas 
tiempo del que podia creerse en hombres tan 
estúpidos* Su proyecto era coger de impro- 



DE LA COLOAIBIA. 55 

viso á los cnoHos y degollarlos. En eSecto , á 
una señal conyeniéa, se derraman como un 
torrente llevándolo todo á fuego y sangre ; 
pero muí luego faltos de concierto, se dis- 
persan ó pideii perdón. Los rebelados fueron 
aniquilados así ellos como sus lugares, i 

Es cierto que no podría condenarse . «na 
insurrección de los naturales que tuviera por 
obgeto el volver á aposesionarse de su terri*- 
torio ;' pero- la independencia salvage que re- 
claman todos y que se ba conservado intacta 
en las tribus no reducidas, paxfeee privarlos 
del interés que inspira la defensa de una pa-^ 
tría. Fuera de esto , el alboroto dé Guamote 
no tenia ninguna* relación con los sucesos 
que agitaban las colonias** 

Miranda se preparaba á dar un nuevo im- 
pulso al partido repul>licauo: Este general , 
natural de Caracas, había salido de allí muí 
joven en busca de instrucción y de gloria« 
Defensor de la libertad en los Estados -Uni^ 
dos, cortesano desinteresado cerca de Catalina 
de Rusia, soldado y aventurero político en 
Francia, se habia mostrado celoso patriota 
en Londres , en donde habia solicitado por 
mucho tiempo socorros para poner en libertad 
su país. La retirada momentánea de Pitt, la 
paz de AmienSy la actitud de la Francia bajo 



76 HI6XOIUA 

el consulado, y por. ultimo varios intereses 
particulares en Europa desde el año de 1800 á 
1 80 5 habían sobrevenido y distraído la afíctou 
que había mostrado el gabinete inglés acia I03 
insurgentes españoles. Miranda, que había vistp 
ya írsele de entre las manos dos expedid.O]ie&, 
recelaba nuevos obstáculos;. reunió unosi cortos 
recursos, y poniéndose de acuerdo con los 
colonos españoles que se habían refugiado á 
los Estados ^ Unidos » acometió hacer un de^ 
s6mbarco en las costas de Caracas. 

Llevaba solo quinientos hombres , pera con? 
taba oon los progresos de la opinión.. Luego 
que desembarcó en la Vela de Coro , piiSO en 
foga 1 300 soldados realistasVtomó por sorpre^ 
varios puestos , é his&o un apellido á los repu-r 
bücanos. Estos titubean , piérdese el momento 
de la libertad ; los in&ur^ntes se retiran* Mi* 
randa y sus compañeros habían llenada m 
deber, mas el pueblo no compreindía todav^ 
el suyo. 

La idea de separarse de la madre p^tri^ 
excitaba en el alma de los colonos Unji ín- 
^etud igual á la de un niño qu^ por ptii^^rf 
ves se aleja de su £ainilia< Esa idea les haih\^ 
sugerido diversos proyectos de conciliación 
que habían transmitido humildemente al po? 
der, cuando se presentó Miranda con su w^ 



DE LA COLOMBIA. 77 

lÁaínéñto. En ' aquella épdca.uáa sencilla ré^ 
forma hubiera sido recibida con gratitud; 
pero la drguUosa metrópoli no creia deber 
conceder pada á sus subditos ni al tiempo. 
Podrá todavía hoy preguntarse si las des- 
gracias de la invasioTí estrangéra la harán 
conocer algún dia el precio j Icá deberes de 
mti tutela ofrecida totx igual i^nerósidad ? 

La corte de Madrid , anida á la Francia para 
proteger la libertad ameñcana contra la Ih^ 
glaterra, en liga después' con é\ gabinete de 
Londres contra los triunfos de la libertad 
en Europa, pero forzada muí luego por la 
Francia república á consentir el tnátado de 
pas ofensivo y defensivo de 17969 había pei^ 
maiíecidd aliadi^ de esta petenda Iqucl ño se 
la asdció sino como un instrumento para su 
doniiña^cion b^jo el mando de Napoleón. Esta 
preci'pítoda marehii de sucesos , estas iiliabzfts 
que se suceedieron con la insurrección^ con 
la ü^páblica y el imperio , habian dejado á 
la £spafia muchos siglos atrás. 

Un pueblo de clérigos y de penitentes ^ lie 
soldados fanáticos y d« nobles ^fdiciosos; áp 
fiívoríto de la Reina* aventurero sin capaeida49 
llerando las riendas del gobierno político ; Uü 
principe bueno en' su fondo ^ contento con el 
tíittlo de rey que sostefnia contra la iuipa- 



78 HISTORIA 

ciencia de su heredero, y que solo le sirnó al fin 
para fundar sus prot:estas;en fin una monarquía 
sin fuerza en lo interior, sin estimación y 
respeto fiíera; orgullo y miseria, recuerdos 
ilustres sufocados en medio de Tanas y ne- 
cias supersticiones, esfta era entonces la he-^ 
rencía de Garlos V, y ese era su estado cuan*- 
dó los nietos de Luis XI Y imploraron d favor 
de otro gran rey y entregaron la Península 
á una nüe<^a guerra de succesion. 

En tales circunstancias aparece Napoleón 
conciliando á lo menos los vastos proyectos de 
su ambición con el honor de un trono que 
habia fundado la Francia, y sobre todo con 
los intereses de un pueblo que él creia sus- 
ceptible de renacer para ser grande. El re- 
sultado hizo condenar su política. Mas sí 
todos los buenos sucesos no llegan á aclarar 
su justicia ante el tribunal de la historia, no 
todas las dierrotas se presentan tampoco lle- 
vando consigo la severa censura de los contem- 
poráneos; y ya en el dia es un problema sí 
debe echarse en cara á Napoleón una usurpa- 
ción contraria á la buena fe, ó compadecer 
á los Españoles por haber resistido k una 
empresa generosa. 

Como quiera que sea, lo cierto es que la 
discordia de la familia reinante en España , 



DE LA COLOMBIA. 79 

p^oYocó la intervención imperial. Carlos lY 
pedia venganza contra su hijo^ y Femando un 
apoyo para mantenerse sobre el trono de su 
padre. Ambos corrieron á Bayona con igual 
afán de poner de su parte á su juez, y dieron 
á la Europa el lamentable espectáculo de una 
¿Eimilia que hacia paader de unas querellas 
vergonzosas k suerte de muchos pueblos. En 
esta ocasión pues ^ y solo con ella, y viendo 
ante si los dueños de la España y de las 
Indias, fue cuando Napoleón concibió la idea 
de trasportar á su dinastía el sistema de Luis 
XIY; y esta empresa no le parecía mas te^ 
meraria que otra cualquiera que hubiese te*- 
nido por obgeto el mantener allí los Borbo- 
nes : la moral de los tronos le prohibia re- 
conocer á Fernando, y Carlos lY restaurado 
no dejaba esperar otra cosa que protestas : 
la España con sus príncipes no podia evitar 
la guerra civil. Tomó pues el emperador la 
resolución de darla una nueva dinastía. 

Carlos lY vengó sus canas desheredando, 
á sus hijos ; y otro acto de su poder real 
proclamaba á Napoleón siiccesor de sus es- 
tados en Europa é Indias, señalándole á sos 
pueblos como el único medio de salvación 
y de prosperidad que les enviaba la provi- 
dencia ( Esto sucedió en mayo de 1 808 .). 



8o aiSTOEUA 

Pero como las donaciones mxtte reyes ao 
estipulan turnea el consentii^iaíito de los. pue^ 
blos, ^i^cede que los derechos trasmitidos de 
este modo son ó desdeñados ó aborrecidos 
mientras no adquieren la sanción nacional; 
y esta faltó á Napoleón» Sin embargo él lisonr 
geaba á los grandes; reconocia los derechos 
del pueblo y los 6jaba en una constitución 
liberiJ ; supnmia la pesrcepcion de los. tributos 
que formaba una barrera entre provincia y pro- 
vincia ; despertaba el comercio, la industria y 
las artes, llamaba á las colonias i entrar á 
la pajote de las luces y del honor que :daba 
á toda la nación» Pero por otra parte él oeur 
paba el territorio con su&egércitos y el trono 
con un hermano suyo; en fin él forzaba á 
recibir sus beneficios, y el mayor de todos, 
el mismo en cuya defensa hablaban la ca- 
zón y la humanidad, iba á aumentar el ^$r 
panto del sacrilegio al horror del yugo ea- 
trangero« iN'apoleon abolía el aborecible tri- 
bunal de la inquisición , que solo los espa&sles 
eran capaces de echar démenos. 

Exasperados por siis clériigos que peleaban 
€B persona por la i^noirancía y el Csnatásmo 
como si fuera p<»r sus dioses tutelares; sc^* 
tenidos por la Inglaterra que egereia por su 
comercio la venganza del bloqueo continental; 



DE LA GOLCMIBIA. 8t 

anhádos en nombre de süs príncipes que los ha^ 
bían abandonado, eran aquellos infelices pue- 
blos presa de todos los crímenes que tienen 
por pretexto la religión, de todas las cala- 
midades de la guerra extrangera y de las 
discordias civiles; y si se buscan las prime- 
ras causas que los hacían destrozar entre la 
ambición de un príncipe belicoso, y la po- 
Ittrca de una nación de mercaderes, no se 
halla á quien acusar sino al reinado de un 
favorito y al prematuro deseo de reinar de un 
hijo contra su padre. ¡ Cuan raras veces se 
sacrifican los pueblos por su patria ! 

Enmedio de esta horrible anarquía se habían 
erigido muchos poderes. El gobierno de Josef 
Napoleón no hacia sino pasar por las ciudades , 
y refugiarse á los hampos militares. Madrid, 
Cádiz , Sevilla y otras ciudades tenían sus juntas 
y regencias respectivas que pretendían obrar 
en nombre de la nación ó en representación 
del hijo de Carlos IV. 

Todas conservaban el espíritu de la metró- 
poli respecto de las colonias ; es decir siempre 
él de la misma injusticia , y de las mismas pre- 
tcnsiones ; y no podrá menos de mirarse con 
igual admiración que interés á aquellos colo- 
nos, negándose á recibir la Kbertad de una mano 
estFangera, pidiendo á la madre patria que los 

6 



89 HISTORIA 

asociase á sus desgracias , j hallando todavía 
una madrastra que temía que el entrar á la 
parte de su infortunio no loi elevase hasta 
partir sus derechos. 

Con la noticia de estos grandes acontecí* 
mientos , se empezaron á agitar las provincias 
de Colombia en diversos sentidos. En todas ellas 
se esperaba algún acaso que mejorase las ga« 
rantias civiles y comerciaies; pocas personas 
sé atrevían á ver en todo ello la ocasión ó el 
apellido á la independencia ; el mayor número 
se mantenía incierto entre la obediencia y la 
insubordinación , entre los antiguos deberes y 
las nuevas ideas. Gomo quiera, no pueden en- 
contrarse en esta conducta, ni movimientos 
generosos ni cálculos de previsión ; no había 
sino incertidumbre y debilidad, y la imitación 
debía ser entonces el punto de las miras de unos 
y de otros, puesto que por imitación también se 
hallaba ya el pueblo de las colonias en el mis-* 
mo estado de agitación que el de la metrópoli. 
Así pues la resistencia al éstrangero , la afección 
á la autoridad derribada y la creación de po- 
deres que obrasen en nombre de esta , pareció 
que eran el egercícío natural de los derechos , 
Cuya comunidad se deseaba cotí tanta ansia. 

Los delegados de la antigua monarquia espa* 
ñola se mostraban dispuestos á reconocer la aa<» 



DE LA COLOMBIA. OS 

torídad d«l rey Jósef , por cuanto esta afianzaba 
su$ prerrogativas y los ayudaba á coipprimir la 
iFermentacioii de los ánimos. Por el contrario el 
pueblo sin querer oir los beneficios políticos que 
le prometía el nuevo monarca, quemaba sus pro- 
damas y echaba de su territorio á los agentes 
franceses. Tampoco los enviados de la junta es^ 
pañola obtenían la ohedienciaque reclamaban: 
el celo por la metrópoli degeneraba en sedición. 
Quito tomó la iniciativa y el lo de agosto 
de 1609, se levantó allí una junta indepen- 
diente^ pero que reconocía la soberanía de 
Fernando YII. Dio principio á su autoridad , 
ordenando el arresto del presidente y de los 
miembros de la Real Audiencia. Pcto el virey de 
la Nueva Granada, concertándose inmediata- 
knente con el virey del Perú , rodeó de tropas 
aquella población que se mostraba á un mis- 
mo tiempo insurgente y fiel, y fue reducida á la 
obediencia por las armas auxiliadas de latrai-^ 
cion. Con menosprecio de una amnistía qué ha- 
bía jurado el presidente Buiz del Castillo, vio 
Quito á sus más principales ciudadanos carga-^ 
dos de cadenas y asesinados en sus prisidhes, 
por los soldados que habían venido de Lima. 
Los gefes del movimiento patriótico habían 
sido el marques de Selva Alegre, Salinas, AgUK 
lera y D. Manuel Quirogai ^ 



84 HISTORIA 

Pasáronse muchos meses ya en la incerti- 
dumbre y ya en la calma del terror; pero 
en 1810 se hizo casi general la insurrección á 
consecuencia del gran movimiento de Caracas. 
Los habitantes de esta ciudad habian solicitado 
mucho tiempo habia del capitán general £m- 
paran la formación de una junta por el estilo 
de la de España ; pero el general habia eludido 
esta demanda. De repente se apoderan de la 
persona del capitán general , nombran dipu-^ 
tados y forman un cuerpo municipal. También 
este poder proclamaba á Fernando, pero al 
mismo tiempo egercia derechos que destruian 
los del principe ; siendo sus primeros he- 
chos el abolir la esclavitud , descargar á los 
indios de todo tributo , y declarar libres el co* 
mercio y la agricultura. Los actores principales 
de esta insurrección fueron don Martin Tobar, 
don Mariano Montilla, el canónigo Cortés Ma-^ 
dariaga , el marques del Toro y el eclesiástico 
Roscio. Hizo su explosión el dia 19 de abril 
que evdi jueves santo, fecha que no quedará sin 
interés en la memoria de un pueblo de origen 
español. 

Casi todas las ciudades de Venezuela se reu- 
nieron á este gobierno , el cual dio á conocer 
ser el fin de su institución el de « desechar las 
pretensiones de la Europa, y las intrigas del 



DE LA COLOMBIA. 85 

gabinete francés ; sostener en cuanto fuere po* 
sible la dinastía legítima ; ayudar al rey Fer- 
nando cuando saliese de cautÍYerío , y conser- 
var la gloria del nombre español ofreciendo 
asilo á los refugiados de esta nación generosa. » 
Aunque estas palabras esplicaban ya bastante 
bien la intención de una completa indepen- 
cía, se manifestó muy luego es|:a misma in- 
tención mas fuertemente, por una especie de 
declaración de guerra á la metrópoli y en- 
viando tropa contra las provincias disidentes. 
Santa Fé de Bogotá tomó al principio un 
camino mas monárquico , para tantear la po« 
sibilidad de ser libre. Se restituyó á la pro* 
vincia el antiguo nombre de Cundinamarca , 
conservándola el título de reino y la soberanía 
española ; y hasta se dejaba la autoridad su- 
prema en manos del primer delegado de la 
corona. Pero el virey que era entonces el 
general Amar, fué muy luego acusado de inte- 
ligencias con los agentes del rey Josef, y en- 
viado preso á Cartagena, y todos estos su- 
cesos que pasaron en pocos días, en julio de 
1810 , condujeron por último á una especie de 
gobierno democrático , menos celoso por la li- 
bertad del pais que por las prerogativas de la 
antigua capital. £1 movimiento insurreccional 
de la llueva Granada se verificaba sin ninguA 



86 HíSTORiA 

concierto ; en todaa partes se disputaba la su- 
preipacia , por todas habia jnn tas sin misión 
y pequeñas repúblicas sin libertad. Reinaba 
la anarquia , mal inevitable y acaso necesario 
en todas las naciones que salen de una larga 
esclavitud; pero este mal, si por de pronto 
excita las pasiones comunes y turbulentas, 
también descubre, y hace brillar mas adelante, 
ciertas pasiones nobles y desinteresadas: que 
confortan y consuelan. Por lo demás, y esto 
lo repetimos como un testimonio eterno en 
favor de las Clases ilustradas , la aristocracia 
fué la que hacia la revolución : de modo que 
álo menos la obediencia del pueblo, no pudo 
^ considerarse sino como un homenage á los 

^ que tenian la superioridad moral. 

Entretanto la junta central de España asus- 
tada de ver los colonos caminar acia su eman^ 
cipacion, quiso á un mismo tiempo alhagarlos 
y someterlos. A este fin los declaró por un 
decreto solemne iguales eií derechos á los ha- 
bitantes de la Península ; pero por primera 
prenda de esta concesión les mandaba que se 
ciñesen á reconocer á Fernando, y que anu- 
lasen todas sus otras deliberaciones. Se pidie- 
ron á la junta central como consecuencias de 
su decreto los puntos siguientes : tf i® la repre- 
sentación nacional de cada posesión de la Amé* 



DE LA CÓLOMBU. 87 

rica e&panola será la misma en su forma y 
manera , y sin distinción alguna ^ que para el 
reino y las islas de la España europea; a<> los 
indígenas libres y los habitantes de la Amé- 
rica, podrán cultivs^r sus tierras como qui- 
sieren ; se alentará la industria por medio de 
permisos ; las manufacturas y las artes reci- 
birán todo «1 fomento de que necesiten para 
desarrollarse; 3^ la An^éric^ española tendrá 
la libertad de exportar sujs frutos sea en pri- 
meras materias ó manufacturados á la Penín- 
sula y á las naciones neutrales ó amigas, y 
de importar en cambiólo que le haga falta; 
4^ habrá libertad de comercio entre la América 
española y los establcicimientos españoles del 
Asia; 5<> todo. estapcQ ó monopolio enhene- 
ficio del rey será jreipplazadó por un derecho 
de arancel y 6^ todps los Americanos españoles 
serán elegibles en concurrencia con los Espa* 
&oles, para todos los empleos honoríficos ó 
hu:rat¿vo3 sea en la corte sea en cualquiera 
otra parte de la mOAarquía; "j^ la mitad de 
los. empleos públicos se confiarán k subditos 
españoles pacidos en América^ t> 

Este proyecto de reforma , que acredita bien 
qual era la condición de los colonos, irritó 
el orgullo castellano. La regencia declaró en 
estado de bloqueo todo Venezuela. Inmedia^ 



í 

J 



88 HISTORU 

tamente la Inglaterra ofreció su mediación, qoe 
no admitieron las Cortes considerándola in- 
teresada. En fin las proposiciones de los 
Americanos , controvertidas como negocio de 
familia en febrero de 1 8 1 1 , fueron desechadas 
en gran parte por aquellos mismos legisladores 
que la España habia juntado para fundar las 
libertades de toda la nación. Jamas se ha en- 
tendido bien en la Península la cuestión de las 
colonias : allí han yisto siempre una población 
entera en rebelión, cuando solo debía divisarse 
una minoría instruida por el tiempo , y en vez 
de llamar los criollos al rangode ciudadanos de 
la madre patria, se los ha forzado á busbar este 
título constituyéndose una nación nueva. 

Este desprecio es el que ha dado la señal de 
la independencia. La junta de Caracas decr^ 
inmediatamente que se sometiese á la acep tacion 
del pueblo, representado por un congreso, una 
acta constitucional. Pero los primeros pasos en 
la ciencia legislativa debían ser también dados 
por imitación. Sin pesar bien la diferencia de 
costumbres y de carácter entre ambos pueblos, 
y dejándose llevar solo de la prosperidad de 
los Estados-Unidos , la sección de constitución 
adoptó como estos una federación de proviii- 
cias. Con todo debe hacerse notar en honor 
de los diputados de Venezuela, que un par- 



\ 



DÉ LA COLOMBIA. 89 

tido principiante de oposición percibía ya 
los vicios de este sistema , que sí es favorable 
para pueblos de espíritu tranquilo y metódico, 
puede llegar á ser un manantial d^ enemistades 
y de rivalidades entre todos aquellos á quienes 
cierta inquietud natural de espíritu lleva á la 
emulación en todas cosas. 

£1 general Miranda , á quien la libertad ha- 
bía vuelto á encontrar en el número de su» 
fundadores , se había declarado contra el go- 
bierno íederativo ; y por un inconcebible 
trastorno de sus principios populares , propo* 
nía una aristocracia que hubiera podido merecer 
la aprobación aun de la misma metrópoli. Sin 
duda Miranda tenia por imposible la educa- 
ción de la multitud ; pero el resentimiento que 
estg^ manifestó teniéndose por ultrajada, probó 
que aquel se había engañado. 

Ya se distinguía también entonces Bolivar 
entre los primeros libertadores de su patria; 
y así su opinión ya conocida , como la eleva- 
ción de su carácter, hubieran reprobado esta 
partición de territorio en pequeñas soberanías, 
y aun acaso hubiera hecho que prevaleciese 
desde entonces el establecimiento de una re- 
pública , en la cual la unidad hace comunes 
los peligros , los sacrificios, las prosperidades 
y la gloria. Pero se hallaba en Inglaterra en 



y 



90 HISTORIA 

opmp^dia de don Luis López Méndez coa la 
ioiportante comisión de solicitar la protección 
del got>ieri>o británico á favor de su nuevo 
goJbiernq. 

£1 congreso se juntó , y su primer acto fu^ 
proclamar la independencia de las provincias 
de Caracas y Venezuela, y su constitución en, 
e3tádos republicanos (el dia de 5 julio de 1.8 1 1). 
£1 manifiesto publiiQ^^do para appyar esta deli* 
beracion traia á la memoria la conducta de la 
metrópoli ea iel ^^pap^o de tre^. siglos, así como 
las propuestas de. reforma^ que las Ck)rtes bar 

bian desechado. 

i.BeS|>ues de ajiguno^.mes^s de^di^cufion^.^l 
proyecto de la junta fué fidoptadoy promul- 
gado por el congreso, £st£| constitij^^Qn epla- 
zaba las provioacias entre si cqn garantías 
respectivas. El poder legislativo y el der.echQ, 
de. la pa% y de la guerra se confis^bap^ 4 un 
penado y á uoa^cámars^ de representante?. Tres, 
ministros y escogidos por los diputados del 
pueblo, egercian el poder ege<?utivo:y nQmr 
braban los empleos administrativos y miM* 
tares, siendo ello» responsables. Los derechos 
del hombre, la igualdad de todos y la reli- 
gión católica formaban las bases» de esta; acta 
de unión* .. 



DE LA COLOMBIA. 91 



i »'%»% « »<^»»i^^*»»»%V»%»%%V»»»V«%.%ii%^»i%%<»<»>%^>»V»/%%<» <>»%<<» ^^%<'»'»%^%^^%'% ^r 



CAPITULO II. 



Temblar de tierra en Caracas^. — Nuera ocupación de Venexuela 

por los Españoles. — Bolirar. 



La independencia de Venezuela no abrió los 
ojos de ia metrópoli; la cual no vio en ella 
3Íno una nueva rebelión de una colonia ais-^ 
lada, que no merecía la pena de excitar la 
previsión política , ni exigia otra medida que 
el uso de la fuerza. Reuniéronse á la voz de 
las Cortes algunas tropas y navios, y como 
si el fanatismo de todas especies debiera ser 
la herencia de las generaciones castellanas , los 
gefes de estos armamentos fratricidas se mos* 
traban animados del espíritu de los primeros 
conquistadores del nuevo mundo ; á sus ojos 
no eran los colonos hijos de España, sino 
indígenas bárbaros que era menester sojuz- 
gar, ó acabar con ellos. De este modo el pueblo 
de la Península, ya^purado por la defensa de 
su territorio , hubo de. hacer de allí adelante 
dos partes de sus esfuerzos y de su sangre : 



\ 



92 fflSTORIA 

una para sostener la guerra estrangera en 
nombre de sus libertades , y otra para hacer 
la guerra civil en América á fin de mantener 
allí la esclavitud. 

Por su lado la república de Venezuela se dis- 
ponia á arrostrar la tempestad que tronaba so- 
bre ella desde las costas de Cádiz. Ya se habia 
apoderado de algunos buques españoles que 
estaban en sus puertos ; los Ingleses le habian 
vendido armas; organizaba sus legiones; se ha- 
cia la guerra al poder que tenia unas provincias 
bajo el yugo y amenazaba á las ciudades que 
se proclamaban libres ; el congreso , reunido 
entonces en Valencia según lo prescrito por la 
constitución , se ocupaba en regularizar los in- 
tereses generales y particulares de la sociedad 
nueva ; en fin la decisión y la unión de todas 
las clases parecia que afianzaban la indepen- 
dencia contra los ataques del despotismo. 

£1 general español Monteverde habia reu- 
nido en Coro las tropas destinadas á castigar 
á Venezuela. Dio principio á su invasión el día 
17 de marzo de 181 a apoderándose de Siqui- 
lica y de Carora ; pero los independientes avan- 
zaron con fuerzas superiores, detuvieron su 
marcha y le arrancaron de las manos la victo- 
ria. De repente, el dia a6 del mismo mes, buelve 
esta á ser de los españoles por una de aquella ^ 



DE LA GOLCNMBIA. 93 

espantosas convulsiones de la naturaleza que 
confunden en un mismo desastre todas las am- 
biciones humanas. En tales casos el espanto 
gira por todas partes , pero la devastación y la 
muerte parece que van escogiendo sus vícti- 
mas. 

Caracas, ciudad señalada p<M* sus hermosos 
edificios , se hunde casi toda ella , pereciendo 
entre sus ruinas doce mil personas ( la cuarta 
parte á lo menos de su vecindario) y los bata- 
llones que debian defenderla : quedando ape- 
nas laoo hombres armados. La Guaira, que es 
la fortaleza que defiende Caracas , y la llave ma- 
rítima de toda la provincia , conservó solo unos 
5oo soldados de su numerosa guarnición. Seis- 
cientos milicianos que iban á San Felipe para 
auxiliar las tropas acantonadas allí , llegan en el 
momento de la catástrofe y son sepultados con 
sus hermanos. Un cuerpo de i aoo hombres que 
estaba pronto á entrar en campaña , y pasaba 
su revista en Barquisimeto , así como algunas 
columnas que estaban en marcha y otras á la 
vista del enemigo, desaparecen también en esos 
abismos de destrucción. Las provisiones, los ^ 
parques militares, los recursos y la esperanza 
para muchas campañas , son aniquilados en 
pocas horas , sin combates por la libertad, sin 
derrotas por el despotismo. Por un fenómeno 



94 mSTOTUA 

extraordinario , Móhtevcrde y los suyos , ro- 
deados de los mismos peligros, y testigos de 
tal desolación , se miraban y se creian excep- 
tuados de todo daño , haciendo poca atención 
á estos efectos del acaso , pero llenos de or- 
gullo atribuyéndolo á la protección de los san- 
tos. 

Gomo los temblores de tierra son bastante 
frecuentes en aquellos parages, los habitantes 
se han acostumbrado á no llorar tales infortu^» 
niossino como resultado de causas físÍGas;pero 
en esta ocasión el teml)lor fue mas fuerte que 
nunca, é hizo su explosión en un juei^es santo, 
en cuyo dia , dos años antes , habian levantado 
los habitantes de Caracas el estandarte de la 
insurrección. Esta convinacion que alentaba 
los soldados de Monteverde, proporcionó á 
este también algunos auxiliares entre los infe- 
lices venezuelanos. 

Los clérigos , omnipotentes bajo el régimen 
colonial , no esperaban en el nuevo orden de 
cosas tener en su favor sino la veneración co- 
muií , y raras veces sucede qíie los santos de- 
bereá. del culto llenen ios déseos de sus minis- 
tros. Así entonces exigieron del dolor público 
el respeto á las supersticiones y el homenage al 
despotismo. Decian que la cólera divina des* 
cargaba sobre la impia Caracas , foco de las 



DE LA COLOMBIA. $5 

ideas de libertad, sitio de la independencia; 
que él cielo ayudaba visibléiñentela éxpedicicm 
de la metrópoli ; qiie ía rcvoluóiotí era uñ erí- 
ilneñ, sus autores faabian incurrido eií las'penas 
del sacrilegio , y que Dióá mismo ordenaba el 
arrepentimiento y la sumisión.... Estos discar- 
dos insidiosos, repetidor por todas partM , 
arrastraban la multitud ; es tal tei fuerza 'de 
nna educación de devotos, qué aun algunos 
hombres intruidos parecian conmovidos. Las 
divisiones y lo odios de partido , el terror y el 
fanatismo conspiraban, enmedio de lai^ ruinas, 
en favor del triunfo de la tiranía. 

Y enmedio de tantas calamidades ¿ donde 
están los hombres que se atrevan á encar- 
garse de la suerte de la nación ? Miranda y 
Bolivar se habian retirado de los negocios 
públicos después de adoptado el sistema fede- 
rativo. Presentáronse entonces, y el primero, 
nombrado dictador, recibió del congreso la 
autorización de tomar todas las medidas que 
juzgase necesarias para la salvación común. A 
Bolivar se encargó la defensa de Puerto Ca- 
bello. 

El dictador tenia grande autoridad y mucho 
zelo, pero pocos recursos. Lo largo de las 
distancias , la inminencia de los peligros , el 
temor de las defecciones, no permitían la unión 



96 HISTORIA 

de las tropas' de las plazas fuertes con las que 
se haHaban en las ciudades disidentes ; y en 
la provincia de Caracas : ¿ como era posible 
hablar de patria á una población dispersa 
entre escombros ; de nuevos sacrificios á unos 
propi^ietarios que lloraban la pérdida de sus 
bienes; de libertad á aquellos hombres alu- 
cinados que pedian la absolución de sus vir- 
tudes (Cívicas ; de deberes nacionales al hijo , 
al esposó , al padre, á quienes los no menos 
sagrados deberes de tales , y el mas vivo dolor 
tenian constantemente abrazados á los sepul- 
cros ? Con todo en los anales de la - indepen- 
dencia se señalará un hecho bien glorioso en 
semejantes angustiosas circunstancias : y es, 
que á la voz de Miranda se ofrecieron setecien- 
tos ciudadanos para salvar el honor de la re- 
pública. 

Habian opuesto al enemigo una larga y he- 
roica resistencia; y Monteverde batido muchas 
veces , veia que se le arrebataba por las armas 
la ventaja que solo habia conseguido á favor 
de la tormenta de los elementos , cuando to- 
davia otra vez se halló protegido por medios 
bien diversos del valor , á saber por el albo- 
roto de los prisioneros de Puerto Cabello , y 
por la traición de los esclavos. Debilitados los 
independientes por combates, bloqueados es- 



1 



DE Lk COLOMBIA. 99 

mohamonlé , mu municíaDes iii vivetei, paire* 
cía que no disputaban jz la yictoria , sino el 
precio de su sacrificio ^ puando ^ii ^5 de jtília 
capituló el dictador; este se obligó k bolTer 
á poner en mano de los cañóles todas las 
plaaas, y por su parta Monteyei^ prometi^i 
que la constitución db las Cortes setía la qoe 
riñese en Venezuela ; que serian tespettidas láS 
propiedades, que á nadie se inqoietaria^por su 
Qonducta ó por sus. opiniones^ y porúltínio que 
cada cual quedaría libre de emigrar y oonser^ 
Taria sus bienes. ^ 

Este tratado excitó vdiementes censuras 
entre los republicanos. Preguntaban, si po^ 
día confiarse de este modo U suerte de todo 
un paisa un general que venia para castigar 
rebeldes? Un gefe militar, decian , puede aban% 
doñár el territorio cuya defensa sea in^po-* 
sible , mas no puede entregar á discreción los 
hombres. Porque sí después el pueblo es rt^ 
dticído por la fiíerza , á lo menos no hai cou^ 
sentínliento suyo» Cuando el congreso auto-- 
rífó.de antemano todas las medidas dcf salud 
pÑJbbca , no faabia podido comprender la £s^. 
cuitad de mudiur la foriaa de gobiet no en 
virtud de la cual él existia, y que ei^a la única 
d^ quien reabíoi el mandato para delegar un 
tan gran poder. Si el desacuerdo y el aban-* 



i 



-m- 



^ HISTORIA 

dono del pueblo ImbieBea podido |»«eoe»sOf 

á Miia voliiútad. general y e&tónces el dteU^lor 

y los ministros conjqmene^ se asoció para li| 

capitulación , se hubieran encontrado sin tí^ 

lulos para contratar. Así era la opinión cooiíun 

que Miranda habia excedido sns poderes cpie-^ «i 

riendo interpretar el voto general. Es posible \ 

que él mereciese esta reprobación ; pero ae foé 

mas lejos de esto* 

Es'doiorc^o añadir que los mismos Golom^ 
bianos st»n los que lo entregaron «al enemigo* 
FueséflTestos patriotas que se exasperaron por 
la capitulación , ó ftiesen aln^s bajas que sor 
licitaban asi^u perdón de MonteVerde, imporla 
poco el decidir aqui si tal acción fné una des*- j 

lealtad ó una . infamia. Ello es que Miranda^ 
.victima primera dcila buena fé.española^ fué 
imnediatamente llevado de^ prisión en pristoü 
hasta Cádiz donde murió «fií i«8i6.' Los re-^ 
pid)Ueanos habían Heñido presente la opiníoa 
aristocrática que habia «mitido durante la 
discusión de la acia 'Oonstitucióniá v y les p»^ 
redhó. qii^ su falta como dictador era una con-» y 

secuencia de losr mismos priiseipios» Siu em^^ 
burgo no puede acusársele sino de debilidad 'en 
ei juicio que formó.. Su anuH* intrépido por el 
país , la pureza de su zelo , y últimamente sus 
primeros servicios cuando sus conciudadancfis 



DE LA COLOMBIA. fg 

I» tnimhan SUSO coa espanto la sepatacion de 
la metrópoli ^ le conservan un pu^to <IÍ8iín«» 
gukio entre los primeros fiindad<»r» de k li» 
bertad Colombiana. 

Monteyerde , mas fiel á las intenciones de 
sa gobierno que al texto de un tratado con^^ 
sentido como medio de guerra, ocupó todo 
Yene£uela como país conquistado; y antes de 
acabar el año iSia ya la violencia y la sangre 
habían restablecida allí kt^ antigua autoridad 
de. la mi^répolk* La delación le presentó, gmii 
número de victimas : es una enfermedad^ por 
decirlo así^ común á todos los pueblos el 
descender cuando cae su fortuna, bMtá él 
último grado de abyección.* 

Quedé no obstante un liombirt^que no ha^ 
bia desesperado de la república. Pfecisado Bo- 
kvar á abandonar la defensa de Puerto^Ga^ 
bello se había retirado a La Guaira con algunos 
oficíales^ dignos de ^1. Obtuvieron de Monte* 
verde pasisiporles para país estrangero i tetror 
que no debe atribuirse sino á la poca impor* 
tancTáVpolitica que tenían entóneles Bolívar y 
sns compañétt>s* Fuéronse á Curado que^eslm^ 
ba ocupada por los Ingleses, y de alliá Car- 
tagena, libre á la sazón del yugo español, como 
la mayor parte de las ciudades de la N'ueva 
Granada. ; ' . . 



< . a 



1^9 HISTOBIA 

Aquí enqpieu la gloria, de l&inon Bdlurar< 
Nacido en Caracas en 1786 de {isamlia üoUie ^ 
habm aido^iviádo á Madñd paira hacer /sua 
primeros estudios; p&co fue iea Francia dotide 
adquirió el amor y los conoprnientoa de ]a 
filosofía. En la edad de ht /frivolidad ^ y eaisl 
teatro de una capital brillante , se .entregaba 
á las meditaciones que producen los legisla*^ 
dores ^ ádüas ciencias qué fieman loa güerrecos ;. 
y no buscaba arai^dea sino tíritre los bbtn-^* 
Inras que ya ^ disttngtiian pov su ceieln'Hladw 
Hninbalt y Bobpland leacmopañaron en mür 
chos Viáge^ , y la Italia y la. idemapia y ^ la hxn 
^latetní recibieron aL jdTen^ éstrangeró. , 

£1 espectáculo del mundo cpe des^ToUába 
anic' ans ojos las m&erias del despotisñEio yjos 
bifiteé de la libeiliad^ dábá á su ts^iritu Já 
iflátrucdotí db las irirtudes repübUéanás. De 
amehd tiempo saltes era deseada en amboá 
eUttsférios la- emancipación de las Golánias; 
los' gabinetes diplomáticos y las tertulias par<» 
tiou^nrés , aunque movidos por' dífereni^a^ 
afcecioD^s^ databan desella; especialniente gú 
Ftlincia, donde la presencia de todo TÍagero 
americano recuerda sietipre h: méuMHria dé 
Fmoklin y de los piimeros insúrgeiiies. Ya^ 
riaa tiéntáti^vns eñtdncés recientes parecía anun- 
ciar también á Bolivar que sus com^trid- 



•4W 



DE LA eOUHlBlA. t«i 

l;at lip «9perjd>aii \sino üh libertador. De este 
mpd^ 3e preaeiitaba á %n adofeácencia conti« 
oiiatiieiite una graade idea ; mientras la ña-* 
turaleza y di estudio desplegaban en él las 
calidades del héro^. 

Bolívar está datado de mucha a^ctividad j 
6ieraa de alma; W^ £aiiccioiles sou r^^ubtea f 
nobles; tiene en su mirar im itiego extraor<ib-» 
naorto; bebevolefnjcia sin debilids^; el saber, 
^l feenguage y las Virtiides qñte encantan, á los 
hombres ; y esta isifliíenieía 4se halla ea él feív 
fificada con aquellas feLCutfeade& que ihaiádftn 
k la ferfuila , á saber, jf>rootitud y 090 cerfem 
en 311 espícttii > eleiMfccíesi de pensamientos, la 
perseverancia q|ie fecunda los grandes deng* 
itios , el valar que los Ui^a á colmo, y aquella 
especie de inquteiüd que pide al tiempo fiíturd 
la seguridad db Id píxiaente. . ' ^ 

Bolixarnohabia vuelto áCarácas sino eniSio 




una coniision ^ e n Inglaterra, manifestando á 
su vuelta el disgustoxiue le causaba la adop- 
ción delsistema federativo, negándose á admitir 



(1) Acababa de casarse ea Madiid con uaa hija del- marques * 
de Ustarisla cual murió poco después en Caracas. BolÍTar no 
Iba vuelto á casarse. 



to% 



HISTOWA ' 

ningún empleo pública > yiviencto ¿cometido á 
las leyes en el mayor retiro , pero saliendo de 
él inmediatamente que la patria afligida á un 
mismo tiempo , digámoslo así , por los dioses 
y por los hombres, reclamó la unión y el 
apoyo de todos sushijo». El la llevaba entonces 
para siempre la ofrenda duplicada de sus ri- 
quezas y de su brazo. 

Desde este punto toma sobre sí Bolívar los 
dd>ere8 y los destinos d^l héroe. La independen- 
cia colombiana es á sus ojos un depósito sagrado 
confiado al valor de todos sus defensores : él 
es quien la salva por decirlo así de la invasión 
de Venezuela , y la transporta al punto donde 
está la libertad : él la seguirá en los desiertos , 
él será en todas partes sü punto dé reunión , 
bien, decidido á perecer en defensa de ella , sitio 
puede vivir para hacerla triunfar. 



* í 




DE Ul COhOMBSA. |o3 

CAPÍTULO III. 



diíaacioQ de la Naera-Grtnadii. — Congreso de Tunja. — 
GiMrra cítíI. — - Bolfrar ea Cartagena. 



f 
i 



A fines de 1 8 1 2, al llegar Bolívar á Cartagena ^ 
se hallaba la Nueva^ Granada dividida entre el 
despotismo y la anarquía : en unas partes y 
principalmente en Quito, sangrientas reac- 
ciones ; en otras la guerra civil provocada por 
miserables zelos y envidias; aqui una adhesión 
por hábito á la autoridad- de-la metrópoli ; allí^ 
pasiones, de egoísmo á que se daba el nombre 
de amor de la libertad. La España conservaba 
diez provincias que ponian en sus manos los 
puntos extremos del reino y las principales 
comunicaciones, y eran á saber. Quisas y Jaén, 
Cuenca y Guayaquil , Quito y Popayan, Santa 
Marta y Rio Hacha , Panamá y Veraguas. Pero 
la insurrección la habia quitado todas las pro** 
vincias del centro , y la importante plaza de 
Cartagena : unidas hubieran bastado para con- 
quistar la independencia , pero sus discordias 
dejaban, muchos dias de venganza á los agentes 



t^ ^ iOSIORIA 

del poder. Debemos subir al origen de- estas 
calamidades. 

La antigua cap^tal^ Santa Fe, asiento efi- 
mero de un nuevo reino de Cundinamarca 
que imprpdentemente se habia confiado á los 
miembros del yireynato cesante^ se habia puesto 
en firanquia respecto á estos últimos represen- 
tantes de la metrópoli, j aun sus tropas habian 
triunfado de los esfuerzos del gobernador de ' 
Popay^p 5í dw N. Tiaixm, que- fue dérrotádé y 
{puesto en fuga p^v el^general Baraya.Entónlce» 
convocó á las ofras ciudades. para* qué nom*- 
brasen diputados que formasen un congreso 
en eUa. EL fin se decia ser, para deliberar «obre 
la mejor forma de gobiemo^queáe podiá adop-^ 
tar. durante e{ cautiverio d^rey Fernando. 

M^iha, Tunja, Mariquita^ Citara (el Choco), 
Antioquia , Socorro , Pamplona, Casanara ( los 
llanos } y Cartagena , se explicaron franca^ 
mente po;r la revolución ; y la junta de esta 
última ciudad publicó un manifiesto para de^^ 
mostrar las ventajas de una república de pro-» 
vinoías confederadas. Pero en el hecha dé 
pedir á favor de cada uaa de ellas la Ubertad 
d^ gobwnarse por leyes particulares , dividía 
ios medios de resistencia , perpetuaba las ri^ 
validades, y abñaancha puerta ámil preten^ 
ttonesw £n efecto inmediatamenle se vieron 



DE lA GOLOMBU. iioS 

Taraos dktritM separarse de su capital para 
elevarse al rango en provincias , y la ' iaisnut 
Cartagena , abandonada por Monpox , se vio 
forzada i hacer marchar sus tropas contra el 
pcMpieñto gobierna que se habia formado en 
esta.cindad. 

i £1 congreso se reunió en Ibftgué en enero 
^ i8j>, y varios diputados de distritos se 
presentaron aun para ocupar un puesto en él 
á nómbrenle sus comitentes. Esta irregulari-? 
dad , y eáta jiubdivision del voto nacional, mo^ 
tivó que se déjase para otra tiempo láasam-» 
bl^i, y cacbi provincia ae ocupó en traer á la 
raziOQ siit^distiitos ya per la fíiersa ya por la 
persuasión. Solo la ^roposicioa del sistema 
federal, bien que mal enteúídida, babia dado la i 
Señal áUa idivisipnes intestinas ; y ya veremos 
que este funesto egiemplo no servirá de escar- 
miento, en lo succQsivo* 

La sumisión de los distritos que so obtu\ o 
sin dea|!»legar demasiado rigor, permitió de allí 
á poco al congrego volver á abnv sus sesiones ; 
y el ^7 de^^arzo del mismo año declaró la indei- 
pendenciay laanion de las provincias, eligiendo 
á don Camilo de Torres, presidente de la.m«- 
pública. Pero, Santa Fe« aaipor wgulkr eoiiM> 
pcar prudencia política , se habia negado á ac^ 
cedw á este pacto federal, queriendo siempre 



io6 HISTORIA 

9er el asiento del gobierno ; y en consecuencia 
el Í7 de abril se constituyó independiente de 
las demás provincias, y dio á liozano , uno de 
sus ciudadanos , la calidad de presidente de 
Gundinamarca. Cartagena por su lado, aunque 
fiel al principio general de la confederación, 
pret3endia igualmente ser estado soberano, fun- 
dada en que aun bajo el régimen colonial go- 
zaba de una distinción análoga ^ pues que 
dependía inmediatamente del vireynato. Asi 
proclamó su independencia particular el dia ja 
de noviembre de 181 1 ^ y nombró á Torices por 
su presidente. Las provincias que buscaban 
algún apoyo, se declaraban unas por el con- 
greso, otras por Santa Féy otras por Cartagena. 
Roto así el equilibrio, se negociaba para 
restablecerlo; pero Lozano que estaba por el 
federalismo , ensayó inútilmente atraer Sauta 
Fé al congreso. Contrariado por sus comiten- 
tes dio su dimisión y fue reemplazado por el 
elocuente y valiente Narifío , uno de los mas 
constantes promovedores de la independencia. 
Hacia 1 5 años que, después de haber tenido 
parte en el primer movimiento de Cfiracas, ha- 
bía vuelto á Bogotá para excitar á sus ciudada- 
nos á la libertad : victima de su zelo, babia roto 
varias veces sus prisiones, renovado las mismas 
tentativas, y encontrado los mismos Calabozos : 



DE LA COLOMBIA. 107 

y acababa de salir de ellos al momeoto déla 
revolución. 

