Skip to main content

Full text of "Historia de las misiones de fieles é infieles del Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de Ocopa"

See other formats


Google 


This  is  a  digital  copy  of  a  book  that  was  prcscrvod  for  gcncrations  on  library  shclvcs  bcforc  it  was  carcfully  scannod  by  Google  as  pan  of  a  projcct 

to  make  the  world's  books  discoverablc  onlinc. 

It  has  survived  long  enough  for  the  copyright  to  expire  and  the  book  to  enter  the  public  domain.  A  public  domain  book  is  one  that  was  never  subject 

to  copyright  or  whose  legal  copyright  term  has  expired.  Whether  a  book  is  in  the  public  domain  may  vary  country  to  country.  Public  domain  books 

are  our  gateways  to  the  past,  representing  a  wealth  of  history,  culture  and  knowledge  that's  often  difficult  to  discover. 

Marks,  notations  and  other  maiginalia  present  in  the  original  volume  will  appear  in  this  file  -  a  reminder  of  this  book's  long  journcy  from  the 

publisher  to  a  library  and  finally  to  you. 

Usage  guidelines 

Google  is  proud  to  partner  with  libraries  to  digitize  public  domain  materials  and  make  them  widely  accessible.  Public  domain  books  belong  to  the 
public  and  we  are  merely  their  custodians.  Nevertheless,  this  work  is  expensive,  so  in  order  to  keep  providing  this  resource,  we  have  taken  steps  to 
prcvcnt  abuse  by  commcrcial  parties,  including  placing  technical  restrictions  on  automatcd  qucrying. 
We  also  ask  that  you: 

+  Make  non-commercial  use  of  the  files  We  designed  Google  Book  Search  for  use  by  individuáis,  and  we  request  that  you  use  these  files  for 
personal,  non-commercial  purposes. 

+  Refrainfivm  automated  querying  Do  nol  send  aulomated  queries  of  any  sort  to  Google's  system:  If  you  are  conducting  research  on  machine 
translation,  optical  character  recognition  or  other  áreas  where  access  to  a  laige  amount  of  text  is  helpful,  picase  contact  us.  We  encouragc  the 
use  of  public  domain  materials  for  these  purposes  and  may  be  able  to  help. 

+  A/íJí/iííJí/i  íJíírí&Hííon  The  Google  "watermark"  you  see  on  each  file  is  essential  for  informingpcoplcabout  this  projcct  andhclping  them  find 
additional  materials  through  Google  Book  Search.  Please  do  not  remove  it. 

+  Keep  it  legal  Whatever  your  use,  remember  that  you  are  lesponsible  for  ensuring  that  what  you  are  doing  is  legal.  Do  not  assume  that  just 
because  we  believe  a  book  is  in  the  public  domain  for  users  in  the  United  States,  that  the  work  is  also  in  the  public  domain  for  users  in  other 
countries.  Whether  a  book  is  still  in  copyright  varies  from  country  to  country,  and  we  can'l  offer  guidance  on  whether  any  speciflc  use  of 
any  speciflc  book  is  allowed.  Please  do  not  assume  that  a  book's  appearance  in  Google  Book  Search  means  it  can  be  used  in  any  manner 
anywhere  in  the  world.  Copyright  infringement  liabili^  can  be  quite  seveie. 

About  Google  Book  Search 

Google's  mission  is  to  organizc  the  world's  information  and  to  make  it  univcrsally  accessible  and  uscful.   Google  Book  Search  hclps  rcadcrs 
discover  the  world's  books  while  helping  authors  and  publishers  reach  new  audiences.  You  can  search  through  the  full  icxi  of  this  book  on  the  web 

atjhttp  :  //books  .  google  .  com/| 


Google 


Acerca  de  este  libro 

Esta  es  una  copia  digital  de  un  libro  que,  durante  generaciones,  se  ha  conservado  en  las  estanterías  de  una  biblioteca,  hasta  que  Google  ha  decidido 

cscancarlo  como  parte  de  un  proyecto  que  pretende  que  sea  posible  descubrir  en  línea  libros  de  todo  el  mundo. 

Ha  sobrevivido  tantos  años  como  para  que  los  derechos  de  autor  hayan  expirado  y  el  libro  pase  a  ser  de  dominio  público.  El  que  un  libro  sea  de 

dominio  público  significa  que  nunca  ha  estado  protegido  por  derechos  de  autor,  o  bien  que  el  período  legal  de  estos  derechos  ya  ha  expirado.  Es 

posible  que  una  misma  obra  sea  de  dominio  público  en  unos  países  y,  sin  embaigo,  no  lo  sea  en  otros.  Los  libros  de  dominio  público  son  nuestras 

puertas  hacia  el  pasado,  suponen  un  patrimonio  histórico,  cultural  y  de  conocimientos  que,  a  menudo,  resulta  difícil  de  descubrir 

Todas  las  anotaciones,  marcas  y  otras  señales  en  los  márgenes  que  estén  presentes  en  el  volumen  original  aparecerán  también  en  este  archivo  como 

tesdmonio  del  laigo  viaje  que  el  libro  ha  recorrido  desde  el  editor  hasta  la  biblioteca  y,  finalmente,  hasta  usted. 

Normas  de  uso 

Google  se  enorgullece  de  poder  colaborar  con  distintas  bibliotecas  para  digitalizar  los  materiales  de  dominio  público  a  fin  de  hacerlos  accesibles 
a  todo  el  mundo.  Los  libros  de  dominio  público  son  patrimonio  de  todos,  nosotros  somos  sus  humildes  guardianes.  No  obstante,  se  trata  de  un 
trabajo  caro.  Por  este  motivo,  y  para  poder  ofrecer  este  recurso,  hemos  tomado  medidas  para  evitar  que  se  produzca  un  abuso  por  parte  de  terceros 
con  fines  comerciales,  y  hemos  incluido  restricciones  técnicas  sobre  las  solicitudes  automatizadas. 
Asimismo,  le  pedimos  que: 

+  Haga  un  uso  exclusivamente  no  comercial  de  estos  archivos  Hemos  diseñado  la  Búsqueda  de  libros  de  Google  para  el  uso  de  particulares; 
como  tal,  le  pedimos  que  utilice  estos  archivos  con  fines  personales,  y  no  comerciales. 

+  No  envíe  solicitudes  automatizadas  Por  favor,  no  envíe  solicitudes  automatizadas  de  ningún  tipo  al  sistema  de  Google.  Si  está  llevando  a 
cabo  una  investigación  sobre  traducción  automática,  reconocimiento  óptico  de  caracteres  u  otros  campos  para  los  que  resulte  útil  disfrutar 
de  acceso  a  una  gran  cantidad  de  texto,  por  favor,  envíenos  un  mensaje.  Fomentamos  el  uso  de  materiales  de  dominio  público  con  estos 
propósitos  y  seguro  que  podremos  ayudarle. 

+  Conserve  la  atribución  La  filigrana  de  Google  que  verá  en  todos  los  archivos  es  fundamental  para  informar  a  los  usuarios  sobre  este  proyecto 
y  ayudarles  a  encontrar  materiales  adicionales  en  la  Búsqueda  de  libros  de  Google.  Por  favor,  no  la  elimine. 

+  Manténgase  siempre  dentro  de  la  legalidad  Sea  cual  sea  el  uso  que  haga  de  estos  materiales,  recuerde  que  es  responsable  de  asegurarse  de 
que  todo  lo  que  hace  es  legal.  No  dé  por  sentado  que,  por  el  hecho  de  que  una  obra  se  considere  de  dominio  público  para  los  usuarios  de 
los  Estados  Unidos,  lo  será  también  para  los  usuarios  de  otros  países.  La  l^islación  sobre  derechos  de  autor  varía  de  un  país  a  otro,  y  no 
podemos  facilitar  información  sobre  si  está  permitido  un  uso  específico  de  algún  libro.  Por  favor,  no  suponga  que  la  aparición  de  un  libro  en 
nuestro  programa  significa  que  se  puede  utilizar  de  igual  manera  en  todo  el  mundo.  La  responsabilidad  ante  la  infracción  de  los  derechos  de 
autor  puede  ser  muy  grave. 

Acerca  de  la  Búsqueda  de  libros  de  Google 


El  objetivo  de  Google  consiste  en  organizar  información  procedente  de  todo  el  mundo  y  hacerla  accesible  y  útil  de  forma  universal.  El  programa  de 
Búsqueda  de  libros  de  Google  ayuda  a  los  lectores  a  descubrir  los  libros  de  todo  el  mundo  a  la  vez  que  ayuda  a  autores  y  editores  a  llegar  a  nuevas 
audiencias.  Podrá  realizar  búsquedas  en  el  texto  completo  de  este  libro  en  la  web,  en  la  página|http://books  .google  .comí 


I 


í 


Bv 

7JÍ€\ 


HISTORIA 


DB 


US  MIINES  DE  FIELES  E  INFIELES 


I 


;     00LE8I0  DE  FBOFAOANDA  FIDE 

[    ¡ 

':,  POR  LOS  PP.  HISIOMOS  DEL  MISMO  COLEGIO. 


^oxxio  Z. 


•    ■  • 


IMPRENTA  PENINSULAR,   ASALTO,  69 

1883. 


r^  .-c 


o.  % 


■-  «f  '    U   1. 


t  INTRODUCCIÓN. 


Q 


Conocidos  son  en  todo  el  Perú  los  trabajos  apos- 
tólicos á  que  con  infatigable  celo  se  dedican  los  RR. 
PP,  de  los  Colegios  de  misiones,  establecidos  en  va- 
I  rios  puntos  de  la  República.  Apesar  de  que  los  tras- 
I  tornos  politices  de  Europa,  y  especialmente  de  Espa- 
'  ña,  les  privaron  de  los  medios  con  que  los  antiguos 
colegios  j  conventos  de  la  Orden  ausiliaban  á  sus 
hermanos  de  Ultramar,  en  su  sauta  obra  de  dilatar  el 
reino  de  Jesucristo  hasta  las  mas  apartadas  y  desco- 
nocidas regiones;  no  obstante,  jamás  han  desistido  de 
lu  empresa:  puesta  su  íé  en  Dios,  han  desañado  to- 
dos los  obstáculos^  han  arrostrado  todos  los  peligros  y 
mas  de  una  vez  han  bañado  con  su  sangre  la  tierra 
en  que  sembraran  la  semilla  Evangélica.  Porque  no 
'contentos  con  recorrer  tanto  las  ciudades  mas  popu- 
lo?>as,  como  las  aldeas  mas  humildes,  evangelizando 
d  los  pobres  y  sanando  d  los  contritos  de  corazón^ 
fortaleciendo  á  las  almas  débiles  con  el  alimento  de 
la  sana  doctrina,  devolviendo  la  paz  i  los  corazones 
atribulados,  levantando  á  los  caldos,  y,  en  una  pala- 


—  VI  — 

bra,  esparciendo  por  todas  partes  el  olor  del  buen 
ejemplo*  dirigieron  sus  miradas  mas  allá  y  su  cora- 
zón no  podia  menos  de  conmoverse,  al  contemplar 
comarcas  inmensas  pobladas  por  numerosas  tribus, 
que  nunca  habian  oido  la  palabra  de  Dios.  ¿Cómo  no 
debia  causarles  profunda  pena  ver  que  una  mies  tan 
abundante  se  secara  y  perdiera  miserablemente,  por- 
que no  caia  sobre  ella  el  agua  celestial?  ¡Cuántas  al- 
mas redimidas  por  Jesucristo  estaban  faltas  de  vida, 
por  que  no  tenian  una  mano  caritativa  que  las  intro- 
dugera  en  el  baño  vivificador  de  su  Sangre  preciosa! 
¡Cuántos  corazones  sencillos  ignoraban  completamen- 
te que  existiese  un  corazón,  el  Corazón  sagrado  de 
Jqsús,  que  les  amaba  con  la  ternura  con  que  solo  el 
Hijo  de  Dios  sabe  amar  á  sus  criaturas,  amor  del 
cual  debian  gozar  cuando  fueran  hechos  participes  de 
una  felicidad  para  ellos  desconocida,  pero  que  sin  em- 
bargo les  estaba  destinada! 

Inflamado  con  esto  el  celo  de  los  PP*  Misioneros, 
hizo  que  se  considerasen  elegidos  por  Dios  para  ir  á  ^ 
iluminar  con  la  luz  de  la  fé  á  tantos  infelices,  como     * 
estaban  sentados  en  las  tinieblas  y  en  las  sombras 
de  la  muerte;  y  para  dirigir  sics  vacilantes  pasos     ■ 
par  el  camino  de  la  paz  verdadera^  que  es  la  que     ! 
trajo  al  mundo  el  Hijo  de  Dios.  La   perspectiva   que 
desde  luego  se  les  ofreció  era  muy  poco  halagüeña 
según  el  mundo;  porque  tras  una  carrera  de  priva- 
ciones, de  trabajos,  de  peligros  sin  cuento,  de  perse- 
cuciones nacidas  de  la  ignorancia  de  unos  y  de  la  ma- 
la fé  de  otros,  veian  muy  posible  como  recompensa 
de  sus  beneficios  una  muerte  cruel  y  dolorosa. 


—   VII  — 

Mal  conocería,  empero,  al  misionero  católico  quien 
pensara  que  estas  consideraciones  debian  retraer  á 
loa  Padres  de  dar  tíomienzo  á  su  santa  obra.  Al  con- 
trario, discípulos  de  Aquel  que  enseñó  como  heroís- 
mo de  la  caridad  dar  la  vida  por  sus  hermaios,  y  te- 
niendo además  por  Padre  aquel  gran  Santo  que  al  mo- 
rir legó  á  sus  hijos  por  única  herencia  la  pobreza  y 
la  abnegación,'  pudieron  muy  bien  creer  qi^e  los  que 
hablan  hecho  ya  el  sacrificio  de  abandonar  su  patria, 
su  familia,  las  comodidades  del  siglo,  no  harían  mas 
que  coronar  la  obra  de  su  vocación,  cuando  la  obe- 
dienciales convidaba  á  sacrificar  sus  fuerzas,  su  sa- 
lud, su  vida,  derramando  su  sangre  por  Jesucristo. 

Asi  es  como  los  ministros  de  la  religión  han  con- 
testado siempre  á  sus  detractores;  asi  es  como  han 
probado  el  egoísmo  de  que  se  les  decia  animados;  así 
es  como  aquellos  que  el  siglo  odia  y  desprecia  supo- 
niéndoles incompatibles  con  la  civilización,  han  ido  á 
llevarla  junto  con  la  fé  á  las  regiones  mas  apartadas 
é  inhospitalarias,  procurando  con  maternal  esmero 
formar  el  entendimiento  y  el  corazón  de  los  seres  em- 
brutecidos que  las  poblaban;  mientras  que  los  após- 
toles de  la  moderna  civilización  solo  han  logrado  con 
sus  predicaciones  embrutecer  á  los  que  el  Cristianis- 
mo enalteciera. 

A  todo  el  que  reconozca  esta  verdad,  no  puede 
serle  indiferente  cuanto  se  refiera  á  los  acontecimien- 
tos ocurridos  á  los  misioneros  en  el  ejercicio  de  su 
ministerio,  por  sencillos  y  triviales  que  parezcan.  En 
esto  fundamos  la  esperanza  de  que  hallará  buena 


—  VIH  — 
acogida  entre  los  católicos  Peruanos  esta  breve  y  sen- 
cilla historia. 

Contiene  en  primer  término  la  vida  del  V.  P. 
Pr.  Francisco  de  San  José,  fundador  del  Colegio 
Apostólico  de  Sta,  Rosa  de  Ocopa;  Colegio  que,  como 
es  sabido,  es  el  centro  de  donde  parten  las  misiones 
para  los  paises  de  infieles:  está  dividida  en  dos  épocas 
principales.  La  primera  de  ellas  abraza  todo  el  opús- 
culo del  R.  P.  Fr.  José  Amich,  impreso  en  1854,  que 
ha  sido  aplaudido  por  el  público;  y  con  justificada  ra- 
zón, por  sor  el  primero  y  único  que  haya  visto  la  luz 
pública  hasta  el  dia  de  hoy;  por  esto  al  presente  lo 
reimprimimos  solo  mudado  el  titulo. 

En  la  segunda  época  referimos  los  acontecimien- 
tos mas  notables,  desde  el  restablecimiento  de  nues- 
tras misiones  en  1 770  hasta  el  presente  año  de  1 882 . 

El  ser  escrita  la  presente  obrita  por  los  PP. 
que  han  sido  testigos  oculares  de  una  gran  porción  de 
hechos,  después  de  pasados  largos  años  en  los  territo- 
rios que  describen,  y  de  haber  tomado  una  part^ 
principal  en  los  sucesos  que  narran,  es  una  garantia 
de  su  veracidad,  cualidad  que  por  desgracia  no  siem- 
pre se  encuentra  en  las  relaciones  que  de  tan  ignora- 
dos paises  hacen  cierta  clase  de  viajeros. 

Quiera  Dios  que  el  aumento  de  su  gloria  y  el  bien 
de  las  almas,  único  fin  que  han  debido  proponerse  los 
RR.  PP.  que  las  han  escrito,  se  consiga  con  la 
presente  publicación. 


DBL 


V.  P.  FR.  FRANCISCO  DE  SAN  JOSÉ, 

FUNDADOR  DEL  COLEGIO  DE  MISIONES 

DE 

•MAda  d«  los  doonmantoi  que  se  ooBservAii  sn  el  arohlvo  dt  dloho  Oolsglo. 


Nació  el  V.  P.  Fr.  Francisco  de  san  José  en  el  año  de  1654, 
en  la  villa  de  Mondeja,  arzobispado  de  Toledo.  Llamábanse 
BUS  padres  Juan  Giménez  y  Ana  de  Brea;  los  nombres  que 
«e  le  impusieron,  al  renacer  en  las  aguas  bautismales,  fue- 
ron Melchor,  Francisco  Giménez.  La  bella  índole  del  niño, 
junto  con  una  discreción  superior  á  sus  infantiles  años,  hi- 
cieron concebir  las  mas  halagüeñas  esperanzas  á  sus  virtuo- 
sos padres,  quienes  no  queriendo  encomendar  á '  otros  la 
educación  de  su  tierno  hijo,  se  encargaron  ellos  mismos  de 
educarle  en  el  temor  santo  de  Dios,  y  dirigirle  por  las  sendas 
seguras  de  la  virtud,  aunque  la  docilidad  y  buena  disposi- 
ción del  niño  les  escusó  mucha  parte  de  su  ministerio. 

Al  paso  que  el  joven  Melchor  iba  creciendo  en  edad  y  en 
virtud,  hacia  también  maravillosos  progresos  en  la  carrera 


—  X  — 

de  las  letras/  (1)  cuando  la  suerte  le  destinó  al  servicio  del 
rey  D.  Carlos  II  en  las  guerras  de  Flandes,  en  las  que  sirvió 
digno  y  valerosamente  por  espacio  de  seis  años.  Empero, 
considerando  por  una  parte  lo  efímero  de  las  glorias  milita- 
res, los  esfuerzos  que  se  exigen,  peligros  que  se  han  de  ar- 
rostrar, dificultades  que  deben  superarse  para  conseguir  un 
laurel  caduco,  que  tan  pronto  adorna  las  sienes  del  valeroso 
soldado,  como  desaparece;  y  por  otra  el  peligro  inminente 
de  que  su  virtud,  todavía  no  bien  consolidada,  padeciese 
naufragio  entre  el  estrepitoso  ruido  de  las  armas,  y  las  liber- 
tades de  la  guerra,  acordó  alistarse  en  otra  milicia,  tanto 
mas  gloriosa,  cuanto  mas  sublime  y  mas  santo  es  su  objeto. 

Con  este  fin  regresó  á  España,  y  abandonando  las  filas 
del  rey  Carlos,  se  acogió  á  las  del  llagado  Serafin  de  Asís, 
vistiendo  el  hábito  de  nuestra  regular  observancia  en  el 
convento  de  recolección  de  San  Julián,  extramuros  de  la  vi- 
lla de  Agreda,  Provincia  de  Burgos.  Pasó  el  noviciado  con 
grande  edificación  y  ejemplo  de  toda  aquella  venerable  Co- 
munidad, la  cual,  columbrando  ya  la  futura  santidad  del 
novicio  Melchor,  y  conociendo  que  Dios  le  tenia  destinado 
para  empresas  de  la  mas  alta  trascendencia,  deseaba  asegu- 
rar cuanto  antes  dentro  de  sí  aquel  tesoro  por  medio  de  los 
votos  religiosos,  los  que  trascurrido  el  año  de  probación, 
emitió  nuestro  venerable  con  indecible  gozo  de  su  alma,  tro- 
cando su  nombre  bautismal  en  el  de  Francisco  de  san  José; 
en  atención  á  los  vehementes  deseos  que  tenia  de  copiar  en 
sí  las  heroicas  virtudes  de  Nuestro  santo  Patriarca,  tipo  di- 
vino que  tuvo  siempre  ante  sus  ojos  en  todas  sus  acciones. 

Considerando  el  sublime  y  nuevo  estado  que  habia  to- 
mado, y  las  gravísimas  obligaciones  que  en  él  habia  con- 
traído, se  dedicó  con  esmerada  asiduidad  á  la  práctica  de  to- 
das las  virtudes,  siendo  el  modelo  de  su  santa  Comunidad, 
que  admiraba  en  el  recien  profeso  aquella  perfección,  que 
otros  habían  adquirido  solo  en  el  dilatado  período  de  muchos 

(1)    El  R.  P.  Fr.  José  de  San  Antonio,  compañero  que  fué  del  V.  Pa- 
dre Francisco,  y  también  su  confesor,  califlca  su  sabiduría  de  celestial: 
afirmando  que  en  ^olo  el  Evangelio  del  dia  y  en  la  oración  aprendió  sus^ 
sermones. 


—  XI   — 

tóos.  El  grande  amor  á  Dios,  que  á  manera  de  un  volcan 
ardia  en  su  pecho,  le  hacia  concebir  fervientes  deseos  de  de- 
dicarse á  la  salvación  de  las  almas  en  el  ministerio  apostó- 
lico: pero  Dios  cuya  Providencia  traspásalos  tiempos  y  las 
edades,  abarca  lo  pasado,  lo  presente  y  lo  porvenir,  dilataba 
el  complacerle,  á  fin  de  que  se  cimentase  más  y  más  en  la 
perfección  religiosa,  y  saliese  de  su  retiro  claustral  hecho 
xm  nuevo  Pablo,  extendiendo  hacia  todas  partes  las  llamas 
de  su  apostólico  celo.  En  este  estado  iba  el  V.  P.  Francisco 
adelantando  de  virtud  en  virtud  siendo  en  la  oración  conti- 
nuo, en  la  humildad  profundísimo,  en  la  mortificación  aus- 
terísimo,  ardiente  en  la  caridad,  invicto  en  la  fé,  firme  en  la 
wperanza,  y  en  todas  las  demás  virtudes  sobresaliente,  has- 
ta que  su  Divina  Magestad,  accediendo  finalmente  á  las  re- 
petidas y  fervorosas  súplicas  de  su  fiel  siervo,  le  deparó  una 
oportunidad  favorable,  para  dar  cumplimiento  á  sus  ardoro- 
sas ansias  de  salir  á  conquistar  almas  para  el  cielo. 

Era  por  los  años  de  1694,  época  en  que  ya  muchos  hijos 
de  la  seráfica  Religión  habian  regado  con  su  sangre  los  in- 
cultos campos  de  ambas  Américas,  muriendo  cruelmente  á 
manos  de  los  salvajes,  á  los  que  habian  ido  á  iluminar  con 
la  luz  del  Evangelio,  cuando  nuestro  V.  Padre,  á  los  40  años 
de  su  edad,  animado  del  mismo  celo  y  ansioso  de  dar  la  vida 
por  Cristo,  pasó  en  calidad  de  misionero  Apostólico  á  las  re- 
giones de  Méjico,  entregándose  á  las  contingencias  que  ofre- 
cía en  aquella  época  un  viaje  tan  lejano  y  peligroso. 

Luego  que  llegó  al  reino  de  Méjico,  se  encaminó  al  Co- 
legio de  Santa  Cruz  de  Querétaro,  recientemente  fundado 
por  el  V.  Antonio  Linaz,  al  cual  iba  destinado,  permaneciendo 
allí  algún  tiempo  hasta  que  fué  á  fundar  el  Colegio  de  Hua- 
temala.  No  queremos  omitir  el  relato  de  su  fundación  con 
todos  los  detalles  que  nos  suministra  la  historia  de  los  Cole- 
gios Franciscanos  de  "propagandajide  de  Méjico;  no  solo  para 
satisfacer  la  curiosidad  de  nuestros  lectores,  si  que  también 
porque  con  ella  empieza  otra  nueva  época  de  la  vida  de 


—  XII  — 

nuestro  venerable,  cual  es  la  de  sus  escursiones  apostólicí 
entre  los  infieles. 

Habiendo,  pues,  permanecido  nuestro  V.  Padre  en  el 
Colegio  de  Santa  Cruz  de  Querétaro  por  espacio  de  dos  años, 
trabajando  en  aquella  nobilísima  ciudad  y  sus  contomos 
con  un  celo  incansable,  y  haciendo  maravillosas  conver- 
siones en  todos  aquellos  pueblos  que  le  veneraban  como 
santo,  fué  destinado  por  su  guardián  con  otros  tres  celosos 
compañeros  á  la  conversión  de  los  Lacandones,  donde  había 
ya  dos  Padres  del  sobre  dicho  Colegio.  Partieron  gozosos 
todos  cuatro  por  caminos  ásperos  y  fragosos,  venciendo  mil 
dificultades  y  sufriendo  privaciones  innumerables,  y  al 
llegar  á  un  pueblo  de  los  indios  Choles  se  encontraron  coa 
los  dos  sobredichos  Padres,  con  quienes  al  verse  se  abra- 
zaron mutuamente,  sin  poder  articular  palabra  en  largo 
rato  por  la  abundancia  de  lágrimas  que  el  gozo  hacia  brotar 
de  sus  amantes  corazones,  hasta  que  el  P.  Melchor  de  Jesús 
á  quien  pertenecía  la  presidencia,  rompió  el  silencio  salu- 
dando cariñosamente  á  todos.  En  esta  ocasión  manifestó  el 
V.  P.  Francisco,  la  caridad  fraterna  que  ardia  en  su  pecho 
con  un  acto  ostensible  de  desprendimiento  religioso,  porque 
viendo  que  el  P.  Melchor  llevaba  un  hábito  muy  remen- 
dado (habia  ya  14  años  que  lo  usaba),  le  suplicó  le  admi- 
tiese uno  que  él  traía  para  sí;  pero  viendo  el  P.  Melchor  que 
nuestro  V.  P.  tenia  también  mucha  necesidad  de  él,  no 
quiso  admitirlo,  hasta  que  instado  de  sus  ruegos  lo  recibió 
y  se  vistió  con  él. 

Comenzaron  sin  demora  los  seis  apostólicos  varones  á 
conferir  entre  sí  lo  mas  concerniente  á  su  expedición  apos- 
tólica, y  para  implorar  las  luces  de  lo  alto,  celebraron  con 
asistencia  de  todos  una  misa  del  Espíritu  Santo.  A  imitación 
de  los  Apóstoles  sortearon  entre  los  seis  las  diversas  con- 
versiones á  que  cada  uno  debia  ir,  tomando  aquellas  pa- 
labras sagradas  de  los  hechos  Apostólicos:  Tu  Domine^  qui 
corda  nosti  omnium,  ostendty  quem  elegeris:  Tú,  Señor  que 
conoces  lo  mas  recóndito  del  corazón  de  todos ^  manifiesta  á 


—  XIII  — 

quieii  elegiste:  (Act.  Apos.  c.  1.  v.  24.)  en  virtud  de  lo  cual 
cayó  en  suerte  al  V.  P.  Francisco  las  conversiones  de  Ta- 
lamanca.  Estando  ya  todos  con  ánimo  pronto  y  alegre  para 
partir  á  sus  respectivos  lugares  según  la  suerte  que  á  cada 
uno  le  habla  cabido,  determinaron  de  común  acuerdo  pasar 
juntos  á  Huatemala,  para  entregar  una  carta  que  el  B.  P. 
Guardian  de  Santa  Cruz  dirigía  al  Presidente  de  la  Beal 
Audiencia  de  aquella  ciudad. 

Llegaron  en  breves  dias  á  dicha  ciudad,  y  se  fueron  ante 
todo  á  dar  la  obediencia  al  Prelado  de  nuestro  Ck)nvento, 
quien  con  toda  su  Rda.  Comunidad  los  recibió  con  grandes 
demostraciones  de  benevolencia  y  respeto.  Después  de  haber 
prestado  sus  atenciones  y  ofrecido  sus  servicios  al  lUmo. 
Obispo  y  Señores  de  la  Real  Audiencia,  presentaron  la 
carta  que  traian;  y  como  toda  aquella  nobilísima  y  religiosa 
ciudad  con  sus  Magistrados  tenia  ya  pedida  fundación  de 
Colegio  áe  propaganda  Jide^  fué  muy  fácil  acceder  á  lo  que 
suplicaba  el  P.  Guardian  en  su  misiva,  que  era  se  conce- 
diese á  los  RR.  PP.  Misioneros  un  lugar  aparente  para 
fundar  hospicio,  mientras  como  se  esperaba,  llegaban  de 
España  las  licencias  para  eregirlo  en  Colegio.  En  efecto,  á 
10  de  Junio  del  94,  nuestros  Misioneros  tomaron  posesión 
de  una  capilla  intitulada  del  Santo  Calvario  con  mucha  so- 
lemnidad, asistiendo  á  la  inauguración  del  nuevo  hospicio 
tres  comunidades  religiosas,  las  autoridades  civil  y  eclesiás- 
tica, é  innumerable  concurso  del  pueblo,  columbrando  ya 
todos  los  incalculables  bienes  que  así  en  lo  espiritual  como 
en  lo  temporal  reportaría  la  población  á  la  sombra  del  nue- 
vo establecimiento.  Mantúvose  en  él  nuestro  V.  P.  Francis- 
co poco  mas  de  dos  meses,  observando  las  leyes  y  constitu- 
ciones de  su  Instituto  con  una  exactitud  minuciosa.  Salía 
cuasi  diariamente  á  predicar  por  las  calles  y  plazas  y  en  las 
iglesias  mas  capaces  de  la  ciudad,  obrando  las  palabras,  que 
como  dardos  encendidos  sallan  de  su  boca,  portentosas  con- 
versiones hasta  que  recibió  orden  del  P.  Melchor  de  Jesús 
que  era  Presidente  del  Hospicio,  de  pasar  á  continuar  la  es- 


—  XIV  — 

piritual  conquista  de  la  Talamanca,  en  compañía  del  Pad: 
Fray  Pablo  Rebullida,  insigne  operario  evangélico. 

Partieron  ambos  muy  gozosos  á  emprender  sus  tareas 
apostólicas,  y  después  de  muchos  trabajos  y  penalidades, 
llegaron  á  la  ciudad  de  Cartago  en  la  que  dieron  Misión, 
estendiéndola  consecutivamente  á  otros  tres  pueblos  que 
necesitaban  mucho  de  este  cultivo  espiritual.  Del  pueblo 
de  Maüna  sacaron  treinta  y  cuatro  indios  Urinamas.  y  los 
llevaron  á  su  propio  lugar  con  indecibles  gastos  y  á  costa 
de  muchas  privaciones,  viajando  por  lugares  despoblados 
sin  hallar  los  alimentos  necesarios  ni  otros  efectos  tan  con- 
venientes, para  obviar  los  frecuentes  percances  que  ocurren 
en  todo  viaje  largo;  á  todo  lo  cual  se  agregaba  otra  dificul- 
tad no  menos  atendible,  que  era  la  fatiga  con  que  el  V.  Padre 
Francisco  caminaba  oprimido  de  unas  cuartanas  tan  tenaces 
que  le  duraron  año  y  medio,  para  que  aun  en  esto  imitase 
al  Apóstol  de  las  Gentes,  S.  Pablo,  que  se  gloriaba  en  la 
tribulación  y  enfermedad.  Luego  que  llegaron  á  Urinama 
con  los  sobredichos  indios,  y  otros  que  recogieron  por  el 
tránsito,  ascendiendo  entre  todos  al  número  de  ciento  y 
cuarenta,  les  fabricaron  casas  para  que  viviesen  en  ellas 
con  toda  aquella  comodidad  que  permitían  las  circuns- 
tancias del  lugar  y  brevedad  del  tiempo,  y  evitar  de  esta 
suerte  que  se  volviesen  á  la  vida  salvaje,  á  que  son  tan 
propensos,  mientras  se  les  catequiza  en  la  Religión  cristiana 
y  se  trabaja  en  su  civilización.  Uno  de  los  primeros  cui- 
dados que  ocuparon  al  V.  P.  Francisco  fué  buscar  semillas 
para  sembrar  los  Urinamas,  diligencia  muy  necesaria  para 
conservar  en  la  fé  á  los  indios,  pues  es  necesario  que  el  Mi- 
nistro evangélico  cuide  de  lo  que  han  de  comer  y  aun  sem- 
brarles con  sus  manos  consagradas  sus  maizales  ó  milpas. 

Solo  el  que  conozca,  el  carácter  del  indio  podrá  formarse 
un  juicio  adecuado  de  lo  que  padeció  nuestro  Venerable,  en 
congregar  en  un  solo  pueblo  individuos  de  tan  diversas 
tribus,  tan  rivales  entre  sí,  que  se  destruian  mutuamente 
en  continuas  y  sangrientas  correrías.  No  omitía  trabajo  ni 


/ 


—  XV   — 

fatiga  para  reducir  aquellas  hordas  salvajes,  entregadas  á 
la  mas  brutal  barbarie,  al  gremio  de  la  religión  católica. 
Visitaba  incansable  la  Talamanca,  bautizando  á  los  niños, 
casando  algunos  adultos  que  ya  eran  cristianos,  fortalecién- 
doles en  la  fé  que  habian  recibido,  y  consolando  á  todos  con 
un  cariño  paternal.  Tanto  era  el  celo  que  ardia  en  su  pecho 
y  tanta  la  eficacia  de  sus  palabras,  que  no  solo  se  convertían 
con  su  predicación  las  tribus  colindantes,  sino  que  pene- 
trando su  voz,  como  un  clarin  sonoro,  las  mas  distantes  ser- 
ranías, sallan  de  entre  sus  breñas  y  fragosidades  monstruos 
racionales,  que  al  verlos  solamente  imponían  terror,  de- 
seando abandonar  la  vida  brutal  y  salvaje  en  que  habian 
nacido  y  vivido  hasta  entonces,  y  gozar  de  las  luces  y  dul- 
zura del  Cristianismo  por  medio  del  santo  bautismo. 

Era  maravilla  ver  juntos  á  los  pies  del  V.  P.  Francisco 
los  indios  Changuenes  con  los  Terrasbas,  pues  mediaba  en- 
tre ellos  una  enemistad  irreconciliable  en  tanto  grado»  que 
cuando  los  unos  salian  á  cultivar  sus  campos,  los  otros  que 
estaban  acechándolos  se  les  arrojaban  encima  como  encar- 
nizados tigres  y  les  quitaban  inhumanamente  la  vida.  Ree- 
dificó con  mucha  aplicación  é  imponderable  trabajo  las  igle- 
sias de  Talamanca,  para  celebrar  los  divinos  oficios  con  toda 
la  decencia  posible,  instruir  en  la  doctrina  cristiana  á  los 
catecúmenos  y  esponer  la  divina  palabra  á  los  neófitos,  re- 
corriendo al  efecto  incesantemente  toda  la  comarca.  Des- 
pués que  hubo  dejado  estas  Misiones  en  tan  feliz  estado, 
determinó  internarse  en  la  populosa  tribu  de  los  Changuenes 
y  lueg-o  pasar  á  la  isla  de  Tojas.  La  numenisa  tribu  de  los 
Changuenes  confina  con  las  montañas  de  los  Terrabas;  es 
cruel  en  estremo  y  enemiga  declarada,  no  solo  de  las  tribus 
circunvecinas  de  Talamanca,  Terrabas,  Torreques,  Borucas 
y  Tojas,  sinoHwmbien  contraria  de  sí  misma,  pues  dividida 
en  partidos,  se  hacen  unos  á  otros  cruda  guerra,  matándose 
como  si  fueran  fieras  de  aquellos  campos.  Viven  estos  salva- 
jes en  grutas  cubiertas  de  malezas  y  en- las  aberturas  de  los 
peñascos. 


—   XVI  — 

En  esta  mas  que  bárbara  tribu  entró  animosamente  el 
V.  P.  Francisco  con  su  compañero  el  P.  Fr.  Pablo,  sin  repa^ 
rar  en  el  inminente  peligro  de  perder  la  vida.  Cuando  aque- 
llos bárbaros  vieron  á  los  estrangeros,  se  amotinaron  con— 
tra  ellos  dándoles  crueles  lanzadas,  pisoteándolos  villana- 
mente, y  hubiéranles  quitado  allí  la  vida  si  Dios  no  les 
hubiera  defendido  con  un  milagro  manifiesto. 

Apesar  de  este  tan  indigno  tratamiento,  capaz  por  sí  so- 
lo de  arredrar  al  corazón  mas  magnánimo,  no  por  eso  de- 
sistió de  su  empeño  el  V.  Padre,  antes  bien  esto  mismo  filé 
causa  para  animarle  mas  á  tan  colosal  empresa;  pues  los 
deseos  que  tenia  de  padecer  por  Cristo  y  sacar  de  las  som- 
bras del  gentilismo  á  aquellos  infelices,  le  hacian  vencer 
dificultades  insuperables.  Recorría  con  animosa  osadía  aque- 
llos países,  que  en  su  mayor  parte  son  montes  inaccesibles 
y  bosques  impenetrables,  aun  en  las  llanuras,  con  muchos 
ríos  caudalosos  que  no  se  pueden  pasar  sin  el  ausilio  de  bal- 
sa ó  canoa.  Parece  que  desafiaba  los  trabajos  y  penalidades 
para  lograr  el  mayor  triunfo,'que  era  la  conversión  de  aque- 
llos bárbaros;  no  obstante  que  se  hallaba  enfermo  cubierto 
de  llagas,  sufriendo  hambre  y  sed,  perseguido  de  los  indios, 
esponiéndose  repetidas  veces  á  peligro  evidente  de  perecer, 
jamás  desistió  de  la  empresa,  hasta  que  con  lágrimas  y  ora- 
ciones y  con  sus  tareas  apostólicas  consiguió  reducir  toda 
la  población  de  los  Changuenes,  bautizando  á  una  infinidad 
de  ellos. 

Y  parjt  que  se  persuadan  nuestros  lectores  que  no  es  exa- 
geración lo  que  acabamos  de  afirmar,  pondremos  á  conti- 
nuación una  carta  que  el  mismo  V.  Padre,  obligado  de  la 
obediencia,  escribió  al  P.  Margil,  que  el  mismo  V.  P.  Fray 
Francisco  estaba  ya  por  su  larga  ausencia  confirmado  en 
Guardian,  para  que  este  se  volviese  á  la  Montaña. 

La  carta  es  del  tenor  siguiente. 

«Huatemala  1.*  de  Noviembre  de  1697. 

Mi  carísimo  Padre:  ejecuté  la  obediencia,  yendo  á  Tala- 
manca  y  visitando  todas  aquellas  Misiones,  con  mi  compa- 


—  xvn  — 

fiero  Fr.  Pablo,  bautizando  los  niños  y  reedificando  los  tem- 
plos. Y  fué  el  Señor  servido  (para  que  se  conozca  que  no  he 
hecho  nada)  de  darme  unas  cuartanas  que  me  duraron  año 
7  medio.  Tuve  unos  dias   salud  y  luego  me  cargué  de 
buhas,  originándose  de  las  continuas  aguas  y  secarse  el 
hábito  en  el  cuerpo.  Salia  de  la  Misión  de  Ntra.  Sra.  de  los 
Dolores  (que  es  una  isla  de  ochocientas  personas  bravísi- 
mas, que  está  en  el  mar  del  Norte  tan  cerca  de  Porto  velo, 
que  en  seis  dias  se  puede  ir  con  una  canoa)  á  curarme;  y  en 
Zunui  de  Terrabas,  tuve  noticia  que  mi  compañero  Fr.  Pablo 
estaba  en  Sta.  Ana  de  Vizeyta,  que  habia  salido  á  buscar 
desde  los  Changuenes,  donde  le  hablan  dejado  unos  religio- 
sos de  Nicaragua,  que  tuvo  noticia  habian  llegado  á  Urina- 
ma,  de  los  cuales  el  uno  se  volvió  enfermo  desde  San  José 
de  Cabecara,  y  el  otro  le  siguió  hasta  la  Concepción  de  Sa- 
lamanca. Escribfle  que  enviara  los  Talamancas  para  traer- 
me en  ima  escalera,  como  difunto  que  yo  no  podía  por  las 
llagas  de  los  pies,  salir.»  «Así  lo  hicieron  y  el  dia  de  Santa 
Inés,  año  y  cuatro  meses  después  de  mi  elección  de  Guar- 
dian, me  dio  la  Patente,  aunque  corrió  bien  aprisa  por  la 
cristiandad,  pero  los  rios  no  le  dieron  lugar  para  buscarme 
antes.  Salí  á  Cartago,  y  el  temple  era  muy  frió,  y  no  me  de- 
jaban dormir  los  dolores:  fuíme  á  Pacaca,  y  me  purgué  y 
sudé  algo,  de  suerte  que  me  pude  poner  en  camino  para 
Huatemala,  con  ánimo  de  curarme  aquí  en  forma  y  prose- 
guir á  cumplir  mi  obediencia.  Tres  dias  después  de  llegado 
recibí  la  de  V.  P.  (con  mil  consuelos  por  ver  ella),  que  des- 
de 23  de  Abril  habia  llegado  al  Colegio  y  ejercita  el  ofi- 
cio que  será  con  muy  diferentes  mejoras,  como  lo  espero 
con  la  ayuda  de  nuestro  amantísimo  Jesús.» 

«Aunque  no  estoy  sano,  me  vuelvo  á  mediados  de  este 
mes,  por  si  en  tierra  caliente  y  con  el  ejercicio  de  las  Misio- 
nes entre  fieles,  pueden  consolidarse  los  huesos  y  los  pies* 
Están  los  males  complicados  y  la  naturaleza  destemplada, 
el  hígado  y  exterior  abrasado,  los  tuétanos  helados  y  desde 
las  rodillas  abajo  tan  llagado,  que  no  se  sabe  de  que  tela 


—  XVIII  — 

son  las  piernas.  En  fin,  la  salud  nos  la  ha  de  dar  el  Altíusi— 
mo,  si  gusta  que  se  prosiga  aquella  ccnversioii;  y  así  pido 
particulares  oraciones  para  que  me  dé  Su  Majestad  lo  que 
convenga,  porque  conozco  que  aunque  pueda  andar  sin  mix- 
cho  trabajo,  es  temeridad  volver  á  la  montaña  hasta  estÁr 
bien  sano,  porque  será  imposibilitarme  del  todo.)> 

«El  primer  Domingo  de  Cuaresma  partió  mi  compañero 
Fr.  Pablo  de  la  Concepción  de  Talamanca  para  los  Chan.— 
guenes  con  el  P.  Fr.  Juan  de  Abarca,  el  cual  se  volvió  des- 
de Guangúra  de  Terrabas  con  una  buha  en  un  pié,  y  Fray 
Pablo  (aunque  solo)  prosiguió  á  acabar  de  catequizar  ocho- 
cientos Changuenes,  que  estaban  medio  instruidos,  y  con 
ánimo  de  pasar  á  mi  isla  de  Tojas  á  bautizar  cien  personas, 
cuya  lista  le  dejé,  y  á  las  que  yo  no  pude  haber  á  su  tiempo 
á  l{is  manos  por  las  llagas  de  los  pies,  y  últimamente  á  los 
Torresques  que  están  tres  dias  dé  camino  de  allí,  como  es* 
pero  en  Dios  que  lo  irá  haciendo,  porque  es  gran  Ministro... 
Y  en  fin,  de  lo  poco  que  hemos  hecho,  él  lo  ha  hecho  casi 
todo;  que  yo  he  estado  hecho  un  enclenque.»  Hasta  aquí  la 
carta  del  V.  P.  Francisco,  y  en  ella  han  podido  ver  nuestros 
lectores  su  rara  humildad  y  abrasado  celo  por  la  salvación 
de  las  almas;  pues  apesar  de  tantas  enfermedades  y  dolen- 
cias, nunca  cesó  de  ejercitarse  en  el  ministerio  apostólico. 

Ocupóse  dos  años  dando  Misiones  entre  fíeles,  y  á  fines 
del  99,  aunque  tan  quebrantado,  se  volvió  con  su  amable 
compañero  el  P.  Fr.  Pablo  á  la  conversión  desde  Cartago: 
6l  año  siguiente  de  1700  por  Octubre,  escribió  una  carta  al 
P.  Guardian  de  Huatemala,  en  la  que  entre  otras  cosas  se  lee; 
«que  tenia  tales  quebrantos,  que  estaba  lleno  de  llagas  has- 
ta las  manos,  pero  constante  en  lo  que  se  pudiera  ofrecer:» 
y  añade  otras  noticias  de  su  compañero.  Ambos  partieron  á 
visitar  todas  las  conversiones,  y  bautizaron  en  esta  ocasión 
quinientos  ochenta  y  seis  párvulos,  sin  contar  otro  número 
considerable  de  adultos  moribundos  y  enfermos.  Fabricaron 
otras  dos  iglesias  con  un  convento  muy  capaz,  y  abrieron 
un  camino  hasta  la  costa,  para  facilitar  el  tránsito  á  la  Isla 


—  XIX  — 

de  Tojas,  en  la  que  principalmente  tenia  sus  ocupaciones 
misionarias  el  V.  P.  Francisco.  Andaba  de  una  parte  á  otra 
por  aquellas  fragosas  montañas,  sin  hacer  caso  de  sus  con«^ 
tínuas  enfermedades,  solicitando  el  aumento  de  la  fé  católi- 
•ca,  y  ablandando  los  diamantinos  corazones  de  aquellos  fe- 
roces indios. 

En  una  carta  que  escribió  el  P.  Bebullida  al  Guardian 
del  Colegio  de  Cristo-Crucificado,  hablando  de  nuestro  Ve- 
nerable se  lee  lo  siguente:  «Queriendo  el  P.  Fr,  Francisco 
de  San  José  entrar  por  el  rio  de  la  Estrella  con  gente  espa- 
ñola, lo  arrebató  el  mar  y  fué  á  reconocer  la  Isla  de  Tojas, 
en  donde  le  mataron  cuatro  hombres  y  á  él  le  acometieron 
eon  lanzadas,  por  lo  cual  se  fué  á  Panamá  á  pedir  socorro. 
Dióle  el  Gobernador  de  aquella  plaza  una  balandra,  que  le 
quitó  el  enemigo  y  lo  soltó  en  Matina  sin  matarle  la  gente^ 
pero  desaviado.  No  obstante  el  evidente  peligro  que  corría 
su  vida  en  la  Isla  de  Tojas,  mantúvose  bastantes  años  en 
ella,  consiguiendo  maravillosos  progresos  en  la  fé  de  Jesu- 
cristo; trabajó  además  en  la  reducción  de  otros  muchos  bár- 
baros, de  los  que  logró  con  indecible  gozo  de  su  alma  bau- 
tizar muchos  adultos,  que  como  mansos  corderos  se  arroja- 
ban ¿sus  pies,  depuesta  su  nativa  ferocidad  y  recibiendo 
con  docilidad  la  doctrina  evangélica,  que  como  celestial  ro- 
cío se  desprendía  de  sus  labios.  Pero  fueron  muchos  mas  los 
párvulos  que  regeneró  en  las  salutíferas  aguas  del  Bautis- 
mo, de  los  cuales  murieron  muchos,  para  ir  á  aumentar  el 
coro  de  los  ángeles,  y  cantar  alabanzas  sin  fin  al  Todopo- 
deroso en  el  cielo. 

En  esta  tan  sagrada  ocupación  fué  pasando  de  una  na- 
ción á  otra  de  las  muchas* que  hay  en  todo  aquel  vasto  con- 
tinente, hasta  que  traspasando  los  límites  de  todo  el  reino 
de  Huatemala,  se  entró  en  la  costa  de  Panamá  y  Cartagena; 
y  hallando  docilidad  en  sus  habitantes,  se  ocupó  algunos 
tóos  én  su  reducción,  bautizando  á  un  sin  número  de  ellos, 
cstendiendo  sus  escursiones  apostólicas  por  todas  aquellas 
regiones.  Y  sabiendo  que  estaba  cercano  á  la  real  ciudad  de 


Lima,  juzgó  que  seria  muy  conveniente  pasar  á  ella,  para 
fundar  un  colegio,  por  hallarse  investido  con  el  título  y  po- 
deres  de  Vice-Comisario  de  Misiones,  conferidos  por  el  Re- 
verendo P.  Fr.  Francisco  Esteves,  Comisario  y  Prefecto 
apostólico  de  Propaganda  Fide,  en  toda  la  nueva  España  y 
Perú. 

En  efecto,  el  año  1708  entró  en  Lima  predicando  peni- 
tencia, cual  otro  Solano,  por  todas  las  calles  y  plazas  á  un 
innumerable  gentío.  Hizo  misiones  por  un  año  continuo^ 
desde  Huamangua  (Ayacucho)  hasta  el  Callao,  corrigiendo 
los  abusos,  pacificando  los  ánimos  enemistados,  y  convir* 
tiendo  á  muchos,  que  olvidados  de  sí  mismos  vivían  en  un 
total  abandono  de  sus  propios  deberes.  Noticioso  del  estado 
deplorable  en  que  se  hallaban  las  conversiones  de  infieles, 
desamparadas  á  causa  de  lacf  cruelísimas  muertes  que  los' 
bárbaros  de  estas  montañas,  mancomunados  con  los  cristia- 
nos apóstatas,  dieron  á  los  ministros  evangélicos  que  las 
cultivaban,  concibió  el  proyecto  de  restaurarlas,  aunque 
fuera  á  costa  de  su  sangre,  porque  el  abrasado  celo  que  ar- 
día en  su  pecho  no  le  permitía  reparar  en  dificultad  alguna. 
Al  efecto  solicitó  compañeros  y  limosnas,  las  que  consiguió 
abundantes' de  las  personas  de  mas  notabilidad;  y  habiendo 
obtenido  las  debidas  licencias  de  los  Prelados  de  esta  Santa 
Provincia  de  los  doce  Apóstoles,  partió  como  valeroso  atleta 
á  la  espiritual  qonquista,  no  obstante  el  verse  oprimido  bajo 
el  peso  de  su  ancianidad  y  estenuada  .salud  por  sus  conti- 
nuas dolencias. 

Constaba  la  Misión  de  cinco  virtuosos  y  esforzados  sa- 
cerdotes, cuyos  nombres  son  los  siguientes:  el  V.  P.  Fran- 
cisco de  San  José,  comisario  de  misiones,  los  padres  Fr.  Fer- 
nando de  San  José,  Fr.  Mateo  Brado,  Fr.  Honorio  de  Matos, 
Fr.  Cristóbal  de  San  José,  y  dos  legos.  Al  llegar  á  Tarma 
dieron  una  misión,  y  una  vez  concluida,  se  internaron  á  la 
montaña  por  Chanchamayo.  Al  principio  no  tuvieron  muy 
favorable  acogida,  porque  azorados  aquellos  salvajes  con 
los  homicidios  que  habian  perpetrado  en  los  últimos  misio- 


V  V  , 


—  XXI  — 

ñeros,  oponian  toda  la  resistencia  posible  á  recibir  á  estos; 
porque  decian,  que  si  los  admitían,  luego  vendrin  los  es- 
pañoles para  vengar  con  las  armas  la  muerte  de  los  otros. 
Esta  circunstancia  ocasionó  grandes  trabajos  y  sufrimientos 
en  los  dos  primeros  años  á  los  operarios  evangélicos;  pero 
al  fin  con  su  paciencia  y  firme  perseverancia  lograron 
ablandar  los  ánimos  de  aquellos  bárbaros  indómitos,  redu- 
ciendo á  muchos  de  ellos,  con  lo  cual  pudieron  fundar  dos 
pueblos  el  uno  en  Quimirí  y  el  otro  en  el  Cerro  de  la  Sal. 

Considerando  el  V.  P.  Comisario  el  estado  favorable  en 
que  se  hallaba  la  conversión  del  Cerro  de  la  Sal,  y  viendo 
por  otra  parte  que  otras  conversiones,  desáftnparadas  tam- 
bién desde  algunos  años,  exigian  un  pronto  socorro,  pasó  á 
fines  del  año  1711  á  la  ciudad  de  Huánuco  á  fin  de  restable- 
cer las  conversiones  de  Panatahuas.  Informóse  muy  porme- 
nor del  carácter  de  la  gente  que  habitaba  eú  aquellos  para- 
je», con  todas  las  circunstancias  del  lugar  y  puntos  de 
entrada;  pero  halló  las  cosas  en  tal  deplorable  estado,  que 
parecía  imposible  conseguir  su  intento,  ya  por  falta  de  gen- 
te, ya  principalmente  porque  los  caminos  ó  estrechas  vere- 
das que  habia,  estaban  tan  cerradas  de  espesísimo  bosque 
que  era  impracticable  la  entrada.  Lloraba  inconsolable  el 
V.  P.  Francisco  la  triste  situación  de  aquellos  infelices, 
cuando  le  notificaron  que  al  oriente  de  Huánuco  habia  una 
quebrada  llamada  Tuetani,  por  la  cual  corría  un  rio,  en  cu- 
yas amenas  riberas  estaban  situadas  algunas  rancherías  de 
gentiles. 

Animado  con  estas  noticias ,  se  fué  á  Lima  y  negoció 
con  las  autoridades  de  aquella  capital,  que  se  le  concediese 
un  piquete  de  soldados  con  un  capitán  para  entrar  en  la  so- 
bredicha quebrada;  y  regresando  á  Huánuco  con  los  despa- 
chos necesarios,  después  de  hechas  las  provisiones  conve- 
nientes para  semejantes  esploraciones,  en  1712  se  dirigió 
con  la  gente  de  escolta  al  lugaf  designado,  y  habiendo  en- 
contrado el  dficho  rio  de  Tuetani,  siguieron  la  corriente  con 
peligro  de  morir  á  cada  paso  anegados  en  las  aguas.  A  po- 


[ 


—  XXII  — 

cas  jornadas  encontraron  un  pueblo  llamado  Pozuzo  que 
constaba  poco  menos  de  treinta  familias  de  indios  Amagos^ 
á  los  cuales  predicó  el  V.  P.  Francisco,  y  con  tan  felices  re- 
sultados que  luego  recibieron  la  doctrina  del  santo  Evan- 
gelio. 

Alentado  con  tan  faustos  principios,  prosigió  sus  escur- 
sienes  apostólicas  por  todas  aquellas  inmediaciones  llenas 
de  escabrosidades  y  malezas,  sin  des&Uecer  nunca  á  vista 
de  las  muchas  é  insuperables  dificultades  que  se  le  oponian, 
en  cuya  ocupación  consiguió  muchos  triunfos  su  celo,  con- 
virtiendo á  mas  de  seiscientos  indios  Amages.  Fabricóles 
dos  iglesias,  una  en  Pozuzo  y  otra  en  Cuchero,  adornadas 
ambas  según  permitían  las  circunstancias  del  lugar.  Dis- 
puestas las  cosas  en  este  estado  se  salió. el  V.  P*  Comisario 
con  la  gente  que  le  habia  acompañado,  por  el  mes  de  di- 
ciembre, dejando  en  la  nueva  conversión  un  religioso  lego, 
para  que  continuase  instruyendo  y  catequizando  á  los  in- 
dios, mientras  él  enviaba  un  sacerdote  que  los  bautizase  y 
administrase  los  santos  Sacramentos. 

Siempre  incansable  nuestro  venerable  Padre,  apenas  lle- 
gó de  Panatahuas  á  esta  provincia  de  Jauja,  dio  misión  en 
ella,  enardeciendo  los  ánimos  de  todos  para  la  restauración 
de  las  conversiones  de  Andamarca,  á  cuyo  objeto  envió  los 
PP.  Fr.  Pedro  Vaquero  y  Fr.  Pedro  Ortiz  de  Tuesta,  varo- 
nes muy  celosos  y  versados  en  la  lengua  quichoa.  De  aquí 
pasó  á  Lima,  para  agenciar  en  aquella  Corte  los  negocios 
relativos  al  mayor  aumento  y  prosperidad  de  las  misiones 
de  infieles,  pues  con  tan  opimos  principios,  se  prometía  ra- 
zonablemente copiosos  y  abundantes  frutos,  si  se  proseguía 
con  empeño  y  asiduidad  la^anta  obra  que  con  el  favor  del 
cielo  habia  comenzado  y  puesto  en  estado  tan  próspero. 

Empero  esto  no  podia  realizarse  con  la  gran  penuria  y 
escasez  de  operarios  evangélicos  en  que  se  hallaban  á  la  sa- 
zón las  conversiones;  era  forzoso  proveerlas  de  mayor  nú- 
mero de  misioneros,  y  subvenir  á  otras  muchas  necesidades. 
Con  este  objeto  dirigió  el  V.  Comisario,  un  informe  al  rey 


^T"  v^ 


—  XXllI  — 

Felipe  V  en  forma  de  memorial,  que  insertamos  literalmen- 
te, porque  además  de  describir  sucintamente  los  progresos 
de  los  sobredichas  conversiones  y  trabajos  de  los  misione- 
ros, suministra  algunas  noticias  geográficas  relativas  á 
aquellos  parajes.  El  presente  informe  fué  espedido  el  25  de 
noviembre  de  1713.  Y  dice  así: 
Señor: 

«Es  de  mi  obligación,  como  Comisario  de  todas  las  con- 
versiones de  estos  Reinos  del  Perú,  de  la  Orden  de  San 
Francisco,  dar  noticia  á  V.  M.  para  su  consuelo,  de  lo  que 
la  divina  Providencia  obra  en  ellas.  Cinco  años  ha,  que  vine 
de  la  nueva  España  con  este  cargo;  uno  se  me  pasó  hacien- 
do misiones  desde  Huamanga  hasta  Lima  y  Callao,  y  los 
cuatro  en  conversiones  de  infieles.  Entré  por  la  provincia  de 
Tarma  á  las  conversiones  de  Quimirí  y  Cerro  de  la  Sal,  tan 
famoso  hasta  en  esa  Corte,  por  las  muchas  naciones  que  na- 
vegan su  rio.  Estaba  desamparada  esta  conversión  desde  el 
año  74  en  que  mataron  los  indios  dos  sacerdotes,  un  lego  y 
un  donado;  y  aunque  en  99  entraron  otros  conversores,  no 
pudieron  formar  pueblos,  por  el  mal  natural  de  los  indios 
Andes.» 

«En  Quimirí,  tres  leguas  de  los  últimos  cristianos,  pro- 
curamos hacer  un  pueblo  de  mestizos  é  indios  de  la  cristian- 
dad, para  que  sirvan  de  freno  á  los  recien  convertidos,  tie- 
nen su  iglesia  con  el  título  del  Paírocinw  de  nuestra  Seño-- 
ra^  que  es  el  antiguo.  En  el  Cerro  de  la  Sal,  tenemos  debajo 
de  campana  quinientos  ochenta  y  cinco  de  todos  sexos  y 
edades:  bautizados  ciento  y  doce  angelitos,  y  muchos  han 
muerto  con  viruelas:  la  iglesia  se  intitula  Cristo  Crucifica^ 
áo,  dista  de  Lima  como  setenta  y  tres  leguas,  y  diez  y  seis 
de  los  últimos  cristianos.  Diez  leguas  mas  adelante  tuvimos 
la  iglesia  de  la  Purísima  Concepción  de  Eneno,  con  mas  de 
seiscientas  almas,  y  porque  hubo  evidencia  que  querian  ma- 
tar al  Padre,  le  retiramos  con  ornamentos  y  alhajas  al  Cerro 
de  la  Sal;  tiene  esta  conversión  tres  sacerdotes,  dos  legos  y 
cinco  donados.» 


/     ' 


—  XXIV  — 


€  En  la  provincia  de  Huanaco  estaba  desamparada  otra 
conversión  de  payanzos  7  panatahuas,  de  los  que  por  la  peste 
pasaron  al  cielo  mas  de  treinta  mil,  bien  dispuestos  y  asis- 
tidos; los  que  quedaron  mataron  un  sacerdote  en  el  año 
1704.  Tiene  esta  conversión  cinco  pueblecillos  (que  se  han 
de  reducir  á  tres)  con  trescientas  almas,  cuarenta  7  siete 
bautizados,  dos  iglesias,  la  Asunción  y  San  Miguel;  un  sa- 
cerdote y  un  lego.  Lo  dicho  he  visto.  Dista  esta  conversión 
de  los  últimos  cristianos  diez  y  siete  leguas.» 

«Por  la  provincia  de  Jauja  estaba  desamparada  otra  con- 
versión desde  el  año  87,  en  que  mataron  tres  sacerdotes  y 
un  lego:  entró  en  esta  el  padre  predicador  apostólico -Fr.  Pe- 
dro Ortiz  de  la  Tuesta,  y  después  le  socorrí  con  el  padre 
lector  de  Theología  Fr.  Pedro  Vaquero,  ambos  doctos  y  ti- 
moratos. Escriben  que  tienen  tres  iglesias  en  Sonomoro^ 
Sabini  y  él  Carmen;  y  que  un  gran  gentío  que  inquirieron 
nuestros  conversores  antiguos  y  no  lo  hallaron,  se  le  des- 
cubrió Dios » 

«No  puedo  individuar  mas  el  número  de  la  gente  y  bau- 
tizados, porque  no  lo  he  visto  ni  me  lo  escriben:  solo  sé  que 
son  tres  sacerdotes,  un  lego  y  dos  donados;  y  que  me  cru- 
cifican por  mas  ministros,  y  no  me  atrevo  á  pedírselos  á 
V.  M. ,  porque  le  considero  empeñado  con  la  gloriosa  de- 
fensa de  la  fé:  pero  le  suplico  como  á  mi  padre  y  señor,  me 
envíe  una  Real  Cédula  en  que,  estimando  al  Comisario  ge- 
neral y  prelados  de  esta  santa  provincia  de  Jesús  de  Lima  el 
ardiente  amor  y  fervoroso  celo,  con  que  me  han  asistido  ^i 
el  soberano  empleo  de  las  conversiones^  pues  me  han  dado 
tantos  ministros  como  dejo  referidos,  ordene  se  me  conceda 
un  convento  formado,  y  con  todas  sus  preseas  como  estaba 
en  la  ciudad  de  Huánuco,  para  erigirle  en  colegio  apostóli- 
co de  Propaganda  Pide,  y  criar  en  él  sugetos  para  el  mi- 
nisterio y  cinco  religiosos  con  que  al  presente  le  mantengo; 
empeñándolos  mas  V.  M.  con  su  amoroso  mandato,  á  que 
con  mayor  aplicación  y  esfuerzo  exhorten  y  animen  á  los 
subditos,  para  que  se  dediquen  al  colegio  y  á  las  convergió- 


—  XXV  — 

nes;  porque  cada  día  crece  mas  la  necesidad  con  mayor  nú* 
mero  de  infieles;  y  á  todos  los  prelados  de  las  otras  seis  pro- 
vincias, para  que  ayuden  á  mí  y  á  mis  sucesores  á  erigir  los 
colegios  y  fomentar  las  conversiones.^^ 

«También  suplico  á  Y.  M.  sea  muy  servido  de  mandar 
que  cada  año  con  toda  puntualidad  y  de  los  haberes  mas 
prontos  de  su  Real  Hacienda,  se  dé  á  cada  una  de  estas  con- 
versiones, la  limosna  que  pareciere  necesaria  á  los  méritos 
6  progresos  de  cada  una,  atendiendo  á  que  ya  no  podemos 
dar  paso  sin  escolta  y  custodia  de  soldados;  porque  nos  ma- 
tarán, como  llevo  referido  de  todas  tres  conversiones,  y  se 
acabarán  ó  atrasarán,  como  hemos  visto.  Y  esta  Cédula,  Se- 
ñor, necesita  de  mucho  aprieto,  y  que  no  la  glosen,  porque 
la  plata  es  peor  que  Lucifer.  En  estos  cuatro  años  han  dado 
para  estas  conversiones  seis  mil  pesos,  y  juzgo  que  no  les 
pasa  por  el  pensamiento  socorrerlas  mas  en  otros  seis  años; 
á  V.  M.  no  le  duela  socorrerlas  para  que  Dios  le  mire  con 
misericordia,  y  me  le  guarde  muchos  años  en  su  divino 
amor,  como  su  fiel  vasallo  lo  desea  y  pide.  Lima,  etc.» 

A  todo  accedió  gustosamente  S.  M.  C,  expidiendo  en  16 
de  Enero  de  1715,  una  Real  Cédula'que  empieza:  «Por  cuan- 
to, etc.,  que  habiendo  pasado  Fr.  Francisco  de  San  José... 
y  entrado...  sin  mas  armas  que  la  Cruz  en  la  Provincia  etc.» 
Entretanto  que  el  V.  Padre  esperaba  los  despachos  de  la 
Corte  de  España,  no  descuidó  jamás  el  adelanto  de  las  con- 
versiones, solicitando  limosnas  y  operarios,  discurriendo  de 
ano  á  otro  lugar  como  un  rayo,  alentando  á  los  misioneros, 
ratificando  en  la  fé  á  los  infieles  convertidos,  y  proyectan- 
do nuevos  medios  para  dilatar  el  reino  de  Cristo  en-  estas 
regiones:  pero  con  el  sentimiento  de  perder  algunos  de  sus 
compañeros,  víctimas  de  la  obstinación  y  crueldad  de  los 
bárbaros. 

Uno  de  los  principales  cuidados  que  ocuparon  el  ánimo 
del  V.  Comisario,  fué  establecer  un  Colegio  ó  Seminario  en 
donde  pudiese  instruir  y  habilitar  religiosos  para  el  ejerci- 
éo  de  las  misiones,  y  para  reemplazar  á  los  Padres  conver- 


»   J 


—  XXVI  — 

sores  que  morían,  ó  que  por  sub  enfermedades  no  podi 
proseguir  en  sus  tareas  apostólicas:  porque  aunque  la  p 
vincia  de  los  doce  Apóstoles  le  habia  hecho  cesión  del  co 
vento  de  Recoletos  de  Huaraz,  no  obstante,  la  circunstan*^ 
cia  de  estar  tan  distante  de  las  conversiones,  no  le  eximia 
de  extender  sus  miras  á  otros  lugares,  que  ofreciesen  1 
ventajas  que  se  requieren  para  el  alto  fin  á  que  están  desti- 
nados los  Colegios  de  Propaganda  ñde^  mayormente  cuan 
do  en  virtud  de  las  Cédulas  que  obtuvo  del  Rey  católico, 
esperaba  por  instantes  doce  misioneros  que  venían  de  Espa^j 
ña,  y  no  tenia  donde  hospedarlos  religiosamente.  Después^ 
de  consultarlo  con  Dios  en  la  oración,  eligió  en  el  Valle  de  i 
Jauja  un  lugar  llamado  Ocopa,  propiedad  de  un  cacique  | 
convertido,  muy  afecto  al  V.  Padre,  á  quien  lo  ofreció  y  ce-  \ 
dio  gustosísimo ,  y  en  dicho  lugar  habia  también  un  pue-  ! 
blecito  con  una  muy  reducida  capilla,  intitulada  Santa  Ro- 
sa ae  Santa  María,  perteneciente  al  curato  de  Concepción  i 
que  era  de  nuestra  orden. 

Pidió  á  esta  santa  provincia,  en  virtud  de  lo  ordenado  en 
las  Bulas  pontificias  concedidas  á  favor  de  los  misioneros  de 
la  Orden  Seráfica,  dicha  capilla,  para  erigirla  en  Hospicio 
de  conversiones,  á  fin  de  que  se  pudiesen  curar  en  él  los  en- 
fermos que  salian  de  las  misiones  de  infieles,  y  disponerse 
los  que  hubiesen  de  entrar  á  ellas.  Otorgó  la  provincia  todo 
lo  pedido:  y  en  31  de  Octubre  del  año  1724 hizo  cesión  alas 
conversiones,  de  la  capilla  y  dos  pequeñas  celdas  que  tenia 
adjuntas  con  una  cocinita.  Y  como  la  capacidad  del  loca- 
era  tan  reducida,  pidió  el  V.  Padre  Comisario  al  Señor  Vi- 
rey  facultad  para  ampliarla,  la  que  obtuvo  por  el  Febrero 
del  siguiente  año.  Comenzóse  la  ampliación  y  se  llevó  á  ca- 
bo con  el  ausilio  de  algunas  limosnas  pecuniarias  y  la  co* 
operación  de  tres  religiosos  legos,  formando  un  pequeño 
claustro  con  ocho  celdas,  un  refectorio,  una  enfermería  y 
otras  oficinas  necesarias  para  el  buen  orden  de  la  comuni-  . 
dad  y  guarda  de  la  vida  religiosa. 

Permaneció  en  ese  estado  de  mero  hospicio  oor  espacio 


"--  -v^ 


—  XXVII  — 

Raíganos  años,  pero  la  experiencia  ensefió,  que  era  ahso- 
[ktamente  indispensable  elevarle  al  rango  de  Colegio,  para 
b^Tenir  á  las  apremiantes  necesidades  que  frecuentemente 
ftdecian  las  conversiones,  por  falta  de  recursos  materiales 
j  escasez  de  misioneros.  En  efecto,  á  solicitad  del  V.  Padre 
Francisco,  y  previas  las  licencias  indispensables  del  Monar- 
ca católico,  se  trazó  el  plan  de  la  nueva  fábrica,  procurando 
mt  la  grandeza  á  la  solidez,  y  revestirle  con  todos  los  de- 
más requisitos  necesarios,  atendido  lo  frígido  y  húmedo  del 
terreno.  Emprendióse  la  obra  con  mucho  empeño  y  tesón, 
coadjuvando  con  sus  fuerzas  y  dirección  los  tres  sobredichos 
idi^osos  legos,  colectando  limosnas,  buscando  operarios  y 
utensilios  para  el  nuevo  edificio,  al  que  siempre  asistia  co- 
imo  principal  sobrestante  el  V.  P.  Francisco,  con  cuya  es- 
aerada  solicitud  corría  la  obra  prósperamente;  pero  no  tuvo 
á  consuelo  de  verla  concluida,  porque  la  muerte  cortó  con 
m  destructora  guadaña,  el  débil  hilo  de  su  vida  cuando  es- 
taba ya  para  correrse  la  bóveda  de  la  iglesia.  (1) 


(1)  Veinte  afios  se  emplearon  en  la  constraccion  de  este  Colegio  de 
8iqU  Rosa  de  Ocopa;  y  es  tai  que  puede  competir  con  los  más  magnifi- 
ouedificiosde  este  pais;y  para  que  no  se  nos  Juzgue  dé  interesados 
freaentomos  á  nuestros  lectores  una  descripción  que  de  este  Colegio  y 
r ocupaciones^  car&cter  y  virtud  de  los  misioneros,  publicó  el  año  1850  un 
I  honrado  viajero,  escritor,  filósofo,  historiador  y  célebre  magistrado  muy 
tOQOcedor  de  toda  esta  repúbUca,  cuyo  nombre  por  delicadeza  omiti- 
dlos. Dice  asi <£1  edificio  no  se  distingue  por  dimensiones  colosales, 

&iporla  elegancia  de  formas,  pero  colocado  en  una  situación  pintoresca 
ipartciendo  como  una  obra  artística  ebtre  escenas  campestres,  atrae  ir- 
Rtiblemente  hacia  si,  al  que  sin  su  presencia,  se  complacería  en  ba- 
jir  por  sendas  solitarias  entregado  6  una  meditación  dulce,  ó  á  un  des- 
Tirio  Heno  de  risueñas  imágenes:  presenta  por  delante  una  ancha  plaza, 
faeen  vano  se  ha  intentado  embellecer  con  calles  de  árboles;  la  mano 
del  mendigo,  las  caballerías  y  las  plantas  salvajes,  burlan  los  esfuerzos 
^trabajo  inteligente;  mas  este  triunfa  desde  las  paredes  del  convento; 
A  iglesia  está  fabricada  y  adornada  con  gusto;  cuatro  claustros  con  sus 
iUoa  Eon  dignos  del  grave  objeto  á  que  se  consagran,  distinguiéndose  el 
ín&ero  que  en  un  bello  cuadro,  con  veinte  y  cuatro  arcos,  encierra  un 
^toBo  jardín,  en  cuyo  centro  se  alza  una  fuente  saltante.  Bl  silencio  ha- 
^^ta  en  lo  interipr  del  recinto  y  solo  es  interrumpido  por  les  pasos  me- 
^inuioB  del  religioso  que  marbhaá  sus  deberea,  por  el  ruido  monótono 


—  XXVIII  — 

.  Antes  de  dar  fin  á  la  presente  biografía,  hemos  ju 
conveniente  insertar  un  certificado  que  para  la  causa  de 
beatificación  del  V.  P.  Francisco  presentó  el  B.  P.  Fray  J 
de  San  Antonio,  y  en  el  cual  hace  un  breve  relato  de  su-vidi( 
con  otras  noticias  muy  singulares.  \ 

«Certifico  yo,  Fr.  José  de  San  Antonio,  Predicador  Apoij 
tólico  del  Colegio  de  Santa  Rosa  de  Ocopa^  y  Comisario 

la  Misión  de  infieles  del  Cerro  de  la  Sal que  mi  vem 

rabie  Padre  Fr.  Francisco  de  San  José,  como  Comisario 
dichas  Misiones,  Prefecto  de  la  Sagrada  Congregación  dj 
Propaganda  fide^  y  muy  diestro  cazador  de  almas,  entsl 
por  aquellas  montañas  con  sus  pobres  compañeros,  hijos 
la  santa  provincia  de  Lima,  como  clarines  del  Evangeli 
publicando  las  verdades  de  nuestra  santa  fé,  pisando  pelí 
gros  y  á  sangre  y  fuego  tocando  á  degollar  los  mas  agiga 
tados  monstruos  de  la  idolatría,  abusos,  supersticiones  dial 
bélicas,  etc.  Descubrió  su  apostólico  celo  eUcelebrado  CerA 
de  la  Sal^  á  costa  de  mucho  tiempo  y  trabajo;  lo  que  no  pul 
dieron  conseguir  los  vireyes  de  Lima  con  el  ruido  de  las  ar-i 
mas,  aunque  lo  intentaron  varias  veces,  consiguió  esta  nue- 
va Compañía  de  mi  V.  Padre.»  «Tomó  nueva  posesión  del 
dicho  Cerro ^  en  nombre  de  la  Silla  Apostólica,  del  Rey  de  Es- 


de  la  péndola  que  lleva  el  alma*á  meditar  sobre  los  destinos  humanos, 
por  el  sonido  de  la  campana,  ó  por  los  cantos  del  coro;  el  Tiento  que  por 
las  tardes  ftuele  bramar  en  las  arboledas  inmediatas,  parece  espiraren 
las  paredes,  como  para  recordar  que  en  el  fondo  del  santuario  se  acallaB< 
las  pasiones  del  mundo.  La  incierta  claridad  del  interior,  la  soledad  pro- 
funda, las  estrechas  celdas,  los  ruidos  misteriosos,  las  imágenes  religio- 
sas, alejan  todo  pensamiento  profano.  Una  biblioteca  perfectamente  or-| 
denada  presenta  más  de  seis  mil  volúmenes,  para  desarrollar  y  hacer 
fructificar  las  ideas  elevadas  que  este  asilo  religioso  habia  despertado. 
Una  bella  huerta  en  donde  se  reproducen  sin  degenerar  buenas  hortali^ 
zas  de  Buropa,  y  anchos  cuadros  para  alfalfa,  cercados  de  frondosos  ali- 
sos, ofrecen  una  diversión  útii  al  ánimo  que  desfallece  en  las  alturas  do : 
la  meditación;  sin  necesidad  de  llevar  la  vista  muy  lejos,  se  goza  el  mds ' 
delicioso  recreo,  mirando  las  inmediaciones  que  ofrecen  toda  la  varie- 
dad, sencillez  y  armonía  de  un  jardin  chino;  aun  sin  salir  del  Colegio 
podemos  entretenernos  agradablemente  con  el  espectáculo  de  laslabcr 
res  mecánicas;  aqui  se  tejen  los  hábitos,  mas  allá  trabaja  el  encargado  de  i 


/ 


•     XXIX  — 

jfúa  7  Prelados  de  la  religión  Seráfica,  cumo  también  de  las 
lisíones  de  Huáñuco  y  Jauja,  perdidas  por  las  cruelísimas 
imertes,  que  los  bárbaros  apóstatas  y  gentiles  dieron  á  los 
lúnistros  apostólicos,  que  con  su  santo  celo  trabajaban  en 
nütivar  aquella  dilatadísima  viña  del  Señor. 

»Fué  tan  conocido  por  su  predicación  apostólica  y  celo  de 
kfialvacion  de  las  almas  en  el  reino  de  Méjico,  en  donde  fué 
eampañero  del  V.  P,  Fr.  Antonio  Margil  de  Jesús,  así  én  el 
Colegio  de  Sania  Gnii  de  Querétaro  y  Misiones  de  católicos, 
como  en  la  fundación  del  Colegio  de  Cristo  Crucificado  de 
Buatemala,  y  en  el  reino  del  Perú,  donde  hizo  tantos  por- 
tentos y  maravillas,  que  lo  miraban  como  á  segundo  Solano 
ie  aquel  reino:  fui  testigo  de  su  ejemplarísima  vida  en  tres 
&06  que  viví  con  él,  en  los  que  le  confesé  muchas  veces: 
Mzo  conmigo  su  última  confesión;  murió  en  mis  manos  el 
JKa  26  de  Noviembre  del  año  1736,  siendo  yo  Presidente  del 
^legio  que  fundó  de  Santa  Rosa  de  Ocopa. 

»Fué  su  dichosa  muerte,  á  los  ochenta  y  dos  años  de  su 
«lad,  canté  la  Misa  y  prediqué  el  dia  de    su  entierro,  que 


lizapateiía,  este  cose  los  veslido?,  aquel  cuida  de  los  enfermos,  el  uno 
i^ias  velas  para  todo  el  año,  el  otro  elabora  el  chocolate  para  algunos 
Beses,  hay  quienes  cuidan  del  pan  para  la  semana,  y  quienes  lleven  al 
l'ptsto  alas  caballerías  y  el  reducido  ganado;  un  hábil  obrero  dirige  la 
[coiislniccion  de  un  puente,  mientpas  otros  opeí arios  hacen  adobes;  cer- 
ade  la  herrería  trabaja  el  carpintero:  esta  pequeña  sociedad  se  esfuerza 
fe  todos  modos  por  bastarse  á  si  misma,  sin  exigir  de  los  demfts  hom~ 
^ la  retribución  á  que  le  dan  derecho  las  benéficas  tareas  do  sus 
siembros. 

8o  medio  de  una  yida  consagrada  al  estudio  de  las  verdades  eternas, 
i  Ii  oración  y  á  los  demás  deberes  del  culto,  siempre  encuentran  tiempo 
^religiosos  de  Ocopa;  siempre  está  su  ánimo  dispuesto  para  hacer  el 
^n. El  pobre  y  el  rico,  el  hijo  de  la  capital  y  el  que  vive  en  la  estancia, 
^s  las  razas,  iodos  los  sexos,  todas  las  edades,  encuentran  en  ellos 
tftnsuelo;  ocupan  asiduamente  el  confesonario  para  consolar  y  mejorar 
bilmas;  de  cualquiera  distancia  y  á  cualquiera  hora  que  se  les  llame, 
^^n  á  prestar  los  últimos  consuelos  de  la  religión;  su  botica  está 
Cierta  á  cualquier  enfermo;  de  su  mano  reciben  el  sustento  diario  al 
De^o  dia  y  á  la  noche,  de  doscientos  á  quinientos,  y  á  veces  hasta  mil 
^digeates,  segan  son  dias  comunes  ó  grandes  festiyidades,  y  conforme 
biido  la  cosecha  del  año;  el  forastero  obtiene  un  techo  donde  alber- 


—  XXX  — 

fué  cuatro  días  después  de  ella,  en  la  que  se  cumplieron 
rias  profecías  suyas;  y  en  los  dichos  dias  estuvo  su   cu< 
flexible  hasta  el  dia  de  su  entierro,  y  antes  de  él  la  m^ 
registrar  delante  de  muchos  testigos  las  señales  de  las 
zadas,  que  le  dieron  los  indios  en  las  Misiones  de  Talami 
ca,  lo  que  me  refirió  el  mismo  siervo  de  Dios:  le  mudé 
hábitos,  el  uno  lo  íepartí  entre  la  multitud  de  frente  que» 
currió  ásu  entierro,  para  consuelo  de  todos  los  que  le  amal 
tiernísimament'e  por  sus  virtudes  y  le  veneraban  como  á 
to.  Asi  en  salud,  como  en  enfermedad,  era  el  consuelo  de 
dos,  curando  á  muchos  enfermos  de  gravísimos  accidentes^ 
distintas  enfermedades,  con  tres  plátanos,  agua  bendita,  y 
Evangelio  de  San  Juan;  y  por  el  gran  concepto  que  hiciei 
de  su  sabiduría,  virtud  y  celo  apostólico,  los  prelados  de 
religión  de  nuestro  padre  santo  Domingo,  le  dieron  patenl 
de  Vicario  Provincial  de  la  provincia  de  San  Juan  Baúl 
de  Lima,  para  el  g^obierno  de  las  doctrinas  y  religiosos,  qi 
tiene  dicha  santa  Provincia  en  la  frontera  de  nuestras  sei 
fícas  misiones  de  infieles,  en  las  que  pasaba  los  ríos  m^ 
caudalosos,  volando  en  alas  de  su  encendido  amor  por  h 


garse,  un  buen  lecho,  comidas  preparadas  espresamente  para  él,  y  cuan 
to  necesita  para  sostenerse.  Como  en  toda  gran  concurrencia,  nun< 
faltan  ingratos  que  corresponden  á  tan  desinteresados  beneficios  con  ^ 
desdenes  é  insolencias^  se  presentan^ ciertos  hombres  sin  reflexión  nil 
poder,  que  destrozan  el  albergue  hospitalario,  se  llevan  las  piezas  del 
lecho;  pero  tamaños  excesos  no  cambian  un  momento  el  generoso  cora*. 
zon  de  estos  religiosos,  los  cuales  dispensan  sus  socorros,  como  Dios  en- 
vía la  luz  sobre  los  buenos  y  los  malos;  procuran  prevenir  las  necesidi- 
des  recorriendo  las  habitaciones  por  mañana,  tarde  y  noche  para  saber^ 
lo  que  cada  uno  ha  menester;  y  el  sacerdote  como  el  lego,  el  prelado  co- 
mo el  portero,  todos  le  asisten  con  la  prontitud  que  desearíamos  en  el 
mejor  de  nuestros  criados.  Bn  el  último  Jubileo  de  la  Porciúncula,hemoé; 
visto  una  concurrencia  de  más  de  cinco  mil  personas,  ocUp&ndolos  tí¿ 
cesar  desde  el  amanecer  hasta  las  diez  de  la  noche,  y  todas  han  sidé. 
atendidas  por  ellos  con  el  mayor  esmero;  á  las  más  importunas  exigen- 
cias contestaban  siempre  con  dulce  sonrisa;  tras  largas  horas  de  fatigaSi 
después  de  las  mayores  contrariedades,  rebosa  en  sus  semblantes  la  ine- 
fable paz  que  habita  en  el  alma  del  Justo. 

Yo  diria  á  los  que  prevenidos  por  las  tendencias  del  dia  y  por  preocu* 
daciones  antirreligiosas  no  están  dispuestos  6  favor  de  Ocopa,  venid  i 


eoDversion  de  las  almas:  fué  tan  celestial  su  sabiduría,  que 
eo  el  Evaiig;elio  del  día  y  en  la  oración,  estudiaba  todos  sus 
leimones,  en  los  que  predicaba  con  el  espíritu  de  san  Pablo.» 

«Tuvo  don  de  lenguas  como  otro  san  Francisco  Solano: 
todo  el  infierno  se  conjuró  contra  él,  en  la  entrada  que  hizo 
eoQ  sus  venerables  conpañeros  á  restaurar  las  tres  referidas 
conversiones,  en  la  que  hicieron  los  demonios  tan  gran  sen- 
timiento, que  se  oyeron  eñ  el  aire  sus  espantosos  ahuUidos, 
7  ea  altas  voces  dijeron  estas  palabras:  Miste  capilludo  y.  sus 
tmf  añeros  nos  vienen  á  quitar  nuestro  patrocinio^  y  ha- 
biéndolas oido  el  siervo  de  Dios,  les  dijo:  Andad,  malditos^ 
pmpiiaas  en  lo  mas  profundo  del  inJUrno^  dejad  liire  este 
sitio,  que  os  lo  mando  como  ministro  de  Dios;  y  para  que  no 
inquietéis  estas  pobres  almas^  yo  les  pondré  aquí  el  msjor 
fotrocinio  de  María  Santísima  mi  Señora,  para  que  á  ellas 
las  defienda  de  vuestros  engaños^  y  d  vosotros  os  pise  y  que- 
hrante  la  cabeza.  Y  con  este  motivo  puso  en  el  pueblo  prin- 
cipal que  es  el  de  Quimirí,  para  defensa  de  dichas  Misiones, 
ona  bellísima  imagen  con  el  título  de  nuestra  señora  del 
Patrocinio^  para  que  les  sirviese  de  patrona  á  los  recien 
convertidos.» 

«El  mismo  sentimiento  mostraron  los  demonios  por  la 
> conversión  de  Huánuco,  en  cuyos  pueblos  fronterizos  se 
|oyó  el  ruido  espantoso  que  hicieron  al  mismo  tiempo,  como 


iacftnBar  algunos  días  en  esta  soledad;  no  os  pido  la  fé  sencilla  de  nues- 
tros mayores,  que  tenían  los  claustros  por  única  morada  de  la  virtud,  y 
d  hábito  por  la  señal  infalible  de  santidad;  tampocQ  necesitáis  el  entu- 
Jumo  por  las  conquistas  del  espíritu  católico;  aunque  seáis  indiferen- 
^ea  religión,  si  amáis  el  progreso,  70  estoy  seguro  que  observando  coa 
ttn  corazón  sensible  y  una  inteligencia  pura,  os  decidiréis  á  trabajar  por 
li  conservación  y  fomento  del  Colegio  de  Ocopa.  ¿Quién  pasada  en  él 
líganos  dias  sin  interesarse  por  una  escuela  de  virtud  viviente,  por  un 
Qoniimento  de  nuestra  civilización  que  las  demás  repúblicas  nos  deben 
«Tidiar,  por  una  casa  de  beneficencia  que  subsistiendo  solo  de  la  cari- 
ca, es  la  Providencia  de  estos  lugares?  Hombres  que  gustáis  de  lo  bello 
Jdeloútil,  yo  os  convido  de  buena  fé  á  examinar  un  establecimiento 
<3i<iaela  naturaleza  y  la  humanidad  unen  sus  esfuerzos,  para  presentar 
is  espectáculo  lleno  de  encantos  y  fecundo  en  beneficios. 


—  XXXII   — 

el  traquido  de  una  pieza  ó  piezas  de  artillería.  Se  le  humif< 
liaban  las  fieras:  le  seguian  los  tigres  como  mansos  cor-' 
deros:  fué  un  verdadero  retrato  de  san  Pedro  de  Alcántara^ 
á  quien  siguió  en  la  penitencia,  humildad,  espíritu  profé^ 
tico,  y  conversión  de  los  pecadores:  fué  el  hombre  mas  doc- 
to, mas  santo,  mas  humilde,  mas  pobre,  mas  casto,  mas  ce- 
loso de  la  mayor  gloria  de  Dios  y  bien  de  las  almas,  y  de 
mas  fé,  esperanza,  caridad,  amor  y  temor  santo  de  Dios  de 
cuantos  he  conocido  en  la  religión,  en  mas  de  cuarenta 
anos  que  tengo  de  hábito.» 

Tales  y  tan  escelentes  fueron  las  virtudes  del  venerable 
padre  Francisco  de  san  José:  y  aunque  la  causa  de  su  bea- 
tificación, que  por  orden  del  limo.  Sr.  Arzobispo  de  Lima 
se  comenzó,  y  proseguía  con  mucho  empeño  y  gozo  de  todo» 
los  católicos  se  ha  sobreseido,  sin  embargo  esperamos  en  el 
Todopoderoso,  cuyos  juicios  son  incomprensibles,  que  nues- 
tra santa  madre  la  Iglesia,  cuando  llegue  el  tiempo  deter- 
minado por  Dios,  le  inscribirá  en  el  catálogo  de  los  Santos^ 
para  edificación  y  consuelo  de  todos  los  católicos,  especial- 
mente de  los  de  este  hemisferio  americano  que  le  son  tan 
deudores,  por  los  muchos  beneficios  que  con  su  predicación] 
y  santidad  les  ha  acarreado:  predijo  varias  veces  el  vene-; 
rabie  Padre  que  habia  de  morir  después  de  rezar  las  horas' 
canónicas,  lo  cual  solia  hacer  por  la  mañana  para  poder 
asistir  á  la  obra  y  alentar  con  su  presencia  á  los  trabaja- 
dores. Así  lo  ejecutó  el  dia  en  que  acaeció  su  muerte,  qud; 
fué  el  26  de  Noviembre  del  año  1736;  dia  de  llanto  y  de 
dolor,  en  que  lafe  conversiones  perdieron  su  restaurador  y 
principal  adalid,  sus  compañeros  los  religiosos  su  prelado  y 
maestro,  los  pueblos  su  protector,  y  todos  un  modelo  vivo 
de  virtud  y  santidad. 

Después  de  haber  asistido  con  la  comunidad  al  refec- 
torio á  medio  dia,  al  salir  de  él  para  ir  á  dar  gracias  á  la 
capilla,  se  cayó  desmayado  en  la  puerta  del  dicho  refec- 
torio; al  desmayo  sobrevino  una  copiosa  fluxión  de  sangre 
por  las  narices,  que  á  breve  rato  le  quitó  la  vida.  Auxilia- 


>. 


"'    "  -^  -\J 


—  XXXIII   — 

ronle  los  religiosos  que  se  hallaban  en  el  hospicio,  espe- 
cialmente su  confesor  et  P.  Fr.  José  de  san  Antonio,  quien 
le  administró  el  sacramento  de  la  Extrema-Unción:  el  cual 
recibido,  voló  su  alma  á  las  mansiones  celestes,  á  re- 
cibir el  premio  de  sus  grandes  y  copiosos  méritos  adqui- 
ridos en  su  larga  peregrinación  sobre  la  tierra,  que  empleó 
solamente  á  gioria  de  Dios,  salvación  de  las  almas  y  santi- 
ficación propia.  Sus  venerables  restos,  incorruptos,  y  con- 
servando todavía  un  color  sobrenatural,  se  guardan  en  un 
Inicho  situado  al  lado  izquierdo  del  coro  de  este  apostólico 
Colegio  de  Ocopa,  sobre  cuyo  nicho  se  lee  el  siguiente  epi- 
tafio: 
I» 

ücAquí  yacen  las  reliquias  del  Vüle.  P.  Fray  Francisco  de  san  José,» 
¡«natural  de  Mondejar  en  el  arzobispado  de  Toledo:  honra» 
«y  decoro  de  la  España  y  de  la  religión  Seráfica,  quien  habiendo» 
1  «profesado  nuestro  sagrado  instituto  en  el  convento  de  san  Juli-» 
[«an  de  Agreda  en  Castilla  la  vieja,  vino  de  edad  de  40» 
|«a^8,  de  misionero  apostólico  ¿  las  Américas,  y  como  as-» 
Í«tro  celestial,  derramó  su  benéfica  influencia  en  Méjico,» 
i  ly  Perú;  fundando  en  el  primero  el  Colegio  de  Propaganda» 
I  «Fide  de  Huatemala,  y  en  el  segundo  este  de  Santa  Rosa» 
\  «de  Ocopa,  restaurando  y  estableciendo  de  nuevo  muchas» 
\  «misiones  en  los  departamentos  de  Jauja,  Tatma  y  Huá-» 
^  «nuco,  trabajando  y  evangelizando  con  imponderable  celo» 
«del  bien  de  las  almas  por  el  espacio  de  42  años,  y  de-» 
.  «jando  á  todos  admirados  de  sus  heroicas  virtudes.» 
«Miu-ió  lleno  de  méritos  y  en  olor  de  santidad,  en  este  Colegio,» 
«ó  26  de  noviembre  de  l'^,  á  los  82  años  de  su  edad.» 


Nota.  Bsta  Iglesia  de  este  Colegio  fué  consagrada  por  el  Urna.  S.  Dr. 
D.  Diego  Antonio  Navarro  Martin  de  Villodres,  Obispo  de  la  Concep- 
ción de  Chile,  Visitador  del  Arzobispado  de  Lima,  el  dia  15  de  Enero  de 
1814,  á  petición  del  R.  P.  Paulo  Alonso  Carballo,  Guardian,  y  previa  la 
correspondiente  licencia  del  limo.  Sr.  Arzobispo.  Bl  dia  13  de  Enero  de 
1868elP.  Fray  Vicente  Calvo.  Prefecto  de  las  Misiones  de  este  mismo 
Colegio,  con  licencie  del  R.  P.  Fr.  Fernando  Pallares,  Guardian,  con- 
ngró  la  lápida  de  enmedio  del  Altar  Mayor  de  dicha  Iglesia. 


\ 


t»OQtQ» 


La  santa  obediencia,  primer  móvil  de  la  persona  reli 
sa,  encomendó  á  mi  corta  capacidad  el  oficio  de  escritor 
este  santo  colegio  de  Propaganda  Fide;  y  conociendo 
mis  talentos  no  alcanzan  á  cumplir  tanta  obligación, 
ve  dudoso  en  elegir  el  rumbo  que  debia  tomar  para 
principio  á  tanta  obra.  Registró  los  papeles  que  se  hall 
en  el  archivo,  buscando  materiales  para  su  fábrica;  y  enl 
ellos  hallé  noticias  auténticas,  dignas  de  ser  dadas  al  p 
blico  y  de  ser  tenidas  in  manihns  de  los  operarios  evangé 
eos,  que  desean  entrar  á  ios  infieles  de  las  montañas;  p 
conducirán  mucho  para  el  gobierno  y  precaución  con  q 
se  debe  proceder  entre  estas  casi  irracionales  gentes.  Y 
duda  la  falta  de  su  noticia  pudo  ser  causa  de  la  demasi 
confianza,  con  que  nuestros  hermanos  los  seráficos  misio 
ros  sacrificaron  sus  vidas  á  la  inconstancia  de  los  inñel 
Settebos,  Schipibos,  y  Cunibos  este  año  pasado  de  1766,      . 

Todo  cuanto  tengo  escrito  en  este  Compendio  consta  a 
papeles  auténticos  que  se  hallan  en  este  archivo,  alguod 
impresos  y  manuscritos  los  mas;  y  cuando  las  relaciones  n 
concuerdan  en  algunos  puntos,  he  procurado  aj  ustarme  J 
sentido  mas  verosímil,  para  lo  cual  me  ha  servido  algún 
práctica  que  tengo  de  las  montañas  y  sus  conversiones, ; 
algunas  cosas  escribo  de  propia  esperiencia.  No  ha  sido  pocí 
el  trabajo  que  he  tenido  en  concordar  las  verdaderas  d 
tancias  que  hay  de  unos  lugares  á  otros;  porque  como 


\ 
\ 


—  XXXV  — 

caminos  que  solamente  se  andan  á  pié,  y  con  incomodidades 
qne  referiré-  en  su  lugar,  parecen  dilatadas  las  jornadas,  j 

aunque  en  la  realidad  sean  bien  cortas,  y  así  muchos  ponen 
grandes  distancias  en  parajes  donde  apenas  hay  la  tercera 
parte.  Para  corregir  este  defecto  me  ha  servido  la  esperien- 
cia  acompañada  de  uu  grande  aplicación  en  observar  los 
rumbos  y  distancias,  y  corregirlas  con  las  observaciones  de 
las  alturas  solares;  diligencia  muy  necesaria  no  solamente 
en  las  montañas,  mas  también  en  la  mayor  parte  de  la  sie- 
rra. Cuando  hago  mención  de  leguas  simplemente,  se  ha  de 
entender  leguas  de  marina;  de  las  cuales  un  grado  de  lati- 
tud coatiene  veinte  leguas,  y  la  distancia  tomada  en  línea 
¡recta. 

He  intitulado  á  este  compendio  Luz  clarísima  sacada  de 
^klajo  del  Afodio  del  Olvido;  porque  tiene  todas  estas  pro- 
liedades.  Es  luz^  porque  manifiesta  los  peligros  que  ocurren 
¡en  las  entradas  á  los  infieles  de  las  montañas.  Clarísima  y  por 
ToTerdadero  de  sus  hechos  y  relaciones,  que  los  mas  son  de 
áervüs  de  Dios  que  con  la  sangre  de  sus  venas  rubricaron 
^ts  verdades  de  nuestra  santa  fé  entre  los  gentiles.  Sacada 
M  debajo  del  Medio  del  Olvido;  porque  aunque  estas  noti- 
cias están  en  el  archivo  de  este  colegio,  estaban  esparcidas 
^ín  varios  papeles,  y  como  entregadas  al  olvido;  mereciendo 
I É8tar  manifiestas  á  todos  las  heroicas  proezas  de  muchos 
iiervos  de  Dios  que  aquí  se  mencionan. 

En  todo  cuanto  escribiere  y  tengo  escrito,  me  sujeto  á  la 
eorreccion  de  nuestra  santa  madre  Iglesia  católica,  ni  pre- 
tendo en  el  menor  ápice  prevenir  su  piadosa  censura,  á  la 
^sujeto  mi  sentir  como  obediente  hijo;  y  también  á  la 
eensnra  de  mis  prelados,  por  cuyo  mandato  doy  á  esta  obra 
principio,  tomando  el  hilo  histórico  de  la  crónica  francisca- 
na del  Perú,  escrita  por  el  reverendo  padre  fray  Diego  do 
Córdoba  y  Salinas,  sacada  á  luz  el  año  1651. 


J^ 


• 


Nuestro  omnipotente  Dios  y  Señor,  solo  obrador  de 
des  maravillas,  aunque  en  todas  sus  obras  manifiesta  si 
vina  sabiduría,  parece  que  se  esmeró  en  la  hermosa  vari( 
de  criaturas  con  que  adornó  esta  meridional  Amériei| 
cual  dividida  en  varios  temperamentos  produce  tantas  || 
ciosidadeS;  que  es  la  admiración  de  la  naturaleza.  Divid!^ 
supremo  Hacedor  esta  América  meridional  en  tres  notal 
porciones,  que  manifiestan  á  los  mortales  un  rasgo  de  sifi 
tísima  providencia  en  la  contraposición  de  temperamenMJ 
calidades,  en  distancias  bien  cortas,  y  también  en  las  m 
dilatadas.  { 

La  primera  notable  porción  de  la  América  meridionslí 
la  Cordillera  Real,  que  comenzando  cerca  del  mar  del  no^ 
en  las  sierras  de  Santa  Marta,  prosigue  al  sur  por  ^paj 
de  mas  de  mil  trescientas  leguas,  con  elevados  cerros  el 
biertos  de  nieve  todo  el  año.  Esta  cordillera  Real  casi  deil 
su  principio  viene  dividida  en  ramos  casi  paralelos;  y  ail 
que  en  algunos  parajes  llegan  á  unirse,  como  en  la  proi^ 
cia  de  Jaén,  siempre  se  distinguen  en  sus  cualidades-] 
ramo  occidental  de  la  Real  Cordillera,  el  cual  sirve  de  ol 
á  la  costa  del  Perú,  es  mas  alto,  nevado,  y  como  dista  pdl 
del  mar  del  Sur,  pues  su  distancia  no  excede  de  veinte  i 
guas,  las  vertientes  que  dan  manantial  á  los  rios  que  de 


—  xxxvn  — 

an  en  dicho  mar,  son  de  poco  caudal  y  por  consiguiente 
eños:  por  el  contrario  de  todas  las  vertientes  que  caen 
la  parte  oriental,  se  forman.grandes  y  caudalosos  rios,  que 
pues  de  haber  recorrido  por  diversos  rumbos,  tributan 
mas  sus  raudales  al  gran  rio  Marañen,  y  algunos  al  gran 
^  de  la  Plata.  Las  faldas  de  este  ramo  occidental,  que  caen 
t  los  valles  del  sur,  son  regularmente  estériles;  pues  sola- 
Dente  con  el  beneficio  del  riego,  de  las  vertientes  de  la  Cor- 
Güera,  produce  lo  necesario  á  la  vida  humana  en  las  que- 
bidas  y  valles  donde  se  consigue  el  riego,  dejando  muchos 
^cios  de  costa  incultos  por  falta  de  humedad,  reducidos 
landos  arenales  y  algunas  salinas.  De  esta  generalidad  se 
kxceptúa  la  costa  que  media  entre  Guayaquil  y  Panamá; 
|u«í  por  estar  mas  distante  de  la  Cordillera,  tiene  el  benefi- 
tede  las  lluvias,  y  es  montaña  con  temperamento  cálido  y 
pnmedo. 

!  El  ramo  oriental  de  la  Real  Cordillera,  que  vulgarmente 
Paman  la  cordillera  de  los  Andes,  dista  regularmente  de 
¡fez  á  veinte  leguas  de  la  Cordillera  grande,  y  tiene  mu- 
pos  cerros  nevados  todo  el  año.  £1  espacio  qne  se  halla  cu- 
estos dos  ramos  de  Cordillera,  está  cortado  de  diversas 
bradas  y  valles  frios,  donde  se  cria  mucho  ganado  de  to- 
especies,  y  algunos  son  abundantes  de  cebada  y  tri- 
El  temperamento  es  frió  y  seco,  aunque  tiene  su   in- 

E^*'"no  de  lluvias:  en  algunas  quebradas  por  donde  corren 
nos  ríos  (á  lo  cual  llaman  temples)  hace  bastante  calor, 
producen  algunas  frutas,  así  de  la  tierra  como  de  las  de 
'Soropa. 

La  segunda  porción  notable  de  la  América  meridional, 
«la  Serranía  del  Brasil,  que  comenzando  desde  las  sierras 
^Maldonado  (en  el  rio  de  la  Plata^,  corren  al  norte  hasta 
ttrca  de  la  línea  equinoccial.  Y  aunque  esta  Serranía  no  es 
tan  elevada  ni  tiene  tantos  cerros  nevados  .como  la  Cordille- 
ft  Real,  es  muy  escabrosa  y  llena  de  monte,  donde  por  las 
frecuentes  lluvias  dan  sus  vertientes  copiosos  caudales  de 
«güa  á  muchos  y  grandes  rios,  que  los  mas  desaguan  en  el 


—  xxxvni  — 

río  de  la  Plata,  y  otros  al  mar  del  norte.  Tales  son  el  rio 
Para,  el  de  Tocantiños,  el  de  San  Francisco  y  otros. 

'Entre  estas  dos  notables  porciones  de  la  América  m 
dional,  está  situada  la  tercera,  mas  notable  por  su  g^rand 
Consiste  esta  porción  en  unas  grandes  llanuras  ó  Pampa 
que  ocupan  mas  de  mil  leguas  del  setentrion  al  mediod^ 
del  occidente  al  oriente  en  algunas  partes  quinientas  legua 
y  en  <itras  menos.  Todo  este  grande  espacio  está  cruzado  i 
innumerables  rios,  muchos  de  los  cuales  son  de  tal  magí^ 
tud,  que  esceden  á  los  mas  famosos  de  Europa  y  Asia-  L| 
mas  de  ellos  contribuyen  á  formar  el  famoso  rio  de  las  Auá 
zonas,  los  otros  tributan  sus  caudales  al  rio  de  la  Plata.  \ 
terreno  (máxime  en  la  zona  tórrida)  está  cubierto  de  espesi 
montes  de  arboledas  de  todas  especies  y  de  grandores  e:^ 
traordinarios.  El  temperamento  es  cálido  y  húmedo  esce^ 
vamente,  por  lo  cual  és  criadero  de  innumerables  sabandi 
jas  nocivas  al  género  humano.  Hay  culebras  de  rauch^ 
especies  y  tamaños,  y  algunas  muy  ponzoñosas.  Muchos  ti 
gres,  leopardos  y  animales  voraces.  La  cantidad  de  liormi 
gas  de  diferentes  especies  y  grandores,  es  inmensa.  Lq 
mosquitos  en  tanta  muchedumbre,  que  á  veces  se  forman  d< 
ellos  como  densas  nubes,  y  murciélagos  de  extraordinarií 
grandeza.  Los  rios  en  gran  manera  abundan  de  pescado  3 
de  caimanes;  los  montes  crian  muchos  animales  comesti- 
bles, y  el  aire  da  muchísimas  aves  de  varias  especies,  así  d^ 
caza  como  de  canto,  matizadas  de  hermosos  y  vistosos  co- 
lores. 

Todo  este  vasto  espacio  de  esta  tercera  notable  porción 
de  la  meridional  América,  está  poblada  de  innumerablea 
naciones  de  indios  infieles,  que  viven  de  vida  brutal,  sin  ley^ 
ni  rey,  ni  dependencia:  contentos  con  lo  que  produce  la. 
tierra  y  los  rios  á  costa  de  muy  poco  trabajo,  porque  comc^ 
el  temperamento  45  muy  cálido  y  húmedo,  hace  al  terreno 
grandemente  fértil  de  todas  las  semillas  y  frutos  que  suel8| 
producir  la  montaña.  Las  mas  de  las  naciones  no  usan  mas| 
vestido  que  el  que  sacaron  del  vientre  de  su  madre.  Viven 


—  xxxix  — 

i 

fcparcidos  por  aquellos  montes  en  casas  grandes  hechas  de 
falos  y  cubiertas  de  hojas  de  palmas.  En  cada  chsa  vive  una 
Imília  ó  parentela  de  treinta  ó  mas  personas.  Solamente  se 
nntan  en  crecido  número  para  sus  borracheras,  que  es  su 
icio  dominante,  y  para  las  espediciones  de  guerras  que  con- 
innamente  tienen  unas  naciones  contra  otras,  para  cuyo 
fiícto  eligen  sus  cabos  6  Curacas.  Entre  ellos  se  ignora  la 
¡edad,  porque  ni  los  hijos  hacen  caso  de  sus  padres,  ni  lag 
Igas  atienden  á  los  preceptos  de  sus  madres;  los  enfermos 
íd tienen  mas  remedio  que. sanar  naturalmente,  ó  morir 
Ifisamparados;  y  después  de  muertos,  sus  parientes  pegan 
liego  á  la  casa  y  cadáver,  y  se  mudan  á  vivir  á  otra  parte 
íen  distante. 

Algunos  ambiciosos  Je  nombre  y  fama,  y  por  inventar 
iovedades,  fingieron  en  estas  montañas  imperios  tan  pode- 
«sos  y  ricos,  que  causa  admiración  lo  que  dieron  á  la  pin- 
to y  aun  4  la  prensa.  Tal  fué  la  relación  que  por  los  años 
le  1630  don  Pedro  Bohorques  esparció  del  imperio  del  Enim, 
I  cuyo  emperador  hace  señor  de  muchos  reinos,  que  le  tri- 
btan  vasallaje  en  oro,  mantas,  plumajes,  y  otros  géneros 
ttiuísimos.  Describe  en  ella  el  origen  é  incrementos  de  tal 
imperio,  el  árbol  genealógico  de  sus  soberanos,  su  política 
y  costumbres,  con  las  ceremonias  de  coronarse  el  empera- 
íoT  y  prestarle  vasallaje  los  demás  reyes,  con  circunstancias 
tal  bien  ordenadas  y  dispuestas  á  su  antojo,  que  admitidas 
fe  la  novedad  que  el  vulgo  suele  abrazar  sin  examen,  mu- 
lias  personas  de  distinción  se  persuadieron  ser  cierta  su 
tósteucia,  y  con  eso  alborotó  los  ánimos  de  mucha  gente 
tó  Perú.  Pero  obligándole  á  la  ejecución  de  la  entrada, 
fceron  tales  las  escusas  y  tramoyas  que  armó,  que  dieron  á 
conocer  su  falsedad,  y  que  la  fingida  quimera  del  Enim  ha- 
^Mq  hija  de  su  ambición. 

Semejante  fué  la  relación  del  gran  Paytití,  que  en  el  año 
1838  divulgó  un  fulano  Gil  Negrete,  con  la  cual  engañado  don 
Benito  de  Ribera  y  Quiroga,  vecino  de  la  ciudad  de  la  Paz, 
^niprendió  su  conquista  con  los  despachos  necesarios  por  los 


I- 


<  I 


■': 


r 


V 


—  XL    — 


años  de  1680,  y  después  de  haber  gastado  en  varias 
diciones  mas  de  trescientos  mil  pesos,  no  sacó  mas  fral 
que  las  molestias,  el  desengaño,  j  quedar  pobre.  Lo  ci^ 
es  que  en  todo  este  vasto  espacio  no  hay  monarquía  algti« 
na;  pues  en  mas  de  ciento  cincuenta  años  que  los  Portu^ 
gueses  recorren  todos  los  rios  de  esta  meridional  AmérÍ4 
con  no  menos  codicia  que  los  primeros  Españoles  que  viiii< 
ron  al  Perú,  no  han  encontrado  con  alguna  monarquía  ni 
noticia;  habiendo  penetrado  tanto  por  dichas  montañs 
que  el  año  1741  subieron  por  el  rio  de  la  Madera  hasta 
ta  Cruz  de  la  Sierra,  atravesando  por  medio  de  los  pj 
donde  se  imaginaban  los  fingidos  imperios.  Y  el  año  17< 
los  dichos  Portugueses  se  han  establecido  en  Mato  Grosso^ 
que  está  situado  en  el  centro  de  esta  América  meridional. 


# 
f 


.4 


é 

! 

i 

i 


'I 


^ 


PRIMERA  ÉPOCA 


DB 


JLAS  jaiSlOÍES  DE  FIELES  £  jiliFlELES 


DEL  COLEGIO   DE 


MMIÍiM 


D 


<  ♦  » 


i« 


i« 


CAPITULO  I 


Del  Ceno  de  la  8sJ. 


Antes  de  poner  el  pié  en  la  montaña,  me  ha  parecido 
conveniente  describir  en  bosquejo  y  en  general  las  incomo- 
didades que  han  padecido  y  padecen  los  ministros  evangé- 
licos, que  han  transitado  y  transitan  por  esos  montes,  para 
que  no  sea  necesario  repetirlo  frecuentemente  en  todas  las 
entradas.  Porque  aunque  son  notorias  las  califlades  de  la 
América  por  lo  mucho  que  hay  escrito  sobre  la  materia,  y 
se  esperimenta  continuamente;  es  cosa  muy  distinta  hablar 
de  terrenos  transitados  con  frecuencia,  de  lo  que  esperi- 
mentamos  en  las  tierras  de  los  infieles,  los  cuales  por  su 
gran  flojera  no  se  moverán  á  aderezar  un  palmo  de  tierra 
para  facilitar  el  tránsito,  aunque  hayan  de  rodear  una  cua- 
dra. 


i 


—  2  — 

Primeramente  se  ha  de  suponer  que  aunque 
que  se  llama  montaña,  es  Pampa  6  llanura,  no  ei 
versal  que  no  tenga  sus  cuestas,  particularmente 
mediaciones  de  la  Sierra,  y  estas  dan  lugar  á 
grandes  barrancos,  que  forman  los  muchos  arre 
menores  que  son  muy  frecuentes,  y  es  preciso  pai 
chas  veces  con  el  agua  á  la  cintura  y  aun  á  los 
en  estos  barrancos  son  frecuentes  las  caídas,  y  fe 
los  precipicios.  Las  continuas  lluvias  que  en  lam 
esperimontan,  son  causa  de  que  el  pobre  caminan 
mas  del  tiempo  con  la  ropa  mojada,  y  como  el  su 
pre  está  húmedo,  y  cubierto  de  hojarasca  podrid; 
cuentes  los  resbalones,  sin  haber  calzado  que  agu 
dias,  y  el  mas  seguro  es  de  unos  trapos.  A  esto 
la  facilidad  de  corromperse  el  bastimento,  si  no  se 
una  precaución  mas  que  ordinaria. 

El  continuo  cansancio  y  sudor  que  causa  al  í 
el  transitar  por  tan  caluroso  clima,  cargado  coi 
sustento  que  ha  de  comer,  le  obliga  algunas  vec 
marse  á  algún  árbol,  y  cuando  imaginaba  hallar 
se  halla  acometido  de  ñeras  hormigas,  cuyas  pícaí 
san  al  fatigado  peregrino.  De  estas  hormigas  alg 
tan  malignas,  que  sus  picadas  dan  calentura  que 
dia  natural. 

Otras  ocasiones  la  fatiga  obliga  á  asirse  de  alg 
para  trepar  algunas  cuestas,  y  acontece  muchas  vi 
podrido,  y  dar  con  el  caminante  en  el  suelo  6  de 
No  es  menos  frecuente  afianzarse  de  algunos  paloi 
EOS,  que  en  lugar  de  aliviar  el  cansancio,  causai 
dolor,  pues  algunas  espinas  son  muy  enconosas. 

La  muchedumbre  de  mosquitos  es  de  grandÍE 
mentó,  porque  algunos  son  muy  nocivos,  de  suerl 
permiten  un  rato  de  descanso,  especialmente  en  lo 
cenagosos;  de  modo  que  para  descansar  algún  poc 
cesarlo  cubrirse  totalmente,  y  entonces  el  calor  a 
grandemente,  de  suerte  que  por  no  sofocarse  de 


—  3  — 

necesario  esponerse  otra  vez  á  la  batería  de  los  mosquitos. 
No  es  poca  la  molestia  que  causa  lo  intrincado  de  las  arbo- 
ledas, tan  enredadas  de  bejucos  y  maleza,  de  suerte  que  toda 
la  montaña  es  un  laberinto  sembrado  de  enfadosos  lazos.  A 
esto  se  añade  el  continuo  recelo  de  pisar  alguna  culebra; 
con  lo  cual  se  camina  por  las  montañas  siempre  entre  ries- 
gos, de  los  cuales  tengo  esperimentado  buena  parte.  Su- 
puesta esta  noticia : 

El  ramo  oriental  de  la  Cordillera  Real ,  llamado  vulgar- 
mente la  cordillera  de  los  Andes,  le  ha  situado  Dios  tan  em- 
pinado y  escarpado  por  la  parte  oriental,  que  es  la  que  mira 
á  la  montaña,  que  parece  haber  querido  su  altísima  Provi- 
dencia impedir  á  los  moradores  de  la  sierra  el  tránsito  á  las 
llanuras;  pues  solo  permite  bajada  á  ellas  por  algunas  que- 
bradas de  muy  difíciles  caminos  por  causa  de  los  precipi- 
cios, nieves  y  ciénegas  de  que  está  guarnecida  esta  cordi- 
llera de  los  Andes.  Estos  obstáculos  fueron  la  causa  para  que 
siempre  fuesen  sin  fruto  las  espediciones  á  la  montaña,  así 
en  tiempo  de  los  Incas,  monarcas  del  Perú,  como  de  los  Es- 
pañoles que  emprendieron  algunas  de  sus  conquistas.  Y  esta 
misma  parece  ser  la  razón  porque  en  los  primeros  cien  años 
de  la  conquista  de  este  reino,  no  se  lee  haber  entrado  reli- 
gioso alguno  á  la  espiritual  conquista  de  los  infieles  de  las 
montañas.  A  que  se  añade,  que  como  tenían  entre  manos  tan 
copiosa  mies  en  la  sierra  y  valles  de  la  costa,  no  atendieron 
á  lo  remoto. 

La  primera  entrada  que  se  hizo  á  las  montañas  (omitien- 
do las  que  hicieron  los  conquistadores  de  Quito)  fué  por  la 
quebrada  de  Chachapoyas  y  Moyobamba,  en  cuyo  rio  se 
hizo  el  argumento  de  cinco  bergantines,  para  ir  á  reconocer 
el  rio  de  las  Amazonas  bajo  las  órdenes  del  capitán  Pedro 
de  ürsua,  á  quien  mató  el  tirano  Lope  Aguirre,  y  se  levantó 
con  el  armamento  para  las  piraterías  que  ejecutó  en  el  mar 
del  norte. 

Otra  entrada  á  la  montaña  ^se  facilita  por  la  quebrada  en 
que  está  la  ciudad  de  Huániíco.  Por  esta  entraron  nuestros 


religiosos  menores  el  año  1631  á  la  conquista  ei 
los  Panatahiiaa,  según  que  la  refiere  nuestra 
Perú,  lib.  I,  cap.  xxv. 

Otra  entrada  á  la  montaña  se  frecuenta  por 
de  Tarma  y  Acobamba,  que  internando  desde 
pueblo  al  oriente  por  entre  altísimos  cerros,  á  U 
guas  se  sale  al  valle  de  Quimirí,  que  es  de  m( 
frondosa  y  fértil.  Antes  de  llegar  á  e«te  valle 
balsa  un  i-io  de  bastante  agua  que  llaman  Schat 
formado  de  la  junta  de  tres  rios.  El  primero 
Uiuemayo,  que  viene  del  noroeste.  El  segundo  t 
que  viene  del  oeste.  El  tercero  el  de  Monobambi 
del  sur,  con  cuyas  juntas  de  aguas  se  hace  el  rio 
mayo  navegable  para  las  bnlsas.  Diez  leguas  m: 
de  Quimirí  está  el  famoso  Cerro  de  la  Sal,  el  cuf 
de  un  ramo  de  Cordillera,  que  desde  la  Cordillet 
Reyes  viene  bajando  por  Paucartambo;  y  en  es 
eleva  dicho  cerro  como  un  pan  de  grande  alti 
blado  de  monte,  escepto  en  la  cumbre  en  que  se 
ne  algunos  matorrales  de  palmas.  Este  cerro  tie 
de  sal,  que  desde  la  cumbre  corre  al  sudoeste  pe 
mas  de  tres  leguas,  y  otras  tantas  hacia  el  dop 
veta  de  sal  tiene  de  ancho  regularmente  treínl 
sal  es  de  piedra  mezclada  con  algún  barro  coloi 
guas  antes  de  llegar  al  Cerro  de  la  Sal,  se  encí 
Paucartambo,  que  viene  del  noroeste,  y  unaleg 
jo  se  junta  con  el  rio  Schanscha-mayo,  formandi 
el  rio  que  llaman  de  la  Sal,  mas  abajo  Perene. 

Este  cerro  de  la  Sal  es  muy  fwnoso  por  el  g 
curso  de  indios  infieles,  que  de  las  naciones  maf 
la  montaña  acuden  á  él  por  sal;  porque  como  í 
montaña  hay  pocas  salinas,  les  es  forzoso  venii 
á  buscarla,  los  unos  para  su  uso  y  consumo,  y  o 
merciar  con  ella  otras  cosas  que  necesitan  de  las 
nes;  siendo  tau  varias  las  que  suben  á  este  cerro 


\-^. 


—  5  — 

didadque  tienen  de  muchos  rios  navegables,  que  algunas 
tardan  dos  meses  en  llegar  á  este  cerro,  cuyo  temperamento 
es  muy  templado;  porque  aunque  es  montaña  real,  el  calor 
^s  moderado  por  la  elevación  del  cerro  y  su  cercanía  á  la 
Ck>rdillera.  Está  habitado  de  indios  Amages,  y  de  algunos 
de  las  otras  naciones  que  se  quedan  en  él  cuando  suben 
por  sal. 


msfiM 


/ 


CAP1TIII.O  II- 

filtrada  de  nneetroe  nOglosoa  al  Coito  d»  Iit  8 


Aunque  la  cordillera  de  los  Andes  ofrece  difíci 
nos  para  la  mcutaña,  sin  embargo,  el  interés  mov 
nos  de  sus  moradores  de  dicha  cordillera  á  bajar  ] 
ñas  sendas  y  laderas  á  las  faldas  ó  temples,  dom 
sus  sementeras  de  raaiz,  fríjoles  y  coca. 

.  Con  la  frecuencia  de  estas  entradas  encontrab: 
á.  algunos  infieles;  con  la  comunicación  de  los 
se  arriesgaban  algunos  de  ellos  á  salir  á  tierra  de  c 
y  mediante  el  buen  tratamiento  que  hallaban,  al| 
cibian  el  santo  bautismo.  De  todos  estos  neófitos, 
ríos  indios  serranos  que  en  la  ceja  de  la  montaña  t 
sementeras,  se  formó  un  pueblo  llamado  Huancabs 
tante  veinte  y  cinco  leguas  del  Cerro  de  la  Sal,  el 
blo  con  título  de  curato  se  entregó  al  cuidado  de  1 
seráfica. 

Por  este  pueblo  de  Huancabamba  entró  á  la  m 
siervo  de  Dios  fray  Gerónimo  Giménez,  religios 
nuestra  seráfica  orden  el  año  1635,  en  Quimirí  fun 
mer  pueblo  con  capilla,  y  después  fué  martirizado 
pafiía  del  venerable  padre  fray  Cristóbal  Larios  á  i 

los  indios  Campas,  en  el  rio   Perene,  el  dia  8  de  L 

del  año  1637,   como  se  refiere  en  la  Crtínica  Seráfica  del 
Perú,  en  el  libro  ii  cap.  xxx. 


—  7  — 

No  entibió  sus  fervores  la  seráfica  provincia  de  los  doce 
Apóstoles,  por  las  dichosas  muertes  de  los  invictos  proto-' 
mártires  del  Perú;  antes  acudiendo  á  suplir  su  falta  otros 
varones  apostólicos,  prosiguieron  la  espiritual  conquista. 
Por  un  memorial  presentado  al  señor  marqués  de  pancera, 
virey  del  Perú,  el  año  1640  por  el  reverendo  padre  fray  Pe- 
dro Ordoñez  Flores,  ministro  provincial  de  esta  santa  pro- 
vincia, consta  que  en  el  dicho  -año  habia  en  la  conversión 
del  Cerro  de  la  Sal  siete  capillas  6  pueblecitos,  asistidos  de 
los  padres  fray  José  de  la  Concepción,  fray  Cristóbal  de  Mesa 
y  de  dos  hermanos  donados;  y  que  dicho  señor  virey  expi- 
dió orden  para  que  de  las  cajas  reales  se  diese  lo  necesario, 
para  el  avio  y  otras  cosas  que  necesitaban  los  religiosos  que 
iban  á  fomentar  aquella  conversión.  Su  data  en  8  de  Julio 
de  dicho  año  1640, 

También  consta  por  la  Crónica  Serájica  del  Perú,  en  el 
capítulo  XXXI  del  lib.  ii  que  en  el  año  de  1641,  el  dia  3  de 
Agosto,  se  embarcaron  por  el  rio  de  la  Sal  el  padre  fray  Ma- 
tías Illescas,  y  los  hermanos  fray  Pedro  de  la  Cruz  y  fray 
Francisco  Pina,  los  cuales  entregados  á  la  divina  providen- 
cia, se  dejaron  ir  rio  abajo  con  ansias  de  convertir  á  todas 
las  naciones  de  la  montaña;  y  no  se  supo  mas  de  ellos  hasta 
después  de  cuarenta  y  seis  años;  en  cuyo  tiempo  se  tuvo 
noticia  cierta  de  haber  sido  muertos  á  manos  de  los  infieles 
en  Schipibos. 

La  voz  común  de  que  el  Cerro  de  la  Sal  estaba  lleno  de 
minerales  de  oro  despertó  por  este  tiempo  la  codicia  de  al- 
gunos Españoles,  instigados  del  común  enemigo  para  des- 
truir el  trabajo  de  los  operarios  de  la  viña  del  Señor.  Cons- 
ta, pues,  por  declaración  jurídica,  tomada  al  capitán  Don 
Alonso  Sánchez  Bustamante,  que  por  este  tiempo  entraron 
por  Quirimí  algunos  españoles  gobernados  por  un  cabo,  con 
ánimo  de  internar  en  la  montaña,  en  cuya  compañía  iban 
dos  religiosos  menores;  y  aunque  los  padres  llevaban  el  an- 
helo de  convertir  las  almas,  se  reconocia  en  las  conversa- 
ciones de  los  españoles  que  ellos  iban  mas  bien  á  buscar 


—  8  — 

oro.  Así  fué  desgraciada  la  espedicion.  Cuando  los  indios  del 
Cerro  de  la  Sal  supieron  su  llegada,  vinieron  á  recibirlos 
con  mucho  rendimiento,  ofreciéndoles  su  amistad,  y  sir- 
viéndoles muy  oficiosos.  Creyéronse  ligeramente  los  espa- 
ñoles de  la  oficiosidad  obsequiosa  de  los  indios,  y  embarca- 
dos en  balsas,  navegaron  dos  dias  por  el  rio  de  la  Sal  abajo, 
prosiguiendo  los  indios  en  su  fingida  amistad  y  rendimiento; 
al  tercero  dia  persuadiéronles  que  hiciesen  tercios  de  las 
armas,  con  el  protesto  de  que  se  acomodarían  mejor  para  no» 
mojarse;  habiéndolo  conseguido,  aquella  tarde  llegaron  á.  un 
remanso  donde  los  indios  tenian  una  emboscada,  luego  los 
de  tierra  á  flechazos  y  los  de  las  balsas  con  los  remos  mata- 
ron ¿  los  dos  religiosos  y  á  todos  los  españoles,  excepto  dos 
de  ellos  que  acertaron  á  echar  mano  de  una  pistola  cada 
uno,  y  con  ellas  hicieron  frente  á  los  indios,  los  cuales  te- 
miendo las  bocas  de  fuego,  les  dieron  paso  y  se  metieron  en 
el  monte,  Pero  hallándose  destituidos  de  humano  socorro,  é 
imposibilitados  de  poder  salir  á  la  sierra,  se  entregaron  á  los 
indios  bajo  el  seguro  de  paz  que  les  ofrecieron.  El  uno  de 
los  dos  españoles  era  gallego  de  nación,  del  cual  el  mismo 
declarante  oyó  decir  que  retirado  al  interior  de  la  montaña^ 
se  habia  casado  á  la  moda  de  los  indios,  habia  tenido  algu- 
nos hijos,  y  se  discurre  que  murió  en  aquella  barbarie.  El 
otro  era  natural  de  Chachapoyas,  y  se  llamaba  Francisco  Vi- 
Uanueva,  del  cual  hablaremos  después.  Con  esta  revolución 
y  otras  que  luego  sucedieron,  se  perdió  por  entonces  la  con- 
versión del  dicho  Cerro  de  la  Sal. 

Dice  pues  el  mismo  declarante,  que  pocos  años  después 
(seria  el  año  1645  poco  mas  ó  menos)  entró  á  la  conquista 
del  cerro  de  la  Sal  don  Francisco  Bohorques  con  treinta  y 
seis  Españoles,  y  que  inmediatamente  se  apoderó  de  los  tres 
pueblecitos  que  estaban  en  la  ceja  de  la  montaña,  llamados 
Sibis,  Pucará  y  Collar.  Estos  solo  estaban  habitados  en  di- 
versos tiempos  del  año  de  algunos  indios  y  Españoles  (que 
tenian  en  ellos  sus  vocales)  mientras  duraban  las  cosechas, 
y  después  se  retiraban  á  Tarma  dejando  en  cada  pueblo  tres 


—  9~ 

tf  cuatro  indios.  Edte  capitán  Bohorques  se  hizo  dueño  de 
ias  sementeras  impidiendo  las  cosechas,  con  el  pretesto  de 
?ue  era  preciso  mantener  aquella  gente.  Con  este  motivo  se 
fevantaron  contra  él  algunas  quejas  en  la  provincia  de  Tar- 
m;  por  lo  cual  determinó  internarse  al  Cerro  de  la  Sal.  Al 
querer  pasar  el  rio  de  Schanscha-mayo,  le  disputaron  el  paso 
ima  porción  de  indios  Andes,  gobernados  por  un  indio  va- 
liente llamado  Santuma.  Porfiaban  los  Españoles  para  tomar 
el  vado  con  las  armas  de  fuego,  durando  el  combate  toda 
ona  mañana,  hasta  que  acertaron  á  herir  al  cabo  de  los  in- 
dios, con  lo  cual  suspendieron  éstos  la  pelea  ofreciendo  la 
amistad.  Asi  pasaron  los  Españoles  á  la  parte  de  Quimirí,  y 
I  los  indios  rindieron  la  obediencia  á  D.  Francisco  Bohorques. 
I  Entre  los  indios  que  disputaron  el  paso  á  los  Españoles,  es- 
!  taba  el  ya  mencionado  Francisco  Villanueva,  y  como  habia 
aprendido  el  idioma  ande,  fué  después  el  mas  confidente  del 
capitán  Bohorques. 

Después  pasaron  á  Quimirí  y  al  Cerro  de  la  Sal,  donde 
estuTieron  algún  tiempo  servidos  de  los  indios  de  todas 
aquellas  inmediaciones  y  de  otros  muchos  que  vinieren  á 
¿arle  la  obediencia.  Al  cabo  de  algunos  meses  salieron  de  la 
montaña  á  los  pueblos  de  Vitoc  y  Tapo  que  están  en  la  ceja, 
y  de  allí  se  llevaron  el  ganado  que  pudieron  encontrar  y  al- 
graias  mujeres,  y  se  retiraron  á  Quimirí,  donde  formaron 
población  y  sementeras,  pareciéndoles  bien  aquella  tierra. 
Mermado  bien  el  superior  gobierno  de  las  hostilidades  y 
altiveces  de  Bohorques  y  su  gente,  dio  comisión  á  ü.  Juan 
López  Real,  para  que  juntando  de  las  provincias  de  Tarma  y 
Jauja  la  gente  que  le  pareciese  necesaria,  entrase  á  prender 
aqnella  tropa  de  levantados.  Ejecutóse  la  espedicion;  y  aun- 
que Bohorques  vivia  con  las  precauciones  que  pedia  el  es- 
tado de  sus  cosas,  los  del  rey  por  medio  de  un  indio  infiel 
consiguieron  coger  las  espaldas  á  los  del  partido  de  Bohor- 
íoes,  prenderlos  á  todos  y  remitirlos  presos  á  Lima,  donde 
después  de  mucho  tiempo  fueron  desterrados,  y  el  dicho 


—  10  — 
Bohorques  y  su  confidente  Villanueva  fuero 
Valdivia. 

Consta  también  de  un  memorial  impreso, 
te  de  España  presentó  al  rey  nuestro  señor  e 
Andrés  Salgado  de  Araujo,  que  en  el  año  164! 
conquista  del  Cerro  de  la  Sal,  y  fundó  allí  uc 
el  nombre  de  San  Miguel  Árcáiígel,  donde  ha 
vecinos  españoles  con  todos  los  oficios  de  ca 
dos  pueblos  de  indios  convertidos;  y  que  de«pu 
y  medio,  por  informes  que  tuvo  el  virey  del  F 
Salvatierra,  poco  ventajosos  al  dicho  capitán 
saliesen  de  dicha  montafii  todos  los  Españo 
alteraciones  estuvo  esta  montaña  muy  alborotí 
de  poder  los  ministros  de  Dios  entrar  á  aspar 
del  santo  Evangelio. 


f>4JH|H|«^H)l>=c^°'^«^«>4^ 


CAPITULO  III 


PxogieaoB  j  decadencia  de  2aa  converaioneade  PanatahtiaB' 


Aunque  los  fervorosos  hijos  del  serafin  Francisco  vieron 
ttrrada  la  pnerta  de  la  montaña  por  la  parte  del  Cerro  de  la 
Sal,  no  tuvieron  ocioso  su  infatigable  celo;  antes  se  aplicaron 
,íon  mayor  esfuerzo  á  ampliar  las  conversiones  de  Pana  tahuas^ 
íonde  consiguieron  coger  opimos  frutos  para  las  troges  del 
celo,  y  muchos  fueron  tan  felices,  •  que  rubricaron  las  ver- 
iades  de  nuestra  santa  fé  con  la  sangre  de  sus  venas.  Ha- 
tense  estendido  estas  conversiones  por  medio  de  los  indios 
^janzos  hasta  las  márgenes  del  rio  Pachitea,  según  consta 
por  relación  del  reverendo  padre  fray  Francisco  Andrade, 
fiador  general  de  dichas  conversiones,  y  por  el  reverendo 
padre  comisario  general  fray  Gabriel  de  Guillestegui,  he- 
áiaen  el  año  1662.  Consta  por  dicha  relación  que  en  el  año 
U57  el  padre  fray  Alonso  Caballero  en  una  entrada  que  hizo 
pwlosPayanzos,  llegó  á  los  Callisecas  y  Settebos,  y  aunque 
cou  poco  fruto  por  entonces,  con  esperanzas  de  conseguirle 
iq6  en  aquellas  naciones  cinco  religiosos,  los  dos  sacerdo- 
te y  tres  legos,  acompañados  de  doce  españoles  y  ocho  in- 
áos  cristianos  de  Panatahuas.  Estos  religiosos  con  su  tole- 
Juncia  y  fatiga  fundaron  dos  pueblos,  y  tenian  ya  reducida 
laucha  gente;  pero  una  parcialidad  de  Callisecas  se  amoti- 
í  Barón,  gobernados  por  un  cacique  acometieron  á  los  dos 


—  12^ 
pacbloB,  y  mataron  á  los  religiosos,  á  los  es[ 
indios  cristianos,  sin  dejar  alguno. 

Consta  también  por  la  misma  relación,  que 
el  padre  fray  Lorenzo  Tineo,  guardián  de  Pa 
un  capitán  nombrado  por  el  superior  gobier 
y  seis  soldados  y  doscientos  indios  cristianos 
tro  por  la  tierra  de  los  Payanzos  á  los  Callísi 
márgenes  del  Paro  ó  Ucayal,  y  habiendo  llegí 
de  los  Settebos,  en  breve  tiempo  redujo  mas 
mas  eri  dos  pueblos  con  bus  iglesias  y  padre 
dian  todos  á  la  dpctrina.  En  este  estado  estal 
versioD  cuando  al  guardián  le  fué  forzoso  si 
á  buscar  socorro.  Dejó  allí  dos  religiosos  y  lo 
BU  capitán;  pero  este  enfadado  del  mal  tem| 
tierra,  se  salió  con  sus  soldados.  Viendo  los  C 
les  lo  indefenso  que  habian  quedado  los  religi 
á  los  Settebos  que  los  matasen;  pero  por  cons 
que  lo  dilataron  para  cuando  volviese  el  gua; 
ger  la  herramienta  que  esperaban  traerla.  C 
guardián  supo  que  se  habian  salido  el  capil 
receloso  de  algún  mal  suceso,  se  puso  al  inst 
no  con  el  socorro  de  gente  que  pudo  juntar 
montaña  alborotada  y  confederada  con  los  i: 
cas,  quienes  acometieron  un  dia  á  los  religio 
blo  de  la  Exaltación  de  Chupasnao,  arrojandc 
flechas  y  mechas  de  fuego  para  quemarles  1 
rando  la  invasión  desde  la  mañana  hasta  u 
religiosos  se  vieron  obligados  á  quemar  la 
los  infieles  se  resguardaban  de  algunas  boca 
los  indios  cristianos  tenían;  con  lo  cual  se  re 
fieles  dejando  muerto  á  un  indio  cristiano,  3 
flechazo  al  padre  fray  Francisco  de  Tomillo 
herida  no  fué  de  mucho  peligro,  por  haber 
antes  en  un  puntal  y  venir  de  rechazo,  con 
dias  se  puso  bueno. 


-  13  - 

Viendo  el  padre  gnardian  que  no  podía  sosegar  á  aquella 
gente  bárbara,  se  salió  con  sus  religiosos  á  las  conversiones 
de  Payanzos,  llevando  consigo  mas  de  cien  indios  Settebos 
que  voluntariamente  le  siguieron  deseosos  de  ser  cristianos, 
I  los  cuales  repartió  en  los  pueblos  de  las  conversiones,  y 
bautizó  á  mucbos  de  ellos  in  mortis  artículo,  especialmente 
i  los  párvulos.  De  allí  á  poco  tiempo  salieron  á  la  convér- 
Irion  de  Payanzos  treinta  y  cuatro  Settebos,  pidiendo  á  los 
padres  que  volviesen  á  sus  tierras  que  ya  estaban  arrepen- 
tidos de  lo  que  habian  ejecutado,  alegando  que  se  habian 
movido  á  ello  por  instigación  de  los  Callisecas,  que  les 
iDbligaron  con  amenazas  y  contra  su  voluntad. 

También  consta  por  declaración  tomada  al  padre  fray 
Rodrigo  Bazabil  el  mes  de  noviembre  del  año  1686,  que  el 
padre  fray  Alonso  Caballero  con  el  capitán  don  Gerónimo 
Sojas  y  soldados,  el  año  1663  hicieron  entrada  por  los  Pa- 
jranzos,  navegaron  por  el  Paro  ó  Ucayali,  y  redujeron  á  los 
Callisecas;  en  los  cuales  quedó  de  conversor  el  siervo  de 
bios  fray  Manuel  Biedma,  hasta  ti  año  1665,  con  pueblo  for- 
mado é  iglesia;  donde  estuvo  después  cerca  de  tres  años  de 
conversor  el  padre  fray  Rodrigo  Bazabil. 

Pero  como  la  nación  de  los  Callisecas  estaba  tan  retira- 
da de  Tulumayo,  que  era  la  cabeza  de  las  conversiones  de 
Panatahuas,  los  socorros  eran  escasos  y  llegaban  tarde;  por 
lo  cual  el  padre  fray  Rodrigo  Bazabil  desamparó  aquella 
conversión  en  el  año  1668  con  tan  desgraciado  dejo,  que 
confederados  los  Settebos  y  Callisecas  hicieron  una  irrupción 
:á  los  venerables  padres  fray  Francisco  Mejía,  presidente  de 
las  cpnversiones  de  Panatahuas,  fray  Alonso  Madrid,  fray 
Alonso  Acevedo,  lego  y  otros  cuatro  religiosos  el  año  1670. 

Antes  de  pasar  adelante,  se  me  ofrece  desatar  una  duda, 
que  se  pudiera  ofrecer  sobre  qué  nación  era  esta  de  los  Ca- 
llisecas, de  la  cual  en  los  tiempos  presentes  no  se  halla  noti- 
cia. Pero  reflexionando  sobre  la  descripción  de  su  territorio, 
infiero  que  son  los  que  hoy  se  llaman  Schipibos.  Fundóme  en 
que  el  referido  padre  visitador  general  dice,  que  los  Callise- 


—  14  — 
cas  confinaban  por  la  parte  de  la  Pampa  coi 
los  Setteboe;  que  era  nación  numerosa  y  gen 
yas  propiedades  convienen  hoy  á  los  Schipi! 
aquel  tiempo  habiéndose  reconocido  todas  s 
nes,  no  se  hace  mención  de  le»  Schipibos  y  al 
frecuente  comunicación  de  siete  años,  no  se 
Callisecas,  hasta  que  ahora  se  llaman  Schipil 


ff 


aAPITOLO  IV 


Segnnda  entrada  de  nuestroa  xeligiosoB  al  Cerro  de  2a  Sal, 
j  primera  entrada  á  la  montaña  por  Andamarca- 


Con  las  fatalidades  y  muertes  acontecidas  en  las  conver- 
siones de  Panatahuas,  quedaron  en  grande  consternación, 
'ni  se  tenian  por  seguros  en  ellas  los  operarios  evangélicos; 
y  por  esta  causa  determinaron  emplear  sus  fervores  en  otra 
I  viña,  que  pudiese  dar  el  fruto  correspondiente  á  los  traba- 
1  jos  de  los  jornaleros.  Dispusieron,  pues,  los  prelados  superio- 
\  res  de  esta  santa  provincia  de  los  doce  Apóstoles,  que  su- 
I  puesto  que  estaban  sosegadas  las  turbulencias  del  Cerro  de 
la  Sal,  se  emprendiese  la  conquista  espiritual  de  aquellas 
;  almas.  Obtúvose  licencia  del  superior  gobierno  para  esta  es- 
pedí cion  el  año  1671.  Fué  nombrado  por  presidente  de  ella 
el  padre  fray  Alonso  Robles,  varón  de  espíritu  a})óstolico,  á 
quien  acompañaron  otros  cuatro  sacerdotes  y  dos  religiosos 
legos.  El  señor  virey,  conde  de  Lemus,  dio  cuatrocientos  pe- 
sos de  limosna  para  ayuda  de  lo  necesario  para  la  entrada, 
y  con  otras  limosnas  que  dieron  los  bienhechores,  se  avia- 
ron de  lo  preciso  para  agasajar  á  los  indios.  Hízose  la  entra- 
da á  fines  del  verano  del  dicho  año  1671,  y  aunque  al  prin- 
cipio tuvieron  mucha  dificultad  para  esparcir  la  semilla  de 
la  divina  palabra,  con  la  paciencia  y  tolerancia  consiguie- 
ron ablandar  aquellos  racionales  troncos,  que  atraidos  del 


—  16  — 

buen  trato  y  de  los  agasajos  de  los  padres, 
cibir  la  luz  del  sacto  evangelio,  con  lo  cui 
muchísimos  párvulos,  y  también  muchos  at 
lo  moríis:  en  el  año  1673  se  fundó  en  Quirin 
ñeros  un  pueblo,  que  intitularon  Santa 
avecindaron  mas  de  doscientas  almas  de  to( 
xos,  y  se  iban  cada  dia  agregando  alguno 
Amages.  Dejémoslos  por  ahora,  que  nos  lli 
la  conversión  de  Santa  Cruz,  cuya  primen 
Andes  se  hizo  por  la  provincia  de  Jauja. 

Hállase  en  dicha  provincia  en  lo  alto  de 
los  Andes  el  pueblo  de  Santiago  de  Comas, 
de  nuestra  seráfica  religión,  con  dos  anejos, 
Acobamba,  y  el  otro  Andamarca.  Era  en  dii 
de  dicho  pueblo  el  padre  fray  Alonso  Zurb; 
verdaderamente  apostólico,  celoso  de  la  ci 
almas,  y  muy  observante  de  nuestro  seráfit 
lian  algunas  veces  por  los  veranos  salir  alg 
des  al  pueblo  de  Andamarca,  manifestando 
seos  que  tenian  de  recibir  el  santo  bautisi 
almas;  y  daban  noticia  de  las  muchas  naci( 
ban  aquellas  montañas.  Deseaba  el  padre  < 
aquellas  ovejas,  que  con  tantas  ansias  le 
oponía  á  sus  deseos  la  aspereza  invencible  < 
da,  por  que  si  por  todas  partes  la  Cordille 
parece  formada  de  Dios  como  fuerte  murall 
sierra  de  la  montaña,  por  esta  parte  se  hs 
por  la  frialdad  de  tres  rígidos  ramos  de  con 
de  el  valle  de  Jauja  se  han  de  atravesar.  1 
hacían  intransitable  las  muchas  ciénegas 
distrito,  siendo  preciso  andar  á  pié  (porque 
gaba  imposible  el  poder  hacer  camino  para 
gando  en  hombros  la  provisión  y  omament 
heladas  ciénegas  se  enterraban  hasta  las 
suerte  espantaba  á  los  que  presumían  tran 


—  17  — 

i6  presumió  que  hubiera  quien  se  atreviera  á  penetrar  aque- 
jas Punas  sin  quedar  imposibilitado  de  volver. 

Instado  del  deseo  de  la  salvación  de  aquellas  almas  el 
licho  padre  Cura  de  Comas,  comunicó  el  negocio  con  el  re- 
rerendo  padre  presidente  de  Quimirí,  pidiéndole  que  enviase 
[mra  dicha  empresa  algún  ministro  evangélico  de  fervoroso 
BBpiritu,  ofreciéndose  dicho  padre  cura  á  asistirle  con  cuan- 
tos auxilios  le  permitiese  la  doctrina,  y  que  solicitarla  to- 
los los  medios  posibles  para  que  no  faltase  cosa  alguna  al 
socorro  de  los  seráficos  operarios;  así  lo  cumplió  con  gran 
{puntualidad  asistiendo  personalmente  á  la  composición  de 
\sM  caminos  y  conducción  de  lo  necesario  para  las  entradas, 
esponiéndose  á  perder  la  vida  en  los  muchos  precipicios  de 
aquella  cordillera. 

Para  esta  primera  entrada  fué  electo  el  venerable  padre 
fray  Manuel  Biedma,  varón  apostólico,  y  antiguó  conversor 
¡de  los  Panatahuas;  el  cual  cuand©  estuvo  entre  los  Callise- 
Icas  habia  aprendido  algunos  vocablos  de  la  lengua  Ande,  y 
^ora  se  ofreció  á  esta  expedición  ansioso  de  ganar  á  costa 
de  fatigas  muchas  almas  para  Dios. 

Habiéndose  dispuesto  por  la  solicitud  del  reverendo  pa- 
dre cura  de  Comas  todo  lo  necesario,  así  de  bastimento 
como  de  herramientas  y  gente  para  la  conducción,  salieron 
de  Comas  todos  á  pié,  el  venerable  padre  Biedma  con  un 
religioso  lego,  llamado  fray  Juan  üjeda,  y  dos  hermanos 
donados  el  dia  11  de  Mayo  de  1673,  acompañados  del  padre 
cura  y  de  muchos  indios  de  Comas  y  Andamarca,  hasta 
\  cuyo  pueblo  los  acompañó  el  padre  cura.  Caminaron  ocho 
I  dias  con  indecibles  trabajos  de  las  ciénegas,  nieves,  lluvias 
I  y  precipicios,  sin  mas  sustento  que  un  poco  de  queso  y  al- 
I  gun  maíz  tostado.  Después  de  un  tan  penoso  camino,  llega- 
ron á  la  tierra  ó  montaña  de  los  infieles,  donde  fueron  reci- 
:  bidos  con  extrañas  demostraciones  de  júbilo  y  benevolencia; 
i  especialmente  del  curaca  ó  cacique  llamado  Tonté,  que  des- 
pués de  bautizado  se  llamó  D.  Diego,  quien  regaló  á  los 
huéspedes  con  abundancia  de  frutas  y  de  lo  que  produce 


—  18  — 
aquel  país.  El  dia  18  de  Majo  llegaron  á  1 
caraca  Tonté  cantando  el  Te  üeam  laudaí 
dos  á  Jesús  crucificado  en  una  imagen  qn< 
rabie  padre  Biedma,  y  habiendo  colocaí 
hermosa  cruz  en  uaa  plazuela,  se  tomó  pe 
tierra,  en  nombre  del  rey  y  de  la  seráfica  r 

El  dia  líO  que  era  sábado  y  vigilia  de 
vino  el  venerable  padre  al  cacique  Tonté, 
hiciesen  una  capilla  para  celebrar  el  dia  si 
santo  sacrificio.  Apenas  conocieron  la  vo 
de  Dios,  cuando  á  porfía  se  dieron  tal  pri 
qne  aquel  mismo  dia  por  la  tarde  tuvieron 
sia,  que  parecia  obra  de  muchos  meses, 
estrenó  con  la  salve  y  rosario  á  nuestra  Se 
guíente  se  cant^  la  Misa  del  Espíritu-  Sa: 
primera  qne  se  celebró  en  aquellas  montaf 
Dios  puso  por  nombre  á  acfuella  primera  igl 
ta  Cruz.  Durante  la  semana  de  Pentecostí 
rabie  padre  Biedma  muchas  embajadas  d 
aquellos  contomos,  que  todas  dieron  la 
Nuestro  Señor,  y  se  aloraban  de  tener  en 
tros  qne  les  enseñasen  la  ley  de  Dios.  El  p 
algunas  cosillas  y  cuchillos,  que  ellos  a) 
no  perdiendo  ocasión  de  predicarles  el  s 
lengua  general,  y  algo  que  sabia  de  la  leo 
yas  pláticas  aprovechó  tanto  el  curaca  Tbi 
pues  ser  coadjutor  del  padre  en  la  convers 

Uucbo  sentia  el  común  enemigo  verse 
perio  que  tiránicamente  habia  poseído  ta 
estorbar  el  fruto  de  la  divina  palabra,  inst 
del  oriente,  las  cuales  por  tres  veces  envií 
cacique  Tonté,  con  crueles  amenazas  para 
tierras  á  los  Viracochas;  y  últimamente  e 
indios  fieros,  robustos,  pintados  y  arma 
curaca  Tonté  que  matase  aquellos  padres. 


V. 


—  19  —  ' 
lisL  á  sus  huéspedes,  dando  razón  de  la  causa  de  su  venida 
«>D  eficaces  palabras.  Duró  la  disputa  toda  una  noche,  y 
iixtiera  pasado  á  guerra  formal,  si  Dios  no  les  hubiera  mu- 
Lado  á  aquellos  bárbaros  los  corazones;  pero  el  venerable  pa- 
ire después  de  haber  encomendado  á  la  divina  Majestad  en 
il  santo  sacrificio  el  remedio  de  aquella  necesidad,  salió  á 
silos,  y  les  dijo  cuatro  palabras  dictadas  por  el  Espíritu  del 
Seíior,  con  las  cuales  desarmó  su  fiereza  y  enojo.  Echáronse 
aquellos  bárbaros  á  los  pies  del  siervo  de  Dios  y  le  pidieron 
perdón,  suplicándole  que  no  se  fuese,  que  el  año  siguiente 
tendrían  por  él  para  que  les  enseñase  á  conocer  al  verdade- 
ro Dios.  Abrazólos  el  venerable  padre,  los  regaló  con  algu- 
iaas  cositas  que  se  habian  traido  para  este  efecto,  y  se  vol- 
vieron muy  contentos.  De  allí  á  pocos  dias  vinieron  á  dar  la 
obediencia  otras  muchas  naciones  de  la  parte  oriental. 

Nota  que  aunque  los  indios  que  viven  en  estas  inmedia- 
ciones tienen  el  nombre  genérico  de  Campas,  se  distinguen 
por  otros  nombres  tomados  ó  del  paraje  donde  moran,  ó  de 
la  propiedad  de  sus  castas  ó  de  sus  parcialidades.  Los  que 
viven  junto  á  la  falda  de  la  Cordillera,  se  llaman  Andes. 
Los  que  primero  vinieron  á  dar  la  obediencia,  fueron  los 
Pangoas,  los  Menearos,  los  Anapatis  y  los  Pilcosumis.  Des- 
pués vinieron  los  Satipos,  los  Capiris,  los  Cobaros  y  los  Pi- 
siataris.  Después  que  se  apaciguaron  los  fieros  embajadores, 
vinieron  los  Cuyentimaris,  los  Sangirenis,  los  Zagorenis,  los 
Quíntimirís  y  otros. 

El  venerable  padre  Biedma  salió  después  de  algunos  dias 
á  visitar  las  naciones  circunvecinas,  que  por  sus  embajado- 
res ya  habian  dado  la  obediencia,  y  aunque  en  dicha  jorna- 
da padeció  grandes  trabajos,  fué  grande  el  gozo  espiritual 
que  tuvo,  viendo  la  buena  sazón  en  que  se  hallaba  la  copio- 
sa mies  que  Dios  le  habia  deparado.  Y  después  de  haber  da- 
do á  la  divina  Majestad  las  debidas  gracias,  determinó  dar 
parte  del  estado  de  aquella  conversión  al  reverendo  padre 
presidente  de  Quimirí,  pidiéndole  operarios  para  que  le  ayu- 
dasen al  cultivo  de  aquella  viña  del  Señor. 


;  ..' 


i 


i 


i 

•i 

i 

( 

I 

1 

I 

3 


\ 


I 

I 

1 


¡  CAPITPL©  V. 

j 

i  Entra  el  P.  írajr  Francisco  Izquierdo  al  pueblo  de  Santa-  Otum. 


Aunque  el  venerable  padre  fray  Manuel  Biedma  conocia 
la  gran  falta  que  tenia  de  compañeros  para  dar  pasto  espi- 
ritual á  aquellas  almas,  congojábale  los  trabajos  que  indis- 
pensablemente habían  de  padecer  entrando  por  las  Punas  de 
Andamarca.  ]f  consultando  estas  aflicciones  con  el  curaca 
Tonté,  le  preguntó  si  se  podia  ir  á  Quimirí  por  la  m.ontaña 
sin  salir  á  la  Sierra.  Respondió  que  bien  se  podia,  aunque 
con  gran  trabajo.  Con  esta  noticia  determinó  enviar  á  su 
compañero  fray  Juan  de  Ojeda  á  Quimirí,  á  participar  el  es- 
tado de  aquella  conversión,  y  lo  que  necesitaba  para  perfec- 
cionarla. 

Fué  el  dicho  religioso,  acompañado  de  algunos  indios  de 
confianza,  por  dentro  de  la  montaña  al  Cerro  de  la  Sal  y 
desde  allí  á  Quimirí,  con  la  buena  noticia  que  llevaba:  reci- 
bido del  reverendo  padre  presidente  y  demás  religiosos  con 
.  alegría  espiritual,  habiendo  conferido  entre  todos  la  materia, 
el  dicho  reverendo  padre  presidente  remitió  á  la  conversión 
de  Santa  Cruz  á  los  padres  fray  Francisco  Izquierdo,  fray 
Francisco  Gutiérrez,  con  los  hermanos  religiosos  legos  fray 
Juan  de  Ojeda  y  fray  José  de  la  Concepción. 

Embarcáronse  los  cuatro  religiosos  en  las  balsas  en  que 
habia  venido  la  noticia;  y  el  venerable  padre  fray  Francis- 


..Éír- 


^  A 


X  I 


•X 


—  21  — 

co Izquierdo  no  perdió  instante  de  comunicar  el* fuego  de 
amor  divino  que  llevaba  en  su  pecho,  de  dia  en  las  balsas  y 
de  noche  en  los  parajes  que  llegaban,  pagando  con  dones 
espirituales  los  beneficios  que  recibia  de  aquella  bárbara 
gente.  Sucedióle  en  este  viaje  á  este  siervo  de  Dios  un  caso 
en  que  el  Señor  quiso  manifestar  las  heroicas  virtudes  de 
este  apostólico  varón. 

Llegó  á  hospedarse  una  noche  al  rancho  ó  habitación  de 
un  indio  gentil  que  estaba  moribundo,  y  tenia  copiosa  fa- 
milia; como  la  caridad  no  sabe  estar  ociosa,  procuró  aliviar 
al  paciente  con  afectuosas  palabras,  é  introducirle  con  agra- 
do la  benevolencia  y  amor  de  la  fé  católica.  Duró  toda  la 
noche  en  esta  oficiosa  tarea,  y  habiendo  venido  el  dia,  pa- 
Teciéndole  que  seria  grande  omisión  dejar  aquella  alma  á 
peligro  de  perderse,  despidió  á  los  compañeros  para  que  lle- 
gasen cuanto  antes  á  ayudar  ál  venerable  padre  Biedma,' 
dicíéndoles  que  en  breve  estaría  con  ellos.  Quedóse  solo  en- 
tre aquellos  bárbaros,  hasta  que  consiguió  el  fruto  de  sus 
deseos,  enviando  al  cielo  á  aquella  alma  con  el  santo  bau- 
tismo. Y  habiendo  oido  decir  á  aquellos  indios  que  los  de 
Quiringa  eran  muchas  familias,  deseoso  de  convertirlos  á 
la  santa  fé,  salió  en  busca  de  ellos  solo  con  su  bordón  y  bre- 
mño  como  apóstol  del  Señor,  sin  alforjas  ni  mas  pre- 
vención que  las  seguras  esperanzas  en  la  divina  Provi- 
dencia. 

Penetró  aquellos  montes  siguiendo  veredas  de  animales, 
y  habiendo  perdido  el  camino  que  debia  haber  llevado,  an- 
dnvo  errante  un  mes  entero  por  lo  intrincado  de  aquella 
montaña.  Si  alguna  vez  encontraba  algunos  indios,  les  pre- 
dicaba la  ley  de  Dios;  pero  ellos  como  bárbaros  y  mas  crue- 
les que  los  tigres,  le  pagaban  este  beneficio  con  arrojarle  á 
los  montes  para  que  fuese  pasto  de  las  fieras.  Referia  este 
Bieno  de  Dios  que  varias  veces  encontró  tigres,  culebras, 
víboras,  y  otras  sabandijas  que  abundan  en  las  montañas,  y 
qne  nunca  permitió  el  Señor  que  le  hiciesen  daño.  Donde  le 
cogia  la  noche,  se  ponia  en  oración,  y  después  tomaba  al- 


1 


I 

.  i 


—  22  — 

g-un  descanso  sobre  el  duro  suelo,  que  por  all 
está  munando  ag'ua. 

Una  uoche  se  echó  á  dormir  en  un  terreno 
ra  sentir  menos  la  humedad,  y  aconteció  ser 
ro,  de  una  especie  de  hormigas  tan  voraces,  ( 
cuentran  de  carne  en  breve  tiempo  la  dejan 
espina,  sin  que  se  escape  de  su  pronta  cuant 
reza,  ni  el  tigre  mas  feroz,  ni  la  mas  venenos; 
que  son  tantos  los  millares  de  ellas  que  hat 
por  mas  resistencia  que  hagan,  luego  á  poc< 
vencidas  y  devoradas.  Sintiendo  las  hormig 
nuevo  huésped  que  dormía  sobre  sus  casas, 
llares,  y  á  breve  rato  redujeron  á  hilachas  el 
una  túnica  que  cubría  sus  carnes.  Pero  nue 
Dios  que  impidió  á  los  hambrientos  leones  q 
santo  profeta  Daniel,  dispuso  que  estas  voraC( 
llegando  á  la  carne  del  siervo  de  Dios,  venera 
nal  pureza,  se  retirasen  reverentes  á  su  retre 
venerable  padre  al  amanecer,  y  hallánclose 
reconoció  la  divina  Providencia  que  le  hal 
aquellos  animalejos,  puesto  de  rodillas,  dio  la 
cias  á  Dios  alabando  sus  misericordias,  y  de 
sus  atentos  huéspedes,  prosiguió  su  peregrin 

¡Oh  maravillas  de  la  Omnipotencia!  ¡Bei 
siempre  la  soberana  Majestad  que  es  obradi 
portentos!  ¿Quién  pudo  defender  la  vida  de 
cordero,  metido  entre  tantos  carniceros  ]ob( 
racionales  le  arrojaban  á  las  fieras,  estas  su| 
su  inocencia.  ¿Cuántas  veces  lo  arrojaron  lo 
8U5  albargues,  unas  á  palos  y  otras  á  empello 
pereciese  por  aquellos  montes,  6  anegado  c 
(que  en  todo  el  año  son  frecuentes  en  la  moni 
do  de  las  sabandijas?  Pero  todas  las  aguas  c 
clones  no  podían  apagar  el  incendio  de  aqi 
corazón,  deseoso  de  padecer  mas  por  Dios ; 
para  el  cielo.  No  fué  menor  maravilla  de  la 


—  23  — 

ciencia  conservar  la  vida  á  este  fiel  siervo  suyo  en  medio  de 
tantos  trabajos,  molestado  de  la  hambre,  fatigado  de  los  ca- 
minos, desgarrado  su  cuerpo  de  las  innumerables  espinas  de 
los  árboles  de  aquellos  montes,  sin  mas  sustento  que  algu- 

^  ñas  raíces;  pues  instado  de  su  prelado  el  venerable  padre 
Biedma;  dijo  que  solamente  en  su  mayor  necesidad  se  atre- 
vió á  Coger  de  una  .chácara  una  mazorca  de  maíz,  y  que  de 

i  -día  comía  todos  los  días  cinco  granos  y  no  mas,  en  revé- 

;  rencia  de  las  cinco  llagas  de  nuestro  soberano  Redentor. 

I  Admirable  fué  la  constancia  de  este  siervo  del  Altísimo. 
Solamente  la  consideración  de  verse  perdido  por  aquellos 
montes  con  la  túnica  mojada,  y  tan  raída,  sin  tener  avíos 
<5on  que  encender  fuego  para  consolarse  en  la  horrorosa  so- 
ledad de  las  noches,  y  el  ruido  de  las  fieras,  que  aun  á  los 
<iae  están  en  sus  casas  asombran,  eran  motivos  bastantes 
para  hacer  desfallecer  el  ánimo  mas  valiente.  Pero  como  el 
aer\'o  de  Dios  tenia  puesta  en  el  Señor  toda  su  confianza, 
estaba  muy  seguro  en  medio  de  los  peligros. 

Cerca  de  un  mes  habia  que  andaba  errante  por  aquellos 
montes,  cuando  se  encontró  con  un  indio  de  los  muchos  que 
liabia  despachado  en  busca  suya  el  venerable  padre  fray 
Manuel  Biedma,  y  casi  tenían  perdida  la  esperanza  de  en- 

}  contraríe.  Saludóle  el  indio,  y  viéndole  en  tan  estrema  ne- 
cesidad, le  ofreció  una  pierna  de  puerco  montes,  un  pedazo 
de  mono  asado,  pescado,  y  lo  demás  que  traía  para  su  pro- 
visión; pero  el  siervo  de  Dios  no  quiso  tomar  cosa  algima 
por  ser  aquel  día  sábado,  y  tener  devoción  de  no  tomar  ali- 
mento alguno  corporal  en  los  sábados,  en  obsequio  de  la 
Virgen  María  Nuestra  Señora.  Solo  admitió  que  le  guardase 
^pescadito  y  una  yuca,  con  lo  cual  se  sustentó  tres  dias 
íue  tardó  en  llegar  al  pueblo,  adonde  los  compañeros  ha- 
bian  llegado  habia  cerca  de  un  mes. 

No  es  fácil  describir  los  afectos  de  admiración,  compa- 
Bion  y  lástima  que  la  vista  de  este  santo  varón  causó  á  los 
demás  religiosos.  Llegó  tan  desfigurado,  pálido,  flaco  y 
Diacilento,  que  parecía  un  esqueleto  mal  cubierto  con  unas 


—  24  — 

hilacha8  de  najal,  todo  el  cuerpo  lleno  de  llagas 
fiszos  de  las  espinas,  j  encunadas  cod  la  húmeda 
Púsoles  en  cuidado  á  los  religiosos  el  restablece 
7  salud  tan  estenuada;  pero  el  KÍerro  de  Dioe, 
padecer  mas,  y  tener  que  ofrecer  á  la  divina  \ 
los  dolores  de  sus  llagas,  do  quiso  admitir  medie 
de  las  muchas  qne  traían  los  indios  de  yerbas  y 
medicinales  de  que  abundan  las  montañas,  tinic 
sus  moradores,  seguro  de  qne  Dios  solo  era  b 
medicina.  Así  lo  esperímentaron  después;  porqu< 
de  sus  espirituales  ejercicios,  ni  dispensar  en  1( 
sus  penitencias,  acudia  infatigablemente  á  las  t 
tcquizar  y  enseñar  á  los  muchachos,  apticándos< 
ro  continuo  á  aprender  la  lengua  Campa.  Atare; 
todos  los  dichos  ejercicios,  convaleció  perfecta 
oclio  dias,  sin  quedar  en  su  cuerpo  llaga  alguna 
cha  robustez  y  fervor  para  emplearse  en  bene 
almas. 

Desde  que  habian  llegado  á  Santa  Cruz  los  < 
del  venerable  padre  Izquierdo,  j  mucho  mas  d 
llegó  ol  dicho  siervo  de  Dios,  se  atendió  á  repar 
manas  la  tarea  de  catequizar  á  los  indios,  para 
mAs  operarios  so  ocupasen  en  aprender  el  idion: 
en  lo  cual  se  trabajó  con  tanto  tesón  que  no  1 
tiempo  pura  descansar  un  rato.  Con  esto  eonsigui 
devlo  do  tal  suerte,  que  á  los  seis  meses  ya  esl 
para  predicar  en  aquella  lengua.  Después  se  ( 
formar  catecismo,  arte,  vocabulario  y  manual  pi 
nistrnciundo  los  santos  sacramentos:  se  tradujer 
iilioum  las  oraciones,  himnos  y  cánticos  que  ei 
general  compuso  nuestro  ilustrísimo  Oré,  con 
el  interwpatorio  para  confesar,  y  otras  obras 
para  aquella  nueva  cristiandad. 

hVlizmonto  caminaba  la  doctrina  de  la  católi 
pueblo  do  Ssmta  Cruz,  pues  no  solamente  los  me 


—  25  — 

mediatos,  mas  también  algunos  bien  remotos,  dejando  las 
naturales  conveniencias  de  sus  casas,  se  venian  á  Santa 
Craz  para  aprender  la  doctrina  cristiana,  á  la  cual  asistían 
con  tanta  puntualidad,  que  el  gozo  de  su  aprovechamiento 
;  templaba  la  molestia  de  su  continua  asistencia;  pues  esta- 
ban todo  el  dia  repitiendo  la  doctrina,  de  suerte  que  á  los 
tres  meses  ya  los  mas  sabian  las  oraciones,  y  los  niños,  como 
niateria  mas  dispuesta,  sabían  el  catecismo  y  lo  principal 
de  la  doctrina  cristiana:  muchos  sabian  ayudar  á  misa,  y  al- 
gunos himnos  que  se  cantaban  al  elevar  la  adorable  Euca- 
ristía, como  el  Pange  lingua^  y  el  Sacris  sólemnik.  Tan  fer- 
voroso era  el  deseo  que  tenian  de  aprender,  que  cuando  al- 
igan padre  conversor  por  modo  de  recreo  cantaba  el  Gloria 
¿el  Credo,  juzgando  ellos  que  cuanto  cantaban  los  padres 
era  doctrina  cristiana  y  necesario  para  ser  bautizados,  en 
oyéndolo  los  muchachos,  al  instante  se  avisaban  los  unos  á 
Ws  otros  gritando:  Ackuqtieri  Dios,  achugueri  J)ios,  que 
[quiere  decir:  d  rezar ^  A  alalar  d  Dios\  y  de  esta  suerte  lle- 
gaban corriendo  á  donde  estaban  los  padres  acompañándo- 
les devotamente,  repitiendo  lo  que  oían;  y  á  muchos  de 
eflos  se  les  quedó  en  la  memoria  el  Gloria  y  el  Credo  en 
latin. 


—  27  — 

Ordinariamente  acompañaban  á  estos  indios  el  venera- 
ble padre  fray  Manuel  Biedma,  alentándolos  con  fervorosas 
pláticas,  y  compadeciéndose  de  sus  fatigas.  ¡Cuántas  veces 
negaban  aquellos  pobres  indios  mojados  de  los  aguaceros  á 
aquellas  Punas,  sin  tener  para  su  descanso  mas  cama  que 
las  heladas  ciénegas!  ¡Cuántas  ocasiones  les  cogieron  en  di- 
chos parajes  rigurosas  nevadas,  cuyo  frió  les  ponia  á  térmi- 
no de  espirar,  llorando  como  niños,  y  atravesando  de  com- 
pasión el  corazón  del  siervo  de  Dios,  quien  pedia  al  Señor 
misericordia  para  aquellas  pobres  almas!  Algunas  veces  les 
repartia  algunos  cigarros  para  que  con  su  poco  de  calor 
templasen  la  rigidez  de  los  páramos;  pero  en  algunas  oca- 
flones  se  hallaban  con  los  dedos  tan  engarrotados,  que  no 
podían  valerse  de  ellos  y  se  valian  de  las  muñecas  para  su- 
plir su  falta. 

En  cierta  ocasión  que  salía  el  dicho  venerable  padre  con 
treinta  y  seis  indios  Andes,  fué  tal  la  nevada  que  les  cogió, 
que  apenas  pudieron  ampararse  para  su  abrigo  de  una  es- 
pecie de  cueva,  donde  estuvieron  veinte  y  cuatro  horas  que 
duró  la  nevada  oprimidos,  sin  poderse  sentar  ni  recostar  por 
la  corta  capacidad  del  sitio.  Y  no  fué  poca  fortuna  el  haber 
encontrado  la  dicha  cueva  para  su  refugio;  pues  muchas 
'  veces  les  era  forzoso  sufrir  los  rigores  al  descubierto. 

A  estas  penalidades  se  agregaba  la  penuria  de  la  comida, 
que  ordinariamente  era  algún  maíz  tostado,  á  veces 
les  faltaba  en  algunos  parages  donde  era  imposible  el  reme- 
dio, y  les  era  preciso  engañar  el  hambre  royendo  raices  de 
árboles  y  yerbas.  Ocasión  hubo  en  que  llegó  el  venerable 
padre  Biedma  con  mas  de  cuarenta  indios  á  los  altos  de  la 
Puna,  á  un  paraje  donde  el  padre  cura  de  Comas  habia 
mandado  fabricar  un  casa  para  abrigo  de  los  que  por  allí 
transitaban;  y  para  mayor  defensa  de  los  frios,  les  hablan 
hecho  su  puerta  del  pellejo  de  un  toro  que  allí  mataron. 
Llegaron  todos  tan  faltos  de  sustento,  que  entre  todos  no 
habia  ni  un  puñado  de  maíz  ni  otra  cosa  de  comida,  y  fué 
preciso  apelar  al  pellejo  de  la  puerta  que  repartido  entre  to* 


—  28  — 
dos,  puesto  en  remojo  y  cocido,  sirvió  de 
tener  la  vida  tres  dias  que  allí  estuvieroi 
damarca  Íes  trajeron  socorro;  pues  de  ot 
perecido,  por  ser  tal  la  flaqueza  j  debilid 
ban,  que  era  imposible  dar  un  paso. 

A  este  continuo  trabajo  que  duró  toe 
asistían  todos  los  indios  gentiles,  con  tal 
que  causaba  admiración  á  loa  padres  coi 
derando  el  venerable  padre  Biedma  el  d( 
obra,  no  cesaba  de  alabar  á  la  divina  1 
unos  indios  bárbaros,  criados  en  ocios¡( 
tierra  el  regalo  que  apetece  su  rustique; 
pesca  de  sus  rios,  frutas  de  los  montes,  fá 
que  no  aspiran  á  mas  que  á  pasar  alegre 
ponerse  á  tantos  trabajos  y  peligros  ps 
BUS  almas,  pues  no  solamente  padecieron 
en  aquel  primer  verano,  mas  también  d 
era  preciso  salir  á  Andamarca  por  las  he 
rías,  así  para  los  del  pueblo,  como  para  < 
dios  forasteros  que  venían  á  aprender  la 
socorros  necesarios  á  los  padres  converso 
ra  los  religiosos  que  enfermaban  en  la  m 
temperamento  húmedo,  cálido  y  muy  en 
ñas  complexiones.  Y  aunque  los  padres  c 
ban  lo  posible  estos  trabajos,  la  necesid 
tolerarlos;  pues  aunque  conocían  y  adm 
aquellos  indios,  recelaban  que  finalmenti 
rirse  abrumados  del  trabajo,  y  amedrant 
medades  que  contraian  en  dichas  salidas 
morían  algunos. 

Maravillábase  el  venerable  padre  Bie< 
dicho,  casi  siempre  iba  con  ellos  á  estas  I 
tancia  y  tolerancia  de  aquellos  bárbaros, 
TÍencia  los  grandes  trabajos  que  pasaba 
«No  es  el  menor  milagro  de  la  diriua  Pn 
^er  que  estos  bárbaros  no  nos  hagan  peda: 


-29  - 

para  volverse  á  gozar  con  quietud  y  sosiego  del  ocio  y  re- 
creo de  sus  antiguas  conveniencias,  y  dejarse  de  padecer 
tantos  trabajos  y  enfermedades.»  Finalmente,  solo  Dios  nues- 
tro Señor  movia  sus  corazones,  para  que  tan  á  costa  de  fa- 
tigas admitieran  el  santo  Evangelio. 

A  principios  de  Setiembre,  cuatro  meses  después  de  ha^ 
ber  entrado  los  religiosos  á  la  montaña,  se  encendió  en  el 
pueblo  una  epidemia  tan  activa,  que  en  tres  meses  que  duró» 
se  llevó  setenta  almas  para  el  cielo,  los  mas  de  ellos  eran 
párvulos.  Esta  es  la  mayor  fatalidad  que  sucede  en  la  mon- 
taña casi  siempre  que  se  mudan  las  estaciones  de  los  tiem- 
pos; porque  como  casi  todos  los  indios  no  tienen  caridad 
aborrecen  á  los  enfermos,  y  los  desamparan  por  el  miedo  de 
que  se  les  pegue  la  enfermedad.  Por  lo  cual  cuando  comien- 
za alguna  epidemia,  todos  se  van  á  los  montes,  dx)nde  viven 
separados  por  familias,  y  si  allí  caen  enfermos,  los  dejan  es- 
tar sin  mas  asistencia  que  dejarles  un  poco  de  chicha  y  al- 
gún plátano  asado.  En  la  epidemia  que  por  este  tiemposuce- 
dió  en  Santa  Cruz,  fué  tal  el  temor  de  los  indios,  que  de  mas 
de  trescientas  almas  que  habia  en  el  pueblo,  solamente  que- 
dó nn  indio  que  asistiese  á  los  padres,  pues  hasta  el  curaca 
6  cacique  Tonto  se  retiró  al  monte  con  toda  su  familia. 

No  es  fácil  dar  á  conocer  lo  mucho  que  trabajaron  núes* 
tros  religiosos  en  esta  epidemia;  continuamente  andaban 
por  aquellos  bosques  buscando  á  donde  habia  enfermos  para 
catequizarlos,  asistirlos  y  últimamente  auxiliarlos  con  los 
santos  Sacramentos.  Muchas  veces  era  forzoso  andar  tres  ó 
enatro  leguas  para  asistir  á  algún  enfermo  en  aquellos 
montes;  de  suerte  que  aunque  hubieran  sido  muchos  los 
operarios  evangélicos,  habia  bien  que  trabajar  para  todos. 
Ocasión  hubo  en  que  avisaron  á  los  religiosos  que  un  indio 
infiel  se  hallaba  arrojado  en  el  monte  distante  tres  leguas 
del  pueblo,  por  haberse  quebrado  una  pierna;  y  como  los 
indios  huyen  de  los  enfermos,  fueron  por  él  los  religiosos, 
y  penetrando  la  intrincjada  maleza,  le  cargaron  sobre  sus 
hombros  en  unas  andas  ó  barbacoa,  pasando  arroyos  con  el 


( 


—  30  — 
ag:ua  á  la  cintura,  y  &  veces  mas  arriba, 
al  pueblo  con  el  enfermo  tres  días,  Uegs 
tan  estenuados  y  necesitados  como  el  dol 
salieron  repentinamente  impelidos  de  la  < 
daron  de  llevar  provisión  de  comida,  diwi 
mismo  día  podrían  estar  de  vuelta.  Muct 
dieron  en  esta  conversión  por  este  tiemp 
cuan  del  ag-rado  de  Dios  era  aquella  su  n 
hablaré  en  el  capítulo  siguiente. 

El  dia  de  la  Purísima  Concepción  d 
Nuestra  Señora,  hicieron  los  religiosos  p 
va,  pidiendo  á  Dios  nuestro  Señor,  por  inl 
dre  purísima,, fuese  servido  de  mandar  ees 
la  epidemia,  y  su  divina  clemencia  quiso 
do  de  las  súplicas  de  sus  siervos;  con  I 
trae  el  Breviario,  cesó  la  pestilencia,  pui 
con  lo  cual  en  breve  tiempo  se  restituí 
pueblo.  Loa  religiosos  atendieron  con  vi( 
las  quiebras  que  hahia  padecido  aquel  re 
cual  andaba  acechando  el  lobo  infernal 
epidemia  varias  veces  vieron  á  un  indic 
conocia  (seria  el  demonio  en  su  forma)  e 
ai^uellos  montes,  diciendo  á  los  indios,  qi 
traian  las  enfermedades,  que  sin  duda  i 
que  siguiesen  su  doctrina,  que  los  despi 
sen,  y  se  volviesen  á  su  antigua  libertad. 
•  Con  la  duración  del  invierno  se  esper 
tuacion  que  tenia  el  pueblo,  por  estar  co 
^ada,  cercada  de  cerros  que  impedían  la 
las  continuas  lluvias  estaba  aquel  suelo  c 
motivo  y  por  la  pasada  epidemia  rehusal 
tarse,  ni  los  forasteros  se  atrevían  á  lie 
caer  enfermos.  Resolvióse  mudar  el  pi 
mas  sano,  en  cuya  busca  hizo  estraordíni 
curaca  Tonté.  Hallóse  como  lo  deseaban 
Pajonal,  capaz,  despejada  y  enjuta  por  i 


\.. 


■v 


>N. 


\  -31- 

■jbbaiidijas  ponzoñosas,  y  ventilada  con  los  aires  de  la  sie- 
Im,  que  con  su  frescura  templan  los  calores  de  la  montaña, 
fíttsaba  por  junto  á  ella  el  rio  de  Mazamarique,  copioso  de 
faena  agua  y  algún  pescado.  Trabajóse  cqu  tanta  actividad 
fa  la  fábrica  del  pueblo  nuevo,  que  en  menos  de  tres  meses 
etaba  hecha  la  iglesia,  casa  capaz  para  los  religiosos,  y 
lasas  para  todas  las  familias.  Asistía  siempre  á  las  fábricas 
^  curaca  Tonté  con  sola  su  gente,  sin  permitir  que  traba- 
lasen  los  forasteros,  porque  no  se  entibiasen  sus  fervores. 


r 

r 


«¡m|m¡m¡m|mjm>Xi^¡m¡m¡mÍm¡m¡m¡mJm¡m 


CAPIT0E.O  VII- 


Ai  solícito  cultivo  de  taa  celosos  operañi 
Evangelio  concurrió  la  divina  Piedad,  dándole 
de  lograr  opimos  frutos  con  maravillosa  cii 
Poco  menos  de  tres  meses  habia  que  estaban  d 
giosos  en  aquella  montaña,  ocupados  en  apren( 
Campa,  ó  del  país,  cuando  una  siesta  desde  su 
ron  un  grande  alboroto  en  el  pueblo  así  de  hom 
mujeres;  y  averiguado  el  motivo,  supieron  qu 
sentimiento  de  una  criatura  muerta,  á  la  cua 
arrojado  al  monte.  Lastimado  del  caso  el  veu 
Izquierdo  que  era  semanero,  soltando  de  la  mai 
se  levantó  presuroso  diciendo:  <wayan,  tráigarii 
no  estará  niuerta,>i  y  prestándole  alas  su  feri 
primero  al  paraje  donde  la  criatura  yacía  arroja 
le  los  demás  religiosos,  prevenidos  de  un  jarro  ■ 
si  acaso  podia  alcanzar  el  santo  bautismo.  Co{ 
de  Dios  en  sus  brazos  la  criatura,  y  suspi^and 
cielo  sus  ojos,  como  pidiendo  al  Señor  el  alt 
cuerpo,  para  volvérsela  mejorada.  A  este  tien 
los  demás  compañeros,  vieron  que  la  criatura  8 
y  parecia  que  meneando  los  labios  pedia  el  reí 
alma.  Los  religiosos  daban  prisa  para  que  dei 


—  33  — 

bautizase;  pero  el  venerable  padre  Biedma  como  prelado 
mandó  que  se  llevase  á  la  iglesia  para  hacer  el  bautismo 
con  solemnidad,  para  que  entre  aquellos  indios  consiguiese 
las  veneraciones  posibles.  Fué  tal  el  gozo  que  recibieron 
todos,  que  acudiendo  á  la  iglesia,  casi  todos  pedian  de  ro- 
dillas el  santo  bautismo.  Y  respondiéndoles  el  padre  que  era 
necesario  antes  saber  la  doctrina  cristiana,  algunos  que  ya 
ksabian,  respondian:  «ya  yo  sé^  lautizame  á  mí.»  Fué  pre- 
ciso advertirles  que  era  menester  saber  otras  oraciones  y 
obligaciones  para  poder  ser  cristianos.  Confirióse  el  bautis- 
mo este  dia,  que  era  víspera  de  Navidad  de  nuestra  Señora, 
á  un  adulto  que  de  un  accidente  repentino  se  estaba  mu- 
riendo, y  que  con  ansias  pedia  ser  cristiano,  y  aquel  mismo 
dia  entregó  su  alma  á  Dios.  Este  indio  se  habia  manifestado 
muy  afecto  á  los  religiosos;  todos  los  dias  les  traia  de  lo 
(jue  por  su  industria  alcanzaba  de  caza  ó  pesca,  y  el  Señor 
le  premió  su  caridad,  siendo  la  primicia  de  esta  conversión, 
porqué  la  niña  vivió  cinco  meses.  Procedian  los  padres  con 
cautela  en  no  conferir  el  bautismo  fácilmente,  haciendo  que 
los  indios  lo  deseasen  mucho,  para  que  hiciesen  el  aprecio 
<iebido  de  la  dignidad  de  ser  cristianos. 

Sucedió  después  la  epidemia  que  dejo  referida,  en  la  cual 
aconteció  varios  prodigios.  Referiré  algunos,  para  que  no  se 
,  queden  en  olvido.  Sea  el  primero  de  un  muchacho  de  diez  á 
doce  años,  tan  inclinado  á  lo  bueno,  que  era  de  los  primeros 
que  acudian  á  la  doctrina:  aun  en  su  gentilidad  era  tan  de- 
voto de  nuestra  Señora,  que  enamorado  de  los  elogios  que 
oia  á  los  religiosos,  no  faltaba  tarde  alguna  á  rezar  el  rosa- 
rio eu  su  compañía,  y  algunas  veces  asistía  también  ala 
disciplina.  Un  dia  estando  en  el  monte  con  sus  padres,  re- 
pentinamente le  acometió  un  accidente  tan  extraordinario, 
que  arrebatado,  como  furioso  endemoniado,  se  arrastraba 
por  aquella  malezas,  haciéndose  pedazos  ño  solamente  entre 
las  espinas,  palos  y  troncos,  mas  también  con  sus  propias 
manos,  uñas  y  dientes,  arrancándose  la  carne  con  rabiosos 
bocados.  Además  de  esto,  eran  tales  los  gritos  y  aullidos  que 


—  34  — 

ba,  que  atemorizaba  á  los  circunstantes, 
iparado,  como  es  costumbre  entre  ellos 
;gustar  á  los  padres  que  ya  tenían  adveí 
iparasea  á  los  pobres  enfermos.  Llevároi 
de  pies  y  manos  eu  una  barbacoa  con  u 
la  boca,  al  cual  tenia  tan  agarrado  co 
r  demás  estaban  las  ligaduras.  Compás: 
1  religiosos,  le  desataron;  pero  fué  lo  mi 
a  fiera,  y  á  no  haber  acudido  tanta  gen 
i  volverlo  atar.  Disponían  los  padres  bai 
riencia  que  tenian  de  su  devoción  y  ferv 
íexion  que  quizá  estarla  obseso,  determi 
,  y  al  comenzar  los  exorcismos,  volvií 
3tro,  y  mirando  afectuosamente  al  sacerd 
ihiate  nazanganiqui  na  tero  cristiano 
ino;»  que  quiere  decir:  «Padre,  padr 
liero  ser  cristiano;  hazme  cristiano.» 
£0  que  deseaban  la  salud  espiritual  de 
n  grande  el  gozo  que  tuvieron  de  oírle  p 
imo,  que  lloraron  de  alegría  y  quitando 
lio,  le  dijeron:  «.eso  queremos^  eso  desean 
y  creció  mas  la  admiración,  pues  luego 
erte  como  si  no  hubiera  tenido  acciden 
a  acudió  á  todos  los  ejercicios  espiritua 
as,  y  perseveró  fervoroso  lo  que  le  durtí 
ICO  mas  de  un  año,  sirviendo  de  estimult 
lachos  para  que  aprendiesen  bien  la  doc 
esen  muy  devotos  de  Mana  Santísima  N 
£1  siguiente  suceso  pasó  eu  presencia 
B.  A  la  una  de  la  noche  avisaron  á  los  pi 
i  muriendo  una  india  gentil  adulta.  Al  i 
ís  llevando  consigo  el  jarro  de  agua  que 
■evenido  en  lugar  determinado  para  estí 
(liaron  á  la  paciente  sin  sentido  y  con 
ibiendo  al  anochecer  asistido  sin  noveda 
iglesia  á  la  doctrina  con  la  demás  gei 


—  35  — 

padre  Biedma  pidió  á  los  compañeros  que  la  encomendasen 
á  Dios,  y  viendo  que  no  daba  esperanzas  de  volver  en  sí,  de- 
terminó bautizarla;  al  levantar  el  brazo  para  ejecutarlo,  la 
india  abrió  los  ojos,  y  mirando  al  siervo  de  Dios,  dijo: 
^aPabia^  na  tero  crisíiana,»  que  quiere  decií:  «t^adre,  yo 
quiero  ser  cristiana.»  Deteníase  el  venerable  padre  instru- 
yéndola en  los  misterios  de  nuestra  santa  fé,  y  volviéndole 
á  mirar,  le  dijo:  «Bautízame^  padre^  qiie  ya  me  muero,» 
Bautizóla,  y  al  instante  espiró,  volando  su  dichosa  alma  á 
las  moradas  celestiales  á  alabar  á  Dios. 

Al  padre  fray  Francisco  Gutiérrez  llamó  en  cierta  oca- 
sión una  india,  á  quien  el  prolongado  accidente  que  pade- 
cía habia  dado  tiempo  y  lugar  suficiente  para  catequizarla. 
En  dicha  ocasión  pedia  la  enferma  con  devotas  instancias 
al  dicho  padre  le  concediese  el  santo  bautismo,  porque  co- 
nocía que  se  moria.  Rehusábalo  el  sacerdote,  porque  ni  el 
semblante  ni  el  pulso  daban  indicios  de  acabársele  la  vida. 
Consolábala,  y  le  esplicaba  los  misterios  de  la  santa  fé,  para 
que  con  mas  fervor  recibiese  el  santo  bautismo.  Instaba  la 
india  con  lágrimas  diciendo  que  sin  duda  ya  se  moria.  Los 
demás  religiosos  que  se  hallaban  presentes,  movidos  de 
aquella  fervorosa  instancia,  dijeron:  «bautícese,  que  pueda 
Ber  que  se  muera.»  Condescendió  el  sacerdote,  y  acabada 
de  bautizar  cruzó  la  india  los  brazos,  levantó  los  ojos  al  cie- 
lo, y  diciendo  Jesús,  espiró,  pasando  su  dichosa  alma  al 
descanso  eterno. 

Recién  entrado  á  la  conversión  de  Santa  Cruz  el  padre 
fray  Esteban  de  las  Eras,  volviendo  un  dia  de  visitar  á  los 
enfermos,  vio  á  una  criatura  de  cuatro  años  que  echada  en 
l)razos  de  su  madre,  significaba  con  gritos  el  desmedido  do- 
lor de  cabeza  que  habia  media  hora  que  le  afligía.  Apenas 
8e  acercó  el  padre  sacerdote,  soltando  á  su  madre,  se  aba- 
lanzó al  padre  agarrándole  del  hábito  y  cuerda,  y  llorando  á 
voces  decía:  noqmemam,  noqniernam^»  que  significa: 
atengo  sed;»  y  repetía  esto  con  grandes  instancias.  El  reli- 
gioso no  entendía  el  idioma  ande,  y  admirado  preguntó  al 


—  36  — 

vüierable  padre  Biedma,  qaé  era  lo  qae  d 

¿ry,.  tnj'ile,  qae  decía  ten^  sed.  O&eciéron 
ét  bebidas  qae  se  hallaban  por  allí;  agua  f 
cha  de  Tanas  esp^^ies,  j  de  todo  no  hacia 
j  arrojarlo  voMendo  á  repetir  noquiemam 
gíaae  la  rompasion  viendo  qae  con  nada  se 
Ua  an^ia,  ni  tomaba  la  necesidad  el  Ktací 
qoe  pedia.  Entregáronsele  á  sn  madre,  y  f 
de  yiolencia  para  desasirle  del  hábito,  7  a 
madre  volria  el  rostro  á  los  religiosos,  re 
sn  tema.  Esto  sacedió  á  las  cinco  de  la  tan 
media  noche  llamaron  á  toda  prisa.  Corrió 
ridad  el  venerable  padre  Biedma  prevenídc 
Garriendo  que  seria  para  otro,  porque  habi 
mos,  y  halló  al  angelito  muy  lánguido.  Bao 
por  nombre  Ventura,  j  fué  tal  ta  suya  que  : 
y  se  fué  á  alabar  á  Dios.  Entonces  conociei 
que  la  sed  que  manifestaba  aquel  angelito 
sino  espirítaal  del  santo  bautismo.  En  prue 
observó  que  á  su  madre  y  á  la  demás  ge 
gritos:  ¡ay,  ay.' quejándose  d«  su  dolor;  per 
tengo  sed,  como  conociendo  aquella  almi 
ellos  por  entonces  podían  darle  lo  qae  su 
con  tanto  anhelo. 

No  fué  acaso  lo  que  sucedió  con  otra 
meses.  Estaba  esta  en  el  regazo  de  su  madi 
liaba  oyendo  la  doctrina;  y  forcejando  coi 
con  lágrimas  consiguió  que  su  madre  le 
apenas  se  vio  en  él,  cuando  gateando  se  fui 
los  religiosos,  distantes  como  ocho  varas, 
padre  semanero  se  agarró  del  hábito  y  cue 
dose  con  especial  contento,  de  suerte  que 
circunstantes.  Penetrando  el  padre  semane 
recia  acaso,  dijo  á  los  compañeros;  «Este  a: 
ir  al  cielo.  Este  venirse  á  mí,  esta  risa,  este 
el  agua  del  santo  bautismo.»  «¿Cómo  puc 


—  37  — 

ion,  sí  está  buena,  sana,  y  tan  alegre?»  No  se  engañó  el  pa- 
dre semanero;  pues  apenas  aquella  criatura  en  brazos  de  su 
madre  llegó  á  su  casa,  le  dio  un  accidente  tan  repentino, 
que  el  estar  sobre  aviso  fué  ocasión  á  que  con  tiempo  reci- 
biendo el  santo  bautismo,  fuese  aquella  alma  á  ver  á  Dios, 
para  alabarle  y  gozarle  eternamente. 

Otros  muchos  prodigios  refiere  el  venerable  padre  Bied- 
ma  sucedidos  en  esta  conversión,  que  omito  referir  por  no 
alargar  este  compendio.  Poro  no  puedo  omitir  el  siguiente, 
aunque  sucedió  un  año  después  del  tiempo  en  que  vamos 
hablando.   Reconociendo  los  caminos  que  habia  desde  el 
pueblo  de  Santa  Cruz  á  Andamarca,  iban  en  una  ocasión  el 
TeTerendo  padre  fray  Alonso  Robles,  presidente  de  las  con- 
rersiones  de  esta  montaña,  el  venerable  padre  Biedraa  y  el 
bermáno  Andrés  Pinto,  con  cuarenta  indios  gentiles,  que 
iban  guiando  y  abriendo  camino,  cuando  llegaron  á  unos 
Pajonales,  desde  los  cuales  se  divisaba  la  sierra  y  prometia 
íátcil  camino  para  ella.  Levantóse .  una  voz  entre  aquellos 
bárbaros  diciendo,  que  en  aquellos  Pajonales  habia  culebras 
y  víboras;  aunque  los  padres  podian  animarlos  á  seguir  ade- 
lante por  el  buen  camino  que  ofrecian,  movidos  de  superior 
impulso  condescendieron  con  los  indios,  quienes  retrocedie- 
ron casi  al  opuesto  del  camino  comenzado.  Caminaron  todo 
el  día  sin  camino  ni  vereda,  por  quebradas  no  conocidas, 
pasando  varios  arroyos.  Al  anochecer  llegaron  á  unas  cha- 
caras  viejas  de  algunos  indios  de  la  comitiva,  que  las  ha- 
bían desamparado  algún  tiempo  habia  para  irse  á  vivir  á 
Santa  Cruz  y  aprender  la  ley  de  Dios.  Como  los  indios  ha- 
llaron bastimento  de  montaña,  luego  se  dispusieron  á  com- 
poner su  cena.  Pareció  acaso  el  preguntar  los  padres  si  por 
allí  habia  gente.  Y  fué  altísima  providencia,  pues  sabiendo 
qneá  una  legua  de  allí  habia  algunos  indios  gentiles,  sin 
tomar  alimento  alguno  pasaron  allá  con  algunos  indios  de 
mas  confianza.  Llegaron  al  cerrar  la  noche  á  una  ramada, 
donde  estaba  un  indio  enfermo,  aunque  parecía  no  estar 


) 

» 


f 


I 


i 

•    • 
'4 


mm 


GAPIT0LO  VIII 


MaiUiio  del  venerable  P.  tray  Francisco  Izquierdo  j  compsiAm^m 


Después  que  hubo  cesado  la  epidemia  en  el  pueblo 
Santa  Cruz,  y  que  este  se  transfirió  á  mejor  sitio,  aunqi 
se  habia  trabajado  mucho  en  aderezar  los  caminos  hasta 
damarca,  siempre  quedaba  en  su  punto  la  dificultad  de  ai 
vesar  las  rígidas  Punas:  como  el  venerable  padre  fray 
cisco  Izquierdo  y  los  compañeros,  que  con  él  habian  venií 
desde  Quimirí  por  la  montaña,  habian  reconocido  la  mucl 
gente  que  habitaba  aquel  espacio  intermedio,  consultaj 
los  religiosos  entre  sí,  si  seria  conveniente  el  fundar  un  pue-j 
¡  blo  en  la  mitad  de  aquel  tránsito,  recogiendo  toda  aquella 

I  gente  esparcida;  pues  con  eso  se  podian  socorrer  y  dar  \v 

mano  mutuamente  desde  Quimirí  sin  transitar  las  Punas  y 
ciénegas  déla  Cordillera.  Resolvióse  que  el  venerable  padrea 
fray  Francisco  Izquierdo  pasase  á  Quimirí  por  la  montaña,  í 
dar  parte  de  lo  que  parecia  convenir  al  reverendo  padre  pre^ 
X  sidente  fray  Alonso  Robles,  y  se  estuviese  á  su  resolución. 

Apenas  comenzaron  á  menguar  las  lluvias,  salió  el  ve- 
nerable padre  Izquierdo  para  Quimirí  en  el  mes  de  Marao: 
del  año  1674,  con  algunos  indios  de  confianza  que  ledió.el 
curaca  Tonté.  Fué  recibido  del  reverendo  padre  presidente  y 
demás  religiosos  con  caritativas  demostraciones  de  benevo- 
lencia; conferida  la  materia  de  su  viaje,  antes  de  tomar  re- 


■^ 


—  41  — 

solncion  al^na  en  negocio  de  tanta  importancia,  el  reve- 
rendo padre  presidente  determinó  entrar  personalmente  á 
Santa  Cruz  por  la  montaña,  y  reconocer  por  sí  mismo  los 
inconvenientes  y  utilidades  que  podia  tener  la  nueva  con- 
versión ó  pueblo  premeditado.  Hizo  su  entrada  por  el  mes 
de  Abril  del  mismo  ano,  acompañado  de  los  mismos  indios 
que  habian  acompañado  al  venerable  padre  Izquierdo:  reco- 
nocida toda  aquella  montaña,  las  gentes  que  en  ella  habita- 
ban, y  la  nueva  población  de  Santa  Cruz,  quiso  salir  por 
Andamarca,  para  experimentar  lo  penoso  de  aquel  camino, 
lo  cual  consiguió  muy  á  su  satisfacción :  habiendo  descan- 
sado algunos  dias  en  Santiago  de  Comas,  se  volvió  por  Tar- 
ma  á  Santa  Rosa  de  Quimirí. 

Habiendo  conferido  los  religiosos  que  se  hallaban  en  Qui- 
mirí el  modo  mas  conveniente  para  socorrer  y  darse  la  mano 
la  conversión  de  Quimirí  con  la  de  Santa  Cruz,  en  atención 
á  la  mucha  gente  que  el  reverendo  padre  presidente  habia 
^isto  en  el  intermedio,  y  que  todos  pedian  padres  para  ser 
enseñados  y  ser  cristianos,  se  determinó  que  el  nuevo  pue- 
plo  se  fundase  en  Pichana,  distante  veinte  y  cinco  leguas 
de  Quimirí  por  el  rio  de  la  Sal  abajo  (aunque  se  caminaban 
cuarenta  leguas),  y  que  se  procurasen  congregar  en  él  los 
muchos  indios  que  estaban  esparcidos  por  aquellos  montes; 
pues  estando  á  la  mitad  del  camino  de  Santa  Cruz,  era  fácil 
el  poderse  socorrer  mutuamente. 

Fué  electo  para  esta  espiritual  conquista  el  venerable 
padre  fray  Francisco  Izquierdo,  y  en  su  compañía  fué  el 
hennano  tercero  Andrés  Pinto.  Bajaron  al  rio,  acompaña- 
dos de  todos  los  religiosos,  y  habiéndose  tiernamente  des- 
pedido de  todos,  se  embarcaron  en  dos  balsas,  Uevando  or- 
Jiamentos  y  todo  lo  necesario  para  celebrar  el  sacrosanto 
«acrificio,  y  adornar  decentemente  la  iglesia  que  se  habia 
de  fabricar.  A  los  dos  ó  tres  dias  de  navegación  llegaron  al 
paraje  destinado;  corriendo  la  voz  de  la  llegada  del  padre, 
«acudieron  todos  los  indios  de  aquellos  contornos,  y  cada 

6 


■a  qae  el  padre  fo 
>  finalmente  eo  qi 
!  unos  y  otros  en  < 
esta  suerte  puoiet 
rucciun  del  puelílo 
i  del  mes  de  jan 
iccion  de  la  igles 
ripalmente  á  oir  la 
mdacion  de  aque] 

iban  mas  oñciosos 
mo  en  la  asistencii 
rcialidad,  llamado 
do  en  Vitoc,  jnrist 
ísto  qae  escribo  se 

españoles,  que  tie 
as  de  la  montaña, 
)c,  y  los  que  tragi 
ar  á  los  indios  in 
a  lo  que  es  necesi 
j  de  conciencia,  c 
tros  del  Señor,  C( 
en  que  para  salva 
la  ignorancia  de 
gaciones  de  cristi: 
le  les  pusieron.  Ui 
.ba  casado  con  trt 
on  en  su  infídelid 

tener  dos  mujert 
andad  entre  ellos 
¡loso  cuidado  del 

de  Mangoré,  por 
jado  á  Santa  Cruz 
ármente  viviendo 
Pichana,  á  vista 
!S  fácil  esplicar  loa 


—  43  — 

<fas  que  el  siervo  de  Dios  eligió  para  remediar  aquella  alma, 
Jas  amonestaciones  secretas,  los  cariños,  las  lágrimas  y 
raegos.  Basta  decir  que  el  venerable  padre  Izquierdo  era 
docto  y  santo.  Poca  mella  hacian  en  aquel  duro  corazón 
las  amorosas  amonestaciones,  porque  poseido  de  su  lascivia, 
no  daba  oídos  á  las  divinas  inspiraciones,  mostrándose  ya 
tan  tibio,  qne  no  asistía  á  la  doctrina,  ni  concurría  á  las 
demás  funciones  de  cristiano. 

Aconteció  por  este  tiempo  por  justos  juicios  de  Dios, 
siempre  venerables,  que  el  común  enemigo  instigó  al  caci- 
que del  Cerro  de  la  Sal,  llamado  Siquincho,  contra  los  reli- 
giosos de  Quimirí  y  de  toda  la  montaña,  deseando  darles  la 
muerte.  Este,  pues,  envió  á  decir  á  Mangoré  que  matase  á 
los  padres,  que  en  ello  le  baria  mucho  placer  y  gusto.  Con 
esta  orden  soltó  Mangoré  la  represa  del  enojo  concebido 
contra  el  siervo  de  Dios  por  sus  amonestaciones,  y  solo  tra- 
taba de  asegurar  sus  depravados  intentos. 

