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HISTORIA
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US MIINES DE FIELES E INFIELES
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; 00LE8I0 DE FBOFAOANDA FIDE
[ ¡
':, POR LOS PP. HISIOMOS DEL MISMO COLEGIO.
^oxxio Z.
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IMPRENTA PENINSULAR, ASALTO, 69
1883.
r^ .-c
o. %
■- «f ' U 1.
t INTRODUCCIÓN.
Q
Conocidos son en todo el Perú los trabajos apos-
tólicos á que con infatigable celo se dedican los RR.
PP, de los Colegios de misiones, establecidos en va-
I rios puntos de la República. Apesar de que los tras-
I tornos politices de Europa, y especialmente de Espa-
' ña, les privaron de los medios con que los antiguos
colegios j conventos de la Orden ausiliaban á sus
hermanos de Ultramar, en su sauta obra de dilatar el
reino de Jesucristo hasta las mas apartadas y desco-
nocidas regiones; no obstante, jamás han desistido de
lu empresa: puesta su íé en Dios, han desañado to-
dos los obstáculos^ han arrostrado todos los peligros y
mas de una vez han bañado con su sangre la tierra
en que sembraran la semilla Evangélica. Porque no
'contentos con recorrer tanto las ciudades mas popu-
lo?>as, como las aldeas mas humildes, evangelizando
d los pobres y sanando d los contritos de corazón^
fortaleciendo á las almas débiles con el alimento de
la sana doctrina, devolviendo la paz i los corazones
atribulados, levantando á los caldos, y, en una pala-
— VI —
bra, esparciendo por todas partes el olor del buen
ejemplo* dirigieron sus miradas mas allá y su cora-
zón no podia menos de conmoverse, al contemplar
comarcas inmensas pobladas por numerosas tribus,
que nunca habian oido la palabra de Dios. ¿Cómo no
debia causarles profunda pena ver que una mies tan
abundante se secara y perdiera miserablemente, por-
que no caia sobre ella el agua celestial? ¡Cuántas al-
mas redimidas por Jesucristo estaban faltas de vida,
por que no tenian una mano caritativa que las intro-
dugera en el baño vivificador de su Sangre preciosa!
¡Cuántos corazones sencillos ignoraban completamen-
te que existiese un corazón, el Corazón sagrado de
Jqsús, que les amaba con la ternura con que solo el
Hijo de Dios sabe amar á sus criaturas, amor del
cual debian gozar cuando fueran hechos participes de
una felicidad para ellos desconocida, pero que sin em-
bargo les estaba destinada!
Inflamado con esto el celo de los PP* Misioneros,
hizo que se considerasen elegidos por Dios para ir á ^
iluminar con la luz de la fé á tantos infelices, como *
estaban sentados en las tinieblas y en las sombras
de la muerte; y para dirigir sics vacilantes pasos ■
par el camino de la paz verdadera^ que es la que !
trajo al mundo el Hijo de Dios. La perspectiva que
desde luego se les ofreció era muy poco halagüeña
según el mundo; porque tras una carrera de priva-
ciones, de trabajos, de peligros sin cuento, de perse-
cuciones nacidas de la ignorancia de unos y de la ma-
la fé de otros, veian muy posible como recompensa
de sus beneficios una muerte cruel y dolorosa.
— VII —
Mal conocería, empero, al misionero católico quien
pensara que estas consideraciones debian retraer á
loa Padres de dar tíomienzo á su santa obra. Al con-
trario, discípulos de Aquel que enseñó como heroís-
mo de la caridad dar la vida por sus hermaios, y te-
niendo además por Padre aquel gran Santo que al mo-
rir legó á sus hijos por única herencia la pobreza y
la abnegación,' pudieron muy bien creer qi^e los que
hablan hecho ya el sacrificio de abandonar su patria,
su familia, las comodidades del siglo, no harían mas
que coronar la obra de su vocación, cuando la obe-
dienciales convidaba á sacrificar sus fuerzas, su sa-
lud, su vida, derramando su sangre por Jesucristo.
Asi es como los ministros de la religión han con-
testado siempre á sus detractores; asi es como han
probado el egoísmo de que se les decia animados; así
es como aquellos que el siglo odia y desprecia supo-
niéndoles incompatibles con la civilización, han ido á
llevarla junto con la fé á las regiones mas apartadas
é inhospitalarias, procurando con maternal esmero
formar el entendimiento y el corazón de los seres em-
brutecidos que las poblaban; mientras que los após-
toles de la moderna civilización solo han logrado con
sus predicaciones embrutecer á los que el Cristianis-
mo enalteciera.
A todo el que reconozca esta verdad, no puede
serle indiferente cuanto se refiera á los acontecimien-
tos ocurridos á los misioneros en el ejercicio de su
ministerio, por sencillos y triviales que parezcan. En
esto fundamos la esperanza de que hallará buena
— VIH —
acogida entre los católicos Peruanos esta breve y sen-
cilla historia.
Contiene en primer término la vida del V. P.
Pr. Francisco de San José, fundador del Colegio
Apostólico de Sta, Rosa de Ocopa; Colegio que, como
es sabido, es el centro de donde parten las misiones
para los paises de infieles: está dividida en dos épocas
principales. La primera de ellas abraza todo el opús-
culo del R. P. Fr. José Amich, impreso en 1854, que
ha sido aplaudido por el público; y con justificada ra-
zón, por sor el primero y único que haya visto la luz
pública hasta el dia de hoy; por esto al presente lo
reimprimimos solo mudado el titulo.
En la segunda época referimos los acontecimien-
tos mas notables, desde el restablecimiento de nues-
tras misiones en 1 770 hasta el presente año de 1 882 .
El ser escrita la presente obrita por los PP.
que han sido testigos oculares de una gran porción de
hechos, después de pasados largos años en los territo-
rios que describen, y de haber tomado una part^
principal en los sucesos que narran, es una garantia
de su veracidad, cualidad que por desgracia no siem-
pre se encuentra en las relaciones que de tan ignora-
dos paises hacen cierta clase de viajeros.
Quiera Dios que el aumento de su gloria y el bien
de las almas, único fin que han debido proponerse los
RR. PP. que las han escrito, se consiga con la
presente publicación.
DBL
V. P. FR. FRANCISCO DE SAN JOSÉ,
FUNDADOR DEL COLEGIO DE MISIONES
DE
•MAda d« los doonmantoi que se ooBservAii sn el arohlvo dt dloho Oolsglo.
Nació el V. P. Fr. Francisco de san José en el año de 1654,
en la villa de Mondeja, arzobispado de Toledo. Llamábanse
BUS padres Juan Giménez y Ana de Brea; los nombres que
«e le impusieron, al renacer en las aguas bautismales, fue-
ron Melchor, Francisco Giménez. La bella índole del niño,
junto con una discreción superior á sus infantiles años, hi-
cieron concebir las mas halagüeñas esperanzas á sus virtuo-
sos padres, quienes no queriendo encomendar á ' otros la
educación de su tierno hijo, se encargaron ellos mismos de
educarle en el temor santo de Dios, y dirigirle por las sendas
seguras de la virtud, aunque la docilidad y buena disposi-
ción del niño les escusó mucha parte de su ministerio.
Al paso que el joven Melchor iba creciendo en edad y en
virtud, hacia también maravillosos progresos en la carrera
— X —
de las letras/ (1) cuando la suerte le destinó al servicio del
rey D. Carlos II en las guerras de Flandes, en las que sirvió
digno y valerosamente por espacio de seis años. Empero,
considerando por una parte lo efímero de las glorias milita-
res, los esfuerzos que se exigen, peligros que se han de ar-
rostrar, dificultades que deben superarse para conseguir un
laurel caduco, que tan pronto adorna las sienes del valeroso
soldado, como desaparece; y por otra el peligro inminente
de que su virtud, todavía no bien consolidada, padeciese
naufragio entre el estrepitoso ruido de las armas, y las liber-
tades de la guerra, acordó alistarse en otra milicia, tanto
mas gloriosa, cuanto mas sublime y mas santo es su objeto.
Con este fin regresó á España, y abandonando las filas
del rey Carlos, se acogió á las del llagado Serafin de Asís,
vistiendo el hábito de nuestra regular observancia en el
convento de recolección de San Julián, extramuros de la vi-
lla de Agreda, Provincia de Burgos. Pasó el noviciado con
grande edificación y ejemplo de toda aquella venerable Co-
munidad, la cual, columbrando ya la futura santidad del
novicio Melchor, y conociendo que Dios le tenia destinado
para empresas de la mas alta trascendencia, deseaba asegu-
rar cuanto antes dentro de sí aquel tesoro por medio de los
votos religiosos, los que trascurrido el año de probación,
emitió nuestro venerable con indecible gozo de su alma, tro-
cando su nombre bautismal en el de Francisco de san José;
en atención á los vehementes deseos que tenia de copiar en
sí las heroicas virtudes de Nuestro santo Patriarca, tipo di-
vino que tuvo siempre ante sus ojos en todas sus acciones.
Considerando el sublime y nuevo estado que habia to-
mado, y las gravísimas obligaciones que en él habia con-
traído, se dedicó con esmerada asiduidad á la práctica de to-
das las virtudes, siendo el modelo de su santa Comunidad,
que admiraba en el recien profeso aquella perfección, que
otros habían adquirido solo en el dilatado período de muchos
(1) El R. P. Fr. José de San Antonio, compañero que fué del V. Pa-
dre Francisco, y también su confesor, califlca su sabiduría de celestial:
afirmando que en ^olo el Evangelio del dia y en la oración aprendió sus^
sermones.
— XI —
tóos. El grande amor á Dios, que á manera de un volcan
ardia en su pecho, le hacia concebir fervientes deseos de de-
dicarse á la salvación de las almas en el ministerio apostó-
lico: pero Dios cuya Providencia traspásalos tiempos y las
edades, abarca lo pasado, lo presente y lo porvenir, dilataba
el complacerle, á fin de que se cimentase más y más en la
perfección religiosa, y saliese de su retiro claustral hecho
xm nuevo Pablo, extendiendo hacia todas partes las llamas
de su apostólico celo. En este estado iba el V. P. Francisco
adelantando de virtud en virtud siendo en la oración conti-
nuo, en la humildad profundísimo, en la mortificación aus-
terísimo, ardiente en la caridad, invicto en la fé, firme en la
wperanza, y en todas las demás virtudes sobresaliente, has-
ta que su Divina Magestad, accediendo finalmente á las re-
petidas y fervorosas súplicas de su fiel siervo, le deparó una
oportunidad favorable, para dar cumplimiento á sus ardoro-
sas ansias de salir á conquistar almas para el cielo.
Era por los años de 1694, época en que ya muchos hijos
de la seráfica Religión habian regado con su sangre los in-
cultos campos de ambas Américas, muriendo cruelmente á
manos de los salvajes, á los que habian ido á iluminar con
la luz del Evangelio, cuando nuestro V. Padre, á los 40 años
de su edad, animado del mismo celo y ansioso de dar la vida
por Cristo, pasó en calidad de misionero Apostólico á las re-
giones de Méjico, entregándose á las contingencias que ofre-
cía en aquella época un viaje tan lejano y peligroso.
Luego que llegó al reino de Méjico, se encaminó al Co-
legio de Santa Cruz de Querétaro, recientemente fundado
por el V. Antonio Linaz, al cual iba destinado, permaneciendo
allí algún tiempo hasta que fué á fundar el Colegio de Hua-
temala. No queremos omitir el relato de su fundación con
todos los detalles que nos suministra la historia de los Cole-
gios Franciscanos de "propagandajide de Méjico; no solo para
satisfacer la curiosidad de nuestros lectores, si que también
porque con ella empieza otra nueva época de la vida de
— XII —
nuestro venerable, cual es la de sus escursiones apostólicí
entre los infieles.
Habiendo, pues, permanecido nuestro V. Padre en el
Colegio de Santa Cruz de Querétaro por espacio de dos años,
trabajando en aquella nobilísima ciudad y sus contomos
con un celo incansable, y haciendo maravillosas conver-
siones en todos aquellos pueblos que le veneraban como
santo, fué destinado por su guardián con otros tres celosos
compañeros á la conversión de los Lacandones, donde había
ya dos Padres del sobre dicho Colegio. Partieron gozosos
todos cuatro por caminos ásperos y fragosos, venciendo mil
dificultades y sufriendo privaciones innumerables, y al
llegar á un pueblo de los indios Choles se encontraron coa
los dos sobredichos Padres, con quienes al verse se abra-
zaron mutuamente, sin poder articular palabra en largo
rato por la abundancia de lágrimas que el gozo hacia brotar
de sus amantes corazones, hasta que el P. Melchor de Jesús
á quien pertenecía la presidencia, rompió el silencio salu-
dando cariñosamente á todos. En esta ocasión manifestó el
V. P. Francisco, la caridad fraterna que ardia en su pecho
con un acto ostensible de desprendimiento religioso, porque
viendo que el P. Melchor llevaba un hábito muy remen-
dado (habia ya 14 años que lo usaba), le suplicó le admi-
tiese uno que él traía para sí; pero viendo el P. Melchor que
nuestro V. P. tenia también mucha necesidad de él, no
quiso admitirlo, hasta que instado de sus ruegos lo recibió
y se vistió con él.
Comenzaron sin demora los seis apostólicos varones á
conferir entre sí lo mas concerniente á su expedición apos-
tólica, y para implorar las luces de lo alto, celebraron con
asistencia de todos una misa del Espíritu Santo. A imitación
de los Apóstoles sortearon entre los seis las diversas con-
versiones á que cada uno debia ir, tomando aquellas pa-
labras sagradas de los hechos Apostólicos: Tu Domine^ qui
corda nosti omnium, ostendty quem elegeris: Tú, Señor que
conoces lo mas recóndito del corazón de todos ^ manifiesta á
— XIII —
quieii elegiste: (Act. Apos. c. 1. v. 24.) en virtud de lo cual
cayó en suerte al V. P. Francisco las conversiones de Ta-
lamanca. Estando ya todos con ánimo pronto y alegre para
partir á sus respectivos lugares según la suerte que á cada
uno le habla cabido, determinaron de común acuerdo pasar
juntos á Huatemala, para entregar una carta que el B. P.
Guardian de Santa Cruz dirigía al Presidente de la Beal
Audiencia de aquella ciudad.
Llegaron en breves dias á dicha ciudad, y se fueron ante
todo á dar la obediencia al Prelado de nuestro Ck)nvento,
quien con toda su Rda. Comunidad los recibió con grandes
demostraciones de benevolencia y respeto. Después de haber
prestado sus atenciones y ofrecido sus servicios al lUmo.
Obispo y Señores de la Real Audiencia, presentaron la
carta que traian; y como toda aquella nobilísima y religiosa
ciudad con sus Magistrados tenia ya pedida fundación de
Colegio áe propaganda Jide^ fué muy fácil acceder á lo que
suplicaba el P. Guardian en su misiva, que era se conce-
diese á los RR. PP. Misioneros un lugar aparente para
fundar hospicio, mientras como se esperaba, llegaban de
España las licencias para eregirlo en Colegio. En efecto, á
10 de Junio del 94, nuestros Misioneros tomaron posesión
de una capilla intitulada del Santo Calvario con mucha so-
lemnidad, asistiendo á la inauguración del nuevo hospicio
tres comunidades religiosas, las autoridades civil y eclesiás-
tica, é innumerable concurso del pueblo, columbrando ya
todos los incalculables bienes que así en lo espiritual como
en lo temporal reportaría la población á la sombra del nue-
vo establecimiento. Mantúvose en él nuestro V. P. Francis-
co poco mas de dos meses, observando las leyes y constitu-
ciones de su Instituto con una exactitud minuciosa. Salía
cuasi diariamente á predicar por las calles y plazas y en las
iglesias mas capaces de la ciudad, obrando las palabras, que
como dardos encendidos sallan de su boca, portentosas con-
versiones hasta que recibió orden del P. Melchor de Jesús
que era Presidente del Hospicio, de pasar á continuar la es-
— XIV —
piritual conquista de la Talamanca, en compañía del Pad:
Fray Pablo Rebullida, insigne operario evangélico.
Partieron ambos muy gozosos á emprender sus tareas
apostólicas, y después de muchos trabajos y penalidades,
llegaron á la ciudad de Cartago en la que dieron Misión,
estendiéndola consecutivamente á otros tres pueblos que
necesitaban mucho de este cultivo espiritual. Del pueblo
de Maüna sacaron treinta y cuatro indios Urinamas. y los
llevaron á su propio lugar con indecibles gastos y á costa
de muchas privaciones, viajando por lugares despoblados
sin hallar los alimentos necesarios ni otros efectos tan con-
venientes, para obviar los frecuentes percances que ocurren
en todo viaje largo; á todo lo cual se agregaba otra dificul-
tad no menos atendible, que era la fatiga con que el V. Padre
Francisco caminaba oprimido de unas cuartanas tan tenaces
que le duraron año y medio, para que aun en esto imitase
al Apóstol de las Gentes, S. Pablo, que se gloriaba en la
tribulación y enfermedad. Luego que llegaron á Urinama
con los sobredichos indios, y otros que recogieron por el
tránsito, ascendiendo entre todos al número de ciento y
cuarenta, les fabricaron casas para que viviesen en ellas
con toda aquella comodidad que permitían las circuns-
tancias del lugar y brevedad del tiempo, y evitar de esta
suerte que se volviesen á la vida salvaje, á que son tan
propensos, mientras se les catequiza en la Religión cristiana
y se trabaja en su civilización. Uno de los primeros cui-
dados que ocuparon al V. P. Francisco fué buscar semillas
para sembrar los Urinamas, diligencia muy necesaria para
conservar en la fé á los indios, pues es necesario que el Mi-
nistro evangélico cuide de lo que han de comer y aun sem-
brarles con sus manos consagradas sus maizales ó milpas.
Solo el que conozca, el carácter del indio podrá formarse
un juicio adecuado de lo que padeció nuestro Venerable, en
congregar en un solo pueblo individuos de tan diversas
tribus, tan rivales entre sí, que se destruian mutuamente
en continuas y sangrientas correrías. No omitía trabajo ni
/
— XV —
fatiga para reducir aquellas hordas salvajes, entregadas á
la mas brutal barbarie, al gremio de la religión católica.
Visitaba incansable la Talamanca, bautizando á los niños,
casando algunos adultos que ya eran cristianos, fortalecién-
doles en la fé que habian recibido, y consolando á todos con
un cariño paternal. Tanto era el celo que ardia en su pecho
y tanta la eficacia de sus palabras, que no solo se convertían
con su predicación las tribus colindantes, sino que pene-
trando su voz, como un clarin sonoro, las mas distantes ser-
ranías, sallan de entre sus breñas y fragosidades monstruos
racionales, que al verlos solamente imponían terror, de-
seando abandonar la vida brutal y salvaje en que habian
nacido y vivido hasta entonces, y gozar de las luces y dul-
zura del Cristianismo por medio del santo bautismo.
Era maravilla ver juntos á los pies del V. P. Francisco
los indios Changuenes con los Terrasbas, pues mediaba en-
tre ellos una enemistad irreconciliable en tanto grado» que
cuando los unos salian á cultivar sus campos, los otros que
estaban acechándolos se les arrojaban encima como encar-
nizados tigres y les quitaban inhumanamente la vida. Ree-
dificó con mucha aplicación é imponderable trabajo las igle-
sias de Talamanca, para celebrar los divinos oficios con toda
la decencia posible, instruir en la doctrina cristiana á los
catecúmenos y esponer la divina palabra á los neófitos, re-
corriendo al efecto incesantemente toda la comarca. Des-
pués que hubo dejado estas Misiones en tan feliz estado,
determinó internarse en la populosa tribu de los Changuenes
y lueg-o pasar á la isla de Tojas. La numenisa tribu de los
Changuenes confina con las montañas de los Terrabas; es
cruel en estremo y enemiga declarada, no solo de las tribus
circunvecinas de Talamanca, Terrabas, Torreques, Borucas
y Tojas, sinoHwmbien contraria de sí misma, pues dividida
en partidos, se hacen unos á otros cruda guerra, matándose
como si fueran fieras de aquellos campos. Viven estos salva-
jes en grutas cubiertas de malezas y en- las aberturas de los
peñascos.
— XVI —
En esta mas que bárbara tribu entró animosamente el
V. P. Francisco con su compañero el P. Fr. Pablo, sin repa^
rar en el inminente peligro de perder la vida. Cuando aque-
llos bárbaros vieron á los estrangeros, se amotinaron con—
tra ellos dándoles crueles lanzadas, pisoteándolos villana-
mente, y hubiéranles quitado allí la vida si Dios no les
hubiera defendido con un milagro manifiesto.
Apesar de este tan indigno tratamiento, capaz por sí so-
lo de arredrar al corazón mas magnánimo, no por eso de-
sistió de su empeño el V. Padre, antes bien esto mismo filé
causa para animarle mas á tan colosal empresa; pues los
deseos que tenia de padecer por Cristo y sacar de las som-
bras del gentilismo á aquellos infelices, le hacian vencer
dificultades insuperables. Recorría con animosa osadía aque-
llos países, que en su mayor parte son montes inaccesibles
y bosques impenetrables, aun en las llanuras, con muchos
ríos caudalosos que no se pueden pasar sin el ausilio de bal-
sa ó canoa. Parece que desafiaba los trabajos y penalidades
para lograr el mayor triunfo,'que era la conversión de aque-
llos bárbaros; no obstante que se hallaba enfermo cubierto
de llagas, sufriendo hambre y sed, perseguido de los indios,
esponiéndose repetidas veces á peligro evidente de perecer,
jamás desistió de la empresa, hasta que con lágrimas y ora-
ciones y con sus tareas apostólicas consiguió reducir toda
la población de los Changuenes, bautizando á una infinidad
de ellos.
Y parjt que se persuadan nuestros lectores que no es exa-
geración lo que acabamos de afirmar, pondremos á conti-
nuación una carta que el mismo V. Padre, obligado de la
obediencia, escribió al P. Margil, que el mismo V. P. Fray
Francisco estaba ya por su larga ausencia confirmado en
Guardian, para que este se volviese á la Montaña.
La carta es del tenor siguiente.
«Huatemala 1.* de Noviembre de 1697.
Mi carísimo Padre: ejecuté la obediencia, yendo á Tala-
manca y visitando todas aquellas Misiones, con mi compa-
— xvn —
fiero Fr. Pablo, bautizando los niños y reedificando los tem-
plos. Y fué el Señor servido (para que se conozca que no he
hecho nada) de darme unas cuartanas que me duraron año
7 medio. Tuve unos dias salud y luego me cargué de
buhas, originándose de las continuas aguas y secarse el
hábito en el cuerpo. Salia de la Misión de Ntra. Sra. de los
Dolores (que es una isla de ochocientas personas bravísi-
mas, que está en el mar del Norte tan cerca de Porto velo,
que en seis dias se puede ir con una canoa) á curarme; y en
Zunui de Terrabas, tuve noticia que mi compañero Fr. Pablo
estaba en Sta. Ana de Vizeyta, que habia salido á buscar
desde los Changuenes, donde le hablan dejado unos religio-
sos de Nicaragua, que tuvo noticia habian llegado á Urina-
ma, de los cuales el uno se volvió enfermo desde San José
de Cabecara, y el otro le siguió hasta la Concepción de Sa-
lamanca. Escribfle que enviara los Talamancas para traer-
me en ima escalera, como difunto que yo no podía por las
llagas de los pies, salir.» «Así lo hicieron y el dia de Santa
Inés, año y cuatro meses después de mi elección de Guar-
dian, me dio la Patente, aunque corrió bien aprisa por la
cristiandad, pero los rios no le dieron lugar para buscarme
antes. Salí á Cartago, y el temple era muy frió, y no me de-
jaban dormir los dolores: fuíme á Pacaca, y me purgué y
sudé algo, de suerte que me pude poner en camino para
Huatemala, con ánimo de curarme aquí en forma y prose-
guir á cumplir mi obediencia. Tres dias después de llegado
recibí la de V. P. (con mil consuelos por ver ella), que des-
de 23 de Abril habia llegado al Colegio y ejercita el ofi-
cio que será con muy diferentes mejoras, como lo espero
con la ayuda de nuestro amantísimo Jesús.»
«Aunque no estoy sano, me vuelvo á mediados de este
mes, por si en tierra caliente y con el ejercicio de las Misio-
nes entre fieles, pueden consolidarse los huesos y los pies*
Están los males complicados y la naturaleza destemplada,
el hígado y exterior abrasado, los tuétanos helados y desde
las rodillas abajo tan llagado, que no se sabe de que tela
— XVIII —
son las piernas. En fin, la salud nos la ha de dar el Altíusi—
mo, si gusta que se prosiga aquella ccnversioii; y así pido
particulares oraciones para que me dé Su Majestad lo que
convenga, porque conozco que aunque pueda andar sin mix-
cho trabajo, es temeridad volver á la montaña hasta estÁr
bien sano, porque será imposibilitarme del todo.)>
«El primer Domingo de Cuaresma partió mi compañero
Fr. Pablo de la Concepción de Talamanca para los Chan.—
guenes con el P. Fr. Juan de Abarca, el cual se volvió des-
de Guangúra de Terrabas con una buha en un pié, y Fray
Pablo (aunque solo) prosiguió á acabar de catequizar ocho-
cientos Changuenes, que estaban medio instruidos, y con
ánimo de pasar á mi isla de Tojas á bautizar cien personas,
cuya lista le dejé, y á las que yo no pude haber á su tiempo
á l{is manos por las llagas de los pies, y últimamente á los
Torresques que están tres dias dé camino de allí, como es*
pero en Dios que lo irá haciendo, porque es gran Ministro...
Y en fin, de lo poco que hemos hecho, él lo ha hecho casi
todo; que yo he estado hecho un enclenque.» Hasta aquí la
carta del V. P. Francisco, y en ella han podido ver nuestros
lectores su rara humildad y abrasado celo por la salvación
de las almas; pues apesar de tantas enfermedades y dolen-
cias, nunca cesó de ejercitarse en el ministerio apostólico.
Ocupóse dos años dando Misiones entre fíeles, y á fines
del 99, aunque tan quebrantado, se volvió con su amable
compañero el P. Fr. Pablo á la conversión desde Cartago:
6l año siguiente de 1700 por Octubre, escribió una carta al
P. Guardian de Huatemala, en la que entre otras cosas se lee;
«que tenia tales quebrantos, que estaba lleno de llagas has-
ta las manos, pero constante en lo que se pudiera ofrecer:»
y añade otras noticias de su compañero. Ambos partieron á
visitar todas las conversiones, y bautizaron en esta ocasión
quinientos ochenta y seis párvulos, sin contar otro número
considerable de adultos moribundos y enfermos. Fabricaron
otras dos iglesias con un convento muy capaz, y abrieron
un camino hasta la costa, para facilitar el tránsito á la Isla
— XIX —
de Tojas, en la que principalmente tenia sus ocupaciones
misionarias el V. P. Francisco. Andaba de una parte á otra
por aquellas fragosas montañas, sin hacer caso de sus con«^
tínuas enfermedades, solicitando el aumento de la fé católi-
•ca, y ablandando los diamantinos corazones de aquellos fe-
roces indios.
En una carta que escribió el P. Bebullida al Guardian
del Colegio de Cristo-Crucificado, hablando de nuestro Ve-
nerable se lee lo siguente: «Queriendo el P. Fr, Francisco
de San José entrar por el rio de la Estrella con gente espa-
ñola, lo arrebató el mar y fué á reconocer la Isla de Tojas,
en donde le mataron cuatro hombres y á él le acometieron
eon lanzadas, por lo cual se fué á Panamá á pedir socorro.
Dióle el Gobernador de aquella plaza una balandra, que le
quitó el enemigo y lo soltó en Matina sin matarle la gente^
pero desaviado. No obstante el evidente peligro que corría
su vida en la Isla de Tojas, mantúvose bastantes años en
ella, consiguiendo maravillosos progresos en la fé de Jesu-
cristo; trabajó además en la reducción de otros muchos bár-
baros, de los que logró con indecible gozo de su alma bau-
tizar muchos adultos, que como mansos corderos se arroja-
ban ¿sus pies, depuesta su nativa ferocidad y recibiendo
con docilidad la doctrina evangélica, que como celestial ro-
cío se desprendía de sus labios. Pero fueron muchos mas los
párvulos que regeneró en las salutíferas aguas del Bautis-
mo, de los cuales murieron muchos, para ir á aumentar el
coro de los ángeles, y cantar alabanzas sin fin al Todopo-
deroso en el cielo.
En esta tan sagrada ocupación fué pasando de una na-
ción á otra de las muchas* que hay en todo aquel vasto con-
tinente, hasta que traspasando los límites de todo el reino
de Huatemala, se entró en la costa de Panamá y Cartagena;
y hallando docilidad en sus habitantes, se ocupó algunos
tóos én su reducción, bautizando á un sin número de ellos,
cstendiendo sus escursiones apostólicas por todas aquellas
regiones. Y sabiendo que estaba cercano á la real ciudad de
Lima, juzgó que seria muy conveniente pasar á ella, para
fundar un colegio, por hallarse investido con el título y po-
deres de Vice-Comisario de Misiones, conferidos por el Re-
verendo P. Fr. Francisco Esteves, Comisario y Prefecto
apostólico de Propaganda Fide, en toda la nueva España y
Perú.
En efecto, el año 1708 entró en Lima predicando peni-
tencia, cual otro Solano, por todas las calles y plazas á un
innumerable gentío. Hizo misiones por un año continuo^
desde Huamangua (Ayacucho) hasta el Callao, corrigiendo
los abusos, pacificando los ánimos enemistados, y convir*
tiendo á muchos, que olvidados de sí mismos vivían en un
total abandono de sus propios deberes. Noticioso del estado
deplorable en que se hallaban las conversiones de infieles,
desamparadas á causa de lacf cruelísimas muertes que los'
bárbaros de estas montañas, mancomunados con los cristia-
nos apóstatas, dieron á los ministros evangélicos que las
cultivaban, concibió el proyecto de restaurarlas, aunque
fuera á costa de su sangre, porque el abrasado celo que ar-
día en su pecho no le permitía reparar en dificultad alguna.
Al efecto solicitó compañeros y limosnas, las que consiguió
abundantes' de las personas de mas notabilidad; y habiendo
obtenido las debidas licencias de los Prelados de esta Santa
Provincia de los doce Apóstoles, partió como valeroso atleta
á la espiritual qonquista, no obstante el verse oprimido bajo
el peso de su ancianidad y estenuada .salud por sus conti-
nuas dolencias.
Constaba la Misión de cinco virtuosos y esforzados sa-
cerdotes, cuyos nombres son los siguientes: el V. P. Fran-
cisco de San José, comisario de misiones, los padres Fr. Fer-
nando de San José, Fr. Mateo Brado, Fr. Honorio de Matos,
Fr. Cristóbal de San José, y dos legos. Al llegar á Tarma
dieron una misión, y una vez concluida, se internaron á la
montaña por Chanchamayo. Al principio no tuvieron muy
favorable acogida, porque azorados aquellos salvajes con
los homicidios que habian perpetrado en los últimos misio-
V V ,
— XXI —
ñeros, oponian toda la resistencia posible á recibir á estos;
porque decian, que si los admitían, luego vendrin los es-
pañoles para vengar con las armas la muerte de los otros.
Esta circunstancia ocasionó grandes trabajos y sufrimientos
en los dos primeros años á los operarios evangélicos; pero
al fin con su paciencia y firme perseverancia lograron
ablandar los ánimos de aquellos bárbaros indómitos, redu-
ciendo á muchos de ellos, con lo cual pudieron fundar dos
pueblos el uno en Quimirí y el otro en el Cerro de la Sal.
Considerando el V. P. Comisario el estado favorable en
que se hallaba la conversión del Cerro de la Sal, y viendo
por otra parte que otras conversiones, desáftnparadas tam-
bién desde algunos años, exigian un pronto socorro, pasó á
fines del año 1711 á la ciudad de Huánuco á fin de restable-
cer las conversiones de Panatahuas. Informóse muy porme-
nor del carácter de la gente que habitaba eú aquellos para-
je», con todas las circunstancias del lugar y puntos de
entrada; pero halló las cosas en tal deplorable estado, que
parecía imposible conseguir su intento, ya por falta de gen-
te, ya principalmente porque los caminos ó estrechas vere-
das que habia, estaban tan cerradas de espesísimo bosque
que era impracticable la entrada. Lloraba inconsolable el
V. P. Francisco la triste situación de aquellos infelices,
cuando le notificaron que al oriente de Huánuco habia una
quebrada llamada Tuetani, por la cual corría un rio, en cu-
yas amenas riberas estaban situadas algunas rancherías de
gentiles.
Animado con estas noticias , se fué á Lima y negoció
con las autoridades de aquella capital, que se le concediese
un piquete de soldados con un capitán para entrar en la so-
bredicha quebrada; y regresando á Huánuco con los despa-
chos necesarios, después de hechas las provisiones conve-
nientes para semejantes esploraciones, en 1712 se dirigió
con la gente de escolta al lugaf designado, y habiendo en-
contrado el dficho rio de Tuetani, siguieron la corriente con
peligro de morir á cada paso anegados en las aguas. A po-
[
— XXII —
cas jornadas encontraron un pueblo llamado Pozuzo que
constaba poco menos de treinta familias de indios Amagos^
á los cuales predicó el V. P. Francisco, y con tan felices re-
sultados que luego recibieron la doctrina del santo Evan-
gelio.
Alentado con tan faustos principios, prosigió sus escur-
sienes apostólicas por todas aquellas inmediaciones llenas
de escabrosidades y malezas, sin des&Uecer nunca á vista
de las muchas é insuperables dificultades que se le oponian,
en cuya ocupación consiguió muchos triunfos su celo, con-
virtiendo á mas de seiscientos indios Amages. Fabricóles
dos iglesias, una en Pozuzo y otra en Cuchero, adornadas
ambas según permitían las circunstancias del lugar. Dis-
puestas las cosas en este estado se salió. el V. P* Comisario
con la gente que le habia acompañado, por el mes de di-
ciembre, dejando en la nueva conversión un religioso lego,
para que continuase instruyendo y catequizando á los in-
dios, mientras él enviaba un sacerdote que los bautizase y
administrase los santos Sacramentos.
Siempre incansable nuestro venerable Padre, apenas lle-
gó de Panatahuas á esta provincia de Jauja, dio misión en
ella, enardeciendo los ánimos de todos para la restauración
de las conversiones de Andamarca, á cuyo objeto envió los
PP. Fr. Pedro Vaquero y Fr. Pedro Ortiz de Tuesta, varo-
nes muy celosos y versados en la lengua quichoa. De aquí
pasó á Lima, para agenciar en aquella Corte los negocios
relativos al mayor aumento y prosperidad de las misiones
de infieles, pues con tan opimos principios, se prometía ra-
zonablemente copiosos y abundantes frutos, si se proseguía
con empeño y asiduidad la^anta obra que con el favor del
cielo habia comenzado y puesto en estado tan próspero.
Empero esto no podia realizarse con la gran penuria y
escasez de operarios evangélicos en que se hallaban á la sa-
zón las conversiones; era forzoso proveerlas de mayor nú-
mero de misioneros, y subvenir á otras muchas necesidades.
Con este objeto dirigió el V. Comisario, un informe al rey
^T" v^
— XXllI —
Felipe V en forma de memorial, que insertamos literalmen-
te, porque además de describir sucintamente los progresos
de los sobredichas conversiones y trabajos de los misione-
ros, suministra algunas noticias geográficas relativas á
aquellos parajes. El presente informe fué espedido el 25 de
noviembre de 1713. Y dice así:
Señor:
«Es de mi obligación, como Comisario de todas las con-
versiones de estos Reinos del Perú, de la Orden de San
Francisco, dar noticia á V. M. para su consuelo, de lo que
la divina Providencia obra en ellas. Cinco años ha, que vine
de la nueva España con este cargo; uno se me pasó hacien-
do misiones desde Huamanga hasta Lima y Callao, y los
cuatro en conversiones de infieles. Entré por la provincia de
Tarma á las conversiones de Quimirí y Cerro de la Sal, tan
famoso hasta en esa Corte, por las muchas naciones que na-
vegan su rio. Estaba desamparada esta conversión desde el
año 74 en que mataron los indios dos sacerdotes, un lego y
un donado; y aunque en 99 entraron otros conversores, no
pudieron formar pueblos, por el mal natural de los indios
Andes.»
«En Quimirí, tres leguas de los últimos cristianos, pro-
curamos hacer un pueblo de mestizos é indios de la cristian-
dad, para que sirvan de freno á los recien convertidos, tie-
nen su iglesia con el título del Paírocinw de nuestra Seño--
ra^ que es el antiguo. En el Cerro de la Sal, tenemos debajo
de campana quinientos ochenta y cinco de todos sexos y
edades: bautizados ciento y doce angelitos, y muchos han
muerto con viruelas: la iglesia se intitula Cristo Crucifica^
áo, dista de Lima como setenta y tres leguas, y diez y seis
de los últimos cristianos. Diez leguas mas adelante tuvimos
la iglesia de la Purísima Concepción de Eneno, con mas de
seiscientas almas, y porque hubo evidencia que querian ma-
tar al Padre, le retiramos con ornamentos y alhajas al Cerro
de la Sal; tiene esta conversión tres sacerdotes, dos legos y
cinco donados.»
/ '
— XXIV —
€ En la provincia de Huanaco estaba desamparada otra
conversión de payanzos 7 panatahuas, de los que por la peste
pasaron al cielo mas de treinta mil, bien dispuestos y asis-
tidos; los que quedaron mataron un sacerdote en el año
1704. Tiene esta conversión cinco pueblecillos (que se han
de reducir á tres) con trescientas almas, cuarenta 7 siete
bautizados, dos iglesias, la Asunción y San Miguel; un sa-
cerdote y un lego. Lo dicho he visto. Dista esta conversión
de los últimos cristianos diez y siete leguas.»
«Por la provincia de Jauja estaba desamparada otra con-
versión desde el año 87, en que mataron tres sacerdotes y
un lego: entró en esta el padre predicador apostólico -Fr. Pe-
dro Ortiz de la Tuesta, y después le socorrí con el padre
lector de Theología Fr. Pedro Vaquero, ambos doctos y ti-
moratos. Escriben que tienen tres iglesias en Sonomoro^
Sabini y él Carmen; y que un gran gentío que inquirieron
nuestros conversores antiguos y no lo hallaron, se le des-
cubrió Dios »
«No puedo individuar mas el número de la gente y bau-
tizados, porque no lo he visto ni me lo escriben: solo sé que
son tres sacerdotes, un lego y dos donados; y que me cru-
cifican por mas ministros, y no me atrevo á pedírselos á
V. M. , porque le considero empeñado con la gloriosa de-
fensa de la fé: pero le suplico como á mi padre y señor, me
envíe una Real Cédula en que, estimando al Comisario ge-
neral y prelados de esta santa provincia de Jesús de Lima el
ardiente amor y fervoroso celo, con que me han asistido ^i
el soberano empleo de las conversiones^ pues me han dado
tantos ministros como dejo referidos, ordene se me conceda
un convento formado, y con todas sus preseas como estaba
en la ciudad de Huánuco, para erigirle en colegio apostóli-
co de Propaganda Pide, y criar en él sugetos para el mi-
nisterio y cinco religiosos con que al presente le mantengo;
empeñándolos mas V. M. con su amoroso mandato, á que
con mayor aplicación y esfuerzo exhorten y animen á los
subditos, para que se dediquen al colegio y á las convergió-
— XXV —
nes; porque cada día crece mas la necesidad con mayor nú*
mero de infieles; y á todos los prelados de las otras seis pro-
vincias, para que ayuden á mí y á mis sucesores á erigir los
colegios y fomentar las conversiones.^^
«También suplico á Y. M. sea muy servido de mandar
que cada año con toda puntualidad y de los haberes mas
prontos de su Real Hacienda, se dé á cada una de estas con-
versiones, la limosna que pareciere necesaria á los méritos
6 progresos de cada una, atendiendo á que ya no podemos
dar paso sin escolta y custodia de soldados; porque nos ma-
tarán, como llevo referido de todas tres conversiones, y se
acabarán ó atrasarán, como hemos visto. Y esta Cédula, Se-
ñor, necesita de mucho aprieto, y que no la glosen, porque
la plata es peor que Lucifer. En estos cuatro años han dado
para estas conversiones seis mil pesos, y juzgo que no les
pasa por el pensamiento socorrerlas mas en otros seis años;
á V. M. no le duela socorrerlas para que Dios le mire con
misericordia, y me le guarde muchos años en su divino
amor, como su fiel vasallo lo desea y pide. Lima, etc.»
A todo accedió gustosamente S. M. C, expidiendo en 16
de Enero de 1715, una Real Cédula'que empieza: «Por cuan-
to, etc., que habiendo pasado Fr. Francisco de San José...
y entrado... sin mas armas que la Cruz en la Provincia etc.»
Entretanto que el V. Padre esperaba los despachos de la
Corte de España, no descuidó jamás el adelanto de las con-
versiones, solicitando limosnas y operarios, discurriendo de
ano á otro lugar como un rayo, alentando á los misioneros,
ratificando en la fé á los infieles convertidos, y proyectan-
do nuevos medios para dilatar el reino de Cristo en- estas
regiones: pero con el sentimiento de perder algunos de sus
compañeros, víctimas de la obstinación y crueldad de los
bárbaros.
Uno de los principales cuidados que ocuparon el ánimo
del V. Comisario, fué establecer un Colegio ó Seminario en
donde pudiese instruir y habilitar religiosos para el ejerci-
éo de las misiones, y para reemplazar á los Padres conver-
» J
— XXVI —
sores que morían, ó que por sub enfermedades no podi
proseguir en sus tareas apostólicas: porque aunque la p
vincia de los doce Apóstoles le habia hecho cesión del co
vento de Recoletos de Huaraz, no obstante, la circunstan*^
cia de estar tan distante de las conversiones, no le eximia
de extender sus miras á otros lugares, que ofreciesen 1
ventajas que se requieren para el alto fin á que están desti-
nados los Colegios de Propaganda ñde^ mayormente cuan
do en virtud de las Cédulas que obtuvo del Rey católico,
esperaba por instantes doce misioneros que venían de Espa^j
ña, y no tenia donde hospedarlos religiosamente. Después^
de consultarlo con Dios en la oración, eligió en el Valle de i
Jauja un lugar llamado Ocopa, propiedad de un cacique |
convertido, muy afecto al V. Padre, á quien lo ofreció y ce- \
dio gustosísimo , y en dicho lugar habia también un pue- !
blecito con una muy reducida capilla, intitulada Santa Ro-
sa ae Santa María, perteneciente al curato de Concepción i
que era de nuestra orden.
Pidió á esta santa provincia, en virtud de lo ordenado en
las Bulas pontificias concedidas á favor de los misioneros de
la Orden Seráfica, dicha capilla, para erigirla en Hospicio
de conversiones, á fin de que se pudiesen curar en él los en-
fermos que salian de las misiones de infieles, y disponerse
los que hubiesen de entrar á ellas. Otorgó la provincia todo
lo pedido: y en 31 de Octubre del año 1724 hizo cesión alas
conversiones, de la capilla y dos pequeñas celdas que tenia
adjuntas con una cocinita. Y como la capacidad del loca-
era tan reducida, pidió el V. Padre Comisario al Señor Vi-
rey facultad para ampliarla, la que obtuvo por el Febrero
del siguiente año. Comenzóse la ampliación y se llevó á ca-
bo con el ausilio de algunas limosnas pecuniarias y la co*
operación de tres religiosos legos, formando un pequeño
claustro con ocho celdas, un refectorio, una enfermería y
otras oficinas necesarias para el buen orden de la comuni- .
dad y guarda de la vida religiosa.
Permaneció en ese estado de mero hospicio oor espacio
"-- -v^
— XXVII —
Raíganos años, pero la experiencia ensefió, que era ahso-
[ktamente indispensable elevarle al rango de Colegio, para
b^Tenir á las apremiantes necesidades que frecuentemente
ftdecian las conversiones, por falta de recursos materiales
j escasez de misioneros. En efecto, á solicitad del V. Padre
Francisco, y previas las licencias indispensables del Monar-
ca católico, se trazó el plan de la nueva fábrica, procurando
mt la grandeza á la solidez, y revestirle con todos los de-
más requisitos necesarios, atendido lo frígido y húmedo del
terreno. Emprendióse la obra con mucho empeño y tesón,
coadjuvando con sus fuerzas y dirección los tres sobredichos
idi^osos legos, colectando limosnas, buscando operarios y
utensilios para el nuevo edificio, al que siempre asistia co-
imo principal sobrestante el V. P. Francisco, con cuya es-
aerada solicitud corría la obra prósperamente; pero no tuvo
á consuelo de verla concluida, porque la muerte cortó con
m destructora guadaña, el débil hilo de su vida cuando es-
taba ya para correrse la bóveda de la iglesia. (1)
(1) Veinte afios se emplearon en la constraccion de este Colegio de
8iqU Rosa de Ocopa; y es tai que puede competir con los más magnifi-
ouedificiosde este pais;y para que no se nos Juzgue dé interesados
freaentomos á nuestros lectores una descripción que de este Colegio y
r ocupaciones^ car&cter y virtud de los misioneros, publicó el año 1850 un
I honrado viajero, escritor, filósofo, historiador y célebre magistrado muy
tOQOcedor de toda esta repúbUca, cuyo nombre por delicadeza omiti-
dlos. Dice asi <£1 edificio no se distingue por dimensiones colosales,
&iporla elegancia de formas, pero colocado en una situación pintoresca
ipartciendo como una obra artística ebtre escenas campestres, atrae ir-
Rtiblemente hacia si, al que sin su presencia, se complacería en ba-
jir por sendas solitarias entregado 6 una meditación dulce, ó á un des-
Tirio Heno de risueñas imágenes: presenta por delante una ancha plaza,
faeen vano se ha intentado embellecer con calles de árboles; la mano
del mendigo, las caballerías y las plantas salvajes, burlan los esfuerzos
^trabajo inteligente; mas este triunfa desde las paredes del convento;
A iglesia está fabricada y adornada con gusto; cuatro claustros con sus
iUoa Eon dignos del grave objeto á que se consagran, distinguiéndose el
ín&ero que en un bello cuadro, con veinte y cuatro arcos, encierra un
^toBo jardín, en cuyo centro se alza una fuente saltante. Bl silencio ha-
^^ta en lo interipr del recinto y solo es interrumpido por les pasos me-
^inuioB del religioso que marbhaá sus deberea, por el ruido monótono
— XXVIII —
. Antes de dar fin á la presente biografía, hemos ju
conveniente insertar un certificado que para la causa de
beatificación del V. P. Francisco presentó el B. P. Fray J
de San Antonio, y en el cual hace un breve relato de su-vidi(
con otras noticias muy singulares. \
«Certifico yo, Fr. José de San Antonio, Predicador Apoij
tólico del Colegio de Santa Rosa de Ocopa^ y Comisario
la Misión de infieles del Cerro de la Sal que mi vem
rabie Padre Fr. Francisco de San José, como Comisario
dichas Misiones, Prefecto de la Sagrada Congregación dj
Propaganda fide^ y muy diestro cazador de almas, entsl
por aquellas montañas con sus pobres compañeros, hijos
la santa provincia de Lima, como clarines del Evangeli
publicando las verdades de nuestra santa fé, pisando pelí
gros y á sangre y fuego tocando á degollar los mas agiga
tados monstruos de la idolatría, abusos, supersticiones dial
bélicas, etc. Descubrió su apostólico celo eUcelebrado CerA
de la Sal^ á costa de mucho tiempo y trabajo; lo que no pul
dieron conseguir los vireyes de Lima con el ruido de las ar-i
mas, aunque lo intentaron varias veces, consiguió esta nue-
va Compañía de mi V. Padre.» «Tomó nueva posesión del
dicho Cerro ^ en nombre de la Silla Apostólica, del Rey de Es-
de la péndola que lleva el alma*á meditar sobre los destinos humanos,
por el sonido de la campana, ó por los cantos del coro; el Tiento que por
las tardes ftuele bramar en las arboledas inmediatas, parece espiraren
las paredes, como para recordar que en el fondo del santuario se acallaB<
las pasiones del mundo. La incierta claridad del interior, la soledad pro-
funda, las estrechas celdas, los ruidos misteriosos, las imágenes religio-
sas, alejan todo pensamiento profano. Una biblioteca perfectamente or-|
denada presenta más de seis mil volúmenes, para desarrollar y hacer
fructificar las ideas elevadas que este asilo religioso habia despertado.
Una bella huerta en donde se reproducen sin degenerar buenas hortali^
zas de Buropa, y anchos cuadros para alfalfa, cercados de frondosos ali-
sos, ofrecen una diversión útii al ánimo que desfallece en las alturas do :
la meditación; sin necesidad de llevar la vista muy lejos, se goza el mds '
delicioso recreo, mirando las inmediaciones que ofrecen toda la varie-
dad, sencillez y armonía de un jardin chino; aun sin salir del Colegio
podemos entretenernos agradablemente con el espectáculo de laslabcr
res mecánicas; aqui se tejen los hábitos, mas allá trabaja el encargado de i
/
• XXIX —
jfúa 7 Prelados de la religión Seráfica, cumo también de las
lisíones de Huáñuco y Jauja, perdidas por las cruelísimas
imertes, que los bárbaros apóstatas y gentiles dieron á los
lúnistros apostólicos, que con su santo celo trabajaban en
nütivar aquella dilatadísima viña del Señor.
»Fué tan conocido por su predicación apostólica y celo de
kfialvacion de las almas en el reino de Méjico, en donde fué
eampañero del V. P, Fr. Antonio Margil de Jesús, así én el
Colegio de Sania Gnii de Querétaro y Misiones de católicos,
como en la fundación del Colegio de Cristo Crucificado de
Buatemala, y en el reino del Perú, donde hizo tantos por-
tentos y maravillas, que lo miraban como á segundo Solano
ie aquel reino: fui testigo de su ejemplarísima vida en tres
&06 que viví con él, en los que le confesé muchas veces:
Mzo conmigo su última confesión; murió en mis manos el
JKa 26 de Noviembre del año 1736, siendo yo Presidente del
^legio que fundó de Santa Rosa de Ocopa.
»Fué su dichosa muerte, á los ochenta y dos años de su
«lad, canté la Misa y prediqué el dia de su entierro, que
lizapateiía, este cose los veslido?, aquel cuida de los enfermos, el uno
i^ias velas para todo el año, el otro elabora el chocolate para algunos
Beses, hay quienes cuidan del pan para la semana, y quienes lleven al
l'ptsto alas caballerías y el reducido ganado; un hábil obrero dirige la
[coiislniccion de un puente, mientpas otros opeí arios hacen adobes; cer-
ade la herrería trabaja el carpintero: esta pequeña sociedad se esfuerza
fe todos modos por bastarse á si misma, sin exigir de los demfts hom~
^ la retribución á que le dan derecho las benéficas tareas do sus
siembros.
8o medio de una yida consagrada al estudio de las verdades eternas,
i Ii oración y á los demás deberes del culto, siempre encuentran tiempo
^religiosos de Ocopa; siempre está su ánimo dispuesto para hacer el
^n. El pobre y el rico, el hijo de la capital y el que vive en la estancia,
^s las razas, iodos los sexos, todas las edades, encuentran en ellos
tftnsuelo; ocupan asiduamente el confesonario para consolar y mejorar
bilmas; de cualquiera distancia y á cualquiera hora que se les llame,
^^n á prestar los últimos consuelos de la religión; su botica está
Cierta á cualquier enfermo; de su mano reciben el sustento diario al
De^o dia y á la noche, de doscientos á quinientos, y á veces hasta mil
^digeates, segan son dias comunes ó grandes festiyidades, y conforme
biido la cosecha del año; el forastero obtiene un techo donde alber-
— XXX —
fué cuatro días después de ella, en la que se cumplieron
rias profecías suyas; y en los dichos dias estuvo su cu<
flexible hasta el dia de su entierro, y antes de él la m^
registrar delante de muchos testigos las señales de las
zadas, que le dieron los indios en las Misiones de Talami
ca, lo que me refirió el mismo siervo de Dios: le mudé
hábitos, el uno lo íepartí entre la multitud de frente que»
currió ásu entierro, para consuelo de todos los que le amal
tiernísimament'e por sus virtudes y le veneraban como á
to. Asi en salud, como en enfermedad, era el consuelo de
dos, curando á muchos enfermos de gravísimos accidentes^
distintas enfermedades, con tres plátanos, agua bendita, y
Evangelio de San Juan; y por el gran concepto que hiciei
de su sabiduría, virtud y celo apostólico, los prelados de
religión de nuestro padre santo Domingo, le dieron patenl
de Vicario Provincial de la provincia de San Juan Baúl
de Lima, para el g^obierno de las doctrinas y religiosos, qi
tiene dicha santa Provincia en la frontera de nuestras sei
fícas misiones de infieles, en las que pasaba los ríos m^
caudalosos, volando en alas de su encendido amor por h
garse, un buen lecho, comidas preparadas espresamente para él, y cuan
to necesita para sostenerse. Como en toda gran concurrencia, nun<
faltan ingratos que corresponden á tan desinteresados beneficios con ^
desdenes é insolencias^ se presentan^ ciertos hombres sin reflexión nil
poder, que destrozan el albergue hospitalario, se llevan las piezas del
lecho; pero tamaños excesos no cambian un momento el generoso cora*.
zon de estos religiosos, los cuales dispensan sus socorros, como Dios en-
vía la luz sobre los buenos y los malos; procuran prevenir las necesidi-
des recorriendo las habitaciones por mañana, tarde y noche para saber^
lo que cada uno ha menester; y el sacerdote como el lego, el prelado co-
mo el portero, todos le asisten con la prontitud que desearíamos en el
mejor de nuestros criados. Bn el último Jubileo de la Porciúncula,hemoé;
visto una concurrencia de más de cinco mil personas, ocUp&ndolos tí¿
cesar desde el amanecer hasta las diez de la noche, y todas han sidé.
atendidas por ellos con el mayor esmero; á las más importunas exigen-
cias contestaban siempre con dulce sonrisa; tras largas horas de fatigaSi
después de las mayores contrariedades, rebosa en sus semblantes la ine-
fable paz que habita en el alma del Justo.
Yo diria á los que prevenidos por las tendencias del dia y por preocu*
daciones antirreligiosas no están dispuestos 6 favor de Ocopa, venid i
eoDversion de las almas: fué tan celestial su sabiduría, que
eo el Evaiig;elio del día y en la oración, estudiaba todos sus
leimones, en los que predicaba con el espíritu de san Pablo.»
«Tuvo don de lenguas como otro san Francisco Solano:
todo el infierno se conjuró contra él, en la entrada que hizo
eoQ sus venerables conpañeros á restaurar las tres referidas
conversiones, en la que hicieron los demonios tan gran sen-
timiento, que se oyeron eñ el aire sus espantosos ahuUidos,
7 ea altas voces dijeron estas palabras: Miste capilludo y. sus
tmf añeros nos vienen á quitar nuestro patrocinio^ y ha-
biéndolas oido el siervo de Dios, les dijo: Andad, malditos^
pmpiiaas en lo mas profundo del inJUrno^ dejad liire este
sitio, que os lo mando como ministro de Dios; y para que no
inquietéis estas pobres almas^ yo les pondré aquí el msjor
fotrocinio de María Santísima mi Señora, para que á ellas
las defienda de vuestros engaños^ y d vosotros os pise y que-
hrante la cabeza. Y con este motivo puso en el pueblo prin-
cipal que es el de Quimirí, para defensa de dichas Misiones,
ona bellísima imagen con el título de nuestra señora del
Patrocinio^ para que les sirviese de patrona á los recien
convertidos.»
«El mismo sentimiento mostraron los demonios por la
> conversión de Huánuco, en cuyos pueblos fronterizos se
|oyó el ruido espantoso que hicieron al mismo tiempo, como
iacftnBar algunos días en esta soledad; no os pido la fé sencilla de nues-
tros mayores, que tenían los claustros por única morada de la virtud, y
d hábito por la señal infalible de santidad; tampocQ necesitáis el entu-
Jumo por las conquistas del espíritu católico; aunque seáis indiferen-
^ea religión, si amáis el progreso, 70 estoy seguro que observando coa
ttn corazón sensible y una inteligencia pura, os decidiréis á trabajar por
li conservación y fomento del Colegio de Ocopa. ¿Quién pasada en él
líganos dias sin interesarse por una escuela de virtud viviente, por un
Qoniimento de nuestra civilización que las demás repúblicas nos deben
«Tidiar, por una casa de beneficencia que subsistiendo solo de la cari-
ca, es la Providencia de estos lugares? Hombres que gustáis de lo bello
Jdeloútil, yo os convido de buena fé á examinar un establecimiento
<3i<iaela naturaleza y la humanidad unen sus esfuerzos, para presentar
is espectáculo lleno de encantos y fecundo en beneficios.
— XXXII —
el traquido de una pieza ó piezas de artillería. Se le humif<
liaban las fieras: le seguian los tigres como mansos cor-'
deros: fué un verdadero retrato de san Pedro de Alcántara^
á quien siguió en la penitencia, humildad, espíritu profé^
tico, y conversión de los pecadores: fué el hombre mas doc-
to, mas santo, mas humilde, mas pobre, mas casto, mas ce-
loso de la mayor gloria de Dios y bien de las almas, y de
mas fé, esperanza, caridad, amor y temor santo de Dios de
cuantos he conocido en la religión, en mas de cuarenta
anos que tengo de hábito.»
Tales y tan escelentes fueron las virtudes del venerable
padre Francisco de san José: y aunque la causa de su bea-
tificación, que por orden del limo. Sr. Arzobispo de Lima
se comenzó, y proseguía con mucho empeño y gozo de todo»
los católicos se ha sobreseido, sin embargo esperamos en el
Todopoderoso, cuyos juicios son incomprensibles, que nues-
tra santa madre la Iglesia, cuando llegue el tiempo deter-
minado por Dios, le inscribirá en el catálogo de los Santos^
para edificación y consuelo de todos los católicos, especial-
mente de los de este hemisferio americano que le son tan
deudores, por los muchos beneficios que con su predicación]
y santidad les ha acarreado: predijo varias veces el vene-;
rabie Padre que habia de morir después de rezar las horas'
canónicas, lo cual solia hacer por la mañana para poder
asistir á la obra y alentar con su presencia á los trabaja-
dores. Así lo ejecutó el dia en que acaeció su muerte, qud;
fué el 26 de Noviembre del año 1736; dia de llanto y de
dolor, en que lafe conversiones perdieron su restaurador y
principal adalid, sus compañeros los religiosos su prelado y
maestro, los pueblos su protector, y todos un modelo vivo
de virtud y santidad.
Después de haber asistido con la comunidad al refec-
torio á medio dia, al salir de él para ir á dar gracias á la
capilla, se cayó desmayado en la puerta del dicho refec-
torio; al desmayo sobrevino una copiosa fluxión de sangre
por las narices, que á breve rato le quitó la vida. Auxilia-
>.
"' " -^ -\J
— XXXIII —
ronle los religiosos que se hallaban en el hospicio, espe-
cialmente su confesor et P. Fr. José de san Antonio, quien
le administró el sacramento de la Extrema-Unción: el cual
recibido, voló su alma á las mansiones celestes, á re-
cibir el premio de sus grandes y copiosos méritos adqui-
ridos en su larga peregrinación sobre la tierra, que empleó
solamente á gioria de Dios, salvación de las almas y santi-
ficación propia. Sus venerables restos, incorruptos, y con-
servando todavía un color sobrenatural, se guardan en un
Inicho situado al lado izquierdo del coro de este apostólico
Colegio de Ocopa, sobre cuyo nicho se lee el siguiente epi-
tafio:
I»
ücAquí yacen las reliquias del Vüle. P. Fray Francisco de san José,»
¡«natural de Mondejar en el arzobispado de Toledo: honra»
«y decoro de la España y de la religión Seráfica, quien habiendo»
1 «profesado nuestro sagrado instituto en el convento de san Juli-»
[«an de Agreda en Castilla la vieja, vino de edad de 40»
|«a^8, de misionero apostólico ¿ las Américas, y como as-»
Í«tro celestial, derramó su benéfica influencia en Méjico,»
i ly Perú; fundando en el primero el Colegio de Propaganda»
I «Fide de Huatemala, y en el segundo este de Santa Rosa»
\ «de Ocopa, restaurando y estableciendo de nuevo muchas»
\ «misiones en los departamentos de Jauja, Tatma y Huá-»
^ «nuco, trabajando y evangelizando con imponderable celo»
«del bien de las almas por el espacio de 42 años, y de-»
. «jando á todos admirados de sus heroicas virtudes.»
«Miu-ió lleno de méritos y en olor de santidad, en este Colegio,»
«ó 26 de noviembre de l'^, á los 82 años de su edad.»
Nota. Bsta Iglesia de este Colegio fué consagrada por el Urna. S. Dr.
D. Diego Antonio Navarro Martin de Villodres, Obispo de la Concep-
ción de Chile, Visitador del Arzobispado de Lima, el dia 15 de Enero de
1814, á petición del R. P. Paulo Alonso Carballo, Guardian, y previa la
correspondiente licencia del limo. Sr. Arzobispo. Bl dia 13 de Enero de
1868elP. Fray Vicente Calvo. Prefecto de las Misiones de este mismo
Colegio, con licencie del R. P. Fr. Fernando Pallares, Guardian, con-
ngró la lápida de enmedio del Altar Mayor de dicha Iglesia.
\
t»OQtQ»
La santa obediencia, primer móvil de la persona reli
sa, encomendó á mi corta capacidad el oficio de escritor
este santo colegio de Propaganda Fide; y conociendo
mis talentos no alcanzan á cumplir tanta obligación,
ve dudoso en elegir el rumbo que debia tomar para
principio á tanta obra. Registró los papeles que se hall
en el archivo, buscando materiales para su fábrica; y enl
ellos hallé noticias auténticas, dignas de ser dadas al p
blico y de ser tenidas in manihns de los operarios evangé
eos, que desean entrar á ios infieles de las montañas; p
conducirán mucho para el gobierno y precaución con q
se debe proceder entre estas casi irracionales gentes. Y
duda la falta de su noticia pudo ser causa de la demasi
confianza, con que nuestros hermanos los seráficos misio
ros sacrificaron sus vidas á la inconstancia de los inñel
Settebos, Schipibos, y Cunibos este año pasado de 1766, .
Todo cuanto tengo escrito en este Compendio consta a
papeles auténticos que se hallan en este archivo, alguod
impresos y manuscritos los mas; y cuando las relaciones n
concuerdan en algunos puntos, he procurado aj ustarme J
sentido mas verosímil, para lo cual me ha servido algún
práctica que tengo de las montañas y sus conversiones, ;
algunas cosas escribo de propia esperiencia. No ha sido pocí
el trabajo que he tenido en concordar las verdaderas d
tancias que hay de unos lugares á otros; porque como
\
\
— XXXV —
caminos que solamente se andan á pié, y con incomodidades
qne referiré- en su lugar, parecen dilatadas las jornadas, j
aunque en la realidad sean bien cortas, y así muchos ponen
grandes distancias en parajes donde apenas hay la tercera
parte. Para corregir este defecto me ha servido la esperien-
cia acompañada de uu grande aplicación en observar los
rumbos y distancias, y corregirlas con las observaciones de
las alturas solares; diligencia muy necesaria no solamente
en las montañas, mas también en la mayor parte de la sie-
rra. Cuando hago mención de leguas simplemente, se ha de
entender leguas de marina; de las cuales un grado de lati-
tud coatiene veinte leguas, y la distancia tomada en línea
¡recta.
He intitulado á este compendio Luz clarísima sacada de
^klajo del Afodio del Olvido; porque tiene todas estas pro-
liedades. Es luz^ porque manifiesta los peligros que ocurren
¡en las entradas á los infieles de las montañas. Clarísima y por
ToTerdadero de sus hechos y relaciones, que los mas son de
áervüs de Dios que con la sangre de sus venas rubricaron
^ts verdades de nuestra santa fé entre los gentiles. Sacada
M debajo del Medio del Olvido; porque aunque estas noti-
cias están en el archivo de este colegio, estaban esparcidas
^ín varios papeles, y como entregadas al olvido; mereciendo
I É8tar manifiestas á todos las heroicas proezas de muchos
iiervos de Dios que aquí se mencionan.
En todo cuanto escribiere y tengo escrito, me sujeto á la
eorreccion de nuestra santa madre Iglesia católica, ni pre-
tendo en el menor ápice prevenir su piadosa censura, á la
^sujeto mi sentir como obediente hijo; y también á la
eensnra de mis prelados, por cuyo mandato doy á esta obra
principio, tomando el hilo histórico de la crónica francisca-
na del Perú, escrita por el reverendo padre fray Diego do
Córdoba y Salinas, sacada á luz el año 1651.
J^
•
Nuestro omnipotente Dios y Señor, solo obrador de
des maravillas, aunque en todas sus obras manifiesta si
vina sabiduría, parece que se esmeró en la hermosa vari(
de criaturas con que adornó esta meridional Amériei|
cual dividida en varios temperamentos produce tantas ||
ciosidadeS; que es la admiración de la naturaleza. Divid!^
supremo Hacedor esta América meridional en tres notal
porciones, que manifiestan á los mortales un rasgo de sifi
tísima providencia en la contraposición de temperamenMJ
calidades, en distancias bien cortas, y también en las m
dilatadas. {
La primera notable porción de la América meridionslí
la Cordillera Real, que comenzando cerca del mar del no^
en las sierras de Santa Marta, prosigue al sur por ^paj
de mas de mil trescientas leguas, con elevados cerros el
biertos de nieve todo el año. Esta cordillera Real casi deil
su principio viene dividida en ramos casi paralelos; y ail
que en algunos parajes llegan á unirse, como en la proi^
cia de Jaén, siempre se distinguen en sus cualidades-]
ramo occidental de la Real Cordillera, el cual sirve de ol
á la costa del Perú, es mas alto, nevado, y como dista pdl
del mar del Sur, pues su distancia no excede de veinte i
guas, las vertientes que dan manantial á los rios que de
— xxxvn —
an en dicho mar, son de poco caudal y por consiguiente
eños: por el contrario de todas las vertientes que caen
la parte oriental, se forman.grandes y caudalosos rios, que
pues de haber recorrido por diversos rumbos, tributan
mas sus raudales al gran rio Marañen, y algunos al gran
^ de la Plata. Las faldas de este ramo occidental, que caen
t los valles del sur, son regularmente estériles; pues sola-
Dente con el beneficio del riego, de las vertientes de la Cor-
Güera, produce lo necesario á la vida humana en las que-
bidas y valles donde se consigue el riego, dejando muchos
^cios de costa incultos por falta de humedad, reducidos
landos arenales y algunas salinas. De esta generalidad se
kxceptúa la costa que media entre Guayaquil y Panamá;
|u«í por estar mas distante de la Cordillera, tiene el benefi-
tede las lluvias, y es montaña con temperamento cálido y
pnmedo.
! El ramo oriental de la Real Cordillera, que vulgarmente
Paman la cordillera de los Andes, dista regularmente de
¡fez á veinte leguas de la Cordillera grande, y tiene mu-
pos cerros nevados todo el año. £1 espacio qne se halla cu-
estos dos ramos de Cordillera, está cortado de diversas
bradas y valles frios, donde se cria mucho ganado de to-
especies, y algunos son abundantes de cebada y tri-
El temperamento es frió y seco, aunque tiene su in-
E^*'"no de lluvias: en algunas quebradas por donde corren
nos ríos (á lo cual llaman temples) hace bastante calor,
producen algunas frutas, así de la tierra como de las de
'Soropa.
La segunda porción notable de la América meridional,
«la Serranía del Brasil, que comenzando desde las sierras
^Maldonado (en el rio de la Plata^, corren al norte hasta
ttrca de la línea equinoccial. Y aunque esta Serranía no es
tan elevada ni tiene tantos cerros nevados .como la Cordille-
ft Real, es muy escabrosa y llena de monte, donde por las
frecuentes lluvias dan sus vertientes copiosos caudales de
«güa á muchos y grandes rios, que los mas desaguan en el
— xxxvni —
río de la Plata, y otros al mar del norte. Tales son el rio
Para, el de Tocantiños, el de San Francisco y otros.
'Entre estas dos notables porciones de la América m
dional, está situada la tercera, mas notable por su g^rand
Consiste esta porción en unas grandes llanuras ó Pampa
que ocupan mas de mil leguas del setentrion al mediod^
del occidente al oriente en algunas partes quinientas legua
y en <itras menos. Todo este grande espacio está cruzado i
innumerables rios, muchos de los cuales son de tal magí^
tud, que esceden á los mas famosos de Europa y Asia- L|
mas de ellos contribuyen á formar el famoso rio de las Auá
zonas, los otros tributan sus caudales al rio de la Plata. \
terreno (máxime en la zona tórrida) está cubierto de espesi
montes de arboledas de todas especies y de grandores e:^
traordinarios. El temperamento es cálido y húmedo esce^
vamente, por lo cual és criadero de innumerables sabandi
jas nocivas al género humano. Hay culebras de rauch^
especies y tamaños, y algunas muy ponzoñosas. Muchos ti
gres, leopardos y animales voraces. La cantidad de liormi
gas de diferentes especies y grandores, es inmensa. Lq
mosquitos en tanta muchedumbre, que á veces se forman d<
ellos como densas nubes, y murciélagos de extraordinarií
grandeza. Los rios en gran manera abundan de pescado 3
de caimanes; los montes crian muchos animales comesti-
bles, y el aire da muchísimas aves de varias especies, así d^
caza como de canto, matizadas de hermosos y vistosos co-
lores.
Todo este vasto espacio de esta tercera notable porción
de la meridional América, está poblada de innumerablea
naciones de indios infieles, que viven de vida brutal, sin ley^
ni rey, ni dependencia: contentos con lo que produce la.
tierra y los rios á costa de muy poco trabajo, porque comc^
el temperamento 45 muy cálido y húmedo, hace al terreno
grandemente fértil de todas las semillas y frutos que suel8|
producir la montaña. Las mas de las naciones no usan mas|
vestido que el que sacaron del vientre de su madre. Viven
— xxxix —
i
fcparcidos por aquellos montes en casas grandes hechas de
falos y cubiertas de hojas de palmas. En cada chsa vive una
Imília ó parentela de treinta ó mas personas. Solamente se
nntan en crecido número para sus borracheras, que es su
icio dominante, y para las espediciones de guerras que con-
innamente tienen unas naciones contra otras, para cuyo
fiícto eligen sus cabos 6 Curacas. Entre ellos se ignora la
¡edad, porque ni los hijos hacen caso de sus padres, ni lag
Igas atienden á los preceptos de sus madres; los enfermos
íd tienen mas remedio que. sanar naturalmente, ó morir
Ifisamparados; y después de muertos, sus parientes pegan
liego á la casa y cadáver, y se mudan á vivir á otra parte
íen distante.
Algunos ambiciosos Je nombre y fama, y por inventar
iovedades, fingieron en estas montañas imperios tan pode-
«sos y ricos, que causa admiración lo que dieron á la pin-
to y aun 4 la prensa. Tal fué la relación que por los años
le 1630 don Pedro Bohorques esparció del imperio del Enim,
I cuyo emperador hace señor de muchos reinos, que le tri-
btan vasallaje en oro, mantas, plumajes, y otros géneros
ttiuísimos. Describe en ella el origen é incrementos de tal
imperio, el árbol genealógico de sus soberanos, su política
y costumbres, con las ceremonias de coronarse el empera-
íoT y prestarle vasallaje los demás reyes, con circunstancias
tal bien ordenadas y dispuestas á su antojo, que admitidas
fe la novedad que el vulgo suele abrazar sin examen, mu-
lias personas de distinción se persuadieron ser cierta su
tósteucia, y con eso alborotó los ánimos de mucha gente
tó Perú. Pero obligándole á la ejecución de la entrada,
fceron tales las escusas y tramoyas que armó, que dieron á
conocer su falsedad, y que la fingida quimera del Enim ha-
^Mq hija de su ambición.
Semejante fué la relación del gran Paytití, que en el año
1838 divulgó un fulano Gil Negrete, con la cual engañado don
Benito de Ribera y Quiroga, vecino de la ciudad de la Paz,
^niprendió su conquista con los despachos necesarios por los
I-
< I
■':
r
V
— XL —
años de 1680, y después de haber gastado en varias
diciones mas de trescientos mil pesos, no sacó mas fral
que las molestias, el desengaño, j quedar pobre. Lo ci^
es que en todo este vasto espacio no hay monarquía algti«
na; pues en mas de ciento cincuenta años que los Portu^
gueses recorren todos los rios de esta meridional AmérÍ4
con no menos codicia que los primeros Españoles que viiii<
ron al Perú, no han encontrado con alguna monarquía ni
noticia; habiendo penetrado tanto por dichas montañs
que el año 1741 subieron por el rio de la Madera hasta
ta Cruz de la Sierra, atravesando por medio de los pj
donde se imaginaban los fingidos imperios. Y el año 17<
los dichos Portugueses se han establecido en Mato Grosso^
que está situado en el centro de esta América meridional.
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PRIMERA ÉPOCA
DB
JLAS jaiSlOÍES DE FIELES £ jiliFlELES
DEL COLEGIO DE
MMIÍiM
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i«
CAPITULO I
Del Ceno de la 8sJ.
Antes de poner el pié en la montaña, me ha parecido
conveniente describir en bosquejo y en general las incomo-
didades que han padecido y padecen los ministros evangé-
licos, que han transitado y transitan por esos montes, para
que no sea necesario repetirlo frecuentemente en todas las
entradas. Porque aunque son notorias las califlades de la
América por lo mucho que hay escrito sobre la materia, y
se esperimenta continuamente; es cosa muy distinta hablar
de terrenos transitados con frecuencia, de lo que esperi-
mentamos en las tierras de los infieles, los cuales por su
gran flojera no se moverán á aderezar un palmo de tierra
para facilitar el tránsito, aunque hayan de rodear una cua-
dra.
i
— 2 —
Primeramente se ha de suponer que aunque
que se llama montaña, es Pampa 6 llanura, no ei
versal que no tenga sus cuestas, particularmente
mediaciones de la Sierra, y estas dan lugar á
grandes barrancos, que forman los muchos arre
menores que son muy frecuentes, y es preciso pai
chas veces con el agua á la cintura y aun á los
en estos barrancos son frecuentes las caídas, y fe
los precipicios. Las continuas lluvias que en lam
esperimontan, son causa de que el pobre caminan
mas del tiempo con la ropa mojada, y como el su
pre está húmedo, y cubierto de hojarasca podrid;
cuentes los resbalones, sin haber calzado que agu
dias, y el mas seguro es de unos trapos. A esto
la facilidad de corromperse el bastimento, si no se
una precaución mas que ordinaria.
El continuo cansancio y sudor que causa al í
el transitar por tan caluroso clima, cargado coi
sustento que ha de comer, le obliga algunas vec
marse á algún árbol, y cuando imaginaba hallar
se halla acometido de ñeras hormigas, cuyas pícaí
san al fatigado peregrino. De estas hormigas alg
tan malignas, que sus picadas dan calentura que
dia natural.
Otras ocasiones la fatiga obliga á asirse de alg
para trepar algunas cuestas, y acontece muchas vi
podrido, y dar con el caminante en el suelo 6 de
No es menos frecuente afianzarse de algunos paloi
EOS, que en lugar de aliviar el cansancio, causai
dolor, pues algunas espinas son muy enconosas.
La muchedumbre de mosquitos es de grandÍE
mentó, porque algunos son muy nocivos, de suerl
permiten un rato de descanso, especialmente en lo
cenagosos; de modo que para descansar algún poc
cesarlo cubrirse totalmente, y entonces el calor a
grandemente, de suerte que por no sofocarse de
— 3 —
necesario esponerse otra vez á la batería de los mosquitos.
No es poca la molestia que causa lo intrincado de las arbo-
ledas, tan enredadas de bejucos y maleza, de suerte que toda
la montaña es un laberinto sembrado de enfadosos lazos. A
esto se añade el continuo recelo de pisar alguna culebra;
con lo cual se camina por las montañas siempre entre ries-
gos, de los cuales tengo esperimentado buena parte. Su-
puesta esta noticia :
El ramo oriental de la Cordillera Real , llamado vulgar-
mente la cordillera de los Andes, le ha situado Dios tan em-
pinado y escarpado por la parte oriental, que es la que mira
á la montaña, que parece haber querido su altísima Provi-
dencia impedir á los moradores de la sierra el tránsito á las
llanuras; pues solo permite bajada á ellas por algunas que-
bradas de muy difíciles caminos por causa de los precipi-
cios, nieves y ciénegas de que está guarnecida esta cordi-
llera de los Andes. Estos obstáculos fueron la causa para que
siempre fuesen sin fruto las espediciones á la montaña, así
en tiempo de los Incas, monarcas del Perú, como de los Es-
pañoles que emprendieron algunas de sus conquistas. Y esta
misma parece ser la razón porque en los primeros cien años
de la conquista de este reino, no se lee haber entrado reli-
gioso alguno á la espiritual conquista de los infieles de las
montañas. A que se añade, que como tenían entre manos tan
copiosa mies en la sierra y valles de la costa, no atendieron
á lo remoto.
La primera entrada que se hizo á las montañas (omitien-
do las que hicieron los conquistadores de Quito) fué por la
quebrada de Chachapoyas y Moyobamba, en cuyo rio se
hizo el argumento de cinco bergantines, para ir á reconocer
el rio de las Amazonas bajo las órdenes del capitán Pedro
de ürsua, á quien mató el tirano Lope Aguirre, y se levantó
con el armamento para las piraterías que ejecutó en el mar
del norte.
Otra entrada á la montaña ^se facilita por la quebrada en
que está la ciudad de Huániíco. Por esta entraron nuestros
religiosos menores el año 1631 á la conquista ei
los Panatahiiaa, según que la refiere nuestra
Perú, lib. I, cap. xxv.
Otra entrada á la montaña se frecuenta por
de Tarma y Acobamba, que internando desde
pueblo al oriente por entre altísimos cerros, á U
guas se sale al valle de Quimirí, que es de m(
frondosa y fértil. Antes de llegar á e«te valle
balsa un i-io de bastante agua que llaman Schat
formado de la junta de tres rios. El primero
Uiuemayo, que viene del noroeste. El segundo t
que viene del oeste. El tercero el de Monobambi
del sur, con cuyas juntas de aguas se hace el rio
mayo navegable para las bnlsas. Diez leguas m:
de Quimirí está el famoso Cerro de la Sal, el cuf
de un ramo de Cordillera, que desde la Cordillet
Reyes viene bajando por Paucartambo; y en es
eleva dicho cerro como un pan de grande alti
blado de monte, escepto en la cumbre en que se
ne algunos matorrales de palmas. Este cerro tie
de sal, que desde la cumbre corre al sudoeste pe
mas de tres leguas, y otras tantas hacia el dop
veta de sal tiene de ancho regularmente treínl
sal es de piedra mezclada con algún barro coloi
guas antes de llegar al Cerro de la Sal, se encí
Paucartambo, que viene del noroeste, y unaleg
jo se junta con el rio Schanscha-mayo, formandi
el rio que llaman de la Sal, mas abajo Perene.
Este cerro de la Sal es muy fwnoso por el g
curso de indios infieles, que de las naciones maf
la montaña acuden á él por sal; porque como í
montaña hay pocas salinas, les es forzoso venii
á buscarla, los unos para su uso y consumo, y o
merciar con ella otras cosas que necesitan de las
nes; siendo tau varias las que suben á este cerro
\-^.
— 5 —
didadque tienen de muchos rios navegables, que algunas
tardan dos meses en llegar á este cerro, cuyo temperamento
es muy templado; porque aunque es montaña real, el calor
^s moderado por la elevación del cerro y su cercanía á la
Ck>rdillera. Está habitado de indios Amages, y de algunos
de las otras naciones que se quedan en él cuando suben
por sal.
msfiM
/
CAP1TIII.O II-
filtrada de nneetroe nOglosoa al Coito d» Iit 8
Aunque la cordillera de los Andes ofrece difíci
nos para la mcutaña, sin embargo, el interés mov
nos de sus moradores de dicha cordillera á bajar ]
ñas sendas y laderas á las faldas ó temples, dom
sus sementeras de raaiz, fríjoles y coca.
. Con la frecuencia de estas entradas encontrab:
á. algunos infieles; con la comunicación de los
se arriesgaban algunos de ellos á salir á tierra de c
y mediante el buen tratamiento que hallaban, al|
cibian el santo bautismo. De todos estos neófitos,
ríos indios serranos que en la ceja de la montaña t
sementeras, se formó un pueblo llamado Huancabs
tante veinte y cinco leguas del Cerro de la Sal, el
blo con título de curato se entregó al cuidado de 1
seráfica.
Por este pueblo de Huancabamba entró á la m
siervo de Dios fray Gerónimo Giménez, religios
nuestra seráfica orden el año 1635, en Quimirí fun
mer pueblo con capilla, y después fué martirizado
pafiía del venerable padre fray Cristóbal Larios á i
los indios Campas, en el rio Perene, el dia 8 de L
del año 1637, como se refiere en la Crtínica Seráfica del
Perú, en el libro ii cap. xxx.
— 7 —
No entibió sus fervores la seráfica provincia de los doce
Apóstoles, por las dichosas muertes de los invictos proto-'
mártires del Perú; antes acudiendo á suplir su falta otros
varones apostólicos, prosiguieron la espiritual conquista.
Por un memorial presentado al señor marqués de pancera,
virey del Perú, el año 1640 por el reverendo padre fray Pe-
dro Ordoñez Flores, ministro provincial de esta santa pro-
vincia, consta que en el dicho -año habia en la conversión
del Cerro de la Sal siete capillas 6 pueblecitos, asistidos de
los padres fray José de la Concepción, fray Cristóbal de Mesa
y de dos hermanos donados; y que dicho señor virey expi-
dió orden para que de las cajas reales se diese lo necesario,
para el avio y otras cosas que necesitaban los religiosos que
iban á fomentar aquella conversión. Su data en 8 de Julio
de dicho año 1640,
También consta por la Crónica Serájica del Perú, en el
capítulo XXXI del lib. ii que en el año de 1641, el dia 3 de
Agosto, se embarcaron por el rio de la Sal el padre fray Ma-
tías Illescas, y los hermanos fray Pedro de la Cruz y fray
Francisco Pina, los cuales entregados á la divina providen-
cia, se dejaron ir rio abajo con ansias de convertir á todas
las naciones de la montaña; y no se supo mas de ellos hasta
después de cuarenta y seis años; en cuyo tiempo se tuvo
noticia cierta de haber sido muertos á manos de los infieles
en Schipibos.
La voz común de que el Cerro de la Sal estaba lleno de
minerales de oro despertó por este tiempo la codicia de al-
gunos Españoles, instigados del común enemigo para des-
truir el trabajo de los operarios de la viña del Señor. Cons-
ta, pues, por declaración jurídica, tomada al capitán Don
Alonso Sánchez Bustamante, que por este tiempo entraron
por Quirimí algunos españoles gobernados por un cabo, con
ánimo de internar en la montaña, en cuya compañía iban
dos religiosos menores; y aunque los padres llevaban el an-
helo de convertir las almas, se reconocia en las conversa-
ciones de los españoles que ellos iban mas bien á buscar
— 8 —
oro. Así fué desgraciada la espedicion. Cuando los indios del
Cerro de la Sal supieron su llegada, vinieron á recibirlos
con mucho rendimiento, ofreciéndoles su amistad, y sir-
viéndoles muy oficiosos. Creyéronse ligeramente los espa-
ñoles de la oficiosidad obsequiosa de los indios, y embarca-
dos en balsas, navegaron dos dias por el rio de la Sal abajo,
prosiguiendo los indios en su fingida amistad y rendimiento;
al tercero dia persuadiéronles que hiciesen tercios de las
armas, con el protesto de que se acomodarían mejor para no»
mojarse; habiéndolo conseguido, aquella tarde llegaron á. un
remanso donde los indios tenian una emboscada, luego los
de tierra á flechazos y los de las balsas con los remos mata-
ron ¿ los dos religiosos y á todos los españoles, excepto dos
de ellos que acertaron á echar mano de una pistola cada
uno, y con ellas hicieron frente á los indios, los cuales te-
miendo las bocas de fuego, les dieron paso y se metieron en
el monte, Pero hallándose destituidos de humano socorro, é
imposibilitados de poder salir á la sierra, se entregaron á los
indios bajo el seguro de paz que les ofrecieron. El uno de
los dos españoles era gallego de nación, del cual el mismo
declarante oyó decir que retirado al interior de la montaña^
se habia casado á la moda de los indios, habia tenido algu-
nos hijos, y se discurre que murió en aquella barbarie. El
otro era natural de Chachapoyas, y se llamaba Francisco Vi-
Uanueva, del cual hablaremos después. Con esta revolución
y otras que luego sucedieron, se perdió por entonces la con-
versión del dicho Cerro de la Sal.
Dice pues el mismo declarante, que pocos años después
(seria el año 1645 poco mas ó menos) entró á la conquista
del cerro de la Sal don Francisco Bohorques con treinta y
seis Españoles, y que inmediatamente se apoderó de los tres
pueblecitos que estaban en la ceja de la montaña, llamados
Sibis, Pucará y Collar. Estos solo estaban habitados en di-
versos tiempos del año de algunos indios y Españoles (que
tenian en ellos sus vocales) mientras duraban las cosechas,
y después se retiraban á Tarma dejando en cada pueblo tres
— 9~
tf cuatro indios. Edte capitán Bohorques se hizo dueño de
ias sementeras impidiendo las cosechas, con el pretesto de
?ue era preciso mantener aquella gente. Con este motivo se
fevantaron contra él algunas quejas en la provincia de Tar-
m; por lo cual determinó internarse al Cerro de la Sal. Al
querer pasar el rio de Schanscha-mayo, le disputaron el paso
ima porción de indios Andes, gobernados por un indio va-
liente llamado Santuma. Porfiaban los Españoles para tomar
el vado con las armas de fuego, durando el combate toda
ona mañana, hasta que acertaron á herir al cabo de los in-
dios, con lo cual suspendieron éstos la pelea ofreciendo la
amistad. Asi pasaron los Españoles á la parte de Quimirí, y
I los indios rindieron la obediencia á D. Francisco Bohorques.
I Entre los indios que disputaron el paso á los Españoles, es-
! taba el ya mencionado Francisco Villanueva, y como habia
aprendido el idioma ande, fué después el mas confidente del
capitán Bohorques.
Después pasaron á Quimirí y al Cerro de la Sal, donde
estuTieron algún tiempo servidos de los indios de todas
aquellas inmediaciones y de otros muchos que vinieren á
¿arle la obediencia. Al cabo de algunos meses salieron de la
montaña á los pueblos de Vitoc y Tapo que están en la ceja,
y de allí se llevaron el ganado que pudieron encontrar y al-
graias mujeres, y se retiraron á Quimirí, donde formaron
población y sementeras, pareciéndoles bien aquella tierra.
Mermado bien el superior gobierno de las hostilidades y
altiveces de Bohorques y su gente, dio comisión á ü. Juan
López Real, para que juntando de las provincias de Tarma y
Jauja la gente que le pareciese necesaria, entrase á prender
aqnella tropa de levantados. Ejecutóse la espedicion; y aun-
que Bohorques vivia con las precauciones que pedia el es-
tado de sus cosas, los del rey por medio de un indio infiel
consiguieron coger las espaldas á los del partido de Bohor-
íoes, prenderlos á todos y remitirlos presos á Lima, donde
después de mucho tiempo fueron desterrados, y el dicho
— 10 —
Bohorques y su confidente Villanueva fuero
Valdivia.
Consta también de un memorial impreso,
te de España presentó al rey nuestro señor e
Andrés Salgado de Araujo, que en el año 164!
conquista del Cerro de la Sal, y fundó allí uc
el nombre de San Miguel Árcáiígel, donde ha
vecinos españoles con todos los oficios de ca
dos pueblos de indios convertidos; y que de«pu
y medio, por informes que tuvo el virey del F
Salvatierra, poco ventajosos al dicho capitán
saliesen de dicha montafii todos los Españo
alteraciones estuvo esta montaña muy alborotí
de poder los ministros de Dios entrar á aspar
del santo Evangelio.
f>4JH|H|«^H)l>=c^°'^«^«>4^
CAPITULO III
PxogieaoB j decadencia de 2aa converaioneade PanatahtiaB'
Aunque los fervorosos hijos del serafin Francisco vieron
ttrrada la pnerta de la montaña por la parte del Cerro de la
Sal, no tuvieron ocioso su infatigable celo; antes se aplicaron
,íon mayor esfuerzo á ampliar las conversiones de Pana tahuas^
íonde consiguieron coger opimos frutos para las troges del
celo, y muchos fueron tan felices, • que rubricaron las ver-
iades de nuestra santa fé con la sangre de sus venas. Ha-
tense estendido estas conversiones por medio de los indios
^janzos hasta las márgenes del rio Pachitea, según consta
por relación del reverendo padre fray Francisco Andrade,
fiador general de dichas conversiones, y por el reverendo
padre comisario general fray Gabriel de Guillestegui, he-
áiaen el año 1662. Consta por dicha relación que en el año
U57 el padre fray Alonso Caballero en una entrada que hizo
pwlosPayanzos, llegó á los Callisecas y Settebos, y aunque
cou poco fruto por entonces, con esperanzas de conseguirle
iq6 en aquellas naciones cinco religiosos, los dos sacerdo-
te y tres legos, acompañados de doce españoles y ocho in-
áos cristianos de Panatahuas. Estos religiosos con su tole-
Juncia y fatiga fundaron dos pueblos, y tenian ya reducida
laucha gente; pero una parcialidad de Callisecas se amoti-
í Barón, gobernados por un cacique acometieron á los dos
— 12^
pacbloB, y mataron á los religiosos, á los es[
indios cristianos, sin dejar alguno.
Consta también por la misma relación, que
el padre fray Lorenzo Tineo, guardián de Pa
un capitán nombrado por el superior gobier
y seis soldados y doscientos indios cristianos
tro por la tierra de los Payanzos á los Callísi
márgenes del Paro ó Ucayal, y habiendo llegí
de los Settebos, en breve tiempo redujo mas
mas eri dos pueblos con bus iglesias y padre
dian todos á la dpctrina. En este estado estal
versioD cuando al guardián le fué forzoso si
á buscar socorro. Dejó allí dos religiosos y lo
BU capitán; pero este enfadado del mal tem|
tierra, se salió con sus soldados. Viendo los C
les lo indefenso que habian quedado los religi
á los Settebos que los matasen; pero por cons
que lo dilataron para cuando volviese el gua;
ger la herramienta que esperaban traerla. C
guardián supo que se habian salido el capil
receloso de algún mal suceso, se puso al inst
no con el socorro de gente que pudo juntar
montaña alborotada y confederada con los i:
cas, quienes acometieron un dia á los religio
blo de la Exaltación de Chupasnao, arrojandc
flechas y mechas de fuego para quemarles 1
rando la invasión desde la mañana hasta u
religiosos se vieron obligados á quemar la
los infieles se resguardaban de algunas boca
los indios cristianos tenían; con lo cual se re
fieles dejando muerto á un indio cristiano, 3
flechazo al padre fray Francisco de Tomillo
herida no fué de mucho peligro, por haber
antes en un puntal y venir de rechazo, con
dias se puso bueno.
- 13 -
Viendo el padre gnardian que no podía sosegar á aquella
gente bárbara, se salió con sus religiosos á las conversiones
de Payanzos, llevando consigo mas de cien indios Settebos
que voluntariamente le siguieron deseosos de ser cristianos,
I los cuales repartió en los pueblos de las conversiones, y
bautizó á mucbos de ellos in mortis artículo, especialmente
i los párvulos. De allí á poco tiempo salieron á la convér-
Irion de Payanzos treinta y cuatro Settebos, pidiendo á los
padres que volviesen á sus tierras que ya estaban arrepen-
tidos de lo que habian ejecutado, alegando que se habian
movido á ello por instigación de los Callisecas, que les
iDbligaron con amenazas y contra su voluntad.
También consta por declaración tomada al padre fray
Rodrigo Bazabil el mes de noviembre del año 1686, que el
padre fray Alonso Caballero con el capitán don Gerónimo
Sojas y soldados, el año 1663 hicieron entrada por los Pa-
jranzos, navegaron por el Paro ó Ucayali, y redujeron á los
Callisecas; en los cuales quedó de conversor el siervo de
bios fray Manuel Biedma, hasta ti año 1665, con pueblo for-
mado é iglesia; donde estuvo después cerca de tres años de
conversor el padre fray Rodrigo Bazabil.
Pero como la nación de los Callisecas estaba tan retira-
da de Tulumayo, que era la cabeza de las conversiones de
Panatahuas, los socorros eran escasos y llegaban tarde; por
lo cual el padre fray Rodrigo Bazabil desamparó aquella
conversión en el año 1668 con tan desgraciado dejo, que
confederados los Settebos y Callisecas hicieron una irrupción
:á los venerables padres fray Francisco Mejía, presidente de
las cpnversiones de Panatahuas, fray Alonso Madrid, fray
Alonso Acevedo, lego y otros cuatro religiosos el año 1670.
Antes de pasar adelante, se me ofrece desatar una duda,
que se pudiera ofrecer sobre qué nación era esta de los Ca-
llisecas, de la cual en los tiempos presentes no se halla noti-
cia. Pero reflexionando sobre la descripción de su territorio,
infiero que son los que hoy se llaman Schipibos. Fundóme en
que el referido padre visitador general dice, que los Callise-
— 14 —
cas confinaban por la parte de la Pampa coi
los Setteboe; que era nación numerosa y gen
yas propiedades convienen hoy á los Schipi!
aquel tiempo habiéndose reconocido todas s
nes, no se hace mención de le» Schipibos y al
frecuente comunicación de siete años, no se
Callisecas, hasta que ahora se llaman Schipil
ff
aAPITOLO IV
Segnnda entrada de nuestroa xeligiosoB al Cerro de 2a Sal,
j primera entrada á la montaña por Andamarca-
Con las fatalidades y muertes acontecidas en las conver-
siones de Panatahuas, quedaron en grande consternación,
'ni se tenian por seguros en ellas los operarios evangélicos;
y por esta causa determinaron emplear sus fervores en otra
I viña, que pudiese dar el fruto correspondiente á los traba-
1 jos de los jornaleros. Dispusieron, pues, los prelados superio-
\ res de esta santa provincia de los doce Apóstoles, que su-
I puesto que estaban sosegadas las turbulencias del Cerro de
la Sal, se emprendiese la conquista espiritual de aquellas
; almas. Obtúvose licencia del superior gobierno para esta es-
pedí cion el año 1671. Fué nombrado por presidente de ella
el padre fray Alonso Robles, varón de espíritu a})óstolico, á
quien acompañaron otros cuatro sacerdotes y dos religiosos
legos. El señor virey, conde de Lemus, dio cuatrocientos pe-
sos de limosna para ayuda de lo necesario para la entrada,
y con otras limosnas que dieron los bienhechores, se avia-
ron de lo preciso para agasajar á los indios. Hízose la entra-
da á fines del verano del dicho año 1671, y aunque al prin-
cipio tuvieron mucha dificultad para esparcir la semilla de
la divina palabra, con la paciencia y tolerancia consiguie-
ron ablandar aquellos racionales troncos, que atraidos del
— 16 —
buen trato y de los agasajos de los padres,
cibir la luz del sacto evangelio, con lo cui
muchísimos párvulos, y también muchos at
lo moríis: en el año 1673 se fundó en Quirin
ñeros un pueblo, que intitularon Santa
avecindaron mas de doscientas almas de to(
xos, y se iban cada dia agregando alguno
Amages. Dejémoslos por ahora, que nos lli
la conversión de Santa Cruz, cuya primen
Andes se hizo por la provincia de Jauja.
Hállase en dicha provincia en lo alto de
los Andes el pueblo de Santiago de Comas,
de nuestra seráfica religión, con dos anejos,
Acobamba, y el otro Andamarca. Era en dii
de dicho pueblo el padre fray Alonso Zurb;
verdaderamente apostólico, celoso de la ci
almas, y muy observante de nuestro seráfit
lian algunas veces por los veranos salir alg
des al pueblo de Andamarca, manifestando
seos que tenian de recibir el santo bautisi
almas; y daban noticia de las muchas naci(
ban aquellas montañas. Deseaba el padre <
aquellas ovejas, que con tantas ansias le
oponía á sus deseos la aspereza invencible <
da, por que si por todas partes la Cordille
parece formada de Dios como fuerte murall
sierra de la montaña, por esta parte se hs
por la frialdad de tres rígidos ramos de con
de el valle de Jauja se han de atravesar. 1
hacían intransitable las muchas ciénegas
distrito, siendo preciso andar á pié (porque
gaba imposible el poder hacer camino para
gando en hombros la provisión y omament
heladas ciénegas se enterraban hasta las
suerte espantaba á los que presumían tran
— 17 —
i6 presumió que hubiera quien se atreviera á penetrar aque-
jas Punas sin quedar imposibilitado de volver.
Instado del deseo de la salvación de aquellas almas el
licho padre Cura de Comas, comunicó el negocio con el re-
rerendo padre presidente de Quimirí, pidiéndole que enviase
[mra dicha empresa algún ministro evangélico de fervoroso
BBpiritu, ofreciéndose dicho padre cura á asistirle con cuan-
tos auxilios le permitiese la doctrina, y que solicitarla to-
los los medios posibles para que no faltase cosa alguna al
socorro de los seráficos operarios; así lo cumplió con gran
{puntualidad asistiendo personalmente á la composición de
\sM caminos y conducción de lo necesario para las entradas,
esponiéndose á perder la vida en los muchos precipicios de
aquella cordillera.
Para esta primera entrada fué electo el venerable padre
fray Manuel Biedma, varón apostólico, y antiguó conversor
¡de los Panatahuas; el cual cuand© estuvo entre los Callise-
Icas habia aprendido algunos vocablos de la lengua Ande, y
^ora se ofreció á esta expedición ansioso de ganar á costa
de fatigas muchas almas para Dios.
Habiéndose dispuesto por la solicitud del reverendo pa-
dre cura de Comas todo lo necesario, así de bastimento
como de herramientas y gente para la conducción, salieron
de Comas todos á pié, el venerable padre Biedma con un
religioso lego, llamado fray Juan üjeda, y dos hermanos
donados el dia 11 de Mayo de 1673, acompañados del padre
cura y de muchos indios de Comas y Andamarca, hasta
\ cuyo pueblo los acompañó el padre cura. Caminaron ocho
I dias con indecibles trabajos de las ciénegas, nieves, lluvias
I y precipicios, sin mas sustento que un poco de queso y al-
I gun maíz tostado. Después de un tan penoso camino, llega-
ron á la tierra ó montaña de los infieles, donde fueron reci-
: bidos con extrañas demostraciones de júbilo y benevolencia;
i especialmente del curaca ó cacique llamado Tonté, que des-
pués de bautizado se llamó D. Diego, quien regaló á los
huéspedes con abundancia de frutas y de lo que produce
— 18 —
aquel país. El dia 18 de Majo llegaron á 1
caraca Tonté cantando el Te üeam laudaí
dos á Jesús crucificado en una imagen qn<
rabie padre Biedma, y habiendo colocaí
hermosa cruz en uaa plazuela, se tomó pe
tierra, en nombre del rey y de la seráfica r
El dia líO que era sábado y vigilia de
vino el venerable padre al cacique Tonté,
hiciesen una capilla para celebrar el dia si
santo sacrificio. Apenas conocieron la vo
de Dios, cuando á porfía se dieron tal pri
qne aquel mismo dia por la tarde tuvieron
sia, que parecia obra de muchos meses,
estrenó con la salve y rosario á nuestra Se
guíente se cant^ la Misa del Espíritu- Sa:
primera qne se celebró en aquellas montaf
Dios puso por nombre á acfuella primera igl
ta Cruz. Durante la semana de Pentecostí
rabie padre Biedma muchas embajadas d
aquellos contomos, que todas dieron la
Nuestro Señor, y se aloraban de tener en
tros qne les enseñasen la ley de Dios. El p
algunas cosillas y cuchillos, que ellos a)
no perdiendo ocasión de predicarles el s
lengua general, y algo que sabia de la leo
yas pláticas aprovechó tanto el curaca Tbi
pues ser coadjutor del padre en la convers
Uucbo sentia el común enemigo verse
perio que tiránicamente habia poseído ta
estorbar el fruto de la divina palabra, inst
del oriente, las cuales por tres veces envií
cacique Tonté, con crueles amenazas para
tierras á los Viracochas; y últimamente e
indios fieros, robustos, pintados y arma
curaca Tonté que matase aquellos padres.
V.
— 19 — '
lisL á sus huéspedes, dando razón de la causa de su venida
«>D eficaces palabras. Duró la disputa toda una noche, y
iixtiera pasado á guerra formal, si Dios no les hubiera mu-
Lado á aquellos bárbaros los corazones; pero el venerable pa-
ire después de haber encomendado á la divina Majestad en
il santo sacrificio el remedio de aquella necesidad, salió á
silos, y les dijo cuatro palabras dictadas por el Espíritu del
Seíior, con las cuales desarmó su fiereza y enojo. Echáronse
aquellos bárbaros á los pies del siervo de Dios y le pidieron
perdón, suplicándole que no se fuese, que el año siguiente
tendrían por él para que les enseñase á conocer al verdade-
ro Dios. Abrazólos el venerable padre, los regaló con algu-
iaas cositas que se habian traido para este efecto, y se vol-
vieron muy contentos. De allí á pocos dias vinieron á dar la
obediencia otras muchas naciones de la parte oriental.
Nota que aunque los indios que viven en estas inmedia-
ciones tienen el nombre genérico de Campas, se distinguen
por otros nombres tomados ó del paraje donde moran, ó de
la propiedad de sus castas ó de sus parcialidades. Los que
viven junto á la falda de la Cordillera, se llaman Andes.
Los que primero vinieron á dar la obediencia, fueron los
Pangoas, los Menearos, los Anapatis y los Pilcosumis. Des-
pués vinieron los Satipos, los Capiris, los Cobaros y los Pi-
siataris. Después que se apaciguaron los fieros embajadores,
vinieron los Cuyentimaris, los Sangirenis, los Zagorenis, los
Quíntimirís y otros.
El venerable padre Biedma salió después de algunos dias
á visitar las naciones circunvecinas, que por sus embajado-
res ya habian dado la obediencia, y aunque en dicha jorna-
da padeció grandes trabajos, fué grande el gozo espiritual
que tuvo, viendo la buena sazón en que se hallaba la copio-
sa mies que Dios le habia deparado. Y después de haber da-
do á la divina Majestad las debidas gracias, determinó dar
parte del estado de aquella conversión al reverendo padre
presidente de Quimirí, pidiéndole operarios para que le ayu-
dasen al cultivo de aquella viña del Señor.
; ..'
i
i
i
•i
i
(
I
1
I
3
\
I
I
1
¡ CAPITPL© V.
j
i Entra el P. írajr Francisco Izquierdo al pueblo de Santa- Otum.
Aunque el venerable padre fray Manuel Biedma conocia
la gran falta que tenia de compañeros para dar pasto espi-
ritual á aquellas almas, congojábale los trabajos que indis-
pensablemente habían de padecer entrando por las Punas de
Andamarca. ]f consultando estas aflicciones con el curaca
Tonté, le preguntó si se podia ir á Quimirí por la m.ontaña
sin salir á la Sierra. Respondió que bien se podia, aunque
con gran trabajo. Con esta noticia determinó enviar á su
compañero fray Juan de Ojeda á Quimirí, á participar el es-
tado de aquella conversión, y lo que necesitaba para perfec-
cionarla.
Fué el dicho religioso, acompañado de algunos indios de
confianza, por dentro de la montaña al Cerro de la Sal y
desde allí á Quimirí, con la buena noticia que llevaba: reci-
bido del reverendo padre presidente y demás religiosos con
. alegría espiritual, habiendo conferido entre todos la materia,
el dicho reverendo padre presidente remitió á la conversión
de Santa Cruz á los padres fray Francisco Izquierdo, fray
Francisco Gutiérrez, con los hermanos religiosos legos fray
Juan de Ojeda y fray José de la Concepción.
Embarcáronse los cuatro religiosos en las balsas en que
habia venido la noticia; y el venerable padre fray Francis-
..Éír-
^ A
X I
•X
— 21 —
co Izquierdo no perdió instante de comunicar el* fuego de
amor divino que llevaba en su pecho, de dia en las balsas y
de noche en los parajes que llegaban, pagando con dones
espirituales los beneficios que recibia de aquella bárbara
gente. Sucedióle en este viaje á este siervo de Dios un caso
en que el Señor quiso manifestar las heroicas virtudes de
este apostólico varón.
Llegó á hospedarse una noche al rancho ó habitación de
un indio gentil que estaba moribundo, y tenia copiosa fa-
milia; como la caridad no sabe estar ociosa, procuró aliviar
al paciente con afectuosas palabras, é introducirle con agra-
do la benevolencia y amor de la fé católica. Duró toda la
noche en esta oficiosa tarea, y habiendo venido el dia, pa-
Teciéndole que seria grande omisión dejar aquella alma á
peligro de perderse, despidió á los compañeros para que lle-
gasen cuanto antes á ayudar ál venerable padre Biedma,'
dicíéndoles que en breve estaría con ellos. Quedóse solo en-
tre aquellos bárbaros, hasta que consiguió el fruto de sus
deseos, enviando al cielo á aquella alma con el santo bau-
tismo. Y habiendo oido decir á aquellos indios que los de
Quiringa eran muchas familias, deseoso de convertirlos á
la santa fé, salió en busca de ellos solo con su bordón y bre-
mño como apóstol del Señor, sin alforjas ni mas pre-
vención que las seguras esperanzas en la divina Provi-
dencia.
Penetró aquellos montes siguiendo veredas de animales,
y habiendo perdido el camino que debia haber llevado, an-
dnvo errante un mes entero por lo intrincado de aquella
montaña. Si alguna vez encontraba algunos indios, les pre-
dicaba la ley de Dios; pero ellos como bárbaros y mas crue-
les que los tigres, le pagaban este beneficio con arrojarle á
los montes para que fuese pasto de las fieras. Referia este
Bieno de Dios que varias veces encontró tigres, culebras,
víboras, y otras sabandijas que abundan en las montañas, y
qne nunca permitió el Señor que le hiciesen daño. Donde le
cogia la noche, se ponia en oración, y después tomaba al-
1
I
. i
— 22 —
g-un descanso sobre el duro suelo, que por all
está munando ag'ua.
Una uoche se echó á dormir en un terreno
ra sentir menos la humedad, y aconteció ser
ro, de una especie de hormigas tan voraces, (
cuentran de carne en breve tiempo la dejan
espina, sin que se escape de su pronta cuant
reza, ni el tigre mas feroz, ni la mas venenos;
que son tantos los millares de ellas que hat
por mas resistencia que hagan, luego á poc<
vencidas y devoradas. Sintiendo las hormig
nuevo huésped que dormía sobre sus casas,
llares, y á breve rato redujeron á hilachas el
una túnica que cubría sus carnes. Pero nue
Dios que impidió á los hambrientos leones q
santo profeta Daniel, dispuso que estas voraC(
llegando á la carne del siervo de Dios, venera
nal pureza, se retirasen reverentes á su retre
venerable padre al amanecer, y hallánclose
reconoció la divina Providencia que le hal
aquellos animalejos, puesto de rodillas, dio la
cias á Dios alabando sus misericordias, y de
sus atentos huéspedes, prosiguió su peregrin
¡Oh maravillas de la Omnipotencia! ¡Bei
siempre la soberana Majestad que es obradi
portentos! ¿Quién pudo defender la vida de
cordero, metido entre tantos carniceros ]ob(
racionales le arrojaban á las fieras, estas su|
su inocencia. ¿Cuántas veces lo arrojaron lo
8U5 albargues, unas á palos y otras á empello
pereciese por aquellos montes, 6 anegado c
(que en todo el año son frecuentes en la moni
do de las sabandijas? Pero todas las aguas c
clones no podían apagar el incendio de aqi
corazón, deseoso de padecer mas por Dios ;
para el cielo. No fué menor maravilla de la
— 23 —
ciencia conservar la vida á este fiel siervo suyo en medio de
tantos trabajos, molestado de la hambre, fatigado de los ca-
minos, desgarrado su cuerpo de las innumerables espinas de
los árboles de aquellos montes, sin mas sustento que algu-
^ ñas raíces; pues instado de su prelado el venerable padre
Biedma; dijo que solamente en su mayor necesidad se atre-
vió á Coger de una .chácara una mazorca de maíz, y que de
i -día comía todos los días cinco granos y no mas, en revé-
; rencia de las cinco llagas de nuestro soberano Redentor.
I Admirable fué la constancia de este siervo del Altísimo.
Solamente la consideración de verse perdido por aquellos
montes con la túnica mojada, y tan raída, sin tener avíos
<5on que encender fuego para consolarse en la horrorosa so-
ledad de las noches, y el ruido de las fieras, que aun á los
<iae están en sus casas asombran, eran motivos bastantes
para hacer desfallecer el ánimo mas valiente. Pero como el
aer\'o de Dios tenia puesta en el Señor toda su confianza,
estaba muy seguro en medio de los peligros.
Cerca de un mes habia que andaba errante por aquellos
montes, cuando se encontró con un indio de los muchos que
liabia despachado en busca suya el venerable padre fray
Manuel Biedma, y casi tenían perdida la esperanza de en-
} contraríe. Saludóle el indio, y viéndole en tan estrema ne-
cesidad, le ofreció una pierna de puerco montes, un pedazo
de mono asado, pescado, y lo demás que traía para su pro-
visión; pero el siervo de Dios no quiso tomar cosa algima
por ser aquel día sábado, y tener devoción de no tomar ali-
mento alguno corporal en los sábados, en obsequio de la
Virgen María Nuestra Señora. Solo admitió que le guardase
^pescadito y una yuca, con lo cual se sustentó tres dias
íue tardó en llegar al pueblo, adonde los compañeros ha-
bian llegado habia cerca de un mes.
No es fácil describir los afectos de admiración, compa-
Bion y lástima que la vista de este santo varón causó á los
demás religiosos. Llegó tan desfigurado, pálido, flaco y
Diacilento, que parecía un esqueleto mal cubierto con unas
— 24 —
hilacha8 de najal, todo el cuerpo lleno de llagas
fiszos de las espinas, j encunadas cod la húmeda
Púsoles en cuidado á los religiosos el restablece
7 salud tan estenuada; pero el KÍerro de Dioe,
padecer mas, y tener que ofrecer á la divina \
los dolores de sus llagas, do quiso admitir medie
de las muchas qne traían los indios de yerbas y
medicinales de que abundan las montañas, tinic
sus moradores, seguro de qne Dios solo era b
medicina. Así lo esperímentaron después; porqu<
de sus espirituales ejercicios, ni dispensar en 1(
sus penitencias, acudia infatigablemente á las t
tcquizar y enseñar á los muchachos, apticándos<
ro continuo á aprender la lengua Campa. Atare;
todos los dichos ejercicios, convaleció perfecta
oclio dias, sin quedar en su cuerpo llaga alguna
cha robustez y fervor para emplearse en bene
almas.
Desde que habian llegado á Santa Cruz los <
del venerable padre Izquierdo, j mucho mas d
llegó ol dicho siervo de Dios, se atendió á repar
manas la tarea de catequizar á los indios, para
mAs operarios so ocupasen en aprender el idion:
en lo cual se trabajó con tanto tesón que no 1
tiempo pura descansar un rato. Con esto eonsigui
devlo do tal suerte, que á los seis meses ya esl
para predicar en aquella lengua. Después se (
formar catecismo, arte, vocabulario y manual pi
nistrnciundo los santos sacramentos: se tradujer
iilioum las oraciones, himnos y cánticos que ei
general compuso nuestro ilustrísimo Oré, con
el interwpatorio para confesar, y otras obras
para aquella nueva cristiandad.
hVlizmonto caminaba la doctrina de la católi
pueblo do Ssmta Cruz, pues no solamente los me
— 25 —
mediatos, mas también algunos bien remotos, dejando las
naturales conveniencias de sus casas, se venian á Santa
Craz para aprender la doctrina cristiana, á la cual asistían
con tanta puntualidad, que el gozo de su aprovechamiento
; templaba la molestia de su continua asistencia; pues esta-
ban todo el dia repitiendo la doctrina, de suerte que á los
tres meses ya los mas sabian las oraciones, y los niños, como
niateria mas dispuesta, sabían el catecismo y lo principal
de la doctrina cristiana: muchos sabian ayudar á misa, y al-
gunos himnos que se cantaban al elevar la adorable Euca-
ristía, como el Pange lingua^ y el Sacris sólemnik. Tan fer-
voroso era el deseo que tenian de aprender, que cuando al-
igan padre conversor por modo de recreo cantaba el Gloria
¿el Credo, juzgando ellos que cuanto cantaban los padres
era doctrina cristiana y necesario para ser bautizados, en
oyéndolo los muchachos, al instante se avisaban los unos á
Ws otros gritando: Ackuqtieri Dios, achugueri J)ios, que
[quiere decir: d rezar ^ A alalar d Dios\ y de esta suerte lle-
gaban corriendo á donde estaban los padres acompañándo-
les devotamente, repitiendo lo que oían; y á muchos de
eflos se les quedó en la memoria el Gloria y el Credo en
latin.
— 27 —
Ordinariamente acompañaban á estos indios el venera-
ble padre fray Manuel Biedma, alentándolos con fervorosas
pláticas, y compadeciéndose de sus fatigas. ¡Cuántas veces
negaban aquellos pobres indios mojados de los aguaceros á
aquellas Punas, sin tener para su descanso mas cama que
las heladas ciénegas! ¡Cuántas ocasiones les cogieron en di-
chos parajes rigurosas nevadas, cuyo frió les ponia á térmi-
no de espirar, llorando como niños, y atravesando de com-
pasión el corazón del siervo de Dios, quien pedia al Señor
misericordia para aquellas pobres almas! Algunas veces les
repartia algunos cigarros para que con su poco de calor
templasen la rigidez de los páramos; pero en algunas oca-
flones se hallaban con los dedos tan engarrotados, que no
podían valerse de ellos y se valian de las muñecas para su-
plir su falta.
En cierta ocasión que salía el dicho venerable padre con
treinta y seis indios Andes, fué tal la nevada que les cogió,
que apenas pudieron ampararse para su abrigo de una es-
pecie de cueva, donde estuvieron veinte y cuatro horas que
duró la nevada oprimidos, sin poderse sentar ni recostar por
la corta capacidad del sitio. Y no fué poca fortuna el haber
encontrado la dicha cueva para su refugio; pues muchas
' veces les era forzoso sufrir los rigores al descubierto.
A estas penalidades se agregaba la penuria de la comida,
que ordinariamente era algún maíz tostado, á veces
les faltaba en algunos parages donde era imposible el reme-
dio, y les era preciso engañar el hambre royendo raices de
árboles y yerbas. Ocasión hubo en que llegó el venerable
padre Biedma con mas de cuarenta indios á los altos de la
Puna, á un paraje donde el padre cura de Comas habia
mandado fabricar un casa para abrigo de los que por allí
transitaban; y para mayor defensa de los frios, les hablan
hecho su puerta del pellejo de un toro que allí mataron.
Llegaron todos tan faltos de sustento, que entre todos no
habia ni un puñado de maíz ni otra cosa de comida, y fué
preciso apelar al pellejo de la puerta que repartido entre to*
— 28 —
dos, puesto en remojo y cocido, sirvió de
tener la vida tres dias que allí estuvieroi
damarca Íes trajeron socorro; pues de ot
perecido, por ser tal la flaqueza j debilid
ban, que era imposible dar un paso.
A este continuo trabajo que duró toe
asistían todos los indios gentiles, con tal
que causaba admiración á loa padres coi
derando el venerable padre Biedma el d(
obra, no cesaba de alabar á la divina 1
unos indios bárbaros, criados en ocios¡(
tierra el regalo que apetece su rustique;
pesca de sus rios, frutas de los montes, fá
que no aspiran á mas que á pasar alegre
ponerse á tantos trabajos y peligros ps
BUS almas, pues no solamente padecieron
en aquel primer verano, mas también d
era preciso salir á Andamarca por las he
rías, así para los del pueblo, como para <
dios forasteros que venían á aprender la
socorros necesarios á los padres converso
ra los religiosos que enfermaban en la m
temperamento húmedo, cálido y muy en
ñas complexiones. Y aunque los padres c
ban lo posible estos trabajos, la necesid
tolerarlos; pues aunque conocían y adm
aquellos indios, recelaban que finalmenti
rirse abrumados del trabajo, y amedrant
medades que contraian en dichas salidas
morían algunos.
Maravillábase el venerable padre Bie<
dicho, casi siempre iba con ellos á estas I
tancia y tolerancia de aquellos bárbaros,
TÍencia los grandes trabajos que pasaba
«No es el menor milagro de la diriua Pn
^er que estos bárbaros no nos hagan peda:
-29 -
para volverse á gozar con quietud y sosiego del ocio y re-
creo de sus antiguas conveniencias, y dejarse de padecer
tantos trabajos y enfermedades.» Finalmente, solo Dios nues-
tro Señor movia sus corazones, para que tan á costa de fa-
tigas admitieran el santo Evangelio.
A principios de Setiembre, cuatro meses después de ha^
ber entrado los religiosos á la montaña, se encendió en el
pueblo una epidemia tan activa, que en tres meses que duró»
se llevó setenta almas para el cielo, los mas de ellos eran
párvulos. Esta es la mayor fatalidad que sucede en la mon-
taña casi siempre que se mudan las estaciones de los tiem-
pos; porque como casi todos los indios no tienen caridad
aborrecen á los enfermos, y los desamparan por el miedo de
que se les pegue la enfermedad. Por lo cual cuando comien-
za alguna epidemia, todos se van á los montes, dx)nde viven
separados por familias, y si allí caen enfermos, los dejan es-
tar sin mas asistencia que dejarles un poco de chicha y al-
gún plátano asado. En la epidemia que por este tiemposuce-
dió en Santa Cruz, fué tal el temor de los indios, que de mas
de trescientas almas que habia en el pueblo, solamente que-
dó nn indio que asistiese á los padres, pues hasta el curaca
6 cacique Tonto se retiró al monte con toda su familia.
No es fácil dar á conocer lo mucho que trabajaron núes*
tros religiosos en esta epidemia; continuamente andaban
por aquellos bosques buscando á donde habia enfermos para
catequizarlos, asistirlos y últimamente auxiliarlos con los
santos Sacramentos. Muchas veces era forzoso andar tres ó
enatro leguas para asistir á algún enfermo en aquellos
montes; de suerte que aunque hubieran sido muchos los
operarios evangélicos, habia bien que trabajar para todos.
Ocasión hubo en que avisaron á los religiosos que un indio
infiel se hallaba arrojado en el monte distante tres leguas
del pueblo, por haberse quebrado una pierna; y como los
indios huyen de los enfermos, fueron por él los religiosos,
y penetrando la intrincjada maleza, le cargaron sobre sus
hombros en unas andas ó barbacoa, pasando arroyos con el
(
— 30 —
ag:ua á la cintura, y & veces mas arriba,
al pueblo con el enfermo tres días, Uegs
tan estenuados y necesitados como el dol
salieron repentinamente impelidos de la <
daron de llevar provisión de comida, diwi
mismo día podrían estar de vuelta. Muct
dieron en esta conversión por este tiemp
cuan del ag-rado de Dios era aquella su n
hablaré en el capítulo siguiente.
El dia de la Purísima Concepción d
Nuestra Señora, hicieron los religiosos p
va, pidiendo á Dios nuestro Señor, por inl
dre purísima,, fuese servido de mandar ees
la epidemia, y su divina clemencia quiso
do de las súplicas de sus siervos; con I
trae el Breviario, cesó la pestilencia, pui
con lo cual en breve tiempo se restituí
pueblo. Loa religiosos atendieron con vi(
las quiebras que hahia padecido aquel re
cual andaba acechando el lobo infernal
epidemia varias veces vieron á un indic
conocia (seria el demonio en su forma) e
ai^uellos montes, diciendo á los indios, qi
traian las enfermedades, que sin duda i
que siguiesen su doctrina, que los despi
sen, y se volviesen á su antigua libertad.
• Con la duración del invierno se esper
tuacion que tenia el pueblo, por estar co
^ada, cercada de cerros que impedían la
las continuas lluvias estaba aquel suelo c
motivo y por la pasada epidemia rehusal
tarse, ni los forasteros se atrevían á lie
caer enfermos. Resolvióse mudar el pi
mas sano, en cuya busca hizo estraordíni
curaca Tonté. Hallóse como lo deseaban
Pajonal, capaz, despejada y enjuta por i
\..
■v
>N.
\ -31-
■jbbaiidijas ponzoñosas, y ventilada con los aires de la sie-
Im, que con su frescura templan los calores de la montaña,
fíttsaba por junto á ella el rio de Mazamarique, copioso de
faena agua y algún pescado. Trabajóse cqu tanta actividad
fa la fábrica del pueblo nuevo, que en menos de tres meses
etaba hecha la iglesia, casa capaz para los religiosos, y
lasas para todas las familias. Asistía siempre á las fábricas
^ curaca Tonté con sola su gente, sin permitir que traba-
lasen los forasteros, porque no se entibiasen sus fervores.
r
r
«¡m|m¡m¡m|mjm>Xi^¡m¡m¡mÍm¡m¡m¡mJm¡m
CAPIT0E.O VII-
Ai solícito cultivo de taa celosos operañi
Evangelio concurrió la divina Piedad, dándole
de lograr opimos frutos con maravillosa cii
Poco menos de tres meses habia que estaban d
giosos en aquella montaña, ocupados en apren(
Campa, ó del país, cuando una siesta desde su
ron un grande alboroto en el pueblo así de hom
mujeres; y averiguado el motivo, supieron qu
sentimiento de una criatura muerta, á la cua
arrojado al monte. Lastimado del caso el veu
Izquierdo que era semanero, soltando de la mai
se levantó presuroso diciendo: <wayan, tráigarii
no estará niuerta,>i y prestándole alas su feri
primero al paraje donde la criatura yacía arroja
le los demás religiosos, prevenidos de un jarro ■
si acaso podia alcanzar el santo bautismo. Co{
de Dios en sus brazos la criatura, y suspi^and
cielo sus ojos, como pidiendo al Señor el alt
cuerpo, para volvérsela mejorada. A este tien
los demás compañeros, vieron que la criatura 8
y parecia que meneando los labios pedia el reí
alma. Los religiosos daban prisa para que dei
— 33 —
bautizase; pero el venerable padre Biedma como prelado
mandó que se llevase á la iglesia para hacer el bautismo
con solemnidad, para que entre aquellos indios consiguiese
las veneraciones posibles. Fué tal el gozo que recibieron
todos, que acudiendo á la iglesia, casi todos pedian de ro-
dillas el santo bautismo. Y respondiéndoles el padre que era
necesario antes saber la doctrina cristiana, algunos que ya
ksabian, respondian: «ya yo sé^ lautizame á mí.» Fué pre-
ciso advertirles que era menester saber otras oraciones y
obligaciones para poder ser cristianos. Confirióse el bautis-
mo este dia, que era víspera de Navidad de nuestra Señora,
á un adulto que de un accidente repentino se estaba mu-
riendo, y que con ansias pedia ser cristiano, y aquel mismo
dia entregó su alma á Dios. Este indio se habia manifestado
muy afecto á los religiosos; todos los dias les traia de lo
(jue por su industria alcanzaba de caza ó pesca, y el Señor
le premió su caridad, siendo la primicia de esta conversión,
porqué la niña vivió cinco meses. Procedian los padres con
cautela en no conferir el bautismo fácilmente, haciendo que
los indios lo deseasen mucho, para que hiciesen el aprecio
<iebido de la dignidad de ser cristianos.
Sucedió después la epidemia que dejo referida, en la cual
aconteció varios prodigios. Referiré algunos, para que no se
, queden en olvido. Sea el primero de un muchacho de diez á
doce años, tan inclinado á lo bueno, que era de los primeros
que acudian á la doctrina: aun en su gentilidad era tan de-
voto de nuestra Señora, que enamorado de los elogios que
oia á los religiosos, no faltaba tarde alguna á rezar el rosa-
rio eu su compañía, y algunas veces asistía también ala
disciplina. Un dia estando en el monte con sus padres, re-
pentinamente le acometió un accidente tan extraordinario,
que arrebatado, como furioso endemoniado, se arrastraba
por aquella malezas, haciéndose pedazos ño solamente entre
las espinas, palos y troncos, mas también con sus propias
manos, uñas y dientes, arrancándose la carne con rabiosos
bocados. Además de esto, eran tales los gritos y aullidos que
— 34 —
ba, que atemorizaba á los circunstantes,
iparado, como es costumbre entre ellos
;gustar á los padres que ya tenían adveí
iparasea á los pobres enfermos. Llevároi
de pies y manos eu una barbacoa con u
la boca, al cual tenia tan agarrado co
r demás estaban las ligaduras. Compás:
1 religiosos, le desataron; pero fué lo mi
a fiera, y á no haber acudido tanta gen
i volverlo atar. Disponían los padres bai
riencia que tenian de su devoción y ferv
íexion que quizá estarla obseso, determi
, y al comenzar los exorcismos, volvií
3tro, y mirando afectuosamente al sacerd
ihiate nazanganiqui na tero cristiano
ino;» que quiere decir: «Padre, padr
liero ser cristiano; hazme cristiano.»
£0 que deseaban la salud espiritual de
n grande el gozo que tuvieron de oírle p
imo, que lloraron de alegría y quitando
lio, le dijeron: «.eso queremos^ eso desean
y creció mas la admiración, pues luego
erte como si no hubiera tenido acciden
a acudió á todos los ejercicios espiritua
as, y perseveró fervoroso lo que le durtí
ICO mas de un año, sirviendo de estimult
lachos para que aprendiesen bien la doc
esen muy devotos de Mana Santísima N
£1 siguiente suceso pasó eu presencia
B. A la una de la noche avisaron á los pi
i muriendo una india gentil adulta. Al i
ís llevando consigo el jarro de agua que
■evenido en lugar determinado para estí
(liaron á la paciente sin sentido y con
ibiendo al anochecer asistido sin noveda
iglesia á la doctrina con la demás gei
— 35 —
padre Biedma pidió á los compañeros que la encomendasen
á Dios, y viendo que no daba esperanzas de volver en sí, de-
terminó bautizarla; al levantar el brazo para ejecutarlo, la
india abrió los ojos, y mirando al siervo de Dios, dijo:
^aPabia^ na tero crisíiana,» que quiere decií: «t^adre, yo
quiero ser cristiana.» Deteníase el venerable padre instru-
yéndola en los misterios de nuestra santa fé, y volviéndole
á mirar, le dijo: «Bautízame^ padre^ qiie ya me muero,»
Bautizóla, y al instante espiró, volando su dichosa alma á
las moradas celestiales á alabar á Dios.
Al padre fray Francisco Gutiérrez llamó en cierta oca-
sión una india, á quien el prolongado accidente que pade-
cía habia dado tiempo y lugar suficiente para catequizarla.
En dicha ocasión pedia la enferma con devotas instancias
al dicho padre le concediese el santo bautismo, porque co-
nocía que se moria. Rehusábalo el sacerdote, porque ni el
semblante ni el pulso daban indicios de acabársele la vida.
Consolábala, y le esplicaba los misterios de la santa fé, para
que con mas fervor recibiese el santo bautismo. Instaba la
india con lágrimas diciendo que sin duda ya se moria. Los
demás religiosos que se hallaban presentes, movidos de
aquella fervorosa instancia, dijeron: «bautícese, que pueda
Ber que se muera.» Condescendió el sacerdote, y acabada
de bautizar cruzó la india los brazos, levantó los ojos al cie-
lo, y diciendo Jesús, espiró, pasando su dichosa alma al
descanso eterno.
Recién entrado á la conversión de Santa Cruz el padre
fray Esteban de las Eras, volviendo un dia de visitar á los
enfermos, vio á una criatura de cuatro años que echada en
l)razos de su madre, significaba con gritos el desmedido do-
lor de cabeza que habia media hora que le afligía. Apenas
8e acercó el padre sacerdote, soltando á su madre, se aba-
lanzó al padre agarrándole del hábito y cuerda, y llorando á
voces decía: noqmemam, noqniernam^» que significa:
atengo sed;» y repetía esto con grandes instancias. El reli-
gioso no entendía el idioma ande, y admirado preguntó al
— 36 —
vüierable padre Biedma, qaé era lo qae d
¿ry,. tnj'ile, qae decía ten^ sed. O&eciéron
ét bebidas qae se hallaban por allí; agua f
cha de Tanas esp^^ies, j de todo no hacia
j arrojarlo voMendo á repetir noquiemam
gíaae la rompasion viendo qae con nada se
Ua an^ia, ni tomaba la necesidad el Ktací
qoe pedia. Entregáronsele á sn madre, y f
de yiolencia para desasirle del hábito, 7 a
madre volria el rostro á los religiosos, re
sn tema. Esto sacedió á las cinco de la tan
media noche llamaron á toda prisa. Corrió
ridad el venerable padre Biedma prevenídc
Garriendo que seria para otro, porque habi
mos, y halló al angelito muy lánguido. Bao
por nombre Ventura, j fué tal ta suya que :
y se fué á alabar á Dios. Entonces conociei
que la sed que manifestaba aquel angelito
sino espirítaal del santo bautismo. En prue
observó que á su madre y á la demás ge
gritos: ¡ay, ay.' quejándose d« su dolor; per
tengo sed, como conociendo aquella almi
ellos por entonces podían darle lo qae su
con tanto anhelo.
No fué acaso lo que sucedió con otra
meses. Estaba esta en el regazo de su madi
liaba oyendo la doctrina; y forcejando coi
con lágrimas consiguió que su madre le
apenas se vio en él, cuando gateando se fui
los religiosos, distantes como ocho varas,
padre semanero se agarró del hábito y cue
dose con especial contento, de suerte que
circunstantes. Penetrando el padre semane
recia acaso, dijo á los compañeros; «Este a:
ir al cielo. Este venirse á mí, esta risa, este
el agua del santo bautismo.» «¿Cómo puc
— 37 —
ion, sí está buena, sana, y tan alegre?» No se engañó el pa-
dre semanero; pues apenas aquella criatura en brazos de su
madre llegó á su casa, le dio un accidente tan repentino,
que el estar sobre aviso fué ocasión á que con tiempo reci-
biendo el santo bautismo, fuese aquella alma á ver á Dios,
para alabarle y gozarle eternamente.
Otros muchos prodigios refiere el venerable padre Bied-
ma sucedidos en esta conversión, que omito referir por no
alargar este compendio. Poro no puedo omitir el siguiente,
aunque sucedió un año después del tiempo en que vamos
hablando. Reconociendo los caminos que habia desde el
pueblo de Santa Cruz á Andamarca, iban en una ocasión el
TeTerendo padre fray Alonso Robles, presidente de las con-
rersiones de esta montaña, el venerable padre Biedraa y el
bermáno Andrés Pinto, con cuarenta indios gentiles, que
iban guiando y abriendo camino, cuando llegaron á unos
Pajonales, desde los cuales se divisaba la sierra y prometia
íátcil camino para ella. Levantóse . una voz entre aquellos
bárbaros diciendo, que en aquellos Pajonales habia culebras
y víboras; aunque los padres podian animarlos á seguir ade-
lante por el buen camino que ofrecian, movidos de superior
impulso condescendieron con los indios, quienes retrocedie-
ron casi al opuesto del camino comenzado. Caminaron todo
el día sin camino ni vereda, por quebradas no conocidas,
pasando varios arroyos. Al anochecer llegaron á unas cha-
caras viejas de algunos indios de la comitiva, que las ha-
bían desamparado algún tiempo habia para irse á vivir á
Santa Cruz y aprender la ley de Dios. Como los indios ha-
llaron bastimento de montaña, luego se dispusieron á com-
poner su cena. Pareció acaso el preguntar los padres si por
allí habia gente. Y fué altísima providencia, pues sabiendo
qneá una legua de allí habia algunos indios gentiles, sin
tomar alimento alguno pasaron allá con algunos indios de
mas confianza. Llegaron al cerrar la noche á una ramada,
donde estaba un indio enfermo, aunque parecía no estar
)
»
f
I
i
• •
'4
mm
GAPIT0LO VIII
MaiUiio del venerable P. tray Francisco Izquierdo j compsiAm^m
Después que hubo cesado la epidemia en el pueblo
Santa Cruz, y que este se transfirió á mejor sitio, aunqi
se habia trabajado mucho en aderezar los caminos hasta
damarca, siempre quedaba en su punto la dificultad de ai
vesar las rígidas Punas: como el venerable padre fray
cisco Izquierdo y los compañeros, que con él habian venií
desde Quimirí por la montaña, habian reconocido la mucl
gente que habitaba aquel espacio intermedio, consultaj
los religiosos entre sí, si seria conveniente el fundar un pue-j
¡ blo en la mitad de aquel tránsito, recogiendo toda aquella
I gente esparcida; pues con eso se podian socorrer y dar \v
mano mutuamente desde Quimirí sin transitar las Punas y
ciénegas déla Cordillera. Resolvióse que el venerable padrea
fray Francisco Izquierdo pasase á Quimirí por la montaña, í
dar parte de lo que parecia convenir al reverendo padre pre^
X sidente fray Alonso Robles, y se estuviese á su resolución.
Apenas comenzaron á menguar las lluvias, salió el ve-
nerable padre Izquierdo para Quimirí en el mes de Marao:
del año 1674, con algunos indios de confianza que ledió.el
curaca Tonté. Fué recibido del reverendo padre presidente y
demás religiosos con caritativas demostraciones de benevo-
lencia; conferida la materia de su viaje, antes de tomar re-
■^
— 41 —
solncion al^na en negocio de tanta importancia, el reve-
rendo padre presidente determinó entrar personalmente á
Santa Cruz por la montaña, y reconocer por sí mismo los
inconvenientes y utilidades que podia tener la nueva con-
versión ó pueblo premeditado. Hizo su entrada por el mes
de Abril del mismo ano, acompañado de los mismos indios
que habian acompañado al venerable padre Izquierdo: reco-
nocida toda aquella montaña, las gentes que en ella habita-
ban, y la nueva población de Santa Cruz, quiso salir por
Andamarca, para experimentar lo penoso de aquel camino,
lo cual consiguió muy á su satisfacción : habiendo descan-
sado algunos dias en Santiago de Comas, se volvió por Tar-
ma á Santa Rosa de Quimirí.
Habiendo conferido los religiosos que se hallaban en Qui-
mirí el modo mas conveniente para socorrer y darse la mano
la conversión de Quimirí con la de Santa Cruz, en atención
á la mucha gente que el reverendo padre presidente habia
^isto en el intermedio, y que todos pedian padres para ser
enseñados y ser cristianos, se determinó que el nuevo pue-
plo se fundase en Pichana, distante veinte y cinco leguas
de Quimirí por el rio de la Sal abajo (aunque se caminaban
cuarenta leguas), y que se procurasen congregar en él los
muchos indios que estaban esparcidos por aquellos montes;
pues estando á la mitad del camino de Santa Cruz, era fácil
el poderse socorrer mutuamente.
Fué electo para esta espiritual conquista el venerable
padre fray Francisco Izquierdo, y en su compañía fué el
hennano tercero Andrés Pinto. Bajaron al rio, acompaña-
dos de todos los religiosos, y habiéndose tiernamente des-
pedido de todos, se embarcaron en dos balsas, Uevando or-
Jiamentos y todo lo necesario para celebrar el sacrosanto
«acrificio, y adornar decentemente la iglesia que se habia
de fabricar. A los dos ó tres dias de navegación llegaron al
paraje destinado; corriendo la voz de la llegada del padre,
«acudieron todos los indios de aquellos contornos, y cada
6
■a qae el padre fo
> finalmente eo qi
! unos y otros en <
esta suerte puoiet
rucciun del puelílo
i del mes de jan
iccion de la igles
ripalmente á oir la
mdacion de aque]
iban mas oñciosos
mo en la asistencii
rcialidad, llamado
do en Vitoc, jnrist
ísto qae escribo se
españoles, que tie
as de la montaña,
)c, y los que tragi
ar á los indios in
a lo que es necesi
j de conciencia, c
tros del Señor, C(
en que para salva
la ignorancia de
gaciones de cristi:
le les pusieron. Ui
.ba casado con trt
on en su infídelid
tener dos mujert
andad entre ellos
¡loso cuidado del
de Mangoré, por
jado á Santa Cruz
ármente viviendo
Pichana, á vista
!S fácil esplicar loa
— 43 —
<fas que el siervo de Dios eligió para remediar aquella alma,
Jas amonestaciones secretas, los cariños, las lágrimas y
raegos. Basta decir que el venerable padre Izquierdo era
docto y santo. Poca mella hacian en aquel duro corazón
las amorosas amonestaciones, porque poseido de su lascivia,
no daba oídos á las divinas inspiraciones, mostrándose ya
tan tibio, qne no asistía á la doctrina, ni concurría á las
demás funciones de cristiano.
Aconteció por este tiempo por justos juicios de Dios,
siempre venerables, que el común enemigo instigó al caci-
que del Cerro de la Sal, llamado Siquincho, contra los reli-
giosos de Quimirí y de toda la montaña, deseando darles la
muerte. Este, pues, envió á decir á Mangoré que matase á
los padres, que en ello le baria mucho placer y gusto. Con
esta orden soltó Mangoré la represa del enojo concebido
contra el siervo de Dios por sus amonestaciones, y solo tra-
taba de asegurar sus depravados intentos.
El dia 4 de Setiembre del mismo año 1674, dia de Santa
fiosa de Viterbo, el venerable padre en el convento amones-
tó con mncho amor á Mangoré; pero fué tal el enojo que re-
cibió por ello, que le vieron salir del convento echando cen-
tellas por los ojos, y luego fué convocando á sus parciales,
previniéndoles que estuviesen prontos, porque quería eje-
cutar lo que le ordenaba Siquincho. Bien reconoció el vene-
rable padre el peligro en que estaba su vida, y así estuvo
todo el dia en la iglesia con su compañero el hermano An-
1 drés Pinto y un muchacho de doce años, á quien el siervo
I de Dios habia bautizado, y criaba á la mano con santa doc-
trina. Estuvieron en continua oración y alabanzas divinas,
dando las debidas gracias al Señor, por la grande merced
que les hacia en darles á beber el cáliz de su Pasión. Otras
Teces se animaban mutuamente á padecer la muerte por la
gloria de Dios nuestro Señor, pidiendo á su divina Majestad
les diese fortaleza para tolerar los tormentos que esperaban
y ofrecían gustosos el sacrificio de sus vidas.
— 44 —
Aqnella noche, habiendo Mangoré a
cíales, armados unos de arcos, flechas j
con mechones encendidos, acometieroi
siervos de Dios luego que oyeron el ru:
rodillas con sus cruces en las manos, en
mas al Señor. Entró capitaneando Mai
luz de un mechón que llevaba otro indi
contra el venerable padre Izquierdo co
le pasd el corazón. Acudieron Pinto y el
zarse con su amado padre, y fué tal la 11
sobre ellos dispararon aquellos sacrílegt
parecieron los tres un erizo; tan cosidos
han de las saetas. Acudieron luego los i
canas y palos, desfogaron su furor en ac
pos, moliéndolos y quebrantándoles los
mar su crueldad, los ataron con bejucí
por aquellos montes, los arrojaron al r¡(
radamente agitados de las furias, con
traian pegaron fuego á la iglesia, para '
tro de la catélica religión, y el voraz
tiempo redujo á pavesas los edificios, in
mentos, cruces y todo lo combustible.
Cebado el impío Mangoré con la se
las tres inocentes víctimas, creciú su fu;
no era contra aquellas santas vidas,
trina que predicaban y enseñaban: com
todos los ministros del Evangelio, para
terminé quitar la vida á todos los relig
han en la montaña. Con este depravado
do de todos sus parciales, bien prevenid
embarcaron en las balsas, y navegaron
mo de matar á los religiosos que so hal
Aconteció en este tiempo que el rev
dente fray Alonso de Robles enviaba á 1
Francisco Carrion y al hermano fray Ai
gioso lego, para que acompañasen y ay
— 45 —
padre Izquierdo en el cultivo de la nueva viña del Señor.
Al segundo dia de su navegación desde Quimirí, (1) y ter-
cero después de las muertes hechas en Pichana, al tiempo
del medio dia, por estar muy ardiente el sol, habian arrima-
do las balsas á la ribera para descansar un rato á la som-
brade la arboleda, á cuyo tiempo llegó á aquel paraje Man-
goré con los suyos. Los religiosos alegres al ver gente de
adentro, se levantaron, y con los brazos abiertos iban á dar
la bienvenida á los indios Pichanos; pero estos como fieros
tigres los recibieron con las flechas con que atravesaron sus
cuerpos, que magullados con las macanas los arrojaron al
rio para que acompañasen á sus santos hermanos.
No satisfecho el encono de Mangoré con tanta sangre
inocente derramada, prosiguió su viaje á Quimirí para com*
pletar los designios premeditados de su diabólica malicia.
Llegó á Quimirí el dia 9 de Setiembre por la tarde, dejando
á sus parciales escondidos en el monte, entró solo en el
pueblo, y comunicó á su cuñado (que se llamaba Tomás y
(1) Bl Sr. D. Arturo Werthaman, ingeniero del estado, en su informe
de la exploración de los ríos Perene y Tambo, presentado al Sr. Minis-
tro de Gobierno, Policia y Obras públicas, impreso en 1877 en Lima, ri-
diculiza repetidas veces en las paginas 8, 14, 18, 21 j 28 la relación que
dP. Amicb y otros PP. Misioneros, según él dice, han hecho acerca de
la navegación del rio Perene y otras cosas de que habla confusamente
dicho señor ingeniero.
Excusado creeríamos rebatir aquí las aserciones ridiculas de dicho
lellor, si no fuesen dirigidas al ministro de Gobierno y las relaciones de
Us cosas pertenecientes á nuestras Montañas j principalmente éstas in*
mediatas á la sierra, no tuviesen la importancia que justamente les ha
dado el público y probablemente les irá dando con aumento en adelan-
ta. Basta que se lean atentamente los varios lugares de esta presente
Hiatoria en que se habla de Quimirí y del rio Perene y se entenderá fá-
cOmente que, este pueblo del Patrocinio de Quimiri es el único que
basta hoy se conoce; que el rio Perene es navegable, menos en algunos
malos pasos, como el P. Amich insinúa en el capitulo XV, y esos aun los
tahan los Campas con doble número de las balsas que sin ellos se nece-
litaran. T esto mismo se saca por consecuencia de lo que dice el mismo
sefior mencioDado, en las páginas 7, 25, etc., de su informe. Bn todo eso
lUída hay ridiculo, sino para quien tenga extremadas ganas de reir.
— 46-
fiBcal del pueblo) todo lo qa(
a el camino, j como venia á :
an allí, pidiendo qne él conc
blo, pues de no hacerlo, Teni
:ual tenia en emb-jscada para
: no había en Quimirí quien i
Apenas oyó Tomás las razone
zó agarrándole de las melena
>rnido, y Tomás aunque no i
inerte que por más que forcoj
;arse de aquel zarcillo. Daba '
go acudieron hombres j mují
idencia, cargaron todos conti
suyos que habian salido del i
]ras los hicieron pedazos con
Mangoré, mujer de Tomás, c<
ó tantos golpes en la cabeza
^hó los sesos fuera. Los religi
ando el o6cio divino, y desp
r de la iglesia oyeron la grit»
cuidadosos por si fuese algu
^ suele haber desgracias; m
ron que sacaban arrastrando
lellos infelices tan desfigurad
;er. y que iban á arrojarlos al i
la causa de aquella pendencii
o lo que le había dicho Ma
aban ocultos algunos de los n
>adre fray José de la Concept
ito, disparó hacia el monte u
do se atemorizaron los parcia
e huyeron por la montaña, d<
>iau venido.
No es fácil espresar los senti
on del padre presidente fray
— 47 —
\fi lo sucedido en Pichana y rio de la Sal. Por una parte se
aliaba gozoso por la buena suerte de sus amados compa-
eros^ y con una santa envidiase quejaba de no haber sido
articipante de sus triunfos. Por otra parte se dolía de la
érdida de las almas de los agresores, del grande impedi-
lento que se seguia á la conversión de aquella gentilidad,
' del peligro que corría la conversión de Santa Cruz. Viendo
juc era irremediable lo sucedido, aplicó su atención á pre-
lenir lo conveniente para conservar aquella viña del Señor.
despachó luego á Schanscha-mayo aviso de lo acaecido, y
fuella misma noche vinieron á Quimirí alguna gente de
irmas para su defensa.