N&ríño propuso una constitución sobre lá 
base de la unidad. Santa Fé la adoptó , y Ma- 
riquita, Socorro yNeiba se conformaron cpn 
ella. Iba á imitarlos la provincia de Tunja 
cuando se levantó eú ella una oposición á favor 
de los confederados. Nariño envió tremas para 
sostener el partido que aceptaba la nueva acta 
constitucional; pero Baraya que las mandaba 
las bizo abandonar la causa de Santa Fé y 
abrazar la del congreso , el cual se reunió in- 
mediatamente, en Tunja. De una y otra parte 
se aprestaban para hostilizarse, envenenando 
asi mas y mas los odios particulares y los in- 
tereses personales. Al fin vinieron á las manos. 

El egército del congreso mandado por Ba- 
raya y Ricante, batió al de Nariño en Palo 
blanco , provincia del Socorro , y esta derrota 
hizo separar de Santa Fé las provincias de 
ICeiba y Mariquita. Nariño viéndose perseguido 
con un encarnizamiento que parecia no diri^ 
girse sino contraía dictadura que egercia, ofire- 
cio su dimisión que no fue aceptada por sus 
conciudadanos. La idea de deber pelear con 
hermanos paralizaba su genio marcial, y fue 
nuevamente batido en el combate de Venta- 
Quemada. Ya los confederados que disponían 



1^ HISTORIA 

de mayores recursos , iban á forzarle en su nU 
tima retirada : se hallaban reunidos en número 
dt cinco mil en la montaña que domina á 
Santa Fé : y era imposible sostener d sitio no 
teniendo Naríño sino apenas dos mil hom*«> 
brea. 

fin tal lance propuso á los vencedores entre*^ 
gar la ciudad f dejar el mandó y áuih salir dei* 
terrado con sol6 la condición de que se res^ 
petasen las personas y ' las propiedades : mías 
el deseo de humiUar á la antigua capital dd 
reino ao dejó dar el valor debido á tanta g&r 
serosidad. Baraya pretendía que se rindiese 
á discreción. Exasperado Naríña con tal res- 
puesta ^ arenga á sus tropas ;' las inspira la in- 
dignación y la deisesperacion 4ue le animan> ; 
da la orden del combate y ¿r egemplo del 
béroiamo , y una victoria de las mas señaladas 
corona al héroe al mismo tiemjpo que aflige 
al ciudadano ( dicieiilbre de i9i 2 ). - 
• h». ciudad de Santa Fé quiso, levantando un 
itionumejato en el cuartel de san Victorino ^ 
perpetuar }a memoria de este inesperado 
triunfo. Debe suponerse ip^e al fin dé las dss- 
cwdias civiles sé habrá destruido este doloroso 
recuerdo de ^Uas. Por lo demás este suceso 
no produjo la unión de las provincias 9 las 
cuáles quedaron enemigas sin combatir^ y 



DE LA GdEXMiffilA. i^^ 

ocupada» en su organización j, en sus debates- 
interiores. 

Cartagena, demasiado distante del teatl*o' 
de -esta guerra para toikiar parte en ella, es-' 
taba además agitada por sus propios intereses. 
Desde los primeros días de la insurrección ha-' 
bia echado á . los españoles de SU tetfitorio ; 
pepo la tuvaBÍou de Venezuela los había lleva- 
do nueveiménte i él, y el vecindario de aquélla 
ciudad, comerciaíite poriesencia y animado por 
oensiguiente del egoisínó político, acusaba 
la réyolucion deque comprométia su prospe*' 
' ridad ; se negaba á comprar upa libertad £ 
costa clel cf^ditó de los. efectos- públicos y de"^ 
ktdíÁiinucion de sus^scp^ediciohes comerciales.^ 
£1 desorden en <|Ue estábatt las proVinciasT 
faareía indecorosa su alianza. En fin los réa«J 
Ustaá dé Santa JMuts^' habiati aumentado ét 
desatiento general, separando de jCarfógeíiá 
por la fuerza de las armas loS distritos^ d<) 
Tohi y de l^u Benito. 

AI mismo tieiilpo una fragata inglesa, expe^ 
di4a.de la Jamaica, llevaba la proposición y 
el consejo de tratar con im virey que las Go#t^s 
enviaban A la Nueva Gntnada, el qiial era 
don N. Pérez que estaba en Panainá. Lé 
Junta de Cartagena se aprovechó de está oea« 
sion para calmar los aniñaos ; y envió 4^ dipü- 






lio HISTORIA 

ta€|o&9 del Real y Piñcapes, con la mÍBiiía £vk^ 
gata , con enc^trgo de consentir á una sumi- 
sión decorosa. Mas apenas llegaron á Panamá 
se les puso presos y no se les dio libertad 
haftta dos meses después , y eso por dar sa- 
tis&cion á las vivas reclamaiáones de los Inr 
gleses que hablan sido mediadores. 1 

Esta ceguedad de los delegados españoleí 
acababa de hacer perder á la metrópoli una 
de las circunstancias mas £avorables al msta^ ' 

blecimiento de su autoridad. Si se hubiese 
restablecido entonces el vireynJtb en una pkza 
marítima del primer orden , hubiera sido? sos-^^^^ if* 
tenido por el interés y por. la vergüenza ea 
volver atrás de todo su vecindario , y hubiera 
verosímilmente puesto en peligro la indepen-^ 
deuda de la Nueva Granada, Pero aquel per-» 
jurio decidió para siempre el rQm|Hmiento de 
esta rica provincia con la Eapaña. Por todas 
partes se manifestó el resentimiento con ener^ 
gía ; los ciudadanos mas libres se presentaron 
como patriotas ardientes ^ y por esta vez á lo 
menos no se hizo la guerra sino al enemigo 

común. 

, Cartagena envió patentes á los muchos cor- 
sarios que cruzaban el golfo de las Aátillas , 
é inmediatamente se vio este mar cubierto de 
buques que atacaban y destruian los convoyes 



I 



DE LA COluOMBIA. iii 

españoles. D€»s cuerpos de trdpaélqiie logró 
organizar el presidente Tornees , reunían en 
sus filas muchos estrangeros con los ciuda«* 
danos de aquel territorio; el primero^ al 
mando/ del general veuezuelano Cortes Cam- 
ponmnes , después de . haber vuelto á ocupar 

f los distritos de Tolu y San Benito , rechazo las 

fioierzas iavA^ras ^ que atrayesabadüla Magda* 
lena; el segundo, mandado por el coronel 
¿nances Labattut , marchó en derechura sobre 
Santa Marta, y sé apoderó>de ella; pero 
esta cmdad , 'iíempre realista , restableció 
^4%9a8^Milé^f s^ desj^ues la Yutorijdad de la metró- 
poli. Una flotilla , al mando de Miguel Cara** 

I baño, que llevaba algunos soldados de de- 

sembarco, se apoderó de la bahia de Zispata, 
el único punto donde parecia que hubieraii 
podido resistir los Españoles. Estos nó ocu- 
paban ya en la provincia de Cartagena, sino 
V^ puestos fortificados de las orillas superiores 
de la Magdalena , y de ellos fueron echados 
por un tercer cuerpo al mando de Bolivar. 

^ Unos sucesos tan prontos y tan brillantes 

habian desembarazado el territorio de Carta* 
gena , la cual desde entonces se mantuvo en 
una respetable defensiva. 

Bolivar habia venido á pedir socorros á esta 
ciudad, en un momento en que la opinión 



esXBÜA Ta^cilazite y ao podía faTOMceple. M«ji9* 
ladas las circunstancias y vistos los servicios 
que acababa de hacer á lá provinoia, se dio et 
aprecio debido á su selo patriótico , y se ie 
dejó la división que habia conducido vicio» 
tiojMi hasta las fronteras de Yenexuela. A| 
raisino tiempo él envió el teniente Ribas á so** 
liciter el apoyo del congrego de Tunja ( marso 



* J 



DE LA (XHXNKBIA. na 



^^ ^ti0m*t ^^^ v^^»^iw%>w^><>%>»»^^^^>^>»%>%-%' « v«>*.>«^ %'^%»*%>«^'w^» 1 



CAPITULO IV. 



Libertad de Venezuela consegaida por BoiWar. 



y 



^ La. provincia de Venezuela estaba en situa- 
ción muy favorable para obtener su libertad, 
á jurar la cual b^bian sido llevados los ciuda- 
danos por la opresiQn de Monteverde. No era 
solo el haber violado sus primeras promesas, ' 
lo que se reprobaba en este general ; sino que 
ademas habia dividido la población en delatores 
y victimas, y castigaba hasta los recuerdos que 
podian conservar de la rebelión aquellos mis- 
mos que le habian ayudado á castigarla. Ya 
tenia llenos los calabozos por consecuencia de 
sus crueles precauciones , y transformaba en 
^ cárceles las casas particulares , bastando cual- 
quier relación de trato ó parentesco remoto 
con tin insurgente para ser preso. Esta con*^ 
ducta , altamente aprobada por las Cortes ,' 
habia agriado y exasperado aquellas provin- 
cias. Paria y Cumaná habian tomado las ar- 
mas^ y Marino, ciudadano joven, á quien se 

8 






ii4 HISTORIA 

▼eia por primera vez al frente de un cuerpo de 
descontentos , combatía á varios comandantes 
españoles cerca de la ciudad de Maturin, mien- 
tras Monteverde padecía una derrota com- 
pleta en los llanos de Barcelona , donde Piar 
y Arcunezi habian formado ya algunas guer- 
rillas. ( En abril y mayo de i8 1 3. ) 
> Vt ^$ubiera*;sido muy feliz ii^na expedición en 
aquellas orillas ; p'Sro Bolif ¿íHoa tema buques ; 
y así se iba acercando por el extremo opuesto, 
atravesando los Andes de. Pamplona, march^a 
larga y difícil, pero que tenia la ventaja de. 
llevar sus fuerzas al centro de la dominación 
enemiga, esto es, al territorio de Caracas, y 
ademas preparaba su unión con Ribas que 
llevaba 600 hombres de la Nueva Granada» 
£1 congreso de Tanja le imponia como precia 
de este socorro el restablecer el sistema fede^ 
ratiyo en Venezuela, satisfaciendo asi á un 
mismo tiempo el orgullo de $u propria cau^a y. 
su venganza contra Santa Fé. Bolivar aceptó 
las tropas, y solo sirvió á la independencia co- 
mún. Por^todos los parages por donde pasó se 
le habian juntado patriotas y su egército con-^. 
taba ya do$ mil combatientes cuando atacó á 
los realistas en Cuenta donde obtuvo una vic- 
toria memorable. 
Mientras acababa de someter la provincia de 



DE LA GOLOMBU. ii5 

Aterida , un destacamento de su e^rcito , al 
mando de Briceño, se hacia dueño de Yarínas : 
pero este joven coronel tocó muy Inego el téiv 
mino de sus intrépidos esfuerzos , pues fue 
batido, hecho prisionero y pasado pot las 
armas. Fue entonces cuando los españoles 
adoptaron contra la insurrección colonial el 
horrible medio de giíérra con que habían 
manchado la defensa de su territorio de Europa 
icontra Napoleón; uso tomado de los cám- 
bales , y que no puede adoptar una nación 
culta sin cubrirse de eterno oprobrio. Tiscar, 
gobernador de Varinas, dio la muerte á todos 
Sus prisiojierós, y esto después del combate. 

Bolívar derramó lágrimas por Briceño, su 
eamaradá y su amigo , y arrebatado de su do^ 
1 jr juraba vengar sus guerreros sacrificando 
igual número de prisioneros españoles ; pero 
Sil momento después desistió de este proyecto 
de represalias indigno de su carácter. Solo una 
vez se le verá obedecer al juramento de su 
Venganza , y será disculpado por la necesidad 
de salvar su egército. 

Yarios ciudadanos continuaban allegándote 
bajo las banderas de la independencia. Bolívar 
dividió sus fuerzas en tres cuerpos, y»convinó 
su marcha acia la capital de Yenezuela; y 
siendo feliz en varios reencuentros llegó de- 



"s- 



# 






1 16 HISTORIA 

lante de Las Taguanes, que estaba defendida 
por Monteverde. Peleóse de una y otra parte 
con encarnizamiento, y aunque la victoria 
estuvo largo tiempo incierta, quedó al fin por 
los defensores de la libertad. Esto fue el dia 3i 
de julio. Monteverde se retiró á Puerto CabellOé 
Bolivar y sus segundos comandantes se diri- 
gieron á Caracas , la ctial ya se havia declarado 
por el egército libertador, y el gobernador 
español de ella estaba capitulando con los 
magistrados del pueblo. Al retirarse dejóaban^ 
donados 1 5oo prisioneros á la merced del ven^* 
cedor ; y solo se pactó que no se inquietaría ni 
á los empleados , ni á los habitantes realistas 
conservándoles sus bienes , y dejándolos libres 
de emigrar si lo quisiesen. Los republicanos 
se condugeron fielmente en la observancia 
de esta capitulación que Monteverde lio qoisd 
ratificar, declarando que él no debia tratar 
nada con rebeldes. Ni aun el peligró' de los pri-i 
sioneros le movió á mudar dé resolución. 
' El dia 4 ^^ agosto de i8f3 hizo Bolivav 
su entrada en Caracas en medio de lasacla^r 
Ilaciones y. de la gratitud de todos sus com* 
patriotas. Habia dado dos batallas , sostenido 
muchos combates , y andado á lo menos ires^ 
cientas leguas desde su salida de Cartagena. 
Sus camaradaS; soldados ciudadanos, presen* 



DE LA COLOMBIA. 117 

taban aquel estado <le desnudez que solo se 
sufre en el entusiasmo por la libertad. 

Mientras él babia avanzado de victoria en 
victoria por los territorios del oeste , Marino 
babia llevado á cabo la franquía de las provin*!» 
cías orientales. Pero todavía quedaban á los 
realistas muchos puntos importantes , entre 
otros Puerto (^bello que les abria las comu- 
nicaciones marítimas^ y la provincia de Yari^^ 
ñas desde donde interrumpan en lo interior 
todas las relaciones con la Nueva Granada. Era 
pues preciso continuar la guerra. La batalla de 
Agua Caliente, sangrienta por ambas partes y 
gloriosa para los republicanos , fue fatal para 
Monteverde, pues herido gravemente se vio 
forzado á dejar el mando de sus tropas á 
Salmón ^ quien las hizo volver á entrar en 
Puerto Cabello. 

' Esta plaza no cede en seguridad y fuerza 
sino á Cartagena. Bolivar se apoderó de la ciu- 
dad , pero no creyó deber intentar el asalto de 
la ciudadela cu}/^ éxito era demasiado dudoso ; 
dé suerte que los españoles que se hallaban 
provistos de municiones y víveres para mu- 
chos meses tenían todavía el recurso de las 
salidas, y en efecto fueron estas muy frecuentes. 
Después de uno de estos reencuentros fue 
euando Bolivar renovó en el ]üuevo Mundo 



ti8 HISTORIA 

UD egemplo célebre del antiguo. Un ei^erpq 
de su egército se habia conducido cobarde* 
mente, y le castigó desarmándole. Como ver- 
daderos calientes no se amotinaron contra la 
disciplina ; pero sintieron la afrenta ; y esas 
mismas tropas , acudiendo espontáneamente al 
primer combate que se presentó , se precipi-^ 
tan sobre' el enemigo con palos y lanzas ; le 
vencen, le arrancan sus armas y vuelvea al 
campo gritando PYa las hemos encontrado!... ¿ 
Al tiempo que tales hechos ilustraban la 
audacia republicana, el espíritu de avasalla-^ 
miento aspiraba con envidia á otra clase de 
trofeos. Monteverde se habia negado á todo 
cange de prisioneros, aunque la conducta de 
los españoles hacia que tuviese él muchos me- 
nos que los patriotas ; y sus succesores mos- 
traron una obstinación aun mas cruel. Uno dé 
ellos llamado Isueta, instado por Bolivar á con- 
sentir en un cange , dio por respuesta el pre* 
sentar los prisioneros venezuelanos al fuego 
de sus compatriotas , y los que no acabaroi) 
asi perecieron sofocados en los pontones. Asi 
se trabó una lucha de horrores : los sitiadores 
colocaron algunos prisionerosal frente de sus 
filas ; pero constituyéndose siempre maestros 
en represalias los generales españoles manda- 
ron hacer una descarga de fusilería sobre los 



DE lA COLOMBIA. 119 

jp^sioneros colombianos^ colocados de modo 
que sus compatriotas sufrieraa por via de 
cUjStigo el espectáculo de verlos mcnir. 
' . Por otro» lado el general Püy ordenaba una 
caroiceria aun mas horrible por ser hecha mas 
á sangre firia* "So temiendo Bolívar na4a de 
aquellos restos.de enemigos refugiados en 
I^^rto Cabello, .acababa de enviar algunas 
tropas acia Yarinas. Se hizo saber esta marcha 
de los independientes al general Puy, digno 
instrumento del gobernador Tiscar, é inme- 
diatamente mandó arcabucear á todos los que 
estaban presos sin distinción. Ya estaban ten* 
didos muertosasi quinientos habitantes, detei- 
BÍdqs solo como sospechosos, cuando llega 
cpiri^ndo im ayu^qte y anuncia que la van- 
gjuardi^ enemiga s^ acerca. Entonces Puy pre*- 
glinta : « tenemos tiempo para aoabar con los 
setenta y quatro miserablcss que quedan pre- 
sos? — No Señor. — Pues bien dejémoslos 
hfiSta la vuelta. » Y en efecfx) esta horrible Mr 
peranza tuvo desgraciadamente todo su cum- 
plimiento. 

Bolívar se vio precisado á acudir á las costas 
^yisado del deseqibarco qpe bacian eu Ckiro 
nuevas tropas espapolas. ilnciiéntrase con estas 
y gana la decisiva victoria de Araure, d día 5 
de diciepoibre de 181 3. Eptónces la ciudad de 



I20 HISTORIA 

Caracas dio á Bolívar el título de Líb^iad&r 
de ¡Venezuela. 

Esta recompensa nacional le imponía obli- 
gaciones que solo él comprendía en toda su 
extensión. Porque la mas pura glmria excita 
siempre en una tepúbiíca naciente, los ín* 
quietos temores por la libertad ; esa es la 
piedra de toque de los héroes. Desde el mes 
de agosto egercia Bolívar una dictadura mili*- 
tar, que si era prudente y sabia en lo- qué 
estaba á su vista, la hacían sus subalternos 
sentir á veces demasiado < Entonces se acorda- 
ron de la constitución que no habían sabido 
defender. Había dos motivos igualmente hon-^ 
rosos que impedían á Bolívar el volver á: po- 
nerla en vigor , uno ; era la opinión que su 
ilustración le había heeho formar poco favo», 
rabie al sistema federal en un país donde lo^ 
lugares aspiraban á ser distritos, y Iqs distri**' 
tos á ser provincias ; y el otro el no estar des- 
lumhrado por la aparente seguridad de sus^ 
conquistas. * 

£1 consideraba que la independencia estaba 
siempre amenazada mientras lá metrópoli pi- 
sase el terreno de la república fuese con sus- 
tropas , fuese con sus partidarios. Efectiva-* 
mente ademas de estar ocupados por esta los. 
puntos militares de Coro y Puerto Gabello, la 



i 



D£ I4A COLOMBIA. 121 

Redaban también muehos partidstrios á lo^ 
dos extremo» de Venezuela, en Guayana y en 
Mdracaibo. Podían de consiguiente renacer de 
un instante á; otro los ataques y el peligro , y 
seria basijuite un magistrado pusilánime ó 
corrompido , un soldado ambicioso ó vil para 
restituir al despotismo una victoria comprada 
con tantos sacrificios. Los resortes de un go» 
biemo regularizado saltan al recibir los sacu- 
dimientos : y la unidad , la presteza y el poder 
son los que pueden salvar la república. Lle^ 
gado este caso de verse triunfante de todos sus 
enemigos, entonces, y solo entonces abjurará 
de l«l tutela dictatorial. 

Egemplos ilustres apoyaban el modo de 
pensar y las miras de Bolivar. Sin embargo ya 
gritaban algunos acusándole de aspirar á la 
tiranía y dando á sus servicios el color de ser 
solo los primeros escalones que su atrevimento 
había convinado para llegar á este fin. Así la 
pepúblíca estaba agitada y desunida^ Eti a de 
enero de 18149 Bolivar convoca los principales 
ciudadanos dé Caracas á utia junta con los 
funcionarios civiles y eclesiásticos : hízoles 
una exposición de su conducta y de sus ope- 
raciones , trajo á la memoria que .la inde- 
pendencia se hallaba sin apoyo, y los patrio^ 
tas sin punto de reunión y sin gefes , cuando 



%%2 BISTORÍA 

él tomó uii mando que habia egercijdb procu- 
rando el interés común , yque habia sido jus- 
tificado por la gratitud nacional , y concluyó 
renunciando el poder, dándose por dichoso de 
haber ^do útil á la patria , y formando votos 
por la unión y prosperidad de sus ciudadanos. 

Algunos espíritus descontentadizo s no vie- 
ron en este discurso sino una petición para 
conseguir la autoridad suprema; pero aun 
esto hubiera sido una ambición sublime. Bo- 
livar. poseía grandes riquezas y las estaba 
sacrificando á un pueblo pobre ^ y que aun 
no tenia ni esplendor ni nombre; y habia 
confiado su gloria alas vicisitudes de la guerra 
y de la injusticia pública, con la única mira 
de guiar la debilidad y la inexperiencia de sus 
compatriotas. Es posible que la posteridad le 
tenga por mas grande en esta ocasión que 
cuando mas tarde tuvo que defender el lustre 
de su nombre que ha llegado á ser universal. 

Bolívar era indispensable para la república, 
y felizmente lo juzgaron asi los ciudadapos y 
los. magistrados de Caracas. Después de ha- 
berle dado gracias por lo que habia emprendido 
y ejecutado , volvieron á poner en sus manos 
ia autoridad dictatorial , que era la que habia * 
de asegurar la independencia colombiana. 



.1 



DE I«A GOIaOipiA. ta3 



CAPITULO V. 



Alistamiento de los esclaros j nueva ocupación de Venezuela 
por los Españoles. — Sacrificio bizarro del jóyen Ricante. — '■ 
Boliyar en la Nua»» ^•* 



Las pequeñas inquietudes constitucionales 
de los ciudadanos de Caracsis distrajeron la 
atención pública de la defensa del territorio ^ 
y acaso favorecieron la horrible conspiración 
que puso la independencia en grave peligro 
pocos dias después de haber obtenido uno de 
sus ntas grandes triunfos. * * • * 

Por una de las primeras actas de la revolq?» 
cion se habia abolido la esclavitud , sin quq 
por eso se promoviese la explosión d^ aquella 
turba que no conoce sinp el puñal cuando sf; 
halla sin cadenas. £1 tráfico de loa hombre$ 
estaba prohibido; los hijos nacian libres, pero 
el dar á todos la libertad no debia hacerse 
sino en una progresión prudente. Ya algunos 
ciudadanos ricos siguiendo el ejemplo de Bor 
Uvar, veian unos clientes en sus esclavos y 



ia4 HISTORU 

los honraban con el dereeho de defender 1» 
patria. Pero la provincia de Venezuela con- 
taba cerca de sesenta mil individuos á quienes 
la antigua política habia marcado ignominio- 
sámenle ; y ademas encerraba un considerable 
número de vagabundos que venian de todas 
partes buscando su impunidad á la sombra de 
* las calamidadesnúblicas. Varios agen tes jBS pa- 
noles se esparcieron secretamente en las pro- 
vincias , ofreciendo á J^^jan os una entera 
libertad y á los otros asilo y, protección ; y á' 
todos presentaban armas , siendo la única con* 
dicion qué les imponian, la carnicería de los 
patriotas. 

Tres españoles y un africano, que eran los 
principales enganchadores de estas bandas, 
eran igualmente dignos de capitanearlos. £1 
negro Palomo ,♦ convencido de muchos ase- 
sinatos, tenia sobre sí varias sentencias que 
le condenaban á muerte. Roseta y Puy, á 
quienes la justicia perseguía eahí lú península, 
habían logrado ocultarse en^e los reclutas 
coloniales; ya hemos visto la conducta de 
este segundo en la provincia de Varinas. Por 
lo que hace al feroz ^oves , al principio sol* 
dado, después desertor, contrabandista por 
mucho tiempo, y al fin admitido al servicio 
de los patriotas, los habia abandonado á la 



DE LA C(»X)MBIA. i%5 

época de sus primeras derrotas para ven^ 
derse á los realistas ; su intrepidez , su cruel* 
dad y el gran conocimiento que tenia del 
pais, hizo de él por algunos dias, el mas 
terrible aunque el mas indigno adversario 
de Bolívar. 

Puy y Palomo manejaron muy en provecho 
áuyo las provincias occidentales; Boves y Ro* 
seta, las orientales. Los medios de que se 
valieron y la conducta de estos facinerosos no 
encuentran comparación sino en la primera 
CQnquista del .Nuevo Mundo por los espa- 
ñoles; con solo la diferencia que los del dia 
no tenian por excusa la necesidad de batirse 
con antropófagos* Después de haber alistado 
de una y otira parte unos cuatro mil mer-- 
cénanos, se juntaron Boves y Puy entre Ócu- 
nts^a y la Victoria ; el primero había venido 
siguiendo las orillas del Orinoco, y el otro 
salía de la provincia de Yarinas. Su pro3Fe(Cto 
era übertar Puerto Cabelló , fav<H?ecer un 
noévo desembarco de los espa£k>lesr y volver 
á subir juntos contra la capital de Yei^ezuela* 
Sus fuerzas ferian á lo menos de nueve mil 
hombres ; y ya la mortandad y el incendio 
cubrían trescientas leguas de terreno. 

Habiasído imposible estar preparados contra 
una írruption tan repentina y tan desastrosa 



126 HISTORIA 

como la que cargó sobre Yeneeueh en fé« 
brero de i8i4« Las tropas de la república, 
á que sin embargo debemos dar el nombre 
de ejército , no llegaban á cinco mil comba- 
tientes; estaban dispersas por la necesidad 
que habia de defendérsela un mi»mo tiempo 
en todos los puntos ; y sí se retiraban las guar- 
mcioties de las plazas , se estaba expuesto á 
que sé rebelasen inniedialámente los prisio- 

Entretanto las noticias aflictivas sé succe^ 
dian unas á otras rápidamente. A un mismo 
tiempo sé stipo la mortandad de los habi^ 
tantes de Ocumara^ f el amotinamiento de 
aquéllos infelices cuyo cange no quiso hacer 
Monteverde y sus succesores. En tales cir- 
cunstancias, arrastrado por la inminencia de 
los peligros y mirando por el corto número 
de yalierites que le rodeaban , fue cuando 
Bóliyar dio la orden de pasar por las armas 
ochocientos prisioneros. Desde este momento^ 
tomaúdo los españoles este hecho como una 
justificación de su conducta anterior, se exce- 
dieron á si mismos en crueldades: 

El incendio llegó á ser muy en breve ge- 
neral; los republicanos oponian al mayor 
número dé sus enemigos un valor extraor- 
dinario. Boyes fue batido muchas veces por 



^-^>-._ 



/• 

DE LA COLOMBIA. ii^ 

Btflívár á quien ayudaron muy enérgicamente 
Marino y Montilla. La intrépida actÍTidad de 
Riba^ puso en fuga á Roseta, y Bolívar obr 
tuvo una brillante victoria contra Cagigal que 
desembarcó con tropas frescas. Este Cagigal 
venia á reemplazar á Monteverde en la ca-^ 
pitania general. En fin el joven Ricante, sa- 
crificándose heroicamente, acabó de sembrar 
el espanto en medio de las bandas enemigas. 
Se habia mandado á este oficial que se 
hiciese fuerte en una casa de San Mateo, 
para inquietar desde allí al enemigo con un 
fuego perenne. La posición de las tropasf 
haeia muy importante este puesto , y Ricanté 
lo mantuvo cinco dias con tanto zelo éomd 
dicha , aunque no tenia sino cincuenta hom- 
bres y Boves le sitiaba con mil y doscientoH. 
Pero ios medios de defensa se acabaron antes 
qtte él valor; la hambre hacia murmurar á 
los soldados y todo precisaba á ceder. En^ 
tónees Ricante declara á sus camaradas qué 
él no rendirá el puesto, y que él solo ba^-* 
tara para defenderlo , y les manda que vayatí 
á unirse con el egército. Visto que la resis* 
tencia cesaba, envia Boves á los suyos para 
que se apoderen del puesto^ cuando de re- 
pente rebienta una explosión; desaparece lA 
casa; los soldados de Boveií^ saltan Aiuertós 



1 

( 

i 



138 BISTCMQA 

á larga 'dtslaHCÍa> y RU^anle que $e 
encerrado en utia sala baja icón un barril de 
pólvora ,' muere sepultado eñ las ruinas d^ 
su pequeña fortaleza. Este héroe , üuya edad 
apenas llegaba á í»a años,; np conocía, sin 
duda,' la histcH'ia de la república francesa; 
pero en todas partes el entusiasmo por 1^ 
libertad inspira iguales hazañas:, - 

Todo hacia esperar que los patliolsasiriaiíi 
de buena en mejor CoFtUnk.Bero hasta allí 
habia tenido su rdefen$a'•tt9a^ ppisiipion c<Ml^ 
tral; el enemigo ^e di'vidia 'para • atacar lf>s 
extremos,' y. debilitándose; siempre, no podiá 
forzar la masa. Bolivar creyó poder desaten* 
der aquellas bandas que marchaban en der- 
rota , y emprendió bolverse ; á apoderar dé 
las plazas ocupadas por^ k)S^ e^fmñoles. Di- 
vidió pues su egército tn tres cuerpos, en- 
viando á Urdaneta acia ' Coi'o , ' 9|ariñó bénla^aj 
San Fernando, y cfuedáii^osé él pat'a- resistid 
á Boves que era el único que bohria á pre*' 
sentarse con fuerzas. Este "pl^n fue una dés^ 
gracia, pues cada cuerpo aislado fiie batido i 
Pero lo que ^obre todo aumentaba^ el des¿ 
aliento de los patriotas y la audacia del ene- 
migo, era que el mismo Bolivar, después de 
muchos reencuentros desesperados , fue der<* 
rotado por Bbves en los tknos de Gura.' Quiso 



DE hk €OIXMIBIA. lag 

tcMar la suerte nuevamente en Aniqiiítat j 
también le fue adversa; y nn héroe cuando 
es yeocido uq halla ya á su Jado sino insu- 
hordinaGionr t , ■ < : 

£1: pueblo bolvió á dudar de los beneficios 
de ja libertad» Tcrda^ ia$^. guarniciones:, asi las 
que se deJfendi^n' eomó las quese somettaut 
sufrieron una cruel mata^sa. La de Valencia 
habia ofrecido f^pílula? :Oon oon^cion que 
se celcbtasíí Uína i^iai eti f f>reseiicia de. ¿mbas 
partes contitaitantes^ para hacer asi inviolar 
bles ^us juramí^nlos : los sitiadores aceptaron 
la condición^; se celebró la QiiSa y se enlaregá 
en s^uida la pla^; vqm los represen tautes 
del rey ca^Uco yci^ron dflgpllar ia goar*^ 

nicion^' . ; ^ ' ■; .. ^ ;•:• . , / " 

.Boyes habiá entrado en Caracas en el mes 
de julio. Durante seis, meses. im puñado de 
palriotas vengó todavía el honor y la liber- 
tad ultrajadoe; Ribas y Bennudes& consiguieron 
muñirlos en las llanuras de: Gumaná« Al .fin 
cedieron al eicceso de.númeto de sus ene* 
migos después del saugtieiM» combate de 
Urioa que se dié el 5 de diciembre de i8f4 ^ 
dta en que el año anterior habia sido Bolívar 
aclamado liberiador de Venezuela* En esta 
última acción minrió el feroz Boves* A un 
gefe de los independientes, Ribas, vencido 

9 



i3o tUSTORlÁ 

por la ptttnera te% y hecho prisidnero, selé 
enviaba al imerro capitán general; ma^ el coh 
mandante de la escolta le hizo cortar la oabeaia 
y la fue enseñando^ en los pueblos de stt 
tránsito , cobrando dinero de los curiosos. 
Cfertameote no se sabe muchas veces de que 
pueblo ó de que siglo se habla en esta hi^ 
toría. 

De este modo en un mismo año se vio tí 
triunfo y el lulo de la independencia de Ve- 
nezuela; perdió ^esta sn existencia en todas 
partes menos en el ioorazon de BoUvat, paira 
el quai tan grandes derrotas no eran^sino la 
obligación de mayores sacrificios. Habia vuelto 
á Cartagena á implorar nuevos socorros y A 
armar nuevos brazos contra el despotismo. 

Ya habia ayudado á esta ciudad á rechazar 
el enemigo* igcmiun; le estaba reservado él 
pacificar kt' Nueva Granada^ qne hasta en^ 
tónces estaba mas agitada por las discordia* 
civiles que por la guerra. Nañño no había 
^sátadó partido de su victoria del mes de di* 
eiembre de 1812 : la confederación de Tunja 
y la provincia de Santa Fé conservaban sü 
independencia aisladamente. No pensaban en 
reunirse para intentar una expedición al isimo^ 
tenían abaiidonadas las cómicas meridkH 
nales á la opresión de los delegados del rey i 



DE LA COLOMBIA. i3i 

en ñii f^ dejaba para estos el honor de ia 
ttiiciativa. La agresión de Montes^ gobernar 
<tor de Quito, á fines de i8i3, fue la única 
que motivó utiá alianza defensiva entre las 
provincias del centro , cuyas fueras comunes ^ 
de que áe dio el ínandoá Nariño, ascendieron á 
ocho mil hombres. 

Por de pronto tuvieron grandes yentajas; 
Pop&íyán fue puesto en libertad y. recibió ana 
a^utoridad nacional*^ caminaban contra Pasto^ 
y amenazaban también á Quito. De repente , 
por una estratagema del general español Atme*» 
rich , corre la voz de que Nariño está prisio* 
nero; el terror se apodera de los soldados, 
se dejan vencer > y Nariño que estaba libre se 
ve envuelto realmente^ hecho prisionero y eo'* 
viado á Europa para ser juzgado solemne- 
Alerte. Un destino bien singt^r^ protegía la 
vida de» esté patriota : esta era léaouarta vea 
qae caía en manos de sus enemigos; y ái k 
Mvolu^n de tS^o* todavía estaba en W caC : 
kbotsos dé Gadiss. ^ *-£«. 

£u pocos días volvieron los realistas á tomar 
sus pósicioines, y por consecuencia de esté 
desastres se encendió de nuevo la guerra eivil. 
si Cóngtéso se creyó dueño de Santa F¿ ^ desde 
e) momenlo que faltaba Nariño ; pero este antes 
dé étíti^ar én campaña haibia puesto la autoría 



i3a HISTORIA 

dad en inaoo3'de 3u tiso Álbarez el cual inspi- 
raba en S^Qla Fé la misnia obstíiiacio0 en sua 
preteuaiones, sia poderla ofrecer las mismas 
garantías milíliares. Entretanto se recibieron 
de Europa noticias, amenazadoras : y la res- 
tauracion del rey Fernando se señalaba por 
la OTden expresa de rendirse á discreción, orden 
que iban á sostener liiersvas considerables. £1 
congreso de Tunja promovió inmedisilamente 
un levantamiento en masa^ ^santá^ f^ se negó á 
dar SU contingente. no i^jla patri^ sino al.cpn-^ 
gresó; pero el resultado era^ mismo. Se i^r 
solvió pues someterla por fui^rza. 

Bolívar acababa de llegar á Tunja á fines 
de i8i4* Se estaba eu la incertidnmbre acerca 
del gefe que se babia de oponer al tío de STa'* 
riño. £1 héroe venezuelano fue, elegido por 
aclamación , y no tardó en corresponder á la 
esperauTUí general así con su- valor como con 
su prudencia. La capitulación que concedió á 
Albarez estipulaba que las pro vip cias disidenles 
se unirían á la confederación, pero que de allí 
adelante el congreso se juntaría en Santa Fé. 
Como éste era el motivo capital de la guerra, 
creía la capital triunfar, llegando á ser centro 
del gobierno,y los confederados se gloriaban de 
esta conquista de sus armas. Die^ provincias 
de la Nueva Granada , que hacia tres años se 



D£ LA COLOMBIA. f33 

destrocaban redprocameiiCe, ítieik>n dé este 
iúúdo reftiituidas á combatiF scfo por la li- 
bertad, por la sabia mediación de Bolivar. 
^ £1 congreso obtuvo desde eQt<k>ces la fuerza 
de la opinión y la coñfíanaa entera de loa ciu- 
dadanos ; y hasta el clero quería ayudar á re- 
chazar la esclavitud. Los frailes de Santo Do- 
mingo ofrecieron una suma considerable ^ qtte 
^a el fruto dé muchos años de fimosnadreeo*' 
gidas, para equipar los soldados* La virgen de 
Chiquinquira , qué era un cuadro úiuy malo 
pero reliquia muy venerada, habia tentado en 
otro tiempo el deseo deposeeHa á los seculares 
de Santa Pé; Quisieron hacerse, por la suma de 
euaretita mil duros, con este perpetuo objeto 
de ricas ofrendas y qtíe atraia muchos pere- 
grinos : pero los frailes dominicos se nega-* 
ron á ello , y su don patriótico vino acaso á 

ser el resultado mas efictaz de la intercesión de 

« 

la vii^en de Chiquinquira. 
' Está concurrencia de opiniones inspiró va- 
rias medidas de entidad. Para precaver la in- 
triga y las seducciones se mandó salir de la 
república á los españoles que se hábian esta- 
blecido en su territorio en los últimos años , 
permitiéndoles que dispusiesen de sus bienes. 
Se enviaron tropas para contener al gobernador* 
de Quito. Otro cuerpo, á las órdenes de Ur* 



1 34 ' mSTORlA 

duneta, protegía In provincia de Pamplona 
contra las bandas qUe Puy babia oorganísado 
en la provincia de ]^aracaibo. £n fin se resol- 
vió hacer una empresa vigorosa hacia Saüta 
Marta, cuya posesión era de grande importan- 
cia para impedir el desembarco de los espa- 
ñoles. £sta expedición s^ encargó á Bolivar^ 
y aunque su presencia sola era entonces , di- 
gámoslo así, toda su patria, recivió al mismo 
tiempo el título de capitán general de la Nueva 
Granada y d^ Venezuela; siendo esta la pri* 
ilí^^ra ve^ que las dos repúblicas se reunieron 
bajo un solo comandante militar; por lo demfts, 
se h^bia confiado el poder egecutivo á tres 
hombres cuyo mérito y patriotismo estaban 
igualmente experimentados ; á saber , Torices , 
Garcia Rubio y Pey, 

De este modo respondia la Nueva Granada 
á la cédula imperativa del monarca español^ 
cuando los celos y la traición privaron á la 
república del héroe á quien se debia este 
grande impulso. .Los oficiales de la confede- 
ración padecían en su amor propio , viendo á 
los oficiales estf angeros empleados y saliendo 
bi^n de lo qne emprendían. Un venezuelano 
era todavía él gefe supremo del egército. El im* 
perio de las circunstancias hubiera debilitado 
sin duda estas quejan; pero un hombre coló- 



DE LA CftMíWBIA. 135 

m»t9» bajo h mysmtí^d qw i^aníjfestAba teQ^^r 
á BoUvar. jfete último . «e pre^eató «Miy ea 
J?reve d^lant^ de C^vt^g^u^j paj^í^ jeplamar eij 
^9ipbre del copgre$a el contiq^e^it^ de esta 
ciudad contra ^anta Marta : negósele ; él insiste, 
y se desprecia la autoridad nacional. Bolivar 
amenaza emplear la fuerza para exigir la obe- 
diencia. Esto era lo que deseaba secretamente 
el gobernador militar D. Manuel Castillo , que 
se sospechó obraba de inteligencia con los es- 
panoles ; y así dio la señal de las hostilidades. 
La guarnición de Cartagena habia hecho 
sufrir varios reveses á las tropas del congreso. 
Se quiso entrar en negociación, y Castillo de- 
claró que no trataría con Bolívar. Entonces la 
crisis era inminente de todos lados. Los rea- 
listas de Santa Marta á quienes se habia ame- 
nazado, se extendían con aire de vencedores 
fuera de las fronteras, é interceptaban las co^ 
municaciones con el centro de la Nueva Gra- 
nada. Pero lo que exigía principalmente una 
grande determinación era que ya entonces la 
formidable expedición de la metrópoli cubríalas 
costas de Venezuela, y debía atacar necesaria- 
mente muy pronto á Cartagena. Bolívar cedió, 
reforzó con sus tropas la guarnición de esta 
plaza, y corrió en busca de otras orillas donde^ 



136 HISfORIA 

padtoM pMpnar MCiii»9ft*á kkid^efideBoki. 
La conducta equhrpca de la diploiyiacia in- 
glesa dejaba sien^re ságuna puerta abierta á 
las esperans&as die la libertad , y con esta idea 
se embarcó para la Jamaica eo fines de abril 
de i8i5. 



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VE Ui QIROMBU. 4 87 



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CAPITULO TI. 



yiidu <kl fej Famando á España. — Expedición omfiaja 
á Morillo. — SKtnacion en que se eneontraba el pnelblo co- 
lombiano. — Las GnerriUas. 



El comOTcio de la Inglalerrai no menos que 
su política , objetos ambos que con dificultad 
puedí^a smdar desunidos, habia dado ya mu- 
chas veces protección á la independencia co- 
lombiana;, pero los grandes sucesos que ha- 
bian precedido y las nueras alianzas contraídas, 
al paso que aproximaban á las regias del de-* 
recho público la ambición de los gobiernos y 
debían comprimir por algún tiempo hasta el 
a&n mercantil. Los reyes mandaban á la Eu- 
ropa el odio de las revoluciones. 

£ias fuerzas reunidas de todos los reyes ha» 
bian hecho pedazos el cetro de Napoleón ; y k 
España, después de seis años de una guerra 
de fsmatismo , sostenida con el nombre de sus 
libertades, acababa de doblar dócilmente su 
cerviz bjajo el yugo del despotismo. IjOS nobles 
y el clero se presentaban llenos de orgullo por 



i38 HISTORIA r 

haber conservailo á su antigua monacqnáa un 
territorio asolado ^ un pueblo constantemente 
crédulo ; y las Cortes por su parte, aun mas en* 
vanecidas con su propia conquista, dictaban 
imperiosamente una constitución al heredero 
del poder absoluto. Pero en vano quisieron 
estas dar á su lenguage el carácter de nacio- 
nal; el príncipe que temió combatir, sabrá 
castigar la victoria y el cÍTÍsmo. Podrá creerse 
algún dia que el hijo de Carlos lY queria ven- 
garse de la importuna fidelidad de sus subditos. 
£n efecto , es menester dejai*' al espíritu de 
partido el hablar de las yioleacta^ ^on:queAe 
pretende haber sido an^aní^adaa las traneaemor 
ues de Bayonna; porque la conducta del rey 
m. Francia no maniató nunca ni reseoti^ 
miento ni pesar de lo que allí hiw. ]&a su mano 
estuvo el tentar fortuna poniéndose ^n medio 
de un pueblo que estaba pronto ¿ todo sac^ 
fici0 por él ; de parte de los Ingleses se le pro- 
puso esto mismo durante su permanencia en 
Talen^ay; pero las satis&oeiones de ujiavida 
pacifica^ hacian sin duda que no echase me^ 
nos el brillante peso de una corona. £Uo es que 
en los cinco anos de su retiro, no cesó de d^i<^ 
gir á Napoleón los ruegos de un hijo y las fe^ 
licitaciones de un amigo; y cuando á fines 
de i8i3 el 4nismo emperador le repuso en 



D£ LA OOLCHMBIA. tig 

«i troao de « ttft . padres » ge le yíó . ]M>lver . á 
s^ntai^e eu ^ con cierta hesitación. Cedió ai 
$n á las miras de la política eiuropea qué Lo 
proclamó re^ legítimo de las Españas y de 
las Indias, y ^1 momento pareció como, sá 
digera i sua pueblos ; ic Yo el rey, no he 
aprendido á gobernar ciudadanos» Volved á ser 
^c}aYos, puesto que me forzab á bolver i 
tomar el ¿etro- » 

Una orden y algunos verdugos bastaron 
para someter la España.. Kero pues que los 
pueblos de ultramar no ceden , es menester 
organizar egércitos poderosos. Este era el única 
pensamiento en que iban de acuerdo el rey 
y la península, y el rey debia encontrar aun 
mas ardiente eJ zelo que habia excitado á las 
Cortes á mantener la guerra de América. Sí 
la España Ubre queria tener sujetas sus co*- 
lonias, ¿ como podía sufrir la independencia 
de estas ^ cuando ella misma abjura su propia 
Isbei^ad.? 