El  dia  4  de  Setiembre  del  mismo  año  1674,  dia  de  Santa 
fiosa  de  Viterbo,  el  venerable  padre  en  el  convento  amones- 
tó con  mncho  amor  á  Mangoré;  pero  fué  tal  el  enojo  que  re- 
cibió por  ello,  que  le  vieron  salir  del  convento  echando  cen- 
tellas por  los  ojos,  y  luego  fué  convocando  á  sus  parciales, 
previniéndoles  que  estuviesen  prontos,  porque  quería  eje- 
cutar lo  que  le  ordenaba  Siquincho.  Bien  reconoció  el  vene- 
rable padre  el  peligro  en  que  estaba  su  vida,  y  así  estuvo 
todo  el  dia  en  la  iglesia  con  su  compañero  el  hermano  An- 
1  drés  Pinto  y  un  muchacho  de  doce  años,  á  quien  el  siervo 
I  de  Dios  habia  bautizado,  y  criaba  á  la  mano  con  santa  doc- 
trina. Estuvieron  en  continua  oración  y  alabanzas  divinas, 
dando  las  debidas  gracias  al  Señor,  por  la  grande  merced 
que  les  hacia  en  darles  á  beber  el  cáliz  de  su  Pasión.  Otras 
Teces  se  animaban  mutuamente  á  padecer  la  muerte  por  la 
gloria  de  Dios  nuestro  Señor,  pidiendo  á  su  divina  Majestad 
les  diese  fortaleza  para  tolerar  los  tormentos  que  esperaban 
y  ofrecían  gustosos  el  sacrificio  de  sus  vidas. 


—  44  — 
Aqnella  noche,  habiendo  Mangoré  a 
cíales,  armados  unos  de  arcos,  flechas  j 
con  mechones  encendidos,  acometieroi 
siervos  de  Dios  luego  que  oyeron  el  ru: 
rodillas  con  sus  cruces  en  las  manos,  en 
mas  al  Señor.  Entró  capitaneando  Mai 
luz  de  un  mechón  que  llevaba  otro  indi 
contra  el  venerable  padre  Izquierdo  co 
le  pasd  el  corazón.  Acudieron  Pinto  y  el 
zarse  con  su  amado  padre,  y  fué  tal  la  11 
sobre  ellos  dispararon  aquellos  sacrílegt 
parecieron  los  tres  un  erizo;  tan  cosidos 
han  de  las  saetas.  Acudieron  luego  los  i 
canas  y  palos,  desfogaron  su  furor  en  ac 
pos,  moliéndolos  y  quebrantándoles  los 
mar  su  crueldad,  los  ataron  con  bejucí 
por  aquellos  montes,  los  arrojaron  al  r¡( 
radamente  agitados  de  las  furias,  con 
traian  pegaron  fuego  á  la  iglesia,  para ' 
tro  de  la  catélica  religión,  y  el  voraz 
tiempo  redujo  á  pavesas  los  edificios,  in 
mentos,  cruces  y  todo  lo  combustible. 

Cebado  el  impío  Mangoré  con  la  se 
las  tres  inocentes  víctimas,  creciú  su  fu; 
no  era  contra  aquellas  santas  vidas, 
trina  que  predicaban  y  enseñaban:  com 
todos  los  ministros  del  Evangelio,  para 
terminé  quitar  la  vida  á  todos  los  relig 
han  en  la  montaña.  Con  este  depravado 
do  de  todos  sus  parciales,  bien  prevenid 
embarcaron  en  las  balsas,  y  navegaron 
mo  de  matar  á  los  religiosos  que  so  hal 
Aconteció  en  este  tiempo  que  el  rev 
dente  fray  Alonso  de  Robles  enviaba  á  1 
Francisco  Carrion  y  al  hermano  fray  Ai 
gioso  lego,  para  que  acompañasen  y  ay 


—  45  — 

padre  Izquierdo  en  el  cultivo  de  la  nueva  viña  del  Señor. 
Al  segundo  dia  de  su  navegación  desde  Quimirí,  (1)  y  ter- 
cero después  de  las  muertes  hechas  en  Pichana,  al  tiempo 
del  medio  dia,  por  estar  muy  ardiente  el  sol,  habian  arrima- 
do las  balsas  á  la  ribera  para  descansar  un  rato  á  la  som- 
brade  la  arboleda,  á  cuyo  tiempo  llegó  á  aquel  paraje  Man- 
goré  con  los  suyos.  Los  religiosos  alegres  al  ver  gente  de 
adentro,  se  levantaron,  y  con  los  brazos  abiertos  iban  á  dar 
la  bienvenida  á  los  indios  Pichanos;  pero  estos  como  fieros 
tigres  los  recibieron  con  las  flechas  con  que  atravesaron  sus 
cuerpos,  que  magullados  con  las  macanas  los  arrojaron  al 
rio  para  que  acompañasen  á  sus  santos  hermanos. 

No  satisfecho  el  encono  de  Mangoré  con  tanta  sangre 
inocente  derramada,  prosiguió  su  viaje  á  Quimirí  para  com* 
pletar  los  designios  premeditados  de  su  diabólica  malicia. 
Llegó  á  Quimirí  el  dia  9  de  Setiembre  por  la  tarde,  dejando 
á  sus  parciales  escondidos  en  el  monte,  entró  solo  en  el 
pueblo,  y  comunicó  á  su  cuñado  (que  se  llamaba  Tomás  y 


(1)  Bl  Sr.  D.  Arturo  Werthaman,  ingeniero  del  estado,  en  su  informe 
de  la  exploración  de  los  ríos  Perene  y  Tambo,  presentado  al  Sr.  Minis- 
tro de  Gobierno,  Policia  y  Obras  públicas,  impreso  en  1877  en  Lima,  ri- 
diculiza repetidas  veces  en  las  paginas  8, 14, 18, 21  j  28  la  relación  que 
dP.  Amicb  y  otros  PP.  Misioneros,  según  él  dice,  han  hecho  acerca  de 
la  navegación  del  rio  Perene  y  otras  cosas  de  que  habla  confusamente 
dicho  señor  ingeniero. 

Excusado  creeríamos  rebatir  aquí  las  aserciones  ridiculas  de  dicho 
lellor,  si  no  fuesen  dirigidas  al  ministro  de  Gobierno  y  las  relaciones  de 
Us  cosas  pertenecientes  á  nuestras  Montañas j  principalmente  éstas  in* 
mediatas  á  la  sierra,  no  tuviesen  la  importancia  que  justamente  les  ha 
dado  el  público  y  probablemente  les  irá  dando  con  aumento  en  adelan- 
ta. Basta  que  se  lean  atentamente  los  varios  lugares  de  esta  presente 
Hiatoria  en  que  se  habla  de  Quimirí  y  del  rio  Perene  y  se  entenderá  fá- 
cOmente  que,  este  pueblo  del  Patrocinio  de  Quimiri  es  el  único  que 
basta  hoy  se  conoce;  que  el  rio  Perene  es  navegable,  menos  en  algunos 
malos  pasos,  como  el  P.  Amich  insinúa  en  el  capitulo  XV,  y  esos  aun  los 
tahan  los  Campas  con  doble  número  de  las  balsas  que  sin  ellos  se  nece- 
litaran.  T  esto  mismo  se  saca  por  consecuencia  de  lo  que  dice  el  mismo 
sefior  mencioDado,  en  las  páginas  7, 25,  etc.,  de  su  informe.  Bn  todo  eso 
lUída  hay  ridiculo,  sino  para  quien  tenga  extremadas  ganas  de  reir. 


—  46- 

fiBcal  del  pueblo)  todo  lo  qa( 
a  el  camino,  j  como  venia  á  : 
an  allí,  pidiendo  qne  él  conc 
blo,  pues  de  no  hacerlo,  Teni 
:ual  tenia  en  emb-jscada  para 
:  no  había  en  Quimirí  quien  i 

Apenas  oyó  Tomás  las  razone 
zó  agarrándole  de  las  melena 
>rnido,  y  Tomás  aunque  no  i 
inerte  que  por  más  que  forcoj 
;arse  de  aquel  zarcillo.  Daba  ' 
go  acudieron  hombres  j  mují 
idencia,  cargaron  todos  conti 
suyos  que  habian  salido  del  i 
]ras  los  hicieron  pedazos  con 
Mangoré,  mujer  de  Tomás,  c< 
ó  tantos  golpes  en  la  cabeza 
^hó  los  sesos  fuera.  Los  religi 
ando  el  o6cio  divino,  y  desp 
r  de  la  iglesia  oyeron  la  grit» 
cuidadosos  por  si  fuese  algu 
^  suele  haber  desgracias;  m 
ron  que  sacaban  arrastrando 
lellos  infelices  tan  desfigurad 
;er.  y  que  iban  á  arrojarlos  al  i 
la  causa  de  aquella  pendencii 
o  lo  que  le  había  dicho  Ma 
aban  ocultos  algunos  de  los  n 
>adre  fray  José  de  la  Concept 
ito,  disparó  hacia  el  monte  u 
do  se  atemorizaron  los  parcia 
e  huyeron  por  la  montaña,  d< 
>iau  venido. 

No  es  fácil  espresar  los  senti 
on  del  padre  presidente  fray 


—  47  — 

\fi  lo  sucedido  en  Pichana  y  rio  de  la  Sal.  Por  una  parte  se 
aliaba  gozoso  por  la  buena  suerte  de  sus  amados  compa- 
eros^  y  con  una  santa  envidiase  quejaba  de  no  haber  sido 
articipante  de  sus  triunfos.  Por  otra  parte  se  dolía  de  la 
érdida  de  las  almas  de  los  agresores,  del  grande  impedi- 
lento  que  se  seguia  á  la  conversión  de  aquella  gentilidad, 
'  del  peligro  que  corría  la  conversión  de  Santa  Cruz.  Viendo 
juc  era  irremediable  lo  sucedido,  aplicó  su  atención  á  pre- 
lenir  lo  conveniente  para  conservar  aquella  viña  del  Señor. 
despachó  luego  á  Schanscha-mayo  aviso  de  lo  acaecido,  y 
fuella  misma  noche  vinieron  á  Quimirí  alguna  gente  de 
irmas  para  su  defensa. 


Í-' 


••■» 


/ 


\ 


GJI.PITIILO  IX- 


PérdidA  de  la  convenion  de  Quimiri- 


\ 


■\ 


,    I 


J 

■ 

9 


í 


Oriídadoso  se  hallaba  el  reverendo  padre  presidente 
AlofiHo  Robles  de  sus  hermanos  que  se  hallaban  en  la  coi 
^i%míiXi  de  Santa  Cruz,  recelando  de  la  inconstancia  de  k 
\u(\'utH^  que  aunque  á  los  principios  se  muestran  fervoroí 
fcuííle  el  común  enemigo  moverlos  fácilmente  á  contraria 
ftír^;to«,  sugiriéndoles  por  medio  de  algunos  malvadas 
lu-M  ¡tan  volverse  á  sus  brutalidades.  Y  como  vigilante 
t/>r  ne  temia  de  si  algunos  parciales  de  Mangoré,  ó  del  cad* 
qae  Síquincho»  habrian  intentado  alguna  maldad  conl 
ft/(uellas  inocentes  ovejas.  Con  esta  incertidumbre  despachad 
luego  á  un  religioso,  para  que  pasando  al  valle  de  Jauja  y  ái 
la  doctrina  de  Santiago  de  Comas,  diese  luego  desde  aUíi 
aviso  al  venerable  padre  fray  Manuel  Biedma  de  todo  Ioj 
acontecido  en  Pichana  y  Quimirí,  con  orden  al  dicho  venen 
rabie  padre  de  que  luego  se  saliese  con  todos  los  religiosos 
á  Andamarca,  hasta  cerciorarse  del  estado  en  que  se  hallaba 
la  montaña,  y  si  las  resultas  de  la  facción  de  Mangoré  Ue^ 
gabán  á  infestar  á  los  indios  de  la  conversión  de  Santa  Cruz. 

Notable  fué  el  sentimiento  que  los  religiosos  que  se  ha* 
liaban  en  Santa  Cruz  tuvieron  de  lo  sucedido,  y  mucho  mas 
de  haber  de  desamparar  á  aquellas  tiernas  plantas  que  sin 
la  continuación  del  cultivo  quedaban  espuestas  á  ser  arran* 
cadas  y  pisadas  de  los  brutos  infernales,  que  por  medio  de  < 
algunos  malditos  pervertirían  á  aquellos  inocentes  ánimos. 


—  49  — 

lío  era  menor  el  sentimiento  de  los  indios,  los  cuales  con 
Bgrimas  pedían  á  los  religiosos  que  no  los  desampararan;  y 
nmque  se  les  prometió  que  aquella  salida  seria  para  poco 
fiempo,  fué  preciso  para  consolarlos  conceder  el  santo  bau- 
femó  á  los  que  habla  motivos  suficientes  para  conceder- 
les esta  gracia,  á  unos  por  niños,  á  otros  por  viejos,  y  á  otros 
por  enfermos,  y  por  todos  fueron  treinta  y  cinco.  Con  esto 
íe  retiraron  los  religiosos  á  Andaraarca  y  Comas,  llevando 
el  inimo  de  entrar  luego  que  los  prelados  les  diesen  licencia 
para  ello. 

Viendo  el  común  enemigo  al  tierno  rebaño  del  Señor 
íesamparado  de  sus  pastores,  y  perturbado  con  la  pasada 
¡templad,  acrecentó  las  baterías  de  sus  infernales  astucias, 
fpara  acabar  totalmente  y  tragarse  aquellas  descarriadas 
«vejas,  sin  que  hubiese  pastor  que  saliese  i  su  defensa;  va- 
liéndose para  tal  empresa  de  la  codicia,  que  es  la  raíz  de 
todos  los  males.  Sucedió  que  por  este  tiempo  se  retiró  á  Qui- 
oirí  un  español  llamado  Juan  de  Villanueva,  quien  por 
laber  sido  teniente  de  comisión  de  las  Cabezadas  de  la  mon- 

a,  habia  quedado  deudor  del  corregidor  de  Tarma  don 
anuel  Francisco  Suarez  Andrade,  en  cantidad  de  mas  de 
os  mil  pesos,  y  viéndose  imposibilitado  de  pagar,  se  retiró 
ÍQuimirí,  donde  con  el  conocimiento  que  tenia  de  algunos 
íBdios,  tuvo  facilidad  de  pasar  algún  tiempo.  Instkba  el  co- 
íiegidor  por  su  plata  al  dicho  Villanueva,  y  este  por  dar 
wgas  á  la  cobranza,  respondía  que  se  hallaba  en  un  para- 
je donde  habia  mucho  cacao,  y  que  con  el  conocimiento  que 
tenia, con  los  indios,  le  seria  fácil  conseguir  porción  consi- 
[«rabie  con  que  poder  satisfaserle.  Los  indios  de  Quimirí, 
cansados  de  mantener  al  español,  representaron  al  padre 
Presidente  fray  Alonso  Robles,  que  el  mencionado  Juan  de 
Yillanaeva  no  tenia  allí  chácara  ni  hacienda  de  que  poder 
I  *^tentarse;  que  ya  habia  bastante  tiempo  que  le  sustenta- 
^^  de  balde  y  les  servia  de  mucha  carga,  y  que  le  mandase 
í^e  se  fuese  á  otra  parte.  El  padre  presidente  notificó  al  di- 
^to  Villanueva  que  se  saliese  de  Quimirí,  porque  los  indios 


—  50  — 
pedían  justamente  su  afiTÍo.  Juan  de  V 
Corregidor  de  Tarma,  como  el  padre  pi 
salir  do  Quimirí,  y  que  de  ejecutarlo,  n 
cosecha  del  cacao,  ni  pagarle.  De  este  e 
mandas  y  respuestas  entre  el  padre  pre: 
dor,  quien  por  no  perder  sus  interese» 
personas  que  solicitaron  al  licenciado 
rrez,  cura  de  la  doctrina  de  Huancaban 
je  demanda  ante  el  señor  arzobispo  de  1 
ilación  de  Quimirí,  alegando  que  era  ai 
Débese  advertir  que  la  doctrina  de  I 
iu  principio  había  sido  curato  de  nuesti 
ñas  con  los  disturbios  que  hubo  en  el  C 
;ontornos,  desde  1642  en  adelante  (com 

0  II)  los  indios  tie  ella  se  habían  retir 
ipen&s  había  quedado  á  quien  adminíst 
nentos,  por  cuyo  motivo  el  religioso  qu 
largo  de  cura  se  había  retirado,  queriei 
iportunamente  á  la  religión  en  otro  mii 
lesarnparada  la  doctrina  de  Huancabam 
incia  de  Tarma  un  visitador  del  ordií 
octrina  sin  pastor,  sin  requerir  á  la  par 
n  ella  un  cura  clérigo,  el  cual  se  n 
íempo.    • 

El  corregidor  de  Tarma  y  tres  confi 
■uir  y  paliar  su  codicioso  intento,  sobor 
Igunos  indios  Andes,  los  cuales  presen 

1  corregidor,  pidiéndole  que 'agregase  1 
i  y  del  Cerro  de  la  Sal  al  curato  de  Huí 
)s  indios  de  aquella  doctrina  eran  sus  p 
JO  se  facilitaría  la  conversión  de  los  inc 
al.  Ayudaba  á  esta  tramoya  el  tal  Juan 
urando  al  corregidor  que  todos  podían  i 

Cerro  de  la  Sal  había  muchas  vetas  j 
e  tal  suerte  supieron  colorir  {ayudadoi 
retensiones,  que  por  sentencia  de  ambí 


\ 


—  51  — 

^siástico,  se  le  intimó  al  reverendo  presidente  fray  Alen- 
de Robles  entregase  el  pueblo  de  Quimirí  al  cura  de 
lancabamba,  y  se  saliese  de  la  montaña  con  todos  sus  re- 
posos. Así  lo  ejecutó  á  fines  del  año  1674  con  el  senti- 
iento  natural. 
Bajó  el  dicho  reverendo  padre  presidente  á  Lima  á  espo- 
tt  en  ambos  tribunales  la  sinrazón  que  habia  usado  con  la 
ráfica  religión,  despojándola  de  la  conversión  que  tan  á 
fita  de  fatigas  y  sangre  de  sus  hijos  habia  ganado  para 
bs,  y  las  fatales  consecuencias  que  se  debian  temer  de  su 
fepojo:  pero  como  los  ministros  estaban  preocupados,  no 
insiguió  sino  disgustos,  por  lo  cual  por  no  ver  la  pérdida 
í  tantas  almas,  pidió  licencia  para  pasar  á  España  á  morir 
i  algunas  de  sus  provincias,  como  lo  ejecutó.  De  esta  suer- 
se  perdió  por  la  codicia  de  particulares  la  conversión  de 
aimirí,  pues  ni  el  cura  de  Huancabamba  pasó  á  dar  pasto 
ipiritual  á  los  indios,  ni  el  corregidor  dio  fomento  (como 
ibia  ofrecido)  á  la  espiritual  conquista.  Y  viéndose  los  in* 
bs  sin  el  respeto  y  enseñanza  de  los  religiosos,  se  volvie- 
in  á  los  montes  y  á  su  gentilidad.  Así  consiguió  el  demo- 
k)  su  infernal  intento  de  destruir  totalmente  la  conversión 
b  los  indios  .del  Cerro  de  la  Sal. 


CAPITPLO  X 


Fnelrs  el  venerable  P-  fray  Manael  Bleáma  á  . 
de  Banta  Orat. 


Cerca  de  un  año  estuvo  el  siervo  de  Dic 
dma  con  los  religiosos  compañeros  que  p< 
prelados  habían  salido  de  la  cáontaña  ei 
iamarca,  al  cual  algunas  veces  salían  los  : 
iz  á  pedir  á  los  padres  que  volviesen  á  s' 
19  no  habían  tenido  parte  alguna  ni  not: 
les  de  Maugoré.  El  venerable  padre  Biedm 
I  proseguir  el  cultivo  de  aquella  viña;  per 
leplácito  y  bendición  de  los  prelados,  los  i 
del  estado  de  aquella  conversión,  dieroi 
giosos  para  que  entrasen  á  emplear  sus 
do  en  la  viña  del  Señor. 
Hicieron  su  entrada  el  mes  de  setiembre 
.  las  incomodidades  y  trabajos  que  ofrecí 
IOS.  Pero  ¡oh.  inconstancia  de  la  la  hun 
aque  los  indios  salieron  á  la  Puna  á  recibi 
I  y  los  recibieron  con  alegría,  no  fué  con 
!  la  primera  vez.  Aquella  escogida  grey 
tor  y  sus  ministros,  se  habia  desparramac 
ates,  y  vuelto  á  las  antiguas  anchuras  de 
tad,  no  quería  ya  salir  de  ella,  y  por  no 
aal  comercio  y  sociedad,  6  porque  el  dem 


V 


—  sá- 
nala memoria  de  la  epidemia  ó  temerosos  del  trabajo  de  los 
caminos,  ni  hubo  forma  de  poderlos  sacar  de  sus  chácaras, 
montes,  y  brutales  rancherías. 

Los  religiosos  viendo  que  los  trabajos  que  habían  pade- 
cido para  entrar  á  la  montaña  habian  salido  en  vano,  pues 
k6  indios  bien  hallados  en  su  ociosidad,  no  querían  volver 
al  pueblo,  en  el  cual  apenas  había  cien  almas  de  todas  eda- 
des y  sexos;  que  aunque  parecía  estar  sosegada  la  mónta- 
la, no  se  podía  transitar  con  la  confianza  que  antes,  pues 
de  la  inconstancia  de  los  indios  se  podía  recelar  alguna  tra- 
gedia; viendo  frustrados  sus  fervores,  y  que  de  estarse  allí 
solo  conseguían  cargarse  de  achaques  de  que  los  mas  esta- 
ban bien  gravados,  é  imposibilitarse  para  servir  á  la  reli- 
gión en  otros  ministerios;  habiendo  dado  parte  á  los  prela- 
dos de  lo  que  esperimentaban,  obtuvieron  licencia  para  sa- 
lirse, y  solamente  quedó  en  la  conversión  el  venerable  padre 
Kedma,  acompañado  de  un  religioso  lego,  para  administrar 
los  sacramentos,  continuar  la  enseñanza  de  aquellas  pobres 
gentes,  y  que  no  se  acabasen  de  perder. 

Ocho  meses  estuvieron  los  religiosos  en  dicha  ocasión 
en  la  montaña,  fortaleciendo  en  la  fé  á  aquellos  pobres  in- 
dios, y  cultivando  lo  mejor  que  pudieron  aquellas  morales 
plantas,  de  cuyo  cultivo  se  cogieron  opimos  frutos.  Habien- 
do salido  los  religiosos  por  el  mes  de  Mayo  del  año  1676, 
aconteció  que  tres  meses  después  enfermaron  el  venerable 
padre  Biedma  y  su  compañero,  y  viéndose  sin  humano  so- 
corro, les  fué  forzoso  salir  á  curarse  á  Andamarca,  por  cuyo 
motivo  la  conversión  quedó  desamparada. 

Apenas  convaleció  el  siervo  de  Dios,  cuando  puso  todo 
BU  conato  en  facilitar  mejor  entrada  para  aquella  montaña, 
teniendo  esperiencia  de  que  los  destemples  de  esta  eran  tan 
insuperables,  que  no  se  podían  emprender  sus  caminos  sin 
echarse  á  morir.  Para  conseguir  este  fin  pasó  á  los  Andes 
íe  Tambo,  que  están  junto  á  Huamanga,  y  se  embarcó  en 
el  rio  deCocharcas  (que  entonces  juzgaban  que  desemboca- 
ría en  el  rio  de  Jauja),  á  los  ocho  días  de  navegación  se  des- 


—  54  — 
ibarcó,  viendo  que  era  un  rodeo  exorl 
spues  por  los  Andes  de  Huanta  y  Viscatar 
r  la  quebrada  de  Cochangará  y  por  Chiq 
rtes  y  Dor  todas  halló  mas  dificultosas 
)s  intransitables  las  cordilleras;  por  lo  c 
idamarca  bien  fatigado,  sin  haber  conseg 
n  que  no  sin  fruto  espiritual  de  muchas  ^ 
s  de  la  sierra  habitan  por  aquellas  bren: 
searriadas,  sin  pasto  espiritual  ni  comerc 
mdo  bestialmente,  por  huir  de  la  sujecior 
res  y  curas,  para  estar  á  su  libertad  sin  a 


»II^:§^i^l^i[^{E^lt^lR^imi^lR^ 


GAPITPL©  XI- 


Conquista  eapirituaX  de  la  conversión  de  OaJamarqulUa^ 


Dios  nuestro  Señor,  padre  de  las  misericordias  y  Dios  de 
!a  consolación,  quiso  consolar  á  esta  santa  provincia  de^ 
i  doce  Apóstoles  en  la  pérdida  de  la  conversión  de  Quimi- 
f  Cerro  de  la  Sal,  sustituyendo  en  su  lugar  la  conversión 
las  dos  naciones  de  Cholones  y  Hibitos,  que  como  tierra 
m  dispuesta,  recibió  por  este  tiempo  la  semilla  de  la  di  vi- 
palabra,  que  ha  conservado  fervorosa  hasta  el  presente 
u  Sucedió  esta  conquista  del  modo  siguiente: 
La  provincia  de  Cajamarquilla  ó  Pataz,  situada  del  norte 
sur  desde  siete  grados  hasta  los  ocho  y  treinta  minutos 
latitud  ^[neridional,  á  quien  termina  por  la  parte  occiden- 
i  el  rio  Marañen,  confina  por  la  parte  del  Oriente  con  la 
)ntaña  de  los  Andes,  de  quien  la  divide  un  ramo  de  cordi- 
lla de  difícil  ascenso.  Fué  esta  provincia  en  el  siglo  pasa- 
f  infestada  de  los  indios  infieles  de  la  montaña,  los  cuales 
tiempos  salian  á  robar,  y  en  diversas  ocasiones  destruye- 
ü  los  pueblos  de  Condor*marca  y  del  Collay.  Cerca  de  los 
los  de  1670  un  pastor  de  ganado  mayor  de  dicha  provincia 
sivetró  casualmente  á  la  montaña,  y  los  indios  le  recibió- 
tti  pacíficamente;  aficionados  al  trato  del  cristiano,  se 
¡Tvesgaron  algunos  á  salir  á  la  sierra  á  vender  algunas  co- 
tes de  la  montaña,  y  viendo  la  buena  acogida  que  les  ha- 
i^  los  cristianos,  pidieron  que  entrasen  sacerdotes  á  sus 


—  56  — 
tierras  para  que  los  bautizasen.  Entró  á 
meramente  un  padre  jesuíta,  el  cual  est 
po  entre  los  indios,  y  sin  hacer  algún 
montaña.  Después  entró  á  esta  empresa 
el  cual  tampoco  consiguió  hacer  fruto  er 

La  seráfica  religión  noticiada  de  ei 
intentó  esta  espiritual  conquista,  y  con 
cias  del  superior  gobierno  y  del  ordinari 
entraron  á  dicha  empresa  el  padre  fray 
dos  religiosos  legos,  fray  Juan  Martii 
Caballero,  Estos  religiosos  fueron  bien 
dios,  y  en  breve  tiempo  catequizaron  á  i 
Hibita.  Habiendo  participado  á  los  prelí 
que  ofrecía  aquella  montaña,  dieron  su 
entrasen  á  ella  los  venerables  padres  frj 
tural  de  Galicia,  y  fray  Francisco  Gutiei 
tellano  viejo,  ambos  grandes  predicador 
tiguos,  Vivian  aquellos  indios  (como 
desparramados  por  los  montes,  sin  rec( 
ni  cacique  que  sus  ancianos,  á  los  cus 
respeto.  Y  aunque  habla  muchos  agreg 
cienes,  los  que  mas  predominaban  eran 
Hlbitos. 

El  venerable  padre  fray  José  Araujo, 
trabajo  redujo  á  un  pueblo,  que  llamó  J£ 
la  nación,  de  los  Hibitos,  los  cuales  civili 
tizó.  Aprendió  su  idioma,  formó  arte  y  v 
el  catecismo  y  texto  de  la  doctrina  cr 
oraciones,  himnos  y  cánticos  espiritualeí 
nos,  do  la  misma  suerte  que  los  habla  ce 
general  nuestro  llustrísimo  Oré.  Estuvo 
en  esta  conversión  mas  de  treinta  años 
acabó  el  curso  de  sus  dias. 

El  venerable  padre  fray  Francisco  G 
la  reducción  de  la  nación  Cholona,  mas 
Hibita.  Redújolos  á  un  gran  pueblo,  que 


^^^ 


—  57  — 

lentura  de  Apisonchuc.  Los  civilizó,  catequizó  y  bautizó. 
Aprendió  su  idioma,  del  cual  formó  arte  y  vocabulario,  y. 
Indnjo  en  aquella  lengua  el  catecismo  mayor  y  menor,  la 
Sioctrina  cristiana  y  muchos  himnos,  oraciones  y  cánticos 
¡•pirituales:  estuvo  muchos  años  en  esta  conversión,  y  mu- 
ifíó  pacíficamente  entre  sus  indios. 

Entablaron  estos  venerables  padres  el  gobierno  moral  y 
bofítico  de  estas  naciones  con  tal  disposición,  que  ningún 
9tt8e  falta  á  la  doctrina  cristiana  y  al  rosario  de  la  Virgen 
iáría;  y  los  padres  conversores  sin  tener  nada  propio,  nada 
Íes  &lta  para  el  sustento  y  decencia  de  las  iglesias.  Para  el 
bostento  de  los  religiosos  está  puesto  en  práctica,  que  todas 
hsfomilias  (que  están  divididas  en  siete  baxrios),  alternando 
tal  barrio  cada  dia,  traigan  al  convento  limosna  de  lo  que 
producen  sus  chácaras.  Unas  traen  yucas,  otras  plátanos, 
otras  maiz  tierno,  frutas  y  otras  cosas;  de  suerte  que  el 
re  conversor  que  es  económico  vive  con  decente  provi- 
¡on,  sin  que  sea  necesario  acudirle  de  la  sierra,  sino  de  al- 
nas cosas  que  no  produce  la  montaña,  como  son  vino  para 
lebrar,  harina  para  hostias,  algún  bizcocho,  azúcar^  ta- 
co en  polvo,  ajos,  cebollas  y  menudencias. 
Después  que  murieron  los  venerables  padres  fundadores 
esta  conversión,  hubo  entre  los  indios  algunas  disen- 
siones; para  apaciguarlas  se  halló  por  conveniente  dividir- 
los en  cuatro  pueblos,  dos  de  cada  nación,  los  cuales  siem- 
pre retienen  los  patronos  antiguos.  Los  pueblos  de  la  nación 
ffibita  se  llaman  Jesiis  de  Pajatem  y  Jesús  de  Monie-Sfion. 
'los  de  la  nación  Cholona  son  San  Buenaventura  del  Valle^ 
1  San  Buenaventura  de  Pisano  6  Pampa  Hermosa.  En  la 
ntimeTacion  que  en  dicha  conversión  hice  en  el  año  1767 
babia  en  ellos  cuatro  mil  y  ochocientas  almas  de  todas 
rtades  y  sexos,  y  desde  entonces  se  han  aumentado  mucho. 
Los  indios  Cholones  son  corpulentos,  de  buenas  facciones, 
trabajadores;  y  su  ordinario  ejercicio  es  la  labranza  de 
Wí  chácaras,  la  caza  y  la  pesca.  Las  mujeres  se  ejercitan 


—  58  — 
el  cultivo  del  algodón,  en  traer  ( 
esario  para  el  sustento  de  su  familia, 
6US  hijos  el  vestuario,  que  es  de  al 
litos  son  menos  corpulentos  y  mas  i 
ias  son  mas  hermosas,  aseadas  y  liben 
ios  Cholones. 

El  modo  de  vestir  de  estas  gentes  es  j 
ma  ó  camiseta  de  algodón,  teñida  de  i 
los  hombres  traen  calzones  y  cotones 
is  una  ropa  talar  de  algodón  hasta  los 
ie  de  rebozo  de  bayeta.  Los  dias  de  fií 
a  y  doctrina,  los  mas  se  ponen  camisa 
:ros  de  lienzo  de  Castilla.  Para  compn 
10  es  herramientas,  algunas  camisas, 
)zos  para  las  mujeres,  salen  á  la  sierr; 
lan  ordinariamente  ocho  dias)  cargat 
ios  de  coca,  de  la  cual  cargan  tres  ai 
timento  que  llevan  para  todo  el  viaje 
acoca,  compran  lo  referido  y  algunas 
ermite  entre  ellos  que  ninguno  use  d( 

)S. 

\unque  el  temperamento  de  la  monta 
lo,  los  indios  de  esta  conversión  viven 
d;  á  lo  que  sin  duda  contribuye  la  uni 
miento,  que  todo  el  año  se  compone 
icidos,  maní,  pescado  salado,  alguno 
aonte,  yucas  y  frutas.  Acostumbran  b 
.necer.  Cuando  en  estas  montañas  eni 
ciruelas,  hace  en  ellos  grande  estrag 
la  de  sujetarlos  á  la  curación  que  neci 
ledad.  Entonces  se  retiran  á  los  morí 
viviendo  separados  se  librarán  de  la 
os  no  se  conoce  ambición  ni  codicia.  I 
endenctas.  Sus  vicios  son  los  comuui 
iriaguez  y  la  lascivia;  aunque  en  este 
ar  con  la  vigilancia  de  las  justicias, 


[  —  59  — 

8en  en  llegando  á  la  edad  competente;  y  si  se  les  pudiese 
Ipancar  el  vicio  de  la  embriaguez,  no  dudo  que  serian  los 
ígores  cristianos  de  la  América. 

Las  iglesias  de  los  pueblos  son  capaces,  hechas  de  fuer- 
s  maderas  con  las  paredes  embarradas  y  blanqueadas,  y 
%  techos  de  palmas:  tienen  decentes  retablos  y  muy  bue- 
»  ornamentos.  Las  casas  de  los  padres  conversores,  á  las 
iales  llaman  convento,  son  capaces  y  de  muchas  piezas 
ra  el  gobierno  económico.  Las  casas  de  los  indios  no  son 
liy  grandes;  pero  lo  bastante  para  vivir  con  cristiana  de- 
pcia.  En  sus  chácaras  tienen  sus  casas  yeramadas,  así 
jra  guarecerse  de  los  soles,  como  para  depósito  de  sus 
itos. 

Para  socorro  de  los  padres  conversores  se  ha  formado  un 
tepicio  en  la  provincia  de  Patáz,  que  con  las  limosnas  que 
coge  en  las  provincias  inmediatas  socorre  las  necesidades 
le  se  ofrecen  en  la  montaña.  En  este  hospicio  asiste  re- 
ilarmente  el  padre  presidente  de  esta  conversión;  y  á  él 
ien  los  padres  conversores  cuando  se  hallan  notablemente 
ifermos,  para  recobrar  la  salud  con  la  mudanza  de  tempe- 
mentó. 


'    *i-    sL-    '^L-    ^L* ^l'    ^ ^ ■'L'    -1-    ^    -J^    U- 


GAPITOLO  XII. 


Uve  el  reoemUe  P.  Ira^Manael  Biedma  á  1»  a 
Ornz— Ábrese  esaaíno  de  cahalleiiaM  para  affi 


Desde  que  el  venerable  padre  Biedma  ; 
ieron  de  la  montaña  de  Santa  Cruz,  ha 
entró  á  dicha  conversión  religioso  algún 
;o  de  la  entrada  atemorizaba  á  los  m: 
ique  el  dicho  siervo  de  Dios  buscó  con  j 
s  y  fatigas  por  varías  partes  entrada  m 
lo  conseguir  su  buen  deseo.  Los  indios  ii 
nos  que  se  hallaban  en  Santa  Cruz,  ciar 
religiosos  entrasen  á  darles  pasto  espiri 
podía  dar  el  consuelo  que  pedían,  porq 
irmados  de  lo  difícil  de  aquella  entrac 
to  que  no  se  entrase  á  la  montaña  hasta 
□ino  con  gente  de  la  Sierra,  para  escusai 
o  que  en  ello  habían  padecido  los  indios  i 
:es  salieron  los  indios  de  Santa  Cruz  ha 
iendo  religiosos  que  los  doctrinasen.  En 
ron  todos  los  cristianos,  grandes  y  peqi 
mas  en  los  ojos  pidieron  que  les  diesen  ] 
re  otras  razones:  «¿por  qué  nos  dieron  á 
tos  dejan  en  poder  del  demonio?  Si  no  t 
,ado,  no  tuviéramos  el  dolor  que  sentin 
pagar  nosotros  lo  que  hicieron  los  malva 


■v^-r 


—  61    ^ 

canse  de  nosotros,  pu3s  dicen  que  somos  sus  hijos.»  Conso- 
lábalos el  venerable  padre  Biedma,  que  se  hallaba  entonces 
en  Andamarca,  dándoles  esperanzas  de  que  en  breve  tiempo 
se  comenzaría  á  abrir  camino  para  poder  entrar  á  muía;  que 
ya  se  estaba  tratando  de  ello,  y  entonces  tendrían  sin  fatiga 
I  loque  tanto  deseaban. 

¡      La  abertura  de  camino  para  caballería  se  habia  juzgado 
I  por  imposible;  pero  la  necesidad  hizo  trabajar  al  discurso,  y 
i  de  tal  suerte  se  tanteó,  que  se  halló  bastante  fácil.  Tomó  esta 
I  empresa  á  su  cargo  el  capitán  don  Francisco  de  la  Fuente, 
dueño  del  obraje  de  Hualahoyo  en  el  valle  de  Jauja,  é  insig- 
ne bienhechor  de  nuestra  orden  y  sus  conversiones,  y  con 
tanto  empeño  como  si  su  caudal  fuese  muy  cuantioso.  Traba- 
jaron en  dicha  obra  todos  los  indios  y  fronterizos  de  Anda- 
marca  y  de  otras  partes  con  grande  tesón;  pagando  dicho 
señor  los  jornales,  sustento,  herramientas  y  todo  lo  deniás 
que  fué  necesario.  Dióse  principio  á  dicha  obra  á  primeros 
de  abril  del  año  1681,  y  en  seis  meses  ya  se  pudo  llegar  con 
caballería  hasta  las  faldas  de  la  Serranía,  una  jornada  antes 
délas  primeras  habitaciones  de  los  infieles,  los  cuales  con 
la  noticia  de  que  se  abria  camino  para  muías,  á  fin  de  que 
loe  padres  entrasen  á  sus  tierras,  salieron  varias  ocasiones 
áqnerer  trabajar  en  el  camino;  y  como  no  se  les  permitía, 
^  desahogaban  su  afecto  trayendo  á  los  trabajadores  regalos 
de  frutas,  y  de  lo  demás  que  producían  sus  chácaras  para 
alentar  á  los  serranos  á  que  trabajaran  con  empeño. 

El  venerable  padre  Biedma  entró  á  visitar  á  los  cristia- 
nos é  infieles  de  Santa  Cruz,  porque  lo  deseaban  en  gran 
manera.  Entró  con  la  gente  de  trabajo  del  camino,  que  eran 
indios  fronterizos,  y  entre  ellos  algunos  mestizos.  El  curaca 
don  Diego  Tonté  hizo  á  todos  un  convite  á  su  modo  y  usan- 
za, con  demostraciones  de  grande  «^complacencia  y  regocijo, 
por  haber  conseguido  ver  padres  en  su  tierra.  Y  entre  otras 
conversaciones  dijo  al  siervo  de  Dios:  Si  vinieras  con  harta 
gente,  como  estos  españoles,  (llamaba  españoles  también  9 
los  mestizos)  yo  te  enseñara  gente;  allá  dentro  hay  mucha, 


—  62  — 
r^-.hi  gecte:  do  os  la  eL=^lo  porjoe  ic 
|.j«  Cié  'tOierea  matar.  P^r  causa  áe  los 
lyendo  de  mi  gente,  qne  machas  veces  1 
rme.  Para  praeba  de  lo  que  os  digo.  venJ 
i  al  siervo  de  Dios  con  otro;  á  cinco  para_ 
;  se  haVjia  madado  íuceíivameiite,  J  viop 
saa  quemadas,  á  las  caa'.os  sos  contraríe 
*!^j.  En  todos  los  dichos  parajes  tenian 
tuzadas,  con  f¡ue  resistía  los  asaltos  de  s 
¡ig^ó  á  verw  tan  acosado,  qae  se  reriró  á 
a,  donde  el  temperamento  frió  le  servia 
aro,  [Kjrque  los  indios  de  la  montaña  ten 
paraje  frió. 

Habiendo  el  venerable  padre  Biedma  n 
>  rebaño  tan  de?4?arriado,  que  apenas  se  [ 
mas,  atendió  á  la  conservación  de  lo  adq 
jrfeccionasen  los  caminos  de  la  sierra,  pa 
fs  pudiesen  ser  socorridos  con  facilidad, 
tas  que  el  siervo  de  Dios  habia  hecho  ei 
entes  á  las  naciones  convecinas,  habia  vi 
la  parte  de  oriente,  se  determinó  con  el  { 
on  Uíegfo  Touté  mudar  el  pueblo  una  jorr 
;  en  una  campiña  muy  despejada,  así  pai 
ente,  como  para  que  las  muías  que  entr 
ararse  de  la  falta  de  alimento  que  padec 
a  unos  Pajonales  que  estaban  allí  cerca, 
re  al  pueblo  nuevo  San  Buenacetiítira  de 
ü  juntaron  poco  más  de  doscientas  almas  i 
a.  Y  dejando  en  dicho  pueblo  á  los  padre 
>a8  y  fray  Juan  Bargas,  sacerdotes,  el  vt 
aliij  á  la  sierra,  para  bajar  á  Lima  á  tratt 
ey  sobre  una  empresa  que  meditaba,  de 
1  capítulo  siguiente. 


^    N 


•  V     V     Y     Y     V'"r  V    Y    V     V     Y     Y     V   ^y^'^T^Vr^    V   TT 


CÜPIYULO)  KHI. 


HescizJbrimieiiío  dei  río  Panz  y  de  Ja  nacioa  <Ze  Jos  Caníboa- 


El  fuego  de  la  caridad  que  ardía  en  el  corazón  del  vene- 
ble  padre  fay  Manuel  Biedma  no  le  dejaba  reposar,  siendo 
rta  esfera  para  su  empleo  la  montaña  de  los  Andes;  y  así 
kelaba  á  una  dilatada  conquista,  donde  pensaba  reducir 
ttchas  almas  para  el  cielo.  En  el  capítulo  III  de  este  com- 
lidio  dije  como  este  siervo  de  Dios  estuvo  algunos  años  de 
inversor  en  los  Callisecas  hasta  el  año  1665.  En  el  tiempo 
le  estuvo  en  dicha  conversión,  adquirió  (mediante  razones 
í  algunos  cautivos)  muchas  noticias  de  las  muchas  nacio- 
«  que  habitan  en  las  márgenes  del  famoso  rio  Paro  que 
)y  se  llama  Ucayali.  Confirmáronse  dichas  noticias  con 
ras  muchas  que  tuvo  durante  el  tiempo  que  estuvo  en  la 
Hiversion  de  Santa  Cruz,  de  las  muchas  naciones  que  ve- 
ían al  Cerro  de  la  Sal.  Y  como  los  indios  son  fáciles  en  pen- 
car, y  mucho  mas  en  mentir,  le  hicieron  creer  al  venéra- 
le padre  que  era  cierto  el  imperio  del  Enim,  cuya  noticia 
íbia  propagado  don  Pedro  Bohorques.  Anadian  algunos 
ídios  que  en  sus  tierras  habia  padres  vestidos  como  los  de 
tal  Francisco,  los  cuales  enseñaban  la  doctrina  cristiana. 
f>r  esta  noticia  discurría  por  entonces  el  siervo  de  Dios, 
iie  los  venerables  padres  fray  Matías  Illescas  y  sus  compa- 
eros  estarían  vivos,  y  con  una  copiosa  conversión  formada 


—  64  — 
!tt  aquellas  vastas  regiones.  En  una  de  laa 
lerable  (ladre  Biedma  había  hecho  á  las 
kl  oriente  de  Santa  Cruz,  habia  subido  á  1 
üíordillera  que  se  interpone  éntrelos  Han 
ajuntadelos  riosEnne  y  Perene,  y  los 
lue  desde  aquel  paraje  al  oriente  estaban 
ñones  vasallos  del  imperio  del  Enim,  tan 

Con  estas  noticias,  deseoso  el  siervo  ¿ 
;ir  la  luz  del  santo  Evangelio  en  aquellaf 
njó  á  Lima,  y  habiendo  comunicado  con  1 
oso  proyecto,  hizo  relación  al  virey  (que 
i'alata)  del  estado  de  la  conversión  de  los 
leticias  tan  fundadas  que  tenia  de  las  mu 
Htaban  allí  cerca,  pidiéndole  favoreciese 
acilitando  su  espiritual  conquista.         * 

El  señor  virey,  en  atención  al  informe 
iré  Biedma,  mandó  al  corregidor  de  la  p 
ion  Francisco  Delzo  y  Arbizu,  que  entras 
/  diese  todo  el  favor  posible  á  la  consgcuci 
Dadre  presidente  fray  Manuel  Biedma.  Po 
nientos  no  se  pudo  ejecutar  la  entrada  ( 
nontiiña  hasta  el  año  16Ü4,  y  entre  tantt 
■able  padre  que  se  abriese  camino  desde 
lasta  la  junta  de  los  rios  Enue  y  Perene; ; 
jara  prevenirse  de  machetes,  hachas,  cu( 
Y  otras  cosas  que  son  necesarias  para  agi 
Entró  A  la  montaña  el  dicho  corregidor  co 
■espondienteásu  oficio,y  en  su  compaü 
francisco  de  la  Fuente ,  síndico  de  lai 
iquelaño  1684  no  se  pudo  pasar  del  puel 
í-entura,  porque  con  las  continuas  Uuvií 
labian  maltratado  los  caminos,  y  fué  forz 
;ho  tiempo  en  su  composición. 

Habiendo  llegado  el  verano  del  año  I& 
:rar  á  la  montaña  el  corregidor  y  la  demí 
ibrió  camino  de  suerte  que  á  muía  se  pu<] 


—  65  — 

I 

raje  del  rio  Perene,  que  llamaron  puerto  de  San  Luis^  tres 
I  leguas  antes  que  este  rio  se  junte  con  el  rio  Enne.  Acompa- 
l&aba  la  faena  el  venerable  padre  Biedma;  y  cuando  llegaron 
i  este  paraje  (que  fué  á  principios  de  Setiembre)  llevado  de 
EU  celoso  fervor,  quiso  embarcarse  para  ir  á  convertir  á  las 
naciones  que  imaginaba  tan  bien  dispuestas.  No  le  permi- 
tieron este  desahogo  de  sus  ansias  el  corregidor  ni  el  síndico; 
i  pero  para  su  consuelo  suplió  el  valor  de  tres  personas  que  se 
I  onecieron  á  la  empresa.  Estas  fueron  un  donado,  llamado 
¡Pedro  Laureano,  natural  del  puerto  de  Callao,  insigne  len- 
guaraz del  idioma  Campa  y  Mochovo,  por  haberlo  aprendido 
I  con  perfección  en  la  conversión  de  Santa  Cruz,  un  tercero 
;  Sevillano  llamado  Juan  de  Navarrete,  y  un  vecino  de  Aco- 
I  bamba,  natural  de  Galicia,  llamado  Juan  Alvarez. 

Estos  tres  valerosos  soldados  de  Cristo,  animados  de  las 
I  fervorosas  exhortaciones  del  venerable  padre  Biedma  y  con- 
fiados en  sus  oraciones,  se  embarcaron  en  una  balsa  de  ocho 
palos,  con  hábitos  y  capillas  de  religiosos,  llevando  algunas 
herramientas  y  los  víveres  necesarios  á  su  viaje.  Y  dejándo- 
8e  en  manos  de  la  divina  Providencia,  se  entregaron  á  las 
comentes,  y  á  los  quince  dias  de  navegación,  encontraron 
muchas  canoas  de  indios  Cunibos,  los  cuales  los  condujeron  á 
«u  pueblo.  Fueron  recibidos  de  los  curacas  y  de  todo  el  vul- 
go con  demostraciones  de  amor  y  de  benevolencia.  Pregun- 
taron los  indios  á  los  tres  exploradores  á  que  fin  habian 
^FCnidoá  sus  tierras  con  tanto  riesgo  y  peligros.  Yles  respon- 
dieron quepara  darles  á  conocerel  verdadero  Dios;  de  lo  cual 
quedaron  al  parecer  agradecidos,  y  en  cinco  dias  que  estu- 
vieron allí,  les  enseñaron  el  Alabado,  y  el  Padre  nuestro  y  Ave 
María,  lo  cual  cantaban  los  indios  con  mucho  contento.  En  se- 
fialde  posesión,  y  de  haber  sido  los  primeros  cristianos  que 
pisaron  aquel  país,  pusieron  los  nuestros  una  grande  cruz 
euk  plaza,  y  otras  menores  en  varias  calles.  Y  por  haber  lle- 
gado alU  el  dia  29  de  Setiembre,  pusieron  al  pueblo  el  nom- 
\i^y  título  de  San  Miguel.  Repartieron  á  los  indios  princi- 
pales la  poca  herramienta  que  traian,  y  dijeron  á  los  curacas: 


queréis  que  vengan  padres  para  que  os 

del  cielo,  llevadnos  &  nosotros  á  nuesti 
is  canoas,  j  luego  volveremos  con  los  pi 
chas,  cuchillos  y  otras  cosas.  Al  inst 
ije,  y  en  dos  canoas  los  trajeron  los  Cui 
n  Luis,  gastando  en  la  vuelta  veinte  dii 

los  cuales  se  vieron  en  grandes  peligro 
I  pasos  del  rio,  como  de  los  indios  enei 
erer  matarlos. 

Habiendo  llegado  los  tres  cristianos  exi 
de  San  Luis  el  dia  24  de  Octubre,  re 
)s  Cunibos  que  los  hablan  traído  algu 
nerable  padre  Biedma  habia  dejado  en  \ 
ida  que  habia  formado  en  dicho  paraje, 
ndoles  palabra  de  que  el  verano  siguiei 
irra  con  los  padres.  Fuéronse  los  Cunibí 
aradores  caminaron  para  San  Buenaven 
a  el  dia  30  de  Octubre  de  dicho  año  16 
1  siervo  de  Dios,  el  cual  los  recibió  con  1 
spues  de  haber  oido  la  relación  de  su  vi 
elados  superiores,  noticiándoles  de  lo  ej 
rtas  envió  á  Lima  á  los  tres  descubridor 
itigos  de  vista  los  informasen  con  tod; 
iridad. 

La  nación  de  los  Cunibos  es  una  de  la 
e  habitan  las  márgenes  del  Gran  Paru, 
)u  Paru.  Este  rio  cuando  llega  á  los  Cui 

de  todas  las  vertientes  de  la  cordilh 
sta  el  Cuzco  y  provincias  de  Paucartan: 

los  Cunibos  tiene  de  ancho  un  cuarto 
os  Cunibos  son  corpulentos  y  ordinaria 
idos.  Cuando  están  de  gala,  traen  ves 
miseta  de  algodón  que  les  liega  á  las 
■■  varios  colores.  Tienen  la  frente  y  cogo 
sde  que  nacen  les  entablillan  las  cabezí 
lantc,  y  no  pudiendo  tomar  incremento 


—  67  — 

te,  les  quedan  chatas,  y  este  es  el  distintivo  de  aquella  na- 
ción. Llevan  el  pelo  cortado  á  cercen  debajo  de  las  orejas. 
Desde  pequeños  acostumbran  traer  en  las  coyunturas  del 
cuerpo,  como  son  tobillos,  rodillas,  brazos,  muñecas  y  cin- 
loia,  unos  cordones  de  algodón  de  varios  colores.  Las  mu- 
jeres casadas  no  traen  mas  vestido  que  un  trapo  de  algodón 
con  que  cubren  sus  vergüenzas.  Las  doncellas  van  total- 
mente desnadas.  No  hilan,  ni  trabajan  mas  que  en  sus  se- 
menteras; ni  usan  mas  ropa  que  la  que  sus  maridos,  padres 
í  parientes  roban  á  sus  contrarios  en  sus  correrías.  Los 
kombres  se  casan  con  cuantas  mujeres  quieren;  porque  co- 
mo la  tierra  es  muy  fértil,  y  ellas  se  contentan  con  pocos 
manjares,  les  cuesta  poco  el  mantenerlas.  Précianse  estos 
indios  de  leales,  valientes  y  amistosos.  Aunque  es  común 
propiedad  de  los  indios  de  la  montaña  vivir  separados  y  es- 
parcidos por  los  montes,  las  continuas  guerras  que  los  Cu- 
ftibos  tienen  contra  otras  naciones,  les  han  enseñado  la  ne- 
cesidad y  conveniencias  de  vivir  juntos  en  un  pueblo.  En 
tete  de  San  Miguel  vivian  en  galpones  grandes  por  familias, 
y  en  cada  galpón  moraban  de  veinte  á  treinta  personas  do 
N&s  edades  y  sexos.  Entonces  tenia  el  pueblo  mas  de  dos 
^1  almas.  Estaba  gobernado  por  tres  curacas  ó  caciques. 
PQ  principal  se  llamaba  Cayampay,  el  segundo  Sanaguami, 
y  el  tercero  Samampico.  Andan  continuamente  en  sus  ca- 
Pttoas  por  el  rio  á  corso  contra  las  demás  nacion(ís,  especial- 
jTnente  contra  los  Piros,  y  á  los  prisioneros  llevan  cautivos 
i  sus  tierras  para  servirse  de  ellos  en  el  cultivo  de  sus  cha  - 
■Caras;  pero  los  tratan  con  suavidad,  de  suerte  que  los  mas 
fie  casan  después  con  las  indias  Cunibas. 


-M 


.$^>^^^=*[»4-«¡*^^!^$^!»#*!»'í^ 


CAP1T01.O  XIV. 


■Batrada  de  nawttna  rtílglosoa  AloaCt 


Habiendo  llegado  á  Lima  los  tres  cnstia 
res,  y  presentado  las  cartas  del  venerable 
al  reverendo  padre  provincial,  se  participó  es 
perior  gobierno.  Y  después  de  practicadas  la 
ligencias,  determinó  el  gobierno  superior  qu 
trada  á  los  Cunibos,  y  que  pera  resguardo  d 
fuesen  doce  soldados  y  su  capitán,  que  fué 
Francisco  de  Rojas  y  Guzman.  Y  para  la  ef 
braron  de  las  cajas  reales  cuatro  mil  pesos,  i 
de  los  soldados,  como  para  los  demás  gastos, 
religión  fueron  asignados  cinco  religiosos,  qi 
verendo  padre  fray  Francisco  Huerta,  presi 
fray  Rodrigo  Bazabil,  el  padre  fray  Felipe  i 
dre  fray  Antonio  Vita!,  el  hermano  fray  Ped 
dos  hermanos  que  hablan  sido  descubridor 
que  de  su  servicio  llevaba  el  comandante, 
Francisco  de  la  Fuente,  y  el  capitán  don  Bai 
que  fueron  de  voluntario.?;  componía  toda  la 
te  y  cuatro  personas. 

El  dia  3  de  mayo  del  año  1686  salieron  de 
capitán  con  ocho  soldados  y  los  religiosos; 
de  la  Concepción  de  Jauja,  donde  se  complet 
soldados,  se  abastecieron  de  todo  lo  necesarií 


—  69  — 

da,  así  de  víveres  como  de  herramientas,  y  otras  cosas  muy 
precisas  para  obsequiar  á  los  indios.  Hallábase  entonces  en 
el  dicho  pueblo  de  la  Concepción  el  muy  reverendo  padre 
feayFélixde  Como,  comisario  general  de  nuestra  orden  en 
las  provincias  del  Peni,  el  cual  confirmó  la  elección  de  pre- 
ffldente  de  esta  misión  en  el  padre  fray  Francisco  Huerta,  y 
dio  su  paternal  bendición  á  todos  sus  religiosos  para  el  feliz 
acierto  de  su  espedícion. 

El  dia  30  de  junio  salieron  del  pueblo  de  la  Concepción, 
llevando  todo  el  avío  para  la  entrada  en  recuas  de  muías. 
Uegaron  á  San  Buenaventura  el  dia  28  de  julio,  donde  sa- 
fieron  á  recibirlos  el  padre  presidente  fray  Esteban  de  las 
Eras,  y  el  padre  fray  Juan  de  Bargas  Machuca,  con  todos 
los  indios  vestidos  de  gala,  gobernados  por  el  curaca  don 
Liego  Tonté,  con  músicas  á  su  usanza,  y  los  acompañaron  á 
la  Iglesia,  donde  se  cantó  el  Te  Deum  laudamus  en  haci- 
miento  de  gracias.  Aquí  se  detuvieron  algunos  dias  aguar- 
dando las  cargas  que  habian  quedado  atrás.  Entre  tanto  se 
adelantaron  algunos  soldados  y  el  hermano  fray  Pedro  Al- 
varez  al  Puerto  de  San  Luis  para  cortar  los  palos  para  las 
balsas,  y  se  fueron  despachando  en  las  caballerías  que  esta- 
kualgo  descansadas  los  bastimentos,  herramientas  y  demás 
equipajes,  siguiendo  la  última  partida  el  padre  fray  Antonio 
Vital  con  el  hermano  Juan  Navarrete,  que  salieron  de  San 
Buenaventura  el  dia  9  de  agosto.  En  este  tiempo  enfermaron 
áe  cuidado  los  padres  fray  Rodrigo  Bazabil  y  fray  Felipe  dc^ 
Obregon;  y  para  suplir  su  falta  se  determinó  que  fuesen  á 
la espedicion  el  venerable  padre  Biedma,  presidente  déla 
conversión  de  los  Campas.  Y  aunque  rehusaba  dejar  aquella 
conversión  que  estaba  á  su  cargo;  reconociendo  la  necesidad 
para  que  no  se  retardase  la  empresa  aceptó  la  elección,  ofre- 
ciéndose víctima  á  la  mayor  honra  y  gloria  de  Dios,  y  salud 
espiritual  de  aquellas  gentes;  dejando  encomendado  el  pue- 
Wo  y  los  padres  enfermos  al  cuidado  de  los  padres  fray  Es- 
tiban de  las  Eras  y  fray  Juan  de  Bargas,  sacerdotes. 
Dispuesta  así  la  entrada,  se  hizo  el  cómputo  de  las  per- 


con  tai 
lenave 
para  1 
'  T  otrx 
e=per: 
>  lleva 
I  .Jia  1 
iÍ3,  de 
S  punt 
los  tn 
ruanta 
desue 
ito  se ' 
celase 
en  caí: 
lad,  co 
ita  det 
;aron  ( 
3¡dent( 
itíl  Bie 
lierm! 
lado  Al 
as,  el  ( 
raun, 
)abo  f 
nía  C 
Dclzo 
lierno, 
ilcüdo; 
lojas,  £ 
dos  nc 
imcntc 
crrami 
ado  m 


—  '71  — 

miinion,  á  las  once  horas  del  dia  comenzaron  su  navega- 
ción, y  después  de  muchos  peligros  y  trabajos  que  pasaron 
üionce  dias  que  navegaron,  el  4  de  setiembre  llegaron  al 
pueblo  de  San  Miguel  de  los  Cunibos,  donde  fueron  recibi- 
dos con  grandes  demostraciones  de  alegría;  y  al  son  de  mu- 
chos atambores  y  bocinas,  fueron  conducidos  á  una  iglesia 
que  hallaron  edificada  con  su  campana  y  algunas  estampas. 

Habiendo  dado  gracias  á  Dios  y  cantado  el  Te  Deum 
budamtis^  el  capitán  don  Francisco  de  la  Fuente  (como  se- 
gundo cabo  y  segunda  persona  del  cabo  principal  don  Juan 
de  la  Huerta  Salcedo)  tomando  el  estandarte  que  llevaba, 
acompañado  de  los  demás  soldados,  puesto  en  la  puerta  de 
la  iglesia,  dijo  en  alta  voz:  «En  nombre  de  Dios  Todopode- 
j^raso,  y  de  nuestro  católico  rey  don  Carlos  II  (que  Dios  guar- 
*dej  tomo  posesión  de  esta  tierra,  y  de  la  que  se  halla  in- 
•termedia  desde  el  Puerto  de  San  Luis  de  Perene,  todo  el  rio 
j»Paru  hasta  este  pueblo  de  San  Miguel  de  los  Cutiibos,  y  en 
íDombre  de  su  real  majestad  doy  á  vuestras  paternidades  y  á 
&SU  religión  la  espiritual  posesión  de  lo  contenido,  y  de  este 
♦pueblo  que  desde  ol  año  ])asado  registraron.»  A  esto  se  co- 
rrespondió con  las  ceremonias  acostumbradas,  y  volviendo 
i  entrar  á  la  iglesia,  dieron  nuevamente  las  gracias  á  Dios; 
pidiendo  á  la  divina  Majestad  la  salvación  de  aquellas  al- 
mas. Colocaron  en  el  altar  un  lienzo  de  dos  varas  del  arcán- 
gel San  Miguel,  a  quien  eligieron  por  patrón  de  aquel  pue- 
Mo  y  nación  de  los  Cunibos. 

Después  de  haber  descansado  un  par  de  dias,  se  arregló 
el  modo  de  vivir,  asistiendo  todos  los  cristianos  á  la  misa  to- 
1  dos  los  dias  y  á  la  doctrina  cristiana,  á  la  cual  asistian  los 
I  Cunibos  que  se  hallaban  en  el  pueblo.  El  padre  presidente 
con  lo  poco  que  traia  agasajó  á  los  tres  curacas,  los  cuales 
quedaron  muy  agradecidos,  especialmente  el  principal  lla- 
mado Cayampay ,  quien  se  esmeró  grandemente  en  obse- 
quiar á  los  padres  y  demás  españoles,  haciendo  fiestas  y  pa- 
,  seos  por  el  rio  á  diversas  partes  con  muchas  canoas.  Las  que 


—  72  — 

usan  estos  indios  son  muy  ligara 
muy  bajas  de  boMe  y  bien  delgad 

Habia  ya  dos  semanas  que  se  bal 
los  Cunibos,  y  reflexionando  los  reli 
lo  obrado  por  los  padres  jesuitas  en 
bia  algunos  meses  que  babian  estad 
radamente  habían  levantado  iglesia, 
tizado  unos  cincuenta  indios  (sin  pre< 
ni  catecismo),  nombradojusticias  y 
races  Tomahuas,  para  que  enseñase 
Parecióles,  pue8,necesanoque  salie 
ventura,  y  se  diese  noticia  á  los  pre' 
lia  conversión;  y  consultada  la  elecc 
de  salir,  se  resolvió  que  fuese  el  rev 
fray  Francisco  Huerta,  por  convenii 
conversión. 

Habiendo  nombrado  por  presidet 
quedaban  al  venerable  padre  Biedm 
dente  Haerta  el  día  18  de  Setiembre, 
Don  Bartolomé  Beraun,  D.  Juan  Al 
lenguaraz,  y  Juan  Benitez,  negro, 
veinte  canoas,  con  sesenta  indios  i 
iban  á  sus  piraterías.  Habiendo  nayí 
ba,  el  dia  26  encontraron  dos  grandi 
venian  el  padre  fray  Antonio  Vital, 
rete,  y  todos  los  que  babian  quedí 
Luis  del  Perene,  los  cuales  viendo  q 
noas  que  el  padre  presidente  les  bal 
sados  de  esperar,  no  pudiendo  sufrii 
de  aquel  puerto,  habían  salido  de  él 
y  con  grandes  trabajos  habían  llega 
el  padre  presidente  cuatro  canoas  d( 
dios  correspondientes,  para  que  en  el 
y  habiéndose  despedido  tíernamenti 
viaje,  en  el  cual  tardó  veinte  y  cinc 
hasta  el  puerto  de  San  Luis,  por  caí 


-  73- 

pirateando  á  las  demás  naciones,  y  cogieron  grandes  presas, 
lá  de  gente  como  de  sal  y  ropa,  de  cuya  presa  le  dieron  al 
pdre  presidente  tres  muchaclios  pequeños,  Jos  dos  de  la 
Itóon  Campa,  y  el  otro  de  los  Piros.  El  padre  presidente 
igasajó  á  los  Cunibos  con  algunas  cositas  que  habia  reser- 
wdo  para  ellos,  los  cuales  se  volvieron  muy  contentos  á  su 
tierra  prosiguiendo  su  corso. 

No  será  fuera  de  propósito  referir  una  noticia  que  en  es- 
la  subida  adquirió  el  dicho  padre  presidente  fray  Francisco 
Buerta.  Dice,  pues,  este  venerable  padre  en  la  relación  que 
hizo  de  este  viaje,  que  una  mañana  antes  de  embarcarse, 
reparó  que  unos  indios  estaban  hablando  con  el  intérprete, 
y  haciendo  ademanes  como  de  admiración.  Causóle  nove- 
dad, y  llaniando  al  intérprete,  le  preguntó  qué  era  lo  que 
estaba  hablando  con  los  Cunibos;  y  respondió  que  decian, 
que  cuando  ellos  eran  muchachos  habían  visto  dos  religio- 
los  vestidos  de  la  misma  suerte  que  el  padre.  Hízolos  llamar 
«I  presidente,  y  por  medio  del  intérprete  les  fué  preguntan- 
do lo  que  decian.  Y  ellos  respondieron  que  cuando  eran  muy 
¡Jnozos,  pasaron  por  allí  dos  religiosos  vestidos  como  el  pa- 
;die  presidente  en  una  balsa,  y  con  ellos  dos  españoles  y  dos 
indios  Campas,  y  que  llevaban  algunas  herramientas.  Que 
liabian  estado  en  el  pueblo  de  los  Cunibos,  quienes  les  die- 
ron muchos  víveres  de  los  que  produce  aquella  tierra,  y 
habiendo  estado  allí  cosa  de  dos  horas,  dijeron  que  se  iban. 
I^  Cunibos  les  dijeron  que  se  quedasen  en  su  pueblo;  ad- 
virtiesen que  si  pasaban  mas  abajo  los  mataria  una  nación 
<pe habia  allí  cerca  (señalando  á  los  Schipibos),  que  se  que- 
dasen con  ellos,  que  estarian  seguros.  Los  religiosos  les  res- 
pondieron que  por  entonces  no  podian  quedarse;  que  iban  á 
«as  tierras,  que  estaban  muy  abajo,  pero  que  después  vol- 
'vwian  á  vivir  con  ellos;  y  con  esto  se  despidieron,  advirtién- 
íoles  los  Cunibos  que  no  parasen  en  dicho  paraje,  porque 
los  Schipibos  era  gente  mala  y  traidora  que  los  mataria.  Que 
íin embargo  los  padres  y  su  comitiva  se  fueron,  y  en  mu- 


8 


—  74  — 
¡hoB  años  no  habiaa  sabido  de  ellos,  hast 
tintaron  á  hacer  el  pnebto  de  San  Miguel, 
!7anibos  &  los  Schipibos,  y  viéndoles  al^Qoi 
rregimtaron  quién  les  habia  traido  aquell 
es  respondieron  qae  al  pasar  unos  padres 
¡1  rio  de  Ahuajti-ya,  los  llamaron  y  recibie 
le  amistad,  y  que  aquella  noche  estandt 
[uitaron  la  vida  á  todos  seis  por  quitarles  1 
.08  Cunibos  con  dos  indios  Schipibos  que  i' 
a,  dijeron  ser  verdad,  y  que  ellos  se  hal 
icha  alevosa  matanza  de  los  padres  y  sus 
nin  la  edad  de  los  declarantes,  le  pareció 
re  presidente,  que  desde  lo  que  ellos  refei 
,0  hasta  entonces  como  cincuenta  años. 
e  tomó  por  fé  y  testimonio,  firmado  de  loi 
an  ai  padre  presidente.  El  padre  fray  Anti 
stuvo  en  la  conversión  y  ciudad  delaLi 
lisma  noticia  por  algunos  indios  Schipibo! 
D  ella. 

Atendida  la  serie  de  esta  declaración,  ps 
iosos  que  en  ella  se  mencionan  no  pueden 
enerable  padre  fray  Matías  Illescas  y  sus  : 
)s,  que  el  dia  3  de  agosto  del  año  1641  se 
[  rio  de  4a  Sal  para  internar  á  las  naeionei 
ero  se  ofrecen  algunos  reparos,  que  es  pn 
rimero,  que  nuestro  padre  cronista  del  P( 
iligiosos  que  entonces  emprendieron  esta 
m  tres;  conviene  saber:  el  padre  fray  Mat 
ermanos  fray  Pedro  de  la  Cruz  y  fray  Frai 
iosos  legos;  y  que  los  que  declararon  lo 
js  y  no  mas.  A  esto  se  responde,  que  pud) 
3  los  tres  hubiese  muerto  antes  de  llegar  é 
gun  acontecimiento.  También  pudo  suc( 
!  los  tres  religiosos,  fatigado  del  escesivo 
irimenta  por  aquellos  parajes,  se  hubie 
ibito  para  desahogarse,  y  que  en  el  corto 


—  75  — 

loras  que  estuvieron  en  los  Cunibos,  no  pudieron  estos  re- 
eanocerle  poF  religioso,  y  le  tuvieron  por  uno  de  los  espa- 
lóles que  decian  iban  con  ellos. 

El  segundo  reparo  es,  que  nuestro  padre  cronista  dice 
que  aquellos  religiosos  fueron  sin  prevención  alguna,  en- 
tregados totalmente  á  la  divina  Providencia;  y  estos  de 
quienes  se  hace  aquí  relación,  llevaban  herramientas.  A 
esto  se  responde,  que  no  se  opone  á  la  confianza  que  tenian 
«lia  divina  Providencia  el  llevar  algunas  herramientas,  que 
de  limosna  recogerian  en  la  provincia  de  Tarma;  pues  no 
ignorarian  lo  muy  preciso  que  son  tales  cosas  para  atraer 
loe  ánimos  de  aquellos  infieles. 

Al  reparo  de  que  llevaban  compañía  de  españoles  é  in- 
dios, se  satisface  con  decir  que  estos  se  agregarían  en  Qui- 
miri  de  aquellos  indios  cristianos  que  por  allí  habia.  Y  ver- 
daderamente, que  diciendo  nuestro  padre  cronista  que 
aquellos  siervos  de  Dios  se  embarcaron  en  unas  balsas  que 
para  el  efecto  estaban  hechas,  dio  á  entender  que  llevaban 
alguna  comitiva,  pues  tres  personas  solas  muy  bien  cabian 
en  una  balsa;  ni  podían  ir  divididos  sin  perderse^  pues  una 
klsa  con  una  sola  persona  difícilmente  se  puede  manejar 
«in  recurrir  á  milagros.  Allégase  á  lo  dicho  la  correspon- 
dencia del  tiempo;  pues  desde  que  se  embarcaron  los  refe- 
ridos siervos  de  Dios  habían  pasado  cuarenta  y  cinco  años; 
jel  padre  presidente  conjeturó  de  la  relación  que  le  hacían 
los  Cunibos,  que  habría  cincuenta  años,  cuya  diferencia  en 
i  materia  de  conjetura  se  reputa  por  ninguna. 


ni»l#»M 


CAPITHLO  X¥. 

estros  rellgloBOB  la  coaverBloa  i 


?encia  c!e  lo  que  se  dirá  en 
^ue  ios  padres  jesuifas  de  la 
n  noticia  de  la  nación  de  los 
i  continua  piratería  que  ej 
habitan  en  las  márgenes  de 
n  Paru,  suelen  coger  muchs 
ílumajes  y  otras  cosas  qne 
de  sus  presas  bajaban  á  la  I 
ics  de  Maynas,  que  ellos  lia 
caban  por  sal  y  alguna  her 
5  nunca  hablan  emprendid 
Cunibos,  ó  por  la  mucha  d'S 
versiones,  ó  por  falta  de  ev 
ministrasen, 
i,  que  después  que  hubiero: 

cristianos  esploradores,  qi 
tomaron  posesión  de  aquelli 
t  seráfica  religión,  plautand 
aeses  después  bajaron  á  la 
uibos  á  su  comercio,  y  lleg 
bre;  por  ello  tuvieron  los  j 

al  pueblo  de  los  Cunibos  h 
es,  de  como  habían  plantadi 


—  77  — 
r  con  padres  el  verano  siguiente.  Con  esta 
los  jesuítas  de  que  los  franciscanos  les  hu- 
a  antelación  de  aquella  nación,  en  las  mis- 
ns  Cunitos  despacharon  al  padre  Enrique 
e  joven  llamado  el  hermano  Francisco  Her- 
ndios  Om'ahuas,  y  entre  ellos  dos  intérpre- 

I  jesuítas  después  de  dos  meses  de  navega- 
le  San  Miguel  de  los  Cuniboa,  á  principio  de 
686,  y  por  medio  de  los  intérpretes  dijeron 
ellos  venían  á  ser  sus  padres;  como  traian 
icaron  apresuradamente  una  iglesia,  en  la 
in  lienzo  de  San  Francisco  Javier  y  una  es- 
tra  Señora  de  los  Dolores,  y  colgaron  una 
ubian  traído.  Y  para  tomar  posesión  del  pue- 
como  cosa  de  cincuenta  almas  de  todas  eda- 
i  preceder  doctrinarlos,  ni  aun  los  mas  sa- 
e. 

!s  de  un  mes  que  los  jesuítas  estaban  en  los 
I  el  padre  Ricter  que  los  indios  manifestaban 
imblante,  por  causa  de  que  algunos  de  ellos 
'amientas,  y  como  los  jesuítas  no  las  habían 
Taban  mal  contentos;  á  que  se  agregaba  la 
enían,  de  que  los  padres  franciscos  les  ha- 
s  herramientas  que  los  esploradores  les  ha- 
.  Viendo  esta  mudanza  el  padre  Enrique 
inó  bajar  á  la  Laguna  á  buscar  algunas  he- 
i  contentarlos.  Con  esta  resolución  mandó  á 
1  hermano  Francisco  Herrera,  que  se  quéda- 
le él  volviese,  que  iba  por  herramientas  y 
í  procurase  adelantar  la  conversión  de  aque- 
alir  de  su  pueblo  hasta  la  vuelta  del  dicho 
aíen  nombró  justicias  en  el  pueblo,  y  dejan- 
ahuas  lenguaraces  en  él,  se  fué  con  los  de- 
huas  en  una  canoa  de  Cunibos. 
corista  jesuíta,  después  que  concluyó  la  ígle- 


—  78  — 

□formó  de  los  indios  que  se  habian 
)res,  de  la  distancia  que  faabia  de 
Luis.  Los  indios  le  dijeron  que  hal 
icion  rio  arriba.  Con  esta  noticia,  6 
su  compañero  no  volveria,  ó  fuese 
eto,  6  de  curiosidad,  á  principios  d* 
canoa  con  cuatro  indios  Cunibos  y 
etes,  navegó  Paru  arriba,  y  á  los  O' 
3n  llegaron  al  rio  de  Camari-nahue 
raje  le  preguntaron  al  jesuita  á  don 
ídio  de  los  intérpretes:  «aquí  ven 
,  luego  pasaré  adelante,  y  saldré  po 
Jauja  y  á  Lima.»  Los  indios  le  reí 
s  dejado  solos  á  los  Cnnibos,  y  te  vi 
o  te  podemos  recibir,  porque  agu 
res  de  san  Francisco  que  el  año  pi 
■  otros  también  hace  muchos  años 
:as  tierras.  Vuélvete  á  los  Cunibos 
L  para  arriba,  hay  muchos  indios 
mtra  quienes  peleamos  con  frecuer 
El  corista  jesuita  respondió:  «Pues 
:  recibir,  ni  que  os  haga  iglesia,  p: 
a  cruz  que  llevo  amansaré  á  todos 
el  jesuita  su  navegación  rio  arriba, 
los  indios  le  hablan  dicho,  y  des 
ias,  el  día  19  de  junio  dieron  en  un 
lia  del  rio  tenían  los  Piros,  los  cual 
Lron  tantas  flechas,  que  mataroi 
tro  indios  Cunibos ;  los  dos  Omahi 
on  al  agua,  malamente  heridos,  1 
se  curaron  con  yerbas  que  ellos  coi 
formaron  llegaron  á  San  Miguel  c 
iespacharoQ  una  canoa  á  la  Lagui 
mecido.  Esta  relación,  además  de 
tibos,  la  adquirió  muy  por  estenso 
i^ital,  en  los  seis  meses  continuado 


—  79  — 
ropaló  todo  lo  referido  coa  el  padre  Enri- 

,  á  nuestra  historia,  el  dia  29  de  setiem- 
386  llegaron  al  pueblo  de  San  Miguel  de 
"6  fray  Antonio  Vital,  el  hermano  Juan 
las  comitiva  que  el  padre  presidente  fray 
irta  hnbia  despachado  con  las  cuatro  ca- 
.  Habiendo  ordenado  las  cosas  como  con- 
a  de  aquellos  indios,  el  capitán  don  Juan 
)o  principal  de  aquella  espedicion,  tomó 
n  de  aquellas  tierras  en  nombre  del  rey, 
dio  &  los  religiosos  y  á  la  religión  de 
francisco. 
i  hallaban  las  cosas  de  aquella  conver- 

religiosos  á  la  enseñanza  de  los  indios, 
ñándoles  política,  en  la  que  venían  fá- 
irbaros,  especialmente  el  curaca  Cayá- 
manifestó  muy  bizarro  y  atento  con  los 
¡1  dia  8  de  octubre  del  mismo  año  vinie- 
s  indios  Cunibos,  que  habían  bajado  á' 
ticia  de  la  muerte  del  corista  jesuíta, 
que  los  padres  jesuítas  estaban  ya  dis- 
i  San  Miguel  con  mucha  gente  y  mu- 
BU  capitau  Nicolás  Sánchez,  con  ánimo 
i  los  Piros  y  Campas  por  haber  muerto 
abia  de  destruir,  y  después  pasar  arriba 
San  Luis  de  Perene,  donde  pondrían 
■io  para  el  avío  de  los  demás  pueblos. 
IOS  indios  que  ellos  venían  enviados  por 
á  los  curacas  de  los  Cunibos  para  que 

casas  grandes,  la  una  para  los  padres 
ra  los  Españoles.  • 

is,  y  ver  que  el  día  siguiente  se  ponia 
ca  de  las  dos  casas,  el  dia  10  del  mismo 
sulta  los  religiosos  y  los  militares  so- 
¡e  se  debia  tomar.  Y  después  de  varios 


eceres,  el  venerable  padre  presidente  ín 
pidió  á  todos  loB  de  la  junta  que  encoi 
legocio,  para  que  su  divina  Majestad  te 
[ue  debian  hacer  en  lance  tan  apretado. 
¡s  de  haber  oido  misa  y  recibido  la  sagra 
vieron  ájuntar;  y  conferida  la  materia, 
convenia  aguardar  en  aquel  pueblo  á  lo! 
ite,  porque  se  debia  temer  alguna  di» 
re  los  militares  de  ambas  facciones,  lo  cu 
escándalo  para  aquellos  bárbaros.  Que  i 
argüía  mas  derecho  de  posesión  sobre 
es  se  habia  tomado,  y  se  debia  estar  á  le 
los  prelados  y  el  superior  gobierno,  á  c 
>  á  darles  parte  el  padre  presidente  de  la 
ncisco  Huerta.  Que  convenia  salir  cua 
ie  que  habia  venido  la  canoa  de  la  La^ 
libos  los  miraban  como  á  estraños  y  hi 
tentó  diario  lo  hablan  de  buscar  por  sí  p: 
3Í  rio  y  cazando  en  los  montes,  y  hasta 
i  lo  hablan  de  pagar  con  agujas.  Que  si 
r  cuando  hubiesen  ¡legado  los  jesuítas, 
aabria  forma  de  hallar  canoas  ni  indios  ( 
ar.  Que  se  atendiese  que  iban  faltando  I 
todo  el  vino  para  celebrar,  y  no  se  podi 
■o  hasta  el  verano  del  año  siguiente.  Coi 
artir  de  allí  cuanto  antes,  y  todos  firm 
as  consultas. 

Eíesuelta  ya  la  salida,  llamaron  al  curaci 
ira  cristiano,  y  se  llamaba  D.  Felipe),  y 
ícer,  le  dijeron  que  convenia  salir  á  dar 
ierno,  para  volver  el  verano  siguiente  C' 
clones  necesarias  para  la  permanencia, ; 
al  caudillo  de  los  Piros,  por  haber  da( 
pañero  del  padre  jesuita,  que  les  hal 
sia.  Y  como  los  Cunibos  eran  enemif 
vinieron  luego  en  la  expedición,   con 


—  81  — 

al  año  siguiente  volviesen  á  su  pueblo  nuestros  religiosos. 
H  curaca  Don  Felipe  Cayá-bay,  como  tan  atento  dispu- 
p  la  comitiva  con  abundancia  de  viveres  y  treinta  canoas, 
ion  ciento  ochenta  indios  de  guerra.  El  venerable  padre 
Biedma  repartió  á  los  Cunibos  principales  cuarenta  hachas, 
machetes  y  cuchillos,  y  á  las  mujeres  algunas  chaquiras. 
Dispúsose  la  salida  para  el  dia  20  de  Octubre;  pero  no  se 
yudo  ejecutar  por  causa  de  haber  enfermado  de  peligro  el 
alférez  Pedro  de  la  Cueva,  el  cual  murió  al  dia  siguiente,  y 
feé  sepultado  en  la  iglesia  de  aquel  pueblo;  el  dia  22  des- 
Ipues  de  haber  oido  misa  y  recibido  la  sagrada  comunión, 
«e  principió  la  marcha. 

El  curaca  D.  Felipe  Cayá-bay  quiso  acompañar  á  los 
unestros;  y  como  se  habia  manifestado  muy  amistoso  con 
é  venerable  padre  Biedma,  sabiendo  el  siervo  de  Dios  que 
í)ayá-bay  era  muy  prático  de  todos  aquellos  parajes,  porque 
continuamente  andaba  á  corso  por  ellos,  le  pidió  encareci- 
damente le  diese  noticia  de  los  nombres  de  todos  los  rios 
que  encontrasen  por  elojamino  y  de  las  gentes  que  los  habi- 
taban; y  D.  Felipe  ofreció  ejecutarlo  con  mucho  gusto.  El 
venerable  padre  los  fué  escribiendo  en  un  diario  que  hizo, 
cuyo  estracto  pondré  aquí. 

Débese  advertir  que  el  pueblo  de  San  Miguel  de  los  Cu- 
TiAm  estaba  entonces  cosa  de  diez  leguas  al  sueste  de  la 
lK)ca  del  rio  Pachi-tpa,  en  la  margen  oriental  del  rio  Paru;  y 
I  que  los  mas  de  los  rios  que  vieron  en  el  viaje,  eran  peque- 
I  Sos,  aunque  muy  anchos,  por  ser  el  terreno  muy  llano  y 
que  el  agua  corre  muy  poco.  También  se  debe  advertir  que 
aunque  en  este  viaje  se  navegaron  ochenta  leguas  hasta  el 
puerto  de  San  Luis  de  Perene,  fué  por  causa  de  las  revueltas 
que  tiene  el  rio  Paru,  pues  en  línea  recta  apenas  hay  cin- 
cuenta leguas. 

Salió  la  armada  de  la  playa  de  San  Miguel  el  dia  22  de 
Octubre  del  año  1686,  al  sonido  de  muchas  bocinas  y  tiros 
<l«  fusil  de  los  Españoles,  y  navegaron  por  el  Paru  arriba 
«osa  de  tres  leguas  sin  novedad  especial. 


—  S2- 

EI  dia  23  al  amanacer  Cayá-bay  hiz 
cina,  á  la  cual  respondieron  laego  las  ¿ 
ron  la  marcha:  aquel  dia  caminaron  i 
leguas  y  media,  y  á  iguales  distancias 
en  la  parte  oriental.  El  primero  se  llam 
do  Charás-taeya:  estos  dos  no  tenían  gt 
ma  Manipabro;  y  dijo  Cayá-bay  que 
adentro  estaba  la  nación  de  los  Mase) 
Aquella  noche  durmieron  en  la  boca  de 

El  dia  24  salieron  á  su  viaje,  y  hah 
leguas  rio  Paru  arriba,  hallaron  por  la 
ca  del  rio  Taco.  Subieron  por  él  cosa  d 
centraron  un  pueblo  de  la  nación  de  lo; 
y  seis  casas,  el  cual  tendría  como  qutni 
edades  y  sexos.  Regalaron  á  los  religioi 
con  algunas  frutas;  y  el  venerable  padr 
jó  dándoles  algunas  cositas.  Bajaron  ot 
durmieron  en  una  isla  en  frente  del  dicl 

En  los  dias  25  y  26  navegaron  sin  n^ 
tar,  adelantando  tres  leguas  cada  dia  pi 

El  dia  27  siguieron  su  derrota  Pan 
legua  por  la  parte  del  occidente  encont 
Sampoya,  el  cual  no  tenia  gente.  Pros 
habiendo  navegado  dos  leguas,  enconti 
oriente  el  rio  de  Canihuati.  Entraron  p( 
ber  navegado  una  legua,  hallaron  doc 
ciento  cincuenta  almas.  Pusiéronse  lueg 
Felipe  Cayá-bay  los  llamó.  Vinieron  al  i 
doseles  quitado  el  susto,  dijeron  que  m¡ 
rio  estaban  sus  parientes  que  eran  muc 
cion  Amuehuaques.  Salió  la  armada  al 
viaje;  á  la  media  legua  de  su  navegacior 
oriental  con  la  boca  del  rio  Oneano,  y 
frente  de  él  en  una  gran  isla. 

El  dia  28  navegaron  Paru  arriba  sii 
notar;  anduvieron  cuatro  leguas,  y 
playa. 


lo  adelantaron  una  legua,  porque  so  detuvie- 
r  dos  ríos,  que  ambos  se  llamaban  Camañ-Da- 
parte  oriental  j  otro  de  la  parte  del  occiden- 
habia  mucha  gente  de  la  nación  del  mismo 
.  ríos:  el  curaca  de  los  del  oriente  se  llamaba 
migo  de  Cayá-bay. 

■osiguió  la  armada  su  viaje  Paru  arriba;  ha- 
do cuatro  leguas,  encontraron  por  la  parte 
oca  del  rio  de  Camari-nahue.  Débese  advertir 
aron  el  reverendo  padre  presidente  fray  Fran- 
lo3  demás  que  venían  en  las  primeras  bal- 
en este  paraje  donde  recibieron  mil  demos- 
oevolencia  de  los  dos  curacas,  llamados  Izana 
entonces  pidieron  con  grandes  instancias  les 
ioso,  para  que  los  enseñase  á  conocer  á  Dios, 
•  cristianos.  El  padre  presidente  les  respon- 
en  su  gente  é  hiciesen  pueblo,  que  á  la  vuel- 
onsuelo  que  pedían;  y  para  que  comenzaren 
cuatro  hachas  y  seis  machetes.  La  gente  de 
ra  una  parcialidad  de  ios  Cunibos,  que  por 
lanza  con  los  Campas  no  los  quisieron  admi- 
)  sus  paisanos  los  Cunibos  de  San  Miguel; 
ivian  separados,  conservaban  su  amistad  y 
ndencia.  Estos  dos  curacas  se  habian  dado 
3utar  lo  ordenado  por  el  padre  presidente, 
fó  esta  flota,  ya  tenían  rozado  un  grande  es- 
],  capaz  para  una  grande  población;  habian 
a  y  un  galpón  para  la  familia  de  Izana,  y  se 
3  galpones  para  las  demás  gentes.  El  sitio 
estaba  en  la  ribera  oriental  del  gran  Paru, 
si  de  Camari-nahue  al  norte,  y  el  de  Benonía 

racas  recibieron  á  los  religiosos  y  á  toda  la 
pandes  demostraciones  de  amor;  y  el  venera- 
aa,  viendo  su  buen  afecto,  colocó  en  la  igle- 
•X  gran  patriarca  san  José,  eligiéndole  por 


—  84  — 
})atron  y  tutelar  de  aquel  pueblo.  Cantan 
darntís,  celebrándole  con  el  repique  de 
colocaron  en  la  puerta,  dando  á  Dios  las  ( 
sericordias.  Aquí  estuvieron  los  dos  dias, 
y  primero  de  noviembre,  en  el  cual  se  ce 
sacrificio  de  la  misa,  y  comulgaron  tt 
Viendo  la  puntualidad  con  que  aquellos 
todo  lo  bueno,  el  padre  fray  Antonio  Vit 
recolecion  de  Lima,  con  beneplácito  de 
Biedma,  determinó  quedarse  allí  al  cutti 
va  viña.  El  venera"ble  padre  presidente  lí 
y  lo  necesario  para  celebrar,  el  hierro  d 
harina  y  vino  que  habia  quedado,  para  q 
celebrar,  hasta  que'el  verano  siguiente 
socorro.  Quedóse  en  compañía  de!  pad 
an  liiluz,  llamado  Juan  Jostí  de  los  Rios, 
miniares  socorrieron,  con  la  ropa  que  ca 
que  tuviese  con  que  remudarse  hasta  qui 

Con  í^stos  dos  dias  se  proveyó  la  arm 
de  bastimentos  con  grande  abundancia, 
partir  el  venerable  padre  Biedma,  por  n 
hizo  una  plática  á  los  dos  curacas  Izana 
da  su  gente,  rogándoles  cuidasen  much 
dejaba  y  de  su  compañero;  pues  por  cui 
no  dejarlos  desconsolados,  se  los  deja: 
miento  de  su  corazón.  Ellos  respondiero 
agradecidos,  asegurando  que  el  padre  y 
rian  asistidos,  sin  que  hubiese  nadie  qu* 
disgusto. 

El  dia  2  de  noviembre,  después  de  hí 
grado  sacrificio,  se  despidieron  tiername 
más  comitiva  de  los  compañeros  que  s< 
demás  gente  de  los  Cunibos;  habiéndose 
siguieron  su  navegación,  tres  leguas  a( 
del  occidente  encontraron  la  boca  del  r: 
Cayá-bay  que  una  jornada  arriba  por  dic 


a  gente  de  la  nación  Ruauahuas.  Pasaron  la  noche  en 
a  playa. 

El  dia  3  sig'uieron  su  navegación  Paru  arriba:  habiendo 
elantado  una  legua,  vieron  por  la  parte  del  occidente  la 
ca  del  rio  Curáhuaniya,  que  también  lo  habitaban  !os 
lanahuas,  aunque  retirados.  Continuaron  su  camino,  y 
Bpues  de  haber  adelantado  otra  legua,  encontraron  por  la 
isma  parte  occidental  la  boca  del  rio  Epunia,  que  no  tenia 
ote,  Prosiguieron  su  derrota,  y  una  legua  mas  adelante 
tmiieron  en  una  grande  isla  de  arena. 

El  dia  4  continuaron  su  viaje,  después  de  haber  adelan- 
io  cerca  de  tres  leguas,  encontraron  por  la  parte  oriental 

boca  del  rio  Tahua-nahue,  en  cuyas  márgenes  habitaban 
i  Pichabosy  los  Soboybos.  Entraron  por  él,  y  después  do 
edia  legua  hallaron  cuatro  galpones  con  diez  familias.  Es- 
B  entendían  el  idioma  de  los  Piros  y  Campas.  Volvieron  al 
iru,  y  continuando  su  viaje,  después  de  haber  navegado 
la  legua,  encontraron  por  la  parte  occidental  el  rio  de  Ata- 
ihue,  que  no  estaba  habitado.  Pasaron  adelante,  y  ha- 
Bndo  adelantado  otra  legua,  vieron  por  la  parte  del  oriente 
rio  de  Cuy-nahue,  que  no  tenia  gente.  Durmieron  en  su 
aya. 

El  dia  5  prosiguieron  su  viaje  Paru  arriba:  adelantaron 
latro  leguas,  dejando  á  la  parte  del  occidente  casi  á  igua- 
6  distancias  tres  rios  habitados  de  indios  Campas.  El  pri- 
ero  se  llamaba  Erereca,  el  segundo  Cheopcari,  y  el  terce- 
}  Chinipú.  Hicieron  noche  en  una  isleta. 

El  dia  6  continuaron  su  navegación  Paru  arriba;  habiendo 
avegado  legua  y  media,  encontraron  por  la  parte  del  occi- 
jnte  el  rio  Huani-ni,  y  media  legua  mas  arriba  por  la  mis- 
la  parte  está  el  rio  Huani-huá:  entre  estos  dos  rios  tierra 
dentro  habitan  los  indios  Mochubns.  Aquí  estuvieron  dos 
jches  y  un  dia  registrando  sus  gentes. 

El  dia  8  de  Noviembre  prosiguió  la  armada  su  navega- 
ion  Paru  arriba;  habiendo  adelantado  dos  leguas,  encontra- 
¡m  por  la  parte  del  occidente  el  rio  de  Taypie,  en  cuyas  ri- 


—  se- 
beras habitaban  muchos  Campas, 
después  de  haber  oavegado  ana  leg 
del  oriente  al  rio  Gasincría,  que  ce 
pero  los  Campas  van  con  frecuencia 
por  allí  sus  chácaras.  Pasaron  la  no( 


El  dia  9,  habiéndose  la  armada  pi 
ba,  después  de  haber  adelantado  d< 
por  la  parte  oriental  ta  boca  del  rio  ] 
le  las  cordilleras  de  la  provincia  de '. 
■Jayá-bay  dijo  que  dentro  del  Paru 
í)árbaras,  á  las  cuales  muchas  veces  1 
Dejaron  el  Paru  á  la  izquierda,  y  na' 
jue  es  mayor,  y  viene  de  las  vertien 
lama  Apurioiac.  Habiendo  navegai 
:res  leguas,  encontráronla  boca  de 
say  que  siete  leguas  Taraba  arriba  c 
^ntesde  Cumabus  y  RuaDabuas,qii 
la;  y  cuando  algún  indio  por  ser  vie 
•ra,  lo  matan  y  ¿e  lo  comen.  Dejandc 
^uierda  por  la  parte  del  Oriente,  i 
:o&a  de  una  legua.  Y  habiendo  adela 
fuas,  durmieron  en  una  playa.  To 
^nne  están  pobladas  de  indios  Ca; 
!stá  el  rio  muy  ancho  y  hermoseado 
odos  tamaños. 

El  dia  10  continuó  la  armada  su 
irriba:  después  de  haber  adelantac 
raron  por  la  parte  del  sueste  al  rio 
le  Campas.  Y  siguiendo  una  legua  n 
a  parte  del  noroeste  al  rio  Samaríni, 
■n  su  boca. 

El  dia  1  [  prosiguieron  su  navej 
idelantaron  cuatro  leguas,  dejando  i 
ios.  El  primero  llamado  Poconi,  y  el 
ie  Campas. 


—  87  — 

El  dia  12  de  Noviembre  continuó  la  armada  su  viaje  Enne 
Iba:  á  la  primera  legua  vieron  por  la  parte  del  Sueste  al 
Omiagu,  y  otra  legua  mas  adelante  por  la  misma  parte 
S  el  rio  Mayapu,  ambos  habitados  de  Campas.  Prosiguien- 
su  navegación,  legua  y  media  mas  arriba  encontraron 
•  la  parte  del  sur  al  rio  Puyeni.  habitado  de  indios  Piros. 

una  de  sus  playas  hallaron  tres  indios,  los  cuales  dijeron 
3  su  pueblo  estaba  ocho  leguas  adentro  de  aquel  rio,  y 
a  tenia  mucha  gente.  Continuaron  su  marcha,  y  adelan- 
on  legua  y  media,  dejando  á  la  parte  del  sur  dos  rios  ha- 
;ados  de  Campas,  el  primero  se  llama  Chomo,  y  el  otro 
ixii.  Durmieron  en  una  playa. 

El  dia  13  madrugaron  los  Cunibos,  y  todos  se  dispu- 
íTon  en  estado  de  pelear,  porque  en  el  rio  de  Anapati  es- 
t>an  los  Piros  que  habian  muerto  al  jesuita,  de  quien  hi- 
nos  mención.  Navegaron  tres  leguas  Enne  arriba,  hasta 
contrar  la  boca  del  dicho  rio;  y  habiendo  determinado 
Bar  la  noche  en  una  isla  que  estaba  enfrente  de  ella,  des- 
abarcaron  en  dicha  isla  á  los  religiosos:  los  Cunibos  y 
¡litares  españoles  entraron  por  el  rio  Anapati;  habiendo 
tvegado  cosa  de  una  legua,  hallaron  un  galpón  á  modo 
>  castillo  con  dos  puertas  opuestas  muy  bajas,  y  dentro 
^  él  habia  mas  de  doscientos  Piros.  Trabaron  su  combate, 
ú  cual  resultó  la  muerte  de  un  Cunibo  principal,  y  heridos 
5s  Españoles  y  seis  Cunibos.  De  los  Piros  murieron  ocho, 
entre  ellos  su  curaca,  llamado  Santo-abangori.Los  Cunibos 
{)TÍsionaron  á  una  Chola  y  á  un  muchacho,  los  cuales  ha- 
lan venido  á  traer  de  comer  á  sus  padres.  Salió  la  armada 
tra  vez  á  la  isla  donde  habian  quedado  los  religiosos,  y 
ttrmieron  en  ella.  Los  Cunibos  cortaron  las  cabezas  de  los 
^ros  muertos  en  el  combate,  y  con  ellas  cebaron  su  cruel- 
dad toda  la  noche,  haciendo  en  ellas  mil  insultos.  Aquí  se 
Iroveyeron  de  mucho  maíz  y  plátanos  de  las  chácaras  de 
bs  Piros. 

El  dia  14  al  amanecer  despachó  Cayá-bay  una  canoa 
¡ttira  el  pueblo  de  San  Miguel,  llevando  el  cuerpo  del  Cu- 


nibo  difunto,  á  los  dos  naotivos,  y  los 
cogido.  Tomó  la  armada  su  derrota  Eni 
adelantado  dos  leguas,  encontraron  pe 
al  rio  Samini,  habitaflo  de  Campas.  Vn 
una  legua  mas  adelante  durmieron  en 

El  dia  15  navegó  la  armada  Enne 
porque  desde  este  sitio  para  arriba,  esi 
entre  cerros,  y  tiene  algunos  malos  pi 
lantado  i:inco  leguas,  encontraron  por 
rio  Mazarobcni  habitado  de  indios  Cam 
saron  la  noche  en  la  boca  de  dicho  rio. 

El  dia  16  madrugaron  con  ánimo  dt 
San  Luis,  haciendo  todo  empeño  pai 
solo  pudieron  llegar  á  la  Junta  de  los  i 
habiendo  caminado  siete  leguas.  Todo 
hitado  de  indios  Campas,  Camparites,  1 
Dijo  Cayá-bay  que  desde  allí  como  ti 
Enne  arriba  habia  un  grande  pueblo  II 
de  indios  cristianos  huidos  de  la  sierra, 
mil  almas,  y  era  gobernado  por  un  cur 
tro  caciques  subalternos. 

El  dia  17,  dejando  al  Enne  A  la  pai 
armada  por  el  rio  Perene,  y  habiendo  i 
llegaron  tempnmo  al  puerto  de  San  Lu' 
algún  repuesto  de  bastimento,  que  hal 
verendo  padre  presidente  fray  Francis 
saron  aquel  dia,  al  otro  se  despidieron 
Cunibos;  y  don  Felipe  Cayá-bay  dejó  i 
Boas  grandes,  diciendo  al  venerable  p: 
dejaba  allí  para  que  al  verano  siguit 
ellas  de  su  entrada  para  que  él  vinies 
toda  la  comitiva.  Fuéronse  los  Cunibos 
nuestros  por  tierra  caminaron  para  San 
llegaron  el  dia  23  de  noviembre,  y  fue 
hilo  y  alegría  de  los  religiosos  que  sf 
todos  los  indios  de  aquella  conversión. 


ron  todoB  los  militares  aguardando  la  orden 
1  ejecutar;  y  viendo  que  de  afuera  no  habia 
los  del  mes  de  diciembre,  determinaron  que 
'rancisco  Rojas  y  Guzman  saliese  á  la  sierra, 
á  informar  al  señor  virey  de  lo  acontecido  y 
ye.  Habiéndolo  ejecutado,  el  virey  mandtí 
ese  de  la  montaña,  y  que  los  religiosos  se 
1  antigua  conversión  de  San  Buenaventura 


-$-^-!|f-i^-!|f-!ÍS-+-*-+*+-*-i|í-++-5 


CAPITOLO  XVI 


Bl  P-  ÍM/  Antonio  Vital  áoñiunpara  1»  ooarai 
de  OamoTl-aalta»- 


Dejamos  al  padre  fray  Antonio  Vital  en 
José,  instruyendo  á  aquellos  indios,  de  loa 
petado  y  atendido,  de  suerte  que  aunque  a 
so  bajar  á  San  Miguel  para  comunicar  coi 
que  allí  estaba,  no  lo  pudo  ejecutar,  porq 
merosos  de  que  los  dejase,  le  escondian  lai 

Por  el  mes  de  noviembre  de  dicho  añi 
San  Miguel  de  los  Cunibos  dos  padres  jeí 
el  padre  Enrique  Ricter,  alemán,  y  el  pad 
valenciano.  Después  de  algunos  dias  que 
en  San  Miguel,  dispuso  el  padre  Enrique  c 
saliese  á  reconocer  el  rio  Paru,  y  que  lleg 
saliese  á  Jauja,  y  bajase  á  Lima  á  informar 
estado  de  aquella  conversión.  Salió  el  pad 
á  principios  de  diciembre  con  cinco  canoaa 
de  los  que  habían  traído  de  la  Laguna.  Na' 
y  habiendo  llegado  al  pueblo  de  San  Jos 
padre  fray  Antonio  Vital  sobre  su  salida,  y 
descansado  algunos  dias,  continuó  su  vi 
llegó  al  rio  Huani-ni,  los  Mochubüs  salieri 
turbarles  el  paso.  Y  viendo  el  padre  que  ■ 
rápido  por  las  muchas  lluvias,  y  que  era 


-  91  — 
írramando  sangre,  determinó  volverse  atrás.  Volvió 
lo  de  San  José,  donde  descansó;  y  los  indios  de  dicho 
les  proveyeron  abundantemente  de  bastimentos, 
os  Cunibos  de  San  Miguel,  donde  se  hallaba  el  padre 
!  Rictsr,  quien  le  despachó  á  la  Laguna,  encargando 
lente  de  la  conversión  de  Maynas,  que  lo  despácha- 
la, como  lo  ejecutó. 

adre  fray  Antonio  Vital  estuvo  todo  el  invierno  en  su 
le  San  José,  donde  después  de  bien  catequizados 
el  santo  bautismo  á  cuarenta  muchachos  y  á  siete 
dultos  in  moríis  articulo.  A  la  mitad  del  mes  de 
I  ano  1687  llegaron  á  Camari-nahne  unas  falsas  noti- 
lue  los  Piros  habían  muerto  á  todos  los  padres  y  es- 
que  habían  salido  el  pasado  mes  de  noviembre  para 
3.  Con  esta  noticia,  viéndose  sin  esperanza  de  soco- 
írminó  salir  á  San  Luis  para  dar  parte  del  estado  de 
conversión.  Entregó  todo  io  perteneciente  al  culto 
1  curaca  Izana,  encargándole  mucho  su  conserva- 
;1  día  6  de  mayo  salió  con  el  soldado  José  de  los 
[>»  j  cuarenta  indios  en  ocho  canoas.  Después  de  haber 

do  diez  días  rio  arriba,  una  mañana,  cuando  mas 

idos  navegaban,  y  una  de  las  canoas  iba  arrimada  á 
i,  dieron  en  una  emboscada  de  Piros,  que  flecharon 
losque  iban  en  ella.  Con  la  turbación  que  causan 
atines  sucesos,  se  volteó  la  canoa,  y  á  no  ser  tan 
ente  socorridos  de  las  otras  canoas,  se  hubieran  abó- 
los. En  dicha  canoa  iba  el  soldado  Juan  José  de  los 
[uien  hirieron  tan  de  lleno,  que  á  no  haber  tenido 
n  coleto,  y  retejido  con  la  cuerda  del  frasco,  hubie- 
.do  muerto,  pues  con  todo  aquel  reparo  penetró  la 
ista  herirle  el  pecho.  Juntáronse  todos  los  indios  de 
13,  y  saltaron  en  tierra  con  sus  armas  para  vengarse 
lemigos;  pero  estos  cogieron  el  monte,  y  no  se  tuvo 
en  seguirlos,  por  no  esponerse  á  caer  en  alguna. 
3a.  Con  dificultad  sacaron  las  flechas  de  los  heri- 
3  curaron  á  bu  modo. 


Viéndose  el  padre  fray  Antonio  Vital 
■eafirmóenla  noticia  y  creencia  deqi 
estaban  muertos,  regresó  al  pueblo  de  S 
de  haber  sanado  los  heridos,  determinó  i 
las  conversiones  de  los  jesuítas.  Bajó  á 
los  CuniboB  de  San  Miguel,  confirió  su 
el  padre  Enrique  Ricter,  y  este  le  respon 
compañía,  pues  á  él  también  le  importab 
de  junio  salieron  los  dos  en  cuatro  cano»! 
pero  desde  la  primera  noche  el  jesuita  s 
canoas,  dejando  al  padre  Vital  y  su  coe 
Ríos  cod  una  canoa  con  seis  indios.  Naví 
recoleto  fray  Antonio  Vital  por  el  rio  Uc 
diez  y  ocho  dias,  sin  encontrar  nación  al 
la  mitad  del  \iaje  encontraron  pescando 
cuales  al  instante  que  vieron  á  los  Cunibo 
te:  un  muchacho  que  no  pudo  correr  tañí 
tfis,  fué  apresado  por  los  Cunibos,  los  cual 
la  cabeza;  pero  el  padre  Vital  pidió  por  é 
machete,  después  siempre  lo  tuvo  consig 
Cajamarca.  A  los  diez  y  ocho  dias  de  na 
al  gran  rio  de  las  Amazonas,  y  subieron 
dias  hasta  encontrar  la  boca  del  rio  Hnall 
viene  por  la  ciudad  do  Huánuco,  y  subit 
llegaron  á  últimos  dejunio  á  la  Laguna, 
versiones  de  Maynas,  donde  encontraron 
Eicter,  y  preguntándole  el  padre  Vital  c 
por  qué  causa  lo  habia  dejado  solo,  entre 
ros  que  á  veces  le  quisieron  quitar  la  vi 
tenia  que  hacer,  y  que  venia  á  su  negoc 
no  han  vuelto  losjesuitas  á  los  Cunibos. 
Estuvo  el  padre  fray  Antonio  Vital  oc 
dad  de  la  Laguna,  alias  la  gran  CucamE 
Julio  salió  en  una  canoa  para  el  río  de  1 
camino  estuvo  de  paso  en  ocho  pueblos  d 
tas,  que  no  tenían  quien  les  asistiese,  po: 


ataban  bus  pueblos  menores  solo  una  vez  al  año.  Los  que 
S  el  padre  Vital,  eran  de  la  conversión  de  Jiberos,  Coea- 
illas,  MayoruDas,  Otanavis  y  otros.  Porque  siendo  mucboB 
I  pueblos  que  tenían  de  conversiones,  eran  muy  pocos  los 
getos  que  se  aplíchban  al  ministerio  de  conversores;  por 
cual  aplicaban  á  ellas  los  estranjeros,  que  como  no  eran 
propósito  para  predicar  en  las  ciudades,  iban  á  las  cod- 
teiones. 

'  Llegi5  el  padre  fray  Antonio  Vital  á  Lamas,  y  desde  allí 
'fué  por  tierra  á  Moyobamba,  Chachapoyas  y  Cajamarca; 
Isde  donde  notició  á  los  prelados  el  estado  en  que  dejaba 
«onversion  de  los  Cunibos.  Discurro  que  este  padre  y  su 
mpañero  Juan  José  de  los  Rios  son  los  únicos  que  han 
tnpletado  el  círculo  de.  la  navegación  de  estos  rios;  eo- 
indo  á  la  montaña  por  Andamarca,  corriendo  todo  el  Pam 
[Tcayali  y  saliendo  de  la  montaña  por  Lamas,  Moyobamba 
Chachapoyas. 


Y    y    T~T~T~T~t~T~TT~Tl'"T~T  "t~T 


CAPITHLO  XVIi 


Kaitíilo  del  reaerable  P  piealdeate  Ir&j  M. 
y  de  aaa  úompañeroa- 


Con  las  noticias  que  dio  al  superior  go 
don  Francisco  Rojas  y  Guzman,  y  en  vista 
nes  que  en  el  valle  de  Jauja  se  hicieron  (h 
reverendo  padre  comisario  g-eneral,  fray  Fél 
s«  hallaba  en  San  Gerónimo  de  Tunan  cu; 
volvieron  de  Ja  espedicion),  se  siguió  litig 
dres  jesuitas  sobre  la  posesión  de  los  Cun: 
después  de  muchas  diligencias  de  ambas  p 
nó  por  el  real  acuerdo,  e!  dia  24  de  Abril  c 
los  padres  jesüitas  dé  la  provincia  de  Quití 
trito  desde  Maynas  hasta  San  Miguel  do  It 
Bive,  y  que  no  pasasen  de  allí  por  el  Paru 
religiosos  menores  tuviésemos  por  distrito 
ñas  de  Andamaroa,  por  el  Paru  abajo,  hasl 
de  San  Miguel  esclusive,  y  que  no  pasaseí 

En  vista  de  esta  providencia,  el  muy 
comisario  general  dispuso  que  se  formase 
loB  ríos  Paru  y  Enne  con  nombre  de  San  1 
y  nombró  por  su  fundador  y  presidente  al 
fray  Uanuel  Biedma,  asignando  en  Lima  c 


—  95  — 

[ue  el  siervo  de  Dios  librase  en  las  cosas  que  le  parecie- 
necesarias.  Hallábai^e  el  dicho  venerable  padre  en  su 
rersion  de  San  Buenaventura,  cuando  le  llegó  esta  co- 
ioxi;  y  cuanto  dio  lugar  el  tiempo,  fee  previno  de  lo  ne- 
trio,  así  para  socorrer  al  padre  fray  Antonio  Vital,  que 
urria  estar  en  el  pueblo  de  San  José  de  Camari-nahue,  co- 
{>ara  la  nueva  población  premeditada.  Hecha  la  provi- 
i  de  herramientas,  fragua,  ornamentos,  vino  para  cele- 
r,  trigo  y  bastimentos,  salió  el  siervo  de  Dios  en  compa- 
de  los  padres  fray  Juan  Bargas  Machuca,  y  fray  José 
:>,  sacerdotes;  fray  Pedro  Alvarez,  religioso  lego;  elher- 
lo  donado  Pedro  Laureano,  un  muchacho  de  seis  años,  á 
511  el  venerable  padre  habia  enseñado  y  bautizado,  un 
TO  ubre  llamado  Juan  Benitez,  y  varios  indios  cristianos. 
jaron  al  puerto  de  San  Luís  á  principios  de  Julio  del  di- 
i  año  1687,  y  habiendo  acomodado  todo  lo  que  traian  en 
dos  canoas  que  habia  dejado  D.  Felipe  Cayá-bay,  se  em- 
aaron  todos  los  religiosos,  el  donado,  el  muchachito,  el 
fro,  y  dos  ó  tres  indios  para  gobernar  las  canoas. 
Al  segundo  ó  tercero  dia  de  haber  salido  del  puerto  de 
i  Luis,  dieron  en  una  emboscada  de  indios  infieles,  que 
harón  y  mataron  á  todos  los  que  iban  en  las  canoas,  sin 
>  escapase  alguno.  Después  por  medio  de  los  que  suben 
5erro  de  la  Sal,  se  supo  que  los  agresores  fueron  los  Pi- 
,  Simirinches  y  Cumabus.  Yo  discurro  que  los  indios  Pi- 
de Anapati,  resentidos  déla  pelea  que  tuvieron  contra 
Cunibosy  Españoles  el  año  antecedente,  conjeturando 
5  los  viracochas  volverían  á  entrar  al  Paru,  convocaron 
su  ayuda  á  los  Simirinches,  y  aguardando  á  los  cristia- 
I  en  algún  paso  difícil  y  preciso,  ejecutaron  la  maldad 
B  dejo  referida. 

Con  este  fatal  golpe  para  la  provincia  de  los  doce  Após- 
es,  se  perdió  también  la  conversión  de  San  Buenaventu- 
;  porque  como  el  siervo  de  Dios  se  llevó  consigo  á  los  sa- 
rdotes,  los  demás  llevados  de  un  terror  pánico  de  que  no 


—  te  — 

había  seguridad  en  la  montaSa,  no  < 
correr  aquella  grey  abandonada,  7 
los  montes. 


CJLPITDLO  X^VIII 


Xmprende  la  religión  aerÁíica  la  conquista  del  Cerro  de  la  Sal. 


Viendo  la  seráfica  religión  frustrados  los  designios  j 
tedios  que  se  habian  intentado  para  la  conversión  de  las 
Imas  de  los  gentiles,  que  habitaban  en  las  márgenes  del 
ran  rio  Paru,  no  pudiendo  ahogar  la  llama  de  la  caridad 
ue  la  compelía  á  procurar  la  conversión  de  los  infieles,  de- 
ormino  suscitar  la  perdida  conversión  del  Cerro  de  la  Sal. 
Sara  facilitar  esta  empresa,  pareció  preciso  ante  todas  cosas 
onseguir  que  el  curato  y  doctrina  de  Huancabamba  que 
staba  abandonado,  se  agregase  á  nuestra  orden,  para  evi- 
&r  los  inconvenientes  de  pretensiones  que  ocasionaron  la 
ardida  de  dicha  conversión  el  año  1675.  Después  de  haber 
orrído  las  diligencias  necesarias,  así  por  lo  perteneciente 
il  juzgado  eclesiástico,  como  por  lo  tocante  al  real  patrona- 
o,  se  ohtuvo  la  agregación  á  últimos  de  junio  del  año  1(580. 

Obtenido  para  la  religión  el  curato  de  Huancabamba,  y 
mesto  en  él  por  cura  el  padre  fray  Blas  Valera,  antes  de 
emprender  entrada  formal  se  determinó  ir  á  reconocer  el 
[>erro  de  la  Sal.  Para  esto  á  petición  del  padre  fray  Domingo 
Uvarez  de  Toledo,  procurador  de  las  conversiones,  fué  nom- 
brado por  decreto  del  señor  conde  de  la  Mondo  va,  vi  rey  de 
estos  reinos,  por  cabo  del  reconocimiento,  el  capitán  don 
José  Amez,  quien  entró  con  diez  hombres  armados  en  com- 
imnía  del  mencionado  padre  procurador  y  un  religioso  lego 
llamado  fray  Dionisio  Campaña. 


Salieron  del  pueblo  de  Acobamba,  que 
mas  abajo  de  Tarma,  el  dia  15  de  mayo  del 
daron  de  ida  y  vuelta  veinte  dias,  caminan 
Acobamba  hasta  una  hacienda  de  los  padre 
mada  Schanscha  mayo,  que  estaba  diez  y  oc! 
ma,  cerca  del  rio  de  Quimirí;  lo  demás  has 
Sal,  que  son  diez  y  seis  leguas  de  camino  de 
Reconocieron  ser  camino  transitable,  los 
como  todos  los  de  la  montaña.  Encbntraroi 
así  cristianos  como  gentiles,  de  los  que  i 
por  aquellos  montes.  Dióseles  noticia  de 
guiente  vendrían  los  religiosos  á  fundarles 
viviesen  como  buenos  cristianos,  de  cuya 
manifestaron  alegrarse- 

Por  este  tiempo  se  hallaban  las  convei-si 
huas  en  lastimosa  decadencia,  por  las  mi 
que  padecieron  después  de  la  irrupción  que 
los  infieles  el  año  1670,  y  especialmente  de 
rucias,  de  la  cual  muríó  mucha  gente,  y  cxn 
en  semejantes  epidemias  irse  á  los  montes, 
el  demonio  el  volverse  á  su  gentilismo,  y  k 
chos.  De  suerte  que  á  fines  dei  año  1691,  s^ 
hizo  el  venerable  padre  fray  Francisco  Hu 
cuatro  pueblos,  y  en  ellos  apenas  doscientai 
edades  y  sexos,  y  los  indios  tan  viciosos,  q 
visos  de  cristianos. 

Habiéndose  reconocido  el  Cerro  de  la  Sal 
las  comodidades  que  ofrecía  para  edificar 
meqto  de  las  conversiones,  antes  de  empren 
atendió  en  Lima  á  asegurar  en  algún  modo 
de  las  conversiones,  que  se  esperaba  podersi 
ra  este  fin,  el  dicho  padre  fray  Domingo  A 
dor  de  las  conversiones,  fomentado  del  mu; 
dre  corsisario  general  fray  Basilio  Pons,  fon 
congregación  de  conversiones,  en  la  que  en 
porte  de  las  personas  de  distinción  de  di< 


—  99  — 

Úes  contribuyeron,  cada  cual  según  sü  devoción  y  posi- 
idad;  de  suerte  que  para  la  primera  entrada  se  juntaron 
ire  dos  mil  y  seiscientos  pesos,  y  en  adelante  se  debían 
itar  todos  los  años  sobre  mil  y  quinientos.  El  menciona- 
muy  reverendo  padre  comisario  general  hizo  á  esta  con- 
sg^acion  participante  de  todos  los  bienes  espirituales  de 
estra  seráfica  religión,  dando  á  cada  uno  de  los  hermanos 
ella  sus  patentes  impresas  fechas  en  Lima  el  dia  3  de  di- 
íinbre  del  año  1693. 

lío  he  podido  averiguar  individualmente  los  sucesos 
esta  entrada.  Solo  consta  de  los  escritos  que  se  hallan 

el  archivo  de  este  colegio,  que  el  dia  i"  de  marzo  del 
o  1694,  fué  nombrado  por  real  acuerdo  el  capitán  don 
an  Ramírez  de  Vergara,  para  que  fuese  con  algunos  Espa- 
les á  la  entrada  que  iban  á  hacer  nuestros  religiosos  al 
rro  de  la  Sal.  Y  también  consta  de  otros  papeles  de  dicho 
jhivo,  que  el  dicho  año  1694,  fueron  muertos  por  los 
ieles  el  padre  fray  Blas  Valora  en  su  doctrina  de  Huan ca- 
mba, y  en  el  rio  de  Quimirí  los  venerables  padres  fray 
ancisco  Huerta  y  fray  Juan  Zabala. 

No  se  hallan  en  el  archivo  de  este  colegio  mas  noticias  de 
í  conversiones  del  Cerro  de  laSal,ni  deAndesdeAndamarca 
«dé  esta  desgraciada  espedicion,  hasta  que  el  año  1709 
3  suscitó  el  venerable  padre  fray  Francisco  de  San  José, 
imer  comisario  de  misiones  en  este  reino  del  Perú. 

s 

El  año  1704  se  acabó  de  perder  la  conversión  de  Panata- 
las,  porque  con  la  decadencia  tan  grande  que  en  ella  ha- 
a,  así  en  lo  civil  como  en  lo  moral,  cada  verano  se  huian 
B  indios  á  los  montes  y  á  los  infieles;  y  el  último  que  apos- 
tó íué  un  capitán  de  Tulu-mayo  llamado,  Felipe  Coramaje, 
ie  se  fué  á  los  infieles  con  los  mas  de  los  indios  y  familias 
i  aquel  pueblo.  Este  mismo  año  1704  habia  entrado  de  cu- 
^  conversor  de  Panatahuas  el  padre  fray  Gerónimo  de  los 
ios,  quien  recogió  las  reliquias  de  la  conversión  en  Tulu- 
layo.  Pero  el  verano  inmediato  salieron  los  indios  infieles 
pie  se  discurre  fueron  los  Caschibos),  mataron  al  padre  con- 


—  100  — 
versor  y  á  todos  los  cristianos  que  ] 
quemaron  la  ig'Iesia  7  el  pueblo.  Los  c 
ron  escapar  se  pasaron  al  pueblecito  de 
único  qae  permaneció  con  muy  pocos  i 


CAPXT0LO  JLIU 


SI  venerable  P-  ttay  Franciaco  de  8an  José  restahleee  Jma 
eonversíonea  del  Cerro  de  la  Sal  fSonomoro- 


Las  frecuentes  muertes  de  tantos  religiosos  á  manos  de 
}o&  infieles  en  tan  corto  espacio  de  tiempo  impresionaron 
famto  terror  á  los  demás  religiosos  y  aun  á  los  seculares, 
ijue  ya  nadie  se  atrevia  á  emprender  nueva  conquista  en  los 
Andes.  Pero  Dios  nuestro  Señor,  que  siempre  vela  sobre  su 
grey,  envió  al  Perú  desde  el  Colegio  de  misiones  de  Huate- 
inala  al  apostólico  varón  fray  Francisco  de  San  José,  con 
fccultades  y  oficio  de  comisario  de  misiones  de  estos  reinos. 
Uegó  este  siervo  de  Dios  el  año  1708  á  la  ciudad  de  Lima, 
donde  hizo  misión,  con  la  cual  se  concilio  las  voluntades  de 
¡los  prelados:  noticiado  del  desamparo  de  las  conversiones  de 
[los  infieles,  abrasado  su  corazón  en  el  celo  de  la  salvación 
de  aquellas  pobres  almas,  solicitó  compañeros  y  limosnas; 
!  y  habiendo  obtenido  la  bendición  de  los  prelados,  empren- 
'  dieron  la  espiritual  conquista  de  los  Andes. 

Componíase  esta  misión  de  cinco  sacerdotes  que  fueron 
d  padre  fray  Fernando  de  San  José,  presidente;  el  padre 
fray  Francisco  de  San  José,  comisario  de  misiones,  los 
padres  fray  Mateo  Bravo,  fray  Honorio  de  Matos,  fray 
Cristóbal  de  San  José,  y  dos  religiosos  legos.  Entraron 
haciendo  misión  por  la  provincia  de  Tarma  el  año  1709,  y 
luego  internaron  á  la  montaña.  Al  principio  no  tuvieron  fa- 


—  102  — 
vorable  recibimiento;  porque  el  com 
ría  á  aquellos  bárbaros  que  no  admití 
dándoles  á  entender  que  si  admitían  é 
vendrían  los  Españoles  para  vengar  las 
padres,  y  les  quitarían  bus  tierras.  Ora 
cieron  estos  evangélicos  opéranos  en  lo; 
pero  su  paciencia  y  perseverancia  co 
aquellos  indómitos  ánimos,  y  fundaron  t 
en  Quimirí  y  el  otro  en  el  Cerro  de  la  Sí 

Dejando  el  venerable  padre  comisarit 
Tarma  en  este  estado,  y  viendo  la  ditcu 
tamíento,  pasó  á  fines  del  año  1711  ala  i 
para  ver  si  podia  en  alguu  modo  restaui 
versiones  de  Panatahuas.  Halló  las  cosai 
que  juzgó  imposible  conseguir  su  intent 
y  por  estar  los  caminos  cerrados  de  moi 
ya  no  nodian  transitarse. 

Informándose  en  dicha  ciudad  de  las 
taban  en  aquellas  montañas  fronteras,  It 
que  al  oriente  de  Huinuco  estaba  una 
taña  llamada  Tuetani,  por  la  cual  corría 
márgenes  habia  algunas  rancherías  de  ^ 

Alentado  con  estas  noticias  el  vcneral 
bajó  á  Lima,  negoció  con  el  superior  g' 
íscolta  de  un  capitán  con  algunos  soldi 
licha  quebrada;  y  volviendo  á  Huánuco 
j1  año  1712,  después  de  hechas  las  proii 
dizo  su  entrada  al  oriente,  y  habiendo  e: 
fío  de  Tuetaui,  bajaron  por  su  quebrada 
lidad,  por  lo  fragoso  de  aquellas  monta 
ladas  encontraron  un  pueblo  llamado 
nenos  de  treinta  familias  de  indios  Am; 
nitieron  lueg9  la  doctrina  del  santo  Ev 
lespues  el  siervo  de  Dios  registrando 
íiones,  en  las  cuales  hallaron  otras  ra 
images,  esparcidos  por  aquellos  montí 


—  103  — 

|>arajes  donde  se  hallaron,  fueron:  Piño,  Cuchero,  Panchis, 
Ünuti  j  Tillingo;  y  entre  todos  había  como  trescientas 
palmas.  Habiéndolos  reducido,  fabricaron  una  iglesia  en 
'Ppzuzo,  y  otra  en  Cuchero;  y  porque  iba  tomando  rigor 
d  invierno,  por  el  mes  de  diciembre  se  salió  el  venerable 
padre  comisario  con  la  gente  que  le  habia  acompañado,  de- 
^ jando  un  religioso  lego  en  la  nueva  conversión,  para  que 
'faese  catequizando  á  los  indios,  mientras  se  enviaba  sacer- 
tiote  que  los  bautizase,  y  administrase  los  sacramentos. 
Pasó  después  á  dicha  conversión  el  padre  fray  Honorio 
Matos,  el  cual  estuvo  en  ella  cerca  de  cuarenta  años,  y  en 
ella  murió  el  año  1753. 

Trabajóse  en  fomentar  esta  conversión,  abriendo  con 
grande  trabajo  camino  para  poder  entrar  á  ella  con  ca- 
ballerías, para  facilitar  el  comercio  de  la  coca  que  los  ve- 
cinos de  Huánuco  entran  á  comprar,  en  cambio  de  otros 
efectos  que  llevan;  porque  la  coca  de  Pozuzo  es  la  mas  apre- 
ciada de  toda  la  montaña.  En  esto  se  ha  trabajado  muchos 
años  para  conseguirlo,  y  se  han  mantenido  estos  indios  pa- 
cíficamente, aunque  hoy  se  halla  reducida  esta  conversión 
al  solo  pueblo  de  Pozuzo  por  varios  accidentes  que  pintaré 
«n  su  lugar. 

No  sosegaba  el  celo  del  varón  apostólico  fray  Francisco 
de  San  José;  y  así  apenas  llegó  á  Lima  y  dio  parte  de  su 
nueva  conversión  á  los  prelados  y  superior  gobierno,  pasó 
al  valle  de  Jauja  donde  hizo  misión  por  el  invierno  del  año 
1713,  y  fervorizó  los  ánimos  para  la  restauración  de  las  con- 
versiones de  Andamarca;  para  cuya  empresa  se  ofrecieron 
el  padre  fray  Pedro  .Vaquero,  y  el  padre  fray  Pedro  Ortiz 
de  Tuesta,  gran  siervo  de  Dios,  varón  apostólico,  y  tan  ver- 
sado en  la  lengua  general,  que  le  llamaban  el  Demóstenes 
de  la  lengua  Quichoa.  Entraron  estos  dos  obreros  evangé- 
licos á  la  montaña  el  mes  de  mayo  del  mismo  año  1713,  y 
hallaron  desiertos  los  sitios  donde  habian  estado  los  pueblos 
de  Santa  Cruz  y  de  San  Buenaventura,  ni  hallaban  gente 
%una.  Pero  Dios  nuestro  Señor  no  permitió  que  el  trabaja 


—  104  — 

de  sus  siervos  quedase  defraudado.  Era  el  caso  que  loo 
indios  se  habian  retirado  á  los  montes,  ó  recelosos  de  algun^ 
mal  tratamiento,  ó  sugeridos  del  común  enemigo,  que  lo»^ 
tenia  engañados  con  el  aparente  protesto  de  la  libertad.  Su*! 
cedió  que  el  cacique  ó  curaca  se  despeñó  en  el  monte,  y  se^ 
quebró  las  piernas;  y  como  sabia  que  los  religiosos  estaban  i 
por  allí,  los  mandó  llamar  para  que  lo  bautizasen.   Fueron | 
los  religiosos  á  la  casa  del  cacique  y  le  instruyeron  paral 
poderlo  bautizar;  al  mismo  tiempo  le  dieron  á  conocer  cuán^ 
necesario  y  conveniente  era  juntar  su  gente  y  formar' 
pueblo,  para  que  pudiesen  congregarse  á  aprender  la  doc- 
trina cristiana,  y  servir  á  Dios:  el  curaca  dispuso  la  gente 
de  tal  suerte,  que  aquel  mismo  dia  se  comenzó  á  fabricari 
la  iglesia  y  la  casa  para  los  padres;  continuaron  con  tal  ac- ! 
tividad,  que  el  dia  18  de  Julio  del  mismo  año  1713  se  ben- 
dijo y  estrenó  la  iglesia,  y  al  pueblo  se  le  puso  por  nombre 
Santa  Cruz  de  Sonomoro.  < 

Sucedió  pocos  dias  después  que  habiendo  salido  los  reli- 
giosos por  aquellos  montes  á  caza  de  racionales  fieras,  por 
algún  descuido  de  los  muchachos  so  pegó  fuego  á  la  casa 
de  los  pad'^es  y  á  la  iglesia,  en  ocasión  que  los  hombres  del 
pueblo  estaban  en  el  monte;  el  cacique  animó  á  las  indias 
para  que  descolgasen  del  altar  las  imágenes  y  alhajas,  co- 
mo lo  ejecutaron,  sin  temor  del  fuego,  y  sin  que  se  perdiera 
cosa  alguna.  Mas  adelante  pasó  el  fervor  del  cacique,  pues 
luego  que  vinieron  los  indios,  los  mandó  llamar;  y  habién- 
doles ponderado  lo  que  les  convenia  para  su  salvación  que 
los  padres  no  se  disgustasen,  concluyó  exhortándoles  que  al 
instante  fuesen  á  traer  materiales  para  hacer  la  iglesia  y 
casa  en  la  misma  forma  que  los  padres  la  tenian  dispuesta; 
previniéndoles  que  era  preciso  acabarla  antes  que  llegasen 
los  padres,  para  que  no  discurriesen  que  maliciosamente  la 
habian  quemado,  y  se  fuesen  de  sus  tierras.  Así  lo  ejecuta- 
ron los  indios  con  toda  puntualidad. 

Sucedió  en  esta  salida  un  caso  maravilloso.  Encontraron 
en  un  rancho  á  un  infiel  moribundo.  Los  padres  le  exhorta- 


—  105  — 

\  que  se  bautizase,  ponderándole  la  suma  necesidad  que 
^a  de  este  sacramento  para  conseguir  la  salvación.  El 
io  estuvo  tan  pertinaz  y  rebelde,  que  no  queria  oir  lo 
>  decían;  de  suerte  que  los  religiosos  desconsolados  se 
irtaron  á  encomendarlo  á  Dios.  Entretanto  un  donadito 
catorce  años  se  llegó  al  moribundo,  y  le  dijo:  piensa  bien 
te  quieres  bautizar,  porque  el  infierno  es  para  siempre  y 
gfloria  también.  Estuvo  el  indio  un  rato  suspenso,  y  lue- 
le  dijo:  llámame  á  los  padres.  Llamd  el  donadito  á  los 
irosos,  y  el  indio  les  pidió  que  lo  bautizasen.  Instruyé- 
ile  lo  que  permitía  el  tiempo,  y  lo  bautizaron;  y  al  Íns- 
ito comenzó  á  hablar  tales  cosas  de  Dios,  que  los  religio- 
}  estaban  absortos  oyendo  las  maravillas  que  decia,  siendo 
i  rústico,  y  no  habiendo  sido  adoctrinado;  y  luego  espiró 
^ando  su  cadáver  muy  hermoso,  y  los  indios  circuns- 
ates  alegres,  porque  le  vieron  enterrar  como  cristiano  se- 
D  permitía  el  terreno. 


10 


!|"OOC'  OOC-OOO  OOC 


CAPITULO  XX. 


El  renorablo  P-  OoBtlaArlo  pide  aJ  Bej  católico  ao 
coaverelonea- 


Alegre  y  gozoso  en  el  Señor,  nuestro  v* 
comisario  con  las  premisas  tan  opimas  de  lae 
pues  prometían  para  en  adelante  copiosas  y  i 
sechas  para  las  troges  del  -cielo,  atendió  ( 
conservación,  y  bajó  á  Lima  á  sus  santas  pre 
siderando  en  primer  lugar  la  penuria  y  escás 
evangélicos,  porque  en  la  santa  provincia  de 
toles  ya  eran  pocos  los  que  se  aplicaban  á  la 
los  infieles  por  haber  muerto  ranchos  en  la 
presente  en  las  tres  conversiones  de  Huánuco 
ja,  solo  hatia  siete  ú  ocho  sacerdotes,  algí 
legos  y  donados;  y  como  esperaba  según  Díi 
versión  florecería  mas  cada  dia,  y  con  el  aun 
mas  la  necesidad  de  los  apostólicos  operarii 
rey  nuestro  señor  Don  Felipe  V,  el  dia  8  de 
mismo  año  1713,  una  carta  memorial,  en  la  ( 
dolé  del  estado  de  las  conversiones,  del  adelai 
esperaba  conseguir,  y  de  la  escasez  de  idói 
que  padecía,  le  suplicaba  se  sirviese  mandi 
provincias  de  España  se  le  despachasen  de 
electos  para  tan  alto  ministerio.  ítem:  que  en 
que  ordenan  las  bulas  apostólicas  se  le  cediei 


—  107  — 

la  ciudad  de  Huánuco  con  todas  sus  alhajas,  para  eri-^ 
irle  en  colegio  de  Propaganda  Fide^  en  el  cual  se  pudie- 
criar  y  adiestrar  sugetos  para  el  ministerio  apostólico, 
m:  que  por  cuanto  los  misioneros  en  las  conversiones  ha- 
ian  padecido  muchas  calamidades  y  aun  musrtes  por  falta 
e  custodia  y  socorros  oportunos,  se  dignase  su  real  majes- 
asignar  de  su  real  erario  la  cantidad  de  seis  mil  pesos 
uales  en  las  cajas  de  Pasco  para  socorro  de  las  con  ver- 
iones  de  Huánuco,  Tarma  y  Jauja,  para  sueldo  de  algunos 
Idados,  jornales,  conducciones  de  los  socorros,  ornamen- 
¡os,  herramientas  y  otros  utensilios  necesarios  para  la  per- 
encia  y  aumento  de  las  dichas  conversiones. 
Esta  carta  escrita  del  siervo  de  Dios  para  el  rey  católico, 
hé  acompañada  de  otra  semejante  del  ilustre  cabildo  ecle- 
íástico  de  Lima,  con  fecha  14  del  mismo  mes  y  año,  en  la 
cual  informaban  á  su  real  majestad  lo  mismo  que  el  vene- 
able  padre,  suplicándole  concediese  lo  que  pedia.  Todo  lo 
wncedió  el  famoso  monarca  en  cédulas  de  16  de  enero 
ie  1715,  de  12  de  marzo  de  1718  y  de  10  de  noviembre 
de  1719,  á  lo  que  coadyuvó  el  informe  que  el  reverendísimo 
comisario  general  de  Indias  fray  José  Sanz  hizo  á  su  real 
majestad:  mas  como  España  se  hallaba  entonces  tan  pertur- 
bada por  las  continuas  guerras  y  tan  falta  de  medios,  no 
tuvieron  efecto  las  jeales  cédulas  hasta  el  año  1725.  Pero 
ios  religiosos  no  llegaron  á  Lima  hasta  el  año  1732,  por  ha- 
berse detenido  mucho  tiempo  en  Cartagena  y  Panamá  por 
Uta  de  avios. 

No  estuvo  jamás  ociosa  la  actividad  espiritual  del  vene- 
rable padre  comisario;  antes  discurriendo  como  rayo,  tan 
pTegto  se  hallaba  en  las  montañas  de  Huánuco  como  en  las 
<le  Tarma  y  Sonomoro.  Ya  bajando  á  Lima  á  solicitar  limos- 
nas y  operarios  para  adelantar  la  espiritual  conquista  de  los 
indios  infieles,  lo  cual  consiguió  su  espiritual  fogosidad, 
aunque  este  adelantamiento  costó  algunas  víctimas;  pues  en 
«laño  1718  los  infieles  junto  á  Pichana  mataron  al  hermano 
donado  Juan  Delgado,  en  1721  mataron  al  hermano  donada 


—  108  — 
Tomás  de  San  Diego,  mas  abajo  de  Pi 
negro  de  la  conversioa  llamado  Antoi 
tiana  con  su  hijo.  Y  en  1726  el  herma 
rez,  religioso  lego,  murió  de  hambre 
taña  con  tres  indios  serranos,  que  h 
camino  desde  Bombón  al  Cerro  de  la 
Tanta  fué  la  actividad  del  siervo  d 
se  hallaban  las  conversiones  en  florid 
de  ver  por  el  estracto  siguiente: 

Conveislon  do  JanJ 

Kn  el  pueblo  de  Santa  Cruz  de  Soi 
tas  trienta  almas  de  indios  Campas,  á 
han  los  sacramentos  los  padres  fray  C 
y  fray  Gregorio  Luengo. 

El  pueblo  de  Nuestra  Señora  de  Cl 
y  seis  almas  de  k  nación  Anapati,  á 
el  padre  fray  José  de  León. 

En  el  pueblo  de  San  Antonio  de  C 
venta  almas  de  la  nación  Campa,  á  qi 
padre  fray  Juan  de  la  Marca. 

ConveraloB  de  Tana 

En  el  pueblo  del  Patrocinio.de  Nm 
rí  habia  ciento  treinta  y  dos  almas  de 
ta  y  seis  serranos;  á  todos  los  cuales  i 
fray  Mateo  de  San  Miguel. 

En  el  pueblo  de  San  Joaquin  de  N 
y  un  almas  de  indios  Campas,  á  quien 
dre  fray  Francisco  de  San  Tadeo. 

En  el  pueblo  de  Cristo  Crucificado 
habia  noventa  y  siete  almas  de  indios 
Jes  adoctrinaba  el  padre  fray  Mateo  de 


—  109  — 

En  el  pueblo  de  la  Purísima  Concepción  de  Eneno  habia 
ientas  cuarenta  y  tres  almas  de  indios  Campas,  á  los 
es  adoctrinaba  y  administraba  el  padre  definidor  fray 
ionio  de  la  Hoz. 

En  el  pueblo  de  San  Francisco  de  Pichana  habia  ciento 
tres  almas  de  indios  Andes,  á  los  cuales  adoctrinaba  el  pa- 
fray  Pedro  Camacho. 

En  el  pueblo  de  San  Tadeo  de  los  Andes  habia  doscien- 
cincuenta  y  cinco  almas  de  indios  Andes,  aunque  solo 
bia  setenta  y  seis  cristianos;  á  todos  adoctrinaba  el  padre 
y  Juan  de  la  Marca. 

Conversión  de  HuÁnuco. 


Las  parcialidades  en  que  estaban  dispersos  los  indios 
Amages  de  esta  conversión  se  redujeron  á  dos  pueblos,  que 
eran  la  Asunción  de  Pozuzo  que  tenia  ciento  sesenta  y  cua- 
tro almas,  á  las  cuales  administraba  el  padre  fray  Honorio 
Hatos. 

Y  en  el  pueblo  de  Nuestra  Señora  del  Carmen  de  Tillingo 
tabia  más  de  cien  almas,  á  quienes  adoctrinaba  y  asistia  el 
padre  fray  José  Arévalo. 

Ítem:  en  los  pueblos  de  Punchaumarca  y  Yanapo,  asisti- 
dlos del  padre  fray  Gregorio  Lezcano,  cura  de  Huancabamba, 
l^hia  doscientas  noventa  y  tres  almas  de  indios  Amages  y 
algunos  serranos. 

ítem:  en  el  camino  de  Pozuzo,  tres  leguas  mas  adelante 
del  pueblo  de  Panap  en  tierras  de  la  conversión,  en  un  alto 
que  llaman  Chaglla,  se  hizo  un  hospicio,  para  que  los  reli- 
giosos que  transitaban  por  allí  á  Pozuzo  tuviesen  donde  al- 
argarse y  rehacerse  del  penoso  camino  de  la  montaña,  con 
(  «u  capilla  para  celebrar,  y  en  este  sitio  dispuso  el  venerable 
padre  comisario,  se  hi-ciese  una  vaquería  en  la  cual  se  pu- 
sieron cien  cabezas  de  ganado  vacuno,  para  que  sirviese  de 
dar  provisión  á  los  padres  conversores,  y  de  hacer  cecinas 


—  lio  — 

para  las  entradas  que  se  hacian  á  la  Pi 
Siempre  la  santa  provincia  de  los  c 
mentado  las  santas  conversiones  de  la 
dola  con  sus  hijos  hasta  que  vinieron 
paña.  Entre  los  que  ñorecieron  mucho 
y  celo  de  la  propagación  de  la  fé  mereí 
el  padre  fray  Fernando  de  San  José,  na 
de  Burgos,  hijo  de  la' santa  recolección 
tólico  varón  fué  de  los  primeros  comj 
padre  comisario,  y  mucho  tiempo  fué 
versiones  de  Tarma  y  Jauja.  En  1723 : 
8Ú3  María,  en  la  inmediación  de  la  j  un 
y  Perene;  y  este  mismo  año  en  el  dia  d 
ñor  bautizó  á  un  cacique  de  la  nación 
eos  adultos.  Al  cacique  se  le  puso  por 
do  Torete,  á,  cuyo  bautismo  concurrit 
indios.  Sucedió  también  que  por  la  pr 
un  cacique  de  la  nación  de  los  Piros  e 
este  siervo  de  Dios,  diciendo  que  sus  i 
se  morían  sin  bautismo  con  la  peste, ; 
á  los  cristianos,  se  iban  todos  al  infíe: 
ñarles  cómo  habian  de  ir  al  cielo.  Ale 
esta  noticia,  se  dispuso  para  el  viaje, 
habia  dispuesto  los  ánimos  de  aquelk 
bir  la  ley  del  santo  Evangelio.  Embar 
del  año  1724  con  dos  religiosos  legos, 
más  de  San  José  y  fray  Lucas  de  Jesúi 
catorce  españoles,  y  veinte  indios  crii 
y  siete  balsas,  llevando  todo  lo  neces: 
versión.  Al  segundo  dia  de  su  navega 
boscada  de  Piros  y  Mochubus,  que  les 
de  flechas.  A  la  primera  descarga  ma' 
y  á  muchos  de  la  comitiva;  los  que 
apresuradamente;  pero  los  infieles  loa 
matando  á  todos  los  que  alcanzaban, 
Jesús  María  mataron  á  los  religiosos 


—  111  — 

íe  no  escapó  con  vida  ninguno  de  los  que  acompañaban  al 
tieral)Ie  padre,  el  cual  tenia  de  edad  cuando  murió  por  la 
altacion  de  la  fé  cuarenta  y  ocho  años.  En  1737  se  supo 
fee  la  muerte  de  este  siervo  de  Dios  fué  trazada  por  el  pér- 
\o  don  Femando  Torote,  quien  coligado  con  los  Mochubus 
Kmirinches,  fingió  la  embajada  de  parte  de  los  Piros,  y 
ítre  todos  ejecutaron  tan  execrable  maldad,  ün  hermano 
i  tal  don  Femando  Torote,  llamado  Miguel,  mató  enton- 
B  á  uno  de  los  dos  religiosos  legos;  pero  lo  pagó  con  la 
aerte  en  dicho  año  1737,  como  diré  á  su  tiempo. 

Merece  también  especial  memoria  el  padre  fray  Juan  de 
Marca,  francés  de  nación,  que  desde  España  vino  asociado 
>1  ingeniero  don  Alberto  de  Minson,  y  tomó  nuestro  santo 
Ibito  en  la  santa  recolección  de  Lima  en  el  año  1722;  y  cua- 
b  afios  después  habiendo  sido  ordenado  de  sacerdote,  vino 
las  conversiones  de  Sonomoro,  en  compañía  del  venerable 
idre  comisario  fray  Francisco  de  San  José,  y  de  otro  padre 
teoleto  llamado  fray  Francisco  de  San  Tadeo.  El  padre  fray 
ian  de  la  Marca  trabajó  apostólicamente  durante  diez  años 
bie  estuvo  en  las  conversiones,  hasta  su  muerte.  Aprendió 
Mi  perfección  el  idioma  Ande,  compuso  arte  y  vocabulario 
e  él,  y  algunas  pláticas  espirituales.  Fundó  el  pueblo  de 
im  Antonio  de  Catalipango.  Descubrió  el  Pajonal  y  la  mu- 
ha  gente  que  en  él  había,  y  fundó  algunos  pueblos  que 
éspaes  de  su  muerte  se  perfeccionaron.  En  1735  salió  de  la 
lontaña  por  mandato  del  virey  para  reconocer  el  puente  de 
íedra  de  Jauja,  enfermó  al  llegar  á  la  sierra  y  murió  en 
icho  valle.  "" 


V^     >*  I  AA  (S)lOÍj4Sñ  •  A 


■.vv^y^^AA--«t-^uwO§)^  » ■«^iv^yQ^^'  ^A 


CikPiTPiLO  s:x:i* 


Prinetpioa  del  colegio  de  Ocopa. 


Aunque  el  venerable  padre  comisario  fray  Francisco  de 
San  José  deseaba  fundar  un  colegio  seminario  de  misione^ 
no  hallaba  en  la  provincia  de  los  doce  Apóstoles  convento  á 
propósito  para  tan  alto  fin,  con  la  proximidad  requerida  pa^ 
ra  la  entrada  á  las  conversiones  de  la  montaña;  pues  aunque 
la  dicha  santa  provincia  desde  el  año  1709  le  habia  Tiecha 
cesión  del  convento  recolección  de  Huaraz,  estaba  muy  dis- 
tante de  las  conversiones,  y  por  consiguiente  no  era  á  pro- 
pósito para  el  intento.  En  el  Valle  de  Jauja  está  una  rinco- 
nada de  tierra  á  la  cual  llaman  Ocopa,  y  en  ella  habia  un 
pueblecito  ó  pago  con  su  capilla,  intitulada  Santa  Rosa  de 
Santa  María;  era  anejo  del  curato  de  la  Concepción,  do 
quien  dista  una  legua  al  norte,  y  dicho  curato  era  de  nues- 
tra orden.  Como  el  siervo  de  Dios  aguardaba  por  instantes 
los  doce  misioneros  que  debian  venir  de  España,  y  no  tenia 
donde  hospedarlos,  pidió  á  esta  santa  provincia  en  virtud  de 
lo  mandado  por  las  bulas  apostólicas,  el  anejo  de  Santa  Ro- 
sa de  Ocopa  para  erigirle  hospicio  de  conversiones,  para  que 
en  él  se  pudiesen  curar  los  enfermos  que  sallan  de  la  mon- 
taña, y  prevenirse  los  que  hubiesen  de  entrar  á  ella.  La 
provincia  hizo  cesión  del  dicho  anejo  á  las  conversiones  el 
dia  31  de  Octubre  del  año  1724,  y  reconociendo  el  venera- 
ble padre  comisario  que  en  dicho  anejo  no  habia  capacidad 


—  113  — 

} 

ra  el  fin  que  lo  habia  pedido,  pues  no  había  mas  que  una 
pilla  pequeña,  dos  pequeñas  celdas  y  una  cocinita  pidió 
señor  virey  licencia  para  ampliarle,  formando  mas  cel- 
s,  enfermería  y  las  oficinas  necesarias.  Concedióse  la  li- 
acia  el  mes  de  Febrero  del  año  1725,  y  se  tomó  posesión 
I  dicho  anejo  por  parte  de  las  conversiones  eff  el  dia  19  de 
bril  del  mismo  año. 

Comenzóse  la  ampliación  del  hospicio  de  Ocopa  el  mis- 
D  año,  formando  un  pequeño  claustro  con  ocho  celdas,  un 
lectorio,  una  pequeña  enfermería  y  otras  oficinas  necesa- 
is.  De  toda  la  obra  fué  director  el  hermano  fray  Pedro  Na- 
rro, hijo  de  esta  santa  provincia,  y  natural  de  Cádiz, 
nidaron  á  la  fábrica  con  la  solicitud  de  copiosas  limosnas 
^hermanos  fray  Francisco  Suarez,  natural  de  Galicia,  y 
py  José  Ansorena,  natural  del  Señorío  de  Vizcaya,  ambos 
Ügiosos  legos  de  esta  provincia. 

Llegó  á  Lima  la  misión  deseada  del  venerable  padre  co- 
sario. Componíase  de  diez  sacerdotes  y  dos  religiosos  le- 
ffe;  porque  durante  el  viaje  se  hablan  muerto  dos  sacerdo- 
t  La  santa  provincia  de  los  doce  Apóstoles,  en  virtud  de 
ímandado  por  las  bulas  apostólicas,  les  dio  para  colegio 
I  misiones  el  convento  de  San  Miguel,  recolección  de  la 
Ha  de  Pisco.  Y  el  dia  I.*"  de  Mayo  del  año  1732  hicieron  su 
fener  capítulo  guardianal,  que  presidió  el  muy  reverendo 
Éaisario  general  fray  Antonio  Cordero.  Fué  electo  guar- 
an el  reverendo  padre  fray  Tomás  de  Cañas.  Con  la  erec- 
bn  del  nuevo  colegio,  la  provincia  cedió  ásu  dirección  las 
inversiones  de  Huánuco,  Tarma  y  Jauja;  proveyéndolas 
Bmpre  de  ministros  ejemplares,  respecto  de  ser  muy  cor- 
\  el  número  de  operarios  que  habia  venido  de  España. 
'  Esta  penuria  de  operarios  evangélicos  motivó  al  siei'vo 
í  Dios  á  recurrir  al  rey  nuestro  señor,  para  que  su  real 
íajestad  concediese  una  misión  mas  copiosa  de  veinte  sa- 
urdotes  con  los  legos  correspondientes,  y  juntamente  su 
sal  permiso  para  erigir  en  colegio  seminario  de  misiones 
I  hospicio  de  Ocopa,  y  la  real  confirmación  para  el  colegio 


—  114  — 
de  Pisco.  Fué  enviado  á  España  para  e 
fray  Joaquín  Dutarí,  religioso  lego  de 
el  cual  llegó  á  España  en  el  mes  de  M 
en  la  corte  negoció  el  despacho  de  bu 
la  remesa  de  los  religiosos  que  se  ped 
el  monarca  el  mes  de  Diciembre  de  dii 
al  permiso  para  la  erección  del  colegii 
DÓ  su  real  majestad  que  el  marqués  df 
taba  entonces  para  venir  de  virey  á  e 
al  QoDsejo  de  Indias  sobre  el  asunto  li 
conveniente. 

Del  colegio  de  Pisco  solamente  p 
sacerdotes  á  este  hospicio  de  Ocopa, ; 
gio  salieron  algunos  sacerdotes  á  misi 
do  preciso  que  quedasen  algunos  par 
comunidad,  no  se  pudo  dar  mas  abasi 
Este  fué  el  motivo  por  el  cual  el  revé: 
fray  Tomás  de  Cañas,  de  común  acue 
padre  comisario,  renunciase  y  devolv 
convento  recolección  de  Pisco,  para  qi 
que  en  él  se  hallaban,  se  viniesen  al '. 
ra  emplearse  en  las  conversiones  de  la 
el  año  1734. 

Con  la  presunta  licencia  que  se  a 
monarca  para  la  erección  de  este  colej 
cion  de  su  fábrica  con  todos  los  requis 
diendo  á  su  salida,  permanencia  y  coc 
pecto  á  lo  frígido  del  país.  Cooperare 
fábrica  los  tres  religiosos  legos  arriba 
tividad  del  siervo  de  Dios,  quien  siei 
como  principal  sobrestante.  Y  para  qi 
lumento,  asi  para  la  facilidad  de  los  se 
sienes,  como  para  la  fábrica  del  colej 
cia  les  cedió  el  curato  de  Santiago  de 
en  el  capítulo  provincial  celebrado  en 
ro  del  año  1734.  Con  este  fomento  ( 


—  115  — 

jbo  de  veinte  años  quedó  tal  que  puede  lucií  entre  las 
igores  del  reino. 

El  venerable  siervo  de  Dios  fray  Francisco  de  San  José, 
liándose  fatigado  de  sus  continuas  tareas,  y  gravado  de 
I  achaques  que  acompañan  la  avanzada  edad  de  cerca  de 
benta  años,  á  últimos  del  año  1734  renunció  en  manos 
i  muy  reverendo  padre  comisario  general,  fray  Antonio 
^ero,  la  comisaria  y  viceprefectura  de  misiones,  y  el  di- 
to muy  reverendo  padre  comisario  general  nombró  para  el 
krcicio  de  dichos  dos  empleos,  el  dia  5  de  enero  del  año 
85,  al  reverendo  padre  fray  Lorenzo  Nuñez  de  Mendoza, 
é  se  hallaba  de  visitador  de  las  conversiones  de  Huáauco. 
i  Habiendo  llegado  á  este  hospicio  de  Ocopa  los  misione- 
k  que  estaban  en  Pisco,  se  repartieron  dos  en  cada  con  - 
rsion.  A  la  de  Tarma  fueron  el  padre  fray  Pedro  Pons  y  el 
ftre  fray  Mariano  Badía,  catalanes,  hijos  del  colegio  de 
in  Miguel  de  Escornalbou.  A  la  de  Jauja  fueron  los  padres 
ty  Manuel  Bajo  y  fray  Alonso  del  Espíritu  Santo.  A  la  con- 
irsion  de  Huánuco  fueron  los  padres  fray  José  Sánchez  y 

iyJosé  Gil  Muñoz. 

í 


r 


] 


CAPITP2.0  XXII. 


SalidaB  á  la  Pampa  del  Sacrsanento- 


El  celo  de  la  salvación  de  las  almas  que  ardia  en  los  c 
razones  de  los  seráficos  misioneros,  no  les  permitía  o 
diligencia  alguna  para  conseguir  la  salvación  de  los 
serables,  que  yacen  tan  de  asiento  en  las  sombras  de 
muerte.  Los  padres  conversores  que  se  hallaban  en  Po 
y  Tillingo  tuvieron  noticia  por  los  neófitos  sus  feli< 
que  al  oriente  de  los  cerros  que  cercan  estos  dos  puebl 
habia  una  grande  llanura  ó  Pampa  de  montaña,  en  la 
vivian  los  indios  Carapachos  y  algunos  Amagos.   Con 
noticia  varias  veces  dispusieron  el  entrar  á  dicha  Pam 
pero  la  falta  de  medios  para  facilitar  los  caminos  les  ata) 
sus  deseos. 

Por  fin,  en  el  año  1736  se  alentaron  ir  á  descubrirla 
fronterizos  de  los  pueblos  de  Panao  y  Pillao,  con  su  capí 
y  algunos  indios  de  Pozuzo.  Salieron  á  dicha  empresa 
el  mes  de  mayo;  pero  como  no  habia  caminos  abiertos, 
ellos  saben  ni  el  país  permite  llevar  rumbo  directo,  tard 
cuarenta  dias  para  llegar  á  dicha  Pampa  en  distancia 
ahora  se  anda  en  cinco  dias.  Llegaron  á  la  Pampa  el  dia 
Corpus  (que  fué  á  21  de  Junio),  y  por  eso  la  llamaron 
Pampa  del  Sacramento.  Y  como  los  bastimentos  se  les  i 
acabando,  fué  preciso  volverse  sin  reconocer  el  país  ¿i 
moradores. 


—  117  — 

En  el  año  1727  volvieron  á  entrar  los  referidos;  y  como 

"tenían  camino  cierto,  ni  mas  idea  que  salir  á  la  Pampa 
.  Sacramento,  en  habiendo  llegado  á  ella,  se  hallaron 
rcados  de  caudalosos  rios,  sin  saber  á  donde  dirigir  su  de- 
rtSL.  Pasaron  con  una  balsa  uno  de  los  rios,  y  subieron  á 

cerro  que  parecia  aislado;  desde  su  cumbre  descubrieron 
rías  humaredas,  por  lo  cual  coligieron  que  por  allí  habia 
Jolinos  gentiles.  Con  esto  sin  mas  averiguación  se  vol- 
3xon  á  Pozuzo  á  dar  noticia  de  lo  que  habian  visto. 

En  el  año  1731  el  padre  fray  José  Antonio  de  Arévalo, 
esidente  de  la  conversión  de  Pozuzo,  deseoso  de  conquistar 
»  almas  de  los  infieles  de  la  Pampa  del  Sacramento,  salió 
»ii  reconocimiento  con  los  neófitos  de  Pozuzo  á  principios 
t  octubre,  en  diez  días  llegó  á  dicha  Pampa,  y  habiendo 
Lbido  al  cerro  que  dejo  referido,  reconocieron  en  varias 
trtes  rancherías  de  indios.  No  se  atrevieron  por  entonces 
irlos  á  reconocer,  y  se  volvieron  á  Pozuzo  con  harto  tra- 
yo  por  lo  adelantadlo  de  la  estación,  y  las  muchas  aguas 
le  varias  veces  les  impedían  el  tránsito  y  pasaje  de  ríos. 
En  el  año  1732  salió  á  dicha  conquista  el  reverendo 
adre  fray  Simón  Jara,  conversor  de  Pozuzo,  con  los  fron- 
^izos  de  los  pueblos  de  Penao  y  Pillao.  Reconocieron  todo 
Ejuel  país  sin  hallar  vestigios  de  gentes,  y  después  de  mu- 
ías pesquisas,  hallaron  un  caserón  ó  galpón  grande  con 
rachas  flechas  en  él  y  muchas  ollas  de  comidas;  pero  los 
Srfieles  se  escondieron  eh  el  monte,  y  aunque  el  conversor 

su  gente  estuvierogí  allí  muchos  dias  aguardándolos,  no 
olvieron  mas:  considerando  el  dicho  padre  que  de  quedar 
Uí  mas  tiempo  se  esponian  á  ser  sorprendidos  de  los  bár- 
Aros  alguna  noche,  y  que  los  bastimentos  se  les  iban  aca- 
bando, determinó  retirarse  por  entonces,  para  tomar  las 
lisposiciones  mas  oportunas  para  conseguir  el  pacificar 
fuellas  naciones. 

Con  la  esperiencia  que  el  dicho  padre  Jara  tenia  del  mo- 
lo de  tratar  con  los  infieles,  por  los  muchos  tiempos  que  es- 
tuvo en  las  montañas,  resolvió  formar  en  la  Pampa,  cerca 


—  118  — 
leí  sitio  donde  habia  hallado  el  galpón 
y  algunos  indios  de  Pozuzo,  una  especi 
sus  chácaras  en  la  inmediación,  para  < 
de  aguardar,  pudiese  conseguir  la  reí 
grentes.  Con  este  proyecto  por  el  verant 
los  fronterizos  á  rozar  aquel  monte,  y  d 
caras  de  yucas,  maíz  y  frisóles,  para  qi 
que  comer  cuando  se  pusiese  en  planta 

En  el  año  1734  por  el  mes  de  mayo 
padre  fray  Simón  Jara  con  los  fronte 
Pillao  á  la  Pampa  del  Sacramento,  y 
paraje  donde  se  habían  formado  las  ch 
pilla  y  ranchos  pai-a  la  vivienda.  Ocup< 
registrar  todos  aquellos  contornos,  por 
á  los  indios  inñeles,  pero  ellos  se  habia 
Has  inmediaciones.  Con  la  mudanza  de 
fatiga  de  registrar  aquellos  montes  si 
buscaban,  enfermaron  gravemente  los 
te  que  el  padre  Jara  se  vio  precisado  en 
á  Pozuzo  y  á  Panao,  el  cual  socorro  eni 
la  frontera,  y  consistió  en  doce  hombre 
nuando,  pues,  el  padre  Jara  sus  recono 
setiembre  hallaron  un  galpón  grande  < 
de  maíz  y  yucas,  y  algunas  chozas  al 
de  ver  el  fin  de  tantos  trabajos,  conside 
infieles  habían  de  venir  por  sus  comidí 
el  dicho  sitio,  así  por  descansar  algún 
auxiliar  algunos  fronterizos  que  se  hall 
fermos. 

Llegó  el  socorro  de  Pozuzo  á  donde 
nos  el  día  27  de  setiembre,  &  tiempo  qi 
taba  ayudando  á  bien  morir  á  dos  front 
cinco  poco  menos  que  en  el  mismo  est 
del  día  vinieron  como  cien  indios  gentí 
tados,  con  sus  coronas  de  plumajes  di 
varias  sartas  de  dientes  de  animales  en 


—  119  — 

aian  armados  y  con  sus  capitanes.  Los  fronterizos  viendo 
Indiada,  discurrieron  que  venian  de  guerra,  'aieron  voces 
os  infieles  dispararon  algunas  flechas  por  alto,  una  de 

cuales  atravesó  la  pantorrilla  al  padre  Jara,  que  estaba 
^odillado  auxiliando  á  los  moribundos.  Mandó  el  padre  á 
i  fronterizos  que  arrojasen  sus  armas  al  suelo,  á  cuya  ac- 
kh  llegaron  pacíficos  los  infieles;  y  viendo  al  padre  se  ad- 
3raron  de  aquel  hábito,  y  condolidos  de  su  herida,  le  sa- 
cón la  flecha,  y  curaron  la  herida  con  cogollo  de  caña 
Biva  machacada.  Sucedió  un  acaso  gracioso,  y  fué  que 
mdo  el  padre  Jara  cojo  de  aquella  pierna  que  le  hirieron, 
fiante  el  flechazo  y  curación  que  le  hicieron  los  indios, 
jBdó  libre  de  su  cojera.  Dio  el  padre  á  aquellos  infieles  al- 
Enos  cuchillos  y  chaquiras,  con  lo  cual  quedaron  conten- 
ly  y  se  comidieron  á  dar  sepultura  á  dos  fronterizos  que 
iiella  mañana  habian  muerto  de  enfermedad. 

No  se  pudo  saber  de  qué  nación  eran  aquellos  indios  gen- 
es, porque  entre  tantos  cristianos  como  se  hallaban  allí^ 
»  hubo  quien  les  entendiese  su  idioma,  siendo  así  que  el 
Ave  Jara  era  versadísimo  en  la  lengua  general  y  en  la 
nage.  Y  por  verlos  desnudos,  los  llamaban  Carapachos, 
3ique  ese  traje  es  común  á  todos  los  infieles  de  la  monta- 
L  Al  anochecer  se  fueron  los  indios  con  muestras  de  amor 
fte  benevolencia.  Y  el  padre  Jara  viendo  que  en  aquella 
kmpa  se  le  moria  la  gente  (pues  ya  se  le  habian  muerto 
tce  personas),  determinó  retirarse  á  Pozuzo  á  convalecer 
ktes  que  las  lluvias  le  impidiesen  el  regreso,  y  dejar  al  dic- 
men  de  los  prelados  la  prosecución  de  la  empresa . 

Las  enfermedades  y  muertes  ocasionadas  de  la  demora 
t  el  embarcadero  de  la  Pampa  del  Sacramento,  atemoriza- 
n  de  tal  suerte  á  los  fronterizos,  que  no  se  atrevían  á  vol- 
ar á  entrar  á  ella.  A  esto  se  agregaron  los  siniestros  infor- 
te  que  el  corregidor  de  Huánuco  y  otros  personajes  de  di- 
ta ciudad  dieron  al  superior  gobierno  y  prelados  superio- 
B,  contra  la  conducta  de  los  padres  misioneros;  de  suerte 
le  parecía  quedar  sepultada  la  esperanza  de  reducir  á  los 


—  120  — 
intiles  de  la  Pampa  del  Sacramento.  1 
ma  el  padre  fray  José  Sánchez,  presic 
mes  de  Huanaco,  y  habiendo  informa 
Dzo  Nuñez,  comisario  de  misiones,  de 
irsiones,  se  retiró  á  Ocopa. 

El  padre  comisario  de  misiones  vene 
Bcultades,  y  escribid  al  dicho  presidei 
ino  para  proseg-uir  la  empresa  de  la  P 
.  Llegó  el  padre  presidente  fray  José  ¡ 
lio  del  año  1735  á  Huanaco,  desde  < 
dres  fray  José  Gil  Muñoz,  y  fray  Sim 
icion  de  proseguir  la  conquista  espii 
IOS,  y  que  entre  los  dos  sorteasen  quií 
iñar  á  ella.  Cüpole  la  suerte  al  padr 
lien  escribió  al  padre  presidente  que 
ncias  respecto  de  lo  adelantado  que  es 
mo  el  corregidor  estaba  opuesto  á  esl 
I  queria  dar  gente  de  los  pueblos  front 
oia  para  ello  facultad  del  superior  g( 
.rías  contiendas  y  protestas  del  padre 
interizos  de  los  pueblos  de  Chincha 
n  algunos  serranos  de  ChagUa  y  alg 
xo  se  determinó  la  entrada. 

Por  mas  que  se  apresuraron  para  g 
sron  salir  de  Pozuzo  hasta  el  dia  15  d< 
,ber  celebrado  misa  el  padre  fray  Sim 
dicho  dia  con  veinte  y  cuatro  homb 
:  caminata  llegaron  al  sitio  del  embar 
capillita,  y  habiendo  descansado  algu 
1  busca  del  paraje  donde  el  año  anteee 
>  á  los  gentiles;  pero  no  hallaron  gent 
ir  todas  aquellas  inmediaciones  sin  ha 
13  rastros  que  luego  se  perdían.  En  es 
ron  dos  meses,  y  viendo  que  los  inf 
edio  amotinaron  los  fronterizos,  dici 
ledarse  mas  tiempo  allí,  y  se  salieron  ( 


—  121  — 

el  embarcadero  al  padre  fray  Simón  Jara  solo  con  algu- 
s  neófitos  de  Pozuzo  que  le  quisieron  acompañar. 

Por  este  tiempo  habia  llegado  á  Pozuzo  el  padre  presi- 
ate,  quien  viendo  que  se  habían  retirado  los  fronterizos, 
(abíendo  por  cartas  del  padre  Jara  las  diligencias  que  se 
bian  practicado,  determinó  entrar  á  la  Pampa  con  algu- 
B  fronterizos  y  neófitos  de  Tillingo,  llevando  socorro  á 
i  que  se  hallaban  en  ella.  Llegó  al  embarcadero  el  dia  14 
yiembre  del  año  1735,  y  se  mantuvo  en  las  diligencias  de 
jBcar  á  los  infieles  cerca  de  ocho  meses. 

No  es  fácil  ponderar  lo  mucho  que  padecierSn  en  esta 
Biporada,  porque  aunque  tenian  chácaras  para  el  sustento, 
Ihallaban  faltos  de  muchas  cosas,  y  lo  mas  del  invierno 
iposibilitados  de  registrar  por  la  incomodidad  de  las  Un- 
as. El  padre  Presidente  por  el  mes  de  febrero  despachó  al 
kdre  Jara  á  los  pueblos  de  Tillingo  y  Pozuzo,  para  confesar 
taellos  pobres  neófitos.  Quedó  el  dicho  padre  presidente 
i  el  embarcadero  con  algunos  fronterizos  y  criollos  de  Po- 
120,  sin  poder  actuar  cosa  de  fundamento  por  lo  escesivo 
5  las  lluvias,  hasta  que  en  el  mes  de  abril  del  año  1736, 
kbiendo  minorado  las  aguas,  despachó  seis  honibres  ar- 
lados á  registrar  aquellas  montañas.  Dos  meses  estuvieron 
a  dicho  registro  padeciendo  grandes  trabajos,  porque 
tinque  el  padre  presidente  de  cuando  en  cuando  les  en- 
iaba  socorros  de  víveres,  con  la  mucha  humedad  se  les  po- 
irian,  pues  hasta  la  poca  ropa  que  vestían  se  les  pudrió  en 
üs  cuerpos.  Al  cabo  de  los  dos  meses  volvieron  los  esplo- 
iuiores  con  la  noticia  de  haber  hallado  las  chácaras  de  los 
Sarapachos,  distantos  ocho  dias  de  camino  del  embarcadero, 
f  que  hablan  visto  en  ellas  á  dos  indios,  los  cuales  al  ins- 
lante  que  vieron  á  los  cristianos  se  metieron  en  el  monte,  y 
to  fué  posible  encontrarlos. 

Con  estas  noticias  el  padre  presidente  despachó  aviso  al 
które  fray  Simón  Jara  que  se  hallaba  todavía  en  Pozuzo,  que 
6to  los  fronterizos  que  pudiese  recoger  viniese  al  embar- 
\  11 


—  122  — 
cadero,  para  hacer  la  entrada  antes  qu 
apareciesen.  Adelantóse  el  padre  Jara 
cadero  el  día  13  de  Junio  del  misino  añ 
dispusieron  las  cosas  para  buscar  á  los 
viendo  que  los  fronterizos  se  tardaban, 
prender  la  entrada  con  diez  hombres  c 
serranos  y  los  tres  de  Pozuzo.  Resolvió 
abajo  para  ahorrar  camino;  y  se  embaí 
junio,  pero  con  tal  mal  suceso,  que  tra 
las  balsas,  perdieron  los  víveres,  y  se  a 
dios.  Por  esta  causa  fué  preciso  volve 
para  hacer  nuevo  bastimento  y  hab 
tierra. 

En  este  intermedio  de  tiempo,  á  pri 
al  sitio  donde  estaban  los  nuestro-s  el  ci 
Eugenio  con  doce  fronterizos  de  Panao, 
luego  que  hubieron  descansado  cuatr 
todos  en  marcha  en  busca  de  los  infit 
tierra  seis  dias,  y  reconociendo  que  est! 
chácaras  de  los  Carapachos,  se  qupdd 
padre  Jafa  con  cuatro  serranos  que  esta 
podian  proseguir.  Los  demás  continuar 
otro  dia  encontraron  un  galpón  gran 
varios  caminos,  lo  que  les  causó  no  po 
mente,  habiendo  encontrado  las  chacar: 
peligro  en  que  se  hallaban,  el  dia  de  S 
amanecer  se  confesaron  todos,  y  recibit 
mentado;  y  á  cosa  de  las  nueve  de  la  mí 
ellos  como  cien  indios  armados  de  arcos 
confusa  gritería  á  usanza  de  guerra.  Si 
presidente,  y  con  muestras  de  afabilida( 
entender  que  no  venia  de  guerra.  Les  i 
chillos  que  traía,  y  con  esto  los  sosegó, 
térprete  desvaneció  toda  la  pretensioi 
nadie  que  entendiese  su  idioma.  Estuvi 
nuestros  hasta  las  cinco  de  la  tarde,  qut 
muestras  de  amistad  y  benevolencia. 


—  123  — 

fl  padre  presidente  deseaba  quedarse  allí  algún  tiempo 
ver  si  podia  conseguir  la  reducción  de  aquellas  almas; 
los  fronterizos  le  dijeron,  que  si  no  se  retiraba,  le  de- 
solo aquella  noche.  Con  esto  se  vid  precisado  á  vol- 
al  embarcadero,  y  consultando  con  el  padre  fray  Si- 
Jara  lo  que  podian  hacer,  resolvieron  salirse  á  Pozuzo, 
Indo  parte  de  todo  lo  ejecutado  á  los  prelados  y  superior 
erno,  estar  á  su  determinación.  Así  lo  ejecutaron;  pero 
jubo  resulta  de  lo  que  noticiaron.  En  esto  pararon  tan- 
intradas  á  la  Pampa  del  Sacramento  con  tantos  trabajos 
igas  de  los  ministros  evangélicos,  sin  haberse  conse- 
o  la  reducción  de  aquellas  gentes  infieles.  Desde  en- 
;es  no  se  hizo  por  Pozuzo  mas  entrada  á  la  Pampa  del 
jramentoh  asta  el  año  1763,  como  diré  en  su  lugar.  Y  aun- 
a  los  indios  de  Pozuzo  acostumbran  todos  los  veranos  ba- 
:  á  dicha  Pampa  á  pescar  en  el  rio  Mayro,  raras  veces  se 
even  á  llegar  al  embarcadero. 


a&FiTHi.o  xxii: 

OoaveraioBBB  del  Pajoaal. 


El  rio  que  desde  Tarma.  pasando  por  Q 
la  Sal,  toma  el  nombre  de  este  último,  y  i 
abajo  Be  llama  Perene,  basta  perder  su  nc 
sus  aguas  al  rio  Enne,  era  el  que  daba 
desde  Quimirí  á  las  conversiones  que  est 
como  eran  San  Joaquín  de  Nijandaris,  C 
del  Cerro  de  la  Sal,  la  Purísima  Concepeioi 
Antonio  de  Eneno,  San  Franoisco  de  Pích 
Tadeo  de  los  Andes.  Y  como  todas  estas  co 
ban  en  las  inmediaciones  del  rio  Perene, 
que  ofrecía  su  navegación,  ignoraban  los 
res  la  mucha  gente  que  habia  tierra  ad< 
del  norte  en  un  paraje  que  llamaron  despu 
te  es  un  pedazo  de  Serranía  que  desde  la 
Enne  y  Perene  se  levanta  hacia  el  norte  c 
rros,  que  por  su  mucha  elevación  es  tempe 
cuyo  motivo  no  tiene  moutaña  sino  en  laf 
la  parte  superior  tiene  muchos  Pajonales. 
Serranía  cosa  de  cuarenta  leguas  al  norte, 
cidente  al  oriente  cosa  de  treinta  leguas 
norte  confina  con  la  Pampa  del  Sacrament 
vide  el  rio  de  Pachitea.  Por  la  parte  de  occ 
rado  de  la  Cordillera  de  los  Andes  por  un 


—  125  — 

do  espacio  de  montaña  donde  desaguan  los  ríos  Cacos, 
ilcazo,  Mayro,  Pozuzo,  y  otros,  que,  descendiendo  de  las 
artientes  del  Cerro  de  la  Sal  y  Huancabamba,  forman  el 
Euoso  rio  Pachitea.  Por  la  parte  del  sur  confina  con  el  rio 
jrene.  Por  la  parte  del  oriente  cercan  á  este  Pajonal  altí- 
cnos  cerros,  que  vienen  circundados  de  los  rios  Enne,  Ta- 
ita y  Paru,  que  después  de  la  junta  con  Pachitea  forman 
.  grande  Ucayali. 

El  varón  apostólico  fray  Juan  de  la  Marca,  después  de 
mcidas  insuperables  dificultades  de  parte  de  los  infieles,  en 
,  año  1727  fundó  el  pueblo  de  San  Fermin  de  Parica,  cerca 
il  paraje  donde  el  rio  Pangoa  se  junta  con  el  rio  Perene, 
on  ánimo  de  formar  allí  un  fuerte  que  sirviese  de  freno 
axa  contener  á  los  bárbaros  y  apóstatas,  que  contínuamen- 
>  molestaban  á  las  conversiones.  Este  pueblo  no  permane- 
tó,  porque  estaba  en  paraje  mal  sano,  y  en  él  se  moria  mu- 
ha  g-ente,  por  cuyo  motivo  se  mudó  tres  leguas  mas  al 
ordeste  en  terreno  mas  ventilado,  y  llamaron  al  nuevo 
Heblo,  San  Antonio  de  Catalipango,  que  se  fundó  en  el 
iío  1729. 

Ck)mG  el  referido  padre  La  Marca  asistía  también  en  el 
Maeblo  de  San  Tadeo  de  los  Andes,  allí  tuvo  noticia  de  la 
aucha  gente  que  habitaba  en  el  Pajonal,  del  cual  no  esta- 
la muy  distante,  y  con  su  grande  afabilidad  persuadió  al 
sacique  de  Eneno,  llamado  don  Mateo  de  Assia,  á  que  en- 
;rase  al  dicho  Pajonal  en  compañía  de  un  negro  llamado 
Pática  que  servia  á  las  conversiones,  y  reconociese  como 
ataban  aquellos  indios. 

I  Los  cerííls  que  X5ircuyen  al  Pajonal,  son  de  difícil  aséen- 
lo, y  solamente  por  la  parte  de  San  Tadeo  lo  facilitaba  una 
ladera  bien  mala  que  llamaban  la  Tranca.  Por  ella  entraron 
los  referidos,  y  como  el  cacique  don  Mateo  tenia  mucha 
autoridad,  persuadieron  á  los  Andes  habitadores  de  dicho 
TPajona;l  á  recibir  la  ley  de  Dios;  y  de  facto  salieron  fcon  ellos 
tóento  setenta  y  dos  personas  de  todas  edades  y  sexos  y  se 
fvinieron  al  pueblo  de  San  Tadeo.  Aconteció  que  á  estos  po- 


♦ 


—  126  — 
"bres  indios  recién  venidos,  como  esta 
ramento  frió,  les  probó  tan  mal  la 
enfermaron  de  evacuaciones  de  sangí 
fermedad  murieron  en  poco  tiempo; 
renta  personas;  y  los  demás  atemorlz 
se  volvieron  á  su  tierra  á  fines  del  ai 

En  1732,  habiendo  entrado  de  vi 
siones  el  padre  fray  Lorenzo  Nuñes 
que  fué  al  pueblo  do  San  Tadeo,  el 
Juan  de  la  Marca  le  informó  de  la  m 
en  el  Pajonal  y  de  la  facilidad  que  h 
sion  si  hubiera  operarios  evangéticoí 
tador  envió  á  llamar  á  los  cuatro  ca 
Pajonal,  que  ya  estaban  con  buena 
padre  La  Marca,  y  habieudo  venido, 
herramienta  y  otras  cositas,  y  les  an 
á  San  Tadeo;  á  lo  que  respondieron  ( 
que  su  gente  se  moria  en  dicho  pucb 
estaba  muy  dispersa,  y  seria  dificulti 
cer  pueblo.  Sin  embargo,  proraetiei 
diligencias  para  que  su  gente  se  j 
pero  que  había  de  ser  en  su  Pajona 
muchachos  de  San  Tadeo  bien  ins 
cristiana,  para  que  les  fuesen  enseña 
saber  para  conseguir  la  salvación  de 
les  que  el  verano  inmediato  entrarla 
sacerdote,  que  los  enseñase  y  los  hic 

En  el  mes  de  abril  del  año  1733  e 
Marca  entró  al  Pajonal  con  quincí 
San  Tadeo,  y  habiendo  llegado  al  ric 
á  los  caciques  quienes,  le  recibieron 
daron  un  pueblo,  que  llamaron  Nnes 
Aquel  mismo  verano  fundó  el  segum 
del  rio  Ubenique,  y  le  llamaron  Sar 
Aporoquiaqui,  siete  leguas  distante  i 
niqui.  La  escasez  de  operarios  evang 


—  127  — 

Bso  de  esta  conversión,  pues  solo  el  padre  fray  Juan  de  la 
urca  con  un  donado  y  un  español  que  le  hacia  compañía, 
mdia  á  los  pueblos  de  Catalipango  y  San  Tadeo,  y  á  los 
I  Pajonal. 

En  el  año  1735,  habiendo  entrado  á  la  conversión  de  So- 
moro  los  padres  fray  Alonso  del  Espíritu  Santo,  fray  Ma- 
^1  Bajo  y  fray  Cristóbal  Pacheco,  con  el  hermano  fray 
mando  de  Jesús,  religioso  lego  de  la  santa  recolección  de 
(na,  dieron  fomento  á  )as  ansias  del  padre  La  Marca,  quien 
mismo  tiempo  salió  por  mandato  del  superior  gobierno  á 
sierra,  en  cuyo  viaje  acabó  su  vida.  El  mismo  año  los  re- 
lidos  padres  en  compañía  del  hermano  fray  Francisco  Sua- 
e,  con  alguna  gente  de  armas,  y  el  cacique  de  Metraro 
ía  Mateo  de  Assia,  recorrieron  (desde  el  dia  10  de  Junio 
¡Bta  el  dia  20  de  Julio)  todo  el  Pajonal  con  sus  gentes,  y  en 
cha  entrada  fundaron  tres  pueblos. 

En  el  año  1736  el  padre  fray  Alonso  del  Espirito  Santo, 
r  orden  de  los  prelados,  entró  álos  Simirinches  y  Cunibos. 
lió  de  Catalipango  en  dos  canoas  el  dia  15  de  Agosto,  y 
ié  bien  recibido  de  ambas  naciones.  Regaló  á  los  principa- 
i  Cunibos  con  alguna  herramienta,  y  salió  del  rio  Paru 
ar  Chipanique  al  Pajonal,  á  dos  jornadas  de  la  Laguna  de 
rintoqui,  dejando  con  esta  entrada  dispuestos  los  ánimos 
\  aquellas  naciones  para  recibir  la  luz  del  santo  Evangelio, 
^un  he  reconocido  por  el  contenido  del  diario  de  esta  en- 
ftda  que  hizo  el  referido  padre,  parece  que  solamente  llegó 
ista  Camari-nahue  (donde  estuvo  el  pueblo  de  San  José,  de 
16  se  trató  en  el  capítulo  XIV),  y  que  el  curaca  Siabar, 
|o  de  Don  Felipe  Cayá-bay,  habia  formado  su  asiento  en 
imperosqui,  pueblo  distante  tres  leguas  de  Cayá-bay.  Pro- 
puióse  en  adelante  la  reducción  de  los  indios  del  Pajonal, 
}  suerte  que  en  el  año  1739  se  hallaban  en  él  diez  pueblos 
«a sus  iglesias  y  los  indios  empadronados,  conviene  á  saber: 

1.  Nuestra  Señora  del  Puerto  de  Tampianiqui. 

2.  San  Francisco  Solano  de  Aporoquiaqui. 

3.  San  Diego  de  Tihuanasqui . 


—  128  - 

4.  Santiago  de  Cuichaqui. 

5.  San  Lorenzo  de  Camarosqui. 

6.  Nuestra  Señora  de  la  Laguna  de 
paniqui. 

7.  San  Pablo  de  Caretegui. 

8.  San  Pedro  deCapotegui. 

9.  San  Miguel  de  Quisopango. 

10.  El  Patrocinio  de  San  José  de  Sa 
Todos  estos  pueblos  en  dicho  año  esl 

loB  padres  fray  Pedro  Dotniriguez,  fra; 
fray  José  Gabanes,  con  algunos  donado: 
en  ellos  hasta  que  el  rebelde  se  apoderó 
como  se  dirá  en  su  lugar. 


CAPITULO  ]&XIV 


Mnérte  del  siervo  de  Dios  tray  Franciaco  de  Ban  José.—Mártiiio 
de  tres  sacerdotes  j  otros  cristianos  en  Sonomoro- 


Llegóse  el  infausto  dia  en  que  las  conversiones  perdieron 
principal  caudillo,  su  padre  prelado  y  restaurador,  el  ve- 
rable  padre  fray  Francisco  de  San  José.  Habia  este  siervo 
Dios  trabajado  sin  cesar  para  honor  y'exaltacion  del  nom- 
B  del  Señor,  veinte  y  ocho  años  en  el  Perú  y  casi  otros 
litos  en  la  Nueva  España,  donde  habia  fundado  el  colegio 
¡Huatemala.  Habíase  esmerado  mucho  en  la  fábrica  de 
le  colegio  de  Santa  Rosa  de  Ocopa,  su  templo  estaba  ya 
i  estado  de  correr  la  bóveda,  estaban  asimismo  concluidas 
achas  celdas,  huerta  y  oficinas.  Hallábase  en  edad  de  más 
\  ochenta  años,  y  varias  veces  habia  dicho  que  habia  de 
orir  después  de  haber  rezado  el  oficio  divino.  Así  sucedió, 
>rque  como  asistia  continuamente  á  la  obra  para  alentar  á 
|S  peones,  solia  rezar  las  vísperas  por  la  mañana;  lo  habia 
jBCutado  así  el  dia  que  murió.  Este  fué  el  lunes  dia  26  de 
Dviembre  del  año  1736;  habiendo  asistido  con  la  comuni- 
ca al  refectorio  á  medio  dia,  al  salir  de  él  para  ir  á  la  ca- 
3!a  á  dar  gracias,  se  cayó  desmayado  en  la  puerta  del  di- 
to refectorio.  Al  desmayo  sobrevino  una  copiosa  fluxión  de 
mgre  por  las  narices,  que  á  breve  rato  le  quitó  la  vida, 
exiliáronle  los  religiosos  que  se  hallaban  en  el  hospicio, 
ipecialmente  el  padre  fray  José  de  San  Antonio,  quien  le 


—  130  — 
dministró  el  sacramento  de  la  Extrem! 
ero  dia  le  dieron  sepultura,  llorando  tod 
ue  quedaban  con  la  pérdida  de  tan  amai 
Nuestro  común  enemigo,  rabioso  de  ■^ 
is  almas  de  los  infieles  hacían  los  oper 
staba  acechando  ocasión  de  pervertir  aq 
ara  estorbar  en  ellos  los  progresos  de  la 
iderando  ahora  que  con  !a  muerte  del  sil 
iba  á  la  conversión  un  poderoso  baluarte 
e  su  malicia  para  arrancar  de  la  monta 
into  Evangelio.  Para  conseguir  este  per 
uso  los  ánimos  de  algunos  indios  malos 
iéndoles  que  los  padres  les  venian  á  quil 
iéndolos  vivir  arreglados  A  la  campana 
pohibiéndoles  tener  muchas  mujeres,  y  ■ 

dades  del  monte.  Halló  el  demonio  mi 
)das  sus  sugestiones  en  el  corpzon  del  c 
:ingo,  llamado  don  Ignacio  Torotc,  hijo 
oróte,  de  quien  hice  mención  en  el  eapíl 
ado,  desafecto  á  todo  lo  bueno,  instig 
araun,  determinó  dar  la  muerte  á  todos  ' 
¡ese  y  ;i  cuantos  lo  pretendiesen  estorba 
B  la  montaña  las  conversiones.  Para  estt 
is  parientes  y  parciales,  á  aquellos  qu 
■an  de  su  genio  y  á  propósito  para  aque 
revino  para  el  tiempo  oportuno. 

Sucedió  que  los  padres  fray  Manuel  Bs 
i\  Espíritu  Santo,  que  se  hallaban  en  el 
aren  venir  á  Sonomoro  á  celebrar  la  fest 
Fitriarca  San  José,  y  al  mismo  tiempo 
idre  fray  Cristóbal  Pacheco,  el  mejor 
egir  para  la  entrada  que  se  premedita' 
luel  verano.  Salieron  los  dos  referidos  p 
ara  Sonomoro  á  principios  del  mes  de  m 

llegaron  á  dicho  pueblo  á  mediados  del 
ícióle  á  Ignacio  Torote  que  habia  lograd 


—  131  — 

í^  en  Sonomoro  á  los  tres  padres.  Congregó  su  gente  en 
alipango,  que  se  componía  de  diez  y  siete  indios  malos 
^tianos  y  cuatro  infieles;  armados  con  arcos,  flechas,  ma- 
as,  y  mucho  mas  con  diabólico  furor,  emprendieron  el 
¡e  á  Sonomoro.  Hallábase  en  Catalipango  un  hermano 
lado,  llamado  Simón  de  Jesús,  y  un  negro  de  la  con- 
Bion,  casado  con  una  india;  temiendo  los  malhechores 
>  estos  diesen  aviso  de  lo  que  ya  no  se  podia  ocultar,  ma- 
m  en  primer  lugar  al  dicho  negro,  á  su  muger,  á  dos 
chachos  cristianos  que  se  criaban  en  el  convento,  á  la 
g^er  del  cacique  de  Sonomoro  don  Bartolomé  Quintimarí, 
imbien  al  donado  Simón  de  Jesús.  Luego  profanaron  la 
5sia,  arrojaron  al  rio  las  sagradas  imágenes,  y  robando 
lo  que  les  pareció  de  servicio,  pegaron  fuego  á  la  iglesia 
I  convento.  Esto,  según  se  colige,  seria  el  dia  17  de 
rzo. 

Habiendo  consumado  la  maldad  referida  en  San  Antonio 
Catalipango,  tomaron  su  camino  á  Sonomoro,  que  aun- 
\  es  de  cuatro  jornadas,  en  alas  de  su  furor  lo  anduvieron 
dos  dias  y  medio.  Llegaron  á  dicho  pueblo  á  las  once  del 
"20  de  marzo,  á  tiempo  que  los  indios  del  pueblo  se  ha- 
ban  en  sus  chácaras.  Entró  el  curaca  don  Ignacio  Toro  te, 
tejando  su  gente  oculta  en  el  monte,  como  lobo  astuto  se 
ío  solo  y  desarmado,  y  subió  al  convento,  donde  tomó  la 
idicion  de  los  padres.  Esto  lo  hizo  con  maliciosa  cautela, 
?a  examinar  el  estado  de  defensa  en  que  se  hallaban,  y 
gadoles  indefensos,  bajó  luego,  y  llamando  á  sus  com- 
ieros,  puso  centinelas  á  las  puertas,  para  que  nadie  se 
íapase.  Subió  arriba  armado  con  otros  seis,  y  disparando 
f  flechas,  á  poco  rato  quedaron  atravesados  con  ellas  los 
s  sacerdotes,  quienes  invocando  los  dulcísimos  nombres 
¡Jesús  y  María  entregaron  á  Dios  sus  almas  por  la  exal- 
fien  de  la  fé  de  Jesucristo;  pues  estando  el  padre  fray  Ma- 
©l  Bajo  en  las  agonías,  atravesado  su  cuerpo  con  dos 
fchas,  k  dijo  al  curaca:  «Pues  Ignacio,  ¿porque  nos  ma- 
fi^»  Y  respondió  el  malvado:  «Porque  tú  y  los  tuyos  nos 


—  132  — 
stais  matando  todos  los  dias  con  vue 
riñas,  quitándonos  nuestra  libertad, 
ue  ja  nosotros  somos  los  padres.»  I 
es  acabaron  la  vida.  Revolvieron  lúe 
lamente  quitaron  la  vida  al  hermane 
Lütonio.  criollo  de  Huancayo,  y  á  tr 
sistian  á  los  religiosos.  Saquearon  U 
aron  porción  de  herramienta  que  eí 
a  entrada  que  se  meditaba  hacer  á  le 
ia  sacaron  alguna  ropa  blanca,  de  la 
lo  se  atrevió  el  malvado  Topote  á  pej 
orque  temía  que  la  humareda  avii 
ueblo,  y  quizá  vengarían  estos  el  a 
aramentehabian  cometido.  Con  esto 
ontentos  con  el  robo  y  sacrilegios. 
Dispuso  Dios  nuestro  Señor  que 
ños  de  edad,  viendo  venir  al  conven 
e  escondió  debajo  de  la  escalera  en 
onde  solían  ponar  trastes  de  la  co( 
jda  la  tragedia  y  el  estrago  que  hicit 
e  Lucifer;  luego  que  se  fueron,  salió 
stacon  grande  sentimiento  de  lo  suc 
e  ello  al  reverendo  padre  cura  de  Coi 
riguez,  quien  al  instante  juntando  1 
1  doctrina  entró  á  la  montaña  con  m 

fué  á  ser  ocular  testigo  del  estrago 
utaron.  Llegó  á  Sonomoro  el  dia  1. 

lloró  las  lastimosas  muertes  de  sus  ] 
has  que  atravesaban  sus  destrozados 
US  esparcidos  cascos,  dio  á  los  cadávi 
ira.  Recogió  las  alhajas  de  la  iglesia 
tadas,  y  tomando  de  ellas  cuenta  y 
amarca  para  que  no  estuviesen  espu 
rofanadas,  en  caso  que  volviesen  loi 
laligno  caudillo  de  la  matanza. 
El  pérfido  Ignacio  Torete  con  los  • 


—  133  — 

eron  en  las  inmediaciones  de  Sonomoro,  hasta  que  en- 
los  serranos  con  el  padre  cura  de  Comas;  consideran- 
l^ne  sus  maldades  ya  se  sabían  afuera,  y  que  naturalmente 
rarian  los  españoles  á  castigarlos,  se  retiraron  á  Catali- 
L^o,  donde  pegaron  fuego  á  lo  que  habia  quedado  del 
¿blo,  y  después  se  fueron  al  pueblo  de  Jesús  María,  para 
mr  mas  prontos  para  la  fuga  en  caso  que  allí  los  buscasen 
armas  españolas.  Aquí  mataron  á  una  india  cristiana  y 
fc.  hijitos  suyos,  porque  les  afeó  las  maldades  que  habían 
sutado.  No  siendo  el  poder  del  malvado  Torote  al  tamaño 
cu  depravada  voluntad,  ofreció  premios  de  herramientas 
odos  los  que  matasen  á  alguno  de  los  padres  ó  de  los  que 

asistían,  deseando  estinguir  y  espeler  de  la  montaña  tó- 
mente el  nombre  de  cristianos. 


iif  t»ii 


^ !  l-tIHI>-[IHIKDHIH 


CAPITHLQ  XKir. 


Castigo  de  algunos  de  loa  matadores,  yprogí 
oonreraionm- 


í  como  la  sombra  sigue  al  cuerpo  que  i 
sigue  á  la  culpa.  Muy  alegres  salieron  Ig 
iados  con  la  presa  que  sacrilegamente  1 
ro;  pero  llevando  en  sus  corazones  el  v 
jonciencia,  que  aunque  quisiesen  acal 
lian  estorbar  sus  remordimientos.  • 
ígaron  á  Lima  las  noticias  lastimosas  d 
o  con  los  malvados  apóstatas  de  Catali] 
íl  reverendo  padre  cura  de  Comas  fray 
;z,  juntamente  con  las  flechas  que  habii 
eres  de  los  venerables  padres,  y  con  su 
irelados  superiores,  al  señor  virey  y  ser 
abierno,  para  que  se  atendiese  á  la  consí 
[•sioncs,  y  se  castigase  á  los  agresores 
d.  Nombráronse  gobernadores  delasfro 
Je  Jauja,  para  que  estos  amparasen  las 
asen  á  castigar  á  los  indios  apóstatas.  P 
Tarma  fué  nombrado  gobernador  D.  '. 
ly;  y  para  la  de  Jauja  D.  Benito  Tronco 
or,  ambos  de  noble  linaje  y  de  conocido 
•cy  dio  cuatro  mñ  pesos  de  las  reales  ca 
)n,  y  con  algunas  limosnas  que  se  rece 


—  135  — 

ocias  de  Lima,  Tarma,  Jauja  y  Huamanga  por  los  pa- 
fray  Lorenzo  Nuñez,  fray  Cayetano  Rodríguez,  fray 
de  San  Antonio  y  fray  Francisco  Suarez,  se  dispusie- 
las  cosas  necesarias  para  la  entrada,  víveres,  municio- 
,  armas  y  soldados.  Pero  por  mas  que  el  activo  celo  de 
padres  misioneros  trabajaba  con  diligencia  grande,  no 
pudo  juntar  lo  necesario  hasta  mediados  de  octubre,  sie- 
meses  después  de  haber  sucedido  las  muertes. 
Con  este  intermedio  de  tiempo  el  malvado  Ignacio  Toro- 
y  parte  de  sus  cómplices,  no  juzgándose  seguros  en  sus 
rras,  se  ampararon  de  los  indios  Simirinches,  y  algunos 
^jarou  á  los  Cunibos;  cuyo  curaca  Siabar  sintió  tanto  la 
aldad  que  los  apóstatas  habian  ejecutado,  por  haber  co- 
do grande  afecto  al  venerable  padre  fray  Alonso  del  Es- 
itti  Santo,  que  mandó  matar  á  un  indio  mancebo  cristia- 
,  que  andaba  entre  los  Cunibos  diciendo  mal  de  los  reli- 
s,   y  mandó  prender  á  Fernando   Provoste ,   primos 
ríñanos  de  Ignacio  Torete  y  compañeros  en  sus  maldades; 
►Ti  la  cabeza  del  que  habia  mandado  matar  en  su  tierra  los 
mitió  con  buena  escolta  al  curaca  del  pueblo  de  Metraro 
Mateo  de  Assia,  para  que  les  diesen  el  castigo  que  mere- 
n.  EJstos  reos  llegaron  al  pueblo  de  Metraro  á  tiempo  que 
a  habla  llegado  á  él  con  su  tropa  el  gobernador  D.  Pedro 
de  Milla. 

Los  neófitos  de  Sonomoro,  como  inocentes  en  las  malda- 
des de  los  parciales  de  Torete,  anduvieron*  muy  solícitos 
para  apresar  á  los  malhechores;  pero  como  estos  andaban 
vmy  sobre  sí,  y  no  se  fiaban  ni  de  sus  parientes,  no  pudie- 
ron en  mucho  tiempo  conseguir  su  deseo.  Finalmente  el  cu- 
Taca  de  Sonomoro,  D.  Bartolomé  Quintimari  y  su  alcalde 
Manuel  Súmente,  por  el  mes  de  octubre  apresaron  á  Fran- 
cisco Miquisigua,  y  á  Asensio  Casante,  cómplices  de  las 
maldades  de  Torete  en  las  muertes  ejecutadas  en  Sonomoro 
yCatalipango. 

Salió  de  este  hospicio  de  Ocopa  el  gobernador  D.  Benito 
Troncoso  con  la  gente  de  armas  que  pudo  juntar  en  el  valle 


,e  Jauja,  que  por  todo  fueron  veinte  y  i 
an  y  dos  tenientes,  el  dia  23  del  mes  d 
ño  1737,  y  caminaron  para  Comas,  lie 
lía  á  los  padre-í  misioneros  fray  José  c 
•edro  Camacho,  fray  Ignacio  Tejo,  al  h 
lo  de  Jesús  y  dos  hermanos  donados.  1 
ia  26,  y  el  dia  30  llegaron  á  Andamart 
lador  alistó  para  la  espedicion  noventa 
os  tres  pueblos  Comas,  Andamarca  y 
os  veinte  y  uno  del  valle  de  Jauja  com 
eis  soldados,  y  con  los  religiosos,  dona 
lemador,  llegaban  á  ciento  treinta. 

En  Andamarca  recibió  el  gobernado 
t»  del  curaca  Quintimarí  y  del  hermaui 
ús,  quienes  pedían  algunas  gentes  de  : 
t  los  dos  reos  presos,  porque  temian 
gnacio  Torote  intentasen  libertarlos  de 
a.  Despachó  luego  el  gobernador  al  ti 
iastarrechea,  á  su  ayudante  D.  Juan  f 
veinte  soldados,  y  en  su  compañía  fué 
ray  José  de  San  Antonio.  Salieron  de 
le  noviembre,  llegaron  á  Sonomoro  cor 
licho  mes,  y  lo  demás  de  la  tropa  con  < 
■on  el  dia  11.  • 

Habiendo  llegado  el  gobernador  coi 
*o,  se  procedió  á  sustanciar  la  causa  d( 
jun  la  orden  del  derecho,  y  resultandi: 
mas  de  los  vecinos  de  Catalipango  esta 
maldades  de  su  curaca  Ignacio  Torote, 
para  dicho  pueblo  con  sesenta  hombreí 
sialcs  correspondientes  el  dia  18  de  nt 
en  el  camino  cinco  dias,  por  haber  si( 
pié.  Acompañaron  á  los  militares  el  pa 
Antonio  y  el  padre  fray  Pedro  Camach 
moro  el  padre  fray  Ignacio  Tejo  con 
decirles  misa  y  administrarles  el  pasto 


—  137  — 

pueblo  de  Catalipango  sin  gente  alguna,  quemadas  todas 
casas  y  la  iglesia,  porque  sus  moradores  se  habian  ido 
monte.  Fué  preciso  hacer  una  grande  enramada  para  el 
iojamiento  de  la  tropa,  y  otra  para  el  gobernador  y  religio- 
.  Luego  el  gobernador  despachó  dos  oficiales  con  veinte 
íldados  al  pueblo  de  Jesús  María,  los  cuales  con  la  indus- 
ía  del  negro  Antonio  Gatica  apresaron  treinta  y  seis  per- 
as de  todas  edadíes  y  sexos,  y  los  condujeron  á  Catalipan- 
,  por  ser  todos  de  la  familia  del  infame  Ignacio  Torete, 
aviáronse  en  buena  custodia  mientras  se  descansaba  algu- 
08  dias;  y  á  últimos  de  noviembre  partieron  todos  con  los 
ffisioneros  para  Sonomoro,  donde  llegaron  el  dia  2  de  Di- 
íembre. 
Entre  los  prisioneros  que  se  trajeron  del  pueblo  de  Jesús 
ría,  fué  uno  Miguel  Provoste,  tio  de  Ignacio  Torete.  A 
tese  le  formó  causa;  y  aunque  no  resultó  cómplice  de  las 
aldades  de  su  sobrino,  fué  convicto  y  confesó  ser  cómplice 
las  muertes  que  su  hermano  don  Femando  Torete  habia 
jecutado  en  el  venerable  padre  fray  Fernando  de  San  José 
8US  compañeros  en  el  año  1724,  que  él  mismo  por  su  mano 
bia  quitado  la  vida  al  hermano  fray  Lucas  de  Jesús,  y 
joie  todo  habia  sido  por  mandato  y  trazas  del  dicho  don 
emando  Torete. 