Í-'
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GJI.PITIILO IX-
PérdidA de la convenion de Quimiri-
\
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J
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9
í
Oriídadoso se hallaba el reverendo padre presidente
AlofiHo Robles de sus hermanos que se hallaban en la coi
^i%míiXi de Santa Cruz, recelando de la inconstancia de k
\u(\'utH^ que aunque á los principios se muestran fervoroí
fcuííle el común enemigo moverlos fácilmente á contraria
ftír^;to«, sugiriéndoles por medio de algunos malvadas
lu-M ¡tan volverse á sus brutalidades. Y como vigilante
t/>r ne temia de si algunos parciales de Mangoré, ó del cad*
qae Síquincho» habrian intentado alguna maldad conl
ft/(uellas inocentes ovejas. Con esta incertidumbre despachad
luego á un religioso, para que pasando al valle de Jauja y ái
la doctrina de Santiago de Comas, diese luego desde aUíi
aviso al venerable padre fray Manuel Biedma de todo Ioj
acontecido en Pichana y Quimirí, con orden al dicho venen
rabie padre de que luego se saliese con todos los religiosos
á Andamarca, hasta cerciorarse del estado en que se hallaba
la montaña, y si las resultas de la facción de Mangoré Ue^
gabán á infestar á los indios de la conversión de Santa Cruz.
Notable fué el sentimiento que los religiosos que se ha*
liaban en Santa Cruz tuvieron de lo sucedido, y mucho mas
de haber de desamparar á aquellas tiernas plantas que sin
la continuación del cultivo quedaban espuestas á ser arran*
cadas y pisadas de los brutos infernales, que por medio de <
algunos malditos pervertirían á aquellos inocentes ánimos.
— 49 —
lío era menor el sentimiento de los indios, los cuales con
Bgrimas pedían á los religiosos que no los desampararan; y
nmque se les prometió que aquella salida seria para poco
fiempo, fué preciso para consolarlos conceder el santo bau-
femó á los que habla motivos suficientes para conceder-
les esta gracia, á unos por niños, á otros por viejos, y á otros
por enfermos, y por todos fueron treinta y cinco. Con esto
íe retiraron los religiosos á Andaraarca y Comas, llevando
el inimo de entrar luego que los prelados les diesen licencia
para ello.
Viendo el común enemigo al tierno rebaño del Señor
íesamparado de sus pastores, y perturbado con la pasada
¡templad, acrecentó las baterías de sus infernales astucias,
fpara acabar totalmente y tragarse aquellas descarriadas
«vejas, sin que hubiese pastor que saliese i su defensa; va-
liéndose para tal empresa de la codicia, que es la raíz de
todos los males. Sucedió que por este tiempo se retiró á Qui-
oirí un español llamado Juan de Villanueva, quien por
laber sido teniente de comisión de las Cabezadas de la mon-
a, habia quedado deudor del corregidor de Tarma don
anuel Francisco Suarez Andrade, en cantidad de mas de
os mil pesos, y viéndose imposibilitado de pagar, se retiró
ÍQuimirí, donde con el conocimiento que tenia de algunos
íBdios, tuvo facilidad de pasar algún tiempo. Instkba el co-
íiegidor por su plata al dicho Villanueva, y este por dar
wgas á la cobranza, respondía que se hallaba en un para-
je donde habia mucho cacao, y que con el conocimiento que
tenia, con los indios, le seria fácil conseguir porción consi-
[«rabie con que poder satisfaserle. Los indios de Quimirí,
cansados de mantener al español, representaron al padre
Presidente fray Alonso Robles, que el mencionado Juan de
Yillanaeva no tenia allí chácara ni hacienda de que poder
I *^tentarse; que ya habia bastante tiempo que le sustenta-
^^ de balde y les servia de mucha carga, y que le mandase
í^e se fuese á otra parte. El padre presidente notificó al di-
^to Villanueva que se saliese de Quimirí, porque los indios
— 50 —
pedían justamente su afiTÍo. Juan de V
Corregidor de Tarma, como el padre pi
salir do Quimirí, y que de ejecutarlo, n
cosecha del cacao, ni pagarle. De este e
mandas y respuestas entre el padre pre:
dor, quien por no perder sus interese»
personas que solicitaron al licenciado
rrez, cura de la doctrina de Huancaban
je demanda ante el señor arzobispo de 1
ilación de Quimirí, alegando que era ai
Débese advertir que la doctrina de I
iu principio había sido curato de nuesti
ñas con los disturbios que hubo en el C
;ontornos, desde 1642 en adelante (com
0 II) los indios tie ella se habían retir
ipen&s había quedado á quien adminíst
nentos, por cuyo motivo el religioso qu
largo de cura se había retirado, queriei
iportunamente á la religión en otro mii
lesarnparada la doctrina de Huancabam
incia de Tarma un visitador del ordií
octrina sin pastor, sin requerir á la par
n ella un cura clérigo, el cual se n
íempo. •
El corregidor de Tarma y tres confi
■uir y paliar su codicioso intento, sobor
Igunos indios Andes, los cuales presen
1 corregidor, pidiéndole que 'agregase 1
i y del Cerro de la Sal al curato de Huí
)s indios de aquella doctrina eran sus p
JO se facilitaría la conversión de los inc
al. Ayudaba á esta tramoya el tal Juan
urando al corregidor que todos podían i
Cerro de la Sal había muchas vetas j
e tal suerte supieron colorir {ayudadoi
retensiones, que por sentencia de ambí
\
— 51 —
^siástico, se le intimó al reverendo presidente fray Alen-
de Robles entregase el pueblo de Quimirí al cura de
lancabamba, y se saliese de la montaña con todos sus re-
posos. Así lo ejecutó á fines del año 1674 con el senti-
iento natural.
Bajó el dicho reverendo padre presidente á Lima á espo-
tt en ambos tribunales la sinrazón que habia usado con la
ráfica religión, despojándola de la conversión que tan á
fita de fatigas y sangre de sus hijos habia ganado para
bs, y las fatales consecuencias que se debian temer de su
fepojo: pero como los ministros estaban preocupados, no
insiguió sino disgustos, por lo cual por no ver la pérdida
í tantas almas, pidió licencia para pasar á España á morir
i algunas de sus provincias, como lo ejecutó. De esta suer-
se perdió por la codicia de particulares la conversión de
aimirí, pues ni el cura de Huancabamba pasó á dar pasto
ipiritual á los indios, ni el corregidor dio fomento (como
ibia ofrecido) á la espiritual conquista. Y viéndose los in*
bs sin el respeto y enseñanza de los religiosos, se volvie-
in á los montes y á su gentilidad. Así consiguió el demo-
k) su infernal intento de destruir totalmente la conversión
b los indios .del Cerro de la Sal.
CAPITPLO X
Fnelrs el venerable P- fray Manael Bleáma á .
de Banta Orat.
Cerca de un año estuvo el siervo de Dic
dma con los religiosos compañeros que p<
prelados habían salido de la cáontaña ei
iamarca, al cual algunas veces salían los :
iz á pedir á los padres que volviesen á s'
19 no habían tenido parte alguna ni not:
les de Maugoré. El venerable padre Biedm
I proseguir el cultivo de aquella viña; per
leplácito y bendición de los prelados, los i
del estado de aquella conversión, dieroi
giosos para que entrasen á emplear sus
do en la viña del Señor.
Hicieron su entrada el mes de setiembre
. las incomodidades y trabajos que ofrecí
IOS. Pero ¡oh. inconstancia de la la hun
aque los indios salieron á la Puna á recibi
I y los recibieron con alegría, no fué con
! la primera vez. Aquella escogida grey
tor y sus ministros, se habia desparramac
ates, y vuelto á las antiguas anchuras de
tad, no quería ya salir de ella, y por no
aal comercio y sociedad, 6 porque el dem
V
— sá-
nala memoria de la epidemia ó temerosos del trabajo de los
caminos, ni hubo forma de poderlos sacar de sus chácaras,
montes, y brutales rancherías.
Los religiosos viendo que los trabajos que habían pade-
cido para entrar á la montaña habian salido en vano, pues
k6 indios bien hallados en su ociosidad, no querían volver
al pueblo, en el cual apenas había cien almas de todas eda-
des y sexos; que aunque parecía estar sosegada la mónta-
la, no se podía transitar con la confianza que antes, pues
de la inconstancia de los indios se podía recelar alguna tra-
gedia; viendo frustrados sus fervores, y que de estarse allí
solo conseguían cargarse de achaques de que los mas esta-
ban bien gravados, é imposibilitarse para servir á la reli-
gión en otros ministerios; habiendo dado parte á los prela-
dos de lo que esperimentaban, obtuvieron licencia para sa-
lirse, y solamente quedó en la conversión el venerable padre
Kedma, acompañado de un religioso lego, para administrar
los sacramentos, continuar la enseñanza de aquellas pobres
gentes, y que no se acabasen de perder.
Ocho meses estuvieron los religiosos en dicha ocasión
en la montaña, fortaleciendo en la fé á aquellos pobres in-
dios, y cultivando lo mejor que pudieron aquellas morales
plantas, de cuyo cultivo se cogieron opimos frutos. Habien-
do salido los religiosos por el mes de Mayo del año 1676,
aconteció que tres meses después enfermaron el venerable
padre Biedma y su compañero, y viéndose sin humano so-
corro, les fué forzoso salir á curarse á Andamarca, por cuyo
motivo la conversión quedó desamparada.
Apenas convaleció el siervo de Dios, cuando puso todo
BU conato en facilitar mejor entrada para aquella montaña,
teniendo esperiencia de que los destemples de esta eran tan
insuperables, que no se podían emprender sus caminos sin
echarse á morir. Para conseguir este fin pasó á los Andes
íe Tambo, que están junto á Huamanga, y se embarcó en
el rio deCocharcas (que entonces juzgaban que desemboca-
ría en el rio de Jauja), á los ocho días de navegación se des-
— 54 —
ibarcó, viendo que era un rodeo exorl
spues por los Andes de Huanta y Viscatar
r la quebrada de Cochangará y por Chiq
rtes y Dor todas halló mas dificultosas
)s intransitables las cordilleras; por lo c
idamarca bien fatigado, sin haber conseg
n que no sin fruto espiritual de muchas ^
s de la sierra habitan por aquellas bren:
searriadas, sin pasto espiritual ni comerc
mdo bestialmente, por huir de la sujecior
res y curas, para estar á su libertad sin a
»II^:§^i^l^i[^{E^lt^lR^imi^lR^
GAPITPL© XI-
Conquista eapirituaX de la conversión de OaJamarqulUa^
Dios nuestro Señor, padre de las misericordias y Dios de
!a consolación, quiso consolar á esta santa provincia de^
i doce Apóstoles en la pérdida de la conversión de Quimi-
f Cerro de la Sal, sustituyendo en su lugar la conversión
las dos naciones de Cholones y Hibitos, que como tierra
m dispuesta, recibió por este tiempo la semilla de la di vi-
palabra, que ha conservado fervorosa hasta el presente
u Sucedió esta conquista del modo siguiente:
La provincia de Cajamarquilla ó Pataz, situada del norte
sur desde siete grados hasta los ocho y treinta minutos
latitud ^[neridional, á quien termina por la parte occiden-
i el rio Marañen, confina por la parte del Oriente con la
)ntaña de los Andes, de quien la divide un ramo de cordi-
lla de difícil ascenso. Fué esta provincia en el siglo pasa-
f infestada de los indios infieles de la montaña, los cuales
tiempos salian á robar, y en diversas ocasiones destruye-
ü los pueblos de Condor*marca y del Collay. Cerca de los
los de 1670 un pastor de ganado mayor de dicha provincia
sivetró casualmente á la montaña, y los indios le recibió-
tti pacíficamente; aficionados al trato del cristiano, se
¡Tvesgaron algunos á salir á la sierra á vender algunas co-
tes de la montaña, y viendo la buena acogida que les ha-
i^ los cristianos, pidieron que entrasen sacerdotes á sus
— 56 —
tierras para que los bautizasen. Entró á
meramente un padre jesuíta, el cual est
po entre los indios, y sin hacer algún
montaña. Después entró á esta empresa
el cual tampoco consiguió hacer fruto er
La seráfica religión noticiada de ei
intentó esta espiritual conquista, y con
cias del superior gobierno y del ordinari
entraron á dicha empresa el padre fray
dos religiosos legos, fray Juan Martii
Caballero, Estos religiosos fueron bien
dios, y en breve tiempo catequizaron á i
Hibita. Habiendo participado á los prelí
que ofrecía aquella montaña, dieron su
entrasen á ella los venerables padres frj
tural de Galicia, y fray Francisco Gutiei
tellano viejo, ambos grandes predicador
tiguos, Vivian aquellos indios (como
desparramados por los montes, sin rec(
ni cacique que sus ancianos, á los cus
respeto. Y aunque habla muchos agreg
cienes, los que mas predominaban eran
Hlbitos.
El venerable padre fray José Araujo,
trabajo redujo á un pueblo, que llamó J£
la nación, de los Hibitos, los cuales civili
tizó. Aprendió su idioma, formó arte y v
el catecismo y texto de la doctrina cr
oraciones, himnos y cánticos espiritualeí
nos, do la misma suerte que los habla ce
general nuestro llustrísimo Oré. Estuvo
en esta conversión mas de treinta años
acabó el curso de sus dias.
El venerable padre fray Francisco G
la reducción de la nación Cholona, mas
Hibita. Redújolos á un gran pueblo, que
^^^
— 57 —
lentura de Apisonchuc. Los civilizó, catequizó y bautizó.
Aprendió su idioma, del cual formó arte y vocabulario, y.
Indnjo en aquella lengua el catecismo mayor y menor, la
Sioctrina cristiana y muchos himnos, oraciones y cánticos
¡•pirituales: estuvo muchos años en esta conversión, y mu-
ifíó pacíficamente entre sus indios.
Entablaron estos venerables padres el gobierno moral y
bofítico de estas naciones con tal disposición, que ningún
9tt8e falta á la doctrina cristiana y al rosario de la Virgen
iáría; y los padres conversores sin tener nada propio, nada
Íes <a para el sustento y decencia de las iglesias. Para el
bostento de los religiosos está puesto en práctica, que todas
hsfomilias (que están divididas en siete baxrios), alternando
tal barrio cada dia, traigan al convento limosna de lo que
producen sus chácaras. Unas traen yucas, otras plátanos,
otras maiz tierno, frutas y otras cosas; de suerte que el
re conversor que es económico vive con decente provi-
¡on, sin que sea necesario acudirle de la sierra, sino de al-
nas cosas que no produce la montaña, como son vino para
lebrar, harina para hostias, algún bizcocho, azúcar^ ta-
co en polvo, ajos, cebollas y menudencias.
Después que murieron los venerables padres fundadores
esta conversión, hubo entre los indios algunas disen-
siones; para apaciguarlas se halló por conveniente dividir-
los en cuatro pueblos, dos de cada nación, los cuales siem-
pre retienen los patronos antiguos. Los pueblos de la nación
ffibita se llaman Jesiis de Pajatem y Jesús de Monie-Sfion.
'los de la nación Cholona son San Buenaventura del Valle^
1 San Buenaventura de Pisano 6 Pampa Hermosa. En la
ntimeTacion que en dicha conversión hice en el año 1767
babia en ellos cuatro mil y ochocientas almas de todas
rtades y sexos, y desde entonces se han aumentado mucho.
Los indios Cholones son corpulentos, de buenas facciones,
trabajadores; y su ordinario ejercicio es la labranza de
Wí chácaras, la caza y la pesca. Las mujeres se ejercitan
— 58 —
el cultivo del algodón, en traer (
esario para el sustento de su familia,
6US hijos el vestuario, que es de al
litos son menos corpulentos y mas i
ias son mas hermosas, aseadas y liben
ios Cholones.
El modo de vestir de estas gentes es j
ma ó camiseta de algodón, teñida de i
los hombres traen calzones y cotones
is una ropa talar de algodón hasta los
ie de rebozo de bayeta. Los dias de fií
a y doctrina, los mas se ponen camisa
:ros de lienzo de Castilla. Para compn
10 es herramientas, algunas camisas,
)zos para las mujeres, salen á la sierr;
lan ordinariamente ocho dias) cargat
ios de coca, de la cual cargan tres ai
timento que llevan para todo el viaje
acoca, compran lo referido y algunas
ermite entre ellos que ninguno use d(
)S.
\unque el temperamento de la monta
lo, los indios de esta conversión viven
d; á lo que sin duda contribuye la uni
miento, que todo el año se compone
icidos, maní, pescado salado, alguno
aonte, yucas y frutas. Acostumbran b
.necer. Cuando en estas montañas eni
ciruelas, hace en ellos grande estrag
la de sujetarlos á la curación que neci
ledad. Entonces se retiran á los morí
viviendo separados se librarán de la
os no se conoce ambición ni codicia. I
endenctas. Sus vicios son los comuui
iriaguez y la lascivia; aunque en este
ar con la vigilancia de las justicias,
[ — 59 —
8en en llegando á la edad competente; y si se les pudiese
Ipancar el vicio de la embriaguez, no dudo que serian los
ígores cristianos de la América.
Las iglesias de los pueblos son capaces, hechas de fuer-
s maderas con las paredes embarradas y blanqueadas, y
% techos de palmas: tienen decentes retablos y muy bue-
» ornamentos. Las casas de los padres conversores, á las
iales llaman convento, son capaces y de muchas piezas
ra el gobierno económico. Las casas de los indios no son
liy grandes; pero lo bastante para vivir con cristiana de-
pcia. En sus chácaras tienen sus casas yeramadas, así
jra guarecerse de los soles, como para depósito de sus
itos.
Para socorro de los padres conversores se ha formado un
tepicio en la provincia de Patáz, que con las limosnas que
coge en las provincias inmediatas socorre las necesidades
le se ofrecen en la montaña. En este hospicio asiste re-
ilarmente el padre presidente de esta conversión; y á él
ien los padres conversores cuando se hallan notablemente
ifermos, para recobrar la salud con la mudanza de tempe-
mentó.
' *i- sL- '^L- ^L* ^l' ^ ^ ■'L' -1- ^ -J^ U-
GAPITOLO XII.
Uve el reoemUe P. Ira^Manael Biedma á 1» a
Ornz— Ábrese esaaíno de cahalleiiaM para affi
Desde que el venerable padre Biedma ;
ieron de la montaña de Santa Cruz, ha
entró á dicha conversión religioso algún
;o de la entrada atemorizaba á los m:
ique el dicho siervo de Dios buscó con j
s y fatigas por varías partes entrada m
lo conseguir su buen deseo. Los indios ii
nos que se hallaban en Santa Cruz, ciar
religiosos entrasen á darles pasto espiri
podía dar el consuelo que pedían, porq
irmados de lo difícil de aquella entrac
to que no se entrase á la montaña hasta
□ino con gente de la Sierra, para escusai
o que en ello habían padecido los indios i
:es salieron los indios de Santa Cruz ha
iendo religiosos que los doctrinasen. En
ron todos los cristianos, grandes y peqi
mas en los ojos pidieron que les diesen ]
re otras razones: «¿por qué nos dieron á
tos dejan en poder del demonio? Si no t
,ado, no tuviéramos el dolor que sentin
pagar nosotros lo que hicieron los malva
■v^-r
— 61 ^
canse de nosotros, pu3s dicen que somos sus hijos.» Conso-
lábalos el venerable padre Biedma, que se hallaba entonces
en Andamarca, dándoles esperanzas de que en breve tiempo
se comenzaría á abrir camino para poder entrar á muía; que
ya se estaba tratando de ello, y entonces tendrían sin fatiga
I loque tanto deseaban.
¡ La abertura de camino para caballería se habia juzgado
I por imposible; pero la necesidad hizo trabajar al discurso, y
i de tal suerte se tanteó, que se halló bastante fácil. Tomó esta
I empresa á su cargo el capitán don Francisco de la Fuente,
dueño del obraje de Hualahoyo en el valle de Jauja, é insig-
ne bienhechor de nuestra orden y sus conversiones, y con
tanto empeño como si su caudal fuese muy cuantioso. Traba-
jaron en dicha obra todos los indios y fronterizos de Anda-
marca y de otras partes con grande tesón; pagando dicho
señor los jornales, sustento, herramientas y todo lo deniás
que fué necesario. Dióse principio á dicha obra á primeros
de abril del año 1681, y en seis meses ya se pudo llegar con
caballería hasta las faldas de la Serranía, una jornada antes
délas primeras habitaciones de los infieles, los cuales con
la noticia de que se abria camino para muías, á fin de que
loe padres entrasen á sus tierras, salieron varias ocasiones
áqnerer trabajar en el camino; y como no se les permitía,
^ desahogaban su afecto trayendo á los trabajadores regalos
de frutas, y de lo demás que producían sus chácaras para
alentar á los serranos á que trabajaran con empeño.
El venerable padre Biedma entró á visitar á los cristia-
nos é infieles de Santa Cruz, porque lo deseaban en gran
manera. Entró con la gente de trabajo del camino, que eran
indios fronterizos, y entre ellos algunos mestizos. El curaca
don Diego Tonté hizo á todos un convite á su modo y usan-
za, con demostraciones de grande «^complacencia y regocijo,
por haber conseguido ver padres en su tierra. Y entre otras
conversaciones dijo al siervo de Dios: Si vinieras con harta
gente, como estos españoles, (llamaba españoles también 9
los mestizos) yo te enseñara gente; allá dentro hay mucha,
— 62 —
r^-.hi gecte: do os la eL=^lo porjoe ic
|.j« Cié 'tOierea matar. P^r causa áe los
lyendo de mi gente, qne machas veces 1
rme. Para praeba de lo que os digo. venJ
i al siervo de Dios con otro; á cinco para_
; se haVjia madado íuceíivameiite, J viop
saa quemadas, á las caa'.os sos contraríe
*!^j. En todos los dichos parajes tenian
tuzadas, con f¡ue resistía los asaltos de s
¡ig^ó á verw tan acosado, qae se reriró á
a, donde el temperamento frió le servia
aro, [Kjrque los indios de la montaña ten
paraje frió.
Habiendo el venerable padre Biedma n
> rebaño tan de?4?arriado, que apenas se [
mas, atendió á la conservación de lo adq
jrfeccionasen los caminos de la sierra, pa
fs pudiesen ser socorridos con facilidad,
tas que el siervo de Dios habia hecho ei
entes á las naciones convecinas, habia vi
la parte de oriente, se determinó con el {
on Uíegfo Touté mudar el pueblo una jorr
; en una campiña muy despejada, así pai
ente, como para que las muías que entr
ararse de la falta de alimento que padec
a unos Pajonales que estaban allí cerca,
re al pueblo nuevo San Buenacetiítira de
ü juntaron poco más de doscientas almas i
a. Y dejando en dicho pueblo á los padre
>a8 y fray Juan Bargas, sacerdotes, el vt
aliij á la sierra, para bajar á Lima á tratt
ey sobre una empresa que meditaba, de
1 capítulo siguiente.
^ N
• V V Y Y V'"r V Y V V Y Y V ^y^'^T^Vr^ V TT
CÜPIYULO) KHI.
HescizJbrimieiiío dei río Panz y de Ja nacioa <Ze Jos Caníboa-
El fuego de la caridad que ardía en el corazón del vene-
ble padre fay Manuel Biedma no le dejaba reposar, siendo
rta esfera para su empleo la montaña de los Andes; y así
kelaba á una dilatada conquista, donde pensaba reducir
ttchas almas para el cielo. En el capítulo III de este com-
lidio dije como este siervo de Dios estuvo algunos años de
inversor en los Callisecas hasta el año 1665. En el tiempo
le estuvo en dicha conversión, adquirió (mediante razones
í algunos cautivos) muchas noticias de las muchas nacio-
« que habitan en las márgenes del famoso rio Paro que
)y se llama Ucayali. Confirmáronse dichas noticias con
ras muchas que tuvo durante el tiempo que estuvo en la
Hiversion de Santa Cruz, de las muchas naciones que ve-
ían al Cerro de la Sal. Y como los indios son fáciles en pen-
car, y mucho mas en mentir, le hicieron creer al venéra-
le padre que era cierto el imperio del Enim, cuya noticia
íbia propagado don Pedro Bohorques. Anadian algunos
ídios que en sus tierras habia padres vestidos como los de
tal Francisco, los cuales enseñaban la doctrina cristiana.
f>r esta noticia discurría por entonces el siervo de Dios,
iie los venerables padres fray Matías Illescas y sus compa-
eros estarían vivos, y con una copiosa conversión formada
— 64 —
!tt aquellas vastas regiones. En una de laa
lerable (ladre Biedma había hecho á las
kl oriente de Santa Cruz, habia subido á 1
üíordillera que se interpone éntrelos Han
ajuntadelos riosEnne y Perene, y los
lue desde aquel paraje al oriente estaban
ñones vasallos del imperio del Enim, tan
Con estas noticias, deseoso el siervo ¿
;ir la luz del santo Evangelio en aquellaf
njó á Lima, y habiendo comunicado con 1
oso proyecto, hizo relación al virey (que
i'alata) del estado de la conversión de los
leticias tan fundadas que tenia de las mu
Htaban allí cerca, pidiéndole favoreciese
acilitando su espiritual conquista. *
El señor virey, en atención al informe
iré Biedma, mandó al corregidor de la p
ion Francisco Delzo y Arbizu, que entras
/ diese todo el favor posible á la consgcuci
Dadre presidente fray Manuel Biedma. Po
nientos no se pudo ejecutar la entrada (
nontiiña hasta el año 16Ü4, y entre tantt
■able padre que se abriese camino desde
lasta la junta de los rios Enue y Perene; ;
jara prevenirse de machetes, hachas, cu(
Y otras cosas que son necesarias para agi
Entró A la montaña el dicho corregidor co
■espondienteásu oficio,y en su compaü
francisco de la Fuente , síndico de lai
iquelaño 1684 no se pudo pasar del puel
í-entura, porque con las continuas Uuvií
labian maltratado los caminos, y fué forz
;ho tiempo en su composición.
Habiendo llegado el verano del año I&
:rar á la montaña el corregidor y la demí
ibrió camino de suerte que á muía se pu<]
— 65 —
I
raje del rio Perene, que llamaron puerto de San Luis^ tres
I leguas antes que este rio se junte con el rio Enne. Acompa-
l&aba la faena el venerable padre Biedma; y cuando llegaron
i este paraje (que fué á principios de Setiembre) llevado de
EU celoso fervor, quiso embarcarse para ir á convertir á las
naciones que imaginaba tan bien dispuestas. No le permi-
tieron este desahogo de sus ansias el corregidor ni el síndico;
i pero para su consuelo suplió el valor de tres personas que se
I onecieron á la empresa. Estas fueron un donado, llamado
¡Pedro Laureano, natural del puerto de Callao, insigne len-
guaraz del idioma Campa y Mochovo, por haberlo aprendido
I con perfección en la conversión de Santa Cruz, un tercero
; Sevillano llamado Juan de Navarrete, y un vecino de Aco-
I bamba, natural de Galicia, llamado Juan Alvarez.
Estos tres valerosos soldados de Cristo, animados de las
I fervorosas exhortaciones del venerable padre Biedma y con-
fiados en sus oraciones, se embarcaron en una balsa de ocho
palos, con hábitos y capillas de religiosos, llevando algunas
herramientas y los víveres necesarios á su viaje. Y dejándo-
8e en manos de la divina Providencia, se entregaron á las
comentes, y á los quince dias de navegación, encontraron
muchas canoas de indios Cunibos, los cuales los condujeron á
«u pueblo. Fueron recibidos de los curacas y de todo el vul-
go con demostraciones de amor y de benevolencia. Pregun-
taron los indios á los tres exploradores á que fin habian
^FCnidoá sus tierras con tanto riesgo y peligros. Yles respon-
dieron quepara darles á conocerel verdadero Dios; de lo cual
quedaron al parecer agradecidos, y en cinco dias que estu-
vieron allí, les enseñaron el Alabado, y el Padre nuestro y Ave
María, lo cual cantaban los indios con mucho contento. En se-
fialde posesión, y de haber sido los primeros cristianos que
pisaron aquel país, pusieron los nuestros una grande cruz
euk plaza, y otras menores en varias calles. Y por haber lle-
gado alU el dia 29 de Setiembre, pusieron al pueblo el nom-
\i^y título de San Miguel. Repartieron á los indios princi-
pales la poca herramienta que traian, y dijeron á los curacas:
queréis que vengan padres para que os
del cielo, llevadnos & nosotros á nuesti
is canoas, j luego volveremos con los pi
chas, cuchillos y otras cosas. Al inst
ije, y en dos canoas los trajeron los Cui
n Luis, gastando en la vuelta veinte dii
los cuales se vieron en grandes peligro
I pasos del rio, como de los indios enei
erer matarlos.
Habiendo llegado los tres cristianos exi
de San Luis el dia 24 de Octubre, re
)s Cunibos que los hablan traído algu
nerable padre Biedma habia dejado en \
ida que habia formado en dicho paraje,
ndoles palabra de que el verano siguiei
irra con los padres. Fuéronse los Cunibí
aradores caminaron para San Buenaven
a el dia 30 de Octubre de dicho año 16
1 siervo de Dios, el cual los recibió con 1
spues de haber oido la relación de su vi
elados superiores, noticiándoles de lo ej
rtas envió á Lima á los tres descubridor
itigos de vista los informasen con tod;
iridad.
La nación de los Cunibos es una de la
e habitan las márgenes del Gran Paru,
)u Paru. Este rio cuando llega á los Cui
de todas las vertientes de la cordilh
sta el Cuzco y provincias de Paucartan:
los Cunibos tiene de ancho un cuarto
os Cunibos son corpulentos y ordinaria
idos. Cuando están de gala, traen ves
miseta de algodón que les liega á las
■■ varios colores. Tienen la frente y cogo
sde que nacen les entablillan las cabezí
lantc, y no pudiendo tomar incremento
— 67 —
te, les quedan chatas, y este es el distintivo de aquella na-
ción. Llevan el pelo cortado á cercen debajo de las orejas.
Desde pequeños acostumbran traer en las coyunturas del
cuerpo, como son tobillos, rodillas, brazos, muñecas y cin-
loia, unos cordones de algodón de varios colores. Las mu-
jeres casadas no traen mas vestido que un trapo de algodón
con que cubren sus vergüenzas. Las doncellas van total-
mente desnadas. No hilan, ni trabajan mas que en sus se-
menteras; ni usan mas ropa que la que sus maridos, padres
í parientes roban á sus contrarios en sus correrías. Los
kombres se casan con cuantas mujeres quieren; porque co-
mo la tierra es muy fértil, y ellas se contentan con pocos
manjares, les cuesta poco el mantenerlas. Précianse estos
indios de leales, valientes y amistosos. Aunque es común
propiedad de los indios de la montaña vivir separados y es-
parcidos por los montes, las continuas guerras que los Cu-
ftibos tienen contra otras naciones, les han enseñado la ne-
cesidad y conveniencias de vivir juntos en un pueblo. En
tete de San Miguel vivian en galpones grandes por familias,
y en cada galpón moraban de veinte á treinta personas do
N&s edades y sexos. Entonces tenia el pueblo mas de dos
^1 almas. Estaba gobernado por tres curacas ó caciques.
PQ principal se llamaba Cayampay, el segundo Sanaguami,
y el tercero Samampico. Andan continuamente en sus ca-
Pttoas por el rio á corso contra las demás nacion(ís, especial-
jTnente contra los Piros, y á los prisioneros llevan cautivos
i sus tierras para servirse de ellos en el cultivo de sus cha -
■Caras; pero los tratan con suavidad, de suerte que los mas
fie casan después con las indias Cunibas.
-M
.$^>^^^=*[»4-«¡*^^!^$^!»#*!»'í^
CAP1T01.O XIV.
■Batrada de nawttna rtílglosoa AloaCt
Habiendo llegado á Lima los tres cnstia
res, y presentado las cartas del venerable
al reverendo padre provincial, se participó es
perior gobierno. Y después de practicadas la
ligencias, determinó el gobierno superior qu
trada á los Cunibos, y que pera resguardo d
fuesen doce soldados y su capitán, que fué
Francisco de Rojas y Guzman. Y para la ef
braron de las cajas reales cuatro mil pesos, i
de los soldados, como para los demás gastos,
religión fueron asignados cinco religiosos, qi
verendo padre fray Francisco Huerta, presi
fray Rodrigo Bazabil, el padre fray Felipe i
dre fray Antonio Vita!, el hermano fray Ped
dos hermanos que hablan sido descubridor
que de su servicio llevaba el comandante,
Francisco de la Fuente, y el capitán don Bai
que fueron de voluntario.?; componía toda la
te y cuatro personas.
El dia 3 de mayo del año 1686 salieron de
capitán con ocho soldados y los religiosos;
de la Concepción de Jauja, donde se complet
soldados, se abastecieron de todo lo necesarií
— 69 —
da, así de víveres como de herramientas, y otras cosas muy
precisas para obsequiar á los indios. Hallábase entonces en
el dicho pueblo de la Concepción el muy reverendo padre
feayFélixde Como, comisario general de nuestra orden en
las provincias del Peni, el cual confirmó la elección de pre-
ffldente de esta misión en el padre fray Francisco Huerta, y
dio su paternal bendición á todos sus religiosos para el feliz
acierto de su espedícion.
El dia 30 de junio salieron del pueblo de la Concepción,
llevando todo el avío para la entrada en recuas de muías.
Uegaron á San Buenaventura el dia 28 de julio, donde sa-
fieron á recibirlos el padre presidente fray Esteban de las
Eras, y el padre fray Juan de Bargas Machuca, con todos
los indios vestidos de gala, gobernados por el curaca don
Liego Tonté, con músicas á su usanza, y los acompañaron á
la Iglesia, donde se cantó el Te Deum laudamus en haci-
miento de gracias. Aquí se detuvieron algunos dias aguar-
dando las cargas que habian quedado atrás. Entre tanto se
adelantaron algunos soldados y el hermano fray Pedro Al-
varez al Puerto de San Luis para cortar los palos para las
balsas, y se fueron despachando en las caballerías que esta-
kualgo descansadas los bastimentos, herramientas y demás
equipajes, siguiendo la última partida el padre fray Antonio
Vital con el hermano Juan Navarrete, que salieron de San
Buenaventura el dia 9 de agosto. En este tiempo enfermaron
áe cuidado los padres fray Rodrigo Bazabil y fray Felipe dc^
Obregon; y para suplir su falta se determinó que fuesen á
la espedicion el venerable padre Biedma, presidente déla
conversión de los Campas. Y aunque rehusaba dejar aquella
conversión que estaba á su cargo; reconociendo la necesidad
para que no se retardase la empresa aceptó la elección, ofre-
ciéndose víctima á la mayor honra y gloria de Dios, y salud
espiritual de aquellas gentes; dejando encomendado el pue-
Wo y los padres enfermos al cuidado de los padres fray Es-
tiban de las Eras y fray Juan de Bargas, sacerdotes.
Dispuesta así la entrada, se hizo el cómputo de las per-
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— '71 —
miinion, á las once horas del dia comenzaron su navega-
ción, y después de muchos peligros y trabajos que pasaron
üionce dias que navegaron, el 4 de setiembre llegaron al
pueblo de San Miguel de los Cunibos, donde fueron recibi-
dos con grandes demostraciones de alegría; y al son de mu-
chos atambores y bocinas, fueron conducidos á una iglesia
que hallaron edificada con su campana y algunas estampas.
Habiendo dado gracias á Dios y cantado el Te Deum
budamtis^ el capitán don Francisco de la Fuente (como se-
gundo cabo y segunda persona del cabo principal don Juan
de la Huerta Salcedo) tomando el estandarte que llevaba,
acompañado de los demás soldados, puesto en la puerta de
la iglesia, dijo en alta voz: «En nombre de Dios Todopode-
j^raso, y de nuestro católico rey don Carlos II (que Dios guar-
*dej tomo posesión de esta tierra, y de la que se halla in-
•termedia desde el Puerto de San Luis de Perene, todo el rio
j»Paru hasta este pueblo de San Miguel de los Cutiibos, y en
íDombre de su real majestad doy á vuestras paternidades y á
&SU religión la espiritual posesión de lo contenido, y de este
♦pueblo que desde ol año ])asado registraron.» A esto se co-
rrespondió con las ceremonias acostumbradas, y volviendo
i entrar á la iglesia, dieron nuevamente las gracias á Dios;
pidiendo á la divina Majestad la salvación de aquellas al-
mas. Colocaron en el altar un lienzo de dos varas del arcán-
gel San Miguel, a quien eligieron por patrón de aquel pue-
Mo y nación de los Cunibos.
Después de haber descansado un par de dias, se arregló
el modo de vivir, asistiendo todos los cristianos á la misa to-
1 dos los dias y á la doctrina cristiana, á la cual asistian los
I Cunibos que se hallaban en el pueblo. El padre presidente
con lo poco que traia agasajó á los tres curacas, los cuales
quedaron muy agradecidos, especialmente el principal lla-
mado Cayampay , quien se esmeró grandemente en obse-
quiar á los padres y demás españoles, haciendo fiestas y pa-
, seos por el rio á diversas partes con muchas canoas. Las que
— 72 —
usan estos indios son muy ligara
muy bajas de boMe y bien delgad
Habia ya dos semanas que se bal
los Cunibos, y reflexionando los reli
lo obrado por los padres jesuitas en
bia algunos meses que babian estad
radamente habían levantado iglesia,
tizado unos cincuenta indios (sin pre<
ni catecismo), nombradojusticias y
races Tomahuas, para que enseñase
Parecióles, pue8,necesanoque salie
ventura, y se diese noticia á los pre'
lia conversión; y consultada la elecc
de salir, se resolvió que fuese el rev
fray Francisco Huerta, por convenii
conversión.
Habiendo nombrado por presidet
quedaban al venerable padre Biedm
dente Haerta el día 18 de Setiembre,
Don Bartolomé Beraun, D. Juan Al
lenguaraz, y Juan Benitez, negro,
veinte canoas, con sesenta indios i
iban á sus piraterías. Habiendo nayí
ba, el dia 26 encontraron dos grandi
venian el padre fray Antonio Vital,
rete, y todos los que babian quedí
Luis del Perene, los cuales viendo q
noas que el padre presidente les bal
sados de esperar, no pudiendo sufrii
de aquel puerto, habían salido de él
y con grandes trabajos habían llega
el padre presidente cuatro canoas d(
dios correspondientes, para que en el
y habiéndose despedido tíernamenti
viaje, en el cual tardó veinte y cinc
hasta el puerto de San Luis, por caí
- 73-
pirateando á las demás naciones, y cogieron grandes presas,
lá de gente como de sal y ropa, de cuya presa le dieron al
pdre presidente tres muchaclios pequeños, Jos dos de la
Itóon Campa, y el otro de los Piros. El padre presidente
igasajó á los Cunibos con algunas cositas que habia reser-
wdo para ellos, los cuales se volvieron muy contentos á su
tierra prosiguiendo su corso.
No será fuera de propósito referir una noticia que en es-
la subida adquirió el dicho padre presidente fray Francisco
Buerta. Dice, pues, este venerable padre en la relación que
hizo de este viaje, que una mañana antes de embarcarse,
reparó que unos indios estaban hablando con el intérprete,
y haciendo ademanes como de admiración. Causóle nove-
dad, y llaniando al intérprete, le preguntó qué era lo que
estaba hablando con los Cunibos; y respondió que decian,
que cuando ellos eran muchachos habían visto dos religio-
los vestidos de la misma suerte que el padre. Hízolos llamar
«I presidente, y por medio del intérprete les fué preguntan-
do lo que decian. Y ellos respondieron que cuando eran muy
¡Jnozos, pasaron por allí dos religiosos vestidos como el pa-
;die presidente en una balsa, y con ellos dos españoles y dos
indios Campas, y que llevaban algunas herramientas. Que
liabian estado en el pueblo de los Cunibos, quienes les die-
ron muchos víveres de los que produce aquella tierra, y
habiendo estado allí cosa de dos horas, dijeron que se iban.
I^ Cunibos les dijeron que se quedasen en su pueblo; ad-
virtiesen que si pasaban mas abajo los mataria una nación
<pe habia allí cerca (señalando á los Schipibos), que se que-
dasen con ellos, que estarian seguros. Los religiosos les res-
pondieron que por entonces no podian quedarse; que iban á
«as tierras, que estaban muy abajo, pero que después vol-
'vwian á vivir con ellos; y con esto se despidieron, advirtién-
íoles los Cunibos que no parasen en dicho paraje, porque
los Schipibos era gente mala y traidora que los mataria. Que
íin embargo los padres y su comitiva se fueron, y en mu-
8
— 74 —
¡hoB años no habiaa sabido de ellos, hast
tintaron á hacer el pnebto de San Miguel,
!7anibos & los Schipibos, y viéndoles al^Qoi
rregimtaron quién les habia traido aquell
es respondieron qae al pasar unos padres
¡1 rio de Ahuajti-ya, los llamaron y recibie
le amistad, y que aquella noche estandt
[uitaron la vida á todos seis por quitarles 1
.08 Cunibos con dos indios Schipibos que i'
a, dijeron ser verdad, y que ellos se hal
icha alevosa matanza de los padres y sus
nin la edad de los declarantes, le pareció
re presidente, que desde lo que ellos refei
,0 hasta entonces como cincuenta años.
e tomó por fé y testimonio, firmado de loi
an ai padre presidente. El padre fray Anti
stuvo en la conversión y ciudad delaLi
lisma noticia por algunos indios Schipibo!
D ella.
Atendida la serie de esta declaración, ps
iosos que en ella se mencionan no pueden
enerable padre fray Matías Illescas y sus :
)s, que el dia 3 de agosto del año 1641 se
[ rio de 4a Sal para internar á las naeionei
ero se ofrecen algunos reparos, que es pn
rimero, que nuestro padre cronista del P(
iligiosos que entonces emprendieron esta
m tres; conviene saber: el padre fray Mat
ermanos fray Pedro de la Cruz y fray Frai
iosos legos; y que los que declararon lo
js y no mas. A esto se responde, que pud)
3 los tres hubiese muerto antes de llegar é
gun acontecimiento. También pudo suc(
! los tres religiosos, fatigado del escesivo
irimenta por aquellos parajes, se hubie
ibito para desahogarse, y que en el corto
— 75 —
loras que estuvieron en los Cunibos, no pudieron estos re-
eanocerle poF religioso, y le tuvieron por uno de los espa-
lóles que decian iban con ellos.
El segundo reparo es, que nuestro padre cronista dice
que aquellos religiosos fueron sin prevención alguna, en-
tregados totalmente á la divina Providencia; y estos de
quienes se hace aquí relación, llevaban herramientas. A
esto se responde, que no se opone á la confianza que tenian
«lia divina Providencia el llevar algunas herramientas, que
de limosna recogerian en la provincia de Tarma; pues no
ignorarian lo muy preciso que son tales cosas para atraer
loe ánimos de aquellos infieles.
Al reparo de que llevaban compañía de españoles é in-
dios, se satisface con decir que estos se agregarían en Qui-
miri de aquellos indios cristianos que por allí habia. Y ver-
daderamente, que diciendo nuestro padre cronista que
aquellos siervos de Dios se embarcaron en unas balsas que
para el efecto estaban hechas, dio á entender que llevaban
alguna comitiva, pues tres personas solas muy bien cabian
en una balsa; ni podían ir divididos sin perderse^ pues una
klsa con una sola persona difícilmente se puede manejar
«in recurrir á milagros. Allégase á lo dicho la correspon-
dencia del tiempo; pues desde que se embarcaron los refe-
ridos siervos de Dios habían pasado cuarenta y cinco años;
jel padre presidente conjeturó de la relación que le hacían
los Cunibos, que habría cincuenta años, cuya diferencia en
i materia de conjetura se reputa por ninguna.
ni»l#»M
CAPITHLO X¥.
estros rellgloBOB la coaverBloa i
?encia c!e lo que se dirá en
^ue ios padres jesuifas de la
n noticia de la nación de los
i continua piratería que ej
habitan en las márgenes de
n Paru, suelen coger muchs
ílumajes y otras cosas qne
de sus presas bajaban á la I
ics de Maynas, que ellos lia
caban por sal y alguna her
5 nunca hablan emprendid
Cunibos, ó por la mucha d'S
versiones, ó por falta de ev
ministrasen,
i, que después que hubiero:
cristianos esploradores, qi
tomaron posesión de aquelli
t seráfica religión, plautand
aeses después bajaron á la
uibos á su comercio, y lleg
bre; por ello tuvieron los j
al pueblo de los Cunibos h
es, de como habían plantadi
— 77 —
r con padres el verano siguiente. Con esta
los jesuítas de que los franciscanos les hu-
a antelación de aquella nación, en las mis-
ns Cunitos despacharon al padre Enrique
e joven llamado el hermano Francisco Her-
ndios Om'ahuas, y entre ellos dos intérpre-
I jesuítas después de dos meses de navega-
le San Miguel de los Cuniboa, á principio de
686, y por medio de los intérpretes dijeron
ellos venían á ser sus padres; como traian
icaron apresuradamente una iglesia, en la
in lienzo de San Francisco Javier y una es-
tra Señora de los Dolores, y colgaron una
ubian traído. Y para tomar posesión del pue-
como cosa de cincuenta almas de todas eda-
i preceder doctrinarlos, ni aun los mas sa-
e.
!s de un mes que los jesuítas estaban en los
I el padre Ricter que los indios manifestaban
imblante, por causa de que algunos de ellos
'amientas, y como los jesuítas no las habían
Taban mal contentos; á que se agregaba la
enían, de que los padres franciscos les ha-
s herramientas que los esploradores les ha-
. Viendo esta mudanza el padre Enrique
inó bajar á la Laguna á buscar algunas he-
i contentarlos. Con esta resolución mandó á
1 hermano Francisco Herrera, que se quéda-
le él volviese, que iba por herramientas y
í procurase adelantar la conversión de aque-
alir de su pueblo hasta la vuelta del dicho
aíen nombró justicias en el pueblo, y dejan-
ahuas lenguaraces en él, se fué con los de-
huas en una canoa de Cunibos.
corista jesuíta, después que concluyó la ígle-
— 78 —
□formó de los indios que se habian
)res, de la distancia que faabia de
Luis. Los indios le dijeron que hal
icion rio arriba. Con esta noticia, 6
su compañero no volveria, ó fuese
eto, 6 de curiosidad, á principios d*
canoa con cuatro indios Cunibos y
etes, navegó Paru arriba, y á los O'
3n llegaron al rio de Camari-nahue
raje le preguntaron al jesuita á don
ídio de los intérpretes: «aquí ven
, luego pasaré adelante, y saldré po
Jauja y á Lima.» Los indios le reí
s dejado solos á los Cnnibos, y te vi
o te podemos recibir, porque agu
res de san Francisco que el año pi
■ otros también hace muchos años
:as tierras. Vuélvete á los Cunibos
L para arriba, hay muchos indios
mtra quienes peleamos con frecuer
El corista jesuita respondió: «Pues
: recibir, ni que os haga iglesia, p:
a cruz que llevo amansaré á todos
el jesuita su navegación rio arriba,
los indios le hablan dicho, y des
ias, el día 19 de junio dieron en un
lia del rio tenían los Piros, los cual
Lron tantas flechas, que mataroi
tro indios Cunibos ; los dos Omahi
on al agua, malamente heridos, 1
se curaron con yerbas que ellos coi
formaron llegaron á San Miguel c
iespacharoQ una canoa á la Lagui
mecido. Esta relación, además de
tibos, la adquirió muy por estenso
i^ital, en los seis meses continuado
— 79 —
ropaló todo lo referido coa el padre Enri-
, á nuestra historia, el dia 29 de setiem-
386 llegaron al pueblo de San Miguel de
"6 fray Antonio Vital, el hermano Juan
las comitiva que el padre presidente fray
irta hnbia despachado con las cuatro ca-
. Habiendo ordenado las cosas como con-
a de aquellos indios, el capitán don Juan
)o principal de aquella espedicion, tomó
n de aquellas tierras en nombre del rey,
dio & los religiosos y á la religión de
francisco.
i hallaban las cosas de aquella conver-
religiosos á la enseñanza de los indios,
ñándoles política, en la que venían fá-
irbaros, especialmente el curaca Cayá-
manifestó muy bizarro y atento con los
¡1 dia 8 de octubre del mismo año vinie-
s indios Cunibos, que habían bajado á'
ticia de la muerte del corista jesuíta,
que los padres jesuítas estaban ya dis-
i San Miguel con mucha gente y mu-
BU capitau Nicolás Sánchez, con ánimo
i los Piros y Campas por haber muerto
abia de destruir, y después pasar arriba
San Luis de Perene, donde pondrían
■io para el avío de los demás pueblos.
IOS indios que ellos venían enviados por
á los curacas de los Cunibos para que
casas grandes, la una para los padres
ra los Españoles. •
is, y ver que el día siguiente se ponia
ca de las dos casas, el dia 10 del mismo
sulta los religiosos y los militares so-
¡e se debia tomar. Y después de varios
eceres, el venerable padre presidente ín
pidió á todos loB de la junta que encoi
legocio, para que su divina Majestad te
[ue debian hacer en lance tan apretado.
¡s de haber oido misa y recibido la sagra
vieron ájuntar; y conferida la materia,
convenia aguardar en aquel pueblo á lo!
ite, porque se debia temer alguna di»
re los militares de ambas facciones, lo cu
escándalo para aquellos bárbaros. Que i
argüía mas derecho de posesión sobre
es se habia tomado, y se debia estar á le
los prelados y el superior gobierno, á c
> á darles parte el padre presidente de la
ncisco Huerta. Que convenia salir cua
ie que habia venido la canoa de la La^
libos los miraban como á estraños y hi
tentó diario lo hablan de buscar por sí p:
3Í rio y cazando en los montes, y hasta
i lo hablan de pagar con agujas. Que si
r cuando hubiesen ¡legado los jesuítas,
aabria forma de hallar canoas ni indios (
ar. Que se atendiese que iban faltando I
todo el vino para celebrar, y no se podi
■o hasta el verano del año siguiente. Coi
artir de allí cuanto antes, y todos firm
as consultas.
Eíesuelta ya la salida, llamaron al curaci
ira cristiano, y se llamaba D. Felipe), y
ícer, le dijeron que convenia salir á dar
ierno, para volver el verano siguiente C'
clones necesarias para la permanencia, ;
al caudillo de los Piros, por haber da(
pañero del padre jesuita, que les hal
sia. Y como los Cunibos eran enemif
vinieron luego en la expedición, con
— 81 —
al año siguiente volviesen á su pueblo nuestros religiosos.
H curaca Don Felipe Cayá-bay, como tan atento dispu-
p la comitiva con abundancia de viveres y treinta canoas,
ion ciento ochenta indios de guerra. El venerable padre
Biedma repartió á los Cunibos principales cuarenta hachas,
machetes y cuchillos, y á las mujeres algunas chaquiras.
Dispúsose la salida para el dia 20 de Octubre; pero no se
yudo ejecutar por causa de haber enfermado de peligro el
alférez Pedro de la Cueva, el cual murió al dia siguiente, y
feé sepultado en la iglesia de aquel pueblo; el dia 22 des-
Ipues de haber oido misa y recibido la sagrada comunión,
«e principió la marcha.
El curaca D. Felipe Cayá-bay quiso acompañar á los
unestros; y como se habia manifestado muy amistoso con
é venerable padre Biedma, sabiendo el siervo de Dios que
í)ayá-bay era muy prático de todos aquellos parajes, porque
continuamente andaba á corso por ellos, le pidió encareci-
damente le diese noticia de los nombres de todos los rios
que encontrasen por elojamino y de las gentes que los habi-
taban; y D. Felipe ofreció ejecutarlo con mucho gusto. El
venerable padre los fué escribiendo en un diario que hizo,
cuyo estracto pondré aquí.
Débese advertir que el pueblo de San Miguel de los Cu-
TiAm estaba entonces cosa de diez leguas al sueste de la
lK)ca del rio Pachi-tpa, en la margen oriental del rio Paru; y
I que los mas de los rios que vieron en el viaje, eran peque-
I Sos, aunque muy anchos, por ser el terreno muy llano y
que el agua corre muy poco. También se debe advertir que
aunque en este viaje se navegaron ochenta leguas hasta el
puerto de San Luis de Perene, fué por causa de las revueltas
que tiene el rio Paru, pues en línea recta apenas hay cin-
cuenta leguas.
Salió la armada de la playa de San Miguel el dia 22 de
Octubre del año 1686, al sonido de muchas bocinas y tiros
<l« fusil de los Españoles, y navegaron por el Paru arriba
«osa de tres leguas sin novedad especial.
— S2-
EI dia 23 al amanacer Cayá-bay hiz
cina, á la cual respondieron laego las ¿
ron la marcha: aquel dia caminaron i
leguas y media, y á iguales distancias
en la parte oriental. El primero se llam
do Charás-taeya: estos dos no tenían gt
ma Manipabro; y dijo Cayá-bay que
adentro estaba la nación de los Mase)
Aquella noche durmieron en la boca de
El dia 24 salieron á su viaje, y hah
leguas rio Paru arriba, hallaron por la
ca del rio Taco. Subieron por él cosa d
centraron un pueblo de la nación de lo;
y seis casas, el cual tendría como qutni
edades y sexos. Regalaron á los religioi
con algunas frutas; y el venerable padr
jó dándoles algunas cositas. Bajaron ot
durmieron en una isla en frente del dicl
En los dias 25 y 26 navegaron sin n^
tar, adelantando tres leguas cada dia pi
El dia 27 siguieron su derrota Pan
legua por la parte del occidente encont
Sampoya, el cual no tenia gente. Pros
habiendo navegado dos leguas, enconti
oriente el rio de Canihuati. Entraron p(
ber navegado una legua, hallaron doc
ciento cincuenta almas. Pusiéronse lueg
Felipe Cayá-bay los llamó. Vinieron al i
doseles quitado el susto, dijeron que m¡
rio estaban sus parientes que eran muc
cion Amuehuaques. Salió la armada al
viaje; á la media legua de su navegacior
oriental con la boca del rio Oneano, y
frente de él en una gran isla.
El dia 28 navegaron Paru arriba sii
notar; anduvieron cuatro leguas, y
playa.
lo adelantaron una legua, porque so detuvie-
r dos ríos, que ambos se llamaban Camañ-Da-
parte oriental j otro de la parte del occiden-
habia mucha gente de la nación del mismo
. ríos: el curaca de los del oriente se llamaba
migo de Cayá-bay.
■osiguió la armada su viaje Paru arriba; ha-
do cuatro leguas, encontraron por la parte
oca del rio de Camari-nahue. Débese advertir
aron el reverendo padre presidente fray Fran-
lo3 demás que venían en las primeras bal-
en este paraje donde recibieron mil demos-
oevolencia de los dos curacas, llamados Izana
entonces pidieron con grandes instancias les
ioso, para que los enseñase á conocer á Dios,
• cristianos. El padre presidente les respon-
en su gente é hiciesen pueblo, que á la vuel-
onsuelo que pedían; y para que comenzaren
cuatro hachas y seis machetes. La gente de
ra una parcialidad de ios Cunibos, que por
lanza con los Campas no los quisieron admi-
) sus paisanos los Cunibos de San Miguel;
ivian separados, conservaban su amistad y
ndencia. Estos dos curacas se habian dado
3utar lo ordenado por el padre presidente,
fó esta flota, ya tenían rozado un grande es-
], capaz para una grande población; habian
a y un galpón para la familia de Izana, y se
3 galpones para las demás gentes. El sitio
estaba en la ribera oriental del gran Paru,
si de Camari-nahue al norte, y el de Benonía
racas recibieron á los religiosos y á toda la
pandes demostraciones de amor; y el venera-
aa, viendo su buen afecto, colocó en la igle-
•X gran patriarca san José, eligiéndole por
— 84 —
})atron y tutelar de aquel pueblo. Cantan
darntís, celebrándole con el repique de
colocaron en la puerta, dando á Dios las (
sericordias. Aquí estuvieron los dos dias,
y primero de noviembre, en el cual se ce
sacrificio de la misa, y comulgaron tt
Viendo la puntualidad con que aquellos
todo lo bueno, el padre fray Antonio Vit
recolecion de Lima, con beneplácito de
Biedma, determinó quedarse allí al cutti
va viña. El venera"ble padre presidente lí
y lo necesario para celebrar, el hierro d
harina y vino que habia quedado, para q
celebrar, hasta que'el verano siguiente
socorro. Quedóse en compañía de! pad
an liiluz, llamado Juan Jostí de los Rios,
miniares socorrieron, con la ropa que ca
que tuviese con que remudarse hasta qui
Con í^stos dos dias se proveyó la arm
de bastimentos con grande abundancia,
partir el venerable padre Biedma, por n
hizo una plática á los dos curacas Izana
da su gente, rogándoles cuidasen much
dejaba y de su compañero; pues por cui
no dejarlos desconsolados, se los deja:
miento de su corazón. Ellos respondiero
agradecidos, asegurando que el padre y
rian asistidos, sin que hubiese nadie qu*
disgusto.
El dia 2 de noviembre, después de hí
grado sacrificio, se despidieron tiername
más comitiva de los compañeros que s<
demás gente de los Cunibos; habiéndose
siguieron su navegación, tres leguas a(
del occidente encontraron la boca del r:
Cayá-bay que una jornada arriba por dic
a gente de la nación Ruauahuas. Pasaron la noche en
a playa.
El dia 3 sig'uieron su navegación Paru arriba: habiendo
elantado una legua, vieron por la parte del occidente la
ca del rio Curáhuaniya, que también lo habitaban !os
lanahuas, aunque retirados. Continuaron su camino, y
Bpues de haber adelantado otra legua, encontraron por la
isma parte occidental la boca del rio Epunia, que no tenia
ote, Prosiguieron su derrota, y una legua mas adelante
tmiieron en una grande isla de arena.
El dia 4 continuaron su viaje, después de haber adelan-
io cerca de tres leguas, encontraron por la parte oriental
boca del rio Tahua-nahue, en cuyas márgenes habitaban
i Pichabosy los Soboybos. Entraron por él, y después do
edia legua hallaron cuatro galpones con diez familias. Es-
B entendían el idioma de los Piros y Campas. Volvieron al
iru, y continuando su viaje, después de haber navegado
la legua, encontraron por la parte occidental el rio de Ata-
ihue, que no estaba habitado. Pasaron adelante, y ha-
Bndo adelantado otra legua, vieron por la parte del oriente
rio de Cuy-nahue, que no tenia gente. Durmieron en su
aya.
El dia 5 prosiguieron su viaje Paru arriba: adelantaron
latro leguas, dejando á la parte del occidente casi á igua-
6 distancias tres rios habitados de indios Campas. El pri-
ero se llamaba Erereca, el segundo Cheopcari, y el terce-
} Chinipú. Hicieron noche en una isleta.
El dia 6 continuaron su navegación Paru arriba; habiendo
avegado legua y media, encontraron por la parte del occi-
jnte el rio Huani-ni, y media legua mas arriba por la mis-
la parte está el rio Huani-huá: entre estos dos rios tierra
dentro habitan los indios Mochubns. Aquí estuvieron dos
jches y un dia registrando sus gentes.
El dia 8 de Noviembre prosiguió la armada su navega-
ion Paru arriba; habiendo adelantado dos leguas, encontra-
¡m por la parte del occidente el rio de Taypie, en cuyas ri-
— se-
beras habitaban muchos Campas,
después de haber oavegado ana leg
del oriente al rio Gasincría, que ce
pero los Campas van con frecuencia
por allí sus chácaras. Pasaron la no(
El dia 9, habiéndose la armada pi
ba, después de haber adelantado d<
por la parte oriental ta boca del rio ]
le las cordilleras de la provincia de '.
■Jayá-bay dijo que dentro del Paru
í)árbaras, á las cuales muchas veces 1
Dejaron el Paru á la izquierda, y na'
jue es mayor, y viene de las vertien
lama Apurioiac. Habiendo navegai
:res leguas, encontráronla boca de
say que siete leguas Taraba arriba c
^ntesde Cumabus y RuaDabuas,qii
la; y cuando algún indio por ser vie
•ra, lo matan y ¿e lo comen. Dejandc
^uierda por la parte del Oriente, i
:o&a de una legua. Y habiendo adela
fuas, durmieron en una playa. To
^nne están pobladas de indios Ca;
!stá el rio muy ancho y hermoseado
odos tamaños.
El dia 10 continuó la armada su
irriba: después de haber adelantac
raron por la parte del sueste al rio
le Campas. Y siguiendo una legua n
a parte del noroeste al rio Samaríni,
■n su boca.
El dia 1 [ prosiguieron su navej
idelantaron cuatro leguas, dejando i
ios. El primero llamado Poconi, y el
ie Campas.
— 87 —
El dia 12 de Noviembre continuó la armada su viaje Enne
Iba: á la primera legua vieron por la parte del Sueste al
Omiagu, y otra legua mas adelante por la misma parte
S el rio Mayapu, ambos habitados de Campas. Prosiguien-
su navegación, legua y media mas arriba encontraron
• la parte del sur al rio Puyeni. habitado de indios Piros.
una de sus playas hallaron tres indios, los cuales dijeron
3 su pueblo estaba ocho leguas adentro de aquel rio, y
a tenia mucha gente. Continuaron su marcha, y adelan-
on legua y media, dejando á la parte del sur dos rios ha-
;ados de Campas, el primero se llama Chomo, y el otro
ixii. Durmieron en una playa.
El dia 13 madrugaron los Cunibos, y todos se dispu-
íTon en estado de pelear, porque en el rio de Anapati es-
t>an los Piros que habian muerto al jesuita, de quien hi-
nos mención. Navegaron tres leguas Enne arriba, hasta
contrar la boca del dicho rio; y habiendo determinado
Bar la noche en una isla que estaba enfrente de ella, des-
abarcaron en dicha isla á los religiosos: los Cunibos y
¡litares españoles entraron por el rio Anapati; habiendo
tvegado cosa de una legua, hallaron un galpón á modo
> castillo con dos puertas opuestas muy bajas, y dentro
^ él habia mas de doscientos Piros. Trabaron su combate,
ú cual resultó la muerte de un Cunibo principal, y heridos
5s Españoles y seis Cunibos. De los Piros murieron ocho,
entre ellos su curaca, llamado Santo-abangori.Los Cunibos
{)TÍsionaron á una Chola y á un muchacho, los cuales ha-
lan venido á traer de comer á sus padres. Salió la armada
tra vez á la isla donde habian quedado los religiosos, y
ttrmieron en ella. Los Cunibos cortaron las cabezas de los
^ros muertos en el combate, y con ellas cebaron su cruel-
dad toda la noche, haciendo en ellas mil insultos. Aquí se
Iroveyeron de mucho maíz y plátanos de las chácaras de
bs Piros.
El dia 14 al amanecer despachó Cayá-bay una canoa
¡ttira el pueblo de San Miguel, llevando el cuerpo del Cu-
nibo difunto, á los dos naotivos, y los
cogido. Tomó la armada su derrota Eni
adelantado dos leguas, encontraron pe
al rio Samini, habitaflo de Campas. Vn
una legua mas adelante durmieron en
El dia 15 navegó la armada Enne
porque desde este sitio para arriba, esi
entre cerros, y tiene algunos malos pi
lantado i:inco leguas, encontraron por
rio Mazarobcni habitado de indios Cam
saron la noche en la boca de dicho rio.
El dia 16 madrugaron con ánimo dt
San Luis, haciendo todo empeño pai
solo pudieron llegar á la Junta de los i
habiendo caminado siete leguas. Todo
hitado de indios Campas, Camparites, 1
Dijo Cayá-bay que desde allí como ti
Enne arriba habia un grande pueblo II
de indios cristianos huidos de la sierra,
mil almas, y era gobernado por un cur
tro caciques subalternos.
El dia 17, dejando al Enne A la pai
armada por el rio Perene, y habiendo i
llegaron tempnmo al puerto de San Lu'
algún repuesto de bastimento, que hal
verendo padre presidente fray Francis
saron aquel dia, al otro se despidieron
Cunibos; y don Felipe Cayá-bay dejó i
Boas grandes, diciendo al venerable p:
dejaba allí para que al verano siguit
ellas de su entrada para que él vinies
toda la comitiva. Fuéronse los Cunibos
nuestros por tierra caminaron para San
llegaron el dia 23 de noviembre, y fue
hilo y alegría de los religiosos que sf
todos los indios de aquella conversión.
ron todoB los militares aguardando la orden
1 ejecutar; y viendo que de afuera no habia
los del mes de diciembre, determinaron que
'rancisco Rojas y Guzman saliese á la sierra,
á informar al señor virey de lo acontecido y
ye. Habiéndolo ejecutado, el virey mandtí
ese de la montaña, y que los religiosos se
1 antigua conversión de San Buenaventura
-$-^-!|f-i^-!|f-!ÍS-+-*-+*+-*-i|í-++-5
CAPITOLO XVI
Bl P- ÍM/ Antonio Vital áoñiunpara 1» ooarai
de OamoTl-aalta»-
Dejamos al padre fray Antonio Vital en
José, instruyendo á aquellos indios, de loa
petado y atendido, de suerte que aunque a
so bajar á San Miguel para comunicar coi
que allí estaba, no lo pudo ejecutar, porq
merosos de que los dejase, le escondian lai
Por el mes de noviembre de dicho añi
San Miguel de los Cunibos dos padres jeí
el padre Enrique Ricter, alemán, y el pad
valenciano. Después de algunos dias que
en San Miguel, dispuso el padre Enrique c
saliese á reconocer el rio Paru, y que lleg
saliese á Jauja, y bajase á Lima á informar
estado de aquella conversión. Salió el pad
á principios de diciembre con cinco canoaa
de los que habían traído de la Laguna. Na'
y habiendo llegado al pueblo de San Jos
padre fray Antonio Vital sobre su salida, y
descansado algunos dias, continuó su vi
llegó al rio Huani-ni, los Mochubüs salieri
turbarles el paso. Y viendo el padre que ■
rápido por las muchas lluvias, y que era
- 91 —
írramando sangre, determinó volverse atrás. Volvió
lo de San José, donde descansó; y los indios de dicho
les proveyeron abundantemente de bastimentos,
os Cunibos de San Miguel, donde se hallaba el padre
! Rictsr, quien le despachó á la Laguna, encargando
lente de la conversión de Maynas, que lo despácha-
la, como lo ejecutó.
adre fray Antonio Vital estuvo todo el invierno en su
le San José, donde después de bien catequizados
el santo bautismo á cuarenta muchachos y á siete
dultos in moríis articulo. A la mitad del mes de
I ano 1687 llegaron á Camari-nahne unas falsas noti-
lue los Piros habían muerto á todos los padres y es-
que habían salido el pasado mes de noviembre para
3. Con esta noticia, viéndose sin esperanza de soco-
írminó salir á San Luis para dar parte del estado de
conversión. Entregó todo io perteneciente al culto
1 curaca Izana, encargándole mucho su conserva-
;1 día 6 de mayo salió con el soldado José de los
[>» j cuarenta indios en ocho canoas. Después de haber
do diez días rio arriba, una mañana, cuando mas
idos navegaban, y una de las canoas iba arrimada á
i, dieron en una emboscada de Piros, que flecharon
losque iban en ella. Con la turbación que causan
atines sucesos, se volteó la canoa, y á no ser tan
ente socorridos de las otras canoas, se hubieran abó-
los. En dicha canoa iba el soldado Juan José de los
[uien hirieron tan de lleno, que á no haber tenido
n coleto, y retejido con la cuerda del frasco, hubie-
.do muerto, pues con todo aquel reparo penetró la
ista herirle el pecho. Juntáronse todos los indios de
13, y saltaron en tierra con sus armas para vengarse
lemigos; pero estos cogieron el monte, y no se tuvo
en seguirlos, por no esponerse á caer en alguna.
3a. Con dificultad sacaron las flechas de los heri-
3 curaron á bu modo.
Viéndose el padre fray Antonio Vital
■eafirmóenla noticia y creencia deqi
estaban muertos, regresó al pueblo de S
de haber sanado los heridos, determinó i
las conversiones de los jesuítas. Bajó á
los CuniboB de San Miguel, confirió su
el padre Enrique Ricter, y este le respon
compañía, pues á él también le importab
de junio salieron los dos en cuatro cano»!
pero desde la primera noche el jesuita s
canoas, dejando al padre Vital y su coe
Ríos cod una canoa con seis indios. Naví
recoleto fray Antonio Vital por el rio Uc
diez y ocho dias, sin encontrar nación al
la mitad del \iaje encontraron pescando
cuales al instante que vieron á los Cunibo
te: un muchacho que no pudo correr tañí
tfis, fué apresado por los Cunibos, los cual
la cabeza; pero el padre Vital pidió por é
machete, después siempre lo tuvo consig
Cajamarca. A los diez y ocho dias de na
al gran rio de las Amazonas, y subieron
dias hasta encontrar la boca del rio Hnall
viene por la ciudad do Huánuco, y subit
llegaron á últimos dejunio á la Laguna,
versiones de Maynas, donde encontraron
Eicter, y preguntándole el padre Vital c
por qué causa lo habia dejado solo, entre
ros que á veces le quisieron quitar la vi
tenia que hacer, y que venia á su negoc
no han vuelto losjesuitas á los Cunibos.
Estuvo el padre fray Antonio Vital oc
dad de la Laguna, alias la gran CucamE
Julio salió en una canoa para el río de 1
camino estuvo de paso en ocho pueblos d
tas, que no tenían quien les asistiese, po:
ataban bus pueblos menores solo una vez al año. Los que
S el padre Vital, eran de la conversión de Jiberos, Coea-
illas, MayoruDas, Otanavis y otros. Porque siendo mucboB
I pueblos que tenían de conversiones, eran muy pocos los
getos que se aplíchban al ministerio de conversores; por
cual aplicaban á ellas los estranjeros, que como no eran
propósito para predicar en las ciudades, iban á las cod-
teiones.
' Llegi5 el padre fray Antonio Vital á Lamas, y desde allí
'fué por tierra á Moyobamba, Chachapoyas y Cajamarca;
Isde donde notició á los prelados el estado en que dejaba
«onversion de los Cunibos. Discurro que este padre y su
mpañero Juan José de los Rios son los únicos que han
tnpletado el círculo de. la navegación de estos rios; eo-
indo á la montaña por Andamarca, corriendo todo el Pam
[Tcayali y saliendo de la montaña por Lamas, Moyobamba
Chachapoyas.
Y y T~T~T~T~t~T~TT~Tl'"T~T "t~T
CAPITHLO XVIi
Kaitíilo del reaerable P piealdeate Ir&j M.
y de aaa úompañeroa-
Con las noticias que dio al superior go
don Francisco Rojas y Guzman, y en vista
nes que en el valle de Jauja se hicieron (h
reverendo padre comisario g-eneral, fray Fél
s« hallaba en San Gerónimo de Tunan cu;
volvieron de Ja espedicion), se siguió litig
dres jesuitas sobre la posesión de los Cun:
después de muchas diligencias de ambas p
nó por el real acuerdo, e! dia 24 de Abril c
los padres jesüitas dé la provincia de Quití
trito desde Maynas hasta San Miguel do It
Bive, y que no pasasen de allí por el Paru
religiosos menores tuviésemos por distrito
ñas de Andamaroa, por el Paru abajo, hasl
de San Miguel esclusive, y que no pasaseí
En vista de esta providencia, el muy
comisario general dispuso que se formase
loB ríos Paru y Enne con nombre de San 1
y nombró por su fundador y presidente al
fray Uanuel Biedma, asignando en Lima c
— 95 —
[ue el siervo de Dios librase en las cosas que le parecie-
necesarias. Hallábai^e el dicho venerable padre en su
rersion de San Buenaventura, cuando le llegó esta co-
ioxi; y cuanto dio lugar el tiempo, fee previno de lo ne-
trio, así para socorrer al padre fray Antonio Vital, que
urria estar en el pueblo de San José de Camari-nahue, co-
{>ara la nueva población premeditada. Hecha la provi-
i de herramientas, fragua, ornamentos, vino para cele-
r, trigo y bastimentos, salió el siervo de Dios en compa-
de los padres fray Juan Bargas Machuca, y fray José
:>, sacerdotes; fray Pedro Alvarez, religioso lego; elher-
lo donado Pedro Laureano, un muchacho de seis años, á
511 el venerable padre habia enseñado y bautizado, un
TO ubre llamado Juan Benitez, y varios indios cristianos.
jaron al puerto de San Luís á principios de Julio del di-
i año 1687, y habiendo acomodado todo lo que traian en
dos canoas que habia dejado D. Felipe Cayá-bay, se em-
aaron todos los religiosos, el donado, el muchachito, el
fro, y dos ó tres indios para gobernar las canoas.
Al segundo ó tercero dia de haber salido del puerto de
i Luis, dieron en una emboscada de indios infieles, que
harón y mataron á todos los que iban en las canoas, sin
> escapase alguno. Después por medio de los que suben
5erro de la Sal, se supo que los agresores fueron los Pi-
, Simirinches y Cumabus. Yo discurro que los indios Pi-
de Anapati, resentidos déla pelea que tuvieron contra
Cunibosy Españoles el año antecedente, conjeturando
5 los viracochas volverían á entrar al Paru, convocaron
su ayuda á los Simirinches, y aguardando á los cristia-
I en algún paso difícil y preciso, ejecutaron la maldad
B dejo referida.
Con este fatal golpe para la provincia de los doce Após-
es, se perdió también la conversión de San Buenaventu-
; porque como el siervo de Dios se llevó consigo á los sa-
rdotes, los demás llevados de un terror pánico de que no
— te —
había seguridad en la montaSa, no <
correr aquella grey abandonada, 7
los montes.
CJLPITDLO X^VIII
Xmprende la religión aerÁíica la conquista del Cerro de la Sal.
Viendo la seráfica religión frustrados los designios j
tedios que se habian intentado para la conversión de las
Imas de los gentiles, que habitaban en las márgenes del
ran rio Paru, no pudiendo ahogar la llama de la caridad
ue la compelía á procurar la conversión de los infieles, de-
ormino suscitar la perdida conversión del Cerro de la Sal.
Sara facilitar esta empresa, pareció preciso ante todas cosas
onseguir que el curato y doctrina de Huancabamba que
staba abandonado, se agregase á nuestra orden, para evi-
&r los inconvenientes de pretensiones que ocasionaron la
ardida de dicha conversión el año 1675. Después de haber
orrído las diligencias necesarias, así por lo perteneciente
il juzgado eclesiástico, como por lo tocante al real patrona-
o, se ohtuvo la agregación á últimos de junio del año 1(580.
Obtenido para la religión el curato de Huancabamba, y
mesto en él por cura el padre fray Blas Valera, antes de
emprender entrada formal se determinó ir á reconocer el
[>erro de la Sal. Para esto á petición del padre fray Domingo
Uvarez de Toledo, procurador de las conversiones, fué nom-
brado por decreto del señor conde de la Mondo va, vi rey de
estos reinos, por cabo del reconocimiento, el capitán don
José Amez, quien entró con diez hombres armados en com-
imnía del mencionado padre procurador y un religioso lego
llamado fray Dionisio Campaña.
Salieron del pueblo de Acobamba, que
mas abajo de Tarma, el dia 15 de mayo del
daron de ida y vuelta veinte dias, caminan
Acobamba hasta una hacienda de los padre
mada Schanscha mayo, que estaba diez y oc!
ma, cerca del rio de Quimirí; lo demás has
Sal, que son diez y seis leguas de camino de
Reconocieron ser camino transitable, los
como todos los de la montaña. Encbntraroi
así cristianos como gentiles, de los que i
por aquellos montes. Dióseles noticia de
guiente vendrían los religiosos á fundarles
viviesen como buenos cristianos, de cuya
manifestaron alegrarse-
Por este tiempo se hallaban las convei-si
huas en lastimosa decadencia, por las mi
que padecieron después de la irrupción que
los infieles el año 1670, y especialmente de
rucias, de la cual muríó mucha gente, y cxn
en semejantes epidemias irse á los montes,
el demonio el volverse á su gentilismo, y k
chos. De suerte que á fines dei año 1691, s^
hizo el venerable padre fray Francisco Hu
cuatro pueblos, y en ellos apenas doscientai
edades y sexos, y los indios tan viciosos, q
visos de cristianos.
Habiéndose reconocido el Cerro de la Sal
las comodidades que ofrecía para edificar
meqto de las conversiones, antes de empren
atendió en Lima á asegurar en algún modo
de las conversiones, que se esperaba podersi
ra este fin, el dicho padre fray Domingo A
dor de las conversiones, fomentado del mu;
dre corsisario general fray Basilio Pons, fon
congregación de conversiones, en la que en
porte de las personas de distinción de di<
— 99 —
Úes contribuyeron, cada cual según sü devoción y posi-
idad; de suerte que para la primera entrada se juntaron
ire dos mil y seiscientos pesos, y en adelante se debían
itar todos los años sobre mil y quinientos. El menciona-
muy reverendo padre comisario general hizo á esta con-
sg^acion participante de todos los bienes espirituales de
estra seráfica religión, dando á cada uno de los hermanos
ella sus patentes impresas fechas en Lima el dia 3 de di-
íinbre del año 1693.
lío he podido averiguar individualmente los sucesos
esta entrada. Solo consta de los escritos que se hallan
el archivo de este colegio, que el dia i" de marzo del
o 1694, fué nombrado por real acuerdo el capitán don
an Ramírez de Vergara, para que fuese con algunos Espa-
les á la entrada que iban á hacer nuestros religiosos al
rro de la Sal. Y también consta de otros papeles de dicho
jhivo, que el dicho año 1694, fueron muertos por los
ieles el padre fray Blas Valora en su doctrina de Huan ca-
mba, y en el rio de Quimirí los venerables padres fray
ancisco Huerta y fray Juan Zabala.
No se hallan en el archivo de este colegio mas noticias de
í conversiones del Cerro de laSal,ni deAndesdeAndamarca
«dé esta desgraciada espedicion, hasta que el año 1709
3 suscitó el venerable padre fray Francisco de San José,
imer comisario de misiones en este reino del Perú.
s
El año 1704 se acabó de perder la conversión de Panata-
las, porque con la decadencia tan grande que en ella ha-
a, así en lo civil como en lo moral, cada verano se huian
B indios á los montes y á los infieles; y el último que apos-
tó íué un capitán de Tulu-mayo llamado, Felipe Coramaje,
ie se fué á los infieles con los mas de los indios y familias
i aquel pueblo. Este mismo año 1704 habia entrado de cu-
^ conversor de Panatahuas el padre fray Gerónimo de los
ios, quien recogió las reliquias de la conversión en Tulu-
layo. Pero el verano inmediato salieron los indios infieles
pie se discurre fueron los Caschibos), mataron al padre con-
— 100 —
versor y á todos los cristianos que ]
quemaron la ig'Iesia 7 el pueblo. Los c
ron escapar se pasaron al pueblecito de
único qae permaneció con muy pocos i
CAPXT0LO JLIU
SI venerable P- ttay Franciaco de 8an José restahleee Jma
eonversíonea del Cerro de la Sal fSonomoro-
Las frecuentes muertes de tantos religiosos á manos de
}o& infieles en tan corto espacio de tiempo impresionaron
famto terror á los demás religiosos y aun á los seculares,
ijue ya nadie se atrevia á emprender nueva conquista en los
Andes. Pero Dios nuestro Señor, que siempre vela sobre su
grey, envió al Perú desde el Colegio de misiones de Huate-
inala al apostólico varón fray Francisco de San José, con
fccultades y oficio de comisario de misiones de estos reinos.
Uegó este siervo de Dios el año 1708 á la ciudad de Lima,
donde hizo misión, con la cual se concilio las voluntades de
¡los prelados: noticiado del desamparo de las conversiones de
[los infieles, abrasado su corazón en el celo de la salvación
de aquellas pobres almas, solicitó compañeros y limosnas;
! y habiendo obtenido la bendición de los prelados, empren-
' dieron la espiritual conquista de los Andes.
Componíase esta misión de cinco sacerdotes que fueron
d padre fray Fernando de San José, presidente; el padre
fray Francisco de San José, comisario de misiones, los
padres fray Mateo Bravo, fray Honorio de Matos, fray
Cristóbal de San José, y dos religiosos legos. Entraron
haciendo misión por la provincia de Tarma el año 1709, y
luego internaron á la montaña. Al principio no tuvieron fa-
— 102 —
vorable recibimiento; porque el com
ría á aquellos bárbaros que no admití
dándoles á entender que si admitían é
vendrían los Españoles para vengar las
padres, y les quitarían bus tierras. Ora
cieron estos evangélicos opéranos en lo;
pero su paciencia y perseverancia co
aquellos indómitos ánimos, y fundaron t
en Quimirí y el otro en el Cerro de la Sí
Dejando el venerable padre comisarit
Tarma en este estado, y viendo la ditcu
tamíento, pasó á fines del año 1711 ala i
para ver si podia en alguu modo restaui
versiones de Panatahuas. Halló las cosai
que juzgó imposible conseguir su intent
y por estar los caminos cerrados de moi
ya no nodian transitarse.
Informándose en dicha ciudad de las
taban en aquellas montañas fronteras, It
que al oriente de Huinuco estaba una
taña llamada Tuetani, por la cual corría
márgenes habia algunas rancherías de ^
Alentado con estas noticias el vcneral
bajó á Lima, negoció con el superior g'
íscolta de un capitán con algunos soldi
licha quebrada; y volviendo á Huánuco
j1 año 1712, después de hechas las proii
dizo su entrada al oriente, y habiendo e:
fío de Tuetaui, bajaron por su quebrada
lidad, por lo fragoso de aquellas monta
ladas encontraron un pueblo llamado
nenos de treinta familias de indios Am;
nitieron lueg9 la doctrina del santo Ev
lespues el siervo de Dios registrando
íiones, en las cuales hallaron otras ra
images, esparcidos por aquellos montí
— 103 —
|>arajes donde se hallaron, fueron: Piño, Cuchero, Panchis,
Ünuti j Tillingo; y entre todos había como trescientas
palmas. Habiéndolos reducido, fabricaron una iglesia en
'Ppzuzo, y otra en Cuchero; y porque iba tomando rigor
d invierno, por el mes de diciembre se salió el venerable
padre comisario con la gente que le habia acompañado, de-
^ jando un religioso lego en la nueva conversión, para que
'faese catequizando á los indios, mientras se enviaba sacer-
tiote que los bautizase, y administrase los sacramentos.
Pasó después á dicha conversión el padre fray Honorio
Matos, el cual estuvo en ella cerca de cuarenta años, y en
ella murió el año 1753.
Trabajóse en fomentar esta conversión, abriendo con
grande trabajo camino para poder entrar á ella con ca-
ballerías, para facilitar el comercio de la coca que los ve-
cinos de Huánuco entran á comprar, en cambio de otros
efectos que llevan; porque la coca de Pozuzo es la mas apre-
ciada de toda la montaña. En esto se ha trabajado muchos
años para conseguirlo, y se han mantenido estos indios pa-
cíficamente, aunque hoy se halla reducida esta conversión
al solo pueblo de Pozuzo por varios accidentes que pintaré
«n su lugar.
No sosegaba el celo del varón apostólico fray Francisco
de San José; y así apenas llegó á Lima y dio parte de su
nueva conversión á los prelados y superior gobierno, pasó
al valle de Jauja donde hizo misión por el invierno del año
1713, y fervorizó los ánimos para la restauración de las con-
versiones de Andamarca; para cuya empresa se ofrecieron
el padre fray Pedro .Vaquero, y el padre fray Pedro Ortiz
de Tuesta, gran siervo de Dios, varón apostólico, y tan ver-
sado en la lengua general, que le llamaban el Demóstenes
de la lengua Quichoa. Entraron estos dos obreros evangé-
licos á la montaña el mes de mayo del mismo año 1713, y
hallaron desiertos los sitios donde habian estado los pueblos
de Santa Cruz y de San Buenaventura, ni hallaban gente
%una. Pero Dios nuestro Señor no permitió que el trabaja
— 104 —
de sus siervos quedase defraudado. Era el caso que loo
indios se habian retirado á los montes, ó recelosos de algun^
mal tratamiento, ó sugeridos del común enemigo, que lo»^
tenia engañados con el aparente protesto de la libertad. Su*!
cedió que el cacique ó curaca se despeñó en el monte, y se^
quebró las piernas; y como sabia que los religiosos estaban i
por allí, los mandó llamar para que lo bautizasen. Fueron |
los religiosos á la casa del cacique y le instruyeron paral
poderlo bautizar; al mismo tiempo le dieron á conocer cuán^
necesario y conveniente era juntar su gente y formar'
pueblo, para que pudiesen congregarse á aprender la doc-
trina cristiana, y servir á Dios: el curaca dispuso la gente
de tal suerte, que aquel mismo dia se comenzó á fabricari
la iglesia y la casa para los padres; continuaron con tal ac- !
tividad, que el dia 18 de Julio del mismo año 1713 se ben-
dijo y estrenó la iglesia, y al pueblo se le puso por nombre
Santa Cruz de Sonomoro. <
Sucedió pocos dias después que habiendo salido los reli-
giosos por aquellos montes á caza de racionales fieras, por
algún descuido de los muchachos so pegó fuego á la casa
de los pad'^es y á la iglesia, en ocasión que los hombres del
pueblo estaban en el monte; el cacique animó á las indias
para que descolgasen del altar las imágenes y alhajas, co-
mo lo ejecutaron, sin temor del fuego, y sin que se perdiera
cosa alguna. Mas adelante pasó el fervor del cacique, pues
luego que vinieron los indios, los mandó llamar; y habién-
doles ponderado lo que les convenia para su salvación que
los padres no se disgustasen, concluyó exhortándoles que al
instante fuesen á traer materiales para hacer la iglesia y
casa en la misma forma que los padres la tenian dispuesta;
previniéndoles que era preciso acabarla antes que llegasen
los padres, para que no discurriesen que maliciosamente la
habian quemado, y se fuesen de sus tierras. Así lo ejecuta-
ron los indios con toda puntualidad.
Sucedió en esta salida un caso maravilloso. Encontraron
en un rancho á un infiel moribundo. Los padres le exhorta-
— 105 —
\ que se bautizase, ponderándole la suma necesidad que
^a de este sacramento para conseguir la salvación. El
io estuvo tan pertinaz y rebelde, que no queria oir lo
> decían; de suerte que los religiosos desconsolados se
irtaron á encomendarlo á Dios. Entretanto un donadito
catorce años se llegó al moribundo, y le dijo: piensa bien
te quieres bautizar, porque el infierno es para siempre y
gfloria también. Estuvo el indio un rato suspenso, y lue-
le dijo: llámame á los padres. Llamd el donadito á los
irosos, y el indio les pidió que lo bautizasen. Instruyé-
ile lo que permitía el tiempo, y lo bautizaron; y al Íns-
ito comenzó á hablar tales cosas de Dios, que los religio-
} estaban absortos oyendo las maravillas que decia, siendo
i rústico, y no habiendo sido adoctrinado; y luego espiró
^ando su cadáver muy hermoso, y los indios circuns-
ates alegres, porque le vieron enterrar como cristiano se-
D permitía el terreno.
10
!|"OOC' OOC-OOO OOC
CAPITULO XX.
El renorablo P- OoBtlaArlo pide aJ Bej católico ao
coaverelonea-
Alegre y gozoso en el Señor, nuestro v*
comisario con las premisas tan opimas de lae
pues prometían para en adelante copiosas y i
sechas para las troges del -cielo, atendió (
conservación, y bajó á Lima á sus santas pre
siderando en primer lugar la penuria y escás
evangélicos, porque en la santa provincia de
toles ya eran pocos los que se aplicaban á la
los infieles por haber muerto ranchos en la
presente en las tres conversiones de Huánuco
ja, solo hatia siete ú ocho sacerdotes, algí
legos y donados; y como esperaba según Díi
versión florecería mas cada dia, y con el aun
mas la necesidad de los apostólicos operarii
rey nuestro señor Don Felipe V, el dia 8 de
mismo año 1713, una carta memorial, en la (
dolé del estado de las conversiones, del adelai
esperaba conseguir, y de la escasez de idói
que padecía, le suplicaba se sirviese mandi
provincias de España se le despachasen de
electos para tan alto ministerio. ítem: que en
que ordenan las bulas apostólicas se le cediei
— 107 —
la ciudad de Huánuco con todas sus alhajas, para eri-^
irle en colegio de Propaganda Fide^ en el cual se pudie-
criar y adiestrar sugetos para el ministerio apostólico,
m: que por cuanto los misioneros en las conversiones ha-
ian padecido muchas calamidades y aun musrtes por falta
e custodia y socorros oportunos, se dignase su real majes-
asignar de su real erario la cantidad de seis mil pesos
uales en las cajas de Pasco para socorro de las con ver-
iones de Huánuco, Tarma y Jauja, para sueldo de algunos
Idados, jornales, conducciones de los socorros, ornamen-
¡os, herramientas y otros utensilios necesarios para la per-
encia y aumento de las dichas conversiones.
Esta carta escrita del siervo de Dios para el rey católico,
hé acompañada de otra semejante del ilustre cabildo ecle-
íástico de Lima, con fecha 14 del mismo mes y año, en la
cual informaban á su real majestad lo mismo que el vene-
able padre, suplicándole concediese lo que pedia. Todo lo
wncedió el famoso monarca en cédulas de 16 de enero
ie 1715, de 12 de marzo de 1718 y de 10 de noviembre
de 1719, á lo que coadyuvó el informe que el reverendísimo
comisario general de Indias fray José Sanz hizo á su real
majestad: mas como España se hallaba entonces tan pertur-
bada por las continuas guerras y tan falta de medios, no
tuvieron efecto las jeales cédulas hasta el año 1725. Pero
ios religiosos no llegaron á Lima hasta el año 1732, por ha-
berse detenido mucho tiempo en Cartagena y Panamá por
Uta de avios.
No estuvo jamás ociosa la actividad espiritual del vene-
rable padre comisario; antes discurriendo como rayo, tan
pTegto se hallaba en las montañas de Huánuco como en las
<le Tarma y Sonomoro. Ya bajando á Lima á solicitar limos-
nas y operarios para adelantar la espiritual conquista de los
indios infieles, lo cual consiguió su espiritual fogosidad,
aunque este adelantamiento costó algunas víctimas; pues en
«laño 1718 los infieles junto á Pichana mataron al hermano
donado Juan Delgado, en 1721 mataron al hermano donada
— 108 —
Tomás de San Diego, mas abajo de Pi
negro de la conversioa llamado Antoi
tiana con su hijo. Y en 1726 el herma
rez, religioso lego, murió de hambre
taña con tres indios serranos, que h
camino desde Bombón al Cerro de la
Tanta fué la actividad del siervo d
se hallaban las conversiones en florid
de ver por el estracto siguiente:
Conveislon do JanJ
Kn el pueblo de Santa Cruz de Soi
tas trienta almas de indios Campas, á
han los sacramentos los padres fray C
y fray Gregorio Luengo.
El pueblo de Nuestra Señora de Cl
y seis almas de k nación Anapati, á
el padre fray José de León.
En el pueblo de San Antonio de C
venta almas de la nación Campa, á qi
padre fray Juan de la Marca.
ConveraloB de Tana
En el pueblo del Patrocinio.de Nm
rí habia ciento treinta y dos almas de
ta y seis serranos; á todos los cuales i
fray Mateo de San Miguel.
En el pueblo de San Joaquin de N
y un almas de indios Campas, á quien
dre fray Francisco de San Tadeo.
En el pueblo de Cristo Crucificado
habia noventa y siete almas de indios
Jes adoctrinaba el padre fray Mateo de
— 109 —
En el pueblo de la Purísima Concepción de Eneno habia
ientas cuarenta y tres almas de indios Campas, á los
es adoctrinaba y administraba el padre definidor fray
ionio de la Hoz.
En el pueblo de San Francisco de Pichana habia ciento
tres almas de indios Andes, á los cuales adoctrinaba el pa-
fray Pedro Camacho.
En el pueblo de San Tadeo de los Andes habia doscien-
cincuenta y cinco almas de indios Andes, aunque solo
bia setenta y seis cristianos; á todos adoctrinaba el padre
y Juan de la Marca.
Conversión de HuÁnuco.
Las parcialidades en que estaban dispersos los indios
Amages de esta conversión se redujeron á dos pueblos, que
eran la Asunción de Pozuzo que tenia ciento sesenta y cua-
tro almas, á las cuales administraba el padre fray Honorio
Hatos.
Y en el pueblo de Nuestra Señora del Carmen de Tillingo
tabia más de cien almas, á quienes adoctrinaba y asistia el
padre fray José Arévalo.
Ítem: en los pueblos de Punchaumarca y Yanapo, asisti-
dlos del padre fray Gregorio Lezcano, cura de Huancabamba,
l^hia doscientas noventa y tres almas de indios Amages y
algunos serranos.
ítem: en el camino de Pozuzo, tres leguas mas adelante
del pueblo de Panap en tierras de la conversión, en un alto
que llaman Chaglla, se hizo un hospicio, para que los reli-
giosos que transitaban por allí á Pozuzo tuviesen donde al-
argarse y rehacerse del penoso camino de la montaña, con
( «u capilla para celebrar, y en este sitio dispuso el venerable
padre comisario, se hi-ciese una vaquería en la cual se pu-
sieron cien cabezas de ganado vacuno, para que sirviese de
dar provisión á los padres conversores, y de hacer cecinas
— lio —
para las entradas que se hacian á la Pi
Siempre la santa provincia de los c
mentado las santas conversiones de la
dola con sus hijos hasta que vinieron
paña. Entre los que ñorecieron mucho
y celo de la propagación de la fé mereí
el padre fray Fernando de San José, na
de Burgos, hijo de la' santa recolección
tólico varón fué de los primeros comj
padre comisario, y mucho tiempo fué
versiones de Tarma y Jauja. En 1723 :
8Ú3 María, en la inmediación de la j un
y Perene; y este mismo año en el dia d
ñor bautizó á un cacique de la nación
eos adultos. Al cacique se le puso por
do Torete, á, cuyo bautismo concurrit
indios. Sucedió también que por la pr
un cacique de la nación de los Piros e
este siervo de Dios, diciendo que sus i
se morían sin bautismo con la peste, ;
á los cristianos, se iban todos al infíe:
ñarles cómo habian de ir al cielo. Ale
esta noticia, se dispuso para el viaje,
habia dispuesto los ánimos de aquelk
bir la ley del santo Evangelio. Embar
del año 1724 con dos religiosos legos,
más de San José y fray Lucas de Jesúi
catorce españoles, y veinte indios crii
y siete balsas, llevando todo lo neces:
versión. Al segundo dia de su navega
boscada de Piros y Mochubus, que les
de flechas. A la primera descarga ma'
y á muchos de la comitiva; los que
apresuradamente; pero los infieles loa
matando á todos los que alcanzaban,
Jesús María mataron á los religiosos
— 111 —
íe no escapó con vida ninguno de los que acompañaban al
tieral)Ie padre, el cual tenia de edad cuando murió por la
altacion de la fé cuarenta y ocho años. En 1737 se supo
fee la muerte de este siervo de Dios fué trazada por el pér-
\o don Femando Torote, quien coligado con los Mochubus
Kmirinches, fingió la embajada de parte de los Piros, y
ítre todos ejecutaron tan execrable maldad, ün hermano
i tal don Femando Torote, llamado Miguel, mató enton-
B á uno de los dos religiosos legos; pero lo pagó con la
aerte en dicho año 1737, como diré á su tiempo.
Merece también especial memoria el padre fray Juan de
Marca, francés de nación, que desde España vino asociado
>1 ingeniero don Alberto de Minson, y tomó nuestro santo
Ibito en la santa recolección de Lima en el año 1722; y cua-
b afios después habiendo sido ordenado de sacerdote, vino
las conversiones de Sonomoro, en compañía del venerable
idre comisario fray Francisco de San José, y de otro padre
teoleto llamado fray Francisco de San Tadeo. El padre fray
ian de la Marca trabajó apostólicamente durante diez años
bie estuvo en las conversiones, hasta su muerte. Aprendió
Mi perfección el idioma Ande, compuso arte y vocabulario
e él, y algunas pláticas espirituales. Fundó el pueblo de
im Antonio de Catalipango. Descubrió el Pajonal y la mu-
ha gente que en él había, y fundó algunos pueblos que
éspaes de su muerte se perfeccionaron. En 1735 salió de la
lontaña por mandato del virey para reconocer el puente de
íedra de Jauja, enfermó al llegar á la sierra y murió en
icho valle. ""
V^ >* I AA (S)lOÍj4Sñ • A
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Prinetpioa del colegio de Ocopa.
Aunque el venerable padre comisario fray Francisco de
San José deseaba fundar un colegio seminario de misione^
no hallaba en la provincia de los doce Apóstoles convento á
propósito para tan alto fin, con la proximidad requerida pa^
ra la entrada á las conversiones de la montaña; pues aunque
la dicha santa provincia desde el año 1709 le habia Tiecha
cesión del convento recolección de Huaraz, estaba muy dis-
tante de las conversiones, y por consiguiente no era á pro-
pósito para el intento. En el Valle de Jauja está una rinco-
nada de tierra á la cual llaman Ocopa, y en ella habia un
pueblecito ó pago con su capilla, intitulada Santa Rosa de
Santa María; era anejo del curato de la Concepción, do
quien dista una legua al norte, y dicho curato era de nues-
tra orden. Como el siervo de Dios aguardaba por instantes
los doce misioneros que debian venir de España, y no tenia
donde hospedarlos, pidió á esta santa provincia en virtud de
lo mandado por las bulas apostólicas, el anejo de Santa Ro-
sa de Ocopa para erigirle hospicio de conversiones, para que
en él se pudiesen curar los enfermos que sallan de la mon-
taña, y prevenirse los que hubiesen de entrar á ella. La
provincia hizo cesión del dicho anejo á las conversiones el
dia 31 de Octubre del año 1724, y reconociendo el venera-
ble padre comisario que en dicho anejo no habia capacidad
— 113 —
}
ra el fin que lo habia pedido, pues no había mas que una
pilla pequeña, dos pequeñas celdas y una cocinita pidió
señor virey licencia para ampliarle, formando mas cel-
s, enfermería y las oficinas necesarias. Concedióse la li-
acia el mes de Febrero del año 1725, y se tomó posesión
I dicho anejo por parte de las conversiones eff el dia 19 de
bril del mismo año.
Comenzóse la ampliación del hospicio de Ocopa el mis-
D año, formando un pequeño claustro con ocho celdas, un
lectorio, una pequeña enfermería y otras oficinas necesa-
is. De toda la obra fué director el hermano fray Pedro Na-
rro, hijo de esta santa provincia, y natural de Cádiz,
nidaron á la fábrica con la solicitud de copiosas limosnas
^hermanos fray Francisco Suarez, natural de Galicia, y
py José Ansorena, natural del Señorío de Vizcaya, ambos
Ügiosos legos de esta provincia.
Llegó á Lima la misión deseada del venerable padre co-
sario. Componíase de diez sacerdotes y dos religiosos le-
ffe; porque durante el viaje se hablan muerto dos sacerdo-
t La santa provincia de los doce Apóstoles, en virtud de
ímandado por las bulas apostólicas, les dio para colegio
I misiones el convento de San Miguel, recolección de la
Ha de Pisco. Y el dia I.*" de Mayo del año 1732 hicieron su
fener capítulo guardianal, que presidió el muy reverendo
Éaisario general fray Antonio Cordero. Fué electo guar-
an el reverendo padre fray Tomás de Cañas. Con la erec-
bn del nuevo colegio, la provincia cedió ásu dirección las
inversiones de Huánuco, Tarma y Jauja; proveyéndolas
Bmpre de ministros ejemplares, respecto de ser muy cor-
\ el número de operarios que habia venido de España.
' Esta penuria de operarios evangélicos motivó al siei'vo
í Dios á recurrir al rey nuestro señor, para que su real
íajestad concediese una misión mas copiosa de veinte sa-
urdotes con los legos correspondientes, y juntamente su
sal permiso para erigir en colegio seminario de misiones
I hospicio de Ocopa, y la real confirmación para el colegio
— 114 —
de Pisco. Fué enviado á España para e
fray Joaquín Dutarí, religioso lego de
el cual llegó á España en el mes de M
en la corte negoció el despacho de bu
la remesa de los religiosos que se ped
el monarca el mes de Diciembre de dii
al permiso para la erección del colegii
DÓ su real majestad que el marqués df
taba entonces para venir de virey á e
al QoDsejo de Indias sobre el asunto li
conveniente.
Del colegio de Pisco solamente p
sacerdotes á este hospicio de Ocopa, ;
gio salieron algunos sacerdotes á misi
do preciso que quedasen algunos par
comunidad, no se pudo dar mas abasi
Este fué el motivo por el cual el revé:
fray Tomás de Cañas, de común acue
padre comisario, renunciase y devolv
convento recolección de Pisco, para qi
que en él se hallaban, se viniesen al '.
ra emplearse en las conversiones de la
el año 1734.
Con la presunta licencia que se a
monarca para la erección de este colej
cion de su fábrica con todos los requis
diendo á su salida, permanencia y coc
pecto á lo frígido del país. Cooperare
fábrica los tres religiosos legos arriba
tividad del siervo de Dios, quien siei
como principal sobrestante. Y para qi
lumento, asi para la facilidad de los se
sienes, como para la fábrica del colej
cia les cedió el curato de Santiago de
en el capítulo provincial celebrado en
ro del año 1734. Con este fomento (
— 115 —
jbo de veinte años quedó tal que puede lucií entre las
igores del reino.
El venerable siervo de Dios fray Francisco de San José,
liándose fatigado de sus continuas tareas, y gravado de
I achaques que acompañan la avanzada edad de cerca de
benta años, á últimos del año 1734 renunció en manos
i muy reverendo padre comisario general, fray Antonio
^ero, la comisaria y viceprefectura de misiones, y el di-
to muy reverendo padre comisario general nombró para el
krcicio de dichos dos empleos, el dia 5 de enero del año
85, al reverendo padre fray Lorenzo Nuñez de Mendoza,
é se hallaba de visitador de las conversiones de Huáauco.
i Habiendo llegado á este hospicio de Ocopa los misione-
k que estaban en Pisco, se repartieron dos en cada con -
rsion. A la de Tarma fueron el padre fray Pedro Pons y el
ftre fray Mariano Badía, catalanes, hijos del colegio de
in Miguel de Escornalbou. A la de Jauja fueron los padres
ty Manuel Bajo y fray Alonso del Espíritu Santo. A la con-
irsion de Huánuco fueron los padres fray José Sánchez y
iyJosé Gil Muñoz.
í
r
]
CAPITP2.0 XXII.
SalidaB á la Pampa del Sacrsanento-
El celo de la salvación de las almas que ardia en los c
razones de los seráficos misioneros, no les permitía o
diligencia alguna para conseguir la salvación de los
serables, que yacen tan de asiento en las sombras de
muerte. Los padres conversores que se hallaban en Po
y Tillingo tuvieron noticia por los neófitos sus feli<
que al oriente de los cerros que cercan estos dos puebl
habia una grande llanura ó Pampa de montaña, en la
vivian los indios Carapachos y algunos Amagos. Con
noticia varias veces dispusieron el entrar á dicha Pam
pero la falta de medios para facilitar los caminos les ata)
sus deseos.
Por fin, en el año 1736 se alentaron ir á descubrirla
fronterizos de los pueblos de Panao y Pillao, con su capí
y algunos indios de Pozuzo. Salieron á dicha empresa
el mes de mayo; pero como no habia caminos abiertos,
ellos saben ni el país permite llevar rumbo directo, tard
cuarenta dias para llegar á dicha Pampa en distancia
ahora se anda en cinco dias. Llegaron á la Pampa el dia
Corpus (que fué á 21 de Junio), y por eso la llamaron
Pampa del Sacramento. Y como los bastimentos se les i
acabando, fué preciso volverse sin reconocer el país ¿i
moradores.
— 117 —
En el año 1727 volvieron á entrar los referidos; y como
"tenían camino cierto, ni mas idea que salir á la Pampa
. Sacramento, en habiendo llegado á ella, se hallaron
rcados de caudalosos rios, sin saber á donde dirigir su de-
rtSL. Pasaron con una balsa uno de los rios, y subieron á
cerro que parecia aislado; desde su cumbre descubrieron
rías humaredas, por lo cual coligieron que por allí habia
Jolinos gentiles. Con esto sin mas averiguación se vol-
3xon á Pozuzo á dar noticia de lo que habian visto.
En el año 1731 el padre fray José Antonio de Arévalo,
esidente de la conversión de Pozuzo, deseoso de conquistar
» almas de los infieles de la Pampa del Sacramento, salió
»ii reconocimiento con los neófitos de Pozuzo á principios
t octubre, en diez días llegó á dicha Pampa, y habiendo
Lbido al cerro que dejo referido, reconocieron en varias
trtes rancherías de indios. No se atrevieron por entonces
irlos á reconocer, y se volvieron á Pozuzo con harto tra-
yo por lo adelantadlo de la estación, y las muchas aguas
le varias veces les impedían el tránsito y pasaje de ríos.
En el año 1732 salió á dicha conquista el reverendo
adre fray Simón Jara, conversor de Pozuzo, con los fron-
^izos de los pueblos de Penao y Pillao. Reconocieron todo
Ejuel país sin hallar vestigios de gentes, y después de mu-
ías pesquisas, hallaron un caserón ó galpón grande con
rachas flechas en él y muchas ollas de comidas; pero los
Srfieles se escondieron eh el monte, y aunque el conversor
su gente estuvierogí allí muchos dias aguardándolos, no
olvieron mas: considerando el dicho padre que de quedar
Uí mas tiempo se esponian á ser sorprendidos de los bár-
Aros alguna noche, y que los bastimentos se les iban aca-
bando, determinó retirarse por entonces, para tomar las
lisposiciones mas oportunas para conseguir el pacificar
fuellas naciones.
Con la esperiencia que el dicho padre Jara tenia del mo-
lo de tratar con los infieles, por los muchos tiempos que es-
tuvo en las montañas, resolvió formar en la Pampa, cerca
— 118 —
leí sitio donde habia hallado el galpón
y algunos indios de Pozuzo, una especi
sus chácaras en la inmediación, para <
de aguardar, pudiese conseguir la reí
grentes. Con este proyecto por el verant
los fronterizos á rozar aquel monte, y d
caras de yucas, maíz y frisóles, para qi
que comer cuando se pusiese en planta
En el año 1734 por el mes de mayo
padre fray Simón Jara con los fronte
Pillao á la Pampa del Sacramento, y
paraje donde se habían formado las ch
pilla y ranchos pai-a la vivienda. Ocup<
registrar todos aquellos contornos, por
á los indios inñeles, pero ellos se habia
Has inmediaciones. Con la mudanza de
fatiga de registrar aquellos montes si
buscaban, enfermaron gravemente los
te que el padre Jara se vio precisado en
á Pozuzo y á Panao, el cual socorro eni
la frontera, y consistió en doce hombre
nuando, pues, el padre Jara sus recono
setiembre hallaron un galpón grande <
de maíz y yucas, y algunas chozas al
de ver el fin de tantos trabajos, conside
infieles habían de venir por sus comidí
el dicho sitio, así por descansar algún
auxiliar algunos fronterizos que se hall
fermos.
Llegó el socorro de Pozuzo á donde
nos el día 27 de setiembre, & tiempo qi
taba ayudando á bien morir á dos front
cinco poco menos que en el mismo est
del día vinieron como cien indios gentí
tados, con sus coronas de plumajes di
varias sartas de dientes de animales en
— 119 —
aian armados y con sus capitanes. Los fronterizos viendo
Indiada, discurrieron que venian de guerra, 'aieron voces
os infieles dispararon algunas flechas por alto, una de
cuales atravesó la pantorrilla al padre Jara, que estaba
^odillado auxiliando á los moribundos. Mandó el padre á
i fronterizos que arrojasen sus armas al suelo, á cuya ac-
kh llegaron pacíficos los infieles; y viendo al padre se ad-
3raron de aquel hábito, y condolidos de su herida, le sa-
cón la flecha, y curaron la herida con cogollo de caña
Biva machacada. Sucedió un acaso gracioso, y fué que
mdo el padre Jara cojo de aquella pierna que le hirieron,
fiante el flechazo y curación que le hicieron los indios,
jBdó libre de su cojera. Dio el padre á aquellos infieles al-
Enos cuchillos y chaquiras, con lo cual quedaron conten-
ly y se comidieron á dar sepultura á dos fronterizos que
iiella mañana habian muerto de enfermedad.
No se pudo saber de qué nación eran aquellos indios gen-
es, porque entre tantos cristianos como se hallaban allí^
» hubo quien les entendiese su idioma, siendo así que el
Ave Jara era versadísimo en la lengua general y en la
nage. Y por verlos desnudos, los llamaban Carapachos,
3ique ese traje es común á todos los infieles de la monta-
L Al anochecer se fueron los indios con muestras de amor
fte benevolencia. Y el padre Jara viendo que en aquella
kmpa se le moria la gente (pues ya se le habian muerto
tce personas), determinó retirarse á Pozuzo á convalecer
ktes que las lluvias le impidiesen el regreso, y dejar al dic-
men de los prelados la prosecución de la empresa .
Las enfermedades y muertes ocasionadas de la demora
t el embarcadero de la Pampa del Sacramento, atemoriza-
n de tal suerte á los fronterizos, que no se atrevían á vol-
ar á entrar á ella. A esto se agregaron los siniestros infor-
te que el corregidor de Huánuco y otros personajes de di-
ta ciudad dieron al superior gobierno y prelados superio-
B, contra la conducta de los padres misioneros; de suerte
le parecía quedar sepultada la esperanza de reducir á los
— 120 —
intiles de la Pampa del Sacramento. 1
ma el padre fray José Sánchez, presic
mes de Huanaco, y habiendo informa
Dzo Nuñez, comisario de misiones, de
irsiones, se retiró á Ocopa.
El padre comisario de misiones vene
Bcultades, y escribid al dicho presidei
ino para proseg-uir la empresa de la P
. Llegó el padre presidente fray José ¡
lio del año 1735 á Huanaco, desde <
dres fray José Gil Muñoz, y fray Sim
icion de proseguir la conquista espii
IOS, y que entre los dos sorteasen quií
iñar á ella. Cüpole la suerte al padr
lien escribió al padre presidente que
ncias respecto de lo adelantado que es
mo el corregidor estaba opuesto á esl
I queria dar gente de los pueblos front
oia para ello facultad del superior g(
.rías contiendas y protestas del padre
interizos de los pueblos de Chincha
n algunos serranos de ChagUa y alg
xo se determinó la entrada.
Por mas que se apresuraron para g
sron salir de Pozuzo hasta el dia 15 d<
,ber celebrado misa el padre fray Sim
dicho dia con veinte y cuatro homb
: caminata llegaron al sitio del embar
capillita, y habiendo descansado algu
1 busca del paraje donde el año anteee
> á los gentiles; pero no hallaron gent
ir todas aquellas inmediaciones sin ha
13 rastros que luego se perdían. En es
ron dos meses, y viendo que los inf
edio amotinaron los fronterizos, dici
ledarse mas tiempo allí, y se salieron (
— 121 —
el embarcadero al padre fray Simón Jara solo con algu-
s neófitos de Pozuzo que le quisieron acompañar.
Por este tiempo habia llegado á Pozuzo el padre presi-
ate, quien viendo que se habían retirado los fronterizos,
(abíendo por cartas del padre Jara las diligencias que se
bian practicado, determinó entrar á la Pampa con algu-
B fronterizos y neófitos de Tillingo, llevando socorro á
i que se hallaban en ella. Llegó al embarcadero el dia 14
yiembre del año 1735, y se mantuvo en las diligencias de
jBcar á los infieles cerca de ocho meses.
No es fácil ponderar lo mucho que padecierSn en esta
Biporada, porque aunque tenian chácaras para el sustento,
Ihallaban faltos de muchas cosas, y lo mas del invierno
iposibilitados de registrar por la incomodidad de las Un-
as. El padre Presidente por el mes de febrero despachó al
kdre Jara á los pueblos de Tillingo y Pozuzo, para confesar
taellos pobres neófitos. Quedó el dicho padre presidente
i el embarcadero con algunos fronterizos y criollos de Po-
120, sin poder actuar cosa de fundamento por lo escesivo
5 las lluvias, hasta que en el mes de abril del año 1736,
kbiendo minorado las aguas, despachó seis honibres ar-
lados á registrar aquellas montañas. Dos meses estuvieron
a dicho registro padeciendo grandes trabajos, porque
tinque el padre presidente de cuando en cuando les en-
iaba socorros de víveres, con la mucha humedad se les po-
irian, pues hasta la poca ropa que vestían se les pudrió en
üs cuerpos. Al cabo de los dos meses volvieron los esplo-
iuiores con la noticia de haber hallado las chácaras de los
Sarapachos, distantos ocho dias de camino del embarcadero,
f que hablan visto en ellas á dos indios, los cuales al ins-
lante que vieron á los cristianos se metieron en el monte, y
to fué posible encontrarlos.
Con estas noticias el padre presidente despachó aviso al
które fray Simón Jara que se hallaba todavía en Pozuzo, que
6to los fronterizos que pudiese recoger viniese al embar-
\ 11
— 122 —
cadero, para hacer la entrada antes qu
apareciesen. Adelantóse el padre Jara
cadero el día 13 de Junio del misino añ
dispusieron las cosas para buscar á los
viendo que los fronterizos se tardaban,
prender la entrada con diez hombres c
serranos y los tres de Pozuzo. Resolvió
abajo para ahorrar camino; y se embaí
junio, pero con tal mal suceso, que tra
las balsas, perdieron los víveres, y se a
dios. Por esta causa fué preciso volve
para hacer nuevo bastimento y hab
tierra.
En este intermedio de tiempo, á pri
al sitio donde estaban los nuestro-s el ci
Eugenio con doce fronterizos de Panao,
luego que hubieron descansado cuatr
todos en marcha en busca de los infit
tierra seis dias, y reconociendo que est!
chácaras de los Carapachos, se qupdd
padre Jafa con cuatro serranos que esta
podian proseguir. Los demás continuar
otro dia encontraron un galpón gran
varios caminos, lo que les causó no po
mente, habiendo encontrado las chacar:
peligro en que se hallaban, el dia de S
amanecer se confesaron todos, y recibit
mentado; y á cosa de las nueve de la mí
ellos como cien indios armados de arcos
confusa gritería á usanza de guerra. Si
presidente, y con muestras de afabilida(
entender que no venia de guerra. Les i
chillos que traía, y con esto los sosegó,
térprete desvaneció toda la pretensioi
nadie que entendiese su idioma. Estuvi
nuestros hasta las cinco de la tarde, qut
muestras de amistad y benevolencia.
— 123 —
fl padre presidente deseaba quedarse allí algún tiempo
ver si podia conseguir la reducción de aquellas almas;
los fronterizos le dijeron, que si no se retiraba, le de-
solo aquella noche. Con esto se vid precisado á vol-
al embarcadero, y consultando con el padre fray Si-
Jara lo que podian hacer, resolvieron salirse á Pozuzo,
Indo parte de todo lo ejecutado á los prelados y superior
erno, estar á su determinación. Así lo ejecutaron; pero
jubo resulta de lo que noticiaron. En esto pararon tan-
intradas á la Pampa del Sacramento con tantos trabajos
igas de los ministros evangélicos, sin haberse conse-
o la reducción de aquellas gentes infieles. Desde en-
;es no se hizo por Pozuzo mas entrada á la Pampa del
jramentoh asta el año 1763, como diré en su lugar. Y aun-
a los indios de Pozuzo acostumbran todos los veranos ba-
: á dicha Pampa á pescar en el rio Mayro, raras veces se
even á llegar al embarcadero.
a&FiTHi.o xxii:
OoaveraioBBB del Pajoaal.
El rio que desde Tarma. pasando por Q
la Sal, toma el nombre de este último, y i
abajo Be llama Perene, basta perder su nc
sus aguas al rio Enne, era el que daba
desde Quimirí á las conversiones que est
como eran San Joaquín de Nijandaris, C
del Cerro de la Sal, la Purísima Concepeioi
Antonio de Eneno, San Franoisco de Pích
Tadeo de los Andes. Y como todas estas co
ban en las inmediaciones del rio Perene,
que ofrecía su navegación, ignoraban los
res la mucha gente que habia tierra ad<
del norte en un paraje que llamaron despu
te es un pedazo de Serranía que desde la
Enne y Perene se levanta hacia el norte c
rros, que por su mucha elevación es tempe
cuyo motivo no tiene moutaña sino en laf
la parte superior tiene muchos Pajonales.
Serranía cosa de cuarenta leguas al norte,
cidente al oriente cosa de treinta leguas
norte confina con la Pampa del Sacrament
vide el rio de Pachitea. Por la parte de occ
rado de la Cordillera de los Andes por un
— 125 —
do espacio de montaña donde desaguan los ríos Cacos,
ilcazo, Mayro, Pozuzo, y otros, que, descendiendo de las
artientes del Cerro de la Sal y Huancabamba, forman el
Euoso rio Pachitea. Por la parte del sur confina con el rio
jrene. Por la parte del oriente cercan á este Pajonal altí-
cnos cerros, que vienen circundados de los rios Enne, Ta-
ita y Paru, que después de la junta con Pachitea forman
. grande Ucayali.
El varón apostólico fray Juan de la Marca, después de
mcidas insuperables dificultades de parte de los infieles, en
, año 1727 fundó el pueblo de San Fermin de Parica, cerca
il paraje donde el rio Pangoa se junta con el rio Perene,
on ánimo de formar allí un fuerte que sirviese de freno
axa contener á los bárbaros y apóstatas, que contínuamen-
> molestaban á las conversiones. Este pueblo no permane-
tó, porque estaba en paraje mal sano, y en él se moria mu-
ha g-ente, por cuyo motivo se mudó tres leguas mas al
ordeste en terreno mas ventilado, y llamaron al nuevo
Heblo, San Antonio de Catalipango, que se fundó en el
iío 1729.
Ck)mG el referido padre La Marca asistía también en el
Maeblo de San Tadeo de los Andes, allí tuvo noticia de la
aucha gente que habitaba en el Pajonal, del cual no esta-
la muy distante, y con su grande afabilidad persuadió al
sacique de Eneno, llamado don Mateo de Assia, á que en-
;rase al dicho Pajonal en compañía de un negro llamado
Pática que servia á las conversiones, y reconociese como
ataban aquellos indios.
I Los cerííls que X5ircuyen al Pajonal, son de difícil aséen-
lo, y solamente por la parte de San Tadeo lo facilitaba una
ladera bien mala que llamaban la Tranca. Por ella entraron
los referidos, y como el cacique don Mateo tenia mucha
autoridad, persuadieron á los Andes habitadores de dicho
TPajona;l á recibir la ley de Dios; y de facto salieron fcon ellos
tóento setenta y dos personas de todas edades y sexos y se
fvinieron al pueblo de San Tadeo. Aconteció que á estos po-
♦
— 126 —
"bres indios recién venidos, como esta
ramento frió, les probó tan mal la
enfermaron de evacuaciones de sangí
fermedad murieron en poco tiempo;
renta personas; y los demás atemorlz
se volvieron á su tierra á fines del ai
En 1732, habiendo entrado de vi
siones el padre fray Lorenzo Nuñes
que fué al pueblo do San Tadeo, el
Juan de la Marca le informó de la m
en el Pajonal y de la facilidad que h
sion si hubiera operarios evangéticoí
tador envió á llamar á los cuatro ca
Pajonal, que ya estaban con buena
padre La Marca, y habieudo venido,
herramienta y otras cositas, y les an
á San Tadeo; á lo que respondieron (
que su gente se moria en dicho pucb
estaba muy dispersa, y seria dificulti
cer pueblo. Sin embargo, proraetiei
diligencias para que su gente se j
pero que había de ser en su Pajona
muchachos de San Tadeo bien ins
cristiana, para que les fuesen enseña
saber para conseguir la salvación de
les que el verano inmediato entrarla
sacerdote, que los enseñase y los hic
En el mes de abril del año 1733 e
Marca entró al Pajonal con quincí
San Tadeo, y habiendo llegado al ric
á los caciques quienes, le recibieron
daron un pueblo, que llamaron Nnes
Aquel mismo verano fundó el segum
del rio Ubenique, y le llamaron Sar
Aporoquiaqui, siete leguas distante i
niqui. La escasez de operarios evang
— 127 —
Bso de esta conversión, pues solo el padre fray Juan de la
urca con un donado y un español que le hacia compañía,
mdia á los pueblos de Catalipango y San Tadeo, y á los
I Pajonal.
En el año 1735, habiendo entrado á la conversión de So-
moro los padres fray Alonso del Espíritu Santo, fray Ma-
^1 Bajo y fray Cristóbal Pacheco, con el hermano fray
mando de Jesús, religioso lego de la santa recolección de
(na, dieron fomento á )as ansias del padre La Marca, quien
mismo tiempo salió por mandato del superior gobierno á
sierra, en cuyo viaje acabó su vida. El mismo año los re-
lidos padres en compañía del hermano fray Francisco Sua-
e, con alguna gente de armas, y el cacique de Metraro
ía Mateo de Assia, recorrieron (desde el dia 10 de Junio
¡Bta el dia 20 de Julio) todo el Pajonal con sus gentes, y en
cha entrada fundaron tres pueblos.
En el año 1736 el padre fray Alonso del Espirito Santo,
r orden de los prelados, entró álos Simirinches y Cunibos.
lió de Catalipango en dos canoas el dia 15 de Agosto, y
ié bien recibido de ambas naciones. Regaló á los principa-
i Cunibos con alguna herramienta, y salió del rio Paru
ar Chipanique al Pajonal, á dos jornadas de la Laguna de
rintoqui, dejando con esta entrada dispuestos los ánimos
\ aquellas naciones para recibir la luz del santo Evangelio,
^un he reconocido por el contenido del diario de esta en-
ftda que hizo el referido padre, parece que solamente llegó
ista Camari-nahue (donde estuvo el pueblo de San José, de
16 se trató en el capítulo XIV), y que el curaca Siabar,
|o de Don Felipe Cayá-bay, habia formado su asiento en
imperosqui, pueblo distante tres leguas de Cayá-bay. Pro-
puióse en adelante la reducción de los indios del Pajonal,
} suerte que en el año 1739 se hallaban en él diez pueblos
«a sus iglesias y los indios empadronados, conviene á saber:
1. Nuestra Señora del Puerto de Tampianiqui.
2. San Francisco Solano de Aporoquiaqui.
3. San Diego de Tihuanasqui .
— 128 -
4. Santiago de Cuichaqui.
5. San Lorenzo de Camarosqui.
6. Nuestra Señora de la Laguna de
paniqui.
7. San Pablo de Caretegui.
8. San Pedro deCapotegui.
9. San Miguel de Quisopango.
10. El Patrocinio de San José de Sa
Todos estos pueblos en dicho año esl
loB padres fray Pedro Dotniriguez, fra;
fray José Gabanes, con algunos donado:
en ellos hasta que el rebelde se apoderó
como se dirá en su lugar.
CAPITULO ]&XIV
Mnérte del siervo de Dios tray Franciaco de Ban José.—Mártiiio
de tres sacerdotes j otros cristianos en Sonomoro-
Llegóse el infausto dia en que las conversiones perdieron
principal caudillo, su padre prelado y restaurador, el ve-
rable padre fray Francisco de San José. Habia este siervo
Dios trabajado sin cesar para honor y'exaltacion del nom-
B del Señor, veinte y ocho años en el Perú y casi otros
litos en la Nueva España, donde habia fundado el colegio
¡Huatemala. Habíase esmerado mucho en la fábrica de
le colegio de Santa Rosa de Ocopa, su templo estaba ya
i estado de correr la bóveda, estaban asimismo concluidas
achas celdas, huerta y oficinas. Hallábase en edad de más
\ ochenta años, y varias veces habia dicho que habia de
orir después de haber rezado el oficio divino. Así sucedió,
>rque como asistia continuamente á la obra para alentar á
|S peones, solia rezar las vísperas por la mañana; lo habia
jBCutado así el dia que murió. Este fué el lunes dia 26 de
Dviembre del año 1736; habiendo asistido con la comuni-
ca al refectorio á medio dia, al salir de él para ir á la ca-
3!a á dar gracias, se cayó desmayado en la puerta del di-
to refectorio. Al desmayo sobrevino una copiosa fluxión de
mgre por las narices, que á breve rato le quitó la vida,
exiliáronle los religiosos que se hallaban en el hospicio,
ipecialmente el padre fray José de San Antonio, quien le
— 130 —
dministró el sacramento de la Extrem!
ero dia le dieron sepultura, llorando tod
ue quedaban con la pérdida de tan amai
Nuestro común enemigo, rabioso de ■^
is almas de los infieles hacían los oper
staba acechando ocasión de pervertir aq
ara estorbar en ellos los progresos de la
iderando ahora que con !a muerte del sil
iba á la conversión un poderoso baluarte
e su malicia para arrancar de la monta
into Evangelio. Para conseguir este per
uso los ánimos de algunos indios malos
iéndoles que los padres les venian á quil
iéndolos vivir arreglados A la campana
pohibiéndoles tener muchas mujeres, y ■
dades del monte. Halló el demonio mi
)das sus sugestiones en el corpzon del c
:ingo, llamado don Ignacio Torotc, hijo
oróte, de quien hice mención en el eapíl
ado, desafecto á todo lo bueno, instig
araun, determinó dar la muerte á todos '
¡ese y ;i cuantos lo pretendiesen estorba
B la montaña las conversiones. Para estt
is parientes y parciales, á aquellos qu
■an de su genio y á propósito para aque
revino para el tiempo oportuno.
Sucedió que los padres fray Manuel Bs
i\ Espíritu Santo, que se hallaban en el
aren venir á Sonomoro á celebrar la fest
Fitriarca San José, y al mismo tiempo
idre fray Cristóbal Pacheco, el mejor
egir para la entrada que se premedita'
luel verano. Salieron los dos referidos p
ara Sonomoro á principios del mes de m
llegaron á dicho pueblo á mediados del
ícióle á Ignacio Torote que habia lograd
— 131 —
í^ en Sonomoro á los tres padres. Congregó su gente en
alipango, que se componía de diez y siete indios malos
^tianos y cuatro infieles; armados con arcos, flechas, ma-
as, y mucho mas con diabólico furor, emprendieron el
¡e á Sonomoro. Hallábase en Catalipango un hermano
lado, llamado Simón de Jesús, y un negro de la con-
Bion, casado con una india; temiendo los malhechores
> estos diesen aviso de lo que ya no se podia ocultar, ma-
m en primer lugar al dicho negro, á su muger, á dos
chachos cristianos que se criaban en el convento, á la
g^er del cacique de Sonomoro don Bartolomé Quintimarí,
imbien al donado Simón de Jesús. Luego profanaron la
5sia, arrojaron al rio las sagradas imágenes, y robando
lo que les pareció de servicio, pegaron fuego á la iglesia
I convento. Esto, según se colige, seria el dia 17 de
rzo.
Habiendo consumado la maldad referida en San Antonio
Catalipango, tomaron su camino á Sonomoro, que aun-
\ es de cuatro jornadas, en alas de su furor lo anduvieron
dos dias y medio. Llegaron á dicho pueblo á las once del
"20 de marzo, á tiempo que los indios del pueblo se ha-
ban en sus chácaras. Entró el curaca don Ignacio Toro te,
tejando su gente oculta en el monte, como lobo astuto se
ío solo y desarmado, y subió al convento, donde tomó la
idicion de los padres. Esto lo hizo con maliciosa cautela,
?a examinar el estado de defensa en que se hallaban, y
gadoles indefensos, bajó luego, y llamando á sus com-
ieros, puso centinelas á las puertas, para que nadie se
íapase. Subió arriba armado con otros seis, y disparando
f flechas, á poco rato quedaron atravesados con ellas los
s sacerdotes, quienes invocando los dulcísimos nombres
¡Jesús y María entregaron á Dios sus almas por la exal-
fien de la fé de Jesucristo; pues estando el padre fray Ma-
©l Bajo en las agonías, atravesado su cuerpo con dos
fchas, k dijo al curaca: «Pues Ignacio, ¿porque nos ma-
fi^» Y respondió el malvado: «Porque tú y los tuyos nos
— 132 —
stais matando todos los dias con vue
riñas, quitándonos nuestra libertad,
ue ja nosotros somos los padres.» I
es acabaron la vida. Revolvieron lúe
lamente quitaron la vida al hermane
Lütonio. criollo de Huancayo, y á tr
sistian á los religiosos. Saquearon U
aron porción de herramienta que eí
a entrada que se meditaba hacer á le
ia sacaron alguna ropa blanca, de la
lo se atrevió el malvado Topote á pej
orque temía que la humareda avii
ueblo, y quizá vengarían estos el a
aramentehabian cometido. Con esto
ontentos con el robo y sacrilegios.
Dispuso Dios nuestro Señor que
ños de edad, viendo venir al conven
e escondió debajo de la escalera en
onde solían ponar trastes de la co(
jda la tragedia y el estrago que hicit
e Lucifer; luego que se fueron, salió
stacon grande sentimiento de lo suc
e ello al reverendo padre cura de Coi
riguez, quien al instante juntando 1
1 doctrina entró á la montaña con m
fué á ser ocular testigo del estrago
utaron. Llegó á Sonomoro el dia 1.
lloró las lastimosas muertes de sus ]
has que atravesaban sus destrozados
US esparcidos cascos, dio á los cadávi
ira. Recogió las alhajas de la iglesia
tadas, y tomando de ellas cuenta y
amarca para que no estuviesen espu
rofanadas, en caso que volviesen loi
laligno caudillo de la matanza.
El pérfido Ignacio Torete con los •
— 133 —
eron en las inmediaciones de Sonomoro, hasta que en-
los serranos con el padre cura de Comas; consideran-
l^ne sus maldades ya se sabían afuera, y que naturalmente
rarian los españoles á castigarlos, se retiraron á Catali-
L^o, donde pegaron fuego á lo que habia quedado del
¿blo, y después se fueron al pueblo de Jesús María, para
mr mas prontos para la fuga en caso que allí los buscasen
armas españolas. Aquí mataron á una india cristiana y
fc. hijitos suyos, porque les afeó las maldades que habían
sutado. No siendo el poder del malvado Torote al tamaño
cu depravada voluntad, ofreció premios de herramientas
odos los que matasen á alguno de los padres ó de los que
asistían, deseando estinguir y espeler de la montaña tó-
mente el nombre de cristianos.
iif t»ii
^ ! l-tIHI>-[IHIKDHIH
CAPITHLQ XKir.
Castigo de algunos de loa matadores, yprogí
oonreraionm-
í como la sombra sigue al cuerpo que i
sigue á la culpa. Muy alegres salieron Ig
iados con la presa que sacrilegamente 1
ro; pero llevando en sus corazones el v
jonciencia, que aunque quisiesen acal
lian estorbar sus remordimientos. •
ígaron á Lima las noticias lastimosas d
o con los malvados apóstatas de Catali]
íl reverendo padre cura de Comas fray
;z, juntamente con las flechas que habii
eres de los venerables padres, y con su
irelados superiores, al señor virey y ser
abierno, para que se atendiese á la consí
[•sioncs, y se castigase á los agresores
d. Nombráronse gobernadores delasfro
Je Jauja, para que estos amparasen las
asen á castigar á los indios apóstatas. P
Tarma fué nombrado gobernador D. '.
ly; y para la de Jauja D. Benito Tronco
or, ambos de noble linaje y de conocido
•cy dio cuatro mñ pesos de las reales ca
)n, y con algunas limosnas que se rece
— 135 —
ocias de Lima, Tarma, Jauja y Huamanga por los pa-
fray Lorenzo Nuñez, fray Cayetano Rodríguez, fray
de San Antonio y fray Francisco Suarez, se dispusie-
las cosas necesarias para la entrada, víveres, municio-
, armas y soldados. Pero por mas que el activo celo de
padres misioneros trabajaba con diligencia grande, no
pudo juntar lo necesario hasta mediados de octubre, sie-
meses después de haber sucedido las muertes.
Con este intermedio de tiempo el malvado Ignacio Toro-
y parte de sus cómplices, no juzgándose seguros en sus
rras, se ampararon de los indios Simirinches, y algunos
^jarou á los Cunibos; cuyo curaca Siabar sintió tanto la
aldad que los apóstatas habian ejecutado, por haber co-
do grande afecto al venerable padre fray Alonso del Es-
itti Santo, que mandó matar á un indio mancebo cristia-
, que andaba entre los Cunibos diciendo mal de los reli-
s, y mandó prender á Fernando Provoste , primos
ríñanos de Ignacio Torete y compañeros en sus maldades;
►Ti la cabeza del que habia mandado matar en su tierra los
mitió con buena escolta al curaca del pueblo de Metraro
Mateo de Assia, para que les diesen el castigo que mere-
n. EJstos reos llegaron al pueblo de Metraro á tiempo que
a habla llegado á él con su tropa el gobernador D. Pedro
de Milla.
Los neófitos de Sonomoro, como inocentes en las malda-
des de los parciales de Torete, anduvieron* muy solícitos
para apresar á los malhechores; pero como estos andaban
vmy sobre sí, y no se fiaban ni de sus parientes, no pudie-
ron en mucho tiempo conseguir su deseo. Finalmente el cu-
Taca de Sonomoro, D. Bartolomé Quintimari y su alcalde
Manuel Súmente, por el mes de octubre apresaron á Fran-
cisco Miquisigua, y á Asensio Casante, cómplices de las
maldades de Torete en las muertes ejecutadas en Sonomoro
yCatalipango.
Salió de este hospicio de Ocopa el gobernador D. Benito
Troncoso con la gente de armas que pudo juntar en el valle
,e Jauja, que por todo fueron veinte y i
an y dos tenientes, el dia 23 del mes d
ño 1737, y caminaron para Comas, lie
lía á los padre-í misioneros fray José c
•edro Camacho, fray Ignacio Tejo, al h
lo de Jesús y dos hermanos donados. 1
ia 26, y el dia 30 llegaron á Andamart
lador alistó para la espedicion noventa
os tres pueblos Comas, Andamarca y
os veinte y uno del valle de Jauja com
eis soldados, y con los religiosos, dona
lemador, llegaban á ciento treinta.
En Andamarca recibió el gobernado
t» del curaca Quintimarí y del hermaui
ús, quienes pedían algunas gentes de :
t los dos reos presos, porque temian
gnacio Torote intentasen libertarlos de
a. Despachó luego el gobernador al ti
iastarrechea, á su ayudante D. Juan f
veinte soldados, y en su compañía fué
ray José de San Antonio. Salieron de
le noviembre, llegaron á Sonomoro cor
licho mes, y lo demás de la tropa con <
■on el dia 11. •
Habiendo llegado el gobernador coi
*o, se procedió á sustanciar la causa d(
jun la orden del derecho, y resultandi:
mas de los vecinos de Catalipango esta
maldades de su curaca Ignacio Torote,
para dicho pueblo con sesenta hombreí
sialcs correspondientes el dia 18 de nt
en el camino cinco dias, por haber si(
pié. Acompañaron á los militares el pa
Antonio y el padre fray Pedro Camach
moro el padre fray Ignacio Tejo con
decirles misa y administrarles el pasto
— 137 —
pueblo de Catalipango sin gente alguna, quemadas todas
casas y la iglesia, porque sus moradores se habian ido
monte. Fué preciso hacer una grande enramada para el
iojamiento de la tropa, y otra para el gobernador y religio-
. Luego el gobernador despachó dos oficiales con veinte
íldados al pueblo de Jesús María, los cuales con la indus-
ía del negro Antonio Gatica apresaron treinta y seis per-
as de todas edadíes y sexos, y los condujeron á Catalipan-
, por ser todos de la familia del infame Ignacio Torete,
aviáronse en buena custodia mientras se descansaba algu-
08 dias; y á últimos de noviembre partieron todos con los
ffisioneros para Sonomoro, donde llegaron el dia 2 de Di-
íembre.
Entre los prisioneros que se trajeron del pueblo de Jesús
ría, fué uno Miguel Provoste, tio de Ignacio Torete. A
tese le formó causa; y aunque no resultó cómplice de las
aldades de su sobrino, fué convicto y confesó ser cómplice
las muertes que su hermano don Femando Torete habia
jecutado en el venerable padre fray Fernando de San José
8US compañeros en el año 1724, que él mismo por su mano
bia quitado la vida al hermano fray Lucas de Jesús, y
joie todo habia sido por mandato y trazas del dicho don
emando Torete.
En todas las confesiones y declaraciones que se tomaron
í los reos, así á los de Sonomoro como á los que se hallaban
«ttMetáro, fueron contestes en declarar, que el motivo que
labia tenido Ignacio Torote para quitar la vida á los reli-
giosos y á sus familiares era, porque les amonestaban con-
tnuamente á vivir como buenos cristianos, porque les man-
caban asistir á la doctrina, y estar de rodillas en la iglesia
Curante la misa, finalmente, porque les prohibían estar ca-
ldos con muchas mujeres, y también por hurtar las herra-
mientas que estaban en el convento. Todos los declarantes,
asilos reos como los testigos, afirmaron que Ignacio Torote
*íitan mal cristiano, que decia á sus confidentes que no
12
ibia para qué creer lo que los padres h
kIo era mentira, etc.
Sostanciada la causa 7 proceso de I<
ibao en Sonomoro, fueron condenadof
;r baleados, y sus cabezas y manos put
lies caminas en unos palos altos. Lo n
m los que estaban en Metáro; se ejecu
!embre, y los auxiliaron los padres fray
ay Ignacio Tejo, La de los reos que est
ecutó el dia 23 de Diciembre, y los au:
ay José de San Antonio, presidente de
ont, fray Simón Jara y fray Domingo G
Después de ejecutado el castigo de
;eDd¡(í á la fábrica de un' castillo «n So
uardo y seguridad de los padres copveí
tos. Hízose de fuertes maderos, de los n
montaña, y de tablazón. Su figura cu
iras por cada lado. Armóse con cuatro
) de guarnición un alférez con cat'ori
jrtrechos y municiones necesarias.
Mientras se trabajaba en la fábrica del
ay Fernando de Jesús fué á visitar & loí
is se habian reducido el año anteceden
) su pueblo de Santa Bárbara de Parica
,nte de Sonomoro, al sur. Hallólos n
entó para que hiciesen sus chácaras ;
)[es que luego vendria padre sacerdot
eseaba dicho religioso emprender por s
imíno para salir á la sierra, porque des
ansitable, y si lo hallase mas toleral
arca, hacer por allí las entradas; pen
viemo le embarazó sus designios y se
inde llegó el dia 26 de diciembre con a
vos, que sacó de los montes, donde seJ
indo del tumulto de las entradas y de
■ montaña. .
— 139 —
' Cuando el gobernador don Benito Troncóse estaba con
k gente en Catalipango, el curaca de los Cunibos, Siabar,
te habia remitido los tres delincuentes al curaca de Meta-
ft, le envió á cumplimentar con un criado suyo llamado
íanga, ofreciéndose al servicio del rey nuestro señor y de
te padres. El gobernador después de haberle dado las gra-
hs por la prisión de los malhechores y por la oferta, le en-
ló algunas hachas, machetes y cuchillos, un vestido mili-
b y un bastón, nombrándole de parte del rey general de
wias las naciones del rio Paru. Agradecido Siabar del obse-
piio, subió en sus canoas hasta Jesús María, para ver al go-
iemador y á los padres, y no hallando en dicho pueblo á
08 Españoles, envió desde allí á Sonomoro á un cuñado su-
^0, con otros tres Cunibos, con orden de decir al gobernador
[ue deseaba verle para tratar de propósito de la prisión de
Ignacio Torote y otras cosas, y que de no poder conseguir
l3 verle, le enviase para su consuelo á uno de los padres,
tratóse á los Cunibos con grande urbanidad, y se les regaló
km cuchillo á cada uno, y al cuñado de Siabar una hacha y
pi machete.
Como el gobernador se hallaba fatigado de las camina-
fes, y le instaba el salir á la sierra, se escusó de ir á Jesús
María. Los padres Camacho y Tejo también se escusaron de
ia jomada; y se determinó á hacerlo el hermano fray Fer-
nando de Jesús, el cual salió de Sonomoro acompañado de
ílos Cunibos, de un hermano donado intérprete, y del curaca
^<ie Sonomoro don Bartolomé Quintimari, el dia 12 de enero
Idelaño 1738. Llevaba por instrucción lo que habia de decir
,4 Siabar de parte del gobernador y de parte de los padres,
'^uese reduela: de parte del gobernador á darle las gracias
1 4^ su buen celo, ofrecerle su amistad, y que persiguiese á
íorote y sus parciales para castigar sus maldades. Que es-
I P<iTa\ia verle el verano próximo; qiíe dispusiese su gente para
l^e recibiesen la fé de Jesucristo, para que todos fuesen va-
«9Ü0S del gran rey de las Españas. De parte de los padres
^le las gracias de lo que habia manifestado en amor de
;•- ^ s^i.'ii^ -ic -na 5_1'^'3_ t
j'.^ rrís ^3,s ;-■: ii":ia rí=i:
¡■í traírlo con =05 c,'s:p'.;oe=
* A l'j?. izares, dHjOlííó: ■ ■
v'^Jiijíad, y í^ae ea cuanto
ía i^ s'j ¡ravor coct^nto, p-^
i I'yí! -siívos lo fuesen: f-oro
,:i.^n negro, para que su g
Ha:,iírncIo descansado aijuel
¡ente en varias pláticas y rogrí
eve del dia se despidieron ai
razos, y los Cunibos se emba
odios, amico; aüos amíco.
ros se volvió á Sonomoro, ac
I todo lo sucedido. El dia 22 1
i Ho comitiva para el valle d
— 141 —
de Santiago la defensa necesaria á cargo del teniente don
m Flores, y para el pasto espiritual de aquella conver-
m, los padres fray Pedro Camacho y fray Ignacio Tejo.
^ A mediados del año 1737 habia llegado parte de la mi-
Ibn, que conctdió el católico monarca D. Felipe V á últi-
bs del año 1734. De esta misión eran los padres fray Igna-
b Tejo, fray Domingo García y fray Antonio Rodriguez>
|bda la misión se componia de veinte sacerdotes y algunos
Igos, y acabaron de llegar á Ocopa en el mes de Agosto del
^ 1738, habiendo salido de Cádiz el dia 7 de Febrero del
lo 1737. Con este espiritual refuerzo se atendió al reparo
Iblas conversiones, particularmente de los pueblos de Ca-
tíipango, de Jesús María y los del Pajonal. A este fin el go-
lernador def la frontera D. Benito Troncóse con algunos
¡enterizos, hizo entrada á las conversiones en el verano del
io 1739. Acompañáronle, los padres fray Lorenzo Nuñez,
emisario de misiones, fray Domingo García, fray Francis-
Simon Gazo y fray José Gabanes. Llegaron al pueblo de
m María al tiempo que habia llegado á dicho puerto el
raca de loe Cunibos, Siabar, con muchos de los suyos. Re-
dáronse las amistades, y por lo tocante á la prisión de Ig-
tecio Torete y sus aliados, dio las escusas de que estaban
retirados muy adentro en las naciones de los Cumábus.