Dosna^s^d.e guerra, cincuenta transportes , 
y \i8,5oo soldados se pusieron á la disposi«> 
cion de un gefe que mereció la confianza del 
monarca y la afecion del egáí'cito. Morillo 
habia ascendido desde simple soldado al pru 
mw grado de la milicia; se habia criado en 
la obediencia absoluta^ y se mostró guerrero 



■40 BISTORUk 

oruei cuáDdo $e sacrificaba por su dueño , j- 
hombre de honor cuando obraba como ciu* 
dadano. Si solo hubiese sido dirigido por el 
amor de la patria hubiera sido un héroe. Los 
planes de este general eran gigantescos* Debia 
apoderairse desde lu^^ de Yenesueta^ y se 
contaba con que inmediatamente se sometería 
la Nuera Granada. Desde Santa Fé debia ir á 
jimtarse con las tropas realistas del gober-* 
nador Montes en Quita» y después atrave^ 
sando Lima y el Alto Perú , caer sobre Buenos 
Aires. La corte y el pueblo ya preparaba sus 
aplausos á esti marcha triunfeinte , porqué 
los españoles 9 aunque desheredados del briL 
lante heroismo de los caballeros de la edad 
media, habian conservado su loca presunción» 
Era ciertamente el armamento mas formi- 
dable que se había dispuesto contra la inde* 
pendencia , y el orgullo de la metrópoli podía 
fácilmente engañarla acerca del concepto ge- 
neral formado de aquellos colonos. Hasto 
entonces no se veían sino algunos puñados 
de patriotas que compraban la emancipación 
de un pueblo voluble y flojo que recibía in- 
diferentemente la libertad ó la esclavitud, que 
va al combate espantado del ruido de sus 
cadenas t pevo que se tiene por feliz de volver 
i. ellas cuando asi logra que le dejen en ocioso 



DE lA COLOMBIA. t4i 

descanso. Es: verdad que la Kueva Granada y 
Venezuela contenían mas de tres millones de 
habitantes, la mitad de los cuales estaba con- 
tenida por las autoridades del rey. Pero aun 
por los cálculos mas rigorosos quedaban en 
las proTÍncias libres mas de cien túi\ hom- 
bres en estado de Uevar las ^rmas, y con 
todo\ la independencift tio contaba todavía 
veinte mil defensores entre los muertos pe<- 
leando y los que estaban repartidos en los 
puestos amenazados* l^sra, explieso* la - apatía 
de esta población bastarda , es preciso recor- 
dar los elementos de que eisftaba compuesta. 

£1 papel que hacían los Indios era' entera- 
mente pasivo 9 porque siendo ellos incapaces 
de reclamar jamás sus derechos como primeros 
poseedores del terreno , no comprendían como 
otros defendían allí una patria. Por lo que 
hace á los esdavos hubiera sido muy expuesto 
el elevarios A todos mas arriba de sus obli-- 
gaciones. Los habitante de los llanos, mes- 
tizos, i^ros Ubres ó zambos, no eran bien 
tratados por ningún partido que venciese , y 
así no mostraban adhesión á ninguno. £1 
egoísmo natural de la dase traficante y de 
los artesano^, cuya mayor parte eran mulatos , 
se hacia mas fuerte con los vicios de su edu- 
cación ; porque el e^do de siervos sieado 



1 42 mSTOBIA 

largo j marchita las fiícoltadés intelectiiah» y at 
modo que una áubstamma mortffera corrc^dipe 
tos principios vitales. £stas varias castas que 
formaban la mayoría de la población sé des- 
preciaban unas á otras, y todas detestaban á 
los criollas, especicNde patricios que en efedó 
no los miraban sino como un pueblo de li- 
bertos. La nobleza del color blanco era siempre 
un obgeto de odio y un título para la ambi^ 
cion. El alto comercio, las magistraturas ci'- 
viles y eclesiásticas, estaban en manos de ^$ta 
aristocracia , la cual tampoco podia de pronto 
penetrarse toda bien de los beneficios de la 
revolución ; los unos temian la pérdida de su 
fortuna , y á los otros les importaba poco que 
el incienso ofrecido á la divinidad fuese ofre^ 
eido por un vasallo ó por un ciudadano. 

La desigualdad de condiciones , la difenMi'^ 
cta y la relajación dé Costumbres formaban 
allt> como en todas párteS, una masa de po* 
blacion compuesta de índividuoit de todas láa 
demás clases; era en extremo pobre, aun ma$ 
escasa de talentos, sin cuidado alguno acerca 
de su estado en la sociedad, y accesible soto 
á bajas afecciones. De buena ó mala voluntad, 
esta maSa daba reclutas á la ndilieia del poder 
efefpañol; pero les patriotas no obtenían su 
avuda sino á fuer^ar de dádivas, y iknos mis^ 



DE LA COLOMBIA. 14^ 

mM itidi vidüos militabasi altertiativmíieíite por 
acia y otra causa : la vos& de la libertad no era 
Mcuchada^ y el despotismo encontraba siem- 
pre á su fairor el hábito de la obediencia. 
Asi es como los republicanos y los realistas 
se lian disputado por mucho tiempo los hom- 
bres y el territorio; pudiendo decirse en oiertó 
modo que habia dos estados mayores para 
un solo egército* 

Finalmente no olvidemos que la metrópoli 
habia condenado á los americanos á no. co* 
nocer ni la protecion de la industria , ni los 
socorros de una agricultura variada. No te- 
nían manufacturas ) ni artes, ni otros recursos 
que los que les permitia la desconfianza del 
tégimen colonial. Era menestei^ crear todos 
los mediiM de hacer la guerra , esto es , las 
armas y la decidida voluntad de sacrificarse. 
Con todo la regeneración de un pueblo se- 
mejante no ha hecho desmayar ni per un mo* 
mentó siquiera el valiente espíritu de Bolívar 
y de sus camaradas. 

Estos promovieron las primeras insurrec* 
cíones y sostuvieron los primeros combates 
con hombres medio desnudos y armados de 
palos y de horquillas. En mucho tiempo no 
pudieron oponer sino el arma blanca á las de 
fuego de Europa ; y la España admiraba en 



i44 HiSTORüA. 

esto la obra de su poliCíca que ha3>iá bcdbo 
de sus hijos un pueblo de Indios. Pero estos 
eusayos de la multitud y la perseveraocia de 
los gefes daban grandes egemplos , inspiraban 
una generosa «tnuladon 9 y por últímo ens^ 
ñaban á vencer. Los ricos dieron honcNr ^sa 
país 9 pagando con el oro que debía aCnni- 
liarlos, el hierro que hace libres las naciones , 
mientras qae las reacciones sangrientas cM 
poder acababan de promover la decisión ab- 
soluta de todas la^ clases ^ especie de educa- 
ción política en: qOe las pcoyincias del norte 
ban mostrado adelantar con mayor ai^dor* Los 
españoles decian a qi^e los venezuelanos np 
solo hablan, sacado la espada, sino que bst^ 
bian hecho pedazos la vaipa, cuando en la 
Nueva Granada se coid^entaban con hacer le» 
oradores. » 

Venezuela continuaba arrancamdo loe do- 
gios de sus opresores. Estaba, asolada mas no 
sometida. Los compañeros y los svcoesores 
de Boves , desdeñándose de restablecer el go- 
bierno de la metrópoli, no habian sicpiiera 
establecido una autoridad mUitar; allí no 
habia sino una permanente mortandad de 
víctimas señaladas por la codicia ó sacrifica- 
das por el miedo. Ko hallaban seguridad sinp 
sentándose sobre ruinas, porque no consé- 



DE LA COLOMBIA. ¡45 

gttian la sumisión sino en medio de cadá- 
veres. La guerra se hacia por fin nacional. 
Los habitantes tímidos qiie hablan llamado 
moderación su tibio valor; otros contenidos 
por mucho tiempo por intereses ó por há^ 
uto ó por estar titubeando entre los deberes 
domésticos y las virtudes republicanas ; todos 
heridos ya por la tiranía querian sustraerse 
de recibir nuevos golpes. Beñigiados á los 
bosques con sus familias , tomaban á egemplo 
de los salvages aquel género de vida que au- 
'ménta las fuerzas del hombre y disininuyé 
sus necesidades; iban pidiendo su alimento 
á la tierra y la venganza al cielo. 

Reunidos muy inmediatamente ' en gran 
número, excitados por el cuadro de sus mi- 
serias é inspirando por todas partes el temor 
de una suerte semejante , hicieron partidarios 
de su causa á los fogosos habitantes de las 
llanuras, y dé esta mezcla de diferentes castas 
se vio salir iitia multitud de guerrillas inven- 
cibles. . 

Todo lo" que prepara la derrota dé los 
soldados europeos, parece combatir á fg^vor 
de los llaneros. Ellos no tienen necesidad ni 
de bagages ni de hospitales; no, conocen. el 
dalzado, y todo su vestido se reduce á unos 
calzoncillos. Sus raciones se encuentran !hé- 

10 



i46 HISTORIA 

doA en cualquier parte donde se paran ; asan 
la carne y la comen sin pan, y no beben 
sino leche ó el jugo del coco. £1 europeo 
sondea los pantanos y mide los precipicios, 
mas el llanero los ha saltado ya muchas Teces. 
La lanza de que se vale contra las bestias fero- 
ces, lleva la muerte á las filas enemigas; ni 
tiene otras armas de fuego que las que toma en 
el campo de batalla. Estos hombres disfinitan 
de todas las riquezas del clima, y son supe- 
riores á todos sus peligros. La mayor parte 
montaban en caballos que ellos solos podian 
domar. Gaian de improviso en medio de los 
Españoles , sin dejarles nunca tiempo para dis- 
putar la victoria. Sus incursiones repentinas, 
la rapidez de sus movimientos, y lo precipitado 
de sus retiradas han hecho darles el nombre 
de Tártaros de la América. 
. En el número de sus gefes , que eran todos 
ciudadanos pacíficos en otro tiempo, y en- 
tonces soldados ^ infatigables , se distinguian 
Cedeño y Monagas ; Paez decidido al principio 
por los Españoles y que habia adquirido su in- 
dignación contra ellos estando en sus filas ; Sa*- 
raza que se negó á las seducciones del poder con 
un desinterés digno de la antigüedad. Estos ocu- 
paban lo interior del pais , forzando siempre 
á los Españoles á refugiarse en las fortalezas 



-.> 



DE LA COLOMBU. 147 

j de las costas. Habian dispersado en gran parte 
aquellas bandas que se habían organizado en 
enero de ]8i4; y ya no existían Puy, Palomo 
y Roseto. Enfin estas temibles guerillas son las 
que van á oponerse á lo que Morillo llamaba 
una pacificación. 



j48 historia 



► VV^.^», f 



CAPITULO VII. 

Sumisión dé la Margarita y de las costas de Veaezuela. — Sitio 
de Cartagena. — Nuera ocupación de la Nuera-Granada por 
los Españoles. — Sacrificio genSroso de 'la joven SalaTarieta. 

\V, •"^ i_ __^ ^^^ II *■ ' — — - — > — — *' - 




JLX ^neral Morillo se~^presentó en eí mar 
de las Antillas á principios de abril de i8i5. 
La Margarita presentaba una conquista fácil 
para la expedición que iba á someter á toda 
la América. Como situada enfrente de Cu- 
maná , su posición era importante , pues todos 
los buques de Europa que van á la provincia 
de Caracas, de la cual depende la isla, pasan 
necesariamente por el estrecho de ocho leguas 
que la separa del continente. Su extensión es de 
veinte leguas por siete; su terreno es en general 
pedregoso y estéril; tiene 16,000 habitantes, 
la mayor parte mestizos, todos valientes y 
enamorados hasta' del clima rigoroso de su 
patria. Arismendi , criollo natural de la misma 
isla, habia merecido que sus riquezas y cali- 
dad no fuesen sino un título secundario para 



DE LA COLOMBIA. 149 

la estimación de que gozaba ; y así/tenia sobre 
sus compatriotas todo el influjo que dan. el 
valor y las virtudes. Al presentarse las fuerzas 
enemigas^ y viendo el riesgo y la inutilidad 
de una defensa , Arismendi negoció una. ca- 
pitulación honrosa , que se solemnizó con 
la pompa de la religión y con el juramento 
de Morillo; y desde el 11 de abril volvió la 
Margarita á entrar bajo las leyes de la me- 
trópoli. . . * 

No costó mayor escuerzo la sumisión de las 
costas de Venezuela. Los Españoles ocupaban 
los puestos militares, y Caracas fatigada. al 
extremo, debia aceptar como un acto de pro^ 
teccion el restablecimiento de las leyes anti- 
guas ; los defensores de la independencia habian 
abandonado las ciudades , y por otra parte 
Morillo no hacia hasta entonces aborrecible 
sumando. Se mantuvo pues tres meses en- esta 
provincia, detenido al principio por una epi- 
demia que afligia su egército , y precisado des- 
pués á reparar la pérdida de uno de sus navios 
' que se habia volado casualmente con provi- 
siones, armas y muchos hombres. 

Semejantes acontecimientos no dejaban de 
hacer impresión en las imaginacioneeespañolas, 
y á ellos se debe indudablemente alguna varia* 
cion en las primeras disposiciones del general 



i5o HISTORIA 

engefe; en vez de com» á ocmquistar la Nueva 
Granada, quiso asegurar ea buen éxito con pm« 
dentes preparativos. Levantó tropas compues- 
tas así de criollos como de hombres dicolor; 
puso al mando de Morales, que fue luego uno 
de sus mas dignos succesores , los restos del 
cuerpo de Boveft que pudo juntar; hizo venir 
un regimiento de Puerto Rico, y de este modo, 
y haciendo abundantes provisiones repuso su 
armamento en un estado respetable. Todo así 
preparado, Morillo y Morales, el primero con 
todas las fuerzas navales , y reuniendo el se- 
gundo á sus tropas las que encontrase en Santa 
Marta , se proponían sitiar Cartagena por mar 
y por tierra ; Calzada debía ir con cinco mil 
españoles desde Caracas á Santa Fé por el inte- 
rior bI mismo tiempo que el gobernador de 
Quito , que había mantenido su superioridad 
sobr^ el egército del congreso, debía acabar 
la invasión de la Nueva Granada por las pro- 
vincias del Medio día. 

Adoptado este plan , se embarcó Morillo de- 
jando cuatro mil hombres de sus tropas eu* 
ropeas en las ciudades marítimas de Venezuela; 
confiando á sus lugartenientes la empresa, 
verdaderamente imposible, de pacificar lo inte- 
rior. En. esta época (julio de i8i5), Saraza 
ocupaba las llanuras de Barcelona; Cedeño y 



DE LA GOLCKMBU. iSi 

Monagas defradian las orillas del Oiinoco , 
ámenáíando la Guay^na; otros^dos gefe» d« 
partidas, Ribero y Baray a peleaban en Cumaiiá; 
y por último Urduneta que habia salido de 1^ 
ifueva Granada, se avanisaba en la provincia 
de Yarinas^ 

r La escuadra española se presentó delante 
de Cartagena el dia 17 de agosto; y este sitio 
tníemorable no puede menos de dar gran mé-^ 
rito á las empresas de Morillo. Los America- 
nos tienen ccmio intomable :esta .ciudad; y ver- 
dad^amcDte puede colocarse entre las plazas 
fuertes de Europa de segundo orden. En mu*- 
chas ocasiones ha resistido á las armas de la 
Ingktert^y aunque en 1697 se rindié á las de 
Francia. Su posición es admirable. Cartagena 
da su liombí^ al territorio que coz^e desde el 
«embocadero déla Magdalena hasta ^1 golfo de 
iDarien; y como está situada en el ángulo que 
describe en aquel parage la Tierra Firme , do- 
mina también el fondo del mar de las Antillas 
que baña el istmo de Panamá. Tres leguas de 
costa acia el sur sirven de resguardo á una de 
los mas hermosos puertos que ha formado la 
naturaleza. Esta extensa ^liahia tiene muchos 
pasos flanqueados con numerosas baterías ; y 
la que da entrada á los buques está protegida 
por la fortaleza de Bocachica. Del lado de tierra 



i5^ HISTORIA 

la plaza está defendida por la Popa , que es una 
montaña sobre la cualkái una ciudadelay otras 
obras de fortificación .La ciudad y su arrabal de 
Xexemani, sitios ambos construidos en; unas 
penínsulas separadas por un paso muy estre** 
cho , defienden el puente que los une , y están 
rodeados de sólidas fortificaciones de piedra 
sillería i y por todas partes hay obras y en- 
calladeros que impiden todo género de apro- 
ches. . , , 
- La guarnición no llegaba á tres mil hom- 
bres : y aun siendo doble , hubiera habido 
bien donde colocarla en tan gran . número 
de puestos militares. Pero los habitantes y las 
tropas estaban unánimemente resueltos: á de- 
fenderse hasta el último extremo ; la población 
de Cartagena era entonces de unas veinte mil 
almas. Algunos ingenieros franceses y otros 
oficiales de y^iezuela cómponian parte de sil 
estado mayor. El comandante en gefe era Ber- 
mudez, uno de los primeros que habian armado 
las guerillas de Cumaná^ y tenia por subalter- 
nos á don Mariano Montilla y á Cortes Cam- 
pomanes. Don Juan de Dios Amador , hombre 
de honor, reemplazaba á Castillo como go- 
bernador de la ciudad ; pero la tardía separa- 
ción de este último no había destituido todo el 
efecto de sus. malas disposiciones anteriores, y 



DE LA COLOMBIA. i5J 

asi los almacenes apenas contenian víveres para 
dos meses. 

' Cartagena fue atacada por mar y por tierra. 
m las intímaciojies, ni las promesas de amnistía 
que se la propusieron no hicieron la menor 
impresión en los ciudadanos, ni en los solda- 
dos. Morillo habia visto la imposibilidad de 
tomar la plaza á viva fuerza, y resolvió si« 
tiarla por hambre. Los habitantes por su lado 
conservaban la esperanza de cansar al enemigo 
ó verle ceder á lo insalubre del clima. Pasadas 
seis semanas hizo Morillo bombardear la ciu- 
dad, y consiguió introducir una flotilla en el 
puerto, donde levantó algunas bateriás. para 
impedir las comunicaciones interiores. £1 ata- 
que no se continuó, y muchas sahdas vigorosas 
no habiañ tenido otras resultas que perder 
gente. 

Sin embargo el general español persistia en su 
empresa, y los sitiados comenzaban á padecer 
grande escasez. En este estado el gobernador 
Amador juntó el dia i3 de octubre con toda 
solemnidad las autoridades civiles y militares 
y á los principales ciudadanos, les expuso la 
situación de la ciudad y acabó proponién- 
doles una grande medida que en su , opinión 
debia salvarla. « No podeníos, dijo, tratar 
con los Españoles, puesto que faltan á sus 



i54 HISTORIA 

mas sagrados juramentos. Habitantes y sol- 
dados todos prefieren morir antes que doblar 
la cerviz al yugo. Pero ¿cuál ha sido el ob- 
geto de nuestra revolución? La libertad del 
comercio y de la industria. Siendo esto asi, 
ofrezcamos nuestra provincia á una nación 
sabia y poderosa que sepa apreciar nuestros 
derechos y respetarlos. Pongámonos bajo la 
protección de la Inglaterra, enarbolemos la 
bandera británica. » El parecer del gober- 
nador fue recibido con aclamación, como que 
la ciudad era toda comerciante; pero Carta- 
gena no hubiera sido la cuna de una repú- 
blica. Inmediatamente se armó un barco qu^ 
escapando de las lineas enemigas, condujo 
á la Jamaica los diputados encargados de esta 
comisión. Si la lentitud que exigia una ne- 
gociación de esta naturaleza se convinabái 
mal con la duración de un sitio, tampoco el 
respeto de las nuevas alianzas europeas per-*- 
mitia que Cartagena fuese, de un modo ofi- 
cial y público , una factoría de la Gran Bre- 
taña. 

Morillo quería también hablar en sentido 
de promover los intereses de^ aquellos habi- 
tantes. Eií una pl*oclamá que consiguió es- 
parcid por la ciudad ¿ aseguraba las personas 
y las propiedades, y la protección al comerció 



DE LA COLOMBIA. 155 

y ala industria : por último prometía una com- 
pleta amnistia , y recompensas y distinciones 
á los soldados que viniesen á servir bajo sus 
vanderas ; todo esto si se rendian pronto, pues 
una mas larga resistencia atraeria todo el rigor 
de la justicia. Varias tentativas secretas no tu- 
vieron mejor éxito que esta proclama. En ho- 
nor de Cartagena, debe decirse que no se 
encontró en ella ni un cobarde ni un traidor. 
El I a de noviembre ordenó Morillo un ataque 
contra la Popa ; fue rechazado con vigor , y se 
limitó á estrechar el bloqueo. 

Ya hacia tres semanas que los víveres se 
habian consumido, y los caballos habían sido 
comprendidos en la distribución de raciones. 
Después de haber devorado los animales do- *\ 
másticos é inmundos , se comió hasta el cuero 
de los muebles. A la gravedad de estos males 
se anadia la congoja de una epidemia ; las 
casas y las calles estaban llenas de cadáveres ; 
quinientos hombres de la guarnición habian 
ya perecido , y las centinelas se caian muertas 
en sus puestos. En, medio de este dolor pú- 
blico consuela el recordar un bello rasgo de 
sacrificio generoso ; cuatrocientos franceses 
negociantes ó artesanos, habian dado ya el 
egemplo del heroismo, y entonces consolaban 
á los desgraciados, alentaban el valor, man- 



1 56 HISTORDl 

daban cuando todos se encontraban aba-* 
tidos. 

£1 dia 5 de diciembre declararon los habi- 
tantes al gobernador que no podian resistir 
mas. Los Franceses , la guarnición y sus gefes 
codíocian su deber : clavan la artillería de 
los fuertes, arman á toda priesa treze cha- 
lupas , y se embarcan en ellas determinados á 
forjar el paso que estaba defendido con cinco 
baterías y veinte y dos buques. Una calma 
absoluta los retiene doce horas á la vista del ene- 
migo. El dia 6 traban el combate , dispersan la 
flotilla española, ganan la alta mar, y sealejan de 
aquellas orillas donde el vencedor no encontra- 
rá sino los espantosos testimonios de una re* 
silencia nacional. En los <puatro meses de sitio 
]^ia perdido la heroica Cartagena los; dos 
tercios de sus ciudadanos , y en tal . estado 
tomó Morillo posesión de ella. ,[ r. 
' Al mismo tiempo los geperales españoles Cal* 
zada y Latorre^ que habian partido el uno de 
Venezuela y el otro de Santa Marta, sojuzgaban 
los territorios de lo interior, invadidos ppr la 
parte del medio dia, por el gobernador de 
Quito. En todas partes desplegaron los patrio- 
tas singular esfuerzo ; pero la caida de Carta- 
gena dobló las fuerzas y la actividad de los 
realistas. Santa Fé se rindió á Latorre el dia 6 de 



DE LA COLOMBIA. - 167 

mayo de 'i 816, y Morillo hizo su entrada en 
ella el mes sigaiente. 

El estandarte de la metrópoli tremolaba en 
todas las ciudades como una señal de deses- 
peración y de muerte. Se prometia á los pue- 
blos su antiguo estado de cosas, y esta tutela, 
aunque humillante , les hubiera parecido un 
beneficio ; pero era menester sufrir antes los 
suplicios que merecían cinco años de rebelión : 
política usada mas de una vez por las monar-^ 
quías restauradas, y que en todas dá ocasión á 
revoluciones. , ; . ; 

Santander, ciudadano de Santa Fé , que man^ 
daba un cuerpo de partidarios , habia hecho 
su retirada á los llanos de Casanaro , al N. £. 
de Cundinamarca ; allí se le unieron todos los 
compatriotas suyos que se exasperaban con 
tales rigores, y allí únicamente se conservaba la 
independencia de la Nueva Granada, que jura* 
ron algunos centenares de patriotas. . / 

Algunos habitantes de. Santa Fé hacian 
también servicios á la libertad desde el centró 
mismo de la opresión. Uno de ellos , precisado 
á entrar en el estado mayor de los realistas , 
fae favorecido por. mucho tiempo por una 
muchacha soltera que afrontaba la fatiga de 
los caminos mas ásperos para hacer saber á los 
independientes el movimiento delegército y el 






i58 HISTORIA 

estado de la opinión. Estos dos individuos 
dieron materia á un episodio tierno de la his«- 
tona de la independencia* 

El joven oficial fue cogido con una carta 
destinada para Santander , é iba á ser sénten- 
* ciado. Su querida corre á echarse á los pies 
del virey; le declara ser ella la única culpable, 
y que el acusado , habiéndose dejado vencet* 
de sus ruegos , ignoraba enteramente de qne 
calidad eran los papeles que llevaba consigo. 
Interrogado después el oficial acusa el delirio , 
de su enamorada , sostiene que nunca la había 
confiado sus relaciones con los independientes, 
y afirma que todos los cargos deben recaer 
sobre él. Puestos en* careo , se traba entre ellos 
una nueva lucha , sobre quien ha de merecer 
la palma del martirio ; convencido el juez no 
trataba ya sino de descubrir sus cómplices; 
ofireciendoles la vida si los declaran. Ambos 
quieren morir. El oficial fue pasado por las 
armas á la vista de su amante ; y á esta se la 
bol vio á la cárcel, en donde se ultrajó de 
nuevo su dolor ofireciéndbla perdón com- 
pleto si señala los delincuentes. ¿ Gomo podia 
pensarse que una alma llena délas dos grandes 
pasiones que la agitaban , podia afear su des* 
gracia con la delación, aun cuando todavia hu- 
biera podido estimar en algo su existencia ? 



^ 



DE LA COLOMBIA. 169 

Al llegar al paragedel suplicio pidió un vasp 
de agua : mas al ver que era un soldado espa* 
ñolel que se la presentaba, exclamó : no quiero 
nada de ua enemigo de mi patria. Entonces se 
la propuso que , designase otra persona, mas 
ella replicó : « Muchas gracias ; porque temo 
comprometer al que mq hiciese este último 
servicio. » Coatínuó exhortando al pueblo á 
aborrecer la tiranía, á amar la libertad : mas al 
fin se agerca el vej'dugo , y ella exclama con 
una*yaz esfo^iadá. « Mi muerde sesá vengada : 

;áv) Asi muHó^^ta^^ , 

llamada'^l^licS^pa^Salavarietáj^y qtié tió'nkbia 
cumplido los veinte años de edad. 

La junta de purificación ahogó toda mani- 
festación de afecciones por la independencia. 
Morillo habia restablecido el vireynato; el 
comercio se habia restituido á la compañia de 
Filipinas ; las obras públicas , suspendidas por 
tan largo tiempo , se pusieron en actividad, y 
hasta la antigua legislación de Indias recibía 
algunas mejoras : en tiempo ordinario se ^hu- 
biera tenido todo esto por conocidos benefi- 
cios ; pero ¿ como podia agradecer nada una 
población oprimida , y diezmada? 

Cuando la Nueva Granada , pacificada por 
el terror, parecía no reclamar ya el apoyo de 
la autoridad militar , la independencia conse- 



V 



i6o HISTORIA * 

guia grandes ventajas en Venezuela. Morillo, 
que habia enviado delante al general Latorre, 
emprendió someter esta provincia segunda 
vez , á cuyo fin partió de Santa Fé en noviem- 
bre de 1816. Este general subdito consagrado 
al servicio de su rey , y juez severo , no habia 
comprendido bien ni lo que era la insurrec- 
ción , ni la clemencia. » 



k 



i 



DE liA:. COLOMBIA. i6i 



CAPITULO VIII. 



Insurrecciones dé Venezuela. -^ Primera expedición naval de lo» 
* MÍdependientes; — Acciones- en la*Margarila-, Ocumeta, Bar- 
celona , etj:>— r C<niquista de La Gua;^an<Lxmr LosrennMirnno^.. 



■ JjA. couaucia -nesarmaaanrenie cruei ae ios 
delegados de Morillo había convertido las guer- 

f rillas de Venezuela en un egército temible. La 

'" administración tal cual la habia restablecido 

este general; su voluntad, sus juramentos, la 
fé prometida ante Dios , todo habia sido des- 

[ truido, violado y borrado. con sangre. 

. , ' Huia la gente de las ciudades. Desde el dia 

2 de agostode 1 8 1 5 , pocos después de la salida 
de Morillo, el gobernador de la Margarita habia 

^ publicado una orden que decía : « Los deserto- 

res y sus cómplices serán pasados por las armas , 
y quintada toda su parentela hasta la quinta 
generación. Se arcabuceará igualmente una 
persona de cada distrito, en donde se verifique 
la deserción ; el distrito donde habite el cóm- 

U II 




iñ% HISTCHIU 

plice pagará una multa de mil duros , y la pro* 
vincia otra de diez mil. » 

Arismendi, primera víctima de la capitula- 
ción de Morillo^ se habia librado de la muerte : 
$olo su muger sabia su guarida que era una 
caverna ; las persecuciones ^ y los ultr^ges han 
dado toda la sublimidad posible al extitmo 
de afecto de esta esposa. Con laB noticias que 
ella le daba del estado de Jia isla, pcepai^bar 
Arismendi la Ul^ert^d de m ^^j\o^ exce- 

bizo 

dos <iomo él y á todo ; y en una noche suble- 
varon la capital , y muy luego toda la isla corre 
á las armas. 

Con la primera noticia de este movimiento» 
el capitán general de Caracas, Mqxó , escribía 
con fecha 1 5 de noviembre de 1 8 1 5 4 Urez^ 
ticta, gobernador de la Margarita ;: ce Yo os 
mando que depongáis todo sentimiento de 

humanidad » y Urezticta explicaba ésta 

orden recomendando á sus subalternos que 
no diesen cuartel á nadie, y quemasen los 
fugares amotinados; añadiendo la espantosa 
expresión de « Volvereis allá cuando todo 
esté tranquilo. » Semejantes medidas y se** 
mejantes contrarios no lograron intimidar á 
los patriotas de la Margarita; y ajtacados por 



DE LA COLOMBIA. i63 

todas piartes, batidos, perseguidos no guar- 
daron los Españoles én su poder sino la for- 
taleza de Pampatar. Arísmendi restableció 
inmediatamente la junta republicana ( di- 
eienibre de i8i5). 

Esta insurrección presentaba un nuevo 
^unto de tinion á los defensores de la indé- 
peodeneia. BolÍTar habla consumido eíi yano 
•^S-Métcsr en su solicitud de socorros en la 
Jamaica, y habia ido á pedirlos á la repú* 
blioa de loa negros* Los emigrados de Vene-* 
zuela y de Cartagena se habían acogido tam- 
bién al territorio de Haití. Entre estos últimos 
se hallaban Brion, negociante, natural de Cvh 
ra^ao, pero adoptado por Cartagena como 
uno de SUS' ciudadanos en atención á varios 
iservicios que había hecho. La reunión de 
tantos valientes era ya por si sola un buen 
suceso; y la victoria de Arísmendi encendió 
aun mas su esforzado aliento. 

Pero era menester buscar medios pecu- 
niarios para los inmensos gastos de una ex- 
pedición. Entonces íae cuando Brion se 
manifestó grande, imitando á Bolívar, y pre- 
cediendo al lord Byron en el sacrificio menos 
común de los que suelen hacerse , porque 
mas fácilmente se expone la vida que las 
riquezas. Las de Brion eran considerables , 



^\ 



i64 HISTORIA 

j las consagi^ó todas al triunfo de la libertad. 
Así pudo Bolivar armar dos navios de guerra 
y trece transporten, donde se embarcaron 
35oo hombres , de los cuales 1 5oo eran ne- 
gros que le habia concedido el presidente 
Petion. Brion fue encargado de las funciones 
de almirante»' 

La expedición partió de los Cayos el día 
3o de marzo de 1816, precediéndola una pro- 
clama de Bolivar, del tenor siguiente : 

« Venezuelanos, la isla de la Margarita, al 
mando del intrépido Arismendi, faa dado 
nuevo ser á la independencia. El resto de 
nuestros hermanos y de nuestros amigos que 
se dispersaron después de la pérdida de Car- 
tagena, se halla reunido en Haiti. Con ellos 
y con nuestro magnánimo Brion estamos for- 
mando un armamento bastante fuerte para 
derribar para siempre jamas la dominación 
de los tiranos. Venezuelanos, el congreso 
será restablecido luego que lo queráis. Ha- 
biéndome honrado el pueblo independiente 
con el supremo mando, yo os autorizo para 
nombrar vuestros 4ipütados sinnecesidad de 
otra convocación que la presente, íío voy á 
dictaros leyes, pero sí os ruego que oigáis 
mis consejos. Os recomiendo la unidad de 
gobierno y la mas colnpleta libertad. Cuidad 



% 



DE LA COIXJMBIA. i65 

de que no se cometa ningún absurdo ni 
ningún crimen, porque no podéis ser á un 
mismo tiempo libres y esclavos. Si no for- 
máis sino una masa de pueblo , si establecéis 
un gobierno central, si os unis á nosotros, 
contad' por segura la victoria. Españoles que' 
ocupáis Venezuela, decid uña palabra, y sé 
acaba la guerra; sino seréis exterminados. 
Yenezuelanos, no temáis la espada de vues- 
tros libertadores; vosotros seréis siempre 
inocentes á los ojos de vuestros hermanos. » 

La escuadra republicana no se presentó 
delante, de las costas de Venezuela hasta los 
primeros días de mayo. El dia 9, después de 
una victoria conseguida contra muchos bu- 
ques españoles que bloqueaban la Margarita , 
se reunieron los caraaradas de Bolivar en 
esta isla con los de Arismendi. Tomáronse 
entonces disposiciones para apoderarse de 
Carupano , puerto pequeño de Cumaná, pero 
puesto fortificado , y de bastante importancia 
por estar situado en el estrecho que separa 
la Margarita de la tierra firme. El dia i^ de 
junio se hizo la intimación al gobernador 
de Carupano; este quiso correr la suerte de 
un asalto , y pocos dias después se apodera- 
ron á viva fuerza los independientes de la 



y 



j 



i6S HISTOUA 

cáv4sLdefa. I7o fueron taa felices en una tei^ 
t^tivfi que hicieron centra Comaná, 
. BpUvar dejó á Carupano y ae dirigió acia: 
Qcumaro con i5 buques, 700 hombres ^ y 
muchas armas. Este es otro puerto situado 
entre I^a Guayra y Puerto Cabello, á siete 
leguas de este último ; y BoHvar coataba 
abrirse así la entrada en el territorio de Ga* 
, racas, é ir desde allí á juntarse con las par* 
údas que ocupaban las llanuras 4e Barcelona. 
Ayudábale en el mandp el escoces Mac Gregor, 
de familia noble, pero ciudadano de todo el 
mundo, soldado de todas las causas en que 
se trata de la libertad , hombre instruido y 
talante , . aventurado como un caballero de 
los antiguos. 

Luego que Bolívar desembarcó en Ocumara, 
que fue en 5 de julio, hizo lin apellido al 
patriotismo, anunciando como próxima la 
libertad de todas las clases. Esta proclama 
espantó á los criollos ricos; porque estando 
los alrededores de Ocumara llenos de plan- 
taciones cultivadas por gran número de es- 
clavos , parecia que la promesa de su libertad 
era proclamar la ruina de sus' dueños» Es cierto 
que el salario que en tal caso babria de pa- 
garse á los jornaleros estaria amphamente 



DE bii OOfiOMBIA. 4&^ 

«^secompeiisfiídd coa la franquía' de tributo para 
la metrópoli con la facultad de. poderse dé* 
dicar á-todo géfi,ero de cultwos y ádualquier 
ramo de coroerqío. Si los. esclavos ilegaa ásér 
.propietario», pot la violeucia , puede que- 
'daiii^ $u inoUuacioii é la pereea y bolver á 
me pobres; ^ contrariQ^ Jk>» borrps éUbettos*^ 
despuea debaber trabajad<>) por siéceftidad, 
trabajan todavía por or^Uo/«Pero los habi- 
tantes de Ocumara no hablan hecho estas 
observaciones, y el egoísmo pudo mas que 
;el amor á la libertad. 

Inmediatamente después del desembarcos^ 
JBoUvar había djorigido sus fuerzas al territorio 
rde Caracas. Mac Gregor que mandaba la 
vanguardia , se había apoderado ya de. Ma*- 
.]:acay y de la Cabrera, cuando se dejó ver 
«un cuerpo de Españoles que había juntado 
.Morales entre Valencia y. La Guayra. Faltánr- 
doles la cooperación de aquellos con quienfó 
habían creído poder contar , los dos coman- 
dantes republicanos se hallaron cortados por 
el enemigo.. Mac Gregor se salvó yéndose acia 
.Barcelona; Bolívar esperó á Morales. £1 ataque 
fíie violento, y la victoria incierta por mucho 
tiempo : los patriotas resistían al mayor nu- 
mero de sus contraríos con el valor que da 

la desesperación. La mayor parte de ellos 
4 



V- 



' * 



i68 HÍSTORÍA 

quedaron en el campo de bdtalia; tos démas 
fueron asesinados por sus propios conciuda- 
danos. La vileza política no abraza nunca 
sino ei furor de los partidos. 

Otro crimen amenazaba la independencia 
en la persona de Bolivar. Este logró bolverse 
á embarcar ; pero un aseisino le siguió hasta 
la Jamaica/ y solo se saWó de la muerte por 
una equivocación del asesino, el cual mató 
en su cama al generoso ciudadano que daba 
asilo á Bolivar. 

Entretanto la vanguardia de los patriotas 
reparaba por sí sola las derrotas j .la traición 
de Ocumara. Perseguida y picada por los Es- 
pañoles , se defendia contra ellos aprovechando 
las asperezas del terreno insuperables para 
tropas europeas, y que no eran sino peli- 
grosas para los hombres que compopian ésta 
vanguardia. Ast seles veia subir á gatas por los 
Andes y otras veces dispersarse en los llanos^ 
engañando siempre al enemigo, y mostrán- 
dose en todas partes infatigables y aguerrido^ 
contra toda especie de privaciones. Mac Gregor 
rodando de este modo al rededor de Caracas, 
venció dos veces á los Españoles en Alacrán 
y en Juncal. Su retirada le dejaba libre elca- 
mino de Barcelona; ataca precipitadamente est^ 
ciudad, se hace dueño de ella después de un 



DE LA €OLOÜIBIA. f6$ 

eómbate tenazmente sostenido, y se pone desde 
allí en comunicación con las guerrillas de Cu«* 
maná. 

Esta marcha tuvo las resultas de una cam-* 
paña dichosa. Arismendi acababa de tomar á los 
Españoles k última fortaleza que les quedaba 
en la isla de la Margarita é inmediatamente 
voló á socorrer á Mae Gregor con una parte de 
sus guerreros. Muy luego también se volvió á 
poner Bolívar á su frente , llevando nuevos r«« 
cursos y sobre todo dando aliento á la con« 
fianza general. Estaba cumplido el proyecto 
formado en Carupanp ; y una ciudad maritimá 
de Venezuela esto es Barcelona , situada 4 
cuarenta y cinco leguas de Caracas y á quince 
de Cumaná, iba á ser el asiento de un gobierno 
provisional. Tal era el estado en que se halla- 
ban los independientes, cuando Morillo vob^iq 
á aparecer en Venezuela á principios de 18x7. 
Inmediatamente se dirigió contra Barcelona 
con todas sus fuerzas navales, y cuatromil hom- 
bres de todas armas. Bolívar voló precipitada-^ 
mente á su encuentro y los dos egércitos que 
eran al poco mas ó menos iguales en número, 
empezaron la pelea el dia 1 5 de febrero. Cuatro 
dias duró el combate , y no se pudo calcular el 
éxito , sino por la cantidad de las pérdidas re^ 
cíprocas; los patriotas cedieron solo á la falta 



^9^ BISTORIA 

de fuerza» y pero una parte de la £k>ta e$páñola 
fué qüemistda, y Morillo forjado en. su propio 
campo, desistió de su empeño á la vista de 
tanto mortandad. 

£1 enemigo á quien habiá «ido imposible 
perseguir, se reunía en los ilános de Bancor 
largo , cuando Paea que atíababa de vencer á 
La torre, cayó sobre Morillo con su caballea 
ria. Esta victoria hubiera sido compila si los 
furores de una guerra á muerte hubieran per-^ 
mitido dejar Us armas mientras quedaba vivo un 
enemigo ; pero los realistas atacaron de nuevo 
á Barcelona , que los independientes no podían 
ya defender « y la abandonaron el dia 7 de 
abril. 

Hablan llegado al mas alto graido de exaB^ 
peracion dos afecciones opuestas entre sí ^ 
pero que se manifestaban no obstante muy 
semejantes en sus efectos ; de un lado la obet 
diencia á Un amo y de otro el sacrificio por lá 
patria. Seria meneisiter haberlas experimen^ 
tado una después de, otra á un mismo grado 
pafa comprender sus excesos ó su delirio. No se 
conocía ya pueblo ni sexo , ni edad ; no se veia 
sino enemigos ó hermanos. Las ciudades aban- 
donadas ó. destruidas, los campos incultos, la 
hambre en todos los partidos , pero en todos 
igual necesidad de venganzas y de mortandad; 



ÉÉMIi*r- 



DE l^A GCKiOMBIA. 171 

igual eonUatiGia ea las derrotas , igual orgullo 
cuando triimf aban sobre ruinas ir tal e» . el 
miadto de ^ta guerra. £1 rea}iata;hal)ia jurado 
morir üúy el republicano quiere quedar librCí 
y uno y otro tienen por benéfica la tierra 
mieotras les presenta un campo de batalla. 
/«.Los Españoles dueños de la mayor parte de 
las costas, mantenían esta lucfaa de extermina-* 
€Íon, con los socorros que recibían de Quito 
y dd Perú 9 de Cuba ^ de Puerto Rico , y aun 
día la metrópoli; Losindependientesespareidos 
en las^ llanuras iban á verse privados de todo 
peoni:so^ cuando un plan osado y prtldente sos^ 
tuvo aii fortuna. 

Bolívar puso á Paez y sa indomable caba- 
llería en contraposición dé los generales Mo- 
rillo y Latorre , y confiando en las gnerríllas 
para la defensa de los llaiíos, emprendió el 
ttiiidar de sitio el teatro de* la guerra* Cinco 
años de combates y de suplicios habían dis-¿ 
minuido la población , yi:on todo eso el egér^» 
cito republicano se aumentaba de dia en dia; 
el que no se hallaba en sus filas habia sido 
traidor ó víctima. Esta turba belicosa vino 
á caer sobre La Gnayana^ provincia rica y 
extensa^ sumisa todavía al yugo español, y 
débilmente tocada del entusiasmo revolución 
nario. 



t7s HISTORU 

La Gnayana española está bafiáda por la 
parte del N. £. por el Atlántico , al N. y O. por 
el Orinoco, y tiene por limites al S. y al E. las 
Guayauas del Brasil é inglesa; formando una 
península de cerca de mil leguas de circunfe-; 
rencia cortada por altas montañas que la pro<^ 
porcionan diversos temples ; pero el aire es^ 
en muchas partes corrompido por las exhala* 
ciones de los pantanos. Por esta razón las ciu- 
dades están colocadas á las orillas del rio ; y 
la tierra adentro está todavía habitada por 
tribus salvages. La Guayana da pasto á gran 
número de . ganados , y sus principales pro- 
ducciones son el tabaco , el añil y el algodón. 
San Tomé de Angostura^ que es la capital^ 
tiene un puerto sobre el Orinoco, cuyo río la 
separa en este . sitio de los llanos de Barce- 
lona y de Cumaná. 

Piar abría la marcha, y Bolívar le seguía coa 
el grueso del egército. Mientras estos atrave- 
saban el Orinoco , el almirante Brion , que 
venia desde Margarita, subía rio arriba con una 
escuadra. Los Españoles echados y persegui- 
dos por tierra , se Ten muy luego precisados 
á encerrarse en la capital , y Brion les cortó 
toda comunicación marítima desde ella. Allí 
esluvíeron bloqueados rigorosamente por es- 
pacio de tres meses , pasados los cuales la guar- 



DE LA COLOMBIA. 17 j 

nicioa y I0& habitantes realistas , queriendc 
salvarse de los horrores del hambre, se me-t 
tieroii eu unas fledieras , barcos largos y lige^ 
xos, armados icon uno ó dos óycí^^Áes y capaces 
<^da/uno de llevar cuarenta ó cincuenta hom- 
2>res. Solo una parte de.ellos pudo abrirse; paso 
por la flotilla republicana. La evacuaicion de 
San Tomé se verificó el dia 17 de julio. En pocos 
diasse acabó la conquista de La Guayana, donde 
tenian los independientes muchos recursos eaii 
Víveres y armas y municiones. < 

Otros buenos sucesos, aunque menos iish 
portantes, obtenidos en varios puntos, aproxi* 
ínaban las fuerzas y facilitaban así él mejor 
uso de ellas. £n i<> de agosto de 181 7, Bo- 
rlivar y Piar tenian seis mil hombres en La 
Guay ana ; el géi^eral Marino mandaba dos mil 
en Cumaná; otro cuerpo, á las órdenes df 
Bazas, ocupaba también en está provincia la 
eiüdad de Maturin; Monagas y Saraza corrían 
I0& llanos con dos ó tres mil indios y zambos^ 
la gente de á caballo de Paez, que eran unos 
tres mil , contenían la provincia de Yarinas^ 
y estaban á mano para sostenei:^ los patriotas 
que Pérez habia juntado en los llanos vecinos 
á Casanaro. 

La ausencia de Morillo favorecía esta sitúa* 
cion de cosas.' Por otra parte los Españoles, 



l^4 msTCRU. 

batido» muchas veces por Paez, é inquietados 
por las |;nerrillas, pero manteméndofie en po^ 
sesión de las fortalezas j ciadades maritiinas, 
no habiaa abaq^nado sino campos asolados; 
j aunque todas sus fuerzas reunidas no Uega^ 
ban¿ ra,ooQ.honil»e8, podían conservar nna 
respebble defensiva contra los grupos de pa- 
triatai ^jae se precipitaban desde centenares 
de legu^ para atacarlos en sus posiciones. Por 
nuestras guerras de Europa no podemos for»- 
mamos sino muy ligera idea de estos raovi^ 
nientos bostilfs, que son nna espeáe de oor- 
nnias en un desierto. 