En  todas  las  confesiones  y  declaraciones  que  se  tomaron 
í  los  reos,  así  á  los  de  Sonomoro  como  á  los  que  se  hallaban 
«ttMetáro,  fueron  contestes  en  declarar,  que  el  motivo  que 
labia  tenido  Ignacio  Torote  para  quitar  la  vida  á  los  reli- 
giosos y  á  sus  familiares  era,  porque  les  amonestaban  con- 
tnuamente  á  vivir  como  buenos  cristianos,  porque  les  man- 
caban asistir  á  la  doctrina,  y  estar  de  rodillas  en  la  iglesia 
Curante  la  misa,  finalmente,  porque  les  prohibían  estar  ca- 
ldos con  muchas  mujeres,  y  también  por  hurtar  las  herra- 
mientas que  estaban  en  el  convento.  Todos  los  declarantes, 
asilos  reos  como  los  testigos,  afirmaron  que  Ignacio  Torote 
*íitan  mal  cristiano,  que  decia  á  sus  confidentes  que  no 

12 


ibia  para  qué  creer  lo  que  los  padres  h 
kIo  era  mentira,  etc. 

Sostanciada  la  causa  7  proceso  de  I< 
ibao  en  Sonomoro,  fueron  condenadof 
;r  baleados,  y  sus  cabezas  y  manos  put 
lies  caminas  en  unos  palos  altos.  Lo  n 
m  los  que  estaban  en  Metáro;  se  ejecu 
!embre,  y  los  auxiliaron  los  padres  fray 
ay  Ignacio  Tejo,  La  de  los  reos  que  est 
ecutó  el  dia  23  de  Diciembre,  y  los  au: 
ay  José  de  San  Antonio,  presidente  de 
ont,  fray  Simón  Jara  y  fray  Domingo  G 

Después  de  ejecutado  el  castigo  de 
;eDd¡(í  á  la  fábrica  de  un' castillo  «n  So 
uardo  y  seguridad  de  los  padres  copveí 
tos.  Hízose  de  fuertes  maderos,  de  los  n 
montaña,  y  de  tablazón.  Su  figura  cu 
iras  por  cada  lado.  Armóse  con  cuatro 
)  de  guarnición  un  alférez  con  cat'ori 
jrtrechos  y  municiones  necesarias. 

Mientras  se  trabajaba  en  la  fábrica  del 
ay  Fernando  de  Jesús  fué  á  visitar  &  loí 
is  se  habian  reducido  el  año  anteceden 
)  su  pueblo  de  Santa  Bárbara  de  Parica 
,nte  de  Sonomoro,  al  sur.  Hallólos  n 
entó  para  que  hiciesen  sus  chácaras  ; 
)[es  que  luego  vendria  padre  sacerdot 
eseaba  dicho  religioso  emprender  por  s 
imíno  para  salir  á  la  sierra,  porque  des 
ansitable,  y  si  lo  hallase  mas  toleral 
arca,  hacer  por  allí  las  entradas;  pen 
viemo  le  embarazó  sus  designios  y  se 
inde  llegó  el  dia  26  de  diciembre  con  a 
vos,  que  sacó  de  los  montes,  donde  seJ 
indo  del  tumulto  de  las  entradas  y  de 
■  montaña.  . 


—  139  — 

'  Cuando  el  gobernador  don  Benito  Troncóse  estaba  con 
k  gente  en  Catalipango,  el  curaca  de  los  Cunibos,  Siabar, 
te  habia  remitido  los  tres  delincuentes  al  curaca  de  Meta- 
ft,  le  envió  á  cumplimentar  con  un  criado  suyo  llamado 
íanga,  ofreciéndose  al  servicio  del  rey  nuestro  señor  y  de 
te  padres.  El  gobernador  después  de  haberle  dado  las  gra- 
hs  por  la  prisión  de  los  malhechores  y  por  la  oferta,  le  en- 
ló  algunas  hachas,  machetes  y  cuchillos,  un  vestido  mili- 
b  y  un  bastón,  nombrándole  de  parte  del  rey  general  de 
wias  las  naciones  del  rio  Paru.  Agradecido  Siabar  del  obse- 
piio,  subió  en  sus  canoas  hasta  Jesús  María,  para  ver  al  go- 
iemador  y  á  los  padres,  y  no  hallando  en  dicho  pueblo  á 
08  Españoles,  envió  desde  allí  á  Sonomoro  á  un  cuñado  su- 
^0,  con  otros  tres  Cunibos,  con  orden  de  decir  al  gobernador 
[ue  deseaba  verle  para  tratar  de  propósito  de  la  prisión  de 
Ignacio  Torote  y  otras  cosas,  y  que  de  no  poder  conseguir 
l3  verle,  le  enviase  para  su  consuelo  á  uno  de  los  padres, 
tratóse  á  los  Cunibos  con  grande  urbanidad,  y  se  les  regaló 
km  cuchillo  á  cada  uno,  y  al  cuñado  de  Siabar  una  hacha  y 
pi  machete. 

Como  el  gobernador  se  hallaba  fatigado  de  las  camina- 
fes,  y  le  instaba  el  salir  á  la  sierra,  se  escusó  de  ir  á  Jesús 
María.  Los  padres  Camacho  y  Tejo  también  se  escusaron  de 
ia  jomada;  y  se  determinó  á  hacerlo  el  hermano  fray  Fer- 
nando de  Jesús,  el  cual  salió  de  Sonomoro  acompañado  de 
ílos  Cunibos,  de  un  hermano  donado  intérprete,  y  del  curaca 
^<ie  Sonomoro  don  Bartolomé  Quintimari,  el  dia  12  de  enero 
Idelaño  1738.  Llevaba  por  instrucción  lo  que  habia  de  decir 
,4  Siabar  de  parte  del  gobernador  y  de  parte  de  los  padres, 
'^uese  reduela:  de  parte  del  gobernador  á  darle  las  gracias 
1 4^  su  buen  celo,  ofrecerle  su  amistad,  y  que  persiguiese  á 
íorote  y  sus  parciales  para  castigar  sus  maldades.  Que  es- 
I  P<iTa\ia  verle  el  verano  próximo;  qiíe  dispusiese  su  gente  para 
l^e  recibiesen  la  fé  de  Jesucristo,  para  que  todos  fuesen  va- 
«9Ü0S  del  gran  rey  de  las  Españas.  De  parte  de  los  padres 
^le  las  gracias  de  lo  que  habia  manifestado  en  amor  de 


;•-  ^  s^i.'ii^  -ic  -na  5_1'^'3_  t 
j'.^  rrís  ^3,s  ;-■:  ii":ia  rí=i: 


¡■í  traírlo  con  =05  c,'s:p'.;oe= 
*  A  l'j?.  izares,  dHjOlííó:  ■  ■ 
v'^Jiijíad,  y  í^ae  ea  cuanto 
ía  i^  s'j  ¡ravor  coct^nto,  p-^ 
i  I'yí!  -siívos  lo  fuesen:  f-oro 
,:i.^n  negro,  para  que  su  g 

Ha:,iírncIo  descansado  aijuel 
¡ente  en  varias  pláticas  y  rogrí 
eve  del  dia  se  despidieron  ai 
razos,  y  los  Cunibos  se  emba 

odios,  amico;  aüos  amíco. 
ros  se  volvió  á  Sonomoro,  ac 
I  todo  lo  sucedido.  El  dia  22 1 
i  Ho  comitiva  para  el  valle  d 


—  141  — 

de  Santiago  la  defensa  necesaria  á  cargo  del  teniente  don 
m  Flores,  y  para  el  pasto  espiritual  de  aquella  conver- 
m,  los  padres  fray  Pedro  Camacho  y  fray  Ignacio  Tejo. 
^  A  mediados  del  año  1737  habia  llegado  parte  de  la  mi- 
Ibn,  que  conctdió  el  católico  monarca  D.  Felipe  V  á  últi- 
bs  del  año  1734.  De  esta  misión  eran  los  padres  fray  Igna- 
b  Tejo,  fray  Domingo  García  y  fray  Antonio  Rodriguez> 
|bda  la  misión  se  componia  de  veinte  sacerdotes  y  algunos 
Igos,  y  acabaron  de  llegar  á  Ocopa  en  el  mes  de  Agosto  del 
^  1738,  habiendo  salido  de  Cádiz  el  dia  7  de  Febrero  del 
lo  1737.  Con  este  espiritual  refuerzo  se  atendió  al  reparo 
Iblas  conversiones,  particularmente  de  los  pueblos  de  Ca- 
tíipango,  de  Jesús  María  y  los  del  Pajonal.  A  este  fin  el  go- 
lernador  def  la  frontera  D.  Benito  Troncóse  con  algunos 
¡enterizos,  hizo  entrada  á  las  conversiones  en  el  verano  del 
io  1739.  Acompañáronle,  los  padres  fray  Lorenzo  Nuñez, 
emisario  de  misiones,  fray  Domingo  García,  fray  Francis- 
Simon  Gazo  y  fray  José  Gabanes.  Llegaron  al  pueblo  de 
m  María  al  tiempo  que  habia  llegado  á  dicho  puerto  el 
raca  de  loe  Cunibos,  Siabar,  con  muchos  de  los  suyos.  Re- 
dáronse las  amistades,  y  por  lo  tocante  á  la  prisión  de  Ig- 
tecio  Torete  y  sus  aliados,  dio  las  escusas  de  que  estaban 
retirados  muy  adentro  en  las  naciones  de  los  Cumábus. 
■  En  conformidad  de  lo  pactado,  el  padre  comisario  fray 
í^renzo  Nuñez  despachó  á  los  Cunibos  el  padre  fray  José 
wbanes,  para  que  reconociese  el  estado  de  aquella  nación, 
^avisase  de  lo  que  le  pareciese  convenir.  Fué  en  su  compa- 
ñía el  teniente  D.  Juan  Flores,  y  un  intérprete  llamado 
Cristóbal  Parragues.  El  curaca  Siabar  entregó  su  hijo  ma- 
^r  al  padre  comisario,  para  que  lo  sacase  á  la  sierra  á  ver 
«s  ciudades  de  los  viracochas.  El  padre  comisario  lo  remi- 
tí al  hospicio  de  Ocopa  con  la  decencia  posible,  mientras 
^reverendísima  paternidad  iba  con  el  gobernador  á  la  vi- 
^tade  los  pueblos  del  Pajonal,  la  cual  finalizada  y  vuelto  á 
^P^jbajó  con  el  hijo  de  Siabar  á  Lima,  lo  presentó  al  vi- 
^y^  que  era  el  señor  marqués  de  Villagarcía,  y  después  de 


—  142  — 

haberle  enseñado  lo  que  bastaba  para 
titayó  á  sn  padre  con  muchos  regalo 
Sonoromo  hasta  Jesús  Maria  lo  acomp 
sé  Gabanes,  quien  habiendo  estado  ci 
pueblo  de  los  Cunibos,  no  pudo  hacer 
cionales  troncos;  antes  estuTo  á  ries| 
así  porqne  otros  caciques  de  mas  abojí 
dicho  pueblo  pretendían  que  les  diese 
á  los  Cunibos  de  Siabar,  el  padre  no  t 
se  haciau  de  lo  valiente,  y  fué  nece 
Siabar  para  eontcuerlos  y  sosegarlos;  i 
do  sobrevenido  una  epidemia  á  los  C 
que  el  padre  les  habia  traido  la  enfem 
vio  precisado  á  volverse  á  Jesús  María 
de  se  hi>Il3ba  cuando  el  padre  comisai 
mitió  al  hijo  de  Siabar  para  que  lo  acc 
El  dicho  padre  fray  José  Gabanes  d 
sus  Maria  basta  el  pueblo  donde  vivi 
dias  escasos,  y  volvió  en  diez  dias;  y  a 
se  puede  bajar  en  dos  dias  j  volver  en 
lo  que  escribió  el  venerable  padre  fray 
Santo  en  el  viaje  que  hizo  á  los  Gunibi 
lijo  por  muy  cierto,  que  Siabar  pasó  si 
lidad  al  rio  de  Camari-nahue,  donde  ( 
el  padre  fray  Antonio  Vitil  en  el  pueb 
resé  porque  el  venerable  padre  fray  i 
el  pueblo  de  San  Miguel  de  los  Cunibc 
San  Luis  tardó  veinte  y  cuatro  dias,  c 
tuío  XV,  y  desde  San  José  á  San  Lui 
aunque  los  Guuibos  se  detuvieron  á  pe 
y  cotejando  esta  última  distancia  con 
dre  fray  José  Gabanes,  se  hace  eviden! 
no  es  de  maravillar  esta  mudanza  enti 
pues  como  en  San  Miguel  vivían  entoE 
dieron  suceder  entre  ellos  algunas  dil 
nasen  la  división;  y  que  Siabar,  como 


—  Ha- 
mos, se  subiese  con  su  gente  á  Camari-nahue,  pues  sus 
pbitantes  eran  tambicn  de  nación  Cunibos. 
i  El  mismo  padre  Gabanes  advierte  en  su  diario,  que  el 
b  Eime,  desde  el  puerto  de  San  Luis  ó  de  Jesús  María,  corre 
loríente  como  veinte  leguas  por  entre  cerros  de  monte,  y 
lor  esto  forma  algunos  malos  pasos;  saliendo  ala  Pampa, 
desplaya  notablemente,  formando  muchas  islas  de  varias 
pagnitudes,  tomando  su  dirección  al  norte,  y  después  que 
¡ale  incorporan  los  rios  Taraba  (ó  Apurimac)  y  el  Para,  toma 
tpi  corriente  al  noroeste.  La  falta  de  noticias  geográficas  y 
fe  astronomía  que  tenian  los  padres  conversores,  les  hizo 
|ier  en  muchos  errores  geográficos,  poniendo  unas  distan- 
|ias  exorbitantes  en  los  caminos  de  estas  montañas,  sin  ha- 
^e  cargo  de  los  rodeos  que  ocasionan  los  cerros,  las  su- 
Iñdas  y  bajadas,  los  desvíos  de  muchos  arroyos,  las  revuel- 
jbsde  los  rios  y  otros  muchos  accidentes,  que  ocasionan  mu- 
veces  que  enun  dia  no  se  adelanten  dos  leguas,  aun  que 
caminen  mas  de  seis,  como  lo  tengo  esperimentado  en  los 
jes  que  he  ejecutado  así  en  la  sierra  como  en  la  monta- 
,  en  los  cuales  mediante  la  observación  de  la  altura  del 
folo,  y  continua  atención  de  los  rumbos  con  la  aguja,  co- 
nejia  lo  que  la  común  existimacion  abultaba  de  distancias 
geográficas. 

El  padre  fray  José  Gabanes,  después  de  haber  entregado 
á  los  suyos  al  hijo  de  Siabar,  se  fué  á  los  pueblos  del  Pajo- 
nal, donde  estaban  los  padres  fray  Pedro  Domínguez  y  fray 
francisco  Gazo.  Otros  sacerdotes  y  religiosos  legos  de  la 
pKivincia  estaban  ejercitando  el  ministerio  apostólico  en  los 
pueblos  de  las  conversiones;  pues  consta  de  relación  escrita 
PW  el  padre  fray  José  de  San  Antonio,  presidente  de  Ocopa, 
SUe  en  este  año  1739  habia  en  las  conversiones  ocho  sacer- 
•iotes  de  esta  provincia,  y  siete  de  la  misión  de  España.  To- 
^  se  ocupaban  en  mantener  y  adelantar  la  conversión  de 
lo8  infieles. 

El  padre  fray  Lorenzo  Nuñez,  hallándose  fatigado  y  mo- 
lestado de  varios  achaques  á  principios  del  año  1740,  re- 


—  144  — 
BÍd  la  comisaría  y  viceprefectura 
to  en  su  lugar  para  ambos  minister 
il  Muñoz, 

•:u  el  año  1741  el  padre  fray  Manuf 
aba  de  cura  en  Huancabamba,  hizo 
OQ  los  indios  de  su  doctrina.  Bajó 
.zo  al  puerto  del  Mayro.  Padeció  ba; 
. de  TÍveres,  porque  en  dejando  ell 
e  los  indios,  en  los  primeros  dias  < 
spues  les  falta.  Por  fruto  de  sus  fa' 
íte  almas  apóstatas,  que  vivían  á  i 
iUos  montes;  y  habiéndolos  despacl 
i  Huancabamba,  el  dicho  padre  sa 
ie  Pozuzo. 

Su  el  año  1742  los  hermanos  fray  F 
Juan  de  San  Antonio,  recorriendo 
iron  á  la  margen  del  rio  Enne,  y  se 
js  Chichirenes  en  dos  balsas,  y  ni 
os  dias  llegaron  á  la  junta  del  rio  P 
;  hallaba  el  rebelde  en  Quisopango, 


[mmnnnnnnHnnnnnímmnnn 


e^PITPL©  XK¥I 


'  Péidida  de  las  converaioneB  de  Tarmapor  cansa  del  intraso  inca 

Juan  Santos  AtalmaUpa- 


Aquellos  políticos  que  para  no  adorar  la  Providencia  se 
^eñan  de  doblarle  la  rodilla,  suelen  atribuir  al  acaso 
lun  los  efectos  estupendos,  siendo  verdad  infalible  que  Dios 
iiuestro  Señor  dispone  todas  las  cosas  con  la  rectitud  de  su 
altísima  sabiduría.  Quien  considerase  la  sustancia  de  lo  que 
escribiré  en  este  capítulo  con  ojos  del  mundo,  solo  hallará 
ttu  acaso  que  ocasionó  la  pérdida  de  las  conversiones  de 
tarma  y  Pajonal,  y  finalmente  las  de  Sonomoro.  Pero  aten- 
dida con  reflexión  cristiana,  verá  un  rasgo  déla  divina  Pro- 
videncia, y  un  efecto  de  su  rectísima  justicia  con  que  quiso 
castigar  á  los  inconstantes  indios  Campas  ó  Andes  por  la  in- 
gratitud con  que  abusaron  de  las  voces  de  sus  ministros 
evangélicos,  y  al  mismo  tiempo  desengañar  á  los  Españoles 
ie  lo  poco  que  pueden  cuando  ponen  su  confianza  en  sus 
propias  fuerzas,  y  á  los  operarios  evangélicos  darles  el  con  - 
«ttelo  de  que  fueron  de  su  divino  agrado  sus  fatigas,  aunque 
la  tierra  ingrata  no  produjo  entre  tantas  malezas  sino  al- 
gunas flores,  que  antes  que  se  marchitasen,  trasladaba  la 
loano  poderosa  al  jardin  de  la  gloria. 

Hallábanse  las  seráficas  conversiones  de  Tarma  y  Jauja 
cu  el  año  1742  al  parecer  en  un  estado  florido  con  muchos 
Ptieblosde  neófitos,  y  bien  fundadas  esperanzas  de  que  los 


—  146  — 
Conibos  j  Simirinches  admitiesen  ( 
g^elio;  pero  los  mas  de  estos  indios 
nombre,  y  solamente  se  sujetEiban 
herramientas  que  les  daban  los  padi 
ees  dejaban  de  comer  por  darles  á  í 
fermos)  el  poco  socorro  de  bizcocho 
que  les  remitían  del  hospicio,  con  li 
con  su  paciencia  y  tolerancia  la  dur< 
corazones,  y  con  el  gozo  de  lograr  1: 
vulos  que  morían  habiendo  logrado 
Sucedió,  pues,  por  permisión  di' 
Cuzco,  que  sirviendo  á  un  padre  jesi 
con  su  amo,  y  volvió  al  Perú  mas  lai 
niera;  en  la  provincia  de  Huamanga 
y  viéndose  perseguido  do  la  justicia 
tañada  los  Andes.  Andando  errante 
por  el  mes  de  mayo  del  año  1742,  en 
tabangori,  curaca  de  Quiso|jango.  E 
blo,  y  en  él  se  aclamó  por  verdaderc 
Atahuallpa,  degollado  en  Cajamarc 
Francisco  Pizarro.  Llamábase  este  ii 
intituló  Juan  Santos  Atahuallpa  Api 
mas  que  mediana,  su  color  pálido  ; 
miembros,  el  pelo  cortado  al  modo  ( 
la  barba  con  algún  bozo,  y  su  vestíc 
Dijo  este  embustero  que  él  era  el  vei 
todos  los  reinos  de  la  América.  Que 
perar  sus  rvinos,  y  que  había  entra 
comenzar  por  ella  su  conquista.  Y  o 
tellano  y  en  latín,  les  dio  á  entendei 
tanta  sabiduría  eotpo  Salomón;  que 
creyesen  y  obedeciesen,  porque  de  n 
caer  los  montes;  que  compondría  de 
ya  se  acabarían  los  obrages,  panade: 
hijos.  Dióles  ley  que  inviolablemeni 
daba  que  le  doblasen  la  rodilla. 


—  147  — 

Con  la  entrada  de  este  embustero  á  la  montaña  hubo  tal 

moción  en  los  ánimos  de  aquellos  bárbaros,  que  todos 

del  Pajonal  fueron  á  darle  la  obediencia,  dejando  desier- 

sus  pueblos.  Lo  mismo  ejecutaron  todos 'los  indios  délos 

eblos  de  las  márgenes  del  rio  Perene,  Eneno,  Metáro, 

Tadeo,  Pichana,  Nijandaris  y  Cerro  de  la  Sal.  Y  si  los 

res  les  preguntaban  á  dónde  iban,  respondian  que  iban 

Terásu  Apu-Inca  que  se  hallaba  en  Simaqui.  A  todos 

metia  Juan  Santos  cosas  grandes,  mucha  herramienta  y 

os  los  tesoros  de  los  españoles. 

El  padre  fray  Santiago  Vázquez  de  Caicedo,  conversor 
iel  pueblo  de  San  Tadep,  quiso  certificarse  de  aquellos  ru-* 
ores,  y  el  dia  2  de  junio  del  dicho  año  1742  salió  para  Si- 
aqui  ó  Quisopango,  donde  se  hallaba  el  pretenso  inca. 
Llegó  á  dicho  pueblo  á  las  cinc»)  de  la  tarde,  y  al  entrar  en 
él,  halló  á  los  indios  dispuestos  en  forma  de  media  luna.  El 
yadre  gritó:  «Ave  María;»  y  ellos  por  costumbre  respondie- 
ron: «Sin  pecado  concebida.»  Cerraron  los  indios  el  círculo, 
cogiendo  al  padre  en  medio,  y  luego  le  quitaron  de  las  ma- 
nos el  báculo  con  la  cruz  que  él  tenia.  Salió  el  fingido  inca, 
y  saludándose  ambos,  el  padre  le  preguntó  su  nombre  y  al- 
gunas oraciones  de  la  doctrina  cristiana;  á  lo  cual  respon- 
dió bien  en  castellano,  y  rezó  el  credo  en  latin.  Hizo  sentar 
al  padre,  y  mandó  que  le  trajesen  de  merendar.  Díjole  des- 
pués que  habia  mucho  tiempo  que  deseaba  manifestarse; 
pero  que  Dios  no  le  habia  dado  licencia  hasta  entonces.  Que 
venia  á  componer  su  reino,  y  que  su  ánimo  era  salir  á  co- 
ronarse á  Lima;  que  no  queria  pasar  á  España  ni  á  reino 
que  no  fuese  suyo.  Que  el  yirey  podia  tener  á  bien  dejarle 
tomar  posesión  de  sus  reinos,  porque  de  lo  contrario  á  él  y 
4  su  hijo  les  tiraría  el  pescuezo  como  á  unos  pollitos.  Que  si 
salia  á  estorbarle  con  cuatro  españoles,  él  tenia  sus  hijos 
los  indios  y  mestizos,  y  los  negros  comprados  con  su  plata. 
Que  viese  por  donde  hablan  de  escapar,  porque  su  pariente 
^l  inglés  vendria  por  mar,  y  él  combatiría  por  tierra.  Que 
cu  coronándose,  él  compondría  su  reino;  que  enviaría  á  los 


—  148  — 
frailes  á  España  en  navios,  en  los  cual 
Roma  para  que  se  ordenasen  sus  hijos 
bia  de  haber  mas  clérigos  que  tos  ini 
Compañía,  porque  eran  muy  provechi 
Con  esto  el  padre  se  retiró  ásu  pueb 
des  trabajos  á  Sonomoro,  desde  donde 
misario  de  misiones  fray  José  Gil  MuB 
succiiido,  y  este  lo  participó  al  señor 
siese  el  remedio  conveniente. 

El  padre  conversor  de  Sonomoro  ( 
dio  el  padre  fray  Santiago,  despachó 
neófitos  con  el  alcalde  del  pueblo,  pa 
pasaba.  El  alcalde  enfermó  en  Simaqi 
que  fueron  en  su  compañía  volvieron 
era  cristiano,  qu»  toáoslos  dias  rezal 
trina  cristiana;  y  traia  un  Crucifijo  pí 
habia  dicho  &  los  negros  de  las  coni 
que  él  queria  padres  y  la  ley  de  Cristc 
racochas.  El  dia  13  de  julio  llegó  á  Se 
hablan  dejado  en  Simaqui  enfermo,y( 
Siabar  con  tres  canoas,  que  habia  su 
cia  al  Apu-lnca.  Que  este  mandaba  d 
tolomé  Quintiraari,  que  fuese  allá  coi 
hlo  de  Sonomoro,  que  tenia  que  I 
determinado  vivir  en  Simaqui  hasta 
se.  Decía  el  alcalde  que  no  sabia  si  el 
que  predicaba  á  los  indios  como  lo  ha 

La  gente  de  Sonomoro,  animada  d 
ir  á  dar  la  obediencia  al  intruso  inca, 
lio  para  la  defensa.  Los  pocos  indios  i 
en  Jesús  María  y  en  Catalipango,  se 
Sonomoro,  y  lo  mismo  ''jecutaron  los 
bañen  Parica.  Los  padres  fray  Pedí 
Francisco  Gazo  se  hallaban  en  el  Pa 
trabajos,  porque  los  indios  se  hablan 
al  rebelde,  y  solamente  hablan  quede 


—  149  — 

os  muchachos  y  mujeres.  Consultaron  con  Dios  y  entre 
lo  que  habian  de  hacer  en  semejante  lance,  y  determi- 
n  retirarse  á  Sonomoro,  cuyo  camino  anduvieron  con 
andes  fatigas,  sustos  y  falta  de  bastimento. 
Llegó  á  Lima,  por  medio  del  padre  comisario  de  misio- 
lies,  fray  José  Gil  Muñoz,  la  noticia  de  lo  acaecido  en  la  mon- 
a,  y  del  peligro  que  amenazaba  la  centella  que  se  en- 
di  a  con  el  pretenso  inca.  Fué  recibida  de  muchos  como 
eño;  de  otros  como  fábula  ó  quimera;  y  no  faltaron  mal- 
ees que  atribulan  el  suceso  al  mal  gobierno  de  los  padres 
nversores,  diciendo  que  el  mal  modo  de  tratar  á  los  in- 
GS,  habia  dado  ocasión  al  tal  levantamiento.  El  señor  vi- 
tey  mandó  que  cuanto  antes  los  gobernadores  de  las  fron- 
teras entrasen  con  la  gente  que  pudiesen  juntar,  á  aprisio- 
nar al  fingido  inca.  Este  por  su  parte  no  se  descuidó  en  pre- 
venirse á  la  defensa;  pues  tuvo  tal  maña,  que  con  varias 
[promesas  supo  engañar  á  los  indios,  que  vinieron  á  su  favor 
[los  Simirinches,  Piros,  Mochubus  y  Cunibos,  todos  los  del 
[Pajonal  y  todos  los  Andes  de  las  conversiones.  Hizo  general 
I  de  sus  tropas  á  D.  Mateo  de  Assia,  curaca  de  Metáro  y  Ene- 
;  no,  y  su  segunda  persona  D.  Antonio  Gatica,  negro  de  la 
conversión,  que  con  otros  siete  negros  hizo  á  los  cristianos 
bastante  daño  con  estas  turbulencias. 

Para  dar  cumplimiento  al  mandato  del  señor  virey,  se 
juntaron  en  Tarma  los  dos  gobernadores  de  las  fronteras, 
pata  deliberar  el  modo  de  hacer  la  guerra;  y  resolvieron 
qne  D.  Pedro  Milla  entrase  por  Quimirí,  y  D.  Benito  Tron- 
coso  por  Sonomoro,  para  coger  de  esta  suerte  en  medio  al 
pretenso  inca.  Esta  junta  y  determinación  fué  á  mediados 
\  de  Agosto,  y  D.  Pedro  Milla  debia  salir  de  Tarma  á  media- 
dos de  Setiembre;  para  que  dando  aviso  desde  Quimirí  por 
i  el  rio  á  Troncóse,  entrase  este  desde  Sonomoro  á  juntarse 
los  dos  en  Metáro  ó  Eneno. 

El  padre  presidente  de  Quimirí  fray  José  Arévalo  envió 
i  \m  hermano  donado  con  algunos  neófitos  á  componer  los 
caminos  para  facilitar  el  tránsito  á  las  tropas  que  debian 


—  150  — 

•ntrar  por  aquella  parte.  Hallaron  : 
|ae  les  impidieron  su  intento,  y  se 
;utado  lo  que  se  les  habia  mandad( 
os  padres  conversores  que  se  había 
le  abajo,  y  entre  ellos  los  padres 
ray  José  Gabanes  se  ofrecieron  á  1 
ilgunos  neófitos,  y  estando  compt 
íe  la  Sal,  el  día  17  de  Setiembre,  i 
lies  armados,  y  al  instante  dispars 
¡uedaron  muertos  los  padres  y  el  d' 
nirí  salieron  heridos  los  mas.  I-os  i 
;a  al  padre  fray  Doming^o  García,  j 
ultado,  la  enterraron  en  la  iglesia 
irrojaron  los  cuerpos  al  rio. 

Don  Benito  Troncoso,  gobemí 
auja,  juntó  de  dicho  valle  y  de  Co 
a  hombres  de  armas,  y  entró  á  la  i 
etiembre,  y  llegó  con  ellos  áSono: 
nes;  y  mientras  aguardaba  noticias 
lachó  tres  indios  de  confianza  de  So 
opaugo,  é  informarse  del  paraje  de 
le.  Hallábase  de  conversor  en  Sonó 
lisco  Gazo,  quien  franqueó  al  gol 
;rmas  y  municiones  del  castillo,  y 
on  lo  que  produce  aquella  montan 
e  detuvieron.  Viendo  don  Benito  T 
icias  de  don  Pedro  Milla,  antes  que 
u  gente,  salió  de  Sonomoro  para  ( 
etiembre.  Aeompañóle  el  curaca  di 
i  con  veinte  indios  flecheros  de  va 
lan  de  la  tropa  el  padre  fray  Pedro 

El  pretenso  inca  tenia  en  Quisof 
lal  ó  dejiüífito  do  armas  en  una  es] 
abia  junfailo  cantidad  consideral 
as,  al  cuidado  y  custodia  de  ses( 
íies  de  valor.  Nuestras  tropas  con! 


—  151  — 

fon  que  pedían  el  lugar  y  el  tiempo.  Y  el  dia  9  de  Octubre, 
bbiendo  caminado  toda  la  noche,  amanecieron  en  Quiso- 
hngo,  y  aunque  fueron  sentidos,  y  que  los  infieles  se  de- 
ladieron  temerariamente,  habiendo  muerto  de  un  balazo 
t  curaca  Santo-abangori,  y  después  á  diez  ó  doce  indios  prin- 
ipales,  los  demás  tomaron  el  monte.  De  los  cristianos  hubo 
luchos  heridos;  pero  ninguno  murió  de  la  refriega.  Y  te- 
íeiido  el  gobernador  noticia  de  que  el  rebelde  se  hallabíj  en 
heno  y  con  mucha  indiada,  determinó  retirarse  con  su 
[ente  con  buen  orden,  como  lo  ejecutó,  y  dejando  buena 
¡aamiclon  en  el  castillo  de  Santiago  de  Sonomoro,  salieron 
te  demás  á  la  sierra. 

El  gobernador  don  Pedro  Milla  no  pudo  salir  de  Tarma 
(1  tiempo  estipulado  por  falta  de  providencia.  Salió  á  prin- 
apios  de  octubre  con  una  compañía  de  cincuenta  hombres, 
iejando  otra  aprontándose  para  seguirle,  á  cargo  del  capi- 
aa  don  Francisco  Abia.  Llegaron  los  primeros  al  Cerro  de 
k  Sal  á  mediados  de  octubre.  Aquí  aguardaron  catorce  dias 
I  que  llegase  don  Francisco  Abia  con  su  compañía.  Y  can- 
Bados  de  esperar,  viendo  que"  con  la  demora  comenzaba  á 
ftifermar  la  gente,  sabiendo  que  el  rebelde  se  hallaba  en 
Eneno  con  mucha  indiada,  determinaron  ir  á  atacar  á  los 
«nemigos.  Salió  don  Pedro  Milla  con  su  tropa  del  Cerro  de 
laSaleldia  l.**de  noviembre,  y  siguiendo  su  marcha  al 
s^ndo  dia  dieron  en  varias  emboscadas,  y  estuvieron  en 
^dcnte  riesgo  de  perderse  todos,  porque  los  infieles  les 
íortaron  la  retirada,  y  fué  preciso  abrir  paso  á  fuerza  de  ba- 
^os,  saliendo  muchos  heridos  y  dejándose  algunos  muer* 
^'  Cuando  llegaron  áNijandaris,  discurrieron  hallar  indios 
¡amigos  en  los  neófitos  de  aquel  pueblo;  los  hallaron  enemi- 
ga, tan  obstinados,  que  fué  preciso  trabar  un  recio  comba- 
:%  del  cual  salieron  por  la  noche,  retirándose  al  Cerro  de  la 
M  y  de  allí  á  Quimirí,  con  gran  trabajo,  por  estar  casi  to- 
llos heridos. 

Ufano  quedó  el  rebelde  Juan  Santos  viendo  los  felices 
principios  de  su  imperio,  que  toda  la  indiada  de  la  montaña 


—  152  — 
taba  reducida  á  su  obediencia,  y  se 
avera  siguiente  entrarían  los  indií 
ediencia,  y  con  ellos  saldría  á  cor 
uel  invierno  loa  apóstatas  hicieron 
mteras. 

El  padre  conversor  de  Quimirí  fraj 
le  su  pueblo  se  hallaba  indefenso  á 
lóstatas,  pidió  que  le  enviasen  suces 
incipios  de  abril  del  año  1743,  y  fui 
ly  Lorenzo  Nuñez.  Por  este  mismo 
rio  de  misiones  fray  José  Gil  Muño: 
os  de  comisario  y  viceprefecto  de  m 
su  provincia.  Fué  electo  para  estos 
•e  fray  Manuel  Albarran,  que  se  ha! 
imba. 

Como  los  padres  misioneros  que  e 
hablan  retirado  á  Ocopa,  y  su  tem] 
odaba  á  la  complexión  de  algunos  ( 
■ovincia  les  diese  un  convento  formí 
gio,  segTin  lo  ordenan  las  bulas  apo 
ncia  cedió  á  los  misioneros  en  el  á 
¡'43  el  convento  recolección  de  Huai 
io  de  segundo  orden,  sujeto  al  rever 
sta  recoleccicn  de  Huaraz  desde  si 
•igido  para  seminario  de  misiones;  j 
lino  el  venerable  padre  fray  Francis( 
L  provincia  le  hizo  cesión  de  él  el  di 
ÍOD,  y  después  el  dia  19  de  febrero 
lita  de  sugetos  no  lo  habían  ocupai 
ieron. 

Habiendo  entrado  el  verano  del 
ica  Juan  Pantos,  comenzó  á  arrim 
iados  de  Junio  envió  á  decir  al  padrí 
inversor  de  aquel  pueblo,  que  se  sa 
ntes.  Hallábase  dicho  padre  sin  def 
aso  de  víveres,  porque  el  socorro  qut 


—  153  — 

io  de  Ocopa  y  de  Tarma  se  gastaba  entre  todos  los  del 
eblo,  y  como  los  apóstatas  é  infieles  hacían  sus  correrías, 
ie  se  atrevía  ir  á  sus  chácaras  á  buscar  lo  que  ellas  pre- 
cian para  alimentar  la  vida.  El  dicho  padre  conversor  es- 
ibia  al  señor  virey,  á  los  gobernadores  y  corregidores  de 
ima  y  Jauja,  pidiendo  socorro;  y  como  nada  se  determi- 
ba,  viéndose  tan  próximo  al  peligro,  el  día  9  de  julio  se 
iró  á  la  hacienda  de  Schanscha-mayo  que  dista  tres  leguas 
Quimití,  llevándose  consigo  los  vasos  sagrados.  Este  mis- 
dia  en  dicha  hacienda  cogieron  á  un  indio  espía  de  Juan 
tos,  el  cual  iba  á  la  sierra  á  fascinar  á  los  indios  serra* 
,  pues  el  pretenso  inca  aguardaba  que  llegasen  estos  pa- 
&  salir  á  la  conquista  de  su  reino. 

El  padre  fray  Lorenzo  Nuñez  desde  Schanscha-mayo  iba 
odos  los  domingos  á  decir  misa  á  Quimírí;  pero  el  domingo 
ia  4  de  agosto  se  halló  con  la  noticia  de  que  el  rebelde  sft 
laba  en  dicho  pueblo,  donde  había  llegado  el  dia  1.'  de 
icho  mes  con  dos  mil  indios  de  varías  naciones.  El  dicho 
dre  envió  á  Quimírí  al  alcalde  de  dicho  pueblo  y  á  un  her- 
110  donado  en  traje  de  serrano,  para  certificarse  de  lo  que 
le  decía.  Salieron  los  enviados,  y  al  instante  que  pasaron 
tí  rio  de  Quimírí,  los  cogieron  los  infieles,  y  conociendo  al 
donado,  lo  quisieron  matar.  Defendióle  el  alcalde,  diciéndo- 
les  que  llevaba  recado  de  parte  del  padre.  Lleváronlos  á  la 
«»a  de  Juan  Santos,  pero  este  no  quiso  ver  al  hermano,  y 
poT  medio  del  alcalde  le  dio  el  recado  del  padre  y  del  tenien- 
te, que  se  reducía  á  tratar  de  composición.  A  esto  respondió 
^ue  fie  fuesen,  que  no  quería  hacer  mal  á  nadie,  sino  que  le 
diesen  lo  que  era  suyo.  Mandó  á  los  suyos  que  dejasen  vol- 
ver al  dicho  hermano  y  alcalde,  los  cuales  llegaron  á  Schans- 
cba-mayo  aquella  misma  tarde;  y  con  la  voz  que  se  esparció 
de  que  el  inca  no  quería  mal  á  los  serranos,  tuvieron  los 
indios  de  Schanscha-mayo  aquella  noche  grandes  festejos, 
lailes  y  borracheras,  celebrando  como  los  Chunches  la  ve- 
lada de  su  inca,  cantando  en  su  idioma  que  beberían  chicha 
^  la  calavera  del  padre  y  en  la  del  teniente. 


13 


—  154  — 
El  luaes  día  5  de  agosto  amanecí 
Schanscha-mayo  cubierta  de  infieles, 
pasar  á  dicha  hacienda  con  grande  t 
padre  fray  Lorenzo  Muñez  y  los  demá 
se  retiraron,  y  se  fueron  á  Tarma.  El 
decir  al  dicho  padre  que  si  le  querii 
Tarma  y  dijese  4  los  militares,  que  n 
á  buscarle,  que  él  los  iría  á  ver  en  Pal 
esta  arrogancia,  porque  en  rata  ocas 
do  cíen  indios  de  la  sierra. 


k:|LlE|:|fliü|ü10|C|0|Di!;|0|D|0|G|0|3|OÍO|0|D|D|D|0|D|0|Dlfl|OlC|D|0|D|0|0|0|0|D|Dl^ 


r 


CAPITULO  XXVII. 


,  CooBtráyese  en  Qjümirl  unfaerte'—PiérdeBe  este  con  muerte  de  ia 

guarnición- 


Con  las  noticias  de  las  altiveces  del  pretenso  inca,  se 
tieaengañaron  los  incrédulos,  vieron  ser  verdad  innegable 
la  que  imaginaron  fábula  sobre  los  atentados  de  Juan  San- 
tos y  sus  pretensiones,  y  se  atendió  con  seriedad  al  remedio. 
Decretóse  por  el  superior  gobierno  que  se  construyese  un 
foerte  en  Quimirí,  para  sujetar  á  los  apóstatas  é  infieles,  y 
estorbar  el  tránsito  de  los  indios  de  la  sierra  para  la  monta- 
ña; y  también  para  que  sirviese  de  escala  para  la  formal  en- 
trada que  se  premeditaba  hacer  para  prender  al  rebelde. 

Para  cubrir  y  defender  á  los  que  construyesen  el  fuerte, 
Be  enviaron  á  Tarma  desde  Lima  dos  compañías  de  soldados 
de  la  tropa  del  Callao  con  sus  capitanes  D.  Pedro  Alzainora 
y  D.  Fabricio  Bartuli,  algunos  cajones  de  granadas,  cuatro 
cañoncitos  de  á  cuatro,  y  cuatro  pedreros,  pólvoftt  y  muni- 
ciones de  gu?6rra.  Habiendo  llegado  á  Tarma  este  refuerzo, 
se  formó  con  los  milicianos  un  cuerpo  de  doscientos  hom- 
ares de  armas  con  sus  capitanes  y  oficiales  respectivos,  sin 
los  bagajes  y  cargueros.  Mandaba  la  espedicion  el  corregi- 
dor de  Tarma  D.  Alfonso  Santa,  y  en  segundo  lugar  don 
BeDito  Troncoso,  gobernador  de  las  fronteras.  Entraron  á 
auxiliar  espiritualmente  á  este  cuerpo  de  tropa  los  padres 
misioneros  fray  Lorenzo  Nuñez,  fray  Pedro  Dominguez,  y 
d  hermano  fray  Pedro  Navarro. 


—  156  — 

Salieron  de  Tarma  el  15  de  octubre  del  año  1743,  y  des- 
pués de  las  molestias  del  camino,  llegaron  á  Quimirf  el  did 
27  del  mismo  mes,  á  tiempo  que  el  pretenso  inca  se  habiaj 
ido  con  su  gente  á  saquear  á  Huancabamba.  Dióse  calor  i 
la  construcción  del  fuerte,  el  cual  quedó  concluido  el  dia  8 
de  noviembre.  Armóse  con  los  cuatro  cañones  y  cuatro  pe^ 
dreros,  granadas  y  municiones.  Quedó  en  su  custodia  el  ca^ 
pitan  í).  Fabricio  Bartuli  con  sesenta  soldados;  y  aunque  Ifl 
quedaban  pocos  víveres,  se  le  dio  palabra  de  remitírselo! 
luego.  Para  administrarles  el  pasto  espiritual  quedó  en  ^ 
castillo  el  padre  fray  Lorenzo  Nuñez.  Retiráronse  los  demáa 
el  dia  1 1  de  noviembre,  no  sin  presagios  de  fatales  conse* 
cuencias  por  el  peligro  en  que  quedaban  los  del  presidio. 

El  segundo  dia  que  regresaban  las  tropas,  encontraron 
el  socorro  de  víveres  que  iban  para  el  fuerte;  y  como  no  d^ 
jaban  en  Quimirí  enemigo  alguno,  descuidaron  de  enyiar 
con  ellos  una  buena  escolta;  y  en  esto  erraron  notablemen-i 
te,  porque  al  llegar  al  rio  de  Schanscha-mayo,  hallaron  ocu-^ 
padas  las  playas  de  muchos  infieles,  que  atacando  á  los  que 
conducian  el  socorro,  mataron  de  él  diez  y  siete  hombres,  y 
se  hicieron  dueños  de  las  pearas.  Luego  pasó  el  rebelde  4 
cercar  el  fuerte  de  Quimirí,  cortando  los  puentes,  y  poníen* 
do  en  los  vados  fuertes  destacamentos  para  impedir  todo 
socorro.  Defendíase  animosamente  el  capitán  D.  Fabricio,  y 
pidió  socorro  de  gente  y  víveres  al  gobernador  de  Tarma, 
y  viendo  que  el  socorro  se  tardaba,  y  que  los  víveres  iban 
faltando,  envió  al  padre  fray  Lorenzo  Nuñez  para  que  avi* 
sase  del  aprieto  en  que  se  hallaba  el  fuerte,  y  solicitase  el 
mas  pronto  auxilio.  Salió  el  dicho  padre  con  indecible  ries- 
go acompañado  de  un  donado,  porque  los  infieles  tenían  to- 
mados los  caminos  y  ocupados  los  vados. 

No  hallando  el  padre  fray  Lorenzo  Nuñez  en  Tarma  dis- 
posición para  socorrer  al  fuerte  de  Quimirí,  bajó  acelerada- 
mente á  Lima,  notició  al  virey  de  lo  que  pasaba,  de  la  omi- 
sión del  corregidor  de  Tarma  en  enviar  socorros,  y  solicitó 
con  toda  su  actividad  se  acelerasen  las  providencias.  Des- 


—  157  — 

chóse  por  el  superior  gobierno  orden  á  los  dos  co^ 
ídores  de  Tarma  y  Jauja  ,  para  que  socorriesen  al 
«rte  de  Quimirí  con  la  prontitud  que  requeria  la  urgencia, 
ando  el  padre  fray  Lorenzo  volvió  á  Tarma,  se  estaba 
stando  la  gente  para  la  entrada  á  la  notontaña.  Dióles  pri- 
meen fervorosas  exhortaciones,  de  suerte  que  el  di  a  28  de 
líciembre  salieron  de  Tarma  para  socorrer  el  presidio  de  Qui- 
mirí, el  gobernador  de  las  fronteras  D.  Benito  Troncoso 
mn  trescientos  hombres  de  armas,  con  los  capitanes  y  ofi- 
feales  correspondientes  ,  bagajes  y  víveres.  Llegaron  á 
itehacscha-mayo  el  dia  3  de  enero  del  año  1744,  y  aunque 
federen  extraordinarias  diligencias  buscando  sitio  apropó- 
pto  para  hacer  puentes,  no  lo  pudieron  conseguir,  porque 
lie  la  opuesta  margen  los  infieles  apóstatas  y  los  negros  dis- 
paraban continuamente  los  cañones  y  pedreros;  y  haciendo 
^ntacion  de  los  despojos  del  fuerte,  mostraban  á  los  nues- 
(boslaropa,  sombreros,  sábanas  y  camisas,  dando  á  enten- 
jder  lá  desgraciada  muerte  de  los  presidarios. 

Cuatro  dias  estuvo  Troncoso  con  su  gente  en  Schanscha- 
Baayo  tanteando  por  varias  partes  el  modo  de  pasar  el  rio, 
pero  en  vano;  porque  ni  habia  balsas,  ni  forma  de  hacer 
luientes,  y  era  preciso  estar  en  continuo  combate  contra  los 
¡infieles,  los  cuales  disparaban  también  las  granadas  y  fue- 
i gos  artificiales;  hubo  muchos  heridos  y  algunos  muertos  de 
parte  de  los  cristianos,  y  naturalmente  los  habría  de  parte 
cielos  enemigos.  Y  viendo  el  gobernador  Troncoso  que  el 
fterte  estaba  perdido,  y  que  era  mucha  la  fuerza  de  los  in- 
fieles, se  retiró  con  buen  orden,  para  no  esponerse  á  perder 
4  su  gente  infructuosamente. 

El  padre  fray  Lorenzo  Nuñez  se  raantenia  en  Tarma  pa- 
w  estar  á  la  mira,  y  ver  si  podia  hallar  algún  medio  de 
^ttiposicion  con  el  rebelde.  Tenia  alguna  correspondencia 
^T^ algunos  indios  neófitos  principales  de  los  que  se  halla- 
^  con  el  pretenso  inca,  y  por  su  medio  premeditaba  la 
^^poaicion.  Esta  llegó  á  estar  casi  negociada,  porque  Juan 
^tos  envió  á  decir  al  dicho  padre,  que  entrase  á  Quimirí 


—  158  — 
OD  el  padre  comisario  de  misiones  fra 
lara  tratar  de  convenio.  No  tuvo  efeci 
a.  impidieron  loe  corregidores  de  Tan 
ue  para  ello  tenian  del  superior  gobi( 

La  causa  por  la  cual  el  señor  virey 
Et  montaña  á  los  padres  misioneros,  : 
omponer  las  tprbuiencías  con  facilid: 
ladres  jesuítas.  Hallábase  en  el  coleg 
Ám&  un  jesuíta  coadjutor  Vizcaíno,  11 
a,  el  cual  siendo  secular  habia  estadi 
nontaña,  y  conocía  algunos  indios  pr 
nente  al  curaca  don  Mateo  Assia.  Per 
il  señor  virey,  que  si  el  padre  Irusta  e 
lompondria  fácilmente  las  alteraciont 
:ía  se  alegró  de  hallar  aquel  medio,  q 
10,  para  finalizar  aquella  guerra,  y  leí 
jresa  á  los  jesuítas.  Entró  el  padre  Iri 
jn  compañero  sacerdote  en  el  verano 
L-aron  porción  de  herramienta .  Habló 
jaciques  y  principales  que  conocía.  '. 
;on  ellos  no  lo  dijeron  á  nadie;  pero 
lespues  se  vieron,  se  conoció  no  ha 
alguna. 

Este  año  1745,  por  el  mes  de  Julio 
virey,  que  fué  el  excelentísimo  Sr.  D. 
:o,  á  tiempo  que  los  dos  jesuítas  est 
Después  que  estos  salieron,  bajaron  á 
con  el  nuevo  virey  lo  que  habían  ejee 
y  lo  que  dejaban  tratado.  El  virey  en( 
las  armas  D.  José  Llamas  la  espeiicío: 
el  proyecto  de  los  jesuítas.  Vino  dicht 
principios  del  año  1746  con  nombran 
de  la  provincia;  y  como  de  secreto  se 
cíones  para  una  formal  entrada.  El  a 
llamar  al  gobernador  de  las  fronteras 
para  que  mandase  un  trozo  de  la  trop 


—  159  — 

editaba.  Advirtió  este  caballero  al  general  lo  intempesti- 
que  era  esta  espedicion  en  aquel  tiempo^  por  ser  en  el 
igor  de  las  lluvias,  y  el  grande  peligro  que  corría  de  malo- 
Tse  con  perdida  de  la  reputación  de  las  armas  españo- 
s,  Bespondid  el  general  Llamas  que  tenia  órdenes  espre- 
para que  se  ejecutase  así. 

Determinóse  la  salida  para  principios  del  mes  de  Marzo. 
El  general  D.  José  Llamas  con  doscientos  hombres  de  ar- 
mas y  trescientos  de  carga  entró  por  Huancabamba  al  Cer- 
Bodela  Sal;  y  D.Benito  Troncóse  con  ciento  cincuenta 
hombres  de  armas  y  doscientos  de  carga  entró  por  Ocsa- 
iíamba  y  Quimirí,  para  juntarse  al  primer  trozo.  Acompa- 
ñaron al  general  los  padres  misioneros  fray  Juan  Francisco 
Mateo  y  fray  Pedro  Domínguez .  A  D.  Benito  Troncóse  acom- 
pañó el  padre  fray  José  de  San  Antonio. 

La  espedicion  fué  desgraciada  por  intempestiva.  Los  vi- 
teres  se  pudrieron  por  la  humedad  de  las  continuas  lluvias. 
las  muías,  así  de  silla,  como  de  carga,  se  despearon;  de 
«uerte  que  habiendo  llegado  á  últimos  de  Marzo  el  general 
llamas  con  su  gente  fatigada  al  Cerro  de  la  Sal,  no  pudién- 
dose incorporar  con  la  gente  de  Troncóse,  que  se  habia  ade- 
lantado á  Nijandaris,  se  vio  precisado  á  dar  la  vuelta  con 
sa  gente  á  pié  por  donde  habían  entrado,  dejándose  en  el 
camino  alguna  gente  cansada,  de  los  cuales  murieron  ca- 
torce personas  de  la  fatiga.  La  gente  de  Troncóse  tuvo  un 
pequeño  combate  con  los  indios  de  Nijandaris,  y  hubo  heri- 
dos y  muertos  de  ambas  partes.  Finalmente  se  retiraron  to- 
dos, sin  mas  fruto  que  muchas  enfermedades  contraídas  por 
el  cansancio  y  humedades,  y  mucha  pérdida  de  caballerías, 
víveres  y  tropa.  Dispuso  Dios  para  bien  de  los  nuestros  que 
d  rebelde  se  hallase  retirado;  pues  sí  los  hubiera  acometido 
'  por  aquellos  montes,  con  el  desorden  y  fatigas  en  que  se  ha- 
llaban, sin  poder  valerse  de  las  armas  de  fuego,  por  estar  la 
pólvora  húmeda,  hubiera  sucedido  un  estrago  muy  afrento- 
so á  las  armas  españolas;  pues  los  pocos  indios  que  se  ha- 
llaban escondidos  por  los  montes  hicieron  algunas  hostili- 


—  160  — 

nades  y  muertes  en  los  soldados,  qi 
:ueTpo  de  la  tropa,  caían  al  alcance  de 
[>or  cierto  que  el  general  don  José  Lian 
3Ído  engañado  de  los  padres  jesuítas,  q 
rado  que  luego  que  llegase  con  su  trop 
laldria  el  curaca  don  Mateo  de  Asaia  a 
liarle,  y  le  entregaría  en  su  poder  al  i 
motivo  de  hacer  la  entrada  intempestív 
menciones  necesarias,  sin  consulta  de  es 
Mmo  en  secreto. 

Con  esta  malograda  espedicíon  qu 
los  apóstatas  tan  insolentes,  que  no  tei 
españoles,  ni  se  descuidaban  el  hacerl 
podían.  En  este  mismo  año  1746  se  h 
pueblo  d  e  Monobamba  mucbos  serranc 
le  san  Juan  Bautista.  Como  es  propio  ( 
ms  ñestas  con  grandes  borracheras,  al 
luando  todos  estaban  en  lo  mejor  de  la 
la  chicha,  salió  de  la  montaña  porcia 
acompañados  de  algunos  negros;  y  em 
los  odres  vivos,  mataron  á  treinta  y  do 
;ivas  algunas  personas  de  ambos  sexos 
tiallaba  el  pretenso  inca.  Entre  los  caí 
iué  uno  el  ínter  de  cura  clérigo,  natur; 
leto  de  buena  capacidad.  A  este  mandí 
icompañasen  afuera,  y  le  dio  cartas  pi 
provisor  y  un  recado  para  el  general  di 
liéndole  que  no  le  escribía  porque  era  i 
tas  se  reducían  á  decirles,  que  él  era  s 
je  lo  desocupasen.  Súpose  por  este  c 
Lima)  que  el  pretenso  inca  tenia  poca  ; 
Bimirinches;  pero  que  cuando  le  paree: 
aa  de  todas  las  naciones. 

Con  estas  noticias  el  señor  virey,  m 
tares  que  se  hallaban  en  Turma,  que  si 
ie  guerra,  y  consultasen  el  mejor  espe 


—  161  — 
bierto  de  los  insultos  de  los  gentiles.  Túvose 
a  20  de  Agt)sto  del  mismo  año  1746 ,  y  determi- 
)  construyese  un  fuerte  en  Schanscha-mayo  y 
lamba,  para  que  de  esta  suerte  se  contuviese  á 
1  audacia,  y  á  los  serranos  se  impidiese  la  en- 
lontafia. 


CAPif  ato  XXVII 


Dlllgeaolaa  gas  hlcieroa  loa  mleioneíoa  Ber&lícoi 
tamaltOB  do  la  taontaña—Maerte  del  veaen 
mis  Joses  7  de  sus  compañeroM- 


El  venerable  padre  fray  Jtlanuel  Albarra 
ceprefecto  de  misiones,  atendia  cuidadoso  i 
Sonomoro,  procurando  que  el  fuerte  de  dic 
viese  en  estado  de  defensa.  Y  para  conseg 
mas  fácil  para  dicha  conversión,  discurría 
se  informaba  de  todas  las  cabezadas  de  la 
se  pudiera  conseguir.  Informáronle  que 
Acón,  que  confina  con  la  provincia  de  Huo 
fieles  que  suelen  salir  á  los  cocales  de  dicl 
cian  que  ellos  querían  tener  paz  con  todos 
y  que  si  los  padres  entraran  por  allí,  los  rec 
y  les  entregarían  al  rebelde. 

Alegres  con  estas  noticias,  dicho  venei 
de  Ocopa  por  el  mes  de  Febrero  del  año  1 
del  hermano  fray  Femando  de  Jesús,  reli; 
un  hermano  donado  llamado  Jacobo.  Lle¡ 
donde  habiéndose  confirmado  bien  el  dich( 
comisario  en  las  noticias  que  había  tenido 
eran  contestes  con  las  que  por  allí  corrían, 
venciones  necesarias  para  la  entrada.  Busc 
que  le  acompañasen  en  cualidad  de  soldadt 
para  cargueros;  salieron  de  Huanta  á  med 


—  163  — 

:o  del  dicho  año  1747;  el  día  28  del  mismo  llegaron  á  la 
in  del  rio.  Enne,  dia  martes  santo,  y  habiendo  dispues- 
i1)aLsas  para  pasar  el  rio,  descansaron  en  su  orilla  aquella 
^he.  Durante'  ella  estuvieron  los  religiosos  en  fervorosa 
^cion;  y  el  venerable  padre  comisario  exhortó  á  todos  los 
t  la  comitiva  á  que  se  confesasen^  pues  se  hallaban  en  sitio 
tíigroso.  Al  amanecer  del  miércoles  santo  celebró  el  sacro- 
fnto  sacrificio  de  la  misa,  y  comulgó  á  todos,  excepto  los 

fies  serranos  que  durante  la  noche  se  habian  huido;  dan- 
gracias  estaban,  cuando  repentinamente  se  hallaron  cer- 
kdos  de  una  grande  multitud  de  indios  infieles,  que  con 
(rande  algazara  disparaban  una  lluvia  de  flechas;  aunque 
)8  cristianos  les  hacian  senas  de  amistad,  no  atendieron 
las  que  á  contentar  su  bárbara  fiereza.  Los  españoles  se  de- 
findieron  algún  tiempo,  pero  fueron  oprimidos  de  la  muche- 
Inmbre.  Murieron  todos  á  manos  de  los  infieles  Simirinches 
fíiroB,  que  son  los  que  habitan  aquellas  riberas,  y  arroja- 
bu  los  cuerpos  al  rio,  como  lo  acostumbran  ejecutar  con 
ios  enemigos. 

La  noticia  de  este  lastimoso  estrago  llegó  á  Huanta  el 
Ka  14  de  abril  por  uno  de  los  cargueros  serranos,  que  es- 
íondido  en  el  monte,  habia  sido  espectador  de  la  tragedia. 
Hallábase  entonces  en  dicha  villa  el  padre  fray  José  de  San 
Antonio,  en  compañía  del  hermano  fray  Juan  Raimondez, 
ios  cuales  iban  á  España  por  la  vía  de  Buenos  Aires,  para 
loUcitar  una  misión,  pues  de  los  religiosos  que  habian  ve- 
tído  de  España,  quedaban  ya  muy  pocos  para  trabajar  en 
U  viña  del  Señor.  Este  padre  notició  á  los  padres  del  hospi- 
tio  de  Ocopa  lo  aoHecido  al  siervo  de  Dios  fray  Manuel  de 
Albarran  y  fl^s  compañeros. 

Con  la  noticia  de  este  espiritual  triunfo,  en  Ocopa  se  pa- 
síá  hacer  elección  de  nuevo  comisario  y  vicepresidente  de 
Bíisiones,  y  fué  electo  con  todos  los  votos  el  padre  fray  Lo- 
renzo Nuñez,  quien  se  hallaba  en  Tarma,  trazando  varios 
medios  para  apaciguar  la  tormenta  que  afligía  las  despa- 
rramadas ovejas  de  las  conversiones.  Viéndose  comisario  de 


—  164  — 
mÍBÍODes  insistió  con  m&s  fervor  qu< 
cia  para  entrar  á  Quimirí  á  tratar 
pretenso  iaca.  Habiendo  conseguid 
g^obierno  para  su  empresa,  despacb 
cucion  de  sus  proyectos,  á  los  padre 
y  fray  Salvador  Paudo,  al  hermano 
y  á  un  hermano  donado,  en  el  mes  i 
biólos  Juan  Santos  con  mucha  gra 
lea  oía  misa;  pero  en  llegando  á  tral 
pondia  con  palabras  ambiguas,  di( 
los  curacas  de  la  sierra  á  que  viniest 
y  que  ain  ellos  no  podia  tratar  de  C( 
divertía  la  plática  respondiendo  mi 
los  ocho  dias  se  salieron  el  padre 
fray  Francisco  Suai-ez,  desconfiado 
que  tanto  deseaban. 

Quedóse  en  Quimirí  el  padre  Ota 
nado,  para  ver  si  con  la  paciencia 
tentó.  Anduvo  el  dicho  padre  por  ; 
liando  las  voluntades  de  los  caciqi 
composiciones  con  el  rebelde  y  con  e 
estos  se  hallaban  bien  con  las  altiv 
miendo  que  si  Juan  Santos  daba  oic 
derian  ellos  su  autoridad,  persuadie 
echase  afuera  &  aquel  padre,  ó  lo  r 
Juan  Santos  un  tormento  medio.  1 
el  hermano  donado,  y  los  tuvo  tres 
nuestos  y  poca  comida;  hasta  que  n 
comisario  de  misiones,  se  determind 
ticipar  de  los  trabajos  de  sus  compa 
penurias  en  que  se  hallaban.  Entrtí 
no  fray  Francisco  Suarez  á  principit 
año  1747;  pero  el  pretenso  inca  ni 
padre  comisario,  y  solamente  le  per 
sigo  á  los  que  él  habia  detenido  en 
indios  que  los  acompañasen  hasta  p 


—  165  — 
isperiencia  se  perdió  la  esperanza  de  He- 
ñí de  tratar  de  paz. 


CAPITOL9  XXIX 


Seganda  entztut»  del  general  don  José 
de  SonomoTO.—Viene  de  España  pazie 
el  P.  iraj  José  de  San  Antonio- 


Ttlaman — Pérdida  del 
de  la  misión  recogÜM 


Cuando  una  Tez  se  ha  malogrado  la  favorable 
con  dificultad  se  vuelve  á  conseguir  otra  semejante, 
cuando  el  corregidor  de  Tarma,  don  Alfonso  de  Sa^ta 
á  construir  el  fuerte  de  Quimirí,  hubiera  ido  con  todc 
trozo  de  la  tropa  á  acjometer  al  rebelde  á  Huancal 
dando  orden  para  que  por  la  parte  de  la  sierra  le  qc\ 
las  salidas,  era  infalible  su  prisión,  teniendo  cortada  la 
tirada  por  nuestras  tropas.  Pero  se  contentó  con  fabricar 
fuerte,  con  cuya  inevitable  pérdida  se  hizo  el  pretenso 
mas  insolente.  El  señor  virey  don  José  Manso,  aunqne 
inevitables  cuidados  de  la  desolación  de  Lima,   ocasi< 
por  el  grande  terremoto  del  año  1746,  y  de  la  custodia 
reino  por  los  recelos  que  se  tenian  de  algunos  piratas 
se  habian  dejado  ver  en  las  costas  de  Acapulco,  le  b 
en  continuo  desvelo,  no  se  descuidaba  en  dar  las  providí 
cias  convenientes  a  la  seguridad  de  las  fronteras  de  la 
taña.  A  este  fin  mandó  formar  cuatro  compañías  de 
reglada,  para  que  puestas  dos  de  ellas  en  Tarma  y  dos  a( 
Valle  de  Jauja,  estuviesen  prontas  al  socorro  de  cualqi 
parte  que  el  pretenso  inca  intentase  sorprender.  Tam! 
formó  una  compañía  de  caballería,  para  contener  á  los  á 


~  167  — 

serranos,  que  engañados  de  las  promesas  del  rebelde, 

quisiesen  entrar  á  la  montaña. 

Habiéndose  concluido  las  paces  con  las  potencias  de  Eu- 
,  en  el  año  1749,  atendió  el  virey  con  el  conato  posible 
la  prisión  del  pretenso  inca.  Hízose  entrada  á  la  montaña 
n  el  verano  del  año  1750,  con  grande  aparato.  No  he  podi- 

averiguar  con  certidumbre  el  numero  de  la  tropa  que  se 

pleó  en  esta  espedicion,  ni  las  particularidades  de  esta 

trada;  solamente  he  hallado  noticia  de  que  el  general  don 
Llamas  coa  parte  de  la  tropa  entró  por  Monobamba,  y  el 
gefe  con  la  demás  por  la  quebrada  de  Tarma;  y  que  fué 
dicha  espedicion  de  capellán  el  padre  fray  Pedro  Domin- 

ez.  El  fingido  inca  se  habia  retirado  á  Eneno,  donde  ha- 
hecho  tantos  fosos  y  cortaduras,  que  no  dudó  disputar 

catrada  á  todo  el  poder  de  los  Españoles.  Además  de  es- 
defensas  tenia  sus  emboscadas  por  los  montes,  para  aco- 

terá  los  que  se  desmandasen  del  Querpo  de  la  tropa.  La 
icion  fué  sin  fruto  alguno;  antes  sí  con  muchas  pérdi- 

sy  enfermedades,  causadas  de  las  humedades  y  fatigas 

1  caminar  á  pié,  como  también  de  la  escasez  de  víveres, 
con  la  continua  humedad  de  la  montaña  se  corrompí  e- 

• 

En  este  mismo  año  1750  los  misioneros  entregaron  á  la 

ta  provincia  el  convento  recoleto  de  Huaraz,  que  se  les 

bia  dado  para  colegio.  La  causa  de  su  entrega  fué,  que 

hiendo  los  mas  cumplido  su  decenio,  viendo  perdidas  las 

versiones,  algunos  sacerdotes  se  volvieron  á  España,  y 

*íosse  incorporaron  en  las  provincias  de  las  Indias;  y  no 

Sedando  en  el  colegio  sugetos  para  mantener  la  vida  regu- 
""i  se  vieron  precisados  á  entregarle  y  los  demás  se  vinie- 
ra á  Ocopa. 

Viéndose  el  pretenso  inca  libre  del  torbellino  que  le 
*®^üazaba  con  la  entrada  de  los  Españoles,  determinó  to- 
^satisfacción  de  los  Chichirenes  y  Andes  de  Sonomoro, 
^^110  le  habían  querido  rendir  vasallaje.  Para  esto  juntó 
*i  indiada  por  el  verano  del  año  1751,  y  se  encaminó  á  So- 


—  168  — 

lomoro.  No  se  puede  escusar  la  omi 
1  frontera  en  no  haber  proTeido  a 
lonomoro,  poniéndole  en  estado  de 
emer  su  invasión,  como  fruto  de 
[aliábase  el  fuerte  de  Sonomoro  co: 
rmas,  faltos  de  víveres  para  pode 
erco,  y  aunque  los  neófitos  se  maní 
1  rey,  obligados  de  la  necesidad,  poi 
e  les  ocuparon  sus  chácaras,  se  vie 
ünar  el  terreno.  Para  esto  determiuí 
lor  no  sujetarse  al  pretenso  inca.  B 
lastimento  necesario  para  el  camino 
odos  con  la  escolta  de  los  pocos  sold 
lusaáas  tomaron  el  camino  de  An< 
:amiao  ordinario,  para  evitar  el  ei 
|ue  presumían  irian  en  su  seguimiei 
¡tos  al  valle  de  Jauja,  dejando  su  pa 
le  Jesucristo.  Ocupáronse  en  la  la1 
:omo  estrañaban  grandemente  el  d< 
ipuesto  á  su  natural  complexión,  á 
odos,  trocando  el  voluntario  desti 
estial. 

A  principios  del  año  1752  llegó  á 
;ion  que  en  España  habia  colegid 
Jan  Antonio;  babia  venido  por  la  vía 
líase  de  veinte  y  tres  sacerdotes  y 
;.os  condujo  el  reverendo  padre  fra 
íenia  instituido  por  el  reverendísim 
ludias  fray  Matías  de  Yelasco,  en  { 
x)leg¡o;  y  aunque  la  cédula  real  pan 
10  habia  venido,  y  se  suponía  que  li 
le  misiones  fray  José  de  San  Antoni 
lo  el  otro  trozo  de  la  misión,  tomó  < 
impuero  (con  aprobación  del  muy  r 
•io  general  fray  Eugenio  Ibañez  Cue 
ño  á  principios  de  junio  del  mismo  : 


—  169  — 

Habiendo  conseguido  el  rebelde  Juan  Santos  destruir  el 
rritorío  de  Sonomoro,  le  pareció  ser  menos  crédito  de  su 
sbicion  estarse  en  ia  montaña,  y  determinó  salir  á  la  sie- 
I  para  tantear  los  ánimos  de  los  serranos.  Escogió  para 
ta  empresa  quinientos  indios  infieles,  y  á  principios  de 
(osto  del  mismo  año  1752  salió  á  Andamarca  con  bastante 
íficaltad  por  el  grande  frió  de  las  Punas.  Hallábase  en  di- 
to anejo  el  padre  fray  Juan  de  Dios  Frezneda,  misionero 
¡cien  llegado  de  España,  con  otro  sacerdote  de  los  anti- 
jaos.  Los  vecinos  de  Andamarca,  hallándose  inferiores  de 
perzas  á  las  del  rebt^lde,  se  retiraron  á  las  quebradas,  des- 
b^onde  hacian  algún  daño  á  los  infieles.  Los  religiosos 
aplicaron  al  pretenso  inca  que  no  hiciese  hostilidades  en 
bs  serranos.  Respondióles  con  arrogancia  y  sacrilego  des- 
frecio,  y  los  mandó  poner  en  la  cárcel  pública.  No  pasó  el 
no  Juan  Santos  mucho  tiempo  en  Andamarca,  antes;  re- 
lüociendo  que  los  serranos  no  estaban  á  su  devoción,  pues 
o  le  daban  la  obediencia,  saqueó  el  pueblo,  y  le  pegó  fue- 
antes  de  retirarse  con  todo  el  ganado  que  pudo  recoger 
r  aquellas  Punas.  Los  religiosos  hubieran  perecido  en  el 
cendio  si  la  devoción  de  uno  de  los  vecinos  no  se  hubiera 
rriesgado  de  noche  á  romper  la  cárcel  y  sacarlos,  cuando 
!yt  el  fuego  estaba  cebado  en  la  mayor  parte  del  pueblo.  Sa- 
Keron  los  ministros  evangélicos  á  pié  y  de  noche  por  aque- 
pios  cerros  con  el  continuo  temor  de  perecer  á  manos  de  los 
afieles,  ó  en  los  precipicios  de  aquellas  quebradas.  Mucha 
omisión  hubo  en  la  tropa  del  valle  de  Jauja  en  no  seguir  el 
ilcance  á  los  infieles;  pues  se  hallaban  tan  poseidos  del  frió 
í^e  estaban  imposibilitados  de  usar  del  arco  y  flechas;  y  si 
^liubieran  perseguido,  era  muy  natural  haber  conseg'uido 
ifi  ellos  una  completa  victoria. 


14 


aJLPITOLO  7LX.: 


Lm  santa  prorínoia  áo  loa  doce  Apóstoles 
Oeopa  las  eonversioaes  de  Ca/amargnílla- 
tellgtoBoa  para  M  erección  de  los  colegit 
TiJ»  j  de  OMUan- 


Hallándose  los  misioneros  recién  veni 
trados  de  su  principal  intento,  que  era  1 
infieles,  por  hallar  cerradas  las  puertas 
cias  de  las  montañas,  y  pérdida  de  las  ci 
ma  y  Jauja;  aunque  deseaban  entrar  á 
cer  trabajos,  para  ver  si  podrían  lograi 
algunas  almas,  no  se  les  permitió  por 
gobierno;  para  desahogar  en  algún  mo 
padre  guardián  fray  José  Ampuero,  y  el 
misiones  fray  Lorenzo  Nuñez,  pidieron  í 
de  los  doce  Apóstoles  se  les  concediesen 
Cajamarquilla;  y  conferida  esta  petición 
vincial  celebrado  por  el  mes  de  octubr( 
condescendió  á  ella  el  dia  11  de  dicho  n 
cipios  del  año  inmediato  se  remitieron  á 
tes  y  tres  religiosos  legos,  y  tomaron  po 
conversiones  y  de  su  hospicio  de  la  cape 

En  este  año  1753,  recelando  el  gober 
de  Huánuco  que  el  rebelde  invadiese  el 
por  distar  solamente  diez  y  ocho  leguas 
cabamba,  con  parecer  del  padre  pres 


-  171  - 

ersiones  de  Huánuco,  sacó  de  los  dos  pueblos  de  Pozuzo  y 
Tillingo,  sobre  trescientas  almas  de  todas  edades  y  sexos, 
para  pasarlas  al  pueblo  de  Cuchero.  Para  esto,  por  comisión 
del  padre  presidente,  entró  á  Pozuzo  el  padre  fray  Bernar- 
dino  de  San  Antonio,  y  el  gobernador  don  Pedro  de  Aroste- 
gni  con  alguna  gente  de  armas.  Y  para  que  el  padre  fray 
Honorio  Matos  que  habia  criado  aquellos  neóñtos,  habiendo 
fótado  con  ellos  mas  de  treinta  años,  no  se  opusiese  á  su 
determinación,  lo  pusieron  recluso  en  su  celda,  se  llevaron 
%  todos  los  indios  del  pueblo,  y  los  trasplantaron  á  Cuchero. 
Solamente  quedaron  reservados  los  que  pudieron  escapar  al 
monte,  que  fueron  unas  cien  almas,  los  cuales  después  se 
juntaron  .en  el  pueblo  de  Pozuzo,  y  quedó  estinguido  el  pue- 
blo de  Tillingo. 

Esta  intempestiva  transmigración  fué  muy  nociva  á  los 
pobres  neófitos  del  Pozuzo,  porque  siéndoles  preciso  atrave- 
sar la  Puna  de  Tambonuevo,  enfermaron  muchos,  y  lo  peor 
filé  que  como  en  Cuchero  no  tenian  que  comer,  ni  cocales 
con  que  comerciar,  la  necesidad  les  obligó  á  alquilarse  de 
jornaleros  en  las  haciendas  de  aquellas  inmediaciones,  y  co- 
mo no  estaban  acostumbrados  á  aquel  temperamento,  á  po- 
cos años  murieron  todos,  escepto  algunos  pocos  que  se  vol- 
vieron al  patrio  suelo. 

Para  no  esponer  á  los  pocos  neófitos  que  quedaban  en 
Pozuzo  á  la  tiranía  del  rebelde,  que  se  temia  poder  invadir 
aquel  pueblo,  se  formó  en  la  ceja  de  la  montaña,  en  un  be- 
llo temple,  el  pueblo  de  Santa  Cruz  de  Muña,  para  que  en 
caso  que  el  rebelde  acometiese  á  Pozuzo,  tuviesen  una  reti- 
rada próxima  y  segura,  por  ser  el  portachuelo  de  Tambo- 
nuevo  de  tal  situación,  que  con  grande  facilidad  se  puede 
hacer  inaccesible.  Pero  no  ha  llegado  el  caso  de  necesitar 
de  esta  retirada,  porque  el  pretenso  inca,  desde  la  invasión 
de  Andamarca,  nunca  jamás  ha  intentado  salir  á  la  sierra. 
El  pueblo  de  Muña  se  mantiene  habitado  de  algunos  serra- 
nos que  se  habían  establecido  en  ChagUa,  y  otros  que  se 
les  han  agregado,  y  todos  tienen  sus  cocales  en  Pozuzo, 
con  cuyo  comercio  se  mantienen. 


—  172  — 
A  principios  del  año  1754  llegó  á  Li 
padre  comisario  general  fray  Fran 
ticioso  de  la  copiosa  misión  que  por  : 
España,  y  del  poco  espacio  que  teni: 
ejercitar  el  apostólico  ministerio,  p 
acia  de  San  Antonio  de  los  Charcas,  i 
s  apostólicas,  un  convento  formado  p 

0  de  misiones.  La  dicha  provincia  en 
convento  de  Santa  María  de  los  An^ 
a  de  Ocopa  luego  seis  sacerdotes  á  I 
,  los  cuales  con  otros  religiosos  déla 
sde  la  ciudad  de  Buenos-Aires  por  ti( 
legio  y  be  les  despachó  orden  para  p: 
an  trece  sacerdotes  y  siete  religiosos 

Tarija  estaba  tan  destruido,  que  fti( 
náameittis,  lo  que  se  consiguió  con  i 
,  diligencias  de  sus  moradores,  y  co; 
asneros. 

En  este  mismo  año  1754  lleg^  la  otr 
le  desde  España  condujo  por  la  vía  d< 
e  fray  José  de  San  Antonio,  comisai 
mes.  Componíase  de  treinta  y  siete 
ho  religiosos  legos,  comprendiendo 
le  se  quedaron  en  Tarija.  Con  la  veni 

1  de  misiones,  el  padre  fray  Lorenzi 
se  incorporó  en  la  santa  provincia  d 
Como  este  colegio  de  Ocopa  estaba 

no  tenían  donde  emplear  sus  fervor< 
dian  salir  á  hacer  misión  á  tierras  d 
uchos  salieron  á  dicho  ministerio  po 
1  reino;  para  darles  consuelo  el  muy 
isario  general,  íray  Francisco  Soto  y : 
provincia  de  Chile,  en  virtud  de  lo  ( 
i  apostólicas,  im  convento  formado  \ 
o  de  misiones.  La  dicha  santa  pro 
:ho  efecto  el  convento  de  San  Ildefon 


—  173  — 

lian,  tan  arruinado,  que  fué  necesario  rehacerle  á  funda^ 
mefitis.  Pasaron  á  su  erección  diez  sacerdotes  de  este  cole- 
gio, y  dos  de  esta  santa  provincia  con  algunos  religiosos  le- 
gos, á  principios  del  año  1756. 

El  colegio  de  Tarija  como  el  de  Chillan  tienen  en  sus 
fronteras  porción  de  indios  infieles,  en  cuya  conversión  han 
trabajado  y  trabajan  sus  respectivos  alumnos,  y  de  sus  pro- 
gresos escribirán  sus  propios  cronistas;  pues  á  mí  solo  me 
pertenece  tratar  de  las  cosas  tocantes  á  este  santo  colegio 
deOcopa,  (1) 

Annque  el  rey  católico  habia  otorgado  la  gracia  para  la 
erección  de  este  colegio  de  Ocopa,  y  en  virtud  de  ella  habia 
ádo  instituido  en  primer  guardián  de  él,  por  el  reverendísi- 
mo comisario  g-eneral  de  Indias,  el  reverendo  padre  fray  Jo- 
sé Ampuero,  el  padre  prefecto  de  misiones  se  olvidó  de  so- 
licitar la  real  cédula  de  dicha  gracia,  y  por  este  descuido  el 
dicho  padre  prefecto  fray  José  de  San  Antonio  tuvo  algunos 
disgustos  con  el  muy  reverendo  padre  comisario  general 
fray  Francisco  Soto  y  Mame,  sobre  negocios  pertenecientes 
á  sus  oficios,  alegando  el  muy  reverendo  padre  que  Ocopa 
no  era  colegio,  pues  no  tenia  cédula  real,  ni  bula  apostólica 
para  su  erección.  Resultó  de  estas  contiendas  que  el  padre 
fray  José  de  San  Antonio  renunció  la  comisaria  de  misío- 
aes,  y  reservando  en  sí  la  prefectura,  se  fué  á  España  á  so- 


lí) Eo  poco  mas  de  medio  siglo,  treinta  y  cinco  mil  almas  regeneró 
cuD  la  gracia  de  Cristo  el  colegio  de  Chillan,  escribe  su  Historiador  el 
P.  Geferino  Mussani,  en  el  opúsculo  Noticias  Históricas  sobre  las  Misio- 
nes en  la  República  de  Boüvia,  veinte  y  dos  poblaciones  organizó  civil- 
nente  y  estableció  una  linea  de  defensa  desde  Santa  Cruz  hasta  Jvivi. 
Los  PP.de  este  mismo  mencionado  Colegio  dieron  Misiones,  «según  el 
nÜBmo  autor  citado,  en  las  provincias  de  Tueuman,  Salta,  Chicas,  San- 
ta Cruz  de  la  Sierra,  Paz,  Cucuito,  Arequipa  y  Tarifa.  Las  Tribus  que 
catequizaron  fueron  principalmente  los  CMrihuanos,  Chanesos,  Matar- 
AoosM  y  Veiosos,  Véanse  las  Noticias  Históricas  citadas,  las  cuales  des- 
criben el  origen  y  progresos  de  las  Misiones  de  dicho  colegio  de  Chillan 
desde  su  fundación  hasta  el  año  1810,  obra  en  octavo  de  unas  90  pági- 
lias,  que  en  1851  se  imprimió  en  París  después  del  Compendio  Histórico 
del  P.  José  Amlcb,  en  291  pág.,  al  cual  se  apuntó. 


—  174  — 

licitar  la  real  cédula  y  bula  pontificia,  que  por  olvido  no 
habia  estraido  cuando  se  obtuvo  la  gracia,  y  la  remitió  á 
este  colegio  el  año  1760,  y  para  que  conste  la  he  puesto  a£ 
fin  de  este  compendio.  Por  .la  renuncia  de  la  comisaria  de^ 
misiones  se  hizo  elección  de  nuevo  comisario,  y  fué  electo: 
canónicamente  el  reverendo  padre  fray  José  Seguin . 


GAPITPLO)  XXXI  • 


DÜigencioB  qne  hicieron  los  alumnos  de  este  colegio  buscando 
infieles  á  quien  convertir  á  la  santa  té. 


Aunque  los  misioneros  que  ültimamemente  llegaron  de 
España  hallaron  cerradas  las  puertas  de  la  montana,  y  se 
vieron  imposibilitados  para  emplearse  en  la  conversión  de 
los  gentiles,  y  por  esto  se  hallaban  desconsolados,  los 
que  fueron  destinados  á  las  conversiones  de  Huáauco  y  de 
Cajamarquilla  las  tuvieron  abiertas  para  desahogar  sus  de- 
seos, aunque  el  fruto  no  correspondió  á  los  trabajos  y  fati- 
gas que  padecieron  en  tan  gloriosa  obra. 

Por  la  via  de  Pozuzo,  en  el  año  1753,  salió  á  la  Pampa  del 
Sactamento  el  padre  fray  Bernardino  de  San  Antonio  con  al- 
gunos fronterizos  de  Panao,  y  consiguió  recojer  quince  per- 
sonas, de  las  que  el  año  antecedente  se  habian  huido  de  Po- 
zuzo cuando  los  trasportaban  á  Cuchero.  Por  la  misma  via, 
en  el  año  1755,  entraron  á  dicha  Pampa  los  padres  fray  Beni- 
to Novoa  y  fray  Bernardino  de  San  Antonio  con  los  fronteri- 
zos de  Panao,  y  recogieron  siete  personas  de  los  huidos  de 
Pozuzo,  los  qu3  volvieron  á  su  pueblo.  En  1757  entró  por  la 
misma  via  á  la  Pampa  del  Sacramento,  el  padre  fray*Antonio 
Mgado  con  el  hermano  fray  Manuel  de  San  Pablo  y  algu- 
nos indios  de  Pozuzo,  y  no  consiguieron  mas  que  el  mérito 
de  sos  &tiga8  y  grandes  molestias,  indispensables  en  los  ca- 
Qúnos  de  la  montafia. 


—  176  — 

El  padre  fray  Alonso  Abad  se  hallab 
pueblo  de  San  Antonio  de  Cuchero,  reí 
sion  de  Panatahuas,  que  con  los  imlios  Ai 
de  Pozuzo  se  hallaba  en  lucido  estado, 
de  descubrir  las  naciones  de  las  perdid 
Panatahuas,  dejando  en  Cuchero  á  su  c( 
el  verano  del  año  1755  con  nueve  indios 
mando  su  derrota  por  el  abandonado  pu 
pero  como  los  caminos  estaban  tan  cei 
dificultoso  el  penetrar  aquellos  montes, 
se  le  huyeron  cinco  de  los  indios  que  le 
siguió  adelante  con  los  demás,  y  al  Ueg 
pa  del  Sacramento,  viendo  rastros  de  g' 
ron  tres  indios,  quedando  el  padre  con  i 
Viéndose  en  aquel  desamparo,  perdido  p 
determinó  regresar  á  Cuchero,  lo  que  ej 
bajos,  cargando  en  sus  espaldas  el  poco 
sirvió  de  viático  en  dicha  retirada;  lleg 
pues  de  cincuenta  y  cinco  dius  de  pcrcg 
gado,  llagado  de  piernas  y  cabeza,  aunq 
hallado  rastros  de  gentiles,  y  con  detei 
á  buscarlos  el  verano  del  año  siguientí 
en  el  año  17ó6  le  mandaron  que  bajase  i 
Monzón,  porque  los  moradores  de  dicho 
mado  que  en  aquellas  inmediaciones  ha 
dicho  padre  Abad  al  registro  que  se  le  n 
dos  meses  escudriñó  aquellos  montes  con 
bajos,  sin  hallar  ni  aun  rastro  de  lo 
buscaba. 

Habiendo  llegado  el  verano  del  año  1 
dre  frjy  Alonso  Abad,  determinó  pros 
miento  de  los  gentiles  que  discurria  ser 
Hó  del  pueblo  de  Cuchero  el  dia  4  de  ras 
diez  y  siete  indios  de  su  pueblo,  tomó,  co 
de  Tulu-mayo,  adonde  llegó  el  dia  15 
guiendo  su  registro  por  aquellos  montes 


—  177  ~ 

e  y  del  nordeste,  el  dia  25  llegaron  á  un  boquerón  que 
salida  á  un  arroyo  que  se  despeñaba  á  !a  Pampa  del 
ramento.  Subieron  con  dificultad  á  uno  de  los  cerros  co- 
erales, al  anochecer  llegaron  á  la  cumbre,  desde  la  cual 
bdescubria  la  dicha  Pampa,  y  vieron  que  el  rio  que  salia 
llff  aquel  boquerón  iba  faldeando  los  cerros  hacia  el  norte, 
lae  parecía  introducirse  en  otro,  y  á  lo  lejos  se  descubría  un 
■rríto  como  un  pan  de  azúcar.  El  dia  siguiente  bajaron  á 
I  Pampa,  y  estuvieron  ocho  dias  registrando  las  inmedia- 
Ibnesde  aquel  rio  sin  encontrar  cosa  alguna.  Finalmente, 
íeado  que  el  rio  con  la  junta  de  varios  arroyos  ya  era  na- 
ll^ble,  hicieron  balsas,  con  las  cuales  bajaron  por  dicho 
b  cuatro  dias,  registrando  sus  inmediaciones,  hasta  que 
kcontraron  platanares  y  chácaras  de  maíz. 
I  El  dia  9  de  Junio,  en  que  aquel  año  concurrió  la  solem* 
^dad  de  Ck>rpus  Christi,  navegando  .por  la  mañana  con  sus 
bisas,  en  un  recodo  que  hacia  el  rio,  estaban  losinfieles  en 
amboscada,  y  cuando  la  balsa  delantera  estuvo  á  tiro,  dispa- 
raron sobre  ella  multitud  de  flechas.  Cayeron  flechados  al 
ho  cinco  hombres  que  iban  en  ella;  y  los  demás  con  el  padre 
Wtaron  en  tierra  apresuradamente,  abandonando  todo  lo 
¡(ae  traian  en  las  balsas;  y  habiendo  tomado  el  monte,  cada 
cual  se  retiró  como  pudo.  Son  imponderables  los  trabajos 
^ne  padecieron  todos  en  esta  retirada,  pues  aunque  se  fue- 
lOD  juntando,  y  comian  algunas  hierbas  y  algunos  cogollos 
Ae  palmas,  sin  duda  hubieran  perecido  todos  de  hambre  y 
&tíga,  si  el  dia  15  de  dicho  mes  no  los  hubiera  encontrado 
p  socorro  que  desde  Cuchero  les  remitía  el  padre  que  allí 
lliabia  quedado;  con  lo  cual  pudieron  proseguir  la  retirada, 
I J  llegaron  al  pueblo  después  de  cincuenta  y  cinco  dias  de 
i  peregrinación.  No  puedo  escusar  á  este  religioso  de  incau- 
tamente arrojado;  pues  aun  que  su  buen  celo  le  justifique 
i  fe  caminata,  así  que  llegaron  á  reconocer  las  chácaras  de 
'losinfieles,  no  debia  proseguir  su  viaje  por  el  rio,  sino  ir 
ittpacio  por  el  monte  inquiriendo  y  solicitando  hablar  á  al- 
^no  de  los  dueños  de  aquella  tierra;  y  cuando  á  todo  poder 


—  178  — 
suceder  hubiera  sido  acometido  de  loe 
les  fuera  mas  fácil  retirarse  sin  tanta 
conservar  alg-un  bastimento  para  la  n 
á  perecer  con  toda  la  gente. 

Sobre  qué  infieles  fueron  los  que  f 
Cuchero  que  entraron  á  este  desoubrii 
rías  controversias;  porque  unos  discur 
pibostí  Callisecas;  otros  que  los  Carap 
por  muy  cierto  que  fueron  los  Caschil 
márgenes  de  los  rios  Pachitea  y  Ahus 
que  tengo  para  afirmar  esto,  sondas  sí 
vid  desde  la  cumbre  del  cerro  del  boq 
cubrieron  un  cerrito,  que  "desde  allíp 
tar  muy  distante,  pero  es  muy  alto  y 
do  en  BU  punta  la  altura  de  otros 
continúan  á  sueste. 

Cuando  entré  á  la  Pampa  del  Sacr 
observé  que  se  halla  este  cerro  en  9.° 
ridional,  al  oriente  del  rio  Pachitea,  i 
ribera.  El  rio  que  por  el  boquerón  & 
pa,  y  por  el  cual  bajaron  después  en 
Ahuayti-ya,  que  recogiendo  las  vertii 
tañas,  corre  al  norte  y  desagua  en  < 
dios  que  habitan  en  este  territorio  so 
conocidos  por  tales  de  las  naciones  v< 
ron  los  que  acometieron  á  los  cristia 

No  fueron  menores  los  trabajos  y 
los  padres  misioneros  que  fueron  á  1; 
jamarquilla,  para  aumentar  el  núm 
agregando  al  gremio  de  la  santa  Igli 
les  que  discurrían  dispersos  por  aq 
consiguieron  algún  fruto  de  sus  fati^ 

Habiendo  llegado  los  padres  cod 
de  las  conversiones  de  Cajamarquilla 
tablado  el  modo  de  gobierno  para  la 
da  de  nuestro  instituto  y  aumento  d 


—   no  — 

aba  bien  radicada  en  las  verdades  de  nuestra  santa  fé, 
e  su  conversión,  que  referimos  en  el  capítulo  XI;  los 
res  cenversoreS)  digo,  de  estos  pueblos,  movidos  del  celo 
conquistar  almas  de  los  infieles,  preguntaban  á  los  neo- 
de  sus  conversiones,  si  habia  gentiles  por  aquellas  in- 
iaciones.  A  lo  que  respondian,  que  detrás  de  aquellas 
que  están  al  oriente,  habia  bastantes  naciones  de  in- 
infieles.  Con  estas  noticias,  conferidas  entre  los  padres 
versores,  determinaron  ir  á  descubrirlas. 
El  verano  del  año  1754,  por  el  mes  de  julio,  dieron  prin- 
io  á  estos  descubrimientos,  el  padre  fray  Antonio  Cabe- 
y  el  hermano  fray  Alonso  de  la  Concepción,  con  trein- 
indios  del  pueblo  de  San  Buenaventura  del  Valle,  y  el 
re  fray  José  Hernández  con  treinta  indios  del  pueblo  de 
(aiDpa  Hermosa.  Los  primeros  caminaron  veinte  y  cuatro 
ias  por  aquellos  montes  sin  encontrar  rastro  ni  indicio  de 
bmana  criatura;  por  lo  cual,  se  volvieron  desconsolados  á 
b  pueblo  del  Valle.  Los  segundos,  caminaron  treinta  dias, 
|f habiendo  subido  á  un  eminente  cerro,  desde  allí  indica- 
tei  los  indios  al  padre  Hernández,  que  por  allí  estaba  el 
DO  de  Manao,  y  que  en  sus  inmediaciones  habia  muchos 
gentiles.  Alegróse  el  ministro  de  Dios  con  las  noticias,  y  ex- 
brtaDdo  á  los  indios  á  proseguir  el  viaje,  no  pudo  conse- 
guir que  diesen  un  paso  adelante,  así  porque  el  bastimento 
tecaseaba,  como  por  el  miedo  que  tenian  á  los  gentiles;  por 
lo  cual  se  vio  el  dicho  padre  precii^ado  á  regresar  con  ellos 
I  su  pueblo  de  Pampa  Hermosa,  con  ánimo  de  volver  á  la 
JBmpresa  en  ocasión  oportuna. 

Con  los  informes  que  dio  el  padre  fray  José  Hernández, 
habiendo  llegado  el  verano  del  año  1755^  los  padres  fray 
¡l^u  de  Santa  Rosa,  fray  José  Miguel  Salcedo,  y  fray  Fran- 
cisco Huerta,  exhortaron  á  los  neófitos  de  los  pueblos  de 
íí^mpa  Hermosa  y  Jesús  de  Montesion  á  proseguir  la  empre- 
sa del  descubrimiento.  Salieron  dichos  padres  con  cincuen- 
b  indios  de  los  dos  pueblos  el  mes  de  agosto  de  dicho  año; 
P^'sin  mas  fruto  que  hallar  algunos  rastros  antiguos,  y  el 


_  180  - 
de  la  paciencia  tan  necesaria  en  i 
montaña,  en  treinta  y  cuatro  dias 
su  peregrinacien. 

No  desistieron  los  padres  con 
})uscar  á  los  infieles;  antes  movido! 
pusieron  á  entrar,  por  el  verano  del 
Juan  de  Santa  Rosa,  fray  Juan  de  '. 
tonio  Cabello,  dirig'iendo  todos  sus 
da  cual  por  diferente  rumbo.  El  | 
los  indios  de  Sion;  pero  sin  mas  fru 
sables  fatigas  y  trabajos  padecidos 
que  duró  el  viaje. 

El  padre  Cabello  salió  con  los  ii 
ra  del  Valle  el  dia  6  de  julio,  y  á  1 
llegó  á  las  cabezadas  de  un  rio  qi 
oriente,  al  cual  llamó  rio  de  Santa 
bierto  el  día  dedicado  á  tan  glori 
tio  encontraron  rastros  de  gentile 
cien  apagado  y  muchas  ollas  qu 
dicho  padre  ya  se  juzgaba  dichos 
que  deseaba.  Pero  aunque  perman 
paraje,  buscando  con  sus  indios  to 
das  inmediatas,  no  pudo  jamás  en 
cionales  fieras.  Y  viendo  sus  indi 
bastimento,  pidieron  al  padre  qi 
se  el  registro  para  otra  ocasión, 
padre  conversor  con  ánimo  de 
guíente. 

El  padre  Santa  Rosa  salió  á  su 
Pampa  Hermosa,  y  á  los  veinte  di 
con  el  rio  de  Santa  Ana,  en  cuya 
mismo  tiempo  el  padre  Cabello:  e 
abajo,  y  después  de  dos  dias  de  n 
rio  de  Manao.  Al  otro  día,  que  fui 
padre  con  solo  siete  indios;  porqu 
sos,  ó  de  cansados,  se  habían  vui 


~  181  ~ 

de  gentiles,  j  señales  evidentes  de  estar  inmediatos 
poblaciones.  Bien  quería  el  padre  Santa  Rosa  llegar  á 
infieles;  pero  sus  indios  estaban  tan  poseídos  del  temor, 
no  hubo  forma  de  hacerlos  pasar  adelante,  dando  por 
n  que  eran  pocos  y  sin  armas,  y  se  esponian  á  riesgo 
ente  de  ser  muertos  por  los  gentiles.  El  ministro  evan- 
ico  se  hizo  cargo  de  sus  razones,  y  vieudo  que  no  podia 
ríos  á  manifiesto  peligro,  determinó  regresar  con  re- 
icion  de  volver  el  verano  siguiente,  con  las  prevencio- 
necesarias  para  no  malograr  la  empresa. 
Con  esta  determinación  regresaban  el  padre  conversor 
i  cuatro  de  sus  indios  por  la  una  margen  del  rio,  y  los 
tres  indios  iban  por  la  opuesta  ribera,  y  repentina- 
te  dieron  estos  con  seis  indios  gentiles  armados  y  en 
man  de  pelea.  Turbáronse  unos  y  otros  con  el  impensado 
íientro;  y  sabiendo  los  cristianos  que  el  único  modo  de 
rse  era  manifestar  valor,  se  rehicieron,  y  el  mas  animo- 
asestó  una  lanzada  á  uno  de  los  gentiles.  Este  desvió  con 
mano  el  golpe,  y  quedó  levemente  herido.  Con  esta  de- 
tracion  bajaron  su  altivez  los  gentiles,  y  pidieron  paz, 
lendo:  amico,  amico,  con  ademanes  de  cariño.  Correspon- 
ron  los  cristianos  con  las  mismas  muestras  de  amor;  y 
ibiendo  curado  al  herido  con  yerbas  que  para  el  efecto 
Nan,  les  dieron  á  entender  á  los  gentiles  que  fuesen  4  ver 
I  padre  conversor. 
Apenas  habian  caminado  un  cuarto  de  hora  en  busca  del 
*íre,  cuando  se  hallaron  cercados  de  una  tropa  de  gentiles 
R^os  de  todas  sus  armas,  y  pintados  á  usanza  de  gue- 
*,  con  ademanes  y  semblantes  tan  furiosos,  que  los  tres 
fetianos  discurrieron  ser  ya  llegada  su  última  hora,  y  so- 
ente  atendieron  al  modo  de  escapar.  Consiguiólo  uno  de 
^  rompiendo  osadamente  el  cerco  y  arrojándose  al  rio. 
iólo  otro  de  la  misma  suerte;  pero  el  tercero  no  lo  pudo 
seguir,  porque  los  gentiles  le  agarraron  de  los  cabellos, 
P  W  suerte  que  sus  compañeros  discurrieron  que  lo  mata- 
co le  ahogaban. 


-  182 

El  primero  que  escapó,  llegó 
del  padre  Santa  Rosa,  diciendo  ( 
á  matarlos  y  que  sus  compañeros 
esto  dando  prisa  á  los  suyos,  par 
la  fuga.  El  padre  procuró  detenei 
caso;  pero  el  indio  respondió:  «'' 
te  lo  diré,»  y  asiéndole  del  brazo  1 
dolé:  «Varaos,  padre,  que  ahí  vie 
matarnos.»  Al  cabo  de  un  buen  n 
indio  que  habia  escapado,  con  la 
mero,  añadiendo  que  á  su  compí 
Bien  se  puede  discurrir  el  sentii 
al  ver  frusfadas  sus  diligencias 
pérdida  de  un  compañero.  Pero 
pocas  horas  con  la  llegada  del  qu 
cual  dijo,  que  era  cierto  que  los  i 
de  lo&  cabellos  y  sacado  del  agua 
raba,  le  soltaron  diciéndole  que  s 

Alegre  el  padre  conversor  y  s 
al  que  discurrían  muerto,  prosij 
que  tardaron  veinte  dias  de  gra 
los  indios  que  fueron  acometidos 
el  bastimento  que  llevaban  para 
y  fué  preciso  que  se  mantuviesen 
to  que  cargaban  los  otros  cuatro, 
padre  notablemente  molestado  dt 
Así  llegaron  á  Pampa  Hermosa 
gozosos  por  haber  encontrado  ind 
dicar  el  santo  Evangelio 

Con  la  noticia  de  este  encuent 
los  prelados,  se  alentaron  los  pad 
dfi  Cüjamarquilla,  y  determinaron 
con  las  prevenciones  que  discurrí 
niéronse  de  herramientas,  chaqui 
ficientes,  y  salieron  á  esta  empí 
los  cuatro  pueblos  de  las  conversi 


-  183  - 

firay  Juan  de  Santa  Rosa,  fray  Juan  de  Dios  Frezne- 
fray  José  Miguel  Salcedo,  fray  Antonio  Cabello,  y  el 

ano  fray  Alonso  de  la  Concepción,  religioso  lego. 
Dieron  principio  á  la  marcha  á  principio  del  mes  de  Fe- 
del  1757,  y  á  fin  de  dicho  mes  llegaron  á  las  tierras 
líanoa.  El  dia  4  de  marzo,  al  amanecer,  llegaron  al  pue- 
I  de  gentiles,  llamado  Masemage.  Los  infieles  al  ver  tan- 
gente forastera,  discurrieron  ser  invasión  de  enemigos, 
»mo  tales  recibieron  á  los  cristianos  con  un  diluvio  de 
chas,  con  tal  furor  y  enojo,  que  no  atendían  á  las  señas 
e  los  religiosos  leshacian,  manifestándoles  los  regalos  que 
traian.  Viéronse  los  padres  en  grandísimo  conflicto;  por- 
e  siendo  la  defensa  natural,  los  indios  cristianos  se  valie- 

de  sus  armas,  y  de  ambas  partes  hubo  muchos  heridos. 

religiosos  rogaban  á  Dios  por  la  salvación  de  aquellas 
mas;  y  sucedió  un  caso  digno  de  admiración,  y  fué  que 
itre  la  confusión  de  la  vocería  salió  de  su  casa  llorando 
Da  muchacha  pequeña,  y  se  fué  hacia  donde  estaban  los 
¡ligíosos;  tomóla  en  sus  brazos  el  padre  Frezneda,  y  esta- 
a acariciándola,  cuando  vino  de  los  gentiles  una  flecha, 
[tte  entrándole  á  aquella  criatura  por  un  ojo,  le  pasó  la  ca- 

.  El  padre  al  instante  buscó  agua,  y  bautizó  á  la  niña, 

cual  de  allí  á  breve  rato  murió,  volando  su  alma  al 
ielo. 

Viendo  los  religiosos  que  muchos  cristianos  estaban  he- 
didos (y  algunos  malamente),  y  que  de  aguardar  mas  tiem- 
po se  seguiría  mayor  estrago,  persuadieron  á  sus  neófitos 
«retirada,  dejando  en  manos  de  Diesel  remedio  de  aque- 
"^  almas.  Comenzaron  su  regreso,  y  después  de  haber  ca- 
Biinado  como  dos  leguas,  el  padre  Cabello  se  detuvo  á  con  - 
fear  y  auxiliar  algunos  cristianos  gravemente  heridos,  y 
®  esta  piadosa  ocupación  consiguió  la  palma  del  martirio; 
porque  reforzados  los  infieles  con  nuevo  socorro,  acometie- 
Wü  nuevamente  á  los  cristianos,  y  encontrando  primera- 
ícente  á  dicho  padre,  le  mataron,  y  también  á  los  que  auxi- 
liaba, é  hirieron  mas  de  veinte  cristianos.  Murieron  en  este 


—  184  — 
conflicto  el  padre  fray  Antonio  Cabello, 
Iones.  De  los  infíeles  se  supo  después  qi 
ce  en  eJ  combate,  y  que  muchos  quedar 
pidos. 

Los  religiosos  en  su  retirada  iban  coi 
se  deja  discurrir,  viendo  malograda  la 
perdida  la  esperanza  de  conseguir  el  fln, 
bian  espuesto  á  tantos  trabajos  y  peÜgn 
consuelo  qut;  dispuso  Dios,  que  durante 
tianos  cogieron  á  un  muchacho  y  dos 
gentiles;  y  esperaban  que  estas  criatura: 
enteradas  del  santo  €n  que  habia  llevad< 
sus  tierras,  pudieran  servir  á  su  tiempo 
falta  ocasionó  la  fatalidad  referida.  Esta 
mente  trabajosa,  porque  en  los  combate! 
los  infíeles,  perdieron  los  cristianos  la  m 
timento,  y  como  era  tanta  gente,  no  pot 
nistrar  con  sus  frutos  la  manutención  d< 
esto  se  anadia  la  dificultad  de  haber  de 
malamente  heridos.  Finalmente,  comien 
silvestres,  llegaron  á  los  pueblos  de  las  i 
perimentat  el  mayor  dolor  con  el  sentim 
y  parientes  de  los  difuntos.  A  que  se  ag 
hallar  los  pueblos  infestados  con  las  vi 
que  suele  devorar  á  estos  pobres  indios 
hiendo  contenerse  para  el  resguardo  qui 
cia,  se  van  al  monte,  donde  son  muchísi 
ren.  * 

Aunque  fueron  tan  adversas  las  entr 
conversores  hablan  hecho  á  la  montaña 
no  perdieron  las  esperanzas  de  conseguí 
to;  porque  los  tres  cautivos  que  habían 
cabo  de  un  año  ya  sabían  hablar  castell 
cia  de  que  su  nación  era  de  los  Settel 
gente  y  fácilmente  recibirían  el  santo  b 
ronse  los  tres  cautivos,  y  fueron  bautizí 


—  185  — 

■ 

Con  las  noticias  que  estos  neófitos  daban  de  la  buena 
le  de  sus  paisanos,  los  padres  conversores  pidieron  li- 
cia  al  muy  reverendo  padre  comisario  general,  fray  Fran- 
Soto  y  Mame,  para  volver  á  Manáo  en  compañía  de 
tres  neófitos,  sin  mas  viático  que  la  divina  Providencia, 
oedióseles  la  licencia  que  pedian,  con  tal  que  llevasen 
os  indios,  que  cargasen  el  bastimento  hasta  cierta  dis- 
cia  del  pueblo  de  los  gentiles,  desde  donde  los  padres 
versores,  acompañados  de  los  tres  neófitos,  deberían  pro- 
ir  su  espedicion. 
Con  este  permiso  se  disponian  ios  padres  para  la  entrada 
mes  de  Julio  del  año  1758;  pero  los  indios  de  las  conver- 
es representaron  á  los  padres  que  no  podian  consentir 
e  se  espusieran  á  tan  manifiesto  peligro.  Que  se  tomasen 
providencias,  porque  ellos  estaban  fatigados  de  las. 
tínuas  caminatas,  y  no  podian  proseguir  en  tanta  fatiga. 
iendo  los  religiosos  frustrado  su  intento,  y  que  por  aquel 
o  era  imposible  hacer  la  entrada,  determinaron  que  el 
ire  fray  José  Miguel  Salcedo,  con  el  hermano  fray  Alen- 
de la  Concepción,  bajasen  á  Lima  con  los  tres  neófitos  de 
áo,  á  solicitar  del  superior  gobierno  las  providencias 
rias  para  la  reducción  que  prometían  aquellas  prími- 
ms  de  su  gentilidad.  Bajaron  los  referidos  á  Lima;  y  aun- 
que hicieron  las  diligencias  que  les  dictaba  su  fervoroso 
celo,  no  consiguieron  del  virey  mas  de  un  t^ito  permiso 
para  hacer  la  entrada  según  les  pareciese  mas  conve- 
niente. 

Los  padres  conversores,  confiados  en  la  divina  Providen- 
cia, dispusieron  las  prevenciones  que  les  parecian  necesa- 
rias para  el  fin  de  aquella  espedicion.  Herramientas,  cha- 
^uiras,  cintas,  pólvora,  escopetas,  etc.  Reclutaron  en  Lima 
doce  Europeos  para  que  entrasen  en  cualidad  de  sol- 
dados; y  habiendo  llegado  á  la  provincia  de  Pataz,  se 
agregaron  algunos  de  ellos  y  catorce  Portugueses;  de  suer- 
te que  se  juntaron  veinte  y  ocho  soldados  armados,  ganan- 

15 


—  186  — 
do  quince  pesos  al  mes  y  los  víveres 
entrado  los  soldados  al  Paeblo  de  Pa: 
ron  los  padres  en  mayor  angustia,  pe 
conversiones  rehusaban  absolatamei 
tos  para  los  soldados.  Fueron  neces: 
rendimientos  y  promesas  de  los  pad: 
ellos  que  cargasen  el  bastimento  has 
jos  de  Manáo;  y  aun  muchos  indios  a 
tes  de  llegar  al  sitio  y  se  volvieron  á 
Salieron  del  pueblo  de  San  Buena 
la  tropa  é  indios  á  mediados  del  mes 
y  en  su  compañía  el  padre  fray  Joa 
hermano  fray  Alonso  de  la  Concepcio 
de  Manáo.  Comenzaron  el  viaje  con  ti 
iban  á  conquistar  todo  el  mundo;  pe: 
no  estaban  acostumbrados  á  las  cami 
de  la  montaña,  á  pocos  días  de  marcl 
fallecer,  y  caminaban  tan  lentamentt 
veinticinco  dias  gastaron  cuarenta  y 
versor  tuvo  mucho  que  tolerar,  así  d( 
como  de  la  falta  de  obediencia  que 
mas  sensible  fué,  que  habiendo  llegat 
no  les  faltaba  sino  una  jomada  para  1 
gentiles,  se  amotinaron,  y  dijeron  i. 
adelante,  alegando  que  había  falta  de 
forma  de  convencerlos,  reconviniéndc 
que  si  no  tenían  aliento  para  caminal 
bian  de  tener  para  regresar  treinta  di 
determinación,  quiso  proseguir  solo  c 
dos  6  tres  Españoles  que  se  ofrecieron 
los  demás  se  opusieron  con  tal  animoi 
padre  que  llegasen  á  las  armas,  se  yi<: 
su  dictamen  y  regresar  con  todos;  lo 
muchos  trabajos,  pérdidas  y  enfermed 
en  el  camino  tres  Españoles,  y  los  dei 


—  187  — 
1  desfigurados,  que  parecían  imágenes  de  li 


r^rrr 


I— j 


l°l°l°l°l°l 


C=3 


£=3     C 


[ — 1 


1=3 


C=3 


r— a 


m 


1=3     I 1 


I — I 


CAPITULO  XXXII- 


Beduecíon  de  loa  indios  Settebos  deManáo. 


Dijimos  en  el  capítulo  III  que  en  el  año  1657  núes 
religiosos  llegaron  á  los  indios  Settebos,  ?iunque  por  ent 
ees  hicieron  poco  fruto.  Que  por  el  año  1661  tuvieron  ni 
tros  religiosos  reducida  dicha  nación  en  dos  pueblos  coni 
iglesias,  donde  acudian  á  la  doctrina  mas  de  dos  mil  al 
de  padrón;  y  que  entonces  estaban  establecidos  en  las 
genes  del  famoso  rio  Ucayali.  Esta  es  la  misma  nación 
ahora  estaba  avecindada  en  las  riberas  del  rio  Manáo, 
formándose  de  las  vertientes  de  las  tierras  altas,  desaguí 
el  Ucayáli,  del  cual  distaban  cosa  de  veinte  leguas.  Habíl( 
se  retirado  de  las  riberas  de  este  gran  rio,  compelidosdel 
muchas  hostilidades  que  habian  padecido  de  las  naciofl 
circunvecinas,  especialmente  de  los  Schipibos,  los  cuales^ 
hitaban  como  veinte  leguas  al  sur  de  Manáo.  De  estos  Sdl 
pibos  por  los  años  1736  habian  padecido  tal  destrozo,  quei 
todos  los  Settebos  que  salieron  á  la  batalla  (que  fueron  cí 
todos)  solo  escaparon  muy  pocos  con  vida.  De  esta  gueí 
resultó  un  odio  mortal  entre  las  dos  naciones;  y  obligó 
los  Settebos  á  vivir  en  un  terreno  cenagoso  con  mil  ina 
modidades,  para  estar  mas  resguardados  y  á  cubierto  de  1 
insultos  de  sus  enemigos. 

Con  las  desgracias  sucedidas  en  tantas  tentativas  para 
conquista  de  Manáo,  parece  que  los  padres  conversores  (1( 


a  empresa,  y  verdaderamente  muchos  de 
muy  difícil,  y  se  habian  resfriado  en  sus 
eron  tantas  las  instancias  que  hacian  los 
3  Settebos,  que  después  de  haber  encomen- 
:  negocio,  se  animaron  ú.  su  prosecución  los 
Miguel  Salcedo,  y  fray  Francisco  de  San 
necesarias  prevenciones  en  el  pueblo  de 
■a  del  Valle,  llevaron  para  la  espedicionse- 
cho  pueblo,  veinte  de  Sion,  siete  Europeos 
ados,  y  por  intérprete  á  la  muchacha  Sette- 
llamaba  Ana  liosa.  Salieron  á  la  conquis- 
s  de  Mayo  del  año  1760,  y  á  los  veinte  y 
i  llegaron  al  rio  Manáo.  Aquí  descansaron 
¡ndose  para  la  empresa  con  los  sacramentos 
omunion,  porque  ae  discurría  cerca  de  los 
'  de  Julio  salieron  para  el  pueblo  de  Yapa- 
osa  discurrió  encontrará  sus  parientes;  pe- 
ido  el  camino,  anduvieron  errantes  por  los 
,  siendo  la  distancia  de  dos  dias  al  dicho 
lUaron  abandonado,  y  con  evidentes  seña- 
dos años  que  faltaban  de  allí  sus  morado- 
t  desconsuelo  de  todos  'en  esta  ocasión  por 
Lo  primero  por  no  saber  á  qué  parte  se 
os  gentiles.  Lo  segundo,  porque  los  cris- 
iban  sin  bastimento,  por  haber  dejado  ocul- 
ara  la  vuelta  alguna  porción  de'  que  lleva- 
t,  porque  el  padre  Salcedo  se  hallaba  con 
ro  padre  naolestado  de  llagas  en  las  pier- 
impediá  la  prontitud  y  viveza  que  reque- 
rduo. 

Qce  tan  apretado,  salieron  algunos  indios 
á  buscar  rastros  6  'camino.  A  la  orilla  del 
ndicios  de  haber  pasado  por  allí  dos  ca- 
llaron plátanos  que  los  gentiles  habian 
larlos  maduros  á  su  regreso.  Bien  seguros 
¡ue  por  allí  habian  de  volver  las  canoas, 


—  190  — 
dispusieron  aguardarlos  ocultos  eu 
luego  que  asomaran,  saliese  Ana  R( 
de  Julio  por  la  tarde  se  vio  venir  ui 
venían  dos  gentiles,  y  no  hallándoE 
salir,  salieron  algunos  indios  Cristi 
los  gentiles  desamparando  la  canoa 
cho  sintieron  los  padres  este  lance, 
las  manos  ocasión  tan  oportuna,  y 
que  tuvo  Ana  Rosa  cuando  supo  Is 
Pero  luego  se  divisd  la  otra  canoa, 
hombres  j  dos  mujeres.  Salió  Ana 
dando  ocultos  todos  los  cristianos  ( 
buen  éxito  de  la  empresa. 

Peroró  la  buena  muchacha  con  ¡ 
Tientes;  pero  los  halló  tan  adversoi 
que  en  mucho  tiempo  no  los  pudo 
hablarles.  Finalmente,  después  de 
mesas,  los  convenció  á  que  hablaseí 
Ana  Rosa  á  los  padres,  y  al  instante 
visaron,  como  veloces  fieras  tiraron 
jeres  y  uno  de  los  hombres,  y  lo  m 
el  otro,  á  no  tenerJe'Ana  Rosa  fuert 
ma,  de  suerte  que  no  le  soltó  hasta 
quienes  arrojándose  al  agua,  vinier 
tebo,  que  se  llamaba  Runcato.  Abi 
llevaron  á  la  enramada,  donde  le  re¡ 
que  pudieron. 

Recobrado  RUncato  del  sobresal! 
la  Ana  Rosa  de  los  trabajos  que  su 
en  su  ausencia,  porque  sus  enemig< 
esparcidos  por  aquellos  montes,  sir 
algodón  para  sus  cusmas.  Los  padn 
(por  medio  de  la  intérprete)  que  se  > 
mitian  su  amistad,  los  defenderían  i 
rían  herramientas  para  trabajar  sus 
tos  ahogos,  y  serian  sus  hermanos. 


—  191  — 

cato  con  los  cristianos,  y  Ana  Rosa  le  informó  de  lo 
había  visto  en  las  tierras  donde  habia  estado,  y  de  co- 
los  padres  no  venian  á  hacerles  daño,  sino  á  ser  sus 
y  cristianos.  El  dia  9  por  la  mañana  los  padres  con- 
res  enviaron  á  Runcato  bien  regalado  de  herramien- 
y  chaquiras,  para  que  diera  aviso  á  su  curaca  y  gente 
b  que  le  habia  informado  Ana  Rosa. 
Alegre  salió  Runcato  á  dar  la  embajada  á  sus  parientes; 
en  el  camino  los  encontró  á  todos  armados  á  punta  de 
rra,  que  venian  hechos  unas  fieras  á  matar  á  sus  hués- 
,  porque  el  uno  de  los  indios  que  escaparon  de  la  pri- 
canoa,  habia  llegado  la  noche  antes  al  pueblo,  dicien- 
que  los  viracochas  habian  muerto  á  sus  compañeros,  y 
él  se  habia  escapado  en  fuerza  de  la  velocidad  de  sus 
.  Con  este  siniestro  informe  venian  tan  enfurecidos  que 
Sanéate  le  costó  mucho  el  apaciguarlos ,  refiriéndoles  la 
d  de  lo  que  habia  visto  y  entendido.  Con  esto  los  per- 
ió  á  que  viniesen  con  él  á  visitar  á  sus  huéspedes. 
El  dia  10  de  julio  por  la  mañana  se  adelantó  Runcato  á 
f  aviso  á  los  padres,  de  como  venian  ya  sus  parientes.  Sa- 
n  los  religiosos  con  toda  la  gente  á  recibirlos  á  la  playa 
1  rio,  por  la  cual  venian  los  gentiles  armados  y  pintados 
iisanza  de  guerra,  y  algunos  traian  vistosos  plumajes  en 
cabeza.  Cuando  los  infieles  vieron  á  los  forasteros,  le- 
vantaron grande  algazara,  diciendo:  amico,  amico:  corres- 
fondieron  los  cristianos  con  las  mismas  voces:  amico^  ami- 
^'  Llegáronse  á  abrazar  con  grande  alegría;  y  habiendo 
Wo  lugar  á  aquel  primer  alborozo,  entonaron  los  padres  el 
TeDeiim  laíidamus,y  procesionalmente  mezclados,  cristianos 
y  gentiles,  fueron  á  una  capilla  que  de  palmas  se  habia  dis- 
puesto; y  todos  adoraron  una  imagen  de  la  Madre  de  Dios 
fie  allí  se  habia  colocado. 

Concluida  la  adoración,  el  curaca  principal  de  aquella 
geate  que  se  llamaba  Santo- aray,  pidió  á  los  padres  que 
feesen  á  su  pueblo,  donde  las  mujeres  los  aguardaban  con 
'acomida.  Admitieron  el  convite;  y  después  de  haber  ca- 


—  192  — 

Dado  cosa  de  cuatro  leguas  por  tii 
ligao  pueblo  llamado  Tsuá-áray. 
mtro  algninas  mujeres  con  danza 
j  condujeron  á  los  cristianos  á  1 
iray,  donde  los  administraron  la  c 
ira,  por  componerse  de  plátanos 
de  chicha,  les  pareció  á  los  indio 
El  dia  siguiente,  habiendo  los  pi 
á  los  gentiles  que  allí  se  hallaba 
la  intérprete  Ana  Rosa)  el  motivi 
s,  que  era  principalmente  á  hací 
diesen  ir  al  cielo,  y  ¿  ser  sus  am 
a  mucho-gusto  se  harían  cristiai 
todos,  se  comenzó  á  fabricar  un: 
ífíces  fueron  los  indios  Cristian 
ichos  maderos  de  que  abunda  1í 
LS  para  su  cubierta.  Mientras  se 
dres  enviaron  por  el  ornamento 
bian  dejado  oculto  en  el  monte 
uellos  tres  días  inmediatos  vin 
iios  Settebos  que  se  hallaban  poi 
eños  pueblos,  á  los  cuales  despi 
:nas  herramientas,  les  daban  Io£ 
ídio  de  la  intérprete)  el  motivo  di 
o  que  los  gentiles  manifestaban  j 

El  dia  16  de  julio,  habiéndose  c 
ado  una  hermosa  y  grande  cruz, 
puerta,  y  habiendo  llegado  los  c 
snto,  se  bendijo  con  solemnidad  1 
Q  con  grande  reverencia  todos  1( 
wpues  se  bendijo  la  iglesia,  erigi 
!  aquella  conversión  á  nuestro  pai 
e  íray  Miguel  de  Salcedo  cantó 
iciaron  el  otro  padre  y  los  indios 
piritual  que  se  deja  discurrir. 

A.  los  jndios  de  ^ta  nación  lian 


—  193  — 

ion  á  unos  gallinazos  de  cabeza  colorada  que  los  llaman 
este  nombre.  La  causa  de  haber  tomado  aquel  apellido 
se  puede  averiguar,  ni  ellos  la  saben.  Tenían  noticia  del 
ianismo,  pero  mezclado  con  mil  absurdos  y  barbarida- 
;.  Creían  que  hay  Dios,  que  castiga  á  los  malos  y  premia 
los  buenos.  Tenían  noticia  de  la  Madre  de  Dios;  pero  la 
fiuivocaban  con  Dios,  teniéndola  por  criadora  de  todo,  y  ni 
kfaian  como  se  llamaba.  Reverenciaban  grandemente  la 
PsDta  Cruz,  y  la  colocaban  por  los  caminos,  casas,  plazas  y 
icaras.  Usaban  el  bautismo  ridiculamente;  pues  se  redu- 
á  bañarse  con  agrio  de  limón,  sin  pronunciar  forma  al- 
:.  C!omo  los  dichos  padres  no  tenían  noticia  de  lo  que 
jamos  escrito  en  el  capítulo  III,  por  estas  señas  discurríe- 
m  que  estos  indios  serian  descendientes  de  cristianos  fu- 
gitivos de  alguna  conversión  de  los  padres  jesuítas  6  de  los 
portugueses;  pero  todas  estas  noticias  del  cristianismo  las 
Itenian  derivadas  desde  que  nuestros  religiosos  los  tuvieron 
jfeducidos,  como  dije  en  dicho  capítulo.  Otras  muchas  bar- 
Niidades  tenían  por  actos  de  religión;  y  para  desímpresio- 
aarlos  de  ellas,  trabajaron  mucho  tiempo  los  padres  conver- 
tores.  Algunas  costumbres  tenían  tan  abominables,  que  me 
parece  mas  conveniente  dejarlas  al  silencio,  que  ofender  los 
Vadosos  oídos  con  su  noticia.  Tenia  esta  nación  en  e@tc 
tiempo  doscientas  veinte  almas. 

Dispuestas  las  cosas  de  la  nueva  conversión,  se  determi- 
nó que  se  quedase  en  ella  el  padre  fray  Francisco  de  San 
José,  con  los  siete  Europeos  y  cuatro  indios  del  Valle,  para 
<iue  trabajasen  una  chácara  para  los  cristianos.  Con  esto  so 
I  volvió  el  padre  Salcedo  con  la  demás  gente,  porque  allí  no 
rbí)ia  con  que  poderse  mantener;  y  si  no  hubieran  reserva- 
;  do  en  el  camino  algún  bastimento  para  la  vuelta,  hubieran 
I  perecido  de  necesidad. 

Muchos  trabajos  padecieron  los  cristianos  en  Manáo  en 

''  tquel  primer  año,  porque  como  aquellos  infelices  indios  no 

teman  herramienta,  sus  chácaras  eran  tan  pequeñas,  que 

apenas  suministraban  alimento  para  cuatro  meses  del  año: 


—  IM  — 
los  demás  vivían  de  frutos  silvestres,  de 
huevos  de  tortuga,  de  los  cuales  se  j: 
tiempo  en  las  playas  de  Ucayali.  Tambiei 
la  caza  de  algunos  saginos  y  monos.  Svs 
te  tenían  plátanos,  maíz  y  yuca  en  corta 
papayas.  Aunque  los  cristianos  hicieron  i 
mientras  ésta  no  pudo  suministrar  algún 
ron  muy  parcamente  de  la  caza  que  podi; 
dos.  La  plaga  de  mosquitos  los  molestabí 
no  les  daba  tugar  á  estar  parados  un  inst 
experiencia  les  enseñó  lo  indispensable  qi 
bellones  ó  toldos;  pues  hasta  aquellos  bar 
defenderse  de  los  mosquitos,  aun  con  estí 
molestas  y  enojosas  picadas. 

Con  los  anuales  socorros  que  se  remi1 
de  las  conversiones  de  Cajamarquilla,  tu' 
nos  de  Mando  algún  alivio,  porque  criaro 
ñas,  sembraron  arroz  y  frisóles,  de  que 
indios  de  dichas  conversiones  eompusiero 
viéndole  mucho  por  atajos,  y  labraron  á 
varias  chácaras  para  tener  bastimento  freí 
bajo.  Mucho  padeció  el  primer  año  el  [ 
Manáo,  porque  aquellos  bárbaros  siemp 
desconfianza  de  que  los  cristianos  los  veni 
que  la  intérprete  Ana  Rosa  los  procurs 
aprensión,  coirfb  los  indios  son  la  mismi 
vían  los  cristianos  siempre  con  el  recelo  c 
gundo  año  de  la  reducción  de  Mando,  en 
fray  Juan  de  Dios  Frezneda  d  acompañar  í 
cisco  de  San  José;  y  entre  los  dos  compus! 
bularlo  de  aquella  lengua,  ayudados  de  1 
Rosa,  la  cual  catequizaba  á  sus  paisanos; 
eran  tan  bárbaros  y  obstinados  en  el  re 
loe  Schipibos,  solo  se  administraba  el  sai 
párvulos,  pero  á  los  adultos  solo  in  ariicv: 
Aunque  los  indios  de  las  conversiones 


—  195  — 

muy  dóciles  y  buenos  cristianos,  no  dejaban  de  sentir 

anual  caminata  que  se  veian  obligados  á  ejecutar  con  las 

rgas  de  los  socorros  por  mas  de  cuarenta  dias  de  ida  y 

Ita  de  Manáo,  y  se  reparó  que  muchos  enfermaban  del 

sancio  é  intemperie  de  aquellos  países,  y  morían  algunos 

os  los  anos.  Para  evitar  (si  fuese  posible)  este  inconvenien- 

,  dispusieron  los  prelados  que  se  buscase  un  camino  mas 

il  por  la  vía  Pozuzo,  discurriendo  que  embarcándose  por 

rio  Pozuzo,  se  llegaría  á  ücayali,  y  por  él  á  Manáo  sin  la 

tíga  que.  causaba  el  llevar  el  socorro  en  hombros  de  los 

dios  desde  CajamarquiUa. 

Para  este  fin,  á  principio  del  verano  del  año  1763  se  fa- 
iTicaron  dos  canoas  en  el  rio  Mayro,  y  en  ellas  emprendie- 
n  el  viaje  los  padres  fray  José  Hernández  y  fray  Francisco 
írancés,  con  veinte  y  tres  hombres  pagados  para  el  remo  y 
escolta.  El  padre  Hernández,  valiéndose  de  un  mapa  mal 
ibrmado  que  habia  en  el  Archivo  de  este  colegio,  discurría 
llegar  desde  el  puerto  del  Mayro  á  Manáo  en  cinco  ó  seis 
áias,  y  con  esta  preocupación  no  embarcaron  los  víveres  co- 
rrespondientes al  viaje  que  emprendian,  ignorando  sus  con- 
tingencias. 

Salieron  los  mencionados  del  puerto  del  Mayro  á  princi-r 
pies  de  agosto  del  mismo  año  1763,  y  después  de  haber  na- 
vegado  siete  dias  rio  abajo,  encontraron  en  una  playa  unos 
gentiles,  que  al  ver  á  los  cristianos,  hicieron  con  sus  flechas 
íiarde  de  valentía;  pero  insinuados  de  que  los  nuestros  venian 
de  paz,  echaron  sus  armas  al  suelo.  Saltaron  los  cristianos 
en  aquella  playa,  y  los  gentiles  les  manifestaron  grande  be- 
nevolencia, y  los  acompañaron  á  unos  galpones  ó  casas 
grandes  que  tenian  apartados  de  la  playa  cosa  de  un  cuarto 
^  de  legua.  Allí  cantaron  los  padres  el  Te  Denm  laudamus,  y 
^Píeguntaron  á  los  infieles  por  Manáo;  pero  aunque  entre  los 
cristianos  habia  de  siete  idiomas  diferentes,  nadie  pudo  en- 
tender á  estos  gentiles.  El  padre  fray  Francisco  Francés, 
deseoso  de  emplear  su  apostólico  celo  en  la  instrucción  de 
^^uellos  indios,  pidió  á  su  compañero  licencia  para  quedar- 


—  196  — 
allí,  mientrae  él  volvía  de  Manáo. 
2  cuatro  indios  y  un  muchacho  de  P 
1  acompañar. 

El  padre  Hernández  prosiguió  rio  a 
o,  y  hahiendo  navegado  cinco  dias  i 
scaha,  discurrió  que  ya  se  hahria  p 
riendo  qne  los  víveres  iban  faltando, 
terminaron  regresar  con  el  descons 
rrir.  Como  llevaban  poco  bastimento 
nente  á  cazar  y  coger  huevos  de  to 
■daron  cerca  de  un  mes  para  llegar 
edado  el  padre  Francés.  Cuando  11 
liaron  persona  alguna,  y  habiendo 
stianos  para  buscar  al  dicho  padr 
lió  el  uno  flechado  por  las  espaldas: 
radamente,  y  apenas  lo  ejecutaron,  a 
infieles  con  grande  algazara,  dispi 
i  canoas;  y  aunque  los  soldados  les  d 
azos,  la  algaraza  de  los  gentiles  dal 
)n  que  habían  ejecutado;  por  lo  que 
a  el  sentimiento  de  haber  perdido  a 
mpañeros.  El  padre  Hernández  y  si 

viaje  á  Pozuzo  con  mil  calamidac 
ta  de  bastimentos;  de  suerte  que  lie 
ehos  retratos  de  la  muerte  el  dia  18  ■ 

No  se  supo  por  entonces  qué  infielí 

quedó  el  padre  Francés;  pero  despi 
an  los  Caschibos,  También  se  ha  s 
cho  padre  no  murió  en  aquel  sitio, ; 
Tcado  en  una  balsa  con  dos  indios  ci 
r  en  el  Ucayali  encontraron  con  al 
lales  llegaron  á  preguntar  por  Man 
sparar  sus  flechas,  con  que  les  quita 
ese  que  en  el  paraje  donde  quedó  i 
ometieron  los  traidores  Caschibos,  2 
is  cristianos  escaparon  de  la  matanis 


—  197  — 
ircaron  á  todo  riesgo  sin  poder  evadir  la  muer- 
<eral)a.  Este  religioso  era  de  la  provincia  ds 
los  Descalzos  de  Andalucía,  varón  de  conocí- 
bia  venido  de  España  en  el  año  1754,  y  habia 
sanos  en  Pozuzo  muy  amado  de  sus  neófitos 
es  prendas. 


I» 


CAPITULO  X]^]SIII 


Bednccion  de  loa  indios  Schipibos,  j  otros- 


Aunque  la  nación  de  los  Settebos  era  tan  cortSi  como  i 
ha  referido,  considerando  los  padres  conversores  que  podií 
ser  escala  y  puerto  para  la  conversión  de  las  muchas  nación 
nes  que  se  hallan  en  las  márgenes  del  famoso  ücayali,  pürí 
sieron  todo  el  conato  en  conservar  el  pueblo  de  Manáiv 
aunque  fuese  á  costa  de  tantos  trabajos.  Para  conseguir  esh 
grande  obra  era  necesario,  primeramente  conquistar  los  áni- 
mos de  los  Settebos,  desnudándolos  de  sus  barbaridades,! 
sobre  todo  del  odio  inveterado  que  tenian  á  las  nacional 
circunvecinas.  La  nación  mas  inmediata  á  Manáo  era  la  dt 
los  Schipibos,  que  distaba  de  Manáo  cosa  de  veinte  legnat 
al  sur  de  malos  caminos;  de  suerte  que  por  tierra  tardaba 
en  caminar  dicha  distancia  cuatro  dias,  y  por  los  rios  tarda- 
ban ocho  ó  diez  dias.  Esta  nación  era'mas  numerosa  que  li 
de  los  Settebos,  los  cuales  la  aborrecian,  de  suerte  que  lue- 
go que  los  habjaban  de  los  Schipibos,  no  querian  mas  qne 
cortarles  las  cabezas,  robarles  las  mujeres,  y  otros  dispait* 
tes  semejantes.  Para  quitar  este  odio  á  los  Settebos,  traba- 
jaron los  padres  conversores  con  tal  tesón  durante  cuatm 
años,  que  finalmente  consiguieron  ablandar  aquellos  ánim» 
feroces;  con  lo  cual  se  facilitó  la  reducción  de  los  Schipibos, 
y  sucedió  con  la  ocasión  que  ya  refiero. 

Llegó  á  Manáo  por  el  verano  del  año  1764  la  noticia  dft 


—  199  — 

fatal  espedicion  del  padre  fray  José  Hernández  y  su  com- 
ero  el  padre  Francés.  Y  como  sobre  la  muerte  de  oste  re- 
había  varias  opiniones,  pues  el  hermano  donado  An- 
ío  Gorostiza  (que  se  habia  hallado  en  la  espedicion,  y 
pquel  año  habia  entrado  en  Manáo)  afirmaba  que  dicho  pa- 
^  no  era   muerto;  para  salir  de  esta  duda  el  padre  fray 
Jluan  Frezneda  determinó  llegar  al  sitio  donde  habia  quéda- 
lo el  padre  Francés,  y  desengañarse  de  la  tragedia.  Salió 
4e  Manáo  el  mes  de  setiembre  de  dicho  año  con  dos  canoas, 
en  ellas  diez  indios  de  Pampa  Hermosa,  cuatro  indios  Set- 
bos,  y  el  dicho  hermano  Antonio.  Habiendo  salido  al  Uca- 
i,  nave^ron  tres  dias  rio  arriba,  hasta  que  llegaron  á  la 
del  rio  Pischqui,  en  cuyas  márgenes  habitan  los  Schi- 
fihoB.  Subieron  por  él  un  dia,  y  al  segundo  encontraron  dos 
jttsfieles  Schipibos,  los  cuales  al  instante  que  vieron  á  los  fo- 
Irasteros,  se  escondieron  en  el  monte,  y  por  mas  que  les  Ua- 
paaron  y  gritaron,  no  quisieron  manifestarse.  Viendo  el  pa- 
jdre  que  perdian  tiempo  vanamente,  mandó  colgar  de  un 
|Érbol,  en  el  paraje  donde  habian  visto  á  los  dos  indios,  dos 
taachetes  y  algunos  cuchillos.  Y  continuando  su  viaje,  ha- 
cendó salido  al  Ucayali,  siguieron  por  él  tres  dias  rio  arriba, 
kasta  que  llegaron  á  la  boca  del  rio  Aguaytia.  El  hermano 
[Antonio  Gorostiza  reconoció  que  aquel  era  el  sitio  desde 
dwide  habia  regresado  el  padre  Hernández,  y  se  lo  dijo  al 
padre  Frezneda;  y  que  desde  allí  al  paraje  donde  habia  que- 
|<Sado  el  padre  Francés,  tardarían  veinte  dias.  Por  esta  causa 
<5otejando  los  víveres  que  llevaban,  reconoció  el  padre  que 
i W)  tenían  bastante  para  todo  el  viaje,  y  determinaron  regre- 
«ará  Manáo. 

Habiendo  llegado  á  la  boca  del  rio  Pischqui,  entraron  por 
^U  ver  si  los  gentiles  habian  llevado  la  herramienta  que 
Í08  cristianos  habian  dejado.  Llegados  al  paraje,  y  no  ha- 
jJlaado  allí  la  herramienta,  prosiguieron  otro  dia  rio  arriba, 
:  J  ri  dia  tercero  oyeron  en  el  monte  golpes  como  que  esta- 
je cortando  algunos  palos.  Dieron  voces  los  Settebos  (por 
^r  de  un  mismo  idioma),  y  salió  un  indio  mozo  desnudo, 


—  200  — 

endo  amico,  amico.  Los  cristianoi 
izaron  al  Schipibo,  qnien  dijo  qne 
donde  estaba  bq  padre  7  familia 
•spaes  de  haber  agasajado  á  aquel 
si  querían  ser  sns  amigos,  viniese 
m  herramientas.  Respondieron  los 
irían  á  los  de  su  nación.  Estuviero 
dia,  y  se  volvieroD  á  embarcar  pai 
á  fines  de  octubre  con  la  aotícia  d 
lo. 

Aguardando  estaban  los  padres  ' 
a  visita  de  los  Schipibos^y  confervt 
ios  el  buen  éxito  de  aquella  espiríi 
1  de  los  Schipibos,  aimque  numero 
almas,  no  t^nia  pueblos,  mas  tít 
)s  por  aquellos  montes;  de  suerte  ( 
ite  leguas  de  nort«  al  sur,  y  diez « 
a  las  tierras  altas,  y  por  este  n 
upo  en  convenirse  á  tener  anüstai 
itianos. 

El  dia  28  de  Noviembre  del  mism< 
tblo  de  San  Francisco  de  Manáo  1 
ncipales,  á  los  cuales  recibieron  1 
.  grandes  demostraciones  de  cariño 
■alado  les  dieron  á  entender  que  d( 
a  hacerlos  cristianos,  para  que,  sv 
?en  ir  al  cielo.  Convinieron  en  llev 
en  llegtí  con  ellos  á  sus  tierras  el  d 
recibido  con  universal  alegría  de 
dicho  padre  les  exhortó  que  se  jai 
íblo,  para  que  pudiesen  ser  instruí 
na:  y  habiéndolo  conferido  entre  el 
meblo  en  la  margen  del  rio  Pischi 
ca  de  la  capilla  y  casa  del  padre  y 
Enero  del  año  1765  se  dijo  en  él  la 
ninó  el  pueblo  de  Santo  Domingo 


—  201  — 

El  padre  fray  Francisco  de  San  José,  como  superior  de 
idla  conversión,  participó  á  este  colegio  la  noticia  de  la 
leva  conquista  espiritual,  y  de  la  puerta  que  con  ella  se 
ria  á  la  conquista  de  las  muchas  naciones  que  habitan  las 
mes  del  rio  Ucayali.  Pedia  también  que  le  enviasen 
LOS  religiosos  para  trabajar  en  aquella  nueva  viña  del 
íor.  Llegó  esta  noticia  á  Lima  á  principios  de  Abril  del 
ícho  año  1765;  y  como  el  colegio  se  hallaba  falto  de  reli- 
í,  por  haberse  muchos  retirado  á  sus  provincias  cumpli- 
su  decenio,  el  padre  comisario  de  misiones  fray  Manuel 
pidió  á  la  santa  provincia  de  los  doce  Apóstoles  algunos 
trios  evangélicos,  para  que  entrasen  á  trabajar  con  los 
itiguos  misioneros.  En  esta  ocasión  salieron  de  la  provin- 
para  las  conversiones  cuatro  sacerdotes  y  tres  religiosos 

Para  que  en  adelante  no  se  atrasara  la  espiritual  conquis- 
de  los  infieles  por  falta  de  operarios,  el  muy  reverendo 
re  comisario  general  fray  Bernardo  Paon,  con  beneplá- 
ito  del  señor  virey  pidió  al  colegio  de  San  Ildefonso  de 
hillan  algunos  religiosos,  para  qué  ayudasen  á  los  de  este 
legio  á  la  conquista  de  las  almas.  Este  socorro  de  Chillan 
Segó  á  este  colegio  á  principio  del  año  1766. 

Como  todavía  no  habia  total  certidumbre  de  la  muerte 
ídel  padre  Francés  y  sus  compañeros,  se  dispuso  que  el  so- 
pcwro  que  se  enviaba  á  las  conversiones,  fuese  dividido  en 
apartes.  En  la  primera  fueron  los  padres  fray  José  Con- 
teras y  fray  Antonio  Várela,  y  los  hermanos  fray  Manuel 
de  San  Pablo  y  fray  José  Caballero.  Estos  salieron  de  Lima 
d  dia  9  de  Mayo  del  dicho  año  1765  con  el  padre  fray  Juan 
.dfi  Santa  Rosa,  presidente  de  las  conversiones  de  Cajamar- 
:Vúlla,  para  que  por  aquella  parte  entrasen  á  Manáo.  Con 
fe  segundos,  que  fueron  el  padre  fray  Pedro  Arrióla,  yo,  el 
iftnnano  fray  José  Colas,  y  un  hermano  donado,  determinó 
d  padre  comisario  de  misiones  hacer  entrada  al  rio  Ucayali 
^  canoas  por  la  vía  de  Pozuzo.  Salimos  de  Lima,  y  habien- 

16 


^ 


do  llegado  á  Huánuco  á  últimos  de 
delicias  para  la  fábrica  de  las  canosE 
rala  entrada;  pero  hubo  tales  incoi 
tropa  y  los  cargadores,  que  parecía 
conjurado  para  estorbarlo.  El  padre  f 
dente  de  las  conversiones  de  HuAnuí 
mingo  de  la  Cruz,  conversor  del  pue 
ron  incansablemente  para  la  habilit 
bastimento  necesario. 

Dispuestas  todas  las  cosas,  y  pu 
puerto  del  Mayro,  el  dia  3  de  Setie 
embarcamos  en  tres  canoas  y  una  bi 
comisario  de  misiones  fray  Manuel 
Bonamó,  misionero  antiguo,  el  pad 
padre  fray  Pedro  Arrióla,  e!  hermar 
canoeros,  veinte  y  cinco  soldados,  le 
los  diez  pagados,  con  un  cabo  de  la 
bernador  de  la  frontera.  Navegamo 
Pozuzo  y  Pachitea  siete  dias  con  el 
El  dia  10  de  Setiembre  llegamos  al 
dado  el  padi'e  Francés,  y  por  ser  tan 
leta  de  pedregal  <jue  está  en  frente. 

El  otro  dia  el  padre  comisario  y  « 
gunos  canoeros  y  veinte  soldados  fu( 
el  monte.  Los  canoeros  se  hablan  I 
hablan  hecho  el  padre  Hernández  y 
pues  de  varios  rodeos  llegaron  á  los ; 
solo  hallaron  en  ellos  algunas  rodel 
varios  atados  de  bazas  de  flechas,  y ; 
caras  en  las  inmcdicciones.  Y  aunqi 
rias  sendas,  no  hallaron  rastro  algí 
tarde  se  volvieron  á  la  isleta  sin  mas 
y  molimiento,  y  con  el  pesar  de  bal 
ciade  que  un  soldado,  al  tiempo  que 
nia  su  fusil,  se  le  disparó  y  mató  á  o 
terraron  en  aquella  playa.  Por  este  r 


—  203  — 

b  del  padre  Francés,  nombré  á  este  paraje  Puerto  Des- 
raciado. 

El  dia  12  volvimos  á  registrar  aquellos  montes,  el  padre 
omisario  y  los  demás  sacerdotes,  con  veinte  soldados  y  al- 
fonos  do  los  canoeros;  y  habiendo  empleado  todo  el  dia  re- 
orriendo  varias  sendas,  no  hallamos  indicio  alguno  de  gen- 
B,  y  al  anochecer  nos  volvimos  á  nuestra  mansión  bien  fa- 
igados.  El  dia  13  por  la  mañana  se  consultó  entre  los  pa- 
ires y  el  cabo  de  la  tropa  lo  que  convenia  hacer  en  aquel 
kado;  y  atendidas  las  circunstancias  del  tiempo  y  lugar, 
b  concluyó,  que  pues  no  se  encontraba  vestigio'  alguno  de 
k»  cristianos,  ciertamente  estaban  muertos  los  que  allí  ha- 
pan  quedado,  y  que  no  con  venia  pasar  á  Manáo  por  estar  el 
lempo  muy  adelantado,  de'suerte  que  si  llegábamos  allá, 
imposibilitaba  el  regreso.  Con  esto  determinado  el  regre- 
,  partimos  de  allí  el  mismo  dia,  navegando  rio  arriba,  y  á 
noche  paramos  en  una  isleta  en  frente  del  rio  de  San  Ni- 
lás.  Los  canoeros  pidieron  al  padre  comisario  hiciese  man- 
ion  allí  un  dia  para  componer  las  canoas. 
El  dia  14  mientras  se  componian  las  canoas,  el  padre  co- 
isario  con  el  padre  Bonamó  y  diez  y  seis  soldados  entraron 
registrar  el  dicho  rio;  pero  aunque  anduvieron  todo  el  dia 
iendo  varias  veredas,  no  hallaron  rastro  alguno  de  in- 
.  Es  cierto  que  por  allí  viven  gentiles;  pero  como  ellos 
M^ron  tanta  gente,  se  escondieron  por  los  montes,  sin  que 
die  pudiese  dar  con  ellos. 

Con  este  desconsuelo  marchamos  el  dia  15  para  el  puer- 
to del  Mayro,  donde  llegamos  el  dia  2  de  octubre  al  anoche- 
cer, y  el  dia  siguiente  después  de  haber  asegurado  las  ca- 
ídas en  sitio  conveniente,  caminamos  para  Pozuzo,  donde 
Begamos  el  dia  8  por  la  tarde.  En  este  viaje  no  se  padeció 
^tiga  por  falta  de  bastimento,  porque  el  hermano  fray  José 
Colas  y  yo  tomamos  el  trabajo  de  repartir  diariamente  la 
^cion  competente  á  todos  los  individuos  de  la  entrada;  de 
^ette  que  en  cuarenta  dias  que  duró  el  viaje,  siempre  se 
ola  ración  igual  suficiente  para  su  manutención,  á  la  cual 


—  204  — 
reñía  como  de  añadidara  alguna  caza 
las  entradas  que  se  hacen  á  la  monta! 
caución  y  tarea,  se  evitarían  muchos 
Qan  la  falta  de  "bastimentos;  porque  d' 
lisposicion  de  los  indios,  al  principio 
pues  se  hallan  sin  lo  preciso.  Habiénd 
do  la  tropa  y  canoeros,  los  religiosos  i 
pedición,  nos  venimos  á  este  colegio. 

De  los  religiosos  que  fueron  por 
padre  presidente  fray  Juan  de  Santa  1 
Mauáo  los  hermanos  fray  Manuel  de  í 
Caballero,  y  también  entró  el  padre  fi 
dOj  conversor  del  pueblo  de  Jesús  de 
en  él  al  padre  fray  José  Contreras.  L\< 
timos  del  mes  de  julio  de  dicho  año  ] 
imposible  juntar  á  los  indios  Schipibc 
halló  por  conveniente  fundar  de  dichi 
blos.  El  primero  en  la  margen  del  rio 
ron  Santa  Bárbara  de  Archaní.  El  seg 
rio  Ahuaytí-ya,  llamándole  Santa  C 
primero  fué  fundador  el  hermano  fra; 
segundo  el  hermano  fray  Alejandro  d 

Aunque  los  tres  sacerdotes  que  se 
versión  de  Manáo  tenían  bien  ocupad 
quizar  y  civilizar  á  los  Settebos  y  Sel 
vista  la  esperanza  de  convertir  á  los  < 
denaron  entre  sí  varios  espirituales  e 
divina  Majestad  dispusiera  los  ánimoi 
gentes,  para  que  prendiera  en  ellos 
Evangelio. 

A  principios  del  mes  de  setiembre 
principales  indios  de  Manáo  llegan 
fray  Francisco  de  San  José  y  le  díjer 
ir  á  amistamos  con  los  Cunibos,  y  loi 
Agradeció  el  padre  la  oferta,  y  los  re 
to  Domingo  de  Pisehquí,  para  tomar 


—  205  — 

1  padre  presidente  fray  Juan  de  Dios  Frezneda.  El  dicho 
dre  presidente  aprobó  el  intento  de  los  Settebos,  y  los  re- 
itió  con  el  hermano  Antonio  Gorostiza  á  Santa  Bárbara  de 
rchani,  donde  tenia  noticia  que  habian  llegado  cua- 
^  indios  Cunibos,  diciendo  que  deseaban  ver  á  los  padres. 
Fueron  alegres  los  Settebos  á  Santa  Bárbara;  y  aunque  á  su 
llegada  ya  los  Cunibos  se  habian  vuelto  á  sus  tierras,  les 
viaron  recado  advirtiéndoles  que  allí  los  esperaban  para 
cerse  amigos. 

La  respuesta  de  los  Cunibos  fué  venir  á  Santa  Bárbara 
enta  Cunibos,  y  algunos  con  sus  mujeres;  pero  la  aspe- 
leza  de  los  caminos  fué  motivo  de  que  solamente  llegasen 
i  Santo  Domingo  de  Pischquí  catorce  Cunibos  con  dos  mu- 
jeres, los  cuales  llegaron  á  dicho  pueblo  el  dia  1/  de  no- 
^líiembre  del  dicho  año.  Habia  subido  desde  Manáo  el  padre 
fray  Francisco  de  San  José,  y  se  hallaba  en  Pischquí  cuando 
llegaron  los  Cunibos,  á  los  cuales  los  padres  agasajaron  con 
todo  lo  que  pudieron,  espresándoles  el  deseo  que  tenian  de 
^p  á  sus  tierras  para  que  fuesen  cristianos,  á  lo  cual  los  Cu- 
Jiibos  se  manifestaron  agradecidos.  Los  Schipibos  no  lleva- 
ion  á  bien  estas  amistades  con  los  Cunibos,  movidos  de  en- 
vidia, discurriendo  que  por  eso  les  faltarian  herramientas 
para  ellos;  por  lo  cual,  por  no  disgustar  á  nadie,  no  fué  en 
esta  ocasión  religioso  alguno  con  los  Cunibos;  pero  les  pro- 
metieron se  dispondria  modo  de  que  fuese  un  padre  á  sus 
tierras. 

Viendo  el  padre  presidente  fray  Juan  Frezneda  la  puerta 
que  Dios  abría  para  la  conversión  de  aquellas  naciones,  y 
la  falta  de  operarios  que  tenia  para  ella,  mandó  al  padre 
feay  Francisco  de  San  José  que  saliese  de  la  montaña  y  ba- 
jase á  Lima  á  informar  á  los  prelados  del  estado  de  aquellas 
conversiones.  El  dicho  padre  presidente  pasó  á  los  Cunibos, 
donde  llegó  el  dia  6  de  diciembre  del  mismo  año  al  pueblo 
de  San  Miguel,  y  los  infieles  le  recibieron  con  estrañas  de- 
Diostraciones  de  benevolencia,  y  habiendo  bautizado  algu- 
nos párvulos,  después  de  diez  dias  se  volvió  á  Santo  Domin- 


por  habí 
Dejó  en  £ 
imal,  pan 
■as  enTÍab 
tó  á  fines 
!7unibo3  c 
ría  que  lo 


S3ssgg6|^A\v^y&^^^^v\W6^^lm>a6^i^.u^^gavni.s^  _ 


:  \y!\\'w>r^  a  »\^*x\»/C  c^^xx^xx»  OCí^xxvxv» 


.\*v»»  í  :^  ^x\xxx*  C  Cí  kxx%xx»  c C7  »xx*\x»  ^  0:  ixxxxx»<3  Z;-  »xxxxx»  o  ,  »xxxxx», Q ^  *xx>xx».í3Cr  vxxxxx»,C  C  *xxi.xxx:o  I 


SAFITeLO  XXXIT. 


TéiúiáA  de  las  converaiones  de  Manáo  j  VcsljvlU  con  mnerte 
de  loa  religiOBoa  y  de  loa  demáa  criatianoa. 


I  Horrendo  monstruo  es  la  ingratitud,  sin  que  le  valga 
j^r  disculpa  la  barbaridad  del  sugeto,  pues  aun  los  mas  fe- 
toces  animales  se  domestican  con  los  beneficios,  y  perma- 
tecen  agradecidos  y  leales.  ¿Quién  habia  de  discurrir  que 
|a  nación  de  los  Settebos,  después  de  innumerables  benefi- 
pos  recibidos  de  los  padres  conversores  y  demás  cristianos 
^rante  seis  años  continuos,  habian  de  usar  de  tal  ingrati- 
hid,  pagando  los  prolongados  trabajos  de  los  padres  no  solo 
Quitándoles  la  vida,  mas  también  influyendo  en  las  demás 
naciones  para  que  ejecutasen  lo  mismo?  Pues  esto  es  lo  que 
iicieron  los  ingratos  Manáoitas. 

Salió  el  padre  fray  Francisco  de  San  José  de  la  montaña 
i  las  conversiones  de  Cajamarquilla  el  mes  de  diciembre 
M  tóo  1765,  y  por  hallarse  enfermo  no  pudo  bajar  á  Lima; 
ipero  desde  el  hospicio  de  Huailillas  escribió  á  los  prelados, 
noticiándoles  el  estado  de  las  conversiones  de  Ucayali,  y  la 
ÍTandísima  falta  que  tenian  de  operarios  evangélicos,  pi- 
fiendo  con  instancia  el  remedio  á  tanta  necesidad.  A  últi- 
íBos  de  marzo  del  año  1766  se  recibieron  en  este  colegio  las 
^rtas  de  las  conversiones  de  Ucayali,  y  al  mismo  tiempo 
j*^en  del  muy  reverendo  padre  comisario  general,  que  yo 
\  ^ase  á  Lima  con  los  religiosos  que  el  venerable  discretorio 


—  208  — 
iscurriese  necesarios,  para  pasar  al 
juellas  conversiones.  Habían  llegado 
IOS  de  enero  de  este  mismo  año,  ocl 
el  colegio  de  Chillan  para  ayudarno 
uista  de  las  almas.  Estos  fueron  los  { 
iqueraa,  fray  Tomás  Piqueras,  fray  S 
ae  Aznar,  fray  José  Jaime,  fray  José 
;ntin  Arrieta  y  fray  Mariano  Herranz 
Salimos  del  colegio  para  pasar  á  lai 
res  fray  Lorenzo  Ruiz,  fray  Juan  E 
hacon,  fray  Pedro  Arrióla,  fray  Valeí 
ue  Aznar,  fray  José  Menendez,  fray 
osé  Jaime  y  yo,  con  el  hermano  fri 
íabiendo  llegado  á  Lima  á  fines  de  ab 
mdo  para  pasar  al  hospicio  de  Huailil 
rar  á  la  montaña.  A  mí  se  confirió 
eneral  de  todas  las  conversiones,  coi 
mecientes  á  la  matemática.  El  dia  6 
úi  de  Lima  para  Huailillas  en  compa 
ro  Arrióla,  de  los  hermanos  fray  Fra 
{anuel  Samudio,  religiosos  legos  de 
el  hermano  Manuel  Ranero,  que  ton 
ara  esta  espedicion.  Llegamos  á  dicl 
lan  Antonio  de  Pádua. 

Hallábase  todavía  en  él  convale 
'rancisco  de  San  José,  quien  salid  pa 
ilio  á  las  pretensiones  que  tenia  preí 
Telados  y  superior  gobierno.  El  misa 
licio  el  padre  fray  Lorenzo  Ruiz,  preí 
iones  de  Cajamarquilla,  con  los  padrí 
ray  Mariano  Herranz,  el  hermano  fra; 
in  donado.  Como  instaba  el  tiempo  i 
13  conversiones  de  Ucayal¡,y  el  puel 
primera  escala  para  dichas  conversio 
re  conversor,  despachó  para  dicho  pi 
,ro  Arrióla,  para  que  dispusiese  la  ge 


—  209  — 

irro  á  Pischquí.  Salió  el  dicho  padre  para  la  montaña  el 
Ib  14  de  julio,  acompañado  de  cuatro  serranos  para  cargar 
ll  repita  y  la  comida  para  el  camino,  que  á  pié  regular - 
lente  es  de  siete  dias  desde  el  hospicio  á  Pampa  Hermosa. 

El  dia  16  del  mismo  mes  despaché  para  Pampa  Hermosa 
los  padres  fray  José  Menendez,  fray  Mariano  Erranz,  á  los 
lermanos  fray  Manuel  Izquierdo,  fray  Francisco  Jiménez, 
fim  soldado  europeo,  para  que  desde  allí  siguiesen  su  des- 
feo  á  Pischquí  á  la  disposición  del  padre  presidente  fray 
^n  Frezneda,  á  quien  escribí  dándole  noticia  del  socorro 
[ne  en  breve  tiempo  tendría  con  los  padres,  que  por  ins- 
totes  aguardábamos  que  llegarían  á  Huailillas.  Habiendo 
legado  dichos  religiosos  á  Pampa  Hermosa,  descansaron 
loce  dias  mientras  los  indios  disponian  su  provisión  de  ví- 
reres  necesaria  para  el  viaje,  y  componian  sus  atados  de 
brramienta  que  llevaban  de  socorro.  Salieron  de  Pampa 
Sermosa  con  cien  indios  de  dicho  pueblo  el  dia  8  de  agosto 
para  Pischquí,  á  donde  llegaron  á  últimos  de  dicho  mes  sin 
ie^racia  alguna,  aunque  con  la  indispensable  molestia  de 
caminar  veinte  dias  á  pié. 

El  dia  30  de  julio  llegaron  al  hospicio  de  Huailillas  los 
padres  fray  Juan  de  Santa  Rosa,  fray  Manuel  Chacón,  fray 
Soque  Aznar  y  fray  Valentín  Arrieta  con  un  hermano  dona- 
do. Después  llegaron  los  padres  fray  Juan  Bonamó  y  fray 
José  Jaime,  que  se  habían  quedado  atrás.  Todos  se  fueron 
<lisponiendo  para  entrar  cuanto  antes  á  la  montaña.  Dios 
nuestro  Señor  dispuso  que  yo  enfermase  de  cuidado  en  este 
tiempo  en  el  hospicio,  y  por  no  detener  el  socorro  determi- 
^é  que  se  fuesen  cuanto  antes,  porque  se  iba  pasando  el  ve- 
^uo.  El  dia  17  de  agosto  salieron  para  Pampa  Hermosa  los 
padres  fray  Juan  de  Santa  Rosa,  fray  Juan  Bonamó,  fray 
fioque  Aznar  y  fray  José  Jaime,  con  tres  donados  y  tres  sol- 
dados para  Manáo,  con  los  cargueros  necesarios  para  llevar 
el  socorro  hasta  Pampa  Hermosa.  Yo  quedé  malamente  en- 
fenno  en  el  hospicio,  y  también  el  padre  fray  Valentin 
Aprieta.  El  padre  fray  Manuel  Chacón  quedó  para  pasar  al 


—  210  — 
pueblo  de  San  Buenaventura  del  Valle, 
destinado,  á  fin  de  ejercer  en  él  el  oficii 
Llegtí  este  socorro  á  Pampa  Hermos 
to,  y  se  dispusieron  las  cosas  para  pasa 
fin  de  llevar  de  dichos  pueblos  indios  | 
más  socorro.  Salieron  de  Pampa  Hermo 
tiembre,  y  recogiendo  algunos  indios 
Valle,  donde  el  padre  Santa  Rosa  recibí 
Frezneda,  su  fecha  en  Pischquí  el  día 
que  le  avisaba  haber  despachado  al  pad 
dez  á  los  Cunibos,  y  al  padre  fray  Mar 
Bárbara  de  Archani,  y  que  en  aquella 
mas  de  dos  sacerdotes,  porque  se  hallal 
mentó.  Con  esta  noticia  salió  del  Valle 
Santa  Rosa  con  los  padres  fray  Roque 
Jaime,  dos  donados,  tres  soldados,  el  ' 
otros  dos  serranos,  once  indios  electos 
treinta  de  Sion  y  veintiocho  del  Valle; 
siete  dias  de  camino  llegaron  á  Manáo 

El  padre  fray  Juan  de  Santa  Rosa  hE 
Francisco  de  Manáo  desmembrado,  port 
su  parcialidad  se  apartaron  de  los  demá 
al  pueblo  viejo  de  Yapa-atí.  Dispuso  e 
padre  fray  Roque  Aznar,  y  el  hermano  1 
sen  á  Pischquí  á  las  órdenes  del  padre  { 
Frezneda,  acompañados  de  los  indios  di 
de  algunos  de  Sion.  Salieron  de  Manáo  e 
en  el  camino  sucedió  lo  que  refiere  el 
Salcedo,  en  carta  escrita  al  padre  fray  1 
sé  el  dia  12  de  octubre  del  mismo  añ( 
«Mi  padre  fray  Francisco.  Ya  llegó  el  c; 
»estado  temiendo,  por  no  haber  gent 
»fionversion.  Llegando  yo  con  mis  Cu 
«Francisco  de  Manáo  para  llevar  socorr 
»dre  para  poner  en  los  Piros,  que  repetii 
»pedido,  hallé  que  cuatro  dias  antes  d 


—  211  — 

ido  para  Santo  Domingo  de  Pischquí  el  padre  fray  Ro- 
6  Aznar  y  el  hermano  donado  Manuel  Ranero  con  in- 
os  de  Pampa  Hermosa,  Valle  y  Sion,  y  llegando  á  Yapa-atí, 
recibió  el  traidor  Runcato  y  su  parcialidad  con  estra- 
demostraciones  de  afecto,  trayéndoles  yucas,  plátanos 
maíz  en  abundancia.  Y  al  ponerse  el  sol,  vinieron  todos, 
cogiéndolos  descuidados  empezaron  á  macanazos,  y  ma- 
rón al  padre  el  primero,  al  donado  y  diez  y  seis  indios. 
o  es  lo  que  han  hecho  los  Yaubos  (así  llaman  á  la  par- 
ialidad  de  Runcato),  los  mansos,  y  los  que  teníamos  por 
ejores.   ¿Qué  podemos  esperar  de  los  demás,  que  no  los 
gábamos  tan  leales^  Los  Settebos  no  sabemos  hasta  abo- 
que hayan  sabido  ni  consentido  en  la  traición.  Nos  di- 
n  que  tienen  gran  pesar  de  lia  maldad  ejecutada,  y  que 
luscarán  á  los  agresores,  y  los  matarán.  Que  nos  vayamos 
los  Cunibos,  y  que  después  que  ellos  hayan  vengado  las 
Janertes,  irán  por  su  padre  conversor;  por  lo  que  todos  sa- 
famos para  allá  mañana  13.  Desde  allí  avisaré  con  mas  es- 
tension.  Lo  que  encargo  es  que  nadie  venga  por  esta  vía 
hasta  que  avisemos.»  Este  es  el  contesto  de  la  carta  del 
dre  Salcedo,  el  cual  sé  fué  á  los  Cunibos  con  los  padres 
y  Juan  de  Santa  Rosa,  fray  José  Jaime,  un  donado,  los 
soldados,  y  diez  indios  de  Sion  que  quisieron  acompa- 
ríos.  Los  demás  indios  que  habian  llevado  el  socorro,  se 
ol vieron  á  sus  pueblos. 
De  la  traición  ó  acometimiento  alevoso  de  Runcato  es- 
paron  (aunque  heridos)  algunos  indios  cristianos,  entre 
ílos  dos  del  pueblo  de  Pampa  Hermosa;  los  cuales  llegaron 
Valle,  y  después  de  haberse  curado  en  dicho  pueblo,  sa- 
crón al  hospicio  de  Huailillas,  y  llegaron  á  Pampa  Hermo- 
el  dia  23  de  noviembre  con  la  infausta  noticia  de  lo  que 
bia  sucedido.  Hallábame  yo  en  aquel  tiempo  en  dicho 
Qeblo,  donde  habia  un  mes  que  habia  entrado,  con  ánimo 
fi  pasar  á  Manáo  á  las  primeras  noticias  que  hubiese  de 
adentro.  Después  que  los  indios  de  Pampa  Hermosa  dieran 
^  lugar  al  sentimiento  por  la  muerte  de  sus  parientes,  de 


iuales  murieron  sie 
divi808  en  sus  dicl 
¡ion  de  RuDCato  hu 
ipibos,  y  que  estos 
ipa  Hermosa,  que  i 
lara  para  el  padre  ] 
IL  amistad  que  los  í 
dicha  nación  nunc 
Con  esta  incerti' 
ipa  Hermosa,  agua 
i  advertencia  del  pi 
¡mos  en  el  capítulo 


eAFITPL®  XXXV. 


Entrada  que  hizo  el  P-  OomiBorio  de  miaionea  para  aoeorrer 

loa  eonveraionea  del  Ucajaii. 


Luego  que  llegó  á  Huailillas  la  infausta  noticia  de  lo  su- 
ido en  Manáo,  se  despachó  aviso  á  los  prelados  superio- 
i  Lima,  donde  se  hallaba  el  padre  fray  Francisco  de  San 
osé,  y  el  padre  comisario  de  misiones  fray  Manuel  Gil.  Y 
¡orno  el  padre  Salcedo  en  su  carta  daba  á  entender  que  te- 
da satisfacción  de  los  Cunibos,  donde  se  habia  retirado  con 
os  demás  cristianos,  discurrieron  que  el  modo  mas  seguro 
tora  socorrer  las  conversiones,  era  por  la  via  de  Pozuzo. 
pabiendo  determinado  ejecutarlo  así,  dispusieron  en  Lima 
todo  lo  necesario.  Se  compró  porción  considerable  de  herra- 
Biientas,  algunas  armas  de  fuego,  pólvora  y  municiones,  y 
>ii  ello  vinieron  á  Huánuco  por  el  mes  de  mayo  del 
o  1767. 

El  padre  fray  Domingo  de  la  Cruz,  que  se  hallaba  de  con- 
vereor  en  Pozuzo,  h^bia  despachado  algunos  indios  al  puer- 
tode  Mayro,  á  reconocer  si  las  canoas  que  habia  dejado  allí 
d  padre  comisario  de  misiones,  se  hallaban  en  estado  de  po- 
wr  servir  para  la  entrada  que  se  intentaba.  Cuando  los  in- 
^08  de  Pozuzo  llegaron á  la  Pampa  del  Mayro,  vieron  en  ella 
algunos  infieles,  y  luego  se  retiraron  apresuradamente.  Por 
«sta  causa  no  atreviéndose  los  indios  de  Pozuzo  á  ir  al  May- 
^  á  construir  canoas,  se  determinó  buscar  sitio  á  propósito 


—  21 
ra  astillero  en  la  margen  de 
1  rio  del  Consuelo.  Hallóse  ; 
i  paraje  donde  habia  buenos 
rminó  la  fábrica  de  las  cano 
ayo  y  junio. 

Por  este  tiempo,  habiendo  < 
rsionesde  Cajamarquilia,  ve 

Huánuco,  desde  Pampa  Her 
)  de  hallarme  en  la  entrada  c 
rio  Gil.  Llegué  á  Cachero  el 
is  y  cartas  que  hallé  en  dich 
gar  al  puerto  del  Mayro  á  t 
!  padres.  Preveníame  el  padr 
indase  reconocer  el  antigüe 
mbor,  para  tantear  si  seria  | 
rías  el  socorro  hasta  el  pui 
ave  dificultad  que  se  encuen 
licho  paraje  en  hombros  de 

0  cargo  de  que  este  recon 
alquiera,  determiné  hacerlo 

1  padre  conversor  fray  Dom 
Muña  las  cosas  necesarias 

Q  dos  guias  y  algunos  indios 
i  dificultades  que  hallamos  p 
mte,  y  principalmente  por  1 
asion  que  no  la  bebimos  e 
sndiendo  á  que  las  entradas  f 
íue  esta  falta  de  agua  las  im 
;ho  registro  á  los  ocho  dias  d 
los  trabajos  que  padecieron  ( 
mpañoros. 

Prevenidas  en  el  astillero  de 
s  para  el  socorro  de  las  conv 
jastiniento,  en  el  dia  10  de  j 
1  de  dicho  sitio  el  padre  cora 
el  Gil,  y  los  padres  fray  Fra 


—  215  — 

itin  Arrie ta,  en  dos  canoas  con  tres  canoeros  de  Cachero, 
marineros  andaluces  y  once  soldados  fronterizos.  Al  se- 
do dia  de  haber  salido,  tropezó  la  canoa  grande  en  una 
a  oculta,  y  se  volteó,  perdiéndose  la  mayor  parte  de  los 
res,  herramientas  y  algunas  armas.  Para  componer  la 
¡|Qoa  y  asolear  los  bastimentos  que  se  habian  mojado,  fué 
jleciso  llegar  al  puerto  del  Mayro,  donde  estuvieron  en  di- 
faena hasta  el  dia  25  de  dicho  mes,  que  siguieron  su 
ye. 

El  dia  2  de  Agosto  por  la  tarde,  habiendo  pasado  media 
a  mas  abajo  del  Puerto  Desgraciado,  un  mozo  canoero 
\i  casualidad  tocó  un  trompeton  de  cuerno,  á  cuyo  sonido 
¡eren  á  la  margen  del  rio  Pachitea  una  porción  de  infieles, 
iendo  fieros  y  amenazas  con  sus  flechas,  y  arrojando  al- 
nnas  contra  las  canoas.  Viéronse  obligados  los  cristianos 
tomar  tierra  en  una  playa,  donde  acudieron  los  gentiles 
nudos  y  armados.  Eran  estos  indios  los  fieros  Cas- 
ibos.  Hablóles  el  padre  fray  Francisco  de  San  José  en  len- 
a  Setteba,  la  cual  también  hablan  ellos;  y  habiéndoles 
alado  algunos  cuchillos,  se  familiarizaron  con  los  nues- 
tanto  como  si  fueran  amigos  antiguos.  Durmieron  los 
istianos  aquella  noche  en  la  misma  playa  con  la  precau- 
pon  conveniente.  Al  otro  dia  al  amanecer  se  hallaron  los 
taestros  cercados  de  los  infieles  armados,  y  habiéndoles 
preguntado  qué  querían;  respondieron  que  querían  herra- 
nüenta.  Diéronseles  algunos  machetes,  y  se  les  mandó  que 
»e  fuesen;  pero  ellos  sin  hacer  caso  de  lo  que  se  les  decia, 
iban  ganando  la  orilla  del  rio  para  impedir  á  los  cristianos 
d  embarque.  Fué  preciso  valerse  de  las  armas  de'  fuego,  y 
aunque  les  mataron  cuatro  ó  cinco  hombres,  no  querian  des- 
^parar  la  playa.  Hicieron  los  nuestros  ademan  de  correr 
Hcia  ellos  con  las  armas  de  fuego  apuntadas,  con  lo  cual 
los  infieles  desampararon  el  puesto,  y  los  cristianos  so  em- 
barcaron sin  desgracia  alguna,  aunque  los  infieles  los  si- 
guieron todo  el  dia  con  grande  vocería  y  algazara. 

El  dia  5  de  agosto,  después  de  medio  dia,  llegaron  á  la 


—  216  — 
junta  del  rio  Pachitea  cen  el  Ucajs 
con  tres  indios  Cunibos.  Hablóles  ei 
fray  Francisco  de  San  José,  y  al  cal 
nuestros  ua  indio  Cunibo  en  una  pe 
le  el  dicho  padre  por  los  padres,  ;  e 
los  padres  estaban  en  los  Piros,  que 
que  ellos  no  tenían  que  comer,  por 
avenida  del  rio  les  habia  llevado  sui 
esta  conversación,  se  llegaron  á  los 
con  indios  Cunibos,  y  todos  daban 
padres,  y  muchos  preguntaban  por 
padre  fray  Francisco  les  dijo,  que  v 
los  padres  y  herramientas  para  ell 
cuántos  dias  habia  á  tos  Piros.  Resj: 
los  dedos)  que  cuatro  tlias  rio  arribi 
garlan  en  un  dia.  El  padre  les  dij 
carta  á  los  padres.  Respondieron  li 
breyemente,  y  se  la  entregó  al  qui 
Aquella  noche  se  pasaron  á  dormir 
Cunibos,  y  estuvieron  con  centinelí 

El  dia  6  al  amanecer  vinieron 
Cunibos,  y  siendo  preguntados,  tod 
tocante  á  los  padres;  pero  pregunta 
cisco  separadamente  á  diversos  Cu 
que  habia  á  los  Piros,  halló  que  s 
mente;  por  lo  cual  entró  en  sospeci 
líos  indios.  Y  habiendo  conferido  c 
terminaron  apartarse  de  allí.  La  ma 
de  víveres  en  que  se  hallaban,  por 
todo  riesgo  pasar  á  Manáo.  Para  en 
les  dijeron  que  si  habían  de  aguard 
niesen  los  padres,  les  trajesen  algu 
jeron  un  poco  de  cada  especie,  dieii 
falta  de  comidas.  Al  anochecer  des; 
después  de  bien  entrada  la  noche, 
que  quizá  los  compañeros  estañan 


—  217  — 

te  Ctmibos,  y  que  por  otra  parte  no  convenia  demorarse  en 
mel  sitio,  espuestos  á  los  insultos  de  los  gentiles,  hicieron 
m  grande  hoyo  en  la  arena,  y  en  él  enterraron  algunos 
ligones  de  herramienta;  habiéndolo  tapado  muy  bien,  y  he- 
ho  fuego  encima  para  desmentir  el  entierro,  pusieron  allí 
iorca  en  nn  palo  una  carta  para  los  padres,  para  que  si  aca- 
to venían  de  los  Piros,  tuvieren  noticia  de  ellos  y  de  su 
kstiné.  Al  ponerse  la  luna,  que  seria  cerca  de  las  cuatro  de 
^madrugada,  se  embarcaron  con  silencio,  se  dejaron  ir  con 
ll  corriente  para  no  hacer  ruido  con  los  remos,  y  luego  que 
N  discxiTPÍeron  apartados  de  los  Cunibos,  remaron  con  todo 
N&pefio  y  fuerza. 

'  El  día  7  de  agosto  al  amanecer,  juzgando  los  cristianos 
brtar  bien  desviados  de  los  Cunibos,  se  hallaron  cercados 
^r  tierra  y  agua  con  mas  de  treinta  canoas  y  mucha  india- 
ía.  Para  desmentir  el  recelo  gritaban  los  nuestros  que  iban 
lUanáo.  Cogieron  los  Cunibos  la  delantera,  y  los  cristianos 
» vieron  obligados  á  tomar  tierra  en  una  playa.  Apenas 
Wtaron  á  ella,  cuando  los  cercaron  los  infieles,  y  se  des- 
embarcaron los  que  venian  en  las  canoas.  Bien  discurrieron 
ios  nuestros  que  todos  perecerían  allí  oprimidos  de  la  mul- 
títud  de  enemigos;  pero  quiso  Dios  que  el  padre  fray  Fran- 
tfflco  reconoció  entre  ellos  algunos  indios  de  Manáo.  Causóle 
grande  novedad;  pero  la  necesidad  en  que  se  hallaban,  le  hizo 
desmentir  la  admiración.  Preguntóles,  qué  hacian  allí.  Res- 
pondieron que  hablan  venido  á  ver  á  sus  amigos  los  Cuni- 
fcoB.  Y  preguntándoles  por  los  padres,  dijeron  que  no  sabian 
^e  ellos.  Esta  respuesta  les. hizo  entrar  en  mayor  sospecha, 
y  mas  cuando  vio  que  allí  estaban  todos  los  indios  de  Manáo. 
I H  padre  fray  Francisco  habló  al  curaca  de  Manáo  llamado 
Cnriqui-bari,  y  le  dijo  como  venia  con  sus  compañeros  á  Ue- 
W  socorro  á  Manáo,  y  que  le  acompañase.  Respondió  el 
curaca  qua  no  tenia  bastimento,  y  que  podrían  ir  al  otro 
fia.  Viendo  el  dicho  padre  que  los  Cunibos  tenian  cercados 
*los  cristianos,  le  dijo  al  Curiqui-barí:  ¿qué  quieren  estos 

17 


_  218  — 
CuDibos?  Respondióle:  están  conver 
que  han  muerto  á  todos  los  padres  y 
gierou  á  ellos,  y  que  no  babia  otro  m 
vidas,  que  regalarles  herramienta.  E' 
querian  herramienta,  fnesen  á  dejar  i 
sin  ellas.  Ejecutáronlo  así,  ;  se  les  re 
chetes  y  cuchillos.  Quedaron  al  pareí 
trocaron  varias  cusmas  y  macanas  pe 
ñerías.  Aquella  noche  pasaron  los 
guardia,  como  lo  pedia  el  lugar  y  oci 
fresadas  y  cuatro  resmas  de  papel  qm 
coletos  y  defensivos  para  todos  los  sei 
lia  noche  desgracia  alguna. 

El  dia  8  al  amanecer  se  hallaron 
cercados  de  los  Cunibos  y  de  los  Sett 
Íes  grande  admiración,  y  el  padre  fra; 
reparara  en  sus  armas,le  dijo  al  Curiqi 
á  Manáo?  Respondióle:  no  se  puede,  p 
replicó  el  padre,  y  el  curaca  dijo:  no  ; 
Schipibos  mataron  á  todos  los  padres 
quí  y  Achani,  y  te  aguardan  para  mj 
Cunibos  os  quieren  matar.  Viéndose  e 
en  este  apretado  lance,  le  echó  los  bn 
dolé:  «¿Es  posible  que  por  venir  á  tra 
Manáo,  me  veo  en  este  conflicto?  ¿Así 
que  08  tengo?»  Enternecióse  el  bárbaí 
no  es  posible  pasar,  porque  los  Schipi 
des  volver  para  arriba,  que  yo  hablan 
nibos  para  que  no  os  maten,  y  os  deja 
mos  amigos. 

En  efecto,  Curiqui-bari  habló  al  e 
quese  llamaba  Curiqui-bari, y  después 
nes,  convinieron  en  que  fuesen  amigo 
dre  fray  Francisco  que  los  Cunibos  qu 
el  rio,  ignorantes  de  las  amistades  ajt 
meterlos  en  guerra,  se  lo  dijo  al  Curi 


F 

—  219  — 

jondió,  que  el  curaca  de  los  Cunibos  y  también  él  los  acom- 
ffiíñarian  hasta  el  río  de  Pachítea.  Que  los  nuestros  procura- 
ba defenderse  délos  Caschibos,  como  lo  habían  ejecutado  en 
ft  bajada.  Concertados  así,  les  prometió  la  herramienta  que 
iBtaba  enterrada  en  el  hoyo  que  habian  hecho  en  la  playa 
Ae  la  janta  de  Pachitea,  y  quedaron  hechos  amigos. 

Habiendo  visto  el  padre  fray  Francisco  de  San  José  á  al- 
gunas indias  de  Manáo,  les  preguntó  por  Ana  Rosa,  y  ha- 
Uendo  ellas  respondido  que  estaba  una  legua  distante  de 
IkQi,  les  pidió  que  enviasen  por  ella.  Vino  Ana  Rosa,  y  con- 
tó á  los  padres  toda  la  tragedia,  diciendo  como  Runcato, 
después  que  con  los  de  su  parcialidad  mató  al  padre  fray 
Boque  y  á  los  que  le  acompañaban,  y  después  que  los  pa- 
^dres  Salcedo,  Santa  Rosa  y  fray  José  Jaime  se  fueron  á  los 
Cumbos  con  los  indios  de  Sion  ^  los  soldados:  Runcato  pasó 
[álos  Schipibos,  los  amonestó,  y  provocó  para  que  matasen 
.i  todos  los  cristianos,  y  él  mismo  acompañó  en  la  maldad 
que  ejecutaron  en  los  tres  pueblos  de  Pischqui,  Achani  y  San- 
taCruz de  Ahuayti-ya;  porque  como  los  cristianos  se  hallaban 
separados,  no  pudieron  hacer  vigorosa  defensa.  Que  los  que 
fueron  á  los  Cunibos,  fueron  bien  recibidos  y  hospedados  en 
casa  del  curaca,  donde  decian  habia  muerto  de  enfermedad 
el  padre  fray  José  Menendez.  Que  después  de  quince  dias 
que  estaban  allí,  como  no  tenian  noticia  de  Manáo,  deter- 
minó el  padre  Salcedo  que  fuese  allá  el  padre  fray  José  Jai- 
me con  un  donado,  y  que  si  hallaba  las  cosas  en  paz, 
se  quedase  allí  con  los  Settebos,  y  avisase  lo  que  convinie- 
se. Que  el  dicho  religioso  y  el  donado  salieron  en  una  canoa 
con  cuatro  indios  Cunibos,  los  cuales  cuando  estuvieron  en 
medio  del  rio,  con  los  remos  y  macanas  mataron  á  los  ino- 
centes pasajeros.  Y  que  habiéndose  convocado  los  Cunibos, 
acometieron  y  mataron  á  todos  los  cristianos  sus  huéspe- 
des, y  arrojaron  sus  cadáveres  al  rio. 

No  se  pudo  averiguar  qué  motivo  tuvieron  para  seme- 
jante traición  y  alevosía,  ni  cuántos  infieles  murieron  en 
los  acontecimientos;  pues  es  cierto  que  con  los  religiosos 


ibia  algunos  hombres  de  valor,  y  qne  s 
asamente;  pero  como  estaban  repartiduí 
lición,  hubieron  de  ceder  á  la  muchedu 
y  algunas  indias  Settebos  pidieron  al  p 
que  se  quedase  allí  para  su  consaelo. 
ciendú  que  no  traia  ornamento  para  de( 
,ron  á  esta  respuesta,  de  que  se  infiere  ■ 
namentos  y  vasos  sagrados  que  tenian< 
Achani.  Preguntó  el  padre  á  Ana  Rosa 
inte  se  habia  venido  allí.  Y  respondió  q 
5  de  Huailitlas  vendrian  á  vengar  las  m 
anos,  habían  desamparado  su  pueblo,  2 
intarse  con  los  Cumbos  para  estar  con  5 
uros.  Preguntóle  también  el  padre  si  él 
ISO  que  se  quedara  entre  ellos;  á  lo  cu 
)r  lo  tocante  á  los  Settebos  estarla  seg 
>1  bando  de  Runcato  podian  quitarle  la 
ido  el  dia  con  bastante  recelo,  al  anoch 
rancisco  le  dijo  alCuriqui-bari,  que  loí 
dormir  á  la  otra  parte  del  rio  en  una  pli 
ria.  Así  lo  ejecutaron,  y  estuvieron  tíw 
lidado  que  pedia  la  ocasión. 

El  dia  9  de  Agosto  al  amanecer  vieroi 
3aa  de  Cunibos  con  tambor  de  guerra, 
lo  Curiqui-bari,  temeroso  de  que  acome 
)s,  pasó  apresuradamente  en  su  canoa  1 
)nde  estaban.  Habló  &  los  Cunibos,  y  se 
e  esta  suerte  navegaron  tres  dias  rio  ar 
i  los  Cunibos  y  Settebos,  con  los  recele 
irrir  con  la  esperiencia  de  la  inconstí 


El  dia  12  de  agosto  habiendo  llegado 
igar  donde  estaba  oculta  la  herramient 
jpartió  á  todos  los  indios.  El  padre  fray 
)s  Cunibos  que  le  diesen  algún  bastimei 
¡eron  que  estaban  muy  faltos  de  comida 


—  221  — 

nibos  que  el  dicho  padre  se  quedase  con  ellos,  y  les  respon- 

:  iió  que  por  ahora  no  podia  ser,  porque  no  traía  ornamento 

para  decir  misa,  ni  sal  para  comer,  pues  bien  sabian  que 

los  padres  no  saben  comer  sin  sal;  que  otro  verano  volve- 

;  rían.  Como  la  canoa  grande  que  traian  los  cristianos  era 

demasiado  pesada,  el  padre  fray  Francisco  por  consejo  del 

capitán  Pascual  Bailón  pidió  al  curaca  de  los  (Junibos  Cu- 

f  ri-bari,  le  diese  una  canoa  en  trueque  de  la  suya;  pues  po- 

[dia  aprovecharse  del  herraje  con  que  estaba  precintada. 

¡  Convino  en  ello  Curi-bari,  y  les  di(J  una  canoa  de  doce  varas 

i  de  largo,  y  ancha  á  proporción,  aunque  muy  baja  de  borde 

como  todas  las  de  los  Cunibos,  y  por  ser  muy  delgada  era 

bien  ligera.  Aquella  noche  estuvieron  en  dicha  playa  con  la 

vigilancia  y  resguardo  que  requería  el  sitio. 

El  dia  13  después  de  haber  amanecido,  se  despidieron 
los  cristianos  de  los  Cunibos  y  Settebos,  y  tomaron  su  viaje 
por  el  rio  Pachitea  arriba,  con  el  desconsuelo  de  estar  muy 
faltos  de  bastimento,  puesta  la  confianza  en  Dios,  cuya  al- 
tísima Providencia  nunca  falta  al  menesteroso;  y  así  lo  es- 
perimentaron  maravillosamente,  pues  por  la  tarde  llegaron 
á  una  playa  que  estaba  cubierta  de  tortugas.  Cogieron  ca- 
torce de  el'asbien  grandes,  y  sacaron  de  debajo  de  la  arena 
una  gran  porción  de  huevos  de  tortuga,  con  lo  cual  tuvie- 
ron que  comer  para  algunos  días.  Aquella  noche  durmieron 
€n  aquella  playa,  y  los  dos  días  siguientes  navegaron  sin 
novedad. 

El  día  16  de  agosto,  navegando  los  cristianos  rio  Pachi- 
tea arriba,  por  la  tarde  les  salieron  al  encuentro  los  infieles 
Caschibos  yestídos  de  sus  cusmas  y  sin  armas;  pero  fueron 
conocidos  de  los  nuestros,  quienes  vieron  que  por  el  monte 
'  iban  otros  indios  con  las  flechas  y  macanas.  Como  los  cris- 
tianos no  hacían  caso  de  los  Caschibos,  levantaron  estos 
nna  confusa  gritería  y  arrojaban  algunas  flechas,  y  desde 
las  canoas  les  correspondían  con  algunos  fusilazos.  A  la  no- 
cbe  se  retiraron  los  infieles,  y  los  nuestros  la  pasaron  en 
una  playa  de  la  opuesta  orilla. 


El  dia  17  de  agosto  prosiguieron  su 
y  los  infieles  su  molesta  vocería  por  la 
animaron  las  caucas  á  una  playa  para  ■■ 
bos,  lo  que  consiguieron  mediante  algí 
reparando  los  soldados  que  allí  cerca 
propuso  el  capitán  Pascual  Bailón  ir  á  i 
hubiese  en  ella.  Opusiéronse  los  padres 
el  evidente  peligro  á  que  se  esponian  d 
ro  viéndoles  determinados,  porque  la 
lo§  hacia  animosos  para  afcropellar  los  p 
que  hiciesen  su  voluntad.  Fueron  seif 
para  defensa  de  los  demás,  que  con  m 
los  frutos  de  la  chácara.  Los  Caschibos 
tes  flechas,  pero  no  se  atrevieron  á  ace 
las  armas  de  fuego.  Arrancaron  todas  1 
lo  cual  tuvieron  bastimento  para  algu 
el  daño  tuviese  alguna  recompensa,  d 
un  par  de  hachas.  Pasaron  la  noche  en 

El  dia  18  prosiguieron  su  viaje,  los 
guian  pop  la  margen  con  grande  vocer 
vieron  la  osadía  de  pasar  cuatro  infiel 
una  balsa  á  esperar  á  los  nuestros  en 
preciso  valerse  de  las  armas,  y  mataroc 
con  lo  cualjlos  demás  se  retiraron.  Los 
cerca  del  Puerto  Desgraciado. 

El  dia  19  siguieron  los  nuestros  su  ( 
verse  libres  de  la  molesta  gritería  de  lo 
20  después  de  medio  dia,  hallándose  en 
Nicolás,  estaban  los  infieles  eij  embosca 
^tá  en  la  boca  de  dicho  rio,  discurrie 
pasarían  arrimadas  á  él,  y  que  infalible 
salvo  flechar  á  los  Cristianos.  Dispuso 
pasasen  arrimadas  á  la  opuesta  orilla; 
infieles,  levantaron  una  terrible  voceríi 
y  desde  entonces  no  parecieron  mas.  L 
ron  sin  novedad  hasta  el  dia  27  en  que 


—  223  — 

|l  la  playa  del  mal  paso,  en  la  cual  hicieron  noche  con  áni- 
hio  de  descansar  el  djia  siguiente  para  pescar  y  cazar,  por- 
1)116  se  hallaban  muy  escasos  de  bastimento. 

El  dia  28  salieron  los  soldados  á  cazar,  y  por  la  tarde  el 
padre  fray  Valentin  Arrieta  tomó  un  fusil,  y  se  entró  al 
monte  á  ver  si  hallaba  alguna  cosa.  Estando  registrando, 
eocontró  dos  arcos  y  un  manojo  de  flechas.  Tomólos  en  sus 
^nos,  y  repentinamente  se  halló  con  dos  indios  desnudos 
liincados  á  sus  pies,  y  el  uno  de  ellos  dijo:  «Padre,  no  me 
taiates.»  El  padre  los  abrazó,  y  los  condujo  á  la  playa  donde 
Be  hallaban,  el  padre  comisario  de  misiones,  y  el  padre 
fray  Francisco.  Preguntados  qué  gente  eran,  el  uno  de  ellos 
que  hablaba  algo  de  castellano,  respondió  que  era  de  Pozu- 
to,  que  siendo  mozo  se  habia  huido  con  su  mujer,  que  él  se 
llamaba  Lorenzo,  y  su  mujer  María;  que  eran  cristianos, 
pero  que  sus  hijos  aun  no  estaban  bautizados.  Que  tenian  su 
¡pueblo  allí  cerca  cosa  de  tres  leguas.  Los  padres  les  pregun- 
taron si  tenian  bastimento,  ofreciéndoles  en  recompensa  un 
Ipar  de  hachas.  Respondieron  que  por  la  mañana  traerían 
bastante,  y  con  esto  los  despidieron.  El  dia  29  á  las  ocho  de 
la  mañana  vinieron  á  dicha  playa  el  indio  Lorenzo  con  toda 
su  íamilia,  que  constaba  de  treinta  almas  de  todas  edades  y 
sexos.  Venían  todos  cargados  de  yucas,  plátanos,  maíz  y 
otras  cosas.  Bien  se  deja  discurrir  él  recibimiento  que  tu- 
vieron de  los  nuestros.  Por  la  tarde  se  fueron  con  ellos  el  pa- 
dre comisario  y  el  padre  Arrieta  con  algunos  fronterizos,  y 
llegaron  al  pueblecito  que  tenian  en  una  pampa  muy  fértil. 
I  Durmieron  allí  aquella  noche,  y  al  otro  dia  volvieron  se- 
gunda vez  á  la  playa  cargados  de  víveres  todos  los  del  pue- 
blo. Hicieron  aquellos  indios  grandes  instancias  para  que 
se  quedase  allí  el  padre  Arrieta,   diciendo  que  querían  ser 
cristianos,  pero  no  se  les  pudo  conceder  por  entonces  su  pe- 
tición. Prometióseles  que  el  verano  siguiente  se  les  daria  el 
'  consuelo  que  deseaban,  y  habiéndoles  regalado  algunas  co- 
sitas, se  despidieron  unos  y  otros  con  mucho  agrado. 

El  dia  31  de  agosto  salieron  los  nuestros  de  dicha  playa, 


y  siguieron  su  navegación  para  el 
de  llegaron  el  dia  5  de  setiembre; 
gurado  las  canoas,  caminaron  par 
llegaron  el  dia  LO  del  mismo  mes  s 
que  la  fatiga  indispensable  de  los 
hambres  que  padecieron  en  todo  el 
vinieron  al  colegio,  donde  llegaron 
del  dicho  año  1767. 


sasasgBasrasgsasgsasBsasagaBHsasagasE 


f 
\ 


f  CAPIT01.O  XIÍXVI 


Entrada  qne  ae  hÍMO  á  108  apóajtatae^ 


^El  padre  comisario  de  misiones  fray  Manuel  Gil,  en 
virtud  de  la  palabra  que  habia  dado  al  apóstata  Lorenzo  y 
&  los  de  su  familia  de  volver  al  verano  siguiente,  para  que 
Be  quedase  con  ellos  el  padre  fray  Valentin  Arrieta,  como 
ellos  lo  habian  pedido,  determinó  hacer  aquella  entrada, 
con  esperanzas  no  mal  ftmdadas  de  que  establecida  allí  aque- 
lla  conversión,  podria  ser  puerta  para  entrar  desde  allí 
por  tierra  á  las  naciones  del  Pajonal.  Para  esto  luego  que 
llegó  el  verano  del  año  1768,  se  dispusieron  todas  las  cosas 
necesarias  para  el  establecimiento  de  aquella  nueva  conver- 
sión; y  puesto  en  el  puerto  del  Mayro  todo  lo  prevenido,  en 
las  mismas  canoas  que  habiaii  dejado  el  año  antecedente,  se 
embarcaron  el  dia  12  de  agosto  del  dicho  año  el  padre  co- 
misario de  misiones,  los  padres  fray  Tomás  Piqueras,   fray 
Valentin  Arrieta,  con  cuatro  canoeros  de  Cuchero  y  catorce 
fronterizos  de  Panáo  en  calidad  de  soldados. 

Llegaron  á  la  playa  de  San  Agustín  (ó  del  mal  paso)  el 
dia  15  de  agosto,  y  habiendo  descansado  en  ella  aquella  no- 
che, al  amanecer  se  encaminaron  al  pueblo  de  Lorenzo; 
pero  le  hallaron  abandonado,  y  arrasadas  las  sementeras. 
Causóles  grande  novedad  y  admiración,  y  discurriendo  que 
se  habrían  mudado  por  aquellas  inmediaciones,  los  busca- 
ron por  todas  ellas  sin  fruto,  porque  no  pudieron  descubrir 


1 


—  226  — 

ni  su  rastro,  ün  mes  entero  estuvieron  Jos  cristianos 
aquella  playa,  buscando  por  varias  partes,  divididos  en  t 
pas,  todos  los  parajes  que  parecian  poder  ser  habitación 
aquellas  racionales  fieras,  y  solamente  hallaron  el  desenj 
ño  y  conocimiento  de  la  inconstancia  propia  de  los  indi< 

Viéndose  sin  esperanza  de  hallar  lo  que  con  tanta  fati 
y  diligencia  hablan  buscado,  y  que  el  bastimento  ya  i 
escaseando,  determinaron  regresar,  como  lo  ejecutaron,  s 
liendo  de  dicha  playa  para  el  Mayro  el  dia  20  de  setiemhi 
y  á  los  cinco  dias  llegaron  al  puerto  sin  novedad,  y  cam 
naron  para  Pozuzo,  á  cuyo  pueblo  llegaron  el  dia  2  de  o< 
tubre;  y  después  de  haber  despedido  la  gente,  se  retirare 
los  padres  á  este  santo  colegio. 

En  este  año  1768,  á  principios  de  julio  llegó  á  este  colí 
gio  una  misión,  que  desde  España  vino  al  cuidado  del  pa 
dre  fray  Isidro  del  Rio.  Componíase  de  treinta  y  dos  sacer 
dotes  y  cuatro  religiosos  legos,  aunque  no  todos  Uegaro! 
al  colegio  en  esta  ocasión,  por  haberse  quedado  tres  sacer 
dotes  en  la  ciudad  de  Buenos  Aires  haciendo  misión,  y  otra 
hablan  quedado  enfermos  en  el  camino. 

Con  la  venida  de  este  espiritual  refuerzo,  se  remitieroi 
algunos  operarios  evangélicos  á  las  conversiones  de  Caja- 
marquilla  y  de  Huánuco,  para  que  los  que  se  hallasen  feti- 
gados  de  estar  mucho  tiempo  en  la  montaña,  se  retirase! 
al  colegio. 


SAPITPLO  XXXWII. 


Sneomiéndase  ai  colegio  de  Ooopalaa  conrersionea  de  Lamas. 


Por  mandato  de  nuestro  católico  monarca  Don  Carlos  III 
e  Dios  guarde)  fueron  espelidos  de  todos  los  dominios  de 
paña  los  padres  jesuítas.  En  este  reino  del  Perú  se  hizo 
espulsion  por  el  mes  de  setiembre  del  año  1767,  y  las 
versiones  que  administraban  dichos  padres,  las  unas  fue- 
entregadas  al  ordinario,  y  otras  se  entregaron  á  los  re- 
blares. 

La  ciudad  y  conversiones  de  Lamas,  mientras  se  deter- 
ínaba  á  quién  se  debian  entregar,  estuvieron  administra- 
por  Un  clérigo  de  Moyobamba.  Pero  habiendo  llegado 
muestra  misión,  el  superior  gobierno  encargó  á  este  colegio 
cuidado  de  las  conversiones  de  Lamas.  Fué  nombrado 
"f  presidente  de  ellas  el  padre  fray  Raimundo  Piqueras,  el 
al  salió  de  Lima  para  su  destino  á  mediados  de  abril  del 
o  1769,  y  en  su  compañía  los  padres  fray  Tomás  Pique- 
,  fray  Valentín  Arrieta  y  fray  Ramón  Mesa.  Habiendo 
%ado  á  Huailillas  á  principios  de  junio,  tomaron  su  ca- 
lió á  Pampa  Hermosa,  desde  donde  embarcados  en  ca- 
as,  Davegaron  para  Lamas,  donde  llegaron  ¿  fines  de  di- 
0  mes. 

La  provincia  de  Lamas  es  una  espiriual  conquista  que 
^1  siglo  pasado  hicieron  los  padres  jesuítas  de  Maynas, 
auxiliados  del  corregidor  de  Chachapoyas  y  del  gobernador 


—  228  — 
de  Maynas.  Al  principio  formaron  tres 
ro  después  convidados  de  la  fertilidat 
agregaron  á  ellos  muchos  mestizos  dt 
chapoyas,  con  los  cuales  y  algunos  de 
fundó  la  ciudad  del  Triunfo  de  la  Cruz 
naturales  del  país  viven  en  tres  peque 
llaman  Cumbaza,  Tabalosos  y  Pueblo  i 
encomendados  á  los  vecinos  de  la  ciu 
ser  un  agregado  de  gente  sin  temor  d 
allí  de  todas  partes,  principalmente  d€ 
jamaica  y  Chachapoyas,  y  aun  de  Lin 
desalmados,  para  vivir  á  su  libertad 
hay  justicia  ni  quien  la  administre, 
muy  distante,  y  ser  el  gobernador  un 
riamente  negocia  el  oficio  para  vivir  d 

Apenas  llegaron  á  Lamas  los  padn 
al  otro  dia  se  juntaron  los  ciudadanos, 
del  padre  diciendo  que  ellos  no  quería 
ra  clérigo,  y  que  cómo  les  hablan  de 
no  sabiendo  hablar  su  idioma.  El  padi 
pendió  que  él  y  sus  compañeros  hahia 
to  del  señor  virey  y  disposición  del  st 
lio.  Que  mientras  no  dispusiese  otra  ce 
no,  no  podian  dejar  lo  que  les  habiai 
por  lo  tocante  al  idioma,  confiaba  ei 
tiempo  lo  hablarían  tan  perfectamente 
se  sosegaron,  y  los  padres  se  repartí 
pueblo. 