■ En conformidad de lo pactado, el padre comisario fray
í^renzo Nuñez despachó á los Cunibos el padre fray José
wbanes, para que reconociese el estado de aquella nación,
^avisase de lo que le pareciese convenir. Fué en su compa-
ñía el teniente D. Juan Flores, y un intérprete llamado
Cristóbal Parragues. El curaca Siabar entregó su hijo ma-
^r al padre comisario, para que lo sacase á la sierra á ver
«s ciudades de los viracochas. El padre comisario lo remi-
tí al hospicio de Ocopa con la decencia posible, mientras
^reverendísima paternidad iba con el gobernador á la vi-
^tade los pueblos del Pajonal, la cual finalizada y vuelto á
^P^jbajó con el hijo de Siabar á Lima, lo presentó al vi-
^y^ que era el señor marqués de Villagarcía, y después de
— 142 —
haberle enseñado lo que bastaba para
titayó á sn padre con muchos regalo
Sonoromo hasta Jesús Maria lo acomp
sé Gabanes, quien habiendo estado ci
pueblo de los Cunibos, no pudo hacer
cionales troncos; antes estuTo á ries|
así porqne otros caciques de mas abojí
dicho pueblo pretendían que les diese
á los Cunibos de Siabar, el padre no t
se haciau de lo valiente, y fué nece
Siabar para eontcuerlos y sosegarlos; i
do sobrevenido una epidemia á los C
que el padre les habia traido la enfem
vio precisado á volverse á Jesús María
de se hi>Il3ba cuando el padre comisai
mitió al hijo de Siabar para que lo acc
El dicho padre fray José Gabanes d
sus Maria basta el pueblo donde vivi
dias escasos, y volvió en diez dias; y a
se puede bajar en dos dias j volver en
lo que escribió el venerable padre fray
Santo en el viaje que hizo á los Gunibi
lijo por muy cierto, que Siabar pasó si
lidad al rio de Camari-nahue, donde (
el padre fray Antonio Vitil en el pueb
resé porque el venerable padre fray i
el pueblo de San Miguel de los Cunibc
San Luis tardó veinte y cuatro dias, c
tuío XV, y desde San José á San Lui
aunque los Guuibos se detuvieron á pe
y cotejando esta última distancia con
dre fray José Gabanes, se hace eviden!
no es de maravillar esta mudanza enti
pues como en San Miguel vivían entoE
dieron suceder entre ellos algunas dil
nasen la división; y que Siabar, como
— Ha-
mos, se subiese con su gente á Camari-nahue, pues sus
pbitantes eran tambicn de nación Cunibos.
i El mismo padre Gabanes advierte en su diario, que el
b Eime, desde el puerto de San Luis ó de Jesús María, corre
loríente como veinte leguas por entre cerros de monte, y
lor esto forma algunos malos pasos; saliendo ala Pampa,
desplaya notablemente, formando muchas islas de varias
pagnitudes, tomando su dirección al norte, y después que
¡ale incorporan los rios Taraba (ó Apurimac) y el Para, toma
tpi corriente al noroeste. La falta de noticias geográficas y
fe astronomía que tenian los padres conversores, les hizo
|ier en muchos errores geográficos, poniendo unas distan-
|ias exorbitantes en los caminos de estas montañas, sin ha-
^e cargo de los rodeos que ocasionan los cerros, las su-
Iñdas y bajadas, los desvíos de muchos arroyos, las revuel-
jbsde los rios y otros muchos accidentes, que ocasionan mu-
veces que enun dia no se adelanten dos leguas, aun que
caminen mas de seis, como lo tengo esperimentado en los
jes que he ejecutado así en la sierra como en la monta-
, en los cuales mediante la observación de la altura del
folo, y continua atención de los rumbos con la aguja, co-
nejia lo que la común existimacion abultaba de distancias
geográficas.
El padre fray José Gabanes, después de haber entregado
á los suyos al hijo de Siabar, se fué á los pueblos del Pajo-
nal, donde estaban los padres fray Pedro Domínguez y fray
francisco Gazo. Otros sacerdotes y religiosos legos de la
pKivincia estaban ejercitando el ministerio apostólico en los
pueblos de las conversiones; pues consta de relación escrita
PW el padre fray José de San Antonio, presidente de Ocopa,
SUe en este año 1739 habia en las conversiones ocho sacer-
•iotes de esta provincia, y siete de la misión de España. To-
^ se ocupaban en mantener y adelantar la conversión de
lo8 infieles.
El padre fray Lorenzo Nuñez, hallándose fatigado y mo-
lestado de varios achaques á principios del año 1740, re-
— 144 —
BÍd la comisaría y viceprefectura
to en su lugar para ambos minister
il Muñoz,
•:u el año 1741 el padre fray Manuf
aba de cura en Huancabamba, hizo
OQ los indios de su doctrina. Bajó
.zo al puerto del Mayro. Padeció ba;
. de TÍveres, porque en dejando ell
e los indios, en los primeros dias <
spues les falta. Por fruto de sus fa'
íte almas apóstatas, que vivían á i
iUos montes; y habiéndolos despacl
i Huancabamba, el dicho padre sa
ie Pozuzo.
Su el año 1742 los hermanos fray F
Juan de San Antonio, recorriendo
iron á la margen del rio Enne, y se
js Chichirenes en dos balsas, y ni
os dias llegaron á la junta del rio P
; hallaba el rebelde en Quisopango,
[mmnnnnnnHnnnnnímmnnn
e^PITPL© XK¥I
' Péidida de las converaioneB de Tarmapor cansa del intraso inca
Juan Santos AtalmaUpa-
Aquellos políticos que para no adorar la Providencia se
^eñan de doblarle la rodilla, suelen atribuir al acaso
lun los efectos estupendos, siendo verdad infalible que Dios
iiuestro Señor dispone todas las cosas con la rectitud de su
altísima sabiduría. Quien considerase la sustancia de lo que
escribiré en este capítulo con ojos del mundo, solo hallará
ttu acaso que ocasionó la pérdida de las conversiones de
tarma y Pajonal, y finalmente las de Sonomoro. Pero aten-
dida con reflexión cristiana, verá un rasgo déla divina Pro-
videncia, y un efecto de su rectísima justicia con que quiso
castigar á los inconstantes indios Campas ó Andes por la in-
gratitud con que abusaron de las voces de sus ministros
evangélicos, y al mismo tiempo desengañar á los Españoles
ie lo poco que pueden cuando ponen su confianza en sus
propias fuerzas, y á los operarios evangélicos darles el con -
«ttelo de que fueron de su divino agrado sus fatigas, aunque
la tierra ingrata no produjo entre tantas malezas sino al-
gunas flores, que antes que se marchitasen, trasladaba la
loano poderosa al jardin de la gloria.
Hallábanse las seráficas conversiones de Tarma y Jauja
cu el año 1742 al parecer en un estado florido con muchos
Ptieblosde neófitos, y bien fundadas esperanzas de que los
— 146 —
Conibos j Simirinches admitiesen (
g^elio; pero los mas de estos indios
nombre, y solamente se sujetEiban
herramientas que les daban los padi
ees dejaban de comer por darles á í
fermos) el poco socorro de bizcocho
que les remitían del hospicio, con li
con su paciencia y tolerancia la dur<
corazones, y con el gozo de lograr 1:
vulos que morían habiendo logrado
Sucedió, pues, por permisión di'
Cuzco, que sirviendo á un padre jesi
con su amo, y volvió al Perú mas lai
niera; en la provincia de Huamanga
y viéndose perseguido do la justicia
tañada los Andes. Andando errante
por el mes de mayo del año 1742, en
tabangori, curaca de Quiso|jango. E
blo, y en él se aclamó por verdaderc
Atahuallpa, degollado en Cajamarc
Francisco Pizarro. Llamábase este ii
intituló Juan Santos Atahuallpa Api
mas que mediana, su color pálido ;
miembros, el pelo cortado al modo (
la barba con algún bozo, y su vestíc
Dijo este embustero que él era el vei
todos los reinos de la América. Que
perar sus rvinos, y que había entra
comenzar por ella su conquista. Y o
tellano y en latín, les dio á entendei
tanta sabiduría eotpo Salomón; que
creyesen y obedeciesen, porque de n
caer los montes; que compondría de
ya se acabarían los obrages, panade:
hijos. Dióles ley que inviolablemeni
daba que le doblasen la rodilla.
— 147 —
Con la entrada de este embustero á la montaña hubo tal
moción en los ánimos de aquellos bárbaros, que todos
del Pajonal fueron á darle la obediencia, dejando desier-
sus pueblos. Lo mismo ejecutaron todos 'los indios délos
eblos de las márgenes del rio Perene, Eneno, Metáro,
Tadeo, Pichana, Nijandaris y Cerro de la Sal. Y si los
res les preguntaban á dónde iban, respondian que iban
Terásu Apu-Inca que se hallaba en Simaqui. A todos
metia Juan Santos cosas grandes, mucha herramienta y
os los tesoros de los españoles.
El padre fray Santiago Vázquez de Caicedo, conversor
iel pueblo de San Tadep, quiso certificarse de aquellos ru-*
ores, y el dia 2 de junio del dicho año 1742 salió para Si-
aqui ó Quisopango, donde se hallaba el pretenso inca.
Llegó á dicho pueblo á las cinc») de la tarde, y al entrar en
él, halló á los indios dispuestos en forma de media luna. El
yadre gritó: «Ave María;» y ellos por costumbre respondie-
ron: «Sin pecado concebida.» Cerraron los indios el círculo,
cogiendo al padre en medio, y luego le quitaron de las ma-
nos el báculo con la cruz que él tenia. Salió el fingido inca,
y saludándose ambos, el padre le preguntó su nombre y al-
gunas oraciones de la doctrina cristiana; á lo cual respon-
dió bien en castellano, y rezó el credo en latin. Hizo sentar
al padre, y mandó que le trajesen de merendar. Díjole des-
pués que habia mucho tiempo que deseaba manifestarse;
pero que Dios no le habia dado licencia hasta entonces. Que
venia á componer su reino, y que su ánimo era salir á co-
ronarse á Lima; que no queria pasar á España ni á reino
que no fuese suyo. Que el yirey podia tener á bien dejarle
tomar posesión de sus reinos, porque de lo contrario á él y
4 su hijo les tiraría el pescuezo como á unos pollitos. Que si
salia á estorbarle con cuatro españoles, él tenia sus hijos
los indios y mestizos, y los negros comprados con su plata.
Que viese por donde hablan de escapar, porque su pariente
^l inglés vendria por mar, y él combatiría por tierra. Que
cu coronándose, él compondría su reino; que enviaría á los
— 148 —
frailes á España en navios, en los cual
Roma para que se ordenasen sus hijos
bia de haber mas clérigos que tos ini
Compañía, porque eran muy provechi
Con esto el padre se retiró ásu pueb
des trabajos á Sonomoro, desde donde
misario de misiones fray José Gil MuB
succiiido, y este lo participó al señor
siese el remedio conveniente.
El padre conversor de Sonomoro (
dio el padre fray Santiago, despachó
neófitos con el alcalde del pueblo, pa
pasaba. El alcalde enfermó en Simaqi
que fueron en su compañía volvieron
era cristiano, qu» toáoslos dias rezal
trina cristiana; y traia un Crucifijo pí
habia dicho & los negros de las coni
que él queria padres y la ley de Cristc
racochas. El dia 13 de julio llegó á Se
hablan dejado en Simaqui enfermo,y(
Siabar con tres canoas, que habia su
cia al Apu-lnca. Que este mandaba d
tolomé Quintiraari, que fuese allá coi
hlo de Sonomoro, que tenia que I
determinado vivir en Simaqui hasta
se. Decía el alcalde que no sabia si el
que predicaba á los indios como lo ha
La gente de Sonomoro, animada d
ir á dar la obediencia al intruso inca,
lio para la defensa. Los pocos indios i
en Jesús María y en Catalipango, se
Sonomoro, y lo mismo ''jecutaron los
bañen Parica. Los padres fray Pedí
Francisco Gazo se hallaban en el Pa
trabajos, porque los indios se hablan
al rebelde, y solamente hablan quede
— 149 —
os muchachos y mujeres. Consultaron con Dios y entre
lo que habian de hacer en semejante lance, y determi-
n retirarse á Sonomoro, cuyo camino anduvieron con
andes fatigas, sustos y falta de bastimento.
Llegó á Lima, por medio del padre comisario de misio-
lies, fray José Gil Muñoz, la noticia de lo acaecido en la mon-
a, y del peligro que amenazaba la centella que se en-
di a con el pretenso inca. Fué recibida de muchos como
eño; de otros como fábula ó quimera; y no faltaron mal-
ees que atribulan el suceso al mal gobierno de los padres
nversores, diciendo que el mal modo de tratar á los in-
GS, habia dado ocasión al tal levantamiento. El señor vi-
tey mandó que cuanto antes los gobernadores de las fron-
teras entrasen con la gente que pudiesen juntar, á aprisio-
nar al fingido inca. Este por su parte no se descuidó en pre-
venirse á la defensa; pues tuvo tal maña, que con varias
[promesas supo engañar á los indios, que vinieron á su favor
[los Simirinches, Piros, Mochubus y Cunibos, todos los del
[Pajonal y todos los Andes de las conversiones. Hizo general
I de sus tropas á D. Mateo de Assia, curaca de Metáro y Ene-
; no, y su segunda persona D. Antonio Gatica, negro de la
conversión, que con otros siete negros hizo á los cristianos
bastante daño con estas turbulencias.
Para dar cumplimiento al mandato del señor virey, se
juntaron en Tarma los dos gobernadores de las fronteras,
pata deliberar el modo de hacer la guerra; y resolvieron
qne D. Pedro Milla entrase por Quimirí, y D. Benito Tron-
coso por Sonomoro, para coger de esta suerte en medio al
pretenso inca. Esta junta y determinación fué á mediados
\ de Agosto, y D. Pedro Milla debia salir de Tarma á media-
dos de Setiembre; para que dando aviso desde Quimirí por
i el rio á Troncóse, entrase este desde Sonomoro á juntarse
los dos en Metáro ó Eneno.
El padre presidente de Quimirí fray José Arévalo envió
i \m hermano donado con algunos neófitos á componer los
caminos para facilitar el tránsito á las tropas que debian
— 150 —
•ntrar por aquella parte. Hallaron :
|ae les impidieron su intento, y se
;utado lo que se les habia mandad(
os padres conversores que se había
le abajo, y entre ellos los padres
ray José Gabanes se ofrecieron á 1
ilgunos neófitos, y estando compt
íe la Sal, el día 17 de Setiembre, i
lies armados, y al instante dispars
¡uedaron muertos los padres y el d'
nirí salieron heridos los mas. I-os i
;a al padre fray Doming^o García, j
ultado, la enterraron en la iglesia
irrojaron los cuerpos al rio.
Don Benito Troncoso, gobemí
auja, juntó de dicho valle y de Co
a hombres de armas, y entró á la i
etiembre, y llegó con ellos áSono:
nes; y mientras aguardaba noticias
lachó tres indios de confianza de So
opaugo, é informarse del paraje de
le. Hallábase de conversor en Sonó
lisco Gazo, quien franqueó al gol
;rmas y municiones del castillo, y
on lo que produce aquella montan
e detuvieron. Viendo don Benito T
icias de don Pedro Milla, antes que
u gente, salió de Sonomoro para (
etiembre. Aeompañóle el curaca di
i con veinte indios flecheros de va
lan de la tropa el padre fray Pedro
El pretenso inca tenia en Quisof
lal ó dejiüífito do armas en una es]
abia junfailo cantidad consideral
as, al cuidado y custodia de ses(
íies de valor. Nuestras tropas con!
— 151 —
fon que pedían el lugar y el tiempo. Y el dia 9 de Octubre,
bbiendo caminado toda la noche, amanecieron en Quiso-
hngo, y aunque fueron sentidos, y que los infieles se de-
ladieron temerariamente, habiendo muerto de un balazo
t curaca Santo-abangori, y después á diez ó doce indios prin-
ipales, los demás tomaron el monte. De los cristianos hubo
luchos heridos; pero ninguno murió de la refriega. Y te-
íeiido el gobernador noticia de que el rebelde se hallabíj en
heno y con mucha indiada, determinó retirarse con su
[ente con buen orden, como lo ejecutó, y dejando buena
¡aamiclon en el castillo de Santiago de Sonomoro, salieron
te demás á la sierra.
El gobernador don Pedro Milla no pudo salir de Tarma
(1 tiempo estipulado por falta de providencia. Salió á prin-
apios de octubre con una compañía de cincuenta hombres,
iejando otra aprontándose para seguirle, á cargo del capi-
aa don Francisco Abia. Llegaron los primeros al Cerro de
k Sal á mediados de octubre. Aquí aguardaron catorce dias
I que llegase don Francisco Abia con su compañía. Y can-
Bados de esperar, viendo que" con la demora comenzaba á
ftifermar la gente, sabiendo que el rebelde se hallaba en
Eneno con mucha indiada, determinaron ir á atacar á los
«nemigos. Salió don Pedro Milla con su tropa del Cerro de
laSaleldia l.**de noviembre, y siguiendo su marcha al
s^ndo dia dieron en varias emboscadas, y estuvieron en
^dcnte riesgo de perderse todos, porque los infieles les
íortaron la retirada, y fué preciso abrir paso á fuerza de ba-
^os, saliendo muchos heridos y dejándose algunos muer*
^' Cuando llegaron áNijandaris, discurrieron hallar indios
¡amigos en los neófitos de aquel pueblo; los hallaron enemi-
ga, tan obstinados, que fué preciso trabar un recio comba-
:% del cual salieron por la noche, retirándose al Cerro de la
M y de allí á Quimirí, con gran trabajo, por estar casi to-
llos heridos.
Ufano quedó el rebelde Juan Santos viendo los felices
principios de su imperio, que toda la indiada de la montaña
— 152 —
taba reducida á su obediencia, y se
avera siguiente entrarían los indií
ediencia, y con ellos saldría á cor
uel invierno loa apóstatas hicieron
mteras.
El padre conversor de Quimirí fraj
le su pueblo se hallaba indefenso á
lóstatas, pidió que le enviasen suces
incipios de abril del año 1743, y fui
ly Lorenzo Nuñez. Por este mismo
rio de misiones fray José Gil Muño:
os de comisario y viceprefecto de m
su provincia. Fué electo para estos
•e fray Manuel Albarran, que se ha!
imba.
Como los padres misioneros que e
hablan retirado á Ocopa, y su tem]
odaba á la complexión de algunos (
■ovincia les diese un convento formí
gio, segTin lo ordenan las bulas apo
ncia cedió á los misioneros en el á
¡'43 el convento recolección de Huai
io de segundo orden, sujeto al rever
sta recoleccicn de Huaraz desde si
•igido para seminario de misiones; j
lino el venerable padre fray Francis(
L provincia le hizo cesión de él el di
ÍOD, y después el dia 19 de febrero
lita de sugetos no lo habían ocupai
ieron.
Habiendo entrado el verano del
ica Juan Pantos, comenzó á arrim
iados de Junio envió á decir al padrí
inversor de aquel pueblo, que se sa
ntes. Hallábase dicho padre sin def
aso de víveres, porque el socorro qut
— 153 —
io de Ocopa y de Tarma se gastaba entre todos los del
eblo, y como los apóstatas é infieles hacían sus correrías,
ie se atrevía ir á sus chácaras á buscar lo que ellas pre-
cian para alimentar la vida. El dicho padre conversor es-
ibia al señor virey, á los gobernadores y corregidores de
ima y Jauja, pidiendo socorro; y como nada se determi-
ba, viéndose tan próximo al peligro, el día 9 de julio se
iró á la hacienda de Schanscha-mayo que dista tres leguas
Quimití, llevándose consigo los vasos sagrados. Este mis-
dia en dicha hacienda cogieron á un indio espía de Juan
tos, el cual iba á la sierra á fascinar á los indios serra*
, pues el pretenso inca aguardaba que llegasen estos pa-
& salir á la conquista de su reino.
El padre fray Lorenzo Nuñez desde Schanscha-mayo iba
odos los domingos á decir misa á Quimírí; pero el domingo
ia 4 de agosto se halló con la noticia de que el rebelde sft
laba en dicho pueblo, donde había llegado el dia 1.' de
icho mes con dos mil indios de varías naciones. El dicho
dre envió á Quimírí al alcalde de dicho pueblo y á un her-
110 donado en traje de serrano, para certificarse de lo que
le decía. Salieron los enviados, y al instante que pasaron
tí rio de Quimírí, los cogieron los infieles, y conociendo al
donado, lo quisieron matar. Defendióle el alcalde, diciéndo-
les que llevaba recado de parte del padre. Lleváronlos á la
«»a de Juan Santos, pero este no quiso ver al hermano, y
poT medio del alcalde le dio el recado del padre y del tenien-
te, que se reducía á tratar de composición. A esto respondió
^ue fie fuesen, que no quería hacer mal á nadie, sino que le
diesen lo que era suyo. Mandó á los suyos que dejasen vol-
ver al dicho hermano y alcalde, los cuales llegaron á Schans-
cba-mayo aquella misma tarde; y con la voz que se esparció
de que el inca no quería mal á los serranos, tuvieron los
indios de Schanscha-mayo aquella noche grandes festejos,
lailes y borracheras, celebrando como los Chunches la ve-
lada de su inca, cantando en su idioma que beberían chicha
^ la calavera del padre y en la del teniente.
13
— 154 —
El luaes día 5 de agosto amanecí
Schanscha-mayo cubierta de infieles,
pasar á dicha hacienda con grande t
padre fray Lorenzo Muñez y los demá
se retiraron, y se fueron á Tarma. El
decir al dicho padre que si le querii
Tarma y dijese 4 los militares, que n
á buscarle, que él los iría á ver en Pal
esta arrogancia, porque en rata ocas
do cíen indios de la sierra.
k:|LlE|:|fliü|ü10|C|0|Di!;|0|D|0|G|0|3|OÍO|0|D|D|D|0|D|0|Dlfl|OlC|D|0|D|0|0|0|0|D|Dl^
r
CAPITULO XXVII.
, CooBtráyese en Qjümirl unfaerte'—PiérdeBe este con muerte de ia
guarnición-
Con las noticias de las altiveces del pretenso inca, se
tieaengañaron los incrédulos, vieron ser verdad innegable
la que imaginaron fábula sobre los atentados de Juan San-
tos y sus pretensiones, y se atendió con seriedad al remedio.
Decretóse por el superior gobierno que se construyese un
foerte en Quimirí, para sujetar á los apóstatas é infieles, y
estorbar el tránsito de los indios de la sierra para la monta-
ña; y también para que sirviese de escala para la formal en-
trada que se premeditaba hacer para prender al rebelde.
Para cubrir y defender á los que construyesen el fuerte,
Be enviaron á Tarma desde Lima dos compañías de soldados
de la tropa del Callao con sus capitanes D. Pedro Alzainora
y D. Fabricio Bartuli, algunos cajones de granadas, cuatro
cañoncitos de á cuatro, y cuatro pedreros, pólvoftt y muni-
ciones de gu?6rra. Habiendo llegado á Tarma este refuerzo,
se formó con los milicianos un cuerpo de doscientos hom-
ares de armas con sus capitanes y oficiales respectivos, sin
los bagajes y cargueros. Mandaba la espedicion el corregi-
dor de Tarma D. Alfonso Santa, y en segundo lugar don
BeDito Troncoso, gobernador de las fronteras. Entraron á
auxiliar espiritualmente á este cuerpo de tropa los padres
misioneros fray Lorenzo Nuñez, fray Pedro Dominguez, y
d hermano fray Pedro Navarro.
— 156 —
Salieron de Tarma el 15 de octubre del año 1743, y des-
pués de las molestias del camino, llegaron á Quimirf el did
27 del mismo mes, á tiempo que el pretenso inca se habiaj
ido con su gente á saquear á Huancabamba. Dióse calor i
la construcción del fuerte, el cual quedó concluido el dia 8
de noviembre. Armóse con los cuatro cañones y cuatro pe^
dreros, granadas y municiones. Quedó en su custodia el ca^
pitan í). Fabricio Bartuli con sesenta soldados; y aunque Ifl
quedaban pocos víveres, se le dio palabra de remitírselo!
luego. Para administrarles el pasto espiritual quedó en ^
castillo el padre fray Lorenzo Nuñez. Retiráronse los demáa
el dia 1 1 de noviembre, no sin presagios de fatales conse*
cuencias por el peligro en que quedaban los del presidio.
El segundo dia que regresaban las tropas, encontraron
el socorro de víveres que iban para el fuerte; y como no d^
jaban en Quimirí enemigo alguno, descuidaron de enyiar
con ellos una buena escolta; y en esto erraron notablemen-i
te, porque al llegar al rio de Schanscha-mayo, hallaron ocu-^
padas las playas de muchos infieles, que atacando á los que
conducian el socorro, mataron de él diez y siete hombres, y
se hicieron dueños de las pearas. Luego pasó el rebelde 4
cercar el fuerte de Quimirí, cortando los puentes, y poníen*
do en los vados fuertes destacamentos para impedir todo
socorro. Defendíase animosamente el capitán D. Fabricio, y
pidió socorro de gente y víveres al gobernador de Tarma,
y viendo que el socorro se tardaba, y que los víveres iban
faltando, envió al padre fray Lorenzo Nuñez para que avi*
sase del aprieto en que se hallaba el fuerte, y solicitase el
mas pronto auxilio. Salió el dicho padre con indecible ries-
go acompañado de un donado, porque los infieles tenían to-
mados los caminos y ocupados los vados.
No hallando el padre fray Lorenzo Nuñez en Tarma dis-
posición para socorrer al fuerte de Quimirí, bajó acelerada-
mente á Lima, notició al virey de lo que pasaba, de la omi-
sión del corregidor de Tarma en enviar socorros, y solicitó
con toda su actividad se acelerasen las providencias. Des-
— 157 —
chóse por el superior gobierno orden á los dos co^
ídores de Tarma y Jauja , para que socorriesen al
«rte de Quimirí con la prontitud que requeria la urgencia,
ando el padre fray Lorenzo volvió á Tarma, se estaba
stando la gente para la entrada á la notontaña. Dióles pri-
meen fervorosas exhortaciones, de suerte que el di a 28 de
líciembre salieron de Tarma para socorrer el presidio de Qui-
mirí, el gobernador de las fronteras D. Benito Troncoso
mn trescientos hombres de armas, con los capitanes y ofi-
feales correspondientes , bagajes y víveres. Llegaron á
itehacscha-mayo el dia 3 de enero del año 1744, y aunque
federen extraordinarias diligencias buscando sitio apropó-
pto para hacer puentes, no lo pudieron conseguir, porque
lie la opuesta margen los infieles apóstatas y los negros dis-
paraban continuamente los cañones y pedreros; y haciendo
^ntacion de los despojos del fuerte, mostraban á los nues-
(boslaropa, sombreros, sábanas y camisas, dando á enten-
jder lá desgraciada muerte de los presidarios.
Cuatro dias estuvo Troncoso con su gente en Schanscha-
Baayo tanteando por varias partes el modo de pasar el rio,
pero en vano; porque ni habia balsas, ni forma de hacer
luientes, y era preciso estar en continuo combate contra los
¡infieles, los cuales disparaban también las granadas y fue-
i gos artificiales; hubo muchos heridos y algunos muertos de
parte de los cristianos, y naturalmente los habría de parte
cielos enemigos. Y viendo el gobernador Troncoso que el
fterte estaba perdido, y que era mucha la fuerza de los in-
fieles, se retiró con buen orden, para no esponerse á perder
4 su gente infructuosamente.
El padre fray Lorenzo Nuñez se raantenia en Tarma pa-
w estar á la mira, y ver si podia hallar algún medio de
^ttiposicion con el rebelde. Tenia alguna correspondencia
^T^ algunos indios neófitos principales de los que se halla-
^ con el pretenso inca, y por su medio premeditaba la
^^poaicion. Esta llegó á estar casi negociada, porque Juan
^tos envió á decir al dicho padre, que entrase á Quimirí
— 158 —
OD el padre comisario de misiones fra
lara tratar de convenio. No tuvo efeci
a. impidieron loe corregidores de Tan
ue para ello tenian del superior gobi(
La causa por la cual el señor virey
Et montaña á los padres misioneros, :
omponer las tprbuiencías con facilid:
ladres jesuítas. Hallábase en el coleg
Ám& un jesuíta coadjutor Vizcaíno, 11
a, el cual siendo secular habia estadi
nontaña, y conocía algunos indios pr
nente al curaca don Mateo Assia. Per
il señor virey, que si el padre Irusta e
lompondria fácilmente las alteraciont
:ía se alegró de hallar aquel medio, q
10, para finalizar aquella guerra, y leí
jresa á los jesuítas. Entró el padre Iri
jn compañero sacerdote en el verano
L-aron porción de herramienta . Habló
jaciques y principales que conocía. '.
;on ellos no lo dijeron á nadie; pero
lespues se vieron, se conoció no ha
alguna.
Este año 1745, por el mes de Julio
virey, que fué el excelentísimo Sr. D.
:o, á tiempo que los dos jesuítas est
Después que estos salieron, bajaron á
con el nuevo virey lo que habían ejee
y lo que dejaban tratado. El virey en(
las armas D. José Llamas la espeiicío:
el proyecto de los jesuítas. Vino dicht
principios del año 1746 con nombran
de la provincia; y como de secreto se
cíones para una formal entrada. El a
llamar al gobernador de las fronteras
para que mandase un trozo de la trop
— 159 —
editaba. Advirtió este caballero al general lo intempesti-
que era esta espedicion en aquel tiempo^ por ser en el
igor de las lluvias, y el grande peligro que corría de malo-
Tse con perdida de la reputación de las armas españo-
s, Bespondid el general Llamas que tenia órdenes espre-
para que se ejecutase así.
Determinóse la salida para principios del mes de Marzo.
El general D. José Llamas con doscientos hombres de ar-
mas y trescientos de carga entró por Huancabamba al Cer-
Bodela Sal; y D.Benito Troncóse con ciento cincuenta
hombres de armas y doscientos de carga entró por Ocsa-
iíamba y Quimirí, para juntarse al primer trozo. Acompa-
ñaron al general los padres misioneros fray Juan Francisco
Mateo y fray Pedro Domínguez . A D. Benito Troncóse acom-
pañó el padre fray José de San Antonio.
La espedicion fué desgraciada por intempestiva. Los vi-
teres se pudrieron por la humedad de las continuas lluvias.
las muías, así de silla, como de carga, se despearon; de
«uerte que habiendo llegado á últimos de Marzo el general
llamas con su gente fatigada al Cerro de la Sal, no pudién-
dose incorporar con la gente de Troncóse, que se habia ade-
lantado á Nijandaris, se vio precisado á dar la vuelta con
sa gente á pié por donde habían entrado, dejándose en el
camino alguna gente cansada, de los cuales murieron ca-
torce personas de la fatiga. La gente de Troncóse tuvo un
pequeño combate con los indios de Nijandaris, y hubo heri-
dos y muertos de ambas partes. Finalmente se retiraron to-
dos, sin mas fruto que muchas enfermedades contraídas por
el cansancio y humedades, y mucha pérdida de caballerías,
víveres y tropa. Dispuso Dios para bien de los nuestros que
d rebelde se hallase retirado; pues sí los hubiera acometido
' por aquellos montes, con el desorden y fatigas en que se ha-
llaban, sin poder valerse de las armas de fuego, por estar la
pólvora húmeda, hubiera sucedido un estrago muy afrento-
so á las armas españolas; pues los pocos indios que se ha-
llaban escondidos por los montes hicieron algunas hostili-
— 160 —
nades y muertes en los soldados, qi
:ueTpo de la tropa, caían al alcance de
[>or cierto que el general don José Lian
3Ído engañado de los padres jesuítas, q
rado que luego que llegase con su trop
laldria el curaca don Mateo de Asaia a
liarle, y le entregaría en su poder al i
motivo de hacer la entrada intempestív
menciones necesarias, sin consulta de es
Mmo en secreto.
Con esta malograda espedicíon qu
los apóstatas tan insolentes, que no tei
españoles, ni se descuidaban el hacerl
podían. En este mismo año 1746 se h
pueblo d e Monobamba mucbos serranc
le san Juan Bautista. Como es propio (
ms ñestas con grandes borracheras, al
luando todos estaban en lo mejor de la
la chicha, salió de la montaña porcia
acompañados de algunos negros; y em
los odres vivos, mataron á treinta y do
;ivas algunas personas de ambos sexos
tiallaba el pretenso inca. Entre los caí
iué uno el ínter de cura clérigo, natur;
leto de buena capacidad. A este mandí
icompañasen afuera, y le dio cartas pi
provisor y un recado para el general di
liéndole que no le escribía porque era i
tas se reducían á decirles, que él era s
je lo desocupasen. Súpose por este c
Lima) que el pretenso inca tenia poca ;
Bimirinches; pero que cuando le paree:
aa de todas las naciones.
Con estas noticias el señor virey, m
tares que se hallaban en Turma, que si
ie guerra, y consultasen el mejor espe
— 161 —
bierto de los insultos de los gentiles. Túvose
a 20 de Agt)sto del mismo año 1746 , y determi-
) construyese un fuerte en Schanscha-mayo y
lamba, para que de esta suerte se contuviese á
1 audacia, y á los serranos se impidiese la en-
lontafia.
CAPif ato XXVII
Dlllgeaolaa gas hlcieroa loa mleioneíoa Ber&lícoi
tamaltOB do la taontaña—Maerte del veaen
mis Joses 7 de sus compañeroM-
El venerable padre fray Jtlanuel Albarra
ceprefecto de misiones, atendia cuidadoso i
Sonomoro, procurando que el fuerte de dic
viese en estado de defensa. Y para conseg
mas fácil para dicha conversión, discurría
se informaba de todas las cabezadas de la
se pudiera conseguir. Informáronle que
Acón, que confina con la provincia de Huo
fieles que suelen salir á los cocales de dicl
cian que ellos querían tener paz con todos
y que si los padres entraran por allí, los rec
y les entregarían al rebelde.
Alegres con estas noticias, dicho venei
de Ocopa por el mes de Febrero del año 1
del hermano fray Femando de Jesús, reli;
un hermano donado llamado Jacobo. Lle¡
donde habiéndose confirmado bien el dich(
comisario en las noticias que había tenido
eran contestes con las que por allí corrían,
venciones necesarias para la entrada. Busc
que le acompañasen en cualidad de soldadt
para cargueros; salieron de Huanta á med
— 163 —
:o del dicho año 1747; el día 28 del mismo llegaron á la
in del rio. Enne, dia martes santo, y habiendo dispues-
i1)aLsas para pasar el rio, descansaron en su orilla aquella
^he. Durante' ella estuvieron los religiosos en fervorosa
^cion; y el venerable padre comisario exhortó á todos los
t la comitiva á que se confesasen^ pues se hallaban en sitio
tíigroso. Al amanecer del miércoles santo celebró el sacro-
fnto sacrificio de la misa, y comulgó á todos, excepto los
fies serranos que durante la noche se habian huido; dan-
gracias estaban, cuando repentinamente se hallaron cer-
kdos de una grande multitud de indios infieles, que con
(rande algazara disparaban una lluvia de flechas; aunque
)8 cristianos les hacian senas de amistad, no atendieron
las que á contentar su bárbara fiereza. Los españoles se de-
findieron algún tiempo, pero fueron oprimidos de la muche-
Inmbre. Murieron todos á manos de los infieles Simirinches
fíiroB, que son los que habitan aquellas riberas, y arroja-
bu los cuerpos al rio, como lo acostumbran ejecutar con
ios enemigos.
La noticia de este lastimoso estrago llegó á Huanta el
Ka 14 de abril por uno de los cargueros serranos, que es-
íondido en el monte, habia sido espectador de la tragedia.
Hallábase entonces en dicha villa el padre fray José de San
Antonio, en compañía del hermano fray Juan Raimondez,
ios cuales iban á España por la vía de Buenos Aires, para
loUcitar una misión, pues de los religiosos que habian ve-
tído de España, quedaban ya muy pocos para trabajar en
U viña del Señor. Este padre notició á los padres del hospi-
tio de Ocopa lo aoHecido al siervo de Dios fray Manuel de
Albarran y fl^s compañeros.
Con la noticia de este espiritual triunfo, en Ocopa se pa-
síá hacer elección de nuevo comisario y vicepresidente de
Bíisiones, y fué electo con todos los votos el padre fray Lo-
renzo Nuñez, quien se hallaba en Tarma, trazando varios
medios para apaciguar la tormenta que afligía las despa-
rramadas ovejas de las conversiones. Viéndose comisario de
— 164 —
mÍBÍODes insistió con m&s fervor qu<
cia para entrar á Quimirí á tratar
pretenso iaca. Habiendo conseguid
g^obierno para su empresa, despacb
cucion de sus proyectos, á los padre
y fray Salvador Paudo, al hermano
y á un hermano donado, en el mes i
biólos Juan Santos con mucha gra
lea oía misa; pero en llegando á tral
pondia con palabras ambiguas, di(
los curacas de la sierra á que viniest
y que ain ellos no podia tratar de C(
divertía la plática respondiendo mi
los ocho dias se salieron el padre
fray Francisco Suai-ez, desconfiado
que tanto deseaban.
Quedóse en Quimirí el padre Ota
nado, para ver si con la paciencia
tentó. Anduvo el dicho padre por ;
liando las voluntades de los caciqi
composiciones con el rebelde y con e
estos se hallaban bien con las altiv
miendo que si Juan Santos daba oic
derian ellos su autoridad, persuadie
echase afuera & aquel padre, ó lo r
Juan Santos un tormento medio. 1
el hermano donado, y los tuvo tres
nuestos y poca comida; hasta que n
comisario de misiones, se determind
ticipar de los trabajos de sus compa
penurias en que se hallaban. Entrtí
no fray Francisco Suarez á principit
año 1747; pero el pretenso inca ni
padre comisario, y solamente le per
sigo á los que él habia detenido en
indios que los acompañasen hasta p
— 165 —
isperiencia se perdió la esperanza de He-
ñí de tratar de paz.
CAPITOL9 XXIX
Seganda entztut» del general don José
de SonomoTO.—Viene de España pazie
el P. iraj José de San Antonio-
Ttlaman — Pérdida del
de la misión recogÜM
Cuando una Tez se ha malogrado la favorable
con dificultad se vuelve á conseguir otra semejante,
cuando el corregidor de Tarma, don Alfonso de Sa^ta
á construir el fuerte de Quimirí, hubiera ido con todc
trozo de la tropa á acjometer al rebelde á Huancal
dando orden para que por la parte de la sierra le qc\
las salidas, era infalible su prisión, teniendo cortada la
tirada por nuestras tropas. Pero se contentó con fabricar
fuerte, con cuya inevitable pérdida se hizo el pretenso
mas insolente. El señor virey don José Manso, aunqne
inevitables cuidados de la desolación de Lima, ocasi<
por el grande terremoto del año 1746, y de la custodia
reino por los recelos que se tenian de algunos piratas
se habian dejado ver en las costas de Acapulco, le b
en continuo desvelo, no se descuidaba en dar las providí
cias convenientes a la seguridad de las fronteras de la
taña. A este fin mandó formar cuatro compañías de
reglada, para que puestas dos de ellas en Tarma y dos a(
Valle de Jauja, estuviesen prontas al socorro de cualqi
parte que el pretenso inca intentase sorprender. Tam!
formó una compañía de caballería, para contener á los á
~ 167 —
serranos, que engañados de las promesas del rebelde,
quisiesen entrar á la montaña.
Habiéndose concluido las paces con las potencias de Eu-
, en el año 1749, atendió el virey con el conato posible
la prisión del pretenso inca. Hízose entrada á la montaña
n el verano del año 1750, con grande aparato. No he podi-
averiguar con certidumbre el numero de la tropa que se
pleó en esta espedicion, ni las particularidades de esta
trada; solamente he hallado noticia de que el general don
Llamas coa parte de la tropa entró por Monobamba, y el
gefe con la demás por la quebrada de Tarma; y que fué
dicha espedicion de capellán el padre fray Pedro Domin-
ez. El fingido inca se habia retirado á Eneno, donde ha-
hecho tantos fosos y cortaduras, que no dudó disputar
catrada á todo el poder de los Españoles. Además de es-
defensas tenia sus emboscadas por los montes, para aco-
terá los que se desmandasen del Querpo de la tropa. La
icion fué sin fruto alguno; antes sí con muchas pérdi-
sy enfermedades, causadas de las humedades y fatigas
1 caminar á pié, como también de la escasez de víveres,
con la continua humedad de la montaña se corrompí e-
•
En este mismo año 1750 los misioneros entregaron á la
ta provincia el convento recoleto de Huaraz, que se les
bia dado para colegio. La causa de su entrega fué, que
hiendo los mas cumplido su decenio, viendo perdidas las
versiones, algunos sacerdotes se volvieron á España, y
*íosse incorporaron en las provincias de las Indias; y no
Sedando en el colegio sugetos para mantener la vida regu-
""i se vieron precisados á entregarle y los demás se vinie-
ra á Ocopa.
Viéndose el pretenso inca libre del torbellino que le
*®^üazaba con la entrada de los Españoles, determinó to-
^satisfacción de los Chichirenes y Andes de Sonomoro,
^^110 le habían querido rendir vasallaje. Para esto juntó
*i indiada por el verano del año 1751, y se encaminó á So-
— 168 —
lomoro. No se puede escusar la omi
1 frontera en no haber proTeido a
lonomoro, poniéndole en estado de
emer su invasión, como fruto de
[aliábase el fuerte de Sonomoro co:
rmas, faltos de víveres para pode
erco, y aunque los neófitos se maní
1 rey, obligados de la necesidad, poi
e les ocuparon sus chácaras, se vie
ünar el terreno. Para esto determiuí
lor no sujetarse al pretenso inca. B
lastimento necesario para el camino
odos con la escolta de los pocos sold
lusaáas tomaron el camino de An<
:amiao ordinario, para evitar el ei
|ue presumían irian en su seguimiei
¡tos al valle de Jauja, dejando su pa
le Jesucristo. Ocupáronse en la la1
:omo estrañaban grandemente el d<
ipuesto á su natural complexión, á
odos, trocando el voluntario desti
estial.
A principios del año 1752 llegó á
;ion que en España habia colegid
Jan Antonio; babia venido por la vía
líase de veinte y tres sacerdotes y
;.os condujo el reverendo padre fra
íenia instituido por el reverendísim
ludias fray Matías de Yelasco, en {
x)leg¡o; y aunque la cédula real pan
10 habia venido, y se suponía que li
le misiones fray José de San Antoni
lo el otro trozo de la misión, tomó <
impuero (con aprobación del muy r
•io general fray Eugenio Ibañez Cue
ño á principios de junio del mismo :
— 169 —
Habiendo conseguido el rebelde Juan Santos destruir el
rritorío de Sonomoro, le pareció ser menos crédito de su
sbicion estarse en ia montaña, y determinó salir á la sie-
I para tantear los ánimos de los serranos. Escogió para
ta empresa quinientos indios infieles, y á principios de
(osto del mismo año 1752 salió á Andamarca con bastante
íficaltad por el grande frió de las Punas. Hallábase en di-
to anejo el padre fray Juan de Dios Frezneda, misionero
¡cien llegado de España, con otro sacerdote de los anti-
jaos. Los vecinos de Andamarca, hallándose inferiores de
perzas á las del rebt^lde, se retiraron á las quebradas, des-
b^onde hacian algún daño á los infieles. Los religiosos
aplicaron al pretenso inca que no hiciese hostilidades en
bs serranos. Respondióles con arrogancia y sacrilego des-
frecio, y los mandó poner en la cárcel pública. No pasó el
no Juan Santos mucho tiempo en Andamarca, antes; re-
lüociendo que los serranos no estaban á su devoción, pues
o le daban la obediencia, saqueó el pueblo, y le pegó fue-
antes de retirarse con todo el ganado que pudo recoger
r aquellas Punas. Los religiosos hubieran perecido en el
cendio si la devoción de uno de los vecinos no se hubiera
rriesgado de noche á romper la cárcel y sacarlos, cuando
!yt el fuego estaba cebado en la mayor parte del pueblo. Sa-
Keron los ministros evangélicos á pié y de noche por aque-
pios cerros con el continuo temor de perecer á manos de los
afieles, ó en los precipicios de aquellas quebradas. Mucha
omisión hubo en la tropa del valle de Jauja en no seguir el
ilcance á los infieles; pues se hallaban tan poseidos del frió
í^e estaban imposibilitados de usar del arco y flechas; y si
^liubieran perseguido, era muy natural haber conseg'uido
ifi ellos una completa victoria.
14
aJLPITOLO 7LX.:
Lm santa prorínoia áo loa doce Apóstoles
Oeopa las eonversioaes de Ca/amargnílla-
tellgtoBoa para M erección de los colegit
TiJ» j de OMUan-
Hallándose los misioneros recién veni
trados de su principal intento, que era 1
infieles, por hallar cerradas las puertas
cias de las montañas, y pérdida de las ci
ma y Jauja; aunque deseaban entrar á
cer trabajos, para ver si podrían lograi
algunas almas, no se les permitió por
gobierno; para desahogar en algún mo
padre guardián fray José Ampuero, y el
misiones fray Lorenzo Nuñez, pidieron í
de los doce Apóstoles se les concediesen
Cajamarquilla; y conferida esta petición
vincial celebrado por el mes de octubr(
condescendió á ella el dia 11 de dicho n
cipios del año inmediato se remitieron á
tes y tres religiosos legos, y tomaron po
conversiones y de su hospicio de la cape
En este año 1753, recelando el gober
de Huánuco que el rebelde invadiese el
por distar solamente diez y ocho leguas
cabamba, con parecer del padre pres
- 171 -
ersiones de Huánuco, sacó de los dos pueblos de Pozuzo y
Tillingo, sobre trescientas almas de todas edades y sexos,
para pasarlas al pueblo de Cuchero. Para esto, por comisión
del padre presidente, entró á Pozuzo el padre fray Bernar-
dino de San Antonio, y el gobernador don Pedro de Aroste-
gni con alguna gente de armas. Y para que el padre fray
Honorio Matos que habia criado aquellos neóñtos, habiendo
fótado con ellos mas de treinta años, no se opusiese á su
determinación, lo pusieron recluso en su celda, se llevaron
% todos los indios del pueblo, y los trasplantaron á Cuchero.
Solamente quedaron reservados los que pudieron escapar al
monte, que fueron unas cien almas, los cuales después se
juntaron .en el pueblo de Pozuzo, y quedó estinguido el pue-
blo de Tillingo.
Esta intempestiva transmigración fué muy nociva á los
pobres neófitos del Pozuzo, porque siéndoles preciso atrave-
sar la Puna de Tambonuevo, enfermaron muchos, y lo peor
filé que como en Cuchero no tenian que comer, ni cocales
con que comerciar, la necesidad les obligó á alquilarse de
jornaleros en las haciendas de aquellas inmediaciones, y co-
mo no estaban acostumbrados á aquel temperamento, á po-
cos años murieron todos, escepto algunos pocos que se vol-
vieron al patrio suelo.
Para no esponer á los pocos neófitos que quedaban en
Pozuzo á la tiranía del rebelde, que se temia poder invadir
aquel pueblo, se formó en la ceja de la montaña, en un be-
llo temple, el pueblo de Santa Cruz de Muña, para que en
caso que el rebelde acometiese á Pozuzo, tuviesen una reti-
rada próxima y segura, por ser el portachuelo de Tambo-
nuevo de tal situación, que con grande facilidad se puede
hacer inaccesible. Pero no ha llegado el caso de necesitar
de esta retirada, porque el pretenso inca, desde la invasión
de Andamarca, nunca jamás ha intentado salir á la sierra.
El pueblo de Muña se mantiene habitado de algunos serra-
nos que se habían establecido en ChagUa, y otros que se
les han agregado, y todos tienen sus cocales en Pozuzo,
con cuyo comercio se mantienen.
— 172 —
A principios del año 1754 llegó á Li
padre comisario general fray Fran
ticioso de la copiosa misión que por :
España, y del poco espacio que teni:
ejercitar el apostólico ministerio, p
acia de San Antonio de los Charcas, i
s apostólicas, un convento formado p
0 de misiones. La dicha provincia en
convento de Santa María de los An^
a de Ocopa luego seis sacerdotes á I
, los cuales con otros religiosos déla
sde la ciudad de Buenos-Aires por ti(
legio y be les despachó orden para p:
an trece sacerdotes y siete religiosos
Tarija estaba tan destruido, que fti(
náameittis, lo que se consiguió con i
, diligencias de sus moradores, y co;
asneros.
En este mismo año 1754 lleg^ la otr
le desde España condujo por la vía d<
e fray José de San Antonio, comisai
mes. Componíase de treinta y siete
ho religiosos legos, comprendiendo
le se quedaron en Tarija. Con la veni
1 de misiones, el padre fray Lorenzi
se incorporó en la santa provincia d
Como este colegio de Ocopa estaba
no tenían donde emplear sus fervor<
dian salir á hacer misión á tierras d
uchos salieron á dicho ministerio po
1 reino; para darles consuelo el muy
isario general, íray Francisco Soto y :
provincia de Chile, en virtud de lo (
i apostólicas, im convento formado \
o de misiones. La dicha santa pro
:ho efecto el convento de San Ildefon
— 173 —
lian, tan arruinado, que fué necesario rehacerle á funda^
mefitis. Pasaron á su erección diez sacerdotes de este cole-
gio, y dos de esta santa provincia con algunos religiosos le-
gos, á principios del año 1756.
El colegio de Tarija como el de Chillan tienen en sus
fronteras porción de indios infieles, en cuya conversión han
trabajado y trabajan sus respectivos alumnos, y de sus pro-
gresos escribirán sus propios cronistas; pues á mí solo me
pertenece tratar de las cosas tocantes á este santo colegio
deOcopa, (1)
Annque el rey católico habia otorgado la gracia para la
erección de este colegio de Ocopa, y en virtud de ella habia
ádo instituido en primer guardián de él, por el reverendísi-
mo comisario g-eneral de Indias, el reverendo padre fray Jo-
sé Ampuero, el padre prefecto de misiones se olvidó de so-
licitar la real cédula de dicha gracia, y por este descuido el
dicho padre prefecto fray José de San Antonio tuvo algunos
disgustos con el muy reverendo padre comisario general
fray Francisco Soto y Mame, sobre negocios pertenecientes
á sus oficios, alegando el muy reverendo padre que Ocopa
no era colegio, pues no tenia cédula real, ni bula apostólica
para su erección. Resultó de estas contiendas que el padre
fray José de San Antonio renunció la comisaria de misío-
aes, y reservando en sí la prefectura, se fué á España á so-
lí) Eo poco mas de medio siglo, treinta y cinco mil almas regeneró
cuD la gracia de Cristo el colegio de Chillan, escribe su Historiador el
P. Geferino Mussani, en el opúsculo Noticias Históricas sobre las Misio-
nes en la República de Boüvia, veinte y dos poblaciones organizó civil-
nente y estableció una linea de defensa desde Santa Cruz hasta Jvivi.
Los PP.de este mismo mencionado Colegio dieron Misiones, «según el
nÜBmo autor citado, en las provincias de Tueuman, Salta, Chicas, San-
ta Cruz de la Sierra, Paz, Cucuito, Arequipa y Tarifa. Las Tribus que
catequizaron fueron principalmente los CMrihuanos, Chanesos, Matar-
AoosM y Veiosos, Véanse las Noticias Históricas citadas, las cuales des-
criben el origen y progresos de las Misiones de dicho colegio de Chillan
desde su fundación hasta el año 1810, obra en octavo de unas 90 pági-
lias, que en 1851 se imprimió en París después del Compendio Histórico
del P. José Amlcb, en 291 pág., al cual se apuntó.
— 174 —
licitar la real cédula y bula pontificia, que por olvido no
habia estraido cuando se obtuvo la gracia, y la remitió á
este colegio el año 1760, y para que conste la he puesto a£
fin de este compendio. Por .la renuncia de la comisaria de^
misiones se hizo elección de nuevo comisario, y fué electo:
canónicamente el reverendo padre fray José Seguin .
GAPITPLO) XXXI •
DÜigencioB qne hicieron los alumnos de este colegio buscando
infieles á quien convertir á la santa té.
Aunque los misioneros que ültimamemente llegaron de
España hallaron cerradas las puertas de la montana, y se
vieron imposibilitados para emplearse en la conversión de
los gentiles, y por esto se hallaban desconsolados, los
que fueron destinados á las conversiones de Huáauco y de
Cajamarquilla las tuvieron abiertas para desahogar sus de-
seos, aunque el fruto no correspondió á los trabajos y fati-
gas que padecieron en tan gloriosa obra.
Por la via de Pozuzo, en el año 1753, salió á la Pampa del
Sactamento el padre fray Bernardino de San Antonio con al-
gunos fronterizos de Panao, y consiguió recojer quince per-
sonas, de las que el año antecedente se habian huido de Po-
zuzo cuando los trasportaban á Cuchero. Por la misma via,
en el año 1755, entraron á dicha Pampa los padres fray Beni-
to Novoa y fray Bernardino de San Antonio con los fronteri-
zos de Panao, y recogieron siete personas de los huidos de
Pozuzo, los qu3 volvieron á su pueblo. En 1757 entró por la
misma via á la Pampa del Sacramento, el padre fray*Antonio
Mgado con el hermano fray Manuel de San Pablo y algu-
nos indios de Pozuzo, y no consiguieron mas que el mérito
de sos &tiga8 y grandes molestias, indispensables en los ca-
Qúnos de la montafia.
— 176 —
El padre fray Alonso Abad se hallab
pueblo de San Antonio de Cuchero, reí
sion de Panatahuas, que con los imlios Ai
de Pozuzo se hallaba en lucido estado,
de descubrir las naciones de las perdid
Panatahuas, dejando en Cuchero á su c(
el verano del año 1755 con nueve indios
mando su derrota por el abandonado pu
pero como los caminos estaban tan cei
dificultoso el penetrar aquellos montes,
se le huyeron cinco de los indios que le
siguió adelante con los demás, y al Ueg
pa del Sacramento, viendo rastros de g'
ron tres indios, quedando el padre con i
Viéndose en aquel desamparo, perdido p
determinó regresar á Cuchero, lo que ej
bajos, cargando en sus espaldas el poco
sirvió de viático en dicha retirada; lleg
pues de cincuenta y cinco dius de pcrcg
gado, llagado de piernas y cabeza, aunq
hallado rastros de gentiles, y con detei
á buscarlos el verano del año siguientí
en el año 17ó6 le mandaron que bajase i
Monzón, porque los moradores de dicho
mado que en aquellas inmediaciones ha
dicho padre Abad al registro que se le n
dos meses escudriñó aquellos montes con
bajos, sin hallar ni aun rastro de lo
buscaba.
Habiendo llegado el verano del año 1
dre frjy Alonso Abad, determinó pros
miento de los gentiles que discurria ser
Hó del pueblo de Cuchero el dia 4 de ras
diez y siete indios de su pueblo, tomó, co
de Tulu-mayo, adonde llegó el dia 15
guiendo su registro por aquellos montes
— 177 ~
e y del nordeste, el dia 25 llegaron á un boquerón que
salida á un arroyo que se despeñaba á !a Pampa del
ramento. Subieron con dificultad á uno de los cerros co-
erales, al anochecer llegaron á la cumbre, desde la cual
bdescubria la dicha Pampa, y vieron que el rio que salia
llff aquel boquerón iba faldeando los cerros hacia el norte,
lae parecía introducirse en otro, y á lo lejos se descubría un
■rríto como un pan de azúcar. El dia siguiente bajaron á
I Pampa, y estuvieron ocho dias registrando las inmedia-
Ibnesde aquel rio sin encontrar cosa alguna. Finalmente,
íeado que el rio con la junta de varios arroyos ya era na-
ll^ble, hicieron balsas, con las cuales bajaron por dicho
b cuatro dias, registrando sus inmediaciones, hasta que
kcontraron platanares y chácaras de maíz.
I El dia 9 de Junio, en que aquel año concurrió la solem*
^dad de Ck>rpus Christi, navegando .por la mañana con sus
bisas, en un recodo que hacia el rio, estaban losinfieles en
amboscada, y cuando la balsa delantera estuvo á tiro, dispa-
raron sobre ella multitud de flechas. Cayeron flechados al
ho cinco hombres que iban en ella; y los demás con el padre
Wtaron en tierra apresuradamente, abandonando todo lo
¡(ae traian en las balsas; y habiendo tomado el monte, cada
cual se retiró como pudo. Son imponderables los trabajos
^ne padecieron todos en esta retirada, pues aunque se fue-
lOD juntando, y comian algunas hierbas y algunos cogollos
Ae palmas, sin duda hubieran perecido todos de hambre y
&tíga, si el dia 15 de dicho mes no los hubiera encontrado
p socorro que desde Cuchero les remitía el padre que allí
lliabia quedado; con lo cual pudieron proseguir la retirada,
I J llegaron al pueblo después de cincuenta y cinco dias de
i peregrinación. No puedo escusar á este religioso de incau-
tamente arrojado; pues aun que su buen celo le justifique
i fe caminata, así que llegaron á reconocer las chácaras de
'losinfieles, no debia proseguir su viaje por el rio, sino ir
ittpacio por el monte inquiriendo y solicitando hablar á al-
^no de los dueños de aquella tierra; y cuando á todo poder
— 178 —
suceder hubiera sido acometido de loe
les fuera mas fácil retirarse sin tanta
conservar alg-un bastimento para la n
á perecer con toda la gente.
Sobre qué infieles fueron los que f
Cuchero que entraron á este desoubrii
rías controversias; porque unos discur
pibostí Callisecas; otros que los Carap
por muy cierto que fueron los Caschil
márgenes de los rios Pachitea y Ahus
que tengo para afirmar esto, sondas sí
vid desde la cumbre del cerro del boq
cubrieron un cerrito, que "desde allíp
tar muy distante, pero es muy alto y
do en BU punta la altura de otros
continúan á sueste.
Cuando entré á la Pampa del Sacr
observé que se halla este cerro en 9.°
ridional, al oriente del rio Pachitea, i
ribera. El rio que por el boquerón &
pa, y por el cual bajaron después en
Ahuayti-ya, que recogiendo las vertii
tañas, corre al norte y desagua en <
dios que habitan en este territorio so
conocidos por tales de las naciones v<
ron los que acometieron á los cristia
No fueron menores los trabajos y
los padres misioneros que fueron á 1;
jamarquilla, para aumentar el núm
agregando al gremio de la santa Igli
les que discurrían dispersos por aq
consiguieron algún fruto de sus fati^
Habiendo llegado los padres cod
de las conversiones de Cajamarquilla
tablado el modo de gobierno para la
da de nuestro instituto y aumento d
— no —
aba bien radicada en las verdades de nuestra santa fé,
e su conversión, que referimos en el capítulo XI; los
res cenversoreS) digo, de estos pueblos, movidos del celo
conquistar almas de los infieles, preguntaban á los neo-
de sus conversiones, si habia gentiles por aquellas in-
iaciones. A lo que respondian, que detrás de aquellas
que están al oriente, habia bastantes naciones de in-
infieles. Con estas noticias, conferidas entre los padres
versores, determinaron ir á descubrirlas.
El verano del año 1754, por el mes de julio, dieron prin-
io á estos descubrimientos, el padre fray Antonio Cabe-
y el hermano fray Alonso de la Concepción, con trein-
indios del pueblo de San Buenaventura del Valle, y el
re fray José Hernández con treinta indios del pueblo de
(aiDpa Hermosa. Los primeros caminaron veinte y cuatro
ias por aquellos montes sin encontrar rastro ni indicio de
bmana criatura; por lo cual, se volvieron desconsolados á
b pueblo del Valle. Los segundos, caminaron treinta dias,
|f habiendo subido á un eminente cerro, desde allí indica-
tei los indios al padre Hernández, que por allí estaba el
DO de Manao, y que en sus inmediaciones habia muchos
gentiles. Alegróse el ministro de Dios con las noticias, y ex-
brtaDdo á los indios á proseguir el viaje, no pudo conse-
guir que diesen un paso adelante, así porque el bastimento
tecaseaba, como por el miedo que tenian á los gentiles; por
lo cual se vio el dicho padre precii^ado á regresar con ellos
I su pueblo de Pampa Hermosa, con ánimo de volver á la
JBmpresa en ocasión oportuna.
Con los informes que dio el padre fray José Hernández,
habiendo llegado el verano del año 1755^ los padres fray
¡l^u de Santa Rosa, fray José Miguel Salcedo, y fray Fran-
cisco Huerta, exhortaron á los neófitos de los pueblos de
íí^mpa Hermosa y Jesús de Montesion á proseguir la empre-
sa del descubrimiento. Salieron dichos padres con cincuen-
b indios de los dos pueblos el mes de agosto de dicho año;
P^'sin mas fruto que hallar algunos rastros antiguos, y el
_ 180 -
de la paciencia tan necesaria en i
montaña, en treinta y cuatro dias
su peregrinacien.
No desistieron los padres con
})uscar á los infieles; antes movido!
pusieron á entrar, por el verano del
Juan de Santa Rosa, fray Juan de '.
tonio Cabello, dirig'iendo todos sus
da cual por diferente rumbo. El |
los indios de Sion; pero sin mas fru
sables fatigas y trabajos padecidos
que duró el viaje.
El padre Cabello salió con los ii
ra del Valle el dia 6 de julio, y á 1
llegó á las cabezadas de un rio qi
oriente, al cual llamó rio de Santa
bierto el día dedicado á tan glori
tio encontraron rastros de gentile
cien apagado y muchas ollas qu
dicho padre ya se juzgaba dichos
que deseaba. Pero aunque perman
paraje, buscando con sus indios to
das inmediatas, no pudo jamás en
cionales fieras. Y viendo sus indi
bastimento, pidieron al padre qi
se el registro para otra ocasión,
padre conversor con ánimo de
guíente.
El padre Santa Rosa salió á su
Pampa Hermosa, y á los veinte di
con el rio de Santa Ana, en cuya
mismo tiempo el padre Cabello: e
abajo, y después de dos dias de n
rio de Manao. Al otro día, que fui
padre con solo siete indios; porqu
sos, ó de cansados, se habían vui
~ 181 ~
de gentiles, j señales evidentes de estar inmediatos
poblaciones. Bien quería el padre Santa Rosa llegar á
infieles; pero sus indios estaban tan poseídos del temor,
no hubo forma de hacerlos pasar adelante, dando por
n que eran pocos y sin armas, y se esponian á riesgo
ente de ser muertos por los gentiles. El ministro evan-
ico se hizo cargo de sus razones, y vieudo que no podia
ríos á manifiesto peligro, determinó regresar con re-
icion de volver el verano siguiente, con las prevencio-
necesarias para no malograr la empresa.
Con esta determinación regresaban el padre conversor
i cuatro de sus indios por la una margen del rio, y los
tres indios iban por la opuesta ribera, y repentina-
te dieron estos con seis indios gentiles armados y en
man de pelea. Turbáronse unos y otros con el impensado
íientro; y sabiendo los cristianos que el único modo de
rse era manifestar valor, se rehicieron, y el mas animo-
asestó una lanzada á uno de los gentiles. Este desvió con
mano el golpe, y quedó levemente herido. Con esta de-
tracion bajaron su altivez los gentiles, y pidieron paz,
lendo: amico, amico, con ademanes de cariño. Correspon-
ron los cristianos con las mismas muestras de amor; y
ibiendo curado al herido con yerbas que para el efecto
Nan, les dieron á entender á los gentiles que fuesen 4 ver
I padre conversor.
Apenas habian caminado un cuarto de hora en busca del
*íre, cuando se hallaron cercados de una tropa de gentiles
R^os de todas sus armas, y pintados á usanza de gue-
*, con ademanes y semblantes tan furiosos, que los tres
fetianos discurrieron ser ya llegada su última hora, y so-
ente atendieron al modo de escapar. Consiguiólo uno de
^ rompiendo osadamente el cerco y arrojándose al rio.
iólo otro de la misma suerte; pero el tercero no lo pudo
seguir, porque los gentiles le agarraron de los cabellos,
P W suerte que sus compañeros discurrieron que lo mata-
co le ahogaban.
- 182
El primero que escapó, llegó
del padre Santa Rosa, diciendo (
á matarlos y que sus compañeros
esto dando prisa á los suyos, par
la fuga. El padre procuró detenei
caso; pero el indio respondió: «''
te lo diré,» y asiéndole del brazo 1
dolé: «Varaos, padre, que ahí vie
matarnos.» Al cabo de un buen n
indio que habia escapado, con la
mero, añadiendo que á su compí
Bien se puede discurrir el sentii
al ver frusfadas sus diligencias
pérdida de un compañero. Pero
pocas horas con la llegada del qu
cual dijo, que era cierto que los i
de lo& cabellos y sacado del agua
raba, le soltaron diciéndole que s
Alegre el padre conversor y s
al que discurrían muerto, prosij
que tardaron veinte dias de gra
los indios que fueron acometidos
el bastimento que llevaban para
y fué preciso que se mantuviesen
to que cargaban los otros cuatro,
padre notablemente molestado dt
Así llegaron á Pampa Hermosa
gozosos por haber encontrado ind
dicar el santo Evangelio
Con la noticia de este encuent
los prelados, se alentaron los pad
dfi Cüjamarquilla, y determinaron
con las prevenciones que discurrí
niéronse de herramientas, chaqui
ficientes, y salieron á esta empí
los cuatro pueblos de las conversi
- 183 -
firay Juan de Santa Rosa, fray Juan de Dios Frezne-
fray José Miguel Salcedo, fray Antonio Cabello, y el
ano fray Alonso de la Concepción, religioso lego.
Dieron principio á la marcha á principio del mes de Fe-
del 1757, y á fin de dicho mes llegaron á las tierras
líanoa. El dia 4 de marzo, al amanecer, llegaron al pue-
I de gentiles, llamado Masemage. Los infieles al ver tan-
gente forastera, discurrieron ser invasión de enemigos,
»mo tales recibieron á los cristianos con un diluvio de
chas, con tal furor y enojo, que no atendían á las señas
e los religiosos leshacian, manifestándoles los regalos que
traian. Viéronse los padres en grandísimo conflicto; por-
e siendo la defensa natural, los indios cristianos se valie-
de sus armas, y de ambas partes hubo muchos heridos.
religiosos rogaban á Dios por la salvación de aquellas
mas; y sucedió un caso digno de admiración, y fué que
itre la confusión de la vocería salió de su casa llorando
Da muchacha pequeña, y se fué hacia donde estaban los
¡ligíosos; tomóla en sus brazos el padre Frezneda, y esta-
a acariciándola, cuando vino de los gentiles una flecha,
[tte entrándole á aquella criatura por un ojo, le pasó la ca-
. El padre al instante buscó agua, y bautizó á la niña,
cual de allí á breve rato murió, volando su alma al
ielo.
Viendo los religiosos que muchos cristianos estaban he-
didos (y algunos malamente), y que de aguardar mas tiem-
po se seguiría mayor estrago, persuadieron á sus neófitos
«retirada, dejando en manos de Diesel remedio de aque-
"^ almas. Comenzaron su regreso, y después de haber ca-
Biinado como dos leguas, el padre Cabello se detuvo á con -
fear y auxiliar algunos cristianos gravemente heridos, y
® esta piadosa ocupación consiguió la palma del martirio;
porque reforzados los infieles con nuevo socorro, acometie-
Wü nuevamente á los cristianos, y encontrando primera-
ícente á dicho padre, le mataron, y también á los que auxi-
liaba, é hirieron mas de veinte cristianos. Murieron en este
— 184 —
conflicto el padre fray Antonio Cabello,
Iones. De los infíeles se supo después qi
ce en eJ combate, y que muchos quedar
pidos.
Los religiosos en su retirada iban coi
se deja discurrir, viendo malograda la
perdida la esperanza de conseguir el fln,
bian espuesto á tantos trabajos y peÜgn
consuelo qut; dispuso Dios, que durante
tianos cogieron á un muchacho y dos
gentiles; y esperaban que estas criatura:
enteradas del santo €n que habia llevad<
sus tierras, pudieran servir á su tiempo
falta ocasionó la fatalidad referida. Esta
mente trabajosa, porque en los combate!
los infíeles, perdieron los cristianos la m
timento, y como era tanta gente, no pot
nistrar con sus frutos la manutención d<
esto se anadia la dificultad de haber de
malamente heridos. Finalmente, comien
silvestres, llegaron á los pueblos de las i
perimentat el mayor dolor con el sentim
y parientes de los difuntos. A que se ag
hallar los pueblos infestados con las vi
que suele devorar á estos pobres indios
hiendo contenerse para el resguardo qui
cia, se van al monte, donde son muchísi
ren. *
Aunque fueron tan adversas las entr
conversores hablan hecho á la montaña
no perdieron las esperanzas de conseguí
to; porque los tres cautivos que habían
cabo de un año ya sabían hablar castell
cia de que su nación era de los Settel
gente y fácilmente recibirían el santo b
ronse los tres cautivos, y fueron bautizí
— 185 —
■
Con las noticias que estos neófitos daban de la buena
le de sus paisanos, los padres conversores pidieron li-
cia al muy reverendo padre comisario general, fray Fran-
Soto y Mame, para volver á Manáo en compañía de
tres neófitos, sin mas viático que la divina Providencia,
oedióseles la licencia que pedian, con tal que llevasen
os indios, que cargasen el bastimento hasta cierta dis-
cia del pueblo de los gentiles, desde donde los padres
versores, acompañados de los tres neófitos, deberían pro-
ir su espedicion.
Con este permiso se disponian ios padres para la entrada
mes de Julio del año 1758; pero los indios de las conver-
es representaron á los padres que no podian consentir
e se espusieran á tan manifiesto peligro. Que se tomasen
providencias, porque ellos estaban fatigados de las.
tínuas caminatas, y no podian proseguir en tanta fatiga.
iendo los religiosos frustrado su intento, y que por aquel
o era imposible hacer la entrada, determinaron que el
ire fray José Miguel Salcedo, con el hermano fray Alen-
de la Concepción, bajasen á Lima con los tres neófitos de
áo, á solicitar del superior gobierno las providencias
rias para la reducción que prometían aquellas prími-
ms de su gentilidad. Bajaron los referidos á Lima; y aun-
que hicieron las diligencias que les dictaba su fervoroso
celo, no consiguieron del virey mas de un t^ito permiso
para hacer la entrada según les pareciese mas conve-
niente.
Los padres conversores, confiados en la divina Providen-
cia, dispusieron las prevenciones que les parecian necesa-
rias para el fin de aquella espedicion. Herramientas, cha-
^uiras, cintas, pólvora, escopetas, etc. Reclutaron en Lima
doce Europeos para que entrasen en cualidad de sol-
dados; y habiendo llegado á la provincia de Pataz, se
agregaron algunos de ellos y catorce Portugueses; de suer-
te que se juntaron veinte y ocho soldados armados, ganan-
15
— 186 —
do quince pesos al mes y los víveres
entrado los soldados al Paeblo de Pa:
ron los padres en mayor angustia, pe
conversiones rehusaban absolatamei
tos para los soldados. Fueron neces:
rendimientos y promesas de los pad:
ellos que cargasen el bastimento has
jos de Manáo; y aun muchos indios a
tes de llegar al sitio y se volvieron á
Salieron del pueblo de San Buena
la tropa é indios á mediados del mes
y en su compañía el padre fray Joa
hermano fray Alonso de la Concepcio
de Manáo. Comenzaron el viaje con ti
iban á conquistar todo el mundo; pe:
no estaban acostumbrados á las cami
de la montaña, á pocos días de marcl
fallecer, y caminaban tan lentamentt
veinticinco dias gastaron cuarenta y
versor tuvo mucho que tolerar, así d(
como de la falta de obediencia que
mas sensible fué, que habiendo llegat
no les faltaba sino una jomada para 1
gentiles, se amotinaron, y dijeron i.
adelante, alegando que había falta de
forma de convencerlos, reconviniéndc
que si no tenían aliento para caminal
bian de tener para regresar treinta di
determinación, quiso proseguir solo c
dos 6 tres Españoles que se ofrecieron
los demás se opusieron con tal animoi
padre que llegasen á las armas, se yi<:
su dictamen y regresar con todos; lo
muchos trabajos, pérdidas y enfermed
en el camino tres Españoles, y los dei
— 187 —
1 desfigurados, que parecían imágenes de li
r^rrr
I— j
l°l°l°l°l°l
C=3
£=3 C
[ — 1
1=3
C=3
r— a
m
1=3 I 1
I — I
CAPITULO XXXII-
Beduecíon de loa indios Settebos deManáo.
Dijimos en el capítulo III que en el año 1657 núes
religiosos llegaron á los indios Settebos, ?iunque por ent
ees hicieron poco fruto. Que por el año 1661 tuvieron ni
tros religiosos reducida dicha nación en dos pueblos coni
iglesias, donde acudian á la doctrina mas de dos mil al
de padrón; y que entonces estaban establecidos en las
genes del famoso rio Ucayali. Esta es la misma nación
ahora estaba avecindada en las riberas del rio Manáo,
formándose de las vertientes de las tierras altas, desaguí
el Ucayáli, del cual distaban cosa de veinte leguas. Habíl(
se retirado de las riberas de este gran rio, compelidosdel
muchas hostilidades que habian padecido de las naciofl
circunvecinas, especialmente de los Schipibos, los cuales^
hitaban como veinte leguas al sur de Manáo. De estos Sdl
pibos por los años 1736 habian padecido tal destrozo, quei
todos los Settebos que salieron á la batalla (que fueron cí
todos) solo escaparon muy pocos con vida. De esta gueí
resultó un odio mortal entre las dos naciones; y obligó
los Settebos á vivir en un terreno cenagoso con mil ina
modidades, para estar mas resguardados y á cubierto de 1
insultos de sus enemigos.
Con las desgracias sucedidas en tantas tentativas para
conquista de Manáo, parece que los padres conversores (1(
a empresa, y verdaderamente muchos de
muy difícil, y se habian resfriado en sus
eron tantas las instancias que hacian los
3 Settebos, que después de haber encomen-
: negocio, se animaron ú. su prosecución los
Miguel Salcedo, y fray Francisco de San
necesarias prevenciones en el pueblo de
■a del Valle, llevaron para la espedicionse-
cho pueblo, veinte de Sion, siete Europeos
ados, y por intérprete á la muchacha Sette-
llamaba Ana liosa. Salieron á la conquis-
s de Mayo del año 1760, y á los veinte y
i llegaron al rio Manáo. Aquí descansaron
¡ndose para la empresa con los sacramentos
omunion, porque ae discurría cerca de los
' de Julio salieron para el pueblo de Yapa-
osa discurrió encontrará sus parientes; pe-
ido el camino, anduvieron errantes por los
, siendo la distancia de dos dias al dicho
lUaron abandonado, y con evidentes seña-
dos años que faltaban de allí sus morado-
t desconsuelo de todos 'en esta ocasión por
Lo primero por no saber á qué parte se
os gentiles. Lo segundo, porque los cris-
iban sin bastimento, por haber dejado ocul-
ara la vuelta alguna porción de' que lleva-
t, porque el padre Salcedo se hallaba con
ro padre naolestado de llagas en las pier-
impediá la prontitud y viveza que reque-
rduo.
Qce tan apretado, salieron algunos indios
á buscar rastros 6 'camino. A la orilla del
ndicios de haber pasado por allí dos ca-
llaron plátanos que los gentiles habian
larlos maduros á su regreso. Bien seguros
¡ue por allí habian de volver las canoas,
— 190 —
dispusieron aguardarlos ocultos eu
luego que asomaran, saliese Ana R(
de Julio por la tarde se vio venir ui
venían dos gentiles, y no hallándoE
salir, salieron algunos indios Cristi
los gentiles desamparando la canoa
cho sintieron los padres este lance,
las manos ocasión tan oportuna, y
que tuvo Ana Rosa cuando supo Is
Pero luego se divisd la otra canoa,
hombres j dos mujeres. Salió Ana
dando ocultos todos los cristianos (
buen éxito de la empresa.
Peroró la buena muchacha con ¡
Tientes; pero los halló tan adversoi
que en mucho tiempo no los pudo
hablarles. Finalmente, después de
mesas, los convenció á que hablaseí
Ana Rosa á los padres, y al instante
visaron, como veloces fieras tiraron
jeres y uno de los hombres, y lo m
el otro, á no tenerJe'Ana Rosa fuert
ma, de suerte que no le soltó hasta
quienes arrojándose al agua, vinier
tebo, que se llamaba Runcato. Abi
llevaron á la enramada, donde le re¡
que pudieron.
Recobrado RUncato del sobresal!
la Ana Rosa de los trabajos que su
en su ausencia, porque sus enemig<
esparcidos por aquellos montes, sir
algodón para sus cusmas. Los padn
(por medio de la intérprete) que se >
mitian su amistad, los defenderían i
rían herramientas para trabajar sus
tos ahogos, y serian sus hermanos.
— 191 —
cato con los cristianos, y Ana Rosa le informó de lo
había visto en las tierras donde habia estado, y de co-
los padres no venian á hacerles daño, sino á ser sus
y cristianos. El dia 9 por la mañana los padres con-
res enviaron á Runcato bien regalado de herramien-
y chaquiras, para que diera aviso á su curaca y gente
b que le habia informado Ana Rosa.
Alegre salió Runcato á dar la embajada á sus parientes;
en el camino los encontró á todos armados á punta de
rra, que venian hechos unas fieras á matar á sus hués-
, porque el uno de los indios que escaparon de la pri-
canoa, habia llegado la noche antes al pueblo, dicien-
que los viracochas habian muerto á sus compañeros, y
él se habia escapado en fuerza de la velocidad de sus
. Con este siniestro informe venian tan enfurecidos que
Sanéate le costó mucho el apaciguarlos , refiriéndoles la
d de lo que habia visto y entendido. Con esto los per-
ió á que viniesen con él á visitar á sus huéspedes.
El dia 10 de julio por la mañana se adelantó Runcato á
f aviso á los padres, de como venian ya sus parientes. Sa-
n los religiosos con toda la gente á recibirlos á la playa
1 rio, por la cual venian los gentiles armados y pintados
iisanza de guerra, y algunos traian vistosos plumajes en
cabeza. Cuando los infieles vieron á los forasteros, le-
vantaron grande algazara, diciendo: amico, amico: corres-
fondieron los cristianos con las mismas voces: amico^ ami-
^' Llegáronse á abrazar con grande alegría; y habiendo
Wo lugar á aquel primer alborozo, entonaron los padres el
TeDeiim laíidamus,y procesionalmente mezclados, cristianos
y gentiles, fueron á una capilla que de palmas se habia dis-
puesto; y todos adoraron una imagen de la Madre de Dios
fie allí se habia colocado.
Concluida la adoración, el curaca principal de aquella
geate que se llamaba Santo- aray, pidió á los padres que
feesen á su pueblo, donde las mujeres los aguardaban con
'acomida. Admitieron el convite; y después de haber ca-
— 192 —
Dado cosa de cuatro leguas por tii
ligao pueblo llamado Tsuá-áray.
mtro algninas mujeres con danza
j condujeron á los cristianos á 1
iray, donde los administraron la c
ira, por componerse de plátanos
de chicha, les pareció á los indio
El dia siguiente, habiendo los pi
á los gentiles que allí se hallaba
la intérprete Ana Rosa) el motivi
s, que era principalmente á hací
diesen ir al cielo, y ¿ ser sus am
a mucho-gusto se harían cristiai
todos, se comenzó á fabricar un:
ífíces fueron los indios Cristian
ichos maderos de que abunda 1í
LS para su cubierta. Mientras se
dres enviaron por el ornamento
bian dejado oculto en el monte
uellos tres días inmediatos vin
iios Settebos que se hallaban poi
eños pueblos, á los cuales despi
:nas herramientas, les daban Io£
ídio de la intérprete) el motivo di
o que los gentiles manifestaban j
El dia 16 de julio, habiéndose c
ado una hermosa y grande cruz,
puerta, y habiendo llegado los c
snto, se bendijo con solemnidad 1
Q con grande reverencia todos 1(
wpues se bendijo la iglesia, erigi
! aquella conversión á nuestro pai
e íray Miguel de Salcedo cantó
iciaron el otro padre y los indios
piritual que se deja discurrir.
A. los jndios de ^ta nación lian
— 193 —
ion á unos gallinazos de cabeza colorada que los llaman
este nombre. La causa de haber tomado aquel apellido
se puede averiguar, ni ellos la saben. Tenían noticia del
ianismo, pero mezclado con mil absurdos y barbarida-
;. Creían que hay Dios, que castiga á los malos y premia
los buenos. Tenían noticia de la Madre de Dios; pero la
fiuivocaban con Dios, teniéndola por criadora de todo, y ni
kfaian como se llamaba. Reverenciaban grandemente la
PsDta Cruz, y la colocaban por los caminos, casas, plazas y
icaras. Usaban el bautismo ridiculamente; pues se redu-
á bañarse con agrio de limón, sin pronunciar forma al-
:. C!omo los dichos padres no tenían noticia de lo que
jamos escrito en el capítulo III, por estas señas discurríe-
m que estos indios serian descendientes de cristianos fu-
gitivos de alguna conversión de los padres jesuítas 6 de los
portugueses; pero todas estas noticias del cristianismo las
Itenian derivadas desde que nuestros religiosos los tuvieron
jfeducidos, como dije en dicho capítulo. Otras muchas bar-
Niidades tenían por actos de religión; y para desímpresio-
aarlos de ellas, trabajaron mucho tiempo los padres conver-
tores. Algunas costumbres tenían tan abominables, que me
parece mas conveniente dejarlas al silencio, que ofender los
Vadosos oídos con su noticia. Tenia esta nación en e@tc
tiempo doscientas veinte almas.
Dispuestas las cosas de la nueva conversión, se determi-
nó que se quedase en ella el padre fray Francisco de San
José, con los siete Europeos y cuatro indios del Valle, para
<iue trabajasen una chácara para los cristianos. Con esto so
I volvió el padre Salcedo con la demás gente, porque allí no
rbí)ia con que poderse mantener; y si no hubieran reserva-
; do en el camino algún bastimento para la vuelta, hubieran
I perecido de necesidad.
Muchos trabajos padecieron los cristianos en Manáo en
'' tquel primer año, porque como aquellos infelices indios no
teman herramienta, sus chácaras eran tan pequeñas, que
apenas suministraban alimento para cuatro meses del año:
— IM —
los demás vivían de frutos silvestres, de
huevos de tortuga, de los cuales se j:
tiempo en las playas de Ucayali. Tambiei
la caza de algunos saginos y monos. Svs
te tenían plátanos, maíz y yuca en corta
papayas. Aunque los cristianos hicieron i
mientras ésta no pudo suministrar algún
ron muy parcamente de la caza que podi;
dos. La plaga de mosquitos los molestabí
no les daba tugar á estar parados un inst
experiencia les enseñó lo indispensable qi
bellones ó toldos; pues hasta aquellos bar
defenderse de los mosquitos, aun con estí
molestas y enojosas picadas.
Con los anuales socorros que se remi1
de las conversiones de Cajamarquilla, tu'
nos de Mando algún alivio, porque criaro
ñas, sembraron arroz y frisóles, de que
indios de dichas conversiones eompusiero
viéndole mucho por atajos, y labraron á
varias chácaras para tener bastimento freí
bajo. Mucho padeció el primer año el [
Manáo, porque aquellos bárbaros siemp
desconfianza de que los cristianos los veni
que la intérprete Ana Rosa los procurs
aprensión, coirfb los indios son la mismi
vían los cristianos siempre con el recelo c
gundo año de la reducción de Mando, en
fray Juan de Dios Frezneda d acompañar í
cisco de San José; y entre los dos compus!
bularlo de aquella lengua, ayudados de 1
Rosa, la cual catequizaba á sus paisanos;
eran tan bárbaros y obstinados en el re
loe Schipibos, solo se administraba el sai
párvulos, pero á los adultos solo in ariicv:
Aunque los indios de las conversiones
— 195 —
muy dóciles y buenos cristianos, no dejaban de sentir
anual caminata que se veian obligados á ejecutar con las
rgas de los socorros por mas de cuarenta dias de ida y
Ita de Manáo, y se reparó que muchos enfermaban del
sancio é intemperie de aquellos países, y morían algunos
os los anos. Para evitar (si fuese posible) este inconvenien-
, dispusieron los prelados que se buscase un camino mas
il por la vía Pozuzo, discurriendo que embarcándose por
rio Pozuzo, se llegaría á ücayali, y por él á Manáo sin la
tíga que. causaba el llevar el socorro en hombros de los
dios desde CajamarquiUa.
Para este fin, á principio del verano del año 1763 se fa-
iTicaron dos canoas en el rio Mayro, y en ellas emprendie-
n el viaje los padres fray José Hernández y fray Francisco
írancés, con veinte y tres hombres pagados para el remo y
escolta. El padre Hernández, valiéndose de un mapa mal
ibrmado que habia en el Archivo de este colegio, discurría
llegar desde el puerto del Mayro á Manáo en cinco ó seis
áias, y con esta preocupación no embarcaron los víveres co-
rrespondientes al viaje que emprendian, ignorando sus con-
tingencias.
Salieron los mencionados del puerto del Mayro á princi-r
pies de agosto del mismo año 1763, y después de haber na-
vegado siete dias rio abajo, encontraron en una playa unos
gentiles, que al ver á los cristianos, hicieron con sus flechas
íiarde de valentía; pero insinuados de que los nuestros venian
de paz, echaron sus armas al suelo. Saltaron los cristianos
en aquella playa, y los gentiles les manifestaron grande be-
nevolencia, y los acompañaron á unos galpones ó casas
grandes que tenian apartados de la playa cosa de un cuarto
^ de legua. Allí cantaron los padres el Te Denm laudamus, y
^Píeguntaron á los infieles por Manáo; pero aunque entre los
cristianos habia de siete idiomas diferentes, nadie pudo en-
tender á estos gentiles. El padre fray Francisco Francés,
deseoso de emplear su apostólico celo en la instrucción de
^^uellos indios, pidió á su compañero licencia para quedar-
— 196 —
allí, mientrae él volvía de Manáo.
2 cuatro indios y un muchacho de P
1 acompañar.
El padre Hernández prosiguió rio a
o, y hahiendo navegado cinco dias i
scaha, discurrió que ya se hahria p
riendo qne los víveres iban faltando,
terminaron regresar con el descons
rrir. Como llevaban poco bastimento
nente á cazar y coger huevos de to
■daron cerca de un mes para llegar
edado el padre Francés. Cuando 11
liaron persona alguna, y habiendo
stianos para buscar al dicho padr
lió el uno flechado por las espaldas:
radamente, y apenas lo ejecutaron, a
infieles con grande algazara, dispi
i canoas; y aunque los soldados les d
azos, la algaraza de los gentiles dal
)n que habían ejecutado; por lo que
a el sentimiento de haber perdido a
mpañeros. El padre Hernández y si
viaje á Pozuzo con mil calamidac
ta de bastimentos; de suerte que lie
ehos retratos de la muerte el dia 18 ■
No se supo por entonces qué infielí
quedó el padre Francés; pero despi
an los Caschibos, También se ha s
cho padre no murió en aquel sitio, ;
Tcado en una balsa con dos indios ci
r en el Ucayali encontraron con al
lales llegaron á preguntar por Man
sparar sus flechas, con que les quita
ese que en el paraje donde quedó i
ometieron los traidores Caschibos, 2
is cristianos escaparon de la matanis
— 197 —
ircaron á todo riesgo sin poder evadir la muer-
<eral)a. Este religioso era de la provincia ds
los Descalzos de Andalucía, varón de conocí-
bia venido de España en el año 1754, y habia
sanos en Pozuzo muy amado de sus neófitos
es prendas.
I»
CAPITULO X]^]SIII
Bednccion de loa indios Schipibos, j otros-
Aunque la nación de los Settebos era tan cortSi como i
ha referido, considerando los padres conversores que podií
ser escala y puerto para la conversión de las muchas nación
nes que se hallan en las márgenes del famoso ücayali, pürí
sieron todo el conato en conservar el pueblo de Manáiv
aunque fuese á costa de tantos trabajos. Para conseguir esh
grande obra era necesario, primeramente conquistar los áni-
mos de los Settebos, desnudándolos de sus barbaridades,!
sobre todo del odio inveterado que tenian á las nacional
circunvecinas. La nación mas inmediata á Manáo era la dt
los Schipibos, que distaba de Manáo cosa de veinte legnat
al sur de malos caminos; de suerte que por tierra tardaba
en caminar dicha distancia cuatro dias, y por los rios tarda-
ban ocho ó diez dias. Esta nación era'mas numerosa que li
de los Settebos, los cuales la aborrecian, de suerte que lue-
go que los habjaban de los Schipibos, no querian mas qne
cortarles las cabezas, robarles las mujeres, y otros dispait*
tes semejantes. Para quitar este odio á los Settebos, traba-
jaron los padres conversores con tal tesón durante cuatm
años, que finalmente consiguieron ablandar aquellos ánim»
feroces; con lo cual se facilitó la reducción de los Schipibos,
y sucedió con la ocasión que ya refiero.
Llegó á Manáo por el verano del año 1764 la noticia dft
— 199 —
fatal espedicion del padre fray José Hernández y su com-
ero el padre Francés. Y como sobre la muerte de oste re-
había varias opiniones, pues el hermano donado An-
ío Gorostiza (que se habia hallado en la espedicion, y
pquel año habia entrado en Manáo) afirmaba que dicho pa-
^ no era muerto; para salir de esta duda el padre fray
Jluan Frezneda determinó llegar al sitio donde habia quéda-
lo el padre Francés, y desengañarse de la tragedia. Salió
4e Manáo el mes de setiembre de dicho año con dos canoas,
en ellas diez indios de Pampa Hermosa, cuatro indios Set-
bos, y el dicho hermano Antonio. Habiendo salido al Uca-
i, nave^ron tres dias rio arriba, hasta que llegaron á la
del rio Pischqui, en cuyas márgenes habitan los Schi-
fihoB. Subieron por él un dia, y al segundo encontraron dos
jttsfieles Schipibos, los cuales al instante que vieron á los fo-
Irasteros, se escondieron en el monte, y por mas que les Ua-
paaron y gritaron, no quisieron manifestarse. Viendo el pa-
jdre que perdian tiempo vanamente, mandó colgar de un
|Érbol, en el paraje donde habian visto á los dos indios, dos
taachetes y algunos cuchillos. Y continuando su viaje, ha-
cendó salido al Ucayali, siguieron por él tres dias rio arriba,
kasta que llegaron á la boca del rio Aguaytia. El hermano
[Antonio Gorostiza reconoció que aquel era el sitio desde
dwide habia regresado el padre Hernández, y se lo dijo al
padre Frezneda; y que desde allí al paraje donde habia que-
|<Sado el padre Francés, tardarían veinte dias. Por esta causa
<5otejando los víveres que llevaban, reconoció el padre que
i W) tenían bastante para todo el viaje, y determinaron regre-
«ará Manáo.
Habiendo llegado á la boca del rio Pischqui, entraron por
^U ver si los gentiles habian llevado la herramienta que
Í08 cristianos habian dejado. Llegados al paraje, y no ha-
jJlaado allí la herramienta, prosiguieron otro dia rio arriba,
: J ri dia tercero oyeron en el monte golpes como que esta-
je cortando algunos palos. Dieron voces los Settebos (por
^r de un mismo idioma), y salió un indio mozo desnudo,
— 200 —
endo amico, amico. Los cristianoi
izaron al Schipibo, qnien dijo qne
donde estaba bq padre 7 familia
•spaes de haber agasajado á aquel
si querían ser sns amigos, viniese
m herramientas. Respondieron los
irían á los de su nación. Estuviero
dia, y se volvieroD á embarcar pai
á fines de octubre con la aotícia d
lo.
Aguardando estaban los padres '
a visita de los Schipibos^y confervt
ios el buen éxito de aquella espiríi
1 de los Schipibos, aimque numero
almas, no t^nia pueblos, mas tít
)s por aquellos montes; de suerte (
ite leguas de nort« al sur, y diez «
a las tierras altas, y por este n
upo en convenirse á tener anüstai
itianos.
El dia 28 de Noviembre del mism<
tblo de San Francisco de Manáo 1
ncipales, á los cuales recibieron 1
. grandes demostraciones de cariño
■alado les dieron á entender que d(
a hacerlos cristianos, para que, sv
?en ir al cielo. Convinieron en llev
en llegtí con ellos á sus tierras el d
recibido con universal alegría de
dicho padre les exhortó que se jai
íblo, para que pudiesen ser instruí
na: y habiéndolo conferido entre el
meblo en la margen del rio Pischi
ca de la capilla y casa del padre y
Enero del año 1765 se dijo en él la
ninó el pueblo de Santo Domingo
— 201 —
El padre fray Francisco de San José, como superior de
idla conversión, participó á este colegio la noticia de la
leva conquista espiritual, y de la puerta que con ella se
ria á la conquista de las muchas naciones que habitan las
mes del rio Ucayali. Pedia también que le enviasen
LOS religiosos para trabajar en aquella nueva viña del
íor. Llegó esta noticia á Lima á principios de Abril del
ícho año 1765; y como el colegio se hallaba falto de reli-
í, por haberse muchos retirado á sus provincias cumpli-
su decenio, el padre comisario de misiones fray Manuel
pidió á la santa provincia de los doce Apóstoles algunos
trios evangélicos, para que entrasen á trabajar con los
itiguos misioneros. En esta ocasión salieron de la provin-
para las conversiones cuatro sacerdotes y tres religiosos
Para que en adelante no se atrasara la espiritual conquis-
de los infieles por falta de operarios, el muy reverendo
re comisario general fray Bernardo Paon, con beneplá-
ito del señor virey pidió al colegio de San Ildefonso de
hillan algunos religiosos, para qué ayudasen á los de este
legio á la conquista de las almas. Este socorro de Chillan
Segó á este colegio á principio del año 1766.
Como todavía no habia total certidumbre de la muerte
ídel padre Francés y sus compañeros, se dispuso que el so-
pcwro que se enviaba á las conversiones, fuese dividido en
apartes. En la primera fueron los padres fray José Con-
teras y fray Antonio Várela, y los hermanos fray Manuel
de San Pablo y fray José Caballero. Estos salieron de Lima
d dia 9 de Mayo del dicho año 1765 con el padre fray Juan
.dfi Santa Rosa, presidente de las conversiones de Cajamar-
:Vúlla, para que por aquella parte entrasen á Manáo. Con
fe segundos, que fueron el padre fray Pedro Arrióla, yo, el
iftnnano fray José Colas, y un hermano donado, determinó
d padre comisario de misiones hacer entrada al rio Ucayali
^ canoas por la vía de Pozuzo. Salimos de Lima, y habien-
16
^
do llegado á Huánuco á últimos de
delicias para la fábrica de las canosE
rala entrada; pero hubo tales incoi
tropa y los cargadores, que parecía
conjurado para estorbarlo. El padre f
dente de las conversiones de HuAnuí
mingo de la Cruz, conversor del pue
ron incansablemente para la habilit
bastimento necesario.
Dispuestas todas las cosas, y pu
puerto del Mayro, el dia 3 de Setie
embarcamos en tres canoas y una bi
comisario de misiones fray Manuel
Bonamó, misionero antiguo, el pad
padre fray Pedro Arrióla, e! hermar
canoeros, veinte y cinco soldados, le
los diez pagados, con un cabo de la
bernador de la frontera. Navegamo
Pozuzo y Pachitea siete dias con el
El dia 10 de Setiembre llegamos al
dado el padi'e Francés, y por ser tan
leta de pedregal <jue está en frente.
El otro dia el padre comisario y «
gunos canoeros y veinte soldados fu(
el monte. Los canoeros se hablan I
hablan hecho el padre Hernández y
pues de varios rodeos llegaron á los ;
solo hallaron en ellos algunas rodel
varios atados de bazas de flechas, y ;
caras en las inmcdicciones. Y aunqi
rias sendas, no hallaron rastro algí
tarde se volvieron á la isleta sin mas
y molimiento, y con el pesar de bal
ciade que un soldado, al tiempo que
nia su fusil, se le disparó y mató á o
terraron en aquella playa. Por este r
— 203 —
b del padre Francés, nombré á este paraje Puerto Des-
raciado.
El dia 12 volvimos á registrar aquellos montes, el padre
omisario y los demás sacerdotes, con veinte soldados y al-
fonos do los canoeros; y habiendo empleado todo el dia re-
orriendo varias sendas, no hallamos indicio alguno de gen-
B, y al anochecer nos volvimos á nuestra mansión bien fa-
igados. El dia 13 por la mañana se consultó entre los pa-
ires y el cabo de la tropa lo que convenia hacer en aquel
kado; y atendidas las circunstancias del tiempo y lugar,
b concluyó, que pues no se encontraba vestigio' alguno de
k» cristianos, ciertamente estaban muertos los que allí ha-
pan quedado, y que no con venia pasar á Manáo por estar el
lempo muy adelantado, de'suerte que si llegábamos allá,
imposibilitaba el regreso. Con esto determinado el regre-
, partimos de allí el mismo dia, navegando rio arriba, y á
noche paramos en una isleta en frente del rio de San Ni-
lás. Los canoeros pidieron al padre comisario hiciese man-
ion allí un dia para componer las canoas.
El dia 14 mientras se componian las canoas, el padre co-
isario con el padre Bonamó y diez y seis soldados entraron
registrar el dicho rio; pero aunque anduvieron todo el dia
iendo varias veredas, no hallaron rastro alguno de in-
. Es cierto que por allí viven gentiles; pero como ellos
M^ron tanta gente, se escondieron por los montes, sin que
die pudiese dar con ellos.
Con este desconsuelo marchamos el dia 15 para el puer-
to del Mayro, donde llegamos el dia 2 de octubre al anoche-
cer, y el dia siguiente después de haber asegurado las ca-
ídas en sitio conveniente, caminamos para Pozuzo, donde
Begamos el dia 8 por la tarde. En este viaje no se padeció
^tiga por falta de bastimento, porque el hermano fray José
Colas y yo tomamos el trabajo de repartir diariamente la
^cion competente á todos los individuos de la entrada; de
^ette que en cuarenta dias que duró el viaje, siempre se
ola ración igual suficiente para su manutención, á la cual
— 204 —
reñía como de añadidara alguna caza
las entradas que se hacen á la monta!
caución y tarea, se evitarían muchos
Qan la falta de "bastimentos; porque d'
lisposicion de los indios, al principio
pues se hallan sin lo preciso. Habiénd
do la tropa y canoeros, los religiosos i
pedición, nos venimos á este colegio.
De los religiosos que fueron por
padre presidente fray Juan de Santa 1
Mauáo los hermanos fray Manuel de í
Caballero, y también entró el padre fi
dOj conversor del pueblo de Jesús de
en él al padre fray José Contreras. L\<
timos del mes de julio de dicho año ]
imposible juntar á los indios Schipibc
halló por conveniente fundar de dichi
blos. El primero en la margen del rio
ron Santa Bárbara de Archaní. El seg
rio Ahuaytí-ya, llamándole Santa C
primero fué fundador el hermano fra;
segundo el hermano fray Alejandro d
Aunque los tres sacerdotes que se
versión de Manáo tenían bien ocupad
quizar y civilizar á los Settebos y Sel
vista la esperanza de convertir á los <
denaron entre sí varios espirituales e
divina Majestad dispusiera los ánimoi
gentes, para que prendiera en ellos
Evangelio.
A principios del mes de setiembre
principales indios de Manáo llegan
fray Francisco de San José y le díjer
ir á amistamos con los Cunibos, y loi
Agradeció el padre la oferta, y los re
to Domingo de Pisehquí, para tomar
— 205 —
1 padre presidente fray Juan de Dios Frezneda. El dicho
dre presidente aprobó el intento de los Settebos, y los re-
itió con el hermano Antonio Gorostiza á Santa Bárbara de
rchani, donde tenia noticia que habian llegado cua-
^ indios Cunibos, diciendo que deseaban ver á los padres.
Fueron alegres los Settebos á Santa Bárbara; y aunque á su
llegada ya los Cunibos se habian vuelto á sus tierras, les
viaron recado advirtiéndoles que allí los esperaban para
cerse amigos.
La respuesta de los Cunibos fué venir á Santa Bárbara
enta Cunibos, y algunos con sus mujeres; pero la aspe-
leza de los caminos fué motivo de que solamente llegasen
i Santo Domingo de Pischquí catorce Cunibos con dos mu-
jeres, los cuales llegaron á dicho pueblo el dia 1/ de no-
^líiembre del dicho año. Habia subido desde Manáo el padre
fray Francisco de San José, y se hallaba en Pischquí cuando
llegaron los Cunibos, á los cuales los padres agasajaron con
todo lo que pudieron, espresándoles el deseo que tenian de
^p á sus tierras para que fuesen cristianos, á lo cual los Cu-
Jiibos se manifestaron agradecidos. Los Schipibos no lleva-
ion á bien estas amistades con los Cunibos, movidos de en-
vidia, discurriendo que por eso les faltarian herramientas
para ellos; por lo cual, por no disgustar á nadie, no fué en
esta ocasión religioso alguno con los Cunibos; pero les pro-
metieron se dispondria modo de que fuese un padre á sus
tierras.
Viendo el padre presidente fray Juan Frezneda la puerta
que Dios abría para la conversión de aquellas naciones, y
la falta de operarios que tenia para ella, mandó al padre
feay Francisco de San José que saliese de la montaña y ba-
jase á Lima á informar á los prelados del estado de aquellas
conversiones. El dicho padre presidente pasó á los Cunibos,
donde llegó el dia 6 de diciembre del mismo año al pueblo
de San Miguel, y los infieles le recibieron con estrañas de-
Diostraciones de benevolencia, y habiendo bautizado algu-
nos párvulos, después de diez dias se volvió á Santo Domin-
por habí
Dejó en £
imal, pan
■as enTÍab
tó á fines
!7unibo3 c
ría que lo
S3ssgg6|^A\v^y&^^^^v\W6^^lm>a6^i^.u^^gavni.s^ _
: \y!\\'w>r^ a »\^*x\»/C c^^xx^xx» OCí^xxvxv»
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SAFITeLO XXXIT.
TéiúiáA de las converaiones de Manáo j VcsljvlU con mnerte
de loa religiOBoa y de loa demáa criatianoa.
I Horrendo monstruo es la ingratitud, sin que le valga
j^r disculpa la barbaridad del sugeto, pues aun los mas fe-
toces animales se domestican con los beneficios, y perma-
tecen agradecidos y leales. ¿Quién habia de discurrir que
|a nación de los Settebos, después de innumerables benefi-
pos recibidos de los padres conversores y demás cristianos
^rante seis años continuos, habian de usar de tal ingrati-
hid, pagando los prolongados trabajos de los padres no solo
Quitándoles la vida, mas también influyendo en las demás
naciones para que ejecutasen lo mismo? Pues esto es lo que
iicieron los ingratos Manáoitas.
Salió el padre fray Francisco de San José de la montaña
i las conversiones de Cajamarquilla el mes de diciembre
M tóo 1765, y por hallarse enfermo no pudo bajar á Lima;
ipero desde el hospicio de Huailillas escribió á los prelados,
noticiándoles el estado de las conversiones de Ucayali, y la
ÍTandísima falta que tenian de operarios evangélicos, pi-
fiendo con instancia el remedio á tanta necesidad. A últi-
íBos de marzo del año 1766 se recibieron en este colegio las
^rtas de las conversiones de Ucayali, y al mismo tiempo
j*^en del muy reverendo padre comisario general, que yo
\ ^ase á Lima con los religiosos que el venerable discretorio
— 208 —
iscurriese necesarios, para pasar al
juellas conversiones. Habían llegado
IOS de enero de este mismo año, ocl
el colegio de Chillan para ayudarno
uista de las almas. Estos fueron los {
iqueraa, fray Tomás Piqueras, fray S
ae Aznar, fray José Jaime, fray José
;ntin Arrieta y fray Mariano Herranz
Salimos del colegio para pasar á lai
res fray Lorenzo Ruiz, fray Juan E
hacon, fray Pedro Arrióla, fray Valeí
ue Aznar, fray José Menendez, fray
osé Jaime y yo, con el hermano fri
íabiendo llegado á Lima á fines de ab
mdo para pasar al hospicio de Huailil
rar á la montaña. A mí se confirió
eneral de todas las conversiones, coi
mecientes á la matemática. El dia 6
úi de Lima para Huailillas en compa
ro Arrióla, de los hermanos fray Fra
{anuel Samudio, religiosos legos de
el hermano Manuel Ranero, que ton
ara esta espedicion. Llegamos á dicl
lan Antonio de Pádua.
Hallábase todavía en él convale
'rancisco de San José, quien salid pa
ilio á las pretensiones que tenia preí
Telados y superior gobierno. El misa
licio el padre fray Lorenzo Ruiz, preí
iones de Cajamarquilla, con los padrí
ray Mariano Herranz, el hermano fra;
in donado. Como instaba el tiempo i
13 conversiones de Ucayal¡,y el puel
primera escala para dichas conversio
re conversor, despachó para dicho pi
,ro Arrióla, para que dispusiese la ge
— 209 —
irro á Pischquí. Salió el dicho padre para la montaña el
Ib 14 de julio, acompañado de cuatro serranos para cargar
ll repita y la comida para el camino, que á pié regular -
lente es de siete dias desde el hospicio á Pampa Hermosa.
El dia 16 del mismo mes despaché para Pampa Hermosa
los padres fray José Menendez, fray Mariano Erranz, á los
lermanos fray Manuel Izquierdo, fray Francisco Jiménez,
fim soldado europeo, para que desde allí siguiesen su des-
feo á Pischquí á la disposición del padre presidente fray
^n Frezneda, á quien escribí dándole noticia del socorro
[ne en breve tiempo tendría con los padres, que por ins-
totes aguardábamos que llegarían á Huailillas. Habiendo
legado dichos religiosos á Pampa Hermosa, descansaron
loce dias mientras los indios disponian su provisión de ví-
reres necesaria para el viaje, y componian sus atados de
brramienta que llevaban de socorro. Salieron de Pampa
Sermosa con cien indios de dicho pueblo el dia 8 de agosto
para Pischquí, á donde llegaron á últimos de dicho mes sin
ie^racia alguna, aunque con la indispensable molestia de
caminar veinte dias á pié.
El dia 30 de julio llegaron al hospicio de Huailillas los
padres fray Juan de Santa Rosa, fray Manuel Chacón, fray
Soque Aznar y fray Valentín Arrieta con un hermano dona-
do. Después llegaron los padres fray Juan Bonamó y fray
José Jaime, que se habían quedado atrás. Todos se fueron
<lisponiendo para entrar cuanto antes á la montaña. Dios
nuestro Señor dispuso que yo enfermase de cuidado en este
tiempo en el hospicio, y por no detener el socorro determi-
^é que se fuesen cuanto antes, porque se iba pasando el ve-
^uo. El dia 17 de agosto salieron para Pampa Hermosa los
padres fray Juan de Santa Rosa, fray Juan Bonamó, fray
fioque Aznar y fray José Jaime, con tres donados y tres sol-
dados para Manáo, con los cargueros necesarios para llevar
el socorro hasta Pampa Hermosa. Yo quedé malamente en-
fenno en el hospicio, y también el padre fray Valentin
Aprieta. El padre fray Manuel Chacón quedó para pasar al
— 210 —
pueblo de San Buenaventura del Valle,
destinado, á fin de ejercer en él el oficii
Llegtí este socorro á Pampa Hermos
to, y se dispusieron las cosas para pasa
fin de llevar de dichos pueblos indios |
más socorro. Salieron de Pampa Hermo
tiembre, y recogiendo algunos indios
Valle, donde el padre Santa Rosa recibí
Frezneda, su fecha en Pischquí el día
que le avisaba haber despachado al pad
dez á los Cunibos, y al padre fray Mar
Bárbara de Archani, y que en aquella
mas de dos sacerdotes, porque se hallal
mentó. Con esta noticia salió del Valle
Santa Rosa con los padres fray Roque
Jaime, dos donados, tres soldados, el '
otros dos serranos, once indios electos
treinta de Sion y veintiocho del Valle;
siete dias de camino llegaron á Manáo
El padre fray Juan de Santa Rosa hE
Francisco de Manáo desmembrado, port
su parcialidad se apartaron de los demá
al pueblo viejo de Yapa-atí. Dispuso e
padre fray Roque Aznar, y el hermano 1
sen á Pischquí á las órdenes del padre {
Frezneda, acompañados de los indios di
de algunos de Sion. Salieron de Manáo e
en el camino sucedió lo que refiere el
Salcedo, en carta escrita al padre fray 1
sé el dia 12 de octubre del mismo añ(
«Mi padre fray Francisco. Ya llegó el c;
»estado temiendo, por no haber gent
»fionversion. Llegando yo con mis Cu
«Francisco de Manáo para llevar socorr
»dre para poner en los Piros, que repetii
»pedido, hallé que cuatro dias antes d
— 211 —
ido para Santo Domingo de Pischquí el padre fray Ro-
6 Aznar y el hermano donado Manuel Ranero con in-
os de Pampa Hermosa, Valle y Sion, y llegando á Yapa-atí,
recibió el traidor Runcato y su parcialidad con estra-
demostraciones de afecto, trayéndoles yucas, plátanos
maíz en abundancia. Y al ponerse el sol, vinieron todos,
cogiéndolos descuidados empezaron á macanazos, y ma-
rón al padre el primero, al donado y diez y seis indios.
o es lo que han hecho los Yaubos (así llaman á la par-
ialidad de Runcato), los mansos, y los que teníamos por
ejores. ¿Qué podemos esperar de los demás, que no los
gábamos tan leales^ Los Settebos no sabemos hasta abo-
que hayan sabido ni consentido en la traición. Nos di-
n que tienen gran pesar de lia maldad ejecutada, y que
luscarán á los agresores, y los matarán. Que nos vayamos
los Cunibos, y que después que ellos hayan vengado las
Janertes, irán por su padre conversor; por lo que todos sa-
famos para allá mañana 13. Desde allí avisaré con mas es-
tension. Lo que encargo es que nadie venga por esta vía
hasta que avisemos.» Este es el contesto de la carta del
dre Salcedo, el cual sé fué á los Cunibos con los padres
y Juan de Santa Rosa, fray José Jaime, un donado, los
soldados, y diez indios de Sion que quisieron acompa-
ríos. Los demás indios que habian llevado el socorro, se
ol vieron á sus pueblos.
De la traición ó acometimiento alevoso de Runcato es-
paron (aunque heridos) algunos indios cristianos, entre
ílos dos del pueblo de Pampa Hermosa; los cuales llegaron
Valle, y después de haberse curado en dicho pueblo, sa-
crón al hospicio de Huailillas, y llegaron á Pampa Hermo-
el dia 23 de noviembre con la infausta noticia de lo que
bia sucedido. Hallábame yo en aquel tiempo en dicho
Qeblo, donde habia un mes que habia entrado, con ánimo
fi pasar á Manáo á las primeras noticias que hubiese de
adentro. Después que los indios de Pampa Hermosa dieran
^ lugar al sentimiento por la muerte de sus parientes, de
iuales murieron sie
divi808 en sus dicl
¡ion de RuDCato hu
ipibos, y que estos
ipa Hermosa, que i
lara para el padre ]
IL amistad que los í
dicha nación nunc
Con esta incerti'
ipa Hermosa, agua
i advertencia del pi
¡mos en el capítulo
eAFITPL® XXXV.
Entrada que hizo el P- OomiBorio de miaionea para aoeorrer
loa eonveraionea del Ucajaii.
Luego que llegó á Huailillas la infausta noticia de lo su-
ido en Manáo, se despachó aviso á los prelados superio-
i Lima, donde se hallaba el padre fray Francisco de San
osé, y el padre comisario de misiones fray Manuel Gil. Y
¡orno el padre Salcedo en su carta daba á entender que te-
da satisfacción de los Cunibos, donde se habia retirado con
os demás cristianos, discurrieron que el modo mas seguro
tora socorrer las conversiones, era por la via de Pozuzo.
pabiendo determinado ejecutarlo así, dispusieron en Lima
todo lo necesario. Se compró porción considerable de herra-
Biientas, algunas armas de fuego, pólvora y municiones, y
>ii ello vinieron á Huánuco por el mes de mayo del
o 1767.
El padre fray Domingo de la Cruz, que se hallaba de con-
vereor en Pozuzo, h^bia despachado algunos indios al puer-
tode Mayro, á reconocer si las canoas que habia dejado allí
d padre comisario de misiones, se hallaban en estado de po-
wr servir para la entrada que se intentaba. Cuando los in-
^08 de Pozuzo llegaron á la Pampa del Mayro, vieron en ella
algunos infieles, y luego se retiraron apresuradamente. Por
«sta causa no atreviéndose los indios de Pozuzo á ir al May-
^ á construir canoas, se determinó buscar sitio á propósito
— 21
ra astillero en la margen de
1 rio del Consuelo. Hallóse ;
i paraje donde habia buenos
rminó la fábrica de las cano
ayo y junio.
Por este tiempo, habiendo <
rsionesde Cajamarquilia, ve
Huánuco, desde Pampa Her
) de hallarme en la entrada c
rio Gil. Llegué á Cachero el
is y cartas que hallé en dich
gar al puerto del Mayro á t
! padres. Preveníame el padr
indase reconocer el antigüe
mbor, para tantear si seria |
rías el socorro hasta el pui
ave dificultad que se encuen
licho paraje en hombros de
0 cargo de que este recon
alquiera, determiné hacerlo
1 padre conversor fray Dom
Muña las cosas necesarias
Q dos guias y algunos indios
i dificultades que hallamos p
mte, y principalmente por 1
asion que no la bebimos e
sndiendo á que las entradas f
íue esta falta de agua las im
;ho registro á los ocho dias d
los trabajos que padecieron (
mpañoros.
Prevenidas en el astillero de
s para el socorro de las conv
jastiniento, en el dia 10 de j
1 de dicho sitio el padre cora
el Gil, y los padres fray Fra
— 215 —
itin Arrie ta, en dos canoas con tres canoeros de Cachero,
marineros andaluces y once soldados fronterizos. Al se-
do dia de haber salido, tropezó la canoa grande en una
a oculta, y se volteó, perdiéndose la mayor parte de los
res, herramientas y algunas armas. Para componer la
¡|Qoa y asolear los bastimentos que se habian mojado, fué
jleciso llegar al puerto del Mayro, donde estuvieron en di-
faena hasta el dia 25 de dicho mes, que siguieron su
ye.
El dia 2 de Agosto por la tarde, habiendo pasado media
a mas abajo del Puerto Desgraciado, un mozo canoero
\i casualidad tocó un trompeton de cuerno, á cuyo sonido
¡eren á la margen del rio Pachitea una porción de infieles,
iendo fieros y amenazas con sus flechas, y arrojando al-
nnas contra las canoas. Viéronse obligados los cristianos
tomar tierra en una playa, donde acudieron los gentiles
nudos y armados. Eran estos indios los fieros Cas-
ibos. Hablóles el padre fray Francisco de San José en len-
a Setteba, la cual también hablan ellos; y habiéndoles
alado algunos cuchillos, se familiarizaron con los nues-
tanto como si fueran amigos antiguos. Durmieron los
istianos aquella noche en la misma playa con la precau-
pon conveniente. Al otro dia al amanecer se hallaron los
taestros cercados de los infieles armados, y habiéndoles
preguntado qué querían; respondieron que querían herra-
nüenta. Diéronseles algunos machetes, y se les mandó que
»e fuesen; pero ellos sin hacer caso de lo que se les decia,
iban ganando la orilla del rio para impedir á los cristianos
d embarque. Fué preciso valerse de las armas de' fuego, y
aunque les mataron cuatro ó cinco hombres, no querian des-
^parar la playa. Hicieron los nuestros ademan de correr
Hcia ellos con las armas de fuego apuntadas, con lo cual
los infieles desampararon el puesto, y los cristianos so em-
barcaron sin desgracia alguna, aunque los infieles los si-
guieron todo el dia con grande vocería y algazara.
El dia 5 de agosto, después de medio dia, llegaron á la
— 216 —
junta del rio Pachitea cen el Ucajs
con tres indios Cunibos. Hablóles ei
fray Francisco de San José, y al cal
nuestros ua indio Cunibo en una pe
le el dicho padre por los padres, ; e
los padres estaban en los Piros, que
que ellos no tenían que comer, por
avenida del rio les habia llevado sui
esta conversación, se llegaron á los
con indios Cunibos, y todos daban
padres, y muchos preguntaban por
padre fray Francisco les dijo, que v
los padres y herramientas para ell
cuántos dias habia á tos Piros. Resj:
los dedos) que cuatro tlias rio arribi
garlan en un dia. El padre les dij
carta á los padres. Respondieron li
breyemente, y se la entregó al qui
Aquella noche se pasaron á dormir
Cunibos, y estuvieron con centinelí
El dia 6 al amanecer vinieron
Cunibos, y siendo preguntados, tod
tocante á los padres; pero pregunta
cisco separadamente á diversos Cu
que habia á los Piros, halló que s
mente; por lo cual entró en sospeci
líos indios. Y habiendo conferido c
terminaron apartarse de allí. La ma
de víveres en que se hallaban, por
todo riesgo pasar á Manáo. Para en
les dijeron que si habían de aguard
niesen los padres, les trajesen algu
jeron un poco de cada especie, dieii
falta de comidas. Al anochecer des;
después de bien entrada la noche,
que quizá los compañeros estañan
— 217 —
te Ctmibos, y que por otra parte no convenia demorarse en
mel sitio, espuestos á los insultos de los gentiles, hicieron
m grande hoyo en la arena, y en él enterraron algunos
ligones de herramienta; habiéndolo tapado muy bien, y he-
ho fuego encima para desmentir el entierro, pusieron allí
iorca en nn palo una carta para los padres, para que si aca-
to venían de los Piros, tuvieren noticia de ellos y de su
kstiné. Al ponerse la luna, que seria cerca de las cuatro de
^madrugada, se embarcaron con silencio, se dejaron ir con
ll corriente para no hacer ruido con los remos, y luego que
N discxiTPÍeron apartados de los Cunibos, remaron con todo
N&pefio y fuerza.
' El día 7 de agosto al amanecer, juzgando los cristianos
brtar bien desviados de los Cunibos, se hallaron cercados
^r tierra y agua con mas de treinta canoas y mucha india-
ía. Para desmentir el recelo gritaban los nuestros que iban
lUanáo. Cogieron los Cunibos la delantera, y los cristianos
» vieron obligados á tomar tierra en una playa. Apenas
Wtaron á ella, cuando los cercaron los infieles, y se des-
embarcaron los que venian en las canoas. Bien discurrieron
ios nuestros que todos perecerían allí oprimidos de la mul-
títud de enemigos; pero quiso Dios que el padre fray Fran-
tfflco reconoció entre ellos algunos indios de Manáo. Causóle
grande novedad; pero la necesidad en que se hallaban, le hizo
desmentir la admiración. Preguntóles, qué hacian allí. Res-
pondieron que hablan venido á ver á sus amigos los Cuni-
fcoB. Y preguntándoles por los padres, dijeron que no sabian
^e ellos. Esta respuesta les. hizo entrar en mayor sospecha,
y mas cuando vio que allí estaban todos los indios de Manáo.
I H padre fray Francisco habló al curaca de Manáo llamado
Cnriqui-bari, y le dijo como venia con sus compañeros á Ue-
W socorro á Manáo, y que le acompañase. Respondió el
curaca qua no tenia bastimento, y que podrían ir al otro
fia. Viendo el dicho padre que los Cunibos tenian cercados
*los cristianos, le dijo al Curiqui-barí: ¿qué quieren estos
17
_ 218 —
CuDibos? Respondióle: están conver
que han muerto á todos los padres y
gierou á ellos, y que no babia otro m
vidas, que regalarles herramienta. E'
querian herramienta, fnesen á dejar i
sin ellas. Ejecutáronlo así, ; se les re
chetes y cuchillos. Quedaron al pareí
trocaron varias cusmas y macanas pe
ñerías. Aquella noche pasaron los
guardia, como lo pedia el lugar y oci
fresadas y cuatro resmas de papel qm
coletos y defensivos para todos los sei
lia noche desgracia alguna.
El dia 8 al amanecer se hallaron
cercados de los Cunibos y de los Sett
Íes grande admiración, y el padre fra;
reparara en sus armas,le dijo al Curiqi
á Manáo? Respondióle: no se puede, p
replicó el padre, y el curaca dijo: no ;
Schipibos mataron á todos los padres
quí y Achani, y te aguardan para mj
Cunibos os quieren matar. Viéndose e
en este apretado lance, le echó los bn
dolé: «¿Es posible que por venir á tra
Manáo, me veo en este conflicto? ¿Así
que 08 tengo?» Enternecióse el bárbaí
no es posible pasar, porque los Schipi
des volver para arriba, que yo hablan
nibos para que no os maten, y os deja
mos amigos.
En efecto, Curiqui-bari habló al e
quese llamaba Curiqui-bari, y después
nes, convinieron en que fuesen amigo
dre fray Francisco que los Cunibos qu
el rio, ignorantes de las amistades ajt
meterlos en guerra, se lo dijo al Curi
F
— 219 —
jondió, que el curaca de los Cunibos y también él los acom-
ffiíñarian hasta el río de Pachítea. Que los nuestros procura-
ba defenderse délos Caschibos, como lo habían ejecutado en
ft bajada. Concertados así, les prometió la herramienta que
iBtaba enterrada en el hoyo que habian hecho en la playa
Ae la janta de Pachitea, y quedaron hechos amigos.
Habiendo visto el padre fray Francisco de San José á al-
gunas indias de Manáo, les preguntó por Ana Rosa, y ha-
Uendo ellas respondido que estaba una legua distante de
IkQi, les pidió que enviasen por ella. Vino Ana Rosa, y con-
tó á los padres toda la tragedia, diciendo como Runcato,
después que con los de su parcialidad mató al padre fray
Boque y á los que le acompañaban, y después que los pa-
^dres Salcedo, Santa Rosa y fray José Jaime se fueron á los
Cumbos con los indios de Sion ^ los soldados: Runcato pasó
[álos Schipibos, los amonestó, y provocó para que matasen
.i todos los cristianos, y él mismo acompañó en la maldad
que ejecutaron en los tres pueblos de Pischqui, Achani y San-
taCruz de Ahuayti-ya; porque como los cristianos se hallaban
separados, no pudieron hacer vigorosa defensa. Que los que
fueron á los Cunibos, fueron bien recibidos y hospedados en
casa del curaca, donde decian habia muerto de enfermedad
el padre fray José Menendez. Que después de quince dias
que estaban allí, como no tenian noticia de Manáo, deter-
minó el padre Salcedo que fuese allá el padre fray José Jai-
me con un donado, y que si hallaba las cosas en paz,
se quedase allí con los Settebos, y avisase lo que convinie-
se. Que el dicho religioso y el donado salieron en una canoa
con cuatro indios Cunibos, los cuales cuando estuvieron en
medio del rio, con los remos y macanas mataron á los ino-
centes pasajeros. Y que habiéndose convocado los Cunibos,
acometieron y mataron á todos los cristianos sus huéspe-
des, y arrojaron sus cadáveres al rio.
No se pudo averiguar qué motivo tuvieron para seme-
jante traición y alevosía, ni cuántos infieles murieron en
los acontecimientos; pues es cierto que con los religiosos
ibia algunos hombres de valor, y qne s
asamente; pero como estaban repartiduí
lición, hubieron de ceder á la muchedu
y algunas indias Settebos pidieron al p
que se quedase allí para su consaelo.
ciendú que no traia ornamento para de(
,ron á esta respuesta, de que se infiere ■
namentos y vasos sagrados que tenian<
Achani. Preguntó el padre á Ana Rosa
inte se habia venido allí. Y respondió q
5 de Huailitlas vendrian á vengar las m
anos, habían desamparado su pueblo, 2
intarse con los Cumbos para estar con 5
uros. Preguntóle también el padre si él
ISO que se quedara entre ellos; á lo cu
)r lo tocante á los Settebos estarla seg
>1 bando de Runcato podian quitarle la
ido el dia con bastante recelo, al anoch
rancisco le dijo alCuriqui-bari, que loí
dormir á la otra parte del rio en una pli
ria. Así lo ejecutaron, y estuvieron tíw
lidado que pedia la ocasión.
El dia 9 de Agosto al amanecer vieroi
3aa de Cunibos con tambor de guerra,
lo Curiqui-bari, temeroso de que acome
)s, pasó apresuradamente en su canoa 1
)nde estaban. Habló & los Cunibos, y se
e esta suerte navegaron tres dias rio ar
i los Cunibos y Settebos, con los recele
irrir con la esperiencia de la inconstí
El dia 12 de agosto habiendo llegado
igar donde estaba oculta la herramient
jpartió á todos los indios. El padre fray
)s Cunibos que le diesen algún bastimei
¡eron que estaban muy faltos de comida
— 221 —
nibos que el dicho padre se quedase con ellos, y les respon-
: iió que por ahora no podia ser, porque no traía ornamento
para decir misa, ni sal para comer, pues bien sabian que
los padres no saben comer sin sal; que otro verano volve-
; rían. Como la canoa grande que traian los cristianos era
demasiado pesada, el padre fray Francisco por consejo del
capitán Pascual Bailón pidió al curaca de los (Junibos Cu-
f ri-bari, le diese una canoa en trueque de la suya; pues po-
[dia aprovecharse del herraje con que estaba precintada.
¡ Convino en ello Curi-bari, y les di(J una canoa de doce varas
i de largo, y ancha á proporción, aunque muy baja de borde
como todas las de los Cunibos, y por ser muy delgada era
bien ligera. Aquella noche estuvieron en dicha playa con la
vigilancia y resguardo que requería el sitio.
El dia 13 después de haber amanecido, se despidieron
los cristianos de los Cunibos y Settebos, y tomaron su viaje
por el rio Pachitea arriba, con el desconsuelo de estar muy
faltos de bastimento, puesta la confianza en Dios, cuya al-
tísima Providencia nunca falta al menesteroso; y así lo es-
perimentaron maravillosamente, pues por la tarde llegaron
á una playa que estaba cubierta de tortugas. Cogieron ca-
torce de el'asbien grandes, y sacaron de debajo de la arena
una gran porción de huevos de tortuga, con lo cual tuvie-
ron que comer para algunos días. Aquella noche durmieron
€n aquella playa, y los dos días siguientes navegaron sin
novedad.
El día 16 de agosto, navegando los cristianos rio Pachi-
tea arriba, por la tarde les salieron al encuentro los infieles
Caschibos yestídos de sus cusmas y sin armas; pero fueron
conocidos de los nuestros, quienes vieron que por el monte
' iban otros indios con las flechas y macanas. Como los cris-
tianos no hacían caso de los Caschibos, levantaron estos
nna confusa gritería y arrojaban algunas flechas, y desde
las canoas les correspondían con algunos fusilazos. A la no-
cbe se retiraron los infieles, y los nuestros la pasaron en
una playa de la opuesta orilla.
El dia 17 de agosto prosiguieron su
y los infieles su molesta vocería por la
animaron las caucas á una playa para ■■
bos, lo que consiguieron mediante algí
reparando los soldados que allí cerca
propuso el capitán Pascual Bailón ir á i
hubiese en ella. Opusiéronse los padres
el evidente peligro á que se esponian d
ro viéndoles determinados, porque la
lo§ hacia animosos para afcropellar los p
que hiciesen su voluntad. Fueron seif
para defensa de los demás, que con m
los frutos de la chácara. Los Caschibos
tes flechas, pero no se atrevieron á ace
las armas de fuego. Arrancaron todas 1
lo cual tuvieron bastimento para algu
el daño tuviese alguna recompensa, d
un par de hachas. Pasaron la noche en
El dia 18 prosiguieron su viaje, los
guian pop la margen con grande vocer
vieron la osadía de pasar cuatro infiel
una balsa á esperar á los nuestros en
preciso valerse de las armas, y mataroc
con lo cualjlos demás se retiraron. Los
cerca del Puerto Desgraciado.
El dia 19 siguieron los nuestros su (
verse libres de la molesta gritería de lo
20 después de medio dia, hallándose en
Nicolás, estaban los infieles eij embosca
^tá en la boca de dicho rio, discurrie
pasarían arrimadas á él, y que infalible
salvo flechar á los Cristianos. Dispuso
pasasen arrimadas á la opuesta orilla;
infieles, levantaron una terrible voceríi
y desde entonces no parecieron mas. L
ron sin novedad hasta el dia 27 en que
— 223 —
|l la playa del mal paso, en la cual hicieron noche con áni-
hio de descansar el djia siguiente para pescar y cazar, por-
1)116 se hallaban muy escasos de bastimento.
El dia 28 salieron los soldados á cazar, y por la tarde el
padre fray Valentin Arrieta tomó un fusil, y se entró al
monte á ver si hallaba alguna cosa. Estando registrando,
eocontró dos arcos y un manojo de flechas. Tomólos en sus
^nos, y repentinamente se halló con dos indios desnudos
liincados á sus pies, y el uno de ellos dijo: «Padre, no me
taiates.» El padre los abrazó, y los condujo á la playa donde
Be hallaban, el padre comisario de misiones, y el padre
fray Francisco. Preguntados qué gente eran, el uno de ellos
que hablaba algo de castellano, respondió que era de Pozu-
to, que siendo mozo se habia huido con su mujer, que él se
llamaba Lorenzo, y su mujer María; que eran cristianos,
pero que sus hijos aun no estaban bautizados. Que tenian su
¡pueblo allí cerca cosa de tres leguas. Los padres les pregun-
taron si tenian bastimento, ofreciéndoles en recompensa un
Ipar de hachas. Respondieron que por la mañana traerían
bastante, y con esto los despidieron. El dia 29 á las ocho de
la mañana vinieron á dicha playa el indio Lorenzo con toda
su íamilia, que constaba de treinta almas de todas edades y
sexos. Venían todos cargados de yucas, plátanos, maíz y
otras cosas. Bien se deja discurrir él recibimiento que tu-
vieron de los nuestros. Por la tarde se fueron con ellos el pa-
dre comisario y el padre Arrieta con algunos fronterizos, y
llegaron al pueblecito que tenian en una pampa muy fértil.
I Durmieron allí aquella noche, y al otro dia volvieron se-
gunda vez á la playa cargados de víveres todos los del pue-
blo. Hicieron aquellos indios grandes instancias para que
se quedase allí el padre Arrieta, diciendo que querían ser
cristianos, pero no se les pudo conceder por entonces su pe-
tición. Prometióseles que el verano siguiente se les daria el
' consuelo que deseaban, y habiéndoles regalado algunas co-
sitas, se despidieron unos y otros con mucho agrado.
El dia 31 de agosto salieron los nuestros de dicha playa,
y siguieron su navegación para el
de llegaron el dia 5 de setiembre;
gurado las canoas, caminaron par
llegaron el dia LO del mismo mes s
que la fatiga indispensable de los
hambres que padecieron en todo el
vinieron al colegio, donde llegaron
del dicho año 1767.
sasasgBasrasgsasgsasBsasagaBHsasagasE
f
\
f CAPIT01.O XIÍXVI
Entrada qne ae hÍMO á 108 apóajtatae^
^El padre comisario de misiones fray Manuel Gil, en
virtud de la palabra que habia dado al apóstata Lorenzo y
& los de su familia de volver al verano siguiente, para que
Be quedase con ellos el padre fray Valentin Arrieta, como
ellos lo habian pedido, determinó hacer aquella entrada,
con esperanzas no mal ftmdadas de que establecida allí aque-
lla conversión, podria ser puerta para entrar desde allí
por tierra á las naciones del Pajonal. Para esto luego que
llegó el verano del año 1768, se dispusieron todas las cosas
necesarias para el establecimiento de aquella nueva conver-
sión; y puesto en el puerto del Mayro todo lo prevenido, en
las mismas canoas que habiaii dejado el año antecedente, se
embarcaron el dia 12 de agosto del dicho año el padre co-
misario de misiones, los padres fray Tomás Piqueras, fray
Valentin Arrieta, con cuatro canoeros de Cuchero y catorce
fronterizos de Panáo en calidad de soldados.
Llegaron á la playa de San Agustín (ó del mal paso) el
dia 15 de agosto, y habiendo descansado en ella aquella no-
che, al amanecer se encaminaron al pueblo de Lorenzo;
pero le hallaron abandonado, y arrasadas las sementeras.
Causóles grande novedad y admiración, y discurriendo que
se habrían mudado por aquellas inmediaciones, los busca-
ron por todas ellas sin fruto, porque no pudieron descubrir
1
— 226 —
ni su rastro, ün mes entero estuvieron Jos cristianos
aquella playa, buscando por varias partes, divididos en t
pas, todos los parajes que parecian poder ser habitación
aquellas racionales fieras, y solamente hallaron el desenj
ño y conocimiento de la inconstancia propia de los indi<
Viéndose sin esperanza de hallar lo que con tanta fati
y diligencia hablan buscado, y que el bastimento ya i
escaseando, determinaron regresar, como lo ejecutaron, s
liendo de dicha playa para el Mayro el dia 20 de setiemhi
y á los cinco dias llegaron al puerto sin novedad, y cam
naron para Pozuzo, á cuyo pueblo llegaron el dia 2 de o<
tubre; y después de haber despedido la gente, se retirare
los padres á este santo colegio.
En este año 1768, á principios de julio llegó á este colí
gio una misión, que desde España vino al cuidado del pa
dre fray Isidro del Rio. Componíase de treinta y dos sacer
dotes y cuatro religiosos legos, aunque no todos Uegaro!
al colegio en esta ocasión, por haberse quedado tres sacer
dotes en la ciudad de Buenos Aires haciendo misión, y otra
hablan quedado enfermos en el camino.
Con la venida de este espiritual refuerzo, se remitieroi
algunos operarios evangélicos á las conversiones de Caja-
marquilla y de Huánuco, para que los que se hallasen feti-
gados de estar mucho tiempo en la montaña, se retirase!
al colegio.
SAPITPLO XXXWII.
Sneomiéndase ai colegio de Ooopalaa conrersionea de Lamas.
Por mandato de nuestro católico monarca Don Carlos III
e Dios guarde) fueron espelidos de todos los dominios de
paña los padres jesuítas. En este reino del Perú se hizo
espulsion por el mes de setiembre del año 1767, y las
versiones que administraban dichos padres, las unas fue-
entregadas al ordinario, y otras se entregaron á los re-
blares.
La ciudad y conversiones de Lamas, mientras se deter-
ínaba á quién se debian entregar, estuvieron administra-
por Un clérigo de Moyobamba. Pero habiendo llegado
muestra misión, el superior gobierno encargó á este colegio
cuidado de las conversiones de Lamas. Fué nombrado
"f presidente de ellas el padre fray Raimundo Piqueras, el
al salió de Lima para su destino á mediados de abril del
o 1769, y en su compañía los padres fray Tomás Pique-
, fray Valentín Arrieta y fray Ramón Mesa. Habiendo
%ado á Huailillas á principios de junio, tomaron su ca-
lió á Pampa Hermosa, desde donde embarcados en ca-
as, Davegaron para Lamas, donde llegaron ¿ fines de di-
0 mes.
La provincia de Lamas es una espiriual conquista que
^1 siglo pasado hicieron los padres jesuítas de Maynas,
auxiliados del corregidor de Chachapoyas y del gobernador
— 228 —
de Maynas. Al principio formaron tres
ro después convidados de la fertilidat
agregaron á ellos muchos mestizos dt
chapoyas, con los cuales y algunos de
fundó la ciudad del Triunfo de la Cruz
naturales del país viven en tres peque
llaman Cumbaza, Tabalosos y Pueblo i
encomendados á los vecinos de la ciu
ser un agregado de gente sin temor d
allí de todas partes, principalmente d€
jamaica y Chachapoyas, y aun de Lin
desalmados, para vivir á su libertad
hay justicia ni quien la administre,
muy distante, y ser el gobernador un
riamente negocia el oficio para vivir d
Apenas llegaron á Lamas los padn
al otro dia se juntaron los ciudadanos,
del padre diciendo que ellos no quería
ra clérigo, y que cómo les hablan de
no sabiendo hablar su idioma. El padi
pendió que él y sus compañeros hahia
to del señor virey y disposición del st
lio. Que mientras no dispusiese otra ce
no, no podian dejar lo que les habiai
por lo tocante al idioma, confiaba ei
tiempo lo hablarían tan perfectamente
se sosegaron, y los padres se repartí
pueblo.
El padre presidente, como celoso n
do las costumbres de aquella ciudad ti
zo fervorosas pláticas para persuadirL
tíanos. Insis^^ó en que se restableciese
varias invectivas contra el vicio de la
líos vecinos correspondieron tan mal,
las amonestaciones del padre, perdido
tinuaban en sus depravadas amistades
— 229 —
pba la ciudad era el gobernador, el cual había nuef e
ps que estaba públicamente amancebado. El padre presi-
pite usó con él de todos los medios que sugiere la caridad
h urbanidad para reducirle suavemente á vivir como
ten cristiano, según por muchos títulos estaba á ello obli-
iáo. Y viendo su obstinación, en la pascua de Resurrec-
b del año 1770 le mandó separar de su manceba.
\ Los Lamistas sintieron tanto esta acción, que al otro dia
Karon cabildo, pasaron á la casa del padre, y le dijeron:
e aquella tierra no era conversión, sino ciudad y curato
I obispado de Trujillo; que á los padres misioneros no los
pian admitido por curas, ni querían sino cura clérigo; que
[fuesen de su tierra antes que la ciudad se alborotase,
prqae no querían estar sujetos como indios convertidos.»
I padre presidente les respondió, que habiendo venido allí
br orden del señor virey, no podía salir hasta que dicho
pop se lo mandase. Pero ellos hicieron tales instancias y
penazas, que por el bien de la paz el padre presidente tu-
por bien de retirarse con sus compañeros á la sierra, con
imo de bajar á Trujillo y Lima, y dar parte de lo aconte-
o al señor obispo y al señor virey. Dejó encargada la ad-
ministración de sacramentos, mientras los superíores dis-
ponian otra cosa, á un blérígo de Moyobamba que casual-
mente se hallaba entonces en la ciudad.
Habiendo llegado á Chachapoyas á principios de mayo,
formado el corregidor del atentado de los Lamistas, exhor-
al padre presidente de parte del rey á que no desampara-
ba provincia de Lamas hasta nueva orden del superior
biemo, que él daría providencia para apaciguar el tumul-
H padre presidente mandó regresar á Lamas á los padres
7 Tomás Piqueras y fray Ramón Mesa, y prosiguió su ca-
lino para Trujillo. Los referidos padres regresaron á La-
^^; pero al entrar en la ciudad fueron recibidos con vili-
íftndio, por lo cual se retiraron al pueblo de Cumbaza, don-
*^ loa indios los recibieron con grande benevolencia, porque
ftempre los amaron tiernamente. Después de haber noticia-
do al superior gobierno y á lea pre¡
mas, y después de varias jurídicas
junio de 1771 el superior gobiei
converaion se entregase al ordins
que se hallaban en ella, se retirase:
mayo del año 1770 llegó á este col
concedida por el rey nuestro seüt
via de Buenos Aires el padre prefei
Ampuero: componíase de veinte sa
sos legos.
CÍLPITPE.O XXXiriEI.
EneArgaae el colegio de Ocopa de las eonvera^onea de Chíloé.
Por la expulsión que de los padres jesuítas se hizo en
Éte reino por el año 1767, quedaron las conversiones que
líos administraban en las islas de Chiloé al cargo de los cu-
^ de aquella provincia; pero como estos no podian dar
tostó espiritual á tanto número de almas, el presidente de
áreal audiencia de Chile, con acuerdo del señor obispo de
ií Concepción, entregó dichas conversiones al colegio de
fhropagaTida Fide de San Ildefonso de Chillan. Para pasar á
filas desde dicho colegio, bajaron á Lima para trasportarse
m el navio que una vez al año hace viaje á dicha isla. Y
babiendo llegado el tiempo oportuno, se embarcaron para
iicho destino ocho religiosos sacerdotes en el mes de no-
viembre del año 17tí8.
Después que los seráficos misioneros de Chillan hubieron
llegado á Chiloé, y tomado el cargo de las conversiones, tu-
■vieTon algunas diferencias con los curas en puntos de juris-
idiccion de cada parte, y otras con el gobernador de la provin-
cia- de que resultaron escritos al superior gobierno. Y el
venerable discretorio del colegio de Chillan, considerando
lo incómodo que le era el proveer de operarios dichas con-
▼ersiones, pues así para trasportarse á ellas, como para re-
pesar al colegio, era necesario que los religiosos bajasen á
Lima para embarcarse allí para su desl
comisario ^e misiones fraj Juan Matu
niíí criío).
TñraünamoB tíielato de esfe ottpitalo, iacta
lo que mceroa de la misión d« ObUoé
Chile-
Cuando acaeci<5 la espulsion de los
pedidos al rey treinta individuos de
nuevo impulso á las misiones, y para,
vas residencias que sirviesen á estas,
nía, el rey rogó á los obispos que pro
interinamente con sacerdotes que de :
prestar este servicio tan propio de si
vez le informasen del número de misic
sario enviar para llenarlas de una mi
esto era sin perjuicio de que la fundac
blecida en Chillan llenase, hasta dond
terios que hasta entonces habían estad
pañía.
En 1756 habían venido á Chillan d
de aquel instituto en número de doce,
prefecto comisario fray Ángel Espiñ
mientos de su congregación bajo el pi
fonso. Desde entonces, como notamos
de unos de los obispos de la Concepcit
parte en la predicación evangélica (2).
tas, tuvieron necesidad los recoletos i
individuos, y efectivamente el rey lef
abundancia desde España.
(1) En San IlderoDSO á 18 de agosto de 1775
(2> El obispado de la Concepción quedó va
«JOB tomó poseston de él don tra; Pedro de Ba
de Cirios III. Fray Pedro de Bspiñeira fué un
PranciEco que pasaron de Bepafia á servir lai
— 239 —
El cuidado del territorio ocupado hasta entonces por loS
ieles, fué dividido entre el nuevo colegio de San Iklefou-
que tomó á su cargo las misiones de la Concepción,
lucania y Valdivia, y el de Santa Rosa de Ocopa, que re-
las del archipiélago de Chiloé. Los trabajos emprendí-
ta Rosa de Ocopa. Resuelto por el rey que estos mismos religiosos to-
sen á su cargo las misiones de la Araucania, que servian los jesuitas
tes de su expulsión, el padre Bspiñeira fué uno de los fundadores del
dgio ¿e San Ildefonso da Chillan, en el que desempeñó el tan delica-
como honroso cargo de maeslro de novicios. Observante de las auste-
costumbres de su Instituto, supo con su ejemplo inocular en el co-
co de sus alumnos el espíritu del sanio hábito, de tal modo que
ron al :'OlHgio dias gloriosos con su observancia regular. Elegido guar-
n del mismo, aplicó constantemente sus conatos á mantener en todo
vigor la disciplina mon&stica: solia decir: «que las órdenes regulares
bian perdido gran parte de su esplendor por las condescendencias de
superiores > Y aconsejado de esta experiencia, jam&s usaba de indul-
ncia cuando se trataba de cumplir algún estatuto de su regla.
La prefectura general de las misiones, que- recayó también en él, ab-
rbió luego su atención. Visitó la mayor parte de las que existían, j es-
bltcló otras nuevas en puntos muy importantes: tates fueron las de
uUinco y Quinchilca en la provincia do Valdivia, y o'.ras de que habla-
jTtmos en su lugar. El mérito contraido por este religioso en tantas y tan
importantes obras fué recomendado al rey por la Audiencia repetidas
acaúones y muy en particular por los presidentes.
Entre tan sedas ocupaciones recibió £spiñeira la cédula de presen-
tación para el obispado, y casi á un tiempo las bulas de institución es-
pedidas por il pontiGce Pió VI. Muy dista u te él de aguardar semejante
b exaltación, su carácter modesto y humilde le hizo pensar desde luego en
Tenunciar la mitra, y solo persuadido de sus amigos la aceptó por el bien
ée\ rebaño que se le encomendaba. Se puso en camino para Santiago,
donde recibióla consagración episcopal del doctor D. Manuel Álday.
Kecibido como en triunfo en Concepción, en virtud déla mucha reputa-
ción que sus virtudes le habian adquirido, supo conservar la humildad
religiosa entre las aclamaciones y houores q'ie se le tributaban. En la
visita que hizo á su diócesis renovó los tiempos aposlóücos: marchaba
wlocon dos compañeros y hermanos de profusión, ron quienes ultí'rna-
bf las trabajosas tareas del ministerio pastoral. La reforma del clero le
debió cuidados muy particulares.. Ordenó que los clérigos asistiesen
doa veces cada i-emana á conferencias morales, y él se constituyó presi-
dente de estas reuniones, con el objeto de que tuviesen resultado mas
fovorable á sus miras, como en efecto lo consiguió.
Mientras estaba ocupado en estas obras, fruto de su celo apostólico,
recibió la convocatoria del metropolitano de Lima para la celebración
11
— 234 -
dos en las islari de Chiloé por los
igaalaroD al menos á los que teñí
En 1787 tenían visitadas con un
tólico tanto las islas como el con
tigas catequizaron á muchos in
sacramentos á veinte y seis mil s
cristianos, que encontraron diseí
dente don Francisco Garos infon
importancia de estos trabajos, y i
aumentar el número de estos fer^
sus frutos fuesen mas copiosos
de 1789).
Entre las empresas apostólica;
ta Rosa de Ocopa en Chiloé, mere
las del padre fray Francisco Mein
correr todas las islas del Archipif
prendió su viaje desde Castro el
acompañado de algunos indios.