' Ija isla de la Margarita , arsenal de los repu- 
blicanos, y foco de sus relaciones exteriores > 
Igotaba sus esftierzos y ajaba el oi^ullo de 
Morillo. A mediado jubo habia ido este contra 
bUa con vñnte buques y 3,5oo hombres, de los 
buales perdió parte en el desembarco. Luego 
gue se apoderó de los prim«x>s puestos, quiso 
^gociar , pero fueron desechadas sos propo- 
ficiones. Gobernaba la isla Gómez, y los Mar- 
laritanos habían jurado no dejar al enemigo 
nao un terreno cubierto de sangre, y así se 
presentaban de día en día mas esforzados y 
violentos. Sus &langes .disminuidas es- 
ban una batalla decisiva , cuando varios 
>B de alegría anuncian que habia salido ai 



DE U. OOLOHBL 
mar laBotilUespaóobt; «indi 
sorprendido de unaresistencia I 
abandonaba esta segunda Espi 
' un mes de heroífimo y de car 



176 HISTCIIIM r 

\ 



i , 



CAPITULO IX. 



I < I 1 



.< 

V** ♦ . - 

— SituacioB 



t . 9«Mi<» 4a1' mnUlo Piar. — Gampafia de i8t8. 
•^Vwif^-^V-'.' -k política.^ ^' 



) 



Los independientes no habían áacado par- 
tido de sus buenos sucesos. A pocos dias de la 
toma de Angostura, varias envidias personales 
pudieron mas que los intereses públicos ; y él 
orgullo de saber mas> y las pretensiones del 
que mas puede, reemplazaban las preocupa- 
ciones de los colores que se habian abolido 
con la revolución. Los mulatos , los mestizos y 
los negros , mas en número que los criollos , 
mejores soldados , y acaso mas útiles cbando 
solo se trataba de pelear, sufrian con impacien- 
cia la autoridad de sus antiguos dueños, al paso 
que los blancos, que se habian mantenido en 
el primer rango por sus luces , veian con zelos 
el mérito ó la ambición de quienes por tanto 
tiempo habian sido esclavos suyos. La igualdad 
entre las castas no podia ser sancionada, sino 
á fuerza de tiempo y de instrucción. 



DE LA COLOMBIA. 177 

Uno de ios generales mas hábiles, el mu- 
lato Piar, á quien se debia en parte la con- 
quista de la Guayana , llevaba sus miras hasta 
alzarse con la suprema autoridad. Fallidas sus 
esperanzas de atraer á su favor ios homl>res 
de color que estaban bajo su mando , dejó, el 
egército y se fue á Cumaná á recliidúr .grates 
á su partido. Puso en su confianza al héroe de 
esta provincia, Marino ; y este oficial, primer 
vencedor de Monteverde , y que se hacia temer 
de las tropas de Morillo , se -dejó persuadir de 
que no se apreciaban bastante sus numerosos 
-servicios, porque herían el amor propio de 
Bolívar : y aunque ^1 era criollo, adojptó los 
proyectos del osado mulato. 

Si la república hubiese estado mas en su 
principio, puede ser que hubiera sido ingrata 
á su libertador ; pero este inspiraba ya dema- 
siado respeto y admiración para que semejante 
empresa obtuviera la aprobación del egército; 
la obediencia á Bolívar era ya un culto. Así 
quedó malun congreso disidente que se juntó 
en Cariaco, en la provincia de Cumaná, á 
pesar de protegerlo Marino. ' 
- Los generales sediciosos , llamados á Angos- 
tura , se presentaron como llevados por fuerza 
por sus propios soldados. Se habia reunido 
una Corte marcial bajo la presidencia del al- 

12 



178 HISTORIA 

mirante firion. Piar fue conyencido de rebelión 
y pasado por las armas el día 16 de octubre de 
1817. Por lo que hace á Marinó, consideran^ 
dolé mas bien seducido que rebelde, se le res* 
títuyó á la defensa del territorio , reconociendo 
él públicamente la autoridad del gefe supremo 
que la nación se habia nombrado. La justicia y 
la política aprobaban igualmente estos egem- 
j^os simultáneos de severidad y de clemencia* 

Bolivar comprendió desde luego que era 
menester precaverse contra las inquietudes 
propias de la libertad, y satisfacer al mismo 
tiempo la ambición de algunos excitada por 
motivos menos nobles que el de la gloria. Se 
estableció en la capital de la Guayana un go^ 

bierno. civil presidido por don Francisco An- 

* 

tonio Zea, y poco después se dio un decreto 
solemne mandando que las propiedades na- 
cionales se repartiesen entre todos los defen* 
sores de la patria. 

Pero mientras Bolivar se entregaba á tantos 
cuidados, Morillo bolvia á hacerse con un 
«gército. Se acercaba el fin de la estación 
de las lluvias, y la inacción de los patriotas 
podia. tener funestas resultas, si en todo di- 
ciembre no volvian á la pelea. Ya el genefal 
Latorre habia conse^ido alguna ventaja contra 
«1 partidario Saraza en los llanos de Barcelona 



DE hk COLOMBIA. 179 

c^ca de Hoguaza , después de cuya acción se 
yió el espectáculo horrible de un incendio 
que habiendo prendido en medio de espesos 
matorrales, deroraba á los heridos de amboi 
partidos. A pocos dias se renovaron las hosti«- 
lídadés en todos los puntos. 

La posesión de San Fernando de Apure ^^ 
segunda ciudad del territorio de Varinas, hu-^ 
hiera abierto una comunicación importante 
entre la Guayana y la Nueva Granada , donde 
$e manifestaban algunas insurrecciones ; se 
habiaa levantado algunos patriólas en la pro*- 
vincia de Pamplona; Pérez se reforzaba en 
loa llanos de Casanare, y los descontentos de 
Santa Fé teiiian á su frente la Eeimilia pode* 
rosa de los Almeida. Se tomó pues la resolu^ 
cion de dirigirse sobre San Fernando. 

Paez daba> principio al sitio que dehia con^ 
tinjoar Bolivar, cuando se supo que Morillo 
había dividido su egército en cinco divisio-* 
nes^ y él mismo se adelantaba acia Calabozo 
para poner allí su cuartel general : esta ciudad 
le ofirecia en efecto una posición central por 
estar situada en los llanos entre Caracas y 
San Fernando, á sesenta leguas al. sur de la 
primera, y cuarepta al norte de la segunda^ 
Este movimiento del egército español llamaba 



1 8o HISTORIA 

por necesidad acia aquel punto la fuerza de 
las hostilidades. 

iSoliyar se puso en marcha desde Angos-» 
tura el dia 3i de diciembre, al frente de 4os 
mil hombres de infantería , j a5oo de caballe-* 
''ría; parte de ellos subieron por el Orinoco 
en pequeños esquifes , el resto siguió la orilla 
izquierda del mismo rio hasta las bocas del 
Pao, y juntándose allí con la división de Mo- 
nagas, pasó á la orilla derecha. Paez con 800 
hombres de infantería y dos mil de caballeria , 
y Gedeño con otro cuerpo de caballería , vi- 
nieron uno después de otro á engrosar él 
egército , el cual atravesó el Apure el dia 6 
de febrero de 181 8, en frente de San Fer^ 
nando. El dia 1 1 , después de 43 dias de marclm 
difícil por las asperezas del territorio, orde^ 
naba Bolívar sus tropas en el llano de Ca- 
labozo , y al dia siguiente intimó la rendición 
á la ciudad, sostenido por cinco mil hom- 
bres, 

Moríllo le esperaba con fuerzas iguales : 
el encuentro fue pronto, violento y heroico 
por ambos lados. El general español tenia 
una excelente infantería y alguna gente es- 
cogida de á caballo, bien que en corto nú- 
mero. Por el contrarío la infantería de los 



DE LA COLOBIBIA. i8i 

independientes se componía de hombres sin 
disciplina, mal vestidos, y mal armados; pues 
Bolívar empezó su campaña con 1200 fusiles 
para toda su infantería. Pero su indomable 
caballería que formaba el grueso de su egér- 
cito, decidió la victoria. Los Españoles em^ 
pujados por los caballos hasta laá puertas de 
la ciudad 9 dejaron 800 hombres de los suyos 
^1 el campo de batalla. Morillo no lo aban* 
donó hasta lo último; dos oficíales suyos 
cayeron muertos á su lado , y su sable salió 
hecho pedazos. 

Bolívar se disponía para sitiarle en Gala- 
bozo; pero los Españoles no estaban ya en 
estado de defender esta ciudad que par otra 
parte estaba mal fcH'tifícada. La evacuaron pues 
furtivamente el dia i^, dirigiéndose acia el 
Sombrero, lugar á 18 leguas á la parte del 
norte, atravesando un camino áspero y res- 
pirando un aire abrasador; muchos murieron 
de sed y de fatiga. Perseguidos por los in^ 
dependientes > se rehicieron el dia 17 entre 
dos caminos muy estrechos, teniendo por 
delante un río vadeable, pero cuyas orillan 
parecían inaccesibles. Esta posición fue ata^ 
cada y defendida con una intrepidez extra- 
ordinaria , y al fin tomada por la guardia de 
Bolívar, y los dos cuerpos principales se bá- 



i83 mSTORIA 

tíeron con igual furor. La noche piíso fin á 
la carnicería, y el éxito hubiera quedado 
dudoso , si al dia siguiente no hubiera con- 
tinuado Morillo su retirada. 

Este principio brillante deslumhró á los 
gefes del egército republicano. La acción de el 
Sombrero los colocaba á igual distancia de 
San Fernando y de la capital de Yenezüda« 
Por eso dividieron sus tropas : Paez y Cedeño 
bolvieron á emprender el sitio de San Fer- 
nando, y Bolivar corrió grandes riesgos en 
las llanuras de Caracas,' centro de las fuerzas 
españolas. Precisado muy luego á hacer frente 
á los cuerpos de Calzada , de Morales y de 
Latorre, vencedor en muchos reencuentros, 
pero vivamente atacado y perseguido por Mo- 
rillo que se aprovechaba de la falta cometida 
por su enemigo, sostuvo al fin el dia i6 de 
marzo, la célebre batalla de la Puerta, largo 
tiempo indecisa, y cuya victoria todavia hoy 
se reclama por uno y otro egército. Lo que 
admite menos disputa es la gloria de Morillo 
y la buena dicha de Bolivar : pues habiendo 
sido el primero gravemente herido, no pudo 
inquietar la retirada de su rival. 

Bolivar bolvió á Calabozo en donde le es- 
peraba gran número de recursos de provi- 
siones y hombres : Paez y Cedeño habían 



DE Lá COLOMBIA. i&3 

completado el primer plan de campaña apo- 
derándose de San Fernando , y acababan de 
llegar para incorporarse bajo las banderas 
de la^ independencia cuatro regimientos de 
auxiliares ingleses enviados desde la Marga^ 
rita y Angostura. La guarnición de San Fer- 
nando se habia rendido como prisionera des* 
pues de una larga y brillante resistencia ; pero 
su gefe, el joven y valiente Quero , no habia 
podido obtener su gracia de parte de los de- 
fensores de la patria, porque habia nacido 
colombiano. 

No tardó el egército republicano en bolver 
á tomar el camino de Caracas, en el cual 
halló nuevos peligros y estuvo á pique de 
perder á su libertador. Estaba el egército á 
€orta distancia del enemigo. Un prisionero 
español que el capellán de Bolivar habia to- 
mado por criado suyo, se escapa una noche 
y corre á indicar al coronel realista López, el 
parage donde descansaba el general sin mas 
compañia que tres personas. Inmediatamente 
se da la orden á algunos soldados para ir á 
apoderarse del gefe de los rebeldes* Ya iban 
á entrar en la tienda cuando Bolivar se des-^ 
pierta al ruido de las pisadas, se sale sin ves<- 
tirse por el lado opuesto seguido de dos ayu- 
dantes y el capellán , que caen alternativamente^ 



]84 filSTORLL 

bajo el fuego del enemigo; pero BolÍTar se 
salvó. Inmediatamente se ponen en píe los 
dos campos, se traba la pelea sin ningún pre- 
parativo, se lucha, se degüella, y la victpria 
queda por los Españoles : el coronel López 
murió en la acción. ¿ 

Sin desmayar por eso los patriotas, se re- 
hacen, y marchan adelante acia la capital 
consiguiendo ventajas sobre los tenientes de 
Morillo : pero este , mal curado todavia de sus 
heridas, se presenta de nuevo, y después dé 
una acción desastrosa para uno y otro egér** 
cito el dia ü de mayo , buelven los Españoles 
á ocupar á Calabozo; evacuándolo pocos dias 
después para disputarlo todavia* Después de 
cuatro meses de obstinada lucha, los dos 
cuerpos principales se encontraban en sus 
piimeras posiciones : Bolívar belvió k Angos? 
tura en julio; mas en su ausencia bolvieron 
h)S patriotas á t6mar la ofensiva, y la cam- 
paña se terminó ocupando estos todo el ter- 
ritorio de Yarinas , que por fin abandonó . en 
agosto el general Calzada á Paez. Al mismo 
tiempo Morillo por ir á contener los insur- 
gentes de Coro, dejaba los posiciones iníe« 
riores de la provincia de Caracas. En todos los 
otros puntos de Venezuela, habian estado equi* 
librados los buenos sucesos y los reveses. 



DE LA GOL(MMBIA. i85 

Solo e&tuvo constante la TÍctoría á faLVor 
de la flota del almirante Brion. Dueña del 
Orinoco , j siempre en comunicación con 
la isla de la Margarita y la ciudad de Angos^ 
tura, suministraba víveres á los patriotas de 
lo interior, y cruzaba al mismo tiempo en 
las costas septentrionales, teniendo en una 
especie de bloqueo los puertecillos situados 
entre Cnmaná y Puerto Cabello. El a6 de 
agosto coronó sus expediciones apoderándose 
de Guiria , plaza bastante importante por su 
posición en el golfo de Paria. ^ 

La estación de las lluvias habia suspendido 
las operaciones militares en Venezuela , y am* 
bospartidos igualmente fatigados, ponderaban 
sus triunfos* Frecuentemente el orgullo man« 
tiene el valor, pero siempre desfigura la verdad^ 
Bl resultado mas positivo de toda esta cam*» 
paña estaba limitado á la toma de San Fer« 
nando por los independientes. Por lo que 
hace á Morillo habia podido convencerse de 
que ni el talento, ni el heroísmo, ni aun el 
mayor número bastan para vencer un pue- 
blo ; las guerras de exterminación solo son fa* 
tales para los egércitos, especialmente cuando 
el territorio, el clima y las costumbres pueden 
desbaratar las mas sabias convinaciones mili- 



i86 mSTORIA 

tares. La resolución de sacrificarse por la pa- 
tria es indomable. 

Es preciso no obstante confesar que todavía 
por mucho tiempo hubieran luchado los Co* 
lombianos -contra la opresión , si no hubiesen 
venido algunos estrangeros á engrosar sus 
filas, dirigir bienios golpea/ afrontar las en- 
vidias , y hasta á padecer la ingratitud de una 
multitud ignorante y vana, que no oponia é la 
táctica española sino una ciega temeridad, 
la desesperación ó la fuga. Los Ingleses auxi* 
liares, que h|ibián sido llevados los unos por 
la codicia , otros por amor de la gloria , y todos 
deseosos de encontrar gratitud, se encontraron 
por de pronto engañados. Tero la prudencia 
y la buena fé de Bolívar han conseguido la 
educación de sus conciudadanos : notado él 
mismo de haber cometido algunas faltas , se 
apresuraba á confesar altamente la superioii* 
dad europea , y á elevar á los primerea grados 
los estrangeros que se señalaban. A su vuelta 
el pueblo justificó las palabras que el presi* 
dente Zea habia dirigido el dia 6 de marzo á 
varios de los auxiliares irlandeses é ingleses,á sa- 
ber : a Seáis bienvenidos, ilustres defensores de 
la libertad ! Nuestros marinos han salido á reci- 
biros, y su gefe Brion que es estrangero como 



1 



^ 



DE LA GQLOMBIA. 187 

vosotros y (mede decir si sabemos apreciar á 
los valientes de todos los paises asociados á 
la causa de la independencia. » Bolivar buscaba 
también el modo de hacer perder á las hostili-* 
dades su carácter atroz , prohibiendo á sus sol- 
dados ) bajo severas penas, el matar á ningún 
enemigo después del combate. Los Españoles 
no le imitaron. El les envió muchas veces sm 
prisioneros , sin poder nunca conseguir un 
cange. 

Asi es como esta campaña de 18 18, califi-» 
cada de brillante por ambos egérciios y tuvo 
consecuencias morales mucho mas importan*- 
tes que la toma ó el abandono de algunas ciu-- 
dades; despertó la atención del mundo ci* 
vilizado , y dio á los Colombianos una opinión 
pública, un orgullo nacional. Los succescn^es 
de Felipe II», y del duque de Alba , llevando 
en su mano el hierro y el fuego, encontraban 
allí otras Provincias Unidas que defendian y 
proclamaban su libertad sobre ruinas ; en to* 
das partes habia espectadores atentos á este 
drama , y cualquier pueblo se hace grande ^ 
cuando el universo lo está mirando. 

£1 presidente Zea decia en una proclama: 
<x Yo no concibo porque fatalidad permite la 
Europa que subsista un gobierno que tiene la 
estúpida insolencia de insultarla, restable^ 



i88 HISTORIA 

ciendo la inquisición y otras instituciones in- 
humanas á la presencia de la Sociedad Real de 
Londres , del Instituto de Paris , y de cien aca- 
demias y universidades... » Esta frase, que por 
desgracia parecerá demasiado ingenua en el 
antiguo continente , prueba al menos , cuanta 
emulación y cuanta confianza inspiraba á los< 
Americanos el considerar que la Europa tenia 
los ojos puestos en ellos. 

En fin comenzaban á poderse contar entre 
las naciones. En julio del mismo año recibie- 
ron en Angostura á M. Irving , enviado oficial 
de los Estados Unidos, y poco después do& 
comisarios venezuelanos, que solo estaban tole- 
rados en Nueva York , fueron reconocidos por 
el gobierno de este pais. Ya empezaba Men* 
dez, que hacia tiempo estaba como agente 
secreto en Londres , á tomar el título de en- 
cargado de negocios de Venezuela y de la 
K ueva Granada. Las reclutas , las compras de 
armas y equipages de egército que se hicie- 
ron entonces por cuenta de la república , han 
constituido una gran porción de su deuda ^ 
pero la han salvado. 

Desde la buelta de Bolivar á Angostura rei- 
naba una actividad prodigiosa en todos los 
ramos de la administración , y las operaciones 
exteriores tenian los sucesos mas felices. El 



DE LA CX>LOMBIA. 189 

altniracnte que acababa de deisembarcar ocho 
mil fusiles, municiones, y soldados, solo es- 
peraba una señal para hacer salir de la Marga- 
rita una flotilla bien armada. Bolivar creyó 
estaba en el caso de intentar una segunda 
campaña en aquel mismo año. Su proyecto 
era continuar el sitio dé Cumaná comenzado 
por Bermudez, y estrecharle con vigor ayu- 
dado de Marino , mientras duraban las inun- 
daciones de los llanos; con esto el enemigo 
seria llamado acia las costas por el almirante 
Brion , y el infatigable Paez , dueño del Apure, 
farorecia la marcha de los patriotas sobre 
Nueva Granada, cuya libertad era fácil, aten- 
dido el gran número de descontentos y la 
intrepidez de sus guerrillas. La interceptación 
de una correspondencia descompuso estos 
planes ; el gobernador español de Cumaná 
se previno contra la marcha de los indepen- 
dientes, los atacó de improviso, y aun les 
hizo sufrir un descalabro. Con esto ya hu- 
biera sido largo el sitio de esta ciudad, se 
hubiera mudado el teatro de la guerra , y pe- 
ligraban los recursos para la campaña próxima: 
por eso Bolivar que habia salido de Angos- 
tura el dia 26 de octubre, volvió á ella en 
ao de noviembre. 
Los Españoles por su parte se encerraron en 



tgo HISTORIA 

sas plazas fuertes, sin recibir socorros de la 
metrópoli y luchando, después de los combates, 
contra las enfermedades y el desaliento. Solo 
Morillo estaba en pie cuandg los restos de 
las legiones que habia llevado de Europa Ue-^ 
naban los hospitales. Se le yeia alternativa* 
mente en el cuartel general ó en la capital, 
en los pueblos pequeños , y en medio de los 
llanos, recordando á sus soldados sus jura- 
mentos; y ya por persuasión, ya por fuerza 
obtenía las contribuciones de las ciudades , y 
alistaba bajo sus vanderas algunos naturales 
del pais. De este modo se ponia en estado 
de bolver á emprender las hostilidades con 
seis mil hombres, fuera de las guarniciones 
cuyo efectivo ascendiá al mismo número pocci 
mas ó menos; y para pagar sus tropas hacia 
acuñar en Caracas una moneda que solo tenia 
curso en la provincia. Cuba, Puerto Rico, y 
el virey de la Nueva Granada le subminis*^ 
traban víveres y pertrechos militares. Morillo 
servia á su rey con el mismo abandono de 
si mismo que el que mostraban los defensores 
de la libertad. 



*; 



I 



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DE LA COLOMBIA. 191 



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CAPITULO X. 



Congreso de Angostura ; ideas constitncíonales de BolÍTar. 
Libertad de la Nuera Granada y su unión con Venezuela. 
Lei fundamental. — Sucesos militares «n 18 19 y 1890. 



En el mes de diciembre rompieron las hos- 
tilidades en todos los puntos, y en esta oca* 
sion los independientes siguieron un sistema 
de guerra desastroso para el enemigo, pro- 
vocándole continuamente y no empeñando 
combate sino después de haberle cansado con 
marchas y contramarchas penosísimas , y cuan*^ 
do eran dueños de las posiciones : si el éxito 
del- reencuentro era dudoso , su inagotable 
caballería cargaba á grupa con la infantería 
y escapaba. Paez , Cedeño y Monagas, Sa- 
raza 9 Bermudez y Marino , manteniendo siem** 
pre sus comunicaciones , ó dispersándose sin 
retirarse, maniobraban de este modo desde 
los llanos de Yarínas hasta las bocas del Ori- 
noco , y desde las riberas del Apure hasta las 
montañas de Caracas , formando una linea de 
cerca des aoo leguas. 



v 

\ 

19a HISTORIA ^ 

IjSls partidas se habían engrosado con muchos 
millares de Indios, disciplinados y mandados 
por oficiales ingleses. Es muy de observar que 
los naturales mostraron mas docilidad y ap- 
titud mandados por estos estrangeros que 
mandados por gefes de origen español ; acaso 
la vista de un antiguo colono les Iraia á la 
memoria tristes recuerdos, al paso que era 
aquella la primera vez que se unian con los 
Ingleses , con quienes habian conservado ex- 
clusivamente un comercio constante de per- 
mutas durante el régimen colonial á pesar de 
las mas severas prohibiciones. 

En la Nueva Granada los delegados espa- 
ñoles parecia que precipitaban una insurrec- 
ción general. Los habitantes á quiénes daban 
el nombre de gentes de razón , esto es , fieles 
á la metrópoli , eran tratados y tenidos por 
sospechosos de rebelión; de suerte que una 
multitud de criollos, que hasta entonces h&i* 
bian servido en el egército realista, viéndose 
excluidos de sus grados y empleos, se iban 
á formar guerrillas. Unos colocándose á las 
orillas de la Magdalena cortaban las comuni^ 
caciones entre Cartagena y Santa Fé; otros 
tenían en agitación las provincias de Socorro, 
Tunja , Pamplona y Popayan. El atropamiento 
que había comenzado á juntar Santander en 






DE LA COLOMBIA. 19^ 

los llanos de Casanaro , tenia, ya tal €<msis- 

lencia , que Donato Pérez y el coronel-clérigo 

Marino, al frente de dos mil hombres bien i 

armados, acababan de. apoderarse de Poro, 

capital.de la provincia, y de establecer allí 

un gobierno provisional. Por todas partes amef 

nazaba el incendio al vireynato. La situación 

y. los nuevos recursos de Venezuela debían 

hacer decisiva la campaña de 1 819. 

Bolivar dirigia todos estos movimientos des- 
de la ciudad.de Ango^ura, en donde se ha- 
llaba ocupado en los preparativos de mm 
grande solemnidad. Después de haber orga- 
nizado todos los ramos del servicio público , 
y aplicado sus cuidados á la agricultura, la 
navegación y el comercio , únicos medios de 
reparar los males de la guerra, habia que- 
rido fundar la libertad pública. A este fin se 
habia convocado un congreso, general y el 
héroe meditaba, pagar el tributo de legislador. 
^ . Instruido por la experiencia de los sncesos 
y. de los hombres , Bolivar habia fortificado 
su opinión de que, no convenia á los Colom- 
bianos el sistema federativo : y al argumento 
que se le hacia con el egemplo de los. Estados 
Unidos respondía haciendo la comparación 
de este pueblo ya antiguo en la civilización, 
y heredero de las virtudes civiles de la In- 

i3 



V 

tgi msroMA. 

glaierra^ sin haber adoptado su licencia po* 
litica, con unos ciudadanos de ayer, divididos 
entre «í en castas é intereses , sumergidos por 
tan largo tiempo en la ignorancia y la escla- 
yitud , sin saber todavia dar honor ni á las 
l^es ni á los magistrados ^ y presentando una 
£icil conquista para el primer ambicioso. Solo 
la unidad de gobierno y de legislación era la 
que podia consolidar la república naciente. 

Pero el congreso de Venezuela habia hecho 
una eonstituctan^ y era federativa. Parecía pues 
que echando ;por tierra este prioier obgeto del 
respeto popular^ podia temerse debilitar el que 
se quwia infundir á favor de la ley nueva. Es 
menester tener el valor de desagradar al pue- 
blo para tener el derecho de serle útil. . 

La dem4>cracia turbulenta de Atenas , la 
austera legislación . de Licurgo,' Roma con su 
orgullosa aristocracia se presentaban alterna*- 
tivamente al talento de Bolívar, y no se atrevía . 
afijarse en una de ellas. Escogió un egemplo 
entre los ínodernos, y le pareció. que la Gran 
Bretaña ofrecía la forma mas perfecta de go^- 
biemo, con solo substituir á su monar^ia 
hereditaria, la presidencia electiva de los Esta- 
dos Unidos. 

Asi.pues^ los principios del proyecto de Bo- 
lívar eran la libertad de obrar y de escribir • 



DÉ LA COLOMBIA. igS 

k igualdad de todos , la división de los pode- 
res , la responsabilidad de los ministros , la 
libertad civil y religiosa, y el juicio por ju- 
rados. 

Pero su virtud le extraviaba en otros puntos* 
Olvidándose de qutí las decoraciones y los 
título^ , institiúdos pteira el mérito , frecuente- 
mente obtenidos poir 1^ medianiá, fomentan 
más !bien la iütríga que la emulación, instituyó 
bi Orden de los Libertadores. Bolivar conocia 
bieii lá necesidad dfe hacer frecuentes lasreelec- 
cioties en la Cámara de Ibsí representantes; pero 
creia ser indispensable hacer hereditaria la 
Cámara Alta ó sea el sellado. Suponía que este 
<niek*p6 ,' firme enihedio de cualquier commo- 
cion popular , eonservaria c6mo un 'depósito 
sagrado las leyes de que dependia su propia 
existencia y su^faonof. Sus miembros debiáñ 
ser ricos para ser inaccesibles á la corrupción, 
y sus hijos recibir una educación que los hiciese 
dignos de será su'tieittpa los arbitros del es- 
tado... Es verdatl qü^ Bolivar evitaba liiuchos 
riesgos , erigiendo , al lado dé su senado here- 
ditario, uti tribunal moral, juez de la conducta 
de los magistratlos y del pueblo. 

£1 diá 1 5 de febrero de 1 8 19, que contaba 
el noveno año dé la independencia, abrió él 
cbnjg^reso sus sesiones en Angostura , con solo 



i 

\ 
V 

196 HISTORIA 

veinte y seis diputados entre los cuales se sey 
ñalaban Roscio , Zea, Hurtado, Urbaneja, Ma- 
rino , Montilla , Urdaneta , Peñalver , Palacio 
y Torres. Tres cañonazos anunciaron la lle- 
gada del libertador , "el cual se presentó ro- 
deado de un numeroso estado mayor ^ y de 
varios representantes del pueblo que habian 
creido deber salirle á recibir. Acaso habia de- 
masiado abandono en estas muestras del re- 
conocimien^to nacional 3 pero no babia riesgo; 
tratándose con un hombre como Bolivar, mas 
celoso del títiulo de ciudadano que de la su- 
prema autoridad. 

Este expresó en un discurso noble y modesto 
la situación de la república ; sometió á las luces 
del congreso su plan de constitución, y le pro- 
puso algunos proyectos de decretos en favor de 
los defensores de la patria. « Tío olvidareis tam- 
poco, les dijo , á estos generosos estrangeros. 
que nos han ayudado con su dinero y con sus 
brazos. Ellos han salvado la república, y así les 
debemos una eterna gratitud y el cumpliniiento 
religioso de los pactos hechos con ellos. La 
deuda nacional descansa sobre la buena fé y 
el honor de Venezuela : perezcamos ^ntes que 
faltar á lo que hemos prometido !.. Ciudada- 
nos : empiezan vuestras obligaciones, yo. he 
acabado las mias ; el congreso estáinstalado. Mi 



DE LA COLOMBIA. 197 

espada y la de mis esforzados compañeros es- 
tarán> siempre prontas para mantener su auto- 
ridad. 

Entonces Bolivar suplicó á la asamblea que 
señalase quien le reemplazara en la presiden* 
cia. Zea ocupa entonces el asiento preeminente, 
y el libertador, al bolverse enmedio de su 
estado mayor , les dijo : « Generales , oficiales, 
todos vosotros camaradas mios en las armas , 
ya no somos sino simples ciudadanos hasta 
que el congreso guste devolvernos á emplear; 
contando con vuestra sumisión^ voy en vuestro 
nombre y en el mió, á poner en manos de lo^ 
representantes del pueblo la autoridad mili- 
tar... Debuelvo á la república los poderes que 
me habia confiado; servirla es siempre hon- 
roso, cualquiera que sea el puesto que se nos 
señalase. » La asamblea, unánimemente, res- 
tableció y confirmó inmediatamente la persona 
dé Bolivar en todos los empleos y títulos mili- 
tares que le estaban conferidos. 

También se iba á votar que se le conservase la 
autoridad suprema. «No no, exclamó con vi- 
veza, no, jamás volveré á tomar una autoridad 
que renuncio para siempre por deber, y por 
convicción propia. ¡ Quantos peligros corre la 
libertad , cuando un hombre solo conserva por 
tan largo tiempo el poder supremo ! El pueblo 



ig8 HISTORIA 

se habitúa a la obediencia, y el hombre a] 
mando. Guardaos de la ambición, guardaos 
de mi mismo. Quien os responde de que ya 
pensaré siempre como pienao hoy? Loa hom- 
bres son débiles. Sí , yo renuncio para siempre 
la autoridad suprem^a, ^ 

El libertador pidió permiso píira retirarse. 
Diez miembros le salieron á acompañar^ A lafe 
vuelta de estos la asamblea empezó á delibe*^ 
rar, y convino en que las circunstancias haciaa 
imposible el reemplazo del presidente, del es- 
tado. Envióse una. diputación para obtener de 
Bolivar.que conservase la autotid^d que^ger-^ 
cia, por espacio de, cuarenta y pcl)^ horas. 
£1 acepta ; la asstmblea levántala sesíoo? y uñar 
solemnidad religiosa consagró ^st^ rdia me-i 
morable. Todos los ciudadanos estaban trans- 
portados de alegría y de entusiasmo. . 

Al dia siguiente se repitieron las instkncías' 
fundándolas en la salvación de la patria ; y al 
fin obtuvieron de Bolivar que conservase, la 
presidencia de la república hasta que se aca- 
base la constitución. Se le dio por auxiliar á 
Zea , que tenia la dignidad de vicc pt*esidente , 
y tres ministros; á saber, Ürbanejá para lo in- 
terior; Briceño Méndez para la guerra, y Pa- 
lacio para negocios estrangeros. La adminis- 
tración de la justicia se encargó á Cádiz, Mar-* 



i^ 



V DE LA COLOMBIA. 199 

linez y Yanes. Habiendo acreditado el tieisipo 
et acierto de estas elección^ es muy justo 
frfar en la menaoria el nombre de los iunda^ 

I dores de la república. 

'El co&greso^ 'aumentado ya con nuevos di- 
putados , presentaba también utia reunión de 

I hombres muy notable en un pueblo que habia 

pasado'de repente desde la indolencia que ins- 
|iira el desfiotismo á las agitaciones de la li- 
• > — bertad. La mayor parte de sus miembros po- 
seían una ' instrucción profunda ó variada ; 
lodos eran elocuentes. Es verdad que sus dis* 
cursos, abundantes de metáforas, cargados 
deégemplos sacados de la? antigüedad, mos- 

^ traban todavía la juventud de la imaginación ; 

pero las ideas teniau etactitud , y los extravíos 
de una erudición fácil indicaban á lo menos 
cuales eran los modelos que apreciaba el ora* 
dor. El presidente Roscio, abogado distinguido, 
dudadano' señalado por la pureza de suscos^ 
tumbres, y uno de los primeros autores de 
la revolución ^ habia pagado su declaración 

r por la causa de su país con cuatro años de 

• presidio en Ceuta , en donde se habia ocupado 

en ilustrar al pueblo acerca de la alianza de la 
metrópoli y del cielo; y asi luego que recobró 
su libertad en 1816, hizo imprimir en Fila- 
delfia , y publicar en Venezuela una obrita con 



200 HISTORIA 

el tituló de « £1 Triunfo de la libertad en U 
confesión de un piador arrepentido de. sus 
errores políticos»; obra consagrada á justir 
ficar la religión ofendida por la tiranía. 

Entre otras deliberaciones el congreso adoptó 
elproyectodeBolivarqueinstituiauna orden de 
los Libertadores ; dio extensión y explicaciones 
del decreto de 1817, acerca del repartimiento 
de bienes nacionales entre todos los defensor 
res de la patria, extendiéndolo también á los 
estrangeros auxiliares. Se establecieron penas 
contra todo oficial ó soldado que maltratase 
á un enemigo vencido ó prisionero. Se ofreció 
á los soldados realistas , fuesen americanos ó 
españoles, la conservación de sus grados, y clase, 
si pasaban al servicio de la independencia. Se 
ordenó expresamente á los comandantes de los 
cuerpos que respetasen é hiciesen respetar las 
ciudades, los monumentos públicos, los archi^ 
vos y las iglesias. En fin se puso en. discusión 
el plan de constitución de Bolívar, y el cour 
greso desechó el senado hereditario. 

Por su parte el vicepresidente de la república, 
don Francisco Antonio Zea , sugeto conocido 
de antemano en el mundo científico, se dedi- 
caba á extender la instrucción, á favorecer el 
comercio y la agricultura, y á dar á conocer á 
sus conciudadanos los secretos de la industriap 



DE LA COLOMBIA. aoi 

En lo int^ior se abriaa nuevas comunica- 
ciones ; á pocos dias de la apertura del con- 
greso ya navegaba en ^1 Orinoco un barco de 
vapor, y varias prensas litográficas transmitían 
á todas partes ^as actas de la autoridad pú- 
blica. 

No tardaron en presentarse algunas com- 
pañías inglesas para sacar partido de este 
estado naciente. Los socorros militares de la 
Gran Bretaña no son por decirlo así, sino 
adelantos que hace su comercio . Una de estas 
compañías pedia, en cambió de sumas con- 
siderables, el privilegio exclusivo de los tabacos 
tan nombrados de la provincia de Yarinas. 
Negóse el gobierno, declarando que todo mo- 
nopolio era incompatible con los derechos 
de un pueblo libre; pero concedió gran nú- 
mero de terrenos con solo la condición de 
reducirlos á cultivo. 

El celo y trabajos de los miembros del 
congreso parecia que daban á Bolívar una 
nueva actividad. Salió de Angostura el dia a6 
de febrero, y muy pronto quedó vencedor 
en muchas acciones trabadas contra Morillo. 
Hasta entonces enmedio de larguísimas mar- 
chas , de . acciones temerarias é inauditas , 
los egércitos obraban en un mismo teatro; 
pero ya siendo los patriotas mas en número 



aoa HISTORIA 

que su enemigo, debían aspirar á cosas dé 
mas oonsecueticia, y dará los Españoles que 
les igualab&u en intrepidez y eran sus maes'* 
tros en la guerra, el egemplo de un pueblo 
libre á quien se enseña el arte de vencer. 

El dia a4 de mayo dejó Bolivar á Montecal 
en la provincia de Varinas, llevando consigo 
i5oo hombres, y el i3 de junio, después di^ 
haber andado mas de cien leguas atravesando 
los llanos de Casanare enteramente mundados 
j navegables en muchos parages, se juntó 
con Santandier, y continuó sil marcha por la 
Nueva Granada con nuevas legiones. LasUu^ 
vias ' no cesaban , y era menester pasar todavia 
muchos rios. Al fin las Cordilleras de Tunja 
le presentan sus quiebras escarpadas; las su* 
peran , bien que abandonando los cañones y 
equipages, y perdiendo la mayor parte de 
los caballos. Y habiendo llegado á las orillas 
del Paya el dia 2^7 de junio, esclama Bolivar : 
«Lo mas está hecho , pues hemos vencido la 
naturaleza... » 

Esta confianza no fue desmentida : tres mil 
hombres poco mas ó menos, que acababan 
de afrontar tan grandes fatigas y que luchabaii 
todavia contra todo género de privaciones, 
sostuvieron muchos combates , dieron dos ba-* 
tallas, y triunfaron de un enemigo, superior 



DE LA COLOMBIA. ao3 

,^a nú«iero, dueño de las posiciones y pro- 
visto de todo lo necesario pava la guerrai La 
resistencia duró mas de un. mes* En la última 
.^ccion que fue en el puente de Boyaca, la 
:disciplina' española hizo titubear por mucho 
,tiempO' la temeridad de los independientes; 
los realistas estaban mandados por el hábil 
general Barreiro. Pero Santander y Anzoategui 
cayendo precipitadamente sobre las filas ene*- 
migas 4 dieron la señal de una carga general ^ 
y ,uaa brillante ▼¿ctoria coronó una campaña 
4Íe) setenta y cinco dias<,i. emprendida; y egeeu- 
. tada durante l^s intindaciones. : : ' 

A la.yista denlos soldados de Barreiro que 
4rfitaban de rehacerse en 'la capitali, seánsurr 
reccionó el pueblo; el. virei,los; miembros de 
la Audiencia y todas las autoridades tomaron 
la fuga 9 y el general Calzada, « enviado por 
Morillo ^ no atra viéndose á atacar á los inde*!* 
pendientes, se, dirigió áeia las provincias del 
sur. Bolivar y 4os suyos entraron en Santa ¿Fé 
el día I o de agostó de 1 819; la muchedumbre 
jse amontonaba á verlos pasar; los abrazaban; 
las madres bolvían á encontrar sus hijos que 
hacia tres años estaban peleando en los llanos, 
y el orgullo patriótico hacia.olvidar tan largo 
padecer. Santander fue nombrado por acla- 
mación presidente del gobierno provisional^ 



•í 



1 

1 

\ 



ioi HISTORIA 

£1 grito de la independencia habia resonado 
desde Tunja en muchas provincias vecinas; 
Socorro, Pamplona, y Antioquia enviaron al 
libertador su contingente de tropas , y no tar- 
daron en llegar los de Neiba y Mariquita. Un 
cuerpo de egército, al mando de Anzoategui, 
se puso á perseguir al virey que huía acia 
Cartagena; otro á las órdenes de Soublette, 
originario francés , marchó contra Latorre 
que se adelantaba por los valles de Cuenta 
al sur de Maracaibo; el coronel Plaza, al frente 
de una tercera división , se dirigía sobre Po- 
payan para contener á Calzada. 

La prontitud y vigor de estas disposiciones 
aseguraron la posesión definitiva de las pro- 
vincias del centro. Las del norte acababan de 
ser el teatro de un acontecimiento que hu- 
biera podido ponerlas á la disposición de la 
independencia, si no hubiesen concurrido un 
miserable descuido y un raro atrevimiento. 
Fue el caso que Mac Gregor, que se habia 
alejado del continente por consecuencia de 
algunos disgustos con los gefes del egército, 
andaba pirateando en las costas de Mégico 
mostrando siempre sn bizarría y siendo feliz 
en sus empresas. Los paises del istmo, que 
hasta entonces no habian participado de la 
revolución, le parecieron ser un obgeto mas 



DE LA COLOMBIA. ao5 

digao de su esfuerzo. Acompañado . piles de 
sqIo tres ó cuatrocientos hombres, casi todos 
ingleses , sorprende al gobernador de Porto- 
beloy hombre pusilánime que abandonó ^ sin 
disparar un tiro, una de las ciudades mas 
fuertes y mas ricas de la América. £1 buen 
acuerdo de los habitantes era el único que 
podia afianzar una victoria tan singular ; pero 
aquellos aventureros, confiados en el terror 
de los Españoles, se abandonaron á todo gé^ 
ñero de placeres, descuidando hasta la guarda 
de las puertas de la ciudad; y así pasaron un 
mes. El gobernador de Panamá, resuelto á 
vengar la afrenta de su compatriota , se pre- 
senta delante de la plaza y entra en ella el 
dia 1^, de mayo, sin haber encontrado al ene- 
migo. La mayor parte de los Ingleses fueron 
cogidos á la mesa ó en sus camas. El escocés 
Mac Gregor saltó por una ventana y logró 
ponerse á bordo de su navio. Este caudillo 
h^bia hecho una calaverada en una ocasión 
en que un héroe se hubiera cubierto de gloria. 
Pero otras convináciones mas altas prepa- 
raban la alianza de las provincias del istmo. 
En todos los parages que recobraban la li- 
bertad se reponian las autoridades nacionales^ 
y se nombraban los representantes encargados 
de discutir en el congreso la reunión de la 



ao6 HISTORIA 

I 

Nueva Granada y de^ Yetíezüela en una sola 
república* Este era él voto general , porque la 
experiencia de la guerra civil habia apagado 
las pretensiones de las jprovincias. Se creó 
una orden para consagrar la memoria de la 
restauración á la libertad,' y recompensar á 
los ciudadanos que se habían ofrecid<y en sa-^ 
crifikio para conquistarlas diósela el nombre 
de Bojraca. Los caudales del vireynato sirvie- 
r<ni para comprar armas para los muchos 
voluntarios que venían á alistarse eñ el egér-^ 
cito. Los pueblos no tienen medio entre iaf 
apatía »y el entusiasmo, v < , ^^ 

El libertador habia llenado el ob'geto d€ 
que se habia encargado; y asi salió ¡de Santa 
Fé en el mes« de septiembre . para bblvie# á 
Angosturas La> situación militar em que se 
hallaba la república «o pedia su presencia en 
otro punto. Mbi*í lio, ^engañado por la marcha 
de los • independientes no ^ habia enviado á 
tiempo socorros á la Nueva Granada; y él 
mismo se haUaba inquietado y contenido por 
Paez encías orillas del Apure y del Arauca, 
mientras sus gobernadores marítimos estaban 
atentos á. las 'Operaciones dei almirante Brion 
que :se preparaba pira salir de ia Margarita 
con una corbeta, tres bergantines, mieve go- 
leta^ ocho trasportes' y^algunas cañoneras ; Ur- 



DE LA COLOMBIA aoy 

daneta y English mandaban ti*es ipil hombres, 
cuyos dos tercioft eran tropas inglesas. 

Esta expedición se hizo á la yela el dia i4 
de julio, y el i8 ya habia tomado por asalto 
las fortificaciones* de Barcelona. No tardó en 
rendirse la ciudad > y el ingles Urslar quedó 
de gobernador, en rolla. Las. tropas de desem- 
barcó fueron á juntarse coa^lo^ cuerpos de 
Bermudez y de Marino. 

Este feliz suceso, hizo bolver^ á emprender 
el sitio de dumaná , pla^a* no menos defen- 
dida por la naturaleza qsie por el arte : la 
ciudad está dominada por .una calina en. cuya 
cima está el fuerte .de San Antonio, y cuyos 
dos extremos son inaccessibles á causa de un 
bosque e$pesísimo.iEsta tentativa no £ae feliz; 
pero ocasionó una diversión á las- fuerzas del 
enemigo. • '-'* .: «. 4 <í <• 

Morillo vino á presenciar la reunión de toda- 
su marina que se componia^ds: once navios 
y de trece chalupas bien equipadas. Su proyecten 
era apoderarse de una vez de aquella isla tan 
heroica ^n L&17, y que desde entonces era< 
el asiento del almirantazgo republicano. La 
flota española se presentó el dia 5 de septiem- 
bre delante de San Juan, puerto «meridional, 
de la Margarita; pero por una singular, con^ 
vinacion, á pocos dias de bloqueo, se volvió 



\ 



aeS mSTOfUA . 

á La Cruayra^eaaiKlo los Margaritanos , ausquíi 
ñempre dispuestos á defenderse hs^ta el úl- 
timo extremo , no tenían los recursos que pide 
una larga resistencia. Sería muy de estrañar 
la conduela del almirante español sí no se sur 
piera que los reveses de la fortuna dan prin- 
cipio á los que ocasionan las faltas y errores. 