El  padre  presidente,  como  celoso  n 
do  las  costumbres  de  aquella  ciudad  ti 
zo  fervorosas  pláticas  para  persuadirL 
tíanos.  Insis^^ó  en  que  se  restableciese 
varias  invectivas  contra  el  vicio  de  la 
líos  vecinos  correspondieron  tan  mal, 
las  amonestaciones  del  padre,  perdido 
tinuaban  en  sus  depravadas  amistades 


—  229  — 

pba  la  ciudad  era  el  gobernador,  el  cual  había  nuef  e 
ps  que  estaba  públicamente  amancebado.  El  padre  presi- 
pite  usó  con  él  de  todos  los  medios  que  sugiere  la  caridad 
h  urbanidad  para  reducirle  suavemente  á  vivir  como 
ten  cristiano,  según  por  muchos  títulos  estaba  á  ello  obli- 
iáo.  Y  viendo  su  obstinación,  en  la  pascua  de  Resurrec- 
b  del  año  1770  le  mandó  separar  de  su  manceba. 
\  Los  Lamistas  sintieron  tanto  esta  acción,  que  al  otro  dia 

Karon  cabildo,  pasaron  á  la  casa  del  padre,  y  le  dijeron: 
e  aquella  tierra  no  era  conversión,  sino  ciudad  y  curato 
I  obispado  de  Trujillo;  que  á  los  padres  misioneros  no  los 
pian  admitido  por  curas,  ni  querían  sino  cura  clérigo;  que 
[fuesen  de  su  tierra  antes  que  la  ciudad  se  alborotase, 
prqae  no  querían  estar  sujetos  como  indios  convertidos.» 
I  padre  presidente  les  respondió,  que  habiendo  venido  allí 
br  orden  del  señor  virey,  no  podía  salir  hasta  que  dicho 
pop  se  lo  mandase.  Pero  ellos  hicieron  tales  instancias  y 
penazas,  que  por  el  bien  de  la  paz  el  padre  presidente  tu- 
por  bien  de  retirarse  con  sus  compañeros  á  la  sierra,  con 
imo  de  bajar  á  Trujillo  y  Lima,  y  dar  parte  de  lo  aconte- 
o  al  señor  obispo  y  al  señor  virey.  Dejó  encargada  la  ad- 
ministración de  sacramentos,  mientras  los  superíores  dis- 
ponian  otra  cosa,  á  un  blérígo  de  Moyobamba  que  casual- 
mente se  hallaba  entonces  en  la  ciudad. 
Habiendo  llegado  á  Chachapoyas  á  principios  de  mayo, 
formado  el  corregidor  del  atentado  de  los  Lamistas,  exhor- 
al  padre  presidente  de  parte  del  rey  á  que  no  desampara- 
ba provincia  de  Lamas  hasta  nueva  orden  del  superior 
biemo,  que  él  daría  providencia  para  apaciguar  el  tumul- 
H  padre  presidente  mandó  regresar  á  Lamas  á  los  padres 
7  Tomás  Piqueras  y  fray  Ramón  Mesa,  y  prosiguió  su  ca- 
lino para  Trujillo.  Los  referidos  padres  regresaron  á  La- 
^^;  pero  al  entrar  en  la  ciudad  fueron  recibidos  con  vili- 
íftndio,  por  lo  cual  se  retiraron  al  pueblo  de  Cumbaza,  don- 
*^  loa  indios  los  recibieron  con  grande  benevolencia,  porque 
ftempre  los  amaron  tiernamente.  Después  de  haber  noticia- 


do  al  superior  gobierno  y  á  lea  pre¡ 
mas,  y  después  de  varias  jurídicas 
junio  de  1771  el  superior  gobiei 
converaion  se  entregase  al  ordins 
que  se  hallaban  en  ella,  se  retirase: 
mayo  del  año  1770  llegó  á  este  col 
concedida  por  el  rey  nuestro  seüt 
via  de  Buenos  Aires  el  padre  prefei 
Ampuero:  componíase  de  veinte  sa 
sos  legos. 


CÍLPITPE.O  XXXiriEI. 


EneArgaae  el  colegio  de  Ocopa  de  las  eonvera^onea  de  Chíloé. 


Por  la  expulsión  que  de  los  padres  jesuítas  se  hizo  en 
Éte  reino  por  el  año  1767,  quedaron  las  conversiones  que 
líos  administraban  en  las  islas  de  Chiloé  al  cargo  de  los  cu- 
^  de  aquella  provincia;  pero  como  estos  no  podian  dar 
tostó  espiritual  á  tanto  número  de  almas,  el  presidente  de 
áreal  audiencia  de  Chile,  con  acuerdo  del  señor  obispo  de 
ií  Concepción,  entregó  dichas  conversiones  al  colegio  de 
fhropagaTida  Fide  de  San  Ildefonso  de  Chillan.  Para  pasar  á 
filas  desde  dicho  colegio,  bajaron  á  Lima  para  trasportarse 
m  el  navio  que  una  vez  al  año  hace  viaje  á  dicha  isla.  Y 
babiendo  llegado  el  tiempo  oportuno,  se  embarcaron  para 
iicho  destino  ocho  religiosos  sacerdotes  en  el  mes  de  no- 
viembre del  año  17tí8. 

Después  que  los  seráficos  misioneros  de  Chillan  hubieron 
llegado  á  Chiloé,  y  tomado  el  cargo  de  las  conversiones,  tu- 
■vieTon  algunas  diferencias  con  los  curas  en  puntos  de  juris- 
idiccion  de  cada  parte,  y  otras  con  el  gobernador  de  la  provin- 
cia- de  que  resultaron  escritos  al  superior  gobierno.  Y  el 
venerable  discretorio  del  colegio  de  Chillan,  considerando 
lo  incómodo  que  le  era  el  proveer  de  operarios  dichas  con- 
▼ersiones,  pues  así  para  trasportarse  á  ellas,  como  para  re- 
pesar al  colegio,  era  necesario  que  los  religiosos  bajasen  á 


Lima  para  embarcarse  allí  para  su  desl 
comisario  ^e  misiones  fraj  Juan  Matu 
niíí  criío). 


TñraünamoB  tíielato  de  esfe  ottpitalo,  iacta 
lo  que  mceroa  de  la  misión  d«  ObUoé 
Chile- 


Cuando  acaeci<5  la  espulsion  de  los 
pedidos  al  rey  treinta  individuos  de 
nuevo  impulso  á  las  misiones,  y  para, 
vas  residencias  que  sirviesen  á  estas, 
nía,  el  rey  rogó  á  los  obispos  que  pro 
interinamente  con  sacerdotes  que  de  : 
prestar  este  servicio  tan  propio  de  si 
vez  le  informasen  del  número  de  misic 
sario  enviar  para  llenarlas  de  una  mi 
esto  era  sin  perjuicio  de  que  la  fundac 
blecida  en  Chillan  llenase,  hasta  dond 
terios  que  hasta  entonces  habían  estad 
pañía. 

En  1756  habían  venido  á  Chillan  d 
de  aquel  instituto  en  número  de  doce, 
prefecto  comisario  fray  Ángel  Espiñ 
mientos  de  su  congregación  bajo  el  pi 
fonso.  Desde  entonces,  como  notamos 
de  unos  de  los  obispos  de  la  Concepcit 
parte  en  la  predicación  evangélica  (2). 
tas,  tuvieron  necesidad  los  recoletos  i 
individuos,  y  efectivamente  el  rey  lef 
abundancia  desde  España. 

(1)    En  San  IlderoDSO  á  18  de  agosto  de  1775 

(2>   El  obispado  de  la  Concepción  quedó  va 

«JOB  tomó  poseston  de  él  don  tra;  Pedro  de  Ba 

de  Cirios  III.  Fray  Pedro  de  Bspiñeira  fué  un 

PranciEco  que  pasaron  de  Bepafia  á  servir  lai 


—  239  — 

El  cuidado  del  territorio  ocupado  hasta  entonces  por  loS 
ieles,  fué  dividido  entre  el  nuevo  colegio  de  San  Iklefou- 
que  tomó    á  su  cargo  las  misiones  de  la  Concepción, 
lucania  y  Valdivia,  y  el  de  Santa  Rosa  de  Ocopa,  que  re- 
las  del  archipiélago  de  Chiloé.  Los  trabajos  emprendí- 


ta  Rosa  de  Ocopa.  Resuelto  por  el  rey  que  estos  mismos  religiosos  to- 
sen á  su  cargo  las  misiones  de  la  Araucania,  que  servian  los  jesuitas 
tes  de  su  expulsión,  el  padre  Bspiñeira  fué  uno  de  los  fundadores  del 
dgio  ¿e  San  Ildefonso  da  Chillan,  en  el  que  desempeñó  el  tan  delica- 
como  honroso  cargo  de  maeslro  de  novicios.  Observante  de  las  auste- 
costumbres  de  su  Instituto,  supo  con  su  ejemplo  inocular  en  el  co- 
co de  sus  alumnos  el  espíritu  del  sanio  hábito,  de  tal  modo  que 
ron  al  :'OlHgio  dias  gloriosos  con  su  observancia  regular.  Elegido  guar- 
n  del  mismo,  aplicó  constantemente  sus  conatos  á  mantener  en  todo 
vigor  la  disciplina  mon&stica:  solia  decir:  «que  las  órdenes  regulares 
bian  perdido  gran  parte  de  su  esplendor  por  las  condescendencias  de 
superiores  >  Y  aconsejado  de  esta  experiencia,  jam&s  usaba  de  indul- 
ncia  cuando  se  trataba  de  cumplir  algún  estatuto  de  su  regla. 
La  prefectura  general  de  las  misiones,  que-  recayó  también  en  él,  ab- 
rbió  luego  su  atención.  Visitó  la  mayor  parte  de  las  que  existían,  j  es- 
bltcló  otras  nuevas  en  puntos  muy  importantes:  tates  fueron  las  de 
uUinco  y  Quinchilca  en  la  provincia  do  Valdivia,  y  o'.ras  de  que  habla- 
jTtmos  en  su  lugar.  El  mérito  contraido  por  este  religioso  en  tantas  y  tan 
importantes  obras  fué  recomendado  al  rey  por  la  Audiencia  repetidas 
acaúones  y  muy  en  particular  por  los  presidentes. 

Entre  tan  sedas  ocupaciones  recibió  £spiñeira  la  cédula  de  presen- 
tación para  el  obispado,  y  casi  á  un  tiempo  las  bulas  de  institución  es- 
pedidas por  il  pontiGce  Pió  VI.  Muy  dista u te  él  de  aguardar  semejante 
b exaltación, su  carácter  modesto  y  humilde  le  hizo  pensar  desde  luego  en 
Tenunciar  la  mitra,  y  solo  persuadido  de  sus  amigos  la  aceptó  por  el  bien 
ée\  rebaño  que  se  le  encomendaba.  Se  puso  en  camino  para  Santiago, 
donde  recibióla  consagración  episcopal  del  doctor  D.  Manuel  Álday. 
Kecibido  como  en  triunfo  en  Concepción,  en  virtud  déla  mucha  reputa- 
ción que  sus  virtudes  le  habian  adquirido,  supo  conservar  la  humildad 
religiosa  entre  las  aclamaciones  y  houores  q'ie  se  le  tributaban.  En  la 
visita  que  hizo  á  su  diócesis  renovó  los  tiempos  aposlóücos:  marchaba 
wlocon  dos  compañeros  y  hermanos  de  profusión,  ron  quienes  ultí'rna- 
bf  las  trabajosas  tareas  del  ministerio  pastoral.  La  reforma  del  clero  le 
debió  cuidados  muy  particulares..  Ordenó  que  los  clérigos  asistiesen 
doa  veces  cada  i-emana  á  conferencias  morales,  y  él  se  constituyó  presi- 
dente de  estas  reuniones,  con  el  objeto  de  que  tuviesen  resultado  mas 
fovorable  á  sus  miras,  como  en  efecto  lo  consiguió. 

Mientras  estaba  ocupado  en  estas  obras,  fruto  de  su  celo  apostólico, 
recibió  la  convocatoria  del  metropolitano  de  Lima  para  la  celebración 

11 


—  234  - 

dos  en  las  islari  de  Chiloé  por  los 
igaalaroD  al  menos  á  los  que  teñí 
En  1787  tenían  visitadas  con  un 
tólico  tanto  las  islas  como  el  con 
tigas  catequizaron  á  muchos  in 
sacramentos  á  veinte  y  seis  mil  s 
cristianos,  que  encontraron  diseí 
dente  don  Francisco  Garos  infon 
importancia  de  estos  trabajos,  y  i 
aumentar  el  número  de  estos  fer^ 
sus  frutos  fuesen  mas  copiosos 
de  1789). 

Entre  las  empresas  apostólica; 
ta  Rosa  de  Ocopa  en  Chiloé,  mere 
las  del  padre  fray  Francisco  Mein 
correr  todas  las  islas  del  Archipif 
prendió  su  viaje  desde  Castro  el 
acompañado  de  algunos  indios. 

Dirigiendo  su  rumbo  al  este  d 
la  última  que  se  halla  á  la  parte  c 


del  concilio  provincial.  Sin  demorn  pai 
Ilao,  jae  encoDtró  en  la  apertura  de  aqt: 
la  Iglesia  americana.  Fué  en  ellB  uno  d( 
j  como  tal  pronunció  el  sermón  de  la  se; 
padres  y  de  lodo  el  pueblo  el  dia  8  de  N< 
oración  da  á  conocer  el  fondo  de  au  esp 
parasostener  la  doctrina  católica.' fué, 
remedio  al  (^ravislmo  mal  que  ocasional) 
doctrinas  nuevas  y  relejadas  que  se  prof 
crosBntMS  dogmas. . . 

Otra  ocasión  se  presentó  todavía  en  e: 
cualidades  que  tanto  realzaban  oí  obl 
disputes  que  motivóla  ioterpretecion 
clíiusulB  sétima  de  la  real  cédula  expedí 
de  1~69.  que  por  su  eitcnsion  se  llama  i 
hizo  con  este  motivo  una  larga  diserlac 
del  probabilismo,  sobre  sus  pernicioso)  < 
denes  regularas  lo  babian  combalido,  co 
nos  medios  de  precaución  para  evitar  la 
tuTlsseD  cttutagiadog  por  sus  peirersaa  é 


.     _235  — 

el  estero  de  Marillmo,  y  siguiendo  por  el  pío  Boddahue 
a  la  confluencia  del  Reremo,  en  donde  aseguró  algunos 
timentos  para  la  vuelta,  continuó  luego  su  viaje  por  tie- 
llegó  á  pasar  la  gran  cordillera  de  los  Andes,  y  bajando 
una  estensa  llanura,  vio  en  ella  varias  lagunas,  y  pasadas 
Was,  reconoció  tres  cerros  que  habia  frente  á  otros  dos  co* 
dos,  desde  los  cuales  mirando  al  este,  registró  varios 
minos  trillados  por  vestigios  recientes.  En  el  curso  de  es- 
peregrinaciones  apostólicas  son  indecibles  los  trabajos 
e  sufrió,  consiguiendo  por  premio  ponerse  en  comunica- 
on  con  gentes  que  ni  aun  noticia  tenian  del  Cristianismo. 
El  obispo  de  Concepción  instó  al  colegio  de  Propaganda 
le  Chillan  para  que  tomase  la  administración  de  Mocha, 
^ecopara,  Angol,  San  Cristóbal,  Santa  Juana  y  Santafé, 
fea  el  Arauco;  y  en  virtud  de  esta  invitación  el  colegio  de 
phillan  ocupó  la  misión  de  Santa  Bárbara,  y  las  misiones 
^e  pudo  en  el  Arauco  en  setiembre  de  1768,  y  las  de  Val- 
fivia  y  Cruces  en  febrero  del  ano  siguiente. 

Los  franciscanos  tenian  establecida  de  antemano  la  pre- 
licacion  en  Barinlembu,  territorio  de  la  Araucania,  hacia  la 
parte  de  la  Cordillera ,  distante  como  ochenta  leguas  del 
foerte  de  Santa  Bárbara,  y  de  Culaco,  lugar  inmediato  al 
jmterior.  En  ambas  misiones  trabajaban  con  tesón  por  la 
conversión  de  las  tribus  Pehuenches,  desde  el  año  1758,  fe- 
ha  en  que  las  estableció  el  misionero  fray  Ángel  Espiñeira. 
un  nuevo  auxilio  para  estas  dos  misiones,  se  erigió 
ho  años  después  una  nueva  en  Lolco  por  fray  Francisco 
;fiamirez.  Tanto  aquellas  como  estas  misiones,  con  escepcion 
de  las  de  Valdivia  y  Chilbé,  quedaron  desamparadas  á  con- 
secuencia de  los  movimientos  de  la  guerra  en  1768;  mas 
pasados  éstos,  fueron  recuperándose  las  que  estaban  perdi- 
das, y  estableciéndose  otras  nuevas  en  Arique,  lugar  inme- 
diato á  Valdivia,  en  1772;  en  Tolten  cuatro  años  después; 
en  Guanegue  y  Niebla,  jurisdicción  de  Valdivia,  én  1777; 
I  en  Quinchilca  y  Riobueno,  en  el  siguiente;  en  DaghllipuUe 
y  Cudico  el  jie  87;  y  finalmente  en  Quilacahuin  y  Coyunco, 
'  jurisdicción  de  Osorno,  en  el  de  94. 


Las  misiones  de  Valdivia  sufriei 
1791;  mas  como  la  convulsión  que  ag 
vincia  fué  pasajera,  también  lo  fué  la 
perimentaron  los  sacerdotes  en  los  ejt 
nes  en  sus  respectivas  doctrinas.  La 
una  carta  de  fray  Francisco  Hernand 
gado,  fué  la  única  cuya  suerte  hub( 
partida  de  Huiliches  asaltó  repentinai 
la  noche  la  casa  de  la  misión;  pegó  fu 
te  al  misionero  fray  Antonio  Cuscoa  j 
vientes  suyos,  que  no  tuvieron  tiemp 
mentos,  vasos  sagrados  é  imágenes, 
las  Humas,  lo  llevaron  los  indios  para 
dera  tragedia  dio  motivo  para  que  el 
de  Valdivia  mandase  desalojar  provis: 
nes  de  Daghllipulle  y  Cudico,  'as  qui 
poco  después. 

Tantas  fundaciones  hechas  en  tan 
verdad  prueba  concluyente  del  celo  a 
de  la  Propaganda.  Los  hijow  del  gran 
el  ruido  que  otros,  con  un  sínodo  cap 
los  gastos  para  vivir,  hicieron  tantas 
cuyos  pasos,  á  fuerza  de  publicarlos, 
de  todo  el  mundo,  y  para  cuya  manu 
soro  real  ingentes  sumas.  Nosotros  al 
lo3  montes  de  Valdivia  una  de  estas  i 
bral  del  pórtico  grabada  esta  inscripc 

FKATKIS  FRANCISCI  FERNANDEZ,    ZELO, 
ERECTA  EST  ANNO   MDL; 

nos  sentimos  inspirados  de  una  vencT 
aquellos  esforzados  sacerdotes. 

(Sacado  de  tañas  h 


S"^-^^ 


APÉNDICE. 


de  DocmnentOB  Historióos  Legales  á  la  primera  Época  de  la 
presente  Historia  de  Misiones  del  Colegio  de  Ocopa- 


¡  Advertimos  que  los  documentos  oficiales  que  'siguen, 
fon  copiados  literalmente  los  del  capítulo  XXXIX,  que 
Í8  el  inmediato  siguiente,  de  la  Colección  de  Bulas,  Breves 
}l  otros  docu7nentes,  por  el  padre  Francisco  Javier  Hernan- 
kh  de  la  Compañía  de  Jesús,  en  su  tomo  2.*  pág.  217  y  si- 
mientes. La  Cédula  de  1802  con  otros  importantes  docu- 
mentos, se  halló  en  un  Archivo  perteneciente  á  una  Subpre- 
fectura  del  Departamento '  de  Moyobamba  ó  Chachapoyas  ó 
Litoral  de  Loreto,  la  cual  corre  impresa  en  un  cuaderno, 
^ue  tenemos  actualmente  en  los  remotísimos  pueblos  de 
^nestras  Misiones  de  las  Pampas  del  Santísimo  Sacramento, 
|y  no  hemos  podido  consultar  para  la  impresión  de  la  pre- 
jjenteHistoria,  á  causa  de  la  cruda  guerra  que  se  hace  al 
Perú  y  estar  interrumpidos  los  correos. 

Los  documentos  del  capítulo  XL,  que  es  el  subsiguien- 
te y  los  demás  hasta  completar  esta  primera  parte  de  la 
presente  obra,  el  informe  y  la  copia  adjunta,  tenemos  á 
invista  impresos  en  un  infolio  de  10  pág.,  suelto;  las  leyes 
líüe  siguen  al  informe  y  á  la  copia  mencionados  son  copia 
^^^*el  Redactor  Peruano,  tomo  4."  n.**  38.  Lima,  M  i«%  16 
^8  Marzo  de  1836,  la  primera;  en  su  sección  parte  ojicial: 


mas  la  segunda  del  Registro  Oficial 
M'«S  30  de  Julio  de  1851;  en  la 
Relaciones  exteriores,  Justicia  y 
Mas  todos  los  restantes  son  mam 
custodian  fielmente  en  el  ArchiYod 
Propaganda  Fide  de  Santa  Rosa  dé  ( 
copiados  y  á  que  nos  remitimos. 

Plegué  á  Dios  ijue  pornuestra  p; 
con  la  publicación  de  estos  preciosí 
tar  cualquier  disgusto  que  con  el  tii 
contra  nuestra  República,  tanto  el  I 
las  dé  Bolivia  y  del  Ecuador. 

Esa  es  á  lo  menos  nuestra  intenc 
sinceros  votos,  por  los  que  anhelann 


—  240  — 

liierno  y  Comandancia  general  de  Mayí 
reinato  de  Lima,  sef^regándose  del  de  S 
que  las  comprendía,  comb  asimismo  c 
.ñnanteBcon  las  propias  de  Maj-nas,  ex. 
.umayo  y  Yapura:  que  todas  estas  Misi 
lo  de  Propaganda  Fide  de  Oeopa,  el  cu 
!  están  por  los  rios  Ucayali,  HuaUaga 
iblos  en  las  montañas  inmediatos  á  es 
lioneros  los  que  más  conservan  el  fer\' 
a  un  obispado,  que  comprenda  todas 
I  otros  varios  pueblos,  y  Curatos  pn5xii 

á  diferentes  diócesis,  y  puedan  ser 
lado,  el  cual  podrá  prestar  por  aquello 
orros  espirituales,  que  no  puedan  los 
igiones  y  provincias,  que  las  siiren,  lo 
ares  de  ellas,  ni  los  mismas  Obispos,  q 
isdiccion  por  aquellos  vastos  y  dilatado: 
Cristianos,  y  en  que  so  hallan  muchos  i 
graciadamente  en  el  gremio  de  la  Sanl 
itos  Informó  el  dicho  Ministro  Requeni 
Maynas  en  el  mayor  deterioro,  y  que 
ando  dependientes  del  Virreinato  de  L 

mas  pronto  auxiliadas,  mejor  defendí 
nercio,  por  ser  accesibles  todo  el  aüo  li 
lUaií  á  los  embarcaderos  de  Jaén,  M03 
inde  y  otros  puertos,  todos  en  distinto; 
lellas  diversas  Misiones,  siendo  el  ten; 
Llogo  con  que  se  experimenta  en  los  va 
Lima. 

Expuso  también  era  muy  preciso  qu 
lella  Oobernacion,  y  de  los  países  que 
Obispado,  fuesen  de  un  solo  instituto, 
I  verdadera  vocación  para  propagar  el 
loa  del  colegio  (le  Ocopa  las  Misiones  1 
i,  seria  muy  convenienle  se  encargas 
nás,  que  proponía  incoqjorar  bajo  de  1 
conformidad  que  todos  los  pueblos,  qi 
ísen  servidos  por  los  expresados  MisioE 
os  varios  Curatos,  y  hospicios  &  la  enti 
erentcs  caminos,  en  que  poder  desean; 
rsíones  religiosas;  ültimamente  inform 
r  la  conveniencia  de  confrontar,  en  cua 
isioQ  militar  de  aquella  Comandancia  t 


-  241  - 

irilual  del  nuevo  Obispado,  debia  éste  dilatarse,  no  solo  por  el 
MarañoQ  abajo,  hasta  las  fronteras  de  las  colonias  portuguesas, 
o  también  por  los  demás  rios,  que  en  aquel  desembocan,  y  atia- 
n  todo  aquel  bajo  y  dilatado  país,  de  uniforme  temperamento, 
sitable  por  la  navegación  de  sus  aguas,  extendiéndose  también 
jurisdicción  á  tres  Curatos,  que  están  á  poca  distancia  de  los 
08,  con  corto  y  fácil  camino  de  montaña  intermedio,  á  las  cuales 
la  situación  en  que  se  hallan,  nunca  los  han  visitado  sus  res- 
tivoa  Prelados  diocesanos,  á  que  pertenecen. 
Visto  en  el  referido  mi  Consejo  pleno  de  Indias,  y  examinado 
•n  la  detención  que  exige  asunto  de  tanta  gravedad,  el  circuns- 
nciado  informe  de  D.  Francisco  Requena,  con  cuanto  en  él  más 
puso  muy  detalladamente  sobre  otros  particulares  dignos  de  la 
bayor  reflexión,  lo  informado  también  por  la  Contaduría  general, 
lo  que  dijeron  mis  fiscales,  me  hizo  presente  en  consulta  de  28 
Marzo  y  7  de  Diciembre  de  1801  su  dictamen,  y  habiéndome  con- 
nnado  con  él;  he  resuelto  y  mandado  agregar  al  virreinato  deLi- 
a  el  Gobierno  y  Comandancia  general  de  Maynas,  con  los  pueblos 
el  Gobierno  de  Quijos,  excepto  el  de  Papallacta,  y  que  aquella  Co- 
andancia general  se  extienda,  no  solo  por  el  rio  Marañon  abajo 
ata  las  fronteras  de  las  colonias  portuguesas,  sino  también  por 
os  los  demás  rios,  que  entran  al  mismo  Marañon  por  sus  márge-. 
nes  Septentrional  y  Meridional,  como  son  Morona  Huallaga,  Pasta- 
ía,  Ucayali,  Ñapo,  Yahuari,  Putumayo,  Yapuray  otros  meno*s  consi- 
:derables,  basta  el  paraje,  en  que  estos  mismos  por  sus  saltos  y 
raudales  inaccesibles  no  pueden  ser  navegables,  debiendo  quedar 
también  á  la  misma  Comandancia  general  los  pueblos  de  Lamas 
yMoyobamba,  para  confrontaren  lo  posible  la  jurisdicción  ecle- 
siáslica  y  militar  de  aquellos  territorios.  Asimismo  he  resuelto  po- 
ner todos  esos  pueblos  y  Misiones  á  cargo  del  Colegio  Apostólico  de 
Santa  Rosa  de  Ocopa,  situado  en  el  Araobispado  de  Lima,  y  que 
luego  que  les  estén  encomendados  las  doctrinas  de  todos  los  pue- 
blos, que  comprenden  la  jurisdicción  designada  á  la  expresada  Co- 
mandancia general,  y  nuevo  Obispado  de  Misiones,  que  tengo  de- 
terminado se  erija,  disponga  mi  virey  de  Lima  que  por  mis  Reales  ca- 
jas mas  inmediatas,  se  satisfaga  sin  demora  á  cada  religioso  Misionero 
felosque  efectivamente  se  encargasen  de  los  pueblos,  igual  Sínodo 
al  que  se  contribuye  á  los  empleados  en  las  antiguas,  que  están  á 
cargo  del  mismo  colegio.  Que  teniendo  éste,  como  tiene,  facultad 
Readmitir  en  su  gremio  á  los  Religiosos  de  la  provincia  del  mismo 
Orden  de  San  Francisco,  que  quieran  dedicarse  á  la  Propagación 
^^  la  Fé,  aliste  desde  luego  á  todos  los  que  la  soliciten  con  verda- 
dera Yocacioui  y  sean  aptos  para  el  Ministerio  Apostólico,  prefirien- 


—  242  — 

do  á  los  que  se  hallan  en  actual  ojercicicio 
la  provincia  de  Quito  con  este  preciso  desli 
:^u  celo  por  la  conserracioD  de  las  almas,  c 
niendadas,  sin  que  puedan  separarlos  de 
clones  en  el  caso  de  do  querer  incorporar 
éste  pueda  proveerlas  de  Misioneros  idón 
haya  siempre  los  necesarios  para  las  ya  fu 
puedan  fundarse  de  nuevo  eu  aquella  dilatf 
si  no  tuviere  noviciado  el  expresado  colé 
precisamente  y  admita  en  él  á  todos  los  es| 
licanos.  que  con  verdadera  vocación  quie 
con  la  precisa  circunstancia  de  pasar  é  la 
siempre  que  el  Preladolnsdestineáella,  po; 
plantel  de  operarios  de  virtud  j  educacioi 
las  Misiones,  sin  tener  que  ocurrir  á  colee 
de  estos  mis  reinos. 

También  he  resuello  se  erijan  Hospicios 
pendientes  del  Colegio  de  Ocopa  en  Chacha 
el  convento  de  la  Observancia,  que  existe  6 
al  enunciado  Colegio  para  el  servicio  de  las 
picios  son  muy  necesarios  á  los  Religiosos, 
Francisco  Bequena,  para  las  entradas  ysali 
acostumbrarse  á  los  alímeutos  y  ardiente  ti 
líos  bajos  y  montuosos  países  que  bañan  1< 
llaga,  Leayali,  Ñapo  y  otros,  que  corren  poi 
interminables  llanuras;  y  con  este  mismo  fi 
tregüen,  ó  la  mayor  brevedad,  á  dicho  Col 
Ocopa,  los  Curatos  de  Lamas  y  Moyobamb 
Misioneros  mas  auxilios,  y  facililen  la  llegí 
inmediatos  á  los  riosHuallaga  y  Marsüon, 
niendo  los  mismos  Misioneros,  para  sus  eu 
los  puertos  de  Playa-Grande,  Cuchero  y  1 
las  cabeceras  del  rio  Huallaga,  y  las  aguas  i 
reduccionesy  pueblos  del  Arzobispado  de  L 
minos,  que  desde  dicha  ciudad  á  Huánuco 
puertos,  teniendo  de  este  modo  varias  ruta: 
las  estaciones,  puedan  enlrarsin  interrupc 
pos  que  se  les  encomiendan, para  extender 
luz  del  Evangelio. 

Igualmente  be  resuelto  eirgir  un  obispí 
Sufragáneo  del  .\rzobispado  de  Lima,  á  cu; 
Santidad  el  correspondiente  Breve,  debieni 
Obispado  de  todas  las  conversiones,  que 


—  243  — 

sioneros  deOcopa,  porlosrios  Huallaga,  Ucayali,  y  por  los  ca- 
linos de  montafías,  que  sirven  de  entradas  á  ellos,  y  están  en  las 
isdicciones  de  las  Diócesis  de  Lima  y  Trujillo:  de  los  Curatos  de 
amas,  Moyobamba  y  Santiago  de  las  montañas,  pertenecientes  al 
bispado  de  Trujillo:  de  todas- las  Misiones  de  Maynas:  de  los  Cu- 
tos de  la  Provincia  de  Quijos,  excepto  el  de  Pallacta:  de  la  doc- 
ina  de  Canelos,  en  el  rio  Bobonaza,  servida  por  Padres  Domi- 
os;  de  las  Misiones  de  Religiosos  Mercenarios  en  la  parte  infe- 
ioT  del  rio  Putumayo,  perteneciente  todo  á  ese  Obispado:  y  las  Mi- 
iones  situadas  en  la  parte  superior  del  mismo  rio  Putumayo,  y  en 
ílYapura,  llamadas  de  Sucumbios,  que  estaban  á  cargo  de  los 
dres  Franciscanos  de  Popayan,  sin  que  puedan  por  esta  razón 
pararse  los  Eclesiásticos,  Seculares  ó  Regulares  que  sirven  todas 
s  referidas  Misiones  ó  Curatos,  hasta  que  el  nuevo  Obispo  dis- 
nga  lo  conveniente.  Aunque  este  Preladp  no  tiene  por  ahora  Ca- 
l>ildoni  Iglesia  Catedral  y  puede  residir  en  el  pueblo,  que  mejor  le 
parezca,  y  mas  conviniere  para  el  adelantamiento  de  las  Misiones, 
y  según  las  urgencias,  que  vayan  ocurriendo;  con  todo,  mientras 
que  no  hubiere  causa,  que  lo  impida,  puede  fijar  su  residencia  or- 
i  diñaría  en  el  pueblo  de  Jeveros  por  su  buena  situación  en  país 
abierto,  por  la  ventaja  de  ser  su  Iglesia  la  mas  decente  de  todas  y 
la  mejor  paramentada,  con  rica  Custodia,  Vasos  sagrados,  con  fron- 
:tal,  Sagrario,  candeleros,  mallas  incensarios,  cruces,  y  varas  de 
palio  de  plata;  por  el  número  de  sus  habitantes  de  bella  índole  y 
por  ser  dicho  pueblo  como  el  centro  de  las  principales  Misiones, 
estando  casi  á  igual  distancia  de  él  las  últimas  de  Maynas,  que  se 
extienden  por  el  rio  Marañen  abajo,  como  las  postrimeras  que  es- 
tán aguas  arriba  de  los  rios  Huallaga  y  Ucayali,  que  quedan  hacia 
el  Sur,  teniendo  desde  el  mismo  pueblo  hacia  el  Norte  las  de  los 
nos  Pastaza  y  Ñapo,  quedándoles  solo  las  de  Putumayo  y  Yapura, 
mas  distantes  para  las  visitas,  pudiendo  poner  para  el  mejor.  Go- 
bierno de  su  obispado  los  correspondientes  Vicarios  en  cada  uno  de 
esU>8  diferentes  rios,  que  son  los  mas  considerables  de  aquellas  va- 
rías Misiones. 

Finalmente,  he  resuelto  que  la  dotación  del  nuevo  Prelado  sea 
de  4,000  pesos  anuales  situados  en  mis  Reales  Cajas  déla  ciudad  de 
Lima,  de  cuenta  de  mi  Real  Hacienda;  como  también  otros  mil 
pesos  para  dos  Eclesiásticos  Seculares  ó  Regulares  á  500  pesos  cada 
^0,  que  han  de  acompañar  al  Obispo  como  Asistentes  y  cuyo  nom- 
bramiento y  remoción  debe  quedar  por  ahora  al  arbitrio  del  mismo 
Prelado,  con  la  obligación  de  dar  cuenta  ó  aviso  al  superior  Go- 
bierao  de  Lima  en  cualquiera  de  los  casos  de  nombramiento  ó  re- 
Diocion,  y  haciendo  constar  los  mismos  Eclesiásticos  su  perma- 


—  244  — 

lencia  eu  las  Misiones  para  ei  efooUvo  v 
)oreltora  en  mis  reales  Cajas  los  diezme 
il  distrito  del  Obispado.  Yo  os  lo  partid 
uego  y  encargo,  dispongáis  tenga  el  d 
niento  la  citada  mi  Real  determinación 
lara  el  mismo  efecto,  so  comunica  porQ 

losVirreyesdeLimaySantaFé,  al  Preí 
ia,  al  Comisario  (¡eoeral  de  Indias  de  la 

al  muy  Kdo.  Arzobispo  de  Lima  y  Rdo 
sta  cédula  se  tomará  razón  cu  la  cüntac 
li  Consejo,  y  por  los  Ministros  de  mi  Re 
e  esa  Ciudud  de  Lima.  Dada  en  Madrid 
I  Rey. 
(Cédul.  Arz.  Quil.,  lora.  13,  púg.  64,) 


OBISPADO  DE  LAS  MISIO^'ES 
Cédala  Beal. 
El  Rey.  Reverendo  en  Cto.  Padre  Obi* 
las  de  mi  Consejo  (a).  Habiendo  tenido 
antidad  para  ese  nuevo  obispado;  se  ha 
cspondientes  Bulas,  y  reconocidas  en  i 
ndiaa,  se  ha  dado  el  pase  á  ellas,  expidi 
jecutoriales,  para  que  os  posesionéis  de 
orlo  debe  componerse,  segutila  ereecioi 
n  decreto  de  28  de  Mayo  de  1803,  del  qu 
laynas,  que  se  componen  de  todas  las  ■ 
lente  sirven  los  misioneros  de  Ocopa  pi 
ali  y  por  los  caminos  de  montañas  que 
■  eslán  en  la  jurisdicción  del  Arzobispal 
le  Lamas,  Moyobamba  y  Santiago  de  lai 
1  Obispado  de  Trujillo:  de  todas  las  Mi: 
luratos  de  la  Provincia  de  Quijos,  excep 
odrina  de  Canelos  en  el  rio  Dobonaza  i 
icos:  de  las  Misioaesdc  Religiosos  Men 
ior  del  rio  Putumayoy  en  el  Yapura,  Ih 
staban  é  cargo  de  los  Padres  Francisca 
uedan  por  esta  razón  separarse  los  Ecl 
ulares,  que  sirven  todas  las  referidas  í 
ue  dispongáis  lo  conveniente.  Y  slénd 


(»)  Fr.  Bipolito  Sancliei  Rangel,  de  la  Orden  d 


-^  245  — 

Sonde  ese  nuevo  obispado  conforme  al  citado  Decreto  de  Su  San- 
ad, de  cuya  traducción  y  certificación  de  su  pase  os  acompaño 

kpia,  rubricada  de  mi  infrascrito  Secretario....  Dada  en  San  Lo- 
0,  á  7  de  Octubre  de  1805.— Yo  el  Rey. 
(Cedulario  Arzobispal  de  Lima,  tom.  9,  pág.  327.) 

PRIMER  OBISPO  DE  LAS  MISIONES  DE  MAYNAS. 

Cédula  Beal 

El  Rey.  Reverendo  en  Cristo  Padre,  (1)  Obispo  de  la  Iglesia  Ga- 
ral  de  Quito  de  mi  Consejo.  Para  el  fomento  espiritual  de  las 
isiones  de  Maynas  me  digné,  á  consulta  de  mi  Consejo  de  las  In- 
as,  erigir  un  Obispado  en  dichas  Misiones,  sufragáneo  de  la  Me- 
ropolitana  de  Lima,  con  la  dotación  de  cuatro  mil  pesos,  pagados 
jK)r  las  Reales  Cajas  de  aquella  Capital  y  la  de  mil  pesos  para  dos 
Eclesiásticos  Seculares  Regulares,  que  acompañen  al  Obispo  en  las 
funciones  de  su  Ministerio,  á  cuyo  arbitrio  debe  quedar  su  nom- 
bramiento y  remoción;  pues  por  ahora  no  ha  de  haber  Iglesia  Ca- 
tedral, aunque  la  residencia  ordinaria  del  Obispo  será  en  el  pue- 
h\o  de  Jeveros,  como  centro  de  las  Misiones,  y  por  tener  Iglesia 
muy  decente  y  bien  paramentada,  de  todo  lo  que  ha  obtenido  de 
Su  Santidad  el  correspondiente  Decreto  aprobatorio. 'A  su  conse- 
cuencia, tuve  á  bien  presentar  para  esta  nueva  Mitra  á  Don  Fray 
Hipólito  Sánchez  Rangel,  de  la  Orden  de  San  Francisco,  por  mi 
Real  Deereto  de  17  de  Mayo  de  1804.  Y  despachadas  sus  Bulas,  se 
lian  presentado  por  su  parte  en  dicho  mi  Consejo  de  Cámara  su- 
plicándome que,  conforme  al  tenor  de  ellas,  mandase  darle  el  pase 
y  expedir  el  correspondiente  despacho  para  servir  el  referido  Obis- 
pado.... Fecha  en  San  Lorenzo  á7  de  Octubre  de  1805.— Yo  el  Rey . 
"Cedulario  Arzobispal  de  Lima,  tom.  9.  pág.  323. 

Se  eatahleee  la  Silla  del  Obispado  de  Mapiaa  en  Ohachapoyaa- 

Este  Obispado  se  creó  en  el  Pontificado  de  Pió  VII,  según 
lavCéduIa  antes  inserta.  Al  principio  se  llamó  Obispado  de 
Maynas,  por  que  se  mandó  se  erigiera  en  las  Misiones  de 
Maynas, >y  que  se  compusiera  de  todas  las  conversiones  ser- 
^klas  pop  los  Misioneros  de  Ocopa  y  de  la  antigua  Compa- 
inu  de  Jesús  en  los  rios  Huallaga  y  Ucayali,  con  todas  las 


(M  Fr.  Hipólito  Sánchez  Rangel  de  la  orden  de  San  Francisco. 


-246  — 

montañas,  que  sirven  de  entradas  á' 
la  juvisdiccion  del  Arzobispado  de  Li 
bien  á  la  diócesis  de  Mavnas  los  Cufí 
bamba,  y  Santiag-ode  las  moiiLañas, 
pado  de  Trujillo;  todas  las  Misiones  d 
de  la  provincia  de  Quijos,  excepto  el 
na  de  Canelos  en  el  rio  Bobonaza,  sei 
nicos;  las  Misiones  de  religiosos  Mi 
inferior  del  rio  Putumayo,  pertene 
Quito;  las  Misiones  situadas  en  lapa 
rio  Putamayo  y  en  el  Yapura,  llamai 
estaban  á  cargo  de  los  Padres  Fran 
{Real  Céd.  15  Jul.  1802). 

Por  esta  disposición  se  conoce  i 
erección  del  Obispado  de  Maynas  tuv 
las  Misiones  establecidas  en  las  m< 
miento  rápido  dtí  la  población  en  eso 
chas  causas  hicieron  necesaria  la  ere 
Maynas.  El  Congreso  de  la  Repúbiici 
el  Obispado  se  denominara  de  Chach 
pusiera  de  las  provincias  dePataz,  C 
siendo  capital  la  ciudad  de  Chachap< 
también  provisionalmente  y  hasta  qu 
demarcación,  varios  pueblos  separad 
Lima.  {Ley  29  Jul.  1831). 

Formado  el  expediente  canónico, 
Papa  Gregorio  XVI,  por  la  Bula  Su 
aprobó  la  desmembración  de  las  prov 
chapoyas  del  Obispado  de  Trujillo,  y 
diócesis  de  Maynas;  asi  como  tambii 
Sede  Episcopal  de  esta  ciudad  á  la  di 
título  de  Obispado  de  Chachapoyas. 

Conforme  i  esto,  el  Obispado  de  ( 
del  departamento  de  Amazonas,  de 
Loreto,  y  de  la  provincia  de  Pataz,  i 
Obispado  de  Trujillo. 


—  247  — 

En  este  Obispado  no  hay  Cabildo  Eclesiástico,  porque  los 
¡ezraos  no  eran  bastantes  para  la  dotación  de  prebendas  y 
ignidades,  que  debe  haber  según  la  Bula  de  Gregorio  XVI; 
el  g^obierno  está  obligado  á  proveer  lo  consiguiente 
bre  el  particular,  cuando  haya  rentas  bastantes.  Suplen 
falta  del  Cabildo  dos  Canónigos  asistentes,  y  además  el 
ura  propio  de  la  Parroquia  de  Chachapoyas  ejerce  las  f un- 
iones de  Prebendado  para  asistir  al  Rdo.  Obispo  en  los  ofi- 
ios  Pontificales,  y  otras  funciones  sagradas,   disfrutando 
solo  su  congrua  Parroquial. 

Así  escomo  se  explican  los  nombres,  que  se  han  dado  á 
te  Obispado.  Todo  ha  sido  canónicamente  ejecutado.  La 
reacion  viene  de  Pió  VII,  que  estableció  este  Obispado  en 
aynas,  y  la  traslación  á  Chachapoyas  viene  de  Grego- 
io  XVI^  que  aprobó  la  propuesta  del  Congreso,  efectuándo- 
la traslación  en  4  de  Julio  de  1843.  Sus  obispos  han  sido: 
I.**  Don  Fr.  Hipólito  Antonio  Sánchez  Rangel  y  Fayas, 
Franciscano,  electo  en  27  de  Junio  de  1805,  trasladado  á 
lugo  en  12  de  Diciembre  de  1824. 

2.*  Don  José  María  de  Arriaga,  electo  en  17  de  Setiembre 
de  1838.  Dos  años  después,  en  1840,  se  trasladó  la  silla  á 
Chachapoyas. 

3.°  Don  Pedro  Ruiz,  electo  en  12  de  Setiembre  de  1853, 
murió  en  1863. 

4.*  pon  Fr.  Francisco  Solano  Risco,  Misionero  Apostóli- 
co, profeso  en  Ocopa,  trasladado  después  á  las  Descalzas  de 
Lima  en  1854,  y  últimamente  electo  en  27  de  Marzo  de  1865, 
<iue  gobierna  la  Iglesia. 


CAPITOLO  XL 


Eestítaeloa  Jegtü  deJ  Colegio  da  Oeops-— Iter 
del  1' da  Soriembn  de  18ȇ,  por  el  eoaJ 
—CÚMPLASE  de  Ja  reaolaelon  leg»l  del  Co¡ 
21,  do  1949:  J  otra  do  2*  de  Mayo  de  1845 
deeretadus  para  las  necesidades  del  ColOt 
nombro  do  BanUu,  ae  lo»  dá  dUeitat»  doatíi 


El  primer  documento  o6cÍal  previo  al 
del  Colegio  de  Ocopa,  que  tauta  envidia 
aun  causa  á  los  lihyepciisadores:  pero  al 
bia  promover  la  gloria  de  Dios  y  la  salva 
mas  fieles,  convirtiendo  un  sin  número  de 
raímente  el  siguiente: 

del  Oíao.  Sr-  Ait/ohlepo,  aobie  qao  oo  di  á  rea 
legAl  al  Calogio  de  propaganda  £de  dt 
eumaatoa- 

Excele  NTÍsn 

El  colegio  de  propaga  tidti  fide  de  Ocopa  fué  > 
Beal  Cédula  de  2  de  Octubre  de  1-57.  y  del  B 
mente  Xlll,  que  empieza  líititanlis  Bcciesia  re 
la  María  la  M<iyor.  ó  diez  y  ocbo  de  Agosto  de  i 
cueula  y  ol-Jio.  El  objeto  de  la  rundacion  de 
propagación  de  la  fé  en  las  misiones  que  tenii 
Francisco  en  el  Cerro  de  la  Sal,  Jauja,  Huánu 
dedicando  á  ese  ño  üuico  unestablecimienloqi 
con  otros  ejercicios  incompatibles,  como  eran 
para  que  viviéndose  en  él  en  Tervorosa  soledad 


—  249  — 
.uciones,  fuese  mas  fácil  conciliar  el  espíritu 
latólico  que  exige  el  ministerio  de  evangelizar 
ipondió  el  Colegio  en  cuanto  pendia  de  au  par- 
conversiones  tanto  por  el  Pozuzo,  como  por  el 
y  loa  padres  Girbal  y  Sobreviela  nos  hicieron 
iajes  por  la  Pampa  del  Sacramento,  de  formar 
is  de  las  vastaa  regiones  que  riegan  el  Huallaga 
uchos  rios  grandes  que  confluyen  en  el  según- 
del  Colegio  ae  hacia  con  las  colectas  de  reügio- 
'OTÍncias  franciscanas  de  EspaíJa,  costeándose 
on,  transporley  manutención  del  ramo  de  V8- 
enorea,  conforme  á  la  cédula  de  5  de  Octubre 
de  15  de  Febrero  de  1791.  Seia  mil  pesos  anua- 
Colegio  de  Ocopa  para  el  fomento  y  subsisten- 
les,  fuera  de  los  gastos  que  demandaba  el  pro- 
guardo  de  los  países  reducidos, 
institución  trabajaba  el  Colegio  hasta  que  He- 
'entilarse  solemnemente  la  gran  cuestión  de 
m  política,  y  no  pudiendo  esperarse  que  reli- 
es se  convinieran  con  nunslra  independencia 
poli,  el  Libertador  resolvió  suprimirlo,  y  en 
3r  su  decreto  de  1."  de  Noviembre  de  1824,  o rde- 
1  en  su  lugar  un  Colegio  para  educar  á  los  hijos 
e  de  Jauja  habian  sido  víctimas  por  nuestra  in- 
cto,  se  abrió  dicho  Colegio  de  enseñanza;  mas 
riencia  no  ser  posible  el  que  se  sostuviese  en 
de  Ciencias,  el  Supremo  Gobierno,  pordecreto 
33  ordenó  su  traslación,  y  encargó  al  Arzobispo 
omendase  la  Iglesia  y  Colegio  de  Ocopa  á  reli- 
an, como  se  verificó.  En  11  de  Marzo  de  1838 
e  Provisorio  un  decreto  para  el  resta bleci mi en- 
üioneros.  autorizando  al  Arzobispo  por  el  artfcu- 
ase  la  venida  de  Europa  de  dichos  religiosos. 
lá  la  letra  la  parte  de  la  contestación  que  dio 
jtivo  de  este  decreto,  pues  que  ella  hace  ver  lo 
BU  juicio  era  el  restablecimiento  del  Colegio. 
dinistro.  dice  así: 

reto  de  11  de  Marzo  próximo  pasado,  llenará  á 
iones  del  Señor  de  las  misericordias,  y  dejará 
imente  en  los  corazones  de  toda  esta  Diócesis  y 
íes  él  tiende  al  restablecimiento  de  un  Colegio 
tantos  varones  ilustres,  que  han  tratado  de  la 
nfieles  de  esUis  provincias.  Su  falta  la  decía- 


—  250  — 
nan  innumerables  pueblos  recién  convert 
sienes  de  Maynas,  loa  de  los  térmiDos  de 
rrujillo;  aun  los  mismos  fieles  de  todas  esb 
truccion  religiosa  también  se  ocupaban.» 

Activada  en  efecto  la  venida  de  los  misio 
irgado  á  un  respetable  religioso,  que  con 
^nfnsula,  llegaron  diez  y  nueve  al  Callao  e 
s  y  legos,  con  los  que  se  abrió  nuevament 
tjo  del  mismo  plan  que  se  observaba  antei 
B  Bulas  llamadas  Inocencianas,  y  nombra) 

primer  Guardian  y  demos  oficios,  Sucesii 
le  solo  erau  coristas,  se  entregaron  todos  t 
)  algunos  á  la  montaüa,  y  trabajando  otros 
Tvicio  é  que  se  lea  destinaba  entre  los  fiel 
uerle  de  varios,  enfermedades  de  otros,  se 
gunos  pocos  que  no  podían  soportar  su  cll 
os  de  Jauja,  en  el  afio  43  acudiesen  al  Gob 
a,  por  un  permiso  para  que  los  religiosos 
cion  en  algunas  provincias  de  la  Arquidií 
i  Ayacucho.y  con  lo  que  se  recogiese  trae 
)  misioneros.  Obtenida  la  licencia  del  gobi 
le  entonces  rae  hallaba  de  Vicario  capitula 
!  que,  llegando  el  caso,  el  comisarioqueb 
1,  habia  de  sujetarse  á  las  instrucciones  q 
1  de  que  solo  viniesen  religiosos  de  cond 
icacion  conocida  para  el  ministerio  de  la  p 
nocimiento  de  todas  las  penalidades  que 

desempe&o  de  la  misión  entre  fieles  6  i 
ti  género  de  vida  austera  que  debían  obseí 
rme  á  las  Bulas  Inocencianas,  y  de  todo  si 
)r  la  Bula  Piaña  y  cédula  ejecutorial  de  2 
incedian  ¿  los  misioneros  en  tiempo  del  G' 

Colectada  en  algunas  provincias  de  esta 
yacucho  la  cantidad  de  muy  poco  mas  de 
•ado  para  Comisario  el  P.  Fr.  Fernando  Va 
an  del  Colegio,  recibió  en  efecto  las  instr»] 
,  y  emprendiendo  su  viaje  á  Europa,  con 
nzas  de  un  modo  que  me  hizo  ver  la  man: 
ivina  Providencia  en  favor  del  Colegio  y  d 
odetíida  cantidad  se  presentó  en  el  Callao 
osos  entre  Sacerdotes  y  Legos,  todos  sacac 
tos  de  la  Italia,  á  donde  se  hablan  refugiat 
lando  la  persecución  de  los  regulares  prim 


—  251  — 

Moa  animados  del  espíritu  de  vivir  conforme  á  las  reglas  Inocen- 
hnas,  y  de  servir  en  lo  que  les  ocupara  el  Prelado  de  esta  Dióce 
Ib.  Presentóme  también  el  referido  Comisario  la  cuenta  de  los  gas- 
DB  emprendidos  desde  su  embarque  en  el  Callao  hasta  su  regreso, 
lijándome  admirado  al  ver  que  no  solo  hubiera  alcanzado  para 
^gastos  de  viático  y  conducción  de  tanto  número  de  religiosos, 
!Ldo  que  hubiese  para  cubrir  los  gastos  de  varios  paramentos  para 
i  iglesia  del  Colegio;  de  siete  cajones,  según  recuerdo,  de  herra- 
lüentas  y  otros  útiles  con  que  se  acostumbra  agasajar  á  los  infíe- 
m,  sobrando  todavía  algunos  reales  para  sostener  ¿  los  religiosos 
branle  su  mansión  en  Lima,  y  traslación  al  Colegio.  De  los  men- 
nnados  religiosos  venido  en  esa  ocasión,  solo  dos  han  podido  per- 
severar en  el  Colegio,  por  enfermedades  que  no  les  permitían  vivir 
Él  el  rígido  clima  de  Ocopa. 

Otros  religiosos  no  menos  austeros  hablan  quedado  en  Italia  re- 
meltos  á  venir,  siempre  que  recibieran  informes  seguros  de  que 
piel  Colegio  se  guardaba  vida  común  perfecta,  y  todas  las  précti- 
de  silencio,  oración  y  conferencias  literarias  á  que  están  obli- 
do8  los  individuos  de  los  Colegios  de  propaganda.  Son  éstos  los 
e  en  número  de  diez  arribaron  al  Callao  en  el  año  próximo  pasa- 
¡lo,  trasladándose  inmediatamente  á  su  Colegio,  que  con  algunas 
^asas  limosnas  de  los  fíeles  pudo  costearles  su  venida,  y  de  los 
kue  falleció  ya  uno  de  sus  mas  respetables  individuos. 
r  Los  servicios  que  han  prestado  en  esta  Diócesis,  y  en  la  da  Aya- 
inieho  á  la  que  han  sido  llamados  por  su  dignísimo  Obispo,  son 
botorioa,  y  los  pueblos  en  donde  han  ejercido  la  predibacion  ex- 
liaordlnaria  por  encargo  mió  son  los  mejores  testigos  de  su  celo, 
desinterés,  dedicación  incansable  al  confesonario,  y  demás  virtu- 
irles,  que  sin  duda  influyen  no  poco  en  la  unción  que  acompaña  á 
bu  palabra,  á  la  que  se  deben  muchas  conversiones  y  sensible  en- 
niienda  de  costumbres.  En  la  Santa  Visita  pastoral  que  desde  el 
pño  próximo  pasado  está  haciendo  mi  Auxiliar  el  limo,  señor  Obis- 
f|K>  de  Eretria,  ellos  son  los  precursores  que  con  sus  tareas  apostó- 
llícas  preparan  á  los  fieles,  para  que  puedan  recibir  en  gracia  el 
^Sacramento  de  la  Confirmación,  y  para  que  la  visita  produzca  al- 
Ifun  bien,  del  grande  que  la  Iglesia  se  propone  y  desea,  cuando  nos 
í^írdena  á  los  pastores  recorrer  personalmente  todos  los  lugares  en 
?fuc  residen  las  ovejas  de  nuestro  Divino  Maestro,  que  nos  están 
;  encomendadas. 

^     Bs  verdad  que  con  las  misiones  que  en  el  año  de  1846  se  dieron 
«i  Jauja,  se  sucitaron  algunas  especies  que  llamaron  la  atención 
i  del  Supremo  Gobierno,  dando  mérito  á  las  notas  que  se  han  publi- 
cado recientemente  en  unos  de  los  periódicos  de  esta  Capital  (El 


—  252  — 

rreo  núm.  1,436);  pero  también  es  cierl 
:ion  que  ordené  hacer  al  Vicario  de  la 
mente  juatifícadoB  los  religioBOS  de-eí 
la  nota  fecha  23  de  Mayo  de  dicho  añ 
biemo,  7  de  la  que  por  no  haberse  pul 
:a  lo  que  pueda  convenir. 
A  ñn  de  evitar  en  lo  sucesivo  todo  m 
diesen  ser  censurados  en  el  desempeñ 
a  instrucción,  á  la  que  desde  entonces 
:nte,  sin  que  después  haya  ocurrido  la 

bien  hayasnmudecido  la  mal-queren 
Por  lo  respectivo  á  las  misiones  de  ic 

religiosos  necesarios  así  Sacerdotes  ce 
indo  se  abrió  el  camino  del  Schansch 
rlieron  dos  Sacerdotes  y  un  Lego  para 
ndo  notorio  el  naufragio  que  sufrió  un 
■ástrado  de  su  celo  y  esperanzado  de  n 
.  infieles,  que  hacian  oposición  obstine 
ite,  pereció  ahogado  en  el  rio. 
En  el  año  próximo  pasado  et  P.  Cimini 
iprendió  un  viaje  desde  Sarayacu,  en  i 
I,  atravesando  varios  rios  con  el  fín  de 
rir  nuevamente  la  ruta  y  comunicacjoi 
;ron  por  allí  los  misioneros.  Desgracia^ 
punto  deseado,  su  comitiva  sufrió  un 
iceder,  dejando  la  tentativa  para  mejoi 
dio  cuenta  al  Supremo  Gobierno,  y  au 

algún  periódico. 

Por  lo  que  hace  á  loa  servicios  que  pr 
neral  á  los  fieles  en  la  provincia  de  Jai 
legio,  escuso  hablar, habiendo  enlasCá 
I  que  pueden  decir  lo  que  ven  con  sus  oj 
leí  próximo  pasado  Agosto,  hollóndose 
silador,  se  han  confesado  y  comulgad( 
.1  almas,  y  que  la  mitad  de  éstas  han 
ino  de  los  religiosos,  que  constanten 

pobres  la  limosna  del  pan  que  colecta 

En  consecuencia  do  lo  expuesto  nada 
I  y  conveniente  que  el  que  la  esistenci 
T  un  decreto  declarado  nulo,  reciba  la 
que  al  mismo  tiempo  provea  los  med 
izando  las  faltas  que  ocasionen  la  mu< 
jéz  do  los  individuos  quo  hoy  existen. 


—  253  — 

Ck>ncluiré  con  una  ligera  reflexión  que  me  parece  muy  podero- 
h.  Las  numerosas  Tribus  Salvajes  que  ocupan  una  parte  de  la  Re- 
■Éblica,  tan  dilatada  y  provista  de  verdaderas  riquezas,  que  algún 
pía  pueden  ceder  en  nuestro  provecho,  no  pueden  sugetarse  sino 
^r  UBO  de  dos  medios,  ó  la  conquista  por  la  fuerza,  ó  la  conquista 
por  la  persuasión.  La  primera  es  reprobada  por  la  razón:  resta  la 
legunda,  la  que  demanda  operarios  que  se  dediquen  á  emprender- 
la animados  y  fortalecidos  por  un  espíritu  sobrehumano.  Tales  son 
Hfi  misioneros,  que  anunciando  la  Fé,  derraman  con  ella  el  prin- 
dpio  generador  de  la  civilización. 
Se  necesitan  pues  esos  misioneros;  es  decir,  Sacerdotes  dotados 
una  vocación  especial,  y  de  una  complexión  física  capaz  de  so- 
ellevar  las  privaciones  y  sacrificios  de  toda  especie,  que  trae  con- 
Igo  la  reducción  de  los  Salvajes.  ¿Y  de  donde  sacaremos  psos  Sa- 
^rdotes  robustos,  á  la  vez  que  investidos  de  la  propia  abnegación? 
mu  Nueva  Granada  se  ha  echado  mano  de  los  Jesuítas:  en  Caracas 
pe  han  hecho  venir  de  España  padres  Capuchinos:  en  Bolivia  se  ha 
[tratado  de  fomentar  el  antiguo  Colegio  de  Tarifa:  ¿y  en  el  Perú  no 
ae  protejerá  al  Colegio  de  Ocopa?  Un  decreto  del  Gobierno  lo  res- 
Mbleció,  y  al  abrigo  de  ese  decreto  vinieron  los  religiosos.  Si  el 
[mencionado  decreto  fué  posteriormente  herido  de  nulidad,  no  por 
¡culpa  de  ellos,  sino  por  ser  ilegal  la  autoridad  que  lo  expedió,  me- 
aiester  es  que  no  corra  mas  tiempo  sin  que  la  acción  del  Cuerpo 
flegislativo  le  dé  nueva  vida,  exigiéndolo  así  el  interés  dé  la  Nación 
(yelde nuestra  Santa  Religión.  Es  cuanto  en  el  particular  puedo 
ideciren  cumplimiento  del  Decreto  de  V.  E.  para  que  evacué  el  in- 
fonne  pedido  por  la  Comisión  eclesiástica  de  la  Honorable  Cámara 
de  Diputados. — Lima  y  Octubre  6  de  1849.— Francisco  Javier,  Ar- 
Mbispo  de  Lima. 


República  Peruana. — Audiencia  Arzobispal.  Secretaría  de  Cá- 
mara y  Gobierno.— Lima,  Mayo,  veinte  y  tres  de  mil  ochocientos 
cuarenta  y  seis. — Al  Señor  Ministro  de  Relaciones  Exteriores. — 
S.  M.— En  quince  de  Abril  próximo  pasado  se  sirvió  U.  S.  decirme, 
pe  los  religiosos  que  hice  traer  de  B.nropo  para  el  Colegio  de  Ocopa, 
^bian  restablecido  el  sistema  de  penitencias  públicas  que  ha  ce- 
sado en  la  Iglesia,  y  con  este  motivo  se  habia  puesto  en  duda  el 
»oiior  de  algunas  esposas  y  de  otras  personas.  U.  S.  lo  ponía  en  mi 
<5onocimi enlode  orden  de  S.  E.  para  que  dictase  por  mi  parte  las 
hedidas  precisas  para  contener  abusos  y  remediar  males.  En  vein- 
^  y  dos  del  mismo  mes  me  dirigió  U.  S.  segunda  nota,  comuni- 


—  25Í  — 

candóme  que  acababa  de  saber  el  Gobiert 
citado  mes,  bubo  en  aquella  Provincia  ui 
popular,  producido  por  la  miama  imprudí 
neroB  propalan  doctíinaa  subversivas,  tos 
cia  y  asi  lo  anuncian  en  sus  discursos,  qu 
la  autoridad  civil  y  diocesana.  Que  en  su 
ge  hallaba  en  el  coso  de  dictar,  con  respec 
cias  correspondientes,  para  restablecer  el 
un  nuevo  traslorno. — Felizmente  pera  sa 
suelo  mío,  las  especies  con  que  se  aorpí 
desaparecen,  á  visto  de  las  informaciones 
sonas  mas  respetables  y  fidedignas  de  la  i 
pueblos  de  esa  Provincia,  que  acompafio 
aente  ú  S.  E.  De  ellas  aparece  que  tan  léj( 
subversivas  religioso  alguno  de  los  que  h 
Jauja,  Huancayo  y  Comas;  por  el  contn 
mero  el  deber  que  les  impone  el  Evangel: 
á  los  fieles  su  obligación  de  obedecer  á  lo! 
plir  exactamentecon  lodos  los  preceptos 
civilizadora  moral  del  Catolicismo.  Resul 
clon  del  1  de  Abril  pintada  á  S.  E.  como 
reunión  de  parte  del  pueblo  de  Jauja,  qu 
el  sermón  de  despedida  de  los  misionero 
estos  acto  continuo,  se  agolpd  á  la  plaza  c 
diendo  uo  lo  abandonaran,  y  concluyesen 
jante  reunión  que  en  nada  amenazaba  al  < 
ponía  mas  que  un  fin  loable,  no  es  acrece 
cionde  asonada:  era  una  sencilla  y  religii 
leréa  de  aquellos  fieles,  por  conservare 
de  tiempo  á  los  expresados  religiosos,  coi 
tranquilidad  que  sucedieron  en  el  momei 
sentaron,  ofreciendo  permanecer  algunos 
En  orden  al  restablecimiento  de  penitt 
U.  S.  en  mi  nota  del  16  do  Abril,  que  ape 
oídos  esos  rumores,  había  escrito  al  Podre  i 
en  el  supuesto  de  ser  ciertos  los  hechos  q 
olvidar  la  doctriua  del  Santo  Concilio  de  1 
se  ciñeron  los  misioneros,  imponiéndola 
que,  con  notorio  escándalo ,  vivían  años  y 
y  á  las  que  ninguna  infamia  se  podía  segí 
puertas  del  templo  con  uno  vela  y  un  libi 
de  su  arrepentimiento,  y  para  satisfacer  e 
pío  que  por  Unto  tiempo  le  hablan  dado. 


—  255  — 

kque  los  misioneros  aconsejaron  esa  penitencia;  pues  si  hubo 
p»  fíeles  que  hicieran  alguna  manifestación  pública,  fué  volun- 
iriamenie  y  siguiendo  su  propio  consejo.  Esto  es  lo  acaecido,  y  lo 
^smo  de  que  esperaba  cerciorarme.  No  obstante,  usando  de  la  fa- 
lUtad  que  el  Concilio  dá  á  los  Obispos  en  el  particular,  y  previen- 
j^que  el  feo  aspecto  con  que  se  hacia  circular  la  noticia  de  esas 
■nitencias,  podia  perjudicar  á  la  misma  misión  preparando  contra 
Ba  algunos  ánimos  en  otros  pueblos  donde  sería  útilísima  y  aun 
iKesaria,  encargué  al  Padre  Guardian  se  redujeran  en  lo  sucesivo 
Ümponer  penitencias  secretas,  cerrando  asi  la  puerta  por  ese  lado 
.^o  prelesto  de  calumnia. 

\  Dios,  que  por  sus  profundos  juicios  permite  en  su  Iglesia  se  ha- 
^  mezclados  el  trigo  con  la  zizaña«  permite  también  que  los  mi- 
fairos  que  con  mayor  celo  se  dedican  á  la  predicación  sean  calum- 
bados, j  aun  perseguidos:  llenas  están  las  páginas  de  la  historia 
fúesiásiica  de  trabajos  que  han  sufrido  tantos  siervos  de  Dios  que 
0  han  consagrado  por  medio  de  la  predicación  á  desarraigar  los  vi- 
4o8  y  plantar  las  virtudes.  El  desgraciado  que  no  tiene  valor  de 
Imponerse  á  ver  de  improviso  quebrantada  la  cadena  de  una  amis- 
id  ilícita  en  que  vive  engolfado;  el  que  embriagado  del  espíritu 
le  venganza  miraría  como  una  infelicidad  el  que  se  le  hiciera  sen- 
tir la  obligación  de  olvidar  sus  agravios;  tantos  otros  á  quienes, 
r^ito.  Dios  por  sus  inescrutables  juicios  deja  en  manos  de  su  pro- 
pio consejo,  son  y  serán  enemigos  de  las  misiones,  haciéndoles 
0iN)8icion  por  cuantos  medios  les  sugiera  su  espíritu  extraviado. 

Entre  tanto  las  misiones  en  los  pueblos  de  Jauja  donde  se  han 
todo,  y  en  los  de  la  provincia  de  lea,  á  donde  llamados  por  los  se- 
fiores  Curas,  y  con  mi  beneplácito,  han  ido  y  existen  cuatro  de  los 
religiosos  últimamente  venidos,  han  producido  un  fruto  en  que 
rosplandece  la  bendición  deí  cielo.  Mil  ilícitas  amistades  ó  quebra- 
os ó  santificadas  por  el  matrimonio:  odios  envejecidos,  enemista- 
des ruidosas  terminadas  y  convertidas  en  caridad  fraterna:  restitu- 
ciones de  especies  mal  habidas,  y  tantos  otros  bienes  que  influyen 
aobremanera  en  el  bienestar  de  la  sociedad  civil.  Confieso  á  V.  S. 
que  al  leer  las  cartas  que  de  aquellos  puntos  me  han  dirigido,  y 
continúan  escribiéndome  varios  sacerdotes  virtuosos,  admirados  de 
la  transformación  hacia  el  bien  de  las  poblaciones  donde  esos  mi- 
nistros del  Señor  ejercen  sus  tareas,  mi  alma  se  conmueve  sintién- 
«lofie  penetrada  de  gratitud  á  nuestro  Dios  que  quiso  enviarlos  en 
Bu  tiempo. 

Venidos  estos  religiosos  con  el  espíritu  de  su  regla,  como  es  no- 
Virio,  sin  buscar  nada  temporal,  ni  otro  interés  que  el  de  ocuparse 
«a  la  santifícacion  de  las  almas,  he  debido  mirarlos  como  un  don 


—  256  — 

del  cielo  para  ayudarme  y  en  algún  moc 
BO  peso  del  cargo  pastoral.  Imposibilitad 
tensíoQ  de  la  Arquidióceais,  y  hacer  oir 
ovejas  del  rebaño  que  el  Supremo  Pastoi 
i  mis  cuidados,  ¿  cómo  no  deberé  reconoi 
decido  al  Señor,  cuando  me  proporcions 
ríos  que,  con  la  palabra  animada  de  la  i 
veces  anunciando  la  penitencia  y  convii 
dores,  ¿  la  vez  que  fortaleciendo  ó  los  j' 
salvación?  Aseguro  á  V.  S.  que  en  las  an 
sobre  mis  hombros  el  Arzobispado,  me 
de  mis  obligaciones,  ha  sido  mi  consuelí 
religiosos  recorriendo  como  los  primero 
sin  mas  aparato  que  la  cruz  y  el  breviar 
Arquidióceais  para  anuuclarel  Eviingeli 
que  hasta  ahora  han  hecho,  no  me  he  ei 
bierno  bien  instruido,  estoy  seguro  cod 
¿  favorecer  tan  santa  y  benéfica  obra. 

Verdad  es  que  uno  de  loa  objetos  del 
propagar  la  fé  entre  los  inOeles;  pero  no 
de  hacer  misiones  en  los  pueblos  fieles, 
llamados  por  el  Obispo,  en  conformidad 
to  Concilio  de  Trento.  Desde  la  ereccií 
sido  la  práctica,  y  apenas  abría  yo  los 
haber  asistido  en  mi  suelo  natal  á  una  i 
legio  de  Moquegua,  llamados  por  uno  di 
de  esa  Iglesia.  En  esta  Arquidiócesia  ha 
loa  curatos  ¿  donde  eran  invitados,  no  e 
la  Diócesis  limítrofe  de  Ayacucho.  Ni  pi 
aunque  todos  viniesen  de  sus  provincia: 
el  Rey  con  aquel  fln,  y  los  colegios  fue 
por  el  real  tesoro,  que  al  de  Ocopa  erogí 
seis  mil  pesos  anuales;  mas  no  Lodos  tei 
físicas  necesarias  para  penetrar  en  la  ' 
clima.  Pocos  eran  capaces  de  esas  tareas 
8U  colegio  y  preparados  con  largos  ejerc 
prender  la  carrera  de  apóstolcay  civilizf 
jes.  Siempre  el  mayor  número  quedaba 
el  ministerio  sacerdotal. 

Síd  duda  fué  este  el  lin  que  movÍ<i  á 
de  Jauja,  Pasco,  lea,  HuancavcUca,  y  pi 
gacionea  para  la  Ci)lecta  de  misioneros  e 
sideran  con  derecho  al  servicio  espirituí 
cidoa  por  sus  limosnas,  y  con  ellas  solaí 


_  257  — 

f*  Por  lo  que  hace  á  su  dependencia  del  Diocesano,  nadie  mejor  que 
¡ro  puede  atestar  los  principios  que  en  este  órdén  rigen  á  esa  comu- 
bdad.  Mas  há  de  tres  años  quemeballoalfrentedelOobiemo  ecle- 
liáatico  como  Vicario  Capitular,  y  hoy  como  indigno  Arzobispo.  En 
podo  ese  tiempo  puedo  asegurar  que  ni  un  solo  paso  han  dado  los 
Religiosos  de  Ocopa,  aun  en  cosas  de  menor  entidad,  que,  ó  no  me 
lo  hayan  consultado,  ó  de  que  oportunamente  no  me  hayan  dado 
pxon.  Apenas  hará  dos  meses  que  muy  anticipadamente  mepidie- 
n  les  nombrase  Visitador  Presidente  del  Capítulo,  que  deben  co- 
brar en  Agosto  venidero;  muerto  el  respetable  anciano  que  habia 
mbrado,  inmediatamente  me  han  dado  cuenta  para  que  confiera 
ñ.  título  á  otro  que  lo  reemplace.  Hechos  tales  acreditan  el  espíritu 
jde  subordinación  de  los  religiosos  de  Ocopa,  y  desmienten  las  re- 
haciones  falsas  ó  equivocadas  que  se  hagan  en  contrario. 
L  No  me  detendré  en  si  los  nuevos  misioneros  tengan  solo  los  títu- 
los comunes  de  hospitalidad.  El  colegio  de  Ocopa,  restablecido 
kn  1836  por  la  autoridad  que  entonces  regia  la  República,  y  conser- 
ivado  ante  el  Congreso  de  Huancayo  que  lo  tenia  á  la  vista,  se  con- 
sideró en  la  administración  de  S.  E.  el  finado  Presidente  general 
[ijamarra  como  un  convento  legálmente  existente:  los  nuevos  mi- 
[sioneros  son,  pues,  miembros  de  esa  Comunidad,  que  debe  mirar 
|qo  como  huéspedes,  sino  como  unos  verdaderos  subditos  filiados 
I  en  el  clero  de  la  Diócesis. 

f     Me  indica  V.  S.  en  su  respetada  nota  del  15  que  nada  deben  ha- 
cer, sin  solicitar  permiso  de  la  autoridad  local  do  Junin.  Concibo 
;  tiue  esta  expresión  general  no  sea  porque  los  misioneros  estén  obli- 
!  gados  á  pedir  licencia  á  la  autoridad  civil  para  predicar  y  adminis- 
!  irar  el  Sacramento  de  la  Penitencia,  objetos  únicos  de  una  misión. 
V.  S.  sabe  que^semejante  principio  no  es  compatible  con  el  Catoli- 
cismo, él  que  no  pudiendo  propagarse  ni  conservarse  sino  por  me- 
^iodela  predicación,  fué  instituido  por  su  Divino  fundador  con 
independencia  en  este  punto  de  la  autoridad  temporal.  Él  debe 
anunciarse  ¿  los  pueblos  fieles  é  infieles  en  virtud  de  la  misión  di- 
vina propia  de  los  Obispos,  de  quienes  desciende  á  los  Presbíteros. 
SI  los  misioneros  hubiesen  de  necesitar  el  permiso  de  las  autorida- 
des locales  para  ejercitar  el  encargo  de  predicar,  y  é  la  vez  recon- 
ciliar á  los  penitentes  con  Dios,  que  expresamente  les  hace  su  Obis- 
po, seria  una  traba  trascendental  al  mismo  Prelado,  quien  en  la 
íncertidumbre  de  si  alguna  autoridad  local  podría  oponer  obstácu- 
lo á  la  predicación  de  sus  coadjutores  extraordinarios,  se  veria  no 
pocas  veces  embarazado  para  el  desempeño  de  ese  máximo  deber. 
it  los  ojos  salta  que  si  los  que  hacen  las  veces  del  Arzobispo  con 
especial  comisión  suya,  para  repartir  el  pan  de  la  palabra  á  las  por* 


—  258  — 
clones  de  8u  numerosa  Grey,  esparcida  ei 
fuesen  obligados  á  pedir  permiso  ¿  la  autoríi 
gado  á  ese  deber  de  un  modo  indirecto,  perc 
vo,  el  que  habiendo  sucedido  á  los  Apóstele 
cibido  con  la  independencia  que  ellos  el  pod 
gelio. 

Dios  guarde  é  V.  S.— Francisco  Javier,  An 

Lima  y  Octubre  5  de  l8i9.—Fr<i}icisco  Orv 

Se  omite  publicar  otros  informes  de 

y  distinción  de  la  ciudad  de  Jauja,  por  i 

tar  á  los  señores  de  la  Cámara,  y  solo  ci 

por  creerlo  oportuno. 

Bepública  Peruana. — Ejéreilo  Nacional.— 
— Al  R.  P.  Fr.  Juan  Crisóstomo  Cimini,  Gu 
Ocopa.— Eo  contestación  á  su  apreciable  nol 
que  las  mas  veces  que  he  asistido  á  oir  los  si 
nidad  y  compañeros  han  predicado  en  esla  c 
que  duróla  misión,  no  he  oido  una  sola  pa 
fuera  de  él  á  ningún  religioso  de  Ocopa,  que 
gobierno  civil  y  eclesiástico  de  la  Bepública 
obedecer  las  autoridades.  Por  el  contrario,  s 
tado  en  la  Cátedra  del  Espíritu  Santo  sobre 
gobiernos,  ha  sido  aconsejando  á  los  ciudaí 
modo  extricto  la  obediencia  á  que  están  lig 
leyes  del  Estado.. Por  lo  que  ruspecta  ú  la  d 
nios,  que  tan  injustamente  se  atribuía  ó  las 
mámenle  persuadido,  como  lo  está  el  vecinri 
el  de  Huancayo,  que  lejos  de  haber  contribi 
■  ros  á  dicha  desunión,  han  hecho  los  esfuerz( 
los  que  estaban  separados,  y  no  solamente 
este  punto,  sino  que  con  el  mayor  tesón  han 
sendero  de  la  virtud  á  todas  las  personas  qi 
de  él,  inculcándoles  á  todas  horas  las  máxin 
la  moral,  y  muchas  de  ellas  se  han  arrepent 
arreglado  sus  conciencias  á  los  preceptos  c 
Con  lo  expuesto  dejo  contestados  los  punte 
nota  de  V.  P.,  y  ojalá  que  ellos  sirvan  para  ( 
detractores,  que  han  tratado  de  mancillar  li 
dignamente  disfruta  la  Comunidad  de  Ocopí 

Dios  guarde  á  V.  P.  R. — Lorenzo  B.  Gonca 


—  259  — 

El  contenido  de  esta  nota  prueba  la  exactitud  del  cum- 
plimiento de  los  deberes  religiosos  practicados  por  los  mi- 
ioneros,  y  hasta  el  día,  ninguna  autoridad  ni  individuo 
particular  de  la  provincia  en  que  se  halla  situado  el  Cole- 
fio,  ha   podido  desmentirla.  Solo  este  mismo  señor  Infor- 

nanteü!  ^ 

* 

I     El  documento  oficial  citado  en  él  informe  anterior^  es 
fomo  sigue: 

! 

.  L»eypoT la cnal aereatablece  el  Colegio  de  Ooopa- 

\ 

pL  ciui>ai>a::o  Luis  José  Orbbgoso,  general  dk  división  de  los 

KjéRCITOS  nacionales,  BENEMÉRITO  Á  LA  PATRIA  EN  GRADO  HE- 
SÓICO  Tí  EMINENTE,  CONDECORADO  CON  LA  MEDALLA  DE  LA  OCU- 
PACIÓN DEL  Callao,  presidente  provisional  de  la  República, 

ftrCÉTlsRA,  ETC. 

Considerando: 

I.  Que  el  colegio  de  Santa  Rosa  de  Ocopa,  creado  por  decreto 
del  1.°  de  Noviembre  de  1824,  para  educación  de  la  juventud,  no  ha 
podido  establecerse  de  un  modo  permanente: 

II.  Que  aquel  lugar  no  es  aparente  por  su  situación  para  se- 
mejante establecimiento: 

m.  Que  la  civilización  de  las  tribus  salvajes  del  interior  y  su 
reducción  á  la  santa  fé  católica,  es  una  empresa  digna  de  las  luces 
del  siglo  j  acepta  á  los  ojos  del  Todo  Poderoso: 

IV.  Que  con  este  objeto  fué  fundado  el  expresado  colegio  de 
misiones  de  santa  Rosa  de  Ocopa: 

V.  Que  se  han  tomado  medidas  para  que  vengan  de  Europa 
los  religiosos  necesarios  al  restablecimiento  de  tan  piadoso  insti- 
tuto; y  usando  de  las  facultades  extraordinarias  de  que  me  hallo 

investido; 

Decreto: 

Artículo  I.**  Queda  derogado  en  todas  sus  partes  el  decreto  do 
l.^'de  noviembre  de  1824,  erijiendo  en  colegio  de  educación  el  de 
misioneros  de  santa  Rosa  de  Ocopa. 

Akt.  2.^  Se  restablece  el  colegio  de  misioneros  de  Ocopa  en  los 
mismos  términos  en  que  se  hallaba  antes  del  citado  decreto. 

Abt-  3.*  Se  devolverán  al  colegio  de  misioneros  todas  sus  ren- 
tas, pertenencias,  etc.;  y  le  quedan  adjudicadas  las  entradas  que 
te  han  asignado  al  mencionado  colegio  de  educación,  por  diferentes 
resoluciones. 


—  2( 

Abt.  4."  El  muy  reverendo  A 
de  notoria  probidad,  honradez  y  i 
cibiendo  todas  sus  rentas,  á  fin  di 
expedito  para  cuando  lleguen  loi 
fondos  los  gastos  precisos  para  su 

Art.  5.°  E)  mismo  reverendo 
el  celo  que  le  anima  por  la  propa 
venida  de  los  religiosos  indicado: 

Abt.  6°  Como  la  constitucioi 
Colegio  á&propaganda  fide  eran  a 
español,  el  reverendo  Arzobispo  q 
mas  necesarias  conformeá  nucsti 

El  ministro  de  estado,  secretai 
la  ejecución  de  este  decreto,  y  di 
circular.  Dado  en  la  casa  del  gobi 
de  1836. — n."  de  la  independencl 
Orbegoso.— P.  O.  de  S.  E.— María: 
Auto  dkl  Señor  Arzobispo  ns  Li 
OcoPA  Á  L09  PP.  Misioneros  E, 
Oficios  en  la  instalación  de 

Nos  el  D.  D.  Jorge  de  Benaven 
Santa  Sede,  Arzobispo  de  lima  eic 

Por  cuanto  por  Supremo  Decri 
cientos  treinta  y  seis,  por  el  art 
Colegio  de  Misioneros  de  Ocopa, 
guerra  había  desaparecido,  en  pe 
fieles  que  estaban  é  su  cargo,  em 
llevar  adelante  una  obra  tan  grat 
misericordia  del  Señor,  hemos  1 
que  desde  regiones  distantes  ven 
ticar  el  referido  Colegio  bajo  de  1 
que  le  regian,  y  habiendo  al  fln  1 
que  deben  constituir  la  comunid 
los  oficios  necesarios  é  indispens 
mente  pasen  é  au  destino:  Porl( 
cultades  que  tenemos,  y  ó  nomb 
Gregorio  XVI.,  que  Dios  guarde, 
celo  en  la  conversión  de  loa  infi 
efecto  nombramos  por  Guardian  ( 
al  Padre  Fray  Ramón  Porrauba, 
Marzal,  por  Discretos  á  los  PP.  F 
llares.  Fr.  Antonio  Rossi,  y  Fr.  í 


(bfvi4 


—  261  — 

cios  á  Kr.  Antonio  Rossi,  por  Maestro  de  latinidad  á  Fr.  Juan 
prnlni.  por  Catedrático  dé  Filosofía  á  Fr.  Manuel  Gutiérrez,  por 
^locurador  General  al  Padre  Fr.  Gerónimo  Lezeta;  autorizándoles 
!rlodos  y  cada  uno  de  ellos  en  sus  destinos,  para  que  los  desem^ 
íeñen  conforme  á  las  Constituciones,  y  principalmente  á  la  Bula 
tkpedida  por  el  Señor  Pió  VI,  en  12  de  Diciembre  de  1797,  para  los 
ÍDle^os  de  Misiones,  y  encargadas  observar  en  estos  Estados  por 
ti  Comisario  General  que  fué  de  Indias  el  R.  V.  F.  Pablo  de  Moya 

f  Febrero  do  1804,  sin  perjuicio  de  lo  que  disponen  las  Bulas  Ino- 
icianas,  y  que  no  estén  en  contradicción;  mientras  con  vista  de 
que  en  las  presentes  circunstancias  se  forma  un  Reglamento  con- 
e  lo  que  exija  alterarse  ó  variarse.  Y  respecto  á  que  es  indis- 
sable  que  un  Religioso  de  conocimiento  del  país,  adornado  de 
rtud  y  suficiencia,  pase  con  toda  la  comunidad  á  plantificar  el 
erido  establecimiento,  teniendo  entera  confianza  del  Padre  Pre- 
cador  Fr.  Juan  Bargas;  le  nombramos  por  nuestro  comisionado  y 
(Tisitador  del  indicado  Colegio,  autorizándole  en  toda  forma,  para 
Bue  como  tal  pueda  ejercer  las  funciones  de  Visitador,  y  que  le 
Kuarden  los  esfuerzos  y  preeminencias  que  le  corresponden,  dan- 
Sonos  cuenta  de  los  resultados,  esperando  de  su  vigilancia  y  amor 
é  los  dicbos  Religiosos,  les  proporcionará  un  feliz  tránsito  hasta  su 
kcstino.  Igualmente  autorizamos  al  Padre  Visitador,  Padre  Guar- 
idian,  y  Di scre torio  para  que  nombren  todos  los  demás  oficios  su- 
Ibaltemos,  y  hacer  los  arreglos  que  juzgaren  oportunos  y  conve- 
Inientes.  Por  lo  que  hace  al  Síndico  que  debe  residir  en  el  Valle  de 
Ljauja,  continuará  por  ahora  el  Dr.  D.  Estanislao  Márquez,  Gura  de 
[la  misma  Villa,  como  nuestro  Apoderado,  para  cobrar  las  asigna- 
ciones que  se  han  hecho  al  Colegio.  Y  para  que  tenga  su  debido 
cumplimiento  este  nuestro  Auto,  se  pasará  con  el  oficio  correspon- 
diente al  Vicario  Juez  Eclesiástico,  á  efecto  de  que  con  la  solemnidad 
posible  reciba  á  la  Comunidad  enunciada,  y  á  todos  los  ponga  en  po- 
sesión de  sus  respectivos  destinos,  estampando  la  acta  correspon- 
diente en  el  Libro  becerro  que  deberá  formarse,  sirviendo  de  prin- 
cipio este  Auto.  En  cuya  consecuencia,  ordenamos,  y  mandamos, 
que  á  todos  los  referidos  se  les  reconozcan  en  los  enunciados  des- 
tinos,  les  presten  obediencia  debida,  bajo  de  precepto  formal  de 
Santa  Obediencia,  que  les  imponemos  para  mayor  merecimiento. 
En  virtud  de  lo  cual  mandamos  librar  y  libramos  las  presentes,  fir- 
madas de  nuestra  mano,  selladas  con  el  sello  de  nuestro  oficio,  y 
refrendadas  por  nuestro  infrascrito  Secretario,  en  Lima  á  treinta 
de  Enero  de  mil  ochocientos  treinta  y  siete. 

Jorge,  Arzobispo  de  Lima. — Por  mandado  deS.  S.  I.  el  Arzobispo 
mi  Seüor, — Fray  Manuel  GáraUy  Secretario. 


Suprefactura  de  la  Provincia. 

'  Jauja  1 

Al  Dr.  D.  Sslanitlao  Márquez,  Sindico  ge: 

El  Sr.  Prefecto,  en  nota  20  del  corrieD 

«República  Peruana. — Prefectura  del 
Cerro,  Febrero  20,  de  18iO.-Sr.  Coronel 
cia  de  Jauja. — N.  9. 

El  Honorable  Sr.  Ministro  de  Beneñ< 
cay  Negocios  eclesiásticos,  me  dice,  co 
que  sigue: — Sr.  Prefecto.— Para  arreglar 
instrucción  de  ese  Departamento,  es  nec 
ntque  cuáles  son  iaa  aplicaciones  que 
Ocopa  para  hacerlo  de  ciencias,  y  el  objí 
posteriormente;  debiendo  V.  S.  cuidardí 
reciba  esla  nota,  y  depositarlos  dando  ci 
servir  en  su  oportunidad. — Dios  guarde  i 
Charun.-» — «Que  transcriboá  V.  S,  para  q 
vedad  razón  de  las  aplicaciones  de  que 
Suprema,  y  para  que  se  encargue  de  su  i 
dándome  aviso. — Diosguarde  á  V.  S.— Ji 

Que  transcribo  á  V.  para  que  me  past 
razón  é  que  se  refiere  estas  órdenes. — D 
cisco  Alvariño. 


CONGRESO  PERt 
Lima 

Excelenlisimo  Señor: 

El  Congreso,  atendiendo  é  la  neccsida 
infieles  por  los  medios  suaves  que  prese 
to: — Se  establezca  el  Colegio  de  Propagm 
Rosa  de  Ocopa,»  fundado  por  real  cédula 
aprobado  por  Clemente  XIII,  en  18  de  Af 
admitidos  en  él  los  religiosos  Franciscan 
con  el  laudable  objeto  de  convertir  á  las 
las  al  seno  de  la  Iglesia  católica;  debien< 
ligiosos  prestar  el  juramento  do  obedieni 
idradcs  civiles  y  eclesiásticas. 

Lo  comunicamos  á  V.  E.  para  los  f 


I  _  263  —    ^ 

I 

l^arde  &  V.  E. — Antonio  Gutiérrez  de  la  Fílente,  Presidente  del  Se- 
cado.— Bartolomé  Herrera,  Presidente  de  la  Cámara  de  Diputadqs. 
^''Gerveisio  Alvarez,  Senador  Secretario. — Santos  Castañeda,  Dipúta- 
lo Secretario. 

Bxcmo.  Sr.  Presidente  de  la  República. — Lima  á  30  de  Julio 
le  1851. 

Ciümplase,  comuniqúese  y  publíquese. — Echenique.—Juan  Cri- 
tástomo  Torrico, 


f 

SI  oiuáadAno  Ramón  Castilla,  PreBÍdente  Constitucional 

de  la  República- 

POR  CUANTO  EL  CONGRESO  HA  DADO  LA  LEY  SIGUIENTE  : 

El  Congreso  de  la  República  Peruana,  convocado  extraordina- 
TiameTi  te , — Considerando 

1.**  Que  el  Poder  Ejecutivo  ha  sometido  á  la  deliberación  del 
Congreso,  el  decreto  que  expidió  en  25  de  Enero  del  presente  año 
protegiéndolas  Misiones  del  Ucayali: 

2.**  Que  restablecido  el  pueblo  nombrado  Pozuzo,  y  descubier- 
to un  camino  corto  desde  él  á  la  ciudad  de  Pazco;  y  que  arreglán- 
dose y  mejorándose  este  camino  hasta  el  puerto  del  Mayro,  se  faci- 
litará el  tráfico  entre  esos  pueblos  y  los  demás  colindantes: 

3.^  Que  la  Nación  tierie  el  deber  de  proteger  la  civilización  de 
loa  salvajes  existentes  en  sus  montañas,  de  mejorar  su  suerte  y  de 
íilraeFlos  al  seno  de  la  sociedad  por  los  medios  de  suavidad  y  con- 
veniencia, para  cuyo  objeto  fué  dictada  la  ley  de  21  de  Setiembre 
de  1832: 

4.**  Que  la  República  reportará  grandes  ventajas  si  se  realizan 
los  proyectos  promovidos  por  el  R.  P.  Fr.  Manuel  Plaza,  Prefecto 
de  las  Misiones. 

DÁ  LA  LEY  SIGUIENTE : 

Artículo  1.**  El  Ejecutivo  ordenará  que  el  Prefecto  del  Depar- 
tamento de  Junin  entregue  al  P.  Manuel  Plaza,  Prefecto  de  las  Mi- 
siones de  Ucayali,  ó  á  sus  sucesores  en  el  cargo,  tres  mil  pesos 
anuales,  pagaderos  de  los  fondos  públicos  de  aquel  Departamento, 
los  que  se  invertirán  en  la  apertura  de  los  caminos  de  Pazco  al  Po- 
zuzo, y  de  este  pueblo  al  puerto  del  Mayro. 

2.°  Se  autoriza  al  Ejecutivo  para  en  caso  de  no  bastar  tres  mil 
pesos  anuales  para  el  objeto  indicado,  libre  á  las  autoridades  lo  qiie 
juzgare  conveniente  para  la  prosecusion  de  esta  empresa. 


—  264 

3."  Que  lea  autoridades  civiles, 
laráo  á  la  empresa  todas  los  auxilios 
atríbucinnes  y  ministerio,  facilitand 
que  eeréo  satisfechos  de  sus  jornale 
y  escaceses  de  recursos  de  los  lu£ 
picarlos. 

4."  Todos  los  indígenas  pobladoi 
soluto  dominio  de  los  terrenos  que 
gracia  á  todos  los  ciudadanos  del  P( 
cultivar. 

5."  La  gracia  concedida  por  el  t 
todos  los  extranjeros  que  ocuparen 
lugares,  sea  cual  fuere  la  nación  á  q 

6,"  Los  vecinos  de  las  nuevas  re 
cíon  alguna,  sea  civil,  eclesiástica 
quiales  ni  ovencionales.  y  usarán  i 
contratos  públicos.  Los  Curas  serán 
la  duración  do  estas  gracias  será  po 
tados  desde  la  publicación  de  la  pre 

7.°  El  Gobierno  nombrará  una  i 
él  inmediatamente,  gobierne  de  un. 
blos.  También  nombrará  cada  año  i 
la  conducta  del  Gobernador,  oiga  la: 
reipcdie. 

8."  La  presente  ley  será  extensi 
clones  y  poblaciones  existentes  6 
comprendieren  ó  promovieren  en  1 
bierno  en  sus  respectivos  casos  lo  d 

Comuniqúese  al  Poder  Ejecutivo 
rio  á  su  cumplimiento;  mandándola 

Dado  en  Lima  á  24  de  Mayo  de  1& 
de  la  Cámara  de  Senadores. — Manm 
Diputados.— GeTTíMio  .á/parní,  Senai 
Diputado  Secretario. 

Al  Sr-  Presidente  d 

Por  tanto,  mando  se  imprima,  p 
debido  cumplimiento. 

Dado  en  la  sala  del  Gobierno  en 
Bamon  Castilla. — Miguel  del  Carpió. 

Nota.— Ella  ley  ha  lido  una  pura  letra  i 


hemos  tontenlado  y  c<  . 

N.  S.  p.  s.  Francisco.  nVadant  pro  eleí 
Jimoana,  Aunque  aeriA  muy  equitarñ 
hierno  del  Brasil,  que  dn  á  los  Miai 
Véase  (I  seWaggí  d'  imérica.ulB??. 


índice 


'49¥ 

'1 
I 

m 


Pág. 

lODüCCION T 

I  del  V.  P.  Pr.  Francisco  de  S.  José IX 

JQOO.     ...-...., XXXIV 

nno •   , XXXVI 

ÍTUIX)      I.    Del  Cerro  de  la  Sal 1 

-  IJ.    Entrada  de  nuestros  religiosos  al  cerro  de 

la  Sal 6 

III.  Progresos  7  decadencia  de  las  conTersiones 

dePanatahuas 11 

IV.  Segunda  entrada  de  nuestros  religiosos  al 

Cerro  de  la  Sal,  y  primera  entrada  á  la 
montaña  por  A^ndamarca 19 

V.  Entra  el  padre  fray  Francisco  Izquierdo  al 

pueblo  de  Santa  Cruz ,  20 

VI.    Fidelidad  con  que  los  indios  Andes  se  porta- 
ban con  los  padres  conyersores    ....  25 
VII.    De  algunos  prodigios  que  sucedieron  en  la 

conversión  de  Santa  Cruz 32 

VIII.    Martirio  del  venerable  padre  fray  Francisco 

Izquierdo  y  compañeros 40 

IX.    Pérdida  déla  conversión  de  Quimiri    .    ,    .  48 

X.    Vuelve  el  venerable  padre  fray  Manuel  Bied- 

ma  á  la  conversión  de  Santa  Cruz    .    .    .  S3  - 

XI.    Conquista  espiritual  de  la  conversión  de  Ca- 

Jamarquila 55 

XII.    Vuelve  el  venerable  padre  fray  Manuel  Bied- 

ma  á  la  conversión  de  Santa  Cruz.— Abre-  ^^ 

se  camino  de   caballerías  para  aquella 

montaña ,    .    .    .         (X>  / 


-       XIII. 

Descubrimiento  del  rio  t 

delosCuniboB.     .    . 

-        XIV. 

Batradade  nuestros  relig 

-           XV. 

DeBamparan  nuestros  n 

BiondelosCuniboa.. 

-         XTl. 

BI  padre  fraj  Antonio  ' 

«onTersion  de  San  Jo?í 

-       XVII. 

Marürio  del  venerable  pa 

Manuel  Biedmay  da  su 

—    xviir. 

Emprende  la  religión  ser 

delCerrodelaSal.    . 

—         XIX. 

BI  venerable  padre  frej 

José  restablece  las  coni 

de  la  Sal  j  Sonomoro. 

-          XX. 

-  BI  venerable  padre  comif 

líSlico  socorro  para  las  i 

-      xxt. 

Principios  del  Colegio  de 

—      XXII. 

Salidas  h  la  Pampa  del  Se 

—  xxni. 

Conversiones  del  Pajonal 

—      XXIV. 

Muerte  del  siervo  de  Dioi 

San  José. —Martirio  d 

otros  crisUanoa  en  Som 

—      XXV. 

Castigo  de  los  matadores, 

conversiones.    .    .    . 

-      XXVI. 

Pérdida  de  laaconvereio 

causa  del  intruso  inca 

huallpa 

—    XXVII. 

Construyese  en  Quimiri  u 

se  este  con  muerte  de  1 

-  XXVIII. 

Diligencies  que  bi ciaron 

rSflcos  para  apaciguar 

montafia.-Uuertedelí 

misario  de  misiones  j  ■ 

-     XXIX. 

Segunda  entrada  del  gei 

mas.— Pérdida  del  fue 

Viene  de  España  parte 

cogida  por  el  padre  fra, 

tonio 

-        XXX. 

La  sania  provincia  délos 

trege  al  colegio  de  Ocoj 

de  Cajamaiquilla.— Sal 

religiosos  para  la  ereci 

de  misiones  de  Tarija  3 

—     XXXE. 

Diligencias  que  hicieron 

te  colegio  buscando  iu 

vorUr  k  la  santa  té.    . 

:<duccÍon  de  los  indios  Settebos  de  Uanao. 

.educción  de  loa  indios  gctaipibos^otros  . 

érdlda  de  las  coaversionea  da  Meneo  y  Uca- 
7bU  oon  muerte  de  los  religiosos  j  de  loa 
demás  crisUanoB 

Intrada  que  hizo  el  padre  comisario  de  mi- 
siones para  socorrer  las  cooTersiones  del 
Ucayali 

Intrada  que  se  hizo  á  los  apóstatas.     .    ,    . 

Encomiéndase  al  colegio  de  Ocopa  las  con- 
verslones  de  Lamas 

EncÉirgaae  el  colegio  de  Ocopa  de  las  conver- 
siones  de  Chiloé 

umentos  Histórico  Legales  á  la  primera 
Época  de  la  presente  Historia  de  Misiones 
del  Colegio  de  Ocopa 

Erección  de  un  nuevo  Obispado  en  las  Ui- 
Blones  de  Majnas,  las  cuales  del  virelnato 
del  Ecuador  se  agregan  al  del  Pera— Tras- 
ládase la  Sede  Episcopal  de  Uaynas  á  Cha- 
cha pojas  .—Estensi  o  n  de  las  Misiones  del 
Colegio  de-Ocopa 

lestitucion  legal  del  Colegio  de  Ocopa.— 
Deiogscion  del  Decreto  del  ].°  de  Noviem- 
bre de  1624,  por  el  cual  quedaba  suprimi- 
do—Cúmplase de  la  resolución  lega]  del 
Congreso  de  Diciembre  21  de  1849;  j  otra 
de  24  de  mayo  de  1845.— A  las  obvenciones 
deeretadas  para  las  necesidades  del  Cole- 
gio de  Ocopa,  con  el  nombre  de  Rentes, 
se  les  da  diferente  destino 


^ISTORIA 

DB 

[S  DE  FIELES  í  INFIELES 


SE  FBOPAQANDA  FIDE 


pp.msiomsiiiiiisiionueío. 


'X'om.o  XX. 


BAI(eBCONA 
i  PENINSULAR,   ASALTO, 
1883. 


^\^'jS^'^[^\(^\<S^\€b\(^jS^[^^^ 


SEGUNDA  ÉPOCA 


DS 


M  MISIONES  DE  FIELES  É  INFIELES 

DEL  COLEGIO  DE 


eAPITSílL©  I 


Reaiablecimiento  de  laa  miBionea  en  1770. 


El  compendio  histórico  de  los  trabajos  y  muerte  que  su- 
frieron los  misioneros  de  la  Religión  Seráfica  para  la  con- 
versión de  los  gentiles  en  las  montañas  de  los  Andes,  com- 
puesto por  el  R.  P.  Fr.  José  Amich  é  impreso  en  1854, 
comprende  desde  1724,  en  que  se  concedió  por  la  provincia 
de  los  doce  Apóstoles  de  Lima,  al  M.  R.  P.  Comisario  de  las 
Misiones  el  actual  Colegio  de  Santa  Rosa  de  Ocopa,  que  en- 
tonces era  simplemente  un  anejo  de  la  parroquia  del  mismo 
nombre,  hasta  el  ano  de  1771,  concluyendo  con  el  abandono 
délas  misiones  de  Lamas. 

A  causa  de  la  expulsión  de  los  padres  Jesuitas,  fueron 
encargadas  á  este  Colegio  las  Misiones  del  archipiélago  de 
Chiloé  por  los  años  de  1770,  y  en  1787  los  misioneros  de 
Ocopa  habian  visitado  ya  con  su  celo  apostólico,  tanto  las 


—  6- 
islas  de  dicho  archipiélago  com 
catequizado  á  muchos  infieles  y 
cramentos  á  veinte  y  seis  mil  i 
cristianos  que  encontraroa  en  el 

El  Cabildo  de  la  ciudad  de  S 
de  la  provincia  de  Chiloé,  en  um 
tiembre  de  1787  afirma  que  todo 
en  aquellas  islas  y  tierra  firme,  ■■ 
de  las  almas,  se  ocupaban  sin  pe 
confesarlas  y  adoctrinarlas;  y 
mismo  Cabildo  en  7  de  Diciembí 
mo,  manifestando  la  necesidad  q 
de  operarios,  para  poder  dar  maE 
mente  el  pasto  espiritual  al  nú 
que  moran  en  la  tierra  firme  y  v 
cisco  Garos,  Gobernador  intende 
su  oficio  de  1."  de  Diciembre  del 
lo  mismo  acerca  de  los  trabajos  d 
dad  de  mayor  número  de  operar 

A  fines  del  año  1786,  el  pa( 
Uenendez,  acompañado  de  D.  M: 
indios,  emprendió  un  penoso  vii 
Enero  del  siguiente  año.  Del  dia 
que  dirigiendo  su  rumbo  por  el 
se  halla  á  la  parte  de  la  cordiller! 
iutemíS  por  el  estero  Murillmo,  si, 
hasta  su  confluencia  con  el  Rere 
por  tierra  llegó  á  atravesar  la  f 
los  Andes,  y  habiendo  bajado  á  i 
descubrió  varias  lagunas,  á  la  o 
tres  cerros  que  hacian  frente  é.  c 

Pasadps  estos,  mirando  por 
pampa  interminable,  y  cerca  di 
tres  caminos  muy  trillados,  con 
líos.  La  falta  de  provisiones,  emp 
las  debidas  prevenciones  en  man 


Este  laborioso  misionero  merece  un  par- 
ejercitóse  sin  cesar  dando  misiones  en 
¡endo  inmensos  trabajos  por  mar  y  tierra, 

que  hizo  hasta,  la  altura  de  diez  y  siete 
779,  pudo  á  costa  de  evidentes  peligros, 
itites  á  la  fé. 

apillas  de  misiones  que  por  este  tiempo 
1  Colegio  de  Ocopa  en  las  montañas  del 
que  tenia  en  tierra  firme  é  islas  de  Chiloé, 
:  cuatro  conversiones  de  Cajamarquilla 
das  Pajaten,  Valle,  Sion  y  Pampa-hermo- 
iHuánuco,  á  saber:  Pueblo  nuevo,  Chac- 
I,  y  una  capilla  con  el  nombre  de  Sima- 


CA.PITPI.O  II. 


PiognaoB  de  laa  mlulonea  d tirante  la  ga 
B.  P.  Fr-  M&aael  Sobrevlela- 


Como  hemos  ÍDdicado  en  el  capítulo  an 
dadas  de  las  renacientes  misiones  recia 
mente  un  aumento  de  personal,  que  no  po 
les  la  escasez  de  misioneros  qu»  había  e: 
Ocopa;  pero  la  Providencia  que  les  habi 
vasto  campo  para  ejercitar  en  él  la  labor  ( 
tardó  en  suministrarles  el  refuerzo  que  pi 
ban.  En  efecto,  por  el  mes  de  Febrero  de  1 
la  numerosa  misión  de  cuarenta  sacerdot 
que  condujo  cl  R.  P.  Fr.  Francisco  Alvar* 
y  aun  que  por  motivos  particulares  no  se  < 
mediato  á  las  misiones,  no  obstante  Iueg( 
capítulo  y  elegido  prelado  de  este  Colegio 
Manuel  Sobrevida,  recibieron  tanto  incre 
nes  de  fieles  é  infieles,  gracias  al  celo 
Guardian,  que  bien  podemos  asegurar, 
desde  su  fundación  no  ha  tenido  jamás 
conversiones  ni  un  número  tan  considera 
su  cuidado.  Este  sabio  misionero  en  el  tit 
diania,  levantó  el  mapa  de  los  rios  Huallaj 
toda  la  pampa  del  Sacramento,  siendo  este 
que  se  publicó  en  el  Perú. 


—  9  — 

Visitó  personalmente  las  conversiones  de  Cajamarquilla 
y  Huailillas,  las  de  Huanta  y  Jauja,  en  Victoc  Pucará  y  Co- 
liac;  leN'antando  planos  topográficos  de  todo  cuanto  visita- 
¡ba,  los  cuales  fueron  presentados  al  rey,  siendo  apreciados 
«n  la  corte  de  Madrid,  lo  mismo  que  en  toda  España  y  Amé- 
rica. 

La  prensa  peruana  de  los  años  1791  j  1792  hace  grandes 
:eIog>ios  del  R.  P.  Sobrevida,  reseñando  con  el  mayor  inte- 
Irés  y  satisfacción  sus  viajes,  dando  cuenta  de  sus  planos,  y 
[publicando  cuantas  noticias  les  remitia.  Sus  trabajos  se  di- 
rrigieron  principalmente  á  enseñar  á  los  misioneros  de  Oco- 
^pa,  los  caminos  y  sitios  por  donde  deben  introducirse  en  las 
'misiones  de  los  pueblos  que  tenian  formados  en  las  monta- 
ñas del  Perú,  y  en  innumerables  tribus  bárbaras,  en  cuya 
:ConYersion  emplearon  nuestros   predecesores  su  ardiente 
celo  con  inmensas  fatigas,  hasta  dejar  bañada  la  tierra  con 
su  sangre.  No  se  limitaban  empero  sus  miras  al  solo  bien 
espiritual  y  temporal  délas  naciones  infieles,  sino  que  aten- 
\  dia  también  al  comercio  y  prosperidad  de  la  parte  civilizada 
del  Perú,  invitando  á  sus  moradores  á  penetrar  en  aquellas 
:  vastas  regiones,  á  fin  de  enriquecerse  con  las  preciosas  y 
\  ricas  producciones  de  que  abundan;  pues,  como  dice  el  mis- 
mo, sus  inmensas  y  feraces  llanuras  están  pobladas  de  ár- 
boles útiles  y  yerbas  medicinales;  la  multitud  de  animales, 
asi  terrestres  como  volátiles,  es  infinita,  los  rios  están  llenos 
de  innumerable  variedad  de  peces,  etc. 

No  satisfecho  el  P.  Sobrevida  con  las  largas  observacio- 
nes que  él  mismo  hizo  en  sus  repetidos  viajes  á  las  montañas 
por  casi  todas  las  fronteras  del  Perú,  examinó  minuciosa- 
mente los  derroteros  y  planos  que  se  conservan  en  el  archivo 
de  este  Colegio  desde  el  año  1631,  formados  por  los  reli- 
giosos de  la  provincia  de  Lima  y  Ocopa;  procurando  por  to- 
•  dos  estos  medios  facilitar  la  entrada  en  las  misiones  y  ase- 
gurar las  comunicaciones  de  los  padres  conversores  con  los 
de  Ocopa.  Con  tanto  empeño  y  solicitud  por  la  conversión 
de  los  infieles,  no  pudo  menos  de  enardecer  el  celo  de  sus 


—  lo- 
tos; y  así  en  el  corto  espacio  di 
i  poner  en  estado  muy  florecí 
en  dejarlas  considerablemete 
de  1787  hasta  el  mismo  mes  d 
¡eitud  nueve  pueblos  con  sus  c 
a  antes  tenia  este  Colegio  en  Ii 
:  dos  de  infieles  en  las  de  Huai 
mbres  de  San  Antonio  de  Ynt 
:o;  uno  en  las  fronteras  de  Jau 
de  MoDobamba;  dos  igualmcni 
a  advocación  de  San  Teodoro  ( 
■á;  uno  de  neófitos  apóstatas  de 
lánuco,  bajo  el  nombre  de  San 
ambien  de  neófitos  fugitivos  e 
Infante  de  Schucusbamba;  y' 
mas  con  los  nombres  de  Tarap 
non,  temporalmente  y  á  súplic 
Colegio.  En  los  referidos  puet 
se  contaban  á  la  sazón  tres  mil 
tro  almas,  adoctrinadas  por  lo 
ntándose  en  dichos  años  de  17! 
m  el  rio  Huallaga,  á  saber,  1( 
ontaban  con  una  población  de 
ra  que  en  12  de  Octubre  de  17 
el  mencionado  P.  Sobreviela 
lies  que  él  mismo  presentó  al  ( 
largo  ciento  tres  pueblos  de  ce 
,  ochenta  y  tres  de  los  cuales 
í  y  seis  islas  y  tierra  firme  de 
veinte  restantes  en  el  vireinat 
de  los  habitantes  que  se  contí 
í,  ascendía  á  veinte  y  siete  m 
^ue  junto  con  los  cuatro  mil  n 
en  los  pueblos  del  Perú,  formí 
in  mil  seiscientos  sesenta  y 
t  se  componía  en  aquella  época 


ligiosos,  de  los  cuales  cincuenta  estaban  empleados  en  las 
leferidas  misiones  de  infieles  y  neófitos. 

El  celo  del  R.  P.  Sobreviela  era  infatigable,  y  á  todo  se 
Batendia;  pues  á  mas  de  lo  dicho,  se  ocupaba  en  sus  visitas 
fcn  delinear  y  abrir  caminos  á  espensas  de  la  comunidad, 
.cuando  no  le  alcanzaban  los  seis  mil  pesos  con  que  anual- 
fjnente  el  gobierno  le  socorría.  Hacia  comprar  herramientas 
y  avalónos  para  los  indios,  con  el  fin  de  atraerlos  mas  fácil- 
mente; en  las  fronteras  de  Huanta  delineó  un  camino,  con 
0lcual  se  ahorraban  siete  leguas,  desde  Yantayanta  á  las 
íonversiones  de  Simariba.  En  las  de  Jauja,  se  abrieron  pa- 
ira el  tránsito  de  bestias  once  leguas  de  camino  al  través  de 
la  montaña:  en  las  de  Tarma  concurrió  y  cooperó  á  la  aper- 
tura de  dos  caminos,  desde  el  Tambo  de  Marayníve  al  valle 
deVictoc.  Últimamente,  en  las  misiones  de  Huánuco  abrió 
diez  y  ocho  leguas  de  camino  para  bestia,  desde  sus  fronte- 
ras hasta  el  pueblo  de  conversiones  llamado  Playa  grande 
(Tingo.) 

No  trabajaron  menos  entre  los  pueblos  civilizados  los 
misioneros  que  quedaron  en  el  Colegio  durante  el  gobierno 
del  P.  Sobreviela.  Destinó  este  Padre  doce  sacerdotes  que 
por  tres  años  continuos  recorrieron  el  arzobispado  de  Li- 
ma y  obispado  de  Trujillo,  predicando  misiones;  y  habién- 
dose ejercitado  con  edificación  y  ejemplo  en  el  pulpito  y 
confesonario,  consiguieron  los  mas  abundantes  y  saludables 
frutos  en  las  almas.  El  Padre  Visitador  de  Terceros,  Fr.  An- 
tonio Romero  Colas,  logró  al  mismo  tiempo  con  su  activi- 
dad y  notorio  celo,  restaurar  y  plantear  la  Orden  Tercera  de 
Penitencia,  con  arreglo  al  encargo  que  sobre  tan  útil  objeto 
tace  nuestro  santísimo  padre  Inocencio  XI  á  los  misione- 
i'os,  en  su  Bula  que  empieza,  Ecclesiae  CathoUcae.  Todos 
los  religiosos,  por  último,  que  residieron  en  Ocopa  durante 
8U  guardianía  trabajaron  incesantemente  en  oir  confesiones 
J  dar  ejercicios  devotos  á  innumerables  personas,  que  de 
todas  partes  concurrían  con  este  santo  objeto  á  este  venera- 
He  santuario,  según  consta  de  los  informes  y  certificado  - 


—  12  — 
QBB  de  los  señores  curas  y  subdele^ 
Teodoro  de  Croix  mandó  al  rey  de 
los  diarios  y  plaaos  topográficos  de 
tas  veces  meocionado. 


^^°;.|si»ai^^^...o».^íS»>i'^^-°»^si<>gi|»^»>6i|=»^ 


eüPiTPLQ  ni 


Mestablechniento  de  las  misiones  del  Rio  Ucajrali- 


Los  trabajos  apostólicos  del  P.  Guardian  y  comunidad 
delíJolegio  de  Ocopa,  si  debieron  acarrearles,  como  no  po- 
dia  menos  de  suceder,  considerables  fatigas  y  penalidades, 
se  vieron  con  todo  superabundanteraente  recompensados 
por  Dios,  no  solo  por  el  fruto  inmediato  que  de  ellos  saca- 
ban, sino  porque  pudieron  ver  nuevamente  abiertas  á  la  pre- 
dicación del  Evangelio,  las  importantes  y  estensas  comar- 
cas que  baña  el  Ucayali,  pobladas  por  numerosas  tribus  de 
indios  que  habian  quedado  abandonados,  á  causa  de  la 
muerte  violenta  sufrida  por  los  Padres  que  antiguamente 
les  catequizaran. 

El  restablecimiento  de  estas  misiones  era  tanto  mas  im- 
portante, cuanto  por  su  situación  especial  debian  ser  el  cen- 
tro de  las  que  el  Colegio  de  Santa  Rosa  de  Ocopa  dirigiría. 
El  pueblo  de  Sarayacu,  que  es  el  de  mas  importancia  de 
los  que  en  aquellas  misiones  se  encuentran,  hállase  coloca* 
io,  según  los  datos  que  en  1818  presentó  al  gobierno  del 
Bey  el  R.  P.  Prefecto,  Fr.  Pablo  Alonso  Carballo,  á  6"  35  de 
latitud  y  32^  15  de  longitud,  según  el  meridiano  de  Cádiz, 
tomando  las  longitudes  al  Este,  como  acostumbraban  los 
^tiguos;  es  un  sitio  muy  á  propósito  junto  á  la  quebrada 
<iue  lleva  su  mismo  nombre,  distante  poco  menos  de  una 
íegua  del  rio  Ucayali.  Desde  la  restauración  de  las  misio- 


—  14  — 
íes,  ha  sido  ct  hospicio  principal  d( 
londe  han  residido  los  padres  presi< 
le  se  envian  las  remesas  do  los  artíc 
08  padres  conversores,  para  darlos  i 
echa  no  se  ha  abandonado  nunca  ni 
rítícas,  debiéndose  en  una  de  estas 
e  dirá  después,  á  la  constancia  inq 
re  Plaza,  que  murió  mas  tarde  ol 
¡cuador. 

Estas  misiones,  establecidas  en  S 
nteramente  perdidas,  como  acabaí 
Querte  de  los  quince  religiosos  quf 
n  el  año  1766,  cuando  posteriormen 
eücopa  por  losauos  1790,  que  los  i 
[as  comarcas  solicitaban  á  los  Padrt 
er  á  reunirse  y  formar  sus  pueblos, 
uales  de  aquellas  almas  abandonad: 
usilio  religioso,  pesaron  en  el  ánim 
ue  los  tristes  recuerdos  de  los  que 
3S  peligros  iguales  á  que  se  iban  n 
A  efecto,  comisionaron  al  R.  P.  Fr. 
eló,  para  que  desde  Cumbasa  doni 
onversor,  pasase  á  Sarayacu,  con  1 
iba  el  señor  Gobernador  de  Majna 
I.  Francisco  Requena,  á  fin  de  espíe 
quellos  bárbaros.  Fué  de  ellos  muy 
iendo  que  podian  restaurarse  aquel] 
¡ó  volver  el  año  siguiente,  previniéi 
dificasen  una  capilla  y  un  convento 
o  lo  caal  accedieron  gustosamente, 
ibles  disposiciones,  el  R.  P.  Guard 
os  los  preparativos  conducentes  al  i 
a  entrada  de  dicho  P.  Girbal,  dánc 
íloso  misionero  P.  Buenaventura  M 
o  Fr.  Juan  Dueñas,  que  era  un  est 
os  maestros  herreros.  Proveyóles  al 


i  —  15  — 

Irumentos  de  corte  y  labranza  y  de  cuantas  telas  y  bujerías 
apetecen  aquellos  infieles,  con  herrería  completa  para  repa- 
bir  los  útiles  menoscabados. 

Deseaba  el  P.  Sobrevida  acompañar  á  los  Padres  misio- 
l^eros  en  su  peligrosa  empresa;  pero  no  pudiendo  efectuarlo 
por  tener  á  su  cargo  una  comunidad  tan  numerosa,  ejerci- 
taba su  ardiente  celo  de  la  salvación  de  las  almas,  dirigien- 
lio  sus  subditos  desde  Ocopa. 

Para  esto  registró  todos  los  diarios  manuscritos  de  los 
batiguos  misioneros,  así  de  Maynas,  como  de  Manáo:  estu- 
m  en  ellos,  el  origen  de  las  desgracias  y  felicidades  de  los 
janviados  á  aquellas  bárbaras  naciones;  los  medios  mas  se- 
guros para  atraerlas  y  conservarlas  en  la  fé,  y  de  todo  esto 
formó  un  cuerpo  de  instrucciones  para  los  referidos  Padres 
lysus  sucesores.  Los  animaba  y  consolaba  con  cartas  llenas 
íle  celo  para  la  salvación  de  aquellas  almas,  y  de  un  amor 
paternal  hacia  ellos  mismos. 

I     «No  dudo,  les  decia,  que  en  tan  apartadas  regiones  se 
l»les  ofrecerán  muchas  dificultades,  gravísimos  trabajos  y 
bcoDtinuos  peligros  de  perder  la  vida;  pero,  buen  ánimo.  La 
;)>miésy  la  obra  es  del  mismo  Dios  que  los  envia,  y  Él  les 
,^»dará  el  caudal  de  espíritu  necesario  para  el  éxito  feliz  de 
h)>tan  gloriosa  empresa.  En  todas  sus  tribulaciones,  tengan 
l^presente  que  el  fin  y  motivo  de  haber  abandonado  á  sus 
i»padres,  parientes  y  patria,  fué  la  conversión  de  la  gentili- 
)>dad  con  previsión  de  los  indispensables  riesgos  de  perder 
»la  vida  en  honor  y  gloria  del  Señor.  En  todas  sus  fatigas  y 
^trabajos  pongan  los  ojos  en  Cristo  crucificado,  y  este  sobe- 
Jarano  ejemplar  les  servirá  de  mucho  alivio  y  consuelo,  jun- 
ólo con  el  premio  que  les  espera.» 

Provistos  el  P.  Girbal  y  sus  compañeros  de  cuanto  po- 
dían desear  para  tan  ardua  empresa,  y  bien  instruidos  con 
saludables  documentos  y  prudentes  avisos  de  su  prelado,  pa- 
^  el  félix  éxito  de  la  conquista  espiritual  de  aquellos  infie- 
les, emprendieron  su  viaje  por  Huánuco  el  10  de  Agosto  de 
1191;  y  después  de  muchos  trabajos  por  tierra  y  peligro  por 


—  le- 
los estrechos,  peñascos  y  rápidas 
sufrieodo  largas  demoras  en  la  Laf 
falta  de  canoas  y  peones  que  los  ce 
equipaje  como  necesitaban:  entrar 
Ucayati  el  4  de  Noviembre,  con  un 
franqueó  D,  Juan  Salinas,  comenz 
viaje  con  gran  gozo  y  contento,  po 
do  llegó  el  P.  Girbal.á  la  mitad  lie 
la  desde  la  boca  del  Ucayali  hasta  '. 
pedia  causar  novedad  á  los  geatile: 
determinó  adelantarse  en  una  cano 
garitea  con  sus  compañeros  é  indi 
en  sus  canoas.  Lleno  de  júbilo  y  a 
bal  el  Ucayali,  cuando  de  repente 
de  gentiles  que  bajaban  hacia  él. 
pertenecian,  y  recelando  fuesen  loí 
chibes,  les  hizo  señales  de  paz  á  qi 
lamente  con  grande  algazara.  Al  s 
dre  que  eran  Cunibos,  habiendo  en 
conocian  desde  la  visita  que  les  hiz 
estaban  mas  cercanos  al  Padre  llai 
que  llegasen  sin  recelo,  porque  er; 
en  lengua  pana  quiere  decir  nuesti 
ees  gran  número  tle  hombres,  mu; 
de  haberle  dado  mil  abrazos  con  se 
dadcra  amistad,  les  preguntó  por 
donde  iban;  á  lo  que  respondieron 
con  intención  de  pasar  hasta  Com 
estaba  de  cura,  á  no  hallarlo  en  e! 
Le  agasajaron  y  regalaron  con  sus 
tadas  comidas,  suplicándole  hicicf 
pesar  de  no  ser  aun  medio  dia.  Poc 
barco  ó  garitea  que  habia  dejado  a 
fieles  asegurado  bien  que  no  veni 
entraron  todos  en  el  buque,  llevaí 
sidad. 


I 


—  1?  — 

Los  g'entfles  suplicaron  al  Padre  que  no  saliese  el  dia  si- 
píente  antes  de  amanecer,  por  el  peligro  que  tenian  las 
anoas,  cargadas  de  sus  mujeres  y  niños,  de  topar  con  al- 
jun  palo  y  ahogarse  algunos  de  ellos.  Condescendió  el  Pa- 
ire, y  el  19  por  la  mañana  divisaron  otro  convoy  de  genti- 
les Cunibos;  pero  recelando  siempre  que  fuesen  Caschibos, 
fNracticaron  lo  mismo  que  con  los  antecedentes,  haciendo 
lenal  de  paz,  á  que  correspondieron  igualmente  con  m.ucho 
raido  de  unas  cornetas  de  caña  que  usan,  como  las  de  Gua- 
Mqui4,  7  con  grande  algazara  algunos  después  de  haberle 
IBonocido,  g^taron  á  los  de  las  otras  canoas,  diciéndoles  que 
ao  temiesen,  que  allí  estaba  el  nun  papa^riqui^  nuestro 
Padre. 

Con  esta  confianza  se  acercaron,  y  después  de  mil  mues- 
[tras  de  re^cijo,  atracaron  todos  sus  canoas  para  almorzar. 
|lCientras  que  las  mujeres  preparaban  la  comida  con  afán,  en 
¡todos  los  semblantes  se  veia  retratada  la  alegría  que  domi- 
[naba  á  los  circunstantes,  por  haber  hallado  á  quien  tanto 
deseaban.  Dieron  á  entender  al  P.  Girbal  que  no  tenian  Cu- 
iraca  que  les  gobernase  y  que  era  preciso  que  él  les  nom- 
i'brase  uno;  resistióse  naturalmente  el  Padre^  pues  como  no 
les  conocía,  menos  podía  saber  á  quien  nombrar  con  acier- 
to; pero  fueron  tantas  las  instancias  que  le  hicieron,  que  al 
fin  les  preguntó  quién  les  parecía  á  ellos  mismos  mas  apro- 
pósito;  mas  á  nadie  propusieron,  esperando  cada  uno  ser  él 
el  elegido,  pues  todos  deseaban  serlo.  Viéndose  con  esto  el 
Badre  en  la  precisión  de  nombrarlo  por  sí  mismo,  gracias  á 
Iw  importunas  instancias  de  todos,  dio  el  bastón  en  nombre 
del  rey  á  un  anciano  de  unos  cincuenta  años,  que  por  su  fi- 
sonomía y  modales  le  pareció  que  sería  el  mas. apto,  eligién- 
dolo por  Curaca  6  Gobernador,  al  cual  todos  los  demás  pres- 
taron desde  luego  obediencia. 

En  los  dias  siguientes  fueron  llegando  sucesivamente 
^as  canoas  de  infieles  Séttebos  que  bajaban  con  el  mis- 
^  fin,  ofreciendo  las  mujeres  con  sus  acostumbradas  cere- 


E 


—  18  — 

lias  la  bebida  y  comida  á  los  padn 
ipotinos  que  con  ellos  Teuian.  El  d 
d  de  mas  de  cincueata  canoas  de 
a  de  Sarajacu,  que  los  esperabas 
[a  tñü  abundante,  aunque  sazonadi 
una  fonda  campestre.  No  podía  b 
jría,  y  ofrecer  uo  hermoso  aspe-cto 
oas  (que  llegarían  á  sesenta)  en  n 
ífíco  Ucayali  al  tiempo  de  hacer  la 
a  para  asemejarse  á  una  armada  i 
canoas  que  seguían  al  barco  com< 
á  las  seis  de  la  tarde  del  mismo  < 
Sarajacu,  en  cuyo  puerto  les  agua 
id  de  personas  de  ambos  sexos,  co 
azar  á  sus  Padres.  Fué  en  estrem 
azara  y  vocería  que  levantaron,  re 
má  (hermano  ó  amigo).  Unos  ent 
'  venia  el  padre  Girbal,  con  tanto  I 
á  pique,  faltando  poco  para  que  < 
aiuiuaron  con  sus  canoas  al  barco 
rqués  y  á  su  compañero,  y  toda  I 
a  ansiosamente  en  la  orilla  para  al 
Entre  tanta  bulla  y  alegre  confii 
fbre  en  aquel  país,  llaiuada  Ana-B 
nulfitud,  diciendo  que  callasen  p 
n  causados.  a1  iustaute  toda  la  tui 
do  silencio;  y  formando  un  num 
'  aquella  mujer,  condujeron  á  los  1 
ian  medio  fabricado,  conforme  h; 
>  anterior  al  P.  Girbal.  Mando  A n; 
¡ese  á  los  Padres  masato  ó  chicha 
.ña  de  gustar.  Todos  los  infieles  se 
úu  entonces  eu  tierra,  y  con  grai 
itualidad  obe^lecian  á  cuanto  orJe 
aron  de  no  haber  hecho  la  íg'.esj 
ito.  p<3r^ue  habian  tenido  un  cont 


—  19  — 

de  sangre  del  que  habían  muerto  muchos;  .pero  la  verdade- 
la  causa  fué  la  desconfianza  natural  á  todo  indio,  de  la  que 
«e  valió  el  demonio  sugiriéndoles  que  tal  vez  el  P.  Girbal 
habia  ido  el  año  anterior  á  engañarlos,  y  que  subiría  con 
soldados  de  Maynas  para  llevarlos  con  grillos  á  la  expedi- 
[  «ion  que  se  proyectaba.  Estos  recelos  como  se  supo  después 
por  ua  apóstata^  movieron  á  muchos  á  que  destruyesen  sus 
chácaras  y  botasen  el  cacao  que  habian  recogido,  á  fin  de 
que  no  hallando  los  soldados  que  comer,  se  viesen  obliga- 
dos á  regresar  pronto. 

Como  las  comunicaciones  con  Ocopa  desde  Sarayacu 
eran  tan  difíciles  por  la  distancia  que  se  debia  recorrer  y 
malos  pasos  que  se  debían  atravesar,  pusieron  desde  luego 
los  Padres  todo  su  empeño  para  ver  si  era  posible  hallar  otrt 
vía  mas  breve  á  la  vez  que  mas  segura.  El  éxito  coronó  sus 
esfuerzos,  y  con  fecha  3  de  abril  de  1792  pudieron  ya  escri- 
bir los  PP.  Girbal  y  Marqués  al  reverendo  padre  Sobre- 
vida, entre  otras  cosas  lo  siguiente:  «Ya  gracias  á  Dios,  se 
»ha  descubierto  el  camino  deseado  para  pasar  directamente 
»desde  Manáp  á  Cumbasa,  ahorrando  por  esta  nueva  vía,  las 
^trescientas  leguas  que  navegábamos  deáde  la  boca  del  rio 
»Chipurana  por  ol  Huallaga,  Marañen  y  Ucayali.»  Para  hacer 
este  descubrimiento  mandaron  adelante  á  algunos  infieles  y  • 
enviaron  des'pues  al  curaca  de  Sarayacu  con  diez  hombres; 
bajaron  estos  como  unas  ocho  leguas  por  el  Ucayali  é  intro- 
duciéndose por  el  caño  de  una  laguna,  entonces  innominada 
y  que  ahora  se  llama  Yapahit/a^  arribaron  por  el  rio  que  la 
forma  (que  hoy  se  llama  Santa  Catalina),  á  una  hermosa 
pampa,  y  arrastrando  por  ella  las  canoas,  las  pasaron  al  rio 
Yanayacu,  tributario  del  Chipurana,como  este  lo  es  del  Hua- 
llaga, subiendo  fácilmente  hasta  Tarapoto.  En  este  viaje  se 
emplearon  quince  días:  pero  hoy  puede  hacerse  en  ocho  ó 
c  ez,  parte  por  los  espresados  rios,  y  parte  por  tierra  á  be- 
I  oficio  del  camino  que  abrimos  de  Sarayacu  á  Santa  Cata- 
1  laen  1853. 


—  20  — 

«Nuestros  amados  Panos,  añade  li 
^en  con  mucha  tranquilidad  y  armo 
[ue  casi  todos  los  niños  hasta  la  ed 
an  diariamente  mañana  y  tarde  al  c 
atecismo,  y  algunos  saben  ya  el  F 
o.Los  adultos,  todavía  no  concurreí: 
la  doctrina,  sin  embargo  de  que  pe 
>s  amonestamos  con  frecuencia.  K 
i  misa,  y  al  rosario,  pero  nos  cuesti 
ilten  al  tiempo  de  la  consagración, 
!t  que  se  vayan  aficionando  peco  á 
mcia  de  lo  mas  sagrado  d£  nuestra 
speramos  conseguir  que  los  adulto: 
rístianos,  y  solo  afianzamos  la  espe 
a.  el  bautismo  que  les  adminístraír 
inerte;  pero  sí,  tenemos  firme  confl 
■uto  de  nuestras  tareas  y  afanes  apo 
niños.  Casi  todos  los  infieles  de  e 
ispersos,  han  fabricado  sus  casas  en 
o  para  sus  chácaras  en  estas  inmedi 

»Los  Cunibos  nos  han  declarado  < 
ara  formar  pueblo;  pero  no  en  Sara; 
imediata  á  su  boca,  llamad^  Tarin 
rometido  venirse  aquí,  fué  porque  i 
is  dificultades  é  inconvenientes  que 
■ido.  Mas-  la  verdadera  causa  de  s 
■aria,  es  la  enemistad  interior  que  t 
éttebos,  aunque  en  lo  exterior  guar 
líos  es  absolutamente  necesario  que 
arado.  Los  Schipibos,  que  fueron  li 
B  la  muerte  de  los  Padres  antigu 
B  su  delito  y  muy  deseosos  de  am 
sro  las  otras  naciones  sus  enemigas 
iperamos  que  con  el  tiempo,  pacieni 
rapa  su  constante  amistad  y  sumisi' 
entonces  esperanzas  de  la  reduccio 


—  21  — 

en  varios  ríos:  aseguraban,  que  los  qa< 
ido  en  Sarayacu  eran  muchos;  que  k 
srca  de  ochocientas  almas,  que  desea- 
ja  habían  rozado,  para  hacer  sus  cha- 
mejor  armonía  y  orden,  y  que  Saraya' 
mas  culto  por  su  sumisión  y  obedien- 
)]os  de  la  sierra. 

:ran  numero  la  gente  reunida  y  ademái 
a  los  que  visitaban  á  los  Padres  conti- 
n  de  recibir  herramientas,  se  les  acahé 
emesa  con  que  los  habilitó  el  R.  P.  So- 
■ada  en  el  llcayali.  Y  como  es  moral- 
servar  misión  alguna  de  infieles,  y  mU' 
»s  progresos  sin  agasajarles  y  regalarleí 
e  necesitan  y  aprecian,  escribieron  en- 
idres  al  referido  Prelado,  que  les  surtie- 
le  todo.  «Este  año,  le  decian,  nccesita- 
ilculo  bajo,  cuatrocientas  hachas,  seis- 
'  doscientos  cuchillos:  cuatro  quintales 
bas  de  acero,  media  arroba  de  anzueloc 
le  navajas  corvas,  ocho  mil  agujas,  nr 
ó  abalorios,  quinientos  eslabones,  cua- 
bas, y  dos  sortijas,  tres  mil  cruces  d< 
I  tocuyo  para  vestir  á  los  desnudos,  y 
)s  para  pintar  la  iglesia,  para  la  eual 
Q  una  imagen  de  la  Purísima,  y  algu- 
mbien  necesitamos  dos  botijas  de  vino, 
sos  de  sangre;  pues  que  tomando  uc 
la  preciosa  pepita  nuevamente  descu- 
keri,  geueralmente  se  les  corta.»  «La 
losa,  concluía  otra  caria,  pues  los  gen- 
Fna  parte  está  en  sazón,  y  otra  se  va  sa- 
berla toda  se  necesitan  muchos  opera- 
dos, especialmente  de  herramientas  j 
os  tienen  fundada  en  estas  frioleras  su 
B  e&  preciso  que  esta  nueva  misi'>n  j 


—  22  — 

los  que  la  dirigimos,  seamos  socon 
ea  alta  comprehension  conocerá  V.  P 
cena  aun  mas  por  esperiencia,  sí  i 
compaSia.» 


GAPITOLD  llf 


Ao^jPBsos  de  ias  miaionee  del  UeayaU. 


misiones  del  Ucayali,  tan  satisfactoriamente  comen- 
xadas,  fueron  procesando  con  el  favor  de  Dios  y  el  oelo  de 
loB  PP-  Girbal  y  Marqués,  quienes  consagrados  á  la  obra  á 
que  la  obediencia  les  destinara,  ponian  todo  su  empeño  en 
estodiar  el  carácter  y  las  circunstancias  de  los  pueblos  cuya 
dirección  espiritual  se  les  habla  confiado,  para  sacar  de 
ellas  el  mejor  partido  facilitando  su  reducción  á  la  vida  cris- 
tiana y  civilizada. 

Lue^o  de  establecidos  en  Sarayacu,  conocieron  los  Pa- 
dres misioneros  que  los  Séttebos  y  Cunibos  no  se  avendrían 
&  vivir  juntos  en  un  mismo  pueblo;  por  lo  cual  resolvieron 
fondar  uno,  separado  para  estos,  dejando  á  aquellos  solos 
en  Sarayacu:  pefo  habiéndose  inundado  el  sitio  donde  se 
principiaba  esta  primera  fundación  de  Cunibos,  se  traslada- 
ron estos  á  Canchahuaya,  fundándose  bajo  la  advocación  de 
San  Antonio:  este  pueblo  dista  de  Sarayacu  como  un  dia 
de  surcada.  Después  de  varias  alternativas  constaba  este 
pueblo,  en  1818^  de  ciento  treinta  y  tres  almas  de  pobla- 
ción, inclusos  algunos  antiguos  cristianos  de  la  tribu  de  los 
r^uchiches  de  Tarapoto. 

La  nación  de  los  Piros,  que  habita  en  varios  puntos  del 
1  Fcayali  y  en  el  Yahuarí,  luego  que  tuvieron  noticia  de  es- 
]  as  nuevas  fundaciones,  bajaron  en  gran  número  á  ver  á 


—  24  — 

)s  misioneros;  pero  después  de  ha 
iempo  regresaron  á  sus  tierras.  En  < 
ajó  otra  porción  de  Piros,  los  cuak 
i  mismos  á  pocas  leguas  de  Sarayac 
ó  un  religioso  para  instruirles  en  li 
anta  religión,  ya  que  bu  proximidat 
u  conversión  al  Cristianismo;  pero  i 
un  mismo  tiempo,  y  muchos  de  ' 
ue  los  restantes  abandonaron  el  p 
ez.  No  obstante  bajaron  á  meaud< 
iempre  buena  acogida  eu  los  Padref 
oraban  ir  conservando  á  lo  menos  1 
itada  en  sus  corazones,  hasta  que  í 
hos  Piros  volvian  á  quedarse  en  nú 
able,  fundaron  nuevamente,  para  i 
dvocacion  de  nuestra  Señora  del  Pil 
ugar  situado  entre  el  UcayaÜ  y  uní 
ruameote  el  cauce  del  mismo  rio, 
inos  dos  días  escasos  de  distancia  d 
a  fundación  de  este  pueblo  se  reunie 
liento  tres  Piros,  cuyo  número  se  ce 
:ia  hasta  que  se  retimrou  los  misioc 
ra  de  la  iudependeucia  del  Perú. 

Los  Schipibos,  que  se  estendiai 
!?untamaná  hasta  la  boca  del  rio 
*ischquí  y  Ahuaitia,  eran  enemigos 
íéttebos  y  Cunibos;  pero  los  Padres 
'on  amistarlos  con  su  mucha  pru 
;n  1809  se  fundó  en  el  Pischquí  ue 
le  San  Luis  de  Charas-maná.  Para 
iarayacu,  se  sube  con  canoas  hasta 
liete  dias,  y  siguiendo  este  rio  se  lie 
'as-maná.  Constaba  esta  población 
a  1820,  de  tres  familias  de  Cristian 
iuatro  de  Schipibos,  siendo  su  tota 
:inco  almas.  Uas  como  este  pueblo 


—  25  — 

18  otras  reducciones,  y  es  para  los  misioneros  tan  triste  el 
io  tener  al^un  compañero  á  corta  distancia,  con  quien  des- 
hogar  su  conciencia,  pareció  conveniente  á  los  Superiores 
le  Ocopa  auxiliarla  con  otra  reducción  de  Cunibos  que  sir- 
i^ese  al  mismo  tiempo  de  escala  y  seguridad  en  aquel  trán- 
tto,  y  así  fué  como  en  1811  se  fundó  un  pueblo  con  el  nom- 
flre  de  Cunta-maná  (cerro  de  la  palma).  Constaba  antes  de 
íerderse  por  la  independencia,  de  cuarenta  y  seis  almas,  in- 
cusos tres  matrimonios  de  cristianos  suchiches  residentes 
ü  el  pueblo,  y  además  tenia  varias  familias  de  Ounibos  en 
lueve  casas  inmediatas,  que  pertenecían  á  esta  misión. 

En  el  mismo  año  1811  y  siguientes,  pacificó  el  reveren- 
lo  Padre  Prefecto  Fr.  Manuel  Plaza,  la  nación  de  los  Sent- 
ís que  dividida  en  tres  parcialidades,  Inobu,  Runubu  y 
Jascas,  componian  el  número  de  mas  de  mil  almas;  pero 
|K)r  las  epidemias  que  sufrieron,  quedaron  reducidas  á  poco 
nas  de  doscientas,  distribuidas  en  cincuenta  familias.  Se 
reunieron  todos  á  excepción  de  la  parcialidad  de  los  Runu- 
bu, que  asustados  de  tanta  mortandad,  se  mantuvieron  en 
el  monte,  saliendo  de  vez  en  cuando  á  visitar  á  los  padres 
ie  Chunúya.  Este  sitio  es  de  los  mejores  del  Ucayali;  para 
llegar  á  él  se  entra  por  el  caño  Sahuaya,  se  atraviesa  una 
laguna  como  de  una  legua,  llena  de  maleza,  y  luego  se  su- 
be por  la  quebrada  Chunúya,  ó  bien  se  va  por  tierra,  em- 
pleando en  todo  esto  un  dia  desde  Sarayacu,  en  tiempo  de 
creciente,  y  un  poco  mas'  cuando  el  rio  está  bajo.  El  reve- 
rendo padre  Fr.  Baltasar  Zapater,  cura  conversor  de  este 
pueblo  por  espacio  de  algunos  años,  viéndose  en  el  de  1822 
«in  recursos  ni  esperanzas  de  tenerlos,  se  fué  por  el  Mara- 
tón al  Brasil,  quedando  abandonada  esta  misión. 
I  Ck)nociendo  el  colegio  de  Ocopa  que  la  nación  de  los  Pi- 
íos  era  muy  numerosa,  y  que  sin  embargo  eran  muy  pocos 
ios  que  paraban  de  asiento  en  su  pueblo  de  Nuestra  Señora 
íM  Pifar  de  Buepo -ano,  pensó  en  fundarles  una  reducción 
<n  su  propio  país,  y  después  de  haber  observado  los  incon- 
venientes que  se  ofrecian  por  la  enorme  distancia  que  me- 


—  26  — 
ia,  formó  el  proyecto  de  abrir  una 
is  misiones  por  el  rio  Tambo,  dejan* 
i  del  Huallaga.  Con  esto  no  solo  se 
ación  casi  continua  con  los  Piros, 
ios  pueblos  en  su  propio  país,  sino 
uia  á  realizar  las  esperanzas,  que  s 
lisioneros  de  Ocopa,  de  reconquista] 
al,  Cerro  de  la  Sal  y  Sonoraoro,  pe 
iiblevacion  de  Santos  Atahuallpa. 
ccto,  se  dispusieron  dos  expedición' 
1  ücayali  introduciéndose  por  el  rio 
ese  de  Andamarca  bajando  por  el 
ntiguo  embarcadero  de  Jesús  Mar 
erdidos  en  el  referido  alzamiento.  E 
ieiones  con  aprobación  del  gobiarnf 
m  felizmente  en  la  mitad  del  rio  T 
io  de  1815.  Desde  entonces  se  em; 
iunido  el  Padre  Prefecto  Fr.  Manm 
reinta  familias  de  Piros  para  la  nuí 
losa,  llamada  vulgarmente  Lima  P 
lada  á  los  10°  y  30'  de  latitud,  303° , 
e  la  confluencia  del  Tambo  con  el  F 
itándose  para  llegar  allí  desde  Sara 
cuarenta  diaíi. 

Para  apoyar  esta  carrera  era  nec 
Brea  del  rio  Pangoa,  y  á  este  efectc 
e  Lima  las  tres  pequeñas  guarnicioi 
las  y  Andamarca,  y  dos  mil  pesos  | 
unto  el  fuerte  de  San  Buenaventur 
linas  de  la  antigua  misión  de  este 
tio  á  los  1 1 '  y  40'  de  latitud,  y  302' 
¡endose  trabajado  en  su  establecim 
ctubre  del  mismo  año  1815.  Desde 
ida  de  los  misioneros  por  la  Indepci 
a  todos  los  arbitrios  posibles  á  fín  ( 
arrera,  con  cuyo  objeto  se  organizo 


—  27  — 
hasta  el  mencionado  punto  de  Chavi- 
)  la  remesa  que  antes  Be  acoBtumbra- , 
illaga,  expuesta  á  los  contínuoB  peli- 
ucbos  raudales  y  estrechos  pasos  de 
>n  debía  haber  servido  para  familia- 
con  los  Campas  del  Schanscba-mayo, 
juncias  de  nuestro  gobierno,  y  de  los 
1847  basta  ahora  para  amansarlos,  se 
mente  bravos  todavía.  El  tiempo  que 
regacion  desde  Sarayacu  basta  el  ex- 
s  María  era  de  un  mes  y  medio,  ba- 
ierra,  dia  y  medio  de  viaje,  desde  este 
L  la  vuelta  solo  se  tardaba  quince  días 
ite  veces  se  hizo  este  viaje,  siendo  ei 
y  en  ninguno  de  ellos  fueron  moles- 
OB  por  los  indios  del  Cerro  de  la  Sal. 


P  -29- 

cédala  de  15  de  Julio  de  1802  les  fué  concedido  «para 
iiiar,  como  dice  la  misma,  á  las  misiones  de  Maynas,  es- 
ciendo  una  escala  de  comunicación ,  etc. ,  etc. »  La 
se  verificó  en  2  de  Enero  de  1804,  por  orden  del 
reverendo  Padre  Provincial  de  aquella  provincia.  Mas, 
iderando  el  mismo  Discretorio  en  1816  que  eJ  Colegio 
podia  sostener  aquel  hospicio,  con  el  número  de  religio- 
que  era  necesario  para  formar  una  comunidad  que  cum- 
con  el  coro  y  demás  obligaciones  de  misas  y  obras 
.  por  la  escasez  de  sacerdotes  que  tenia,  pues  por  las 
mociones  políticas  de  Europa  á  causa  de  la  guerra  de 
Jeori,  fueron  pocos  en  número  los  religiosos  españoles 
en  aquellos  años  vinieron,  determinó  devolver  el  con- 
tó á  dicha  provincia  de  Lima,  reservándose  solo  para  la 
idencia  del  Padre  Presidente  de  aquellas  misiones,  y  de 
misioneros  transeúntes,  el  hospicio  antiguo  que  dentro 
los  muros  del  mismo  convento  habia  anteriormente  teni- 
cuya  devolución  fué  aprobada,  y  confirmada  por  el  re- 
eudísimo  Padre  Comisario  General  de  Indias  y  Consejo 
BU  Majestad  en  1819. 

Por  aquellos  mismos  años,  aprovechando  la  Comunidad 
Ocopa  la  ocasión  de  hallarse  el  limo.  Sr.  Dr.  D.  Diego  An- 
io  de  Villodres,  obispo  de  Concepción  de  Chile,  visitando 
a  provincia  de  Jauja,  por  comisión  del  limo,  y  Excmo.  Se- 
r  Arzobispo  de  esta  diócesis,  le  suplicó  por  medio  de  su 
elado,  que  lo  era  el  reverendo  P.  Fr.  Pablo  Alonso  Carba- 
se  dignase  consagrar  esta  hermosa  y  devota  iglesia. 
Bdescendiendo  el  dignísimo  pastor  á  sus  suplicas,  cele- 
la  función  con  toda  pompa  y  solemnidad,  el  dia  15  de 
wo  de  1815,  y  hubo  tal  concurrencia  de  fieles,  que  jamás 
tabia  visto  igual  en  dicha  provincia  de  Jauja. 
Poco  después  de  estos  sucesos  ocasionó  algunos  sinsa- 
^  á  los  Padres  de  Ocopa,  el  limo.  Sr.  D.  Fr.  Hipólito 
chez  Rangel,  primer  obispo  de  Maynas,  quien  querien- 
<^rgani^r  parroquias  y  dar  curas  respectivos  á  los  pue- 
'1^  de  su  diócesis,  compuesta  toda  de  las  misiones  encar- 


—  30  - 
gadas  á  los  Padres  Franciscos  de 
de  Quito  y  dsLCoIegio  de  Ocopa 
prelados  regulares  de  sa  jurisdict 
gasen  todos  los  pueblds  de  conv' 
apoyaba  en  el  decreto  de  las  Cor 
rias  del  13  de  Setiembre  de  1813, 
siáeticos  seglares  que  las  sirviese 
de  este  Colegio  á  abandonar  la  ¡| 
charcas  de  Huailillas  ó  Cajamarq 
cion  del  ilustrísirao  señor  Obispe 
lucion  de  S.  M-,  porque  abandoi 
marquilla,  era  inútil  este  estable 
do  esto  el  reverendísimo  comisa 
Jyan  Buenaventura  Bastard,  en  j 
Madrid,  haciendo  referencia  á  ui 
se  manifestaba  el  estado  decaden 
nes  que  tenia  á  su  cargo  este  Ci 
Maynas,  por  la  oposición  que  ha 
de  parte  de  aquel  ilustrísimo  sen 
verendísimo  Bastard,  que  aun  ci 
do  Ocopa  á  servir  las  misiones,  i 
si  no  se  conservaba  á  los  prelado 
risdiccion,  en  cuyo  caso  seria  tai 
en  su  antiguo  estado  el  citado  1 
ser  un  punto  en  que  debe  residir 
nes  de  Cajamarquilla  para  atent 
temporal  de  los  conversóles,  asii 
mos,  y  reemplazarlos  en  caso  ne 
representación,  tomó  la  corte  de 
sejo  de  Indias,  las  providencias 
las  disputas  dejurisdiccion;  por 
de  los  pueblos  de  reducciones  de 
güedad,  que  era  en  lo  que  esta 
al  ilustrísimo  señor  Obispo  de  M 
tado  que  tenian  al  tiempo  de  la  e 
ministrándose  por  el  Colegio  de 


—  31  — 

posible  para  el  servicio  de  aquellas  misiones,  y  su- 
endose  interinamente  con  los  de  las  demás  órdenes  re- 
ares; y  por  último,  que  el  ilustrísirao  señor  Obispo  de 
[jillo  efectuase  la  entrega  de  la  iglesia  de  Cocharcas,  lúe- 
que  el  Colegio  de  Ocopk  volviese  á  hacerse  cargo  de  las 
bisioncs  de  Cajaraarquilla,  á  que  dicho  hospicio  está  des- 
loado. 
Como  la  expresada  real  cédula  se  expidió  en  Madrid  en 
de  Febrero  de  1820,  cuando  llegó  á  este  Colegio  estaba 
uy  adelantada  la  causa  de  la  independencia  del  Perú,  por 
UTO  motivo  no  surtió  efecto  alguno.  El  Prelado  de  Ocopa 
1821,  proclamada  la  independencia,  mandó  retirar  á  sie- 
religiosos  europeos  que  acompaíiaban  al  P.  Plaza,  yjun- 
trabajaban  en  las  misiones  del  Ucayali:  unos  se  vinieron 
or  el  Pangoa,  y  otros  emigraron  al  Brasil,  quedando  solo 
b1  padre  Plaza  sin  ausilio  alguno,  y  en  tal  soledad  que  no 
tenia  con  quien  hablar  el  castellano.  Su  desamparo  fué  tal, 
^ue  no  teniendo  con  que  socorrer  sus  necesidades  propias, 
y  lBs*de  los  neófitos  de  siete  pueblos,  para  sostenerlos  deal- 
un  modo  se  vio  en  la  precisión  de  arbitrarse  fabricando 
zúcares,  melados,  é  internarse  hacia  el  monte  en  busca  de 
zarzaparrilla.  Estos  productos  los  maltidaba  á  la  frontera  del 
Brasil,  donde  se  cambian  por  hachas,  machetes,  cuchillos  y 
otros  efectos  aparentes,  con  los  que  sostenia  sus  misiones, 
aunque  esca^^amente,  hasta  que  cansados  los  neófitos  por  no 
tener  misioneros,  abandonaron  los  pueblos  referidos  en  el 
<íapítnIo  precedente,  retirándose  á  sus  antiguas  rancherías 
4  mantenerse  de  la  caza  y  pesca,  ya  que  por  falta  de  her- 
ramientas no  podian  cultivar  la  tierra;  solo  quedaron  los  de 
í^^rayacu,á  donde  se  reunieron  algunas  familias  de  aquellos 
otros  pueblos,  quienes  hicieron  al  dicho  P.  Plaza  grata 
<^nipanía.  En  vano  este  ejemplar  misionero  hizo  cuatro  re- 
<íursos  al  gobierno  de  la  República  exponiendo  su  situación 
por  medio  de  la  suprefectura  de  Moyobamba,  pues  no  reci- 
bió contestación  alguna;  de  modo  que  desde  el  año  1821 
hasta  1834  en  que  recibió  una  carta  del  teniente  Smfith  de 


_  3: 

la  marina  inglesa,  en  que  le 
ynós  caballeros  quo  viajaban  p 
nada  supo  del  Perú  civilizado. 
Viéndose  en  tanto  abandont 
tióle  una  fiebre  maligna,  que  1 
dias,  transcurridos  los  cuales  \ 
sentó  á  una  imagen  de  María  S 
nian  rodeada  de  luces,  é  hinc: 
la  Reina  de  los  cielos  le  conced 
lo  le  enterneció  tanto  y  le  caui 
momento  se  le  retiró  la  fiebre ; 
se  hallaba  tan  necesitado,  déte 
en  busca  de  auxilios  entre  los 
de  1828  se  dirigid  de  Sarayacu 
por  el  rio  Ñapo:  á  los  cuarenta 
en  el  pueblo  de  Santa  Rosa,  dt 
ciudad  de  Quito  en  catorce  di 
nientos  pesos,  con  cuja  suma 
otro  camino  que  sale  de  la  ciu 
misiones  de  Canelos,  y  embarc 
llegó  en  cinco  dias  al  rio  Past 
mahuas  en  el  Huallag*,  y  deí 
dias  por  el  mismo  rio,  é  introi 
desembarcó  1  los  cuatro  dias  ( 
Desde  este  punto  siguió  por  ti 
donde  se  embarcó  entrando  e 
dias  de  navegación;  dos  dias  i 
gando  por  fin  á  su  antiguo  esl 
donde  tuvo  la  satisfacción  de 
dos  feligreses  á  los  ocho  mese 
rros  que  sacó  de  Quito  pudo  r* 
media  legua  de  Sarayacu  11 
de  bajada  por  el  Ucayali  1 
en  el  puertecito  de  Santa  Ca1 
comunicación  y  carguío  hast: 
Ea  fácil  concebir  el  triste 


ali  cuando  por  tantos  años  estuvieron  sin 
iemos  asegurar  que  los  pueblos  del  Ucaja- 
}  á  su  antigua  barbarie,  en  la  que  tal  vez 
el  celoso  P.  Plaza  no  hubiese  hecho  el  he- 
i  permanecer  solo  como  quedaba,  en  medio 
Pampas  del  Sacramento,  y  no  hubiese  ím- 
ttor  á  las  bordas  salvajes  que  le  rodeaban, 
a  corta  milicia  de  veinte  hombres  que  de 
>rmó,  enseñándoles  é  instruyéndoles  en  el 
aas  de  fuego.  Estamos  seguros  que  sin  la 
uel  varón  apostólico,  no  tendría  el  Perú  en 
e  hospitalidad  en  aquellas  dilatadas  re- 


\ 


—  35  -^ 

mssi  los  Ocopinos.  Llegaron  en  efecto  los  religiosos  qne  ha- 
!l>ian  quedado  en  Ocopa  á  aquella  ciudad^  y  remitiéndolos  á 
[Sodil,  los  recibió  á  balazos,  tiéndese  obligados  á  refugiarse 
len  el  convento  de  los  Descalzos  de  ia  capital. 
¡  En  el  1/  de  Noviembre  de  1824,  expidió  el  Gobierno  de 
la  república,  un  decreto,  por  el  cual  erigia  el  local  de  Oco- 
pa en  colegio  de  educación  y  disolvia  la  Comunidad  de  mi- 
sioneros. Sin  embargo,  el  primer  Rector  que  fué  el  Dr.  don 
•José  Manuel  Pasquel,  cura  de  la  Concepción  y  después  arzo- 
bispo de  Lima,  llamó  á  los  padres  que  se  habian  retirado  al 
tJuzco,  para  que  sin  perjuicio  de  la  nueva  institución  que  el 
gobierno  habia  establecido  en  el  Colegio,  viniesen  á  acom- 
pañarle; pero  solo  consiguió  volviesen  los  reverendos  padres 
fFr.  Jerónimo  Zurita  y  fray  Mariano  Gil,  dos  religiosos  legos 
^y  un  donado.  Mas  habiendo  después  los  colegiales  quitado 
<5ruelmente  la  vida  al  hermano  donado,  cuyo  apelativo  era 
Amorós,  por  la  codicia  de  la  poca  plata  que,  como  sub- 
[  «índico  de  los  Padres  tenia  depositada,  enfermó  y  murió  el 
[reverendo  padre  Zurita,  retirándose  de  Ocopa  los  demás 
mencionados. 

Pasado  el  primer  hervor  de  las  pasiones  políticas,  no  tar- 
daron en  conocerse  y  poderse  apreciar  las  fatales  conse- 
cuencias del  decreto  de  supresión,  y  tratando  de  reparar  el 
mal  que  con  él  se  habia  causado,  en  Marzo  de  1836,  el  pré- 
ndente interino  de  la  república,  D.  Luis  José  Orbegoso,  dero- 
gó el  citado  decreto,  facultando  al  limo.  Sr.  Dr.  D.  Jorge  Be- 
■  navento,  á  la  sazón  arzobispo  de  Lima,  para  enviar  un  comi- 
sionado á  Europa  en  busca  de  religiosos  y  restablecer  la 
Comunidad  de  misioneros  de  Ocopa.  Encargó  esta  comisión 
el  señor  Arzobispo,  al  muy  reverendo  padre  fray  Andrés 
Herrero,  Comisario  general  de  toda  la  América  meridional, 
por  nuestro  Santísimo  Padre  Gregorio  XVI,  cuyo  padre  se 
hallaba  en  Lima  de  tránsito  para  su  segundo  viaje  á  Euro- 
pa, en  busca  de  misioneros  para  los  colegios  de  Bolivia. 
Tuvo  su  comisión  tal  feliz  éxito,  que  embarcó  en  Genova 
en  1837  á  ochenta  religiosos  Franciscanos  entre  sacerdotes, 


coristas  y  legos;  de  este  número  maní 
Callao  para  Ocopa,  cinco  sacerdotes,  ocl 
gunos  legos  y  un  donado,  que  componiar 
y  nueve.  De  los  sacerdotes  quedaron  dos  ( 
Lima,  y  el  resto  de  la  misión  llegó  á  este 
dad  el  22  de  Febrero  de  1838,  habiendo  i 
Jauja  por  todas  las  autoridades,  asieclesi 
les,  y  por  los  pueblos,  con  las  mayores 
grandes  demostraciones  de  alegría. 

Instalado  el  Colegio,  el  primer  cuidac 
se  empleó  en  la  refacción  de  lo  material 
bien  deteriorada  se  hallaba  desde  que  I 
el  Gobierno  de  la  independencia,  sino  qu< 
cion  se  dirigió  á  socorrer  las  misiones  í 
operarios  y  recursos  que  tenian  disponihl 
pusieron  en  comunicación  con  el  revé 
para  informarse  del  estado  en  que  se  hal 
del  Ucayali,  ofreciéndose  vohintariameQi 
sos  á  sacrificarse  en  tan  santa  obra;  m 
gran  placer  é.  dicho  Padre,  quien  confii 
Providencia  habia  siempre  esperado  la 
Comunidad  de  Ocopa,  único  medio  para  p 
versión  de  los  infieles. 

En  1840  salieron  de  Ocopa  el  reveren' 
Crisdstomo  Chimini,  y  et  religioso  lego  1 
boa  italianos.  La  repentina  llegada  de  esl 
extraordinaria  conmoción  y  ternura  á 
Ucayali,  y  sobre  todo  al  muy  reverendo 
tanto  el  hermano  donado  del  Colegio  de  C 
religioso  de  singular  virtud,  se  ocupab 
mosoas  en  el  Cerro  de  Pasco  para  soco 
con  los  útiles  que  necesitaban,  y  vención 
se  dirigió  al  Ucayali,  en  donde  estuvo  c 
de  parecer  los  padres,  regresase  al  referic 
tar  limosnas  para  las  misiones,  á  lo  que 
teramente  se  contrajo.  Verificada  su  vue 


—  37  — 

¡en  poco  tiempo  doce  cargas  de  útiles,  de  valor  de  seiscien- 
tos pesos.  Después  colectó  siete  cargas  mas  en  Hnánuco,  y 
últimamente  para  dar  principio  á  la  apertura  del  camino 
desde  Muña  al  Pozuzo,  recogió  en  la  misma  ciudad  de  Hua- 
naco, doscientos  sesenta  pesos. 

Beanimado  el  reverendo  P.  Plaza  con  los  doscompañeros  y 
con  los  socorros  que  le  envió  el  Colegio,  los  que  les  franqueó 
el  ilustrísimo  señor  Obispo  de  Chachapoyas  Dr.  D.  José  Ma- 
ría Arriag^a  y  los  ya  mencionados  del  hermano  Roa,  trató  de 
¡hacer  una  expedición  al  rio  Pachitea;  con  el  objeto  de  salir 
á  Huánuco;  pues  por  el  rio  Huallaga  á  mas  de  ser  muy  lar- 
ga la  distancia  ,  preséntanse  á  cada  paso  mil  peligros.  Con 
este  fin  emprendió  su  marcha  en  compañía  del  padre  Chi- 
Imini  en  el  verano  de  1841;  llegaron  en  diez  y  siete  dias  á 
la  confluencia  de  Pachitea  con  el  Ucayali:  siguieron  ocho 
dias  por  el  primero  hasta  el  rio  Zungaruyacu,  y  creyendo 
ser  este  el  rio  Pozuzo,  se  internaron  en  él  algunos  dias, 
hasta  que  conociendo  que  iban  perdidos  regresaron  á  Sara- 
yacu,  porque  ya  seles  acababan  las  provisiones. 

En  este  viaje  tuvieron  repetidos  encuentros  con  los  an- 
i  tropófagos  Caschibos,   sin  poder  entrar  en  relaciones  con 
ellos;  pues  apenas  divisaban  á  la  comitiva,  disparaban  fle- 
chas internándose  de  nuevo  al  monte.  Como  los  que  acom- 
pañaban á  los  padres  no  tenian  conocimiento  de  los  rios 
i  Mayro  y  Pozuzo,  donde  era  preciso  aportar  para  salir  á  la 
I  sierra,  quedó  esta  espedicion  sin  efecto. 

El  año  siguiente  1842,  mandó  el  P.  Plaza  al  P.  Chimini 
hacer  un  viaje  por  el  Huallaga,  encargándole  que  regresa- 
se por  el  Pozuzo,  y  haciendo  en  aquel  punto  una  balsa,  ba- 
jase por  el  mismo  rio  al  Palcázu.  Cumplió  el  P.  Chimini  su 
comisión  con  exactitud:  formó  su  balsa  cuatro  leguas  mas 
abajo  de  Yanahuanca,  en  el  sitio  llamado  el  Sereno,  embar- 
cóse con  solos  cuatro  hombres  que  le  acompañaban  en  tan 
arriesgada  empresa,  y  en  diez  dias  llegó  á  la  unión  del  Po- 
zuzo con  el  Palcazu,  después  de  vencer  á  cada  paso  terri- 
bles obstáculos  que  ponia  el  rio  en  sus  soberbias  corrientes 


j  precipitados  declives,  que  lo  hacen 
transitable.  El  P.  Chtmiai,  aunque 
quedó  no  obstante  desengañado  de  qu< 
rio,  por  los  grandes  peligros  qne  ofrec 
ellos  quiera  imponerse,  y  de  lo  mucho 
ció  en  dicho  viaje,  puede  leerlo  en  lai 
Caatellnou,  quien  cita  al  Comercio,  p 
fué  el  primero  que  lo  publicó.  Parecié 
P.  Plaza  que  la  poca  esperiencia  del  F 
gacioD  fluvial,  le  habia  hecho  repres* 
peligros  del  Pozuzo  como  mayores  de 
dad,  quiso  intentar  una  nueva  esped: 
en  el  año  1843;  pero  tampoco  pudo  ol 
no,  perdiendo  cuatro  canoas  que  se  bi 
mayor  parte  de  los  víveres  y  muchas 
vahan  de  la  montaña. 

Ed  estos  viajes  se  iban  reconoci 
por  donde  mas  fácilmente  se  podría  11 
blo  del  Pozuzo,  que  era  el  objeto  q 
proponían  los  Padres  misioneros.  Así 
tarse  por  las  contrariedades  que  eipt 
pediciones  mencionadas,  hicieron  ui 
1844,  emprendiendo  un  nuevo  viaje  p 
ta  el  Mayro,  donde  llegaron  con  feli 
travesía  de  cuarenta  y  cinco  dias.  Ent 
cion,  á  ruego  de  los  Padres,  D.  Cipri 
la  fortuna  de  descubrir  el  antiguo  car 
dido  enteramente  desde  la  revolución 
pero  se  volvió  á  perder  á  causa  de  hi 
años  sin  que  se  pasara  por  él,  hasta  i 
los  perseverantes  trabajos  del  P.  Cal 
brir  para  no  perderae  ya  mas  hasta  el 

Desde  el  Mayro  se  abrió  un  cae 
hasta  Yanahuanca,  las  cuales  se  han 
pues  de  bien  estudiado  el  terreno.  En 
hay,  desde  el  puerto  del  Mayro  hasta 


-39  — 

I 

^eles  Lorenzos,  muy  pacíficos  y  tímidos;  que  huyen  ape- 
las oyen  el  menor  ruido. 

i  De  Yanahuanca  salió  el  P.  Plaza  con  Fr.  Luis  Bieli  para 
in&nuco;  pasando  desde  allí  á  Lima  el  primero,  y  quedán- 
lose  en  Ocopa  el  segundo.  Llegado  á  la  capital  el  P.  Plaza, 
le  Yió  colmado  de  merecidos  elogios  y  atenciones,  por  parte 
iel  Gobierno  y  de  las  personas  mas  notables  de  la  población. 
El  cong^reso  señaló  tres  mil  pesos  anuales  á  él  y  sus  suceso- 
tes  en  la  Prefectura  de  las  misiones,  para  atender  á  la  sub- 
istencia  del  Padre  que  debia  haber  en  el  Pozuzo,  y  á  la 
perfección  del  camino  hasta  el  Mayro.  La  prensa  limeña  se 
esmeró  también  por  su  parte  en  dar  publicidad  á  los  hechos 
mas  notables  de  la  vida  de  este  apostólico  varón,  publican- 
do circunstanciadas  reseñas  de  los  hechos  mas  notables  de  su 

laboriosa  vida.  Permaneció  en  Lima  el  P.  Plaza  hasta  el  año 

i 

1845,  en  que  se  internó  por  el  Mayro  en  el  Ucayali:  pero  no 
pudo  permanecer  mucho  tiempo  con  sus  queridos  neófitos, 
piies  al  año  siguiente  la  República  del  Ecuador,  le  eligió 
^Obispo de  Cuenca;  y  habiendo  recibido  las  Bulas  pontificias 
[en  Agosto  de  1847,  hubo  de  pasar  á  hacerse  cargo  del  go- 
bierno de  su  diócesis,  á  la  avanzada  edad  de  setenta  y  cua- 
tro años.  Por  espacio  de  otros  ocho  rigió  su  obispado,  cum- 
pliendo los  deberes  de  un  verdadero  pastor:  su  celo  infati- 
gable aun  allí  le  condujo  á  buscar  las  ovejas  errantes  y 
I  perdidas;  pues  entró  repetidas  veces  en  territorio  de  los  in- 
I  fieles,  enclavado  dentro  su  jurisdicción,  hallándole  la  muer- 
te ocupado  en  santos  trabajos  entre  la  grey  que  el  Espíritu 
^to  le  habia  confiado. 


4 

t 


CA.PITSILO  VII. 


Llegada  de  nuevos  religioBos  j  trabajos  apoatóJícoe  de  loa 

miBioneroB  entra  loa  üelea- 


1 

f. 


Antes  de  proseguir  la  historia  de  nuestras  misiones 
tre  infieles,  con  la  relación  de  lo  sucedido  después  de  la 
moción  del  R.  P.  Plaza  al  obispado  de  Cuenca,  bueno  seí 
que  echemos  una  ojeada  sobre  los  trabajos  de  los  Padres 
sioneros  en  las  poblaciones  civilizadas  de  la  Icepüblica, 
cierta  manera  cuasi  tan  necesitadas  como  los  infieles  de 
cuidados  de  los  ministros  del  Evangelio.  Tan  uecesil 
decimos;  porque  si  entre  los  salvajes  era  preciso  predicar 
verdades  de  la  fé  á  las  inteligencias,  para  formar 
aquella  las  virtudes  del  corazón,  también  en  las  poblacioi 
ya'  cristianas  y  civilizadas  se  hacia  indispensable  hablar 
corazón  con  la  palabra  de  Dios,  para  estirpar  los  vicios, 
frenar  las  costumbres,  y  consolidar  así  con  la  caridad,  en  li 
corazones,  la  fé  en  las  inteligencias. 

A  dar  satisfacción  á  esta  necesidad,  que  tan  imperic 
sámente  se  dejaba  sentir,  dedicó  sus  Jirimeros  cuidados 
R.  P.  Chimini,  á  quien  habia  sido  preciso  dejar  las  miBih 
nes  de  infieles,  para  venir  á  desempeñar  el  cargo  de  gu» 
dian  de  Ocopa,  para  el  cual  habia  sido  electo  en  el  Capítdií 
celebrado  en  el  mes  de  Agosto  de  1843.  Viendo  este  celcsi 
Prelado,  que  por  la  muerte  de  algunos  religiosos  la  Comt- 
nidad  quedaba  reducida  al  corto  número  de  cinco  sacerd(H 


fes  y  algunos  pocos  legos,  envió  desde  luego  á  Europa  al 
%.  P.  Fr.  Fernando  Pallares  como  comisionado  para  reunir 
ima  nueva  misión,  el  Cual  con  las  limosnas  que  suministró 
lá  piedad  de  los  peruanos,  pudo  traer  de  Europa  doce  sacer- 
dotes, y  siete  entre  legos  y  donados.  La  misión  salió  del 
puerto  de  Genova  el  14  de  Mayo  de  1845,  aportando  en  el 
Dallao  en  17  de  Setiembre  del  mismo  año  después  de  un  via- 
feliz.  Durante  su  estancia  en  Italia,  el  P.  Pallares  se  ha- 
ia  proporcionado  el  cuerpo  del  glorioso  mártir  San  Vidal, 
uya  preciosa  reliquia  se  trajo  consigo,  en  una  elegante  ur- 
tal  como  se  venera  hoy  dia  en  este  Colegio;  adquirió  tam- 
ien  para  nuestra  iglesia  varios  ornamentos,  cálices  y  mi- 
es, y  varias  herramientas  y  otros  útiles  para  los  infieles. 
Muy  bien  recibidos  hubieron  de  ser  en  Lima  los  Padres 
tecien  llegados,  y  como  entre  ellos  hubiese  algunos  que 
jhabian  ejercitado  ya  su  celo  predicando  misiones  en  Italia^ 
fel  limo.  Sr.  Arzobispo  D.  Javier  de  Luna  Pizarro,  se  intere- 
tó  vivamente  para  que  antes  de  marchar  á  su  colegio  di- 
chos Padres  predicaran  algunas  misiones  en  la  capital.  Que- 
dáronse, al  efecto,  nueve  y  predicaron  en  la  iglosia  del  con* 
vento  grande  de  nuestro  padre  San  Francisco  una  misión 
que  duró  cerca  de  un  mes,  haciendo  algunas  pláticas  ins- 
tructivas por  la  mañana,  esplicacion  del  decálogo  y  sermón 
imoral  por  la  noche,  con  cánticos  patéticos  análogos  á  la  mi- 
sión; todo  según  el  estilo  de  Italia,  cuyo  método  hemos  ido 
observando,  en  las  continuas  misiones  que  predicamos,  con 
gran  fruto  de  las  almas. 

La  novedad  de  este  método,  y  sobre  todo  el  celo  de  los 
misioneros,  sirvió  á  los  fines  misericordiosos  de  la  Providen- 
cía  para  la  conversión  de  las  almas;  pue&  fué  tan  fructuosa 
^jsta  misión,  que  el  Sr.  Arzobispo,  ofició  á  todas  las  Comu- 
nidades religiosas,  para  que  por  turno  hubiese  todo  el  dia 
confesores  en  las  respectivas  iglesias  para  administrar  el 
santísimo  sacramento  de  la  Penitencia  á  la  gran  multitud 
de  fieles  que  se  acercaban  á  recibirlo.  El  concurso  era  tan 
numeroso,  que  la  iglesia  de  San  Francisco,  con  ser  de  las 


mas  capaces  de  Lima,  estaba 
de  modo  que  á  petición  del  P 
dias  á  las  puertas  para  evite 
ejercicios  de  cada  dia.  El  dia 
bíeroD  al  Señor  seis  mil  persi 
garon  durante  la  misión  y  de 

Desde  muchos  años  no  r 
semejante.  Viéronae  acercar 
tribunal  de  la  Penitencia  un ; 
eos  de  toda  clase  y  condiciui 
monios,  y  se  hicieron  cuantíe 
centenares  de  libros  prohibi( 
mayor  concurrencia  á  los  ter 
cramentofi. 

Tan  opimos  resultados  sii 
espíritu  maligno,  que  veía  pe 
número  de  almas,  y  tal  vea 
Gobierno,  que  entonces  tenia 
ger  á  la  misión  y  ausiliarla 
bienio  católico,  se  quejó  al 
pretestos  de  política  para  im| 
dres  misioneros  en  la  capital 
no  pasasen  al  Callao,  donde  t 
y  se  retirasen  desde  luego  á 

Llegados  á  Ocopa  los  m 
atención  fué  establecer  en  e 
en  la  forma  que  prescriben 
vez  organizado  el  régimen  ii 
guieron  con  nuevo  empeño  1 
vocación  les  destinaba.  Por  ( 
muchos  religiosos  á  las  misi< 
dose  desentendido  por  comp 
coD  los  fondos  con  que  antt 
Colegio  de  Ocopa  sufragar  p 
que  exigían.  No  obstante,  ai 
suministra  la  piedad  de  los  ñ 


—  43  — 

ate,  cuatro,  cinco,  y  hasta  eiete  sacerdotes 
nfíeles. 

18  circunstancias  impidieron  á  los  Padres  de 
s  misiones  el  impulso  que  hubieran  desea* 
¡bíeron  mantener  inactivos  su  celo  y  su  ca- 
i  misión  de  Lima,  de  que  acabamos  de  ha- 
i  muchísimos  pueblos  de  la  República  el 
lalabra  de  Dios,  y  de  aprovecharse  de  los 
icios  que  reporta  una  misión,  facilitando  á 
brma  de  las  costumbres,  que  entonces,  ge- 
ando,  estaban  allí  muy  estragadas.  Así  fué 
tes  acudían  á  porfía  al  Prelado  de  Ocopa, 
ñeros  que  les  instruyesen  en  las  verdades 
les  enseñasen  el  camino  para  salir  del  mal 
luchos  se  encontraban.  Con  sumo  placer 
Ip  y  todos  los  Padres  á  las  ardientes  súpli- 
deseos  de  los  pueblos,  y  muy  pronto  salie- 
irios  misioneros,  que  por  espacio  cuasi  de 
itivos  fueron  predicando  las  verdades  eter- 
e  lea  con  todo  su  valle,  á  Palma,  Nasca, 

toda  la  costa  del  Sud  perteneciente  al  ar- 
ia; y  pasando  después  al  Norte,  dieron  mi- 
y,  Carhuas  y  Huaras.  Mientras  estos  reli- 
Q  en  las  ciudades  y  pueblos  de  la  costa, 

ismo  en  la  sierra,  en  el  mismo  arzobispa- 
¡spado  de  Ayacucho.  Al  efecto  recorrieron 

de  Jauja,  la  de  Huancayo,  Pampas,  Huan- 

,  Ayacucho  y  Andahuailas,  predicando  mi- 
les y  dando  ejercicios  espirituales  al  clero 
de  religiosas.  De  esta  manera  fué  como 
dres  de  Ocopa  hizo  sentir  sus  saludables 
as  las  clases  y  estados  de  la  sociedad, 
por  mucho  tiempo  los  Padres  después  de 

trabajos,  toda  vez  que  los  pueblos  á  que 
igado  su  palabra  evangélica  la  solicitaban 
,  y  su  caridad  infatigable  no  les  permitía 


—  44  — 
desoír  sus  clamores;  y  así  fué  que  si 
en  Tarma,  Acobamba,  Cerro  de  Pasco 
gunda  vez  en  casi  toda  la  provincia  d 
otros  pueblos  del  arzobispado  de  Lim 
cucho'.  Interminables  seriamos  sí  debí 
repetidos  ejercicios  que  se  han  dado 
res  de  ambos  sexos,  ya  en  el  mismo  ■ 
también  en  las  ciudades  donde  hay  ca 
resmas  y  misiones  que  fueron  predica 
la  comunidad,  que  en  sus  dos  terceras 
años  á  recorrer  loe  pueblos,  ocupándoí 
Diremos,  pues,  en  una  sola  palabra, 
'catorce  años  los  padres  de  Ocopa  predi 
misiones,  durando  algunas  de  ellas  s( 
meses,  y  casi  todas  tres  ó  cuatro  semí 
tancia  de  loa  pueblos  ó  ciudades. 

Estos  multiplicados  trabajos  no  i 
gracia  de  Dios  estériles.  Al  contrarío 
se  reportó  fué  tan  copioso,  que  por  ui 
podemos  decir  que  se  reconciliaron  ci 
mil  almas;  siendo  en  gran  número  los 
te,  treinta  y  mas  años  que  se  habiai 
que  hasta  entonces  vivian  publícame 
cibieron  el  santo  sacramento  del  matr 
sion  en  que  llegaron  estos  á  dosciento 
desde  muchos  años  estaban  divorcia' 
los  pueblos,  se  reunieron  para  vivir 
cumplimiento  de  los  deberes  de  su  ei 
paz  los  enemistados;  poblaciones  entei 
políticas  habia  penetrado  la  división 
reconciliaron  viviendo  después  en  san 
ciéronse  cuantiosas  restituciones  de 
adquiridos;  se  entregaron  á  las  llamas 
bros  irreligiosos  é  inmorales.  Se  dest 
abusos  y  supersticiones  en  los  pueblos 
se  borraron  los  últimos  restos  de  la  id 


I 

—  45  — 

Idres  misioneros  por  orden  del  señor  Arzobispo  de  Lima, 
|i  simulacro  del  demonio  y  otro  de  un  judío  á  quienes  se 

Estaba  adoración.  En  fin,  do  quiera  se  prodigaron  misio- 
,  desaparecieron  los  escándalos,  floreció  la  piedad  y  toda 
^d,  de  suerte  que  allí  donde  los  curas  párrocos  y  demás 
Üesiásticos  han  seguido  cultivando  con  la  predicación  y 
\  asiduidad  en  el  confesonario,  la  semilla  que  los  misione- 
sembraron  en  los  corazones  de  los  fieles,  se  la  ve  aun 
fructificar  abundantemente,  conservándose  los  pueblos 
orosos  frecuentando  los  santos  Sacramentos  y  apartados 
gran  número  de  los  vicios  y  peligros  de  pecar. 
Prueba  evidente  que  confirma  cuanto  acabamos  de  de- 
',  es  el  odio  mortal  que  contra  nuestras  misiones  han  con- 
libido,  las  calumnias  que  han  propalado  y  las  vilezas  de 
pe  para  impedirlas  se  han  servido  los  enemigos  de  nuestra 
jtota  religión.  Apoyándose  en  los  frivolos  protestos  de  que 
ks  misiones  son  perjudiciales  á  los  intereses  de  la  nación; 
fa  porque  distraen  á  los  pueblos  de  su  trabajo;  ya  porque  á 
^usa  de  ellas  se  retarda  el  cobro  de  los  impuestos;  ya  tam- 
ben porque  en  las  críticas  circunstancias  porque  atravesa- 
ba la  república,  los  misioneros  (decian)  encubiertos  con  el 
l&paje  de  pobreza  y  humildad  tenian  miras  siniestras  contra 
ii  gobierno;  ya  por  último,  atribuyendo  á  las  misiones  su- 
cesos casuales  que  sin  ellas  igualmente  hubieran  ocurrido; 
ones  todas  que,  al  parecer,  no  prueban  por  parte  de  los 
6  las  presentaban  mas  que  una  ignorancia  apenas  escu- 
lle, ó  una  insigne  mala  fé,  lograron  empero  atraer  á  sus 
eas  á  algunas  autoridades,  consiguiendo  que  en  1846  se 
ndara  suspender  la  misión  que  se  daba  en  Tarma,  ha- 
wndo  retirar  los  Padres  á  su  Colegio,  intentándose  después 
»  mismo  en  otros  pueblos  sin  que  afortunadamente  «e  pu- 
fera  conseguir.  Solo  en  el  año  1847  un  ministro  obligó  á 
letiparse  de  los  pueblos  y  ciudades  á  los  Padres  cuaresmeros 
4c  Ocopa,  pasando  al  señor  Arzobispo  una  nota  llena  de  ca- 
lumnias y  pueriles  razones,  para  que  los  misioneros  nada 
Píidieran  hacer  sin  solicita}*  permiso  de  la  autoridad  depar- 


tameníal  de  Junin,  pretendien 
montañas  de  Audamarca  y  Sara; 
tÍDo  de  propa^^r  la  fé  entre  los  i 
pío  tiempo  á  vivir  encerrados  en 
único  que  podían  pretender  dei 
Perú. 

Los  pueblos,  empero,  siempr 
to  espiritual  de  la  divina  palabn 
se  les  proporcionaba  por  medio  ( 
no  cesaban  de  dirig-ir  continuas 
no,  pidiendo  la  revocación  de  laf 
los  Padres  babia  tomado,  pro( 
empeño  todavía  el  afecto  que  ¿  e 
misiones  y  prodigándoles  las  m 
amor  y  benevolencia,  en  térmi 
veian  obligados  á  entrar  y  salir 
y  á  deshora  de  la  noche,  para  lil 
clones,  que  el  entusiasmo  de  I 
tado. 

Así  era  como  una  vez  mas  si 
dicción,  lejos  de  destruir  las  obr 
enaltece.  Las  comarca  mas  a 
aquellos  sucesos  apenas  hubiera 
las  misiones  de  Ocopa,  gracias  á 
y  las  desearon;  y  su  fama  traspai 
Torosos  operarios  del  Evangelic 
campo,  que  el  Padre  celestial  Icf 
tar  la  labor  de  su  apostólica  cari' 

Mientras  que  en  esto  se  ocup: 
nidad  i^e  Ocopa,  los  Padres  que  í 
procuraban  conservar  el  fruto 
recogido,  dedicándose  con  asi( 
confesiones  de  los  fieles,  que  en  i 
de  todos  los  pueblos  de  las  provi 
y  á  suministrar  los  auxilios  esp 
mos  que  de  ellos  necesitaban,  I 


—  47  — 

editar  la  caridad,  que  para  con  los  pobres  afligidos  les 
aba,  fué  la  peste  que  se  desarrolló  en  casi  todos  los 
eblos  de  las  dos  citadas  provincias  en  el  año  1855.  Tristí- 
mo  era  el  aspecto  que  presentaban  los  pueblos  de  Apata, 
n  Lorenzo,  Pucucho,  Matahuasi,  Cíoncepcion,  San  Jeró- 
lüino  y  el  mismo  pueblo  de  Ocopa,  invadidos  por  aquella 
fermedad  tan  terrible,  que  á  penas  dejaba  con  vida  á  nin- 
0  de  los  que  atacaba.  En  medio  de  tanta  desolación,  los 
es  eran  la  providencia  de  aquellos  lugares;  repartidos 
f  los  pueblos  contagiados,  no  solo  suministraban  el  re- 
edio  espiritual  á  los  enfermos,  por  medio  de  los  Santos  Sa* 
mentes,  sino  que  les  aplicaban  también  los  remedios  cor- 
rales para  el  alivio  de  sus  dolencias.  Era  tin  espectáculo 
mámente  editícante  ver  á  los  Padres  entrar  en  la  chozas 
etidas  de  los  indios  y  confesar  á  tres,  cuatro  y  á  veces  mas 
fenfermoá  en  algunas  de  ellas,  sin  cuidarse  del  peligro  del 
[t»ntagio  y  de  la  muerte,  de  que,  no  sin  especial  providencia 
[de  Dios,  se  libraron,  no  obstante,  cuantos  asistieron  á  los 
apestados. 

Ya  que  hemos  consagrado  este  capítulo  á  la  reseña  de 
las  misiones  predicadas  en  las  comarcas  civilizadas  del  Pe*- 
rú,  no  podemos  terminarlo,  sin  recordar  las  que  en  1852  se 
[predicaron  en  la  capital  de  la  República,  con  tan  felices  re- 
^sultados,  que  á  causa  de  ellas  se  fundó  en  dicha  capital  el 
actual  Colegio  de  los  Descalzos. 

En  el  citado  año  de  1852,  salieron  en  efecto  de  Ocopa 
para  Lima  nueve  padres  misioneros  para  dar  las  misiones 
que,  con  motivo  del  Jubileo  concedido  por  Nuestro  Santísi- 
mo Padre  Pió  IX,  habia  pedido  el  limo.  Sr.  Arzobispo.  Em- 
pezaron por  la  iglesia  de  San  Francisco  y  prosiguieron  en 
las  parroquias  de  Santa  Ana,  San  Lázaro,  iglesia  de  las  Ña- 
arenas  y  de  la  Merced,  y  por  último  en  el  Callao.  La  pala- 
bra de  Dios,  cayendo  sobre  ambas  ciudades  como  un  rocío 
de  lo  alto  sobre  terreno  fértil,  vivificó  los  corazones  aletar- 
gados, é  hizo  florecer  la  virtud  en  todas  las  clases  de  la  so- 
ciedad. Veinte  mil  almas  se  reconciliaron  con  Dios,  por  me- 


dio  del  Santo  Sacramento  de  la 
doscientos  cincuenta  matrimonios 
raron  sus  errores  y  las  mujeres  de 
vestir. 

En  medio  de  la  santa  paz  y  a' 
corazones  de  los  católicos  de  Lima 
beneficios  que  les  habia  derramad 
una  idea  les  angustiaba,  y  era  el 
sioneros,  concluida  su  tarea,  debií 
dando  por  consiguiente  privada  ] 
presencia  de  aquellos  varones  apoí 
tante  predicación  y  buen  ejemplo, 
var  viva  la  fé  en  las  almas  y  la  mt 
bres.  No  sabiendo,  pues,  los  cató] 
tan  dolorosa  separación,  acudiera' 
tr'ísimo  señor  Arzobispo  y  al  Gob 
diendo  que  se  concediese  á  los  pa 
propósito  para  fundar  un  Colegio 
capital  de  la  nación.  Con  indecibl 
prelado,  D.  Javier  de  Luna  Pizar 
blo,  y  al  efecto  se  dirigió  al  Presii 
entonces  lo  era  D.  José  Rufino  ] 
diendo  á  su  instancia  con  un  deci 
convento  de  los  Descalzos,  estran 
ees  estaba  cuasi  abandonado,  pai 
blecer  su  hospicio  los  padres  de  ( 
A  consecuencia  de  esto,  el  M. : 
torio  de  Ocopa,  con  fecha  de  8  de 
aceptó  dicho  Convento  en  clase 
Presidente  de  la  Comunidad,  qu 
R.  P.  Fr.  Pedro Gual  (1),  el  cualj 

(1)  Aprevechamos  la  oportunidad  c 
religioso,  para  continuar  loa  siguientes 
Bona  con  razón  tan  apreciada  j  respetad 

KIR.  P.  Fr.  Pedro  GuaJ.hoy  dífl  Com 
ciscana,  en  la  América  del  Sur,  nació  t 


i  —  49  — 

|si  lego  y  un  donado,  tomó,  posesión  del  edificio,  retirando- 
^  al  convento  grande  de  San  Francisco  los  tres  únicos  sa- 

^ 

principado  de  Cataluña.  Muy  joven  aun,  .abrazó  el  estado  religioso,  en- 
bando  en  el  convento  de  Franciacanog  de  la  ciudad  de  Barcelona.  Con 
Botivo  de  la  destrucción  de  los  conventos  y  supresión  délas  órdenes  reli- 
|losas  de  España,  por  la  revolución  de  1835, se  fué  á  Italia, donde  conclui- 
lossus  estudios,  sintióse  llamado  por  Dios,  para  dedicarse  á  las  misio- 
les,  que  la  Orden  seráfica  tenia  establecidas  en  la  Améñck  meridional,  á 
^yo  fin  obtenido  el  beneplácito  de  sus  superiores,  se  embarcó  con  otros 
ríos  religiosos,  para  el  Perú.  Destinado  al  Colegio  de  Santa  Rosada 
opa,  muy  pronto  sus  virtudes  y  su  talento,  movieron  §  los  religiosos  á 
agirle  para  el  cargo  de  prelado,  cargo  que  desempeñó  también  en  el 
Colegio  de  Lima,  como  se  ba  dicho  en  el  texto,  luego  de  su  fundación. 
Elegido  mas  tarde  definidor  general  de  la  Orden,  pasó  con  este  carácter 
I  Rama  en  1862,  para  asistir  al  Capitulo  general  y  á  la  canonización  de 
|ds  Mártires  del  Japón.  Aprovechando  su  estancia  en  Buropa  pipsó  á  Es- 
iKkña  con  la  idea  de  fundar  un  Colegio  que  sirviera  de  noviciado  para 
^smisionea  da  América,  idea  útilísima  toda  vez  que  proporcionaba  la 
^calculable  ventaja,  de  que  los  Jóvenes  que  se  creyeran  destinados  por 
l)iofl  para  seguir  la  vida  religiona  en  tan  apartadas  regiones,  pudieran 
toles  de  emprender  un  dilatado  y  penoso  viaje  probar  perfectamente  su 
íTocscion,  conocer  en  toda  su  amplitud  los  cargos  gravísimos  que  sobre 

Silos  debían  pesar,  el  nuevo  género  de  vida  que  deberían  seguir,  y  por 
,  itimo  quedar  á  cubierto  de  muchos  peligros  á  que  el  maligno  espíritu 
^  las  seducciones  del  mundo  les  pudieren  esponer.  Venciendo  mil  obs- 
ftáculosque  de  todas  partes  se  le  presentaban  para  la  realización  de  Ja 
santa  empresa,  logró  ver  cumplidos  sus  deseos,  dejando  establecido  cer- 
jtaáe  Vich  (Cataluña)  el  Colegio  que  habla  proyectado,  el  cual  subsistió 
por  espacio  da  seis  años,  hasta  que  la  impia  y  brutal  revolución  de  Se- 
[ttembre  de  1838,  que  trastornó  toda  la  España,  pisateahdo  las  nociones 
ms  fundamentales  de  la  justicia  y  renegando  de  los  principios  que  ella 
misma  invocaba,  obligó  á  los  religiosos  que  en  él  estaban  reunidos  á  dis- 
persarse, quedando  suprimido  el  Colegio,  cuando  empezaba  ya  ft  dar 
provechosos  resultados. 

^s  pocos  dias,  que  para  establecer  esta  fundación  debió  el  Rmo. 
P.Gaal  permanecer  en  Barcelona,  su  celo  siempre  incansable  se  los 
^Í7.o  aprovechar,  dando  en  unión  con  los  religiosos  que  hablan  ido 
para  instalarse  en  el  nuevo  Colegio,  una  misión  en  una  de  las  iglesias 
ttas  capaces  de  la  capital,  arrancando  con  su  unción  evangélica  lágri- 
ma de  compunción  al  numeroso  concurso  que  llenaba  las  bóvedas  del 
tfimplo.  Vuelto  á  Lima,  á  donde  regresó  pronto  para  desempeñar  el  car- 
Sode  Comisario  General,  para  el  que  habla  sido  nombrado  por  el  Capi- 
llo que  se  celebró  en  Roma,  dio  un  vigoroFo  impulso  á  las  misione?, 
datando  de  aquella  época  las  fundaciones  de  los  colegios  de  Propagan- 
«íaFíde  del  Cuzco,  Quito,  Arequipa  y  Cajamarca;con  el  convento  de 
Hoayaquil,  é  lea,  ya  colegio  el  dia  de  hoy. 

4 


cerdotes  que  lo  ocupaban, 
considerablemente  la  Comuiii 
de  la  misión  que  condujo  do  1 
tarras,  en  Ag:osto  de  1854,  el 
Colegio  de  misiones,  con  toda 

Bn  medie  de  lasmuIlipIIcadiBi 
por  el  gobiern»  de  sus  subditos,  la 
mas,  BU  liborioBídad  hallaba  siemí 
robando  al  descanso  las  ¿oras  naces 
su  pluma  trazaba  vigorosas  rstutac 
que  iban  apareciendo  contra  el  dog; 
lica.  Bn  su  preciosa  ;  conocida  obrt 
dea  se  mostró  enérgico  defensor  de 
tra  las  pretensiones  del  falso  libera 
Catolicismo  algua  gloriosameate  las 
la  religión  Franciscana,  que  han  c 
de  honor  el  consagrarse  á  la  deTens 
traducción  al  español  del  folleto  do 
mental,  le  obligó  á  escribir  la  recon 
dora  del  mundo;  La  vida  de  Jesús  a 
impÍaobradeBenBn,e3  suBcieute 
dicion  é  irresistible  dialéctica  de  su 
omitiendo  por  la  brevedad  otras  ot 
La  India  cristiana  manifiesta  su  gn 
recomendable. 

Como  recompensa  de  tan  asiduo! 
reconociendo  las  dotes  que  le  adorní 
TSneche,  actual  Arzobispo  de  Lima 
representarle  en  el  Concilio  Bcumé 
tro  Santísimo  Padre  el  Papa  Pió  tx, 
en  latín  titulada,  Oráculo  Pontijlcii 
justicia  de  las  condenaciones  pronu 
un  modo  incontestable  el  gran  pi 
hoj  felizmente  definida  como  dogm 
cilio.  Bn  su  viaje  a  Roma,  se  captó  e 
drea  del  Concilio  que  tuvieron  ocas 
poco  tiempo  alli,  pues  habiendo  cr 
regreso  el  Herú,  pidió  y  obtuvo  de  ! 
para  realizarlo. 

Debemos  concluir  aquí,  pues  her 
nota  con  estos  apuntes  biográOcos  d 
resistir  al  impulso  de  consignar  tos 
de  nuestro  sabio  7  virtuoso  Misione 
3  de  todos  los  demás  Colegios  de  est 
¿  cuya  Industria  y  celo  le  quedan  a^ 


-  51  — 

las,  dándosele  el  nombre  de  Colegio 
Angeles.  Este  Colegio  subsiste  aun 
égimen  y  disciplina  que  el  de  Oco- 
m  exceso  Jas  halagüeñas  esperan- 
a  fundación.  No  entra  en  nuestro 
ria  una  tarea  sobrado  prolija,  enu- 
de  él  ha  reportado,  no  solo  la  ciu- 
il  Perú,  por  medio  de  sus  continua- 
espirituales,  dados  á  toda  clase  de 
las  almas  á  que  constantemente  los 
Basta  lo  dicho,  para  concluir  lo  que 
creidí)  convenientemente  reseñar, 
los  Padres  misioneros  Franciscanos 
cadas  del  Perú,  antes  de  volver  á 
relación  de  las  misiones  entre  los 
de  esta  obra. 


CAPITOLOVlII 


CantiniiAeioii  de  Isui  miaUmea  del  UeayaJi  j  elección  dtí 
B,  P.  Ohimtai  para  Preieeio  de  loa  mlamua. 


Como  se  ha  dicho  en  el  capítulo  sexto,  apenas  re^ai 
cido  el  Colegio  de  Ocopa,  proveyó  al  mantenimiento  del 
misiones  del  Ucayali,  tan  necesitadas  de  relig-iosos  d< 
espulsion  de  los  Padres  misioneros,  que  no  á  haber  sido 
el  celo  heroico  del  P.  Plaza,  hubieran  quedado  complí 
mente  perdidas.  Desde  1840  los  Prelados  de  Ocopa  hal 
pues  procurado  enviar  sucesivamente  algunos  religi( 
aquellas  conversiones,  pasando  allí  entre  otros  los  PP.  fi< 
Antonio  Brigatti,  Juan  de  Dios  Lorente,  Vicente  Cali 
Francisco  Avellana,  y  los  religiosos  legos  Fr.  Elias  Sm 
li  y  Fr,  Santiago  Peses,  á  mas  del  P.  Chimini  y  Fr. 
Bieli,  que  como  hemos  visto  ya,  fueron  los  primeros  enii 
dos  á  ausiliar  al  P.  Plaza  cuando  este  se  hallaba  todat 
solo  ent'-e  los  infieles. 

El  P,  Rossi  fijó  su  residencia  en  el  pueblo  ó  conveí 
de  Tierrablanca,  donde  fabricó  un  convento  de  bastantei 
pacidad;  derribó  la  Capilla  que  amenazaba  ruina,  le^ 
do  otra  de  mejor  forma  y  mas  decente,  y  proporcioné 
pueblo  una  buena  fragua.  El  P.  Brigatti  pasó  á  resií 
pueblo  de  Santa  Catalina.  Por  este  tiempo  empezaron  á 
cindarse  algunos  indios  Cahuapanas  en  las  márgenes! 
rio  Yanayacu;  reuniéronse  á  ellos  algunos  de  Santa 


—  53  — 

lila,  de  Balsa-puerto  y  Chasuta,  fundándose  un  pueblo  con 
[la  advocación  de  San  Cristóbal  de  Yanayacu.  Este  pueblo 
ba  ido  aumentando  desde  su  fundación,  y  en  la  actualidad 
es  mayor  que  Santa  Catalina;  tiene  una  bonita  y  capaz  igle- 
sia de  tapia  que  el  R.  P.  Fr.  Felipe  Martínez  edificó  en  el 
i  año  1856. 

A  principios  de  Setiembre  de  1842,  á  súplicas  del  señor 
Arzobispo  de  Lima  el  Dr.  D.  Francisco  Javier  de  Luna  Pi- 
zarro  y  del  Prefecto  del  Departamento  de  Junin,  con  motivo 
de  haber  abierto  de  nuevo  la  montaña  de  Schanscha-mayo 
los  habitantes  de  Tarma  y  Acobamba,  salieron  de  Ocopa  los 
PP.  Femando  Pallares  y  Antonio  Gallisans  por  la  vía  de 
Tarma  y  Palca,  y  el  dia  10  llegaron  con  felicidad  á  la  con- 
fluencia del  referido  rio  Schanscha-mayo  con  el  Tulu-mayo. 
i  En  este  punto  hallaron  á  dos  compañías  de  tropa  cívica 
\  con  dos  cañones  de  pequeño  calibre,  las  que  cometían  gran- 
I  des  desórdenes,  arrojando  balas  á  los  indios  que  con  fre- 
1  cuencia  asomaban  á  la  otra  parte.  No  podian  los  Padres  mi- 
j  rarcon  indiferencia  semejante  modo  de  conquistar  infieles, 
[  y  por  esto  procuraban  impedir  con  la  persuasión  un  mal  de 
tan  fatales  consecuencias.   Algunos  cristianos  de  los  que 
por  allí  habia,  pasaron  inconsideradamente  el  Tulu-mayo 
con  el  intento  de  robar  á  los  indios  y  tomarles  algunos 
muchachos  chunches  para  su  servicio,  pero  les  sucedió  muy 
mal,  porque  los  indios  llamados  eampaslos  flecharon  hirien- 
do á  algunos  de  los  cristianos  de  la  expedición.  Paía  ausiliar 
á  estos  pasó  el  Tulu-mayo  con  una  balsa  el,P.  Gallisans  con 
algunos  individuos  de  la  pequeña  guarnición  de  Tarma  el  28 
del  citado  mes.  Mas,  como  por  la  extraordinaria  corriente  de 
aquel  rio  no  podia  pasar  la  balsa  sino  tirada  de  un  cable, 
este  aunque  pudo  sostenerla  en  la  ida,  quedó  inutilizado 
para  la  vuelta;  y  así  fué  como,  debiendo  regresar  sin  este 
ausilio,  tuvo  la  desgracia  de  naufragar  el  referido  Padre, 
ahogándose  á  poca  distancia  de  la  reunión  de  los  dos  rios, 
con  otros  dos  cristianos  que  con  él  habian  entrado  en  la 
balsa. 