Dirigiendo su rumbo al este d
la última que se halla á la parte c
del concilio provincial. Sin demorn pai
Ilao, jae encoDtró en la apertura de aqt:
la Iglesia americana. Fué en ellB uno d(
j como tal pronunció el sermón de la se;
padres y de lodo el pueblo el dia 8 de N<
oración da á conocer el fondo de au esp
parasostener la doctrina católica.' fué,
remedio al (^ravislmo mal que ocasional)
doctrinas nuevas y relejadas que se prof
crosBntMS dogmas. . .
Otra ocasión se presentó todavía en e:
cualidades que tanto realzaban oí obl
disputes que motivóla ioterpretecion
clíiusulB sétima de la real cédula expedí
de 1~69. que por su eitcnsion se llama i
hizo con este motivo una larga diserlac
del probabilismo, sobre sus pernicioso) <
denes regularas lo babian combalido, co
nos medios de precaución para evitar la
tuTlsseD cttutagiadog por sus peirersaa é
. _235 —
el estero de Marillmo, y siguiendo por el pío Boddahue
a la confluencia del Reremo, en donde aseguró algunos
timentos para la vuelta, continuó luego su viaje por tie-
llegó á pasar la gran cordillera de los Andes, y bajando
una estensa llanura, vio en ella varias lagunas, y pasadas
Was, reconoció tres cerros que habia frente á otros dos co*
dos, desde los cuales mirando al este, registró varios
minos trillados por vestigios recientes. En el curso de es-
peregrinaciones apostólicas son indecibles los trabajos
e sufrió, consiguiendo por premio ponerse en comunica-
on con gentes que ni aun noticia tenian del Cristianismo.
El obispo de Concepción instó al colegio de Propaganda
le Chillan para que tomase la administración de Mocha,
^ecopara, Angol, San Cristóbal, Santa Juana y Santafé,
fea el Arauco; y en virtud de esta invitación el colegio de
phillan ocupó la misión de Santa Bárbara, y las misiones
^e pudo en el Arauco en setiembre de 1768, y las de Val-
fivia y Cruces en febrero del ano siguiente.
Los franciscanos tenian establecida de antemano la pre-
licacion en Barinlembu, territorio de la Araucania, hacia la
parte de la Cordillera , distante como ochenta leguas del
foerte de Santa Bárbara, y de Culaco, lugar inmediato al
jmterior. En ambas misiones trabajaban con tesón por la
conversión de las tribus Pehuenches, desde el año 1758, fe-
ha en que las estableció el misionero fray Ángel Espiñeira.
un nuevo auxilio para estas dos misiones, se erigió
ho años después una nueva en Lolco por fray Francisco
;fiamirez. Tanto aquellas como estas misiones, con escepcion
de las de Valdivia y Chilbé, quedaron desamparadas á con-
secuencia de los movimientos de la guerra en 1768; mas
pasados éstos, fueron recuperándose las que estaban perdi-
das, y estableciéndose otras nuevas en Arique, lugar inme-
diato á Valdivia, en 1772; en Tolten cuatro años después;
en Guanegue y Niebla, jurisdicción de Valdivia, én 1777;
I en Quinchilca y Riobueno, en el siguiente; en DaghllipuUe
y Cudico el jie 87; y finalmente en Quilacahuin y Coyunco,
' jurisdicción de Osorno, en el de 94.
Las misiones de Valdivia sufriei
1791; mas como la convulsión que ag
vincia fué pasajera, también lo fué la
perimentaron los sacerdotes en los ejt
nes en sus respectivas doctrinas. La
una carta de fray Francisco Hernand
gado, fué la única cuya suerte hub(
partida de Huiliches asaltó repentinai
la noche la casa de la misión; pegó fu
te al misionero fray Antonio Cuscoa j
vientes suyos, que no tuvieron tiemp
mentos, vasos sagrados é imágenes,
las Humas, lo llevaron los indios para
dera tragedia dio motivo para que el
de Valdivia mandase desalojar provis:
nes de Daghllipulle y Cudico, 'as qui
poco después.
Tantas fundaciones hechas en tan
verdad prueba concluyente del celo a
de la Propaganda. Los hijow del gran
el ruido que otros, con un sínodo cap
los gastos para vivir, hicieron tantas
cuyos pasos, á fuerza de publicarlos,
de todo el mundo, y para cuya manu
soro real ingentes sumas. Nosotros al
lo3 montes de Valdivia una de estas i
bral del pórtico grabada esta inscripc
FKATKIS FRANCISCI FERNANDEZ, ZELO,
ERECTA EST ANNO MDL;
nos sentimos inspirados de una vencT
aquellos esforzados sacerdotes.
(Sacado de tañas h
S"^-^^
APÉNDICE.
de DocmnentOB Historióos Legales á la primera Época de la
presente Historia de Misiones del Colegio de Ocopa-
¡ Advertimos que los documentos oficiales que 'siguen,
fon copiados literalmente los del capítulo XXXIX, que
Í8 el inmediato siguiente, de la Colección de Bulas, Breves
}l otros docu7nentes, por el padre Francisco Javier Hernan-
kh de la Compañía de Jesús, en su tomo 2.* pág. 217 y si-
mientes. La Cédula de 1802 con otros importantes docu-
mentos, se halló en un Archivo perteneciente á una Subpre-
fectura del Departamento ' de Moyobamba ó Chachapoyas ó
Litoral de Loreto, la cual corre impresa en un cuaderno,
^ue tenemos actualmente en los remotísimos pueblos de
^nestras Misiones de las Pampas del Santísimo Sacramento,
|y no hemos podido consultar para la impresión de la pre-
jjenteHistoria, á causa de la cruda guerra que se hace al
Perú y estar interrumpidos los correos.
Los documentos del capítulo XL, que es el subsiguien-
te y los demás hasta completar esta primera parte de la
presente obra, el informe y la copia adjunta, tenemos á
invista impresos en un infolio de 10 pág., suelto; las leyes
líüe siguen al informe y á la copia mencionados son copia
^^^*el Redactor Peruano, tomo 4." n.** 38. Lima, M i«% 16
^8 Marzo de 1836, la primera; en su sección parte ojicial:
mas la segunda del Registro Oficial
M'«S 30 de Julio de 1851; en la
Relaciones exteriores, Justicia y
Mas todos los restantes son mam
custodian fielmente en el ArchiYod
Propaganda Fide de Santa Rosa dé (
copiados y á que nos remitimos.
Plegué á Dios ijue pornuestra p;
con la publicación de estos preciosí
tar cualquier disgusto que con el tii
contra nuestra República, tanto el I
las dé Bolivia y del Ecuador.
Esa es á lo menos nuestra intenc
sinceros votos, por los que anhelann
— 240 —
liierno y Comandancia general de Mayí
reinato de Lima, sef^regándose del de S
que las comprendía, comb asimismo c
.ñnanteBcon las propias de Maj-nas, ex.
.umayo y Yapura: que todas estas Misi
lo de Propaganda Fide de Oeopa, el cu
! están por los rios Ucayali, HuaUaga
iblos en las montañas inmediatos á es
lioneros los que más conservan el fer\'
a un obispado, que comprenda todas
I otros varios pueblos, y Curatos pn5xii
á diferentes diócesis, y puedan ser
lado, el cual podrá prestar por aquello
orros espirituales, que no puedan los
igiones y provincias, que las siiren, lo
ares de ellas, ni los mismas Obispos, q
isdiccion por aquellos vastos y dilatado:
Cristianos, y en que so hallan muchos i
graciadamente en el gremio de la Sanl
itos Informó el dicho Ministro Requeni
Maynas en el mayor deterioro, y que
ando dependientes del Virreinato de L
mas pronto auxiliadas, mejor defendí
nercio, por ser accesibles todo el aüo li
lUaií á los embarcaderos de Jaén, M03
inde y otros puertos, todos en distinto;
lellas diversas Misiones, siendo el ten;
Llogo con que se experimenta en los va
Lima.
Expuso también era muy preciso qu
lella Oobernacion, y de los países que
Obispado, fuesen de un solo instituto,
I verdadera vocación para propagar el
loa del colegio (le Ocopa las Misiones 1
i, seria muy convenienle se encargas
nás, que proponía incoqjorar bajo de 1
conformidad que todos los pueblos, qi
ísen servidos por los expresados MisioE
os varios Curatos, y hospicios & la enti
erentcs caminos, en que poder desean;
rsíones religiosas; ültimamente inform
r la conveniencia de confrontar, en cua
isioQ militar de aquella Comandancia t
- 241 -
irilual del nuevo Obispado, debia éste dilatarse, no solo por el
MarañoQ abajo, hasta las fronteras de las colonias portuguesas,
o también por los demás rios, que en aquel desembocan, y atia-
n todo aquel bajo y dilatado país, de uniforme temperamento,
sitable por la navegación de sus aguas, extendiéndose también
jurisdicción á tres Curatos, que están á poca distancia de los
08, con corto y fácil camino de montaña intermedio, á las cuales
la situación en que se hallan, nunca los han visitado sus res-
tivoa Prelados diocesanos, á que pertenecen.
Visto en el referido mi Consejo pleno de Indias, y examinado
•n la detención que exige asunto de tanta gravedad, el circuns-
nciado informe de D. Francisco Requena, con cuanto en él más
puso muy detalladamente sobre otros particulares dignos de la
bayor reflexión, lo informado también por la Contaduría general,
lo que dijeron mis fiscales, me hizo presente en consulta de 28
Marzo y 7 de Diciembre de 1801 su dictamen, y habiéndome con-
nnado con él; he resuelto y mandado agregar al virreinato deLi-
a el Gobierno y Comandancia general de Maynas, con los pueblos
el Gobierno de Quijos, excepto el de Papallacta, y que aquella Co-
andancia general se extienda, no solo por el rio Marañon abajo
ata las fronteras de las colonias portuguesas, sino también por
os los demás rios, que entran al mismo Marañon por sus márge-.
nes Septentrional y Meridional, como son Morona Huallaga, Pasta-
ía, Ucayali, Ñapo, Yahuari, Putumayo, Yapuray otros meno*s consi-
:derables, basta el paraje, en que estos mismos por sus saltos y
raudales inaccesibles no pueden ser navegables, debiendo quedar
también á la misma Comandancia general los pueblos de Lamas
yMoyobamba, para confrontaren lo posible la jurisdicción ecle-
siáslica y militar de aquellos territorios. Asimismo he resuelto po-
ner todos esos pueblos y Misiones á cargo del Colegio Apostólico de
Santa Rosa de Ocopa, situado en el Araobispado de Lima, y que
luego que les estén encomendados las doctrinas de todos los pue-
blos, que comprenden la jurisdicción designada á la expresada Co-
mandancia general, y nuevo Obispado de Misiones, que tengo de-
terminado se erija, disponga mi virey de Lima que por mis Reales ca-
jas mas inmediatas, se satisfaga sin demora á cada religioso Misionero
felosque efectivamente se encargasen de los pueblos, igual Sínodo
al que se contribuye á los empleados en las antiguas, que están á
cargo del mismo colegio. Que teniendo éste, como tiene, facultad
Readmitir en su gremio á los Religiosos de la provincia del mismo
Orden de San Francisco, que quieran dedicarse á la Propagación
^^ la Fé, aliste desde luego á todos los que la soliciten con verda-
dera Yocacioui y sean aptos para el Ministerio Apostólico, prefirien-
— 242 —
do á los que se hallan en actual ojercicicio
la provincia de Quito con este preciso desli
:^u celo por la conserracioD de las almas, c
niendadas, sin que puedan separarlos de
clones en el caso de do querer incorporar
éste pueda proveerlas de Misioneros idón
haya siempre los necesarios para las ya fu
puedan fundarse de nuevo eu aquella dilatf
si no tuviere noviciado el expresado colé
precisamente y admita en él á todos los es|
licanos. que con verdadera vocación quie
con la precisa circunstancia de pasar é la
siempre que el Preladolnsdestineáella, po;
plantel de operarios de virtud j educacioi
las Misiones, sin tener que ocurrir á colee
de estos mis reinos.
También he resuello se erijan Hospicios
pendientes del Colegio de Ocopa en Chacha
el convento de la Observancia, que existe 6
al enunciado Colegio para el servicio de las
picios son muy necesarios á los Religiosos,
Francisco Bequena, para las entradas ysali
acostumbrarse á los alímeutos y ardiente ti
líos bajos y montuosos países que bañan 1<
llaga, Leayali, Ñapo y otros, que corren poi
interminables llanuras; y con este mismo fi
tregüen, ó la mayor brevedad, á dicho Col
Ocopa, los Curatos de Lamas y Moyobamb
Misioneros mas auxilios, y facililen la llegí
inmediatos á los riosHuallaga y Marsüon,
niendo los mismos Misioneros, para sus eu
los puertos de Playa-Grande, Cuchero y 1
las cabeceras del rio Huallaga, y las aguas i
reduccionesy pueblos del Arzobispado de L
minos, que desde dicha ciudad á Huánuco
puertos, teniendo de este modo varias ruta:
las estaciones, puedan enlrarsin interrupc
pos que se les encomiendan, para extender
luz del Evangelio.
Igualmente be resuelto eirgir un obispí
Sufragáneo del .\rzobispado de Lima, á cu;
Santidad el correspondiente Breve, debieni
Obispado de todas las conversiones, que
— 243 —
sioneros deOcopa, porlosrios Huallaga, Ucayali, y por los ca-
linos de montafías, que sirven de entradas á ellos, y están en las
isdicciones de las Diócesis de Lima y Trujillo: de los Curatos de
amas, Moyobamba y Santiago de las montañas, pertenecientes al
bispado de Trujillo: de todas- las Misiones de Maynas: de los Cu-
tos de la Provincia de Quijos, excepto el de Pallacta: de la doc-
ina de Canelos, en el rio Bobonaza, servida por Padres Domi-
os; de las Misiones de Religiosos Mercenarios en la parte infe-
ioT del rio Putumayo, perteneciente todo á ese Obispado: y las Mi-
iones situadas en la parte superior del mismo rio Putumayo, y en
ílYapura, llamadas de Sucumbios, que estaban á cargo de los
dres Franciscanos de Popayan, sin que puedan por esta razón
pararse los Eclesiásticos, Seculares ó Regulares que sirven todas
s referidas Misiones ó Curatos, hasta que el nuevo Obispo dis-
nga lo conveniente. Aunque este Preladp no tiene por ahora Ca-
l>ildoni Iglesia Catedral y puede residir en el pueblo, que mejor le
parezca, y mas conviniere para el adelantamiento de las Misiones,
y según las urgencias, que vayan ocurriendo; con todo, mientras
que no hubiere causa, que lo impida, puede fijar su residencia or-
i diñaría en el pueblo de Jeveros por su buena situación en país
abierto, por la ventaja de ser su Iglesia la mas decente de todas y
la mejor paramentada, con rica Custodia, Vasos sagrados, con fron-
:tal, Sagrario, candeleros, mallas incensarios, cruces, y varas de
palio de plata; por el número de sus habitantes de bella índole y
por ser dicho pueblo como el centro de las principales Misiones,
estando casi á igual distancia de él las últimas de Maynas, que se
extienden por el rio Marañen abajo, como las postrimeras que es-
tán aguas arriba de los rios Huallaga y Ucayali, que quedan hacia
el Sur, teniendo desde el mismo pueblo hacia el Norte las de los
nos Pastaza y Ñapo, quedándoles solo las de Putumayo y Yapura,
mas distantes para las visitas, pudiendo poner para el mejor. Go-
bierno de su obispado los correspondientes Vicarios en cada uno de
esU>8 diferentes rios, que son los mas considerables de aquellas va-
rías Misiones.
Finalmente, he resuelto que la dotación del nuevo Prelado sea
de 4,000 pesos anuales situados en mis Reales Cajas déla ciudad de
Lima, de cuenta de mi Real Hacienda; como también otros mil
pesos para dos Eclesiásticos Seculares ó Regulares á 500 pesos cada
^0, que han de acompañar al Obispo como Asistentes y cuyo nom-
bramiento y remoción debe quedar por ahora al arbitrio del mismo
Prelado, con la obligación de dar cuenta ó aviso al superior Go-
bierao de Lima en cualquiera de los casos de nombramiento ó re-
Diocion, y haciendo constar los mismos Eclesiásticos su perma-
— 244 —
lencia eu las Misiones para ei efooUvo v
)oreltora en mis reales Cajas los diezme
il distrito del Obispado. Yo os lo partid
uego y encargo, dispongáis tenga el d
niento la citada mi Real determinación
lara el mismo efecto, so comunica porQ
losVirreyesdeLimaySantaFé, al Preí
ia, al Comisario (¡eoeral de Indias de la
al muy Kdo. Arzobispo de Lima y Rdo
sta cédula se tomará razón cu la cüntac
li Consejo, y por los Ministros de mi Re
e esa Ciudud de Lima. Dada en Madrid
I Rey.
(Cédul. Arz. Quil., lora. 13, púg. 64,)
OBISPADO DE LAS MISIO^'ES
Cédala Beal.
El Rey. Reverendo en Cto. Padre Obi*
las de mi Consejo (a). Habiendo tenido
antidad para ese nuevo obispado; se ha
cspondientes Bulas, y reconocidas en i
ndiaa, se ha dado el pase á ellas, expidi
jecutoriales, para que os posesionéis de
orlo debe componerse, segutila ereecioi
n decreto de 28 de Mayo de 1803, del qu
laynas, que se componen de todas las ■
lente sirven los misioneros de Ocopa pi
ali y por los caminos de montañas que
■ eslán en la jurisdicción del Arzobispal
le Lamas, Moyobamba y Santiago de lai
1 Obispado de Trujillo: de todas las Mi:
luratos de la Provincia de Quijos, excep
odrina de Canelos en el rio Dobonaza i
icos: de las Misioaesdc Religiosos Men
ior del rio Putumayoy en el Yapura, Ih
staban é cargo de los Padres Francisca
uedan por esta razón separarse los Ecl
ulares, que sirven todas las referidas í
ue dispongáis lo conveniente. Y slénd
(») Fr. Bipolito Sancliei Rangel, de la Orden d
-^ 245 —
Sonde ese nuevo obispado conforme al citado Decreto de Su San-
ad, de cuya traducción y certificación de su pase os acompaño
kpia, rubricada de mi infrascrito Secretario.... Dada en San Lo-
0, á 7 de Octubre de 1805.— Yo el Rey.
(Cedulario Arzobispal de Lima, tom. 9, pág. 327.)
PRIMER OBISPO DE LAS MISIONES DE MAYNAS.
Cédula Beal
El Rey. Reverendo en Cristo Padre, (1) Obispo de la Iglesia Ga-
ral de Quito de mi Consejo. Para el fomento espiritual de las
isiones de Maynas me digné, á consulta de mi Consejo de las In-
as, erigir un Obispado en dichas Misiones, sufragáneo de la Me-
ropolitana de Lima, con la dotación de cuatro mil pesos, pagados
jK)r las Reales Cajas de aquella Capital y la de mil pesos para dos
Eclesiásticos Seculares Regulares, que acompañen al Obispo en las
funciones de su Ministerio, á cuyo arbitrio debe quedar su nom-
bramiento y remoción; pues por ahora no ha de haber Iglesia Ca-
tedral, aunque la residencia ordinaria del Obispo será en el pue-
h\o de Jeveros, como centro de las Misiones, y por tener Iglesia
muy decente y bien paramentada, de todo lo que ha obtenido de
Su Santidad el correspondiente Decreto aprobatorio. 'A su conse-
cuencia, tuve á bien presentar para esta nueva Mitra á Don Fray
Hipólito Sánchez Rangel, de la Orden de San Francisco, por mi
Real Deereto de 17 de Mayo de 1804. Y despachadas sus Bulas, se
lian presentado por su parte en dicho mi Consejo de Cámara su-
plicándome que, conforme al tenor de ellas, mandase darle el pase
y expedir el correspondiente despacho para servir el referido Obis-
pado.... Fecha en San Lorenzo á7 de Octubre de 1805.— Yo el Rey .
"Cedulario Arzobispal de Lima, tom. 9. pág. 323.
Se eatahleee la Silla del Obispado de Mapiaa en Ohachapoyaa-
Este Obispado se creó en el Pontificado de Pió VII, según
lavCéduIa antes inserta. Al principio se llamó Obispado de
Maynas, por que se mandó se erigiera en las Misiones de
Maynas, >y que se compusiera de todas las conversiones ser-
^klas pop los Misioneros de Ocopa y de la antigua Compa-
inu de Jesús en los rios Huallaga y Ucayali, con todas las
(M Fr. Hipólito Sánchez Rangel de la orden de San Francisco.
-246 —
montañas, que sirven de entradas á'
la juvisdiccion del Arzobispado de Li
bien á la diócesis de Mavnas los Cufí
bamba, y Santiag-ode las moiiLañas,
pado de Trujillo; todas las Misiones d
de la provincia de Quijos, excepto el
na de Canelos en el rio Bobonaza, sei
nicos; las Misiones de religiosos Mi
inferior del rio Putumayo, pertene
Quito; las Misiones situadas en lapa
rio Putamayo y en el Yapura, llamai
estaban á cargo de los Padres Fran
{Real Céd. 15 Jul. 1802).
Por esta disposición se conoce i
erección del Obispado de Maynas tuv
las Misiones establecidas en las m<
miento rápido dtí la población en eso
chas causas hicieron necesaria la ere
Maynas. El Congreso de la Repúbiici
el Obispado se denominara de Chach
pusiera de las provincias dePataz, C
siendo capital la ciudad de Chachap<
también provisionalmente y hasta qu
demarcación, varios pueblos separad
Lima. {Ley 29 Jul. 1831).
Formado el expediente canónico,
Papa Gregorio XVI, por la Bula Su
aprobó la desmembración de las prov
chapoyas del Obispado de Trujillo, y
diócesis de Maynas; asi como tambii
Sede Episcopal de esta ciudad á la di
título de Obispado de Chachapoyas.
Conforme i esto, el Obispado de (
del departamento de Amazonas, de
Loreto, y de la provincia de Pataz, i
Obispado de Trujillo.
— 247 —
En este Obispado no hay Cabildo Eclesiástico, porque los
¡ezraos no eran bastantes para la dotación de prebendas y
ignidades, que debe haber según la Bula de Gregorio XVI;
el g^obierno está obligado á proveer lo consiguiente
bre el particular, cuando haya rentas bastantes. Suplen
falta del Cabildo dos Canónigos asistentes, y además el
ura propio de la Parroquia de Chachapoyas ejerce las f un-
iones de Prebendado para asistir al Rdo. Obispo en los ofi-
ios Pontificales, y otras funciones sagradas, disfrutando
solo su congrua Parroquial.
Así escomo se explican los nombres, que se han dado á
te Obispado. Todo ha sido canónicamente ejecutado. La
reacion viene de Pió VII, que estableció este Obispado en
aynas, y la traslación á Chachapoyas viene de Grego-
io XVI^ que aprobó la propuesta del Congreso, efectuándo-
la traslación en 4 de Julio de 1843. Sus obispos han sido:
I.** Don Fr. Hipólito Antonio Sánchez Rangel y Fayas,
Franciscano, electo en 27 de Junio de 1805, trasladado á
lugo en 12 de Diciembre de 1824.
2.* Don José María de Arriaga, electo en 17 de Setiembre
de 1838. Dos años después, en 1840, se trasladó la silla á
Chachapoyas.
3.° Don Pedro Ruiz, electo en 12 de Setiembre de 1853,
murió en 1863.
4.* pon Fr. Francisco Solano Risco, Misionero Apostóli-
co, profeso en Ocopa, trasladado después á las Descalzas de
Lima en 1854, y últimamente electo en 27 de Marzo de 1865,
<iue gobierna la Iglesia.
CAPITOLO XL
Eestítaeloa Jegtü deJ Colegio da Oeops-— Iter
del 1' da Soriembn de 18ȇ, por el eoaJ
—CÚMPLASE de Ja reaolaelon leg»l del Co¡
21, do 1949: J otra do 2* de Mayo de 1845
deeretadus para las necesidades del ColOt
nombro do BanUu, ae lo» dá dUeitat» doatíi
El primer documento o6cÍal previo al
del Colegio de Ocopa, que tauta envidia
aun causa á los lihyepciisadores: pero al
bia promover la gloria de Dios y la salva
mas fieles, convirtiendo un sin número de
raímente el siguiente:
del Oíao. Sr- Ait/ohlepo, aobie qao oo di á rea
legAl al Calogio de propaganda £de dt
eumaatoa-
Excele NTÍsn
El colegio de propaga tidti fide de Ocopa fué >
Beal Cédula de 2 de Octubre de 1-57. y del B
mente Xlll, que empieza líititanlis Bcciesia re
la María la M<iyor. ó diez y ocbo de Agosto de i
cueula y ol-Jio. El objeto de la rundacion de
propagación de la fé en las misiones que tenii
Francisco en el Cerro de la Sal, Jauja, Huánu
dedicando á ese ño üuico unestablecimienloqi
con otros ejercicios incompatibles, como eran
para que viviéndose en él en Tervorosa soledad
— 249 —
.uciones, fuese mas fácil conciliar el espíritu
latólico que exige el ministerio de evangelizar
ipondió el Colegio en cuanto pendia de au par-
conversiones tanto por el Pozuzo, como por el
y loa padres Girbal y Sobreviela nos hicieron
iajes por la Pampa del Sacramento, de formar
is de las vastaa regiones que riegan el Huallaga
uchos rios grandes que confluyen en el según-
del Colegio ae hacia con las colectas de reügio-
'OTÍncias franciscanas de EspaíJa, costeándose
on, transporley manutención del ramo de V8-
enorea, conforme á la cédula de 5 de Octubre
de 15 de Febrero de 1791. Seia mil pesos anua-
Colegio de Ocopa para el fomento y subsisten-
les, fuera de los gastos que demandaba el pro-
guardo de los países reducidos,
institución trabajaba el Colegio hasta que He-
'entilarse solemnemente la gran cuestión de
m política, y no pudiendo esperarse que reli-
es se convinieran con nunslra independencia
poli, el Libertador resolvió suprimirlo, y en
3r su decreto de 1." de Noviembre de 1824, o rde-
1 en su lugar un Colegio para educar á los hijos
e de Jauja habian sido víctimas por nuestra in-
cto, se abrió dicho Colegio de enseñanza; mas
riencia no ser posible el que se sostuviese en
de Ciencias, el Supremo Gobierno, pordecreto
33 ordenó su traslación, y encargó al Arzobispo
omendase la Iglesia y Colegio de Ocopa á reli-
an, como se verificó. En 11 de Marzo de 1838
e Provisorio un decreto para el resta bleci mi en-
üioneros. autorizando al Arzobispo por el artfcu-
ase la venida de Europa de dichos religiosos.
lá la letra la parte de la contestación que dio
jtivo de este decreto, pues que ella hace ver lo
BU juicio era el restablecimiento del Colegio.
dinistro. dice así:
reto de 11 de Marzo próximo pasado, llenará á
iones del Señor de las misericordias, y dejará
imente en los corazones de toda esta Diócesis y
íes él tiende al restablecimiento de un Colegio
tantos varones ilustres, que han tratado de la
nfieles de esUis provincias. Su falta la decía-
— 250 —
nan innumerables pueblos recién convert
sienes de Maynas, loa de los térmiDos de
rrujillo; aun los mismos fieles de todas esb
truccion religiosa también se ocupaban.»
Activada en efecto la venida de los misio
irgado á un respetable religioso, que con
^nfnsula, llegaron diez y nueve al Callao e
s y legos, con los que se abrió nuevament
tjo del mismo plan que se observaba antei
B Bulas llamadas Inocencianas, y nombra)
primer Guardian y demos oficios, Sucesii
le solo erau coristas, se entregaron todos t
) algunos á la montaüa, y trabajando otros
Tvicio é que se lea destinaba entre los fiel
uerle de varios, enfermedades de otros, se
gunos pocos que no podían soportar su cll
os de Jauja, en el afio 43 acudiesen al Gob
a, por un permiso para que los religiosos
cion en algunas provincias de la Arquidií
i Ayacucho.y con lo que se recogiese trae
) misioneros. Obtenida la licencia del gobi
le entonces rae hallaba de Vicario capitula
! que, llegando el caso, el comisarioqueb
1, habia de sujetarse á las instrucciones q
1 de que solo viniesen religiosos de cond
icacion conocida para el ministerio de la p
nocimiento de todas las penalidades que
desempe&o de la misión entre fieles 6 i
ti género de vida austera que debían obseí
rme á las Bulas Inocencianas, y de todo si
)r la Bula Piaña y cédula ejecutorial de 2
incedian ¿ los misioneros en tiempo del G'
Colectada en algunas provincias de esta
yacucho la cantidad de muy poco mas de
•ado para Comisario el P. Fr. Fernando Va
an del Colegio, recibió en efecto las instr»]
, y emprendiendo su viaje á Europa, con
nzas de un modo que me hizo ver la man:
ivina Providencia en favor del Colegio y d
odetíida cantidad se presentó en el Callao
osos entre Sacerdotes y Legos, todos sacac
tos de la Italia, á donde se hablan refugiat
lando la persecución de los regulares prim
— 251 —
Moa animados del espíritu de vivir conforme á las reglas Inocen-
hnas, y de servir en lo que les ocupara el Prelado de esta Dióce
Ib. Presentóme también el referido Comisario la cuenta de los gas-
DB emprendidos desde su embarque en el Callao hasta su regreso,
lijándome admirado al ver que no solo hubiera alcanzado para
^gastos de viático y conducción de tanto número de religiosos,
!Ldo que hubiese para cubrir los gastos de varios paramentos para
i iglesia del Colegio; de siete cajones, según recuerdo, de herra-
lüentas y otros útiles con que se acostumbra agasajar á los infíe-
m, sobrando todavía algunos reales para sostener ¿ los religiosos
branle su mansión en Lima, y traslación al Colegio. De los men-
nnados religiosos venido en esa ocasión, solo dos han podido per-
severar en el Colegio, por enfermedades que no les permitían vivir
Él el rígido clima de Ocopa.
Otros religiosos no menos austeros hablan quedado en Italia re-
meltos á venir, siempre que recibieran informes seguros de que
piel Colegio se guardaba vida común perfecta, y todas las précti-
de silencio, oración y conferencias literarias á que están obli-
do8 los individuos de los Colegios de propaganda. Son éstos los
e en número de diez arribaron al Callao en el año próximo pasa-
¡lo, trasladándose inmediatamente á su Colegio, que con algunas
^asas limosnas de los fíeles pudo costearles su venida, y de los
kue falleció ya uno de sus mas respetables individuos.
r Los servicios que han prestado en esta Diócesis, y en la da Aya-
inieho á la que han sido llamados por su dignísimo Obispo, son
botorioa, y los pueblos en donde han ejercido la predibacion ex-
liaordlnaria por encargo mió son los mejores testigos de su celo,
desinterés, dedicación incansable al confesonario, y demás virtu-
irles, que sin duda influyen no poco en la unción que acompaña á
bu palabra, á la que se deben muchas conversiones y sensible en-
niienda de costumbres. En la Santa Visita pastoral que desde el
pño próximo pasado está haciendo mi Auxiliar el limo, señor Obis-
f|K> de Eretria, ellos son los precursores que con sus tareas apostó-
llícas preparan á los fieles, para que puedan recibir en gracia el
^Sacramento de la Confirmación, y para que la visita produzca al-
Ifun bien, del grande que la Iglesia se propone y desea, cuando nos
í^írdena á los pastores recorrer personalmente todos los lugares en
?fuc residen las ovejas de nuestro Divino Maestro, que nos están
; encomendadas.
^ Bs verdad que con las misiones que en el año de 1846 se dieron
«i Jauja, se sucitaron algunas especies que llamaron la atención
i del Supremo Gobierno, dando mérito á las notas que se han publi-
cado recientemente en unos de los periódicos de esta Capital (El
— 252 —
rreo núm. 1,436); pero también es cierl
:ion que ordené hacer al Vicario de la
mente juatifícadoB los religioBOS de-eí
la nota fecha 23 de Mayo de dicho añ
biemo, 7 de la que por no haberse pul
:a lo que pueda convenir.
A ñn de evitar en lo sucesivo todo m
diesen ser censurados en el desempeñ
a instrucción, á la que desde entonces
:nte, sin que después haya ocurrido la
bien hayasnmudecido la mal-queren
Por lo respectivo á las misiones de ic
religiosos necesarios así Sacerdotes ce
indo se abrió el camino del Schansch
rlieron dos Sacerdotes y un Lego para
ndo notorio el naufragio que sufrió un
■ástrado de su celo y esperanzado de n
. infieles, que hacian oposición obstine
ite, pereció ahogado en el rio.
En el año próximo pasado et P. Cimini
iprendió un viaje desde Sarayacu, en i
I, atravesando varios rios con el fín de
rir nuevamente la ruta y comunicacjoi
;ron por allí los misioneros. Desgracia^
punto deseado, su comitiva sufrió un
iceder, dejando la tentativa para mejoi
dio cuenta al Supremo Gobierno, y au
algún periódico.
Por lo que hace á loa servicios que pr
neral á los fieles en la provincia de Jai
legio, escuso hablar, habiendo enlasCá
I que pueden decir lo que ven con sus oj
leí próximo pasado Agosto, hollóndose
silador, se han confesado y comulgad(
.1 almas, y que la mitad de éstas han
ino de los religiosos, que constanten
pobres la limosna del pan que colecta
En consecuencia do lo expuesto nada
I y conveniente que el que la esistenci
T un decreto declarado nulo, reciba la
que al mismo tiempo provea los med
izando las faltas que ocasionen la mu<
jéz do los individuos quo hoy existen.
— 253 —
Ck>ncluiré con una ligera reflexión que me parece muy podero-
h. Las numerosas Tribus Salvajes que ocupan una parte de la Re-
■Éblica, tan dilatada y provista de verdaderas riquezas, que algún
pía pueden ceder en nuestro provecho, no pueden sugetarse sino
^r UBO de dos medios, ó la conquista por la fuerza, ó la conquista
por la persuasión. La primera es reprobada por la razón: resta la
legunda, la que demanda operarios que se dediquen á emprender-
la animados y fortalecidos por un espíritu sobrehumano. Tales son
Hfi misioneros, que anunciando la Fé, derraman con ella el prin-
dpio generador de la civilización.
Se necesitan pues esos misioneros; es decir, Sacerdotes dotados
una vocación especial, y de una complexión física capaz de so-
ellevar las privaciones y sacrificios de toda especie, que trae con-
Igo la reducción de los Salvajes. ¿Y de donde sacaremos psos Sa-
^rdotes robustos, á la vez que investidos de la propia abnegación?
mu Nueva Granada se ha echado mano de los Jesuítas: en Caracas
pe han hecho venir de España padres Capuchinos: en Bolivia se ha
[tratado de fomentar el antiguo Colegio de Tarifa: ¿y en el Perú no
ae protejerá al Colegio de Ocopa? Un decreto del Gobierno lo res-
Mbleció, y al abrigo de ese decreto vinieron los religiosos. Si el
[mencionado decreto fué posteriormente herido de nulidad, no por
¡culpa de ellos, sino por ser ilegal la autoridad que lo expedió, me-
aiester es que no corra mas tiempo sin que la acción del Cuerpo
flegislativo le dé nueva vida, exigiéndolo así el interés dé la Nación
(yelde nuestra Santa Religión. Es cuanto en el particular puedo
ideciren cumplimiento del Decreto de V. E. para que evacué el in-
fonne pedido por la Comisión eclesiástica de la Honorable Cámara
de Diputados. — Lima y Octubre 6 de 1849.— Francisco Javier, Ar-
Mbispo de Lima.
República Peruana. — Audiencia Arzobispal. Secretaría de Cá-
mara y Gobierno.— Lima, Mayo, veinte y tres de mil ochocientos
cuarenta y seis. — Al Señor Ministro de Relaciones Exteriores. —
S. M.— En quince de Abril próximo pasado se sirvió U. S. decirme,
pe los religiosos que hice traer de B.nropo para el Colegio de Ocopa,
^bian restablecido el sistema de penitencias públicas que ha ce-
sado en la Iglesia, y con este motivo se habia puesto en duda el
»oiior de algunas esposas y de otras personas. U. S. lo ponía en mi
<5onocimi enlode orden de S. E. para que dictase por mi parte las
hedidas precisas para contener abusos y remediar males. En vein-
^ y dos del mismo mes me dirigió U. S. segunda nota, comuni-
— 25Í —
candóme que acababa de saber el Gobiert
citado mes, bubo en aquella Provincia ui
popular, producido por la miama imprudí
neroB propalan doctíinaa subversivas, tos
cia y asi lo anuncian en sus discursos, qu
la autoridad civil y diocesana. Que en su
ge hallaba en el coso de dictar, con respec
cias correspondientes, para restablecer el
un nuevo traslorno. — Felizmente pera sa
suelo mío, las especies con que se aorpí
desaparecen, á visto de las informaciones
sonas mas respetables y fidedignas de la i
pueblos de esa Provincia, que acompafio
aente ú S. E. De ellas aparece que tan léj(
subversivas religioso alguno de los que h
Jauja, Huancayo y Comas; por el contn
mero el deber que les impone el Evangel:
á los fieles su obligación de obedecer á lo!
plir exactamentecon lodos los preceptos
civilizadora moral del Catolicismo. Resul
clon del 1 de Abril pintada á S. E. como
reunión de parte del pueblo de Jauja, qu
el sermón de despedida de los misionero
estos acto continuo, se agolpd á la plaza c
diendo uo lo abandonaran, y concluyesen
jante reunión que en nada amenazaba al <
ponía mas que un fin loable, no es acrece
cionde asonada: era una sencilla y religii
leréa de aquellos fieles, por conservare
de tiempo á los expresados religiosos, coi
tranquilidad que sucedieron en el momei
sentaron, ofreciendo permanecer algunos
En orden al restablecimiento de penitt
U. S. en mi nota del 16 do Abril, que ape
oídos esos rumores, había escrito al Podre i
en el supuesto de ser ciertos los hechos q
olvidar la doctriua del Santo Concilio de 1
se ciñeron los misioneros, imponiéndola
que, con notorio escándalo , vivían años y
y á las que ninguna infamia se podía segí
puertas del templo con uno vela y un libi
de su arrepentimiento, y para satisfacer e
pío que por Unto tiempo le hablan dado.
— 255 —
kque los misioneros aconsejaron esa penitencia; pues si hubo
p» fíeles que hicieran alguna manifestación pública, fué volun-
iriamenie y siguiendo su propio consejo. Esto es lo acaecido, y lo
^smo de que esperaba cerciorarme. No obstante, usando de la fa-
lUtad que el Concilio dá á los Obispos en el particular, y previen-
j^que el feo aspecto con que se hacia circular la noticia de esas
■nitencias, podia perjudicar á la misma misión preparando contra
Ba algunos ánimos en otros pueblos donde sería útilísima y aun
iKesaria, encargué al Padre Guardian se redujeran en lo sucesivo
Ümponer penitencias secretas, cerrando asi la puerta por ese lado
.^o prelesto de calumnia.
\ Dios, que por sus profundos juicios permite en su Iglesia se ha-
^ mezclados el trigo con la zizaña« permite también que los mi-
fairos que con mayor celo se dedican á la predicación sean calum-
bados, j aun perseguidos: llenas están las páginas de la historia
fúesiásiica de trabajos que han sufrido tantos siervos de Dios que
0 han consagrado por medio de la predicación á desarraigar los vi-
4o8 y plantar las virtudes. El desgraciado que no tiene valor de
Imponerse á ver de improviso quebrantada la cadena de una amis-
id ilícita en que vive engolfado; el que embriagado del espíritu
le venganza miraría como una infelicidad el que se le hiciera sen-
tir la obligación de olvidar sus agravios; tantos otros á quienes,
r^ito. Dios por sus inescrutables juicios deja en manos de su pro-
pio consejo, son y serán enemigos de las misiones, haciéndoles
0iN)8icion por cuantos medios les sugiera su espíritu extraviado.
Entre tanto las misiones en los pueblos de Jauja donde se han
todo, y en los de la provincia de lea, á donde llamados por los se-
fiores Curas, y con mi beneplácito, han ido y existen cuatro de los
religiosos últimamente venidos, han producido un fruto en que
rosplandece la bendición deí cielo. Mil ilícitas amistades ó quebra-
os ó santificadas por el matrimonio: odios envejecidos, enemista-
des ruidosas terminadas y convertidas en caridad fraterna: restitu-
ciones de especies mal habidas, y tantos otros bienes que influyen
aobremanera en el bienestar de la sociedad civil. Confieso á V. S.
que al leer las cartas que de aquellos puntos me han dirigido, y
continúan escribiéndome varios sacerdotes virtuosos, admirados de
la transformación hacia el bien de las poblaciones donde esos mi-
nistros del Señor ejercen sus tareas, mi alma se conmueve sintién-
«lofie penetrada de gratitud á nuestro Dios que quiso enviarlos en
Bu tiempo.
Venidos estos religiosos con el espíritu de su regla, como es no-
Virio, sin buscar nada temporal, ni otro interés que el de ocuparse
«a la santifícacion de las almas, he debido mirarlos como un don
— 256 —
del cielo para ayudarme y en algún moc
BO peso del cargo pastoral. Imposibilitad
tensíoQ de la Arquidióceais, y hacer oir
ovejas del rebaño que el Supremo Pastoi
i mis cuidados, ¿ cómo no deberé reconoi
decido al Señor, cuando me proporcions
ríos que, con la palabra animada de la i
veces anunciando la penitencia y convii
dores, ¿ la vez que fortaleciendo ó los j'
salvación? Aseguro á V. S. que en las an
sobre mis hombros el Arzobispado, me
de mis obligaciones, ha sido mi consuelí
religiosos recorriendo como los primero
sin mas aparato que la cruz y el breviar
Arquidióceais para anuuclarel Eviingeli
que hasta ahora han hecho, no me he ei
bierno bien instruido, estoy seguro cod
¿ favorecer tan santa y benéfica obra.
Verdad es que uno de loa objetos del
propagar la fé entre los inOeles; pero no
de hacer misiones en los pueblos fieles,
llamados por el Obispo, en conformidad
to Concilio de Trento. Desde la ereccií
sido la práctica, y apenas abría yo los
haber asistido en mi suelo natal á una i
legio de Moquegua, llamados por uno di
de esa Iglesia. En esta Arquidiócesia ha
loa curatos ¿ donde eran invitados, no e
la Diócesis limítrofe de Ayacucho. Ni pi
aunque todos viniesen de sus provincia:
el Rey con aquel fln, y los colegios fue
por el real tesoro, que al de Ocopa erogí
seis mil pesos anuales; mas no Lodos tei
físicas necesarias para penetrar en la '
clima. Pocos eran capaces de esas tareas
8U colegio y preparados con largos ejerc
prender la carrera de apóstolcay civilizf
jes. Siempre el mayor número quedaba
el ministerio sacerdotal.
Síd duda fué este el lin que movÍ<i á
de Jauja, Pasco, lea, HuancavcUca, y pi
gacionea para la Ci)lecta de misioneros e
sideran con derecho al servicio espirituí
cidoa por sus limosnas, y con ellas solaí
_ 257 —
f* Por lo que hace á su dependencia del Diocesano, nadie mejor que
¡ro puede atestar los principios que en este órdén rigen á esa comu-
bdad. Mas há de tres años quemeballoalfrentedelOobiemo ecle-
liáatico como Vicario Capitular, y hoy como indigno Arzobispo. En
podo ese tiempo puedo asegurar que ni un solo paso han dado los
Religiosos de Ocopa, aun en cosas de menor entidad, que, ó no me
lo hayan consultado, ó de que oportunamente no me hayan dado
pxon. Apenas hará dos meses que muy anticipadamente mepidie-
n les nombrase Visitador Presidente del Capítulo, que deben co-
brar en Agosto venidero; muerto el respetable anciano que habia
mbrado, inmediatamente me han dado cuenta para que confiera
ñ. título á otro que lo reemplace. Hechos tales acreditan el espíritu
jde subordinación de los religiosos de Ocopa, y desmienten las re-
haciones falsas ó equivocadas que se hagan en contrario.
L No me detendré en si los nuevos misioneros tengan solo los títu-
los comunes de hospitalidad. El colegio de Ocopa, restablecido
kn 1836 por la autoridad que entonces regia la República, y conser-
ivado ante el Congreso de Huancayo que lo tenia á la vista, se con-
sideró en la administración de S. E. el finado Presidente general
[ijamarra como un convento legálmente existente: los nuevos mi-
[sioneros son, pues, miembros de esa Comunidad, que debe mirar
|qo como huéspedes, sino como unos verdaderos subditos filiados
I en el clero de la Diócesis.
f Me indica V. S. en su respetada nota del 15 que nada deben ha-
cer, sin solicitar permiso de la autoridad local do Junin. Concibo
; tiue esta expresión general no sea porque los misioneros estén obli-
! gados á pedir licencia á la autoridad civil para predicar y adminis-
! irar el Sacramento de la Penitencia, objetos únicos de una misión.
V. S. sabe que^semejante principio no es compatible con el Catoli-
cismo, él que no pudiendo propagarse ni conservarse sino por me-
^iodela predicación, fué instituido por su Divino fundador con
independencia en este punto de la autoridad temporal. Él debe
anunciarse ¿ los pueblos fieles é infieles en virtud de la misión di-
vina propia de los Obispos, de quienes desciende á los Presbíteros.
SI los misioneros hubiesen de necesitar el permiso de las autorida-
des locales para ejercitar el encargo de predicar, y é la vez recon-
ciliar á los penitentes con Dios, que expresamente les hace su Obis-
po, seria una traba trascendental al mismo Prelado, quien en la
íncertidumbre de si alguna autoridad local podría oponer obstácu-
lo á la predicación de sus coadjutores extraordinarios, se veria no
pocas veces embarazado para el desempeño de ese máximo deber.
it los ojos salta que si los que hacen las veces del Arzobispo con
especial comisión suya, para repartir el pan de la palabra á las por*
— 258 —
clones de 8u numerosa Grey, esparcida ei
fuesen obligados á pedir permiso ¿ la autoríi
gado á ese deber de un modo indirecto, perc
vo, el que habiendo sucedido á los Apóstele
cibido con la independencia que ellos el pod
gelio.
Dios guarde é V. S.— Francisco Javier, An
Lima y Octubre 5 de l8i9.—Fr<i}icisco Orv
Se omite publicar otros informes de
y distinción de la ciudad de Jauja, por i
tar á los señores de la Cámara, y solo ci
por creerlo oportuno.
Bepública Peruana. — Ejéreilo Nacional.—
— Al R. P. Fr. Juan Crisóstomo Cimini, Gu
Ocopa.— Eo contestación á su apreciable nol
que las mas veces que he asistido á oir los si
nidad y compañeros han predicado en esla c
que duróla misión, no he oido una sola pa
fuera de él á ningún religioso de Ocopa, que
gobierno civil y eclesiástico de la Bepública
obedecer las autoridades. Por el contrario, s
tado en la Cátedra del Espíritu Santo sobre
gobiernos, ha sido aconsejando á los ciudaí
modo extricto la obediencia á que están lig
leyes del Estado.. Por lo que ruspecta ú la d
nios, que tan injustamente se atribuía ó las
mámenle persuadido, como lo está el vecinri
el de Huancayo, que lejos de haber contribi
■ ros á dicha desunión, han hecho los esfuerz(
los que estaban separados, y no solamente
este punto, sino que con el mayor tesón han
sendero de la virtud á todas las personas qi
de él, inculcándoles á todas horas las máxin
la moral, y muchas de ellas se han arrepent
arreglado sus conciencias á los preceptos c
Con lo expuesto dejo contestados los punte
nota de V. P., y ojalá que ellos sirvan para (
detractores, que han tratado de mancillar li
dignamente disfruta la Comunidad de Ocopí
Dios guarde á V. P. R. — Lorenzo B. Gonca
— 259 —
El contenido de esta nota prueba la exactitud del cum-
plimiento de los deberes religiosos practicados por los mi-
ioneros, y hasta el día, ninguna autoridad ni individuo
particular de la provincia en que se halla situado el Cole-
fio, ha podido desmentirla. Solo este mismo señor Infor-
nanteü! ^
*
I El documento oficial citado en él informe anterior^ es
fomo sigue:
!
. L»eypoT la cnal aereatablece el Colegio de Ooopa-
\
pL ciui>ai>a::o Luis José Orbbgoso, general dk división de los
KjéRCITOS nacionales, BENEMÉRITO Á LA PATRIA EN GRADO HE-
SÓICO Tí EMINENTE, CONDECORADO CON LA MEDALLA DE LA OCU-
PACIÓN DEL Callao, presidente provisional de la República,
ftrCÉTlsRA, ETC.
Considerando:
I. Que el colegio de Santa Rosa de Ocopa, creado por decreto
del 1.° de Noviembre de 1824, para educación de la juventud, no ha
podido establecerse de un modo permanente:
II. Que aquel lugar no es aparente por su situación para se-
mejante establecimiento:
m. Que la civilización de las tribus salvajes del interior y su
reducción á la santa fé católica, es una empresa digna de las luces
del siglo j acepta á los ojos del Todo Poderoso:
IV. Que con este objeto fué fundado el expresado colegio de
misiones de santa Rosa de Ocopa:
V. Que se han tomado medidas para que vengan de Europa
los religiosos necesarios al restablecimiento de tan piadoso insti-
tuto; y usando de las facultades extraordinarias de que me hallo
investido;
Decreto:
Artículo I.** Queda derogado en todas sus partes el decreto do
l.^'de noviembre de 1824, erijiendo en colegio de educación el de
misioneros de santa Rosa de Ocopa.
Akt. 2.^ Se restablece el colegio de misioneros de Ocopa en los
mismos términos en que se hallaba antes del citado decreto.
Abt- 3.* Se devolverán al colegio de misioneros todas sus ren-
tas, pertenencias, etc.; y le quedan adjudicadas las entradas que
te han asignado al mencionado colegio de educación, por diferentes
resoluciones.
— 2(
Abt. 4." El muy reverendo A
de notoria probidad, honradez y i
cibiendo todas sus rentas, á fin di
expedito para cuando lleguen loi
fondos los gastos precisos para su
Art. 5.° E) mismo reverendo
el celo que le anima por la propa
venida de los religiosos indicado:
Abt. 6° Como la constitucioi
Colegio á&propaganda fide eran a
español, el reverendo Arzobispo q
mas necesarias conformeá nucsti
El ministro de estado, secretai
la ejecución de este decreto, y di
circular. Dado en la casa del gobi
de 1836. — n." de la independencl
Orbegoso.— P. O. de S. E.— María:
Auto dkl Señor Arzobispo ns Li
OcoPA Á L09 PP. Misioneros E,
Oficios en la instalación de
Nos el D. D. Jorge de Benaven
Santa Sede, Arzobispo de lima eic
Por cuanto por Supremo Decri
cientos treinta y seis, por el art
Colegio de Misioneros de Ocopa,
guerra había desaparecido, en pe
fieles que estaban é su cargo, em
llevar adelante una obra tan grat
misericordia del Señor, hemos 1
que desde regiones distantes ven
ticar el referido Colegio bajo de 1
que le regian, y habiendo al fln 1
que deben constituir la comunid
los oficios necesarios é indispens
mente pasen é au destino: Porl(
cultades que tenemos, y ó nomb
Gregorio XVI., que Dios guarde,
celo en la conversión de loa infi
efecto nombramos por Guardian (
al Padre Fray Ramón Porrauba,
Marzal, por Discretos á los PP. F
llares. Fr. Antonio Rossi, y Fr. í
(bfvi4
— 261 —
cios á Kr. Antonio Rossi, por Maestro de latinidad á Fr. Juan
prnlni. por Catedrático dé Filosofía á Fr. Manuel Gutiérrez, por
^locurador General al Padre Fr. Gerónimo Lezeta; autorizándoles
!rlodos y cada uno de ellos en sus destinos, para que los desem^
íeñen conforme á las Constituciones, y principalmente á la Bula
tkpedida por el Señor Pió VI, en 12 de Diciembre de 1797, para los
ÍDle^os de Misiones, y encargadas observar en estos Estados por
ti Comisario General que fué de Indias el R. V. F. Pablo de Moya
f Febrero do 1804, sin perjuicio de lo que disponen las Bulas Ino-
icianas, y que no estén en contradicción; mientras con vista de
que en las presentes circunstancias se forma un Reglamento con-
e lo que exija alterarse ó variarse. Y respecto á que es indis-
sable que un Religioso de conocimiento del país, adornado de
rtud y suficiencia, pase con toda la comunidad á plantificar el
erido establecimiento, teniendo entera confianza del Padre Pre-
cador Fr. Juan Bargas; le nombramos por nuestro comisionado y
(Tisitador del indicado Colegio, autorizándole en toda forma, para
Bue como tal pueda ejercer las funciones de Visitador, y que le
Kuarden los esfuerzos y preeminencias que le corresponden, dan-
Sonos cuenta de los resultados, esperando de su vigilancia y amor
é los dicbos Religiosos, les proporcionará un feliz tránsito hasta su
kcstino. Igualmente autorizamos al Padre Visitador, Padre Guar-
idian, y Di scre torio para que nombren todos los demás oficios su-
Ibaltemos, y hacer los arreglos que juzgaren oportunos y conve-
Inientes. Por lo que hace al Síndico que debe residir en el Valle de
Ljauja, continuará por ahora el Dr. D. Estanislao Márquez, Gura de
[la misma Villa, como nuestro Apoderado, para cobrar las asigna-
ciones que se han hecho al Colegio. Y para que tenga su debido
cumplimiento este nuestro Auto, se pasará con el oficio correspon-
diente al Vicario Juez Eclesiástico, á efecto de que con la solemnidad
posible reciba á la Comunidad enunciada, y á todos los ponga en po-
sesión de sus respectivos destinos, estampando la acta correspon-
diente en el Libro becerro que deberá formarse, sirviendo de prin-
cipio este Auto. En cuya consecuencia, ordenamos, y mandamos,
que á todos los referidos se les reconozcan en los enunciados des-
tinos, les presten obediencia debida, bajo de precepto formal de
Santa Obediencia, que les imponemos para mayor merecimiento.
En virtud de lo cual mandamos librar y libramos las presentes, fir-
madas de nuestra mano, selladas con el sello de nuestro oficio, y
refrendadas por nuestro infrascrito Secretario, en Lima á treinta
de Enero de mil ochocientos treinta y siete.
Jorge, Arzobispo de Lima. — Por mandado deS. S. I. el Arzobispo
mi Seüor, — Fray Manuel GáraUy Secretario.
Suprefactura de la Provincia.
' Jauja 1
Al Dr. D. Sslanitlao Márquez, Sindico ge:
El Sr. Prefecto, en nota 20 del corrieD
«República Peruana. — Prefectura del
Cerro, Febrero 20, de 18iO.-Sr. Coronel
cia de Jauja. — N. 9.
El Honorable Sr. Ministro de Beneñ<
cay Negocios eclesiásticos, me dice, co
que sigue: — Sr. Prefecto.— Para arreglar
instrucción de ese Departamento, es nec
ntque cuáles son iaa aplicaciones que
Ocopa para hacerlo de ciencias, y el objí
posteriormente; debiendo V. S. cuidardí
reciba esla nota, y depositarlos dando ci
servir en su oportunidad. — Dios guarde i
Charun.-» — «Que transcriboá V. S, para q
vedad razón de las aplicaciones de que
Suprema, y para que se encargue de su i
dándome aviso. — Diosguarde á V. S.— Ji
Que transcribo á V. para que me past
razón é que se refiere estas órdenes. — D
cisco Alvariño.
CONGRESO PERt
Lima
Excelenlisimo Señor:
El Congreso, atendiendo é la neccsida
infieles por los medios suaves que prese
to: — Se establezca el Colegio de Propagm
Rosa de Ocopa,» fundado por real cédula
aprobado por Clemente XIII, en 18 de Af
admitidos en él los religiosos Franciscan
con el laudable objeto de convertir á las
las al seno de la Iglesia católica; debien<
ligiosos prestar el juramento do obedieni
idradcs civiles y eclesiásticas.
Lo comunicamos á V. E. para los f
I _ 263 — ^
I
l^arde & V. E. — Antonio Gutiérrez de la Fílente, Presidente del Se-
cado.— Bartolomé Herrera, Presidente de la Cámara de Diputadqs.
^''Gerveisio Alvarez, Senador Secretario. — Santos Castañeda, Dipúta-
lo Secretario.
Bxcmo. Sr. Presidente de la República. — Lima á 30 de Julio
le 1851.
Ciümplase, comuniqúese y publíquese. — Echenique.—Juan Cri-
tástomo Torrico,
f
SI oiuáadAno Ramón Castilla, PreBÍdente Constitucional
de la República-
POR CUANTO EL CONGRESO HA DADO LA LEY SIGUIENTE :
El Congreso de la República Peruana, convocado extraordina-
TiameTi te , — Considerando
1.** Que el Poder Ejecutivo ha sometido á la deliberación del
Congreso, el decreto que expidió en 25 de Enero del presente año
protegiéndolas Misiones del Ucayali:
2.** Que restablecido el pueblo nombrado Pozuzo, y descubier-
to un camino corto desde él á la ciudad de Pazco; y que arreglán-
dose y mejorándose este camino hasta el puerto del Mayro, se faci-
litará el tráfico entre esos pueblos y los demás colindantes:
3.^ Que la Nación tierie el deber de proteger la civilización de
loa salvajes existentes en sus montañas, de mejorar su suerte y de
íilraeFlos al seno de la sociedad por los medios de suavidad y con-
veniencia, para cuyo objeto fué dictada la ley de 21 de Setiembre
de 1832:
4.** Que la República reportará grandes ventajas si se realizan
los proyectos promovidos por el R. P. Fr. Manuel Plaza, Prefecto
de las Misiones.
DÁ LA LEY SIGUIENTE :
Artículo 1.** El Ejecutivo ordenará que el Prefecto del Depar-
tamento de Junin entregue al P. Manuel Plaza, Prefecto de las Mi-
siones de Ucayali, ó á sus sucesores en el cargo, tres mil pesos
anuales, pagaderos de los fondos públicos de aquel Departamento,
los que se invertirán en la apertura de los caminos de Pazco al Po-
zuzo, y de este pueblo al puerto del Mayro.
2.° Se autoriza al Ejecutivo para en caso de no bastar tres mil
pesos anuales para el objeto indicado, libre á las autoridades lo qiie
juzgare conveniente para la prosecusion de esta empresa.
— 264
3." Que lea autoridades civiles,
laráo á la empresa todas los auxilios
atríbucinnes y ministerio, facilitand
que eeréo satisfechos de sus jornale
y escaceses de recursos de los lu£
picarlos.
4." Todos los indígenas pobladoi
soluto dominio de los terrenos que
gracia á todos los ciudadanos del P(
cultivar.
5." La gracia concedida por el t
todos los extranjeros que ocuparen
lugares, sea cual fuere la nación á q
6," Los vecinos de las nuevas re
cíon alguna, sea civil, eclesiástica
quiales ni ovencionales. y usarán i
contratos públicos. Los Curas serán
la duración do estas gracias será po
tados desde la publicación de la pre
7.° El Gobierno nombrará una i
él inmediatamente, gobierne de un.
blos. También nombrará cada año i
la conducta del Gobernador, oiga la:
reipcdie.
8." La presente ley será extensi
clones y poblaciones existentes 6
comprendieren ó promovieren en 1
bierno en sus respectivos casos lo d
Comuniqúese al Poder Ejecutivo
rio á su cumplimiento; mandándola
Dado en Lima á 24 de Mayo de 1&
de la Cámara de Senadores. — Manm
Diputados.— GeTTíMio .á/parní, Senai
Diputado Secretario.
Al Sr- Presidente d
Por tanto, mando se imprima, p
debido cumplimiento.
Dado en la sala del Gobierno en
Bamon Castilla. — Miguel del Carpió.
Nota.— Ella ley ha lido una pura letra i
hemos tontenlado y c< .
N. S. p. s. Francisco. nVadant pro eleí
Jimoana, Aunque aeriA muy equitarñ
hierno del Brasil, que dn á los Miai
Véase (I seWaggí d' imérica.ulB??.
índice
'49¥
'1
I
m
Pág.
lODüCCION T
I del V. P. Pr. Francisco de S. José IX
JQOO. ...-...., XXXIV
nno • , XXXVI
ÍTUIX) I. Del Cerro de la Sal 1
- IJ. Entrada de nuestros religiosos al cerro de
la Sal 6
III. Progresos 7 decadencia de las conTersiones
dePanatahuas 11
IV. Segunda entrada de nuestros religiosos al
Cerro de la Sal, y primera entrada á la
montaña por A^ndamarca 19
V. Entra el padre fray Francisco Izquierdo al
pueblo de Santa Cruz , 20
VI. Fidelidad con que los indios Andes se porta-
ban con los padres conyersores .... 25
VII. De algunos prodigios que sucedieron en la
conversión de Santa Cruz 32
VIII. Martirio del venerable padre fray Francisco
Izquierdo y compañeros 40
IX. Pérdida déla conversión de Quimiri . , . 48
X. Vuelve el venerable padre fray Manuel Bied-
ma á la conversión de Santa Cruz . . . S3 -
XI. Conquista espiritual de la conversión de Ca-
Jamarquila 55
XII. Vuelve el venerable padre fray Manuel Bied-
ma á la conversión de Santa Cruz.— Abre- ^^
se camino de caballerías para aquella
montaña , . . . (X> /
- XIII.
Descubrimiento del rio t
delosCuniboB. . .
- XIV.
Batradade nuestros relig
- XV.
DeBamparan nuestros n
BiondelosCuniboa..
- XTl.
BI padre fraj Antonio '
«onTersion de San Jo?í
- XVII.
Marürio del venerable pa
Manuel Biedmay da su
— xviir.
Emprende la religión ser
delCerrodelaSal. .
— XIX.
BI venerable padre frej
José restablece las coni
de la Sal j Sonomoro.
- XX.
- BI venerable padre comif
líSlico socorro para las i
- xxt.
Principios del Colegio de
— XXII.
Salidas h la Pampa del Se
— xxni.
Conversiones del Pajonal
— XXIV.
Muerte del siervo de Dioi
San José. —Martirio d
otros crisUanoa en Som
— XXV.
Castigo de los matadores,
conversiones. . . .
- XXVI.
Pérdida de laaconvereio
causa del intruso inca
huallpa
— XXVII.
Construyese en Quimiri u
se este con muerte de 1
- XXVIII.
Diligencies que bi ciaron
rSflcos para apaciguar
montafia.-Uuertedelí
misario de misiones j ■
- XXIX.
Segunda entrada del gei
mas.— Pérdida del fue
Viene de España parte
cogida por el padre fra,
tonio
- XXX.
La sania provincia délos
trege al colegio de Ocoj
de Cajamaiquilla.— Sal
religiosos para la ereci
de misiones de Tarija 3
— XXXE.
Diligencias que hicieron
te colegio buscando iu
vorUr k la santa té. .
:<duccÍon de los indios Settebos de Uanao.
.educción de loa indios gctaipibos^otros .
érdlda de las coaversionea da Meneo y Uca-
7bU oon muerte de los religiosos j de loa
demás crisUanoB
Intrada que hizo el padre comisario de mi-
siones para socorrer las cooTersiones del
Ucayali
Intrada que se hizo á los apóstatas. . , .
Encomiéndase al colegio de Ocopa las con-
verslones de Lamas
EncÉirgaae el colegio de Ocopa de las conver-
siones de Chiloé
umentos Histórico Legales á la primera
Época de la presente Historia de Misiones
del Colegio de Ocopa
Erección de un nuevo Obispado en las Ui-
Blones de Majnas, las cuales del virelnato
del Ecuador se agregan al del Pera— Tras-
ládase la Sede Episcopal de Uaynas á Cha-
cha pojas .—Estensi o n de las Misiones del
Colegio de-Ocopa
lestitucion legal del Colegio de Ocopa.—
Deiogscion del Decreto del ].° de Noviem-
bre de 1624, por el cual quedaba suprimi-
do—Cúmplase de la resolución lega] del
Congreso de Diciembre 21 de 1849; j otra
de 24 de mayo de 1845.— A las obvenciones
deeretadas para las necesidades del Cole-
gio de Ocopa, con el nombre de Rentes,
se les da diferente destino
^ISTORIA
DB
[S DE FIELES í INFIELES
SE FBOPAQANDA FIDE
pp.msiomsiiiiiisiionueío.
'X'om.o XX.
BAI(eBCONA
i PENINSULAR, ASALTO,
1883.
^\^'jS^'^[^\(^\<S^\€b\(^jS^[^^^
SEGUNDA ÉPOCA
DS
M MISIONES DE FIELES É INFIELES
DEL COLEGIO DE
eAPITSílL© I
Reaiablecimiento de laa miBionea en 1770.
El compendio histórico de los trabajos y muerte que su-
frieron los misioneros de la Religión Seráfica para la con-
versión de los gentiles en las montañas de los Andes, com-
puesto por el R. P. Fr. José Amich é impreso en 1854,
comprende desde 1724, en que se concedió por la provincia
de los doce Apóstoles de Lima, al M. R. P. Comisario de las
Misiones el actual Colegio de Santa Rosa de Ocopa, que en-
tonces era simplemente un anejo de la parroquia del mismo
nombre, hasta el ano de 1771, concluyendo con el abandono
délas misiones de Lamas.
A causa de la expulsión de los padres Jesuitas, fueron
encargadas á este Colegio las Misiones del archipiélago de
Chiloé por los años de 1770, y en 1787 los misioneros de
Ocopa habian visitado ya con su celo apostólico, tanto las
— 6-
islas de dicho archipiélago com
catequizado á muchos infieles y
cramentos á veinte y seis mil i
cristianos que encontraroa en el
El Cabildo de la ciudad de S
de la provincia de Chiloé, en um
tiembre de 1787 afirma que todo
en aquellas islas y tierra firme, ■■
de las almas, se ocupaban sin pe
confesarlas y adoctrinarlas; y
mismo Cabildo en 7 de Diciembí
mo, manifestando la necesidad q
de operarios, para poder dar maE
mente el pasto espiritual al nú
que moran en la tierra firme y v
cisco Garos, Gobernador intende
su oficio de 1." de Diciembre del
lo mismo acerca de los trabajos d
dad de mayor número de operar
A fines del año 1786, el pa(
Uenendez, acompañado de D. M:
indios, emprendió un penoso vii
Enero del siguiente año. Del dia
que dirigiendo su rumbo por el
se halla á la parte de la cordiller!
iutemíS por el estero Murillmo, si,
hasta su confluencia con el Rere
por tierra llegó á atravesar la f
los Andes, y habiendo bajado á i
descubrió varias lagunas, á la o
tres cerros que hacian frente é. c
Pasadps estos, mirando por
pampa interminable, y cerca di
tres caminos muy trillados, con
líos. La falta de provisiones, emp
las debidas prevenciones en man
Este laborioso misionero merece un par-
ejercitóse sin cesar dando misiones en
¡endo inmensos trabajos por mar y tierra,
que hizo hasta, la altura de diez y siete
779, pudo á costa de evidentes peligros,
itites á la fé.
apillas de misiones que por este tiempo
1 Colegio de Ocopa en las montañas del
que tenia en tierra firme é islas de Chiloé,
: cuatro conversiones de Cajamarquilla
das Pajaten, Valle, Sion y Pampa-hermo-
iHuánuco, á saber: Pueblo nuevo, Chac-
I, y una capilla con el nombre de Sima-
CA.PITPI.O II.
PiognaoB de laa mlulonea d tirante la ga
B. P. Fr- M&aael Sobrevlela-
Como hemos ÍDdicado en el capítulo an
dadas de las renacientes misiones recia
mente un aumento de personal, que no po
les la escasez de misioneros qu» había e:
Ocopa; pero la Providencia que les habi
vasto campo para ejercitar en él la labor (
tardó en suministrarles el refuerzo que pi
ban. En efecto, por el mes de Febrero de 1
la numerosa misión de cuarenta sacerdot
que condujo cl R. P. Fr. Francisco Alvar*
y aun que por motivos particulares no se <
mediato á las misiones, no obstante Iueg(
capítulo y elegido prelado de este Colegio
Manuel Sobrevida, recibieron tanto incre
nes de fieles é infieles, gracias al celo
Guardian, que bien podemos asegurar,
desde su fundación no ha tenido jamás
conversiones ni un número tan considera
su cuidado. Este sabio misionero en el tit
diania, levantó el mapa de los rios Huallaj
toda la pampa del Sacramento, siendo este
que se publicó en el Perú.
— 9 —
Visitó personalmente las conversiones de Cajamarquilla
y Huailillas, las de Huanta y Jauja, en Victoc Pucará y Co-
liac; leN'antando planos topográficos de todo cuanto visita-
¡ba, los cuales fueron presentados al rey, siendo apreciados
«n la corte de Madrid, lo mismo que en toda España y Amé-
rica.
La prensa peruana de los años 1791 j 1792 hace grandes
:eIog>ios del R. P. Sobrevida, reseñando con el mayor inte-
Irés y satisfacción sus viajes, dando cuenta de sus planos, y
[publicando cuantas noticias les remitia. Sus trabajos se di-
rrigieron principalmente á enseñar á los misioneros de Oco-
^pa, los caminos y sitios por donde deben introducirse en las
'misiones de los pueblos que tenian formados en las monta-
ñas del Perú, y en innumerables tribus bárbaras, en cuya
:ConYersion emplearon nuestros predecesores su ardiente
celo con inmensas fatigas, hasta dejar bañada la tierra con
su sangre. No se limitaban empero sus miras al solo bien
espiritual y temporal délas naciones infieles, sino que aten-
\ dia también al comercio y prosperidad de la parte civilizada
del Perú, invitando á sus moradores á penetrar en aquellas
: vastas regiones, á fin de enriquecerse con las preciosas y
\ ricas producciones de que abundan; pues, como dice el mis-
mo, sus inmensas y feraces llanuras están pobladas de ár-
boles útiles y yerbas medicinales; la multitud de animales,
asi terrestres como volátiles, es infinita, los rios están llenos
de innumerable variedad de peces, etc.
No satisfecho el P. Sobrevida con las largas observacio-
nes que él mismo hizo en sus repetidos viajes á las montañas
por casi todas las fronteras del Perú, examinó minuciosa-
mente los derroteros y planos que se conservan en el archivo
de este Colegio desde el año 1631, formados por los reli-
giosos de la provincia de Lima y Ocopa; procurando por to-
• dos estos medios facilitar la entrada en las misiones y ase-
gurar las comunicaciones de los padres conversores con los
de Ocopa. Con tanto empeño y solicitud por la conversión
de los infieles, no pudo menos de enardecer el celo de sus
— lo-
tos; y así en el corto espacio di
i poner en estado muy florecí
en dejarlas considerablemete
de 1787 hasta el mismo mes d
¡eitud nueve pueblos con sus c
a antes tenia este Colegio en Ii
: dos de infieles en las de Huai
mbres de San Antonio de Ynt
:o; uno en las fronteras de Jau
de MoDobamba; dos igualmcni
a advocación de San Teodoro (
■á; uno de neófitos apóstatas de
lánuco, bajo el nombre de San
ambien de neófitos fugitivos e
Infante de Schucusbamba; y'
mas con los nombres de Tarap
non, temporalmente y á súplic
Colegio. En los referidos puet
se contaban á la sazón tres mil
tro almas, adoctrinadas por lo
ntándose en dichos años de 17!
m el rio Huallaga, á saber, 1(
ontaban con una población de
ra que en 12 de Octubre de 17
el mencionado P. Sobreviela
lies que él mismo presentó al (
largo ciento tres pueblos de ce
, ochenta y tres de los cuales
í y seis islas y tierra firme de
veinte restantes en el vireinat
de los habitantes que se contí
í, ascendía á veinte y siete m
^ue junto con los cuatro mil n
en los pueblos del Perú, formí
in mil seiscientos sesenta y
t se componía en aquella época
ligiosos, de los cuales cincuenta estaban empleados en las
leferidas misiones de infieles y neófitos.
El celo del R. P. Sobreviela era infatigable, y á todo se
Batendia; pues á mas de lo dicho, se ocupaba en sus visitas
fcn delinear y abrir caminos á espensas de la comunidad,
.cuando no le alcanzaban los seis mil pesos con que anual-
fjnente el gobierno le socorría. Hacia comprar herramientas
y avalónos para los indios, con el fin de atraerlos mas fácil-
mente; en las fronteras de Huanta delineó un camino, con
0lcual se ahorraban siete leguas, desde Yantayanta á las
íonversiones de Simariba. En las de Jauja, se abrieron pa-
ira el tránsito de bestias once leguas de camino al través de
la montaña: en las de Tarma concurrió y cooperó á la aper-
tura de dos caminos, desde el Tambo de Marayníve al valle
deVictoc. Últimamente, en las misiones de Huánuco abrió
diez y ocho leguas de camino para bestia, desde sus fronte-
ras hasta el pueblo de conversiones llamado Playa grande
(Tingo.)
No trabajaron menos entre los pueblos civilizados los
misioneros que quedaron en el Colegio durante el gobierno
del P. Sobreviela. Destinó este Padre doce sacerdotes que
por tres años continuos recorrieron el arzobispado de Li-
ma y obispado de Trujillo, predicando misiones; y habién-
dose ejercitado con edificación y ejemplo en el pulpito y
confesonario, consiguieron los mas abundantes y saludables
frutos en las almas. El Padre Visitador de Terceros, Fr. An-
tonio Romero Colas, logró al mismo tiempo con su activi-
dad y notorio celo, restaurar y plantear la Orden Tercera de
Penitencia, con arreglo al encargo que sobre tan útil objeto
tace nuestro santísimo padre Inocencio XI á los misione-
i'os, en su Bula que empieza, Ecclesiae CathoUcae. Todos
los religiosos, por último, que residieron en Ocopa durante
8U guardianía trabajaron incesantemente en oir confesiones
J dar ejercicios devotos á innumerables personas, que de
todas partes concurrían con este santo objeto á este venera-
He santuario, según consta de los informes y certificado -
— 12 —
QBB de los señores curas y subdele^
Teodoro de Croix mandó al rey de
los diarios y plaaos topográficos de
tas veces meocionado.
^^°;.|si»ai^^^...o».^íS»>i'^^-°»^si<>gi|»^»>6i|=»^
eüPiTPLQ ni
Mestablechniento de las misiones del Rio Ucajrali-
Los trabajos apostólicos del P. Guardian y comunidad
delíJolegio de Ocopa, si debieron acarrearles, como no po-
dia menos de suceder, considerables fatigas y penalidades,
se vieron con todo superabundanteraente recompensados
por Dios, no solo por el fruto inmediato que de ellos saca-
ban, sino porque pudieron ver nuevamente abiertas á la pre-
dicación del Evangelio, las importantes y estensas comar-
cas que baña el Ucayali, pobladas por numerosas tribus de
indios que habian quedado abandonados, á causa de la
muerte violenta sufrida por los Padres que antiguamente
les catequizaran.
El restablecimiento de estas misiones era tanto mas im-
portante, cuanto por su situación especial debian ser el cen-
tro de las que el Colegio de Santa Rosa de Ocopa dirigiría.
El pueblo de Sarayacu, que es el de mas importancia de
los que en aquellas misiones se encuentran, hállase coloca*
io, según los datos que en 1818 presentó al gobierno del
Bey el R. P. Prefecto, Fr. Pablo Alonso Carballo, á 6" 35 de
latitud y 32^ 15 de longitud, según el meridiano de Cádiz,
tomando las longitudes al Este, como acostumbraban los
^tiguos; es un sitio muy á propósito junto á la quebrada
<iue lleva su mismo nombre, distante poco menos de una
íegua del rio Ucayali. Desde la restauración de las misio-
— 14 —
íes, ha sido ct hospicio principal d(
londe han residido los padres presi<
le se envian las remesas do los artíc
08 padres conversores, para darlos i
echa no se ha abandonado nunca ni
rítícas, debiéndose en una de estas
e dirá después, á la constancia inq
re Plaza, que murió mas tarde ol
¡cuador.
Estas misiones, establecidas en S
nteramente perdidas, como acabaí
Querte de los quince religiosos quf
n el año 1766, cuando posteriormen
eücopa por losauos 1790, que los i
[as comarcas solicitaban á los Padrt
er á reunirse y formar sus pueblos,
uales de aquellas almas abandonad:
usilio religioso, pesaron en el ánim
ue los tristes recuerdos de los que
3S peligros iguales á que se iban n
A efecto, comisionaron al R. P. Fr.
eló, para que desde Cumbasa doni
onversor, pasase á Sarayacu, con 1
iba el señor Gobernador de Majna
I. Francisco Requena, á fin de espíe
quellos bárbaros. Fué de ellos muy
iendo que podian restaurarse aquel]
¡ó volver el año siguiente, previniéi
dificasen una capilla y un convento
o lo caal accedieron gustosamente,
ibles disposiciones, el R. P. Guard
os los preparativos conducentes al i
a entrada de dicho P. Girbal, dánc
íloso misionero P. Buenaventura M
o Fr. Juan Dueñas, que era un est
os maestros herreros. Proveyóles al
i — 15 —
Irumentos de corte y labranza y de cuantas telas y bujerías
apetecen aquellos infieles, con herrería completa para repa-
bir los útiles menoscabados.
Deseaba el P. Sobrevida acompañar á los Padres misio-
l^eros en su peligrosa empresa; pero no pudiendo efectuarlo
por tener á su cargo una comunidad tan numerosa, ejerci-
taba su ardiente celo de la salvación de las almas, dirigien-
lio sus subditos desde Ocopa.
Para esto registró todos los diarios manuscritos de los
batiguos misioneros, así de Maynas, como de Manáo: estu-
m en ellos, el origen de las desgracias y felicidades de los
janviados á aquellas bárbaras naciones; los medios mas se-
guros para atraerlas y conservarlas en la fé, y de todo esto
formó un cuerpo de instrucciones para los referidos Padres
lysus sucesores. Los animaba y consolaba con cartas llenas
íle celo para la salvación de aquellas almas, y de un amor
paternal hacia ellos mismos.
I «No dudo, les decia, que en tan apartadas regiones se
l»les ofrecerán muchas dificultades, gravísimos trabajos y
bcoDtinuos peligros de perder la vida; pero, buen ánimo. La
;)>miésy la obra es del mismo Dios que los envia, y Él les
,^»dará el caudal de espíritu necesario para el éxito feliz de
h)>tan gloriosa empresa. En todas sus tribulaciones, tengan
l^presente que el fin y motivo de haber abandonado á sus
i»padres, parientes y patria, fué la conversión de la gentili-
)>dad con previsión de los indispensables riesgos de perder
»la vida en honor y gloria del Señor. En todas sus fatigas y
^trabajos pongan los ojos en Cristo crucificado, y este sobe-
Jarano ejemplar les servirá de mucho alivio y consuelo, jun-
ólo con el premio que les espera.»
Provistos el P. Girbal y sus compañeros de cuanto po-
dían desear para tan ardua empresa, y bien instruidos con
saludables documentos y prudentes avisos de su prelado, pa-
^ el félix éxito de la conquista espiritual de aquellos infie-
les, emprendieron su viaje por Huánuco el 10 de Agosto de
1191; y después de muchos trabajos por tierra y peligro por
— le-
los estrechos, peñascos y rápidas
sufrieodo largas demoras en la Laf
falta de canoas y peones que los ce
equipaje como necesitaban: entrar
Ucayati el 4 de Noviembre, con un
franqueó D, Juan Salinas, comenz
viaje con gran gozo y contento, po
do llegó el P. Girbal.á la mitad lie
la desde la boca del Ucayali hasta '.
pedia causar novedad á los geatile:
determinó adelantarse en una cano
garitea con sus compañeros é indi
en sus canoas. Lleno de júbilo y a
bal el Ucayali, cuando de repente
de gentiles que bajaban hacia él.
pertenecian, y recelando fuesen loí
chibes, les hizo señales de paz á qi
lamente con grande algazara. Al s
dre que eran Cunibos, habiendo en
conocian desde la visita que les hiz
estaban mas cercanos al Padre llai
que llegasen sin recelo, porque er;
en lengua pana quiere decir nuesti
ees gran número tle hombres, mu;
de haberle dado mil abrazos con se
dadcra amistad, les preguntó por
donde iban; á lo que respondieron
con intención de pasar hasta Com
estaba de cura, á no hallarlo en e!
Le agasajaron y regalaron con sus
tadas comidas, suplicándole hicicf
pesar de no ser aun medio dia. Poc
barco ó garitea que habia dejado a
fieles asegurado bien que no veni
entraron todos en el buque, llevaí
sidad.
I
— 1? —
Los g'entfles suplicaron al Padre que no saliese el dia si-
píente antes de amanecer, por el peligro que tenian las
anoas, cargadas de sus mujeres y niños, de topar con al-
jun palo y ahogarse algunos de ellos. Condescendió el Pa-
ire, y el 19 por la mañana divisaron otro convoy de genti-
les Cunibos; pero recelando siempre que fuesen Caschibos,
fNracticaron lo mismo que con los antecedentes, haciendo
lenal de paz, á que correspondieron igualmente con m.ucho
raido de unas cornetas de caña que usan, como las de Gua-
Mqui4, 7 con grande algazara algunos después de haberle
IBonocido, g^taron á los de las otras canoas, diciéndoles que
ao temiesen, que allí estaba el nun papa^riqui^ nuestro
Padre.
Con esta confianza se acercaron, y después de mil mues-
[tras de re^cijo, atracaron todos sus canoas para almorzar.
|lCientras que las mujeres preparaban la comida con afán, en
¡todos los semblantes se veia retratada la alegría que domi-
[naba á los circunstantes, por haber hallado á quien tanto
deseaban. Dieron á entender al P. Girbal que no tenian Cu-
iraca que les gobernase y que era preciso que él les nom-
i'brase uno; resistióse naturalmente el Padre^ pues como no
les conocía, menos podía saber á quien nombrar con acier-
to; pero fueron tantas las instancias que le hicieron, que al
fin les preguntó quién les parecía á ellos mismos mas apro-
pósito; mas á nadie propusieron, esperando cada uno ser él
el elegido, pues todos deseaban serlo. Viéndose con esto el
Badre en la precisión de nombrarlo por sí mismo, gracias á
Iw importunas instancias de todos, dio el bastón en nombre
del rey á un anciano de unos cincuenta años, que por su fi-
sonomía y modales le pareció que sería el mas. apto, eligién-
dolo por Curaca 6 Gobernador, al cual todos los demás pres-
taron desde luego obediencia.
En los dias siguientes fueron llegando sucesivamente
^as canoas de infieles Séttebos que bajaban con el mis-
^ fin, ofreciendo las mujeres con sus acostumbradas cere-
E
— 18 —
lias la bebida y comida á los padn
ipotinos que con ellos Teuian. El d
d de mas de cincueata canoas de
a de Sarajacu, que los esperabas
[a tñü abundante, aunque sazonadi
una fonda campestre. No podía b
jría, y ofrecer uo hermoso aspe-cto
oas (que llegarían á sesenta) en n
ífíco Ucayali al tiempo de hacer la
a para asemejarse á una armada i
canoas que seguían al barco com<
á las seis de la tarde del mismo <
Sarajacu, en cuyo puerto les agua
id de personas de ambos sexos, co
azar á sus Padres. Fué en estrem
azara y vocería que levantaron, re
má (hermano ó amigo). Unos ent
' venia el padre Girbal, con tanto I
á pique, faltando poco para que <
aiuiuaron con sus canoas al barco
rqués y á su compañero, y toda I
a ansiosamente en la orilla para al
Entre tanta bulla y alegre confii
fbre en aquel país, llaiuada Ana-B
nulfitud, diciendo que callasen p
n causados. a1 iustaute toda la tui
do silencio; y formando un num
' aquella mujer, condujeron á los 1
ian medio fabricado, conforme h;
> anterior al P. Girbal. Mando A n;
¡ese á los Padres masato ó chicha
.ña de gustar. Todos los infieles se
úu entonces eu tierra, y con grai
itualidad obe^lecian á cuanto orJe
aron de no haber hecho la íg'.esj
ito. p<3r^ue habian tenido un cont
— 19 —
de sangre del que habían muerto muchos; .pero la verdade-
la causa fué la desconfianza natural á todo indio, de la que
«e valió el demonio sugiriéndoles que tal vez el P. Girbal
habia ido el año anterior á engañarlos, y que subiría con
soldados de Maynas para llevarlos con grillos á la expedi-
[ «ion que se proyectaba. Estos recelos como se supo después
por ua apóstata^ movieron á muchos á que destruyesen sus
chácaras y botasen el cacao que habian recogido, á fin de
que no hallando los soldados que comer, se viesen obliga-
dos á regresar pronto.
Como las comunicaciones con Ocopa desde Sarayacu
eran tan difíciles por la distancia que se debia recorrer y
malos pasos que se debían atravesar, pusieron desde luego
los Padres todo su empeño para ver si era posible hallar otrt
vía mas breve á la vez que mas segura. El éxito coronó sus
esfuerzos, y con fecha 3 de abril de 1792 pudieron ya escri-
bir los PP. Girbal y Marqués al reverendo padre Sobre-
vida, entre otras cosas lo siguiente: «Ya gracias á Dios, se
»ha descubierto el camino deseado para pasar directamente
»desde Manáp á Cumbasa, ahorrando por esta nueva vía, las
^trescientas leguas que navegábamos deáde la boca del rio
»Chipurana por ol Huallaga, Marañen y Ucayali.» Para hacer
este descubrimiento mandaron adelante á algunos infieles y •
enviaron des'pues al curaca de Sarayacu con diez hombres;
bajaron estos como unas ocho leguas por el Ucayali é intro-
duciéndose por el caño de una laguna, entonces innominada
y que ahora se llama Yapahit/a^ arribaron por el rio que la
forma (que hoy se llama Santa Catalina), á una hermosa
pampa, y arrastrando por ella las canoas, las pasaron al rio
Yanayacu, tributario del Chipurana,como este lo es del Hua-
llaga, subiendo fácilmente hasta Tarapoto. En este viaje se
emplearon quince días: pero hoy puede hacerse en ocho ó
c ez, parte por los espresados rios, y parte por tierra á be-
I oficio del camino que abrimos de Sarayacu á Santa Cata-
1 laen 1853.
— 20 —
«Nuestros amados Panos, añade li
^en con mucha tranquilidad y armo
[ue casi todos los niños hasta la ed
an diariamente mañana y tarde al c
atecismo, y algunos saben ya el F
o.Los adultos, todavía no concurreí:
la doctrina, sin embargo de que pe
>s amonestamos con frecuencia. K
i misa, y al rosario, pero nos cuesti
ilten al tiempo de la consagración,
!t que se vayan aficionando peco á
mcia de lo mas sagrado d£ nuestra
speramos conseguir que los adulto:
rístianos, y solo afianzamos la espe
a. el bautismo que les adminístraír
inerte; pero sí, tenemos firme confl
■uto de nuestras tareas y afanes apo
niños. Casi todos los infieles de e
ispersos, han fabricado sus casas en
o para sus chácaras en estas inmedi
»Los Cunibos nos han declarado <
ara formar pueblo; pero no en Sara;
imediata á su boca, llamad^ Tarin
rometido venirse aquí, fué porque i
is dificultades é inconvenientes que
■ido. Mas- la verdadera causa de s
■aria, es la enemistad interior que t
éttebos, aunque en lo exterior guar
líos es absolutamente necesario que
arado. Los Schipibos, que fueron li
B la muerte de los Padres antigu
B su delito y muy deseosos de am
sro las otras naciones sus enemigas
iperamos que con el tiempo, pacieni
rapa su constante amistad y sumisi'
entonces esperanzas de la reduccio
— 21 —
en varios ríos: aseguraban, que los qa<
ido en Sarayacu eran muchos; que k
srca de ochocientas almas, que desea-
ja habían rozado, para hacer sus cha-
mejor armonía y orden, y que Saraya'
mas culto por su sumisión y obedien-
)]os de la sierra.
:ran numero la gente reunida y ademái
a los que visitaban á los Padres conti-
n de recibir herramientas, se les acahé
emesa con que los habilitó el R. P. So-
■ada en el llcayali. Y como es moral-
servar misión alguna de infieles, y mU'
»s progresos sin agasajarles y regalarleí
e necesitan y aprecian, escribieron en-
idres al referido Prelado, que les surtie-
le todo. «Este año, le decian, nccesita-
ilculo bajo, cuatrocientas hachas, seis-
' doscientos cuchillos: cuatro quintales
bas de acero, media arroba de anzueloc
le navajas corvas, ocho mil agujas, nr
ó abalorios, quinientos eslabones, cua-
bas, y dos sortijas, tres mil cruces d<
I tocuyo para vestir á los desnudos, y
)s para pintar la iglesia, para la eual
Q una imagen de la Purísima, y algu-
mbien necesitamos dos botijas de vino,
sos de sangre; pues que tomando uc
la preciosa pepita nuevamente descu-
keri, geueralmente se les corta.» «La
losa, concluía otra caria, pues los gen-
Fna parte está en sazón, y otra se va sa-
berla toda se necesitan muchos opera-
dos, especialmente de herramientas j
os tienen fundada en estas frioleras su
B e& preciso que esta nueva misi'>n j
— 22 —
los que la dirigimos, seamos socon
ea alta comprehension conocerá V. P
cena aun mas por esperiencia, sí i
compaSia.»
GAPITOLD llf
Ao^jPBsos de ias miaionee del UeayaU.
misiones del Ucayali, tan satisfactoriamente comen-
xadas, fueron procesando con el favor de Dios y el oelo de
loB PP- Girbal y Marqués, quienes consagrados á la obra á
que la obediencia les destinara, ponian todo su empeño en
estodiar el carácter y las circunstancias de los pueblos cuya
dirección espiritual se les habla confiado, para sacar de
ellas el mejor partido facilitando su reducción á la vida cris-
tiana y civilizada.
Lue^o de establecidos en Sarayacu, conocieron los Pa-
dres misioneros que los Séttebos y Cunibos no se avendrían
& vivir juntos en un mismo pueblo; por lo cual resolvieron
fondar uno, separado para estos, dejando á aquellos solos
en Sarayacu: pefo habiéndose inundado el sitio donde se
principiaba esta primera fundación de Cunibos, se traslada-
ron estos á Canchahuaya, fundándose bajo la advocación de
San Antonio: este pueblo dista de Sarayacu como un dia
de surcada. Después de varias alternativas constaba este
pueblo, en 1818^ de ciento treinta y tres almas de pobla-
ción, inclusos algunos antiguos cristianos de la tribu de los
r^uchiches de Tarapoto.
La nación de los Piros, que habita en varios puntos del
1 Fcayali y en el Yahuarí, luego que tuvieron noticia de es-
] as nuevas fundaciones, bajaron en gran número á ver á
— 24 —
)s misioneros; pero después de ha
iempo regresaron á sus tierras. En <
ajó otra porción de Piros, los cuak
i mismos á pocas leguas de Sarayac
ó un religioso para instruirles en li
anta religión, ya que bu proximidat
u conversión al Cristianismo; pero i
un mismo tiempo, y muchos de '
ue los restantes abandonaron el p
ez. No obstante bajaron á meaud<
iempre buena acogida eu los Padref
oraban ir conservando á lo menos 1
itada en sus corazones, hasta que í
hos Piros volvian á quedarse en nú
able, fundaron nuevamente, para i
dvocacion de nuestra Señora del Pil
ugar situado entre el UcayaÜ y uní
ruameote el cauce del mismo rio,
inos dos días escasos de distancia d
a fundación de este pueblo se reunie
liento tres Piros, cuyo número se ce
:ia hasta que se retimrou los misioc
ra de la iudependeucia del Perú.
Los Schipibos, que se estendiai
!?untamaná hasta la boca del rio
*ischquí y Ahuaitia, eran enemigos
íéttebos y Cunibos; pero los Padres
'on amistarlos con su mucha pru
;n 1809 se fundó en el Pischquí ue
le San Luis de Charas-maná. Para
iarayacu, se sube con canoas hasta
liete dias, y siguiendo este rio se lie
'as-maná. Constaba esta población
a 1820, de tres familias de Cristian
iuatro de Schipibos, siendo su tota
:inco almas. Uas como este pueblo
— 25 —
18 otras reducciones, y es para los misioneros tan triste el
io tener al^un compañero á corta distancia, con quien des-
hogar su conciencia, pareció conveniente á los Superiores
le Ocopa auxiliarla con otra reducción de Cunibos que sir-
i^ese al mismo tiempo de escala y seguridad en aquel trán-
tto, y así fué como en 1811 se fundó un pueblo con el nom-
flre de Cunta-maná (cerro de la palma). Constaba antes de
íerderse por la independencia, de cuarenta y seis almas, in-
cusos tres matrimonios de cristianos suchiches residentes
ü el pueblo, y además tenia varias familias de Ounibos en
lueve casas inmediatas, que pertenecían á esta misión.
En el mismo año 1811 y siguientes, pacificó el reveren-
lo Padre Prefecto Fr. Manuel Plaza, la nación de los Sent-
ís que dividida en tres parcialidades, Inobu, Runubu y
Jascas, componian el número de mas de mil almas; pero
|K)r las epidemias que sufrieron, quedaron reducidas á poco
nas de doscientas, distribuidas en cincuenta familias. Se
reunieron todos á excepción de la parcialidad de los Runu-
bu, que asustados de tanta mortandad, se mantuvieron en
el monte, saliendo de vez en cuando á visitar á los padres
ie Chunúya. Este sitio es de los mejores del Ucayali; para
llegar á él se entra por el caño Sahuaya, se atraviesa una
laguna como de una legua, llena de maleza, y luego se su-
be por la quebrada Chunúya, ó bien se va por tierra, em-
pleando en todo esto un dia desde Sarayacu, en tiempo de
creciente, y un poco mas' cuando el rio está bajo. El reve-
rendo padre Fr. Baltasar Zapater, cura conversor de este
pueblo por espacio de algunos años, viéndose en el de 1822
«in recursos ni esperanzas de tenerlos, se fué por el Mara-
tón al Brasil, quedando abandonada esta misión.
I Ck)nociendo el colegio de Ocopa que la nación de los Pi-
íos era muy numerosa, y que sin embargo eran muy pocos
ios que paraban de asiento en su pueblo de Nuestra Señora
íM Pifar de Buepo -ano, pensó en fundarles una reducción
<n su propio país, y después de haber observado los incon-
venientes que se ofrecian por la enorme distancia que me-
— 26 —
ia, formó el proyecto de abrir una
is misiones por el rio Tambo, dejan*
i del Huallaga. Con esto no solo se
ación casi continua con los Piros,
ios pueblos en su propio país, sino
uia á realizar las esperanzas, que s
lisioneros de Ocopa, de reconquista]
al, Cerro de la Sal y Sonoraoro, pe
iiblevacion de Santos Atahuallpa.
ccto, se dispusieron dos expedición'
1 ücayali introduciéndose por el rio
ese de Andamarca bajando por el
ntiguo embarcadero de Jesús Mar
erdidos en el referido alzamiento. E
ieiones con aprobación del gobiarnf
m felizmente en la mitad del rio T
io de 1815. Desde entonces se em;
iunido el Padre Prefecto Fr. Manm
reinta familias de Piros para la nuí
losa, llamada vulgarmente Lima P
lada á los 10° y 30' de latitud, 303° ,
e la confluencia del Tambo con el F
itándose para llegar allí desde Sara
cuarenta diaíi.
Para apoyar esta carrera era nec
Brea del rio Pangoa, y á este efectc
e Lima las tres pequeñas guarnicioi
las y Andamarca, y dos mil pesos |
unto el fuerte de San Buenaventur
linas de la antigua misión de este
tio á los 1 1 ' y 40' de latitud, y 302'
¡endose trabajado en su establecim
ctubre del mismo año 1815. Desde
ida de los misioneros por la Indepci
a todos los arbitrios posibles á fín (
arrera, con cuyo objeto se organizo
— 27 —
hasta el mencionado punto de Chavi-
) la remesa que antes Be acoBtumbra- ,
illaga, expuesta á los contínuoB peli-
ucbos raudales y estrechos pasos de
>n debía haber servido para familia-
con los Campas del Schanscba-mayo,
juncias de nuestro gobierno, y de los
1847 basta ahora para amansarlos, se
mente bravos todavía. El tiempo que
regacion desde Sarayacu basta el ex-
s María era de un mes y medio, ba-
ierra, dia y medio de viaje, desde este
L la vuelta solo se tardaba quince días
ite veces se hizo este viaje, siendo ei
y en ninguno de ellos fueron moles-
OB por los indios del Cerro de la Sal.
P -29-
cédala de 15 de Julio de 1802 les fué concedido «para
iiiar, como dice la misma, á las misiones de Maynas, es-
ciendo una escala de comunicación , etc. , etc. » La
se verificó en 2 de Enero de 1804, por orden del
reverendo Padre Provincial de aquella provincia. Mas,
iderando el mismo Discretorio en 1816 que eJ Colegio
podia sostener aquel hospicio, con el número de religio-
que era necesario para formar una comunidad que cum-
con el coro y demás obligaciones de misas y obras
. por la escasez de sacerdotes que tenia, pues por las
mociones políticas de Europa á causa de la guerra de
Jeori, fueron pocos en número los religiosos españoles
en aquellos años vinieron, determinó devolver el con-
tó á dicha provincia de Lima, reservándose solo para la
idencia del Padre Presidente de aquellas misiones, y de
misioneros transeúntes, el hospicio antiguo que dentro
los muros del mismo convento habia anteriormente teni-
cuya devolución fué aprobada, y confirmada por el re-
eudísimo Padre Comisario General de Indias y Consejo
BU Majestad en 1819.
Por aquellos mismos años, aprovechando la Comunidad
Ocopa la ocasión de hallarse el limo. Sr. Dr. D. Diego An-
io de Villodres, obispo de Concepción de Chile, visitando
a provincia de Jauja, por comisión del limo, y Excmo. Se-
r Arzobispo de esta diócesis, le suplicó por medio de su
elado, que lo era el reverendo P. Fr. Pablo Alonso Carba-
se dignase consagrar esta hermosa y devota iglesia.
Bdescendiendo el dignísimo pastor á sus suplicas, cele-
la función con toda pompa y solemnidad, el dia 15 de
wo de 1815, y hubo tal concurrencia de fieles, que jamás
tabia visto igual en dicha provincia de Jauja.
Poco después de estos sucesos ocasionó algunos sinsa-
^ á los Padres de Ocopa, el limo. Sr. D. Fr. Hipólito
chez Rangel, primer obispo de Maynas, quien querien-
<^rgani^r parroquias y dar curas respectivos á los pue-
'1^ de su diócesis, compuesta toda de las misiones encar-
— 30 -
gadas á los Padres Franciscos de
de Quito y dsLCoIegio de Ocopa
prelados regulares de sa jurisdict
gasen todos los pueblds de conv'
apoyaba en el decreto de las Cor
rias del 13 de Setiembre de 1813,
siáeticos seglares que las sirviese
de este Colegio á abandonar la ¡|
charcas de Huailillas ó Cajamarq
cion del ilustrísirao señor Obispe
lucion de S. M-, porque abandoi
marquilla, era inútil este estable
do esto el reverendísimo comisa
Jyan Buenaventura Bastard, en j
Madrid, haciendo referencia á ui
se manifestaba el estado decaden
nes que tenia á su cargo este Ci
Maynas, por la oposición que ha
de parte de aquel ilustrísimo sen
verendísimo Bastard, que aun ci
do Ocopa á servir las misiones, i
si no se conservaba á los prelado
risdiccion, en cuyo caso seria tai
en su antiguo estado el citado 1
ser un punto en que debe residir
nes de Cajamarquilla para atent
temporal de los conversóles, asii
mos, y reemplazarlos en caso ne
representación, tomó la corte de
sejo de Indias, las providencias
las disputas dejurisdiccion; por
de los pueblos de reducciones de
güedad, que era en lo que esta
al ilustrísimo señor Obispo de M
tado que tenian al tiempo de la e
ministrándose por el Colegio de
— 31 —
posible para el servicio de aquellas misiones, y su-
endose interinamente con los de las demás órdenes re-
ares; y por último, que el ilustrísirao señor Obispo de
[jillo efectuase la entrega de la iglesia de Cocharcas, lúe-
que el Colegio de Ocopk volviese á hacerse cargo de las
bisioncs de Cajaraarquilla, á que dicho hospicio está des-
loado.
Como la expresada real cédula se expidió en Madrid en
de Febrero de 1820, cuando llegó á este Colegio estaba
uy adelantada la causa de la independencia del Perú, por
UTO motivo no surtió efecto alguno. El Prelado de Ocopa
1821, proclamada la independencia, mandó retirar á sie-
religiosos europeos que acompaíiaban al P. Plaza, yjun-
trabajaban en las misiones del Ucayali: unos se vinieron
or el Pangoa, y otros emigraron al Brasil, quedando solo
b1 padre Plaza sin ausilio alguno, y en tal soledad que no
tenia con quien hablar el castellano. Su desamparo fué tal,
^ue no teniendo con que socorrer sus necesidades propias,
y lBs*de los neófitos de siete pueblos, para sostenerlos deal-
un modo se vio en la precisión de arbitrarse fabricando
zúcares, melados, é internarse hacia el monte en busca de
zarzaparrilla. Estos productos los maltidaba á la frontera del
Brasil, donde se cambian por hachas, machetes, cuchillos y
otros efectos aparentes, con los que sostenia sus misiones,
aunque esca^^amente, hasta que cansados los neófitos por no
tener misioneros, abandonaron los pueblos referidos en el
<íapítnIo precedente, retirándose á sus antiguas rancherías
4 mantenerse de la caza y pesca, ya que por falta de her-
ramientas no podian cultivar la tierra; solo quedaron los de
í^^rayacu,á donde se reunieron algunas familias de aquellos
otros pueblos, quienes hicieron al dicho P. Plaza grata
<^nipanía. En vano este ejemplar misionero hizo cuatro re-
<íursos al gobierno de la República exponiendo su situación
por medio de la suprefectura de Moyobamba, pues no reci-
bió contestación alguna; de modo que desde el año 1821
hasta 1834 en que recibió una carta del teniente Smfith de
_ 3:
la marina inglesa, en que le
ynós caballeros quo viajaban p
nada supo del Perú civilizado.
Viéndose en tanto abandont
tióle una fiebre maligna, que 1
dias, transcurridos los cuales \
sentó á una imagen de María S
nian rodeada de luces, é hinc:
la Reina de los cielos le conced
lo le enterneció tanto y le caui
momento se le retiró la fiebre ;
se hallaba tan necesitado, déte
en busca de auxilios entre los
de 1828 se dirigid de Sarayacu
por el rio Ñapo: á los cuarenta
en el pueblo de Santa Rosa, dt
ciudad de Quito en catorce di
nientos pesos, con cuja suma
otro camino que sale de la ciu
misiones de Canelos, y embarc
llegó en cinco dias al rio Past
mahuas en el Huallag*, y deí
dias por el mismo rio, é introi
desembarcó 1 los cuatro dias (
Desde este punto siguió por ti
donde se embarcó entrando e
dias de navegación; dos dias i
gando por fin á su antiguo esl
donde tuvo la satisfacción de
dos feligreses á los ocho mese
rros que sacó de Quito pudo r*
media legua de Sarayacu 11
de bajada por el Ucayali 1
en el puertecito de Santa Ca1
comunicación y carguío hast:
Ea fácil concebir el triste
ali cuando por tantos años estuvieron sin
iemos asegurar que los pueblos del Ucaja-
} á su antigua barbarie, en la que tal vez
el celoso P. Plaza no hubiese hecho el he-
i permanecer solo como quedaba, en medio
Pampas del Sacramento, y no hubiese ím-
ttor á las bordas salvajes que le rodeaban,
a corta milicia de veinte hombres que de
>rmó, enseñándoles é instruyéndoles en el
aas de fuego. Estamos seguros que sin la
uel varón apostólico, no tendría el Perú en
e hospitalidad en aquellas dilatadas re-
\
— 35 -^
mssi los Ocopinos. Llegaron en efecto los religiosos qne ha-
!l>ian quedado en Ocopa á aquella ciudad^ y remitiéndolos á
[Sodil, los recibió á balazos, tiéndese obligados á refugiarse
len el convento de los Descalzos de ia capital.
¡ En el 1/ de Noviembre de 1824, expidió el Gobierno de
la república, un decreto, por el cual erigia el local de Oco-
pa en colegio de educación y disolvia la Comunidad de mi-
sioneros. Sin embargo, el primer Rector que fué el Dr. don
•José Manuel Pasquel, cura de la Concepción y después arzo-
bispo de Lima, llamó á los padres que se habian retirado al
tJuzco, para que sin perjuicio de la nueva institución que el
gobierno habia establecido en el Colegio, viniesen á acom-
pañarle; pero solo consiguió volviesen los reverendos padres
fFr. Jerónimo Zurita y fray Mariano Gil, dos religiosos legos
^y un donado. Mas habiendo después los colegiales quitado
<5ruelmente la vida al hermano donado, cuyo apelativo era
Amorós, por la codicia de la poca plata que, como sub-
[ «índico de los Padres tenia depositada, enfermó y murió el
[reverendo padre Zurita, retirándose de Ocopa los demás
mencionados.
Pasado el primer hervor de las pasiones políticas, no tar-
daron en conocerse y poderse apreciar las fatales conse-
cuencias del decreto de supresión, y tratando de reparar el
mal que con él se habia causado, en Marzo de 1836, el pré-
ndente interino de la república, D. Luis José Orbegoso, dero-
gó el citado decreto, facultando al limo. Sr. Dr. D. Jorge Be-
■ navento, á la sazón arzobispo de Lima, para enviar un comi-
sionado á Europa en busca de religiosos y restablecer la
Comunidad de misioneros de Ocopa. Encargó esta comisión
el señor Arzobispo, al muy reverendo padre fray Andrés
Herrero, Comisario general de toda la América meridional,
por nuestro Santísimo Padre Gregorio XVI, cuyo padre se
hallaba en Lima de tránsito para su segundo viaje á Euro-
pa, en busca de misioneros para los colegios de Bolivia.
Tuvo su comisión tal feliz éxito, que embarcó en Genova
en 1837 á ochenta religiosos Franciscanos entre sacerdotes,
coristas y legos; de este número maní
Callao para Ocopa, cinco sacerdotes, ocl
gunos legos y un donado, que componiar
y nueve. De los sacerdotes quedaron dos (
Lima, y el resto de la misión llegó á este
dad el 22 de Febrero de 1838, habiendo i
Jauja por todas las autoridades, asieclesi
les, y por los pueblos, con las mayores
grandes demostraciones de alegría.
Instalado el Colegio, el primer cuidac
se empleó en la refacción de lo material
bien deteriorada se hallaba desde que I
el Gobierno de la independencia, sino qu<
cion se dirigió á socorrer las misiones í
operarios y recursos que tenian disponihl
pusieron en comunicación con el revé
para informarse del estado en que se hal
del Ucayali, ofreciéndose vohintariameQi
sos á sacrificarse en tan santa obra; m
gran placer é. dicho Padre, quien confii
Providencia habia siempre esperado la
Comunidad de Ocopa, único medio para p
versión de los infieles.
En 1840 salieron de Ocopa el reveren'
Crisdstomo Chimini, y et religioso lego 1
boa italianos. La repentina llegada de esl
extraordinaria conmoción y ternura á
Ucayali, y sobre todo al muy reverendo
tanto el hermano donado del Colegio de C
religioso de singular virtud, se ocupab
mosoas en el Cerro de Pasco para soco
con los útiles que necesitaban, y vención
se dirigió al Ucayali, en donde estuvo c
de parecer los padres, regresase al referic
tar limosnas para las misiones, á lo que
teramente se contrajo. Verificada su vue
— 37 —
¡en poco tiempo doce cargas de útiles, de valor de seiscien-
tos pesos. Después colectó siete cargas mas en Hnánuco, y
últimamente para dar principio á la apertura del camino
desde Muña al Pozuzo, recogió en la misma ciudad de Hua-
naco, doscientos sesenta pesos.
Beanimado el reverendo P. Plaza con los doscompañeros y
con los socorros que le envió el Colegio, los que les franqueó
el ilustrísimo señor Obispo de Chachapoyas Dr. D. José Ma-
ría Arriag^a y los ya mencionados del hermano Roa, trató de
¡hacer una expedición al rio Pachitea; con el objeto de salir
á Huánuco; pues por el rio Huallaga á mas de ser muy lar-
ga la distancia , preséntanse á cada paso mil peligros. Con
este fin emprendió su marcha en compañía del padre Chi-
Imini en el verano de 1841; llegaron en diez y siete dias á
la confluencia de Pachitea con el Ucayali: siguieron ocho
dias por el primero hasta el rio Zungaruyacu, y creyendo
ser este el rio Pozuzo, se internaron en él algunos dias,
hasta que conociendo que iban perdidos regresaron á Sara-
yacu, porque ya seles acababan las provisiones.
En este viaje tuvieron repetidos encuentros con los an-
i tropófagos Caschibos, sin poder entrar en relaciones con
ellos; pues apenas divisaban á la comitiva, disparaban fle-
chas internándose de nuevo al monte. Como los que acom-
pañaban á los padres no tenian conocimiento de los rios
i Mayro y Pozuzo, donde era preciso aportar para salir á la
I sierra, quedó esta espedicion sin efecto.
El año siguiente 1842, mandó el P. Plaza al P. Chimini
hacer un viaje por el Huallaga, encargándole que regresa-
se por el Pozuzo, y haciendo en aquel punto una balsa, ba-
jase por el mismo rio al Palcázu. Cumplió el P. Chimini su
comisión con exactitud: formó su balsa cuatro leguas mas
abajo de Yanahuanca, en el sitio llamado el Sereno, embar-
cóse con solos cuatro hombres que le acompañaban en tan
arriesgada empresa, y en diez dias llegó á la unión del Po-
zuzo con el Palcazu, después de vencer á cada paso terri-
bles obstáculos que ponia el rio en sus soberbias corrientes
j precipitados declives, que lo hacen
transitable. El P. Chtmiai, aunque
quedó no obstante desengañado de qu<
rio, por los grandes peligros qne ofrec
ellos quiera imponerse, y de lo mucho
ció en dicho viaje, puede leerlo en lai
Caatellnou, quien cita al Comercio, p
fué el primero que lo publicó. Parecié
P. Plaza que la poca esperiencia del F
gacioD fluvial, le habia hecho repres*
peligros del Pozuzo como mayores de
dad, quiso intentar una nueva esped:
en el año 1843; pero tampoco pudo ol
no, perdiendo cuatro canoas que se bi
mayor parte de los víveres y muchas
vahan de la montaña.
Ed estos viajes se iban reconoci
por donde mas fácilmente se podría 11
blo del Pozuzo, que era el objeto q
proponían los Padres misioneros. Así
tarse por las contrariedades que eipt
pediciones mencionadas, hicieron ui
1844, emprendiendo un nuevo viaje p
ta el Mayro, donde llegaron con feli
travesía de cuarenta y cinco dias. Ent
cion, á ruego de los Padres, D. Cipri
la fortuna de descubrir el antiguo car
dido enteramente desde la revolución
pero se volvió á perder á causa de hi
años sin que se pasara por él, hasta i
los perseverantes trabajos del P. Cal
brir para no perderae ya mas hasta el
Desde el Mayro se abrió un cae
hasta Yanahuanca, las cuales se han
pues de bien estudiado el terreno. En
hay, desde el puerto del Mayro hasta
-39 —
I
^eles Lorenzos, muy pacíficos y tímidos; que huyen ape-
las oyen el menor ruido.
i De Yanahuanca salió el P. Plaza con Fr. Luis Bieli para
in&nuco; pasando desde allí á Lima el primero, y quedán-
lose en Ocopa el segundo. Llegado á la capital el P. Plaza,
le Yió colmado de merecidos elogios y atenciones, por parte
iel Gobierno y de las personas mas notables de la población.
El cong^reso señaló tres mil pesos anuales á él y sus suceso-
tes en la Prefectura de las misiones, para atender á la sub-
istencia del Padre que debia haber en el Pozuzo, y á la
perfección del camino hasta el Mayro. La prensa limeña se
esmeró también por su parte en dar publicidad á los hechos
mas notables de la vida de este apostólico varón, publican-
do circunstanciadas reseñas de los hechos mas notables de su
laboriosa vida. Permaneció en Lima el P. Plaza hasta el año
i
1845, en que se internó por el Mayro en el Ucayali: pero no
pudo permanecer mucho tiempo con sus queridos neófitos,
piies al año siguiente la República del Ecuador, le eligió
^Obispo de Cuenca; y habiendo recibido las Bulas pontificias
[en Agosto de 1847, hubo de pasar á hacerse cargo del go-
bierno de su diócesis, á la avanzada edad de setenta y cua-
tro años. Por espacio de otros ocho rigió su obispado, cum-
pliendo los deberes de un verdadero pastor: su celo infati-
gable aun allí le condujo á buscar las ovejas errantes y
I perdidas; pues entró repetidas veces en territorio de los in-
I fieles, enclavado dentro su jurisdicción, hallándole la muer-
te ocupado en santos trabajos entre la grey que el Espíritu
^to le habia confiado.
4
t
CA.PITSILO VII.
Llegada de nuevos religioBos j trabajos apoatóJícoe de loa
miBioneroB entra loa üelea-
1
f.
Antes de proseguir la historia de nuestras misiones
tre infieles, con la relación de lo sucedido después de la
moción del R. P. Plaza al obispado de Cuenca, bueno seí
que echemos una ojeada sobre los trabajos de los Padres
sioneros en las poblaciones civilizadas de la Icepüblica,
cierta manera cuasi tan necesitadas como los infieles de
cuidados de los ministros del Evangelio. Tan uecesil
decimos; porque si entre los salvajes era preciso predicar
verdades de la fé á las inteligencias, para formar
aquella las virtudes del corazón, también en las poblacioi
ya' cristianas y civilizadas se hacia indispensable hablar
corazón con la palabra de Dios, para estirpar los vicios,
frenar las costumbres, y consolidar así con la caridad, en li
corazones, la fé en las inteligencias.
A dar satisfacción á esta necesidad, que tan imperic
sámente se dejaba sentir, dedicó sus Jirimeros cuidados
R. P. Chimini, á quien habia sido preciso dejar las miBih
nes de infieles, para venir á desempeñar el cargo de gu»
dian de Ocopa, para el cual habia sido electo en el Capítdií
celebrado en el mes de Agosto de 1843. Viendo este celcsi
Prelado, que por la muerte de algunos religiosos la Comt-
nidad quedaba reducida al corto número de cinco sacerd(H
fes y algunos pocos legos, envió desde luego á Europa al
%. P. Fr. Fernando Pallares como comisionado para reunir
ima nueva misión, el Cual con las limosnas que suministró
lá piedad de los peruanos, pudo traer de Europa doce sacer-
dotes, y siete entre legos y donados. La misión salió del
puerto de Genova el 14 de Mayo de 1845, aportando en el
Dallao en 17 de Setiembre del mismo año después de un via-
feliz. Durante su estancia en Italia, el P. Pallares se ha-
ia proporcionado el cuerpo del glorioso mártir San Vidal,
uya preciosa reliquia se trajo consigo, en una elegante ur-
tal como se venera hoy dia en este Colegio; adquirió tam-
ien para nuestra iglesia varios ornamentos, cálices y mi-
es, y varias herramientas y otros útiles para los infieles.
Muy bien recibidos hubieron de ser en Lima los Padres
tecien llegados, y como entre ellos hubiese algunos que
jhabian ejercitado ya su celo predicando misiones en Italia^
fel limo. Sr. Arzobispo D. Javier de Luna Pizarro, se intere-
tó vivamente para que antes de marchar á su colegio di-
chos Padres predicaran algunas misiones en la capital. Que-
dáronse, al efecto, nueve y predicaron en la iglosia del con*
vento grande de nuestro padre San Francisco una misión
que duró cerca de un mes, haciendo algunas pláticas ins-
tructivas por la mañana, esplicacion del decálogo y sermón
imoral por la noche, con cánticos patéticos análogos á la mi-
sión; todo según el estilo de Italia, cuyo método hemos ido
observando, en las continuas misiones que predicamos, con
gran fruto de las almas.
La novedad de este método, y sobre todo el celo de los
misioneros, sirvió á los fines misericordiosos de la Providen-
cía para la conversión de las almas; pue& fué tan fructuosa
^jsta misión, que el Sr. Arzobispo, ofició á todas las Comu-
nidades religiosas, para que por turno hubiese todo el dia
confesores en las respectivas iglesias para administrar el
santísimo sacramento de la Penitencia á la gran multitud
de fieles que se acercaban á recibirlo. El concurso era tan
numeroso, que la iglesia de San Francisco, con ser de las
mas capaces de Lima, estaba
de modo que á petición del P
dias á las puertas para evite
ejercicios de cada dia. El dia
bíeroD al Señor seis mil persi
garon durante la misión y de
Desde muchos años no r
semejante. Viéronae acercar
tribunal de la Penitencia un ;
eos de toda clase y condiciui
monios, y se hicieron cuantíe
centenares de libros prohibi(
mayor concurrencia á los ter
cramentofi.
Tan opimos resultados sii
espíritu maligno, que veía pe
número de almas, y tal vea
Gobierno, que entonces tenia
ger á la misión y ausiliarla
bienio católico, se quejó al
pretestos de política para im|
dres misioneros en la capital
no pasasen al Callao, donde t
y se retirasen desde luego á
Llegados á Ocopa los m
atención fué establecer en e
en la forma que prescriben
vez organizado el régimen ii
guieron con nuevo empeño 1
vocación les destinaba. Por (
muchos religiosos á las misi<
dose desentendido por comp
coD los fondos con que antt
Colegio de Ocopa sufragar p
que exigían. No obstante, ai
suministra la piedad de los ñ
— 43 —
ate, cuatro, cinco, y hasta eiete sacerdotes
nfíeles.
18 circunstancias impidieron á los Padres de
s misiones el impulso que hubieran desea*
¡bíeron mantener inactivos su celo y su ca-
i misión de Lima, de que acabamos de ha-
i muchísimos pueblos de la República el
lalabra de Dios, y de aprovecharse de los
icios que reporta una misión, facilitando á
brma de las costumbres, que entonces, ge-
ando, estaban allí muy estragadas. Así fué
tes acudían á porfía al Prelado de Ocopa,
ñeros que les instruyesen en las verdades
les enseñasen el camino para salir del mal
luchos se encontraban. Con sumo placer
Ip y todos los Padres á las ardientes súpli-
deseos de los pueblos, y muy pronto salie-
irios misioneros, que por espacio cuasi de
itivos fueron predicando las verdades eter-
e lea con todo su valle, á Palma, Nasca,
toda la costa del Sud perteneciente al ar-
ia; y pasando después al Norte, dieron mi-
y, Carhuas y Huaras. Mientras estos reli-
Q en las ciudades y pueblos de la costa,
ismo en la sierra, en el mismo arzobispa-
¡spado de Ayacucho. Al efecto recorrieron
de Jauja, la de Huancayo, Pampas, Huan-
, Ayacucho y Andahuailas, predicando mi-
les y dando ejercicios espirituales al clero
de religiosas. De esta manera fué como
dres de Ocopa hizo sentir sus saludables
as las clases y estados de la sociedad,
por mucho tiempo los Padres después de
trabajos, toda vez que los pueblos á que
igado su palabra evangélica la solicitaban
, y su caridad infatigable no les permitía
— 44 —
desoír sus clamores; y así fué que si
en Tarma, Acobamba, Cerro de Pasco
gunda vez en casi toda la provincia d
otros pueblos del arzobispado de Lim
cucho'. Interminables seriamos sí debí
repetidos ejercicios que se han dado
res de ambos sexos, ya en el mismo ■
también en las ciudades donde hay ca
resmas y misiones que fueron predica
la comunidad, que en sus dos terceras
años á recorrer loe pueblos, ocupándoí
Diremos, pues, en una sola palabra,
'catorce años los padres de Ocopa predi
misiones, durando algunas de ellas s(
meses, y casi todas tres ó cuatro semí
tancia de loa pueblos ó ciudades.
Estos multiplicados trabajos no i
gracia de Dios estériles. Al contrarío
se reportó fué tan copioso, que por ui
podemos decir que se reconciliaron ci
mil almas; siendo en gran número los
te, treinta y mas años que se habiai
que hasta entonces vivian publícame
cibieron el santo sacramento del matr
sion en que llegaron estos á dosciento
desde muchos años estaban divorcia'
los pueblos, se reunieron para vivir
cumplimiento de los deberes de su ei
paz los enemistados; poblaciones entei
políticas habia penetrado la división
reconciliaron viviendo después en san
ciéronse cuantiosas restituciones de
adquiridos; se entregaron á las llamas
bros irreligiosos é inmorales. Se dest
abusos y supersticiones en los pueblos
se borraron los últimos restos de la id
I
— 45 —
Idres misioneros por orden del señor Arzobispo de Lima,
|i simulacro del demonio y otro de un judío á quienes se
Estaba adoración. En fin, do quiera se prodigaron misio-
, desaparecieron los escándalos, floreció la piedad y toda
^d, de suerte que allí donde los curas párrocos y demás
Üesiásticos han seguido cultivando con la predicación y
\ asiduidad en el confesonario, la semilla que los misione-
sembraron en los corazones de los fieles, se la ve aun
fructificar abundantemente, conservándose los pueblos
orosos frecuentando los santos Sacramentos y apartados
gran número de los vicios y peligros de pecar.
Prueba evidente que confirma cuanto acabamos de de-
', es el odio mortal que contra nuestras misiones han con-
libido, las calumnias que han propalado y las vilezas de
pe para impedirlas se han servido los enemigos de nuestra
jtota religión. Apoyándose en los frivolos protestos de que
ks misiones son perjudiciales á los intereses de la nación;
fa porque distraen á los pueblos de su trabajo; ya porque á
^usa de ellas se retarda el cobro de los impuestos; ya tam-
ben porque en las críticas circunstancias porque atravesa-
ba la república, los misioneros (decian) encubiertos con el
l&paje de pobreza y humildad tenian miras siniestras contra
ii gobierno; ya por último, atribuyendo á las misiones su-
cesos casuales que sin ellas igualmente hubieran ocurrido;
ones todas que, al parecer, no prueban por parte de los
6 las presentaban mas que una ignorancia apenas escu-
lle, ó una insigne mala fé, lograron empero atraer á sus
eas á algunas autoridades, consiguiendo que en 1846 se
ndara suspender la misión que se daba en Tarma, ha-
wndo retirar los Padres á su Colegio, intentándose después
» mismo en otros pueblos sin que afortunadamente «e pu-
fera conseguir. Solo en el año 1847 un ministro obligó á
letiparse de los pueblos y ciudades á los Padres cuaresmeros
4c Ocopa, pasando al señor Arzobispo una nota llena de ca-
lumnias y pueriles razones, para que los misioneros nada
Píidieran hacer sin solicita}* permiso de la autoridad depar-
tameníal de Junin, pretendien
montañas de Audamarca y Sara;
tÍDo de propa^^r la fé entre los i
pío tiempo á vivir encerrados en
único que podían pretender dei
Perú.
Los pueblos, empero, siempr
to espiritual de la divina palabn
se les proporcionaba por medio (
no cesaban de dirig-ir continuas
no, pidiendo la revocación de laf
los Padres babia tomado, pro(
empeño todavía el afecto que ¿ e
misiones y prodigándoles las m
amor y benevolencia, en térmi
veian obligados á entrar y salir
y á deshora de la noche, para lil
clones, que el entusiasmo de I
tado.
Así era como una vez mas si
dicción, lejos de destruir las obr
enaltece. Las comarca mas a
aquellos sucesos apenas hubiera
las misiones de Ocopa, gracias á
y las desearon; y su fama traspai
Torosos operarios del Evangelic
campo, que el Padre celestial Icf
tar la labor de su apostólica cari'
Mientras que en esto se ocup:
nidad i^e Ocopa, los Padres que í
procuraban conservar el fruto
recogido, dedicándose con asi(
confesiones de los fieles, que en i
de todos los pueblos de las provi
y á suministrar los auxilios esp
mos que de ellos necesitaban, I
— 47 —
editar la caridad, que para con los pobres afligidos les
aba, fué la peste que se desarrolló en casi todos los
eblos de las dos citadas provincias en el año 1855. Tristí-
mo era el aspecto que presentaban los pueblos de Apata,
n Lorenzo, Pucucho, Matahuasi, Cíoncepcion, San Jeró-
lüino y el mismo pueblo de Ocopa, invadidos por aquella
fermedad tan terrible, que á penas dejaba con vida á nin-
0 de los que atacaba. En medio de tanta desolación, los
es eran la providencia de aquellos lugares; repartidos
f los pueblos contagiados, no solo suministraban el re-
edio espiritual á los enfermos, por medio de los Santos Sa*
mentes, sino que les aplicaban también los remedios cor-
rales para el alivio de sus dolencias. Era tin espectáculo
mámente editícante ver á los Padres entrar en la chozas
etidas de los indios y confesar á tres, cuatro y á veces mas
fenfermoá en algunas de ellas, sin cuidarse del peligro del
[t»ntagio y de la muerte, de que, no sin especial providencia
[de Dios, se libraron, no obstante, cuantos asistieron á los
apestados.
Ya que hemos consagrado este capítulo á la reseña de
las misiones predicadas en las comarcas civilizadas del Pe*-
rú, no podemos terminarlo, sin recordar las que en 1852 se
[predicaron en la capital de la República, con tan felices re-
^sultados, que á causa de ellas se fundó en dicha capital el
actual Colegio de los Descalzos.
En el citado año de 1852, salieron en efecto de Ocopa
para Lima nueve padres misioneros para dar las misiones
que, con motivo del Jubileo concedido por Nuestro Santísi-
mo Padre Pió IX, habia pedido el limo. Sr. Arzobispo. Em-
pezaron por la iglesia de San Francisco y prosiguieron en
las parroquias de Santa Ana, San Lázaro, iglesia de las Ña-
arenas y de la Merced, y por último en el Callao. La pala-
bra de Dios, cayendo sobre ambas ciudades como un rocío
de lo alto sobre terreno fértil, vivificó los corazones aletar-
gados, é hizo florecer la virtud en todas las clases de la so-
ciedad. Veinte mil almas se reconciliaron con Dios, por me-
dio del Santo Sacramento de la
doscientos cincuenta matrimonios
raron sus errores y las mujeres de
vestir.
En medio de la santa paz y a'
corazones de los católicos de Lima
beneficios que les habia derramad
una idea les angustiaba, y era el
sioneros, concluida su tarea, debií
dando por consiguiente privada ]
presencia de aquellos varones apoí
tante predicación y buen ejemplo,
var viva la fé en las almas y la mt
bres. No sabiendo, pues, los cató]
tan dolorosa separación, acudiera'
tr'ísimo señor Arzobispo y al Gob
diendo que se concediese á los pa
propósito para fundar un Colegio
capital de la nación. Con indecibl
prelado, D. Javier de Luna Pizar
blo, y al efecto se dirigió al Presii
entonces lo era D. José Rufino ]
diendo á su instancia con un deci
convento de los Descalzos, estran
ees estaba cuasi abandonado, pai
blecer su hospicio los padres de (
A consecuencia de esto, el M. :
torio de Ocopa, con fecha de 8 de
aceptó dicho Convento en clase
Presidente de la Comunidad, qu
R. P. Fr. Pedro Gual (1), el cualj
(1) Aprevechamos la oportunidad c
religioso, para continuar loa siguientes
Bona con razón tan apreciada j respetad
KIR. P. Fr. Pedro GuaJ.hoy dífl Com
ciscana, en la América del Sur, nació t
i — 49 —
|si lego y un donado, tomó, posesión del edificio, retirando-
^ al convento grande de San Francisco los tres únicos sa-
^
principado de Cataluña. Muy joven aun, .abrazó el estado religioso, en-
bando en el convento de Franciacanog de la ciudad de Barcelona. Con
Botivo de la destrucción de los conventos y supresión délas órdenes reli-
|losas de España, por la revolución de 1835, se fué á Italia, donde conclui-
lossus estudios, sintióse llamado por Dios, para dedicarse á las misio-
les, que la Orden seráfica tenia establecidas en la Améñck meridional, á
^yo fin obtenido el beneplácito de sus superiores, se embarcó con otros
ríos religiosos, para el Perú. Destinado al Colegio de Santa Rosada
opa, muy pronto sus virtudes y su talento, movieron § los religiosos á
agirle para el cargo de prelado, cargo que desempeñó también en el
Colegio de Lima, como se ba dicho en el texto, luego de su fundación.
Elegido mas tarde definidor general de la Orden, pasó con este carácter
I Rama en 1862, para asistir al Capitulo general y á la canonización de
|ds Mártires del Japón. Aprovechando su estancia en Buropa pipsó á Es-
iKkña con la idea de fundar un Colegio que sirviera de noviciado para
^smisionea da América, idea útilísima toda vez que proporcionaba la
^calculable ventaja, de que los Jóvenes que se creyeran destinados por
l)iofl para seguir la vida religiona en tan apartadas regiones, pudieran
toles de emprender un dilatado y penoso viaje probar perfectamente su
íTocscion, conocer en toda su amplitud los cargos gravísimos que sobre
Silos debían pesar, el nuevo género de vida que deberían seguir, y por
, itimo quedar á cubierto de muchos peligros á que el maligno espíritu
^ las seducciones del mundo les pudieren esponer. Venciendo mil obs-
ftáculosque de todas partes se le presentaban para la realización de Ja
santa empresa, logró ver cumplidos sus deseos, dejando establecido cer-
jtaáe Vich (Cataluña) el Colegio que habla proyectado, el cual subsistió
por espacio da seis años, hasta que la impia y brutal revolución de Se-
[ttembre de 1838, que trastornó toda la España, pisateahdo las nociones
ms fundamentales de la justicia y renegando de los principios que ella
misma invocaba, obligó á los religiosos que en él estaban reunidos á dis-
persarse, quedando suprimido el Colegio, cuando empezaba ya ft dar
provechosos resultados.
^s pocos dias, que para establecer esta fundación debió el Rmo.
P.Gaal permanecer en Barcelona, su celo siempre incansable se los
^Í7.o aprovechar, dando en unión con los religiosos que hablan ido
para instalarse en el nuevo Colegio, una misión en una de las iglesias
ttas capaces de la capital, arrancando con su unción evangélica lágri-
ma de compunción al numeroso concurso que llenaba las bóvedas del
tfimplo. Vuelto á Lima, á donde regresó pronto para desempeñar el car-
Sode Comisario General, para el que habla sido nombrado por el Capi-
llo que se celebró en Roma, dio un vigoroFo impulso á las misione?,
datando de aquella época las fundaciones de los colegios de Propagan-
«íaFíde del Cuzco, Quito, Arequipa y Cajamarca;con el convento de
Hoayaquil, é lea, ya colegio el dia de hoy.
4
cerdotes que lo ocupaban,
considerablemente la Comuiii
de la misión que condujo do 1
tarras, en Ag:osto de 1854, el
Colegio de misiones, con toda
Bn medie de lasmuIlipIIcadiBi
por el gobiern» de sus subditos, la
mas, BU liborioBídad hallaba siemí
robando al descanso las ¿oras naces
su pluma trazaba vigorosas rstutac
que iban apareciendo contra el dog;
lica. Bn su preciosa ; conocida obrt
dea se mostró enérgico defensor de
tra las pretensiones del falso libera
Catolicismo algua gloriosameate las
la religión Franciscana, que han c
de honor el consagrarse á la deTens
traducción al español del folleto do
mental, le obligó á escribir la recon
dora del mundo; La vida de Jesús a
impÍaobradeBenBn,e3 suBcieute
dicion é irresistible dialéctica de su
omitiendo por la brevedad otras ot
La India cristiana manifiesta su gn
recomendable.
Como recompensa de tan asiduo!
reconociendo las dotes que le adorní
TSneche, actual Arzobispo de Lima
representarle en el Concilio Bcumé
tro Santísimo Padre el Papa Pió tx,
en latín titulada, Oráculo Pontijlcii
justicia de las condenaciones pronu
un modo incontestable el gran pi
hoj felizmente definida como dogm
cilio. Bn su viaje a Roma, se captó e
drea del Concilio que tuvieron ocas
poco tiempo alli, pues habiendo cr
regreso el Herú, pidió y obtuvo de !
para realizarlo.
Debemos concluir aquí, pues her
nota con estos apuntes biográOcos d
resistir al impulso de consignar tos
de nuestro sabio 7 virtuoso Misione
3 de todos los demás Colegios de est
¿ cuya Industria y celo le quedan a^
- 51 —
las, dándosele el nombre de Colegio
Angeles. Este Colegio subsiste aun
égimen y disciplina que el de Oco-
m exceso Jas halagüeñas esperan-
a fundación. No entra en nuestro
ria una tarea sobrado prolija, enu-
de él ha reportado, no solo la ciu-
il Perú, por medio de sus continua-
espirituales, dados á toda clase de
las almas á que constantemente los
Basta lo dicho, para concluir lo que
creidí) convenientemente reseñar,
los Padres misioneros Franciscanos
cadas del Perú, antes de volver á
relación de las misiones entre los
de esta obra.
CAPITOLOVlII
CantiniiAeioii de Isui miaUmea del UeayaJi j elección dtí
B, P. Ohimtai para Preieeio de loa mlamua.
Como se ha dicho en el capítulo sexto, apenas re^ai
cido el Colegio de Ocopa, proveyó al mantenimiento del
misiones del Ucayali, tan necesitadas de relig-iosos d<
espulsion de los Padres misioneros, que no á haber sido
el celo heroico del P. Plaza, hubieran quedado complí
mente perdidas. Desde 1840 los Prelados de Ocopa hal
pues procurado enviar sucesivamente algunos religi(
aquellas conversiones, pasando allí entre otros los PP. fi<
Antonio Brigatti, Juan de Dios Lorente, Vicente Cali
Francisco Avellana, y los religiosos legos Fr. Elias Sm
li y Fr, Santiago Peses, á mas del P. Chimini y Fr.
Bieli, que como hemos visto ya, fueron los primeros enii
dos á ausiliar al P. Plaza cuando este se hallaba todat
solo ent'-e los infieles.
El P, Rossi fijó su residencia en el pueblo ó conveí
de Tierrablanca, donde fabricó un convento de bastantei
pacidad; derribó la Capilla que amenazaba ruina, le^
do otra de mejor forma y mas decente, y proporcioné
pueblo una buena fragua. El P. Brigatti pasó á resií
pueblo de Santa Catalina. Por este tiempo empezaron á
cindarse algunos indios Cahuapanas en las márgenes!
rio Yanayacu; reuniéronse á ellos algunos de Santa
— 53 —
lila, de Balsa-puerto y Chasuta, fundándose un pueblo con
[la advocación de San Cristóbal de Yanayacu. Este pueblo
ba ido aumentando desde su fundación, y en la actualidad
es mayor que Santa Catalina; tiene una bonita y capaz igle-
sia de tapia que el R. P. Fr. Felipe Martínez edificó en el
i año 1856.
A principios de Setiembre de 1842, á súplicas del señor
Arzobispo de Lima el Dr. D. Francisco Javier de Luna Pi-
zarro y del Prefecto del Departamento de Junin, con motivo
de haber abierto de nuevo la montaña de Schanscha-mayo
los habitantes de Tarma y Acobamba, salieron de Ocopa los
PP. Femando Pallares y Antonio Gallisans por la vía de
Tarma y Palca, y el dia 10 llegaron con felicidad á la con-
fluencia del referido rio Schanscha-mayo con el Tulu-mayo.
i En este punto hallaron á dos compañías de tropa cívica
\ con dos cañones de pequeño calibre, las que cometían gran-
I des desórdenes, arrojando balas á los indios que con fre-
1 cuencia asomaban á la otra parte. No podian los Padres mi-
j rarcon indiferencia semejante modo de conquistar infieles,
[ y por esto procuraban impedir con la persuasión un mal de
tan fatales consecuencias. Algunos cristianos de los que
por allí habia, pasaron inconsideradamente el Tulu-mayo
con el intento de robar á los indios y tomarles algunos
muchachos chunches para su servicio, pero les sucedió muy
mal, porque los indios llamados eampaslos flecharon hirien-
do á algunos de los cristianos de la expedición. Paía ausiliar
á estos pasó el Tulu-mayo con una balsa el,P. Gallisans con
algunos individuos de la pequeña guarnición de Tarma el 28
del citado mes. Mas, como por la extraordinaria corriente de
aquel rio no podia pasar la balsa sino tirada de un cable,
este aunque pudo sostenerla en la ida, quedó inutilizado
para la vuelta; y así fué como, debiendo regresar sin este
ausilio, tuvo la desgracia de naufragar el referido Padre,
ahogándose á poca distancia de la reunión de los dos rios,
con otros dos cristianos que con él habian entrado en la
balsa.
— 5i —
Para reemplazar al P. Gallisansj
bia retirado al Colegio, fué enviadf
. Amadlos Bertooa, relig-ioso lego,
Tipo de las tropas, diciendo misa (
tivos, y haciftEdo los dos todo el b
servicio de los heridos de flecha, q
D los indios Campas, hasta que p(
0 conociendo el R. P. Guardian de
jvecho espiritual podia esperarse á
. de la permanencia de los Religioí
indo que se retirasen.
Como era tan extraoi-dinario el e
eblos de Tarma y Acohamba para j
montañas de Schanscha-mayo, é i
gobierno de auxiliar la costa con I
DS, que se pretendían sacar de aqm
ífectode Junin al R. P. Chimini li
r el Ucayali al rio Schanscha-mayo.
e Padre acompañado del P. Ross
inta y seis dias de navegación Ileg
, dicho Schanscha-mayo con el rio /
ifon que regresar por la resistencii
mpas, habiendo quedado herido el
1 del reverendo padre Rossi.
Debiendo celebrarse capitulo en é,
19, salieron de las misiones para i
ares Chimini y Rossi, En este capítv
'osto del citado año, fue elegido Gui
iro Gual y reelegido Prefecto de n
sobre dicho padre Chimini. Como e
regresar á las conversiones y el P.
, partió en su lugar en compañía di
ite Calvo.
Como en aquel tiempo no había oti
o que el del rio Huallaga para intn
ues, dirigiéronse los Padres hácii
j — 55 —
pelig^rosa que es su navegación. En Tingo-María encontra-
ron diez neófitos que habian acompañado al P. Prefecto en
su viaje á Ocopa y á los cuales habia dejado en aquel punto
para que le aguardasen hasta su regreso. Sin detenerse mas
[tiempo que el necesario para acomodar en la canoa los efec-
tos que conducian para las conversiones, entregáronse,
rjjueKta su confianza en Dios, á merced de las impetuosas
•rorrientes del Huallaga. Como esta era la vez primera que
jel P. Calvo emprendia aquella navegación, é iba ya preve-
nido de los continuados é inminentes peligros que ofrecia, á
medida que iba surcando sus aguas se apoderaba de él un
: grandísimo temor, de manera que desconfiaba ya de poder
^ Ueg-ar á su destino creyendo cada instante ser el último de
sa vida. A la verdad no eran infundados sus temores, pues
desde Tingo-María hasta el sitio denominado el Pongo, son
en número de cuarenta y dos los pasos difíciles que han de
I vencerse y el menor descuido del timonero y aun de los mis-
raes remeros basta en cualquier de ellos para hallar una
muerte segura en tan espantosos abismos. Así lo reconoció
muy bien un viajero francés, quien para expresar los gra-
vísimos peligros de esta navegación, dijo muy acertadamen-
f te, «que los hombres habian hecho navegable el Huallaga,
í al parecer, contra la voluntad de Dios.»
A los ocho dias de emprendido su viaje, llegaron los Pa-
dres felizmente á la desembocadura del rio Chipurana. ha-
biendo vencido por la misericordia de Dios, todos los peli-
gros que se les habian ofrecido.
Llegados allí, fuéles preciso dividirse, continuando el
Padre Prefecto con la misma canoa en que hasta allí habian
ido con la mayor parte de los efectos que conducian, diri-
giéndose hacia el rio Marañen, mientras que el P. Calvo
junto con el hermano Magin Espoy, que también habia sali-
do con ellos de Ocopa, se introdujo por el Chipurana con
otra canoa y alguna gente que habia alquilado en el pue-
blo de Chasuta. Después de navegar un dia por este, rio,
que es el canal por donde se comunican con el Uyacali los
— 56 —
ibitantes de Tarapoto y su proTÍn(
) Yanayacu, llegando al siguien
¡va ese mismo nombre. Después (
.dre Calvo y su compañero hicier
las de camino que dista Yanayi
is otros dos dias de navegación
imbre, entraron por fin en el famt
Un paisaje enteramente nuevo s
r esta caudaloso rio. Pocos dias h
do la árida pampa de Junin, ex|:
o y sutileza del aire del Cerro d(
privar la respiración; habian i
aeno valle de Huánuco y atraves
iligros que ofrece la navegación
frido cuantas molestias acompai
ir caminos tan ásperos y sitios
pente se les presenta á la vista e
;alos famoso. El viajero que por p
) puede menos de quedar admira
:r aquel inmenso caudal de agus
ente por el fondo de los valles, y
cion al ver la innumerable mult
lan en su seno, la que es tal, que
. que haya en todo el mundo otro
ones, que los lleve en número ms
lí un número incalculable de torl
Qas y paeches en tal abundancia
do se alimenta Moyobamba con t
jto, y todos los esclavos de much;
ira cuyo punto se extrae desde N;
} vapor, y casi podría asegurarse
cayali y el de las muchas laguna
m, habria para alimentar á toda 1
Después de haber seguido, por
) de aquel rio, contemplando con
iombroBO prodigio de la naturalez
— 57 — '
)D, entraron los Padres en la laguna de Tipischca, navegan-
b por ella como dos ó tres horas, y habiendo llegado al sitio
fenominado el ^puerto, desembarcaron tomando el camino
ueguia á Sarayacu, á cuyo pueblo llegaron á las cuatro'
fe la tarde, después de haber andado como dos horas por
ierra. A la llegada del P. Calvo á esta población, que fué en
D de Setiembre, no se hallaba en ella ningún Padre; pues
le los dos únicos que quedaron á la salida del P. Chimini
iara Ocopa, el uno, que era el P. Brigatti, habia ido al pue-
ÍAo de Yurac-Allpa (Tierra blanca) de donde no regresó has-
i el 2 de Octubre, y el otro, que era el P. Llórente, se ha-
|)ia bajado á los pueblos del Marañon para comprar algunas
srovisiones que necesitaba. Estaba, empero, ya de regreso en
ti ücayali, cuando lo supo el P. Chimini al llegar á Nauta,
con cuyo motivo apresuró este su marcha, teniendo así la
satisfacción de encontrarse por el camino y entrar j untos en
Sarayacu. '
A la llegada de los Padres hicieron los neófitos grandes
demostraciones de alegría, saliendo á recibirles hasta el
puerto con danzas y divertida música. Halláronles los mi-
sioneros bastante instruidos en la doctrina cristiana, pero
sobremanera atrasados en civilización, sin que pudiera lo-
grarse que adelantaran en ella, hasta el año de 1852 en que
con ocasión de la llegada á las misiones del R. P. Pallares,
se establecieron escuelas de primera educación en Sarayacu
I y Santa Catalina. Apenas establecido en Sarayacu el nuevo
iP. Prefecto, envió el P. Llórente á Tierra blanca para que
I cuidase de dicha conversión; puso bajo el cuidado del Padre
I Brigatti los pueblos de Santa Catalina y Yanayacu, quedán-
I ílose él con el P. Calvo en Sarayacu, para dirigir las obras
; íJe la reedificación de la iglesia, que amenazaba desplomar-
; se. Emprendió esta obra con tanto empeño, que él mismo,
junto con el P. Calvo, trabajaba con los indios conduciendo
y colocando los materiales. Por este medio logró estimular
Í8us operarios de tal manera, que al siguiente año (1850)
quedó reedificada la iglesia con su nueva sacristía, muy có-
moda y capaz. Una vez concluida
ea compañía del P. Llórente una
con el doble objeto de visitar las
tamaña y Charasmaná, j ver al
abrirse un camino, que desde aq
por las salinas de Tocachi ó por i
parecia ser de corta distancia sej
viela; sus planes, empero, qued
miij adelantada la estación de lai
crecido.
lió de Ocopa con este fin en compañ
Narvaez en Mayo de! 52, y después t
unas treinta leguas desde Huanta, Sí
navegando felizmente como unas q^u
repente, no se sabo porque circunsl
quilla, teniendo la desgracia de pere
huantino que les acompañaba, y au
vieron en los mayores apuros, deb
pues los indios que dirigian la cano
ponerse ellos en salvo. Con este per
bien los ornamentos de un altar po
que llevaban los Padres para regalai
No por eso desistió el P. Chirai
aunque regresó ú. Ocopa para asistir
lebraba en aquel año, una vez concl
mente su expedición, acompañado d
rentin y del religioso lego Fr. Ami
salir de Ocopa escribió al P. Calvo á
que si no podia realizar su plan, fon
ría por el rio Tambo al Ucayali.