Casi parecía que la ^cuadra de la metrópoli 
respetábala republicana que andaba siempre 
dispersa en el mar de las Antillas y por lascos*» 
tas del Atlántico , en persecución continua- del 
comercio y comboyes de la Península , y lle- 
vando á la Tierra Firme el producto de suA 
presas 7 y los socorros y reclutas que iban de 
Europa. En d mes de septiembre desembarca^ 
ron cinco mil irlandeses , que fueron bien des- 
graciados así por malas disposiciones, del go- 
bierno, como por la mala elección de estos 
auxiliares cuya mayor parte eran enteramente 
nuevos en la milicia. Esta expedición se habia 
,^ becho á la vela en Liverpool , veinte y cuatro 
\ boras antes que se publicase el bilí que pro- 
bibeen Inglaterra los alistamientos para pais 
estrangero. 

.Estaba concluida la campaña con no menos 
gloria de las armas de la república que con im- 
pastantes resultados. Así al entrar Bolivar en 
Angostura fue recibido con transportes de ale» 



Dfi LA OOLC9AIBIA. M9 

^rby y con las bendtcíoQes de mn. pueblo 
a^adecido , que le saludaba con el título tmí 
bien mereeido de liberlador , j con el todaTiA 
mas dulce de padre de la patria : era este el 
mayor triunfo que se había visto desde el de 
Washington. £1 congreso, en una solemne de* 
liberación tenida el dia 1 7 cte diciembre de 
18.19, pfoclañió á un mismo tiempo las con* 
4|iftis4as del h^oismo, la voluntad de los pue- 
blos, y ks bases de la nueva sociedad en los 
términos siguientes : 

« £1 congreso soberano de Venezuela, á cuya 
jautoridad se han sometido voluntariamente las 
«edades y el pueblo de la Nueva Granada , re- 
cientemente puestos en libertad fer las armas 
4e la república; considerando : 

« i^ Que las provincias de Venezuela y de la 
Nueva Granada^ unidas en una sola república, 
lendran las facultades y medios de ll^^ar al 
mas alto grado de poder y de prosperidad; 

^%^ Que constituidas en repúbikas separadas, 
for fuertes que fueran los lazos que las unie* 
Jim 9 l^jos de e;star en estado de aumentar los 
beneficios que deben á la naturaleza , omi di- 
^uUtad podrían consolidarse y hacer respetar 
su ii^depeqdencia ; 

ce Z^ Que estas verdades ,.profiuidamente im- 
pr€$sas en el ánimo de los hombrea de talento 

'4 



Alo HISTCKVIA 

superior 7 de uii patriotismo ilustrado, han 
movido al goHerao de cada república á con- 
!V!enir en una unión que las vicisitudes de la 
guerra habian retardado hasta ahora ; 

« En consecuencia , movido por estas consi-^ 
deraciones de necesidad y utilidad recíprocas , 
y según el informe de la junta especial de los 
diputados de la Nueva Granada y de Vene- 
zuela, en noljdbre y bajo los auspicios del ser 
supremo , el congreso ha decretado y decreta 
la ley fundamental siguiente : 
. « Art. i^ Ijas repúblicas de Venezuela y de la 
•Nueva Goranada quedan desde hoy reunidas en 
nn solo estado , bajo el nombre glorioso de 
MepúbUca de Colombia, 

« sio Su territorio comprenderá la antigua 
capiiania general de Veneficia y el i^reynato 
iáe la Nueva Granada, cuya extensión* total es 
de 1 1 5)000 leguas cuadradas. Se determinarán 
sus confines con toda exactitud. 

c 3o Las deudas contraidas por ambas re-* 
públicas se* reconocen por la presente ley 
«como deuda nacional in solidum de Colombia ^ 
siendo su hipoteca todas las propiedades na- 
cionales , y destinándose á su pago los ramos 
mas productivos de las rentas públicas^ 
^ « 4^ £1 poder egecutivo de la república se 
^^ercérá por un presidente , y en ausenicia de 



DE LA COLOMBIA. att 

este por un vicepresidente. Ambos serán nom- 
brados provisionalmente por este congreso. 

a S^ La república de Colombia se dividirá 
en tres departamentos principales, Venezuela , 
Quito y Cundinamarca , comprendiendo este 
último las provincias de la Nueva Granada, 
cayo nombre queda suprimido. Las capitales 
de estos tres departamentos serán Caracas , 
Quito y Bogotá ; queda suprimida la adición 
de Santa Fé. 

«c 6<^ Cada departamento tendrá una admí- 
nistradon superior, y un gefe que provisional» 
mente nombrará el presente congreso con el 
titulo de vicepresidente. 

<c 70 Una nueva ciudad con el nombre del 
Kbertador Bolwary será la capital de la repú- 
blica de Colombia; su planta y situación se 
determinará por el primer congreso general , 
con atención á las necesidades é intereses de 
los tres departamentos , y al alto destino qae 
debe caber á esta rica comarca. 

« 8^ £1 congreso general de Colombia se jun* 
lará el dia r^ de enero de i8ai , en la ciudad de 
Rosario de Cucuta, sitio de reunión , que bajo 
todos aspectos es el mas conveniente para los 
intereses de las ciudades de la república. £1 
dia i<» de enero de 1810, el presidente de la 
república hará la convocación, explicando el 



./ 



212 HISTORIA 

modo de hacer las elecciones , el cual se arre- 
glará por una junta especial y obtendrá la 
aprobación del congreso. 

« 9? La constitución déla república de Colom- 
bia se decretará por el congreso general, al cual 
el presente congreso presentará el proyecto. 
Esta constitución, asi como las leyes promulga- 
das por el actual congreso, serán puestas inme- 
diatamente en egecucion píH* vía de emajo. 

c lOO Las armas y la bandera de Colombia 
serán determinadas por el congreso general. 
Hasta entonces se usarán las de Venezuela 
como mas conocidas. 

<c iio £1 presente congreso suspenderá sus 
sesiones el dia i5 de enero de 1820, y desde 
entonces comenzarán las elecciones para el 
congreso geperal de Colombia. 

«12® Al cesar el congreso quedará upa junta, 
de seis miembros , cuyas atribuciones se fija- 
rán por un decreto. 

« 1 3o La república de Colombia será solem- 
nemente proclamada en las ciudades y en los 
egércitos con fiestas y regocijos públicos. Esta 
ceremonia se verificará en esta capital el dia 
25 de este mes, que es la fiesta del nacimiento 
del Salvador del mundo, bajo cuya protección 
se verifica la unión tan deseada que regenera 
el estado. , 



DE LA COLOMBIA. 2i5 

' « i4^ El aniversario de esta regeneración se 
celebrará en adelante como una fiesta nacio- 
nal , en la cual , á la manera de los juegos * 
olímpicos , se darán premios á la Virtud y á 
la Instrucción. » 

Sin embargo los generales españoles , man* 
teniéndose dueños de los ricos territorios de 
Quito , así como de Cartagena y de todas las 
plazas marítimas del Oeste , mandaban en los 
dos extremos del territorio, cuya reunión se ce- 
lebraba. Hábian convinado sus marchas y sus 
esfuerzos contra las provincias centrales, que 
si bien animadas del entusiasmo de una li- 
bertad de pocos dias , no estaban aun sino 
muy poco instruidas én la guerra, y poco 
experimentadas en sus vicisitudes. Cuudina- 
marca se veia amenazada á principios de enero 
de I Sao por cinco cuerpos de egército, y dos 
generales hábiles , Latorre y Calzada , dirigian 
la invasión. 

ün hombre superior , Santander , daba á la 
muchedumbre atemorizada el egemplo de la 
actividad , de la constancia y del verdadero 
heroismo. Habia establecido fabricas de pól- 
vora, comprado ó reparado armas, discipli- 
nado las tropas , organizado las milicias na- 
cionales y creado todos los medios para resistir. 
Pero el ataque fue general , y los independien*- 



ai4 HISTORIA 

tes no pudieron en todas partes sostenerlo oon 
iguales ventajas. La ciudad de Bogotá se abán^ 
donaba ya a aquel terror funesto que ha hecho 
sacrificar tantos imperios á la vanidad de las 
capitales. Entonces dio Santander un decrelo 
que salvó la república, ofreciendo la libertad á 
los esclavos que permaneciesen siendo soldados 
tres años seguidos. Con esto consiguió el Estado 
tener diez mil defensores, y el enemigo les sa« 
ministró las armas. A fines de marzo ya habían 
sido echado á los Españoles mas allá de suspri-* 
meras posiciones. 

La guerra de las partidas se continuaba vi<^ 
gorosamente en Venezuela , pero sin grandes 
resultados. Una victoria de Bolivar , que forzó 
á Morales á retirarse desde Calabozo á Valencia, 
era la única que habia señalado aquella cam- 
paña. Por lo demás los diversos cuerpos se 
hallaban en situación aun mas favorable que 
al comenzar las hostilidades , y se preparaba 
una empresa convinada contra Caracas « mien- 
tras el almirante Brion armaba una flota desr 
tinada á bloquear los puertos septentrionales 
de la Nueva Granada. 

. Pero la independencia adquiría siempre 
mayores fuerzas y solidez mas segura que la 
de las armas ; porque tenia á* su favor la opi* 
nipn pública aun en donde dominaban los 



DE Uk COLOMBIA. ai 5 

Españoles. £d la provincia de Valencia se forané 
un prayecto de libertad, dirigido por el alcalde 
Guevara , y sostenido por algunas familias de 
las mas ricas y principales. Las mugeres coo- 
peraban con todo el influjo que ellas tienen 
sobrQ el valor, señalándc^se entre otras protec*** 
toras deolarad^ui la señora Sandovaly sus hijas^ 
^n cuya cacase tenián las juntas, y la señora 
Zavaleta,: por^cuya mano pasaban los fócidos 
para pagaD los« subalternos. Un tal Rosales^ 
nutliral de aquel país., innesto á la cabeza: de 
cica hombrea arrestados á todo , intercep^ 
taba la : correspondencia de la metrópoli, y 
mantenia la comunicación con el estado mayor 
republicano. 

A fines de febrero se descubrió que existia 
este proyecto, mas no todos los conjurados; 
porque los acusados guardaron esforzadamente 
el secreto. Morillo, que no podia despreciar 
estos nuevos enemigos de la causa real , probó 
á conciliar los deberes de la justicia con. los 
deseos de la opinión , dando largas al proceso 
con toda prudencia y sin pasión. La falta de 
pruebas legales hizo poner en libertad muchas 
personas, dejando otras bajo la vigilancia de 
las autoridades. De veinte y seis acusados de- 
clarados culpables, catorze hablan sido senten- 
ciados á muerte, y los demás á presidio ó 



a i6 mSTOKU 

destierro perpetua; pero Morillo conmutó la 
mayor parte de las sentencias, y solo hubo 
seis victimas. 

£1 alcalde Guevara, coando ya iba á salir 
al suplicio, escuchaba con el mayor sosiego 
á los magistrados que le instaban para que 
revelase el plan dé una conjuración maqui- 
nada contra la autoridad del rey que es una | 
emanación de la autoridad divina, asegurán- 
dole con los mas sagrados juramentos su per- 
don y el de sus cómplices. Guevara parecia | 
estar entregado á una ¡n^ofonda meditación, | 
y se espejeaba que diese algunas luces : pero 
él recibió los socorros espirituales y dijo: 
Conducidme á la muerte. 



•^ 



DE Lá GOL<»iBU. 317 



»<i^%<%<^^ » w^0^i^t^i%/^ m ^^^^^ ^»> . »«^^^^»<i'»^»v^>*« m > *»% fc ^* »i*%i^» V »t 



CAPITULO XI. 



ResUoracióo de la Gm&titntion en España en iftao: ^-Nego- 
ciaciones ^ anai«tieio. — EntrefYÍ^ta en Santa Ana. 



I^ disposición de los ánimos , la buena 
suerte de las armas ^ la sanccion de una lei 
fondamental, todo publicaba el triunfo déla 
revolución, cuando un suceso inesperado vino 
á consagrar el principio sobre que se fundaba. 
La España bolvía á ponerse, aunque parapoco 
tiempo, bajo el imperio de las leyes consti- 
tucionales. 

Seis años de humillaciones y de castigos 
no habian logrado sufocar en la Península la 
memoria de las instituciones nacionales; y 
seis años de esfuerzos impotentes contra las 
.colonias no desengañaban todavia el gobierno 
de Fernando YII que establecia su política 
invariable sobre dos ideas. Quería aquel go- 
bierno á un mismo tiempo desterrar de la 
metrópoli las virtudes cívicas , y dar un golpe 



ai6 HISTQRIá. 

decisivo á la independencia americana; y á 
este fin ordenó el armamento de sus escua- 
dras. Se hallaban ya reunidos veinte y dos 
mil hombres al rededor de Cádiz; pero estos 
hombres estaban mas inflamados del amor de 
la libertad que de aquel valor ciego ; que habia 
conservado la España con todas sus supers- 
ticiones. La mayor parte de ellos contaban 
muchas campañas contra las tropas de Na^ 
poleon , y parece que podria decirse que la 
Francia tiene el glorioso privilegio de dar á 
sus mismos enemigos cierta instrucción pa- 
triótica. 

Bolivar tuvo noticia de estos preparativos 
en diciembre de 1819. Inmediatamente dirige 
una alocución á los soldados españoles exhor^ 
tándolos á libertar su patria del yugo en que 
yacia y mas bien que dejarse condtucir á db%* 
truir á sus hermanos. Estos estímulos , la pro^ 
mesa de una alianza y la ambición de ana 
fiueva nombradia , decidieron el egército ; se 
insurreccionó y resucitó la constitución hecha 
por las Cortes de 1812. 

Los ciudadanos salieron con esta ocasión 
de su entorpecimiento , y el mismo príncipe 
que la víspera castigaba con pena de muerte ¿ 
cualquiera que invocaba el pacto social, He 
halló imposibilitado de castigar á toda la na*- 



DE LA COLOMBIA. 219 

cioh j pareció tener á honor el tomar el ti^ 
tolo de rey constitucional; dio pues su palabra 
de serlo, y reiteró sus juramentos ante los 
hombres j ante Dios. La desgraciada España 
estaba ya agitada por varias conspiraciones 
secretas, por partidos y aun por la guerra 
civil; ya habia un egército con el nombre 
de la Fé que peleaba por el absolutismo, 
cuando Riego, Quiroga y otros hombres ge-« 
nerosos sesacrifícaban poruña muchedumbre, 
serñl y fanática. 

Sin embargo se habia puesto en vigor laf 
constitución, y convocado las Cortes; y el 
trono inspirado por nuevos ministros confe-^ 
Sdba públicamente sus faltas y hacia protestas 
de 9U amor por el bien y por la justicia. Se 
Uamó á los desterrados ; se dio libertad á todosí 
los presos por opiniones políticas ; varias ilus-' 
tres víctimas salieron de los presidios. En fíq 
el me% de marzo de i8qo anunciaba al mundo 
k regeneración española. 

Al momento que llegó esta noticia , Mo* 
rillo proclamóla constitución en Caracas donde 
fue recibida con entusiasmo y como una es-^ 
pecie de dación de libertad á los territorios 
todavia/ sometidos á la metrópoli. Pero las 
provincias libres , aunque fueron llamadas á 
gozar de este nuevo orden de cosas, no es-^ 



aao HiSTOKU 

taban dispuestas eu aquella sáxon á recibir 
lo que se las habia negado en i8i i. Si la ley 
de las Cortes hacia iguales á los Españoles 
de ambos hemisferios , era por una conoe^ 
sion ya tardia en i8ja ; y el pueblo, á quien 
ahora se le ofrecia , habia ya conquistado su 
independencia como nación. La orden y las 
instrucciones para tratar con los insurgentes 
no llegaron á Morillo hasta primeros de junio, 
y el dia 1 7 informó, de ellas al gobierno de 
Angostura y á los principales gefes del egér- 
cito republicano, dieiéndoles : 

a Sentado el rey sobre el trono constitu- 
cional de las Españas, en medio de los mu** 
chos é importantes trabajos que trae consigo 
la mudanza de una ley fundamental, ha yuelto 
sus ojos desde los primeros momentos , áda 
esta parte de sus estados que se hallan asolados 
por una guerra hija de la fatahdad de las 
circunstapcias ó de un arror de cálculo; y 
ha visto hasta que punto la reacción de los 
partidos y el funesto deseo de v^oganza ha 
producido crueldades 'y fomentado los odios. 
S. M. se ha penetrado de que no poniei»io 
fin á esta guerra suscitada por principios er- 
róneos , no acabará sino con la ruina de Ve- 
nezuela* 

« Lleno de dolor á la vista de los males 



DE LA COLOMBU. 211 

que destrozan esta provincia, ha querido el 
rey para satisfacer su corazón paternal , abrir 
todos los tesoros de su beneficencia, y em- 
plear todos los medi($s de restablecer la paz. 
Con el obgeto pues, de llenar enteramente 
las intenciones de Si M. y satisfacer mis pro- 
píos votos, me dirijo en este dia á todas las 
autoridades que gobiernan las diferentes partes 
de esta provincia, y les envió comisarios con 
poderes bastantes para terminar, del modo 
mejor y menos equívoco, las discordias que 
han existido entre hermanos. ^ ^ 

« Pero como no es posible entenderse en 
medio del mido de la guerra, se hace indis- 
pensable una suspensión de armas que calme 
por un instante las pasiones y permita ha- 
cerse escuchar la razón. En consecuencia doi 
orden á los comandantes de las diferentes 
divisiones de mi egército y de las fuerzas na- 
vales, para que suspendan toda hostilidad, y 
se mantengan en el territorio que ocupan. 
Esta suspensión durará un mes á contar de 
la fecha en que V. S. reciba el presente des- 
pacho. i> ^ 

El congreso , que entonces estaba represen- 
tado por solo una junta , no permitió que los 
enviados españoles entrasen en Angostura, 
haciéndoles saber que €c deseando establecer 



xta HISTWIIA 

la paz , escucharía coa gusto las proposiciones 
áf\ gobierno español, con tal que fuesen sobre 
la base del reconocimiento de la indepen*^ 
dencia y de la soberanía de Colombia; pero 
no de otro modo. » 

Urdanet;iL y Mendea;, enviados .por Bolívar, 
presentaron una nota mas circunstanciada, 
pero no menos positiva : 

a Los cqmisarios nombrados por Su Exce* 
lencía el libertador presidente de Colombia^ 
para tratar cop lo^ de. S* £v el general Mo- 
rillo, han tenido el honor de recibirla nota 
de oficio firmada por Y. SS. y cuyo contenido 
propone y promete ii» que Colombia adopte 
la constitución española, que preste su jura- 
mento á ella y envíe diputados á las Cortes; 
2^ que en este caso los gefes actuales de Co- 
lombia conservarán el mando del territorio 
Ubre , bajo la dependencia inmediata del ge- 
neral en gefe del egército español, ó direc- 
tamente del gobierno de España. 

(K Los sacrificios que ha hecho Colombia 
por su libertad y su independencia en el es* 
pació de diez años de combates; la gloria de 
que se han cubierto sus armas ; la resolución 
de sus hijos, explicada mucho tiempo hace 
cl^ra y solemnemente , nos daban derecho 
para esperar que Y. SS< nos evitarían la pena 



DE LA GOIX>MBIA. a»3 

de escuchar proposiciones de depeoden^a de 
la España bajo cualquiera título y forma que 
se pretenda. Parece que Y. SS. se han olvi- 
dado del obgeto que ha tenido esta lucha 
cuando han extendido la nota á que respoa* 
demos, lo siguiente : 

<x Los defensores de la justicia , y de la li^ 
bertad lejos de serles lisongeras las ofertáis 
de im mando ilimitado, se consideran ofen^^ 
didos al verse confundidos con aquellas al- 
mas viles que prefieren la opi^sion* de sus 
conciudadanos, y su podei* particular á la 
sublime gloria de ser los libertadores de $u 
patria* No hai en Ck>lombia un hombre im- 
parcial que pueda descubrir el m^nor bene* 
ficto en esta, sieryidumbre. La constitución 
espafiola no nos concede ninguno., y aun 
suponiendo que ella sea lun código d.e feli* 
cidad, Colombia ha probado sus fuerzas y 
no quiere deber sino á sí misma el bien que 
ya se ha adquirido, y que solo ella puede 
aumentar á medida de sus necesidades é in- 
tereses. Al explicar á Y. SS. el modo de pensar 
del pueblo cuyo gobierno representados, 
creemos dd^er prevenirles que estamos aur 
torizados no á causar la ruina de Colombia^ 
sometiéndola á la España, sino á mantener 
sus derechos constituy^dola libre , indepeiv 



m4 nsTOiUA 

iKetile y sobeniia. Si la misión de V. SS. a» 
cooforma cod esta* miras, recibiremos con 
mudólo gusto las común ioacioaes que quieran 
hacernos; pero les juramos del modomM 
firme é irrevocable, que no responderemos' 
á ninguna proposición que se aparte de estos 
principios, ó que se dirija á deshonrarnos, 
haciendo descender Colombia del rango á que 
la han eleyado sus gloriosos esfuerzos. » (90 
de agosto.) 

Los generales Paez , Bermudex, Saraza , Mor 
nagas , Cedeño, Montilla y otroá respondieron 
en el mismo sentido. Las distancias.no habian 
permitido que precediese ningún coociecto 
entre ellos; pero todos«se mosb*aron los in^ 
tórpretes de la voluntad piiblica. De consi^ 
guíente no podía entablarse ninguna nego- 
táacion con Morillo, cuyas instrucciones tM>lo 
ofrecían el olvido de lo. pasado y la reunión 
Hx>nstitucional á la metrópoli. 

Las hostilidades,, que. no. se habían inter<- 
rumpido entretanto, habían dado grandes van- 
tajas á los independientes. Se habían apo- 
derado de Rio de Hacha , cuya importante » 
posesión hubiera conducido á la de, Santa 
Marta, si el honor de la república no la bu* 
biese precisado á despedir .ochocientos irlan- 
deses, soldados valientes ,. pero que afeaban 



^ 



I 



D£ LiL GOLOHBU. :^ 

^¡m serriqíos eon su poca subonlinacicH» y su 
ecKJ^ia j y habían saqueado é incendiado una 
parte de Rio de Hacha para hacerse .pagar su 
prest. £1 almirante Brion y el geüeral Mon^ 
tilla fueron la costa arriba, y apoderándose 
muy pronto de la Magdalena y de muchos 
puertos de este rio, comenzaron el bloqueo 
de Cartagena, plasa que de£endia con mucho 
▼igor el español Torres. Este gobernador tuvo 
la osadia de proponer un perdón por res- 
puesta a la jprimera intimación que le hicieron 
los patriotas. Instruido por la experiencia del 
sitio del año de i8i 5, habia hecho salir todas 
las familias que no tenían víveres para seis 
meses. Su guarnición , que era de cuatro mil 
hombres, hacia salidas á veces desastrosas para 

los sitiadores. 

Urdaneta, después de haber echado á los 
Españoles de Monpox y de Tenerife , se ha- 
llaba en estado de penetrar en la provincia 
de Maracaibo ] ó de juntarse con Montilla 
delante de Cartagena. La parte interior y el 
sur de la Nueva Granada presentaban una ac- 
titud temible : Yaldes, que acababa de tomar 
el mando en gefé, habia hecho sufrir muchas 
derrotas á Calzada , y amenazaba la provincia 
dé Popayan. 

En Venezuela resonaban las conquistas de 

i5 



.V 



aa6 - HISTORIA. 

la opinión ; el egército y las provini^ias espa- 
ñolas , aunque ensalzadas por el acta consti- 
tucional , columbraban otros fines y querían 
conseguirlos. Entonces se vieron los primeros 
egemplos de defección entre las tropas reales ; 
el batallón de la Reina , que estaba apostado 
en las márgenes del Tuy, se pasó entero á los 
independientes, y miiy luego le siguió otro 
cuerpo que estaba acantonado ^i las ciudades 
inmediatas. Un gefe indio ^ descendiente de 
los caciques, que mandaba una división en Ca- 
rora , se negó á someterse á una ley fundamen- 
tal que no establecía la igualdad de todas las 
castas, l^atorre no pudo contener las deser- 
ciones sino reuniendo sus fuerzas con las de 
Morillo. La ciudad de Tucupio, los cantones de ' 
Guaca, Canaguá, Guanape y el valle de Pascua, 
se declararon libres. Por último en todas partes 
el entusiasmo de la constitución habia produ- . 
cido el efecto de excitar mas el deseo déla inde- 
pendencia nacional. No se seguia precisamente 
la marcha necesaria del espíritu humano, cuan- . 
do de repente se encuentra deslumhrado por 
una luz viva ; los pueblos sienten una especie de 
pudor que los enagena del poder que ha sido 
humillado; y las revoluciones no se completan 
nunca, sino rompiendo para siempre los sub- 
ditos con el despotismo ; toda otra reconcilia- 



DE LA COLOMBIA. ^ 227 

cion entre ellos oculta algún pensamiento de 
venganza. £1 gobierno y el pueblo de la me- 
trópoli se presentaba!) á los Americanos como 
una sangrienta lección de esta verdad. 

En un estado de cosas tan próspero para la 
república, Bolivar se condujo como guerrero 
de buena fe, pero como hombre de estado 
iinprudente, renovando las negociaciones. Su 
carta de^ ai de septiembre á Morillo es tanto 
mas extraordinaria cuanto ella misma demues- 
tra los peligros que habia en él armisticio en 
que manifiesta convenir. 

« Al abrir, dice, esta campaña, creia yo deber 
dar á y. E. la última prueba de la franqueza 
del gobierno de Colombia , y de la pureza de 
sus intenciones. 

« V. E. nos propuso un armisticio cuyo fin 
parecía ser la paz de la América; pero tal ar- 
misticio, sin preceder ningún reconocimiento 
de nuestro gobierno , seria en extremo per- 
judicial á los intereses de la república, en un 
momento en que esta se Ksongea con toda 
pix>babiiidad de conseguir un triunfo com- 
pleto y decisivo. La continuación de las hos- 
tilidades debe proporcionamos la ocupación 
de lo restante de Venezuela y Quito , y des- 
embarazamos al mismo tiempo de los gastos 
enormes que nos cuesta un egército dema- 



aa8 HI&TORU 

siado numeroso para Colombia. Suspender la 
guerra en la estación mas favorable y en cir* 
cunstancias críticas para nuestros enemigos , 
seria ocasionar la pérdida de todas las ventajas 
que podrían resultarnos de tantos y tan peno- 
sos sacrificios. Sin embargo el gobierno de 
Colombia quiere probar á y« E. y á toda la 
nación española, que prefiere la paz á la 
guerra, á qualquier costa; y así se propone 
entrar en cbmunicacion para transigir acerca 
de las dificultades relativas al armisticio que 
y. £. ha propuesto, siempre que se concedan 
á Colombia en indemnización las seguri- 
dades y garantias que se halla con derecho 
á exigir. » 

Es claro que Morillo debía aceptar inme- 
diatamente tan generosa oferta. Nombráronse 
de una y otra parte comisarios , y se entabló 
una correspondencia la mas franca y amistosa 
entre los gefes de ambos egércitos, compitién- 
dose en mutuas atenciones así como habían 
competido en valor. Como que se encontraban 
allí los antiguos españoles pasando del fana-^ 
tismo de los combates á las afecciones caballe- 
rescas. Morillo envió á Boliyar tres dragones , 
y este escogió tres prisioneros de los mas va- 
lientes , considerándolos los mas dignos de ser 
gratos á su nuevo amigo. En todo lo demás 



DE LA COLOMBIA. aig 

%e guardó recíprocamente la dignidad de am- 
bos gobiernos , oponiendo cada partido á las 
pretensiones del otro la confianza de cada cual 
de ellos en sus propias fuerzas. Bolivar en una 
carta á los comisarios españoles , les hacia una 
declaración profética : ce Juro á V. SS. , les de- 
cía , y á toda la nación española que las miras 

del gobierno de Colombia son tan moderadas 

« 

como legítimas ; pero si todavía se le fuerza 
á la guerra , y si la suerte de las armas con* 
tinua siéndonos favorable , nuestros proyectos 
comprenderán la América entera. Lo juro aquí 
solemnemente. » 

£1 armisticio se firmó el día 2 5 de noviembre 
en Trugillo, entre los generales Sucre, Bii- 
ceño, Méndez y Pérez por la república ; Correa, 
Toro y Linares en nombre de la España ; y al 
dia siguiente lo ratificaron Bolivar y Morillo. 

La España y Colombia trataban de potencia 
á potencia, anunciando ser su único fin poner 
término á las discordias que afligían ambos 
pueblos. El armisticio era por seis meses, y 
debía anunciarse el rompimiento cuarenta días 
antes de comenzar las hostilidades. Las tropas 
de ambos egércitos debían conservar las po- 
siciones que tuviesen al firmar el tratado. La 
ciudad y puerto de Maracaibo^ quedaban li- 
bres; y la plaza de Cartagena abierta al co- 



23a HISTOiUA 

mercio interior y con facultad de aprovisio- 
narse durante el armisticio. En un artículo ^ á 
petición de Bolivar, se añadió « que los dos 
gobiernos, á fin de dar al mundo un testimo- 
nio de sus principios libres y filantrópicos , 
se obligaban á hacer un tratado que regulan*- 
zase la guerra según el derecho de gentes y> 
las costumbres de las naciones civilizadas. » 

Entristece sin duda el oir reclamar de una 
manera tan solemne las obligaciones que im- 
pone la humanidad; pero los pueblos cultos 
deben meditar á su vez varios de los princi«* 
pios de esta memorable convención , que efec* 
tivameiite se adoptó según la redactaron los 
comisarios de la república , y se proclamó in* 
mediatamente después del armisticio^ el dia ^& 
de noviembre. En ella se cuhria de oprobio el 
matar á los vencidos; se consacraba elcange de 
prisioneros, y por último se anadian las si- 
guientes disposiciones que podrían servir de 
bases para un código de la guerra civil : 

ce En atención á que esta guerra proviene 
de la diversidad de opiniones; que los indi- 
viduos que han combatido con encarniza-*^, 
miento por ambas causas están unidos entre 
sí por los mas estrechos lazos de familia, y 
que es menester evitar por todos los medios 
posibles la efusión de sangre, no se aplicará 



DE LA COLOMBIA. a3i 

la pena de nmeFte ni á los conspiradores, ni 
á los disidentes , ni á los militares ó emplea^ 
dos que habiendo servido á uno de los dos 
^biernos, sean cogidos bajo las banderas 
del otTo.' 

c Los habitantes de los parages altemati-^ 
vamente ocupados por los egércitos de ünó y 
otro gobierno serán altamente respetado^ , y 
gozarán de la mas completa libertad y seguri- 
dad , cualesquiera que hayan podido ser sus 
opiniones , sus empleos , servicios y conducta 
con respecto á las partes beligerantes. 

ce Los militares ó individuos que se cogieren 
enfermos ó heridos , así en los hospitales como 
en otro párage cualquiera, no serán prisiohe- 
ros de guerra , y tendrán la libertad de bolver 
á sus banderas quando se hayan restablecido 
en su salud. ^ 

« A los despojos mortales de los que hayan 
muerto en el campó de batalla, se les dará se- 
pultura,' ó se los quemará en caso que ó por 
su gran número , ó por falta de tiempo no sea 
posible sepultarlos. Los vencedores están obli- 
gados á llenar este sagrado deber , sin poderse 
escusar de ello sino en circunstancias graves y 
extraordinarias ; y entonces deberán avisar á 
las autoridades locales para que lo cumplan 
por ellos. No se podrán negar los cadáveres que 



s3a HISTORIA 

reclamase el uno ó el otro gobierno ó los par- 
ticulares^ y se concederá el permiso necesario 
para trasportarlos. 

Morillo quiso poner el sello á estas liego* 
elaciones teniendo una entrevista con Bolivar, 
quien se prestó á ello inmediatamente , y se 
señaló para ella el dia siguiente en -el luigzr 
de Santa Ana , que estaba situado á igual dis- 
tancia de los. cuarteles generaka : el de . los 
realistas estaba en Caracho, y el de los inde- 
pendientes en Trugillo. El gefe castellano fue 
el primero que llegó, y aun adelantó la reunión 
saliendo á encontrar al presidente de la re- 
pública. 

Los dos héroes , que poco hace se hallaban 
prontos á encontrarse en los combates , llenos 
hoy de ardor e^ la efusión de sus almas , ape- 
nas se ven cuando un movimiento simultaneo 
los precipita en brazos el uno del otro ; y 
Gomo hombres dignos de entenderse y de 
apreciarse , se dan con sus abrazos mutuos el 
mas sincero omenage de estimación y de ad- 
miración. Ayudantes, soldados, ciudadanos, 
todos se enternecen y se ven arrastrados á la 
imitación ; cada uno de ellos encuentra un 
hermano en el que era su enemigo , y le estre- 
cha en su seno ; sus lágrimas se confunden ; y 
no se ve sino una familia. Lloran juntos las 



DE lak COLOMBIA. si33 

desgracias oomtines, se echan al olTido y á 
nadie se acusa de ellas. 

En la narración de los combates con que se 
animó el banquete se alababan con igual fran- 
queza las hazañas del uno y del otro partido; 
solo se habla de victorias , y como que Se 
ignora y no se quiere saber que ha habido ven- 
cidos. El odio del despotismo inflama los co- 
razones de todos ; y se brinda por la libertad. — 
Amigo mió, exclama Latorre apretando la mano 
de Bolivar, yo bajaria contigo hasta el infierno 
en persecución de la tiranía. — Brindóse con 
vivas aclamaciones á uña proposición de Mo- 
rillo : se levanta este , todo el mundo se apre- 
sura á seguirle , y los dos gefes se paran en el 
parage donde se habian dado el primer abrazo, 
y donde resuelven que se levante una pirá- 
mide. Ponen juntos la piedra que debe servir 
de base á este monumento de la reconciliación 
que se jura en aquel mismo instante, y se pro- 
clama por las voces de la felicidad y de la ale- 
gría. La noche, que hacia cesar el furor de las 
batallas, no pudo poner fin á estos generosos 
desahogos. Bolivar y Morillo, á egemplo de 
los caballeros sus antepasados , la pasan acos- 
tados en un mismo aposento .^ Por último se se- 
paran, y fundados en la inviolable amistad que 
mutuamente se juran , anuncian y prometen á 



a34 HISTOIUA 

los pueblos unir todos sus esfuersos para 
conjurar la renovación de la guerra, y para 
obtener y cimentar la pftz» 

« Acabo de llegar de Santa Ana (decía Mo^ 
riUo al señor Pino ^ miembro de la jundk de 
Caracas ). Allí be patodo ayer el mejor dia de 
mi vida con el general BoliVar y sus oficíales, 
á quienes hemos abrazado todos cordialmeñte^ 
Todo el mundo estaba lleno de gozo y felici- 
dad. Ni Ym. ni nadie puede imaginarse cuan 
interesante ha sido esta entrevista ^ ni que 
grado de cordialidad íiitíma ha reinado en 
ella. £1 entusiaMno no podía llegar á mas ; 
estábamos todos como en éxtasis sin poder 
dar crédito á tanta unión y fraternidad* Nos 
hemos abraudo mil veces : y hemos resuelto 
erigir un monumento para perpetuar la me- 
moria de tal día. 

Y Bolívar, escribiendo á Morillo tres días 
después de su entrevista, le dice : « Parece, 
estimado amigo mió, que se ha hecho una 
mudanza total en nuestros sentimientos. Por 
mi parte, no hai momento que no me traiga 
á la memoria algunas ideas y recuerdos agra- 
dables por consecuencia de nuestra entrevista. 
Me doy la enhorabuena de hab» conocido 
sugetos tan dignos dé mí estimación. Todos 
los míos que han tenido la dicha de conocw 



DE LA COLOaiBlA. ¡»35 

á.Ym. y á sus compañeros de armas han expe- 
rimentado las mismas afeccioaes, H^ileido con 
gusto el manifiesto que Ym. habiá publicado , 
porque es el elogio de un hombre benemérito 
de. sdF: patria. En nada me ha ofendido porque 
sé que el lenguage de la guerra es de etiqueta, 
y está recibido coii^o lenguage de convención 
para dañar al partido contrario : solo las malas 
acciones deben incomodar á los hombres que 
piensan bien. ]» 

Sin embargo el pueblo y el egército no to^ 
maban parte sino débilmente en la satis£aic-* 
cion del libertador. Se experimentaba cierto 
disgusto al pensar que estos dulces desahogos 
del espíritu eran condenados por ia severidad 
de los deberes. £1 entusiasmo ^ que es una 
especie de enagenacion del ánimo , es princi-' 
pálmente fatal á los representantes de los pue«* 
blos á quienes rara vez les es lícito el ser 
hombres. Arrastrado cte sus agradables re4 
cuerdos y Heno de estimación acia las altas 
prendas de su adversario, algo^engreido quizá 
de tratar de igual á igual con un> delegado de la 
metrópoli, habia Bolívar concedido á sus' an- 
tiguos compatriotas un armisticio evidente-- 
mente contrario á los intereses de una nueva 
república. Muy inmediatamente se. empezó á 
hablar en Santa Ana de sus grandes deseos 






a36 HISTORIA 

de la reconciliación y de la paz. Restaba, sa* 
ber á que precio se conseguiría. 

Toda la diplomacia de la independencia se 
puso de manifiesto en aquella respuesta , dada 
unánimemente á la primera apertura hecha 
por Morillo : « No se admitirá negociación al* 
guna sino tiene por base el reconocimiento 
de la república » ; y si bien el pueblo colom- 
biano apenas habia tomado su lugar entre las 
naciones, percibia ya sin embargo que hay en 
política un puntillo de honor, que quizá es 
una preocupación , pero que es tan poderoso 
como el que conduce en un desafío la espada 
de un amigo al corazón de su amigo , de quien 
se considera ofendido. Hubiera sido indigno 
de la metrópoli el reconocer la independencia 
en fuerza de un ultimátum semejante , y toda- 
vía mas indigno de parte de los republicanos, 
él solicitarla de otro modo. La independencia 
no se estipula ; se conquista. 

Así pues, cuando era inevitable la continua- 
ción de la guerra , se invocaba una paz que no 
podia ser sino la reunión de ambos pueblos, 
bajo la constitución de las Cortes : y tal era el 
único pensamiento de Morillo y de todos losEs- 
pañoles, los cuales celebraban como un triunfo 
común la restauración de la libertad constitu** 
cional , al paso que los republicanos guardaí'- 



D£ LA COLOMBIA. ^j 

ban en el fondo de su corazón él juramento de 
una separación eterna. !No se apuraba pues la 
cuestión con lo hecho hasta allí ; pero ade- 
mas de haberse salvado los realistas con la 
suspensión de las hostilidades de un desastre 
inevitable, se les dejaba también por resultas 
de la intimidad de las relaciones la ventaja de 
explicar intenciones mas rectas. 

Es indudable que no habia habido incerti- 
tumbre ni hesitación en la voluntad de una in- 
dependencia nacional y soberana ; pero la en- 
trevista de Santa Ana tan tierna y tan honrosa, 
aunque tan imprudente como el armisticio, dio 
á las operaciones succesivas toda la debilidad 
propia de las reconciliaciones domésticas. Pa- 
reció cosa estraña que el presidente de la repiW 
bliqa escribiese al general Morillo : « Yo me 
lisongeo que Ym. contribuirá mucho á acla- 
rar los negocios de América, y que los informes 
que Ym. dará producirán algún resultado bene- 
ficiosoá la desgraciada provincia de Yenezuela. 
Ym. ha sido nuestro enemigo ; y hoy os im- 
porta ser nuestro mas fiel amigo; porque de 
otro modo nosotros abandonaríamos nuestras 
promesas de Santa Ana, y echaríamos por tierra 
hasta sus mas hondos cimientos el monumento '» 
de nuestra amistad. Nuestros enviados tienen 
todos los poderes necesarios ; y si el gobierno 



238 H15TORU 

de S. M. quiere la paz, puede esta concluirse 
de un modo satisfactorio para todos , aun an* 
tes del mes de junio. Yo me he tomado la li*- 
bertad de dirigir al rey una carta felicitándole 
de su subida al trono del amor y de la ley, y por 
el feliz dia en que se ha dejado ver la gloria 
de los. monarcas del mundo, presentando á 
los Españoles el cetro de la justicia , y á los 
Americanos el iris de la paz. Le ruego que 
escuché con indulgencia la voz de^^^olombia^ 
que pide una existencia política. » 

Al fin cedió el entusiasmo á la razón polí- 
tica. Como sucede siempre en semejantes ár- 
cunstancias , se suscitaron muchas dificultades 
en la egecucion del armisticio, y el pueblo 
mismo hizo que sus intereses hablasen mas 
fíierte que las afecciones particulares. Solo se 
perdió una campaña. 

Conociendo Morillo la situación respectiva 
de uno y otro partido , y viendo que se vería 
precisado á volver á desenvainar la espada 
contra el héroe que habia llegado á ser sn 
amigo, habia solicitado que se le exonerase de 
aquel mando ; y habiéndolo conseguido, dejó 
la América el dia 17 de diciembre de i8sio , 
después de haber dado honor por espacio de 
cinco años á su título de subdito con las pren- 
das y abandono de si lirismo, propias de un 



DE LA COLOMBIA. 239 

hombre libre. El general Latorre, que le había 
ayudado muy dignamente, quedó encargado 
solo de dirigir los Quevoa esfuerzos de la me- 
trópoli, y de ser el testigo de sos últimas i 
irreparables derrotas. 



a4«> BISTORU 

CAPÍTULO XII. 



Huerts rennioiies de territorios á la República.— RompimientíO 

del armisticio. ^ Batalla de Carabobo, d^^^n favor de 

- la indepipadeiicia de Venerada. — Delil>eraci^IÍ5¿ del Con- 

JSaeWLLP^Ucafiíon del jacta consti tudonali^ 




NiifGUir cálcalo humano presentaba ya rer «> 

sultados favorables á la metrópoli : en loft 
parages dondé'4j|i4^yjg^%^^ercia su poder, se 
iba extinguiendo este coim^ si estuviera con- 
denado por Siolo el tiempo, y sin merecer 
que los pueblos se pusi^eu en insurreccion 
contra él. > •• 

El general San Martin y el álíifiránte Oy- 
chrane combatían á este tiempo para dar la 
libertad al Perú , y se encontraron por lo 
mismo en posición conveniente para estable- 
cer algunas inteligencias en las proTincias de 
la Nueva Granada, situadas al sur de la línea. 
El dia 9 de octubre de 1820 la opulenta 
Guayaquil, fiel hasta entonces á la España 
así por egoísmo como por afición , distante 



> 



DE LA GOLOBIBIA. 241 

cerca de coatrofientas legua» cfel j^ncipal tea- 
tro de la guerra , y protegida por Quito contra 
los movimientos de Cundinamarca, proclamó 
su independencia; verificándose este aconte- 
cimiento bajo la dirección de los patriotas 
yilkmil y Toro , sin alteraciones , sin sangre , 
y por la fuerza de la opinión pública. 

Cuenca, situada al sud-este de 6uáya.quir, 
dio tres meses después igual egeniplo^ 

Por lo que hace á Quito, que habia sido el 
primer punto donde habia habido una jUotá 
insurreccional en 1 809 , como habia sido des- 
pués asolado aquel territorio por el terror y 
ireacciones sangrientas, nopodia bol verse á en* 
cender , allí el espíritu de libertad sino lenta- 
mente ; y ademas esta rica y extensa provincia 
á que se habia conservado el título y prero* 
^ativas de reyno , la conservaban y defendían 
los Españoles como su última esperanza. Sin 
embargo, al enviarse algunas tropas de Guaya- 
quil jpais que por su propia consarvacion 
empezaba á ser beli¿oso , perdió también la 
metrópoli los distritos de Quaronda , de Rio- 
bamba y de Hambato , que eran las fronteras 
meridionales de la provincia de Quito. 

No se cohocia el armisticio en estos parages 
como que todavía no se habia hecho \k guerra 
en ellos ; pero la opinión pública que hacía 

16 



34a HISTORIA 

también conquistas durante la suspensión de 
armas, foraaba al mismo Bolívar á bolver á 
reflexionar sobre este tratado oneroso. Que 
utilidades, le decían , sacamos nosotros dé él ? 
Mas bien debemos temer sus consecuencias. 
Porque el reconocemos como nación sufrirá 
una resistencia invencible departe del gobierno 
español, el cual no hace sino ganar tiempo 
para ponerse en estado de continuar I^^uerra. 
Los habitantes, los oficiales y soldados, los 
legisladores, todos están asustados con nuestra 
inacción. Todos ellos saben que á la parte del 
Sur podíamos tener ventajas incalculable^ ; que 
Cartagena , cuyos almacenes se están llenando 
actualmente, iba á rendirse cuando se há 
cesado en la pelea ; que las provinci4s^ de Bio 
Hacha y de Matacaibó estaban prontas á re* 
cibir nuestros soldados ; y todos ellos ven que 
á la parte del este , nuestras tropas padecen 
hambre y y que así en las costas como en las 
márgenes del Apure, perecen por lo insalubre 
del clima ; y en fin todos estamos convencidos 
de que eSte lamentable tratado no es benefi- 
cioso sino á los Españoles. 