—  5i  — 
Para  reemplazar  al  P.  Gallisansj 
bia  retirado  al  Colegio,  fué  enviadf 
.  Amadlos  Bertooa,  relig-ioso  lego, 
Tipo  de  las  tropas,  diciendo  misa  ( 
tivos,  y  haciftEdo  los  dos  todo  el  b 
servicio  de  los  heridos  de  flecha,  q 
D  los  indios  Campas,  hasta  que  p( 

0  conociendo  el  R.  P.  Guardian  de 
jvecho  espiritual  podia  esperarse  á 

.  de  la  permanencia  de  los  Religioí 
indo  que  se  retirasen. 
Como  era  tan  extraoi-dinario  el  e 
eblos  de  Tarma  y  Acohamba  para  j 
montañas  de  Schanscha-mayo,  é  i 
gobierno  de  auxiliar  la  costa  con  I 
DS,  que  se  pretendían  sacar  de  aqm 
ífectode  Junin  al  R.  P.  Chimini  li 
r  el  Ucayali  al  rio  Schanscha-mayo. 
e  Padre  acompañado  del  P.  Ross 
inta  y  seis  dias  de  navegación  Ileg 
,  dicho  Schanscha-mayo  con  el  rio  / 
ifon  que  regresar  por  la  resistencii 
mpas,  habiendo  quedado  herido  el 

1  del  reverendo  padre  Rossi. 
Debiendo  celebrarse  capitulo  en  é, 

19,  salieron  de  las  misiones  para  i 
ares  Chimini  y  Rossi,  En  este  capítv 
'osto  del  citado  año,  fue  elegido  Gui 
iro  Gual  y  reelegido  Prefecto  de  n 
sobre  dicho  padre  Chimini.  Como  e 
regresar  á  las  conversiones  y  el  P. 
,  partió  en  su  lugar  en  compañía  di 
ite  Calvo. 

Como  en  aquel  tiempo  no  había  oti 
o  que  el  del  rio  Huallaga  para  intn 
ues,  dirigiéronse  los  Padres  hácii 


j  —  55  — 

pelig^rosa  que  es  su  navegación.  En  Tingo-María  encontra- 
ron diez  neófitos  que  habian  acompañado  al  P.  Prefecto  en 
su  viaje  á  Ocopa  y  á  los  cuales  habia  dejado  en  aquel  punto 
para  que  le  aguardasen  hasta  su  regreso.  Sin  detenerse  mas 
[tiempo  que  el  necesario  para  acomodar  en  la  canoa  los  efec- 
tos  que  conducian  para  las  conversiones,  entregáronse, 
rjjueKta  su  confianza  en  Dios,  á  merced  de  las  impetuosas 
•rorrientes  del  Huallaga.  Como  esta  era  la  vez  primera  que 
jel  P.  Calvo  emprendia  aquella  navegación,  é  iba  ya  preve- 
nido de  los  continuados  é  inminentes  peligros  que  ofrecia,  á 
medida  que  iba  surcando  sus  aguas  se  apoderaba  de  él  un 
:  grandísimo  temor,  de  manera  que  desconfiaba  ya  de  poder 
^  Ueg-ar  á  su  destino  creyendo  cada  instante  ser  el  último  de 
sa  vida.  A  la  verdad  no  eran  infundados  sus  temores,  pues 
desde  Tingo-María  hasta  el  sitio  denominado  el  Pongo,  son 
en  número  de  cuarenta  y  dos  los  pasos  difíciles  que  han  de 
I  vencerse  y  el  menor  descuido  del  timonero  y  aun  de  los  mis- 
raes  remeros  basta  en  cualquier  de  ellos  para  hallar  una 
muerte  segura  en  tan  espantosos  abismos.  Así  lo  reconoció 
muy  bien  un  viajero  francés,  quien  para  expresar  los  gra- 
vísimos peligros  de  esta  navegación,  dijo  muy  acertadamen- 
f  te,  «que  los  hombres  habian  hecho  navegable  el  Huallaga, 
í  al  parecer,  contra  la  voluntad  de  Dios.» 

A  los  ocho  dias  de  emprendido  su  viaje,  llegaron  los  Pa- 
dres felizmente  á  la  desembocadura  del  rio  Chipurana.  ha- 
biendo vencido  por  la  misericordia  de  Dios,  todos  los  peli- 
gros que  se  les  habian  ofrecido. 

Llegados  allí,  fuéles  preciso  dividirse,  continuando  el 
Padre  Prefecto  con  la  misma  canoa  en  que  hasta  allí  habian 
ido  con  la  mayor  parte  de  los  efectos  que  conducian,  diri- 
giéndose hacia  el  rio  Marañen,  mientras  que  el  P.  Calvo 
junto  con  el  hermano  Magin  Espoy,  que  también  habia  sali- 
do con  ellos  de  Ocopa,  se  introdujo  por  el  Chipurana  con 
otra  canoa  y  alguna  gente  que  habia  alquilado  en  el  pue- 
blo de  Chasuta.  Después  de  navegar  un  dia  por  este,  rio, 
que  es  el  canal  por  donde  se  comunican  con  el  Uyacali  los 


—  56  — 
ibitantes  de  Tarapoto  y  su  proTÍn( 
)  Yanayacu,  llegando  al  siguien 
¡va  ese  mismo  nombre.  Después  ( 
.dre  Calvo  y  su  compañero  hicier 
las  de  camino  que  dista  Yanayi 
is  otros  dos  dias  de  navegación 
imbre,  entraron  por  fin  en  el  famt 

Un  paisaje  enteramente  nuevo  s 
r  esta  caudaloso  rio.  Pocos  dias  h 
do  la  árida  pampa  de  Junin,  ex|: 
o  y  sutileza  del  aire  del  Cerro  d( 

privar  la  respiración;  habian  i 
aeno  valle  de  Huánuco  y  atraves 
iligros  que  ofrece  la  navegación 
frido  cuantas  molestias  acompai 
ir  caminos  tan  ásperos  y  sitios 
pente  se  les  presenta  á  la  vista  e 
;alos  famoso.  El  viajero  que  por  p 
)  puede  menos  de  quedar  admira 
:r  aquel  inmenso  caudal  de  agus 
ente  por  el  fondo  de  los  valles,  y 
cion  al  ver  la  innumerable  mult 
lan  en  su  seno,  la  que  es  tal,  que 
.  que  haya  en  todo  el  mundo  otro 
ones,  que  los  lleve  en  número  ms 
lí  un  número  incalculable  de  torl 
Qas  y  paeches  en  tal  abundancia 
do  se  alimenta  Moyobamba  con  t 
jto,  y  todos  los  esclavos  de  much; 
ira  cuyo  punto  se  extrae  desde  N; 
}  vapor,  y  casi  podría  asegurarse 
cayali  y  el  de  las  muchas  laguna 
m,  habria  para  alimentar  á  toda  1 

Después  de  haber  seguido,  por 
)  de  aquel  rio,  contemplando  con 
iombroBO  prodigio  de  la  naturalez 


—  57  —        ' 

)D,  entraron  los  Padres  en  la  laguna  de  Tipischca,  navegan- 
b  por  ella  como  dos  ó  tres  horas,  y  habiendo  llegado  al  sitio 
fenominado  el  ^puerto,  desembarcaron  tomando  el  camino 
ueguia  á  Sarayacu,  á  cuyo  pueblo  llegaron  á  las  cuatro' 
fe  la  tarde,  después  de  haber  andado  como  dos  horas  por 
ierra.  A  la  llegada  del  P.  Calvo  á  esta  población,  que  fué  en 
D  de  Setiembre,  no  se  hallaba  en  ella  ningún  Padre;  pues 
le  los  dos  únicos  que  quedaron  á  la  salida  del  P.  Chimini 
iara  Ocopa,  el  uno,  que  era  el  P.  Brigatti,  habia  ido  al  pue- 
ÍAo  de  Yurac-Allpa  (Tierra  blanca)  de  donde  no  regresó  has- 
i  el  2  de  Octubre,  y  el  otro,  que  era  el  P.  Llórente,  se  ha- 
|)ia  bajado  á  los  pueblos  del  Marañon  para  comprar  algunas 
srovisiones  que  necesitaba.  Estaba,  empero,  ya  de  regreso  en 
ti  ücayali,  cuando  lo  supo  el  P.  Chimini  al  llegar  á  Nauta, 
con  cuyo  motivo  apresuró  este  su  marcha,  teniendo  así  la 
satisfacción  de  encontrarse  por  el  camino  y  entrar  j  untos  en 
Sarayacu.     ' 

A  la  llegada  de  los  Padres  hicieron  los  neófitos  grandes 
demostraciones  de  alegría,  saliendo  á  recibirles  hasta  el 
puerto  con  danzas  y  divertida  música.  Halláronles  los  mi- 
sioneros bastante  instruidos  en  la  doctrina  cristiana,  pero 
sobremanera  atrasados  en  civilización,  sin  que  pudiera  lo- 
grarse que  adelantaran  en  ella,  hasta  el  año  de  1852  en  que 
con  ocasión  de  la  llegada  á  las  misiones  del  R.  P.  Pallares, 
se  establecieron  escuelas  de  primera  educación  en  Sarayacu 
I  y  Santa  Catalina.  Apenas  establecido  en  Sarayacu  el  nuevo 
iP.  Prefecto,  envió  el  P.  Llórente  á  Tierra  blanca  para  que 
I  cuidase  de  dicha  conversión;  puso  bajo  el  cuidado  del  Padre 
I  Brigatti  los  pueblos  de  Santa  Catalina  y  Yanayacu,  quedán- 
I  ílose  él  con  el  P.  Calvo  en  Sarayacu,  para  dirigir  las  obras 
;  íJe  la  reedificación  de  la  iglesia,  que  amenazaba  desplomar- 
;  se.  Emprendió  esta  obra  con  tanto  empeño,  que  él  mismo, 
junto  con  el  P.  Calvo,  trabajaba  con  los  indios  conduciendo 
y  colocando  los  materiales.  Por  este  medio  logró  estimular 
Í8us  operarios  de  tal  manera,  que  al  siguiente  año  (1850) 
quedó  reedificada  la  iglesia  con  su  nueva  sacristía,  muy  có- 


moda  y  capaz.  Una  vez  concluida 
ea  compañía  del  P.  Llórente  una 
con  el  doble  objeto  de  visitar  las 
tamaña  y  Charasmaná,  j  ver  al 
abrirse  un  camino,  que  desde  aq 
por  las  salinas  de  Tocachi  ó  por  i 
parecia  ser  de  corta  distancia  sej 
viela;  sus  planes,  empero,  qued 
miij  adelantada  la  estación  de  lai 
crecido. 


lió  de  Ocopa  con  este  fin  en  compañ 
Narvaez  en  Mayo  de!  52,  y  después  t 
unas  treinta  leguas  desde  Huanta,  Sí 
navegando  felizmente  como  unas  q^u 
repente,  no  se  sabo  porque  circunsl 
quilla,  teniendo  la  desgracia  de  pere 
huantino  que  les  acompañaba,  y  au 
vieron  en  los  mayores  apuros,  deb 
pues  los  indios  que  dirigian  la  cano 
ponerse  ellos  en  salvo.  Con  este  per 
bien  los  ornamentos  de  un  altar  po 
que  llevaban  los  Padres  para  regalai 

No  por  eso  desistió  el  P.  Chirai 
aunque  regresó  ú.  Ocopa  para  asistir 
lebraba  en  aquel  año,  una  vez  concl 
mente  su  expedición,  acompañado  d 
rentin  y  del  religioso  lego  Fr.  Ami 
salir  de  Ocopa  escribió  al  P.  Calvo  á 
que  si  no  podia  realizar  su  plan,  fon 
ría  por  el  rio  Tambo  al  Ucayali. 

Llegados  al  término  de  su  viaje, 
cipio  muy  lisongeras  esperanzas,  pu 
ron  con  grandes  demostraciones  de 
muy  pronto  se  trocaron  sus  sentit 
aquellos  bárbaros,  según  parece,  po 
á  persuadirse  que  los  misioneros  no 
sino  que  eran  hombres  que  hablan  i 
baríes  sus  mujeres  é  hijos,  para  hac 
clavos  en  sus  haciendas.  Enfurecido 
tiepon  contra  los  Padres,  asesinando 
flechas  y  macanas.  Tal  es  á  lo  meni 
similitud  ha  podido  conjeturarse  sol 
mini  y  sus  compañeros,  en  medio  di 
que  hay  sobre  el  particular.  Una  reí 
tanciada,  no  ha  sido  posible  obten* 
que  se  han  practicado.  En  Huánta  s< 


!  -61- 

jfoleata  de  los  Padres,  tuvo  lugar  entre  Choymacota  y  Ca- 
tmgo* 

I  En  un  viaje  que  el  P.  Pallares  hizo  desde  Sarayacu  al 
¡k)  Tanito  en  1854,  los  infieles  Piros  y  Cunibos  le  contaron 
)¡üe  por  Diciembre  de  1852  ó  Enero  de  1853,  (épocas  de  ma- 
^or  creciente  de  los  rios,  de  cuyas  crecientes  se  valen  los 
adiós  para  contar  las  estaciones  y  los  años)  vieron  bajar 
kasta  Santa  Hosa  de  los  Piros  una  balsa  grande  con  su  pa- 
^acari  (camarote);  (1)  encontrando  en  ella  un  vaso  de  cris- 
|al  y  una  campanilla  de  las  que  se  usan  en  la  Misa  para 
beer  la  señal  al  Sanctus,  la  cual  entregaron  á  dicho  P.  Pa- 
llares, asegurando  el  hermano  Magin  Espoy  que  le  acompa- 
saba, ser  la  misma  que  él  habia  comprado  en  Lima  y  colo- 
)»do  en  los  cajones  del  P.  Chimini  á  su  salida  para  Huantn. 
kl  mismo  infiel  que  entregó  la  campanilla,  afirmó  también 
^ue  en  aquellos  mismos  dias  en  que  pasó  la  balsa,  bajaron 
pálmente  dos  cadáveres  por  delante  del  sitio  llamado  Ipa- 
iria,  donde  él  estaba,  añadiendo  que  dichos  cadáveres  eran 
Ae  Virachochas  (personas  blancas),  atravesados  de  flechas 
•por  todas  partes  y  ya  medio  corrompidos,  no  habiéndose  él 
^atrevido  á  recogerlos  por  el  horror  que  le  causaron. 
I  De  esta  relación  del  infiel,  dedujo  el  P.  Pallares  que  de 
líos  tres  religiosos  martirizados,  solo  uno  fué  muerto  en  el 
[logar  citado;  que  los  otros  dos  formarían  seguramente  des- 
pués una  balsa,  en  la  que  debieron  cargar  los  ornamentos 
con  todo  lo  demás  que  pudieron  recoger;  y  por  último,  que 
se  dejarían  llevar  de  la  corriente  del  Apurimac  con  dirección 
ai  Tambo  y  Ucayali  para  llegar  á  Sarayacu,  conforme  lo  te- 
nía prometido  el  P.  Chimini;  pero  que  alcanzados  por  los 
Campas  les  quitaron  estos  la  vida,  para  robarles  los  efectos 


(1)  'Pamacari  se  Uama  una  guarnición  que  se  labra  sobre  las  balsas, 
la  cual,  son  un  cierto  número  de  palos  gruesos  de  iguales  dimensio- 
nes, fuertemente  atados  entre  si  por  medio  del  vejuco  llamado  Tamschi, 
CQ  forma  de  tecbo;  en  las  canoas  siempre  tiene  la  forma  de  una  bóveda 
^tuicircular,  prolongada  desde  la  popa  basta  la  mitad  de  ella,  debajo  de 
Ittcual  se  guarecen  los  viageros. 


que  llevaban;  y  que  en  el  saqueo  que 
entre  los  palos  de  la  balsa  la  campanil 
que  el  infiel  llamó  vaso. 

La  hipótesis  del  P.  Pallares  no  hay 
fundada  que  lo  que  aseguran  los  huan 
caso  de  admitirla  quedarían  en  pié  "v; 
efecto;  si  los  infieles  quisieron  asesinai 
Padres  ¿cómo  dejaron  escapar  &  dos  é 
tan  escabrosos  en  que  la  fuga  era  tan 
ran  podido  dos  hombres  solos,  construi 
de  con  su  camarote,  sin  ser  vistos  ni  ( 
dores?  Lo  que  parece,  pues,  probable  í 
conforme  á  lo  que  habia  escrito  al  P. 
zables  por  entonces  sus  proyectos,  trai 
sÍD  enemistarse  con  los  indio=,  lo  que 
ínt-érprete,  como  insinuamos  mas  arril 
de  loe  mismos  indios  fabricaría  su  bs 
barcaron  -viéndose  acometidos  al  pasai 
indios  Campas,  que  son  seguramente 
junto  con  sus  compañeros,  para  robar) 

La  relación  del  infiel,  en  nada  se  i 
clon,  pues  aun  cuando  los  Padras  hub 
en  el  rio  Tambo,  pudo  muy  bien  la  cor 
sus  cadáveres  hasta  el  sitio  en  que  el  i 
puesto  que  es  muy  corta  la  distancia; ; 
indio  viese  tan  solo  dos  cadáveres,  sier 
que  habían  oerecido,  pues  pudo  suced' 
de  ellos  quedase  detenido  en  algún  r 
Esto  es  á  lo  menos  lo  que  debe  creerse, 
rídica  la  relación  del  infiel;  pero  como 
vos  para  dudar  de  au  veracidad,  queda 
bable,  la  primera  relación  que  hemos  ( 

Entre  tanto  que  estos  acontecimien 
reverendos  PP.  Pallares  y  Martínez,  se 
pa  por  el  Huallaga,  para  reunirse  con 
te  y  Avellana,  que  durante  la  esped 


—  63  — 

ibian  quedado  en  el  Ucayali.  A  su  llegada  encontraron 
bos  dos  primeros  muy  desconsolados  por  la  reciente  pérdi- 
jidel  P.  Avellana»  que  había  fallecido  en  el  hospicio  deSa- 
kyacu.  El  P.  Pallares  habia  sido  nombrado  vice-prefecto  de 
[fi  misiones,  pero  como  estas  quedaron  sin  prefecto,  por  la 
lioriosa  muerte  del  P.  Chimini,  el  colegio  de  Ocopa,  en  con- 
i^Tmidad  á  lo  dispuesto  en  las  Bulas  Inocencianas,  confirió 
[ícho  cargo  al  citado  K  Pallares  por  el  tiempo  que  faltaba 
iasta  concluir  la  prefectura  del  P.  Chimimi. 
I  El  primer  paso  que  dio  el  nuevo  Prefecto  al  llegar  á  Sa- 
jiyacu,  fué  establecer  allí  una  escuela  de  primera  educación 
otra  en  el  pueblo  de  Santa  Catalina,  produciendo  ambas  tan 
lices  resultados,  que  aquellos  indios  á  quienes  se  creia  inca- 
ees  de  aprender  cosa  alguna,  en  poco  mas  de  un  año  leían 
el  castellano  y  algunos  hasta  el  lalin.  El  R.  P.  Calvo  les 
izólos  carteles  ó  muestras  para  aprender  á escribir, é  imita- 
toa  la  forma  de  su  letra  con  tal  perfección,  que  en  algunos 
JBtpenas  se  advertía  ninguna  diferencia; así  se  confirmó  loque 
íuele  decirse  de  los  indios,  esto  es,  que  sino  son  inventores, 
|Bon  buenos  imitadores.  Viéndolos  ya  en  disposición  de  es- 
ícribir  correctamente,  los  ocupaban  los  Padres  en  copiar  las 
¡relaciones  de  sus  viajes,  y  en  escribir  las  partidas  en  los  li- 
|l)t08  parroquiales;  una  prueba  de  las  favorables  disposicio- 
nes intelectuales  de  los  indios,  era  que  muchos  aprendían 
el  modo  de  ayudar  á  misa  en  solo  ocho  días,  y  algunos  en 
menos,  ocupándose  el  Padre  misionero  únicamente  una  me- 
dia hora  cada  día  en  esta  instrucción.  Mas  á  pesar  de  tan 
buenos  principios  como  manifestaban  para  la  instrucción 
desde  niños,  vióse  que  desgraciadamente  se  malograban  sus' 
facultades  intelectuales  al  llegar  á  los  once  ó  doce  años  de 
©dad.  Atribuyese  esto  en  gran  parte  á  una  bebida  que  ellos 
toman,  muy  espesa  y  grosera  llamada  assna  ó  masato,  com- 
puesta de  la  yuca  hervida  y  un  poco  de  camote  mascado, 
íne  son  dos  raices  que  abundan  mucho  en  el  país.  Con  esta 
sola  bebida  se  conservan  robustos,  pero  si  les  llega  á  faltar, 
como  acontece  en  los  viajes  largos,  se  les  vé  perder  las  fuer- 


—  64  — 

zas  7  disminuirse  sos  carnes  aun  cnando  tomen  otru 
das  mas  alimenticias.  Solo  ellos  saben  acomodarse  i 
bebida,  siendo  rarísimos  los  blancos  que  pueden  gus 
porque  sobre  ser  muy  ingrata  al  paladar  y  repugnante 
vista,  es  tan  asquerosa  en  el  modo  de  confeccionarse^ 
el  que  la  vé  componer  no  le  vienen  ganas  de  probarla, 
indios,  no  obstante,  la  toman  en  tal  abundancia,  que  la 
ben  aun  repugnando  á  la  naturaleza,  de  suerte  que  en 
borracheras  quedan  sus  cuerpos  como  odres  henchida 
viento.  Desde  la  edad  de  doce  años  en  que  empiezan^ 
marla  con  algún  exceso,  pierden  el  talento  y  la  m 
para  aprender,  embotándose  sus  facultades  intelectua 
bien  les  queda  una  gran  retentiva  de  los  objetos  que 
vez  han  visto,  conservándolos  cuasi  en  toda  su  vida. 
Por  aquel  tiempo,  cimsiderando  los  Padres  el  largo 
que  era  preciso  dar  para  ir  desde  Saracayu  á  Santa 
na,  pues  se  empleaban  cinco  ó  más  días  según  era  la 
ciente  del  rio;  resolvieron  abrir  un  camino  por  el 
por  medio  del  cual  se  abreviaría  considerablemente  h 
tancia;  mucho  les  costó  empero  decidir  á  los  indios  á 
trabajasen  en  una  obra,  que  á  la  verdad  no  dejaba  de 
cer  algunas  dificultades,  pero  al  fin,  atraídos  con  el  ali 
te  de  la  paga  que  se  les  ofreció,  emprendieron  el  trabaj 
se  logró  abrir  un  camino  de  doce  leguas  con  sulo  los 
recursos  con  que  contaban  las  misiones,  pues  sí  lo  huW 
emprendido  el  gobierno,  de  seguro  hubiera  costado  algo 
miles. 


ajLPiTPi.©  X 


'  Istedo  de  1A8  miaionea  á  la  muerte  del  P.  Chimini  y  eaplor&cioneu 
\  del  P-  PaUaréa  por  el  rio  Piachqni  j  Chnnuya- 


'  Si  se  tienen  en  consideración  los  obstáculos  de  todo  gé- ' 
lero  que  se  oponian  al  desarrollo  de  las  misiones  del  Ucaya- 
Sen  la  época  de  su  restablecimiento,  bien  puede  calificarse 
le  bastante  próspero  su  estado,  al  encargarse  de  la  prefec- 
Hirael  reverendo  P.  Pallares  cuando  la  muerte  del  P.  Chimi- 
ni. ün  número  harto  regular  de  Padres  misioneros,  aten- 
Kan  al  cuidado  espiritual  de  los  neófitos  que  se  habian  con- 
^rvado  reunidos;  las  escuelas  abiertas  de  Sarayacu  y  Santa 
patalina,  de  que  hemos  hablado  en  el  capítulo  anterior,  ser- 
ian para  su  instrucción  intelectual,  y  la  abertura  de  ca- 
inos  al  traTés  de  los  bosques  seculares  de  aquellos  desier- 
,  ó  reconocimientos  de  nuevas  vias  de  comunicación  por 
corriente  de  losrios,  facilitando  las  comunicaciones,  abría 
üevo  campo  al  celo  de  los  misioneros,  para  restaurar  con- 
rsiones  perdidas  y  conservar  las  que  se  restablecieran,  al 
!*so  que  les  permitía  proporcionarse,  con  mas  prontitud  y 
frecuencia,  los  auxilios  que  de  Ocopa  y  otras  partes  se  les 
«Bviaban. 

Por  otra  parte,  como  hasta  la  época  de  que  venimos  ha- 
dando los  indios  no  se  comunicaban  con  otras  personas  mas 
9ue  con  los  Padres  conversores,  les  estaban  sumisos  y  obe- 


'j 


dientes  en  todo,  y  si  bien  es  cierto  ( 
ban  á  la  crápula  y  otros  vicios  que  ó 
tante,  como  los  Padres  jamás  les  p 
prendían  al  momento  y  aun  les  cas 
cuando  era  necesario,  y  así  era  comí 
líos  pueblos  en  un  estado  de  moralid 
mos  podían  envidiarles  los  otros  pne 
se  veía  en  efecto  un  solo  amanceban: 
si  alguno  caia  en  algún  desliz,  los 
agregados,  que  también  les  vigili 
gun  castigo,  consultándolo  antes  em 
dos  los  adultos,  excepto  los  que  los  ] 
sideraban  suficientemente  dispuesti 
mente  con  el  precepto  pascual:  no  st 
cores,  y  si  alguno  se  indisponía  con  < 
borrachera,  y  tan  momentáneamei 
de  los  Varayos  ó  alcaldes,  se  pedii 
perdón. 

Desde  la  edad  de  cinco  años  hasb 
ban,  los  jiívenes  de  ambos  sexos  asii 
veces  al  día,  y  para  que  ninguno  fal 
bres  llamados  fiscales,  que  lecorríai 
acudir  á  los  negligentes.  Los  mismoí 
bau  cuando  era  necesario  barrer  la 
de  la  iglesia  y  convento  ó  cuando  d 
demás  trabajos  que,  atendidas  sus  i 
desempeñar.  Las  viudas  tenían  á  su  < 
todos  los  sábados;  la  limpieza  del  coi 
de  algunos  muchachitos  infieles  que 
á  BU  servicio,  y  á  los  cuales  cateqi 
después  de  instruidos,  y  casándoles  i 
jas  del  país,  que  en  esto  no  hallaban 
preferían  á  los  mismos  del  pueblo,  p 
convento  dotados  de  cuanto  necesita 
vivir. 

Dejadas  en  este  estado  las  cosas, 


i  —  67  — 

Earés  de  visitar  á  todos  los  infieles  que  se  encontraban  des- 
B  Sarayacu  hasta  el  rio  Pischqui,  internándose  al  efecto  hasta 
Iharás-maná  á  la  falda  de  los  cerros  que  ladean  el  citado  el 
io; debiendo  empero  suspender  su  viaje  por  lo  adelantado  de 
la  estación  y  crecimiento  de  las  aguas.  En  el  año  siguiente 
por  el  mes  de  Mayo  salió  á  visitar  á  los  Sentéis  de  Chunuy a, 

ro  no  encontró  persona  alguna  en  el  sitio  en' que  antes  ha- 
itaban,  hallando  tan  solo  los  vestigios  de  la  iglesia  y  casa  en 
ue  vivió  el  Padre  misionero  hasta  el  año  1822.  Internóse 

ego  unas  cuatro  leguas  por  el  monte  hasta  llegar  al  sitio 

ado  Máuca,  en  donde  vio  dos  familias  de  indios  fugiti- 

os,  quienes  le  dieron  razón  del  punto  donde  residian.  En- 

do  en  una  canoa  se  remontó  por  el  caño  de  Maqueya  y 
alió  á  los  Sentéis  reunidos,  fabricando  canoas  en  una 
pequeña  quebrada  llamada  Yamiya.  Encontró  á  esta  nación 
tan  reducida  por  las  enfermedades,  que  en  el  espacio  de 
treinta  años,  de  mil  personas  que  antes  la  componían,  no 
quedaban  ya  mas  que  trece  hombres,  quince  mujeres  y  nue- 
ve niños,  habiendo  solo  dos  individuos  que  pasaran  de  trein- 

anos. 

De  regreso  del  país  de  los  Sentéis  salió  el  P.  Pallares  á 
primeros  de  Julio  de  1854  á  visitar  todos  los  infieles  esparci- 
dos desde  Sarayacu  hasta  el  rio  Tambo,  internándose  ocho  ó 
diez  leguas  por  los  riachuelos  y  lagunas  tributarias  del  Uca- 
ali,  con  el  único  objeto  de  informarse  lo  mejor  posible  del 

tado  de  cultura,  religión  y  número  de  infieles  que  pobla- 

n  sus  orillas;  acompañándose  al  efecto  con  muy  buenos 
intérpretes  y  llevando  consigo  varias  herramientas,  telas, 
anzuelos,  avalorios  y  otras  bugerías'quellos  indios  apetecen, 
además  de  algún  instrumento  de  música  para  tenerlos  g.us- 
tesamente  entretenidos.  Cuando  llegaba  á  las  casas  de  los 
infieles  hacia  llamar  á  los  que  tal  vez  por  temor  habian  hui- 
do, haciendo  también  sacar  á  los  niños  que  esconden  en  el 
interior  del  monte,  por  temor  de  que  se  los  roben  cuando 
yea  aparecer  gente  desconocida.  Valiéndose  de  estos  medios 
era  como  lograba,  generalmente  hablando,  captarse  la  con- 


—  69  — 

en  el  mes  de  Setiembre,  por  haber  comido  huevos  de  Cha- 
rapa (Tortuga);  estos  huevos  son  muy  sabrosos  al  paladar 
pero  muy  indigestos,  y  como  los  comen  en  gran  cantidad, 
fácilmente  les  ocasionan  la  muerte.  Estás  son  las  causas 
principales  de  la  disminución  de  los  infieles  del  Ucayali,  y 
así  se  esplica  como  en  una  extensión  de  mas  de  ciento  ochen- 
ta leguas  que  hay  desde  la  desembocjadura  del  rio  de  Santa 
Catalina  hasta  el  Tambo,  el  P.  Pallares  encontrase  tan  solo 
mil  setecientos  ochenta  infieles,  á  saber:  setecientos  nueve 
hombres,  seiscientas  cuarenta  y  nueve  mujeres  y  cuatro- 
,  cientos  veinte  y  dos  niños  menores  de  catorce  años;  de  ma- 
nera que  aun  suponiendo  que  se  ocultaran  algunos  pocos  á 
la  \nsta  del  Padre,  puede  calcularse  que  no  pasan  de  dos  mil 
los  infieles  que  habitan  en  tan  vasto  territorio.  (1.) 

Muchos  de  estos  indios  son  ya  bautizados,  los  ancianos 
por  los  ar^tiguos  padres  que  los  catequizaban  antes  de  la 
independencia  del  Perú,  y  los  jóvenes  por  algunos  comer- 
ciantes que  constantemente  cruzan  el  ücayali.  El  bautismo 
administrado  por  estos,  es  empero  muy  dudoso  por  ser  gen- 
tes en  su  mayor  parte  ignorantísimas,  y  quedar  por  lo  mis- 
mo motivo  de  duda  acerca  de  la  manera  como  aplicaron  la 
materia  y  forma  del  Sacramento.  Por  esta  razón  el  Ilustrí- 
simo  señor  Obispo  Dr.  D.  José  Maria  Arriaga,  en  la  visita 
que  pasó  por  los  pueblos  de  Mainas  en  1841,  escandalizado 
de  los  abusos  que  se  cometían,  prohibió  bajo  pena  de  exco- 
munión mayor  conferir  este  Sacramento  á  los  infieles  á  to- 
dos los  que  no  fueren  sacerdotes,  escepto  en  el  artículo  de 
la  muerte.  A  los  indios  que  no  están  bautizados  se  les  co- 
noce por  el  nombre  que  llevan,  que  acostumbra  á  ser  el  de 
algún  animal,  planta  ó  cosa  parecida  (2). 

En  punto  á  industria  están  estas  gentes  bastante  adelan- 


(1)  Me  parece  que  el  explorador  padeció  equivocación;  pues  la  ex- 
periencia de  15  años  nos  ha  enseñado  que  son  muchos  mas  de  los  que 
cita. 

(2)  Ko  es  regla  6ja;  porque  muchos  tienen  nombre  de  Santo  y  no 
son  bautizados. 


—  70  - 
tadas;  conocen  no  solo  la  que  le: 
modo  de  vivir  sino  también  ot 
instrumentos,  apenas  pueden  d 
ninguna  de  sus  obras.  Lo  que  tod 
sus  pantalones  y  camisas  que  es 
también  se  fabrican  sus  cuerdas 
la  que  emplean  anzuelos  y  arpón 
za,  que  raro  es  el  pez  que  se  les  ( 
terrenos  de  propiedad  particular, 
mentó  están  cultivando,  pues  cuf 
de  producir,  la  abandonan  pudie 
ra  (I).  Su  agricultura  es  muy  ser 
rras  empiezan  por  cortar  los  árbo 
cho  trabajo  por  el  grosor  y  dure 
los  dejan  sscar  por  dos  ó  tres  me 
hojarascas  están  secas,  prenden 
como  los  enormes  troncos  de  los 
su  humedad,  quedan  la  mayor  p; 
preciso  dejarles  en  el  sitio  en  que 
trabajo  superior  á  sus  fuerzas  el 
lugar.  Limpiando  asi  et  terreno  d 
rifican  la  plantación  introduciem 
madera  fuerte,  y  en  el  agujero  m 
llamada  yuca  que  es  el  principal 
Practican  la  misma  operación  pí 
caña  dulce,  zapallo  y  sandias,  qu 
yo  cultivo  se  dedican. 

Concluidos  estos  trabajos,  yal 
cuenta  con  sus  chácaras;  porque ' 
de  las  mujeres.  Estas  pobres  cria 
vas  de  sus  maridos,  quienes  no  ■ 
sus  esposas,  las  tratan  muy  mal 
aflicción  muchas  veces,  verlas  n 


—  71  — 

llfendo  la  yaca  para  el  gasto  de  su  casa,  cosa  que  deben  ha- 
p  á  lo  menos  dos  veces  por  semana,  acompañadas  de  su 
árido  que  vá  delante  muy  ligero  con  su  pucuna  (cerveta- 
)  al  hombro,  y  su  cuchillo  de  monte,  mientras  la  pobre 
ujer  va  detrás  sudando  por  todos  sus  poros,  cargada  con 
fon  cesto  de  yuca  que  pesa  tres  ó  cuatro  arrobas,  llevando 
«demás  la  criatura  de  pechos  y  algún  instrumento  de  la- 
branza, llegando  sin  aliento  á  sus  casas  después  de  haber 
recorrido  algunas  veces  mas  de  una  legua  de  camino. 

Y  no  es  solo  de  la  incumbencia  de  la  mujer  el  conservar 
la  chácara  en  buen  estado  y  proveerse  de  yuca  para  toda  la 
Emilia,  sino  que  también  debe  proveerse  del  agua  y  leña 
necesaria;  ha  de  hilar  y  tejer  también  toda  la  ropa  de  su 
"OSO  y  á  veces  algunos  pantalones  para  su  marido,  y  si  quie- 
re procurarse  algodón  ella  misma  lo  ha  de  sembrar,  pues  su 
marido  en  nada  de  esto  piensa. 

En  los  ratos  que  estos  cuidados  domésticos  las  dejan  li- 
bres, se  ocupan  en  obras  de  alfarería,  cuyo  oficio  conocen 
todas,  siendo  de  admirar  la  perfección  con  que  hacen  sus 
ollas,  platos  y  tinajas,  y  sobre  todo  los  alambiques  para  des- 
[  tilar  el  aguardiente.  Quedarían  admirados  los  mismos  alfa- 
l  reros  de  Europa,  si  vieran  la  perfección  de  aquellas  obras, 
1  y  crecería  de  punto  su  admiración  viendo  trabajar  á  las 
mujeres  sin  mas  instrumento  que  sus  dedos  y  una  piedreci- 
ta  para  afinar  la  obra.  Preparan  el  barro  mezclándole  la  ce- 
niza de  la  corteza  de  un  árbol  que  llaman  apacharama  y 
polvo  de  platos  rotos,  y  con  el  barro  ya  preparado  hacen 
una  especie  de  sogas  del  grueso  de  un  dedo  pulgar;  forman 
luego  el  asiento  de  la  olla  ó  tinaja,  que  quieren  trabajar, 
iobre  una  tabla,  principiando  por  el  centro  y  dando  vueltas 
á  la  soga  uniéndola  y  pegándola  con  los  dedos  hasta  que 
aquel  queda  redondo  y  del  tamaño  que  quieren;  hecho  el 
isiento,  empiezan  á  subir  ensanchando  la  vasija  cuasi  im- 
perceptiblemente afirmando  siempre  la  obra  con  la  piedre- 
cita,  y  para  darle  el  grueso  correspondiente  van  aplastando 
el  barro  con  ambas  manos  por  dentro  y  por  fuera,  dándole 


—  72  — 

al  mismo  tiempo  la  forma  que  han  pretendido,  la  cual 
siempre  tan  perfecta  que  el  círculo  parece  hecho  á  coi 
¡Lástima  que  esta  pobre  gente  carezcan  de  instrami 
pues  si  los  tuviesen,  no  cabe  duda  que  harían  con 
toda  suerte  de  trabajos  mecánicos,  pues  sn  incapacidadi 
es  de  mucho  lo  que  generalmente  se  cree. 


<V     JV.~  -zxir-:Lyt==. -JX- .  .-ut _-r3ir.^r:=iL  rr_-;a .:r  it 


■n «^  \  1^    \ i'_itT^— Sf¿-e»i:g-^i  1^^ .-L-N /   \ gL-^'/TSií^^Jhr^^ 


CAFITPL©  KI- 


Noticia  de  varias  tribus  lindantes  con  el  Ucayali- 


Antes  de  hablar  mas  detenidamente  de  las  costumbres 
de  nuestros  neófitos  y  de  los  infieles  que  con  ellos  habitan, 
délo  cua^  nos  ocuparemos  en  el  capítulo  siguiente,  creemos 
oportuno  dar  una  noticia,  siquiera  brevísima,  de  las  demás 
naciones  que  pueblan  las  márgenes  del  Ucayali  y  los  rios 
<iue  le  son  tributarios.  Su  conocimiento  facilitará  mucho  la 
inteligencia  de  varios  pasajes  de  nuestra  historia,  permitién- 
donos formar  una  idea  de  los  pueblos,  con  los  que  mas  ó 
menos  directamente  han  debido  relacionarse  los  Padres  mi- 
líioneros. 

En  el  ángulo  que  forma  el  Marañen  con  el  Ucayali,  á  la 
derecha  de  ambos  rios  hasta  Huanacha,  se  encuentran  los 
Majorunas,  pueblo  muy  numeroso  y  guerrero;  á  diferencia 
de  otros  indios,  no  usan  estos  ni  arcos  ni  flechas,  sino  que 
«e  valen  de  lanzas  de  chonta,  que  manejan  con  mucha  des- 
treza, arrojándolas  á  considerable  distancia.  Confinan  con 
^llos,  por  el  Sur  los  Cappa-nahuás  en  cuyaconversion  se  tra- 
bajó en  1817,  aun  que  con  poco  fruto,  á  causa  de  la  epide- 
lüia  que  atacó  á  los  primeros  que  habían  seguido  á  los  Pa- 
dres hasta  el  Ucayali,  pues  los  que  se  libraron  de  la  peste, 
^volvieron  asustados  á  sus  antiguas  rancherías.  Van  en- 
teramente desnudos,  se  pintan  la  mitad  del  cuerpo  comen- 
tando desde  la  cara,  y  por  una  especie  de  piedad,  á  su  ma- 


—  74  — 
'a,  dan  á  sus  padres  difuntos  el  des 
mos,  como  mas  adelante  se  veré..  Es 
jñas  parcialidades,  al  igual  que  casi 
lellas  montañas  y  hablan  un  dialect 
a  Rema. 

LosCappa-náhuas  dan  noticiad  de  oti 
a,  que  dicen  vive  reunida  en  poblaci 
jrilla  de  un  gran  rio  que  corre  de  Su 
;stro  entender,  no  puede  ser  otro  qc 
n  dan  noticia  de  otra  nación  que  dic< 
)arles  sus  mujeres.  Desde  loscerros  d 
una  quebrada  llamada  Abuanchumi 
maya,  se  encuentran  los  Remos,  na( 
mpo  muy  populosa,  pero  que  hoy  c 
recer  por  las  continuas  luchas  con  lo 
blan  un  dialecto  derivado  del  Paño, ; 
mía. 

Los  Amuehuaques,  ocupan  todo  el  j 

el  Ucayali  y  el  Yahuarí,  que  corre  á 
lya  y  Sipahua,  que  van  de  S.  E.  á  ] 
de  donde  reúnen  mas  cautivos  los  in 

que  hemos  visto -y  rescatado,  inferii 
gres,  de  regular  talento  y  fáciles  de 
sabe  que  existe  una  tribu  de  negros, 
ser  esclavos  fugitivos  del  Brasil,  coi 
E.  Todas  las  mencionadas  naciones  pi 
i  del  Ucayali,  ocupando  la  izquierda 

Los  Hotentotes  ó  Puy-náhuas,  á  los 
erosos  se  les  ha  comparado  á  los  Hot 
mbre  de  Puy-náhuas  que  les  dan  los 
lengua:  hombres  de  escremcnlo,  por 
lorrer  sus  necesidades  corporales  á  ia 
jcubriépoDse  en  1811.  Vivian  á  laotr 
P.  Sobrevida  en  su  mapa  llama  is\ 
i  frecuencia  á  nuestras  misiones:  los 
lido  cuasi  completamente.  No  usabaí 


I  —  75  — 

b  relaciones  de  paz  y  amistad  con  él,  pero  le  contestaron 
pe  no  podian  hacer  alianza,  sino  con  gente  que  comiere 
jpnas,  y  eran  muy  tímidos,  huyendo  apenas  veian  algún 
p&el  de  cualquier  otra  tribu.  A  diferencia  de  otros  indios 
ip  se  pintaban  el  cuerpo,  iban  con  los  cabellos  prendidos 
^trás  de  la  cabeza,  y  su  \estido  era  una  cusma  ó  camisa 
pi  mancas,  de  corteza  de  árboles,  muy  estrecha;  dícese  que 
pmian  tierra. 
Ya  no  existen. 

Los  Maparis,  según  se  asegura,  eran  una  parcialidad  de 
tribu  de  los  Cumbasas  de  Tarapoto;  antes  de  abrirse  el  ca- 
ino  de  Santa  Catalina  á  Yanayacn  vivian  entre  ambos 
eblos.  Los  misioneros  que  visitaron  aquellas  regiones,  an- 
de la  independencia  del  Perú,  encontraban  vestigios  de 
a  nación  en  aquel  camino,  y  aun  á  veces  oian  el  redoble 
sus  tambores;  empero  de  muchos  años  á  esta  parte,  se  ha 
íerdido  toda  noticia  de  su  paradero.  Opinan  algunos,  que 
tualmente  habitan  en  el  origen  del  rio  Cuschiabatay;  cu- 
os  cerros  colindantes,  son  los  que  dividen  el  Ucayali  del 
üallaga,  creyéndose  que  se  han  vuelto  feroces  y  que  tie- 
ben  algunas  fortificaciones;  pero  nada  positivo  nos  ha  sido 
¡dado  averiguar,  á  pesar  del  viaje  que  con  este  fin  hizo  por 
¡aquel  rio  el  P.  Vicente  Calvo  (1). 

Encuentranse  también  en  aquellas  riberas  los  Caschibos, 

E ación  bárbara  y  cruel,  que  es  el  terror  del  Ucayali.  Hállan- 
3  diseminados  por  los  rios  Pachitea,  Cipiriya  ó  Sampoya, 
Wiuayti-ya,  y  Pischquí.  Son  estos  infieles  verdaderos  antro- 
pófagos, carácter  que  les  hace  en  cierto  modo  irreducibles- 
En  uno  de  los  liltimos  viajes  que  el  limo.  P.  Plaza  hizo  al 
Pachitea,  quiso  tener  una  entrevista  con  ellos,  pudiendo  lo- 
Ifrar  que  se  acercasen  tres  bien  armados  á  la  orilla  del  rio, 
para  hablar  con  él  solo.  Acercóse  después  una  gran  multi- 
tad,  visto  lo  cual  por  los  neófitos  que  le  acompañaban  al 
Mre,  se  acercaron  también,  para  defenderle  en  caso  nece- 
«^rio.  Exhortó  el  celoso  misionero  á  los  Caschibos  á  entrar 

J|)  Se  ha  averiguado  ya  que  no  eran  los  \faparis,  sino  los  Chazutinos 
«1  fluallaga  que  iban  á  sus  cacerias  y  á  hacer  veneno  para  cazar. 


■'■'■'  I ;  •; 


llBOiaiBIB|gieE3T5aB!PGlOiE3ÍliaiB'B!l¡ia 


CAPITULO  xn. 


Usos  y  costnmbrea  de  los  iníieles  del  Ucayali. 


Diversas  son  las  costumbres  de  las  tribus  de  que  hasta 
í  hemos  hecho  mención,  siendo  mas  ó  menos  suaves  y 
as  según  el  roce  que  han  tenido  con  los  Padres  misio- 
3S,  ó  con  las  poblaciones  civilizadas  del  Perú.  Sin  embar- 
generalmente  hablando,  revelan  un  atraso  sumamente 
kble,  y  ponen  do  manifiesto  el  ímprobo  trabajo  que  cues- 
I  los  misioneros  hacer  entrar  en  aquellas  rudas  naturale- 
^  las  maneras  propias  de  personas  cristianas  y  civili- 
as. 

Como  hemos  dicho  ya,  los  Piros,  Cunibos,  Schipibos, 
itebos  y  Moyorunas  habitan  en  las  márgenes  del  Ucaya- 
los  Mayorunas,  empero,  viven  completamente  aislados  de 
demás  tribus,  así  es  como  cuasi  nada  se  puede  saber  de 
\  costumbres;  solo  se  dice  que  son  crueles  con  los  viajeros 
&  se  descuidan  durmiendo  en  la  parte  del  rio  Tapichiga, 
que  ellos  habitan.  Mas  sin  embargo  de  su  ferocidad,  las 
as  tribus  á  veces  se  reúnen  contra  ellos  causándoles  al- 
nos  daños. 

Respecto  á  las  otras  cuatro  tribus,  apenas  se  diferencian 
sus  costumbres;  únicamente  en  los  Piros  se  nota  un  poco 
is  de  aseo,  y  algún  viso  de  civilización,  gracias  á  su  tra- 
mas frecuente  con  personas  civilizadas,  en  los  viajes  que 
icen  al  Cuzco.  Los  indios  que  componen  estas  tribus  vis- 


na  especie  de  saco  ancho,  sin  mai 
i),  no  tanto  por  decencia  y  honest 
e  de  !a  picadnra  de  los  zancudos 
ble  de  aquel  país;  pues  por  lo  dem 
ipalmente  á  los  hombres,  desnnd 
de  quien  no  les  conoce.  Las  muj( 
1  este  punto;  su  traje  que  llaman  ; 
i  pedazo  de  tela,  largo  como  de  va 
de  unos  tres  cuartos  de  vara,  el  c 
il  rededor  del  cuerpo,  bajándoles 
•  con  otro  pedazo  de  tela  se  cubret 
aben  fabricarse  unos  peines  muy  ioj 
evan  de  ordinario  el  pelo  desgrefii 
ancho  y  las  narices  chatas,  lo  cus 
luy  desagradable  por  cierto,  cent 
as  pinturas  que  se  hacen  en  el  sei 
1  llamada  achote,  y  las  rayas  negí 
■a,  con  el  zumo  del  huitu,  que  es  1 
1  comida  es  muy  asquerosa;  ap( 
lancia  de  pescados,  sabrosas  aves, 
luma  facilidad  pueden  proporción 
nte  con  muy  poca  frecuencia  al  ej 
,  y  cuando  lo  verifican,  procuran  1 
os  dias,  y  lo  que  les  sobra  del  pr 
ran  conservarlo  cerca  del  fuego  pa 
iTo  como  la  humedad  es  tan  excee 
ro  los  insectos  que  menudean  pe 
■o  dia,  la  carne  y  pescado,  aparecei 
<  de  gusanos.  No  por  eso  la  arroja 
»uiente,  después  de  lavarla  un  po( 
ta  operación,  la  ponen  á  hervir  ce 
le  cuatro  ó  cinco  minutos,  aunqi 
como  es  la  de  mono,  su  manjar  fa 
y  la  comen,  untándola  con  el  cald 
;n  una  vasija  mezclando  un  poco  i 
lo  por  ser  naturalmente  la  carne  m 


—  /9  — 

menuzarla  con  los  dientes,  sirvense  do  estos  como  de  un 
edor,  asiendo  el  pedazo  de  carne  que  tienen  en  la  boca, 
ton  la  mano  izquierda,  y  cortándola  con  el  cuchillo  que  tie- 
pen  en  la  derecha.  Cucharas  y  trinches  son  cosa  desconoci- 
|b,  y  como  tampoco  tienen  platos  ;para  cada  uno,  todos  me- 
ien  sin  escrúpulo  sus  dedos  llenos  de  caracha  en  el  plato 
pomun. 

C!omo  en  el  género  de  vida  de  estos  indios,  son  muy  pocas 
necesidades  que  se  dejan  sentir,  apenas  necesitan  trabajo 
no  para  satisfacérselas,  Y  así  es  como  pasan  la  mayor 
del  tienapo  en  la  mas  completa  ociosidad.  Solo  algunos 
tos  se  ocupan  en  componer  sus  flechas,  ó  en  pescar  cuan- 
0  les  es  indispensable  para  procurarse  el  sustento.  Cuando 
lecesitan  machetes,  cuchillos  ú  otras  herramientas  de  las 
Bne  los  comerciantes  suelen  proporcionarles,  entonces  ma- 
jiifiestan  algruna  mayor  actividad,  y  se  dedican  con  mas  em- 
^0  á  la  pesca,  para  salar  después  el  pescado  que  entregan 
i  los  comerciantes,  ó  bien  emprenden  correrías  para  apode- 
rarse de  alg'unos  muchachos  que  después  venden  como  es- 
clavos. En  estas  espediciones  no  dejan  de  sufrir  bastante, 
ipues  no  llevan  otras  provisiones  que  algunos  plátanos  para 
tres  6  cuatro  meses  que  suelen  estar  fuera  de  sus  chozas. 
í  Entre  los  infieles  reina  generalmente  la  poligamia,  y  los 
maridos  son  muy  celosos  de  sus  mujeres:  de  ahí  resulta  que 
[gran  número  de  jóvenes  posan  mucho  tiempo  sin  mujer,  y 
para  conseguirla  sirven  como  esclavos  al  padre  ó  dueño  que 
se  la  proporciona,  ó  bien  hacen  correrías  á  lejanas  tribus  ro- 
bando á  las  mujeres  y  niños  que  encuentran,  después  de  ha- 
ber asesinado  bárbaramente  á  los  hombres. 

Loa  Piros,  y  las  otras  tres  tribus  del  ücayali,  tienen  la 
circuncisión,  pero  han  equivocado  el  sexo;  pues  en  vez  de 
circuncidar  á  los  hombres,  como  los  demás  pueblos  que  tie* 
nen  esta  práctica,  lo  verifican  con  las  mujeres.  Luego  que 
lina  joven  llega  á  la  edad  de  once  ó  doce  años,  se  celebra 
nna  gran  fiesta  á  la  cual  son  convidados  sus  parientes  y 
tmigos,  los  cuales  se  presentan  con  sus  cusmas  nuevas  y 


y  pintados;  la  joven  que  ha  de  ser  circuí 
medio  cuerpo  arriba  llena  de  chaquiras  t 
uesta  sobre  su  cabeza  una  corona  de  plu 
■;  se  forman  varias  danzas  al  son  de  peq 
'  espacio  de  siete  dias,  soliendo  ir  aeompa 
i  borracheras.  Al  octavo  dia,  después  de  ; 
i  beber  á  la  pobre  joven  hasta  que  pieri 
go  dos  mujeres  diestras  en  ia  operación 
i  tendiéndola  en  una  barbacoa,  llamada 
parada  do  antemano,  y  realizan  luego  h 
lonia;  el  flujo  do  sangre  consiguiente  lo 
icacion  de  una  yerba  particular  que  ellos 
imo,  entre  danzas  y  cantos  plañideros, 
casa  á  la  triste  y  llorosa  victima  recosí 
ca  (1). 

Los  Cunibos  tienen  la  bárbara  costumbr 
s  á  los  niños  recien  nacidos,  la  una  en  la 
ras  de  la  cabeza;  esas  tablas  bien  asegur 
gan,  las  conservan  en  la  misma  forma  1 
)  ha  adquirido  bastante  consistencia,  lo  ■ 
os  seis  meses,  resultando  de  ahí  que  la  1 
astada,  tomando  su  cabeza  la  figura  de  i 
esta  figura  muy  rara  y  chocante  es  pan 
-mesura  y  la  hau  adoptado  para  conocers 
1  que  no  se  hayan  visto  jamás.  Para  quil 
io,  se  celebra  también  una  fiesta  que  vie 
a  borrachera.  A  los  Remos  para  conocersi 
itan  varias  Jpartes  del  cuerpo,  en  especií 
izüS,  punzándoles  con  una  espina  aguda 

1)  El  P.  Luis  Sábalo  en  au  Viaje,  dado  á  luz  en  ; 
[I,  describe  por  eti tenso  toilolo  que  acompaüa  á  e 
a  circuncisión  délas  muchachas  Piras.  Eala  o'p 
;oiiocida  tampoco  á  nosotros  y  con  mas  particult 
lor  los  muL^hos  años  que  hamos  ocupado  entre  loi 
imor  de  ofender  ü  los  lectores  hemos  omitido  el  d 


—  81  — 

t sangre,  y  aplicándoles  luego  el  humo  del  copal;  de  este 
)do  la  pintura  no  se  les  borra  en  toda  su  vida.   A  mas  de 
cuando  son  pequeños,  acostumbran  hacerles  tres  agu- 
ros  en  las.  narices,  uno  en  la  ternilla  del  medio  y  otros  basn 

te  arriba  á  ambos  lados,  haciendo  lo  mismo  en  los  labios 
y  la  barba,  de  suerte  que  en  algunos  hemos  podido  contár- 
Iselos  en  número  de  veinte  y  ocho.  De  los  agujeros  de  la  na- 
iz,  suelen  llevar  colgada  una  planchita  de  plata  del  tamaño 

un  cuartillo  aunque  algo  mas  delgada;  también  acostum- 
bran horadarse  debajo  el  labio  inferior,  donde  llevan  constan- 
lemente  atravesado  un  palito,  que  en  los  dias  de  gala  susti- 
tuyen con  un  puntero  de  plata  de  unas  cuatro  pulgadas  de 
largo. 

Finalmente,  respecto  á  los  Caschibos,  aunque  se  nos  ha- 
bía asegurado  que  eran  antropófagos,  siempre  lo  habíamos 
puesto  en  duda;  no  obstante  hoy  parece  enteramente  cierto, 
después  del  hecho  acontecido  recientemente  con  dos  oficia- 
les asesinados  delante  de  la  Chonta,  isla  situada  á  la  dere- 
cha del  Pachitea.  El  mismo  padre  Calvo,  que  confiesa  haber 
sido  el  mas  incrédulo  acerca  de  este  particular,   asegura 
haber  oido  decir  á  una  mujer  Caschiba,  que  ella  habia  co- 
mido de  la  carne  de  dichos  oficiales,  igualmente  que  cator- 
ce niños  que  estaban  allí  presentes.  Esta  mujer  y  aquellos 
muchachos  fueroi^hechos  prisioneros  en  la  expedición  que 
se  hizo  por  el  Pachitea  en  el  año  1866,  de  la  cual  formaba 
parte  en  calidad  de  capellán  el  citado  P.  Calvo,  que  es  quien 
estas  líneas  escriben  Esta  expedición  tenia  por  objeto  recono- 
cer simplemente  si  era  ó  no  navegable  dicho  rio;  pero  aprove- 
chando la  ocasión  el  Prefecto  de  Loreto,  D.  Benito  Arana, 
quiso  hacer  un  escarmiento  castigando  á  aquellos  bárbaros, 
y  reprimir  su  audacia  para  lo  sucesivo;  á  cuyo  efecto  des- 
embarcando toda  la  gente  disponible,  se  internó  diez  y 
ocho  millas  por  tierra,  hasta  dar  alcance  á  los  Caschibos,  en 
una  casa  donde  se  hablan  reunido;  al  ver  estos  á  los  solda- 
dos, emprendieron  una  precipitada  fuga,  escapando  de  la 
persecución  en  la  espesura  del  bosque;  solo  se  logró  prender 


—  82  — 

á  los  catorce  muchachos  de  que  hemos  hablado  j  á  tr»i 
jeres,  siendo  una  de  estas  la  que  por  medio  de  un  intéi 
dio  cuenta  de  lo  que  habian  hecho  con  los  dos  oficiales 
ainados. 

Cuéntase  que  son  los  Caschibos  tan  apasionados  pgrl 
carne  humana,  que  no  se  perdonan  ni  aun  entre  ellos 
mos,  pues  los  hijos  matan  á  sus  propios  padres  cuando 
ya  ancianos;  añádese  que  cuando  se  ha  tomado  tan  erad 
solución,  los  jóvenes  la  comunican  al  anciano,  quien  á 
jante  anuncio  muestra  contento  y  alegría  por  creer  que 
va  á  reunirse  con  sus  antepasados.  Tres  dias  después  en 
dio  de  un  alegre  banquete,  se  le  dá  un  furioso  golpe  de 
cana,  y  se  termina  el  convite  comiendo  la  mayor  parte  del 
víctima;  el  resto  lo  queman  y  reducido  á  polvo  sirve  álos^ 
jos  para  sazonar  sus  comidas.  No  respondemos  empero 
exactitud  de  estas  últimas  noticias,  pues  no  nos  me 
mucha  fé  los  conductos  por  donde  las  hemos  adquirido, 
las  trascribimos  aquí,  es  porque  les  dá  alguna  verosii 
el  carácter  extremadamente  bárbaro  de  este  pueblo. 

La  lengua  que  hablan  los  Caschibos  cercanos  al  U( 
es  una  corrupción  de  la  lengua  pana;  pero  se  va  perdi( 
este  idioma,  á  medida  que  se  sube  por  el  Pachitea, 
que  al  fin  desaparece  enteramente. 


CAPITULO  XXII 


Religión  de  los  infieles  del  Ueayali- 


Cuando  la  razón  no  lo  explicara,  bastaría  la  experiencia 
para  atestiguar  la  universalidad  de  la  creencia  en  lo  sobre- 
natural. La  verdad  que  ya  enunció  Cicerón,  al  decir  que  no 
se  encontrarla  en  todo  el  orbe  una  sola  nación  ni  una  tribu 
tan  salvaje,  que  si  ignoraba  cual  es  la  divinidad  que  existe, 
nó  admitiese  á  lo  menos  como  necesaria  la  existencia  de  al- 
guna, hállase  una  vez  mas  confirmada,  por  lo  que  vemos 
en  las  bárbaras  tribus  del  Ucayali.  Por  supuesto  que  entre 
aquellas  rudas  inteligencias  no  debemos  buscar  un  culto 
ordenado,  ni  siquiera  nociones  claras  de  la  divinidad  que 
adoran;  no  obstante,  al  través  de  sus  prácticas  supersticio- 
sas no  deja  de  descubrirse  una  sombra  de  religión,  que  bas- 
ta para  destruir  cualquiera  opinión  que  quisiera  suponerles 
en  coinpleto  estado  de  ateismo. 

Para  practicar  sus  ceremonias  religiosas,  los  infieles  del 
Ucayali  se  reúnen  de  vez  en  cuando  en  la  choza  de  uno  de 
sus  jefes,  al  que  los  neófitos  llaman  brujo  y  los  infieles  Mu- 
raya.  Cuando  están  reunidos,  se  coloca  éste  debajo  de  una 
especie  de  toldo  con  una  gran  pipa  de  tabaco  en  la  mano,  y 
sentados  todos  con  el  mas  profundo  silencio,  el  Muraya 
empieza  á  hablar  en  una  lengua  que  los  circunstantes  no  en- 
tienden, contestándole  en  el  mismo  idioma  otra  voz  distinta 
que  se  deja  oir;  luego  los  que  están  fuera  del  toldo  entonan 


—  84  — 

unas  canciones  que  solo  comprenden  los  que  pertenecen  á 
la  tribu,  y  permaneciendo  otro  rato  en  silencio,  principia  el 
Muraya  una  especie  de  letanía  muy  larga,  á  la  que  los  cir- 
cunstantes van  contestando.  Por  mas  diligencias  que  henaos 
practicado  no  nos  ha  sido  posible  averiguar  lo  que  en  esas 
letanías  dicen  los  infieles,  pues  ni  aun  los  neófitos  que  ha- 
blan su  mismo  idioma,  han  sabido  explicárnoslo.  Ck)ncluido 
este  acto  el  Muraya  pronuncia  algunas  palabras,  prorum- 
piendo  al  instante  los  demás  en  gritos  y  muestras  de  rego- 
cijo con  lo  que  se  acaba  la  ceremonia. 

Esta  especie  de  brujos  6  Yutumiz  son  muy  temidos  de  los 
salvajes,  por  creer  que  solo  con  un  soplo  pueden  introducir 
en  el  cuerpo  de  una  persona  á  quien  quieran  mal,  unos  pe- 
dacitos  de  chonta  semejantes  á  pequeños  clavos.  Cualquie- 
ra enfermedad  de  que  adolezcan,  luego  les  parece  ser  la 
chonta,  que  algún  brujo  les  ha  metido  en  ol  cuerpo,  y  no 
descansan  hasta  haber  encontrado  algún  otro  para  que  se 
la  saque:  conducido  el  enfermo  delante  del  Yutumivso  Mura- 
ya que  ha  de  devolverle  la  salud,  suele  éste  preguntarle 
cuál  es  la  parte  de  su  cuerpo  que  tiene  dolorida;  y  una  vez 
averiguado,  se  pone  disimuladamente  dentro  de  la  boca  al- 
gunos clavitos  de  chonta,  comienza  á  chupar  la  parte  enfer- 
ma, haciendo  salir  entretanto  con  la  punta  de  la  lengua  al- 
guno de  dichos  clavos  y  poniéndolo  aparte  para  que  todos 
lo  vean;  va  siguiendo  la  misma  operación  hasta  haber  sa- 
cado todos  los  que  tenia  dentro  la  boca,  siendo  tan  estúpi- 
dos los  observadores,  que  no  advierten  esta  impostura,  ni 
comprenden  que  es  imposible  sacar  del  cuerpo  humano,  otro 
cuerpo  estraño  sin  dejar  ninguna  lesión  ó  cicatriz.  Es  ver- 
dad que  algunas  voces  acontece  quedar  sano  el  paciente 
concluida  esta  operación,  pero  eso  únicament<3  tiene  lugar 
cuando  su  enfermedad  proviene  solo  de  la  imaginación,  lo 
que  por  cierto  es  con  mucha  frecuencia. 

Preguntando  una  vez  un  comerciante  al  brujo  mayor  de 
todo  el  Ucayali,  llamado  Chasupuy  (excrementos  de  venado), 
porque  no  embrujaba  á  los  Padres  ni  les  metia  en  su  cuerpo 


—  85  — 

la  chonta,  le  respondió  que  sobre  los  Padres,  nada  podian 
los  Murayas;  insistió  el  comerciante  en  que  cuando  menos 
hiciera  por  una  vez,  una  prueba  para  embrujar  al  P.  Calvo, 
que  se  encontraba  entonces  alH,  á  lo<iue  contestó:  ¡oh,  al  Pa- 
dre Calvo,  todavía  menos!  porque  ese  Padre  es  mayor  brujo 
que  y  O-  Observábase  en  efecto  que  á  este  Padre  le  tenia  al- 
.gun  respeto  y  hasta  cierto  temor,  de  manera  que  cuando 
pasaba  por  delante  de  su  casa  le  saludaba  con  atención, 
ofreciéndole  lo  que  tenia;  y  si  el  Padre  le  pedia  peones  para 
ayudarle  en  algún  trabajo,  se  los  proporcionaba  al  ins- 
tante,  exhortándoles  que   le  cuidasen  y  guardasen   to- 
da consideración.  Sucedió  una  vez  que  habiendo  idp  él  al 
pueljlo  de  Cariyaya  á  llevar  tortugas  á  los  Padres  para  que 
se  las  cambiasen  por  herramientas,  se  hospedó  en  casa  de 
uno  de  los  infieles  que  se  habian  reunido  en  el  pueblo  para 
vivir  entre  los  neófitos;  y  en  el  momento  de  entrar  el  Mura- 
ya  en  la  casa,  se  puso  gravemente  enferma  la  mujer  del  que 
la  habitaba.  Esta  coincidencia,  ó  lo  que  fuere,  bastó  para 
que  la  gente  creyera  sfn  ningún  género  de  duda  que  la  en- 
ferma habia  sido  embrujada,  y  encolerizado  su  marido,  se 
preparaba  para  asesinar  al  Yutumis,  cuando  avisados  los  Pa- 
dres del  peligro  que  este  corría,  se  presentaron  al  instante 
en  la  casa,  que  distaba  poco  del  convento,  y  hallaron  á  la 
pobre  mujer  con  unas  convulsiones  espantosas  que  en  nada 
parecian  cosa  natural.  Dolíales  á  los  Padres  que  aquella  in- 
feliz muriera  sin  bautismo,  pero  como  por  otra  parte  no  la 
consideraban  en  inminente  peligro  de  muerte,  no  quisieron 
de  pronto  administrarle  el  Sacramento,  sino  que  el  P.  Igna- 
cio M.  Sans,  mandó  que  le  trageran  los  útiles  para  bendecir 
la  casa,  hecho  lo  cual  y  exorcizada  la  paciente,  sin  haberla 
aplicado  remedio  alguno,  quedó  repentinamente  sana.  Lle- 
no de  temor  el  brujo,  acercóse  entonces  al  P.  San*  y  le  di- 
jo, que  cuando  rociaba  la  casa  con  el  agua  bendita,  vio  huir 
&  un  diablo.  No  damos  entera  fé  á  las  palabras  del  brujo,  ni 
somos  enteramente  incrédulos;  piensen  lo  que .  quieran  los 
enemigos  de  las  ceremonias  de  la  Iglesia,  no  hacemos  mas 


\ 


—  se- 
que referir  lo  que  nosotros  mismos  presenciamos,  esto 
que  la  mujer  que  se  hallaba  buena  y  sana,  al  entrar  el 
turrón  de  los  Schipibos  en  su  casa  enfermó  repentiní 
te,  y  que  al  exorcizarla  el  P.  Sans,  y  rociarla  con  el 
bendita,  quedó  instantáneamente  curada. 

Hemos  indicado  mas  arriba  que  no  es  fápil  conocer,  á 
divinidad  tributan  culto  los  infieles  del  Ucayali;'sin  eml 
go,  lo  que  no  admite  duda,  es  su  creencia  en  la  existei 
del  demonio,  del  cual  tienen  un  grandísimo  temor.  \1 
un  dia  que  en  un  toldo,  debajo  del  que  dormia  uno  de 
muchachitos  que  tenemos  á  nuestro  servicio,  habia  un 
fijado  á  la  cabecera  de  su  cama,  preguntémosle  para  quej 
servia,  y  nos  respondió  que  para  ahuyentar  al  yusch,  qufii 
el  nombre  que  dan  al  demonio,  pues  según  afirmaba,  xt 
á  molestarle  por  la  noche.  Quitémosle  entonces  aquel 
procuramos  tranquilizarle,  diciéndole  que  no  temiese, 
que  el  demonio  ya  no  se  atrevería  á  molestarle  mas;  efe 
vamente  durmióse  el  muchacho  y  ya  no  habló  mas  de 
riciones  ni  espantos  diabólicos. 

Algunos  opinan,  que  los  infieles  de  que  tratamos, 
nen  una  creencia  esplícita  en  la  existencia  de  un  solo  Dií 
supremo  creador  de  todas  las  cosas,  á  quien  atribuyen  te 
el  bien  que  reciben;  que  creen  también  en  la  inmortalic 
del  alma  y  en  los  premios  y  castigos  de  la  otra  vida.  De 
Remos  y  Sentcís  en  particular,  se  dice  que  profesan  la  ci 
cia  de  que  las  almas  de  los  malos  son  arrojadas  á  los  fiít 
subterráneos  y  que  las  de  los  buenos  van  á  habitar  en  la  i 
na.  No  discutiremos  lo  que  en  esas  opiniones  haya  de  tí 
dad,  solo  podemos  decir,  que  nada  hemos  observado 
las  confirme.  A  lo  que  sí,  nos  inclinamos,  es  á  cre^r  que 
infieles  del  Ucayali  tienen  alguna  tradición  acerca  de 
difuntos;  pues  les  hemos  visto  colocar  algunas  lámparas; 
bre  los  sepulcros,  aunque  ignoramos  con  que  objeto. 

Son,   por  último,  así  los  neófitos  como  los  infieles 
supersticiosos,  atribuyendo  á  los  brujos  la  causa  de  todassi 
desgracias,  enfermedades  y  muertes.  En  vano  trabají 


—  87  — 

Padres  en  disuadirles  de  esas  necias  preocupaciones,  pues 
mi  tan  imbuidos  de  ellas,  que  nuestros  esfuerzos  son 
tiles. 

Posteriormente  el  P.  Luis  Sabaté  en  su  viaje  del  Cuzco  á 
tria,  tuvo  oportunidad  de  ser  testigo  de  una  de  esas  ope- 
lones  teurgicas  en  el  mismo  pueblo  de  Miaría;  pero  el 
Ljo  tuvo  que  suspender  su  embaimiento,  confesando  qup: 
\  JPJP.  eran  un  obstáculo  invencible  qiie  impedía  venir  el 
iritu.  Viaje  á  las  Tribus  salv.  pág.  252,  en  1874. 


Mi^ltM 


CAPITAL©  XIV 


Cauaaa  de  la  decadencia  de  laa 


Por  desgracia,  á  los  multiplicados  esfuerzos  que  ha 
cho  el  Colegio  de  Ocopa,  para  sostener  y  propagar  las 
sienes  del  Ucayali,  no  ha  correspondido  el  éxito  que  erti 
desear.  Dificultades  que  mas  abajo  enumeraremos,  naci 
del  carácter  de  los  indios,  han  sido  una  remora  consJ 
que  ha  entorpecido  los  trabajos  de  los  Padres  misioneros,] 
otras  dificultades  creadas  á  veces  por  las  mismas  autorií 
des  de  la  República,  han  venido  cuasi  á  destruir  el 
fruto  que  á  costa  de  un  ímprobo  trabajo  se  habia  1< 
sacar.  Solo  el  que  conozca  el  entrañable  amor  que  el 
ñero  católico  profesa  á  los  pobres  salvajes,  después  que 
su  ternura  y  sus  desvelos,  auxiliados  con  la  divina 
ha  logrado  á  duras  penas  sacarles  de  su  estado  de  dj^radi 
cion,  para  llevarlos  á  la  vida  de  la  fé  y  de  la  civilizadi 
cristiana,  podrá  comprender  la  honda  pena  que  le  caí 
cuando  la  codicia  ó  la  perfidia  se  los  arrebata,  robándt 
así  el  frutó  de  sus  entrañas;  y  no  obstante,  eso  es  lo  que; 
raras  veces  ha  acontecido  á  los  ministros  del  Evangelio,; 
lo  que  desgraciadamente  ha  sucedido  en  particular  á  los; 
sioneros  del  Perú. 

El  gobierno  de  la  República,  para  facilitar  la  nav( 
al  vapor  por  el  Ucayali  y  otros  rios  navegables,  trató  de 
cer  contribuir  á  los  neófitos,  aun  medio  salvajes,  á  los 


I  —  89  — 

lajos  de  los  establecimientos  que  proyectaba  formar  en  el 
[arañoii.  Para  llevar  á  cabo  sus  planes,  era  indispensable 
ionstituir  autoridades  civiles  é  imponer  un  sistema  de  go- 
¿erno  á  los  que  no  habían  conocido  otro  que  el  suave  y  pa- 
emal  de  los  misioneros;  mas  los  indios  bien  hallados  con 
06  Padres,  no  sabian  avenirse  á  ser  gobernados  por  otras 
personas  á  quienes  no  conocían  y  á  las  que  no  se  considera- 
ría deudoras  de  ningún  beneficio.  Agregábase  á  esto  que 
ílgunos  ancianos  que  habían  pasado  al  Ucayali  desde  el  an- 
^guo  pueblo  de  la  Laguna,  recordaban  aun  lo  que  les  había 
hecho  sufrir  un  gobernador  de  Maynas  en  tiempo  del  gobier- 
|k)  español,  y  se  resistían  por  lo  mismo  á  recibir  otro  gober- 
iiador  blanco  ó  viracocha,  como  ellos  decian,  temerosos  de 
basarlo  mal  otra  vez.  En  vano  los  Padres  nos  esforzábamos 
fSí^  hacerles  comprender  las  ventajas  que  les  reportaría  el 
fégimen  á  que  quería  sujetarlos  el  gobierno  supremo,  pues 
líos  contestaban  que  el  gobierno  ó  el  señor  de  Lima,  como 
¡amaban  ellos  al  Presidente,  gobernase  en  Lima,  que  allí 
o  querían  otra  autoridad  que  la  de  los  Padres  misioneros. 
íiO  único,  pues,  que  logramos  con  nuestros  consejos  y  exhor- 
¡taciones  fué  el  quedar  mal  con  todos,  pues  nos  hicimos  sos- 
^chosos  para  con  los  indios  perdiendo  la  confianza  y  el  res- 
peto con  que  antes  nos  miraban;  mientras  que  los  goberna- 
¡dores  por  su  parte  desconfiaban  también  de  ¡nosotros,  cre- 
yendo que  aconsejábamos  á  los  neófitos  la  desobediencia  á 
las  autoridades  civiles,  para  así  conservar  la  influencia  que 
hasta  entonces  habíamos  tenido. 

A  la  contradicción  que  por  parte  de  los  gobernadores 
empezaron  á  encontrar  las  misiones,  se  agregó  la  plaga  mas 
íunesta  que  en  todas  épocas  y  en  todos  países  han  debido  su- 
frir los  misioneros;  nos  referimos  á  cierta  clase  de  viajeros, 
<iue  introduciéndose  en  las  conversiones  con  objetos  comer- 
ciales, han  retardado  en  unas  partes  é  impedido  enteramente 
«n  otras  la  conversión  de  los  infieles  al  Cristianismo.  Así 
Procuraban  hacerlo  los  que  traficaban  en  el  Ucayali,  porque 
conociendo  que  los  Misioneros  impedían  sus  desórdenes  in- 


—  90  — 

morales  y  su  injusto  y  tiránico  modo  de  comerciar  con j 
Uos  infelices,  á  quienes  los  Padres  miraban  como 
unieron  con  los  gobernadores  para  calumniar  á  dii 
dres  ante  las  autoridades  superiores  y  desprestigiarlos^ 
los  indios.  Por  desgracia  pudieron  gloriarse  de  baberi 
seguido  una  y  otra  cosa,  pues  los  gobernadores  em] 
á  privarles  aun  de  las  cosas  mas  necesarias  para  su 
to,  mientras  por  otra  parte  procuraban  con  frívoloí 
captarse  la  amistad  de  los  curacas,  de  los  neófitos,  jj 
de  las  tribus  infieles,  supliendo  con  las  falsedades  y 
que  les  referían  particularmente  á  estos  últimos,  la  ii 
cia  de  los  otros  medios  para  hacerles  desconfiar  de  lm\ 
dres  é  irles  disponiendo  poco  á  poco  á  la  realización 
intentos. 

Cuando  el  P.  Calvo  dio  principio  á  la  fundación  del 
blo  de  San  Miguel  de  Cayariya  en  1859,  eran  como 
ta  las  familias  de  infieles  Schipibos  y  Remos,  que  qi 
reunirse  con  las  doce  familias  de  Sarayacu  y  Santa  Ctí 
que  dicho  padre  se  llevó  para  dar  principio  á  la  fundí 
Con  mucho  empeño  ayudaron  á  los  cristianos  á  consl 
casa  que  se  edificó  para  habitación  provisional  de  los 
con  intención  de  fabricarse  después  otras  para  vivir 
mismos.  Desgraciadamente,  empero,  en  aquel  mismo 
po  se  presentó  por  aquellas  cercanías  un  comerciante  ii 
pal  y  sin  señal  alguna  de  religión,  aunque  revestido  de 
refinada  hipocresía.  Este  sujeto  que  trataba  á  los 
con  la  mayor  sumisión  y  les  servia  en  muchas  cosas 
estos  le  confiaban,  pero  que  interiormente  les  profesal»j 
odio  irreconciliable,  era  de  aquellos  que  todo  lo  atro] 
y  en  nada  reparan  con  tal  de  poder  realizar  sus  desij 
nocesitaba  por  enton3es  peones  para  ayudarle  en  la 
salazón,  y  al  ver  que  aquellos  con  quienes  contábase 
bian  retirado  de  sus  moradas  para  habitar  en  el  nuero 
blo,  temiendo  que  con  eso  quedaran  frustrados  sus  pl 
habló  con  uno  de  los  infieles  con  cuya  hermana  mant 
relaciones  ilícitas,  y  le  dijo  que  no  se  fiaran  de  los  pí 


—  91  — 

su  intento  no  era  otro  que  tenerlos  reunidos  en  pueblos 
poder  después  entregarlos  á  los  soldados  que  los  Ho- 
lán presos  á  Lima,  para  hacerlos  entrar  también  á  ellos 
^1  servicio  militar.  Los  infieles  á  quienes  el  solo  nombre 
>ldado  les  espanta,  se  estremecieron  al  oir  estas  pala- 
j,  y  como  en  breve  cundió  la  noticia  por  todo  el  contor- 
de  las  cincuenta  familias  que  se  habían  reunido  para  la 
lacion  de  Cayariya,  quedaron  tan  solo  quince,  que  á  su 
van  desapareciendo  poco  á  poco.  Con  el  abandono  de  es- 
^ueblo,  que  no  tardará  mucho  en  consumarse,  se  acába- 
los Remos  que  habian  escapado  de  las  flechas  de  los 
jipibos  en  sus  correrías. 

JLa  situación  fué  empeorando  por  momentos.  Con  el  nom- 
liento  de  los  Gobernadores  de  los  países  del  Ucayali, 
os  negociantes  de  que  hemos  hablado  perdieron  el  temor 
pe  antes  tenían,  de  internarse  mas  allá  de  Sarayacu,  y  por 
Consiguiente  también  los  Padres  han  perdido  la  esperanza 
fe  recuperar  lo  perdido  entre  aquellos  neófitos.  En  1854  es- 
^cialmente,  por  la  subida  que  esperimentaron  los  precios 
le  la  zarzaparrilla,  sobre  todo  por  haber  aumentado  la  es- 
traccion-de  la  pesca  salada,  de  los  huevos  de  tortuga  y  man- 
teca de  vaca  marina;  confiando  hacer  un  negocio  lucrativo 
los  comerciantes  de  Nauta,  emplearon  á  una  multitud  de 
jóvenes  sin  instrucción  alguna,  pero  viciosos  hasta  el  estre- 
llo. Dominados  estos  por  la  pasión  y  sin  freno  que  les  con- 
tuviese, pues  las  autoridades  de  allí,  poco  ó  nada  es  lo  que 
|)ueden,  cometieron  tantos  excesos  que  no  había  mujer  segu- 
ra ni  aun  al  lado  de  sus  maridos.  Para  ellos  la  Religión  y  sus 
ministros  no  eran  mas  que  una  farsa,  y  propalaban  entre 
los  infieles  y  neófitos,  que  no  había  infierno,  y  quo  si  los 
Padres  les  enseñaban  lo  contrarío,  era  solo  para  atemorizar- 
le^y  tenerlos  sujetos  á  su  obediencia. 

Inclinados  los  indios  á  la  sensualidad  muy  presto  se  aco- 
modaron á  estas  máximas  perniciosas.  Poco  les  importaba 
ya  acudir  á  la  misa  los  domingos,  ni  hacer  la  confesión  en 
tiempo  de  Cuaresma,  pues  estaban  seguros  de  que  por  esas 


I 

N 


I 


—  92  — 

faltas  no  se  les  habia  de  castigar.  En  efecto,  los  Go 
dores,  para  atraerlos  á  su  partido  habían  prohibido 
castigo;  pero  no  tardaron  en  tener  que  arrepentiPBe 
conducta,  pues  muy  presto  pudieron  conocer,  que  el 
es  ingobernable  sino  se  le  impone  alguna  ligera  pemi 
bre  de  toda  obediencia,  tampoco  venian  los  muchach 
escuela,  viéndose  los  Padres  precisados  á  abandonar  s 
ses  de  primera  educación,  lo  cual  fué  ciertamente 
las  cosas  que  mas  sentimiento  les  causó.  En  vano  prc 
ban  inculcar  á  los  padres  de  esas  criaturas  las  ventaj 
reportaría  á  sus  hijos  el  estudio  de  las  letras,  pues 
exhortaciones  contestaban,  que  las  letras  no  les  en 
á  fisgar  la  vaca  marina,  en  cuyo  ejercicio  les  ocupa 
desde  la  edad  cíe  once  6  doce  años.  -^ 

Esos  medios  que  se  pusieron  en  práctica  para  api 
los  infieles  del  tratado  íntimo  con  los  Misioneros,  j 
confianza  que  en  estos  tenian  depositada,  eran  ya 
poderosos  de  por  sí,  para  producir  los  mas  funestos 
dos;  pero  su  eficacia  sube  de  punto,  si  se  atiende  al  c 
natural  de  los  indios,  que  como  indicamos  mas  arri 
por  sí  solo  un  firme  obstáculo  á  los  trabajos  del  mi¿ 

En  efecto,  es  preciso  tener  en  cuenta  que  el  indio 
en  medio  de  una  naturaleza  pródiga,  que  le  suministra 
ñas  sin  trabajo  alguno,  todos  los  medios  de  subsisteneii; 
caza  que  halla  en  sus  bosques  y  la  pesca  que  encuentrs 
sus  rios,  es  tan  abundante  que  parecería  increible  á  qa 
no  lo  hubiese  visto  (1).  Así  es  como  satisfechas  sus  coi 


(1)  Hemos  hablado  ya  anteriormente  de  la  multitud  de  peca 
alimenta  en  su  seno  el  Ucayali;  algunos  de  ellos  son  de  grandes  d 
siones  como  la  vaca  marina,  por  ejemplo,  que  pesa  k  veces  no  m 
veinte  arrobas;  los  paeches,  que  pesan  de  cinco  á  seis  arrobas. ca 
admiración  la  gran  cantidad  de  este  pescado  que  cargan  los  rapo 
ra  las  provincias  de  Tarapoto,  Moyobamba,  y  muchas  haciendas  del 
sil.  Entre  las  muchísimas  clases  de  peces,  cuyo  peso  varía  de  vein 
co  6  cincuenta  libras,  se  encuentran  los  zungaros  divididos  en  Q 
familias,  cada  una  de  las  cuales  tiene  su  nombre  especial,  tales 
doncella,  el  charahuan,  el  puma-zungáro,  llamado  asi  por  tener 


—  93  — 

cesidades,  pueden  pasar  la  vida  en  la  mas  completa  ocio- 
bd,  abandonados  á  su  indolencia  característica.  Si  se  les 
^pone  cambiar  de  género  de  vida,  instruirse  y  portarse  de 
manera  que  enseña  el  Cristianismo  y  la  civilización,  es- 
fimentan  desde  luego  una  gran  repugnancia;  pues  no  re- 
ran  en  otra  cosa  que  en  el  aumento  de  trabajo  que  esto 
^reportaría,  sin  que  basten  á  estimularles  las  nuevas  ven- 
ps  y  comodidades  de  que  podrían  disfrutar:  porque  su 
jleza  natural  no  les  permite  desearlas  ni  siquiera  compren- 
tías.  Esta  carencia  de  necesidades,  y  esta  especie  debien- 
hir  material  de  que  á  su  manera  gozan  los  infieles,  es 
fes  el  primer  inconveniente,  no  pequeño  por  cierto,  que 
Icuentran  los  Misioneros  para  lograr  su  conversión. 
\  Este  obstáculo  no  es  empero  el  único;  á  él  debe  agre- 
irse  el  sensualismo  de  los  infieles,  dimanado  sin  duda  de 
^ ociosidad  á  que  se  abandonan  y  del  clima  abrasador  en 
jie  viven.  Ya  dijimos  al  hablar  de  sus  costumbres,  que  rei- 

ferpo  lleno  de  pintas  como  el  tigre,  que  en  lengua  quichoa  se  llama 
Na;de  zungáros  blancos  los  hay  de  dos  ó  tres  clases,  tncuéntrase 
¡BiMen.el  zungáro  amarillo  ó  torris,  el  piro  y  otros;  pero  sobre  todo  de- 
pnos  hacer  mención  del  rico  pescado  llamado  gamitana  y  de  otro  muy 
Bnejanle  é  este,  llamado  paco.  Las  especies  de  pescados  pequeños  son 
Inumerables,  siendo  los  principales  por  su  gusto  delicado  la  corbina, 
Itucumaré,  el  ma  para  ti,  etc.,  etc. 

,  A  mas  de  esta  variedad  incalculable  de  peces  que  cria  el  ücayali,  ali- 
i«ntan  también  sus  aguas  un  número  prodigioso  de  riquísimas  tortugas. 
iBUBloloque  abunda  alli  este  anfibio,  que  como  dijo  un  infiel  á  un 
pmerciante,  que  se  lamentaba  del  desperdicio  que  se  hacia  de  este  ani- 
lal  solo  para  aprovechar  la  manteca  que  se  saca  de  su  grasa,  sino  fuera 
brla  constante  persecución  de  que  son  objeto  apenas  se  podria  viajar 
prel  Ucayali,  pues  se  llenaria  el  rio  de  tal  manera  que  las  canoas  tro- 
fciarian  con  ellas  á  cada  paso, 

^En  el  bosque  se  crian  también  gran  número  de  animales  cuya  carne 
tetuena  para  la  alimentación;  cuéntense  entre  estos  los  ituches  ó  sa- 
pos y  las  huanganas,  dos  clases  de  jabalíes  algún  tanto  mas  pequeños 
pelos  de  Europa;  la  sacha-vaca  (vaca  del  bosque)  llamada  también 
tata  ó  gran  bestia;  una  multitud  de  monos  de  varias  especies,  6  mas  de 
ílros  muchos  cuadrúpedos,  que  seria  largo  enumerar.  Tampoco  esca- 
lonias aves,  aunque  algunas  si  bien  es  verdad  que  son  muy  sabrosas 
fenen  la  carne  muy  dura,  de  modo  que  necesita  hervir  mucho  tiempo 
Nw  que  pueda  comerse.  Los  indios  son  bastante  diestros,  en  el  ejerci- 
jtíodela  caza  y  pesca;  para  la  primera  usan  cerbatanas  y  flechas  y  para 
?•  segunda  se  valen  de  arpones  y  anzuelo». 


—  94  — 

naba  entre  ellos  la  poligamia,  y  sabido  es  que  en 
tes  este  vicio,  es  un  gran  impedimento  para  las  con 
nes,  ya  que  es  obligación  precisa  al  abrazar  el  Cato! 
que  el  infíel  se  quede  con  una  sola  mujer  saparánd 
todas  las  demás.  Las  pasiones  que  apenas  han  conocidí 
no  alguno,  se  sublevan  contra  este  sacrificio  indispeoa 
y  si  las  pasiones  por  desgracia  llegan  muchas  vec^  i  e 
car  los  dictámenes  de  una  razón  clara  é  ilustrada,  4<s 
mas  no  deben  ejercer  una  influencia  perniciosa  en  tqi 
inteligencias  tan  obtusas? 

La  gran  diversidad  de  dialectos  que  hablan  los  i 
es  también  otra  causa  que  dificulta  su  conversión,  Aim 
la  lengua  Pana  es  la  mas  generalizada  en  el  Ucaya^ 
obstante,  cada  tribu  tiene  su  dialecto  particular,  y  aun 
chas  tribus  se  subdividen  en  varias  parcialidades,  cada 
de  las  cuales  tiene  también  distinto  dialecto.  Esto  cofl 
echa  de  ver  embaraza  considerablemente  la  comunici 
del  Misionero  con  los  infieles. 

Tales  son  los  principales  inconvenientes  con  quen« 
riamente  tropiezan  los  Padres  misioneros  en  sus  evaí^ 
cas  tareas,  inconvenientes  que  explican  el  fruto  relafi 
mente  escaso  de  sus  trabajos  entre  los  infieles.  No  obsta 
repetimos  lo  dicho;  estos  obstáculos,  que  dificultan  su  o 
no  son  los  únicos,  ni  quizá  tampoco  los  principales.  Ai 
za  de  trabajo  y  paciencia,  y  con  la  gracia  de  Dios,  qud 
falta,  aunque  sea  difícil;  no  les  seria  imposible  modifí(3 
fin  el  carácter  de  los  indios  y  hacerles  comprender  la  a 
sidad  de  abrazar  un  género  de  vida  mas  racional,  y  el  s 
que  por  medio  del  Cristianismo,  puede  proporcionarles 
felicidad  completa  y  verdadera;  pero  cuando  á  las  s 
inclinaciones  de  su  naturaleza  se  agregan  los  escándak 
máximas  perversas  que  les  enseñan  los  mismos  cristiu 
entonces  ¿qué  es  lo  que  puede  esperar  de  sus  sudores  r 
tigas  el  Misionero,  si  no  le  asiste  un  milagro  manifi^ 
la  Divina  gracia?  ¡Ah  que  responsabilidad  tan  terrible  fli 
en  su  dia  sobre  los  que  de  un  modo  tan  inicuo  roban  il 
Bucristo  aquellas  pobres  almas  redimidas  con  su  sasgní' 


CAPITULO  J&¥. 


JSecoios  del  P.  Paliarás  para  CS^aardíaii  de  Oeopa  y  del  P  Calvo 
para  Preíecio  de  miaioneB'—ViafeB  de  este  último. 


Dejamos  pendiente  nuestra  historia,  hablando  de  los  via- 
8  que  el  P.  Pallares  emprendió  por  los  rios  Pischquí,  Chu- 
aya  y  Tambo,  al  poco  tiempo  de  haber  tomado  posesión  del 
Tgo  de  Prefecto  de  las  misiones,  de  cuyos  viajes  sacó  co- 
imientos  muy  útiles  para  el  régimen  de  los  pueblos  que 
estaban  confiados.  Durante  su  Prefectura,  como  dijimos 
su  lugar,  fué  cuando  se  establecieron  las  escuelas  para 
JDs  niños  de  ambos  sexos,  que  tan  importantes  resultados 
|rodujeron  para  el  fomento  de  las  conversiones,  hasta  que 
fiaieron  á  decaer  por  las  causas  esplicadas  en  el  capítulo 
[precedente. 

i  Al  llegar  la  época  de  la  renovación  de  los  cargos  del  Co- 
pgio  de  Ocopa  en  1855,  debiendo  celebrarse  el  Capítulo  ge- 
leral  en  12  de  Agosto  de  dicho  año,  dispuso  el  P.  Pallares 
iue  acudieran  á  tomar  parte  en  el  Capítulo  los  PP.  Vicente 
felvo  y  Juan  de  Dios  Lorénte,  quedando  en  las  misiones  el 
ptado  Prefecto  P.  Pallares,  acompañado  del  P.  Felipe  Mar- 
faez;  de  conformidad  á  lo  dispuesto  en  las  Bulas  Inocencia- 
Ni  qtie  prescriben  la  asistencia  al  Capítulo  de  la  mitad  de 
fOs  sacerdotes  que  estén  ocupados  en  misiones. 
[  Salieron  de  Sarayacu  los  PP.  Calvo  y  Lorente  por  el  mes 
Í€  Abril,  dirigiendo  su  rumbo  por  el  rio  Huallaga,  que  co- 


—  96  — 

mo  llevamos  dicho  era  en  aquel  tiempo  él  único  camina 
pedito,  á  menos  de  hacer  un  largo  y  penoso  rodeo.  Desp 
de  varias  vicisitudes  que  les  ocurrieron  durante  su  naTa 
cion  por  aquel  peligroso  rio  y  por  los  paises  que  debk 
atravesar  en  sus  viajes  por  tierra,  llegaron  al  fin  sinM 
dad  al  Colegio  á  los  tres  meses  de  haber  salido  de  Sarajai 
Celebróse  el  Capítulo  en  el  dia  prefijado,  quedando  eleg 
Guardian  de  Ocopa  el  P.  Pallares  y  Prefecto  de  misi 
P.  Vicente  Calvo.  Seis  años  hacia  ya  que  este  Padre  ae 
liaba  entre  los  infieles,  y  después  de  las  penalidades  que 
rante  ellos  naturalmente  habia  sufrido  necesit-aba  h 
cierto  punto  algún  descanso,  pero  aceptando  el  cargo 
la  obediencia  le  imponía, ^renunció  á  sus  deseos  de  que»; 
en  Ocopa  regresando  otra  vez  á  las  misiones.  A  este  t 
salió  del  Colegio  en  compañía  del  P.  Fr.  Bruno  A.  Goi 
del  hermano  lego  Fr.  Enrique  Portóles;  surcaron  n 
mente  las  furiosas  corrientes  del  Huallaga,  pero  como 
dias  que  no  habia  llovido,  las  aguas  habian  disminuido 
siderablemente,  y  así  fué  que  siendo  mucho  menor  la 
dcz  de  la  corriente,  no  eran  tantos  ni  tan  graves  los 
gros  de  aquella  navegación. 

Llegados  felizmente  los  dos  Padres  á  Sarayacu,  not 
ron  al  P.  Pallares  su  elección  para  el  cargo  de  Guarfi 
noticia  que  le  causó  un  gran  sentimiento,  pero  como 
hijo  do  obediencia  hizo  prontamente  el  sacrificio  de  a 
nar  á  sus  queridos  neófitos,  saliendo  de  Sarayacu  para  i 
desempeñaren  Ocopa  su  nuevo  destino.  Como  empero 
acercaba  ya  la  estación  de  las  aguas,  durante  la  cual  es 
posible  surcar  el  Huallaga,  sin  esponorse  á  cada  paso  á 
peligro  inminente  de  muerte,  se  vio  precisado  á  emp 
una  larguísima  y  difícil  travesía  pasando  por  Moyo 
Chachapoyas  y  Trugillo;  donde  se  embarcó  en  un  vapor 
le  condujo  hasta  Lima,  en  cuyo  punto  descansó  unos 
dias,  emprendiendo  después  las  54  leguas  que  le  resta 
través  de  la  cordillera  de  los  Andes,  que  por  s^unda 
debia  atravesar  hasta  haber  llegado  al  término  de  su 


—  97  — 

folo  la  virtud  y  robustez  de  este  Padre  pudo  hacer  un  viaje 
isk  largo  y  penoso  en  tan  corto  tiempo;  pues,  habiendo  sa- 
Uo  de  Sarayacu  á  primeros  de  Octubre,  se  hallaba  ya  en 
fcopa  á  fines  de  Diciembre. 

'  Mucho  se  dejó  sentir  en  las  misiones  la  ausencias  del  Pa- 
ire Pallares;  pues  de  los  dos  Padres  que  quedaron  en  com- 
i&ñía  del  nuevo  Prefecto,  el  uno  que  era  el  P.  Martinez,  es- 
iaba  habitualmente  enfermo  y  apenas  podia  administrar  los 
kicramentos  á  ningún  moribundo  durante  las  ausencias  del 
k  Calvo,  que  por  razón  de  su  carácter  de  Prefecto  tenia 
^e  if  recorriendo  continuamente  los  otros  pueblos  que  es- 
iban  á  su  cuidado;  y  el  otro  P.  .Fr.  Bruno  Guiu  tampoco 
podia  ayudarles  mucho,  pues  como  era  la  vez  primera  que 
íiatraba  en  las  misiones,  no  hablaba  aun  la  lengua  quichóa, 
bayo  conocimiento  es  indispensable  para  instruir  y  confe- 
biT  á  los  neófitos.  En  esta  situación  se  pasaron  dos  años  du- 
tente  los  cuales  el  P.  Guiu  se  instruyó  algún  tanto  en  la 
¡tengua  del  país,  hallándose  pronto  en  estado  de  ejercer  su 
Ministerio,  mas  el  P.  Felipe  Martinez,  aunque  esperimentó 
plguna  mejoría,  seguia  siempre  achacoso. 
\  En  el  año  siguiente  (1856)  déla  elección  del  P.  Calvo 
^ra  Prefepto  de  las  misiones,  á  instancias  de  este  Padre  los 
jndios  Suchiches  abandonaron  por  completo  el  pueblo  de  su 
íesidencia,  llamado  Santa  Maria  de  Belén,  pasando  á  reu- 
¡nirse  con  los  que  habitaban  en  Sarayacu.  La  fundación  de 
dicho  pueblo  de  Belén  habia  tenido  lugar  en  tiempo  del  pa- 
ire Plaza.  Ya  se  recordará,  como  dejamos  referido,  que 
Cuando  estalló  la.guerra  de  la  independencia  del  Perú,  emi- 
graron todos  los  Padres  españoles  que  se  hallaban  en  las 
tósiones  delUcayali,  quedando  únicamente  en  ellas  el  men- 
cionado P.  Plaza.  Falto  de  compañeros  y  de  recursos,  no 
pudo  ese  Padre,  como  vimos  en  su  lugar,  sostener  todas  las 
Biisiones  que  estaban  á  su  cargo,  apesar  del  celo  extraordi- 
^rio  que  le  animaba;  debiendo  presenciar  como  los  infieles 
y  neófitos  que  habitaban  en  los  pueblos  de  Buepó-ano,  Can- 
^U-huaya,  Cuntá-maná  y  Charás-maná  abandonaban  estas 


—  98  — 

poblaciones  para  retirarse  á  sus  antiguas  rancheriasy  i 
arriba  de  la  desembocadura  del  Pachitea,  En  el  pueblo 
Cancbahuaya  hablan  habitado  junto  con  los  Cunibosalg 
ñas  familias  de  los  antiguos  Suchiches  de  Tarapoto,  y 
miendo  estos  algún  asalto  de  los  infieles,  pidieron  al  pa 
Plaza  que  les  señalase  un  sitio  cerca  de  Sarayacu  para 
blecer  en  él  sus  viviendas,  pero  que  fuera  un  lugar  en 
mente  separado  de  los  indios  Panos.  El  Padre  les  señalé 
tonces  un  terreno  algo  reducido,  pero  que  estaba  á  cubi 
de  las  inundaciones,  y  á  media  legua  de  Sarayacu  y  i 
media  legua  del  Ucayali,  dándosele  el  nombre  de  Santa 
de  Belén  al  pueblo  que  se  fundó  en  este  sitio.  Siguió  m 
mentarse  su  población,  pues  en  1850,  apesar  de  haber 
currido  treinta  años  de  su  fundación,  sus  habitantes 
corta  diferencia  en  número  igual  á  los  que  habian  ven 
de  Cancbahuaya.  En  1853  no  tenian  todavía  iglesia,  a 
á  decir  verdad,  no  hacia  mucha  falta,  atendida  la  proii 
dad  de  Sarayacu,  así  que  rarísimo  era  el  que  no  oia  misa 
domingos  y  dias  de  fiesta.  Deseosos  no  obstante  de  tes 
iglesia  propia,  suplicaron  al  P.  Pallares,  que  entonces 
Prefecto,  que  se  la  construyera:  y  accediendo  el  Padre  i 
súplica  de  los  neófitos,  nombró  al  P.  Calvo  para  que  á  f¿ 
de  arquitecto  dirigiera  las  obras  y  trabajara  con  ellos;  emp 
záronse  los  trabajos  que  siguieron  sin  interrupción,  log 
do  en  poco  tiempo  dejar  construida  una  iglesia  muy  Uní 
que  si  bien  pequeña,  era  no  obstante  capaz  para  una  poW 
cion  tres  veces  mayor  de  lo  que  era  Santa  María  de  Bel 
Como  los  Padres  no  podían  abandonar  su  residencia 
Sarayacu,  no  les  era  posible  observar  de  cerca  la  condu 
de  los  Suchiches;  de  lo  que  resultó  que  estos  se  ent 
á  los  excesos  de  la  intemperancia  y  otros  vicios,  acarreái 
doseles  algunas  enfermedades,  que  acabaron  en  poco  tifli 
po  casi  con  la  mitad  de  los  hombres  y  algunas  mujeres, 
biaba  un  dia  de  esa  mortandad  el  Prefecto  P.  Calvo  con 
Curaca  y  otros  de  aquel  pueblo,  y  les  dijo:  parece  qnc 
<5aido  la  maldición  del  cielo  sobre  vosotros;  siete  años 


—  99  — 

\no  mas  que  estoy  á  vuestro  lado  y  Belén  no  es  ahora  la  mi- 
liad  de  cuando  vine;  fúeles  nombrando  uno  á  uno  los  difun- 
I  tos  que  habia  habido  desde  su  llegada,  que  igualaban  casi 
•en  número  á  los  que  quedaban  vivos;  añadiéndoles,  que  él 
fera  de  parecer  que  abandonasen  un  sitio  que  tan  mal  les 
correspondia  y  se  fueran  á  vivir  á  Sarayacu,  donde  estarían 
;  mejor  asistidos,  á  lo  menos  en  cuanto  á  lo  espiritual;  pues 
!ya  sabian  ellos  que  habian  muerto  algunos  sin  confesión, 
[por  no  haber  avisado  con  tiempo  á  los  Padres,  como  se  les 
f  tenia  encargado.  Contestáronle  que  consultarían  con  los  del 
[pueblo  su  proposición,  y  pasados  algunos  dias,  se  presenta- 
í  ron  en  Sarayacu  formados  en  procesión  llevando  la  imagen 
'  de  la  Virgen  Santísima,  las  campanas  y  demás  cosas  perte- 
necientes á  la  iglesia;  señalóles  entonces  el  P.  Calvo  el  sitio 
llamado  de  la  Paccha  ó  Paecha  para  que  fabricaran  allí  sus 
casas,  quedando  de  este  modo  deshabitado  el  pueblo  de 
;  Belén. 

I  Una  de  las  ideas  mas  constantes  del  P.  Calvo,  habia  sido 
ver  si  podia  descubrir  algún  camino  desde  Sarayacu  á 
Ocopa,  por  el  cual  se  pudiesen  dirigir  los  Padres  misioneros 
sin  esponerse  cada  vez  á  los  gravísimos  peligros  que  ofrecía 
la  navegación  del  Huallaga,  como  repetidas  veces  hemos 
dicho.  Antiguamente  se  dirigían  los  Padres  por  el  rio  Pa- 
chitea,  pero  esa  travesía  desde  largo  tiempo  se  habia  aban- 
donado, por  creerse  que  los  gastos  que  importaban  los 
viajes  eran  mas  crecidos  que  por  el  Huallaga.  Quiso  desen- 
gañarse el  P.  Calvo,  y  habiendo  formado  un  presupuesto 
I  aproximado  de  lo  que  por  ambas  travesías  se  podía  gastar, 
I  se  convenció  de  que  el  viaje  por  el  Pachitea  probablemente 
seria  tanto  6  mas  económico  que  por  el  Huallaga;  y  que  aun 
cuando  no  fuera  así,  el  corto  aumento  que  debiera  exigir, 
quedaría  de  sobras  compensado  con  la  mayor  seguridad  que 
navegando  por  este  rio  se  obtendría.  Para  cerciorarse  mas 
en  sus  cálculos,  determinó  emprender  un  viaje  de  esplora- 
cion  por  el  Pachitea,  sin  detenerse  ante  el  peligro  de  encon- 
trar los  antropófagos  Caschibos;  pues  francamente  prefería 


—  100  — 

sufrir  la  muerte  á  manos  de  esos  infieles,  á  perecer  ahogd 
en  los  precipicios  del  Huallaga.  ^ 

Al  efecto,  principió  á  hacer  los  acopios  necesarios  pan 
la  larga  y  costosa  espedicion  que  iba  á  emprender,  ya  qf 
estaba  resuelto  á  buscar  á  todo  trance  el  antiguo  camiiu)di 
Mayro  al  Pozuzo,  á  la  sazón  completamente  perdido  m  ti 
espesuras  del  bosque.  Terminados  todos  los  preparatiYos,^ 
puso  en  camino  el  dia  7  de  Junio  de  1857,  saliendo  de  San 
yacu  en  compañía  del  P.  Martinez,  que  como  seguía  e 
mo,  trató  de  aprovechar  esta  ocasión  para  regresar  al  O 
gio  de  Ocopa.  Ignorantes  de  los  sitios  que  debían  atravesé 
de  las  fuerzas  de  los  Caschibos  que  pudieran  sorprende 
admitió  gustoso  el  P.  Calvo  el  ofrecimiento  que  el  go 
dor  de  Sarayacu  D.  José  Antonio  Iriarte  y  dos  compañ 
suyos  le  hicieron  de  acompañarle  en  su  espedicion;  p 
provistos  de  armas  de  fuego  como  estos  señores  iban, 
seria  muy  fácil  defenderse  en  caso  de  alguna  acometí 
Afortunadamente,  empero,  este  caso  no  llegó,  y  las 
que  llevaban  para  su  defensa,  no  debieron  emplearlas 
que  en  la  caza  que  con  abundancia  sin  igual  encontraron 
su  camino.  Una  pequeña  escuadra  compuesta  de  ocho 
y  una  lancha,  tripuladas  por  unos  cincuenta  hombres,  í» 
maba  la  espedicion,  habiendo  creído  necesario  reunir  (S 
número  por  el  temor  que  inspiraban  los  Caschibos;  aunqm 
después  de  conocido  el  terreno,  se  vio  que  no  eran  necesi 
rías  tantas  precauciones,  pues  otros  viajes  hizo  el  mismo 
dre  Calvo  por  aquel  rio  con  solos  catorce  hombres,  sin 
rimentar  ningún  contratiempo.  Durante  la  travesía  t 
los  espedicionarios  ocupaban  su  embarcación  al  rayar  el 
ba,  navegando  hasta  las  diez,  hora  en  que  saltaban  en  ti 
para  preparar  el  almuerzo;  siendo  cosa  de  admirar,  que 
en  dos  horas  que  se  detenían,  les  sobraba  tiempo  para bi 
car  la  comida,  bien  fuese  por  medio  de  la  caza  ó  de  la 
y  aderezarla  después;  pareciéndoles  en  cierto  modo  que 
daban  como  los  Israelitas  por  el  desierto,  cogiendo  el 
que  les  llovía  del  cielo;  pues  no  podia  compararse  á 


—  101  — 

cosa  la  suma  facilidad  con  que  se  proporcionaban  alimentos 
para  tanta  gente. 

Diez  y  ocho  dias  hacia  ya  que  subian  por  el  Ucayali, 
cuando  llegaron  á  la  desembocadura  del  Pachitea;  en  este 
sitio  les  salieron  al  encuentro  los  Cunibos;  haciéndoles 
grandes  demostraciones  de  afecto  y  amistad,  y  agasajándo- 
les á  su  manera,  les  llenaron  las  canoas  de  plátanos,  que  es 
el  alimento  pricipal  de  aquellas  gentes.  Con  estas  prbvisio- 
nes  muy  útiles  y  necesariafe  para  proseguir  el  viaje,  entra- 
ron llenos  de  contento  y  alegría  al  dicho  rio;  diez  ó  doce 
dias  iban  ya  navegando  por  este  hermoso  rio  sin  haber  ^is- 
to  todavía  un  solo  Caschibo,  de  modo  que  solo  conocian  ser 
habitado  aquel  país  por  las  huellas  que  veian  impresas  en 
las  playas,  ün  dia  empero,  cuando  estaban  ocupados  los 
viajeros  en  preparar  la  comida,  oyeron  gritos  horribles  que 
parecian  salir  de  entre  los  árboles  de  la  orilla  opuesta;  sin 
detenerse  mas  tiempo  que  el  preciso  para  poner  en  salvo 
los  efectos  que  tenían  en  la*  playa,  se  dirigieron  hacia  el  si- 
tio donde  se  oian  las  voces,  aunque  sin  dejar  nunca  la  mar- 
gen del  rio  en  la  que  estaban;  la  espesura  del  bosque  les 
impedía  distinguir  ningún  ser  humano,  hasta  que  perdido 
algún  tanto  el  temor,  se  dejaron  ver  cuatro  ó  cinco  Caschi- 
bos.  Como  el  P.  Calvo  y  los  que  le  acompañaban  ignoraban 
el  idioma  de  aquellos  infieles,  no  pudieron  hacer  otra  cosa 
que  proponerles  por  medio  de  señas,  la  paz  y  amistad;  com- 
prendieron los  Caschíbos  lo  que  estas  señales  significaban, 
y  manifestaron  aceptar  la  amistad  que  se  les  proponía.  Para 
no  asustarles  si  pasaba  toda  la  gente  á  la  otra  parte  del  río, 
dispuso  el  P.  Calvo  que  lo  atravesara  únicamente  una  canoa 
con  cinco  hombres,  empero  los  bravos  Caschíbos  al  ver  que 
que  los  de  la  espedícion  se  dirigían  hacía  ellos,  emprendie- 
ron la  fuga  internándose  en  el  bosque  y  cesando  en  su  gri- 
tería. Frustrados  con  esto  los  deseos  del  P.  Calvo,  prosiguió 
este  su  marcha,  mas  al  poco  rato  volvieron  á  aparecer  los  in- 
fieles, haciendo  las  mismas  demostraciones  de  amistad  que 
antes;  pero  como  tampoco  se  pudo  lograr  de  ellos  otra  cosa, 


—  102  — 

á  la  tercera  vez  les  dejaron  con  sus  gritos  y  demostraci 
conociendo  ser  inútil  toda  tentativa  paifa  entrar  en  relaó 
nes  con  ellos;  y  prosiguiendo  la  navegación  por  el  P 
tea,  al  cabo  de  otros  diez  ó  doce  dias,  llegaron  felizmaite 
deseado  Mayro. 

Escaseaban  ya  á  los  espedicionaríos  las  provisiones 
plátanos,  harina  de  yuca  y  aguardiente,  siéndoles  por 
siguiente  preciso  no  perder  el  tiempo;  y  así  fué,  que 
biendo  descansado  no  mas  que  un  dia,  dieron  principio 
de  luego  á  las  esploraciones  necesarias  para  encontrar 
antiguo  camino,  que  debia  conducirles  por  tierra  hasta 
Pozuzo.  La  prodigiosa  vegetación  de  aquellas  montañas 
habia  obstruido  empero  de  tal  suerte,  que  ni  aun  los  íb 
ancianos  que  lo  habian  recorrido  varias  veces  en  com 
del  P.  Plaza,  pudieron  conocer  por  donde  pasaba.  Erran 
por  aquellos  bos(jues  en  que  solo  se  descubre  la  tierra  q 
se  pisa,  se  enredaron  de  tal  manera,  que  después  de 
dias  empleados  en  inútiles  investigaciones,  tuvieron 
desistir  de  sus  intentos  y  regresar  al  punto  de  donde  hab 
salido,  siguiendo  las  señales  que  habian  puesto,  para  no 
traviarse  en  la  espesura  del  monte.  Desconsolados  al  ver 
mo  se  habian  frustrado  sus  planes,  volvieron  á  embarcan^ 
y  como  bajando  por  el  rio  se  adelanta  el  triple  que  cuaixSí 
se  navega  contra  corriente,  á  los  tres  dias  se  hallaban  otn 
vez  en  el  sitio  donde  á  la  ida  les  salieron  al  encuentro  la 
Caschibos.  Mas  animosos  que  entonces  estos  infieles,  sepifr 
sentaron  nuevamente  á  la  playa  cuatro  de  ellos  sin  armas  j 
á  cuerpo  descubierto;  y  levantando  la  mano,  mostraron  uia 
Conchita  redonda,  en  señal  de  paz.  Por  las  señas  que  hic2^ 
ron  y  por  alguna  espresion  que  pudieron  entender  los  coíií« 
pañeros  del  R.  P.  Calvo,  comprendieron  que  los  CascMbd 
decian,  que  si  prometian  no  matarles,  se  harían  amigos. il 
oir  esto,  saltaron  en  tierra  los  peones  que  iban  en  nnaca* 
noa,  y  tras  ellos  el  P.  Calvo  con  toda  la  comitiva;  y  ts* 
vez  en  tierra,  se  abrazaron  afectuosamente  con  los  infielfl^ 
teniendo  entonces  ocasión  de  conocer  que  no  era  tanta  si 


—  103  — 
como  se  ponderaba.  En  efecto,  el  solo  nombre  de 
Silibo,  cuya  palabra  significa,  vampiro  ó  chupador  de 
^e,  hacia  estremecer  á  todos  los  infieles,  y  hé  aquí  que 
inces  veian  que  con  solo  acercarse  á  ellos  aquella  pe- 
fia  comitiva,  perdian  el  color  y  temblaban  de  pies  á  ca- 
1  •  Para  inspirarles  confianza,  tanto  el  gobernador  como 
^  Calvo,  les  regalaron  varias  bugerías  que  ellos  apre- 
t  mucho,  como  anzuelos,  agujas,  cascabeles,  chaquiras, 
hillos,  etc.,  etc.;  los  peones  les  regalaron  sus  calzones 
os,  siendo  cosa  de  risa  al  ponérselos;  pues  como  nunca 
ian  usado  otro  vestido  que  el  que  les  dio  la  naturaleza, 
creyeron  que  puestos  los  calzones  se  les  habian  de  pegar 
iuerpo;  pero  sucedió  naturalmente,  que  poniéndose  áan- 
p  se  les  escurrieron  hasta  los  pies,  siendo  preciso  ens©^- 
les  el  modo  de  atárselos  con  una  cuerda. 
Después  de  haberse  detenido  un  poco  con  aquella  gente, 
L  Calvo  y  los  que  le  acompañaban  prosiguieron  su  viaje, 
^ndo  después  de  ocho  dias  á  Sarayacu,  con  el  sentimiento 
ao  haber  podido  realizar  el  objeto  que  se  propusieron. 


GAPITOLO  XVI 


Nnevoa  viajes  del  P-  Oalvo  j  éxito  que  tavieron 


Poco  satisfactorios  eran  por  cierto,  los  resultados  ds 
primera  espedicion  del  P.  Calvo  en  busca  del  deseado 
no  del  Mayro  al  Pozuzo,  pero  como  era  tanta  la  utilidad 
de  su  descubrimiento  se  debia  seguir,  así  á  los  Misione 
Ocopa  como  al  gobierno  de  la  República,  para  poder 
blecer  mas  fácilmente  sus  comunicaciones  con  el  nuevo 
partamento  de  Loreto,  mediante  la  navegación  al  vapor 
aquellos  caudalosos  rios,  aquel  infatigable  Misionero, 
de  emprender  una  segunda  espedicion  para  ver  si  seria 
afortunado  que  en  la  primera.  Hizo  con  ¡este  fin  los  pi 
rativos  indispensables,  y  en  25  de  Mayo  de  1858  salió 
Sarayacu  en  compañía  del  P.  Martínez  que  seguía  aun 
fermo.  Los  accidentes  de  este  viaje  fueron  muy  parecid 
los  del  anterior  y  el  único  resultado  que  produjo,  fué  el 
engañarse  completamente  el  P.  mencionado  de  la  posí 
dad  de  hallar  el  deseado  derrotero,  buscándolo  desde 
Mayro;  y  quedándoles  solo  la  esperanza  de  encontrarlo,  á 
hacia  la  esploracion  en  sentido  inverso,  es  decir,  buscáni 
desde  el  Pozuzo.  Sin  desanimarse,  pues,  ni  desistir  de 
proyectos,  aunque  había  poderosos  motivos  para  d 
del  éxito,  tomó  la  vuelta  para  Sarayacu  á  donde  llegó  el 
19  de  Agosto. 

Si  graves  habían  sido  las  dificultades  con  que  trope: 


t_  105  — 
.  referido  en  sus  dos  espediciones  por  el  rio  Mayro,  no  eran 
tenores  las  que  debian  esperarse,  en  su  proyectado  viaje 
^r  el  Pozuzo;  eia  ante  todo  preciso  surcar  una  vez  más  las 
ligrosísimas  corrientes  del  Huallaga,  cuando  estaba  ya 
ra  acabarse  la  estación  del  verano,  único  tiempo  en  que 
como  hemos  dicho  es  dable  navegar  por  aquel  rio;  y  por 
¡rtra  parte,  aun  cuando  se  saliera  de  Sarayacu  á  mediados  de 
ígosto,  era  casi  imposible  poder  llegar  al  Pozuzo  antes  de  fi- 
lies de  Octubre,  tiempo  en  que  principia  la  estación  de  las 
aguas,  que  en  aquel  país  caen  á  torrentes  y  sin  interrupción 
por  espacio  de  muchos  diás.  Otros  impedimentos  se  repre- 
bentaban  al  mismo  P.  Calvo,  que  los  acontecimientos  proba- 
ron no  ser  imaginarios;  pero  apesar  de  tantas  razones  capaces 
Ée  hacerle  vacilar  en  la  realización  de  su  empresa,  no  quiso 
este  Misionero  retroceder  de  sus  intentos,  formando  la  reso- 
lución de  acometer  á  costa  suya,  todas  las  dificultades  que 
se  le  presentaran. 

Sin  mas  descanso  que  el  de  seis  dias  después  de  su  He- 
lgada del  Mayro,  salió  por  tercera  vez  de  Sarayacu  dirigién- 
dose hacia  el  Huallaga  en  compañía  del  P.  Martínez,  que  no 
había  curado  aun  de  sus  dolencias.  Quisieron  acompañarle 
también  ocho  indios  de  Sarayacu,  cuya  compañía  le  fué  úti- 
lísima durante  todo  su  viaje,  y  habiendo  llegado  al  pueblo 
de  Chasuta,  pidió  además  al  gobernador  cuatro  hombres 
prácticos  de  los  peligros  del  Huallaga,  con  cuya  ayuda  lle- 
igaron  sin  contratiempo  al  puerto  de  Tinceo-Maria.  Sin  pér- 
pdiaa  de  tiempo  se  pusieron  en  marcha  para  la  ciudad  de 
jHuánuco,  á  donde  llegaron  el  cuatro  de  Octubre,  habiendo 
;  recorrido  esta  distancia  parte  á  pié  y  parte  á  caballo.  En 
íHuánuco  viéronse  precisados  á  detenerse  por  espacio  de  diez 
[dias,  que  después  les  hicieron  mucha  falta,  saliendo  el  ca- 
¡torce  para  el  Pozuzo,  mientras  el  P.  Martínez  se  dirigía  á 
I  Ocopa  para  curarse  de  sus  males.  A  causa  de  algunas  demo- 
I  tas  que  fueron  precisas  para  allegar  provisiones  en  los  pue- 
*  blos  de  Panáo,  Chaclla  y  Muña,  no  pudo  entrar  el  otro  Pa- 
dre en  el  Pozuzo  hasta  el  primero  de  noviembre;  y  aun  que 


—  106  — 

llevaba  la  correspondiente  caballería  para  atravesar  la 
tancia  que  le  separaba 'de  este  rio,  fuéle  preciso  rece 
pié  desde  Muña,  por  la  falta  absoluta  de  caminos, 
merecia  este  nombre,  el  que  entonces  no  era  mas  q 
continuo  despeñadero,  por  el  que  hubiera  sido  te 
empeñarse  en  pasar  montado.  Aquella  primera  tarde, 
pues  de  su  salida,  fué  tal  el  aguacero  que  les  descargó, 
por  la  noche  temian  verse  arrastrados  por  las  aguas 
las  corrientes  del  Pozuzo. 

En  la  orilla  izquierda  de  aquel  rio,  que  era  la  que 
guia  la  comitiva,  no  se  encontraba  mas  que  una  mala 
za  en  que  habitaban  dos  familias  poco  numerosas,  no 
do  otros  recursos  que  unas  pocas  aragachas;  masabund 
provisiones  hubieran  podido  encontrarse  en  la  orilla  opu< 
pero  la  plata  con  que  contaba  el  P.  Misionero  era  muy 
y  habríale  sido  muy  duro  tener  que  pagar  en  la  mo: 
un  peso  por  cada  racimo  de  plátanos,  y  otro  por  cada 
ba  de  maíz;  así  que  limitóse  á  comprar  lo  estrictamente 
cesario  para  su  sustento  y  el  de  los  que  le  acompañaban. 

Era  aquella  vez  la  primera  que  el  Padre  navegaba  por 
Pozuzo,  y  no  dejó  de  imponerle  al  ver  los  elevados 
que  debia  atravesar,  cubiertos  de  corpulentos  árboles  y 
una  maleza  de  bejucos  y  palos  caidos  que  impedian  dar 
paso  seguro.  Nada  empero  de  esto  le  detuvo,  sino  que  al 
siguiente,  hizo  que  pasaran  el  rio  siete  hombres  de  te 
Sarayacu  que  le  acompañaban,  junto  con  otros  cuatro 
Chaclla  conocedores  de  aquellos  cerros,  que  habia  pedido 
Subprcfecto  de  Huánuco;  quien  no  solo  los  concedió  gust^ 
sino  que  sin  pedirle  nada  mas  le  entregó  cuarenta 
para  gastos  de  la  expedición,  conociendo  las  grandes  ti 
jas  que  de  ella  habian  de  resultar  en  beneficio  de  la  Be 
blica,  y  en  especial  de  aquel  departamento.  Estos  once 
bres  decididos  á  llegar  al  Mayro,  perdieron  no  obstante 
esperanzas  de  conseguirlo,  y  cuando  el  P.  los  esperaba 
regreso  á  los  seis  ó  siete  dias,  tardaron  diez  y  siete  en 
ficarlo,  habiendo  padecido  los  mayores  trabajos,  en 


^  —  107  — 

las  vueltas  y  revueltas,  sin  haber  podido  conseguir  el  fin 
\e  se  habían  propuesto.  Durante  su  prolongada  ausencia 
f  P.  Calvo  que  habia  quedado  en  el  Pozuzo,  se  hallaba  do- 
bado  de  la  tristeza,  temiendo  un  fin  desgraciado  para  sus 
pipañeros.  ¿Quién  sabe,  pensaba,-si  se  habrán  metido  en 
^n  laberinto  de  donde  no  podrán  salir?  ¿Si  habrán  queri- 
í  pasar  algún  rio  y  se  los  habrá  llevado  la  corriente?  ¿Si 
ibrán  sido  devorados  por  los  tigres?  Lleno  de  melancolía  y 
npado  en  estas  tristes  reflexiones,  se  hallaba  casi  sin  es- 
tanza  de  que  volviesen  los  ausentes,  cuando  de  repente 
Irecióle  oir  voces  á  la  otra  parte  del  rio;  lleno  de  alegría 
^ó  á  la  orilla  y  tuvo  la  satisfacción  de  ver  á  sus  compa- 
bos  sanos  y  salvos;  y  aunque  llenos  de  desaliento,  por  es- 
pr  convencidos,  sin  ningún  género  de  duda,  de  no  poder 
íguir  adelante  en  su  empresa,  ya  que  no  se  presentaba  me- 
ló de  pasar  hasta  el  Mayro,  Sucedía  esto  en  18  de  Noviem- 
to,  época  may  adelantada  y  en  que  los  aguaceros  eran  es- 
mtosos,  no  conviniendo  por  consiguiente  perder  momento 
Kxmo  sin  tomar  una  resolución  definitiva  de  lo  que  en 
pellas  circunstancias  se  debia  practicar.  Preguntó  el  Pa- 
teálos  indios,  si  ya  que  nada  hablan  podido  descubrir, 
sabían  oido  á  lo  menos  ruido  de  aguas  hacia  alguna  parte, 
lo  que  contestaron  que  sí,  que  desde  un  cerro  muy  eléva- 
lo lo  oyeron;  y  pareciéndoles  que  no  estaba  muy  lejos,  su- 
áeron  á  un  árbol,  desde  donde  descubrieron  grandes  pam- 
jfts  á  su  izquierda,  hacia  donde  creian  que  se  dirigían  las 
ifuas.  No  quiso  oir  mas  el  Padre,  pues  con  esta  relación 
uve  lo  bastante  para  convencerse  de  que  el  rumor  de  las 
púas  que  oyeron  los  indios,  no  podia  venir  de  otra  parte 
jue  del  mismo  Mayro. 

I  Lleno  de  confianza  con  este  descubrimiento,  solo  trató 
1^  de  prevenir  las  dificultades  que  los  indios  le  pudieran 
líponer;  y  al  efecto,  llamando  aparte  al  que  hacia  de  capataz, 
p  dijo;  supongo  que  vosotros  desearéis  volveros  á  Sarayacu, 
po  es  verdad?:  claro  está  que  sí,  le  contestó.  Pues  bien,  ¿por 
íónde  queréis  pasar?  replicó  el  Padre,  ¿por  el  Huallaga,  ó 


1 


—  108  — 

por  el  Mayro?:  por  el  Mayro  contestó;  pues  á  pesar  dftí 
aquellos  indios  son  una  especie  de  anfibios,  U^^ron  á 
cebir  un  gran  temor  á  las  furias  del  Huallaga,  a 
dos  como  estaban  á  la  mansedumbre  del  Ucayali.  El  P, 
no  deseaba  sino  obtened  esta  contestación,  le  dijo:  pre 
pues  esta  tarde,  porque  mañana  pasaremos  el  rio.  Paia 
sarlo,  empero,  no  tenian  mas  que  una  pequeña  canot 
una  ventana  hacia  popa,  de  media  vara  en  cuadro;  y 
tan  desvencijada,  que  le  era  absolutamente  necesaiii 
buena  reparación;  pero  como  no  habia  allí  instrumenl 
madera  á  propósito,  limitáronse  á  d<*shacer  un  cajón 
aprovechar  una  de  sus  tablas,  con  los  mismos  delgadi 
vos  que  contenia,  sirviéndoles  de  brea,  un  pedazo  de 
vaca  que  por  casualidad  llevaban.  Hechos  los  pre 
necesarios,  al  día  siguiente,  que  era  el  19  de  Novi 
pasaron  el  Pozuzo  un  poco  mas  abajo  de  su  confluem 
el  Huancabamba,  y  aunque  la  corriente  era  impetuosa, 
cias  á  Dios,  ningún  percance  sufrieron.  Lu^o  de 
rio  principiaron  ya  á  subir  por  un  cerro  muy  em 
pero  como  después  tuvieron  que  bajarlo  para  atraví 
arroyo  llamado  Sisu,  en  todo  el  dia  no  recorrieron  m 
recta  mas  distancia  que  la  de  un  tiro  de  fusil.  El  dia 
drugaron,  y  hecha  candela  para  preparar  el  desayuno^ 
sieron  á  hervir  un  poco  de  maíz;  eran  entonces  nueve 
sonas  las  que  formaban  la  comitiva;  pues  aunque  en 
zuzo  se  les  habia  juntado  un  indio  que  quiso  seguirles 
conocer  la  montaña,  no  cayendo  el  pobre  en  la  cu 
lo  que  iba  á  padecer  en  cambio,  en  el  reconocimiento 
hace  poco  hemos  hablado,  huyeron  dos  sarayaquinos, 
espantados  de  los  padecimientos  que  hablan  sufrido, 
rieron  bajar  solos,  esponiéndose  á  ser  víctimas  délos 
chibos  ó  de  los  tigres,  antes  que  deshacer  el  cami 
habian  hecho.  En  su  fuga  se  hablan  llevado  una  olla 
de  de  hierro  que  tenian,  no  quedando  á  sus  com 
mas  que  una,  tan  pequeña,  en  que  solo  cabia  comid» 
tres  personas,  sirviéndose  de  ella  los  nueve  que  habí 


\. 


—  109  — 

D,  para  hervir  el  maíz  que  era  el  único  alimento  que  te- 
,  tres^dias  después  de  haber  salido  del  Pozuzo. 
[concluido  el  almuerzo,  principiaroD  á  subir  un  cerro  Ha- 
ido  Monocanca^  en  cuya  cumbre  se  estiende  una  llanura 
bo  de  tres  leguas;  recorriéronlas  el  dia  21  que  fué  el  dia 
i  que  mas  camino  hicieron,  llegando  hasta  las  Pampas  que 
fc  indios  anteriormente  hablan  divisado.  Pernoctaron  en 
ILlaquina,  puesto  que  en  español  significa  sitio  de  la  tris- 
ba,  cuyo  nombre  le  pusieron  los  indios  cuando  en  el  reco- 
cimiento, por  lo  mucho  que  en  él  sufrieron;  y  al  dia  si- 
pente  llegaron  á  lo  mas  alto  del  cerro,  desde  donde  los 
Idios  hablan  oido  el  ruido  de  las  aguas.  Allí  se  confirmó  el 
jidre  en  su  creencia,  de  que  aquellas  eran  las  del  Mayro;  y 
lelantando  por  la  llanura,  tomaron  la  dirección  que  pare- 
kn  llevar  las  dichas  aguas,  prosiguiendo  su  marcha  hasta 
bas  dos  le^as  del  rio,  en  cuyo  punto  por  habérseles  he- 
lio ya  muy  tarde  debieron  pasar  la  noche,  dejando  para  el 
ía  siguiente  el  descenso  de  la  montaña  y  el  paso  del  rio. 
[  Corría  el  Mayro  encajonado  entre  cerros,  y  como  Uovia 
m  cesar,  las  aguas  üenaban  el  cauce  por  completo.  El  dia 
p  que  el  Padre  y  sus  compañeros  lo  pasaron,  amenazaba 
ferinas  recio  el  aguacero;  por  lo  cual  se  apresuraron  á  ha- 
fer  ranchos  de  hojas  de  palma,  para  poder  descansar  si- 
tiera por  la  noche  con  sosiego.  Antes  de  anochecer  decla- 
kfee  efectivamente  la  lluvia  tan  copiosa,  que  por  momentos 
mian  quedar  ahogados;  siguió  lloviendo  del  mismo  modo  el 
ia  siguiente  bástala  tarde.  Sin  poder  dar  un  paso  fuera  del 
che,  el  Padre  se  veia  asaltado  por  los  pensamientos  mas 
stes;  se  les  acababa  el  maíz,  único  alimento  que  tenian, 
ploraban  el  sitio  que  se  encontraban  y  la  distancia  que  les 
Bparaba  aun  del  puerto  del  Mayro,  que  era  el  sitio  donde 
Oüfiaban  encontrar  algún  alivio,  y  por  otra  parte  aunque 
íeian  ser  el  Mayro  el  rio  que  tenian  á  la  vista,  no  obstante  no 
iau  aun  de  esto  una  certeza  absoluta.  Entretanto  aclaróse 
atmósfera,  pero  como  la  corriente  era  todavía  muy  impe- 
riosa no  era  posible  atravesarla  para  seguir  el  viaje  por  la 


—  lio  — 

orilla  izquierda;  por  lo  cual  el  Padre  dispuso  que  se 
taran  los  indios  á  descubrir  paso  por  la  derecha.  Vol 
á  poco  rato,  diciendo  que  mas  abajo  habia  un  peñasco 
tado,  que  subia  desde  el  mismo  rio  hasta  la  cumbre  dá 
ppo,  siendo  por  consiguiente  imposible  pasar  por  allí: 
Mo  era  este  de  nuevas  aflicciones,  y  no  hubo  mas 
que  pasar  la  noche  en  el  mismo  sitio.  Como  en  toda  aqi 
noche  no  llovió,  bajaron  considerablemente  las  aguasa 
no  obstante  eso,  no  era  aun  prudente  aventurarse  á 
garlo.  El  dia  25  amaneció  sereno,  y  después  de  haber 
parado  el  almuerzo  que  era  igual  al  de  todos  los  di 
atrevieron  á  hacer  la  difícil  prueba  de  atravesar  el 
al  efecto  entraron  en  el  rio  y  asiéndo«5e  de  las  raíces 
arbustos,  que  entre  las  grietas  se  descubrían ,  lo 
felizmente.  Tanto  se  habían  acostumbrado  á  vencer  los 
gros,  que  ya  no  reparaban  en  ellos;  y  mas  consolados 
este  feliz  suceso,  siguieron  bajando  por  la  corriente, 
á  poca  distancia  vieron  un  rancho  á  la  otra  parte  del 
De  pronto  creyó  el  Padre  que  seria  de  infieles,  pero  loe 
dios  que  le  acompañaban  mas  conocedores  que  él  en 
materia,  le  digeron:  no  Padre,  eso  será  que  habrán 
tado  aquí  los  dos  compañeros  que  dias  atrás  nos  huja 
Habia  colgado  en  el  rancho  un  objeto  negro  y  un  lio  de 
pa,  y  uno  de  los  indios  dijo:  aquella  es  mi  ropa  que  la 
gitivos  se  me  llevaron.  El  bulto  negro  que  de  lejos  hú 
distinguido  eran  dos  monos  ahumados,  que  los  dos  id 
tuvieron  la  precaución  de  dejar,  por  si  acaso  el  Padre  pi 
ba  por  allí;  siete  ú  ocho  dias  hacia  por  lo  menos,  que 
habrían  muerto;  y  como  es  tan  grande  la  humedad  y  el  ( 
lor  de  la  montaña,  estaban  tan  llenos  de  gusanos  que  di 
asco  solo  el  mirarlos;  no  obstante,  como  era  tan  grandí 
necesidad  que  todos  sentían,  los  indios  que  ya  no  son 
delicados  en  esta  materia,  se  los  comieron  sin  repugn 
mientras  que  el  Padre  con  una  mala  escopeta,  que  e» 
único  instrumento  de  caza  que  le  quedaba,  después  q« 
fugitivos  se  les  hablan  llevado  la  cerbetana  y  el  veneno 


—  111  — 

l^an  para  la  caza,  tuvo  la  fortuna  de  matar  un  paugil, 
[ue  tendría  carne  como  tres  gallinas;  saciándose  y  reco- 
^ndo  sus  estenuadas  fuerzas  con  la  carne  de  esta  ave,  que 
|8  muy  sabrosa  aunque  dura. 

Dos  días  les  faltaban  aun  para  llegar  á  las  Pampas,  y 
íomo  ignoraban  el  sitio  donde  se  encontraban  y  caminaban 
pn  otra  dirección  que  la  del  rio  solo,  en  la  creencia  de  que 
pese   el  Mayro,  no  estaban  muy  tranquilos  sus  ánimos. 
iJegó    por  fin  el  dia  27,  y  como  á  las  diez  de  la  maña  ob- 
(Brvaron   que  la  quebrada  iba  ya  ensanchándose;  á  medio- 
Ka,  desde  un  claro  que  formaba  el  rio,  descubrieron  un  in- 
aenso  liorizonte,  que  no  era  otro  que  el  que  formaban  las 
Pampas  que  ya  tenian  á  la  vista.  Dirigió  entonces  el  Padre 
Ri  mirada  hacia  los  cerros,  y  reconoció  uno  (1)  en  que  ha- 
^ia  sabido  el  verano  anterior,  con  cuyo  feliz  descubrimien- 
to se  diciparon  sus  recelos;  mas  como  la  tarde  estaba  ya  muy 
idelantada,  no  les  fué  posible  encaminarse  aquel  mismo  dia 
[lacia  el  sendero  que  en  el  año  último  habian  hecho.   El 
iia  28  antes  de  amanecer  pusiéronee  en  camino  y,  á  unas 
tres  leguas  antes  de  llegar  al  puerto^  vieron  escelentes  pa- 
los muy  propios  para  construir  una  balsa ;  y  como  en  el 
puerto  no  los  habia,  contáronlos  en  número  de  diez  y  siete, 
feíbricando  tres  pequeñas  balsas ,  ya  que  por  las  estrechas 
dimensiones  del  rio  no  era  posible  navegar  en. una  balsa 
grande.  Gracias  á  este  nuevo  auxilio,  pudieron  hacer  la  úl- 
tima parte  de  su  viaje  con  alguna  mayor  comodidad,  lle- 
gando sin  contratiempo  alguno  al  deseado  puerto  del  Mayro 
aquel  mismo  dia  á  las  tres  de  la  tarde. 

Lo  primero  que  se  les  presentó  á  la  vista  al  llegmr  al 
puerto,  fueron  los  dos  fugitivos  que  estaban  allí  avergon- 
JEados  de  su  cobardía;  detúvose  un  poco  á  hablarles  el  Padre 
y  luego  se  dirigió  á  examinar  la  plantación  de  plátanos  que 
labia  mandado  hacer  el  año  anterior;  cuarenta  eran  los  plá- 


(I)   A  que  después  le  pusieron  el  nombre  Cerro  de  Pilaios,  j  al  rio 
W  naregaron,  el  del  Tigre. 


—  112  — 

taños  que  se  habían  plantado,  y  causó  á  todos  suma 
el  ver  que  tenían  ya  veinte  y  cinco  grandes  racimos  ai 
tado  de  poderse  cortar.  Los  fugitivos  para  aplacar 
tanto  el  enojo  que  con  razón  tendria  el  Padre  contra 
le  presentaron  un  enorme  racimo  de  guineos  moi 
y  como  era  tan  estraordinaria  la  apetencia  que  todos  tci 
en  pocos  minutos  fueron  acabados;  hablan  tratado 
fugitivos  de  continuar  su  viaje  al  dia  siguiente,  á  cuyo 
to  se  habian  construido  ya  una  pequeña  balsa,  y  hecho 
visión  de  monos  y  algunas  aves;  pero  á  causa  de  la  11« 
del  Padre,  suspendieron  la  salida,  ofreciéndole  las 
siones  que  para  ellos  hatian  preparado. 

El  dia  siguiente,  lo  emplearon  en  construir  con  los 
que  habian  cortado,  una  grande  balsa  con  un  espacioso 
marote  de  hojas  dé  palma,  para  preservarse  del  sol  y 
lluvia;  y  el  1.°  de  Diciembre  se  pusieron  otra  vez  en 
no,  bendiciendo  al  Señor  que  de  tantos  peligros  les 
librado.  Muy  crecido  bajaba  el  Pachitea,  y  como  no  d( 
salir  de  la  balsa  ni  aun  para  cocer  los  alimentos,  pues 
bian  hecho  también  provisión  de  leña,  no  se  detenían 
entrada  la  noche,  y  así  en  solo  cinco  días  llegaron  al 
yali.  Descansaron  un  dia  no  mas  en  las  primeras  casKJ 
los  Cunibos,  á  los  que  el  P.  Calvo  compró  una  grant 
hermosa  canoa;  merced  á  la  cual,  adelantando  rápidamí 
en  su  camino,  en  otros  cinco  días  con  sus  noches  llej 
felizmente  á  Sarayacu. 

Si  hubiésemos  tratado  de  referir  minuciosamente 
los  acontecimientos,  privaciones  y  molestias  de  este 
viajef  nos  hubiera  sido  preciso  llenar  muchas  páginas, 
lo  que  llevamos  referido  bastará  para  que  el  lector  pi 
formarse  una  idea  del  sinnúmero  de  dificultades  que  se 
nian  á  la  ardua  empresa  que  llevó  á  cabo  el  P.  Cal?o. 
la  idea  de  procurar  la  gloria  de  Dios  y  la  considerac¡oi| 
las  incalculables  ventajas,  que  debian  reportar  las 
de  Ocopa  y  aun  todo  el  Perú,  del  descubrimiento  qne 
yectaba,  pudo  animarle  á  arrostrar  el  peligro  de  los  noal 


—  113  — 

^l)rosidad  de  los  cerros,  las  mordeduras  de  los  reptiles 
énosos  y  los  asaltos  de  los  tigres.  Solo  aquel  pensamien- 
d  hacia  soportar  con  resignación  el  dolor  que  le  cau- 
ux  las  espinas  que  tenia  clavadas  en  las  manos  y  pies, 
le  dificultaban  el  andar,  pues  á  veces  le  chorreaban 
gre  7  se  le  formaban  Hagas  molestas;  las  picaduras  de 
zancudos,  mosquitos  tábanos  y  otros  insectos;  los  cam- 
3  de  clima  que  le  hacian  sufrir  tan  pronto  los  rayos  de 
sol  abrasador,  como  un  intenso  frió;  el  hambre,  la  sed, 
2na  palabra,  todas  las  molestias  que  imaginarse  puedan. 
Señor  empero  por  su  infinita  misericordia,  le  libró  de 
os  los  peligros  y  le  dio  fuerzas  para  sufrir  todas  estas 
rtificaciones. 


M— fin 


8 


_^ <^^.^^¿^AÉ^^>3S^y^^^^^ysSS^A^^.*^^>^^^á^^j> 


CAPITAL©  Xlfll- 


Abertura  de  una  nueva  comunicación  entre  el  Jfa jro  y  el 

jr  fundación  de  Cayariya. 


Los  viajes  de  que  hemos  hablado  en  el  capítulo  ant 
no  tenían  otro  objeto  que  estudiar  tanto  el  curso  de  l<s 
Pachitea,  Pozuzo  y  Mayro,  como  la  configuración  del 
no  que  separa  estos  dos  últimos  rios,  con  el  único  fin  de 
nocer  si  era  posible  ó  no  la  abertura  de  un  camino  que 
pusiera  en  comunicación.  Hemos  visto  como  estas  inv 
clones  dieron  felices  resultados,  poniendo  de  manifiestD 
posibilidad  de  realizarse  la  empresa  proyectada.  Poco  ó 
empero  hubieran  aprovechado  las  fatigas  y  trabajos  qne 
este  fin  sufrió  el  P.  Calvo  en  sus  repetidos  viajes  de  expk 
ración,  si  no  se  hubiese  emprendido  la  abertura  del  ca 
proyectado,  mientras  se  conservaba  en  la  memoria  de 
el  conocimiento  de  los  terrenos  que  sq  debian  atravesar. 

Con  esta  mira  se  dispuso  el  mismo  R.  P.  á  emprender 
nuevo  viaje  al  Mayro  en  1859,  tomando  en  su  com 
los  indios  que  eran  ya  prácticos  del  país  por  haberle  a 
panado  en  sus  viajes  anteriores,  agregando  también  ala 
mitiva  algunos  jóvenes;  para  que  en  el  caso  de  perderse 
nuevo  camino  que  se  iba  á  trazar,  como  desgraciadanu 
habia  sucedido  con  el  que  anteriormente  se  abrió,  co 
varan  á  lo  menos  una  idea  de  los  cerros  y  torrentes  que 
bian  atravesarse.  Dispuestas  al  efecto  las  cosas  necesaras] 


\  —  115  — 

ie^idos  treinta  hombres,  de  entre  los  muchos  que  se  ofre- 
íeron,  salió  de  Sarayacu  el  P.  Prefecto  expresado  á  prime- 
aos de  Junio.  En  la  embocadura  del  Pachitea  hiso  provi- 
ion  de  plátano^,  como  en  los  viajes  anteriores,  empezando 
fiego  á  subir  por  la  corriente  de  aquel  rio,  en  medio  del 
iontento  y  satisfacción  que  manifestaban  los  indios  en  su 
temblante  y  en  sus  chistosas  espresiones.  Uua  sorpresa  les 
¡guardaba  en  aquel  sitio.  En  efecto,  desde  algún  tiempo 
itrás  los  Cunibos  de  Santa  Rita,  habian  trabado  amistad  con 
loft  Caschibos  de  Semueya;  y  hacia  pocos  dias  que  les  ha- 
pan  visitado,  participándoles  que  en  breve  subiría  el  Padre 
ion  mucha  gente;  que  no  le  temiesen,  porque  ni  el  Padre  ni 
fas  peones  les  harian  daño  alguno;  antes  bien  si  se  les  mos- 
baban  amigos,  les  regalarían  herramientas  y  otras  cosas 
|ae  necesitaban. 

I  Alegres  los  Caschibos  con  estas  noticias,  desde  aquel  di  a 
busieron  atalayas  para  estar  en  observación  del  momento  en 
gue  pasara  la  comitiva,  y  así  fué  como  al  instante  én  que  la 
divisaron,  comenzó  el  centinela  á  dar  voces  y  hacer  señas 
para  que  las  canoas  se  acercaran  al  sitio  donde  él  estaba. 
Luego  que  el  P.  advirtió  estas  señales,  mandó  á  los  poperos 
que  tomasen  aquella  dirección;  mas  cuando  hubieron  llega- 
do, apesar  de  que  eran  cinco  los  Caschibos  allí  reunidos,  so- 
lo uno  que  era  bastante  joven,  se  acercó;  abrazáronle  el  Pa- 
dre y  lojs  sarayaquinos  y  le  dieron  herramientas,  anzuelos, 
agujas,  cascabeles  y  chaquiras,  lo  que  recibió  con  indecible 
contento,  retirándose  enseguida  hacia  el  monte.  Los  neófi- 
bs  entendieron  bastante  lo  que  el  joven  Caschibo  les  ha- 
bló; pues  los  infieles  de  aquella  comarca,  como  mas  inme- 
diatos al  ücayali,'  tienen  en  su  dialecto  muchas  espresíones 
de  la  lengua  Pana.  Cuando  iban  ya  á  despedirse,  les  pidió 
que  se  aguardasen  porque  al  instante  regresaría;  volvió  en 
rfecto  al  poco  rato  con  otro  compañero,  y  habiendo  también 
este  recibido  algunos  regalos,  se  internaron  ambos  otra  vez; 
de  la  misma  manera  se  presentaron  otros  hasta  el  número 
de  doce,  pero  siempre  de  uno  en  uno  acompañados  del  pri- 


—  116  — 

mero.  Los  neófitos  sarayaquinos  se  internaron  tamhkB 
,el  monte,  y  siguiendo  una  especie  de  camino  que  encod 
ron,  recogieron  algunos  arcos,  flechas  y  macanas,  áa 
los  Caschibós  les  hicieran  ninguna  oposición.  Cuand» 
viajeros  se  pusieron  otra  vez  en  camino,  tres  de  aquelki 
fieles  que  por  allí  habian  quedado,  les  preguntaron 
volverían  á  pasar,  y  les  encargaron  que  no  se  de 
en  la  quebrada  que  encontrarían  mas  arríba,  porque 
hitaban  hombres  malos  que  les  quitarían  la  vida;  no 
mos  si  dieron  este  aviso  por  caridad  ó  por  el  deseo 
otros  no  participaran  de  los  regalos  que  ellos  habi 
cibido. 

Despidiéronse  por  último  y,  hasta  que  pudieron  t 
los  espedicionaríos  á  la  vista,  permanecieron  en  gran 
ro  en  la  playa,  pareciendo  de  lejos  que  habian  salido 
bien  las  mujeres  y  niños,  de  los  que  antes  m  uno  habí 
recido;  sin  duda  por  temor  de  ser  robados.  Siete  dias 
después  de  este  encuentro,  que  el  P.  y  sus  compañe 
montaban  el  Pachitea,  cuando  otra  vez  oyeron  voces 
recidas  á  las  que  habian  dado  los  Caschibós,  preci 
en  el  mismo  punto  en  que  en  ei  año  anterior  habian 
do,  por  vez  prímera,  amistad  con  ellos;  dirígieron  hi 
noas  al  sitio  donde  los  salvajes  se  encontraban,  y  coi 
tos  por  el  conocimiento  que  ya  tenian  con  el  Padre, 
mostraban  tan  esquivos  como  los  anteriormente  en 
dos,  se  lanzaron  en  tropel  á  las  canoas,  abrazándose 
Padre  y  los  sarayaquinos;  y  no  contentos  con  los 
que  aquel  les  hacia,  tomaban  por  sí  mismos  todo  lo  q 
venia  á  la  mano,  de  suerte  que  hasta  el  anafre  se  le  Q 
ron;  mas  considerando  el  P.  que  muchas  de  las  co^ 
querían  llevarse,  como  los  remos,  ollas  de  hierro  e 
eran  de  suma  necesidad  para  seguir  su  marcha,  no 
tió  que  lo  tocasen;  mas  ellos  entonces  decían,  que  si 
daban  aquellas  cosas,  ¿á  qué  fin  querían  hacerse  ami, 
yos?  Deseando  entonces  el  Padre  zafarse  de  aquella 
sin  razón,  mandó  á  los  neófitos  que  entrasen  en  las 


—  117  — 

'  dio  la  señal  de  marcha;  pero  hé  aquí  que  cuando  estaban 
^la  mitad  del  rio,  los  infieles  la  emprendieron  á  pedradas 
bntra  ellos;  así  correspondieron  á  las  mercedes  que  les  ha- 
lan hecho  y  no  es  fácil  concebir  de  que  modo  hubieran  po- 
ido  despedir  al  Padre  misionero,  sí  en  vez  de  agasajarles 
bs  hubiese  hostilizado.  Mientras  tanto  que  este  seguía  su 
imrcha,  y  hasta  que  le  perdieron  de  vista,  no  cesaron  de 
íroferir  horribles  gritos,  que  sin  duda  serian  maldiciones 
\ae  le  echaban,  por  no  haberles  permitido  llevar  lo  que  él 
¡Biato  necesitaba.  Estos  infieles  parece  que  no  eran  Caschi- 
^,  sino  los  que  el  P.  Sobreviela  designa  con  el  nombre  de^ 
garapachos  ó  Amages. 

Con  estos  encuentros,  á  falta  de  otra  cosa,  se  lograba  á 
lo  menos  que  los  Caschibos  fueran  perdiendo  su  nativa  fero- 
tídad,  y  los  neófitos  el  temor  cerval  que  les  tenian.  Entre- 
tanto á  los  quince  dias  de  haber  salido  la  espedicion  del 
Pcayali,  llegó  al  puerto  del  Mayro  y,  después  de  haber  em- 
l^leado  un  dia  en  cazar  y  pescar,  principiaron  los  espedicio- 
narios  á  abrir  el  sendero  que  debía  conducirles  al  Pozuzo. 
Mil  dificultades  se  presentaban  también  esta  vez  á  semejan- 
te obra,  pues  los  cerros  y  quebradas  que  debian  atravesarse 
formaban  un  laberinto,  y  como  la  vista  no  alcanzaba  á  larga 
distancia  por  la  altura  y  espesor  de  los  árboles,  no  era  posi- 
ble formar  un  camino  recto;  solo  en  años  posteriores,  ha- 
íbiendo  el  Gobierno  hecho  estudiar  científicamente  aquellos 
(sitios  por  una  comisión,  de  la  que  el  P.  Calvo  formaba  par- 
Ite,  se  pudo  abrir  un  camino  en  regla,  cuya  ostensión  no  pa- 
saba de  nueve  leguas,  siendo  así  que  el  primero  que  se 
construyó,  del  cual  ahora  estamos  hablando,  solo  podía  re- 
rcorrerse  en  cinco  dias.  Llegó  por  fin  el  P.  Prefecto  al  Po- 
2UZ0,  no  sin  haber  padecido  algunos  trabajos,  aunque  en 
i  nada  comparables  á  los  del  viaje  anterior;  un  dia  no  mas 
descansó  en  este  punto,  dirigiéndose  en  seguida  hacia  la 
'  tóudad  de  Huánuco.  Entusiasmados  los  habitantes  de  esta 
i  ciudad  con  las  noticias  que  se  tenian  de  aquel  Padre  misio- 
nero, sintieron  dispertárseles  el  deseo  de  nuevos  descubrí- 


—  118  — 

mientos,  concibiendo  el  proyecto  de  buscar  un  camino 
ta  el  Pachitea,  sin  necesidad  de  tocar  en  el  Mayro  ni 
Pozuzo;  á  este  efecto  en  el  ano  siguiente  armaron  dos 
diciones  que  se  dirigieron  por  distintos  rumbos,  pero 
regresaron  después  de  mü  penalidades^  con  el  deseí 
ser  imposible  la  realización  del  proyecto  que  medil 
Desde  Huánuco  se  dirigió  el  Padre  al  Cerro  de  Pasco,| 
cuya  capital  produjo  su  llegada  el  mismo  povimienta 
en  Huánuco.  El  Sr.  Prefecto  y  otras  personas  notabk 
la  ciudad,  determinaron  armar  también  una  pequeña 
dicion  con  el  objeto  de  descubrir  el  ria  Palcazu,  que 
continuación  del  Pachitea  un  poco  mas  arriba  del  p 
del  Mayro,  siendo  el  fin  de  este  descubrimiento  poder 
la  Ciudad  del  Cerro,  un  puerto  distinto  de  Huánuco. 
espedicion,  nó  obstante,  no  fué  mas  afortunada  quelas< 
dos,  pues  los  que  la  dirigian  solo  pudieron  dar  cuenl 
haber  llegado  á  un  rio  que  creian  ser  el  Palcazu;  ai 
realmente  no  era  así,  pues  el  rio  que  encontraron 
Chuchurras,  del  que  hablaremos  después. 

Desde  el  Cerro,  dirigióse  el  P.  á  Ocopa,  donde  d( 
algunos  dias,  regresando  después  á  las  misiones;  y  coi 
tonces  había  en  ellas  bastante  falta  de  sacerdotes, 
guió  le  acompañaran  los  PP.  Fr.  Manuel  Vargas  y  Fr. 
M.  Batellas.  Al  llegar  otra  vez  al  Cerro,  de  vuelta  de 
pa,  lo  primero  que  le  dijo  el  Sr.  Prefecto,  fué  suplicarle| 
en  el  año  próximo  hiciera  una  nueva  espedicion,  á  lo 
accedió  el  Padre,  entregando  dicho  Prefecto  al  síndi( 
las  misiones  D.  Hilario  Parra  doscientos  pesos,  que  se 
bian  recojido  para  gastos  de  la  misma.  En  esta  ocasi( 
introdujo  el  P.  en  el  Pozuzo  por  un  nuevo  camino  qt 
había  hecho  por  el  rio  Marcan,  pero  fué  la  única  vei 
pudo  atravesarlo;  porque  debió  abandonarse  muy  pi 
los  grandes  derrumbos  que  contiiyiamente  ocurrían, 
pues  de  haber  agasajado  á  los  indios  con  algunos 
que  bien  se  habían  merecido,  tuvo  el  Padre  la  satis&í 
de  dejar  terminado  un  espacioso  camino,  hasta  la  mil 


—  119  — 

distancia  que  separa  el  Pozuzo  del  Mayro,  para  cuyos 
tos  le  ausilió  con  cincuenta  pesos  el  Prefecto  del  depár- 
ente, y  tras  una  corta  detención  en  el  último  de  dichos 
,  se  embarcó  de  regreso  al  Ucayali. 
La  inauguración  de  este  camino  tan  deseado,  no  era  el 
hiico  suceso  importante  que  se  realizó  durante  aquel  año 
las  misiones;  por  aquel  mismo  tiempo  se  dio  también 
cipio  á  la  fundación  de  un  pueblo  al  cual  se  dio  el  nom- 
de  Cayariya.  Tiempo  hacia  que  las  misiones  estaban  co- 
o  estacionadas  por  falta  de  personal,  y  de  recursos  pecu- 
rios;  pero  en  1859  con  el  aumento  que  habia  tenido  la 
unidad  de  Ocopa,  pudieron  salir  algunos  Padres  á  las 
isiones,  reuniéndose  cinco  de  ellos  en  el  Ucayali.  Contan- 
con  su  ayuda,  propúsoles  el  Padre  Prefecto  la  fundación 
Be  un  pueblo,  con  el  objeto  principal  de  impedir  desde  el 
faiismo  las  incesantes  correrías  que  hacen  los  infieles  de 
Iquellas  comarcas  á  las  otras  tribus,  que  pueblan  las  mar- 
¡penes  del  Ucayali  y  de  los  rios  que  le  son  tributarios;  y  ha- 
biéndoles merecido  aprobación  unánime  su  proyecto,  ya  no 
be  trató  de  otra  cosa  que  de  buscar  el  local  mas  apro- 
Ipóato  para  la  fundación.  El  primero  en  que  se  pensó,  fué 
uno  de  los  que  se  encuentran  á  orillas  del  Tamaya  (quebra- 
da de  Maní),  pues  los  Sacayas  que  habitaban  por  aquellos 
contomos,  eran  de  los  que  con  mucha  frecuencia,  veían 
caer  sus  mujeres  y  niños  en  manos  de  los  infieles;  con  el 
objeto  de  atender  á  su  seguridad,  habia  ya  ideado  esta  fun- 
dación en  el  año  anterior  el  P.  Prefecto;  y  comunicando  sus 
planes  á  los  Cunibos  que  habitaban  en  las  desembocaduras 
del  Pachitea,  quienes  se  mostraron  dispuestos  á  acceder  á 
BUS  deseos,  ofreciéndose  á  vivir  con  los  cristianos  en  un  si- 
tio que  le  indicaron,  muy  apropósito  para  sus  fines.  Para  no 
perder  pues  la  favorable  ocasión  que  entonces  se  ofrecía, 
4  su  regreso  del  Mayro,  dicho  P.  no  hizo  mas  que  descansar 
algunos  dias,  saliendo  luego  en  dirección  al  Tamaya  para 
inspeccionar  detenidamente  el  terreno.  Acompañáronle  en 
esta  espedicion  algunos  Cunibos,  y  después  de  tres  dias  de 


—  120  — 

subir  por  el  rio,  le  indicaron,  como  sitio  apropósito 
fundar  el  pueblo,  precisamente  un  terreno  que  estak 
todo  inundado;  ignoraba  el  Padre  que  aquellos  terre 
dieran  inundarse  tan  fácilmente  y  no  pudo  menos  de 
ñar,  que  conociendo  los  Cunibos,  sitios  mas  aparenta  i! 
que  no  llegaban  los  desbordes  del  rio,  no  se  los  hu 
manifestado;  j  si,  tan  solamente  aquel  que  tan  poco  se 
taba,  para  el  establecimiento  de  una  población.  Cm 
sospechó  que  los  Cunibos  no  tenian  verdadero 
hacerse  cristianos,  sino  únicamente  de  sacarle  las 
mientas  que  pudiesen,  por  lo  cual  determinó  regresará 
rayacu,  no  habiendo  quedado  muy  satisfecho  de  los 
tados  de  su  viaje.  Al  pasar  por  el  sitio  en  que  hoy  está 
yariya,  hospedóse  en  la  choza  de  un  Schipibo 
Santiago  y  le  preguntó,  si  en  la  quebrada  que  allí 
caba,  habitaban  muchos  Remos;  y  como  contestase  q 
volvió  el  Padre  á  preguntarle  si  se  encontrarían  por  » 
líos  alrededores  sitios  convenientes  para  formar  un  p 
con  los  terrenos  necesarios  para  establecer  buenas  chi 
á  lo  cual  también  le  contestó  afirmativamente;  añ 
que  él  mismo  tenia  una,  un  poco  apartada  de  allí, 
correspondiente  casa  para  cuando  se  inundaban  las  li 
delUcayali,  y  ofreciéndose  á  enseñársela  al  dia  siguieiiií| 
quería  acompañarle.  Aceptó  el  P.  su  invitación,  y  al  diaj 
guiente  se  embarcó  navegando  por  la  quebrada  hasta) 
cuatro  de  la  tarde,  poco  mas  ó  menos,  en  que  llegaron íi 
chácara;  enseñóle  el  Schipibo  todo  lo  que  tenia,  yaldiaj 
guiente  recorrieron  los  bosques  que  habia  al  rededor  dej 
casa.  Gustóle  mucho  al  Padre  todo  cuanto  vma;  y  tomafll 
de  las  herramientas  que  traia  consigo  algunas  hachas,  H 
chotes,  cuchillos  y  otros  instrumentos  análogos,  los  i^ 
al  Schipibo  para  que  él  y  sus  parientes  pudieran  roztf 
gran  chácara  y  plantar  plátanos  y  yuca,  á  fin  de  que» 
tara  este  alimento,  el  principal  de  la  montaña,  á  los 
dores  de  la  nueva  población;  después  de  lo  cual  regí 
P.  Prefecto  á  Sarayacu,  mas  satisfecho  que  de  su  esc 
al  Tamaya. 


—  121  — 

I     Como  á  la  sazón  estaba  este  Padre  comprometido  con  el 
^Bor  Prefecto  del  Cerro  para  buscar  un  medio  de  comuni- 
cación con  el  Palcazu,  según  llevamos  dicho  mas  arriba,  no 
b  fué  posible  comenzar  por  de  pronto  los  trabajos  de  fun- 
iacion  de  Cayariya,  debiendo  suspenderlos  hasta  su  regre- 
BO  del  Palcazu.  Cuando  lo  hubo  verificado,  pasó  en  seguida 
il  sitio  donde  debia  formarse  la  población;  y  viendo  que 
ktuii  no  habian  sembrado  la  chácara,  instó  á  los  Schipibos 
míe  allí  se  encontraban  á  que  la  sembraran  cuanto  antes, 
encargándoles  al  propio  tiempo  que*  pasados  dos  meses,  ó 
pos  lunas  como  dicen  ellos,  bajasen  cuatro  ó  cinco  hombres 
|(  buscarle  á  Sarayacu.  Cumpliéronlo  así  puntualmente,  y 
haciéndose  el  P.  Calvo  acompañar  por  otros  diez  hombres 
!de  Sarayacu,  se  puso  en  camino  á  mediados  de  Noviembre. 
¡Doce  dias  emplearon  en  la  navegación,  y  luego  de  haber 
iJlegado,  empezaron  á  construir  una  pequeña  casa,  cuyas 
, paredes  eran  de  caña  brava  y  el  techo  de  hojas  de  palma, 
para  habitación  del  Padre;  y  una  vez  concluida,  los  saraya- 
quinos  regresaron  á  su  pueblo,  quedando  el  Padre  con  cua- 
tro familias  cristianas  que  habian  acudido  para  establecer- 
Be  en  la  nueva  población,  además  de  veinte  familias  de 
Schipibos,  mientras  iban  llegando  poco  á  poco  unas  doce 
familias  mas,  procedentes  de  Tierrablanca  y  Santa  Catali- 
na. Aquel  invierno,  que  entonces  empezaba,  fué  muy  lluvio- 
so, y  los  indios  no  pudieron  formar  sino  unos  pequeños  ran- 
<5hos,  donde  poder  albergarse  y  ponerse  á  cubierto  de  los 
aguaceros.  Aproximábase  entretanto  la  cuaresma  del  año 
sesenta,  y  como  los  Padres  recien  venidos  de  Ocopa  no  se 
hallaban  bien  instruidos  todavía  en  la  lengua  del  país,  el 
P.  Prefecto  Calvo  tuvo  que  regresar  á  Sarayacu  para  hacer 
cumplir  el  precepto  pascual  á  los  fieles  allí  reunidos,  que- 
dando en  el  nuevo  pueblo  durante  su  ausencia,  el  P.  Buen^ 
ventura  Comellas.  A  su  regreso  en  1860,  trató  de  construir 
TO  convento  formal,  consiguiendo  verificarlo  con  la  ayuda 
de  las  21  familias  de  Schipibos,  de  que  únicamente  consta- 
ba el  pueblo.  Dándoles  luego  el  término  de  un  año  para  tra- 


—  122  — 

bajar  y  mejorar  sus  chácaras,  logróse  también  constmif 
hermosa  iglesia,  que  atendidas  sus  proporciones  no 
igual  en  aquel  país,  ni  quizá  en  todo  el  departamento 
Loreto.  ¡Lástima  que  estos  dos  edificios  que  tantos  d( 
costaron  á  los  Padres  misioneros,  en  especial  á  los  PF. 
nació  M.  Sans  y  Vicente  Calvo,  tan  frecuentemente  «i 
y  anterior  capítulo  mencionado,  se  hallen  próximos  i 
derse,  y  aun  toda  la  población,  por  los  obstáculos  que  il 
menos  indirectamente  han  suscitado  algunos  Gobemadc 
y  por  las  otras  causas,  de  que  hicimos  ya  mención  al 
de  la  decadencia  de  las  misiones.  A  mas  de  los  Schipt 
que  como  llevamos  dicho  abandonaron  la  población, 
á  las  intrigas  de  un  viajero,  perdiéronse  también  ciento 
tenta  Bemos  de  ambos  sexos  que  se  hablan  presentado 
P.  Fr.  Manuel  Vargas,  quedándose  muchos  de  ellos  á 
reunidos  en  el  sitio  llamado  Pamaya.  Como  algunos  coi 
ciantes  no  cesaban  de  inspirar  á  los  Schipibos  máximas  i 
tra  los  Padres,  y  pedirles  muchachos  en  cambio  de  haí! 
y  machetes;  estos  infieles,  perdido  el  poco  respeto  que 
quedaba  á  los  Misioneros,  se  juntaron  en  número  swpeá. 
los  Remos  y  les  dieron  varias  acometidas,  retirándose 
pocos  que  pudieron  escapar  de  sus  manos  al  interior  del 
yuya,  sin  que  hasta  ahora  haya  podido  averiguarse  sa 
radero.  A  causa  de  estofe  percances,  Cayariya,  podemos 
cir  que  nació  herida  de  muerte,  y  todo  induce  á  temer 
cuanto  antes  quedará  enteramente  destruida,  frustránc 
los  planes  que  en  su  fundación  los  Padres  se  habian 
puesto. 


\Ju¿r> 


aAPITOL©>  Xlf  III. 


MoJeBÜBS  que  Bufrieron  los  Padres  por  parte  del  Gobernador. 
~-E2[ploraeion  del  Palcazn,  por  el  P-  Oalro^ 


Hemos  señalado  ya  en  otra  parte,  como  uno  de  los  obs- 
Itácnlos  que  dificultan  el  progreso  de  las  misiones  de  Ocopa, 
lia  conducta  observada  por  algunas  de  las  autoridades  que 
jd  Gobierno  de  la  República  envia  á  los  países  en  que  traba- 
íjan  los  Misioneros.  En  efecto,  para  que  estos  puedan  con- 
[servar  el  ascendiente  necesario  sobre  los  neófitos,  se  requie- 
|re  naturalmente,  que  sean  respetados  y  tratados  con  la  dig- 
¡nidad  que  se  merecen,  por  todos;  pero  principalmente  por 
laquellos  que  ejercen  autoridad  ó  cargo  público.  Mas  los  Go- 
'  bemadores  no  siempre  han  sabido  hacerlo  así,  sin  tener  en 
cuenta  que  desprestigiando  la  autoridad  de  los  Religiosos, 
indirectamente  labran  la  ruina  de  la  suya. 

Hallábase  en  Sarayacu  por  la  cuaresma  de  1860  el  Padre 
Fr.  Manuel  Bargas,  natural  de  Huanta,  á  quien  como  mas 
iinstruido  en  la  lengua  quichoa,  juzgó  el  Padre  Prefecto  de 
las  misiones  como  el  mas  apropósito  para  encargarle  la  predi- 
cación al  pueblo  en  los  Domingos.  Hizo,  pues,  un  dia  un  ser- 
món sobre  el  amor  á  Dios,  y  queriendo  probar  á  sus  oyentes 
que  el  verdadero  amor  consiste  en  cumplir  los  mandamien- 
tos, les  dijo:  que  si  observaban  la  Doctrina  que  los  Padres 
les  enseñaban,  no  vivirían  tan  descuidados  de  su  salvación; 
añadiéndoles  que  no  siguieran  los  malos  consejos  que  mu- 


—  124  — 

chos  de  los  blancos  les  daban,  pues  de  lo  contrario  se 
tarian  del  cumplimiento  de  sus  deberes  de  cristiant), 
consejeros  y  aconsejados  no  se  arrepentían,  serian  cas 
dos  con  las  penas  del  infierno.  A  esto  se  reduce  en 
palabras  el  sermón  que  les  predicó,  en  el  cual  como  i 
mera  vista  se  echa  de  ver,  nada  habia  que  pudiera 
rarse.  El  Gobernador,  aquel  Domingo  no  asistió  á  la 
pero  si  su  amiga,  la  cual  al  llegar  á  su  casa  le  contó  q 
Padre  predicador  habia  dicho  en  su  sermón,  que  los 
á  nadie  debían  obedecer  sino  á  los  Padres,  y  que  todi 
blancos  que  iban  al  Ucayali  eran  unos  demonios  que  i 
arder  en  los  infiernos;  de  este  modo  tan  indigno  cal 
aquella  mujer  al  Misionero.  El  Gobernador  que  ya  no 
los  mas  adictos  á  los  Padres,  prorumpió  en  voces  deseo: 
sadas  y  amenazadoras  que  oian  estos  desde  su  convento, 
co  distante  de  la  casa  que  aquel  habitaba.  Enterado  d 
dre  Calvo  de  lo  que  pasaba,  envió  á  dicho  Gobernad* 
oficio  cuyo  contenido  era  el  siguiente: 

«He  sabido  que  la  mujer  que  tiene  V.  en  su  com 
«ha  informado  siniestramente  de  lo  que  ha  predicado  el 
«dre  Bargas  y  sin  duda  á  consecuencia  de  estos  informe^^ 
«han  proferido  amenazas,  que  nosotros  mismos  hemos 
«de  quitarnos  la  vida  de  un  pistoletazo.  En  su  vista  su 
«á  V.  se  digne  señalar  un  sitio,  ya  sea  en  su  casa  ó  en  n 
«tro  convento,  donde  podamos  tener  una  entrevista 
«aclarar  la  verdad  del  suceso;  pues  no  me  parece  confa 
«que  las  dos  autoridades,  eclesiástica  y  civil,  estén  d 
«das,  por  ser  cosa  contraria  al  buen  régimen  y  direccioB 
«estos  pueblos.  Dios  guarde,  etc.» 

No  quiso  el  Gobernador  contestar  por  escrito  á  esta 
municacion,  limitándose  tan  solo  á  devolver  la  carpetij 
Padre,  como  prueba  de  haberla  recibido,  y  á  dedrie 
medio  del  portador  que  designaba  la  casa  del  Gobierno 
ra  la  entrevista  solicitada.  Acudieron  entonces  á  elli 
tres  Padres  que  se  hallaban  en  Sarayacu,  á  saber:  el 
Prefecto  Calvo,  el  P.  Bargas  y  el  P.  Guiu,  y  puestos  en 


—  125  — 

lencia  del  Grobemador,  le  preguntó  el  P.  Calvo  ¿cuáles  eran 
bs  quejas  que  tenia  contra  ellos?  Replicóle  este  diciéndole; 
tue  había  ajado  gravemente  su  honor,  dando  el  título  bajo 
)6  mujer  á  aquella  señora  que  tenia  en  su  compañía;  estaba 
^a  presente  á  aquella  conferencia  y  no  pudiendo  contener- 
se quiso  hablar,  pero  advirtiéndolo  el  P.  Guiu  hizo  ademan 
le  imponerle  silencio,  con  lo  cual  encolerizada  se  salió  de  la 
babitacion.  El  P.  Calvo  contestó  entonces  al  Gobernador  que 
¡luites  de  enviarle  el  oficio  habia  pensado  muy  bien  lo  que 
bia  hacer,  pero  que  como  él  no  era  adulador  no  sabia  dar 
ítulos  á  quien  no  los  tenia  ni  los  merecia,  y  apropósito  de 
cuestión  que  se  ha  suscitado,  añadió:  quiero  que  sepa  que 
estoy  enterado  de  que  apenas  hacian  cuatro  horas  que 
.  habia  llegado  á  este  pueblo,  y  en  ocasión  en  que  estaba 
eomiendo  la  pobre  cena  que  con  el  servicio  de  mesa  le  ha- 
llamos ofrecido,  dijo  V.  á  los  circunstantes  que  los  Padres 
éramos  los  encubridores  del  Gobernador  anterior,  cuyas  pi- 
cardías ocultábamos.  Al  oir  esto  sobresaltóse  el  Gobernador 
y  dijo  a'*  P.  Prefecto:  ¿quién  se  lo  ha  dicho  á  V.?  no  tengo 
necesidad  ni  obligación  de  decírselo,  le  contestó.  No  puede 
ser  otro  que  fulano,  repuso  el  Gobernador,  y  efectivamente 
él  era;  mas  no  habia  pasado  hora  y  media,  que  ya  lo  habia 
hecho  poner  en  el  cepo,  paliando  la  venganza,  con  que  se 
habia  emborrachado  y  desafiado  á  un  forastero . 

De  todo  se  habló  en  aquella  entrevista,  menos  del  objeto 
para  el  que  se  habia  tenido;  porque  acalorado  el  Gobernador 
por  haberle  repetido  á  la  cara  lo  que  su  concubina  habia  di- 
cho de  los  Padres,  jdijo  que  si  él  se  hubiera  encontrado  en  la 
iglesia  de  un  pistoletazo  hubiera  levantado  al  Padre  la  tapa 
de  los  sesos.  Al  oir  estas  espresiones,  el  P.  Prefecto  le  dijo: 
Sr.  Gobernador,  á  mí  no  me  atemoriza  V.  con  pistoletazos 
Tü  balazos,  porque  puede  ser  que  siendo  como  soy  un  pobre 
fraile,  Siaya  oido  silbar  cerca  de  mí  mas  balas  que  no  usted, 
apesar  de  ser  militar;  á  lo  cual  añadió  el  P.  Guiu:  y  sin  vol- 
ver la  cabeza.  Viendo  el  Gobernador  que  los  Padres  no  se 
intimidaban  con  sus  amenazas,  mudó  de  tono  y  se  acabó  la 


—  126  — 

entrevista,  sin  que  ninguna  de  ambas  partes  quedara  i 
tisfecha. 

Era  en  aquella  sazón  Prefecto  del  Departamento  el  oJ 
nel  D.  Javier  Mesa;  este  señor  sin  haber  conocido  ni  trati 
jamás  al  P.  Vicente  Calvo  le  escribió  no  obstante  una  cd 
muy  atenta,  y  como  estaba  ya'enterado  de  que  todo  lo| 
en  Moyobamba  se  decia  de  los  Padres  era  una  pura     ' 
nia,  le  ofrecia  en  dicba  carta  toda  su  protección  en  farís 
las  misiones.  Por  desgracia,  desempeñó  poco  tiempo  su 
go,  siendo  de  creer  que  á  haber  continuado  por  mas 
en  él,  no  hubieran  tenido  eco  las  muchas  calumnias  con 
aun  después  se  procuró  deshonrar  á  los  Misioneros;  pues 
mo  no  le  dominaba  ninguna  pasión  contra  ellos,  dé 
presumir  que  hubiera  obrado  siempre  con  rectitud  y 
cia.  Este  señor  Prefecto,  cuando  nombró  Gobernador  de 
rayacu  á  aquel  de  quien  nos  ocupamos,  escribió  al 
una  carta  muy  amistosa,  incluyéndole  un  oficio  para  el 
vo  Gobernador,  de  cuyo  contenido  le  decia  que  se  en 
antes  de  entregarlo.  Decia  la  comunicacion^textualmeate 
tas  palabras.  «Doy  á  V.  por  única  instrucción  para  su 
biemo,  que  en  todo  y  por  todo  lo  concerniente  á  él,  co: 
V.  con  el  R.  P.  Fr.  Vicente  Calvo,  Prefecto  de  las  misi 
— Dios  guarde  á  V.  muchos  años  etc.  etc.»  No  debió 
cerle  muy  bien  esta  instrucción  al  Gobernador;  porque 
leerla,  se  sonrió  con  algún  ademan  de  desprecio  y  ni  os 
sola  vez  cumplió  lo  que  en  ella  se  le  encargaba;  ante 
contrario,  habiéndose  visto  con  su  antecesor,  le  pregtmtó 
se  aconsejaba  de  los  Padres,  y  como  le  respondiese  que  a 
que  le  iba  muy  bien  en  ello,  le  replicó  que  él  no  quena  m 
cerlo;  pues  no  queria  poner  la  espada  debajo  del  manto  í 
un  fraile.  Desde  que  fué  depuesto  de  la  Gobernación,  se  i 
claró  irreconciliable  enemigo  de  los  Padres;  estaba  peiso 
dido  que  su  deposición  habia  sido  motivada  por  la  carta 
el  P.  Calvo  envió  al  Sr.  Prefecto,  lo  cual  sin  embargo 
absolutamente  falso;  porque  ni  una  letra  escribió  dicho 
dre  antes  de  su  deposición,  ni  en  la  carta  que  envió  despi*' 


—  127  — 
lacia  referencia  á  estos  sucesos.  Solo  una  casualidad  hizo 
[ue  en  el  mismo  dia  en  que  ocurrieron,  llegase  á  Sarayacu 
Un  comerciante  de  Tarapoto,  el  cual  se  enteró  de  lo  sucedí- 
lo,  refiriéndolo  después  al  Prefecto. 

A  raíz  de  estos  sucesos  emprendió  el  P.  Calvo  un  nuevo 
riaje  al  Mayro  para  complacer  al  Sr.  Prefecto  del  Cerro  de 
1^0,  quien  le  había  suplicado  que  hiciese  una  expedición 
flrio  Palcazu,  hasta  descubrir  un  rozo  grande  con  una  cruz 
iolocada  en  él,  junto  á  la  orilla  del  rio,  como  señal  del  sitio 
kasta  donde  habia  llegado  la  primera  espedicion  enviada 
íesde  el  Cerro.  Para  su  instrucción  envióle  dicho  Sr.  Pre- 
fecto una  reseña  de  esta  espedicion;  recibida  la  cual  y  he- 
chos los  preparativos  necesarios,  salió  de  Sarayacu  el  dicho 
P.  el  22  de  mayo,  llegando  al  Mayro  el  23  de  junio.  Sin  de- 
tenerse mas  que  un  dia  prosiguió  su  marcha  por  el  Palcazu, 
f  tres  dias  después  se  halló  frente  á  la  desembocadura  del 
tío  Chuchurras,  que  segurameiite  es  el  rio  que  en  la  espedí- 
pion  citada  se  tomó  equivocadamente  por  el  Palcazu.  No 
obstante  de  creerlo  así,  el  P.  continuó  por  el  mismo  río,  ya 
qne  no  estaba  bien  cierto  de  cual  de  los  dos  era  el  que  la  es- 
pedicion habia  recorrido;  ya  muy  tarde  de  aquel  mismo  dia 
vio  otro  rio  sin  nombre,  al  cual  apellidó  S.  Vicente,  por  ser 
b1  de  su  santo  Patrón;  poco  mas  ó  menos  llevaba  este  río  el 
mismo  caudal  que  el  Palcazu,  y  como  ambos  corrían  enca- 
jonados entre  cerros,  era  mucha  la  rapidez  de  sus  corrien- 
tes, siendo  por  otra  parte  muy  poca  el  agua  que  llevaban 
ara  poder  ser  navegables,  por  lo  cual  trató  de  volverse  atrás 
in  haber  visto  el  rozo  ni  la  cruz  que  para  señal  se  habia 
plantado. 
En  el  puerto  del  Mayro  hablan  quedado  las  canoas,  y  el 
dre  marchó  con  toda  la  gente  al  Pozuzo,  desde  donde  es- 
ibió  al  Prefecto,  que  se  hallaba  en  Huancabamba,  dicién- 
^ole  que  desistiera  de  su  empeño,  pues  era  inútil,  toda  vez 
í^ie  el  Palcazu  no  llevaba  suficiente  caudal  de  aguas  para 
k  navegación  del  vapor,  desde  el  puerto  del  Mayro  arriba. 
Añadíale  también  que  él  se  iba  por  Huánuco,  y  que  en  el 


g 


—  128  — 

Cerro  podrían  hablar  detenidamente  sobre  este  asunto, 
medida  de  precaución  tomó  para  acompañarle  en  el 
que  debia  recorrer,  cinco  hombres  Sarayaquinos,  dej 
los  demás  en  la  colonia  alemana,  que  allí  cerca  se  ha 
blecido,  donde  se  quedaron  á  trabajar.  A  su  llegada  al 
ro  avistóse  con  el  Prefecto,  quien  le  manifestó  que  se 
ba  comprometido  en  la  empresa  de  descubrir  el  camino 
Palcazu,  y  que  solo  en  él  tenia  puestas  sus  esperanzas 
conseguirlo.  He  mandado,  le  dijo,  dos  espediciones  que 
han  hecho  gastar  mucha  plata,  y  tan  confuso  me  hallo 
ra  como  antes  de  enviarlas.  En  efecto,  esta  segunda 
cion  á  que  el  Prefecto  se  referia,  salió  por  el  mes  de 
tomando  parte  en  ella  algunos  habitantes  del  Cerro,  ai 
panados  de  una  partida  de  tropa,  para  defenderse  de  los 
fieles  si  se  presentaban  por  aquellas  partes,  y  de  cien  i 
genas  cargueros  y  macheteros;  pero  el  resultado  fiíé  v 
sin  mas  ventajas  que  la  primera  espedicion. 

Antes  de  salir  del  Cerro  el  P.  Calvo  le  preguntó  d 
fecto  que  era  lo  que  necesitaba  para  el  viaje;  á  lo  que 
testó,  que  solo  deseaba  le  acompañaran  una  ó  dos  peí 
inteligentes  para  que  le  refiriesen  lo  que  habrían 
observado;  pues  siempre  quedaría  mas  instruido  con  lo 
verbalmente  le  refirieran  que  no  con  todo  lo  que  él  p 
comunicarle  por  medio  de  cartas.  Ofrecióse  entonces  á 
mar  parte  de  la  espedicion  un  apreciable  joven,  1 
Don  Pedro  Dominguez,  cuya  compañía  fué  durante  todí 
viaje  muy  agradable  al  P.,  quien  no  quiso  tomar  á  susa 
ció  los  indios  macheteros  que  el  Gobernador  le  ofi-ecia, 
que  tenia  aun  á  su  disposición  los  cinco  Sarayaquinos 
que  hemos  hablado,  con  los  cuales  tenia  bastante  para 
vesar  toda  la  montaña;  como  la  esperiencia  le  había 
nado  que  las  espediciones  por  aquellos  países  con  poca 
te,  pero  decidida,  salen  mejor  que  con  mucho 
comitiva,  así  admitió  solamente  cuatro  hombres  para 
pañar  al  señor  Dominguez  á  su  regreso  desde  elPuerto 
Mayro,  el  Pozuzo  y  Huancabamba.  Cuatro  dias  em 


—  129  — 

^asta  llegar  á  la  hacienda  del  Chilachí,  cuyo  dueño  era  el 
^bernador  de  todo  el  valle  de  Huancabamba;  puso  este  se- 
^or  quince  hombres  á  disposición  del  Padre  para  cargar  los 
ríveres  necesarios,  pero  tuvo  que  despedirlos  á  los  pocos 
iüas,  porque  lejos  de  servirle  de  utilidad,  mas  bien  le  causa- 
ban estorbo.  A  los  dos  dias  salieron  de  Chilachí  y  tres  dias 
^después  llegaron  al  Mirador^  sitio  que  se  encuentra  en  el 
taevadísimo  cerro  llamado  Yanachaga.  Desde  este  punto  era 
pde  donde  debian  observarse  las  pampas  y  la  dirección  de  los 
ffios.  A  la  llegada  de  la  espedicion  á  este  sitio,  se  hallaba 
[cubierto  de  una  densísima  niebla  que  impedia  ver  objeto  al- 
guno; por  fortuna  la  atmósfera  se  despejó  por  cinco  minutos^ 
Idurante  los  que  tuvieron  el  tiempo  suficiente  para  mirar  lo 
Iqxle  deseaban,  pudiendo  ya  mas  orientados  proseguir  su 
l'marcha. 

I  Era  en  extremo  molesta  la  bajada  de  aquel  cerro,  llena 
'  como  estaba  de  raíces  que  impedían  andar,  y  tan  empinado 
que  en  algunos  sitios  era  preciso  asirse  de  los  bejucos  y  otros 
arbustos  y  dejarse  colgar;  á  veces  no  se  encontraba  mate- 
rialmente sitio  donde  poner  los  pies,  y  entonces  no  habia 
mas  remedio  que  soltar  los  arbustos  y  dejarse  llevar  de  la 
pendiente  hasta  que  se  encontraba  terreno  firme.  Llegaron 
por  fin  los  espedicionarios,  con  las  manos  ypiés  ensangren- 
tados, hasta  el  Chuchurras,  que  tiene  en  aquel  cerro  su  ma- 
^  nantial,  y  después  de  andar  tres  dias  mas,  atravesaron  otra 
rio  afluente  de  aquel  al  cual  tributa  bastante  agua.  Como  el 
caudal  que  llevaba  era  suficiente  para  sostener  una  balsa  y 
por  otra  parte  todos  estaban  cansados  de  andar  por  aque- 
llos matorrales,  mandó  el  P.  Calvo  á  los  Sarayaquinos  que 
cortasen  unos  excelentes  palos  de  árboles  que  allí  habia,  y 
construyeran  una  pequeña  embarcación,  en  la  cual  entraron 
para  continuar  su  viaje  al  dia  siguiente  por  la  mañana.  Re- 
puestos de  las  pasadas  fatigas  bajaban  contentos  la  corriente 
del  rio,  aunque  iban  con  la  incertidumbre  de  que  rio  era 
aquel;  en  esta  ignorancia  y  sin  advertir  el  riesgo  en  que  sa 
ponian,  metiéronse  en  una  corriente  tan  furiosa,  que  pronto- 

9 


—  130  — 

se  hallaron  sin  fuerzas  para  atraer  la  balsa  á  la  orilla,  a 
do  de  repente  notaron  que  ibaná  precipitarse  contn 
enorme  peñasco.  Advertido  el  peligro  por  el  Padre,  gi 
con  todas  sus  fuerzas:  ¡Sarayaquinos  á  los  botadores!; 
plieron  estos  con  su  deber,  pero  la  fuerza  de  las  agoffi 
irresistible  y  el  naufragio  parecía  inevitable.  Estaba  el 
dre  en  pié  á  la  puerta  del  camarote,  mirando  á  ambos 
por  ver  si  descubría  algún  sitio  hacia  el  cual  pudiera 
girse  á  nado,  cuando  advirtió  que  una  rama  que  la 
Providencia  habia  dirigido  por  aquella  parte,  se  enretó 
el  camarote  de  la  balsa,  y  haciéndole  dar  una  media 
la  lanzó  fuera  de  la  corriente,  quedando  con  este  in 
auxilio  libres  del  peligro.  La  rama  estropeó  la  mano  q 
Padre  tenia  puesta  sobre  el  camarote,  pero  aunque  le 
bastante  sangre,  no  le  parecia  sentir  ningún  dolor,  ya 
con  aquella  pequeña  herida  habian  escapado  de  una  m 
segura.  Esto  les  sirvió  de  lección  para  hacerlos  andar 
cautos  en  lo  sucesivo,  de  manera  que  cuando  oian  el 
de  alguna  corriente  rápida,  saltaban  en  tierra  quedando 
dos  hombres  para  detener  la  balsa,  mientras  los  demás 
guian  el  camino  por  la  ribera;  y  cuando  habian  11 
ya  mas  abajo  del  precipicio,  aquellos  la  soltaban,  reo 
dola  los  otros  después.  El  dia  siguiente  de  haberse  libi 
de  aquel  peligro  divisaron  unas  grandes  piedras  cerca 
la  orilla,  y  como  las  vio  D.  Pedro  Domínguez  dijo:  ha 
aquí  llegó  nuestra  frustrada  espedicion.  ¿Cómo,  dijo  enfffl 
ees  el  Padre  Calvo,  no  llegaron  pues  hasta  el  Palcazu? 
que  debe  estar  muy  lejos  todavía,  replicó  el  señor  Do 
guez;  antes  de  media  hora  estaremos,  repuso  el  Padre, 
esta  conversación  estaban  todavía,  cuando  uno  de  los 
yaquinos  dice:  Padre,  hé  aquí  el  Palcazu;  y  efectivami 
no  distaba  de  allí  mas  que  unas  cinco  cuadras.  Aunque 
á  todos  llenó  de  alegría,  el  señor  Domínguez  esperimeni 
cierta  confusión.  ¡Es  posible,  decia,  que  se  haya  hecho 
espedicion  tan  ruidosa  con  el  fin  de  llegar  al  Palcazu  y 
después  de  haber  visto  sus  aguas  tan  de  cerca,  nos  voltí 


_  131  _ 

mos  sin  haber  podido  dar  razón  de  nuestro  cometido?  Pero 
no  fué  mia  la  culpa;  no  me  faltó  valor  como  no  me  falta 
ahora.  i-*^ 

Entrados  ya  en  el  Palcazu,  como  el  P.  era  conocedor  de 
aquel  rio  hasta  el  puerto,  se  disipó  en  el  ánimo  de  todos  la 
ansiedad  natural  que  antes  esperimentaban,  mayormente 
desde  el  riesgo  tan  inminente  que  habian  corrido  de  perder 
la^^rida;  no  obstante,  ya  que  no  todos,  algunos  al  menos  de 
los  que  formaban  parte  de  la  comitiva,  no  dejaron  de  espe- 
rimentar  un  pequeño  susto  aquel  dia.  Fué  el  caso  que  como 
entre  diez  y  once  de  la  mañana,  llegaron  á  un  sitio  en  que 
el  rio  forma  una  pequeña  cascada;  creyendo  que  habria  cau- 
dal suficiente  para  deslizarse  la  balsa,  no  habian  tomado 
ninguna  precaución,  pero  sucedió  lo  contrario  quedándose 
varados  en  medio  del  rio.  No  es  para  descrito  el  temor  que 
156  apoderó  de  los  indios  del  Cerro,  al  ver  que  la*  balsa  no 
podia  seguir  adelante;  perdieron  el  color,  creyéndose  con- 
denados á  tener  que  esperar  la  muerte  en  medio  de  aquellas 
aguas.  Sin  embargo  no  corrían  ningún  peligro,  porque  solo 
habia  agua  hasta  la  rodilla;  pero  con  todo,  no  habia  pala- 
bras bastantes  para  animarles  y  hacerles  salir  de  la  balsa, 
como  era  indispensable  hacerlo  para  sacarla  á  flote,  hasta 
que  para  darles  ejemplo  el  P.  saltó  el  primero  al  rio  y  tras 
él  lo  hizo  el  señor  Domínguez;  á  los  sarayaquinos  no  hubo 
necesidad  de  animarles,  pues  no  tenian  ningún  temor,  rién- 
dose á  carcajadas  cuando  veian  los  visages  de  los  otros  in- 
dios. Al  fin,  cuando  todos  estuvieron  en  el  agua,  levantaron 
la  balsa  por  medio  de  palancas  y  sin  dificultad  la  hicieron 
mover.  Sin  otra  novedad,  continuaron  bajando  por  el  rio 
hasta  llegar  ál  puerto  al  dia  siguiente  por  la  tarde.  Allí  se 
detuvieron  por  espacio  de  dos  dias  durante  los  que  el  P.  y  el 
señor  Domínguez  levantaron  un  plano  de  los  sitios  que  ha- 
bian recorrido,  y  enviaron  al  Prefecto  del  Departamento  un 
parte,  que  esta  vez  pudo  ser  mas  satisfactorio  que  el  de  la 
otra-^espedicion,  despidiéndose  luego  el  P.  Calvo  para  el  üca- 
yali  y  el  señor  Domínguez  para  el  Cerro. 


CAPITULO  KIX 


Desgracia  qae  eeperimentaron  las  miaionea,  j  moerte 

de  rarioi^  Padres^ 


Mientras  tenian  lugar  los  sucesos  que  acabamos  de  refr 
rir,  las  misiones  del  Ucayali  esperimentaban  un  terrible  c» 
tratiempo.  B^aba  el  P.  Calvo  por  el  Pachitea  satisfecho  ád 
buen  resultado  de  su  compromiso  con  el  Prefecto  del  Cen* 
é  iba  pensando  ya  en  otro  viajé  que  debia  hacer  el  siguienfc 
año  para  ir  al  capítulo  de  Ocopa;  entró  en  el  ücayalF  con  ^ 
satisfacción  que  esperi menta  el  que  ha  reportado  victoria  de 
una  empresa  muy  difícil,  cuando  bien  pronto  su  alegríad^ 
bia  trocarse  en  inconsolable  aflicción.  Al  pasar  por  delante 
de  las  primeras  casas  de  infieles  Schipibos, .  que  habitatai 
á  la  orilla  del  rio,  hizo  dirigir  hacia  ellas  la  canoa  y  nodqí 
de  sorprenderle  el  profundo  silencio  que  en  todas  partes  rei- 
naba; entró  en  una  de  aquellas  chozas  y  su  sorpresa  creóí 
de  punto  al  observar  que  habia  cinco  sepulturas  recientes. 
No  tuvo  empero  que  discurrir  mucho  para  averiguar  lo  qaí 
aquello  significaba.  Uno  de  sus  peones  se  habia  sentido  at»* 
cado  de  las  viruelas  en  el  Pozuzo;  y  retirándose  al  Mayrosi 
hizo  conducir  por  otros  dos  peones  hasta  el  Ucayali.  E* 
enfermedad  de  las  viruelas  es  ki  mas  temida  de  los  infe 
porque  dicen  que  para  todas  las  enfermedades  tienen  reía^ 
dio  en  el  monte,  menos  para  esta.  Los  dos  indios  que  coinlt» 
cian  á  aquel  desgraciado,  temerosos  del  contagio,  al  U^ 


—  133-- 

cerca  del  Ucayali  construyeron  una  pequeña  balsa  y  entran- 
do en  ella  dejaron  al  paciente  ya  medio  moribundo,  en  la 
canoa,  á  merced^de  las  aguas.  Al  pasar  por  delante  déla 
casa  de  los  Schipibos,  viendo  estos  que  nadie  la  conducía  qui- 
sieron aprovecharla,  yendo  dos  hombres  con  otra  canoa  á 
recogerla;  pero  viendo  dentro  un  enfermo  en  tan  mal  esta- 
do, lo  llevaron  con  su  misma  canoa  hacia  su  casa;  pidióles 
el  paciente  que  le  diesen  de  beber,  por  que  la  sed  le  abrasa- 
ba, encargándoles  el  mismo  que  se  lo  diesen  desde  Jejos  para 
no  inficionarse;  hiciéronlo  así  los  Schipibos  y,   dando  un 
empuge  á  la  canoa,  volvió  el  moribundo  á  seguir  á  merced 
de  la  corriente,  sin  quenada  mas  se  haya  sabido  de  él.  Bastó 
•este  pequeño  contacto  que  tuvieron  con  el  enfermo,  para 
que  se  contagiase  toda  aquella  gente;  y  aun  que  varios  de 
ellos  se  dispersaron,  todos  perecieron.  Los  dos  indios  que  le 
h.abian  abandonado,  no  tardaron  en  recibir  el  castigo  de  su 
poca  caridad;  porque  el  uno  murió  en  breves  dias  en  el 
monte  sin  auxilio  alguno  y  el  otro  se  sintió  atacado  del  mal, 
y  aun  que  no  murió,  comunicó  sin  embargo  el  contagio  á 
su  mujer  que  falleció  en  pocos  dias.  Enfermaron  luego  dos 
jóv^ies  neófitos,  que  también  murieron;  siendo  estos  las 
únicas  víctimas  que  en  aquel  sitio  causó  la  enfermedad, 
evitando  sin  duda  que  hiciera  mayores  estragos  el  grandí- 
simo temor  que  le  tienen  los  indios;  pues  en  el  acto  en  que 
se  declaró  Sarayacu  quedó  desierto,  permaneciendo  única- 
mente los  Padres  que  estaban  también  enfermos,  un  hombre 
<ie  carca  setenta  años  y  dos  mujeres  que  habian  pasado  ya 
las  viruelas  en  Tarapoto. 

Afligido  en  estremo,  bajaba  el  P.  referido  por  el  ücaya- 
li,  y  aumentaba  su  tristeza  la  carencia  absoluta  de  noticias 
respecto  lo  que  pasaba  en  Sarayacu;  pues  que  ninguna  de 
las  personas  que  hubieran  podido  informarle  de  lo  que  ocu- 
pria  quería  hablar  con  él  ni  le  permitian  entrar  en  sus  ca- 
sas, ni  aun  socorrerle  en  lo  que  él  y  sus  compañeros  nece- 
sitaban. La  aflicción  se  le  acrecentaba  conforme  se  acercaba 
á  Sarayacu;  aquellas  playas  que  en  el  verano  estaban  cu- 


—  134  — 

biertas  de  ranchos,  y  pobladas  tanto  de  cristianos  como 
infieles,  estaban  convertidas  en  nn  desierto,  y  por  todas  ps^ 
tes  reinaba  un  profundo  silencio.  Al  llegar  al  puerto  de  &» 
yacu  parecióle  entrar  en  un  cementerio,  nada  se  oia,  y  no 
veia  persona  alguna;  hasta  los  perros  y  las  gallinas  habia 
emigrado  con  sus  dueños,  y  en  el  pueblo  habia  crecido  k 
yerba  lo  nlismo  que  en  un  prado.  El  P.  dirigióse  ensegoioi 
al  feonvento,  y  al  abrir  la  puerta,  lo  primero  que  se  le  pre- 
sentó á  la  vista,  fueron  dos  espectros;  el  P.  Bruno  Guiay 
Fr.  Enrique  Portóles  representaban  la  misma  muerte;  ú 
verle  el  P.  Guiu  le  abrazó  diciéndole,  gracias  á  Dios  ya  mua- 
ro  contento.  El  P.  Bargas  era  el  único  que  les  asistía,  pe» 
con  suma  dificultad,  pues  también  él  estaba  enfermo;  el  pobre 
se  levantaba  de  la  cama  para  darles  algún  alimento,  y  luegt 
volvia  á  acostarse.  No  adolecia  de  la  misma  enfermedad  qw 
los  otros,  sino  que  tenia  otros  achaques  causados  por  k 
asistencia  á  los  enfermos,  y  la  aflicción  de  que  estaba  po- 
sóido.  Contribuía  á  causarles  á  todos  mayores  angustias,  k 
prolongada  ausencia  del  P.  Calvo,  y  el  ver  que  se  les  ha- 
blan acabado  ya  los  alimentos;  y  que  no  tenian  mediciiias 
ni  médico  alguno  que  les  asistiera. 

El  dicho  P.  Calvo  habia  llegado  de  su  viaje  sano  y  ro- 
busto, pero  al  contemplar  aquel  cuadro  tan  desconsolador, 
sin  esperanzas  de  remediar,  á  lo  menos  por  de  pronto,  to 
graves  necesidades,  le  entró  una  especie  de  desaliento  qne 
poco  á  poco  le  fué  quitando  las  fuerzas.  Los  indios  que  le 
acompañaron  en  el  viaje,  como  vieron  á  los  Padres  enfermos 
y  el  pueblo  abandonado,  se  marcharon  en  busca  de  susfi- 
millas.  Solo  un  sueco  que  recorría  el  Ucayali  dedicándose  al 
comercio,  pudo  suministrarles  algún  pequeño  ausilio,  en- 
tregándoles cinco  gallinas  que  pudo  recojer  por  aquellos  al- 
rededores; grandísima  fué  la  utilidad  que  este  socorro  te 
proporcionó,  pero  era  necesario  economizarlas,  porque  ig- 
noraban cuando  les  vendría  otro  refrigerio,  y  así  solo  mati^: 
ban  una  cada  dos  días  para  cuatro  enfermos.  Habia  tamWflfi 
(las  muchachitos  infieles  que  se  quedaron  al  servicio  de  1* 


—  135  — 

bdres,  pero  no  les  servían  para  otra  cosa  que  para  traerles 
H  agua  y  leña  que  necesitaban.  En  esto,  el  P.  Calvo  se  iba 
miendo  peor,  entrándole  una  inapetencia  tan  grande  que 
enas  llegaba  á  dos  onzas  el  alimento  que  tomaba;  así  fué 
e  en  pocos  dias  su  cuerpo  parecía  un  esqueleto.  Entre 
íanto  los  Sarayaquinos  seguian  en  la  emigración  y  solo  de 
jrez  en  cuando  aparecía  alguno  trayendo  á  los  Padres  algún 
jara  del  monte  ó  algún  pescado  del  Ucayali.  Serian  ya 
últimos  de  Noviembre  del  citado  afio  1860  cuando  se  pre- 
ntó  un  inglés  que  algún  tiempo  atrás  se  habia  hospedado 
el  convento,  y  al  contemplar  aquel  triste  espectáculo 
e  se  ofreció  á  su  vista,  se  fué  al  Ucayali,  regresando  á  los 
os  dias  con  veinticinco  pollos  y  gallinas  para  los  Padres 
fórmos.  Gracias  á  este  alivio,  y  á  que  algunos  Sarayaqui- 
os  empezaban  á  regresar  á  sus  casas,  mejoró  algún  tanto 
situación,  aunque  en  nada  cedia  la  enfermedad,  sino  que 
contrario  los  Padres  iban  empeorando  cada  dia.  Fr.  Enri- 
[que  Portóles  fué  el  primero  que  falleció,  entregando  su  al- 
ma al  Criador  el  dia  26  de  Enero  de  1861. 