Llegados al término de su viaje,
cipio muy lisongeras esperanzas, pu
ron con grandes demostraciones de
muy pronto se trocaron sus sentit
aquellos bárbaros, según parece, po
á persuadirse que los misioneros no
sino que eran hombres que hablan i
baríes sus mujeres é hijos, para hac
clavos en sus haciendas. Enfurecido
tiepon contra los Padres, asesinando
flechas y macanas. Tal es á lo meni
similitud ha podido conjeturarse sol
mini y sus compañeros, en medio di
que hay sobre el particular. Una reí
tanciada, no ha sido posible obten*
que se han practicado. En Huánta s<
! -61-
jfoleata de los Padres, tuvo lugar entre Choymacota y Ca-
tmgo*
I En un viaje que el P. Pallares hizo desde Sarayacu al
¡k) Tanito en 1854, los infieles Piros y Cunibos le contaron
)¡üe por Diciembre de 1852 ó Enero de 1853, (épocas de ma-
^or creciente de los rios, de cuyas crecientes se valen los
adiós para contar las estaciones y los años) vieron bajar
kasta Santa Hosa de los Piros una balsa grande con su pa-
^acari (camarote); (1) encontrando en ella un vaso de cris-
|al y una campanilla de las que se usan en la Misa para
beer la señal al Sanctus, la cual entregaron á dicho P. Pa-
llares, asegurando el hermano Magin Espoy que le acompa-
saba, ser la misma que él habia comprado en Lima y colo-
)»do en los cajones del P. Chimini á su salida para Huantn.
kl mismo infiel que entregó la campanilla, afirmó también
^ue en aquellos mismos dias en que pasó la balsa, bajaron
pálmente dos cadáveres por delante del sitio llamado Ipa-
iria, donde él estaba, añadiendo que dichos cadáveres eran
Ae Virachochas (personas blancas), atravesados de flechas
•por todas partes y ya medio corrompidos, no habiéndose él
^atrevido á recogerlos por el horror que le causaron.
I De esta relación del infiel, dedujo el P. Pallares que de
líos tres religiosos martirizados, solo uno fué muerto en el
[logar citado; que los otros dos formarían seguramente des-
pués una balsa, en la que debieron cargar los ornamentos
con todo lo demás que pudieron recoger; y por último, que
se dejarían llevar de la corriente del Apurimac con dirección
ai Tambo y Ucayali para llegar á Sarayacu, conforme lo te-
nía prometido el P. Chimini; pero que alcanzados por los
Campas les quitaron estos la vida, para robarles los efectos
(1) 'Pamacari se Uama una guarnición que se labra sobre las balsas,
la cual, son un cierto número de palos gruesos de iguales dimensio-
nes, fuertemente atados entre si por medio del vejuco llamado Tamschi,
CQ forma de tecbo; en las canoas siempre tiene la forma de una bóveda
^tuicircular, prolongada desde la popa basta la mitad de ella, debajo de
Ittcual se guarecen los viageros.
que llevaban; y que en el saqueo que
entre los palos de la balsa la campanil
que el infiel llamó vaso.
La hipótesis del P. Pallares no hay
fundada que lo que aseguran los huan
caso de admitirla quedarían en pié "v;
efecto; si los infieles quisieron asesinai
Padres ¿cómo dejaron escapar & dos é
tan escabrosos en que la fuga era tan
ran podido dos hombres solos, construi
de con su camarote, sin ser vistos ni (
dores? Lo que parece, pues, probable í
conforme á lo que habia escrito al P.
zables por entonces sus proyectos, trai
sÍD enemistarse con los indio=, lo que
ínt-érprete, como insinuamos mas arril
de loe mismos indios fabricaría su bs
barcaron -viéndose acometidos al pasai
indios Campas, que son seguramente
junto con sus compañeros, para robar)
La relación del infiel, en nada se i
clon, pues aun cuando los Padras hub
en el rio Tambo, pudo muy bien la cor
sus cadáveres hasta el sitio en que el i
puesto que es muy corta la distancia; ;
indio viese tan solo dos cadáveres, sier
que habían oerecido, pues pudo suced'
de ellos quedase detenido en algún r
Esto es á lo menos lo que debe creerse,
rídica la relación del infiel; pero como
vos para dudar de au veracidad, queda
bable, la primera relación que hemos (
Entre tanto que estos acontecimien
reverendos PP. Pallares y Martínez, se
pa por el Huallaga, para reunirse con
te y Avellana, que durante la esped
— 63 —
ibian quedado en el Ucayali. A su llegada encontraron
bos dos primeros muy desconsolados por la reciente pérdi-
jidel P. Avellana» que había fallecido en el hospicio deSa-
kyacu. El P. Pallares habia sido nombrado vice-prefecto de
[fi misiones, pero como estas quedaron sin prefecto, por la
lioriosa muerte del P. Chimini, el colegio de Ocopa, en con-
i^Tmidad á lo dispuesto en las Bulas Inocencianas, confirió
[ícho cargo al citado K Pallares por el tiempo que faltaba
iasta concluir la prefectura del P. Chimimi.
I El primer paso que dio el nuevo Prefecto al llegar á Sa-
jiyacu, fué establecer allí una escuela de primera educación
otra en el pueblo de Santa Catalina, produciendo ambas tan
lices resultados, que aquellos indios á quienes se creia inca-
ees de aprender cosa alguna, en poco mas de un año leían
el castellano y algunos hasta el lalin. El R. P. Calvo les
izólos carteles ó muestras para aprender á escribir, é imita-
toa la forma de su letra con tal perfección, que en algunos
JBtpenas se advertía ninguna diferencia; así se confirmó loque
íuele decirse de los indios, esto es, que sino son inventores,
|Bon buenos imitadores. Viéndolos ya en disposición de es-
ícribir correctamente, los ocupaban los Padres en copiar las
¡relaciones de sus viajes, y en escribir las partidas en los li-
|l)t08 parroquiales; una prueba de las favorables disposicio-
nes intelectuales de los indios, era que muchos aprendían
el modo de ayudar á misa en solo ocho días, y algunos en
menos, ocupándose el Padre misionero únicamente una me-
dia hora cada día en esta instrucción. Mas á pesar de tan
buenos principios como manifestaban para la instrucción
desde niños, vióse que desgraciadamente se malograban sus'
facultades intelectuales al llegar á los once ó doce años de
©dad. Atribuyese esto en gran parte á una bebida que ellos
toman, muy espesa y grosera llamada assna ó masato, com-
puesta de la yuca hervida y un poco de camote mascado,
íne son dos raices que abundan mucho en el país. Con esta
sola bebida se conservan robustos, pero si les llega á faltar,
como acontece en los viajes largos, se les vé perder las fuer-
— 64 —
zas 7 disminuirse sos carnes aun cnando tomen otru
das mas alimenticias. Solo ellos saben acomodarse i
bebida, siendo rarísimos los blancos que pueden gus
porque sobre ser muy ingrata al paladar y repugnante
vista, es tan asquerosa en el modo de confeccionarse^
el que la vé componer no le vienen ganas de probarla,
indios, no obstante, la toman en tal abundancia, que la
ben aun repugnando á la naturaleza, de suerte que en
borracheras quedan sus cuerpos como odres henchida
viento. Desde la edad de doce años en que empiezan^
marla con algún exceso, pierden el talento y la m
para aprender, embotándose sus facultades intelectua
bien les queda una gran retentiva de los objetos que
vez han visto, conservándolos cuasi en toda su vida.
Por aquel tiempo, cimsiderando los Padres el largo
que era preciso dar para ir desde Saracayu á Santa
na, pues se empleaban cinco ó más días según era la
ciente del rio; resolvieron abrir un camino por el
por medio del cual se abreviaría considerablemente h
tancia; mucho les costó empero decidir á los indios á
trabajasen en una obra, que á la verdad no dejaba de
cer algunas dificultades, pero al fin, atraídos con el ali
te de la paga que se les ofreció, emprendieron el trabaj
se logró abrir un camino de doce leguas con sulo los
recursos con que contaban las misiones, pues sí lo huW
emprendido el gobierno, de seguro hubiera costado algo
miles.
ajLPiTPi.© X
' Istedo de 1A8 miaionea á la muerte del P. Chimini y eaplor&cioneu
\ del P- PaUaréa por el rio Piachqni j Chnnuya-
' Si se tienen en consideración los obstáculos de todo gé- '
lero que se oponian al desarrollo de las misiones del Ucaya-
Sen la época de su restablecimiento, bien puede calificarse
le bastante próspero su estado, al encargarse de la prefec-
Hirael reverendo P. Pallares cuando la muerte del P. Chimi-
ni. ün número harto regular de Padres misioneros, aten-
Kan al cuidado espiritual de los neófitos que se habian con-
^rvado reunidos; las escuelas abiertas de Sarayacu y Santa
patalina, de que hemos hablado en el capítulo anterior, ser-
ian para su instrucción intelectual, y la abertura de ca-
inos al traTés de los bosques seculares de aquellos desier-
, ó reconocimientos de nuevas vias de comunicación por
corriente de losrios, facilitando las comunicaciones, abría
üevo campo al celo de los misioneros, para restaurar con-
rsiones perdidas y conservar las que se restablecieran, al
!*so que les permitía proporcionarse, con mas prontitud y
frecuencia, los auxilios que de Ocopa y otras partes se les
«Bviaban.
Por otra parte, como hasta la época de que venimos ha-
dando los indios no se comunicaban con otras personas mas
9ue con los Padres conversores, les estaban sumisos y obe-
'j
dientes en todo, y si bien es cierto (
ban á la crápula y otros vicios que ó
tante, como los Padres jamás les p
prendían al momento y aun les cas
cuando era necesario, y así era comí
líos pueblos en un estado de moralid
mos podían envidiarles los otros pne
se veía en efecto un solo amanceban:
si alguno caia en algún desliz, los
agregados, que también les vigili
gun castigo, consultándolo antes em
dos los adultos, excepto los que los ]
sideraban suficientemente dispuesti
mente con el precepto pascual: no st
cores, y si alguno se indisponía con <
borrachera, y tan momentáneamei
de los Varayos ó alcaldes, se pedii
perdón.
Desde la edad de cinco años hasb
ban, los jiívenes de ambos sexos asii
veces al día, y para que ninguno fal
bres llamados fiscales, que lecorríai
acudir á los negligentes. Los mismoí
bau cuando era necesario barrer la
de la iglesia y convento ó cuando d
demás trabajos que, atendidas sus i
desempeñar. Las viudas tenían á su <
todos los sábados; la limpieza del coi
de algunos muchachitos infieles que
á BU servicio, y á los cuales cateqi
después de instruidos, y casándoles i
jas del país, que en esto no hallaban
preferían á los mismos del pueblo, p
convento dotados de cuanto necesita
vivir.
Dejadas en este estado las cosas,
i — 67 —
Earés de visitar á todos los infieles que se encontraban des-
B Sarayacu hasta el rio Pischqui, internándose al efecto hasta
Iharás-maná á la falda de los cerros que ladean el citado el
io; debiendo empero suspender su viaje por lo adelantado de
la estación y crecimiento de las aguas. En el año siguiente
por el mes de Mayo salió á visitar á los Sentéis de Chunuy a,
ro no encontró persona alguna en el sitio en' que antes ha-
itaban, hallando tan solo los vestigios de la iglesia y casa en
ue vivió el Padre misionero hasta el año 1822. Internóse
ego unas cuatro leguas por el monte hasta llegar al sitio
ado Máuca, en donde vio dos familias de indios fugiti-
os, quienes le dieron razón del punto donde residian. En-
do en una canoa se remontó por el caño de Maqueya y
alió á los Sentéis reunidos, fabricando canoas en una
pequeña quebrada llamada Yamiya. Encontró á esta nación
tan reducida por las enfermedades, que en el espacio de
treinta años, de mil personas que antes la componían, no
quedaban ya mas que trece hombres, quince mujeres y nue-
ve niños, habiendo solo dos individuos que pasaran de trein-
anos.
De regreso del país de los Sentéis salió el P. Pallares á
primeros de Julio de 1854 á visitar todos los infieles esparci-
dos desde Sarayacu hasta el rio Tambo, internándose ocho ó
diez leguas por los riachuelos y lagunas tributarias del Uca-
ali, con el único objeto de informarse lo mejor posible del
tado de cultura, religión y número de infieles que pobla-
n sus orillas; acompañándose al efecto con muy buenos
intérpretes y llevando consigo varias herramientas, telas,
anzuelos, avalorios y otras bugerías'quellos indios apetecen,
además de algún instrumento de música para tenerlos g.us-
tesamente entretenidos. Cuando llegaba á las casas de los
infieles hacia llamar á los que tal vez por temor habian hui-
do, haciendo también sacar á los niños que esconden en el
interior del monte, por temor de que se los roben cuando
yea aparecer gente desconocida. Valiéndose de estos medios
era como lograba, generalmente hablando, captarse la con-
— 69 —
en el mes de Setiembre, por haber comido huevos de Cha-
rapa (Tortuga); estos huevos son muy sabrosos al paladar
pero muy indigestos, y como los comen en gran cantidad,
fácilmente les ocasionan la muerte. Estás son las causas
principales de la disminución de los infieles del Ucayali, y
así se esplica como en una extensión de mas de ciento ochen-
ta leguas que hay desde la desembocjadura del rio de Santa
Catalina hasta el Tambo, el P. Pallares encontrase tan solo
mil setecientos ochenta infieles, á saber: setecientos nueve
hombres, seiscientas cuarenta y nueve mujeres y cuatro-
, cientos veinte y dos niños menores de catorce años; de ma-
nera que aun suponiendo que se ocultaran algunos pocos á
la \nsta del Padre, puede calcularse que no pasan de dos mil
los infieles que habitan en tan vasto territorio. (1.)
Muchos de estos indios son ya bautizados, los ancianos
por los ar^tiguos padres que los catequizaban antes de la
independencia del Perú, y los jóvenes por algunos comer-
ciantes que constantemente cruzan el ücayali. El bautismo
administrado por estos, es empero muy dudoso por ser gen-
tes en su mayor parte ignorantísimas, y quedar por lo mis-
mo motivo de duda acerca de la manera como aplicaron la
materia y forma del Sacramento. Por esta razón el Ilustrí-
simo señor Obispo Dr. D. José Maria Arriaga, en la visita
que pasó por los pueblos de Mainas en 1841, escandalizado
de los abusos que se cometían, prohibió bajo pena de exco-
munión mayor conferir este Sacramento á los infieles á to-
dos los que no fueren sacerdotes, escepto en el artículo de
la muerte. A los indios que no están bautizados se les co-
noce por el nombre que llevan, que acostumbra á ser el de
algún animal, planta ó cosa parecida (2).
En punto á industria están estas gentes bastante adelan-
(1) Me parece que el explorador padeció equivocación; pues la ex-
periencia de 15 años nos ha enseñado que son muchos mas de los que
cita.
(2) Ko es regla 6ja; porque muchos tienen nombre de Santo y no
son bautizados.
— 70 -
tadas; conocen no solo la que le:
modo de vivir sino también ot
instrumentos, apenas pueden d
ninguna de sus obras. Lo que tod
sus pantalones y camisas que es
también se fabrican sus cuerdas
la que emplean anzuelos y arpón
za, que raro es el pez que se les (
terrenos de propiedad particular,
mentó están cultivando, pues cuf
de producir, la abandonan pudie
ra (I). Su agricultura es muy ser
rras empiezan por cortar los árbo
cho trabajo por el grosor y dure
los dejan sscar por dos ó tres me
hojarascas están secas, prenden
como los enormes troncos de los
su humedad, quedan la mayor p;
preciso dejarles en el sitio en que
trabajo superior á sus fuerzas el
lugar. Limpiando asi et terreno d
rifican la plantación introduciem
madera fuerte, y en el agujero m
llamada yuca que es el principal
Practican la misma operación pí
caña dulce, zapallo y sandias, qu
yo cultivo se dedican.
Concluidos estos trabajos, yal
cuenta con sus chácaras; porque '
de las mujeres. Estas pobres cria
vas de sus maridos, quienes no ■
sus esposas, las tratan muy mal
aflicción muchas veces, verlas n
— 71 —
llfendo la yaca para el gasto de su casa, cosa que deben ha-
p á lo menos dos veces por semana, acompañadas de su
árido que vá delante muy ligero con su pucuna (cerveta-
) al hombro, y su cuchillo de monte, mientras la pobre
ujer va detrás sudando por todos sus poros, cargada con
fon cesto de yuca que pesa tres ó cuatro arrobas, llevando
«demás la criatura de pechos y algún instrumento de la-
branza, llegando sin aliento á sus casas después de haber
recorrido algunas veces mas de una legua de camino.
Y no es solo de la incumbencia de la mujer el conservar
la chácara en buen estado y proveerse de yuca para toda la
Emilia, sino que también debe proveerse del agua y leña
necesaria; ha de hilar y tejer también toda la ropa de su
"OSO y á veces algunos pantalones para su marido, y si quie-
re procurarse algodón ella misma lo ha de sembrar, pues su
marido en nada de esto piensa.
En los ratos que estos cuidados domésticos las dejan li-
bres, se ocupan en obras de alfarería, cuyo oficio conocen
todas, siendo de admirar la perfección con que hacen sus
ollas, platos y tinajas, y sobre todo los alambiques para des-
[ tilar el aguardiente. Quedarían admirados los mismos alfa-
l reros de Europa, si vieran la perfección de aquellas obras,
1 y crecería de punto su admiración viendo trabajar á las
mujeres sin mas instrumento que sus dedos y una piedreci-
ta para afinar la obra. Preparan el barro mezclándole la ce-
niza de la corteza de un árbol que llaman apacharama y
polvo de platos rotos, y con el barro ya preparado hacen
una especie de sogas del grueso de un dedo pulgar; forman
luego el asiento de la olla ó tinaja, que quieren trabajar,
iobre una tabla, principiando por el centro y dando vueltas
á la soga uniéndola y pegándola con los dedos hasta que
aquel queda redondo y del tamaño que quieren; hecho el
isiento, empiezan á subir ensanchando la vasija cuasi im-
perceptiblemente afirmando siempre la obra con la piedre-
cita, y para darle el grueso correspondiente van aplastando
el barro con ambas manos por dentro y por fuera, dándole
— 72 —
al mismo tiempo la forma que han pretendido, la cual
siempre tan perfecta que el círculo parece hecho á coi
¡Lástima que esta pobre gente carezcan de instrami
pues si los tuviesen, no cabe duda que harían con
toda suerte de trabajos mecánicos, pues sn incapacidadi
es de mucho lo que generalmente se cree.
<V JV.~ -zxir-:Lyt==. -JX- . .-ut _-r3ir.^r:=iL rr_-;a .:r it
■n «^ \ 1^ \ i'_itT^— Sf¿-e»i:g-^i 1^^ .-L-N / \ gL-^'/TSií^^Jhr^^
CAFITPL© KI-
Noticia de varias tribus lindantes con el Ucayali-
Antes de hablar mas detenidamente de las costumbres
de nuestros neófitos y de los infieles que con ellos habitan,
délo cua^ nos ocuparemos en el capítulo siguiente, creemos
oportuno dar una noticia, siquiera brevísima, de las demás
naciones que pueblan las márgenes del Ucayali y los rios
<iue le son tributarios. Su conocimiento facilitará mucho la
inteligencia de varios pasajes de nuestra historia, permitién-
donos formar una idea de los pueblos, con los que mas ó
menos directamente han debido relacionarse los Padres mi-
líioneros.
En el ángulo que forma el Marañen con el Ucayali, á la
derecha de ambos rios hasta Huanacha, se encuentran los
Majorunas, pueblo muy numeroso y guerrero; á diferencia
de otros indios, no usan estos ni arcos ni flechas, sino que
«e valen de lanzas de chonta, que manejan con mucha des-
treza, arrojándolas á considerable distancia. Confinan con
^llos, por el Sur los Cappa-nahuás en cuyaconversion se tra-
bajó en 1817, aun que con poco fruto, á causa de la epide-
lüia que atacó á los primeros que habían seguido á los Pa-
dres hasta el Ucayali, pues los que se libraron de la peste,
^volvieron asustados á sus antiguas rancherías. Van en-
teramente desnudos, se pintan la mitad del cuerpo comen-
tando desde la cara, y por una especie de piedad, á su ma-
— 74 —
'a, dan á sus padres difuntos el des
mos, como mas adelante se veré.. Es
jñas parcialidades, al igual que casi
lellas montañas y hablan un dialect
a Rema.
LosCappa-náhuas dan noticiad de oti
a, que dicen vive reunida en poblaci
jrilla de un gran rio que corre de Su
;stro entender, no puede ser otro qc
n dan noticia de otra nación que dic<
)arles sus mujeres. Desde loscerros d
una quebrada llamada Abuanchumi
maya, se encuentran los Remos, na(
mpo muy populosa, pero que hoy c
recer por las continuas luchas con lo
blan un dialecto derivado del Paño, ;
mía.
Los Amuehuaques, ocupan todo el j
el Ucayali y el Yahuarí, que corre á
lya y Sipahua, que van de S. E. á ]
de donde reúnen mas cautivos los in
que hemos visto -y rescatado, inferii
gres, de regular talento y fáciles de
sabe que existe una tribu de negros,
ser esclavos fugitivos del Brasil, coi
E. Todas las mencionadas naciones pi
i del Ucayali, ocupando la izquierda
Los Hotentotes ó Puy-náhuas, á los
erosos se les ha comparado á los Hot
mbre de Puy-náhuas que les dan los
lengua: hombres de escremcnlo, por
lorrer sus necesidades corporales á ia
jcubriépoDse en 1811. Vivian á laotr
P. Sobrevida en su mapa llama is\
i frecuencia á nuestras misiones: los
lido cuasi completamente. No usabaí
I — 75 —
b relaciones de paz y amistad con él, pero le contestaron
pe no podian hacer alianza, sino con gente que comiere
jpnas, y eran muy tímidos, huyendo apenas veian algún
p&el de cualquier otra tribu. A diferencia de otros indios
ip se pintaban el cuerpo, iban con los cabellos prendidos
^trás de la cabeza, y su \estido era una cusma ó camisa
pi mancas, de corteza de árboles, muy estrecha; dícese que
pmian tierra.
Ya no existen.
Los Maparis, según se asegura, eran una parcialidad de
tribu de los Cumbasas de Tarapoto; antes de abrirse el ca-
ino de Santa Catalina á Yanayacn vivian entre ambos
eblos. Los misioneros que visitaron aquellas regiones, an-
de la independencia del Perú, encontraban vestigios de
a nación en aquel camino, y aun á veces oian el redoble
sus tambores; empero de muchos años á esta parte, se ha
íerdido toda noticia de su paradero. Opinan algunos, que
tualmente habitan en el origen del rio Cuschiabatay; cu-
os cerros colindantes, son los que dividen el Ucayali del
üallaga, creyéndose que se han vuelto feroces y que tie-
ben algunas fortificaciones; pero nada positivo nos ha sido
¡dado averiguar, á pesar del viaje que con este fin hizo por
¡aquel rio el P. Vicente Calvo (1).
Encuentranse también en aquellas riberas los Caschibos,
E ación bárbara y cruel, que es el terror del Ucayali. Hállan-
3 diseminados por los rios Pachitea, Cipiriya ó Sampoya,
Wiuayti-ya, y Pischquí. Son estos infieles verdaderos antro-
pófagos, carácter que les hace en cierto modo irreducibles-
En uno de los liltimos viajes que el limo. P. Plaza hizo al
Pachitea, quiso tener una entrevista con ellos, pudiendo lo-
Ifrar que se acercasen tres bien armados á la orilla del rio,
para hablar con él solo. Acercóse después una gran multi-
tad, visto lo cual por los neófitos que le acompañaban al
Mre, se acercaron también, para defenderle en caso nece-
«^rio. Exhortó el celoso misionero á los Caschibos á entrar
J|) Se ha averiguado ya que no eran los \faparis, sino los Chazutinos
«1 fluallaga que iban á sus cacerias y á hacer veneno para cazar.
■'■'■' I ; •;
llBOiaiBIB|gieE3T5aB!PGlOiE3ÍliaiB'B!l¡ia
CAPITULO xn.
Usos y costnmbrea de los iníieles del Ucayali.
Diversas son las costumbres de las tribus de que hasta
í hemos hecho mención, siendo mas ó menos suaves y
as según el roce que han tenido con los Padres misio-
3S, ó con las poblaciones civilizadas del Perú. Sin embar-
generalmente hablando, revelan un atraso sumamente
kble, y ponen do manifiesto el ímprobo trabajo que cues-
I los misioneros hacer entrar en aquellas rudas naturale-
^ las maneras propias de personas cristianas y civili-
as.
Como hemos dicho ya, los Piros, Cunibos, Schipibos,
itebos y Moyorunas habitan en las márgenes del Ucaya-
los Mayorunas, empero, viven completamente aislados de
demás tribus, así es como cuasi nada se puede saber de
\ costumbres; solo se dice que son crueles con los viajeros
& se descuidan durmiendo en la parte del rio Tapichiga,
que ellos habitan. Mas sin embargo de su ferocidad, las
as tribus á veces se reúnen contra ellos causándoles al-
nos daños.
Respecto á las otras cuatro tribus, apenas se diferencian
sus costumbres; únicamente en los Piros se nota un poco
is de aseo, y algún viso de civilización, gracias á su tra-
mas frecuente con personas civilizadas, en los viajes que
icen al Cuzco. Los indios que componen estas tribus vis-
na especie de saco ancho, sin mai
i), no tanto por decencia y honest
e de !a picadnra de los zancudos
ble de aquel país; pues por lo dem
ipalmente á los hombres, desnnd
de quien no les conoce. Las muj(
1 este punto; su traje que llaman ;
i pedazo de tela, largo como de va
de unos tres cuartos de vara, el c
il rededor del cuerpo, bajándoles
• con otro pedazo de tela se cubret
aben fabricarse unos peines muy ioj
evan de ordinario el pelo desgrefii
ancho y las narices chatas, lo cus
luy desagradable por cierto, cent
as pinturas que se hacen en el sei
1 llamada achote, y las rayas negí
■a, con el zumo del huitu, que es 1
1 comida es muy asquerosa; ap(
lancia de pescados, sabrosas aves,
luma facilidad pueden proporción
nte con muy poca frecuencia al ej
, y cuando lo verifican, procuran 1
os dias, y lo que les sobra del pr
ran conservarlo cerca del fuego pa
iTo como la humedad es tan excee
ro los insectos que menudean pe
■o dia, la carne y pescado, aparecei
< de gusanos. No por eso la arroja
»uiente, después de lavarla un po(
ta operación, la ponen á hervir ce
le cuatro ó cinco minutos, aunqi
como es la de mono, su manjar fa
y la comen, untándola con el cald
;n una vasija mezclando un poco i
lo por ser naturalmente la carne m
— /9 —
menuzarla con los dientes, sirvense do estos como de un
edor, asiendo el pedazo de carne que tienen en la boca,
ton la mano izquierda, y cortándola con el cuchillo que tie-
pen en la derecha. Cucharas y trinches son cosa desconoci-
|b, y como tampoco tienen platos ;para cada uno, todos me-
ien sin escrúpulo sus dedos llenos de caracha en el plato
pomun.
C!omo en el género de vida de estos indios, son muy pocas
necesidades que se dejan sentir, apenas necesitan trabajo
no para satisfacérselas, Y así es como pasan la mayor
del tienapo en la mas completa ociosidad. Solo algunos
tos se ocupan en componer sus flechas, ó en pescar cuan-
0 les es indispensable para procurarse el sustento. Cuando
lecesitan machetes, cuchillos ú otras herramientas de las
Bne los comerciantes suelen proporcionarles, entonces ma-
jiifiestan algruna mayor actividad, y se dedican con mas em-
^0 á la pesca, para salar después el pescado que entregan
i los comerciantes, ó bien emprenden correrías para apode-
rarse de alg'unos muchachos que después venden como es-
clavos. En estas espediciones no dejan de sufrir bastante,
ipues no llevan otras provisiones que algunos plátanos para
tres 6 cuatro meses que suelen estar fuera de sus chozas.
í Entre los infieles reina generalmente la poligamia, y los
maridos son muy celosos de sus mujeres: de ahí resulta que
[gran número de jóvenes posan mucho tiempo sin mujer, y
para conseguirla sirven como esclavos al padre ó dueño que
se la proporciona, ó bien hacen correrías á lejanas tribus ro-
bando á las mujeres y niños que encuentran, después de ha-
ber asesinado bárbaramente á los hombres.
Loa Piros, y las otras tres tribus del ücayali, tienen la
circuncisión, pero han equivocado el sexo; pues en vez de
circuncidar á los hombres, como los demás pueblos que tie*
nen esta práctica, lo verifican con las mujeres. Luego que
lina joven llega á la edad de once ó doce años, se celebra
nna gran fiesta á la cual son convidados sus parientes y
tmigos, los cuales se presentan con sus cusmas nuevas y
y pintados; la joven que ha de ser circuí
medio cuerpo arriba llena de chaquiras t
uesta sobre su cabeza una corona de plu
■; se forman varias danzas al son de peq
' espacio de siete dias, soliendo ir aeompa
i borracheras. Al octavo dia, después de ;
i beber á la pobre joven hasta que pieri
go dos mujeres diestras en ia operación
i tendiéndola en una barbacoa, llamada
parada do antemano, y realizan luego h
lonia; el flujo do sangre consiguiente lo
icacion de una yerba particular que ellos
imo, entre danzas y cantos plañideros,
casa á la triste y llorosa victima recosí
ca (1).
Los Cunibos tienen la bárbara costumbr
s á los niños recien nacidos, la una en la
ras de la cabeza; esas tablas bien asegur
gan, las conservan en la misma forma 1
) ha adquirido bastante consistencia, lo ■
os seis meses, resultando de ahí que la 1
astada, tomando su cabeza la figura de i
esta figura muy rara y chocante es pan
-mesura y la hau adoptado para conocers
1 que no se hayan visto jamás. Para quil
io, se celebra también una fiesta que vie
a borrachera. A los Remos para conocersi
itan varias Jpartes del cuerpo, en especií
izüS, punzándoles con una espina aguda
1) El P. Luis Sábalo en au Viaje, dado á luz en ;
[I, describe por eti tenso toilolo que acompaüa á e
a circuncisión délas muchachas Piras. Eala o'p
;oiiocida tampoco á nosotros y con mas particult
lor los muL^hos años que hamos ocupado entre loi
imor de ofender ü los lectores hemos omitido el d
— 81 —
t sangre, y aplicándoles luego el humo del copal; de este
)do la pintura no se les borra en toda su vida. A mas de
cuando son pequeños, acostumbran hacerles tres agu-
ros en las. narices, uno en la ternilla del medio y otros basn
te arriba á ambos lados, haciendo lo mismo en los labios
y la barba, de suerte que en algunos hemos podido contár-
Iselos en número de veinte y ocho. De los agujeros de la na-
iz, suelen llevar colgada una planchita de plata del tamaño
un cuartillo aunque algo mas delgada; también acostum-
bran horadarse debajo el labio inferior, donde llevan constan-
lemente atravesado un palito, que en los dias de gala susti-
tuyen con un puntero de plata de unas cuatro pulgadas de
largo.
Finalmente, respecto á los Caschibos, aunque se nos ha-
bía asegurado que eran antropófagos, siempre lo habíamos
puesto en duda; no obstante hoy parece enteramente cierto,
después del hecho acontecido recientemente con dos oficia-
les asesinados delante de la Chonta, isla situada á la dere-
cha del Pachitea. El mismo padre Calvo, que confiesa haber
sido el mas incrédulo acerca de este particular, asegura
haber oido decir á una mujer Caschiba, que ella habia co-
mido de la carne de dichos oficiales, igualmente que cator-
ce niños que estaban allí presentes. Esta mujer y aquellos
muchachos fueroi^hechos prisioneros en la expedición que
se hizo por el Pachitea en el año 1866, de la cual formaba
parte en calidad de capellán el citado P. Calvo, que es quien
estas líneas escriben Esta expedición tenia por objeto recono-
cer simplemente si era ó no navegable dicho rio; pero aprove-
chando la ocasión el Prefecto de Loreto, D. Benito Arana,
quiso hacer un escarmiento castigando á aquellos bárbaros,
y reprimir su audacia para lo sucesivo; á cuyo efecto des-
embarcando toda la gente disponible, se internó diez y
ocho millas por tierra, hasta dar alcance á los Caschibos, en
una casa donde se hablan reunido; al ver estos á los solda-
dos, emprendieron una precipitada fuga, escapando de la
persecución en la espesura del bosque; solo se logró prender
— 82 —
á los catorce muchachos de que hemos hablado j á tr»i
jeres, siendo una de estas la que por medio de un intéi
dio cuenta de lo que habian hecho con los dos oficiales
ainados.
Cuéntase que son los Caschibos tan apasionados pgrl
carne humana, que no se perdonan ni aun entre ellos
mos, pues los hijos matan á sus propios padres cuando
ya ancianos; añádese que cuando se ha tomado tan erad
solución, los jóvenes la comunican al anciano, quien á
jante anuncio muestra contento y alegría por creer que
va á reunirse con sus antepasados. Tres dias después en
dio de un alegre banquete, se le dá un furioso golpe de
cana, y se termina el convite comiendo la mayor parte del
víctima; el resto lo queman y reducido á polvo sirve álos^
jos para sazonar sus comidas. No respondemos empero
exactitud de estas últimas noticias, pues no nos me
mucha fé los conductos por donde las hemos adquirido,
las trascribimos aquí, es porque les dá alguna verosii
el carácter extremadamente bárbaro de este pueblo.
La lengua que hablan los Caschibos cercanos al U(
es una corrupción de la lengua pana; pero se va perdi(
este idioma, á medida que se sube por el Pachitea,
que al fin desaparece enteramente.
CAPITULO XXII
Religión de los infieles del Ueayali-
Cuando la razón no lo explicara, bastaría la experiencia
para atestiguar la universalidad de la creencia en lo sobre-
natural. La verdad que ya enunció Cicerón, al decir que no
se encontrarla en todo el orbe una sola nación ni una tribu
tan salvaje, que si ignoraba cual es la divinidad que existe,
nó admitiese á lo menos como necesaria la existencia de al-
guna, hállase una vez mas confirmada, por lo que vemos
en las bárbaras tribus del Ucayali. Por supuesto que entre
aquellas rudas inteligencias no debemos buscar un culto
ordenado, ni siquiera nociones claras de la divinidad que
adoran; no obstante, al través de sus prácticas supersticio-
sas no deja de descubrirse una sombra de religión, que bas-
ta para destruir cualquiera opinión que quisiera suponerles
en coinpleto estado de ateismo.
Para practicar sus ceremonias religiosas, los infieles del
Ucayali se reúnen de vez en cuando en la choza de uno de
sus jefes, al que los neófitos llaman brujo y los infieles Mu-
raya. Cuando están reunidos, se coloca éste debajo de una
especie de toldo con una gran pipa de tabaco en la mano, y
sentados todos con el mas profundo silencio, el Muraya
empieza á hablar en una lengua que los circunstantes no en-
tienden, contestándole en el mismo idioma otra voz distinta
que se deja oir; luego los que están fuera del toldo entonan
— 84 —
unas canciones que solo comprenden los que pertenecen á
la tribu, y permaneciendo otro rato en silencio, principia el
Muraya una especie de letanía muy larga, á la que los cir-
cunstantes van contestando. Por mas diligencias que henaos
practicado no nos ha sido posible averiguar lo que en esas
letanías dicen los infieles, pues ni aun los neófitos que ha-
blan su mismo idioma, han sabido explicárnoslo. Ck)ncluido
este acto el Muraya pronuncia algunas palabras, prorum-
piendo al instante los demás en gritos y muestras de rego-
cijo con lo que se acaba la ceremonia.
Esta especie de brujos 6 Yutumiz son muy temidos de los
salvajes, por creer que solo con un soplo pueden introducir
en el cuerpo de una persona á quien quieran mal, unos pe-
dacitos de chonta semejantes á pequeños clavos. Cualquie-
ra enfermedad de que adolezcan, luego les parece ser la
chonta, que algún brujo les ha metido en ol cuerpo, y no
descansan hasta haber encontrado algún otro para que se
la saque: conducido el enfermo delante del Yutumivso Mura-
ya que ha de devolverle la salud, suele éste preguntarle
cuál es la parte de su cuerpo que tiene dolorida; y una vez
averiguado, se pone disimuladamente dentro de la boca al-
gunos clavitos de chonta, comienza á chupar la parte enfer-
ma, haciendo salir entretanto con la punta de la lengua al-
guno de dichos clavos y poniéndolo aparte para que todos
lo vean; va siguiendo la misma operación hasta haber sa-
cado todos los que tenia dentro la boca, siendo tan estúpi-
dos los observadores, que no advierten esta impostura, ni
comprenden que es imposible sacar del cuerpo humano, otro
cuerpo estraño sin dejar ninguna lesión ó cicatriz. Es ver-
dad que algunas voces acontece quedar sano el paciente
concluida esta operación, pero eso únicament<3 tiene lugar
cuando su enfermedad proviene solo de la imaginación, lo
que por cierto es con mucha frecuencia.
Preguntando una vez un comerciante al brujo mayor de
todo el Ucayali, llamado Chasupuy (excrementos de venado),
porque no embrujaba á los Padres ni les metia en su cuerpo
— 85 —
la chonta, le respondió que sobre los Padres, nada podian
los Murayas; insistió el comerciante en que cuando menos
hiciera por una vez, una prueba para embrujar al P. Calvo,
que se encontraba entonces alH, á lo<iue contestó: ¡oh, al Pa-
dre Calvo, todavía menos! porque ese Padre es mayor brujo
que y O- Observábase en efecto que á este Padre le tenia al-
.gun respeto y hasta cierto temor, de manera que cuando
pasaba por delante de su casa le saludaba con atención,
ofreciéndole lo que tenia; y si el Padre le pedia peones para
ayudarle en algún trabajo, se los proporcionaba al ins-
tante, exhortándoles que le cuidasen y guardasen to-
da consideración. Sucedió una vez que habiendo idp él al
pueljlo de Cariyaya á llevar tortugas á los Padres para que
se las cambiasen por herramientas, se hospedó en casa de
uno de los infieles que se habian reunido en el pueblo para
vivir entre los neófitos; y en el momento de entrar el Mura-
ya en la casa, se puso gravemente enferma la mujer del que
la habitaba. Esta coincidencia, ó lo que fuere, bastó para
que la gente creyera sfn ningún género de duda que la en-
ferma habia sido embrujada, y encolerizado su marido, se
preparaba para asesinar al Yutumis, cuando avisados los Pa-
dres del peligro que este corría, se presentaron al instante
en la casa, que distaba poco del convento, y hallaron á la
pobre mujer con unas convulsiones espantosas que en nada
parecian cosa natural. Dolíales á los Padres que aquella in-
feliz muriera sin bautismo, pero como por otra parte no la
consideraban en inminente peligro de muerte, no quisieron
de pronto administrarle el Sacramento, sino que el P. Igna-
cio M. Sans, mandó que le trageran los útiles para bendecir
la casa, hecho lo cual y exorcizada la paciente, sin haberla
aplicado remedio alguno, quedó repentinamente sana. Lle-
no de temor el brujo, acercóse entonces al P. San* y le di-
jo, que cuando rociaba la casa con el agua bendita, vio huir
& un diablo. No damos entera fé á las palabras del brujo, ni
somos enteramente incrédulos; piensen lo que . quieran los
enemigos de las ceremonias de la Iglesia, no hacemos mas
\
— se-
que referir lo que nosotros mismos presenciamos, esto
que la mujer que se hallaba buena y sana, al entrar el
turrón de los Schipibos en su casa enfermó repentiní
te, y que al exorcizarla el P. Sans, y rociarla con el
bendita, quedó instantáneamente curada.
Hemos indicado mas arriba que no es fápil conocer, á
divinidad tributan culto los infieles del Ucayali;'sin eml
go, lo que no admite duda, es su creencia en la existei
del demonio, del cual tienen un grandísimo temor. \1
un dia que en un toldo, debajo del que dormia uno de
muchachitos que tenemos á nuestro servicio, habia un
fijado á la cabecera de su cama, preguntémosle para quej
servia, y nos respondió que para ahuyentar al yusch, qufii
el nombre que dan al demonio, pues según afirmaba, xt
á molestarle por la noche. Quitémosle entonces aquel
procuramos tranquilizarle, diciéndole que no temiese,
que el demonio ya no se atrevería á molestarle mas; efe
vamente durmióse el muchacho y ya no habló mas de
riciones ni espantos diabólicos.
Algunos opinan, que los infieles de que tratamos,
nen una creencia esplícita en la existencia de un solo Dií
supremo creador de todas las cosas, á quien atribuyen te
el bien que reciben; que creen también en la inmortalic
del alma y en los premios y castigos de la otra vida. De
Remos y Sentcís en particular, se dice que profesan la ci
cia de que las almas de los malos son arrojadas á los fiít
subterráneos y que las de los buenos van á habitar en la i
na. No discutiremos lo que en esas opiniones haya de tí
dad, solo podemos decir, que nada hemos observado
las confirme. A lo que sí, nos inclinamos, es á cre^r que
infieles del Ucayali tienen alguna tradición acerca de
difuntos; pues les hemos visto colocar algunas lámparas;
bre los sepulcros, aunque ignoramos con que objeto.
Son, por último, así los neófitos como los infieles
supersticiosos, atribuyendo á los brujos la causa de todassi
desgracias, enfermedades y muertes. En vano trabají
— 87 —
Padres en disuadirles de esas necias preocupaciones, pues
mi tan imbuidos de ellas, que nuestros esfuerzos son
tiles.
Posteriormente el P. Luis Sabaté en su viaje del Cuzco á
tria, tuvo oportunidad de ser testigo de una de esas ope-
lones teurgicas en el mismo pueblo de Miaría; pero el
Ljo tuvo que suspender su embaimiento, confesando qup:
\ JPJP. eran un obstáculo invencible qiie impedía venir el
iritu. Viaje á las Tribus salv. pág. 252, en 1874.
Mi^ltM
CAPITAL© XIV
Cauaaa de la decadencia de laa
Por desgracia, á los multiplicados esfuerzos que ha
cho el Colegio de Ocopa, para sostener y propagar las
sienes del Ucayali, no ha correspondido el éxito que erti
desear. Dificultades que mas abajo enumeraremos, naci
del carácter de los indios, han sido una remora consJ
que ha entorpecido los trabajos de los Padres misioneros,]
otras dificultades creadas á veces por las mismas autorií
des de la República, han venido cuasi á destruir el
fruto que á costa de un ímprobo trabajo se habia 1<
sacar. Solo el que conozca el entrañable amor que el
ñero católico profesa á los pobres salvajes, después que
su ternura y sus desvelos, auxiliados con la divina
ha logrado á duras penas sacarles de su estado de dj^radi
cion, para llevarlos á la vida de la fé y de la civilizadi
cristiana, podrá comprender la honda pena que le caí
cuando la codicia ó la perfidia se los arrebata, robándt
así el frutó de sus entrañas; y no obstante, eso es lo que;
raras veces ha acontecido á los ministros del Evangelio,;
lo que desgraciadamente ha sucedido en particular á los;
sioneros del Perú.
El gobierno de la República, para facilitar la nav(
al vapor por el Ucayali y otros rios navegables, trató de
cer contribuir á los neófitos, aun medio salvajes, á los
I — 89 —
lajos de los establecimientos que proyectaba formar en el
[arañoii. Para llevar á cabo sus planes, era indispensable
ionstituir autoridades civiles é imponer un sistema de go-
¿erno á los que no habían conocido otro que el suave y pa-
emal de los misioneros; mas los indios bien hallados con
06 Padres, no sabian avenirse á ser gobernados por otras
personas á quienes no conocían y á las que no se considera-
ría deudoras de ningún beneficio. Agregábase á esto que
ílgunos ancianos que habían pasado al Ucayali desde el an-
^guo pueblo de la Laguna, recordaban aun lo que les había
hecho sufrir un gobernador de Maynas en tiempo del gobier-
|k) español, y se resistían por lo mismo á recibir otro gober-
iiador blanco ó viracocha, como ellos decian, temerosos de
basarlo mal otra vez. En vano los Padres nos esforzábamos
fSí^ hacerles comprender las ventajas que les reportaría el
fégimen á que quería sujetarlos el gobierno supremo, pues
líos contestaban que el gobierno ó el señor de Lima, como
¡amaban ellos al Presidente, gobernase en Lima, que allí
o querían otra autoridad que la de los Padres misioneros.
íiO único, pues, que logramos con nuestros consejos y exhor-
¡taciones fué el quedar mal con todos, pues nos hicimos sos-
^chosos para con los indios perdiendo la confianza y el res-
peto con que antes nos miraban; mientras que los goberna-
¡dores por su parte desconfiaban también de ¡nosotros, cre-
yendo que aconsejábamos á los neófitos la desobediencia á
las autoridades civiles, para así conservar la influencia que
hasta entonces habíamos tenido.
A la contradicción que por parte de los gobernadores
empezaron á encontrar las misiones, se agregó la plaga mas
íunesta que en todas épocas y en todos países han debido su-
frir los misioneros; nos referimos á cierta clase de viajeros,
<iue introduciéndose en las conversiones con objetos comer-
ciales, han retardado en unas partes é impedido enteramente
«n otras la conversión de los infieles al Cristianismo. Así
Procuraban hacerlo los que traficaban en el Ucayali, porque
conociendo que los Misioneros impedían sus desórdenes in-
— 90 —
morales y su injusto y tiránico modo de comerciar con j
Uos infelices, á quienes los Padres miraban como
unieron con los gobernadores para calumniar á dii
dres ante las autoridades superiores y desprestigiarlos^
los indios. Por desgracia pudieron gloriarse de baberi
seguido una y otra cosa, pues los gobernadores em]
á privarles aun de las cosas mas necesarias para su
to, mientras por otra parte procuraban con frívoloí
captarse la amistad de los curacas, de los neófitos, jj
de las tribus infieles, supliendo con las falsedades y
que les referían particularmente á estos últimos, la ii
cia de los otros medios para hacerles desconfiar de lm\
dres é irles disponiendo poco á poco á la realización
intentos.
Cuando el P. Calvo dio principio á la fundación del
blo de San Miguel de Cayariya en 1859, eran como
ta las familias de infieles Schipibos y Remos, que qi
reunirse con las doce familias de Sarayacu y Santa Ctí
que dicho padre se llevó para dar principio á la fundí
Con mucho empeño ayudaron á los cristianos á consl
casa que se edificó para habitación provisional de los
con intención de fabricarse después otras para vivir
mismos. Desgraciadamente, empero, en aquel mismo
po se presentó por aquellas cercanías un comerciante ii
pal y sin señal alguna de religión, aunque revestido de
refinada hipocresía. Este sujeto que trataba á los
con la mayor sumisión y les servia en muchas cosas
estos le confiaban, pero que interiormente les profesal»j
odio irreconciliable, era de aquellos que todo lo atro]
y en nada reparan con tal de poder realizar sus desij
nocesitaba por enton3es peones para ayudarle en la
salazón, y al ver que aquellos con quienes contábase
bian retirado de sus moradas para habitar en el nuero
blo, temiendo que con eso quedaran frustrados sus pl
habló con uno de los infieles con cuya hermana mant
relaciones ilícitas, y le dijo que no se fiaran de los pí
— 91 —
su intento no era otro que tenerlos reunidos en pueblos
poder después entregarlos á los soldados que los Ho-
lán presos á Lima, para hacerlos entrar también á ellos
^1 servicio militar. Los infieles á quienes el solo nombre
>ldado les espanta, se estremecieron al oir estas pala-
j, y como en breve cundió la noticia por todo el contor-
de las cincuenta familias que se habían reunido para la
lacion de Cayariya, quedaron tan solo quince, que á su
van desapareciendo poco á poco. Con el abandono de es-
^ueblo, que no tardará mucho en consumarse, se acába-
los Remos que habian escapado de las flechas de los
jipibos en sus correrías.
JLa situación fué empeorando por momentos. Con el nom-
liento de los Gobernadores de los países del Ucayali,
os negociantes de que hemos hablado perdieron el temor
pe antes tenían, de internarse mas allá de Sarayacu, y por
Consiguiente también los Padres han perdido la esperanza
fe recuperar lo perdido entre aquellos neófitos. En 1854 es-
^cialmente, por la subida que esperimentaron los precios
le la zarzaparrilla, sobre todo por haber aumentado la es-
traccion-de la pesca salada, de los huevos de tortuga y man-
teca de vaca marina; confiando hacer un negocio lucrativo
los comerciantes de Nauta, emplearon á una multitud de
jóvenes sin instrucción alguna, pero viciosos hasta el estre-
llo. Dominados estos por la pasión y sin freno que les con-
tuviese, pues las autoridades de allí, poco ó nada es lo que
|)ueden, cometieron tantos excesos que no había mujer segu-
ra ni aun al lado de sus maridos. Para ellos la Religión y sus
ministros no eran mas que una farsa, y propalaban entre
los infieles y neófitos, que no había infierno, y quo si los
Padres les enseñaban lo contrarío, era solo para atemorizar-
le^y tenerlos sujetos á su obediencia.
Inclinados los indios á la sensualidad muy presto se aco-
modaron á estas máximas perniciosas. Poco les importaba
ya acudir á la misa los domingos, ni hacer la confesión en
tiempo de Cuaresma, pues estaban seguros de que por esas
I
N
I
— 92 —
faltas no se les habia de castigar. En efecto, los Go
dores, para atraerlos á su partido habían prohibido
castigo; pero no tardaron en tener que arrepentiPBe
conducta, pues muy presto pudieron conocer, que el
es ingobernable sino se le impone alguna ligera pemi
bre de toda obediencia, tampoco venian los muchach
escuela, viéndose los Padres precisados á abandonar s
ses de primera educación, lo cual fué ciertamente
las cosas que mas sentimiento les causó. En vano prc
ban inculcar á los padres de esas criaturas las ventaj
reportaría á sus hijos el estudio de las letras, pues
exhortaciones contestaban, que las letras no les en
á fisgar la vaca marina, en cuyo ejercicio les ocupa
desde la edad cíe once 6 doce años. -^
Esos medios que se pusieron en práctica para api
los infieles del tratado íntimo con los Misioneros, j
confianza que en estos tenian depositada, eran ya
poderosos de por sí, para producir los mas funestos
dos; pero su eficacia sube de punto, si se atiende al c
natural de los indios, que como indicamos mas arri
por sí solo un firme obstáculo á los trabajos del mi¿
En efecto, es preciso tener en cuenta que el indio
en medio de una naturaleza pródiga, que le suministra
ñas sin trabajo alguno, todos los medios de subsisteneii;
caza que halla en sus bosques y la pesca que encuentrs
sus rios, es tan abundante que parecería increible á qa
no lo hubiese visto (1). Así es como satisfechas sus coi
(1) Hemos hablado ya anteriormente de la multitud de peca
alimenta en su seno el Ucayali; algunos de ellos son de grandes d
siones como la vaca marina, por ejemplo, que pesa k veces no m
veinte arrobas; los paeches, que pesan de cinco á seis arrobas. ca
admiración la gran cantidad de este pescado que cargan los rapo
ra las provincias de Tarapoto, Moyobamba, y muchas haciendas del
sil. Entre las muchísimas clases de peces, cuyo peso varía de vein
co 6 cincuenta libras, se encuentran los zungaros divididos en Q
familias, cada una de las cuales tiene su nombre especial, tales
doncella, el charahuan, el puma-zungáro, llamado asi por tener
— 93 —
cesidades, pueden pasar la vida en la mas completa ocio-
bd, abandonados á su indolencia característica. Si se les
^pone cambiar de género de vida, instruirse y portarse de
manera que enseña el Cristianismo y la civilización, es-
fimentan desde luego una gran repugnancia; pues no re-
ran en otra cosa que en el aumento de trabajo que esto
^reportaría, sin que basten á estimularles las nuevas ven-
ps y comodidades de que podrían disfrutar: porque su
jleza natural no les permite desearlas ni siquiera compren-
tías. Esta carencia de necesidades, y esta especie debien-
hir material de que á su manera gozan los infieles, es
fes el primer inconveniente, no pequeño por cierto, que
Icuentran los Misioneros para lograr su conversión.
\ Este obstáculo no es empero el único; á él debe agre-
irse el sensualismo de los infieles, dimanado sin duda de
^ ociosidad á que se abandonan y del clima abrasador en
jie viven. Ya dijimos al hablar de sus costumbres, que rei-
ferpo lleno de pintas como el tigre, que en lengua quichoa se llama
Na;de zungáros blancos los hay de dos ó tres clases, tncuéntrase
¡BiMen.el zungáro amarillo ó torris, el piro y otros; pero sobre todo de-
pnos hacer mención del rico pescado llamado gamitana y de otro muy
Bnejanle é este, llamado paco. Las especies de pescados pequeños son
Inumerables, siendo los principales por su gusto delicado la corbina,
Itucumaré, el ma para ti, etc., etc.
, A mas de esta variedad incalculable de peces que cria el ücayali, ali-
i«ntan también sus aguas un número prodigioso de riquísimas tortugas.
iBUBloloque abunda alli este anfibio, que como dijo un infiel á un
pmerciante, que se lamentaba del desperdicio que se hacia de este ani-
lal solo para aprovechar la manteca que se saca de su grasa, sino fuera
brla constante persecución de que son objeto apenas se podria viajar
prel Ucayali, pues se llenaria el rio de tal manera que las canoas tro-
fciarian con ellas á cada paso,
^En el bosque se crian también gran número de animales cuya carne
tetuena para la alimentación; cuéntense entre estos los ituches ó sa-
pos y las huanganas, dos clases de jabalíes algún tanto mas pequeños
pelos de Europa; la sacha-vaca (vaca del bosque) llamada también
tata ó gran bestia; una multitud de monos de varias especies, 6 mas de
ílros muchos cuadrúpedos, que seria largo enumerar. Tampoco esca-
lonias aves, aunque algunas si bien es verdad que son muy sabrosas
fenen la carne muy dura, de modo que necesita hervir mucho tiempo
Nw que pueda comerse. Los indios son bastante diestros, en el ejerci-
jtíodela caza y pesca; para la primera usan cerbatanas y flechas y para
?• segunda se valen de arpones y anzuelo».
— 94 —
naba entre ellos la poligamia, y sabido es que en
tes este vicio, es un gran impedimento para las con
nes, ya que es obligación precisa al abrazar el Cato!
que el infíel se quede con una sola mujer saparánd
todas las demás. Las pasiones que apenas han conocidí
no alguno, se sublevan contra este sacrificio indispeoa
y si las pasiones por desgracia llegan muchas vec^ i e
car los dictámenes de una razón clara é ilustrada, 4<s
mas no deben ejercer una influencia perniciosa en tqi
inteligencias tan obtusas?
La gran diversidad de dialectos que hablan los i
es también otra causa que dificulta su conversión, Aim
la lengua Pana es la mas generalizada en el Ucaya^
obstante, cada tribu tiene su dialecto particular, y aun
chas tribus se subdividen en varias parcialidades, cada
de las cuales tiene también distinto dialecto. Esto cofl
echa de ver embaraza considerablemente la comunici
del Misionero con los infieles.
Tales son los principales inconvenientes con quen«
riamente tropiezan los Padres misioneros en sus evaí^
cas tareas, inconvenientes que explican el fruto relafi
mente escaso de sus trabajos entre los infieles. No obsta
repetimos lo dicho; estos obstáculos, que dificultan su o
no son los únicos, ni quizá tampoco los principales. Ai
za de trabajo y paciencia, y con la gracia de Dios, qud
falta, aunque sea difícil; no les seria imposible modifí(3
fin el carácter de los indios y hacerles comprender la a
sidad de abrazar un género de vida mas racional, y el s
que por medio del Cristianismo, puede proporcionarles
felicidad completa y verdadera; pero cuando á las s
inclinaciones de su naturaleza se agregan los escándak
máximas perversas que les enseñan los mismos cristiu
entonces ¿qué es lo que puede esperar de sus sudores r
tigas el Misionero, si no le asiste un milagro manifi^
la Divina gracia? ¡Ah que responsabilidad tan terrible fli
en su dia sobre los que de un modo tan inicuo roban il
Bucristo aquellas pobres almas redimidas con su sasgní'
CAPITULO J&¥.
JSecoios del P. Paliarás para CS^aardíaii de Oeopa y del P Calvo
para Preíecio de miaioneB'—ViafeB de este último.
Dejamos pendiente nuestra historia, hablando de los via-
8 que el P. Pallares emprendió por los rios Pischquí, Chu-
aya y Tambo, al poco tiempo de haber tomado posesión del
Tgo de Prefecto de las misiones, de cuyos viajes sacó co-
imientos muy útiles para el régimen de los pueblos que
estaban confiados. Durante su Prefectura, como dijimos
su lugar, fué cuando se establecieron las escuelas para
JDs niños de ambos sexos, que tan importantes resultados
|rodujeron para el fomento de las conversiones, hasta que
fiaieron á decaer por las causas esplicadas en el capítulo
[precedente.
i Al llegar la época de la renovación de los cargos del Co-
pgio de Ocopa en 1855, debiendo celebrarse el Capítulo ge-
leral en 12 de Agosto de dicho año, dispuso el P. Pallares
iue acudieran á tomar parte en el Capítulo los PP. Vicente
felvo y Juan de Dios Lorénte, quedando en las misiones el
ptado Prefecto P. Pallares, acompañado del P. Felipe Mar-
faez; de conformidad á lo dispuesto en las Bulas Inocencia-
Ni qtie prescriben la asistencia al Capítulo de la mitad de
fOs sacerdotes que estén ocupados en misiones.
[ Salieron de Sarayacu los PP. Calvo y Lorente por el mes
Í€ Abril, dirigiendo su rumbo por el rio Huallaga, que co-
— 96 —
mo llevamos dicho era en aquel tiempo él único camina
pedito, á menos de hacer un largo y penoso rodeo. Desp
de varias vicisitudes que les ocurrieron durante su naTa
cion por aquel peligroso rio y por los paises que debk
atravesar en sus viajes por tierra, llegaron al fin sinM
dad al Colegio á los tres meses de haber salido de Sarajai
Celebróse el Capítulo en el dia prefijado, quedando eleg
Guardian de Ocopa el P. Pallares y Prefecto de misi
P. Vicente Calvo. Seis años hacia ya que este Padre ae
liaba entre los infieles, y después de las penalidades que
rante ellos naturalmente habia sufrido necesit-aba h
cierto punto algún descanso, pero aceptando el cargo
la obediencia le imponía, ^renunció á sus deseos de que»;
en Ocopa regresando otra vez á las misiones. A este t
salió del Colegio en compañía del P. Fr. Bruno A. Goi
del hermano lego Fr. Enrique Portóles; surcaron n
mente las furiosas corrientes del Huallaga, pero como
dias que no habia llovido, las aguas habian disminuido
siderablemente, y así fué que siendo mucho menor la
dcz de la corriente, no eran tantos ni tan graves los
gros de aquella navegación.
Llegados felizmente los dos Padres á Sarayacu, not
ron al P. Pallares su elección para el cargo de Guarfi
noticia que le causó un gran sentimiento, pero como
hijo do obediencia hizo prontamente el sacrificio de a
nar á sus queridos neófitos, saliendo de Sarayacu para i
desempeñaren Ocopa su nuevo destino. Como empero
acercaba ya la estación de las aguas, durante la cual es
posible surcar el Huallaga, sin esponorse á cada paso á
peligro inminente de muerte, se vio precisado á emp
una larguísima y difícil travesía pasando por Moyo
Chachapoyas y Trugillo; donde se embarcó en un vapor
le condujo hasta Lima, en cuyo punto descansó unos
dias, emprendiendo después las 54 leguas que le resta
través de la cordillera de los Andes, que por s^unda
debia atravesar hasta haber llegado al término de su
— 97 —
folo la virtud y robustez de este Padre pudo hacer un viaje
isk largo y penoso en tan corto tiempo; pues, habiendo sa-
Uo de Sarayacu á primeros de Octubre, se hallaba ya en
fcopa á fines de Diciembre.
' Mucho se dejó sentir en las misiones la ausencias del Pa-
ire Pallares; pues de los dos Padres que quedaron en com-
i&ñía del nuevo Prefecto, el uno que era el P. Martinez, es-
iaba habitualmente enfermo y apenas podia administrar los
kicramentos á ningún moribundo durante las ausencias del
k Calvo, que por razón de su carácter de Prefecto tenia
^e if recorriendo continuamente los otros pueblos que es-
iban á su cuidado; y el otro P. .Fr. Bruno Guiu tampoco
podia ayudarles mucho, pues como era la vez primera que
íiatraba en las misiones, no hablaba aun la lengua quichóa,
bayo conocimiento es indispensable para instruir y confe-
biT á los neófitos. En esta situación se pasaron dos años du-
tente los cuales el P. Guiu se instruyó algún tanto en la
¡tengua del país, hallándose pronto en estado de ejercer su
Ministerio, mas el P. Felipe Martinez, aunque esperimentó
plguna mejoría, seguia siempre achacoso.
\ En el año siguiente (1856) déla elección del P. Calvo
^ra Prefepto de las misiones, á instancias de este Padre los
jndios Suchiches abandonaron por completo el pueblo de su
íesidencia, llamado Santa Maria de Belén, pasando á reu-
¡nirse con los que habitaban en Sarayacu. La fundación de
dicho pueblo de Belén habia tenido lugar en tiempo del pa-
ire Plaza. Ya se recordará, como dejamos referido, que
Cuando estalló la.guerra de la independencia del Perú, emi-
graron todos los Padres españoles que se hallaban en las
tósiones delUcayali, quedando únicamente en ellas el men-
cionado P. Plaza. Falto de compañeros y de recursos, no
pudo ese Padre, como vimos en su lugar, sostener todas las
Biisiones que estaban á su cargo, apesar del celo extraordi-
^rio que le animaba; debiendo presenciar como los infieles
y neófitos que habitaban en los pueblos de Buepó-ano, Can-
^U-huaya, Cuntá-maná y Charás-maná abandonaban estas
— 98 —
poblaciones para retirarse á sus antiguas rancheriasy i
arriba de la desembocadura del Pachitea, En el pueblo
Cancbahuaya hablan habitado junto con los Cunibosalg
ñas familias de los antiguos Suchiches de Tarapoto, y
miendo estos algún asalto de los infieles, pidieron al pa
Plaza que les señalase un sitio cerca de Sarayacu para
blecer en él sus viviendas, pero que fuera un lugar en
mente separado de los indios Panos. El Padre les señalé
tonces un terreno algo reducido, pero que estaba á cubi
de las inundaciones, y á media legua de Sarayacu y i
media legua del Ucayali, dándosele el nombre de Santa
de Belén al pueblo que se fundó en este sitio. Siguió m
mentarse su población, pues en 1850, apesar de haber
currido treinta años de su fundación, sus habitantes
corta diferencia en número igual á los que habian ven
de Cancbahuaya. En 1853 no tenian todavía iglesia, a
á decir verdad, no hacia mucha falta, atendida la proii
dad de Sarayacu, así que rarísimo era el que no oia misa
domingos y dias de fiesta. Deseosos no obstante de tes
iglesia propia, suplicaron al P. Pallares, que entonces
Prefecto, que se la construyera: y accediendo el Padre i
súplica de los neófitos, nombró al P. Calvo para que á f¿
de arquitecto dirigiera las obras y trabajara con ellos; emp
záronse los trabajos que siguieron sin interrupción, log
do en poco tiempo dejar construida una iglesia muy Uní
que si bien pequeña, era no obstante capaz para una poW
cion tres veces mayor de lo que era Santa María de Bel
Como los Padres no podían abandonar su residencia
Sarayacu, no les era posible observar de cerca la condu
de los Suchiches; de lo que resultó que estos se ent
á los excesos de la intemperancia y otros vicios, acarreái
doseles algunas enfermedades, que acabaron en poco tifli
po casi con la mitad de los hombres y algunas mujeres,
biaba un dia de esa mortandad el Prefecto P. Calvo con
Curaca y otros de aquel pueblo, y les dijo: parece qnc
<5aido la maldición del cielo sobre vosotros; siete años
— 99 —
\no mas que estoy á vuestro lado y Belén no es ahora la mi-
liad de cuando vine; fúeles nombrando uno á uno los difun-
I tos que habia habido desde su llegada, que igualaban casi
•en número á los que quedaban vivos; añadiéndoles, que él
fera de parecer que abandonasen un sitio que tan mal les
correspondia y se fueran á vivir á Sarayacu, donde estarían
; mejor asistidos, á lo menos en cuanto á lo espiritual; pues
!ya sabian ellos que habian muerto algunos sin confesión,
[por no haber avisado con tiempo á los Padres, como se les
f tenia encargado. Contestáronle que consultarían con los del
[pueblo su proposición, y pasados algunos dias, se presenta-
í ron en Sarayacu formados en procesión llevando la imagen
' de la Virgen Santísima, las campanas y demás cosas perte-
necientes á la iglesia; señalóles entonces el P. Calvo el sitio
llamado de la Paccha ó Paecha para que fabricaran allí sus
casas, quedando de este modo deshabitado el pueblo de
; Belén.
I Una de las ideas mas constantes del P. Calvo, habia sido
ver si podia descubrir algún camino desde Sarayacu á
Ocopa, por el cual se pudiesen dirigir los Padres misioneros
sin esponerse cada vez á los gravísimos peligros que ofrecía
la navegación del Huallaga, como repetidas veces hemos
dicho. Antiguamente se dirigían los Padres por el rio Pa-
chitea, pero esa travesía desde largo tiempo se habia aban-
donado, por creerse que los gastos que importaban los
viajes eran mas crecidos que por el Huallaga. Quiso desen-
gañarse el P. Calvo, y habiendo formado un presupuesto
I aproximado de lo que por ambas travesías se podía gastar,
I se convenció de que el viaje por el Pachitea probablemente
seria tanto 6 mas económico que por el Huallaga; y que aun
cuando no fuera así, el corto aumento que debiera exigir,
quedaría de sobras compensado con la mayor seguridad que
navegando por este rio se obtendría. Para cerciorarse mas
en sus cálculos, determinó emprender un viaje de esplora-
cion por el Pachitea, sin detenerse ante el peligro de encon-
trar los antropófagos Caschibos; pues francamente prefería
— 100 —
sufrir la muerte á manos de esos infieles, á perecer ahogd
en los precipicios del Huallaga. ^
Al efecto, principió á hacer los acopios necesarios pan
la larga y costosa espedicion que iba á emprender, ya qf
estaba resuelto á buscar á todo trance el antiguo camiiu)di
Mayro al Pozuzo, á la sazón completamente perdido m ti
espesuras del bosque. Terminados todos los preparatiYos,^
puso en camino el dia 7 de Junio de 1857, saliendo de San
yacu en compañía del P. Martinez, que como seguía e
mo, trató de aprovechar esta ocasión para regresar al O
gio de Ocopa. Ignorantes de los sitios que debían atravesé
de las fuerzas de los Caschibos que pudieran sorprende
admitió gustoso el P. Calvo el ofrecimiento que el go
dor de Sarayacu D. José Antonio Iriarte y dos compañ
suyos le hicieron de acompañarle en su espedicion; p
provistos de armas de fuego como estos señores iban,
seria muy fácil defenderse en caso de alguna acometí
Afortunadamente, empero, este caso no llegó, y las
que llevaban para su defensa, no debieron emplearlas
que en la caza que con abundancia sin igual encontraron
su camino. Una pequeña escuadra compuesta de ocho
y una lancha, tripuladas por unos cincuenta hombres, í»
maba la espedicion, habiendo creído necesario reunir (S
número por el temor que inspiraban los Caschibos; aunqm
después de conocido el terreno, se vio que no eran necesi
rías tantas precauciones, pues otros viajes hizo el mismo
dre Calvo por aquel rio con solos catorce hombres, sin
rimentar ningún contratiempo. Durante la travesía t
los espedicionarios ocupaban su embarcación al rayar el
ba, navegando hasta las diez, hora en que saltaban en ti
para preparar el almuerzo; siendo cosa de admirar, que
en dos horas que se detenían, les sobraba tiempo para bi
car la comida, bien fuese por medio de la caza ó de la
y aderezarla después; pareciéndoles en cierto modo que
daban como los Israelitas por el desierto, cogiendo el
que les llovía del cielo; pues no podia compararse á
— 101 —
cosa la suma facilidad con que se proporcionaban alimentos
para tanta gente.
Diez y ocho dias hacia ya que subian por el Ucayali,
cuando llegaron á la desembocadura del Pachitea; en este
sitio les salieron al encuentro los Cunibos; haciéndoles
grandes demostraciones de afecto y amistad, y agasajándo-
les á su manera, les llenaron las canoas de plátanos, que es
el alimento pricipal de aquellas gentes. Con estas prbvisio-
nes muy útiles y necesariafe para proseguir el viaje, entra-
ron llenos de contento y alegría al dicho rio; diez ó doce
dias iban ya navegando por este hermoso rio sin haber ^is-
to todavía un solo Caschibo, de modo que solo conocian ser
habitado aquel país por las huellas que veian impresas en
las playas, ün dia empero, cuando estaban ocupados los
viajeros en preparar la comida, oyeron gritos horribles que
parecian salir de entre los árboles de la orilla opuesta; sin
detenerse mas tiempo que el preciso para poner en salvo
los efectos que tenían en la* playa, se dirigieron hacia el si-
tio donde se oian las voces, aunque sin dejar nunca la mar-
gen del rio en la que estaban; la espesura del bosque les
impedía distinguir ningún ser humano, hasta que perdido
algún tanto el temor, se dejaron ver cuatro ó cinco Caschi-
bos. Como el P. Calvo y los que le acompañaban ignoraban
el idioma de aquellos infieles, no pudieron hacer otra cosa
que proponerles por medio de señas, la paz y amistad; com-
prendieron los Caschíbos lo que estas señales significaban,
y manifestaron aceptar la amistad que se les proponía. Para
no asustarles si pasaba toda la gente á la otra parte del río,
dispuso el P. Calvo que lo atravesara únicamente una canoa
con cinco hombres, empero los bravos Caschíbos al ver que
que los de la espedícion se dirigían hacía ellos, emprendie-
ron la fuga internándose en el bosque y cesando en su gri-
tería. Frustrados con esto los deseos del P. Calvo, prosiguió
este su marcha, mas al poco rato volvieron á aparecer los in-
fieles, haciendo las mismas demostraciones de amistad que
antes; pero como tampoco se pudo lograr de ellos otra cosa,
— 102 —
á la tercera vez les dejaron con sus gritos y demostraci
conociendo ser inútil toda tentativa paifa entrar en relaó
nes con ellos; y prosiguiendo la navegación por el P
tea, al cabo de otros diez ó doce dias, llegaron felizmaite
deseado Mayro.
Escaseaban ya á los espedicionaríos las provisiones
plátanos, harina de yuca y aguardiente, siéndoles por
siguiente preciso no perder el tiempo; y así fué, que
biendo descansado no mas que un dia, dieron principio
de luego á las esploraciones necesarias para encontrar
antiguo camino, que debia conducirles por tierra hasta
Pozuzo. La prodigiosa vegetación de aquellas montañas
habia obstruido empero de tal suerte, que ni aun los íb
ancianos que lo habian recorrido varias veces en com
del P. Plaza, pudieron conocer por donde pasaba. Erran
por aquellos bos(jues en que solo se descubre la tierra q
se pisa, se enredaron de tal manera, que después de
dias empleados en inútiles investigaciones, tuvieron
desistir de sus intentos y regresar al punto de donde hab
salido, siguiendo las señales que habian puesto, para no
traviarse en la espesura del monte. Desconsolados al ver
mo se habian frustrado sus planes, volvieron á embarcan^
y como bajando por el rio se adelanta el triple que cuaixSí
se navega contra corriente, á los tres dias se hallaban otn
vez en el sitio donde á la ida les salieron al encuentro la
Caschibos. Mas animosos que entonces estos infieles, sepifr
sentaron nuevamente á la playa cuatro de ellos sin armas j
á cuerpo descubierto; y levantando la mano, mostraron uia
Conchita redonda, en señal de paz. Por las señas que hic2^
ron y por alguna espresion que pudieron entender los coíií«
pañeros del R. P. Calvo, comprendieron que los CascMbd
decian, que si prometian no matarles, se harían amigos. il
oir esto, saltaron en tierra los peones que iban en nnaca*
noa, y tras ellos el P. Calvo con toda la comitiva; y ts*
vez en tierra, se abrazaron afectuosamente con los infielfl^
teniendo entonces ocasión de conocer que no era tanta si
— 103 —
como se ponderaba. En efecto, el solo nombre de
Silibo, cuya palabra significa, vampiro ó chupador de
^e, hacia estremecer á todos los infieles, y hé aquí que
inces veian que con solo acercarse á ellos aquella pe-
fia comitiva, perdian el color y temblaban de pies á ca-
1 • Para inspirarles confianza, tanto el gobernador como
^ Calvo, les regalaron varias bugerías que ellos apre-
t mucho, como anzuelos, agujas, cascabeles, chaquiras,
hillos, etc., etc.; los peones les regalaron sus calzones
os, siendo cosa de risa al ponérselos; pues como nunca
ian usado otro vestido que el que les dio la naturaleza,
creyeron que puestos los calzones se les habian de pegar
iuerpo; pero sucedió naturalmente, que poniéndose áan-
p se les escurrieron hasta los pies, siendo preciso ens©^-
les el modo de atárselos con una cuerda.
Después de haberse detenido un poco con aquella gente,
L Calvo y los que le acompañaban prosiguieron su viaje,
^ndo después de ocho dias á Sarayacu, con el sentimiento
ao haber podido realizar el objeto que se propusieron.
GAPITOLO XVI
Nnevoa viajes del P- Oalvo j éxito que tavieron
Poco satisfactorios eran por cierto, los resultados ds
primera espedicion del P. Calvo en busca del deseado
no del Mayro al Pozuzo, pero como era tanta la utilidad
de su descubrimiento se debia seguir, así á los Misione
Ocopa como al gobierno de la República, para poder
blecer mas fácilmente sus comunicaciones con el nuevo
partamento de Loreto, mediante la navegación al vapor
aquellos caudalosos rios, aquel infatigable Misionero,
de emprender una segunda espedicion para ver si seria
afortunado que en la primera. Hizo con ¡este fin los pi
rativos indispensables, y en 25 de Mayo de 1858 salió
Sarayacu en compañía del P. Martínez que seguía aun
fermo. Los accidentes de este viaje fueron muy parecid
los del anterior y el único resultado que produjo, fué el
engañarse completamente el P. mencionado de la posí
dad de hallar el deseado derrotero, buscándolo desde
Mayro; y quedándoles solo la esperanza de encontrarlo, á
hacia la esploracion en sentido inverso, es decir, buscáni
desde el Pozuzo. Sin desanimarse, pues, ni desistir de
proyectos, aunque había poderosos motivos para d
del éxito, tomó la vuelta para Sarayacu á donde llegó el
19 de Agosto.
Si graves habían sido las dificultades con que trope:
t_ 105 —
. referido en sus dos espediciones por el rio Mayro, no eran
tenores las que debian esperarse, en su proyectado viaje
^r el Pozuzo; eia ante todo preciso surcar una vez más las
ligrosísimas corrientes del Huallaga, cuando estaba ya
ra acabarse la estación del verano, único tiempo en que
como hemos dicho es dable navegar por aquel rio; y por
¡rtra parte, aun cuando se saliera de Sarayacu á mediados de
ígosto, era casi imposible poder llegar al Pozuzo antes de fi-
lies de Octubre, tiempo en que principia la estación de las
aguas, que en aquel país caen á torrentes y sin interrupción
por espacio de muchos diás. Otros impedimentos se repre-
bentaban al mismo P. Calvo, que los acontecimientos proba-
ron no ser imaginarios; pero apesar de tantas razones capaces
Ée hacerle vacilar en la realización de su empresa, no quiso
este Misionero retroceder de sus intentos, formando la reso-
lución de acometer á costa suya, todas las dificultades que
se le presentaran.
Sin mas descanso que el de seis dias después de su He-
lgada del Mayro, salió por tercera vez de Sarayacu dirigién-
dose hacia el Huallaga en compañía del P. Martínez, que no
había curado aun de sus dolencias. Quisieron acompañarle
también ocho indios de Sarayacu, cuya compañía le fué úti-
lísima durante todo su viaje, y habiendo llegado al pueblo
de Chasuta, pidió además al gobernador cuatro hombres
prácticos de los peligros del Huallaga, con cuya ayuda lle-
igaron sin contratiempo al puerto de Tinceo-Maria. Sin pér-
pdiaa de tiempo se pusieron en marcha para la ciudad de
jHuánuco, á donde llegaron el cuatro de Octubre, habiendo
; recorrido esta distancia parte á pié y parte á caballo. En
íHuánuco viéronse precisados á detenerse por espacio de diez
[dias, que después les hicieron mucha falta, saliendo el ca-
¡torce para el Pozuzo, mientras el P. Martínez se dirigía á
I Ocopa para curarse de sus males. A causa de algunas demo-
I tas que fueron precisas para allegar provisiones en los pue-
* blos de Panáo, Chaclla y Muña, no pudo entrar el otro Pa-
dre en el Pozuzo hasta el primero de noviembre; y aun que
— 106 —
llevaba la correspondiente caballería para atravesar la
tancia que le separaba 'de este rio, fuéle preciso rece
pié desde Muña, por la falta absoluta de caminos,
merecia este nombre, el que entonces no era mas q
continuo despeñadero, por el que hubiera sido te
empeñarse en pasar montado. Aquella primera tarde,
pues de su salida, fué tal el aguacero que les descargó,
por la noche temian verse arrastrados por las aguas
las corrientes del Pozuzo.
En la orilla izquierda de aquel rio, que era la que
guia la comitiva, no se encontraba mas que una mala
za en que habitaban dos familias poco numerosas, no
do otros recursos que unas pocas aragachas; masabund
provisiones hubieran podido encontrarse en la orilla opu<
pero la plata con que contaba el P. Misionero era muy
y habríale sido muy duro tener que pagar en la mo:
un peso por cada racimo de plátanos, y otro por cada
ba de maíz; así que limitóse á comprar lo estrictamente
cesario para su sustento y el de los que le acompañaban.
Era aquella vez la primera que el Padre navegaba por
Pozuzo, y no dejó de imponerle al ver los elevados
que debia atravesar, cubiertos de corpulentos árboles y
una maleza de bejucos y palos caidos que impedian dar
paso seguro. Nada empero de esto le detuvo, sino que al
siguiente, hizo que pasaran el rio siete hombres de te
Sarayacu que le acompañaban, junto con otros cuatro
Chaclla conocedores de aquellos cerros, que habia pedido
Subprcfecto de Huánuco; quien no solo los concedió gust^
sino que sin pedirle nada mas le entregó cuarenta
para gastos de la expedición, conociendo las grandes ti
jas que de ella habian de resultar en beneficio de la Be
blica, y en especial de aquel departamento. Estos once
bres decididos á llegar al Mayro, perdieron no obstante
esperanzas de conseguirlo, y cuando el P. los esperaba
regreso á los seis ó siete dias, tardaron diez y siete en
ficarlo, habiendo padecido los mayores trabajos, en
^ — 107 —
las vueltas y revueltas, sin haber podido conseguir el fin
\e se habían propuesto. Durante su prolongada ausencia
f P. Calvo que habia quedado en el Pozuzo, se hallaba do-
bado de la tristeza, temiendo un fin desgraciado para sus
pipañeros. ¿Quién sabe, pensaba,-si se habrán metido en
^n laberinto de donde no podrán salir? ¿Si habrán queri-
í pasar algún rio y se los habrá llevado la corriente? ¿Si
ibrán sido devorados por los tigres? Lleno de melancolía y
npado en estas tristes reflexiones, se hallaba casi sin es-
tanza de que volviesen los ausentes, cuando de repente
Irecióle oir voces á la otra parte del rio; lleno de alegría
^ó á la orilla y tuvo la satisfacción de ver á sus compa-
bos sanos y salvos; y aunque llenos de desaliento, por es-
pr convencidos, sin ningún género de duda, de no poder
íguir adelante en su empresa, ya que no se presentaba me-
ló de pasar hasta el Mayro, Sucedía esto en 18 de Noviem-
to, época may adelantada y en que los aguaceros eran es-
mtosos, no conviniendo por consiguiente perder momento
Kxmo sin tomar una resolución definitiva de lo que en
pellas circunstancias se debia practicar. Preguntó el Pa-
teálos indios, si ya que nada hablan podido descubrir,
sabían oido á lo menos ruido de aguas hacia alguna parte,
lo que contestaron que sí, que desde un cerro muy eléva-
lo lo oyeron; y pareciéndoles que no estaba muy lejos, su-
áeron á un árbol, desde donde descubrieron grandes pam-
jfts á su izquierda, hacia donde creian que se dirigían las
ifuas. No quiso oir mas el Padre, pues con esta relación
uve lo bastante para convencerse de que el rumor de las
púas que oyeron los indios, no podia venir de otra parte
jue del mismo Mayro.
I Lleno de confianza con este descubrimiento, solo trató
1^ de prevenir las dificultades que los indios le pudieran
líponer; y al efecto, llamando aparte al que hacia de capataz,
p dijo; supongo que vosotros desearéis volveros á Sarayacu,
po es verdad?: claro está que sí, le contestó. Pues bien, ¿por
íónde queréis pasar? replicó el Padre, ¿por el Huallaga, ó
1
— 108 —
por el Mayro?: por el Mayro contestó; pues á pesar dftí
aquellos indios son una especie de anfibios, U^^ron á
cebir un gran temor á las furias del Huallaga, a
dos como estaban á la mansedumbre del Ucayali. El P,
no deseaba sino obtened esta contestación, le dijo: pre
pues esta tarde, porque mañana pasaremos el rio. Paia
sarlo, empero, no tenian mas que una pequeña canot
una ventana hacia popa, de media vara en cuadro; y
tan desvencijada, que le era absolutamente necesaiii
buena reparación; pero como no habia allí instrumenl
madera á propósito, limitáronse á d<*shacer un cajón
aprovechar una de sus tablas, con los mismos delgadi
vos que contenia, sirviéndoles de brea, un pedazo de
vaca que por casualidad llevaban. Hechos los pre
necesarios, al día siguiente, que era el 19 de Novi
pasaron el Pozuzo un poco mas abajo de su confluem
el Huancabamba, y aunque la corriente era impetuosa,
cias á Dios, ningún percance sufrieron. Lu^o de
rio principiaron ya á subir por un cerro muy em
pero como después tuvieron que bajarlo para atraví
arroyo llamado Sisu, en todo el dia no recorrieron m
recta mas distancia que la de un tiro de fusil. El dia
drugaron, y hecha candela para preparar el desayuno^
sieron á hervir un poco de maíz; eran entonces nueve
sonas las que formaban la comitiva; pues aunque en
zuzo se les habia juntado un indio que quiso seguirles
conocer la montaña, no cayendo el pobre en la cu
lo que iba á padecer en cambio, en el reconocimiento
hace poco hemos hablado, huyeron dos sarayaquinos,
espantados de los padecimientos que hablan sufrido,
rieron bajar solos, esponiéndose á ser víctimas délos
chibos ó de los tigres, antes que deshacer el cami
habian hecho. En su fuga se hablan llevado una olla
de de hierro que tenian, no quedando á sus com
mas que una, tan pequeña, en que solo cabia comid»
tres personas, sirviéndose de ella los nueve que habí
\.
— 109 —
D, para hervir el maíz que era el único alimento que te-
, tres^dias después de haber salido del Pozuzo.
[concluido el almuerzo, principiaroD á subir un cerro Ha-
ido Monocanca^ en cuya cumbre se estiende una llanura
bo de tres leguas; recorriéronlas el dia 21 que fué el dia
i que mas camino hicieron, llegando hasta las Pampas que
fc indios anteriormente hablan divisado. Pernoctaron en
ILlaquina, puesto que en español significa sitio de la tris-
ba, cuyo nombre le pusieron los indios cuando en el reco-
cimiento, por lo mucho que en él sufrieron; y al dia si-
pente llegaron á lo mas alto del cerro, desde donde los
Idios hablan oido el ruido de las aguas. Allí se confirmó el
jidre en su creencia, de que aquellas eran las del Mayro; y
lelantando por la llanura, tomaron la dirección que pare-
kn llevar las dichas aguas, prosiguiendo su marcha hasta
bas dos le^as del rio, en cuyo punto por habérseles he-
lio ya muy tarde debieron pasar la noche, dejando para el
ía siguiente el descenso de la montaña y el paso del rio.
[ Corría el Mayro encajonado entre cerros, y como Uovia
m cesar, las aguas üenaban el cauce por completo. El dia
p que el Padre y sus compañeros lo pasaron, amenazaba
ferinas recio el aguacero; por lo cual se apresuraron á ha-
fer ranchos de hojas de palma, para poder descansar si-
tiera por la noche con sosiego. Antes de anochecer decla-
kfee efectivamente la lluvia tan copiosa, que por momentos
mian quedar ahogados; siguió lloviendo del mismo modo el
ia siguiente bástala tarde. Sin poder dar un paso fuera del
che, el Padre se veia asaltado por los pensamientos mas
stes; se les acababa el maíz, único alimento que tenian,
ploraban el sitio que se encontraban y la distancia que les
Bparaba aun del puerto del Mayro, que era el sitio donde
Oüfiaban encontrar algún alivio, y por otra parte aunque
íeian ser el Mayro el rio que tenian á la vista, no obstante no
iau aun de esto una certeza absoluta. Entretanto aclaróse
atmósfera, pero como la corriente era todavía muy impe-
riosa no era posible atravesarla para seguir el viaje por la
— lio —
orilla izquierda; por lo cual el Padre dispuso que se
taran los indios á descubrir paso por la derecha. Vol
á poco rato, diciendo que mas abajo habia un peñasco
tado, que subia desde el mismo rio hasta la cumbre dá
ppo, siendo por consiguiente imposible pasar por allí:
Mo era este de nuevas aflicciones, y no hubo mas
que pasar la noche en el mismo sitio. Como en toda aqi
noche no llovió, bajaron considerablemente las aguasa
no obstante eso, no era aun prudente aventurarse á
garlo. El dia 25 amaneció sereno, y después de haber
parado el almuerzo que era igual al de todos los di
atrevieron á hacer la difícil prueba de atravesar el
al efecto entraron en el rio y asiéndo«5e de las raíces
arbustos, que entre las grietas se descubrían , lo
felizmente. Tanto se habían acostumbrado á vencer los
gros, que ya no reparaban en ellos; y mas consolados
este feliz suceso, siguieron bajando por la corriente,
á poca distancia vieron un rancho á la otra parte del
De pronto creyó el Padre que seria de infieles, pero loe
dios que le acompañaban mas conocedores que él en
materia, le digeron: no Padre, eso será que habrán
tado aquí los dos compañeros que dias atrás nos huja
Habia colgado en el rancho un objeto negro y un lio de
pa, y uno de los indios dijo: aquella es mi ropa que la
gitivos se me llevaron. El bulto negro que de lejos hú
distinguido eran dos monos ahumados, que los dos id
tuvieron la precaución de dejar, por si acaso el Padre pi
ba por allí; siete ú ocho dias hacia por lo menos, que
habrían muerto; y como es tan grande la humedad y el (
lor de la montaña, estaban tan llenos de gusanos que di
asco solo el mirarlos; no obstante, como era tan grandí
necesidad que todos sentían, los indios que ya no son
delicados en esta materia, se los comieron sin repugn
mientras que el Padre con una mala escopeta, que e»
único instrumento de caza que le quedaba, después q«
fugitivos se les hablan llevado la cerbetana y el veneno
— 111 —
l^an para la caza, tuvo la fortuna de matar un paugil,
[ue tendría carne como tres gallinas; saciándose y reco-
^ndo sus estenuadas fuerzas con la carne de esta ave, que
|8 muy sabrosa aunque dura.
Dos días les faltaban aun para llegar á las Pampas, y
íomo ignoraban el sitio donde se encontraban y caminaban
pn otra dirección que la del rio solo, en la creencia de que
pese el Mayro, no estaban muy tranquilos sus ánimos.
iJegó por fin el dia 27, y como á las diez de la maña ob-
(Brvaron que la quebrada iba ya ensanchándose; á medio-
Ka, desde un claro que formaba el rio, descubrieron un in-
aenso liorizonte, que no era otro que el que formaban las
Pampas que ya tenian á la vista. Dirigió entonces el Padre
Ri mirada hacia los cerros, y reconoció uno (1) en que ha-
^ia sabido el verano anterior, con cuyo feliz descubrimien-
to se diciparon sus recelos; mas como la tarde estaba ya muy
idelantada, no les fué posible encaminarse aquel mismo dia
[lacia el sendero que en el año último habian hecho. El
iia 28 antes de amanecer pusiéronee en camino y, á unas
tres leguas antes de llegar al puerto^ vieron escelentes pa-
los muy propios para construir una balsa ; y como en el
puerto no los habia, contáronlos en número de diez y siete,
feíbricando tres pequeñas balsas , ya que por las estrechas
dimensiones del rio no era posible navegar en. una balsa
grande. Gracias á este nuevo auxilio, pudieron hacer la úl-
tima parte de su viaje con alguna mayor comodidad, lle-
gando sin contratiempo alguno al deseado puerto del Mayro
aquel mismo dia á las tres de la tarde.
Lo primero que se les presentó á la vista al llegmr al
puerto, fueron los dos fugitivos que estaban allí avergon-
JEados de su cobardía; detúvose un poco á hablarles el Padre
y luego se dirigió á examinar la plantación de plátanos que
labia mandado hacer el año anterior; cuarenta eran los plá-
(I) A que después le pusieron el nombre Cerro de Pilaios, j al rio
W naregaron, el del Tigre.
— 112 —
taños que se habían plantado, y causó á todos suma
el ver que tenían ya veinte y cinco grandes racimos ai
tado de poderse cortar. Los fugitivos para aplacar
tanto el enojo que con razón tendria el Padre contra
le presentaron un enorme racimo de guineos moi
y como era tan estraordinaria la apetencia que todos tci
en pocos minutos fueron acabados; hablan tratado
fugitivos de continuar su viaje al dia siguiente, á cuyo
to se habian construido ya una pequeña balsa, y hecho
visión de monos y algunas aves; pero á causa de la 11«
del Padre, suspendieron la salida, ofreciéndole las
siones que para ellos hatian preparado.
El dia siguiente, lo emplearon en construir con los
que habian cortado, una grande balsa con un espacioso
marote de hojas dé palma, para preservarse del sol y
lluvia; y el 1.° de Diciembre se pusieron otra vez en
no, bendiciendo al Señor que de tantos peligros les
librado. Muy crecido bajaba el Pachitea, y como no d(
salir de la balsa ni aun para cocer los alimentos, pues
bian hecho también provisión de leña, no se detenían
entrada la noche, y así en solo cinco días llegaron al
yali. Descansaron un dia no mas en las primeras casKJ
los Cunibos, á los que el P. Calvo compró una grant
hermosa canoa; merced á la cual, adelantando rápidamí
en su camino, en otros cinco días con sus noches llej
felizmente á Sarayacu.
Si hubiésemos tratado de referir minuciosamente
los acontecimientos, privaciones y molestias de este
viajef nos hubiera sido preciso llenar muchas páginas,
lo que llevamos referido bastará para que el lector pi
formarse una idea del sinnúmero de dificultades que se
nian á la ardua empresa que llevó á cabo el P. Cal?o.
la idea de procurar la gloria de Dios y la considerac¡oi|
las incalculables ventajas, que debian reportar las
de Ocopa y aun todo el Perú, del descubrimiento qne
yectaba, pudo animarle á arrostrar el peligro de los noal
— 113 —
^l)rosidad de los cerros, las mordeduras de los reptiles
énosos y los asaltos de los tigres. Solo aquel pensamien-
d hacia soportar con resignación el dolor que le cau-
ux las espinas que tenia clavadas en las manos y pies,
le dificultaban el andar, pues á veces le chorreaban
gre 7 se le formaban Hagas molestas; las picaduras de
zancudos, mosquitos tábanos y otros insectos; los cam-
3 de clima que le hacian sufrir tan pronto los rayos de
sol abrasador, como un intenso frió; el hambre, la sed,
2na palabra, todas las molestias que imaginarse puedan.
Señor empero por su infinita misericordia, le libró de
os los peligros y le dio fuerzas para sufrir todas estas
rtificaciones.
M— fin
8
_^ <^^.^^¿^AÉ^^>3S^y^^^^^ysSS^A^^.*^^>^^^á^^j>
CAPITAL© Xlfll-
Abertura de una nueva comunicación entre el Jfa jro y el
jr fundación de Cayariya.
Los viajes de que hemos hablado en el capítulo ant
no tenían otro objeto que estudiar tanto el curso de l<s
Pachitea, Pozuzo y Mayro, como la configuración del
no que separa estos dos últimos rios, con el único fin de
nocer si era posible ó no la abertura de un camino que
pusiera en comunicación. Hemos visto como estas inv
clones dieron felices resultados, poniendo de manifiestD
posibilidad de realizarse la empresa proyectada. Poco ó
empero hubieran aprovechado las fatigas y trabajos qne
este fin sufrió el P. Calvo en sus repetidos viajes de expk
ración, si no se hubiese emprendido la abertura del ca
proyectado, mientras se conservaba en la memoria de
el conocimiento de los terrenos que sq debian atravesar.
Con esta mira se dispuso el mismo R. P. á emprender
nuevo viaje al Mayro en 1859, tomando en su com
los indios que eran ya prácticos del país por haberle a
panado en sus viajes anteriores, agregando también ala
mitiva algunos jóvenes; para que en el caso de perderse
nuevo camino que se iba á trazar, como desgraciadanu
habia sucedido con el que anteriormente se abrió, co
varan á lo menos una idea de los cerros y torrentes que
bian atravesarse. Dispuestas al efecto las cosas necesaras]
\ — 115 —
ie^idos treinta hombres, de entre los muchos que se ofre-
íeron, salió de Sarayacu el P. Prefecto expresado á prime-
aos de Junio. En la embocadura del Pachitea hiso provi-
ion de plátano^, como en los viajes anteriores, empezando
fiego á subir por la corriente de aquel rio, en medio del
iontento y satisfacción que manifestaban los indios en su
temblante y en sus chistosas espresiones. Uua sorpresa les
¡guardaba en aquel sitio. En efecto, desde algún tiempo
itrás los Cunibos de Santa Rita, habian trabado amistad con
loft Caschibos de Semueya; y hacia pocos dias que les ha-
pan visitado, participándoles que en breve subiría el Padre
ion mucha gente; que no le temiesen, porque ni el Padre ni
fas peones les harian daño alguno; antes bien si se les mos-
baban amigos, les regalarían herramientas y otras cosas
|ae necesitaban.
I Alegres los Caschibos con estas noticias, desde aquel di a
busieron atalayas para estar en observación del momento en
gue pasara la comitiva, y así fué como al instante én que la
divisaron, comenzó el centinela á dar voces y hacer señas
para que las canoas se acercaran al sitio donde él estaba.
Luego que el P. advirtió estas señales, mandó á los poperos
que tomasen aquella dirección; mas cuando hubieron llega-
do, apesar de que eran cinco los Caschibos allí reunidos, so-
lo uno que era bastante joven, se acercó; abrazáronle el Pa-
dre y lojs sarayaquinos y le dieron herramientas, anzuelos,
agujas, cascabeles y chaquiras, lo que recibió con indecible
contento, retirándose enseguida hacia el monte. Los neófi-
bs entendieron bastante lo que el joven Caschibo les ha-
bló; pues los infieles de aquella comarca, como mas inme-
diatos al ücayali,' tienen en su dialecto muchas espresíones
de la lengua Pana. Cuando iban ya á despedirse, les pidió
que se aguardasen porque al instante regresaría; volvió en
rfecto al poco rato con otro compañero, y habiendo también
este recibido algunos regalos, se internaron ambos otra vez;
de la misma manera se presentaron otros hasta el número
de doce, pero siempre de uno en uno acompañados del pri-
— 116 —
mero. Los neófitos sarayaquinos se internaron tamhkB
,el monte, y siguiendo una especie de camino que encod
ron, recogieron algunos arcos, flechas y macanas, áa
los Caschibós les hicieran ninguna oposición. Cuand»
viajeros se pusieron otra vez en camino, tres de aquelki
fieles que por allí habian quedado, les preguntaron
volverían á pasar, y les encargaron que no se de
en la quebrada que encontrarían mas arríba, porque
hitaban hombres malos que les quitarían la vida; no
mos si dieron este aviso por caridad ó por el deseo
otros no participaran de los regalos que ellos habi
cibido.
Despidiéronse por último y, hasta que pudieron t
los espedicionaríos á la vista, permanecieron en gran
ro en la playa, pareciendo de lejos que habian salido
bien las mujeres y niños, de los que antes m uno habí
recido; sin duda por temor de ser robados. Siete dias
después de este encuentro, que el P. y sus compañe
montaban el Pachitea, cuando otra vez oyeron voces
recidas á las que habian dado los Caschibós, preci
en el mismo punto en que en ei año anterior habian
do, por vez prímera, amistad con ellos; dirígieron hi
noas al sitio donde los salvajes se encontraban, y coi
tos por el conocimiento que ya tenian con el Padre,
mostraban tan esquivos como los anteriormente en
dos, se lanzaron en tropel á las canoas, abrazándose
Padre y los sarayaquinos; y no contentos con los
que aquel les hacia, tomaban por sí mismos todo lo q
venia á la mano, de suerte que hasta el anafre se le Q
ron; mas considerando el P. que muchas de las co^
querían llevarse, como los remos, ollas de hierro e
eran de suma necesidad para seguir su marcha, no
tió que lo tocasen; mas ellos entonces decían, que si
daban aquellas cosas, ¿á qué fin querían hacerse ami,
yos? Deseando entonces el Padre zafarse de aquella
sin razón, mandó á los neófitos que entrasen en las
— 117 —
' dio la señal de marcha; pero hé aquí que cuando estaban
^la mitad del rio, los infieles la emprendieron á pedradas
bntra ellos; así correspondieron á las mercedes que les ha-
lan hecho y no es fácil concebir de que modo hubieran po-
ido despedir al Padre misionero, sí en vez de agasajarles
bs hubiese hostilizado. Mientras tanto que este seguía su
imrcha, y hasta que le perdieron de vista, no cesaron de
íroferir horribles gritos, que sin duda serian maldiciones
\ae le echaban, por no haberles permitido llevar lo que él
¡Biato necesitaba. Estos infieles parece que no eran Caschi-
^, sino los que el P. Sobreviela designa con el nombre de^
garapachos ó Amages.
Con estos encuentros, á falta de otra cosa, se lograba á
lo menos que los Caschibos fueran perdiendo su nativa fero-
tídad, y los neófitos el temor cerval que les tenian. Entre-
tanto á los quince dias de haber salido la espedicion del
Pcayali, llegó al puerto del Mayro y, después de haber em-
l^leado un dia en cazar y pescar, principiaron los espedicio-
narios á abrir el sendero que debía conducirles al Pozuzo.
Mil dificultades se presentaban también esta vez á semejan-
te obra, pues los cerros y quebradas que debian atravesarse
formaban un laberinto, y como la vista no alcanzaba á larga
distancia por la altura y espesor de los árboles, no era posi-
ble formar un camino recto; solo en años posteriores, ha-
íbiendo el Gobierno hecho estudiar científicamente aquellos
(sitios por una comisión, de la que el P. Calvo formaba par-
Ite, se pudo abrir un camino en regla, cuya ostensión no pa-
saba de nueve leguas, siendo así que el primero que se
construyó, del cual ahora estamos hablando, solo podía re-
rcorrerse en cinco dias. Llegó por fin el P. Prefecto al Po-
2UZ0, no sin haber padecido algunos trabajos, aunque en
i nada comparables á los del viaje anterior; un dia no mas
descansó en este punto, dirigiéndose en seguida hacia la
' tóudad de Huánuco. Entusiasmados los habitantes de esta
i ciudad con las noticias que se tenian de aquel Padre misio-
nero, sintieron dispertárseles el deseo de nuevos descubrí-
— 118 —
mientos, concibiendo el proyecto de buscar un camino
ta el Pachitea, sin necesidad de tocar en el Mayro ni
Pozuzo; á este efecto en el ano siguiente armaron dos
diciones que se dirigieron por distintos rumbos, pero
regresaron después de mü penalidades^ con el deseí
ser imposible la realización del proyecto que medil
Desde Huánuco se dirigió el Padre al Cerro de Pasco,|
cuya capital produjo su llegada el mismo povimienta
en Huánuco. El Sr. Prefecto y otras personas notabk
la ciudad, determinaron armar también una pequeña
dicion con el objeto de descubrir el ria Palcazu, que
continuación del Pachitea un poco mas arriba del p
del Mayro, siendo el fin de este descubrimiento poder
la Ciudad del Cerro, un puerto distinto de Huánuco.
espedicion, nó obstante, no fué mas afortunada quelas<
dos, pues los que la dirigian solo pudieron dar cuenl
haber llegado á un rio que creian ser el Palcazu; ai
realmente no era así, pues el rio que encontraron
Chuchurras, del que hablaremos después.
Desde el Cerro, dirigióse el P. á Ocopa, donde d(
algunos dias, regresando después á las misiones; y coi
tonces había en ellas bastante falta de sacerdotes,
guió le acompañaran los PP. Fr. Manuel Vargas y Fr.
M. Batellas. Al llegar otra vez al Cerro, de vuelta de
pa, lo primero que le dijo el Sr. Prefecto, fué suplicarle|
en el año próximo hiciera una nueva espedicion, á lo
accedió el Padre, entregando dicho Prefecto al síndi(
las misiones D. Hilario Parra doscientos pesos, que se
bian recojido para gastos de la misma. En esta ocasi(
introdujo el P. en el Pozuzo por un nuevo camino qt
había hecho por el rio Marcan, pero fué la única vei
pudo atravesarlo; porque debió abandonarse muy pi
los grandes derrumbos que contiiyiamente ocurrían,
pues de haber agasajado á los indios con algunos
que bien se habían merecido, tuvo el Padre la satis&í
de dejar terminado un espacioso camino, hasta la mil
— 119 —
distancia que separa el Pozuzo del Mayro, para cuyos
tos le ausilió con cincuenta pesos el Prefecto del depár-
ente, y tras una corta detención en el último de dichos
, se embarcó de regreso al Ucayali.
La inauguración de este camino tan deseado, no era el
hiico suceso importante que se realizó durante aquel año
las misiones; por aquel mismo tiempo se dio también
cipio á la fundación de un pueblo al cual se dio el nom-
de Cayariya. Tiempo hacia que las misiones estaban co-
o estacionadas por falta de personal, y de recursos pecu-
rios; pero en 1859 con el aumento que habia tenido la
unidad de Ocopa, pudieron salir algunos Padres á las
isiones, reuniéndose cinco de ellos en el Ucayali. Contan-
con su ayuda, propúsoles el Padre Prefecto la fundación
Be un pueblo, con el objeto principal de impedir desde el
faiismo las incesantes correrías que hacen los infieles de
Iquellas comarcas á las otras tribus, que pueblan las mar-
¡penes del Ucayali y de los rios que le son tributarios; y ha-
biéndoles merecido aprobación unánime su proyecto, ya no
be trató de otra cosa que de buscar el local mas apro-
Ipóato para la fundación. El primero en que se pensó, fué
uno de los que se encuentran á orillas del Tamaya (quebra-
da de Maní), pues los Sacayas que habitaban por aquellos
contomos, eran de los que con mucha frecuencia, veían
caer sus mujeres y niños en manos de los infieles; con el
objeto de atender á su seguridad, habia ya ideado esta fun-
dación en el año anterior el P. Prefecto; y comunicando sus
planes á los Cunibos que habitaban en las desembocaduras
del Pachitea, quienes se mostraron dispuestos á acceder á
BUS deseos, ofreciéndose á vivir con los cristianos en un si-
tio que le indicaron, muy apropósito para sus fines. Para no
perder pues la favorable ocasión que entonces se ofrecía,
4 su regreso del Mayro, dicho P. no hizo mas que descansar
algunos dias, saliendo luego en dirección al Tamaya para
inspeccionar detenidamente el terreno. Acompañáronle en
esta espedicion algunos Cunibos, y después de tres dias de
— 120 —
subir por el rio, le indicaron, como sitio apropósito
fundar el pueblo, precisamente un terreno que estak
todo inundado; ignoraba el Padre que aquellos terre
dieran inundarse tan fácilmente y no pudo menos de
ñar, que conociendo los Cunibos, sitios mas aparenta i!
que no llegaban los desbordes del rio, no se los hu
manifestado; j si, tan solamente aquel que tan poco se
taba, para el establecimiento de una población. Cm
sospechó que los Cunibos no tenian verdadero
hacerse cristianos, sino únicamente de sacarle las
mientas que pudiesen, por lo cual determinó regresará
rayacu, no habiendo quedado muy satisfecho de los
tados de su viaje. Al pasar por el sitio en que hoy está
yariya, hospedóse en la choza de un Schipibo
Santiago y le preguntó, si en la quebrada que allí
caba, habitaban muchos Remos; y como contestase q
volvió el Padre á preguntarle si se encontrarían por »
líos alrededores sitios convenientes para formar un p
con los terrenos necesarios para establecer buenas chi
á lo cual también le contestó afirmativamente; añ
que él mismo tenia una, un poco apartada de allí,
correspondiente casa para cuando se inundaban las li
delUcayali, y ofreciéndose á enseñársela al dia siguieiiií|
quería acompañarle. Aceptó el P. su invitación, y al diaj
guiente se embarcó navegando por la quebrada hasta)
cuatro de la tarde, poco mas ó menos, en que llegaron íi
chácara; enseñóle el Schipibo todo lo que tenia, yaldiaj
guiente recorrieron los bosques que habia al rededor dej
casa. Gustóle mucho al Padre todo cuanto vma; y tomafll
de las herramientas que traia consigo algunas hachas, H
chotes, cuchillos y otros instrumentos análogos, los i^
al Schipibo para que él y sus parientes pudieran roztf
gran chácara y plantar plátanos y yuca, á fin de que»
tara este alimento, el principal de la montaña, á los
dores de la nueva población; después de lo cual regí
P. Prefecto á Sarayacu, mas satisfecho que de su esc
al Tamaya.
— 121 —
I Como á la sazón estaba este Padre comprometido con el
^Bor Prefecto del Cerro para buscar un medio de comuni-
cación con el Palcazu, según llevamos dicho mas arriba, no
b fué posible comenzar por de pronto los trabajos de fun-
iacion de Cayariya, debiendo suspenderlos hasta su regre-
BO del Palcazu. Cuando lo hubo verificado, pasó en seguida
il sitio donde debia formarse la población; y viendo que
ktuii no habian sembrado la chácara, instó á los Schipibos
míe allí se encontraban á que la sembraran cuanto antes,
encargándoles al propio tiempo que* pasados dos meses, ó
pos lunas como dicen ellos, bajasen cuatro ó cinco hombres
|( buscarle á Sarayacu. Cumpliéronlo así puntualmente, y
haciéndose el P. Calvo acompañar por otros diez hombres
!de Sarayacu, se puso en camino á mediados de Noviembre.
¡Doce dias emplearon en la navegación, y luego de haber
iJlegado, empezaron á construir una pequeña casa, cuyas
, paredes eran de caña brava y el techo de hojas de palma,
para habitación del Padre; y una vez concluida, los saraya-
quinos regresaron á su pueblo, quedando el Padre con cua-
tro familias cristianas que habian acudido para establecer-
Be en la nueva población, además de veinte familias de
Schipibos, mientras iban llegando poco á poco unas doce
familias mas, procedentes de Tierrablanca y Santa Catali-
na. Aquel invierno, que entonces empezaba, fué muy lluvio-
so, y los indios no pudieron formar sino unos pequeños ran-
<5hos, donde poder albergarse y ponerse á cubierto de los
aguaceros. Aproximábase entretanto la cuaresma del año
sesenta, y como los Padres recien venidos de Ocopa no se
hallaban bien instruidos todavía en la lengua del país, el
P. Prefecto Calvo tuvo que regresar á Sarayacu para hacer
cumplir el precepto pascual á los fieles allí reunidos, que-
dando en el nuevo pueblo durante su ausencia, el P. Buen^
ventura Comellas. A su regreso en 1860, trató de construir
TO convento formal, consiguiendo verificarlo con la ayuda
de las 21 familias de Schipibos, de que únicamente consta-
ba el pueblo. Dándoles luego el término de un año para tra-
— 122 —
bajar y mejorar sus chácaras, logróse también constmif
hermosa iglesia, que atendidas sus proporciones no
igual en aquel país, ni quizá en todo el departamento
Loreto. ¡Lástima que estos dos edificios que tantos d(
costaron á los Padres misioneros, en especial á los PF.
nació M. Sans y Vicente Calvo, tan frecuentemente «i
y anterior capítulo mencionado, se hallen próximos i
derse, y aun toda la población, por los obstáculos que il
menos indirectamente han suscitado algunos Gobemadc
y por las otras causas, de que hicimos ya mención al
de la decadencia de las misiones. A mas de los Schipt
que como llevamos dicho abandonaron la población,
á las intrigas de un viajero, perdiéronse también ciento
tenta Bemos de ambos sexos que se hablan presentado
P. Fr. Manuel Vargas, quedándose muchos de ellos á
reunidos en el sitio llamado Pamaya. Como algunos coi
ciantes no cesaban de inspirar á los Schipibos máximas i
tra los Padres, y pedirles muchachos en cambio de haí!
y machetes; estos infieles, perdido el poco respeto que
quedaba á los Misioneros, se juntaron en número swpeá.
los Remos y les dieron varias acometidas, retirándose
pocos que pudieron escapar de sus manos al interior del
yuya, sin que hasta ahora haya podido averiguarse sa
radero. A causa de estofe percances, Cayariya, podemos
cir que nació herida de muerte, y todo induce á temer
cuanto antes quedará enteramente destruida, frustránc
los planes que en su fundación los Padres se habian
puesto.
\Ju¿r>
aAPITOL©> Xlf III.
MoJeBÜBS que Bufrieron los Padres por parte del Gobernador.
~-E2[ploraeion del Palcazn, por el P- Oalro^
Hemos señalado ya en otra parte, como uno de los obs-
Itácnlos que dificultan el progreso de las misiones de Ocopa,
lia conducta observada por algunas de las autoridades que
jd Gobierno de la República envia á los países en que traba-
íjan los Misioneros. En efecto, para que estos puedan con-
[servar el ascendiente necesario sobre los neófitos, se requie-
|re naturalmente, que sean respetados y tratados con la dig-
¡nidad que se merecen, por todos; pero principalmente por
laquellos que ejercen autoridad ó cargo público. Mas los Go-
' bemadores no siempre han sabido hacerlo así, sin tener en
cuenta que desprestigiando la autoridad de los Religiosos,
indirectamente labran la ruina de la suya.
Hallábase en Sarayacu por la cuaresma de 1860 el Padre
Fr. Manuel Bargas, natural de Huanta, á quien como mas
iinstruido en la lengua quichoa, juzgó el Padre Prefecto de
las misiones como el mas apropósito para encargarle la predi-
cación al pueblo en los Domingos. Hizo, pues, un dia un ser-
món sobre el amor á Dios, y queriendo probar á sus oyentes
que el verdadero amor consiste en cumplir los mandamien-
tos, les dijo: que si observaban la Doctrina que los Padres
les enseñaban, no vivirían tan descuidados de su salvación;
añadiéndoles que no siguieran los malos consejos que mu-
— 124 —
chos de los blancos les daban, pues de lo contrario se
tarian del cumplimiento de sus deberes de cristiant),
consejeros y aconsejados no se arrepentían, serian cas
dos con las penas del infierno. A esto se reduce en
palabras el sermón que les predicó, en el cual como i
mera vista se echa de ver, nada habia que pudiera
rarse. El Gobernador, aquel Domingo no asistió á la
pero si su amiga, la cual al llegar á su casa le contó q
Padre predicador habia dicho en su sermón, que los
á nadie debían obedecer sino á los Padres, y que todi
blancos que iban al Ucayali eran unos demonios que i
arder en los infiernos; de este modo tan indigno cal
aquella mujer al Misionero. El Gobernador que ya no
los mas adictos á los Padres, prorumpió en voces deseo:
sadas y amenazadoras que oian estos desde su convento,
co distante de la casa que aquel habitaba. Enterado d
dre Calvo de lo que pasaba, envió á dicho Gobernad*
oficio cuyo contenido era el siguiente:
«He sabido que la mujer que tiene V. en su com
«ha informado siniestramente de lo que ha predicado el
«dre Bargas y sin duda á consecuencia de estos informe^^
«han proferido amenazas, que nosotros mismos hemos
«de quitarnos la vida de un pistoletazo. En su vista su
«á V. se digne señalar un sitio, ya sea en su casa ó en n
«tro convento, donde podamos tener una entrevista
«aclarar la verdad del suceso; pues no me parece confa
«que las dos autoridades, eclesiástica y civil, estén d
«das, por ser cosa contraria al buen régimen y direccioB
«estos pueblos. Dios guarde, etc.»
No quiso el Gobernador contestar por escrito á esta
municacion, limitándose tan solo á devolver la carpetij
Padre, como prueba de haberla recibido, y á dedrie
medio del portador que designaba la casa del Gobierno
ra la entrevista solicitada. Acudieron entonces á elli
tres Padres que se hallaban en Sarayacu, á saber: el
Prefecto Calvo, el P. Bargas y el P. Guiu, y puestos en
— 125 —
lencia del Grobemador, le preguntó el P. Calvo ¿cuáles eran
bs quejas que tenia contra ellos? Replicóle este diciéndole;
tue había ajado gravemente su honor, dando el título bajo
)6 mujer á aquella señora que tenia en su compañía; estaba
^a presente á aquella conferencia y no pudiendo contener-
se quiso hablar, pero advirtiéndolo el P. Guiu hizo ademan
le imponerle silencio, con lo cual encolerizada se salió de la
babitacion. El P. Calvo contestó entonces al Gobernador que
¡luites de enviarle el oficio habia pensado muy bien lo que
bia hacer, pero que como él no era adulador no sabia dar
ítulos á quien no los tenia ni los merecia, y apropósito de
cuestión que se ha suscitado, añadió: quiero que sepa que
estoy enterado de que apenas hacian cuatro horas que
. habia llegado á este pueblo, y en ocasión en que estaba
eomiendo la pobre cena que con el servicio de mesa le ha-
llamos ofrecido, dijo V. á los circunstantes que los Padres
éramos los encubridores del Gobernador anterior, cuyas pi-
cardías ocultábamos. Al oir esto sobresaltóse el Gobernador
y dijo a'* P. Prefecto: ¿quién se lo ha dicho á V.? no tengo
necesidad ni obligación de decírselo, le contestó. No puede
ser otro que fulano, repuso el Gobernador, y efectivamente
él era; mas no habia pasado hora y media, que ya lo habia
hecho poner en el cepo, paliando la venganza, con que se
habia emborrachado y desafiado á un forastero .
De todo se habló en aquella entrevista, menos del objeto
para el que se habia tenido; porque acalorado el Gobernador
por haberle repetido á la cara lo que su concubina habia di-
cho de los Padres, jdijo que si él se hubiera encontrado en la
iglesia de un pistoletazo hubiera levantado al Padre la tapa
de los sesos. Al oir estas espresiones, el P. Prefecto le dijo:
Sr. Gobernador, á mí no me atemoriza V. con pistoletazos
Tü balazos, porque puede ser que siendo como soy un pobre
fraile, Siaya oido silbar cerca de mí mas balas que no usted,
apesar de ser militar; á lo cual añadió el P. Guiu: y sin vol-
ver la cabeza. Viendo el Gobernador que los Padres no se
intimidaban con sus amenazas, mudó de tono y se acabó la
— 126 —
entrevista, sin que ninguna de ambas partes quedara i
tisfecha.
Era en aquella sazón Prefecto del Departamento el oJ
nel D. Javier Mesa; este señor sin haber conocido ni trati
jamás al P. Vicente Calvo le escribió no obstante una cd
muy atenta, y como estaba ya'enterado de que todo lo|
en Moyobamba se decia de los Padres era una pura '
nia, le ofrecia en dicba carta toda su protección en farís
las misiones. Por desgracia, desempeñó poco tiempo su
go, siendo de creer que á haber continuado por mas
en él, no hubieran tenido eco las muchas calumnias con
aun después se procuró deshonrar á los Misioneros; pues
mo no le dominaba ninguna pasión contra ellos, dé
presumir que hubiera obrado siempre con rectitud y
cia. Este señor Prefecto, cuando nombró Gobernador de
rayacu á aquel de quien nos ocupamos, escribió al
una carta muy amistosa, incluyéndole un oficio para el
vo Gobernador, de cuyo contenido le decia que se en
antes de entregarlo. Decia la comunicacion^textualmeate
tas palabras. «Doy á V. por única instrucción para su
biemo, que en todo y por todo lo concerniente á él, co:
V. con el R. P. Fr. Vicente Calvo, Prefecto de las misi
— Dios guarde á V. muchos años etc. etc.» No debió
cerle muy bien esta instrucción al Gobernador; porque
leerla, se sonrió con algún ademan de desprecio y ni os
sola vez cumplió lo que en ella se le encargaba; ante
contrario, habiéndose visto con su antecesor, le pregtmtó
se aconsejaba de los Padres, y como le respondiese que a
que le iba muy bien en ello, le replicó que él no quena m
cerlo; pues no queria poner la espada debajo del manto í
un fraile. Desde que fué depuesto de la Gobernación, se i
claró irreconciliable enemigo de los Padres; estaba peiso
dido que su deposición habia sido motivada por la carta
el P. Calvo envió al Sr. Prefecto, lo cual sin embargo
absolutamente falso; porque ni una letra escribió dicho
dre antes de su deposición, ni en la carta que envió despi*'
— 127 —
lacia referencia á estos sucesos. Solo una casualidad hizo
[ue en el mismo dia en que ocurrieron, llegase á Sarayacu
Un comerciante de Tarapoto, el cual se enteró de lo sucedí-
lo, refiriéndolo después al Prefecto.
A raíz de estos sucesos emprendió el P. Calvo un nuevo
riaje al Mayro para complacer al Sr. Prefecto del Cerro de
1^0, quien le había suplicado que hiciese una expedición
flrio Palcazu, hasta descubrir un rozo grande con una cruz
iolocada en él, junto á la orilla del rio, como señal del sitio
kasta donde habia llegado la primera espedicion enviada
íesde el Cerro. Para su instrucción envióle dicho Sr. Pre-
fecto una reseña de esta espedicion; recibida la cual y he-
chos los preparativos necesarios, salió de Sarayacu el dicho
P. el 22 de mayo, llegando al Mayro el 23 de junio. Sin de-
tenerse mas que un dia prosiguió su marcha por el Palcazu,
f tres dias después se halló frente á la desembocadura del
tío Chuchurras, que segurameiite es el rio que en la espedí-
pion citada se tomó equivocadamente por el Palcazu. No
obstante de creerlo así, el P. continuó por el mismo río, ya
qne no estaba bien cierto de cual de los dos era el que la es-
pedicion habia recorrido; ya muy tarde de aquel mismo dia
vio otro rio sin nombre, al cual apellidó S. Vicente, por ser
b1 de su santo Patrón; poco mas ó menos llevaba este río el
mismo caudal que el Palcazu, y como ambos corrían enca-
jonados entre cerros, era mucha la rapidez de sus corrien-
tes, siendo por otra parte muy poca el agua que llevaban
ara poder ser navegables, por lo cual trató de volverse atrás
in haber visto el rozo ni la cruz que para señal se habia
plantado.
En el puerto del Mayro hablan quedado las canoas, y el
dre marchó con toda la gente al Pozuzo, desde donde es-
ibió al Prefecto, que se hallaba en Huancabamba, dicién-
^ole que desistiera de su empeño, pues era inútil, toda vez
í^ie el Palcazu no llevaba suficiente caudal de aguas para
k navegación del vapor, desde el puerto del Mayro arriba.
Añadíale también que él se iba por Huánuco, y que en el
g
— 128 —
Cerro podrían hablar detenidamente sobre este asunto,
medida de precaución tomó para acompañarle en el
que debia recorrer, cinco hombres Sarayaquinos, dej
los demás en la colonia alemana, que allí cerca se ha
blecido, donde se quedaron á trabajar. A su llegada al
ro avistóse con el Prefecto, quien le manifestó que se
ba comprometido en la empresa de descubrir el camino
Palcazu, y que solo en él tenia puestas sus esperanzas
conseguirlo. He mandado, le dijo, dos espediciones que
han hecho gastar mucha plata, y tan confuso me hallo
ra como antes de enviarlas. En efecto, esta segunda
cion á que el Prefecto se referia, salió por el mes de
tomando parte en ella algunos habitantes del Cerro, ai
panados de una partida de tropa, para defenderse de los
fieles si se presentaban por aquellas partes, y de cien i
genas cargueros y macheteros; pero el resultado fiíé v
sin mas ventajas que la primera espedicion.
Antes de salir del Cerro el P. Calvo le preguntó d
fecto que era lo que necesitaba para el viaje; á lo que
testó, que solo deseaba le acompañaran una ó dos peí
inteligentes para que le refiriesen lo que habrían
observado; pues siempre quedaría mas instruido con lo
verbalmente le refirieran que no con todo lo que él p
comunicarle por medio de cartas. Ofrecióse entonces á
mar parte de la espedicion un apreciable joven, 1
Don Pedro Dominguez, cuya compañía fué durante todí
viaje muy agradable al P., quien no quiso tomar á susa
ció los indios macheteros que el Gobernador le ofi-ecia,
que tenia aun á su disposición los cinco Sarayaquinos
que hemos hablado, con los cuales tenia bastante para
vesar toda la montaña; como la esperiencia le había
nado que las espediciones por aquellos países con poca
te, pero decidida, salen mejor que con mucho
comitiva, así admitió solamente cuatro hombres para
pañar al señor Dominguez á su regreso desde elPuerto
Mayro, el Pozuzo y Huancabamba. Cuatro dias em
— 129 —
^asta llegar á la hacienda del Chilachí, cuyo dueño era el
^bernador de todo el valle de Huancabamba; puso este se-
^or quince hombres á disposición del Padre para cargar los
ríveres necesarios, pero tuvo que despedirlos á los pocos
iüas, porque lejos de servirle de utilidad, mas bien le causa-
ban estorbo. A los dos dias salieron de Chilachí y tres dias
^después llegaron al Mirador^ sitio que se encuentra en el
taevadísimo cerro llamado Yanachaga. Desde este punto era
pde donde debian observarse las pampas y la dirección de los
ffios. A la llegada de la espedicion á este sitio, se hallaba
[cubierto de una densísima niebla que impedia ver objeto al-
guno; por fortuna la atmósfera se despejó por cinco minutos^
Idurante los que tuvieron el tiempo suficiente para mirar lo
Iqxle deseaban, pudiendo ya mas orientados proseguir su
l'marcha.
I Era en extremo molesta la bajada de aquel cerro, llena
' como estaba de raíces que impedían andar, y tan empinado
que en algunos sitios era preciso asirse de los bejucos y otros
arbustos y dejarse colgar; á veces no se encontraba mate-
rialmente sitio donde poner los pies, y entonces no habia
mas remedio que soltar los arbustos y dejarse llevar de la
pendiente hasta que se encontraba terreno firme. Llegaron
por fin los espedicionarios, con las manos ypiés ensangren-
tados, hasta el Chuchurras, que tiene en aquel cerro su ma-
^ nantial, y después de andar tres dias mas, atravesaron otra
rio afluente de aquel al cual tributa bastante agua. Como el
caudal que llevaba era suficiente para sostener una balsa y
por otra parte todos estaban cansados de andar por aque-
llos matorrales, mandó el P. Calvo á los Sarayaquinos que
cortasen unos excelentes palos de árboles que allí habia, y
construyeran una pequeña embarcación, en la cual entraron
para continuar su viaje al dia siguiente por la mañana. Re-
puestos de las pasadas fatigas bajaban contentos la corriente
del rio, aunque iban con la incertidumbre de que rio era
aquel; en esta ignorancia y sin advertir el riesgo en que sa
ponian, metiéronse en una corriente tan furiosa, que pronto-
9
— 130 —
se hallaron sin fuerzas para atraer la balsa á la orilla, a
do de repente notaron que ibaná precipitarse contn
enorme peñasco. Advertido el peligro por el Padre, gi
con todas sus fuerzas: ¡Sarayaquinos á los botadores!;
plieron estos con su deber, pero la fuerza de las agoffi
irresistible y el naufragio parecía inevitable. Estaba el
dre en pié á la puerta del camarote, mirando á ambos
por ver si descubría algún sitio hacia el cual pudiera
girse á nado, cuando advirtió que una rama que la
Providencia habia dirigido por aquella parte, se enretó
el camarote de la balsa, y haciéndole dar una media
la lanzó fuera de la corriente, quedando con este in
auxilio libres del peligro. La rama estropeó la mano q
Padre tenia puesta sobre el camarote, pero aunque le
bastante sangre, no le parecia sentir ningún dolor, ya
con aquella pequeña herida habian escapado de una m
segura. Esto les sirvió de lección para hacerlos andar
cautos en lo sucesivo, de manera que cuando oian el
de alguna corriente rápida, saltaban en tierra quedando
dos hombres para detener la balsa, mientras los demás
guian el camino por la ribera; y cuando habian 11
ya mas abajo del precipicio, aquellos la soltaban, reo
dola los otros después. El dia siguiente de haberse libi
de aquel peligro divisaron unas grandes piedras cerca
la orilla, y como las vio D. Pedro Domínguez dijo: ha
aquí llegó nuestra frustrada espedicion. ¿Cómo, dijo enfffl
ees el Padre Calvo, no llegaron pues hasta el Palcazu?
que debe estar muy lejos todavía, replicó el señor Do
guez; antes de media hora estaremos, repuso el Padre,
esta conversación estaban todavía, cuando uno de los
yaquinos dice: Padre, hé aquí el Palcazu; y efectivami
no distaba de allí mas que unas cinco cuadras. Aunque
á todos llenó de alegría, el señor Domínguez esperimeni
cierta confusión. ¡Es posible, decia, que se haya hecho
espedicion tan ruidosa con el fin de llegar al Palcazu y
después de haber visto sus aguas tan de cerca, nos voltí
_ 131 _
mos sin haber podido dar razón de nuestro cometido? Pero
no fué mia la culpa; no me faltó valor como no me falta
ahora. i-*^
Entrados ya en el Palcazu, como el P. era conocedor de
aquel rio hasta el puerto, se disipó en el ánimo de todos la
ansiedad natural que antes esperimentaban, mayormente
desde el riesgo tan inminente que habian corrido de perder
la^^rida; no obstante, ya que no todos, algunos al menos de
los que formaban parte de la comitiva, no dejaron de espe-
rimentar un pequeño susto aquel dia. Fué el caso que como
entre diez y once de la mañana, llegaron á un sitio en que
el rio forma una pequeña cascada; creyendo que habria cau-
dal suficiente para deslizarse la balsa, no habian tomado
ninguna precaución, pero sucedió lo contrario quedándose
varados en medio del rio. No es para descrito el temor que
156 apoderó de los indios del Cerro, al ver que la* balsa no
podia seguir adelante; perdieron el color, creyéndose con-
denados á tener que esperar la muerte en medio de aquellas
aguas. Sin embargo no corrían ningún peligro, porque solo
habia agua hasta la rodilla; pero con todo, no habia pala-
bras bastantes para animarles y hacerles salir de la balsa,
como era indispensable hacerlo para sacarla á flote, hasta
que para darles ejemplo el P. saltó el primero al rio y tras
él lo hizo el señor Domínguez; á los sarayaquinos no hubo
necesidad de animarles, pues no tenian ningún temor, rién-
dose á carcajadas cuando veian los visages de los otros in-
dios. Al fin, cuando todos estuvieron en el agua, levantaron
la balsa por medio de palancas y sin dificultad la hicieron
mover. Sin otra novedad, continuaron bajando por el rio
hasta llegar ál puerto al dia siguiente por la tarde. Allí se
detuvieron por espacio de dos dias durante los que el P. y el
señor Domínguez levantaron un plano de los sitios que ha-
bian recorrido, y enviaron al Prefecto del Departamento un
parte, que esta vez pudo ser mas satisfactorio que el de la
otra-^espedicion, despidiéndose luego el P. Calvo para el üca-
yali y el señor Domínguez para el Cerro.
CAPITULO KIX
Desgracia qae eeperimentaron las miaionea, j moerte
de rarioi^ Padres^
Mientras tenian lugar los sucesos que acabamos de refr
rir, las misiones del Ucayali esperimentaban un terrible c»
tratiempo. B^aba el P. Calvo por el Pachitea satisfecho ád
buen resultado de su compromiso con el Prefecto del Cen*
é iba pensando ya en otro viajé que debia hacer el siguienfc
año para ir al capítulo de Ocopa; entró en el ücayalF con ^
satisfacción que esperi menta el que ha reportado victoria de
una empresa muy difícil, cuando bien pronto su alegríad^
bia trocarse en inconsolable aflicción. Al pasar por delante
de las primeras casas de infieles Schipibos, . que habitatai
á la orilla del rio, hizo dirigir hacia ellas la canoa y nodqí
de sorprenderle el profundo silencio que en todas partes rei-
naba; entró en una de aquellas chozas y su sorpresa creóí
de punto al observar que habia cinco sepulturas recientes.
No tuvo empero que discurrir mucho para averiguar lo qaí
aquello significaba. Uno de sus peones se habia sentido at»*
cado de las viruelas en el Pozuzo; y retirándose al Mayrosi
hizo conducir por otros dos peones hasta el Ucayali. E*
enfermedad de las viruelas es ki mas temida de los infe
porque dicen que para todas las enfermedades tienen reía^
dio en el monte, menos para esta. Los dos indios que coinlt»
cian á aquel desgraciado, temerosos del contagio, al U^
— 133--
cerca del Ucayali construyeron una pequeña balsa y entran-
do en ella dejaron al paciente ya medio moribundo, en la
canoa, á merced^de las aguas. Al pasar por delante déla
casa de los Schipibos, viendo estos que nadie la conducía qui-
sieron aprovecharla, yendo dos hombres con otra canoa á
recogerla; pero viendo dentro un enfermo en tan mal esta-
do, lo llevaron con su misma canoa hacia su casa; pidióles
el paciente que le diesen de beber, por que la sed le abrasa-
ba, encargándoles el mismo que se lo diesen desde Jejos para
no inficionarse; hiciéronlo así los Schipibos y, dando un
empuge á la canoa, volvió el moribundo á seguir á merced
de la corriente, sin quenada mas se haya sabido de él. Bastó
•este pequeño contacto que tuvieron con el enfermo, para
que se contagiase toda aquella gente; y aun que varios de
ellos se dispersaron, todos perecieron. Los dos indios que le
h.abian abandonado, no tardaron en recibir el castigo de su
poca caridad; porque el uno murió en breves dias en el
monte sin auxilio alguno y el otro se sintió atacado del mal,
y aun que no murió, comunicó sin embargo el contagio á
su mujer que falleció en pocos dias. Enfermaron luego dos
jóv^ies neófitos, que también murieron; siendo estos las
únicas víctimas que en aquel sitio causó la enfermedad,
evitando sin duda que hiciera mayores estragos el grandí-
simo temor que le tienen los indios; pues en el acto en que
se declaró Sarayacu quedó desierto, permaneciendo única-
mente los Padres que estaban también enfermos, un hombre
<ie carca setenta años y dos mujeres que habian pasado ya
las viruelas en Tarapoto.
Afligido en estremo, bajaba el P. referido por el ücaya-
li, y aumentaba su tristeza la carencia absoluta de noticias
respecto lo que pasaba en Sarayacu; pues que ninguna de
las personas que hubieran podido informarle de lo que ocu-
pria quería hablar con él ni le permitian entrar en sus ca-
sas, ni aun socorrerle en lo que él y sus compañeros nece-
sitaban. La aflicción se le acrecentaba conforme se acercaba
á Sarayacu; aquellas playas que en el verano estaban cu-
— 134 —
biertas de ranchos, y pobladas tanto de cristianos como
infieles, estaban convertidas en nn desierto, y por todas ps^
tes reinaba un profundo silencio. Al llegar al puerto de &»
yacu parecióle entrar en un cementerio, nada se oia, y no
veia persona alguna; hasta los perros y las gallinas habia
emigrado con sus dueños, y en el pueblo habia crecido k
yerba lo nlismo que en un prado. El P. dirigióse ensegoioi
al feonvento, y al abrir la puerta, lo primero que se le pre-
sentó á la vista, fueron dos espectros; el P. Bruno Guiay
Fr. Enrique Portóles representaban la misma muerte; ú
verle el P. Guiu le abrazó diciéndole, gracias á Dios ya mua-
ro contento. El P. Bargas era el único que les asistía, pe»
con suma dificultad, pues también él estaba enfermo; el pobre
se levantaba de la cama para darles algún alimento, y luegt
volvia á acostarse. No adolecia de la misma enfermedad qw
los otros, sino que tenia otros achaques causados por k
asistencia á los enfermos, y la aflicción de que estaba po-
sóido. Contribuía á causarles á todos mayores angustias, k
prolongada ausencia del P. Calvo, y el ver que se les ha-
blan acabado ya los alimentos; y que no tenian mediciiias
ni médico alguno que les asistiera.
El dicho P. Calvo habia llegado de su viaje sano y ro-
busto, pero al contemplar aquel cuadro tan desconsolador,
sin esperanzas de remediar, á lo menos por de pronto, to
graves necesidades, le entró una especie de desaliento qne
poco á poco le fué quitando las fuerzas. Los indios que le
acompañaron en el viaje, como vieron á los Padres enfermos
y el pueblo abandonado, se marcharon en busca de susfi-
millas. Solo un sueco que recorría el Ucayali dedicándose al
comercio, pudo suministrarles algún pequeño ausilio, en-
tregándoles cinco gallinas que pudo recojer por aquellos al-
rededores; grandísima fué la utilidad que este socorro te
proporcionó, pero era necesario economizarlas, porque ig-
noraban cuando les vendría otro refrigerio, y así solo mati^:
ban una cada dos días para cuatro enfermos. Habia tamWflfi
(las muchachitos infieles que se quedaron al servicio de 1*
— 135 —
bdres, pero no les servían para otra cosa que para traerles
H agua y leña que necesitaban. En esto, el P. Calvo se iba
miendo peor, entrándole una inapetencia tan grande que
enas llegaba á dos onzas el alimento que tomaba; así fué
e en pocos dias su cuerpo parecía un esqueleto. Entre
íanto los Sarayaquinos seguian en la emigración y solo de
jrez en cuando aparecía alguno trayendo á los Padres algún
jara del monte ó algún pescado del Ucayali. Serian ya
últimos de Noviembre del citado afio 1860 cuando se pre-
ntó un inglés que algún tiempo atrás se habia hospedado
el convento, y al contemplar aquel triste espectáculo
e se ofreció á su vista, se fué al Ucayali, regresando á los
os dias con veinticinco pollos y gallinas para los Padres
fórmos. Gracias á este alivio, y á que algunos Sarayaqui-
os empezaban á regresar á sus casas, mejoró algún tanto
situación, aunque en nada cedia la enfermedad, sino que
contrario los Padres iban empeorando cada dia. Fr. Enri-
[que Portóles fué el primero que falleció, entregando su al-
ma al Criador el dia 26 de Enero de 1861.
El P. Calvo habia perdido el* conocimiento en el estado
|de debilidad en que se encontraba, pero tuvo á lo menos la
Ifortuna de recobrar la apetencia, con lo que se le restable-
cieron algún tanto las fuerzas. El P. Guiu, debilitándose
mas y mas, murió á primeros de marzo, pasando á recibir
el premio de los sacrificios heroicos á que le habia llevado
su ardiente celo para la gloria de Dios y la salvación de las
almas. Esta nueva desgracia hizo recaer al P. Calvo, que
quedó sumido en una gran postración. Dióle luego una es-
Ipecie de delirio no pudiéndosele sujetar á que guardara ca-
I ma; el P. Bargas buscó cuatro hombres de mucha fuerza
i para que le sujetasen, pero aunque él habia perdido sus car-
I nes jugaba con ellos como si fueran chiquillos; rendidos de
íatiga tuvieron que relevarlos con otros cuatro al cabo de
I una hora, y á estos sucesivamente durante diez horas se-
guidas, hasta que pasado este furioso ataque quedó el Padre
aletargado por espacio de ocho horas. El Gobernador que
— 136 —
era hombre de mucha fuerza y uno de los primeros
habían sujetado, le decía después que no podía com
como era posible, que un hombre estenuado por la
dad hubiese podido rendir tan completamente las fai
mas de treinta hombres ágiles y robustos. Con este ai
llegó el P. Calvo á los últimos trances de la vida, en
nos que el P. Bargas creyó conveniente administrarle
Santos Sacramentos; y cumplida esta obligación de
no, creyendo inminente la muerte del enfermo, envié
propio á Cayariya llamando al P. Buenaventura Coi
que como más antiguo debía hacerse cargo de la Prefi
de las misiones. A los veinte días poco mas ó menos
este Padre á Sarayacu, encontrando al P. Calvo un
mejorado, aunque postrado todavía en la hamaca.
Durante aquella Cuaresma el P. Bargas solo había
do confesar en Sarayacu, quedando los neófitos de los
más pueblos sin haber podido cumplir el precepto
El Padre Cornelias acababa también de sufrir la misma
fermedad que los PP. de Sarayacu, de la cual no estaba
completamente restablecido. Viendo este padre que el
dre Calvo seguía mejor, trató de ir á los pueblos m
nos para hacer cumplir á sus habitantes con el precepta
la Iglesia; y aunque el Padre Calvo no queria permitíi
de ninguna manera, viéndole tan falto de fuerzas todr
al fin accediendo á sus reiteradas instancias se lo peri
Salió, pues, para Santa Catalina, y queriendo principiar
de Yanayacu pasó antes por este pueblo, pero le m
que al día siguiente antes de dar principio á las confesi
esperimentó una grave recaída en sus dolencias, siendo
eiso trasladarlo en una hamaca á Santa Catalina; allí lo
locaron en una canoa conduciéndole á Sarayacu, donde
gó sin esperanzas de vida. Viéndole en este estado se
administraron los Santos Sacramentos, muriendo á los
co días de su regreso de Yanayacu, víctima también (fe
ardiente caridad.
Fatal por todos conceptos había sido, pues, el año 61
— 137 —
¡M misiones; tres de sus individuos habian muerto y el Pa-
ire Calvo, convaleciente apenas de su gravísima enferme-
iíad, tenia que dejarlas para ir á Ocopa á tomar parte en el
jfiapítulo y restablecer en aquel colegio sus perdidas fuerzas.
Bolo quedaban, pues, el P. Bargas, que seguia achacoso, y el
iPadre Batellas, que era el único que habia quedado sano;
Jpero que se hallaba falto de la experiencia que se necesita
bara la dirección de las conversiones de infieles. El P. Calvo
iiegnia mejorando lentamente, pero le quedó tal flojedad en
los nervios, que le era casi imponible sostenerse en pié; no
iobstante, algo mas aliviado, á fines de mayo emprendió su
[Viaje para Ocopa, aunque con pocas esperanzas de llegar
rallí. Entró en el ücayali y con los nuevos aires que respira-
|baiba también experimentando mas alivio, conforme se
¡•apartaba de los ardientes calores de la montaña, y se acer-
Icaba á la fresca atmósfera del Mayro. Mucho le hizo sufrir
\ la debilidad que experimentaba todavía, en el camino que
l^debia recorrer para llegar del Mayro á Pozuzo. Llegado
-aquí descansó cinco ó seis dias, y estaba ya preparándose
para seguir hasta Ocopa, cuando una tarde mientras se ha-
llaba en conversación con el señor cura de la colonia ale-
: mana, el Gobernador Artota del Pozuzo y otros caballeros
<iue allí#se encontraban, el Gobernador que entendia algo
en medicina notó cierto visaje extraño en el rostro del Pa-
^^^f y gritando dijo: que le sostuviesen, porque iba á caer-
le por detrás; efectivamente era así, pero uno de los señores
que estaban presentes acudió tan á tiempo que pudo impe-
'dir el golpe que hubiera dado de cabeza contra el suelo.
Este ataque fué de igual naturaleza al que el mismo Padre
habia tenido en Sarayacu, aunque mas ligero, pues las con-
vulsiones no pasaron esta vez de una hora y el letargo duró
<5omo unas cinco. Quedó sin embargo en estado de no poder
continuar su viaje, escribiéndolo así á Ocopa, mientras ha-
; cia lo mismo el Gobernador; pero como las cartas se retar-
daron mucho, no llegaron á tiempo y los Padres reunidos
' pasaron á celebrar capítulo. El R. P.* Juan Cuesta fué elegi-
— 138 —
do Guardian, y como no se habían recibido las cartas
rajacu en que se participaban las desgracias ocuití<
procedió también á la elección de Prefecto de misiones»
dando reelegido el P. Vicente Calvo.
Entretanto restablecióse este de sus dolencias y
para Huánuco, llegando sin novedad aunque muy del
allí prosiguió para el Cerro, pero el tener que pasar
tre los minerales y la sutileza del aire que allí reina, le
só tal impresión, que respiraba con dificultad y apenasj
dia dar algunos pasos; el frío le consumía tanto mas,
ya no estaba acostumbrado á sentirlo después de tantos
pasados en los ardores del ücayali. Al pasar por
encontróse con el M. R. Padre Comisario general qi
gresaba á Lima después de celebrado el capítulo de
y aprovechó esta circunstancia el P. Calvo para hacerle|
mismo la renuncia verbal de la Prefectura de misiones;
el P. Comisario le contestó que la presentase al Discí
de Ocopa, como así lo hizo á su llegada al Colegio,
Padres no se la admitieron.
»♦«-
m^^
GAPITULO IK.'K-
Traslación de los Padres Misioneros á Oayari ya —Nuevas
molestias que sufrieron-
paando las misiones de Sarayacu necesitaban de la protec-
ta de todos, para rehacerse del terrible golpe que habian
trido, nuevas contrariedades se les presentaron, que mas
una vez hicieron llegar á los misioneros cuasi al estremo
abandonarlas. Por de pronto el Padre Prefecto, Vicente
vo, no podia pensar en volver á ellas, pues la larga y pe-
sa enfermedad que habia sufrido, le exigia imperiosa-
fente el descanso y unos cuidados que no era dable encon-
ir en aquellas desiertas regiones, y por otra parte era in-
spensable reemplazar cuanto antes con nuevos Padres las
|as que habia causado la gloriosa muerte de los PP. Giu
Cornelias.
En este estado se ofrecieron á partir para las misiones
PP. Fr. Lucas Martorell y Fr. Ignacio Maria Sans, dos
erdotes á cual mas dignos y capaces para desempeñar el
o que iba á confiárseles. Especialmente el P. Martorell
ba adornado de las mas bellas cualidades de virtud y
cia, y asi fué que el P. Calvo no vaciló en nombrarle des-
lueg'O Vi ce-prefecto, dándole todas las facultades que él to-
la para el régimen de las conversiones. Partieron de Ocopa
inbos Padres á últimos de Agosto de 1861 y llegados feliz-
mente el primero á Sarayacu, y el segundo á Cayariya die-
— 140 —
ron principio al ejercicio de su ministerio, instruyen
feligreses con tal perfección como nunca lo ha])iaii
Los jóvenes de ambos sexos y aun algunos de ma
no solo aprendieron las oraciones mas comunes y
puestas del Catecismo, sino que aprendieron también
himnos castellanos que cantaban en la hora del
trisagio y durante la misa de los domingos. Abriera!
bien nuevamente la escuela de primeras letras con
aprovechamiento de los niños, dirigiéndola hasta que
ron entregarla al preceptor nombrado y pagado p<»
bierno. Todo parecía augurarles un risueño porvenir,
do nuevos disgustos vinieron á entorpecerles su
aunque no por culpa de las autoridades, pues los dos
nadores que hubo en aquella época corrieron en ba
monía con los Padres. La causa de estas molestias
siguiente:
El Prefecto de Mayobamba habia encargado h
cion del censo de la provincia á un húngaro muy i
que residia allí: cuando este llegó con su comisiona
yacu se hospedó en el convento como á sitio el mas
de la población, recibiéndole los Padres con mucho
y sirviéndole con muy buena voluntad con lo poco
tenian. Agradeció mucho el comisionado estos o
manifestó al Padre superior el deseo de que le acom
hasta dejarlo fuera de los límites de las misiones,
candió el Padre, creyendo prestar un obsequio á la
ca, con acompañar á un delegado del Gobierno. Salier
consecuencia los dos de Sarayacu acompañados del G
nador del distrito, y fueron juntos hasta el sitio lin
Pucacuru. Desde que se despobló Sarayacu á causa íi
-viruelas, se habian reunido en aquel punto una grií
cion de sarayaquinos, viviendo cuasi como infieles en
chozas de hojas de caña brava, que con suma '
construían; un comerciante les tenia ocupados en
salar el pescado, y en trabajar una chácara que estal*
glande, y los sarayaquinos bien hallados con aquel
— 141 —
¡rida sin acordarse apenas de que eran cristianos no pen-
Ipn en volver á Sarayacu. Con el objeto de hacerles aban-
p aquella residencia, que por varios títulos no les con-
a, acordaron el Gobernador, el húngaro y el P. Marto-
qiae si los indios no querían buenamente dejarla les
jarían los ranchos, con lo que no se les ocasionaba una
in pérdida; pues á lo sumo podrían haber empleado dos ó
jornales, que en aquel añoee pagaban tan solo á un real
uno. Ejecutáronlo, pues, como habían convenido, sacan-
rimero de los ranchos todo lo que habia dentro. Hallá-
á la sazón ausente el comerciante, cuya casa, como de
coste, fué respetada, pero noticioso del hecho supo
l^rlo con tan vivos colores que hasta decia haberse que-
po viva una mujer anciana.