Bolívar comunicó estas quejas y murmura^ 
ciOneS á Latorre, manifestándole que le era im- 
posible acallar á sus camaradas y á sus cou'- 
ciudadanos, sino se les concedía por vía de 



• 



DE LA £<H.OHBlA. ^^g 

iddeniiiizacioii la entera* ócupaeion de \m pro^ 
vittcias de Ctfmaná, de Rio Hacha y de Mara«> 
caibo. Pero Bolívar que firmaba en Bogotá el 
dia ^S de enero esta proposición , ignoraba 
qUe ttí áqtael mistoo instai!fle ^e conseguía á 
cienno cincuenta leguas de alU^' la mayor aparte 
de lo que pe<fia , Mn que interriñYése eA^iAlo 
(rl general esFpañot. 

A mediados del año antmdr, búMáb «1 
alboroto de )os blandesés poir «ns pagas liabia 
obligado á abandonar la ciudad de Hio Hádiaj 
Sé habían propuesto los patriotas Yolver )&dbre 
éBa por Santa Marta , plaza marítima qoe de^ 
fiende toda aquella costa , y una de las ^ún^ 
dadéS qtte mas tiempor permaneció decidida 
por la cansa red. Aigunüs meses después , ha«» 
hiendo puesto el almirante Brion bloqueo á 
Santa Marta, y amenazándola por tierm' el 
general Montilla , abrió esta ciudad süs póertas 
á la primera intimaéion que se la hizo ei 
dia 1 1 de noriembre ; y solo el fuerte de la 
Eiéhegá, ^itüádd á cuatro ó' cinco leguas de 
la ciudad \ fosfato el asalto de loS pktriotasé 
Entonces se disponían estos á apoderarse de 
Rio Hacha, en donde el partido de la inde- 
peñdéúcia solo esperaba un ataque de la parte 
dé afiíeriat para declararse, cuando se hizo el 
afmi^ticio/Maiiesta liorcdad no produjo efecto 



244 HSTORIA 

singuno eo el espíritu del pueblo ^ y toda esta 
provincia se entregó libremente á la república 
ta enero de i8ai« 

Siguióse la notable defección de Maracaibo, 
el dia 28 del mismo mes , la cual era mas dir- 
rectamente opuesta al armisticio. Lod omda* 
danos protestaron en su nombre contra la au* 
toridad española , poniéndose al frente de este 
movimiento algunos oficiales y ma^trados 
realistas. Invocaron la protección de los pa- 
triótas, quienes estaban prontos á conce* 
dérs^a : el coronel Heras, destacado del cuerpo 
del egército que mandaba Urdaneta en aquellas 
inmediaciones y vino inmediatamente i tomar 
posesión de Maracaibo , ciudad rica y comer* 
ciante, que tenia veinte mil almas de pobla* 
cion : esta era la primera vez que entraba en 
la unión rejmblicana. ^ 

Bolivar desaprobó de oficio la conducta 4e 
sus generales; pero satisfecho en su inteiior 
de una infracción que se justificaba por la 
salud , pública , añadió á los otros motivos 
de rompimiento la proposición de arreglar fl 
tratado según las nuevas posiciones. £1 gene^ 
ral español, que no se hallaba en estado, de 
sostener de pronto las hostilidades , dio mues- 
tras de querer negociar; de una y otra parte 
se nombraron comisarios , se dieron explica- 



DE LA COLiMtfBIA. a^S 

cioBes sobre lo ocurrido en Maracaibo , y se 
entabló una correspondencia , q^e si bien era 
útil por el tiempo que dejaba para continuar 
los prísparativos / era con todo muy expuesta 
por cuanto enredaba á un guerrero de buena 
fé en las sutilezas de 'la diploAiaeia. Por lo que 
hace á las culpas que se echaban en'<»u*a álos 
Españoles, ninguna po^ ¿ifrtbuirseá Lalorre 
mediante su notorio honrado catéder* Estaban 
reducidas á que» algunas bandas realistas ha- 
bian incendiado los campos de Yarínas, que se 
habia preso y «pasado por las armas á un tal 
Villasana^ acusado de haber 4|aerido asesinar 
al heroico Paez ; pero en todos los egárcito^ 
hay vagabundos , y todos los parlidos tieneti 
fenáticos que los de^onran^ 
^ En fin el dia ta de mareo de i*8ai , hizo 
saber Bolívar al succesor de Morillo el argu- 
mento mas cierto contra fe subsistencia del 
tratado. « Como la necesidad, le dijo, es la 
ley primitiva y la mas obligatoria , me encuen- 
tro forzado* á sugetarme á ella bien á pesar 
mió. Entre losdudosos resultados de una camv 
paña, y la certeza del sacrificio. d€^ egéreito 
por el hambre y las enfermedades , no queda 
lugar á la elección , y me veo^ en> la obligación 
indispensable de ó hacer la pa^ ó pdear. Si el 
gobierno esj^ñol desea la pdz ha tenido ya 



ai6 HISTCAIA 

úempo bastante para decidirse, 
comisarios para tratar de ella sobre la úaioa 
coindicioa que es admisible , y que beuiosí ptiO'- 
cbunado de diez afios á esta parte.; ' errtoi es ^ 
la independencia. Batamos en elicasoprevisio 
en el tratado de armisticio^ y yo os iojiotificú 
con dolc^, á contar desde la feeha en <|Qe os 
Uegaará esta comunicación» » . 
. Al momeala <ie este rompimieolo »^ Yi<^ 
presídanle de la república , Sea , había «nfest 
blado en Espafia negomcione&que £iieroa del 
tod^inótües. Había este salido de Angostura en 
febn^ro de i Sso, eon el encargo por de pronta 
de negociar un empréstito de ciiicuenta miUor 
oes de Irancos fuese en la Inglaterra fuese en 
Francia ; de solicilar de los « gobiernos euro^ 
peos que xeconoáesen su república ; de arre* 
glar algunos puntos dé ndigioo con la corte 
de.Ronm., y por últiaio de conservar los agen¿^ 
tes ¿que teníaii verdadera autorización de m 
gobieroo, y deshace las intrigas ^e los que 
se decían ^icargados.dr.los negocios deGo« 
lombia» Cuando sa vertfjoó la suspensión d« 
hostiUdadeís, se le convidó á ir .á Madrid para 
sostener allí, de.acoerdo con otros enviados 
de la república, la independencia nacional 
como una condición sme quá non de la paz. 
' Nadie escuchó i. Zea sino un corto núiíieM 



DE L^ COLOMBIA. %4j 

d0 homi^r^s qi|a componian el p^rtído anver 
noaaoy fíkutrppo^, pero que no teoisia mo'^ 
guqjcarac^er oficial, ni^l menor influjo. Se 
^ucofktfó siiaple espectador de una resolución 
de las Cortes, según la cual se divi4i£^ toda la 
América española en tres gobiernos , á saber, 
del norte, del centro, y del sur; Mégico, 
Sapta F4 y liima debían s^ias capitales- nes* 
pectivas de ^ttos , y establecerse en cada upa 
dis- ellas el asiento de una asamblea nacional 
irepresentativa , qo^ debía considerarse coinp 
una sección de las Cortes de la península; 
quedando aoio los individuos libres asimilar 
d<^ á los' ciudadanos de- la metrópoli. Era 
#n substancia el antiguo sistema colonial, rei- 
yestido solamente de las formas constitucio- 
nales. . 

Se había desechado la proposición qne 
Boliyar había hecho al duque de Frías , emba«- 
jador entonces díe S.'M. católica en Lon^s , 
dé un pacto federal entre España y Colombia*; 
y puede formarse juicio del éxito que podia 
tener la demanda principal >» por la alegria que 
manifestó toda la península al recibir la . notti- 
4:ia de que se había roto el armisticio : todavía 
se sonaba en ella , y se anunciaba ya pública- 
mente la próxima sumisión de las colonias. In- 
mediatamente se intimó ú los comisarios de 



948 mSTORIá 

un gobierno que se calificaba .de intruso la 
orden de salir de España. En oiro tiempo 
se les hubiera puesto presos; pero las Cor* 
tes , aunque inexorables contra cuanto creían 
opuesto á la dignidad de la metrópoli^ su- 
pieron á' lo menos respetar el derecho de 
gentes. 

En América se manifestaba con no n]en<^ 
energia el orgullo castellano. Por de pronto 
la esperanza de la reunión habia alterado la 
disciplina , y aun algunos cuerpos del egéirdto 
habian quedado indecisos entre la independen- 
cia y la ley de las Cortes. Pero al dar la señal de 
los combates , y á la idea de una afrenta para 
la madre patria, bolvió el general Latorre á 
encontrar los soldados de Morillo, todavia 
mas arrogantes y mas decididos á vengar su 
propia constitución del desprecio que de ella 
hacian los Americanos. 

La situación militar de los independientes , 
las grandes ventajas que habian obtenido con 
los progresos de la opinión; y las que po- 
dian fundaren su fuerza positiva, quitaban 
á lo menos á su ardiente valor el carácter de 
presuntuoso; puesto que podia permitírseles 
cantar un triunfo que estaban viendo por 
decirlo así por sus propios ojos. Montilla y 
Brión habian recobrado sus posÍ€Íones de- 



DE hk COLOláBTA. 3^9 

iante de Cartagena : Urdaneta amenazaba ú 
territorio de Coro. Bolívar , Paez y Bermudez , 
convinando sus marchas al oeste y al este^ 
se preparaban para caer sobre Caracas. Uní 
ayudante del libertadoír, el jAven Sucre, que 
se habia distinguido por su Valor én los comv 
bates y por su habilidad en las negociaciones , 
fue encargado de dar la libertad á Quito. De 
una y otraparte iba á desplegarse gran vigor ; 
pero k lo menos la guerra , aunque siéüipne 
lamentable, podria suavizar las desgracias que 
la son consiguientes, observando el tratado 
de a6 de noviembre que la sugetaba á las 
leyes de las naciones cultas; y ala voluntad 
úun mas imperiosa de la humanidad : Bolivar 
y Latorre mandaron que se observase rigo- 
rosamente, amenazando con las penas mas 
severas á Ic^ contraventores. 

Debian pasar cuarenta dias desde la recep- 
ción de la declaración del rompimiento hasta 
las primeras hostilidades ; y el deshonor de 
quebrantarlo recayó en el comandante español 
de Cartagena. £1 dia ao de abril , ocho antes 
de cumpUrse el plazo, atacó de improviso á 
una división que se hallaba á alguna distancia 
de la ciudad ; pero el dia 4 del mes siguiente, 
mientras él preparaba nuevas salidas , se cor- 
respondió á su impaciencia con la repei^tina 






\ 



35a mSTORU 

invasión de cuarenta y tres dialupas cañoneras, 
<¡ue el muliito Padilla, hábil piloto, habia con* 
seguido hacer entrar en el puerto por el es- 
trecho paso de Caballos , que está al extren^o 
sur de la bahía, f que es muy difícil. Este 
•Boeao debía- adelantar muchos meses ia rén* 
dicioii dé Cartagena. 

Ea la antigua capiCania general el plan d)^ 
campaña se llevaba á efecto con la mayor 
prontítad y Imllantez. El dia 8 de tnayo se 
rindió al general Urdaneta la ciudad de Coro, 
y muy en seguida todo su territorio, La si-* 
tuadon de este én el golfo de Venezuela) y 
el comprender una parte de las costas que 
corren acia el golfo de Triste, habia causada 
graves males á la independencia ; p<H*que de 
aUí salió Montererde en i8ia, y aUí habian 
encontrado constantemente los EspaiQíoles obe- 
diencia y decisión por su causa* La prudencia 
de Urdaneta consiguió establecer una íntima 
unión entre los habitantes de Coro y los de^ 
fensores de la república. 

Al este del mismo pais estaba la provincia 
de Valencia, aunque sumisa á la metrópoli, 
decidida de todo corazón á favor de los 
independientes : la conjuración del alcalde 
Gruevara estrechaba todavia allí los lazos de 
muchas Emilias. Sabedor de esta di$postdop 



/ 



DE LA COLOMBIA. aSi 

4^ ánimos, y queriendo ademas observar- los 
movimientos de Bolivar que desembocaba de 
U parte de Trugillo , había juntado Latorre 
^u principal cuerpo de egército á los alrede- 
dores de YaleQpia. Morales ocupaba á Cala- 
hozíQ en medio de los llanos ; posición quq 
habia sido vivamente disputada en 1818 ppro 
que, en el d¿s^ no importaba pada á los par 
triptaí^, estando dueños, al este y al oeste de} 
tí^ritorio d^ Venezuela, Sabia quedado un^ 
corta guajrjaioion. en Caracas, ciudad <|ue im-* 
portaba d^fend^r* ^ 

Berjmudez saUo d^ Barcelona con mil y; 
seiscientos hombres. En Cuatin encontró seis*, 
cientos £spa6o]e^ qiie se atrevieron á aqep-* 
tar el combate .; los de^jirp^a , s^ . presienta 
delante de Caracas, y la junta capitula. Cpn 
la mayor religiosidad se la concedieron todas 
las seguridades que ;&e habian esjtipuladQ ea 
el tratado de .Trugillo > la guarnición ^e r^- 
tiró ocia el valle de Aragua , y las antoridad^ 
y los habitantes realistas se embarcaron para 
puerto Cabello* Al dia siguiente, 16 de mayo, 
La Cuayra ^igMió el egemplo de su capital. 
Pero Berwndez queriendo hfiper todavía ma§ 
con un puñado de tropas , fue alcanzado muy 
luego por Morales que habia acqdido de^de 
Calabozo, y se vio precisado á cederle Car 



aSz HIS1X»IIA 

racas y La Guayra á los doce dias de su ocu- 
pación. 

Con todo los independientes habian cour 
seguido con esto el obligar al enemigo á que 
aceptase sus marchas y sus proyectos. No te* 
niendo que hacer Morales en la capital, se 
dirigió acia Valencia para sostener allí á La-^ 
torre, á quien ostigaba muy de cerca Bolivar ; 
y de un lado y de otro se tomaron las dis- 
posiciones para una batalla que no se queria 
ya dilatar puesto que no podia evitax^e. La 
unión de los dos gefes^españoles les daba seis 
ó siete mil hombres , sabiamente repartidos 
delante de Carabobo , á seis leguas sur de 
Valencia. Tenian á la vista igual número de 
patriotas, que venian del Uano de Tinaquíllo, 
mas confiados én su ardimiento que en lo 
ventajoso de sus posiciones. 

£1 dia ^4 de junio , al amanecer, se desplega 
el egército republicano delante del libertador. 
Paez , Cedeño y Plaza guiaban cada cual una 
división. Algunas montañas, arroyos, y des-, 
filaderos hacian difíciles y peligrosos los mo- 
vimientos, y era menester aguantar, sin poder 
corresponder, el fuego de un enemigo que 
esperaba á pie quieto, y colocado en esca- 
Iones á la falda de una colina cuyas alturas 
* estaban cubiertas de artilleria. £1 ataque fue 



DE LA COLOMBIA'. a53 

* 

impetuoso y sin fruto porque era imposible 
forzar el paso* Pero Bolívar descubre que la 
derecha de Latorre presentaba un frente me- 
nos cerrado;, ordena un movimiento oblicup : 
Paez lo dirige y lo egecuta bajo el fuego mas 
terrible con extraordinaria ventura y con una 
admirable precisión. Entonces Bolívar , estre- 
chándole (entre sus brazos, le dice : «c A ti es 
á quien corresponde el honor de mandar en 
gefe; yo te lo cedo en el campo de batalla. ;> 
J^altaba sin embargo una corriente. que atra- 
vesar; Paez se lanza también el primero á 
pasarla ; sígnenle sus soldados y van á perecer 
abrasados por los fuegos de la colina. La ba- 
talla parecía estar perdida, y empezaba el de- 
saliento : mas de repente la legión inglesa se 
precipita á bayoneta calada : rehácense los 
Yenezuelanos ; acuden dos compañías de re- 
*fresco mandadas por el intréj^do Heras, y se 
* toman las alturas. La retirada de los Espa- 
ñoles no dio lugar á que todo el egército re- 
publicano entrase á la parte en la gloria de 
su primera división; sin embargo se traban 
nuevos combates no menos honrosos en el 
llano de Garabobo , y consuman una victoria 
que fijaba definitivamente la independencia 
nacional. 

Aquella misma tarde ocuparon los republi- 



t^Si HISTORIA 

canos la ciudad de Valencia, y de los diez 
iñil Españoles que habian intervenido eñ estas 
acciones solos mil y quinientos lograron en- 
trar en Putrto Cabello. La pérdida de loS 
independientes solo fue considerable eii los 
oficiales; Heras murió en la misma altura de 
que se había apoderado , y Cedefio y Ttáza 
cayeron á los últimos tiros que descíu^gába 
el enemigó en su ftiga. 

Al recibirse la noticia de este suceso en 
Caracas^ el colonel Peréira á quien Móralet 
habia dejado alli coa mil y quinientos hóm*- 
bres , ábaüdóñó la ciudad para encerrarse en 
el íiiérte de La Guáyra, bien i^esüeltó á ha- 
cerlo volar consigo y con toda la guarnición 
antes que rendirse á Bolívar, el cual se acer- 
caba ya ai frente de cuatro mil hombres. Pe-* 
reirá anunció formalmente ser ésta su reso- 
Iticion , y la tenacidad de su carácter la ase- 
guraba mas y inas. Peroel almirante francés 
Jurietl, que mandaba uúa flotilla eü el mar 
de las Antillas, se propuso librar estos va- 
lientes soldados de una muerte cierta; negoció 
á su favor una honrosa capitulación con Bo- 
livar, y el dia 4 dé julio , salieron en buques 
franceses para irse a incorporar con sus com- 
patriotas. 

Xos Españoles no poseian ya, en Venezuela, 



DE LA GCHiOMBIA. a55 

$ino dos plazas fortificadas, Puerto Cabello y 
Ciunaná. Pero la prudencia dictaba siempre 
el poner los territorios nuevaniente libres al 
abrigo de cualesquier tentativas que pudie* 
ran meditarse á favor de estar francas las co*- 
municaciones marítimas. A este fin Bolivar 
estableció dos gobiernos militares ; el primero 
á cargo de Paez, comprendía las provincias 
de Caracas y de 'Valencia; el secundo, coii»- 
prensivo de las de Coro, ]M[aracaibo^ Mérida 
^ Trugillo, se puso al msodo de Marino* £1 
gi^neral Bennude^ coqservaba el mando de 
los territorios del este y de la isla de la Mar- 
garita. Las ciudades del interior se guarne^ 
^eronbi^a, y fl resto del egérotto se dirigió 
al sur de k Ifueva Granada. 

£1 congreso estaba reunido entonces en la 
ciudad de Cuenta, que era la designada por 
la ley fundamental como centro de la unión 
republicana : está á treinta leguas sur del lago 
de Maracaibo en los Andes de Pamplona* Los 
representantes del pueblo, después de haber 
decretado los honores del triunfo á Bolivar 
y á su egército, ordenaron que se erigiese 
una columna para consagrar para siempre 
jiqsias la memoria de un suceso que habia 
. tenido tan importantes consecuencias. 

Otros trabajos no menos gloriosos habian 






aS6 HSTQRIA. 

señalado las sesioaes de m^dí coogr^KK ge- 
neral. LsA pronieflas, el honor, y la proe^pe^ 
ridad de la república se colocaban «allí bajo la 
salvaguardia de las leyes. 

£d la división que se hizo de los bien«s 
nacionales entz^e todos los defensores de k 
libertad, cupieron á cada soldado raso quinien«* 
tos duros, y según la proporción en que se conr 
sklerarcm los grados , ascendía á veinte y cinco 
iDÍl duros la recompensa del.geu«i^ en gele* . 

£1 sueldo! de los empleados civilesi y milir 
IMreS' se estableció con . tanta dignidad . oomo 
prudencia.. Como las neoesidadea .del «stada 
no habian permitido h^tii entongas .|iagfNr 
sino la mitad de las asignadbone^.hecbss^ sr 
consolidó lo que faltaba como nna deuda n^- 
cional. Bolivar deposi&ó en el alter de la^ parr 
tria los cincuenta mil duros que selebaimii 
asignado en calidad de presidente desde ei 
año de 1819. 

La deuda pública se arregló cxm la f^obi^ 
dad que distingue alas naciones soberana»: 
reconociéndose hasta los empréstitos hechQS 
por Mac-Gregor para sus expediciones, de 
aventurero. 

Se reemplazaron con una contribución legal 
laa arbitrarias que tenian llenos de trabas la . 
agricultura, y el » comercio* 



t 




DE LA COLOUBIA. lOf 

Se abolió la mquisiciOD. Se dkHió k tm-r 
tracción públka con loa bienes de los con* 
ventos suprimidos. 

En fin el dia 3o de agosto de i8ai, los 
nmndatarios del pueblo proclamaron la cons-«> 
titucion , en la cual á efecto de una inquietad 
pradente se colocaron algunos reglamentos 
al lado de los prmcipios (i). 

a Colombianos, digeron , vuestros repre^ 
sentantes han cumplido la misión que les 
kabeis confiado. Ved aquí d acta que reúne 
diversos pueblos en una sola nación , bastante 
rica para sev. feliz y bastante poderosa paca 
ser respetada. Vuestro gobierno es popular. 
Los podi^res, p^^lectámenle ^marcados^ están 
eouvinad(^ de modo que todos protejan igual- 
mente la libertad , la [» opij^dad y la igualdad 
ante la ley. 

ec £1 poder legislativo , dividido en dos cá^ 
maras, os hace tener parte en la formación 
de las leyes pc»r medio de los ddlegados que 
vosotros hayáis elegido con toda libertad. 
Todas las . cargas son comunes , y se impon* 
dran no yf para satisfacer la avaricia de un 
individuo particular , sino para atender á las 



(i) Véase, al fin del tomo, el texto de esto GonstitooMii. 

«7 



tBBS€mUx 

necesidades de la republíeai Nt habrá otFas 
quedas que hayaa sido propuestas y omisenH 
tidas por vuestros representantes. 

« £1 poder egi^Gutivo , colocado xle cuatro 
en cuatro años > en las manos del mas .dígno^ 
Telará por la- eegurídadv intwior y. exterior» dé 
la república. EftéL se ponen todos Ioík «kn 
dios para ser útil y benéfico, y ninguno patíi. 
oprimir. lA agricultura^ el 4»»aercio yc^a in* 
dustna, la educación publicarlas. ciencias y Ub 
artes, en fin todos los. manantiales' de lapnis<4 
p^idad pública serán Sibundantes bajo uná^ 
administración pendente y sabih. . i 

> «c Anlf el poder judicial ni- la inlariga tendré 
foerza ^ ni la riqueza valimiento^ Sn él halkiid 
el inooentesufi^lvaguanol^a, y elcu^xableso^eas^ 
tigo. Élhará qiie<odqvpv^t¡e'Maíencige;á laleyui 

a £1 congreso general cree hab» fundado^ 
la grandeza^ de la nacioa^péra los mieiubros 
del gobierno serán elegidos- por vosotros. Me4 
ditad bien , Colombianos, vuestras elecbioúesi; 
tomad por bases ánmutaUeik del edificio qUe^hic^ 
beis levaii ta4o, el valor ^ elisaber^ y las virtudes. i» 

£1 iniismoeongreso^ al llenare} encarga qué 
te hacia la constitución^ de elegir los^prunréíw 
senadores, dio el egemplo de la prudencia en 
sus elecciones. Todos los elegidos habian me* 
rectdo la gratitud nacional. Entre ellos se dis«- 



DE LA COLOMBIA. iSg 

tin guian Marino , uno de los veteríinos dé la 
independénciái y el primer libertador de Cun- 
dí namarca, que habiá salido de ias cárceles 
de Cádiz en i8ao, y era entonces vicepresi-' 
dehte de la república; Paez, héroe' de losí 
tiempos maravillosos; Mafifio, general ilustré;' 
y gran ciudadano después <jue hubo recono- 
éido la falta en que incurrió por su ambición^ 
ürdaneta y Stitíre, ambos los cuales eñcontrá-^ 
hstn la gloria en los consejos y en él campo ñe 
batalla ; los eclesiásticos Cuervo., Ramón Men-^ 
de¿ , María Briceñó, Manuel Rebollo-, que • Sá- 
biaii unir la religión con la fílosofiá. Pero fai* 
taban ya dos hombres que hubieran' dado ho- 
nor á este cuerpo :' la patria acababa dé perder 
al' presidente Rosció y aL almirante Brion,' 
aquél célfebré por srus virtudes- cívicas, yetóte 
inmortal pot* su sacrificio generoso á favor del 
paisi que te había didoptado. *>- : ./ 

Bolívar, ptesídente^ de b república desdé 
la ¡fondacSon dé esta, egercia ya con impa^ 
ciei/eiáruna dictadura, qu^ ibonsMeraba peK^ 
groáa p^tk' sus conciudadanos r lió porqué él 
se tuviese por bástante delñl pafrá oprimirlos 
en -áittgüh tíenipo; sino porque su generosa' 
previsión le hacia temer si^topre que habi- 
tuándose elpueíjlo á la autoridaddenn hoinbre 
soló ,' «e 'descuidase en atenderá otros hom- 



26o fflSTORIA. 

bres no menos dignos de su confianza, y que 
entonces, en vez de excitar noble emulación 
en muchos, promoviese zelos, rivalidades y 
facciones. Ya habia algunos patriotas suspica- 
ces que acusaban la ambición del libertador , 
y estas murmuraciones, aunque de uno á otro 
solamente, hablan llegado á oidos del héroe 
despedazando su corazón. Por lo mismo, desde 
la apertura de la sesión , habia dirigido al 
congreso su dimisión de la presidencia , de 
la república; y su conducta, su carácter, su 
opinión no permitían dudar de la sinceridad 
de esta resolución. Procuraba demostrar que 
habia incompatibilidad entre la' primera ma- 
gistratura y sus funciones militares , y anadia : 
« Si el soberano congreso persistiese en man-^ 
tenerme presidente del estado, habría de re- 
nunciar yo el amado y glorioso título de ciu- 
dadano de Colombia, y abandonaría mipais 
para ir á vivir libre en tierra extrangera. » 
Bolívar . recordaba , sin quererlo , un egemplo 
de la antigüedad que él era bien digno de 
repetir. Pero el pueblo hubiera visto la li- 
bertad en grandes riesgos , y el congreso mismo 
habria perdido el apoyo de la opinión, si la 
era constitucional no hubiese comenzada bajo 
los auspicios del libertador. Su elección fiíe 
votada por aclamación general, voto que la 



DE LA COLOMBIA. a6i 

daba tanta mayor seguridad, cuanto que ya 
desde entonces se consideraba que seria to- 

^avia reelegido mas adelante, con arreglo ai 
pacto social que no era aplicable á los nom- 

J)raniientos precedentes. Bolivar hizo un nuevo 
sacrificio aceptando la autoridad suprema, y 
Santander, que ciertamente merecia muy bien 
partirla con él, fue proclamado vicepresidente 
de la república, aunque habia también ma* 
nifestado su desapego al egercicio de las altas 
funciones civiles. ¡Feliz la nación , cuyos votos 
solo imponen obligaciones á la virtud! 

La reunión de la Nueva Granada y Venezuela, 
gloriosamente alcanzada á fuerza de armas y 
sancionada por la ley fundamental, se consumó 
por medio de una prudente medida política. 
La ciudad de Bogotá , tan envanecida con sus 
prerogativas antiguas , recibió provisional- 
mente el título de capital de la república ; é 
iba ademas á ser el punto central , por con- 
secuencia de la reunión de las provincias de 
debajo del ecuador : y se decidió que allí 
seria el asiento del congreso hasta que se fun- 
dase la ciudad de Bolívar que ya estaba decre- 
tada. 

£n la sesión de i4 de octubre de 1821, en 
que se cerró el congreso , dio este un grande 
egemplo de gratitud nacional , decretando ac- 



afia mSTOMA 

ciones de gracias á los hombres Ubres y filan- 
trópicos de todos los paises , que habían sos- 
tenido la república naciente con susesfuen;QS, 
con sus votos y con sus luces. Señalaba con mas 
particularidad al loiM Holland, Robert WíIsoq, 
y Marryalt ; al abate Pradt ; á Clay y GuiUermo 
Duane^ ciud^anos de los Estados Unidos. Así 
es como los talentos superiores y adelantándose 
á la política de su siglo , preparan la unión de 
todos los pueblos. 



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DE LA eOjLOKlBIA 



afiS 



i»J»%i*»»»i»^%iVlií*»%'»»» * *<>i'% * «»»*<WI H, ^*> >i^*» *^ w %% ' i * ( ^* ^ '^»»' 



CAPITULO XIII. 



Situacipn gsnenl* 



« ■ 4 



No hubo ya interrupción en el eurso deios 
piS^speros sueesos. £1 obstinado gobernador 
de Cartagena , Torres , después de seis meses 
de sitio contados desde el rompimiento de las 
hostilidades , capituló por ultimo el diá 5 de 
octubre de i8ai , dejando la población de está 
heroica ciudad en un estado de aniquilamienlo 
y fatiga casi igual al dé la primera rendición^ 
pero gloriándose de. sus nuevos desastres, f 
transportada de la mas viva y tierna alegría á 
la vista de sus libertadores ; muchos de los 
cuales, y señaladamente Mon tilla , que era su 
comandante en gefe, habían sostenido el glo-' 
rioso sitio del año de i8i5. La ciudad de Cu-» 
maná cayó en poder de los republicanos el día 
S del mismo mes , habiendo estado ocupada 
por los Españoles desde la invasión de Móñte- 
vevde. Las guarniciones de estas placas, aun* 
que^ les faltaba el apoyo de sus b^bitantes , se 



A 



2^4 fflS1t>RÍA 

liabian señalado por la grait conslaiieíá dé su 
valor; obtuvieron capitulaciones honrosas 
que les permitían irse la una á Cuba y la otra 
k Puertorico. 

Este año acabó con 4) tra reunión de tenito-^ 
rio' no menos importante, y muy utilá la causa 
nacional ; es á saber, la de las provincias de} 
istmo y que hasta entonces se habían mante- 
nido en su habitual sumisión á la metrópoli , 
y no habían conocido , durante toda la 4revo- 
iucion, sino la loca empresa de Mac Gregor 
dos años antes. El día 28 de noviembre en 
Panamá', y siete días después en Portobelo, 
reunidos los ciudadanos sin ningún alboroto, 
levantándose sin pasiones de odio, pero sí 
emulando la libertad conquistada por sus'com- 
patriotas, declararon á las autoridades reales 
que cesaban de reconocerlas , y próclainaron 
la independencia de aquel país. Los Españoles 
no hallándose en estado de tentar resistencia 
ninguna , se embarcaron para Quito. 

Esta ultima provincia y la de Pasto que está 
contigua á ella , eran las únic^is que quedaban 
sugetas á la metrópoli en las regiones meri- 
dionales. £1 enemigo tenia en ellas bacante 
fuerza de gente y bien provista, Los votos secre- 
tos de Quito eran por la independencia ; pero 
Pasto no la quería ; y ambos territorios , muy 



\ 



DE LA COLCMIBIA. a65 

é proposito, para ser defeadidos , . eran muy 
expuestos para el. que viniese á atacarlos; 
porque los Ajades , por su eleyacion , sus ra* 
mificacionesy sus irregularidades los rodean de 
Ibitificaeiones inexpugnables. Sin embargo no 
ludieron los Españoles sostenerse allí con ven- 
tajas en la campaña de .1822 ; porque tenian 
«pie pelear con BoliVar que venia de Bogotá , y 
con Sucre que había salido de Girayaquil, adon- 
de había ido pw Esmeraldas > siguiendo las 
jcostas ddi oeste. 

£1 libertador no tenia ya nada que aumen- 
.tará su gloria; pero su lugarteniente Sucre 
adquiría entonces una alta nombradla ha- 
ct^Dido la conquista de Quito. Elidía a5 de 
«Bayo entró en la capital de esta rica pro- 
•róieia, después de haber ganado una memo* 
rabie batalla contra el viejo general Aymeric, 
al pie del volcan de Pichincha. Las guarni- 
ciones españolas fueron trasportadas á la Ha- 
vana á expeúsas de la república , conforme á 
u^a cláusula de la capitulación ofrecida por el 
vencedor mismo ^ quien añadió á su triunfo 
esta muestra de lo que honraba al valor. 

Por su parte Bolívar había vencido también 
cómo él decía, la naturaleza y los hombres ; y 
el enemigo , arrojado de peñasco en peñasco , 
se habia encerradq en Pasto, donde se le puso 



í 



a66 mSJOUJL 

filio. £1 coaiaiicUttte espwoldoa Basilio Qar^ 
ÓMf convencido>da.la.ÍKppoftíble que eca.der» 
fenderse aUl coii buen é&ijto.,:.qttiao.Mhrar. á 
€Sta ciudad de.Ia afrenta y.de los ñide&ide 
ana derrota , y propiuo. capitelar. i^lT^g^oofie 
los iiabitafites dicieodo (fueqiieeiaa penaiaoe^ 
cer.fidlefi ^ la oaatrópoli. Ya iban áicohliaiiarse 
las hostilidades cuando el <ibispo dePofMryAa 
logró que esta población eáteudiei^e sus pro^ 
psos iatereses , y ooo .efecto set x indi6 dL día 
8 de junio con la condición de-^pié Iiq^Mí la 
ia^Nmdria. nioginm contribución: de gueiira, 
y^que cada cual tendría la. facultad de emigBttr. 
Bolívar no puso dificultad en eonéentUsíio 
mismo que él hubiera propuesito* Muy jeolnreve 
parecia que las preocupaciones y los teaonss 
se. habian disipado en los ánimos de .la mu- 
chedumbre , los crioUos qu^ iormaban paste 
de la ^arnicion .pidieron ; pasar á senrir bajo 
las banderas de la república , y los habitan- 
tes se mostraban ufanos con et título deciu*- 
dadanos libres. 

ySo obstante el pueblo de Pasto , joven para 
la revolución, se dejó seducir por alguniM 
frailes sediciosos , y á pocos meses de su reu- 
nión , afectaba echar menos las leyes de la 
metrópoli. El mismo obispo que había predi* 
cado la concordia, empleaba entonces todo 






DB LA COLpBIBU. 367 

sñ influjo en provocar la disensión y los ase* 
sinsitos. La guarnición colonibiana fue, hecha 
pedazos por el, populacho. Al regibir est^ hor- 
rible noticia Bolivar en los primeros dias. de 
marzo de f833, se pone en msurcha de^de Po- 
payan al frente de cinco mil hombres*; vence 
de nuevo , y no sin grandes peligros , los obs- 
tácujos que la ' naturale^^a ha prodigada en 
aquella cadena de moatanas ; alcanza á los re* 
beides, feos arrolla y persigue ha^ta los muros 
de Pa^tp I y por segunda vez pone sitio á esta 
ciudad dei^leal. Como guerrero habia resuelto 
castigarla traición; pero reflexionando como 
hombre de estado que una multitud fanática 
no perdonaría jamás ^1 estrañamiento de algu- 
nos de sus clérigos , conjuró la guerra civil 
egerciendo un grande acto de clemencia : pu- 
blicó una amnistía plena, entera y general; 
y así consiguió que todo el territorio bolviese 
á entrar en la unión constitucional , y que el 
obispo de Popayau, vencido de este modo por 
el libertador , no predicase en adelante sino el 
amor á la república y la obediencia á sus leyes. 
Solo una plaza resistia todavia en toda la e?L* 
tensión de Colombia ; esta era Puerto Cabello , 
que habia sido siempre fatal para la indepen- 
da por su Cuerza militar y por sus comunica- 
cione$ marítimas. £1 general español Morales, 



\ 






268 HISTORIA 

hombre activo , valiente é intrépido , soldado 
feroz cuando succedió á Boves, caudillo dis- 
tinguido bajo Morillo y Latorre , se mostraba 
ansioso de gloria desde que se le habia en- 
cargado el mando en gefe , por haber sido 
este último nombrado gobernador de Puerto* 
rico poco después de la memorable batalla 
de Carabobo. Lleno de esperanzas de poder 
alcanzar él solo el honor de-la pacificación que 
era el obgeto de doce años de combates, y 
aunque sin los recursos que tuvieron sus pre- 
decesores , prolongaba coa habilidad una lu- 
cha inútil y desastrosa pero que lisongeaba su 
amor propia 

Continuamente inquietaba y acosaba á los 
republicanos 9 precisándolos á mantener mu- 
chos cuerpos de egército ya para rechazar sus 
ataques ya para estar á la vista de sus movi- 
mientos; bloqueaba los puertos^ se apode- 
raba de repente de algunas plazas ; y aunque 
tenia que abandonarlas muy pronto, hacia por 
lo 'menos protestas contra la libertad del terri- 
torio. Por fin, en el mes de septiembre de 
iSaü, consiguió apoderarse de la ciudad de 
Maracaibo y la conservó casi un año entero. 
Habia ensayado entonces renovar aquellos alis- 
tamientos de i8i4 que dieron tan espantosa 
celebridad á los nombres del negro Palomo^ 



DE LA COLOMBIA. 269 

de Rosetta, de Puy y de Boyes , y ya desolaban 
muchas bandas de vagamundos los campos de 
Venezuela. El general Bermudez logró muy en 
breve disiparlas. Por lo que hace á las ciudades, 
que también intentó Morales sublevar , no 
pudo encontrar en ellas fomento ninguno 
para la guerra civil. 

La gloria de haber vencido este temible ad« 
versarlo después de numerosos combates y 
ditios, se debió principalmente^al general Páez 
y al commpdoro Padilla; succesor de Brión.tos 
Españoles no fueron echados definitivamente 
de Puerto Cabello hasta noviembre de i8a3í 
en cuya época no quedó ya un solo enemigo 
con quien combatir en todo el territorio de 
Colombia. 

Pero las armas de la república , adquiriendo 
nuevos laureles en otro territorio , realizaban 
el juramento que hacia Bolívar en 1 820, cuando 
decia ; « Juro que nuestros proyectos abrazaran 
la América entera. » Aquel pueblo qué apenas 
era conocido bajo el régimen colonial, por 
tan largo tiempo desgraciado en sus esfuerzos 
por la independencia , solo durante diez años 
contra todas las fuerzas de la metrópoli, des- 
deñado del mundo todo mientras no fue ven- 
cedor , se levantaba ahora como un faro pro- 
tector en medio de veinte pueblos desunidos 



a7o HISTORIA ' 

ó esetatüA tcfdavia « mostrándoles la concordia 
y la Ubertad, y ofreciéndoles m egemplo y 
su attxilio para conquistarlas ellos también. 

San Martin ^ el hérc>e de la América subecua- 
torial, tan grande, pero menos feliz, comoijl 
héroe de Y enezu^a , habia comeneado la edut 
cacion patriótica de Buenos Aires , de Chile y 
del Peni ; pero afligido demasiadamente con 
l^s disensiones y las injusticias que son tan 
comunes en naciones nuevas, resolvió Confiar 
á Bolivar el dar cabo á sus nobles designios^ 
Estos por otra parte tenian intimo eniaze con 
la política del libertador , porque nadie podia 
estar seguro mientras pisase el suelo ameri- 
cano unegérctto español. Consiguiente. auna 
entrevista que tuvo San Martín en Guayaquil 
con el presidente de Colombia , y con el Con- 
sentimiento del congreso de cada cual de estoá 
dos paises , el general Sucre , que acababa de 
vencer en Quita vfoé áLima al.freñte dé tres 
mil hombres. Boliyar, habiéndose detenido al- 
gún tiempo por los sucesos de Pasto j se juntó 
con él el año siguiente, en septiembre de 
i8i3, con tin cuerpo de tropas mas consi4 
derable , y que recibió después varios re- 
fuerzos. . 

Varia fue á los principios la fof tuila de est^ 
otra guerra de la libertad, porque las turbu- 



DE LA CXJLOMBIA. 271 

lei¥^íd8'iiit€rriore$ fovDreckiii -macho á ia$ fcier^ 
£ás del^ <en«iAigo/ Pero el coñgiieso peruano , 
anteponién^ - k salvación cdmun á las rivaU<» 
da4es partáculares , y penetrado de iá verdad 
de que los pueblos se deciden enteramente 
cuando hay 'entusiasmo por los honrbres de 
gran «lombradía , se resolvió á poner la die» 
tadura suprema en manos* del presidente de 
la república ctolómbiana, y muy luego elan* 
tigiiio imperio de los Incas sacudió el yugo 
que le oprimía. Su independencia ñié prócia- 
moida definitivamente el dia 9 de diciembre 
de ida4 en el campo de^batalla de Ayacucho , 
donde seis mil patriotas aliados, y mandados 
por el general Sucre , quedaron ^enced¿>res de 
díet' mifi realistas. ílodil^ qué era él Morales 
del Perú-, ya iaose defenclia'sin6en el Callao, 
fortaleza que mantuvo ^ sin hacer caso de los 
tratados-^ -hasta principia de 1816. . : 

' ' Bolívar pintaba las diversas situadories ééf 
territórtOf que acababa' = d^'^oner en libertad y 
en los términos sigüieihtfes : 

' « PertiatióS; ha llegado el tiempo 'en qué 
debo cumplir la palabra que os tengo dada 
de abdica!^ la dictaduira' eü el^ mismo dia>en 
que la victoria hubiese fijado vuestra suerte. 
El <eongreso del l^cfnl se juntará el < dia 10 die 
febrero próximo , aniversatío del dia en que 



jtjit mSTCXUA 

por decreto vtiestro ae me dio la autoridad 
suprema. Yo bolveré entonces al seno de la 
asamblea legislativa que me ha honrado con 
su confianza. Mis palabrs» no son yanas 
jamás. 

a Peruanos ; Tuestro pais ha sufrido grandes 
desastres militares* Las tropas que le defendían 
ocuparon las provincias libres del Norte é hi^ 
cieron la guerra al congreso. La marina no qui* 
so obedecer al gobierno. El exprésidente Riva 
Agüero, alternativamente usurpador, rdielde j 
traidor, peleó contra su patria y contra vuestros 
aliados* Las tropas auxiliares de Chile, aban^ 
donándonos malamente, nos privaron de su so- 
corro* Las de Buenos Aires, amotinándose eon^ 
tra sus gefes en la plaza del Callao, entregaron 
al enemigo esta fortaleza^ £1 presidente Torre- 
tagle , excitando á los Españoles á ocupar esta 
capital (Lima), consumó la destrucción del 
Perú. La discordia , la miseria , el descontento 
y los intereses personales habian extendido á 
todas las partes del territorio su funesto in- 
flujo. Parecia no existir ya el Perú : todos sus 
lazos sociales estaban disueltos. 

ce En tan terribles circunstancias fué cuando 
el congreso me noiñbró dictador para salvar 
sus últimas esperanzas. La buena fé , la cons- 
tancia y el valor del egéreito de Colombia han 



DE LA COLOMBIA. njS 

concluido esta admirable empresa. Los Pe- 
maaos,.enmedio de esta guerra civil, reco- 
nocierou el gobierao legitimo é hicieron in- 
mensos servicios á su patria, mientras que las 
tropas que los protegián se cubrieron de. glo- 
ria eu los campos de Juuiu y de Ayacucho. Las 
facciones han desaparecido para siempre del 
territorio .peruano. £¿ta capital ha recobrado 
para siempre su libertad. La plaza del Callao 
está atacada 9 y se nos debe entregar según 
lo estipulado en la capitulación; 
, «Peruanos , la paz ha succedido á la guerra^ 
la unión a la discordia , el órdén á la anarquía ^ 
la felicidad .á la mala ventura. Pero no olvi- 
deis nutkca, os lo ruego, que todos estos bienes 
los debéis á los ilustres vencedores de Aya- 
cucho. 

« Peruanos , el dia en que se junte vuestro 
congreso será un dia de gloria ; será él dia que 
coronará cuanto mi ambición pudiera desear; 
No exijáis mas de mi. D 

Sin embargo Bolivar deseado por todos á 
competencia con los Golonibiauos , como, el 
único americano á quien la gratitud de los 
pueblos no permitia ya vivir para si solo, se 
Vio por decirlo así forzado á conservar toda- 
. via por algún tiempo en su manó el poder 
supremo : porque los Peruanos querían tam- 

18 



^74 HISTORIA 

bien que el legislador afianzase la obra del 
héroe. Por su parte el general Sucre, que ha- 
bía quedado al frente de sus indomables £a* 
langesy marchó acia el Alto Perú, arrojó de allí 
el enemigo, proclamó la independencia ; y allí 
fue donde, por una especie de homenage 
filial, ios pueblos consagraron su nacimiento 
como nación , dando al territorio el nombre 
de suft libertadores ( i ). 

De este modo, la unión republicana que había 
sido fundada por las armas ^ se fortificaba coa 
tratados. Los estados de Washington, Mégico , 
Goatemala, el Perú, Chile y Buenos Aires, 
hechos ya aliados respectivamente de Colom- 
bia , sentaban ya las bases de ese otro acto 
mas solemne y augusto , en que todos los pue- 
blos de América se afianzarán unos á otros su 
independencia de cada uno de ellos y de todos : 
hablo del congreso de Panamá , grande y noble 
idea del libertador, donde se renovará para 
el Nuevo Mundo la asamblea antigua de los 
Amphictiones. 

Pero no podía llevarse á efecto este designio 



(i) Seis provincias de cerca de un millón de habitantes, 7 
que depísndian antiguamente de Bucdos Aires , forman la re- 
púbiica de Bolii/ar.' Su capital llevará el nombre de Sucre 
(i8q6). 