El  P.  Calvo  habia  perdido  el*  conocimiento  en  el  estado 
|de  debilidad  en  que  se  encontraba,  pero  tuvo  á  lo  menos  la 
Ifortuna  de  recobrar  la  apetencia,  con  lo  que  se  le  restable- 
cieron algún  tanto  las  fuerzas.  El  P.  Guiu,  debilitándose 
mas  y  mas,  murió  á  primeros  de  marzo,  pasando  á  recibir 
el  premio  de  los  sacrificios  heroicos  á  que  le  habia  llevado 
su  ardiente  celo  para  la  gloria  de  Dios  y  la  salvación  de  las 
almas.  Esta  nueva  desgracia  hizo  recaer  al  P.  Calvo,  que 
quedó  sumido  en  una  gran  postración.  Dióle  luego  una  es- 
Ipecie  de  delirio  no  pudiéndosele  sujetar  á  que  guardara  ca- 
I  ma;  el  P.  Bargas  buscó  cuatro  hombres  de  mucha  fuerza 
i  para  que  le  sujetasen,  pero  aunque  él  habia  perdido  sus  car- 
I  nes  jugaba  con  ellos  como  si  fueran  chiquillos;  rendidos  de 
íatiga  tuvieron  que  relevarlos  con  otros  cuatro  al  cabo  de 
I  una  hora,  y  á  estos  sucesivamente  durante  diez  horas  se- 
guidas, hasta  que  pasado  este  furioso  ataque  quedó  el  Padre 
aletargado  por  espacio  de  ocho  horas.   El  Gobernador  que 


—  136  — 

era  hombre  de  mucha  fuerza  y  uno  de  los  primeros 
habían  sujetado,  le  decía  después  que  no  podía  com 
como  era  posible,  que  un  hombre  estenuado  por  la 
dad  hubiese  podido  rendir  tan  completamente  las  fai 
mas  de  treinta  hombres  ágiles  y  robustos.  Con  este  ai 
llegó  el  P.  Calvo  á  los  últimos  trances  de  la  vida,  en 
nos  que  el  P.  Bargas  creyó  conveniente  administrarle 
Santos  Sacramentos;  y  cumplida  esta  obligación  de 
no,  creyendo  inminente  la  muerte  del  enfermo,  envié 
propio  á  Cayariya  llamando  al  P.  Buenaventura  Coi 
que  como  más  antiguo  debía  hacerse  cargo  de  la  Prefi 
de  las  misiones.  A  los  veinte  días  poco  mas  ó  menos 
este  Padre  á  Sarayacu,  encontrando  al  P.  Calvo  un 
mejorado,  aunque  postrado  todavía  en  la  hamaca. 

Durante  aquella  Cuaresma  el  P.  Bargas  solo  había 
do  confesar  en  Sarayacu,  quedando  los  neófitos  de  los 
más  pueblos  sin  haber  podido  cumplir  el  precepto 
El  Padre  Cornelias  acababa  también  de  sufrir  la  misma 
fermedad  que  los  PP.  de  Sarayacu,  de  la  cual  no  estaba 
completamente  restablecido.  Viendo  este  padre  que  el 
dre  Calvo  seguía  mejor,  trató  de  ir  á  los  pueblos  m 
nos  para  hacer  cumplir  á  sus  habitantes  con  el  precepta 
la  Iglesia;  y  aunque  el  Padre  Calvo  no  queria  permitíi 
de  ninguna  manera,  viéndole  tan  falto  de  fuerzas  todr 
al  fin  accediendo  á  sus  reiteradas  instancias  se  lo  peri 
Salió,  pues,  para  Santa  Catalina,  y  queriendo  principiar 
de  Yanayacu  pasó  antes  por  este  pueblo,  pero  le  m 
que  al  día  siguiente  antes  de  dar  principio  á  las  confesi 
esperimentó  una  grave  recaída  en  sus  dolencias,  siendo 
eiso  trasladarlo  en  una  hamaca  á  Santa  Catalina;  allí  lo 
locaron  en  una  canoa  conduciéndole  á  Sarayacu,  donde 
gó  sin  esperanzas  de  vida.  Viéndole  en  este  estado  se 
administraron  los  Santos  Sacramentos,  muriendo  á  los 
co  días  de  su  regreso  de  Yanayacu,  víctima  también  (fe 
ardiente  caridad. 

Fatal  por  todos  conceptos  había  sido,  pues,  el  año  61 


—  137  — 

¡M  misiones;  tres  de  sus  individuos  habian  muerto  y  el  Pa- 
ire Calvo,  convaleciente  apenas  de  su  gravísima  enferme- 
iíad,  tenia  que  dejarlas  para  ir  á  Ocopa  á  tomar  parte  en  el 
jfiapítulo  y  restablecer  en  aquel  colegio  sus  perdidas  fuerzas. 
Bolo  quedaban,  pues,  el  P.  Bargas,  que  seguia  achacoso,  y  el 
iPadre  Batellas,  que  era  el  único  que  habia  quedado  sano; 
Jpero  que  se  hallaba  falto  de  la  experiencia  que  se  necesita 
bara  la  dirección  de  las  conversiones  de  infieles.  El  P.  Calvo 
iiegnia  mejorando  lentamente,  pero  le  quedó  tal  flojedad  en 
los  nervios,  que  le  era  casi  imponible  sostenerse  en  pié;  no 
iobstante,  algo  mas  aliviado,  á  fines  de  mayo  emprendió  su 
[Viaje  para  Ocopa,  aunque  con  pocas  esperanzas  de  llegar 
rallí.  Entró  en  el  ücayali  y  con  los  nuevos  aires  que  respira- 
|baiba  también  experimentando  mas  alivio,  conforme  se 
¡•apartaba  de  los  ardientes  calores  de  la  montaña,  y  se  acer- 
Icaba  á  la  fresca  atmósfera  del  Mayro.  Mucho  le  hizo  sufrir 
\  la  debilidad  que  experimentaba  todavía,  en  el  camino  que 
l^debia  recorrer  para  llegar  del  Mayro  á  Pozuzo.  Llegado 
-aquí  descansó  cinco  ó  seis  dias,  y  estaba  ya  preparándose 
para  seguir  hasta  Ocopa,  cuando  una  tarde  mientras  se  ha- 
llaba en  conversación  con  el  señor  cura  de  la  colonia  ale- 
:  mana,  el  Gobernador  Artota  del  Pozuzo  y  otros  caballeros 
<iue  allí#se  encontraban,  el  Gobernador  que  entendia  algo 
en  medicina  notó  cierto  visaje  extraño  en  el  rostro  del  Pa- 
^^^f  y  gritando  dijo:  que  le  sostuviesen,  porque  iba  á  caer- 
le por  detrás;  efectivamente  era  así,  pero  uno  de  los  señores 
que  estaban  presentes  acudió  tan  á  tiempo  que  pudo  impe- 
'dir  el  golpe  que  hubiera  dado  de  cabeza  contra  el  suelo. 
Este  ataque  fué  de  igual  naturaleza  al  que  el  mismo  Padre 
habia  tenido  en  Sarayacu,  aunque  mas  ligero,  pues  las  con- 
vulsiones no  pasaron  esta  vez  de  una  hora  y  el  letargo  duró 
<5omo  unas  cinco.  Quedó  sin  embargo  en  estado  de  no  poder 
continuar  su  viaje,  escribiéndolo  así  á  Ocopa,  mientras  ha- 
;  cia  lo  mismo  el  Gobernador;  pero  como  las  cartas  se  retar- 
daron mucho,  no  llegaron  á  tiempo  y  los  Padres  reunidos 
'  pasaron  á  celebrar  capítulo.  El  R.  P.*  Juan  Cuesta  fué  elegi- 


—  138  — 

do  Guardian,  y  como  no  se  habían  recibido  las  cartas 
rajacu  en  que  se  participaban  las  desgracias  ocuití< 
procedió  también  á  la  elección  de  Prefecto  de  misiones» 
dando  reelegido  el  P.  Vicente  Calvo. 

Entretanto  restablecióse  este  de  sus  dolencias  y 
para  Huánuco,  llegando  sin  novedad  aunque  muy  del 
allí  prosiguió  para  el  Cerro,  pero  el  tener  que  pasar 
tre  los  minerales  y  la  sutileza  del  aire  que  allí  reina,  le 
só  tal  impresión,  que  respiraba  con  dificultad  y  apenasj 
dia  dar  algunos  pasos;  el  frío  le  consumía  tanto  mas, 
ya  no  estaba  acostumbrado  á  sentirlo  después  de  tantos 
pasados  en  los  ardores  del  ücayali.  Al  pasar  por 
encontróse  con  el  M.  R.  Padre  Comisario  general  qi 
gresaba  á  Lima  después  de  celebrado  el  capítulo  de 
y  aprovechó  esta  circunstancia  el  P.  Calvo  para  hacerle| 
mismo  la  renuncia  verbal  de  la  Prefectura  de  misiones; 
el  P.  Comisario  le  contestó  que  la  presentase  al  Discí 
de  Ocopa,  como  así  lo  hizo  á  su  llegada  al  Colegio, 
Padres  no  se  la  admitieron. 


»♦«- 


m^^ 


GAPITULO  IK.'K- 


Traslación  de  los  Padres  Misioneros  á  Oayari ya —Nuevas 

molestias  que  sufrieron- 


paando  las  misiones  de  Sarayacu  necesitaban  de  la  protec- 
ta  de  todos,  para  rehacerse  del  terrible  golpe  que  habian 
trido,  nuevas  contrariedades  se  les  presentaron,  que  mas 
una  vez  hicieron  llegar  á  los  misioneros  cuasi  al  estremo 
abandonarlas.  Por  de  pronto  el  Padre  Prefecto,  Vicente 
vo,  no  podia  pensar  en  volver  á  ellas,  pues  la  larga  y  pe- 
sa enfermedad  que  habia  sufrido,  le  exigia  imperiosa- 
fente  el  descanso  y  unos  cuidados  que  no  era  dable  encon- 
ir  en  aquellas  desiertas  regiones,  y  por  otra  parte  era  in- 
spensable  reemplazar  cuanto  antes  con  nuevos  Padres  las 
|as  que  habia  causado  la  gloriosa  muerte  de  los  PP.  Giu 
Cornelias. 

En  este  estado  se  ofrecieron  á  partir  para  las  misiones 
PP.  Fr.  Lucas  Martorell  y  Fr.  Ignacio  Maria  Sans,  dos 
erdotes  á  cual  mas  dignos  y  capaces  para  desempeñar  el 
o  que  iba  á  confiárseles.  Especialmente  el  P.  Martorell 
ba  adornado  de  las  mas  bellas  cualidades  de  virtud  y 
cia,  y  asi  fué  que  el  P.  Calvo  no  vaciló  en  nombrarle  des- 
lueg'O  Vi  ce-prefecto,  dándole  todas  las  facultades  que  él  to- 
la para  el  régimen  de  las  conversiones.  Partieron  de  Ocopa 
inbos  Padres  á  últimos  de  Agosto  de  1861  y  llegados  feliz- 
mente el  primero  á  Sarayacu,  y  el  segundo  á  Cayariya  die- 


—  140  — 

ron  principio  al  ejercicio  de  su  ministerio,  instruyen 
feligreses  con  tal  perfección  como  nunca  lo  ha])iaii 
Los  jóvenes  de  ambos  sexos  y  aun  algunos  de  ma 
no  solo  aprendieron  las  oraciones  mas  comunes  y 
puestas  del  Catecismo,  sino  que  aprendieron  también 
himnos  castellanos  que  cantaban  en  la  hora  del 
trisagio  y  durante  la  misa  de  los  domingos.  Abriera! 
bien  nuevamente  la  escuela  de  primeras  letras  con 
aprovechamiento  de  los  niños,  dirigiéndola  hasta  que 
ron  entregarla  al  preceptor  nombrado  y  pagado  p<» 
bierno.  Todo  parecía  augurarles  un  risueño  porvenir, 
do  nuevos  disgustos  vinieron  á  entorpecerles  su 
aunque  no  por  culpa  de  las  autoridades,  pues  los  dos 
nadores  que  hubo  en  aquella  época  corrieron  en  ba 
monía  con  los  Padres.  La  causa  de  estas  molestias 
siguiente: 

El  Prefecto  de  Mayobamba  habia  encargado  h 
cion  del  censo  de  la  provincia  á  un  húngaro  muy  i 
que  residia  allí:  cuando  este  llegó  con  su  comisiona 
yacu  se  hospedó  en  el  convento  como  á  sitio  el  mas 
de  la  población,  recibiéndole  los  Padres  con  mucho 
y  sirviéndole  con  muy  buena  voluntad  con  lo  poco 
tenian.  Agradeció  mucho  el  comisionado  estos  o 
manifestó  al  Padre  superior  el  deseo  de  que  le  acom 
hasta  dejarlo  fuera  de  los  límites  de  las  misiones, 
candió  el  Padre,  creyendo  prestar  un  obsequio  á  la 
ca,  con  acompañar  á  un  delegado  del  Gobierno.  Salier 
consecuencia  los  dos  de  Sarayacu  acompañados  del  G 
nador  del  distrito,  y  fueron  juntos  hasta  el  sitio  lin 
Pucacuru.  Desde  que  se  despobló  Sarayacu  á  causa  íi 
-viruelas,  se  habian  reunido  en  aquel  punto  una  grií 
cion  de  sarayaquinos,  viviendo  cuasi  como  infieles  en 
chozas  de  hojas  de  caña  brava,  que  con  suma  ' 
construían;  un  comerciante  les  tenia  ocupados  en 
salar  el  pescado,  y  en  trabajar  una  chácara  que  estal* 
glande,  y  los  sarayaquinos  bien  hallados  con  aquel 


—  141  — 

¡rida  sin  acordarse  apenas  de  que  eran  cristianos  no  pen- 
Ipn  en  volver  á  Sarayacu.  Con  el  objeto  de  hacerles  aban- 
p  aquella  residencia,  que  por  varios  títulos  no  les  con- 
a,  acordaron  el  Gobernador,  el  húngaro  y  el  P.  Marto- 
qiae  si  los  indios  no  querían  buenamente  dejarla  les 
jarían  los  ranchos,  con  lo  que  no  se  les  ocasionaba  una 
in  pérdida;  pues  á  lo  sumo  podrían  haber  empleado  dos  ó 
jornales,  que  en  aquel  añoee  pagaban  tan  solo  á  un  real 
uno.  Ejecutáronlo,  pues,  como  habían  convenido,  sacan- 
rimero  de  los  ranchos  todo  lo  que  habia  dentro.  Hallá- 
á  la  sazón  ausente  el  comerciante,  cuya  casa,  como  de 
coste,  fué  respetada,  pero  noticioso  del  hecho  supo 
l^rlo  con  tan  vivos  colores  que  hasta  decia  haberse  que- 
po viva  una  mujer  anciana. 

[  Tenian  algunos  habitantes  de  Mayobamba  fuertes  pre- 
nciones  contra  el  húngaro  y,  noticiosos  del  acontecimien- 
^de  Pucacuru,  no  quisieron  desperdiciar  la  coyuntura 
p  que  se  les  brindaba  para  fastidiarle;  al  efecto  pusieron 
^  juego  todos  los  resortes,  acusándole  de  incendiario  ante 
^  tribunales.  En  un  principio  no  hicieron  mención  alguna 
I  los  Padres,  pero  como  sus  constantes  enemigos  tampoco 
|rdian  ocasión  de  acusarlos,  hicieron  de  manera  que  el 
i  Martorell  quedase  envuelto  en  la  acusación  que  pesaba 
Ibre  el  húngaro,  sin  que  se  dijese  una  sola  palabra  del  Go- 
fmador,  siendo  así  que  en  caso  de  haber  habido  culpa,  él 
jlbiera  sido  mas  culpable  que  los  otros  dos  por  razón  del 
trgo  que  desempeñaba.  Pero  á  los  acusadores  poco  les  im- 
ífrtaba  esto,  pues  lo  que  deseaban  era  que  el  tribunal  pro- 
idiera  contra  el  húngaro  y  el  P.  Martorell,  aunque  quedase 
bre  el  Gobernador,  á  quien  les  convenia  tener  propicio. 
I  Pasado  algún  tiempo  el  P.  Martorell  recibió  un  anónimo 
^hado  en  Mayobamba,  en  el  cual  se  le  decia  que  si  en  su 
pclaracion  culpaba  solamente  al  húngaro,  nada  le  resulta- 
ba en  contra  de  él  ni  de  las  Misiones,  y  por  lo  tanto  que 
Jese  este  paso  y  todo  quedaría  concluido.  El  Padre,  no  obs- 
jtote,  como  tenia  la  conciencia  mas  delicada  que  sus  adver- 


—  142  — 

sarios,  en  vez  de  cometer  la  acción  tan  poco  decoi 
se  le  aconsejaba,  lo  que  hizo  fué,  enviar  el  anónimoi 
Prefecto,  quien  conociendo  toda  la  intriga  procuró 
suspendiera  el  procedimiento,  concluyendo  todo 
que  ausentarse  de  Mayobamba,  el  comisionado  hú] 
el  P.  Martorell  faltó  en  el  suceso  de  Pucacuru  m 
disculpa  la  rectitud  de  sus  intenciones,  que  eran 
que  volviese  á  la  vida  cristiana  aquella  gran  mi 
sus  feligreses  que,  con  sumo  dolor,  les  veia  vivir 
fieles. 

Aunque  como  acabamos  de  decir,  este  asunto 
ulteriores  consecuencias  para  las  misiones,  contini 
embargo  los  Padres  esperimentando  nuevos  disgus 
lo  escribieron  al  P.  Prefecto,  que  se  hallaba  todavíaj 
pa,  significándole  que  se  hallaban  algo  inclinados 
donar  aquel  trabajo  tan  ingrato,  y  regresar  al  cok 
que  solo  lo  verificaron  así  el  P.  Manuel  Vargas  y  el 
lego  Fr.  Manuel  Cornejo.  Tanto  por  las  cartas  de  1( 
que  quedaron,  como  por  las  noticias  verbales  de 
volvieron,  quedó  informsgdo  el  Padre  Prefecto  del 
tado  en  que  se  hallaban  las  misiones,  y  como  él  se| 
traba  ya  enteramente  restablecido  de  sus  achaques, 
nó  trasladarse  allí  para  ver  si  con  su  presencia,' 
tribuir  á  mejorar  algún  tanto  la  situación.  A  su  \l\ 
Sarayacu  pudo  convencerse  por  esperiencia,  de  qul 
exagerada  la  pintura  que  los  otros  Padres  le  habiai 
Apenas  merecían  la  confianza  de  nadie,  y  aquellos  á 
mas  servicios  habian  prestado,  por  no  compromett 
unos  se  retiraban  tímidamente  y  los  mas  se  unían  al| 
de  sus  contrarios,  calumniando  á  los  Religiosos 
demás. 

Era  tan  intolerable  la  situación  á  que  los  PadrK 
venido,  que  en  1863  les  vino  nuevamente  el  peí 
de  dejar  aquellas  misiones,  retirándose  todos  al  Colegj 
esta  vez  como  la  otra  no  supieron  vencer  la  repi 
que  les  causaba  dejar  enteramente  abandonadas 


—  143  — 

bres  almas,  que  tantos  sudores  y  fatigas  les  habían  costa- 
,  y  hacia  las  que  sentían  un  entrañable  amor,  apesar  de 
mala  correspondencia  que  por  parte  de  algunos  encontra- 
n.  Así,  pues,  lo  que  hicieron  fué  adoptar  un  término  me- 
io,  retirándose  todos  á  Cayariya,  á  donde  por  la  consíde- 
jable  distancia  de  Sarayacu  á  que  se  encuentra,  rara  vez 
ega  ningún  forastero;  pero  con  la  intención  de  visitar  de 
en  cuando  los  otros  pueblos  de  conversiones,  como  cons- 
térnente se  ha  hecho. 

A  su  salida  de  Sarayacu,  los  Padres  fueron  objeto  de 
ndes  demostraciones  de  afecto  por  parte  de  los  indios, 
¡nienes,  aunque  no  les  profesaban  el  respeto  de  antes,  ni  les 
ardaban  aquellas  consideraciones  que  siempre  les  habían 
nido,  manifestaron  mucho  sentimiento  por  su  partida;  y 
un  muchos  de  ellos  no  sabiendo  avenirse  á  la  idea  de  vivir 
los  sin  la  compañía  de  los  Padres,  quisieron  seguirles  á 
nueva  residencia,  lo  que  estos  no  quisieron  permitírselo 
ra  que  después  no  se  dijera  que  los  Padres  les  habían  in- 
ucido  á  abandonar  Sarayacu.  No  les  valió,  sin  embargo, 
precaución,  pues  á  los  pocos  días  de  su  partida,  el  lla- 
mado partido  Paño  que  predominaba  en  Sarayacu  se  apóde- 
lo de  la  iglesia,  y  tomando  las  imágenes  de  los  santos  que 
¡bien  les  parecieron,  los  ornamentos  de  la  sacristía  y  las 
campanas,  se  fueron  á  vivir  á  Caschiboya.  En  la  fundación 
e  este  pueblo  ninguna  parte  tomaron  los  misioneros,  antes 
1  contrarío  instaron  mucho  á  los  indios  para  que  no  se  mo- 
ieran  de  Sarayacu;  pero  estos  se  hallaban  muy  disgustados 
el  terreno  tiempo  hacia,  y  á  no  haberles  contenido  los  Pa- 
dres, muchos  años  há  que  lo  hubieran  abandonado.  .La  tier- 
ra, decían,  está  muy  gastada  y  no  produce  á  proporción  de 
nuestros  trabajos;  además  tenían  que  hacer  las  chácaras  muy 
^ejos  y  se  cansaban  para  conducir  al  pueblo  sus  productos, 
fio  que  les  era  mas  sensible  era  el  tener  que  arrastrar  las 
^noas  siempre  que  iban  ó  volvían  del  Ucayali,  pues  hacía 
como  unos  sesenta  años  que  á  causa  de  una  grande  avenida 
^mpieron  las  aguas  á  larga  distancia  del  pueblo,  y  desdo 


—  144  ~ 

> 

entonces  la  quebrada  queda  seca  durante  los  veranoi, 
niendo  así  que  emplear  siete  ú  ocho  horas  para  hacer  á 
mino  que  antes  hubieran  recorrido  en  una. 

Con  estas  disposiciones  naturalmente  se  aprovech 
la  ausencia  de  los  Padres  para  realizar  sus  intentos, 
donando  Sarayacu  para  ir  á  establecerse  detrásdeklif 
llamada  Caschiboya  (laguna  del  Chaschibo),  por 
escapado  un  Caschibo,  cuyo  nombre  dieron  también 
nueva  población.  El  sitio  escogido  era  escelente  para 
atendida  la  poca  inclinación  que  los  indios  tienen  al 
pues  la  laguna  es  muy  grande  y  abunda  en  riquísimos 
cados,  estendiéndose  á  su  lado  una  inmensa  llanura^ 
que  por  estar  á  cubierto  de  las  inundaciones,  podian  pi 
cionarse  fácilmente  todo  lo  necesario  para  la  alimeai 
Apesar  de  que  esta  fundación  fué  determinada  espon 
mente  por  los  indios  como  acabamos  de  decir,  confonai 
de  preveer  se  echó  la  culpa  á  los  Padres,  propalando  sbs 
migos  que  ellos  les  habian  aconsejado  el  abandono  de 
yacu  para  no  servir  á  los  Viracochas;  pero  si  bien  es 
que  los  Padres  dieron  semejante  consejo,  no  lo  es  el  qm 
indios  se  ausentaran  para  no  servir  á  las  autoridades  qtil 
les  habian  puesto.  Acostumbrados  al  poco  trabajo  que 
cian  con  los  Padres,  no  podian  acomodarse  á  las  coBtía 
molestias  que  les  causaban  los  comerciantes,  ocupái^ 
sin  cesar  en  trabajos  escesivos,  como  era,  de  servir  de bí| 
subiendo  y  bajando  á  Nauta  y  otros  puntos,  bajo  los  ti 
de  un  sol  abrasador;  sin  que  á  veces  pudieran  regresará 
casas  en  cuatro,  seis  ó  mas  meses,  quedando  entréis 
abandonadas  sus  chácaras  y  sus  familias.  Estas  son  las 
daderas  causas  de  la  emigración,  sin  que  sea  preciso 
rir  á  otras  para  esplicarla;  pues  al  fin  no  son  aqueUosi 
tan  faltos  de  razón  que  no  conozcan  lo  que  les  convi 
como  ya  se  les  habia  acostumbrado  á  desobedecer  4 1» 
dres,  aplicaron  las  lecciones  que  se  les  habian  dado 
servir  á  sus  nuevos  dueños. 

En  1864  volvió  á  salir  para  Ocopa  el  R.  P.  Calvecí 


—  145  — 

proporcionarse  los  recursos  que  las  misiones  necesitaban.  A 
m  regreso  no  halló  en  el  Cerro  al  Prefecto  del  Departamen- 
to, que  á  la  sazón  lo  era  el  coronel  Santa  Maria,  el  cual  ha- 
bía ido  á  Huánuco;  prosiguió  entonces  el  Padre  su  camino 
Ibacontrándole  en  el  pueblo  do  San  BafaeL  La  primera  pre- 
sta que  le  hizo  al  avistarse  fué  decirle  si  habia  recibido 
jDn  oñcio  que  le  pasó  por  el  mes  de  marzo.  Contestóle  el  Pa- 
que  no  habia  visto  semejante  oficio,  lo  cual  estrañó  mu- 
0  el  Prefecto;  pues,  según  d.ijo,  la  autoridad  de  Mojobam- 
ba  le  habia  acusado  recibo  de  él.  En  esta  nota  le  decia  que 
pvisase  la  época  de  su  llegada  al  Mayro,  porque  la  Prefec- 
Iteira  quería  aprovecharse  de  sus  canoas  para  hacer  un  reco- 
¡aocimiento  del  rio  Palcazu  hasta  su  confluencia  con  el  Pi- 
^sa,  á  fin  de  facilitar  la  navegación  al  vapor  por  aquellos 
trios,  de  lo  cual  entonces  se  trataba.  No  sospechó  por  de  pren- 
oto el  P.  Calvo  lo  que  podia  haber  acontecido  con  la  comuni- 
icacion  del  Prefecto;  pero  á  su  llegada  á  Cayariya  ya  supo  que 
[el  Gobernador  la  habia  detenido  maliciosamente  con  otras 
f comunicaciones  que  habia  recibido.  Como  después  de  pocos 
[dias  bajó  á  visitar  los  pueblos  comarcanos,  conforme  lo  supo 
\  dicho  Gobernador,  para  que  no  le  hallasen  todavía  en  su 
i  poder  las  predichas  comunicaciones  las  dio  á  un  comercian- 
[  te,  para  que  las  entregase  al  Padre  Calvo,  quién  las  recibió 
^  la  víspera  de  su  llegada  á  Sarayacu;  mas  como  al  recibirlas 
^  observase  que  habían  sido  abiertas,  cuando  tuvo  ocasión  de 
avistarse  con  el  Gobernador,  no  pudo  menos  de  decirle  ¿por- 
qué las  habia  detenido  tanto  tiempo  y  se  las  habia  mandado 
en  aquel  estado?:  contestóle  que  no  habia  tenido  proporción 
para  mandárselas  antes  y  que  se  las  habia  remitido  en  el 
mismo  estado  en  que  él  las  recibió.  Al  oir  el  P.  ('alvo  esta 
contestación  le  dijo:  pues  bien  V.  sale  responsable  de  ha- 
berse frustrado  los  planes  del  Prefecto,  á  lo  que  no  supo  con- 
testar sino  diciéndole  que  también  él  seria  responsable  de 
otras  cosas. 

Acercábase  mientras  tanto  la  Cuaresma  del  año  sesenta 
y  cinco,  y  el  P.  Prefecto  emprendió  la  visita  á  las  conversio- 

10 


—  146  — 

nes  en  compañía  del  P.  Sans,  á  fin  de  que  los  Cristis 
diesen  cumplir  con  el  precepto  pascual.  Seguía  aun 
bernador  en  Sarayacu  el  mismo  que  lo  era  el  año 
y  cuando  se  hallaban  los  dos  Padres  en  la  mitad  del 
poco  mas  6  menos,  recibieron  de  él  una  nota  que 
transcribir  sin  cambiar  una  sola  letra,  ya  que  por  sa 
y  su  contenido  nos  seria  imposible  estractarla.  «üf. 
hernacion  del  distrito  de — Sarayacu  18  de  Ero  11 
MRP.  Pfto  Fr.  Vísente  Calvo-^M  R  P.—Sn  e$ié, 
la  gobernación  en  cumplimiento  d€  sus  deberes  fi 
S.  P.  para  que  desde  que  toque  esta  asus  manos  deje 
ministrar  en  lo  Espiritual^  como  manda  su  sagn 
sionSy  de  la  embocadura  de  la  quebrada  de  Callerk 
bajo,  quedando  V  P  y  los  demás  padres  Micunieros, 
campo  libre  de  tranciíar  por  todas  las  tribus  que  se 
dera  su  mayor  necesidad,  para  su  redimicion  en  el 
arriba  del  punto  prelucido  qtie  lo  es  de  dha  embocaii 
llería—Dio6  gua  á  V.  P. — sigue  la  firma.  (1). 

Por  el  contesto  de  este  original  documento  puede 
lucirse  á  qué  clase  de  hombres  pertenecería  nuestro 
nador.  Para  desgracia  de  aquel  distrito,  á  escepcion 
ó  tres,  los  demás  Gobernadores  han  sido  por  el  mianoi 
que  este  y  por  consiguiente  ¿qué  clase  de  apoyo  podií 
perar  de  ellos  los  Padres?  Indignados  con  esta  nota, 
guieron  los  dos  misioneros  su  marcha  para  Sarayacu, 
deseaban  avistarse  con  dicho  Gobernador;  pero  no  tui 
ocasión  de  encontrarle,  por  haberse  ido  á  Tierra  blancij 
temor  de  un  joven  italiano,  que  le  tenia  amenazaí 
muerte;  desde  Tierra  blanca  buscó  otro  destino,  d< 
dose  del  Ucayali  sin  volver  á  Sarayacu,  tal  fué  el  teme 


(1}    Para  que  no  se  maravillen  tanto  nuestros  lectores  de  etaí 
recordaré  aquí  que  años  atrás  otro  Gobernador  no  supo  ni  pudoi 
tar  al  P.  MartoroU,  que  en  cumplimiento  de  su  cargo  le  habiai 
también  el  mismo  tuvo  que  dictar  la.  renuncia  de  su  oargo  á  nn' 
nador  de  Sarayacu,  y  á  otro  de  este  mismo  pueblo,  una  simple 
comendatoria,  que  quiso  dirigir  al  limo.  Diocesano. 


—  147  — 

á  concebir  al  italiano.  (1)  Era  este  uno  de  aquellos  jó* 
^  libertinos,  de  pasiones  desenfrenadas,  sin  temor  de 
ni  de  las  Autoridades  (aunque  solo  de  las  que  suele 
•  en  Sarayacu),  de  aquellos,  en  una  palabra,  que  todo  lo 
ellan  con  taLde  conseguir  sus  fines.  Este  joven,  aun- 
íóbarde  en  estremo,  no  dejaba  de  amenazar  con  revol- 
f  puñales  á  cuantos  conocia  que  no  le  opondrían  resis- 
a;  no  así  empero  con  los  que  se  la  oponian,  como  acon- 
con  el  señor  Calixto  Gobernador  de  santa  Catalina, 
quien  se  arrodilló  pidiéndole  mil  perdones.  El  fué  el 
^ro  7  el  que  mas  incitó  al  señor  Sandi,  su  paisano,  para 
iscribiese  cuanto  ha  publicado  contra  los  Padres.  Aun- 
[e  pocas  luces,  como  él  mismo  confiesa,  en  una  carta  de 
aas  abajo  hablaremos,  tenia  particular  habilidad  para 
Ltar  cuentos  chistosos;  y  como  muchos  de  los  que  van 
irayacu  apenas  saben  leer,  no  sobrándoles  por  consi- 
ste la  instrucción,  los  tenia  embaucados  arrastrándoles 
tiente  á  su  modo  de  pensar. 

I P.  Calvo,  no  obstante,  le  guardaba  algunas  conside- 
nes  de  respeto,  á  lo  menos  en  lo  esterior  y  cuando  se 
ba  en  su  presencia,  pues  cuando  no  le  tenia  delante  ya 
tra  cosa.  Deseando  este  Padre  atraerle  con  dulzura  pa- 
ir  si  podría  evitarse  el  daño  que  causaba  á  la  moral  en 
líos  pueblos,  le  escribió  dos  cartas;  la  prímera  muy 
tosa  y  hasta  cierto  punto  humillante  para  el  que  la  es- 
a,  y  la  otra  por  el  contrario  muy  seria  y  resuelta,  en  la 
[e  ponia  de  manifiesto  todas  las  infamias  y  bajezas  que 
I  cometido,  no  solo  con  los  Padres  sino  también  con 
i  personas.  Ambas  cartas  confiólas  al  P.  Félix  Padró, 


Anterior  á  este,  otro  Gobernador  ecuatoriano,  poco  antes  que  se 
len  los  PP.  á  Gajariya,  como  se  ha  referido,  abandonó  su  Goberna- 
re Sarayacu,  refugiándose  á  Nauta,  prefiriendo  servir  al  Goberna- 
\  Nauta  en  el  servicio  bajo  de  fámulo,  como  es,  de  barrer  la  casa, 
regir  en  su  cargo  su  Distrito,  para  poder  alimentarse.  Como  estamos 
$  de  lo  que  escribimos  y  de  los  recursos  que  le  suministramos  para 
rtida  de  Sarayacu  y  viático,  solo  omitimos  aquí  su  nombre,  como 
to. 


—  148  — 

para  que  las  entregase  al  interesado,   encargando! 
veía  que  la  primera  producía  buen  efecto,  no  enl 
gunda;  haciéndolo  tan  solo  en  el  caso  contrario.  P< 
lo  que  el  P.  Prefecto  había  previsto,  esto  es,  qne| 
primera  carta  el  italiano,, prorumpió  en  espresioni 
precio,  creyendo  haberle  vencido  y  humillado;  peí 
de  tono  al  momento  que  el  P.  Padró  le  entregó  la 
diciendo  entonces  para  justificarse  que  había  sido 
do.  Para  dar  mas  satisfacción  al  P.  Calvo  le 
carta  muy  humilde,  dándole  las  g^racias  por  las  repi 
que  en  su  segunda  le  daba,  proponiendo  vivir  con 
tela  en  lo  sucesivo  para  no  dejarse  engañar  por 
mosas.  Prometióle  no  tener  mas  contiendas  en  ac 
corresponder  á  la  amistad  con  que  le  brindaba, 
darle  pruebas  de  ser  buen  amigo  y  buen  católico,  yl 
timo  le  daba  las  gracias  por  el  interés  que  le  habiaj 
do,  enviando  á  Sarayacu  al  P.  Padró  para  salvar 
ses  que  estaban  seriamente  amenazados. 

Efectivamente,  por  aquellos  días  se  habla  alboi 
pueblo  de  Sarayacu  con  el  objeto  de  echarle  de 
conocieron  los  indios  que  los  Padres  no  iban  á  vísil 
la  frecuencia  que  ellos  deseaban,  &  causa  de  aqueii| 
Viéndose  este  en  un  trance  apurado,  no  tenia  mas 
que  mal  vender  todas  las  cosas  y  marcharse  para 
del  Ucayali.  Escribióle  á  un  comerciante  que  llegó í| 
boya,  donde  á  la  sazón  se  hallaba  el  P.  Prefecto, 
que  si  quería  entrar  en  pactos  para  comprarle  sns| 
acudiese  á  Sarayacu.  Dio  el  comercifinte  á  leer  esta 
dicho  Padre,  quien  movido  á  compasión  al  ver  las 
que  el  italiano  iba  á  esperimentar,  olvidando  cristií 
los  agravios  recibidos,  envió,  como  hemos  dicho  mfil 
al  P.  Padró  á  Sarayacu,  para  que  apaciguase  á  te( 
prometiéndoles  que  los  Padres  irían  á  visitarles  ci 
ees  pudieran.  Calmáronse  con  esto  los  Sarayaquinosil 
comodaron  mas  ai  italiano,  pero  este  lejos  de  agraf 
marcados  favores,  olvidó  las  promesas  que  había 


—  149  — 
ido  ocasión  de  calumniar  á  los  Padres  de  la  manera 

a.  Por  este  sujeto,  conocido  con  el  nombre  de  Ita- 
y  otros  pocos  como  él^  ^  determinaron  los  PP.  á  de- 
a.yacu.  Este  italiano  se  cree  que  erzjudio  de  religión, 
ba  en  Sarayacu  amancebado  públicamente  con  dos 
das,  madre  é  hija,  etc.  de  cuyas  hazañas  se  jactaba. 
L  se  haria  bautizar,  porque  se  casó.  Muerta  su  manceba 
Lfesiou  &ié  sepultada  en  la  iglesia  de  Sarayacu  por  el 
italiano.... 


aj&PITOLO  KlLl' 


Éxito  deagraoíado  de  una  eapedicion  ai  PaJcasn. 

leraniadaB  contra  loa  mlBioneroa' 


— Calomsiü 


En  1865  tuvieron  lugar  graves  acontecimientos 
República  del  Perú;  una  escuadra  española  ocupó  las  ir 
de  Chincha,  que  es  de  donde  el  Gobierno  peruano  sao 
de  los  principales  elementos  de  su  riqueza,  y  las  cons 
cias  de  este  suceso  que  en  nada  parecía  relacionarse 
misiones,  no  dejaron  de  sentirse  de  rechazo  en  los  paí 
Ucayali.  En  efecto,  el  Gobierno  Supremo  habia  dictado 
rías  medidas  acerca  de  los  españoles  establecidos  en  el 
torio  de  la  República,  disponiendo  entre  otras  cosas  qns 
Prefectos  procediesen  á  la  detención  de  los  que  residie 
en  sus  respectivos  departamentos.  Túvose,  no  obstantej 
buen  sentido  de  exceptuar  de  las  disposiciones  de  este 
creto,  á  los  Padres  misioneros,  pues  el  Gobierno  de  la ! 
pública  no  pudo  menos  de  hacer  justicia  á  la  rectitud  4 
proceder,  que  ajeno  á  toda  mira  política  no  tenia  otro 
que  la  gloria  de  Dios  y  bien  de  las  almas.  Por  otra  pa 
un  sentimiento  de  justicia  no  hubiese  bastado  para 
zar  esta  linea  de  conducta  al  Gobierno  nacional,  hnl 
debido  sugerírsela  á  lo  menos  su  propio  interés;  ya  qi 
otra  suerte  el  daño  principal  lo  causaba  á  los  pueblos 
República,  que  hubieran  quedado  privados  de  los  iu 
servicios  que  sin  retribución  alguna,  y  á  costa  de  no 
trabajos,  les  están  prodigando  los  Padres  misioneros. 


I  -  151  — 

Si  estas  consideraciones  pesaron,  como  no  podia  menos 
^suceder,  en  el  ánimo  del  Supremo  Gobierno  en  favor  de 
B  Padres,  no  sucedió  lo  mismo  con  alguna  de  las  autori- 
ces de  departamento;  y  sobre  todo  con  algunos  de  sus 
gustantes  enemigos,  que  no  sabian  resignarse  á  desperdi- 
ir  la  favorable  conyuntura  que  se  les  ofrecia,  para  echar- 
jB  completamente  del  Ucayali,  en  cuyo  punto  parece  que 
i  presencia  se  les  hacia  sobradamente  molesta.  En  este  es- 
|do  se  hallaban  las  cosas,  cuando  un  comerciante,  por  su 
ropia  autoridad  reunió  como  unos  cuarenta  hombres,  mar- 
cando con  ellos  hacia  Sarayacu.  Al  llegar  al  pueblo  fué  á 
listarse  con  el  Gobernador,  dejando  en  el  Ínterin  á  sus  re- 
latas encerrados  en  el  convento.  Ignoramos  lo  que  se  trató 
¡t.la  conferencia,  y  solo  hemos  podido  averiguar  por  uno 
be  también  debia  estar  comprometido,  aunque  era  enemi- 
|p  del  comerciante,  que  la  intención  de  éste  era  comprome- 
ír  igualmente  al  Gobernador  é  irse  á  Cayariya  en  busca  de 
p  Padijes,  para  llevárselos  presos  á  Moyobamba.  Si  este  era 
l^lmente  su  plan,  tuvo  el  disgusto  de  que  se  le  frustrara; 
torque  durante  la  noche,  los  reclutas  que  no  estarian  muy 
latisfechos  de  verse  encerrados  como  prisioneros,  hicieron 
«dazos  las  ventanas  del  convento  y  se  marcharon  cada  uno 
K>T  donde  quiso,  dejando  solo  á  nuestro  enemigo. 

Libres  los  Padres  misioneros  de  esta  persecución,  no  tar- 
laron  en  ser  víctimas  de  otra  mas  terrible,  que  vulneraba  su 
konor  de  una  manera  inicua . 

i  El  Gobierno  peruano  habia  hecho  gastos  de  considera- 
ion  en  los  establecimientos  de  Iquitos,  con  el  objeto  de  fa- 
Sütar  la  navegación  al  vapor  por  los  caudalosos  rios  que 

Eaviesan  la  República;  y  era  tiempo  ya  de  practicar  un 
onocimiento  del  Pachitea  y  del  Palcazu  hasta  el  puerto  del 
yro,  para  ver  de  facilitar  las  comunicaciones  de  la  Capi- 
W  en  el  departamento  de  Loreto,  y  dar  impulso  al  comer- 
Óocon  el  establecimiento  de  una  línea  de  vapores,' que  cons- 
tantemente surcaran  aquellos  rios.  El  vapor  Putumayn  fué 
^1  destinado  para  dicho  reconocimiento;  pero  este  vapor  era 


—  152  — 

de  muy  poca  fuerza  para  vencer  las  corrientes,  y  p« 
que  se  discurriera,  era  fócil  preveer  un  mal  resultado 
empresa.  Tampoco  hubo  buen  acierto  en  la  elección  át 
gefes  que  habian  de  dirigirla,  pues  se  nombró  un  Ma; 
un  primero  y  segundo  comandante,  pero  sin  que  se 
darán  las  atribuciones  de  cada  uno.  De  ello  resultó 
poco  de  emprendida  la  marcha,  nacieron  rencillas  en^ 
Mayor  y  el  primer  comandante,  acerca  de  á  cuál  de  I» 
pertenecia  la  dirección  del  buque;  el  Mayor  pretendia 
responderle  á  él,  atendida  su  graduación  superior^  y  i 
mandante  alegaba  en  favor  suyo  la  razón  de  que  él  ai 
responsable  del  buque,  y  por  consiguiente  que  á  él  i 
su  dirección.  No  nos  toca  resolver  quien  llevaba  la 
parte  en  esta  contienda,  limitándonos  á  decir  que 
testimonio  de  uno  de  los  mismos  empleados  del  vapor,  i 
se  debió  una  parte  no  pequeña  del  éxito  desgraciado 
tuvo  la  expedición. 

Siguieron  con  esta  falta  de  armonía  hasta  el 
habiendo  llegado  al  sitio  llamado  Isla  dé  Chonta,  el 
co,  que  no  lo  seria  mucho,  les  dirigió  por  el  canal  de 
quierda,  donde  la  corriente  era  mas  rápida  y  habia 
agua  que  por  la  derecha.  Como  el  vapor,  según  hemos 
ya,  era  de  muy  poca  fuerza,  no  tuvo  la  bastante  para 
cer  la  corriente;  y  arrebatado  por  la  impetuosidad  de 
aguas,  dio  contra  un  escollo,  abriéndosele  un  agujero 
bastante  magnitud.  Arrimáronle  entonces  á  la  plaja 
componerlo  del  mejor  modo  posible,  no  ya  para  p 
reconocimiento,  sino  para  regresar  á  Iquitos.  No  sa 
si  el  Mayor  habia  salido  del  buque  embarcándose  ^ 
canoa  para  bajar  hasta  el  Marañen,  antes  ó. después  de 
ceder  este  percance;  pero  lo  que  si  es  cierto,  es  que 
tras  se  estaban  haciendo  los  reparos  de  las  averías 
el  vapor  quedó  á  la  sola  voluntad  del  comandante,  a 
por  poco  tiempo  y  para  desgracia  suya,  como 
luego. 

En  efecto,  los  Caschibos  que  habitan  la  orilla  o; 


—  153  — 

|ll  oir  el  ruido  de  los  que  trabajaban  en  la  recomposición  del 
JHiqne,  y  tal  vez  los  disparos  de  alguna  arma  de  fuego,  acu- 
pieron  en  silencio  á  la  ribera,  y  habiendo  obserrado  lo  que 
|os  blancos  haciaa,  dos  de  aquellos  infieles,  según  su  cos- 
kombre,  se  pusieron  á  dar  grandes  voces,  presentándose  á 
cuerpo  descubierto,  mientras  quedaban  otros  escondidos  en 
la  espesura  del  bosque.  Los  oficiales  que  iban  en  la  expedi- 
Iñon,  ÍBcautos  y  sin  sospechar  lo  que  les  podia  sobrevenir, 
filtraron  en  un  bote  con  tres  ó  cuatro  marineros  y  pasaron 
I  donde  estaban  los  infieles,  manifestándoles  desde  lejos  los 
Regalos  que  les  llevaban,  para  atraerlos  é  inspirarles  confian- 
n.  Una  vez  desembarcados,  estendieron  en  tierra  un  pa- 
ifiuelo  donde  pusieron  todas  las  cosas  que  traian  para  agasa- 
jarlos, pero  queriendo  hacerles  el  reparto  de  ellas  por  si  mis- 
mos, los  infieles  que  no  tenian  paciencia  para  aguardar 
ftanto,  se  echaron  sobre  el  pañuelo  para  llevárselo  todo;  los 
iofíciales  quisieron  resistirse,  pero  en  mal  hora  para  ellos, 
^pues  de  repente  quedaron  atravesados   por  una  multitud 
|de  flechas,  que  les  asestaron  los  que  se  hallaban  ocultos 
^enel  bosque.  Los  marineros,  para  librarse  no  tuvieron 
mas  remedio  que  echarse  precipitadamente  en  el  agua, 
abandonando  el  bote  y  pasando  á  nado  á  la  orilla  opuesta. 
Esta  desgracia  debe  servir  de  aviso  á  cuantos  naveguen  por 
aquel  rio,  á  fin  de  que  jamás  se  acerquen  á  los  Caschibos,  á 
no  ser  en  una  playa  bien  descubierta,   á  donde  no  puedan 
[llegar  las  flechas  disparadas  desde  el  bosque;  sobre  todo  de- 
ben evitarse  los  que  pueblan  la  ribera  derecha  del  rio,  pues 
aunque  á  todos  se  les  dá  el  nombre  de  Caschibos,  que  ya 
hemos  dicho  lo  que  significa,  los  de  dichas  riberas  son  mas 
traidores  y  atrevidos.  Arreglado  el  vapor,  los  maquinistas 
^ue  eran  los  únicos  que  podian  dirigirlo,  después  de  la  cruel 
muerte  que  esperimentaron  sus  desgraciados  jefes,  hicieron 
rumbo  hacia  al  Ucayali,  y  antes  de  llegar  á  Jól  se  les  reunió 
d  Mayor,  que  ya  tenia  noticift  de  la  catástrofe  ocurrida. 

A  la  salida  de  la  expedición,  se  habia  agregado  á  ella  en 
Sarayacu  el  célebre  italiano  de  quien  hablamos  en  el  capí- 

f 


—  154  — 

tnlo  anterior,  para  servir  de  intérprete  á  un  barón  al< 
que  iba  también  en  el  buque,  y  que  ignoraba  el  españ( 
llegar  de  regreso  á  Cascbiboya  dicho  joven  italiano, 
unión  de  aquel  otro  sujeto  que  ya  dijimos  habia  im] 
el  aumento  del  pueblo  de  Cayariya,  para  dar  sal 
al  odio  irreconciliable  que  profesaban  á  los  Padres,  fuei 
avistarse  con  el  Mayor  y  á  fuerza  de  chismes  y  caluí 
procuraron  persuadirle,  que  aquellos  habian  tenido  la  c\ 
de  la  desastrosa  muerte  de  los  ofaciales.  El  Mayor  por  su 
te  no  solo  llegó  á  sospecharlo,  sino  que  como  le  convc 
para  descargar  su  responsabilidad  ante  el  Gobierno  poi 
mal  éxito  de  la  expedición,  se  adhirió  á  lo  que  aquellos 
enemigos  de  los  Padres  le  contaron;  diciendo  que  por  no 
ber  salido  al  encuentro  de  la  expedición  para  saludar  á 
que  de  ella  formaban  parte,  no  solo  habian  faltado  á  la 
tica,  sino  que  por  esta  sola  circunstancia  se  hacian 
chosos  de  aquel  crimen.  Pero  á  esta  frivola  suposición 
pendemos:  que  si  el  Mayor  no  hubiera  estado  ya  preveí 
contra  los  Padres,  á  lo  menos  desde  que  salió  de  Sara; 
en  compañía  del  italiano  y  hubiese  tenicío  mejores  dedeos] 
aconsejarse  con  quien  podia  darle  con  mas  exactitud  los 
formes  que  necesitaba,  debia  haberse  tomado  la  pena 
avisar  con  anticipación  á  los  Padres,  y  no  pretender  qm 
siguieran  en  una  canoa,  yendo  él  con  la  veloz  marcha 
vapor.  Debia  saber  también  que  todos  los  Padres  se  habij 
retirado  al  pueblo  de  Cayariya,  que  dista  ocho  leguas 
Ucayali,  para  librarse  de  la  persecución  que  como  españí 
sufrian,  ¿y  quería  el  señor  Mayor  que  salieran  á  feUcil 
sin  haber  recibido  aviso  previo  de  su  llegpada,  déla 
ninguna  noticia  se  tenia,  como  quiera  que  el  mismo  en( 
gado  de  proveer  de  leña  al  vapor,  solo  la  supo  cuando 
aparecer  el  humo  á  lo  lejos?  Si  el  Mayor,  repetimos,  seh 
hiera  aconsejado  de  los  Padres,  habría  recibido  tal  vez 
mas  exactos,  así  de  los  peligros  que  ofrece  la  nav^di 
de  aquellos  ríos,   que  el  P.  Calvo  habia  recorrido  diaj 
ocho  veces,  como  también  de  las  precauciones  que  era 


—  155  — 

ciso  tomar  para  no  ser  víctimas  de  los  infieles  antropófa- 
ígos;  evitando  con  esto  algunas  desgracias,  como  así  se  prac- 
ticó en  la  expedición  que  se  hizo  después. 

Como  el  P.  Prefecto  de  las  misiones  se  hallaba  entonces 
en  aquellos  desiertos,  no  tuvo  oportunidad  de  leer  el  terri- 
ble parte  que  dicho  Mayor  envió  al  Gobierno  contra  los  mi- 
sioneros, en  el  cual  decia  que  al  pasar  el  vapor  por  Cachi- 
yacu  junto  á  dos  casas  de  infieles  Piros,  que  habia  cerca  del 
rio,  creyeron  estos  que  iba  á  ^abordar  en  aquel  sitio,  y  reu- 
nidos en  número  de  cinco  ó  seis,  tomaron  sus  ^rcos  y  flechas 
^formándose  muy  cerca  de  la  orilla.  Esta  es  la  costumbre  de 
;los  indios  que  hacen  dicha  ceremonia  cuando  quieren  reci- 
bir á  alguno  con  amistad;  mas  el  Mayor  ignorante  de  esta 
costumbre,  creyó  que  iban  á  oponerle  resistencia,  y  se  con- 
firmó, dice,  en  lo  que  le  contaron  los  comerciantes,  esto  es 
que  los  Padres  habian  aconsejado  á  los  indios  que  se  arma- 
ran de  flechas  é  impidieran  el  paso  á  los  vapores.  Pero  fran- 
]  camente  hablando,  es  muy  de  extrañar  que  el  Mayor  diera 
crédito  á  esas  patrañas,  porque  ¿tan  desprovistos  de  razón 
consideran  á  los  Padres  que  no  conocieran  que  aun  cuando 
se  juntasen  todos  los  infieles  del  Ucayali,  ninguna  resisten- 
cía  podrían  oponer  con  sus  flechas  á  las  armas  de  fuego  de 
que  estaba  dotada  la  tripulación,  mayormente  peleando  esta 
dentro  del  buque  y  los  otros  á  cuerpo  descubierto?  Esto  aun 
suponiendo  que  los  misioneros  hubiesen  tenido  algún  interés 
I  en  impedir  la  navegación;  ¿pero  no  habian  dado  precisamen- 
I  te  mil  pruebas  evidentes  de  lo  contrario?  ¿no  se  recuerdan  los 
penosos  viajes  hechos  por  el  P  Calvo  para  secundar  los  planes 
I  del  Gobierno?  Estas  consideraciones  debian  bastar  para  con- 
tener á  aquel  funcionario  público,  antes  de  lanzar  una  acu- 
sación que  destituida  de  pruebas,  no  podia  menos  de  ser  re- 
chazada por  la  conciencia  de  toda  persona  honrada. 

El  Prefecto  de  Loreto  D.  Benito  Arana  podría  atestiguar 
lo  que  decimos  acerca  el  carácter  pacífico  con  que  se  presen- 
taron los  infieles  Piros;  pues  en  la  expedición  que  él  hizo 
poco  tiempo  después,  se  le  presentaron  de  la  misma  manera 


—  156  — 

que  refiere  el  Mayor;  y  cuando  los  espedicionarios  iban  }i 
á  preparar  sus  armas  creyendo  ser  hostilizados,  pudiera 
convencerse  de  lo  que  les  dijo  el  P.  Calvo  y  que  hemos  iBri- 
nuado  mas  arriba,  es  decir,  que  aquello  no  era  mas  queofit 
ceremonia  pacífica  y  amistosa  de  aquella  gente. 


't|S»ti»*itf88»''Wé>»*»l*''ei»'«>»''€Í»»<i*«Í»''ta~'»''<»-^»~^^* 


GAPITOLO  ISJLlh 


líueva  expedición  ai  PaleaMn^—Beeleoeion  del  P.  Calvo  para  la 

Pieleetuxa  de  laa  Miaionea- 


Muy  poco  lisongera  era  la  situación  en  que  habían  que- 
dado las  misiones  después  de  los  sucesos  referidos  en  el  ca- 
pítulo anterior.  A  los  entorpecimientos  que  ya  desde  mucho 
tiempo  dificultaban  la  obra  de  los  religiosos,  se  habia  agre- 
g>ado  esta  recrudencia,  que  hemos  visto,  en  el  odio  que  les 
profesaban  sus  enemigos,  hasta  el  punto  de  hacerles  pasar 
á  los  ojos  del  Supremo  Gobierno  como  criminales,  que  no 
retrocedian  ni  aun  ante  la  complicidad  en  el  asesinato  para 
lograr  sus  fines.  A  haber  animado  á  los  Padres  otro  móvil 
menos  elevado  que  el  que  les  dirigia,  tenian  motivos  de  so- 
bras para  abandonar  unos  trabajos  que  les  acarreaban  tan 
graves  sinsabores;  no  obstante  no  lo  hicieron  así,  sino  que 
permanecieron  en  su  puesto  para  prestar  nuevos  servicios  á 
la  Religión  y  á  la  República. 

Deseaba  saber  el  Gobierno  si  los  rios  Pachitea  y  Palcazu 
eran  navegables  hasta  el  puerto  del  Mayro,  para  en  caso 
que  lo  fuesen  establecer  una  línea  de  vapores  de  la  capital 
al  Departamento  de  Loreto,  cuyas  comunicaciones  serian 
mucho  mas  fáciles  y  breves  por  esta  vía,  que  por  las  de  Tru- 
gillo  y  Chachapoyas.  Frustrada  la  primera  expedición  que 
á  este  objeto  se  mandó,  por  el  asesinato  de  los  dos  Gefes  del 
vapor  Putumayu,  dispuso  el  Gobierno  que  saliera  otra,  en- 


—  158  — 

cargando  su  dirección  al  mismo  Prefecto  del  Departam 
que  lo  era  entonces  D.  Benito  Arana.  Antes  de  salir  U 
pedición  de  Iquitos,  el  señor  Prefecto  pasó  una  nota  al 
Calvo,  diciéndole  que  pasase  á  Sarayacu  el  15  de  No 
bre,  á  fin  de  dar  sus  descargos  en  el  proceso  que  se 
formado,  á  consecuencia  de  la  muerte  violenta  de  los  ofiá 
les  de  que  arriba  hemos  hecho  mención.  Recibió  el  Padre 
nota  el  mismo  dia  quince  para  el  cual  se  le  citaba,  y  sin 
dida  de  momento  se  puso  en  camino,  recorriendo  en 
dias  la  distancia  que  en  otras  ocasiones  exigía  seis.  Gná 
á  esta  rapidez  llegó  á  Sarayacu  antes  que  la  expedición; 
no  pudiendo  sosegar  hasta  haberse  quitado  de  encima  la 
lumniosa  acusación  que  sobre  él  pesaba,  volvióse  á  em 
car  el  dia  siguiente,  con  ánimo  de  proseguir  hasta  que 
centrara  al  Prefecto,  aunque  para  esto  fuera  preciso  II 
hasta  el  mismo  puerto  de  Iquitos.  Al  tercer  dia  que  laj 
por  el  Ucayali,  descubrió  el  vapor  Morona,  en  el  cual  iba 
cho  Prefecto  Gefe  de  la  expedición;  y  dirigiendo  hacia  él 
canoa,  subió  al  vapor  para  tener  la  entrevista  para  la  que 
le  habia  citado. 

Condújole  el  Prefecto  á  su  cámara  y,  en  presencia 
capitán  D.  Emilio  Baldizan,  le  hizo  varias  preguntas  rei; 
vas  al  objeto  para  el  cual  habia  sido  llamado,  contestánd 
el  P.  Calvo  entre  otras  razones  lo  siguiente:  ¿será  posibk 
señor  Prefecto,  que  aquel  que  ha  dado  el  primer  impulso  í 
esta  navegación;  que  tantos  trabajos  ha  padecido,  con  ries- 
go de  perder  muchas  veces  la  vida,  para  buscar  el  camiis 
del  Mayro  al  Pozuzo  y  el  del  Palcazu,  en  cumplimiento  4 
los  deseos  del  Gobierno;  que  el  que  lleva  gastados  en  estol 
viajes  mas  de  tres  mil  pesos  de  los  recursos  de  las  Misionesi 
sin  habérsele  abonado  un  medio  ni  por  el  Gobierno,  ni  p* 
los  particulares,  á  escepcion  de  los  doscientos  pesos  que  sí 
recaudaron  en  el  Cerro;  que  aquel,  por  último  que  tetó 
deseos  ha  tenido  de  ver  realizable  esta  navegación,  salgí 
ahora  con  la  nota  de  asesino,  preci^mente  de  dos  Oficiad 
que  iban  á  poner  en  práctica  el  sueño  dorado  de  sus  desíí'i 


_  159  — 

los?  La  emoción  que  lé  dominaba  y  que  le  hizo  hasta  derra- 
mar lágrimas,  no  le  permitió  continuar.  El  Sr.  Prefecto  tra- 
cto de  consolarle,  diciéndole:  nunca  he  podido  persuadirme 
que  Vds.  fueran  capaces  de  un  crimen  tan  horrendo;  y  en 
prueba  de  esto  he  dicho  al  Mayor  que  dio  el  parte  contra 
ustedes,  que  si  los  Padres  se  presentaban  en  el  Tribunal 
contra  él,  no  sabia  como  le  iria,  peligrando  que  no  saliese 
;  bien  del  asunto;  pero  yo,  añadió,  por  razón  del  cargo  que 
desempeño  he  de  averiguar  los  hechos  para  hacer  justicia  á 
quien  la  tenga.  Así  lo  hizo  en  efecto:  y  como  hablaba  la  len- 
I  gua  quichoa,  no  solo  se  informó  de  los  comerciantes  y  otras 
I  personas  blancas  que  podian  enterarle  de  los  sucesos,  sino 
¡  también  de  los  indios;  y  confrontando  todas  las  declaracio- 
i  nes,  comprendió  que  todo  habia  sido  una  inicua  calumnia 
i  tramada  contra  los  Padres,  para  de  este  modo  quedar  libres 
sus  enemigos  de  la  vigilancia  de  aquellos,  que  les  impedian 
dedicarse  con  libertad  á  la  compra  y  venta  de  los* muchachi- 
tos infieles,  con  quienes  traficaban  como  si  fueran  especies 
de  ganado. 

Tres  días  se  detuvo  la  expedición  en  Sarayacu,  durante 
los  cuales  se  ocupó  el  Prefecto  en  las  referidas  diligencias; 
y  convencido  al  fin  de  la  completa  inocencia  de  los  Misione- 
ros, propuso  al  P.  Calvo  si  prefería  quedarse  en  Cayariya  ó 
seguir  acompañando  la  expedición.  Contestóle  este  que  sus 
I  deseos  eran  siempre  servir  en  lo  que  pudiera  á  la  Religión  y 
I  á  la  República,  y  por  tanto  que  no  haciendo  falta  por  enton- 
[  ees  en  las  misiones,  toda  vez  que  quedaban  cuatro  Sacerdo- 
;  tes  y  dos  legos,  si  en  algo  se  le  juzgaba  útil,  seguiría  á  la 
I  espedicion  con  tanto  mas  gusto,  cuanto  así  podría  dar  fin  y 
remate  á  una  empresa  que  tantos  trabajos  le  habia  costado. 
Agradeció  mucho  el  Prefecto  este  ofrecimiento,  diciéndole 
que  lo  aceptaba;  no  solo  porque  podría  servirles  de  Capellán 
de  la  espedicion,  sino  también  porque  sus  conocimientos 
prácticos  de  aquellos  ríos  podrían  serles  muy  útiles  y  hasta 
tal  vez  necesarios.  En  efecto,  el  P.  Calvo  se  habia  arregla- 
do un  mapa  del  Pachitea  y  del  Palcazu,  que  aunque  algo 


—  160  — 

imperfecto,  le  servia  para  dirigirse  en  sos  viajes,  y  dá 
mo  se  sirvió  también  el  comandante  del  vapor  Moram 
llegar  hasta  el  puerto  del  Majro.  Dadas,  pues,  las  0 
convenientes  al  Gobernador  para  qne  vigilase  la 
de  los  que  recorren  el  UcayaÜ,  y  sobre  todo  para  que 
se  ocupase  en  el  comercio  de  los  muchachitos  infi 
molestase  mas  á  los  Padres,  salió  la  espedicion  del  piu 
Sarayacu,  dirigiendo  su  rumbo  hacia  Caschiboya. 

Dos  días  tardó  el  vapor  en  llegar  á  este  ponto,  y 
tras  se  detenia  en  proveerse  de  combustible,  el 
acompañado  del  P.  Calvo,  pasó  á  visitar  el  pueblo,  qm 
ta  como  dos  leguas  del  Ucayali;  pernoctaron  eü  él,  y 
siguiente  volvieron  temprano  al  vapor,  continuando  li 
cha  hacia  Cayariya.  Otros  dos  dias  se  necesitaron  pan; 
gar  á  la  desembocadura  de  la  quebrada  en  que  está 
esta  población,  y  como  habia  mucha  leña  preparada 
vapor,  fué  necesario  detenerse  bastante  tiempo  para  a 
barque.  El  Sr.  Prefecto  quiso  aprovecharlo,  visitando 
bien  el  pueblo  de  Cayariya  y  al  efecto  á  la  madrug 
guiente  se  embarcó  en  la  montería  del  Padre  que  en 
ligera,  acompañándole  dicho  Padre,  un  ayudanta  y 
mandante  Raygada;  mucho  les  gustó  el  sitio  en  que  s 
bia  construido  el  pueblo,  pero  sobre  todo  la  linda  igl 
hermoso  convento  que  se  habia  edificado,  quedando 
rados  de  como  pudieron  levantarse  en  un  sitio  tau 
y  con  tan  poca  gente  aquellos  dos  edificios.  Después  ¿te 
ber  almorzado,  tomaron  los  ornamentos  sagrados  y  di 
cosas  necesarias  para  el  Santo  Sacrificio,  regresando  al 
donde  se  hallaba  el  vapor,  á  donde  llegaron  como  á  las 
co  de  la  tarde.  Durante  la  noche  permanecieron  fond 
y  al  dia  siguiente  hicieron  rumbo  hacia  el  Tamaya. 
se  proveyeron  de  plátanos  y  prosiguiendo  la  naví 
después  de  haberse  detenido  durante  la  noche,  llegar® 
mo  á  las  dos  de  la  tarde  del  dia  siguiente  frente  el  Pai 
cuyo  acontecimiento  fué  saludado  con  salvas  de 
que  por  cierto  asustaron  bastante  á  algunos  infieles  í 
habian  agregado  á  la  espedicion. 


-  161  - 

^   No  proseguimos  la  relación  de  este  viaje  en  lo  que  falta 
la  llegada  al  puerto  del  Mayro,  para  no  alargar  dema- 
o  nuestra  historia  (1),  limitándonos  á  referir  lo  que  me- 
desde  el  puerto  del  Mayro  hasta  Lima,  por  tener  mas 
tima  relación  con  nuestras  misiones. 
Llegó  la  espedicion  al  puerto  del  Mayro  el  1.*  de  enero 
1867,  después  de  vencer  mil  dificultades  ocasionadas  por 
mala  construcción  de  los  vapores;  pues  el  uno  era  de  ex- 
ivo  porte,  poniendo  en  grave  dificultad  cada  vez  que  se 
ecia  alguna  curva  en  los  rios;  y  los  otros  dos  eran  muy 
ebles  y  de  tan  poca  fuerza,  que  muchas  veceb  no  podian 
mper  las  corrientes,  siendo  preciso  retroceder  algún  tanto 
esperar  á  que  se  hiciera  bastante  vapor.  Una  alegría  ge- 
lersJ  se  esperimentó  en  el  puerto  á  la  llegada  de  la  espedí- 
ion,  así  por  parte  de  los  que  estaban  en  tierra  como  por  los 
\UQ  formaban  parte  de  ella;  pues  se  habian  ya  consumido 
Bs  provisiones  y  se  padecía  necesidad,  6  mejor  diremos  bas- 
ante hambre.  El  dia  después  de  la  llegada  lo  pasó  el  Pre- 
bcto  ocupado  en  escribir  los  partes  para  el  Gobierno,  la  Su- 
>refectura  de  Huánuco  y  el  Gobernador  del  Pozuzo,  lo  mis- 
pio  que  otras  comunicaciones  que  fué  preciso  enviar,  para 
|ue  sin  pérdida  de  momento  se  socorriese  á  los  espediciona- 
pos  con  los  víveres  que  se  necesitaban;  estos  partes  fueron 
entregados  al  capitán  Baldizan  para  que  los  llevase  á  Huá- 
nco,  mientras  que  el  P.  Calvo  como  conocedor  del  Pozuzo, 
e  adelantó  paAt  comprar  todos  los  comestibles  que  encon- 
rara,  á  cuyo  efecto  le  habia  entregado  quinientos  pesos  el 
efe  de  la  espedicion.  Cuatro  dias  necesitó  para  hacer  este 
viaje,  llegando  al  Pozuzo  él  y  sus  compañeros  con  las  fuer- 
las  desfallecidas  por  el  hambre.  Fortuna  que  antes  de  pasar 
ürio  Huancabamba  encontraron  la  chácara  de  un  indio,  que 
tenia  en  su  choza  dos  grandes  cestos  de  plátanos  maduros, 


(1)  El  que  quiera  enterarse  detenidamente  de  los  sucesos  de  esta  es- 
pedicion, puede  consultar  el  púmero  18  del  Peruano^  periódico  oficiai 
de  Lima,  correspondiente  al  tomo  52,  semestre  1.® 

I  11 


—  162  — 

los  que  les  sirvieron  muy  oportunamente  para  tomar 
alimento,  no  faltando  quien  comió  hasta  veinte  de 
tas;  tal  era  el  apetito  que  tenia.  Inmediatamente  de 
llegado,  entregaron  al  Gobernador  la  comunicación  dd 
fecto,  y  así  que  hubieron  encontrado  algunas  arrol 
arroz  y  frijoles,  manteca,  gallinas  y  otros  comestible», 
puso  el  P.  Calvo  que  algunos  de  sus  peones  los  trají 
los  espedicionarios,  mientras  él  seguia  recogiendo  m 
provisiones  que  les  iba  mandando,  á  medida  que  se  pi 
taba  oportunidad.  A  los  seis  ó  siete  dias  llegó  el 
muy  cansado  de  subir  y  bajar  por  aquellos  cerros,  yi 
molestado  por  unas  llagas  que  se  le  abrieron  en  las  p» 
Descansó  unos  tres  dias,  saliendo  luego  juntos  pan 
nuco. 

Los  huanuqueños  apenas  tuvieron  noticia  de  la  pros 
dad  de  los  espedicionarios,  salieron  á  recibirles  á 
tres  leguas  de  distancia,  con  el  entusiasmo  que  les 
riza,  y  que  se  excedió  aquella  vez  al  considerar  las 
ventajas,  que  la  ciudad  de  Huánuco,  hoy  capital  de 
tamento,  iba  á  reportar  de  aquella  espedicion.  Fuéle  pi 
al  Gobernador,  lo  mismo  que  á  su  Secretario  y  á  alj 
su  comitiva,  descansar  algunos  dias  en  aquella  ciudad 
curarse  las  llagas  de  las  piernas.  Solo  el  P.  Calvo,  como 
acostumbrado  á  aquellas  fatigas,  quedó  libre  de  semejí 
molestias,  pero  en  cambio  enfermó  al  llegar  al  Cerro, 
solia  acontecerle  cada  vez  que  respiraba  los  aires  tan 
de  aquella  población.  Tres  dias  debió  demorar  en  ella 
restabléceme  de  su  indisposición,  y  entretanto  el 
Prefecto  se  fué  á  Lima,  mereciendo  á  su  llegada  los 
mes  del  Gobierno  por  haber  resuelto  el  problema,  á\ 
hasta  entonces,  de  la  navegación  que  él  habia  hecho, 
dias  después  llegó  á  la  misma  Capital  el  P.  Calvo,  en 
sion  en  que  se  estaban  ya  publicando  las  relaciones  det 
das  del  Prefecto,  en  las  que  este  funcionario  se  ociipaW 
proceso  que  se  formó  á  consecuencia  de  la  muerte  de  lesj 
del  Putumayo,  refutando  las  odiosas  calumnias  levant 


—  163  — 

a  los  Padres,  por  los  que  les  suponían  cómplices  en  el 
lato,  y  patentizando  á  todos  su  completa  inocencia. 
L  Presidente  de  la  República,  que  se  interesaba  mucho 
I  éxito  definitivo  de  la  espedicion  realizada,  no  solo 
izon  del  cargo  que  desempeñaba,  sino  también  por  set 
•al  de  Huánuco,  cuya  ciudad  tan  beneficiada  debia  que- 
on  la  empresa  que  se  proyectaba,  dio  la  orden  de  abrir 
rniino  espedito  desde  el  Pozuzo  hasta  el  puerto  del  May- 
este  fin  nombró  una  comisión  compuesta  de  un  inge- 
y  cuatro  auxiliares  inteligentes,  confiriendo  la  presi- 
ía  de  esta  Comisión  al  R.  P.  Calvo,  en  vista  de  los  in- 
3s  que  le  dio  el  Prefecto  acerca  las  circunstancias  que 
arrian  en  este  Padre,  quien  por  razón  de  las  muchas 
3  que  habia  recorrido  aquellos  países,  no  tenia  en  toda 
^pública  otro  que  le  igualase  en  el  conocimiento  de  los 
m  que  el  camino  debia  atravesar.  No  quería,  sin  embar- 
51  admitir  el  honor  que  se  le  dispensaba,  y  al  efecto  pi- 
¿  señor  Presidente  que  nombrase  jefe  de  la  espedicion 
g-eniero;  pero  por  mas  instancias  que  hizo,  no  se  le  ad- 
S  la  renuncia. 

Niestas  en  regla  las  cosas  necesarias,  emprendió  su  via- 
conaision,  llegando  al  Pozuzo  sin  haber  ocurrido  nin- 
suceso  notable  durante  el  camino.  Del  Pozuzo  pasó  al 
luancabamba,  desde  cuyo  punto  empezó  el  reconoci- 
Dito  del  terreno,  siguiendo  el  trozo  de  camino  que  el  año 
írioT  habia  hecho  abrir  el  P.  Calvo,  hasta  el  sitio  Uama- 
1  Mirador j  como  dejamos  dicho  ya.  No  dejaba  de  ofrecer 
res  dificultades  la  construcción  de  un  camino  por  un  sí- 
an  elevado,  p'ero  al  fin  era  el  que  menos  las  presentaba 
[)r  otra  parte  era  el  que  mas  ventajas  of recia.  Desde 
fel  sitio  dio  principio  el  ingeniero  á  sus  estudios,  y  cre- 
io  el  P.  que  muy  poco  ó  nada  podría  ayudarle  por  en- 
Jes  en  sus  trabajos  científicos,  determinó  de  acuerdo  con 
10  ingeniero  adelantarse  á  descubrir  terreno  en  compañía 
señor  Cura  de  la  colonia  alemana,  que  también  quiso  to- 
•  parte  en^aquellos  trabajos.  Lleváronse  diez  hombres  por 


—  164  — 

lo  que  pudiese  ocurrir  y  salieron  del  Mirador,  tards 
ca  de  dos  dias  en  llegar  á  la  confluencia  de  dos  qae| 
que  desde  aquel  sitio  parecia  no  distar  mas  que  media 
la  causa  de  este  retraso  fueron  los  rodeos  qua  tuviei 
hacer,  para  evitar  los  precipicios  que  continuamente 
presentaban,  y  por  los  muchos  palos  y  bejucos  que 
de  cortar,  si  querían  d^r  un  paso  seguro.  El  estado  a| 
férico  no  les  era  tampoco  muy  favorable,  siendo  tan 
nuas  las  lluvias  que  apenas  se  les  secaba  por  cortos  m^ 
tos  la  ropa  que  les  cubría. 

Dos  dias  después  de  andar  por  aquellas  malezas, 
traron  por  fin  una  pequeña  pampa,  en  la  que  como  al 
apropósito  se  detuvieron  para  arreglar  su  rancho;  y 
allí  hacian  sus  investigaciones,  volviendo  siempre  á  dj 
sar  en  el  mismo  sitio.  Entre  tanto  iban  pasando  loe 
disminuyéndose  las  provisiones;  en  vista  de  lo  cual,  it 
de  transcurridos  unos  once  dias,  les  fué  preciso  envis 
tro  hombres  á  buscar  víveres  al  Mirador;  pues  el  in{ 
tenia  algunos,  y  en  caso  que  le  faltaran  le  era  mas| 
procurárselos  en  el  Pozuzo.  No  habiendo  regresado 
peones  con  los  víveres  que  se  necesitaban,  al  cabo 
dias  el  señor  Gura  tomó  la  escopeta,  para  ver  si  encoi 
alguna  pieza  de  caza;  siéndole  tan  propicia  la  fortiiiia,| 
mató  un  gran  mono  maquizapa.  No  pudieron,  sin  eml 
saciarse  con  este  refrígerio  tanto  como  creian;  poi 
tres  únicos  indios  que  habian  quedado  en  su  compafiia,! 
los  demás  habian  huido,  viéndose  con  el  mono, 
mas  de  la  mitad  y  al  dia  siguiente  antes  de  amanecer^ 
do  el  padre  y  su  compañero  todavía  dormían,  se 
dejándoles  abandonados  en  un  sitio  muy  triste,  enh 
fundidad  de  dos  elevados  cerros.  No  decayó  por  esto  ss| 
mp,  sino  que  procurando  conservar  sus  fuerzas  con  á 
gerio  que  la  Providencia  les  había  deparado,  se  pusi( 
hervir  el  pedazo  de  mono  que  los  indios  habian  dejado,] 
mas  aderezo  que  agua  pura  y  un  poco  de  sal,  pues  las 
cunstancias  no  eran  las  mas  á  propósito  para  apel 


—  165— 

tos  manjares.  Comieron  de  este  refrigerio  aunque  en 
,  cantidad,  y  resignados  á  lo  que  pudiera  venir,  espe- 
1  tranquilos  la  llegada  de  las  provisiones,  cuando  por 
racia  aquella  noche  el  señor  Cura  cayó  enfermo  de  al- 
i  gravedad,  declarándose  en  el  siguiente  dia  la  disente- 
íil.  reflexiones  tristes  les  asaltaron  entonces  y  en  nin- 
i  parte  veian  esperanza  de  alivio;  cualquier  rumor  de 
g^as  y  movimiento  de  los  árboles  les  parecia  señalar 
os  indios  regresaban  ya,  pero  muy  pronto  se  disipaban 
lusiones.  Trataban  ya  de  irse  solos,  pero  ¿cómo  era  po- 
hállar  camino  en  medio  de  la  espesura  tan  grande  del 
lie?  y  ¿cómo  podrian  pasar  sin  alimento  cuatro  dias  á  lo 
wg  que  necesitaban  para  llegar  al  Mirador?  De  este  modo 
discurriendo  al  tercer  dia  de  hallarse  en  aquella  sole- 
cuando  por  la  tarde  se  les  presentaron  dos  indios  con 
Das  libras  de  arroz  y  un  poco  de  carne  salada.  Al  recibir 
1  socorro  que  les  venia  como  del  cielo,  no  pudieron  me- 
lé dar  fervientes  gracias  á  Dios,  que  jamás  desampara 
i  necesidad  á  aquel  que  en  él  espera.  Pusieron  luego  á 
ir  una  buena  porción  de  carne  y  arroz,  pero  desgracia- 
ente  el  estado  del  señor  Cura  no  le  permitió  pasar  ni  un 
leño  soíbo  de  caldo;  tal  era  su  postración.  Con  esta  falta 
limento  se  iba  agravando  su  enfermedad  y  no  le  queda- 
inguna  esperanza  de  librarse  de  la  muerte,  careciendo 

0  carecian  de  médico  y  de  medicinas  á  propósito  para 
J  sus  dolencias.  El  dia  siguiente  amaneció  sereno  el 
po  y  el  enfermo,  haciendo  un  esfuerzo  sobre  sí  mismo, 
liso  en  camino  para  el  Mirador  en  compañía  del  P.  Calvo 

los  dos  indios,  quienes  dejaron  en  aquel  sitio  la  tienda 
stmpaña  y  otros  efectos  que  habian  llevado,  seguros  de 
ntrarlo  todo  en  el  mismo  sitio  cuando  volvieran,  pues  no 
apor  aquellos  contornos,  ni  es  fácil  hubiese  penetrado  ja- 
én aquel  punto  persona  alguna.  Penosísimo  era  el  cami- 
itendido  el  modo  como  debían  verificarlo,  empleando  to- 

1  dia  para  recorrer  un  trecho  que  á  paso  regular  hubieran 
vesado  en  media  hora;  el  enfermo  seguía  sin  apetito,  no 


—  166  — 

habiendo  probado  en  todo  el  día  sino  dos  cucharadas  á^\ 
De  esta  manera  continuaron  el  dia  siguiente  el 
medio  de  muchos  precipicios  que  atravesaron  con 
ficultad.  Ciomo  á  las  diez  de  la  mañana,  detuviérois» 
arreglar  un  poco  de  comida,  y  mientras  tanto  el 
para  refrigerarse  descansaba  sobre  unas  piedras,  jai 
era  dable  ofrecerle  mas  blando  lecho  en  aquella 
Rendido  del  cansacio  ó  por  otras  causas  quizá,  comió 
nos  el  señor  Cnra  aquel  dia  que  el  anterior,  siguiendo 
mino  con  tanta  dificultad,  que  á  cada  diez  ó  doce  pasoí^ 
daba  tenia  que  pararse  otros  tantos  minutos;  era 
postración  que  aquel  dia  parecia  iba  á  espirar,  de 
que  afligido  el  P.  iba  ya  discurriendo  en  que  sitio  ent 
su  cadáver;  pues  no  era  fácil  conducirlo  al  Pozuzo,  al 
la  larga  distancia  en  que  se  encontraban.  Tampoco  se 
ilusiones  el  enfermo,  sino  que  sus  pensamientos  eran  ii 
eos  á  los  del  Padre,  según  él  mismo  se  lo  manifestó  ii 
No  obstante,  serian  como  las  dos  de  la  tarde  cuando  sel 
servó  que  el  enfermo  iba  recobrando  un  poco  las  fu< 
siendo  necesario  hacer  tan  frecuentes  los  descansos; 
como  no  con  venia  abusar  de  esta  pequeña  mejoría  y  ^ 
otra  parte  el  tiempo  amenazaba  lluvia,  resolvieron  del 
parahacer  un  rancho,  afín  de  pasar  la  noche  al  abrigo 
chubascos.  Mientras  que  los  indios  se  ocupaban  en 
algunas  hojas  de  palma,  el  P.  se  fué  á  buscar  lefia  paral 
cender  fuego;  pues  que  el  enfermo  manifestaba  tener 
na  apetencia;  y  aunque  los  alimentos  que  podían  proj 
nársele  no  eran  los  mas  apro  pósito  para  su  dolencia, 
menos  hacia  concebir  algunas  esperanzas,  si  su  estdi 
desfallecido  podia  reparar  de  cualquier  modo  que  fuertí 
abatidas  fuerzas.  La  |leña  desgraciadamente  estaba 
impregnada  de  la  humedad,  que  no  habia  medio  de 
arder,  de  suerte  que  el  padre  hubiera  ya  desistido  de 
grado  de  su  empeño,  á  no  haber  sido  la  pena  que  le 
poder  proporcionar  algún  refrigerio  á  su  pobre  comj 
Dos  horas,  pues,  hacia  que  estaba  batallando,  sin  coi 


—  167  — 

loas  resultado  que  hacer  un  poco  de  humo;  pero  al  fin  á 
¡áerza  de  cortar  astillas  secas  logró  extraer  la  humedad  de 
luleña  que  principió  á  arder.  Arreglaron  entóneosla  cena, 
uniendo  la  gran  satisfacción  de  verqueelseñor  Cara, comió 
im  buen  plato  de  arroz/  con  el  desabrido  caldo  que  hizo  la 
same  salada,  único  alimento  de  que  en  aquella  soledad  po- 
^an  disponer. 

f  A  fin  de  que  no  se  repitiera  el  trabajo  que  les  habia  eos- 
do  encender  fuego,  procuraron  mantener  toda  la  noche  el 
ue  habian  encendido;  á  cuyo  efecto  amontonaron  bastante 
iña,  que  aunque  húmeda,  se  iba  secando  al  calor  de  las 
irasas  encendidas.  Procuraron  también  dejar  preparado  el 
z  que  les  sobró  para  poderse  con  él  alimentar  á  la  ma- 
ana  siguiente^  como  en  efecto  lo  hicieron  así,  adquiriendo 
e  esta  suerte  el  enfermo  las  fuerzas  necesarias  para  empren- 
fder  la  larga  subida,  que  es  preciso  hacer  para  llegar  al  Mi- 
I  rador. 

\     Indecible  fué  la  satisfacción  que  esperimentaron  al  lle- 
gar á  aquel  sitio,  después  de  los  gravísimos  irabajos  que 
[habían  sufrido,  y  cuando  no  creian  de  ninguna  manera  po- 
láble  llegara  con  vida  el  señor  Cura,  visto  el  lastimoso  esta- 
do en  que  le  habia  puesto  su  enfermedad.  A  su  llegada  el  in- 
¡geniero  mandó  preparar  una  buena  comida,  que  bien  nece- 
saria les  era,  después  de  lo  mal  alimentados  que  habian  es- 
tado durante  tantos  dias;  pasaron  allí  mismo  aquella  noche, 
i  partiendo  al  dia  siguiente  para  el  Pozuzo,  porque  el  estado 
I  del  enfermo  no  permitía  pensar  siquiera  en  seguir  acompa- 
I  ñando  la  espedicion;  y  para  evitar  el  difícil  descenso  del 
I  Mirador,  se  internaron  por  detrás  del  cerro  Monocanca^  para 
i  ver  si  por  aquella  parte  habría  una  pendiente  mas  suave  y 
menos  penosa.  Gracias  á  la  divina  Providencia,  llegaron  con 
felicidad  á  la  colonia  alemana,  donde  el  señor  Cura  se  resta- 
bleció de  sus  dolencias,  con  las  mayores  comodidades  que 
pudo  encontrar  en  su  casa;  pero  al  P.  Calvo  se  le  frustraron 
sus  planes  de  investigación,  pues  en  la  misma  tarde  en  que 
llegaron  al  Pozuzo  le  dio  por  primera  vez  las  tercianas  que, 


—  168  — 

salvo  algunos  cortos  intervalos  de  diez  ó  doce  dias,  le 
ron  hasta  el  mes  de  noviembre,  en  cuya  época  salió 
Huánuco.  En  los  dias  que  la  terciana  le  dejaba  lil 
ocupaba  en  mejorar  el  camino  que  en  el  próximo  pasado i 
habia  hecho  abrir  hasta  el  Mirador,  mientras  que  el  h 
niero  á  fuerza  de  constancia  y  trabajo  lograba  enconi 
una  bajada  suave  hasta  la  unión  de  las  dos  quebí 
continuaba  el  trazo  del  camino  hasta  encontrar  el 
del  Mayro. 

Llegó  entretanto  la  época  de  la  celebración  del  ca{ 
Guardianal  en  el  Colegio  de  Ocopa,  correspondiente  al  i 
de  1867,  y  considerando  el  P.  Calvo  que  de  retirarse  dell 
bajo  para  asistir  á  dicho  capítulo,  pudiera  di^ustai 
Presidente  de  la  República  que  le  habia  honrado  con  la 
sidencia  de  aquella  científica  comisión,  escribió  al  P. 
sario  general,  haciéndole  presente  las  circunstancias  an 
se  encontraba;  en  vista  de  las  cuales,  éste  le  contestó 
pensándole  de  la  asistencia  á  dicho  capítulo.  En  aqudí 
se  acababa  al  P.  Calvo  su  segundo  sexenio  de  la  Prefe 
de  Misiones,  pero  al  proceder  loscapitulares  á  nueva  eleccii 
le  reeligieron  por  tercera  vez  para  desempeñar  dicho 
Mucha  pena  le  causó  el  recibir  esta  noticia,  pues  d( 
retirarse  á  Ocopa,  para  reparar  sus  fuerzas  debilitadas 
tanto  trabajo;  pero  sus  gestiones  para  que  se  le  admii 
la  renuncia  fueron  inútiles,  pues  el  muy  reverendo  P. 
misario  le  escribió  que,  como  las  Bulas  Inocencianas 
á  los  Prefectos  de  Misiones  en  libertad  para  vivir,  ya  ail 
colegios,  ya  en  las  mismas  conversiones  de  infieles,  nii 
inconveniente  habia  en  que  apesar  de  su  reelección,  se 
tirase  á  Ocopa,  desde  donde  podría  dirigir  las  Misiones  ¡ 
medio  de  cartas;  como  estas  razones  no  daban  lugar  á&t 
vas  instancias,  obedeció  el  Padre,  aceptando  nuevamentei 
destino  y  regresando  al  Colegio.  Su  salida  del  Pozuzo 
como  indicamos  mas  arriba  por  el  mes  de  noviembre,  ye 
en  compañía  de  los  demás  miembros  de  la  comisión,  qaei 
bian  terminado  ya  sus  trabajos,  hasta  la  ciudad  dd 


—  169  — 

m  cuyo  punto  se  despidieron  éstos  para  Lima,  y  el  P.  Calvo 
lara  Ocopa. 

V  Llegó  á  este  colegio  el  1."  de  diciembre,  pero  cuando 
sreia  poder  descansar  en  él  de  todas  sus  fatigas,  se  encontró 
5on  que  su  temperamento  le  probaba  tan  mal,  que  le  sobre- 
riño  una  completa  inapetencia,  de  modo  que  solo  tomaba 
por  alimento  un  poco  de  sopa;  declarándosele  luego  una  hin- 
chazón en  los  pies,  que  poco  á  poco  le  fué  subiendo  hasta  la 
mitad  del  cuerpo.  Los  médicos  le  deshauciaron,  manifestan- 
do no  haber  esperanzas  de  salvarle  si  no  se  trasladaba  á  Li- 
msL  para  disfrutar  del  temperamento  mas  benigno  de  aque- 
ja capital;  pues  su  naturaleza  no  podría  acomodarse  á  los 
lirios  de  Ocopa,  después  de  haber  vivido  por  espacio  de  tan- 
tos años  bajo  la  acción  de  un  clima  tan  cálido  como  el  del 
ücayali.La  dificultad  consistía, sin  embargo, en  poder  hacer 
la  travesia,  porque  estaba  el  Padre  tan  débil,  que  apenas 
podía  sostenerse  en  la  caballería;  como  no  habia  empero  otro 
¡remedio,  le  fué  preciso  hacer  un  esfuerzo  y  ponerse  en  ca- 
imino.  No  es  fácil  decir  lo  mucho  que  durante  el  mismo  su- 
ifrió;  al  llegar  á  la  cordillera  especialmente,  le  parecia  mo- 
rirse á  cada  instante.  A  los  pocos  pasos  que  daba,  tenian 
que  bajarle  de  la  caballería  para  que  pudiese  descansar  un 
rato,  volviendo  á  montarle  después;  necesitando  trece  dias, 
para  hacer  el  viaje  que  regularmente  se  hace  en  seis,  y  lle- 
gando á  Lima  en  el  deplorable  estado  que  se  puede  imagi- 
inar.  No  obstante,  gracias  á  la  benigna  influencia  de  la  tem- 
iperatura  de  Lima,  al  asiduo  cuidado  de  los  Padres  del  Cole- 
|gio,y  á  la  inteligencia  de  los  facultativos,  fué  mejorando  no- 
I  tablemente;  de  suerte  que  á  los  quince  dias  pudo  dar  gracias 
á  Dios,  por  verse  completamente  restablecido  de  su  gravísi- 
ma enfermedad. 


M<S»SiM 


aJLPITPLO  XISIIIZ- 


Buceaoa  ocurridos  en  loa  misiones  desde  1867  hasta  Í870 


Deseáramos  poder  dar  comienzo  á  este  capítulo  mi 
tando  el  cumplimiento  de  las  justísimas  disposiciones 
das  por  el  Prefecto  de  Loreto,  D.  Benito  Arana,  á  su 
por  Sarayacu,  en  las  que  se  prohibía  severamente  la 
y  venta  de  los  muchachitos  infieles,  y  se  mandaba  gi 
á  los  Padres  misioneros  todo  el  respeto  y  consideracioi 
bidos.   Mas,  por  desgracia,  no  podemos  satisfacer  nva 
deseos,  que  sin  duda  son  también  los  de  nuestros  I 
porque  lo  que  pasó  en  eí  Ucayali,  apenas  se  ausentó  el 
Prefecto,  fué  á  corta  diferencia  lo  mismo  que  pasaba 
si  es  que  no  fué  peor. 

Para  nuestras  misiones  ha  sido  siempre  un  gra 
inconveniente  la  enorme  distancia  á  que  se  encuentras 
solo  del  Gobierno  supremo  de  la  República,  sino  tambiffl 
sus  delegados  superiores.  De  ahí  resulta  que  por  buenos 
sean  los  deseos  de  aquel  y  por  enérgicas  que  sean  las 
nes  que  expida,  se  estrellan  contra  la  falta  de  medios 
ees  para  ponerlos  en  práctica,  si  los  que  están  inm 
mente  encargados  de  cumplirlos  no  tienen  la  rectitud 
proceder,  y  los  conocimientos  necesarios  para  el  buen 
empeño  de  su  cargo,  lo  que  por  desgracia  mas  de  una 
ha  sucedido.  El  siguiente  suceso  ocurrido  en  Caschi 
confirma  lo  que  estamos  diciendo. 


i  —  171  — 

Habíanse  reunido  en  dicha  población  á  primeros  de  Mar- 
;ZO  de  1867  varios  comerciantes,  para  recibir  algunas  mer- 
|caDcias  que  les  habian  llegado  de  Nauta,  y  para  pasar  el 
t  tiempo  alegremente^  se  entretenian  un  dia  en  el  juego,  como 
ilo  tienen  de  costumbre,  mientras  tanto  que  apuraban  algu- 
nas copas  de  licor  que  de  aquel  mismo  punto  habian  recibi- 
I  do.  No  tardó  en  aausar  su  efecto  la  bebida  y  viendo  el  Cura- 
[ea  de  los  indios  Dionisio  Inuma  que  los  jugadores  empeza- 
[ban  á  promover  desórdenes,  quiso  ponerles  en  paz;  pero  el 
;  Teniente-gobernador,  mas  óbrio  aun  que  los  otros,  juzgan- 
\  do  sin  duda  que  era  un  abuso  del  Curaca  entrometerse  en 
\  apaciguar  tumultos  hallándose  presente  él,  sin  reflexión  al- 
i  gxina,  acometió  al  Curaca  espada  en  mano,  aunque  afortu- 
[  nadamente  no  logró  tocarle,  por  habérselo  impedido  los  cir- 
!  cunstantes. 

Encontrábase  en  aquella  ocasión  en  Caschiboya  el  Padre 

^  Fray  Antonio  Majoral  y  al  oir  desde  su  habitación,  que  no 

:  distaba  del  lugar  del  tumulto,  las  descompasadas  voces  del 

;  Teniente-gobernador  y  al  ver  al  mismo  tiempo  á  los  indios 

i  que  iban  reuniéndose  para  defender  á  su  Curaca,  temiendo 

alguna  catástrofe,  salió  apresuradamente  para  sosegar  el 

alboroto,  llegando  en  medio  de  los  contendientes,  cuando  el 

Gobernador  tenia  su  espada  levantada  contra  el  gefe  de  los 

indios.  Poco  trabajo  le  costó  al  Padre  hacerse  dueño  de  esta 

arma,  lo  mismo  que  de  un  gran  cuchillo  que  llevaba  uno 

de  los  defensores  del  Curaca,  prometiendo  devolvérselas  al 

\  dia  siguiente,  cuando  estuviesen  mas  tranquilos  los  ánimos. 

I  Con  sus  cristianas  exhortaciones  logró  poner  en  paz  á  todos 

¡  los  adversarios  y  llevándolos  á  su  habitación  les  convidó  á 

i  tomar  algún  refrescante,  después  de  lo  cual  se  despidieron, 

i  dándole  todos  las  gracias  por  haber  evitado  con  su  media - 

I  cion  las  desgracias  que  hubieran  ocurrido. 

I        Era  este  Teniente-gobernador,  aquel  mismo  comerciante 

de  quien  en  otro  lugar  hemos  hablado;  el  que  impidió  que 

progresara  el  pueblo  de  Cayariya,  y  que  sirvió  de  principal 

instrumento  al  señor  Vargas  para  escribir  el  parte  en  que 


—  172  — 

86  acusaba  á  los  Padres  de  complicidad  en  el  a£»siiiato 
los  oficiales  del  Putumayo.  Como  necesitaba  la  amistad 
Curaca  para  conseguir  los  hombres  que  empleaba  paia 
negocios,  que  por  lo  común  eran  casi  todos  los  del 
solia  hacerle  algunos  regalos  de  ropas  ó  herramientas; 
esta  yez  para  desagraviarle  de  la  injuria  que  le  habia 
le  convidó  con  el  aliciente  mejor  para  el  indio,  que  « 
vino,  logrando  por  este  medio  que  le  perdonara  la  inj 
recibida.  Esta  segunda  reunión  tuvo  lugar  ocho  dias 
pues  de  la  primera  y  en  ella  quedó  tan  ebrio  uno  de  los 
vidados,  que  se  cayó  dando  de  cabeza  contra  un  palo^ 
cuyas  resultas  se  causó  una  herida  por  la  que  estaba  d 
grándose.  Noticioso  de  esta  desgracia  el  P.  Majoral, 
al  momento,  y  después  de  prodigar  al  herido  los  ausíli<K 
cosarios,  se  fué  á  reconvenir  al  Teniente  por  los  escán 
que  daba  á  los  neófitos.  Habíase  éste  ocultado  en  su  toláí 
mosquitero,  mas  al  ver  que  el  Padre  se  dirigía  hacia  él, 
lió  furioso  acometiéndole  con  una  espada;  pero  como  d 
sen  esta  acción,  su  concubina  y  su  hermano  corrieron  á 
tenerle,  pudiendo  arrancársela  de  las  manos.  Retiróse 
Padre  á  su  habitación,  mas  al  poco  rato  volvió  á  salir  el 
niente  armado  de  dos  sables  ó  largos  machetes  y  se  ei 
minó  hacia  él,  profiriendo  las  mas  soeces  espresiones  coi 
los  Religiosos  españoles.  Muchas  cosas  estrañas  causa 
borrachera,  y  así  sucedió  entonces  que  el  mismo  herí 
que  impidió  al  Teniente  descargar  el  golpe  sobre  el 
pocos  momentos  antes,  al  verle  salir  ahora  tan  armado, 
siguió  gritando  que  él  era  quien  debía  matar  á  dicho  BeS 
gioso;  de  lo  cual  se  ofendió  el  Teniente-gobernador  dina 
do,  que  él  era  á  quien  tocaba  hacer  justicia  y  por  cons 
guiente  que  se  abstuviese  de  tocarlo.  Mucho  rato  duró 
contienda  sobre  quien  habia  de  matar  al  Padre  y  entren 
vino  la  noche,  durante  la  cual  se  les  pasaron  los  efectos 
vino,  retirándose  cada  uno  á  su  casa. 

Mas  no  por  eso  se  le  pasó  al  Teniente-gobernador  la 
voluntad  que  tenia  á  los  Padres,  sino  que  tan  pronto 


—  173  — 

taivo  ocasión,  mandó  un  oficio  al  Gobernador  de  Sarayacu, 
en  que  le  decia  que  el  Padre  tuvo  la  osadía  de  entrar  en  su 
casa  y  levantar  el  toldo  cuando  él  estaba  dentro,  para  ver  si 
tenia  en  su  compaía  alguna  mujer.  Esta  calumnia  no  dejaba 
de  ser  grave  y  escandalosa,  pero  no  debió  tal  vez  causarle 
mucho  escrúpulo  al  que  antes  habia  contribuido  á  calum- 
niar á  los  mismos  Religiosos  como  cómplices  de  asesinato. 
El  Gobernador  de  Sarayacu,  que  también  era  hombre  que 
deseaba  tener  ocasión  de  acusar  á  los  Padres,  comunicó  el 
parte  al  Sub-prefecto  de  Tarapoto,  y  no  sabemos  si  este  lo 
puso  en  conocimiento  del  Prefecto  de  Mayobamba.  Así  era 
Icomo  recibian  los  informes  las  autoridades  superiores,  cum- 
ipliéndose  á  la  letra  lo  que  muchos  años  atrás  dijo  al  P.  Cal- 
!Vo  el  primer  Prefecto  de  aquel  Departamento  con  estas  tex- 
tuales palabras:  «esté  V.  persuadido,  Padre,  que  cuanto 
«ocurra  en  el  Ucayali,  se  les  ha  de  achacar  á  Vds.  por  estos 
«zafíos  que  por  allí  trafican.» 

Este  mismo  Prefecto  habia  dado  órdenes  muy  serias  para 
;  que  fuesen  entregados  á  los  Misioneros  todos  los  muchachos 
í  infieles  que  los  comerciantes  bajaran  por  el  Ucayali,  á  fin  de 
que  aquellos  se  dedicaran  á  su  instrucción;  pero  la  lástima 
fué  que  estas  órdenes,  como  tantas  otras,  quedaron  sin  cum- 
plirse. 

Entre  tanto  el  P.  Antonio  Majoral  emprendió  una  escur- 
sion  á  varios  paises  de  infieles,  dando  cuenta  de  su  resulta- 
;  do  al  reverendo  P.  Prefecto,  en  una  carta  fechada  en  Caya- 
riya  á  7  de  Octubre  de  1867,  en  la  que  entre  otras  cosas  le 
decia  lo  siguiente:  «El  dia  11  del  pasado  Agosto,  después  de 
!  «haber  consultado  el  parecer  del  P.  Francisco,  salí  acompa- 
«do  de  ocho  cristianos  en  dirección  á  la  desembocadura  del 
«rio  Tambo,  para  entablar  relaciones  con  los  Piros  que  ha- 
«bitan  por  aquellos  alrededores.  Fuimos  surcando  el  Tama- 
«ya  por  espacio  de  ocho  dias,  durante  los  cuales  intenté  tra- 
«bar  amistad  con  los  Amuehuacas,  que  viven  diseminados 
«por  su  contorno,  mas  viendo  que  no  correspondían  á  lo  que 
«yo  esperaba,  fui  prosiguiendo  mi  viaje  hacia  el  pimto  antes 


—  174  — 

«indicado.  A  los  quince  días  de  haberme  puesto  en 
«llegué  á  la  desembocadura  del  Pachitea,  donde  tuve  el 
«to  de  saludar  á  los  señores  Oficiales  del  Vapor  Morona, 
«estaban  allí  aguardando  á  una  Comisión  que  debia 
«de  Lima.  Recibiéronme  dichos  señores  con  su  a 
«da  benevolencia,  mostrándose  dispuestos  á  prestar 
«quier  servicio  que  se  ofrezca  á  nuestras  Misiones.;» 

«A  las  tres  semanas  de  mi  viaje  me  atacó  una  hind 
«y  dolor  tan  molesto  en  la  mejilla,  que  á  poco  que  hule 
«aumentado  me  ponia  en  muy  apurado  trance.  En  "^ 
«del  desconsuelo  que  me  causaba  el  pensar  que  á  cana 
«esta  dolencia  se  frustraría  acaso  mi  espedicion,  acudí  i 
»Vírgen  Santísima  y  á  mi  glorioso  patrón  san  Antonio, 
«tiéndome  repentinamente  sin  dolor,  aunque  la  hinc 
«fué  bajando  poco  á  poco.  A  los  quince  dias,  gracias  á 
«pude  continuar  mi  camino  sin  otra  contrariedad,  que 
«molestias  inherentes  á  esta  clase  de  viajes,  y  despucB 
«cuatro  semanas  y  media  de  haber  salido  de  nuestro  H 
«cío,  tuve  por  fin  el  contento  de  llegar  á  la  desembocad 
«del  Tambo.» 

«Los  indios  Piros,  con  quienes  pude  avistarme,  instad 
«dos  por  la  tradición  acerca  de  los  grandes  servicios  que  I 
«antiguos  Misioneros  prestaron  á  sus  progenitores,  me  ree 
«bieron  con  las  mayores  demostraciones  de  alegría,  y  una 
«memente  me  prometieron  reunirse  en  población,  tan  p 
«como  yo  me  fuera  á  residir  entre  ellos.  Animado  con 
«esperanza,  bauticé  á  mas  de  treinta  chiquitos,  por  si  a 
«alguno  moría  antes  de  establecerse  allí  algún  Padre.  O 
«seguí  también  ponerme  en  relaciones  con  los  indios 
«pas  mas  inmediatos,  quienes  me  hicieron  igualmente 
«cebir  halagüeñas  esperanzas;  aunque  tengo  la  dificul 
«de  su  idioma  que  no  me  es  tan  conocido  como  el  de  los 
«ros.  Con  estos  resultados,  y  con  la  confianza  que  Uegirf 
«abrigar  de  poder  amansar  á  los  fieros  Campas  del  Tam 
«regresé  satisfecho  de  mi  escursion,  pasando  otra  vez  í 
«vuelta  por  la  tribu  de  los  Cunibos  y  parte  de  los  Schipi 


—  175  — 

• 

laciende  mi  viaje  con  mucha  rapidez  durante  el  dia  y  con 

^o  descanso  por  la  noche,  para  poderme  hallar  en  Caya- 

íya  el  da  de  san  Miguel  Arcángel,  patrón  de  este  pueblo, 

lya  fiesta  deseaba  celebrar  en  compañía  de  los  otros 

idres. 

«En  todo  el  curso  de  la  espedicion,  gracias  al  Señor,  no 
temos  tenido  novedad,  aunque  nos  vimos  amenazados  de 
Llgunas  desgracias.  Entre  otras  ocurrencias,  un  dia  me 

icontré  con  una  enorme  serpiente,  la  cual  conseguí  ma- 
ir;  tenia  una  vara  bien  cumplida  en  grueso,  y  como  seis 
^aras  escasas  de  largo.» 

Un  año,  ó  poco  más,  después  de  haber  regresado  el  Padre 
ijoral  de  su  espedicion,el  Vice-prefecto  de  misiones,  Padre 
^nacio  M.  Sans,  escribía  al  reverendo  P.  Prefecto  dándole 
lenta  de  otra  que  él  tenia  proyectada.  Copiamos  á  conti- 
lacion  algunos  párrafos  de  su  carta,  que  servirán  al  propio 
impo  para  dar  á  conocer  el  estado  actual  de  nuestras  mi- 
Ilíones. 

I  «Cayariya  20  de  noviembre  de  1868. 

i 

I 

<^Mi  amadísimo  Padre: 

<cPor  la  Cuaresma  próxima.  Dios  mediante,  iré  á  trabajar 
<fen  la  conversión  de  los  Hiscis-Báquebu^  que  como  sabe  V.  P. 
«son  una  parcialidad  de  los  Remos  de  Cayariya,  y  espero  en 
«Aquel  que  me  conforta,  que  esta  empresa  me  saldrá  mejor 
«que  la  espedicion  que  hice  á  los  otros  Remos.  He  tenido  á 
f-e:mi  lado  por  espacio  de  mas  de  un  año  á  cinco  neófitos  de 
«aquella  tribu,  y  he  enviado  cuatro  de  ellos  con  el  encargo 
«de  reunir  á  sus  parientes,  y  de  que  una  vez  reunidos  vol- 
«vdesen  á  buscarme;  creo  que  cumplirán  con  fidelidad  su 
«cometido,  porque  hasta  ahora  me  han  dado  pruebas  de 
«corresponder  al  amor  que  les  profeso. Y  no  en  vano  lo  hacen 
«así,  pues  me  deben  el  beneficio  de  la  vida,  por  haber  im- 
«pedido  yo  que  se  la  quitasen  los  bárbaros  Schipibos.  El  re- 
«sultado  de  su  comisión  confio  saberlo  por  Navidad.  Lo  que 
«ahora  suplico  á  V,  P.,  es  que  se  digne  ausiliarme  con  re- 


■ 


~  176  — 

«cursos  y  sobre  todo  con  sus  oraciones,  para  que  Bm 
«Virgen  santísima  nos  ayuden.» 

«Como  el  vecindario  de  Cayariya  es  tan  corto, 
«V.  P.  sabe,  he  redimido  siete  jovencitos  Campas, 
«varones,  y  tres  mujeres,que  eran  llevados  á  Nauta  para 
«vendidos  como  esclavos.  Además,  habiéndome  didio 
«comerciante  de  dicha  ciudad,  que  tenia  encargado  i 
«gunos  de  los  que  vagan  por  el  país  de  los  Piros  que  le 
«porcionaran  hasta  veinte,  le  dije  que  me  los  entregase 
«los  pusiera  en  venta,  por  ser  cosa  detestable  y  con 
«las  leyes  de  Dios  y  de  la  República;  y  que  no  temiese 
«la  plata,  porque  cuanto  antes  se  la  entregaría,  pues  i 
«efecto  iba  á  escribir  á  V.  P,  para  que  sin  pérdida  de  tii 
«me  la  mandase.  Si  con  esto  he  obrado  mal  le  suplica 
«perdone,  pero  la  compasión  que  me  causa  ver  á  estos 
«graciados  sumidos  en  tal  degradación,  me  ha  mori 
«obrar  de  este  modo;  con  esto  me  parece  haber  hecho 
«servicio  á  Dios  y  también  á  la  República,  rescatando 
«esclavitud  á  estos  infelices  que  algún  día  podrán  ser  i 
«á  la  sociedad.  Procure  por  tanto  V.  P.  rexmir  alguna 
y  mandármela  á  Huánuco  para  el  mes  de  julio,  que  jft 
«alguno  de  los  Padres  iremos  á  recibirla. 

«Ya  que  estoy  escribiendo,  no  puedo  pasar  en  sili 
«para  que  V.  P.  pueda  denunciarlo  á  quien  le  convengar 
«abuso  que  cometen  algunas  tribus  del  Ucayaü,  haci 
«correrías  á  otras  tribus,  como  son  los  Campas,  C^scbí 
«Remos  y  Amuehuacas,  que  se  van  destruyendo.  Miea 
«el  Gobierno  no  tome  un  fuerte  empeño  en  prohibir  i 
«comerciantes  la  compra  y  venta  de  los  jovencitos  iiwfi 
«los  infieles  del  ücayali  no  cesarán  en  sus  hostilidades 
«las  otras  tribus,  pues  por  este  medio  consiguen  lo  que 
«hace  falta  para  atender  á  sus  necesidades.  Pero  esto  no 
«aun  suficiente,  pues  deberia  además  reprimir  la  audacia 
«los  infieles  amenazándoles  con  la  esclavitud  y  con  que 
«rán  trasportados  á  Lima  para  servir  de  soldados,  que  es 
«que  más  temor  les  infunde;  y  si  estas  amenazas  no  a» 


—  177  — 

¡ficientes^  convendría  hacer  algún  escarmiento,  qne  con 
rpoco  bastaría,  pues  es  sabido  que  la  timidez  es  el  carácter 
matural  de  los  infieles.» 

«S.  P-  sabe  mejor  que  yo,  que  ni  uno  solo  de  los  que  re- 
leorren  el  Ucayali  con  el  nombre  de  comerciantes,  ha  pros- 
rperado  con  este  tráfico  ni  con  el  de  la  pesca  salada;  antes 
rbien  al  llegar  á  los  meses  de  marzo  ó  abril,  todos  han  de  re- 
teurrir  á  los  comerciantes  de  Nauta;  pero  como  estos  los 
itienen  bien  conocidos,  no  los  habilitan  sino  con  aquello  que 
tpueden  ganar  en  un  año.  ¿Pero  cómo  es  posible  que  pros- 
rperen,  dejándose  dominar  por  el  juego  y  demás  vicios  que 
lie  son  anejos?  Las  funestas  consecuencias  que  de  esto  di- 
manan fácilmente  pueden  comprenderse;  para  satisfacer  á 
Ksus  acreedores  compran  los  muchachitos  de  los  indios,  lo 
fccual  es  causa  de  que  estos  se  ocupen  en  piraterías  que  no 
ürcometerian,  si  les  faltara  aquel  incitamento.  Mientras  tanto 
«los  hijos  de  la  República  Peruana,  apesar  de  la  ley  de  abo- 
«licion  de  la  esclavitud,  son  vendidos  para  sostener  los  vicios 
«de  unos  cuantos  aventureros.  ¡Ojalá  que  esta  carta  sirva 
«para  poner  remedio  á  tamaño  escándalo!» 

Finalmente  en  otro  párrafo  dice:  «En  el  rio  Ahuaitiya  ya 
«han  acabado  enteramente  con  los  Caschibos,  no  quedando 
«ni  uno  solo  de  esta  tribu.  Los  Schipibos  que  vivieron  en 
«este  pueblo  al  principio  de  su  fundación,  tienen  varíos  de 
«estos  salvajes  en  su  poder,  y  si  estas  gentes  de  Cayariya 
«tienen  tantos,  ¿cuántos  más  tendrán  los  de  otras  tribus  que 
«son  mas  astutos  y  atrevidos?  Dias  atrás  bajaban  por  el  üca- 
«yali  cuatro  ó  seis  canoas  y  al  pasar  por  delante  de  las  vi- 
«viendas  de  los  Schipibos  de  estas  cercanías,  redoblaron  los 
«tambores,  como  tienen  por  costumbre  practicarlo  siempre 
«que  les  ka  salido  bien  alguna  correría.  ¿Cuántos,  pues,  de 
«estos  infelices  llevarían  en  aquellas  canoas? 


i2 


CAPiTOLO  xx:iv 


Viaje  del  P>  Sana  á  Qnimiii  j  padeeixnientaa  de  qm 
taé  YietiBua  entie  loe  inüeleM' 


Antes  de  insertar  en  este  capítulo  la  reseña  histó 
nuestras  misiones,  dando  cuenta  de  los  sufriinient 
decides  por  el  R.  P.  Fr.  I^acio  M.  Sans  á  manos 
infieles  en  su  espedicion  al  valle  de  Quimirí,  practic 
el  año  1889,  nos  ha  parecido  conveniente  poner  el 
que  el  R.  P.  Fr.  Juan  de  la  Paz,  Misionero  apostolic 
cribió  en  obsequio  del  referido  Padre,  con  las  Ifoítí 
abajo  se  citan. 

Al  R.  P.  Fr.  Ignacio  M.  Sans 

UISIONBRO  APOSTÓLICO  Y  PREFECTO  KBOIBNTBMENTB  NOl 

DB  LAS  MISIONES  DEL  COLEOIO  PE  SANTA  BOSA  DB  OCOPA 


lAlsad  la  Oras  que  el  porvenir  emkiia 
De  eea  infizüta  multitudl  Sus  braMe. 
Que  Bolo  brindan  fraternales  lasoa 

Afirmarán  la  tierral 
Alxad  la  Gnu  que  de  la  especie 
Vincula  loe  desdnoe  en  au  nombre!.. 
Alxad  la  Crus,  de  donde  el  bien 
Y  do  se  ostenta  en  acta  aoberana 
La  verdadera  libertad  del  hombfd 

G.  Q.  de  Al 


Celebre  el  mundo  eon  febril  acento 
Sus  héroes,  sus  victorias 
Y  á  sus  mentidas  glorias 
De  bronce  ó  roca  eleve  un  monumento. 
Mañana  esa  obra  del  orgullo  vano, 
Tocada  por  la  mano 
Del  tiempo  destructor» 
Será  de  Informes  cenicientas  ruinas 


Montón  aterrador. 

De  impúdica  pasión  entre 
La  turba  sibarita  su  himao  ectosel 
«Que  un  goce  activo  aleje  noesli«] 
No  hay  mas  allá...  tras  el  morir.- 1 
Loca  al  furor  de  báquicas  esoe&u 
Libando  á  Priapo  y  Venus 
Del  sensualismo  en  la  neítoda< 


\ 


—  179  — 


^n  l¿brieo  entusiasmo  Es  un  apóstol  santo 

me  rinda  8u  cerviz  á  inmunda  estopa»   De  amor  y  fe  y  de  esperanza  Heno 

)ae  adore  la  materia Que  alzó  la  Cruz,  su  divinal  encanto 

¡las  ¡ay!  al  saborear  fugaz  deleite  Para  esparcir  en  la  región  ignota! 

Del  corazón  y  el  alma  en  cruel  marasmo,     ¡Hija  del  cielo,  caridad  sublime! 
iBueño!  á  su  dicha  llamará  ¡miseria!        Tu  poderoso  aliento 
r  de  efímera  beldad  á  las  caricias:  La  vida  al  bien  le  imprime; 

Torpe  ilaaion!  fatídico  sarcasmo!  Tu  irresistible  acción  eleva  al  hombre 

f  á  sus  canciones  ¡un  incienso  al  lodo!  Y  en  nuevo  redentor  de  su  linaje 
f  ¡amarga  hiél!  del  suelo  k  las  delicias..  Con  infinita  facultad  convierte» 
Y  del  impio  audaz  la  lengua  insana    Mi  venturosa  suerte 


Ek>  ejerce  infausta  su  letal  dominio 

liS  lóbrega  mentira, 

tentando  asaz  ufana 

juicas  trovas  que  Satán  le  inspira, 

jpe  la  razón  con  mengua  y  vilipendio 

(Sonsagre  la  apoteosis  al  malvado, 


De  intima  gratitud  el  homenaje 
De  los  mortales  te  tributa  en  nombre. 
Del  Gol  gota  sangriento  descendida 
Para  lavar  la  tierra  maldecida, 
¡Virgen  hermosa!  tu  inefable  esencia 


No  comprendió  el  filósofo; 
jl^e  eleve  al  crimen  hórridos  trofeos...    La  humanidad  te  debe  la  alta  ciencia 
!dD  dia  del  abismo  en  el  incendio  Que  nunca  vio  en  su  solio  ni  el  Areópago, 

esos  al  par  infames  corifeos  Ni  el  célebre  Liceo, 

le  defendiera  ayer,  que  amara  tanto,   Ni  la  Academia  insigne. 


ta  de  sa  ilusión  la  doble  venda, 
tte  obstinación  su  yerro  irreparable 
^mentará  con  infructuoso  llanto; 
Í^Y  en  su  dolor  el  báratro  execrable 
[Maldecirá  por  siempre! 
^  Mientras  la  realidad  con  voz  severa 
Confunda  á  los  soberbios, 
plostrándoles  en  Dios  á  la  primera 
Causa  y  razón,  principio,  fin  y  medio 
De  cuanto  abraza  la  creación  entera. 
¡Yo  admiro  la  virtud! 

Y  enardecida  el  alma  á  la  eficacia 
Be  su  divino  influjo, 

PiUsa  anhelosa  el  tímido  laúd 
Para  cantar  tan  solo  sus  loores 
Al  triunfo  de  la  gracia. 
Volved  hacia  el  Oriente 

Y  vedle  alli.  De  humilde  crucifijo 
Su  pecho  decorado;  ved  su  frente 
Bo  se  refleja  la  apacible  calma 
Bel  justo;  y  ved  aquel  afán  prolijo 
Que  por  sus  ojos  viértese  del  alma. 


Pues  bien!  ardiendo  en  ese  sacro  fuego 
De  caridad  que  activo,  vigoroso 
Con  otros  dones  su  sayal  encubre, 
Del  bosque  al  centro  humbroso 
El  veinticuatro  octubre  (i.) 
Con  santa  intrepidez  lanzóse  luego; 

Y  alli,  de  Satanás  el  férreo  yugo 
Despedazando,  quiso  diligente 
Plantar  sobre  las  ruinas  de  su  imperio 
De  vida  y  gracia  el  lábaro  fulgente. 
De  quien  el  hombre  nuevo  ser  recibe. 

Mas  ¡ayl  aquella  de  la  humanidad 
Porción  infortunada, 
Monstruoso  de  miserias  vil  conjunto,  (2.) 
Mas  bien  que  oir  la  célica  verdad, 
Quiere  de  negra  servidumbre  hollada 
Su  vida  irracional  vivir  tan  solo. 
Por  eso  arroja  al  punto 
Mortífera  de  saetas  densa  nube 
Sobre  la  victima  que  atrajo  el  dolo! 

Y  rápida  otra  saeta  á  herir  el  pecho 


De  Dios,  de  la  vertida  sangre  sube, 
iQuién  es?  qué  intenta  idónde  va?  qué  Diciendo  al  dar  de  amor  el  dulce  golpe: 

(busca     Perdónalos,  no  saben  lo  que  han  hecho. 
{¡I  Chanschamayo  al  repasar  sereno?  Contraste  horrible!  Lastimoso  efecto 


,  (i.)  De  1869.  El  P.  Sans  obligado  por  la  <%espedicion  Pereyra»  quiso  contribuir 
tlbu»n  éxito  de  ella  con  las  funciones  de  su  mmisterio.  Dinamos  mejor  «quiso 
niiciarla,»  sin  advertir  que  Ja  acción  morad  pierde  mucha  parte  de  su  fuerza, 
^nida  á  otros  elementos,  no  solo  heterogéneos,  sino  de  distinto  y  aun  opuesto 
carácter. 

.  (2.)  Las  tribus  subvecinas  al  Chanscfiamavo  son,  según  la  historia  y  la  tradi* 
Clon,  las  mas  corrompidas;  tanto  por  descenaer  de  antiguos  apóstatas  como  por 

BQ  comercio  con  los  puebles  civilizados,  de  quienes  han  tomado  siempre  lo  peor. 
Causas  que  han  aumentado  su  ferocidad,  particularizándolos  en  la  alevosia. 


—  180  — 


Del  drama  que  ¡ayl  en  el  Bden  perdido.  Que  solo,  en  en  Tert&tfl 
De  la  naturaleza  el  bello  aspecto  Su  vanidad  halaga,  y  no  coa&i 

Para  el  hombre  trocó,  que  estremecido  Todo  el  valor  de  un  sacrificio 
De  horrores  vislumbró  un  inmenso  cua-r  Mas  ¡ah!  que  digo  yo!  iacaso 

(dro!       Del  alma  el  sentimiento 

Cambio  infeliz  que  abruma 
La  raza  del  proscrito,  de  impotencia 
Cerrado  en  la  región  desesperante 
Do  envuelve  el  horror  su  inteligencia 
Caliginosa  bruma! 

Viendo  las  hordas  del  salvaje  errantes  En  página  inmortal,  allá  en  el 
Danzando  alegres  ante  feos  Ídolos  No  fueron  €n  verdad  la  suda 

De  palo  y  piedra  sobre  altar  inmundo     De  un  vfl  metal,  del  oro  que 
Hechura  de  sus  manos,  La  sed  hidrópica  del  estulto  avuo^ 

Con  labios  anhelantes  Ni  el  fatuo  fulgurar  de  honor  qwt 

«Salve  yo  una  alma  y  que  perezca  el  Como  fugaz  celaje 

(mundo;       No  fueron  alicientes  qae  á  la 


Tu  mérito  atenuaii  No  es  tal  n 
No  importa,  nó  que  en  este  ingniri 
Se  borre  de  tu  nombre  Ja  memonik 
Si  Dios  joh  mártir!  tu  enñdiabU 
La  escribió  ya  con  letras  dii 


Salve  una  cara  prenda 

Con  infinito  precio  rescatada; 

Tenga  mi  Dios  un  nuevo  adorador 

Dijiste,  y  que  suspenda 

Lo  quiere  de  mi  vida  delicada 

El  curso  volador.» 

Y  al  dirigir  con  dulce  mansedumbre 

Palabras  de  salud  y  de  consuelo, 

De  alianza  bien  y  dicha 


De  tu  misión  (3),  sobre  la  verde 
Del  Ucayali,  alegre  te  llevaran. 
El  bien  haciendo  por  el  bien  taa  i 
Conforme  al  vivo  espíritu 
Del  almo  celestial  Catolicismo, 
Quisieras  que  abrazaran 
La  ley  del  Redentor  de  polo  á  pom 
.  Y  que  á  la  sombra  de  su  Cruz  Isi] 
Pudieran  diligentes 


Sobre  aquella  de  infieles  muchedumbre  Salvar  de  eterna  muerte  el  hondo i 
láy!  no  esperabas  que  insultando  al  cielo     Ahora  que  vuelves  á  abrazar  tal 


De  fé  rehusaran  la  divina  lumbre. 

Cebando  de  su  bárbara  pujanza 

La  ira  bestial  ¡feroces! 

En  tu  fraterna  caridad  inerme. 

¡Ministro  del  Señor,  yo  te  venero. 

Pues  en  tí  los  portentos  de  la  gracia, 

Cual  los  estragos  del  pecado  atroces. 

En  ellos  considero! 

Yo  te  bendigo,  sí!  mi  voz  resuene 

Por  cima  la  glacial  indiferencia 

Del  pueblo  atolondrado 


Que  criabas  para  el  cielo  {%) 
Regenerados  por  tu  aj^Uenteeels 
En  las  sagradas  ondas  del  Baúl 
Anda,  y  con  el  cayado  del  Pastor 
Tu  amada  grey  á  los  eternos 
Por  los  caminos  de  la  Cruz, 
Si,  de  esa  Cruz  que  es  símbolo  U ' 
De  amor, que  el  bien  produce. 

Anda,  y  como  el  conquistador  < 

Desolación  y  muerte 

Do  quier  esgrime  su  Hangriepta< 


(3.)    De  las  cuales  siete  le  tocaron:  cuatro  en  los  pliegos  del  hábito; 
columna  dorsal,  j  dos  en  el  brazo,  cuya  curación,  casi  desesperada  basta 
co  meses,  se  verificó  visiblemente  por  un  favor  especial  de  la  Virgen  Sss 

(4.)  El  P.  Saos,  apenas  ordenado  de  Sacerdote,  obtuvo  de  sus  snperioni 
enviaran  á  los  infieles.  Después  de  nueve  años  de  su  laboriosa  carrera,^ 
suceder  en  el  cargo  de  la  Prefectura  al  R.  P.  Fr.  Vicente  Calvo,  en  cuya 
cion  diremos  de  |)aso,  que  después  de  veinte  años  de  misionero  y  Pr« 
fieles,  largo  martirio  de  Caridad,  goza  al  presente  en  los  Descalzos  de 
dad,  el  fruto  de  su  apostolado:  crueles  dolencias  contraidas  en  la  mi 
porvenir  está  encargado  de  manifestar    los  méritos  y  virtudes  que 
este  humilde,  pero  respetable  hijo  del  Serafin  Francisco. 

(5.)   El  P*  Sans  tiene  ya  bautizados  algunos  millares  de  indios. 

(6.)   La  autoridad  de  que  va  investido,  que  sin  duda  ensanchará  d 
sus  operaciones.  , 

Lima  Agosto  tíS9, 
A.1L 


—  181  — 

Ru  que  los  indios  puedan  congregarse  De  la  verdad  en  la  celeste  Tia, 

Bn  fraternal  nnton,  en  igual  suerte  Con  la  sagrada  Cruz  les  iniciara. 

De  paz  y  bienandanza  Prosigue  en  fln.  Apóstol  tu  carrera, 

La  Cruz  eon  su  derecho  imprescriptible  Regando  con  sudor  esos  planteles; 

Del  Amazona  en  la  región  alzando.  Que  el  día  de  la  cuenta  postrimera, 

Botonace  el  porvenir  con  oraciones  Tu  frente  ahora  por  el  sol  tostada 

Knsalzará  tu  nom  bre!  *  Inmarcesibles  ceñirá  laureles . .. 
Tesas^  que  arranques»  bárbaras  naciones  Premio  que  Dios  á  la  virtud  reserra 

De  muerte  á  vida,  loarán  al  hombre  Allá  en  la  Patria  amada! 
Que  aua  destinos,  procurando  un  dia, 

En  efecto:  el  martirio  safrido  por  este  P.  misionero,  será 
así  un  glorioso  epilogo  de  la  historia  de  los  continuados 
padecimientos  y  trabajos  esperimentados  por  los  religiosos 
en  el  ejercicio  de  sus  evangélicas  tareas  entre  las  tribus 
sal  vagues  del  ücayali,  que  hemos  referido  ya,  aun  que  muy 
sucintamente  en  los  capítulos  precedentes. 

La  relación  que  vamos  á  dar  está  tomada  cuasi  textual- 
mente de  la  que  el  mismo  Padre  Sans  ha  escrito  por  orden 
de  sus  superiores,  después  de  haberse  curado  de  las  glorio- 
sas heridas  que  le  causaron  los  infieles. 

Con  el  designio,  dice  este  padre,  de  abrir  un  camino  por 
el  Chanschamayo,  y  al  mismo  tiempo  convertir  á  la  fé  á  aque- 
llos pobres  salvages,  sumidos  aun  en  las  tinieblas  del  error, 
fuime  al  colegio  de  Ocopa,  para  llevar  en  mi  compañía  al- 
gunos religiosos  que  ocuparan  mi  lugar  en  las  reducciones 
del  Ucayali,  poder  yo  internarme  por  el  rio  Unini  6  recor- 
rer todo  el  Chanschamayo,  y  salirme  después  por  el  Tambo 
á  dar  un  estrecho  abrazo  á  mis  hermanos  por  las  fiestas  de 
i  Navidad,  si  la  Divina  Providencia  no  me  disponia  antes  la 
I  corona  del  martirio.  El  diez  de  Julio  del  presente  año  de 
1869  llegué  á  Huánuco,  y  habiéndome  presentado  al  Ilus- 
trísimo  Sr.  D.  Manuel  Teodoro  del  Valle,  primer  Obispo  de 
aquella  ciudad,  le  espuse  el  proyecto  que  habia  formado, 
de  fundar  en  la  desembocadura  del  Pichis  una  nueva  po- 
blación, con  algunas  familias  de  Sarayacu  y  otras  de  indí- 
genas de  la  Sierra.  Mucho  le  gustó  á  S.  lima,  mi  plan;  mas 
como  por  razón  de  la  próxima  apertura  del  Santo  Concilio 
Vaticano  tenia  que  marcharse  á  la  Capital  del  mundo 
católico,  no  lo  fué  posible  por  de  pronto  tomar  una  parte  ac- 


-  18Í  — 

tiva  en  su  realización;  prometiéndome  no  obstante  su  ap 
publicando  mis  proyectos  en  los  periódicos  del  cen» 
Pasco. 

Así  que  llegué  á  mi  colegio  de  Ocopa,  se  ofrecicrd 
acompañarme  los  Reverendos  Padres  Fr.  Óomingo  Bmj 
y  Fr.  Francisco  Sagols,  los  cuales  me  concedió  nuestra! 
loso  Padre  Guardian,  Fr.  Femando  Pallares,  con  -el  veaa 
ble  Discretorio;  después  de  haberles  examinado  su  vocic 
y  suficiencia,  conforme  lo  previene  nuestra  santa  regk 
siete  del  mes  de  agosto  salí  de  Ocopa  con  mis  n 
compañeros,  llegando  felizmente  á  la  ciudad  de  Tar 
donde  fuimos  visitados  por  los  señores  Prefecto  y  So 
fecto  del  departamento  de  Junin,  D.  Bernardo  Bermu 
don  Luis  Santamaría;  é  inmediatamente  vino  tainbiqi 
avistarse  con  nosotros  el  señor  coronel  don  José  Manuetl 
reirá,  jefe  de  la  espedicion  de  Chanschamayo,  quien  me^ 
nifestó  sus  deseos  de  que  le  acompañase  en  su  viaje, 
téstele  que  como  yo  era  hijo  de  obediencia,  no  podia 
poner  absolutamente  de  mi  persona;  y  por  consiguiente 
lo  escribiría  al  Rdo.  P.  Prefecto  de  Misiones,  para  que 
solviese  1q  que  estimara  mas  conveniente  al  servicio  de 
nuestro  Señor.  Escribíle  efectivamente,  diciéndole  qne 
peraria  su  contestación  en  la  ciudad  de  Huánuco,  en  dd 
se  nos  habia  de  reunir  el  Reverendo  Padre  Fr.  Buena^ 
tura  Amer,  religioso  de  log  descalzos  de  Lima.  Este  fm 
fué  quien  me  trajo  la  contestación  de  dicho  P.  PrefectoJ 
la  cual  nre  decia  entre  otras  cosas,  que  si  tenia  yo 
nuevo  plan  de  Misiones,  podia  pasar  adelante,  aunque 
abandonando  las  antiguas  é  infructuosas  que  entonces 
niamos;  añadiendo,  que  él  junto  con  el  M.  Rdo.  Padrt 
misario  General  cuidarian^de  protejerme  ante  el  Golád 
Supremo.  Nada  mas  necesitaba  yo  para  obrar  con  li 
y  así  conferencié  con  mis  compañeros  lo  que  debiamos 
conviniendo  al  fin  en  que  les  acompañara  hasta  el 
en  cuyo  paraje  nos  aguardaban  los  diez  y  ocho  indios 
vinieron  conmigo  en  la  zureada.  Tiernísima  fué  la 


—  188  — 

psta  que  con  éstos  tuve,  y  las  lágrimas  inundaban  de  tal 

Í añera  nuestros  ojos,  que  ellas  mas  bien  que  las  palabras 
presaban  los  afectos  de  nuestros  corazones.  Cuando  les 
Bpartia  yo  los  regalitos  que  para  ellos  espresamente  habia 
biido,  no  sabian  de  que  palabras  valerse  para  manifestar 
a  estimación  que  me  tenian:  Nato  queheyamay^  MiaUrez 
)íáHra  quehey.  Nato  cupi  ma  MiaUrez  cwpischama^  grita- 
n  en  su  lengua;  mas  vales  tú  que  lo  que  nos  das,  por  mas 
e  sea  de  precio,  me  decían;  valiéndose  de  estas  y  otras 
tiernas  espresiones. 
I    Después  de  haberse  retirado  nuestros  queridos  neófitos, 

tie  despedí  de  mis  compañeros  religiosos,  dándoles  un  tierno 
brazo  de  fraternal  amor.  El  nueve  de  Setiembre  fué  el  día 
1^  que  tuvo  lugar  nuestra  separación,  continuando  los  otros 
religiosos  su  viaje  para  el  Mayro,  Palcazu,  Pachitea  y  Uca- 
yali,  mientras  yo  regresaba  á  Huánuco,  donde  dejé  á  los 
pomisionados  que  habian  ido  á  buscar  el  imaginado  oro  del 
rro  de  S.  Matías;  desdé  aquel  punto  pasé  á  Tarma  á  donde 
egué  el  dia  del  arcángel  S.  Miguel,  y  pasada  la  fiesta  de 
uestro  glorioso  patriarca  S.  Francisco,  proseguí  el  dia  cinco 
iie  octubre  mi  viaje  al  Chanscharaayo,  á  cuyo  punto  llegué 
felizmente  el  dia  después.  Hospédeme  en  una  hacienda  lla- 
mada HuacarA^  cuyos  dueños  me  recibieron  con  mucho 
cariño;  y  después  de  haber  descansado  como  tres  dias,  du- 
nte  Jos  cuales  recibí  las  visitas  de  otros  varios  hacendados 
ue  viven  en  aquel  hermoso  valle,  partí  en  compañía  de  al* 
unos  de  ellos  para  el  valle  del  Quimirí,  atravesando  el  rio 
r  un  puente  de  cadenas  que  antes  habia  colgado  el  señor 
Coronel  Pereira,  seis  ó  siete  cuadras  mas  abajo  de  la  des- 
embocadura del  Oczabamba,  internándome  después  hacia 
la  montaña. 

Con  indecible  gozo  de  mi  alma  daba  fervientes  gracias  á 
Dios  pov  la  merced  que  me  hacía,  en  disponer  que  fuera  70 
el  que  después  de  tantos  años  tuviese  la  dicha  de  poder  vi- 
sitar los  sepulcros  de  nuestros  hermanos,  gloriosamente 
martirizados  por  la  misma  causa  que  me  llevaba  á  mí  á 


—  184  - 

aquella  región.  Entretenido  me  hallaba  con  las  refi^ 
que  me  sugoria  el  recuerdo  de  aquellos  ínclitos  atleta 
la  fé,  cuando  hé  aquí  que  se  me  presentan  á  la  visii 
ruinosas  paredes  del  templo  que  habia  levantado  en  M 
de  aquellos  desiertos,  el  V.  P.  Fr.  Francisco  de  S.  Joií 
1750,  cuando  en  nombre  de  Jesucristo  lanzó  á  los  de 
que  tiranizaban  las  almas  de  aquellos  infelices  sal 
Profundo  dolor  me  causó  aquel  espectáculo  de  destro 
que  me  enseñaba  cuan  estériles  habian  sido  tantos  d 
fatigas  y  sangre  derramada,  para  fertilizar  para  si 
aquella  tierra  ingrata. 

Siguiendo  mi  derrotero,  llegué  por  la  orilla  del 
otra  hermosa  pampa,  en  uno  de  cuyos  estremos  se  d^ 
ver  varias  casas  de  infieles,  con  sus  chácaras  semb 
yuca,  maíz  y  hermosos  plátanos;  subí  la  cuesta  Ilam 
San  Bernardo,  desde  cuya  cumbre  se  presenta  á  la 
pintoresca  llanura  del  Carmen.  Bsgando  un  poco  se 
tra  al  estremo  otra  pampa  arenosa,  un  poco  mas  elevada^ 
la  primera,  en  la  cual  fijó  su  campamento  el  señor  Cm 
gefe  de  la  expedición,  de  que  mas  arriba  he  hablado,] 
niéndole  por  nombre  la  Merced.  En  esta  pampa  delCái^ 
perecieron  á  manos  de  los  salvajes  tres  celadores  y  huH| 
perecido  también  un  ayudante,  á  no  haber  ido  montató 
una  caballería.  La  naturaleza  del  terreno  favorecía  las i^ 
siones  de  los  indios,  que  podian  resguardarse  impunesocl 
detrás  de  la  maleza  que  todo  lo  cubri^i;  por  lo  cual  (né^ 
ciso  reducirla  á  cenizas  para  despejar  el  terreno. 

Llegué  por  último  al  pueblo  de  la  Merced  como  í 
cinco  y  media  de  la  tarde,  sin  sospechar  que  fuer^  aquíj 
sitio  que  me  tenia  reservado  Dios  nuestro  Señor  pai» 
combate.  El  señor  Pereira  y  toda  su  comitiva  me  recí 
con  la  mayor  atención  y  respeto,  prohibiendo  que  se 
parase  rifle  alguno  y  que  por  mas  infieles  que  se  p 
taran,  de  ninguna  manera  se  les  hostilizase;  sino  qae 
de  entrar  con  ellos  en  relaciones  de  ninguna  clase,  ido 
masen  primero  á  mí,  para  que  les  hablara  en  su  idioi 


—  185  — 

l^ocurase  el  modo  de  amansar  aquellas  naturalezas  feroces, 
r  todos  los  medios  que  la  religión  y  la  prudencia  me  en- 
uaran.  De  allí  pasé  á  Sta.  Rosa  de  Quimirí,  donde  por  de 
ronto  hube  de  contentarme  mirando  algunas  de  las  mu- 
fehas  casas  que  habia  en  la  parte  opuesta  del  rio;  pero  al 
día  siguiente  aparecieron  frente  del  pueblo 'diez  ú  once 
[Chunchos  que  iban  á  cultivar  la  chacara,que  mas  tarde  seria 
leí  teatro  de  mis  sufrimientos.  Avisáronme  que  en  la  orilla 
[*del  mismo  rio,  frente  á  la  embocadura  de  la  quebrada  del 
[Toro,  habia  una  casa;  traté  de  dirigirme  á  ella  para  darme 
iá  conocer  como  amigo  á  sus  dueños,  y  cuándo  estaba  ya 
t^cerca,  vi  que  no  era  una  sino  que  mas  bien  eran  tres  las 
[que  allí  se  encontraban.  Llamé  varias  veces  desde  alguna 
[distancia  corta,  pero  nadie  quiso  responderme;  por  lo  cual 
^  viendo  que  eran  inútiles  mis  esfuerzos  de  entrar  en  rela- 
\  cienes  con  ellos  fuíme  de  allí. 

El  único  móvil  que  me  habia  animado  á  acompañar  á  la, 
I  espedicion  era  la  esperanza  de  poder  hablar  y  convertir  á  la 
fé  á  los  infieles,  pues  de  otra  suerte  no  me  hubiera  puesto 
en  camino;  ya  que  por  razón  de  mi  instituto  no  quería  ni 
podía  ser  capellán  castrense.  Poco  á  poco  pude  lograr  el  ob- 
jeto de  mis  ansias,  porque  en  los  dias  trece,  catorce,  quince 
y  diez  y  seis  de  octubre,  conseguí  tener  una  entrevista  con 
tres  salvajes  del  valle  de  Quimirí;  aunque  solo  nos  hablá- 
bamos de  una  á  otra  orílla  del  rio.  Desde  aquella  en  que  me 
hallaba  yo,  les  echaba  algunas  bugerias,  á  las  que  corres- 
pondian  también  con  lo  que  éu  pobreza  les  suministra;  en 
uno  de  los  citados  dias  les  enseñé  el  Crucifijo  que  yo  llevaba, 
y  al  verlo  los  salvajes,  junto  con  la  novedad  de  mi  •  hábito 
les  inspiró  mucha  confianza  para  conmigo;  confianza  que 
les  subió  de  punto,  al  saber  que  yo  era  Padre  y  por  consi- 
guiente que  nada  debian  temer  de  mí.  Si  algún  otro  se  les 
presentaba  separado  de  mi  compañía,  le  rechazaban  con 
amenazas,  limitándose  á  preguntarle  donde  estaba  el  Padre 
y  porque  iban  sin  él.  Viendo  yo  esto  y  que  por  otra  parte 
mi  presencia  era  para  ellos  una  señal  inequívoca  de  con- 


í 


fianza  y  amistad,  el  dia  diez  y  siete,  qae  fiié  la  tert^n 
minica  de  octubre,  les  prometí  que  por  la  tarde  del 
dia  pasaría  á  la  parte  del  rio  en  que  ellos  estaban,  para 
nos  así  y  tratamos  mas  de  cerca,  y  que  al  mismo  tiempo  i 
traería  hachas,  machetes,  cuchillos  y  otras  cosas. 

Por  la  tar(íe  pues,  habiéndome  encomendado  á 
la  Virgen  Santísima  y  á  los  Santos  Patronos  de  nu< 
misiones,  me  embarqué  en  una  balsa  con  cinco  hombre* 
me  habían  acompañado  ya  en  los  dias  anteriores,  y  abaí 
samos  el  rio,  en  presencia  de  un  considerable  númeroi 
personas,  que  elevaban  sus  oraciones  á  Dios,  imploranitoi 
protección  á  favor  nuestro;  mientras  nosotros  llegamos 
felicidad  á  una  isleta  muy  cercana  al  lugar  donde  se 
ban  los  salvages.  Hacíanme  éstos  señas  invitándome  á 
acabase  de  llegar  al  sitio  en  que  ellos  estaban,  pero  no 
prudente  entr^^rme  de  una  vez  en  sus  manos,  te] 
como  tenia  antecedentes  de  las  desgracias  que  habían 
di  do  á  otros  religiosos.  Viendo  ellos  que  yo  no  quería  moi 
me  de  la  isla  y  que  les  invitaba  á  reunirse  conmigo,  undi 
arrojó  al  agua  con  el  mas  decidido  valor  y,  atravesando! 
nado  el  canal  que  le  separaba  de  la  isla,  se  quedó  dentro  i 
agua,  sin  atreverse  á  saltar  en  tierra,  hasta  que  habii 
me  metido  yo  también  dentro  del  rio  y  agasajádole  ooo 
gunos  regalos,  logré  disipar  sus  temores  y  llevármelo 
la  orilla,  donde  tuvimos  largo  rato  de  conversación, 
de  todo  esto  se  regresó  cargado  de  herramientas,  advii 
donos  antes  que  no  nos  fuésemos;  pues  volvería  luego 
traemos  algunas  papayas,  pinas,  maíz  y  una  yerba 
ellos  llaman  Chupischi,  de  la  cual  hacen  mucho  api 
Cumplió  como  lo  había  ofrecido,  volviendo  otra  vez  á  ni 
cargado  con  sus  regalos;  y  habiendo  conversado  otro 
conmigo,  nos  despedimos,  dándonos  cita  para  el  dia 
guíente,  en  el  que  tuvimos  nuestra  entrevista  como  «i 
anterior,  sin  mas  diferencia  que  el  mostrarse  el  salvage 
poco  menos  receloso.  Sucedióme  en  este  dia  que  hato 
colocado  sobre  unas  piedras  el  crucifijo  junto  con  mi 


I  —  187  - 

¡tero,  el  potre  indio  cautivado  sin  duda  por  la  novedad  que 
h  ofrecían  una  y  otra  cosa,  tuvo  la  debilidad  de  tomárseme- 
ps,  arrojándose  ai  rio  con  ellas;  mas  al  oír  Jas  voces  que  le 
Bkba  y  al  ver  que  yo  me  ponia  triste,  tuvo  la  generosidad 
le  deternerse  y  restituirme  lo  que  me  habia  quitado;  En  los 
jres  dias  siguientes,  mis  ocupaciones  me  impidieron  acudir 
lugar  de  nuestras  conferencias,  aunque  los  indios  estaban 
ardándome  ya  en  la  consabida  isla;  pero  las  reanudamos 
pues  estrechándose  cada  dia  mas  nuestras  relaciones,  é 
vitándome  siempre  el  indio  á  quien  primero  habia  conoci- 
0,  que  fuei*a  á  su  casa;  añadiéndome  que  no  tuviese  recelo 
guno,  porque  él  no  era  chunche  sino  Onyaco;  que  quiere 
Becir,  sacado  del  Inga  Cuyani,  Amante  ó  amigo* 

Por  fin,  el  domingo  dia  veinte  y  cuatro,  que  §ra  precisa- 
niente  el  cumpleaños  de  mi  promoción  al  diacónado,  habién- 
Uome  encomendado  á  Dios  y  á  los  Santos  mis  protectores, 
temé  la  resolución  de  pasar,  no  ya  á  la  isla,  sino  á  la  misma 
tierra  y  posesión  de  aquellos  infieles,  que  tan  ingratamente 
raebian  corresponder  al  interés  que  por  ellos  me  tomaba.  En 
feste  dia  fueron  mas  abundantes  los  regalos  por  ambas  par- 
tes, trayéndoles  yo  cuanto  me  habian  pedido  en  el  dia  ante- 
rior y  además  una  hermosa  hacha  americana.  Quedaron  tan 
■  satisfechos  con  estos  regalos,  que  no  sabian  como  espresar 
su  alegría;  y  especialmente  el  que  se  quedó  con  el  hacha,  se 
la  puso  entre  las  manos,  levantándolas  al  cielo,  mientras 
dirigia  algunas  palabras  á  lo  alto,  lo  que  no  dejó  de  afec- 
tarme é  infundirme  mas  valor  para  ir  hasta  su  casa,  que 
distaba  poco  de  allí.  Encaminábame  al  lugar  determinado, 
bien  lejos  de  sospechar  que  iba  como  un  cordero  á  ser  en- 
tregado á  las  manos  del  sacrificador;  á  poco  de  haber  Uega- 
[  do  á  su  casita  y  cuando  tenia  ánimo  de  retirarme,  observé 
I  que  el  buen  hombre  se  ponia  triste  y  me  hacia  señas  de  que 
me  marchase;  no  aguardé  á  que  me  lo  diger8(^otra  vez,  cuando 
hé  aquí  que  al  volver  yo  la  cabeza,  vi  dos  arcos  y  nos  atadi- 
tos  de  flechas,  arrimados  al  tronco  de  un  árbol;  al  ver  yo 
aquello -pregunta  al  joven  indio,  que  era  lo  que  significaba; 


—  188  ~ 

á  lo  que  pareció  decir,  que  no  creía  fuera  preparado 

mí.  No  obstante,  como  los  síntomas  no  eran  nada  tranqi 

¿zadores,  traté  de  retirarme,  haciéndome  acompañar  si< 

eí  sal  vaga  y  dirigiendo  la  vista  hacia  todos  lados,  para 

tar  cualquier  sorpresa;  así  llegué  hasta  donde  el  peligro 

parecía  tan  evidente  y,  volviendo  entonces  la  vista  al 

observé  que  un  caballero  que  me  acompañaba,  se  habia 

tenido  á  hablar  con  un  salvage;  llámele  varias  veces 

tándole,  que  se  apurase  porque  habia  peligro;  sin  embaí 

él  con  sus  demoras  daba  lugar  á  que  se  preparase  una 

boscada  que,  aunque  todos  ignorábamos,  yo  no  obstante! 

recelaba.  En  vez  de  pasar  adelante  y  ponerme  en  campo 

bre,  me  vino  la  idea  de  acercarme  á  él  para  llevármelo 

una  vez;  después  de  lo  cual  regresé  al  lugar  donde 

estaba;  mas  al  volver  la  cabeza  para  ver  si  dicho  señor 

seguia,  lo  que  vi  fué  salir  de  entre  los  matorrales,  como 

manada  de  lobos,  á  una  multitud  de  bárbaros  armadas 

arcos  y  flechas,  que  pronto  hubieran  acabado  con  la  vidai 

este  pobre  misionero,  que  poco  há  les  convidaba  con  la 

lud  y  la  vida;  si  Aquel  que  deñende  á  los  que  militan 

la  bandera  de  la 'Cruz,  no  le  hubiese  cubierto  con  el 

de  su  protección.  Tomé  entonces  la  definitiva  de  escapi 

pero  en  el  mismo  instante  una  flecha  de  chonta  denl 

vino  á  traspasarme  el  codo  de  parte  á  parte  por  debido 

hueso,  aunque  sin  lisiármelo,  ni  romperme  ningún  ten< 

mientras  otra  se  me  clavó  en  la  parte  superior  del  bi 

rompiéndose  dentro  al  tocar  con  el  hueso.  Al  sentirme 

rido,  levanté  las  manos  al  cielo  esclamando;  ¡Jesús!;  7 

aquí  que  al  dar  las  espaldas  á  mis  perseguidores  para 

parme  de  su  furia,  siento  clavarse  otra  flecha  en  el  espim 

con  grande  ruido;  peligrosa  hubiera  sido  esta  herida, 

gracias  á  la  Divina  Providencia,  vino  á  dar  contra  una 

da  compuesta  de  cuatro  sartas  de  cuentas  como  de 

que  el  mismo  saívage  de  que  antes  hemos  hablado  me 

puesto,  la  que  resistiendo  á  la  penetrante  punta  de  la 

cha,  la  rechazó  y  rompió.  Recuerdo  que,  al  oir  el 


—  189  — 

seatirme  la  punzada,  dije;  A  dios;  estoy  muerto:  y  caí  sin 
poder  dar  un  paso,  por  habérseme  paralizado  las  piernas,  á 
causa  de  una  afección  nerviosa;  mas,  contra  lo  que  yo  temia, 
observé  que  las  fuerzas  no  se  me  disminuian;  pasándome  la 
mano  por  las  espaldas,  no  encontré  la  flecha  que  creí  me 
mataba,  y  animado  con  esto,  me  puse  á  andar  á  gatas,  has- 
ta ponerme  en  medio  de  mis  fíeles  defensores,  Valencia  y 
Aguilera.  Este  último  que  me  defendía  á  pedradas,  díjome; 
¡ay,  Padre,  gracias  á  Dios!;  y  llorando  se  abalanzó  hacia 
mí,  que  me  estaba  con  los  brazos  cruzados  y  los  ojos  al  cie- 
jo,  y  colocándome  sobre  sus  espaldas,  me  condujo  hasta  po- 
nerme en  la  balsa. 

En  medio  de  este  crítico  lance.  Dios  me  favoreció  con 
una  fortaleza  muy  superior  á  lo  que  podia  esperar;  quedán- 
dose maravillados  los  circunstantes,  al  oir  las  palabras  de 
aliento  que  proferia  el  que  irremisiblemente  habian  creído 
muerto.  Apenas  estuve  en  la  balsa,  nos  encaminamos  á  la 
otra  orilla  del  rio  en  compañía  de  los  citados»  Aguilera  y 
i  Valencia,  del  señor  Eelayse  y  délos  otros  dos  individuos 
I  que  nos  habian  acompañado;  cuando  faltaban  tres  ó  cuatro 
varas  para  llegar  á  tierra,  se  arrojaron  al  agua  dos  de  los 
I  balceros  para  contener  la  balsa;  pero  toda  su  fuerza  fué  po- 
i  00  para  dominar  la  de  la  corriente,  y  viendo  yo  el  riesgo  de 
que  fuéramos  á  chocar  contra  un  pedron  que  mas  abajo  ha- 
bia,  con  lo  cual  corríamos  peligro  manifiesto  de  ahogarnos, 
herido  como  estaba,  no  tuve  mas  remedio  que  arrojarme  al 
agua;  pero  aunque  no  sabia  nadar  y  que  las  heridas  natu- 
ralmente debian  estorbarme,  gracias  á  Dios  alcancé  feliz- 
mente la  orilla.  Cuando  estuve  en  tierra,  volvieron  á  llevar- 
¡  me  cargado  sobre  sus  espaldas  mis  buenos  compañeros,  y 
al  llegar  á  la  cuestecita  del  pueblo,  dos  de  ellos  asiéndose 
los  brazos,  formaron  una  especie  de  asiento,  sobre  el  cual 
me  llevaron  como  en  una  silla  de  manos.  Así  me  condujeron 
;  hasta  dejarme  en  medio  de  una  multitud  de  personas,  entre 
las  que  habia  el  señor  Coronel,  que  deshechos  en  lágrimas 
'  y  sollozos  se  precipitaban  sobre  mí,  para  besarme  el  santo 


-  190  — 

hábito,  especialmente  en  las  partes  atravesadas  por  las 
chas.  Procuré  consolarlos  á  todos,  especialmente  á  die! 
ñor  Coronel  que  estaba  sumamente  afligido. 

Después  de  haberme  prestado  los  primeros  auxilios,i 
hicieron  guardar  cama^  sobreviniéndome  una  fuerte  ak 
tura  que  me  duró  unas  veinte  horas;  mas  no  creo  fuese  a 
sionada  por  las  heridas,  porque  estas,  conforme  á  lo  que 
habia  pronosticado  ya  el  Dr.  D.  José  Zapater,  quedaron 
catrizadas  á  los  tres  dias;  sino  por  el  golpe  que  me  dio  ei 
ñor  Relayse,  cuando  estando  yo  echado  en  tierra,  cajo 
todo  su  peso  sobre  mí  al  huir  de  la  persecución  de  los 
báros.  Cuatro  dias  estuve  en  cama,  pero  al  levantarme 
ñas  me  podia  sostener  en  pié;  sin  duda  por  la  falta 
sangre  que  habia  perdido. 

Al  concluir  esta  relación,  puedo  no  obstante  as 
que  jamás  he  tenido  ninguna  llaga,  ni  contusión  al¡ 
que  me  haya  dolido  menos  que  los  flechazos  que  recibí; 
lo  el  hueso  me  dolía  un  poco,  al  mover  el  brazo.  Así  es 
mo  paga  Dios  á  los  que  se  esponen  á  los  trabajos  y  ss 
mientes,  para  trabajar  en  su  santo  serricio. 


CAPITULO  XXV 


Jlelacioa  de  Uus  principales  prodneeionea  del  UeayaU- 


Muchos  son  en  número  los  que  han  escrito  acerca  las 
I  producciones  de  las  montañas  del  Perú,  así  en  lo  tocante 
i  al  reino  vegetal  como  al  animal;  pero  como  la  mayor  parte 
I  de  los  escritores  que  de  esto  se  han  ocupado,  lo  han  hecho 
sin  haber  penetrado  jamás  en  el  interior,  ó  si  lo  han  verifi- 
!  cado  algunos  ha  sido  con  muy  poca  detención,  resulta  que 
I  han  debido  escribir,  ó  fiándose  de  los  informes  que  les  da- 
ban personas  no  siempre  bastante  enteradas  y  veraces,  ó 
\  cuando  menos  no  han  podido  averiguar  muchas  particula- 
I  ridades,  cuyo  conocimiento  solo  se  adquiere  con  una  dilata- 
I  da  permanencia  en  el  país  y  después  de  haberlo  atravesado 
¡  por  distintas  veces  en  varias  direcciones.  El  sabio  natura- 
lista D.  Antonio  Reymondi  es  sin  duda  el  que  mas  acerta- 
.  damente  ha  escrito  sobre  esta  materia,  tanto  por  los  mu- 
chos viajes  que  ha  hecho  por  todas  las  montañas  del  Perú, 
como  por  su  admirable  talento  y  rara  memoria,  acompaña- 
dos de  sus  grandes  deseos  de  poner  en  conocimiento  de  sus 
I  lectores  los  productos  de  aquellas  regiones  privilegiadas. 
Pero  como  sus  obras  seguramente  no  llegarán  á  manos  de 
muchos,  por  ser  muy  voluminosas  y  de  crecido  coste;  cree- 
mos por  fin  prestar  un  obsequio  á  nuestros  lectores,  dándo- 
!  les,  por  conclusión  de  nuestra  obrita  una  relación  de  las 
producciones  mas  importantes  de  los  países  del  Ucayali^  sa- 


•„  192  — 

« 

cada  de  los  conocimientos  que  por  nosotros  mismos 
adquirido,  durante  nuestra  larga  permanencia  ends 
regiones. 

Entre  los  productos  vegetales  debemos  dar  un  lugar 
ferente  á  la  zarzaparrilla;  esta  preciosa  planta,  de  que 
usó  se  hace  en  la  medicina  de  algunos  años  á  esta  parte, 
encuentra  en  mucha  abundancia  en  las  riberas  del 
del  Cmchi'Obataey^  del  Yapa-ati^  y  en  general  en  t 
orilla  izquierda  del  Ucayali;  pero  de  ninguna  pártese 
traido  en  tanta  cantidad  como  del  A  huayti-ya.  Es  digna 
lamentarse  el  abuso  cometido  en  los  zarzales  de  esteno 
de  1851  en  que  aumentó  el  precio  de  la  zarza;  pues  alg 
comerciantes,  sin  cuidarse  mas  que  de  las  utilidad^ 
podían  sacar  de  presente,  encargaron  la  recolección  de 
producto  á  los  infieles;  y  como  estos  tampoco  miran  al 
venir,  arrancaron  sus  plantas  de  raíz,  sin  cuidarse  de 
tar  otra  vez  la  raíz  que  está  unida  al  tallo;  de  donde 
que  quedaron  enteramente  destruidas  aquellas  plantad 
cuando  si  se  hubiese  tenido  semejante  cuidado,  cada  año 
habrían  podido  extraer  muchísimas  arrobas  de  aquel» 
culo. 

En  cuanto  á  comestibles,  los  principales  son:  layuc^ 
camote,  arroz,  maíz,  frijoles  y  maní;  para  recojer  los  cía 
se  requiere  muy  poco  trabajo,  gracias  á  la  impondcnl 
fertilidad  del  terreno.  La  caña  dulce,  que  también  se 
allí,  á  los  ocho  meses  ya  tiene  flor,  y  produciría  por  eq 
cío  de  muchos  años,  si  los  indios  supieran  cultivarla  y 
vieran  los  medios  para  hacerlo  á  propósito;  pero  como  no 
tienen,  y  por  otra  parte  el  terreno  no  escasea,  al 
corte  prefieren  hacer  una  plantación  nueva,  abañdon 
la  antigua.  El  café  da  cosecha  á  los  tres  años.  En  los 
ques  abunda  también  el  cacao  de  superior  calidad, 
como  nadie  se  toma  el  trabajo  de  recojerlo,  sirve  únict 
te  de  alimento  para  los  monos. 

Aunque  no  todas  las  comarcas  son  á  propósito 
cosecha  del  algodón,  se  recoge  no  obstante  en  ab 


—  193  — 

I 

[7  de  mny  buena  calidad  en  los  terrenos  inmediatos  al  Uca- 
¡fáli.  Eu  la  montaña  se  encuentra  un  árbol  muy  elevado, 
que  produce  una  especie  de  seda  mas  suave  al  tacto  que  la 
le  los  g'usa'nos,  pero  no  se  puede  hilar  por  su  poca  consis* 
tencia;  los  indígenas  le  dan  el  nombre  de  hiumia  y  la  reco- 
|gen  para  colocarla  en  una  de  las  estremidades  de  las  flechi- 
Itas  llamadas  virotes,  las  que  mojan  con  el  veneno  ticuna  j 
iirrojan  con  un  soplo,  después  de  haberlas  metido  dentro  de 
ittna  cerbatana.  No  debió  de  producir  buenos  resultados  el 
rproyecto  del  teniente  de  marina  americana  Herdon,  quien 
liabia  recogido  una  gran  porción  de  esta  seda  en  Sarayacu 
;éon  el  objeto  de  hacerla  hilar  y  tejer,  mezclada  con  seda 
pomun;  pero  repetimos  que  no  debió  de  producir  grandes 
Multados  este  proyecto,  toda  vez  que  no  se  ha  hablado  mas 
áe  él. 

I  Todos  los  neófitos  é  infieles,  principalmente  los  Piros, 
jsacan  de  un  árbol  que  se  cria  en  sus  montañas  mucha  cera 
|de  abejas  silvestres,  que  es  otro  artículo  de  comercio  en  el 
lUcayali;  esta  cera  se  consume  toda  en  el  departamento  lito- 
iral  de  Loreto,  pues  no  reportaría  utilidad  á  los  comerciantes 
¡el  llevarla  á  otros  departamentos  mas  lejanos  de  la  Repú- 
iblica. 

En  toda  la  montaña  se  encuentra  gran  variedad  de  ma- 
deras, útiles  para  las  construcciones;  habiendo  muchas  cla- 
ses de  árboles,  cuyas  maderas  son  de  tal  fortaleza,  que  al 
pretender  cortarlos  rechazan  las  hachas;  por  cuya  razón  y 
abundando  los  mas  fáciles  de  cortar,  se  consumen  en  aque- 
llos bosques.  Entre  estos  árboles  debe  contarse  el  cMuahuor 
co^  el  esíantecaspi,  el  canelón  (especie  de  canela  muy  ordina- 
ria), el  estoraque^  del  que  se  estrae  el  famoso  bálsamo  Pe- 
ruano y  cuya  cascara  sirve  de  excelente  incienso,  el  falo 
colorado^  el  quillulordon^  cuya  madera  es  de  color  amarillo 
y  muy  fina,  etc.,  etc.  Hay  otras  clases  cuyas  maderas  no 
i  tienen  tanta  fortaleza,  pero  que  también  son  de  mucha  du- 
I  ración^  sirviendo  á  los  indios  para  fabricar  sus  canoas;  tales 

is 


• 


—  194  — 

son  el  cedro  j  el  ahuano^  el  lagarío-caspi,  el  esplingo^  Jai 
lena^  de  la  cual  hay  dos  especies,  una  amarilla  mny  o(k 
fera  y  de  la  que,  según  hemos  oido  decir  á  un  intdüge 
americano,  se  extrae  e^  alcanfor^  destilando  en  nn  alam 
que  agua  mezclada  con  dicha  madera,  y  finalmente  d  k 
del  que  se  extrae  el  bálsamo  copaiba.  Además  de  estM  i 
boles  medicinales  hay  otros  que  destilan  varías  gomas ; 
sinas,  á  saber:  el  cauchugo-gehe^  el  copal^  la  carona^  ei  u 
te  de  MaHa,  la  leche  Sandia  cierta  goma  ó  resina  que] 
indios  llaman  lacre^  por  tener  muchos  puntos  de  semgfl 
con  nuestro  lacre  ordinario,  y  finalmente  se  encuentniíf 
clases  de  inciensos  muy  aromáticos.  i 

Revolotean  por  aquellos  bosques  multitud  de  aves  | 
toda  especie,  que  alegran  la  T^ista  con  su  variedad  de 
y  finísimo  plumaje,  y  embelesan  los  oídos  con  sus 
sos  cantos;  sucediendo  empero  por  lo  regular  que  las 
que  más  recrean  á  la  vista,  desagradan  al  oido,  comoi 
muchas  clases  de  Huacamayos  y  Loros.  Hay  otros 
de  mas  pequeñas  dimensiones;  cuyos  colores  son  tan 
y  de  tan  rara  hermosura,  que  ningún  pintor  podrá 
jamás;  uno  hay  sobre  todo,  al  que  se  le  distinguen  sietes 
lores,  pareciendo  que  el  Autor  de  la  naturaleza  se  ha 
rado  en  hermosearlo  de  un  modo  especial.  Se  disüj 
por  su  canto  el  Pierna^  al  cual  los  indios  llaman  Urcv^ 
cum  (pájaro  del  cerro)  y  sobresale  entre  todos  el  Fld\ 
llamado  también  organista^  el  cual  es  muy  difícil 
pues  anda  siempre  por  tierra  putre  lo  mas  espeso  del 
te;  cuando  este  pájaro  empieza  á  cantar,  no  para  á  v( 
dos  horas,  siendo  tal  su  melodía  que  al  percibirla  el 
te,  se  ve  obligado  á  detener  su  marcha  para  escncl 
Tampoco  faltan  algunas  especies  de  aves  de  rapiña, 
las  cuales  ocupa  el  primer  lugar  el  Águila^  cuya  fuei 
tan  considerable,  que  con  sus  garras  despedaza  un  m( 
arriba  á  bajo.  En  las  playas  del  Ucayali  se  crian  mi 
especies  de  patos,  garzas  y  una  clase  de  aves  entei 
blancas  mayores  que  los  Atcatraces  del  Pacífico,  cujo 


~  195  — 

.üene  mas  de  una  tercia,  sirviéndose  los  indios  de  los  huesos 
éd  sus  alas  para  hacer  los  pitos  que  tocan  en  sus  músicas; 
él  nombre  de  esta  ave  es  Tv/yíiyu. 

Al  hablar  de  los  impedimentos  que  dificultan  la  conver- 
Áon  de  los  infieles,  hicimos  mención  de  las  muchas  clases 
de  animales  terrestres  y  pescados  aptos  para  la  aiimenta- 
eion;  así  que,  ahora  añadiremos  solo,  que  á  mas  de  los  re- 
iferidos,  se  encuentran  tres  especies  de  tigres,  que  no  son 
tan  feroces  como  los  del  África;  la  primera  especie  la  forma 
él  Otoruncu^  cuya  piel  es  muy  linda  y  semejante  á  la  de  los 
tigres  africanos.  Por  lo  regular  huyen  del  hombre  y  no  he- 
mos oido  hablar  mas  que  de  un  solo  caso  en  que  se  hayan 
Sevado  alguna  persona;  esto  sucedió  cuando  nosotros  está- 
bamos en  Sarayacu,  en  cuya  época  uno  de  estos  tigres  se 
Uevó  una  muchachita;  pero  á  los  lloros  de  la  víctima  acudió 
una  tia  suya  y  á  garrotazos  obligó  á  la  fiera  á  soltar  su  pre- 
sa, iñas  como  le  habia  ya  atravesado  el  cráneo  con  los  dien- 
tes ó  uñas,  murió  la  infeliz  á  las  pocas  horas.  Los  mas  fero- 
ces son  los  Fana-pumas  (tigres  negros),  pero  deben  existir 
en  muy  corto  número,  pues  rara  vez  se  dejan  ver.  La  últi- 
ma especie  es  el  Zluichu-pvma  (tigre  venado),  por  ser  el  co- 
lor de  su  pelo  semejante  al  venado  de  la  montaña;  este  ti- 
gre no  huye  del  hombre,  á  no  ser  cuando  está  herido,  y 
nunca  acomete  de  frente  sino  á  traición.  A  estas  tres  espe- 
|cies  de  tigres  podrían  añadirse  otras  dos  mas  pequeñas,  pues 
no  esceden  de  unas  tres  cuartas  Je  largo;  sus  pintas  se  ase- 
|mejan  muchos  á  las  del  Otoruncu  y  son  muy  diestros  para 
,  cazar  las  gallinas.  Se  llaman  tigrillos. 

También  hemos  hablado  en  otro  lugar  de  la  abundancia 
!y  variedad  de  los  peces  que  cria  el  Ucayali,  debiendo  ahora 
por  consiguiente  hablar  tan  solo  de  dos  especies,  que  lejos 
de  servir  al  hombre  son  enemigos  suyos;  tales  son  el  Gdi- 
man  ó  lagarto,  que  es  muy  parecido  al  cocodrilo;  sin  embar- 
.  go,  no  deben  ser  estos  animales  tan  bravos  como  dicen  ser 
los  del  Huallaga,  y  fortuna  que  así  sea,  pues  de  otro  modo 
apenas  podria  navegarse  por  el  Ucayali  en  canoas,  por  su 


—  196  — 

gTBJí  abundancia  en  aquellas  aguas;  muchos  se  encu 
en  las  lagunas,  bajando  durante  el  verano,  á  tomar  el 
en  las  playas  del  rio;  mas  apenas  oyen  el  ruido  de  los 
mos,  cuando  huyen  prepipitadamente  á  esconderse  d 
del  agua,  nadando  hasta  mitad  del  rio,  en  cuyas  profi 
dades  desaparecen.  Cuando  están  sobre  las  agpuas,  solo 
cubren  la  cabeza  y  el  lomo;  y  cuando  se  les  dispara,  es 
ciso  apuntarles  debajo  del  oido,  pues  la  piel  que  les  ca 
restante  del  cuerpo  rechaza  las  balas. 

La  otra  especie  de  pescado  de  que  debemos  hacer 
cion,  es  la  anguila  eléctrica^  á  la  que  algunos  llaman  a 
temblor.  Algunos  creian  una  fábula  las  propiedades  el 
cas  de  esta  anguila,  pero  nosotros  quisimos  hacer  la 
riencia,  y  al  aplicarle  un  dedo,  que  es  el  medio  para  coi 
nicarle  la  electricidad,  dio  un  sacudimiento  que  nos  caos 
gran  dolor  en  el  brazo,  dejándonoslo  como  adormecido, 
indios  lo  comen,  pero  á  nosotros  no  nos  gustó  una  vez" 
quisimos  probarlo,  pues  su  carne  es  todo  manteca  y  de 
poca  sustancia;  su  color  es  amarillo  oscuro  y  su 
como  de  cinco  ó  seis  pies. 

Reptiles  los  hay  de  muchísimas  especies,  siendo  la 
yor  parte  venenosos.  Es  digna  de  mencionarse  la  c 
llamada  Chuschupi  que  tiene  hasta  quince  pies  de  I 
es  tan  activo  su  veneno,  que  si  el  que  ha  sufrido  su  m 
dura  no  toma  antes  de  dos  horas  el  huaco^  mezclado 
aguardiente,  á  las  tres  horas  no  escapa  de  la  muerte, 
nuestros  hospicios  tenemos  siempre  preparado  este  cotí 
veneno,  cuya  eficacia  es  tan  probada  que,  ni  uno  sdfl 
muerto,  de  cuantos  lo  han  tomado.  Otra  de  las  culebras 
notables  es  la  Yacu-mama  (madre  del  agua),  la  cual  ¿s 
anfibio  de  enorme  magnitud;  no  es  venenosa,  pero  coa 
álito  sabe  atraer  la  caza;  y  es  tanta  su  fuerza  que  sageti 
se  traga  cualquiera  de  los  animales  del  monte,  aunque 
la  sachorvaca  ó  gran  bestia.  A  propósito  de  esta  serpi 
recordamos  que  al  bajar  en  1854  por  el  rio  de  santa 
«n  compañía  del  Padre  Martinez,  cuando  pasábamos  uitf 


—  197  — 

por  una  empalizada,  el  indio  que  nos  acompañaba  gritó:  Par 
¿re,  Yacu-mama;  hicimos  volver  la  canoa,  y  nos  la  mostró; 
estaba  metida  dentro  del  agua  y  solo  dejaba  ver  la  punta 
del  hocico,  y  ciertamente  nunca  nos  hubiéramos  figurado 
que  fdese  un  animal  tan  enorme;  disparámosle  un  tiro,  que 
le  dio  en  la  cabeza;  y  al  sentirse  mortalmente  herida,  sacó 
como  dos  varas  de  su  cuerpo  fuera  del  agua,  meneando  la 
cabeza  de  una  á  otra  parte  hasta  que  al  ñn  la  dejó  caer.  To- 
mamos entonces  una  soga  y,  amarrándosela  al  cuello,  tira- 
mos de  ella  para  sacarla  ¿  la  orilla;  pero  fueron  inútiles 
nuestros  esfuerzos;  hasta  que  metiendo  los  botadores  dentro 
de  la  empalizada,  fué  desprendiéndose  poco  á  poco  del  palo 
á  que  se  habia  enroscado.  Quisimos  llevarla  á  una  playa 
que  habia  un  poco  mas  abajo  del  sitio  en  que  nos  encentra* 
hamos;  pero  apesar  de  que  ya  era  medio  muerta,  y  de  que 
eran  cinco  los  peones  que  con  sus  botadores  daban  mucho 
impulso  á  la  canoa,  sin  embargo  nos  la  detenia  en  medio 
del  rio,  y  cuando  por  fin  llegamos  á  dicha  playa,  nos  costó 
mucho  trabajo  ponerla  en  tierra.  Allí  la  medimos  y  vimos 
que  pasaba  de  diez  y  nueve  pies  de  longitud,  y  su  grosor 
era  aun  mas  del  que  á  proporción  le  hubiera  correspondido. 
No  nos  entretuvimos  en  desollarla,  como  hubiéramos  de- 
seado, ya  porque  la  enfermedad  del  P.  Martínez  nos  preci- 
saba á  apurar  la  marcha,  ya  también  porque  á  los  indios  les 
causa  cierta  especie  de  horror. 

En  uno  de  los  viajes  que  hicimos  al  Pachitea,  matamos 
otra  de  igual  tamaño;  y  recordamos  que  cuando  estaba  ya 
para  morir,  vomitó  un  lagarto  entero  que  tendría  unas  cin- 
co cuartas  de  largo,  sin  que  se  le  conociese  lesión  alguna^ 
pues  es  sabido  que  las  yacu-mamas  carecen  de  dientes. 

Otro  animal  muy  raro  que  se  encuentra  en  aquellas  mon- 
tañas es  la  chicharra  machacm/  (culebra  chicarra),  llamada 
así  por  ser  una  especie  de  mariposa,  larga  de  unas  tres  pul-» 
gadas  y  media,  con  la  cabeza  semejante  á  una  víbora.  En- 
tre los  indígenas  se  cree  que  muere  repentinamente  aquel  á 
quien  este  animal  clava  una  especie  de  lanceta  que  tiene  en 


—  108  — 

el  pecho;  pero  el  señor  Beymondi  ha  desme&tido  edis 
cia^ .de  modo  que,  según  le  hemos  oído  decir,  la  pú 
este  animal  no  es  venenosa. 

Muchísimas  son  las  otras  clases  de  mariposas  que 
Uecen  aquel  país  con  sus  hermosos  colores,  no  siendo 
los  viajeros  que  pasan  largos  ratos  persiguiéndolas  pan! 
cerlas  servir  de  adorno;  pero  en  cambio  no  son  menor»! 
especies  de  insectos  que  atormentan  al  caminante,  d( 
do  haicer  mención  en  primer  lugar,  de  las  hormigas,  dal 
cuales  hay  varias  clases;  las  mayores  tienen  cerca  de 
pulgada;  llámanlas  los  indios  Isúla  y  tienen  un 
cuya  picadura  causa  algunas  horas  de  calentara.  Hay 
llamadas  Citaracuy,  las  cujiles  tienen  como  dos  anzu( 
la  cabeza,  con  los  que  causan  un  vehemente  dolor,  sif 
preciso  matarla  para  arrancarles  del  lugar  donde  se  ha 
frido  la  picadura.  El  Bunavinciy  que  es  otra  especie  de 
miga,  acaba  con  las  hojas  de  los  árboles  que  hay  al 
de  su  madriguera;  en  cada  nido  deben  haberlas  á  mill( 
pues  levantan  la  tierra  hasta  la  altura  de  dos  varas, 
mas  6  menos,  cogiendo  una  circunferencia  de  mas  de 
Hemos  oido  contar  á  un  indio,  que  es  persona  de  m\ 
crédito,  haber  visto  que  en  las  cuevaé  de  estas  hormigasi 
encuentra  una  especie  de  culebra,  que  tendrá  como  nw 
ra  de  largo  y  es  gruesa  como  la  pierna  regular  de  un  h 
bre;  la  que  es  igual  por  todas  sus  partes,  sin  que  puedai 
tinguirse  donde  tiene  su  cabeza,  aunque  si  se  le 
movimiento.  La  hormiga  Tancarana  se  encuentra 
mente  en  el  árbol  de  su  mismo  nombre,  y  pone  sus  hi2( 
en  el  tronco  y  en  las  ramas;  su  picadura  levanta  una 
Ha  y  causa  un  vehementísimo  dolor. 

Finalmente,  dejando  otras  muchas  y  variadas 
de  estos  insectos,  hablaremos  tan  solo  de  la  mas  peque 
que  es  la  llamada  Pxicorcurti,  que  quiere  decir  gusano  ^ 
lorado,  por  ser  de  este  color;  es  sumamente  pequeña  y] 
consecuencia  muy  difícil  distinguirla  cuando  se  pegt 
cuerpo.  Es  tal  el  dolor  que  causa,  que  parece  aplicarse  il 


—  199  — 

bame  un  hierro  candente,  durando  este  ardor  mucho  rato, 
Ibasta  que  han  desaparecido  la  especie  de  ampollas  que  le* 
^ranta  su  picadura*  Entre  las  hierbas  de  la  montaña  críase 
también  en  algunas  partes,  especialmente  en  los  pueblos 
fiel  Huallaga,  un  insecto  llamado  Tang^iSy  de  tan  diminu- 
tas formas  que  se  requiere  una  vista  muy  fina  para  poderlo 
distinguir;  este  pequeño  animal  se  coloca  en  los  poros  del 
isaerpo  sin  introducirse  dentro  la  piel,  y  es  tal  la  comezón 
qne  causa,  principalmente  á  los  que  por  vez  primera  llegan"* 
á  la  montaña,  que  los  pone  casi  en  estado  de  desesperación; 
IbrtTma  que  esta  grave  molestia  no  pasa  de  cinco  ó  seis  dias, 
porque  cuando  el  insecto  está  lleno,  se  desprende  por  si 
inismo  y  desaparece. 

\  En  el  polvo  de  los  sitios  en  donde  no  penetra  la  humedad 
de  las  aguas;  se  cria  otra  clase  de  insectos  llamados  nihuas 
6  piques;  para  librarse  de  esta  plaga  no  hay  otro  medio  que 
matarlos  al  momento  preciso  que  se  descubren;  pues  como 
ordinariamente  se  introducen  en  las  partes  callosas  de  loa 
pies  y  de  un  modo  especial  alrededor  de  las  uñas,  sino  se 
sacan  antes  que  los  huevecillos  salten  al  polvo,  un  solo  pi- 
que es  capaz  de  infestar  toda  una  casa.  Cuando  se  apode- 
ran de  un  hombre  desidioso  que  descuide  esta  precaución, 
le  causan  mucho  estrago  en  los  pies,  imposibilitando  á  al- 
gunos hasta  de  poder  andar.  Un  hombre  conocimos  noso- 
tros en  Sarayacu  que  murió  sin  otra  enfermedad,  que  el  ha- 
bérsele introducido  muchos  piques  por  todo  el  cuerpo. 

Pasaremos  por  alto  otras  muchas  plagas  que  no  son  tan 
molestas,  y  solo  hablaremos,  para  dar  fin  al  presente  capí- 
tulo, de  los  insectos  volátiles,  que  por  molestar  continua- 
mente, son  los  mas  fastidiosos.  Son  los  primeros  los  zancii- 
dos,  que  atormentan  de  dia  y  de  noche  causando,  principal- 
mente al  anochecer,  con  sus  pequeñas  alas  un  ruido  sordo 
que  se  oye  por  todas  partes;  parecen  una  nube  que  todo  lo 
cubre;  pero  esta  gran  multitud  que  seria  insoportable  si 
durase  algunas  horas,  desaparece  al  cuarto  de  hora,  que- 
dando sin  embargo  los  suficientes  para  no  dejar  dormir  tran- 


—  200  — 

quilo  en  toda  la  noche;  de  modo  que  no  se  podría  d 
un  solo  instante,  á  no  valemos  todos  de  toldos  ó  moaq 
ros,  procurando  no  dejar  ninguna  pequeña  abertura; 
un  solo  agujero  bastaría,  por  pequeño  que  fuese,  pan 
narse  de  dichos  insectos  todo  el  toldo.  Vienen  después 
mosquitos  j  que  son  aun  mas  terribles  que  los  zancudos; 
causan  una  comezón  insoportable  y  que  dura  por  es| 
muchas  horas,  originando  á  veces  hasta  algunas  Uag» 
^las  piernas  y  en  los  pies;  solo  tienen  la  ventaja  que  no 
lestan  de  noche  como  los  zancudos.  El  guigen  es  otra 
de  mosquito  muy  pequeño,  de  alas  blancas,  siendo  pi 
el  microscopio  para  poderlo  distinguir;  no  se  encue&ta^ 
todas  las  partes,  pero  allí  donde  los  hay  es  muy 
-  tormento  que  se  sufre;  porque  hasta  parece  que  penetis! 
ropa,  pues  se  siente  el  dolor  por  todo  el  cuerpo;  pero 
cialmente  en  la  cabeza  es  donde  mas  se  sufre,  porque 
dándose  con  el  pelo,  de  nada  sirve  rascárselaxon  las 
ni  el  mojársela,  sino  que  allí  permanecen  atormentando 
ta  que  se  abandona  el  sitio  donde  se  encuentran. 

Por  último  encuéntranse  también  los  tábanos,  qa« 
unas  moscas  de  un  tamaño  doble  de  las  que  todos 
mos;  si  abundaran  estos  insectos  como  los  zancudos  ; 
quitos,  seria  imposible  habitar  en  el  Ucayali;  pero  por 
tuna  los  hay  poquísimos,  en  comparación  dé  estos 
no  mortifican  sino  á  ciertas  horas  y  en  determinados 
rajes. 

Estas  son  las  molestias  mas  comunes  de  aquellas 
de  la  montaña,  siendo  de  creer  que  si  esta  llega  á  pobl 
desaparecerán  en  gran  parte,  principalmente  en  las 
nías  de  los  pueblos;  pues  como  semejantes  insectos  se  re| 
ducen  de  un  modo  especial  en  los  lugares  pantanosos  y 
tre  los  arbustos  y  yerbas  que  rodean  las  aguas  encha 
con  el  desmonte  y  cultivo  de  estos  terrenos  disminuiría 
bien  su  propagación;  y  como  el  principal  cuidado  se  p 
naturalmente  en  los  pueblos  y  sus  inmediaciones,  arm< 
do  las  yerbas  y  secando  los  pozos  de  aguas  corrompida^  ^ 


—  201  — 

pian  lo<í  insectos  donde  fermentar  bus  huevecillos,  y, 
[consiguiente,  disminuirían  las  molestias  de  que  hemos 
ado,  siendo  mas  suportable  la  vida  á  los  que  debiesen 
jrla  en  aquellas  regiones. 


■^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^NMW 


CAPITOLO  XXVI. 


Muerte  del  R.  F-  Bx.  Vicente  Calvo- 


Tanto  la  fé,  como  la  experiencia  nos  enseñan  qne 
las  cosas  tienen  su  fin  y  que  todas  así  mismo  van  á 
á  su  fin.  Después  de  hab.er  el  R.  P.  Calvo  gastado  18 
en  el  penosísimo  ejercicio  de  las  Misiones  de  Infieles,  y 
haber  desempeñado  en  este  tiempo  el  cargo  de  tres  sex 
de  Prefecto,  se  vio  en  la  precisión  de  retirarse  de  su 
impulsado  por  un  crecido  número  de  achaques,  rec 
al  Colegio  de  Ocopa  por  ver  si  sepultado  en  el  profon 
silencio  y  estrechísima  observancia  de  la  regla  que  allí 
guarda,  podría  en  algún  modo  aliviarse  y  mejorarse  sa 
brantada  salud,  con  el  alto  designio  de  prepararse  pan 
sar  del  tiempo  á  la  eternidad,  camino  por  el  cual  todos 
dispensablemente  debemos  de  pasar. 

Este  varón  apostólico  dejó  ver  en  todo  su  sagacidaí 
desprendimiento;  pero  en  lo  que  más  manifestó  su  b 
dad,  fué  en  que  habiendo  recibido  una  carta  de  su  he 
Cura,  en  España,  en  que  le  ofrecia  muy  brillantes  pro] 
cienes  con  las  cuales  podria  pasar  una  ancianidad  feb 
tranquila,  echando  á  un  lado  todo  respeto  de  carne  j 
gre,  que  ordinariamente  es  la  tentación  mas  poderosa 
que  el  diablo  suele  derribar  los  corazones  mas  bien 
dos,  llamó  á  su  muy  amado  P.  Ignacio  y  le  dijo:  hoi 
hombre!  mira  lo  que  me  dice  mi  hermano:  ¡caracoleB!  j 


^  —  203  — 

iéadole  leído  el  contenido  de  la  carta,  repuso:  ¿qué  le  pa* 
^,  mi  padre,  de  tales  propuestas?  y  echando  un  profundo 
bpiro,  dijo:  jamás  Fr.  Vicente  Calvo  trocará  el  oro  por  el 
ido,  el  cielo  por  el  cieno,  ni  mucho  menos  malogrará  la 
brona  que  por  sus  fatigas,  sudores  y  trabajos  espera  reci- 
b  de  manos  del  justo  Juez  en  el  dia  de  la  retribución.  ZT^j^í? 
H  Tequies  mea  in  saeculum  saectdi^  esto  es  Ocopa,  quoniam 
)egi  eam. 

\  En  efecto;  después  que  hubo  entregado  al  R.  P.  Igna- 
j|o,  su  Vice-Prefecto,  los  negocios  de  la  Misión,  se  despidió 
b  sus  amados  Neófitos,  que,  deshechos  en  mares  de  lágri- 
Ikas  porque  se  les  ausentaba  para  siempre  un  padre  en  quien' 
pniañ  depositados  su  cariño,  amor  y  confianza,  no  sabian 
bsprenderse  de  besarle  su  santo  hábito.  Una  despedida  tan 
lema  como  aquella,  no  seria  fácil  describirse.  Salió  de  Ca- 
lariya  y  llegó  al  Seminario  de  Ocopa,*  después  de  haber  ex- 
perimentado todas  las  peripecias  que  dá  á  gustar  un  viage 
le  mas  de  doscientas  leguas,  que  en  esta  ve?  le  apretaron 
bas  la  mano,  por  razón  de  que  su  vejez  estaba  mas  debilita- 
ia  y  cargada,  además,  de  las  consecuencias  de  la  montaña, 
|ue  son  la  moneda  común  y  ordinaria  con  que  paga  á  los 
Misioneros.  Este  es  el  oro,  estas  son  las  riquezas  con  que  los 
k)bres  hijos  del  Serafín  de  Asís,  hacen  felices  á  sus  familias 
le  Europa,  según  canta  la  malevolencia,  ignorante  de  la 
lelicadeza  de  nuestra  conciencia  y  de  la  altísima  pobreza 
|ue  profesamos.      * 

Hartas  veces  se  le  oyó  decir  que  de  ninguna  manera 
Quisiera  morir  fuera  de  Ocopa,  y  que  para  ello  habia  dirigí- 
io  muchas  oraciones  á  la  Virgen  María,  de  quien  era  devo- 
tísimo; pero  al  poco  tiempo  de  haber  llegado  á  su  amado 
Petíro,  se  le  comenzaron  á  hinchar  las  piernas  de  tal  suerte, 
lúe  esta  hinchazón  mancomunada  con  el  asma  y  quebradu- 
ra le  apuraron  bien  la  paciencia.  Los  Prelados,  al  ver  al  pa- 
tente en  tan  mal  estado  y  juzgando  que  aquel  achaque 
provenia  del  frió,  trataron  de  mandarlo  á  Pariahuanca  con 
€l  noble  fin  de  que  con  el  calor  de  aquel  temperamento  so 


—  204  — 

restableciese.  Para  el  efecto  se  fué  en  compañía  del  & 
Francisco  Ballescá;  mas  á  las  pocas  semanas  que 
el  lugar  relacionado,  se  sintió  muy  mejorado;  y  coiu 
que  todo  buen  religioso  estando  fuera  del  claustro  se 
como  un  hueso  desconcertado,  tomó  desde  la^o  %\ 
para  Ocopa.  En  esta  segunda  vez  el  temperamento  ini 
ble  de  este  rincón  le  asentó  peor,  porque  además  de 
fermedades  susodichas,  le  asaltó  una  inapetencia  taj 
traordinaria,  que  á  los  pocos  dias  de  estar  mas  en  el 
le  habría  hecho  descender  al  sepulcro.  El  meritisimo  Pij 
llares,  que  entonces  era  el  Prelado,  consultó  al  Dii 
acerca  de  lo  que  se  debia  hacer  para  conservar  la 
un  Religioso  que  tan  merecido  lo  tenia,  después  de 
la  sacrificado  por  tantos  años  en  la  montaña, 
por  la  gloria  de  Dios  y  salud  de  aquellas  almas,  que 
sentadas  en  las  tinieblas  del  error  y  sombra  de  la  mi 
se  resolvió  que  pasase  sin  dilación  á  los  Descalzos  de 
En  este  viage^  e&  decir,  de  Ocopa  á  Lima,  gastó  20 
con  la  prolongación  de  él,  se  puede  deducir  cual  estamj 
salud.  No  es  fácil  decir  el  gusto  que  sintieron  en  su 
los  RR.  PP.  de  aquel  Colegio,  primogénito  de  Ocopa 
de  la  Independencia,  al  recibir  en  sus  brazos  un  h 
verdaderamente  digno  dQ  todo  respeto  y  amor.  Sin  es 
go,  aunque  veia  el  venerable  anciano  las  finezas  y  atd 
nes  que  le  prestaban  los  alumnos  de  dicho  Colegio,  ea  j 
se  hallaba  ya  incorporado  ó  de  familia,  no  obstante  safl( 
zon  y  sus  pensamientos  no  sabian  desprenderse  de  Oco^ 
mas  de  una  vez  se  le  oyó  decir:  que  esperaba  se  le  mejol 
la  salud  para  irse  á  morir  en  Ocopa.  Permitáseme  aquí  1 
cer  una  digresión  para  manifestar  al  público  la  caridaí 
aquellos  hermanos  para  con  el  R.  P.  Prefecto  Calvo.  IW 
tásele  un  dia  á  aquel  bendito  y  santo  varón  el  M.  R.  P-M* 
Comisario  general,  para  saludarle,  y  al  verle  tan  abatíd»! 
la  inapetencia, le  dijo:  Padre  mio^iqué  cosa  le  apetece  if\ 
sin  mas  se  sacó  de  la  manga  el  mismo  M.  R.  P.  Comistf^ 
muy  grueso  pimiento  colorado  que  habia  cogido  en  lak^ 


—  205  — 

y  enseñándoselo,  le  dijo:  ¿Zo  vefípues  lien^  ahorita  mis^ 
se  lo  voy  á  aderezar  en  la  Snfermeria  con  mis  manos 
a  que  en  mi  presencia  se  lo  coma;  y  corriendo  de  la  mano, 
l&do-  P.  Calvo  se  lo  llevó  consigo. 
Mas  la  enfermedad  iba  gradualmente  de  mal  á  peor;  pues 
k  casi  no  podia  andar  sin  que  se  sintiese  asaltado  de  una 
ant4>sa  y  alarmante  sofocación,  que  le  tenia  imposibilita* 
para  salir  á  confesar  algún  enfermo.  Viéndole  el'M.  R.  P. 
misario  en  aquel  estado,  consultó  á  los  Facultativos,  los 
les  le  aconsejaron  que,  yendo  á  Yca  y  tomando  baños  en 
acacliina,  podría  mejorar  algún  tanto,  pero  que  de  curar 
cúraria.  Efectuó  su  viaje,  con  el  mérito  de  la  santa  Oie- 
ncia,  en  compañía  del  R.  P.  Comisario  Fr.  José  M.  Ma- 
la, en  ocasión  en  que  iba  á  celebrar  el  Capítulo  Guardia- 
1  en  el  Colegio  que  se  habia  fundado  en  aquella  Ciudad; 
alg'unos  dias  de  haber  llegado  á  aquella  santa  casa,  se 
Imotinaron  sus  enfermedades  y  obligándole  las  mismas  á  re- 
febir  los  Santos  Sacramentos,  murió  ejemplarmente  en  el 
Ssculo  del  Señor,  entregando  su  espíritu  al  Criador  á  los  12 
áias  del  mes  de  Mayo  de  1873,  y  fué  enterrado  en  el  panteón 
anti^o,  llamado  de  Lirin  ó  Hurin,  á  diferencia  del  nuevo 
en  la  parte  opuesta  á  la  Ciudad. 

Así  acabó  el  número  de  sus  dias  el  varón  apostólico  Fray 
Vicente  Calvo;  aquel  varón,  digo,  que  vio  por  primera  vez 
la  luz  del  mundo  en  Saviñan,  Obispado  d6  Tarazona  y  des- 
'pues,  jovencito,  pasó  su  noviciado  en  Calatayud,  Provincia 
de  Aragón,  punto  en  donde  emitió  su  nrofesion.  i^r  ^-  ooivo 
siendo  Corista  Diácono,  tuvo  ya  1^  i\\^.^'^'^  ^^^"^^^  decumplir 
Icón  el  cargo  de  esforzado  sold^^^J  de  Jesucristo  que  se  le 
liabia  impuesto  en  el  sacraircnto  de  la  confirmación,  cuan- 
do en  Zaragoza  recibió  dr  la  mano  sacrilega  del  Goberna- 
dor de  aquella  plaza,  uia  ignominiosa  bofetada  en  su  ino- 
cente mejilla,  en  ocasbn  de  ir  á  pedir  al  inhumano  manda^ 
,  rin  un  seguro  para  ro  quedar  envuelto  en  aquel  funesto 
cataclismo  del  añf  1835,  en  que  España  desnaturalizada  y 
entregada  al  frofesí  de  las  sociedades  de  Juan  de  Prócida  y 


_  -206  -       .     t«a.  ^»<=™*'fA 
do  de  »<l'i'í .?f!;^.e  empet»^»  «^,,to.  B»  ^i*^.  CW* 
:p-,^  ««estro  S«»°  ¿^e  temos  ^. 

-.s.i»p-LC':n  ^'''^^^ig-^^t  d"'^*  1^ 
'--  '^^-^ar^á^r^-t^rflí 


—  207  — 

en  aquellos  dias  de  ígnitos  un  Capitán  de  Infantería, 
adoD.  Bamon  Herrera  que,  amenazando  pegar  cuatro 
azos  al  hijo  de  Lutero,  hizo  pedazos  la  execrable  nota  y 
dijo;  oiga  V.  mi  Gobernador  y  tenga  bien  entendido,  que 
la  persona  del  R.  P.  Calvo  reconozco  dos  cosas:  la  una, 
dig'iiidad  sacerdotal,  digna  de  ser  respetada  y  de  hacerla 
petar  cuando  se  le  falte;  la  otra  la  persona  de  mi  Exce- 
tísimo  Sr.  Presidente  Prado,  ante  cuya  dignidad  V.  no 
sino  un  infeliz  pancista.  El  Sr.  General  dijo  al  R.  P,:  V. 
•  será  otro  yo^  y  sin  su  permiso  nada  se  hará  ni  deshard\ 
'.  estd  destinado  á  ir  con  el  Ingeniero  de  Estado^  mi  cuña-- 
^  que  era  el  Sr.  D.  Manuel  Ugarteche,  á  alrir  el  camino 
I  Afayro  y  no  lo  dejarán  hasta  qw  esté  abierto;  por  conr- 
uiente,  mándese  V.  caminar  de  aqui  y  no  moleste  mas  al 
padre,  añadió,  dirigiéndose  al  Gobernador. 

Finalmente  debemos  decir,  según  nos  han  enseñado  los 
maestros  de  la  vida  espiritual  y  la  experiencia  de  tantos 
Unos,  quejamás  habría  podido  el  R.  P.  Calvo  desempeñar 
debidamente  su  importante  Misión,  sino  hubie?^  sido  hom- 
_  bre  interior,  de  mortificación  y  oración,  maestro  y  guía  de 
\oB  deberes  sagrados  de  un  Ministro  católico,  discípulo  de 
Jesucristo.  En  efecto,  apesar  de  estar  su  vida  tan  complica- 
da de  contingencias  temporales  y  combatida  de  frios,  calo- 
\  re^  aguaceros,  hambre,  sed^  dolores  y  cansancios,  ninguna 
de  estas  cosas  le  pudo  impedir  de  pagar  con  toda  la  exactitud 
posible  te.  pensión  del  Oficio  divino,  de  rezar  la  corona  fran-^ 
;  ciscana  á  la  santísima  Virgen  María,  cuya  amantísima  Ma- 
dre, ei^eramos  que,  cobijándole  en  las  purísimas  telas  de  su 
tiernísimo  Corazón,  se  lo  llevaría  á  la  mansión  de  los  Bien- 
aventurados, á  gozar  de  la  gloria  prometida  á  los  hijos  de 
N.  S.  P.  S.  Francisco,  mayormente  á  los  Misioneros,  en  ct%^o 
número  confiamos  un  dia  ser  colocados. 


' 


«.||  II  iianí 


CAPITOLO  XXVII 


PeligroB  inmínentea  de  que  ha  UbrBdo  la  divina  Providenei^i  d 
Colegio  de  Ocopa—Fundacion  de nncToa  Colegios  de  ¡Bám 
roa  de  «Propaganda  Fide^>  proeedeniea  del  de  Ücapa  jJhak 
zoa  de  Lima. 


La  sangrienta  persecución  que  de  cuatro  siglos  á 
parte  ha  suscitado  el  infierno  contra  la  Iglesia  Católica, 
persecución  siempre  mas  recia  ensaúclia  sus  desmedidas 
porciones,  y  á  semejanza  de  un  inmenso  volcan  amenaza 
pultar  el  universo  con  sus  ruinas,  es  un  hecho  histórico 
se  lee  en  grandes  caracteres  en  los  rasgos  trazados  por 
tiempo  en  la  Aleipania,  Inglaterra,  Dinamarca,  Suecia 
.  demás  naciones  del  Norte  de  Europa.  La  nueva  fonns 
con  ella  el  nuevo  plan  de  ataque  que  ha  puesto  en  ejecu 
para  conseguir  mas  en  breve  la  realización  de  su  fin, 
lo  dice  la  Francia,  España,  Portugal,  Italia  y  nuestra  Am 
rica,  de  polo  á  polo.  Un  siglo  completo  que  muestra 
torvo  seño  esa  mimada  hija  de  Satán,  llamada  la  Mevoluck 
contra  Dios  y  su  Ungido,  y  como  forzosa  consecnená 
contra  sus  mas  fieles  adoradores,  es  mas  que  suficiente  pa 
qifc  todo  el  mundo  la  conozca;  pero  no  lo  ha  sido  para  qi 
todos  los  que  la  conocen  la  aborrezcan.  En  América, 
en  Europa,  tiene  un  sinnúmero  de  los  mas  abyectos  escla 
que  con  la  frente  en  el  polvo  la  idolatran.  El  Perú  basta 
muestra.  Suprimida  la  insigne  Compañía  de  Jesús  en 
siglo  pasado  en  este  Vireinato  del  Perú  y  en  todos  los  e^ 


^  —  209  — 

Idusos  dominios  de  las  Españas,  encargáronse  las  antiguas 
jfisiones  de  infieles  de  los  beneméritos  PP.dela  Compañía,  á 
¡K  de  este  Colegio  de  Ocopa,  y  consumada  la  independencia 
felá  Metrópoli  ptjr  parte  de  esta  infeliz  República,  nunca 
lesde  entonces  la  han  faltado  discípulos  y  pedagogos  escru- 
mlosos  de  Lutero,  Volter,  Vesaupt  y  otros  semejantes  maes-. 
^B,  que  espada  en  mano  han  dado  las  mas  lamentables 
fecciones  á  laruda  é  inesperta  sociedad. 
'  La  política,  por  una  parte,  pero  esa  política  descreída  y 
fesora  del  puro  ateismo^  y  la  filantropia,  por  otra,  no  pu- 
iendo  sufrir  el  clamoreo  y  los  suspiros  de  los  verdaderos 

eles  y  codiciosa  de  las  ventajas  esperadas  fundadamente 
por  el  ministerio  de  los  Misioneros,  que  regaran  con  sus  su- 
iores  y  propia  sangre  las  fértiles  montañas  de  esta  vasta 
Itepública,  decretó  el  restablecimiento  de  este  Colegio, 

>mo  se  ha  visto  en  la  presente  Historia.  Pero  esas  mismas 
uctoras,  la  política  y  la  filantropia  mencionadas,  no  con- 

ntas  de  mentidas  promesas,  votadas  en  los  Congresos  pú- 
blicos y  solemnes  por  puro  lujo,  como  ellas  mismas  han  de- 
clarado con  desfachatez  y  sin  pudor,  y  para  poder,  á  satis- 
feccion  de  su  codiciosa  liviandad,  cubrir  sus  prodigalidades, 
han  juzgado  ser  mas  conforme  á  su  genio  y  análogo  á  su 
naturaleza  el  perseguir  á  los  Misioneros,  que  el  prestarles 
amparo  y  protección.  ¡Madrastras  crueles  y  sin  corazón  ni 
entrañas  de  caridad,  que  en  un  minuto  fiabeis  arrojado 
miles  de  pesos  en  el  juego,  habéis  pedido  otros  miles  por 
precio  de  una  rúbrica  puesta  debajo  de  un  ignoble  nombre, 
liabeis  disipado  millones  para  satisfacer  vuestros  celos  y 
íiabeis  regado  la  sierra  y  las  costas  del  Perú,  para  destruir 
pasta  donde  os  fué  posible  las  virtudes  y  la  prosperidad  de 
flos  pacíficos  y  mejores  Peruanos!...  Por  fin,  la  Divina  Jus- 
iicia,  al  parecer,  os  empieza  á  notificar  que,  no  estando  muy 
^tisfecha  de  vuestro  comportamiento,  es  tiempo  de  que  le 
íindais  cuentas.  Los  tres  años  de  guerra  destructora  que 
llevamos  con  Chile  y  lo  que  se  nos  espera,  es  vuestro  fruto. 