[ Tenian algunos habitantes de Mayobamba fuertes pre-
nciones contra el húngaro y, noticiosos del acontecimien-
^de Pucacuru, no quisieron desperdiciar la coyuntura
p que se les brindaba para fastidiarle; al efecto pusieron
^ juego todos los resortes, acusándole de incendiario ante
^ tribunales. En un principio no hicieron mención alguna
I los Padres, pero como sus constantes enemigos tampoco
|rdian ocasión de acusarlos, hicieron de manera que el
i Martorell quedase envuelto en la acusación que pesaba
Ibre el húngaro, sin que se dijese una sola palabra del Go-
fmador, siendo así que en caso de haber habido culpa, él
jlbiera sido mas culpable que los otros dos por razón del
trgo que desempeñaba. Pero á los acusadores poco les im-
ífrtaba esto, pues lo que deseaban era que el tribunal pro-
idiera contra el húngaro y el P. Martorell, aunque quedase
bre el Gobernador, á quien les convenia tener propicio.
I Pasado algún tiempo el P. Martorell recibió un anónimo
^hado en Mayobamba, en el cual se le decia que si en su
pclaracion culpaba solamente al húngaro, nada le resulta-
ba en contra de él ni de las Misiones, y por lo tanto que
Jese este paso y todo quedaría concluido. El Padre, no obs-
jtote, como tenia la conciencia mas delicada que sus adver-
— 142 —
sarios, en vez de cometer la acción tan poco decoi
se le aconsejaba, lo que hizo fué, enviar el anónimoi
Prefecto, quien conociendo toda la intriga procuró
suspendiera el procedimiento, concluyendo todo
que ausentarse de Mayobamba, el comisionado hú]
el P. Martorell faltó en el suceso de Pucacuru m
disculpa la rectitud de sus intenciones, que eran
que volviese á la vida cristiana aquella gran mi
sus feligreses que, con sumo dolor, les veia vivir
fieles.
Aunque como acabamos de decir, este asunto
ulteriores consecuencias para las misiones, contini
embargo los Padres esperimentando nuevos disgus
lo escribieron al P. Prefecto, que se hallaba todavíaj
pa, significándole que se hallaban algo inclinados
donar aquel trabajo tan ingrato, y regresar al cok
que solo lo verificaron así el P. Manuel Vargas y el
lego Fr. Manuel Cornejo. Tanto por las cartas de 1(
que quedaron, como por las noticias verbales de
volvieron, quedó informsgdo el Padre Prefecto del
tado en que se hallaban las misiones, y como él se|
traba ya enteramente restablecido de sus achaques,
nó trasladarse allí para ver si con su presencia,'
tribuir á mejorar algún tanto la situación. A su \l\
Sarayacu pudo convencerse por esperiencia, de qul
exagerada la pintura que los otros Padres le habiai
Apenas merecían la confianza de nadie, y aquellos á
mas servicios habian prestado, por no compromett
unos se retiraban tímidamente y los mas se unían al|
de sus contrarios, calumniando á los Religiosos
demás.
Era tan intolerable la situación á que los PadrK
venido, que en 1863 les vino nuevamente el peí
de dejar aquellas misiones, retirándose todos al Colegj
esta vez como la otra no supieron vencer la repi
que les causaba dejar enteramente abandonadas
— 143 —
bres almas, que tantos sudores y fatigas les habían costa-
, y hacia las que sentían un entrañable amor, apesar de
mala correspondencia que por parte de algunos encontra-
n. Así, pues, lo que hicieron fué adoptar un término me-
io, retirándose todos á Cayariya, á donde por la consíde-
jable distancia de Sarayacu á que se encuentra, rara vez
ega ningún forastero; pero con la intención de visitar de
en cuando los otros pueblos de conversiones, como cons-
térnente se ha hecho.
A su salida de Sarayacu, los Padres fueron objeto de
ndes demostraciones de afecto por parte de los indios,
¡nienes, aunque no les profesaban el respeto de antes, ni les
ardaban aquellas consideraciones que siempre les habían
nido, manifestaron mucho sentimiento por su partida; y
un muchos de ellos no sabiendo avenirse á la idea de vivir
los sin la compañía de los Padres, quisieron seguirles á
nueva residencia, lo que estos no quisieron permitírselo
ra que después no se dijera que los Padres les habían in-
ucido á abandonar Sarayacu. No les valió, sin embargo,
precaución, pues á los pocos días de su partida, el lla-
mado partido Paño que predominaba en Sarayacu se apóde-
lo de la iglesia, y tomando las imágenes de los santos que
¡bien les parecieron, los ornamentos de la sacristía y las
campanas, se fueron á vivir á Caschiboya. En la fundación
e este pueblo ninguna parte tomaron los misioneros, antes
1 contrarío instaron mucho á los indios para que no se mo-
ieran de Sarayacu; pero estos se hallaban muy disgustados
el terreno tiempo hacia, y á no haberles contenido los Pa-
dres, muchos años há que lo hubieran abandonado. .La tier-
ra, decían, está muy gastada y no produce á proporción de
nuestros trabajos; además tenían que hacer las chácaras muy
^ejos y se cansaban para conducir al pueblo sus productos,
fio que les era mas sensible era el tener que arrastrar las
^noas siempre que iban ó volvían del Ucayali, pues hacía
como unos sesenta años que á causa de una grande avenida
^mpieron las aguas á larga distancia del pueblo, y desdo
— 144 ~
>
entonces la quebrada queda seca durante los veranoi,
niendo así que emplear siete ú ocho horas para hacer á
mino que antes hubieran recorrido en una.
Con estas disposiciones naturalmente se aprovech
la ausencia de los Padres para realizar sus intentos,
donando Sarayacu para ir á establecerse detrásdeklif
llamada Caschiboya (laguna del Chaschibo), por
escapado un Caschibo, cuyo nombre dieron también
nueva población. El sitio escogido era escelente para
atendida la poca inclinación que los indios tienen al
pues la laguna es muy grande y abunda en riquísimos
cados, estendiéndose á su lado una inmensa llanura^
que por estar á cubierto de las inundaciones, podian pi
cionarse fácilmente todo lo necesario para la alimeai
Apesar de que esta fundación fué determinada espon
mente por los indios como acabamos de decir, confonai
de preveer se echó la culpa á los Padres, propalando sbs
migos que ellos les habian aconsejado el abandono de
yacu para no servir á los Viracochas; pero si bien es
que los Padres dieron semejante consejo, no lo es el qm
indios se ausentaran para no servir á las autoridades qtil
les habian puesto. Acostumbrados al poco trabajo que
cian con los Padres, no podian acomodarse á las coBtía
molestias que les causaban los comerciantes, ocupái^
sin cesar en trabajos escesivos, como era, de servir de bí|
subiendo y bajando á Nauta y otros puntos, bajo los ti
de un sol abrasador; sin que á veces pudieran regresará
casas en cuatro, seis ó mas meses, quedando entréis
abandonadas sus chácaras y sus familias. Estas son las
daderas causas de la emigración, sin que sea preciso
rir á otras para esplicarla; pues al fin no son aqueUosi
tan faltos de razón que no conozcan lo que les convi
como ya se les habia acostumbrado á desobedecer 4 1»
dres, aplicaron las lecciones que se les habian dado
servir á sus nuevos dueños.
En 1864 volvió á salir para Ocopa el R. P. Calvecí
— 145 —
proporcionarse los recursos que las misiones necesitaban. A
m regreso no halló en el Cerro al Prefecto del Departamen-
to, que á la sazón lo era el coronel Santa Maria, el cual ha-
bía ido á Huánuco; prosiguió entonces el Padre su camino
Ibacontrándole en el pueblo do San BafaeL La primera pre-
sta que le hizo al avistarse fué decirle si habia recibido
jDn oñcio que le pasó por el mes de marzo. Contestóle el Pa-
que no habia visto semejante oficio, lo cual estrañó mu-
0 el Prefecto; pues, según d.ijo, la autoridad de Mojobam-
ba le habia acusado recibo de él. En esta nota le decia que
pvisase la época de su llegada al Mayro, porque la Prefec-
Iteira quería aprovecharse de sus canoas para hacer un reco-
¡aocimiento del rio Palcazu hasta su confluencia con el Pi-
^sa, á fin de facilitar la navegación al vapor por aquellos
trios, de lo cual entonces se trataba. No sospechó por de pren-
oto el P. Calvo lo que podia haber acontecido con la comuni-
icacion del Prefecto; pero á su llegada á Cayariya ya supo que
[el Gobernador la habia detenido maliciosamente con otras
f comunicaciones que habia recibido. Como después de pocos
[dias bajó á visitar los pueblos comarcanos, conforme lo supo
\ dicho Gobernador, para que no le hallasen todavía en su
i poder las predichas comunicaciones las dio á un comercian-
[ te, para que las entregase al Padre Calvo, quién las recibió
^ la víspera de su llegada á Sarayacu; mas como al recibirlas
^ observase que habían sido abiertas, cuando tuvo ocasión de
avistarse con el Gobernador, no pudo menos de decirle ¿por-
qué las habia detenido tanto tiempo y se las habia mandado
en aquel estado?: contestóle que no habia tenido proporción
para mandárselas antes y que se las habia remitido en el
mismo estado en que él las recibió. Al oir el P. ('alvo esta
contestación le dijo: pues bien V. sale responsable de ha-
berse frustrado los planes del Prefecto, á lo que no supo con-
testar sino diciéndole que también él seria responsable de
otras cosas.
Acercábase mientras tanto la Cuaresma del año sesenta
y cinco, y el P. Prefecto emprendió la visita á las conversio-
10
— 146 —
nes en compañía del P. Sans, á fin de que los Cristis
diesen cumplir con el precepto pascual. Seguía aun
bernador en Sarayacu el mismo que lo era el año
y cuando se hallaban los dos Padres en la mitad del
poco mas 6 menos, recibieron de él una nota que
transcribir sin cambiar una sola letra, ya que por sa
y su contenido nos seria imposible estractarla. «üf.
hernacion del distrito de — Sarayacu 18 de Ero 11
MRP. Pfto Fr. Vísente Calvo-^M R P.—Sn e$ié,
la gobernación en cumplimiento d€ sus deberes fi
S. P. para que desde que toque esta asus manos deje
ministrar en lo Espiritual^ como manda su sagn
sionSy de la embocadura de la quebrada de Callerk
bajo, quedando V P y los demás padres Micunieros,
campo libre de tranciíar por todas las tribus que se
dera su mayor necesidad, para su redimicion en el
arriba del punto prelucido qtie lo es de dha embocaii
llería—Dio6 gua á V. P. — sigue la firma. (1).
Por el contesto de este original documento puede
lucirse á qué clase de hombres pertenecería nuestro
nador. Para desgracia de aquel distrito, á escepcion
ó tres, los demás Gobernadores han sido por el mianoi
que este y por consiguiente ¿qué clase de apoyo podií
perar de ellos los Padres? Indignados con esta nota,
guieron los dos misioneros su marcha para Sarayacu,
deseaban avistarse con dicho Gobernador; pero no tui
ocasión de encontrarle, por haberse ido á Tierra blancij
temor de un joven italiano, que le tenia amenazaí
muerte; desde Tierra blanca buscó otro destino, d<
dose del Ucayali sin volver á Sarayacu, tal fué el teme
(1} Para que no se maravillen tanto nuestros lectores de etaí
recordaré aquí que años atrás otro Gobernador no supo ni pudoi
tar al P. MartoroU, que en cumplimiento de su cargo le habiai
también el mismo tuvo que dictar la. renuncia de su oargo á nn'
nador de Sarayacu, y á otro de este mismo pueblo, una simple
comendatoria, que quiso dirigir al limo. Diocesano.
— 147 —
á concebir al italiano. (1) Era este uno de aquellos jó*
^ libertinos, de pasiones desenfrenadas, sin temor de
ni de las Autoridades (aunque solo de las que suele
• en Sarayacu), de aquellos, en una palabra, que todo lo
ellan con taLde conseguir sus fines. Este joven, aun-
íóbarde en estremo, no dejaba de amenazar con revol-
f puñales á cuantos conocia que no le opondrían resis-
a; no así empero con los que se la oponian, como acon-
con el señor Calixto Gobernador de santa Catalina,
quien se arrodilló pidiéndole mil perdones. El fué el
^ro 7 el que mas incitó al señor Sandi, su paisano, para
iscribiese cuanto ha publicado contra los Padres. Aun-
[e pocas luces, como él mismo confiesa, en una carta de
aas abajo hablaremos, tenia particular habilidad para
Ltar cuentos chistosos; y como muchos de los que van
irayacu apenas saben leer, no sobrándoles por consi-
ste la instrucción, los tenia embaucados arrastrándoles
tiente á su modo de pensar.
I P. Calvo, no obstante, le guardaba algunas conside-
nes de respeto, á lo menos en lo esterior y cuando se
ba en su presencia, pues cuando no le tenia delante ya
tra cosa. Deseando este Padre atraerle con dulzura pa-
ir si podría evitarse el daño que causaba á la moral en
líos pueblos, le escribió dos cartas; la prímera muy
tosa y hasta cierto punto humillante para el que la es-
a, y la otra por el contrario muy seria y resuelta, en la
[e ponia de manifiesto todas las infamias y bajezas que
I cometido, no solo con los Padres sino también con
i personas. Ambas cartas confiólas al P. Félix Padró,
Anterior á este, otro Gobernador ecuatoriano, poco antes que se
len los PP. á Gajariya, como se ha referido, abandonó su Goberna-
re Sarayacu, refugiándose á Nauta, prefiriendo servir al Goberna-
\ Nauta en el servicio bajo de fámulo, como es, de barrer la casa,
regir en su cargo su Distrito, para poder alimentarse. Como estamos
$ de lo que escribimos y de los recursos que le suministramos para
rtida de Sarayacu y viático, solo omitimos aquí su nombre, como
to.
— 148 —
para que las entregase al interesado, encargando!
veía que la primera producía buen efecto, no enl
gunda; haciéndolo tan solo en el caso contrario. P<
lo que el P. Prefecto había previsto, esto es, qne|
primera carta el italiano,, prorumpió en espresioni
precio, creyendo haberle vencido y humillado; peí
de tono al momento que el P. Padró le entregó la
diciendo entonces para justificarse que había sido
do. Para dar mas satisfacción al P. Calvo le
carta muy humilde, dándole las g^racias por las repi
que en su segunda le daba, proponiendo vivir con
tela en lo sucesivo para no dejarse engañar por
mosas. Prometióle no tener mas contiendas en ac
corresponder á la amistad con que le brindaba,
darle pruebas de ser buen amigo y buen católico, yl
timo le daba las gracias por el interés que le habiaj
do, enviando á Sarayacu al P. Padró para salvar
ses que estaban seriamente amenazados.
Efectivamente, por aquellos días se habla alboi
pueblo de Sarayacu con el objeto de echarle de
conocieron los indios que los Padres no iban á vísil
la frecuencia que ellos deseaban, & causa de aqueii|
Viéndose este en un trance apurado, no tenia mas
que mal vender todas las cosas y marcharse para
del Ucayali. Escribióle á un comerciante que llegó í|
boya, donde á la sazón se hallaba el P. Prefecto,
que si quería entrar en pactos para comprarle sns|
acudiese á Sarayacu. Dio el comercifinte á leer esta
dicho Padre, quien movido á compasión al ver las
que el italiano iba á esperimentar, olvidando cristií
los agravios recibidos, envió, como hemos dicho mfil
al P. Padró á Sarayacu, para que apaciguase á te(
prometiéndoles que los Padres irían á visitarles ci
ees pudieran. Calmáronse con esto los Sarayaquinosil
comodaron mas ai italiano, pero este lejos de agraf
marcados favores, olvidó las promesas que había
— 149 —
ido ocasión de calumniar á los Padres de la manera
a. Por este sujeto, conocido con el nombre de Ita-
y otros pocos como él^ ^ determinaron los PP. á de-
a.yacu. Este italiano se cree que erzjudio de religión,
ba en Sarayacu amancebado públicamente con dos
das, madre é hija, etc. de cuyas hazañas se jactaba.
L se haria bautizar, porque se casó. Muerta su manceba
Lfesiou &ié sepultada en la iglesia de Sarayacu por el
italiano....
aj&PITOLO KlLl'
Éxito deagraoíado de una eapedicion ai PaJcasn.
leraniadaB contra loa mlBioneroa'
— Calomsiü
En 1865 tuvieron lugar graves acontecimientos
República del Perú; una escuadra española ocupó las ir
de Chincha, que es de donde el Gobierno peruano sao
de los principales elementos de su riqueza, y las cons
cias de este suceso que en nada parecía relacionarse
misiones, no dejaron de sentirse de rechazo en los paí
Ucayali. En efecto, el Gobierno Supremo habia dictado
rías medidas acerca de los españoles establecidos en el
torio de la República, disponiendo entre otras cosas qns
Prefectos procediesen á la detención de los que residie
en sus respectivos departamentos. Túvose, no obstantej
buen sentido de exceptuar de las disposiciones de este
creto, á los Padres misioneros, pues el Gobierno de la !
pública no pudo menos de hacer justicia á la rectitud 4
proceder, que ajeno á toda mira política no tenia otro
que la gloria de Dios y bien de las almas. Por otra pa
un sentimiento de justicia no hubiese bastado para
zar esta linea de conducta al Gobierno nacional, hnl
debido sugerírsela á lo menos su propio interés; ya qi
otra suerte el daño principal lo causaba á los pueblos
República, que hubieran quedado privados de los iu
servicios que sin retribución alguna, y á costa de no
trabajos, les están prodigando los Padres misioneros.
I - 151 —
Si estas consideraciones pesaron, como no podia menos
^suceder, en el ánimo del Supremo Gobierno en favor de
B Padres, no sucedió lo mismo con alguna de las autori-
ces de departamento; y sobre todo con algunos de sus
gustantes enemigos, que no sabian resignarse á desperdi-
ir la favorable conyuntura que se les ofrecia, para echar-
jB completamente del Ucayali, en cuyo punto parece que
i presencia se les hacia sobradamente molesta. En este es-
|do se hallaban las cosas, cuando un comerciante, por su
ropia autoridad reunió como unos cuarenta hombres, mar-
cando con ellos hacia Sarayacu. Al llegar al pueblo fué á
listarse con el Gobernador, dejando en el Ínterin á sus re-
latas encerrados en el convento. Ignoramos lo que se trató
¡t.la conferencia, y solo hemos podido averiguar por uno
be también debia estar comprometido, aunque era enemi-
|p del comerciante, que la intención de éste era comprome-
ír igualmente al Gobernador é irse á Cayariya en busca de
p Padijes, para llevárselos presos á Moyobamba. Si este era
l^lmente su plan, tuvo el disgusto de que se le frustrara;
torque durante la noche, los reclutas que no estarian muy
latisfechos de verse encerrados como prisioneros, hicieron
«dazos las ventanas del convento y se marcharon cada uno
K>T donde quiso, dejando solo á nuestro enemigo.
Libres los Padres misioneros de esta persecución, no tar-
laron en ser víctimas de otra mas terrible, que vulneraba su
konor de una manera inicua .
i El Gobierno peruano habia hecho gastos de considera-
ion en los establecimientos de Iquitos, con el objeto de fa-
Sütar la navegación al vapor por los caudalosos rios que
Eaviesan la República; y era tiempo ya de practicar un
onocimiento del Pachitea y del Palcazu hasta el puerto del
yro, para ver de facilitar las comunicaciones de la Capi-
W en el departamento de Loreto, y dar impulso al comer-
Óocon el establecimiento de una línea de vapores,' que cons-
tantemente surcaran aquellos rios. El vapor Putumayn fué
^1 destinado para dicho reconocimiento; pero este vapor era
— 152 —
de muy poca fuerza para vencer las corrientes, y p«
que se discurriera, era fócil preveer un mal resultado
empresa. Tampoco hubo buen acierto en la elección át
gefes que habian de dirigirla, pues se nombró un Ma;
un primero y segundo comandante, pero sin que se
darán las atribuciones de cada uno. De ello resultó
poco de emprendida la marcha, nacieron rencillas en^
Mayor y el primer comandante, acerca de á cuál de I»
pertenecia la dirección del buque; el Mayor pretendia
responderle á él, atendida su graduación superior^ y i
mandante alegaba en favor suyo la razón de que él ai
responsable del buque, y por consiguiente que á él i
su dirección. No nos toca resolver quien llevaba la
parte en esta contienda, limitándonos á decir que
testimonio de uno de los mismos empleados del vapor, i
se debió una parte no pequeña del éxito desgraciado
tuvo la expedición.
Siguieron con esta falta de armonía hasta el
habiendo llegado al sitio llamado Isla dé Chonta, el
co, que no lo seria mucho, les dirigió por el canal de
quierda, donde la corriente era mas rápida y habia
agua que por la derecha. Como el vapor, según hemos
ya, era de muy poca fuerza, no tuvo la bastante para
cer la corriente; y arrebatado por la impetuosidad de
aguas, dio contra un escollo, abriéndosele un agujero
bastante magnitud. Arrimáronle entonces á la plaja
componerlo del mejor modo posible, no ya para p
reconocimiento, sino para regresar á Iquitos. No sa
si el Mayor habia salido del buque embarcándose ^
canoa para bajar hasta el Marañen, antes ó. después de
ceder este percance; pero lo que si es cierto, es que
tras se estaban haciendo los reparos de las averías
el vapor quedó á la sola voluntad del comandante, a
por poco tiempo y para desgracia suya, como
luego.
En efecto, los Caschibos que habitan la orilla o;
— 153 —
|ll oir el ruido de los que trabajaban en la recomposición del
JHiqne, y tal vez los disparos de alguna arma de fuego, acu-
pieron en silencio á la ribera, y habiendo obserrado lo que
|os blancos haciaa, dos de aquellos infieles, según su cos-
kombre, se pusieron á dar grandes voces, presentándose á
cuerpo descubierto, mientras quedaban otros escondidos en
la espesura del bosque. Los oficiales que iban en la expedi-
Iñon, ÍBcautos y sin sospechar lo que les podia sobrevenir,
filtraron en un bote con tres ó cuatro marineros y pasaron
I donde estaban los infieles, manifestándoles desde lejos los
Regalos que les llevaban, para atraerlos é inspirarles confian-
n. Una vez desembarcados, estendieron en tierra un pa-
ifiuelo donde pusieron todas las cosas que traian para agasa-
jarlos, pero queriendo hacerles el reparto de ellas por si mis-
mos, los infieles que no tenian paciencia para aguardar
ftanto, se echaron sobre el pañuelo para llevárselo todo; los
iofíciales quisieron resistirse, pero en mal hora para ellos,
^pues de repente quedaron atravesados por una multitud
|de flechas, que les asestaron los que se hallaban ocultos
^enel bosque. Los marineros, para librarse no tuvieron
mas remedio que echarse precipitadamente en el agua,
abandonando el bote y pasando á nado á la orilla opuesta.
Esta desgracia debe servir de aviso á cuantos naveguen por
aquel rio, á fin de que jamás se acerquen á los Caschibos, á
no ser en una playa bien descubierta, á donde no puedan
[llegar las flechas disparadas desde el bosque; sobre todo de-
ben evitarse los que pueblan la ribera derecha del rio, pues
aunque á todos se les dá el nombre de Caschibos, que ya
hemos dicho lo que significa, los de dichas riberas son mas
traidores y atrevidos. Arreglado el vapor, los maquinistas
^ue eran los únicos que podian dirigirlo, después de la cruel
muerte que esperimentaron sus desgraciados jefes, hicieron
rumbo hacia al Ucayali, y antes de llegar á Jól se les reunió
d Mayor, que ya tenia noticift de la catástrofe ocurrida.
A la salida de la expedición, se habia agregado á ella en
Sarayacu el célebre italiano de quien hablamos en el capí-
f
— 154 —
tnlo anterior, para servir de intérprete á un barón al<
que iba también en el buque, y que ignoraba el españ(
llegar de regreso á Cascbiboya dicho joven italiano,
unión de aquel otro sujeto que ya dijimos habia im]
el aumento del pueblo de Cayariya, para dar sal
al odio irreconciliable que profesaban á los Padres, fuei
avistarse con el Mayor y á fuerza de chismes y caluí
procuraron persuadirle, que aquellos habian tenido la c\
de la desastrosa muerte de los ofaciales. El Mayor por su
te no solo llegó á sospecharlo, sino que como le convc
para descargar su responsabilidad ante el Gobierno poi
mal éxito de la expedición, se adhirió á lo que aquellos
enemigos de los Padres le contaron; diciendo que por no
ber salido al encuentro de la expedición para saludar á
que de ella formaban parte, no solo habian faltado á la
tica, sino que por esta sola circunstancia se hacian
chosos de aquel crimen. Pero á esta frivola suposición
pendemos: que si el Mayor no hubiera estado ya preveí
contra los Padres, á lo menos desde que salió de Sara;
en compañía del italiano y hubiese tenicío mejores dedeos]
aconsejarse con quien podia darle con mas exactitud los
formes que necesitaba, debia haberse tomado la pena
avisar con anticipación á los Padres, y no pretender qm
siguieran en una canoa, yendo él con la veloz marcha
vapor. Debia saber también que todos los Padres se habij
retirado al pueblo de Cayariya, que dista ocho leguas
Ucayali, para librarse de la persecución que como españí
sufrian, ¿y quería el señor Mayor que salieran á feUcil
sin haber recibido aviso previo de su llegpada, déla
ninguna noticia se tenia, como quiera que el mismo en(
gado de proveer de leña al vapor, solo la supo cuando
aparecer el humo á lo lejos? Si el Mayor, repetimos, seh
hiera aconsejado de los Padres, habría recibido tal vez
mas exactos, así de los peligros que ofrece la nav^di
de aquellos ríos, que el P. Calvo habia recorrido diaj
ocho veces, como también de las precauciones que era
— 155 —
ciso tomar para no ser víctimas de los infieles antropófa-
ígos; evitando con esto algunas desgracias, como así se prac-
ticó en la expedición que se hizo después.
Como el P. Prefecto de las misiones se hallaba entonces
en aquellos desiertos, no tuvo oportunidad de leer el terri-
ble parte que dicho Mayor envió al Gobierno contra los mi-
sioneros, en el cual decia que al pasar el vapor por Cachi-
yacu junto á dos casas de infieles Piros, que habia cerca del
rio, creyeron estos que iba á ^abordar en aquel sitio, y reu-
nidos en número de cinco ó seis, tomaron sus ^rcos y flechas
^formándose muy cerca de la orilla. Esta es la costumbre de
;los indios que hacen dicha ceremonia cuando quieren reci-
bir á alguno con amistad; mas el Mayor ignorante de esta
costumbre, creyó que iban á oponerle resistencia, y se con-
firmó, dice, en lo que le contaron los comerciantes, esto es
que los Padres habian aconsejado á los indios que se arma-
ran de flechas é impidieran el paso á los vapores. Pero fran-
] camente hablando, es muy de extrañar que el Mayor diera
crédito á esas patrañas, porque ¿tan desprovistos de razón
consideran á los Padres que no conocieran que aun cuando
se juntasen todos los infieles del Ucayali, ninguna resisten-
cía podrían oponer con sus flechas á las armas de fuego de
que estaba dotada la tripulación, mayormente peleando esta
dentro del buque y los otros á cuerpo descubierto? Esto aun
suponiendo que los misioneros hubiesen tenido algún interés
I en impedir la navegación; ¿pero no habian dado precisamen-
I te mil pruebas evidentes de lo contrario? ¿no se recuerdan los
penosos viajes hechos por el P Calvo para secundar los planes
I del Gobierno? Estas consideraciones debian bastar para con-
tener á aquel funcionario público, antes de lanzar una acu-
sación que destituida de pruebas, no podia menos de ser re-
chazada por la conciencia de toda persona honrada.
El Prefecto de Loreto D. Benito Arana podría atestiguar
lo que decimos acerca el carácter pacífico con que se presen-
taron los infieles Piros; pues en la expedición que él hizo
poco tiempo después, se le presentaron de la misma manera
— 156 —
que refiere el Mayor; y cuando los espedicionarios iban }i
á preparar sus armas creyendo ser hostilizados, pudiera
convencerse de lo que les dijo el P. Calvo y que hemos iBri-
nuado mas arriba, es decir, que aquello no era mas queofit
ceremonia pacífica y amistosa de aquella gente.
't|S»ti»*itf88»''Wé>»*»l*''ei»'«>»''€Í»»<i*«Í»''ta~'»''<»-^»~^^*
GAPITOLO ISJLlh
líueva expedición ai PaleaMn^—Beeleoeion del P. Calvo para la
Pieleetuxa de laa Miaionea-
Muy poco lisongera era la situación en que habían que-
dado las misiones después de los sucesos referidos en el ca-
pítulo anterior. A los entorpecimientos que ya desde mucho
tiempo dificultaban la obra de los religiosos, se habia agre-
g>ado esta recrudencia, que hemos visto, en el odio que les
profesaban sus enemigos, hasta el punto de hacerles pasar
á los ojos del Supremo Gobierno como criminales, que no
retrocedian ni aun ante la complicidad en el asesinato para
lograr sus fines. A haber animado á los Padres otro móvil
menos elevado que el que les dirigia, tenian motivos de so-
bras para abandonar unos trabajos que les acarreaban tan
graves sinsabores; no obstante no lo hicieron así, sino que
permanecieron en su puesto para prestar nuevos servicios á
la Religión y á la República.
Deseaba saber el Gobierno si los rios Pachitea y Palcazu
eran navegables hasta el puerto del Mayro, para en caso
que lo fuesen establecer una línea de vapores de la capital
al Departamento de Loreto, cuyas comunicaciones serian
mucho mas fáciles y breves por esta vía, que por las de Tru-
gillo y Chachapoyas. Frustrada la primera expedición que
á este objeto se mandó, por el asesinato de los dos Gefes del
vapor Putumayu, dispuso el Gobierno que saliera otra, en-
— 158 —
cargando su dirección al mismo Prefecto del Departam
que lo era entonces D. Benito Arana. Antes de salir U
pedición de Iquitos, el señor Prefecto pasó una nota al
Calvo, diciéndole que pasase á Sarayacu el 15 de No
bre, á fin de dar sus descargos en el proceso que se
formado, á consecuencia de la muerte violenta de los ofiá
les de que arriba hemos hecho mención. Recibió el Padre
nota el mismo dia quince para el cual se le citaba, y sin
dida de momento se puso en camino, recorriendo en
dias la distancia que en otras ocasiones exigía seis. Gná
á esta rapidez llegó á Sarayacu antes que la expedición;
no pudiendo sosegar hasta haberse quitado de encima la
lumniosa acusación que sobre él pesaba, volvióse á em
car el dia siguiente, con ánimo de proseguir hasta que
centrara al Prefecto, aunque para esto fuera preciso II
hasta el mismo puerto de Iquitos. Al tercer dia que laj
por el Ucayali, descubrió el vapor Morona, en el cual iba
cho Prefecto Gefe de la expedición; y dirigiendo hacia él
canoa, subió al vapor para tener la entrevista para la que
le habia citado.
Condújole el Prefecto á su cámara y, en presencia
capitán D. Emilio Baldizan, le hizo varias preguntas rei;
vas al objeto para el cual habia sido llamado, contestánd
el P. Calvo entre otras razones lo siguiente: ¿será posibk
señor Prefecto, que aquel que ha dado el primer impulso í
esta navegación; que tantos trabajos ha padecido, con ries-
go de perder muchas veces la vida, para buscar el camiis
del Mayro al Pozuzo y el del Palcazu, en cumplimiento 4
los deseos del Gobierno; que el que lleva gastados en estol
viajes mas de tres mil pesos de los recursos de las Misionesi
sin habérsele abonado un medio ni por el Gobierno, ni p*
los particulares, á escepcion de los doscientos pesos que sí
recaudaron en el Cerro; que aquel, por último que tetó
deseos ha tenido de ver realizable esta navegación, salgí
ahora con la nota de asesino, preci^mente de dos Oficiad
que iban á poner en práctica el sueño dorado de sus desíí'i
_ 159 —
los? La emoción que lé dominaba y que le hizo hasta derra-
mar lágrimas, no le permitió continuar. El Sr. Prefecto tra-
cto de consolarle, diciéndole: nunca he podido persuadirme
que Vds. fueran capaces de un crimen tan horrendo; y en
prueba de esto he dicho al Mayor que dio el parte contra
ustedes, que si los Padres se presentaban en el Tribunal
contra él, no sabia como le iria, peligrando que no saliese
; bien del asunto; pero yo, añadió, por razón del cargo que
desempeño he de averiguar los hechos para hacer justicia á
quien la tenga. Así lo hizo en efecto: y como hablaba la len-
I gua quichoa, no solo se informó de los comerciantes y otras
I personas blancas que podian enterarle de los sucesos, sino
¡ también de los indios; y confrontando todas las declaracio-
i nes, comprendió que todo habia sido una inicua calumnia
i tramada contra los Padres, para de este modo quedar libres
sus enemigos de la vigilancia de aquellos, que les impedian
dedicarse con libertad á la compra y venta de los* muchachi-
tos infieles, con quienes traficaban como si fueran especies
de ganado.
Tres días se detuvo la expedición en Sarayacu, durante
los cuales se ocupó el Prefecto en las referidas diligencias;
y convencido al fin de la completa inocencia de los Misione-
ros, propuso al P. Calvo si prefería quedarse en Cayariya ó
seguir acompañando la expedición. Contestóle este que sus
I deseos eran siempre servir en lo que pudiera á la Religión y
I á la República, y por tanto que no haciendo falta por enton-
[ ees en las misiones, toda vez que quedaban cuatro Sacerdo-
; tes y dos legos, si en algo se le juzgaba útil, seguiría á la
I espedicion con tanto mas gusto, cuanto así podría dar fin y
remate á una empresa que tantos trabajos le habia costado.
Agradeció mucho el Prefecto este ofrecimiento, diciéndole
que lo aceptaba; no solo porque podría servirles de Capellán
de la espedicion, sino también porque sus conocimientos
prácticos de aquellos ríos podrían serles muy útiles y hasta
tal vez necesarios. En efecto, el P. Calvo se habia arregla-
do un mapa del Pachitea y del Palcazu, que aunque algo
— 160 —
imperfecto, le servia para dirigirse en sos viajes, y dá
mo se sirvió también el comandante del vapor Moram
llegar hasta el puerto del Majro. Dadas, pues, las 0
convenientes al Gobernador para qne vigilase la
de los que recorren el UcayaÜ, y sobre todo para que
se ocupase en el comercio de los muchachitos infi
molestase mas á los Padres, salió la espedicion del piu
Sarayacu, dirigiendo su rumbo hacia Caschiboya.
Dos días tardó el vapor en llegar á este ponto, y
tras se detenia en proveerse de combustible, el
acompañado del P. Calvo, pasó á visitar el pueblo, qm
ta como dos leguas del Ucayali; pernoctaron eü él, y
siguiente volvieron temprano al vapor, continuando li
cha hacia Cayariya. Otros dos dias se necesitaron pan;
gar á la desembocadura de la quebrada en que está
esta población, y como habia mucha leña preparada
vapor, fué necesario detenerse bastante tiempo para a
barque. El Sr. Prefecto quiso aprovecharlo, visitando
bien el pueblo de Cayariya y al efecto á la madrug
guiente se embarcó en la montería del Padre que en
ligera, acompañándole dicho Padre, un ayudanta y
mandante Raygada; mucho les gustó el sitio en que s
bia construido el pueblo, pero sobre todo la linda igl
hermoso convento que se habia edificado, quedando
rados de como pudieron levantarse en un sitio tau
y con tan poca gente aquellos dos edificios. Después ¿te
ber almorzado, tomaron los ornamentos sagrados y di
cosas necesarias para el Santo Sacrificio, regresando al
donde se hallaba el vapor, á donde llegaron como á las
co de la tarde. Durante la noche permanecieron fond
y al dia siguiente hicieron rumbo hacia el Tamaya.
se proveyeron de plátanos y prosiguiendo la naví
después de haberse detenido durante la noche, llegar®
mo á las dos de la tarde del dia siguiente frente el Pai
cuyo acontecimiento fué saludado con salvas de
que por cierto asustaron bastante á algunos infieles í
habian agregado á la espedicion.
- 161 -
^ No proseguimos la relación de este viaje en lo que falta
la llegada al puerto del Mayro, para no alargar dema-
o nuestra historia (1), limitándonos á referir lo que me-
desde el puerto del Mayro hasta Lima, por tener mas
tima relación con nuestras misiones.
Llegó la espedicion al puerto del Mayro el 1.* de enero
1867, después de vencer mil dificultades ocasionadas por
mala construcción de los vapores; pues el uno era de ex-
ivo porte, poniendo en grave dificultad cada vez que se
ecia alguna curva en los rios; y los otros dos eran muy
ebles y de tan poca fuerza, que muchas veceb no podian
mper las corrientes, siendo preciso retroceder algún tanto
esperar á que se hiciera bastante vapor. Una alegría ge-
lersJ se esperimentó en el puerto á la llegada de la espedí-
ion, así por parte de los que estaban en tierra como por los
\UQ formaban parte de ella; pues se habian ya consumido
Bs provisiones y se padecía necesidad, 6 mejor diremos bas-
ante hambre. El dia después de la llegada lo pasó el Pre-
bcto ocupado en escribir los partes para el Gobierno, la Su-
>refectura de Huánuco y el Gobernador del Pozuzo, lo mis-
pio que otras comunicaciones que fué preciso enviar, para
|ue sin pérdida de momento se socorriese á los espediciona-
pos con los víveres que se necesitaban; estos partes fueron
entregados al capitán Baldizan para que los llevase á Huá-
nco, mientras que el P. Calvo como conocedor del Pozuzo,
e adelantó paAt comprar todos los comestibles que encon-
rara, á cuyo efecto le habia entregado quinientos pesos el
efe de la espedicion. Cuatro dias necesitó para hacer este
viaje, llegando al Pozuzo él y sus compañeros con las fuer-
las desfallecidas por el hambre. Fortuna que antes de pasar
ürio Huancabamba encontraron la chácara de un indio, que
tenia en su choza dos grandes cestos de plátanos maduros,
(1) El que quiera enterarse detenidamente de los sucesos de esta es-
pedicion, puede consultar el púmero 18 del Peruano^ periódico oficiai
de Lima, correspondiente al tomo 52, semestre 1.®
I 11
— 162 —
los que les sirvieron muy oportunamente para tomar
alimento, no faltando quien comió hasta veinte de
tas; tal era el apetito que tenia. Inmediatamente de
llegado, entregaron al Gobernador la comunicación dd
fecto, y así que hubieron encontrado algunas arrol
arroz y frijoles, manteca, gallinas y otros comestible»,
puso el P. Calvo que algunos de sus peones los trají
los espedicionarios, mientras él seguia recogiendo m
provisiones que les iba mandando, á medida que se pi
taba oportunidad. A los seis ó siete dias llegó el
muy cansado de subir y bajar por aquellos cerros, yi
molestado por unas llagas que se le abrieron en las p»
Descansó unos tres dias, saliendo luego juntos pan
nuco.
Los huanuqueños apenas tuvieron noticia de la pros
dad de los espedicionarios, salieron á recibirles á
tres leguas de distancia, con el entusiasmo que les
riza, y que se excedió aquella vez al considerar las
ventajas, que la ciudad de Huánuco, hoy capital de
tamento, iba á reportar de aquella espedicion. Fuéle pi
al Gobernador, lo mismo que á su Secretario y á alj
su comitiva, descansar algunos dias en aquella ciudad
curarse las llagas de las piernas. Solo el P. Calvo, como
acostumbrado á aquellas fatigas, quedó libre de semejí
molestias, pero en cambio enfermó al llegar al Cerro,
solia acontecerle cada vez que respiraba los aires tan
de aquella población. Tres dias debió demorar en ella
restabléceme de su indisposición, y entretanto el
Prefecto se fué á Lima, mereciendo á su llegada los
mes del Gobierno por haber resuelto el problema, á\
hasta entonces, de la navegación que él habia hecho,
dias después llegó á la misma Capital el P. Calvo, en
sion en que se estaban ya publicando las relaciones det
das del Prefecto, en las que este funcionario se ociipaW
proceso que se formó á consecuencia de la muerte de lesj
del Putumayo, refutando las odiosas calumnias levant
— 163 —
a los Padres, por los que les suponían cómplices en el
lato, y patentizando á todos su completa inocencia.
L Presidente de la República, que se interesaba mucho
I éxito definitivo de la espedicion realizada, no solo
izon del cargo que desempeñaba, sino también por set
•al de Huánuco, cuya ciudad tan beneficiada debia que-
on la empresa que se proyectaba, dio la orden de abrir
rniino espedito desde el Pozuzo hasta el puerto del May-
este fin nombró una comisión compuesta de un inge-
y cuatro auxiliares inteligentes, confiriendo la presi-
ía de esta Comisión al R. P. Calvo, en vista de los in-
3s que le dio el Prefecto acerca las circunstancias que
arrian en este Padre, quien por razón de las muchas
3 que habia recorrido aquellos países, no tenia en toda
^pública otro que le igualase en el conocimiento de los
m que el camino debia atravesar. No quería, sin embar-
51 admitir el honor que se le dispensaba, y al efecto pi-
¿ señor Presidente que nombrase jefe de la espedicion
g-eniero; pero por mas instancias que hizo, no se le ad-
S la renuncia.
Niestas en regla las cosas necesarias, emprendió su via-
conaision, llegando al Pozuzo sin haber ocurrido nin-
suceso notable durante el camino. Del Pozuzo pasó al
luancabamba, desde cuyo punto empezó el reconoci-
Dito del terreno, siguiendo el trozo de camino que el año
írioT habia hecho abrir el P. Calvo, hasta el sitio Uama-
1 Mirador j como dejamos dicho ya. No dejaba de ofrecer
res dificultades la construcción de un camino por un sí-
an elevado, p'ero al fin era el que menos las presentaba
[)r otra parte era el que mas ventajas of recia. Desde
fel sitio dio principio el ingeniero á sus estudios, y cre-
io el P. que muy poco ó nada podría ayudarle por en-
Jes en sus trabajos científicos, determinó de acuerdo con
10 ingeniero adelantarse á descubrir terreno en compañía
señor Cura de la colonia alemana, que también quiso to-
• parte en^aquellos trabajos. Lleváronse diez hombres por
— 164 —
lo que pudiese ocurrir y salieron del Mirador, tards
ca de dos dias en llegar á la confluencia de dos qae|
que desde aquel sitio parecia no distar mas que media
la causa de este retraso fueron los rodeos qua tuviei
hacer, para evitar los precipicios que continuamente
presentaban, y por los muchos palos y bejucos que
de cortar, si querían d^r un paso seguro. El estado a|
férico no les era tampoco muy favorable, siendo tan
nuas las lluvias que apenas se les secaba por cortos m^
tos la ropa que les cubría.
Dos dias después de andar por aquellas malezas,
traron por fin una pequeña pampa, en la que como al
apropósito se detuvieron para arreglar su rancho; y
allí hacian sus investigaciones, volviendo siempre á dj
sar en el mismo sitio. Entre tanto iban pasando loe
disminuyéndose las provisiones; en vista de lo cual, it
de transcurridos unos once dias, les fué preciso envis
tro hombres á buscar víveres al Mirador; pues el in{
tenia algunos, y en caso que le faltaran le era mas|
procurárselos en el Pozuzo. No habiendo regresado
peones con los víveres que se necesitaban, al cabo
dias el señor Gura tomó la escopeta, para ver si encoi
alguna pieza de caza; siéndole tan propicia la fortiiiia,|
mató un gran mono maquizapa. No pudieron, sin eml
saciarse con este refrígerio tanto como creian; poi
tres únicos indios que habian quedado en su compafiia,!
los demás habian huido, viéndose con el mono,
mas de la mitad y al dia siguiente antes de amanecer^
do el padre y su compañero todavía dormían, se
dejándoles abandonados en un sitio muy triste, enh
fundidad de dos elevados cerros. No decayó por esto ss|
mp, sino que procurando conservar sus fuerzas con á
gerio que la Providencia les había deparado, se pusi(
hervir el pedazo de mono que los indios habian dejado,]
mas aderezo que agua pura y un poco de sal, pues las
cunstancias no eran las mas á propósito para apel
— 165—
tos manjares. Comieron de este refrigerio aunque en
, cantidad, y resignados á lo que pudiera venir, espe-
1 tranquilos la llegada de las provisiones, cuando por
racia aquella noche el señor Cura cayó enfermo de al-
i gravedad, declarándose en el siguiente dia la disente-
íil. reflexiones tristes les asaltaron entonces y en nin-
i parte veian esperanza de alivio; cualquier rumor de
g^as y movimiento de los árboles les parecia señalar
os indios regresaban ya, pero muy pronto se disipaban
lusiones. Trataban ya de irse solos, pero ¿cómo era po-
hállar camino en medio de la espesura tan grande del
lie? y ¿cómo podrian pasar sin alimento cuatro dias á lo
wg que necesitaban para llegar al Mirador? De este modo
discurriendo al tercer dia de hallarse en aquella sole-
cuando por la tarde se les presentaron dos indios con
Das libras de arroz y un poco de carne salada. Al recibir
1 socorro que les venia como del cielo, no pudieron me-
lé dar fervientes gracias á Dios, que jamás desampara
i necesidad á aquel que en él espera. Pusieron luego á
ir una buena porción de carne y arroz, pero desgracia-
ente el estado del señor Cura no le permitió pasar ni un
leño soíbo de caldo; tal era su postración. Con esta falta
limento se iba agravando su enfermedad y no le queda-
inguna esperanza de librarse de la muerte, careciendo
0 carecian de médico y de medicinas á propósito para
J sus dolencias. El dia siguiente amaneció sereno el
po y el enfermo, haciendo un esfuerzo sobre sí mismo,
liso en camino para el Mirador en compañía del P. Calvo
los dos indios, quienes dejaron en aquel sitio la tienda
stmpaña y otros efectos que habian llevado, seguros de
ntrarlo todo en el mismo sitio cuando volvieran, pues no
apor aquellos contornos, ni es fácil hubiese penetrado ja-
én aquel punto persona alguna. Penosísimo era el cami-
itendido el modo como debían verificarlo, empleando to-
1 dia para recorrer un trecho que á paso regular hubieran
vesado en media hora; el enfermo seguía sin apetito, no
— 166 —
habiendo probado en todo el día sino dos cucharadas á^\
De esta manera continuaron el dia siguiente el
medio de muchos precipicios que atravesaron con
ficultad. Ciomo á las diez de la mañana, detuviérois»
arreglar un poco de comida, y mientras tanto el
para refrigerarse descansaba sobre unas piedras, jai
era dable ofrecerle mas blando lecho en aquella
Rendido del cansacio ó por otras causas quizá, comió
nos el señor Cnra aquel dia que el anterior, siguiendo
mino con tanta dificultad, que á cada diez ó doce pasoí^
daba tenia que pararse otros tantos minutos; era
postración que aquel dia parecia iba á espirar, de
que afligido el P. iba ya discurriendo en que sitio ent
su cadáver; pues no era fácil conducirlo al Pozuzo, al
la larga distancia en que se encontraban. Tampoco se
ilusiones el enfermo, sino que sus pensamientos eran ii
eos á los del Padre, según él mismo se lo manifestó ii
No obstante, serian como las dos de la tarde cuando sel
servó que el enfermo iba recobrando un poco las fu<
siendo necesario hacer tan frecuentes los descansos;
como no con venia abusar de esta pequeña mejoría y ^
otra parte el tiempo amenazaba lluvia, resolvieron del
parahacer un rancho, afín de pasar la noche al abrigo
chubascos. Mientras que los indios se ocupaban en
algunas hojas de palma, el P. se fué á buscar lefia paral
cender fuego; pues que el enfermo manifestaba tener
na apetencia; y aunque los alimentos que podían proj
nársele no eran los mas apro pósito para su dolencia,
menos hacia concebir algunas esperanzas, si su estdi
desfallecido podia reparar de cualquier modo que fuertí
abatidas fuerzas. La |leña desgraciadamente estaba
impregnada de la humedad, que no habia medio de
arder, de suerte que el padre hubiera ya desistido de
grado de su empeño, á no haber sido la pena que le
poder proporcionar algún refrigerio á su pobre comj
Dos horas, pues, hacia que estaba batallando, sin coi
— 167 —
loas resultado que hacer un poco de humo; pero al fin á
¡áerza de cortar astillas secas logró extraer la humedad de
luleña que principió á arder. Arreglaron entóneosla cena,
uniendo la gran satisfacción de verqueelseñor Cara, comió
im buen plato de arroz/ con el desabrido caldo que hizo la
same salada, único alimento de que en aquella soledad po-
^an disponer.
f A fin de que no se repitiera el trabajo que les habia eos-
do encender fuego, procuraron mantener toda la noche el
ue habian encendido; á cuyo efecto amontonaron bastante
iña, que aunque húmeda, se iba secando al calor de las
irasas encendidas. Procuraron también dejar preparado el
z que les sobró para poderse con él alimentar á la ma-
ana siguiente^ como en efecto lo hicieron así, adquiriendo
e esta suerte el enfermo las fuerzas necesarias para empren-
fder la larga subida, que es preciso hacer para llegar al Mi-
I rador.
\ Indecible fué la satisfacción que esperimentaron al lle-
gar á aquel sitio, después de los gravísimos irabajos que
[habían sufrido, y cuando no creian de ninguna manera po-
láble llegara con vida el señor Cura, visto el lastimoso esta-
do en que le habia puesto su enfermedad. A su llegada el in-
¡geniero mandó preparar una buena comida, que bien nece-
saria les era, después de lo mal alimentados que habian es-
tado durante tantos dias; pasaron allí mismo aquella noche,
i partiendo al dia siguiente para el Pozuzo, porque el estado
I del enfermo no permitía pensar siquiera en seguir acompa-
I ñando la espedicion; y para evitar el difícil descenso del
I Mirador, se internaron por detrás del cerro Monocanca^ para
i ver si por aquella parte habría una pendiente mas suave y
menos penosa. Gracias á la divina Providencia, llegaron con
felicidad á la colonia alemana, donde el señor Cura se resta-
bleció de sus dolencias, con las mayores comodidades que
pudo encontrar en su casa; pero al P. Calvo se le frustraron
sus planes de investigación, pues en la misma tarde en que
llegaron al Pozuzo le dio por primera vez las tercianas que,
— 168 —
salvo algunos cortos intervalos de diez ó doce dias, le
ron hasta el mes de noviembre, en cuya época salió
Huánuco. En los dias que la terciana le dejaba lil
ocupaba en mejorar el camino que en el próximo pasado i
habia hecho abrir hasta el Mirador, mientras que el h
niero á fuerza de constancia y trabajo lograba enconi
una bajada suave hasta la unión de las dos quebí
continuaba el trazo del camino hasta encontrar el
del Mayro.
Llegó entretanto la época de la celebración del ca{
Guardianal en el Colegio de Ocopa, correspondiente al i
de 1867, y considerando el P. Calvo que de retirarse dell
bajo para asistir á dicho capítulo, pudiera di^ustai
Presidente de la República que le habia honrado con la
sidencia de aquella científica comisión, escribió al P.
sario general, haciéndole presente las circunstancias an
se encontraba; en vista de las cuales, éste le contestó
pensándole de la asistencia á dicho capítulo. En aqudí
se acababa al P. Calvo su segundo sexenio de la Prefe
de Misiones, pero al proceder loscapitulares á nueva eleccii
le reeligieron por tercera vez para desempeñar dicho
Mucha pena le causó el recibir esta noticia, pues d(
retirarse á Ocopa, para reparar sus fuerzas debilitadas
tanto trabajo; pero sus gestiones para que se le admii
la renuncia fueron inútiles, pues el muy reverendo P.
misario le escribió que, como las Bulas Inocencianas
á los Prefectos de Misiones en libertad para vivir, ya ail
colegios, ya en las mismas conversiones de infieles, nii
inconveniente habia en que apesar de su reelección, se
tirase á Ocopa, desde donde podría dirigir las Misiones ¡
medio de cartas; como estas razones no daban lugar á&t
vas instancias, obedeció el Padre, aceptando nuevamentei
destino y regresando al Colegio. Su salida del Pozuzo
como indicamos mas arriba por el mes de noviembre, ye
en compañía de los demás miembros de la comisión, qaei
bian terminado ya sus trabajos, hasta la ciudad dd
— 169 —
m cuyo punto se despidieron éstos para Lima, y el P. Calvo
lara Ocopa.
V Llegó á este colegio el 1." de diciembre, pero cuando
sreia poder descansar en él de todas sus fatigas, se encontró
5on que su temperamento le probaba tan mal, que le sobre-
riño una completa inapetencia, de modo que solo tomaba
por alimento un poco de sopa; declarándosele luego una hin-
chazón en los pies, que poco á poco le fué subiendo hasta la
mitad del cuerpo. Los médicos le deshauciaron, manifestan-
do no haber esperanzas de salvarle si no se trasladaba á Li-
msL para disfrutar del temperamento mas benigno de aque-
ja capital; pues su naturaleza no podría acomodarse á los
lirios de Ocopa, después de haber vivido por espacio de tan-
tos años bajo la acción de un clima tan cálido como el del
ücayali.La dificultad consistía, sin embargo, en poder hacer
la travesia, porque estaba el Padre tan débil, que apenas
podía sostenerse en la caballería; como no habia empero otro
¡remedio, le fué preciso hacer un esfuerzo y ponerse en ca-
imino. No es fácil decir lo mucho que durante el mismo su-
ifrió; al llegar á la cordillera especialmente, le parecia mo-
rirse á cada instante. A los pocos pasos que daba, tenian
que bajarle de la caballería para que pudiese descansar un
rato, volviendo á montarle después; necesitando trece dias,
para hacer el viaje que regularmente se hace en seis, y lle-
gando á Lima en el deplorable estado que se puede imagi-
inar. No obstante, gracias á la benigna influencia de la tem-
iperatura de Lima, al asiduo cuidado de los Padres del Cole-
|gio,y á la inteligencia de los facultativos, fué mejorando no-
I tablemente; de suerte que á los quince dias pudo dar gracias
á Dios, por verse completamente restablecido de su gravísi-
ma enfermedad.
M<S»SiM
aJLPITPLO XISIIIZ-
Buceaoa ocurridos en loa misiones desde 1867 hasta Í870
Deseáramos poder dar comienzo á este capítulo mi
tando el cumplimiento de las justísimas disposiciones
das por el Prefecto de Loreto, D. Benito Arana, á su
por Sarayacu, en las que se prohibía severamente la
y venta de los muchachitos infieles, y se mandaba gi
á los Padres misioneros todo el respeto y consideracioi
bidos. Mas, por desgracia, no podemos satisfacer nva
deseos, que sin duda son también los de nuestros I
porque lo que pasó en eí Ucayali, apenas se ausentó el
Prefecto, fué á corta diferencia lo mismo que pasaba
si es que no fué peor.
Para nuestras misiones ha sido siempre un gra
inconveniente la enorme distancia á que se encuentras
solo del Gobierno supremo de la República, sino tambiffl
sus delegados superiores. De ahí resulta que por buenos
sean los deseos de aquel y por enérgicas que sean las
nes que expida, se estrellan contra la falta de medios
ees para ponerlos en práctica, si los que están inm
mente encargados de cumplirlos no tienen la rectitud
proceder, y los conocimientos necesarios para el buen
empeño de su cargo, lo que por desgracia mas de una
ha sucedido. El siguiente suceso ocurrido en Caschi
confirma lo que estamos diciendo.
i — 171 —
Habíanse reunido en dicha población á primeros de Mar-
;ZO de 1867 varios comerciantes, para recibir algunas mer-
|caDcias que les habian llegado de Nauta, y para pasar el
t tiempo alegremente^ se entretenian un dia en el juego, como
ilo tienen de costumbre, mientras tanto que apuraban algu-
nas copas de licor que de aquel mismo punto habian recibi-
I do. No tardó en aausar su efecto la bebida y viendo el Cura-
[ea de los indios Dionisio Inuma que los jugadores empeza-
[ban á promover desórdenes, quiso ponerles en paz; pero el
; Teniente-gobernador, mas óbrio aun que los otros, juzgan-
\ do sin duda que era un abuso del Curaca entrometerse en
\ apaciguar tumultos hallándose presente él, sin reflexión al-
i gxina, acometió al Curaca espada en mano, aunque afortu-
[ nadamente no logró tocarle, por habérselo impedido los cir-
! cunstantes.
Encontrábase en aquella ocasión en Caschiboya el Padre
^ Fray Antonio Majoral y al oir desde su habitación, que no
: distaba del lugar del tumulto, las descompasadas voces del
; Teniente-gobernador y al ver al mismo tiempo á los indios
i que iban reuniéndose para defender á su Curaca, temiendo
alguna catástrofe, salió apresuradamente para sosegar el
alboroto, llegando en medio de los contendientes, cuando el
Gobernador tenia su espada levantada contra el gefe de los
indios. Poco trabajo le costó al Padre hacerse dueño de esta
arma, lo mismo que de un gran cuchillo que llevaba uno
de los defensores del Curaca, prometiendo devolvérselas al
\ dia siguiente, cuando estuviesen mas tranquilos los ánimos.
I Con sus cristianas exhortaciones logró poner en paz á todos
¡ los adversarios y llevándolos á su habitación les convidó á
i tomar algún refrescante, después de lo cual se despidieron,
i dándole todos las gracias por haber evitado con su media -
I cion las desgracias que hubieran ocurrido.
I Era este Teniente-gobernador, aquel mismo comerciante
de quien en otro lugar hemos hablado; el que impidió que
progresara el pueblo de Cayariya, y que sirvió de principal
instrumento al señor Vargas para escribir el parte en que
— 172 —
86 acusaba á los Padres de complicidad en el a£»siiiato
los oficiales del Putumayo. Como necesitaba la amistad
Curaca para conseguir los hombres que empleaba paia
negocios, que por lo común eran casi todos los del
solia hacerle algunos regalos de ropas ó herramientas;
esta yez para desagraviarle de la injuria que le habia
le convidó con el aliciente mejor para el indio, que «
vino, logrando por este medio que le perdonara la inj
recibida. Esta segunda reunión tuvo lugar ocho dias
pues de la primera y en ella quedó tan ebrio uno de los
vidados, que se cayó dando de cabeza contra un palo^
cuyas resultas se causó una herida por la que estaba d
grándose. Noticioso de esta desgracia el P. Majoral,
al momento, y después de prodigar al herido los ausíli<K
cosarios, se fué á reconvenir al Teniente por los escán
que daba á los neófitos. Habíase éste ocultado en su toláí
mosquitero, mas al ver que el Padre se dirigía hacia él,
lió furioso acometiéndole con una espada; pero como d
sen esta acción, su concubina y su hermano corrieron á
tenerle, pudiendo arrancársela de las manos. Retiróse
Padre á su habitación, mas al poco rato volvió á salir el
niente armado de dos sables ó largos machetes y se ei
minó hacia él, profiriendo las mas soeces espresiones coi
los Religiosos españoles. Muchas cosas estrañas causa
borrachera, y así sucedió entonces que el mismo herí
que impidió al Teniente descargar el golpe sobre el
pocos momentos antes, al verle salir ahora tan armado,
siguió gritando que él era quien debía matar á dicho BeS
gioso; de lo cual se ofendió el Teniente-gobernador dina
do, que él era á quien tocaba hacer justicia y por cons
guiente que se abstuviese de tocarlo. Mucho rato duró
contienda sobre quien habia de matar al Padre y entren
vino la noche, durante la cual se les pasaron los efectos
vino, retirándose cada uno á su casa.
Mas no por eso se le pasó al Teniente-gobernador la
voluntad que tenia á los Padres, sino que tan pronto
— 173 —
taivo ocasión, mandó un oficio al Gobernador de Sarayacu,
en que le decia que el Padre tuvo la osadía de entrar en su
casa y levantar el toldo cuando él estaba dentro, para ver si
tenia en su compaía alguna mujer. Esta calumnia no dejaba
de ser grave y escandalosa, pero no debió tal vez causarle
mucho escrúpulo al que antes habia contribuido á calum-
niar á los mismos Religiosos como cómplices de asesinato.
El Gobernador de Sarayacu, que también era hombre que
deseaba tener ocasión de acusar á los Padres, comunicó el
parte al Sub-prefecto de Tarapoto, y no sabemos si este lo
puso en conocimiento del Prefecto de Mayobamba. Así era
Icomo recibian los informes las autoridades superiores, cum-
ipliéndose á la letra lo que muchos años atrás dijo al P. Cal-
!Vo el primer Prefecto de aquel Departamento con estas tex-
tuales palabras: «esté V. persuadido, Padre, que cuanto
«ocurra en el Ucayali, se les ha de achacar á Vds. por estos
«zafíos que por allí trafican.»
Este mismo Prefecto habia dado órdenes muy serias para
; que fuesen entregados á los Misioneros todos los muchachos
í infieles que los comerciantes bajaran por el Ucayali, á fin de
que aquellos se dedicaran á su instrucción; pero la lástima
fué que estas órdenes, como tantas otras, quedaron sin cum-
plirse.
Entre tanto el P. Antonio Majoral emprendió una escur-
sion á varios paises de infieles, dando cuenta de su resulta-
; do al reverendo P. Prefecto, en una carta fechada en Caya-
riya á 7 de Octubre de 1867, en la que entre otras cosas le
decia lo siguiente: «El dia 11 del pasado Agosto, después de
! «haber consultado el parecer del P. Francisco, salí acompa-
«do de ocho cristianos en dirección á la desembocadura del
«rio Tambo, para entablar relaciones con los Piros que ha-
«bitan por aquellos alrededores. Fuimos surcando el Tama-
«ya por espacio de ocho dias, durante los cuales intenté tra-
«bar amistad con los Amuehuacas, que viven diseminados
«por su contorno, mas viendo que no correspondían á lo que
«yo esperaba, fui prosiguiendo mi viaje hacia el pimto antes
— 174 —
«indicado. A los quince días de haberme puesto en
«llegué á la desembocadura del Pachitea, donde tuve el
«to de saludar á los señores Oficiales del Vapor Morona,
«estaban allí aguardando á una Comisión que debia
«de Lima. Recibiéronme dichos señores con su a
«da benevolencia, mostrándose dispuestos á prestar
«quier servicio que se ofrezca á nuestras Misiones.;»
«A las tres semanas de mi viaje me atacó una hind
«y dolor tan molesto en la mejilla, que á poco que hule
«aumentado me ponia en muy apurado trance. En "^
«del desconsuelo que me causaba el pensar que á cana
«esta dolencia se frustraría acaso mi espedicion, acudí i
»Vírgen Santísima y á mi glorioso patrón san Antonio,
«tiéndome repentinamente sin dolor, aunque la hinc
«fué bajando poco á poco. A los quince dias, gracias á
«pude continuar mi camino sin otra contrariedad, que
«molestias inherentes á esta clase de viajes, y despucB
«cuatro semanas y media de haber salido de nuestro H
«cío, tuve por fin el contento de llegar á la desembocad
«del Tambo.»
«Los indios Piros, con quienes pude avistarme, instad
«dos por la tradición acerca de los grandes servicios que I
«antiguos Misioneros prestaron á sus progenitores, me ree
«bieron con las mayores demostraciones de alegría, y una
«memente me prometieron reunirse en población, tan p
«como yo me fuera á residir entre ellos. Animado con
«esperanza, bauticé á mas de treinta chiquitos, por si a
«alguno moría antes de establecerse allí algún Padre. O
«seguí también ponerme en relaciones con los indios
«pas mas inmediatos, quienes me hicieron igualmente
«cebir halagüeñas esperanzas; aunque tengo la dificul
«de su idioma que no me es tan conocido como el de los
«ros. Con estos resultados, y con la confianza que Uegirf
«abrigar de poder amansar á los fieros Campas del Tam
«regresé satisfecho de mi escursion, pasando otra vez í
«vuelta por la tribu de los Cunibos y parte de los Schipi
— 175 —
•
laciende mi viaje con mucha rapidez durante el dia y con
^o descanso por la noche, para poderme hallar en Caya-
íya el da de san Miguel Arcángel, patrón de este pueblo,
lya fiesta deseaba celebrar en compañía de los otros
idres.
«En todo el curso de la espedicion, gracias al Señor, no
temos tenido novedad, aunque nos vimos amenazados de
Llgunas desgracias. Entre otras ocurrencias, un dia me
icontré con una enorme serpiente, la cual conseguí ma-
ir; tenia una vara bien cumplida en grueso, y como seis
^aras escasas de largo.»
Un año, ó poco más, después de haber regresado el Padre
ijoral de su espedicion,el Vice-prefecto de misiones, Padre
^nacio M. Sans, escribía al reverendo P. Prefecto dándole
lenta de otra que él tenia proyectada. Copiamos á conti-
lacion algunos párrafos de su carta, que servirán al propio
impo para dar á conocer el estado actual de nuestras mi-
Ilíones.
I «Cayariya 20 de noviembre de 1868.
i
I
<^Mi amadísimo Padre:
<cPor la Cuaresma próxima. Dios mediante, iré á trabajar
<fen la conversión de los Hiscis-Báquebu^ que como sabe V. P.
«son una parcialidad de los Remos de Cayariya, y espero en
«Aquel que me conforta, que esta empresa me saldrá mejor
«que la espedicion que hice á los otros Remos. He tenido á
f-e:mi lado por espacio de mas de un año á cinco neófitos de
«aquella tribu, y he enviado cuatro de ellos con el encargo
«de reunir á sus parientes, y de que una vez reunidos vol-
«vdesen á buscarme; creo que cumplirán con fidelidad su
«cometido, porque hasta ahora me han dado pruebas de
«corresponder al amor que les profeso. Y no en vano lo hacen
«así, pues me deben el beneficio de la vida, por haber im-
«pedido yo que se la quitasen los bárbaros Schipibos. El re-
«sultado de su comisión confio saberlo por Navidad. Lo que
«ahora suplico á V, P., es que se digne ausiliarme con re-
■
~ 176 —
«cursos y sobre todo con sus oraciones, para que Bm
«Virgen santísima nos ayuden.»
«Como el vecindario de Cayariya es tan corto,
«V. P. sabe, he redimido siete jovencitos Campas,
«varones, y tres mujeres,que eran llevados á Nauta para
«vendidos como esclavos. Además, habiéndome didio
«comerciante de dicha ciudad, que tenia encargado i
«gunos de los que vagan por el país de los Piros que le
«porcionaran hasta veinte, le dije que me los entregase
«los pusiera en venta, por ser cosa detestable y con
«las leyes de Dios y de la República; y que no temiese
«la plata, porque cuanto antes se la entregaría, pues i
«efecto iba á escribir á V. P, para que sin pérdida de tii
«me la mandase. Si con esto he obrado mal le suplica
«perdone, pero la compasión que me causa ver á estos
«graciados sumidos en tal degradación, me ha mori
«obrar de este modo; con esto me parece haber hecho
«servicio á Dios y también á la República, rescatando
«esclavitud á estos infelices que algún día podrán ser i
«á la sociedad. Procure por tanto V. P. rexmir alguna
y mandármela á Huánuco para el mes de julio, que jft
«alguno de los Padres iremos á recibirla.
«Ya que estoy escribiendo, no puedo pasar en sili
«para que V. P. pueda denunciarlo á quien le convengar
«abuso que cometen algunas tribus del Ucayaü, haci
«correrías á otras tribus, como son los Campas, C^scbí
«Remos y Amuehuacas, que se van destruyendo. Miea
«el Gobierno no tome un fuerte empeño en prohibir i
«comerciantes la compra y venta de los jovencitos iiwfi
«los infieles del ücayali no cesarán en sus hostilidades
«las otras tribus, pues por este medio consiguen lo que
«hace falta para atender á sus necesidades. Pero esto no
«aun suficiente, pues deberia además reprimir la audacia
«los infieles amenazándoles con la esclavitud y con que
«rán trasportados á Lima para servir de soldados, que es
«que más temor les infunde; y si estas amenazas no a»
— 177 —
¡ficientes^ convendría hacer algún escarmiento, qne con
rpoco bastaría, pues es sabido que la timidez es el carácter
matural de los infieles.»
«S. P- sabe mejor que yo, que ni uno solo de los que re-
leorren el Ucayali con el nombre de comerciantes, ha pros-
rperado con este tráfico ni con el de la pesca salada; antes
rbien al llegar á los meses de marzo ó abril, todos han de re-
teurrir á los comerciantes de Nauta; pero como estos los
itienen bien conocidos, no los habilitan sino con aquello que
tpueden ganar en un año. ¿Pero cómo es posible que pros-
rperen, dejándose dominar por el juego y demás vicios que
lie son anejos? Las funestas consecuencias que de esto di-
manan fácilmente pueden comprenderse; para satisfacer á
Ksus acreedores compran los muchachitos de los indios, lo
fccual es causa de que estos se ocupen en piraterías que no
ürcometerian, si les faltara aquel incitamento. Mientras tanto
«los hijos de la República Peruana, apesar de la ley de abo-
«licion de la esclavitud, son vendidos para sostener los vicios
«de unos cuantos aventureros. ¡Ojalá que esta carta sirva
«para poner remedio á tamaño escándalo!»
Finalmente en otro párrafo dice: «En el rio Ahuaitiya ya
«han acabado enteramente con los Caschibos, no quedando
«ni uno solo de esta tribu. Los Schipibos que vivieron en
«este pueblo al principio de su fundación, tienen varíos de
«estos salvajes en su poder, y si estas gentes de Cayariya
«tienen tantos, ¿cuántos más tendrán los de otras tribus que
«son mas astutos y atrevidos? Dias atrás bajaban por el üca-
«yali cuatro ó seis canoas y al pasar por delante de las vi-
«viendas de los Schipibos de estas cercanías, redoblaron los
«tambores, como tienen por costumbre practicarlo siempre
«que les ka salido bien alguna correría. ¿Cuántos, pues, de
«estos infelices llevarían en aquellas canoas?
i2
CAPiTOLO xx:iv
Viaje del P> Sana á Qnimiii j padeeixnientaa de qm
taé YietiBua entie loe inüeleM'
Antes de insertar en este capítulo la reseña histó
nuestras misiones, dando cuenta de los sufriinient
decides por el R. P. Fr. I^acio M. Sans á manos
infieles en su espedicion al valle de Quimirí, practic
el año 1889, nos ha parecido conveniente poner el
que el R. P. Fr. Juan de la Paz, Misionero apostolic
cribió en obsequio del referido Padre, con las Ifoítí
abajo se citan.
Al R. P. Fr. Ignacio M. Sans
UISIONBRO APOSTÓLICO Y PREFECTO KBOIBNTBMENTB NOl
DB LAS MISIONES DEL COLEOIO PE SANTA BOSA DB OCOPA
lAlsad la Oras que el porvenir emkiia
De eea infizüta multitudl Sus braMe.
Que Bolo brindan fraternales lasoa
Afirmarán la tierral
Alxad la Gnu que de la especie
Vincula loe desdnoe en au nombre!..
Alxad la Crus, de donde el bien
Y do se ostenta en acta aoberana
La verdadera libertad del hombfd
G. Q. de Al
Celebre el mundo eon febril acento
Sus héroes, sus victorias
Y á sus mentidas glorias
De bronce ó roca eleve un monumento.
Mañana esa obra del orgullo vano,
Tocada por la mano
Del tiempo destructor»
Será de Informes cenicientas ruinas
Montón aterrador.
De impúdica pasión entre
La turba sibarita su himao ectosel
«Que un goce activo aleje noesli«]
No hay mas allá... tras el morir.- 1
Loca al furor de báquicas esoe&u
Libando á Priapo y Venus
Del sensualismo en la neítoda<
\
— 179 —
^n l¿brieo entusiasmo Es un apóstol santo
me rinda 8u cerviz á inmunda estopa» De amor y fe y de esperanza Heno
)ae adore la materia Que alzó la Cruz, su divinal encanto
¡las ¡ay! al saborear fugaz deleite Para esparcir en la región ignota!
Del corazón y el alma en cruel marasmo, ¡Hija del cielo, caridad sublime!
iBueño! á su dicha llamará ¡miseria! Tu poderoso aliento
r de efímera beldad á las caricias: La vida al bien le imprime;
Torpe ilaaion! fatídico sarcasmo! Tu irresistible acción eleva al hombre
f á sus canciones ¡un incienso al lodo! Y en nuevo redentor de su linaje
f ¡amarga hiél! del suelo k las delicias.. Con infinita facultad convierte»
Y del impio audaz la lengua insana Mi venturosa suerte
Ek> ejerce infausta su letal dominio
liS lóbrega mentira,
tentando asaz ufana
juicas trovas que Satán le inspira,
jpe la razón con mengua y vilipendio
(Sonsagre la apoteosis al malvado,
De intima gratitud el homenaje
De los mortales te tributa en nombre.
Del Gol gota sangriento descendida
Para lavar la tierra maldecida,
¡Virgen hermosa! tu inefable esencia
No comprendió el filósofo;
jl^e eleve al crimen hórridos trofeos... La humanidad te debe la alta ciencia
!dD dia del abismo en el incendio Que nunca vio en su solio ni el Areópago,
esos al par infames corifeos Ni el célebre Liceo,
le defendiera ayer, que amara tanto, Ni la Academia insigne.
ta de sa ilusión la doble venda,
tte obstinación su yerro irreparable
^mentará con infructuoso llanto;
Í^Y en su dolor el báratro execrable
[Maldecirá por siempre!
^ Mientras la realidad con voz severa
Confunda á los soberbios,
plostrándoles en Dios á la primera
Causa y razón, principio, fin y medio
De cuanto abraza la creación entera.
¡Yo admiro la virtud!
Y enardecida el alma á la eficacia
Be su divino influjo,
PiUsa anhelosa el tímido laúd
Para cantar tan solo sus loores
Al triunfo de la gracia.
Volved hacia el Oriente
Y vedle alli. De humilde crucifijo
Su pecho decorado; ved su frente
Bo se refleja la apacible calma
Bel justo; y ved aquel afán prolijo
Que por sus ojos viértese del alma.
Pues bien! ardiendo en ese sacro fuego
De caridad que activo, vigoroso
Con otros dones su sayal encubre,
Del bosque al centro humbroso
El veinticuatro octubre (i.)
Con santa intrepidez lanzóse luego;
Y alli, de Satanás el férreo yugo
Despedazando, quiso diligente
Plantar sobre las ruinas de su imperio
De vida y gracia el lábaro fulgente.
De quien el hombre nuevo ser recibe.
Mas ¡ayl aquella de la humanidad
Porción infortunada,
Monstruoso de miserias vil conjunto, (2.)
Mas bien que oir la célica verdad,
Quiere de negra servidumbre hollada
Su vida irracional vivir tan solo.
Por eso arroja al punto
Mortífera de saetas densa nube
Sobre la victima que atrajo el dolo!
Y rápida otra saeta á herir el pecho
De Dios, de la vertida sangre sube,
iQuién es? qué intenta idónde va? qué Diciendo al dar de amor el dulce golpe:
(busca Perdónalos, no saben lo que han hecho.
{¡I Chanschamayo al repasar sereno? Contraste horrible! Lastimoso efecto
, (i.) De 1869. El P. Sans obligado por la <%espedicion Pereyra» quiso contribuir
tlbu»n éxito de ella con las funciones de su mmisterio. Dinamos mejor «quiso
niiciarla,» sin advertir que Ja acción morad pierde mucha parte de su fuerza,
^nida á otros elementos, no solo heterogéneos, sino de distinto y aun opuesto
carácter.
. (2.) Las tribus subvecinas al Chanscfiamavo son, según la historia y la tradi*
Clon, las mas corrompidas; tanto por descenaer de antiguos apóstatas como por
BQ comercio con los puebles civilizados, de quienes han tomado siempre lo peor.
Causas que han aumentado su ferocidad, particularizándolos en la alevosia.
— 180 —
Del drama que ¡ayl en el Bden perdido. Que solo, en en Tert&tfl
De la naturaleza el bello aspecto Su vanidad halaga, y no coa&i
Para el hombre trocó, que estremecido Todo el valor de un sacrificio
De horrores vislumbró un inmenso cua-r Mas ¡ah! que digo yo! iacaso
(dro! Del alma el sentimiento
Cambio infeliz que abruma
La raza del proscrito, de impotencia
Cerrado en la región desesperante
Do envuelve el horror su inteligencia
Caliginosa bruma!
Viendo las hordas del salvaje errantes En página inmortal, allá en el
Danzando alegres ante feos Ídolos No fueron €n verdad la suda
De palo y piedra sobre altar inmundo De un vfl metal, del oro que
Hechura de sus manos, La sed hidrópica del estulto avuo^
Con labios anhelantes Ni el fatuo fulgurar de honor qwt
«Salve yo una alma y que perezca el Como fugaz celaje
(mundo; No fueron alicientes qae á la
Tu mérito atenuaii No es tal n
No importa, nó que en este ingniri
Se borre de tu nombre Ja memonik
Si Dios joh mártir! tu enñdiabU
La escribió ya con letras dii
Salve una cara prenda
Con infinito precio rescatada;
Tenga mi Dios un nuevo adorador
Dijiste, y que suspenda
Lo quiere de mi vida delicada
El curso volador.»
Y al dirigir con dulce mansedumbre
Palabras de salud y de consuelo,
De alianza bien y dicha
De tu misión (3), sobre la verde
Del Ucayali, alegre te llevaran.
El bien haciendo por el bien taa i
Conforme al vivo espíritu
Del almo celestial Catolicismo,
Quisieras que abrazaran
La ley del Redentor de polo á pom
. Y que á la sombra de su Cruz Isi]
Pudieran diligentes
Sobre aquella de infieles muchedumbre Salvar de eterna muerte el hondo i
láy! no esperabas que insultando al cielo Ahora que vuelves á abrazar tal
De fé rehusaran la divina lumbre.
Cebando de su bárbara pujanza
La ira bestial ¡feroces!
En tu fraterna caridad inerme.
¡Ministro del Señor, yo te venero.
Pues en tí los portentos de la gracia,
Cual los estragos del pecado atroces.
En ellos considero!
Yo te bendigo, sí! mi voz resuene
Por cima la glacial indiferencia
Del pueblo atolondrado
Que criabas para el cielo {%)
Regenerados por tu aj^Uenteeels
En las sagradas ondas del Baúl
Anda, y con el cayado del Pastor
Tu amada grey á los eternos
Por los caminos de la Cruz,
Si, de esa Cruz que es símbolo U '
De amor, que el bien produce.
Anda, y como el conquistador <
Desolación y muerte
Do quier esgrime su Hangriepta<
(3.) De las cuales siete le tocaron: cuatro en los pliegos del hábito;
columna dorsal, j dos en el brazo, cuya curación, casi desesperada basta
co meses, se verificó visiblemente por un favor especial de la Virgen Sss
(4.) El P. Saos, apenas ordenado de Sacerdote, obtuvo de sus snperioni
enviaran á los infieles. Después de nueve años de su laboriosa carrera,^
suceder en el cargo de la Prefectura al R. P. Fr. Vicente Calvo, en cuya
cion diremos de |)aso, que después de veinte años de misionero y Pr«
fieles, largo martirio de Caridad, goza al presente en los Descalzos de
dad, el fruto de su apostolado: crueles dolencias contraidas en la mi
porvenir está encargado de manifestar los méritos y virtudes que
este humilde, pero respetable hijo del Serafin Francisco.
(5.) El P* Sans tiene ya bautizados algunos millares de indios.
(6.) La autoridad de que va investido, que sin duda ensanchará d
sus operaciones. ,
Lima Agosto tíS9,
A.1L
— 181 —
Ru que los indios puedan congregarse De la verdad en la celeste Tia,
Bn fraternal nnton, en igual suerte Con la sagrada Cruz les iniciara.
De paz y bienandanza Prosigue en fln. Apóstol tu carrera,
La Cruz eon su derecho imprescriptible Regando con sudor esos planteles;
Del Amazona en la región alzando. Que el día de la cuenta postrimera,
Botonace el porvenir con oraciones Tu frente ahora por el sol tostada
Knsalzará tu nom bre! * Inmarcesibles ceñirá laureles . ..
Tesas^ que arranques» bárbaras naciones Premio que Dios á la virtud reserra
De muerte á vida, loarán al hombre Allá en la Patria amada!
Que aua destinos, procurando un dia,
En efecto: el martirio safrido por este P. misionero, será
así un glorioso epilogo de la historia de los continuados
padecimientos y trabajos esperimentados por los religiosos
en el ejercicio de sus evangélicas tareas entre las tribus
sal vagues del ücayali, que hemos referido ya, aun que muy
sucintamente en los capítulos precedentes.
La relación que vamos á dar está tomada cuasi textual-
mente de la que el mismo Padre Sans ha escrito por orden
de sus superiores, después de haberse curado de las glorio-
sas heridas que le causaron los infieles.
Con el designio, dice este padre, de abrir un camino por
el Chanschamayo, y al mismo tiempo convertir á la fé á aque-
llos pobres salvages, sumidos aun en las tinieblas del error,
fuime al colegio de Ocopa, para llevar en mi compañía al-
gunos religiosos que ocuparan mi lugar en las reducciones
del Ucayali, poder yo internarme por el rio Unini 6 recor-
rer todo el Chanschamayo, y salirme después por el Tambo
á dar un estrecho abrazo á mis hermanos por las fiestas de
i Navidad, si la Divina Providencia no me disponia antes la
I corona del martirio. El diez de Julio del presente año de
1869 llegué á Huánuco, y habiéndome presentado al Ilus-
trísimo Sr. D. Manuel Teodoro del Valle, primer Obispo de
aquella ciudad, le espuse el proyecto que habia formado,
de fundar en la desembocadura del Pichis una nueva po-
blación, con algunas familias de Sarayacu y otras de indí-
genas de la Sierra. Mucho le gustó á S. lima, mi plan; mas
como por razón de la próxima apertura del Santo Concilio
Vaticano tenia que marcharse á la Capital del mundo
católico, no lo fué posible por de pronto tomar una parte ac-
- 18Í —
tiva en su realización; prometiéndome no obstante su ap
publicando mis proyectos en los periódicos del cen»
Pasco.
Así que llegué á mi colegio de Ocopa, se ofrecicrd
acompañarme los Reverendos Padres Fr. Óomingo Bmj
y Fr. Francisco Sagols, los cuales me concedió nuestra!
loso Padre Guardian, Fr. Femando Pallares, con -el veaa
ble Discretorio; después de haberles examinado su vocic
y suficiencia, conforme lo previene nuestra santa regk
siete del mes de agosto salí de Ocopa con mis n
compañeros, llegando felizmente á la ciudad de Tar
donde fuimos visitados por los señores Prefecto y So
fecto del departamento de Junin, D. Bernardo Bermu
don Luis Santamaría; é inmediatamente vino tainbiqi
avistarse con nosotros el señor coronel don José Manuetl
reirá, jefe de la espedicion de Chanschamayo, quien me^
nifestó sus deseos de que le acompañase en su viaje,
téstele que como yo era hijo de obediencia, no podia
poner absolutamente de mi persona; y por consiguiente
lo escribiría al Rdo. P. Prefecto de Misiones, para que
solviese 1q que estimara mas conveniente al servicio de
nuestro Señor. Escribíle efectivamente, diciéndole qne
peraria su contestación en la ciudad de Huánuco, en dd
se nos habia de reunir el Reverendo Padre Fr. Buena^
tura Amer, religioso de log descalzos de Lima. Este fm
fué quien me trajo la contestación de dicho P. PrefectoJ
la cual nre decia entre otras cosas, que si tenia yo
nuevo plan de Misiones, podia pasar adelante, aunque
abandonando las antiguas é infructuosas que entonces
niamos; añadiendo, que él junto con el M. Rdo. Padrt
misario General cuidarian^de protejerme ante el Golád
Supremo. Nada mas necesitaba yo para obrar con li
y así conferencié con mis compañeros lo que debiamos
conviniendo al fin en que les acompañara hasta el
en cuyo paraje nos aguardaban los diez y ocho indios
vinieron conmigo en la zureada. Tiernísima fué la
— 188 —
psta que con éstos tuve, y las lágrimas inundaban de tal
Í añera nuestros ojos, que ellas mas bien que las palabras
presaban los afectos de nuestros corazones. Cuando les
Bpartia yo los regalitos que para ellos espresamente habia
biido, no sabian de que palabras valerse para manifestar
a estimación que me tenian: Nato queheyamay^ MiaUrez
)íáHra quehey. Nato cupi ma MiaUrez cwpischama^ grita-
n en su lengua; mas vales tú que lo que nos das, por mas
e sea de precio, me decían; valiéndose de estas y otras
tiernas espresiones.
I Después de haberse retirado nuestros queridos neófitos,
tie despedí de mis compañeros religiosos, dándoles un tierno
brazo de fraternal amor. El nueve de Setiembre fué el día
1^ que tuvo lugar nuestra separación, continuando los otros
religiosos su viaje para el Mayro, Palcazu, Pachitea y Uca-
yali, mientras yo regresaba á Huánuco, donde dejé á los
pomisionados que habian ido á buscar el imaginado oro del
rro de S. Matías; desdé aquel punto pasé á Tarma á donde
egué el dia del arcángel S. Miguel, y pasada la fiesta de
uestro glorioso patriarca S. Francisco, proseguí el dia cinco
iie octubre mi viaje al Chanscharaayo, á cuyo punto llegué
felizmente el dia después. Hospédeme en una hacienda lla-
mada HuacarA^ cuyos dueños me recibieron con mucho
cariño; y después de haber descansado como tres dias, du-
nte Jos cuales recibí las visitas de otros varios hacendados
ue viven en aquel hermoso valle, partí en compañía de al*
unos de ellos para el valle del Quimirí, atravesando el rio
r un puente de cadenas que antes habia colgado el señor
Coronel Pereira, seis ó siete cuadras mas abajo de la des-
embocadura del Oczabamba, internándome después hacia
la montaña.
Con indecible gozo de mi alma daba fervientes gracias á
Dios pov la merced que me hacía, en disponer que fuera 70
el que después de tantos años tuviese la dicha de poder vi-
sitar los sepulcros de nuestros hermanos, gloriosamente
martirizados por la misma causa que me llevaba á mí á
— 184 -
aquella región. Entretenido me hallaba con las refi^
que me sugoria el recuerdo de aquellos ínclitos atleta
la fé, cuando hé aquí que se me presentan á la visii
ruinosas paredes del templo que habia levantado en M
de aquellos desiertos, el V. P. Fr. Francisco de S. Joií
1750, cuando en nombre de Jesucristo lanzó á los de
que tiranizaban las almas de aquellos infelices sal
Profundo dolor me causó aquel espectáculo de destro
que me enseñaba cuan estériles habian sido tantos d
fatigas y sangre derramada, para fertilizar para si
aquella tierra ingrata.
Siguiendo mi derrotero, llegué por la orilla del
otra hermosa pampa, en uno de cuyos estremos se d^
ver varias casas de infieles, con sus chácaras semb
yuca, maíz y hermosos plátanos; subí la cuesta Ilam
San Bernardo, desde cuya cumbre se presenta á la
pintoresca llanura del Carmen. Bsgando un poco se
tra al estremo otra pampa arenosa, un poco mas elevada^
la primera, en la cual fijó su campamento el señor Cm
gefe de la expedición, de que mas arriba he hablado,]
niéndole por nombre la Merced. En esta pampa delCái^
perecieron á manos de los salvajes tres celadores y huH|
perecido también un ayudante, á no haber ido montató
una caballería. La naturaleza del terreno favorecía las i^
siones de los indios, que podian resguardarse impunesocl
detrás de la maleza que todo lo cubri^i; por lo cual (né^
ciso reducirla á cenizas para despejar el terreno.
Llegué por último al pueblo de la Merced como í
cinco y media de la tarde, sin sospechar que fuer^ aquíj
sitio que me tenia reservado Dios nuestro Señor pai»
combate. El señor Pereira y toda su comitiva me recí
con la mayor atención y respeto, prohibiendo que se
parase rifle alguno y que por mas infieles que se p
taran, de ninguna manera se les hostilizase; sino qae
de entrar con ellos en relaciones de ninguna clase, ido
masen primero á mí, para que les hablara en su idioi
— 185 —
l^ocurase el modo de amansar aquellas naturalezas feroces,
r todos los medios que la religión y la prudencia me en-
uaran. De allí pasé á Sta. Rosa de Quimirí, donde por de
ronto hube de contentarme mirando algunas de las mu-
fehas casas que habia en la parte opuesta del rio; pero al
día siguiente aparecieron frente del pueblo 'diez ú once
[Chunchos que iban á cultivar la chacara,que mas tarde seria
leí teatro de mis sufrimientos. Avisáronme que en la orilla
[*del mismo rio, frente á la embocadura de la quebrada del
[Toro, habia una casa; traté de dirigirme á ella para darme
iá conocer como amigo á sus dueños, y cuándo estaba ya
t^cerca, vi que no era una sino que mas bien eran tres las
[que allí se encontraban. Llamé varias veces desde alguna
[distancia corta, pero nadie quiso responderme; por lo cual
^ viendo que eran inútiles mis esfuerzos de entrar en rela-
\ cienes con ellos fuíme de allí.
El único móvil que me habia animado á acompañar á la,
I espedicion era la esperanza de poder hablar y convertir á la
fé á los infieles, pues de otra suerte no me hubiera puesto
en camino; ya que por razón de mi instituto no quería ni
podía ser capellán castrense. Poco á poco pude lograr el ob-
jeto de mis ansias, porque en los dias trece, catorce, quince
y diez y seis de octubre, conseguí tener una entrevista con
tres salvajes del valle de Quimirí; aunque solo nos hablá-
bamos de una á otra orílla del rio. Desde aquella en que me
hallaba yo, les echaba algunas bugerias, á las que corres-
pondian también con lo que éu pobreza les suministra; en
uno de los citados dias les enseñé el Crucifijo que yo llevaba,
y al verlo los salvajes, junto con la novedad de mi • hábito
les inspiró mucha confianza para conmigo; confianza que
les subió de punto, al saber que yo era Padre y por consi-
guiente que nada debian temer de mí. Si algún otro se les
presentaba separado de mi compañía, le rechazaban con
amenazas, limitándose á preguntarle donde estaba el Padre
y porque iban sin él. Viendo yo esto y que por otra parte
mi presencia era para ellos una señal inequívoca de con-
í
fianza y amistad, el dia diez y siete, qae fiié la tert^n
minica de octubre, les prometí que por la tarde del
dia pasaría á la parte del rio en que ellos estaban, para
nos así y tratamos mas de cerca, y que al mismo tiempo i
traería hachas, machetes, cuchillos y otras cosas.
Por la tar(íe pues, habiéndome encomendado á
la Virgen Santísima y á los Santos Patronos de nu<
misiones, me embarqué en una balsa con cinco hombre*
me habían acompañado ya en los dias anteriores, y abaí
samos el rio, en presencia de un considerable númeroi
personas, que elevaban sus oraciones á Dios, imploranitoi
protección á favor nuestro; mientras nosotros llegamos
felicidad á una isleta muy cercana al lugar donde se
ban los salvages. Hacíanme éstos señas invitándome á
acabase de llegar al sitio en que ellos estaban, pero no
prudente entr^^rme de una vez en sus manos, te]
como tenia antecedentes de las desgracias que habían
di do á otros religiosos. Viendo ellos que yo no quería moi
me de la isla y que les invitaba á reunirse conmigo, undi
arrojó al agua con el mas decidido valor y, atravesando!
nado el canal que le separaba de la isla, se quedó dentro i
agua, sin atreverse á saltar en tierra, hasta que habii
me metido yo también dentro del rio y agasajádole ooo
gunos regalos, logré disipar sus temores y llevármelo
la orilla, donde tuvimos largo rato de conversación,
de todo esto se regresó cargado de herramientas, advii
donos antes que no nos fuésemos; pues volvería luego
traemos algunas papayas, pinas, maíz y una yerba
ellos llaman Chupischi, de la cual hacen mucho api
Cumplió como lo había ofrecido, volviendo otra vez á ni
cargado con sus regalos; y habiendo conversado otro
conmigo, nos despedimos, dándonos cita para el dia
guíente, en el que tuvimos nuestra entrevista como «i
anterior, sin mas diferencia que el mostrarse el salvage
poco menos receloso. Sucedióme en este dia que hato
colocado sobre unas piedras el crucifijo junto con mi
I — 187 -
¡tero, el potre indio cautivado sin duda por la novedad que
h ofrecían una y otra cosa, tuvo la debilidad de tomárseme-
ps, arrojándose ai rio con ellas; mas al oír Jas voces que le
Bkba y al ver que yo me ponia triste, tuvo la generosidad
le deternerse y restituirme lo que me habia quitado; En los
jres dias siguientes, mis ocupaciones me impidieron acudir
lugar de nuestras conferencias, aunque los indios estaban
ardándome ya en la consabida isla; pero las reanudamos
pues estrechándose cada dia mas nuestras relaciones, é
vitándome siempre el indio á quien primero habia conoci-
0, que fuei*a á su casa; añadiéndome que no tuviese recelo
guno, porque él no era chunche sino Onyaco; que quiere
Becir, sacado del Inga Cuyani, Amante ó amigo*
Por fin, el domingo dia veinte y cuatro, que §ra precisa-
niente el cumpleaños de mi promoción al diacónado, habién-
Uome encomendado á Dios y á los Santos mis protectores,
temé la resolución de pasar, no ya á la isla, sino á la misma
tierra y posesión de aquellos infieles, que tan ingratamente
raebian corresponder al interés que por ellos me tomaba. En
feste dia fueron mas abundantes los regalos por ambas par-
tes, trayéndoles yo cuanto me habian pedido en el dia ante-
rior y además una hermosa hacha americana. Quedaron tan
■ satisfechos con estos regalos, que no sabian como espresar
su alegría; y especialmente el que se quedó con el hacha, se
la puso entre las manos, levantándolas al cielo, mientras
dirigia algunas palabras á lo alto, lo que no dejó de afec-
tarme é infundirme mas valor para ir hasta su casa, que
distaba poco de allí. Encaminábame al lugar determinado,
bien lejos de sospechar que iba como un cordero á ser en-
tregado á las manos del sacrificador; á poco de haber Uega-
[ do á su casita y cuando tenia ánimo de retirarme, observé
I que el buen hombre se ponia triste y me hacia señas de que
me marchase; no aguardé á que me lo diger8(^otra vez, cuando
hé aquí que al volver yo la cabeza, vi dos arcos y nos atadi-
tos de flechas, arrimados al tronco de un árbol; al ver yo
aquello -pregunta al joven indio, que era lo que significaba;
— 188 ~
á lo que pareció decir, que no creía fuera preparado
mí. No obstante, como los síntomas no eran nada tranqi
¿zadores, traté de retirarme, haciéndome acompañar si<
eí sal vaga y dirigiendo la vista hacia todos lados, para
tar cualquier sorpresa; así llegué hasta donde el peligro
parecía tan evidente y, volviendo entonces la vista al
observé que un caballero que me acompañaba, se habia
tenido á hablar con un salvage; llámele varias veces
tándole, que se apurase porque habia peligro; sin embaí
él con sus demoras daba lugar á que se preparase una
boscada que, aunque todos ignorábamos, yo no obstante!
recelaba. En vez de pasar adelante y ponerme en campo
bre, me vino la idea de acercarme á él para llevármelo
una vez; después de lo cual regresé al lugar donde
estaba; mas al volver la cabeza para ver si dicho señor
seguia, lo que vi fué salir de entre los matorrales, como
manada de lobos, á una multitud de bárbaros armadas
arcos y flechas, que pronto hubieran acabado con la vidai
este pobre misionero, que poco há les convidaba con la
lud y la vida; si Aquel que deñende á los que militan
la bandera de la 'Cruz, no le hubiese cubierto con el
de su protección. Tomé entonces la definitiva de escapi
pero en el mismo instante una flecha de chonta denl
vino á traspasarme el codo de parte á parte por debido
hueso, aunque sin lisiármelo, ni romperme ningún ten<
mientras otra se me clavó en la parte superior del bi
rompiéndose dentro al tocar con el hueso. Al sentirme
rido, levanté las manos al cielo esclamando; ¡Jesús!; 7
aquí que al dar las espaldas á mis perseguidores para
parme de su furia, siento clavarse otra flecha en el espim
con grande ruido; peligrosa hubiera sido esta herida,
gracias á la Divina Providencia, vino á dar contra una
da compuesta de cuatro sartas de cuentas como de
que el mismo saívage de que antes hemos hablado me
puesto, la que resistiendo á la penetrante punta de la
cha, la rechazó y rompió. Recuerdo que, al oir el
— 189 —
seatirme la punzada, dije; A dios; estoy muerto: y caí sin
poder dar un paso, por habérseme paralizado las piernas, á
causa de una afección nerviosa; mas, contra lo que yo temia,
observé que las fuerzas no se me disminuian; pasándome la
mano por las espaldas, no encontré la flecha que creí me
mataba, y animado con esto, me puse á andar á gatas, has-
ta ponerme en medio de mis fíeles defensores, Valencia y
Aguilera. Este último que me defendía á pedradas, díjome;
¡ay, Padre, gracias á Dios!; y llorando se abalanzó hacia
mí, que me estaba con los brazos cruzados y los ojos al cie-
jo, y colocándome sobre sus espaldas, me condujo hasta po-
nerme en la balsa.
En medio de este crítico lance. Dios me favoreció con
una fortaleza muy superior á lo que podia esperar; quedán-
dose maravillados los circunstantes, al oir las palabras de
aliento que proferia el que irremisiblemente habian creído
muerto. Apenas estuve en la balsa, nos encaminamos á la
otra orilla del rio en compañía de los citados» Aguilera y
i Valencia, del señor Eelayse y délos otros dos individuos
I que nos habian acompañado; cuando faltaban tres ó cuatro
varas para llegar á tierra, se arrojaron al agua dos de los
I balceros para contener la balsa; pero toda su fuerza fué po-
i 00 para dominar la de la corriente, y viendo yo el riesgo de
que fuéramos á chocar contra un pedron que mas abajo ha-
bia, con lo cual corríamos peligro manifiesto de ahogarnos,
herido como estaba, no tuve mas remedio que arrojarme al
agua; pero aunque no sabia nadar y que las heridas natu-
ralmente debian estorbarme, gracias á Dios alcancé feliz-
mente la orilla. Cuando estuve en tierra, volvieron á llevar-
¡ me cargado sobre sus espaldas mis buenos compañeros, y
al llegar á la cuestecita del pueblo, dos de ellos asiéndose
los brazos, formaron una especie de asiento, sobre el cual
me llevaron como en una silla de manos. Así me condujeron
; hasta dejarme en medio de una multitud de personas, entre
las que habia el señor Coronel, que deshechos en lágrimas
' y sollozos se precipitaban sobre mí, para besarme el santo
- 190 —
hábito, especialmente en las partes atravesadas por las
chas. Procuré consolarlos á todos, especialmente á die!
ñor Coronel que estaba sumamente afligido.
Después de haberme prestado los primeros auxilios,i
hicieron guardar cama^ sobreviniéndome una fuerte ak
tura que me duró unas veinte horas; mas no creo fuese a
sionada por las heridas, porque estas, conforme á lo que
habia pronosticado ya el Dr. D. José Zapater, quedaron
catrizadas á los tres dias; sino por el golpe que me dio ei
ñor Relayse, cuando estando yo echado en tierra, cajo
todo su peso sobre mí al huir de la persecución de los
báros. Cuatro dias estuve en cama, pero al levantarme
ñas me podia sostener en pié; sin duda por la falta
sangre que habia perdido.
Al concluir esta relación, puedo no obstante as
que jamás he tenido ninguna llaga, ni contusión al¡
que me haya dolido menos que los flechazos que recibí;
lo el hueso me dolía un poco, al mover el brazo. Así es
mo paga Dios á los que se esponen á los trabajos y ss
mientes, para trabajar en su santo serricio.
CAPITULO XXV
Jlelacioa de Uus principales prodneeionea del UeayaU-
Muchos son en número los que han escrito acerca las
I producciones de las montañas del Perú, así en lo tocante
i al reino vegetal como al animal; pero como la mayor parte
I de los escritores que de esto se han ocupado, lo han hecho
sin haber penetrado jamás en el interior, ó si lo han verifi-
! cado algunos ha sido con muy poca detención, resulta que
I han debido escribir, ó fiándose de los informes que les da-
ban personas no siempre bastante enteradas y veraces, ó
\ cuando menos no han podido averiguar muchas particula-
I ridades, cuyo conocimiento solo se adquiere con una dilata-
I da permanencia en el país y después de haberlo atravesado
¡ por distintas veces en varias direcciones. El sabio natura-
lista D. Antonio Reymondi es sin duda el que mas acerta-
. damente ha escrito sobre esta materia, tanto por los mu-
chos viajes que ha hecho por todas las montañas del Perú,
como por su admirable talento y rara memoria, acompaña-
dos de sus grandes deseos de poner en conocimiento de sus
I lectores los productos de aquellas regiones privilegiadas.
Pero como sus obras seguramente no llegarán á manos de
muchos, por ser muy voluminosas y de crecido coste; cree-
mos por fin prestar un obsequio á nuestros lectores, dándo-
! les, por conclusión de nuestra obrita una relación de las
producciones mas importantes de los países del Ucayali^ sa-
•„ 192 —
«
cada de los conocimientos que por nosotros mismos
adquirido, durante nuestra larga permanencia ends
regiones.
Entre los productos vegetales debemos dar un lugar
ferente á la zarzaparrilla; esta preciosa planta, de que
usó se hace en la medicina de algunos años á esta parte,
encuentra en mucha abundancia en las riberas del
del Cmchi'Obataey^ del Yapa-ati^ y en general en t
orilla izquierda del Ucayali; pero de ninguna pártese
traido en tanta cantidad como del A huayti-ya. Es digna
lamentarse el abuso cometido en los zarzales de esteno
de 1851 en que aumentó el precio de la zarza; pues alg
comerciantes, sin cuidarse mas que de las utilidad^
podían sacar de presente, encargaron la recolección de
producto á los infieles; y como estos tampoco miran al
venir, arrancaron sus plantas de raíz, sin cuidarse de
tar otra vez la raíz que está unida al tallo; de donde
que quedaron enteramente destruidas aquellas plantad
cuando si se hubiese tenido semejante cuidado, cada año
habrían podido extraer muchísimas arrobas de aquel»
culo.
En cuanto á comestibles, los principales son: layuc^
camote, arroz, maíz, frijoles y maní; para recojer los cía
se requiere muy poco trabajo, gracias á la impondcnl
fertilidad del terreno. La caña dulce, que también se
allí, á los ocho meses ya tiene flor, y produciría por eq
cío de muchos años, si los indios supieran cultivarla y
vieran los medios para hacerlo á propósito; pero como no
tienen, y por otra parte el terreno no escasea, al
corte prefieren hacer una plantación nueva, abañdon
la antigua. El café da cosecha á los tres años. En los
ques abunda también el cacao de superior calidad,
como nadie se toma el trabajo de recojerlo, sirve únict
te de alimento para los monos.
Aunque no todas las comarcas son á propósito
cosecha del algodón, se recoge no obstante en ab
— 193 —
I
[7 de mny buena calidad en los terrenos inmediatos al Uca-
¡fáli. Eu la montaña se encuentra un árbol muy elevado,
que produce una especie de seda mas suave al tacto que la
le los g'usa'nos, pero no se puede hilar por su poca consis*
tencia; los indígenas le dan el nombre de hiumia y la reco-
|gen para colocarla en una de las estremidades de las flechi-
Itas llamadas virotes, las que mojan con el veneno ticuna j
iirrojan con un soplo, después de haberlas metido dentro de
ittna cerbatana. No debió de producir buenos resultados el
rproyecto del teniente de marina americana Herdon, quien
liabia recogido una gran porción de esta seda en Sarayacu
;éon el objeto de hacerla hilar y tejer, mezclada con seda
pomun; pero repetimos que no debió de producir grandes
Multados este proyecto, toda vez que no se ha hablado mas
áe él.
I Todos los neófitos é infieles, principalmente los Piros,
jsacan de un árbol que se cria en sus montañas mucha cera
|de abejas silvestres, que es otro artículo de comercio en el
lUcayali; esta cera se consume toda en el departamento lito-
iral de Loreto, pues no reportaría utilidad á los comerciantes
¡el llevarla á otros departamentos mas lejanos de la Repú-
iblica.
En toda la montaña se encuentra gran variedad de ma-
deras, útiles para las construcciones; habiendo muchas cla-
ses de árboles, cuyas maderas son de tal fortaleza, que al
pretender cortarlos rechazan las hachas; por cuya razón y
abundando los mas fáciles de cortar, se consumen en aque-
llos bosques. Entre estos árboles debe contarse el cMuahuor
co^ el esíantecaspi, el canelón (especie de canela muy ordina-
ria), el estoraque^ del que se estrae el famoso bálsamo Pe-
ruano y cuya cascara sirve de excelente incienso, el falo
colorado^ el quillulordon^ cuya madera es de color amarillo
y muy fina, etc., etc. Hay otras clases cuyas maderas no
i tienen tanta fortaleza, pero que también son de mucha du-
I ración^ sirviendo á los indios para fabricar sus canoas; tales
is
•
— 194 —
son el cedro j el ahuano^ el lagarío-caspi, el esplingo^ Jai
lena^ de la cual hay dos especies, una amarilla mny o(k
fera y de la que, según hemos oido decir á un intdüge
americano, se extrae e^ alcanfor^ destilando en nn alam
que agua mezclada con dicha madera, y finalmente d k
del que se extrae el bálsamo copaiba. Además de estM i
boles medicinales hay otros que destilan varías gomas ;
sinas, á saber: el cauchugo-gehe^ el copal^ la carona^ ei u
te de MaHa, la leche Sandia cierta goma ó resina que]
indios llaman lacre^ por tener muchos puntos de semgfl
con nuestro lacre ordinario, y finalmente se encuentniíf
clases de inciensos muy aromáticos. i
Revolotean por aquellos bosques multitud de aves |
toda especie, que alegran la T^ista con su variedad de
y finísimo plumaje, y embelesan los oídos con sus
sos cantos; sucediendo empero por lo regular que las
que más recrean á la vista, desagradan al oido, comoi
muchas clases de Huacamayos y Loros. Hay otros
de mas pequeñas dimensiones; cuyos colores son tan
y de tan rara hermosura, que ningún pintor podrá
jamás; uno hay sobre todo, al que se le distinguen sietes
lores, pareciendo que el Autor de la naturaleza se ha
rado en hermosearlo de un modo especial. Se disüj
por su canto el Pierna^ al cual los indios llaman Urcv^
cum (pájaro del cerro) y sobresale entre todos el Fld\
llamado también organista^ el cual es muy difícil
pues anda siempre por tierra putre lo mas espeso del
te; cuando este pájaro empieza á cantar, no para á v(
dos horas, siendo tal su melodía que al percibirla el
te, se ve obligado á detener su marcha para escncl
Tampoco faltan algunas especies de aves de rapiña,
las cuales ocupa el primer lugar el Águila^ cuya fuei
tan considerable, que con sus garras despedaza un m(
arriba á bajo. En las playas del Ucayali se crian mi
especies de patos, garzas y una clase de aves entei
blancas mayores que los Atcatraces del Pacífico, cujo
~ 195 —
.üene mas de una tercia, sirviéndose los indios de los huesos
éd sus alas para hacer los pitos que tocan en sus músicas;
él nombre de esta ave es Tv/yíiyu.
Al hablar de los impedimentos que dificultan la conver-
Áon de los infieles, hicimos mención de las muchas clases
de animales terrestres y pescados aptos para la aiimenta-
eion; así que, ahora añadiremos solo, que á mas de los re-
iferidos, se encuentran tres especies de tigres, que no son
tan feroces como los del África; la primera especie la forma
él Otoruncu^ cuya piel es muy linda y semejante á la de los
tigres africanos. Por lo regular huyen del hombre y no he-
mos oido hablar mas que de un solo caso en que se hayan
Sevado alguna persona; esto sucedió cuando nosotros está-
bamos en Sarayacu, en cuya época uno de estos tigres se
Uevó una muchachita; pero á los lloros de la víctima acudió
una tia suya y á garrotazos obligó á la fiera á soltar su pre-
sa, iñas como le habia ya atravesado el cráneo con los dien-
tes ó uñas, murió la infeliz á las pocas horas. Los mas fero-
ces son los Fana-pumas (tigres negros), pero deben existir
en muy corto número, pues rara vez se dejan ver. La últi-
ma especie es el Zluichu-pvma (tigre venado), por ser el co-
lor de su pelo semejante al venado de la montaña; este ti-
gre no huye del hombre, á no ser cuando está herido, y
nunca acomete de frente sino á traición. A estas tres espe-
|cies de tigres podrían añadirse otras dos mas pequeñas, pues
no esceden de unas tres cuartas Je largo; sus pintas se ase-
|mejan muchos á las del Otoruncu y son muy diestros para
, cazar las gallinas. Se llaman tigrillos.
También hemos hablado en otro lugar de la abundancia
!y variedad de los peces que cria el Ucayali, debiendo ahora
por consiguiente hablar tan solo de dos especies, que lejos
de servir al hombre son enemigos suyos; tales son el Gdi-
man ó lagarto, que es muy parecido al cocodrilo; sin embar-
. go, no deben ser estos animales tan bravos como dicen ser
los del Huallaga, y fortuna que así sea, pues de otro modo
apenas podria navegarse por el Ucayali en canoas, por su
— 196 —
gTBJí abundancia en aquellas aguas; muchos se encu
en las lagunas, bajando durante el verano, á tomar el
en las playas del rio; mas apenas oyen el ruido de los
mos, cuando huyen prepipitadamente á esconderse d
del agua, nadando hasta mitad del rio, en cuyas profi
dades desaparecen. Cuando están sobre las agpuas, solo
cubren la cabeza y el lomo; y cuando se les dispara, es
ciso apuntarles debajo del oido, pues la piel que les ca
restante del cuerpo rechaza las balas.
La otra especie de pescado de que debemos hacer
cion, es la anguila eléctrica^ á la que algunos llaman a
temblor. Algunos creian una fábula las propiedades el
cas de esta anguila, pero nosotros quisimos hacer la
riencia, y al aplicarle un dedo, que es el medio para coi
nicarle la electricidad, dio un sacudimiento que nos caos
gran dolor en el brazo, dejándonoslo como adormecido,
indios lo comen, pero á nosotros no nos gustó una vez"
quisimos probarlo, pues su carne es todo manteca y de
poca sustancia; su color es amarillo oscuro y su
como de cinco ó seis pies.
Reptiles los hay de muchísimas especies, siendo la
yor parte venenosos. Es digna de mencionarse la c
llamada Chuschupi que tiene hasta quince pies de I
es tan activo su veneno, que si el que ha sufrido su m
dura no toma antes de dos horas el huaco^ mezclado
aguardiente, á las tres horas no escapa de la muerte,
nuestros hospicios tenemos siempre preparado este cotí
veneno, cuya eficacia es tan probada que, ni uno sdfl
muerto, de cuantos lo han tomado. Otra de las culebras
notables es la Yacu-mama (madre del agua), la cual ¿s
anfibio de enorme magnitud; no es venenosa, pero coa
álito sabe atraer la caza; y es tanta su fuerza que sageti
se traga cualquiera de los animales del monte, aunque
la sachorvaca ó gran bestia. A propósito de esta serpi
recordamos que al bajar en 1854 por el rio de santa
«n compañía del Padre Martinez, cuando pasábamos uitf
— 197 —
por una empalizada, el indio que nos acompañaba gritó: Par
¿re, Yacu-mama; hicimos volver la canoa, y nos la mostró;
estaba metida dentro del agua y solo dejaba ver la punta
del hocico, y ciertamente nunca nos hubiéramos figurado
que fdese un animal tan enorme; disparámosle un tiro, que
le dio en la cabeza; y al sentirse mortalmente herida, sacó
como dos varas de su cuerpo fuera del agua, meneando la
cabeza de una á otra parte hasta que al ñn la dejó caer. To-
mamos entonces una soga y, amarrándosela al cuello, tira-
mos de ella para sacarla ¿ la orilla; pero fueron inútiles
nuestros esfuerzos; hasta que metiendo los botadores dentro
de la empalizada, fué desprendiéndose poco á poco del palo
á que se habia enroscado. Quisimos llevarla á una playa
que habia un poco mas abajo del sitio en que nos encentra*
hamos; pero apesar de que ya era medio muerta, y de que
eran cinco los peones que con sus botadores daban mucho
impulso á la canoa, sin embargo nos la detenia en medio
del rio, y cuando por fin llegamos á dicha playa, nos costó
mucho trabajo ponerla en tierra. Allí la medimos y vimos
que pasaba de diez y nueve pies de longitud, y su grosor
era aun mas del que á proporción le hubiera correspondido.
No nos entretuvimos en desollarla, como hubiéramos de-
seado, ya porque la enfermedad del P. Martínez nos preci-
saba á apurar la marcha, ya también porque á los indios les
causa cierta especie de horror.
En uno de los viajes que hicimos al Pachitea, matamos
otra de igual tamaño; y recordamos que cuando estaba ya
para morir, vomitó un lagarto entero que tendría unas cin-
co cuartas de largo, sin que se le conociese lesión alguna^
pues es sabido que las yacu-mamas carecen de dientes.
Otro animal muy raro que se encuentra en aquellas mon-
tañas es la chicharra machacm/ (culebra chicarra), llamada
así por ser una especie de mariposa, larga de unas tres pul-»
gadas y media, con la cabeza semejante á una víbora. En-
tre los indígenas se cree que muere repentinamente aquel á
quien este animal clava una especie de lanceta que tiene en
— 108 —
el pecho; pero el señor Beymondi ha desme&tido edis
cia^ .de modo que, según le hemos oído decir, la pú
este animal no es venenosa.
Muchísimas son las otras clases de mariposas que
Uecen aquel país con sus hermosos colores, no siendo
los viajeros que pasan largos ratos persiguiéndolas pan!
cerlas servir de adorno; pero en cambio no son menor»!
especies de insectos que atormentan al caminante, d(
do haicer mención en primer lugar, de las hormigas, dal
cuales hay varias clases; las mayores tienen cerca de
pulgada; llámanlas los indios Isúla y tienen un
cuya picadura causa algunas horas de calentara. Hay
llamadas Citaracuy, las cujiles tienen como dos anzu(
la cabeza, con los que causan un vehemente dolor, sif
preciso matarla para arrancarles del lugar donde se ha
frido la picadura. El Bunavinciy que es otra especie de
miga, acaba con las hojas de los árboles que hay al
de su madriguera; en cada nido deben haberlas á mill(
pues levantan la tierra hasta la altura de dos varas,
mas 6 menos, cogiendo una circunferencia de mas de
Hemos oido contar á un indio, que es persona de m\
crédito, haber visto que en las cuevaé de estas hormigasi
encuentra una especie de culebra, que tendrá como nw
ra de largo y es gruesa como la pierna regular de un h
bre; la que es igual por todas sus partes, sin que puedai
tinguirse donde tiene su cabeza, aunque si se le
movimiento. La hormiga Tancarana se encuentra
mente en el árbol de su mismo nombre, y pone sus hi2(
en el tronco y en las ramas; su picadura levanta una
Ha y causa un vehementísimo dolor.
Finalmente, dejando otras muchas y variadas
de estos insectos, hablaremos tan solo de la mas peque
que es la llamada Pxicorcurti, que quiere decir gusano ^
lorado, por ser de este color; es sumamente pequeña y]
consecuencia muy difícil distinguirla cuando se pegt
cuerpo. Es tal el dolor que causa, que parece aplicarse il
— 199 —
bame un hierro candente, durando este ardor mucho rato,
Ibasta que han desaparecido la especie de ampollas que le*
^ranta su picadura* Entre las hierbas de la montaña críase
también en algunas partes, especialmente en los pueblos
fiel Huallaga, un insecto llamado Tang^iSy de tan diminu-
tas formas que se requiere una vista muy fina para poderlo
distinguir; este pequeño animal se coloca en los poros del
isaerpo sin introducirse dentro la piel, y es tal la comezón
qne causa, principalmente á los que por vez primera llegan"*
á la montaña, que los pone casi en estado de desesperación;
IbrtTma que esta grave molestia no pasa de cinco ó seis dias,
porque cuando el insecto está lleno, se desprende por si
inismo y desaparece.
\ En el polvo de los sitios en donde no penetra la humedad
de las aguas; se cria otra clase de insectos llamados nihuas
6 piques; para librarse de esta plaga no hay otro medio que
matarlos al momento preciso que se descubren; pues como
ordinariamente se introducen en las partes callosas de loa
pies y de un modo especial alrededor de las uñas, sino se
sacan antes que los huevecillos salten al polvo, un solo pi-
que es capaz de infestar toda una casa. Cuando se apode-
ran de un hombre desidioso que descuide esta precaución,
le causan mucho estrago en los pies, imposibilitando á al-
gunos hasta de poder andar. Un hombre conocimos noso-
tros en Sarayacu que murió sin otra enfermedad, que el ha-
bérsele introducido muchos piques por todo el cuerpo.
Pasaremos por alto otras muchas plagas que no son tan
molestas, y solo hablaremos, para dar fin al presente capí-
tulo, de los insectos volátiles, que por molestar continua-
mente, son los mas fastidiosos. Son los primeros los zancii-
dos, que atormentan de dia y de noche causando, principal-
mente al anochecer, con sus pequeñas alas un ruido sordo
que se oye por todas partes; parecen una nube que todo lo
cubre; pero esta gran multitud que seria insoportable si
durase algunas horas, desaparece al cuarto de hora, que-
dando sin embargo los suficientes para no dejar dormir tran-
— 200 —
quilo en toda la noche; de modo que no se podría d
un solo instante, á no valemos todos de toldos ó moaq
ros, procurando no dejar ninguna pequeña abertura;
un solo agujero bastaría, por pequeño que fuese, pan
narse de dichos insectos todo el toldo. Vienen después
mosquitos j que son aun mas terribles que los zancudos;
causan una comezón insoportable y que dura por es|
muchas horas, originando á veces hasta algunas Uag»
^las piernas y en los pies; solo tienen la ventaja que no
lestan de noche como los zancudos. El guigen es otra
de mosquito muy pequeño, de alas blancas, siendo pi
el microscopio para poderlo distinguir; no se encue&ta^
todas las partes, pero allí donde los hay es muy
- tormento que se sufre; porque hasta parece que penetis!
ropa, pues se siente el dolor por todo el cuerpo; pero
cialmente en la cabeza es donde mas se sufre, porque
dándose con el pelo, de nada sirve rascárselaxon las
ni el mojársela, sino que allí permanecen atormentando
ta que se abandona el sitio donde se encuentran.
Por último encuéntranse también los tábanos, qa«
unas moscas de un tamaño doble de las que todos
mos; si abundaran estos insectos como los zancudos ;
quitos, seria imposible habitar en el Ucayali; pero por
tuna los hay poquísimos, en comparación dé estos
no mortifican sino á ciertas horas y en determinados
rajes.
Estas son las molestias mas comunes de aquellas
de la montaña, siendo de creer que si esta llega á pobl
desaparecerán en gran parte, principalmente en las
nías de los pueblos; pues como semejantes insectos se re|
ducen de un modo especial en los lugares pantanosos y
tre los arbustos y yerbas que rodean las aguas encha
con el desmonte y cultivo de estos terrenos disminuiría
bien su propagación; y como el principal cuidado se p
naturalmente en los pueblos y sus inmediaciones, arm<
do las yerbas y secando los pozos de aguas corrompida^ ^
— 201 —
pian lo<í insectos donde fermentar bus huevecillos, y,
[consiguiente, disminuirían las molestias de que hemos
ado, siendo mas suportable la vida á los que debiesen
jrla en aquellas regiones.
■^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^^NMW
CAPITOLO XXVI.
Muerte del R. F- Bx. Vicente Calvo-
Tanto la fé, como la experiencia nos enseñan qne
las cosas tienen su fin y que todas así mismo van á
á su fin. Después de hab.er el R. P. Calvo gastado 18
en el penosísimo ejercicio de las Misiones de Infieles, y
haber desempeñado en este tiempo el cargo de tres sex
de Prefecto, se vio en la precisión de retirarse de su
impulsado por un crecido número de achaques, rec
al Colegio de Ocopa por ver si sepultado en el profon
silencio y estrechísima observancia de la regla que allí
guarda, podría en algún modo aliviarse y mejorarse sa
brantada salud, con el alto designio de prepararse pan
sar del tiempo á la eternidad, camino por el cual todos
dispensablemente debemos de pasar.
Este varón apostólico dejó ver en todo su sagacidaí
desprendimiento; pero en lo que más manifestó su b
dad, fué en que habiendo recibido una carta de su he
Cura, en España, en que le ofrecia muy brillantes pro]
cienes con las cuales podria pasar una ancianidad feb
tranquila, echando á un lado todo respeto de carne j
gre, que ordinariamente es la tentación mas poderosa
que el diablo suele derribar los corazones mas bien
dos, llamó á su muy amado P. Ignacio y le dijo: hoi
hombre! mira lo que me dice mi hermano: ¡caracoleB! j
^ — 203 —
iéadole leído el contenido de la carta, repuso: ¿qué le pa*
^, mi padre, de tales propuestas? y echando un profundo
bpiro, dijo: jamás Fr. Vicente Calvo trocará el oro por el
ido, el cielo por el cieno, ni mucho menos malogrará la
brona que por sus fatigas, sudores y trabajos espera reci-
b de manos del justo Juez en el dia de la retribución. ZT^j^í?
H Tequies mea in saeculum saectdi^ esto es Ocopa, quoniam
)egi eam.
\ En efecto; después que hubo entregado al R. P. Igna-
j|o, su Vice-Prefecto, los negocios de la Misión, se despidió
b sus amados Neófitos, que, deshechos en mares de lágri-
Ikas porque se les ausentaba para siempre un padre en quien'
pniañ depositados su cariño, amor y confianza, no sabian
bsprenderse de besarle su santo hábito. Una despedida tan
lema como aquella, no seria fácil describirse. Salió de Ca-
lariya y llegó al Seminario de Ocopa,* después de haber ex-
perimentado todas las peripecias que dá á gustar un viage
le mas de doscientas leguas, que en esta ve? le apretaron
bas la mano, por razón de que su vejez estaba mas debilita-
ia y cargada, además, de las consecuencias de la montaña,
|ue son la moneda común y ordinaria con que paga á los
Misioneros. Este es el oro, estas son las riquezas con que los
k)bres hijos del Serafín de Asís, hacen felices á sus familias
le Europa, según canta la malevolencia, ignorante de la
lelicadeza de nuestra conciencia y de la altísima pobreza
|ue profesamos. *
Hartas veces se le oyó decir que de ninguna manera
Quisiera morir fuera de Ocopa, y que para ello habia dirigí-
io muchas oraciones á la Virgen María, de quien era devo-
tísimo; pero al poco tiempo de haber llegado á su amado
Petíro, se le comenzaron á hinchar las piernas de tal suerte,
lúe esta hinchazón mancomunada con el asma y quebradu-
ra le apuraron bien la paciencia. Los Prelados, al ver al pa-
tente en tan mal estado y juzgando que aquel achaque
provenia del frió, trataron de mandarlo á Pariahuanca con
€l noble fin de que con el calor de aquel temperamento so
— 204 —
restableciese. Para el efecto se fué en compañía del &
Francisco Ballescá; mas á las pocas semanas que
el lugar relacionado, se sintió muy mejorado; y coiu
que todo buen religioso estando fuera del claustro se
como un hueso desconcertado, tomó desde la^o %\
para Ocopa. En esta segunda vez el temperamento ini
ble de este rincón le asentó peor, porque además de
fermedades susodichas, le asaltó una inapetencia taj
traordinaria, que á los pocos dias de estar mas en el
le habría hecho descender al sepulcro. El meritisimo Pij
llares, que entonces era el Prelado, consultó al Dii
acerca de lo que se debia hacer para conservar la
un Religioso que tan merecido lo tenia, después de
la sacrificado por tantos años en la montaña,
por la gloria de Dios y salud de aquellas almas, que
sentadas en las tinieblas del error y sombra de la mi
se resolvió que pasase sin dilación á los Descalzos de
En este viage^ e& decir, de Ocopa á Lima, gastó 20
con la prolongación de él, se puede deducir cual estamj
salud. No es fácil decir el gusto que sintieron en su
los RR. PP. de aquel Colegio, primogénito de Ocopa
de la Independencia, al recibir en sus brazos un h
verdaderamente digno dQ todo respeto y amor. Sin es
go, aunque veia el venerable anciano las finezas y atd
nes que le prestaban los alumnos de dicho Colegio, ea j
se hallaba ya incorporado ó de familia, no obstante safl(
zon y sus pensamientos no sabian desprenderse de Oco^
mas de una vez se le oyó decir: que esperaba se le mejol
la salud para irse á morir en Ocopa. Permitáseme aquí 1
cer una digresión para manifestar al público la caridaí
aquellos hermanos para con el R. P. Prefecto Calvo. IW
tásele un dia á aquel bendito y santo varón el M. R. P-M*
Comisario general, para saludarle, y al verle tan abatíd»!
la inapetencia, le dijo: Padre mio^iqué cosa le apetece if\
sin mas se sacó de la manga el mismo M. R. P. Comistf^
muy grueso pimiento colorado que habia cogido en lak^
— 205 —
y enseñándoselo, le dijo: ¿Zo vefípues lien^ ahorita mis^
se lo voy á aderezar en la Snfermeria con mis manos
a que en mi presencia se lo coma; y corriendo de la mano,
l&do- P. Calvo se lo llevó consigo.
Mas la enfermedad iba gradualmente de mal á peor; pues
k casi no podia andar sin que se sintiese asaltado de una
ant4>sa y alarmante sofocación, que le tenia imposibilita*
para salir á confesar algún enfermo. Viéndole el'M. R. P.
misario en aquel estado, consultó á los Facultativos, los
les le aconsejaron que, yendo á Yca y tomando baños en
acacliina, podría mejorar algún tanto, pero que de curar
cúraria. Efectuó su viaje, con el mérito de la santa Oie-
ncia, en compañía del R. P. Comisario Fr. José M. Ma-
la, en ocasión en que iba á celebrar el Capítulo Guardia-
1 en el Colegio que se habia fundado en aquella Ciudad;
alg'unos dias de haber llegado á aquella santa casa, se
Imotinaron sus enfermedades y obligándole las mismas á re-
febir los Santos Sacramentos, murió ejemplarmente en el
Ssculo del Señor, entregando su espíritu al Criador á los 12
áias del mes de Mayo de 1873, y fué enterrado en el panteón
anti^o, llamado de Lirin ó Hurin, á diferencia del nuevo
en la parte opuesta á la Ciudad.
Así acabó el número de sus dias el varón apostólico Fray
Vicente Calvo; aquel varón, digo, que vio por primera vez
la luz del mundo en Saviñan, Obispado d6 Tarazona y des-
'pues, jovencito, pasó su noviciado en Calatayud, Provincia
de Aragón, punto en donde emitió su nrofesion. i^r ^- ooivo
siendo Corista Diácono, tuvo ya 1^ i\\^.^'^'^ ^^^"^^^ decumplir
Icón el cargo de esforzado sold^^^J de Jesucristo que se le
liabia impuesto en el sacraircnto de la confirmación, cuan-
do en Zaragoza recibió dr la mano sacrilega del Goberna-
dor de aquella plaza, uia ignominiosa bofetada en su ino-
cente mejilla, en ocasbn de ir á pedir al inhumano manda^
, rin un seguro para ro quedar envuelto en aquel funesto
cataclismo del añf 1835, en que España desnaturalizada y
entregada al frofesí de las sociedades de Juan de Prócida y
_ -206 - . t«a. ^»<=™*'fA
do de »<l'i'í .?f!;^.e empet»^» «^,,to. B» ^i*^. CW*
:p-,^ ««estro S«»° ¿^e temos ^.
-.s.i»p-LC':n ^'''^^^ig-^^t d"'^* 1^
'-- '^^-^ar^á^r^-t^rflí
— 207 —
en aquellos dias de ígnitos un Capitán de Infantería,
adoD. Bamon Herrera que, amenazando pegar cuatro
azos al hijo de Lutero, hizo pedazos la execrable nota y
dijo; oiga V. mi Gobernador y tenga bien entendido, que
la persona del R. P. Calvo reconozco dos cosas: la una,
dig'iiidad sacerdotal, digna de ser respetada y de hacerla
petar cuando se le falte; la otra la persona de mi Exce-
tísimo Sr. Presidente Prado, ante cuya dignidad V. no
sino un infeliz pancista. El Sr. General dijo al R. P,: V.
• será otro yo^ y sin su permiso nada se hará ni deshard\
'. estd destinado á ir con el Ingeniero de Estado^ mi cuña--
^ que era el Sr. D. Manuel Ugarteche, á alrir el camino
I Afayro y no lo dejarán hasta qw esté abierto; por conr-
uiente, mándese V. caminar de aqui y no moleste mas al
padre, añadió, dirigiéndose al Gobernador.
Finalmente debemos decir, según nos han enseñado los
maestros de la vida espiritual y la experiencia de tantos
Unos, quejamás habría podido el R. P. Calvo desempeñar
debidamente su importante Misión, sino hubie?^ sido hom-
_ bre interior, de mortificación y oración, maestro y guía de
\oB deberes sagrados de un Ministro católico, discípulo de
Jesucristo. En efecto, apesar de estar su vida tan complica-
da de contingencias temporales y combatida de frios, calo-
\ re^ aguaceros, hambre, sed^ dolores y cansancios, ninguna
de estas cosas le pudo impedir de pagar con toda la exactitud
posible te. pensión del Oficio divino, de rezar la corona fran-^
; ciscana á la santísima Virgen María, cuya amantísima Ma-
dre, ei^eramos que, cobijándole en las purísimas telas de su
tiernísimo Corazón, se lo llevaría á la mansión de los Bien-
aventurados, á gozar de la gloria prometida á los hijos de
N. S. P. S. Francisco, mayormente á los Misioneros, en ct%^o
número confiamos un dia ser colocados.
'
«.|| II iianí
CAPITOLO XXVII
PeligroB inmínentea de que ha UbrBdo la divina Providenei^i d
Colegio de Ocopa—Fundacion de nncToa Colegios de ¡Bám
roa de «Propaganda Fide^> proeedeniea del de Ücapa jJhak
zoa de Lima.
La sangrienta persecución que de cuatro siglos á
parte ha suscitado el infierno contra la Iglesia Católica,
persecución siempre mas recia ensaúclia sus desmedidas
porciones, y á semejanza de un inmenso volcan amenaza
pultar el universo con sus ruinas, es un hecho histórico
se lee en grandes caracteres en los rasgos trazados por
tiempo en la Aleipania, Inglaterra, Dinamarca, Suecia
. demás naciones del Norte de Europa. La nueva fonns
con ella el nuevo plan de ataque que ha puesto en ejecu
para conseguir mas en breve la realización de su fin,
lo dice la Francia, España, Portugal, Italia y nuestra Am
rica, de polo á polo. Un siglo completo que muestra
torvo seño esa mimada hija de Satán, llamada la Mevoluck
contra Dios y su Ungido, y como forzosa consecnená
contra sus mas fieles adoradores, es mas que suficiente pa
qifc todo el mundo la conozca; pero no lo ha sido para qi
todos los que la conocen la aborrezcan. En América,
en Europa, tiene un sinnúmero de los mas abyectos escla
que con la frente en el polvo la idolatran. El Perú basta
muestra. Suprimida la insigne Compañía de Jesús en
siglo pasado en este Vireinato del Perú y en todos los e^
^ — 209 —
Idusos dominios de las Españas, encargáronse las antiguas
jfisiones de infieles de los beneméritos PP.dela Compañía, á
¡K de este Colegio de Ocopa, y consumada la independencia
felá Metrópoli ptjr parte de esta infeliz República, nunca
lesde entonces la han faltado discípulos y pedagogos escru-
mlosos de Lutero, Volter, Vesaupt y otros semejantes maes-.
^B, que espada en mano han dado las mas lamentables
fecciones á laruda é inesperta sociedad.
' La política, por una parte, pero esa política descreída y
fesora del puro ateismo^ y la filantropia, por otra, no pu-
iendo sufrir el clamoreo y los suspiros de los verdaderos
eles y codiciosa de las ventajas esperadas fundadamente
por el ministerio de los Misioneros, que regaran con sus su-
iores y propia sangre las fértiles montañas de esta vasta
Itepública, decretó el restablecimiento de este Colegio,
>mo se ha visto en la presente Historia. Pero esas mismas
uctoras, la política y la filantropia mencionadas, no con-
ntas de mentidas promesas, votadas en los Congresos pú-
blicos y solemnes por puro lujo, como ellas mismas han de-
clarado con desfachatez y sin pudor, y para poder, á satis-
feccion de su codiciosa liviandad, cubrir sus prodigalidades,
han juzgado ser mas conforme á su genio y análogo á su
naturaleza el perseguir á los Misioneros, que el prestarles
amparo y protección. ¡Madrastras crueles y sin corazón ni
entrañas de caridad, que en un minuto fiabeis arrojado
miles de pesos en el juego, habéis pedido otros miles por
precio de una rúbrica puesta debajo de un ignoble nombre,
liabeis disipado millones para satisfacer vuestros celos y
íiabeis regado la sierra y las costas del Perú, para destruir
pasta donde os fué posible las virtudes y la prosperidad de
flos pacíficos y mejores Peruanos!... Por fin, la Divina Jus-
iicia, al parecer, os empieza á notificar que, no estando muy
^tisfecha de vuestro comportamiento, es tiempo de que le
íindais cuentas. Los tres años de guerra destructora que
llevamos con Chile y lo que se nos espera, es vuestro fruto.
— 210 —
Los peligros, pues, inminentes en que se ha visto
desde su restablecimiento, han sido continuos; pero
ciaron en algunos acontecimientos públicos de que han
cuerdo la historia de 1853; en la caida y desposeimieii
la Suprema Autoridad del Señor Echenique» el cual
tía protección para la Religión, paz y armonía para Ii
ciedad y defensa para el estado eclesiástico, singul
en consideración de las esclarecidas prendas del ilostn
nistro, alma de aquel Gobierno, el Sr. Dr. D. Bartol
Herrera, después Obispo de Arequipa, en cuya Silla
copal dio pruebas de celoso é íntegro Pastor, como an
la Universidad de S. Marcos, en el Cabildo de la Cat
Lima y en el Ministerio, las habia dado. Este Col
Ocopa por ese tiempo estuvo en gran peligro de ser
surado y los Misioneros de ser Qspelidos de la Bepúblier,
de aquí lo mismo que los de las montañas. Intención j
seos de ejecutarlo no les faltaron á las celosas Mad
nombradas, la política espúrea y degenerada, y la irói
antitética filantropía, que es una irrisión de la que
ese verdadero nombre; pues ésta quiere y aquélla a
la imagen de Dios, ésta conserva lo que aquélla desti
la primera trata de salvar lo que la segunda hace con
Peligro igual y aun mayor corrió este Colegio, con
Colegiales Misioneros, por los años de 1864 á 1867, mi
duró el desacuerdo de esta República con la Nación
ñola. En 1866 todos los Misioneros Españoles de Ocopa,
cepto el P. Pallares y el P. Lorente, que se hallaban a
Cuzco en la Visita y Cajpítulo Guardianal, todos, aun los
las Misiones de infieles, sintieron los amargos y croe
efectos del rencor profundo y mortal envidia de la potítici
filantropía dichas, en dos subalternos Mandarines «tó»
lévales^ los cuales se declararon verdugos decididos de
Frailes, cubriéndose con el m^nio A^j^aírioUsmoJilaiiitéfi
Siguió ese peligro sin disminuir en un ápice, por fiHi
los tiempos potestativos del espíritu de vértigo y furor,
tratarse en el Congreso de la absurda licencia de perseí^
— 211 —
i impunemente la inocencia y bondad, á cuya licencia, que los
iHécios llaman libertad de Güitos^ en países esencialmente
Católicos porun inefable don de la Misericordia y liberali-
^dad divinas.
^ Trlslon j Pestieiio de loa P. P. efe Ocopa ai Botumacbamayo,
í
En el mes de Abril del año 1866, á causa de haber el Go-
^biemo Español intimado, por su representante Méndez Nu-
; ñez, el bombardeo del Callao, el cual se efectuó en el dia
^ dos de Mayo del mismo citado año, el Gobierno del Perú de-
cretó la reclusión y estrañamiento de todos los Españoles
de la República, sin quedar exentos aun los Misioneros en
ella comprendidos.
' En cumplimiento de tan apremiante Decreto, el Señor
Prefecto de Junin, entonces residente en Huancayo, tuvo la
amabilidad de cebarse con los ministros de la paz y cari-
dad, los RR. PP. Misioneros de Ocopa, ordenando su prisión
y estrañamiento á Schanschamayo con toda escrupulosidad^
Sabida tal ordenación por los PP. , y temiendo por otra parte
que sus sagradas personas fuesen vejadas y quizás también
sacrificadas á la punta del homicida puñal, cual lo fueron
sus hermanos en España en el memorable año 1835, toma-
ron la resolución de fugarse, no embargante las duplicadas
^ guardias, si bien algunos se quedaron para acompañar en
sus trabajos y angustias al R. P. Fr. Francisco Espoy, su ve-
nerable Prelado, cuales fueron: el Diácono Fr. Buenaventu-
ra Seluy, Fr. Mariano Castellanzuele, Fr. Antonio Pra^
das. Fray Francisco Sagols^ Fr. Juan JPetit y los j^erma-
nos legos Fr. Juan Carrera y Fr. Estelan RuUo\ estos y
un Sacerdote que se les agregó fueron los que santificaron
las cadenas y famoso presidio de Schanschamayo.
Llegado el dia de la salida, que fué en 27 de Abril, el
R. P. Fr. Juan Cuesta, Ecuatoriano, hizo presente al huma-
V
— 212 —
nitario Prefecto que en el Colegio se hallaban dos reli{
el uno de ochenta años y el otro deshauciado por los m^
y á quien, se le había administrado el Sacramento deU
trema-Uncion: bien) ¡contestó el Huancaino, si losenfc
no pueden ir al destierro por sí propios, que vayan por
lante en litera ó camilla!! ¡Qué angustia para el pobre
dian y el R. P. intercesor!
No obstante; merced á los caritativos ruegos de algí
piadosas personas que ofrecieron tenerlos bajo su resj
bilidad en sus casas, el edicto contra estos no tuvo ei
dero sí para con los sanos. Efectivamente; salieron de
amado Colegio de Ocopa los modestos hijos del Serafín
gado, é inmediatamente fueron colocados entre dos filas
soldados armados con rifles de bayoneta calada. ¡Qué
táculo para el cielo! Centenares de personas de todo
clase y condición inundan la pampa de Ocopa! gritan,
zan, lloran y al ver que no pueden arrebatar de las
de los hijos de Marte á los santos malhechores^ posti
piden les den la bendición. El corazón de los discípulos
Crucificado se enternece, y entonces la venerable mano
anciano y virtuoso P. Espoy formula el señal santo dei
cruz y sigue con sus queridos hijos su jornada hasta á Ji
ja, donde llegaron á las seis horas de la tarde, y fueron
podados en una casa decente y atendidos con el mayor
mero y caridad cristiana.
En esta ciudad estuvieron descansando unos dos ó
dias; durante ellos enfermó el M. R. P. Guardian, el c;
pudo quedarse en ella en compañía de Fr. Esteban Rui
para que cuidase su persona, pero bajo garantía y respoi
bilidad de una distinguida familia. Antes que los Misioner
emprendiesen nuevamente su viage, llegó un Jefe de
ma, comisionado para llevarlos con todo esmero á aqa(
ciudad, y este cabalmente, según el mismo se declaró,
Masón... Tocó la hora de la partida, y muchos prisión^
fueron á recibir la bendición de su Prelado que se hallal
postrado en cama ; antes que éste empezase á darles
[ _ 218 —
^ndicion, llamando al Diácono Fr. Buenaventura Seluy,
Í|ue era el mayor de todos, le dijo: «Hermano, V. hará- mis
Snreces; procurarán^guardar en cuanto les sea posible el re-
glamento del Colegio; tengan á lo menos media hora de
)fR)racion por la mañana y otra media hora por la tarde; sean
.«sufridos y modestos; puros y castos; cuyas virtudes no po-:
[«drian permanecer en vuestros tiernos corazones por mucho
^empo, á menos de ser muy amantes del ejercicio de la
«oración, y tierna devoción á nuestra amabilísima madre la
^Virgen María. Yo os bendigo en nombre de Dios Padre, de
«Dios Hijo y de Dios Espíritu Santo y de nuestro Seráfico
j«P. San Francisco: id en paz y el ángel del Señor que os
«acompaña nos dé el placer y gozo de volvernos á ver re-
«unidos en nuestro amado retiro, apesar del poder de las ti-
«nieblas que se ha propuesto nuestra extinción.»
Recibida la bendición de su R. P. Guardian, fueron con-
ducidos á Tarma, no ya en medio de dos alas de soldados
con rifles, sino de lanceros de á caballo y sin clase de basti-
mento alguno para hacer una jornada de nueve leguas.
iQué vergüenza! en el Perú negar á los Frailes el sustento
que ellos han dado y prosiguen dando con tanta prodigali-
dad á sus moradores! Pero gracias á la bondad de Aquel que
siempre tiene su bondadoso corazón inclinado hacia los su-
yos, no les faltó dicho sustento, ya que se valió de unas po-
bres indígenas que los socorrieron con Chupé; de otra suer-
te bien se habrían quedado á la Luna de Payta.
Caminaron todo el dia, y al anochecer, estando como á
unas dos ó tres leguas de Tarma, el Jefe de la espedicion re-
cibió un oficio de la autoridad de aquella población, en que
se le decia se sirviese tomar las medidas convenientes para
evitar un conflicto, pues que los indios tenian tomados
ciertos puntos de la quebrada con el fin de matar á los
soldados y libertar á los Misioneros. Sea lo que fuera de
ello, lo cierto es que gracias á Dios nada sucedió de par-
ticular; pues que los indios viendo ya cerrada la noche y
juzgando que los PP. se habrían quedado á pernoctar en al-
— 214 —
guna estancia, abandonaron sus puestos y se retirapon i
casas; cosa que tal vez no agradó á algunos, que só prefc
de rivalidades de nación deseaban derramar la inocente
gre de la religión.
Serian como las once ó doce de la noche cuando los
ligiosos entraron en la ciudad ;y en medio de un ca
gentío, fueron alojados no en el Colegió de los del pan
rojo, como se habia pretendido, sino en la casa de su S
co, el Sr. D. Andrés Beraun, que los aguardaba con el
mentó mas bien preparado que el mate de GTtufé^ que
caridad de las pobres indias les había dado.