DE LA COLOMBIA. 375 

de una alta política, sino después de la libertad 
total de las provincias americanas; y Cuba, 
Puerto Rico y las islas de Chiloe ( i), sufrían aun 
el yugo español , y al mismo tiempo el Brasil 
estaba sumiso á un príncipe portugués (a)^ 
De esta manera Colombia , constante en los 
dos obgetos de que se habia encargado, y 
acaso llevada demasiado pronto de su celo , 
continuaba armándose para afirmar su liber* 
tad por medio de la conquista de la indepen- 
dencia general, al mismo tiempo qué negó* 
ciaba, en los otros paises, los medios de 
vengarse todo un emisferio del despreció con 
que le miraba el antiguo continente. 

£1 rey de Inglaterra, cabeza de una nación 
libre , se ha declarado públicamente^ el aliado 



(i) El archipiélago de Chiloe , puestp en libertad á princi- 
pios de i8a6, ha agregado á la república de Chile al rededor 
de cien mil habitantes. A esta' época :no habia ya un solo 
et pañol armado en el continente del sur ^ pero el gobierno de 
Madrid enviaba fuerzas á Cuba , y aun amenazaba á Carta- 
gena. 

(2) Acia la misma época (mayo de 1826), el emperador 
del Brasil daba una constitución liberal á sus pueblos. Pero 
aquel senador colombiano , que poco antes de publicarse esta 
carta no yeia sino una anomalía en la existencia de un trono 
en medio de tantos estados libres , podría acaso decir hoy que 
la constitución de don Pedro no puede producir sino una tregua 
en la lucha del sistema republicano 'contra el monárquico. 



276 HISTORIA 

de la república , y ha recibido- sus embaja- 
dores. Otros monarcas de Europa dejan que 
las necesidades comerciales vayan preparan- 
do las concesiones de una rancia política (i). 
Por lo que hace á la España , humillada , 
pobre y dividida intestinamente, inferior á 
sí misma desde' que en iSaS se rindió al po- 
der y despotismo monacal , impotente ' en 
armas, y llevada al punto de no conservar 
sino el idioma castellano por único testimonio 
de su dominio de ultramar, implora en vano 
los auxilios estrangeros contra sus pretendidas 
colonias : cuando un imperio está derrocado , 
no puede contar con aliados ningunos , y sz 
la gloria española, ya apagada tiempo hace en 
Europa, puede renacer mas grande y mas pura, 
ha de ser en los parages mismos adonde la lle- 
varon sus primeros fundadores : sus hijos , es- 
forzados como ellos, pero magnánimos, honran 
por fin la memoria de Colon , ensalzando esta 
república ya poderosa, admirada en el mundo 
antiguo , y respetada en el nuevo , cuya gloria 



(i) El reconocimiento de oficio de la república por la In^- 
tcrra fue en a de enero de'iSsS. lía Holanda hiío yk en tS^^ 
un tratado de comercio con Colombia. La Francia y varias 
otras monarquías tienen agentes comerciales acreditados cerca 
de la república. 



■«M 



DE LA COLOMBIA. n^j 

resplandece en ella , y cuya suerte futura de- 
pende de ella también. 

Entonces mismo, cuando la guerra de la 
independencia se hacia allá lejos por el ilustre ' 
libertador , este modelo tan nuevo del verda- 
dero heroísmo , ufano siempre con el titulo 
de ciudadano , demasiado grande para aspirar 
al de dueño , entonces es cuando se presenta 
Colombia fortalecida con unas instituciones 
que no hacen depender la salud del estado de 
la fortuna de un hombre, feliz en su interior, 
y anhelando los triunfos de la paz; la ins- 
trucción se extiende á todas las clases; las 
costumbres se purifican; se disipan las preo- 
cupaciones ; una noble emulación inspira las 
virtudes públicas y privadas ; y la agricultura, 
el comercio y la industria, hacen conocer á 
todos el secreto en que consiste el poder na- 
cional. Es cierto que todo está allí en su prin- 
cipio , y nada pertenece todavia á la historia ; 
pero por todas partes se desarrollan á porfía 
los géí*menes de una larga prosperidad fecun- 
dada con emulación por los ciudadanos y por 
el gobierno; y aquellos ricos territorios que 
poco há eran el suelo de la esclavitud , y hoy 
son la patria floreciente de un pueblo que 
sabría defender su libertad como ha sabido 
conquistarla , no esperan ya de la Europa otro 



278 HISTORIA 

beneficio que el de sus mayores luces. A esté 
modo Roma llamó las artes de la Grecia cuando 
ya no tuvo enemigos que vencer (i). 



(i) Varias ocurrencias habián retardado la publicación de 
este libro, que estaba ya impreso en diciembre de i8a5. En- 
tonces los diarlos bi<^on recelar algunas mudanzas próximas 
en el sistema político de Jla América del sur , y se aguardó 
algún tiempo (%n el fin de hacer excusablo la temeridad de 
una historia contemporánea , en cambio del mérito de su opor- 
tunidad. Pero no se ha rerificado nada notable, y el con- 
greso de Panamá , que anunciaba grandes páginas para 1a 
historia , parece que se ha diferido para otro tiempo indefini- 
damente ; y las lentitudes y dificultades de su reunión no 
son todaTÍa dignas sino de pequeños folletos. 

£1 periodo que hemos descrito está completo , y se presenta 
con la claridad que le oonTÍene. 

Pero al determinamos á publicar esta historia de Colombia, 
no debemos omitir la especie de insurrección que acaba de 
manifestarse en Venezuela contra la ley fundamental del pais. 
£1 ilustre general Paez, como si estuviese cansado de llevar 
sobre si una gloria sin tacha , se presenta hoy como un ins- 
trumento dócil de una facción de federalistas. Colombia padece 
también los errores del patriotismo. Este movimiento sostenido 
por pequeñas ambiciones , y envenenado por los zelos y re- 
sentimientos personales , no proviene sino de dos causas fáciles 
de destruir : la primera es la estraña indiferencia del liberta- 
dor que hace tres años tiene abandonadas las altas funciones 
de que la patria le ha revestido por estarse egerciendo una 
dictadura estrangera ; la segunda es el descuido que ha tenido 
en dar cumplimiento al decreto de 1S19, que ordenaba cons- 
truir una ciudad capital en el limite medio de las dos grandes 
porciones que componen la república j de modo que Bogotá 
habiendo quedado como el asiento del gobierno, parece que 



DE LA COLOMBIA. 279 

se ha vuelto á apoderar de sus antiguas prerogatiyas , al paso 
que Caracas , cuna de la revolución , se cree desheredada de 
los beneficios de ella. 

£1 interés nacional no permitirá que se desenvuelva el ger- 
men de disolución que amenaza al edificio común. Vuelva 
Bolívar , mostrándose mas colombiano que ciudadano del 
mundo , á dar firmeza á lo que él ha fundado , 6 si haciendo 
el papel de héroe aventurero después de haber sido un hombre 
grande, adopta otros imperios, póngase ' la presidencia del 
estado en manos mas aplicada^ á IH capsa .{mblica; y el res- 
peto á la" K^ijMttj^ f^^^^^yf ig9 arma¿ de '.{E^ftianos de tos 



disidentes. Estos recordaran quS isPRmmpk'^de^'s^^stritos , 
la guerra civil j los triunfos del despotismo nacieron de la 
división federal que se adoptó en los primeros dias de la 
independencia. Iluminados con estos dolorosos recuerdos , y 
j untándose en breve con toda solemnidad en la ciudad que 
debe haoer pasar á los siglos futuros la gloria del liberta- 
dor , no dudarán ' los Colombianos de proclamar con nuevos 
juramentos , y juramentos unánimes , aquella constitución 
que tiene por base la unidad que ha votado , digámoslo así, 
la experiencia como el principio mas favorable al pais , y 
del que les ha venido tanta fuerza y tanta gloria. (Julio de 
i8a6. ) 



rr^. 



%>i%»^% V»^^^^i^*»^»»X»^»»*^/*^^>^«>*^^»^«*í»»^%í^»%'«%-^^»V^«^%'V^'V%i^*-*''*'%>^%-»^%^ ' 



ACTA DE INDEPENDENCIA 



DE VENEZUELA. 



/SDR JUULO 1811.) 



£lf IfOMBRE DE DiOS TODOPODEROSO , iNoSOtrOS IOS reprcst;uuctiM.« 

de las proTÍncias unidas de Caracas , Cumaná , Varioas ,- Mar- 
garita , Barcelona, Mérida y Trugillo, que forman la confe- 
deración americana de Venezuela en el continente del sur, juntos 
en congreso ; 

Considerando la plena j entera posesión de nuestros «derechos 
que hemos recobrado justa y legalmente desde el 19 de agosto 
de 181 o por consecuencia de los sucesos de Bayonisi y de la 
ocupación por conquista del trono de España , como igualmente 
por haberse constituido en él una nueva diuastia sin conien- 
timiento nuestro j es nuestra voluntad, antes' de hacer uso de 
nuesti'os derechos de que hemos estado privados por fuerza ya 
hace ircs siglos , dar á conocer a\ int&ñdo los^'moiivos qi^e por 
un efecto de los mismos sucesos , nos autorizan para haeer 
de nuesixa soberanía el libre uso que estamos dispuestos á 
hacer. 

Con todo no queremos comenzar por alegar los derechos 
inherentes á todo país conquistado, de recobrar su estado de 

Í)ropiedad y su independencia : damos por olvidada toda la 
a;^ga serie de desgracias , injurias y privaciones que aquella 
dMiquista ha acarreado á todos los descendientes de los que 
descubrieron , conquistaron , y pusieron por primera vez en 
cultivo estos territorios , conduciéndolos á una situación em> 
peorada por la causa misma que hubiera debido favorecerlos. 
Tendiendo pues un velo sobre los trescientos años de la domina- 
ción española en América , solo queremos hoy presentar algunos 
hechos auténticos y bien sabidos , que hubieran debido quitar 
á uno de los dos mundos su derecho sobre el otro por conse- 
cuencia del trastorno , desorden y conquista que ha puesto en 
disolución la nación española. 

Este desorden ha acrecentado las desgracias de la América , 
haciendo inútiles su reclamación y sus representaciones , po- 



i 

i 



\ 



HISTORIA BE LA COLOMBIA. üSi 

niéndo á los gobernadores españcJesen estado de insultar .y de 
oprimir esta parte de la nación , y dejándola asi sin el socorro y 
la garantia de la ley.' 

Es una cosa contraria al orden , imposible para el gobierno 
de España , y fatal para el bienestar de la América , el que la 
que posee un territorio iniinitamente mayor, y una población 
mas numerosa , dependa y esté sugeta á un rincón peninsular 
del continente europeo. 

' Las cesiones y las abdicaciones hechas en Bayona', las revo- 
luciones del Escurial y Aranjuez ,. y las órdenes del lugar 
teniente real , el duque de Berg , enviadas a América , bastan 
para dar fuerza á los derechos que hasta hoy hablan los Ame- 
ricanos sacrificado por no romper la ~i unidad y la integridad 
españolas. 

Venezuela ha sido la primera á reconocer y defender gene- 
rosamente esta integridad , á no abandonar la causa de sus her- 
caanos mientras ha podido conservar la menor esperanza de 
salvarse. 

La Ainérica ha sido llamada á una nueva existencia desde 
que pudo y debió tomar sobre si misma el cuidado de su pro- 
pia suerte y defensa , y la España puede reconocer ó no Ips 
derechos de un rey que ha preferido su propia existencia á .la 
dignidad de la nación en qv^ reinaba. . 

Todos los Borbones ( de £spaña ) , han concxuTido á las in- 
válidas estipulaciones de Bayona , y han abandonado la España 
contra la voluntad del pueMo; han violado.» menospreciado y 
-hollado los sagrados deberes que habían contraído para con 
los Españoles de ambos mundos , cuando estos , á costa de su 
sangre y sus tesoros , los habían colocado sobre el trono á 
pesar de la casa de Austria. Una conducta semejante les ha 
hecho perder sus títulos , haciéodose incapaces de gobernar un 
pueblo libre que ellos han entregado como si fuera un rebaño 
de esclavos. 

Los gobiernos intrusos que se han alzado con la representa- 
ción nacional se han prevalido de las disposiciones que. la 
buena fé, la distancia, la opresión y la ignorancia habían creado 
en América contra la nueva dinastía que ha entrado por fuerza 
en España. Contra los propios principios que ellos adoptaban, 
han mantenido entre nosotros la ilusión en favor de Femando , 
sin otro fin que el de devoramos y oprimirnos impunemente ^ con 
discursos pomposos, y frases estudiadas nos han. ofrecido tam- 
bién la libertad , la igualdad y la fraternidad , cubriendo el 
lazo que nos tendían , ofreciéndonos una representación ilusoria, 
inútil y dependiente de ellos. 

Dísuelta su junta central , y destruidas entre ellos las varias 
formas de gobierno de España , y desde que la imperiosa ley de 
la necesidad dictó á Venezuela la urgencia que tenia de saivarsi; 
por si misma , para conservar y mantener el derecho de su rey 
y tener abierto un asilo para sus hermanos de Europa contra 



38a HISTORIA 

lu desgracias que los amenaaaban, se ha manifestado á las claras 
cual fue sa primera (»ndacta : ellos han mudado de principios 
y han dado el nombre de insurrección , de perfidia y de ingra- 
titud á los hechos mismos que hablan servido de modelos á 
los gpbiemos de España. La verdadera razón es , que estos actos 
cerraban la puerta al monopolio de la administración , mono> 
polio que euos querían perpetuar en nombre de un rey imagi- 
nario. 

Sin consideración ninguna á muestras protestas , á nuestra 
moderación , á nuestra generosidad , á la inTÍolabilidad de nues- 
tros principios , y contra los deseos de nuestros hermanos de 
Europa , hemos sido declarados rebeldes , se nos ha bloqueado 
y se nos ha declarado la guerra. Varios agentes han sido en- 
riados para sembrar la discordia entre nosotros y hacernos 
perder nuestra opinión en las otras naciones de Europa , y se ha 
llegado hasta á implorar su asistencia par& oprimimos. 

Sin haberse querido enterar de las raiones que nos movían , 
sin permitir que las presentásemos al juicio imparcial de las 
gentes , sin otros jueces que nuestros propios enemigos , nos 
vemos condenados a una dolorosa separación de nuestros her- 
manos 'y y para aumentar el desprecio á la calumnia , han nom- 
brado vanos agentes dándoles poderes para representamos, 
contra nuestra expresa voluntad ; y esos agentes disponen en las 
Cortes á su arbitrio de nuestros intereses siguiendo el influjo de 
nuestros enemigos. 

Con el designio de anonadar é impedir los efectos de nuestra 
representación , cuando se vieron obligados á concedemos al- 
guna , se nos ha sugetado á una escala muj pequeña y mezquina ^ 
se ha dejado la forma de la elección sugeta á la voz pasiva 
de los cuerpos municipales degradados por el despotismo de 
los gobernadores ; y esta conducta ha sido mas bien un insulto 
hecho á nuestra franqueza , y á nuestra buena fe , que una aten- 
ción á nuestra incontestable importancia política. 

Sordos constantemente á los gritos de nuestra justicia , los go- 
biernos de España han tratado de desacreditar nuestros esfueraos; 
y han declarado criminal é infame y han castigado con la pena 
de muerte y la confiscación , todo cuanto en diversas épocas han 
emprendido los Americanos por la felicidad de su patria. Con 
esta atroz política han conseguido hacer á nuestros hermanos in- 
sensibles á nuestros males , armarlos contra nosotros , borrar de 
sus corazones las dulces afecciones de la amistad y del paren- 
tesco, y han convertido en enemigos una parte de nuestra gran 
familia. 

En el tiempo en que fieles á nuestras promesas sacrificábamos 
nuestra seguridad y nuestra dignidad de ciudadanos por no 
abandonar los derechos que nosotros habíamos conservado á 
Fernando de Borbon , hemos visto que este á sus relaciones for- 
jíadas con el emperador de los Franceses había añadido los lazos 
de la sangre y de la amistad^ y hasta los gobiernos de Es- 



DE LA COLOMBIA. 283 

paña habían ya declarado su resolución de no reoonocerlo sino 
condicionalmente (i). 

Durante esta cruel alternativa , hemos permanecido tres años 
en un fatal y peligroso estado de indecisión y de ambigüedad 
política \ y esta situación hubiera bastado por si sola para 
autorizar la resolución que por consideración á nuestras pro*^ 
mesas y á los lazos de la fraternidad habiamos dilatado , hasta 
que la necesidad nos obligó á ir mas allá de donde al principio 
y nos habiamos propuesto llegar. Nos vimos impelidos a ello por 
la conducta hostil de los gobiernos de España , los cuales nos 
han descargado de nuestro juramento condicional : y estas cir- 
cunstancias son las que nos han llamado á formar la augusta 
representación que egercemos en el dia. 

Pero nosotros , que damos por bases de nuestro proceder otros 
mejores principios , y que no pretendemos establecer nuestra 
felicidad sobre las desgracias de* nuestros semejantes , aten- 
demos y tratamos como amigos á los compañeros de nnestra 
' suerte , y queremos hacer que participen de nuestra felicidad 
todos aquellos que, unidos con nosotros por Ips lazos de la 
sangre , del idioma y de la religión , han pPadecidó iguales infor«- 
tunios en el orden interior de las cosas. Basta que reconozcan nues- 
tra absoluta independencia de ese tal orden de cosas , 6 de todo 
otro cualquier poder ; que nos ayudM) con^ sus vidas , su for^ 
tuna y su afecto ; y los declaramos y los reconocemos , como 
á otra cualquier nación , enemigos durante la guerra , y ami- 
gos , hermanos y compatriotas haciendo la paz. 

En consecuencia, pues, de todos los motivos polHicos so- 
lidos é incontestables que nos han obligado con tanta fuerza á 
recobrar nuestra dignidad natural que nos han faciliudo los 
sucesos mismos ; según los derechos impresctiptibles que tienen 
las naciones de destruir todo pacto , convenio ó asociación que 
no corresponden á los designios para los cuales fueron esta- 
blecidos los gobiernos , creemos que no podemos ni debemos 
conservar los lazos que hasta ahora nos unían con el gobierno 
de España ; y que , como todas las naciones del mundo , somos 
libres y estamos autorizados á no depender de otra autoridad 
que la nuestra , y á tomar entre las potencias de la tierra el 
puesto de igualdad que nos señalan el ser supremo y la natu- 
raleza, y al cual somos llamados por la serie de los sucesos 
humanos para nuestro bien y nuestra utilidad. 

Bien conocemos las dificultades que nos esperan , y las obli- 
gaciones que debe imponernos el rango que vamos á ocupar 
en el orden político del mundo; no ignoramos el poderoso in-^ 
flujo de las formas y hábitos á que por desgracia nos hemos 



(i) Hubo una época en que se supuso que Fernando se había casado coq. 
una parienta de Bonapane. 



^..A^*iL. 



a84 HISTORIA DE LA COLOMBIA. 

aoosUimbrado : sa^moc tamibieD que una yergonzosa sumisión 
a estas formas y hábitos , cuando podemos desecharlos ^ seria 
mas ignominiosa para nosotros , y mas fatal para nuestra pos- 
teridad , que la larga y penosa esclaYÍtud anteriormente sufrida , 
y que es una obligación indispensable el proveer á nuestra 
oonserracion , á nuestra seguridad , y á nuestra felicidad , cam- 
biando en su esencia todas las formas de nuestra antigua 
constitución. 

Considerando que con las razones alegadas hasta aquí hemos 
dado satisfacción al respeto que debemos á las opiniones del 
género humano y á la dignidad de las demás naciones , en cuye 
numero yamos á entrar, y con cuyo trato y amistad contamos ; 
nosotros los representantes de las proyincias unidas de Vene- 
i4L «nela , poniendo al ser supremo por testigo de la justicia de 

Hp nuestras acciones y de la rectitud de nuestras intenciones , im- 

ploramos su socorro divino y celestial ; y en el mismo momento 
en qve somos llamados á la dignidad que la divina providencia 
nos restituye , ratificamos nuestro deseo de vivir y morir libres, 
y de profesar y defender la santa religión católica y apostólica 
de Jesn- Christo : y en nombre y en uso de la autoridad que 
teaenos del virtuoso pueble de Venezuela , declaramos solem- 
nemente al mundo todo, que estas provincias unidas son y 
deben ser desde este dia , de hecho y de derecho , estados li- 
Inres , soberanos é independientes , y que se separan de toda 
sumisión y dependencia del trono de España : declaramos tam- 
bién que nosotros somos y debemos ser tenidos como los agentes 
y representantes de las mismas provincias ; que un estado libre 
é independiente , una vez constituido tal , tiene entero podar 
de adoptar la forma de gobierno que conforma con la volun- 
tad general del pueblo, de declarar la guerra ó hacer la pa«, 
de contraer alianzas , hacer tratados de comercio , de limites , 
ó de navegación, y toda especie de actos ó transacciones que 
. hacen los demás estados libres é independientes. Y á fin que 
esta nuestra solemne declaración sea tenida por válida, firme 
y durable , ligamos mutuamente cada una de las provincias á 
las otras , y obligamos nuestras vidas , nuestros bienes., y el sa- 
grado nudo de nuestro honor nacional. 



♦ • 
• < » « . 






.A . 



t 



ACTA DIPLOMÁTICA. 



Cuando el gobierna) español solicita la mediación de las altas 
potencias europeas con el fin de restablecer , bajo el titulo de 
reconciliación , su autoridad sobre los nueblos libres é inde- 
pendientes de la América , conviene declarar á la faz del mundo 
tos sentimientos y la resolución de Venezuela ; j si bien estos 
sentimientos y esta resolución ya se manifestaron por la república 
el dia 5 de julio de i8i i -, y mas particularmente después qu« 
se tuvieron los primeros indicios de las intenciones del gabi- 
nete de Madrid, es obligación del gobierno en quien reside la 
representación nacional, el reproducirlos, y declararlos legal y 
solemnemente. 

Considerando que no solo es debida .esta declaración franca 
y sincera á las altas potencias ^n muestra de consideración y 
respeto , sino que es ademas indispensable para calmar la in- 
quietud de los ciudadanos, de Venezuela j 

HaUándose congregados en junta nacional, el consejo de 
estado, la alta corte de justicia, el gobernador, el .vicairi<» 
general del obispado , el estado mayor general , y las autori- 
dades civiles, y militares , después de baber examinado aten- 
tamente la conducta del gobierno español , se ha tenido p<Mr 
cierto : 

I o Que jamas ha entrado en las miras del gobierno español 
la idea de una reconciliación cordial ^ 

20 Que desde las primeras discordias se ha negado dos veces 
á admitir la mediación de la Gran Bretaña ; 

3<* Que al tiempo mismo que se trataba de reconciliación 
bloqueaba nuestros puertos , enviaba egércitos contra nosotros 
y tramaba conspiraciones para destruirnos ^ 

4° Que habiéndose sometido Venezuela por una capitula- 
ción solemnemente jurada (en 181 a), apenas dejó este pais 
las armas , violó el gobierno español todas las condiciones del 
tratado y sacrificó millares de ciudadanos , cuyos derechos 
habia prometido respetar^ 

5o Que haciéndonos una guerra de exterminación , sin res- 
petar sexos , edad ni dase , ha roto todo lazo social y excitado 
un odio justo é implacable j 

6® Que este odio se ha aumentado por las atrocidades que 
ha cometido , y por la mala fé con que se ha conducido cons- 
tantemente para con nosotros ; 

7 o Que toda la América , y principalmente Venezuela , está 
intimamente convencida de la absoluta imposibilidad en que 
está España de restablecer su autoridad en este continente j 



• • 



» ' 



286 HISTORIA DE LA GOLOMMA. 

%*> Que la América conoce hoj- dia sus fuerzas j recursos , 
las yeniajas naturales que posee , y que no hay en la tíerra 
poder capaz para rolrerU á poner bajo la dominación de 
Lspaña ; 

qo Que aun cuando existiera tal poder, está resuelta la 
América á perecer antes que someterse de nuero á un gobierno 
de sangre , de fuego y de exterminio j 

I oo Que bailándonos en posesión de la libertad 7 dé la in- 
dependencia que la naturaleca nos ba concedido, y que las 
mismas leyes de EspAa , y los egemplos de su bisto^a nos 
autorizan a recobrar por fuerza de armas , seria un acto de 
demencia el someternos á un gobierno español bajo condición 
de ninguna especie. 

Por todas estás aonsideraciteas el gobierno de Venezuela , 
intérprete de la yoluntad nacional , ba resuelto hacer a la fas 
del mundo la declaración siguiente : 

I» La república de Venezuela está por derecho divino y 
humano libre de la autoridad de la nación española , y se 
halla constituida en un estado independiente, libre y so- 
berano ; 

ao ¿a España no tiene derecho de redamar la obediencia 
á su autoridad , ni la Europa el de someteHa por fuerza al 
gobierno español ; 

30 Venezuela no ha solicitado , ni solicitará nunca , su in- 
corporación con la nación española ; 

40 Tampoco ha solicitado la mediación de las demás poten-* 
cias para reconciliarse con la España ; 

5^ No tratará jamas con la España , sino de igual á igual» 
asi en paz como en guerra , del mismo modo que las demás 
naciones se tratan unas con otras \ 

6^ Venezuela no desea la mediación de las potencias estrau- 
geras , sino á fin de que interpongan sus buenos oficios en 
niTor de la humanidad^ exhortando á la España á concluir 
un tratado de paz y amistad , y reconocer Venezuela como 
una nación libre , independiente y soberana ; 

70 Por último la república de Venezuela declara que desde 
el dia 19 de abril de 18 10 está combatiendo en defensa de sus 
derechos \ que ha derramado la mayor parte de la sangre de 
sus hijos \ que ha sacrificado sus bienes , su reposo , y todo 
cnanto hay de mas amado y sagrado entre los hombres , por 
recobrar su independencia tal cual la naturaleza s.e la ha 
concedido. 

Que por consiguiente el pueblo de Venezuela está resuelto 
á sepultarse en medio de sus ruinas aun en el caso de que la 
España , la Europa y el mundo entero se reuniese para vol- 
verle á poner bajo el yugo de la metrópoli. 

Fecho en Angostura el dia ao de noviembre de 1818 , octavo 
año de la independencia. 




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rr^*""» ■iifci^ 111 <i * tTTSTTT^t lili !■ '"^^^^'^t'- 



CONSTITUCIÓN 



DE LA REPÜBLICA DÉ COLOMBIA. 



En el hombre de Dios , autor y legislador del Universo ; 

Nos los representantes de los pueblos de Colombia, reunidos en « 

congreso general, cumpliendo con los deseos de nuestros comitentes 
en orden. a fijar las reglas fundamentales de su unión , y resta- 
blecer una forma de gobierno que les afiance los bienes de su 
libertad , seguridad , propiedad é igualdad , cuanto es dado á 
una nación que comienza su carrera política , y que todavía 
lucha por su independencia; ordenamos y acordamos la si- 
guiente 

CONSTITUCIÓN. 

TÍTULO PRIMERO. 

BE LA NACIÓN COLOMBIANA T BE LOS COLOICBIANOS. 

SECCIÓN PRIMERA. — Z)e la nación Colombiana, 

Artículo pribiero. La nación colombiana es para siempre , 
é irrevocablemente libre é independiente de la monarquía espa- 
ñola , y de cualquiera otra potencia ó dominación estrangera : 
y no es ni será nunca el patrimonio de ninguna familia ni 
persona. 

Art. a. La soberanía reside esencialmente en la nación. Los 
magistrados y oficiales del gobierno , investidos de cualquiera 
especie de autoridad, son sus agentes ó comisarios, y responsables - 
a ella de su conducta pública. 

Art. 3. Es un deber de la nación proteger por leyes sabias 
y equitativas la libertad , la seguridad , la propiedad y lai 
igualdad de todos los Colombianos. ^ ■ ^ 




Jli ///'^'^ 

^9ñ HISTORIA 

SECaON 11, — De los Colombianos. 

AiT. 4* ^^ colombianos : 

1. Todos los hombres libres nacidos en el territorio de Go-<> 
lombia y los bijos de estos. 

a. Los que estaban radicados en Colombia al tiempo de su tras- 
formacion política; con tal que permanezcan fíeles á.la causa 
de la independencia. 

3. Los no nacidos en Colombia que obtengan carta de na-^ 
turaleza. 

AiT. 5. Son deberes de cada colombiano^riyir sometido á 
m||^^^n T á las leyes ; j|espeta|¡^ o^l^r á las auto- 
vwM^Jp^H^fc^^tVuiJkgan:'Q|hjltfo^|[p^ ; 

j estar prontos en*t^o trempo^ri^'V^PH^n^M^íil^A P^~ 
tria , baciéndole el sacrificio de sus bienes y de su rida , si 
fuere necesario. 

TÍTULO II. 

DEL TERRITORIO DE GOLOÜBIA T DE Sü GOBIERNO • 

SECCIÓN PRIMERA.— JM territorio de Colombia, 

Art. 6. £1 territorio de Colombia es el mismo que compcen-^ 
dian el antiguo yireynato de la Nueva Granada y capitán ia 
general de Venezuela. 

Art. 7 . Los pueblos de la extensión espresada , que están 
aun bajo el yugo español, en cualquier tiempo que se liberten , 
harán parte de la república , con detechos y representación 
iguales á todos los demás que la componen. 

Art. 8. El territorio de la república seta dividido en depar- 
tamentos , ó provincias ^ las provincias en cantones , y los can- 
tones en parroquias. 

SECCIÓN U.— Del gobierno de Colombia. 

Art. 9. El gobierno de Colombia es popular representativo. 

Art. io«' £1 pueblo -no egercerá por si mismo otras atribu- 
ciones de la soberanía que la de las elecciones primarias ^ ni 
depositará el egercicio de ella en unas solas manos. £1 poder 
supremo estará dividido para su administración en legislativo , 
egecutivo y judicial. 

Art. 1 i . El poder de dar leyes corresponde al congreso ^ el 
de hacer que se egecuten , al presidente de la república j y el 
de aplicarlas en causas civiles y criminales , á los tribunales 
y juzgados. 



DE LA. COL(MIBIA. «89 

TÍTULO III. 

* 
DK LAS A9ÁMBLXAS PÁlULOQUIALEi T ELBCTO&AUBS. 

SECCIÓN PRIMERA. — De las tuambUaM parrcfqiuales y 

escrutinio de sus elecciones. 

Akt. i a. En cada parroquia, cualquiera qué sea su población, 
habrá uua asamblea parroquial el último domingo ae julio de 
cada cuatro años. 

Art. >3. Lij^samblea parroquial s« compondrá^ de los sufra-^ 
gantes parroquiales no suspensos , vecinos de tí^da ^rroquia ,* 
y será presidida ^r el juez 6' jueces de ella con asistencia de 
cuatro testigos de buen crédito , en quienes cokcnrran las cua- 
lidades de sufragante parroquial. 

Art. i 4» Los jueces , sm necesidad de esperar ningunas 
órdenes , deberán convocarla indispensablemente en dichos pe* 
riodos para el dia señalado en la constitución. 

Art. i 5. Para ser sufragante parroquial se necesita : 

I. Ser colombiano. 

a. Ser casado 6 mayor de yeintiun años. 

3« Saber leer y escribir; pero esta condición no tendrá lugar 
hasta el año de i84o. 

4. Ser dueño de alguna propiedad raíz que alcance al valor 
libre de cien pesos. Suplirá este defecto el egercitar algún 
oficio, profesión, comercio, o industria útil con casa ó taller 
abierto, sin dependencia de. otro en clase de jornalero ó sir* 

viente* 
Y Art. 16. La calidad de sufragante parroquial se pierde : 

^ I . Por admitir empleo de otro gobierna sin licencia del con- 

Sreso , teniéndole con renta ú egerciendo otra confianza en el 
e Colombia. 
3. Por sentencia en que se impongan penas aflictivas ó in- 
famantes , si no se obtiene rehabilitación. 

3. Por haber vendido su sufragio , o comprado el de 
otro para si ó para nn tercero; bien sea en las asambleas 
primarias , en las electorales 6 en otras. 

Art. .17. El egercicio de sufragante parroquial se sus'- 
pende : 

I . En los locos furiosos ó dementes. 

3. En los deudores fallidos y en los vagos declarados por 
tales. 

3. En los que tengan causa criminal abierta , hasta que sean 
declarados absueltos ó condenados á pena no aflictiva ni infa- 
matoria. 

4. En los deudores á caudales públicos con plazo cum- 
plido. 



'/ 



990 HISTORIA 

Art. i 8. El objeto áfi \as asambleas uarroquiales es votar por 
el elector ó electores que eor responden al cai^ton. 

Art. 19. La provincia á quien corresponda un solo represen- 
tan le nombrará diez electores ^ disuribuyemdo su notQbramiento 
entre los cantones que tenga , con proporción á la población 
de cada uno. 

Abt. 3o. La provincia que deba nombrar dos ó mas repre- 
sentantes f tendrá tantos electores cuantos correspondan á los 
cantones de que se comptvqe j debiendo elegir cada cantón un 
elector y»or cuatro mil al mus , y otro mas por un residuo de 
tres mil. Todo cantón , aunque no alcance á aquel número , 
tendrá siempre un elector. 
* Art. 2 1 . Para ser elector se requiere : % ' 

I . Ser sufragante no suspenso. , 

Q. SabcT leer y escribir. 

3. Ser mayor ae veinticinco años cumplidos, y vecino de cual- 
quiera de las parroquias del cantón que va á hacer las eleo^ 
clones. 

4. Ser dueño de una propiedad raiz que alcance al valor 
libre de quinientos pesos , o gozar de un empleo de trecientos 
pesos de renta anual , o ser usufructarío de bienes que produ^ 
can una renta de trecientos pesos anuales , 6 profesar alguna 
cienoia , ó tener un grado científico. 

AiT. aa. Cada sufragante parroquial votará por el elector q 
«lectores del cantón , espr«$sando^ublicamente los nombres de 
otros tantos ciudadanos vecinos del mismo cantón , los cuales 
serán indispensablemente asentados en su presencia en un re- 
gistro destinado a este solo fin. 

Art. a3. Las dudas ó controversias que hubiere sobre cuali- 
dades 6 formas en los sufragios parroquiales , y las quejas que 
se suscitaren sobre cohecho ó soborno , se decidirán por los 
jueces y testigos asociados , y su resolución se llevará á efecto 

Sor entonces ; pero quedando salva la reclamación al cabildo 
el cantón. 

Art. a4* ^^^ elecciones serán públicas, y ninguno podrá pre- 
sentarse armado en ellas. 

Art. 3 5. Las elecciones estarán abiertas por el. término de 
ocho días , concluido el cual la asamblea queda disuelta ^ y 
cualquiera otro acto mas allá de lo que previene la Constituí 
cion ó la ley , no solamente es nulo , sino atentado" contra la 
seguridad pública. ^ 

Art. a6. Apegas esté concluido el acto de elecciones , el 
juez ó jueces que hayan presidido la asamblea , remitirán al 
cabildo el registro de las celebradas en su parroquia , en 
pliego cerrado y sellado. 

Art. 37. Luego que estén recogidos los pliegos de las 
asambleas parroquiales , el cabildo del cantón , presidido por 
alguno de los alcaldes ordinarios y en- su defecto por uno de 
los regidores , se reunirá en sesión pública. £n su presencia 



DE LA COLOMBIA. sgt 

éBtáii' «biertús los pliegos de las asandileas parroquiales % f 8€ 
kan formando listas y cotejos de todos los rotos , asentándolos 
«n na registro. 

Aar. 28. Los ciudadanos que resolten oon el mayor nú* 
mero de votos , se declararán constitucionalmente nombrados 

Sara eleotores. Cuando ocurriere alguna duda por igualdad 
e'' sufragios , se decidirá por la suerte. 
AaT. 39. £1 cabildo del cantón remitirá al de la capital de la 
provincia el resultado Ael escrutinio que ha verificado ; y dará 
también pronto aviso á los nombrados , para que concurran 
á la capital de la proviiMÚa en el dia prevenido por H conSF- 
titucion. 

SECCIÓN II. — De las asambleas electorales 6 de provincia, 

Art. So. La asamblea electoral se compone de los electores , 
nombrados por los cantones. 

Art. 3 i. £11 día primero de octubre de cada cuatro anos, se 
reunirá la asamblea electoral en la capital de la provincia , y 
procederá á hacer todas las elecciones que le correspoúdan , es- 
tando presentes á lo menos las dos terceras partes de los elec- 
tores. Presidirá Su reunión el cabildo de la capital , mientras 
la asamblea elige un presidente de entre sus miembros que será 
el que obtenga mayor número de vetos. 

Art. 39. Los artículos a4 J ^^ ^° oomunea á las asambleas 
electorales. 

AnT. 33. El cargo de elector durará por cuatro años. Las va-* 
cantes se llenarán , cuando sea necesario , por los qne sigan 
en votos. 

Art. )4« ^^ funciones de las asambleas electorales , su* 
fragar : 

X, Por el presidente de la república. 

3. Por el vicepresidente de la misma, 

3. Por los senadores del departamento. 

4. Por el representante 6 representantes -diputados de la pro- 
vincia. 

Akt. 35. Los votos de estas cuatro clases de elecciones se asen- 
tarán en cuatro registros diversos ; y la misma asamblea elec- 
toral procederá á hacer el escrutinio de la última. 

Art. 3Ó*. Para ser representante de una provincia se requiere 
haber obtenido la pluralidad absoluta ^ esto es , un voto mas 
sobre la mitad de todos los electores que han asistido á la 
elección. 

Art. 37. Los representantes serán nombrados de uno en uno 
en sesión permanente \ y se declararán elegidos los que obtengan 
la indicada mayoria. Si ninguno la hubiere alcanzado, los dos 
que hayan tenido el mayor número entrarán en segundo es- 
crutinio , y será representante el que reúna la pluralidad. Los 
casos de igualdad se decidirán ]K>r la Suerte. 



aga HISTORIA 

Akt« 3S. PerfeooioDMÍ«s de etu maoieni la< eleocioiies dea 
representante ó represcnUnies , el presidente de la asamblea 
electoral aTÍsará sin demora algnna á los nombrados , para 
que asistan á la próxima reunioa ; jr los registros se remitirán 
en pliego cerrado y sellado á la cámara de representantes. 

AaT. 39. Con icnal formalidad y sin hacer escrutinio, serán 
remitidos al cabildo de la capital del departamento los registro» 
de las TOtactones para presioente de la república ; para vicepre- 
sidente de la misma; y pttra senadores^ á fin de que luego 
que se bajan reunido allí los pliegos de todas las asambleas . 
prorinciales , los dirija oportunaioente á la cámara del senado , 
^*-para qne tenga lugar lo prevenido en la jeocion V del títnlo IV ^ 

TÍTULO IV. 

DEL PODER LEGISLATIVO. 

SECCIÓN PRIMERA. -^ De la división, límites y funciones 

de este poder. 

AaT. 4o* £1 congreso de Colombia estará dividido en dos cá- 
maras, que serán la del senado y la de representantes. 

Abt. 4>* £1^ cualquiera de las dos podran tener origen las 
lejes y cada una respectivamente podrá poner á la otra re-/ 
paros , altercaciones 6 adiciones para que ios examine , ó reu- 
sará á la ksjr propuesta su consentimiento por una negativa 
absoluta. 

Aax. 43. Se exceptúan las leyes sobre contribuciones ó im- 

Suestos y las cuales no pueden tener origen sino en la cámara 
e representantes, pero quedando al senado el derecbo ordinario 
de aaicionarlas y alterarlas ó reusarlas. 

AxT. 43* Los projectos 6 proposiciones de ley que fuesen 
aceptados conforme á las reglas de debate, sufrirán tres dis- 
cusioues en sesiones distintas , con el intervalo de un día 
cuando menos entre unas y otras , sin cuyo requisito no se po- 
drá determinar. 

Art. 44* ^^ ^^ ^^^^ ^^ ^^ la proposición sea urgente podrá 
dispensarse esta última formalidad precediendo una discusión 
y declaración de la urgencia en la misma cámara donde tenga 
su principio. Esta declaración y las razones que la motivaron se 
pasarán á la otra cámara junto con el proyecto de ley para que 
^a examinado. Sí esta cámara no cree justa la urgencia , de- 
vuelve el proyecto para que se delibere con las formalidades 
legales. 

Art. 45* Ningún proyecto ó proposición de ley rechazado por 
una cámara podrá ser presentado de nuevo hasta la sesión del 



DE LA COLOMBIA. a^ 

año siguiente. Pero esto no impedirá que algonosdé sus arlkmlos 
compongan parte de otras proposiciones no rechazadas^ 

AiT. 4^. Ningún proyecto o proposición de ley constitueío'- 
nalmente aceptado, discutido j determinado en ambas cámaras, 
podrá tenerse por ley de la república , hasta que no haya sido 
nrmado por el poder egecutiyo. Si este no creyere conyeniente 
hacerlo , deYolverá el proyecto á la cámara de bu origen , acom- 

ganándole sus reparos , sea sobre falta en las fórmulas , ó en 
> sustancial , dentro del término de diez dias contados desde su 
recibo. 

Art. 47* Los reparos presentados por el jK>der egeculÍTo, se 
asientan en el registro de las sesiones de la cámara donde tuYo 
la ley su origen. Si no queda esta satisfecha , discute de nueyo 
la materia , y resultando segunda yez aprobada por una ma^^oria 
de las dos terceras partes de los miembros presentes , la pasa con 
los reparos á la otra cámara. El proyecto tendrá fuerza de ley, 
y deberá ser firmado por el poder egecutiyo , siempre que en 
esta otra cámara lo aprueben también las dos terceras partes de 
los miembros presentes. 

AaT« 4^< ^> pasados los diez dias que señala el artículo ^6 , 
no hubiere sido deyuelto el proyecto con las obgeciones , tendrá 
fuerza de ley y será promulgado como tal ^ á menos que, cor> 
riendo este termino , el congreso se haya suspendido ó puesto 
en receso, en cuyo caso deberán presentársele las obgeciones en 
la primera próxima sesión. 

Art. 49* La sanción del poder egecutiyo es también necesaria 
para que tengan fuerza las demás resoluciones, decretos^ es- 
tatutos y actos legislatiyos de las cámaras ; esoepluando los que 
sean de suspensión y emplazamiento de sus sesiones; los de- 
cretos , en que pidan iufonttcs , ó den comisiones en los nego- 
cios de su incumbencia ; las elecciones que les corresponden -j 
los juicios sobre calificación de sus miembros ; las órdenes para 
llenar algunas yacantes en las cámaras ; las reglas de sus de- 
bates y policía interior; el castigo de sus miembros y de cuantos 
las falten al debido respeto ; y cualesquiera otros actos en que 
no sea necesaria la concurrencia de ambas. 

Art. 5o. Las proposiciones que hayan pasado -como urgentes 
en las dos cámaras , serán sancionadas o aeyueltas por el poder 
egecutiyo, dentro de dos dias sin mezclarse en la urgencia. 

Art. 5i. Al pasarse las deliberacioaes de una cámara a otra 
y al poder egecutiyo , se espresaran los dias^^ en que se discutió 
¡a materia ; la fecha de las respectiyas resoluciones inclusa lÁ de 
urgencia cuando la haya : y la esposicion de las razones y fun- 
damentos que las han motiyado. Cuando se omita alguno de 
estos requisitos , deberá yol verse el acto dentro de dus dias á 
la cámara exonde se note la omisión , ó a la del origen si hu- 
biere ocurrido en ambas. 

Art. $3. Siempre que una ley haya de pasarse al poder ege- 
cutiyo para su sanción , se es tendera por duplicado en la forma* 



1^4 HISTORIA 

«ormpoaclieBie, y m leerá en lu doe eámarn. Aaiber origi- 
nales serán filmados por sos respeetÍTOS prasidmes y ae^reUh- 
rioe y T se presentarán luego al presidente de la repúblioa por 
nna dipntaoion. 

Art. 53. Sancionada ú obgetada la ler por el presidente de la 
república , con arreglo al articulo 4^ > devolrera á las 'cámaras , 
con el secretario del despacho respectivo , uno de los Originales 
oon su decreto para que se dé cuenta en ellas. Este original 5e 
oonserrará en el arcliivo de la cámara donde lá le^ tuvo so 
origen. 

Akt. 54. Para la promulgación de la ley se usará siempre de 
esta fórmula : El senado y cámara de representantes de la repú- 
blica de Colombia y reunidos en congreso , etc. , decretan. 

SECCIOM II. De las atribudfmes etpcdaUt cid congreso, 

Aav. 5S« SoB atribacÁones esclii9Í¥aiiiente propias del coa-^ 
greso : 

I. Fijar cada afio los gastos públicos en vista de los presu- 
puestos que le presentará el poder egecutivo. 

3. Decretar 10 conveniente para la administración , conserva'^ 
cion y enagenaciondelosbienes nacionales.. 

S. Establecer toda suerte de impuestos , derechos 6 contribu- 
ciones ; velar sobre su inversión ; y tomar cuenta de ella al poder 
eijecutivo y demás empleados de la república. 

4. Contraer deudas sobre el crédito de Colombia. 

5. Estableoer un banco nacional. 

6. Determinar y uniíotmar el valor» peso , typo y nombre de 
la moneda.. 

7. Fijar y uniformarlos pesos y medidas. 

8. Crear las cortes de justicia y juzgados inferiores de la re- 
pública. 

9. Decretar la creación ó supresión de los empleos públicos ^ 
y señalar los sueldos, disminuirlos ó aumentarlos. 

10. Establecer reglas de naturalización. 

I I . Conceder premios y recompensas personales á los que 
hayan hecho grandes servicios á Colombia. 