—  210  — 

Los  peligros,  pues,  inminentes  en  que  se  ha  visto 
desde  su  restablecimiento,  han  sido  continuos;  pero 
ciaron  en  algunos  acontecimientos  públicos  de  que  han 
cuerdo  la  historia  de  1853;  en  la  caida  y  desposeimieii 
la  Suprema  Autoridad  del  Señor  Echenique»  el  cual 
tía  protección  para  la  Religión,  paz  y  armonía  para  Ii 
ciedad  y  defensa  para  el  estado  eclesiástico,  singul 
en  consideración  de  las  esclarecidas  prendas  del  ilostn 
nistro,  alma  de  aquel  Gobierno,  el  Sr.  Dr.  D.  Bartol 
Herrera,  después  Obispo  de  Arequipa,  en  cuya  Silla 
copal  dio  pruebas  de  celoso  é  íntegro  Pastor,  como  an 
la  Universidad  de  S.  Marcos,  en  el  Cabildo  de  la  Cat 
Lima  y  en  el  Ministerio,  las  habia  dado.  Este  Col 
Ocopa  por  ese  tiempo  estuvo  en  gran  peligro  de  ser 
surado  y  los  Misioneros  de  ser  Qspelidos  de  la  Bepúblier, 
de  aquí  lo  mismo  que  los  de  las  montañas.   Intención  j 
seos  de  ejecutarlo  no  les  faltaron  á  las  celosas  Mad 
nombradas,  la  política  espúrea  y  degenerada,  y  la  irói 
antitética  filantropía,  que  es  una  irrisión  de  la  que 
ese  verdadero  nombre;  pues  ésta  quiere  y  aquélla  a 
la  imagen  de  Dios,  ésta  conserva  lo  que  aquélla  desti 
la  primera  trata  de  salvar  lo  que  la  segunda  hace  con 

Peligro  igual  y  aun  mayor  corrió  este  Colegio,  con 
Colegiales  Misioneros,  por  los  años  de  1864  á  1867,  mi 
duró  el  desacuerdo  de  esta  República  con  la  Nación 
ñola.  En  1866  todos  los  Misioneros  Españoles  de  Ocopa, 
cepto  el  P.  Pallares  y  el  P.  Lorente,  que  se  hallaban  a 
Cuzco  en  la  Visita  y  Cajpítulo  Guardianal,  todos,  aun  los 
las  Misiones  de  infieles,  sintieron  los  amargos  y  croe 
efectos  del  rencor  profundo  y  mortal  envidia  de  la  potítici 
filantropía  dichas,  en  dos  subalternos  Mandarines  «tó» 
lévales^  los  cuales  se  declararon  verdugos  decididos  de 
Frailes,  cubriéndose  con  el  m^nio  A^j^aírioUsmoJilaiiitéfi 
Siguió  ese  peligro  sin  disminuir  en  un  ápice,  por  fiHi 
los  tiempos  potestativos  del  espíritu  de  vértigo  y  furor, 
tratarse  en  el  Congreso  de  la  absurda  licencia  de  perseí^ 


—  211  — 

i  impunemente  la  inocencia  y  bondad,  á  cuya  licencia,  que  los 
iHécios  llaman  libertad  de  Güitos^  en  países  esencialmente 
Católicos  porun  inefable  don  de  la  Misericordia  y  liberali- 
^dad  divinas. 


^      Trlslon  j  Pestieiio  de  loa  P.  P.  efe  Ocopa  ai  Botumacbamayo, 

í 

En  el  mes  de  Abril  del  año  1866,  á  causa  de  haber  el  Go- 
^biemo  Español  intimado,  por  su  representante  Méndez  Nu- 
;  ñez,  el  bombardeo  del  Callao,  el  cual  se  efectuó  en  el  dia 
^  dos  de  Mayo  del  mismo  citado  año,  el  Gobierno  del  Perú  de- 
cretó la  reclusión  y  estrañamiento  de  todos  los  Españoles 
de  la   República,  sin  quedar  exentos  aun  los  Misioneros  en 
ella  comprendidos. 

'  En  cumplimiento  de  tan  apremiante  Decreto,  el  Señor 
Prefecto  de  Junin,  entonces  residente  en  Huancayo,  tuvo  la 
amabilidad  de  cebarse  con  los  ministros  de  la  paz  y  cari- 
dad, los  RR.  PP.  Misioneros  de  Ocopa,  ordenando  su  prisión 
y  estrañamiento  á  Schanschamayo  con  toda  escrupulosidad^ 
Sabida  tal  ordenación  por  los  PP. ,  y  temiendo  por  otra  parte 
que  sus  sagradas  personas  fuesen  vejadas  y  quizás  también 
sacrificadas  á  la  punta  del  homicida  puñal,  cual  lo  fueron 
sus  hermanos  en  España  en  el  memorable  año  1835,  toma- 
ron la  resolución  de  fugarse,  no  embargante  las  duplicadas 
^  guardias,  si  bien  algunos  se  quedaron  para  acompañar  en 
sus  trabajos  y  angustias  al  R.  P.  Fr.  Francisco  Espoy,  su  ve- 
nerable Prelado,  cuales  fueron:  el  Diácono  Fr.  Buenaventu- 
ra Seluy,  Fr.  Mariano  Castellanzuele,  Fr.  Antonio  Pra^ 
das.  Fray  Francisco  Sagols^  Fr.  Juan  JPetit  y  los  j^erma- 
nos  legos  Fr.  Juan  Carrera  y  Fr.  Estelan  RuUo\  estos  y 
un  Sacerdote  que  se  les  agregó  fueron  los  que  santificaron 
las  cadenas  y  famoso  presidio  de  Schanschamayo. 

Llegado  el  dia  de  la  salida,  que  fué  en  27  de  Abril,  el 
R.  P.  Fr.  Juan  Cuesta,  Ecuatoriano,  hizo  presente  al  huma- 


V 


—  212  — 

nitario  Prefecto  que  en  el  Colegio  se  hallaban  dos  reli{ 
el  uno  de  ochenta  años  y  el  otro  deshauciado  por  los  m^ 
y  á  quien, se  le  había  administrado  el  Sacramento  deU 
trema-Uncion:  bien)  ¡contestó  el  Huancaino,  si  losenfc 
no  pueden  ir  al  destierro  por  sí  propios,  que  vayan  por 
lante  en  litera  ó  camilla!!  ¡Qué  angustia  para  el  pobre 
dian  y  el  R.  P.  intercesor! 

No  obstante;  merced  á  los  caritativos  ruegos  de  algí 
piadosas  personas  que  ofrecieron  tenerlos  bajo  su  resj 
bilidad  en  sus  casas,  el  edicto  contra  estos  no  tuvo  ei 
dero  sí  para  con  los  sanos.  Efectivamente;  salieron  de 
amado  Colegio  de  Ocopa  los  modestos  hijos  del  Serafín 
gado,  é  inmediatamente  fueron  colocados  entre  dos  filas 
soldados  armados  con  rifles  de  bayoneta  calada.  ¡Qué 
táculo  para  el  cielo!  Centenares  de  personas  de  todo 
clase  y  condición  inundan  la  pampa  de  Ocopa!  gritan, 
zan,  lloran  y  al  ver  que  no  pueden  arrebatar  de  las 
de  los  hijos  de  Marte  á  los  santos  malhechores^  posti 
piden  les  den  la  bendición.  El  corazón  de  los  discípulos 
Crucificado  se  enternece,  y  entonces  la  venerable  mano 
anciano  y  virtuoso  P.  Espoy  formula  el  señal  santo  dei 
cruz  y  sigue  con  sus  queridos  hijos  su  jornada  hasta  á  Ji 
ja,  donde  llegaron  á  las  seis  horas  de  la  tarde,  y  fueron 
podados  en  una  casa  decente  y  atendidos  con  el  mayor 
mero  y  caridad  cristiana. 

En  esta  ciudad  estuvieron  descansando  unos  dos  ó 
dias;  durante  ellos  enfermó  el  M.  R.  P.  Guardian,  el  c; 
pudo  quedarse  en  ella  en  compañía  de  Fr.  Esteban  Rui 
para  que  cuidase  su  persona,  pero  bajo  garantía  y  respoi 
bilidad  de  una  distinguida  familia.  Antes  que  los  Misioner 
emprendiesen  nuevamente  su  viage,  llegó  un  Jefe  de 
ma,  comisionado  para  llevarlos  con  todo  esmero  á  aqa( 
ciudad,  y  este  cabalmente,  según  el  mismo  se  declaró, 
Masón...  Tocó  la  hora  de  la  partida,  y  muchos  prisión^ 
fueron  á  recibir  la  bendición  de  su  Prelado  que  se  hallal 
postrado  en  cama ;  antes  que  éste  empezase  á  darles 


[  _  218  — 

^ndicion,  llamando  al  Diácono  Fr.  Buenaventura  Seluy, 
Í|ue  era  el  mayor  de  todos,  le  dijo:  «Hermano,  V.  hará-  mis 
Snreces;  procurarán^guardar  en  cuanto  les  sea  posible  el  re- 
glamento del  Colegio;  tengan  á  lo  menos  media  hora  de 
)fR)racion  por  la  mañana  y  otra  media  hora  por  la  tarde;  sean 
.«sufridos  y  modestos;  puros  y  castos;  cuyas  virtudes  no  po-: 
[«drian  permanecer  en  vuestros  tiernos  corazones  por  mucho 
^empo,  á  menos  de  ser  muy  amantes  del  ejercicio  de  la 
«oración,  y  tierna  devoción  á  nuestra  amabilísima  madre  la 
^Virgen  María.  Yo  os  bendigo  en  nombre  de  Dios  Padre,  de 
«Dios  Hijo  y  de  Dios  Espíritu  Santo  y  de  nuestro  Seráfico 
j«P.  San  Francisco:  id  en  paz  y  el  ángel  del  Señor  que  os 
«acompaña  nos  dé  el  placer  y  gozo  de  volvernos  á  ver  re- 
«unidos  en  nuestro  amado  retiro,  apesar  del  poder  de  las  ti- 
«nieblas  que  se  ha  propuesto  nuestra  extinción.» 

Recibida  la  bendición  de  su  R.  P.  Guardian,  fueron  con- 
ducidos á  Tarma,  no  ya  en  medio  de  dos  alas  de  soldados 
con  rifles,  sino  de  lanceros  de  á  caballo  y  sin  clase  de  basti- 
mento alguno  para  hacer  una  jornada  de  nueve  leguas. 
iQué  vergüenza!  en  el  Perú  negar  á  los  Frailes  el  sustento 
que  ellos  han  dado  y  prosiguen  dando  con  tanta  prodigali- 
dad á  sus  moradores!  Pero  gracias  á  la  bondad  de  Aquel  que 
siempre  tiene  su  bondadoso  corazón  inclinado  hacia  los  su- 
yos, no  les  faltó  dicho  sustento,  ya  que  se  valió  de  unas  po- 
bres indígenas  que  los  socorrieron  con  Chupé;  de  otra  suer- 
te bien  se  habrían  quedado  á  la  Luna  de  Payta. 

Caminaron  todo  el  dia,  y  al  anochecer,  estando  como  á 
unas  dos  ó  tres  leguas  de  Tarma,  el  Jefe  de  la  espedicion  re- 
cibió un  oficio  de  la  autoridad  de  aquella  población,  en  que 
se  le  decia  se  sirviese  tomar  las  medidas  convenientes  para 
evitar  un  conflicto,  pues  que  los  indios  tenian  tomados 
ciertos  puntos  de  la  quebrada  con  el  fin  de  matar  á  los 
soldados  y  libertar  á  los  Misioneros.  Sea  lo  que  fuera  de 
ello,  lo  cierto  es  que  gracias  á  Dios  nada  sucedió  de  par- 
ticular; pues  que  los  indios  viendo  ya  cerrada  la  noche  y 
juzgando  que  los  PP.  se  habrían  quedado  á  pernoctar  en  al- 


—  214  — 

guna  estancia,  abandonaron  sus  puestos  y  se  retirapon  i 
casas;  cosa  que  tal  vez  no  agradó  á  algunos,  que  só  prefc 
de  rivalidades  de  nación  deseaban  derramar  la  inocente 
gre  de  la  religión. 

Serian  como  las  once  ó  doce  de  la  noche  cuando  los 
ligiosos  entraron  en  la  ciudad  ;y  en  medio  de  un  ca 
gentío,  fueron  alojados  no  en  el  Colegió  de  los  del  pan 
rojo,  como  se  habia  pretendido,  sino  en  la  casa  de  su  S 
co,  el  Sr.  D.  Andrés  Beraun,  que  los  aguardaba  con  el 
mentó  mas  bien  preparado  que  el  mate  de  GTtufé^  que 
caridad  de  las  pobres  indias  les  había  dado. 

Durante  los  pocos  dias  que  les  dieron  para  desea 
fueron  visitados  por  las  mas  distinguidas  familias  dd 
gar,  y  por  estas  supieron  que  los  religiosos  que  hibi 
huido  de  Ocopa,  unos  andaban  errantes  "ger  montes  et 
y  que  otros  estaban  refugiados  en  distintos  pueblos  bajo 
techo  hospitalario  de  los  indios,  quienes  los  atendían  con 
do  el  esmero  que  las  beneméritas  señoras  Tarmeñas  lesi 
sinuaban.  Desde  aquí  pasaron  ala  población  de  Acote 
y  descansaron  un  ratito  en  casa  del  Sr.  Cura  Andradc, 
donde  sus  habitantes,  después  de  haber  cumplido  con  el 
dable  acto  de  besar  el  santo  hábito,  á  lo  que  la  ilustracioa 
nuestros  dias  llama  fanatismo,  regalaron  á  los  humil 
huéspedes  los  pobres  productos  de  sus  cosechas.  Viendo 
Jefe  espedicionario,  aquel  que  dijo  ser  mason^  es  d 
aquel  que  tuvo  la  religiosidad  de  no  permitir  que  en 
ma  los  Frailes  oyesen  Misa  el  Domingo  por  la  mañana  y 
sinvergüenza  de  hacerlos  salir  á  pasear  forzosamente pff 
tarde,  que  las  ofrendas  no  eran  conformes  á  los  Estatutos 
su  paladar,  dirigiéndose  á  los  bienhechores  les  dijo:  ¡Mucto 
chas,  á.  robar  gallinas  para  los  Padres!  á  lo  que  contestafll 
los  religiosos;  poco  á  poco,  señor,  sepa  V.  que  no  es  lícito» 
bar  para  hacer  caridad  y  mucho  menos  estando  provistos 
las  viandas  que  el  Padre  de  familias  ha  puesto  tan 
mente  en  las  manos  de  sus  pobres  hijos!  Después  de  todo 
to,  bajaron  al  pueblo  llamado  Palca ^  en  donde  pernodiii 


—  215  — 

^  cuyoB  vecinos  se  sorprendieron  al  divisar  á  los  PP.  en  me- 
o  de  los  soldados  armados  de  lanzas. 
Al  dia  siguiente  llegaron  por  fin  á  Schanschamayo  des- 
es  de  nna  penosa  jornada;  y  no  obstante  de  estar  como 
a  le^aa  distantes  del  famoso  Presidio,  se  quedaron  á  dor- 
mir en  la  hacienda  del  Español  D.  Félix  Tené,  que  con  su 
patiy  virtuosa  esposa  los  recibieron  y  trataron  con  el  cariño 
k[ne  se  puede  considerar.  En  esta  noche,  apes^r  de  estar  ren- 
didos por  el  cansancio,  no  pudieron  conciliar  el  sueño,  al 
:45onsiderar  que  ya  en  ki  noche  inmediata  deberían  dormir 
.entre  colegiales  de  capote  azul  y  quepis,  confundidos  entre 
rías  cucarachas,  alacranes  y  la  hormiga  Citaracu  ó  saco.  Se 
.  levantaron  nuestros  prisioneros  al  son  de  una  corneta,  mas 
;  ronca  que  la  de  la  pasión,  que  tocaba  diana,  y  después  de  ha- 
i  ber  tomado  su  almuerzo,  prosiguieron  su  marcha  al  faiposo 
fuerte  de  San  Ramón,  sito  en  el  malecón  que  forma  la  unión 
I  de  los  rios  Schanschamayo  y  Tulumayo. 
[        No  bien  se  habian  aproximado  á  la  fortaleza,  que  mas 
i  parecia  una  hacienda,  al  ver  que  en  su  puerta  estaba  parado 
j   nn  soldado  cuyo  riñe  parecia  haber  sido  fraguado  por  el  in- 
I    signe  Tubál,   se  adelantó  Fr.  Buenaventura  Seluy  á  pre- 
i    guntarle:  ¿es  esta,  por  ventura,  la  fortaleza  ó  castillo  de 
Schanschamayo?  ¡Sí,  mi  padre,  contestó  el  centinela!  Al  oir 
la  afirmativa  se  internaron  é  inmediatamente  dieron  con  la 
Oficialidad  que  saludó  muy  cortesmente  á  sus  nuevos  aloja- 
dos. No  describiremos  las  propiedades  de  este  castillo. 

En  el  dia  inmediato  después  de  su  ingreso  al  presidio, 
instalaron  su  reglamento  de  vida,  conforme  les  habia  encar- 
gado el  R.  P.  Guardian,  sirviéndoles  para  ello  un  reloj  dis- 
pertador  que  consigo  habia  traido  el  ya  memorado  Sacerdo- 
te D.  Silvestre  Castaño.  Efectivamente;  á  la  hora  señalada 
se  levantaban,  hacian  los  actos  cristianos,  rezaban  Prima  y 
Tercia  y  seguia  media  hora  de  oración:  á  las  once  y  media, 
después  de  haber  rezado  Sexta  y  Nona,  tomaban  la  pobre 
comida  que  una  piadosa  persona  les  tenia  preparada  y  así 
en  las  demás  horas  correspondientes.  A  las  tres  de  la  tarde. 


—  216  — - 

epzaban  Vísperas  y  Completas.  A  hora  competente 
Maytines  y  Laudes,  á  las  quft  segian  media  hora  de 
tacion,  la  estación  á  Jesús  Sacramentado,  é  inmedial 
la  cena.  A  esta  subseguia  un  rato  de  recreo,  en  el  que 
acompañaba  la  oficialidad.  Al  dar  la  hora  para  el  rezo  át\ 
santa  corona,  se  invitaba  á  los  Jefes  si  querían  asistir;  y 
dándoles  las  buenas  noches,  se  recogian  á  sus  aposect 
Veinte  y  un  dia  estuvieron  en  este  convento  de  nueva 
servancia  y  distinta  penitencia,  ya  por  haber  de  reclii 
sobre  unas  duras  y  mal  labradas  tablas,  ya  también  ^\ 
muchedumbre  de  zancudos  y  murciélagos  que  no  teni^l 
menor  pereza  de  hincarles  el  aguijón  los  unos,  y  de  p] 
les  el  diente  los  otros. 

No  estaba  ociosa  la  caridad  de  las  señoras  de  Tarcaa; 
en  prueba  de  que  no  se  habian  olvidado  de  los  que  hala 
sido  dignos  de  padecer  contumelias  y  cárceles  por  el  b( 
bre  de  Cristo,  les  mandaron  arroz,  fideos,  manteca,  cam( 
camisas,  y  algunos  pares  de  medias.  De  todo  ese  caí 
to  solo  tomaban  las  cosas  necesarias  á  la  vida;  mas  en 
to  alas  camisas  y  medias  ninguno  quiso  quebrantar  lasie^ 
glas  de  su  instituto,  sino  que  cada  uno  conservaba  no  soh 
la  túnica  interior  y  el  santo  Hábito,  capaz  por  sí  solo  ii 
abrumar  al  hombre  mas  robusto  en  un  clima  tan  ardiea- 
te,  si  que  también  la  descalsez  sufriendo  las  crueles  pica- 
das de  los  mosquitos  y  zancudos  por  amor  de  aquel  lAs 
que  no  les  daba  á  padecer  mas  de  lo  que  ellos  descabal 
La  divina  Providencia  que  cuidaba  á  los  religiosos,  no  dg* 
ba  de  extenderse  hasta  favorecer  á  los  soldados  también; 
como  los  pobres  las  mas  de  las  veces  se  habian  de  apK* 
el  cinturon  para  atajar  ó  entretener  el  hambre,  de  aquí** 
que  cuando  divisaban  los  centinelas  á  los  hombres  que  coo- 
ducian  el  cargamento,  alzaban  la  voz  gritando:  ¡Alertí! 
cabo  de  guardia  ¡alerta!  ya  viene  San  Francisco!;  coii€sb| 
daban  á  comprender  que  tanto  los  prisioneros  comosn^ 
guardianes  eran  escrupulosamente  socorridos  por  la  carid» 
y  no  por  el  Gobierno  nacional.  ¡Qué  borrón! 


—  217  — 

iftientras  que  el  Sr.  Castaño  estuvo  un  dia  divertiendo  á 
religiosos  tañendo  un  violin  que  el  Sr.  Capitán  del  fuerte 
abia  dejado,  se  dejaron  oir  las  voces  alarmantes  de  ¡los 
nchos!  los  Chunchos!  los  Chunches  vienen!  A  tal  cla- 
eo  salió  Fr.  Seluy  á  ver  el  objeto  de  la  vocinglería;  al 
sarlo  desde  esta  banda  del  rio,  con  el  Sto.  Cristo  en  la 
lo  le  hacia  señas  á  que  se  aproximase  y  no  temiera.  Ve- 
el  infiel  con  mucha  precaución,  y  cuando  estuvo  muy 
^a,  uno  de  los  oficiales  empuñó  un  rifle  para  aflojarle  un 
;  apenas  el  religioso  notó  semejante  actitud,  indignado 
ina  santa  ira,  le  dijo:  ¿qué  cosa?  ¡asi  no  más  se  mata  á^ 
hombre  infeliz!  ¡Cuidado  que  cometa  V.  semejante  crí- 
i!  El  oficial  bajó  el  arma  y  se  contuvo;  pero  no  bien  ha- 
pasado  un  rato  cuando  echó  un  grito  diciendo:  nó  Pa- 
,  nó  Padre.  ¡Quiero  comer  carne  del  Chunche!  Sepa  que 
►tro  dia  sin  ir  mas  lejos,  me  mataron  á  un  Sargento,  y  ac- 
íontínuo  mandó  disparar  un  cañón,  cuyo  proyectil  no 
dujootro  efecto  que  el  de  hacer' correr  al  infeliz  mas  li- 
o  que  una  Bicuña. 


Megreao  de  loa  Padrea  á  Oeopa  yau  recibimiento- 


Como  los  religiosos  ignorasen  el  tiempo  que  duraría  su 
itiérro,  iban  recibiendo  entre  tanto  las  provisiones  que  las 
npasivas  Señoras  de  Tarma^les  estaban  remitiendo;  hasta 
ito  que  en  una  de  las  remesas,  Fr.  Buenaventura  Seluy 
ibió  juntamente  varias  comunicaciones  de  mano  de  un 
lígena.  Las  abrió,  y  en  una  de  ellas  encontró  una  copia 
una  Nota  simplemente  firmada  por  un  Sr.  Tejada,  que, 
to  ser  ingrata  nuestra  memoria,  era  Ministro  de  Estado, 
dejó  la  dicha  nota  y  firma  de  llamarle  la  atención;  y  al 
^  al  punto  deseado,  saltando  de  alegría,  clamó:  ¡libres, 
res!  ¡ya  estamos  libres!  ¡demos  gracias  á  nuestro  amabilí- 


—  218  — 

simo  Redentor  Jesús!  Al  oir  el  Sr.  Capitán  tan  in 
noticia,  dijo:  no  puede  ser  eso, mi  Padre.  Sí  señor,  lea  ns 
contestó  Fr.  Seluy:  y  habiéndose  impuesto  el  buen  Jefe 
dijo:  cierto;  quedan  VV.  libres;  pueden  irse  cuando  _ 
¡Ah,  eso  no,  Sr.  Capitán!  repuso  el  religioso;  V.  no  pnedíl 
debe  soltarnos  hasta  que  el  Subprefecto  de  Tarma  le 
la  «Nota»  reí|pe<?tiva;  porque  aunque  la  que  acaba  de 
sea  verídica,  no  obstante,  es  simplemente  una  copia,  y: 
copia  es  copia.  Cierto:  contestó  el  Señor  Capitán,  ¡ 
mi  Padre;  mucho  le  agradezco  su  advertencia  y  buen 
razón! 

No  tardó  en  llegar  la  tan  deseada  «Nota»,  ni  las 
para  emprender  su  regreso  del  Schanschamayo  losreligi 
prisioneros;  así  es  que,  olvidándose,  ó  mejor  diremos^ 
lando  á  la  guardia  del  fuerte  las  provisiones  que  les  W 
sobrado,  se  despidieron  de  la  oficialidad  con  un  fuerte  al 
zo,  del  cual, y  con  mas  razón,  gozaron  también  otros  d(S 
balleros  paisanos  suyos  que  todavía  quedaban;  sin 
ocasionado  el  menor  gasto  á  la  República  Peruana. 

Las  personas  que  están  al  corriente  del  amor  que  el 
blo  Peruano  profesa  á  los  PP.  Misioneros,  podrán  calific» 
grado  de  entusiasmo  con  que  vitoreaban  el  regreso  y  li 
tad  de  los  prisioneros  en  su  tránsito.  Ya  no  eran  los  Itarf 
los  que  ocupaban  los  ojos,  sino  que  eran  los  festivos  claB 
res  de:  ¡alabado  sea  Dios!  ¡Ave  María  Purísima  Tayta!  ¡í 
van  los  Taytas!  que  salian  de  sus  amorosos  labios  Art 
triunfales  eran  los  que  se  veian  por  los  caminos  y  nubes 
olorosas  ñores  llovían  sobre  ellos,  de  tal  suerte,  que  los 
jaban  completamente  consolados;  pero  el  arco  mas  h 
y  elegante  fué  el  que  levantaron  en  su  hacienda,  lia 
Florida  las  siempre  respetables  Señoras  Otero.  La  virtud 
todo  se  distingue.  Aquí  descansaron, 'y  después  de  haber 
mado  el  almuerzo,  dejaron  ese  vistoso  panorama,  signi 
su  camino  para  Tarma.  Un  continuo  estallido  de  coh 
echados  por  los  aires,  anuncia  á  los  moradores  de  Tanoa 
guna  cosa  extraordinaria;  la  gente   sale  de  sus  castf 


—  219  — 

I 

^a  xmo  pregunta:  ¿Qué  será  esto?  ¡Ah  los  PP.  han  llegado 
b  Schanschamayo!  contesta  el  otro.  Efectivamente:  losmi- 
loneros  entran  á  la  portada  de  la  Ciudad,  son  recibidos  por 
^  gentío  cada  vez  mas  numeroso,  que  con  el  semblante  fes- 
!bo  y  risueño  celebra  su  buena  llegada  en  medio  de  una 
luvia  de  fragantísima  mistura  esmeradamente  confeccióna- 
la. Dejamos  dicho  arriba  que  los  PP.  fueron  antes  visitados 
f  cuidadosamente  atendidos  en  casa  del  Sr.  Síndico  por  las 
páas  distinguidas  familias.  ¿Qué  diremos  ahora  de  lo  que 
¡ttzo  toda  la  población  en  el  tiempo  de  su  regreso  de 
hanschamayo?  Que  nos  hemos  perfectamente  convencido 
I  amor  sincero  que  los  Tarmeños  profesan  al  Colegio  de 
opa  por  el  acto  que  sigue:  Habiendo  sabido  S.  S.  lima,  el 
Sr.  D.  Manuel  T.  del  Valle,  dignísimo  Obispo  de  Huánuco, 
fiesde  Lima,  que  algunos  Misioneros  de  Ocopa  hablan  sido 
jtonfínados  á  Schanchamayo,  escribió  á  una  estimable  fami- 
ia  que  para  atender  á  las  necesidades  de  los  confinados  gas- 
e  pop  primera  vez  500  pesos.  Mas  las  Tarmeñas,  llenas  de 
tm.  santo  entusiasmo  y  pundonor,  contestaron:  dignísimo 
Sr;  le  agradecemos  su  venerable  cooperación  en  la  manu- 
tención de  nuestros  Taytas  Misioneros;  pero  por  el  presente 
Bo  puede  el  cariño  de  Tarma  quedar  ni  un  solo  instante  sus- 
penso, supuesto  que  todavía  quedaban  algunos  reales  que 
gastar  eú  su  obsequio. 

Deseando  los  religiosos  con  ansioso  anhelo  unirse  con 
los  demás  Padres  y  Hermanos  que  ya  se  hallaban  en  Ocopa, 
Fr.  Seluy  dio  todas  las  disposiciones  necesarias  para  salir  de 
Tarma  temprano  el  dia  siguiente.  Más,  como  la  piedad  de  las 
señoras  no  resultaba  satisfecha,  los  hicieron  quedar  hasta  el 
otro  dia,  porque  querían  dar  gracias  al  Dios  de  las  alturas, 
á  la  manera  de  los  hijos  de  Israel  cuando  salieron  de  la  es- 
clavitud de  Egipto,  por  medio  de  una  solemne  Misa  canta- 
da y  r^-i>^wm. 

Efectivamente,  la  Misa  fué  lo  mas  solemne  que  hasta  en- 
tonces habia  visto  Tarma;  el  concurso  fué  incalculable  y  to- 
das las  señoras  eran  ojos,  pies,  manos  y  voluntad,  para  ser- 


—  220  — 

vir  á  los  religiosos.  Después  de  haber  dado  g^racias  al 
del  modo  que  se  ha  dicho,  salieron  en  dicho  dia 
Jauja,  donde  se  les  esperaba  con  ansiedad.  Un  mes  cab^ 
tuvieron  ausentes  de  su  santa  morada,  pues  el  27  de 
salieron  del  Colegio  para  Jauja,  y  el  27  de  Mayo  ali 
de  Jauja  para  reingresar  á  su  amada  y  suspirada 
morada  de  paz,  como  la  llama  el  melifluo  San  Bernardo, 
in  ccRlla^  etc.  Salieron,  por  fin,  de  Jauja  y  al  pasar  porsa 
tensa  pampa,  lo  que  llamaba  mas  la  atención  de  nm 
religiosos  era  la  multitud  de  cohetes  que  se  disparaban 
cumbre  de  unos  cerros,  y  la  rapidez  con  que  eran  cont 
dos  desde  la  cumbre  de  otros  cerros;  preguntaron  qué 
significaba  aquel  telégrafo, y  les  fué  contestado  que  por 
medio  se  daba  noticia  á  la  Comunidad  de  Ocopa  de  su 
ximidad.  También  en  esa  pampa  sucedió  otra  cosarait; 
fué:  que  una  pobre  indiacita,  no  obstante  de  ir  bien 
da  con  su  Quepe  (lío)  iba  corriendo  delante  de  las  ca 
duras  de  los  PP.,  y  cuando  notaba  que  el  paso  de  los 
les  era  lento,  echaba  á  bailar  y  por  el  gozo  que  inimdato 
corazón  gritaba:  ¡Veva  el  Tayta  Mdreano!  ¡Veta^  que 
el  Tayta  Ventora!  y  así  iba  funcionando  cada  vez  que» 
ofrecia  hasta  al  llegar  á  Ocopa. 

Indescriptible  fué  el  gozo  y  contento  que  inundó  •'1 
razón  de  los  jóvenes  expatriados;  y  para  dar  algún  bosqffi 
de  ello,  expondremos  brevemente  lo  que  hemos  oido  delof 
bios  del  R.  P.  Seluy,  entonces  Fr.  Seluy.  Distaríamos, 
de  nuestra  morada,  como  una  media  legua,  y  como  para 
la  media  naranja  y  cúpulas  de  las  torres  ó  campanarios 
nuestra  iglesia  intermediaba  un  cerrito,  apuramos  el 
para  ver  el  aspecto  imponente  y  magestuoso  que  á  todo 
sajero  le  dice:  allí  se  adora  con  espíritu  y  verdad  al  Kos 
las  alturas,  allí  está  aquel  Dios  que  con  una  sola  mirada 
ce  estremecer  la  tierra,  aquel  Dios,  á  cuya  presencia  k 
presentarme  para  un  dia  ser  juzgado  y  por  El  mismo 
miado  y  castigado  según  mis  buenas  ó  malas  obras;  y  al 
visar  aquel  dichoso  Convento  que  ha  dado  ai  Perú  y  i 


—  221  ~ 

jteligioii  Seráfica  setenta  Mártires  por  la  propagación  de  la 
fó,  llenos  de  la  alegría  que  se  deja  comprender  gritamos: 
|l!copa!  Ocopa!  Laudemus  Domimcm  quifecií  nohiscum  mi- 
Üia.  No  tardamos  en  oir  los  festivos  repiquetees  de  las  cam- 
¡lanas,  que  anunciaban  á  los  pueblos  nuestra  próxima  lie- 
jada.  íbamos  subiendo  con  lentitud  desde  Enanchas^  en- 
contrando en  el  paso  algunos  elegantes  arcos  triunfales;  y  á 
^ierta  distancia  notamos  que  se  dirigia  hacia  á  nosotros,  un 
feñor  sacerdote,  quien  después  de  habernos  saludado  respe- 
tosamente nos  dijo  que  nos  desmontásemos  de  las  bestias, 
porque  habia  mucho  peligro  de  que  se  espantasen  con  la 
bultitud  y  repetido  disparo  de  cohetes.  En  efecto,  nos  apea- 
pos,  porque  lo  requería  la  prudencia;  y  luego  una  banda  de 
|núsica,el  estallido  de  los  cohetes,  las  danzas  indígenas,  y  el 
^piqueteo  de  las  campanas,  nos  dieron  el  cien  doblado  por 
bs  malos  ratos  que  como  criaturas  habiamos  padecido  du- 
rante nuestra  peregrinación.  ¡Qué  chasco  para  el  infierno!  Y 
mayor  fué  en  la  anteentrada  de  las  Alamedas,  donde  habian 
levantado  el  arco  mas  espléndido  que  hasta  entonces  ha- 
bíamos visto;^  en  su  pié  habian  colocado  una  mesa,  sobre  la 
cual  estaba  parada  una  tierna  niña  gustosamente  vestida 
de  blanco,  quien  al  pasar  nosotros  por  debajo  del  arco,  le- 
vantó su  inocente  mano,  en  señal  de  imponer  silencio;  todos 
se  callaron,  y  durante  el  profundo  silencio,  recitó  en  voz 
clara,  sonora  é  inteligible  unos  elegantes  y  sentidos  versos 
á  nosotros  dirigidos,  acabados  los  cuales,  dijo  con  la  gra- 
jcia  de  un  ángel,  he  dicTio  señores:  pasen  á  delante  mis  Pa- 
dres. Entramos,  desde  luego,  por  la  portada  que  conduce  á 
¡la  Alameda  dividida  por  dos  espaciosos  caminos;  uno  que 
jConduce  al  hermoso  y  recogido  templo  y  el  otro  á  la  porte- 
Msí  del  Colegio,  refugio  de  la  mendicidad;  apesar  de  que  en  el 
primero  habia  también  un  arco  tanto  ó  mas  vistoso  y  agra- 
dable que  el  que  antes  se  ha  dicho,  apesar  de  esto,  repito, 
ninguno  de  ellos  arrebató  tanto  nuestra  atención  como  el  del 
camino  que  conduce  á  la  referida  portería.  El  suelo  estaba 
^  desde  su  principio  hasta  el  extremo  primorosamente  tapizado 


—  222  — 

de  alfombras  formadas  con  preciosas  flores  de  ji 

de  otras  bellísimas  hechas  á  mano.  De  los  arbola 

dian  á  derecha  é  izquierda  centenares  de  banderitas 

nás.  Entre  la  alegría,  repiquetees  de  campanas,  muse 

cohetes,  nos  encontramos  en  la  portería  del  Convento, 

la  cual  estaba  toda  la  Comunidad  presidida  de  nuesbd 

no  y  venerable  Prelado.  Aquí  se  impuso,  por  s^^unda 

silencio  al  interminable  clamoreo  de  ¡Vivan  los  Tatl 

¡Bienvenidos  sean  nuestros  Taytas!,  y  otra  niña  pronii 

una  tierna  «Loa»  en  prosa;  acabada  la  cual,  caímos 

tiernos  abrazos  del  M.  R.  P.  Guardian,  Fr.  Francisco] 

poy,  que  nos  dijo:  ¡bienvenidos  carísimos  Hermanos!  ¿í 

les  ha  ido?  Nadie  es  capaz  de  penetrar  la  dulzura  con 

fueron  pronunciadas  las  dichas  palabras,  sino  por  aqi 

personas  que  están  al  corriente  de  su  elevada  virtud. 

tan  dulce  saludo,  siguió  el  abrazo  de  cada  uno  de  los; 

nos  ápi  la  Comunidad  é  inmediatamente  fuimos  condnc 

á  la  celda  Guardianal,  donde  fuimos  obsequiados  eos] 

presentes  que  permite  nuestra  altísima  pobreza  y  nos 

ramos  con  paz  y  sosiego  á  nuestro  Coristado  y  celda, 

pues  de  haber  cumplido  con  los  actos  de  urbanidad  y 

tica  religiosa. 

Está  fué,  amados  lectores,  la  peregrinación  de  nuí 
pobres  Coristas;  padecieron  ellos  y  padetieron  los  BB. 
dres  Sacerdotes;  ellos  padecieron  entre  las,inmundii 
escaseces  de  un  Castillo  situado  entre  bárbaros  y  aj 
infieles;  es  decir,  en  Schanschamayo,  en  aquel  rio  sepi 
de  tantos  atletas  de  Ocopa  desde  su  fundación  hasU 
triste  escena  del  R.  P,  Antonio  Gallisans  y  Fr. 
M.  Sans;  y  padecieron  los  venerables  Sacerdotes  anda 
por  montes  et  colles  siguiendo  las  huellas  del  grande 
nasio;  pero  ni  la  malicia  de  los  hombres,  ni  la  de 
con  todo  su  infernal  ejército,  pudieron  recabar  que 
se  un  solo  religioso  en  el  tiempo  de  su  reunión.  Bfo 
cierto  que  derramaron  copiosas  lágrimas  yendo  unos  al i 
tierro  y  otros  dispersos  de  un  lugar  á  otro;  pero  tambi( 


—  223  — 

s 

puede  decir  de  ellos  que  cou  alegría  recogieron  á  manos  lle- 
'^las  los  frutos  copiosos  de  sus  sudores,  como  dice  de  los  jus- 
tos perseguidos  el  coronado  Profeta  de  Israel:  Ftmíes  ibant 
leí  Jlébant  mittentes  semina  sua:  venientes  autem  venient 
mm  ea^uZíaíione  portantes  manipulos  suos. 

Aun  podriamos  añadir  que  no  fué  menos  grave  en  los 
años  de  1875  y  siguientes  el  peligro  mencionado,  de  quedar 
aniquilados  los  Misioneros,  6  destruida  por  lo  menos  esta 
I  Venerable  comunidad,  al  igual  de  lo  que  recuerda  la  historia 
■ée  la  supresión  de  los  Conventos  en  algunas  ciudades  de  la 
ífiepública,  como  son  lea,  Arequipa  y  Cuzco;  así  mismo  lo 
^demuestran  los  esfuerzos  hechos  para  protestantizar  el  Perú 
i  católico  y  otros  ensayos  semejantes.  Aun  no  han  pasado 
\  tres  años  después  que  el  infausto  Alcalde  de  la  ciudad  de 
rica  intentó  por  sí  y  ante  sí  mismo  obligar  á  los  PP.  Misio- 
^ netos  á  que  desalojasen  el  Colegio  de  aquella  Ciudad,  para 
;  alojar  en  él  á  cuatro  cientos  reclutas  que,  teniendo  sobrado 
I  lugar  en  los  Conventos  que  fueron  de  la  Compañía  y  de  San 
'  Agustín  en  otro  tiempo,  y  hechos  hoy  cuarteles,  no  le  aco- 
I  modaba  colocarlos  en  esos  Cuarteles  comunes  y  si  pretendia 
:  hacerlo  en  el  Colegio  de  S.  Francisco,  para  ejecutar  suspre- 
i  meditados  intentos  que  quedan  ya  indicados.  La  capilla  de 
[  dicho  Colegio,  que  precariamente  cedieron  á  la  Ciudad  años 
í  atrás,  cuando  solo  era  ¿f.  Francisco  Convento,  alentó  á  los 
;  Sultanes  de  la  libertad  para  animarse  á  incautarse  después 
;  del  Colegio  é  Iglesia  y  retener  injustamente  dicha  Capilla, 
apes«r  de  los  repetidos  reclamos  judiciales  de  parte  de  la 
justicia.  En  esos  escrúpulos  no  se  miran  esos  filántropos 
frailefobos,  para  no  atrasar  en  un  paso  dado,  aim  que  sea 
fuera  de  la  recta  vía  de  la  justicia;  y  por  ahí  puede  calcu- 
larse lo  que  seria  de  este  Colegio  y  de  los  otros  del  Perú, 
á  no  haber  impedido  la  divina  Providencia  los  esfuerzos  de 
los  enemigos  de  la  Religión.  El  ostracismo  y  secuestración 
de  esta  Comunidad,  que  en  Schanschamayo  sufrió  en  1866 
por  una  parte,  y  las  calumnias  atroces  por  otra,  han  sido  la 
consecuencia  de  lo  intentado  por  nuestros  enemigos.  Dios  les 


—  224  — 

ilumine  y  les  dé  gracia  para  que  se  reconozcan  con 
Pasando  ahora  de  los  peligros  de  que  nos  libró 
cordiosamente  la  divina  Bondad  é  infinita  (demencia,  4! 
"beneficios  que  nos  hizo,  diremos  lo  que  ya  decía  en  d 
mer  siglo  de  nuestra  seráfica  Religión  el  Romano  Poi 
Nicolás  III:  que  las  olas  de  las  tempestades  lejos  de  hal 
ahogado  más  bien  nos  Jian  hecho  crecer  en  la  oisercoMí] 
nuestras  oiligaciones  y  aumentado  el  número  de  nm 
Colegios.  Efectivamente;  cuando  este  Colegio  era  prol 
por  el  Gobierno  civil  fundó  los  Colegiosde  Tarija,enBoSi 
y  el  de  Castro,  en  Chiloé,á  mas  de  setecientas  leguas  dei 
tancia;  ó,  lo  que  es  más  difícil,  conservó  aquellas  tan  reí 
y  estensas  Misiones,  de  modo  que  al  presente  es  Col( 
la  Propaganda,  la  Misión  de  Castro  en  Chiloé.  Mas,  d< 
del  restablecimiento,  este  mismo  Colegio  de  Ocopa  vé 
no  pequeña  satisfacción  espiritual,  á  la  derecha  y  á  la  il 
quierda,  los  Colegios  del  Cuzco,  de  Quito,  de  Arequipt,! 
Cajamarca,  y  de  lea  que,  en  compañía  del  de  los  D< 
de  Lima,  le  reconocen  por  Madre  y  á  El  le  deben  la  eiij 
tencia  inmediata  ó  mediatamente.  Ya  se  ha  hablado  dí 
fundación  del  Colegio  de  los  Descalzos  de  Lima,  en  el 
pitulo  VII  de  esta  segunda  Época;  ahora  vamos  á  histoii 
lo  perteneciente  á  la  fundación  de  los  demás  Colegios 
presados. 

Colegio  de  PropagandaFide  de  S.  Antonio  de  la  a 
DEL  Cuzco. — Su  fundacionfué  debida,  ó  mejor  moti^ 
por  la  estraordinaria  Misión  que  dieron  los  PP.  de  Ocopa» 
aquella  ciudad,  Corte  antigua  de  los  Incas,  y,  en  tiempos 
teriores,  fomentadora  de  insignes  Doctores  y  Artistas,  fi 
tan  célebre  y  fructuosa  aquella  Misión  dada  por  los  Miá 
ñeros  los  RR.  PP.  Pallares,  Vera,  Berrocal,  Casanovaí; 
Alivcras,  que  Dios  transformó  por  de  ella,  de  un 
admirabley pocasveces  visto, á  aquella  nobleé  ilustre  Goí 
y  á  todas  las  clases  desús  Ciudadanos; pobres  y  ricos, nol 
y  plebeyos,  sabios  y  del  vulgo,  empleados  del  Estado  yi 
petables  Eclesiásticos,  militares,  paisanos  y  hasüi  los 


—  225  — 

DOS  detenidos  por  la  justicia  en  las  cárceles  públicas,  re- 
ligiosos 7  religiosas,  todos  los  Cuzqueños  en  una  palabra, 
jiendo  dóciles  á  la  divina  gracia,  esperimentaron  la  eficacia 
le  las  Misiones  y  Ejercicios  espirituales,  los  comunes  y  los 
lados  á  algunas  clases  especiales  de  personas,  con  que  Dios 
ios  llamaba  á  mejor  vida.- Solo  sintieron  la  brevedad  del 
^empo  de  que  pudieron  disponer  los  mencionados  PP.  Mi- 
tóoneros,  ayudados  del  respetable  Clero  secular  y  regular  de 
kquella  populosa  Capital  y  Metrópoli  del  imperio  Inca  en 
los  antiguos  tiempos,  pues  que  únicamente  pudieron  dete- 
nerse unos  tres  meses  y  aun  no  completos,  y  la  cosecha  se 
ofrecía  mucho  mas  abundante  para  que,  sazonada  como  es- 
taba con  la  influencia  del  rocío  celestial  y  de  la  Divina  Pala- 
Iffa,  pudiera  recogerse  convenientemente  por  los  pocos  ope- 
rarios que  la  brevedad  del  tiempo  ofrecía.  Por  esto,  y  ya  que 
no  habían  podido  los  dichos  Misioneros  acceder  á  las  justas 
súplicas  que  les  dirigieron  el  Ilustre  Sr.  Vicario  Capitular 
¡en  Sede  vacante,  y  los  Señores  y  Señoras  que  acompañaban 
|en  Acta  su  demanda,  por  no  permitir  las  circunstancias  pro- 
longar aquellas  Misiones,  hasta  el  medio  año,  como  desea- 
l>an  y  juzgaban  conveniente,  el  mencionado  Vicario  Capi- 
|tular  Sr.  Dr;  D.  Mariano  Chacón  y  Becerra,  solicitó  y  consi- 
|guió  de  los  Prelados  de  nuestra  Orden,  el  Rmo.  Padre  Ge- 
íneral  y  Definidor  General,  lo  que  toda  aquella  insigne  Ciu- 
dad apetecía  con  ardor;  la  fundación  de  un  Colegio  de  Mi- 
siones. Para  la  instalación  de  aquella  nueva  Comunidad  par- 
tieron por  entonces  de  Ocopa  el  Presidente  de  aquel  Hospi- 
cio, y  después  Guardian,  una  vez  trasformado  el  Hospicio 
en  Colegio,  el  R.  P.  Fr.  Melchor  Vera,  insigne  predicador; 
el  reverendo  padre  Vicario,  Fr.  Jaime  Corretjer,  en  tiempos 
posteriores  varias  veces  Guardian  de  aquel  Colegio  y  Colec- 
tor de  Misiones  en  Europa;  el  P.  Fr.  Pedro  Serra,  Guardian 
en  el  mismo  Colegio  y  del  que  después  se  fundó  en  Arequi- 
pa; el  Devoto  Ramón  Espel,  que  murió  en  Arequipa  de 
tránsito,  y  un  Donado.  Mas  luego  después  mandó  el  Guar- 
ís 


—  ase- 
dian de  Ocopa  á  otros,  y  fueron,  Pr*  José  Bamoe,  el 
dre  Torremorell,  el  Corista  Palacios,  un  Donado,  j  a!{ 
Novicios,  que  se  educaron  en  este  lugar  y  partieron  al 
co  recien  profesos.  De  los  PP.  del  Colegio  de  Lima 
con  los  de  Ocopa  cuatro,  con  algunos  Donados,  y  delai 
ma  Recoleta  del  Cuzco  el  virtuoso,  celoso  y  venerable  11 
dre  Fr.  Mariano  Cornejo,  con  dos  Coristas,  quienes 
ron  á  los  Misioneros  de  Ocopa  y  de  Lima  á  medida  de 
deseos;  y  con   esta   nueva   Comunidad  formada  por 
expresados,  comenzó  á  constituirse  aquel  nuevo 
cío,  que  lo  fué  solo  breve  tiempo,  porque  por  Junio  de 
mismo  año  1860  fué  elevado  á  Colegio  independiente 
Ocopa  y  Lima,  como  todos  los  demás  de  Propaganda 
,  entre  infieles  y  fieles. 

El  dia  9  de  Junio  del  ano  1863  salieron  de  este  O 
de  Ocopa  los  RR.  PP.  Fr.  José  María  Aliveras  y  Fr. 
de  S.  Vicente  Martínez,  con  destino  á  la  fundación  ddi 
vo  Hospicio  y  Colegio  de  la  Capital  de  la   Repúblicil 
Ecuador;  el  primero,  con  el  cargo  de  Presidente  y  A 
Guardian,  en  cuyo  cargo  habia  sido  reelegido  antes  dei 
muriera  víctima  de  sus  imponderables  fatigas  en  las 
nes  de  Ocopa  y  de  Quito,  donde  habia  también  ejercido 
diligencia  el  muy  delicado  empleo  de  Reformador  de 
jas,  con  Comisión  delegada  para  el  efecto:  el  s^ondoi 
el  cargo  de   Vicario.  Este  nuevo  colegio  instalóse  a 
principio  en  la  sala  Recoleta  de  Quito;  mas  después 
agregó  por  orden  del  SS.  Pontífice  Pió  IX,  á  cuya  imti 
cion  y  á  solicitud  del  nunca  bien  llorado  Presidente 
ñor  García  Moreno  fué  debida  la  fundación  expresada, d* 
vento  Máximo  de  San  Francisco  de  Quito,  formando® 
tud  de  la  referida  disposición  apostólica  los  dos  Con^ 
una  sola  Comunidad,  que  es  hoy  dia  la  del  Colegio  de 
Diego. 

En  el  año  1869  se  dirigieron  á  Arequipa  desde  Oc 
R.  P.  Fr.  Elias  del  Carmen  Passarell  y  ei  R.  P.  Fr. 
ventura  Seluy,  y  desde  el  Cuzco  el  R.  P.  Fr.  Pedio 


•^  227  — 

bu  un  Donado,  para  incorporarse  con  los  RR.  PP.  Fr.  José 
piria  Masiá,  Fr.  Rodó  y  demás  Padres  de  Lima,  que  espe-< 
^ban  se  disipasen  las  turbulencias  que  en  Arequipa  los  ene- 
Iligoe  de  la  Religión  Católica  y  Orden  Seráfica,  promovie- 
Dn  por  medio  del  periódico  La  Bolsa,  así  como  en  Lima  por 
io  del  Fiscal  de  la  Corte  Suprema,"el  Señor  Paz-Soldan, 
andando  la  oposición  levantada  por  un  Prefecto  de  aquel 
partamento,  para  proceder  á  la  fundación  de  un  Colegio, 
n  habia  pedido  aquella  noble  ciudad  después  délas  muy 
traordinarias  Misiones  dadas  en  la  misma.  Vencidas  todas 
dificultades,  gracias  á  la  enérgica  defensa  del  M.  R.  Pa- 
Gual,  Comisario  General  y  Ex-Definidor,  que  hizo  hasta 
calizar  al  mismo  sistemático  Fiscal  mencionado,  y  al  fer- 
r  constante  de  los  piadosos  Arequipeños  contra  los  ata- 
j^es  irreligiosos  y  atrevidos  de  aquel  descomedido  ó  impío 
riódico;  el  Jefe  Supremo  de  la  República,  Sr.  Valta,  dio 
decreto  favorable  y  con  las  debidas  prescripciones  de  de- 
bo se  instaló,  á  despecho  de  los  rugidos  fieros  de  los  par- 
¡darios  de  la  actual  Revolución  cosmopolita,  el  nuevo  Cole- 
ro de  S,  Genaro  en  la  Recoleta  del  mismo  Arequipa,  que 
actualmente  subsiste.  El  M.  R.  P.  Masiá  tomó  luego  el  car- 

rde  Comisario  General  Delegado,  en  ausencia  del  M.  R. 
Gual,  ylo  fué  después  en  propiedad  hasta  que  en  la  Visita 
^e  Ocopa  le  llegaron  las  Bulas  de  su  promoción  al  Obispado 
e  Loja,  cuya  Diócesis  rige  todavía  hoy. 
Por  el  mismo  año  de  1869  se  trabajó  con  empeño  en  la 
ificacion  delCon  vento  de  Cajamarcá  y  en  él  se  instaló 
il  actual  Colegio,  después  de  una  Misión  que  en  aquella 
iudad  dieron  los  PP.  del  de  los  Descalzos  de  Lima  con  buen 
Resaltado  espiritual,  semejante  á  lo  que  queda  dfbho  de  las 
demás  Misiones. 

Últimamente,  el  Hospicio  que  en  1855  se  habia  acepta- 
0,  y  que  poco  después  habia  vuelto  á  su  primitivo  estado 
ide  Convento  sujeto  al  Ordinario,  en  la  ciudad  de  lea,  hace 
eomo  unos  tres  años  que  se  elevó  á  Colegio  de  Misioneros 
mo  los  hasta  aquí  espresados.  Los  RR.  PP.  Clivilles,Rossi, 


\ 


—  228  — 

Fontecedro,  Molteni,  Codolosa,  Narvaes,  Berroca],  Pl 
Seluy,  primer  Guardian  de  ese  Colegio,  Bohigas,  etc.,  1 
de  Ocopa,  han  morado,  y  moran  actualmente  los  dos 
mos,  en  dicho  Colegio  de  S.  Antonio  de  lea,  vulgara 
llamado  San  Francisco. 

Dios  conserve  y  santifique  á  todos  los  PP.  y  HH.  det 
los  Colegios  de  que  nos  hemos  ocupado  en  el  capitulo 
senté.  Amen. 


►H- 


|P^<^Sy<^iy»€jy^p^^y^'^^€^<^^w)y^^>€^ 


[ 


CAPITULO  XXVIII 


lección  <fei  P.  Fr-  Ignacio  María  Sanspaia  Preíecio  de  las  MUaiO' 
HBS^— Entrega  de  alganos  pnebloa  de  nneatraa  misionea  al  Or- 
dinario,—Nueraa  rednccionea  de  inüelea,  malogradaa  por  la 
inveterada  malicia  de  loa  Ounlboa  ySchipihoa. 


Volviendo  á  tomar  el  hilo  de  la  historia  de  las  Misiones, 
iremos  que  en  1864  el  P.  Martorell,  por  el  estado  continuo 
e  BU  quebrantada  salud,  en  que  sigue  todavia  hasta  la  fecha 
1882),  renunció  el  cargo  de  Vice-Prefecto,  regresando  á 
co^a,  y  en  su  lugar  fué  elegido  el  P.  Sans.  Al  pasar  el  pa- 
re Calvo  en  compañía  del  referido  P.  Lúeas  de  J.  Martorell 
por  Chilache,  en  el  valle  de  Huancabamba,  diéronles  noti- 
pias  ciertas  de  las  repetidas  salidas  de  los  infieles  Campas  á 
picho  valle;  mas  como  el  tiempo  era  escaso  para  llegar  con 
oportunidad  al  futuro  Capítulo  á  que  tenian  que  asistir  y 
estaban  también  faltos  de  recursos,  no  pudieron  intentar  la 
reducción  de  aquellos  infieles  hasta  mas  tarde,  como  se  dirá 
en  su  lugar.  Si  al  entrar  en  las  montañas  del  Ucayali  en 
1861  los  PP.  Sans,  Martorell  y  Fr.  Cornejo  fueron  grandes 
BUS  sufrimientos  por  encontrar  las  Misiones  en  el  lastimoso 
estado  de  querer  ausentarse  de  ellas  los  Sarayaquinos  y  es- 
tat)lecer  su  residencia  en  el  Pachitea  en  las  márgenes  del 
Pichis  á  cau§a  de  una  peste  de  viruelas,  de  que  murieron 
os  PP.  Guiu,  Cornelias  y  Fr.  Enrique  Portóles;  de  la  au- 
encia  del  P.  Calvo,  que  se  hallaba  gravemente  enfermo; 
,"ie  la  ausencia  próxima  del  P.  Manuel  Vargas,  que  debia 
niarcharse  á  los  ocho  dias;  y  principalmente  á  causa  de  las 


—  230  — 

hostilidades  de  que  eran  víctimas  los  indios  y  del 

que  de  1q3  mismos  se  habia  apoderado  con  las  mediáis 

todas  por  el  Gobernador  D.  Venceslao  Jaña,  de  nacioi 

chilena,  quien  hi¿o  flajelar  aun  Sarayaquino  por  los 

dados  y  disparar  un  fusil  á  la  canoa  misionera  en  qi» 

el  P.  Manuel  Vargas,  cuando  se  dirigía  á  Sarayacn  já 

cuentro  de  dicho  Gobernador  y  soldados,  cuyo  tiro  uejóli 

en  el  pamacariyjiOTqae  la  canoa  no  pudo  detenerse  en 

déla  impetuosa  corriente  del  Ucayali,  como  intentara 

Gobernador;  si  fueron  no  pocos  los  trabajos  que  pad 

por  sujetar  los  feligreses  de  Sarayacu,  á  quienes  am 

repetidas  veces  posteriormente  el  Gobernador  mend 

con  la  venida  de  otros  soldados,  no  fueron  menos  k» 

subsiguieron  á  dicho  P.  Sans  en  los  seis  años  de  su 

Prefectura,  de  1864  á  J870,  en  cuya  época  fué  electo 

fecto  en  el  Capítulo  Guardianal  de  este  último  año, 

diendo  al  virtuoso  y  benemérito  P.  Fr.   Vicente 

Hallábase  con  él  el  P.  Fr.  José  María  Batellas,  misioi 

un  caador  y  virtud  reconoindas,  pero   enfermo  ha 

mente  y  de  un  carácter  algo  pusilánime,  lo  que  hacia 

duplicaran  las  fatigas  del  mencionado  P.  Sans.  £1  Pai 

tellas  tüvo  por  fin  que  regresar  á  su  Colegio,  y  murió 

misión  de  Huancabelica  en  1868,  donde  está  sepultado 

presbiterio  de  la  Iglesia  de  San  Francisco. 

Para  dar  una  idea  de  los  peligros  que  corrían, 
reseñar,  entre  los  muchos  y  de  distinto  género  que 
citarse, el  siguiente  caso. Uno  délos  muchachos  que 
en  Cayariya  á  los*  referidos  PP.  intentó  envenenar  á 
Padre  Batellas,  y  para  verificarlo  habia  ya  echado  el 
en  el  tacho  donde  preparaba  la  poción  de  su  desi; 
para  después  de  la  misa  que  celebraba.  Quiso,  em 
divina  Providencia  que  el  P.  Sans  fuese,  mientras  aqaá 
lebraba  la  misa,  á  la  cocina,  y  al  registrar  dicho 
notar  las  manchas  grasicntas  de  la  manteca  venenoEi 
habia  echado  el  referido  mal  intencionado  muchacho, 
jase  con  indignación  todo  aquel  licor;  aunque  solo 


—  231  — 

l^contrarlo  asqueroso,  pues  ignoraba  que  estuviese  enve^ 
|Ki)^iado.  Concluida  su  misa  el  P.  Batellas  entró  en  el  Con- 
cento, y  otro  muchacho  sirviente  le  refirió  la  maldad  come- 
tida por  su  picaro  compañero  y  dé  cómo  Dios  le  habia  li- 
brado de  la  muerte  por  medio  del  P.  Sans,  sin  saberlo  éste. 
El  envenenamiento  es  en  aquellas  regiones  bastante  fre- 
leuente  y  por  demás  fácil.  En  1864  se  envenenaron  los  Pa- 
dres Calvo,  Martorell,  Sans,"  D.  Alberto  Blochoise,  D.  Carlos 
N.  y  un  indio  llamado  Teodoro,  con  la  disolución  del  plomo 
del  alambique  en  que  se  destilaba  el  aguardiente.  Mas,  co- 
mo solo  usaban  de  dicho  licor  á  la  hora  de  comida,  y  en 
la  pequeña  cantidad  de  una  sola  copita  ó  vasito,  para  ayudar 
la  digestión,  advirtieron  á  tiempo  el  envenenamiento  por  los 
acerbos  dolores  de  vientre  y  por  la  telita  del  plomo  diluido  en 
el  vasito  de  aguardiente;  y  quifcmdo  la  causa  y  medicinán- 
dose, se  restablecieron  pronto  sin  ulteriores  consecuencias. 
Sospechas  hubo  también,  apesar  de  lo  que  llevamos  dicho 
antes,  de  que  las  muertes  de  los  PP.  Guiu,  Cornelias  y  Fray 
Portóles  fueron  causadas  por  el  veneno  que  ó  ellos  inocen- 
temente ú  otros  con  malignidad  les  propinaron.  Y  no  es  de 
admirar  esta  sospecha,  pues  que  en  años  posteriores  se  ha 
visto  á  los  infieles  envenenar  á  algunos  blancos,  y  repetidos 
se  dan  los  casos  en  que  las  mugeres  gentiles  se  hacen  esté- 
riles para  toda  la  vida  con  unas  pocas  pócimas  de  determi- 
nados venenos,  como  del  solimán  del  monte,  del  ticuna  y 
otroSy  cuya  actividad  es  muy  notoria.  Sirva,  pues,  lo  aquí 
referido  para  hacer  cautos  á  los  Misioneros  y  á  cuantos  de- 
ben transitar  por  los  lugares  de  infieles,  de  quienes  no  de- 
ben nunca  fiarse  demasiado. 

En  1871,  el  dia  12  de  Octubre,  el  Gobernador  eclesiástico 
de  la  diócesis  de  Chachapoyas  confirió  al  Sr.  D.  Remigio 
Arbildo,  encargado  de  la  Doctrina  de  Yurimahuas,  el  título 
canónico  de  Gura  interino  de  la  Doctrina  de  Catalina.  En- 
tonces el  P.  Prefecto  Fr.  Ignacio  M.  Sans>  en  cumplimientp 
de  lo  ordenado  por  Inocencio  XI  y  demás  disposiciones  pon- 
\  tificias  vigentes,  dando  aviso  al  Guardian  y  Discretorio  de 


—  232  — 

Ocopa,  hizo  dimisión  de  dicha  cura  de  almas  y  eo 
con  fecha  11  Febrero  de  1872,  al  mencionado  señor 
interino  de  la  Doctrina  de  Catalina,  D.  Bemig^o  Arbili 
pueblo  de  Catalina  y  sus  anejos,  á  saber:  FanayacUy  j 
che;  Sarayacu  y  Tierrablanca;  inclusos  todos  los  que 
en  Fariña,  Paca^  Canchahtiaya  é  isla  de  JSuepoamop^ 
cuyos  pueblos  el  P.  Martorell  habia  hecho  ya  dimisión 
el  limo.  Sr.  Ruiz  en  1861,  la  cual  no  le  fué  aceptada;  aá 
mo  la  hizo  también,  cuando  se  le  nombró  cura  deCa 
P.  Fr.  José  M.  Batellas.  Pero  desde  1872  las  Misiones 
dan  definitivamente  exoneradas   de   la  carga  de  di 
pueblos. 

Como  aquí  nos  despedimos  de  estos  nuestros  amados 
fitos  y  no  hemos  de  volver  á  ocuparnos  de  ellos  en  el  d 
so  de  esta  historia,  consignaremos  la  situación  de  aqn 
pueblos  que  pertenecieron  anteriormente  á  nuestras 
nes  y  formaron  un  tiempo  su  porción  mas  principal, 
yacu,  cabeza  de  las  misiones  desde  1793,  es  poblacioa 
mil  á  dos  mil  almas,  según  sus  varias  alternativas, 
puesta  de  las  tribus  Pana,  Umahua,  Yamea,  Suchichi, 
ci,  Sett^ba,  Rema,  Amuehuaca,  etc.,  situada  en  la  orilh 
quierda  del  rio  del  mismo  nombre,  dista  una  legua  delUcí 
yali.  A  un  cuarto  de  legua,  con  dirección  á  la  orilla  izqnifl 
da  del  mismo  Ucayali,  estaba,  en  la  misma  izquierda  delfl 
Sarayacu,  el  pueblo  de  Belén.  A  un  poco  mas  de  una  1^ 
encontrábase  la  ranchería  de  Fariña:  á  un  dia, Ucayali  an 
ba,  la  del  antiguo  pueblo  de  Canchahuaya;  y  á  un  dia 
zureada,  la  de  Paca.  Buepoino  se  halla  como  á  unos 
dias.  Esto,  por  lo  que  mira  subiendo  de  Sarayacu  las  o 
del  Ucayali.  Mas  bajando,  á  una  legua  de  Sarayacu,  ea 
izquierda  del  Ucayali,  está  Tipischca^  donde  vivia  al, 
gente;  no  lejos  de  aquí  Criiz-muyuna;  y  aun  que  haba 
otras  rancherías,  las  omitimos.  Tierra-blanca  se  hallaba 
la  izquierda  del  Ucayali,  á  un  dia  de  bajada  de  Sarajaea 
dos  y  medio  ó  tres  al  subir  regresando:  forman  este  p 
los  de  la  nación  Pana,  que  tuvieron  después  que 


—  233  — 

darse  mas  arriba  á  la  derecha  del  Ucayali,  por  haberse  inun- 
Idado  el  sitio  primitivo.  A  un  dia  y  parte  de  una  noche  mas 
^bajo,  vivían  los  fugitivos  de  Sarayacu  en  Tipischca  de  los 
megriíos  y  Pucacnru\  si  bien  algunos  otros  viviaii  cerca  de 
Nauta  en  Puynáhíias.  Catalina  dista  como  once  leguas 
pop  tierra,  de  Sarayacu,  mas  por  el  rio,  algunos  dias.  Fana- 
\facu  dista  de  Catalina,  siguiendo  la  misma  dirección  hacia 
[el  Huallaga,  como  unas  seis  leguas;  y  de  Yanayacu,  el  pue- 
blecito  de  Leche  solo  está  apartado  tres  ó  cuatro  leguas. 
Tal  es  la  situación  de  estos  pueblos  que  Dios  quiera  conser- 
var y  aumentar.  Pasemos  ahora  á  dar  noticia  de  aquellos 
Njue  se  malograron  por  desdicha  y  malicia  humanas. 

Descargado  el  P.  Prefecto  y  sus  nueve  compañeros,  que 
de  Ocopa  y  otros  Colegios  (Lima  y  Cuzco)  fueron  á  ayudar- 
le, consagróse  con  calor  á  la  reducción  de  los  Remos,  que 
desde  l862,  aunque  á  paso  lento,  iban  aproximándose  y  ma- 
nifestando deseos  de  hacerse  cristianos.  Efectivamente;  di- 
cho P.  en  una  expedición  que  hizo  á  las  cabezadas  del  rio 
,  Cayariya,  bautizó  varios  niños  y  á  unos  adultos  que  le  pi- 
dieron el  bautismo  de  un  modo  extraordinario,  en  el  punto 
llamado  Piyuya^  distante  como  unos  diez  dias  del  pueblo 
Cayariya.  Algunas  jornadas  mas  lejos  todavía  vivian  otros 
Remos  llamados  Isis  taqueiu  y  otras  parcialidades;  mas, 
como  dicho  rio  Cayariya  es  casi  intransitable  por  su  rapidí- 
sima corriente  en  las  avenidas,  que  no  pueden  vencerse  al 
subir  con  la  canoa,  y  estar  su  cauce  lleno  de  palos  que  im- 
piden bajar  por  él  cuando  aquellas  menguan,  y  tener  sus 
orillas  intransitables  á  causa  de  los  pantanos  y  recodos  ce- 
nagosos cuasi  continuos,  de  manera  que  frecuentemente  es 
preciso  doblar  y  quizás  triplicar  el  tiempo  necesario  en  su 
subida  y  bajada;  se  hacia  muy  difícil  la  reducción  de  todos 
aquellos  infieles,  y  su  conversión  caminaba  muy  lentamen- 
te. Es  de  advertir  al  propio  tiempo  que  en  esa  quebrada  de 
!  Cayariya  hay  muchas  culebras  boas,  á  las  que  llaman  los 
Quichuas  yacumamas  y  no  pocos  tigres  al  parecer  de  la  es- 
!  pecie  jaguareSy  los  cuales,  aunque  no  tan  fieros  como  los 


—  234  — 

tigres  del  África,  no  por  eso  dejaron  algpuna  vez  de 
ner  en  zozobra  por  muchos  dias  á  todo  el  pueblo  de 
ya  y  de  devorar  á  algunos  infelices  Remos,  que  en  su 
ó  temeridad  bajaban  en  busca  de  los  Padres  por  tierra  ji 
habían  tenido  la  precaución  de  suspender  la  hamaca  es  < 
dormían  de  noche  á  la  altura  suficiente  en  las  ramas  d«! 
árboles.  Para  comprender  el  peligro  que  allí  se  corre 
las  descomunales  culebras  sépase  que  el  P.  Fr.  Ma 
Vargas  hirió  en  una  ocasión  desde  la  canoa  á  tifia 
lebra  que  se  hallaba  en  la  orilla,  arrollada  á  pocos  pasotl 
distancia,  y  que  á  pesar  de  haber  recibido  en  su  caerpol 
da  la  munición  del  tiro  de  escopeta,  al  momento  se  ali 
en  derechura  de  la  canoa,  no  quedando  al  mencionare] 
mas  arbitrio  que  alejar  la  canoa  y  defenderse  de  aquellif 
mible  fiera  con  un  grueso  palo  de  caña  brava  llamada 
dor.  Hállanse  también  en  ese  rio  descomunales  lagí 
que  no  dejan  de  asustar  y  hacer  presa  de  lo  que  pueden i 
rebatar. 

Siendo  pues,  tan  difícil  el  establecerse  en  las  cabes 
del  Cayariya  los  PP.  Misioneros,  por  las  causas  de 
se  ha  hecho  mérito,  el  P.  Prefecto  excitó  á  aquellos 
á  que  bajaran  hasta  el  punto  intermedio  llamado  ScMí 
maná  y,  preparada  de  antemano  una  chácara  suficit 
para  todas  las  familias,  en  él  establecieran  un  pueblo, 
ciéronlo  así;  pero  después  de  establecidos  allí  y  de  las  ii 
ditas  fatigas  de  los  PP.  en  las  repetidas  visitas  que  lesl 
cieron,  singularmente  el  infatigable  P.  Sans,  ¿quién  lo 
y  era!  al  fin  de  algunos  años,  vinieron  á  ser  presa  de 
piraterías  de  los  perversos  Cuníbos,  quienes,  robando 
mujeres  y  los  muchachos  para  esclavizarlos  ó  vendí 
los  blancos  del  Ucayali,  dispersaron  á  los  hombres  qtie 
pudieron  matar.  Esos  monstruos  gentiles,  desde  la 
cion  del  Cayariya  se  quejaron  ya  de  que  los  Padres  les 
bian  usurpado  el  derecho  feroz  ó  digamos  mejor  feral^ 
ellos  creen  tener  al  crimen  que  las  leyes  di  vinas  y  huí 
llaman  plagio  y  que  castigan  severisimamente. 


—  236  ~ 

I^or  lo  qne  hay  quien  opina  que  á  loe  tales  gentiles  de- 
bería tratárselos  según  las  lecciones  que,  á  tenor  de  lo  que 
se  lee  en  el  Recreo  de  familias,  aplicaron  Rolando,  Nabal, 
el  sanguinario,  Kunnel  y  su  hijo  á  los  indios  del  Norte  Amé- 
rica, muy  parecidos  á  éstos;  como  si  ese  modo  de  portarse 
los  protestantes  con  los  infieles  no  fuera  tan  indigno  ó  mas 
que  el  de  los  mismos  Cunibos. 

Las  hostilidades,  pues,  de  los  Cunibos  contra  los  PP.  Mi- 
sioneros, fueron  desde  ahí,  como  se  comprende,  casi  conti- 
nuas. Al  P.  Comellas,  por  ejemplo,  ya  años  anteriores,  al 
querer  impediries  la  subida  para  sus  piraterías  le  asestaron 
las  flechas  entesando  ei  arco, y  solo  se  libró  de  sus  saetas  re- 
tirándose detrás  de  la  puerta  del  convento.  A  los  Padres  Cal- 
vo, Sans  y  Martorell,  á  quienes  hipócritamente  aparentaron 
respetar  en  1864  esos  desalmados,  burlaron  también  un  dia 
completamente,  en  tiempo  de  la  misa  á  que  asistía  todo  el 
pueblo  de  Cayariya,  subiendo  á  los  Remos  para  hacer  presa 
de  ellos;  lo  que  no  consiguieron  gracias  al  miedo  que  des- 
pués .tuvieron  al  rifle  del  valeroso,  inteligente  y  piadoso 
belga  D.  Alberto  Blochoise,  quien,  oida  aquella  misa  de  dia 
domingo,  al  salir  á  cazar  se  encontró  con  ellos  y  les  amena- 
zó seriamente  por  su  felonía  y  el  desprecio  á  los  Padres 
mencionados.  ¡Véase,  pues,  en  que  peligros  se  hallan  los 
indefensos  misioneros!  Los  Schipibos,  asimismo,  son  para 
esas  correrías  tan  atrevidos  como  los  Cunibos. 


CAPITÍ 


Igleaia  y  Coarentoa  d«  U 
de  InüoloM—Espi 


Por  el  tiempo  qne  pasal 
rior,  se  edificaba  en  Cayari, 
corredor  delantp  de  seis  cel 
niños  y  las  niñas  á  un  extr 
Pasado  un  zaguán  ó  patio  t 
sa  construcción. 

La  Iglesia  de  Sarayacu 
grurando  entre  los  edificios 
pero  más  digna  de  mentars 
con  tumbadillo  en  medio  y 
altares  montados  con  sobra 
los  pueblos,  así  las  de  aque! 
rio  (Sarayacu,  Catalina,  Yai 
que  forman  las  actuales  Mi 
mente  provistas  de  órname 

Los  edificios  mencionadc 
tierra  arenosa  es  muy  á  pro] 
tras  que  los  techos,  que  son  ■ 
tengan  en  buen  estado  es  d 
po  puedan  estar  consagradc 
necesidades  espirituales  de 


—  237  — 

lo  ha  acreditado  á  lob  PP.  Misioneros,  la  experiencia.  Empero 

,  si  no  se  cuidan  los  techos  con  el  esmero  necesario,  sobre 

todo  en  tiempo  de  lluvias,  que  suelen  ser  allí  excesivas, 

muy  luego  se  deterioran  y  resultan  inservibles  dichos  edi- 

,  ficios. 

Algún  tiempo  después  de  los  sucesos  que  venimos  refi- 
[  liendo,  intentóse  una  expedición  al  rio  Fahuari^  al  que  los 
portugueses  brasileños  llaman  ^Zto  Madera  y  que  suelen 
i  navegar  á  vapor.  Fué  esto  cuando  la  Prefectura  del  P.  Sans, 
I  y  este  mismo  padre  quien  la  emprendió,  dando  asenso  á  las 
!  noticias  que  circulaban  de  que,  era  numerosa  la  gentilidad 
!  que  vivia  en  las  orillas  de  aquel  rio.  Mas,  después  de  haber 
'  andado  largos  dias  poT  entre  aquellos  bosques  vírgenes,  lle- 
nos de  espmales  breñas,  cual  no  se  encuentran  en  otras 
montañas,  y  habérseles  fugado  el  guia  que  llevaban,  sin 
otro  motivo  que  el  del  natural  tramposo  y  desconfiado  de  los 
infieles;  como  que  habían  consumido  todas  las  provisiones, 
aunque  quisieron  el  P.  y  los  cristianos  de  Cayariya  que  le 
seguian,  continuar  adelante,  porque  conjeturaban  que  dis- 
taban pocas  jornadas  de  las  Pampas  de  las  orillas  del  Ya- 
huari  tan  ansiado,  no  tuvieron  más  remedio  que  retroceder 
en  su  empresa,  sufriendo  en  su  retirada  fatigas  indecibles  y 
alimentándose  solo  de  frutas  silvestres. 

Nuestros  PP.  Misioneros  de  Manaos  posteriormente,  en 
1871,  hicieron  también  una  espedicion  por  este  rio,  logrando 
subir  hasta  la  catarata  de  San  Antonio.  En  otra  segunda 
expedición,  el  Rdo.  P.  Gesualdo  Machetti  da  Montalino,  se- 
gún lo  que  refiere  en  su  Breve  Memoria  della  nuova  Missio- 
ne  Francescane  nel  nord  del  Br asile  de  1877,  penetró  mas 
arriba  hasta  el  rio  Machado,  visitando  una  tribu  de  los  in- 
fieles Araras,  á  los  cuales  encontró  casi  todos  bautizados, 
unos  por  un  religioso  franciscano  del  Para,  que  estuv(j  por 
esa  comarca  diez  y  siete  años  atrás,  y  otros  por  los  comer- 
ciantes del  rio  Madera.  El  párroco  de  Manicoré  en  ese  mis- 
mo año  de  1871,  visitando  su  estensa  Parroquia  bástala 
mentada  catarata  de  San  Antonio,  bautizó  sin  distinción 


—  288  — 

alguna  á  cuantos  indios,  grandes  y  pequeños,  se  le  presa 
taron. 

La  exploración,  pues,  del  rio  Yahuari,  según  lo  que 
demostrado  las  antecedentes  expediciones,  puede  h; 
con  felicidad  ó  bien  subiendo  por  él  desde  Tabatinga,  ó 
jando  á  él  desde  las  fronteras  de  Bolivia.  Debe,  con  todo^ 
nerse  en  cuenta  que  es  rio  muy  infecto,  como  lo  ac 
los  soldados  y  los  PP.  Misioneros  del  Brasil,  y  que 
de  los  infieles  de  sus  cabezadas  frecuentemente  asaltan 
matan  á  traición  á  los  incautos  expedicionarios. 


CAPITULO  lULJL' 

Medttooion  íraBirada  de  los  iníielea  AmuehnaqueB  del  rio 
Tamaya'— Lamentable  muerte  del  P.  Fr.  Ignacio  Tapia. 


En  el  capítulo  Guardianal  de  1876  fué  elegido  para  Pre- 
fecto de  Misiones  el  P.  Fr.  Lucas  de  J,  Martorell,  cuyo  cargo 
renunció  por  razón  de  los  achaques  contraidos  en  las  Pam- 
pas del  Sacramento,  en  donde  llegaron  los  zancudos  á  agu- 
sanarle una  pierna,  y  por  no  haber  podido  curar  de  un  reu- 
ma crónico  en  21  años.  Habiéndole  admitido  su  renuncia  el 
P.  Presidente  del  Capítulo,   Comisario  General  y  Obispo 
-electo  de  Loja,  el  limo.  Dr.  D.  Fr.  José  Masiá,  fué  reelegido 
el  P.  Ignacio  M.  Sans,  quien  á  su  vez  renunció  también  di- 
<;ho  cargo,  viendo  aceptada  de   la  misma  manera  su  re- 
nuncia. Entonces  el  P»  Fr.  Tomás  Hermoso,  hijo  del  Colegio 
<ie  La  Paz  en  Solivia,  que  se  habia  trasladado  al  colegio  de 
Arequipa  y  hecho  un  viaje  desde  el  Cuzco  hasta  las  Pam- 
pas del  Sacramento,  Nauta,  Iquitos,  Moyobamba,  Cajamar- 
<;a,  Lima,  pareció  á  los  superiores  ser  el  más  á  propósito  pa- 
ra desempeñar  en  aquella  sazón  el  arduo  y  grave  cargo  va- 
cante de  Prefecto  de  Misiones,  en  consideración  á  la  práctica 
que  habia  adquirido  en  las  Misiones  de  infieles  de  Bolivia, 
y  para  tal  cargo  fué  elegido.  Dirigióse  este  al  Ucayali  por 
la  vía  de  Cajamarca,  Moyobamba,  etc.,  en  compañía  de  los 
PP.  Fr.  Ignacio  Tapia,  hijo  del  colegio  de  los  Descalzos  de 
Lima,  y  Fr.  Agustín  Alemany  del  de  Cajamarca,  surcando 
el  rio  con  el  vapor  Putumayo  hasta  Caschiboya^  primer 
pueblo  de  nuestras  actuales  Misiones. 


—  240  — 

Viendo  frustrados  los  trabajos  y  diligencias  empl 
en  tantos  años,  para  la  conversión  de  los  Remos  del 
riya,  expuestos  en  los  anteriores  capítulos  de  esta  histi 
determinó  emplear  á  los  PP.  en  la  reducción  de  los  i 
AmuehíuiqueSy  que  vivían  en  las  cabezadas  del  rio  Ti 
cuya  confluencia  con  el  Ucayali  dista  de  Cayariya  seis 
y  con  igudl  longitud  desde  este  punto  hasta  Pacahusn 
donde  fundaron  el  pueblo  de  S.  Pedro  de  este  mismo 
bre  ó  del  Tamaya.  Rscibiéronlos  los  mencionados  Amüeh 
ques  en  su  primera  entrevista  con  las  flechas  y  el  am 
actitud  de  traspasarlos,  pues  que  eran  desconocidos  los 
dres  de  estos  rcimotísimos  bárbaros;  y  solo  el  conductor| 
su  mujer  que  entendían  su  lengua  pudieron  apacigua 
abrazándose  con  ellos,  impidiéndoles  disparar  las  flechs 
sus  arcos  preparados  y  dándoles  noticias  minuciosas  de 
Misioneros,  de  su  carácter  distintivo,  índole,  ocnpacioD 
fin  propuesto  en  su  visita.  Regaláronles  los  PP.  las  h 
mientas  que  llevaban  al  efecto,  á  cuya  vista  se  les  disipé 
saña  concebida.  En  los  pocos  días  de  su  permanencia 
ellos  los  indugeron  á  rozar  el  local  para  la  Iglesia  y  el 
vento  del  pueblo  futuro  de  S.  Pedro  mencionado,  y  á  que 
dieran  palabra  de  reunir  en  ese  punto  las  varias  parci 
des,  que,  como  es  costumbre  entre  gentiles,  vivían  en 
jes  muy  distantes;  y  los  PP.  á  su  vez  por  el  intérprete 
aseguraron  volver  allá  dentro  dos  lunas,  es  decir,  dos 
lunares,  cuya  promesa  les  cumplieron.  Retomáronse  d 
pues  los  PP.  á  Cayariya,  á  donde  llegaron  á  últimos  deJ 
de  1877,  habiendo  salido  de  allí  por  el  mes  de  Mayo  del  mil 
mo  año. 

Por  el  Agosto  siguiente   hicieron  su    nueva  en 
el  mismo  Prefecto  y  el  P.  Orti,  hijo  del  colegio  de 
to,  acompañado  de  los  PP.  Fr.   Buenaventura  Martinei 
Fr.  Diego  Falcó  (lego),  que  regresaban  á  Ocopa,de  Fr.ft 
Ibañez,  que  se  dirigia  á  Lima  para  traer  recursos,  y  de 
muchachos  que  se  llevaron  consigo  hasta  el  mencionado 
Pedro\  despidiéndose  los  tres  religiosos  dichos  en  la  em 


—  241  ~ 

tednra  del  Tamaya.  Aunque  llevaban  las  herramientas  de 
Carpintería  y  herrería  para  el  trabajo  proyectado,  juzgaron 
conveniente  esperar  la  vuelta  de  Fr.  Pablo  Ibañez,  que  debia, 
ser  por  el  mes  de  Noviembre,  con  cuyos  recursos  de  Lima 
hiciera  dicho  P.  Prefecto,  como  efectivamente  hizo,  un  via- 
je á  Manóos  del  Brasil,  para  comprar  lo  necesario  á  las  Mi- 
siones, en  el  Para.  El  P.  Prefecto  enfermó  en  Manáos  ha- 
llándose en  compañía  de  los  PP.  de  aquel  Hospicio,  sin  em- 
bargo estuvo  de  vuelta  en  Cayariya  por  el  mes  de  Mayo  si- 
guiente de  1878. 

Los  PP.  Fr.  Manuel  Ortí  y  Fr.  Ignacio  Tapia  se  hallaban 
ya  por  el  mes  de  Abril  de  ese  mismo  año,  1878,  en  S.  Pedro, 
desde  donde  debian  partir  para  salir  á  recibir  los  efectos 
que  traia  del  Para  el  P.  Prefecto  Hermoso.  Mas  como  aque- 
llos indolentes  infieles  Amueahuaques  del  nuevo  pueblo  se 
negaran  á  acompañarles,  temerosos  quizás  de  tener  que 
ayudarles  á  llevar  las  cargas  que  trajera  al  Tamaya.  el  Pa- 
dre Prefecto  (pues  habia  un  atajo  por  tierra  antes  de  la  lle- 
gada al  pueblo  de  San  Pedro,  por  cuyo  camino  se  abrevia- 
ban algunas  jomadas)  y  ellos  se  habian  ya  apoltronado 
hasta  el  punto  de  negarse  á  trabajar  en  la  Iglesia  empeza- 
da, pasados  los  primeros  fervores,  por  mas  que  vieran  que 
los  dos  PP.  proseguían  su  construcción;  determinaron  éstos 
partir  de  allá  solos,  á  fin  de  cumplir,  llegado  el  plazo  que 
se  les  habia  fijado,  con  la  santa  obediencia  del  P.  Prefecto, 
y,  puesta  la  confianza  en  el  Señor,  embarcáronse  en  un  aca- 
noa  pequeña  para  poder  hacer  su  bajada  con  menos  trabajo. 

Bajaban  los  dos  nuevos  navegantes,  con  la  paz  y  sereni- 
dad que  da  la  conciencia  del  cumplimiento  de  la  voluntad 
de  Dios,  manifestada  por  líi  orden  del  Superior  legítimo, 
que  es  su  vicegerente,  cuando  á  poca  distancia  topó  la  en- 
deble embarcación  en  un  palo,  se  volteó  y  arrojó  al  agua 
cuanto  contenia,  es  decir,  el  fiambre,  la  escopeta,  hasta  el 
breviario.  Los  azorados  PP.  agarráronse  de  la  canoa,  y  así 
aun  con  trabajo  apenas  pudieron  salvarse  del  naufragio  ines- 


1 

—  242  — 

perado.  Aunque  mojados  y  desprovistos  de  todo,  te&sfli 
quizás  más  de  lo  que  dictara  la  prudencia  en  tan  graye  m 
en  el  cumplimiento  de  un  tan  sagrado  deber  de  la  obedM 
cia,  emprendieron  de  nuevo  su  navegación;  pero  al  poco  ni 
de  su  derrotero,  conversando  sobre  el  percance  acacdi 
arrebatados  por  la  corriente  impetuosa  del  rio,  dan  en  (É 
palo,  á  cuyo  golpe  cayeron  los  dos  al  agua,  siendo  arrastni 
la  canoa  de  la  furiosa  corriente,  sin  que  pudieran  jairi 
alcanzarla.  ,  , 

Fuéronse  los  PP.  al  fondo  del  agua  y  sumergidos  en  i^ 
peligroso  elemento  lucharon  largo  rato  con  tesón  con 
muerte,  asiéndose,  por  ignorar  el  arte  de  nadar,  el  P. 
Ignacio  Tapia  de  su  compañero  de  infortunio  el  P.  Fr. 
nuel  Ortí,  corriendo  de  este  modo  evidente  peligro  de 
garse  los  dos.  Rechazados  de  una  á  otra  parte  por  la  in 
cible  corriente  del  caudaloso  rio,  el  P.  Tapia  fué  á  dar 
palos  y  piedras  ensarzándosé  en  ellos  hasta  que,  ah 
una  nueva  avenida  arrojóle  á  la  playa;  mientras  tanto 
P.  Ortí  con  su  habilidad  y  pericia  lograba  á  nado 
duras  penas  del  rio,  quedándosele  éste  en  desquite  todi 
ropa  que  llevaba  encima,  ya  que  no  habia  podido  como 
otro  P.  hacerle  su  víctima.  De  un  modo  tan  triste  y 
table  acabó  sus  días  el  P.  Tapis^,  religioso  ejemplar  y 
cante,  para  ir  á  recibir  el  premio  de  su  obediencia, 
esperamos,  de  la  Bondad  Divina. 

El  infortunado  P.  Ortí,  solo  en  aquella  desierta  p 
donde  le  arrojó  la  corriente  del  rio,  desnudo,  sin  a 
humano,  y  llorando  la  muerte  de  su  buen  compañero,  a 
que  sin  canoa,  siguió  como  pudo  la  orilla  del  temido 
en  la  imposibilidad  de  volver  al  pueblo  de  S.  Pedro; 
fiando  poder  llegar  al  punto  desde  donde  se  tomaba  el 
mino  por  tierra  para  ir  á  dicho  pueblo,  alimentándose 
mente  de  gramalote  y  frutas  silvestres  hasta  cerca  dos 
manas.  Al  fin,  desfallecidas  sus  fuerzas,  persuadido  qiM 
le  acercaba  su  último  instante,  preparó  como  pudoei 
playa  arenosa  un  hoyo,  dentro  del  cual  se  metió,  en 


—  243  — 

doee  digámoslo  así  vivo  y  haciendo  actos  fervientes  de  resig- 
nación y  cnanto  debe  hacer  el  fiel  cristiano  en  ese  trance, 
esperando  que  Dios  le  mandara  la  muerte  para  despenarlo. 
Mas,  estando  en  ese  conflicto  estremo,  y  pareciéndole  oir 
por  la  parte  del  rio  un  ruido  como  de  gente  que  llegaba,  se 
levanta  de  aquella  sepultura  fabricada  por  sus  propias  ma- 
nos, y  divisa  una  canoa  con  gente.  Era  la  canoa  en  que 
Fr.  Pablo  Ibanez  habia  llegado  á  aquel  punto  el  dia  ante- 
rior, después ^'de  haber  buscado  en  vano  el  dicho  camino  de 
tierra,  para  llegar  mas  pronto  á  S.  Pedro,  que  buscara  tam- 
bién el  agonizante  P.  Orti ,  según  hemos  referido.  Los  bo- 
gas de  la  canoa  al  ver  un  hombre  desnudo  á  esa  distancia, 
juzgaron  que  seria  un  chuncho  bárbaro,  y  recelando  alguna 
emboscada  de  otros  ocultos  que  pudieran  asaltarles  traido- 
ramente,  como  suelen  hacerlo  tales  infieles,  preparaban  ya 
sus  arcos  y  flechas  para  defenderse  y  ofender  á  los  imagi- 
nados enemigos,  cuando,  al  asomarse  Fr.  Pablo  en  el  pama- 
can  desde  dentro  de  la  misma  canoa,  fué  visto  del  P.  Ortí, 
y  púsose  este  á  dar  voces  en  cuello,  como  suele  decirse,  lla- 
mando á  Fr.  Pablo,  hasta  que  fué  de  él  reconocido  y  con  él 
de  todos  los  que  se  hallaban  en  la  canoa.  Volaron  al  momen- 
to &  fuerza  de  todos  los  remos  hacia  donde  estaba  el  este- 
nuadoP.,  y  Fr.  Pablo  quitándose  incontinente  el  hábito, 
quedándose  con  la  túnica  interior,  veló  su  vista  como  vir- 
tuoso y  honestísimo  religioso, y,  vistiéndoselo,  con  él  cubrió 
la  lacrimosa  desnudez  del  P.  Ortí.  Infinitas  gracias  sean 
dadas  á  la  Divina  Clemencia,  que  así  libró  de  una  muerte 
inminente. á  ese  buen  P.,  el  cual  si  algún  esceso  cometió, 
no  fué  otro  que  el  de  haber  entendido  con  rigor  estricto  el 
precepto  de  la  santa  obediencia  enj^^ese  caso  tan  excepcio- 
nal, y  de  haberse  entregado  gomo  un  infante  en  manos 
de  la  Divina  Providencia,  la  cual  no  le  faltó  en  esa  su  estre- 
ma necesidad,  permitiendo  para  socorrerle  la  equivocación 
de  Fr.  Pablo,  en  no  poder  dar  con  el  camino  de  tierra  y 
obligarle  á  seguir  su  ruta  por  el  rio.  Bajaron  luego  de  allí 
los  dos  PP.  á  Cayariya,  donde  sufrió  dicho  P.  Ortí  los  gra- 


—  244  — 

visimoB  resaltados  de  las  pasadas  calamidades  en  una 
medad  grave,  de  la  cual  al  fin  logró  restablecerse. 

El  P.  Prefecto,  se  dirigió  después  á  Lima  con  Fr. 
Ibañez  para  dar  cuenta  de  lo  ocurrido  á  los  Superí(ra¡ 
pedir  nuevos  operarios.  Volvió  con  él  á  S.  Pedro  del  T2 
ya  el  P.  Alemany;  pero,  al  llegar  allí,  halló  el  Convaitoi 
queado,  los  sagrados  ornamentos  profanados,  los  libros 
robadas  las  herramientas,  fugados  los  moradores  de  ^ 
nuevo  pueblo  7  quemadas  sus  casas.  Para  no  quedar 
das  tantas  amarguras  pasadas  en  este  quinto  viaje  7  eal 
anteriores,  corren  en  busca  los  PP.  de  aquellas  ovejuelasi 
cias  7  protervas  esparramadas,  las  encuentran  por  fin  jl 
bajan  cuatro  dias  de  camino  mas  abajo  de  Pacahusí 
consiguen  formar  con  ellas  un  pueblo  distinto  del  anterior! 
una  quebradita,  llamada  Huaitzaya.  Despide  el  P.  Prei 
los  conductores  á  Ca7ari7a  7  escribe  al  P.  Pallas  que 
por  el  mes  de  Agosto,  tra7endo  herramientas  7  todo  lo 
cosario.  Cumplido  este  mandato,  ordena  de  nuevo  qndj 
manden  de  Ca7ari7a  mas  herramientas  por  el  me»  de 
bre,  lo  cual  se  hizo,  encontrándose  los  comisionados  sii 
regreso  con  Fr.  Pablo  Ibañez,  que  llegaba  de  la  sierra, 
7endo  consigo  un  nuevo  refuerzo  de  los  PP.  Fr.  Buenas 
tura  Martínez,  Fr.  Luis  Sabaté,  hijo  del  colegio  del  Ci 
7  el  Lego  Fr.  José  Magret.  Notificaron  estos  su  llegad»! 
P.  Prefecto,  haciendo  regresar  los  mismos  comisionadas 
Huaitza7a;  mientras  el  P.  Martínez  sube  allá  desde  Ca] 
7a,  haciendo  la  octava  7  última  subida  á  aquellos  tan 
tos  lugares,  con  tantos  dispendios,  desgracias  7  pelij 
verificándose  de  este  modo  siguiente  la  definitiva  é  ii 
diablo  ruina  de  aquel  nuevo  pueblo  7  de  sus  pérfidos  y 
baror  vecinos. 

Durante  el  verano  del  presente  año  de  1878  habían  1 
líos  PP .  encargado  á  dos  moradores  de  Huaitzaya  la 
truccion  de  una  canoa,  7  como  eran  los  únicos  que  se  hal 
distinguido  en  su  servicio  7  les  prestaban  alguna  confií 
los  obsequiaron  con  preferencia  á  los  demás,  remunei 


—  245  — 

&  la.  vez  sus  servicios  y  el  de  la  nueva  canoa  encargada.  Pero, 
¡olx  feroz  barbarie!  movidos  los  Amuehuacas  restantes  de 
Huaitzaya  de  venenosa  envidia,  al  saber  la  preferencia  de 
que  se  habian  hecho  acreedores  sus  dos  convecinos  y  el  pa- 
raje donde  construian  en  el  bosque  la  nueva  canoa,  van  allá, 
los  asaltan  y  los  sacrifican  bárbara,  cruel  é  inhumanamen- 
te, quitándoles  alevosamente  la  vida,  por  el  mérito  único  de 
la  piedad  de  estos  neófitos,  manifestada  á  los  Misioneros, 
salvadores  secundarios  y  verdaderos  insignes  bienhechores 
de  unos  y  otros.  Vuélvense  los  feroces  asesinos  precipitada- 
mente de  allá  á  Huaitzaya,  amotinan  todo  el  pueblo,  incons- 
ciente ó  quizás  muy  cómplice  en  la  atrocidad  consumada, 
segxin  puede  presumirse  de  todas  las  circunstancias,  y  lo 
arrastran  al  primitivo  lugar  de  San  Pedro  de  Pacahusuma- 
ná.  Eso  pasaba  el  dia  7  de  Diciembre  de  aquel  mismo  año. 
Mas,  por  la  noche  de  aquel  mismo  dia,  algunos  de  aque- 
llos traidores  infieles  volvieron  del  camino  de  San  Pedro  á 
Huaitzaya,  colocáronse  en  una  casa  cercana  al  Convento  de 
los  PP.  y  empezaron  á  golpear,  metiendo  gran  ruido  con  las 
hachas,  machetes  y  machetones,  como  en  ademan  de  prepa- 
rar macanas,  palos,  lanzas  y  otras  armas  de  que  se  sirven 
para  pelear,  manteniendo  así  toda  la  noche  á  los  PP.  Misio- 
neros desvelados  y  en  la  temible  espectativa  del  suceso.  Al 
dia  siguiente,  al  ver  que  los  PP.  seguían  en  m  Convento, 
como  sabian  que  tenian  alguna  arma  de  fuego  de  que  se  sir- 
ven al  ir  de  camino  para  la  caza  y  para  resguardo  de  las 
fieras,  huyéronse  para  juntarse  con  los  primeros  que  se  ha« 
bian  adelantado.  Al  parecer,  su  intención  no  fué  otra  que 
la  de  amedrentar  á  los  Misioneros,  ahuyentarlos  del  Con- 
vento, saquearlo  como  otra  vez  hicieron,  según  queda  es- 
pilcado,  y  profanar  los  ornamentos  del  culto  divino,  hacien- 
do trizas  de  las  mismas  casullas,  y  servirse  de  ellas  para  sus 
mojigangas  ó  bailes  ridículos.  Esos  miserables  chunchos,  en 
su  estúpida  brutalidad,  podrian  figurar  al  ladb  de  los  Sans- 
culotes  de  París  y  de  los  Jacobinos  franceses  de  1793,  que 
bailaban  la  carmañola  con  las  capas  de  coro  de  las  Cátedra- 


—  2Í6  — 

les  de  aquella  cristianísima  Nación,  y  ser  dignos  com] 
ros  de  los  Comunistas  del  mismo  París,  sus  contem¡ 
Solo  que  unos  y  otros  de  aquellos  febes  deslustradores  d£| 
civilización  ignoraban  donde  se  halla  el  Tamaya  y  aún 
bablemente  la  existencia  del  Perú,  por  cuya  causa  debif 
de  carecer  de  unos  ausiliares  tan  idóneos.  Pero,  conclu] 
la  narración  del  presente  capítulo,  algo  largo  por  la  im| 
tancia  de  la  historia. 

Después  de  lo  dicho,  llegó  á  Huaitzaya  el  P.  Mai 
Y  con  él,  los  que  allí  estaban,  recogiendo  todo  lo  de  la 
sion,  se  bajaron  á  Cayariya,  encontrándose  por  el  traj 
con  centenares  de  canoas  de  los  arpias  Cunibos  y  Schipil 
que,  con  algazara  y  sarcasmos  contra  los  PP.  Misioneros, 
bian  á  manera  de  caimanes  á  hacer  presa  de  los  Amuehí 
hflidos  á  Pacahusumaná,  castigando  ya  de  este  modo  k 
vina  Justicia  una  infidelidad  con  otra,  y  permitiendo  que] 
barbaridad  semi-salvaje  destruya  la  completamente  sab 
como  la  de  la  falsa  civilización  usa  y  convierte  en  su  pi 
cho  codicioso  á  las  dos  á  la  vez.  Este  fué,  en  resumen,  A 
trágico  de  los  ocho  viajes  empleados  en  la  fundación  de, 
dos  pueblos  del  Tamaya,  causa  de  tantos  dispendios,  y 
tantos  sudores  de  varios  PP.,  y  en  uno  de  los  PP.  de  la 
dida  de  la  vida  temporal,  que,  conmutó,  como  esperai 
con  la  eterna  en  premio  di3  su  caridad  y  demás  virtudes. 


CiLPITOLO  ILlLKt 


Meinaialaeion  de  la  misión  de  los  Pítob  de  Lima'BoBa- 

—Bennnoia  del  P-  Hermoao- 


El  dia  12  de  Febrero  de  1879  partió  el  P.  Prefecto  Her- 
moso, con  el  P.  Fr.  Buenaventura  Martinez,  de  las  Pampas 
del  TJcayali;  y  al  pasar  por  el  valle  de  Huancabamba  hizo 
una  entrada  á  los  Campas  de  Oczapampa.  Habiéndole  dispen- 
sado estos  un  recibimiento  que  le  dejó  satisfecho,  hizo  que 
pensara  en  la  utilidad  de  su  reducción,  para  lo  que  pidió  a^ 
V.  Discretorio  de  Ocopa  las  debidas  licencias  legales  así  co-^ 
mo  los  PP.  que  necesitaba.  Obtenida  la  venia,  el  P.  Fran- 
cisco Samper  de  Ocopa  salió  para  esa  nueva  misión,  acom- 
pañando á  dicho  P.  Prefecto,  bajando  por  orden  de  este  al 
Ucayali. 

Habla  dicho  P.  Prefecto  ordenado  á  los  PP.  al  ausentarse 
de  ellos  para  la  sierra,  que  al  presentárseles  los  Piros  de 
Sta.  Rosa  ó  Lima^Rosa,  colocados  entre  el  rio  Unini  y  el 
Tambo^  á  tres  leguas  de  distancia  de  uno  y  otro,  fuese  allá 
con  ellos  el  P.  Agustin  M.  Alemany,  con  Fr.  Pablo,  á  fin  de 
restablecer  aquella  antigua  misión,  y  ver  si  de  algún  modo 
podrían  recuperar  algunos  délos  infieles  Amuehuacas  de 
San  Pedro  ^  de  los  cuales  largamente  se  ha  hablado  en  el 
capitulo  anterior;  pues  las  vertientes  de  aquel  terreno  con- 
i  ftuyen  por  el  Unini  y  otros  ríos  hacia  el  territorio  ocupado 
de  los  Piros,  de  los  cuales  distaban  solo  algunas  jornadas. 
Al  presentarse,  pues,  los  Piros  á  Cayariya,  se  fueron  con 


—  248  — 

ellos  los  mencionados  P.  Alemany  y  Fr.  Pablo,  partie&li 
Cayariya  el  24  de  Junio  y  llegando  á  Sta.  Rosa  el  di¿  \i 
siguiente  mes  de  Julio.  Empezaron  el  establecimiento 
nuevo  pueblo  con  ardor  en  una  pampa  muy  hermosa  y  I 
til,  en  el  lugar  expresado,  edificando  Iglesia  y  Conu^ 
rozando  chácaras  en  número  considerable,  para  las  tzesií 
tas  almas  de  las  varias  parcialidades  de  los  Piros  qiKJ 
juntaron  (ofreciendo  bajar  allá  los  de  Miariya^  arreí 
del  mal  comportamiento  que  habian  observado  en  1874 
los  PP.  Fr.  Luis  Sabaté  y  Fr.  Tomás  Hermoso,  de  q 
tiene  noticia  por  el  viaje  del  Cuzco  que  hicieron  esK 
Padres,  y  que  corre  impreso.) 

Durante  el  trayecto  tuvieron  los  Piros  que  vencer 
convenciones  de  los  Schipibos  y  Cunibos  que,  recibié 
les  á  ellos  con  glacial  indiferencia  y  á  los  PP.  con  tal 
semblantes,  intentaban  disuadirles  de  sus  buenos  pro; 
de  vivir  civil  y  cristianamente.  En  un  principio  se  apli 
satisfactoriamente  en  aprender  el  rezo  y  canto,  máxi 
te  los  niños  y  niñas;  así  pudieron  los  PP.  Misioneros 
las  preconcebidas  sospechas  de  la  poca  sinceridad  y  coi 
cia  de  aquellos  semi-salvajes  y  de  la  perfidia  de  ciertos 
bres  astutos,  codiciosos  interesados.  Más,  la  maligna  tea^ 
dad  de  los  comerciantes  en  sujetar  á  su  avariento  trá&aj 
aquellos  infieles,  á  quienes  con  sus  máximas  y  escéods 
empeoran  en  el  modo  de  vivir;  y  el  hábito  por  otra  pd 
muy  arraigado  en  estos  de  la  poligamia,  y  fomentada  m 
bien  la  piratería  con  los  indefensos  Campas,  por  los 
ciantes,  comprándoles  los  esclavos  que  son  el  fruto  de 
rapiña  y  plagio,  y  para  no  enumerar  más  causas,  uns 
traordinaria  y  espantosa  peste  sobrevenida,  que  los 
matando  á  55  en  el  espacio  de  dos  años  y  im  mes^  d 
ñaron  á  los  PP.,  haciéndoles  ver  que  el  Piro  en  el  Coxco, 
Miariya,  en  Santa  Bosa  de  Lima,  en  Buepoano  y 
muchos  lugares  por  donde  trafica  siempre  es  el  mismo, 
es,  interesado,  pendenciero,  astuto  ó  hi-pócrita.  Por 
es  que,  como  amenazaban  con  la  muerte  al  P.  Ali 


—  249  — 

ado  el  nuevo  P.  Prefecto,  P.  Pallas,  éste,  ásu  tiempo, 
uso  que  se  abandonara  resueltamente  un  pueblo,  donde 
inoraba  un  Piro  y  algimas  mujeres;  quedando,  en  con- 
lencia,  aquel  pueblo  sin  Sacerdote  Misionero  desde  el 
1  de  Setiembre  de  1881. 

SI  P.  Hermoso,  como  se  acercaba  el  Capítulo  Guardianal 
>copa,  envió  á  él  la  renuncia  de  su  oficio  y  se  volvió  á 
ntiguo  colegio  de  la  Paz  de  Solivia. 


CA.PIT0ÍE.O  I&X3&II. 


Elección  del  P,  Pallas  para  Prefecto  de  loa  misionea  de 
BeBtanracion  de  las  miaioncB  de  Oczapampa  éntrelos 
-'Alarmante  incidente  de  Caachiboya,  que  obliga  ¿ 
/        á  la  sagrada  Congregación  el  eiicax  propóaUo  de  haca 
la  dimiaion  de  loa  pnébloa  de  laa  miaionea  de  UyacaH- 


Celebróse  en  este  Colegio  en  23  de  Octubre  de  l5* 
Capítulo  Guardianal  de  costumbre,  y  en  él  quedó  can 
mente  electo  Prefecto  de  las  Misiones  de  infieles  el  P. 
Juan  de  la  Concepción  Pallas.  Habia  éste  en  1874  hedió 
entradas  á  los  infieles  Campas,  con  el  P.  Mayoral  la  prii 
ra  y  la  segunda  con  el  P.  Bernardino  de  S.  José,  yendo 
de  Andamarca  hasta  el  Pangoa;  y  aunque  el  resultada 
ellas  fué  solo  el  haberse  mutuamente  sorprendido  los 
tantes  de  una  y  otra  orilla  del  rio  la  primera  vez,  y  la 
gunda  haber  llegado  los  infieles  al  Pangoa,  después  que 
PP.  dejaron  aquel  punto  por  la  obediencia  y  la  esi 
lluviosa  del  mes  de  Diciembre,  que  los  enfermó  graven» 
á  los  dos,  desde  aquella  época  siguen  en  comunicación 
infieles  con  los  cristianos,  esperando  este  Colegio 
propicia  para  hacer  á  ellos  nuevas  entradas. 

Por  el  año  siguiente,  1880,  el  P.  Guardian  de  este 
gio  llamó  con  urgencia  á  dicho  P.  Prefecto,  quien  vino 
Cayariya,  y  conferidas  las  materias  del  caso,  objeto  dí 
llamamiento,  se  resolvió  por  este  V.  Discretorio  qnc 
á  todo  trance  restaurarse  la  misión  de  Oczapampa, 
contiguo  al  de  Chorobamba  y  Huancabamba,  y  no  I9 


—  251  — 

>rro  de  la  Sal  y  de  Schanchamayo;  lugares  todos  de  las 
aas  misiones  de  este  Colegio,  perdidas  por  las  causas 
idas  en  la  primera  parte  de  la  presente  Historia,  y  que 
5  veces,  y  con  el  derramamiento  de  tanta  sangre  de 
aeres  y  españoles,  la  Religión  y  el  Gobierno  procuró, 
xe  sin  resultado  provechoso,  recuperar. 
►s  mencionados  Campas  venian  haciendo  breves  y  pa- 
3  correrías  al  estremo  del  valle  de  Chorobamba,  desde 
s  que  pasaron  por  ahí  el  P.  Fr.  Vicente  Calvo  con  su 
añero  en  1864,  y  esto  dio  lugar  á  que  los  hacendados 
Lorobamba,  Huancabamba  y  Paucartambo,  calculando 
ilidad  que  podian  prometerse  de  esos  salvajes  que 
moíu  propio  amansándose  y  acercándose  á  sus  hacien- 
pidieran,  por  conducto  de  un  lego  de  este  Colegio,  PP. 
que  entraran' á  civilizarlos,  y  aun  pusieron  en  práctica 
ales  hacendados  medios  extremados  para  que  fuesen 
os  PP.,  pues  al  poco  tiempo  llevaron  á  más  de  40  hom- 
de  esos  Campas  al  Cerro  del  Pasco,  y  en  ocho  ó  menos 
los  bautizaron,  sin  la  más  mínima  instrucción  previa, 
esados  á  su  valle  esos  infieles,  ellos  y  los  hacendados 
íionados  instaron  nuevamente  por  los  PP.  de  este  Co- 
I,  hasta  que  el  P.  Prefecto  Hermoso  se  dirigió  allá  con 
>lo  Sacerdote  de  esta  Comunidad,  dejando  á  otro,  con- 
lo  por  el  V.  Discretorio,  para  después  de  la  primera 
nación  que  iba  á  hacer  y  de  la  cual  se  esperaba  algún 
r^ble  resultado. 

[echa  la  debida  visita  y  examen  de  aquellas  gentes  y 
do  hubo  renunciado  el  cargo  de  Prefecto  el  P.  Hermo- 
üL  la  Prefectura  del  P.  Pallas,  fueron  destinados  á  Ocza- 
pa  los  PP.  de  este  Colegio  Fr,  Buenaventura  Martínez 
.  Francisco  Herrero,  y  una  vez  instalados  estos  en  Oc  - 
mpa,  reuniéronseles  además  dos  PP.  y  un  seglar  expi- 
,  en  traje  de  H/  Donado  (del  cual  tuvo  que  despojarle 
ues  el  P.  Colina,  por  los  motivos  que  se  sabe  él  mismo), 
dados  del  Colegio  de  los  Descalzos  de  Lima.  Traian  los 
nos  PP.  el  designio  de  abrir  un  camino  al  puerto  del 


—  252  — 

Mairo,  con  anuencia  del  Gobierno  Supremo;  caniino  qi 
abrió  por  las  diligencias  del  R.  P.  Fr.  Bemardino  G«ai 
actual  Guardian  de  aquel  Colegio.  i 

A  consecuencia  de  las  providencias  dictadas  po 
M.  R.  P.  Comisario  General  para  obviar  inconveniaí 
regresaron  luego  de  Oczapampa  los  cuatro  PP-  indkd 
siendo  destinado  á  aquel  punto  el  P.  Fr.  Maximino  fli 
mas  desde  el  último  Capítulo,  celebrado  el  dia  10  de  (M 
bre  de  1882,  siguen  en  esa  restaurada  misión,  en  el  si 
pueblo  de  QuiUazu  de  Oczapampa,  los  PP.  Fr.  Juaisl 
Mas  y  Fr.  Tomás  Ezequiel  Hernández.  La  restauraciofli 
y  canónica  de  esa  nueva,  Conversión  aunque  tan  aiq 
como  la  de  la  Doctrina  y  anejos  de  Huancabambí,  lÜ 
cual  es  verosímil  en  otros  tiempos  formara  parte,  datsf 
de  21  de  Abril  de  1881,  en  cuya  fecha,  como  dice  aj 
memorias  el  P.  Prefecto  Juan  de  la  Concepción  F^lUs^j 
solé  el  nombre  de  su  "advocación  y  desde  entonces  es  red 
cida  bajo  el  de  Nuestra  Señora  de  la  Asunción  de  QttOk 
De  ella  fué  nombrado  su  primer  Cura  Conversor  pof 
mismo  tiempo  el  P.  Colina,  al  cual  acompañaron  ha^ 
mes  de  Junio  el  P.  Prefecto,  el  P.  Luis  Torra  y  el  H."  ft 
do  Diego  Gutiérrez. 

Bajados  por  el  mes  de  Julio  del  mismo  año  estos  tas 
timos  al  Ucayali,  fué  el  P.  Prefecto  á  ver  el  estado  de  ¿í 
lacion  en  que  se  encontraba  Santa  Rosa  de  los  Piros,  fifi 
do  el  4  de  Setiembre  para  Cayariya  al  buen  P.  Alemaaj 
aquella  peligrosa,  ruinosa  y  cuasi  desierta  pobladoa.  i 
liándose  el  P.  Prefecto  en  Santa  Rosa  de  los  Piros  fué  fl 
do  recibió  la  relación  que  le  escribía  el  P.  Fr.  Luis  deSd 
desde  Caschiboya,  según  la  que  el  7  del  mismo  Setiemtol 
biase  presentado  en  Caschiboya  un  desconocido  con  el  W 
de  nuevo  Gobernador  de  Sarayacu,y  que  con  gran  erguí 
proponía,  apoyado  por  el  Sr. .  Prefecto  de  Moyobamtofi 
Sr.  Suprefecto  de  Iquitos,  arrojar  á  los  PP 
ücayali,  estableciendo  en  los  pueblos  Curas 
Autoridades  civiles,  empezando  por  estas  y  siguien^ 


Moyobamtori 
\  Misionerf»! 
s  del  Obism 


—  253  — 

eHos;  y  como  el  pueblo  de  Caschiboya  se  habia  negado  á 
•nocer  y  admitir  al  nuevo  Gobernador  y  al  Teniente  Go- 
ador  que  nombró  para  el  mismo  pueblo,  creyendo  que 
ia  sido  esto  por  insinuación  y  soborno  de  los  PP.,  se  ha- 
dirigido  al  Convento  en  ademan  amenazador,  llenando 
denuestos  al  P.  quesuscribia  y  jurando  dar  parte  al  Go- 
mo, tomar  preso  á  ese  P.  y  á  los  que  hallase  culpables, 
llevarlos  á  la  cárcel  de  Moyobamba,  y  que  luego  des- 
hado en  sumo  grado,  habia  regresado  á  Sarayacu. 
Recordaremos  que  no  es  esta  la  primera  tropelía  que 
lan  tenido  que  sufrir  los  PP.  Misioneros '  de  sugetos  seme- 
fOites;  podríamos  aducir  en  este  lugar  la  relación  de  los 
[tentados  de  un  sugeto  ecuatoriano,  de  otro  chileno,  etcéte- 
!;b,  contra  los  Misioneros  peruanos;  por  eg.  el  delR.P.Fr.  Ma- 
inel Vargas,  nacido  en  la  ciudad  de  Huanta,  á  quien  el 
Bobemador  de  Sarayacu,  de  nación  chileno,  saludó  en  1861 
son  un  balazo,  que  fué  á  parar  al  pamacari  de  la  canoa  mi- 
sionera, por  no  haberse  podido  detener  en  medio  de  la  co- 
mente del  caudaloso  Ucayali,  cuyas  impetuosas  aguas,  á 
bausa  de  las  lluvias,  surcaba,  dirigiéndose  hacia  la  embar- 
cación del  mencionado  Gobernador,  y  lo  de  otros  Misione- 
ros, peruanos  por  naturalización,  como  lo  acontecido  al  que 
escribe  el  presente  capítulo  en  1863  con  un  Gobernador  de 
Sarayacu,  ecuatoriano  de  nacionalidad,  quien  se  presentó 
por  primera  vez,  como  á  media  noche  con  su  equipaje  y 
armas  en  son  de  amenaza  á  la  puerta  del  Convento,  y  de 
ella  no  se  retiró  hasta  transcurridas  10  horas.  Esos  fulanos 
seria  bien  que  conociesen,  que  un  mandatario  en  el  Perú  no 
puede  considerarse  ni  es  legal  que  se  porte  como  un  Sultán 
de  Egipto,  ó  coiño  un  Nabucodonosor  de  la  Caldea,  pricci- 
pálmente  en  el  siglo  en  que  vivimos.  Asimismo  otros  Man- 
darines, desde  Moyobamba  y  desde  el  alto  puesto  de  la 
Prefectura,  han  dado  que  sufrir  de  un  modo  semejante  á  los 
¡PP.  Misioneros  del  Ucayali;  aunque  el  público  y  el  Supremo 
Gobierno  de  esta  República  les  han  pagado  ya  sus  dema- 
sías, como  ellos  merecían,  según  es  de  ver,  en  el  caso  del 


—  254  — 

Prefecto  de  Moyobamba,  llamado  Vargas,  acérriiffij 
migo  de  los  Misioneros  del  ücayali,   á  quien  dep 
en  Moyobamba  de  su  cargo,  siendo    en  Lima  ap; 
su  bien  merecida  deposición  por  el  Supremo  Gobierno, 
lá  imitaran  esos  mal  aconsejados  sugetos  á  los 
Magistrados  de  aquel  Departamento,  los  Coroneles  Pre 
Solís,  los  Stevensons,  los  Lamas,  etc.,  y  á  los  Gobe 
probos  de  Sarayacu,  como  los  Espoys,  los  Reatequis, 
tera.  Mas  concluyamos  esta  digresión  y  sigamos  con 
tra  historia. 

Cerciorado  el  P.  Prefecto  de  las  perversas  intend 
del  Gobernador  por  cartas  del  Sr.  D.  Marcial  A.  Piüoa. 
merciante  acreditado  ante  la  sociedad  y  Gobierno  dd 
en  las  cuales  se  confirmaba  lo  expresado  por  el  P. 
mandó  á  todos  los  PP.  residentes  en  Caschiboya  quese 
tirasen  de  ese  pueblo,  bajó  él  mismo  allá  y  con  los 
quisieron  seguirle  embarcóse  en  el  vapor  del  menci 
Sr.  D.  Marcial,  por  el  mes  de  Noviembre,  hasta  llegar 
mal  paso  del  rio  Pachitea,  en  que  por  haberse  varadi 
sistió  del  plan  que  llevaba  de  edificar  en  el  Palcázt 
Convento  donde  refugiarse  él  y  los  PP.  de  las  misiona 
Ucayali,  durante  tan  inesperada  é  inmotivada  persec™ 
que  ya  habia  empezado  y  que  siguió  en  adelante.  ie(i 
dando  entonces  que  en  1861  habian  los  Sarayaquinos,! 
tando  los  PP.  en  Cayariya,  con  motivo  de  las  cméiá 
cometidas  por  el  Gobernador  de  Sarayacu  y  los  soldadwl 
mados  porél  desde  Nauta,  cerca  de  esa  población,  con  ühí 
ciño  suyo,  habian  resuelto  motu  propio  pasarse  á  las  otiS 
délPischqiii^concihió  el  proyecto  de  establecer  aquí  m»! 
blacion;cuya  realización  impidió  la  llegada  del  ViceprA 
de  las  Misiones  y  los  consejos  del  Prefecto  de  Moyobasí 
Sr.  D.  Carlos  SteYenson,y  del  limo. Obispo  DÍQcesano,á^ 
nos  notificó  oportunamente  dicha  resolución.  En  añosf^ 
teriores,  esto  es,  en  1870,  al  pasar  por  estos  puntos  i 
dre  Prefecto  délas  misiones,  en  compañía  del  Señor 
del  Departamento  de  Huánuco,  concibió  igual  pro; 


—  255  — 

jtie,  aunque  manifestado  ál  público  por  los  periódicos  de 
iquel  tiempo  y  autorizado  por  la  Autoridad  civil  del  modo 
icho,  no  pudo  llevarse  á  cabo  hasta  la  época  presente. 

Varado,  pues,  el  vapor  á  los  tres  dias  de  subida  del  Pa- 
tiitea  y  vuelto  ya  el  P.  Prefecto  á  Cayariya  por  el  mes 
le  Enero  del  siguiente  año  1882,  el  referido  Gobernador  de 
Jarayacu,  con  20  hombres  armados,  presentóse  un  dia  al 
Kieblo  de  Caschiboya,  distante  del  primero  como  unos  cin- 
to dias  de  subida,  ó  zureada,  según  la  llaman  allá,  prendió 
i  dos  de  los  pocos  hombres  que  encontró,  púsoles  con  gri- 
fos en  el  vapor  Putumayo  y  los  entregó  á  un  comerciante 
j>ara  que  se  los  llevase  lejos  é  hiciera  trabajar  por  su  cuen- 
ta; y  en  el  inmediato  mes  de  Febrero  mandóles  asimismo 
m  Sacerdote  al  mismo  pueblo,  para  que  ejerciera  la  Cura 
le  las  almas  de  sus  moradores.-  ¡Sacrilego  atrevimiento! 
¡CotQO  si  las  almas  fueran  plantas  de  café  ó  de  cacao,  en- 
^rg'adas  á  un  hombre  indigno,  simoniaco,  sumamente  ig- 
aorante  de  las  censuras  eclesiásticas  ó  escandaloso  menos- 
preciador  de  las  mismas,  por  un  seglar  ni  más  sabio  ni  más 
edificante  que  él  en  la  conducta!  Ese  nuevo  cura  pretenso 
dispensaba,  con  sus  omnipotentes  facultades  gubernamen- 
tales sarayaquinas,  de  la  confesión  sacramental  y  de  las 
proclamas  á  los  esposos  para  contraer  el  grande  y  santo  Sa- 
cramento del  matrimonio,  con  tal  de  no  estar  incursos  en 
el  único  y  universal  impedimento  impediente  y  dirimente, 
á  que  los  reducia  todos  su  estraño  Derecho  anticanónico;  y 
pra:  el  carecer  de  6  soles,  siendo  indio,  y  50  cuando  no  lo 
era,  para  la  tal  dispensa. 

Negándose  los  Caschiboyanos  á  entregar  la  iglesia  á  ese 
indigno  intruso,  como  estaban  obligados,  éste  cura  fuese 
el  mismo  dia  despechado  á^  quejarse  á  su  buen  patrón  el 
Gobernador  de  Sarayacu,  quien  subiendo  por  tercera  vez 
allá,  con  la  furia  de  un  energúmeno,  aprisiona  al  Curaca 
jr  á  cuatro  hombres,  únicos  que  pudo  prender,  llévalos  á 
^rayacu,  y  los  Sentencia  al  antilegal  é  inmoral  casti- 
go de  200  azotes,  y  al  sufrimiento  de  algunas  lavativas 


—  256  — 

con  agi  6  pimiento  picante.  Atemorizados  esoe 
montañeses  cedieron  ante  la  terrible  jurisprudencia 
nucTo  Czar;  y  él  entonces  los  despachó  libres  y 
de  los  castigos  impuestos  para  Caschiboya,  1 
que  los  vecinos  de  este  pueblo,  que  andaban  esparraml 
volviesen  á  juntarse  después  de  la  pasada  borrasca,  i\ 
pidiesen  sin  condición  y  manifestasen  por  escrito  la  v4 
cion  absoluta  por  su  parte  de  la  Autoridad  civil  qiBJ 
guiese  mandarles  el  Gobernador  de  Sarayacu.  Mas  este, 
inescrutables  juicios  de  Dios  sobre  los  hombres,  pri 
mente  de  aquellos  que  quieren  con  una  sola  mano,  j 
esta  la  izquierda,  manejar  el  cetro  y  el  incensario  á  so 
y  satisfacción!  al  tercer  dia  de  esos  últimos  acontecimii 
se  hallaba  victima  de  una  hemorragia  de  sangre  pi 
boca  que  le  quitó  sus  ambiciosos  proyectos  con  la  i 
¡Adoremos  con  la  frente  puesta  en  el  polvo  al  que  seí 
Padre  de  pobres  y  Jaez  de  los  huérfanos! 

Por  la  Cuaresma  volvieron  los  PP.  á  ejercer  el 
ministerio  entre  aquellos  sus  feligreses  de  Caschibojí, 
bien  que  fastidiados  de  unos  sucesos  tan  desagí 
como  los  ocurridos,  imprescindibles  é  imprevisto 
ellos,  después  de  la  Pascua,  aprovechando  la  mengua 
rios,  salieron  de  las  montañas  los  PP.  Misioneros  Fr. 
Sabató  para  Lima  y  Cuzco,  acompañado  del  P.  Fr. 
Torra  hasta  los  Descalzos,  su  Colegio;  y  el  P.  Prefecto, 
se  despidió  de  ellos  en  Huanóabamba,  pasando  por 
zú  de  Oczapampa,  se  vino,  con  el  P.  Maximino  Colii* 
Capítulo  Guardianal  de  este  mismo  año,  celebrado  el 6 
de  Octubre  de  1882,  en  el  que  se  aprobó  el  proyecto  (ie 
dicar  las  misiones  del  Ucayali,  propuesto  por  el  mena 
P.  Prefecto  con  la  debida  formal  legalidad,  cuyo  pro; 
se  envió  después  á  la  Congregación  de  Propaganda 
sin  que  haya  caido  sobre  él  la  resolución  que  es 
Solo  quedó  en  Cayariya  el  constante  y  virtuoso  P.  Al* 
acompañado  del  Lego  Fr.  José  Magret  y  el  Hermano 
Gutiérrez.  Pasado  el  Capítulo,  el  P.  Prefecto  Pallas 


—  257  — 

>s  PP,  Mas  y  Hernández  de  este  Colegio  para  Quillazú, 
atención  de  entrar  él  solo  al  Ucayali.  Últimamente 
iego  Plaza  partió  con  destino  á  este  mismo  pueblo 
ayudarles. 


\ 

t 


17 


CONCLUSIÓN 


Esta  es  la  historia  de  los  principales  hechos  de  las 
nes  de  infieles  de  este  apostólico  colegio  de  santa 
Ocopa,  escrita  con  sencillez  y  candor  por  el  R.  P.  Fr. 
Amich,  en  su  primera  parte,  que  abraza  de  1724-1771: 
segunda  por  los  RR.  PP.  Fr.  Fernando  Pallares  y  Fr.  Vi 
Calvo,  y  por  otros,  en  lo  que  se  refiere  á  estos  doce  ólti 
años.  La  primera  parte  se  imprimió  en  1854  y  solo  dosg 
piares  de  esta  edición  hasta  ahora,  que  sepamos,  han 
do  á  esta  República;  por  lo  que  podrá  considerarse  como 
vé  por  primera  vez  la  luz  pública  en  cuanto  á  lo  literal 
contenido,  pues  el  Mercurio  y  el  Peruano^  periódicos  a< 
tados  de  la  última  década  del  pasado  siglo  XVIII,  dieron 
la  sustancia  de  una  gran  parte  de  lo  contenido  en  el  G99¡i 
dio  ffüíórico  del  P.  Amich  en  artículos  sabiamente  escrí 
que  se  han  reimpreso  en  el  presente  siglo  en  una  o1)Tí 
notable  aceptación.  La  segunda  parte,  en  lo  que  abrazi 
1771-1870,  vio  con  satisfacción  del  público  en  18701» 
por  primera  vez.  Ahora,  pues,  ofrecemos  al  mismo  píli 
ambas  partes,  con  lo  que  hemos  nosotros  reseñado  y 
apéndices,  esperando  que  la  presente  edición  de  la  Hi 
de  las  Misiones  del  Colegio  de  Sta.  Rosa  de  Ocopa  sa 
la  necesidad  que  la  moderna  sociedad  siente  do  ser  i 
de  los  trabajos,  aflicciones  y  demás  adversidades  de  lo« 
dres  Misioneros  que  se  emplean  en  la  conversión  de  i 
y  que  servirá  para  éstos  de  medio  de  sincerarse  de  las  i 
paciones  que  con  mucha  frecuencia  les  dirigen  los  en 
de  las  Ordenes  Religiosas;  correspondiendo  al  mismo  ti 
á  la  invitación  de  ilustrados  escritores  y  piadosos  peri 
que  nos  han  ofrecido  sus  columnas  para  la  publicación 


—  259  — 

hechos  coetáneos,  y  que  solo  en  pequeña  parte  hemos  podi- 
do aceptarla  con  agradecimiento. 

Por  la  presente  obra  habrán  conocido  nuestros  benévolos 
lectores  lo  que  han  trabajado  los  PP.  Misioneros  déla  Provin- 
cia, de  los  doce  Apóstoles  de  Lima  y  de  este  colegio  de  Oco- 
pa;  colegio  que  puede  considerarse  como  una  rama  de  ese 
g^ndioso  Árbol  místico  y  á  su  historia  como  un  episodio  de 
la  de  Aquella,  cuyas  admirables  glorias,  sembradas  por  to- 
da la  América  del  sud,  desde  Panamá  hasta  el  Cabo  de  Hor- 
i  nos,  podrán  leerse  con  mayor  extensión  en  las  voluminosas 
1  obras  de  nuestros  célebres  PP.  Wadingo  y  Gubernatis,  y  en 
las  crónicas  de  la  mencionada  Provincia  y  en  la  de  la  Pro-»- 
vincia  de  los  Charcas.  El  colegio  de  Ocopa,  por  lo  que  se  ha 
visto,  ha  cultivado  un  campo  muy  dilatado  y  que  se  extien- 
da á  miles  de  leguas  en  las  orillas  de  los  caudolisísimos  ríos 
Marañen,  Huallaga  y  Ucayali  en  su  mayor  longitud,  cuyas 
comarcas  están  sembradas  de  no  pequeño  número  de  pue- 
blos cristianos,   civilizados  por  los  Misioneros  á  costa  del 
sudor  de  sus  venas.  Prueba  evidente  de  que  ellos  aman  en 
extremo  la  verdadera  civilización  y  de  que  sus  detractores 
la  cacarean  solo  con  los  labios,  al  paso  que  la  persiguen  con 
las  obras  y  la  odian  con  el  corazón.  Aquí  el  árbol  osténtase 
con  los  frutos,  mas  que  por  la  hojarasca  y  corteza  que  deja 
caer  por  el  suelo. 

Es  verdad  que  las  orillas  del  Ene,  Perene,  Apurimac  y  otros 
:  rios  han  sido  también  zureadas  y  empapadas  con  la  sangre 
de  muchos  misioneros  de  Ocopa,  lo  mismo  quelas  pampas  del 
I  dilatado  Pajonal,  y  que  no  han  obtenido  en  esos  lugares 
¡   iguales  resultados;  pero  la  presente  obra  también  manifiesta 
que,  á  no  ser  por  los  universales  disturbios  causados  por  el 
pretenso  Santos  A  tahtcallpa  y  después  por  la  independen- 
cia de  la  República,  estarían  esas  comarcas  mas  florecientes 
todavía  que  las  primeras.  El  catálogo  de  los  mártires  Misione- 
ros, que  vá  eñ  el  apéndice  siguiente;  los  55  religiosos  muertos 
de  este  Colegio  desde  su  restauración  en  1838;  losque  habien- 
do pertenecido  á  él  se  hallan  en  los  Colegios  de  Lima,  Cuzco, 


■í 


--  ase-. 

Arequipa,  Quito  é  lea,  no  menos  que  en  varios  puntos 
esta  República,  en  la  de  Solivia,  en  España  y  Palestina,] 
los  puqblos  que  verán  más  adelante  en  su  lugar  del  a| 
ce  reducidos  por  los  PP.  de  Ocopa,  ayudados  por  alganosi 
los  de  otros  Colegios,  manifiestan  asimismo  como  empl 
los  PP.  Misioneros  el  tiempo,  la  saludy  la  vida.  Juzgue,  pi 
la  sociedad  imparcial  con  conocimiento  de  causa.  No pedii 
de  ella  indulgencia;  sino  á  la  divina  Clemencia  del  Dioii 
las  Misericordias,  que  se  digne  mirarnos  con  ojc^  de 
nevolencia,  acepte  nuestros  trabajos,  derrame  su  copie 
bendición  sobre  nuestras  almas  y  las  de  nuestros  encorné 
dos  y  sobre  todo  el  Perú,  y  acoja  la  presente  obrita 
dirigimos  á  su  mayor  gloria  y  provecho  de  nuestros  pi^ 
mes.  Amen. 


APÉNDICE. 


Aunque  con  lo  referido  en  las  dos  Épocas,  por  que  ha 
pasado  este  Colegio  de  Propaganda  Fide  de  Santa  Rosa  de 
Santa  María  de  Ocopa,  podríamos  dar  por  concluido  nuestro 
trabajo,  queremos  sin  embargo  continuar  nuestra  tarea, 
aunque  poniendo  en  otra  forma  los  capítulos  que  siguen 
hasta  el  fin,  pues  así  lo  exigen  las  diversas  cosas  de  que  va- 
mos á  tratar,  tan  interesantes  como  las  que  hemos  visto 
hasta  aquí,  según  podrán  juzgar  nuestros  lectores  por  sí 
mismos. 

En  el  presente  siglo,  llamado  siglo  de  las  luces  y  de  2i- 
hertad^  pero  en  que  se  cumple  en  muchos  el  oráculo  divino, 
de  que  viendo  no  ven^  js,  que  estiman  por  libertad  al  des- 
orden moral  y  social,  creyendo  verdadero  progreso  la  desen- 
frenada lioencia  que  se  toman  para  destruir  todo  lo  que  no  se 
acomoda  á  interesadas  miras  de  sensualidad  y  epicurismo;  es 
más  necesario  que  nunca  argüir  contra  esos  tales  con  la  irre- 
sistible lógica  de  los  hechos,  cuyos  argumentos  pueden  pal- 
par hasta  esos  mismos  ciegos  voluntarios  y  atolondrados  por 
sistema,  invitándolos  á  que  por  su  parte,  dejándose  de  hue- 
cas y  altisonantes  frases  con  que  quieren  ensordecer  y  cegar 
ia  sociedad,  por  medio  de  la  tribuna  y  el  periodismo,  hagan 
otro  tanto,  oponiendo  argumentos  de  igual  clase  á  las  ver- 
dades prácticas  inspiradas  por  el  catolicismo  y  sus  institutos 
religiosos. 

Hasta  donde  alcancen  nuestros  propósitos,  en  vista  del 
«aclarecido  ejemplo  de  nuestros  buenos  PP.  y  HH.  que  nos 
han  precedido,  y  cuyas  huellas  protestamos  querer^  seguir, 
lo  juzgarán  los  que  den  una  rápida  ojeada  á  los  capíj;ulos  si- 
guientes. 


* ""^ 


CAPITULO  XILXIII. 


Sapediente  ó  informe  de  Hmo.  8r-  Anohispo  de  Bexiio  yAdi 


doT  Apostólico,  Dr.  D.  Manuel  Teodoro  del  Valle,  ydelT 
dian  de  Ocopa,  relativo  á  la  conducta  de  los  PP. 
que  Be  haUan  entre  iníielea  en  las  Converaiones  de  Oeop» 


Como  las  calumnias  que  en  los  periódicos  de  la 
de  esta  República  se  han  prohijado  y  glosado  en  artíc 
de  fondo  en  varias  ocasiones,  principalmente  enelperi 
intitulado  Bl  NdcioTtal  y  por  sus  conocidos  Directores, 
lumnias  dirigidas  contra  los  PP.  Misioneros^  y  que  no 
habrian  podido  dirigir  contra  ningún  asesino  de  prof< 
(y  reconocerán  no  exageramos  en  esto  los  que  hayan  leí 
las  nueve  columnas  con  que  años  atrás  ilustró  el  í 
cional  un  tal  Señor  Vargas,  y  las  de  un  tal  Señor  Sandi)  fae 
ya  desvanecidas  como  el  humo  por  los  Periódicos  el  Ptr^ 
nOy  el  Católico,  el  Progreso  Católico,  la  Sociedad  j  oW 
para  no  alargar  desmedidamente  la  presente  obra  y  noab» 
sar  de  la  paciencia  y  de  la  pérdida  de  tiempo  del  que  lep- 
re  este  Apéndice,  nos  contentaremos  con  remitir  á  nuesW 
lectores  á  los  artículos  del  referido  Periódico  oficial  el  P^ 
ruano  escritos  por  el  Señor  Prefecto  de  la  Provincia  Litofll 
de  Loreto,  ^mn¿r,  empleado  que,  aunque  predispuesto* 
un  principio  por  la  maledicencia  contra  los  PP.  Misioos«» 
los  reivindicó  satisfactoriamente,  instruido  después  cofl»j 
trato  de  los  mismos,  en  particular  del  P.  Calvo,  como  yt 
ha  visto  en  la  presente  Historia;  y  á  los  demás  Comuni 
firmados  por  elP.  Sala,  el  Conductor  de  la  Colonia  Alea* 


—  263  — 

y  quien  creyó  deber  volver  por  los  PP.  Misioneros  desde 
aquella  remotísima  Nación,  y  otros. 

Solo  aquí  copiamos  literalmente  un  informe  que  pidió  el 
Se£Lor  Fiscal  de  la  Corte  Suprema  al  Diocesano,  y  este  á  su 
^ez  al  Guardian  de  esta  Comunidad,  dictamen  que  por  la 
£nra,Tedad  del  caso,  no  habiendo  hasta  ahora  salido  de  los 
Archivos  de  este  Colegio  y  del  de  los  Despachos  guterna- 
mentales  del  Estado,  es  justo  puedan  leer  los  aficionados. 

Es  del  tenor  siguiente: 

HiIOTme  del  limo.  8.  ArEObispo  de  Beriio  y  Adminiatrador 

ApoBtóUoo  de  Hnánnco» 

Excelentísimo  Señor: 

LiOS  Misiones  del  Ucayali  y  las  poblaciones  que  ellas  compren- 
den están  situadas  en  la  Diócesis  de  Chachapoyas  y  no  en  esta  de 
Huanaco.  Sin  embargo,  como  los  Misioneros  que  se  consagran  á  la 
conversión  de  infieles  salen  del  colegio  de  Santa  Rosa  de  Ocopa, 
para  evacuar  el  informe  que  V.  E.  ha  tenido  ¿  bien  pedirme,  he 
oído  antes  al  R.  P.  Guardian  de  dicho  convento,  que  ha  servido  las 
Misiones  por  algunos  años  y  prácticamente  ha  adquirido  perfecto 
conocimiento  de  lo  que  pasa  en  ellas.  A  lo  espuesto  por  eite  reli- 
gioso poco  tengo  que  añadir. 

Jamás  los  misioneros  han  desobedecido  las  órdenes  del  Supre- 
mo Gobierno,  y  de  las  autoridades  respectivas,  pues  los  vemos 
siempre  acudir  á  ellas,  ya  pidiendo  su  protección,  ya  obedecien- 
do á  sus  disposiciones.  Los  religiosos  son  el  único  vínculo  que  une 
á  los  salvajes  del  Ucayali  y  á  las  tribus  nómadas,  que  tratan  de  ci- 
vilizar, con  las  autoridades  políticas  y  eclesiásticas  del  Perú. 

Efl  hasta  ridículo  asegurar  que  predican  la  obediencia  al  gobier- 
no español  religiosos  perseguidos  por  los  gobiernos  irreligiosos  de 
España,  connaturalizados  en  nuestra  patria,  y  resueltos  á  vivir  y 
morir  en  ella,  sin  contacto  alguno  con  el  Gobierno  y  autoridades 
de  la  Península  y  de  un  gobierno  que  en  los  seis  años  que  lleva  de 
revoluciones  internas  ha  quedado  reducido  á  la  impotencia. 

Por  su  instituto  los  misioneros  están  obligados  á  atraer  con  dá- 
divas y  otros  medios  de  amor  y  caridad  las  familias  errantes  por 
nuestras  montañas.  Sabido  es  que  todas  las  tribus  de  nuestras 
{  montañas  no  forman  poblaciones  sino  pequeños  caseríos  compues- 
'    tos  de  la  misma  familia  y  que  sus  pobladores  en  su  mayor  parte 


~  264  — 

vivea  de  la  caza  ó  de  la  pesca;  que.  cuando  se  cansan  de  kabitar 
un  lugar  se  trasladan  á  otro  distante,  con  el  pequeüo  menage 
forma  todo  su  haber.  Las  causas  de  estas  traslaciones  son  para 
familias  las  mas  insignificantes.  El  fallecimiento  de  un  miembí^ 
de  ella  es  bastante  para  dejar  el  cadáver  enterrado  en  la  antlgui 
habitación  y  abandonar  el  lugar.  Con  estos  hábitos  de  la  familü 
infiel,  con  ese  deseo  de  libertad  é  independencia  completa  de  todc 
lo  que  no  sea  la  autoridad  paterna;  con  esa  inclinación  decidida  i 
cambiar  de  localidad  según  sus  necesidades  ó  gustos  ío  piden,  ya 
situándose  en  las  riberas  de  los  grandes  rios,  ya  internándose  cu 
los  bosques  por  los  rios  pequeños,  el  primer  afán  del  misionero  es 
formar  población  procurando  la  estabilidad  en  ella  de  las  familias. 
Son  incalculables  las  fatigas  que  pasa  para  conseguirlo  y  la  espe- 
riencia  ha  enseñado  que  no  basta  veinte  ni  treinta  años  para  radi- 
car una  familia  y  hacer  que  abandone  los  hábitos  de  la  vida  er- 
rante. 

Apenas  el  misionero  se  retira  de  una  población  que  ha  formado 
y  á  cuyas  necesidades  espirituales  y  temporales  atiende,  cuando 
la  población  poco  á  poco  se  dispersa.  Esto  ha  sucedido  con  los  pue- 
blos que  numera  el  señor  Prefecto  de  Loreto.  Fueron  poblaciones 
fundadas  y  sostenidas  por  los  antiguos  misioneros  y  desax>areeie- 
ron  cuando  estos  faltaron. 

Esto  es  lo  que  actualmente  está  sucediendo  en  el  pueblo  de  Sa« 
rayacu,  cuyo  número  de  habitantes  va  disminuyendo  palpable- 
mente desde  que  los  padres  misioneros  se  han  retirado  de  él. 

Esto  es  lo  que  irrita  á  los  gobernadores  de  Sarayacu,  y  esta  et 
la  única  y  verdadera  causa  de  sus  quejas  en  la  que  no  tienen  parte 
alguna  los  misioneros.  Después  de  fundado  un  pueblo,  j  estable- 
cido regularmente  y  pasado  cierto  número  de  años,  según  las  bulas 
Inocencianas,  se  entregan  á  la  jurisdicción  del  diocesano,  y  el  mi* 
sionero  pasa  á  fundar  y  establecer  otro  pueblo.  Esto  es  lo  que  han 
hecho  los  misioneros  fundando  los  pueblos  de  Gayanya  y  Gaachi- 
boya. 

No  es  por  cierto  un  delito  el  que  familias  residentes  en  Saraya- 
cu hayan  preferido  acompañarlos  y  establecerse  á  su  lado.  El  ins- 
tinto del  bienestar  y  el  derecho  de  cambiar  de  domicilio  son  natu- 
rales en  el  hombre  y  no  hay  ley  que  lo  prohiba. 

El  misionero,  E.  S.,  primero  se  hace  amar  del  salvaje,  puesto 
que  consigo  no  lleva  otras  armas  que  su  Crucifijo  y  su  breviario; 
y  ese  amor  á  los  cuidados  paternales  con  que  atiende  al  neófito  j 
su  familia  hacen  la  transformación  que  vemos  en  esas  pequeñas 
poblaciones.  El  infiel  obedece  al  misionero  por  amor  y  abrumada 
por  los  beneficios  que  le  prodiga.  Asegurar  pues  que  los  infieles  6 


—  265  — 

boteófitos  son  esclavos  del  misionero,  que  este  los  hace  trabajar  en 
i8U  provecho,  que  emprende  grandes  especulaciones,  que  los  flajela 
jr  que  son  tratados  con  dureza  inaudita,  son  aseveraciones  que  solo 
'caben  en  los  malos  informes  y  en  las  pasiones  mezquinas  de  algu- 
-nos  especuladores  en  las  riberas  del  Ucayali,  especuladores  á  quie- 
nes ha  creido  el  señor  Prefecto  de  Loreto  con  lamentable  facilidad. 
El  salvaje  es  enemigo  del  trabajo  material;  con  una  hora  de  ca- 
za ó  pesca  tiene  mas  de  lo  necesario  para  atender  á  su  subsistencia 
\y  ¿  la  de  su  familia:  y  á  esto  están  reducidas  todas  sus  necesida- 
l^es.  No  toleraría,  pues,  que  se  lo  impusiesen  grandes  trabajos,  y  se 
I  tetiraria  inmediatamente  de  la  población  para  continuar  su  vida 
nómada:  mucho  menos  tolerada  el  mal  trato  y  la  flajelacion.  Aquí 
incurre  el  señor  Prefecto  de  Loreto  en  una  contradicción  palpable, 
¡  pues  una  hoja  mas  adelante  asegura  que  los  indios  de  esas  pobla- 
'  «iones  creen  y  respetan  mucho  la  palabra  del  misionero;  luego  no  es 
:  necesario  ocurrir  á  medidas  violentas  para  hacer  obedecer  al  indio; 
;  luego  todas  esas  acusaciones  caen  por  tierra  desde  que  hay  amor  y 
respeto,  y  ese  amor  y  respeto  lo  engendran  y  lo  conservan  los  be- 
neficios materiales  que  el  indio  recibe  del  misionero;  porque  no 
hay  en  el  orden  de  la  naturaleza  otro  medio  de  hacerse  querer  que 
el  hacer  bienes  á  sus  semejantes. 

La  aserción  de  que  los  misioneros  hacen  un  gran  comercio  y 
acumulan  grandes  caudales  está  destituida  de  todo  fundamento. 
SI  un  poco  de  pescado  salado,  unas  cuantas  libras  de  cera  y  algu- 
nas ollas  de  manteca  de  vaca  marina  son  bastantes  para  improvisar 
grandes  capitales  que  proporcionen  al  año  la  suma  de  quinientos 
6  seis  mil  pesos,  que  el  Sr.  Prefecto  asegura  arbitrariamente  remi- 
ten los  misioneros  al  General  de  su  orden,  está  probado  que  en  las 
riberas  del  Ucayali  y  del  Amazonas  es  donde  existen  los  mas  gran- 
des capitalistas  del  Perú;  pues  es  muy  constante  que  hay  muchos 
comerciantes  nacionales  y  brasileños,  que  en  esas  regiones  se  ocu- 
pan de  ese  mezquino  tráfico;  y  seria  una  lástima  que  personas  tan 
acaudaladas  viviesen  y  muriesen  en  esos  desiertos,  pudiendo  ser 
mas  útiles  á  la  sociedad  estableciéndose  en  Lima,  ó  en  alguno  de 
ios  centros  comerciales  de  América.  Compasión  da  leer  estas  cosas 
;    en  un  documento  oficial. 

Los  misioneros.  Señor,  viven  de  escasas  limosnas,  y  con  ellas 
atienden  á  su  subsistencia,  al  culto  de  las  iglesias  que  fabrican  y 
k  las  necesidades  materiales  de  las  familias  que  reducen  á  la  vida 
social:  viven  pobremente,  por  dar  á  otros  lo  que  necesitan,  y  esas 
pequeñas  industrias  de  cera  y  pescado  salado,  si  las  hay,  sirven  no. 
para  enriquecerse  sino  para  atender  á  necesidades  premiosas,  Go- 
mo Síndico  que  he  sido  veinte  y  siete  años  de  esas  misiones,  co- 


—  266  — 

nozco  sus  miserabilísimas  entradas  y  sus  crecidos  gasU^Li 
mosnas  son  muy  pocas,  y  Ocopa  tiene  que  sostener  una  gras 
de  los  gastos  de  la  misión.  Puede  comprobarse  por  mi  libro  de 
que  esos  crecidos  é  imaginarios  fondos  nunca  han  pasado  de 
mil  quinientos  pesos,  los  mismos  que  se  han  consumido  cadi 
en  gastos  naturales  de  las  misiones. 

Es  cierto  que  desde  el  año  mil  ochocientos  cuarenta  y  tres 
nen  fígurando  en  los  presupuestos  de  la  nación  una  partida  át 
mil  pesos  para  gastos  de  misiones  entre  infieles;  mas  desgiws 
mente  jamás  se  ha  abonado  esa  partida.  Recuerdo  que  ahors 
me  presenté  al  supremo  Gobierno,  pidiendo  el  pago  de  esa 
el  Ministerio  de  Justicia  pidió  informe  al  Director  general  df 
cienda  que  lo  era  entonces  D.  José  Mendiburu,  y  este  espusj, 
los  tres  mil  pesos  del  presupuesto  figuraban  en  él  como  uu 
da  de  lujo  y  que  nunca  se  habia  pagado.  Volvió  mi  recurso 
nisterio,  el  cual  después  de  tantos  años  está  sin  resolverse? 
que  hasta  ahora  sepa  yo  su  paradero. 

Entre  tanto  por  lo  que  sé  y  por  los  datos  que  tengo  puedi 
gurar  á  V.  E.  que  los  misioneros  nada  cuestan  al  Erario,  b 
inmenso  bien  en  las  montañas  del  Ucayali;  syn  los  que  mas 
tan  nuestra  Constitución  y  nuestro  Gobierno,  y  sin  ellas  la 
vecina  se  habria  apropiado  de  vastas  soledades  que  perteneea 
Perú. 

La  vida  ejemplar  de  los  religiosos  de  Ocopa  está  en  la  contí 
cia  de  todo  el  mundo,  especialmente  de  las  provincias  de  Hsis 
yo,  Jauja  y  Tarma.  Los  hombres  no  mudan  repentinamentf 
hábitos  y  costumbres  por  el  solo  hecho  de  trasladarse  á  los  deij 
tos  del  Ucayali,  mucho  menos  cuando  saben  que  Dios  está  en  tai 
partes  y  escudriña  los  secretos  mas  recónditos  del  corazón. 

Santa  Visita  Pastoral.— Huancay a  Diciembre  22  de  1€T3.- 

lentisimo  Sr. 

Inloime  del  P.  Oaardian  de  Ocopa, 

Ilmo.  señob: 

Cumpliendo  con  lo  mandado  por  V.  S.  L  y  como  el  Sr.Fiscá 
la  Corte  suprema  ha  reducido  los  puntos  á  que  debe  concretar 
larga  nota  del  Sr.  Prefecto  del  departamento  de  Loreto,  dirigí 
Sr.  Ministro  de  Justicia,  Culto,  Instrucción  y  Beneficencia, 
á  los  RR.  PP.  Misioneros  residentes  en  el  rio  Ucayali  y  sus 
diaciones,  pertenecientes  á  este  Colegio  y  subditos  de  esta 


—  267  — 
1,  creo,  I.  Sr.,  dober  empezar  mi  informe  esclareciéndolos  y 
ader  después  directamente  á  los  varios  cargos  del  menciona- 
Prefecto,  del  Sr.  Sub  Prefecto  de  la  provincia  del  Huallaga, 

Sr. ^Gobernador  de  Sarayacu. 

meramente  el  Sr.  Fiscal  de  la  Cdrle  suprema  en  su  nota  al 
nistro  de  Justicia,  etc.,  feduce  los  cargos  aducidos  por  el  se- 
■efeclo  del  Departamento  de  Loreto  á  los  puntos  siguientes: 
los  RR.  PP.  de  Ocopa  no  cumplen  con  su  misión  Apoetólica, 
por  el  contrario  se  entregan  á  especulaciones  opuestas  é  su 
terio, — que  corrompen  las  costumbres  de  los  habitantes  del 
1¡, — Igs  instigan  á  que  no  obedezcan  las  autoridades, — y  que 
en  de  los  caseríos  que  ocupan  á  lugares  distantes  de  las  ri- 
de  los  rios  á  ñn  de  especular  ellos  solos  con  el  de  esos  infe- 
y  concluye  pidiendo,  etc.» 

■a  esclarecimiento  del  primer  punto,  á  saber;  «que  los  PP.  de 
Colegio  no  cumplen  con  su  misión  Apostólica ,  etc.»  diré  á 
.  que  todos  los  PP.  sujetos  á  esta  Guardianfa  procuran  cum- 
íactamenle  las  Bulas  Apostólicas,  emanadas  para  la  dirección 
Colegios  de  Propaganda  Fide,  en  especial  las  llamadas  Ino- 
nas;  los  decretos  de  la  Sagrada  congregación  concernientes 
nismos  Colegios,  las  Constituciones  generales  y  Municipales, 
zadaspor  aquellas  y  mandadas  observar  por  los  segundos, 
las  veces;  las  disposiciones  emanadas  de  nuestros  superiores 
lies,  de  S.  S.  I.  y  demás  superiores  eclesiásticos,  en  lo  relati- 
ígulares;  los  Códigos  de  la  República  y  las  disposiciones  de 
ttoridades  civiles.  A  todo  eso,  I.  S.,  procuramos  conformar 
as  costumbres,  sobre  ello  se  basa  nuestra  enseñanza  pi^blica 
ada,  y  si  los  prelados  superiores  y  de  este  Colegio  hallamos 
subditos  cualquier  discrepancia,  aunque  sea  en  materia 
irocuramos  por  todos  los  medios  posibles  corregirla;  por  ma- 
ue  eso  consideramos  como  objeto  de  nuestro  Derecho  canó- 
■egular,  y  civil  inmediato,  y  ese  procuramos  cumplir  con  la 
■  exactitudy  perfección  á  que  alcanzan  nuestras  débiles  fuer- 
lyo  testigo  es  la  República  entera,  tanto  dentro  como  fuera 
legio;  no  solo  entre  fieles,  sino  mucho  mas  entre  infieles, 
estigo  es  el  infrascrito,  á  lo  menos  por  el  tiempo  que  estuvo 
¡erior  en  aquellas  misiones. 

modo  que,  in  verbo  tacerdoiis,  puedo  asegurar  á  S.  S.  I.  no 
visto,  ni  tener  conocimiento  de  especulación  alguna  agena 
tstro  ministerio  que  los  prelados  hayan  disimulado,  y  no  ha- 
rregido  pronto  y  eficazmente,  aun  cuando  no  hubiese  sido 

,je  en  materia  mínima. 

Por  lo  demás  el  pretender  que  los  misioneros,  por  ser  tales  ha- 


—  268  — 

yan  de  dejar  de  ser  hombres,  y  se  les  deba  considerar 
mente  impecables,  es  cosa  deseable  pero  no  asequible  á  li 
leza*  humana. 

Evacuado  el  primer  punto,  paso  al  segundo,  que  cihlI 
corromper  dichos  PP.  las  costumbres  de  los  habitantes  del 
li.»  Todo  lo  contrario  debo  decir  á'V.  S.  I,  y  á  todo  el  m 
testimonio  de  la  verdad.  Antes  bien,  por  ponerse  dichos  Pa 
corrupción  inveterada  que  reina  en  aquellos  lugares,  por 
algunos  sujetos  domiciliados  allá  y  fugitivos  del  Brasil,  del 
jero  y  de  varios  puntos  de  la  República,  nunca  han  dejad? 
docer,  ni  podrán  dejar  de  padecer  en  adelante  la  persecuc; 
ó  menos  declarada,  de  que  es  testigo  la  República  entera, 
hace  fé  legal  el  Archivo  de  la  Gobernación  de  Sara^'aca, 
aquellas  misiones,  de  los  cuales  he  tenido  necesidad  de  i 
me  estando  en  esos  lugares,  y  por  la  bondad  del  Sr. 
D.  Wenceslao  Jaña,  que  se  Signó  franquearme  la  leclun 
mas  de  las  notas  de  aquel  dicho  Archivo,  y  en  las  que 
cualquiera  las  repetidas  disposiciones  dadas  por  las  au 
de  aquella  Gobernación,  sobre  todo  por  los  Sres.  Prefectos 
Departamento,  al  efecto  de  reprimir  las  temeridades  de 
individuos  contra  los  neófitos  y  de  un  modo  especial  e 
misioneros,  á  quienes  honran  singularmente.  Aunque  lo  dk] 
dria  parecer  suficiente,  para  el  esclarecimiento  de  este 
punto,  no  puedo  dejar  de  poner  aquí  el  modo  de  vivir  anuí 
de  los  PP.  misioneros  en  aquellos  lugares. 

Diariamente  se  levantan  á  las  cuatro  de  la  mañana  6  an 
cen  media  hora  de  meditación,  rezan  horas,  dicen  misa, 
el  Catecismo  por  una  hora,  y  después  de  hecha,  por  otra 
mas,  la  escuela  de  los  niños,  emplean  lo  restante  en  el 
en  la  dirección  de  las  obras  indispensables  de  la  misión, 
tarde  á  las  cuatro  enseñan  otra  vez  el  Catecismo  por  una  b 
zan  la  Corona  y  después  media  hora  de  oración  mental,  ios 
tines  suelen  rezarlos  á  las  tres  de  la  tarde,  á  los  que  pi 
rezo  de  las  Vísperas.  De  modo  que  desde  las  cuatro  de  la 
hasta  las  diez  de  la  noche,  que  es  la  hora  de  acx>slarse,  tieoea 
pado  bien  el  tiempo.  Nadie  sale  ¿el  convento  sin  licencia  del 
Superior,  ni  aun  para  asistir  á  los  enfermos,  á  los  cuales  n 
cerdole  acompañado  de  un  muchacho.  De  estos  se  sirven  fid! 
te  los  PP.  para  el  servicio  necesario,  y  nunca  se  permite  la  e 
al  interior  de  los  Hospicios,  y  solo  pueden  entrar  á  cosas 
rías  hasta  el  lugar  del  recibimiento  común.  Se  predica  ál*^ 
fítos  indispensablemente  todos  los  domingos  y  fiestas,  ma 
ees  además  por  los  sábados  después  de  la  Salve  cantada;  é 


—  269  — 

►  reza  la  Vía-Cnicis  con  el  pueblo,  todos  los  días  el  Rosario  ó  Co- 
de  María  Santísima,  y  el  domingo  las  dos  cosas  y  el  Trisagio. 
exámenes  públicos  del  rezo  en  la  iglesia,  los  PP.  ban  de  bacer 
Idispensablemente  los  Santos  ejercicios  por  cebo  dias  todos  los 
Elos,  y  los  mas  de  ellos  mensualmente  el  dia  de  retiro,  no  estando 
npcdidos.  Abora  pues,  I.  S.,  si  eso  es  corromper  los  pueblos,  Su 
.  I.,  Juez  competente  en  la  materia  y  escepcional  dará  su  fallo, 
ío  podría  añadir,  I.  S.,  otras  mucbas  cosas  á  este  propósito,  que 
ior  razones  omito,  y  también  por  no  alargar  este  informe  mas  de 
^  conveniente. 

I  Paso  pues  al  tercer  punto,  «que  los  PP.  instigan  (á  los  neófitos) 
\  qixe  no  obedezcan  á  las  autoridades.»  Esto,  1.  S.,  es  tan  al  céntra- 
lo, que  los  PP,  misioneros  no  pocas  veces  se  han  visto  en  grandes 
labajos  y  peligros  por  querer  sujetar  eficazmente  á  dichos  neófitos 
I  las  autoridades  constituidas:  los  misioneros  ban  mantenido  á  sus 
lispensas  á  empleados  públicos,  y  á  señores  recomendados  por  el 
gobierno,  que  puedo  nombrar  siempre  que  convenga,  les  han  dado 
Uojamiento  conveniente  á  su  calidad  por  mucho  tiempo;  han  obli- 
^do  los  dichos  PP.  á  los  neófitos,  á  fabricar  la  casa  de  Gobierno  y 
ban  dejado  espeditas  para  las  Autoridades  civiles  algunos  conven- 
jos,  fabricados  á  espensas  de  la  Misión.  Y  con  esto  he  á  S.  S.  I.  in- 
formado suficientemente  sobre  este  punto. 

Últimamente,  «que  los  PP.  instigan  á  aquellos  moradores  á  que 
Be  alejen  de  los  caseríos,»  etc.  Digo  á  V.  S.  1.  que  alguna  vez,  en 
unión  con  la  autoridad  civil,  ban  tomado  losPP.  Misioneros  las  me- 
didas que  les  ha  dictado  la  prudencia  para  obligar  á  los  neófitos  á 
volver  á  sus  respectivos  pueblos,  al  vagar  por  muchos'  años   por 
aquellas  dilatadas  montañas,  á  fin  de  instruirlos,  civilizarlos  y  de 
sujetarlos  á  las  autoridades,  de  cuya  verdad  es  testigo  el  infrascri- 
to y  los  Gobernadores  de  Sarayacu,  y  de  todo  lo  actuado  se  dio 
cuenta  Inmediatamente  al  Diocesano  y  á  la  Prefectura  departamen- 
tal, y  este  fué  el  caso,  tan  errónea  y  odiosamente  pintado,  de  un 
Ilugar  llamado  Puca-curu,  único  en  la  materia  y  que  por  cierto  na- 
da favorece  á  los  émulos  de  los  PP.  Misioneros.  En  cuanto  á  lo  que 
se  añade,  «que  ocupan  á  lugares  distantes  de  las  ribesas  de  losriod 
(¿  los  neófitos,)  á  fin  de  especular  etc..»  es  eso,  I.  S.,  tan  al  contra- 
río, que  los  pueblos  de  Cayariya  y  de  Caschiboya,  de  que  se  hace 
méríto  en  la  vista  Fiscal,  están  situados  en  la  ribera  de  los  ríos  de 
los  nombres  que  llevan,  y  Han  inmediatos  á  ellos  que  distan  solo 
un  tiro  de  piedra  el  primero,  y  de  fusil  el  segundo.  Y  como  los  ha- 
cen parecer  tan  distante  del  famoso  rio  ücayali,  puedo  asegurar  á 
V.  S.  I.  que  no  pocas  ocasiones  del  año  están  verdaderamente  etk 
medio  de  dicho  rio.  Prueba  evidente  de  ejilo  es,  que  el  R.  P.  Fray 


—  270  — 

Buenaventura  Torremorell  en  el  año  1862  desde  adentre  ¿5 
vento  de  Gayariya  paseó  en  las  aguas  del  Ucayali,  que  f] 
mente  suben  rebalzando  por  el  rio  Gayariya  hasta  tres  Ie¿ 
arriba  de  su  pueblo,  y  de  que  soy  testigo.  Por  lo  que  re^í 
pueblo  de  Gaschiboya,  no  dista  mas  que  una  escasa  milla  di' 
guo  cauce  del  Ucayali,  y  las  dos  leguas  que  sigue  hasta  ii 
presente  de  dicho  rio,  es  una  de  las  mas  hermosas  laguna  j 
fecundas  en  toda  clase  de  peces  que  se  conocen,  la  cual  be 
muchas  veces,  y  á  mi  parecer,  es  navegable  á  vapor  hasta  i 
de  una  milla  del  pueblo  mencionado.  Ahora  permítame,  LS 
sobre  lo  presente  una  pequeña  y  oportuna  reQexion. 

El  pueblo  de  Tierra-blanca  se  loba  llevado,  desde  el  £ 
que  lo  dejé  en  buen  estado,  el  caudaloso  rio  Ucayali;  el  pu 
tiguo  de  Canchahuayo  es  desde  muchos  años  una  laguna 
por  el  mismo  Ucayali.  El  pueblo  que  se  estaba  formando») 
ta  Gatalina  y  el  Ucayali,  es  hoy  una  laguna  por  la  cual  he 
etc.;  mas  el  pueblo  de  Santa  Gatalina  es  evidente  que  dista  árl 
á  cinco  dias  del  Ucayali,  según  las  avenidas  de  aquel  rio;  já 
solo  puede  transitarse  por  él,  arrastrando  la  canoa;  desde  S¿eSi 
talina  hasta  Yanayacu  se  va  indispensablemente  por  tiemj 
jándose  del  Ucayali;  el  mismo  memorable  pueblo  de  Sara^-aca 
ta  una  legua  de  ese  mismo  rio.  En  el  rio  Pisquí,  Huallaga  j  d 
Pajonal,  etc.,  hay,  y  hubo  muchos  pueblos,  muy  distantes  * 
rios  grandes,  y  todos  fueron  fundados  por  los  PP.  de  este  Ccd 
sin  que  nadie  haya  hablado  contra  ellos  por  esa  causa,  ¿y  la3W 
mérito  pretenden  encontrar  en  ellos  por  la  posición  de  lcwd<3Í 
eos  pueblos  de  Gayariyay  Gaschiboya.  ¿Yhan  de  atribuirlo! J 
intención  por  respecto  de  los  Padres?  1 

El  pueblo  de  Gayariya  fué  fundado  en  1859,  con  el  motir^J 
alega  en  sus  Noticias  Históricas  el  difunto  P.  Prefecto  Fr.  Vjííí 
Galvo,  y  por  la  epidemia  de  Santa  Gatalina,  cuyos  indiridii* 
trasladaron  allá  y  se  incorporaron  con  los  schipibos  de  aquel |í 
to:  forma  este  pueblo  con  el  de  Gaschiboya  una  necesaria  M 
para  ida  y  vuelta  de  Sarayacu,  á  seis  dias  de  distancia  enlr?< 
del  Pachitea.  Sin  esos  dos  pueblos,  los  diez  y  ocho  dias  á^vsé 
con  las  canoas,  que  hay  desde  Sarayacu  hasta  la  embocadumí 
rio  Pachitea.  y  otros  diez  y  ocho  de  aquí  hasta  el  MajTO  (¡^ 
sin  apoyo.  Por  lo  demás,  á  los  que  afirman  que  el  pueblo  de  (MÍ 
boya  fué  dispuesto  por  los  PP.,  yo  que  estaba  á  la  sazón  enSKÍ 
cu,  y  les  puedo  informar  de  la  verdad,  les  diría  en  caso  conf 
que  fué  contra  y  á  pesar  de  las  exhortaciones  de  los  PadreiJ 
ello  doy  por  garante  al  Sr.  Gobernador  D.  José  M.**  Reátegui,  i 
supliqué  me  ayudara  y  se  informara  bien  de  los  designios* 


—  271  — 

irayaquinos  por  sí  mismo.  Otro  designio  puede  atajar  dos  años 
ites,  y  de  que  di  cuenta  oportuna  al  limo.  Diocesano  y  Prefectu- 
del  Departamento.  Dejo,  I.  S.,  para  otra  ocasión  mas  oportuna 
iformar  mas  extensamente  sobre  éste  y  los  demás  puntos  anterio- 
ra; y  si  me  he  alargado  sobre  este  último,  es  por  lo  que  dice  el  se- 
íT  Fiscal  en  su  nota,  «que  todo  esto  necesitaría  un  minucioso  y 
ítenido  examen  de  las  causas  que  á  tales  cambios  hayan  contrí- 
lido». 

Finalmente,  como  nunca  se  podrá  probar  que  los  PP.  Misione- 
loa  ejerzan  ninguna  especulación,  fuera  de  la  que  es  peculiar  á  su 
mto  Ministerio,  de  reducir  á  los  infieles  al  conocimiento  de  la  fé» 
[ivilizarlcJs  y  hacerlos  buenos  ciudadanos,  etc.,  queda  á  mi  ver  eva- 
luado el  informe  por  lo  que  mira  á  la  nota  del  Sr.  Fiscal  de  la  Gór- 
|e  Suprema. 

Permítame,  I.  S.,  que  pase  ahora  á  informado  acerca  de  lo  per- 
mecieiite  á  la  nota,  que  el  Sr.  Prefecto  del  departamento  de  Lore- 
|o  se  sirve  elevar  al  conocimiento  del  Sr.  Ministro  de  Justicia,  Culto, 
'Instrucción  y  Beneficencia.  Yo  no  puedo  dispensarme  de  hablar, 
bien  que  con  brevedad,  sobre  algunos  puntos  relatados  en  dicha 
nota,  y  que  no  veo  suficientemente  esclarecidos  con  lo  antedicho  á 
S.  S.  I.  A  pesar  de  la  intención  que  claramente  se  desprende  al 
considerar  lo  contenido  en  la  nota  expresada;  su  fondo,  su  forma  y 
estilo  en  el  mpdo  de  expresarse,  yo  quiero  juzgar,  I.  S.,  que  dicho 
Sr.  Prefecto  Mariano  Adrián  Vargas,  ha  escrito  de  buena  fé;  pero 
por  otra  parte  muy  mal  informado,  acerca  de  los  hechos  que  consti- 
tuyen la  base  de  su  prolija  exposición  al  Supremo  Gobierno.  Por 
esto,  perdonando  á  dicho  señor  las  injurias  y  baldones  que  prodiga 
á  cada  paso  en  su  mencionada  nota  á  los  beneméritos  PP.  Misione- 
ros, paso  á  esclarecer  la  verdad  de  lo  que  ha  debido  sin  duda  igno- 
rar el  mencionado  Prefecto. 

Me  bastará  á  la  verdad,  I.  S.,  decir  á  S.  S.  I.,  que  según  anuncia 
dicho  Sr.  Vargas,  él  es  el  mismo  Sr.  Mayor  de  Ordenes  del  Aposta- 
dero de  Iquitos,  el  cual  dirigió  en  el  año  1866  un  parte  oficial  al  Su- 
premo Gobierno  de  la  República,  cuyo  parte  en  extremo  erróneo  y 
denigrante  contra  los  Padres  Misioneros,  fué  satisfactoriamente 
vindicado,  como  puede  ver  S.  S.  I.  leyendo  el  núm.  18  del  Peruano, 
periódico  oficial  de  Lima,  correspondiente  altomo52,  semestres  1.**, 
por  el  Sr.  Coronel  Prefecto  del  departamento  de  Loreto  de  aquella 
sazón,  D.  Benito  Arana  y  por  una  carta  de  un  militar  escrita  desde 
Iquitos,  dirigida  á  su  señor  padre  y  presentada  al  Sr.  Presidente  de 
la  República  en  tiempo  oportuno,  y  por  medio  de  la  cual  quedó  su 
Excelencia  el  Sr.  Presidente  mencionado,  completamente  satisfe- 
cho de  la  conducta  de  los  Padres  Misioneros  del  Uyacali,  hasta  el 


—  272  — 

punto  de  nombrar  de  Presidente  de  la  comisión  del  Pernizo, 
objeto  de  abrir  un  camino  desde  este  punto  hasta  el  pat 
Mayro,  al  R.  P.  Prefecto  Fr.  Vicente  Calvo,  ¿  pesar  de  rti\ 
y  cuya  comisión  desempeñó  satisfactoriamente,  cumpüendi? 
tamente  con  las  instrucciones  del  Supremo  Gobierno,  y  yA3\\ 
S.  S.  I.  en  el  cap.  22  de  «Noticias  Históricas  de  las  Misioneidí] 
les  é  Infieles»  de  este  Colegio  de  Ocopa. 

A  los  cargos  que  dicho  Sr.  B.  Adrián  Vargas  hace  contra  k 
sioneros  del  Ucayali,  y  que  él  dice  ser  principales  y  que  loai 
ligeramente,  es  á  saber  acerca  de  su  predicación,  incendios  <kl 
rios  pueblos,  comercio  de  efectos  de  dichos  Padres,  cuota 
blanca  impuesta  á  los  neófitos  de  las  Misiones,  remisiones  ii 
á  sus  generales  de  3u  Orden,  ningún  adelantamiento  en  las 
nes,  vida  regalada  de  dichos  Padres  y  demás  puntos  que  locsi 
Prefecto  D.  Mariano  Adrián  Vargas  en  su  Exposición  al 
Gobierno,  la  cual  concluye  con  estas  formales  palabras:  Toíííí 
tiesto  y  aun  mas,  es  verdad  y  puede  ser  corroborado  am  las 
cuyas  pruebas  yo  no  he  visto  ni  aun  en  la  apariencia,  despotf  I 
haberla  leido  con  detención  y  maduramente  reQexionado;  salB( 
pero  de  dicho  señor  esas  pruebas  alegadas  en  la  presente 
espero  informar  individual  y  extensamente  ¿  su  IlustrísíiD¿ 
todos  los  puntos  alegados  y  demás  que  alegare  el  mismo  Sr. 
fecto  ante  dicho.  Por  ahora  me  basta,  limo.  Sr.,  recordar  kSM 
las  palabras  formales  que  dijo  el  mencionado  en  esta  nota  Sr. 
fecto  D.  Benito  Arana,  al  P.  Prefecto  Fr.  Vicente  Calvo,  relatii 
los  cargos  é  inculpaciones  que  se  hacian  á  los  Padres  Mis 
del  Ucayali  por  parte  del  Sr.  Vargas,  en  aquella  sazón  Mayor, 
tualmente  Prefecto  de  aquel  departamento,  cuyas  palabras  soa| 
feralmente  como  se  refieren  en  las  Noticias  Históricas^  como 
leer  V.  S.  I.  en  su  pág  132  como  siguen:  Si  los  Padres  seprt 
en  el  Tribunal  contra  él  (el  Sr.  Vargas)  no  sabia  conu>  leiriaypeli^ 
do  que  no  saliese  bien  del  asunto,  pero  yo,  añadió,  par  razón  dd 
que  desempeño,  ke  de  averiguar  los  hechos  para  hacer  justicia  i 
la  tenga.  Cuya  comisión  de  cargo  desempeñó  dicho  Sr.  Arani¿i 
tisfaccion  de  la  nación,  como  refiere  la  Historia  contempor' 
como  podrá  ver  S.  S.  I.  en  el.  citado  lugar,  y  con  desvanecimí 
completo  del  parte  oficial  de  él  tantas  veces  mencionado,  enic 
Mayor,  y  hoy  Prefecto,  Sr.  D.  Mariano  Adrián  Vargas.  Y  finali 
para  no  molestar  la  atención  de  V.  S.  I.  mas  de  lo  que  requieiti 
delicada  materia  del  presente  informe,  concluiré  con  las  pal*' 
terminantes  del  Sr.  Fiscal  de  la  Corte  Suprema,  en  la  nota  dei 
presente  expediente,  es  á  saber:  Lo  que  se  dice  acerca  de  la  coi 
de  los  Religiosos  de  Ocopa  no  parece  creible  sino  se  prueba  de  nmi 
ra  fehaciente.  Y  con  esto,  I.  S.,  juzgo  baber  evacuado  el  informe! 


—  273  — 

ando  ante  V.  I,»  aunque  por  la  brevedad  del  tiempo  y  otras  cir* 
instancias  anejas  á  mi  ministerio,  brevemente  y  no  con  la  satis- 
iccion  que  deseara  el  infrascrito,  y  pide  la  delicadeza  y  trascen* 
encia  del  presente  asunto.  Pero  prometo  á  S.  S.  I.  informar  á  su 
itisfaccion,  y  al  Supremo  Gobierno,  mas  extensamente  y  con  di* 
iiinucion,  siempre  que  fuere  para  ello  requerido. 

Concluiré,  I.  S.,  el  tercer  informe  relativo  á  lo  contenido  en  las 
iotas  de  los  señores  Subprefectos  de  Tarapoto,  y  Gobernador  de 
terayacu;  diciendo  á  S.  S.  lima.,  que  lo  que  dice  el  primero  de  di- 
&08  seüores  acerca  del  pueblo  de  Leche,  carece  de  fundamento: 
mes  diclio  pueblo  nunca  perteneció  á  las  Misiones  de  Ocopa,  por 
ler  notablemente  fuera  de  su  circuito:  fuera  de  que  en  el  tiempo 
|ue  yo  estuve  en  las  Misiones  era  solamente  una  ranchería  de  cin- 
bo  casas,  compuesta  de  transeúntes,  perteneciente  al  Curato  inme- 
diato de  Tarapoto,  cuyos  individuos  eran  fugitivos  de  él,  se  hablan 
establecido  en  aquel  lugar  enteramente  desierto  y  en  extremo  dis- 
tante tanto  de  las  Misiones  como  de  dicho  Curato,  y  sin  anuencia* 
ni  consulta  de  las  Autoridades  civil  y  eclesiástica  respectivas.  Mal 
puede  pues,  y  solo  erróneamente,  achacar  dicho  señor  Subprefecto 
á  los  Padres  Misioneros  del  Ucayali  la  pérdida  de  dicho  pueblo  de 
Leche,  distante  como  está  de  dicho  rio,  cuatro  dias  de  camino  por 
él  itinerario  mas  breve  y  en  los  mejores  tiempos  del  año.  Cuya  ver. 
dad  asegura  el  infrascrito  informante  á  V.  S.  L,  pues  ha  hecho  la 
mayor  parte  de  dicho  itinerario  por  varios  caminos.  Solo  habiendo 
sido  mal  informado  dicho  señor  Subprefecto  de  Tarapoto,  á  causa 
de  las  distancias  increíbles  para  los  que  no  han  transitado  por 
aquellos  lugares,  pudo  relatar  en  su  nota  oficial  dirigida  al  Prefec- 
to del  departamento  lo  relativo  á  la  pérdida  del  insignificante  case- 
río que  han  querido  llamar  pueblo,  denominado  Leche.  Con  iguales 
fundamentos  y  tan  mal  informado  como  va  dicho,  pudo  inculpar  á 
los  Padres  Misioneros  del  Ucayali,  la  pérdida  del  pueblo  de  Saraya- 
cu;  pues  si  algún  deterioro  espiritual  recae,  al  menos  en  la  apa- 
riencia, sobre  dichos  Padres  por  el  poco  asiduo  cuidado  de  aquellas 
almas,  fué  á  causa  de  la  delicadeza  del  R.  P.  Prefecto  de  aquellas 
Misiones,  quien  en  la  erección  del  Curato  de  Santa  Catalina  y  de 
Yanayacu,  creyó,  de  buena  fé  haberse  anejado  á  dicho  Curato  el 
pueblo  de  Sarayacu,  hasta  haber  recibido  la  respuesta  respectiva 
de  sus  superiores,  transmitida  á  él  desde  este  Colegio  de  Ocopa  y  á 
quienes  consultara  al  efecto.  Pero  esto  fué  solo  por  el  tiempo  nece- 
sario para  dicha  consulta.  Perdonamos  á  dicho  señor  también  los 
calificativos  que  atribuye  á  los  mismos  Padres  ante  dichos,  y  solo 
ostrañamos  ser  tan  mal  informados  tanto  dicho  Sr.  Subprefecto, 
como  el  Sr.  Prefecto  del  departamento,  y  quizás  otras  Autoridades 

18 


—  274  — 

de  la  República,  acerca  del  asunto  capital  y  tan  odioso 
otros,  á  saber  que  defrauden  á  la  nación  con  el  crecido  aUr» 
ellos  (los  Padres  Misioneros)  emplean  sin  provecho  al^ao  n 
merosos  años  que  kabitan  el  Ucayali  con  el  nombre  de  «úiairQt 
solo  la  mala  fé  ó  la  ignorancia,  ó  ambas  á  dos,  pueden  a 
cosa  semejante  y  destituida  de  todo  fundamento.  Pues  es  oÉ 
I.  S.,  que  desde  el  Rdo.  é  limo.  Sr.  y  P.  Plaza,  de  quien  caD5a| 
recibió  del  Supremo  Gobierno  la  insignificante  cantidad  de 
sos,  con  el  objeto  de  poder  abrir  los  caminos  necesarios  en  1m 
tañas,  no  podrán  dichos  señores  ni  otro  alegar  documento  fe't 
te,  que  los  Padres  hayan  recibido  un  solo  centavo  de  Teso 
guna  de  esta  nación  con  motivo  del  cargo  de  las  misiones  df 
6  infieles;  pues  no  se  ha  recibido:  y  esto  después  de  haber 
el  Congreso  de  Huancayo  la  cantidad  de  3.000  pesos  para  el 
de  las  Misiones  de  infieles,  pertenecientes  á  este  Colegio  de 
y  las  repetidas  protestas  hechas  al  infrascrito  informante  i 
bre  del  Supremo  Gobierno,  por  el  Prefecto  departamental  Sr. 
ronel  D.  Carlos  Steenson,  y  á  quien  honró  con  una  correspo 
amigable  y  continua  todo  el  tiempo  que  estuvo  con  el  cargo  ij 
perior  en  aquellas  Misiones. 

Por  lo  respectivo  en  conclusión,  I.  S.,  á  la  nota  del  Sr  Cjá4 
dor  del  distrito  de  Sarayacu,  como  no  he  recibido  conlestiiáÉ 
mis  comunicaciones  dirigidas  al  R.  P.  Fr.  Ignacio  M.*  Saiaj 
ahora  no  puedo  informar  de  un  modo  conveniente  á  la  gra^ 
del  asunto  indicado  en  la  mencionada  nota  de  dicho  Sr.  GeísS 
dor, y  solo  digo  á  V.  S.  I.,  que  el  modo  de  portarse  los  Padres* 
Ucayali  singularmente,  por  lo  que  atañe  á  su  Superior  de  aqaá 
Misiones,  puede  inferirla  V.  S.  I.  de  lo  que  se  refiere  en  elca^ 
penúltimo  de  las  noticias  Históricas  de  nuestras  Misiones;  ti 
respecto  á  los  demás  Padres  puedo  asegurará  S.  S.  I.,  qnenifl? 
va  á  las  Misiones  de  infieles  sin  consulta  y  aprobación  delvfíí 
ble  Discretorio  de  este  colegio. 

De  propósito,  I.  S.,  he  querido  omitir  en  este  largo  InfonBtl 
rígido  á  V.  S.  lima,  algunos  puntos,  como  el  del  oro  que  segsi 
cree  sacan  los  Padres  de  algunos  puntos  de  las  montai5a3,eU^^ 
cuyos  asuntos  desvanecidos  tantas  veces,  por  ser  tan  erróJ*^ 
fantásticos,  por  la  Autoridad  civil,  y  otros  sugetos  que  menciw 
en  siendo  conveniente,  son  mas  dignos  de  risa  ó  de  desden,  q^ 
una  respuesta  seria;  y  así,  I.  S.,  he  juzgado  no  deber  tener  lu^ 
el  presente  informe. 

Esto  es  lo  que  puedo  y  debo  decir  á  S.  S.  I.  por  ahora  ea 
plimiento  de  lo  que  me  ordena  y  en  testimonio  de  la  verdad, 
Tándome  para  su  debido  tiempo  lo  mucho  que  resta  por  deflf 


—  275  — 

lar  mas  detalladamente  6  S.  I.  cuando  lo  juzgare  conve- 

I  ta  Rosa  de  Ocopa,  Diciembre  16  de  1873. 

V.  S.  I.  su  rendido  subdito,  humilde  Cap.  y  S.  S.  Q.  B.  L.  M. 

S.  lima. 


CAPITULO  XXXIV 


Indieioa  de  las  íaiig&B  ypaciencJa  de  loa  JPJP-  JCftíoaei» 


¿Qué  hacen  los  Frailes?  ¿Para  qué  sirven  los  misi 
en  la  ilustrada  y  culta  sociedad  del  siglo  XIX?  ¿Pok{! 
van  esos  piadosos  holgazanes  (así  nos  llama  en  franca 
español  el  mas  acreditado  Geógrafo  del  Perú)  todos  á 
montar  nuestras  inmensas  selvas,  ó  al  menos  á  ci 
cristianizar  tantos  miles  de  miles  de  Chunchos  de  düi 
montañas? 

¿Quéhacen  preguntaremos,  á  la  vez,  nosotros,  tantas 
manos,  tantos  VV;*, ,  tantos  FF/^?  Cuando  se  nos prej 
ipara  qué  sirven  los  Conventos ,  Monasterios  y  Cole^ 
Misioneros?  no  habremos  de  preguntar  también  ¿Paraqoé 
ven  las  Logias  de  Franc- masones,  las  Ventas  de  losO 
narios,  las  Tras-Logias  de  los  Iluminados?  Barruel,  Sej 
Mirbille,  Dupanloup,  Elmason  qtie  no  lo  es  müs.  Si 
dreo  de  Vero  na,  Los  Amigos  dé  los  pueblos^  la  ffiston 
Rolar cher  y  otros  y  otros  nos  contestan  tales  pregusi 
satisfacción;  nosotros  contestaremos  con  lo  que  sigue  í 
tinuacion  á  las  que  nos  hacen  los  masones,  lib  erales  é  i 

BAPIDÍSIHA.    OJEADA    SOBRE    LA    ORDEN     DE    LOS   FRA.ILBS  SS^ 
INSTITUIDA  POR  N.  S.  P.  S.  FRANCISCO  POR  DIVINA  INSPOUCSi^l 

En  la  actualidad  (1882)  nuestra  Seráfica  Religión  caí 
de  duración,  la  1.*  Orden:  674  años.  La  2/,  de  las  Sí 


—  ?77  — 

Hermanas  pobres,  hijas  de  Santa  Clara,  vulgo  Monjas  Ola-i 
risas:  670.  La  tercera,  llamada  de  Penitencia  para  los  Cató- 
licos de  todos  Estados  y  de  ambos  sexos;  661. 

Con  el  decurso  del  tiempo,  disponiéndolo  así  la  divina 
Providencia  y  aprobándolo  la  Iglesia  Católica,  se  instaló  la 
«agrada  Orden  de  los  Venerables  PP.  Capuchinos  y  Madres 
Capuchinas  (1525).  Tiene  sus  Santos  y  Beatos  en  su  Marti* 
rologio  y  en  el  Catálogo  de  la  Iglesia  Católica.  Ha  llegado 
d  tener  bajo  la  dependencia  de  su  Padre  General  56  provin- 
cias con  1.600  conventos.  Dios  prospere  aun  masa  estos 
beüeméritos  Hermanos  nuestros  é  Hijos  legítimos  de  Nues- 
tro P.  San  Francisco,  que  como  nosotros  mismos  guardan 
toda  la  Regla  Franciscana. 

1516.  En  tiempo  del  papa  León  X,  los  respetables  Pa- 
dres llamados  Conventuales  alcanzaron  dispensa  de  algunos 
preceptos  de  nuestra  Re^la,  y  desde  que  se  la  otorgó  ^1  Ro- 
mano Pontífice  viven  lícita  y  meritoriamente  bajo  la  obedien- 
<5ia  de  su  Maestro  General.  Tuvo  esa  seráfica  Orden  Francis- 
cana en  otros  mejores  tiempos  á  la  vez  36  Provincias  con  950 
Conventos.  Añadimos  lo  mismo  que  hemos  dicho  de  los  Pa- 
dres Capuchinos  y  hacemos  por  ellos  los  mismos  votos. 

La  3.'  Orden  de  penitencia  cuenta  no  por  miles,  sino  mas 
bien  por  millones  sus  Hijos  é  Hijas  de  todos  estados;  ecle- 
siástico, seglar,  soltero,  casado  y  viudo.  Además  contaba 
^n  otras  ocasiones  por  centenares  los  Conventos  de  terceros 
claustrales,  como  leemos  en  el  Manual  de  la  3.'  Orden.  Aun- 
<iue  los  primeros,  por  vivir  en  sus  casas  y  en  el  tráfago  del 
siglo,  están  sujetos  al  Reverendísimo  P.  General  de  la  Ob- 
servancia, los  demás  que  hacen  votos  simples  y  viven  en 
Comunidad  en  sus  Conventos  y  Monasterios,  tienen  su  cuar- 
to Superior  General,  independiente  de  los  otros  tres  men- 
cionados. 

Dejando  aparte  la  ramificación  de  las  Monjas  Clarisas, 
las  cuales  están  sujetas  al  General  de  la  Observancia,  y  las 
quenolo  están  á  los  limos.  Obispos  Diocesanos,  vengamos  ya 
álos  simples  Frailes  menores,  á  los  llamados  Descalzos,  Reco- 


—  278  — 

letos,  Reformados,  Alcantarinos,  Misioneros  y  sem 
todos  nosotros  igualmente  formamos  la  porción  comEii 
la  Observancia  y  nuestro  General  se  distingue  por  el 
de  Reverendísimo.  El  número  de  las  provincias  de  n 
regular  Observancia  en  otros  tiempos  era  de  166  y  el  de 
Conventos  era  de  3.500.  Ahora  bien;  si  á  estos  juntamos 
1.600  de  los  Capuchinos  y  loa  950  de  los  Conven tuales» 
marán  la  respetable  cifra  de  5.050  Conventos  que  consti 
258  Provincias,  esparramadas  por  todos  los  cuatro 
cardinales. 

Las  Provincias  de  la  Observancia  de  las  dos  A 
eran  10  y  2  Custodias  en  la  del  Norte;  y  en  el  espacio 
prendido  en  el  antiguo  Distrito  llamado  Reino  del  Perú 
bia  las  siguientes: 

1.'    La  Provincia  de  los  doce  Apóstoles  de  Lima, 
Custodias. 

2.*    La  de  Santa  Fé  de  Granada  (nueva),  con  8  Con 
tos  y  Conventillos. 

3.*    La  de  la  Sma.  Trinidad  de  Chile,  con  7  Coüti 
y  Conventillos. 

4.*    La  de  San  Francisco  de  Quito,  con  8  Convente 

Conventillos. 

5."    La  de  Santa  Cruz  de  Caracas. 

6.*    La  de  San  Antonio  de  las  Charcas. 

7."    La  de  la  Asunción  del  Paraguay  y  Tucuman. 

Solo  nos  proponemos  aquí  detenernos  algún  tanto  ei 
primera,  por  la  gratitud  que  debe  este  Colegio  de  Ocopí 
esa  su  tan  fecunda  Madre  y  liberal  Coadyutriz  en  el  m* 
terio  apostólico,  de  quien  heredó  sus  glorias  y  cuyos 
jos  gloriosos  nos  enseñaron  á  derramar  la  sangre  de  n 
tras  venas  por  la  gloria  del  Altísimo  y  prodigar  la  salud, 
comodidades,  la  honra,  la  fama,  la  vida  misma,  como  lo 
demostrado  la  presente  Historia,  por  la  conversión  d« 
infelices  Chunches. 

La  Provincia,  pues,  de  los  doce  Apóstoles  de  Lima  b 
do  la  más  fecunda  de  todas  las  siete  indicadas;  porque 


—  279  — 

el  decurso  del  tiempo  engendró  á  las  Provincias  Fran- 
oiscanas  do  Quito,  de  Chile  y  de  las  Charcas  ó  Chácaras:  se 
ostableció  en  el  año  1565,  en  el  Capítulo  General  de  nuestra 
Orden  celebrado  en  Vailadolid,  y  unida  con  la  última  cons- 
'taiba  de  los  Conventos  siguientes: 

CONVENTOS  Y  CONVENTILLOS 

I>B  LA  FROVINCIA  DE  LIMA  CON  SU  ADJUNTA  LA  DB  COCHARCAS. 

1.  Convento  grande  de  Lima  Q536)  de  60  RR.  con  2  conventillos  ó 
casas  Cúrales,  La  Magdalena  y  Surco,  y  los  Descalzos. 

2.  Convento  grande  del  Cuzco  (1549)  con  la  Recoleta. 

3.  Td.  de  Potosí  (1549)  cerca  del  cerro  Potosí,  riquísimo  y  célebre. 

4.  Id.  de  las  Charcas  (15S1),  ciudad  edificada  por  los  españoles. 

5.  Id.  de  Arequipa  en  el  valle  de  Quillcha  (1553),  con  la  Recoleta  y 
un  conventillo  ó  Doctrina  en  un  pueblo  de  indios. 

6-  Id.  de  Cuquiago  en  la  ciudad  De  la  Paz  (1550),  con  2  conventi- 
llos en  dos  Doctrinas  de  indios,  San  Pedro  y  San  Pablo. 

7.  Id.  de  Huánuco  (después  de  1539)  con  2  conventillos  en  dos 
Doctrinas  de  indios,  á  los  cuales  convirtieron  los  PP. 

8.  Id.  de  Chachapoyas. 

9.  Id.  de  Trugillo  (después  de  1530)  con  2  conventillos  en  Chicha- 
yo  y  Huanchaco,  Doctrina*. 

10.  Id.  de  Cañete  (1570),  trasladado  en  otro  lugar  en  1581. 

11.  Id.  de  Ayacucho  (después  de  1539).  Hoy  colegio  y  cuartel. 

12.  Conventillo  de  Yucay,  á  cuatro  leguas  del  Cuzco  y  media  d« 
ürubamba  (después  de  1570),  con  la  Doctrina  de  Huailapampa. 

13.  Conventillo  de  Collao  con  12  Doctrinas  de  indios,  en  las  cuales 
bautizaron  los  PP.  á  doce  mil  infieles. 

14.  Conventillo  del  valle  de  los  Collahuas,  en  el  cual  diez  PP.  de 
ese  conventillo  bautizaron  á  treinta  mil  infieles. 

15.  Id.  del  Valle  Pocona  con  5  Doctrinas,  y  en  él  convirtieron 
los  PP.  12  pueblos  de  infieles. 

16.  Id.  del  valle  de  Jauja  con  siete  Doctrinas,  en  la  parte  derecha 
del  rio:  Cincos  y  sus  anejos;  Mito,  Chambará,  Ahuac  y  demás 
anejos;  Orcotuna,  Huicso,  Tistes  y  demás  anejos.  En  la  parte  iz- 
quierda del  mismo  rio:  Apata,  Huamalí,  Pucucho,  Izcus,  Uchu- 
baraba,  etc.;  Concepción,  en  donde  estaba  el  célebre  y  principal 
conventillo  y  un  hospital  al  cuidado  del  P.  Guardian,  de  que  no 
tenemos  actualmente  memoria;  Santa  Rosa,  cuya  capilla  está 
al  lado  izquierdo  del  Deprofundis,  contigua  á  la  cafetería  y  es 
el  lugar  de  hacer  las  hostias,  cercada  por  el  corredorcito,  el  cer- 


—  280  — 

nedor  de  la  harina  y  la  cerería;  San  Anionio,  Santo  Do 
Hualianta,  Huanchar,  etc.;  y  San  Jerónimo,  Ingenio,  Tusas 
£1  último  Curato  es  el  de  Gomas,  Andamarca,  Acobainbt< 
goa,  etc.  Nota.  Los  PP.  del  convento  de  Lima  por  Surco, 
tuna,  Concepción,  Comas,  Pajonal,  Pampas  del  Sac 
Huallaga,  Marañon,  etc.  se  comunicarían  con  los  de  Qid« 
elPastaza  ó  Ñapo,  corriendo  por  terreno  casi  todo  dej 
franciscana:  por  el  Amazonas  con  los  PP.  del  Conrenio 
Paz,  por  algún  río  afluyente  de  Bolivia:  con  los  del  Gokf^ 
Tarija.  con  los  de  San  Carlos  de  la  Argentina,  de  Salta  jd? 
naos  en  el  Brasil,  y  algunas  miles  de  leguas  de  un  ierra» 
do  casi  esclusivamente  por  lo  tocante  á  lo  espiritual,  ¿  lo 
durante  cierta  época,  por  los  Religiosos  de  S  Francisco.  N» 
pues,  esto  señal  de  holgazanería  ni  de  comodidad,  sino  de 
celo  y  alguna  paciencia.  Invitamos  ¿  los  W/^  Rosa 
Epoptas,  con  todos  los  Kadoschs  y  consanguineos  C 
Mormones,  que  en  compañía  de  los  Garibaldis  y  Mazafiii 
gan  otro  tanto  para  que  la  sociedad  chuncha  vea  la  Ivi. 
tierra  de  sus  sepulcros  les  será  muy  ligera, 
n.  Conventillo  de  Cajamarca  con  7  Doctrinas. 

18.  Id.  de  Copabamba,  que  cuidaba  de  los  indios  de  este  valle. 

19.  Id.  de  Huancavelica.  Hoy  es  Colegio  nacional  desde  m 
años. 

20.  Id.  de  Hailillas  con  las  4  Doctrinas  de  Cajamarquilla  y 
Uania. — Conventillo  de  Pisco,  lea,  Moquehua,  Huarásy 
en  diversos  lugares  del  Perú. 

21.  Las  dos  Custodias  anejas  á  esta  provincia,  compuestas  de 
conventos  de  Estero,  de  Tucuman  (cuyo  nombre  era  el  del* 
mera,  siendo  de  la  segunda  el  de  Panamá)  Córdoba,  Asqqc^ 
y  de  Santa  Ana  del  Paraguay,  con  el  de  Esteco,  que  se  eáfl 
dian  basta  el  rio  de  la  Plata  desde  Panamá. 
Pasando  abora  á  las  otras  dos  provincias,  bijas  de  la  profia 

de  Lima,  solo  apuntaremos  brevemente  lo  siguiente: 

CONVENTOS  Y  CONVENTILLOS 

DE  LAS  PROVINCIAS  DB  CHILB  Y  DE  QUITO,  EN  EL  BCUADOE,  HlIiS 
DE  LA  DE  LOS  DOCE  APÓSTOLES  DE  LIMA. 

En  Cbile  son  célebres  por  sú  antigüedad,  entre  otros  nrní^ 
conventos  Franciscanos,  los  de  Santiago,  déla  Concepción,  dí^* 
divia,  de  la  Serena  ó  Coquimbo,  de  Osornio,  de  Angola,  de  li^ 
perial,  etc.  hasta  el  número  de  13  y  mas. 

En  el  Ecuador,  entre  treinta  y  mas  Conventos  y  Convenlflí 


—  281  — 

la  conservado  hasta'  nuestros  días  la  Religión  Seráfica,  son 
»les  los  siguientes.  El  convento  Máiximo  de  Quito  y  la  Recole- 
de  PastO;  Cuenca,  Loja,  Popayan,  íuctmga,  Carangua,  Ota- 
ele. 

>ii  lo  poco  que  hemos  podido  bosquejar,  por  carecer  de  los  do- 
ftiitos  auténticos  de  estos  dos  últimos  siglos  y  ser  nuestro 
o  principal  lo  perteneciente  directamente  á  la  santa  provincia 
ciscana  de  los  doce  Apóstoles  de  Lima,  creemos  haber  espues- 
fícientemente  lo  que  indica  el'epígrafe  del  presente  capítulo; 
mbargo  vamos  á  dar  en  detall  lo  ofrecido  en  el  mismo,  nu- 
Lndo  los  pueblos  antiguos  que  este  Colegio  recibió  de  dicha 
lucia  en  el  siglo  pasado,  en  su  origen,  cuando  fué  puesta  en 
Bion  de  los  Hospicios  de  Pisco,  Huarás,  Huánuco  y  Huailillas, 
caanera  que  á  otros  Misioneros  Franciscanos  del  Colegio  de 
uehua  hizo  otro  tanto  generosamente  y  con  maternal  compla- 
la  esa  autorizada  Señora. 


PUEBLOS  ANTIGUOS 

QUE  FEBTENECIERON  A  LAS  MISIONES  DE  OCOPA. 


HuaUilIas. 
Capellanía. 


Bn  la  orilla  del  marañon. 

3.  CaJamarqulUa. 

En  las  orillas  del  huallaga. 

15.  Pachiza. 

16.  Tarapoto. 

17.  Cumbasa,  Morales. 

18.  Lamas. 


Pajatea. 

VaUe. 

Sion. 
.  Pampa  hermosa. 

Pueblo  nuevo.  —  San  Francisco  de    19.  Tonua,  año  1641. 
Monxd.  20.  Taupat,   id. 

,  chachlla.  21.  Chuíco,  id. 

.  Muña.  22.  Tumayo,  id. 

,  panao.  23.  S.  Felipe  de  los  Tin  gañeses,  id. 

.  Cuchero.  24.  Trinidad  de  Tipquis,  1643. 