Durante los pocos dias que les dieron para desea
fueron visitados por las mas distinguidas familias dd
gar, y por estas supieron que los religiosos que hibi
huido de Ocopa, unos andaban errantes "ger montes et
y que otros estaban refugiados en distintos pueblos bajo
techo hospitalario de los indios, quienes los atendían con
do el esmero que las beneméritas señoras Tarmeñas lesi
sinuaban. Desde aquí pasaron ala población de Acote
y descansaron un ratito en casa del Sr. Cura Andradc,
donde sus habitantes, después de haber cumplido con el
dable acto de besar el santo hábito, á lo que la ilustracioa
nuestros dias llama fanatismo, regalaron á los humil
huéspedes los pobres productos de sus cosechas. Viendo
Jefe espedicionario, aquel que dijo ser mason^ es d
aquel que tuvo la religiosidad de no permitir que en
ma los Frailes oyesen Misa el Domingo por la mañana y
sinvergüenza de hacerlos salir á pasear forzosamente pff
tarde, que las ofrendas no eran conformes á los Estatutos
su paladar, dirigiéndose á los bienhechores les dijo: ¡Mucto
chas, á. robar gallinas para los Padres! á lo que contestafll
los religiosos; poco á poco, señor, sepa V. que no es lícito»
bar para hacer caridad y mucho menos estando provistos
las viandas que el Padre de familias ha puesto tan
mente en las manos de sus pobres hijos! Después de todo
to, bajaron al pueblo llamado Palca ^ en donde pernodiii
— 215 —
^ cuyoB vecinos se sorprendieron al divisar á los PP. en me-
o de los soldados armados de lanzas.
Al dia siguiente llegaron por fin á Schanschamayo des-
es de nna penosa jornada; y no obstante de estar como
a le^aa distantes del famoso Presidio, se quedaron á dor-
mir en la hacienda del Español D. Félix Tené, que con su
patiy virtuosa esposa los recibieron y trataron con el cariño
k[ne se puede considerar. En esta noche, apes^r de estar ren-
didos por el cansancio, no pudieron conciliar el sueño, al
:45onsiderar que ya en ki noche inmediata deberían dormir
.entre colegiales de capote azul y quepis, confundidos entre
rías cucarachas, alacranes y la hormiga Citaracu ó saco. Se
. levantaron nuestros prisioneros al son de una corneta, mas
; ronca que la de la pasión, que tocaba diana, y después de ha-
i ber tomado su almuerzo, prosiguieron su marcha al faiposo
fuerte de San Ramón, sito en el malecón que forma la unión
I de los rios Schanschamayo y Tulumayo.
[ No bien se habian aproximado á la fortaleza, que mas
i parecia una hacienda, al ver que en su puerta estaba parado
j nn soldado cuyo riñe parecia haber sido fraguado por el in-
I signe Tubál, se adelantó Fr. Buenaventura Seluy á pre-
i guntarle: ¿es esta, por ventura, la fortaleza ó castillo de
Schanschamayo? ¡Sí, mi padre, contestó el centinela! Al oir
la afirmativa se internaron é inmediatamente dieron con la
Oficialidad que saludó muy cortesmente á sus nuevos aloja-
dos. No describiremos las propiedades de este castillo.
En el dia inmediato después de su ingreso al presidio,
instalaron su reglamento de vida, conforme les habia encar-
gado el R. P. Guardian, sirviéndoles para ello un reloj dis-
pertador que consigo habia traido el ya memorado Sacerdo-
te D. Silvestre Castaño. Efectivamente; á la hora señalada
se levantaban, hacian los actos cristianos, rezaban Prima y
Tercia y seguia media hora de oración: á las once y media,
después de haber rezado Sexta y Nona, tomaban la pobre
comida que una piadosa persona les tenia preparada y así
en las demás horas correspondientes. A las tres de la tarde.
— 216 — -
epzaban Vísperas y Completas. A hora competente
Maytines y Laudes, á las quft segian media hora de
tacion, la estación á Jesús Sacramentado, é inmedial
la cena. A esta subseguia un rato de recreo, en el que
acompañaba la oficialidad. Al dar la hora para el rezo át\
santa corona, se invitaba á los Jefes si querían asistir; y
dándoles las buenas noches, se recogian á sus aposect
Veinte y un dia estuvieron en este convento de nueva
servancia y distinta penitencia, ya por haber de reclii
sobre unas duras y mal labradas tablas, ya también ^\
muchedumbre de zancudos y murciélagos que no teni^l
menor pereza de hincarles el aguijón los unos, y de p]
les el diente los otros.
No estaba ociosa la caridad de las señoras de Tarcaa;
en prueba de que no se habian olvidado de los que hala
sido dignos de padecer contumelias y cárceles por el b(
bre de Cristo, les mandaron arroz, fideos, manteca, cam(
camisas, y algunos pares de medias. De todo ese caí
to solo tomaban las cosas necesarias á la vida; mas en
to alas camisas y medias ninguno quiso quebrantar lasie^
glas de su instituto, sino que cada uno conservaba no soh
la túnica interior y el santo Hábito, capaz por sí solo ii
abrumar al hombre mas robusto en un clima tan ardiea-
te, si que también la descalsez sufriendo las crueles pica-
das de los mosquitos y zancudos por amor de aquel lAs
que no les daba á padecer mas de lo que ellos descabal
La divina Providencia que cuidaba á los religiosos, no dg*
ba de extenderse hasta favorecer á los soldados también;
como los pobres las mas de las veces se habian de apK*
el cinturon para atajar ó entretener el hambre, de aquí**
que cuando divisaban los centinelas á los hombres que coo-
ducian el cargamento, alzaban la voz gritando: ¡Alertí!
cabo de guardia ¡alerta! ya viene San Francisco!; coii€sb|
daban á comprender que tanto los prisioneros comosn^
guardianes eran escrupulosamente socorridos por la carid»
y no por el Gobierno nacional. ¡Qué borrón!
— 217 —
iftientras que el Sr. Castaño estuvo un dia divertiendo á
religiosos tañendo un violin que el Sr. Capitán del fuerte
abia dejado, se dejaron oir las voces alarmantes de ¡los
nchos! los Chunchos! los Chunches vienen! A tal cla-
eo salió Fr. Seluy á ver el objeto de la vocinglería; al
sarlo desde esta banda del rio, con el Sto. Cristo en la
lo le hacia señas á que se aproximase y no temiera. Ve-
el infiel con mucha precaución, y cuando estuvo muy
^a, uno de los oficiales empuñó un rifle para aflojarle un
; apenas el religioso notó semejante actitud, indignado
ina santa ira, le dijo: ¿qué cosa? ¡asi no más se mata á^
hombre infeliz! ¡Cuidado que cometa V. semejante crí-
i! El oficial bajó el arma y se contuvo; pero no bien ha-
pasado un rato cuando echó un grito diciendo: nó Pa-
, nó Padre. ¡Quiero comer carne del Chunche! Sepa que
►tro dia sin ir mas lejos, me mataron á un Sargento, y ac-
íontínuo mandó disparar un cañón, cuyo proyectil no
dujootro efecto que el de hacer' correr al infeliz mas li-
o que una Bicuña.
Megreao de loa Padrea á Oeopa yau recibimiento-
Como los religiosos ignorasen el tiempo que duraría su
itiérro, iban recibiendo entre tanto las provisiones que las
npasivas Señoras de Tarma^les estaban remitiendo; hasta
ito que en una de las remesas, Fr. Buenaventura Seluy
ibió juntamente varias comunicaciones de mano de un
lígena. Las abrió, y en una de ellas encontró una copia
una Nota simplemente firmada por un Sr. Tejada, que,
to ser ingrata nuestra memoria, era Ministro de Estado,
dejó la dicha nota y firma de llamarle la atención; y al
^ al punto deseado, saltando de alegría, clamó: ¡libres,
res! ¡ya estamos libres! ¡demos gracias á nuestro amabilí-
— 218 —
simo Redentor Jesús! Al oir el Sr. Capitán tan in
noticia, dijo: no puede ser eso, mi Padre. Sí señor, lea ns
contestó Fr. Seluy: y habiéndose impuesto el buen Jefe
dijo: cierto; quedan VV. libres; pueden irse cuando _
¡Ah, eso no, Sr. Capitán! repuso el religioso; V. no pnedíl
debe soltarnos hasta que el Subprefecto de Tarma le
la «Nota» reí|pe<?tiva; porque aunque la que acaba de
sea verídica, no obstante, es simplemente una copia, y:
copia es copia. Cierto: contestó el Señor Capitán, ¡
mi Padre; mucho le agradezco su advertencia y buen
razón!
No tardó en llegar la tan deseada «Nota», ni las
para emprender su regreso del Schanschamayo losreligi
prisioneros; así es que, olvidándose, ó mejor diremos^
lando á la guardia del fuerte las provisiones que les W
sobrado, se despidieron de la oficialidad con un fuerte al
zo, del cual, y con mas razón, gozaron también otros d(S
balleros paisanos suyos que todavía quedaban; sin
ocasionado el menor gasto á la República Peruana.
Las personas que están al corriente del amor que el
blo Peruano profesa á los PP. Misioneros, podrán calific»
grado de entusiasmo con que vitoreaban el regreso y li
tad de los prisioneros en su tránsito. Ya no eran los Itarf
los que ocupaban los ojos, sino que eran los festivos claB
res de: ¡alabado sea Dios! ¡Ave María Purísima Tayta! ¡í
van los Taytas! que salian de sus amorosos labios Art
triunfales eran los que se veian por los caminos y nubes
olorosas ñores llovían sobre ellos, de tal suerte, que los
jaban completamente consolados; pero el arco mas h
y elegante fué el que levantaron en su hacienda, lia
Florida las siempre respetables Señoras Otero. La virtud
todo se distingue. Aquí descansaron, 'y después de haber
mado el almuerzo, dejaron ese vistoso panorama, signi
su camino para Tarma. Un continuo estallido de coh
echados por los aires, anuncia á los moradores de Tanoa
guna cosa extraordinaria; la gente sale de sus castf
— 219 —
I
^a xmo pregunta: ¿Qué será esto? ¡Ah los PP. han llegado
b Schanschamayo! contesta el otro. Efectivamente: losmi-
loneros entran á la portada de la Ciudad, son recibidos por
^ gentío cada vez mas numeroso, que con el semblante fes-
!bo y risueño celebra su buena llegada en medio de una
luvia de fragantísima mistura esmeradamente confeccióna-
la. Dejamos dicho arriba que los PP. fueron antes visitados
f cuidadosamente atendidos en casa del Sr. Síndico por las
páas distinguidas familias. ¿Qué diremos ahora de lo que
¡ttzo toda la población en el tiempo de su regreso de
hanschamayo? Que nos hemos perfectamente convencido
I amor sincero que los Tarmeños profesan al Colegio de
opa por el acto que sigue: Habiendo sabido S. S. lima, el
Sr. D. Manuel T. del Valle, dignísimo Obispo de Huánuco,
fiesde Lima, que algunos Misioneros de Ocopa hablan sido
jtonfínados á Schanchamayo, escribió á una estimable fami-
ia que para atender á las necesidades de los confinados gas-
e pop primera vez 500 pesos. Mas las Tarmeñas, llenas de
tm. santo entusiasmo y pundonor, contestaron: dignísimo
Sr; le agradecemos su venerable cooperación en la manu-
tención de nuestros Taytas Misioneros; pero por el presente
Bo puede el cariño de Tarma quedar ni un solo instante sus-
penso, supuesto que todavía quedaban algunos reales que
gastar eú su obsequio.
Deseando los religiosos con ansioso anhelo unirse con
los demás Padres y Hermanos que ya se hallaban en Ocopa,
Fr. Seluy dio todas las disposiciones necesarias para salir de
Tarma temprano el dia siguiente. Más, como la piedad de las
señoras no resultaba satisfecha, los hicieron quedar hasta el
otro dia, porque querían dar gracias al Dios de las alturas,
á la manera de los hijos de Israel cuando salieron de la es-
clavitud de Egipto, por medio de una solemne Misa canta-
da y r^-i>^wm.
Efectivamente, la Misa fué lo mas solemne que hasta en-
tonces habia visto Tarma; el concurso fué incalculable y to-
das las señoras eran ojos, pies, manos y voluntad, para ser-
— 220 —
vir á los religiosos. Después de haber dado g^racias al
del modo que se ha dicho, salieron en dicho dia
Jauja, donde se les esperaba con ansiedad. Un mes cab^
tuvieron ausentes de su santa morada, pues el 27 de
salieron del Colegio para Jauja, y el 27 de Mayo ali
de Jauja para reingresar á su amada y suspirada
morada de paz, como la llama el melifluo San Bernardo,
in ccRlla^ etc. Salieron, por fin, de Jauja y al pasar porsa
tensa pampa, lo que llamaba mas la atención de nm
religiosos era la multitud de cohetes que se disparaban
cumbre de unos cerros, y la rapidez con que eran cont
dos desde la cumbre de otros cerros; preguntaron qué
significaba aquel telégrafo, y les fué contestado que por
medio se daba noticia á la Comunidad de Ocopa de su
ximidad. También en esa pampa sucedió otra cosarait;
fué: que una pobre indiacita, no obstante de ir bien
da con su Quepe (lío) iba corriendo delante de las ca
duras de los PP., y cuando notaba que el paso de los
les era lento, echaba á bailar y por el gozo que inimdato
corazón gritaba: ¡Veva el Tayta Mdreano! ¡Veta^ que
el Tayta Ventora! y así iba funcionando cada vez que»
ofrecia hasta al llegar á Ocopa.
Indescriptible fué el gozo y contento que inundó •'1
razón de los jóvenes expatriados; y para dar algún bosqffi
de ello, expondremos brevemente lo que hemos oido delof
bios del R. P. Seluy, entonces Fr. Seluy. Distaríamos,
de nuestra morada, como una media legua, y como para
la media naranja y cúpulas de las torres ó campanarios
nuestra iglesia intermediaba un cerrito, apuramos el
para ver el aspecto imponente y magestuoso que á todo
sajero le dice: allí se adora con espíritu y verdad al Kos
las alturas, allí está aquel Dios que con una sola mirada
ce estremecer la tierra, aquel Dios, á cuya presencia k
presentarme para un dia ser juzgado y por El mismo
miado y castigado según mis buenas ó malas obras; y al
visar aquel dichoso Convento que ha dado ai Perú y i
— 221 ~
jteligioii Seráfica setenta Mártires por la propagación de la
fó, llenos de la alegría que se deja comprender gritamos:
|l!copa! Ocopa! Laudemus Domimcm quifecií nohiscum mi-
Üia. No tardamos en oir los festivos repiquetees de las cam-
¡lanas, que anunciaban á los pueblos nuestra próxima lie-
jada. íbamos subiendo con lentitud desde Enanchas^ en-
contrando en el paso algunos elegantes arcos triunfales; y á
^ierta distancia notamos que se dirigia hacia á nosotros, un
feñor sacerdote, quien después de habernos saludado respe-
tosamente nos dijo que nos desmontásemos de las bestias,
porque habia mucho peligro de que se espantasen con la
bultitud y repetido disparo de cohetes. En efecto, nos apea-
pos, porque lo requería la prudencia; y luego una banda de
|núsica,el estallido de los cohetes, las danzas indígenas, y el
^piqueteo de las campanas, nos dieron el cien doblado por
bs malos ratos que como criaturas habiamos padecido du-
rante nuestra peregrinación. ¡Qué chasco para el infierno! Y
mayor fué en la anteentrada de las Alamedas, donde habian
levantado el arco mas espléndido que hasta entonces ha-
bíamos visto;^ en su pié habian colocado una mesa, sobre la
cual estaba parada una tierna niña gustosamente vestida
de blanco, quien al pasar nosotros por debajo del arco, le-
vantó su inocente mano, en señal de imponer silencio; todos
se callaron, y durante el profundo silencio, recitó en voz
clara, sonora é inteligible unos elegantes y sentidos versos
á nosotros dirigidos, acabados los cuales, dijo con la gra-
jcia de un ángel, he dicTio señores: pasen á delante mis Pa-
dres. Entramos, desde luego, por la portada que conduce á
¡la Alameda dividida por dos espaciosos caminos; uno que
jConduce al hermoso y recogido templo y el otro á la porte-
Msí del Colegio, refugio de la mendicidad; apesar de que en el
primero habia también un arco tanto ó mas vistoso y agra-
dable que el que antes se ha dicho, apesar de esto, repito,
ninguno de ellos arrebató tanto nuestra atención como el del
camino que conduce á la referida portería. El suelo estaba
^ desde su principio hasta el extremo primorosamente tapizado
— 222 —
de alfombras formadas con preciosas flores de ji
de otras bellísimas hechas á mano. De los arbola
dian á derecha é izquierda centenares de banderitas
nás. Entre la alegría, repiquetees de campanas, muse
cohetes, nos encontramos en la portería del Convento,
la cual estaba toda la Comunidad presidida de nuesbd
no y venerable Prelado. Aquí se impuso, por s^^unda
silencio al interminable clamoreo de ¡Vivan los Tatl
¡Bienvenidos sean nuestros Taytas!, y otra niña pronii
una tierna «Loa» en prosa; acabada la cual, caímos
tiernos abrazos del M. R. P. Guardian, Fr. Francisco]
poy, que nos dijo: ¡bienvenidos carísimos Hermanos! ¿í
les ha ido? Nadie es capaz de penetrar la dulzura con
fueron pronunciadas las dichas palabras, sino por aqi
personas que están al corriente de su elevada virtud.
tan dulce saludo, siguió el abrazo de cada uno de los;
nos ápi la Comunidad é inmediatamente fuimos condnc
á la celda Guardianal, donde fuimos obsequiados eos]
presentes que permite nuestra altísima pobreza y nos
ramos con paz y sosiego á nuestro Coristado y celda,
pues de haber cumplido con los actos de urbanidad y
tica religiosa.
Está fué, amados lectores, la peregrinación de nuí
pobres Coristas; padecieron ellos y padetieron los BB.
dres Sacerdotes; ellos padecieron entre las,inmundii
escaseces de un Castillo situado entre bárbaros y aj
infieles; es decir, en Schanschamayo, en aquel rio sepi
de tantos atletas de Ocopa desde su fundación hasU
triste escena del R. P, Antonio Gallisans y Fr.
M. Sans; y padecieron los venerables Sacerdotes anda
por montes et colles siguiendo las huellas del grande
nasio; pero ni la malicia de los hombres, ni la de
con todo su infernal ejército, pudieron recabar que
se un solo religioso en el tiempo de su reunión. Bfo
cierto que derramaron copiosas lágrimas yendo unos al i
tierro y otros dispersos de un lugar á otro; pero tambi(
— 223 —
s
puede decir de ellos que cou alegría recogieron á manos lle-
'^las los frutos copiosos de sus sudores, como dice de los jus-
tos perseguidos el coronado Profeta de Israel: Ftmíes ibant
leí Jlébant mittentes semina sua: venientes autem venient
mm ea^uZíaíione portantes manipulos suos.
Aun podriamos añadir que no fué menos grave en los
años de 1875 y siguientes el peligro mencionado, de quedar
aniquilados los Misioneros, 6 destruida por lo menos esta
I Venerable comunidad, al igual de lo que recuerda la historia
■ée la supresión de los Conventos en algunas ciudades de la
ífiepública, como son lea, Arequipa y Cuzco; así mismo lo
^demuestran los esfuerzos hechos para protestantizar el Perú
i católico y otros ensayos semejantes. Aun no han pasado
\ tres años después que el infausto Alcalde de la ciudad de
rica intentó por sí y ante sí mismo obligar á los PP. Misio-
^ netos á que desalojasen el Colegio de aquella Ciudad, para
; alojar en él á cuatro cientos reclutas que, teniendo sobrado
I lugar en los Conventos que fueron de la Compañía y de San
' Agustín en otro tiempo, y hechos hoy cuarteles, no le aco-
I modaba colocarlos en esos Cuarteles comunes y si pretendia
: hacerlo en el Colegio de S. Francisco, para ejecutar suspre-
i meditados intentos que quedan ya indicados. La capilla de
[ dicho Colegio, que precariamente cedieron á la Ciudad años
í atrás, cuando solo era ¿f. Francisco Convento, alentó á los
; Sultanes de la libertad para animarse á incautarse después
; del Colegio é Iglesia y retener injustamente dicha Capilla,
apes«r de los repetidos reclamos judiciales de parte de la
justicia. En esos escrúpulos no se miran esos filántropos
frailefobos, para no atrasar en un paso dado, aim que sea
fuera de la recta vía de la justicia; y por ahí puede calcu-
larse lo que seria de este Colegio y de los otros del Perú,
á no haber impedido la divina Providencia los esfuerzos de
los enemigos de la Religión. El ostracismo y secuestración
de esta Comunidad, que en Schanschamayo sufrió en 1866
por una parte, y las calumnias atroces por otra, han sido la
consecuencia de lo intentado por nuestros enemigos. Dios les
— 224 —
ilumine y les dé gracia para que se reconozcan con
Pasando ahora de los peligros de que nos libró
cordiosamente la divina Bondad é infinita (demencia, 4!
"beneficios que nos hizo, diremos lo que ya decía en d
mer siglo de nuestra seráfica Religión el Romano Poi
Nicolás III: que las olas de las tempestades lejos de hal
ahogado más bien nos Jian hecho crecer en la oisercoMí]
nuestras oiligaciones y aumentado el número de nm
Colegios. Efectivamente; cuando este Colegio era prol
por el Gobierno civil fundó los Colegiosde Tarija,enBoSi
y el de Castro, en Chiloé,á mas de setecientas leguas dei
tancia; ó, lo que es más difícil, conservó aquellas tan reí
y estensas Misiones, de modo que al presente es Col(
la Propaganda, la Misión de Castro en Chiloé. Mas, d<
del restablecimiento, este mismo Colegio de Ocopa vé
no pequeña satisfacción espiritual, á la derecha y á la il
quierda, los Colegios del Cuzco, de Quito, de Arequipt,!
Cajamarca, y de lea que, en compañía del de los D<
de Lima, le reconocen por Madre y á El le deben la eiij
tencia inmediata ó mediatamente. Ya se ha hablado dí
fundación del Colegio de los Descalzos de Lima, en el
pitulo VII de esta segunda Época; ahora vamos á histoii
lo perteneciente á la fundación de los demás Colegios
presados.
Colegio de PropagandaFide de S. Antonio de la a
DEL Cuzco. — Su fundacionfué debida, ó mejor moti^
por la estraordinaria Misión que dieron los PP. de Ocopa»
aquella ciudad, Corte antigua de los Incas, y, en tiempos
teriores, fomentadora de insignes Doctores y Artistas, fi
tan célebre y fructuosa aquella Misión dada por los Miá
ñeros los RR. PP. Pallares, Vera, Berrocal, Casanovaí;
Alivcras, que Dios transformó por de ella, de un
admirabley pocasveces visto, á aquella nobleé ilustre Goí
y á todas las clases desús Ciudadanos; pobres y ricos, nol
y plebeyos, sabios y del vulgo, empleados del Estado yi
petables Eclesiásticos, militares, paisanos y hasüi los
— 225 —
DOS detenidos por la justicia en las cárceles públicas, re-
ligiosos 7 religiosas, todos los Cuzqueños en una palabra,
jiendo dóciles á la divina gracia, esperimentaron la eficacia
le las Misiones y Ejercicios espirituales, los comunes y los
lados á algunas clases especiales de personas, con que Dios
ios llamaba á mejor vida.- Solo sintieron la brevedad del
^empo de que pudieron disponer los mencionados PP. Mi-
tóoneros, ayudados del respetable Clero secular y regular de
kquella populosa Capital y Metrópoli del imperio Inca en
los antiguos tiempos, pues que únicamente pudieron dete-
nerse unos tres meses y aun no completos, y la cosecha se
ofrecía mucho mas abundante para que, sazonada como es-
taba con la influencia del rocío celestial y de la Divina Pala-
Iffa, pudiera recogerse convenientemente por los pocos ope-
rarios que la brevedad del tiempo ofrecía. Por esto, y ya que
no habían podido los dichos Misioneros acceder á las justas
súplicas que les dirigieron el Ilustre Sr. Vicario Capitular
¡en Sede vacante, y los Señores y Señoras que acompañaban
|en Acta su demanda, por no permitir las circunstancias pro-
longar aquellas Misiones, hasta el medio año, como desea-
l>an y juzgaban conveniente, el mencionado Vicario Capi-
|tular Sr. Dr; D. Mariano Chacón y Becerra, solicitó y consi-
|guió de los Prelados de nuestra Orden, el Rmo. Padre Ge-
íneral y Definidor General, lo que toda aquella insigne Ciu-
dad apetecía con ardor; la fundación de un Colegio de Mi-
siones. Para la instalación de aquella nueva Comunidad par-
tieron por entonces de Ocopa el Presidente de aquel Hospi-
cio, y después Guardian, una vez trasformado el Hospicio
en Colegio, el R. P. Fr. Melchor Vera, insigne predicador;
el reverendo padre Vicario, Fr. Jaime Corretjer, en tiempos
posteriores varias veces Guardian de aquel Colegio y Colec-
tor de Misiones en Europa; el P. Fr. Pedro Serra, Guardian
en el mismo Colegio y del que después se fundó en Arequi-
pa; el Devoto Ramón Espel, que murió en Arequipa de
tránsito, y un Donado. Mas luego después mandó el Guar-
ís
— ase-
dian de Ocopa á otros, y fueron, Pr* José Bamoe, el
dre Torremorell, el Corista Palacios, un Donado, j a!{
Novicios, que se educaron en este lugar y partieron al
co recien profesos. De los PP. del Colegio de Lima
con los de Ocopa cuatro, con algunos Donados, y delai
ma Recoleta del Cuzco el virtuoso, celoso y venerable 11
dre Fr. Mariano Cornejo, con dos Coristas, quienes
ron á los Misioneros de Ocopa y de Lima á medida de
deseos; y con esta nueva Comunidad formada por
expresados, comenzó á constituirse aquel nuevo
cío, que lo fué solo breve tiempo, porque por Junio de
mismo año 1860 fué elevado á Colegio independiente
Ocopa y Lima, como todos los demás de Propaganda
, entre infieles y fieles.
El dia 9 de Junio del ano 1863 salieron de este O
de Ocopa los RR. PP. Fr. José María Aliveras y Fr.
de S. Vicente Martínez, con destino á la fundación ddi
vo Hospicio y Colegio de la Capital de la Repúblicil
Ecuador; el primero, con el cargo de Presidente y A
Guardian, en cuyo cargo habia sido reelegido antes dei
muriera víctima de sus imponderables fatigas en las
nes de Ocopa y de Quito, donde habia también ejercido
diligencia el muy delicado empleo de Reformador de
jas, con Comisión delegada para el efecto: el s^ondoi
el cargo de Vicario. Este nuevo colegio instalóse a
principio en la sala Recoleta de Quito; mas después
agregó por orden del SS. Pontífice Pió IX, á cuya imti
cion y á solicitud del nunca bien llorado Presidente
ñor García Moreno fué debida la fundación expresada, d*
vento Máximo de San Francisco de Quito, formando®
tud de la referida disposición apostólica los dos Con^
una sola Comunidad, que es hoy dia la del Colegio de
Diego.
En el año 1869 se dirigieron á Arequipa desde Oc
R. P. Fr. Elias del Carmen Passarell y ei R. P. Fr.
ventura Seluy, y desde el Cuzco el R. P. Fr. Pedio
•^ 227 —
bu un Donado, para incorporarse con los RR. PP. Fr. José
piria Masiá, Fr. Rodó y demás Padres de Lima, que espe-<
^ban se disipasen las turbulencias que en Arequipa los ene-
Iligoe de la Religión Católica y Orden Seráfica, promovie-
Dn por medio del periódico La Bolsa, así como en Lima por
io del Fiscal de la Corte Suprema,"el Señor Paz-Soldan,
andando la oposición levantada por un Prefecto de aquel
partamento, para proceder á la fundación de un Colegio,
n habia pedido aquella noble ciudad después délas muy
traordinarias Misiones dadas en la misma. Vencidas todas
dificultades, gracias á la enérgica defensa del M. R. Pa-
Gual, Comisario General y Ex-Definidor, que hizo hasta
calizar al mismo sistemático Fiscal mencionado, y al fer-
r constante de los piadosos Arequipeños contra los ata-
j^es irreligiosos y atrevidos de aquel descomedido ó impío
riódico; el Jefe Supremo de la República, Sr. Valta, dio
decreto favorable y con las debidas prescripciones de de-
bo se instaló, á despecho de los rugidos fieros de los par-
¡darios de la actual Revolución cosmopolita, el nuevo Cole-
ro de S, Genaro en la Recoleta del mismo Arequipa, que
actualmente subsiste. El M. R. P. Masiá tomó luego el car-
rde Comisario General Delegado, en ausencia del M. R.
Gual, ylo fué después en propiedad hasta que en la Visita
^e Ocopa le llegaron las Bulas de su promoción al Obispado
e Loja, cuya Diócesis rige todavía hoy.
Por el mismo año de 1869 se trabajó con empeño en la
ificacion delCon vento de Cajamarcá y en él se instaló
il actual Colegio, después de una Misión que en aquella
iudad dieron los PP. del de los Descalzos de Lima con buen
Resaltado espiritual, semejante á lo que queda dfbho de las
demás Misiones.
Últimamente, el Hospicio que en 1855 se habia acepta-
0, y que poco después habia vuelto á su primitivo estado
ide Convento sujeto al Ordinario, en la ciudad de lea, hace
eomo unos tres años que se elevó á Colegio de Misioneros
mo los hasta aquí espresados. Los RR. PP. Clivilles,Rossi,
\
— 228 —
Fontecedro, Molteni, Codolosa, Narvaes, Berroca], Pl
Seluy, primer Guardian de ese Colegio, Bohigas, etc., 1
de Ocopa, han morado, y moran actualmente los dos
mos, en dicho Colegio de S. Antonio de lea, vulgara
llamado San Francisco.
Dios conserve y santifique á todos los PP. y HH. det
los Colegios de que nos hemos ocupado en el capitulo
senté. Amen.
►H-
|P^<^Sy<^iy»€jy^p^^y^'^^€^<^^w)y^^>€^
[
CAPITULO XXVIII
lección <fei P. Fr- Ignacio María Sanspaia Preíecio de las MUaiO'
HBS^— Entrega de alganos pnebloa de nneatraa misionea al Or-
dinario,—Nueraa rednccionea de inüelea, malogradaa por la
inveterada malicia de loa Ounlboa ySchipihoa.
Volviendo á tomar el hilo de la historia de las Misiones,
iremos que en 1864 el P. Martorell, por el estado continuo
e BU quebrantada salud, en que sigue todavia hasta la fecha
1882), renunció el cargo de Vice-Prefecto, regresando á
co^a, y en su lugar fué elegido el P. Sans. Al pasar el pa-
re Calvo en compañía del referido P. Lúeas de J. Martorell
por Chilache, en el valle de Huancabamba, diéronles noti-
pias ciertas de las repetidas salidas de los infieles Campas á
picho valle; mas como el tiempo era escaso para llegar con
oportunidad al futuro Capítulo á que tenian que asistir y
estaban también faltos de recursos, no pudieron intentar la
reducción de aquellos infieles hasta mas tarde, como se dirá
en su lugar. Si al entrar en las montañas del Ucayali en
1861 los PP. Sans, Martorell y Fr. Cornejo fueron grandes
BUS sufrimientos por encontrar las Misiones en el lastimoso
estado de querer ausentarse de ellas los Sarayaquinos y es-
tat)lecer su residencia en el Pachitea en las márgenes del
Pichis á cau§a de una peste de viruelas, de que murieron
os PP. Guiu, Cornelias y Fr. Enrique Portóles; de la au-
encia del P. Calvo, que se hallaba gravemente enfermo;
,"ie la ausencia próxima del P. Manuel Vargas, que debia
niarcharse á los ocho dias; y principalmente á causa de las
— 230 —
hostilidades de que eran víctimas los indios y del
que de 1q3 mismos se habia apoderado con las mediáis
todas por el Gobernador D. Venceslao Jaña, de nacioi
chilena, quien hi¿o flajelar aun Sarayaquino por los
dados y disparar un fusil á la canoa misionera en qi»
el P. Manuel Vargas, cuando se dirigía á Sarayacn já
cuentro de dicho Gobernador y soldados, cuyo tiro uejóli
en el pamacariyjiOTqae la canoa no pudo detenerse en
déla impetuosa corriente del Ucayali, como intentara
Gobernador; si fueron no pocos los trabajos que pad
por sujetar los feligreses de Sarayacu, á quienes am
repetidas veces posteriormente el Gobernador mend
con la venida de otros soldados, no fueron menos k»
subsiguieron á dicho P. Sans en los seis años de su
Prefectura, de 1864 á J870, en cuya época fué electo
fecto en el Capítulo Guardianal de este último año,
diendo al virtuoso y benemérito P. Fr. Vicente
Hallábase con él el P. Fr. José María Batellas, misioi
un caador y virtud reconoindas, pero enfermo ha
mente y de un carácter algo pusilánime, lo que hacia
duplicaran las fatigas del mencionado P. Sans. £1 Pai
tellas tüvo por fin que regresar á su Colegio, y murió
misión de Huancabelica en 1868, donde está sepultado
presbiterio de la Iglesia de San Francisco.
Para dar una idea de los peligros que corrían,
reseñar, entre los muchos y de distinto género que
citarse, el siguiente caso. Uno délos muchachos que
en Cayariya á los* referidos PP. intentó envenenar á
Padre Batellas, y para verificarlo habia ya echado el
en el tacho donde preparaba la poción de su desi;
para después de la misa que celebraba. Quiso, em
divina Providencia que el P. Sans fuese, mientras aqaá
lebraba la misa, á la cocina, y al registrar dicho
notar las manchas grasicntas de la manteca venenoEi
habia echado el referido mal intencionado muchacho,
jase con indignación todo aquel licor; aunque solo
— 231 —
l^contrarlo asqueroso, pues ignoraba que estuviese enve^
|Ki)^iado. Concluida su misa el P. Batellas entró en el Con-
cento, y otro muchacho sirviente le refirió la maldad come-
tida por su picaro compañero y dé cómo Dios le habia li-
brado de la muerte por medio del P. Sans, sin saberlo éste.
El envenenamiento es en aquellas regiones bastante fre-
leuente y por demás fácil. En 1864 se envenenaron los Pa-
dres Calvo, Martorell, Sans," D. Alberto Blochoise, D. Carlos
N. y un indio llamado Teodoro, con la disolución del plomo
del alambique en que se destilaba el aguardiente. Mas, co-
mo solo usaban de dicho licor á la hora de comida, y en
la pequeña cantidad de una sola copita ó vasito, para ayudar
la digestión, advirtieron á tiempo el envenenamiento por los
acerbos dolores de vientre y por la telita del plomo diluido en
el vasito de aguardiente; y quifcmdo la causa y medicinán-
dose, se restablecieron pronto sin ulteriores consecuencias.
Sospechas hubo también, apesar de lo que llevamos dicho
antes, de que las muertes de los PP. Guiu, Cornelias y Fray
Portóles fueron causadas por el veneno que ó ellos inocen-
temente ú otros con malignidad les propinaron. Y no es de
admirar esta sospecha, pues que en años posteriores se ha
visto á los infieles envenenar á algunos blancos, y repetidos
se dan los casos en que las mugeres gentiles se hacen esté-
riles para toda la vida con unas pocas pócimas de determi-
nados venenos, como del solimán del monte, del ticuna y
otroSy cuya actividad es muy notoria. Sirva, pues, lo aquí
referido para hacer cautos á los Misioneros y á cuantos de-
ben transitar por los lugares de infieles, de quienes no de-
ben nunca fiarse demasiado.
En 1871, el dia 12 de Octubre, el Gobernador eclesiástico
de la diócesis de Chachapoyas confirió al Sr. D. Remigio
Arbildo, encargado de la Doctrina de Yurimahuas, el título
canónico de Gura interino de la Doctrina de Catalina. En-
tonces el P. Prefecto Fr. Ignacio M. Sans> en cumplimientp
de lo ordenado por Inocencio XI y demás disposiciones pon-
\ tificias vigentes, dando aviso al Guardian y Discretorio de
— 232 —
Ocopa, hizo dimisión de dicha cura de almas y eo
con fecha 11 Febrero de 1872, al mencionado señor
interino de la Doctrina de Catalina, D. Bemig^o Arbili
pueblo de Catalina y sus anejos, á saber: FanayacUy j
che; Sarayacu y Tierrablanca; inclusos todos los que
en Fariña, Paca^ Canchahtiaya é isla de JSuepoamop^
cuyos pueblos el P. Martorell habia hecho ya dimisión
el limo. Sr. Ruiz en 1861, la cual no le fué aceptada; aá
mo la hizo también, cuando se le nombró cura deCa
P. Fr. José M. Batellas. Pero desde 1872 las Misiones
dan definitivamente exoneradas de la carga de di
pueblos.
Como aquí nos despedimos de estos nuestros amados
fitos y no hemos de volver á ocuparnos de ellos en el d
so de esta historia, consignaremos la situación de aqn
pueblos que pertenecieron anteriormente á nuestras
nes y formaron un tiempo su porción mas principal,
yacu, cabeza de las misiones desde 1793, es poblacioa
mil á dos mil almas, según sus varias alternativas,
puesta de las tribus Pana, Umahua, Yamea, Suchichi,
ci, Sett^ba, Rema, Amuehuaca, etc., situada en la orilh
quierda del rio del mismo nombre, dista una legua delUcí
yali. A un cuarto de legua, con dirección á la orilla izqnifl
da del mismo Ucayali, estaba, en la misma izquierda delfl
Sarayacu, el pueblo de Belén. A un poco mas de una 1^
encontrábase la ranchería de Fariña: á un dia, Ucayali an
ba, la del antiguo pueblo de Canchahuaya; y á un dia
zureada, la de Paca. Buepoino se halla como á unos
dias. Esto, por lo que mira subiendo de Sarayacu las o
del Ucayali. Mas bajando, á una legua de Sarayacu, ea
izquierda del Ucayali, está Tipischca^ donde vivia al,
gente; no lejos de aquí Criiz-muyuna; y aun que haba
otras rancherías, las omitimos. Tierra-blanca se hallaba
la izquierda del Ucayali, á un dia de bajada de Sarajaea
dos y medio ó tres al subir regresando: forman este p
los de la nación Pana, que tuvieron después que
— 233 —
darse mas arriba á la derecha del Ucayali, por haberse inun-
Idado el sitio primitivo. A un dia y parte de una noche mas
^bajo, vivían los fugitivos de Sarayacu en Tipischca de los
megriíos y Pucacnru\ si bien algunos otros viviaii cerca de
Nauta en Puynáhíias. Catalina dista como once leguas
pop tierra, de Sarayacu, mas por el rio, algunos dias. Fana-
\facu dista de Catalina, siguiendo la misma dirección hacia
[el Huallaga, como unas seis leguas; y de Yanayacu, el pue-
blecito de Leche solo está apartado tres ó cuatro leguas.
Tal es la situación de estos pueblos que Dios quiera conser-
var y aumentar. Pasemos ahora á dar noticia de aquellos
Njue se malograron por desdicha y malicia humanas.
Descargado el P. Prefecto y sus nueve compañeros, que
de Ocopa y otros Colegios (Lima y Cuzco) fueron á ayudar-
le, consagróse con calor á la reducción de los Remos, que
desde l862, aunque á paso lento, iban aproximándose y ma-
nifestando deseos de hacerse cristianos. Efectivamente; di-
cho P. en una expedición que hizo á las cabezadas del rio
, Cayariya, bautizó varios niños y á unos adultos que le pi-
dieron el bautismo de un modo extraordinario, en el punto
llamado Piyuya^ distante como unos diez dias del pueblo
Cayariya. Algunas jornadas mas lejos todavía vivian otros
Remos llamados Isis taqueiu y otras parcialidades; mas,
como dicho rio Cayariya es casi intransitable por su rapidí-
sima corriente en las avenidas, que no pueden vencerse al
subir con la canoa, y estar su cauce lleno de palos que im-
piden bajar por él cuando aquellas menguan, y tener sus
orillas intransitables á causa de los pantanos y recodos ce-
nagosos cuasi continuos, de manera que frecuentemente es
preciso doblar y quizás triplicar el tiempo necesario en su
subida y bajada; se hacia muy difícil la reducción de todos
aquellos infieles, y su conversión caminaba muy lentamen-
te. Es de advertir al propio tiempo que en esa quebrada de
! Cayariya hay muchas culebras boas, á las que llaman los
Quichuas yacumamas y no pocos tigres al parecer de la es-
! pecie jaguareSy los cuales, aunque no tan fieros como los
— 234 —
tigres del África, no por eso dejaron algpuna vez de
ner en zozobra por muchos dias á todo el pueblo de
ya y de devorar á algunos infelices Remos, que en su
ó temeridad bajaban en busca de los Padres por tierra ji
habían tenido la precaución de suspender la hamaca es <
dormían de noche á la altura suficiente en las ramas d«!
árboles. Para comprender el peligro que allí se corre
las descomunales culebras sépase que el P. Fr. Ma
Vargas hirió en una ocasión desde la canoa á tifia
lebra que se hallaba en la orilla, arrollada á pocos pasotl
distancia, y que á pesar de haber recibido en su caerpol
da la munición del tiro de escopeta, al momento se ali
en derechura de la canoa, no quedando al mencionare]
mas arbitrio que alejar la canoa y defenderse de aquellif
mible fiera con un grueso palo de caña brava llamada
dor. Hállanse también en ese rio descomunales lagí
que no dejan de asustar y hacer presa de lo que pueden i
rebatar.
Siendo pues, tan difícil el establecerse en las cabes
del Cayariya los PP. Misioneros, por las causas de
se ha hecho mérito, el P. Prefecto excitó á aquellos
á que bajaran hasta el punto intermedio llamado ScMí
maná y, preparada de antemano una chácara suficit
para todas las familias, en él establecieran un pueblo,
ciéronlo así; pero después de establecidos allí y de las ii
ditas fatigas de los PP. en las repetidas visitas que lesl
cieron, singularmente el infatigable P. Sans, ¿quién lo
y era! al fin de algunos años, vinieron á ser presa de
piraterías de los perversos Cuníbos, quienes, robando
mujeres y los muchachos para esclavizarlos ó vendí
los blancos del Ucayali, dispersaron á los hombres qtie
pudieron matar. Esos monstruos gentiles, desde la
cion del Cayariya se quejaron ya de que los Padres les
bian usurpado el derecho feroz ó digamos mejor feral^
ellos creen tener al crimen que las leyes di vinas y huí
llaman plagio y que castigan severisimamente.
— 236 ~
I^or lo qne hay quien opina que á loe tales gentiles de-
bería tratárselos según las lecciones que, á tenor de lo que
se lee en el Recreo de familias, aplicaron Rolando, Nabal,
el sanguinario, Kunnel y su hijo á los indios del Norte Amé-
rica, muy parecidos á éstos; como si ese modo de portarse
los protestantes con los infieles no fuera tan indigno ó mas
que el de los mismos Cunibos.
Las hostilidades, pues, de los Cunibos contra los PP. Mi-
sioneros, fueron desde ahí, como se comprende, casi conti-
nuas. Al P. Comellas, por ejemplo, ya años anteriores, al
querer impediries la subida para sus piraterías le asestaron
las flechas entesando ei arco, y solo se libró de sus saetas re-
tirándose detrás de la puerta del convento. A los Padres Cal-
vo, Sans y Martorell, á quienes hipócritamente aparentaron
respetar en 1864 esos desalmados, burlaron también un dia
completamente, en tiempo de la misa á que asistía todo el
pueblo de Cayariya, subiendo á los Remos para hacer presa
de ellos; lo que no consiguieron gracias al miedo que des-
pués .tuvieron al rifle del valeroso, inteligente y piadoso
belga D. Alberto Blochoise, quien, oida aquella misa de dia
domingo, al salir á cazar se encontró con ellos y les amena-
zó seriamente por su felonía y el desprecio á los Padres
mencionados. ¡Véase, pues, en que peligros se hallan los
indefensos misioneros! Los Schipibos, asimismo, son para
esas correrías tan atrevidos como los Cunibos.
CAPITÍ
Igleaia y Coarentoa d« U
de InüoloM—Espi
Por el tiempo qne pasal
rior, se edificaba en Cayari,
corredor delantp de seis cel
niños y las niñas á un extr
Pasado un zaguán ó patio t
sa construcción.
La Iglesia de Sarayacu
grurando entre los edificios
pero más digna de mentars
con tumbadillo en medio y
altares montados con sobra
los pueblos, así las de aque!
rio (Sarayacu, Catalina, Yai
que forman las actuales Mi
mente provistas de órname
Los edificios mencionadc
tierra arenosa es muy á pro]
tras que los techos, que son ■
tengan en buen estado es d
po puedan estar consagradc
necesidades espirituales de
— 237 —
lo ha acreditado á lob PP. Misioneros, la experiencia. Empero
, si no se cuidan los techos con el esmero necesario, sobre
todo en tiempo de lluvias, que suelen ser allí excesivas,
muy luego se deterioran y resultan inservibles dichos edi-
, ficios.
Algún tiempo después de los sucesos que venimos refi-
[ liendo, intentóse una expedición al rio Fahuari^ al que los
portugueses brasileños llaman ^Zto Madera y que suelen
i navegar á vapor. Fué esto cuando la Prefectura del P. Sans,
I y este mismo padre quien la emprendió, dando asenso á las
! noticias que circulaban de que, era numerosa la gentilidad
! que vivia en las orillas de aquel rio. Mas, después de haber
' andado largos dias poT entre aquellos bosques vírgenes, lle-
nos de espmales breñas, cual no se encuentran en otras
montañas, y habérseles fugado el guia que llevaban, sin
otro motivo que el del natural tramposo y desconfiado de los
infieles; como que habían consumido todas las provisiones,
aunque quisieron el P. y los cristianos de Cayariya que le
seguian, continuar adelante, porque conjeturaban que dis-
taban pocas jornadas de las Pampas de las orillas del Ya-
huari tan ansiado, no tuvieron más remedio que retroceder
en su empresa, sufriendo en su retirada fatigas indecibles y
alimentándose solo de frutas silvestres.
Nuestros PP. Misioneros de Manaos posteriormente, en
1871, hicieron también una espedicion por este rio, logrando
subir hasta la catarata de San Antonio. En otra segunda
expedición, el Rdo. P. Gesualdo Machetti da Montalino, se-
gún lo que refiere en su Breve Memoria della nuova Missio-
ne Francescane nel nord del Br asile de 1877, penetró mas
arriba hasta el rio Machado, visitando una tribu de los in-
fieles Araras, á los cuales encontró casi todos bautizados,
unos por un religioso franciscano del Para, que estuv(j por
esa comarca diez y siete años atrás, y otros por los comer-
ciantes del rio Madera. El párroco de Manicoré en ese mis-
mo año de 1871, visitando su estensa Parroquia bástala
mentada catarata de San Antonio, bautizó sin distinción
— 288 —
alguna á cuantos indios, grandes y pequeños, se le presa
taron.
La exploración, pues, del rio Yahuari, según lo que
demostrado las antecedentes expediciones, puede h;
con felicidad ó bien subiendo por él desde Tabatinga, ó
jando á él desde las fronteras de Bolivia. Debe, con todo^
nerse en cuenta que es rio muy infecto, como lo ac
los soldados y los PP. Misioneros del Brasil, y que
de los infieles de sus cabezadas frecuentemente asaltan
matan á traición á los incautos expedicionarios.
CAPITULO lULJL'
Medttooion íraBirada de los iníielea AmuehnaqueB del rio
Tamaya'— Lamentable muerte del P. Fr. Ignacio Tapia.
En el capítulo Guardianal de 1876 fué elegido para Pre-
fecto de Misiones el P. Fr. Lucas de J, Martorell, cuyo cargo
renunció por razón de los achaques contraidos en las Pam-
pas del Sacramento, en donde llegaron los zancudos á agu-
sanarle una pierna, y por no haber podido curar de un reu-
ma crónico en 21 años. Habiéndole admitido su renuncia el
P. Presidente del Capítulo, Comisario General y Obispo
-electo de Loja, el limo. Dr. D. Fr. José Masiá, fué reelegido
el P. Ignacio M. Sans, quien á su vez renunció también di-
<;ho cargo, viendo aceptada de la misma manera su re-
nuncia. Entonces el P» Fr. Tomás Hermoso, hijo del Colegio
<ie La Paz en Solivia, que se habia trasladado al colegio de
Arequipa y hecho un viaje desde el Cuzco hasta las Pam-
pas del Sacramento, Nauta, Iquitos, Moyobamba, Cajamar-
<;a, Lima, pareció á los superiores ser el más á propósito pa-
ra desempeñar en aquella sazón el arduo y grave cargo va-
cante de Prefecto de Misiones, en consideración á la práctica
que habia adquirido en las Misiones de infieles de Bolivia,
y para tal cargo fué elegido. Dirigióse este al Ucayali por
la vía de Cajamarca, Moyobamba, etc., en compañía de los
PP. Fr. Ignacio Tapia, hijo del colegio de los Descalzos de
Lima, y Fr. Agustín Alemany del de Cajamarca, surcando
el rio con el vapor Putumayo hasta Caschiboya^ primer
pueblo de nuestras actuales Misiones.
— 240 —
Viendo frustrados los trabajos y diligencias empl
en tantos años, para la conversión de los Remos del
riya, expuestos en los anteriores capítulos de esta histi
determinó emplear á los PP. en la reducción de los i
AmuehíuiqueSy que vivían en las cabezadas del rio Ti
cuya confluencia con el Ucayali dista de Cayariya seis
y con igudl longitud desde este punto hasta Pacahusn
donde fundaron el pueblo de S. Pedro de este mismo
bre ó del Tamaya. Rscibiéronlos los mencionados Amüeh
ques en su primera entrevista con las flechas y el am
actitud de traspasarlos, pues que eran desconocidos los
dres de estos rcimotísimos bárbaros; y solo el conductor|
su mujer que entendían su lengua pudieron apacigua
abrazándose con ellos, impidiéndoles disparar las flechs
sus arcos preparados y dándoles noticias minuciosas de
Misioneros, de su carácter distintivo, índole, ocnpacioD
fin propuesto en su visita. Regaláronles los PP. las h
mientas que llevaban al efecto, á cuya vista se les disipé
saña concebida. En los pocos días de su permanencia
ellos los indugeron á rozar el local para la Iglesia y el
vento del pueblo futuro de S. Pedro mencionado, y á que
dieran palabra de reunir en ese punto las varias parci
des, que, como es costumbre entre gentiles, vivían en
jes muy distantes; y los PP. á su vez por el intérprete
aseguraron volver allá dentro dos lunas, es decir, dos
lunares, cuya promesa les cumplieron. Retomáronse d
pues los PP. á Cayariya, á donde llegaron á últimos deJ
de 1877, habiendo salido de allí por el mes de Mayo del mil
mo año.
Por el Agosto siguiente hicieron su nueva en
el mismo Prefecto y el P. Orti, hijo del colegio de
to, acompañado de los PP. Fr. Buenaventura Martinei
Fr. Diego Falcó (lego), que regresaban á Ocopa,de Fr.ft
Ibañez, que se dirigia á Lima para traer recursos, y de
muchachos que se llevaron consigo hasta el mencionado
Pedro\ despidiéndose los tres religiosos dichos en la em
— 241 ~
tednra del Tamaya. Aunque llevaban las herramientas de
Carpintería y herrería para el trabajo proyectado, juzgaron
conveniente esperar la vuelta de Fr. Pablo Ibañez, que debia,
ser por el mes de Noviembre, con cuyos recursos de Lima
hiciera dicho P. Prefecto, como efectivamente hizo, un via-
je á Manóos del Brasil, para comprar lo necesario á las Mi-
siones, en el Para. El P. Prefecto enfermó en Manáos ha-
llándose en compañía de los PP. de aquel Hospicio, sin em-
bargo estuvo de vuelta en Cayariya por el mes de Mayo si-
guiente de 1878.
Los PP. Fr. Manuel Ortí y Fr. Ignacio Tapia se hallaban
ya por el mes de Abril de ese mismo año, 1878, en S. Pedro,
desde donde debian partir para salir á recibir los efectos
que traia del Para el P. Prefecto Hermoso. Mas como aque-
llos indolentes infieles Amueahuaques del nuevo pueblo se
negaran á acompañarles, temerosos quizás de tener que
ayudarles á llevar las cargas que trajera al Tamaya. el Pa-
dre Prefecto (pues habia un atajo por tierra antes de la lle-
gada al pueblo de San Pedro, por cuyo camino se abrevia-
ban algunas jomadas) y ellos se habian ya apoltronado
hasta el punto de negarse á trabajar en la Iglesia empeza-
da, pasados los primeros fervores, por mas que vieran que
los dos PP. proseguían su construcción; determinaron éstos
partir de allá solos, á fin de cumplir, llegado el plazo que
se les habia fijado, con la santa obediencia del P. Prefecto,
y, puesta la confianza en el Señor, embarcáronse en un aca-
noa pequeña para poder hacer su bajada con menos trabajo.
Bajaban los dos nuevos navegantes, con la paz y sereni-
dad que da la conciencia del cumplimiento de la voluntad
de Dios, manifestada por líi orden del Superior legítimo,
que es su vicegerente, cuando á poca distancia topó la en-
deble embarcación en un palo, se volteó y arrojó al agua
cuanto contenia, es decir, el fiambre, la escopeta, hasta el
breviario. Los azorados PP. agarráronse de la canoa, y así
aun con trabajo apenas pudieron salvarse del naufragio ines-
1
— 242 —
perado. Aunque mojados y desprovistos de todo, te&sfli
quizás más de lo que dictara la prudencia en tan graye m
en el cumplimiento de un tan sagrado deber de la obedM
cia, emprendieron de nuevo su navegación; pero al poco ni
de su derrotero, conversando sobre el percance acacdi
arrebatados por la corriente impetuosa del rio, dan en (É
palo, á cuyo golpe cayeron los dos al agua, siendo arrastni
la canoa de la furiosa corriente, sin que pudieran jairi
alcanzarla. , ,
Fuéronse los PP. al fondo del agua y sumergidos en i^
peligroso elemento lucharon largo rato con tesón con
muerte, asiéndose, por ignorar el arte de nadar, el P.
Ignacio Tapia de su compañero de infortunio el P. Fr.
nuel Ortí, corriendo de este modo evidente peligro de
garse los dos. Rechazados de una á otra parte por la in
cible corriente del caudaloso rio, el P. Tapia fué á dar
palos y piedras ensarzándosé en ellos hasta que, ah
una nueva avenida arrojóle á la playa; mientras tanto
P. Ortí con su habilidad y pericia lograba á nado
duras penas del rio, quedándosele éste en desquite todi
ropa que llevaba encima, ya que no habia podido como
otro P. hacerle su víctima. De un modo tan triste y
table acabó sus días el P. Tapis^, religioso ejemplar y
cante, para ir á recibir el premio de su obediencia,
esperamos, de la Bondad Divina.
El infortunado P. Ortí, solo en aquella desierta p
donde le arrojó la corriente del rio, desnudo, sin a
humano, y llorando la muerte de su buen compañero, a
que sin canoa, siguió como pudo la orilla del temido
en la imposibilidad de volver al pueblo de S. Pedro;
fiando poder llegar al punto desde donde se tomaba el
mino por tierra para ir á dicho pueblo, alimentándose
mente de gramalote y frutas silvestres hasta cerca dos
manas. Al fin, desfallecidas sus fuerzas, persuadido qiM
le acercaba su último instante, preparó como pudoei
playa arenosa un hoyo, dentro del cual se metió, en
— 243 —
doee digámoslo así vivo y haciendo actos fervientes de resig-
nación y cnanto debe hacer el fiel cristiano en ese trance,
esperando que Dios le mandara la muerte para despenarlo.
Mas, estando en ese conflicto estremo, y pareciéndole oir
por la parte del rio un ruido como de gente que llegaba, se
levanta de aquella sepultura fabricada por sus propias ma-
nos, y divisa una canoa con gente. Era la canoa en que
Fr. Pablo Ibanez habia llegado á aquel punto el dia ante-
rior, después ^'de haber buscado en vano el dicho camino de
tierra, para llegar mas pronto á S. Pedro, que buscara tam-
bién el agonizante P. Orti , según hemos referido. Los bo-
gas de la canoa al ver un hombre desnudo á esa distancia,
juzgaron que seria un chuncho bárbaro, y recelando alguna
emboscada de otros ocultos que pudieran asaltarles traido-
ramente, como suelen hacerlo tales infieles, preparaban ya
sus arcos y flechas para defenderse y ofender á los imagi-
nados enemigos, cuando, al asomarse Fr. Pablo en el pama-
can desde dentro de la misma canoa, fué visto del P. Ortí,
y púsose este á dar voces en cuello, como suele decirse, lla-
mando á Fr. Pablo, hasta que fué de él reconocido y con él
de todos los que se hallaban en la canoa. Volaron al momen-
to & fuerza de todos los remos hacia donde estaba el este-
nuadoP., y Fr. Pablo quitándose incontinente el hábito,
quedándose con la túnica interior, veló su vista como vir-
tuoso y honestísimo religioso, y, vistiéndoselo, con él cubrió
la lacrimosa desnudez del P. Ortí. Infinitas gracias sean
dadas á la Divina Clemencia, que así libró de una muerte
inminente. á ese buen P., el cual si algún esceso cometió,
no fué otro que el de haber entendido con rigor estricto el
precepto de la santa obediencia enj^^ese caso tan excepcio-
nal, y de haberse entregado gomo un infante en manos
de la Divina Providencia, la cual no le faltó en esa su estre-
ma necesidad, permitiendo para socorrerle la equivocación
de Fr. Pablo, en no poder dar con el camino de tierra y
obligarle á seguir su ruta por el rio. Bajaron luego de allí
los dos PP. á Cayariya, donde sufrió dicho P. Ortí los gra-
— 244 —
visimoB resaltados de las pasadas calamidades en una
medad grave, de la cual al fin logró restablecerse.
El P. Prefecto, se dirigió después á Lima con Fr.
Ibañez para dar cuenta de lo ocurrido á los Superí(ra¡
pedir nuevos operarios. Volvió con él á S. Pedro del T2
ya el P. Alemany; pero, al llegar allí, halló el Convaitoi
queado, los sagrados ornamentos profanados, los libros
robadas las herramientas, fugados los moradores de ^
nuevo pueblo 7 quemadas sus casas. Para no quedar
das tantas amarguras pasadas en este quinto viaje 7 eal
anteriores, corren en busca los PP. de aquellas ovejuelasi
cias 7 protervas esparramadas, las encuentran por fin jl
bajan cuatro dias de camino mas abajo de Pacahusí
consiguen formar con ellas un pueblo distinto del anterior!
una quebradita, llamada Huaitzaya. Despide el P. Prei
los conductores á Ca7ari7a 7 escribe al P. Pallas que
por el mes de Agosto, tra7endo herramientas 7 todo lo
cosario. Cumplido este mandato, ordena de nuevo qndj
manden de Ca7ari7a mas herramientas por el me» de
bre, lo cual se hizo, encontrándose los comisionados sii
regreso con Fr. Pablo Ibañez, que llegaba de la sierra,
7endo consigo un nuevo refuerzo de los PP. Fr. Buenas
tura Martínez, Fr. Luis Sabaté, hijo del colegio del Ci
7 el Lego Fr. José Magret. Notificaron estos su llegad»!
P. Prefecto, haciendo regresar los mismos comisionadas
Huaitza7a; mientras el P. Martínez sube allá desde Ca]
7a, haciendo la octava 7 última subida á aquellos tan
tos lugares, con tantos dispendios, desgracias 7 pelij
verificándose de este modo siguiente la definitiva é ii
diablo ruina de aquel nuevo pueblo 7 de sus pérfidos y
baror vecinos.
Durante el verano del presente año de 1878 habían 1
líos PP . encargado á dos moradores de Huaitzaya la
truccion de una canoa, 7 como eran los únicos que se hal
distinguido en su servicio 7 les prestaban alguna confií
los obsequiaron con preferencia á los demás, remunei
— 245 —
& la. vez sus servicios y el de la nueva canoa encargada. Pero,
¡olx feroz barbarie! movidos los Amuehuacas restantes de
Huaitzaya de venenosa envidia, al saber la preferencia de
que se habian hecho acreedores sus dos convecinos y el pa-
raje donde construian en el bosque la nueva canoa, van allá,
los asaltan y los sacrifican bárbara, cruel é inhumanamen-
te, quitándoles alevosamente la vida, por el mérito único de
la piedad de estos neófitos, manifestada á los Misioneros,
salvadores secundarios y verdaderos insignes bienhechores
de unos y otros. Vuélvense los feroces asesinos precipitada-
mente de allá á Huaitzaya, amotinan todo el pueblo, incons-
ciente ó quizás muy cómplice en la atrocidad consumada,
segxin puede presumirse de todas las circunstancias, y lo
arrastran al primitivo lugar de San Pedro de Pacahusuma-
ná. Eso pasaba el dia 7 de Diciembre de aquel mismo año.
Mas, por la noche de aquel mismo dia, algunos de aque-
llos traidores infieles volvieron del camino de San Pedro á
Huaitzaya, colocáronse en una casa cercana al Convento de
los PP. y empezaron á golpear, metiendo gran ruido con las
hachas, machetes y machetones, como en ademan de prepa-
rar macanas, palos, lanzas y otras armas de que se sirven
para pelear, manteniendo así toda la noche á los PP. Misio-
neros desvelados y en la temible espectativa del suceso. Al
dia siguiente, al ver que los PP. seguían en m Convento,
como sabian que tenian alguna arma de fuego de que se sir-
ven al ir de camino para la caza y para resguardo de las
fieras, huyéronse para juntarse con los primeros que se ha«
bian adelantado. Al parecer, su intención no fué otra que
la de amedrentar á los Misioneros, ahuyentarlos del Con-
vento, saquearlo como otra vez hicieron, según queda es-
pilcado, y profanar los ornamentos del culto divino, hacien-
do trizas de las mismas casullas, y servirse de ellas para sus
mojigangas ó bailes ridículos. Esos miserables chunchos, en
su estúpida brutalidad, podrian figurar al ladb de los Sans-
culotes de París y de los Jacobinos franceses de 1793, que
bailaban la carmañola con las capas de coro de las Cátedra-
— 2Í6 —
les de aquella cristianísima Nación, y ser dignos com]
ros de los Comunistas del mismo París, sus contem¡
Solo que unos y otros de aquellos febes deslustradores d£|
civilización ignoraban donde se halla el Tamaya y aún
bablemente la existencia del Perú, por cuya causa debif
de carecer de unos ausiliares tan idóneos. Pero, conclu]
la narración del presente capítulo, algo largo por la im|
tancia de la historia.
Después de lo dicho, llegó á Huaitzaya el P. Mai
Y con él, los que allí estaban, recogiendo todo lo de la
sion, se bajaron á Cayariya, encontrándose por el traj
con centenares de canoas de los arpias Cunibos y Schipil
que, con algazara y sarcasmos contra los PP. Misioneros,
bian á manera de caimanes á hacer presa de los Amuehí
hflidos á Pacahusumaná, castigando ya de este modo k
vina Justicia una infidelidad con otra, y permitiendo que]
barbaridad semi-salvaje destruya la completamente sab
como la de la falsa civilización usa y convierte en su pi
cho codicioso á las dos á la vez. Este fué, en resumen, A
trágico de los ocho viajes empleados en la fundación de,
dos pueblos del Tamaya, causa de tantos dispendios, y
tantos sudores de varios PP., y en uno de los PP. de la
dida de la vida temporal, que, conmutó, como esperai
con la eterna en premio di3 su caridad y demás virtudes.
CiLPITOLO ILlLKt
Meinaialaeion de la misión de los Pítob de Lima'BoBa-
—Bennnoia del P- Hermoao-
El dia 12 de Febrero de 1879 partió el P. Prefecto Her-
moso, con el P. Fr. Buenaventura Martinez, de las Pampas
del TJcayali; y al pasar por el valle de Huancabamba hizo
una entrada á los Campas de Oczapampa. Habiéndole dispen-
sado estos un recibimiento que le dejó satisfecho, hizo que
pensara en la utilidad de su reducción, para lo que pidió a^
V. Discretorio de Ocopa las debidas licencias legales así co-^
mo los PP. que necesitaba. Obtenida la venia, el P. Fran-
cisco Samper de Ocopa salió para esa nueva misión, acom-
pañando á dicho P. Prefecto, bajando por orden de este al
Ucayali.
Habla dicho P. Prefecto ordenado á los PP. al ausentarse
de ellos para la sierra, que al presentárseles los Piros de
Sta. Rosa ó Lima^Rosa, colocados entre el rio Unini y el
Tambo^ á tres leguas de distancia de uno y otro, fuese allá
con ellos el P. Agustin M. Alemany, con Fr. Pablo, á fin de
restablecer aquella antigua misión, y ver si de algún modo
podrían recuperar algunos délos infieles Amuehuacas de
San Pedro ^ de los cuales largamente se ha hablado en el
capitulo anterior; pues las vertientes de aquel terreno con-
i ftuyen por el Unini y otros ríos hacia el territorio ocupado
de los Piros, de los cuales distaban solo algunas jornadas.
Al presentarse, pues, los Piros á Cayariya, se fueron con
— 248 —
ellos los mencionados P. Alemany y Fr. Pablo, partie&li
Cayariya el 24 de Junio y llegando á Sta. Rosa el di¿ \i
siguiente mes de Julio. Empezaron el establecimiento
nuevo pueblo con ardor en una pampa muy hermosa y I
til, en el lugar expresado, edificando Iglesia y Conu^
rozando chácaras en número considerable, para las tzesií
tas almas de las varias parcialidades de los Piros qiKJ
juntaron (ofreciendo bajar allá los de Miariya^ arreí
del mal comportamiento que habian observado en 1874
los PP. Fr. Luis Sabaté y Fr. Tomás Hermoso, de q
tiene noticia por el viaje del Cuzco que hicieron esK
Padres, y que corre impreso.)
Durante el trayecto tuvieron los Piros que vencer
convenciones de los Schipibos y Cunibos que, recibié
les á ellos con glacial indiferencia y á los PP. con tal
semblantes, intentaban disuadirles de sus buenos pro;
de vivir civil y cristianamente. En un principio se apli
satisfactoriamente en aprender el rezo y canto, máxi
te los niños y niñas; así pudieron los PP. Misioneros
las preconcebidas sospechas de la poca sinceridad y coi
cia de aquellos semi-salvajes y de la perfidia de ciertos
bres astutos, codiciosos interesados. Más, la maligna tea^
dad de los comerciantes en sujetar á su avariento trá&aj
aquellos infieles, á quienes con sus máximas y escéods
empeoran en el modo de vivir; y el hábito por otra pd
muy arraigado en estos de la poligamia, y fomentada m
bien la piratería con los indefensos Campas, por los
ciantes, comprándoles los esclavos que son el fruto de
rapiña y plagio, y para no enumerar más causas, uns
traordinaria y espantosa peste sobrevenida, que los
matando á 55 en el espacio de dos años y im mes^ d
ñaron á los PP., haciéndoles ver que el Piro en el Coxco,
Miariya, en Santa Bosa de Lima, en Buepoano y
muchos lugares por donde trafica siempre es el mismo,
es, interesado, pendenciero, astuto ó hi-pócrita. Por
es que, como amenazaban con la muerte al P. Ali
— 249 —
ado el nuevo P. Prefecto, P. Pallas, éste, ásu tiempo,
uso que se abandonara resueltamente un pueblo, donde
inoraba un Piro y algimas mujeres; quedando, en con-
lencia, aquel pueblo sin Sacerdote Misionero desde el
1 de Setiembre de 1881.
SI P. Hermoso, como se acercaba el Capítulo Guardianal
>copa, envió á él la renuncia de su oficio y se volvió á
ntiguo colegio de la Paz de Solivia.
CA.PIT0ÍE.O I&X3&II.
Elección del P, Pallas para Prefecto de loa misionea de
BeBtanracion de las miaioncB de Oczapampa éntrelos
-'Alarmante incidente de Caachiboya, que obliga ¿
/ á la sagrada Congregación el eiicax propóaUo de haca
la dimiaion de loa pnébloa de laa miaionea de UyacaH-
Celebróse en este Colegio en 23 de Octubre de l5*
Capítulo Guardianal de costumbre, y en él quedó can
mente electo Prefecto de las Misiones de infieles el P.
Juan de la Concepción Pallas. Habia éste en 1874 hedió
entradas á los infieles Campas, con el P. Mayoral la prii
ra y la segunda con el P. Bernardino de S. José, yendo
de Andamarca hasta el Pangoa; y aunque el resultada
ellas fué solo el haberse mutuamente sorprendido los
tantes de una y otra orilla del rio la primera vez, y la
gunda haber llegado los infieles al Pangoa, después que
PP. dejaron aquel punto por la obediencia y la esi
lluviosa del mes de Diciembre, que los enfermó graven»
á los dos, desde aquella época siguen en comunicación
infieles con los cristianos, esperando este Colegio
propicia para hacer á ellos nuevas entradas.
Por el año siguiente, 1880, el P. Guardian de este
gio llamó con urgencia á dicho P. Prefecto, quien vino
Cayariya, y conferidas las materias del caso, objeto dí
llamamiento, se resolvió por este V. Discretorio qnc
á todo trance restaurarse la misión de Oczapampa,
contiguo al de Chorobamba y Huancabamba, y no I9
— 251 —
>rro de la Sal y de Schanchamayo; lugares todos de las
aas misiones de este Colegio, perdidas por las causas
idas en la primera parte de la presente Historia, y que
5 veces, y con el derramamiento de tanta sangre de
aeres y españoles, la Religión y el Gobierno procuró,
xe sin resultado provechoso, recuperar.
►s mencionados Campas venian haciendo breves y pa-
3 correrías al estremo del valle de Chorobamba, desde
s que pasaron por ahí el P. Fr. Vicente Calvo con su
añero en 1864, y esto dio lugar á que los hacendados
Lorobamba, Huancabamba y Paucartambo, calculando
ilidad que podian prometerse de esos salvajes que
moíu propio amansándose y acercándose á sus hacien-
pidieran, por conducto de un lego de este Colegio, PP.
que entraran' á civilizarlos, y aun pusieron en práctica
ales hacendados medios extremados para que fuesen
os PP., pues al poco tiempo llevaron á más de 40 hom-
de esos Campas al Cerro del Pasco, y en ocho ó menos
los bautizaron, sin la más mínima instrucción previa,
esados á su valle esos infieles, ellos y los hacendados
íionados instaron nuevamente por los PP. de este Co-
I, hasta que el P. Prefecto Hermoso se dirigió allá con
>lo Sacerdote de esta Comunidad, dejando á otro, con-
lo por el V. Discretorio, para después de la primera
nación que iba á hacer y de la cual se esperaba algún
r^ble resultado.
[echa la debida visita y examen de aquellas gentes y
do hubo renunciado el cargo de Prefecto el P. Hermo-
üL la Prefectura del P. Pallas, fueron destinados á Ocza-
pa los PP. de este Colegio Fr, Buenaventura Martínez
. Francisco Herrero, y una vez instalados estos en Oc -
mpa, reuniéronseles además dos PP. y un seglar expi-
, en traje de H/ Donado (del cual tuvo que despojarle
ues el P. Colina, por los motivos que se sabe él mismo),
dados del Colegio de los Descalzos de Lima. Traian los
nos PP. el designio de abrir un camino al puerto del
— 252 —
Mairo, con anuencia del Gobierno Supremo; caniino qi
abrió por las diligencias del R. P. Fr. Bemardino G«ai
actual Guardian de aquel Colegio. i
A consecuencia de las providencias dictadas po
M. R. P. Comisario General para obviar inconveniaí
regresaron luego de Oczapampa los cuatro PP- indkd
siendo destinado á aquel punto el P. Fr. Maximino fli
mas desde el último Capítulo, celebrado el dia 10 de (M
bre de 1882, siguen en esa restaurada misión, en el si
pueblo de QuiUazu de Oczapampa, los PP. Fr. Juaisl
Mas y Fr. Tomás Ezequiel Hernández. La restauraciofli
y canónica de esa nueva, Conversión aunque tan aiq
como la de la Doctrina y anejos de Huancabambí, lÜ
cual es verosímil en otros tiempos formara parte, datsf
de 21 de Abril de 1881, en cuya fecha, como dice aj
memorias el P. Prefecto Juan de la Concepción F^lUs^j
solé el nombre de su "advocación y desde entonces es red
cida bajo el de Nuestra Señora de la Asunción de QttOk
De ella fué nombrado su primer Cura Conversor pof
mismo tiempo el P. Colina, al cual acompañaron ha^
mes de Junio el P. Prefecto, el P. Luis Torra y el H." ft
do Diego Gutiérrez.
Bajados por el mes de Julio del mismo año estos tas
timos al Ucayali, fué el P. Prefecto á ver el estado de ¿í
lacion en que se encontraba Santa Rosa de los Piros, fifi
do el 4 de Setiembre para Cayariya al buen P. Alemaaj
aquella peligrosa, ruinosa y cuasi desierta pobladoa. i
liándose el P. Prefecto en Santa Rosa de los Piros fué fl
do recibió la relación que le escribía el P. Fr. Luis deSd
desde Caschiboya, según la que el 7 del mismo Setiemtol
biase presentado en Caschiboya un desconocido con el W
de nuevo Gobernador de Sarayacu,y que con gran erguí
proponía, apoyado por el Sr. . Prefecto de Moyobamtofi
Sr. Suprefecto de Iquitos, arrojar á los PP
ücayali, estableciendo en los pueblos Curas
Autoridades civiles, empezando por estas y siguien^
Moyobamtori
\ Misionerf»!
s del Obism
— 253 —
eHos; y como el pueblo de Caschiboya se habia negado á
•nocer y admitir al nuevo Gobernador y al Teniente Go-
ador que nombró para el mismo pueblo, creyendo que
ia sido esto por insinuación y soborno de los PP., se ha-
dirigido al Convento en ademan amenazador, llenando
denuestos al P. quesuscribia y jurando dar parte al Go-
mo, tomar preso á ese P. y á los que hallase culpables,
llevarlos á la cárcel de Moyobamba, y que luego des-
hado en sumo grado, habia regresado á Sarayacu.
Recordaremos que no es esta la primera tropelía que
lan tenido que sufrir los PP. Misioneros ' de sugetos seme-
fOites; podríamos aducir en este lugar la relación de los
[tentados de un sugeto ecuatoriano, de otro chileno, etcéte-
!;b, contra los Misioneros peruanos; por eg. el delR.P.Fr. Ma-
inel Vargas, nacido en la ciudad de Huanta, á quien el
Bobemador de Sarayacu, de nación chileno, saludó en 1861
son un balazo, que fué á parar al pamacari de la canoa mi-
sionera, por no haberse podido detener en medio de la co-
mente del caudaloso Ucayali, cuyas impetuosas aguas, á
bausa de las lluvias, surcaba, dirigiéndose hacia la embar-
cación del mencionado Gobernador, y lo de otros Misione-
ros, peruanos por naturalización, como lo acontecido al que
escribe el presente capítulo en 1863 con un Gobernador de
Sarayacu, ecuatoriano de nacionalidad, quien se presentó
por primera vez, como á media noche con su equipaje y
armas en son de amenaza á la puerta del Convento, y de
ella no se retiró hasta transcurridas 10 horas. Esos fulanos
seria bien que conociesen, que un mandatario en el Perú no
puede considerarse ni es legal que se porte como un Sultán
de Egipto, ó coiño un Nabucodonosor de la Caldea, pricci-
pálmente en el siglo en que vivimos. Asimismo otros Man-
darines, desde Moyobamba y desde el alto puesto de la
Prefectura, han dado que sufrir de un modo semejante á los
¡PP. Misioneros del Ucayali; aunque el público y el Supremo
Gobierno de esta República les han pagado ya sus dema-
sías, como ellos merecían, según es de ver, en el caso del
— 254 —
Prefecto de Moyobamba, llamado Vargas, acérriiffij
migo de los Misioneros del ücayali, á quien dep
en Moyobamba de su cargo, siendo en Lima ap;
su bien merecida deposición por el Supremo Gobierno,
lá imitaran esos mal aconsejados sugetos á los
Magistrados de aquel Departamento, los Coroneles Pre
Solís, los Stevensons, los Lamas, etc., y á los Gobe
probos de Sarayacu, como los Espoys, los Reatequis,
tera. Mas concluyamos esta digresión y sigamos con
tra historia.
Cerciorado el P. Prefecto de las perversas intend
del Gobernador por cartas del Sr. D. Marcial A. Piüoa.
merciante acreditado ante la sociedad y Gobierno dd
en las cuales se confirmaba lo expresado por el P.
mandó á todos los PP. residentes en Caschiboya quese
tirasen de ese pueblo, bajó él mismo allá y con los
quisieron seguirle embarcóse en el vapor del menci
Sr. D. Marcial, por el mes de Noviembre, hasta llegar
mal paso del rio Pachitea, en que por haberse varadi
sistió del plan que llevaba de edificar en el Palcázt
Convento donde refugiarse él y los PP. de las misiona
Ucayali, durante tan inesperada é inmotivada persec™
que ya habia empezado y que siguió en adelante. ie(i
dando entonces que en 1861 habian los Sarayaquinos,!
tando los PP. en Cayariya, con motivo de las cméiá
cometidas por el Gobernador de Sarayacu y los soldadwl
mados porél desde Nauta, cerca de esa población, con ühí
ciño suyo, habian resuelto motu propio pasarse á las otiS
délPischqiii^concihió el proyecto de establecer aquí m»!
blacion;cuya realización impidió la llegada del ViceprA
de las Misiones y los consejos del Prefecto de Moyobasí
Sr. D. Carlos SteYenson,y del limo. Obispo DÍQcesano,á^
nos notificó oportunamente dicha resolución. En añosf^
teriores, esto es, en 1870, al pasar por estos puntos i
dre Prefecto délas misiones, en compañía del Señor
del Departamento de Huánuco, concibió igual pro;
— 255 —
jtie, aunque manifestado ál público por los periódicos de
iquel tiempo y autorizado por la Autoridad civil del modo
icho, no pudo llevarse á cabo hasta la época presente.
Varado, pues, el vapor á los tres dias de subida del Pa-
tiitea y vuelto ya el P. Prefecto á Cayariya por el mes
le Enero del siguiente año 1882, el referido Gobernador de
Jarayacu, con 20 hombres armados, presentóse un dia al
Kieblo de Caschiboya, distante del primero como unos cin-
to dias de subida, ó zureada, según la llaman allá, prendió
i dos de los pocos hombres que encontró, púsoles con gri-
fos en el vapor Putumayo y los entregó á un comerciante
j>ara que se los llevase lejos é hiciera trabajar por su cuen-
ta; y en el inmediato mes de Febrero mandóles asimismo
m Sacerdote al mismo pueblo, para que ejerciera la Cura
le las almas de sus moradores.- ¡Sacrilego atrevimiento!
¡CotQO si las almas fueran plantas de café ó de cacao, en-
^rg'adas á un hombre indigno, simoniaco, sumamente ig-
aorante de las censuras eclesiásticas ó escandaloso menos-
preciador de las mismas, por un seglar ni más sabio ni más
edificante que él en la conducta! Ese nuevo cura pretenso
dispensaba, con sus omnipotentes facultades gubernamen-
tales sarayaquinas, de la confesión sacramental y de las
proclamas á los esposos para contraer el grande y santo Sa-
cramento del matrimonio, con tal de no estar incursos en
el único y universal impedimento impediente y dirimente,
á que los reducia todos su estraño Derecho anticanónico; y
pra: el carecer de 6 soles, siendo indio, y 50 cuando no lo
era, para la tal dispensa.
Negándose los Caschiboyanos á entregar la iglesia á ese
indigno intruso, como estaban obligados, éste cura fuese
el mismo dia despechado á^ quejarse á su buen patrón el
Gobernador de Sarayacu, quien subiendo por tercera vez
allá, con la furia de un energúmeno, aprisiona al Curaca
jr á cuatro hombres, únicos que pudo prender, llévalos á
^rayacu, y los Sentencia al antilegal é inmoral casti-
go de 200 azotes, y al sufrimiento de algunas lavativas
— 256 —
con agi 6 pimiento picante. Atemorizados esoe
montañeses cedieron ante la terrible jurisprudencia
nucTo Czar; y él entonces los despachó libres y
de los castigos impuestos para Caschiboya, 1
que los vecinos de este pueblo, que andaban esparraml
volviesen á juntarse después de la pasada borrasca, i\
pidiesen sin condición y manifestasen por escrito la v4
cion absoluta por su parte de la Autoridad civil qiBJ
guiese mandarles el Gobernador de Sarayacu. Mas este,
inescrutables juicios de Dios sobre los hombres, pri
mente de aquellos que quieren con una sola mano, j
esta la izquierda, manejar el cetro y el incensario á so
y satisfacción! al tercer dia de esos últimos acontecimii
se hallaba victima de una hemorragia de sangre pi
boca que le quitó sus ambiciosos proyectos con la i
¡Adoremos con la frente puesta en el polvo al que seí
Padre de pobres y Jaez de los huérfanos!
Por la Cuaresma volvieron los PP. á ejercer el
ministerio entre aquellos sus feligreses de Caschibojí,
bien que fastidiados de unos sucesos tan desagí
como los ocurridos, imprescindibles é imprevisto
ellos, después de la Pascua, aprovechando la mengua
rios, salieron de las montañas los PP. Misioneros Fr.
Sabató para Lima y Cuzco, acompañado del P. Fr.
Torra hasta los Descalzos, su Colegio; y el P. Prefecto,
se despidió de ellos en Huanóabamba, pasando por
zú de Oczapampa, se vino, con el P. Maximino Colii*
Capítulo Guardianal de este mismo año, celebrado el 6
de Octubre de 1882, en el que se aprobó el proyecto (ie
dicar las misiones del Ucayali, propuesto por el mena
P. Prefecto con la debida formal legalidad, cuyo pro;
se envió después á la Congregación de Propaganda
sin que haya caido sobre él la resolución que es
Solo quedó en Cayariya el constante y virtuoso P. Al*
acompañado del Lego Fr. José Magret y el Hermano
Gutiérrez. Pasado el Capítulo, el P. Prefecto Pallas
— 257 —
>s PP, Mas y Hernández de este Colegio para Quillazú,
atención de entrar él solo al Ucayali. Últimamente
iego Plaza partió con destino á este mismo pueblo
ayudarles.
\
t
17
CONCLUSIÓN
Esta es la historia de los principales hechos de las
nes de infieles de este apostólico colegio de santa
Ocopa, escrita con sencillez y candor por el R. P. Fr.
Amich, en su primera parte, que abraza de 1724-1771:
segunda por los RR. PP. Fr. Fernando Pallares y Fr. Vi
Calvo, y por otros, en lo que se refiere á estos doce ólti
años. La primera parte se imprimió en 1854 y solo dosg
piares de esta edición hasta ahora, que sepamos, han
do á esta República; por lo que podrá considerarse como
vé por primera vez la luz pública en cuanto á lo literal
contenido, pues el Mercurio y el Peruano^ periódicos a<
tados de la última década del pasado siglo XVIII, dieron
la sustancia de una gran parte de lo contenido en el G99¡i
dio ffüíórico del P. Amich en artículos sabiamente escrí
que se han reimpreso en el presente siglo en una o1)Tí
notable aceptación. La segunda parte, en lo que abrazi
1771-1870, vio con satisfacción del público en 18701»
por primera vez. Ahora, pues, ofrecemos al mismo píli
ambas partes, con lo que hemos nosotros reseñado y
apéndices, esperando que la presente edición de la Hi
de las Misiones del Colegio de Sta. Rosa de Ocopa sa
la necesidad que la moderna sociedad siente do ser i
de los trabajos, aflicciones y demás adversidades de lo«
dres Misioneros que se emplean en la conversión de i
y que servirá para éstos de medio de sincerarse de las i
paciones que con mucha frecuencia les dirigen los en
de las Ordenes Religiosas; correspondiendo al mismo ti
á la invitación de ilustrados escritores y piadosos peri
que nos han ofrecido sus columnas para la publicación
— 259 —
hechos coetáneos, y que solo en pequeña parte hemos podi-
do aceptarla con agradecimiento.
Por la presente obra habrán conocido nuestros benévolos
lectores lo que han trabajado los PP. Misioneros déla Provin-
cia, de los doce Apóstoles de Lima y de este colegio de Oco-
pa; colegio que puede considerarse como una rama de ese
g^ndioso Árbol místico y á su historia como un episodio de
la de Aquella, cuyas admirables glorias, sembradas por to-
da la América del sud, desde Panamá hasta el Cabo de Hor-
i nos, podrán leerse con mayor extensión en las voluminosas
1 obras de nuestros célebres PP. Wadingo y Gubernatis, y en
las crónicas de la mencionada Provincia y en la de la Pro-»-
vincia de los Charcas. El colegio de Ocopa, por lo que se ha
visto, ha cultivado un campo muy dilatado y que se extien-
da á miles de leguas en las orillas de los caudolisísimos ríos
Marañen, Huallaga y Ucayali en su mayor longitud, cuyas
comarcas están sembradas de no pequeño número de pue-
blos cristianos, civilizados por los Misioneros á costa del
sudor de sus venas. Prueba evidente de que ellos aman en
extremo la verdadera civilización y de que sus detractores
la cacarean solo con los labios, al paso que la persiguen con
las obras y la odian con el corazón. Aquí el árbol osténtase
con los frutos, mas que por la hojarasca y corteza que deja
caer por el suelo.
Es verdad que las orillas del Ene, Perene, Apurimac y otros
: rios han sido también zureadas y empapadas con la sangre
de muchos misioneros de Ocopa, lo mismo quelas pampas del
I dilatado Pajonal, y que no han obtenido en esos lugares
¡ iguales resultados; pero la presente obra también manifiesta
que, á no ser por los universales disturbios causados por el
pretenso Santos A tahtcallpa y después por la independen-
cia de la República, estarían esas comarcas mas florecientes
todavía que las primeras. El catálogo de los mártires Misione-
ros, que vá eñ el apéndice siguiente; los 55 religiosos muertos
de este Colegio desde su restauración en 1838; losque habien-
do pertenecido á él se hallan en los Colegios de Lima, Cuzco,
■í
-- ase-.
Arequipa, Quito é lea, no menos que en varios puntos
esta República, en la de Solivia, en España y Palestina,]
los puqblos que verán más adelante en su lugar del a|
ce reducidos por los PP. de Ocopa, ayudados por alganosi
los de otros Colegios, manifiestan asimismo como empl
los PP. Misioneros el tiempo, la saludy la vida. Juzgue, pi
la sociedad imparcial con conocimiento de causa. No pedii
de ella indulgencia; sino á la divina Clemencia del Dioii
las Misericordias, que se digne mirarnos con ojc^ de
nevolencia, acepte nuestros trabajos, derrame su copie
bendición sobre nuestras almas y las de nuestros encorné
dos y sobre todo el Perú, y acoja la presente obrita
dirigimos á su mayor gloria y provecho de nuestros pi^
mes. Amen.
APÉNDICE.
Aunque con lo referido en las dos Épocas, por que ha
pasado este Colegio de Propaganda Fide de Santa Rosa de
Santa María de Ocopa, podríamos dar por concluido nuestro
trabajo, queremos sin embargo continuar nuestra tarea,
aunque poniendo en otra forma los capítulos que siguen
hasta el fin, pues así lo exigen las diversas cosas de que va-
mos á tratar, tan interesantes como las que hemos visto
hasta aquí, según podrán juzgar nuestros lectores por sí
mismos.
En el presente siglo, llamado siglo de las luces y de 2i-
hertad^ pero en que se cumple en muchos el oráculo divino,
de que viendo no ven^ js, que estiman por libertad al des-
orden moral y social, creyendo verdadero progreso la desen-
frenada lioencia que se toman para destruir todo lo que no se
acomoda á interesadas miras de sensualidad y epicurismo; es
más necesario que nunca argüir contra esos tales con la irre-
sistible lógica de los hechos, cuyos argumentos pueden pal-
par hasta esos mismos ciegos voluntarios y atolondrados por
sistema, invitándolos á que por su parte, dejándose de hue-
cas y altisonantes frases con que quieren ensordecer y cegar
ia sociedad, por medio de la tribuna y el periodismo, hagan
otro tanto, oponiendo argumentos de igual clase á las ver-
dades prácticas inspiradas por el catolicismo y sus institutos
religiosos.
Hasta donde alcancen nuestros propósitos, en vista del
«aclarecido ejemplo de nuestros buenos PP. y HH. que nos
han precedido, y cuyas huellas protestamos querer^ seguir,
lo juzgarán los que den una rápida ojeada á los capíj;ulos si-
guientes.
* ""^
CAPITULO XILXIII.
Sapediente ó informe de Hmo. 8r- Anohispo de Bexiio yAdi
doT Apostólico, Dr. D. Manuel Teodoro del Valle, ydelT
dian de Ocopa, relativo á la conducta de los PP.
que Be haUan entre iníielea en las Converaiones de Oeop»
Como las calumnias que en los periódicos de la
de esta República se han prohijado y glosado en artíc
de fondo en varias ocasiones, principalmente enelperi
intitulado Bl NdcioTtal y por sus conocidos Directores,
lumnias dirigidas contra los PP. Misioneros^ y que no
habrian podido dirigir contra ningún asesino de prof<
(y reconocerán no exageramos en esto los que hayan leí
las nueve columnas con que años atrás ilustró el í
cional un tal Señor Vargas, y las de un tal Señor Sandi) fae
ya desvanecidas como el humo por los Periódicos el Ptr^
nOy el Católico, el Progreso Católico, la Sociedad j oW
para no alargar desmedidamente la presente obra y noab»
sar de la paciencia y de la pérdida de tiempo del que lep-
re este Apéndice, nos contentaremos con remitir á nuesW
lectores á los artículos del referido Periódico oficial el P^
ruano escritos por el Señor Prefecto de la Provincia Litofll
de Loreto, ^mn¿r, empleado que, aunque predispuesto*
un principio por la maledicencia contra los PP. Misioos«»
los reivindicó satisfactoriamente, instruido después cofl»j
trato de los mismos, en particular del P. Calvo, como yt
ha visto en la presente Historia; y á los demás Comuni
firmados por elP. Sala, el Conductor de la Colonia Alea*
— 263 —
y quien creyó deber volver por los PP. Misioneros desde
aquella remotísima Nación, y otros.
Solo aquí copiamos literalmente un informe que pidió el
Se£Lor Fiscal de la Corte Suprema al Diocesano, y este á su
^ez al Guardian de esta Comunidad, dictamen que por la
£nra,Tedad del caso, no habiendo hasta ahora salido de los
Archivos de este Colegio y del de los Despachos guterna-
mentales del Estado, es justo puedan leer los aficionados.
Es del tenor siguiente:
HiIOTme del limo. 8. ArEObispo de Beriio y Adminiatrador
ApoBtóUoo de Hnánnco»
Excelentísimo Señor:
LiOS Misiones del Ucayali y las poblaciones que ellas compren-
den están situadas en la Diócesis de Chachapoyas y no en esta de
Huanaco. Sin embargo, como los Misioneros que se consagran á la
conversión de infieles salen del colegio de Santa Rosa de Ocopa,
para evacuar el informe que V. E. ha tenido ¿ bien pedirme, he
oído antes al R. P. Guardian de dicho convento, que ha servido las
Misiones por algunos años y prácticamente ha adquirido perfecto
conocimiento de lo que pasa en ellas. A lo espuesto por eite reli-
gioso poco tengo que añadir.
Jamás los misioneros han desobedecido las órdenes del Supre-
mo Gobierno, y de las autoridades respectivas, pues los vemos
siempre acudir á ellas, ya pidiendo su protección, ya obedecien-
do á sus disposiciones. Los religiosos son el único vínculo que une
á los salvajes del Ucayali y á las tribus nómadas, que tratan de ci-
vilizar, con las autoridades políticas y eclesiásticas del Perú.
Efl hasta ridículo asegurar que predican la obediencia al gobier-
no español religiosos perseguidos por los gobiernos irreligiosos de
España, connaturalizados en nuestra patria, y resueltos á vivir y
morir en ella, sin contacto alguno con el Gobierno y autoridades
de la Península y de un gobierno que en los seis años que lleva de
revoluciones internas ha quedado reducido á la impotencia.
Por su instituto los misioneros están obligados á atraer con dá-
divas y otros medios de amor y caridad las familias errantes por
nuestras montañas. Sabido es que todas las tribus de nuestras
{ montañas no forman poblaciones sino pequeños caseríos compues-
' tos de la misma familia y que sus pobladores en su mayor parte
~ 264 —
vivea de la caza ó de la pesca; que. cuando se cansan de kabitar
un lugar se trasladan á otro distante, con el pequeüo menage
forma todo su haber. Las causas de estas traslaciones son para
familias las mas insignificantes. El fallecimiento de un miembí^
de ella es bastante para dejar el cadáver enterrado en la antlgui
habitación y abandonar el lugar. Con estos hábitos de la familü
infiel, con ese deseo de libertad é independencia completa de todc
lo que no sea la autoridad paterna; con esa inclinación decidida i
cambiar de localidad según sus necesidades ó gustos ío piden, ya
situándose en las riberas de los grandes rios, ya internándose cu
los bosques por los rios pequeños, el primer afán del misionero es
formar población procurando la estabilidad en ella de las familias.
Son incalculables las fatigas que pasa para conseguirlo y la espe-
riencia ha enseñado que no basta veinte ni treinta años para radi-
car una familia y hacer que abandone los hábitos de la vida er-
rante.
Apenas el misionero se retira de una población que ha formado
y á cuyas necesidades espirituales y temporales atiende, cuando
la población poco á poco se dispersa. Esto ha sucedido con los pue-
blos que numera el señor Prefecto de Loreto. Fueron poblaciones
fundadas y sostenidas por los antiguos misioneros y desax>areeie-
ron cuando estos faltaron.
Esto es lo que actualmente está sucediendo en el pueblo de Sa«
rayacu, cuyo número de habitantes va disminuyendo palpable-
mente desde que los padres misioneros se han retirado de él.
Esto es lo que irrita á los gobernadores de Sarayacu, y esta et
la única y verdadera causa de sus quejas en la que no tienen parte
alguna los misioneros. Después de fundado un pueblo, j estable-
cido regularmente y pasado cierto número de años, según las bulas
Inocencianas, se entregan á la jurisdicción del diocesano, y el mi*
sionero pasa á fundar y establecer otro pueblo. Esto es lo que han
hecho los misioneros fundando los pueblos de Gayanya y Gaachi-
boya.
No es por cierto un delito el que familias residentes en Saraya-
cu hayan preferido acompañarlos y establecerse á su lado. El ins-
tinto del bienestar y el derecho de cambiar de domicilio son natu-
rales en el hombre y no hay ley que lo prohiba.
El misionero, E. S., primero se hace amar del salvaje, puesto
que consigo no lleva otras armas que su Crucifijo y su breviario;
y ese amor á los cuidados paternales con que atiende al neófito j
su familia hacen la transformación que vemos en esas pequeñas
poblaciones. El infiel obedece al misionero por amor y abrumada
por los beneficios que le prodiga. Asegurar pues que los infieles 6
— 265 —
boteófitos son esclavos del misionero, que este los hace trabajar en
i8U provecho, que emprende grandes especulaciones, que los flajela
jr que son tratados con dureza inaudita, son aseveraciones que solo
'caben en los malos informes y en las pasiones mezquinas de algu-
-nos especuladores en las riberas del Ucayali, especuladores á quie-
nes ha creido el señor Prefecto de Loreto con lamentable facilidad.
El salvaje es enemigo del trabajo material; con una hora de ca-
za ó pesca tiene mas de lo necesario para atender á su subsistencia
\y ¿ la de su familia: y á esto están reducidas todas sus necesida-
l^es. No toleraría, pues, que se lo impusiesen grandes trabajos, y se
I tetiraria inmediatamente de la población para continuar su vida
nómada: mucho menos tolerada el mal trato y la flajelacion. Aquí
incurre el señor Prefecto de Loreto en una contradicción palpable,
¡ pues una hoja mas adelante asegura que los indios de esas pobla-
' «iones creen y respetan mucho la palabra del misionero; luego no es
: necesario ocurrir á medidas violentas para hacer obedecer al indio;
; luego todas esas acusaciones caen por tierra desde que hay amor y
respeto, y ese amor y respeto lo engendran y lo conservan los be-
neficios materiales que el indio recibe del misionero; porque no
hay en el orden de la naturaleza otro medio de hacerse querer que
el hacer bienes á sus semejantes.
La aserción de que los misioneros hacen un gran comercio y
acumulan grandes caudales está destituida de todo fundamento.
SI un poco de pescado salado, unas cuantas libras de cera y algu-
nas ollas de manteca de vaca marina son bastantes para improvisar
grandes capitales que proporcionen al año la suma de quinientos
6 seis mil pesos, que el Sr. Prefecto asegura arbitrariamente remi-
ten los misioneros al General de su orden, está probado que en las
riberas del Ucayali y del Amazonas es donde existen los mas gran-
des capitalistas del Perú; pues es muy constante que hay muchos
comerciantes nacionales y brasileños, que en esas regiones se ocu-
pan de ese mezquino tráfico; y seria una lástima que personas tan
acaudaladas viviesen y muriesen en esos desiertos, pudiendo ser
mas útiles á la sociedad estableciéndose en Lima, ó en alguno de
ios centros comerciales de América. Compasión da leer estas cosas
; en un documento oficial.
Los misioneros. Señor, viven de escasas limosnas, y con ellas
atienden á su subsistencia, al culto de las iglesias que fabrican y
k las necesidades materiales de las familias que reducen á la vida
social: viven pobremente, por dar á otros lo que necesitan, y esas
pequeñas industrias de cera y pescado salado, si las hay, sirven no.
para enriquecerse sino para atender á necesidades premiosas, Go-
mo Síndico que he sido veinte y siete años de esas misiones, co-
— 266 —
nozco sus miserabilísimas entradas y sus crecidos gasU^Li
mosnas son muy pocas, y Ocopa tiene que sostener una gras
de los gastos de la misión. Puede comprobarse por mi libro de
que esos crecidos é imaginarios fondos nunca han pasado de
mil quinientos pesos, los mismos que se han consumido cadi
en gastos naturales de las misiones.
Es cierto que desde el año mil ochocientos cuarenta y tres
nen fígurando en los presupuestos de la nación una partida át
mil pesos para gastos de misiones entre infieles; mas desgiws
mente jamás se ha abonado esa partida. Recuerdo que ahors
me presenté al supremo Gobierno, pidiendo el pago de esa
el Ministerio de Justicia pidió informe al Director general df
cienda que lo era entonces D. José Mendiburu, y este espusj,
los tres mil pesos del presupuesto figuraban en él como uu
da de lujo y que nunca se habia pagado. Volvió mi recurso
nisterio, el cual después de tantos años está sin resolverse?
que hasta ahora sepa yo su paradero.
Entre tanto por lo que sé y por los datos que tengo puedi
gurar á V. E. que los misioneros nada cuestan al Erario, b
inmenso bien en las montañas del Ucayali; syn los que mas
tan nuestra Constitución y nuestro Gobierno, y sin ellas la
vecina se habria apropiado de vastas soledades que perteneea
Perú.
La vida ejemplar de los religiosos de Ocopa está en la contí
cia de todo el mundo, especialmente de las provincias de Hsis
yo, Jauja y Tarma. Los hombres no mudan repentinamentf
hábitos y costumbres por el solo hecho de trasladarse á los deij
tos del Ucayali, mucho menos cuando saben que Dios está en tai
partes y escudriña los secretos mas recónditos del corazón.
Santa Visita Pastoral.— Huancay a Diciembre 22 de 1€T3.-
lentisimo Sr.
Inloime del P. Oaardian de Ocopa,
Ilmo. señob:
Cumpliendo con lo mandado por V. S. L y como el Sr.Fiscá
la Corte suprema ha reducido los puntos á que debe concretar
larga nota del Sr. Prefecto del departamento de Loreto, dirigí
Sr. Ministro de Justicia, Culto, Instrucción y Beneficencia,
á los RR. PP. Misioneros residentes en el rio Ucayali y sus
diaciones, pertenecientes á este Colegio y subditos de esta
— 267 —
1, creo, I. Sr., dober empezar mi informe esclareciéndolos y
ader después directamente á los varios cargos del menciona-
Prefecto, del Sr. Sub Prefecto de la provincia del Huallaga,
Sr. ^Gobernador de Sarayacu.
meramente el Sr. Fiscal de la Cdrle suprema en su nota al
nistro de Justicia, etc., feduce los cargos aducidos por el se-
■efeclo del Departamento de Loreto á los puntos siguientes:
los RR. PP. de Ocopa no cumplen con su misión Apoetólica,
por el contrario se entregan á especulaciones opuestas é su
terio, — que corrompen las costumbres de los habitantes del
1¡, — Igs instigan á que no obedezcan las autoridades, — y que
en de los caseríos que ocupan á lugares distantes de las ri-
de los rios á ñn de especular ellos solos con el de esos infe-
y concluye pidiendo, etc.»
■a esclarecimiento del primer punto, á saber; «que los PP. de
Colegio no cumplen con su misión Apostólica , etc.» diré á
. que todos los PP. sujetos á esta Guardianfa procuran cum-
íactamenle las Bulas Apostólicas, emanadas para la dirección
Colegios de Propaganda Fide, en especial las llamadas Ino-
nas; los decretos de la Sagrada congregación concernientes
nismos Colegios, las Constituciones generales y Municipales,
zadaspor aquellas y mandadas observar por los segundos,
las veces; las disposiciones emanadas de nuestros superiores
lies, de S. S. I. y demás superiores eclesiásticos, en lo relati-
ígulares; los Códigos de la República y las disposiciones de
ttoridades civiles. A todo eso, I. S., procuramos conformar
as costumbres, sobre ello se basa nuestra enseñanza pi^blica
ada, y si los prelados superiores y de este Colegio hallamos
subditos cualquier discrepancia, aunque sea en materia
irocuramos por todos los medios posibles corregirla; por ma-
ue eso consideramos como objeto de nuestro Derecho canó-
■egular, y civil inmediato, y ese procuramos cumplir con la
■ exactitudy perfección á que alcanzan nuestras débiles fuer-
lyo testigo es la República entera, tanto dentro como fuera
legio; no solo entre fieles, sino mucho mas entre infieles,
estigo es el infrascrito, á lo menos por el tiempo que estuvo
¡erior en aquellas misiones.
modo que, in verbo tacerdoiis, puedo asegurar á S. S. I. no
visto, ni tener conocimiento de especulación alguna agena
tstro ministerio que los prelados hayan disimulado, y no ha-
rregido pronto y eficazmente, aun cuando no hubiese sido
,je en materia mínima.
Por lo demás el pretender que los misioneros, por ser tales ha-
— 268 —
yan de dejar de ser hombres, y se les deba considerar
mente impecables, es cosa deseable pero no asequible á li
leza* humana.
Evacuado el primer punto, paso al segundo, que cihlI
corromper dichos PP. las costumbres de los habitantes del
li.» Todo lo contrario debo decir á'V. S. I, y á todo el m
testimonio de la verdad. Antes bien, por ponerse dichos Pa
corrupción inveterada que reina en aquellos lugares, por
algunos sujetos domiciliados allá y fugitivos del Brasil, del
jero y de varios puntos de la República, nunca han dejad?
docer, ni podrán dejar de padecer en adelante la persecuc;
ó menos declarada, de que es testigo la República entera,
hace fé legal el Archivo de la Gobernación de Sara^'aca,
aquellas misiones, de los cuales he tenido necesidad de i
me estando en esos lugares, y por la bondad del Sr.
D. Wenceslao Jaña, que se Signó franquearme la leclun
mas de las notas de aquel dicho Archivo, y en las que
cualquiera las repetidas disposiciones dadas por las au
de aquella Gobernación, sobre todo por los Sres. Prefectos
Departamento, al efecto de reprimir las temeridades de
individuos contra los neófitos y de un modo especial e
misioneros, á quienes honran singularmente. Aunque lo dk]
dria parecer suficiente, para el esclarecimiento de este
punto, no puedo dejar de poner aquí el modo de vivir anuí
de los PP. misioneros en aquellos lugares.
Diariamente se levantan á las cuatro de la mañana 6 an
cen media hora de meditación, rezan horas, dicen misa,
el Catecismo por una hora, y después de hecha, por otra
mas, la escuela de los niños, emplean lo restante en el
en la dirección de las obras indispensables de la misión,
tarde á las cuatro enseñan otra vez el Catecismo por una b
zan la Corona y después media hora de oración mental, ios
tines suelen rezarlos á las tres de la tarde, á los que pi
rezo de las Vísperas. De modo que desde las cuatro de la
hasta las diez de la noche, que es la hora de acx>slarse, tieoea
pado bien el tiempo. Nadie sale ¿el convento sin licencia del
Superior, ni aun para asistir á los enfermos, á los cuales n
cerdole acompañado de un muchacho. De estos se sirven fid!
te los PP. para el servicio necesario, y nunca se permite la e
al interior de los Hospicios, y solo pueden entrar á cosas
rías hasta el lugar del recibimiento común. Se predica ál*^
fítos indispensablemente todos los domingos y fiestas, ma
ees además por los sábados después de la Salve cantada; é
— 269 —
► reza la Vía-Cnicis con el pueblo, todos los días el Rosario ó Co-
de María Santísima, y el domingo las dos cosas y el Trisagio.
exámenes públicos del rezo en la iglesia, los PP. ban de bacer
Idispensablemente los Santos ejercicios por cebo dias todos los
Elos, y los mas de ellos mensualmente el dia de retiro, no estando
npcdidos. Abora pues, I. S., si eso es corromper los pueblos, Su
. I., Juez competente en la materia y escepcional dará su fallo,
ío podría añadir, I. S., otras mucbas cosas á este propósito, que
ior razones omito, y también por no alargar este informe mas de
^ conveniente.
I Paso pues al tercer punto, «que los PP. instigan (á los neófitos)
\ qixe no obedezcan á las autoridades.» Esto, 1. S., es tan al céntra-
lo, que los PP, misioneros no pocas veces se han visto en grandes
labajos y peligros por querer sujetar eficazmente á dichos neófitos
I las autoridades constituidas: los misioneros ban mantenido á sus
lispensas á empleados públicos, y á señores recomendados por el
gobierno, que puedo nombrar siempre que convenga, les han dado
Uojamiento conveniente á su calidad por mucho tiempo; han obli-
^do los dichos PP. á los neófitos, á fabricar la casa de Gobierno y
ban dejado espeditas para las Autoridades civiles algunos conven-
jos, fabricados á espensas de la Misión. Y con esto he á S. S. I. in-
formado suficientemente sobre este punto.
Últimamente, «que los PP. instigan á aquellos moradores á que
Be alejen de los caseríos,» etc. Digo á V. S. 1. que alguna vez, en
unión con la autoridad civil, ban tomado losPP. Misioneros las me-
didas que les ha dictado la prudencia para obligar á los neófitos á
volver á sus respectivos pueblos, al vagar por muchos' años por
aquellas dilatadas montañas, á fin de instruirlos, civilizarlos y de
sujetarlos á las autoridades, de cuya verdad es testigo el infrascri-
to y los Gobernadores de Sarayacu, y de todo lo actuado se dio
cuenta Inmediatamente al Diocesano y á la Prefectura departamen-
tal, y este fué el caso, tan errónea y odiosamente pintado, de un
Ilugar llamado Puca-curu, único en la materia y que por cierto na-
da favorece á los émulos de los PP. Misioneros. En cuanto á lo que
se añade, «que ocupan á lugares distantes de las ribesas de losriod
(¿ los neófitos,) á fin de especular etc..» es eso, I. S., tan al contra-
río, que los pueblos de Cayariya y de Caschiboya, de que se hace
méríto en la vista Fiscal, están situados en la ribera de los ríos de
los nombres que llevan, y Han inmediatos á ellos que distan solo
un tiro de piedra el primero, y de fusil el segundo. Y como los ha-
cen parecer tan distante del famoso rio ücayali, puedo asegurar á
V. S. I. que no pocas ocasiones del año están verdaderamente etk
medio de dicho rio. Prueba evidente de ejilo es, que el R. P. Fray
— 270 —
Buenaventura Torremorell en el año 1862 desde adentre ¿5
vento de Gayariya paseó en las aguas del Ucayali, que f]
mente suben rebalzando por el rio Gayariya hasta tres Ie¿
arriba de su pueblo, y de que soy testigo. Por lo que re^í
pueblo de Gaschiboya, no dista mas que una escasa milla di'
guo cauce del Ucayali, y las dos leguas que sigue hasta ii
presente de dicho rio, es una de las mas hermosas laguna j
fecundas en toda clase de peces que se conocen, la cual be
muchas veces, y á mi parecer, es navegable á vapor hasta i
de una milla del pueblo mencionado. Ahora permítame, LS
sobre lo presente una pequeña y oportuna reQexion.
El pueblo de Tierra-blanca se loba llevado, desde el £
que lo dejé en buen estado, el caudaloso rio Ucayali; el pu
tiguo de Canchahuayo es desde muchos años una laguna
por el mismo Ucayali. El pueblo que se estaba formando»)
ta Gatalina y el Ucayali, es hoy una laguna por la cual he
etc.; mas el pueblo de Santa Gatalina es evidente que dista árl
á cinco dias del Ucayali, según las avenidas de aquel rio; já
solo puede transitarse por él, arrastrando la canoa; desde S¿eSi
talina hasta Yanayacu se va indispensablemente por tiemj
jándose del Ucayali; el mismo memorable pueblo de Sara^-aca
ta una legua de ese mismo rio. En el rio Pisquí, Huallaga j d
Pajonal, etc., hay, y hubo muchos pueblos, muy distantes *
rios grandes, y todos fueron fundados por los PP. de este Ccd
sin que nadie haya hablado contra ellos por esa causa, ¿y la3W
mérito pretenden encontrar en ellos por la posición de lcwd<3Í
eos pueblos de Gayariyay Gaschiboya. ¿Yhan de atribuirlo! J
intención por respecto de los Padres? 1
El pueblo de Gayariya fué fundado en 1859, con el motir^J
alega en sus Noticias Históricas el difunto P. Prefecto Fr. Vjííí
Galvo, y por la epidemia de Santa Gatalina, cuyos indiridii*
trasladaron allá y se incorporaron con los schipibos de aquel |í
to: forma este pueblo con el de Gaschiboya una necesaria M
para ida y vuelta de Sarayacu, á seis dias de distancia enlr?<
del Pachitea. Sin esos dos pueblos, los diez y ocho dias á^vsé
con las canoas, que hay desde Sarayacu hasta la embocadumí
rio Pachitea. y otros diez y ocho de aquí hasta el MajTO (¡^
sin apoyo. Por lo demás, á los que afirman que el pueblo de (MÍ
boya fué dispuesto por los PP., yo que estaba á la sazón enSKÍ
cu, y les puedo informar de la verdad, les diría en caso conf
que fué contra y á pesar de las exhortaciones de los PadreiJ
ello doy por garante al Sr. Gobernador D. José M.** Reátegui, i
supliqué me ayudara y se informara bien de los designios*
— 271 —
irayaquinos por sí mismo. Otro designio puede atajar dos años
ites, y de que di cuenta oportuna al limo. Diocesano y Prefectu-
del Departamento. Dejo, I. S., para otra ocasión mas oportuna
iformar mas extensamente sobre éste y los demás puntos anterio-
ra; y si me he alargado sobre este último, es por lo que dice el se-
íT Fiscal en su nota, «que todo esto necesitaría un minucioso y
ítenido examen de las causas que á tales cambios hayan contrí-
lido».
Finalmente, como nunca se podrá probar que los PP. Misione-
loa ejerzan ninguna especulación, fuera de la que es peculiar á su
mto Ministerio, de reducir á los infieles al conocimiento de la fé»
[ivilizarlcJs y hacerlos buenos ciudadanos, etc., queda á mi ver eva-
luado el informe por lo que mira á la nota del Sr. Fiscal de la Gór-
|e Suprema.
Permítame, I. S., que pase ahora á informado acerca de lo per-
mecieiite á la nota, que el Sr. Prefecto del departamento de Lore-
|o se sirve elevar al conocimiento del Sr. Ministro de Justicia, Culto,
'Instrucción y Beneficencia. Yo no puedo dispensarme de hablar,
bien que con brevedad, sobre algunos puntos relatados en dicha
nota, y que no veo suficientemente esclarecidos con lo antedicho á
S. S. I. A pesar de la intención que claramente se desprende al
considerar lo contenido en la nota expresada; su fondo, su forma y
estilo en el mpdo de expresarse, yo quiero juzgar, I. S., que dicho
Sr. Prefecto Mariano Adrián Vargas, ha escrito de buena fé; pero
por otra parte muy mal informado, acerca de los hechos que consti-
tuyen la base de su prolija exposición al Supremo Gobierno. Por
esto, perdonando á dicho señor las injurias y baldones que prodiga
á cada paso en su mencionada nota á los beneméritos PP. Misione-
ros, paso á esclarecer la verdad de lo que ha debido sin duda igno-
rar el mencionado Prefecto.
Me bastará á la verdad, I. S., decir á S. S. I., que según anuncia
dicho Sr. Vargas, él es el mismo Sr. Mayor de Ordenes del Aposta-
dero de Iquitos, el cual dirigió en el año 1866 un parte oficial al Su-
premo Gobierno de la República, cuyo parte en extremo erróneo y
denigrante contra los Padres Misioneros, fué satisfactoriamente
vindicado, como puede ver S. S. I. leyendo el núm. 18 del Peruano,
periódico oficial de Lima, correspondiente altomo52, semestres 1.**,
por el Sr. Coronel Prefecto del departamento de Loreto de aquella
sazón, D. Benito Arana y por una carta de un militar escrita desde
Iquitos, dirigida á su señor padre y presentada al Sr. Presidente de
la República en tiempo oportuno, y por medio de la cual quedó su
Excelencia el Sr. Presidente mencionado, completamente satisfe-
cho de la conducta de los Padres Misioneros del Uyacali, hasta el
— 272 —
punto de nombrar de Presidente de la comisión del Pernizo,
objeto de abrir un camino desde este punto hasta el pat
Mayro, al R. P. Prefecto Fr. Vicente Calvo, ¿ pesar de rti\
y cuya comisión desempeñó satisfactoriamente, cumpüendi?
tamente con las instrucciones del Supremo Gobierno, y yA3\\
S. S. I. en el cap. 22 de «Noticias Históricas de las Misioneidí]
les é Infieles» de este Colegio de Ocopa.
A los cargos que dicho Sr. B. Adrián Vargas hace contra k
sioneros del Ucayali, y que él dice ser principales y que loai
ligeramente, es á saber acerca de su predicación, incendios <kl
rios pueblos, comercio de efectos de dichos Padres, cuota
blanca impuesta á los neófitos de las Misiones, remisiones ii
á sus generales de 3u Orden, ningún adelantamiento en las
nes, vida regalada de dichos Padres y demás puntos que locsi
Prefecto D. Mariano Adrián Vargas en su Exposición al
Gobierno, la cual concluye con estas formales palabras: Toíííí
tiesto y aun mas, es verdad y puede ser corroborado am las
cuyas pruebas yo no he visto ni aun en la apariencia, despotf I
haberla leido con detención y maduramente reQexionado; salB(
pero de dicho señor esas pruebas alegadas en la presente
espero informar individual y extensamente ¿ su IlustrísíiD¿
todos los puntos alegados y demás que alegare el mismo Sr.
fecto ante dicho. Por ahora me basta, limo. Sr., recordar kSM
las palabras formales que dijo el mencionado en esta nota Sr.
fecto D. Benito Arana, al P. Prefecto Fr. Vicente Calvo, relatii
los cargos é inculpaciones que se hacian á los Padres Mis
del Ucayali por parte del Sr. Vargas, en aquella sazón Mayor,
tualmente Prefecto de aquel departamento, cuyas palabras soa|
feralmente como se refieren en las Noticias Históricas^ como
leer V. S. I. en su pág 132 como siguen: Si los Padres seprt
en el Tribunal contra él (el Sr. Vargas) no sabia conu> leiriaypeli^
do que no saliese bien del asunto, pero yo, añadió, par razón dd
que desempeño, ke de averiguar los hechos para hacer justicia i
la tenga. Cuya comisión de cargo desempeñó dicho Sr. Arani¿i
tisfaccion de la nación, como refiere la Historia contempor'
como podrá ver S. S. I. en el. citado lugar, y con desvanecimí
completo del parte oficial de él tantas veces mencionado, enic
Mayor, y hoy Prefecto, Sr. D. Mariano Adrián Vargas. Y finali
para no molestar la atención de V. S. I. mas de lo que requieiti
delicada materia del presente informe, concluiré con las pal*'
terminantes del Sr. Fiscal de la Corte Suprema, en la nota dei
presente expediente, es á saber: Lo que se dice acerca de la coi
de los Religiosos de Ocopa no parece creible sino se prueba de nmi
ra fehaciente. Y con esto, I. S., juzgo baber evacuado el informe!
— 273 —
ando ante V. I,» aunque por la brevedad del tiempo y otras cir*
instancias anejas á mi ministerio, brevemente y no con la satis-
iccion que deseara el infrascrito, y pide la delicadeza y trascen*
encia del presente asunto. Pero prometo á S. S. I. informar á su
itisfaccion, y al Supremo Gobierno, mas extensamente y con di*
iiinucion, siempre que fuere para ello requerido.
Concluiré, I. S., el tercer informe relativo á lo contenido en las
iotas de los señores Subprefectos de Tarapoto, y Gobernador de
terayacu; diciendo á S. S. lima., que lo que dice el primero de di-
&08 seüores acerca del pueblo de Leche, carece de fundamento:
mes diclio pueblo nunca perteneció á las Misiones de Ocopa, por
ler notablemente fuera de su circuito: fuera de que en el tiempo
|ue yo estuve en las Misiones era solamente una ranchería de cin-
bo casas, compuesta de transeúntes, perteneciente al Curato inme-
diato de Tarapoto, cuyos individuos eran fugitivos de él, se hablan
establecido en aquel lugar enteramente desierto y en extremo dis-
tante tanto de las Misiones como de dicho Curato, y sin anuencia*
ni consulta de las Autoridades civil y eclesiástica respectivas. Mal
puede pues, y solo erróneamente, achacar dicho señor Subprefecto
á los Padres Misioneros del Ucayali la pérdida de dicho pueblo de
Leche, distante como está de dicho rio, cuatro dias de camino por
él itinerario mas breve y en los mejores tiempos del año. Cuya ver.
dad asegura el infrascrito informante á V. S. L, pues ha hecho la
mayor parte de dicho itinerario por varios caminos. Solo habiendo
sido mal informado dicho señor Subprefecto de Tarapoto, á causa
de las distancias increíbles para los que no han transitado por
aquellos lugares, pudo relatar en su nota oficial dirigida al Prefec-
to del departamento lo relativo á la pérdida del insignificante case-
río que han querido llamar pueblo, denominado Leche. Con iguales
fundamentos y tan mal informado como va dicho, pudo inculpar á
los Padres Misioneros del Ucayali, la pérdida del pueblo de Saraya-
cu; pues si algún deterioro espiritual recae, al menos en la apa-
riencia, sobre dichos Padres por el poco asiduo cuidado de aquellas
almas, fué á causa de la delicadeza del R. P. Prefecto de aquellas
Misiones, quien en la erección del Curato de Santa Catalina y de
Yanayacu, creyó, de buena fé haberse anejado á dicho Curato el
pueblo de Sarayacu, hasta haber recibido la respuesta respectiva
de sus superiores, transmitida á él desde este Colegio de Ocopa y á
quienes consultara al efecto. Pero esto fué solo por el tiempo nece-
sario para dicha consulta. Perdonamos á dicho señor también los
calificativos que atribuye á los mismos Padres ante dichos, y solo
ostrañamos ser tan mal informados tanto dicho Sr. Subprefecto,
como el Sr. Prefecto del departamento, y quizás otras Autoridades
18
— 274 —
de la República, acerca del asunto capital y tan odioso
otros, á saber que defrauden á la nación con el crecido aUr»
ellos (los Padres Misioneros) emplean sin provecho al^ao n
merosos años que kabitan el Ucayali con el nombre de «úiairQt
solo la mala fé ó la ignorancia, ó ambas á dos, pueden a
cosa semejante y destituida de todo fundamento. Pues es oÉ
I. S., que desde el Rdo. é limo. Sr. y P. Plaza, de quien caD5a|
recibió del Supremo Gobierno la insignificante cantidad de
sos, con el objeto de poder abrir los caminos necesarios en 1m
tañas, no podrán dichos señores ni otro alegar documento fe't
te, que los Padres hayan recibido un solo centavo de Teso
guna de esta nación con motivo del cargo de las misiones df
6 infieles; pues no se ha recibido: y esto después de haber
el Congreso de Huancayo la cantidad de 3.000 pesos para el
de las Misiones de infieles, pertenecientes á este Colegio de
y las repetidas protestas hechas al infrascrito informante i
bre del Supremo Gobierno, por el Prefecto departamental Sr.
ronel D. Carlos Steenson, y á quien honró con una correspo
amigable y continua todo el tiempo que estuvo con el cargo ij
perior en aquellas Misiones.
Por lo respectivo en conclusión, I. S., á la nota del Sr Cjá4
dor del distrito de Sarayacu, como no he recibido conlestiiáÉ
mis comunicaciones dirigidas al R. P. Fr. Ignacio M.* Saiaj
ahora no puedo informar de un modo conveniente á la gra^
del asunto indicado en la mencionada nota de dicho Sr. GeísS
dor, y solo digo á V. S. I., que el modo de portarse los Padres*
Ucayali singularmente, por lo que atañe á su Superior de aqaá
Misiones, puede inferirla V. S. I. de lo que se refiere en elca^
penúltimo de las noticias Históricas de nuestras Misiones; ti
respecto á los demás Padres puedo asegurará S. S. I., qnenifl?
va á las Misiones de infieles sin consulta y aprobación delvfíí
ble Discretorio de este colegio.
De propósito, I. S., he querido omitir en este largo InfonBtl
rígido á V. S. lima, algunos puntos, como el del oro que segsi
cree sacan los Padres de algunos puntos de las montai5a3,eU^^
cuyos asuntos desvanecidos tantas veces, por ser tan erróJ*^
fantásticos, por la Autoridad civil, y otros sugetos que menciw
en siendo conveniente, son mas dignos de risa ó de desden, q^
una respuesta seria; y así, I. S., he juzgado no deber tener lu^
el presente informe.
Esto es lo que puedo y debo decir á S. S. I. por ahora ea
plimiento de lo que me ordena y en testimonio de la verdad,
Tándome para su debido tiempo lo mucho que resta por deflf
— 275 —
lar mas detalladamente 6 S. I. cuando lo juzgare conve-
I ta Rosa de Ocopa, Diciembre 16 de 1873.
V. S. I. su rendido subdito, humilde Cap. y S. S. Q. B. L. M.
S. lima.
CAPITULO XXXIV
Indieioa de las íaiig&B ypaciencJa de loa JPJP- JCftíoaei»
¿Qué hacen los Frailes? ¿Para qué sirven los misi
en la ilustrada y culta sociedad del siglo XIX? ¿Pok{!
van esos piadosos holgazanes (así nos llama en franca
español el mas acreditado Geógrafo del Perú) todos á
montar nuestras inmensas selvas, ó al menos á ci
cristianizar tantos miles de miles de Chunchos de düi
montañas?
¿Quéhacen preguntaremos, á la vez, nosotros, tantas
manos, tantos VV;*, , tantos FF/^? Cuando se nos prej
ipara qué sirven los Conventos , Monasterios y Cole^
Misioneros? no habremos de preguntar también ¿Paraqoé
ven las Logias de Franc- masones, las Ventas de losO
narios, las Tras-Logias de los Iluminados? Barruel, Sej
Mirbille, Dupanloup, Elmason qtie no lo es müs. Si
dreo de Vero na, Los Amigos dé los pueblos^ la ffiston
Rolar cher y otros y otros nos contestan tales pregusi
satisfacción; nosotros contestaremos con lo que sigue í
tinuacion á las que nos hacen los masones, lib erales é i
BAPIDÍSIHA. OJEADA SOBRE LA ORDEN DE LOS FRA.ILBS SS^
INSTITUIDA POR N. S. P. S. FRANCISCO POR DIVINA INSPOUCSi^l
En la actualidad (1882) nuestra Seráfica Religión caí
de duración, la 1.* Orden: 674 años. La 2/, de las Sí
— ?77 —
Hermanas pobres, hijas de Santa Clara, vulgo Monjas Ola-i
risas: 670. La tercera, llamada de Penitencia para los Cató-
licos de todos Estados y de ambos sexos; 661.
Con el decurso del tiempo, disponiéndolo así la divina
Providencia y aprobándolo la Iglesia Católica, se instaló la
«agrada Orden de los Venerables PP. Capuchinos y Madres
Capuchinas (1525). Tiene sus Santos y Beatos en su Marti*
rologio y en el Catálogo de la Iglesia Católica. Ha llegado
d tener bajo la dependencia de su Padre General 56 provin-
cias con 1.600 conventos. Dios prospere aun masa estos
beüeméritos Hermanos nuestros é Hijos legítimos de Nues-
tro P. San Francisco, que como nosotros mismos guardan
toda la Regla Franciscana.
1516. En tiempo del papa León X, los respetables Pa-
dres llamados Conventuales alcanzaron dispensa de algunos
preceptos de nuestra Re^la, y desde que se la otorgó ^1 Ro-
mano Pontífice viven lícita y meritoriamente bajo la obedien-
<5ia de su Maestro General. Tuvo esa seráfica Orden Francis-
cana en otros mejores tiempos á la vez 36 Provincias con 950
Conventos. Añadimos lo mismo que hemos dicho de los Pa-
dres Capuchinos y hacemos por ellos los mismos votos.
La 3.' Orden de penitencia cuenta no por miles, sino mas
bien por millones sus Hijos é Hijas de todos estados; ecle-
siástico, seglar, soltero, casado y viudo. Además contaba
^n otras ocasiones por centenares los Conventos de terceros
claustrales, como leemos en el Manual de la 3.' Orden. Aun-
<iue los primeros, por vivir en sus casas y en el tráfago del
siglo, están sujetos al Reverendísimo P. General de la Ob-
servancia, los demás que hacen votos simples y viven en
Comunidad en sus Conventos y Monasterios, tienen su cuar-
to Superior General, independiente de los otros tres men-
cionados.
Dejando aparte la ramificación de las Monjas Clarisas,
las cuales están sujetas al General de la Observancia, y las
quenolo están á los limos. Obispos Diocesanos, vengamos ya
álos simples Frailes menores, á los llamados Descalzos, Reco-
— 278 —
letos, Reformados, Alcantarinos, Misioneros y sem
todos nosotros igualmente formamos la porción comEii
la Observancia y nuestro General se distingue por el
de Reverendísimo. El número de las provincias de n
regular Observancia en otros tiempos era de 166 y el de
Conventos era de 3.500. Ahora bien; si á estos juntamos
1.600 de los Capuchinos y loa 950 de los Conven tuales»
marán la respetable cifra de 5.050 Conventos que consti
258 Provincias, esparramadas por todos los cuatro
cardinales.
Las Provincias de la Observancia de las dos A
eran 10 y 2 Custodias en la del Norte; y en el espacio
prendido en el antiguo Distrito llamado Reino del Perú
bia las siguientes:
1.' La Provincia de los doce Apóstoles de Lima,
Custodias.
2.* La de Santa Fé de Granada (nueva), con 8 Con
tos y Conventillos.
3.* La de la Sma. Trinidad de Chile, con 7 Coüti
y Conventillos.
4.* La de San Francisco de Quito, con 8 Convente
Conventillos.
5." La de Santa Cruz de Caracas.
6.* La de San Antonio de las Charcas.
7." La de la Asunción del Paraguay y Tucuman.
Solo nos proponemos aquí detenernos algún tanto ei
primera, por la gratitud que debe este Colegio de Ocopí
esa su tan fecunda Madre y liberal Coadyutriz en el m*
terio apostólico, de quien heredó sus glorias y cuyos
jos gloriosos nos enseñaron á derramar la sangre de n
tras venas por la gloria del Altísimo y prodigar la salud,
comodidades, la honra, la fama, la vida misma, como lo
demostrado la presente Historia, por la conversión d«
infelices Chunches.
La Provincia, pues, de los doce Apóstoles de Lima b
do la más fecunda de todas las siete indicadas; porque
— 279 —
el decurso del tiempo engendró á las Provincias Fran-
oiscanas do Quito, de Chile y de las Charcas ó Chácaras: se
ostableció en el año 1565, en el Capítulo General de nuestra
Orden celebrado en Vailadolid, y unida con la última cons-
'taiba de los Conventos siguientes:
CONVENTOS Y CONVENTILLOS
I>B LA FROVINCIA DE LIMA CON SU ADJUNTA LA DB COCHARCAS.
1. Convento grande de Lima Q536) de 60 RR. con 2 conventillos ó
casas Cúrales, La Magdalena y Surco, y los Descalzos.
2. Convento grande del Cuzco (1549) con la Recoleta.
3. Td. de Potosí (1549) cerca del cerro Potosí, riquísimo y célebre.
4. Id. de las Charcas (15S1), ciudad edificada por los españoles.
5. Id. de Arequipa en el valle de Quillcha (1553), con la Recoleta y
un conventillo ó Doctrina en un pueblo de indios.
6- Id. de Cuquiago en la ciudad De la Paz (1550), con 2 conventi-
llos en dos Doctrinas de indios, San Pedro y San Pablo.
7. Id. de Huánuco (después de 1539) con 2 conventillos en dos
Doctrinas de indios, á los cuales convirtieron los PP.
8. Id. de Chachapoyas.
9. Id. de Trugillo (después de 1530) con 2 conventillos en Chicha-
yo y Huanchaco, Doctrina*.
10. Id. de Cañete (1570), trasladado en otro lugar en 1581.
11. Id. de Ayacucho (después de 1539). Hoy colegio y cuartel.
12. Conventillo de Yucay, á cuatro leguas del Cuzco y media d«
ürubamba (después de 1570), con la Doctrina de Huailapampa.
13. Conventillo de Collao con 12 Doctrinas de indios, en las cuales
bautizaron los PP. á doce mil infieles.
14. Conventillo del valle de los Collahuas, en el cual diez PP. de
ese conventillo bautizaron á treinta mil infieles.
15. Id. del Valle Pocona con 5 Doctrinas, y en él convirtieron
los PP. 12 pueblos de infieles.
16. Id. del valle de Jauja con siete Doctrinas, en la parte derecha
del rio: Cincos y sus anejos; Mito, Chambará, Ahuac y demás
anejos; Orcotuna, Huicso, Tistes y demás anejos. En la parte iz-
quierda del mismo rio: Apata, Huamalí, Pucucho, Izcus, Uchu-
baraba, etc.; Concepción, en donde estaba el célebre y principal
conventillo y un hospital al cuidado del P. Guardian, de que no
tenemos actualmente memoria; Santa Rosa, cuya capilla está
al lado izquierdo del Deprofundis, contigua á la cafetería y es
el lugar de hacer las hostias, cercada por el corredorcito, el cer-
— 280 —
nedor de la harina y la cerería; San Anionio, Santo Do
Hualianta, Huanchar, etc.; y San Jerónimo, Ingenio, Tusas
£1 último Curato es el de Gomas, Andamarca, Acobainbt<
goa, etc. Nota. Los PP. del convento de Lima por Surco,
tuna, Concepción, Comas, Pajonal, Pampas del Sac
Huallaga, Marañon, etc. se comunicarían con los de Qid«
elPastaza ó Ñapo, corriendo por terreno casi todo dej
franciscana: por el Amazonas con los PP. del Conrenio
Paz, por algún río afluyente de Bolivia: con los del Gokf^
Tarija. con los de San Carlos de la Argentina, de Salta jd?
naos en el Brasil, y algunas miles de leguas de un ierra»
do casi esclusivamente por lo tocante á lo espiritual, ¿ lo
durante cierta época, por los Religiosos de S Francisco. N»
pues, esto señal de holgazanería ni de comodidad, sino de
celo y alguna paciencia. Invitamos ¿ los W/^ Rosa
Epoptas, con todos los Kadoschs y consanguineos C
Mormones, que en compañía de los Garibaldis y Mazafiii
gan otro tanto para que la sociedad chuncha vea la Ivi.
tierra de sus sepulcros les será muy ligera,
n. Conventillo de Cajamarca con 7 Doctrinas.
18. Id. de Copabamba, que cuidaba de los indios de este valle.
19. Id. de Huancavelica. Hoy es Colegio nacional desde m
años.
20. Id. de Hailillas con las 4 Doctrinas de Cajamarquilla y
Uania. — Conventillo de Pisco, lea, Moquehua, Huarásy
en diversos lugares del Perú.
21. Las dos Custodias anejas á esta provincia, compuestas de
conventos de Estero, de Tucuman (cuyo nombre era el del*
mera, siendo de la segunda el de Panamá) Córdoba, Asqqc^
y de Santa Ana del Paraguay, con el de Esteco, que se eáfl
dian basta el rio de la Plata desde Panamá.
Pasando abora á las otras dos provincias, bijas de la profia
de Lima, solo apuntaremos brevemente lo siguiente:
CONVENTOS Y CONVENTILLOS
DE LAS PROVINCIAS DB CHILB Y DE QUITO, EN EL BCUADOE, HlIiS
DE LA DE LOS DOCE APÓSTOLES DE LIMA.
En Cbile son célebres por sú antigüedad, entre otros nrní^
conventos Franciscanos, los de Santiago, déla Concepción, dí^*
divia, de la Serena ó Coquimbo, de Osornio, de Angola, de li^
perial, etc. hasta el número de 13 y mas.
En el Ecuador, entre treinta y mas Conventos y Convenlflí
— 281 —
la conservado hasta' nuestros días la Religión Seráfica, son
»les los siguientes. El convento Máiximo de Quito y la Recole-
de PastO; Cuenca, Loja, Popayan, íuctmga, Carangua, Ota-
ele.
>ii lo poco que hemos podido bosquejar, por carecer de los do-
ftiitos auténticos de estos dos últimos siglos y ser nuestro
o principal lo perteneciente directamente á la santa provincia
ciscana de los doce Apóstoles de Lima, creemos haber espues-
fícientemente lo que indica el'epígrafe del presente capítulo;
mbargo vamos á dar en detall lo ofrecido en el mismo, nu-
Lndo los pueblos antiguos que este Colegio recibió de dicha
lucia en el siglo pasado, en su origen, cuando fué puesta en
Bion de los Hospicios de Pisco, Huarás, Huánuco y Huailillas,
caanera que á otros Misioneros Franciscanos del Colegio de
uehua hizo otro tanto generosamente y con maternal compla-
la esa autorizada Señora.
PUEBLOS ANTIGUOS
QUE FEBTENECIERON A LAS MISIONES DE OCOPA.
HuaUilIas.
Capellanía.
Bn la orilla del marañon.
3. CaJamarqulUa.
En las orillas del huallaga.
15. Pachiza.
16. Tarapoto.
17. Cumbasa, Morales.
18. Lamas.
Pajatea.
VaUe.
Sion.
. Pampa hermosa.
Pueblo nuevo. — San Francisco de 19. Tonua, año 1641.
Monxd. 20. Taupat, id.
, chachlla. 21. Chuíco, id.
. Muña. 22. Tumayo, id.
, panao. 23. S. Felipe de los Tin gañeses, id.
. Cuchero. 24. Trinidad de Tipquis, 1643.
. Playa grande. 25. La Magdalena de Quidquidcanas, id
. Uchiza.
En las orillas del pozuzo, pachiteya y üoayali.
. Pozuío, año 1712.
. Tilingo, id.
31. San Francisco, id. id.
32. Callisdcas, 1651; Chupasnao.
t. La Trinidad (1650) de los Payanzoa. ^^- Setlebos, id. Manao, Tzuaya.
I. La Concepción id. id.
). San Luis, id. id.
34. San Francisco de Manao, 1766, antea
de este año.
— 282 —
35.
36.
37.
38.
39.
40.
Ai.
i2.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
Santo Domingo de Pisqni, id.
Santa Bárbara de Achani, id.
Santa Cruz de Aguaitiya, id.
San Miguel de los Cunibos, id.
Sarayacu. Tipischca, Cruz moyuna,
Yarina, Zapayhuacana.
Santa Catalina.
Yanayacu.
Leche.
Yapaya.
Schunuya.
Tierra Blanca.
Canchahuayo.
Cuntumaná.
Caschiboya.
Charasmaná.
SchunumanA.
Buepoano.
San Pedro de Tamaya.
53. Pucacaru.
54. Puinahuas.
55. Belén.
56. Lima Rosa.
57. Camarinabue.
58^ Huancabamba y 5 puMat
che, etc.
59. Chunxbamba.
60. Oayariya, Chanomañá.
61. Snrcobamba, Sipahna.
62. Tintaibamba, Pacahusooni
63. Mandurbamba, Hoaitiaya.
64. Suossica, Chupasaao.
65. Anchay, Yapa ti. Paca.
66. Ochonaque, Maschiria, C
de los negritos. La boca ál
chiboyu y Taríos ym^
Ucayali.)
En las orillas de schakschamayo y pebbnb.
67.
68.
69.
70.
71.
72.
73.
74.
75.
76.
77.
78.
79.
80.
81.
82.
83.
84.
85.
86.
87.
88.
89.
Quillazú, Salinas.
Quimiri.
San Buenaventura de Tulumayo.
Nijandaria.
Vitoc.
Cerro de la Sal.
Metaro.
Eneno.
Pichana.
Antes.
Quisopango.
Tampianiqui.
▲poroquiaqui.
Tiguanaqui.
Capotequi.
Carnarosqui.
Cuichaqui.
Pirinioqui.
Sabirosqui.
Jesús María.
Catalipango.
Andamarca.
Menearo.
90. Comas, Acobamba, Pangoa.
91. Savini.
92. Sonomoro.
93. Pucará.
94. Collac.
95. San Francisco de MonobsmbL
96. Ochonaqui.
97. Apisongo.
98. Pesechuco.
99. BuenavÍBta.
100. Arambulo.
101. Aposobamba.
102. Ichupiamonas.
103. Tumapasa.
104. Isiamas.
105. Saniuco.
106. Huanay.
107. Curaneco.
108. Chanasa.
109. Anariqui.
110. Carete.
111. Puieseronte.
En las orillas del apubimac y pampas.
112. Parua la alta.
113. id. la baja.
114. Simariba.
115. Sana.
116. Quiempiric.
117. Intate.
118. Maniroato.
119. Yucusbamba (Trujillo.)
120. La Magdalena, Doctrina
gua de Lima.
— 283 —
EN CHILOE.
CfíUSrtTO» (740 leguas disuote de Ocopa.)
1&6.
121. Ouercon.
157.
122. TJaulIan.
158.
123. 'Putecmun.
124. Tey.
159.
125. Quilquico.
160.
126. Reglan.
161.
127. Curaque.
162.
428- Llutuy.
163.
Achao.
164.
129. Vuta Quinchao iuia.
165.
130. Matao.
166.
131. Curaco.
132. Huyar.
167.
133. Palqui.
168.
134. Linllnisla.
169.
135. Linuaisla.
170.
136. Chau linee isla.
171.
Chonehi'
172.
137. VilupuUi.
173.
138. Rauco.
174.
139. Notuco.
175.
140. UuiUirco.
176.
141. Cucao.
177.
Puqneldon»
142. Terao.
178.
143. Ichuac.
144. Alachildu.
179.
145. Detif.
180.
146. Quehuiisla.
m.
147. Chelin isla.
•l82.
^aeíZea.
183.
143. Pailad.
184.
149 Compu.
185.
159. Chadmu.
186.
151. Huilad.
187.
152. Tanqui.
188.
153. Agoni.
189.
154. Cailin.
190.
Qneraciala-
191.
155. Meulin isla.
192.
Apia isla.
Caluyachi isla.
Alaa isla.
Fenau isl»
Quetalco.
Calen.
Quicavi.
Chaurague.
Chogun.
Aniuhc isla.
Butachauque isla.
Cheguiau isla.
San CárloB.
Estero de Chacao.
Chaulin.
Manao.
Linau.
Luicu.
Huiti.
CancagQe.
Caipulli.
Cogomo.
Pudeto.
Quetelmague.
Querelmapu.
Maulm.
CaJbuco,
Alemen.
Caicaen isla.
Guar isla.
Poluqui.
Maichil.
Chope.
San Joaquin.
Chiduapi isla.
Tabón isla.
Cunu.
Aptao isla.
ChHllagQe.
San Rafael.
Cailaen.
EN EL COLEGIO DE TARUA
La misión de Pilipiii.
4 ACíFO.
La misión de Salinas.
Alapo.
— 286 —
Brasil hasta la laguna de Tiquicaca en Puno, por esos
mos frailes^ á los cuales nunca han saboreado los Cas
ni tan solo en la planta de sus zandalias, y para que los
tantes que quedaron vivos tuviesen agusados sus dii
para plantarlos en la canoa de fuego, y poder engnDff
atorarse, de un sorbo, el Vapor y toda la tripulación
Luego los Misioneros aconsejaron que los devoraseí^
mascarlos.
Sigamos todavía en nuestro propósito. Un cierto K
tor de Fl Nacional, aunque ya Doctor desde que rindié
primeros exámenes, asiduo estudiante de todo el
Regular, instruido á fondo por los artículos de su Pi
ministrados por los Vargas, Sandis y demás licencia
bachillerías antifrailescas, quiso sin embargo para
instrucción suya, espiar de cerca ese tan célebre é hisi
Colegio de Ocopa y á sus Misioneros, diciendo para sus a4i(
tros y para los de su colega Director, á quien debia
nicar después observaciones estupendas é inauditas: ó
Frailes de Ocopa son jaletina, y entonces me los ídí»™
y aduno á mi tierno corazón, asimilados á mi imagen ssi
matizadora y sistematizada; ó por el contrario son rásd^
como los de ogaño y antaño de la edad media, enemig(»l
Doctores, por ser oscurantistas y ultramontanos, y haiéi
balance de tanto me deben y tanto les haré pagar.
Para la ejecución de su imaginado proyecto, cargó sé
talegos bien provistos de oro, que fué derramando porW
poblaciones de la Sierra desde Huancayo hasta Huánuco, j*
ra que fuese legal y muy segura su desinteresada Diput*]
cion ó Senaduría, que esperaba no se le negaría en vista
sus pasados y futuros méritos: pasa, pues, por usté Col
lo .espia minuciosamente durante 24 horas, que le pa:
ron siglos, y vuela á meditar sus invenciones á Huanai;
en el Teatro, en Taiya en el Jalapato,j más despacio tofr
vía en Tarma en la Jarana nocturna, iiem^ei diurna^ (i
que no fué eterna, como hubiera deseado), y al fin d
el cañón rayado de su pluma, que empezó á cai^r m
alojamiento de Ocopa. Ahí va.
^»S<#^#^#>S<#€'#'$'#>§'#^#^^'^#'S'^
aAFXTPLO :k.'k%w.
Visita que el DírectoT del Periódico intitulado el <iNacionaI»i hizo al
Oonvento de Ocopa-
" Señor Director de JSl Nacional.
Enero 15 de 1876.
Querido colega y amigo:
Escribimos á V. nuestra tercera carta, desde una celda
•del memorable convento de Ocopa.
Conocida como es la historia de esta notable institución,
no nos detendremos mucho á recordarla, y menos aun á
analizar su manera de ser; debiendo limitarnos á lijeras in-
dicaciones en este orden.
Un cacique convertido, que profesaba particular afecto
4il reverendo padre descalzo (1) fray Francisco de San José,
le cedió en el valle de Jauja, un lugar conocido con el nom-
bre de Ocopa, que ocupa hoy el convento, en el que existía
una pequeña población y la capilla* de Santa Rosa de Santa
María. El padre Francisco, que desempeñaba por entonces
el cargo de comisario, se preocupaba mucho del deseo de
establecer un colegio ó seminario, para habilitar religiosos
(1) Recoleto. Vistió el santo hábito de nuestra regular observancia
tXL el convento de recolección de San Julián, extramuros de la viHa de
Agreda, provincia de Burgos. Vida del V. i*. Fr, Francisco deSanJosé^
en la presente Obra.
— 288 —
y para recibir en un convento, doce misioneros, qnedeí
venir de España.
Con. este propósito, aprovechó del terreno cedido 3
siguió anexarle la capilla y dos pequeñas celdas que I
adjuntas, por concesión especial de la Provincia. Seí^
yó todavía reducida la capacidad del local, y se pidió jíÍ
tuvo del virey, facultad para ampliarla.