13. Decretar honores públicos á la memoria de los grandes 
hombres. 

1 3. Decretar la conscripción y organización de los egércitos ^ 
determinar su fuerza en paz y en guerra ^ y señalar el tiempo 
qne deben existir. 

1 4' Decretar la construcción y equipamento de la marina 9 
aumentarla ó disminuirla. 

1 5. Formar las ordenanzas que deban regir las fuerzas de mar 
y de tierra. 

16. Decretar la guerra en vista de los datos que le presente 
rl poder egecutivo. 



j 



•* . ti. 



DE I^ GOtX>»BIA. ^f^ ^ 

17. Rcqwir ai pod«r efMslhra pitra qo« ^egecíje .la pas. , 
1%, Prestar si» <x»mb4íiiimbW j aprobación á los tratados d^ 

pat , de alianza ^ de amistad r de eoioercio , de ,nentralidad y 

cualesoniera otros que csekbte-el poder egecutivo* 

19. Promover por leyes la educación pública y el progreso» 

de las cáetMáas, artas j eslablecinilentos útiles ; y conceder por ''' "^ 

liempo limitado derechos esdusiTOS para su estímulo y fo^ 

mentó. 

3 0. Coaceder iudjihos generales cuando lo exija algún grandií 
motiro de eonTenieucia pública. 

3 1 . Elegir la ciudad que ddia servir de residencia al g9bierDO, 
y variarla-cuando lo juzgue conveniente. 

33. Fijar los limites de los departamentos, provincias y de> 
mas divisiones del territorio de G)lombia , como sea mas conve- 
niente para su mejor administración. 

33. Permitir ^ o no-, «i pato de tra|»aa da otro estado por ei' 
territorio de Colombia. 

^4* Pci'ittitir , ó no ) la esiaéion de escuadras de^ otro estado . 
en los puertos de Colombia por mas de un mes. 
' 3S^. Conceder , duMnté la presente guerra de independencia , 
el poder egecutivo , aquella» facultades extraordinarias que so- 
juzguen indispensables en los lugares que iuniediatamente están 
sirviendo de teatro á las operaciones militares , y en los recién 
libertados del enemigo j pero detallándolas en cuanto sea po- 
sible , y oiipcunscribienao el tiempo , que solo será el muy ne^ 
cesario. 

36. Decreur todas las demás leyes y ordenaasas de cualquier 
naturaleza que sean ; y alterar , reformar 6 derogar las estable^ 
óidas. El poder egecutivo' solo podrá presentarle ' alguna ma- 
teria uatfa que la tome en consideración; pero nunea bajo Im 
fórmula de ley. 

SECdON III. — De las /unciones económicas y prerogata^OM 
comunes á ambas cámaras y á sus mientbros. ' 

, Abt. 56. Cada cámara tiene el derecho de establecer los regla- 
mentos que deba obser. ar en sus sesiones , debates y delibera- 
ciones. Conforme á ellos podrá castigar á cualquiera de Su^ 
miembros que los infrinja , ó que de otra manera se bace cul- 
pable con las penas que establezca ¿ hasta espelerlos de su seno 
y declararlos indignos de obtener otros oficios de confianza ó 
de honor en la república ^ cuando así se decida por el voto uuá- 
nime de los dos tercios de los miembros presentes. 

Abt. 57. Ninguna de ellas podrá abrir sus sesiones , sin la 
sonourreaciá de la pluralidad absoluta de sus miembros ; pero 
en todo caso el número existente, cualquiera que sea , deberá 
reunirse, y compeler a los ausentes a que concurran , del modo y 
bsjo las penas que las mismas cámaras establezcan. 



!Mj6 nSTORlA 

Abt. 9B. Uim m thwrua In mn o m m de cad» wio , é«i9iará 
I» ooDCarreiieia ám las do« terceras partes de les miembro» 
presentes para que eontieoen las sesÚMes , coo^ tal ó^t qj&e es- 
tas dos terceras partes nvnca sean menos de la plaraÜaad ab- 
solvu. 

Art. 5q. LfSS cámaras en la casa de sos sesiones de cada año, 
gotaran oel derecho esdustro de policía ^ j fuera de ella, en 
todo lo que condusca al libre ecercicio de sus atribuciones. En 
nso de este dierecho podrán eastigar, ó hacer qne se castice con 
las penas que hayan acordado a todo el qne íes falte al debido 
respeto , ó qne amenace atentar contra el cuerpo , ó contra la 
inmunidad de sus indiTiduos, ó que de cualqwera otro, modo 
desobedeaea ó embarace sus órdenes y deliberaciones. 

Abt. 6o. Las sesiones de ambas cámaras serán públicas ^ 
pero podran ser secretas cuando lo orean necesario. 

AiT. ^1. £1 proceder década cámara oonstará solemnemente 
de un registro diario en que se asienten, sus debates y resola— 
cienes; el cual se publicará de tiempo en tiempo , esceptuando 
aquellas cosas qne deben reserrarse, según éí acuerdo de cada 
una ; y siempre que lo reclame la quinta parte de los miembros 
presentes , deberán espresarse nominal mente los yoVos de sus 
HidÍTÍdnos sobre toda moción ó deliberación. 

Amr.fo. Cada cámara elige de entre sus miembros un presi- 
dente y un Tioepresidente , cuyas funciones serán anuales 
desde una sesión ordinaria hasta otra , y nombrará de dentro 
ó fuera de su seno , un secretario para el desempeño de sus 
trabajos , asignando á estos empleados las correspondientes 
gratificaciones. 

AsT. 63. Las oomnnicaciones entre las cámaras y d poder 
egecutivo, ó entre si mismas , se harán por d. conductor de lo» 
respeclÍTos presidentes, 6 por medio de diputaciones- 

AsT. 64. Los senadores y representantes tienen este carácter 
por la nación , y por el departamento ó proyincia que los 
nombra : ellos no pueden recibir órdenes ni instrucciones par- 
ticulares de las asambleas electorales , que solo podrán presen- 
tarles peticiones. 

Art. 65. No podran ser senadores ni representantes, el presi- 
dente y yice presidente de la república , los ministros de la alta 
corte de msticia, los secretarios ael despacho, los intendentes, los 
gobernadores y los demás empleados públicos á quienes se pro- 
hiba por ley : los otros podran serlo , con tal que suspendan el 
personal egercicio de sus empleos mientras duren las sesiones. 
Cuando un senaddr ó representante sea nombrado para otro 
destino público , quedara á su elección admitirle ó rehu- 
sarle. 

Art. 66. Los miembros del congreso gozan de inmunidad ett 
sus personas y bienes , durante las sesiones y mientras van á 
ellas ó Tuelven á sus casas : escepto en los casos de traición , ó 
de otro grave delito contra el orden social ; y no son responsables 



DE LA COLOMBIA. ^7 

por los discursos y opiniooes que hayan maaiíestwlo e» tas 
eámaras , aute ningttoa autoridad ni ennínfüu tiempo. 

Art. 67. Los senadores y representantes ol>tendráQ del te- 
soro nacional una indemnisacion determinada por la ley, eom- 
putándose el tiempo que deben lial>er inyertido en Teñir de 
sos oasas al lugar de la reunión , y yolver á ellas eoncluidas 
las sesiones. 

' • . ' 

SECCIÓN IV.— Del tiempo, daradony, lugar 4e leu tetianes 

del congreso. 

' ■ ' ■ 

Art. 68. El congTNO se reunirá cada año precisamente , 
rerificando la apertura de ' sus sesiones ordinarias el 3 de 
enero. 

Art. 69. Cada reunión ordinaria del congreso durará no- 
venta dias. En caso necesario podrá prorogarla hasta por treinta' 
dias mas. 

Art. 70. Las cámaras residirán en una misma parroquia ; 
y mientras se hallen reunidas , ninguna podrá suspender sus 
sesiones por maS de dos dias , ni emplazarse para otro lugar 
distinto de aquel en que residieren sin su' mutuo consenti- 
miento -y pero si conriniendo en la traslación di6rieseo respecto 
del tiempo y lugar, el poder egecutiyo tendrá la inter?eneion 
de fijar un término meaio entre los estremos de la disputa. 

SECCIÓN V. — Del escnttinio y elecciones correspondientes al 

congreso. 

Art. 71. En los años de eléccioDes se reunirá el congreso en 
la cámara del senado : en su presencia se abrirán' los pliegos de 
las elecciones del presidente y vicepresidente de la república 
y de los senadores de los departamentos : y se formarán listas 
de todos los sufragios de las asambleas electorales , asentándo- 
los en el registro correspondiente á cada clase de elecciones. El 
escrutinio se hace públicamente por cuatro miembros del con- 
greso y los secretarios. 

Art. 72. Para ser presidente de la república se necesitan 
las dos terceras partes de los yotos de los electores que concur- 
rieron á las asambleas proyinciales. Se declarará pues presi- 
dente al que resulte con esta mayoría. 

Art. 73. Siempre que falte la mayoría indicada , el congreso 
separa los tres que reúnan mas sufragios y procede á elegir 
uno de ellos. El que obtuviere en esta elección los votos de 
las dos terceras partes de los miembros presentes , será el 
presidente de la república. 

Art. 74. Si hecho el escrutinio ninguno resultase electp , el 
congreso contrae la votación á los do^ que hayan alcanzado 
mayor número de votos en el acto antecedente. 



I 4 



i 



298 mSTORU 

A«T. 75. La «icooioB del pratidmto te hará en «na sola se- 
sión que smjpermaiMBU. 

AtT. 76. Cl TÍceprcsidente de la república ttrá el^ido <»d 
las mismas formalidades oue el presidenta. 

AaT. 77. El congreso «ledarara senadores á los q«e hayan 
alcamado la pluralidad absolnta de votos de los ele«tores de 
cada departamento que concurrieron á la elección. 

AaT. 78. Si no concurriese á favor de ninguno ó de algunos la 
maroria indicada , el congreso tomará nn número igual , d «i 
no lo hubiese , aproximado al triple de los que falten entre los 
que tengan mas votos. Hecha esta separación procederá á elegir 
entre estos uno por uno » los que ha/an da nombrarse. Cuando 
en el escrutinio no resulte elección, le repetirá el acto conforma 
al art. '74. 

Aet. 79. En loa casos de duda por cauaa de igualdad en ma- 
teria de elecciones , la suerte decide. 

AaT. 80. Cuando falte algún senador ó representante por 
muerte , renuncia , destitución ú otra causa , se llenarán las 
vacantes por el confieso , escogiendo uno entre los tres que en 
los registros de las asambleas electoraleé se sigan con majror 
número de votos ; pero si en dichos registros no quedare esta 
número , la respectiva cámara espedirá érdenes ,> para que sa 
nombre otra persona de la manera prevenida en esta constitu- 
ción. La duración del asi nombrado solo será hasta las próxi'- 
mas elecciones ordinarias. 

Art. 81. Si una misma persona fuere nombrada á la ves por 
el departamento de su naturaleza j por el de su vecindad , ó 
por la provincia de su naturaleza y la de su vecindad, subsistirá 
el nombramiento por raxou de la naturaleza. 

AaT. 8a. El congreso pasará ayiso á los que resulten noiii-> 
brados en los destinos de presidente, vicepresidente y sena- 
dores , para que ocurran á posesionarse en el dia que se les 
asigne. 

Art* 83. En esta primera ves nombra el actual congreso 
el presidente , el vicepresidente de la república jr los sena- 
dores. 

SECCIÓN VI. — i>e la cámara de represenUmi9$, 

Art. 84. La cámara de representantes se compone de los di» 
putados nombrados por todas las provincias ae la república 
conforme á esta constitución. 

Art. 85. Cada provincia nombrará un representante por 
cada treinta mil almas de su población ; pero si calculada esta , 
quedare un esceso de quinze mil almas , tendrá un represen- 
tante mas : y toda provincia , cualquiera que sea su población , 
nombrará por lo menos un representante. El actnau congreso 
señalará , por medio de nn decreto , el número de representante^ 



DE bA OOLOMBU. 399 

qae deba nombrar cada provincia hasta tanto que se formen 
censos de la^oblacion. 

Art. 86. Esta proporción de uno por treinta |nil continuará 
siendo la regla de la representación , hasta que el número de 
representantes llegue á ciento ; y aunque se aumente la pobla- 
ción no se aumentará por eso el número , sino que se elevara la 
proporción hasta que corresponda un representante á cada cua- 
renta mil almas. En este estado continuará la proporción de 
uno por- cuarenta mil, hasta que lleguen á ciento y cincuenta 
los representantes ^ y entonces , como en el caso anterior ^ se 
elevará la proporción á cincuenta mil por uno. 

Art. 87 . No podrá ser representante el que , ademas de las 
cualidades de elector , no tenga : 

I. La calidad de natural ó vecino de la provincia que le 
elige. 

a. Dos años de residencia en el territorio de lai república in- 
mediatamente antes de la elección. Este requisito no esduye á 
los ausentes en servicio de la república , o con permiso del go- 
bierno j ni á los prisioneros , desterrados ó fugitivos del pais 
por su amor ó servicios á la causa de la independencia. 

3. Ser dueño de una propiedad raíz que alcanze al valor libre 
de mil pesos ^ 6 tener una renta ó usufructo de quinientos pesos 
anuales , ó ser profesor de alguna ciencia. 

Abt. 88. Los no nacidos en Colombia necesitan para ser re- 
presentantes tener ocho años de residencia en la república y 
' diez mil pesos en bienes raices : se esceptuan los nacidos en cual*- 

3uiera parte del territorio de America, que el año de 1810 
ependia de la España , y que no se ha unido á otra nación 
estrangera ^ á quienes bastará tener cuatro años de residencia 
y cinco mil pesos en bienes raices. 

Art. 89. La cámara de representantes tiene el derecho esclu- 
sivo de acusar ante el senado , al presidente de la república , al 
vicepresidente y á los ministros de la alta corte de justicia^ en 
todos los casos de una conducta manifiestamente contraria al bien 
de la república y á los deberes de sus empleos, 6 de delitos graves 
contra el orden social. 

Art. 90. Los demás empleados de Colombia también están 
sugetos á la inspección de la cámara de representantes ; y podrá 
acusarlos ante el senado por el mal desempeño de sus funciones, 
ú otros graves crímenes. Pero esta facultad no deroga , ni dis- 
minuye la de otros gefes y tribunales para velar en la obser- 
vancia de las leyes , y juzgar , deponer y castigar según ellas 
á sus respectivos subalternos . 

Art. 91. £1 tiempo de las funciones de representante será de 
cuatro años. 

Art. 93. A la cámara de representantes corresponde la cali- 
iicacion de las elecciones y cualidades de sus respectivos miem- 
bros , su admisión y la resolución de las dudas que sobre esto 
puedan ocurrir r. 



3oo HISTORIA 

SECCIÓN VII. — Déla cámara del senado. 

AiT. 93. £1 senado de Colombia se eompone de k» senadores 
nombrados por los departamentos de la república , oonforme 
á esta oonstitucion. Cada departamento tendrá cuatro sena- 
dores. 

AftT. 94- ^ tiempo de las funciones de los senadores será de 
ocbo años. Pero los senadores de cada departamento serán éLi- 
Tididos en dos elases; ios de la primera quedarán Tacantes al 
fin del cuarto año , j los de la segunda al fin del octavo ; ó.t 
modo que cada cuatro años se baga elección de la mitad de 
ella. En esta yes la cámara en su primera reunión , sacará á 
la suerte los dos senadores de cada departamento cujas íiin> 
ciones bayan de espirar al fin del primer periodo. 

Aet. 9$. Para ser senador se necesita ademas de las calidadtss 
de elector : 

I . Treinta años de edad. 

a. Ser natural 6 vecino del departamento que bace la 
elección. 

3. Tres años de residencia en el territorio de la república 
inmediatamente antes de la elección con las escepciones del 
articulo 87. 

4. Ser dueño de una propiedad que alcance al yalor libre de 
cuatro mil pesos en bienes raices ; ó en su defecto tener el usu- 
fruto ó renta de quinientos pesos anuales , o ser profesor de 
alguna ciencia. 

Art. g6. Los no nacidos en Colombia no podrán ser senadores, 
sin tener doce años de residencia y diez y seis mil pesos en 
bienes raices : se esceptuan los nacidos en cualquiera parte del 
territorio de la América, que en el año de 18 10 dependía de 
España y que no se ba unido á otra nación estrangera ; á quienes 
bastará tener seis años de residencia y ocho ui il pesos de bienes 
raices. 

Art. 97. Es una atribución especial del senado egercer el 
poder natural de una corte de justicia para oír , juzgar y sen^ 
tenciar á los empleados de la república acusados por la cá- 
mara de representantes en los casos de los artículos 89 y 90. 

Art. 98. En los casos en que el senado bace las funciones de 
corte de justicia , la cámara de representantes escoge uno de sus 
miembros para que baga las veces de acusador ; el cual proce- 
derá conforme á las órdenes é instrucciones que le comunique la 
cámara. 

Arr. 99. El senado instruye el proceso por si mismo , ó por 
comisión emanada d^ su seno , reservándose la sentencia que la 
pronunciara él mismo. 

Art. 100. Siempre que una acusación propuesta ante el 
senado es admitida por él , queda de hecho suspenso de su 



J 



I ti 



DE LA COLOMBIA. 3o i 

empleo el acusado , y la autoridad a quien oprrespoode pro- 
vee la plaza interinamente. 

Art. loi. Nadie podrá ser condenado en estos juicios sin el 
▼oto unánime de las dos terceras partes de los senadores pre- 
sentes. 

Art. 109. Las determinaciones del senado en estos casos , 
no podrán estenderse á otra cosa que á deponer de su empleo 
al convencido , j declararle incapaz de obtener otros honorí- 
ficos , lucrativos , ó de confianza en Colombia ; pero el culpado 
quedará sin embargo sugeto á acusación , priieba , sentencia y 
castigo según la ley. 

Art. io3. En los casos en que el senado lo juzgue conveniente, 
. asistirá á sus juicios para informar é instruir en el derecho , 
el presidente . de la alta corte de justicia , ó alguno de sus 
miembros. 

Art. io4* Los decretos , autos y sentencias que pronuncie el 
senado en estos juicios , deben egecutarse siu la sanción del 
poder egecutivo. 

TÍTULO V. 

DEL PODER EGBCCTIYO. 

SECCIÓN PRIMERA. —Déla mOurédeza r duración eh 

este poder, 

Art. io5. El poder egecutivo déla república estará deposi- 
tado en una persona con la denominación de presidente de la 
república de Colombia, 

Art. io6. Para ser presidente se necesita ser ciudadano de 
Colombia por nacimiento, y todas las otras cualidades que para 
ser senador. 

Art. 107. La duración del presidente será de cuatro años : 
y no podrá ser reelegido mas de una vez sin intermisión. 

Aat. 108. Habrá un vicepresidente que egercerá las funciones 
del presidente en los casos de muerte , destitución 6 renuncia 
hasta que se nombre el sucesor, que será en la próxima reunión 
de las asambleas electorales. También entrara en las mismas 
funciones por ausencia , enfermedad ó cualquiera otra falta tem- 
poral del presidente. 

Art. 109. £1 vicepresidente de la república debe tener las 
mismas calidades que el presidente. 

Art. lio. El presidente del senado suple las faltas del pre- 
sidente y vicepresidente de la república^ pero cuando estas 
sean absolutas, se procederá inmediatamente á llenar las va- 
cantes conforme á esta <k>nstitucion, 

Art. III. La duración del presidentte y vicepresidente nom- 



3o!i HISTORIA 

brados fuert de los periodos oonstitueionales , tolo terá hasla la 
próxima reunión ordinaria de las asambleas constitucionales. 

AftT. 119. £l presidente y vicepresidente reciben por sos ser- 
vicios los sueldos que la ley les sefiala ; los cuales nunca seráa 
aumentados ni disminuidos en su tiempo. 

SECCIÓN 11. — De las funciones , deberes y prerogatit^ta del 

presidente de la república. 

Art. II 3. El presidente es gefe de la administración general 
de la república. La conservación del orden y tranquilidad en lo 
interior , y de la seguridad en lo esterior le está especialmente 
cometida. 

Art. i i 4- Promulga, manda egeCutar y cumplir las leyes , 
decretos , estatutos y actos del congreso, cuando, conforme queda 
establecido por la Sección I del Título IV de esta Constitución, 
tengan fuersa de tales ^ y espide los decretos , reglamentos é 
instrucciones que sean convenientes para su egecucion. 

Art. i i 5. Convoca al congreso en los periodos señalados por 
esta constitución, y en los demás casos extraordinarios en que 
lo exija la gravedad de alguna ocurrencia. 

Art. i i 6. Di/sta todas las órdenes convenientes para que 
oportunamente se hagan las elecciones coostitucíonales. 

Art« 117. Tiene en toda la república el mando supremo de. 
las fuerzas de mar y tierra, y esta esclusivamente encargado 
de su dirección ^ pero no podra mandarlas en persona, sin previo 
acuerdo y consentimiento del congreso. 

Ajlt. i 18. Cuando, conforme al artículo anterior, el presi^ 
dente mande en persona las fuerzas de la república ó alguna 
parte de ^llas , las funciones del poder egecutivo recaerán por 
el mismo hecho en el vicepresidente. 

Art. 119. Declara la guerra en nombre de la república, 
después que el congreso la haya decretado, y toma todas las me- 
didas preparatorias. 

Art. lao. Celebra los tratados de paz, alianza, amistad, 
treguas , comercio , neutralidad y cualesquiera otros , con los 
principes , naciones ó pueblos estrangeros ; pero sin el ccmseii* 
timiento y aprobación del congreso, no presta ni deniega su 
tatiftcacion a los que estén ya concluidos por los plenipoten-^ 
ci«vios. 

Art. 121. Con previo acuerdo y consentimiento del senado, 
membra toda especie de ministros y agentes diplomáticos y 
los oficiales militares desde coronel inclusive arriba. 

Art. 192. En los recesos del senado, puede dar en comisión 
dichos empleos , cuando urgiere su nombramiento , hasta que 
en la próxima reunión ordinaria ó extraordinaria del senado , 
sean provistos conforme al artículo anterior. 

Art. icí3 También le corresponde el nombramiento de los 



.i 



DE LA COLOMBIA. 3o3 

demás empleados cÍTÍles y militares qu« no reserye á otra au- 
toridad la constitución ó la ley. 

AfLT. ia4* Cuida de que la justi^iia se administre pronta y 
cumplidamente por los tribunales y juzgados de la república y 
de que sus sentencias se cumplan y egecuten. 

Akt. 135. Puede suspender de sus deslióos á los empleados 
ineptos ó que delincan en raxon de su oficio ; pero avÍAara al 
mismo tiempo al tribunal que corresponda , acompañándole el 
ecpediente ó documentos que motiyaron su procedimiento , para 
qne siga el iuicio oon arreglo á las leyes. 

AaT. 1 36. No puede privar á ningún individuo de su libertad , 
ni imponerle pena alguna. Ea caso de que el bien y seguridad 
de la república exijan el arresto de alguna i^ersona , podrá el 
presidente espedir órdenes al efecto f pero con la condición de 
que dentro de cuarenta y ocbo boras , deberá hacerla entregar á 
disposición del tribunal ó juez competente. 

AaT. 137. En favor de la humanidad puede, cuando lo exija 
algún grave motivo , conmutar las penas capitales de acuerdo 
oon los jueces que oonoacan de la causa ; bien sea á su propuesta 
6 á la de aquellos. 

Art. 138. En los casos de conmoción interior á mano armada, 
que amenace la seguridad de la república , y en los deuna in- 
vasión esterior y repentina , puede , con previo acuerdo y con- 
sentimiento del congreso , dictar todas aquellas medidas estra- 
ordinarías que sean indispensables , y que no estén comprendidas 
en la esfera natural de sus atribuciones. Si el congreso no es- 
tuviese reunido, tendrá la misma facultad por si solo^ pero le 
convocará sin la menor demora para proceder conforme á sus 
acuerdos. Esta estraordinaria autorización será limitada úni- 
camente á los lugares y tiempo indispensablemente necesarios. 

Aht. 139. El presidente de la república, al abrir el congreso 
sus sesiones anuales, le dará cuenta en sus dos cámaras del 
estado político y militar de la nación ; de sus rentas , gastos y 
recursos ; y le indicara las mejoras ó reformas que pueden ha- 
cerse en cada ramo. 

Art. i 3o. También dará á cada cámara cuantos informes le 
pida^ pero reservando aquellos cuya publicación no convenga 
por entonces , con tal que no sean contrarios á los que presenta. 

A"" , El presidente de la república, mientras dura en 

este solo puede ser acusado y juzgado ante el senado en 

los c« . aeV articulo S9. 

Art. i3^ El presidente no puede salir del territorio de la 
república jurante sn presidencia, ni un año después, sin per- 
miso del Congreso. , 



3o4 HISTORIA 

SECCIÓN in. — Del consejo de gobierno. 

Art. i33. £1 presidente de la república tendrá un consejo de 
sobiemo , que será compuesto del Tioepresídente de la república, 
de un ministro de la alta corte de justicia nombrado por él 
mismo , y de los secretarios del despacbo. 

Art. 134. £1 presidente oirá el dictamen del consejo en todos 
los casos de los articnlos 4^, 119, iso, lai , 133, i!i3, laS, 
137 , 138, j en los demás de eravedad que ocurran , ó que le 
parezca ^ pero no será obligado á seguirle en sus delibera- 
ciones. 

Art. i 35. £1 consejo llevará un registro de todos sus dic- 
támenes , y pasará cada año al senado un testimonio exacto de 
él , esceptuando solamente los negocios icsenrados mieiitras baya 
necesidad de la reserya. 

SECCIÓN IV. — De los secretarios del despeuho, 

Art. i 36. Se establecen para el despacbo de los negocios 
cinco secretarios de estado ; á saber : de relaciones esteriores ^ 
del interior \ de bacienda j de marina y de guerra. El poder ege- 
cutiyo puede reunir temporalmente dos secretarias en una. 

Art. 137. £1 congreso nará en el número de ellas las yaria- 
clones que la esperiencia muestre , ó las circunstancias exijan ; 
y por un reglamento particular que hará el poder egecutiyo 
sometiéndole á su aprobación, se asignarán á cada secretaria 
los negocios que deben pertenecerle. 

Art. i 38. Cada secretario es el órgano preciso é indispen- 
sable por donde el poder egecutiyo libra sus órdenes á las auto- 
ridades que le están subordinadas. Toda orden que no este 
autorizada por el respectivo secretario , no debe ser egecutada 
por ningún tribunal ni persona pública ó privada. 

Aat. 1 39. Es de la obligación de los secretarios del despacho 
dar á cada cámara , con anuencia del poder egecutiyo , cuantos 
informes se les pidan por escrito ó de palabra en sus respec- 
tivos ramos , reservando solamente lo que no convenga pu- 
blicar. 

TÍTULO VI. 

DEL PODER JUDICIAL. 

SECCIÓN PRIMERA. — De las atribuciones de la aha corle 
de justicia , elección y duración de sus miembros, 
♦ 
Art. 140. La alta corte de justicia de Colombia se compondrá 
de cinco ministros por lo menos. 



I 

J 



DE LA COLOMBIA. 3o5 

Art. i4i* Para ser ministro de la alta eorte de justicia ge 
necesita : 

1. Gozar de los derechos de elector. 

3. Ser abogado no suspenso. 

3. Tener la edad de treinta años cumplidos. 

Art. 14^. Los ministros de la alta corte de justfoia serán 
propuestos por el presidente de la repiiblica á la cámara de 
representantes , en número triple. La cámara reduce aquel nú- 
mero al doble, y lo presenta al senado para que este nombre 
los que deben componerla. El mismo orden se seguirá siempre 
que por muerte , destitución ó renuncia , sea necesario reem- 
plazar -toda la alta corte ^ 6 alguno de sus miembros^ pero si el 
congreso no estuviere reunido , %1 poder egecutiyo proveerá in- 
terinamente las plazas vacantes hasta que se haga la elección 
en la forma dicha. £d esta vez serán nombrados pinrel actual 
congreso. 

Art. 143. Corresponde á la alta corte de justicia el conoci- 
miento z 

1 . De los negocios contenciosos de embajadores , ministros . 
cónsules , ó agentes diplomáticos. 

2. De las controversias que resultaren en los tratados y ne- 
gociaciones que haga el poder egecutivo. 

3. De las competencias suscitadas, 6 que se suscitaren en 
los tribunales superiores. 

Art. i 44* La ley determinará el grado , forma y casos en que 
deba conocer de los negocios espresados , y de cualesquiera otros 
civiles y criminales que se le asilen. 

Art. 145. Los ministros de la alta corte de justicia durarán 
en sus empleos todo el tiempo de su buena conducta. 

Art. i 4^* £^ periodos fijos determinados por la ley, reci- 
birán por este servicio los sueldos que se les asignaren. 

SECCIÓN lifr — De la$ cortes superiores de justicia y juzgados 

inf&rhresi 

Art. 147. Para la mas pronta y fácil administración de 
justicia , el congreso establecerá en toda la república las cortes 
superiores que juzgue necesarias , 6 que las circunstancias per- 
mitan crear desde ahora , asignándoles el territorio á que se es- 
tienda su respectiva jurisdicción, y los lugares de su residencia. 

Art. 14B. Los ministros de las cortes superiores serán nom- 
brados por el poder egecutivo , á propuesta en terna de la alta , 
corte de justicia. Su duración será la espresada en el arti- 
culo 145* 

Art. 149. Los juzgados inferiores subsistirán por ahora en 
los términos que se prescribirá por ley particular , hasta tanto 
que el congreso varié la administración de justicia. 



20 



3o6 HISTORIA 



TITULO VIL 



DE LA ORGAHIZACION INTKEIOB DE LA mE»UBUCÁ. 



SlCCCIOir PRIMERA. — Déla admimstracion de h^ departa- 
mentos. 



Art. i 5o. El QongrMo dÍTÍdirá el Urritorio de U rep¿j>lica 
ep seú 6 mas departamentos , pera au mas faoil jr oómoda ad~ 
ministracion. 

AaT. 1^1. El mando político de cada departamento residirá 
^ no magistrado , con la denominamon de intendente , sogeto 
al presidente de la república , de quien será el agente natural 
é inmediato. La lejr determinara sus facultades. 

Art. i5a. Los intendentes serán nombrados por el presidente 
df 1^ república , conforme á lo que prescribeD los articnlos 1 3 1 
y laa. Su duración sera de tres años. 

SECCIÓN II. — De Uá administración de las provincias y 

cantones. 

Art. i5S. En cada provincia habrá un gobernador que ten- 
drá el régimen inmediato de ella , eon subordinación ai inten- 
dente del departamento , y las facultades que detalle la ley. 
Durará y sera nombrado en los mismos términos que los in- 
tendentes. 

Art. 1 54* El intendente del departamento es el gobernador 
de la prorincia en cuya capital reside. ^ y 

Art. i 55. Subsisten los cabildos ó municipalidades de los 
cantones. El congreso arreglara su número , sus Kinites y atri- 
buciones y y cuanto conduzca á su mejor administración. 



TITULO VIH. 

DlfiVOSICIOMXS GENERALES. 

Art. t56. Todos los Colombianos tienen el derecho de es^ 
Cri1)ir, imprimir y publicar libremente sus pensamientos y 
opiniones , sin necesioad de examen , revisión ó censura ^Iguna 
anterior ala publicaciop. Pero los que ab^ep de esta preciosa 
facultad sufrirán los castigos a que se hagan acreedores con** 
forme á las leyes. 

Art. 1 57 . La libertad que tienen los ciudadanos de reclamar 
sus derechos ante los depositarios de la autoridad pública, con la 



'\ 



DE LA C0LOMBL\. 307 

moderación y respeto debidos , en ningún tiempo sera impedida 
ni limitada. Todos |K}r el contrario deberán hallar nn remedio 
pronto y seguro, oon arreglo a las leyes ^ de las injurias y daños 
que sufrieren en sus personas , en sus propiedades , en su honor 
y estimación. 

Art. i58. Todo hombre debe, pre-fumirse inocente hasta que 
se le declare culpado con arreglo a la ley. Si antes de esta de-* 
claratoria se juaga necesario arrestarle ó prenderle, no debe 
emplearse ningún rigor que no sea indispensable para asegu- 
rarse de su persona. 

AaT. 1 59. En negocios criminales ningún colombiano puade 
ser preso sin que preceda información sumaria del hecho , por 
d que meresca , según la ley, ser castigado con pena corporal. 

Aat. 160. En firaganti ti»do delincuente puede ser arrestado, 
y todos pueden arrestarle y conducirle á la presencia del juez , 
para que se prooe4a inmediatamente á lo preyenido en el arti- 
culo anterior. 

AkTé 161 . Para que un ciudadano pueda ser preso, se necesita : 

I . Una orden de arresto firmada por la autoridad a quien la 
ley confiere este poder. 

3. Qué la orden esprese los motiyos para la prisión. 

3. Que se le intime y dé una copia «le ella. 

AaT. 163. Ningún alcayde ó carcelero puede admitir ni de- 
tener en la prisión á ninguna persona , sino después de haber 
recibido la orden de prisión ó arresto , de que habla el articulo 
anterior. 

Aat. 1 63. £1 alcayde 6 carcelero úo podrá prohibir al preso 
la comunicación con persona alguna , sino en el caso de que 
la orden de prisión contenga la cláusula de incomunicación.. 
Esta no puede durar mas de tres dias : y nunca usará de otros 
apremios ó prisioYies que los que espresamenie le haya preye*- 
nido el jues. 

AftT. 164 /Son culpables y estañ sujetos á las peuaa de deten- 
ción arbitraria :. 

I . Los que sin poder legal arrestan , hacen ó mandan arres- 
tar á cualquiera persona. 

3. Los que con dicho poder abusan de él, arrestando ó man«^ 
dando arrestar , ó continuando en arresto á Cualquiera persona 
fuera de los casos determinados f»or la ley, ó contra las formas 
que haya prescrito ^ ó en lugares que no estén pública * y le- 
galmente conocidos por cárceles* 

3. Los alcaydes, ó carceleros que contrayengan á lo dispuealo 
en los articulos 16a y i63. 

Art. i 65. En cualquier tiempo en que parezcan desyaneci- 
iios los motivos que hubo para el arresto , aetencion ó prisión, 
el arrestado será puesto en libertad, l'ambien la obtendrá dando 
fiansa , en cualquier estado de la causa en que se yea que no 
puede imponerse pena corporal. Al tiempo de tomar la oonfe- 
sioa al procesado , que deberá ser á lo mas dentro de tcrtero 



3o8 HISTC»UA 



'i 



dU f M le leerán iategramente todos los doeumeatos y declara'- 
GÍones de los testigos , con los nombres de e»tos , j si por ellos 
no los conociere -, se le darán todas las noticias posibles pora 
^ue Tenga en conocimiento de quienes son. 

Art. i66. Nadie podrá ser juxgado por comisiones especiales , 
sino por los tribunales á quienes corresponda el caso por las 
lejes. 

AaT. 167. Nadie podrá ser jusgado j mucbo menos casti- 
gado , sino en yirtud de una lej anterior a su delito ó acción , 
j después de habérsele oido ó citado legalmente : j ninguno será 
admitido ni obligi^do con juramento , ni con otro apremio á dar 
testimonio contra si mismo en cansa criminal ; ni tampocx> lo 
serán reciprocamente entre si , los ascendientes y descendientes, 
j los parientes hasta el cuarto grado civil de consanguinidad 
j segundo de afinidad. 

AsT. 166. Todo tratamiento que agrave la pena determinad» 
por la ley, es un delito. 

Art. B69. Nnnca podrá ser allanada la casa de ningún colom- 
biano \ sino en los casos determinados por la ley, y bajo la 
responsabilidad del jues que espida la orden. 

Art. 170. Los papeles^ parUCttlarex de los ciudadanos ; lo 
mismo que sus correspondencias epistolares, son iuTioIables ^ y 
nunca podra hacerse su registro, examen ó interceptación, 
fuera de aquellos casos en que la ley espresamente |o pres- 
criba. 

Art. 171. Todo jues y tribunal debe pronunciar sus sen- 
tencias con espresion de la ley, 6 fundamento aplicable al 1' 
caso. 

AaT. 179. En ningún juicio habrá mas de tres instancias ^ y 
los jueces que hayan fallado en una , nunca podrán asistir á la 
Tista del mismo pleito en otra . 

Art. 173. La infamia que afecta á algunos delitos, nunca 
será trascendental á la familia ó descendencia del delincuente. 

Art. 174* Ningún colombiano, escepto los que estuvieren em- 
pleados en la marina, ó en las milicias que se hallasen en 
actual servicio , deberá sujetarse á las leyes militares , ni sufrir 
castigos provenidos de ellas. 

Art. 175. Una de las primeras atenciones del congreso , será 
introducir en cierto genero de causas el juicio por jurados ; 
hasta que bien conocidas prácticamente las ventajas de esta 
institución, >se estienda á todos los casos criminales y civiles a 
que comunmente se aplica en otras naciones , con todas las for- 
mas propias de este procedimiento. 

Art. 176. Los militares en tiempo de paz no podrán acuar- 
telarse f ni tomar alojamiento en las casas de los demás ciu- 
dadanos , sin el consentimiento de sus dueños ; ni en tiempo 
de guerra , sino por orden de los magistrados civiles conforme á 
las leyes. ^ . 

Art, 177. Niagunt) podrá ser privado de la menor pordioa 



.^^- 



DE LA COLOMBIA. Jog 

de su propiedad ; ni esta será aplicada á usos públicos sin su 
' proprlo consentimiento , ó el clel cuerpo legisfatiyo : cuando 
alguna pública necesidad legalmente comprobada , exigiere 
que la propiedad de algún ciudano se aplique a usos seme- 
jantes , la ooildicion de una justa compensación debe presu- 
ponerse. 

Abt. 178. Ningún género de trabajo, de cultura, de in- 
dustria , ó de comercio será prohibido á los colombianos , 
escepto aquellos que ahora son necesarios para la subsistencia 
de la república , que se libertarán por el congreso cuando lo 
juegue oportuno j conteniente. 

Art. 179* Se prohibe la fundación de mayorazgos y toda 
clase de yinculaciones. 

« Art. 180. No se estraerá del tesoro común cantidad alguna en 
oro , plata , papel ú otra forma equiyalente , sino para los 
objetos é inyersiones ordenados por la ley; j anualmente se 
publicará un estado y cuenta regular de las entradas y gas- 
tos de los fondos públicos para conocimiento de la nación. 

Art. 181 . Quedan estinguidos todos los títulos de honor con- 
cedido&por el gobierno español ; y el congreso no podrá conceder 
otro alguno de nobleza , honores 6 distinciones hereditarias , ni 
crear empleo ú oficio alguno , cu jos sueldos ó ^emolumentos 
puedan durar mas tiempo que el de la buena conducta de los que 
ios sirran. 

Aat. 183. Cualquiera persona que egerza algún empleo de 
confianza ú honor bajo la autoridad de Colombia, no podrá 
aceptar regalo , titulo ó emolumento de algún rey, principe , ó 
estado estrangero sin el consentimiento del congreso. 

Art. i83. Todos los estrangeros de cualquiera nación , serán 
admitidos en Colombia : ellos gozarán en sus personas y propie^ 
dades de la misma seguridad que los demás ciudadanos , siem- 
pre que respeten las leyes de la república. 

Art. i84> Los no nacidos en Colombia que, durante la guerra 
de la independencia , han hecho 6 hicieren una ó mas campa- 
bas con honor , ú otros servicios muy importantes en favor de la 
república . quedan igualados con los naturales del pais en su 
aptitud para obtener todos los empleos , en que no se exija ser 
ciudadano de Colombia por nacimiento , siempre que concurran 
en ellos las mismas cualidades. 



TITULO IX. 

BEL JURAMENTO DE LOS EMPLEADOS. 

Art. i85. Ningún empleado de la república podrá egeroer 
sus funciones sin prestar el juramento de sostener y defender 
la constitución , y de cumplir fiel y exactamente los deberes de 
su empleo. 



3o8 HISTORIA 

du , se le leerán integramente todos los documentos j declara^ 
ciones de los testigos , con los nombres de estos , y si por ellos 
no los conociere , se le darán todas las noticias posibles para 
^ue Tenga en conocimiento de quienes son. 

Akt. 166. Nadie podrá ser juzgado por comisiones especiales , 
sino por los tribunales á quienes corresponda el caso por las 
lejes. 

AaT. 167. Nadie podrá ser jusgado j macba menos casti- 
gado , sino en yirtud de una lej anterior a su delito 6 acción , 
j después de babérsele oido ó citado legalmente : j ninguno será 
admitido ni obligi(do con juramento , ni coa otro apremio á dar 
testimonio contra si mismo en causa criminal ; m tampoco lo 
serán reciprocamente entre si , los ascendientes y descenaientesv 
y los parientes hasta el cuarto grado ciyil de consanguinidad 
y segundo de afinidad» 

Akt. 166. Todo tratamiento que agraye la pena determinad» 
por la ley, es un delito. 

Art. 169. Nunca podrá ser allanada la casa de ningún colom- 
biano ) sino en los casos determinados por la ley, y bajo la 
responsabilidad del juez que espida la óraen. 

Aet. 170. Los papeles pavticttlare» de los ciudadanos; lo 
mismo que sus correspondencias epistolares', son inriolables ; y 
nunca podra hacerse su registro, examen ó interceptación, 
fuera de aquellos casos en que la lej espresamente lo pres- 
criba, 

Aet. 171. Todo juez y tribunal debe pronunciar sus sen- 
tencias con espresion de la ley, ó fundamento aplicable al 
caso. 

Aet. 179. En ningún juicio habrá mas de tres instancias ; y 
los jueces que hayan fallado en una , nunca podrán asistir á la 
rista del mismo pleito en otra. 

Aet. 173. La infamia que afecta á algunos delitos, nunca 
será trascendental á la familia ó descendencia del delincuente. 

Art. 174* Ningún colombiano, esoepto los que estuvieren em- 
pleados en la marina , ó en las milicias que se hallasen en 
actual servicio , deberá sujetarse á las leyes militares , ni sufrir 
castigos provenidos de ellas. 

Art. 175. Una de las primeras atenciones del congreso , será 
introducir en cierto genero de causas el juicio por jurados ; 
hasta que bien conocidas prácticamente las ventajas de esta 
institución , >se estienda á todos los casos criminales y civiles á 
que comunmente se aplica en otras naciones , con todas las for- 
mas propias de este procedimiento. 

Art. i 76. Los militares en tiempo de paz no podrán acuar- 
telarse, ni tomar alojamiento en las casas de los demás ciu- 
dadanos , sin el consentimiento de sus dueños ; ni en tiempo 
de guerra , sino por orden de los magistrados civiles conforme á 
las leyes. * 

Art. 177. Ninguno podrá ser privado de la menor pordioa 



DE LA COLOMBIA. 3og 

de su propiedad ; ni esta será aplicada á usos públicos sin su 
proprio consentimiento , 6 el del cuerpo legislatÍTO : cuando 
alguna pública necesidad legalmente comprobada , exigiere 
que la propiedad de algún ciudano se aplique á usos seme* 
jantes , la cmldicion de una justa compensación debe presu- 
ponerse. 

Art. 178. Ningún género de trabajo, de cnltura, de in- 
dustria , 6 de comercio será prohibido á los colombianos , 
escepto aquellos que ahora son necesarios para la subsistencia 
de la república, que se libertarán por el congreso cuando lo 
juegue oportuno j ooayeniente. 

Art. 179. Se prohibe la fundación de mayorazgos y toda 
clase de yinculaciones. 

« Art. 180. No se estraerá del tesoro común cantidad alguna en 
oro , plata , papel ú otra forma equiralente , sino para los 
objetos é inyersiones ordenados por la ley; y anualmente se 
publicará un estado y cuenta regular de las entradas y gas- 
tos de los fondos públicos para conocimiento de la nación. 

Art. 181 . Quedan estinguidos todos los títulos de honor con- 
cedidos- por el gobierno español ; y el congreso no podrá conceder 
otro alguno de nobleza , honores 6 distinciones hereditarias , ni 
crear empleo ú oficio alguno, cuyos sueldos ó^ém<dumentos 
puedan durar mas tiempo que el de la buena conducta de los que 
los siryan. 

Aat. i8a. Cualquiera persona que egerza algún empleo de 
confianza ú honor bajo la autoridad de Colombia, no podrá 
aceptar regalo , titulo ó emolumento de algún rey, principe , ó 
estado estrangero sin el consentimiento del congreso. 

Art. 18S. Todos los estrangeros de cualquiera nación , serán 
admitidos en Colombia : ellos gozarán en sus personas y propie- 
dades de la misma seguridad que los demás ciudadanos , siem- 
pre que respeten las leyes de la república. 

Art. 184. Los no nacidos en Colombia que, durante la guerra 
de la independencia , han hecho ó hi<;ieren una ó mas campa- 
pas con honor , ú otros seryicios muy importantes en fayor de la 
república , qaedan igualados con los naturales del pais en su 
aptitud para obtener todos los empleos , en que no se exija ser 
ciudadano de Colombia por nacimiento , siempre que concurran 
en ellos las mismas cualidades. 

TÍTULO IX. 

DXL JURAMENTO DE LOS EMPLEADOS. 

Art. i85. Ningún empleado de la república podrá egeroer 
sus funciones sin prestar el juramento de sostener y defender 
la constitución , y de cumplir fiel y exactamente los deberes de 
su empleo. 



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