.  Playa  grande.  25.  La  Magdalena  de  Quidquidcanas,  id 

.  Uchiza. 

En  las  orillas  del  pozuzo,  pachiteya  y  üoayali. 


.  Pozuío,  año  1712. 
.  Tilingo,  id. 


31.  San  Francisco,  id.  id. 

32.  Callisdcas,  1651;  Chupasnao. 


t.  La  Trinidad  (1650)  de  los  Payanzoa.    ^^-  Setlebos,  id.  Manao,  Tzuaya. 


I.  La  Concepción  id.  id. 
).  San  Luis,  id.  id. 


34.  San  Francisco  de  Manao,  1766,  antea 
de  este  año. 


—  282  — 


35. 
36. 
37. 
38. 
39. 

40. 
Ai. 
i2. 
43. 
44. 
45. 
46. 
47. 
48. 
49. 
50. 
51. 
52. 


Santo  Domingo  de  Pisqni,  id. 
Santa  Bárbara  de  Achani,  id. 
Santa  Cruz  de  Aguaitiya,  id. 
San  Miguel  de  los  Cunibos,  id. 
Sarayacu.  Tipischca,  Cruz  moyuna, 

Yarina,  Zapayhuacana. 
Santa  Catalina. 
Yanayacu. 
Leche. 
Yapaya. 
Schunuya. 
Tierra  Blanca. 
Canchahuayo. 
Cuntumaná. 
Caschiboya. 
Charasmaná. 
SchunumanA. 
Buepoano. 
San  Pedro  de  Tamaya. 


53.  Pucacaru. 

54.  Puinahuas. 

55.  Belén. 

56.  Lima  Rosa. 

57.  Camarinabue. 
58^  Huancabamba  y  5  puMat 

che,  etc. 

59.  Chunxbamba. 

60.  Oayariya,  Chanomañá. 

61.  Snrcobamba,  Sipahna. 

62.  Tintaibamba,  Pacahusooni 

63.  Mandurbamba,  Hoaitiaya. 

64.  Suossica,  Chupasaao. 

65.  Anchay,  Yapa  ti.  Paca. 

66.  Ochonaque,   Maschiria,  C 

de  los  negritos.  La  boca  ál 
chiboyu  y  Taríos  ym^ 
Ucayali.) 


En  las  orillas  de  schakschamayo  y  pebbnb. 


67. 
68. 
69. 
70. 
71. 
72. 
73. 
74. 
75. 
76. 
77. 
78. 
79. 
80. 
81. 
82. 
83. 
84. 
85. 
86. 
87. 
88. 
89. 


Quillazú,  Salinas. 

Quimiri. 

San  Buenaventura  de  Tulumayo. 

Nijandaria. 

Vitoc. 

Cerro  de  la  Sal. 

Metaro. 

Eneno. 

Pichana. 

Antes. 

Quisopango. 

Tampianiqui. 

▲poroquiaqui. 

Tiguanaqui. 

Capotequi. 

Carnarosqui. 

Cuichaqui. 

Pirinioqui. 

Sabirosqui. 

Jesús  María. 

Catalipango. 

Andamarca. 

Menearo. 


90.  Comas,  Acobamba,  Pangoa. 

91.  Savini. 

92.  Sonomoro. 

93.  Pucará. 

94.  Collac. 

95.  San  Francisco  de  MonobsmbL 

96.  Ochonaqui. 

97.  Apisongo. 

98.  Pesechuco. 

99.  BuenavÍBta. 

100.  Arambulo. 

101.  Aposobamba. 

102.  Ichupiamonas. 

103.  Tumapasa. 

104.  Isiamas. 

105.  Saniuco. 

106.  Huanay. 

107.  Curaneco. 

108.  Chanasa. 

109.  Anariqui. 

110.  Carete. 

111.  Puieseronte. 


En  las  orillas  del  apubimac  y  pampas. 


112.  Parua  la  alta. 

113.  id.     la  baja. 

114.  Simariba. 

115.  Sana. 

116.  Quiempiric. 


117.  Intate. 

118.  Maniroato. 

119.  Yucusbamba  (Trujillo.) 

120.  La  Magdalena,  Doctrina 

gua  de  Lima. 


—  283  — 


EN  CHILOE. 


CfíUSrtTO»  (740  leguas  disuote  de  Ocopa.) 

1&6. 

121.  Ouercon. 

157. 

122.    TJaulIan. 

158. 

123. 'Putecmun. 

124.   Tey. 

159. 

125.  Quilquico. 

160. 

126.   Reglan. 

161. 

127.  Curaque. 

162. 

428-   Llutuy. 

163. 

Achao. 

164. 

129.  Vuta  Quinchao  iuia. 

165. 

130.  Matao. 

166. 

131.  Curaco. 

132.  Huyar. 

167. 

133.  Palqui. 

168. 

134.  Linllnisla. 

169. 

135.   Linuaisla. 

170. 

136.  Chau  linee  isla. 

171. 

Chonehi' 

172. 

137.  VilupuUi. 

173. 

138.  Rauco. 

174. 

139.  Notuco. 

175. 

140.  UuiUirco. 

176. 

141.  Cucao. 

177. 

Puqneldon» 

142.  Terao. 

178. 

143.  Ichuac. 

144.  Alachildu. 

179. 

145.  Detif. 

180. 

146.  Quehuiisla. 

m. 

147.  Chelin  isla. 

•l82. 

^aeíZea. 

183. 

143.  Pailad. 

184. 

149    Compu. 

185. 

159.  Chadmu. 

186. 

151.  Huilad. 

187. 

152.  Tanqui. 

188. 

153.  Agoni. 

189. 

154.  Cailin. 

190. 

Qneraciala- 

191. 

155.  Meulin  isla. 

192. 

Apia  isla. 
Caluyachi  isla. 
Alaa  isla. 

Fenau  isl» 
Quetalco. 
Calen. 
Quicavi. 
Chaurague. 
Chogun. 
Aniuhc  isla. 
Butachauque  isla. 
Cheguiau  isla. 

San  CárloB. 
Estero  de  Chacao. 
Chaulin. 
Manao. 
Linau. 
Luicu. 
Huiti. 
CancagQe. 
Caipulli. 
Cogomo. 
Pudeto. 
Quetelmague. 

Querelmapu. 
Maulm. 

CaJbuco, 
Alemen. 
Caicaen  isla. 
Guar  isla. 
Poluqui. 
Maichil. 
Chope. 
San  Joaquin. 
Chiduapi  isla. 
Tabón  isla. 
Cunu. 
Aptao  isla. 
ChHllagQe. 
San  Rafael. 
Cailaen. 


EN  EL  COLEGIO  DE  TARUA 


La  misión  de  Pilipiii. 

4  ACíFO. 


La  misión  de  Salinas. 
Alapo. 


—  286  — 

Brasil  hasta  la  laguna  de  Tiquicaca  en  Puno,  por  esos 
mos  frailes^  á  los  cuales  nunca  han  saboreado  los  Cas 
ni  tan  solo  en  la  planta  de  sus  zandalias,  y  para  que  los 
tantes  que  quedaron  vivos  tuviesen  agusados  sus  dii 
para  plantarlos  en  la  canoa  de  fuego,  y  poder  engnDff 
atorarse,  de  un  sorbo,  el  Vapor  y  toda  la  tripulación 
Luego  los  Misioneros  aconsejaron  que  los  devoraseí^ 
mascarlos. 

Sigamos  todavía  en  nuestro  propósito.  Un  cierto  K 
tor  de  Fl  Nacional,  aunque  ya  Doctor  desde  que  rindié 
primeros  exámenes,  asiduo  estudiante  de  todo  el 
Regular,  instruido  á  fondo  por  los  artículos  de  su  Pi 
ministrados  por  los  Vargas,  Sandis  y  demás  licencia 
bachillerías  antifrailescas,  quiso  sin  embargo  para 
instrucción  suya,  espiar  de  cerca  ese  tan  célebre  é  hisi 
Colegio  de  Ocopa  y  á  sus  Misioneros,  diciendo  para  sus  a4i( 
tros  y  para  los  de  su  colega  Director,  á  quien  debia 
nicar  después  observaciones  estupendas  é  inauditas:  ó 
Frailes  de  Ocopa  son  jaletina,  y  entonces  me  los  ídí»™ 
y  aduno  á  mi  tierno  corazón,  asimilados  á  mi  imagen  ssi 
matizadora  y  sistematizada;  ó  por  el  contrario  son  rásd^ 
como  los  de  ogaño  y  antaño  de  la  edad  media,  enemig(»l 
Doctores,  por  ser  oscurantistas  y  ultramontanos,  y  haiéi 
balance  de  tanto  me  deben  y  tanto  les  haré  pagar. 

Para  la  ejecución  de  su  imaginado  proyecto,  cargó  sé 
talegos  bien  provistos  de  oro,  que  fué  derramando  porW 
poblaciones  de  la  Sierra  desde  Huancayo  hasta  Huánuco,  j* 
ra  que  fuese  legal  y  muy  segura  su  desinteresada  Diput*] 
cion  ó  Senaduría,  que  esperaba  no  se  le  negaría  en  vista 
sus  pasados  y  futuros  méritos:  pasa,  pues,  por  usté  Col 
lo  .espia  minuciosamente  durante  24  horas,  que  le  pa: 
ron  siglos,  y  vuela  á  meditar  sus  invenciones  á  Huanai; 
en  el  Teatro,  en  Taiya  en  el  Jalapato,j  más  despacio  tofr 
vía  en  Tarma  en  la  Jarana  nocturna,  iiem^ei  diurna^  (i 
que  no  fué  eterna,  como  hubiera  deseado),  y  al  fin  d 
el  cañón  rayado  de  su  pluma,  que  empezó  á  cai^r  m 
alojamiento  de  Ocopa.  Ahí  va. 


^»S<#^#^#>S<#€'#'$'#>§'#^#^^'^#'S'^ 


aAFXTPLO  :k.'k%w. 


Visita  que  el  DírectoT  del  Periódico  intitulado  el  <iNacionaI»i  hizo  al 

Oonvento  de  Ocopa- 


"  Señor  Director  de  JSl  Nacional. 

Enero  15  de  1876. 

Querido  colega  y  amigo: 

Escribimos  á  V.  nuestra  tercera  carta,  desde  una  celda 
•del  memorable  convento  de  Ocopa. 

Conocida  como  es  la  historia  de  esta  notable  institución, 
no  nos  detendremos  mucho  á  recordarla,  y  menos  aun  á 
analizar  su  manera  de  ser;  debiendo  limitarnos  á  lijeras  in- 
dicaciones en  este  orden. 

Un  cacique  convertido,  que  profesaba  particular  afecto 
4il  reverendo  padre  descalzo  (1)  fray  Francisco  de  San  José, 
le  cedió  en  el  valle  de  Jauja,  un  lugar  conocido  con  el  nom- 
bre de  Ocopa,  que  ocupa  hoy  el  convento,  en  el  que  existía 
una  pequeña  población  y  la  capilla*  de  Santa  Rosa  de  Santa 
María.  El  padre  Francisco,  que  desempeñaba  por  entonces 
el  cargo  de  comisario,  se  preocupaba  mucho  del  deseo  de 
establecer  un  colegio  ó  seminario,  para  habilitar  religiosos 


(1)  Recoleto.  Vistió  el  santo  hábito  de  nuestra  regular  observancia 
tXL  el  convento  de  recolección  de  San  Julián,  extramuros  de  la  viHa  de 
Agreda, provincia  de  Burgos.  Vida  del  V.  i*.  Fr,  Francisco  deSanJosé^ 
en  la  presente  Obra. 


—  288  — 

y  para  recibir  en  un  convento,  doce  misioneros,  qnedeí 
venir  de  España. 

Con.  este  propósito,  aprovechó  del  terreno  cedido  3 
siguió  anexarle  la  capilla  y  dos  pequeñas  celdas  que  I 
adjuntas,  por  concesión  especial  de  la  Provincia.  Seí^ 
yó  todavía  reducida  la  capacidad  del  local,  y  se  pidió  jíÍ 
tuvo  del  virey,  facultad  para  ampliarla. 

Todo  esto  pasaba,  por  el  año  de  1725,  desde  cuyaé 
se  apeló  al  recurso  de  las  limosnas  pecuniarias  y  á  la 
operación  de  los  legos  y  donados,  hasta  haber  formáis 
convento,  que  quedó  compuesto  de  un  pequeño  el 
con  ocho  celdas,  un  refectorio  y  una  enfermería.  Desdefij 
tónces,  ese  convento  recibió  el  nombre  de  Ocopa,  y  ii?li 
blacion  en  que  se  encuentra,  el  de  Santa  Rosa  del  wai 
nombre. 

Conocido  el  origen  del  notable  establecimiento,  qwtj 
nemos  hoy  la  ocasión  de  visitar,  lo  aprovecharemos 
trasmitir  á  V.  los  datos,  que  hemos  creído  de  algún  iiii 

Quizá  entre  todas  las  Iglesias  del  Perú,  ninguna  se  ¡a 
senta  tan  aseada  y  con  un  aspecto  tan  deslumbrador  ^ 
la  de  Ocopa.  | 

Diez  lujosos  altares,  condecoran  el  templo  y  rivaláj 
por  su  elegante  arquitectura  y  por  sus  valiosos  áon^ 
que  hacen  pensar  á  algunos,  y  especialmente  á  las  ctÜú 
y  candorosas  beatitas,  (1)  que  son  de  oro  macizo  y  qnel 
ben  su  origen  á  esas  misteriosas  apariciones,  que  se  atrS 
yen  á  la  antigüedad. 

La  sacristía  se  distingue  por  su  elegante  sencillez,  y 
coro,  por  su  respetable  aparato  y  compostura.  Las  voces 
su  melodioso  órgano,  serian  mas  apropósito,  (2)  pan 
templo  de  mayor  extensión.  Enel  coro  se  conserva  uní 


(1)  ¿A  quienes?  ¿á  cuántas,  señor,  Director  di>  Bl  Ñacionalf'f^ 

(2)  iQuizáisI 


—  289  — 

;e,  sencilla  y  pequeña  caja,  que  contiene  los  restos  del 
reverendo  fundador  del  convento. 


A  un  costado  de  la  iglesia,  se  encuentra  un  pequeño  ce- 
menterio, perteneciente  al  convento  y  destinado  en  su  orí- 
gon,  á  depositar  los  restos"  mortales  de  su  benefactor.  Parer- 
ce  que  después,  el  dinero  ha  concedido  este  derecho,  á  des- 
pojos mortales,  de  los  que  han  tenido  deudos,  que  han  podi- 
do dar  una  valiosa  limosna,  (1)  en  cambio  de  esta  prero- 
gativa. 

Dos  mausoleos  notables,  se  levantan  en  el  centro  del  ce- 
menterio: pertenece  el  uno  al  Ilustrísimo  Arzobispo»de  Beri- 
to.  Obispo  de  Huánuco;  y  el  otro,  á  la  respetable  y  acauda- 
lada familia  Balladares,  de  Huancayo. 

No  deja  de  tener  algún  interés,  conocer,  aunque  sea  rá- 
pidamente, los  mas  notables  nombres,  inscritos  en  las  lápi- 
das de  este  cementerio  privilegiado. 

El  señor  Arzobispo  de  Berito,  destinó  un  lugar  en  su 
mausoleo,  á  los  restos  del  Ilustrísimo  señor  Moreira,  Obispo 
de  Ayacucho,  al  lado  de  los  cuales  se  encuentran,  los  de  la 
señora  Ventura  ligarte  de  Rivera,  Don  Francisco  del  Valle 
y  Seoane,  y  Doña  Francisca  de  Seoane,  miembros,  que  fue- 
ron, de  la  familia  del  Ilustrísimo  señor  Valle. 

Registrando  rápidamente  todos  los  nichos,  leímos  con 
doloroso  recuerdo,  k  lápida  que  encierra  los  restos  de  la  es- 
posa de  nuestro  malogrado  amigo,  Don  José  Jacinto  Ibarra; 
de  nuestro  antiguo  maestro  el  Dr.  D.  Anselmo  Barrete;  de 
laB  estimables  señoritas  Maria  Luisa  Frisancho  y  Angela 
Francisca  Vidal;  de  la  finada  esposa  de  nuestro  colega  el 
Diputado  de  Chiclayo,  y  del  señor  Don  Julián  Melendez, 
antiguo  comerciante  de  esa  Capital. 


(1)  Se  dá  por  los  Entierros  la  única  cantidad  de  40  soles:  la  Comuni- 
dad suministra  gratis  las  ceras,  la  cena  y  almuerzo  por  lo  [monos,  al  des- 
medido número  délos  Condolientes,  y  cania  unas  deshoras  y  media. 
Quédese,  señor  Director,  con  lo  sobrante . 

19 


—  290  — 

El  cementerio  no  ofrece  por  lo  demás  otro  inteés, 
encontrarse  en  Ocopa,  al  costado  de  la  ig'lesia  y  estv^ 
el  cuidado  y  administración  de  los  reverendos  padres  k 
ta  comunidad. 

Terminada  la  visita  de  la  Iglesia  y  el  Panteón,  qoe 
á  la  vista  de  todos,  fuimos  invitados  á  pasar  al  interior 
convento  y  á  alojarnos  en  él. 

Con  la  mas  fina  galantería  se  nos  ofreció  una 
celda,  de  la  que  tomamos  posesión  desde  luego,  red 
en  ella^  la  estimable  visita  del  reverendo  padre  G 
fray  Lu^as  Martorell;  del  padre  Vicario,  Juan  de  Di 
rente,  que  hace  treinta  años  que  pertenece  á  la  com 
de  Ocopa;  de  fray  Francisco  Espoy,  maestro  de  novicio^ 
de  los  mas  autorizados  discretos  que  ha  desempeoaib 
muchas  ocasiones  el  cargo  de  Guardian.  Debemos 
que  son  los  mas  respetables  personajes  del  convento, 
que  se  impusieron  el  deber  de  honramos  con  su  vi^ta. 

Las  atenciones  á  que  estaban  consagradob  algimoi 
cerdotes,  no  nos  permitieron  conocerlos  á  todos  peisa 
mente;  pero  pudimos  informarnos,  que  la  comunidid 
compone  de  treinta  y  siete  personas,  de  las  que  quince^ 
sacerdotes,  dos  diáconos,  un  subdiácono,  un  corista,  noli 
legos  y  nueve  donados. 

El  convento  tiene  seis  hermosos  claustros,  sufid 
moAte  espaciosos,  que  ofrecen  todas  las  comodidades 
cibles,  al  objeto  á  que  está  destinado  cada  uno,  y  los 
mosean  jardines  y  arboledas,  que  consultan  la  salubridad 
ofrecen  distracción  á  los  que  residen  en  ellos. 

Nuestra  celda  se  encuentra  en  el  primer  claustro,  áeá 
nado  al  alojamiento  de  pasajeros. 

El  segundo,  es  del  constado  y  en  él  se  encuentras  N 
celdas,  habitación  de  los  coristas.  El  tercero  del  noYidaM 
en  el  que  viven  los  novicios.  El  cuarto  del  olivo,  donde á 


—  291  ^ 

BÍden  los  padres.  El  quinto  de  la  enfermería,  donde  las  asea- 
das habitaciones  de  los  enfermos,  se  comunican  por  campa- 
nillas, con  el  enfermero,  el  médico  y  la  botica.  El  sexto,  en 
fin,  es  el  mas  notable  de  los  claustros,  porque  contiene  to* 
dos  los  talleres  del  convento. 

Visitando  detenidamente  los  talleres,  hemos  visto,  zapa- 
tería, carpintería,  herrería,  sastrería,  cafetería,  hojalatería, 
panadería,  cerería,  hostiería,  tabaquería  y  fábrica  de  tegidos. 

Todos  los  talleres  son  servidos  por  los  legos  y  donados, 
siendo  suficiente  sus  productos,  al  servicio  del  convento  y 
de  los  padres. 

Hemos  visto  sandalias  trabajadas  en  el  taller  de  zapate- 
ría, que  podrian  rivalizar  con  cualquier  trabajo  extranjero: 
hemos  examinado  obras  de  carpintería,  que  podrian  estimu- 
lar á  nuestros  mas  distinguidos  artesanos:  hemos  examina- 
do vestidos,  que  parecen  hechos  con  perfección;  en  fin,  los 
talleres  están  bien  servidos  y  ofrecen  sus  trabajos,  cuantas 
comodidades  pueden  apetecerse  en  el  seno  del  convento. 

Entre  los  talleres,  llama  la  atención  la  fábrica  de  tegi- 
dos, en  la  que  se  elaboran  los  vestidos  de  la  comunidad.  Allí 
en  aparatos  especiales,  se  tejen  desde  su  origen,  todos  los 
vestidos  del  consumo  del  convento. 

Llama  mas  especialmente  la  atención,  la  tabaquería, 
donde  se  elabora  el  tabaco,  cuya  planta  se  produce  con 
abundancia,  en  la  huerta  del  convento  y  donde  se  fabrica 
cigarros  y  rapé,  para  el  uso  de  los  padres.  (1) 

La  Botica  está  perfectamente  surtida.  Los  remedios  no 
solo  se  destinan  al  servicio  del  convento,  sino  que  se  ofre- 
cen también  gratuitamente  á  la  indigencia  comprobada. 
Está  servida  por  uno  de  los  miembros  de  la  comunidad,  que 


(1)    Bl  tabaco  no  puede  sazonar  bien  en  una  tan  Tariada  eataeion 
como  la  que  se  observa  en  este  lu^r  de  Ocopa,  por  todo  el  decurso  del 
afto;  7  por  esto  ya  no  se  cultiva  absolutamente  en  la  actualidad. 


—  292  — 

ise  ha  consagrado  algo  al  estudio  de  la  ciencia  m^ 
qué  tiene  práctica,  comprobada,  con  las  curaciones  \eái 
i:  en  el  mismo  convento. 

Era  natural,  que  no  se  echasen  en  olvido  los  Ingaia 
distracción,  para  los  que  viven  encerrados  en  los  ¿á 
tros. 

Un  hermoso  jardín,  está  consagrado  esclusivameaí^ 
lugar  de  recreo  de  los  coristas.  Los  novicios  tienen  d 
jardin  especial,  en  que  se  reúnen  á  las  horas  de  descaal 
Los  padres  pasan  algunos  momentos  también  de  espasai 
y  de  solaz,  en  una  gran  huerta,  destinada  al  efecto.  I«lij 
gos,  deben  permanecer  siempre  en  sus  respectivas  oñ 
el  recreo  para  ellos,  es  el  trabajo,  el  más  ameno,  sin 
de  los  recreos. 

•  Siguiendo  la  crónica  puramente  descriptiva  del 
vento,  haremos  pasar  al  lector  á  la  Biblioteca,  que  es  el 
gar  que  visitamos  en  seguida. 

Un  elegante  y  espacioso  salón,  cuyas  cuatro  paredes 
tan  cubiertas  de  estantes,  contiene  cinco  ó  seis  mil  vola 
nes,  metódicamente  arreglados,  de  los  que  la  mayor  pri 
son  libros  antiguos,  sin  que  dejen  de  ser  por  esto  de 
importancia. 

Mucho  llamó  nuestra  atención,  al  registrar  con  ídI 
el  índice  alfabético  de  las  obras,  la  siguiente  preveaci 
consignada  en  una  de  sus  páginas;  que  vimos  despi 
fijada  también  en  la  puerta  de  la  entrada:  Excoinunm 
?ACTO  al  que  tome  un  libro  de  la  biblioteca  (1). 


(1)    Los  SS.  Pontíflces  S.  Pió  V,  y,  entre  otros  Inocencio  XI,  fo 
ron  la  serera  pena  de  Excomunión,  resereada'dl  Romano  Pontip*% 
fa/cto  incurrenda,  6  todo  el  que  usurpare  de  nuestras  Bibliotecas 
libro  6  cuaderno.  Véase  Glosa  fundamentalis  del  P.  Montaloo, 
na  492  y  siguientes.  ¡Ojalá  la  hubiesen  tenido  y  respetado  los  asui 
res  de  los  libros  de  la  Biblioteca  de  esle  Colegio  dé  Ocopa!  Solo 
indulgentes  liberales  es  pena  'modesta]  para  los  que  no  lo  soii,tf 
Justa, 


~  293  ~ 

Hé  aquí  la  modesta  pena  que  se  impone  al  usurpador  de 
fuente  de  estudio  y  de  ilustración  para  los  padres  y  que 
esplica  perfectamente  bien,  esa  profusión  de  libros,  entre 
los  que  hay  algunos  tan  antiguos  como  el  convento. 

Al  lado  de  la  Biblioteca  se  encuentra  el  salón  de  confe- 
rencias, donde  se  reúnen  los  padres,  una  hor^  cada  dia,  á 
sostener  una  conferencia  variada  sobre  diversos  puntps  de 
teología  moral  ó  dogmática,  que  son  siempre  fijados  con 
veinticuatro  horas  de  anticipación. 

Hemos  visitado  ya  todo  el  convento,  en  compañía  de  los 
padres,  que  con  la  mejor  buena  voluntad  y  el  más  afable 
trato,  nos  han  dirigido  de  uno  á  otro  lugar,  y  nos  han  dado 
cuantas  esplicaciones  han  sido  conducentes  á  dejar  satisfe- 
cha nuestra  inquieta  curiosidad. 

Somos  invitados  á  comer  y  pasamos  por  la  sala  de  de 
^Tofundüy  destinada  á  la  oración,  que  consagra  la  comuni- 
dad, á  la  entrada  y  salida  del  refectorio. 

La  mesa  se  ha  preparado  para  nosotros,  á  alguna  distan- 
cia de  este  salón  y  en  un  refectorio  especial,  que  se  nos  dijo 
estar  destinado  á  visitantes  y  transeúntes. 

Cuando  nada  se  habia  ocultado  á  nuestra  curiosa  inves- 
tigacioñ;  cuando  con  solicitud  y  particular  empeño  se  nos 
habia  conducido  á  los  más  recónditos  lugares  del  convento, 
no  habíamos  visto  el  refectorio  común,  sin  embargo  de  ha- 
ber visitado  la  sala  de  de  "profundis^  y  no  juzgamos  indis- 
creto hacer  una  pregunta  al  caso  á  uno  de  los  reverendos 
padres,  que  nos  daban  tertulia  en  el  momento  de  la  comi- 
da. Nuestra  sorpresa  debemos  trasmitirla  áV.,  por  haber 
obtenido  la  respuesta  de  que  solo  el  refectorio  estaba  veda- 
do para  nosotros,  porque  la  institución  no  permitia  hacerlo 
público. 

Nuestra  sorpresa  es,  pues,  justificada  y  legítima.  En 
este  lugar,  en  que  no  nos  ha  sido  vedado  ni  el  dormitorio 
de  los  padres;  aquí  se  nos  ha  permitido  estudiar  todas  las 


~  294  — 

costumbres,  la  manera  de  vivir  y  en  que  se  nos  ¿t  ha^ 
hasta  partícipes  del  alimento  cuotidiano,  ¿no  se  nos  pod 
visitar  el  hcgar  en  que  comenf 

No  pudimos  dejar  de  exclamar  para  nosotros,  qcei 
muy  original  institución  la  que  fulmina  ea^comunion  4 
FACTO,  al  que  tome  un  libro  de  su  biblioteca,  por  agd 
dos  (1)  que  fuesen;  y  que  abre  las  puertas  de  todos  süse^ 
blecimientos,  para  ponerlos  bajo  la  mirada  investigat 
cualquier  observador,  haciendo,  sin  embargo,  im¡ 
ble  é  invisible,  el  lugar  destinado  á  las  comidas  fi 
de  abstinencia  y  de  ayuno,  á  que  deben  estar  obUgaós] 
que  viven  en  un  convento  (2). 


Ya  que  por  la  naturaleza  del  asunto  y  por  la  pred] 
cion  con  que  hemos  escrito,  hemos  referido  ligerami 
cuanto  hemos  tenido  ocasión  de  ver  en  el  convento  en 
vamos  á  pasar  la  noche  de  hoy;  permítanos  V.  que 
mos  nuevamente  de  nuestra  celda  para  volver  á  los  c 
tros,  cuyas  paredes  están  cubiertas  de  soberbios  c 
de  antiquísima  pintura  algunos,  valiosísimos  los  mis, 
juicio  de  los  que  se  dicen  inteligentes,  y  que  demos  á 
cer  lo  que  representan  los  que  son  más  notables,  porque 
relacionan  de  alguna  manera  con  la  importancia  hisfakií 
de  la  institución  del  convento  de  Ocopa. 

Distinguido  es  entre  todos  esos  cuadros,  el  magnif 
retrato  del  reverendo  padre  Melchor  Francisco  Jíbm 


(1)  Aunque  no  lo  fuesen,  también  ineurriria  el  usurpador  ea 
pena. 

(2)  Bse  j  aun  otros  lugares  se  deben  hacer  impenetrables  á  Iffi 
discretos,  preocupados  y  prevenidos,  como  el  señor  periodista  de  ¿í'^ 
cíona^  aun  previstas  sus  esclamaciónes.  Siempre  se  abren  sus  pt 
de  par  en  par  á  los  señores  que  lo  merezcan  j  se  dignen  honrarodi 
su  compañía,  principalmente  los  Umos.  Obispos  y  Bxcmos.  Prasi 
de  la  República. 


f  —  295  — 

fdndador  del  convento,  qne  murió  á  los  80^  años  de  edad  (3), 
liabiendo  fundado  ant^  los  colegios  de  Guatemala. 

Son  notables  por  su  significación  histórica,  sin  que  de- 
jen de  serlo  también  por  su  mérito  artístico,  los  cuadros 
que  representan  algunas  misiones  de  los  padres  de  Ocopa. 
Ha  llamado  nuestra  atención  un  gran  cuadro  que  repre- 
senta la  muerte  de  cuatro  religiosos  y  tres  donados  en  la 
expedición  al  Manoa,  el  año  1767,  ñechados  por  los  Cas- 
cliibos. 

En  esta  expedición  murió  también  el  gobernador  de  la 
Ctonversion  D.  Antonio  Tomati,  cuyo  retrato  figura  en  el 
cuadro. 

Otro  representa  la  expedición  hecha  á  las  montañas  del 
!  Pozuzo,  el  año  de  1763,  por  el  reverendo  padre  Francisco 
i  Francés,  que  recibió  la  muerte  con  tres  seculares  cristianos, 
\  flechados  por  los  Caschibos.  "- 

El  tercero  y  no  menos  importante  cuadro  de  esta  espe- 
•    cíe,  dibuja  las  montañas  de  Huanta,  y  la  triste  escena  de  la 
i    muerte  de  tres  padres,  traicionados  por  un  indio  del  lugar, 
para  entregarlos  á  la  tribu  de  los  Campas. 

Es  original  entre  todos  los  cuadros,  por  el  hecho  histó- 
rico que  se  dice  simbolizar,  el  que  representa  la  aparición 
de  un  globo  de  luz  del  cielo,  en  momentos  en  que  los  Cas- 
chibos comenzaron  á  flechar  á  los  padres,  que  hacian  una 
expedición  por  el  Manoa. 

Cuenta  esa  historia,  á  que  se  refiere  la  pintura,  que  los 
salvajes  se  detuvieron  ante  la  aparición  de  ese  globo  de  luz, 
que  trataron  á  los  misioneros  con  amistad  y  que  los  escolta* 
ron  por  cuatro  dias,  hasta  sacarlos  del  peligro. 

Obligados  á  recogemos  á  nuestra  celda  muy  temprano, 


(8)   Murió  á  los  88  afios  de  su  edad.  Véfise  su  Vida  en  la  presente 
Obra. 


—  296  — 

porque  nos  hemos  impuesto,  voluntariamente,  por 
cuatro  horas,  la  severa  disciplina  del  convento,  henusj 
dido  consagrarnos  á  escribir  á  V.,  y  volvemos  sohreh 
ma  tarea  á  las  cuatro  de  la  mañana;  porque  el  sonido 
campana  anuncia  á  los  padres,  que  ha  llegado  el 
momento,  en  el  nuevo  dia  que  comienza,  de  prepararseí 
la  misa,  celebrarla  y  reunirse  todos  en  el  coro,  para 
carse  á  la  oración,  á  las  cinco  y  media  sin  falta. 

A  las  seis  de  la  mañana  los  padres  han  dicho  ya 
y  en  el  dia,  de  hora  en  hora,  deben  estar  espeditos 
rezar,  para  enseñar  á  los  coristas  y  á  los  novicios,  para; 
dicarse  á  las  conferencias  diarias  y  para  todas  las  pi 
prescritas  por  la  severa  disciplina  de  la  institución  át\ 
convento,  que  observada  por  algunos  (1)  con  recogímie 
con  sinceridad  y  buena  fé,  hace  de  ellos  verdaderos  api 
les  de  Jesucristo  y  vivos  ejemplos  de  moralidad  y  de 

El  convento  de  Ocopa  presta  á*  los  transeúntes  te 
importantes  servicios.  Aquí  se  ofrece  alojamiento  y  alii 
tos  á  todos  los  que^  tocan  las  puertas  en  demanda  de  S, 
averiguar  las  condiciones  personales  del  que  lo  solicita,; 
con  la  mayor  afabilidad  y  el  más  distinguido  buen  trato. 

En  la  parte  exterior  del  convento  y  alrededor  de 
frondosa  arboleda,  existen  celdas  destinadas  á  las  mu} 
donde  se  las  da  también  posada,  y  á  donde  se  les 
con  alimentos  y  toda  clase  de  recursos. 

Durante  tres  dias  puede  permanecerse  en  el  con 
aprovechando  de  la  morada  y  recibimiento  la  subsisi 
de  los  padres.  Pasado  este  tiempo,  es  de  rigurosa  e: 
exponer  al  Guardian  las  causas  que  justifiquen  «ma 


(1)    íY  por  qué  no  por  todos?  Porque  el  señor  escritor  esUbt  prertó 
do  contra  la  Institución  religiosa,  soñando  en  el  tiempo  oportuno 
poder  tomar  el  l^alaoce  de  sus  servicios  y  daños,  pam  poder  con  so 
nipotente  pluma  protegerla  ó  extirparla.  /Apage  somniumf  iQoitid 
esa  soñada  locura  progresista/  Ya  se  divisa  &  qué  ir&  á  pararla 
clrcuuspeccion  dei  periodista  agíadecido.  Sigan  ustedes  leyendo. 


—  297  — 

prolongada  permanencia,  para  continuarla,  con  su  autori- 
2«,cion  respectiva. 

Todos  jos  dias  se  reparte  á  los  pobres,  en  la  puerta  del 
convento,  almuerzo  y  comida,  en  proporción  suficiente 
pa.ra  satisfacer  las  exigencias  de  la  gente  menesterosa. 

Hemos  querido  referir  á  V.  con  verdad  cuanto  hemos 
tenido  ocasión  de  ver  y  apreciar  nosotros  mismos. 

No  pueden  negarse  los  importantes  servicios  que  está 
llamada  á  prestar,  y  que  presta,  en  efec^to,  una  institución 

de  esta  especie. 

No  ha  sido  nuestra  misión  hoy  examinar  sus  inconve- 
nientes (1), 

No  es  el  lugar,  ni  el  momento,  de  formar  el  balance  de 
los  servicios  que  se  prestan  y  de  los  daños  que  se  hacen, 
para  deducir  de  allí  la  conveniencia  de  protegerla  ó  estir- 
parla  (2). 


(1)  Y  ¿cuáles  son  esos,  señor  doctorf  Ya  estamos  en  1882  y  habrá  te- 
nido tiempo  suficiente  para  compulsarlos.  ¿Por  qué  no  los  adjuntaba  V. 
en  ese  Folleto  de  cartas  de  1876,  encargando  &  sus  colegas  que  recogie- 
ran la  muy  abundante  cosecha  de  ellos  que  su  memorable  El  Nacional 
habla  sembrado  y  bellamente  cultivado  durante  años  anteriores  y  que 
ya  estaban  en  sazón,  sin  necesidad  de  volverlos  á  leer,  por  no  tener 
tiempo?  ¡Noscete  ipsum  proBSumptuosel  Conócete  y  podrás  enmendarte. 

fí)  Bn  Tarma,  para  el  8  de  Febrero,  amados  lectores  y  suscrítores  de 
El  Nacional,  quedáis  invitados.  Allí  veréis  á  dos  frailes  de  Ocopa,  que 
han  de  predicar  en  la  novena  del  Dulce  Nombre  de  María  todas  las  no- 
ches. Ya  desde  ahora  os  vaticina  el  Sr.  Dr.  D.  Manuel  María  del  Valle^ 
<lue  uno  de  esos  dos/railes  ha  de  predicar  un  sermón  impropio,  inculto 
y  hasta  indecoroso-,  tosco  y  vulgar,  en  que  se  verterán  indefectibiliter 
algunas  frases  obscenas,  que  alarmarán  á  las  señoras  y  desagradarán  á 
los  caballeros,  y  esto  será  por  la  mañana  del  dia  de  dicha  fiesta.  Por  la 
noche  se  creerá  autorizado  el  otro  fraile  para  ocupar  el  pulpito,  para.... 
Telar  desde  allí  por  los  intereses  económicos  de  su  convento  (¡cuyo  co- 
mún Refectorio  no  pudo  penetrar  el  referido  señor  doctor,  habiéndolo 
apetecido  tanto!)  JSa^  fraile,  por  más  señas  se  llamará  Fr,  'Antonio  Car- 
dona, de  aspecto  patibulario,  ¿de  aspecto  aparentemente  humilde!  (¿co- 
mo un  condenado  al  suplicio  de  la  horca?)  uno  de  los  más  peligrosos 
sugeios  de  la  comunidad  de  Ocopa  (desde  el  Guardian  hasta  el  Portero  y 
cocinero;  Dios  los  ha  criado  y  ellos  con  su  gracia  se  han  juntado).  ¡Mila- 


—  298  — 

Usted  puede  juzgar,  con  imparcial  criterio,  siiioli 
los  acontecimientos  pasados  y  presentes. 

Por  agradable  que  haya  sido  para  nosotros  la  coi 
amabilidad  de  los  estimables  padres  de  Ocopa,  y  por 


grosa  delicadeza  de  un  discípulo  de  Voltairel  ¡Tanto  es  el  celo  qie 
Tora  para  Hheralistar  á  los  frailes  de  todo  el  mundo!  Bse  /rom 
ciado  se  abalanzó  á  decir,  entre  otras  cavas  más  cenaaradas  por 
clonado,  digno  de  imperecedera  memoria,  señor  (futuro  vate} 
imperdonable  blasfemia,  á  saber:  que  terminada  lajlestade  la 
cion  de  la  Capilla  de  la  población  de  Acobamha^  ?iabrá  un  peí 
cadera  (el  cual  se  verificó  mediante  las  célebres  tinajas  de 
aguardiente  de  que  nos  habla  y  hace  mérito  ei  mismo  señor 
del  cual  se  debia  huir.  (Por  lo  menos  fué  tanto  y  mejor  prafett 
señor  Valle.) 

Luego,  omilienáo  la  simonía  de  las  Bulas  y  Cédulas  de  pria 
año,  que  reparten  los  dos  frailes  mencionados,  y  otras  muchas 
verídicas  é  inmorales  como  estas,  tomado  el  balance  de  la 
maldad  de  lo9  frailes  de  Ocopa,  desde  Tarma  y  Acobamba,  se 
quesean  exterminados  todos;  porque  ellos  no  predican  qae  se 
Bailar,  ni  Tunantear,  ni  Corcobear,  máxime  vestido  de  clérigo»  de 
y  obispo;  tampoco  alaban  eljalapato:  item;  son  enemigos  del  teatr9,\ 
comedias,  p  rectpue  de  la  de  D.  Juan  Tenorio:  item;  ellos  maidicei 
Bacanales,  ni  saben  bailar,  ni  Jaranear,  y  por  último,  son  unos 
gados^  obscurantistas  y  nada  liberales;  pues  detestan  la  licandtde 
lumniar,  que  se  tomó  en  au  contra  el  señor  i>r.D.  Manuel 
Valle,  Director  de  El  Nacional,  verdadero  autor  de  la  presenta 
sobre  qua  son  estas  notas;  y  á  quien  Dios  perdone  las  calumnias 
los  PP.  de  Ocopa,  tan  inmerecidas,  vertidas  por  él  en  la  que 
desde  Tarma  el  8  de  Febrero  del  mismo  año  1876. 

£n  conclusión,  sepan  los  amables  lectores  del  presente  o 
que  el  P.  Cardona  actualmente  se  halla  de  Guardian  en  Belén  da 
tina;  y  su  compañero  alegado,  escribiendo  en  un  periódico  da 
Esas  son  las  últimas  noticias  recibidas. 

Nada  se  ha  dado  jamás  por  las  Cedulitas  de  Santos  y  ^ ¿mas  ii 
das,  y  mucho  menos  se  ha  exigido,  aunque  se  reparten  gratis  por 
¿^¿u^o  todos  los  años.  £1  decir  lo  contrario  es  una  vil  y  grosera ctl 
nia.  La  limosna  para  la  Bula  de  cada  dos  años  es  de  un  solo  real;  J 
para  nosotros  sirve  la  misma  regla.  Y  en  ñn,  los  blasfemadores  de 
/ik¿u/^enc¿a5,  ahí  se  las  habrán  con  su  digno  maestro  Lulero,  el 
ra,  etc.,  etc. 

P.  D.— Para  el  desvelado  Colega  Director  de  el  Nacional  áe  Úsi 
Guardian  de  in  illo  tempere,  salud  y  buen  sentido  para  el  bien  ^ 
sociedad  peruana. 


—  299  — 

jao^vedad  que  hayan  podido  causamos  las  impresiones  que 
IxesDos  recibido  en  el  seno  de  este  convento,  comprenderá 
iisrted  que  no  desearíamos  prolongar  por  mucho  tiempo 
ii.ixei^tra  permanencia  en  él. 

Hoy  mismo  nos  dirigimos,  pues,  á  Huancayo,  de  donde 
i;endremos  la  satisfacción  de  escribir  á  V.  nuestra  siguiente 


Solo  añadiré  á  V.  á  lo  antecedente,  que  su  Señor  Colega  está  muy 
X^Teocnpado  y  persiste  en  no  querer  creer,  que  la  charapa  de  nuestras 
xxx<cxitañas  de  6  arrobas  ande  menos  que  el  Putamáyo  á  todo  yapor,  este 
por  el  rio  y  aquella  por  la  playa;  porque  esta  tiene  pies  y  piernas  aun- 
q['ue  cortas,  y  aquel  una  grande  caldera  que  en  dos  horas  apenas  puede 
licirvir,  y  &  Dios  vapor,  dice  la  Chat  apa,  que  ae  escapa  por  delante. 

ítem.  Cree  su  Colega  Coadjutor,  que  el  lugar  mejor  para  las  especu- 
laciones muy  serias  y  los  artículos  de  fondo  es  la  calle,  entre  las  cua- 
driUas  cuádruples  del  carnaval  tarmeño,  y  el  tinajeo  múltiple  de  es- 
píritus muy  Taporosos  acobambinos.  Al  menos  no  podrft  negarse  que 
alli  como  en  todas  partes,  de  la  abundancia  del  estómago  y  de  los  espi- 
xitus  vaporosos  de  la  cabeza  escriba  la  fecunda  pluma.  Vale  inceéernum 
et  ultra^  et  tace. 


^##>i<#^#'i'#^#^##(##(#>f#^ 


GAPITBI.O  XJLXVI 


iBdiridnoa  de  Oeopa- 


La  Comunidad  de  este  Colegio  de  muchos  a&os  á 
parte  suele  tener  de  40  á  50  individuos  afíliadoe;  y  a 
el  vastísimo  campo  que  cultiva  espiritualmente,  tonto 
tierra  de  fieles  como  de  infieles,  exije  mayor  número 
evangélicos  operarios,  los  demás  Colegios  de  esta 
proporcionan  el  número  que  á  este  le  falta  para  la  con 
sion  de  los  infieles,  y  asi  alcanzamos  á  lo  que  podemos 
de  las  orillas  del  Marañen,  en  las  Provincias  del  2  de 
y  Huamalies,  hasta  la  de  Iquitos  y  Urubamha,  con  la 
Pancartambo  en  el  Departamento  del  Cuzco,  y  desde  k 
Parinacochas  hasta  el  Departamento  de  lea  inclusire, 
Padres  de  los  Descalzos  de  Lima  y  los  de  lea  nos  ayudan 
la  Sierra,  como  los  de  Arequipa  á  los  del  Cuzco  y  los  de 
pa  á  estos;  aunque  frecuentemente  la  mies  es  mucha  j 
operarios  somos  pocos.  Para  los  que  gusten  saber  el  nú 
de  los  PP.  Misioneros  que  ha  tenido  y  tiene  en  la  actuali 
este  nuestro  Colegio,  ponemos  á  continuación  la  signi' 
relación;  advirtiendo  que  no  pocos  de  estos  PP.  están 
dos  en  otros  Colegios,  fuera  de  muchísimos  ya  difuntos. 


H^iM 


aAPiTPLO  e:e:x¥ii, 


MjLsionea,  EJercioiosf  EspiritualeB,  eonloBionea  j  eomnniones, 

matrimonioB  en  eJlaa  celebradoa- 


6 

í8-n90 


19 
t3 
15 


16 


16 


De  Ayacucho  hasta  el  Callao,*  Misiones  continuas.  En 
Tarma  dieron  una  Misión  5  sacerdotes. 

Sacramentos  administrados  en  Ghiloé  á  26.685  perso- 
nas, diseminadas  en  ese  archipiélago. 

En  el  Arzobispado  de  Lima  y  Obispado  de  Trujillo, 
Misiones  dadas  por  12  sacerdotes,  3  años  continuos. 


Misiones. 


Sacerdotes.      Confesiones.  Matrimonios.       Semanas. 


Cerro  de  Pasco. 

Huanaco. 

Lima.  .   . 

Comas.  . 

Andamarca 

Huancayo. 

Jauja..   . 

lea.    .    . 

Id.  Ejercicios 

San  Juan. 

Palpa. 

Pisco. 

Sicaya. 

Tarma. 

Ocopa. 

Ayacucho. 

Huanta.. 


3  300 

2  400 

9  6.000 

2(ayud.2.)    400 


4 
5 
5 
4 
5 
4 
4 
4 
3 
4 
5 
7 
5 


400 

1.000 

1.200 

3.000 

300 

700 

600 

•800 

700 

300 

l.OOO 

5.000 

i.ooa 


» 
» 
» 
» 

•   85 

» 

'        » 

•  » 

•  » 
» 

muchos 
•varios. 


2 

8 

4 

2 

2 

21i2 

3 

8 

1 

3 

3 

4 

3 

llí2 

3 

7 


—  302 

Afio. 

ÜGsiones. 

Pisco.     .    .    . 

Sacerdotes. 

4 

Confenoaes 

400 

.  Matnmoniofc 

1 

i&fí 

» 

Ornitia  y  Floris 

t¿  (Haciendas). 

4 

muchas. 

» 

■M 

lea 

4 
4 

4.000 
400 

» 

^  ^^^m  w               V               V               W               9 

Id.  l^ércicios.. 

San  Juan.  .    . 

4 

900 

» 

U 

Carmen..    .    • 

4 

200 

» 

lí 

Ghavalina. .    . 

4 

150 

» 

Molinos..    .    . 

4 

400  ' 

» 

Humay.      •    . 

) 

.'i 

Chincha  alta. .    . 

/       * 

3.000 

muchos. 

Id.  baja 

J 

1848 

Cocharcas. .     . 

4 

400 

» 

Talayera.    .    . 

4 

1.200 

250 

Ejercicios.  .    . 

1 

7 

» 

Ayacucho. .    . 

3 

350 

» 

ní 

184S 

Huancavelica  E. 

2 

algunas. 

» 

Id.  Misión..    . 

5 

2.000 

varios. 

5  ' 

• 

Pampas. .    .    . 

3 

800 

id. 

Ejercicios. .    .    , 

1 

3 

» 

S.  Javier  (Nasca) 

4 

400 

» 

Huar¿s. .    .    .    . 

4 

3.000 

» 

Ejercicios.  .    .    . 

2 

40 

» 

Carhuas.    .    . 

4 

1.500 

» 

Yungay..    .    • 

3 

1.700 

» 

Ejercicios.  .    . 

1 

35 

» 

3 

Caraz 

4 
4 

1.600 
600 

Huacho 

S 

Lima.  Ejercicios. 

3     varias  mox^jas.    » 

1 

1849 

Ocopa.  Ejercicios 

2 

40 

» 

\   i 

Jaula.    .    •    r    - 

5 

3.000 

]^ 

Huaripampa. 

•    1 

3 

1.000 

» 

Huancayo. .    . 

• 

5(layud.)1.900 

» 

Tarma.  .    .    , 

K          4 

5 

1.500 

» 

Apata.    •    •    . 

t           ■ 

4 

1.000 

» 

Zapallanga.    . 

>           ■ 

2(layud.)    600 

» 

1849 

Chongos.    •    . 

t           • 

4 

800 

» 

Sicaya.  .    .    . 

1           t 

4 

900 

» 

-^ 

\^    ' 

—  303 

«.. 

Misiones. 

Sacerdotes. 

5 

Confesiones.  Matrimonios. 

1.000               » 

Semanas. 

San  Gerónimo. 

2 

Mito 

5 
5 

1.000 
1.500 

2 

Gbupaca.    .    .    . 

3 

Gomas.  .    .    . 

3 

300 

> 

lll2 
3 

Sincos.   .    .    • 

9                                         ^^ 

4 

1.000 

Orcotiuia.  •    . 

4 

1.500 

3> 

31i2 

Matahuasi. .    .    . 

4 

400 

y> 

1 

Acobamba  (de 

Tarma).  .    .    . 

4 

800 

» 

3  li2 

Huasahuasi.   • 

4 

800 

» 

2 

Andamarca.    .    . 

4 

400 

» 

3 

Cuenca  (de  Iscu- 

chaca.)    .    .    . 

2. 

300 

» 

2 

^L^^^S   •                        A                    A                     A                     A                     ■ 

4 
3    en 

4.000 
el  anterior. 

» 

e 

^»^^^W«                   V                V                 9                *                V 

Ejercicios. .    .    . 

en  el  ant. 

Palna.    .    .    . 

4 

1.500 

» 

3 

Kasca.     .    •    . 

4 

4 

1.500 
300 

3 

Ingenio..    .    .    . 

lll2. 

San  Javier..    . 

4 

500 

» 

2 

Ocujage 

4 

300 

» 

lll2 

Santiago.    .    .    . 

4 

300 

» 

llt2 

Chincha  alta. .    . 

4 

3.000 

» 

2 

G¿rmen. .    .    . 

4 

500 

» 

2 

Chincha  baja. . 

4 

2.000 

» 

2 

San  Jerónimo. 

4 

400 

» 

lll2 

Lima.  Ejercicios 

2 

80 

» 

2 

Concepción..  . 

5 

700 

» 

2 

Lunahuané.    .    . 

4 

1.500 

» 

5 

•Pacaran 

4 

1.200 

7> 

4 

Cañete.  . 

4 

1.300 

» 

5 

Hala. . 

4 

1.300 

» 

4 

Coaillo.  . 

4 

600 

» 

3 

Chilca.   . 

4 

1.500 

» 

6 

Lima..    . 

3 

1.000 

» 

2 

Ejercicios.  .    .    . 

3 

»     . 

» 

1 

Acobamba. .    .    . 

3 

roo 

» 

3 

Lima.  Sta.  Ana.  . 

4 

2.000 

» 

3 

San   Fran- 

—  304 

— 

Año.                      Misiones. 

Sacerdotes. 

9 

Confesión  et. 

10.000 

MmüÍBUMiios. 

, 

cisco. . 

200 

San  Lázaro. 

4 

2.000 

» 

Hacienda.  . 

2 

6.000 

» 

Nazarenas . 

5 

» 

» 

1  i 

Merced..    . 

» 

» 

2> 

Callao 

4 

1.500 

15ft 

1855 


1856 


1857 


1858 


1859 
1859 


1860 


Ocopa  y  Huancayo.  Ejercicios.  Por  causa  de  la 
del  Colegio  délos  Descalzos  de  Lima,  de  la  guem, 
te,  no  hubo  Misión  alguna  hasta 

Huánuco.  Con 


ejercicios.    . 
Cerro  de  Pasco. 
Huancavelica 
Chongos.    . 
Chupaca.    . 
Tarma.   .    . 
Jauja.     .    . 
Huancayo.  . 

• 

Acobamha. . 
Palcamayo. 
Picoy.  .  . 
Fapo. .  .  . 
Palca-  .  . 
Apata.  .  . 
Orco  tuna.  . 
San  Jerónimo 
Mito.  .  .  . 
Sicaya.  .    . 

Huancavelica 
Andahuailas. 
Ejercicios.  . 
Huancarama. 
Abancay.    . 
Ejercicios.  . 
Cuzco.    .    . 
Ejercicios.  . 
Ayacucho. . 
Ejercicios.  . 


4 
4 
4 
4 
4 
4 
5 
6 
5 
5 
2 
3 
3 
4 
4 
3 
3 
3 

5 
5 
1 
2 
5 
1 
5 
'5 
5 
5 


3.000 
2.000 
1.000 
1.200 
1.300 
1.000 
1.5G0 
1.500 
l.IiOO 

500 

2^0 
1.000 

400 
1.200 
1.400 
1.000 
1.000 
1.500 

150 

700 

70 

pocas. 

700 

350 
5.000 

324 
2.000 

500 


140 

43 
varios. 

82 

70 

130 
varios. 

id. 

id 

id. 

id. 

id. 


13 


5 

4 
I 

6 
2 

i 
3 


150  caaluitniS 
60 


X>ocos. 
id. 
20 
37 

» 
100 


3 
4 
4 

a» 

4 

1 


100  6ttNi|k.  1 

1 

3 


70 

» 
10 

» 


1 

3 

6 
3 


N-. ^ «^ " 

—•305 

r; 

Misiones. 

Sacerdotes. 

5 

Confeiiones.  Matrimonios. 

1.200             40 

Semanas. 

-    Acobamba..    .    . 

31i2 

Huanta 

5 

250 

p 

21i2 

Huaillay.    .    .    . 

3 

400 

20 

21i2 

Acobamba..    .    . 

5 

600 

» 

3 

Tapo 

5 

300 

» 

1 

Coica 

4 

700 

40 

4 

Gliongos.    .    .    . 

4 

700 

30 

3 

Concepción.    .    . 

4. 

800 

30 

31i2 

Sincos 

4 

1.500 

30 

3 

Ayacucho  (Ejer- 

« 

cicios.)    .    . 

4 

1.800 

» 

5 

Ejercicios. .    .    . 

2 

248* 

» 

3 

Pueyo 

4 

700 

» 

3 

S.  Juan  de  Luca- 

, 

nas 

4 

400. 

» 

lll2 

Coracora.    .    .    . 

3 

2.000 

> 

5 

Huariaca.  .    .    . 

4 

muchos 

70 

21i2 

Huánuco.  .    . 

4 

id. 

» 

8 

Cerro.     .    .    . 

4 

pocos 

» 

3 

Tarma.  .    .    . 

4 

muchos 

» 

Ayacucho. .    . 

2 

id. 

» 

7 

S.  Miguel.  .    . 

3 

id. 

45 

4 

Huancavelica. 

4 

pocos 

» 

4 

\     Huancayo. .    . 

4 

1.500 

70 

8 

Ghupaca.    .    . 

4 

2.000 

30 

3, 

S.  Jerónimo.   . 

4 

regular 

» 

2 

Talayera.    .    . 

1 

muchos 

» 

3 

Gocharcas. .    . 

1 

pocos 

» 

it2 

Andahuailas. . 

1 

muchos 

» 

3 

Abancay.   .    . 

1 

regular 

» 

lí2 

Cuzco.    .    .    . 

1 

muchos 

» 

3 

Urubamba..    . 

1 

regular 

» 

1 

Paucartambo.. 

1 

id. 

» 

2 

)     Huarípampa. . 

4 

2.000 

31 

4 

Concepción.    . 

4 

500 

» 

3 

Lia  ta  Gap.  d< 

Huamalies. . 

4 

400 

30 

3 

Singa.     .    .    . 

4 

300 

25 

3 

Cbavin  de  Paríar 

■i      ca.  1    .    •    • 

4 

350 

30 

3 

20 


A3o. 


\ 


1871 

18T2 
I8m 


1876 


1877 

1878 
1879 


Misiones. 


de 


Pachas.  .    . 
Huallanca.. 
Baños.    .    . 
Jesús.     .    . 
Acobamba 
Ayac. .    . 
Id.  de  Tarma. 
Orcotuna.  . 
Apata.    .    . 
Maiahuasi.  * 
Jauja.     .    . 
Huaripampt. 
Cincos.  .    . 
Mito..    .    . 
Orcotuna.  . 
Sicaya.  .    . 
Gbupaca.   . 
Zapallanca. 
Huancayo. . 
Apata.    .    . 
Concepción. 
Gomas.  .    . 
Andamarca. 
Acobamba.. 
Pariabuanca. 
Acob.*,  Palcam.* 
y  Tapo 


—  306  — 

Sacerdotes.     Confesiones. 


4 
4 
4 
4 

4 

4 

4 

5 

4 

4 

3 

3 

4 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

3 

2 

2 

2 

2 

3 

2 


450  284 

400  68 

400  120 

400  125 

200 

100 

» 

40 

30 

muy  pocos 

» 

10 

40 
40 

» 
100 


800 

350 
2.000 
1.500 
1.500 
1.600 

700 
2.000 

900 
1.000 
1.500 
1.200 
1.200 

600 
1.000 

800 

300 

100 

300 
muy  pocas 
1.000 

200 


V 


2 
i 


Chongos  y  Chupaca,  Ejercicios:  muchas  confeáofifiM 

tres  semanas.  En  Chongos  por  muchos  años  se  dieron ^ 

gran  fruto  los  Ejercicios  durante  quince  dias,  por  dos,  tu 

cuatro  y  mas  Sacerdotes.  Lo  mismo  en  Orcotuna,  CSifl 

etcétera,  por  dos  Sacerdotes. 

Huaillay  y  Huancavelica,  Ejercicios,  y  algunos  diaii 

Lircay.  Id.  en  Huancayo,  S.  Jerónimo  Chongos,  Tan* 

Jauja. 

Huancavelica.     .4  1.000  »  i 

Acobamba..    .    .         4  800  »  4 

Pampas 4  2.000  »  « 


Misionei. 


—  307  — 

Sacerdotet     G>nfeslones.  Matrimonios. 


Semanal. 


En  Tarma,   Acobamba,  Huancayo^   Gbongos,   Orcotuna, 
Jauja,  Ocoro,  etc.,  Ejercicios. 
Ayacucho.    Ejer- 


cicios. .    . 

Huanta.     Ejerci- 
cios.   .    . 

Pueblo  nuevo 

Santiago.    . 

lea.  Ejercicios 

Chongos.    . 

Jauja.     .    . 

Huancayo.  , 

Chongos.    . 

Concepción. 

Apata.    .    . 

Taima.   .    . 

Huaripampa. 


4 
3 
1 
1 
3 
3 
3 
2 
2 
2 
2 
2 


5.000 

2.000 

400 

100 

25 

400 

1.300 

2.000 

700 

200 

600 

500 

400 


» 


11 

4 
1 
1 
1 
1 
3 
3 
2 
1 
1 
3 
1 


Huancayo,  Tarma,  Jauja,  Concepción.  En  estos  lugares, 
por  treinta  y  mas  años,  han  estado  dos  Padres,  tres  y  cua- 
tro, y  mas  yeces,  cada  año,  de  tres,  cinco  y  seis  ¿  ocho  dias 
confesando  y  predicando  á  diario. 

En  Ayacucho,  Huamanguilla,  Huanta,  Luricocha,  Aco- 
bamba,  Huancavelica,  Pampas,  líuancayo,  Jauja,  Tarma , 
Acobamba,  Cerro  de  Pasco,  Huénuco,  Chupaca,  Orcotuna, 
Cincos,  Huaripampa,  Sicaya  ySan  Jerónimo;  en  estos  luga- 
res han  estado  uno  ó  dos  Sacerdotes  durante  la  Cuaresma  por 
el  espacio.de  cuarentay  mas  años,  confesando  y  predicando. 
Misiones  y  Ejercicios  206,  dados  por  712  Sacerdotes,  en  que 
se  confesaron  203.402  y  se  casaron  2.525,  en  575  semanas. 


De  todo  lo  expuesto  detalladamente  hasta  aquí,  que  he- 
os anotado  minuciosamente,  se  puede  fácilmente  sacar  el 
ilculo  razonablemente  probable,  de  que  las  misiones  dadas 
}T  los  PP.  de  Ocopa  entre  fieles,  en  el  Arzobispado  de  Lima 
en  los  Obispados  de  Huánuco,  Ayacucho,  Cuzco  y  Truji- 
0,  de  cuarenta  años  á  esta  parte,  equivalen  á  unos  quince 
ios  de  Misión  continua  por  unos  cuatro  Sacerdotes,  quo 


—  308  — 

diariamente  administrasen  cada  uno  de  ellos  los  Sacranw 
tos  de  la  Penitencia  y  Comunión  á  diez  fieles  que  rara  vez  i 
confiesan,  j  como  á  unos  veinte  y  cinco  que  frecuentan  i 
dichos  Santos  Sacramentos;  y  no  entrando  en  ese  compnl 
otros  tantos  fieles,  por  lo  menos,  que  los  recibieron  por  < 
ministerio  de  los  PP.  expresados  en  tiempo  de  Cuaresmi 
en  las  Visitas  de  la  tercera  Orden  y  en  la  Iglesia  de  esJ 
nuestro  Colegio  en  todo  el  año,  podemos  asegurar  que  difi 
cilmente  desempeñarian  ese  laborioso  y  tan  fructuoso  mi- 
nisterio en  una  Misión  continua  por  el  largo  espacio  de  ia 
cuarenta  años  pasados  inmediatamente,  en  las  circunstifl- 
cias  que  veremos  mas  adelante  y  con  iguales  resultada 
Más  como  los  trabajos  de  la  V.  Comunidad  en  el  Coro,  jesk 
enseñanza  de  los  Misioneros  que  están  preparándose  pa 
habilitarse  á  fin  de  ejercer  después  el  ministerio,  etc.,  i» 
pueda  suspenderse,  por  todas  estas  y  demás  circunstancia 
se  puede  inferir  la  laboriosidad  de  la  vida  de  los  Misioner(S| 

Venerable  orden  tercera  de  penitencia  de  Ocopas 


Esta  porción  escogida  de  fieles,  que  en  el  siglo,  en  ss 
casas  y  familia,  en  sus  diversos  estados,  ocupaciones  y  ot 
cios  manifiestan  seguir  las  huellas  que  les  trazó  N.  S.  Pa- 
dre San  Francisco,  nunca  ha  dejado  de  ser  cultivada  esm** 
radamente  en  lo  espiritual,  por  los  Padres  Misioneros  de  este 
Colegio,  como  lo  comprueban  los  Libros  en  que  se  apunta 
las  cosas  más  notables  de  la  3/  Orden  referida.  Por  ellos 
ve  que  se  extendia  en  otro  tiempo  desde  Huaraz,  en  el 
zobispado  de  Lima  hasta  la  ciudad  del  Cuzco;  y  actual 
te,  después  de  la  fundación  de  los  colegios  de  Lima, 
y  Cajamarca,  aún  se  extiende  desde  Huánuco  hasta  Au 
huaillas,  como  150  leguas  aproximadamente,  y  en  ese  in 
medio  tiene  los  Vice-Rectores  de  Andahuaillas,  Ay 
Talavera,  Pampas,  Luricocha,  Cerro  de  Pasco  y  Huía 


—  309  — 

El  número  de  los  Hermanos  y  Hermanas  de  que  puedo 
dar  cuenta  actualmente,  omitiendo  los  que  se  comunican 
inmediatamente  con  los  Vice-Rectores  indicados,  es  el  si- 
guiente: Desde  1787  hasta  1850  entraron  de  novicios  1610  y 
profesaron  664.  De  1850  hasta  1882  ingresaron  1.308  Novi- 
cios, 3.180  profesaron:  es  decir  que  el  número  de  los  Novi- 
cios total  debe  encontrarse  en  los  libros  de  la  3.*  Orden  de 
Tarma,  Jauja,  Huancayo,  etc. 

Las  ciudades  y  los  pueblos  en  que  se  hallan  en  mayor 
número  los  Hermanos  de  la  3.'  Orden,  son  en  el  orden  si- 
guiente: Huaras,  Tarma,  Ayacucho,  Huancayo,  Jauja, 
Huancavelica,  Concepción,  C^ro  de  Pasco,  Huánuco,  Pam- 
pas, Andahuailas,  Matahuasi,  Chongos,  Chupaca,  Lurico- 
cha,  Talavera,  Apata,  Sicaya,  San  Lorenzo,  Pucucho,  San 
Gerónimo,  Huaripampa,  Cincos,  Comas,  Muquiyanyos, 
Ataura,  etc. 

Tiene  también  este  Colegio  la  Archícofradía  de  los  sa- 
grados Corazones  de  Jesús  y  de  María,  en  la  cual  están  ins- 
critos muchos  miles  de  fieles  de  una  gran  multitud  de  pue- 
blos de  esta  República  y  de  algunos  de  fuera  de  ella;  en  los 
años  1849  y  siguiente  se  inscribieron  más  de  14.000,  y  todos 
los  dpmingos  del  año  tienen  su  distribución  de  una  Misa  y 
Sermón.  Se  nota  mucha  devoción  en  el  común  de  los  fieles 
á  recibir  los  Escapularios  de  la  Purísima  Concepción,  del 
Carmen  y  demás;  y  últimamente  á  inscribirse  en  la  Cofra- 
día del  santo  Rosario  y  á  rezarlo  y  también  la  Vía  Sacra. 
Dios  les  conserve  y  aumente  su  piedad  y  devoción. 

Hablando  ahora  en  general  de  la  3.*  Orden  extendida 
por  todo  el  mundo,  dice  el  P.  Mestres  que  han  pertenecido 
á  ella  más  de  bO  Emperadores,  más  de  60  Emperatrices,  más 
de  80  Reyes,  más  de  100  Reinas  y  más  de  1.000  Nobles.  [Ga- 
lería  Serájica^  tomo  2.*,  pág.  98). 


r 


GJLPfTPLO  XXXVIII, 


Sstadistica  de  la  Beligion  Seráfíca' 


1768. 

Tenían  los  PP.  Observan-   Reforma-   Reeole-    Descaí-   Tercia-  ToÜ. 

tes.  dos.         ios.         zos.         ríos. 

Provincias    y 
custodias...  82  87  21  20  7         B 

Conventos....     1.580  687  410  tfil 

Monasterios..         577  41  ^ 

Vivos  los  Religiosos  eran  en  total  de  67«879  y  las  Monjas  18,507. 
Difantos  en  6  años:  los  Religiosos  id.  10,446  id.      2,63L 

(Capit,  Gen.  Fot.  O.  Frat.  Min.  pág.  56  Chronol.  tom.  4,  pág.  fli 


1& 

TenianlosPP.  Observantes   Reformados  Descalzos   Recoletos  Tírt¿ 


Pro  vi  ocias 

46 

85 

6 

4 

% 

Custodias 

5 

6 

1 

t 

Conventos 

619 

574 

29 

41 

1^ 

Monasterios... 

25 

4 

1 

2 

Si 

Hospicios,  Re- 

si  d  ene  i  as, 

Estaciones... 

140 

56 

19 

11 

9( 

Parroquias 

226 

42 

110 

23 

i& 

Comisariatos 

uC    1  •      o.  .  • . . 

17 

2 

1 

» 

Pref  reciuras  de 

Misión 

14 

10 

2 

% 

Vicari 

* 

.apostólicos. . 

6 

2 

f 

Obispos  y  Ar- 

1 

zobispos 

20 

13 

1 

2 

—  311  - 


Í   Religiosas  vivos:  Sacerdotes  4974,  Cléri- 
gos 848,  Legos  profesos  2396,  Novicios  Cié- 


Refonaadosi 


Ohaerviinteiii"^^^  ^'  Novicios  legos  24,  Terciarios  do- 

Imésticos  827;  (Padres  de  la  Orden  27,  Con- 
sultores de  varias  Congregaciones  de  Roma 
■5;  Examinadores  de  Obispos,  2,)  9,167 

'  '    Sacerdotes  5028,  Clérigos  829,  Legos  pro- 

fesores 3,806,  Novicios  clérigos  96,  Novi- 
cios legos  56,  Terciarios  domésticos  575; 
(Padres  de  la  Orden  20,  Consultores  de 
varias  Congregaciones  de  Roma  5. )  9,889 

Í    Sacerdotes  880,  Clérigos  S2l,  Legos  pro- 
fesores 476.  Novicios  clérigos  60,   Novicios 
Bca izos y  Recoletos ^jggQg  g^^  Terciarios  domésticos  189;  (?a- 

Idres  de  la  Orden  8,)  1,818 

Vivos  el  total  es  de    9,157  9,889  1,813  20,859 

Muertos  en  6  años   1,059:  de  los  cuales  cuatro  eran  Obispos. 

MoDjasvivasdeCoro    413  148  6^  630 

Legas         154  154 

Muertas     75  '     17  92 

{Cap.  Gen.  de  1862,  pág.  577  siguientes.) 
Nota.    Faltan  en  esta  de  1862  trece  provincias  fte  América,  de  los  Pa- 
es  Observantes,  de  las  cuales  solo  dos  mandaron  su  estadística  incom- 
eta;  y  tres  provincias  de  lod  PP.  Descalzos,  que  tampoco  la  mandaron. 

Estado  de  las  Misiones  Franciscanas. 

1  873. 

EUROPA. 

I.  En  Turquía.  La  Prefectura  Apostólica  del  Epiro  con  6  distritos. 
II.  2.*  La  de  Macedonia  con  6  distritos. 
III.  8.*  Prefectura  Apostólica.  La  de  Serbia  en  el  Arzobispado  de 

Scopia  ó  Sciup. 
Vf.  4/  l-a  de  Pulati  con  10  distritos. 

V.  5.*  La  de  Castrati  en  el  Arzobispado  de  Antivari  y  Scutari. 
Vi.  6.*  La  de  Consíaníi/iopía. 

Bn  esas  6  Prefecturds  hay  como  80  misioneros. 
VII.  La  provincia  de  Bosnia  con  su  Vicariato  apostólico,  y  la  Custo- 
"dia^y  Vicariato  apostólico  de  Hersegomna.  Las  3  provin- 
cias de  Dalmacia:  S.  Jerónimo,  Ragusa  (dispersa)  y  San 
Esteban.  Los  obispados  de  Naxos  y  Santorin  en  el  Ar- 
chipiélago. 
Vlll.  En  Lituania  y  Rusia  occidental.  Una  provincia  (5.*),  dispersa. 
IX.  En  Holanda.  Una  provincia  (6.*),  con  70  misioneros. 
X.  En  Inglaterra.  Un  convento  (l.«)  en  (Manchester  y  en  Londres 


—  312  — 

una  residencia  que  se  estaba  formando:  90  m&t 
XI.  En  Escocia.  Un  convento  {2.^)  y  una  parroquia  en  GlasRvl 
XII.  En  Irlanda.  Una  provincia  (7.*),  cuyo  SemÍDarío  (l.*)j 
Roma  (S.  Isidoro),  y  un  Convento  en  KUlamey  OL* 
XIII.  En  Italia.  Do?  Seminarios  (3.°),  S.  Bartolomé  y  S.  Pedro  in' 
torio  suprimidos.  En  Ñapóles  un  Colegio  (1.*)  pan] 
gros  de  África,  dos  en  Portugal  (3.®),  en  Varaiojoj 
parra,  y  seis  en  Espafia,  en  Pastrana  (4."*),  Consuegnl 
Santiago  (6.°),  Bermeo  (7.'»),  S.  Míllan  (8")  y  Ztraní^ 
¿os  primeros  para  las  Filipinas,  el  otro  para  Mai 
Tierra  Santa,  y  los  tres  últimos  para  la  Habana,?; 
Rico  y  Fernando  Póo.  "Remsta  Franciscana^  oñoISL] 
gina  149 y  siguientes. 

ASIA. 

XIV.  En  'Palestina  La  Custodia  de  Tierra  Santo,  que  se  exli< 

Palestina,  Siria,  Chipre  y  Bajo  Bgipto. 

XV.  En  China.  Siete  Vicariatos  apostólicos,  Tchen-sij  etc., 

Vicariato  un  Seminario  y  un  Horfanotrojio. 

"  ÁFRICA. 

XVI.  En  tMarruecos.  Una  Prefectura  Apostólica  (7.")  con  fa« 

cimientos.  ,  | 

XVII.  En  Berbería,  Una  Prefectura  Apostólica  (8.*) 

XVIIl.  Enel  alto  Egipto,  Una  Prefectura  Apostólica  (9.*) 

t 

AMERICA. 

XIX.  Estados-Unidos.  Una  Custodia  con  6  Conventos  (9.*) 
Otra  en  Cincinnatiy  la  Misión  de  Illinois  con  6  Convente  A' 
XX.  En  California  Un  Colegio  dO.'),  ha  babido  antes. 
XXI.  í^yieí  Brasi/.  Un  Hospicio. 

XXII.  En  el  Perú:  Ecuador,  Una  Comisaria,  una  Prefectura  (10.t,fl(l 

7  Colegios  y  5  Hospicios. 

XXIII.  £n  Boíiota.  Una  Comisaria,  una  Prefectura  (11."),  con 5  CA 

gios  y  1  Hospicio. 

XXIV.  En  la  Argentina.  Una  Comisaria,  una  Prefectura  con  1  Co!<i! 

y  2  Hospicios,  hoy  Colegios,  y  2  Conventos  de  Misiii» 
ros.  1682. 

XXV.  En  Chile.  Una  Comisaria,  una  Prefectura  con  3  Colegios. 

XXVI.  En  Méjico.  Una  Comisaria,  ana  Prefectura  Í14.*)  con  5  Ckífeg* 

EN  LA  OCEANÍA. 

XXVII.  En  la  Nueva  Zelandia,  La  Misión  de  ParneU. 
XXVIll.  En  ios  Islas  Filipinas.  La  Provincia  Apwlólica. 
KXIX.  En  Australia.  La  Misión  de  Waverley. 


I  í. 


^^ 


—  313  — 

Total  de  las  Misiones  Franciscanas  en  todo  el  globo 

Comisariatos  generales  de  los  Colegios  de  Propaganda  Fide  .     .  5 

Prefecturas  de  id,  5;  Apostólicas  9  (Faltan  12) 14 

Cíolegios  de  Propaganda  Fide  21;  Apostólicos  9 80 

Seminarios  para  las  Misiones  Ultramarinas 3 

Conventos  de  Misioneros v 13 

Provincias*?;  y  Custodias  4  de  Misiones. 11 

"Vicariatos  Apostólicos  9;  y  Obispados  de  Misiones  2 11 

Distritos,  Hospicios,  Residencias,  Parroquias  de  id.  mas  de.    .    .         300 

Misioneros  mas  de  1.700:  (1882.)  Católicos  regidos  por  ellos.    ,    .    179,000 

1 888.  Los  Colegios  de  Fropaganda  Fide  son  los  siguientes: 

En  el  Perú:  Ocopa, ►Descalzos  de  Lima,  Cuzco,  Arequipa,  Ca- 

;  JaTm.aca  é  lea;  y  ios  Hospicios  Gayarla,  Caschiboya,  Sta.  Rosa  de 

los  Piros  y  Quillarzu.  En  el  Ecuador  el  Colegio  de  Quito  con  la 

I  Recoleta,  con  quien  forma  una  misma  Comunidad,  y  el  Hos- 

I  picio  de  Huayaquíl.  Número  de  los  Misioneros 160 

En  Bolivia:  Tarija,  Potosi,  La  Paz,  Sucre,  Tarata  y  el  Hospi- 

I  <cio  de  Manaos  en  el  Imperio  del  Brasil;  son  como 166 

Argentina:  SklídifS.  CWos,  S.  Francisco  Solano,  Jupi  y  Cor- 
tientes:  los  religiosos  son  como 90 

En  Chile:  Chiloé,  Chillan,  y  la  Recoleta  cerca  de  Santiago:  los 

Misioneros  son  como 110 

En  ¡Méjico:  el  Colegio  de  Méjico,  Drizaba,  Zacatecas,  Bucha- 
Cha  y  Qaeretaro.  Los  Religiosos  eran  en  1878  en  número  de.    .    .        369 


Los  RR.  BP.  Capuchinos  en  18" 4  contaban  53  Provincias,  797  Conven- 
tos, 91  Hospicios,  con  9,822  Religiosos,  de  los  cuales  414  eran  Misioneros, 
"2  arzobispos  y  17  Obispos.— Dios  conserve  y  aumente  á  estos  nuestros 
hermanos  en  número,  santidad  y  ciencia. 


eAFÍTPL©  XXXIX, 


Obispos  jr  Arzobispos  de  América  que  ha  dado  á  ia  Ügiedi^ 

Religión.  SeriUca. 


OBISPOS  FRANCISCANOS  DB  LA  AHBHICA  DEL  SÜD. 
Arzobispado  de  Lima.  Arzobispado  de  Qtdl6 


23.«  1  D.  Fr.  Francisco  de  Sales  Arríela. 

Diócesis  del  Cusco. 
17.»  2  D.  Fr.  Gabriel  Arregui. 

Diócesis  de  Arequipa. 
24.^8  D,  Fr.  Juan  Calienes. 

Diócesis  de  Tn^illo. 


Diócesis  de  Qnfto. 

3.0  9  D.  Fr.    ADtonio  d«  S.  K^ 

Vergara. 
8.«  lo  D.  Fr.  Francisco  SotoflU^' 
22.»  11  D.  Fr.  JoséDiaz, 
30.»  12  {*.«  Araobispo)  D.  Fr.  Joiélfe 
Je  vori  (Misionero). 

Obispado  de  Lo]^ 

l.<»  13  D.   Fr.   José  Masiá  (MiiisaS 
actual  Obispo. 


25.*  4  D.  Fr.  José  Cayetano  Palavicino. 

Diócesis  de  Chachapoyss.  Obispado  de  (Charcas-  íBqjBs 

1.0  5  D.  Fr.  Hipólito  Sánchez  Rangel  y  15.»  14  (Arzobispo)  D  Fr.  Frftacis 
Fayas.  toraayor. 

4.0  6  D.  Fr.   Francisco  Solano  Riscoa. 

a.  Ó.  (Misionero.)  Obispado  de  Sta.  OraideUS^ 


Diócesis  d«  Puno. 

3.0  7  D.    Fr.   Juan   Seminario  (Misio 
ñero). 

Diócesis  de  Huánuco. 


s^l 


2.0  15  D.  Fr.  Fernando  de  ()«£?*• 
5.0  16  D.  Fr.  Bernardino  de  ibí** 

Obispos  de  la  Pu^ 


9.*  17  D.  Fr.  Bernariltno  deCinií* 
10.0  18  D.  Fr.  Gabriel  GuilléHotT* 
l.*8  D.  Fr.  Manuel  Teodoro  del  Valle    22.o  19 D.  Fr.  Antonio  Matbu. 
(Capuchino). 


—  315  — 


poM  de  Santiago  de  Ohüe. 

I.  Pr.  Fernando  Barrí onuevo. 
E>.  Fr.  Diego  de  Medellin. 
>.  Kr.  Pedro  de  Arriaga. 
3.  Fr.  Jiit^n  Pérez  de  Espinosa. 
D.   Fr.  Diego  Humanzoro. 

as  de  la  Imperial  y  de  la 
Oancepcion  de  Chile* 

D.  Fr.  Antonio  4e  8.  Miguel  y 
Vergara. 
D.  Fr.  Luis  Gerónimo  de  Oré. 
JD.  Fr.  Ángel  Bspineira. 

hJapoa  de  Buenos  Airea* 

D.  Fr.  Gabriel  de  Arregui. 
D.  Fr.  Diego  de  Aguerrí. 
D.    Fr.  Sebastian  de  Malabar,  y 
Pintoi. 

ObJspoB  del  Paraguay* 

D.  Fr.  Juan  de  Barrios. 
D.  Fr.  Pedro  Fernandez  de  la  To- 
rre. 
D .  Pr.  Martin  Ignacio  de  Loyola. 
D.  Fr.  Bernardino  de  Cárdenas. 
>  D.  Fr.  José  de  Palos. 
D.  Fr  José  Cayetano  Palavisino. 
^  D.  Fr.  Pedro  García  de  Panes. 
D,  Fr.  Basilio  López. 

OhiapoB  del  Tnczunan. 

D.  Fr.  Jerónimo  de  Villa  Carrillo. 
D.  Fr.  Jerónimo  Albornoz. 
D.  Fr.  Fernando  Trejo. 

Obispado  de  Salía. 

D.  Fr.  Buenaventura  Rizo  y  Pa- 
trón. 

rispado  de  S.  Joan  de  Cayo* 

D,  Fr.  Nicolás  Aldasor. 
D.  Fr.  Venceslao  Achabal. 


Obispado  de  Manila- 

2.0  45  D.  Fr.  Ignacio  Santibañez. 
18.<>  46  D.  Fr.  Antonio  de  Orbigo. 

Obispado  de  Cebú. 

6.»  47  D.  Miguel  Da  yeto. 
Obispado  de  iVaera  Oáeerea. 

Se  quiso  nombrar  sucesivamente  á 
tres  Religiosos  Franciscanos,  pero  no 
aceptaron. 

8.«48D.  Fr.  Pedro  Matias. 

4.0  49  D.  Fr.  Pedro  Godinez. 

10.0  50  D.  Fr.  Antonio  de  S.  Gregorio. 

16.0  51  D.  Fr.  Manuel  de  la  Concepción. 

17.0  52  D.  Fr.  Antonio  de  Luna. 

18.0  53  ").  Fr.  Antonio  Orbigo. 

20.0  54  D.  Fr.  bernardo  Perdigón. 

Obispado  de  Caracas- 

8,^  55  D.  Fr.  Antonio  de  Alcega. 
10  o  56  D.  Fr  Gonzalo  de  Ángulo. 
13.0  57  D.  Fr.  Alonso  Briceño. 

Obispado  de  Mérida,  enYenexuela 

1.0  58  D.  Fr.  Juan  Ramos  de  Losa. 
Obispado  de  Sta.  Fé  de  Bogotá. 

2  o  59  D.  Fr.  Juan  de  los  Barrios. 
3.0  60  D.  Fr.  Luis  Zapata  de  Cárdenas. 
27.0  61  D.  Fr.  LAcas  José  Ramírez. 

Obispado  de  Panamá. 

1.0  62  D.  Fr.  Juan  Quevedo. 
23.0  63  D.  Fr.  Manuel  Mimbela. 
34.0  64  D.  Fr.  Francisco  de  los  Rios. 

Obispado  de  Sta.  Marta. 

6.0  65  D.  Fr*  Juan  de  los  Barrios  y  To 

ledo. 
8  o  66  D.  Pr.  Sebastian  de  Ocando . 
20.0  67  D.  Fr.  Bernardo  de  la  Torre. 


—  316  — 

32.0  68  D.  Fr.  Diego  de  Sta.  María.  38.o  74  D.  Pr.  José  Diai  de  li 

33.6  69  D.  Fr.  Miguel  Sánchez  Z<»rrudo. 

34.0  70  D.  Fr.  Antonio  Gómez  PoUnco.  Obispado  de  Popaj 

Obispado  de  Cariagenn  de  ZndiaB.   12.o  75  D.  Fr.  Bcmardino  de 

6.0  71  D.  Fr.  Luis  Zapata  de  Cárdenas.      Obispado  deMedeJlin 
16.0  72D.  Fr.  Diego   de  Torres  Altami- 

rano.  !.•  76  D.  Fr.  Fernaado  Cano 

17.0  73  D.  Fr.  Francisco  Sotomayor. 


SERIE  DE  LOS  OBISPOS  DBL  BRASIL. 

Obispado  de  8.  Sebastian  de  Bio     Obispado  de  S^  Luis  dell 
Janeiro- 

5.0  81  D.  Pr.  Francisco  d*  Sas 
4,0  77  D.  Fr.  Antonio  Guadalupe.  9.0  82  D.  Fr.  Antonio  dePftá»*! 

12.0  83  D.  Pr.  Joaquín  de  N.  S-del 
Obispado  de  Olinda  ó  Pemambueo 

Obispado  de  M&risuok  JÜ 

14.0  73  D.  Pr.  Gregorio  José  Viegas.  OeraleeH- 

19.0  79  D.  Pr.  Vidal  María  Gonzalves. 

5.0  84  D.  Fr.  Cipriano  de  SJok 
Arzobispado  de  S.  Salvador  ó       6  o  85  D.  Fr.  José  de  la  Sma.  Trisl 
Bahía-  ■ 

2.*' 80  D.  Fr.  Juan  de  la  Madre  de  Dios. 


Obispado  de  Cujsrt^  [ 

3.0  86  D.  Pr.  José  María  Murtal 
puchíno). 


SERIE  DE  LOS  OBISPOS  DE  LAS  ANTILLAS. 

Arzobispado  de  Sio  Domingo-  puchino). 

1.0  87  D.  Fr  García  «le  Padilla.  Arzobispado  de  Santíago^^ 

9.0  88  D.  Fr.  Andrés  Carvajal. 

1.0  94  D.  Pr.  N.  de  Vicente. 
Obispado  de  Puerto  JBioo.  9.o  95  D.  Fr.  Antonio  Diaz  de; 

10.0  96  D.  Fr .  Bartolomé  de  li  ^^ 
3  o  89  D.  Fr.  Andrés  Carvajal.  29.0  97  D.  Fr.  Juan  Laso  d«  k 

6.0  90  D.  Fr.  Nicolás  Ramos.  Cansino. 

17.0  91  D.  Fr.  Bartolomé  Escañuela.  35.o  98  D.  Pr.  Cirilo  Alaffi«da  y 

21.0  92  D.  Fr.  Pedro  Ürtiaga.  Arzobispo  de  Toledo. 

41.0  93  D.  Fr.  Pablo  Benigno  Carrion  (Ca- 


—  317  — 


SERIE  DE  LOS  OBISPOS  DE  LA  AMERICA  DEL  NORTE. 


Arzobispos  de  Méjico. 


Obispado  de  Michoacan- 


*  99  D.  Fr.  Juan  Zumrraga.  i.»  112  D.  Fr.  Luis  de  Fuensalida. 

*  too  D.  Fr.  Marcos  Ramírez  de  Prado.    13.o  113  D.  Fr.  Marcos  Ramirez  de  Prado. 


nbüspado  de  Tncatan  ó  Mérida» 


Obispado  de  Chaipa^ 


•  101  D.  Fr.  Francisco  Toral.  15."  114  D.  Fr.  Marcos  Ramirez  de  Prado. 
»  102  D.  Fr.  Diego  de  Lánda.  *  23.^  115  D.  Fr.  Juan  Bautista  Alvarez  de 
9  103  D.  Fr.  Juan  Izquierdo.  Toledo. 

•  104  D.  Fr.  Mateo  Zamora  y  Penagos.  28.®  116  D.  Fr.  Lúeas  Ramirez. 
.•  \^S  D.  Fr.  Francisco  de  S.  Buenaven- 

ra  Tejada.  '>  Obispado  de  Durango. 

bis:pado  de  Paebla  de  los  Angeles  7.»  117  d.  Fr.  Bartolomé  Escañuela. 
.<^  106  D.  Fr.  Martin  Sarmiento.  Obispado  de  Nueva  Xeon* 


Obispado  de  Onadalajara  en 
Méjico. 

ífi  107  D.  Fr.  Antonio  de  Ciudad-Rodri- 
go. 

M  108  D.  Fr.  Pedro  de  Ayala . 

L«i09  D.  Fr.  Manuel  de  Mimbela. 

1.0  110  D.  Fr.  Juan  Bautista  Alvarez  da 
Toledo. 

M  111  D.  Fr.  Antonio  de  Alcalde. 


1.0  118  D.  Fr.  Antonio  de  Jesús  Sacedon. 
2.0  lid  D.  Fr.  Rafael  José  Verger. 

Obispado  de  Sonora. 

1.0 120  D.  Fr.  Antonio  de  los  Reyes. 

2.0 121  D.  Fr.  José  Joaquin  Granados. 
3.0  122  D.   Fr.    Damián  Martínez  Gali- 

songa. 
4.0  123  D.  Fr.  Francisco  Rouset. 


SERIE  DE  LOS   OBISPOS  DS  LA  AMERICA  DEL  CENTRO. 


Obispado  de  OuaiemaJa. 

».•  124  D.  Fr.  Juan  Bautista  Alvarez  de 
Toledo, 

Obispado  de  Nicaragua. 

1.0 125  D.  Fr.  Pedro  de  Zúñiga. 
6.0  126  D.  Fr.  Antonio  Zayas. 
9.0 127  D.  Fr.  Antonio  Diaz  de  Salcedo. 
1^  128  D.  Fr.  Agustín  Hinojosa. 
t6  o  129  D.  Fr.  Alonso  Briceño. 
l7.o  180  D.  Fr.  Tomás  Manso, 
i.o  131 D.  Fr.  Juan  Torres, 
b.o  132  D.  Fr.  Alonso  Bravo  de  Laguna. 


22.0  133  D.  Fr.  Nicolás  Delgado. 
29.0  134  D.  Fv.  Andrés  Quilez  Galindo. 

Obispado  de  Oomayagua- 

5.0  135  D.  Fr.-Gaspar  de  Andrada. 
12.0  i36  D.  Fr.  Antonio  Guadalupe  Lopw 

Portilla. 
21.0  137  D.  Fr.  Fernando  de  Cardiñanoí. 
26.0  138p.  Fr.  Juan  Félix  Zepeda. 

Obispado  de  Caracas* 

8.0  139  D.  Fr.  Amtonio  de  Alzeda. 
10.0  i40  D.  Fr.  Gonzalo  de  Ángulo. 


I 

^ 


—  318  — 


13.*  141  D.  Fr.  Alonao  Bñceño. 

ObiMpado  de  Marida,  en  VezaelO' 

1.*  U2  D.  Fr.  Jaan  Ramos  de  Losa. 

Obispado  de  Bia^  Fé  de  Bogotá- 

2.0  143  D.  Fr.  Juan  de  lo«  Barrios  y  To- 
ledo. 
8.0  144  D.  Fr.  Luis  Zapata  de  Cárdenas. 
7.0  145  D.  Fr.  L.  José  Ramírez  Oalan. 

•OZríspado  de  Panamá- 

1.0  146  D.  Fr  Juan  Quevedo. 
3.0 147  D.  Fr.  Martin  de  Béjar. 
4.0  148  D.  Fr.  Juan  de  Guardia. 
23.0  149  D.  Fr.  Manuel  de  Mimbelá. 
34.0  150  D.  Fr.  Francisco  de  los  Ríos. 

Obispado  de  Sta-  María- 
6.0151D.  Fr.  Juan  de  los  Barrios  y  To- 


ledo. 
8.0  152  B.  Pr.  Sebastiui  át\ 
20.0  153  D.  Pr.  Bernardo  de  l&l 
32.0  154  D.  Pr.  Diego  de  SU. 
33.0 155  D.  Pr.  M igoel  Sancha^ 
34.0  156  D.  Fr.  Antonio  Gamic 

Obispado  de  Oartageoaán 

6.0  157  D.  Fr.  Luis  Zapata  de 
16.0  157  D.  Pr.  Diego  Torres 
17.0  158  D.  Fs.  Francisco! 

Obispado  de  Fopajas 
12.0 159  D.  Fr.  Bemardinodel 

Obispado  deMedeUin 

1.0  160  D.  Pr.  Femando  Caoe. 


APÉNDICE 


de  varios  Obispos  misioneros  en  diversas  partes  del 


1868. 


2 
3 


5 
6 
7 
8 
9 
10 

11 
12 
13 
14 

15 

16 


D.  Fr.  Patricio  &  Sto.  Buenaventura,  17 

Australia.  18 

D.  Fr.  N.,  Tracia.  19 

D.  Manuel  de  Santa  Rita  Barros,  20 

Guinea.  21 

D.  Esteban  de  Jesús  María,  Ínsula  22 

terciaria.  23 

D.  Pascual  Vuicic,  Licia.  24 

D.  Luis  Felipe.  25 
D.  Rafael  Barisich,  Palestina. 

D.  Francisco  Ramirez,  Pinicia.  26 
D.  Alfonso  María,  Tessalia. 

•D.  Juan  Félix  Z<»peda,  1859,  Repúbli-  27 

ca  Honduras. 

D.  Feliciano  Barbaccí,  Tuecia.  28 

D.  Luis  María  Onofre,  Calabria.  29 

D.  Miguel  Navarro,  Armenia.  30 

D.  Rafael  de  San  Ambrosio,  Rome-  31 

lia. 

D.  Eustaquio  Víctor  Modesto,  Pales-  32 

tina.  33 
D  Gabriel  Grioglio,Bpiro.  1862. 


D.  Urbano  BagdanoTícb, 

D.  Julio  Arrigoni,  Strañs. 

D.  Benito  de  San  Agustín. & 

D.  Hannfbal  FantonL 

D.  José  Novella,  Licia. 

D.  Juan  Topich,  Frigia  PsgO 

D.  N.,  Jonia. 

D.  Dario  Bucciarelii,  AlMsit- 

D.  Pr.  Buenaventura  Bhi3.l 

blica,  Buenos-Aires. 
D.  Nicolás  Aldasor,  Rep&büa 

nos- Aires. 
D.  Tomás  MuUoch,  ínsnl»  3 

Santa. 
D.  Lorenzo  Berg^rettt,ArdM 
D.  Pedro  Séverini.  Albanií. 
D.  Luis  Ciurcia,  Albania. 
D.  Sebastian  Pracovielu  it^ 

trea. 

D.  Luis  Celestino  Spelta,  ^.^ 
D.  Elisio  Chiais,  Yic  Apéeü 

Celieia.  1844. 


—  319  — 


Cirilo  Alameda  y  Brea,  Bspafia. 
Luis  Agracio,  Sannio. 
IfUis  Moccagatta,  Cilicia. 
Francisco  Tejada,  Guadalajara. 
Katéban  Ursua,  Cuba. 
Juan  Suarez,  Cuba. 
Baltasar  Herrera,  Nueva  Cáce- 
les. 
José  Sánchez,  Nueva  C&ceres. 


43  D.  Manuel  Matos,  Nueva  Cáceres. 

44  D.  Pedro  de  Dante,  Méjfco. 

45  D.  Francisco  doto,  Méjico. 

46  D.  Francisco  Ovando,  TrujiUo. 
Además  de  los  referidos,  hay  15  Obis- 
pos y  i  Arzobispo  Capuchinos;  2  Obis- 
pos; 1  Arzobispo,  y  i  Cardenal  de  los 
Conventaales.  Todos  e^sos  66  Prelados 
Franciscanos  vivían  en  1862. 


Luis  Maldonado,  Nueva  Cáceres. 

teae,  que  en  las  Misiones  de  la  China  la  Religión  Seranea  ha 
3»  una  serie  no  interrupta  de  8  Arzobispos,  por  lo  menos,  en 
irópoli  de  Cambalú  ó  Cambaleo,  en  el  siglo  15  principalmen- 
de  sus  7  Diócesis  sufragáneas,  las  cuales  eran  servidas  en  su 
T  parte  por  Obispos  Franciscanos.  v 

I  mismo  consta  de  las  Misiones  de  Marruecos,  en  las  cuales 
,Ta  Seráfica  Religión  ha  tenido  otra  serie  de  8  Obispos,  por  lo 
>3.  Véase  la  Historia  General  de  las  Misiones  Franciscanas  en 
ugares. 


ARZOBISPOS  T  OBISPOS  FRANCISCANOS  ACTUALES. 


1888. 


Suropa. 

ITATLIA. 


10 
11 


ftmo.  D.  Pr.    Francisco    Converti,   12 
Arzobispo  de  Reggio.  1882. 

V     D.  Fr.  Serafln  Milani,  Arzobis-    13 
po  de  Trajanopolis  «in  p. 
inf.»1874.  14 

>     D.  Leopoldo  Santanché,  Arz. 
Acridanense  in  part.  inf.  1871  15 

»  D.  Benito  La  Yecchia  Quar- 
neri,  Ar.  de  Siracusa.  1875. 

»  D.  Luis  de  Agacio,  Obispo  Pi- 
ventino.  1854. 

»     D.  Luis  María  Lembo,  O.    de    16 
Cotrone.  1860. 

i>  n.  Bernardino  Tiiunfetti,  O. 
de  Cafarnao.  1880. 

»  D.Antonio  María  Pettinari, 
O.  de  Nocera  (1863)  y  Arzo- 
bispo de  Urbino  1881.  17 

»  D.  Enrique  Carfagnini,  O.  de 
Gallipoli,  1880. 


»     D.  Ángel  Pianorf  O.  de  Faen- 

zal871. 
»     D.  Alejandro   Cantoli,  O.   de 

Bovino.  1871. 
w     D.  Leonardo  Giannotti,  O,  de 

Modigliana.  1171. 
»     D.  Jeremías  Cosenza,  O.    de 

Foggia,  1872. 
»     D.  Antonio  Vicente  Festa,  O. 

de  Seguí  1877. 
»     D.  Francesco  María  Imparati, 

de  Venoso.  1880. 

PORTUGAL. 

»  D.  Juan  Cris.  D*  Amorim  Pes- 
soa,  de  Braga,  Arzobispo 
Prim.  1876. 

ROMBLÍA. 

)»  D.  Rafael  D'  Ambrosio,  O.  de 
Durazzo.  1847. 


18 


19 


21 


22 


^3 


24 


25 
26 


» 


» 


» 


—  320  — 


SBRVIA. 


28 

29 

30 
31 
32 


»     D.  Fulgencio  Czrev,  O.  de  Sco- 
pia.  1879. 

ALBANIA. 

»     D.  AlBerto  Cracci,  O.  de  Pular 
ti  1870. 

BOSNIA. 

»     D.  Fr.  Pascual  Unieic,  O.   de 
Aatifello  <án  p.  inf.»  1960. 


HERZEGOVINA. 

»     D.  Pascual  BaconiCy  O.  deMos-  ZA 
tar.  1882. 

lUPERIO  TURCO.  35 

»     D.  Fidel  Abbati,  O.  de  Santo- 
rin.  1863. 

ORECIA.  36 


D.  Teófilo  Maisucci,  O.  de  Si"    37 
ra.  1880. 

38 

ABim- 

39 

SIRIA.  f 

40 
D.  Luis  Piavif  Arzobispo  de 

Siunia.  1876.  Vic.  Ap. 
D.  Gaudencio  Bonflgli,  O.  de 
Cassia  «in  p.  infj»  1881. 


CHINA. 


41 


27      »     D.  Luis  Moccogatta,  O.  y  Vic. 


v 


>y 


» 


V 


» 


» 


>> 


» 


V 


Hi#>>ili        ' 


Ap.  de  Xan-toDg.  84 
O.  OregoríoGra8€¡.0.¿«fl 

8ia  «in  p.  inf.»  y  V.  AQ 

jutor.  1876. 
D.  Amat  PagnQCci,0.7T. 

Co.  de  Xen-si.  tí£7. 
D.  Easebio  SemprinifO.; 

Ap.  de  Hu-naiL  iST.   J 
D.  Eligió  Cosí,  O.  y  Vk.i; 

Xan-tong.  1870. 
D.  Alejo  María  rilippi,^ 

Vic.  Ap.de  HspiíCt 
D.  Ezeqniaa  Band,  0.  j1 

Ap.  de  Hu-pé  septotr-i 


D.  Fr.  Anadeto  CUeaiali 
Vic.  Ap.  en  Egipto  pt4 
latinos.  It8i.  I 

D.  José  Sebastian  J^eta,!! 
Angola  y  Congo.  1^. 

Amórioa. 

D.  Bernardo  Pinol  j  Jáoseá 

Arzob.  de  Huatem&li.  SM 

Wenceslao  AcbaTal,  OM^ 

yo  eu  la  Argentina.  IIC- 
Juan  Antonio  Piiig  j  K^^ 

rat,  de  Pucrto-Rícs>.ffíi 
D.  Mamerto  Espoió,  0.  ds  G^ 

doba  en  la  Arg.  1^ 
D.  Buenaventura  PorüB*  * 

y  Vic.  Ap.  de  dliíaá 

1880w 

Oceanhí- 

D.  Benito  Romero,  0.  <ieOM 
en  las  Filipinas.  W^ 


i 


CAPIT6ÍLO  XL. 


Ucef»  8umoa  y  Oardonalea  que  ha  escogido  la  Divida  Proriden' 
eJa,pan^  el  régimen  de  1a  Iglesia  católica,  de  la  humilde  Re 
ligion  Seráüca. 


5 


MtíBees  j  CariieDalM  de  la  1.*  j  3.'  Órdei  de  N.  S.  P.  S.  Francisco. 


f\ 


Vícedominus  de  Vicedominis.    .  S.  Pontíf. 

Nicolás  IV ídem. 

Alejftndro  V ídem. 

Sixto  IV ídem. 

Sixto  V.^ ídem. 

S.  Buenaventura  de  Balneoregio.  Cardenal. 

VicedLoniinus  de  Vicedominis.    .  ídem. 

Ventivenga  de  Ventivengis.    .    .  ídem. 

Jerónimo  de  Asculo ídem. 

Hateo  de  Aguasparta ídem. 

Santiago  Tomasino ídem. 

B.  Andrés  de  Gomitibus.    .    .    .  ídem. 

Gentil  de  Monfloro ídem. 

Leonardo  Vatraso ídem. 

Juan  Mino ídem. 

Reginaldo  ümbert ídem. 

yidal  de  Fumo ídem. 

ertrando  de  Monte  Aventino.    .  ídem, 

rtrando  de  Turre ídem. 

edro  Aureolo ídem. 

las  de  Narinalis..    .    .    ,    .    .  ídem. 

(astor  de  Serrascuderio.     .    .    .  ídem. 

uillermo  Fari^erio  de  Gordonio.  ídem. 


Placentino. 

Ase  ulano. 

Cretense. 

Savonense. 

Del  Piceno. 

De  la  Etruria. 

Placeniino. 

De  Aquasparta 

Del  Piceno. 

Italiano. 

ídem. 

De  Anagnia. 

Del  Viceno. 

De  Guengino. 

De  Muro  Pie.® 

Italiano. 

Francés. 

ídem. 

ídem. 

ídem. 

Ídem. 

ídem. 

ídem. 


\ 


I 


24. 
25. 
26. 
21. 
28. 
29. 
30. 
31. 
32. 
33. 
34. 
35. 
36. 
37. 
38. 
39. 
40. 
41. 
42. 
43. 
44. 
45. 
46. 
47. 
48. 
49. 
50. 
51. 
52. 
53. 
54. 
55. 
56. 
57. 
58. 

60. 
61. 
62. 
63. 
64. 
65. 
66. 


I^ 


Fortanerío  Vaselio ídem. 

Marcos  de  Viterbo.     .....  ídem. 

Berirando  Lagerio  de  Figiaco.    .  ídem.       Fn£céi| 

Tomas  Farignano  de  Módena..    .  ídem.      ItaJíi^l 

Bartolomé  de  Cucumo  Ligar..    .  ídem. 

Luis  Donato  Véneto ídem. 

Leonardo  Rúbeo  Giforense.    .    .  ídem. 

Bartolomé  üliarío  Patavino^  .    .  ídem. 

Pedro  Filargo  Cretense ídem. 

Pedro  de  Fuxo  Sénior ídem.       Fnwj 

Francisco  Rubere  de  Savona.  .    •  ídem.       ítíÉ&\ 

Pedro  Riario  de  Savona ídem. 

Pedro  de  Fuxo  Joven ídem. 

Gabriel  Rangonio  de  Módena..    .  ídem. 

Elias  de  Boundeille ídem. 

Clemente  Grossus  Rubereo  de  S.  ídem.       II 

Marcos  de  Savona ídem. 

Francisco  Giménez  de  Cisneros..  ídem. 

Cristóforo  Numayo  de  Forolibio.  ídem 

Francisco  Quiñones  de  Luna..    .  ídem. 

Clemente  Dolerá  de  Monilia. .    .  ídem.       Itálica 

Guillermo  Pedro  Anglus.    .    .    .  ídem.       Ctret 

Félix  Rettus  Piceno ídem.       lul^ 

Constancio  Bucafoco  de  Samano.  ídem.  I<^ 

Anselmo  Marzato  de  Monopoli.  .  ídem.  ^ 

Gaspar  Borgia ídem.       Bspí&L 

Félix  Centino  de  Asculo.   .    .    .  ídem.       IlaliaBí 

Gabriel  Trejo  Panlagua ídem.       Bspañíí 

Femando  Austríaco ídem.  1*^^ 

Antonio  Barberino  de  Florencia.  ídem.  I<í* 

Pascual  de  Aragón Ídem.  I¿^ 

Luis  Fernandez  Portocarrero.    .  Ídem.  I^ 

Lorenzo  Brancati ídem.       Ilaiia» 

Bronucio  Palavicino  de  Parma.  .  ídem.  I<^** 

Franc.  Maria  Casino  de  Arecio.  .  ídem.  ^^ 

Lorenzo  Cozza  de  Montesalis.,    .  ídem,  1^ 

Lorenzo  Ganganelli  de  Urbino.  .  ídem.  ^^ 

Buenav.*  Gazola  de  Plasencia.  .  ídem.  I^ 

Luis  Micara  Tusculano ídem.  ^^ 

Ant.  M.*  Orioli  de  Balneocaballo.  ídem.  *$ 

Justo  Recanati  de  Camerino. .    .  ídem.  5^ 

Cirilo  Alameda  y  Brea ídem.       Espaft¿ 

De  Angelis,  de  la  3.*  Orden.   .    .  ídem. 


—  323  — 


icca,  de  la  3.*  Orden.  .  .  . 
>iiaparte,  de  la  8.*  Orden.  . 
.anning.  Arz.  de  Westminsier. 
regorio  IX,  de  la  3.*  Orden. . 
3.oce]icio  xn,  ídem.  .  . 
lo  IX.  Ídem.      .  . 

■eon  XIII.  ídem      .  . 


ídem, 
ídem. 

ídem.       Inglés. 
S.  Pontíf. 
ídem. 

■ 

ídem. 
Sumo  Pontífice  actual. 


L 


CAPITOLO  XE.I. 


SantOB  y  Beatos  de  la  Religión,  no  máxtireat  enjo  enUo  ha  sibm 
hado  por  la  Iglesia,  aegan  la  Revista  FranciBeana  otM 
mo8  oonespondienteB  al  año  1876  j  sigaientea^ 


1  N.  S.  P.  S.  Francisco,  Conf. 

2  S.  Antonio  de  Pád.,  Conf. 

3  Sta.  Isabel  de  Hungría,  Duq.  v.3.0. 

4  B.  Bienvenido,  de  Gubio,  L.  conf. 

5  B.  Ventivoglio,  Pbro.  conf. 

6  B.  Pelegrin,  de  Falerone,  L.  conf. 

7  Bta.  Felipa  Mareri,  virg. 

8  B  Rizzerio,  de  Mucia,  Pbro.  conf. 

9  B.  Rogerio,  de  Fodi,  Pbro.  conf. 

10  Bta  Viridiana  Attavanti,virg.  3  0. 

11  B.  Luquesio,  primer  Ferc.  conf.8.0. 

12  B.  Gerardo,  de  Villamagna,  conf  3.0. 

13  Bta.  iilena  Enselmini.de  Padua,  vrg. 

14  Bta.  Ilumiliana  de  Cerchí,  viud.3.0. 

15  B.  Guido,  de  Cortona,  Pbro.  conf.3.0. 

16  S.  Fernando  III,rey  de  Castiila,c.  8,0. 

17  Sta.  Rosa  de  Viterbo,  virg.  3.  0. 

18  Sta.  Clara,  de  Asia,  virg.  prim.  Reí. 

2.0. 

19  Sta.  Inés,  de  Asís,  virg. 

20  B.  Gerardo,  de  Lunel,  conf.  8. 0- 

21  B.  Andrés,  de  Spello,  Pbro.  conf. 

22  B.  Gil,  de  Asís,  Clérigo  y  conf. 

23  Bta.  Salomé,  Reina  de  Galitzia,  virg. 

24  Bta.  Isabel,  de  Franc,  virg. 

25  S.  Luis  IX.  Rey  de  Franc,  3.  0. 

26  B.  Juan,  de  Penna,  Pbro.  conf. 

27  S.  Buenaventura,  D.  Conf.  y  Card. 

28  S.  Bienvenido,  Obispo  y  conf. 

29  Sta.  Zita,  virg.  3.  0. 

30  Bta.  Inés,  de  Praga,  hija   del  rey 

Prem. 
81  Bta.  Margarita  Colonna,  virg. 


32  B.  Juan,  de  Parma.  Pbro.  c0cl 

33  B.  Conrado,  de  Aicoli,  Lego.ciBÍ 

34  Bienvenido,  de  ELec^nati,  «all* 

35  B.  Pedro  de  Siena,  conf.  3. 0. 

36  Bta.  Cunegunda,    reina  de  PaL» 

virg. 

37  Sta.  Margarita,  de  Cortona,  U 

38  B.  Jolanda,  Duq.  de  Polonia. 

39  S.  Luis,  Obispo  de  Toloaa.  coní 

Los  16  santos  Mártires,  en  bM 
En  este  primer  siglo  la  Orto •! 
ráflca  produjo  55  Santos  ó  BasM 
los  cuales  33  pertenecen  i  Ut't 
den,  10  á  la  2.>,  12  á  la  S.< 

56  B.  Maria  de  Nazareis,  virg. 

57  B.  Andrés  de  los  Condes,  Pbra  «■ 

58  B.  Ivo  Helori,  Pbro.  de  la  3. 0. 

59  B.  Pedro  de  Treia,  Pbro  oo«í. 
10  B.  Rainerio,  de  Arezzo,  Lego.e. 

61  B.  Conrado  de  Oflda,  Pbro.  (xtí 

62  B.  Liberato,  de  Lauro^  Pbre.c 

63  Bta.  Juana,  de  Signa,  virg.  S.O. 

64  Bta.  Clara  de  Montefalco,  3-  ^ 

65  Bta.  Angela  de  Foligno,  3  O 

66  Bta.  Cristina  de  Sta.  Cnu.virg^* 

67  B.  Raimundo  Luiie,  «D.  üa.»*^ 

68  B.  Francisco,  de  Fabriano,  Pb» 

69  S.  Elceario,  Conde  de  Anano,  l^- 

70  S.  Roque,  de  Montpeller,  10. 

71  B.  Odorice,  de  Pordenoni,  Mii*^ 

72  Sta.  Isabel,  reina  de  PorlBSSl.f^ 

73  Bta.  Clara  Agolanti,  v. 

74  B.  Francisco  Sioco,  de  PaflW»^* 


A.  ^v. 


—  325  — • 

7S  S.  Conrado,  de  Placeaoia,  3.  0.  121  B.  Vicente  de  Aquila,  Le|^. 

7^  Bta.  Micaelina  Metelli,  v.  3.  0.  122  Bta.  Paula  Gambara-Costa,  v.  8 . 0. 
77  Bta.  Delfina  deGlandeves,  virg^.  8.  0.    128  B.  Ladislao  de  Oielniow,  Pbro. 

73  ^ca.  Brígida,  de  Suecia,  y.  3.  0.  124  B.  Francisco  de  Calderola,  Pbro. 

79  B.  Hagolíno  Magalotti,  3.  0.  125  S  Francisco  de  Paula,  3.  0. 

80  B.  Juan  de  la  Paz,  3.  0.  126  Bta.  Juana  de  yaloi8,ReiBa  de  Fran- 
Si  B.  Santes,  de  Montefabri,  Lego. '  cía.  3. 0. 

Loa  2  Beatos  Mártires,  en  tu  lugar  127  Bta.  Bautista  Var»  ni,  Condesa,  Tirg . 

entre  los  M&r tires.  128  Bta.  Paula  Monaldi ,  virg. 

luOt  Santos  y  Beatos  de  este  segundo  129  Bta.  Luisa  JLlbertoni,  v.  3.  0. 

siglo  de  la  Religión  son:  10  de  la  180  Bia.  Angela  de  Merici,  virg.  8.  0. 

^  primera  Orden,  2  de  la  2.«  O.  y  131  S.  Pedro  de  Alcántara,  Pbro. 

16  de  la  tercera  O.  Total  28.  132  B.  Salvador  de  Horta,  lego. 

^  Bla.  Lacia  de  Calatagirona,virg.  8.0.  183  B.  Nicolás  Factor,  Pbro. 

85  B.  Jacobo,  de  Strepa,  Arzobispo.  134  Félix  de  Cantalicio,  Lego. 

S6  Bta.  Isabel  Walaech,  la  Buena,  virg.  185  S.  Benito,  de  San  Filadelfo,  Lego. 


3.0. 

87  Bta.  Liduvina,  de  Holanda,  virg.  8.0. 

88  Bta.  Angelina,  C»ndesa,  virg.  8.  0. 

89  Sta.  Francisca  Romana,  y.  3. 0. 

90  S.  Bemardino  de  Sena,  Pbro.  e. 

91  Bta.  Felicia  Meda. 

92  Sta.  Coleta  Boilet,  Reform.*  de  la  se- 

gunda Orden. 

93  B.  Tomás,  de  Florencia,  Lego. 

94  B.  Nicolás  de  Forcapalena,  Pbro. 

95  Guillermo  Cideno,  Solitario,  8. 0. 

96  B.  Herculano,  Pbro.  conf. 

97  B.  Mateo,  Obispo  de  Girgenti. 
96  S.  Pedro  Regalado,  Pbro.  conf. 
99  S.  Juan  de  Capistrano,  Pbro.  conf. 

100  B.  Gabriel  Ferretti,  Pbro.  conf. 
lOi  B.  Arcángel,  de  Calataflmo,  Pbro. 

102  B.  Antonio,  de  Stronconio,  Lego, 

103  Sta.  Catalina  de  Bolonia,  virg. 

104  S.  Diego  de  Alcalá,  Lego., 

105  Bta.  Antonia  de  Florencia,  virg. 
IOS  S.  Jaime,  de  la  Marca,  Pbro. 

107  Bta.  Sel  afina  Sforzia,  v. 

108  B.  Marco  Fantuccio,  Pbro. 

109  B.  Jaime,  de  Iliria,  Lego. 
iillO  B.  Pacifico,  de  Ceredano,  Pbro» 

111  B.  Simón,  de  Lipnica,  Pbro. 
J12  B.  Juan,  de  bukla,  Pbro. 
113  B.Pedro,  deMogliano,Pbro. 
Ha  B.  Bernardino,  de  Feltri,  Pbro. 

115  B.  Ángel,  de  Clavasio,  Pbro. 

116  B.  Marco,  de  Montegallo. 

117  Bta.  Isabel,  de  Amelia,  virg^ 

118  B.  Kustoquia  de  Messina,  vr. 

Bl  tercer  siglo  seráfico  dio  35 
Santos  7  Beatos  á  la  Iglesia,  que  234  B.  Carlos  de  Secia. 
pertenecen  21^  la  I.  O.:  7,  á  la  2.  235  B.  Bgidio  de  Laureano. 
O.:  y  7  á  la  8.  O.'^^iB^^  236  B.  Humilde  de  Bisiniano. 

119  Bta.  Luisa  de  Saboya,  tT^W^  ^7  B.  Bartolomé  de  MontepolieianQ, 

120  B.  Bemardino  de  Fossa,  Pbro^^^^  ^  ^*  '^^^^  ^^  4lT«rM< 


186  S.  Pascual  Bailón,  Lego. 

Los  demás  véanse  en  el  catálogo  de 
los  Mártires  mas  adelante.  Los 
Santos  y  Beatos  de  este  cuarto 
siglo  son  52,  de  los  cuales  27  son 
de  la  1.»  Orden,  3.  de  la2.«  y  2i  de 
la  3.* 

171 B.  Sebastian,  de  Aparicio.  Lego. 

172  B.  Andrés  Hibernen,  Lego. 

173  S.  Serafln,  de  Montegranario  L.  ca 
puchino. 

174  B.  Julián  de  S.  Agustín,  Lego. 

175  S.  Francisco  Solano,  Pbro. 

176  S.  José,  de  Leonisa,  Pbro.   G  apuch- 

177  S.  Lorenzo,  de  Brindis,  Pbro.  cap. 

178  B.  Benito  de  Urbino,  Pbro.  Cap. 

179  Sta.  Jacinta  de  Mariscotte,  virg. 

180  Bta.  Maria  de  Jesús,  de  Par.,  8.  0. 

181  S.  José  de  Cupertino,  Pbro.  Conv. 

182  S.  Bernardo,  de  Corleen,  L.  Cap. 

183  B.  Bernardo,  de  Oflida,  L.  Cap. 
Los  Santos  6  Beatos  Mártires  se  po. 

nen  mas  adelante. 
El  quinto  siglo  seráfico  ha  produ- 
cido 55  Santos  y  Beatos,  de  los 
cuales  81  son  de  la  1.*    O.  y  24 
de  la  3.* 

226  S.  Leonardo  de  Portum,  Pbro. 

227  Juan  José  de  la  Cruz,  Pbro. 

228  Sta.  Maria  Franc.  de  las  LL.   virg^ 

229  Bta.  Juana  Maria  Maille,  v. 

230  B.  Jacobo  Ilirico,  Lego. 

231  B.  Antonia,  de  Florencia,  v. 

232  B.  Bentivoglio  de  Bonis,  Pbro. 
288  Bta.  Jolenta,  t. 


\ 


V 

i. 


\ 
^ 


—  326  — 

Nota.  La  Religión  Seráfica  entre  los  muchos  milet  de  Santos, 
nos  Escritores  como  por  ejemplo:  San  Praneisco,  el  Fundador,  as 
de  Pádua,  San  Bernardo  de  Send,  San  Juan  de  Capistrano»  San  Jieoet;! 
fleo  Doctor  San  Buenaventura,  que  escribió  como  SOO  obras:  el 
do  Lulio,  mas  de  300,  etc.  Ni  le  faltan  tampoco  Bscriloras,  como  Sasli 
de  Sena,  la  V.  Madre  Uaria  de  Jesús  de  Agreda,  Santa  Clara  etc. 

Bn  17S2  contaba  la  «Biblioteca  Universal  Franciscana»  5900 
císcanos,  por  sus  nombres  propios. 


CJLPfTOLO  XLII. 


Sunioa  y  Bbbíom  Máitirea  de  nuetiru  Seráüea  Belígian. 


8.  Acursio,  Lego,  en  los  Marruecos.  20 
8.  A4Juto,  L.,  Id. 

8.  Antonio  Duisoo,  3.  O.  Nagasaki,   21 
SifTlo  XVI.  22 

B.  Antonio  de  S.  Francisco»  Lego, 

Japón.  Siglo  XVn.  23 

S.  Antonio  Hornariense,  Presbíte- 
ro. Oorgum.  24 
B.  Antonio    de  S.  Buenaventura, 

p.  Japón.  25 

B.  Apolinario,  Pbro.  Comisario  ge-   26 

neral.  Japón.  27 

B.  Bartolomé  Laurel,  I^go,  Japón.    28 

S.  Berardo  de  Carpió,  Protomár- 

tir  de  la  Religión  Seráfica.  Mar-   29 

ruecos. 

B.  Bernardo  de  Carbón,  Pbro.,  To-  80 

losa. 
8.  Buenaventura  Ouisoo,   3.  Orden   31 

Meaco. 
S.  Cornelio  Batavoduro,  Lego,  Gor-   32 
gum.  Siglo  XVL  33 

S.  Cosme  Raquisa,  Catequista,  8.  O. 

Japón.  34 

B.  Domingo  de  NagasacU   Lego. 

Japón.  35 

B.  Dominge  Nifaci,  de  2  años  de   36 

edad,  8.  O.  Japón. 

i    B.  Domingo  Tomachi,  8.  O.  Japón.     87 

'     S.  Daniel  de  Belvedre,  Pbro.,  Mar-   38 

mecos*  . 
I    s«n  Dono  de  Castrovillari.  Ceuta.      89 

)    B.  Esteban  de  Narbona»  Tolouu 


S.  Felipe  de  Jesús,  Tonsurado.  Ja- 
pon. 

San  Fidel  de  Singmaringen,  Capu- 
chino. 

S.  Francisco  Blanco.  Japón. 

&  Francisco  de   Meaco,  médico. 
Japón. 

S.  Francisco  de  S.   Miguel.  Naga- 
sacki. 

S  Francisco  Fahelante.  Japón. 

B.  Francisco  Cofloie  Japón. 

B.  Francisco  Calvez,  Pbro.  Japón, 

B.  Francisco  de  Santa  Maria,  Pres- 
bítero. Japón. 

B.  Francisco  de  S.  Buenaventura, 
Lego.  Japón. 

8.  Gabriel  Duisco,  Catequista.  Na- 
gasaki. 

B.  Gabriel  de  la  Magdalena.  Lego. 
Japón. 

B.  Gaspar  Vas,  3. 0.  Japón. 

B.  Gentil  de  Metálica,  Presbítero. 
Bgipto. 

S.  Godofredo  Mervelano,   Presbíte- 
ro. Gorgum 

S.Gonzalo  Carcia,  Lego.  Japón. 

S.  Hugolino    de  Cerisano.  Presbí- 
tero. Ceuta. 

S.  Gerónimo  Werden.  Gorgum. 

B.  Jerónimo  de  Torres,  Presbítero. 
3  O.  Japón. 

S   Joaquín   Saquios,  Enfermero, 
Japon« 


« 


t... 


—  328  — 


40  S.  Juan  Quizuia,  de  Meaco,  3.  O. 

JapoD. 

41  B.  Juan  Tomaehi,  3, 0.  Japón. 

42  B.  Juan  de  Sta.  Marta,  Pbro.  Japón. 

43  B.  Joan  de  Prado,  Pbro.  Marrue- 

cos. 

44  B.  Juan  de  Perosa»  Pbro.  Valen- 

cia. 

45  S.  León  Carazuma,  noble  coreano, 

3.  O.  Japón. 

46  San  León  de  Coregliano,  Présbite- 
'  ro.  Ceuta. 

47  B.  León  Nagasaki  Satzuma,  Cate- 

quista. Japón. 

48  B.  Lacas  Chiemon,  8.  O.  Japón. 

49  B.  Lucia  Freitas,   viuda,  0. 3.  Ja- 

pon. 

50  S.  Luis  Ibarehi,  de  11  años,  3.  O. 

Japón. 

51  B.  Luis  Lassandra,  Pbro.,  Id.    ■ 

52  B.  Luis  Sotelo,  Legado  de  la  Santa 

Sede.  Id. 
63     B.  Luis  Baba,  Lego.  Id. 

54  B.  Luis  Matzuo,  3.  O.  Id. 

55  Bta.  Luisa,  de  80  años,  3  O.  Id. 

56  Bta.  María  Yaz,  3.  O.'  Id. 

57  San  Martin  de  la  Ascensión.  Id. 

58  B.  Martin  Gómez,  8.  O.  Id. 

59  B.  Mateo  Alyarez,  3.  O.  Id. 

60  S.  Matías  de  Meaco,  8  O.  Id. 

61  B  Miguel  Lameda,  3.  O.  Id. 

62  B.  Miguel  Tomachi,  3.  O.  Id. 

63  B.  Miguel  Chizaiemon,  3.  O.  Id. 

64  S.  Miguel  Cosaki,  3.  O.  Id. 

65  S.  Nicasio  Uesio,  Pbro.  Gorgum. 


66  S.  Nicolás  de    Corigüxss^ 

tero.  Ceuta. 

67  8.  Nicolás  Pikio,  Gorgun. 
18     S.  Otón,  Pbro.  Marruecos 

69  S.  Pablo  Ibirehi  de  Oah,  V 

pon. 

70  S.  Pablo  Saxnki,  S.  O.  Japat 

71  B.  Pablo  TomacÁl,  S.  O.  I¿ 

72  B.  Pablo  de  Sta.  CSara,  Lqi&l 
78     8.  Pedro  Aacanio,  Lego.  H 

74  S.  Pedro  Bautista,  Ptvro.  U. 

75  B.  Pedro  de  la  Asuncioa, 

76  B.  Pedro   Sassoferrato,  Li^| 

lencia. 

77  B.  Pedro  de  aviIa,  PbroL  UfíS\ 

78  S.  Pedro  Sequerein,3.  O.  tí. 

79  San   Pedro  de   San 

Marruecos. 

80  B.  Raimundo  Lullo,3.0. 

81  B.  Ricardo  de  Santa  ana,  ¡ 

ro.  Japón. 

82  S.  Samuel    de  CastroTÍUsr, 

bitero.  Ceuta. 

83  San  Teodorico  Bndeno,  Gorf^ 

84  Santo  Tomás  de  Cosaki,  Csi 

ta,  3.  O.  Japón. 

85  Santo  Tomás  Danchi,  CaLi^ 

pon. 

86  B.  Tomás  Vo,  3.  O.  Id. 

87  B.   Tomás  Tomachi,  de  tt 

8.  O.  Id. 

88  B.  Tomás  Tolentlno,  Anaesit 

89  B.  Vicente  de    S.  José,  W*^ 

glo  XVII,  Japón. 

90  fi.  Willade,  Pbro.  Oorgaa. 


En  Wadingo  podrán  verse  los  Religioses  Franciscaaoa  que  han  d( 
sangre  por  Cristo  hasta  el  número  de  mas  de  800. 

Según  nuestra  Crónica  General,  por  Eusebio  González,  los  Mártípss 
canos  son  2.500,  y  los  Venerables  3.000.  Pero  la  Iglesia  no  los  ha  decUx«4cS) 
Ti  a. 


Ci^pfTsii.o  i;:liiíi, 


3ELeligioaoa  Incorporados  á  esta  V.  Comunidad  de  Ooopa. 

1751-1882. 
Bsícerdotes^—CoristaS'-LegoB'—DerotoS'— Donados- 


I 


^«▼erendo  P.  D.  Fr.  Agustín  Zamar- 

riego. 
Agustín  Alarts. 
Agustín  BerriUo. 
»       Pinedo. 
»       Sobreviela. 
»       Aldanondo. 
»        Mendizábal  (co- 
rista. 
Alberto  Ponlanes. . 
Alejandro  Rojo. 
Alejandro  de  las  Casas. 
Alejo  P*orcadeIl. 
Alfonso  M.*  de  la  Cruz. 
Alonso  Barrera. 
Alonso  Iglesias. 
Id.     Abad. 
Id.     García. 
Alonso  Reyna. 
Alonso  de   la  Concep- 
ción. 
Andrés  Blanco. 
»      Chacón. 


28  R.  P.  D.  Fr.  Antonio  Oliver. 


» 

V 

» 

K> 

V 
9 

I 

» 


» 


» 
» 


1 

•         » 

3  II.» 
Á     >. 


I» 
» 
» 

» 


V 
V 
» 

» 

» 

» 


S6 
27 


» 


» 


»/ 


1» 


» 
» 


Márquez. 
Díaz. 

Bernal  de  San 
Ant.o{Donadoí. 
Ama  dios  Bertona. 
Ambrosio   Ibieta    (De- 

.  voto.) 
Ángel  Espiñeíra. 
Antonio  de  la  Hoz. 


29 

30 

31 

32 

33 

34 

35 

36 

37 

38 

3') 

4) 

41 

42 

43 

44 

45 

46 

47 

48 

49 

50 

51  » 

52  » 

53  » 

54  V 

55  >» 
16  » 
57  » 


» 

» 

» 

» 

¥ 

» 

» 
» 

» 


» 
» 


» 

» 

>> 

» 
>> 

>-» 
>> 
V 
» 
» 

» 
» 

» 


V  Cavello. 
»  Cifré. 

»  de  la  Calle. 

•  Delgado. 

»  Pineda. 

V  Caballero. 

»  Blas  Olmedo. 

o  La  Leona. 

»      Romero  Colas. 

»      Gadea. 

'>  Antunez. 

»  Díaz. 

»       Blasco. 

»  García  Pacheco. 

Aragonés. 

»  Rossi. 
»      Gallisans. 

»  López. 
>/      Gravalosa. 
»      Brigatti. 
»       Bruno  Guiu. 
»       del    Pilar  P  ra- 
das. 
»       V<»nto8a. 

»  Cardona. 

>'  de    la    Concep- 
ción Leza. 
»       Mariano. 
»       de  Jesús. 
»       Aviles. 
»       Ferrer, 

22 


—  830  - 

- 

58  R.  P.  U.  Kr 

.  D.  AQtoiiio  CastUlo^ 

104  H.«  D.  Dámaso  Caballero  (Oer.^ 

&9 

» 

» 

»       Acosta. 

105  R.  P.  Fr.  Diego  Lozano. 

60 

:» 

» 

»       Méndez. 

106 

Id.  Diego  del  Valle. 

61  H.» 

»      Oarcfa.  (dey.«) 

107 

Id.  Diego  Plaza. 

62  II 

[.• 

Bergara  yBs- 

108 

H.*  Diego  Gutierres  (Dqk^ 

pinoza    (Do- 

109 

Id.  Dionteio  Benitez. 

nado.) 

110 

Id.  Domingo  de  la  Cruz. 

6S 

* 

» 

>»       del  Pilar. 

111 

Id.  Domingo  Bchavegara. 

64 

» 

» 

»        Uartiaez. 

112 

Id.  Domingo  Peguero. 

65 

»> 

» 

•>       Calderón. 

113 

Id.  Romero  Fontan. 

66 

» 

»> 

»        López. 

114 

Id.  Domingo  Payo. 

67 

» 

» 

»        M.«  Ures. 

115 

Id.  Domingo  Burgés. 

68 

» 

M 

Baltasar  de  San  Juan. 

116 

Id.  Bgidio  Carbonells. 

6» 

• 

» 

Bartolomé  Comas. 

117 

Id.  Elias  Pasaren. 

7© 

V 

» 

Benito  Noboa. 

118 

Id.  Elias  Simonelli. 

71 

• 

V 

»      Marín. 

119 

Id.  Enrique  Antonio  PonaMi 

72 

» 

9 

»      Fernander 

120 

Id.  Esteban  José  Gonzalo» 

7S 

1» 

» 

»      Baivoa. 

121 

Id.  Esteban  Rubio. 

74 

» 

» 

»       de  Jesús. 

122 

H.*  Esteban  Renquifo  (Donsd 

78 

y> 

»> 

»      Fosalya. 

123 

R.  P.  D.  Fr.  Eugenio  Mofói. 

76 

» 

» 

Benvenuto  Beardo. 

124 

Id.  Ensebio  Sanz. 

77 

» 

»> 

Bernardino  de  San  An- 

125 

Id.  Busebio  Atias.  (Coristi^ 

tonio. 

126 

Id.  Feliciano  Morentín. 

78 

» 

» 

Bernardino    P.  Oonza* 

127 

í  J.  Feliciano  Martines. 

lez. 

128 

Id.  Felipe  Martínez. 

79 

V 

1» 

Bernardino  de  San  Jo- 

129 

Id.  Felipe  Linares. 

sé  González. 

130 

Id.  Felipe  Sánchez. 

80 

» 

» 

Blas  Cabello. 

131 

H.*  Felipe  Bravo  (Donado.) 

61 

V 

» 

»   B'illester. 

132 

R.  P.  D.  Fr.  Félix  Margíl. 

82 

» 

i|» 

»  djl  Sacramento. 

133 

Id.  Félix  Arana.  (CorisU.) 

83 

» 

» 

^    García. 

184 

Id.  Femando  Pallares. 

84 

)» 

» 

V   déla  Fuente. 

135 

Id.  Fernando  Sánchez. 

85 

V 

V 

Buenaventura  Marques 

136 

Id.  Francisco  BscríTano. 

86 

» 

)» 

»             Perelló. 

137 

Id.  Francisco  Uaceda. 

87 

» 

» 

>>              Marti. 

138 

Id.' Francisco  de  San  José. 

88 

V 

V 

»              Cornelias 

139 

Id.  Francisco  Javier  Ri>era 

89 

ll» 

» 

»              Torremo-  140 

Id.  Francisco  Huertas. 

rell. 

141 

•Id.  Francisco  Sánchez. 

90 

>> 

V 

>j              Seluy. 

142 

Id.  Francisco  Basteyro. 

91 

s 

)» 

V             Martínez. 

143 

Id.  Francisco  Montero. 

92 

• 

» 

Calixto  Sánchez. 

144 

Id.  Francisco  Francés. 

93 

V 

» 

Cándido   Martínez    de 

145 

Id.  Francisco  Javier  Uagnso- 

Maturana. 

146 

Id.  Francisco  Gazo. 

94 

H» 

Carlos  de  Cdrdova  (D.*) 

147 

Id.  Francisco  Valiente. 

95 

H.» 

C&rlos  Fortina  (D.*) 

148 

Id.  Francisco  Marín. 

96 

H.« 

Casimiro  Chavarrfa  (D.*) 

149 

Id.  Francisco  Mata. 

97 

i» 

» 

Cayetano  Moltteni. 

f5«) 

Id.  Francisco  Menendes. 

98 

» 

¥ 

Celedonio  Ruiz. 

151 

Id.  Francisco  Alvares. 

99 

H» 

» 

Celedonio  Alatrista(D.*) 

152 

Id.  Francisco  Bueno. 

100  R.  P.  D.  Fr 

.  Cipriano  Rodrigues. 

153 

Id.  Francisco  Ruiz. 

101 

» 

M 

Cristóbal  Perrero. 

154 

Id.  Francisco  Coeejo. 

102 

V 

» 

Id.        Messas. 

155 

Id.  Francisco  Oviol, 

191 

• 

» 

Id.       González. 

156 

Id.  Frandsoo  DandtD. 

—  381  -- 


R.  P.  D.  Fr.  Francisco  Arisa.  209 

Id.  Francisco  Aranda.  210 

Id.  Francisco  Cumbreras.  211 

Id.  Francisco  Lázaro.  212 

Id.  Francisco  campal.  213 

Id.  Francisco  Casas.  214 

Id.  Francisco  Vallescá.  215 

Id   Francisco  Bosch.  216 

Id.  Francisco  Suy.  217 

Id.  Francisco  Orau.  218 

Id.  Prdncísco, Avellana.  219 

Id.  Francisco  Espóy.  220 

Id.  Francisco  Torres.  221 

Id.  Francisco  Jasa.  222 

Id.  Francisco  PuiiT-  ^'^ 

Id.  Francisco  M.»  Sagols.  224 

Id.  Francisco  Bohigas.  225 

Id.  Francisco  Risco.  226 

Id.  Francisca  del  N.  Jesús  Fons.  227 
Id.  Francisco  de  las  Llagas  Her-   228 
rero.                                           .    229 

Id.  Franeisco  de  S.  José.  230 

Id.  Francisco  de  AlcorU.  231 

Id.  Francisco  Saares.  232 
Id.  Francisco  del  Espíritu  Santo.     233 

Id.  Francisco  José  Concepción.  234 

Id.  Francisco  Javier  de  JesAs.  235 

Id.  Francisco  Cervera.  236 

Id.  Francisco  del  Pilar.  237 

Id.  Francisco  Jiménez.  238 

Id.  Francisco  Ramirez.  239 

Id.  Francisco  Hernández.  240 

Id.  Francisco  Prieto.  241 

Id.  Francisco  Morera.  242 

Id.  Francisco  Solanas.  .243 

Id.  Francisco  Antonio  Oarcfa,  244 

Id.  Francisco  Patino.  245 

H.*  Francisco  Ventura  (Don.*)  246 

R.  P.  D.  Fr.  Francisco  Montes.  247 

Id.  Francisco  Pagóla  (Corista-)  248 

Id.  Oabriei  González.  249 
Id.  Gabriel  de  la  Encarnación  Sala  250 

Id.  Gaspar  Marzet.  251 

Id.  Gaspar  García.  252 

Id.  Gerónimo  Dolores.  253 

Id.  Gerónimo  Clota.  254 

Id.  Gerónimo  Zurita.  255 

Id.  Glnés  Palai.  256 

Id.  Gregorio  Efío.  257 

Id.  Ignacio  M.»  Sans.  258 

H.*  Ildefonso  Roa  (Don.*.  259 

H.  p.  D.  Fr.  Isidoro  Malatesta.  260 

Id.  Isidro  del  Rio.  261 


R.  P.  D,  Fr.  Isidro  Martorell. 
Id.  Hilario  Bassan. 
Id.  Hilario  Martines. 
Id.  Jaime  Corretjer. 
Id.  Joaquín  Serrano. 
Id.  Joaquín  Liebana. 
Id.  Joaquín  Soler. 
Id.  Joaquín  Ignacio  Echa  ve. 
Id.  Joaquín  Navarro.    . 
Id.  Joaquín  Salva. 
Id.  José  Romero. 
Id.  José  AmpuerOé 
Id.  José  Orduna.s 
Id.  José  López. 
Id.  José  Bustos. 
Id.  José  Hernández. 
Id.  José  de  San  Antonio. 
Id.  JoséSeguin. 
Id.  José  Gondar. 
Id.  José  Feizóo. 
Id.  José  Vidal, 
(d.  José  Onorato. 
Id.  José  Contreras. 
Id.  José  Amich. 
Id.  Joaé  Menendes. 
Id.  José  Jaime. 
Id.  José  Navarro. 
Id.  José  Escobar. 
Id.  José  Boza. 
Id.  José  Bueno. 
Id.  José  Gutiérrez. 
Id.  José  Gómez. 
Id.  José  Sao  ches. 
Id.  José  Tortosa. 
Id.  José  Alvaruz. 
Id.  José  chaves. 
Id.  José  Candis. 
Id.  José  Ferrer. 
Id.  José  López. 
Id.  José  Cortés. 
Id.  José  Conde. 
Id.  José  Llera. 
Id.  José  Rodríguez. 
Id.  José  Barco. 
Id.  José  Tortoles. 
Id.  José  Redriguez. 
Id.  José  Lasala. 
Id.  José  Psgol. 
Id.  José  López. 
Id.  José  Marsal. 
Id.  José  Amado, 
Id.  José  Andrés  Berrocal 
José  M.*  Aliveras. 


Vw 


—  332  — 


?f2  R.  P.  D.  Pr.  JoséM.»  Arn^u. 
2ü3  M.  José  M.«  Batellaa. 

264  Id.  J«.8é  Francisco  Sainper. 

265  ló.  José  M."  del  Crucificado  Soler. 

266  Id.  José  Manuel  Hormaeche. 

267  Id.  J<»8é  Anzurena. 

268  H.»  José  A  moros  (Donado). 

269  R  P.  D.  Fr.  José  Coles. 

270  Id .  Jofté  Constans. 

271  Id.  José  Zusunaga. 

272  Id.  José  Camacho. 

273  Id.  José  Cavallero. 

274  Id.  José  Cat^Ilero. 

275  Id.  José  Duarte. 

276  H.»José  Prieto  (Donado.) 

277  R.  P.  D.  Fr.  Miguel  de  la  Asunción. 

278  H  «Jos-I  Carmen  Galarza  (Don.*) 

279  R.  P.  D.  Fr.  José  Arzaan. 
28)  H.*  José  Murrieta  (Dev.«) 

281  K.  P.  D.  Fr.  José  Torreus  (Corista). 

282  Id.  J-Jb:í  Álava. 

283  Id.  José  M.»  Font. 

284  H.^José  Antonio  Navarrete  (Don.*) 

285  U.*  José  A.  Maravi.  (Dev.«) 
2S6  R.  V.  1).  Fp.  José  M.«  Manso. 

287  II.c  José  M.«  Quintana.  (Don.«) 

288  II.»  José  M.«  Các/»re«.  (Don.») 

289  U.  P.  D.  Fr.  José  M."  Plazu. 

290  Id.  José  -Magret. 

291  H.»  José  A I  va.  (Don.») 

292  R.  P.  D.  Fr.  Juan  Berástegui. 

293  Id.  Juan  d«  Díos  Fresneda. 

294  Id.  Juan  Pérez  ^e  Sta.  Rosa. 

295  Id.  Juan  .Monrero. 

296  Id.  Juan  Calaf. 

297  Id.  Juan  Bonaraó. 

298  Id.  Juan  García. 

299  Id.  Juan  Alvarez. 

300  Id.  Juan  déla  Concepción. 

301  Id.  Juan  Periano. 

302  Id.  Juan  Gavilán. 

303  Id.  Juan  Sngrañes. 
30i  Id.  Juan  de  la  Vega. 

305  Id.  Juan  Cazo. 

306  Id.  Juan  Alcalde. 

307  Id.  Juan  Bueuaventura  Blazquez. 

308  Id.  Juan  Uribe. 

309  Id.  Juan  de  la  Cruz  Holguin. 

310  Id.  Juan  Represa, 
olí  Juan  Aimirall. 

312  Id.  JuanGuanter. 

313  Id.  Juan  Crieóstomo  cimini. 

314  Juan  Bautista  Narraez. 


I 


315  R.  P.  D.  Fr.  Juan  de  Díot  TjCfts 

316  Id.  Juan  Codolosa. 

317  Id.  Juan  cairo. 

318  Id.  Jaan  Cuesta. 

319  Id.  Juan  José  Mas. 

320  Id.  Juan  de  laOoneepcion  Pil^ 
?21  Id.  Juan  Raymondez. 

322  Id.  Juan  de  San  Antonio. 

323  Id.  Juan  Redondo. 

324  H.»  Juan  de  Pasos  (Don.*) 

325  R.  P.  D.  Fr.  Juan  Ca&elles. 

326  Id.  Juan  Diaz. 

327  Id  Juan  Antonio  del  Toro. 

328  Id.  Juan  Dolores  Carrera. 

321  Id.  Juan  Achotegui. 
.130  H.»  Juan  Alareo.  (Dop.^ 

331  H.«  Juan  Quiroga  (Don.^ 

332  H.»  Juan  Martioez  (Dev.») 

333  R.  P.  D.  Fr.  Julián  Real. 

334  Id.  Julián  N.iTarro. 

335  Id.  Julián  Hurtado. 

336  Id  Julio  Yelarde.  (Deroto* 

337  Id.  León  Martin. 

338  Id.  Leonardo  Cortés. 

339  Id.  Leonardo  M.«  Pons.  (Corimí 

340  H.»  Lino  Bicha  (Don.*) 

341  R.  P.  D.  Fr.  Lorenzo  Nañez. 

342  Id.  Lorenzo  Ruíz. 

343  Id.  Lucas  de  Jesús  MarConll. 

344  Id.  Luis  Colomer. 

345  Id.  Luis  Moré. 

346  Id.  Luis  Maceda. 

347  Id.  Luiá  Bielli. 

848  II.»Magin  E.<póy  (Don.») 

349  R.  P.  D.  Fr.  Mannel  delSaols. 

350  Id.  Manuel  Gil. 

351  Id.  Manuel  Chacón. 

352  Id.  Manuel  Becerril. 

353  Id.  Manuel  de  latloneepdoc 
3.'^4  Id  Manuel  Sola. 

365  Id.  Manuel  Burga. 

356  Id.  Manuel  G.ircía. 

357  Id.  Manuel  Fernandez. 
158  Id.  Manuel  Rodríguez. 

359  Id.  Manuel  Qortina. , 

360  Id.  Manuel  Sánchez  Rtncoa 

361  Id.  Manuel  Sobreriela. 

362  Id.  Manuel  Pérez. 

363  Id.  Manuel  Ochoa. 
864  Id.  Manuel  García. 

365  Id.  Manuel  Ruiz. 

366  Id.  Manuel  Trinidad  PlazJL 

367  Id.  ManuelLoTacó. 


—  333 


368  R.  P.  D.  yr,  Manuel  Alonso. 
3C9  id.  Manuel  Gutiérrez. 
370'  iti.  Manuel cUvillé. 

371  id.  Munuel  Carrion. 

372  id.  Manuel  Vap/?as. 

373  H.«  Baudilio  (üon.o) 

374  II.'>  Manuei  Ascensio.  (Don  «) 

375  U.  P.  D.  Vr  Manuel  Izquierdo. 
37o  id.  .\lanupl  de  S.  Pablo. 

377  id.  Manuel  Borja. 

J7$  id.  Manuel  Samudio. 

?79  id.  Manuel  Alonso. 

3.Ü)  id.  Manuel  Ballejo.  (Corista). 

381  H.<>  Manuel  Maidonado.  (Don.*) 

3f*2  R  P.  D.  Fr.  Manuel  M  «  Cornejo. 

383  ».•  Manuel  de  Oyarzaval.  (Don.") 

384  H.o  Manuel  Marrinez.  (Dev.f-) 

385  n.®  Manuel  S.  Irala.  (Dev.o) 
38*  Il.o  Manuel  Vej,'*.  (Don.o) 
3í57  H  •  Manuel  Hurtado.  (Don.«) 
3b8  R.  P.  D.  Fr.  Mariano  Badía. 

389  id.  Mariano  Royo. 

390  id.  Mariano  Brranz. 

391  id.  Mariano  Gil. 

392  id.  Mariano  de  Jesús  Casanevas. 

393  id.  Mariano  Gil. 

394  id.  Mar.o  del  Pilar  Caatellanzueio. 

395  H.«  id.  Mariano  Ilinojosa.  (Dev.») 

396  R.  P.  D  Fr.  Mariano  Bru. 

397  id.  Martin  de  Martin. 

398  id.  Martin  Aguirre. 

399  id.  Martin  Batlle.  (Corista.) 

400  id.  Mateo  Benguechea. 

401  id.  Mateo  Méndez. 

402  id.  Mat«o  Gil  y  Aznar. 

403  id.  Mateo  Gil. 

404  id.  Mateo  Quixada. 

405  id.  Matias  de  S.  Diego. 

406  H.»MatÍj8  Arroyo.  (Don.») 

407  R.  P.  D.  Fr.  Mauricio  Espinos. 

408  id.  Mauricio  Gallardo. 

409  id.  Maximino  Colina. 

410  id.  Melchor  Vera. 

411  id.  Melchor  de  S.  Miguel. 

412  H.0 Melchor  Román,  (ion.*) 

413  R.  P.  D.  Fr.  Miguel  Salcedo. 

414  id.  Miguel  Selles. 

41á  id.  Miguel  del  Barco. 

416  id.  Miguel  del  Pinol. 

417  id.  Miguel  Arnao. 

418  id.  Miguel  Andiviela. 

419  id.  Miguel  Salvador. 

420  Id.  Mig:uel  Pascual. 


421  R.  P.  D.  Fr.  Miguel  Prenafeta. 
4^2  id.  Miguel  Martínez.  (Corista.) 

423  id.  Miguel  Navarro. 

424  id   Miguel  Fernandez  Troncoso. 

425  i  J.  Miguel  ApaHcio 

426  id.  Narciso  González. 

427  id.  Narciso  Girbal. 

428  id.  Nicolás  Queypo. 

429  id.  Nicolás  Burillo. 

430  id.  Nicolás  Méndez. 

431  id.  Norberto  Fernandez. 

432  Id.  P<iblo  Bartras. 

433  id.  Pablo  Ibañez. 

434  id.  Pascual  Pedros. 

435  id.  Pascual  Albos. 

436  id.  Paulo  Alonso  Carvallo. 

437  id.  Pedro  Canteli. 

438  id.  Pedro  Diaz. 

439  id.  Pedro  Pérez. 

440  id.  Pedro  Mas. 

441  id.  Pedro  Domínguez. 

442  id.  Pedro  de  S.  Martin. 

443  id.  Pedro  Arrióla. 

444  id.  Pedro  Gutiérrez. 

445  id.  Pedro  González. 

446  id.  Pedro  Ossete. 

447  id.  Pedro  de  S.  Andrés. 

448  id.  Pedro  Gal  indo. 

449  id.  Pedro  García . 

450  id.  Pedro  Gil  Muñoz. 

451  id.  Pedro  Pablo  García. 

452  id.  Pedro  Nolasco  Baraona. 

453  id.  Pedro  Mariano  Maclas. 

454  id.  Pedro  Gual. 

455  id.  Pedro  Antonio  Vergel. 

456  id.  Pedro  Boronat. 

457  id.  Pedro  Serra. 

458  H.*  Pedro  Gómez.  (Don.*) 

459  H.* Pedro  Ximenez.  (Don.*) 

460  R.  P.  D.  Fr.  Pedro  Navarro. 

461  id.  Pedro  de  Sta.  María. 

462  id.  Pedro  del  Rosario. 

463  id.  Pedro  de  la  Rúa. 

464  id.  Pedro  de  la  Soledad. 

465  id.  Pedro  Jurado. 

466  H.*  Pedro  Torres,  (Dev.*) 
4Ó7  H.*  Pedro  Martínez,  (Dev.*) 

468  R.  P.  D.  Fr.  Pedro  Blanco. 

469  H.*  Pedro  Gonzakz  (Don.*) 

470  R.  P.  D.  Fr.  Pió  Sarobe  (Corista.) 

471  id.  Prudencio  Echevarría. 

472  id.  Rafael  Valls. 

473  id.  Raimundo  Pigueras. 


-^  x 


—  384  — 


474  R.  P  D.  Pp.  Raimando  VeliUi,  (Co- 

rista.) 

475  id  Raraon  Mesai. 

476  id.  Ramón  Aynosa. 

477  id.  Ramón  Cairo. 

478  td.  Ramón  Torrauba. 

479  H.*  Ramón  Santa  María.  (Don.») 
4>0  H.«  Remigio  8alYatierra(Don.«} 
4^1  H.*  Ricardo  Pedrosa  (Dev.») 
4«2  R.  P.  D.  Fr.  Roque  Aznar. 
48nd.  Salrador  Clivillé. 

484  id.  Salvador  Cámara. 

485  id.  Santiago  Uribe. 
4^6  id.  Santiago  Pesca. 

487  id.  Sebastian  Belenguer. 
^HH  id.  Sebastian  Rocha. 

489  id.  Segismundo  Xuriach. 

490  H.«  Simón  Lucas  Oallegoi.  (Don.") 

491  R.  P.  D.  Fr.  Teodoro  Armen  tia. 

492  id.  Timoteo  Delgado. 

493  id  Tomás  Martin  Triatan. 

494  id.  Tomás  Piqueras. 


495  R.  P.  D.  Fr.  Tomás  Alcántara. 
49t»  id.  Tomás  Saenz. 

497  id.  Tomás  Hernández. 

498  id.  Toribio  Bustamanti 

499  id.  Toribio  de  S,  Ant.* 
.VK)  id.  Valentín  Arriata.      ^ 
TiOl  id.  Valentín  López. 

502  H.«  Valentín  Chimatco  (Don.*) 

503  R.  P.  D.  Fr.  Ventura  Bellido. 

504  id.  Verisimo  de  la  Asunción. 

505  id.  Vicente  Arguelles. 

506  id.  Vicente  Sabañer. 

507  id.  Vicente  Ant."  Serna. 

508  id.  Vicente  Gomas. 

509  id.  Vicente  Freja. 

510  id.  Vicente  Calvo. 

511  id.  Vicente  Cuesta. 

512  id.  Vicente  Ferrer.  (Ooriata.) 

513  id.  Vicente  da  la  Torra. 

514  H.«  Vicente  Bailón  (Don.«) 

515  H.»  Víctor  Alvar«z  (Don.«) 

51H  R.  P.  D.  Fr.  Vlctopío  Fontec«drflY 


^    '^- 


CAPITOE.O  KLIY 


MeligioBOB  que  se  lian  empleado  en  lus  Miaiouea  de  iníielea,  deapnea 
del  reatábleeimienio  de  eate  Colegio  de  Ocopa. 

1840- 188  J9. 


V 


Bn  el  año  1821  con  el  R.  P.  Plaza,  que  después  fué  Obispo  de  Cuenca,  habit 
•teta  Misioneros  de  Ocopa  en  aquellas  Misiones. 

Bn  1)j40,  y  años  posterioreSj  mandaron  á  las  mismas  &  los  RR.  PP.  y  HH.  si- 
guientes; y  algunos  mu  rieron  en  ellas  de  muerte  natural,  y  otros,  violenta  cau- 
««.da  por  loi  Ínfleles  y  sufrida  por  el  celo  de  su  conversión. 


1  R.  P.  Plaza.    Salió   de  ellas  para 
Cuenca. 

2  R.  P.  Pr.  Crisóstomo  Gimlni,    Pre- 
fecto, Muerto  en  el  Apunmac. 

9  Id.  Luis  Bieli.  Después    Comisario 
General  de  Tierra  Santa. 

4  id.  Antonio  Rossi.  Después  Prefec^ 
to  de  Mis.  en  otro  Col. 

5  id.    Antonio   Brigatti.   Muerto  en 
Sarayacu. 

6  id.  Juan  de  Dios  Lorente.  Muerto 
en  Ocopa. 

7  id.  Vicente  Calvo,  Prefecto.  Muerte 
en  lea. 

8  Id.  Francisco  Avellana.  Muerto   en 
Sarayacu. 

9  Fr.  Blis  s  Simoneli.  Muerto  en  Ocopa.« 

10  R.  P.  Fr.  Santiago  Pesce.  I^empla- 
rlsimo. 

11  id.  Felipe  Martínez.  Fundador    de 
Quilo. 

12  id.  Fernando  Pallares.  Ex-Prefecto 
Muerto  en  Ocopa. 

13  id.  Antonio  Oallisans.  Abogado  en 
el  rio  Tulumayo. 

14  H.*  Magin  Ba^oy.    Murió  en  Sara- 
yacu, secular. 


15  R.  P.  Fr.  Juan   Bautista  Narvaez. 

16  Fr.  Amadlos  Bertona.  Murió  en  el 

rio  Apurimac. 

17  R.  P,  Vr,   Feliciano  Morentin.  Mu- 

rió en  el  mismo  rio. 

18  id.  Antonio  Bruno  Quiu.  Murió  en 

Sarayacu. 

19  id.  Manuel  Vargas.  Cura  seculari 
zado. 

20  id.  Buenaventura  Cornelias.  Murió 

en  Sara  yacu. 

21  H.<>  Valentín  Chimaico.  Murió  en  Sa- 
rayacu. 

22  R.  P.  Fr.  José  María  Batallas.  Murió 

en  Huanca  vélica. 

23  Fr.  Enrique  Portóles.  Murió  en  Sa- 

ra y  acuv 

24  R.  P.  Fr.  Lúeas  de  Jesás  Martorell. 
Después  Guardian. 

25  id    Ignario  María  Sans.  Guardian 

actual. 

26  Fr.  Manuel  Maria  Cornejo.  Médico. 

27  id.  Domingo  María  de  los  Angeles 

Burgas.  Secularizado,  fué  Vicario 
General  y  Rector  del  Seminario. 

28  id.  Miguel  Prenafeta.  Gura  seculari- 

zado. 


—  336  — 


29  R.  P.  Fr.  Buenaventura  Martínez. 

Muerto  en  Ocopa. 
80  Fr.  Salvador  Cámara.  Procurador. 

31  Fr.  Esteban  del  Corazón  de  María 

Rubio.  Muerto  en  Ocopa. 

32  Fr.  Pablo  María  de  los  Dolores  Iba- 

ñez. 

33  id.  Buenaventura  Amer.  Muerto  en 

Lima. 

34  R.  P.  Fr.  Antonio  Mayoral. 

35  id.  José  María  Vila. 

36  id.  Mariano  del  Pilar  CasteHanzuelo. 

37  id.  Buenaventura  Torremorell. 

38  id.  Félix  Padró.  Después  Guardian 

dí»l  Cuzco:  rnurió. 
89  id.  P'r;incisco    s;ig;)Is.    Actualmente 
Cura  8ecularÍÁ;ido. 

40  Tomás  Hermosa.  Prefecto  de  las  Mi- 

siones. 

41  id.  José  Francisco  Samper.  Actual- 

mente en  las  Misiones. 

42  id.  Luis  Sabaté.  Guardian  del  Cuzco. 

Está  en  ellas. 

43  id.  Juan  de  la  Concepción  Pallas. 

Actual  Prefecto. 

44  id.  Manuel  Orti.  Salió. 

45  id.  Ignacio  Tapia.  Ahogado  en  el  rio 

Tamaya. 


46  id.  Diego  Falc6.  Actoalmfsíi 

naos  del  Brasil. 

47  id.  José  María  MagréL  E$U 

mente. 

48  id.  Agustín  Alemany.  Estás 

servicio. 

49  id.  Luis  Torra.   Está  en  d 

actnal  ministerio. 

50  id.    Maximino  Honorio  Oms. 

ellas  se  baila. 

51  id.  Francisco  de  las  LIaf2i9<0 

Estuvo  en  Huancabelica. 

52  H.»  Diego  Gutiérrez.  EsU 

te  sirviendo. 

53  R.  P.  D.  Fr.   BeruardiiH^  ésí 

González.  Kíí*uvo  en  el  F'iys- 

54  !!.•  covarrubias.  i:stuv,j*i  s 

del  P.  Fr.  Luis  Sabstt^. 

55  P.  D.  Fr.  BernardinoGoad^ 

dian  de  Lima. 

56  id.  Lucas  Garteitx.  De  Um^- 

anterior,  por  su  parte. 

57  id.  Juan  José  Mas.  Rstá  aftr^ 

allá. 

58  id.  Tomás  B.  HernandeAÜ 

59  id.  Diego  PlazA,  id. 


N 


CAPf T@]L0  XLV. 


JEteligloaoB  mnertoa  violentamente  en  las  miaionea  de  inüelea  de  eate 
Colegio,  qne  ae  relatan  en  eatapreaente  Hiaíoria- 


i  R.  P.Fr.  Cristóbal  Larios.  Véase  el 
cap.  II.  del  tomo  1  !•  1637. 

2  Fr.  JeróniíDO  Jiménez,  Le^^o.  id.  id. 

3  R.  P.  Fr.  Matias  lUescas,  id.— 1641. 

4  Fr.  Pedro  de  la  Cruz,  Lego,  id.  id. 

5  Fr.  Francisco  Pina,  Lego,  id.  id. 

6  N.  N.  Véase  el  cap.  II.  del  tomo  1.^ 

mencionado. 

7  N.N.  id. 

8  R.  P.  Fr.  N.  N.  Véase  el  cap.  III.  to- 

mo 1.0—1657. 

9  R.  P.  Fr.  N.  N.  id.  id. 

10  Fr.  N.  N.  Lego,  id.  id. 

11  Fr.  N.  N.  Lego,  id.  id. 

12  Fr.  N.  N.  Lego,  id.  id. 

13  R.  P. Fr.  Franc.»  Mejla.  V.  c. m.  t  l.«-l«70. 

14  R.  P.  Fr.  Alonso  Madrid,  id.  id. 

15  Fr.  Alonso  Acebedo,  Lego,  id.  id. 

16  N.  N.  id.  id. 

17  N.  N.  id.  id 

18  N.  N.  id.  id. 

19  N.  N.  id.  id. 

20  R.  P.  Fr.  Fraileo  Izquierdo.  Cap.  viii 

tomo  !.•— 1674. 
n  H.»  Andrés  Pinto  y  un  Cristiano  id. 

Ídem. 
22  R.  P.  Fr.  Francisco  Carrion,  id.  id. 
28  Fr.  Antonio  Cepeda,  id.  id. 

24  R.  P.  Fr.  Manuel  Biedma.  Cap.  XVII. 

-1687. 

25  R.  P.  Fr.  Juan  Bargas  Machuca,  id. 

ídem. 

26  R.  P.  Fr.  José  Soto,  id,  id. 


27  Fr.  Pedro  Alvarez.  id.  id. 

28  H.o  Pedro  Laureano,  id.  id.  Mas  cua- 

tro seculares,  id.  id. 

29  R.  P.  Fr.  Blas  Valera.  Cap.  XVIII. 

tonml.»-1694. 

30  R.  P.  Juan  Zabala,  id.  id. 

31  R.  P.  Fr.  Francisco  Huerta,  id.  id. 

32  R.  P.  Fr.  Jerónimo  de  los  Rios,  id.— 

1704. 

33  H.»  Juan  Delgado,  Donado.  Cap.  XX. 

-1718. 

34  H  o  Tomás  de  S.  Diego,  id.  id.— 1721. 

35  R.  P.  Fr.  Fernando  de  S.  José,  id.— 

1724. 

36  H.ON.  N.  Id.  id. 

37  Fr.  Tomás  de  san  José,  id.  id. 

38  Fr.  Lúeas  de  Jesús,  id.  id. 

(Fr.  Ángel  Gutiérrez,  murió  de  ham. 
bre  en  el  monte,  id.  -1726.) 

39  R.  P.  Fr.  Manuel  Bajo.  Cap.  XXIV, 

tomo  l.«  1734. 

40  R.  P.  Fr.  Alonso  del  Espíritu  Santo, 

id.  id. 

41  R.  P.  Fr.  Cristóbal  Pacheco,  id.  id. 

42  H.o  N.  N.  Donado,  id.  id. 

43  H.o  N.  N.  id,  id.  id. 

44  R.  P.  Fr.  Domingo  Oarcia.  Cap.  XXVI 

tomo  l.<^1742. 

45  R.  P.  Fr.  José  Cabanas,  id.  id. 

46  H.o  N.  N.  Donado,  id.  id. 

47  R.  P.  Fr.  José  Albarran,  Cap,  XX VIH 

tomo  1.0—1747. 

48  Fr*  Fernando  de  Jesús,  id.  id. 

23 


''.i^ 


—  338  — 


49  H.»  N.  N.  Donado,  id.  id. 

50  R.  P.  Fr.  Antonio  Cabello.  Cap.  XXXI 

-1757. 

51  R.  P.  Fr.  Francisco  Francés.   Cap. 

XXXII.— 1763. 

52  R.  P.  Fr.  Roque  Aznar.  Cap.  XXXIV. 

—1766. 

53  H.o  Manuel  Romero,  Donado,  id.  id. 

54  R.  P.   Fr.  Juan  de  Dios  Frezneda. 

Cap.  XXXY.-Id. 

55  Fr.  Francisco  Jiménez,  id.  id. 

56  H.o  Andrés  Bernal,  Donado,  id.  id. 

57  R.  P.  Fr.  Mariano  Erranz,  id.  id. 

58  Fr.  José  Caballero,  id.  id. 

59  H.o  Manuel  de  las  Animas,  Donado, 

ídem  id. 

60  Fr.  Alejandro  de  las  «^asas,  id.  id. 


61  H.o  Hipólito  de  S.  Pedro,  Ü.  tL 

62  R.  P.  Fr.  José  Jaime,  id,  id. 

63  H.*  Mauricio  de  Jeaás,  id.  ii. 

64  R.  P.  Fr.  José  Migwl  Salcaiia.  i¿- 

65  Id.  Juan  Pérez  de  SU.  Rota,  ú 

66  Fr.  José  Menendez,  id.  id. 

67  Fr.  Manuel  de  S.  Pablo, id.  id. 
(R.  P.  Fr.   Antonio  Gallisam,*  m 

g6.  Cap  VIII,  tomo  2.«-tó;L 
(Dos  Cristianos  más  ahogados  tsi^ 
id.  id.) 

68  R.  P.  Fr.  Juan  Crisóstom«>  urt 

Cap.  IX,  tomo  2  •— 1851. 

69  R. P.  Fr.  Feliciano  Morentia.  iiii 

70  Fr.  Amadlos  Bertona,  Lego.ii^ 

(R.  P.  Fr.  Ignacio  María  TípiLaa 
gado.  Cap.  XX,  tomo  2.*—!^ 


Por  último,  los  religiosos  de  esta  V.  Comunidad  de  Ocopa  mnertoste 
fermedad,  desde  1838  Hasta  1882,  son  51:  uno  de  los  cuales  murió  «ho^?  as 
puerto  de  Valparaiso  de  Chile,  victima  de  su  caridad,  por  asistir  espíritu 
á  los  naufragantes,  aun  que  habria  podido  escapar  de  aquel  peligro. 


CAPITULO  XLVI, 


Beimdo  de  laa  Miaionea  de  inüelea  de  Oeopm  en  Í98B. 


Para  que,  al  concluir  el  apéndice  presente,  se  vea  el 
Gido  de  las  misiones  de  infieles  de  este  Colegio,  ponemos 
oralmente  á  continuación  la  razón  que  de  ellos  da  á  la  sa- 
lda Congregación  de  Propaganda  Fide  el  actual  Prefecto. 

tospecto  de  las  misiones  de  injteles  del  Colegio  de  Santa 
Rosa  de  Ocopa. 

»Lás  misiones  de  infieles  pertenecientes  al  Colegio  de 
opa  constan  de  cuatro  pueblos  de  Conversiones,  que  son 
I  siguientes: 

I. 

San  Miguel  de  Oayarlya. 

»Este  pueblo  está  situado  á  la  derecha  del  rio  del  mismo 
mbre,  tributario  del  gran  rio  Ucayali,  á  distancia  de  un 
i  de  camino,  fundado  en  1869  por  el  M.  R.  P.  Fr.  Vicente 
Ivo,  Prefecto,  con  el  objeto  de  convertir  á  los  infieles  Re- 
)s  y  Schipibos,  que  vivian  en  las  orillas  de  dicho  rio:  se 
mpone  ordinariamente  de  unas  20  familias,  como  en  nú- 
3ro  de  100  almas,  parte  cristianos  antiguos,  parte  cristia- 
&  convertidos  de  la  gentilidad. 

II. 

Santa  Rosa  de  Oaschlboya. 

»Este  pueblo,  fundado  en  1863,  consta  de  unas  130  fa- 


^ 


^\ 


^ 


'I 


—  340  — 

milias  y  como  unas  1,000  almas,  cristianos  todos  e^s 
mente  antiguos:  dista  ocho  dias  del  anterior  y  unas: 
cuatro  leguas  del  Ucayali . 

III. 

Xiixna-Rosa  de  los  Piros. 

• 

»Situado  este  pueblo  en  la  izquierda  del  ücayali,  í 
tancia  de  ocho  dias  de  Cayariya  y  once  de  Caschibojaj 
regreso  veinte  y  ocho  de  Caschiboya  y  veinte  de  Caj 
fué  reabierto  en  1879,  á  los  60  años,  en  el  mismo  luga 
antiguo,  con  el  número  de  unas  12  familias,  sepaná^' 
distintos  lugares  y  sin  esperanza  de  feliz  éxito,  perla 
le  de  los  infieles  Piros  que  esclusivamente  lo  constite 

IV. 

T9'uestra  Señora  de  la  Asunción  de  QuiUiui 

»D¡sta  este  último  pueblo  ocho  dias  de  Ocopa,  y  tré 
dias  por  lo  menos  del  anterior  Lima-Rosa,  la  mayor  pá 
por  agua,  reabierto  por  el  infrascrito  Prefecto  y  con  cocsí 
timiento  del  V.  Discretorio  de  este  S.  Colegio  de  Ocopa, i 
pues  del  recurso  á  Roma  del  Colegio  de  los  Descalxosiil 
ma,  resultado  de  la  iniciación  que  hizo  en  dicho  puefc 
R.  P.  Prefecto  de  Ocopa,  Fr.  Tomás  Hermoso,  afiliados 
Colegio  de  Arequipa:  consta  de  25  familias,  las  cuales  is 
(jue  separadas  unas  de  otras,  prometen  buenas  esp 

»Los  Religiosos  que  han  residido  en  las  misiones, d 
te  este  trienio  de  1879  á  1882,  son  los  siguientes:  E.  P 
Juan  Pallas, actual  Prefecto:  R.  P.  Fr.  Luis  Sabaté:B.P.f 
Agustin  Alemany :  R.  P.  Fr.  Francisco  Samper:  R.  P-  ^ 
Luis  Torra:  R.  P.  Fr.  Maximino  Colina:  Fr.  Pablo  11* 
lego:  Fr.  José  Magret,  lego:  Hno.  Diego  Gutiérrez,  doP* 

»Los  idiomas  cultivados  por  los  Misioneros,  son:  dí 
chua,  Schipibo,  Piro  y  Campa;  los  dos  primeros í«f 
P.  Pallas  y  los  dos  últimos  por  el  P.  Alemany.» 

Firmado  y  rubricado  por  el  P.  Jtuin  dfe  la  O'  P^ 
Prefecto  de  las  Misiones. 


^^c0^|^>§<^>^|^)§:^>$;^;0<^^^>^^>^^^^ 


APÉNDICE  AL  CAPÍTULO  XIIL 


Mabiéndoae  tTMspapelado  nnaa  enArtiUaa  ouando  la  impresión 
de  este  capitulo,  damos  como  apéndice  al  mismo  la  relación  de  los 
aignlentes  hechos: 

I.      Durante  el  tiempo  que  los  RR.  PP.  Vicente  Calvo  é 
Ignacio  M.  Sans  vivieron  en  el  pueblo  de  Cayariya,  sucedie- 
Ton  dos  casos  bien  estraños,  á  los  que  los  ihisírados  mo- 
dernos llamarán  quizás  supercherías  de  Frailes.  El  uno  tuvo 
lugar  en  la  casa  de  uno  de  aquellos,  que,  según  nuestros  «es- 
piritistas,» tienen  pacto  con  el  demonio.  Estaban,  un  dia,  to- 
dos los  cristianos  del  pueblo  despavoridos  al  ver  que  se  les 
crispaba  el  cuerpo,   siempre  que  asistían  á  las  satánicas 
nianiobras  del  brujo,  en  las  cuales  se  dejaba  oir  una  voz 
muy  estraña  y  pavorosa,  que  les  causaba  aquella  sensación. 
Por  ñn,  avisaron  al  P.  Ignacio,  y  éste  aprovechando  el  tiem- 
po de  la  ausencia  del  brujo,  pasó  á  bendecir  todas^las  casas 
del  pueblo,  sin  exceptuar  la  del  referido  sugeto,  con  la  aña- 
didura del  exorcismo.  Habiendo  llegado  el  hombre  del  Uca- 
yali,  como  por  vía  de  recreo,  se  puso  á  operar  sus  ensayos, 
los  que  le  salieron  muy  al  inversa  de  lo  que  se  pensaba; 
pues  que  estando  en  todo  pl  fervor  de  su  función,  se  dejaron 
oir  distinta  y  claramente  estas  palabras:  Sra  ipaqus  qui 
aUyamay;  Papá  Ignacio  um  pasco  chacchuraque  cúpi.  Yo 


—  / 


—  342  — 

no  puedo  bajar;  porque  el  P.  Ignacio  ha  rociado  h 
con  agua.  No  piensen  los  lectores  que  este  caso  sea 
invención,  nó;  sino  que  se  ha  escrito  porque  lo  pi 
todo  el  pueblo  y  el  mismo  brujo  lo  confesó  ante  á 
por  vía  de  querella.  El  resultado  fué,  que  el  pueblo  q| 
en  paz  y  tranquilidad  hasta  que  aconteció  el  otro  sij 

II.  Hallábase  una  casa,  aun  no  bendecida,  bal 
por  infieles,  y  en  ella  dormia  también  un  cristiano,  qiie¡ 
ñas  noches  se  veía  en  la  precisión  de  echarse  á  correr 
verse  perseguido  de  los  tizones  de  fuego  que  se  le 
dentro  del  toldo  ó  mosquitera  en  que  yacía,  sin  ausiliod? 
no  humana  que  los  moviese.  El  pobre  paciente  suport*. 
varias  veces;  mas  cuando  vio  que  aquello  iba  repitiéiK 
se  resolvió  á  participarlo  á  los  PP.  EIP.  Ignacio  enl 
dio  una  de  las  medallas  que  se  llaman  milagrosas  y  e(H:| 
tuvo  algunas  noches  de  reposo:  empero,  como  Dios  Ni 
Señor  quiso  hacer  ostentación  del  poder  que  tiene  de[ 
do  en  la  imperiosa  voz  de  los  sacerdotes,  y  que  esta  ám 
para  confirmar  en  la  fé  á  los  cristianos,  y  confundir  al 
mo  tiempo  á  los  infieles,  hizo  que  una  tarde  en  que  est 
reunidos  unos  y  otros,  se  disipasen  los  débiles  esfaad 
del  padre  de  la  mentira.  En  efecto:  serian  cosa  de  lag  ca- 
tre de  la  tarde,  hora  en  que  los  PP.  terminan  el  oficio  (fe 
no,  cuando  hé  aquí  que  fueron  llamados  á  que  fuesen  imí 
diatamente  á  arrojar  al  Yuschima  (el  diablo)  de  la  dicha  a 
sa.  Salieron  los  PP.  y  al  aproximarse  á  ella  viéronla  tai 
rodeada  de  infieles  y  de  cristianos  que  con  palos  daban  s 
cios  gol[íes  á  su  techo;  que  el  fuego  iba  ciertamente  disc* 
rriendo  por  sí  solo  de  acá  á  acullá;  y  que  dos  torteras  ó  plag- 
ues, uno  de  ceniza,  y  de  chicharrones  el  otro,  fueron  ava 
tados  de  sus  barbacoas.  No  dejaron  los  PP.  de  impresicaiir 
se  al  ver  semejante  escena;  pero  lo  peor  y  mas  serio  faéjü 
cuando  estaban  no  muy  distantes  de  la  puerta,  salió  porel 
una  piedra  tan  rápidamente  arrastrando  por  el  suelo,  de  ni 
cinco  libras  de  peso,  que  á  no  abrir  con  la  misma  ra]A 


—  343  — 

BUS  piernas  el  R.  P.  Ignacio,  se  las  habria  lastimosamente 
fracturado.  Movido  entonces  el  P.  Prefecto  Calvo  pop  el  Es- 
píritu celestial,  dijo  al  P.  Ignacio:  «Ea  padre:  éntrese  V.  R. 
»á  dentrp  la  casa,  y  póngala  en  paz:  á  lo  que  el  P.  sin  dar 
^contestación  alguna,  de  un  brinco  se  constituyó  en  medio 
»de  ella:  le  echó  un  exorcismo,  la  bendijo  y  quedó  para 
3>siempre  desalojado  de  ella,  el  espíritu  perturbador.» 

Ahora  bien:  de  todo  cuanto  se  ha  dicho  hasta  aquí,  tome 
cada  uno  la  lección  que  mas  útil  le  sea,  encargando  solo  nos- 
otros á  esa  gente  sencilla,  ó  mejor  dicho,  maliciosamente  es- 
túpida, que  no  se  dejen  engañar  por  esos  cuatro  Bónzos  del 
siglo  décimo  nono  conocidos  por  hereges  espiritistas;  no  sea 
que,  pensándose  unos  ir  á  los  cuernos  de  la  luna,  otros  á  las 
quijadas  de  un  jumento,  esos  á  los  herrajes  del  caballo  blan- 
co animado  por  el  héroe  de  Castillejos,  y  aquellos  otros  á 
'  comer  ensalada  en  el  pico  del  canario,  animado  también  por 
el  alma  del  marido  de  cierta  mentecata  señora,  se  encuen- 
tren un  dia  confundidos  entre  la  inmensa  chusma  de  los 
condenados,  pagando  así  su  infidelidad,  á  su  amabilísimo 
Redentor,  en  los  fuegos  sempiternos  del  infierno. 


.■y  —     >       :a%^ 


^*r  •-  — •— •  ^  )f*íP-*,^> 


ti 

! 

\ 


\ 


U 


\.. 


. 


Y 

CÉDULA  REAL 

PARA  LA  GBEGGIOn  DEL  COLEGIO  DE  OGOPA- 

GLEMENS  PAJA  XIII. 
Ad  tutnram  Bei  memoriam. 

Hilitaniis  EcclesisB  Regimini  per  ineífabilem  divinsB  boniiatis 
al>\indantiam,  nullo  licet  meritorum  nostrorum  éuffragio,  prsBsi- 
dentes,  Religiosorum  Virorum  Allissimi  obsequiis  sub  suavis  Reli- 
gionis  jugo  mancipatorum,  uberesque  in  Ecclesia  Dei  fructus,  ads- 
pirante  superni  fa  voris  auxilio,  prorerre  jugiter  satagentium  com- 
modis,  et  felicibus  in  via  mandatorum  Domini  progressibiís  liben - 
ter  consulimus,  sicut  ad  Omnipotentis  Dei  gloriam,  Religionis 
incrementum,  et  animarum  salutem  in  Domino  expediré  arbitra- 
mur.  Exponi  siquidem  Nobis  nuper  fecit  Dilectus  Filius  Josephus 
Torrubia  Frater,  expresse  professus,  ac  in  Romana  Curia  pro  Ul- 
tramontana Familia  Ordinis  Minorum  Sancti  Francisci  de  Obser- 
vantia  nuncupatorum  Gommissarius  Generalis,  quod,  cum  Gharis- 
simus   in  Gbristo   filius   noster  Ferdinandus  Hispaniarum  Rex 
Catbolicus  sua  prosequens  férvida  vota  erga  Gonversionem  Gen- 
tium  in  immensis,  ac  dissitis  Peruani  Regionibus  existentiue  ^Misi 
Regii  CBrarii  expensis  ad  illas  partes  frequentes,  copiosasquat;  ad 
sienes  Profesorum  Hispanicorum  dicti  Ordinis  mittere  pergat  ad 
facilius  vero  assequendum  tam  pium  finem,  nuper  per  suums  Ghi- 
rograpbum  concessit,  permisitquo  ut  Hospitium  Sanctse  Rosse  de 
Ocopa  nuncupatum  dicti  Ordinis  situm  in  ipsis  finibus  terrarum, 
quas  incolunt  Infideles  illarum  partium,  erigeretur  in  GoUegium, 
sive  seminarium  Apostolicum,  in  quo  Missionariorum  ipsius  Ordi- 
nis communitas  degat,  qui  ibidem  Indorum  idiomata  eaiscere,  ad 
eis  evangelizandum  praesto  esse,  et  proximum  babero  possint  lo- 
cum  aptum,  commodumque,  quo  pro  tempere  secedant  ad  suas 
curandas  aígritudines,  et  ab  exantlatis  laboribus  sese  recreandos, 
prout  babetur  in  Regio  Cbirographo  tenoris  sequentis;  videlicet: 
=REX.=Cum  Ínter  nonnuUas,  variasquo  expósitas  praetensionas  a 
Fratre  Josepho  de  Sancto  Antonio,  ordinis  Minorum  Sancti  Fran- 

24 


( 


^ 

V 


~  346  - 

cisci.  et  Gommissarío  Missionis  Gerri  de  la  Sal,  Jauja,  fioáüsi 

Gajamarquilla  ejus  ordinis  commendat®,  supplicasse  quoía 

in  Gollegium  Missionariorum  Apostolicorum  ae  Propagaiw! 

confirmaretur  Hospitium  SanctsB  Rosae  de  Ocopa,  ex  eo  quii  4 

tari  non  posset  de  illius  necessitate,  et  utilitate,  cum  ídwi 

potissimum  illius  finís  assequatio,  ad  quem  destinantur  liai 

rii,  qui  ex  Europa  mittuntur;  hi  namque  statim  ac  in  CoUispíi 

constituti,  facile  Indorum  sermonem,  aliaque  scitu  neccsBEij 

hujusmodi  Ministerium  exercendum  ediscere  possunt;  elqaj 

llegium  non  longe  distat  a  locis,  in  quibus  Missiones  per¿fl< 

ipsi  Missionarii  sibi  invicem  manus  adjutrices  pr8Bbere,ei£' J 

necessarios  assumere,  ad  illud  impeditos,  et  infirmes  remiltfai 

sine  mora  alios  subrogare  ita  valen t,  ut  nunquaní  spintoii| 

bulum  Indis  sit  defecturum,  imo  quod acquisitum  eat  «Hisf* 

tur,  ac  incessanter  procedetur  ad  detegendos  noves  Popüli€< 

que  ad  Ghristi  fidem  convertendos;  ñeque  etiam  minor  futani 

utilitas  indeeruenda,  tali  namque  pacto  in  Collegio  colloca  * 

sionariis  occasio  tollitur  se  ad  alia  divertendi,  ^uffi  si  nono] 

saltem  incompatibilia  sunt  cum  eorum  exercitio^  velut  ord 

cía,  ad  qvLds  contra  disposi tienes  alias  factas  deputari  solat 

igitur  visa  supplicatione,congruum  duxi  ad  consultatiocei 

Indiarum  Gonsilii  rem  pro  informatione,  et  voto  deferreíá^ 

missarium  Indiarium  in  dicto  ordine,  qui  exposuit,  fundaíii* 

Gollegii  Missionariorum  Apostolicorum  in  Regno  Peruano  jsJ 

dum  consideralam,  ordinatamque  fuisse,  tanquam  indispacsl^ 

ter  necessariara  ad  fidei  propaga tionem,  in  Comitiis  generz^ 

Ordinis,  totiesque  ordina tionem  istam  confirma tam  fuisse  áss^ 

Pontiñce  Innocentio  XI.  In  primis  enim  quia  in  hisc«  Coilesat 

modum  recollectionis  vivitur;  stricta  observantia,  ac  ferven?^ 

solitudo;  quse  sane  multum  conferunt  adinducendum  spirits* 

vorera  in  illos  qui  tantum  Ministerium  evangelizandi  Cxeosí 

suscipiunt;  bi  euim  para  ti  esse  deben  t,  aut  ad  profundendua  f 

Ghristo  Sanguinem,  quod  frecuenter  accidit,  aut  ci viliter  e-is  i< 

necesse  est  ingredientes  et  procedentes  per  asperrima  lotaf^ 

manducantes  non  raro  cibos,  quos  avia  profert  tellus,  et  recosSí 

tes,  nox  atra  ubi  ibi  eos  occupat;  quCB  quidem  enera  síBesj^ 

spiritual!  fervore  pro  animarum  salute  supportari  nequesnnlB 

sus  etiam  quia  si  erigi  contingat  Gollegium  eum  sui  Guarcsfi 

Discretorum  Officinarumque  institutione,  melius  procuran  t¿A 

victualia    caeteraque  Neopbytorum  subsidia,  Populisque  {» 

príestari  adsistentia.  Ac  demum  quia  existente  prope  Kissi^ 

Collegio  cum  suo  Valetudinario,  aliisque  commoditatíbiis  ccr 

latione  aíRciuntur  majori  Gonversores,  sciunt  quippe  promr 

sibi  adesse  receptaculum  in  suis  tegritudinibus :  íocumqueí? 

tis  pro  de  fatigatis  in  laboribus  at  vero  si    eis  desit  tioiiej 

refugii  locuS;  et  dispersi  vagari  debeant  per  loca,  in  eorum 

gescunt ,   in  proposito  lepidi  evadunt ,    tristesque  vivunt. 

bus  addebatur  circumstantiis  alia  peculiaris  pro  confinns 

Gollegii  de  Ocopa,  quod  nimirum  ibi  sepultus  est  venerabüi? 

dem  Funda tor  Fr.  Franciscus  de  Sancto  Josepbo,  a  quo  etiís 

ginem  acceperunt  omnes  Peruanoe  Missiones;  illiusque  situ*^ 

loco,  ex  quo  dividuntur  viae  tendentes  ad  Missiones  ab  ipso  t* 

gio  administratas,  et  ad  alias,  quarum  curam  gerit  Limaní^ 


"V 


"^V^     ^^      ^.^^ 


"v      >- 


—  347  — 

vincia  ex  Conventu  Huarenal.  Itaqufl  concludebatur,  valde  oppor- 
t\xn\iin  fore  ad  tam  pium  finem  assequendum,  si  ego  dignarer  Re- 
/^ium  concederé  beneplacitum  pro  dicti  GoUegii  erectione.  Quibus 
•mnibus  visis  in  meo  Indiarum  consilio  juncia  etiam  allegatione 
.^scali,  desuperque  consultus  pro  approbatione  hujusmodi  instan- 
tias  die  XVI  Martii  Anni  MDGGLI.  Placuit  mihi  eidem  annuere, 
concedendo  meam  Regiam  licentiam,  ad  hoc,  ut  ex  tune  in  Apos- 
postolicum  Missionariorum  Gollegium  erigeretur  príefatum  Hos- 
pitium  SanctíB  Rosse  de  Ocopa.  Quamquam  vero  istiusmodi  mea 
Regia  resolutione  promúlgala,  et  de  ea  certior  factus  fuerit  Gom- 
missarius  Generalis  Indiarum,  qui  suas  paténtales  litteras  die 
XXXI  Maii  ejusdem  anni  MDGGLI,  pro  eo,  quod  ad  ipsum  specta- 
l>at,  expedibit,  ut  apparet  ex  eidem  patentalibus  litteris  nupera 
memorato  Fratre  Josepho  de  Sancto  Antonio  prcBsentatis;  Regium 
tamen  Ghirographum  desuper  tune  expeditum  non  fuit,  quemad- 
modum  pro  captae  resolutionis  exsecutione  necesse  erat.  Re  igitur 
modo,  instante  dicto  Fratre  Josepho  de  Sancto  Antonio,  iterum  in 
prsefato  meo  Gonsilio  proposita  cum  nova  allegatione  fiscali,  pla- 
cel mihi,  ut  super  illa  Regium  expediatur  Ghirographum.  Propte- 
rea  jubeomeo  Proregi  in  Peruanis  Regionibus,  meíB  Regias  Au- 
dienliíe  in  Givitate  Limana  constitutis,  el  ómnibus  tribunalibus, 
singulisque  ejusdem  Regnis  Ministris,  et  injungo  admodum  Reve- 
rendo. Archiepiscopo  Limano,  cteterisque  Praelatis,  Judicibusque 
Eccleaiasticis  illarum  partium,  ad  quos  quomodolibet  spectanit, 
quod  unusquisque  eorum  pro  sua  facial  virili,  ut  haec  mea  Regia 
voluntas  debitum  consequatur  éíi'ectum:  Datum  apud  Bonum  Se- 
cessuní  die  secundo  Octobris  MDGGLVII.  =  EGO  REX.=Jussu  Do- 
mini  Nostri  Regis=Josehp  Ignatius  de  Goyoneche.=Tribus  ru- 
bricis  erat  rubrica tum.=Vestra  Majestas  suum  concedit  Regium 

Sermissum,  utin  Gollegium  Apostolicum  Missionariorum  erigatur 
'ospitium  Sanctffi  Ros»  de  Ocopa,  quod  est  ordinis  Minorum 
Sancti  Francisci  in  Regionibus  Peruanis.=Goncordat  cum  Regio 
Ghirographo  ad  hunc  effectum  mihi  exhibito  a  Reverendo  Patre 
Fratre  oJosepho  de  Sancto  Antonio ,  Gommissario  Missionum  in 
Regno  Peruano  Ordinis  Sancti  Francisci,  cui  facía  hac  copia,  illud 
restituí,  de  quo  fidem  fació  originali  me  referens.  Utquede  eo  cons- 
tet  ad  ejusdem  requisitionem,  ego  Alphonsus  Garralon,  Domini 
nostri  Regis  Scriba,  et  in  ejus  Curia,  el  Provincia  residens,  pra3sen- 
tem  fació,  signo,  ac  subscribo  Matriti  die  XV  Julii  MDCGLVIII.= 
In  testimonium  veritatis  Alphonsus  Garralon. =Nosinfrasignati  el 
subscripti  Scribae  Domini  nostri  Regis  in  ejus  curia,  el  Provincia 
residentes,  fidem  facimus,  Alphonsum  Garralon,  a  quo  reperitur 
signata  copia  príBcedens,  talem  esse  Scribam  Regium,  qualem  se 
!      facit,  atque  denominal,  íidelem,  legalem,  totiusque  fiducial,  om- 
nibusque  ejus  scripturis,  et  documentis  per  ipsum  publicatis,  et 
qui  publicantur,  semper  adhibitam  fuisse,  adque  adhiberi  íidem, 
tam  in  judicio,  quam  extra:  Utque  de  eo  constet,  ad  ejus  requisi- 
tionem, pnesentem  facimus,  Matriti  die  XV  Julii  MbCGLVÍII.= 
In  testimonium  veritatis  Emmanuel  de  Obregon  el  Oriigna.==In 
testimonium  veritatis  Petrus  García  de  Ovalle.=In  testimonium 
veritatis  Franciscus  Fernandez  Rosa.==Gum  autem  sicut  dictus 
Josephus  Gomissarius  Generalis  Nobis  subinde  exponi  fecit,  ipse 
prseinsertum  Ghirographum,  quo  firmius  subsistat,  Apostolicíe 


^ 


} 


—  348  — 


,  Conñrmationis  nostrse  patrocinio  communiri  summopere  (k^ 

Nos  ipslim  Josepbum  Commissarium  Generalem  speciaiüHiss 
ribus,  el  gratiis  prosequi  volentes,  et  a  qujbusvis  excomnan) 
tionis,  suspensionis,  et  interdicti,  aliisqpe  ecclesiasticis. « 
tiis,  censuriset  poenis  a  jure  velab  bomine  quavis  occaaii2-:.i 

i  causa  latis,  si  quibus  quomodolibet  innodatus  exisilt  adeieo 

prsBsentium.dumtaxat  consequendum,  harum  serie  absávaí 
et  absolutum  fore  censeutes,  supplicationibus  ejus  nomi»^ 
super  hoc  bumiliter  porrectis  inclinatis,  prsBinsertum  Clir* 
pbum  ab  ipso  Ferdinando  Rege  super  facúltate  erigeadiál 
Hospitium  Sanctse  Rosse  in  Gollegium,  sive  seminarium  ipoÉ 

^^  cum  Missionariorum  dicti  ordlnis,  ut  pr?efertur,  concessom  ñ 

ómnibus,  et  singulis  in  eo  conten tis,  et  expressis,  aucisriiB 
Apostólica,  tenore  prsesentium,  confirmamus,  et  approbassí 
que  inviolabilis  Apostolicae  firmitatis  robur  adjicünus;  osmaj 
et  singulos  juris,  et  facti  defectus,  si  qui  desuper  interfac 
supplemus.  Decernentes  easdem  prsBsentes  litteras  semperbí 
validas,  et  efficaces  existere,  et  fore,  suosque  plenarios,  elisja 
effectus  sortiri,  etobtinere,  ac  illis  ad  quos  spectat,  et  proiaí 
quandocumque  spectabit,  plenissime  suffragarL  SicqueíD^ 

^  sis  per  quoscumque  Judices  Ordinarios,  et  Delectes,  etias  a 

sarum  Palatii  Apostolici  Auditores,  judicari,  et  defínirí  detei 
irritum,  et  inane,  si  secus  super  bis  a  quoquam  quavis  ancai 

»  te  scienter,  vel  ignoranter  contingerit  attentari.  ^on  obstaáil 

Constitutionibus.  A  ordinationibus  Apostolicis  .  ac  qusia 
opus  sit  dicti  ordinis,  etiam  juramento,  confirmalioneil 
tolica,  vel  quavis  firmitati  alia  roboratis,  statutis,  el  cea 
tudinibus,  privilegiis  quoque,  indultis,  et  litteris  Apostado 
crontrarium  prfemisorum  quomodolibet  concessis,  confimia 

7  innovatis.  Quibus  ómnibus,  et  singulis,  illonim  tenores  pra* 

bus  pro  plene,  et  sufficienter  expressis,  ac  de  verbo  ad  ^ 
insertis  habentes,  illis  alias  in  suo  roboro  permansuris,  ad^ 
sonim  effectum,  bac  vice  dumtaxat,  specialiter,  et  expre^^ 
gamus,  cfeterisque  contrariis  quibuscumque.  Datum  Komfif 

\  Sanctam  Mariam  Majorem  suo  Annulo  Piscatoris  dieX^'S^ 

gusti  MDGGLVIII,  Pontificatus  nostri  anno  primo.—ProD.Ci 
Passioneo.=Joannes  Florius,  substitutus.=Loco  *  Sigilii  Así 
Piscatoris. 


\ 


V-A 


IKDICE. 


-<•►■ 


jpíTULO      I.    Restablecimiento  dé  las  Misiones  en  1770.    .  5 

—  IJ.    i  rogresos  de  las  Misiones  durante  la  Guar- 

diania  del  R.  P.  Fr.  Manuel  Sobreviela.    .  8 

—  III.    Restablecimiento  de  las  Misiones  delUca- 

yali 13 

—  IV.    Progresos  de  las  Misiones  del  ücayali.  .    .    .  23 

—  V.    Estado  de  las  Misiones  hasta  la  proclamación 

de  la  Independencia  del  Perú.    .    ,    .    .  28 

—  VI.    Restauración  del  Colegio  de  Ocopa.    ...  34 

—  VII.    Llegada  de  nuevos  religiosos  y  trabajos  apos- 

tólicos de  las  Misiones  entre  los  fíeles.    .  40 

—  VIII.    Gonlinuacion  de  las  Misiones  del  Ucayali  y 

elección  del  R.  P.  Gimini  para  Prefecto  de 

les  mismas 52 

^         IX.    Marlirio  del  P.  Gimini  y  sus  compañeros  y 

elección  del  R.  P.  Pallares  para  Prefecto 
ddlas  Misiones.   .    .    .    , 59 

—  X.    Esttido  de  las  Misiones  á  la  muerte  del  P. 

Gimini  y  esplor aciones  del  P.  Pallares 
p^rel  rio  Pischqui  y  Sehunuya 65 

—  XI.    Noticia  de  varias  tribus  lindantes  con  el 

Ucayali.    .    .    .    , '¡2 

—  XII.    Usos  y  costumbres  de  l0'«  infieles  del  Ucaya- 

li..    :    , 7 

—  XIII.    Religión  de  los  infieles  del  Ucayali.    ...         83 

—  XIV.    Causas  de  la  decadencia  de  las  Misiones.    .         88 


í 

í  _  350  — 

I 


Pe 


\ 


Capítulo    XV.    Elección  del  P.  Pallares  para  Guardian  de 

Ocopa  y  del  P.  Caho  para  Prefecto  de  las 
Misiones.— Viajes  de  este  último SS 

—  XVI.    Nuevos  viajes  del  P .  Calvo  y  éxito  que  tu- 

vieron       fe 

—  XVII.    Abertura  de  una  nueva  comunicación  entre 

el  Maypo  y  el  Pozuzo  y  fundación  de  Ca- 
\  yariya.  .  * 1:4 

—  XVIII.    Molestias  que  sufrieron  los  PP  por  parte  dd 

Gobernador.—  Bsploracion  del  Palcazu, 
^  por  el  P.  Calvo K 

—  XIX.    Desgracia  que  esperimentaron  las  Misiones, 

y  muerte  de  varios  PP 5 

^  —        XX.    Traslación  de  los  PP.  Misioneros  á  Cayariya. 

—Nuevas  molestias  que  sufrieron.    ...       15 

y  — -  XXI.  Éxito  desgraciado  de  una  espedicion  al  Pal- 
cazu.—Calumnias  levantadas  contra  jos 
Misioneros 13 

»^  —      XXIL    Nueva  espedicion  al  Palcazu.— Reelección 

del  P .  Calvo  para  la  Prefectura  de  las  Mi- 
siones       ^ 

\^  —     XXllI.    Sucesosocurridos  en  las  Misiones  desde  1857 

hasta  1870 IT^J 

r  —      XXIV.    Viaje  del  P.  Sans  á  Quimirí  y  padecimien- 

tos de  que  fué  victima  entre  los  infieles.  .      I^ 

—  XXV.    Relación  de  las  principales  producciones 

del  Ucayali ^ 

—  XXVI.    Muerte  del  R.  P.  Fr.  Vicente  Calvo.  ...      « 

—  XXVII.    Peligros  inminentes  de  que  ha  librado  la  di- 

vino Providencia  este  Colegio  de  Ocopa.— 
Fundación  de  nuevos  Colegios  de  Misio- 
ñeros  de  Propaganda  Fide,  procedentes 
del  de  Ocopa  y  Descalzos  de  Lima.  ...      ^ 

—  XXVUl.    Elección  del  P.  Fr.  Ignacio  María  Sans  para 

Prefecto  de  las  Misiones.— Entrega  de  al- 
gunos puebles  de  nuestras  üisiones  al 
Ordinario.— Nuevas  reducciones  de  infie- 
les malogradas  por  la  inveterada  malicia 
de  los  Cunibos  y  Schipibos- ^ 

—  XIX.    Iglesias  y  Conventos  de  los  pueblos  de  las 

Conversiones  de  infieles.— Espedicion  al 

rio  Yahuari ^ 

'-      XXX.    Reducción  frustrada  de  los  infieles  Amu- 

ehuacas  del  rio  Tamaya.— Lamentable 
muerte  delF.Fr.  Ignacio  Tapia.    .   .   •      ^i 


-  351  - 

[titlo  XXXL  Reinstalación  da  la  Misión  de  los  Piros  de 

Lima-Rosa.— Renuncia  del  P.  Hermoso.  .  247 
XXXII.  Elección  del  P.  Pallas  para  Prefecto  de  las 
Misiones  de  infieles.— Restauración  de  las 
Misiones  de  Oczapanapa  entre  los  infieles  , 
Campos.— Alarmante  incidente  de  Cas- 
chibola,  que  obliga  á  proponer  6  la  sagra- 
da Congregación  al  eficaz  propósito  de 
hacer  Ocopa  la  dimisión  de  los  pueblos  de 

las  Misiones  del  Ucajali 250 

Conclusión 2^ 

Apéndice 261 

—  XXXIII.    Espediente  ó  Informe  del  Umo.  Sr.  Arzobis- 

po de  Berito  y  Administrador  Apostólico, 
Dr.  D.  Manuel  Teodoro  del  Valle,  j  del 
P.  Guardian  de  Ocopa,  relativo  ala  con- 
ducta de  los  PP.  Misioneros  que  se  hallan 
entre  infieles  en  las  Conversiones  de 
Ocopa :...'...        262 

—  XXXIV.    Indicios  délas  fatigas  y  paciencia  de  los 

PP.  Misioneros 276 

Conventos  y  Conventillos  de  la  Proviucla 

de  Lima  con  su  adjunta  la  de  Cocharcas. 
Pueblos  antiguos  que  pertenecieron  á  las 

Misiones  de  Ocopa 

—  XXXV.    Visita  del  Director  del  Periódico  intitulado 

el  Nacional^  que  hizo  al  Convento  de 
Ocopa 287 

—  XXXVI.    Individuos  de  Ocopa 300 

—  XXXVil.    Misiones.  Ejercicios  Espirituales,  Confesio- 

nes y  Comuniones,  matrimonios  en  ellas 
celebrados 301 

—  XXXVIll.    Estedística  de  la  Religión  Seráfica.    ...        310 

—  XXXIX.    Obispos  y  Arzobispos  de  América,  que  ha 

dado  á  la  Iglesia  la  Religión  Seráfica.  .    .        314 

—  XL.    Pontífices  Sumos  y  Cardenales  que  ha  esco- 

gido la  divina  Providencia,  para  el  régi- 
men de  la  Iglesia  Católica,  de  la  humilde 
Religión  Seráfica 321 

—  XLI.    Santos  y  Beatos  de  la  Religión,  no  mártires, 

cuyo  culto  ha  sido  aprobado  por  la  Igle- 
.sia,  según  la  Revista  Franciscana  en  los 
tomos  correspondientes  al  año  18'/6  y  si- 
guientes         324 

~      XLI!.    Santos  y  Beatos  Mártires  de  nuestra  Seráfi- 
ca Religión 327 


N  ^ 


f  —352  — 

\  Cap.        XLIII.    ReligioBos  incorporados  6  esta  Venerable 

Comunidad  de  Ocopa.-l'7Sl-1882 W 

t—        XLIV.    Beligiososque  han  empleado  en  liBis  Misiones 
\  de  infieles,  después  del  restablecimiento- 

y  de  este  Colegio  de  Ocopa.— 184C-1882.  .    .      S 

'^  —  XLV.    Religiosos  muertos  violentamente  en  las 

Misiones  de  infieles  de  este  Colegio,  que 
se  relatan  en  la  presente  Historia.    ...      % 
\  --        XLVL    Estados  de  las  Misiones  de  infieles  de  Oco- 

pa  en  1882 3» 

Apéndice  al  Capitulo  XIII 3(1 

\                                                 Bula  Pontificia  y  Cédula  Real  para  la  erec- 
ción del  Colegio  de  Ocopa % 


\ 


ir' 
I 


O-  B.  O.  i8.  B.'  E.  et  ad  landem  et  glozi&m  Del