Todo esto pasaba, por el año de 1725, desde cuyaé
se apeló al recurso de las limosnas pecuniarias y á la
operación de los legos y donados, hasta haber formáis
convento, que quedó compuesto de un pequeño el
con ocho celdas, un refectorio y una enfermería. Desdefij
tónces, ese convento recibió el nombre de Ocopa, y ii?li
blacion en que se encuentra, el de Santa Rosa del wai
nombre.
Conocido el origen del notable establecimiento, qwtj
nemos hoy la ocasión de visitar, lo aprovecharemos
trasmitir á V. los datos, que hemos creído de algún iiii
Quizá entre todas las Iglesias del Perú, ninguna se ¡a
senta tan aseada y con un aspecto tan deslumbrador ^
la de Ocopa. |
Diez lujosos altares, condecoran el templo y rivaláj
por su elegante arquitectura y por sus valiosos áon^
que hacen pensar á algunos, y especialmente á las ctÜú
y candorosas beatitas, (1) que son de oro macizo y qnel
ben su origen á esas misteriosas apariciones, que se atrS
yen á la antigüedad.
La sacristía se distingue por su elegante sencillez, y
coro, por su respetable aparato y compostura. Las voces
su melodioso órgano, serian mas apropósito, (2) pan
templo de mayor extensión. Enel coro se conserva uní
(1) ¿A quienes? ¿á cuántas, señor, Director di> Bl Ñacionalf'f^
(2) iQuizáisI
— 289 —
;e, sencilla y pequeña caja, que contiene los restos del
reverendo fundador del convento.
A un costado de la iglesia, se encuentra un pequeño ce-
menterio, perteneciente al convento y destinado en su orí-
gon, á depositar los restos" mortales de su benefactor. Parer-
ce que después, el dinero ha concedido este derecho, á des-
pojos mortales, de los que han tenido deudos, que han podi-
do dar una valiosa limosna, (1) en cambio de esta prero-
gativa.
Dos mausoleos notables, se levantan en el centro del ce-
menterio: pertenece el uno al Ilustrísimo Arzobispo»de Beri-
to. Obispo de Huánuco; y el otro, á la respetable y acauda-
lada familia Balladares, de Huancayo.
No deja de tener algún interés, conocer, aunque sea rá-
pidamente, los mas notables nombres, inscritos en las lápi-
das de este cementerio privilegiado.
El señor Arzobispo de Berito, destinó un lugar en su
mausoleo, á los restos del Ilustrísimo señor Moreira, Obispo
de Ayacucho, al lado de los cuales se encuentran, los de la
señora Ventura ligarte de Rivera, Don Francisco del Valle
y Seoane, y Doña Francisca de Seoane, miembros, que fue-
ron, de la familia del Ilustrísimo señor Valle.
Registrando rápidamente todos los nichos, leímos con
doloroso recuerdo, k lápida que encierra los restos de la es-
posa de nuestro malogrado amigo, Don José Jacinto Ibarra;
de nuestro antiguo maestro el Dr. D. Anselmo Barrete; de
laB estimables señoritas Maria Luisa Frisancho y Angela
Francisca Vidal; de la finada esposa de nuestro colega el
Diputado de Chiclayo, y del señor Don Julián Melendez,
antiguo comerciante de esa Capital.
(1) Se dá por los Entierros la única cantidad de 40 soles: la Comuni-
dad suministra gratis las ceras, la cena y almuerzo por lo [monos, al des-
medido número délos Condolientes, y cania unas deshoras y media.
Quédese, señor Director, con lo sobrante .
19
— 290 —
El cementerio no ofrece por lo demás otro inteés,
encontrarse en Ocopa, al costado de la ig'lesia y estv^
el cuidado y administración de los reverendos padres k
ta comunidad.
Terminada la visita de la Iglesia y el Panteón, qoe
á la vista de todos, fuimos invitados á pasar al interior
convento y á alojarnos en él.
Con la mas fina galantería se nos ofreció una
celda, de la que tomamos posesión desde luego, red
en ella^ la estimable visita del reverendo padre G
fray Lu^as Martorell; del padre Vicario, Juan de Di
rente, que hace treinta años que pertenece á la com
de Ocopa; de fray Francisco Espoy, maestro de novicio^
de los mas autorizados discretos que ha desempeoaib
muchas ocasiones el cargo de Guardian. Debemos
que son los mas respetables personajes del convento,
que se impusieron el deber de honramos con su vi^ta.
Las atenciones á que estaban consagradob algimoi
cerdotes, no nos permitieron conocerlos á todos peisa
mente; pero pudimos informarnos, que la comunidid
compone de treinta y siete personas, de las que quince^
sacerdotes, dos diáconos, un subdiácono, un corista, noli
legos y nueve donados.
El convento tiene seis hermosos claustros, sufid
moAte espaciosos, que ofrecen todas las comodidades
cibles, al objeto á que está destinado cada uno, y los
mosean jardines y arboledas, que consultan la salubridad
ofrecen distracción á los que residen en ellos.
Nuestra celda se encuentra en el primer claustro, áeá
nado al alojamiento de pasajeros.
El segundo, es del constado y en él se encuentras N
celdas, habitación de los coristas. El tercero del noYidaM
en el que viven los novicios. El cuarto del olivo, donde á
— 291 ^
BÍden los padres. El quinto de la enfermería, donde las asea-
das habitaciones de los enfermos, se comunican por campa-
nillas, con el enfermero, el médico y la botica. El sexto, en
fin, es el mas notable de los claustros, porque contiene to*
dos los talleres del convento.
Visitando detenidamente los talleres, hemos visto, zapa-
tería, carpintería, herrería, sastrería, cafetería, hojalatería,
panadería, cerería, hostiería, tabaquería y fábrica de tegidos.
Todos los talleres son servidos por los legos y donados,
siendo suficiente sus productos, al servicio del convento y
de los padres.
Hemos visto sandalias trabajadas en el taller de zapate-
ría, que podrian rivalizar con cualquier trabajo extranjero:
hemos examinado obras de carpintería, que podrian estimu-
lar á nuestros mas distinguidos artesanos: hemos examina-
do vestidos, que parecen hechos con perfección; en fin, los
talleres están bien servidos y ofrecen sus trabajos, cuantas
comodidades pueden apetecerse en el seno del convento.
Entre los talleres, llama la atención la fábrica de tegi-
dos, en la que se elaboran los vestidos de la comunidad. Allí
en aparatos especiales, se tejen desde su origen, todos los
vestidos del consumo del convento.
Llama mas especialmente la atención, la tabaquería,
donde se elabora el tabaco, cuya planta se produce con
abundancia, en la huerta del convento y donde se fabrica
cigarros y rapé, para el uso de los padres. (1)
La Botica está perfectamente surtida. Los remedios no
solo se destinan al servicio del convento, sino que se ofre-
cen también gratuitamente á la indigencia comprobada.
Está servida por uno de los miembros de la comunidad, que
(1) Bl tabaco no puede sazonar bien en una tan Tariada eataeion
como la que se observa en este lu^r de Ocopa, por todo el decurso del
afto; 7 por esto ya no se cultiva absolutamente en la actualidad.
— 292 —
ise ha consagrado algo al estudio de la ciencia m^
qué tiene práctica, comprobada, con las curaciones \eái
i: en el mismo convento.
Era natural, que no se echasen en olvido los Ingaia
distracción, para los que viven encerrados en los ¿á
tros.
Un hermoso jardín, está consagrado esclusivameaí^
lugar de recreo de los coristas. Los novicios tienen d
jardin especial, en que se reúnen á las horas de descaal
Los padres pasan algunos momentos también de espasai
y de solaz, en una gran huerta, destinada al efecto. I«lij
gos, deben permanecer siempre en sus respectivas oñ
el recreo para ellos, es el trabajo, el más ameno, sin
de los recreos.
• Siguiendo la crónica puramente descriptiva del
vento, haremos pasar al lector á la Biblioteca, que es el
gar que visitamos en seguida.
Un elegante y espacioso salón, cuyas cuatro paredes
tan cubiertas de estantes, contiene cinco ó seis mil vola
nes, metódicamente arreglados, de los que la mayor pri
son libros antiguos, sin que dejen de ser por esto de
importancia.
Mucho llamó nuestra atención, al registrar con ídI
el índice alfabético de las obras, la siguiente preveaci
consignada en una de sus páginas; que vimos despi
fijada también en la puerta de la entrada: Excoinunm
?ACTO al que tome un libro de la biblioteca (1).
(1) Los SS. Pontíflces S. Pió V, y, entre otros Inocencio XI, fo
ron la serera pena de Excomunión, resereada'dl Romano Pontip*%
fa/cto incurrenda, 6 todo el que usurpare de nuestras Bibliotecas
libro 6 cuaderno. Véase Glosa fundamentalis del P. Montaloo,
na 492 y siguientes. ¡Ojalá la hubiesen tenido y respetado los asui
res de los libros de la Biblioteca de esle Colegio dé Ocopa! Solo
indulgentes liberales es pena 'modesta] para los que no lo soii,tf
Justa,
~ 293 ~
Hé aquí la modesta pena que se impone al usurpador de
fuente de estudio y de ilustración para los padres y que
esplica perfectamente bien, esa profusión de libros, entre
los que hay algunos tan antiguos como el convento.
Al lado de la Biblioteca se encuentra el salón de confe-
rencias, donde se reúnen los padres, una hor^ cada dia, á
sostener una conferencia variada sobre diversos puntps de
teología moral ó dogmática, que son siempre fijados con
veinticuatro horas de anticipación.
Hemos visitado ya todo el convento, en compañía de los
padres, que con la mejor buena voluntad y el más afable
trato, nos han dirigido de uno á otro lugar, y nos han dado
cuantas esplicaciones han sido conducentes á dejar satisfe-
cha nuestra inquieta curiosidad.
Somos invitados á comer y pasamos por la sala de de
^Tofundüy destinada á la oración, que consagra la comuni-
dad, á la entrada y salida del refectorio.
La mesa se ha preparado para nosotros, á alguna distan-
cia de este salón y en un refectorio especial, que se nos dijo
estar destinado á visitantes y transeúntes.
Cuando nada se habia ocultado á nuestra curiosa inves-
tigacioñ; cuando con solicitud y particular empeño se nos
habia conducido á los más recónditos lugares del convento,
no habíamos visto el refectorio común, sin embargo de ha-
ber visitado la sala de de "profundis^ y no juzgamos indis-
creto hacer una pregunta al caso á uno de los reverendos
padres, que nos daban tertulia en el momento de la comi-
da. Nuestra sorpresa debemos trasmitirla áV., por haber
obtenido la respuesta de que solo el refectorio estaba veda-
do para nosotros, porque la institución no permitia hacerlo
público.
Nuestra sorpresa es, pues, justificada y legítima. En
este lugar, en que no nos ha sido vedado ni el dormitorio
de los padres; aquí se nos ha permitido estudiar todas las
~ 294 —
costumbres, la manera de vivir y en que se nos ¿t ha^
hasta partícipes del alimento cuotidiano, ¿no se nos pod
visitar el hcgar en que comenf
No pudimos dejar de exclamar para nosotros, qcei
muy original institución la que fulmina ea^comunion 4
FACTO, al que tome un libro de su biblioteca, por agd
dos (1) que fuesen; y que abre las puertas de todos süse^
blecimientos, para ponerlos bajo la mirada investigat
cualquier observador, haciendo, sin embargo, im¡
ble é invisible, el lugar destinado á las comidas fi
de abstinencia y de ayuno, á que deben estar obUgaós]
que viven en un convento (2).
Ya que por la naturaleza del asunto y por la pred]
cion con que hemos escrito, hemos referido ligerami
cuanto hemos tenido ocasión de ver en el convento en
vamos á pasar la noche de hoy; permítanos V. que
mos nuevamente de nuestra celda para volver á los c
tros, cuyas paredes están cubiertas de soberbios c
de antiquísima pintura algunos, valiosísimos los mis,
juicio de los que se dicen inteligentes, y que demos á
cer lo que representan los que son más notables, porque
relacionan de alguna manera con la importancia hisfakií
de la institución del convento de Ocopa.
Distinguido es entre todos esos cuadros, el magnif
retrato del reverendo padre Melchor Francisco Jíbm
(1) Aunque no lo fuesen, también ineurriria el usurpador ea
pena.
(2) Bse j aun otros lugares se deben hacer impenetrables á Iffi
discretos, preocupados y prevenidos, como el señor periodista de ¿í'^
cíona^ aun previstas sus esclamaciónes. Siempre se abren sus pt
de par en par á los señores que lo merezcan j se dignen honrarodi
su compañía, principalmente los Umos. Obispos y Bxcmos. Prasi
de la República.
f — 295 —
fdndador del convento, qne murió á los 80^ años de edad (3),
liabiendo fundado ant^ los colegios de Guatemala.
Son notables por su significación histórica, sin que de-
jen de serlo también por su mérito artístico, los cuadros
que representan algunas misiones de los padres de Ocopa.
Ha llamado nuestra atención un gran cuadro que repre-
senta la muerte de cuatro religiosos y tres donados en la
expedición al Manoa, el año 1767, ñechados por los Cas-
cliibos.
En esta expedición murió también el gobernador de la
Ctonversion D. Antonio Tomati, cuyo retrato figura en el
cuadro.
Otro representa la expedición hecha á las montañas del
! Pozuzo, el año de 1763, por el reverendo padre Francisco
i Francés, que recibió la muerte con tres seculares cristianos,
\ flechados por los Caschibos. "-
El tercero y no menos importante cuadro de esta espe-
• cíe, dibuja las montañas de Huanta, y la triste escena de la
i muerte de tres padres, traicionados por un indio del lugar,
para entregarlos á la tribu de los Campas.
Es original entre todos los cuadros, por el hecho histó-
rico que se dice simbolizar, el que representa la aparición
de un globo de luz del cielo, en momentos en que los Cas-
chibos comenzaron á flechar á los padres, que hacian una
expedición por el Manoa.
Cuenta esa historia, á que se refiere la pintura, que los
salvajes se detuvieron ante la aparición de ese globo de luz,
que trataron á los misioneros con amistad y que los escolta*
ron por cuatro dias, hasta sacarlos del peligro.
Obligados á recogemos á nuestra celda muy temprano,
(8) Murió á los 88 afios de su edad. Véfise su Vida en la presente
Obra.
— 296 —
porque nos hemos impuesto, voluntariamente, por
cuatro horas, la severa disciplina del convento, henusj
dido consagrarnos á escribir á V., y volvemos sohreh
ma tarea á las cuatro de la mañana; porque el sonido
campana anuncia á los padres, que ha llegado el
momento, en el nuevo dia que comienza, de prepararseí
la misa, celebrarla y reunirse todos en el coro, para
carse á la oración, á las cinco y media sin falta.
A las seis de la mañana los padres han dicho ya
y en el dia, de hora en hora, deben estar espeditos
rezar, para enseñar á los coristas y á los novicios, para;
dicarse á las conferencias diarias y para todas las pi
prescritas por la severa disciplina de la institución át\
convento, que observada por algunos (1) con recogímie
con sinceridad y buena fé, hace de ellos verdaderos api
les de Jesucristo y vivos ejemplos de moralidad y de
El convento de Ocopa presta á* los transeúntes te
importantes servicios. Aquí se ofrece alojamiento y alii
tos á todos los que^ tocan las puertas en demanda de S,
averiguar las condiciones personales del que lo solicita,;
con la mayor afabilidad y el más distinguido buen trato.
En la parte exterior del convento y alrededor de
frondosa arboleda, existen celdas destinadas á las mu}
donde se las da también posada, y á donde se les
con alimentos y toda clase de recursos.
Durante tres dias puede permanecerse en el con
aprovechando de la morada y recibimiento la subsisi
de los padres. Pasado este tiempo, es de rigurosa e:
exponer al Guardian las causas que justifiquen «ma
(1) íY por qué no por todos? Porque el señor escritor esUbt prertó
do contra la Institución religiosa, soñando en el tiempo oportuno
poder tomar el l^alaoce de sus servicios y daños, pam poder con so
nipotente pluma protegerla ó extirparla. /Apage somniumf iQoitid
esa soñada locura progresista/ Ya se divisa & qué ir& á pararla
clrcuuspeccion dei periodista agíadecido. Sigan ustedes leyendo.
— 297 —
prolongada permanencia, para continuarla, con su autori-
2«,cion respectiva.
Todos jos dias se reparte á los pobres, en la puerta del
convento, almuerzo y comida, en proporción suficiente
pa.ra satisfacer las exigencias de la gente menesterosa.
Hemos querido referir á V. con verdad cuanto hemos
tenido ocasión de ver y apreciar nosotros mismos.
No pueden negarse los importantes servicios que está
llamada á prestar, y que presta, en efec^to, una institución
de esta especie.
No ha sido nuestra misión hoy examinar sus inconve-
nientes (1),
No es el lugar, ni el momento, de formar el balance de
los servicios que se prestan y de los daños que se hacen,
para deducir de allí la conveniencia de protegerla ó estir-
parla (2).
(1) Y ¿cuáles son esos, señor doctorf Ya estamos en 1882 y habrá te-
nido tiempo suficiente para compulsarlos. ¿Por qué no los adjuntaba V.
en ese Folleto de cartas de 1876, encargando & sus colegas que recogie-
ran la muy abundante cosecha de ellos que su memorable El Nacional
habla sembrado y bellamente cultivado durante años anteriores y que
ya estaban en sazón, sin necesidad de volverlos á leer, por no tener
tiempo? ¡Noscete ipsum proBSumptuosel Conócete y podrás enmendarte.
fí) Bn Tarma, para el 8 de Febrero, amados lectores y suscrítores de
El Nacional, quedáis invitados. Allí veréis á dos frailes de Ocopa, que
han de predicar en la novena del Dulce Nombre de María todas las no-
ches. Ya desde ahora os vaticina el Sr. Dr. D. Manuel María del Valle^
<lue uno de esos dos/railes ha de predicar un sermón impropio, inculto
y hasta indecoroso-, tosco y vulgar, en que se verterán indefectibiliter
algunas frases obscenas, que alarmarán á las señoras y desagradarán á
los caballeros, y esto será por la mañana del dia de dicha fiesta. Por la
noche se creerá autorizado el otro fraile para ocupar el pulpito, para....
Telar desde allí por los intereses económicos de su convento (¡cuyo co-
mún Refectorio no pudo penetrar el referido señor doctor, habiéndolo
apetecido tanto!) JSa^ fraile, por más señas se llamará Fr, 'Antonio Car-
dona, de aspecto patibulario, ¿de aspecto aparentemente humilde! (¿co-
mo un condenado al suplicio de la horca?) uno de los más peligrosos
sugeios de la comunidad de Ocopa (desde el Guardian hasta el Portero y
cocinero; Dios los ha criado y ellos con su gracia se han juntado). ¡Mila-
— 298 —
Usted puede juzgar, con imparcial criterio, siiioli
los acontecimientos pasados y presentes.
Por agradable que haya sido para nosotros la coi
amabilidad de los estimables padres de Ocopa, y por
grosa delicadeza de un discípulo de Voltairel ¡Tanto es el celo qie
Tora para Hheralistar á los frailes de todo el mundo! Bse /rom
ciado se abalanzó á decir, entre otras cavas más cenaaradas por
clonado, digno de imperecedera memoria, señor (futuro vate}
imperdonable blasfemia, á saber: que terminada lajlestade la
cion de la Capilla de la población de Acobamha^ ?iabrá un peí
cadera (el cual se verificó mediante las célebres tinajas de
aguardiente de que nos habla y hace mérito ei mismo señor
del cual se debia huir. (Por lo menos fué tanto y mejor prafett
señor Valle.)
Luego, omilienáo la simonía de las Bulas y Cédulas de pria
año, que reparten los dos frailes mencionados, y otras muchas
verídicas é inmorales como estas, tomado el balance de la
maldad de lo9 frailes de Ocopa, desde Tarma y Acobamba, se
quesean exterminados todos; porque ellos no predican qae se
Bailar, ni Tunantear, ni Corcobear, máxime vestido de clérigo» de
y obispo; tampoco alaban eljalapato: item; son enemigos del teatr9,\
comedias, p rectpue de la de D. Juan Tenorio: item; ellos maidicei
Bacanales, ni saben bailar, ni Jaranear, y por último, son unos
gados^ obscurantistas y nada liberales; pues detestan la licandtde
lumniar, que se tomó en au contra el señor i>r.D. Manuel
Valle, Director de El Nacional, verdadero autor de la presenta
sobre qua son estas notas; y á quien Dios perdone las calumnias
los PP. de Ocopa, tan inmerecidas, vertidas por él en la que
desde Tarma el 8 de Febrero del mismo año 1876.
£n conclusión, sepan los amables lectores del presente o
que el P. Cardona actualmente se halla de Guardian en Belén da
tina; y su compañero alegado, escribiendo en un periódico da
Esas son las últimas noticias recibidas.
Nada se ha dado jamás por las Cedulitas de Santos y ^ ¿mas ii
das, y mucho menos se ha exigido, aunque se reparten gratis por
¿^¿u^o todos los años. £1 decir lo contrario es una vil y grosera ctl
nia. La limosna para la Bula de cada dos años es de un solo real; J
para nosotros sirve la misma regla. Y en ñn, los blasfemadores de
/ik¿u/^enc¿a5, ahí se las habrán con su digno maestro Lulero, el
ra, etc., etc.
P. D.— Para el desvelado Colega Director de el Nacional áe Úsi
Guardian de in illo tempere, salud y buen sentido para el bien ^
sociedad peruana.
— 299 —
jao^vedad que hayan podido causamos las impresiones que
IxesDos recibido en el seno de este convento, comprenderá
iisrted que no desearíamos prolongar por mucho tiempo
ii.ixei^tra permanencia en él.
Hoy mismo nos dirigimos, pues, á Huancayo, de donde
i;endremos la satisfacción de escribir á V. nuestra siguiente
Solo añadiré á V. á lo antecedente, que su Señor Colega está muy
X^Teocnpado y persiste en no querer creer, que la charapa de nuestras
xxx<cxitañas de 6 arrobas ande menos que el Putamáyo á todo yapor, este
por el rio y aquella por la playa; porque esta tiene pies y piernas aun-
q['ue cortas, y aquel una grande caldera que en dos horas apenas puede
licirvir, y & Dios vapor, dice la Chat apa, que ae escapa por delante.
ítem. Cree su Colega Coadjutor, que el lugar mejor para las especu-
laciones muy serias y los artículos de fondo es la calle, entre las cua-
driUas cuádruples del carnaval tarmeño, y el tinajeo múltiple de es-
píritus muy Taporosos acobambinos. Al menos no podrft negarse que
alli como en todas partes, de la abundancia del estómago y de los espi-
xitus vaporosos de la cabeza escriba la fecunda pluma. Vale inceéernum
et ultra^ et tace.
^##>i<#^#'i'#^#^##(##(#>f#^
GAPITBI.O XJLXVI
iBdiridnoa de Oeopa-
La Comunidad de este Colegio de muchos a&os á
parte suele tener de 40 á 50 individuos afíliadoe; y a
el vastísimo campo que cultiva espiritualmente, tonto
tierra de fieles como de infieles, exije mayor número
evangélicos operarios, los demás Colegios de esta
proporcionan el número que á este le falta para la con
sion de los infieles, y asi alcanzamos á lo que podemos
de las orillas del Marañen, en las Provincias del 2 de
y Huamalies, hasta la de Iquitos y Urubamha, con la
Pancartambo en el Departamento del Cuzco, y desde k
Parinacochas hasta el Departamento de lea inclusire,
Padres de los Descalzos de Lima y los de lea nos ayudan
la Sierra, como los de Arequipa á los del Cuzco y los de
pa á estos; aunque frecuentemente la mies es mucha j
operarios somos pocos. Para los que gusten saber el nú
de los PP. Misioneros que ha tenido y tiene en la actuali
este nuestro Colegio, ponemos á continuación la signi'
relación; advirtiendo que no pocos de estos PP. están
dos en otros Colegios, fuera de muchísimos ya difuntos.
H^iM
aAPiTPLO e:e:x¥ii,
MjLsionea, EJercioiosf EspiritualeB, eonloBionea j eomnniones,
matrimonioB en eJlaa celebradoa-
6
í8-n90
19
t3
15
16
16
De Ayacucho hasta el Callao,* Misiones continuas. En
Tarma dieron una Misión 5 sacerdotes.
Sacramentos administrados en Ghiloé á 26.685 perso-
nas, diseminadas en ese archipiélago.
En el Arzobispado de Lima y Obispado de Trujillo,
Misiones dadas por 12 sacerdotes, 3 años continuos.
Misiones.
Sacerdotes. Confesiones. Matrimonios. Semanas.
Cerro de Pasco.
Huanaco.
Lima. . .
Comas. .
Andamarca
Huancayo.
Jauja.. .
lea. . .
Id. Ejercicios
San Juan.
Palpa.
Pisco.
Sicaya.
Tarma.
Ocopa.
Ayacucho.
Huanta..
3 300
2 400
9 6.000
2(ayud.2.) 400
4
5
5
4
5
4
4
4
3
4
5
7
5
400
1.000
1.200
3.000
300
700
600
•800
700
300
l.OOO
5.000
i.ooa
»
»
»
»
• 85
»
' »
• »
• »
»
muchos
•varios.
2
8
4
2
2
21i2
3
8
1
3
3
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3
7
— 302
Afio.
ÜGsiones.
Pisco. . . .
Sacerdotes.
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1
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Ornitia y Floris
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Id. l^ércicios..
San Juan. . .
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Carmen.. . •
4
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4
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Molinos.. . .
4
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Humay. • .
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Chincha alta. . .
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3.000
muchos.
Id. baja
J
1848
Cocharcas. . .
4
400
»
Talayera. . .
4
1.200
250
Ejercicios. . .
1
7
»
Ayacucho. . .
3
350
»
ní
184S
Huancavelica E.
2
algunas.
»
Id. Misión.. .
5
2.000
varios.
5 '
•
Pampas. . . .
3
800
id.
Ejercicios. . . ,
1
3
»
S. Javier (Nasca)
4
400
»
Huar¿s. . . . .
4
3.000
»
Ejercicios. . . .
2
40
»
Carhuas. . .
4
1.500
»
Yungay.. . •
3
1.700
»
Ejercicios. . .
1
35
»
3
Caraz
4
4
1.600
600
Huacho
S
Lima. Ejercicios.
3 varias mox^jas. »
1
1849
Ocopa. Ejercicios
2
40
»
\ i
Jaula. . • r -
5
3.000
]^
Huaripampa.
• 1
3
1.000
»
Huancayo. . .
•
5(layud.)1.900
»
Tarma. . . ,
K 4
5
1.500
»
Apata. • • .
t ■
4
1.000
»
Zapallanga. .
> ■
2(layud.) 600
»
1849
Chongos. • .
t •
4
800
»
Sicaya. . . .
1 t
4
900
»
-^
\^ '
— 303
«..
Misiones.
Sacerdotes.
5
Confesiones. Matrimonios.
1.000 »
Semanas.
San Gerónimo.
2
Mito
5
5
1.000
1.500
2
Gbupaca. . . .
3
Gomas. . . .
3
300
>
lll2
3
Sincos. . . •
9 ^^
4
1.000
Orcotiuia. • .
4
1.500
3>
31i2
Matahuasi. . . .
4
400
y>
1
Acobamba (de
Tarma). . . .
4
800
»
3 li2
Huasahuasi. •
4
800
»
2
Andamarca. . .
4
400
»
3
Cuenca (de Iscu-
chaca.) . . .
2.
300
»
2
^L^^^S • A A A A ■
4
3 en
4.000
el anterior.
»
e
^»^^^W« V V 9 * V
Ejercicios. . . .
en el ant.
Palna. . . .
4
1.500
»
3
Kasca. . • .
4
4
1.500
300
3
Ingenio.. . . .
lll2.
San Javier.. .
4
500
»
2
Ocujage
4
300
»
lll2
Santiago. . . .
4
300
»
llt2
Chincha alta. . .
4
3.000
»
2
G¿rmen. . . .
4
500
»
2
Chincha baja. .
4
2.000
»
2
San Jerónimo.
4
400
»
lll2
Lima. Ejercicios
2
80
»
2
Concepción.. .
5
700
»
2
Lunahuané. . .
4
1.500
»
5
•Pacaran
4
1.200
7>
4
Cañete. .
4
1.300
»
5
Hala. .
4
1.300
»
4
Coaillo. .
4
600
»
3
Chilca. .
4
1.500
»
6
Lima.. .
3
1.000
»
2
Ejercicios. . . .
3
» .
»
1
Acobamba. . . .
3
roo
»
3
Lima. Sta. Ana. .
4
2.000
»
3
San Fran-
— 304
—
Año. Misiones.
Sacerdotes.
9
Confesión et.
10.000
MmüÍBUMiios.
,
cisco. .
200
San Lázaro.
4
2.000
»
Hacienda. .
2
6.000
»
Nazarenas .
5
»
»
1 i
Merced.. .
»
»
2>
Callao
4
1.500
15ft
1855
1856
1857
1858
1859
1859
1860
Ocopa y Huancayo. Ejercicios. Por causa de la
del Colegio délos Descalzos de Lima, de la guem,
te, no hubo Misión alguna hasta
Huánuco. Con
ejercicios. .
Cerro de Pasco.
Huancavelica
Chongos. .
Chupaca. .
Tarma. . .
Jauja. . .
Huancayo. .
•
Acobamha. .
Palcamayo.
Picoy. . .
Fapo. . . .
Palca- . .
Apata. . .
Orco tuna. .
San Jerónimo
Mito. . . .
Sicaya. . .
Huancavelica
Andahuailas.
Ejercicios. .
Huancarama.
Abancay. .
Ejercicios. .
Cuzco. . .
Ejercicios. .
Ayacucho. .
Ejercicios. .
4
4
4
4
4
4
5
6
5
5
2
3
3
4
4
3
3
3
5
5
1
2
5
1
5
'5
5
5
3.000
2.000
1.000
1.200
1.300
1.000
1.5G0
1.500
l.IiOO
500
2^0
1.000
400
1.200
1.400
1.000
1.000
1.500
150
700
70
pocas.
700
350
5.000
324
2.000
500
140
43
varios.
82
70
130
varios.
id.
id
id.
id.
id.
13
5
4
I
6
2
i
3
150 caaluitniS
60
X>ocos.
id.
20
37
»
100
3
4
4
a»
4
1
100 6ttNi|k. 1
1
3
70
»
10
»
1
3
6
3
N-. ^ «^ "
—•305
r;
Misiones.
Sacerdotes.
5
Confeiiones. Matrimonios.
1.200 40
Semanas.
- Acobamba.. . .
31i2
Huanta
5
250
p
21i2
Huaillay. . . .
3
400
20
21i2
Acobamba.. . .
5
600
»
3
Tapo
5
300
»
1
Coica
4
700
40
4
Gliongos. . . .
4
700
30
3
Concepción. . .
4.
800
30
31i2
Sincos
4
1.500
30
3
Ayacucho (Ejer-
«
cicios.) . .
4
1.800
»
5
Ejercicios. . . .
2
248*
»
3
Pueyo
4
700
»
3
S. Juan de Luca-
,
nas
4
400.
»
lll2
Coracora. . . .
3
2.000
>
5
Huariaca. . . .
4
muchos
70
21i2
Huánuco. . .
4
id.
»
8
Cerro. . . .
4
pocos
»
3
Tarma. . . .
4
muchos
»
Ayacucho. . .
2
id.
»
7
S. Miguel. . .
3
id.
45
4
Huancavelica.
4
pocos
»
4
\ Huancayo. . .
4
1.500
70
8
Ghupaca. . .
4
2.000
30
3,
S. Jerónimo. .
4
regular
»
2
Talayera. . .
1
muchos
»
3
Gocharcas. . .
1
pocos
»
it2
Andahuailas. .
1
muchos
»
3
Abancay. . .
1
regular
»
lí2
Cuzco. . . .
1
muchos
»
3
Urubamba.. .
1
regular
»
1
Paucartambo..
1
id.
»
2
) Huarípampa. .
4
2.000
31
4
Concepción. .
4
500
»
3
Lia ta Gap. d<
Huamalies. .
4
400
30
3
Singa. . . .
4
300
25
3
Cbavin de Paríar
■i ca. 1 . • •
4
350
30
3
20
A3o.
\
1871
18T2
I8m
1876
1877
1878
1879
Misiones.
de
Pachas. . .
Huallanca..
Baños. . .
Jesús. . .
Acobamba
Ayac. . .
Id. de Tarma.
Orcotuna. .
Apata. . .
Maiahuasi. *
Jauja. . .
Huaripampt.
Cincos. . .
Mito.. . .
Orcotuna. .
Sicaya. . .
Gbupaca. .
Zapallanca.
Huancayo. .
Apata. . .
Concepción.
Gomas. . .
Andamarca.
Acobamba..
Pariabuanca.
Acob.*, Palcam.*
y Tapo
— 306 —
Sacerdotes. Confesiones.
4
4
4
4
4
4
4
5
4
4
3
3
4
3
3
3
3
3
3
3
2
2
2
2
3
2
450 284
400 68
400 120
400 125
200
100
»
40
30
muy pocos
»
10
40
40
»
100
800
350
2.000
1.500
1.500
1.600
700
2.000
900
1.000
1.500
1.200
1.200
600
1.000
800
300
100
300
muy pocas
1.000
200
V
2
i
Chongos y Chupaca, Ejercicios: muchas confeáofifiM
tres semanas. En Chongos por muchos años se dieron ^
gran fruto los Ejercicios durante quince dias, por dos, tu
cuatro y mas Sacerdotes. Lo mismo en Orcotuna, CSifl
etcétera, por dos Sacerdotes.
Huaillay y Huancavelica, Ejercicios, y algunos diaii
Lircay. Id. en Huancayo, S. Jerónimo Chongos, Tan*
Jauja.
Huancavelica. .4 1.000 » i
Acobamba.. . . 4 800 » 4
Pampas 4 2.000 » «
Misionei.
— 307 —
Sacerdotet G>nfeslones. Matrimonios.
Semanal.
En Tarma, Acobamba, Huancayo^ Gbongos, Orcotuna,
Jauja, Ocoro, etc., Ejercicios.
Ayacucho. Ejer-
cicios. . .
Huanta. Ejerci-
cios. . .
Pueblo nuevo
Santiago. .
lea. Ejercicios
Chongos. .
Jauja. . .
Huancayo. ,
Chongos. .
Concepción.
Apata. . .
Taima. . .
Huaripampa.
4
3
1
1
3
3
3
2
2
2
2
2
5.000
2.000
400
100
25
400
1.300
2.000
700
200
600
500
400
»
11
4
1
1
1
1
3
3
2
1
1
3
1
Huancayo, Tarma, Jauja, Concepción. En estos lugares,
por treinta y mas años, han estado dos Padres, tres y cua-
tro, y mas yeces, cada año, de tres, cinco y seis ¿ ocho dias
confesando y predicando á diario.
En Ayacucho, Huamanguilla, Huanta, Luricocha, Aco-
bamba, Huancavelica, Pampas, líuancayo, Jauja, Tarma ,
Acobamba, Cerro de Pasco, Huénuco, Chupaca, Orcotuna,
Cincos, Huaripampa, Sicaya ySan Jerónimo; en estos luga-
res han estado uno ó dos Sacerdotes durante la Cuaresma por
el espacio.de cuarentay mas años, confesando y predicando.
Misiones y Ejercicios 206, dados por 712 Sacerdotes, en que
se confesaron 203.402 y se casaron 2.525, en 575 semanas.
De todo lo expuesto detalladamente hasta aquí, que he-
os anotado minuciosamente, se puede fácilmente sacar el
ilculo razonablemente probable, de que las misiones dadas
}T los PP. de Ocopa entre fieles, en el Arzobispado de Lima
en los Obispados de Huánuco, Ayacucho, Cuzco y Truji-
0, de cuarenta años á esta parte, equivalen á unos quince
ios de Misión continua por unos cuatro Sacerdotes, quo
— 308 —
diariamente administrasen cada uno de ellos los Sacranw
tos de la Penitencia y Comunión á diez fieles que rara vez i
confiesan, j como á unos veinte y cinco que frecuentan i
dichos Santos Sacramentos; y no entrando en ese compnl
otros tantos fieles, por lo menos, que los recibieron por <
ministerio de los PP. expresados en tiempo de Cuaresmi
en las Visitas de la tercera Orden y en la Iglesia de esJ
nuestro Colegio en todo el año, podemos asegurar que difi
cilmente desempeñarian ese laborioso y tan fructuoso mi-
nisterio en una Misión continua por el largo espacio de ia
cuarenta años pasados inmediatamente, en las circunstifl-
cias que veremos mas adelante y con iguales resultada
Más como los trabajos de la V. Comunidad en el Coro, jesk
enseñanza de los Misioneros que están preparándose pa
habilitarse á fin de ejercer después el ministerio, etc., i»
pueda suspenderse, por todas estas y demás circunstancia
se puede inferir la laboriosidad de la vida de los Misioner(S|
Venerable orden tercera de penitencia de Ocopas
Esta porción escogida de fieles, que en el siglo, en ss
casas y familia, en sus diversos estados, ocupaciones y ot
cios manifiestan seguir las huellas que les trazó N. S. Pa-
dre San Francisco, nunca ha dejado de ser cultivada esm**
radamente en lo espiritual, por los Padres Misioneros de este
Colegio, como lo comprueban los Libros en que se apunta
las cosas más notables de la 3/ Orden referida. Por ellos
ve que se extendia en otro tiempo desde Huaraz, en el
zobispado de Lima hasta la ciudad del Cuzco; y actual
te, después de la fundación de los colegios de Lima,
y Cajamarca, aún se extiende desde Huánuco hasta Au
huaillas, como 150 leguas aproximadamente, y en ese in
medio tiene los Vice-Rectores de Andahuaillas, Ay
Talavera, Pampas, Luricocha, Cerro de Pasco y Huía
— 309 —
El número de los Hermanos y Hermanas de que puedo
dar cuenta actualmente, omitiendo los que se comunican
inmediatamente con los Vice-Rectores indicados, es el si-
guiente: Desde 1787 hasta 1850 entraron de novicios 1610 y
profesaron 664. De 1850 hasta 1882 ingresaron 1.308 Novi-
cios, 3.180 profesaron: es decir que el número de los Novi-
cios total debe encontrarse en los libros de la 3.* Orden de
Tarma, Jauja, Huancayo, etc.
Las ciudades y los pueblos en que se hallan en mayor
número los Hermanos de la 3.' Orden, son en el orden si-
guiente: Huaras, Tarma, Ayacucho, Huancayo, Jauja,
Huancavelica, Concepción, C^ro de Pasco, Huánuco, Pam-
pas, Andahuailas, Matahuasi, Chongos, Chupaca, Lurico-
cha, Talavera, Apata, Sicaya, San Lorenzo, Pucucho, San
Gerónimo, Huaripampa, Cincos, Comas, Muquiyanyos,
Ataura, etc.
Tiene también este Colegio la Archícofradía de los sa-
grados Corazones de Jesús y de María, en la cual están ins-
critos muchos miles de fieles de una gran multitud de pue-
blos de esta República y de algunos de fuera de ella; en los
años 1849 y siguiente se inscribieron más de 14.000, y todos
los dpmingos del año tienen su distribución de una Misa y
Sermón. Se nota mucha devoción en el común de los fieles
á recibir los Escapularios de la Purísima Concepción, del
Carmen y demás; y últimamente á inscribirse en la Cofra-
día del santo Rosario y á rezarlo y también la Vía Sacra.
Dios les conserve y aumente su piedad y devoción.
Hablando ahora en general de la 3.* Orden extendida
por todo el mundo, dice el P. Mestres que han pertenecido
á ella más de bO Emperadores, más de 60 Emperatrices, más
de 80 Reyes, más de 100 Reinas y más de 1.000 Nobles. [Ga-
lería Serájica^ tomo 2.*, pág. 98).
r
GJLPfTPLO XXXVIII,
Sstadistica de la Beligion Seráfíca'
1768.
Tenían los PP. Observan- Reforma- Reeole- Descaí- Tercia- ToÜ.
tes. dos. ios. zos. ríos.
Provincias y
custodias... 82 87 21 20 7 B
Conventos.... 1.580 687 410 tfil
Monasterios.. 577 41 ^
Vivos los Religiosos eran en total de 67«879 y las Monjas 18,507.
Difantos en 6 años: los Religiosos id. 10,446 id. 2,63L
(Capit, Gen. Fot. O. Frat. Min. pág. 56 Chronol. tom. 4, pág. fli
1&
TenianlosPP. Observantes Reformados Descalzos Recoletos Tírt¿
Pro vi ocias
46
85
6
4
%
Custodias
5
6
1
t
Conventos
619
574
29
41
1^
Monasterios...
25
4
1
2
Si
Hospicios, Re-
si d ene i as,
Estaciones...
140
56
19
11
9(
Parroquias
226
42
110
23
i&
Comisariatos
uC 1 • o. . • . .
17
2
1
»
Pref reciuras de
Misión
14
10
2
%
Vicari
*
.apostólicos. .
6
2
f
Obispos y Ar-
1
zobispos
20
13
1
2
— 311 -
Í Religiosas vivos: Sacerdotes 4974, Cléri-
gos 848, Legos profesos 2396, Novicios Cié-
Refonaadosi
Ohaerviinteiii"^^^ ^' Novicios legos 24, Terciarios do-
Imésticos 827; (Padres de la Orden 27, Con-
sultores de varias Congregaciones de Roma
■5; Examinadores de Obispos, 2,) 9,167
' ' Sacerdotes 5028, Clérigos 829, Legos pro-
fesores 3,806, Novicios clérigos 96, Novi-
cios legos 56, Terciarios domésticos 575;
(Padres de la Orden 20, Consultores de
varias Congregaciones de Roma 5. ) 9,889
Í Sacerdotes 880, Clérigos S2l, Legos pro-
fesores 476. Novicios clérigos 60, Novicios
Bca izos y Recoletos ^jggQg g^^ Terciarios domésticos 189; (?a-
Idres de la Orden 8,) 1,818
Vivos el total es de 9,157 9,889 1,813 20,859
Muertos en 6 años 1,059: de los cuales cuatro eran Obispos.
MoDjasvivasdeCoro 413 148 6^ 630
Legas 154 154
Muertas 75 ' 17 92
{Cap. Gen. de 1862, pág. 577 siguientes.)
Nota. Faltan en esta de 1862 trece provincias fte América, de los Pa-
es Observantes, de las cuales solo dos mandaron su estadística incom-
eta; y tres provincias de lod PP. Descalzos, que tampoco la mandaron.
Estado de las Misiones Franciscanas.
1 873.
EUROPA.
I. En Turquía. La Prefectura Apostólica del Epiro con 6 distritos.
II. 2.* La de Macedonia con 6 distritos.
III. 8.* Prefectura Apostólica. La de Serbia en el Arzobispado de
Scopia ó Sciup.
Vf. 4/ l-a de Pulati con 10 distritos.
V. 5.* La de Castrati en el Arzobispado de Antivari y Scutari.
Vi. 6.* La de Consíaníi/iopía.
Bn esas 6 Prefecturds hay como 80 misioneros.
VII. La provincia de Bosnia con su Vicariato apostólico, y la Custo-
"dia^y Vicariato apostólico de Hersegomna. Las 3 provin-
cias de Dalmacia: S. Jerónimo, Ragusa (dispersa) y San
Esteban. Los obispados de Naxos y Santorin en el Ar-
chipiélago.
Vlll. En Lituania y Rusia occidental. Una provincia (5.*), dispersa.
IX. En Holanda. Una provincia (6.*), con 70 misioneros.
X. En Inglaterra. Un convento (l.«) en (Manchester y en Londres
— 312 —
una residencia que se estaba formando: 90 m&t
XI. En Escocia. Un convento {2.^) y una parroquia en GlasRvl
XII. En Irlanda. Una provincia (7.*), cuyo SemÍDarío (l.*)j
Roma (S. Isidoro), y un Convento en KUlamey OL*
XIII. En Italia. Do? Seminarios (3.°), S. Bartolomé y S. Pedro in'
torio suprimidos. En Ñapóles un Colegio (1.*) pan]
gros de África, dos en Portugal (3.®), en Varaiojoj
parra, y seis en Espafia, en Pastrana (4."*), Consuegnl
Santiago (6.°), Bermeo (7.'»), S. Míllan (8") y Ztraní^
¿os primeros para las Filipinas, el otro para Mai
Tierra Santa, y los tres últimos para la Habana,?;
Rico y Fernando Póo. "Remsta Franciscana^ oñoISL]
gina 149 y siguientes.
ASIA.
XIV. En 'Palestina La Custodia de Tierra Santo, que se exli<
Palestina, Siria, Chipre y Bajo Bgipto.
XV. En China. Siete Vicariatos apostólicos, Tchen-sij etc.,
Vicariato un Seminario y un Horfanotrojio.
" ÁFRICA.
XVI. En tMarruecos. Una Prefectura Apostólica (7.") con fa«
cimientos. , |
XVII. En Berbería, Una Prefectura Apostólica (8.*)
XVIIl. Enel alto Egipto, Una Prefectura Apostólica (9.*)
t
AMERICA.
XIX. Estados-Unidos. Una Custodia con 6 Conventos (9.*)
Otra en Cincinnatiy la Misión de Illinois con 6 Convente A'
XX. En California Un Colegio dO.'), ha babido antes.
XXI. í^yieí Brasi/. Un Hospicio.
XXII. En el Perú: Ecuador, Una Comisaria, una Prefectura (10.t,fl(l
7 Colegios y 5 Hospicios.
XXIII. £n Boíiota. Una Comisaria, una Prefectura (11."), con 5 CA
gios y 1 Hospicio.
XXIV. En la Argentina. Una Comisaria, una Prefectura con 1 Co!<i!
y 2 Hospicios, hoy Colegios, y 2 Conventos de Misiii»
ros. 1682.
XXV. En Chile. Una Comisaria, una Prefectura con 3 Colegios.
XXVI. En Méjico. Una Comisaria, ana Prefectura Í14.*) con 5 Ckífeg*
EN LA OCEANÍA.
XXVII. En la Nueva Zelandia, La Misión de ParneU.
XXVIll. En ios Islas Filipinas. La Provincia Apwlólica.
KXIX. En Australia. La Misión de Waverley.
I í.
^^
— 313 —
Total de las Misiones Franciscanas en todo el globo
Comisariatos generales de los Colegios de Propaganda Fide . . 5
Prefecturas de id, 5; Apostólicas 9 (Faltan 12) 14
Cíolegios de Propaganda Fide 21; Apostólicos 9 80
Seminarios para las Misiones Ultramarinas 3
Conventos de Misioneros v 13
Provincias*?; y Custodias 4 de Misiones. 11
"Vicariatos Apostólicos 9; y Obispados de Misiones 2 11
Distritos, Hospicios, Residencias, Parroquias de id. mas de. . . 300
Misioneros mas de 1.700: (1882.) Católicos regidos por ellos. , . 179,000
1 888. Los Colegios de Fropaganda Fide son los siguientes:
En el Perú: Ocopa, ►Descalzos de Lima, Cuzco, Arequipa, Ca-
; JaTm.aca é lea; y ios Hospicios Gayarla, Caschiboya, Sta. Rosa de
los Piros y Quillarzu. En el Ecuador el Colegio de Quito con la
I Recoleta, con quien forma una misma Comunidad, y el Hos-
I picio de Huayaquíl. Número de los Misioneros 160
En Bolivia: Tarija, Potosi, La Paz, Sucre, Tarata y el Hospi-
I <cio de Manaos en el Imperio del Brasil; son como 166
Argentina: SklídifS. CWos, S. Francisco Solano, Jupi y Cor-
tientes: los religiosos son como 90
En Chile: Chiloé, Chillan, y la Recoleta cerca de Santiago: los
Misioneros son como 110
En ¡Méjico: el Colegio de Méjico, Drizaba, Zacatecas, Bucha-
Cha y Qaeretaro. Los Religiosos eran en 1878 en número de. . . 369
Los RR. BP. Capuchinos en 18" 4 contaban 53 Provincias, 797 Conven-
tos, 91 Hospicios, con 9,822 Religiosos, de los cuales 414 eran Misioneros,
"2 arzobispos y 17 Obispos.— Dios conserve y aumente á estos nuestros
hermanos en número, santidad y ciencia.
eAFÍTPL© XXXIX,
Obispos jr Arzobispos de América que ha dado á ia Ügiedi^
Religión. SeriUca.
OBISPOS FRANCISCANOS DB LA AHBHICA DEL SÜD.
Arzobispado de Lima. Arzobispado de Qtdl6
23.« 1 D. Fr. Francisco de Sales Arríela.
Diócesis del Cusco.
17.» 2 D. Fr. Gabriel Arregui.
Diócesis de Arequipa.
24.^8 D, Fr. Juan Calienes.
Diócesis de Tn^illo.
Diócesis de Qnfto.
3.0 9 D. Fr. ADtonio d« S. K^
Vergara.
8.« lo D. Fr. Francisco SotoflU^'
22.» 11 D. Fr. JoséDiaz,
30.» 12 {*.« Araobispo) D. Fr. Joiélfe
Je vori (Misionero).
Obispado de Lo]^
l.<» 13 D. Fr. José Masiá (MiiisaS
actual Obispo.
25.* 4 D. Fr. José Cayetano Palavicino.
Diócesis de Chachapoyss. Obispado de (Charcas- íBqjBs
1.0 5 D. Fr. Hipólito Sánchez Rangel y 15.» 14 (Arzobispo) D Fr. Frftacis
Fayas. toraayor.
4.0 6 D. Fr. Francisco Solano Riscoa.
a. Ó. (Misionero.) Obispado de Sta. OraideUS^
Diócesis d« Puno.
3.0 7 D. Fr. Juan Seminario (Misio
ñero).
Diócesis de Huánuco.
s^l
2.0 15 D. Fr. Fernando de ()«£?*•
5.0 16 D. Fr. Bernardino de ibí**
Obispos de la Pu^
9.* 17 D. Fr. Bernariltno deCinií*
10.0 18 D. Fr. Gabriel GuilléHotT*
l.*8 D. Fr. Manuel Teodoro del Valle 22.o 19 D. Fr. Antonio Matbu.
(Capuchino).
— 315 —
poM de Santiago de Ohüe.
I. Pr. Fernando Barrí onuevo.
E>. Fr. Diego de Medellin.
>. Kr. Pedro de Arriaga.
3. Fr. Jiit^n Pérez de Espinosa.
D. Fr. Diego Humanzoro.
as de la Imperial y de la
Oancepcion de Chile*
D. Fr. Antonio 4e 8. Miguel y
Vergara.
D. Fr. Luis Gerónimo de Oré.
JD. Fr. Ángel Bspineira.
hJapoa de Buenos Airea*
D. Fr. Gabriel de Arregui.
D. Fr. Diego de Aguerrí.
D. Fr. Sebastian de Malabar, y
Pintoi.
ObJspoB del Paraguay*
D. Fr. Juan de Barrios.
D. Fr. Pedro Fernandez de la To-
rre.
D . Pr. Martin Ignacio de Loyola.
D. Fr. Bernardino de Cárdenas.
> D. Fr. José de Palos.
D. Fr José Cayetano Palavisino.
^ D. Fr. Pedro García de Panes.
D, Fr. Basilio López.
OhiapoB del Tnczunan.
D. Fr. Jerónimo de Villa Carrillo.
D. Fr. Jerónimo Albornoz.
D. Fr. Fernando Trejo.
Obispado de Salía.
D. Fr. Buenaventura Rizo y Pa-
trón.
rispado de S. Joan de Cayo*
D, Fr. Nicolás Aldasor.
D. Fr. Venceslao Achabal.
Obispado de Manila-
2.0 45 D. Fr. Ignacio Santibañez.
18.<> 46 D. Fr. Antonio de Orbigo.
Obispado de Cebú.
6.» 47 D. Miguel Da yeto.
Obispado de iVaera Oáeerea.
Se quiso nombrar sucesivamente á
tres Religiosos Franciscanos, pero no
aceptaron.
8.«48D. Fr. Pedro Matias.
4.0 49 D. Fr. Pedro Godinez.
10.0 50 D. Fr. Antonio de S. Gregorio.
16.0 51 D. Fr. Manuel de la Concepción.
17.0 52 D. Fr. Antonio de Luna.
18.0 53 "). Fr. Antonio Orbigo.
20.0 54 D. Fr. bernardo Perdigón.
Obispado de Caracas-
8,^ 55 D. Fr. Antonio de Alcega.
10 o 56 D. Fr Gonzalo de Ángulo.
13.0 57 D. Fr. Alonso Briceño.
Obispado de Mérida, enYenexuela
1.0 58 D. Fr. Juan Ramos de Losa.
Obispado de Sta. Fé de Bogotá.
2 o 59 D. Fr. Juan de los Barrios.
3.0 60 D. Fr. Luis Zapata de Cárdenas.
27.0 61 D. Fr. LAcas José Ramírez.
Obispado de Panamá.
1.0 62 D. Fr. Juan Quevedo.
23.0 63 D. Fr. Manuel Mimbela.
34.0 64 D. Fr. Francisco de los Rios.
Obispado de Sta. Marta.
6.0 65 D. Fr* Juan de los Barrios y To
ledo.
8 o 66 D. Pr. Sebastian de Ocando .
20.0 67 D. Fr. Bernardo de la Torre.
— 316 —
32.0 68 D. Fr. Diego de Sta. María. 38.o 74 D. Pr. José Diai de li
33.6 69 D. Fr. Miguel Sánchez Z<»rrudo.
34.0 70 D. Fr. Antonio Gómez PoUnco. Obispado de Popaj
Obispado de Cariagenn de ZndiaB. 12.o 75 D. Fr. Bcmardino de
6.0 71 D. Fr. Luis Zapata de Cárdenas. Obispado deMedeJlin
16.0 72D. Fr. Diego de Torres Altami-
rano. !.• 76 D. Fr. Fernaado Cano
17.0 73 D. Fr. Francisco Sotomayor.
SERIE DE LOS OBISPOS DBL BRASIL.
Obispado de 8. Sebastian de Bio Obispado de S^ Luis dell
Janeiro-
5.0 81 D. Pr. Francisco d* Sas
4,0 77 D. Fr. Antonio Guadalupe. 9.0 82 D. Fr. Antonio dePftá»*!
12.0 83 D. Pr. Joaquín de N. S-del
Obispado de Olinda ó Pemambueo
Obispado de M&risuok JÜ
14.0 73 D. Pr. Gregorio José Viegas. OeraleeH-
19.0 79 D. Pr. Vidal María Gonzalves.
5.0 84 D. Fr. Cipriano de SJok
Arzobispado de S. Salvador ó 6 o 85 D. Fr. José de la Sma. Trisl
Bahía- ■
2.*' 80 D. Fr. Juan de la Madre de Dios.
Obispado de Cujsrt^ [
3.0 86 D. Pr. José María Murtal
puchíno).
SERIE DE LOS OBISPOS DE LAS ANTILLAS.
Arzobispado de Sio Domingo- puchino).
1.0 87 D. Fr García «le Padilla. Arzobispado de Santíago^^
9.0 88 D. Fr. Andrés Carvajal.
1.0 94 D. Pr. N. de Vicente.
Obispado de Puerto JBioo. 9.o 95 D. Fr. Antonio Diaz de;
10.0 96 D. Fr . Bartolomé de li ^^
3 o 89 D. Fr. Andrés Carvajal. 29.0 97 D. Fr. Juan Laso d« k
6.0 90 D. Fr. Nicolás Ramos. Cansino.
17.0 91 D. Fr. Bartolomé Escañuela. 35.o 98 D. Pr. Cirilo Alaffi«da y
21.0 92 D. Fr. Pedro Ürtiaga. Arzobispo de Toledo.
41.0 93 D. Fr. Pablo Benigno Carrion (Ca-
— 317 —
SERIE DE LOS OBISPOS DE LA AMERICA DEL NORTE.
Arzobispos de Méjico.
Obispado de Michoacan-
* 99 D. Fr. Juan Zumrraga. i.» 112 D. Fr. Luis de Fuensalida.
* too D. Fr. Marcos Ramírez de Prado. 13.o 113 D. Fr. Marcos Ramirez de Prado.
nbüspado de Tncatan ó Mérida»
Obispado de Chaipa^
• 101 D. Fr. Francisco Toral. 15." 114 D. Fr. Marcos Ramirez de Prado.
» 102 D. Fr. Diego de Lánda. * 23.^ 115 D. Fr. Juan Bautista Alvarez de
9 103 D. Fr. Juan Izquierdo. Toledo.
• 104 D. Fr. Mateo Zamora y Penagos. 28.® 116 D. Fr. Lúeas Ramirez.
.• \^S D. Fr. Francisco de S. Buenaven-
ra Tejada. '> Obispado de Durango.
bis:pado de Paebla de los Angeles 7.» 117 d. Fr. Bartolomé Escañuela.
.<^ 106 D. Fr. Martin Sarmiento. Obispado de Nueva Xeon*
Obispado de Onadalajara en
Méjico.
ífi 107 D. Fr. Antonio de Ciudad-Rodri-
go.
M 108 D. Fr. Pedro de Ayala .
L«i09 D. Fr. Manuel de Mimbela.
1.0 110 D. Fr. Juan Bautista Alvarez da
Toledo.
M 111 D. Fr. Antonio de Alcalde.
1.0 118 D. Fr. Antonio de Jesús Sacedon.
2.0 lid D. Fr. Rafael José Verger.
Obispado de Sonora.
1.0 120 D. Fr. Antonio de los Reyes.
2.0 121 D. Fr. José Joaquin Granados.
3.0 122 D. Fr. Damián Martínez Gali-
songa.
4.0 123 D. Fr. Francisco Rouset.
SERIE DE LOS OBISPOS DS LA AMERICA DEL CENTRO.
Obispado de OuaiemaJa.
».• 124 D. Fr. Juan Bautista Alvarez de
Toledo,
Obispado de Nicaragua.
1.0 125 D. Fr. Pedro de Zúñiga.
6.0 126 D. Fr. Antonio Zayas.
9.0 127 D. Fr. Antonio Diaz de Salcedo.
1^ 128 D. Fr. Agustín Hinojosa.
t6 o 129 D. Fr. Alonso Briceño.
l7.o 180 D. Fr. Tomás Manso,
i.o 131 D. Fr. Juan Torres,
b.o 132 D. Fr. Alonso Bravo de Laguna.
22.0 133 D. Fr. Nicolás Delgado.
29.0 134 D. Fv. Andrés Quilez Galindo.
Obispado de Oomayagua-
5.0 135 D. Fr.-Gaspar de Andrada.
12.0 i36 D. Fr. Antonio Guadalupe Lopw
Portilla.
21.0 137 D. Fr. Fernando de Cardiñanoí.
26.0 138p. Fr. Juan Félix Zepeda.
Obispado de Caracas*
8.0 139 D. Fr. Amtonio de Alzeda.
10.0 i40 D. Fr. Gonzalo de Ángulo.
I
^
— 318 —
13.* 141 D. Fr. Alonao Bñceño.
ObiMpado de Marida, en VezaelO'
1.* U2 D. Fr. Jaan Ramos de Losa.
Obispado de Bia^ Fé de Bogotá-
2.0 143 D. Fr. Juan de lo« Barrios y To-
ledo.
8.0 144 D. Fr. Luis Zapata de Cárdenas.
7.0 145 D. Fr. L. José Ramírez Oalan.
•OZríspado de Panamá-
1.0 146 D. Fr Juan Quevedo.
3.0 147 D. Fr. Martin de Béjar.
4.0 148 D. Fr. Juan de Guardia.
23.0 149 D. Fr. Manuel de Mimbelá.
34.0 150 D. Fr. Francisco de los Ríos.
Obispado de Sta- María-
6.0151D. Fr. Juan de los Barrios y To-
ledo.
8.0 152 B. Pr. Sebastiui át\
20.0 153 D. Pr. Bernardo de l&l
32.0 154 D. Pr. Diego de SU.
33.0 155 D. Pr. M igoel Sancha^
34.0 156 D. Fr. Antonio Gamic
Obispado de Oartageoaán
6.0 157 D. Fr. Luis Zapata de
16.0 157 D. Pr. Diego Torres
17.0 158 D. Fs. Francisco!
Obispado de Fopajas
12.0 159 D. Fr. Bemardinodel
Obispado deMedeUin
1.0 160 D. Pr. Femando Caoe.
APÉNDICE
de varios Obispos misioneros en diversas partes del
1868.
2
3
5
6
7
8
9
10
11
12
13
14
15
16
D. Fr. Patricio & Sto. Buenaventura, 17
Australia. 18
D. Fr. N., Tracia. 19
D. Manuel de Santa Rita Barros, 20
Guinea. 21
D. Esteban de Jesús María, Ínsula 22
terciaria. 23
D. Pascual Vuicic, Licia. 24
D. Luis Felipe. 25
D. Rafael Barisich, Palestina.
D. Francisco Ramirez, Pinicia. 26
D. Alfonso María, Tessalia.
•D. Juan Félix Z<»peda, 1859, Repúbli- 27
ca Honduras.
D. Feliciano Barbaccí, Tuecia. 28
D. Luis María Onofre, Calabria. 29
D. Miguel Navarro, Armenia. 30
D. Rafael de San Ambrosio, Rome- 31
lia.
D. Eustaquio Víctor Modesto, Pales- 32
tina. 33
D Gabriel Grioglio,Bpiro. 1862.
D. Urbano BagdanoTícb,
D. Julio Arrigoni, Strañs.
D. Benito de San Agustín. &
D. Hannfbal FantonL
D. José Novella, Licia.
D. Juan Topich, Frigia PsgO
D. N., Jonia.
D. Dario Bucciarelii, AlMsit-
D. Pr. Buenaventura Bhi3.l
blica, Buenos-Aires.
D. Nicolás Aldasor, Rep&büa
nos- Aires.
D. Tomás MuUoch, ínsnl» 3
Santa.
D. Lorenzo Berg^rettt,ArdM
D. Pedro Séverini. Albanií.
D. Luis Ciurcia, Albania.
D. Sebastian Pracovielu it^
trea.
D. Luis Celestino Spelta, ^.^
D. Elisio Chiais, Yic Apéeü
Celieia. 1844.
— 319 —
Cirilo Alameda y Brea, Bspafia.
Luis Agracio, Sannio.
IfUis Moccagatta, Cilicia.
Francisco Tejada, Guadalajara.
Katéban Ursua, Cuba.
Juan Suarez, Cuba.
Baltasar Herrera, Nueva Cáce-
les.
José Sánchez, Nueva C&ceres.
43 D. Manuel Matos, Nueva Cáceres.
44 D. Pedro de Dante, Méjfco.
45 D. Francisco doto, Méjico.
46 D. Francisco Ovando, TrujiUo.
Además de los referidos, hay 15 Obis-
pos y i Arzobispo Capuchinos; 2 Obis-
pos; 1 Arzobispo, y i Cardenal de los
Conventaales. Todos e^sos 66 Prelados
Franciscanos vivían en 1862.
Luis Maldonado, Nueva Cáceres.
teae, que en las Misiones de la China la Religión Seranea ha
3» una serie no interrupta de 8 Arzobispos, por lo menos, en
irópoli de Cambalú ó Cambaleo, en el siglo 15 principalmen-
de sus 7 Diócesis sufragáneas, las cuales eran servidas en su
T parte por Obispos Franciscanos. v
I mismo consta de las Misiones de Marruecos, en las cuales
,Ta Seráfica Religión ha tenido otra serie de 8 Obispos, por lo
>3. Véase la Historia General de las Misiones Franciscanas en
ugares.
ARZOBISPOS T OBISPOS FRANCISCANOS ACTUALES.
1888.
Suropa.
ITATLIA.
10
11
ftmo. D. Pr. Francisco Converti, 12
Arzobispo de Reggio. 1882.
V D. Fr. Serafln Milani, Arzobis- 13
po de Trajanopolis «in p.
inf.»1874. 14
> D. Leopoldo Santanché, Arz.
Acridanense in part. inf. 1871 15
» D. Benito La Yecchia Quar-
neri, Ar. de Siracusa. 1875.
» D. Luis de Agacio, Obispo Pi-
ventino. 1854.
» D. Luis María Lembo, O. de 16
Cotrone. 1860.
i> n. Bernardino Tiiunfetti, O.
de Cafarnao. 1880.
» D.Antonio María Pettinari,
O. de Nocera (1863) y Arzo-
bispo de Urbino 1881. 17
» D. Enrique Carfagnini, O. de
Gallipoli, 1880.
» D. Ángel Pianorf O. de Faen-
zal871.
» D. Alejandro Cantoli, O. de
Bovino. 1871.
w D. Leonardo Giannotti, O, de
Modigliana. 1171.
» D. Jeremías Cosenza, O. de
Foggia, 1872.
» D. Antonio Vicente Festa, O.
de Seguí 1877.
» D. Francesco María Imparati,
de Venoso. 1880.
PORTUGAL.
» D. Juan Cris. D* Amorim Pes-
soa, de Braga, Arzobispo
Prim. 1876.
ROMBLÍA.
)» D. Rafael D' Ambrosio, O. de
Durazzo. 1847.
18
19
21
22
^3
24
25
26
»
»
»
— 320 —
SBRVIA.
28
29
30
31
32
» D. Fulgencio Czrev, O. de Sco-
pia. 1879.
ALBANIA.
» D. AlBerto Cracci, O. de Pular
ti 1870.
BOSNIA.
» D. Fr. Pascual Unieic, O. de
Aatifello <án p. inf.» 1960.
HERZEGOVINA.
» D. Pascual BaconiCy O. deMos- ZA
tar. 1882.
lUPERIO TURCO. 35
» D. Fidel Abbati, O. de Santo-
rin. 1863.
ORECIA. 36
D. Teófilo Maisucci, O. de Si" 37
ra. 1880.
38
ABim-
39
SIRIA. f
40
D. Luis Piavif Arzobispo de
Siunia. 1876. Vic. Ap.
D. Gaudencio Bonflgli, O. de
Cassia «in p. infj» 1881.
CHINA.
41
27 » D. Luis Moccogatta, O. y Vic.
v
>y
»
V
»
»
>>
»
V
Hi#>>ili '
Ap. de Xan-toDg. 84
O. OregoríoGra8€¡.0.¿«fl
8ia «in p. inf.» y V. AQ
jutor. 1876.
D. Amat PagnQCci,0.7T.
Co. de Xen-si. tí£7.
D. Easebio SemprinifO.;
Ap. de Hu-naiL iST. J
D. Eligió Cosí, O. y Vk.i;
Xan-tong. 1870.
D. Alejo María rilippi,^
Vic. Ap.de HspiíCt
D. Ezeqniaa Band, 0. j1
Ap. de Hu-pé septotr-i
D. Fr. Anadeto CUeaiali
Vic. Ap. en Egipto pt4
latinos. It8i. I
D. José Sebastian J^eta,!!
Angola y Congo. 1^.
Amórioa.
D. Bernardo Pinol j Jáoseá
Arzob. de Huatem&li. SM
Wenceslao AcbaTal, OM^
yo eu la Argentina. IIC-
Juan Antonio Piiig j K^^
rat, de Pucrto-Rícs>.ffíi
D. Mamerto Espoió, 0. ds G^
doba en la Arg. 1^
D. Buenaventura PorüB* *
y Vic. Ap. de dliíaá
1880w
Oceanhí-
D. Benito Romero, 0. <ieOM
en las Filipinas. W^
i
CAPIT6ÍLO XL.
Ucef» 8umoa y Oardonalea que ha escogido la Divida Proriden'
eJa,pan^ el régimen de 1a Iglesia católica, de la humilde Re
ligion Seráüca.
5
MtíBees j CariieDalM de la 1.* j 3.' Órdei de N. S. P. S. Francisco.
f\
Vícedominus de Vicedominis. . S. Pontíf.
Nicolás IV ídem.
Alejftndro V ídem.
Sixto IV ídem.
Sixto V.^ ídem.
S. Buenaventura de Balneoregio. Cardenal.
VicedLoniinus de Vicedominis. . ídem.
Ventivenga de Ventivengis. . . ídem.
Jerónimo de Asculo ídem.
Hateo de Aguasparta ídem.
Santiago Tomasino ídem.
B. Andrés de Gomitibus. . . . ídem.
Gentil de Monfloro ídem.
Leonardo Vatraso ídem.
Juan Mino ídem.
Reginaldo ümbert ídem.
yidal de Fumo ídem.
ertrando de Monte Aventino. . ídem,
rtrando de Turre ídem.
edro Aureolo ídem.
las de Narinalis.. . . , . . ídem.
(astor de Serrascuderio. . . . ídem.
uillermo Fari^erio de Gordonio. ídem.
Placentino.
Ase ulano.
Cretense.
Savonense.
Del Piceno.
De la Etruria.
Placeniino.
De Aquasparta
Del Piceno.
Italiano.
ídem.
De Anagnia.
Del Viceno.
De Guengino.
De Muro Pie.®
Italiano.
Francés.
ídem.
ídem.
ídem.
Ídem.
ídem.
ídem.
\
I
24.
25.
26.
21.
28.
29.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51.
52.
53.
54.
55.
56.
57.
58.
60.
61.
62.
63.
64.
65.
66.
I^
Fortanerío Vaselio ídem.
Marcos de Viterbo. ..... ídem.
Berirando Lagerio de Figiaco. . ídem. Fn£céi|
Tomas Farignano de Módena.. . ídem. ItaJíi^l
Bartolomé de Cucumo Ligar.. . ídem.
Luis Donato Véneto ídem.
Leonardo Rúbeo Giforense. . . ídem.
Bartolomé üliarío Patavino^ . . ídem.
Pedro Filargo Cretense ídem.
Pedro de Fuxo Sénior ídem. Fnwj
Francisco Rubere de Savona. . • ídem. ítíÉ&\
Pedro Riario de Savona ídem.
Pedro de Fuxo Joven ídem.
Gabriel Rangonio de Módena.. . ídem.
Elias de Boundeille ídem.
Clemente Grossus Rubereo de S. ídem. II
Marcos de Savona ídem.
Francisco Giménez de Cisneros.. ídem.
Cristóforo Numayo de Forolibio. ídem
Francisco Quiñones de Luna.. . ídem.
Clemente Dolerá de Monilia. . . ídem. Itálica
Guillermo Pedro Anglus. . . . ídem. Ctret
Félix Rettus Piceno ídem. lul^
Constancio Bucafoco de Samano. ídem. I<^
Anselmo Marzato de Monopoli. . ídem. ^
Gaspar Borgia ídem. Bspí&L
Félix Centino de Asculo. . . . ídem. IlaliaBí
Gabriel Trejo Panlagua ídem. Bspañíí
Femando Austríaco ídem. 1*^^
Antonio Barberino de Florencia. ídem. I<í*
Pascual de Aragón Ídem. I¿^
Luis Fernandez Portocarrero. . Ídem. I^
Lorenzo Brancati ídem. Ilaiia»
Bronucio Palavicino de Parma. . ídem. I<^**
Franc. Maria Casino de Arecio. . ídem. ^^
Lorenzo Cozza de Montesalis., . ídem, 1^
Lorenzo Ganganelli de Urbino. . ídem. ^^
Buenav.* Gazola de Plasencia. . ídem. I^
Luis Micara Tusculano ídem. ^^
Ant. M.* Orioli de Balneocaballo. ídem. *$
Justo Recanati de Camerino. . . ídem. 5^
Cirilo Alameda y Brea ídem. Espaft¿
De Angelis, de la 3.* Orden. . . ídem.
— 323 —
icca, de la 3.* Orden. . . .
>iiaparte, de la 8.* Orden. .
.anning. Arz. de Westminsier.
regorio IX, de la 3.* Orden. .
3.oce]icio xn, ídem. . .
lo IX. Ídem. . .
■eon XIII. ídem . .
ídem,
ídem.
ídem. Inglés.
S. Pontíf.
ídem.
■
ídem.
Sumo Pontífice actual.
L
CAPITOLO XE.I.
SantOB y Beatos de la Religión, no máxtireat enjo enUo ha sibm
hado por la Iglesia, aegan la Revista FranciBeana otM
mo8 oonespondienteB al año 1876 j sigaientea^
1 N. S. P. S. Francisco, Conf.
2 S. Antonio de Pád., Conf.
3 Sta. Isabel de Hungría, Duq. v.3.0.
4 B. Bienvenido, de Gubio, L. conf.
5 B. Ventivoglio, Pbro. conf.
6 B. Pelegrin, de Falerone, L. conf.
7 Bta. Felipa Mareri, virg.
8 B Rizzerio, de Mucia, Pbro. conf.
9 B. Rogerio, de Fodi, Pbro. conf.
10 Bta Viridiana Attavanti,virg. 3 0.
11 B. Luquesio, primer Ferc. conf.8.0.
12 B. Gerardo, de Villamagna, conf 3.0.
13 Bta. iilena Enselmini.de Padua, vrg.
14 Bta. Ilumiliana de Cerchí, viud.3.0.
15 B. Guido, de Cortona, Pbro. conf.3.0.
16 S. Fernando III,rey de Castiila,c. 8,0.
17 Sta. Rosa de Viterbo, virg. 3. 0.
18 Sta. Clara, de Asia, virg. prim. Reí.
2.0.
19 Sta. Inés, de Asís, virg.
20 B. Gerardo, de Lunel, conf. 8. 0-
21 B. Andrés, de Spello, Pbro. conf.
22 B. Gil, de Asís, Clérigo y conf.
23 Bta. Salomé, Reina de Galitzia, virg.
24 Bta. Isabel, de Franc, virg.
25 S. Luis IX. Rey de Franc, 3. 0.
26 B. Juan, de Penna, Pbro. conf.
27 S. Buenaventura, D. Conf. y Card.
28 S. Bienvenido, Obispo y conf.
29 Sta. Zita, virg. 3. 0.
30 Bta. Inés, de Praga, hija del rey
Prem.
81 Bta. Margarita Colonna, virg.
32 B. Juan, de Parma. Pbro. c0cl
33 B. Conrado, de Aicoli, Lego.ciBÍ
34 Bienvenido, de ELec^nati, «all*
35 B. Pedro de Siena, conf. 3. 0.
36 Bta. Cunegunda, reina de PaL»
virg.
37 Sta. Margarita, de Cortona, U
38 B. Jolanda, Duq. de Polonia.
39 S. Luis, Obispo de Toloaa. coní
Los 16 santos Mártires, en bM
En este primer siglo la Orto •!
ráflca produjo 55 Santos ó BasM
los cuales 33 pertenecen i Ut't
den, 10 á la 2.>, 12 á la S.<
56 B. Maria de Nazareis, virg.
57 B. Andrés de los Condes, Pbra «■
58 B. Ivo Helori, Pbro. de la 3. 0.
59 B. Pedro de Treia, Pbro oo«í.
10 B. Rainerio, de Arezzo, Lego.e.
61 B. Conrado de Oflda, Pbro. (xtí
62 B. Liberato, de Lauro^ Pbre.c
63 Bta. Juana, de Signa, virg. S.O.
64 Bta. Clara de Montefalco, 3- ^
65 Bta. Angela de Foligno, 3 O
66 Bta. Cristina de Sta. Cnu.virg^*
67 B. Raimundo Luiie, «D. üa.»*^
68 B. Francisco, de Fabriano, Pb»
69 S. Elceario, Conde de Anano, l^-
70 S. Roque, de Montpeller, 10.
71 B. Odorice, de Pordenoni, Mii*^
72 Sta. Isabel, reina de PorlBSSl.f^
73 Bta. Clara Agolanti, v.
74 B. Francisco Sioco, de PaflW»^*
A. ^v.
— 325 — •
7S S. Conrado, de Placeaoia, 3. 0. 121 B. Vicente de Aquila, Le|^.
7^ Bta. Micaelina Metelli, v. 3. 0. 122 Bta. Paula Gambara-Costa, v. 8 . 0.
77 Bta. Delfina deGlandeves, virg^. 8. 0. 128 B. Ladislao de Oielniow, Pbro.
73 ^ca. Brígida, de Suecia, y. 3. 0. 124 B. Francisco de Calderola, Pbro.
79 B. Hagolíno Magalotti, 3. 0. 125 S Francisco de Paula, 3. 0.
80 B. Juan de la Paz, 3. 0. 126 Bta. Juana de yaloi8,ReiBa de Fran-
Si B. Santes, de Montefabri, Lego. ' cía. 3. 0.
Loa 2 Beatos Mártires, en tu lugar 127 Bta. Bautista Var» ni, Condesa, Tirg .
entre los M&r tires. 128 Bta. Paula Monaldi , virg.
luOt Santos y Beatos de este segundo 129 Bta. Luisa JLlbertoni, v. 3. 0.
siglo de la Religión son: 10 de la 180 Bia. Angela de Merici, virg. 8. 0.
^ primera Orden, 2 de la 2.« O. y 131 S. Pedro de Alcántara, Pbro.
16 de la tercera O. Total 28. 132 B. Salvador de Horta, lego.
^ Bla. Lacia de Calatagirona,virg. 8.0. 183 B. Nicolás Factor, Pbro.
85 B. Jacobo, de Strepa, Arzobispo. 134 Félix de Cantalicio, Lego.
S6 Bta. Isabel Walaech, la Buena, virg. 185 S. Benito, de San Filadelfo, Lego.
3.0.
87 Bta. Liduvina, de Holanda, virg. 8.0.
88 Bta. Angelina, C»ndesa, virg. 8. 0.
89 Sta. Francisca Romana, y. 3. 0.
90 S. Bemardino de Sena, Pbro. e.
91 Bta. Felicia Meda.
92 Sta. Coleta Boilet, Reform.* de la se-
gunda Orden.
93 B. Tomás, de Florencia, Lego.
94 B. Nicolás de Forcapalena, Pbro.
95 Guillermo Cideno, Solitario, 8. 0.
96 B. Herculano, Pbro. conf.
97 B. Mateo, Obispo de Girgenti.
96 S. Pedro Regalado, Pbro. conf.
99 S. Juan de Capistrano, Pbro. conf.
100 B. Gabriel Ferretti, Pbro. conf.
lOi B. Arcángel, de Calataflmo, Pbro.
102 B. Antonio, de Stronconio, Lego,
103 Sta. Catalina de Bolonia, virg.
104 S. Diego de Alcalá, Lego.,
105 Bta. Antonia de Florencia, virg.
IOS S. Jaime, de la Marca, Pbro.
107 Bta. Sel afina Sforzia, v.
108 B. Marco Fantuccio, Pbro.
109 B. Jaime, de Iliria, Lego.
iillO B. Pacifico, de Ceredano, Pbro»
111 B. Simón, de Lipnica, Pbro.
J12 B. Juan, de bukla, Pbro.
113 B.Pedro, deMogliano,Pbro.
Ha B. Bernardino, de Feltri, Pbro.
115 B. Ángel, de Clavasio, Pbro.
116 B. Marco, de Montegallo.
117 Bta. Isabel, de Amelia, virg^
118 B. Kustoquia de Messina, vr.
Bl tercer siglo seráfico dio 35
Santos 7 Beatos á la Iglesia, que 234 B. Carlos de Secia.
pertenecen 21^ la I. O.: 7, á la 2. 235 B. Bgidio de Laureano.
O.: y 7 á la 8. O.'^^iB^^ 236 B. Humilde de Bisiniano.
119 Bta. Luisa de Saboya, tT^W^ ^7 B. Bartolomé de MontepolieianQ,
120 B. Bemardino de Fossa, Pbro^^^^ ^ ^* '^^^^ ^^ 4lT«rM<
186 S. Pascual Bailón, Lego.
Los demás véanse en el catálogo de
los Mártires mas adelante. Los
Santos y Beatos de este cuarto
siglo son 52, de los cuales 27 son
de la 1.» Orden, 3. de la2.« y 2i de
la 3.*
171 B. Sebastian, de Aparicio. Lego.
172 B. Andrés Hibernen, Lego.
173 S. Serafln, de Montegranario L. ca
puchino.
174 B. Julián de S. Agustín, Lego.
175 S. Francisco Solano, Pbro.
176 S. José, de Leonisa, Pbro. G apuch-
177 S. Lorenzo, de Brindis, Pbro. cap.
178 B. Benito de Urbino, Pbro. Cap.
179 Sta. Jacinta de Mariscotte, virg.
180 Bta. Maria de Jesús, de Par., 8. 0.
181 S. José de Cupertino, Pbro. Conv.
182 S. Bernardo, de Corleen, L. Cap.
183 B. Bernardo, de Oflida, L. Cap.
Los Santos 6 Beatos Mártires se po.
nen mas adelante.
El quinto siglo seráfico ha produ-
cido 55 Santos y Beatos, de los
cuales 81 son de la 1.* O. y 24
de la 3.*
226 S. Leonardo de Portum, Pbro.
227 Juan José de la Cruz, Pbro.
228 Sta. Maria Franc. de las LL. virg^
229 Bta. Juana Maria Maille, v.
230 B. Jacobo Ilirico, Lego.
231 B. Antonia, de Florencia, v.
232 B. Bentivoglio de Bonis, Pbro.
288 Bta. Jolenta, t.
\
V
i.
\
^
— 326 —
Nota. La Religión Seráfica entre los muchos milet de Santos,
nos Escritores como por ejemplo: San Praneisco, el Fundador, as
de Pádua, San Bernardo de Send, San Juan de Capistrano» San Jieoet;!
fleo Doctor San Buenaventura, que escribió como SOO obras: el
do Lulio, mas de 300, etc. Ni le faltan tampoco Bscriloras, como Sasli
de Sena, la V. Madre Uaria de Jesús de Agreda, Santa Clara etc.
Bn 17S2 contaba la «Biblioteca Universal Franciscana» 5900
císcanos, por sus nombres propios.
CJLPfTOLO XLII.
Sunioa y Bbbíom Máitirea de nuetiru Seráüea Belígian.
8. Acursio, Lego, en los Marruecos. 20
8. A4Juto, L., Id.
8. Antonio Duisoo, 3. O. Nagasaki, 21
SifTlo XVI. 22
B. Antonio de S. Francisco» Lego,
Japón. Siglo XVn. 23
S. Antonio Hornariense, Presbíte-
ro. Oorgum. 24
B. Antonio de S. Buenaventura,
p. Japón. 25
B. Apolinario, Pbro. Comisario ge- 26
neral. Japón. 27
B. Bartolomé Laurel, I^go, Japón. 28
S. Berardo de Carpió, Protomár-
tir de la Religión Seráfica. Mar- 29
ruecos.
B. Bernardo de Carbón, Pbro., To- 80
losa.
8. Buenaventura Ouisoo, 3. Orden 31
Meaco.
S. Cornelio Batavoduro, Lego, Gor- 32
gum. Siglo XVL 33
S. Cosme Raquisa, Catequista, 8. O.
Japón. 34
B. Domingo de NagasacU Lego.
Japón. 35
B. Dominge Nifaci, de 2 años de 36
edad, 8. O. Japón.
i B. Domingo Tomachi, 8. O. Japón. 87
' S. Daniel de Belvedre, Pbro., Mar- 38
mecos* .
I s«n Dono de Castrovillari. Ceuta. 89
) B. Esteban de Narbona» Tolouu
S. Felipe de Jesús, Tonsurado. Ja-
pon.
San Fidel de Singmaringen, Capu-
chino.
S. Francisco Blanco. Japón.
& Francisco de Meaco, médico.
Japón.
S. Francisco de S. Miguel. Naga-
sacki.
S Francisco Fahelante. Japón.
B. Francisco Cofloie Japón.
B. Francisco Calvez, Pbro. Japón,
B. Francisco de Santa Maria, Pres-
bítero. Japón.
B. Francisco de S. Buenaventura,
Lego. Japón.
8. Gabriel Duisco, Catequista. Na-
gasaki.
B. Gabriel de la Magdalena. Lego.
Japón.
B. Gaspar Vas, 3. 0. Japón.
B. Gentil de Metálica, Presbítero.
Bgipto.
S. Godofredo Mervelano, Presbíte-
ro. Gorgum
S.Gonzalo Carcia, Lego. Japón.
S. Hugolino de Cerisano. Presbí-
tero. Ceuta.
S. Gerónimo Werden. Gorgum.
B. Jerónimo de Torres, Presbítero.
3 O. Japón.
S Joaquín Saquios, Enfermero,
Japon«
«
t...
— 328 —
40 S. Juan Quizuia, de Meaco, 3. O.
JapoD.
41 B. Juan Tomaehi, 3, 0. Japón.
42 B. Juan de Sta. Marta, Pbro. Japón.
43 B. Joan de Prado, Pbro. Marrue-
cos.
44 B. Juan de Perosa» Pbro. Valen-
cia.
45 S. León Carazuma, noble coreano,
3. O. Japón.
46 San León de Coregliano, Présbite-
' ro. Ceuta.
47 B. León Nagasaki Satzuma, Cate-
quista. Japón.
48 B. Lacas Chiemon, 8. O. Japón.
49 B. Lucia Freitas, viuda, 0. 3. Ja-
pon.
50 S. Luis Ibarehi, de 11 años, 3. O.
Japón.
51 B. Luis Lassandra, Pbro., Id. ■
52 B. Luis Sotelo, Legado de la Santa
Sede. Id.
63 B. Luis Baba, Lego. Id.
54 B. Luis Matzuo, 3. O. Id.
55 Bta. Luisa, de 80 años, 3 O. Id.
56 Bta. María Yaz, 3. O.' Id.
57 San Martin de la Ascensión. Id.
58 B. Martin Gómez, 8. O. Id.
59 B. Mateo Alyarez, 3. O. Id.
60 S. Matías de Meaco, 8 O. Id.
61 B Miguel Lameda, 3. O. Id.
62 B. Miguel Tomachi, 3. O. Id.
63 B. Miguel Chizaiemon, 3. O. Id.
64 S. Miguel Cosaki, 3. O. Id.
65 S. Nicasio Uesio, Pbro. Gorgum.
66 S. Nicolás de Corigüxss^
tero. Ceuta.
67 8. Nicolás Pikio, Gorgun.
18 S. Otón, Pbro. Marruecos
69 S. Pablo Ibirehi de Oah, V
pon.
70 S. Pablo Saxnki, S. O. Japat
71 B. Pablo TomacÁl, S. O. I¿
72 B. Pablo de Sta. CSara, Lqi&l
78 8. Pedro Aacanio, Lego. H
74 S. Pedro Bautista, Ptvro. U.
75 B. Pedro de la Asuncioa,
76 B. Pedro Sassoferrato, Li^|
lencia.
77 B. Pedro de aviIa, PbroL UfíS\
78 S. Pedro Sequerein,3. O. tí.
79 San Pedro de San
Marruecos.
80 B. Raimundo Lullo,3.0.
81 B. Ricardo de Santa ana, ¡
ro. Japón.
82 S. Samuel de CastroTÍUsr,
bitero. Ceuta.
83 San Teodorico Bndeno, Gorf^
84 Santo Tomás de Cosaki, Csi
ta, 3. O. Japón.
85 Santo Tomás Danchi, CaLi^
pon.
86 B. Tomás Vo, 3. O. Id.
87 B. Tomás Tomachi, de tt
8. O. Id.
88 B. Tomás Tolentlno, Anaesit
89 B. Vicente de S. José, W*^
glo XVII, Japón.
90 fi. Willade, Pbro. Oorgaa.
En Wadingo podrán verse los Religioses Franciscaaoa que han d(
sangre por Cristo hasta el número de mas de 800.
Según nuestra Crónica General, por Eusebio González, los Mártípss
canos son 2.500, y los Venerables 3.000. Pero la Iglesia no los ha decUx«4cS)
Ti a.
Ci^pfTsii.o i;:liiíi,
3ELeligioaoa Incorporados á esta V. Comunidad de Ooopa.
1751-1882.
Bsícerdotes^—CoristaS'-LegoB'—DerotoS'— Donados-
I
^«▼erendo P. D. Fr. Agustín Zamar-
riego.
Agustín Alarts.
Agustín BerriUo.
» Pinedo.
» Sobreviela.
» Aldanondo.
» Mendizábal (co-
rista.
Alberto Ponlanes. .
Alejandro Rojo.
Alejandro de las Casas.
Alejo P*orcadeIl.
Alfonso M.* de la Cruz.
Alonso Barrera.
Alonso Iglesias.
Id. Abad.
Id. García.
Alonso Reyna.
Alonso de la Concep-
ción.
Andrés Blanco.
» Chacón.
28 R. P. D. Fr. Antonio Oliver.
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»
Márquez.
Díaz.
Bernal de San
Ant.o{Donadoí.
Ama dios Bertona.
Ambrosio Ibieta (De-
. voto.)
Ángel Espiñeíra.
Antonio de la Hoz.
29
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31
32
33
34
35
36
37
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V Cavello.
» Cifré.
» de la Calle.
• Delgado.
» Pineda.
V Caballero.
» Blas Olmedo.
o La Leona.
» Romero Colas.
» Gadea.
'> Antunez.
» Díaz.
» Blasco.
» García Pacheco.
Aragonés.
» Rossi.
» Gallisans.
» López.
>/ Gravalosa.
» Brigatti.
» Bruno Guiu.
» del Pilar P ra-
das.
» V<»nto8a.
» Cardona.
>' de la Concep-
ción Leza.
» Mariano.
» de Jesús.
» Aviles.
» Ferrer,
22
— 830 -
-
58 R. P. U. Kr
. D. AQtoiiio CastUlo^
104 H.« D. Dámaso Caballero (Oer.^
&9
»
»
» Acosta.
105 R. P. Fr. Diego Lozano.
60
:»
»
» Méndez.
106
Id. Diego del Valle.
61 H.»
» Oarcfa. (dey.«)
107
Id. Diego Plaza.
62 II
[.•
Bergara yBs-
108
H.* Diego Gutierres (Dqk^
pinoza (Do-
109
Id. Dionteio Benitez.
nado.)
110
Id. Domingo de la Cruz.
6S
*
»
>» del Pilar.
111
Id. Domingo Bchavegara.
64
»
»
» Uartiaez.
112
Id. Domingo Peguero.
65
»>
»
•> Calderón.
113
Id. Romero Fontan.
66
»
»>
» López.
114
Id. Domingo Payo.
67
»
»
» M.« Ures.
115
Id. Domingo Burgés.
68
»
M
Baltasar de San Juan.
116
Id. Bgidio Carbonells.
6»
•
»
Bartolomé Comas.
117
Id. Elias Pasaren.
7©
V
»
Benito Noboa.
118
Id. Elias Simonelli.
71
•
V
» Marín.
119
Id. Enrique Antonio PonaMi
72
»
9
» Fernander
120
Id. Esteban José Gonzalo»
7S
1»
»
» Baivoa.
121
Id. Esteban Rubio.
74
»
»
» de Jesús.
122
H.* Esteban Renquifo (Donsd
78
y>
»>
» Fosalya.
123
R. P. D. Fr. Eugenio Mofói.
76
»
»
Benvenuto Beardo.
124
Id. Ensebio Sanz.
77
»
»>
Bernardino de San An-
125
Id. Busebio Atias. (Coristi^
tonio.
126
Id. Feliciano Morentín.
78
»
»
Bernardino P. Oonza*
127
í J. Feliciano Martines.
lez.
128
Id. Felipe Martínez.
79
V
1»
Bernardino de San Jo-
129
Id. Felipe Linares.
sé González.
130
Id. Felipe Sánchez.
80
»
»
Blas Cabello.
131
H.* Felipe Bravo (Donado.)
61
V
»
» B'illester.
132
R. P. D. Fr. Félix Margíl.
82
»
i|»
» djl Sacramento.
133
Id. Félix Arana. (CorisU.)
83
»
»
^ García.
184
Id. Femando Pallares.
84
)»
»
V déla Fuente.
135
Id. Fernando Sánchez.
85
V
V
Buenaventura Marques
136
Id. Francisco BscríTano.
86
»
)»
» Perelló.
137
Id. Francisco Uaceda.
87
»
»
>> Marti.
138
Id.' Francisco de San José.
88
V
V
» Cornelias
139
Id. Francisco Javier Ri>era
89
ll»
»
» Torremo- 140
Id. Francisco Huertas.
rell.
141
•Id. Francisco Sánchez.
90
>>
V
>j Seluy.
142
Id. Francisco Basteyro.
91
s
)»
V Martínez.
143
Id. Francisco Montero.
92
•
»
Calixto Sánchez.
144
Id. Francisco Francés.
93
V
»
Cándido Martínez de
145
Id. Francisco Javier Uagnso-
Maturana.
146
Id. Francisco Gazo.
94
H»
Carlos de Cdrdova (D.*)
147
Id. Francisco Valiente.
95
H.»
C&rlos Fortina (D.*)
148
Id. Francisco Marín.
96
H.«
Casimiro Chavarrfa (D.*)
149
Id. Francisco Mata.
97
i»
»
Cayetano Moltteni.
f5«)
Id. Francisco Menendes.
98
»
¥
Celedonio Ruiz.
151
Id. Francisco Alvares.
99
H»
»
Celedonio Alatrista(D.*)
152
Id. Francisco Bueno.
100 R. P. D. Fr
. Cipriano Rodrigues.
153
Id. Francisco Ruiz.
101
»
M
Cristóbal Perrero.
154
Id. Francisco Coeejo.
102
V
»
Id. Messas.
155
Id. Francisco Oviol,
191
•
»
Id. González.
156
Id. Frandsoo DandtD.
— 381 --
R. P. D. Fr. Francisco Arisa. 209
Id. Francisco Aranda. 210
Id. Francisco Cumbreras. 211
Id. Francisco Lázaro. 212
Id. Francisco campal. 213
Id. Francisco Casas. 214
Id. Francisco Vallescá. 215
Id Francisco Bosch. 216
Id. Francisco Suy. 217
Id. Francisco Orau. 218
Id. Prdncísco, Avellana. 219
Id. Francisco Espóy. 220
Id. Francisco Torres. 221
Id. Francisco Jasa. 222
Id. Francisco PuiiT- ^'^
Id. Francisco M.» Sagols. 224
Id. Francisco Bohigas. 225
Id. Francisco Risco. 226
Id. Francisca del N. Jesús Fons. 227
Id. Francisco de las Llagas Her- 228
rero. . 229
Id. Franeisco de S. José. 230
Id. Francisco de AlcorU. 231
Id. Francisco Saares. 232
Id. Francisco del Espíritu Santo. 233
Id. Francisco José Concepción. 234
Id. Francisco Javier de JesAs. 235
Id. Francisco Cervera. 236
Id. Francisco del Pilar. 237
Id. Francisco Jiménez. 238
Id. Francisco Ramirez. 239
Id. Francisco Hernández. 240
Id. Francisco Prieto. 241
Id. Francisco Morera. 242
Id. Francisco Solanas. .243
Id. Francisco Antonio Oarcfa, 244
Id. Francisco Patino. 245
H.* Francisco Ventura (Don.*) 246
R. P. D. Fr. Francisco Montes. 247
Id. Francisco Pagóla (Corista-) 248
Id. Oabriei González. 249
Id. Gabriel de la Encarnación Sala 250
Id. Gaspar Marzet. 251
Id. Gaspar García. 252
Id. Gerónimo Dolores. 253
Id. Gerónimo Clota. 254
Id. Gerónimo Zurita. 255
Id. Glnés Palai. 256
Id. Gregorio Efío. 257
Id. Ignacio M.» Sans. 258
H.* Ildefonso Roa (Don.*. 259
H. p. D. Fr. Isidoro Malatesta. 260
Id. Isidro del Rio. 261
R. P. D, Fr. Isidro Martorell.
Id. Hilario Bassan.
Id. Hilario Martines.
Id. Jaime Corretjer.
Id. Joaquín Serrano.
Id. Joaquín Liebana.
Id. Joaquín Soler.
Id. Joaquín Ignacio Echa ve.
Id. Joaquín Navarro. .
Id. Joaquín Salva.
Id. José Romero.
Id. José AmpuerOé
Id. José Orduna.s
Id. José López.
Id. José Bustos.
Id. José Hernández.
Id. José de San Antonio.
Id. JoséSeguin.
Id. José Gondar.
Id. José Feizóo.
Id. José Vidal,
(d. José Onorato.
Id. José Contreras.
Id. José Amich.
Id. Joaé Menendes.
Id. José Jaime.
Id. José Navarro.
Id. José Escobar.
Id. José Boza.
Id. José Bueno.
Id. José Gutiérrez.
Id. José Gómez.
Id. José Sao ches.
Id. José Tortosa.
Id. José Alvaruz.
Id. José chaves.
Id. José Candis.
Id. José Ferrer.
Id. José López.
Id. José Cortés.
Id. José Conde.
Id. José Llera.
Id. José Rodríguez.
Id. José Barco.
Id. José Tortoles.
Id. José Redriguez.
Id. José Lasala.
Id. José Psgol.
Id. José López.
Id. José Marsal.
Id. José Amado,
Id. José Andrés Berrocal
José M.* Aliveras.
Vw
— 332 —
?f2 R. P. D. Pr. JoséM.» Arn^u.
2ü3 M. José M.« Batellaa.
264 Id. J«.8é Francisco Sainper.
265 ló. José M." del Crucificado Soler.
266 Id. José Manuel Hormaeche.
267 Id. J<»8é Anzurena.
268 H.» José A moros (Donado).
269 R P. D. Fr. José Coles.
270 Id . Jofté Constans.
271 Id. José Zusunaga.
272 Id. José Camacho.
273 Id. José Cavallero.
274 Id. José Cat^Ilero.
275 Id. José Duarte.
276 H.»José Prieto (Donado.)
277 R. P. D. Fr. Miguel de la Asunción.
278 H «Jos-I Carmen Galarza (Don.*)
279 R. P. D. Fr. José Arzaan.
28) H.* José Murrieta (Dev.«)
281 K. P. D. Fr. José Torreus (Corista).
282 Id. J-Jb:í Álava.
283 Id. José M.» Font.
284 H.^José Antonio Navarrete (Don.*)
285 U.* José A. Maravi. (Dev.«)
2S6 R. V. 1). Fp. José M.« Manso.
287 II.c José M.« Quintana. (Don.«)
288 II.» José M.« Các/»re«. (Don.»)
289 U. P. D. Fr. José M." Plazu.
290 Id. José -Magret.
291 H.» José A I va. (Don.»)
292 R. P. D. Fr. Juan Berástegui.
293 Id. Juan d« Díos Fresneda.
294 Id. Juan Pérez ^e Sta. Rosa.
295 Id. Juan .Monrero.
296 Id. Juan Calaf.
297 Id. Juan Bonaraó.
298 Id. Juan García.
299 Id. Juan Alvarez.
300 Id. Juan déla Concepción.
301 Id. Juan Periano.
302 Id. Juan Gavilán.
303 Id. Juan Sngrañes.
30i Id. Juan de la Vega.
305 Id. Juan Cazo.
306 Id. Juan Alcalde.
307 Id. Juan Bueuaventura Blazquez.
308 Id. Juan Uribe.
309 Id. Juan de la Cruz Holguin.
310 Id. Juan Represa,
olí Juan Aimirall.
312 Id. JuanGuanter.
313 Id. Juan Crieóstomo cimini.
314 Juan Bautista Narraez.
I
315 R. P. D. Fr. Juan de Díot TjCfts
316 Id. Juan Codolosa.
317 Id. Juan cairo.
318 Id. Jaan Cuesta.
319 Id. Juan José Mas.
320 Id. Juan de laOoneepcion Pil^
?21 Id. Juan Raymondez.
322 Id. Juan de San Antonio.
323 Id. Juan Redondo.
324 H.» Juan de Pasos (Don.*)
325 R. P. D. Fr. Juan Ca&elles.
326 Id. Juan Diaz.
327 Id Juan Antonio del Toro.
328 Id. Juan Dolores Carrera.
321 Id. Juan Achotegui.
.130 H.» Juan Alareo. (Dop.^
331 H.« Juan Quiroga (Don.^
332 H.» Juan Martioez (Dev.»)
333 R. P. D. Fr. Julián Real.
334 Id. Julián N.iTarro.
335 Id. Julián Hurtado.
336 Id Julio Yelarde. (Deroto*
337 Id. León Martin.
338 Id. Leonardo Cortés.
339 Id. Leonardo M.« Pons. (Corimí
340 H.» Lino Bicha (Don.*)
341 R. P. D. Fr. Lorenzo Nañez.
342 Id. Lorenzo Ruíz.
343 Id. Lucas de Jesús MarConll.
344 Id. Luis Colomer.
345 Id. Luis Moré.
346 Id. Luis Maceda.
347 Id. Luiá Bielli.
848 II.»Magin E.<póy (Don.»)
349 R. P. D. Fr. Mannel delSaols.
350 Id. Manuel Gil.
351 Id. Manuel Chacón.
352 Id. Manuel Becerril.
353 Id. Manuel de latloneepdoc
3.'^4 Id Manuel Sola.
365 Id. Manuel Burga.
356 Id. Manuel G.ircía.
357 Id. Manuel Fernandez.
158 Id. Manuel Rodríguez.
359 Id. Manuel Qortina. ,
360 Id. Manuel Sánchez Rtncoa
361 Id. Manuel Sobreriela.
362 Id. Manuel Pérez.
363 Id. Manuel Ochoa.
864 Id. Manuel García.
365 Id. Manuel Ruiz.
366 Id. Manuel Trinidad PlazJL
367 Id. ManuelLoTacó.
— 333
368 R. P. D. yr, Manuel Alonso.
3C9 id. Manuel Gutiérrez.
370' iti. Manuel cUvillé.
371 id. Munuel Carrion.
372 id. Manuel Vap/?as.
373 H.« Baudilio (üon.o)
374 II.'> Manuei Ascensio. (Don «)
375 U. P. D. Vr Manuel Izquierdo.
37o id. .\lanupl de S. Pablo.
377 id. Manuel Borja.
J7$ id. Manuel Samudio.
?79 id. Manuel Alonso.
3.Ü) id. Manuel Ballejo. (Corista).
381 H.<> Manuel Maidonado. (Don.*)
3f*2 R P. D. Fr. Manuel M « Cornejo.
383 ».• Manuel de Oyarzaval. (Don.")
384 H.o Manuel Marrinez. (Dev.f-)
385 n.® Manuel S. Irala. (Dev.o)
38* Il.o Manuel Vej,'*. (Don.o)
3í57 H • Manuel Hurtado. (Don.«)
3b8 R. P. D. Fr. Mariano Badía.
389 id. Mariano Royo.
390 id. Mariano Brranz.
391 id. Mariano Gil.
392 id. Mariano de Jesús Casanevas.
393 id. Mariano Gil.
394 id. Mar.o del Pilar Caatellanzueio.
395 H.« id. Mariano Ilinojosa. (Dev.»)
396 R. P. D Fr. Mariano Bru.
397 id. Martin de Martin.
398 id. Martin Aguirre.
399 id. Martin Batlle. (Corista.)
400 id. Mateo Benguechea.
401 id. Mateo Méndez.
402 id. Mat«o Gil y Aznar.
403 id. Mateo Gil.
404 id. Mateo Quixada.
405 id. Matias de S. Diego.
406 H.»MatÍj8 Arroyo. (Don.»)
407 R. P. D. Fr. Mauricio Espinos.
408 id. Mauricio Gallardo.
409 id. Maximino Colina.
410 id. Melchor Vera.
411 id. Melchor de S. Miguel.
412 H.0 Melchor Román, (ion.*)
413 R. P. D. Fr. Miguel Salcedo.
414 id. Miguel Selles.
41á id. Miguel del Barco.
416 id. Miguel del Pinol.
417 id. Miguel Arnao.
418 id. Miguel Andiviela.
419 id. Miguel Salvador.
420 Id. Mig:uel Pascual.
421 R. P. D. Fr. Miguel Prenafeta.
4^2 id. Miguel Martínez. (Corista.)
423 id. Miguel Navarro.
424 id Miguel Fernandez Troncoso.
425 i J. Miguel ApaHcio
426 id. Narciso González.
427 id. Narciso Girbal.
428 id. Nicolás Queypo.
429 id. Nicolás Burillo.
430 id. Nicolás Méndez.
431 id. Norberto Fernandez.
432 Id. P<iblo Bartras.
433 id. Pablo Ibañez.
434 id. Pascual Pedros.
435 id. Pascual Albos.
436 id. Paulo Alonso Carvallo.
437 id. Pedro Canteli.
438 id. Pedro Diaz.
439 id. Pedro Pérez.
440 id. Pedro Mas.
441 id. Pedro Domínguez.
442 id. Pedro de S. Martin.
443 id. Pedro Arrióla.
444 id. Pedro Gutiérrez.
445 id. Pedro González.
446 id. Pedro Ossete.
447 id. Pedro de S. Andrés.
448 id. Pedro Gal indo.
449 id. Pedro García .
450 id. Pedro Gil Muñoz.
451 id. Pedro Pablo García.
452 id. Pedro Nolasco Baraona.
453 id. Pedro Mariano Maclas.
454 id. Pedro Gual.
455 id. Pedro Antonio Vergel.
456 id. Pedro Boronat.
457 id. Pedro Serra.
458 H.* Pedro Gómez. (Don.*)
459 H.* Pedro Ximenez. (Don.*)
460 R. P. D. Fr. Pedro Navarro.
461 id. Pedro de Sta. María.
462 id. Pedro del Rosario.
463 id. Pedro de la Rúa.
464 id. Pedro de la Soledad.
465 id. Pedro Jurado.
466 H.* Pedro Torres, (Dev.*)
4Ó7 H.* Pedro Martínez, (Dev.*)
468 R. P. D. Fr. Pedro Blanco.
469 H.* Pedro Gonzakz (Don.*)
470 R. P. D. Fr. Pió Sarobe (Corista.)
471 id. Prudencio Echevarría.
472 id. Rafael Valls.
473 id. Raimundo Pigueras.
-^ x
— 384 —
474 R. P D. Pp. Raimando VeliUi, (Co-
rista.)
475 id Raraon Mesai.
476 id. Ramón Aynosa.
477 id. Ramón Cairo.
478 td. Ramón Torrauba.
479 H.* Ramón Santa María. (Don.»)
4>0 H.« Remigio 8alYatierra(Don.«}
4^1 H.* Ricardo Pedrosa (Dev.»)
4«2 R. P. D. Fr. Roque Aznar.
48nd. Salrador Clivillé.
484 id. Salvador Cámara.
485 id. Santiago Uribe.
4^6 id. Santiago Pesca.
487 id. Sebastian Belenguer.
^HH id. Sebastian Rocha.
489 id. Segismundo Xuriach.
490 H.« Simón Lucas Oallegoi. (Don.")
491 R. P. D. Fr. Teodoro Armen tia.
492 id. Timoteo Delgado.
493 id Tomás Martin Triatan.
494 id. Tomás Piqueras.
495 R. P. D. Fr. Tomás Alcántara.
49t» id. Tomás Saenz.
497 id. Tomás Hernández.
498 id. Toribio Bustamanti
499 id. Toribio de S, Ant.*
.VK) id. Valentín Arriata. ^
TiOl id. Valentín López.
502 H.« Valentín Chimatco (Don.*)
503 R. P. D. Fr. Ventura Bellido.
504 id. Verisimo de la Asunción.
505 id. Vicente Arguelles.
506 id. Vicente Sabañer.
507 id. Vicente Ant." Serna.
508 id. Vicente Gomas.
509 id. Vicente Freja.
510 id. Vicente Calvo.
511 id. Vicente Cuesta.
512 id. Vicente Ferrer. (Ooriata.)
513 id. Vicente da la Torra.
514 H.« Vicente Bailón (Don.«)
515 H.» Víctor Alvar«z (Don.«)
51H R. P. D. Fr. Vlctopío Fontec«drflY
^ '^-
CAPITOE.O KLIY
MeligioBOB que se lian empleado en lus Miaiouea de iníielea, deapnea
del reatábleeimienio de eate Colegio de Ocopa.
1840- 188 J9.
V
Bn el año 1821 con el R. P. Plaza, que después fué Obispo de Cuenca, habit
•teta Misioneros de Ocopa en aquellas Misiones.
Bn 1)j40, y años posterioreSj mandaron á las mismas & los RR. PP. y HH. si-
guientes; y algunos mu rieron en ellas de muerte natural, y otros, violenta cau-
««.da por loi Ínfleles y sufrida por el celo de su conversión.
1 R. P. Plaza. Salió de ellas para
Cuenca.
2 R. P. Pr. Crisóstomo Gimlni, Pre-
fecto, Muerto en el Apunmac.
9 Id. Luis Bieli. Después Comisario
General de Tierra Santa.
4 id. Antonio Rossi. Después Prefec^
to de Mis. en otro Col.
5 id. Antonio Brigatti. Muerto en
Sarayacu.
6 id. Juan de Dios Lorente. Muerto
en Ocopa.
7 id. Vicente Calvo, Prefecto. Muerte
en lea.
8 Id. Francisco Avellana. Muerto en
Sarayacu.
9 Fr. Blis s Simoneli. Muerto en Ocopa.«
10 R. P. Fr. Santiago Pesce. I^empla-
rlsimo.
11 id. Felipe Martínez. Fundador de
Quilo.
12 id. Fernando Pallares. Ex-Prefecto
Muerto en Ocopa.
13 id. Antonio Oallisans. Abogado en
el rio Tulumayo.
14 H.* Magin Ba^oy. Murió en Sara-
yacu, secular.
15 R. P. Fr. Juan Bautista Narvaez.
16 Fr. Amadlos Bertona. Murió en el
rio Apurimac.
17 R. P, Vr, Feliciano Morentin. Mu-
rió en el mismo rio.
18 id. Antonio Bruno Quiu. Murió en
Sarayacu.
19 id. Manuel Vargas. Cura seculari
zado.
20 id. Buenaventura Cornelias. Murió
en Sara yacu.
21 H.<> Valentín Chimaico. Murió en Sa-
rayacu.
22 R. P. Fr. José María Batallas. Murió
en Huanca vélica.
23 Fr. Enrique Portóles. Murió en Sa-
ra y acuv
24 R. P. Fr. Lúeas de Jesás Martorell.
Después Guardian.
25 id Ignario María Sans. Guardian
actual.
26 Fr. Manuel Maria Cornejo. Médico.
27 id. Domingo María de los Angeles
Burgas. Secularizado, fué Vicario
General y Rector del Seminario.
28 id. Miguel Prenafeta. Gura seculari-
zado.
— 336 —
29 R. P. Fr. Buenaventura Martínez.
Muerto en Ocopa.
80 Fr. Salvador Cámara. Procurador.
31 Fr. Esteban del Corazón de María
Rubio. Muerto en Ocopa.
32 Fr. Pablo María de los Dolores Iba-
ñez.
33 id. Buenaventura Amer. Muerto en
Lima.
34 R. P. Fr. Antonio Mayoral.
35 id. José María Vila.
36 id. Mariano del Pilar CasteHanzuelo.
37 id. Buenaventura Torremorell.
38 id. Félix Padró. Después Guardian
dí»l Cuzco: rnurió.
89 id. P'r;incisco s;ig;)Is. Actualmente
Cura 8ecularÍÁ;ido.
40 Tomás Hermosa. Prefecto de las Mi-
siones.
41 id. José Francisco Samper. Actual-
mente en las Misiones.
42 id. Luis Sabaté. Guardian del Cuzco.
Está en ellas.
43 id. Juan de la Concepción Pallas.
Actual Prefecto.
44 id. Manuel Orti. Salió.
45 id. Ignacio Tapia. Ahogado en el rio
Tamaya.
46 id. Diego Falc6. Actoalmfsíi
naos del Brasil.
47 id. José María MagréL E$U
mente.
48 id. Agustín Alemany. Estás
servicio.
49 id. Luis Torra. Está en d
actnal ministerio.
50 id. Maximino Honorio Oms.
ellas se baila.
51 id. Francisco de las LIaf2i9<0
Estuvo en Huancabelica.
52 H.» Diego Gutiérrez. EsU
te sirviendo.
53 R. P. D. Fr. BeruardiiH^ ésí
González. Kíí*uvo en el F'iys-
54 !!.• covarrubias. i:stuv,j*i s
del P. Fr. Luis Sabstt^.
55 P. D. Fr. BernardinoGoad^
dian de Lima.
56 id. Lucas Garteitx. De Um^-
anterior, por su parte.
57 id. Juan José Mas. Rstá aftr^
allá.
58 id. Tomás B. HernandeAÜ
59 id. Diego PlazA, id.
N
CAPf T@]L0 XLV.
JEteligloaoB mnertoa violentamente en las miaionea de inüelea de eate
Colegio, qne ae relatan en eatapreaente Hiaíoria-
i R. P.Fr. Cristóbal Larios. Véase el
cap. II. del tomo 1 !• 1637.
2 Fr. JeróniíDO Jiménez, Le^^o. id. id.
3 R. P. Fr. Matias lUescas, id.— 1641.
4 Fr. Pedro de la Cruz, Lego, id. id.
5 Fr. Francisco Pina, Lego, id. id.
6 N. N. Véase el cap. II. del tomo 1.^
mencionado.
7 N.N. id.
8 R. P. Fr. N. N. Véase el cap. III. to-
mo 1.0—1657.
9 R. P. Fr. N. N. id. id.
10 Fr. N. N. Lego, id. id.
11 Fr. N. N. Lego, id. id.
12 Fr. N. N. Lego, id. id.
13 R. P. Fr. Franc.» Mejla. V. c. m. t l.«-l«70.
14 R. P. Fr. Alonso Madrid, id. id.
15 Fr. Alonso Acebedo, Lego, id. id.
16 N. N. id. id.
17 N. N. id. id
18 N. N. id. id.
19 N. N. id. id.
20 R. P. Fr. Fraileo Izquierdo. Cap. viii
tomo !.•— 1674.
n H.» Andrés Pinto y un Cristiano id.
Ídem.
22 R. P. Fr. Francisco Carrion, id. id.
28 Fr. Antonio Cepeda, id. id.
24 R. P. Fr. Manuel Biedma. Cap. XVII.
-1687.
25 R. P. Fr. Juan Bargas Machuca, id.
ídem.
26 R. P. Fr. José Soto, id, id.
27 Fr. Pedro Alvarez. id. id.
28 H.o Pedro Laureano, id. id. Mas cua-
tro seculares, id. id.
29 R. P. Fr. Blas Valera. Cap. XVIII.
tonml.»-1694.
30 R. P. Juan Zabala, id. id.
31 R. P. Fr. Francisco Huerta, id. id.
32 R. P. Fr. Jerónimo de los Rios, id.—
1704.
33 H.» Juan Delgado, Donado. Cap. XX.
-1718.
34 H o Tomás de S. Diego, id. id.— 1721.
35 R. P. Fr. Fernando de S. José, id.—
1724.
36 H.ON. N. Id. id.
37 Fr. Tomás de san José, id. id.
38 Fr. Lúeas de Jesús, id. id.
(Fr. Ángel Gutiérrez, murió de ham.
bre en el monte, id. -1726.)
39 R. P. Fr. Manuel Bajo. Cap. XXIV,
tomo l.« 1734.
40 R. P. Fr. Alonso del Espíritu Santo,
id. id.
41 R. P. Fr. Cristóbal Pacheco, id. id.
42 H.o N. N. Donado, id. id.
43 H.o N. N. id, id. id.
44 R. P. Fr. Domingo Oarcia. Cap. XXVI
tomo l.<^1742.
45 R. P. Fr. José Cabanas, id. id.
46 H.o N. N. Donado, id. id.
47 R. P. Fr. José Albarran, Cap, XX VIH
tomo 1.0—1747.
48 Fr* Fernando de Jesús, id. id.
23
''.i^
— 338 —
49 H.» N. N. Donado, id. id.
50 R. P. Fr. Antonio Cabello. Cap. XXXI
-1757.
51 R. P. Fr. Francisco Francés. Cap.
XXXII.— 1763.
52 R. P. Fr. Roque Aznar. Cap. XXXIV.
—1766.
53 H.o Manuel Romero, Donado, id. id.
54 R. P. Fr. Juan de Dios Frezneda.
Cap. XXXY.-Id.
55 Fr. Francisco Jiménez, id. id.
56 H.o Andrés Bernal, Donado, id. id.
57 R. P. Fr. Mariano Erranz, id. id.
58 Fr. José Caballero, id. id.
59 H.o Manuel de las Animas, Donado,
ídem id.
60 Fr. Alejandro de las «^asas, id. id.
61 H.o Hipólito de S. Pedro, Ü. tL
62 R. P. Fr. José Jaime, id, id.
63 H.* Mauricio de Jeaás, id. ii.
64 R. P. Fr. José Migwl Salcaiia. i¿-
65 Id. Juan Pérez de SU. Rota, ú
66 Fr. José Menendez, id. id.
67 Fr. Manuel de S. Pablo, id. id.
(R. P. Fr. Antonio Gallisam,* m
g6. Cap VIII, tomo 2.«-tó;L
(Dos Cristianos más ahogados tsi^
id. id.)
68 R. P. Fr. Juan Crisóstom«> urt
Cap. IX, tomo 2 •— 1851.
69 R. P. Fr. Feliciano Morentia. iiii
70 Fr. Amadlos Bertona, Lego.ii^
(R. P. Fr. Ignacio María TípiLaa
gado. Cap. XX, tomo 2.*—!^
Por último, los religiosos de esta V. Comunidad de Ocopa mnertoste
fermedad, desde 1838 Hasta 1882, son 51: uno de los cuales murió «ho^? as
puerto de Valparaiso de Chile, victima de su caridad, por asistir espíritu
á los naufragantes, aun que habria podido escapar de aquel peligro.
CAPITULO XLVI,
Beimdo de laa Miaionea de inüelea de Oeopm en Í98B.
Para que, al concluir el apéndice presente, se vea el
Gido de las misiones de infieles de este Colegio, ponemos
oralmente á continuación la razón que de ellos da á la sa-
lda Congregación de Propaganda Fide el actual Prefecto.
tospecto de las misiones de injteles del Colegio de Santa
Rosa de Ocopa.
»Lás misiones de infieles pertenecientes al Colegio de
opa constan de cuatro pueblos de Conversiones, que son
I siguientes:
I.
San Miguel de Oayarlya.
»Este pueblo está situado á la derecha del rio del mismo
mbre, tributario del gran rio Ucayali, á distancia de un
i de camino, fundado en 1869 por el M. R. P. Fr. Vicente
Ivo, Prefecto, con el objeto de convertir á los infieles Re-
)s y Schipibos, que vivian en las orillas de dicho rio: se
mpone ordinariamente de unas 20 familias, como en nú-
3ro de 100 almas, parte cristianos antiguos, parte cristia-
& convertidos de la gentilidad.
II.
Santa Rosa de Oaschlboya.
»Este pueblo, fundado en 1863, consta de unas 130 fa-
^
^\
^
'I
— 340 —
milias y como unas 1,000 almas, cristianos todos e^s
mente antiguos: dista ocho dias del anterior y unas:
cuatro leguas del Ucayali .
III.
Xiixna-Rosa de los Piros.
•
»Situado este pueblo en la izquierda del ücayali, í
tancia de ocho dias de Cayariya y once de Caschibojaj
regreso veinte y ocho de Caschiboya y veinte de Caj
fué reabierto en 1879, á los 60 años, en el mismo luga
antiguo, con el número de unas 12 familias, sepaná^'
distintos lugares y sin esperanza de feliz éxito, perla
le de los infieles Piros que esclusivamente lo constite
IV.
T9'uestra Señora de la Asunción de QuiUiui
»D¡sta este último pueblo ocho dias de Ocopa, y tré
dias por lo menos del anterior Lima-Rosa, la mayor pá
por agua, reabierto por el infrascrito Prefecto y con cocsí
timiento del V. Discretorio de este S. Colegio de Ocopa, i
pues del recurso á Roma del Colegio de los Descalxosiil
ma, resultado de la iniciación que hizo en dicho puefc
R. P. Prefecto de Ocopa, Fr. Tomás Hermoso, afiliados
Colegio de Arequipa: consta de 25 familias, las cuales is
(jue separadas unas de otras, prometen buenas esp
»Los Religiosos que han residido en las misiones, d
te este trienio de 1879 á 1882, son los siguientes: E. P
Juan Pallas, actual Prefecto: R. P. Fr. Luis Sabaté:B.P.f
Agustin Alemany : R. P. Fr. Francisco Samper: R. P- ^
Luis Torra: R. P. Fr. Maximino Colina: Fr. Pablo 11*
lego: Fr. José Magret, lego: Hno. Diego Gutiérrez, doP*
»Los idiomas cultivados por los Misioneros, son: dí
chua, Schipibo, Piro y Campa; los dos primeros í«f
P. Pallas y los dos últimos por el P. Alemany.»
Firmado y rubricado por el P. Jtuin dfe la O' P^
Prefecto de las Misiones.
^^c0^|^>§<^>^|^)§:^>$;^;0<^^^>^^>^^^^
APÉNDICE AL CAPÍTULO XIIL
Mabiéndoae tTMspapelado nnaa enArtiUaa ouando la impresión
de este capitulo, damos como apéndice al mismo la relación de los
aignlentes hechos:
I. Durante el tiempo que los RR. PP. Vicente Calvo é
Ignacio M. Sans vivieron en el pueblo de Cayariya, sucedie-
Ton dos casos bien estraños, á los que los ihisírados mo-
dernos llamarán quizás supercherías de Frailes. El uno tuvo
lugar en la casa de uno de aquellos, que, según nuestros «es-
piritistas,» tienen pacto con el demonio. Estaban, un dia, to-
dos los cristianos del pueblo despavoridos al ver que se les
crispaba el cuerpo, siempre que asistían á las satánicas
nianiobras del brujo, en las cuales se dejaba oir una voz
muy estraña y pavorosa, que les causaba aquella sensación.
Por ñn, avisaron al P. Ignacio, y éste aprovechando el tiem-
po de la ausencia del brujo, pasó á bendecir todas^las casas
del pueblo, sin exceptuar la del referido sugeto, con la aña-
didura del exorcismo. Habiendo llegado el hombre del Uca-
yali, como por vía de recreo, se puso á operar sus ensayos,
los que le salieron muy al inversa de lo que se pensaba;
pues que estando en todo pl fervor de su función, se dejaron
oir distinta y claramente estas palabras: Sra ipaqus qui
aUyamay; Papá Ignacio um pasco chacchuraque cúpi. Yo
— /
— 342 —
no puedo bajar; porque el P. Ignacio ha rociado h
con agua. No piensen los lectores que este caso sea
invención, nó; sino que se ha escrito porque lo pi
todo el pueblo y el mismo brujo lo confesó ante á
por vía de querella. El resultado fué, que el pueblo q|
en paz y tranquilidad hasta que aconteció el otro sij
II. Hallábase una casa, aun no bendecida, bal
por infieles, y en ella dormia también un cristiano, qiie¡
ñas noches se veía en la precisión de echarse á correr
verse perseguido de los tizones de fuego que se le
dentro del toldo ó mosquitera en que yacía, sin ausiliod?
no humana que los moviese. El pobre paciente suport*.
varias veces; mas cuando vio que aquello iba repitiéiK
se resolvió á participarlo á los PP. EIP. Ignacio enl
dio una de las medallas que se llaman milagrosas y e(H:|
tuvo algunas noches de reposo: empero, como Dios Ni
Señor quiso hacer ostentación del poder que tiene de[
do en la imperiosa voz de los sacerdotes, y que esta ám
para confirmar en la fé á los cristianos, y confundir al
mo tiempo á los infieles, hizo que una tarde en que est
reunidos unos y otros, se disipasen los débiles esfaad
del padre de la mentira. En efecto: serian cosa de lag ca-
tre de la tarde, hora en que los PP. terminan el oficio (fe
no, cuando hé aquí que fueron llamados á que fuesen imí
diatamente á arrojar al Yuschima (el diablo) de la dicha a
sa. Salieron los PP. y al aproximarse á ella viéronla tai
rodeada de infieles y de cristianos que con palos daban s
cios gol[íes á su techo; que el fuego iba ciertamente disc*
rriendo por sí solo de acá á acullá; y que dos torteras ó plag-
ues, uno de ceniza, y de chicharrones el otro, fueron ava
tados de sus barbacoas. No dejaron los PP. de impresicaiir
se al ver semejante escena; pero lo peor y mas serio faéjü
cuando estaban no muy distantes de la puerta, salió porel
una piedra tan rápidamente arrastrando por el suelo, de ni
cinco libras de peso, que á no abrir con la misma ra]A
— 343 —
BUS piernas el R. P. Ignacio, se las habria lastimosamente
fracturado. Movido entonces el P. Prefecto Calvo pop el Es-
píritu celestial, dijo al P. Ignacio: «Ea padre: éntrese V. R.
»á dentrp la casa, y póngala en paz: á lo que el P. sin dar
^contestación alguna, de un brinco se constituyó en medio
»de ella: le echó un exorcismo, la bendijo y quedó para
3>siempre desalojado de ella, el espíritu perturbador.»
Ahora bien: de todo cuanto se ha dicho hasta aquí, tome
cada uno la lección que mas útil le sea, encargando solo nos-
otros á esa gente sencilla, ó mejor dicho, maliciosamente es-
túpida, que no se dejen engañar por esos cuatro Bónzos del
siglo décimo nono conocidos por hereges espiritistas; no sea
que, pensándose unos ir á los cuernos de la luna, otros á las
quijadas de un jumento, esos á los herrajes del caballo blan-
co animado por el héroe de Castillejos, y aquellos otros á
' comer ensalada en el pico del canario, animado también por
el alma del marido de cierta mentecata señora, se encuen-
tren un dia confundidos entre la inmensa chusma de los
condenados, pagando así su infidelidad, á su amabilísimo
Redentor, en los fuegos sempiternos del infierno.
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CÉDULA REAL
PARA LA GBEGGIOn DEL COLEGIO DE OGOPA-
GLEMENS PAJA XIII.
Ad tutnram Bei memoriam.
Hilitaniis EcclesisB Regimini per ineífabilem divinsB boniiatis
al>\indantiam, nullo licet meritorum nostrorum éuffragio, prsBsi-
dentes, Religiosorum Virorum Allissimi obsequiis sub suavis Reli-
gionis jugo mancipatorum, uberesque in Ecclesia Dei fructus, ads-
pirante superni fa voris auxilio, prorerre jugiter satagentium com-
modis, et felicibus in via mandatorum Domini progressibiís liben -
ter consulimus, sicut ad Omnipotentis Dei gloriam, Religionis
incrementum, et animarum salutem in Domino expediré arbitra-
mur. Exponi siquidem Nobis nuper fecit Dilectus Filius Josephus
Torrubia Frater, expresse professus, ac in Romana Curia pro Ul-
tramontana Familia Ordinis Minorum Sancti Francisci de Obser-
vantia nuncupatorum Gommissarius Generalis, quod, cum Gharis-
simus in Gbristo filius noster Ferdinandus Hispaniarum Rex
Catbolicus sua prosequens férvida vota erga Gonversionem Gen-
tium in immensis, ac dissitis Peruani Regionibus existentiue ^Misi
Regii CBrarii expensis ad illas partes frequentes, copiosasquat; ad
sienes Profesorum Hispanicorum dicti Ordinis mittere pergat ad
facilius vero assequendum tam pium finem, nuper per suums Ghi-
rograpbum concessit, permisitquo ut Hospitium Sanctse Rosse de
Ocopa nuncupatum dicti Ordinis situm in ipsis finibus terrarum,
quas incolunt Infideles illarum partium, erigeretur in GoUegium,
sive seminarium Apostolicum, in quo Missionariorum ipsius Ordi-
nis communitas degat, qui ibidem Indorum idiomata eaiscere, ad
eis evangelizandum praesto esse, et proximum babero possint lo-
cum aptum, commodumque, quo pro tempere secedant ad suas
curandas aígritudines, et ab exantlatis laboribus sese recreandos,
prout babetur in Regio Cbirographo tenoris sequentis; videlicet:
=REX.=Cum Ínter nonnuUas, variasquo expósitas praetensionas a
Fratre Josepho de Sancto Antonio, ordinis Minorum Sancti Fran-
24
(
^
V
~ 346 -
cisci. et Gommissarío Missionis Gerri de la Sal, Jauja, fioáüsi
Gajamarquilla ejus ordinis commendat®, supplicasse quoía
in Gollegium Missionariorum Apostolicorum ae Propagaiw!
confirmaretur Hospitium SanctsB Rosae de Ocopa, ex eo quii 4
tari non posset de illius necessitate, et utilitate, cum ídwi
potissimum illius finís assequatio, ad quem destinantur liai
rii, qui ex Europa mittuntur; hi namque statim ac in CoUispíi
constituti, facile Indorum sermonem, aliaque scitu neccsBEij
hujusmodi Ministerium exercendum ediscere possunt; elqaj
llegium non longe distat a locis, in quibus Missiones per¿fl<
ipsi Missionarii sibi invicem manus adjutrices pr8Bbere,ei£' J
necessarios assumere, ad illud impeditos, et infirmes remiltfai
sine mora alios subrogare ita valen t, ut nunquaní spintoii|
bulum Indis sit defecturum, imo quod acquisitum eat «Hisf*
tur, ac incessanter procedetur ad detegendos noves Popüli€<
que ad Ghristi fidem convertendos; ñeque etiam minor futani
utilitas indeeruenda, tali namque pacto in Collegio colloca *
sionariis occasio tollitur se ad alia divertendi, ^uffi si nono]
saltem incompatibilia sunt cum eorum exercitio^ velut ord
cía, ad qvLds contra disposi tienes alias factas deputari solat
igitur visa supplicatione,congruum duxi ad consultatiocei
Indiarum Gonsilii rem pro informatione, et voto deferreíá^
missarium Indiarium in dicto ordine, qui exposuit, fundaíii*
Gollegii Missionariorum Apostolicorum in Regno Peruano jsJ
dum consideralam, ordinatamque fuisse, tanquam indispacsl^
ter necessariara ad fidei propaga tionem, in Comitiis generz^
Ordinis, totiesque ordina tionem istam confirma tam fuisse áss^
Pontiñce Innocentio XI. In primis enim quia in hisc« Coilesat
modum recollectionis vivitur; stricta observantia, ac ferven?^
solitudo; quse sane multum conferunt adinducendum spirits*
vorera in illos qui tantum Ministerium evangelizandi Cxeosí
suscipiunt; bi euim para ti esse deben t, aut ad profundendua f
Ghristo Sanguinem, quod frecuenter accidit, aut ci viliter e-is i<
necesse est ingredientes et procedentes per asperrima lotaf^
manducantes non raro cibos, quos avia profert tellus, et recosSí
tes, nox atra ubi ibi eos occupat; quCB quidem enera síBesj^
spiritual! fervore pro animarum salute supportari nequesnnlB
sus etiam quia si erigi contingat Gollegium eum sui Guarcsfi
Discretorum Officinarumque institutione, melius procuran t¿A
victualia caeteraque Neopbytorum subsidia, Populisque {»
príestari adsistentia. Ac demum quia existente prope Kissi^
Collegio cum suo Valetudinario, aliisque commoditatíbiis ccr
latione aíRciuntur majori Gonversores, sciunt quippe promr
sibi adesse receptaculum in suis tegritudinibus : íocumqueí?
tis pro de fatigatis in laboribus at vero si eis desit tioiiej
refugii locuS; et dispersi vagari debeant per loca, in eorum
gescunt , in proposito lepidi evadunt , tristesque vivunt.
bus addebatur circumstantiis alia peculiaris pro confinns
Gollegii de Ocopa, quod nimirum ibi sepultus est venerabüi?
dem Funda tor Fr. Franciscus de Sancto Josepbo, a quo etiís
ginem acceperunt omnes Peruanoe Missiones; illiusque situ*^
loco, ex quo dividuntur viae tendentes ad Missiones ab ipso t*
gio administratas, et ad alias, quarum curam gerit Limaní^
"V
"^V^ ^^ ^.^^
"v >-
— 347 —
vincia ex Conventu Huarenal. Itaqufl concludebatur, valde oppor-
t\xn\iin fore ad tam pium finem assequendum, si ego dignarer Re-
/^ium concederé beneplacitum pro dicti GoUegii erectione. Quibus
•mnibus visis in meo Indiarum consilio juncia etiam allegatione
.^scali, desuperque consultus pro approbatione hujusmodi instan-
tias die XVI Martii Anni MDGGLI. Placuit mihi eidem annuere,
concedendo meam Regiam licentiam, ad hoc, ut ex tune in Apos-
postolicum Missionariorum Gollegium erigeretur príefatum Hos-
pitium SanctíB Rosse de Ocopa. Quamquam vero istiusmodi mea
Regia resolutione promúlgala, et de ea certior factus fuerit Gom-
missarius Generalis Indiarum, qui suas paténtales litteras die
XXXI Maii ejusdem anni MDGGLI, pro eo, quod ad ipsum specta-
l>at, expedibit, ut apparet ex eidem patentalibus litteris nupera
memorato Fratre Josepho de Sancto Antonio prcBsentatis; Regium
tamen Ghirographum desuper tune expeditum non fuit, quemad-
modum pro captae resolutionis exsecutione necesse erat. Re igitur
modo, instante dicto Fratre Josepho de Sancto Antonio, iterum in
prsefato meo Gonsilio proposita cum nova allegatione fiscali, pla-
cel mihi, ut super illa Regium expediatur Ghirographum. Propte-
rea jubeomeo Proregi in Peruanis Regionibus, meíB Regias Au-
dienliíe in Givitate Limana constitutis, el ómnibus tribunalibus,
singulisque ejusdem Regnis Ministris, et injungo admodum Reve-
rendo. Archiepiscopo Limano, cteterisque Praelatis, Judicibusque
Eccleaiasticis illarum partium, ad quos quomodolibet spectanit,
quod unusquisque eorum pro sua facial virili, ut haec mea Regia
voluntas debitum consequatur éíi'ectum: Datum apud Bonum Se-
cessuní die secundo Octobris MDGGLVII. = EGO REX.=Jussu Do-
mini Nostri Regis=Josehp Ignatius de Goyoneche.=Tribus ru-
bricis erat rubrica tum.=Vestra Majestas suum concedit Regium
Sermissum, utin Gollegium Apostolicum Missionariorum erigatur
'ospitium Sanctffi Ros» de Ocopa, quod est ordinis Minorum
Sancti Francisci in Regionibus Peruanis.=Goncordat cum Regio
Ghirographo ad hunc effectum mihi exhibito a Reverendo Patre
Fratre oJosepho de Sancto Antonio , Gommissario Missionum in
Regno Peruano Ordinis Sancti Francisci, cui facía hac copia, illud
restituí, de quo fidem fació originali me referens. Utquede eo cons-
tet ad ejusdem requisitionem, ego Alphonsus Garralon, Domini
nostri Regis Scriba, et in ejus Curia, el Provincia residens, pra3sen-
tem fació, signo, ac subscribo Matriti die XV Julii MDCGLVIII.=
In testimonium veritatis Alphonsus Garralon. =Nosinfrasignati el
subscripti Scribae Domini nostri Regis in ejus curia, el Provincia
residentes, fidem facimus, Alphonsum Garralon, a quo reperitur
signata copia príBcedens, talem esse Scribam Regium, qualem se
! facit, atque denominal, íidelem, legalem, totiusque fiducial, om-
nibusque ejus scripturis, et documentis per ipsum publicatis, et
qui publicantur, semper adhibitam fuisse, adque adhiberi íidem,
tam in judicio, quam extra: Utque de eo constet, ad ejus requisi-
tionem, pnesentem facimus, Matriti die XV Julii MbCGLVÍII.=
In testimonium veritatis Emmanuel de Obregon el Oriigna.==In
testimonium veritatis Petrus García de Ovalle.=In testimonium
veritatis Franciscus Fernandez Rosa.==Gum autem sicut dictus
Josephus Gomissarius Generalis Nobis subinde exponi fecit, ipse
prseinsertum Ghirographum, quo firmius subsistat, Apostolicíe
^
}
— 348 —
, Conñrmationis nostrse patrocinio communiri summopere (k^
Nos ipslim Josepbum Commissarium Generalem speciaiüHiss
ribus, el gratiis prosequi volentes, et a qujbusvis excomnan)
tionis, suspensionis, et interdicti, aliisqpe ecclesiasticis. «
tiis, censuriset poenis a jure velab bomine quavis occaaii2-:.i
i causa latis, si quibus quomodolibet innodatus exisilt adeieo
prsBsentium.dumtaxat consequendum, harum serie absávaí
et absolutum fore censeutes, supplicationibus ejus nomi»^
super hoc bumiliter porrectis inclinatis, prsBinsertum Clir*
pbum ab ipso Ferdinando Rege super facúltate erigeadiál
Hospitium Sanctse Rosse in Gollegium, sive seminarium ipoÉ
^^ cum Missionariorum dicti ordlnis, ut pr?efertur, concessom ñ
ómnibus, et singulis in eo conten tis, et expressis, aucisriiB
Apostólica, tenore prsesentium, confirmamus, et approbassí
que inviolabilis Apostolicae firmitatis robur adjicünus; osmaj
et singulos juris, et facti defectus, si qui desuper interfac
supplemus. Decernentes easdem prsBsentes litteras semperbí
validas, et efficaces existere, et fore, suosque plenarios, elisja
effectus sortiri, etobtinere, ac illis ad quos spectat, et proiaí
quandocumque spectabit, plenissime suffragarL SicqueíD^
^ sis per quoscumque Judices Ordinarios, et Delectes, etias a
sarum Palatii Apostolici Auditores, judicari, et defínirí detei
irritum, et inane, si secus super bis a quoquam quavis ancai
» te scienter, vel ignoranter contingerit attentari. ^on obstaáil
Constitutionibus. A ordinationibus Apostolicis . ac qusia
opus sit dicti ordinis, etiam juramento, confirmalioneil
tolica, vel quavis firmitati alia roboratis, statutis, el cea
tudinibus, privilegiis quoque, indultis, et litteris Apostado
crontrarium prfemisorum quomodolibet concessis, confimia
7 innovatis. Quibus ómnibus, et singulis, illonim tenores pra*
bus pro plene, et sufficienter expressis, ac de verbo ad ^
insertis habentes, illis alias in suo roboro permansuris, ad^
sonim effectum, bac vice dumtaxat, specialiter, et expre^^
gamus, cfeterisque contrariis quibuscumque. Datum Komfif
\ Sanctam Mariam Majorem suo Annulo Piscatoris dieX^'S^
gusti MDGGLVIII, Pontificatus nostri anno primo.—ProD.Ci
Passioneo.=Joannes Florius, substitutus.=Loco * Sigilii Así
Piscatoris.
\
V-A
IKDICE.
-<•►■
jpíTULO I. Restablecimiento dé las Misiones en 1770. . 5
— IJ. i rogresos de las Misiones durante la Guar-
diania del R. P. Fr. Manuel Sobreviela. . 8
— III. Restablecimiento de las Misiones delUca-
yali 13
— IV. Progresos de las Misiones del ücayali. . . . 23
— V. Estado de las Misiones hasta la proclamación
de la Independencia del Perú. . , . . 28
— VI. Restauración del Colegio de Ocopa. ... 34
— VII. Llegada de nuevos religiosos y trabajos apos-
tólicos de las Misiones entre los fíeles. . 40
— VIII. Gonlinuacion de las Misiones del Ucayali y
elección del R. P. Gimini para Prefecto de
les mismas 52
^ IX. Marlirio del P. Gimini y sus compañeros y
elección del R. P. Pallares para Prefecto
ddlas Misiones. . . . , 59
— X. Esttido de las Misiones á la muerte del P.
Gimini y esplor aciones del P. Pallares
p^rel rio Pischqui y Sehunuya 65
— XI. Noticia de varias tribus lindantes con el
Ucayali. . . . , '¡2
— XII. Usos y costumbres de l0'« infieles del Ucaya-
li.. : , 7
— XIII. Religión de los infieles del Ucayali. ... 83
— XIV. Causas de la decadencia de las Misiones. . 88
í
í _ 350 —
I
Pe
\
Capítulo XV. Elección del P. Pallares para Guardian de
Ocopa y del P. Caho para Prefecto de las
Misiones.— Viajes de este último SS
— XVI. Nuevos viajes del P . Calvo y éxito que tu-
vieron fe
— XVII. Abertura de una nueva comunicación entre
el Maypo y el Pozuzo y fundación de Ca-
\ yariya. . * 1:4
— XVIII. Molestias que sufrieron los PP por parte dd
Gobernador.— Bsploracion del Palcazu,
^ por el P. Calvo K
— XIX. Desgracia que esperimentaron las Misiones,
y muerte de varios PP 5
^ — XX. Traslación de los PP. Misioneros á Cayariya.
—Nuevas molestias que sufrieron. ... 15
y — - XXI. Éxito desgraciado de una espedicion al Pal-
cazu.—Calumnias levantadas contra jos
Misioneros 13
»^ — XXIL Nueva espedicion al Palcazu.— Reelección
del P . Calvo para la Prefectura de las Mi-
siones ^
\^ — XXllI. Sucesosocurridos en las Misiones desde 1857
hasta 1870 IT^J
r — XXIV. Viaje del P. Sans á Quimirí y padecimien-
tos de que fué victima entre los infieles. . I^
— XXV. Relación de las principales producciones
del Ucayali ^
— XXVI. Muerte del R. P. Fr. Vicente Calvo. ... «
— XXVII. Peligros inminentes de que ha librado la di-
vino Providencia este Colegio de Ocopa.—
Fundación de nuevos Colegios de Misio-
ñeros de Propaganda Fide, procedentes
del de Ocopa y Descalzos de Lima. ... ^
— XXVUl. Elección del P. Fr. Ignacio María Sans para
Prefecto de las Misiones.— Entrega de al-
gunos puebles de nuestras üisiones al
Ordinario.— Nuevas reducciones de infie-
les malogradas por la inveterada malicia
de los Cunibos y Schipibos- ^
— XIX. Iglesias y Conventos de los pueblos de las
Conversiones de infieles.— Espedicion al
rio Yahuari ^
'- XXX. Reducción frustrada de los infieles Amu-
ehuacas del rio Tamaya.— Lamentable
muerte delF.Fr. Ignacio Tapia. . . • ^i
- 351 -
[titlo XXXL Reinstalación da la Misión de los Piros de
Lima-Rosa.— Renuncia del P. Hermoso. . 247
XXXII. Elección del P. Pallas para Prefecto de las
Misiones de infieles.— Restauración de las
Misiones de Oczapanapa entre los infieles ,
Campos.— Alarmante incidente de Cas-
chibola, que obliga á proponer 6 la sagra-
da Congregación al eficaz propósito de
hacer Ocopa la dimisión de los pueblos de
las Misiones del Ucajali 250
Conclusión 2^
Apéndice 261
— XXXIII. Espediente ó Informe del Umo. Sr. Arzobis-
po de Berito y Administrador Apostólico,
Dr. D. Manuel Teodoro del Valle, j del
P. Guardian de Ocopa, relativo ala con-
ducta de los PP. Misioneros que se hallan
entre infieles en las Conversiones de
Ocopa :...'... 262
— XXXIV. Indicios délas fatigas y paciencia de los
PP. Misioneros 276
Conventos y Conventillos de la Proviucla
de Lima con su adjunta la de Cocharcas.
Pueblos antiguos que pertenecieron á las
Misiones de Ocopa
— XXXV. Visita del Director del Periódico intitulado
el Nacional^ que hizo al Convento de
Ocopa 287
— XXXVI. Individuos de Ocopa 300
— XXXVil. Misiones. Ejercicios Espirituales, Confesio-
nes y Comuniones, matrimonios en ellas
celebrados 301
— XXXVIll. Estedística de la Religión Seráfica. ... 310
— XXXIX. Obispos y Arzobispos de América, que ha
dado á la Iglesia la Religión Seráfica. . . 314
— XL. Pontífices Sumos y Cardenales que ha esco-
gido la divina Providencia, para el régi-
men de la Iglesia Católica, de la humilde
Religión Seráfica 321
— XLI. Santos y Beatos de la Religión, no mártires,
cuyo culto ha sido aprobado por la Igle-
.sia, según la Revista Franciscana en los
tomos correspondientes al año 18'/6 y si-
guientes 324
~ XLI!. Santos y Beatos Mártires de nuestra Seráfi-
ca Religión 327
N ^
f —352 —
\ Cap. XLIII. ReligioBos incorporados 6 esta Venerable
Comunidad de Ocopa.-l'7Sl-1882 W
t— XLIV. Beligiososque han empleado en liBis Misiones
\ de infieles, después del restablecimiento-
y de este Colegio de Ocopa.— 184C-1882. . . S
'^ — XLV. Religiosos muertos violentamente en las
Misiones de infieles de este Colegio, que
se relatan en la presente Historia. ... %
\ -- XLVL Estados de las Misiones de infieles de Oco-
pa en 1882 3»
Apéndice al Capitulo XIII 3(1
\ Bula Pontificia y Cédula Real para la erec-
ción del Colegio de Ocopa %
\
ir'
I
O- B. O. i8. B.' E. et ad landem et glozi&m Del